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Créditos Malu_12

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Agus.Torres Axcia Cereziito Eli25 ElyGreen

Malu_12 MaryLuna Mokona Nelly Vanessa Nelshia

Bibliotecaria70 Brenda Carpio

Dennars Khira Mayelie

Brenda Carpio

Francatemartu

Niki26 Nooniika Pachi15 Rihano SweetChildOMine

PepitaCPollo Sonia_Argeneau

Índice

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Sinopsis

Capítulo 11

Capítulo 22

Capítulo 1

Capítulo 12

Capítulo 23

Capítulo 2

Capítulo 13

Capítulo 24

Capítulo 3

Capítulo 14

Capítulo 25

Capítulo 4

Capítulo 15

Capítulo 26

Capítulo 5

Capítulo 16

Capítulo 27

Capítulo 6

Capítulo 17

Epílogo

Capítulo 7

Capítulo 18

Próximo Libro

Capítulo 8

Capítulo 19

Capítulo 9

Capítulo 20

Biografía del Autor

Capítulo 10

Capítulo 21

Sinopsis L

a detective Brit Sutton es el epítome de lo difícil. Como investigadora de homicidios, pronto se da cuenta de que ser mujer en un mundo de hombres requiere una columna vertebral fuerte, una lengua áspera y nervios de acero. Pero cuando uno de sus casos la lleva hacia Angus Scott, por fin conoce a alguien que es su igual.

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Angus es el jefe del Consejo de Vampiros de la Región Oriental de los Estados Unidos, y es su responsabilidad encargarse de cualquier interferencia en su investigación cuando el principal sospechoso es uno de los suyos. Pero Brit es una mujer decidida, y por mucho que ella no lo quiera, Angus también. Cuando sus juegos se transforman de una intensa atracción a toda una obsesión, ¿será él capaz de detener su curso? Y cuando la vida de ella se vea amenazada por el mismo sospechoso que Angus está tratando de proteger, ¿abandonará a su necesidad de distraerla con el fin de protegerla?

1 Hace siete años.

—P

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erdedora, perdedora, perdedora. —Estaban cantando de nuevo, justo como la multitud de gente hace en los juegos de fútbol, pero su cantico era malvado, y era para ella—. Brit es una perdedora. —Estaban cantando en un tono muy usado. No era la primera vez que hacían esto, y antes que se diera cuenta, el cantico se había transformado de nuevo—. Brit es una puta. Brit es una puta. Brit es una puta. —Ellos seguían cantando mientras ella seguía apretando los libros contra su pecho en la esquina del pasillo de la escuela. Estaba mordiéndose el interior de su labio hasta el punto en que sentía el sabor de la sangre llenándole la boca. Pero era la única forma de evitar ponerse a llorar. —¿Por qué hueles tan malditamente mal? —La chica era su archienemiga. Era rubia y hermosa, incluso a los catorce años. Era todo lo que Brit no era. Pero era una perra—. Quiero decir, ¿no tomas una maldita ducha? —La sangre ahora estaba llenando el espacio entre sus dientes y sus labios, y se enfocó en el sabor. No era la primera vez que se mordía el labio para evitar sollozar frente a ellos. Y luego otra de las lindas chicas se metió en la conversación. —No, Char. Su madre no le enseñó nada, ¿recuerdas? Tuvo que repetir el séptimo grado porque es malditamente estúpida. Es estúpida; apesta… —hablaba de Brit como si nombrara sus mejores cualidades al grupo de chicos que la habían acorralado en el pasillo desierto—… y es desagradable… —Y es fea como un perro en el lado de la calle que ha corrido como unas cien veces. El chico era Gavin, y estaba riéndose y codeando a sus amigos mientras hablaba. Todos ellos resoplaron de risa mientras pensaban que eran el grupo más gracioso de imbéciles en el mundo. Gavin era la versión masculina de Char. Eran los populares. Brit definitivamente no lo era... Brit pensó que la escuela intermedia había sido mala; retrasarse se supone que era uno de los peores obstáculos que debía enfrentar. Eso es lo que la consejera le había dicho. Pero entonces llegó a la escuela secundaria. Era una maldita pesadilla. En realidad había sido lo suficientemente estúpida como para haberse emocionado por entrar allí. Pensó que su pasado no la seguiría. Muchos de los chicos eran de diferentes escuelas intermedias, y esperaba que la escuela fuese lo suficientemente grande como para que los que fueron sus compañeros, y no se retrasaron, ni siquiera se dieran cuenta de que ella estaba allí. Estaba equivocada.

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—¿Cómo es ser la hija de una puta? Quiero decir, ¿ves lo que hace? Lo haces verdad, pájaro sucio. —Eso fue dicho por Chelsea. Ella tenía un rostro y voz engañosamente dulce los cuales le habían hecho creer tontamente a Brit que ella podría ser amable alguna vez. Chelsea no era amable, habiendo caído en cuenta en eso sabía que era mejor mantenerse alejada—. ¿También serás una puta, Brit? Eres demasiado fea para ser una, pero supongo que a los hombres viejos y asquerosos realmente no les importa. Tan repugnante... —Y entonces las lágrimas llegaron. No importó que su boca estuviese casi jodidamente llena de sangre o que aún tuviera sus dientes hundidos profundamente en su labio inferior. Las lágrimas estaban picando, y pronto, caerían. Bajó al piso con su espalda en la esquina donde la orilla de casilleros se encontraba con la pared de bloques pintados. El grupo estaba frente a ella, y no podía ir a ningún lugar. No podía detener las lágrimas que estaban brotando, y su garganta estaba apretada conteniendo su llanto. Cuando su trasero golpeó el piso, dejó caer su cabeza hacia abajo para esconder su rostro entre su pecho y los libros que aún sostenía apretados entre sus brazos, y lloró. Trató de ser silenciosa, pero los sollozos la absorbieron, y se intensificaron a través de su cuerpo uno tras otro mientras el grupo seguía riéndose y burlándose. Cuando el concierto improvisado regresó, casi se sintió mejor. Era más fácil tolerar eso que los ataques individuales por alguna razón, y silenciosamente rezó porque sonara pronto la campana. Tendría que esperar que cada uno de ellos se fuera antes de escapar al baño y refrescar su rostro. Sabía que posiblemente terminaría castigada de nuevo por llegar tarde. ¿Pero que era un castigo más? A veces la consejera la sacaba del castigo y le permitía pasar ese tiempo ayudándola en su oficina. A ella le agradaba Brit por alguna razón, tal vez era la única persona en el mundo a la que le agradaba. Gustosamente pasaría la hora hablándole sobre su futuro, dónde querría ir a vivir; le había entregado panfletos y folletos de universidades. Brit se moría de aburrimiento, pero siempre era amable con ella. Al menos era amable. Cuando la campana finalmente sonó, dando los dos minutos de advertencia, Brit dejó salir un profundo, firme suspiro mientras escuchaba a la multitud separarse e irse. Pero justo cuando comenzó a levantarse, se vio sorprendida hasta el punto de dejar salir un grito cuando sus libros fueron tomados de sus brazos y arrojados al pasillo. Las hojas volaron de sus carpetas, y sus libros patinaron sobre el sucio concreto. Dejó caer su cabeza de nuevo contra sus rodillas. Mirar hacia arriba solo empeoraría las cosas. Cuando finalmente todo estuvo silencioso y seguro, se puso de pie y se asomó desde el pequeño pasillo lateral en el que estaba para mirar el pasillo principal. Después de recoger las hojas y libros, se escabulló por el pasillo hacia el baño. La campana sonó, y dejó caer su cabeza. Definitivamente sería castigada de nuevo por llegar tarde a clase, pero tan pronto como llegó a la puerta del baño, se detuvo. —¡Brit, Brit! —Era la consejera, y mientras Brit giraba hacia ella, sorbió una silenciosa respiración. A su lado había un policía. Era alto, pero tenía ojos dulces y una amable, pero expresión seria. Los polis siempre eran amables con ella—. Brit... es tu mamá. —Respiró profundamente. Ya había estado en esta situación

antes, y no había nada que pudiera hacer excepto esperar las palabras—. Está en la cárcel... de nuevo. —Apretó su mandíbula, y su mirada revoloteó entre ellos— . Lo siento, Brit. —¿Por qué? Tú no eres la puta; ella lo es. —No había lágrimas para llorar por su madre. Las había gastado en sí misma y el grupo de imbéciles. El maquillaje que estaba segura corría por sus mejillas era toda la evidencia que necesitaba. No debería siquiera molestarse en ponerse esa mierda; no es como si eso la hiciera linda, y más seguido que no, terminaba en sus mejillas. Sólo otro día en el paraíso.

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2 Hoy.

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a mañana era fría, y como británica. Humphrey estaba a su lado en el auto, y se ignoraban entre sí, como de costumbre. Rara vez hablaban, por suerte, y eran lo suficientemente eficaces haciendo su trabajo que nadie extrañaba demasiado su falta de voluntad para trabajar con otros más que lo mínimamente necesario. Él era un viejo gordo y feo, con mala actitud y mal aliento que lo igualaban. A ella en realidad no le gustaba el hombre; de hecho, su actitud le recordaba mucho a la suya. Agria, severa, y apenas frustrada era la mejor parte del tiempo. Cuando Humphrey salió a la acera, la dejó vadear a través de profunda nieve. Estúpida mierda. Y no ayudaba que llevara tacones. Sólo debía renunciar a eso y vestirse como hombre. Sólo podía ayudarla. Cuando se las arreglaba para conseguir ir más allá del montículo de nieve con sólo una pequeña cantidad de nieve en sus zapatos, se encontraba con su mayor motivo favorito en carne. —Señorita. Por aquí. —Nadie llamaba a Brit “señorita”, ¿qué carajos le dio al joven oficial, de aspecto estúpido de pie frente a ella el derecho a llamarla de otra manera que no fuera detective? Él debía saberlo mejor. Brit se aseguraba de que los hombres, aun los otros detectives, la llamaran detective. Pero esta mierda no parecía saber con quién demonios estaba hablando. —Detective. —Ella se burló del hombre mientras murmuraba la palabra. Él se congeló a medio paso y sólo apenas logró mirarla. Humphrey los miró a los dos. Le importaba una mierda cómo la llamaran. —Lo siento, detective. —La guió a ella y a Humphrey hasta el lugar detrás del contenedor donde el cuerpo estaba casi congelado. Dejó que su enfoque viajara hasta el cuerpo desde los pies a la cabeza. Así era como se acercaba a cada cadáver que encontraba. La helada nieve cubría la superficie visible del cuerpo, y el rojo de la carne desgarrada brillaba congelado en su lugar. Había un montón de rojo. No sería bonito cuando se descongelara, eso era seguro. Brit estaba exhausta. Sólo había tenido tres horas de sueño antes de que su despacho la hubiera llamado a la escena del crimen. Estaba enferma y cansada de los cadáveres ensangrentados-de-trasero que parecía que habían sido desmenuzados en pedazos. Estaba viéndose como un serial, y realmente no quería comprometerse con un serial, independientemente de lo glamoroso y Hollywoodense que sonara. Era como comprometerse a una larga ejecución de

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drama en la TV. Le tomaría tiempo, atención, estrés, preocupación, y al final, era probable que se decepcionara con la forma en que todo se envolvería. Quería clavar al hijo de puta antes de que pudiera convertirse en un maratón Dallas o M*A*S*H. Iba para algo con la música de la serie Héroes de corta duración. Que era más su velocidad. Este fue el cuarto cuerpo que encontraban en este estado en los últimos tres meses. Descuartizado. Dado los estilos de vida, las drogas de las víctimas eran un factor, pero ese conocimiento no estaba resultando útil en la solución de los malditos casos. El callejón estaba acordonado, así que ella y Humphrey eran los dueños del espacio, y mientras caminaban cuidadosamente a través de la escena, estudiaron hasta el último centímetro del terreno. Había nevado durante la noche, y cualquier huella se había ido, además que las que quedaban eran del chico de la calle que había encontrado el cuerpo. No había evidencia de cómo la víctima había encontrado la muerte en el callejón o incluso si había muerto allí en absoluto o había sido tirado después. No había manchas de sangre visible para apoyar su muerte, donde su cuerpo yacía, y aparte de una pequeña cantidad de sangre que estaba bajo el cuerpo, adivinaba que la gran mayoría de sangre sólo faltaba completamente como en los otros. La piel era de un azul grisáceo y tenía el aspecto enfermizo de la muerte misma. No se quedaron mucho en el callejón. Los técnicos de la escena del crimen llegaron, y no había mucho más que pudieran hacer en el lugar. Ella ya tenía una pista de lo que estaba ocurriendo, pero la maldita cosa era, que el plomo era un maldito fantasma. Había aparecido en el video de vigilancia con dos de las víctimas anteriores, y había sido identificado por alguien en la zona. Brit estaba segura de que estaba involucrado de alguna manera. El hombre era Driscoll DeMarco, pero mientras tenía un nombre, no tenía un lugar, y no podía conseguir poner sus malditas manos en el hombre. Lo había seguido hasta el edificio donde supuestamente vivía, aunque nadie estaba dispuesto a corroborar esa información, pero terminó allí. Había sido autorizada a entrar en el edificio; eso era todo lo que podía decir en su favor. Había sido recibida por un hombre que no cooperó con el nombre de Gregory Langford que parecía decidido a darle más pena que cualquier ayuda positiva. Al averiguar, DeMarco de alguna manera estaba relacionado con la gran mayoría de los residentes, explicaron sus apretados labios aparentemente. DeMarco no tenía antecedentes penales, de ninguna clase que Brit pudiera encontrar, y ahora tenía otro cuerpo y un sospechoso que era un fantasma. El próximo uniformado que se acercó no la llamó ¨señorita¨, pero independientemente, los pelos de Brit se erizaron y dejó de luchar para mantener su dominio. Sabía que probablemente no estaba justificada, pero no le importaba. Era la actitud que le gustaba mantener. Cuando respondió, sonó severa... siempre era severa. Era la mejor manera para estar en control, a cargo de la situación. Dios no había bendecido a Brit con una voz masculina o con una versión masculina, y a menudo se encontraba con que tenía que forzar la voz para bajar y hablar más alto de lo que era natural para ella. Hizo que sus pasos se pavonearan y acecharan para ocultar los pasos graciosos y ágiles que eran más naturales para ella. Era una mujer en un mundo de hombres; eso sólo hacía más difícil su situación.

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Cuando se lo espetó al oficial sin razón alguna, la boca del pobre prácticamente golpeó el pavimento. No se lo merecía, no le importaba, y casi se rió de la eficacia de su voz. Inadecuado, por supuesto, pero no estaba de humor para el maldito ego masculino que tenía que enfrentar todo el tiempo. Brit no dejaba pasar las cosas. No se permitía desviarse por la vida. No les daba a ninguno de los muchos uniformados masculinos una excusa para tratar de empujarla a salir de su trabajo como detective de homicidios. Cuando sonó su móvil mientras estaba entrevistando a la gente en la zona, vio que era el precinto. Lo ignoró, sabiendo que llamarían a Humphrey si no podían llegar hasta ella. No le importaba si Humphrey tenía que alinearse para la llamada. Estaba probablemente escondido en algún lugar de la cadena del hotel en vez de hacer su trabajo, y eso servía en su opinión. Pero cuando por fin se decidió a escuchar el mensaje, su corazón empezó a revolotear, y estuvo malditamente feliz de que hubieran dejado su mensaje en vez de llamar a Humphrey. Una pista. Estaba cansada. Estaba más que cansada. Pero se trataba de la vida de Britney. No sabía cómo evitar seguir adelante, dejar de esforzarse, dejar de luchar por ser la mejor en lo que hacía. Atrapaba a las malas personas, específicamente los que se encargaban de determinar el final de la vida de otra persona. Y ahora tenía una pista. Que el agotamiento se condenara; dormiría cuando estuviera muerta.

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lla despidió al valet cuando se detuvo detrás de una camioneta Infiniti estacionada en la acera en frente del impresionante edificio antiguo en el corazón del barrio de Beacon Hill de Boston. Su Crown Vic no era Infiniti, pero no tenía ninguna intención de dejar que el hombre moviera su auto, y si no le gustaba que estacionara justo en frente del edificio, realmente le importaba una mierda. Mientras caminaba a través de la puerta giratoria al interior, fue recibida con calidez. Hacía frío y había comenzado a nevar de nuevo. Su agotamiento sólo empeoraba con el frío en el aire, y en el momento en que estuvo dentro, su cuerpo exhaló un relajante suspiro. El frío hacía que sus músculos se tensaran, y cuando no podía alcanzar el sueño, la tensión la hacía sentirse aún más desgastada. En el mismo momento en que se acercó a los dos ascensores, uno se abrió, y un hombre y una mujer salieron. Caminaban de la mano y la miraron con curiosidad al pasar. La mujer, más joven que el hombre y hermosa en una especie totalmente auténtica de paso, sonrió cálidamente. Ambos estaban pálidos, pero, ella también. Brit siempre lo había sido, sobre todo en invierno, cuando el sol parecía desaparecer por semanas enteras. Parecían extrañamente perfectos juntos, y la relación del uno con el otro era bastante intensa y le dio a Brit un momento inusual de celos... pero sólo un momento. El hombre parecía preocuparse poco por cualquier cosa menos la mujer a su lado, y mientras su mirada se movió rápidamente pasando a Brit para ver a la mujer, sonrió suavemente y le guiñó un ojo. Ella le devolvió la sonrisa. Era íntima y malditamente injusto. Cuando se acercaron a la mesa donde el mozo estaba ahora sentado, él le sonrió cálidamente a la mujer y asintió al caballero. —Sr. y señora Solomon, es bueno verlos. No era consciente de que estaban en la ciudad hasta hace apenas poco tiempo. Felicitaciones por su reciente matrimonio. Su auto está en la acera. —Muchas gracias, Jonathan. Es bueno verte también, y gracias por los buenos deseos —habló la mujer mientras el hombre permanecía en silencio a su lado, nunca quitó su toque de ella, y mientras se volvían para salir del edificio, la mujer volvió a mirar a Brit por encima del hombro—. Buena noches, detective. —Y luego se fueron. Brit entró en el ascensor, sacudiendo la cabeza mientras caminaba. Su insignia se ocultaba en la cintura debajo de la parte inferior de su camisa, mientras, su revólver estaba en su espalda sobre su cadera, no se la había mostrado a la pareja. Mientras el ascensor subía, sus nervios comenzaron a revolotear en su estómago, dejándola con náuseas y manos sudorosas. Brit siempre se sentía así

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cuando estaba acercándose al desenlace. Era el punto que había buscado constantemente. El acercamiento que llevaba lentamente al desenlace de la historia. A veces sabía bien y sin lugar a dudas por qué estaba a punto. Otras veces no tenía idea de por qué el instinto entendía que estaba cerca de algo importante. Este era uno de esos momentos. El ayudante del hombre la había llamado, después de todo, ofreciendo ayuda. Él era “cercano” a su sospechoso, o eso le habían dicho, y aunque no tenía ninguna razón real para creer que en realidad podría tener información útil para darle, todavía estaba segura de que estaba a cerca, y dejó su estómago anudarse, batirse, arder, y la bilis le subía por la garganta mientras inhalaba por la nariz para silenciar sus nervios. Ya pasaría. El ascensor se detuvo con una sacudida suave y las puertas se abrieron. Un hombre se paró frente a ella. Su instinto, el mismo que le dijo que estaba cerca de algo importante, le dijo que no era su destino; este no era... Angus. —Buenas noches. Usted debe ser Brit Sutton. Por favor... Ella lo interrumpió rápidamente. —Detective. —Por supuesto. Mis disculpas, detective. Por favor, sígame. Angus la está esperando. —Maldito tipo formal. Mejor así. Brit no comprendía la realeza. Nunca había tenido mucha experiencia con este tipo de personas, pero parecía que tenían el extraño efecto de levantar su guardia lo suficiente para que su compostura se cuadrara, y lo que se mostraba normalmente como un comportamiento determinadamente frío lo hacía aun con más confianza. Un mecanismo de defensa para protegerse de las personas que no la entendían, pero uno efectivo en su línea de trabajo. Sus tacones hicieron clic en el suelo de mármol oscuro mientras seguía al hombre. Parecía bastante joven con una cabeza llena de cabello rubio arenoso. Era guapo, pero desde luego no estaba a cargo de este lugar. Los apliques que se alineaban en las paredes emitían una luz cálida, no poco brillante, pero su reflexión podría ser vista fácilmente en el brillo del suelo de piedra bien pulida. Cuando se detuvo afuera de una puerta al final del pasillo, él asintió brevemente antes de alejarse de ella y regresar por la dirección en la que había venido. ¿Qué demonios? Brit no tenía idea de qué tipo de construcción era esta en realidad. ¿Eran apartamentos, empresas? Se veían más como apartamentos muy caros, pero ni una de las puertas tenía un número o placa sobre ella, por lo que era indiscernible y dejó a Brit sólo adivinando en cuanto a si debía llamar o simplemente entrar. Bueno, si podía salir de su inoportuno Crown Vic junto a la acera, podría seguro darle vuelta al pomo de la puerta con la mano no deseada. Le importaba una mierda lo que hubiera más allá de la recepción de la puerta, siempre y cuando pasara más allá del borde. Cuando la puerta se abrió mientras estaba alcanzando el pomo con sólo una fracción de un centímetro para abrir, casi se tambaleó hacia delante. El hombre de repente de pie frente a ella la observó detenidamente. Su atención se centró en su mano, que aún colgaba contrapesada para el pomo que ya no estaba a su

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alcance, y su mirada se movió de regreso hasta sus ojos, negándose a mirar a otro lado y, sin ni siquiera un indicio de intimidación. Pero entonces, ¿por qué debería serlo? Ella estaba de pie como una idiota delante de él, con el frío y controlado comportamiento de cualquier cosa por el momento. Cuando sus labios se levantaron en una sonrisa, más bien seductora, ella se tambaleó aún más a medida que contuvo el aliento rápido y fuerte. Bueno esto no era en absoluto la forma en que había tenido la intención de iniciar la reunión. ¿O él estaba empezando la reunión? —Y yo que pensaba que sería un pequeño hombre congestionado de la nariz. No puedo decir que me esperaba que fuera tan impresionante. Soy Angus Scott. Por favor entre. —Se apartó de la puerta, invitándola a entrar mientras miraba su cara. Ella estaba tratando de mirarlo, pero la sensación de sus músculos faciales decía que era más una mirada de asombro en su rostro. Era impresionante. Sus ojos del máximo color azul cristalino que jamás había visto. Tenía el cabello oscuro marrón, casi negro, y su piel era tan pálida como la bella pareja del vestíbulo. Hablando de una fría actitud calmada. Francamente, estaba pateando su trasero por su actitud con compostura. Brit se aclaró la garganta, apretó su mandíbula, enderezó la espalda, y dio el primer paso hacia adelante mientras él la observaba. —Soy la detective Brit Sutton, y no puedo ver cómo mi apariencia tenga algo que ver con que esté aquí. —Él se rió entre dientes, no dijo nada, sino que extendió el brazo a modo de invitación para entrar. Ella fue más allá de él, tratando de controlar sus nervios fuertemente. Ya pasaría. Los nervios siempre pasaban. Pero a medida que pasaba junto a él y esperaba a que la llevara lejos, sintió su mano en la parte baja de su espalda mientras suavemente la empujaba hacia adelante. El aleteo en su estómago se volvió una ola rompiendo sin cuartel con el calor que se precipitó a través de su cuerpo, y tuvo que admitir, quizás estos nervios estaban aquí para quedarse... y tal vez podría realmente disfrutar de ellos, inapropiados como eran. Después de un largo y agotador día que la despertó mucho antes de que su cuerpo estuviera listo para levantarse e irse a mirar otro cuerpo mutilado, no estaba del todo segura de que no quisiera quedarse con el agradable pulso abriéndose camino en su cuerpo. Era casi tan familiar para Brit como la excitación de cualquier tipo. Su casa era increíble. Los pisos de mármol continuaban a su residencia, y al entrar, no pudo evitar disfrutar de los altos techos por encima de ella, al menos de dos pisos. El interior era abierto, y una cocina estaba junto a una pared con una gran isla y bar, la sala de estar se encontraba en el centro de la habitación, y después había un gran escritorio frente a altas puertas francesas que conducían a un balcón más allá. Mientras el edificio había sido renovado a un estado frío, contemporáneo, sus muebles no eran nada como él. Era una hermosa mezcla de ambiente moderno, con muebles que casi parecían antiguos y con simples líneas rectas, pero seguían siendo muy antiguos y cómodos.

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Mientras la conducía hasta el sofá, nunca retiró su mano de su espalda, ella se volvió hasta que estuvo fuera de su alcance. Su mano rozó el revólver que estaba en la parte posterior de su cadera mientras lo hacía, y daba un paso más lejos. Su frente se arqueó cuando la miró con sus increíbles ojos azules con curiosidad. El corazón le latía, y ella estaba entrando en pánico para encontrar una manera de mantener el control de esta reunión con un hombre que sin duda estaba muy acostumbrado a estar en control de su mundo. —Por favor, siéntese, Brit. —Detective. —Estaba tratando con fuerza y confianza, pero era más una lucha de lo que debería ser. Su única respuesta fue una sonrisa sutil, y un suave zumbido emitido por sus labios como si estuviera divirtiéndose con ella. Se sentó como si estuviera en comando, lamentando el no haberse quedado de pie por más tiempo o rechazado el gesto, pero en el momento en que su trasero golpeó el cuero suave del sofá, sus músculos cansados le agradecieron a su cerebro por no ser demasiado testaruda. Él se sentó en la esquina opuesta a ella en una silla. Cuando Brit sacó su pequeña grabadora digital de su bolsillo, él la detuvo con una mano fría. Debería haberse apartado, pero en su lugar, lo observó. —Eso no será necesario. —Lo siento. Pensé que tenía información pertinente en un caso en el que estoy trabajando. Es por eso que acepté esta reunión después de todo. —Él sonrió ante sus palabras, pero no le dio otra reacción. Fue sólo después de muchos segundos largos e incómodos de silencio que finalmente respondió. —Está aquí porque ofrecí mis servicios. —Ella comenzó a burlarse antes de que él la interrumpiera—. Me dijeron que está buscando a Driscoll DeMarco para interrogarlo sobre posible información sobre un asesinato sin resolver en el Four Corners... Fue su turno de cortarle el paso y proverbialmente liberando su pecho como Tarzán. —Traté con cuatro asesinatos. Dos en el Four Corners, uno en la Plaza Codman, y uno esta mañana en Mattapan. —Y mientras la miraba impasible, procesando su repentina oleada de confianza, ella continuó—: Y no quiero preguntarle sobre la posible información; quiero preguntarle sobre su posible participación. Francamente, no necesito su permiso para hacerlo. Estoy aquí como una cortesía. Su asistente se puso en contacto con nosotros, puedo recordarle. Simplemente estoy dándole seguimiento. —Ah, sí. Ya veo. Entonces, dígame, ¿realmente sabe dónde está el Sr. DeMarco? —Su frente se arqueó cuando sostuvo su mirada con firmeza con la suya. Ella no tenía ni puta idea de quién era el hombre, y él malditamente la conocía bien. Y sí, era por eso que estaba realmente allí—. Eso es lo que pensé. — Y luego, inclinándose hacia ella con un brillo duro en sus ojos, volvió a hablar, sin perder la última pizca de su seductora calma en su comportamiento—. Soy muy consciente de que no puede encontrar a DeMarco. Si pudiera, no estaría aquí. Entonces, si quiere mi ayuda, le sugiero que deje caer su actitud, dulzura. No me

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ha dicho nada que no sepa ya, por lo que parece, necesita mi ayuda mucho más de lo que yo tenga algún interés por usted, o la necesite. —Yo no necesito... —Como la mierda que no. —Él había enderezado su postura y la miraba con frialdad, con dureza—. ¿Preferiría corretear alrededor de las partes más sórdidas de Boston durante los próximos dos meses, como ha hecho últimamente? —No sería la primera vez. ¿Sabe dónde está? —Estaba tratando desesperadamente de recuperar el control de esta conversación. Brit estaba siempre en control. Llevaba la entrevista, pero incluso mientras se decía a sí misma eso, tratando de convencerse, su confianza flaqueó. ¿Cómo este hombre había conseguido con más que un par de frases y una mirada azul y fría tomar las riendas con tanta facilidad? Ella era experta en dirigir el espectáculo, siempre lo había sido. Era la mitad de la razón por la que había subido en el escalafón donde otras mujeres habían fallado. Podía sostenerse. Lo había ideado por supuesto. Siempre estaba temblando como una hoja en el interior, pero era malditamente buena en mantener el control en el exterior. Brit no perdía el control de una conversación, sin importar qué tan grande o pequeña fuera, importante o no, con un hombre. Era la única manera de permanecer en el frente de la manada, y era el único lugar para una mujer que en su posición debía estar. —No. Pero conozco a su familia también, y pensé, que tal vez, podría ayudarle a ponerse en contacto con usted. Su familia no será una ayuda; eso se los puedo asegurar. Guardan celosamente su intimidad, pero no me entusiasma la idea de tener mala sangre entre la familia y la policía. —Lo hace sonar como una mafia. No tengo información que DeMarco esté involucrado en el crimen organizado. ¿Tengo que estar preocupada por esto? — ¿Realmente creía en la respuesta que le estaba dando? ¿Por qué había pedido incluso el caso? Este hombre no era su aliado. No tenía ninguna razón para confiar en sus acciones de ninguna manera. Pero... había dado con el clavo en su cabeza, no tenía ni puta idea de quién era DeMarco, y en ausencia de un gran letrero de neón apuntando a su cabeza, necesitaba la ayuda. Su punto estaba desapareciendo bajo sus pies con cada minuto que pasaba, pero no estaba dispuesta a aceptar que tal vez estaría fuera de su alcance. —Entonces me equivoqué. No tienen ningún interés en el crimen organizado como una familia. Ellos son, sin embargo, muy protectores con los de su clase... a su propio decir. Haré lo que pueda... pero vendrá con un precio. Ella soltó un bufido. —La policía no negocia para obtener información. —Eso era una mentira, y lo sabía muy bien. —Bueno, este precio tiene mucho más que ver con usted que con la policía. —Su tono se había vuelto seductor, y hacía que las olas de calor volvieran a su cuerpo y su corazón fuera a toda velocidad. Ella lo observó de manera constante, pero estaba entrando en pánico en su interior. Él sonrió—. Dígame, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que fue follada?

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Si hubiera tenido comida en la boca, se habría ahogado. Si hubiera estado hablando, su lengua habría caído en el suelo entre ellos. Lo miró, con la boca abierta de horror sin duda grabado en su expresión mientras los músculos de su ingle se contraían y se estremecían involuntariamente ante sus palabras. Dos largos y solitarios años... —Eso no es absolutamente nada de su incumbencia y, ciertamente, no se relaciona con esto... —Se iría por la fuerza y la compostura antes de que la cortara. —Es asunto mío si lo hago mi asunto. Quiere información; yo también. Responda a la pregunta y deje de tratar de manejarme. Está tratando de trabajarme otra vez, y no va a funcionar. Le aseguro que es mucho mejor ceder y dejar que le muestre mi agradecimiento. No tenía idea de qué podía significar, pero el calor seguía irradiando a través de su cuerpo, y todavía estaba derritiéndose por el sentimiento del mismo. —¿Por qué quiere saberlo? —Quería golpearse a sí misma, incluso para detener la pregunta. Lo debía golpear, no seguirle la corriente. —Parece... privada de algo. Tal vez de un buen polvo, atención, ¿quién demonios lo sabe... dormir? Quiero saberlo, y no me gusta no salirme con la mía. —Puede comer mierda. —Lo miró con sus ojos fríos mientras sus muslos continuaban temblando y temblando. —Bueno, sí que podría, pero, ¿por qué diablos iba a hacerlo? —Él se burló de ella, y era bueno en eso. Más que eso, parecía disfrutar de su malestar, de su irritación. Estaba jugando con ella, y era su trabajo—. Sólo estoy adivinando, por supuesto, pero diría que, dada su actitud bastante dura, ha pasado totalmente demasiado tiempo. —Sus labios seductores se doblaron—. ¿Quiere follar conmigo? —Su tono era relajado y controlado. —No. —Sí. Había estado imaginando eso, francamente, mientras caminaba a través de su puerta. Es por eso que su cuerpo estaba cálido y húmedo sólo con el sonido de su voz. Estaba siendo inadecuada, y estaba girando con eso. La mayoría de las personas no tenían el descaro de hablar con ella de tal manera. Por supuesto, era sólo porque no podían ver lo aterrorizada e insegura que era en el interior. Sus labios se curvaron más, y su corazón latió con más fuerza. Ella no tenía idea de por qué este hombre estaba jugando, y más que eso, no tenía idea de por qué era tan condenadamente eficaz. La calidez se volvió fuego líquido corriendo por sus venas, y luchó por mantener la compostura. La humedad inundó su centro. El tipo de humedad que sólo era provocada por sus más secretos pensamientos íntimos que realmente no tenían nada que ver con la realidad de su vida. A medida que su mandíbula se tensaba y sus fosas nasales se abrían, él levanto la cabeza ligeramente hacia arriba. —Bueno, cuando esté lista para subirse de nuevo al caballo —una brillantemente ejecutada sonrisa—, asegúrese de hacérmelo saber. Haré que valga la pena su tiempo. —Sus ojos ardían en una neblina azul fría que se mantuvo en la suya por un segundo más. Brit no estaba respirando. Sabía que debía hacerlo

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antes de que su rostro se volviera azul, pero sabía que si lo hacía, no podría ocultar el impacto que sus palabras abiertas y totalmente inapropiadas tenían sobre ella. Cuando él se levantó bruscamente, apartándose de ella, se paseó hasta la puerta, y se quedó esperando pacientemente a que captara la indirecta. Ella, intentó meter su pequeña grabadora digital en su bolsillo mientras sus dedos volvían a los inútiles archivos adjuntos. Cuando llegó a su lado, con la intención de hacerle caso, él la agarró por el codo mientras ella comenzaba a moverse más allá de él. Su boca se movió a su oreja mientras miraba al frente. Su nariz tocó el lóbulo, enviando otro estremecimiento de calor y humedad a través de su cuerpo. Y después de una inhalación rápida y gemido de ronroneo en su oído, habló. —Muy agradable. Avíseme cuando esté lista para mi ayuda. Su desequilibrio, su absoluta falta de control sobre la situación pareció golpear su límite, y girando hacia él, encontró su paso, su voz, su fuerza una vez más. Y en una tranquila y bien controlada voz, habló, en plena ebullición con la mirada. —No sé quién diablos se cree que es, pero perdí mi tiempo, y tengo mejores cosas que hacer que él que pasarlo con aburridos tipos de sociedad mimados haciendo juegos. Sin embargo el tiempo que ha pasado desde que me he acostado no es de su incumbencia, pero le diré esto. Si alguna vez pone una mano en mí otra vez o interfiere con mi investigación, le haré un cargo de obstrucción. —Y entonces le sonrió dulcemente—. Ha sido un desperdicio de mi precioso tiempo haberme reunido con usted, señor Scott. Asegúrese de no desperdiciar los dólares de los contribuyentes de nuevo, ¿eh? Cuando salió al pasillo, al instante inhaló y exhaló un profundo suspiro, esperando que él no hubiera captado la pronunciada subida y caída de su diafragma desde su lugar detrás de ella. Se concentró en hacer clic con sus tacones mientras se movía hacia los ascensores, y luchaba por controlar su respiración. No había oído cerrarse la puerta y supo sin mirar que él todavía la estaba mirando. Cuando apretó el botón de llamada del ascensor, se arriesgó a mirar hacia atrás por el pasillo hasta la puerta. Él estaba de pie con los brazos doblado sobre el pecho, inclinándose casualmente contra el marco de la puerta. Sonreía su maldita enervante seductora sonrisa hacia ella, y ella se volvió para mirar al ascensor, decidida a no hacerle caso. Pero su cuerpo no podía ignorarlo. Sus mejillas ardían, su corazón latía con fuerza, sus manos estaban húmedas y temblando, y estaba desesperada por huir. Había perdido el control de esto, pero sus instintos estaban casi siempre en el dinero. Este hombre sabía algo, pero estaba más interesado en jugar con ella que en cualquier otra cosa, y había bastante eficacia robada en su punto. Pero Brit no tenía ninguna intención de dejarlo mantener las riendas. No sabía cómo retroceder además de cualquier cosa, incluyendo el bueno de Angus Scott.

No estaba mintiendo cuando le había dicho que no esperaba que fuera tan impresionante. Ella era increíble.

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Mantenía su cálido cabello castaño hasta el largo de su hombro. Sus ojos eran de un color dorado claro, y aunque parecía agotada, brillaba con vida y fuerza. Su cuerpo se veía en forma y duro, y el pantalón y suéter eran profesionales, pero muy femeninos en comparación con su atrevida actitud. Angus se quedó con ganas de ayudarla, sabiendo que no lo haría y, francamente, no podía hacerlo. Ella estaba buscando a alguien que no podía permitir que encontrara. Driscoll era una excusa patética para un vampiro, y era su dejadez solamente la que había atraído su atención, pero no tenía más remedio que proteger al hombre. Mataría a Driscoll, y a ella para el caso, antes de permitir que los de su tipo fueran descubiertos. Driscoll había puesto en peligro su anonimato, y era responsabilidad de Angus ver que su carrera estuviera protegida. —¿Por qué tan serio, jefe? ¿Qué pasa con la policía? —Era Clint, su asistente. Era el trabajo de Clint hacer lo que Angus le dijera... y cuestionaba incesantemente en ocasiones también. Era el mayor de los vampiros que Angus había engendrado hace mucho tiempo antes de que se fuera de la ley, y fuera la mano derecha de Angus. —Detective. —De todos modos, ella es un poco demasiado linda para ser policía, ¿verdad? —Él estaba sonriendo, y el pecho de Angus se reforzó por el obvio interés de Clint en ella. —No es tan dulce como parece. —Estaba mirando a la puerta mientras descansaba en el sofá. No había podido apartar la mirada de ella desde que se había marchado. Había presionado sus botones, pero sólo apenas. Ella era sin duda una amenaza para ellos. No sabía cómo tomar un no por respuesta, y estaba adivinando que no sería la última vez que la vería. También estaba muy seguro de que no quería que fuera la última vez que la viera—. Clint, quiero que averigües todo lo que puedas sobre ella. Quiero saber dónde vive, de dónde viene, cuáles son sus aficiones. Si tiene algo que hacer, quiero saber al respecto antes de que suceda. ¿Entiendes? —Sí, jefe. ¿Se trata de Driscoll? —Angus asintió, pero no dijo nada—. Entonces, ¿por qué no limpia su mente? —Se refería, por supuesto, a la capacidad de un vampiro de ocultar los recuerdos de sí mismo dentro de la mente de una persona para proteger su privacidad y anonimato. No se aplicaba aquí. —No tendría ningún sentido. No le di ninguna información, y sabes que sólo puedo limpiarme a mí de su mente. Por mucho que me gustaría borrar a Driscoll de su mente o de la faz de la tierra por cierto —murmuró con ira—. No está en mi poder —Francamente, no tenía ningún interés en erradicarse a sí mismo de su mente. Con Clint finalmente yéndose, volvió a mirar a la puerta. Ella había llegado a él. Pensó que podría haber manejado a una odiosa mujer policía. Nunca se imaginó que se convertiría en una lucha por mantenerse en la parte superior. Cada vez que ella le mostraba su columna vertebral, se quedaba con ganas de tirarla en el suelo y follarla hasta los sesos. Asimismo, no estaba mintiendo cuando le había dicho que parecía que lo necesitaba. Ella definitivamente lo necesitaba más. El olor de su excitación lo había dicho lo

suficientemente claro, pero excitada o no, no caería en sus avances tan fácilmente como la mayoría. Y podría desearla un poco más por ello. Pero no cambiaba nada. Tenía que distraerla. Tenía que asegurarse de que no se acercara a la verdad, y en tanto tuviera que interferir con ella, tenía la intención de disfrutar de eso.

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s bueno verte de nuevo, Brit. Estás preciosa. —Ella parecía más que encantadora. Estaba impresionante. Su vestido de raso era de un profundo y brillante marrón moca, y su cabello corto mostraba el contorno de su elegante cuello maravillosamente. Su ingle se apretó simplemente mirándola desde el otro lado de la habitación. En su primera reunión, ella se había puesto pantalón de color gris de tweed, un jersey de capucha con cuello ceñido negro y puntiagudos tacones negros. La había deseado, pero ahora... El evento era de corbata negra, y él había estado esperando verla en traje de tarde; lo que no había esperado era que se vería tan condenadamente increíble. El vestido se ajustaba perfectamente y se abrazaba a sus curvas esbeltas y delgadas como un guante. Su cabello corto parecía exactamente como se había visto hace una semana y media antes de su primer encuentro, pero su maquillaje era caliente en tonos nocturnos, y sus joyas eran discretas pero elegantes. Su cuerpo estaba tenso, y se veía en forma, pero también muy femenino. Conseguir una invitación a la recaudación de fondos que era copatrocinada por el ayuntamiento y la universidad de Harvard no había sido problema. Angus era el jefe del consejo de vampiros para la región oriental de Estados Unidos, y su compañero concejal, Truman, estaba en la facultad adjunta en la universidad de Harvard. Él y su esposa, Ember, se movían alrededor de la pista de baile, juntos, y Angus vio como el hombre sonreía cálidamente. Truman era una criatura inusual, incluso para los estándares vampiros. Rechazando su obligación familiar por el consejo, se había presentado sólo cuando la vida de su esposa pendía de un hilo. Él estaba obsesionado con su esposa. En realidad, eso era un eufemismo, pero era fácil ver por qué. Ella era cautivadora, y la vampiro más nueva en la existencia de más de cien años. Se había enamorado de ella como humana, y fue sólo después de que había estado a punto de morir por otro intento de la destrucción de los vampiros que a Truman se le había dado la oportunidad de la eternidad con ella. Comportamiento extraño de hecho, para un vampiro, pero Angus respetaba más al hombre que a cualquier otro, y eran lo más cercano a amigos como a cualquier persona en su vida. Angus no era nada como el hombre, pero lo apreciaba. Brit estaba boquiabierta mientras él la saludaba; sin duda estaba sorprendida de verlo allí, a pesar de que sin duda no era una casualidad. —Dije que es bueno verte de nuevo, y tú apenas estás lista para probar tu mano y ser cortés. —Sonrió. Desde luego no iba a ser educado. Lo sabía sin ninguna duda; simplemente no era lo suyo. —Tú también. —Ella apenas pudo articular palabra, y su mandíbula estaba apretada mientras hablaba. Él podía ver claramente que estaba tratando de controlarse, justo como lo había hecho en su residencia, pero estaba fallando. Su

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voz era sólo un poco demasiado tranquila, con un tono ligeramente ronco y débil, y el increíble aroma sutil que su cuerpo emitía con nada más que el sonido de su voz hacía que le dolieran los dientes por acercarse y morderla—. Lo siento, ¿qué estás haciendo aquí? —Tenía sospecha. —Apoyando el desarrollo urbano, por supuesto. ¿No es por eso por lo que estás aquí? —Ella se sonrojó furiosamente, pero él se negó a apartar la mirada. Le importaba una mierda el desarrollo urbano. —Si me disculpas. —Parecía decidida a no hacerle caso, pero Angus no tenía intención de permitir que eso sucediera. Cuando la agarró del brazo cuando intentó apartarse de él, ella se volvió lentamente de nuevo, tomando una bocanada de aire mientras se movía—. Realmente tengo que... —Pero mientras miraba sus ojos, su voz se sacudió de nuevo. —Baila conmigo. —Su pecho subió y bajó por sus palabras, y aunque ella se escondió bien, su corazón rápidamente corrió diciéndole que estaba nerviosa. Él apretó su mano en su codo, saboreando la forma en que su cuerpo respondía. El olor de su excitación golpeó sus sentidos, y quiso tomarla allí mismo, en el suelo del museo. Su vestido le mostró lo que la ropa de asuntos profesionales en su primera reunión no hizo. El corte era bajo y le dio la más increíble vista de su escote. Sus pechos eran proporcionados con sus elegantes líneas, sino un poco llenos para su pequeño cuerpo. La redondez de ellos hizo que su pene se esforzara contra su pantalón. No hizo ademán de apartar la vista de sus pechos, y escuchó su corazón latir en respuesta a su invasiva mirada. Cuando por fin logró reunirse de nuevo con sus ojos, sus labios estaban entreabiertos, su frente arrugada con lo que parecía confusión, y estaba jadeando. Pero le tomó sólo un momento recuperar la compostura. Sacudiendo su codo de su mano, ella lo miró. —¿Así que supongo que eso significa que no habrá baile? —Él se rió entre dientes mientras decía las palabras, y ella pasó junto a él. Pero no la perdió de vista.

Ella vagó, se escondió, tratando de mantenerse alejada de él. ¿Qué demonios estaba haciendo allí? Seguro que no quería estar allí. No podía estar al nivel de su apariencia cuando él estaba cerca. Quería hundirse en su cuerpo cuando la tocaba. Su mano estaba fría y fuerte contra su piel, y se sentía cualquier cosa menos fuerte con él. Brit no podía soportar estar fuera de control, y sin embargo, su toque hacía que quisiera darle su control. No tenía sentido, pero su cuerpo deseaba, anhelaba someterse a su voluntad. Se tomó su tiempo mirando las exposiciones de arte. Le importaba poco, pero le dio una excusa para evitar las aglomeraciones de personas en el salón de baile principal. En verdad, era sólo él. Lo estaba evitando. No estaba sola, por ningún medio, en la pequeña galería lateral, pero al menos estaba más tranquilo y sin las multitudes de las parejas de baile.

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Brit ya estaba en un mal estado de ánimo gracias a una llamada no deseada de su madre pidiéndole dinero según porque estaba en el supermercado. Gruesa oportunidad. Era más que probable, que el dinero fuera para drogas. Debía ser un mes lento para vender su cuerpo por dinero. Cómo una mujer de cincuenta años, el que todavía no se hubiera dado cuenta de que sus trucos de giro de vida no eran la mejor manera de pasar su vida, estaba más allá de la comprensión de Brit. Pero entonces tampoco podía entender cómo su padre no se había dado cuenta hasta después de que había sido arrestado por tráfico de drogas y que, tal vez, había tomado el camino equivocado en la vida también. Treinta años en la penitenciaría del estado por eso, y todavía culpaba a la policía como si lo hubieran obligado a venderles crack a los adolescentes en la calle. ¿Brit tal vez se estaba volviendo un poco amarga? Tal vez, sólo tal vez. Cada vez que tomaba el teléfono y escuchaba la voz drogada y perezosa de su madre, se encogía. No era que no se sintiera mal por ellos. ¿Cómo no iba a hacerlo? Pero su vida había sufrido por eso, y lo resentía. Ser la pobre chica que luchaba para llegar a la escuela casi todos los días era duro. Al ser la única que seguía en la secundaria debido a eso era humillante. Y cuando los niños comenzaron a burlarse y a intimidarla después de enterarse de que su madre se prostituía para ganarse la vida, estuvo dispuesta a tirar la toalla. Pero tirar la toalla era lo que hacían sus padres, no Brit. Así que luchó. Pero aun peleando, ellos todavía tenían la capacidad de arruinar su día. Así, su tarde pasó corriendo con el asunto del dinero a su madre, también conocido como habilitación, en Franklin Park en lugar de prepararse para la maldita recaudación de fondos, que, naturalmente, significaba que ella se veía atroz. Realmente le importaba una mierda... hasta que él apareció. Brit se detuvo en una determinada pieza de arte que representaba un paisaje cálido de primavera con silenciosas flores. Lo miró y dejó que su mente flotara a la calidez. Casi podía sentir el calor del sol en su piel, el olor de las flores, mientras volaban con el viento. Quería estar allí. No en Boston en una fría noche de invierno. Estaba cansada como nunca, más cerca de encontrar su punto en el caso de DeMarco, y el recordatorio de cuán lejos del final estaba en este maldito caso se paseaba sobre ella burlándose en la habitación contigua. Al sentir un toque suave acariciar el dorso de su brazo, casi se derritió en él, deseando su toque. El juego definitivamente no estaba en la habitación de al lado. Ajustando su atención justo a tiempo, ella tiró de su cuerpo hacia adelante. —Debería arrestarlo —murmuró mientras se volvía hacia él. —¿Por qué, querida Brit? ¿Por seducirte? No puede ser un crimen aún. — Sus palabras eran tan cálidas y seductoras como lo habían sido en sus anteriores encuentros, y mientras escuchaba, podía ver que se sometía a él en su mente y que se escuchaba gimiendo en éxtasis a causa de eso. Estaba en lo cierto; ella lo necesitaba. Dos años era totalmente demasiado tiempo. —¿Qué es lo que hace para ganarse la vida, Sr. Scott, que tiene tanto tiempo en sus manos para meterse con gente como yo sólo por diversión?

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Él le sonrió, pero era una sonrisa divertida. —Soy inversionista. —Ya veo. Así que tiene dinero y lo tira todo por diversión. ¿Es eso? No hay cerebro, realmente, pero al menos tiene su dinero para tirarlo. Puedo ver por qué está tan malditamente aburrido. —Podía decir por la opresión repentina en su mandíbula que había golpeado un punto débil de algún tipo, y era excepcionalmente satisfactorio. Pero tan rápido como volteó las cartas, él las volteó enseguida. —Por el contrario, soy muy inteligente, e invierto igual. Es por eso que tengo dinero para tirar alrededor. Pero muchas gracias por la reducción de mi vida a algo tan repugnante como ser rico. Vengo de tener dinero, Brit, y me gané hasta el último centavo. Ahora, qué tal si te atienes a odiarme por las razones correctas. —No lo odio. Es que no estoy interesada en usted. Nunca sucederá, por lo que realmente debe simplemente renunciar a eso. —Le dio la espalda y se volvió a mirar la pintura. Él tarareó seductoramente antes de hablar. —Nunca sugieras algo para siempre. —Su aliento tocó el lóbulo de su oreja mientras se inclinaba a su cuerpo sin tocarla por detrás. El aliento que le tocó la piel irradió pulsos de electricidad a través de su cuerpo. Ella extendió los brazos en tensión cruzados sobre el pecho, pero podía sentir sus pezones endureciéndose bajo el férreo control que tenía sobre sí misma. Cuando el aliento se movió a la parte de atrás de su cuello, él continuó su declaración—. Y para siempre es mucho tiempo. —Le dio un beso rápido en la base de su cuello antes de que pudiera detenerse, y ella volvió la cabeza hacia su hombro opuesto para mirar. Cuando él se movió para encontrar su oreja ella convenientemente se había vuelto a él, terminando su comentario de adivinanza—. Demasiado tiempo para sugerir. Su nariz rozó su mejilla mientras ella se congelaba en su lugar. Se tragó el nudo en su garganta, y cuando lo hizo, su boca se acercó a su oreja y la acarició a lo largo del borde exterior con sus labios. El toque fue tan ligero como una pluma, y junto con su aliento contra su piel, ella se estremeció y tembló donde se encontraba. Tenía que alejarse de él, pero no lo hizo. En cambio, en su lugar esperó su siguiente contacto, deseándolo, ansiándolo tanto que podía oírse a sí misma pidiéndole eso en su mente. Cuando sintió su apretón de mano al lado de su cintura y su cuerpo cerca detrás de ella, su boca se quedó abierta. Cuando sintió que su gran excitación turgente se presionaba contra su espalda, se quedó sin aliento. Humedad inundó su centro, y él inhaló profundamente detrás de ella. No podía permitir que esto sucediera, independientemente de lo mucho que quisiera hacerlo. Y dando un paso adelante y redondeándolo, Brit lanzó el codo a su mandíbula atinando a su hueso sonando ruidosamente contra el suyo. Su cuerpo permaneció extrañamente quieto, dada la fuerza que ella había echado en el movimiento, y mientras tomaba otro defensivo paso atrás de él, ella miró, lista para defenderse. Pero él no se defendió. En su lugar, se frotó la mandíbula con la

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misma sonrisa seductora tirando de sus labios mientras chasqueaba la lengua y sacudía lentamente la cabeza de lado a lado. —Impresionante. —Dejó caer la mano de su mandíbula—. Somos dos guisantes en una vaina, tú y yo. Me pregunto quién de nosotros cederá primero. Quiero follarte, Brit, y sé muy bien que quieres follarme también. Cuando se dio la vuelta y comenzó a moverse casualmente lejos de ella, lo detuvo. —Eres un maldito conmigo al interferir en mi caso. Quiero saber por qué. —Esperó, luchando duro para mantener una expresión controlada. —¿No preferirías simplemente follar y dejar de preocuparte del por qué? Te aseguro que yo lo haría. —Y entonces le guiñó un ojo antes de alejarse de ella. No tenía ninguna prisa, y lo observó mientras se retiraba de la sala sin mirar hacia atrás. Pero ella lo siguió, mientras repasaba su discurso. El discurso que lo pondría en su lugar. En un momento las palabras estaban allí; eran fuertes, poderosas, pero al minuto siguiente, se escabulleron, y ella comprendió que de alguna manera le había pateado el trasero verbalmente. Se quedó atrás y lo siguió, mirándolo mientras hablaba con la pareja del vestíbulo de su edificio. La mujer sonrió y le dio una mirada exasperada de buen carácter a medida que él hablaba. Parecían ser buenos amigos y por alguna razón, le pareció extraño. Él parecía... normal. El hombre que era tan eficaz en jugar con ella y en presionarle hasta el último botón de una forma que ningún otro podía era... normal. Angus rápidamente besó a la mujer en la mejilla, poniendo una mano sobre el hombro del hombre, y luego se movió lejos. Cuando Brit lo alcanzó de nuevo, se acercó por detrás. Podría haber jurado que no la había visto, pero en el momento que estaba extendiendo los brazos, él se volvió hacia ella. —¿Por qué estás siguiéndome? —La sorprendió mientras hablaba en alto, fingiendo exasperación con ella. Pero se estaba riendo en el momento en que terminó de hablar. Brit estaba convencida de que sabía más de lo que hasta ahora había estado dispuesto a compartir, y estaba echando humo porque él colgara una zanahoria delante de su nariz. No podía obligarlo a decirle todo lo que no estaba dispuesto a compartir, pero no iba a permitirse ser fácil. Y seguro no iba a dejar que corriera y escondiera su comportamiento inapropiado hacia ella. No tenía ninguna esperanza de encontrar algo de este hombre si no estaba dispuesta a tolerar sus payasadas. —Aceptaré ese baile ahora. —Su voz era fuerte mientras decía las palabras, pero se sentía cualquier cosa menos así en el interior. Estaba tratando de mantener la expresión de su rostro. Él sonrió antes de llegar a su mano y tirar de ella tras él. Lo permitió, aun tratando de decidir lo que diría, cómo iba a recuperar el control con este hombre.

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Cuando estaban en medio del grupo de movimiento lento de los bostonianos bien vestidos, la agarró por la cintura con su gran mano masculina. Empujó su cuerpo alrededor del suelo mientras la lenta pieza orquestal movía a las parejas a lo largo. Su mirada sostuvo la de ella, y ella se perdió. El azul de sus ojos era tan increíblemente brillante y claro, y contra su piel pálida y cabello oscuro, el contraste lo dejaba viéndose sobrenatural. Se lamió los labios antes de hablar y él miró su lengua, mientras pasaba por encima de ellos. —Voy a encontrar a Driscoll con o sin su ayuda. No puedo entender por qué trata de estar en mi camino, pero le aseguro, que no me detendrá. —Ella agradeció a Dios porque su voz sonó fuerte y clara. —Pues tengo la intención de intentarlo. —Se sorprendió de sus palabras por un momento, pero entonces... ¿debería hacerlo? Él había estado tratando de interferir y distraerla desde el momento en que lo conoció. ¿Por qué su admisión de que tenía la intención de tratar de detenerla de encontrar al sospechoso la sorprendía? —¿Por qué? —Tengo mis razones. Lo siento. —Y miró lejos. Su sonrisa se había ido, y su expresión era seria y solemne—. Me gustaría que pudiéramos estar en el mismo equipo. En serio. Pero no lo estamos. —¿Sabe dónde está él? —No había duda en su mente de que no se lo diría, pero si admitía que sabía dónde estaba el hombre y luego se negaba a decírselo, podía tirar de él para interrogarlo con más justificación. Pero él no mordió el cebo. —Hmmm. ¿Dónde escondes los puños, Brit? Ella lo interrumpió rápidamente. —Es detective. —Sí, Brit, sé que eres detective. Entonces, ¿cuál es la respuesta que va a mantener las esposas fuera de mí? Vamos a ver... no, no tengo idea de dónde está él. —Asintió y no negó mientras hablaba, y su sonrisa regresó. Cuando de repente tiró del cuerpo ceñido de Brit al suyo, ella se aferró a sus bíceps a través de su chaqueta de esmoquin para mantener el equilibrio y para evitar abrirse y derretirse contra su cuerpo. Sus músculos ondulaban debajo de la tela. Su pene de generosas proporciones aún estaba duro y se esforzaba contra la parte delantera del pantalón, y dada la mirada ardiente en sus ojos, estaba decidido a asegurarse de que ella lo sintiera. No hacía falta, por supuesto, y mientras su cuerpo la traicionaba una vez más y se ruborizaba por la necesidad y el deseo por este hombre que se había hecho a sí mismo de manera efectiva su enemigo, se maldijo. Pero no se apartó. Su mandíbula se apretó, sus fosas nasales se abrieron, y él inhaló profundamente mientras sostenía sus cuerpos apretados entre sí. Se escapó a su atención por completo que desde hace algún tiempo habían dejado de moverse y estaban de pie todavía en la multitud de cuerpos que continuaba su lento vals alrededor de la pista de baile. Su mirada permaneció en ella, y se limitaron a mirarse el uno al otro. Su sonrisa se fue una vez más.

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Él era muy eficaz en ser intimidante cuando quería serlo. De hecho, tenía la compostura que a Brit le hubiera gustado tener. Pero su concentración con el tiempo derivó hacia abajo, a sus pechos, donde estaba más cómodo entre ellos, y ella pudo sentir su erección doblarse y temblar mientras él estudiaba descaradamente su cuerpo. Cuando su mirada se movió hacia arriba, se atoró en sus labios, y habló. Su compostura se perdió por un momento mientras su voz salía en un roce que dejó su piel en llamas. —Dios, quiero saborear tus labios. —Y luego se lamió los labios como si tratara de imaginarlo. Ella lo miró por un momento antes de encontrar su fuerza una vez más y girar lejos de él mientras se alejaba. Su cuerpo extrañó el contacto al instante. Su toque era frío, y sin embargo, su cuerpo estaba caliente contra el suyo, y sintió frío en el momento que se alejó de él. Cuando miró hacia atrás una vez, él la estaba observando. Desafortunadamente, ella no miró por dónde iba, y en el momento en que se dio la vuelta, se topó con un anciano de aspecto pomposo sosteniendo dos vasos de champán en las manos. El vino se le derramó encima, empapando la tela de satén que cubría su pecho. —Lo siento. —Estaba tratando de que sonara a disculpa, pero estaba avergonzada y eso tendía a hacerla sonar enojada en defensa. Él mostró su pomposidad al compartir en alto su desdén con cualquier persona al alcance del oído. —¡Mira por dónde vas, chica! Si hubieras prestado atención, tal vez... Brit abrió la boca para contestarle al hombre, pero antes de que las palabras salieran, él estaba allí. —Ella dijo que lo sentía. Ahora, ¿qué hay de la aceptación de su bonita disculpa y de seguir moviéndose? —Él estaba de pie justo detrás de su cuerpo a la izquierda de su hombro, y su mano estaba en la parte baja de su espalda. Enemigo o no, ella se sintió repentinamente segura y fuerte de nuevo. También quería golpearlo por su caballerosidad. No había lugar para él en la vida de Britney... incluso si dejaba un color en su piel. Cuando él entrelazó su codo con el suyo y empezó a caminar, no se apartó. Su cerebro estaba gritándole que escapara de su toque, pero sostuvo su zancada, que pasó a estar a la par con la suya. Salieron a uno de los muchos senderos de piedra antiguos del histórico edificio, y él la empujó al muro, cerrando el espacio entre sus cuerpos en un instante. Su excitación era dura y se apretaba contra su pelvis mientras ella miraba su hermoso rostro. Su calor ardía a través de su cuerpo, y aunque no tenía ningún problema en permitir su toque, quería más; quería todo de él. Sus ojos se veían tan desesperados como ella se sentía, y la mantuvo clavada a la pared con una mano fuerte en su cadera mientras su otro antebrazo cubría su pecho en su lugar. Su mano bajó y sus dedos más o menos se empujaron más allá de la tela húmeda de su vestido que se aferraba pegajoso contra su pecho con el champán derramado. Sus fríos dedos se pasaron sobre sus ya duros y erectos pezones, tirando hacia arriba para liberar su pecho de su vestido.

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Cuando bajó su antebrazo de su pecho, él movió su mano hacia abajo para agarrar su brazo, sujetándola a la pared mientras su boca se hundía en su pecho. Tomó su pezón con dureza en su boca mientras ella gritaba, moviendo su mano libre sobre su boca. Sus ojos estaban alrededor en un pánico cercano, pero estaban solos en el oscuro pasillo, y aunque ella podría fácilmente poner una rodilla en su ingle, estaba fallando en hacer nada más que centrarse en las sensaciones que tiraban a través de su cuerpo. Él estaba chupando, lamiendo, bebiendo el champán de su piel. Su boca se movía sobre su piel mientras la humedad se filtraba por entre sus piernas. Se sentía débil, como si sus rodillas pudieran ceder en cualquier momento, pero se quedó quieta, sin aliento y se preguntó si tal vez pudiera llegar a venirse sin nada más que su lengua en su pecho. Cuando una joven borracha de repente se tambaleó en el pasillo, los vio y comenzó a reírse. Angus dejó de atormentar su cuerpo y se acercó a ella para proteger su cuerpo de la mujer que se escabulló rápidamente. Brit se quedó mirando su cuello, incapaz de mirar sus ojos mientras él la miraba. Sus dedos se movieron para tirar suavemente de la tela de su vestido hacia arriba y sobre su pecho de nuevo, y en el momento en que sus dedos se apartaron, fue como un golpe de decepción, y también de sorpresa. ¿Qué demonios estaba haciendo? Ella dio un paso hacia atrás alejándose con cuidado, finalmente encontrando su mirada que la observaba con su poder intensamente cristalino. Exhaló un suspiro tembloroso y profundo mientras sus ojos se apartaban de los suyos. Podía sentir sus cejas subir y arrugarse mientras la confusión de lo que ella había permitido que sucediera recorría su mente, y con una última sacudida de cabeza, pasó junto a él. Él la observó, sin decir nada, sin hacer nada, sólo mirándola.

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ntonces, ¿te preparabas para decirnos dónde desapareciste esta noche? —Ember estaba hablando. Era una pregunta directa, y nada la detenía cuando estaba en una misión por información. Por lo general, era entrañable... por lo general. —No en realidad —Angus habló desde el asiento trasero de la camioneta de Truman y Ember, mientras estaban en el tráfico hacia el edificio del ayuntamiento. —¿Y por qué demonios hueles a champán? —Levantó la nariz en el aire e inhaló profundamente—. Pensé que no podíamos comer ni beber. Si hubiera sabido que podía probar el vino de nuevo... —Truman la miró con una sonrisa, mientras tomaba su mano y le daba un apretón. —Lo siento, querida. Sin probar. Y si Angus fue tan estúpido como para tomar un sorbo, estará pagando eso más tarde. Imagínate una gripe estomacal estilo vampiro. —Relájate. No fue ni siquiera un sorbo. Un sabor que... —Sus labios se doblaron al mirar por la ventana. Ember le estaba mirando con curiosidad por el espejo retrovisor. —¿Tiene esto algo que ver con la detective? Ella es muy bonita, Angus, y si no te conociera mejor, casi diría que estás un poco enamorado de ella. —Sonrió, pero no dijo nada. Ember no necesitaba una razón para hacer una pregunta. Preguntó independientemente—. ¿Cómo es ella, la detective? Parece interesante. —Ella es humana, Em. No del todo material de novia si sabes lo que quiero decir. —Yo fui humana hasta hace unos meses. ¿Cuál es tu punto? —Yo no soy Truman. No soy un cursi romántico para atormentarme con una mortal. Truman rió mientras sostenía la mano de Ember. —Entonces, ¿quién es material de novia? Quiero decir, si no es ella, ¿quién? Dejando escapar un suspiro de exasperación, pero disfrutando de la conversación, él respondió: —La mayoría de nuestra especie, salvo algunas excepciones, y sí, me estoy refiriendo a ustedes dos, evitando las relaciones a largo plazo. ¿Cuál es el punto? Si te enamoras de una mortal, eventualmente morirá. Si te enamoras de un ser inmortal, ¿cuáles son las probabilidades de que no te aburras de ellas después de un siglo o dos?

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—¿Crees que nos aburrimos uno del otro? —Ella era incesante, pero la mirada en sus ojos estudiando a Angus dejaba claro que necesitaba una respuesta, y Angus la respetaba lo suficiente para darle una. La mano de Truman se mantuvo en la de ella, y la miró. Ember era nueva, más que nueva siendo un vampiro, y no tenía ningún concepto de la inmortalidad todavía. Pero a medida que se detuvo en un semáforo, y Truman extendió la mano y le acarició la mejilla con la mano mientras se apoyaba en la comodidad de su toque, Angus fue apuñalado por la culpa. Incluso si Ember era nueva en esto, Truman no lo era. Él entendía exactamente lo que estaba haciendo cuando se había enamorado de Ember; sabía lo que le esperaba cuando le había pedido que se casara con él. Y Angus confiaba que el amor de Ember por Truman fuera también así. No había duda en la mente de Angus que Truman y Ember sería una pareja para siempre, y, francamente, estaba celoso. —No, Ember, no creo que jamás se cansen uno del otro. Sé eso lo suficientemente bien como para creer eso de todo corazón. —Y mientras cambiaba su enfoque a la ventana de nuevo, pensó en voz alta—. Pero estoy seguro de que jamás podría tener la misma suerte. —Tiene que llegar un momento en que el sexo sin sentido se haga viejo, ¿no? —Era Truman ahora quien lo estaba interrogando. —Confía en mí. Estoy allí ya. Pero no todos podemos ser felices enganchando a nuestro compañero del alma para la eternidad. —Nosotros nos ganamos nuestro “felices para siempre” como bien sabes. — La mirada de Truman revoloteó a la suya en el espejo retrovisor. —Sí lo hiciste, viejo amigo. —No podía negar ese hecho. —Es mejor que encuentres a tu compañera ahora, Angus. En poco tiempo, serás demasiado viejo para una conversión. Eres viejo como el infierno, después de todo. ¿Qué es, más o menos, 500 años impares en este momento? —Ember lo estaba regañando. E hizo que todos rieran. Eso solía hacer ella. Ember era como la hermana menor que nunca había tenido y nunca se dio cuenta que había deseado tener. Era encantadora, inteligente, y estaba locamente enamorada de Truman. Ella y Truman tenían una historia antes de que la transición de Ember fuera larga y complicada, y casi hubiera sido destruida, pero allí estaban. La excepción a la regla. Hacían el “para siempre” parecer posible, deseable incluso. —Tengo la sensación de que realmente no tienes que preocuparte demasiado de eso. —Él se estaba riendo, mientras salía a la acera del edificio del ayuntamiento. Pero no entrarían con él. Se dirigirían de vuelta a Gloucester, donde era su hogar, y él se retiraría solo. Al entrar en su residencia, se sintió solo. Quería a Brit. Ella era luchadora, era fuerte, y determinada. Pero, y eso era lo que lo hacía masilla en sus manos, era vulnerable. Él podía oler su miedo, oír su corazón acelerarse, y ver la pelea que tenía para quedarse en control de su mundo. Ella lo dejó con ganas de defenderla, ayudarla, de conducirla. Le gustaba su fuerza, pero saboreaba igual su debilidad humana.

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Brit ni siquiera llegó más allá de su sala de estar antes de despojarse de su vestido. El lugar donde el champán se había derramado se pegaba a su piel, y la humedad estaba ahora fría y la congelaba. Caminó desnuda hasta la cocina y descorchó una botella de vino. Mientras se servía un vaso pequeño, frotó y masajeó la piel fría de su pecho. Su boca había tocado hasta el último centímetro del pecho que ella ahora tocaba. Se había quedado quieta al segundo que la había tocado, y no podía sacar la imagen de él de su mente. Esa no era Brit. El codo en su mandíbula era Brit, no la aceptación de una boca extraña en su cuerpo. Se acercó a su dormitorio con su vino en la mano y se retiró al baño. Absorbió la rigidez mientras bebía su vino hasta que gratamente zumbó y su cuerpo hormigueó. Cuando terminó el baño, subió la calefacción antes de derrumbarse desnuda en su cama. Su celular sonó, y ella gimió. Si se trataba del despacho, iba a gritar. No tenía llamado por la noche, pero si había alguna novedad u homicidio que hiciera juego con sus sospechosos MO, respondería la llamada. —Habla la detective Sutton. —Hola. —Era él. —¿Cómo conseguiste este número? —No fue tan difícil. —Esa no es una respuesta, y no tienes nada sobre qué llamarme... —Todavía no me has dicho cuánto tiempo ha pasado desde que follaste. —Y no tengo ninguna intención... —¿Estás desnuda? —Eso no es de tu incumbencia —dijo las palabras mientras miraba hacia abajo, a su cuerpo desnudo tumbado en su cama. El vino que estaba bebiendo se filtraba lentamente por sus venas y dejaba un calor en su estómago. —Sabes, podrías tocarte a ti misma mientras hablo contigo, y yo ni siquiera lo sabría. —¿Por qué estás...? —Sabes por qué, Brit. Quiero interferir contigo. Jugar contigo. Jugar puede ser agradable, ¿sabes? Como mi boca en tu pecho. ¿Te gustó que lo hiciera? —Su voz era seductora, y no necesitaba ver su cara para que su cuerpo respondiera. Él era bueno en eso. —Detente. —Pero realmente no quería que lo hiciera. —Puedes colgar en cualquier momento que desees. Pero no voy a dejar de hablar hasta que cuelgues. Entonces, qué hay de sentarse y disfrutar de ello. Te prometo que no se lo diré a nadie. ¿Estás tocándote a ti misma todavía? ¿Qué tal pellizcarte ese bonito pezón que me divirtió tanto chupar? —La mano de Brit se movió sin pensar a su pecho, pero no se pellizcó. Se frotó, como si de alguna manera se negara a su demanda. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, apartó la mano... pero no por mucho tiempo. Su pezón ya estaba duro, y luchó por

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mantener su respiración tranquila mientras terminaba de ceder y pellizcaba el apretado brote erecto—. ¿Estás tocándolo? —No. —Pero su voz no era muy convincente. Y el hecho de que no le hubiera colgado todavía era condenatorio para el desafío que estaba tratando de exudar. —Oh, sí, lo estás haciendo. Realmente tienes senos impresionantes. Perfectamente redondos, y tu pezón fue delicioso entre mis labios. Pero tus pechos son lo menos que quiero de ti. ¿Te imaginas cómo se sentiría mi boca en tu coño? ¿Mi lengua explorando los dulces pliegues húmedos de tu sexo? La sola idea de degustarte hace que mi pene se endurezca en la forma en que tu coño se moja. Como está ahora. —Sabes que podría estarte grabando para cargos de acoso. —Apenas podía mantener el aliento que escapaba de sus labios mientras hablaba. Se pellizcó de nuevo. Él se rió entre dientes antes de responder. —Me gusta tu espíritu batallador, Brit. Pero los dos sabemos que no hay nadie en su sano juicio que pueda escuchar esto y pensar que fuiste otra cosa que una participante dispuesta. No puedes ocultar la excitación en tu voz. Hablando de excitación, ¿estás mojada todavía? —Lo estaba, pero seguro como el infierno no iba a decírselo—. Vamos, Brit, dime lo mojada que estás para mí. —Su voz era tan controlada y calmada, y la dejaba temblorosa con el deseo de someterse a sus deseos. Su respuesta fue un gemido silencioso mientras las paredes de su vagina se cerraban en el vacío, que rogaba por su cuerpo dentro de ella. Él se rió en respuesta. —Eso es lo que pensé. Ahora abre las piernas. —Vete a la mierda. —Sólo necesitas pedirlo, dulzura. No te puedes imaginar lo duro que estoy por ti. Apenas pude manejar el estar contigo esta noche, y no he podido evitar tocar mi pene desde que llegué a casa. Ahora tengo tu coño para mí. Sé que estás mojada, así que ni siquiera voy a preguntar. No me vas a contestar con sinceridad de todos modos. Ella estaba mojada. Su cuerpo estaba respondiendo a su voz, a sus palabras. No le daría ninguna respuesta, pero que la condenaran si no se detenía. Necesitaba esto. —Ahora escucha con atención... —Su voz era tranquila y en calma mientras él continuaba—. No quiero que digas una palabra. Sé que estás luchando por no responderme, y sé que si seguimos adelante, podrás responder si lo deseas o no, y te arrepentirás después. Así que silencia tu teléfono si es necesario, pero no cuelgues. Sólo escucha y deja que tus manos hagan el resto. Casi apretó su dedo en el botón de colgar. Casi. Cuando Brit apretó el botón de silencio, también apretó el botón del altavoz y dejó el teléfono en la almohada junto a su cabeza. El corazón le latía, su piel

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picaba, y el calor se estaba asentando entre sus piernas. El calor era una reminiscencia de la manera en que el buen vino dejó sus extremidades débiles y la sensación como si estuvieran llenos de líquido caliente. —Cada vez que acaricie mi pene, me imaginaré que es tu mano, tu boca, tu coño apretado y caliente a mi alrededor. Recuerda la sensación de mi boca en tu pecho. Ahora imagina que está entre tus piernas. Lamiéndote, chupándote, mordisqueando la sensible piel. Quiero chupar tu clítoris entre mis labios y arremeter con mi lengua hasta que te vuelvas loca de placer. —Ella pasó sus dedos por encima de su humedad, sumergiéndose en su cuerpo y luego retirándose para frotar su humedad sobre su clítoris. Los músculos de su estómago se apretaban cada vez que sus dedos pasaban sobre su apretado y excitado meollo de nervios, y era su boca la que ella anhelaba. La ansiaba tan sólo por su manera de hablar con ella. Su respiración era como un grito que atravesaba el silencio antes de empezar a hablar de nuevo. —Joder, te deseo. Quiero que veas lo duro que está mi pene en este momento, y haría cualquier cosa para estar dentro de tu cuerpo. Ella estaba luchando para sofocar sus gemidos de placer, y a pesar de que sabía que no podía oírla, tenía este miedo irracional de que podía hacerlo, como si estuviera en la habitación con ella. Pero a medida que sumía sus dedos en su cuerpo y los retiraba, húmedos y brillantes con sus jugos, perdió el control de su boca, y sus gemidos llenaron la habitación, junto con su voz. —Quiero que te imagines follándome, Brit. Juega en tu mente. Me gusta áspero, te juro, que voy a dártelo si lo deseas. Sólo voy a dejar mis manos sobre ti. Mierda. —Sonaba como si él estuviera a punto de perder el control, y ella estaba jadeando y tan cerca de su propia liberación que apenas podía soportarlo. Pero quería que esto continuara por siempre. Brit estaba tan privada de la intimidad que su cuerpo estaba pidiendo más a gritos incluso antes de reclamar su liberación. Sus talones se clavaron en la sábana de la cama, que estaba retorcida, y no hubo ni siquiera un momento de vacilación mientras sus gemidos se volvían fuertes y vulgares. Ella podía oír sus gemidos guturales y profundos, mientras él se complacía a sí mismo, y cuando volvió a hablar, él fue más allá del control como ella. —Quiero liberarme en tu coño. Una y otra vez. Dios, quiero sentir cada centímetro de mí dentro de tu cuerpo. Oh mierda. No puedo esperar más. Será mejor que te vengas ahora, nena, porque no puedo más. Ella gimió y agarró y tiró de las sábanas por su cadera mientras continuaba con la otra mano sumergiéndose y tirando. Se filtró de humedad, y cuando su orgasmo finalmente se estrelló contra ella, rodó de lado con sus dedos todavía enterrados en su cuerpo mientras lo escuchaba venirse. Su profundo, gemido gutural, y poderoso fue tan encendido como sus palabras, y mientras apaciguaba su liberación, escuchó sus gemidos disminuyendo lentamente. Se quedó mirando el teléfono, esperando o deseando que él dijera algo. Debía colgar.

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Con un poco de suerte, pensaría que colgó sin haber cedido a su pequeño juego, pero en verdad, no quería que pensara eso en absoluto. Quería que supiera que estaba allí y dispuesta. Era inapropiado, pero lo hacía. —Buenas noches, Brit. —Luego se hizo el silencio, pero él todavía estaba allí. Ella pensó por un momento que debía colgar, pero esperó—. Lo siento. Pero me gusta interferir contigo demasiado para detenerme. —Y entonces se fue, y ella finalmente colgó. Mirando el techo encima de la cama no hizo nada para ayudar a averiguar qué demonios había sucedido. Su cuerpo estaba relajado, y su humedad aún persistía entre sus muslos, pero su mente daba vueltas, corriendo a través de sus pensamientos. No tenía sentido. ¿Estaba tan privada de un hombre que había cometido un pecado capital? Podría ser que no fuera una sospecha, pero seguro que no estaba de su lado. Los policías no se involucraban con los testigos, a pesar de que él apenas podía ser llamado eso. ¿Persona de interés, tal vez? Un apodo apropiado pero seguro. Cuando se hundió en el sueño poco después, se estrelló duro. Su cuerpo estaba tan condenadamente cansado, y él la había hecho dar más pasos que ningún hombre con quien hubiera tenido más que su voz. Había soñado con él. Con sus increíbles ojos azules, con su cabello negro, su cuerpo fuerte y poderoso. No tenía ni idea de qué aspecto tendría sin ropa, pero era, sin duda, impresionante. Cuando Brit se despertó a la mañana siguiente, comenzó con un café antes de retirarse al baño. Se miró en el espejo, preguntándose a quién demonios estaba mirando. Tenía el cabello arreglado sin esfuerzo, gracias a Dios por los pequeños favores, pero sus ojos tenían círculos oscuros debajo e iba a necesitar algo de trabajo para verse despierta. Brit tenía treinta y dos años, y su piel aún parecía joven, pero su palidez y ojos oscuros la hacían verse fantasmal. Cuando Brit vio la gran contusión en su codo, se rió con una extraña y loca risa. Se sonrojó con nada más que el recuerdo de sus palabras, de sus caricias, de su boca. No debería haberle dado un codazo en la mandíbula. Era una fuerza excesiva para estar segura, pero se rió y lavó de una manera extraña, avergonzada independientemente. Se puso rápidamente un poco de brillo sobre sus labios, un poco de rubor en sus mejillas que esperaba la hiciera verse más viva, y llenó su taza de café para el camino. Sería otro largo día corriendo por los cables, sin llegar a ninguna parte, y si tenía suerte, pasaría el día sin encontrarse a un nuevo cadáver.

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l quería verla... desesperadamente. Lo que no quería era que le enviara algún policía patético con uniforme quien apenas pudiera encontrar la manera de meterse la camisa para llevarlo e interrogarlo unos pocos días más tarde. Ella lo iba a molestar. Era muy consciente de ese hecho, pero simplemente le importaba una mierda. Todavía quería verla. El fiasco del sexo telefónico lo dejó anhelando su siguiente reunión mucho más de lo que había esperado. Angus se había preguntado si tal vez su deseo se enfriaría después de tener ese orgasmo con ella... incluso si sólo fue por teléfono. Pero todo lo contrario, había sido dejado imaginando sus ojos. Verlos de nuevo. Oír su latido emocionado y nervioso. Su olor. La inhalación del olor de su excitación. Le daría la bienvenida a las esposas en sus muñecas si hubiera tenido la decencia de ponérselas ella misma. En cambio, era el oficial Brandt quien estaba de pie delante de él, pidiendo oh tan amablemente que fuera a la comisaría para interrogarlo. Nada oficial, sólo una buena petición de la policía de Boston. No había esposas que fueran requeridas, gracias a Dios y caminando dentro de la estación de Distrito E13 en Jamaica Plain, estaba malditamente cerca de estar nervioso. Angus no era propenso a los nervios, y mientras sabía bastante bien que estaba pisando, literalmente, territorio peligroso, no era eso lo que lo tenía tan nervioso. Era ella. Era una distracción mientras estaba tratando de estar con ella y tenía la desconcertante sensación de que no se alejaría de esa distracción sin importar el riesgo que representara para él. Se sentía extrañamente fuera de control con ella. Esta era la sensación más agradable que había experimentado en más de lo que podía recordar. Angus era un hombre tranquilo. Lo había sido antes de su transición hace más de quinientos años en el pasado. Es por esto que era tan eficaz en jugar con la detective de alta jerarquía. Pero lo había sacudido. No lo podía demostrar exteriormente, sin embargo no le gustaba desearla con tanta intensidad. Ella era humana y no estaba mintiendo cuando dijo que no era Truman. Truman estaba más que dispuesto a amar a su mortal Ember antes de haber hecho la transición. Angus no tenía ningún interés de enamorarse de una mujer mortal. Como vampiro, nunca había jodido a una mortal. Solo no estaba dispuesto a cruzar esa línea. Pero lo que comenzó como un medio para interferir en su investigación se estaba convirtiendo en un pequeño enamoramiento. No le gustaba... y sin embargo, lo deseaba independientemente de todo. Cuando dobló la esquina de un pasillo, ella llevaba una carpeta de archivos en la mano y se detuvo en el momento en que lo vio. Estaban parados a treinta

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metros de distancia, y ella simplemente lo miró. Eso era lo que había estado anhelando. Ese primer vistazo. La primera mirada después de haber compartido algo prohibido y caliente. Su corazón estaba golpeando sólo con la vista de sus hermosos ojos marrón dorados y los labios entreabiertos. Sus mejillas se habían ruborizando de color escarlata contra su pálida y prístina piel. En ese momento, se sintió tan humano como ella. Su corazón se tambaleó, su ingle le dolió y su mandíbula estaba dispuesta a soltar sus colmillos. Esto era lo que había estado esperando muchísimo desde tres noches antes cuando se había hecho a sí mismo venirse con imágenes de su baile a través de su mente. Brit tomó aire; él mantuvo su entrenada concentración en ella. El mundo pareció detenerse por un momento, mientras se quedaban mirándose uno al otro y en ese momento, supo sin sombra de duda, que seguiría arriesgándose con ella. No había forma de detenerlo. Tenía que mantenerla alejada de su secreto, pero desde luego no se mantendría alejado de ella. —Detective Sutton. ¿Dónde lo quiere? —dijo el oficial con su uniforme descuidado y sonrisa cursi. —Eh... ¿qué tal la sala dos de entrevistas? Ve que esté abierta y luego ponlo ahí. Yo... eh... estaré ahí en un minuto. —Eso último pareció ser hablado para él y asintió en respuesta mientras se giraba y se alejaba. La habitación era escasa y estéril con paredes de bloques de hormigón pintados con lo que era la sombra más sosa de color blanquecino. Se sentó y esperó. El oficial lo dejó y pasaron sólo unos minutos cuando ella entró sola. Por supuesto, dada la ventana de espejo de dos vías, ¨sola¨ era un término bastante subjetivo. —Es bueno verte de nuevo, Brit. —No esperó a que ella hablara. —Detective. —No dijo nada más mientras se acercaba a la mesa y se sentaba. Aún llevaba la carpeta de archivos y mientras la abría, sacó una gran foto en color manchada de rojo. Estaba sucia y con rayas verticales de corte rojo a través de la página en líneas enojadas y feas. Fue interrumpida sólo con la inexpresiva mirada de sus ojos abiertos y no reactivos que no registraron nada en absoluto. —Bueno, no fue él o ella un bonito lío. ¿Te importaría decirme por qué me la estás mostrando? —El cuerpo en la página había sido borrado y entre tanto el propio Angus tomó su vida para sostenerse a sí mismo, esto no era cómo se veía la muerte para él. A él, como a todos los de su especie, se les prohibía matar a inocentes, e igual que Truman, optaba por ir tras lo peor de lo peor. Prefería a los asesinos en serie y a los violadores seriales. Aquellos que tenían tendencia a matar y a lastimar imposibles de disuadir, pero aún no alcanzaba a comprender la violencia que estaba mostrándose en la foto sobre la mesa. —¿De verdad quieres proteger al hombre que hizo esto? —Era una mirada cercana a la decepción la que destelló en su rostro. Quería que fuera mejor que esto y lo era, pero no había manera de conseguir que ella lo viera. No tenía más remedio que proteger a Driscoll y aunque no podía imaginar qué tipo de vampiro entendía que necesitaba usar este nivel de violencia, no cambiaba nada. Esto dejó su interior dolorido. Además estaba bastante lívido por encontrarse en la posición

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poco envidiable de defender a un hombre que no era digno de su tiempo con esta mujer que era muy digna de su tiempo... entre otras cosas. Se quedó mirando la foto, sintiendo vergüenza y completamente descentrado. —No. Pero lo que quiero hacer no siempre coincide con lo que debo hacer. —Sus palabras eran tranquilas, y no sonaron como nada mientras las decía—. Lo siento, Brit. Ella negó. —Voy a preguntarte otra vez. ¿Sabes dónde está Driscoll DeMarco? —Lo miró. Su rostro era duro y bien controlado. Este era su elemento y era poderosa en su mundo. —No vas a creer la respuesta que te dé, independientemente de lo que diga. Mi respuesta es no. Tómala por lo que vale. —Me inclino a decir que no vale nada. —Parecía exasperada y resintió la mirada de decepción en sus ojos. —¿Te sentirías mejor si me hicieras una prueba de detector de mentiras? — Él sonrió. Estaba tratando de aligerar su estado de ánimo, aunque sabía que era probablemente imposible. La memoria, el sentimiento y la excitación absoluta de tres noches antes se le escapaba a cada segundo, siendo reemplazado por esto. —Lo haré en realidad. Voy a configurarla y a avisarte cuándo y dónde. — No dijo nada más antes de ponerse de pie para marcharse. —¿Cuándo lo encontraste? El cuerpo quiero decir. —¿Por qué no le preguntas a Driscoll cuándo lo tiró? Y es ella, por cierto. Una joven de diecinueve años, no es que lo sabrías mirando el cuerpo. —Y entonces se fue.

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uando Brit entró en su casa esa noche, se arrojó en el sofá incluso antes de comer. No hacía uso de su teléfono fijo más que cualquier otra persona normal, así que lo ignoraba la mayoría de las veces. Siempre sonaba por agentes de telemercadeo y personas con las que realmente no querías hablar. Pero debido a que su madre llamaba borracha para sollozar sobre lo mala que había sido como mamá y cómo el mundo estaría mejor sin ella, Brit finalmente lo descolgó después de escuchar el viejo contestador automático por casi un minuto. Esta conversación sin duda requeriría una copa de vino. Mientras estaba en la cocina, quitándose la ropa que no se había tomado la molestia de sacarse cuando se había acostado en el sofá, se sirvió un vaso bastante generoso. Adormilada, se tambaleó a su habitación y entró en un chándal y una camiseta mientras su madre continuaba con sus tonterías. Fue sólo después de tres copas de vino y la más malditamente larga conversación que había tenido con su madre —y casi quedarse dormida en su cama, mientras su madre se quejaba— , que finalmente encontró algo de paz y fue capaz de terminar la llamada. Brit sabía que no había nada de qué avergonzarse en este momento de su vida en lo que respectaba a su familia. La parte adulta lógica de su cerebro lo sabía y sin embargo... cada vez que terminaba una llamada esa era la primera emoción que sentía. Podía oír a los niños burlándose y lanzando insulto tras insulto hacia ella. Se sentía avergonzada. Entonces, se sentía culpable. No quería avergonzarse de sus padres. No podía soportarlos, pero los amaba, le dolía por ellos, estaba triste por ellos... pero aun así, se avergonzaba y eso le molestaba. Brit había dominado sus emociones, así como cualquier otra persona, pero cuando se trataba de ellos, se venía abajo y de repente se sentía patética y estúpida. Como una niña de catorce años de nuevo. Se despertó a la mañana siguiente con una resaca leve, pero afortunadamente, la expedición la había dejado dormir durante toda la noche y se sentía tan cerca de descansada como no lo había hecho en mucho tiempo. Podía escuchar su teléfono celular sonando en la otra habitación y cuando por fin llegó, era el polígrafo. Mierda. Brit se sentía igual de patética e infantil como lo había hecho la noche anterior. Era el efecto posterior de hablar con su madre y hacer frente a los fantasmas de su pasado, ahora esto. Tendría que ver a Angus, hablar sobre el polígrafo y mientras que una parte de su cerebro quería patearla y decirle que se callara, saboreando la idea, la parte que aún se encontraba vulnerable estaba aterrorizada.

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Cuando llamó a la puerta un par de días después de su reunión en el lugar concertado con ella en el recinto, su corazón se aceleró por un momento, sus dientes se prolongaron dolorosamente en su boca y estaba prácticamente salivando mientras esperaba a que llegara a su residencia. Gracias a Dios, él y Truman habían cazado la noche anterior o ella podría realmente estar en problemas. Le ponía hambriento. Su olor le hacía quererla, anhelarla, necesitarla, tener sed de ella, pero nunca hacerle daño. Se destruiría si hiriera a alguien tan inocente, pero Dios, su cuerpo quería morderla, saborearla. Cuando abrió la puerta, la miró con frialdad. Su corazón se aceleró al igual que el suyo cuando lo miró a los ojos, y había un furioso rubor en sus mejillas. Pero ella apartó la mirada rápidamente. Había llegado a esperar que mantuviera su mirada no importaba qué, pero estaba tan descentrada como él. Cada momento en que sus ojos se encontraban, ella miraba hacia otro lado. Se hizo a un lado y le permitió entrar. Ella pasó junto a él y se volvió para inhalar su aroma mientras pasaba. Su mandíbula por lo general estaba apretada, su postura controlada, pero hoy parecía nerviosa, vulnerable. Le gustaba su vulnerabilidad; infiernos, simplemente le gustaba. Pero no le gustaba verla tan nerviosa con él. Este nerviosismo lo dejaba con ganas de consolarla y tocarla, pero no podía hacerlo, no sin invitar su rodilla a su ingle. O tal vez sólo otro codazo en la mandíbula. Cuando se giró hacia él, miró a lo lejos y se mordió el labio. Lucía increíble de nuevo y su olor era tan embriagador que tenía destellos de sí mismo mordiéndola, follándola y mordiéndola a la vez. Miró su pecho y se negó a mirarlo a los ojos. —El polígrafo ha sido programado para el día después de mañana. Las cuatro de la tarde. ¿Estás disponible? —La estudió, esperando a que lo mirara. Por supuesto que estaba disponible, pero no tenía intención de responder hasta que tuviera el descaro de mirarlo. Le debía por lo menos eso. No necesitaba que le dijera que le había dado un infierno de orgasmo la otra noche. Su primer encuentro en el recinto lo dejó ver lo suficientemente claro. Lo menos que podía hacer era mirarlo fijamente. Respiraba profundamente, sin dejar de mirar su pecho. Él observó su pecho subir y bajar. Cuando ella se tragó más de un nudo en la garganta y su frente se arruó, se estiró hacia su hombro. No debería, pero algo en su actitud estaba rogando por su toque. Hizo el truco y ella alzó la vista hacia él. La arruga en su frente se mantuvo, pero mientras la miraba, sus facciones se tensaron, su mandíbula se apretaba y negó con la cabeza ligeramente. —¿Y bien? —Con una condición. —Él la miró. Sabía que iba a enojarse, pero no le importaba. No serviría a ningún propósito suyo en absoluto si no había un beneficio para él de algún tipo u otro. Ella frunció el ceño ante su comentario y él sonrió.

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—No dijiste nada acerca de una condición. —El ceño se mantuvo firme en su lugar. —Oh, no es tanto una condición. Una cena y conversación. Eso es todo. Nada más... a menos que quieras más y estés dispuesta a pedirlo. —Iba para seducirla, y aunque su expresión no revelaba nada, el sutil, delicioso olor de su excitación que golpeó sus sentidos le dijo que estaba apostando bien. —¿Y eso es todo? ¿Una cena y conversación? ¿Te importaría explicarte? —Bueno, la cena implica comer. Comida en su mayor parte. Las bebidas son comunes también. —Me refería a la conversación. ¿Qué quieres decir exactamente con eso? — Ella estaba sospechosa. —Te haré preguntas. Tú responderás sinceramente y siempre que no te niegues a responder mis preguntas, me quedaré con tu detector de mentiras. — Estaba más que sospechosa; no confiaba en él, ¿y por qué diablos lo haría? También estaba fuera de alguna manera. Se encontraba demasiado tímida, demasiado nerviosa—. Ahora, ¿te importaría decirme qué te puso de tan mal humor? —¿Quieres decir aparte de que mi hostil testigo prefiere ser sexualmente inapropiado que hacer algo decente porque así podría mostrar alguna luz tenue de humanidad? —Sí, quiero decir aparte de todo eso. Y estoy muy seguro de que disfrutaste la otra noche, así que si estás esperando alguna disculpa, querida, tendrás que esperar un infierno de tiempo. ¿Qué te molesta más acerca de mí, Brit, el hecho de que no me puedes controlar con esa actitud oh-tan-agradable tuya, o el hecho de que quieres follar conmigo tan condenadamente? —Vete a la mierda. —Su mandíbula estaba apretada y el corazón le latía con fuerza mientras la miraba. —Me temo que hasta que estés lista para dejar ir ese bloque de culo frío de perra sentada en tu hombro hay pocas posibilidades de que eso ocurra. Quiero que me ruegues, te muestres a mí y supongo que eso está un poco fuera de tu zona de confort por el momento. —Él se burlaba de ella, apretando los botones que sabía que la disparaban. Lo curioso era que no quería. Disfrutaba el olor de su excitación, el aumento de su ritmo cardíaco, hasta la última señal que inadvertidamente le daba de lo mucho que ella lo deseaba. Podía disfrutar de verlo todo y saber que podía incitarla fácilmente jugando con ella, pero estaba cansándose. La quería. Empujar sus botones no le haría estar con ella. Era demasiado ser su enemigo cuando lo único que quería era su confianza. Pero sabía bien que no se la merecía. Había una unidad en su espíritu que raramente veía en alguien. Ella estaba luchando con uñas y dientes para ser la persona que pensaba que tenía que ser, escapando de alguna debilidad, algún pasado o unión de algún tipo a la que no quería estar atada y tenía la intención de averiguar de qué se trataba. Quería ver de dónde venía. Quería entenderla, llegar a ella y tan divertido como inicialmente

era trabajarla de la misma manera que ella estaba tratando de trabajar en él, quería más. Lo quería todo.

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ensé que habías dicho cena. ―Él había dicho cena, pero esto era un bar. Además, no era simplemente uno cualquiera, sino un tranquilo e íntimo bar de vinos. Su mesa estaba más cerca de ser su habitación privada que una cabina de restaurante y los dejaba sentarse cerca, demasiado cerca. ―Cambié de idea. Si tienes hambre, te compraré algo para comer... ―No, no tengo hambre. Tampoco tengo sed. Sólo estoy aquí porque tengo que hacerlo.

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―Eso no es cierto, Brit, y lo sabes. Pero si te hace sentir mejor convencerte de tu reacia participación, que así sea. Luego de que Brit ordenara un vaso de PinotNoir, Angus le indicó con un gesto al camarero que se retirara. ―¿No tomarás nada? ―No tengo sed, pero me alegra que tomes algo. Quizás te ayude a relajarte. ―Bueno, no me gusta la idea de tomar sola. ¿No te gusta el vino? Este es un bar de vino y fue tu elección venir aquí. ―Me gusta el champagne... demasiado. ―Sus cejas se alzaron en broma y no dejaron ninguna duda a que se refería a la recaudación de fondos. Estaba sonrojándose antes de que pudiera recomponer su compostura. Miró más allá de él, instantáneamente, pero era demasiado tarde. Podía ver su sonrisa desde la periferia mientras la estudiaba. Sin embargo, no la atormentó por mucho tiempo. ―Cuéntame sobre tu familia. ―No. ―Estaba dispuesta a hablar de muchas cosas, no obstante, ésta no era una de ellas. Él continuó estudiándola. La observó con una impresionante expresión impasible dejándola inquieta y con ganas de apartar la mirada. Sin embargo, se obligó a sostenérsela. ―Está bien, entonces puedes cancelar el polígrafo. ―Luego, tirando de un billete de cincuenta de su bolsillo, lo arrojó sobre la mesa poniéndose de pie mientras Brit luchó por mantener la compostura. ―¡Para! ¿Por qué haces esto? ―Estaba colerizada tratando de estar tranquila, pero furiosa de que estuviera jugando de nuevo. Se volvió hacia ella y la miró por un momento antes de inclinarse hacia su oreja. Sus labios tocaron su piel sensible y habló en voz baja para que sólo ella lo oyera.

―Teníamos un trato. Lo rompiste. Yo no pedí mucho. Al parecer fue más de lo que estabas dispuesta a dar. Mientras enderezaba su cuerpo, ella le agarró la muñeca. Deteniéndose, se volvió lentamente y la miró a los ojos una vez más. Sus ojos azul cristalino eran unos agujeros de devastación para su cerebro mientras la estudiaba. El calor era una contradicción con el frío azul. ―Está bien. ―Cedió y entretanto lo miraba, él le guiñó un ojo al mismo tiempo que se deslizaba de nuevo en la cabina en forma de media luna. ―Así que, estabas preparada para contarme todo acerca de tu familia. ―Estaba sonriendo de nuevo. Al menos vio que su vino había llegado y le había dado algo para calmar sus nervios. Tomó un sorbo mientras el calor comenzaba a difundirse a través de su estómago. ―Hay poco para contar. No estamos juntos. Hablo con ellos ocasionalmente y eso es todo.

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―Bueno estoy seguro que es difícil mantenerse en contacto cuando tu padre está cumpliendo treinta años en la Institución Correccional de Massachusetts. ―Casi se atraganta, en cambio pudo enfocarse en él. Era capaz de sentir sus mejillas arder, sus ojos bien abiertos advertía que era poco lo que podía hacer para evitar el shock en su expresión a causa de sus palabras. ―¿Cómo lo sabes? ―Duh. Por supuesto, era un registro público para cualquiera que quisiera buscar. Sin embargo, era mejor que preguntar el motivo de su interés. Entró en pánico. La humillación la había agarrado desprevenida. ―También sé que tu madre tiene complicaciones en mantenerse fuera de los problemas, aunque decididamente por diferentes razones. Dime, ¿cómo fue crecer con una madre que era una prostituta y un padre que era un vendedor de droga? ―¿Por qué estás haciendo esto? ―apenas susurraba mientras decía las palabras, sabía que no había fuerza detrás de su voz. La humillación continuó atravesando sus mejillas y podía sentir las lágrimas en sus ojos. ¿Por qué no pudo, al menos, haber mantenido al margen el tema de sus padres? Ellos estaban en el primer, último y cualquier recuerdo horrible en su memoria y falló más frecuentemente que triunfar intentando almacenar el dolor en ellos. ―Porque puedo. Te quiero y no me gusta que insistas en mantenerme alejado de ti, menos cuando he probado tus pechos e hice que terminaras sólo con mis palabras y tu necesidad absoluta de ello. Deja de alejarme. ―Sus palabras pueden haber sido seductivas, pero su tono era áspero. ―Has dejado en claro que no tienes ninguna intención en ayudarme y yo creo absolutamente que tienes información pertinente al caso. Si tuviera suficiente causa para arrestarte por obstrucción, lo haría. Entonces te estás engañando a ti mismo si piensas que te debo una maldita cosa. ―Estaba casi conmocionada y mantuvo su voz casi para sí misma. En realidad, estaba tratando desesperadamente de alejarlo del tema de sus padres y el conocimiento de su caso parecía tan buena razón como cualquiera.

Cuando sus labios se curvaron en una sonrisa, su corazón se calló. Simplemente no podía ganar esto y lo odiaba. Tampoco conseguía parar de desearlo. Su piel estaba sonrojada mientras su sonrisa se había extendido hasta acariciar su piel. Fue un escalofrío increíble que corrió frío y caliente, todo al mismo tiempo a través de su cuerpo. Quería ceder, incluso si no había realmente una oportunidad de que pudiera hacerlo, lo quería de todos modos. No lograba controlarlo, y estaba cansada de intentarlo. Cuando le tocó la rodilla, levantó su cabeza y se quedó sin aliento, pero no se apartó. Tenía la piel desnuda por encima sus altas botas de vestir a la altura de sus rodillas, e instantáneamente estuvo enojada y agradecida de haber elegido una falda que caía justo por encima de la rodilla. Su mano estaba fría, pero aun así envió calidez pulsando a través de su cuerpo. ―Las elecciones de tus padres no son las tuyas, Brit. ¿Por qué estás tan avergonzada de ello? ―Lo estaba, pero por ellos. Siempre lo había estado. Él era demasiado perspicaz y la tenía temblando otra vez. Él parecía ver lo profundo de ella, a través de su comportamiento, hasta la niña asustada y humillada que estaba realmente dentro. Él arrastró sus dedos hasta el muslo mientras observaba su rostro.

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―No te avergüences conmigo. ―Fue una orden, con voz tranquila y sus ojos intensos lo respaldaron. Brit apartó la mirada mientras su aliento salió como un suspiro irregular y aterrorizado. Necesitaba alejarlo, pero no pudo. No quería que se detuviera... y no lo hizo. Ni una sola vez dejó de estudiar su rostro mientras su mano avanzaba más lejos por su muslo. Su mesa estaba escondida y aislada y se sentaron en la parte posterior de la forma de media luna para que nadie los tuviera a la vista. Cuando sus dedos llegaron a la parte superior de su muslo, ella separó sus piernas antes de que pudiera detenerse. Él se inclinó a su oído. ―Gracias. Ahora intenta no ser demasiado ruidosa cuando acabes. ―Antes de que tuviera una oportunidad de entender lo que estaba queriendo decir, pasó sus dedos por debajo de su ropa interior y rodeó su sexo. En el momento en que su palma acarició su piel, sus dedos separaron sus labios e introdujo su dedo medio dentro de su cuerpo. Si gimió. Fue silencioso y cuando él escuchó su éxtasis, gimió suavemente en respuesta a su placer. Sacó el dedo de ella, antes de dejar caer dos rápidamente. ―Puedes ser fría como el infierno en el exterior, pero eres tan caliente en tu interior. ―Su voz era seductora en su oreja―. Ahora mírame. Y ni siquiera pienses en desviar la vista. Cuando se alejó, buscó su mirada y ella se la sostuvo. Jadeaba mientras los dedos de él se hundían, se arremolinaban en su humedad y volvían a salir. Sus ojos eran intensos y fieros en su calor ardiente. Él introducía sus dedos una y otra vez mientras ella tragaba con dureza el nudo en su garganta. Quería gritar el gemido que estaba conteniendo, sus manos se cerraron en puños a los costados. Al momento que su cuerpo comenzó a temblar al igual que sus labios, sabía que estaba a punto de perderlo.

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Él hundió sus dedos hasta los nudillos, girando, cortando y arremolinándose a través de su humedad mientras continuaba introduciéndolos. Negó el dejar de mirarla, observándola hasta que su temblor se transformó en uno más pronunciando y su respiración empezó a salir en jadeos. Su expresión era impasible pero el calor en sus ojos azules no lo era. Tampoco lo era el bulto en su pantalón que ella se las arregló para robar un rápido vistazo. Cuando se vino, retorció sus nudillos en la tela de la camisa mientras que las uñas de la otra mano se clavaron en la palma. Estaba luchando con fuerza para ahogar el sonido de su boca y él la observó mientras su cuerpo convulsionaba y los músculos de su estómago se retorcían a través de las oleadas de placer que recorrían su cuerpo. Al momento que el orgasmo finalmente se desvaneció, no quitó inmediatamente sus dedos del cuerpo de ella. En cambio, realizó unas pocas penetraciones más en su cuerpo mientras que las paredes de su vagina se contraían en él. Mientras quitaba la mano por debajo de su falda, ella pudo ver la humedad que había quedado en sus dedos. Instantáneamente llevó su mano a su boca y chupó sus dedos rápidamente. No era evidente ni tampoco parecía tener nada que ver con ella el hecho de que lo estaba observando. Al llegar a su mejilla, tiró de su boca a la suya y puso su labio superior entre los suyos. Él sabía increíble, como nada que hubiera experimentado antes y totalmente indescriptible. En el momento que reclamó su labio inferior, suspiró en silencio contra su boca y luego hundió su lengua. Lamió, saboreó y gimió cuando metió su lengua en ella y exploró y probó su sabor. Cuando por fin se apartó, se veía tan sorprendido y desesperado como ella se sentía. ―Tienes que dejar de odiarme, porque te quiero jodidamente mal como para parar. ―Todavía estaba jadeando y tratando de recuperar el aliento mientras él hablaba. Lo miró, incapaz de apartar la mirada y luego, buscando una cierta apariencia de control, se puso de pie y se volvió antes de que perdiera la lucha contra él de nuevo. ―Mañana a las cuatro. Por favor, no llegues tarde. ―Su voz temblaba, dando bandazos mientras hablaba, pero se las arregló para sacar las palabras antes de darle la espada y alejarse. Quería mirar hacia atrás, quería volver, entregarse y terminar con ello, pero no podía. Estaba sobrepasando algunos límites importantes con él. Permitir que un testigo, queriendo o no, pusiera su boca en ella definitivamente no estaba bien; dejar que pusiera sus dedos en su cuerpo estaba tan lejos de lo correcto que era ridículo. Esta no era Brit. Brit era controlada, aburrida, y estreñida emocionalmente hasta el punto de ser frígida. No era fácilmente disuadida de su camino. Pero siguió desmoronándose con él. Tenía una fuerza y compostura que no podía entender y desde luego no podía vencerlo en su juego o, inclusive, en el suyo.

Cuando ella atendió después del segundo tono, estaba casi conmocionado. El bar de vinos había sido increíble. Al interrumpirlo antes de que estuviera listo

para verla retirarse, lo había decepcionado. La sensación de su calidez y humedad en sus dedos mientras acariciaba su cuerpo instantáneamente fue suficiente para dejarlo queriendo follarla allí mismo en el bar y si ella se hubiera quedado el tiempo suficiente, no estaba seguro de que no hubiera encontrado alguna manera de hacer que sucediera. Pero lo alejó de nuevo. No es como si la culpara. Por supuesto que tenía que alejarlo, pero lo quería tanto como él la deseaba. De eso estaba seguro. Puede que no había sido necesario que ella le dijera sobre su familia para saber las personas desastrosas que eran, no obstante había un montón de informes de la policía para pintar un buen cuadro. Quería que ella le hablara sobre eso. ―¿Por qué me llamas? ¿No fue suficiente el bar de vinos? ―sonaba exasperada con él. ―El bar de vinos no fue suficiente. Ahora háblame de tus padres. Podría no haber sido fácil crecer en un hogar así y quiero saberlo. ―¿Por qué es tan importante para ti? ―Su voz era un susurro desesperado. No necesitaba que le dijera que era difícil hablar para ella hablar sobre eso.

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―Debido a que es una parte importante de ti. ―Estaba siendo tan honesto como siempre había sido. Se sentía desesperado por escucharla hablar. Hablar realmente. No quería oír su numerito o su actitud. Deseaba su yo real. Después de una larga pausa en la que casi podía oír los engranajes girando en su cerebro, finalmente cedió. ―Fue humillante y patético. Nunca fui lo suficientemente importante para ellos como para parar. ―Se quedó callada, no queriendo darle ninguna razón para dejar de hablar―. Mi madre ha sido una adicta desde que puedo recordar. Ella no comenzó a engancharse con otros hasta que mi padre fue descubierto. Él siempre la había mantenido drogada y como a ella le gustaba, cuando se fue, se desesperó. Sin embargo, realmente no parecía tener mucho efecto en ella. De todos modos, estaba drogada todo el tiempo y no le importaba cómo o lo que tenía que hacer para permanecer de esa manera. Por lo tanto, yo estaba sola. ―Lo siento, Brit. Eso no pudo haber sido fácil. ¿Qué edad tenías? ―Doce. Trece. Catorce. Hice todo lo que pude para permanecer fuera del sistema cuando fue arrestada, pero era demasiado joven para cuidar de mí misma. Echaba de menos la escuela todo el tiempo, terminé retrasándome un año y una vez que los otros niños se enteraron lo que mi madre hacía para ganarse la vida, me atormentaban. ―Su voz era plana, controlada, pero aún podía escuchar el dolor detrás de ella. Intentaba arduamente de ocultarlo, pero estaba ahí. Supuso que condujo el centro de su ser, hasta cierto punto u otro. ―Fuiste increíblemente fuerte para aguantarlo y aún prosperar. ―No estaba siendo condescendiente con ella, o incluso tratando de trabajarla. Distaba de ser la primera vez que había vislumbrado la dañada y vulnerable niña que acechaba en su interior y realmente estaba impresionado de que se las hubiera arreglado para hacer tanto de sí misma con tantas cosas en su contra.

―No prosperé en lo absoluto. Me sentía miserable. Luché para mantenerme al día con el trabajo escolar y casi me di por vencida más veces de las que puedo recordar. ―A veces prosperar es sólo nuestra capacidad de mantener el rumbo, no importa lo difícil que sea. Sobreviviste, Brit. ¿Eso no significa nada? ―Supongo. ―No parecía ni un poco convencida de ello―. Pero seguro no se sentía como sobrevivir, o al menos prosperar. Me sentía como si me estuviera ahogando la mayor parte del tiempo, peor que eso, nadie se daría cuenta o incluso se preocuparía si lo hiciera. Estaba perdida. La mitad de lo que hoy soy es pura suerte. Estaba en el lugar correcto en el momento adecuado. Conocí a la gente adecuada. Me dieron los descansos adecuados... ―Y desarrollaste la actitud correcta para mantenerte en curso. ―Si crees que te debo una disculpa por ser una perra, vas a estar esperando mucho maldito tiempo. Se rió de su fácil defensa. Lo odiaba, pero él lo entendía.

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―No estaba sugiriendo nada por el estilo. Puedo manejar tu actitud, Brit, aunque admito que me gusta cuando lo dejas ir un poco. No es necesario conmigo, pero supongo que no estarías de acuerdo con eso. ―Quieres que, por tu propia admisión, interrumpa mi investigación. No estoy segura de lo que esperas de mí. ―Su voz era tranquila, incluso confusa. No estaba siendo sarcástica; estaba hablando muy en serio. ―No estaba mintiendo cuando dije que deseaba que estuviéramos en el mismo equipo. Me disgusta que no confíes en mí y entiendo muy bien que te he dado todas las razones para hacerlo. De todas formas, no tiene nada que ver con mi atracción por ti. No puedo evitarlo. Complica las cosas para mí también. ―Este último salió más como un murmullo que como un consuelo―. No soy responsable de las muertes que estás investigando. Nunca le haría eso a alguien. Creo que lo sabes o al menos lo sospechas en tus entrañas. ―Ella no dijo nada mientras hablaba, pero podía escuchar su suave respiración del otro lado―. Simplemente te quiero. ―Luego de una larga pausa dijo―: Nos vemos mañana. ―Cortó sin otra palabra.

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ran casi las cuatro y ella había estado caminando alrededor de su escritorio durante casi unos quince minutos. Humphreys había estado echando un vistazo desde su propio escritorio todo el tiempo, pero él estaba benditamente tranquilo como siempre lo hacía y como ella prefería. Humphreys y Brit rara vez trabajaban en equipo, y aparte de las respuestas iníciales de homicidio, por lo general repartían los deberes de una investigación. No era el protocolo, pero no le importaba. Funcionaba para ellos. —¿Qué demonios, Brit? —Él era una persona que se escapaba con la relación informal—. Estás haciendo un maldito hueco alrededor del escritorio, y francamente, estás molestando la mierda fuera de mí. —Su voz era áspera y ronca después de años como fumador de Reds1. Él apestaba como un cenicero, y en un buen día, cuando en realidad hacía algo, ese hedor se acoplaba con el olor corporal. Gracias a Dios este día había sido un proceso lento para él. Brit mantuvo el ritmo, mirándolo, y masticando su chicle en voz alta y con nerviosismo. No dijo nada en respuesta a sus palabras y siguió caminando. Caminando y masticando a medida que los minutos pasaban lentamente. Si sus cigarrillos estuvieran en su escritorio, no estaba segura de que no fuera a empaparse sólo por esta vez. Pero ellos no estaban allí. Humphreys recurrió a devolverle la mirada mientras ella mantenía su caminata rápida alrededor del escritorio. Cuando sonó el teléfono, se quedó paralizada a mitad de camino y se quedó mirándolo. Lo estudió mientras sonaba a la vez que Humphreys la fulminó con una mirada de disgusto en su rostro. Estaba actuando raro, y muy bien que lo sabía. —¿Sí? —espetó al receptor cuando por fin consiguió el control de sus extremidades y lo recogió. —Uh... hola, detective Sutton. Su cita de las cuatro está aquí para usted, y el polígrafo ya está configurado. —Está bien. Estaré ahí en un minuto. —Ella se paseó por otro par de minutos, odiando los nervios que revoloteaban a través de su intestino. Después de hacer estallar otro pedazo de goma, finalmente se dirigió a la recepción. Cuando dobló la esquina, él estaba allí. Parecía extrañamente fuera de lugar. Era demasiado guapo, demasiado virgen y perfecto en busca de su recinto estéril.

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Reds: Malboro Reds. Marca de cigarros.

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—Hola, Brit —dijo, ronroneando a sus sentidos y la dejó sonrojándose al instante mientras el recepcionista miró entre uno y otro. —Detective. Él sonrió, sin apartar los ojos de los de ella. —Por supuesto, Brit. Rodó sus ojos y negó con la cabeza, con ganas y tratando de apartar la mirada, mientras que él continuó estudiándola. Falló y encontró sus mejillas ardiendo de nuevo. Él tenía la extraña habilidad de arrastrarse justo debajo de su piel cada vez que estaba en su presencia. Y ella lo odiaba. Lo odiaba porque le gustaba. —Te llevaré al polígrafo. Sígueme. —Se apartó y caminó por el pasillo contiguo a la oficina de repuesto donde el polígrafo se utilizaba cuando tenía negocios en su precinto. El polígrafo no era algo que Brit prefería utilizar en una investigación. No podía llevarlo a los tribunales, y el fiscal se pondría furioso si incluso trataba de hacerlo pasar como evidencia. Pero Angus se había ofrecido, y no estaba dispuesta a dejar esa posibilidad. Él no era su sospechoso, por lo que había poca posibilidad de que lo que ella extrajera de su polígrafo podría realmente acabar en los tribunales, pero quería ver cómo le respondía. Siguió de cerca su hombro, y cuando estaban a mitad de camino por el pasillo, sintió que sus dedos se deslizaron suavemente por la parte posterior de su brazo. Ella llevaba un vaporoso Henley de manga larga de color azul marino con pantalón a rayas grises, y su toque se sentía fácilmente a través de la fina tela de su camisa. Luchó para controlar su reacción ante su toque, y tragar sobre un nudo en su garganta, hizo todo lo posible para ignorarlo, pero su cuerpo empezó a temblar mientras seguía caminando y el calor se irradió desde la parte posterior de su brazo que sus dedos acababan de tocar. —¿Cómo estás? —No estaban solos en el pasillo, pero su voz era cálida, seductora, y tranquila mientras caminaban. —Estoy bien. —Y entonces se detuvo y volteó hacia él—. ¿No estás ni un poco preocupado de que te estás preparando para un detector de mentiras acerca de un tema que ya has admitido que sabes más acerca de lo que has estado dispuesto a divulgar? —Estaba tratando de deshacerse de su juego, no exactamente esperando que funcionara. Nunca trabajó con él, pero pensó que esto de todas las cosas que podría justificar una reacción de algún tipo en él. —Hay poco que me preocupe, Brit. —Y luego guiñándole un ojo, él continuó—. ¿Vamos? —Y él dio un paseo por el pasillo lejos de ella. Lo alcanzó y dirigió el resto del camino a la oficina. Ella ya había hablado al polígrafo sobre lo que estaba tratando de determinar, y después de introducirlos a los dos, los dejó solos en la oficina. Michael Emerson era uno de los mejores polígrafos dentro la ciudad, y ella confiaba en sus habilidades. No importaría en la corte, pero sabía cualquier resultado que obtuviera sería tan preciso como cualquier otro. Él era un hombre mayor con cabello de plata y un carácter tranquilo. Brit se sentó en un banco en

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el pasillo, intentando esperar hasta que terminaran, pero después de unos quince minutos, el jefe Childers la encontró y la apartó para una actualización sobre el caso. Había poco que pudiera decirle, y cuando mencionó que tenía un sujeto en el polígrafo, no pareció muy feliz con ella, especialmente teniendo en cuenta el hecho de que no tenía ninguna evidencia real aparte de algunos comentarios al azar de Angus de que él estaba obstruyendo su investigación. Su salvación fue el hecho de que Angus se había ofrecido para tomar la prueba del polígrafo, e incluso eso pareció sólo calmar ligeramente las reservas de Childers. Cuando Brit hizo su camino de regreso al pasillo, se encontró con Michael paseando hacia ella con su equipo a cuestas y Angus caminando lejos de ambos hacia el vestíbulo. Pero cuando Brit se encontró con Mike, en lugar de detenerse a hablar con ella, dio un giro, como en el vals, para pasar de ella dándole nada más que un saludo informal. Se detuvo en su confusión, volviéndose a mirar tras él. —Espera, Mike... —Se detuvo y se volvió hacia ella, sonriendo. —Sí, detective. ¿Puedo ayudarle? —Estaba sonriendo y tan amable como siempre. —¡Oye, Angus! —lo llamó mientras se detenía, giró sobre sus talones, y sonrió a su vez. Cuando miró entre él y Mike en confusión, Angus se desvió casualmente hacia ellos, sin perder nunca su sonrisa. Brit volvió hacia Mike. —¿Y bien? Quiero decir... ¿el polígrafo? ¿Angus Scott? —Señaló a Angus mientras se abría camino hacia ellos. Mike la miró confundido, e igualó su confusión con su propia absoluta conmoción y expresión de perplejidad. —Lo siento. ¿No estoy seguro de a qué te refieres? —¡Qué! Mike... acabo de presentarte a Angus. Ibas a hacerle la prueba del polígrafo. —Ella todavía estaba apuntando a sus calmados torturadores, ojos azules. Miró a su alrededor perplejo, vio a Angus, y luego le dio una sonrisa peculiar que sugería que pensaba que ella estaba mucho más loca de lo que pensaba que estaba. —Lo siento, Brit, pero no sé quién es o de lo que estás hablando. ¿Estás bien? —Estaba empezando a preguntarse... —Bueno, hola, Brit. Si no te importa, estoy un poco apurado, y la verdad es que necesito ponerme en marcha. Angus sólo los había alcanzado, y él la miraba con una inapropiada expresión seductora, ignorando por completo a Mike. —¡Angus! Tú... y tú... ¿Qué demonios está pasando? —Ella los miró con incredulidad, y se sentía como si estuviera perdiendo la cabeza. Los hombres se miraron, Mike aún con su mirada peculiar de confusión, y Angus con una expresión impasiblemente fresca. Cuando la atención de Angus volvió a ella, él se encogió de hombros ligeramente, le sonrió y luego le guiñó un ojo mientras lo

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miraba boquiabierta. Mike paró sacudiendo lentamente la cabeza como si no pudiera averiguar qué hacer con el comportamiento de Britney. —Mike, le estabas haciendo a Angus el polígrafo. Me fui a hablar con el jefe, y cuando regresé, él se iba y tú también. ¿Ya se ha terminado? O... —No podía dejar de sacudir la cabeza mientras su cerebro se esforzaba por averiguar lo que estaba pasando. —Detective, no conozco a Angus o lo que cree que estaba haciendo aquí, pero... —Entonces se detuvo frío y empezó a mirar alrededor, y por primera vez, se veía como si tal vez se estaba volviendo loco y se estaba dando cuenta de eso por primera vez. Brit sólo siguió mirando al pobre hombre, y Angus pasó por ocasional, si no divertido—. ¿Qué estoy haciendo aquí? —Mike parecía asustado. Angus alcanzó una mano suave en su brazo y lo miró directamente a los ojos con su calma, confiable, mirada azul. —Estoy seguro que usted recuerda, Mike, me iba a hacer la prueba del polígrafo, pero había un problema... Alivio se apoderó de la cara de Mike mientras miraba a Angus y la comprensión regresó. —Sí. Eso es correcto. —Él estaba mirando a la pared detrás de Angus, y él se tomó su tiempo recogiendo sus pensamientos antes de volver a Brit, moviendo la cabeza y volviendo a hablar—. Lo siento, detective. Es que... no estoy seguro de lo que pasó allí... uh... pero sí. El equipo parece estar funcionando correctamente, pero las lecturas no tenían sentido. Sin lecturas de transpiración, el sensor de la frecuencia cardíaca estaba mostrando resultados extraños. No puedo explicarlo realmente, pero tiene que haber algo fuera en la calibración o... tal vez los sensores... no estoy seguro, pero vamos a tener que reprogramar. Rápidamente los dejó, negando con la cabeza. Y cuando Mike estaba fuera del alcance del oído, miró a Angus. —¿Qué demonios hiciste? —Ella estaba maldita cerca de gritar, y un número de espectadores se detuvo en seco y miró a su arrebato. —¿Por qué, Brit, no tengo ni idea de lo que estás sugiriendo? —Él estaba sonriendo, y estaba de repente sin aliento. No entendía lo que acababa de presenciar, pero le detuvo en seco. Estaba volviéndose loca o... ¿o qué? ¿Qué demonios simplemente había sido? —Tú... le hiciste algo a él. Sé que lo hiciste. ¿Qué...? —Realmente necesito irme. ¿Vas a dejarme saber cuándo reprogramen la prueba? —Y luego se fue. Se quedó clavada en su lugar en el suelo viéndolo alejarse por el pasillo. De repente se sintió como si estuviera viendo algo imposible en frente de ella. Los otros oficiales y detectives que estaban caminando por el pasillo de alguna manera parecían doblarse y moverse alrededor de él como si fuera su propio universo. No estaba sucediendo realmente, por supuesto, pero no era como ellos. No era como ella. Había algo tan inhumano en él, y no había ninguna cantidad de estudio o verlo que le permitiera envolver su cerebro alrededor de lo que había visto, o qué significaba todo aquello.

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Su teléfono sonó al momento en que regresó a su escritorio. El camino de vuelta desde el primer nivel estaba envuelto en una neblina. Se había tropezado por los pasillos, sintiéndose tan perdida en sus pensamientos que una o dos veces se había encontrado en la parte equivocada del edificio en algún pasillo al azar. Trató de deducirlo, pero no hubo manera. ¿Control mental? ¿Hipnosis? ¿Una maldita conmoción cerebral al pobre de Mike? Cuando tomó su teléfono, se sorprendió al escuchar la voz de Mike. Parecía nervioso, o tal vez simplemente confundido. —Detective, realmente siento lo que pasó hoy, pero simplemente parece que no puedo resolverlo yo mismo. Yo... yo... —y después de un suspiro para tranquilizarse en voz alta, continuó—, juro que cuando nos reunimos en la sala, no tenía recuerdo de aquel hombre, y luego fue como si el recuerdo estaba allí o estaba de vuelta en mi cabeza de nuevo. Quiero decir... la memoria estaba de vuelta. Yo no... No sé qué decir ni cómo explicarlo, pero... —Y luego se calló. —Mike, está bien. Estoy segura de que no era nada. —No estaba convencida de nada de eso, pero qué diablos se supone debía decir una persona cuando alguien admitía algo imposible. La verdad era que le creyó. Y que tenía algo que ver con Angus. Ella creía eso también. —Bueno, más allá de eso, he analizado mi equipo cuando regresé a mi oficina, y Brit... no hay nada malo con mi polígrafo. Quiero decir, tengo lecturas de él, pero no tiene ningún sentido, maldita sea, y no porque el polígrafo estaba funcionando incorrectamente... sino porque estaba funcionando incorrectamente. —¿Qué estás diciendo? —Su corazón latía con fuerza, sus palmas estaban repentinamente sudorosas, Humphreys estaba mirándola con molestia, y estaba a punto de entrar en pánico. —Hay algo malo con él. No hay lectura de transpiración, y quiero decir nada. Ella estaba agarrando un clavo ardiendo. —Bueno, tal vez él simplemente no suda mucho... —No, detective, me refiero ni siquiera hay rastro de niveles que son inherentemente normales si eres humano. Y su pulso... Tenía un pulso, pero no era normal, no humano normal, no cualquier tipo de normal en absoluto. Era inestable por decir lo menos. Y estoy hablando... muy inestable. Tal vez se oía un golpe como si fuera un hombre de cien años de edad preparado para un infarto. Demasiado lento, demasiado desigual. Nada normal... o viable al respecto. Y no me importan qué especies seas. No puedes sobrevivir con ese tipo de azar, ritmo caótico. Brit estaba en silencio. No tenía ni idea de qué decir, ni idea de qué pensar. Hasta la última parte de la última hora de su vida era imposible, y sin embargo, estaba despierta, estaba segura de que estaba cuerda. También estaba segura de que Mike no estaba loco tampoco. Había algo tan mal con el señor Angus Scott.

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Parecía histérica mientras permanecía de pie en su puerta. —¡Quiero saber lo que le hiciste! —Estaba prácticamente gritando. Clint estaba de pie detrás de ella esperando la palabra que debía acompañarla desde el edificio. Por supuesto eso no iba a suceder. —Clint, tu deberías irte. Brit, tal vez deberías venir y sentarte antes de tener un infarto. No me entusiasma la idea de ti muriendo en mi pasillo de absoluta furia. Cuando pasó junto a él, lo hizo con una mirada de soslayo que lo dejó convencido de que ella pensaba que era un monstruo. ¿No lo era? Se negó a apartar la mirada de él, pero no fue cerca la expresión que preferiría ver de ella. Estaba recelosa, nerviosa; desconfiada era un eufemismo. —¿Qué eres? —Un hombre. —Él sonrió levemente, pero sabía que no debía empujar su suerte. Ella no estaba para su tormento. —¡Mentira! Eres... eres algo... ¡hay algo diferente en ti! —Parecía que podría desquiciarse en cualquier momento y pegarle. —¿Es eso así? Y qué es tan diferente. ¿Mi cuerpo no funciona como el de un hombre? —Él inclinó la cabeza hacia un lado mientras ella lo miraba—. Sabes muy bien que lo hace. —Continuó estudiándolo, pero él no la presionó. Guardó la sonrisa que normalmente le daba, y la miró sin una pizca de desafío. No había esperado el espectáculo flagrante de sus poderes en el recinto para pasar desapercibidos, y mucho menos por ella. No era para beneficio de Michael Emerson. Él sólo había conocido al hombre una vez, y sabía por un montón de experiencia que el hombre finalmente no se lo atribuiría a nada más que un golpe de suerte, un día de descanso. Pero él había dejado a Brit verlo. Y Brit lo conocía lo suficientemente bien, tanto si quería admitirlo como si no, para no caer en esa trampa fácilmente. Él no tenía nada que hacer, y sabía que la única forma de borrar eso era borrando hasta el último recuerdo de sí mismo de su mente. Sus vidas se enredaban, e incluso sin la búsqueda de Driscoll empujándolos juntos, no se podía negar su conexión. Y era demasiado doloroso para siquiera considerar eliminarse a sí mismo de su mente. No quería volver a empezar con ella, y sin embargo... él sabía que no podía estar lejos de ella. Estaba empezando a sentirse más como Truman a cada minuto, y era embriagador y exasperante, todo al mismo tiempo. No quería hacer su camino de regreso a este lugar con ella, y, francamente, este lugar era una distancia muy lejos de donde le gustaría estar.. Después de todo, ella era quien aún lo sostenía con el brazo extendido, cada encuentro era una pelea, y él muy bien lo sabía. Pero quería que lo viera, y una parte de él no le importaba cómo de imprudente era. Había tenido la intención de limpiar la mente de Michael desde el primer momento, pero no había tenido la intención de hacer alarde de eso delante de Brit. —No sé lo que eres... pero no eres... normal. No eres humano. —Lo estaba acusando como si lo que estaba diciendo de alguna manera pudiera ofenderlo. En cierto modo, lo hacía.

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—¿Entonces, dime, qué soy? —Continuó estudiando su reacción con calma y frialdad. Vio cómo sus párpados se movían. Era una reacción de una mente exhausta. No sabía qué pensar, y él entendía eso. Ella estaba rígida en su furia, en su confusión absoluta. Esta mujer no podía soportar no tener el control, y ahora mismo, estaba perdida y el control estaba muy lejos de su alcance. Cuando él la agarró y la empujó rápidamente hasta la pared al lado suyo, lo hizo con una velocidad que dejaba poco tiempo para que reaccionara; la cual era exactamente su intención. Escuchó su corazón acelerarse. Su mano estaba sujetando su cintura en su lugar, y sus ojos estaban mirándola en ardiente necesidad. Él tenía que tenerla. Ella tenía que saberlo, y no podía soportar ser empujado lejos cuando ella lo quería tan condenadamente —no podía ni por un momento más. Pero esperó. Ella jadeaba mientras su boca bajaba a su cuello. Estaba en estado de shock, y tenía la intención de despertar su cuerpo. Si pensaba que su control estaba siendo desafiado antes, iba a asegurarse de que entendiera lo agradable que podría ser entregar su poder a él. Empezó justo debajo de la oreja, rozándola con sus dientes, que ya habían comenzado a prolongarse, con cuidado y lentamente por el costado de su cuello. Fue suficiente como para no romper su piel suave, pero las afiladas puntas de sus colmillos prolongados estaban dejando rayas rojas de piel ligeramente elevada y que se inflamaba a su paso mientras se movía. Su corazón se aceleró al instante de sentirlo. Cuando él llegó justo a donde su cuello se encontraba con su clavícula, la lamió. Su camiseta era lo suficientemente servicial, pero no útil, y al llegar a la línea de su cuello, tiró de la tela hacia abajo en su hombro, mostrando el resto de su clavícula. Pasó la lengua a la ligera a través del hueso sobresaliente, escuchando su corazón latir, y esperó un poco más. Y entonces allí estaba. Su excitación golpeó sus sentidos como un afrodisíaco al que se había convertido en adicto, y él se hizo esperar más. Empujó su rígida longitud con fuerza contra su ingle mientras ella gemía, y luego inclinándose a su oído, él habló con los dientes apretados. —Si no soy un hombre, ¿entonces qué carajo soy? —Su tono era tan duro como sus palabras, y ella se estremeció en sus brazos ante el intenso sonido de su voz—. No me digas que no soy un hombre. —Estaba malditamente cerca de gruñirle. Ella no se resistió cuando él levantó sus caderas a horcajadas sobre él y empujó su ingle con dureza en su contra, sujetando su cuerpo a la pared. Tampoco se resistió cuando él tiró sus cuerpos lejos de la pared y la tumbó en el suelo de mármol frío y duro de su entrada. Llevarla a la cama sería, por supuesto, conveniente, pero él ya estaba más allá de ser apropiado. Y cuando se presionó contra la parte superior de su cuerpo, él empujó su erección dura en su cálido coño vestido. Podía sentir el calor de su cuerpo calmando el dolor palpitante en su ingle, y su cerebro comenzó a rogarle que lo hiciera con ella ya. Estaba desesperado.

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Él le agarró la mano y con fuerza la metió entre sus cuerpos hasta su ingle. Y en el momento de su palma rígida y conmocionada estuvo contra el bulto tenso en su pantalón, suspiró y dejó caer su cabeza hacia su hombro. —¡Maldita sea, Brit! No puedo soportarlo más, y sé que tú tampoco. Deja de luchar contra mí. —Y su mano se relajó sólo marginalmente. Podía oír su apretada garganta que tragaba duramente por su nerviosismo. Pero cuando su mano se relajó aún más y suavemente se deslizó en un camino tembloroso sobre la parte delantera de su pantalón, él gimió, y hasta el último momento de su tormento se convirtió en pena. La presión era una tomadura de pelo a su palpitante erección. Él se quería dentro de su cuerpo tanto que su sangre fría se sentía como si estuviera en llamas. Cuando ella se desabrochó el botón y bajó la cremallera mientras él se cernía sobre su cuerpo, todavía ceñido entre sus piernas, sus dedos todavía le temblaban, pero había tanta prisa y abandono que él sabía que no había nada que los detuviera ahora. Metió la mano por debajo de la cintura de su ropa interior, y cuando sus dedos hicieron el primer contacto con el disco del eje de su pene, él gimió tan fuerte que pensó que podría asustarla. Ella envolvió sus dedos alrededor de su longitud y se deslizó por el hueco hacia sus testículos. Había poco espacio para su mano con su cuerpo pegado tan duramente contra el de ella, y apoyando su peso en un codo, rápidamente se deshizo de la cintura del pantalón de ella, bajó la cremallera y luego comenzó a tirar de ellos por sus caderas mientras ella deslizaba su mano en su pantalón. Se inclinó hacia atrás alejándose de su cuerpo mientras terminaba de tirar de su pantalón y ropa interior por completo fuera de sus piernas, y cuando bajó sobre su cuerpo otra vez, se empujó entre sus piernas. Ella estaba agarrándose por la cintura del pantalón mientras él los empujaba por sus caderas hacia abajo a toda prisa para exponer su pene aún más. Sus labios estaban temblando mientras se movía en posición, y entonces él empujó, y ella gritó. La hinchada cabeza de su pene empujó sus labios y entró en su cuerpo, incluso antes de que tuviera la oportunidad de objetar. Era un calor abrasador que no había sentido por más siglos de los que podía recordar. Su apretado, húmedo calor se separó alrededor de su pene empalándolo, y mientras empujaba más profundo, ella dio un grito ahogado jadeando mientras sus músculos del estómago se contraían y el aliento abandonaba sus pulmones. Su coño era increíblemente apretado mientras empujaba más allá de los músculos a su alrededor que estaba atravesando desesperadamente, y el calor seguía cediendo y cediendo mientras su fuerza lo movía más y más profundo. Su gemido gutural sonaba como si su respiración hubiera escapado desde sus entrañas, pero él empujó hasta que estaba enterrado hasta la empuñadura. Hizo una pausa por un segundo, mirando en sus ojos sorprendidos y anchos. Brillaban en su color marrón dorado como acechándole. Podía ver la sorpresa, el pánico ante lo que estaba permitiendo, y antes de que tuviera la oportunidad de recuperar la compostura y el control, él sacó rápidamente su cuerpo y empujó de nuevo en su apretado coño hasta sus profundidades mientras ella gritaba de nuevo. Tenía las rodillas apoyadas en el piso duro y frío, y sus huesos se molían en la superficie rígida con dolor, pero los ignoró.

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Cuando empezó a empujar y tirar, moviéndose, ganando velocidad y poder mientras él bombeaba en su cuerpo, ella se aferró a su cintura. Él sólo había conseguido bajar el pantalón un poco más allá de sus nalgas, y eso había sido abandonado en el momento en que su pene finalmente entró en su cuerpo, pero mientras se movía en su contra, ella los empujaba más hacia abajo a lo largo de sus muslos, y luego trasladó sus manos para agarrar las mejillas de su trasero mientras lo atraía hacia su cuerpo. Él sabía que estaba siendo rudo; golpeaba con fuerza contra ella, apoyando una mano en la pared detrás de su cabeza mientras que con la otra sostenía su rodilla a un lado. Pero ella se retorcía debajo de su cuerpo, y el embriagador aroma de su excitación se acoplaba con el más mínimo matiz de sangre. Ella gemía, agarrando y sujetándose mientras él se hundía profundamente una y otra vez. No quería ser el hombre excesivamente rudo que no podía controlar su pene, pero, francamente, no podía controlar su pene en este momento. Había sofocado su deseo por ella por mucho tiempo, y ahora estaba derramándolo en un duro golpeteo. Sus uñas se clavaron en su espalda cuando su orgasmo se sobrepuso a su cuerpo, enviando astillas de dolor que se irradiaron por su columna vertebral. Sus uñas estaban cavando profunda y desesperadamente mientras se acercaba, y su apretado coño se ajustaba a su alrededor mientras bombeaba con fuerza en su cuerpo. Cuando gritó su nombre, fue todo para él, y soltó un gruñido profundo mientras se liberaba en oleadas dentro de su cuerpo. Ella estaba jadeando y arañando su espalda para cuando su orgasmo se desvaneció, y él observó su rostro mientras su propia liberación trabajaba a través de su cuerpo estremeciéndola en olas de éxtasis. Cuando su cuerpo finalmente se calmó, él puso su enfoque en ella, pero la mirada se dirigió a un lugar por encima de su hombro. Trató de devolverle la mirada, pero sus ojos se movían de nuevo. Estaba nerviosa. Todavía estaban parcialmente vestidos, y él vio la pequeña hendidura en la base de su cuello perfectamente enmarcado por la V de su camisa. Podía oír la sangre silbante por sus venas mientras su ritmo cardíaco enlentecía, y el olor de su miedo llenaba el espacio entre ellos tanto como su persistente excitación lo hacía. Cuando se inclinó sobre su pecho, sacó su camisa para exponer sus senos y se aferró a un pezón rosado y apretado, ella contuvo la respiración jadeante. Su espalda se arqueó hacia su boca mientras su pene quedaba enterrado en su cuerpo todavía duro y rígido. Pero en cuestión de momentos, ella se alejó, torciéndose lejos de su boca y tratando de sentarse. Cuando él se deslizó fuera de su cuerpo mientras ella se erguía, se quejó en voz baja antes de empujarse lejos de él y ponerse de pie. Se apresuró a agarrar su ropa mientras la miraba. Él se quitó la camisa y terminó de despojarse del pantalón mientras ella trataba de vestirse. Estaba buscando a tientas y casi tropezó cuando trató de entrar en el pantalón. Se quedó desnudo frente a ella, quien mientras tanto seguía buscando su ropa. Estaba tratando de no mirar su cuerpo, pero su excitación era todavía dura y rígida con necesidad largamente esperada. —¿Adónde vas?

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—Tengo que... tengo que irme. —Todavía no. Quiero más. —Él estaba mirándola, acariciando su pene reluciente todavía cubierto de su crema, y ella estaba temblando con nerviosismo. No estaba siendo muy Brit en absoluto, y casi quería darle la fuerza que necesitaba para ser la perra que la hacía sentir segura y protegida en el mundo. Cuando él se acercó y desabrochó el botón del pantalón que ella acababa de arreglar para cerrar, ella se apartó por un momento, pero luego apretó los puños a su lado y exhaló un profundo suspiro. Él estaba ganando. —Realmente tengo que irme. Esto fue un error. —Él empujó la mano por debajo de la cintura del pantalón y ropa interior sin bajar la cremallera mientras la empujaba contra la pared otra vez. Los pantalones estaban apretados contra su mano, pero se las arregló para conseguir meter sus dedos entre sus labios vaginales y profundamente en su cuerpo sin que ella se alejara. Pensó por un momento que podría empujarlo lejos, pero ella nunca dejaba de sorprenderlo. Sus manos se movieron a sus bíceps, y su cabeza cayó sobre su pecho mientras ella gemía y se daba por vencida. Él se inclinó hacia su cuello y le habló en voz baja al oído. —Te lo prometo, voy a ser más suave esta vez. —Su corazón se tambaleó y corrió por su comportamiento ablandado y el toque íntimo y revigorizado. Él utilizó su mano libre para bajar su cremallera y darle a su mano más espacio para maniobrar, y luego empujó su otra mano por debajo de su camisa contra su pecho. Buscó a tientas y amasó la redondez de sus pechos mientras seguía hundiendo sus otros dedos en su coño. Tenía dos dedos enterrados profundamente dentro de su cuerpo y los movió lentamente dentro y fuera. Sus embestidas se deslizaron a la perfección en su opresión gracias a la lubricación de su semen, y mientras se hundía y tiraba, ella jadeó. —No usamos protección. —Su voz era tranquila. —Sí, lo sé. Y estoy disfrutando inmensamente de la sensación de mi semen en tu dulce coño apretado. —No estoy en control de natalidad, y quién sabe lo que... —Relájate, dulzura. No necesitas preocuparte por embarazo o enfermedades en lo que a mí se refiere. No soy lo suficiente humano para ser una amenaza para ti en lo que respecta a esas dos cosas. Cuando de repente se apartó de su cuerpo, y sus dedos se deslizaron fuera de su coño, él dejó escapar un largo suspiro derrotado. Iba a tener que trabajar hasta por el último toque y probada que pudiera obtener de ella. —¿Qué estás diciendo? —Parecía confundida, y más que eso, sospechosa. —Tú eres la que piensa que soy menos hombre de lo que debería ser. Respondiendo a tu pregunta. —Él estaba sonriendo. Tenía la esperanza de que eso aligerara su estado de ánimo, pero sabía muy bien que en este punto ese era un sueño imposible. —Yo no he dicho menos que humano. Dije inhumano. Hay una diferencia.

—Entonces, ¿qué soy, Brit? Dime lo que crees que sabes. —Se puso de pie desnudo con los brazos cruzados sobre su pecho mientras la estudiaba. Ese era el por qué su especie esquivaba las preguntas borrando una mente cuando no era posible... o deseable responderlas. Desafiar las sospechas de una persona hasta que no pudiera envolver su cabeza en torno a ello era una forma muy eficaz de engañar a los seres humanos. Sabía que sin importar cómo fuera Brit fuerte de mente, finalmente trataría de conciliar lo imposible con lo posible. El inconveniente era que terminaría pensando que ella era la loca y no él. —Me tengo que ir. No puedo hacer esto. —Bajó la cabeza, y él vio como el fuego se apagó en sus ojos. Puede que así lo quisiera, pero no estaba dispuesta a ir más lejos con él esta noche. Dio un paso atrás y la miró mientras se ponía su ropa, sin decir nada. No tenía ninguna intención de discutir con ella en este punto. Eso no tendría ninguna utilidad, y aunque deseaba pedirle que se quedara y se entregara a él de nuevo, tuvo el orgullo suficiente como para detenerse a sí mismo de hacerlo.

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uando Brit llegó a casa la luz parpadeaba en el contestador. Nadie intentó llamar a su móvil, por lo que sabía que no podría ser demasiado importante, y en este momento, estaba demasiado ocupada volviéndose loca para escuchar los mensajes. ¿Qué mierda acababa de ocurrir? Brit caminó, tomó un sorbo de vino, se detuvo en el momento, un poco de éxtasis le recorrió su cuerpo, y luego comenzó a caminar de nuevo. Por supuesto, su satisfacción absoluta no era la única cosa en su mente, a pesar de que parecía empequeñecer todo lo demás. No podía dejar de pensar que Angus era simplemente no tan humano como debía ser, y no había ignorado ese hecho... aunque no pudo detener el pulso caliente de necesidad que atravesó su cuerpo directamente a la ingle cada momento que imaginó su rostro, su voz, su toque. Pero ¿qué diablos era? En un momento pensó que podría ser algo profundo, y entonces comenzó a caminar de nuevo cuando se dio cuenta de que su epifanía también significaba que era un lunático. Él era un ser humano. Por supuesto que era humano. ¿Qué demonios iba a ser si no? No había nada más. Sólo había humanos; no existía nada más allá de eso. Brit no creía en cosas imaginarias. Ni siquiera creía en fantasmas, aunque un programa de cable casi la convenció de que debía contratar un médium, para hablar con su abuelo muerto, y explorar antiguas cárceles desvencijadas en medio de la noche sólo por el placer de hacerlo, mientras se grababa a sí misma tratando de iniciar una pelea con espíritus fantasmales. Aun así, Brit no creía. Ella no creía en los psíquicos, no creía en los fantasmas, no creía en el control mental, y seguro que no creía que era un lunático. Pero ella lo había visto. Lo había visto hacer... hacer... algo que no podía explicar. Y no estaba segura de qué era ese algo. Era como si hubiera controlado la mente de Michael, y con la misma rapidez, le devolvió el control de nuevo. No había duda en la mente de Brit que Michael estaba en su sano juicio —tan cuerdo como ella era en realidad. Tampoco había duda en su mente que Angus había sido responsable de lo que fuera que le había pasado a Michael. Y luego tuvo relaciones sexuales con él. Qué mierda... y otro pulso de excitación eléctrica corrió por sus venas nada más que con el pensamiento. ¿Fue el control mental también? No, así no era como iba a explicar su deseo de acostarse con él desde el momento en que lo conoció. ¿Lo sería? Eso fue sólo la culminación de haberlo deseado durante tanto tiempo. ¿No lo fue? Así que, ¿por qué lo hizo? Estar atraída por él no es suficiente para que fuera a la cama con el hombre. Ella es más fuerte que eso, más controlada que él, seguro. Pero se derrumbó.

En el momento en que sintió el poder detrás de su cuerpo cuando la empujó contra la pared, la longitud erecta de su erección presionó duramente contra su cuerpo, y la necesidad desesperada en sus movimientos hacía juego con su propio deseo, quería ceder, y finalmente lo hizo. Brit no hizo nunca lo de ceder. Pero cuando estaba con él, era todo lo que quería hacer. Quería fundirse con su fuerza y apagar su cerebro hipervigilante. Tenía una seguridad a su lado que no tenía sentido alguno dado lo que acababa de conocer. Si él no era un hombre, no estaba segura de que importara.

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El teléfono de Brit sonó a la una de la mañana. Esta era la parte que más odiaba de su trabajo. Nunca podría acostumbrarse a ser despertada de un sueño en medio de la noche igual que la madre de un recién nacido. Solo que la despiertan cadáveres y no dulces bebés llorando. Cuando respondió era del despacho. Cuando dijeron adolescente, el corazón de Brit se hundió. No era inmune a la devastación, y los niños la devastaban cada vez. Se había destruido emocionalmente en más de una ocasión durante meses, y ella temía cada kilómetro que la llevaba a la escena del crimen esperando en Jamaica Plain. La noche era fría como ninguna, y su aliento empañaba y colgaba frente a su boca como una nube en el frío cristal mientras exhalaba, a la espera de Humphreys. Cada inhalación se sentía como que iba a trancar sus fosas nasales y congelarlas, y la mejor cosa que podía decir sobre la escena del crimen era que en invierno rara vez había un olor asociado. Preservase se hace mucho más fácil, por supuesto, pero con eso viene un tiempo casi indeterminado de la muerte a menos que alguien se tope con el cuerpo inmediatamente después de haber sido objeto de asesinato. Pero al menos podía estar tranquila, sabiendo que no tenía que oler la muerte, incluso si tenía que verla. Cuando Humphreys llegó, finalmente, se veía como ella se sentía, cansada, fea y con un humor de perros. Él gruñó su saludo, y no dijo nada más mientras se dirigía a Jamaica Plain en los caminos trillados. Hacía demasiado frío para que cualquiera pudiera dar un paseo en este momento de la noche, en pleno invierno, y, sin embargo, había un testigo. El hombre se sentó en un banco con un oficial a su lado. Se veía tosco. Era obviamente un punk de la calle, traficante de drogas, quien sabe. Pero esto era su elemento. Sus ojos se movían constantemente y no se mantenían enfocados en nadie durante más de medio segundo. Probablemente estaba volando tan alto como un cometa, pero se había quedado atrapado alrededor. Tenía que darle crédito por eso por lo menos. Técnicos de la escena del crimen ya estaban en el lugar por el borde del agua que fluía de los árboles donde yacía el cuerpo. Ella y Humphreys se abrieron paso, y en un momento estuvieron cerca de los pies del cuerpo. Era una víctima fresca. No olía a carne podrida, pero tenía un olor fuerte, caliente como hierro. La sangre ya había empapado la nieve que la rodeaba, y era exactamente lo que había temido. Destrozada.

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El cuerpo era pequeño y joven. Probablemente una adolescente muerta. La ropa, lo que se podía ver de ella que no fue despedazada o saturada en sangre era áspera, vieja, sucia y mugrienta y probablemente de segunda mano. Un niño de la calle como los demás, aunque más joven que el anterior. No se detuvo mucho en la escena. Su corazón está gimiendo y rogándole que tuviera una crisis y acabara de una vez. Habría que notificar a los padres, padres que observaría sufrir por su pérdida. Incluso los niños de la calle pertenecían a alguien. Cuando fue de nuevo hasta el oficial y el testigo, no perdió tiempo en presentarse. —¿Qué viste? —No quería parecer demasiado dura, pero tampoco quería que él se pusiera nervioso y pasara sobre ella. —Sangre. En su cara... yo no... yo no... él no era un ser humano, hombre. No sé lo que era, pero no era... no... —Ahora él tenía su interés. Demonios, ¿no había ella acusado hoy a un hombre de ser inhumano? El testigo negó con la cabeza. Él no podía creerlo, estaba estupefacto. Ella entendía bien lo que se sentía. —Voy a necesitar que venga a la comisaría y dé su declaración. —Oh hombre... ¿tengo que ir? ¿Puedo simplemente...? —No. Fue testigo de un asesinato. Necesitamos una declaración, y la necesitamos ahora. No se preocupe. Aquí a nadie le importa una mierda lo que estaba haciendo dando vueltas en medio de la noche en un parque desierto. Cuando por fin logró poner al testigo en la sala de interrogatorios, él estaba temblando, iba y venía, y parecía un conejo asustado que podrían golpear en cualquier momento. Sí, era un adicto, y ahora mismo, haría casi cualquier cosa para conseguir una dosis. El pobre hombre fue testigo de un asesinato probablemente mientras estaba en la búsqueda de drogas. Eso seguro ponía un cierre en su adicción. —Así que dime más sobre la persona que viste. —Ella se sentó y se acomodó para escuchar. Quería oír cada detalle que pudiera recordar. Esto era lo más cerca que cualquier ser vivo había llegado a su sospechoso, y estaba prácticamente babeando de anticipación. —Él la estaba mordiendo. Ella estaba gritando al principio y luego... nada. Era sólo una niña... sólo una niña. Quiero decir... como... ella no era una niña chica ni nada, pero era joven, y él... él sólo... —Pasaba las manos por su cabello mientras se paseaba. Brit se quedó sentada en la silla, tratando de parecer lo más tranquila posible. No necesitaba ver su ansiedad, su emoción. Tenía un montón de adrenalina por sus venas ya. Humphreys estaba observando en la habitación siguiente. Él era sorprendentemente bueno en sentarse y observar los matices y el lenguaje corporal cuando Brit interrogaba sobre algo, y casi siempre arrojaba luz sobre las señales que era fácil pasar por alto durante la entrevista. —¿Él sólo qué? —Fue como ver un maldito programa de televisión donde el león está desgarrando la garganta de algún pobre animal. ¿Sabe que las gacelas siempre acaban muertas? Ella no tuvo la oportunidad, pobre. No tuvo posibilidad... — Bajó la cabeza, y la movió adelante y atrás.

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El hombre parecía tan aturdido como cualquier testigo con el que había hablado. Sus palabras eran divagaciones desarticuladas, pero ella escuchaba. Podía preguntar después. En este momento, quería que su boca tuviera plena ejecución en la habitación. —Se estaba ahogando, como si se estuviera ahogando con agua... Probablemente sólo era su sangre, y luego me vio. Yo había venido sobre el camino de atrás. Ella estaba gritando tratando de liberarse, y yo tan sólo estaba viendo. Pero él me vio, y fue entonces cuando tuve pánico, hombre. Tenía dientes como nada que haya visto antes. La luna brillaba más de lo que he visto en mucho tiempo, y te digo esos dientes eran blancos y malditamente brillantes —Sacudió la cabeza mientras se desplomaba en la silla—. Sin embargo, esos no eran dientes. No reales. Eran colmillos. Parecía un actor de cine en una película de terror. Su rostro estaba cubierto de sangre, goteando de su barbilla. Estaba comiéndose su pobre vida. No soy un hombre perfecto, pero yo... yo no puedo imaginar a nadie hacerle eso a un niño. —Después de que te vio, ¿qué pasó? ¿Él te amenazo? ¿Te dijo algo en absoluto? —Nah, hombre. Sin embargo, lo habría hecho. Creo a ciencia cierta que me habría matado. Había un grupo de chicos de repente gritando y andando por la calle. No estaban cerca, pero lo sobresaltó y salió corriendo. No dijo nada, sólo corrió. Y corrió rápido también, hombre. De la forma más rápida en que se puede correr. Sólo se fue. Traté de ayudar a la chica, hombre, pero ella se había ido. Al igual que muerta con los ojos abiertos. No pude hacer nada por ella. Nunca voy a olvidar esos ojos, el hombre. Abiertos y muertos. —Sacudió la cabeza de nuevo. Miró a su regazo y sólo movió la cabeza adelante y atrás una y otra vez. —¿Podrías reconocerlo en una serie de fotos? —Quería cruzar los dedos, rezar una oración, contener la respiración, y cualquier cosa que pudiera hacer que este deseo desesperado se hiciera realidad, pero se sentó en estoica calma mientras esperaba su respuesta. —Sí. Mierda, sí. No voy a olvidar esa cara. —¡Aleluya! Besar al testigo sería inapropiado, así que en vez de eso se levantó y se excusó de la habitación. Humphreys tenía una sonrisa de suficiencia en su gordo y rechoncho rostro; que era lo más cercano a una sonrisa que el hombre poseía, y tenía su sonrisa de oreja a oreja. —Bueno, puede que no seamos capaces de encontrar a nuestro perpetrador, pero supongo que después de esta noche, por lo menos tendremos un testimonio sólido que dé un dedo por ello. Es lo más cerca de la victoria que vamos a estar en este momento. —No podía quitarse la sonrisa de su cara. —Tienes razón, Sutton. Traeré las fotos. Dale a ese hombre una gaseosa. — Como el infierno, haría empacar su pipa de crack para él si pudiera. Brit no llegó a dormir esa noche, y por la mañana, tenía un sospechoso número uno, Driscoll DeMarco fue visto devorando el cuello de una fugitiva de quince años de edad, con el nombre de Ruby Pierson. Ella no tenía nada que hacer en ese parque a esa hora. No tenía por qué haber huido de casa dos meses antes.

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Y seguro que no tenía que haber sufrido una muerte brutal sin nunca haber tenido la oportunidad de estar sobria y vivir una vida limpia. Brit estaba agotada. Y aunque no se había olvidado de que su sospechoso había canibalizado a la víctima o el cuento salvajes de largos dientes caninos o incluso el rápido movimiento fantasmal en el medio de la noche, esos detalles habían pasado a segundo plano con el hecho de que tenía un testigo que podría colocar a su sospechoso en la escena con la víctima. No fue hasta que finalmente llegó a casa ya avanzada la mañana y se echó en su sofá para dormir, que aquellas revelaciones, esos desvaríos paranoides que probablemente eran producto de las drogas, finalmente calaron en ella nuevamente. Y Angus le vino a la mente. Se quedó dormida, todavía en sus vaqueros y camisa. Sólo sería una siesta corta, pero necesitaba dormir un poco si iba a valer la pena más adelante, cuando ella y Humphreys fueran a reunirse en el recinto. Se dejó llevar por el sonido de su reloj de pared y el ocasional ruido de las llantas abriéndose paso entre la nieve en la calle. Cuando una mano se posó en la parte superior de su muslo, gimió y el calor fluyó por su cuerpo. Lo escuchó ronroneando mientras un cuerpo se movía a lo largo de ella, pero estaba demasiado cómoda disfrutando del contacto para abrir los ojos. Quería sentir. Su voz era cálida y profunda, mientras hablaba en su oído, pero no podía oír sus palabras. Estaba completamente centrada en sus manos que estaban empujando suavemente hacia arriba debajo de la camiseta. Cuando pegó su boca a su pezón y lo chupó, ella gimió y arqueó la espalda. Entonces su mano empujó más o menos más allá de la cintura de su pantalón, y se pusieron en marcha. En un segundo estaba desnuda. Podía sentir su estructura muscular abajo de ella, y su pene estaba retorciéndose y moviéndose contra su estómago. Tiró de su pezón, más o menos succionando y amarrando la lengua por el pico duro. Y mientras empujaba sus piernas de par en par, colgando del sofá, él empujó con fuerza contra la parte de atrás, podía sentir su longitud ajustándose contra la hendidura de su sexo. Ella estaba cálida y húmeda contra su dura excitación, pero seguía negándose a abrir los ojos. Ansiaba el contacto, pero no estaba preparada para hacer frente a la realidad de él otra vez. Empujó contra su entrada, empujando ligeramente sus labios para provocar y coquetear con su cuerpo. Ella se inundaba de humedad cuando él empujo y se retiró una y otra vez. Su voz estaba muy lejos, y no podía concentrarse en lo que estaba tratando de decirle, pero mientras escuchaba y se deleitaba con el empuje de su pene palpitante en su entrada, su voz estaba cada vez más cerca, como si pasara de la distancia a envolver el espacio alrededor de su cuerpo. —¡Brit! —El sonido vino de todos lados y todas direcciones, hablando con una dura demanda con la que solo él podía salirse con la suya. Abrió los ojos para encontrarse con él, y un temblor profundo empezó a correr su cuerpo mientras sus labios se separaron y miró sus dientes. Colmillos. Sus labios se levantaron en una sonrisa burlona y seductora lista para atacar, se quedó asombrada con la boca abierta y la amenaza se cumplió. Empujó.

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Su cuerpo aceptó su insistente pene. No fue lento, y no fue rápido. Empujó llegando de manera constante a sus profundidades, y él la estudió mientras miraba con consternación el brillo animal en sus ojos. Cuando estuvo enterrado plenamente en su cuerpo, se detuvo. Su lengua se acercó y se desvaneció ligeramente sobre la punta de uno de sus colmillos, y sonrió al ver su expresión vigilante y probablemente aterrada. —Ríndete. —Su voz llenó el espacio entre sus cuerpos, y ella trató de negar con la cabeza, pero realmente no quería, y cayó completamente. Cuando el gruñido brotó de su boca, fue a una velocidad fuera de su comprensión. Sus labios se retiraron alejando sus colmillos antes de que su boca se abalanzara sobre su cuello, y sintió los dientes hundiéndose en su carne con un sonido crujiente mezclado con el grito que se desató en su garganta. Él comenzó a golpear y empujar en su coño mientras su boca tiró de su cuello. El calor fue reemplazado con un frío que corría por su cuerpo mientras sus penetraciones continuaron sin cesar. Era áspero, forzando su cuerpo para cumplir con su ritmo y poder, pero el dolor era apagado y distante mientras su cuerpo era drenado. El frío se deslizaba como el calor se vaciaba de su cuello. Sus manos estaban en su bíceps, pero el empuje que estaba tratando de infligir era débil y perdía poder por segundos. Cuando sintió que su vida se deslizaba lentamente, no estaba segura de qué importaba. Su cuerpo se sentía felizmente seguro y controlado. Y cuando extrajo sus dientes de su cuello, fue sólo para dar rienda suelta a un orgasmo fuerte y poderoso, empujando duro y profundo por última vez en su cuerpo. —Mía. —Ella apenas oyó la expresión mientras le hablaba al oído. Se estaba muriendo y no había suficiente fuerza en su cuerpo para centrarse en nada, mucho menos defenderse, y no quería luchar. Lo quería poseer. Y entonces sonó su teléfono móvil... y se despertó con un sobresalto que la envió desde su sofá al suelo, golpeando su frente en el lado de su mesa de café. Estaba vestida, viva, y aparte de ya con un moretón en la frente, su cuerpo estaba intacto. Humedad se había acumulado entre los labios de su vagina, pero por lo demás era exactamente como lo había sido cuando se acostó. —Jesús, Sutton. ¿Dónde coño estás? Se suponía que estarías aquí hace veinte minutos. —¡Joder! —Lo siento... lo siento. Estoy en camino.

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uiero saber dónde está el hombre. —Los concejales le acechaban, pero él sólo estaba mirando a Langford. Driscoll era parte de su familia, y era responsabilidad de Langford mantener al hombre en línea. Una responsabilidad que hasta ahora no había cumplido. —Ha habido otro asesinato, y esta vez un niño. Quince. Me importa una mierda lo que haya hecho, no matamos niños. —Él es un depredador, Angus, al igual que tú. Va tras los traficantes de drogas. Esas son sus presas elegidas. Trata de ver el panorama completo —dijo Langford, y estaba siendo lo suficientemente estúpido como para tratar de convencer a Angus de que Driscoll no estaba haciendo nada malo. Angus ya de por sí no estaba muy emocionado por el hábito de Driscoll de matar de forma tan violenta a su presa, pero matar a alguien tan joven era inaceptable. No le importaba una mierda si había estado traficando con drogas o no. No quería proteger a un monstruo que era capaz de las cosas que Driscoll era capaz, y por el momento, él estaba culpando a Langford. —Quiero saber dónde está el hombre. No voy a preguntar de nuevo. —Su enfoque estaba en Langford. Truman estaba a su lado, e incluso Ember había llegado a la reunión del consejo de hoy. Como una nueva vampiro, era una apasionada de la relación con los seres humanos, y como una defensora de los niños de la ciudad, era celosamente protectora con ellos. Nunca había cazado y se negaba a hacerlo. Tomaba la sangre de su marido, y aunque rara vez se sentaba en el consejo por asuntos con Truman, ella tenía sus propias preocupaciones sobre este asunto. El Dr. Quentin Bremmer, el nuevo miembro del consejo, estaba allí también. Él era nuevo en los asuntos del consejo, pero su interés siempre había estado en la investigación y la medicina en el pasado. Con la muerte de su ex jefe de clan, había sido puesto en la posición de llenar el papel de su familia. Sin embargo, se le dio toda la libertad que necesitaba para sus propias actividades, y era indispensable para su raza en opinión de Angus. Blakely estaba presente también. Él era un vampiro tranquilo y contemplativo que era mayor incluso que Angus. La mayor parte de su familia residía más al sur, y mientras Blakely estaba presente cuando necesitaba estarlo, pasaba una buena cantidad de tiempo en Charlotte, donde se encontraba su mayor casa de familia. Langford negó con la cabeza mientras miraba lejos de Angus. Quería golpear al hombre. Nunca le había gustado. Encontró que era uno de sonrisa tonta, un hombre sin carácter, el menos capaz de liderar a su familia. Eran sólo un grupo de diez en Boston con unos pequeños clanes distribuidos en la región

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oriental. Pero el hombre era menos capaz que cualquiera que hubiera conocido. Cuando su ex líder del consejo, Sylvan, había tenido el control del consejo, la debilidad de Langford había importado poco, pero ahora, Angus esperaba que los concejales hicieran su trabajo con eficacia, y él era responsable de asegurarse de que lo hicieran. —No sé dónde está. —Sus ojos decían que estaba mintiendo, o si no mintiendo, al menos no siendo completamente honesto. Angus no estaba sorprendido. Si pudiera poner sus manos en Driscoll, no estaba seguro de que no fuera a terminar con el vampiro, acabando con él. Es lo que Sylvan habría hecho, pero entonces... Sylvan habría matado también a Brit sólo para estar seguro. —Bueno, sugiero que lo encuentres y rápido. —Él ya rugía, y Ember lo observaba en silencio, con los ojos muy abiertos. Estaba enojado. No quería esta responsabilidad. Este hombre no se merecía su protección, y no iba a ayudar a las cosas con Brit tampoco. Su relación con Brit, si se podía llamar así, no era una excusa legítima para querer hacerse con Driscoll, pero era una razón. Estaba enfermo y cansado de Driscoll siendo parte de cada interacción suya—. Quiero que hables con él, y si me entero de que estás mintiendo sobre dónde está, vas a sufrir con él por ello. Este comportamiento no será tolerado. Y si tengo que llevarme a tu hombre para proteger nuestra privacidad y la seguridad de las víctimas más inadecuadas, lo haré. Langford evitó sus ojos y no dijo nada. Cuando Blakely y Langford se fueron, Bremmer, Truman, y Ember quedaron atrapados alrededor. —Creo que tenemos que considerar que Driscoll podría ser un adicto — dijo Bremmer—. Si él está usando la sangre para drogarse, eso explicaría las muertes excesivas. —Se ha dirigido a distribuidores, y no adictos. Los distribuidores pueden no estar limpios, pero no andan colgados por ahí. Si fuera un adicto, estaría con los otros adictos, no con los distribuidores. —Lo que Bremmer estaba diciendo era válido, pero no se sumaba a lo que le habían dicho de los hábitos de caza de Driscoll. Por otra parte, le habían dicho eso de Langford, y ¿cuánto confiaba en el hombre? Ember tenía que haber leído su mente. —¿Sabes eso a ciencia cierta? Quiero decir, quince... —Ella sacudió la cabeza—. Eso no es realmente material de traficante de drogas. He visto un montón de adolescentes en mal estado por las drogas, pero no de esa manera, al menos no en cualquier nivel que justifique ser una amenaza o un paria. Se necesita organización, madurez, incluso hasta cierto punto. —Él asentía en acuerdo. —Creo que hay que buscar en estas víctimas un poco más cerca. Ella es un buen detective, Angus. Deja que haga su trabajo. Siempre podemos intervenir y terminarlo más tarde, una vez que le hayamos dado una oportunidad de encontrarlo para nosotros. —Truman terminó el pensamiento que ya circulaba en su mente. —Y, además, es probable que consigamos más con ella si estamos trabajando juntos en lugar de estar constantemente tratando de interponernos en su camino.

Supongo que eso es lo que quieres, teniendo en cuenta que estás enamorado de ella... —Ember estaba sonriéndole. —Yo no estoy enamorado de nadie, Em. Deja de ser una romántica cursi. El amor es para ti y Truman, no para un vampiro lógico como yo. —Pero incluso mientras lo decía, un deseo atronador recorrió su cuerpo. Quería verla. Sólo habían pasado veinticuatro horas desde que ella lo había dejado, pero le había dejado mucho antes de que estuviera listo para ver que se fuera. Y un plan se estaba tramando en su mente. Puede que no fuera capaz de tener a Langford de su lado, pero el ser el presidente del consejo le concedía derechos sobre las diferentes familias, y tenía la intención de ejecutar esos poderes ahora.

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Cuando su compañero y ella se encontraron en el vestíbulo del recinto, el deseo volvió con toda su fuerza. Lucía cansada, pero increíble, aparte de un pequeño moretón de piel amoratada en su frente. Cuando lo vio mirándola, el rubor que ya invadía mejillas se tornó escarlata y tocó su moretón. No podía sostenerle la mirada, y mientras caminaba hacia él, tomó una tranquilizadora y profunda respiración mientras estudiaba el suelo. En el momento en que estaba lo suficientemente cerca, él inhaló. Olía el aroma sutil de su excitación, y lo único que faltaba era su propia mezcla con ella. Se preguntó qué había hecho para que estuviera tan excitada... Su rubor no se desvaneció rápidamente, y estaba adivinando que eso definitivamente tenía algo que ver con esto de la excitación, incluso si en realidad él no había sido una parte de ello. Tal vez el moretón en su cabeza también... Su compañero, por otro lado, apestaba. Angus se quedó cerca de su cuerpo a medida que avanzaban por el pasillo hacia la sala de interrogatorios. Inhaló su delicioso aroma, haciendo todo lo posible para escapar del hedor de su compañero. Cuando su compañero se detuvo para hablar con un agente en uniforme, se inclinó rápidamente a su oreja y habló en voz baja para que sólo ella escuchara. —¿Qué te tiene tan sonrojada y excitada, Brit? Se volvió ligeramente hacia él, negando con la cabeza. —No sé de qué estás hablando. Él se rió en voz baja mientras continuaban hacia la habitación, pero no antes de susurrar rápidamente en su oído: —Hueles delicioso. —Si me haces perder el tiempo, lo lamentarás. —El compañero, Humphreys, los había seguido y estaba tratando de intimidarlo. —Lo siento, y ¿quién es usted? —Angus estaba sonriendo al hombre gordo y maloliente, que le devolvió la mirada.

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—Este es mi compañero, el detective Humphreys. Y realmente estamos ocupados, así que si tienes algo que decir, hazlo ahora. —Ella estaba tratando de tener el control, igual que siempre, pero no podía ocultar su deseo por él. —Puedo conseguirte el acceso a su residencia. —¿Qué te hace pensar que no podemos hacerlo por nuestra cuenta? —Brit le estaba desafiando. ¿Qué era nuevo en eso? Pero al momento en que cambió su atención de su compañero a ella, el rubor estaba revigorizado y ella miró hacia otro lado. Bueno, él definitivamente había dejado su huella. Su pene palpitaba sólo de verla tan sonrojada y avergonzada delante de él. —Porque lo hubieras hecho ya. No puedes acceder a la construcción de su familia sin motivo, y ya que no puedes verificar que en realidad vive allí, supongo que estás en un callejón sin salida en ese sentido. Te daré todo lo que necesitas para la verificación, así podrás ejecutar una orden de detención. Dudo que lo encuentres allí, pero vas a conseguir entrar en su apartamento. Supongo que lo único que necesitas es una declaración de alguien como yo indicando que reside allí. Eso, junto con la declaración de un testigo de la noche anterior... —¿Cómo sabes eso? —Ella lo miró con recelo. —Tengo mis maneras. A lo que iba, junto con la declaración de un testigo, no deberías tener problemas para conseguir la orden de detención que necesitas para entrar en su residencia, y estaré feliz de poder decirte dónde reside. —Bueno, eso es un cambio —murmuró. Estaba viendo a Brit, ignorando al hombre. Sus ojos brillaban con una mirada de emoción que no podía reprimir. Driscoll no tenía domicilio conocido que hubiera sido capaz de demostrar. Pero Angus sabía muy bien que tenía una residencia en el edificio de su familia. Debido a que Brit no podía demostrarlo, ella nunca sería capaz de ejecutar una orden de arresto para entrar en su residencia por su cuenta. Necesitaba una declaración de él para que se hiciera. Y él estaba dispuesto a ayudarla... por una vez. Humphreys y ella intercambiaron una mirada, pero ella lo miró rápidamente. Su piel aún estaba sonrojada, y era tan increíblemente linda con sus jeans recortados con un jersey gris de manga larga perfectamente equipado y con un cardigan verde de manga tres cuartos. Su camiseta gris se mostraba bajo las mangas más cortas de su chaqueta de punto verde, y ella emparejaba el atuendo con un par de zapatos de charol negro Mary Jane con calcetines a rayas negras y grises. Se veía espectacular. No podía ocultar la forma muy femenina y elegante que tenía. Era un estilo sutil y sencillo, pero era muy femenina y hermosa en este mundo de dominación masculina y entornos aburridos. Sobresalía como un signo de exclamación en este lugar, y podía comprender fácilmente por qué había adoptado una actitud tan intensa. Por supuesto, su pasado no ayudaba a eso tampoco. La miró y siguió ignorando a Humphreys. Tenía la sensación de que Humphreys no iba a ser su persona favorita en el mundo, y estaba mucho más interesado en mirar a Brit. Su rubor apareció de forma permanente en sus mejillas, y él se deleitaba con su olor y lo que tenía que estar detrás de ello. Él no había dejado de pensar en ella desde que por fin la había follado, y no tenía idea de

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cuándo sería capaz de hacer que eso sucediera de nuevo, pero la idea había empezado a tomar el relevo y consumir su mente. Ella lo observó mientras escribía a mano una declaración testimonial, afirmando que Driscoll DeMarco efectivamente vivía en el edificio propiedad de su familia. Estaba apuñalando a Langford por la espalda y disfrutaba de cada momento de ello. Brit le miró con suspicacia mientras escribía. Ella, sin duda, tenía sus reservas en cuanto a por qué tenía de repente la intención de ayudarla. Había entrado en su vida como testigo, y le enseñó rápidamente que no estaba para ser de confianza. Desde entonces, él le había dado todas las razones para ganar esa desconfianza. Cómo deshacer el daño iba a ser difícil, pero su conciencia finalmente estaba tomándose un respiro por estar a su lado. No sabía a ciencia cierta que hubiera una razón para terminar con Driscoll, pero tenía un poco de esperanza de que el hombre fuera un vampiro virtuoso o que operara dentro de sus fronteras, y estaba esperando que Brit pudiera ayudarle a averiguar eso. Cuando bajó la pluma, ella lo miró y murmuró un tranquilo gracias. Humphreys empujó el formulario hacia Brit mientras empezaba a levantar su cuerpo de gran tamaño de la silla demasiado pequeña en la que había estado sentado. —Ahora bien, si no te importa, daré por terminado el día. No me dormí toda la tarde y olvidé volver a trabajar como tú. —Él miró acusadoramente a Brit. Hmm. Pensaba que tal vez finalmente entendía el aroma increíble en su cuerpo. Caminaron con Humphreys al corredor, y observaban el rubor en las mejillas de Brit recuperar fuerzas ante la acusación de Humphreys. Cuando Humphreys estuvo fuera del alcance del oído, acarició suavemente la parte posterior de su brazo mientras se inclinaba hacia su oído. —¿Estabas soñando conmigo, Brit?¿Es por eso que te veías como si yo hubiera follado tus sesos cuando llegué aquí? —Eso le valió un rápido pero controlado codazo en el estómago, antes de que ella se volviera hacia él. —No sé por qué estás repentinamente tan concentrado en ayudarme... —¡Detective Sutton! —La voz era muy lejana, pero cada vez más cerca. —Pero no creo ni por un momento... —Ahora Humphreys se había detenido y estaba mirándolos con cansancio. —¡Detective Sutton! —sonó aún más cerca, y de una secretaria por cómo lucía. —¡Ahora no! —le gritó a la mujer que arrastraba los pies por el pasillo hacia ellos. Y su enfoque volvió rápidamente a él—. ¡Como si tuvieras alguna intención de ser realmente generoso con lo que sabes! —Y ella estaba flagrante, hirviendo de furia mientras lo miraba. —¡Detective, por favor! —¡¿Qué?! —le gritó Brit a la pobre mujer, transfiriendo su furia a la secretaria que finalmente se había acercado.

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Ella estaba jadeando y resoplando cuando se detuvo y tragó saliva antes de que finalmente lograra abrir la boca para hablar. —Es... es su madre... —Déjame adivinar, detenida de nuevo. ¡Dile que llame a otra persona por el dinero de la fianza esta vez! —Su voz era sólo marginalmente más baja, y volvió su mirada de nuevo a Angus mientras él la observaba con calma. —Ella está en el hospital, Detective. Sobredosis. —El aliento de Brit la dejó en una carrera que salió como un fuerte suspiro. Cogió la pared a su lado, y su mirada finalmente cayó de la suya. El rubor desapareció repentinamente de sus mejillas, y se veía pálida y conmocionada—. El hospital llamó aquí. Dijeron que habían dejado algunos mensajes en su teléfono de casa. Ella ha estado en el Massachusetts General por unos días. Lo siento... La mujer se dirigió a toda prisa hacia atrás por el pasillo mientras Brit mantenía su dominio sobre la pared. Su rostro estaba flojo y sin emociones, pero escondía dolor, un profundo y destrozando dolor. Él quería tocarla. Quería llegar a ella y consolarla. Se sentía extrañamente como si estuviera compartiendo su dolor. No tenía ningún derecho o propiedad del mismo, pero le dolía por ella. Su corazón se tambaleaba ante la visión de su dolor, y sentía como un dolor físico en sus entrañas. —Uh... tomaré la declaración. Te llamaré cuando tengamos una orden de arresto. —Humphreys la miraba con una expresión que parecía casi simpática, pero Brit estaba mirando más allá de los dos. Él miró a sus manos y vio sus dedos temblorosos. Humphreys se fue después de una última mirada a Brit, y ella se empujó lejos de la pared. —Brit... —Ella levantó su dedo delante de su cara para silenciarlo mientras se empujaba más allá de él y caminaba por el pasillo. Parecía más enojada que angustiada, pero sabía que era sólo su reacción. Estaba asustada. Él la siguió. Le dio la distancia que necesitaba y quería, pero se quedó cerca. Ella salió del edificio, pero la alcanzó antes de que llegara a su auto—. Te llevaré. —No esperaba que aceptara pura y simplemente, y mientras ella negaba con la cabeza, le agarró la parte posterior del brazo y la detuvo con firmeza. Ella se detuvo en el lugar, pero se negó a girar y mirarlo. Se inclinó a su oído desde detrás de su cuerpo. —Dije que te llevo. No estás en forma para conducir, y no voy a dejar que vayas en tu auto a verla estando mal. —Vete a la mierda. No estoy mal, y te aseguro que no necesito tu ayuda. — Su cabeza se volvió hacia él un poco mientras murmuraba, y todavía se negaba a mirarlo a la cara. Pero él mantuvo su agarre en su brazo. —No hay nada de malo en necesitar ayuda, Brit. —Ella tiró, pero él empujó de vuelta. Tiró de su cuerpo apretadamente en su contra, y entrelazó su mano libre en su cadera, para que sintiera la protuberancia en su cadera contra sus dedos. Ella gimió, pero no luchó contra eso. Cuando se inclinó a su oído de nuevo, le habló relajada y tranquilamente—. Deja que te ayude, Brit. —Y mientras decía

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las palabras, su cabeza se inclinó hacia él. Se dejó caer contra su cuerpo mientras él movía su mano de su cadera a la parte delantera de su abdomen. Extendió sus dedos sobre su estómago, reclamando su lugar en su cuerpo. Soltó su brazo y movió su otra mano a su cuello, corriéndola por el costado hasta su hombro para sostenerla firmemente. Cuando él le dio un suave beso en la sien, donde el moretón se agrandaba más a cada segundo, ella no se apartó. Se derretía contra su cuerpo como si también le pareciera lo mejor. Disfrutó la breve suavidad más de lo que quería admitir. Él estaba encantado de ser el único en apoyarla cuando su fuerza fracasaba. Ella era tan excepcionalmente fuerte y controlada, pero no era infalible, y él anhelaba ser al que pudiera someterse a cuando lo necesitaba. La condujo por el brazo a su camioneta y la ayudó a subir al asiento del copiloto. Cuando encendió el auto y lo sacó al tráfico, él le tomó la mano. Ella se congeló en su lugar y lo miró. Se sobresaltó, pero después de un momento, lo dejó pasar y se relajó. Él sostuvo su mano estrechada fuertemente todo el trayecto hasta el hospital. Sus pensamientos estaban fuera en algún lugar distante. Estaba pérdida en su mente, sintiendo un dolor que él no podía entender, y se sentía más impotente de lo que se había sentido en más siglos de los que podía recordar. ¿Era esto lo que se sentía que importara? Si lo era, no podía decir que fuera fan de ello. Pero tampoco podía decir que no valía la pena. Cuando llegaron, caminó detrás de su hombro sin tocarla. Ella no le dijo nada, y él no quería entrometerse en esta parte de su vida. Quería verlo, pero se sentía fuera de su profundidad. La propia familia de Angus era algo que él perdió en el momento de la transición. Venía de una familia irlandesa rica, una de un puñado de familias líderes aristocráticas durante ese período cinco siglos antes, y no había tenido un lugar con ellos una vez que se convirtió en inmortal. Él los dejó a todos envejeciendo y muriendo sin siquiera mirar atrás. Su familia había sido distante y fría con él aun cuando vivía, un subproducto de ser consumidos por la riqueza y el poder. Había sido una unión fácil de cortar. Pero siempre se sintió intrigado por los fuertes vínculos familiares que nunca había experimentado, incluso aquellos cargados de dolor y tristeza como el de Brit. Ella se detuvo y habló con una enfermera de admisión que le apuntó la dirección correcta, y mientras subían en el ascensor hasta el piso al que su madre había sido trasladada después de pasar tiempo en la sala de emergencia, no dijo nada. Ella miró al suelo, y él la miraba. Era ilegible en ese momento, por lo que sólo la estudió, tratando de conseguir una señal de lo que estaba experimentando. Al salir del ascensor, se detuvo y le habló. —No tienes que quedarte. —Todavía no lo miraba. —Yo te traje. Esperaré por ti. —Lo miró con rapidez antes de que se volviera y caminara por el pasillo hacia la habitación de su madre. Vio a la mujer en la cama del hospital cuando Brit entró en su habitación, pero se quedó en el pasillo, tomando un lugar en el banco de sillas afuera. Sólo había capturado un vistazo rápido de la mujer, pero fue suficiente para imprimir la imagen en su mente. Brit se parecía a su madre, pero donde su madre parecía envejecida y endurecida, Brit era todavía joven y saludable. La piel de su

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madre parecía oscura y como si hubiera sido succionada de toda grasa subcutánea, dejando sólo una cáscara arrugada, marchita de un cuerpo. Y no había envejecido bien. Había una diferencia entre las arrugas de envejecimiento saludable, y la palidez enfermiza de alguien que había tratado a su cuerpo como si fuera un saco de boxeo. Su madre no podía tener más de cincuenta o así, pero parecía mucho más vieja. Tenía el pelo lacio y encrespado, y sus ojos hundidos en el cráneo. Fue algo inquietante ver a alguien que se parecía tanto a Brit, pero destruida y enferma. Se hizo bastante fácil, de hecho, imaginar a Brit envejeciendo y enfermando con el tiempo, y al considerarlo eso golpeó su estómago como un puño. ¿Cómo podía cualquiera de su tipo considerar siquiera estar con un humano a través de su vida y hasta su muerte? Truman lo habría hecho fácilmente por Ember, pero era un pensamiento enloquecedor. Brit era demasiado impresionante y vibrante como para ver ocurrir eso. Cuando Brit resurgió de repente, él se puso de pie rápidamente. Ella sólo había estado con su madre durante cinco o diez minutos como máximo, y ahora estaba dispuesta a marcharse. Su rostro era impasible y holgado, completamente ilegible. La siguió de nuevo fuera y de vuelta a su auto. Y cuando se detuvo en el tráfico, ella se perdió en su mente de nuevo mientras miraba por la ventana. Sabía dónde vivía, pero la dejó darle direcciones en un tono plano y monótono, y después de que se detuvo en su apartamento, puso el auto en el aparcamiento. Ella no se movió de inmediato, pero miró por la ventana del frente por un momento. Cuando se volvió hacia él, lo miró a los ojos por primera vez en más de lo que podía recordar. Pero fue él quien apartó la mirada. Todo lo que podía ver era a su madre devolviéndole la mirada; la propia mortalidad de Brit estaba mirándole a la cara, y él lo despreciaba. Ella murmuró su agradecimiento antes de abrir la puerta y salir del auto. La vio caminar a su puerta, deseando su belleza, pero odiando lo frágil que era. Sabía que estaba al borde del precipicio y no le gustaba. Este era el tipo de batalla de Truman, no suya. Preocuparse no era una opción. El ir tras ella significaba que estaba dispuesto a tratar con eso. Lo que significaba que ella le importaba y estaba dispuesto a ponerse en camino a perderla. ¿Por qué diablos iba alguien a hacerse eso a sí mismo? Él negó con la cabeza, murmuró para sí mismo, y aumentó la presión sobre el volante mientras la observaba caminar hasta la puerta. Tenía la mandíbula apretada y dolorosamente contraída. ¿Por qué no podía sólo follarla y terminar? ¿Por qué eso no podría ser suficiente? No quería preocuparse porque ella era humana y delicada. No quería que le importara en absoluto. Y murmurando un “¡joder!” al espacio vacío a su alrededor, arrancó su auto y se alejó. Él no era Truman.

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uando el calor de la casa envolvió su cuerpo se sintió de repente exhausta y lista para escapar hacia un sueño profundo. No era la primera vez que su madre experimentaba una sobredosis, pero era la primera vez que, como consecuencia, había caído en coma durante dos días. Ver a alguien morir frente a ti por su propia elección era enloquecedor. Quería darle una bofetada a la mujer, gritarle, pero sabía que no serviría de nada. Ya le había gritado un montón de veces; nunca le hizo caso. Brit no había sido tan importante como para que ella cambiara. Realmente no era del todo cierto. Sabía que la adicción tenía un agarre tal, que le quitaba esa decisión de las manos, pero no importaba. Siempre había dolido, independientemente de la batalla que su madre luchó. No estaba feliz de que Angus se fuera. No estaba segura de por qué, sobre todo después del sueño que había tenido y el tiempo en la comisaría. Pero le había dado algo que ella había necesitado, algo que nadie le había dado antes. Fuerza. Brit siempre encontró la suya. Por lo general lo lograba hasta cierto punto, pero obligaba a su cuerpo a seguir adelante cuando el terror se apoderaba de su corazón, pero no hoy. Este día él le había dado el apoyo que ella había necesitado. Se quedó en silencio, sin preguntar, pero poderoso. Y la clave detrás de esto era que ella lo había dejado. ¿Por qué lo había dejado? Se sirvió una copa de vino antes de encender el contestador automático. Curiosamente, tenía miedo de escuchar los mensajes. Sabía lo que estaba allí, pero... era como enfrentarse a un monstruo, parada frente a la vieja caja tonta que había fallado en reemplazar con un correo de voz. Encontró demasiado fácil ignorar la maldita cosa, y cuando apretó el botón de reproducir, tomó un gran trago de vino. —Este mensaje es para Brit Sutton. Por favor llame al Massachusetts General. Es en relación con la paciente Jackie Sutton. Bip. —Es del Massachusetts General una vez más señorita Sutton. Por favor regrese la llamada tan pronto como sea posible. Bip. —Srta. Sutton, es muy importante que nos llame con respecto a su madre. —Ella avanzó saltándose otro bip. —Brit… Brit... si estás allí por favor contesta. Estoy en el hospital. Yo... eh... creo que voy a intentarlo más tarde... Bip. —La voz de su madre, débil después de dos días en coma. Brit se dejó caer al suelo y lloró. Mantuvo el vaso en la mano, sentada en el suelo de la cocina como una niña lista para lanzar una rabieta. Estaba siendo patética, pero no le importaba. Era una pésima hija. Era una hija pésima y su

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madre era una mala madre. Tomó otro gran trago de vino mientras se sorbía los mocos y sentía lástima de sí misma. Quién demonios era ella para pensar que podía manejar esta vida. Tal vez no era lo suficientemente fuerte como para hacer frente a todo. Se sentía débil; se sentía como una impostora; se sentía como si estuviera fingiendo ser un adulto en un trabajo que requería responsabilidad y control, pero no tenía nada de eso. Era un fraude. Cuando sonó un golpe en la puerta, lo ignoró por un momento. Pero después de pensar en su contestador automático y lo que podía suceder cuando ignoraba al mundo, se levantó del suelo y fue tropezando a la puerta. La abrió a la fría noche de invierno y jadeó. Él estaba allí frente a ella. Tenía el rostro surcado de lágrimas secas que habían dejado sus mejillas como si estuvieran rajándose, su rostro se contrajo y la frente se plegó. Él rápidamente la tomó en sus brazos y la llevó adentro, cerrando la puerta tras de sí. La hizo callar mientras lloraba en su cuello y la llevaba a su habitación, sentándose con ella en su regazo mientras empujaba la ropa de cama. La abrazó y la dejó llorar contra él, acariciando la piel en la parte posterior de su cuello y ella se lo permitió. Le permitió todo. Dejó que sus lágrimas cayeran frente a un hombre. Le permitió escuchar sus sollozos y le permitió ver lo vulnerable que era en realidad. Cuando sus lágrimas se detuvieron y sus mejillas se habían secado de nuevo, la depositó suavemente en la suave ropa de cama. Se sentó en el borde de la cama mirándola. Sus ojos estaban de un color azul brillante y su expresión era seria y preocupada. Le acarició la mejilla, inclinándose a su boca y besándola. Él no era el monstruo con que había soñado, en absoluto. La atrajo para sentarla y le bajó el suéter por los brazos y el cuerpo. Luego levantó su camisa por encima de la cabeza y le desabrochó el sujetador, deslizándolo fuera de sus brazos. Sus ojos se desviaron a sus pezones que se estaban endureciendo al milisegundo. Su mandíbula se apretó y sus fosas nasales se dilataron cuando él miró su cuerpo. —Acuéstate —dijo de forma ronca y cuando estuvo acostada contra las almohadas, él buscó el botón de sus vaqueros. Una vez que el botón fue desabrochado y la cremallera bajada, le metió los dedos bajo la cintura de los pantalones y la ropa interior y manipuló para bajar ambos por sus caderas. Bajó la boca hasta su estómago mientras le bajaba los pantalones y dejó senderos de suaves besos en todo su bajo vientre. Se retiró de su cuerpo mientras le quitaba los pantalones de las piernas y le sacaba los calcetines de los pies, arrojando la ropa al suelo. Cuando se levantó, empezó a desnudarse mientras ella observaba. Vio hasta que el último botón de su camisa perfectamente entallada fue abierto. Y cuando desabrochó los botones de la muñeca, ella se quedó mirando su musculoso estómago, apretado y duro. Su físico era impresionante y ella podía sentir la humedad extendiéndose entre sus piernas.

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Se quitó la camisa, la dejó caer al suelo y sus manos se trasladaron a la cintura de sus pantalones sin pinzas, tan impecablemente entallados como su camisa. Cada movimiento que hacía era controlado y seguro. Cuando sus pantalones y ropa interior cayeron al suelo, ella se quedó sin aliento. Él era increíble. Había pensado eso la primera vez que lo había visto desnudo, pero todavía la dejaba sin aliento. Era más grande que cualquier hombre con el que hubiera estado, por mucho, aunque había ciertamente pocos para compararlo. Su anchura era intimidante y ella había sentido el dolor que su tamaño le había dejado después de su primera vez juntos. Dolor o no, ella estaba lista para él. Se sentó casualmente junto a su cadera, haciendo caso omiso de la longitud sobresaliente de su pene de la que ella al parecer no podía apartar la mirada. La miró impasible arrastrando los dedos desde la barbilla hasta el pecho. Él dejó que las puntas de sus dedos corrieran suavemente sobre su piel a uno de sus pezones. Rodeó el pico endurecido antes de sujetarlo entre dos dedos. La presión era ligera, pero mientras lo sostenía, lo jaló y apretó con fuerza antes de rápidamente liberar la intensa presión que había infligido. Él bajó la boca a su sensible pezón, tirando suavemente con sus labios mientras calmaba el leve dolor con su lengua. Se retiró y dejó que sus dedos vagaran más abajo por su cuerpo. Observó, hipnotizada, lo bueno que era en esto. El sexo siempre había sido una experiencia bastante decepcionante que siempre la dejaba desencantada. Pero cada caricia, desde la primera vez que su boca reclamó su pecho en la recaudación de fondos, la primera vez que la había jodido, ella había quedado impresionada, sin duda, nada decepcionada al respecto. Brit se mantenía bien depilada. Odiaba tener vello púbico rebelde y no tenía la paciencia para depilar los parches de vello púbico que terminaban viéndose más como arbustos públicos podados que como algo sexy, por lo que lo mantenía depilado a cero y estaba contenta de haber mantenido el césped cuidado últimamente. Acababa de depilarse cuando llegó a su casa la noche anterior y mientras él deslizaba su mano por la suave y sedosa piel de su montículo, ella inhaló un profundo y estabilizador aliento. Cada estrés, preocupación y decepción del día se estaba desvaneciendo, siendo borrado de su mente por sus dedos errantes. Él aún estaba sentado a su lado, observando el movimiento de sus dedos, mientras exploraban su cuerpo. Sus ojos eran seductores y tranquilos, pero cuando deslizó un dedo por la raja húmeda de su sexo, dejó salir una respiración rápida entre dientes y su pene saltó. Movió su otra mano a su eje rígido y acarició la longitud de su erección. Sus fosas nasales estaban flameando de nuevo y él acarició a través de su humedad. Sus piernas estaban cerradas, por lo que el dedo no llegó lejos, pero él levantó la humedad a sus labios y la chupó rápidamente. —Dios, voy a disfrutar esto —dijo con voz tranquila y ronca y, cuando su mirada se dirigió a la suya, sus ojos estaban ardiendo con un frío calor—. Abre las piernas. Esta era una orden intensa que normalmente la llevaría a negarse por principio, pero no con él, no en este momento. Ella separó bien las piernas y él la

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agarró por la parte interior del muslo y tiró para abrirla aún más. Estaba asentado en su cintura y su muslo estaba ajustado contra su trasero mientras la enfrentaba. Él alargó la mano hacia su sexo otra vez. Sus labios estaban abiertos por sus dedos errantes que acariciaban la suave y sensible piel del interior de sus labios. Lentamente presionó un dedo en su entrada. Observó mientras se hundía lentamente hasta el nudillo y luego lentamente lo retiró. Cuando presionó de nuevo con dos dedos, su atención volvió a sus ojos. Ella estaba temblando y luchaba por mirarlo cuando sintió la invasión de sus dos largos y masculinos dedos. Cuando estuvieron una vez más incrustados completamente en su cuerpo, él alcanzó con su mano libre la mano que estaba más cerca a su cuerpo, guiándola hacia su pene. Lentamente acarició su longitud y su mano cubrió la de ella y apretó con fuerza su eje mientras ella lo frotaba. Él gimió mientras su mano se movía contra su rígido pene y lo utilizó para acariciar arriba y abajo por su longitud, manteniendo su mano aferrada para cubrir la de ella. Su otra mano se había quedado quieta con sus dedos aún enterrados en su coño. Pero mientras liberaba su mano, con la otra comenzó a mover los dedos dentro y fuera de su cuerpo. El sonido de húmedo sobre húmedo tomó posesión del cuarto interrumpido sólo por sus ocasionales lamentos o jadeos cuando un golpe particularmente agradable lo arrancaba de sus gargantas. Un goteo de líquido pre-seminal escapó de la ranura su pene, él estiró la mano para limpiarla antes de empujar su dedo brillante en la boca de ella. Sabía a hierro y sal y, mientras chupaba su sabor del dedo, sus dedos que aún empujaban contra su apretado coño se detuvieron lentamente, dejándola justo en la cúspide del orgasmo. Ella suspiró mientras sacaba el dedo de su boca y él sonrió ante la decepcionada expresión de su cara. Él le quitó la mano de su pene antes de moverse para cernirse sobre su cuerpo. Se inclinó hacia su boca, deslizando su lengua entre sus labios y cubriéndolos con los suyos. Tocó la suave superficie de la parte interior de su boca suave mientras exploraba. Y cuando se separó de sus labios después de sólo un minuto, él se trasladó por su cuerpo, arrodillándose entre sus piernas y empujándolas tan abiertas como se lo permitían. Empujó su ingle hacia la de ella y, moviendo su mano hacia su pene, él usó la cabeza para frotar y excitar el nudo apretado de su clítoris. Esto causó un profundo gemido que emanó de sus entrañas mientras acariciaba su clítoris una y otra y otra vez, pero cuando él se apartó de su cuerpo y bajó el suyo para yacer entre sus piernas, su núcleo se apretó ante la esperada anticipación de su boca. Él lo había mencionado antes, y ella había pensado en eso sin parar desde entonces. Él utilizó sus pulgares para apartar la longitud de sus labios, revelando todo su sexo a él y tirando de la capucha de su clítoris hacia atrás para exponerlo aún más. Se inclinó lentamente hacia abajo y movió su clítoris con su lengua antes de jalarlo en su boca y soltarlo. Lo hizo una y otra vez, como si besara y liberara, pero a medida que sus jadeos se incrementaban, su beso se alargó y pronto él estaba sosteniendo su clítoris entre los labios, lamiendo y chasqueándolo con la lengua mientras su boca chupaba. Lo veía mientras su boca trabajaba y observó los músculos apretados del estómago y las mejillas que se ahuecaban por la succión.

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Ella gritó en voz alta cuando él finalmente liberó la creciente tensión en su ingle con un último y fuerte beso chupando su hinchado nudo. Retorció las sábanas en su mano mientras él sostenía la succión y su cuerpo tembló a través de su orgasmo. Cuando el temblor se convirtió en estremecedores espasmos, él liberó su agarre sobre su clítoris y retrocedió para observar su cuerpo retorcerse y apretarse cuando el pulsante placer la traspasaba. Él escaló por su cuerpo dejando que su pene anidara entre los labios de su vagina. Estaba viendo sus ojos, esperando pacientemente a que ella hiciera el siguiente movimiento. Ella tomó una respiración profunda. —No necesitamos usar ningún tipo de protección ¿verdad? —Eso salió más como una acusación que como una pregunta, pero ella estaba buscando algún tipo de confirmación de lo que sentía en sus entrañas, pero falló en explicarlo en términos racionales. Él sacudió lentamente su cabeza, estudiando sus ojos. Se puso serio, como si no confiara en que ella no lo empujaría lejos con esta admisión. Ella no estaba del todo segura de lo que esta admisión significaba en realidad, excepto que él no era normal, no en el sentido humano de la palabra. Pero no estaba dispuesta a pensar en eso por el momento. Estaba empujando su dolor a un lado y ella iba a dejarlo. Si eso significaba que era una loca, se ocuparía de eso más tarde. Ella alargó la mano hacia sus labios para empujarlos y ver qué tan cierto podría haber sido su sueño. No estaba segura de que quería ver o que incluso creería si lo veía... pero no tuvo la oportunidad. Él se apartó de su alcance y sacudió la cabeza secamente. La miró, esperando a que ella reaccionara. Cedió ante sus ojos asustados y abiertos, y le susurró en una voz ronca mientras se apoyaba en su oreja. —Soy sólo un hombre, Brit. —Eres algo más que eso. Él sonrió ligeramente y cuando respondió, su dicción era tan suave que evitó que sus labios le mostraran lo que ella estaba aterrorizada de ver. —Gracias por no decir menos. Ahora te prometí ser suave, así que relájate. Luego, inclinándose a su oído, le habló en voz baja mientras empujaba su pene más allá de sus labios hacia el cálido y húmedo pasaje que se apretó alrededor de su tirante e invasiva penetración. —Sabías tan jodidamente deliciosa, Brit. He querido eso desde la primera vez que te conocí. —Su pene se movió más y más profundo mientras pronunciaba las palabras y ella podía sentir sus músculos apretándose a su alrededor. Él gemía cada vez que sus músculos se contraían hasta que estuvo completamente dentro de su cuerpo. Cuando salió, se puso de rodillas entre sus piernas, acomodando sus rodillas debajo de sus muslos. Él se quedó levantado mientras se guiaba a sí mismo de nuevo dentro de su cuerpo, y luego fijando sus muslos en su lugar con una mano en el interior de cada uno, comenzó a empujar. Su ritmo era lento y él observaba cada penetración arrodillado entre sus piernas. Todo el poder y el vigor estaban atados y mantuvo sus movimientos controlados y uniformes cuando empujaba y salía.

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Sus ojos estaban pegados a la unión de sus cuerpos mientras rodaba sus caderas seductoramente contra las de ella y, con cada empujón, ella apretaba los músculos. Ese movimiento fue recibido con un gemido cada vez y ella pudo ver cómo los músculos de su estómago se tensaron en respuesta a su coño apretando. Se recostó sobre su cuerpo con un profundo y doloroso empuje. —Dios mujer, vas a matarme —gruñó en su oído. Pero su sonrisa era todo placer. Se quedó quieto profundamente en su interior y sostuvo su mirada—. Aprieta mi pene. Tienes unos músculos increíbles y quiero sentirlos. Ella lo miró fijamente, con miedo de moverse siquiera. Estaba casi avergonzada de respirar por sus palabras, pero él la engatusó aún más. —Ahora, Brit. No me voy a mover hasta que me des lo que quiero. Sé que tú sabes cómo. Ella tensó sus músculos, apretando tan fuerte como pudo. Sus ojos se desorbitaron por un momento mientras él dejaba escapar un gemido de placer. —Oh mierda, eso es bueno. Una vez más. —Ella se envolvió con fuerza sobre su longitud que latía dentro de su coño y otro gemido salió de su garganta— . De nuevo. Su voz era ronca por la necesidad, y en el momento en que apretó él estaba en el cielo una vez más. Se mantenía repitiendo de nuevo cada vez que estaba listo para más y los músculos de su estómago estaban ondulando contra los de ella. —Quiero follarte duro. Sé que dije suavemente, pero quiero más. Déjame. Ella asintió una vez mientras él se salía de su cuerpo y cuando se estrelló de nuevo dentro de ella, fue su turno para dar rienda suelta a un alto gemido gutural. Estableció un nuevo ritmo. Llegó a la cabecera de su cama y sacudió sus cuerpos enviándolos hacia adelante con cada profunda embestida que dejó su interior adolorido. Sus movimientos eran duros, pero todavía perfectamente controlados. No le haría daño. La empujaría hasta su límite, pero no se preocupó ni por un momento. Había una confianza extraña e inexplicable en esto que la dejó confundida, pero estaba demasiado embriagada por sus movimientos para importarle. Cuando ella se corrió de nuevo, él dejó que su propio orgasmo liberara la tensión que se había estado acumulando desde su primera caricia. Soltó su semen dentro de su cuerpo y salió lentamente de ella. Utilizó su mano para acariciar y ordeñar hasta lo último de su semen fuera de su cuerpo y hacia el de ella antes de finalmente colapsar a su lado y halarla hacia sus brazos. Cuando Brit habló, estaba casi sorprendida al oír su voz. —¿Por qué no me dejas ver tus dientes? —¿Realmente quería empezar una discusión en este momento? Pero él se rió entre dientes. — No tengo ningún problema en permitirte ver mis dientes... ahora... —¿Ahora? —Pero ella aprovechó la oportunidad. Se incorporó sobre su codo para mirarlo y él la miraba tranquilo. Llegó a su labio, esperando que la detuviera, pero no lo hizo. Levantó el lado del labio y vio dientes, sólo dientes, perfectamente blancos y rectos. Envidiables, pero dientes normales. Cuando ella

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tocó el diente canino, que tenía la punta más leve que podría haber sido fácilmente el diente de alguien, él la miró. Se dio por vencida y se acurrucó a su lado y él la mantuvo apretada contra su cuerpo. —Angus es un nombre extraño para un americano. —Ella dejó que su pensamiento saliera. —Nací y crecí en Irlanda. —Pero no tienes acento. —Lo perdí hace mucho tiempo. —Sus palabras eran tranquilas. Él sabía que ella estaba buscando información y ella no podía decir si eso lo molestaba o no, pero no era costumbre de Brit preocuparse por tales cosas y ese era un hábito que no se quebraba fácilmente. —¿Hace cuánto tiempo? Suspiró. Sin duda por culpa de ella. —Para, Brit. —No estaba segura de por qué realmente lo escuchó, ella rara vez escuchaba a alguien cuando le decían qué hacer, pero lo escuchó y lo dejó ir. Por el momento. Era tarde, estaba exhausta y, en el momento en que cerró los ojos, se durmió.

Le permitió un poco de descanso antes de despertarla. Estaba tumbada sobre su estómago y él se cernía sobre ella con una rodilla en cada cadera. Empezó con sus labios rozando lentamente sobre la suave piel de su hombro. Ella no lo dejó llegar lejos. —Necesito una ducha primero. Estoy asquerosa... —Su voz era de sueño. —No. Hueles como mi semen. Hueles a tu crema. Y, personalmente, creo que eso huele increíble. —Regresó a su hombro, moviéndose lentamente por su espalda. Su trasero era hermoso y pálido; las mejillas eran redondas y firmes. Chupó fuertes besos sobre su piel pálida que dejaban círculos rosados a medida que avanzaba. Se desvanecían mientras él se movía de un lugar a otro y cuando había terminado con su trasero, empujó sus rodillas entre las rodillas de ella, obligándola a abrir sus muslos. Podía ver sus hermosos labios de color rosa en la unión de sus muslos y estaban ligeramente separados. Él se inclinó de nuevo sobre su cuerpo, apoyándose en un codo y moviendo la boca hasta su oído. Y mientras entraba suavemente en su coño con dos dedos, habló. —¿Es esto lo que pensabas que era tan asqueroso? —Él estaba empujando y girando sus dedos a través de la humedad y ella se quedó sin aliento ante sus palabras. Cuando se arrodilló de nuevo entre sus rodillas, continuó trabajando sus dedos dentro y fuera mientras su pene se flexionaba y bailaba entre sus piernas. La última vez que sacó los dedos de su cuerpo, pasó la humedad por encima de su dura longitud, dejándola reluciente y resbaladiza.

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Después de que la levantó sobre las rodillas, deslizó sus rodillas entre las de ella y luego las extendió para bajar su sexo hasta que estaba colocado apenas por encima de la cama. Intentó ser suave esta vez, pero claro, había pretendido ser amable la última vez también. Empujó la cabeza de su pene en su entrada, mirándolo deslizarse a través de la humedad y penetró lentamente mientras disfrutaba de la vista hasta que el último centímetro de su longitud desapareció dentro de su cuerpo. Cuando llegó a sus profundidades, ella gimió y tiró hacia adelante ligeramente. Él empezó a empujar y halar, luchando contra su cuerpo para que fuera lento y suave con ella, pero ella comenzó a empujar su trasero hacia él, encontrando sus embestidas suaves. Podía ver su ano apretadamente fruncido, y lo acarició lentamente con un dedo todavía húmedo de su cuerpo. Ella hizo una pausa por solo un momento antes de relajarse al tacto. Entró en su culo con la punta de su dedo medio, mirándola enterrar su cabeza en las sábanas de su cama. Él siguió golpeando su pene en su cuerpo, y ella siguió empujándose contra él a pesar de que hundió su dedo ligeramente más profundo en su trasero. Cuando se agarró de su cintura y controló su cuerpo, él empujó profundamente en su coño y se mantuvo profundo allí también. Ella estaba jadeando, y cuando sintió su dedo hundirse más y más en el estrecho y caliente pasaje de su recto, ella gritó en voz alta, y apretó firmemente. Los músculos apretaron fuerte su pene, así como su dedo y él soltó su cintura para frotar su baja espalda. —Relájate, cariño. —Estaba esperando sentir los músculos relajarse alrededor de él antes de moverse y mientras frotaba la tensión en su espalda, ella lo hizo. Él empujó más profundamente en su trasero antes de salir de nuevo—. ¿Más? Observó su cabeza que todavía estaba enterrada en las sábanas. Podía ver el reluciente agujero fruncido y su dedo se moría por entrar en ella de nuevo, pero él estaba esperando. Ella asintió con la cabeza hundida en la ropa de cama. —Dilo. —Sí. —Él apenas podía oír las palabras entre las sábanas sobre los golpes furiosos de su corazón, pero ella lo había dicho. Él se empujó para una penetración profunda, sintiendo su dedo moviéndose contra la parte superior de su pene a través de la piel fina que separaba sus canales. Se hundió más y más, y esta vez, ella se mantuvo relajada contra la invasión. Cuando él empezó a empujar dentro y fuera, ella comenzó a gemir. Todavía estaba inmóvil dentro de su coño y después de atormentar su culo por un rato, comenzó a alternar el empuje de su dedo con el empuje de su pene. Sus gemidos se intensificaron. Ella se estaba acercando, y él también. Sacó el dedo de su ano antes de inclinarse sobre su cuerpo para cubrirlo con el suyo. Él entrelazó sus dedos con los de ella y rodó sus caderas contra su trasero. Su coño estaba apretándose a su alrededor duramente mientras sus jadeos y gemidos aumentaban. Su boca estaba en su cuello y sus dientes estaban completa y dolorosamente prolongados en su boca, rogando morder. No lo haría, pero eso no significaba que a su cuerpo no le gustaría. En cambio, acarició su nariz contra su cuello mientras se empujaba en su coño. Llegaron juntos y él agarró sus manos con fuerza mientras se empujaba en sus profundidades una última vez, derramando su semen

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en su cuerpo de nuevo. Ella se quedó jadeando y gimiendo mientras gritaba su liberación. Joder, le gustaba un poco demasiado. Cuando se retiró de su cuerpo, ella siseó entre dientes y rodó sobre su espalda. Se puso de pie y tendió su mano hacia ella. La tomó y él la llevó al baño, donde abrió la ducha y le dio privacidad para usar el baño antes de unirse a ella en el calor del agua. Él sostuvo su cuerpo, mientras ellos lavaban el semen y el aroma acalorado de su acoplamiento. Estaba demasiado contento y cómodo con ella en sus brazos. Angus era del tipo follar-y-olvidar. Él no se había molestado en llevar a la cama a una mujer humana desde su transición porque no quería correr el riesgo de terminar enredado con un humano. Y había mantenido a todas las mujeres de su clase a distancia, yéndose rápidamente después de una hora o dos. Nunca había tenido interés en una pareja, no es que tuviera ningún desdén por las relaciones. Pero la eternidad era un tiempo largo para estar con una sola mujer. Por otra parte, la eternidad era un tiempo malditamente largo para estar sin una mujer. Él la dejó dormir, limpia y oliendo al sutil jabón para el cuerpo que él asociaba con su aroma. Se veía pacífica y contenta cuando dormía. Se veía mucho más joven en esta paz de lo que parecía cuando estaba despierta con el peso del mundo sobre sus hombros. En el momento en que él salió de su casa en el frío de la madrugada, extrañó la sensación de su calidez. Un lento y trabajado pánico se estaba estableciendo en su alma. Ella iba a ser difícil de dejar.

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oy la Detective Sutton y este es el Detective Humphreys. Tenemos una orden de arresto para Driscoll DeMarco en la unidad 2A de este edificio. Por favor hágase a un lado. El hombre la miró, pero se quedó en silencio. Él era uno de ellos. Fuera lo que fuera lo que eso significaba. Él era como Angus y la hermosa pareja de su edificio: pálido e inmaculado. Pero no le gustaba este, no como le atraía Angus. La miraba hambriento o enfadado. Parecía como si la quisiera muerta. Devolvió su fría y muerta mirada con una impávida. —Soy Langford, propietario de este edificio. ¿Qué sucede? —Por favor, permanezca a un lado señor Langford. Tenemos una orden de arresto que ejecutar. Intentaremos no ocupar mucho de su tiempo. —Bueno él no está aquí. No vive aquí. Ya se lo dije. ¿Y no necesita una orden de cateo para entrar? —No cuando tengo una orden de arresto. El señor DeMarco es buscado por su conexión con unos crímenes y tenemos la declaración de un testigo indicando que él reside en este edificio. Ahora, no lo diré otra vez. Hágase a un lado, señor Langford. Apretó la mandíbula cuando se apartó del camino. Ella y Humphreys pasaron al interior del edificio. Era otro deslumbrante edificio viejo, muy parecido al edificio en el que Angus vivía, pero no del mismo calibre. Tuvieron que romper la puerta para entrar después de llamar incesantemente durante unos pocos minutos. No esperaba encontrarlo aquí. Eso sería demasiado fácil. Pero la orden de arresto les permitía entrar y si encontraban alguna prueba conseguirían una orden para una búsqueda más a fondo. Cuando entraron en el lugar era bonito, increíblemente bonito, pero estaba destrozado. Traían un equipo de limpieza, pero se hizo evidente que no encontrarían nada. Lo que sí encontraron fue ropa ensangrentada que embolsaron como prueba y abriría la posibilidad para una orden de búsqueda. La cocina estaba extrañamente vacía, aparte de estar tan sucia como el resto del apartamento. Brit estaba feliz con la ropa ensangrentada. Había muchas piezas de ropa y esperaba conseguir resultados del ADN de las seis víctimas vinculadas a DeMarco. Pero eso llevaría tiempo. El laboratorio tenía trabajo pendiente y no había nada que hacer excepto esperar. En el viaje de vuelta a la comisaría miraba por la ventana. Habían pasado tres días desde que había visto a su madre en el hospital o había hablado con Angus. Su madre sería dada de alta hoy y Brit se había ofrecido para recoger

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algunas provisiones y llevarla a casa. Estaba temiéndolo. Estaba ocupada en el caso y no tenía tiempo para eso, pero estaba luchando con la culpa después de arreglárselas para escaparse de su madre y el hospital. Mientras pasaban los edificios, estuvo distraída con el caso. Seis víctimas significaban asesino en serie, pero no se sentía como un asesino en serie. Fuera el monstruo que fuera, no lo parecía, tampoco. Había una pequeña consistencia real en las víctimas, aparte de sus estilos de vida. Él mataba de la misma manera, el informe médico lo decía, pero no había nada ritualista. Estaba cazando. Eso tenía sentido para ella, aunque no había manera de discutir eso con el hombre sentado a su lado. Pero ya podía tirar toda la investigación a la basura si estaban buscando a un serial. El único hilo común entre las víctimas era la droga y la vida en la calle. Pero aparte de eso, ¿qué tenían para continuar? Ella se fue temprano en la tarde mientras Humphreys la observaba. Quería comprar la comida antes de recoger a su madre en el hospital y cuando finalmente se las arregló para llevar a la mujer a casa, su madre quemó el sofá, medio dormida con un cigarrillo en la boca. Cuando apagó el cigarrillo en el cenicero, vislumbró un trozo de crack en la mesa. La pipa llamó su atención, casi escondida debajo de la mesa de café. Cuando arrojó el resto por el baño, lloró. Eso sería su muerte. No había duda. Y cada favor, cada palabra amable que Brit intentara con la mujer, eventualmente sería tirada por el baño justo como las drogas. No tenía caso tirarlo. Encontraría más. Siempre encontraba más y, eventualmente, encontraría la dosis que sería la último. Y Brit se sentiría herida otra vez. Cuando se fue, la cocina de su madre estaba limpia otra vez, el refrigerador lleno, su madre roncando sin el cigarrillo en la boca y Brit había desechado lo que esperaba fueran la mayoría de las drogas y tres pipas más. Nada mal para un día de trabajo. Pero estaba cansada, sola y estaba lista para llamarlo esta noche. Cuando llegó a casa, saltó rápidamente fuera del auto temblando de la cabeza a los pies. Era tarde y estaba contando los minutos para un baño caliente y un buen vaso de vino. Pero en el momento en que cerró la puerta del auto fue arrojada violentamente. Pudo ver el capó del auto cuando su cuerpo voló sobre él. Registró instantáneamente la posibilidad de que eso estuviera sucediendo. Había sido levantada y lanzada como si no pesara nada, y cuando se observó acercándose el suelo, metió la cabeza y giró el cuerpo. No fue suficiente para suavizar completamente el golpe y el profundo dolor en su hombro izquierdo le dijo que, o estaba dislocado o se había salido y vuelto a colocar. Era una vieja herida del campo de entrenamiento y no costaba mucho lastimarla. Brit estaba bien entrenada para el combate. En el momento en que cayó, se volvió de espaldas sacando la pistola de la funda de su cadera. Pero no fue lo bastante rápida y en el momento que la levantó para apuntar, fue pateada de sus manos y enviada a volar como su cuerpo. Ahora estaba aterrada. Era Driscoll. Lo reconoció por las imágenes de vigilancia y estaba vestido con ropas negras. Su piel era blanca y pálida y sus dientes estaban desnudos cuando la miró. Estaba sentado a horcajadas en sus caderas, y estaba clavada en el suelo con la nieve rápidamente llenando la parte de atrás de su camisa y deslizándose por la parte de atrás de sus pantalones, pero no le puso atención.

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—¡No, no, no! —Ella podía oír sus propios gritos aunque no era consciente de lanzarlos y cuando le dio un puñetazo en el estómago, él contraatacó dándole un revés en la mejilla, tan fuerte que creyó que perdería la consciencia. Podía oír un auto acercándose, pero con el banco de arbustos del bordillo y los altos ventisqueros de nieve de más allá, había pocas posibilidades de que el transeúnte la viera a menos que estuvieran mirando intencionadamente. Cuando los brazos agitados de Brit golpearon el cubo de jardinería que había dejado en los escalones de su casa, lo agarró. Sus dedos se sentían como carámbanos e intentar aferrar alguna de las herramientas que contenía el cubo era imposible. Finalmente tropezó y atrapó una por el mango, casi la dejó caer cuando el mango de metal helado quemó su piel ya congelada. La equilibró lista para apuñalar y cuando vio la cara del hombre otra vez, él estaba sonriendo. —¿Qué vas hacer con eso?¿Mmm? ¡Estúpida puta policía! —Y le dio un revés otra vez. La sangre salpicó por la esquina de la boca. Ella dirigió la pala a su intestino, pero su mano se movió más rápida de lo que sus ojos podían enfocar y le quitó la pala con la sonrisa otra vez. Sus dientes estaban desnudos y ella notó los caninos. Colmillos. Brillaban con la luz de la luna y el reflejo de la nieve. Estaba bastante segura de que en ese momento iba a morir. Oyó el sonido de la nieve crujiendo bajo unas pisadas imposiblemente rápidas antes de oír su voz. Su corazón supo que esto no era el final. —¡Suéltala maldición! —Y el cuerpo de Driscoll fue alejado del suyo. Ella se levantó rápidamente corriendo a los escalones para sentarse y observar. No había manera de seguir los movimientos y esto hizo que su cabeza martilleara más. Cuando una de las figuras aulló y salió corriendo por la calle como una sombra de piel pálida, sus ojos lo siguieron, pero cuando volvió a mirar a la figura agachada en el suelo a tres metros de distancia, era Angus quién estaba allí. Estaba sobre una rodilla con una mano en el suelo. Cuando miró sus centelleantes ojos azul cristal parecía tan depredador como Driscoll, y cuando miró su boca abierta, jadeó... y tuvo miedo. Colmillos. Largos, brillantes, blancos caninos justo como había visto en la boca de Driscoll. Y estaba gruñendo con los labios retraídos, listo para atacar. —¡Oh Dios! —gritó ella tratando de retroceder. Pero él ya estaba en los escalones y no había escapatoria. —Brit. —Su voz era cruda y rabiosa—. Brit, cálmate. Sólo soy yo. Se puso de pie lentamente con las manos por delante. Ella observó cómo sus dientes se retraían y volvían a la normalidad y la cara se relajó cuando dio un paso hacia adelante. Su pánico fue decayendo. Cuando un gemido bajo escapó de sus labios, ella bajó la mirada y vislumbró el mango de la pala que Driscoll le había quitado sobresaliendo a un costado del abdomen de Angus. Se quedó pasmada. Él se puso de pie y sacó la herramienta de su estómago, gimió por el dolor. Había estado completamente incrustada y cuando la tiró al suelo, casi estaba sorprendida de que aún estuviera de pie. Pero recordó quién era,

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lo que era. Aun así sentía dolor. Su mano estaba presionando el costado de donde había sacado la herramienta y ella alcanzó su cuerpo, observando sus ojos. —Necesitamos irnos, Brit. —Tenemos que llevarte a un médico... —Intentaba estar al mando como siempre, pero estaba fallando en su presencia, como siempre también. Él se rió, pero estaba dolorido. —Driscoll sabe quién eres y dónde vives. No estás segura aquí y te aseguro... que estaré bien. Se necesita más que una herramienta de jardín para matar a un vampiro. Y entonces él le mantuvo la mirada firmemente esperando su respuesta. Exhaló una profunda respiración y asintió ligeramente. —Vampiro... —Sí... pero soy de los buenos. —Soltó una risa sutil y ella pudo ver el dolor que estaba sintiendo por la manera en que sujetaba su cuerpo. Vampiro o no, estaba herido. —Por favor déjame ayudarte. —Si quieres ayudarme, vendrás conmigo, así puedo sacarte de aquí. —Ella asintió y puso los brazos alrededor de su cintura. Realmente no necesitaba su ayuda, estaba segura, pero la hizo sentir que al menos lo estaba apoyando y la fuerte presión que él ejercía sobre su hombro era tranquilizadora. Ella estaba temblando contra su cuerpo cuando caminaron. El Range Rover estaba estacionado detrás de su patético Vic Crown y él la ayudó a entrar en el asiento delantero antes de rodear el auto hacia el lado del conductor. Conducía rápido y nunca apartó su mano de la de ella. Cuando llegaron a su edificio se detuvo y el mismo portero que ella groseramente había despedido en su primera noche se acercó. Cuando caminaba hacia el auto, Angus lo rodeó hasta su lado y la ayudó antes de que el portero dejara el bordillo. Entraron juntos y él sacó el teléfono móvil de su bolsillo. —¿Puedes venir a mi casa? Y cuando estuvieron en el ascensor la enfrentó y tomó su cara entre sus manos. Estaba estudiando la sangre en el labio. Cada vez que movía su boca, se abría otra vez y comenzaba a deslizarse la sangre y su lengua pasaba sobre el labio inferior. Se inclinó hacia su boca y besó gentilmente la esquina. Ella jadeó. Entonces su lengua acarició el corte y lamió la sangre. Brit se quedó congelada en el lugar. Cuando él se apartó, sus fosas nasales llameaban y pudo ver las puntas de sus dientes justo detrás de los labios. —Deliciosa. —Se estremeció por sus palabras, pero permaneció en silencio. —¿Te ha mordido en alguna parte? —Ahora estaba estudiándola seriamente. Sacudió la cabeza—. ¿Estás segura? Ella asintió pero todavía estaba petrificada. No tenía ni idea de qué decir. No todo los días eras forzada a reconocer una verdad como esta. Había estado

negándolo, apartando la posibilidad de su mente durante días, ahora, al verlo en carne y hueso delante de ella, ya no podía negarlo. Era un vampiro.

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No había dejado de temblar. Infiernos, Angus no había dejado de repetir los eventos de la noche para sí mismo. Solo fue una mera coincidencia que llegara a su casa. De no haber llegado, ella estaría muerta. Eso le dejaba un nudo en el estómago, las manos hechas un puño en los costados y el corazón sacudido y corriendo con pánico. Langford lo había llamado, lívido por la orden de arresto y Angus lo había usado como una excusa para verla. Habían pasado tres días y habían sido toda una prueba. Quería ver cuán difícil era alejarse de ella. Había sido un maldito infierno y en el momento en que habló con Langford, ya estaba saliendo por la puerta, corriendo para verla. Cuando vio a Driscoll encima de ella, pensó que se moría. Driscoll probó ser un luchador mucho mejor de lo que había esperado, pero cuando había hundido sus dientes en la garganta del hombre, preparado para desgarrar su carótida, había sido apuñalado con la maldita pala de jardinería. Inadvertidamente aflojó la mandíbula y el cobarde salió corriendo como un perro. Y ahora aquí estaban. Brit estaba tratando con un vampiro que no tenía problemas para matarla con tal de proteger su propio culo y sin duda lo intentaría otra vez. Y él tenía miedo. Sabía muy bien lo que eso significaba. Le importaba... estaba más que preocupado. Ah sí, y ella sabía que él era un vampiro, así que tenía ese activo también. La vida era grandiosa en ese momento. Pero ahora estaba a salvo. Estaba sentada en su sofá mirando la mesa de café que tenía delante. Parecía como si estuviera en shock y tanto como le gustaría oírla decir algo, no estaba completamente seguro de lo que estaba pensando. Cuando Bremmer entró, ella finalmente le miró antes de mirar a Bremmer. —Tú debes ser Brit. Yo soy Quentin Bremmer. Es bueno conocerte. Soy médico, y me gustaría hacerte unas pocas preguntas. —Estoy bien, pero Angus fue apuñalado. Necesitas mirarlo a él. —La atención de Bremmer se giró hacia Angus, pero el ligero movimiento de cabeza de Angus tuvo la atención de Bremmer de vuelta sobre ella. —Preocupémonos por ti primero. Angus estará bien. —Él se sentó delante de ella en la mesa de café cuando la expresión de Brit permaneció distante y confusa—. ¿Fuiste mordida en alguna parte? —Sacudió su cabeza—. Sientes dolor. Puedo olerlo en tu química. ¿Dónde te duele? —Lo observó pasmada antes de mirar a Angus que estaba de pie estudiándola. No podía dejar de mirarla. Parecía como si estuviera a dos segundos de ponerse histérica y él la calmara. —¿Cómo...?

—Brit, responde a la pregunta del hombre. —Le miró durante un momento antes de dejarlo ir y volvió su atención al médico sentado delante de ella. —Es mi hombro, pero está bien. Me lo disloqué hace años y se sale fácilmente, pero está de vuelta en su lugar. Apenas duele ahora. —¿Y estás segura que no fuiste mordida?

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—Sí. ¿Por qué? ¿Me convertiré en un perro? —El tono de la palabra perro era inconfundible. Su volvió de golpe hacia Angus y su expresión era desdeñosa. Él mantuvo la suya educada, firme y controlada. No iba a reaccionar como ella esperaba. Estaba nerviosa, conmocionada, y la actitud de esta-malditaborrachera-se-está-volviendo-una-perra luchaba por dominar. Era como mantenía su sentido de control en la vida cuando no había ningún control. Pero Bremmer era uno de los hombres más pacientes que Angus había conocido, le sonrió tranquilamente ignorando el insulto detrás de la palabra. —¿Perro, eh? —Se rió—. ¿Te importa si miro tu hombro? Necesitaré que saques el brazo de la camisa. Asintió y se sacó la manga exponiendo la mitad de su torso. Llevaba un simple sujetador de algodón que apenas contenía los pechos perfectamente redondos y de repente el pene de Angus luchó contra la restricción de los pantalones. Bremmer por otra parte simplemente se enfocó en su hombro con todo el profesionalismo del mundo. Por supuesto, él no había tenido el placer de hacerle el amor para complicar las cosas. Y por supuesto, era más maduro y controlado en semejantes situaciones que Angus. Él pinchó y manipuló su hombro, y ella hizo una mueca de dolor una o dos veces pero solo en la más enérgica de las manipulaciones. Cuando él terminó, ella se vistió rápidamente. —Deberá estar bien. Definitivamente se siente suelto, pero adivino que siempre lo está hasta cierto punto. Ten cuidado y evita usarlo más de lo necesario. Si el dolor persiste más de una semana, ve a tu médico habitual. —¿Y qué les digo? ¿Qué un hombre del tamaño de un perro me lanzó sobre el capó de mi auto? —Aún estaba en actitud de lucha. —Si lo prefieres, aunque no te lo recomendaría a menos, por supuesto, que quieras una receta para una visita forzosa al psiquiátrico. —Rió sutilmente, pero aún era cálido y cariñoso—. Y es vampiro, Brit, pero creo que lo sabes. Y se puso de pie para caminar hacia Angus, dejándola mirando su espalda. —Bueno ¿dónde fuiste herido? Se levantó la camisa y Bremmer estudió la herida. Angus podía sentir la piel uniéndose y comenzando a sanar, pero tampoco se sentía completamente curado. Brit estaba estirando el cuello para ver y casi se cayó del sofá cuando pudo ver a un lado de Bremmer. Se le saltaron los ojos cuando vislumbró la herida ya curándose. Se puso de pie y se acercó. Él la observó. —Eso es imposible —murmuró cuando estuvo al lado de Bremmer con la boca colgando.

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—¿Parecido a los hombres perro, Brit? —La retó él, pero ella no apartaba la mirada de su estómago y Bremmer rió. —Necesitas cazar. Te estarías curando más rápido si no estuvieras hambriento. —He estado ocupado. Bremmer miró a Brit, pero rápidamente volvió su atención hacia Angus cuando la camisa volvió a su lugar. —Independientemente de eso, ocúpate. —Truman y yo iremos pronto. Brit estaba observando su interacción con interés. El shock aún estaba firmemente plantado en su cara, pero los estaba estudiando. Bremmer era uno de los pocos vampiros que podía resistir a Angus. No es que Angus fuera un tirano en ningún momento, pero él y Bremmer siempre habían sido iguales, y no había jerarquía entre ellos. Lo mismo podía ser dicho de su amistad con Truman, aunque en su caso era simplemente el respeto de Angus por el hombre lo que los ponía al nivel. Truman era doscientos años más joven que él y mientras estuvo el líder de su clan, había sido un renegado solitario durante el tiempo suficiente para echar a perder su lugar en cualquier jerarquía. Pero lanzarse a la misericordia del consejo y luego destruir a su líder tirano para proteger a la mujer que amaba le había ganado un lugar en la escala de Angus. Los clanes vampiros eran viejos en muchos aspectos. Las hembras raramente eran vistas como parte de alguna estructura jerárquica, menos en los consejos. La edad tenía que ver mucho más con el estatus que cualquier otra cosa. Angus era la cabeza no sólo de su familia, sino del consejo que supervisaba la región este de los Estados Unidos. Sólo había cinco líneas de familias en su región. Cada una tenía una casa familiar en Boston con diez o quince miembros y clanes más pequeños extendidos por la región. Clint supervisaba la labor del liderazgo familiar mientras Angus se ocupaba de cuestiones del consejo. Clint era demasiado joven para estar en la directiva, tenía un poco más de 250 años, pero era el más viejo de los vampiros que Angus había engendrado antes de que fuera proscrito. El hecho de que Brit estuviera sentada en una sala con dos de los vampiros de más alto rango en su región y que supiera exactamente lo que eran, era extraño por decir lo menos. Cuando Truman y Ember entraron, se hizo aún más extraño y ella pareció estar luchando un poco más con su shock. —Hola, Brit. Encantada de conocerte finalmente. Soy Ember. —Ember se acercó a ella cuidadosamente, como si pudiera romperse, y Angus se encogió sabiendo que Brit golpearía antes de romperse. Pero lo sorprendió. —Hola. Encantada de conocerte también. —Ella podía ser delicada, civil; incluso se las arregló para forzar una pequeña sonrisa. —Este es mi marido, Truman. —Truman la ofreció la mano y ella se la tomó —¿Estás bien? Oímos que fuiste atacada y solo queríamos asegurarnos de que estabas bien. —Brit asintió, pero no dijo nada—. Bueno, te trajimos algo de ropa para cambiarte si la necesitas. —Y fue la primera vez que él se dio cuenta de

que estaba temblando, su pelo estaba mojado por la nieve derretida y que la parte de atrás de su ropa estaba tan mojada como su pelo. Había estado tan preocupado que se las había arreglado para perderse el detalle. —Gracias. —Brit tomó la ropa pero no dijo nada más. Ember la dio otra gentil sonrisa antes de besar a Angus en la mejilla y darse la vuelta para irse. —¿Hablaremos sobre esto después? —Fue Truman quién le hizo la pregunta y el ligero asentimiento de Angus confirmó que tendrían una charla al completo: la seguridad de Brit y cómo iban a resolverlo, para comenzar.

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remmer se fue con Truman y Ember, y Angus se quedó solo con ella. Brit lo miraba con cansancio. Podía ver la desconfianza nadando en sus ojos pero también sentía su curiosidad. ¿Cómo podía no tenerla? No todos los días te atacan y luego eres salvado por un hombre-perro. Un apodo bastante ridículo. Tales cosas sacudían a las personas. Aunque Brit ya tenía sus sospechas de que había algo muy poco natural en el hombre con el que estaba follando, había sido capaz de pasarlo por alto, ignorarlo cuando era necesario. Pero era difícil hacerlo cuando alguien te estaba mirando a la cara con unos colmillos afilados. Cuando se acercó, lo miró a los ojos antes de llegar a la parte inferior de su camisa. Lentamente levantó la tela hecha jirones y llena de sangre. La levantó lo suficiente para ver la herida en proceso de curación y, cuando lo hizo, su cabeza se movió lentamente de un lado al otro. —¿Cómo es posible? —susurró. —Me curo rápidamente. —Su voz era calmada—. Ven conmigo. Le tomó la mano arrastrándola hacia su dormitorio y tomó la ropa que Ember había dejado. Abrió la ducha en su cuarto de baño mientras Brit lo observaba. Cuando Angus comenzó a quitarse la ropa sucia y mojada, ella se congeló. —Yo puedo ducharme sola. —Por supuesto que sí. —Pero siguió quitándose la ropa. Cuando estuvo desnudo, la alcanzó para hacerle lo mismo. Brit comenzó a recular, pero Angus daba un paso por cada paso que daba ella, hasta que la espalda de Brit estuvo contra la pared y Angus alcanzó la parte inferior de su camisa. Le sujetó las manos, pero se soltó y levantó la camisa. Estaba temblando y la piel de gallina mostraba frío y nervios. Quería calmarla; quería que la calmara, pero en cambio estaba luchando. —Sólo soy un hombre. Lo sabes —le estaba susurrando en el oído mientras sacaba su brazo de la camisa. —No lo eres. —Su voz temblaba, pero no protestó cuando siguió con el otro brazo y le sacó la camisa por la cabeza. La miró temblar, de pie, tan completamente vulnerable y con la suave piel erizada. Le desabrochó el sujetador y se lo sacó antes de agacharse hasta las rodillas para bajar sus pantalones y ropa interior. Deslizó los zapatos y calcetines fuera de sus pies y tiró la ropa lejos mientras ella se equilibraba con una mano en su hombro.

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Ya estaba duro y listo para devorar su coño, pero a Brit le temblaban las piernas y podía oír su corazón latir furiosamente. Cuando se levantó, tomó su mano y se la puso en el pene, Brit utilizó la palma para acariciar su eje y cerrar la mano en torno a él. —Sí, lo soy. —Ella no discutió esta vez y, cuando Angus la tomó de la mano y la llevó a la ducha y al calor del agua, lo siguió obediente exhalando un profundo suspiro. La sostuvo en brazos debajo de los chorros calientes de la ducha, Brit hundió la cabeza en su pecho mientras Angus la abrazaba. Su erección estaba alta entre sus cuerpos y pulsaba con necesidad. Cuando Brit se separó al cabo de unos minutos, fue para observarlo. Miró sus labios. Angus abrió el labio superior tentativamente. Su frente se arrugó mientras lo estudiaba pero sus dientes estaban retraídos y no había nada de interés que ver. —Yo sé lo que vi. —Sus miradas se encontraron. —Toca mi pene. Acaríciame. —Sus ojos se estrecharon—. ¿Quieres ver lo que me hace la caza? Es lo mismo que me pasa con tus caricias. Ahora envuelve tu mano alrededor de mi pene antes de que encuentre otra manera de excitarme. —Brit tragó el nudo en la garganta y lo miró fijamente, luego se estiró. En el momento en que sintió su tacto, la mandíbula le dolió y levantó la cara para que el agua cayera a plomo sobre su pecho. Podía sentir los dientes empujando y prolongándose en su boca y sus jadeos mostraban lo rápido que podía afectarlo. Los músculos de su estómago se apretaron y crisparon cuando Brit acarició arriba y abajo su longitud. La herida del costado le apuñalaba el estómago cada vez que sus músculos se apretaban, pero lo ignoró, centrándose en su mano. Cuando la miró de nuevo, los ojos de Brit estaban desorbitados. Se quedó boquiabierta ante la vista de sus dientes. Pero eso no le impidió acariciar su erección. Sus labios estaban ligeramente separados, y él sabía que las puntas se veían fácilmente. Cuando Brit levantó la otra mano hasta su boca, la dejó empujar su labio hasta exponer la longitud de sus afilados colmillos. Seguía con la boca abierta y parpadeaba con rapidez. Detuvo el movimiento de la mano en su pene y, mientras miraba, hipnotizada o tal vez sólo conmocionada, su agarre se apretó alrededor de él hasta el punto de dolor. —Brit... joder, Brit. Tienes que hacerlo más suave, amor. —Brit lo soltó al instante y sus ojos brillantes lo miraron. Definitivamente estaba conmocionada. Levantó su ahora desocupada mano hasta la boca de Angus y tocó de nuevo sus dientes. Estaba pisando en terreno peligroso. Angus sacó sus manos de la boca, sosteniéndolas entre las suyas. —Cuidado. Son venenosos. —Estaba tratando de mantener la calma, sin saber qué tan bien lo estaba manejando Brit—. Ven a la cama conmigo. —Pero ella se quedó clavada donde estaba, sin moverse—. Muy bien. Haremos el amor aquí. Cuando la empujó contra la pared, Brit no lo detuvo. Su mano llegó a su sexo, lo presionó y hundió los dedos hasta que ella gimió, jadeando.

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—Pon las manos sobre la cabeza. —Continuó acariciando y jugando con su piel sensible, pero no reaccionó. Cuando se encontró con sus ojos y ladeó la cabeza, ella negó con un movimiento. Sus labios encontraron su oído—. Ríndete a mí. — Fue un susurro seductor que hizo que un escalofrío muy visible atravesara su cuerpo. —No. —Apenas pudo oír su rechazo con el ruido de la ducha, lo susurró en un suspiro aterrorizado. Sabía que estaba asustada. —Yo no estoy en esas... cosas. No estoy interesada en el BDSM o... o... — Su voz estaba temblando, y estudió su expresión. Aún con temor. Observó sus ojos mientras hablaba en voz baja, acariciando suavemente su sexo con cada palabra que decía. —Ni yo tampoco. Es demasiado teatral para mi gusto. Y nunca querría perderme de ese fuego tuyo. Lo disfruto demasiado y has trabajado muy duro para lograrlo. Pero soy un hombre y quiero que me dejes ser un hombre. Te voy a dar todo el control que necesites, pero no de mí. Cuando seamos sólo nosotros dos, déjame conducir. No te arrepentirás; creo que lo sabes muy bien. Y deberías saber a estas alturas que no te haré daño, independientemente del monstruo que posiblemente crees que soy. —Él rozó suavemente los labios de su sexo mientras ella temblaba. La besó en la comisura de la boca donde el desgarro del tejido aún olía a sangre fresca. Metió su lengua entre sus labios, saboreándola, y entonces arrastró sus labios suavemente a su oído de nuevo. —Ahora pon las manos encima de la cabeza. Fue lento, vacilante, pero finalmente accedió, y una vez que tuvo las manos arriba, él las sostuvo suavemente contra la pared con una mano. —Gracias, Brit. ¿Está cómodo tu hombro? —Asintió, y él continuó. Utilizó la mano libre para recorrerla suavemente desde el cuello hasta su pezón. Le pasó la lengua y lamió el pico endurecido mientras la acariciaba más abajo. Separó los labios de su coño mientras observaba su rostro. No le ocultaba su excitación, pero estaba más preocupado por el miedo que podría estar escondido en su mente. Levantó una de las piernas de Brit y plantó el pie en el banco de azulejos de la esquina de la gran ducha. Sus piernas abiertas abrieron los labios de su coño para sus dedos indiscretos y deslizó el dedo medio en su cuerpo mientras ella gemía. Empujó y la oyó jadear. —¿Más? —Brit susurró su respuesta contra su cuello mientras empujaba un segundo dedo en su túnel caliente. Sus músculos estaban agarrando sus dedos mientras empujaba y sacaba—. ¿Más? —Mantuvo los dedos enterrados en su interior mientras sus músculos se apretaban firmemente a su alrededor. Ella gimió, pero no respondió. Angus se retiró para encontrar sus ojos. Y cuando la encontró mirándolo fijamente sobresaltada, él asintió y ella también lo hizo. Su cuerpo estaba mojado y excitado, y cuando sacó los dos dedos, estaban resbaladizos con su humedad. Trabajó con tres dedos lentamente, doblándolos juntos. Sostuvo sus manos firmemente por encima de la cabeza y cuando las yemas de sus dedos empujaron más y sus dedos se abrieron, Brit gritó y Angus observó su rostro. Estaba estirando su estrechez, pero en el momento en que relajó los

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dedos, ella se empujó contra él, hundiendo aún más los dedos. Los llevó casi hasta los nudillos y comenzó a gemir y rodar sus caderas contra ellos. Angus sacó y empujó, Brit se encontraba con sus movimientos y pronto todo su cuerpo temblaba, su estómago estaba apretándose fuerte, y los músculos de su coño lo estaban agarrando mientras empujaba. Cuando sus rodillas cedieron al llegar al orgasmo, sacó los dedos y empujó su cuerpo contra el de ella para sujetarla firmemente a la pared. Brit enterró la cabeza en su pecho, jadeando. —¿Demasiado? Ella negó todavía jadeando y él se echó a reír. Era tan jodidamente linda cuando no estaba discutiendo o tratando de manejarlo. Infiernos, era linda incluso cuando estaba tratando de dispararle. Se retiró de su cuerpo, inclinándose y besándola antes de volver a hablar. —De rodillas, amor. —Brit tomó una respiración profunda y Angus aflojó sus manos. Brit se deslizó por la pared y se arrodilló delante de él. Puso las manos de Brit en su pecho, sujetándolas con las suyas. Ella no necesitó persuasión para inclinarse a su pene duro y deslizar sus labios sobre la cabeza. Era la primera vez que lo había tomado en su boca y fue tal el éxtasis que pensó que era más de lo podía manejar. Vio cómo sus labios se distendían cuando se hundía sobre su longitud y se retiraba. Sus manos se crisparon contra el pecho de Angus en su deseo de tocarlo, pero él las mantuvo en su pecho, obligándola a usar sólo la boca. Cuando sacó la boca de su pene, usó su lengua para acariciar la cara inferior de su pene, trazando el pico de piel que llevaba a su hendidura y el líquido pre seminal que estaba goteando. Lo lamió antes de empujar la boca sobre su cabeza. Pero fue más allá de eso. Rodeó la cabeza con la lengua mientras chupaba y Angus gimió fuerte ante el suplicio. Cuando comenzó a empujar sus caderas en su boca, ella se quedó quieta, se abrió y le permitió follar su boca. Sus manos se crispaban sobre su pecho de vez en cuando queriendo liberarse y tocarlo, pero él siguió empujando suavemente. Brit lo chupó hasta que estuvo gimiendo y dispuesto a perder el sentido. En el último momento, le soltó las manos y ella lo tocó. Tomó los testículos apretadamente en una mano mientras con la otra envolvía la base de su eje. Eso lo lanzó a un orgasmo increíble que se desató en pulsantes espasmos. Gritó su nombre sin poder contenerse mientras lo acariciaba y chupaba entre las olas de placer que latían y se escapaban hacia su boca. Cuando se puso de pie, se abalanzó sobre sus labios, metiendo la lengua en su boca y haciéndolo degustarse a sí mismo. Sus dientes aún estaban alargados, pero con tal de que fuera su lengua en la boca y no al revés estaban a salvo. Él ahondó en su calor sedoso. Entonces, finalmente, le soltó la boca, dio un paso atrás y le permitió bañarse. La observó mientras se lavaba el pelo y cuando recorrió la piel con la pastilla de jabón que él le entregó. Estudió cada movimiento, disfrutando de la manera en que ella tocaba su cuerpo.

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Cuando Brit alcanzó su cuerpo, se apartó de la pared. Le enjabonó el pecho y pasó los dedos sobre cada centímetro de su parte frontal. Estaba duro de nuevo para el momento en que llegó a su pene y lo lavó, corriendo suavemente los dedos sobre su piel allí también. Cuando enjabonó sus manos y brazos, habló. —¿Mi espalda? —Asintió suavemente mientras envolvía sus brazos alrededor de ella y empezaba a frotar y masajear la parte posterior de sus hombros. Brit imitó sus movimientos, llegando a su espalda. Cuando él se movía hacia abajo, ella también lo hacía. Cuando llegó a la parte inferior de la espalda y pasó las manos haciendo grandes círculos hacia abajo sobre la parte superior de sus nalgas redondas, sus manos hicieron lo mismo. Se mordió el labio inferior mientras él sonreía. Al parecer, que estuviera a punto de morir la convertía en una niña juguetona. Él se movió más abajo, sabiendo que ella haría lo mismo. Buscó a tientas y apretó los músculos tensos de sus nalgas y canturreó mientras veía sus ojos. Se enjuagó el jabón de las manos en la ducha, pero esto había dejado de tener algo que ver con limpiarse. Cuando él deslizó los dedos entre las mejillas de su culo, sabía exactamente en lo que se estaba metiendo. Ella siguió su ejemplo, acariciando entre sus mejillas y cuando frotó ligeramente sobre la piel arrugada de su ano, se convirtió en la primera mujer que lo había tocado de esa manera. Y se vino abajo. Gimió ante la intimidad de ese acto y ella también lo hizo. Brit hizo una pausa esperando lo que él iba a hacer. Angus encontró su desafiante sonrisa de nuevo. Lo estaba retando con los ojos y, mientras él hacía un movimiento imperceptible con la cabeza, ella habló. —¿Estás seguro de que quieres ir allí? La estudió por un momento antes de responder. —Oh, sí. —Y empujó... Ella también lo hizo.

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uando Brit despertó a la mañana siguiente estaba sola. Se quedó mirando al techo. No ayudó mucho a ordenar su cerebro, pero estaba tranquila y cálida en la cama y sus recuerdos de la noche anterior eran demasiado intoxicante como para no darles un segundo pensamiento. Angus había gemido en voz alta y sintió su pene endurecerse contra su estómago mientras empujaba suavemente. Brit no pudo contener sus propios gemidos de placer mientras manipulaba el dedo dentro y fuera de su ano. Cada vez que empujaba, ella también lo hacía y cada vez que sacaba, ella también. Continuaron sin parar hasta que finalmente dejó caer la cabeza sobre el pecho de Angus y él le acarició el cuello. Cuando por fin sacó el dedo de su cuerpo, ella lo siguió. Después de que terminaron de bañarse la había levantado a horcajadas sobre sus caderas y la llevó a la cama. Cogió una toalla por el camino mientras le susurraba. —Si crees que voy a ser suave después de esto, no va a suceder. —Y no lo fue. Pero en medio de su rudeza era cuidadoso y controlado. Su mirada no se apartaba de ella si podía evitarlo, decidido a ver cada reacción. Le encantaba su fuerza, la confianza de Angus cuando la suya fallaba. Había una suavidad, cuidado y compasión que no esperaba. Era nuevo para Brit. No era tan estúpida como para ignorar que su vida había carecido de eso. Sabía lo patética que había sido su existencia hasta ese momento. Y más que nada, la dejó confundida. Y a la expectativa. Él no era un ser humano, al menos no del todo. No había forma de ignorar el hecho. Pero hecho o no, no era algo que podría conocerse sin peligro. Infiernos. A Brit no le gustaba la idea de vivir el resto de su vida en el manicomio. Era donde su madre merecía estar, no Brit. ¿Verdad? ¿Estaba pensando correctamente... sabiendo que tales seres existían en el mundo? Matar gente para sobrevivir. Debía hacerlo y, aunque no habían discutido el tema, no podía ser ignorado. La vida de Brit era dedicarse a capturar asesinos, no follar con ellos. Pero, ¿a quién mataba? No a víctimas inocentes. Como Driscoll. Entonces, ¿a quién? Y, francamente, ¿qué importaba a quién? Un asesinato es un asesinato... ¿no? Brit estaba demasiado calmada dadas las circunstancias, inclusive mareada. Por lo menos para sus parámetros, donde normalmente no sentía nada, ni siquiera excitación, alegría, emoción. Pero sentía todas esas cosas, incluso por un vampiro loco que quería verla muerta. Era él. Era Angus. Fue liberándola de las cadenas que mantenía sobre sí misma. La estaba ayudando a dejarse ir y estaba recogiendo esa carga por ella. No necesitaba a un psiquiatra que se lo explicara. Se había

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analizado a sí misma sin cesar en los últimos años. Había soñado con este momento de liberación una y otra vez en su vida, de alguna manera u otra. Simplemente nunca había vivido. Los sueños, o más bien las fantasías, eran siempre acerca de la sumisión. No esa "teatral" del tipo que Angus se burlaba. Del tipo emocional. Del tipo donde dejaba de ser el centro de su universo y empezaba a dejar que alguien más fuera su gravedad. Confiaba en él a pesar de que no tenía ninguna razón. Podría dañarla. Era por eso que no entregaba el control a cualquiera. Pero donde se aferraba al control con los demás, estaba demasiado atraída por Angus para no aceptar su control. No iba a renunciar a la confianza que puso en él, porque lo necesitaba. Lo necesitaba. Cuando rodó de la cama y se estiró, encontró la ropa que Ember le había dado cuidadosamente doblada en una silla junto a la cama. Había dejado unos pantalones de yoga, una camiseta y una sudadera con capucha y cremallera. Todo le quedaba bien y se sentía cómoda cuando salió de su dormitorio. No esperaba encontrar en el gran salón de su residencia a los tres hombres sentados. Angus en un sillón con el doctor Bremmer y Truman en el sofá. Angus la vio primero y le guiñó un ojo rápidamente mientras caminaba hacia ellos. Cuando se puso de pie y se reunió con ella a mitad de camino se inclinó sobre su boca. La besó suave y dulcemente. No de un modo público. Fue rápido. Antes de tirar de Brit, deslizó la palma suavemente por la mejilla para alisar el cabello, enviando un cosquilleo por todo su cuerpo. —Por favor, únete a nosotros. ¿Tienes hambre? Puedo enviar a buscar comida si quieres. —Ella negó. En verdad se moría de hambre, pero no quería comer delante de estos hombres. Se sentó junto a Truman en el sofá. —¿Podemos asumir que la información que discutiremos será privada? — le dijo Truman estudiando su rostro. Era un hombre excepcionalmente guapo con increíbles ojos color avellana, pero era difícil de leer. También había sido testigo de su interacción con su mujer y no se podía negar que era cuidadoso y capaz de tener compasión. —¿Puedo asumir que no me darás ninguna razón para arrestar a cualquiera de ustedes por la información que discutiremos? —replicó. No estaba tratando de ser descarada. —No lograrías salir del edificio con ninguno de nosotros, amor. —Angus la miró rápidamente mientras hablaba. No estaba feliz de contradecir la posición de autoridad de Brit. Angus no podía dar esa garantía en absoluto y ella lo sabía. No quería que Brit estuviera en esta posición. No con él. Pero era su investigación y tenía que ser parte de esta conversación, quisiera o no. —Lo siento, Brit, pero no hay escondites en la cárcel. Las cortinas están cerradas en este momento por una razón. El sol no nos va a matar, pero somos alérgicos si nos exponemos el tiempo suficiente, si se nos obliga a soportarlo se hace evidente. Y está lo que sucedería cuando necesitáramos alimentarnos. Te prometo, no nos quieres encarcelados. —Angus estaba observándola atentamente, estudiando su reacción. Ella no le dio nada.

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—¿Por qué de repente me ayudas? Quiero saber la verdad. Ciertamente no era tu intención al principio. —Angus la miró pensativo. Habló después de un profundo suspiro y el visto bueno de Truman. —No podemos estar expuestos, Brit. Una cosa es parar un polígrafo al azar o ser llevados para ser interrogados. Podemos... enterrar ciertos recuerdos cuando lo necesitamos, pero encarcelar a uno de nuestra especie sería desastroso para nosotros y para cualquier persona que esté cerca. —Tú “enterraste” los recuerdos en Michael, ¿no? —Asintió pero no dijo nada—. Háblame de eso. Quiero saber lo que quieres decir cuando dices enterrar. Se dio cuenta de que no se sentía cómodo. Supuso que no todos los días el hombre... vampiro esperaba explicar el funcionamiento interno de su clase a un ser humano. Pero después de observarla un rato miró a Truman. —¿Me haces el honor? Definitivamente tienes mayor experiencia en este tipo de cosas. —Se rió entre dientes cuando Truman sonrió. —Antes de convertir a Ember, usé mi capacidad de enterrar sus recuerdos para entrar y salir de su vida. Fue para protegerla, pero también fui completamente egoísta. No podía estar lejos de ella así que lo utilicé como una manera de conocerla y luego desaparecer de su vida. Pero fracasó... Un vampiro sólo puede enterrar los recuerdos de sí mismo y es el único que puede desenterrar esos recuerdos. Y es todo o nada. No se puede eliminar selectivamente ciertos recuerdos. Nuestra capacidad para enterrar recuerdos no sirve en una situación como esta, porque es demasiado... profunda. —Ella lo miró perpleja. —Por ejemplo tú y yo. —Brit miró por un momento a Angus—. Yo podría eliminar hasta la última pizca de mí de tu mente, pero hemos pasado demasiado tiempo juntos para que se perdieran todas las pistas. Habría demasiados agujeros. Hay informes con mi nombre en ellos, declaraciones que he firmado, horas de tiempo que hemos estado juntos. He conocido a gente en tu comisaría. Es demasiado para sacarlo de tu mente. Es lo mismo con Driscoll. Confía en mí. — Sonrió. —Me encantaría simplemente borrarlo de tus archivos y manejar este problema por mí mismo. Pero no puedo hacerlo. Sabes, casi pierdo a Ember para siempre porque le quité recuerdos que no tengo la capacidad de devolverle. Dejé agujeros en su memoria y soy el responsable. No lo hacemos por cualquier razón, de todos modos. No queremos hacerte eso a ti o cualquier otra persona que esté involucrada. —Los ojos de Truman eran serios mientras hablaba. Cuando se volvió a Angus de nuevo, trató de mantener la preocupación lejos de su expresión. —¿Alguna vez has enterrado mis recuerdos? Él negó con un movimiento brusco. —No. Es la última cosa que quiero hacer. Y no lo consideraría a menos que fuera para protegerte y si no tengo otra alternativa. Tienes que entender, para Truman era necesario ya que su familia, así como nuestro consejo, estaban dirigidos por otras personas. Tiranos, para todos los efectos. La vida de Ember se habría terminado por su relación con Truman. No es sabio darnos a conocer a los

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seres humanos. Sin embargo, en tu caso pasaron demasiadas cosas entre nosotros y no sería posible hacerlo sin estropear aún más la situación. —Y ya que te estás acostando con el nuevo presidente de nuestro consejo, supongo que él tiene sus razones personales para querer mantener intacta tu mente. —Fue el doctor Bremmer sonrió cuando ella le devolvió la mirada. Brit se sonrojó. Angus lo miró y el doctor Bremmer se encogió de hombros burlonamente cuando vio la mirada de Angus. —Entonces ¿dónde nos deja eso con Driscoll? No me están ayudando por caridad y han dejado claro que no quieren que lo arreste, por lo que me resulta difícil entender la conexión. —Y miró a los tres hombres con una mirada acusadora—. Veo que no tienen idea de dónde está y quieren que lo encuentre por ustedes. Y cuando lo encuentre... ¿entonces qué? —Lo resolveremos. —La voz de Angus era plana, tranquila. Ella negó. No podía ser parte de esto. La captura de los malos era su trabajo, no buscarlos y entregarlos a los hombres que lo iban a matar—. No es humano, Brit. Él no es un problema que puedas manejar. Es nuestro. Ella todavía se negaba, tratando de conciliar lo que le estaban pidiendo que hiciera... o no hiciera. —Él es un asesino. Las familias de sus víctimas se merecen algo mejor. —Sí, es un asesino. Y el mundo estará más seguro sin él. No puede vivir. — La voz de Angus fue dura y estaba mirándola. Ella le devolvió la mirada. —Bueno, en ese caso ¿tú lo haces mejor que él? —Su voz fue tan dura como la de Angus. Truman respondió para disminuir la tensión entre ellos. —Brit, sólo se nos permite matar a cierto... tipo de personas. Y te aseguro, estamos protegiendo a los humanos poniendo fin a esas vidas. —Pero tienes un buen punto Brit, y una pregunta que necesitamos responder con el fin de que entiendas porqué Driscoll está haciendo esto. —El que habló fue el doctor Bremmer—. ¿Qué nos puedes decir acerca de las víctimas? ¿Qué tienen en común? Ella todavía estaba mirando a Angus que le devolvía la misma mirada. Cuando por fin apartó la vista y miró al doctor Bremmer, él la estaba observando con paciencia. —No creo que sea seguro dar esa información. —Déjalo ir Bremmer. Eran narcotraficantes, y, francamente, obtuvieron lo que merecían. —Angus había hablado y sus palabras hicieron hervir la sangre de Brit. Su boca se abrió antes de poder detenerse. —¡Drogadictos! ¡No distribuidores! ¡Estas personas estaban enfermas, no eran criminales! —Dios sabía que era sensible al tema por quiénes eran sus padres. Le estaba gritando.

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—Gracias, Brit. Eso es lo que necesitábamos saber. —Su expresión era plana. Él la había engañado para que le respondiera y aunque estaba temblando de furia, no se perdió la mirada inexpresiva en su cara. No estaba contento de manipularla. Pero esa comprensión no calmó su furia. Había jugado bien su juego. Quería darle una bofetada. Quería gritar, pero su ira ya se había disparado una vez y no iba a darle la oportunidad de que volviera a ocurrir. Entonces sonó su teléfono. Ella se alejó de ellos y contestó. —¡Qué! —Los hombres la miraban con curiosidad. —Tenemos el informe del forense de las dos últimas víctimas. Mueve el culo a la comisaría. —Humphreys colgó sin decir nada más. Se volvió hacia los hombres. —Me tengo que ir. Angus se puso de pie. —Por favor, disculpen. En un momento me pondré al día con ustedes. — Disparó las palabras por encima del hombro mientras caminaba hacia ella. Bremmer y Truman se levantaron para marcharse. La puerta se cerró tras ellos. —No quiero que esto sea una pelea. —No veo cómo vas a evitarlo. —Era un hecho deprimente. No estaban en el mismo equipo. No podía aceptar lo que él quería hacer y Angus no podía aceptar lo que estaba obligado a hacer. Se apartó para encontrar su bolso. —Te llevaré a la comisaría. —Pensé que no podías estar en la luz del sol. —Estaba casi burlándose de él. —No es tiempo suficiente para hacerme un daño serio. En el auto se quedaron en silencio hasta que estuvieron cerca. —No va a estar muy activo durante el día, así que estarás más segura durante el día, pero una vez que baje el sol vas a ser vulnerable. —Lo tendré en cuenta. —Estaba molesta y no lo estaba manejando bien. —Quiero que te quedes en mi edificio hasta que esto se resuelva. —¡No! No tengo ninguna intención... —¡Sí! No voy tenerte por ahí arriesgando el culo con un hombre contra el que no tienes ninguna posibilidad. —Vete a la mierda. Puedo cuidar... —Si quieres espacio, te lo daré, pero no vas a volver a tu casa... —¡Lo haré! —Voy a arrastrarte pataleando y gritando a mi edificio si tengo... —Y yo voy a arrestar tu culo por secuestro.

—Me gustaría ver que lo intentes. Se estaban gritando el uno al otro cuando él se detuvo en la parte delantera del edificio, pero la gente que pasaba no le impidió disparar el último tiro. —¡Vete a la mierda! O que él dejara de responder. —¡Maldita sea, mujer! Todo lo que quiero es que estés a salvo. ¿No puedes darme por lo menos eso? Los ojos de ambos estaban trabados con furia. Tenía una gran batalla por delante para ver dónde iba a dormir y estaba siendo petulante y estúpida, pero estaba malditamente enojada. Después de un momento de resoplar, respiró profundamente y se calmó. Finalmente cedió. —Está bien. —Y cuando abrió la puerta y saltó, miro hacia atrás por encima del hombro—. ¡Pero no voy a follar contigo nunca más! Mientras la puerta se cerraba oyó sus últimas palabras. —Ya lo veremos.

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o estaba bromeando. Era jodidamente doloroso pasar de sexo increíble a nada en cuestión de minutos. Ella le estaba agarrando el ritmo, y alegre como estaba de haber renunciado a su lucha de no quedarse con él, era tan fría como el día que la conoció. Él entendía. ¿Quién demonios reacciona así al descubrir que los vampiros existen, que están follando uno, y, oh sí, el modo en que pasa su vida está en conflicto con el suyo en un nivel básico e irrefutable? Se había refugiado en la patrulla esa noche. Estaba oscuro, y Jonathan el valet había llamado tan pronto como había llegado. Oscurecía temprano en Boston durante la mitad del invierno, y se alegró de ver pocos minutos después el último rayo de sol desaparecer en el horizonte. Tenía que cazar con Truman, y necesitaba todo el tiempo que pudiera conseguir, pero él sabía que ella no saldría hasta que estuviera allí con seguridad. Estaba petrificado por su seguridad. Petrificado. ¿Desde cuándo Angus se petrificaba? No era él mismo con ella. Otro subproducto patético que cuidar. Era muy malo que lo odiara ahora. Pero no lo hacía realmente. Podía ver el dolor en sus ojos cuando entró en su residencia. Era evidente en la manera torpe de su mirada, miró hacia otro lado, y resopló para tranquilizarse con el aire de sus labios fruncidos que contenía una carga fuerte de emoción. —Siento lo de esta mañana. —Ella estaba tranquila cuando habló, mirando a su pecho, y en un momento, el alivio inundó su alma... pero luego volvió a hablar y destruyó ese alivio—. Pero no puedo... no puedo lidiar con esto... —Su actitud no era dura. Y podía ver la lucha en ella por mirarlo. —¿Te refieres a mí? —Él la estaba observando de cerca. No estaba molesto con ella. Sabía lo que era. Sabía lo que era. Y tenía razón. Pero le dolía. Y eso no era algo a lo que Angus estaba acostumbrado. Asintió, negándose a mirarlo. —Lo siento. —Su voz era apenas un susurro. No era en absoluto la Brit que había conocido semanas antes, y él amaba su suave vulnerabilidad, pero odiaba sus palabras ahora mismo. —Está bien, Brit. Entiendo. —Sus manos estaban ansiosas por llegar a ella, estrecharla entre sus brazos, pero apretó los dientes en su lugar—. No hay razón para que esto continúe. Eres demasiado mortal para mí, y soy totalmente demasiado inmortal para ti. —Odiaba sus propias palabras incluso mientras las pronunciaba—. Pero necesito que entiendas que tu seguridad es mi principal preocupación ahora. Y hasta que no sepa que estás a salvo, vas a tener que lidiar conmigo.

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—No puedo estar de acuerdo con lo que quieres hacer, o ayudar de cualquier manera. Yo no mato a sospechosos de asesinato. Yo los arresto. —Lo sé. Y no voy a pedir que me digas nada más sobre tu investigación. —Pero no van a dejar de tratar de encontrarlo... matarlo. —No va a ser tu problema. —Si lo matas y te conviertes en un sospechoso de asesinato, va a ser mi problema. —No hagas esto, Brit. Sé que es difícil para ti, pero te necesito aquí. Necesito saber que estás a salvo. Y no hay discusión cuando es tu seguridad la que está en el corazón de la misma. —Jesús, sonaba como Truman. Envidiaba el corazón de Truman. Siempre lo había hecho. Pero joder, la emoción detrás de esto era dolorosa. Quería a la mujer delante de él mucho más de lo que sabía que podía querer. Lo miró por un momento antes de responder. —Me quedaré esta noche. No era la respuesta que esperaba, pero estaba dispuesto a aceptarla por el momento. —Tengo que salir esta noche. ¿Necesitas la cena antes de que me vaya? Negó y luego se congeló en su lugar. —Espera. ¿Ir a dónde? La miró fijamente, sin una pizca de expresión en su rostro. —No estamos follando nunca más, ¿recuerdas? No tienes derecho a esas preguntas. —No se estaba burlando de ella. Su voz era tranquila, incluso deprimida. Odiaba esto, y se notaba en su voz. Pero sus ojos se agrandaron mientras lo observaba. —Vas de caza. —Déjalo ir. —Inclinó la cabeza, advirtiéndole, no es que lo escuchara. Ella le dio la espalda y se alejó a su dormitorio, cerrando la puerta. Oyó la ducha corriendo en cuestión de minutos y olía el aroma sutil de su jabón, ya que el aroma flotó hacia él. Él lo tomó como su señal para salir y se encontró con Truman en el vestíbulo. Cuando llegaron a la acera, fue hacia Nueva York. Fue un viaje de cuatro horas, y no volverían hasta la madrugada. —¿Cómo está Brit? Parecía aturdida esta mañana. —Eso es subestimarlo. —Y una respuesta bastante comprensible. —Ella no puede hacer frente a lo que somos, lo que hacemos. Lo dejó bastante claro para mí. Truman se rió entre dientes, pero era una risa lejana que no tenía ningún sentido del humor. —Demonios, no puedo hacer frente a lo que soy a veces. Dale tiempo. —¿Por qué? No tiene sentido real. —Joder, sonaba deprimido.

Truman estuvo en silencio por un largo rato antes de volver a hablar. —¿La quieres? —Sólo Truman podía salir con una pregunta como esa. Suspiró y se frotó la frente, contemplando decirle que se fuera a la mierda, pero finalmente contestó. —De nuevo, no veo cómo podría importar. —Bueno, me preguntas cuál es el punto... y francamente, el amor es una especie de punto propio, ¿no es así? —No era una pregunta. —Eres un idiota, de verdad. Se rió entre dientes, pero calló. Truman no era un idiota en absoluto. Él era diez veces el hombre que Angus nunca había sido. Era más moral, más en contacto consigo mismo, y más abierto a involucrarse con otra persona. Era fácil para él, simplificar todo el asunto. Truman tenía a su pareja, y ella también era inmortal. Ember no estaba atada con una profunda fuerza impulsora construida alrededor de su vida como Brit, y que entraba en conflicto completamente con todo lo que Angus era. No había duda en la mente de Angus que Brit nunca sería capaz de aceptar quién era. Y era un sentimiento de jodida desesperanza. No podía amarla. Incluso si él lo deseara.

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Se despertó cuando sintió que la cama se movía. Se había quedado dormida con un sentimiento de vacío. Algo faltaba. Era como una de esas muchas veces en la vida cuando la inquietud te alcanza, cuando necesitas algo, quieres algo, ansías algo justo fuera de tu alcance, y, sin embargo, ella no podía poner su dedo en la llaga. Generalmente estaba deseando una buena copa de vino, azúcar, infiernos una buena, pasada de moda, soda regular. En este caso, sin embargo, era él. Lo necesitaba. Y ahora estaba allí. Estaba sentado en el borde de la cama al lado de su cadera. Se veía igual que cuando la dejó. Pero era diferente. Había matado a alguien, y ella lo sabía, y mientras lo miraba, su aliento quedó atrapado en su garganta y se atragantó con un gemido de agonía dolorosa que a duras penas contuvo. Se sentía como si estuviera al borde del pánico mirando en sus ojos. Odiaba lo que él podía hacerle. Lo odiaba más porque se preocupaba por él. Era extraño, como el dolor que sentía cada vez que su madre elegía las drogas sobre ella. No podía renunciar a ellas y sobrevivir, y por alguna extraña razón malditamente dolía. Dolía porque lo quería, lo quería de un modo extraño y por alguna extraña razón, eso significaba que no había esperanza de que el amor no la lastimara. Al igual que el amor por su madre la hería. Ella sintió que las lágrimas pinchaban sus ojos mientras lo miraba. Fue una lucha física mantener el control de su cuerpo y luchar contra el deseo de romperse, pero ella era Brit, y no podía darle esa emoción más, no ahora que había tomado la decisión de poner fin a su romance con él. Tragó saliva y dolió. Los ojos le ardían por el esfuerzo de no llorar delante de él, y su pecho estaba apretado como si sus costillas fueran a romperse si trataba de respirar. Su mundo y la pérdida de él se cernían a su alrededor y la sofocaban.

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Pero ella no le dio ninguna de esas emociones, sentimientos malditamente dolorosos. En cambio, lo miró fijamente mientras la miraba de regreso. Se veía hermoso, y ella quería extender la mano y tocarlo. Se lamió los labios mientras lo miraba, y se imaginó lo que su boca había hecho, lo que sus labios habían tocado, y lo que sus dientes habían mordido. Probablemente nunca lo vio venir y nunca imaginó un final como este. Y el hombre que estaba mirando, cuyo consuelo estaba deseando como una droga que apenas podía resistir, era responsable del mismo. —Tu corazón está golpeteando. Atravesado por tu adrenalina. —Hizo una pausa antes de hablar de nuevo—. Y no hay rastro de la excitación que me guste tanto. —Ella se sonrojó por su transparencia a él. Cuando abrió la boca para seguir hablando, la cerró, contemplándola por un momento. Parecía avergonzado, abochornado incluso—. Tu moral no es un lujo que tengo, Brit. Pero la envidio, golpea la mierda fuera de mí, francamente. —Y entonces se puso de pie y se volvió para alejarse, volviendo a mirarla una vez que llegó a la puerta—. Eres realmente increíble. —Apretó la mandíbula mientras la miraba un momento más, y luego se volvió y salió. Sentía el corazón roto cuando se arrastró de su cama, vacía, pero tenía razón. No podía aceptar lo que él era, y seguro que no podría perdonar lo que hizo. ¿Por qué no podía haber sido un maldito doctor o profesor...? Mierda, habría tomado a un abogado o... o cualquier cosa menos un vampiro chupasangre maldito. Brit solo tenía mucha suerte. No pasó mucho tiempo antes de que estuviera vestida y lista para salir. Al salir de su habitación, lo encontró trabajando en su escritorio con su portátil. Él la miró, pero su expresión era seria. Muy diferente a cuando se conocieron y todo lo que hacía era atormentarla como el infierno excitándola de las maneras más difíciles. Había sido casi juvenil, o tal vez no, pero casi un niño sin preocupaciones, en sus juegos y travesuras inapropiadas. —No me voy a quedar aquí. —Soltó las palabras, sabiendo que habría una discusión. Simplemente la estudió. Respiró profundamente, enderezó la espalda y empujó confianza en su cuerpo contra su voluntad—. No va a ser fácil para ninguno de los dos que yo esté aquí. Y... —No, Brit. —Le resultaba mucho más fácil que a cualquier otra persona que hubiera conocido estar en desacuerdo con ella directamente. Y le encantaba eso. Pero no ahora—. No se trata de lo que es fácil. Es lo que es seguro para ti. —No tenemos manera de saber cuánto tiempo puede durar, y no puedo... —Lo harás. No es una opción. Si te niegas, entonces estaré viviendo en tu casa. Confía en mí, mi casa es más grande que la tuya. Encontrarás que es mucho más fácil evitarme e ignorarme aquí. —Puedo cuidar de mí misma. —Ese comentario se ganó una sonrisa sin humor. —No hay un cuidar de sí mismo cuando se trata de Driscoll. Eres humana, Brit. No tendrías ninguna oportunidad.

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—Entonces dime cómo matarlo. No estoy de acuerdo con quitarle la vida, pero estoy de acuerdo con protegerme en caso de necesitarlo. Ladeó la cabeza y la observó con atención. —Siempre y cuando no creas que esto cambie nada. Te quedas aquí, y si estás de acuerdo en dejar de pelear conmigo sobre eso, entonces te voy a contar todo lo que necesitas saber. Hay pocas esperanzas de que realmente puedas salvar tu vida si fueras contra de uno de nosotros, pero me sentiría mejor si al menos tienes una idea de cómo trabajamos. Ella pensó por un momento acerca de lo que le estaba pidiendo. No tenía duda de que él le daría tregua, hasta que se salió con la suya, así que había realmente pocas razones para discutir. —Bien. Me quedaré. —Bueno, entonces coge una silla, querida. —Su cariño era plano y más sarcástico que dulce. La observó mientras cogía el teléfono y marcó un número— . ¿Puedes venir a mi residencia? Gracias. —Y mientras esperaban, explicó—. El Dr. Bremmer estudia nuestra especie, así como a los seres humanos. Él está extremadamente interesado en la patología de vampirismo, así como en las enfermedades humanas. Es probable que sea el médico más estudiado en el mundo, gracias a los siglos en la escuela de medicina. Ni siquiera puedo decirte cuántas veces él ha entrado en una especialidad diferente sólo para aprender algo nuevo. Así que cuando digo que es inteligente como el infierno y la única persona que puede hablar de lo que somos, lo digo en serio. Él puede responder a cualquier pregunta que tengas y algo más. El Dr. Bremmer entró, y Angus indicó la silla a su lado. —A Brit le gustaría saber cómo matar a un vampiro. Le dije que eras su hombre. Y no tengo ningún problema con que le diga exactamente lo necesita saber. De hecho, lo animo a ello. El Dr. Bremmer lo estudió por un momento antes de asentir y se volvió hacia ella. A ella le gusta el Dr. Bremmer, y mientras la miraba, comentó: —Siempre y cuando no utilices este poder contra nosotros. —Y le guiñó un ojo—. Hay dos formas principales de matar a un vampiro. Extraer o destruir el corazón o destruir y cortar el tallo cerebral. No somos tan diferentes de los humanos como puedes pensar. Tenemos sangre, y circula por todo nuestro cuerpo, es lo que nos mantiene vivos. La diferencia es que su sangre circula para transportar oxígeno por el cuerpo, y la nuestra circula para mover la toxina que nos mantiene vivos en todo nuestro cuerpo. »La toxina, en cierto sentido, hace lo que el oxígeno para su cuerpo — aunque por un mecanismo decididamente diferente. Mantiene nuestros tejidos en un estado de éxtasis por lo tanto— no envejecemos, y mantiene nuestro cuerpo en funcionamiento. Tu cuerpo recibe oxígeno a través de los pulmones para oxigenar la sangre, y esta sangre oxigenada es bombeada por el corazón a través de su cuerpo a los tejidos y órganos para mantenerlos vivos. Nuestros cuerpos llevan sangre a través de nuestro tracto gastrointestinal y el proceso de la sangre es para alimentarse y reponer la toxina que nos mantiene vivos. Entonces, igual

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que los humanos, nuestro corazón bombea la sangre por todo nuestro cuerpo. Nuestra toxina es similar al oxígeno que necesitan, ya que se descompone rápidamente y constantemente tiene que ser repuesta. Cuando nuestros cuerpos procesan la sangre, lo que ofrece la toxina se tiene que replicar y reponerse. ¿Entiendes hasta aquí? El Dr. la observaba, y ella contemplaba con fascinación mientras escuchaba. Quería decirle que estaba lleno de mierda, pero sabía muy bien que todo lo que dijo era verdad. Angus la observaba recostado en su silla con las manos detrás de la cabeza. Todo lo que pudo manejar fue asentir. —Así que, si se quita o destruye el corazón hasta el punto en que no puede curarse a sí mismo lo suficientemente rápido para mantener el bombeo de la sangre a través de nuestro cuerpo, entonces eso nos mata. El tronco cerebral es nuestra otra debilidad. No es el cerebro, pero si el propio tronco encefálico. Hay que tener en cuenta que nos curamos muy rápido. Si se daña el cerebro, vamos a sanar, si se daña la columna vertebral, vamos a sanar. Pero nuestras funciones del tronco encefálico son igual que las suyas, así que si cortas las funciones más básicas, tales como la sinapsis que regula nuestro ritmo cardíaco, estamos muertos. Nuestro corazón en realidad no es tan abundante como el suyo —sin juego de palabras. Su corazón seguirá latiendo a un ritmo particular, aunque la sinapsis se corta desde el cerebro. Nuestro corazón se debilita por la toxina cuando hacemos la transición, y se vuelve dependiente en gran medida de la base del cerebro por su estímulo, mucho más que el de los humanos de hecho. »Nuestros cuerpos no pueden pasar mucho tiempo sin su corazón latiendo, y aunque nos curamos rápido, no es lo suficientemente rápido para que el tronco cerebral se recupere y sane o para que el propio corazón se recupere y sane. Es por eso que estas dos áreas son tan críticas para nuestra supervivencia. Todo es cuestión de mantener la sangre fluyendo. —¿Por qué su piel es más fría que la mía? Quiero decir, si ustedes tienen flujo de sangre, ¿no sería más caliente? —La temperatura es mucho más acerca de quemar energía y tener un metabolismo que el flujo sanguíneo. No tenemos un metabolismo como los humanos. Nuestro tracto digestivo se utiliza únicamente para procesar y absorber los productos sanguíneos para apoyar a nuestro sistema circulatorio. No hay ninguna otra función digestiva pasando en nuestro cuerpo, excepto lo que se produce y termina en el estómago. —Hace lo que hicimos en la ducha la otra noche mucho más inconveniente para mí que para ti, ¿no? —Brit podía sentir las llamaradas de humillación llegando a sus mejillas mientras Angus le sonreía. Pero aun así era una sonrisa más bien amarga. El Dr. Bremmer se rió y sacudió con la cabeza antes de hablar de nuevo. —El único otro verdadero negocio para nosotros es vivir de sangre preservada en nuestro sistema circulatorio. Podemos ingerir sangre, pero la sangre se procesa y se absorbe en nuestro sistema circulatorio de nuestro sistema digestivo. Nuestro sistema circulatorio es realmente muy volátil. Una vez que la toxina se hace cargo del suministro de sangre de una persona durante la

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transición, que celosamente se protege de los elementos externos. Si se introduce la vida o la sangre preservada directamente en el torrente sanguíneo sin procesarlo a través de nuestro tracto gastrointestinal, fácilmente nos puede matar. Vivir de sangre es sangre directamente de un ser humano vivo o sangre que se ha conservado químicamente en bancos de sangre para transfusiones y similares. »Es similar a una respuesta inmune al cataclismo en que la toxina rechaza la sangre humana y comienza a destruir el cuerpo de adentro hacia afuera. Es similar, de hecho, a dar un tipo de sangre equivocado en una transfusión, aunque el resultado es bastante diferente. En un ser humano la sangre se coagula en las venas, en un vampiro lo contrario ocurre nos desangramos y nuestros órganos internos podrían licuarse y descomponerse. Se puede decir que es una grieta en la armadura, un mal funcionamiento de tipo similar a cualquiera de los cientos de enfermedades autoinmunes en los seres humanos. Ella asintió y se sintió un poco estúpida al mismo tiempo. Entendía mucho de lo que decía, pero era tan increíblemente difícil de creer, y sin embargo, al mismo tiempo, tenía más sentido de lo que quería admitir. Angus todavía estaba observando cuidadosamente. —Cuando se trata de un ser humano matando a un vampiro, no es imposible, pero no es muy probable que pase. —El Dr. Bremmer había empezado a hablar de nuevo, y ahora ella era toda oídos—. Somos, como mínimo, diez veces más fuertes que un hombre. Es sólo parte de lo que la toxina hace a nuestros tejidos. Incluso los pocos vampiros que no cazan y toman sólo sangre de otros vampiros, como Ember por ejemplo, son mucho más fuertes que el ser humano promedio. Todos los sentidos se agudizan. Podemos olerte venir; podemos oírte venir. No hay furtivamente para un vampiro, por lo que no tenemos elemento sorpresa. Lo mejor que se puede esperar sería incapacitar a un vampiro hasta romper su cuello o eliminar su corazón. Y el mejor consejo que te puedo dar, trata de poner unas cuantas balas en el tronco cerebral, si puedes. Si estás disparando desde la parte frontal, necesitas un ángulo a lo largo de la línea de la mandíbula con el fin de ser eficaz. Es la mejor oportunidad que tienes. Y hay una buena probabilidad de que incluso no funcionaría a menos que tu tiro sea perfecto o puedas tener los suficientes disparos para cortarlo por completo. Estaba empezando a comprender exactamente por qué Angus era tan firme en tenerla en su estancia ahora que DeMarco sabía quién era y dónde vivía. No le importaba tener que admitirlo, pero lo entendió. Cuando se encontró con la mirada de Angus, la estudió por un momento antes de hablar. —Cuando digo que no tienes ninguna posibilidad contra él, no estoy tratando de sonar como un idiota machista. Simplemente no somos humanos. No de la manera en que lo eres. Tenemos un montón de debilidades, pero somos muchos más fuertes. El Dr. Bremmer salió unos minutos más tarde y Brit hizo lo mismo. Sentía más miedo de lo que quería admitir. Brit no era tan estúpida como para pensar que era invencible en este mundo. Había visto demasiada muerte y crimen sin sentido, pero cuando salió de su edificio a su auto esperando en la acera, se estremeció al ver lo débil y vulnerable que era. Siempre había sabido que su

trabajo la ponía en peligro, pero era un riesgo que se podía mantener en perspectiva. Ella podría estar bien entrenada, ser inteligente, estar en la parte superior de su equipo. Pero no tenía control de esto. Y se sentía como un blanco fácil.

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urante la próxima semana, continuaron ignorándose el uno al otro. Su contacto era tan limitado como era posible, y como Brit dormía por la noche y él no lo hacía, su interacción era fácil de evitar. Esto no quería decir que ella no lo viera en absoluto. De hecho, todos los días lo pasaba en su camino al trabajo en la mañana, o en su camino en la noche. Él se había ido afortunadamente una buena parte del tiempo en la noche, y ella se negó a dejar caer en su mente que al menos una vez de éstas probablemente significaba que estaba cazando. Brit pasó su semana de silencio golpeándose la cabeza contra una pared en la comisaría. No habían descubierto nuevos cuerpos, y a pesar de sentirse aliviada, también la dejó sin nuevas pistas para seguir. Necesitaba un descanso en esto desesperadamente. La orden de allanamiento no les había dado nada que usar que no fuera la evidencia que habían recogido inicialmente, que ahora estaba estancada en el laboratorio hasta que alguien tuviera tiempo para procesarlo. A menos de que pudiera poner sus manos en el hombre, y hacerlo sin conseguir que la maten, estaba tan desesperada como siempre al final. El informe del ME en las dos más recientes víctimas no mostró nada nuevo tampoco. Todas las víctimas tenían células de origen desconocido en sus heridas, y mientras Brit sabía muy bien la causa de eso, realmente no cambiaba nada. Ciertamente no ayudaba encontrar al hombre que sabían era responsable de matar a sus víctimas, y aparte de replantear la construcción de su familia, que había poco que hacer, pero puso una orden de búsqueda y cruzó los dedos. No era muy optimista sobre eso. En verdad, Brit sabía que era probablemente la mejor oportunidad que tenían en encontrar al hombre. O quizá fuera más exacto decir que él la encontrara a ella. Era lo más cercano a ponerse en contacto con cualquier persona que había llegado, y mientras estaba reteniendo una buena parte de los detalles, había informado de que había sido atacada frente a su casa por un hombre que sabía que era Driscoll. Añadiendo un poco más de los cargos a su expediente, pero simplemente no le importaba. Él no estaba por ningún lado para ser encontrado. Brit pasó la mayor parte de sus días hablando con los adictos en las partes más sórdidas de Boston, repartiendo volantes de las fotos de vigilancia ampliadas como una tarjeta de visita. A cambio, ella tenía un montón de ojos huecos, dedos temblorosos, palabras arrastradas, y un hombre que casi vomitó en ella; gracias a Dios de que pudo moverse rápido. Cada noche Brit estaba en casa al caer la noche, y estaba siendo mucho más cautelosa acerca de su seguridad de lo que normalmente era. Angus nunca se iba hasta que estuviera allí. Afortunadamente, Brit había encontrado la piscina en la

azotea y pasaba unas cuantas noches dando vueltas de natación. No tenía tiempo durante las horas del día para ir al gimnasio, correr estaba fuera de la cuestión, y necesitaba una salida. Una noche, se encontró con la esposa de Truman, Ember, mientras estaba allí. La mujer la observó detenidamente mientras salió de su bata y se metió en el agua. Rara vez era buena en ser agradable comparada con otra personas a las que se le hacía fácil, pero en el momento que Ember abrió la boca, la tenía fácilmente, al menos para los estándares de Brit. ―Ha sido bueno tener otra mujer alrededor de este lugar. Sé que rara vez nos vemos, pero cuando vivía aquí, había puros hombres todo el tiempo. No podrías creer la cantidad de tiempo que pasaba en esta piscina para escapar. ―¿Por qué tantos hombres? ―No era como si hubiera pasado desapercibido.

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―Por muchas razones. El ex jefe del Consejo era... una pesadilla... en más de un sentido. Él no tenía mucho respeto por las mujeres si tuviera que adivinar. Pero los vampiros están pasados de moda también. Quiero decir, tienen como cientos de años de antigüedad, por lo que, un poco va con el territorio. ―Ella le estaba sonriendo a Brit, y podía sentir las comisuras de sus labios tirando hacia arriba. Y luego, sosteniendo su mano en la boca como si compartiera un secreto, ella continuó―: Son una especie promiscua en su gran mayoría. Pero aun así, los vampiros son a menudo fóbicos al compromiso en mi opinión e impresión de los que yo he conocido. ¿Cuándo se vive para siempre, realmente quieres una esposa? ―Otra sonrisa. ―Al igual que Angus por ejemplo. ―Lamentó las palabras el momento en que las pronunció. La dulce joven vampira le dio una sonrisa burlona. ―Oh, no lo sé. Él parece bastante colado por ti, y ciertamente no es promiscuo en este momento. Ni por un solo momento, de hecho, desde que entraste en escena. ―Observó a Brit con interés. Brit decidió que un cambio de tema estaba en camino. Había dejado de nadar y estaba recostada contra la pared de la piscina. La piscina era climatizada y más cómoda para la época del año. Se relajó por primera vez en varios días hablando con Ember. ―¿Por qué no cazas? Ella se encogió de hombros ligeramente y consideró su respuesta. ―Nunca he tenido ningún interés en ello. Y me gusta mucho el arreglo... entre mi marido y yo. No tengo ninguna razón para querer algo diferente. ―¿Así que, no es que tienes una objeción moral a ello? Ella consideró a Brit con una expresión evaluativa. ―Truman me encontró encadenada a una pared en un sótano cuando tenía diez años. Había sido secuestrada, y el hombre que me había tomado tuvo intención de violarme y matarme como lo había hecho previamente con otros dos

niños. Me salvó la vida. Esas son las personas que Truman caza. Las vidas que se salvaron debido a la gente que mataron son innumerables. ―Y estudiándola por un momento más, continuó―. Y lo mismo pasa con Angus también, por si acaso. ―Él no ha dicho nada en absoluto acerca de lo que caza.

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―Bueno, supongo que él no piensa que es un tema que desea discutir. Y en realidad no es un tema apropiado para discutir con un policía, independientemente de lo mucho que le guste. ―Le ofreció otra pequeña sonrisa―. Me gustas, Brit. Eres fuerte, estimulada y moral... pero estás dañada. No te preocupes, yo también. ―Tenía una cara angelical mientras hablaba. Estaba en calma, como si hablar de esos temas con carga emocional no fuera nada nuevo para ella―. Todos lo estamos, en cierta medida. Truman perdió a su hermana por violación y asesinato hace cientos de años atrás y ha estado tratando de destruir hasta el último monstruo desde ese día. Angus se alejó de la única familia que tenía cuando hizo la transición, y no era tan importante para su familia que nunca lo buscaron. Realmente no importa que él se hubiera ido del todo. Y pasé la mayor parte de mi vida con temor a los hombres... por temor a la vida en general, para el caso... hasta que Truman llegó a mi vida de nuevo. No tienes que decirme de dónde viene tu daño. Pero trata de entender que todos somos humanos, de una forma u otra, y nos movemos por esta vida que lleva el equipaje de nuestro pasado. Todo ideal que tenemos tiene raíces en alguna parte a lo largo de ese camino. El hecho de que vemos las cosas de manera diferente que tú no nos hace malvados. Angus es uno de los hombres más morales que he conocido, a pesar de que probablemente no se ve de esa manera. Pero entonces, eso es lo que sucede cuando vienes de una familia a la que no le importa si vives o respiras. Y entonces ella estaba nadando hacia la escalera. ―Suenas como un psiquiatra. ―Brit desechó a la muchacha. Ella sonreía cuando lo dijo, raro. ―Y de hecho lo soy. Trabajo para los servicios de protección de la infancia. Trabajo con niños que han sido víctimas del crimen. ―Sonrió cálidamente mientras se envolvía en su bata y se volvió para irse. Haciendo una pausa en la puerta, se volvió―. Me alegro de que estés aquí, Brit. Y ella se había ido, dejando a Brit con palabras más provocativas de procesar que no sabía qué hacer con ello. Cuando salió de la calidez del agua de la piscina era porque su teléfono estaba sonando. ―Brit... Brit... Oh mierda... uh ¿Brit? ―¿Qué, mamá? ―Ella sonaba más volada que una cometa. Nada nuevo. ―Tienes que venir a buscarme. Estoy en el barrio chino. ―Su voz era confusa y perezosa. ―¿Qué? ¿Qué demonios estás haciendo ahí, mamá? ―Tú no sabes nada de mí o de lo que hago. Justo vienen por mí, maldita sea. ―Obviamente estaba de muy buen humor, pero desde que Brit estaba lívida,

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parecía apropiado. Después de que su madre le dio algo muy parecido a una dirección, le colgó, dejándola hablando sola por un momento, antes de maldecir en voz alta en el salón de la piscina vacío―. ¡Mierda! Cuando regresó a la residencia de Angus, él no estaba allí, y dejando escapar un suspiro de alivio de que por lo menos no tenía que lidiar con él. Brit había estado sola durante tanto tiempo como podía recordar, y tener de repente alguien supervisando cada movimiento la ponía un poco fuera de su zona de confort, incluso si ella entendía la preocupación. Ella saltó a su congelado auto que Jonathan acababa de traer y maldijo a su madre una vez más porque ella tendría que estar afuera en el frío. Estaba cansada, más que lista para la grande, aunque sea solitaria, cama de Angus y ahora esto. Era una discusión esperando ocurrir. Podía sentirlo viniendo con cada kilómetro que pasaba. Cuando salió a la acera, se encontró vagando sin rumbo hasta que finalmente encontró a su madre de pie en un callejón con un hombre. Las calles estaban abandonadas en este momento de la noche y con las temperaturas rondando cerca de cero. Estaban envueltos en abrigos calientes, y ella pudo ver poco del hombre, excepto que estaba de pie junto a su madre con su brazo alrededor de ella. Si se trataba de un desconocido, tenía casi decidido arrestar al hombre. No sería la primera vez que había llegado a través de uno de los hombres de su madre. Y entonces él se volvió. Brit se congeló en su lugar por medio segundo, sacó su pistola de su funda en un movimiento suave y sin esfuerzo, y apuntó en el pequeño trozo de cuello visible del hombre. Necesitaba una mejor oportunidad, pero mantuvo su madre parcialmente frente a él, y ella no podía hacer nada. ―Hola, Brit. Me alegro de verte de nuevo. ―Y entonces ella lentamente bajó el arma a su lado mientras parpadeó, y se confundió por qué estaba en la mano y por qué había estado apuntándole al hombre frente a ella.

Él ya estaba entrando en pánico mientras Truman trataba de arrastrar su auto. Condujo rápido, y sin previo aviso, los habían dejado atrás. Afortunadamente, por lo menos le había mencionado a Jonathan a dónde se dirigía, y que tenía una dirección y una ruta más probable. La habían visto en más de una ocasión, pero con su velocidad ridículamente rápida, habían luchado para no perderla en el tráfico. ¿Qué diablos estaba pensando? Ellos la perdieron mientras se acercaban a barrio chino, y sin tener una ubicación exacta de cualquier tipo, habían sido obligados a conducir sin rumbo, buscando desesperadamente su auto. Probablemente no era nada, pero él no estaba dispuesto a correr riesgos con ella. Cuando divisaron su auto, ella no estaba a la vista. Había dejado a Truman en su auto mientras él daba la vuelta a la manzana, en busca de ella, mientras que Angus buscaba a pie, y cuando se detuvo en seco al oír un ruido cercano fue a estudiarlo. Eran voces y una era de Brit. La otra una voz amortiguada de mujer. Sin duda su madre por lo que Jonathan le había dicho. Pero entonces el olor de él le golpeó. Sólo había captado el olor una

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vez en la casa de Brit, pero había perdurado en su memoria. Y cuando registró lo que estaba sucediendo, se echó a correr hacia las voces. Dobló la esquina del callejón hacia ellas, con el corazón latiendo con fuerza en sus oídos por el terror, y frenó en seco, congelado por el miedo. —Mamá, nos vamos. ¡No me importa tu nuevo amigo, no te ofendas, pero esto es ridículo! —Estaba enojada, furiosa, pero peor que eso, ella no era consciente. Él jodidamente le había borrado la memoria. —¡Brit! —gritó, su voz sonó áspera y sólo apenas controlada. Todos los ojos fueron de golpe hacia él, y la cara de Brit mostró furia. Mientras se dirigía hacia él, ella comenzó a gritarle. —Esto no es de tu incumbencia. ¡Entonces por qué, me estás siguiendo ahora! —¡Brit! —La agarró del brazo, tirando de ella con dureza a su lado desde su lugar frente a él mientras ella lo miraba atónita a la cara. —¿Pero qué car...? —¡Silencio! —Sabía que estaba furiosa con él, pero no le importó una mierda. Y luego de volver su atención a Driscoll, habló en voz baja que bordeaba un gruñido—. Si siquiera tocas a una de la dos, te acabaré. —Brit estaba ahora inmóvil en silencio mientras su atención se desplazó de nuevo a Driscoll. Él ignoró el comentario de Angus, mirándola a los ojos confusos. —Bueno, Brit. Como he dicho, es bueno verte de nuevo. —Las palabras de Driscoll fueron siseadas amenazadoramente. Sus cejas se dispararon por un momento en estado de shock y reconocimiento antes de que su mano se moviera a su funda, agarró su arma, y se la puso en un arco para apuntar. —¡Déjala ir! —le gritó cuando el cuerpo drogado de su madre se apoyaba en Driscoll, cautivada. Tenía los ojos apenas abiertos, y una sonrisa perezosa en su cara. Y mientras apuntaba, él chasqueó la lengua. —¿Qué vas a hacer Brit, dispararme? Habría pensado que Angus te habría dicho lo suficiente para saber que no va a hacer ningún bien. —Estaba acariciando el cuello de su madre mientras hablaba, lamiendo su piel a su paso. Sus dientes sobresalían y lucía mortal. —Déjala ir, maldito cobarde, y enfréntame. —Angus apenas podía contener su furia. En verdad, se sentía impotente. No podía hacer nada con la madre de Brit en una posición tan precaria. Cuando él rozó sus dientes poco a poco y burlonamente por el costado de su cuello, Brit gimió y Angus se inclinó a su oído—. Baja el arma ahora. —Y ella la bajó con sorpresa y dolor reflejándose en su rostro, se colocó lentamente delante de ella. Por mucho que él quería saltar y atacar, no podía correr el riesgo, y tenía su sangre hirviendo. Cualquier movimiento brusco en absoluto podría enviar sus caninos a través de su piel antes de que alguien pudiera reaccionar. Driscoll lo sabía, y Angus muy bien lo hacía también. —Por favor, sólo deja que se vaya. Por favor. No tienes que hacer esto. — Sus palabras eran desesperadas y Angus se centró en el hombre. Él estaba

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esperando, esperando cualquier oportunidad que pudiera tener, con ganas de hacer su movimiento. —No tienes control aquí, Brit. —Seguía acariciando su cuello, abriendo la boca de vez en cuando y la rozó a través de su cuello. Había líneas rojas rayando la piel donde sus dientes habían arañado la superficie ligeramente—. Ni siquiera pudiste detenerme de hacer que me olvidaras. La única razón por la que te acuerdas de mí ahora es porque me liberé de tu memoria. ¿Qué te hace pensar que puedes cuidar de tu querida madre? ¿Por qué quieres salvarla? Ella no es nada más que una sucia puta de mierda, ¡igual que tú! —Siseó las palabras hacia ella como un reptil deslizándose antes de besar el cuello de su madre y sonriendo malvadamente. Cuando Truman gritó desde lejos, Driscoll cambió su enfoque fuera del callejón. En un instante, pensó, incapaz para un ser humano, la mano de Brit voló con precisión entrenada, y liberando dos rondas de municiones. Ella le había dado en el cuello con la destreza de un francotirador y la velocidad de un inmortal. Su madre fue arrojada contra la pared a su lado cuando Driscoll gritó y salió corriendo. Cuando Angus se volvió y comenzó a perseguirlo, la oyó gritando por su madre. Se detuvo y se volvió una vez y tuvo que luchar contra el deseo de quedarse con ella. Truman se asomó al inicio del callejón cuando Angus se lanzó junto a él. —Quédate con Brit —gritó mientras corría calle abajo. Angus quería destruir al hombre, y aunque era una lucha entre mantenerse en su carrera orientada hacia la dirección de Driscoll y dar la vuelta y regresar a sus gritos, lo hizo, sabiendo que la oportunidad era demasiado buena para dejarla pasar. Se lanzó por las calles laterales, una tras otra, siguiendo el olor de la sangre del vampiro, pero mientras continuaba, el olor se hizo más débil. Él estaba sanando ya, y su ventaja era demasiado grande para que Angus siguiera sin un rastro de sangre. Cuando desapareció del todo, se detuvo, golpeando su puño contra una pared de ladrillo cercana y resultando grietas donde aterrizó el puño. Había fallado. Hizo una pausa cuando tenía que perseguirlo. No pudo evitarlo cuando escuchó sus gritos, y estaba de pie solo en una calle desierta lejos de ellos ahora como resultado. Cuando llegó al callejón de nuevo, Brit estaba sorbiendo la última de sus lágrimas aterrorizadas. Estaba arrodillada junto a su madre, acunando a la frágil mujer, mordaz en sus brazos. Truman estaba en cuclillas al lado de Brit con una mano en su hombro. Cuando Angus se acercó, Truman se puso de pie y se retiró a la entrada del callejón para hacer guardia, y él se arrodilló a su lado. El sonido del corazón de la mujer era extrañamente fuerte para alguien que había abusado de su cuerpo. Después de mover la cabeza de lado a lado mientras estudiaba su cuello, lo encontró intacto. Ella se desmayó, y tenía una herida en la frente de donde había golpeado la pared de ladrillo, pero aparte de eso, estaba bien. —Ella está bien, Brit. Su corazón está latiendo fuerte. Sólo está inconsciente. Es bastante tranquilo por aquí ahora mismo, pero tenemos que irnos. Alguien podría haber oído los disparos. —Lo miró con lágrimas asentándose en los bordes inferiores de los ojos, y su interior se apretó en necesidad de consolarla. Asintió secamente antes de trasladarse a sus rodillas y

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ayudar a su madre a desplomarse contra la pared. Su madre era apenas consciente y al instante se desplomó en el suelo en su estupor. Los engranajes de Brit se pusieron en movimiento, y Angus se apartó y la observó. Comenzó a mirar alrededor del lugar lleno de basura. Cogió una lata de pintura en aerosol desechado y empezó a garabatear en la pared cerca de su madre cuando Truman se cruzó de brazos y apreció sus acciones. Él parecía casi divertido si no fuera por la situación. Ladeó la cabeza mientras se encontraba con expresión burlona de Angus. Su arte del grafiti era carente de seguridad, y una vez que había vaciado la lata, se limpió en los pantalones antes de colocarlo en la mano de su madre. —Vaya, Brit. No tenía ni idea de que fueras una pequeña delincuente. — Truman estaba siendo sarcástico, y Angus quería unirse a él, pero él estaba a punto de venirse abajo. La quería lejos de aquí, a salvo y segura. Cuando salió del callejón, la siguió de cerca. Ella se acercó a un teléfono público cercano. Deslizó un guante en su mano, levantó el auricular y marcó el 911. —Sí, me gustaría informar de un disturbio. Hay una mujer. Ella se ve borracha o drogada, y hay pintura de aerosol en la pared de un edificio en el barrio chino. —Después de darle al operador su ubicación, colgó antes de que pudieran preguntarle cualquier duda. Cuando se volvió de nuevo a ellos, inhaló profundamente y su mirada se encontró con la de él. —Va a estar más segura en la cárcel. Si la llevo a alguna parte, se irá al segundo, necesita una solución. Confía en mí. Ha pasado antes. —Su rostro era flojo y cansado, angustiada al punto del decaimiento. Pero cuando trató de conseguir que se fuera, se quedó mirando a su alrededor por un momento— . Tengo que quedarme. Voy a esperar en mi auto hasta que la policía llegue. Me aseguraré de que esté a salvo. No se podía discutir con ella, así que ni siquiera lo intentó, pero había una alternativa. —Yo me quedaré. Tú y Truman vuelvan al edificio. —Lo miró, pero no dijo nada. —No, Angus. Tienes que estar con Brit. Los dos pueden tomar su auto de vuelta al edificio. Voy a estacionar mi auto en la misma cuadra y esperar hasta que llegue la policía. —Puso una mano sobre el hombro de Angus y se acercó a Brit. Tomando sus manos entre las suyas, la estudió hasta que ella lo mirara— . No voy a dejarla hasta que sepa que está a salvo. Lo prometo. Por favor. Tienes que ir con Angus. Ella va a estar bien. —Asintió. Cuando Angus apretó la mano sobre la de Brit cuando la tomó, su cuerpo se relajó por primera vez desde que descubrió que había dejado el edificio. Él quería conducir, pero no era una opción en su auto de policía, pero cuando se deslizó junto a ella, no pudo dejar de comentar. —Asiento corrido en la parte delantera y todo. Es una maravilla. —Lo miró vacilante al principio, pero luego una pequeña sonrisa tiró de sus labios hacia arriba. Él le tomó la mano de nuevo, pero cambió de idea, y alcanzó su mejilla a su vez, tirando de su rostro para mirarlo. Tragó saliva sobre las palabras que su

corazón quería que dijera y en su lugar se inclinó hacia su boca. Fue un beso suave, pero encendió un fuego en su alma después de una semana sin besos, sin toques, sin gustos, sin nada de ella. Condujo en silencio, y la miraba. La quería que su casa con él, y no estaba dispuesto a dejar de lado su preocupación hasta que estuvieran juntos en su residencia. Cuando entraron en el edificio, Ember los esperaba. —Truman acaba de llamar. La policía se fue con tu madre, y él está de regreso hacia acá. Lo siento mucho, Brit. Tru y yo nos alojaremos aquí durante los próximos días, así que si necesitas algo, por favor, sólo házmelo saber. —Ella besó la mejilla de Angus rápidamente antes de entrar en el ascensor que estaba esperando.

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lla había estado tiritando y temblando desde que habían vuelto. Estaba intentando alejarse de Angus, pero después de lo que habían pasado, todo lo que quería era estar cerca de él. Cuando finalmente entró en el dormitorio para encontrarla, ella estaba sentada en el lado de su cama mirada al espacio. Acababa de salir de la ducha y solo llevaba una bata. Su cerebro estaba exhausto y listo para cerrarse, pero su corazón aún se aceleró cuando él caminó hacia ella, arrodillándose a sus pies en el suelo. Sólo se miraron el uno al otro. Cuando él alcanzó su tobillo, no le detuvo, pero tomó una profunda y firme respiración. Su toque era frío pero envió una ola cálida a través de su cuerpo. Y cuando él trabajó sus dedos por su pantorrilla debajo de su bata, ella comenzó a temblar. Podía sentir la húmeda calidez comenzando a aumentar entre sus piernas, y supo que él podía sentirlo. Eso dejó sus mejillas calientes y sonrojadas, sabiendo que no podía esconderlo de él. Ella había dejado claro que no tenían asuntos juntos, y era tan cierto en este día como el día que lo dijo hacía una semana, pero necesitaba su toque ahora más que nunca, y ella estaba demasiado débil para no aceptarlo. Cuando su mano alcanzó sus rodillas, él trabajó entre sus piernas tensamente colocadas y empujó sus piernas para abrirlas. Tragó fuerte cuando su mente comenzó a imaginar cómo se sentiría él otra vez después de tantos días separados. —¿Qué estás haciendo? —Su voz era tranquila, incluso en el silencio de su habitación cuando habló. —Follándote. Sé cuánto te gusta después de casi morir. —Sonrió ligeramente—. Y yo también lo necesito ahora mismo. Llámalo afirmación de la vida. Solo tengo que tenerte. —Y entonces sus manos subieron por el interior de sus muslos. Ella los separó, sabiendo que la invitación haría que todo fuera más difícil que detener esto. Pero no tenía ninguna intención de pararle. Él tenía razón. Lo necesitaba. Pero no era porque casi había muerto... otra vez. Era por él. Ella alcanzó el cinto de su bata, tirando de él cuando observaba. Luego la dejó caer de sus hombros, dejándolo acumulado en su cintura. Aún cubría su ingle y dónde su mano estaba vagabundeando por su muslo, pero sus pechos estaban expuestos, y su enfoque se detuvo allí. Él estaba estudiando sus pezones, y se endurecieron al segundo. —Tócate los pechos. —Sus ojos encontraron los suyos otra vez, y él no volvió a mirar a sus pezones hasta que sus manos se movieron para cubrir y acariciar la hinchazón de sus pechos. Apretó cuando él observaba a sus manos moviéndose sobre su piel. Podía sentir las cimas duras como una roca en sus pezones cuando sus palmas pasaron sobre ellos y la humedad que se acumulaba entre sus piernas.

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Él abrió la bata, dejándola caer lejos de sus muslos. —Muévete hacia el borde y extiende tus piernas. —Ella obedeció, y cuando mantuvo sus piernas en el lugar y reforzó sus pies sobre las puntas, él suspiró y se lamió los labios—. ¿Te tocaste esa noche al teléfono? —Su mirada se había movido a la de ella. Asintió pero no dijo nada—. ¿Te viniste? —Asintió otra vez pero se mordió el labio cuando comenzó a temblar por a dónde estaba yendo esto—. ¿Cómo? Ella casi estaba murmurando cuando respondió. —Tocándome a mí misma. Él no estaba murmurando cuando muy claramente respondió. —Dime cómo te tocaste. —Le miró. Sabía que había sorpresa en su cara, pero no podía detenerla—. Venga, corazón. ¿Tocaste tu clítoris? —Asintió—. ¿Pusiste tu dedo en tu coño? —Asintió—. Entonces dilo. Quiero oírte decir las palabras. —Sacudió su cabeza. Estaba temblando como una hoja en ese momento, pero estaba sonrojada por la excitación y la necesidad al mismo tiempo. Él estaba arrodillado entre sus piernas, empujándose más ampliamente de lo que ya estaban. Alejó sus manos de sus pechos y acarició su redondez con las palmas de sus manos. Apretó los pezones entre sus dedos cuando ella gritó, y luego los liberó y sujetó sus frías palmas para calmar la piel. Cuando sus labios tocaron su lóbulo, ella se estremeció. —Dilo. Ella se aclaró la garganta, y pudo sentir su sonrisa contra su mejilla dónde sus labios acababan de acariciar la parte delantera de su oído. —Yo... —Se aclaró la garganta otra vez—. Froté mi clítoris, y... puse un dedo dentro de mí. —Soltó una temblorosa respiración. —Di coño, amor. —Su voz era seductora y cálida cuando habló contra su mejilla. Su voz era apenas un susurro cuando respondió. —Coño. —Gracias. Tienes un maravilloso coño, Brit. Ahora, que te parece si me muestras cuan bueno es cuando deslizas tu dedo dentro. —Se apartó de su mejilla, dejándolas sonrojadas y su corazón acelerado. Sus fosas nasales estaba ensanchadas y su mandíbula apretada cuando la observó. Él se sentó sobre sus talones cuando esperó. Su mano tembló cuando alcanzó entre sus piernas. Su enfoque estaba pegado a la unión de sus muslos, esperando. Y cuando sus dedos hurgaron entre sus labios, estuvieron mojados con su sedoso líquido en un instante. Y cuando empujó su dedo corazón en su entrada, la humedad hizo un audible sonido dulce e intenso que envió un escalofrío de fuego corriendo a través de su cuerpo. Él gimió por la visión o quizás por el sonido y alcanzó la cintura de sus pantalones, bajando la cremallera y desabrochando el botón. Sacó su dura longitud de sus pantalones y la acarició cuando estudió su mano. Ella empujó y sacó, y miró la erección que él sujetaba en su mano. Quería tocarle, saborearle otra vez, y solo la visión de su

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gran mano masculina abrazada alrededor de la impresionante anchura de su pene hizo que su humedad aumentara y se filtrara alrededor de su dedo. Cuando se inclinó hacia ella, alcanzó su coño, y ella dejó quieta su mano, esperando su toque. —No pares. Empuja tu dedo dentro. —Deslizó su dedo corazón tan profundo como podía, y él tocó los labios de su sexo. Los separó, dejando que sus dedos acariciaran el interior de cada uno. Pellizcó el tenso nudo de su clítoris gentilmente, y ella gimió, y él entonces comenzó lentamente a trabajar su dedo corazón en su coño también. Ella podía sentir su dedo a lo largo de los suyos cuando lo empujó lentamente dentro. Su humedad les cubría a los dos, y podía sentirlo moviéndose alrededor de sus dedos cuando él empujó a través de sus profundidades. Cuando su dedo estaba profundo y acomodado en los suyos, se movió para sentarse a su lado en la cama, envolviendo su pulgar arriba y sobre la palma de su mano. Su ángulo era el mismo que él de ella, y comenzó a empujar los dedos fuera de su apretado y tembloroso canal mientras él acariciaba su cuello. Embistió y usó sus dedos para follar su cuerpo una y otra vez, su dedo más largo al lado de su dedo más pequeño. Su humedad era intensa y succionadora cuando él empujó y retiró, Brit estaba jadeando. Ella alcanzó su rígida excitación a su lado y acarició cuando él comenzó a canturrear su satisfacción. Sus músculos estaban apretados alrededor de sus dedos, y justo cuando alcanzó el éxtasis, él paró la embestida y comenzó a sacar sus dedos de su cuerpo. Ella empujó, intentando seguir, pero él era más fuerte, y cuando encontró su mirada, sacudió su cabeza. —Túmbate. —Su voz era cálida y ronroneante por su seducción. Ella se movió hacia el cabecero de su cama y se tumbó contra las almohadas cuando él lentamente trabajó su camino por su cuerpo. Su pene colgaba duro y listo contra su estómago, jugando y burlándose en su carne, y cuando usó sus rodillas para separar las de ella, ella levantó sus rodillas; estaba lista también. Se inclinó hacia su boca, hundiendo su lengua entre sus dientes—. Las manos sobre tu cabeza por favor. —Levantó sus brazos, y él rastreó sus dedos por encima del lateral de la parte inferior, haciéndola cosquillas a través de su piel hasta que alcanzó sus manos y entrelazó sus dedos con los suyos, clavándola en la cama. Descendió su cuerpo, y situó su pelvis en la de ella. Su pene se deslizó entre los labios de su vagina sin entrar en su cuerpo, y se deslizó a través de su humedad, conduciendo a su clítoris a la locura con la necesidad con cada pasada sobre el tenso nudo. Ella empujó sus caderas hacia arriba para encontrar su cuerpo cuando él embistió entre sus labios, intentando entrar en ella, pero se apartó hasta que descendió sus caderas de vuelta a la cama. Y cuando sonrió, ella supo que no iba a rendirse hasta que estuviera listo para hacerlo. Él estableció un lento e hipnótico paso cuando deslizó su pene antes los resbaladizos labios de su sexo. Ella estaba cerca del orgasmo y lista para venirse cada vez que él acariciaba su clítoris, y cuando empujaba a través de su caricia, sus testículos golpearon gentilmente contra su trasero, provocándola incluso más. —Ahora, Brit, no estoy seguro de querer tomar tu cuerpo esta noche si simplemente vas a retirarlo otra vez mañana. —Su voz era burlona, y cuando él habló, embistió un largo y lento movimiento contra su ingle—. Comprendo muy bien que no tengamos problemas con follarnos. —Sus ojos eran abrasadores en

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los de ella cuando habló, jugando—. Pero, no tienes que alejarme y luego aceptarme cuando te venga bien. —Él se retiró de su cuerpo cuando observó su cara—. Nos has torturado a ambos esta pasada semana cuando podíamos haber estado disfrutando del otro inmensamente. —Su boca estaba abierta, y con cada movimiento de su cuerpo, ella jadeaba y suspiraba por cuan cerca y aún cuán lejos estaba de su liberación—. ¿Necesito preocuparme de que te alejes otra vez? —Y se inclinó de vuelta a su boca, parando para besarla pero acariciando a través de sus labios con los suyos. Cuando retrocedió para mirarla otra vez y empujó un largo desliz de su pene contra su coño, ella gritó por la frustración. Sacudió su cabeza. Estaba desesperada, y en este momento, no podía imaginar alejarle nunca—. Dilo. —No. —Ella se atragantó con la palabra cuando su garganta se oprimió más, y en el momento que se las arregló para soltar la palabra, sus labios se detuvieron ligeramente, mostrando solo las puntas de sus puntiagudos colmillos pasando sus labios. —Buena chica. —Y entonces embistió. Pero esta vez, estaba alineado perfectamente con su entrada, y se hundió hasta la empuñadura dentro de su tembloroso canal cuando ella gritó en alto por la repentina saturación. Él comenzó a embestir, aporreando, y follándola mientras ella gimoteaba como un animal famélico debajo de su cuerpo, pero antes de que su cuerpo se rompiera por la mitad completamente, él giró sus cuerpos para dejarla sentada encima de él. La estaba observando, sonriendo otra vez, y sus manos se movieron a sus caderas, agarrándolas fuerte y levantándola. Ella ciñó sus rodillas a la cama y se levantó cuando él se levantó antes de hundirse se vuelta sobre su erección. La profundidad era dolorosa y brutalmente intensa, pero su cuerpo estaba tan preparado para su liberación que ignoró el dolor y se zambulló fuerte hacia abajo una y otra vez sobre su gruesa erección hasta que los espasmos de su orgasmo hicieron imposible moverse, y se desplomó sobre su pecho. Él rió cuando sus músculos se retorcieron y ella gimió. Cuando levantó su cabeza y plantó una mano a cada lado de su cuello, jadeando para respirar cuando le miró, él guiñó un ojo. —Agárrate fuerte, amor. —Y entonces inmovilizó sus caderas, sujetándola firmemente en el lugar cuando embistió en su cuerpo. Ella se sacudió hacia delante por la fuerza y se sostuvo con una mano al cabecero cuando él continuó golpeando y embistiendo fuerte hasta que su propio orgasmo fue liberado con espasmos dentro de ella. Observó su musculoso estómago apretado y tenso. Era intimidante ver la fuerza en su cuerpo, pero también era intensamente excitante. Su gruñido separó sus labios cuando su cabeza cayó hacia atrás, y ella miró, embelesada las peligrosas puntas de los colmillos. Cuando él se había recuperado lo suficiente para funcionar, empujó su boca hacia la suya y besó. Vio sus colmillos retrayéndose incluso cuando estaba acercándose a su boca, y cuando empujó su lengua pasando sus labios, saboreando la deliciosa y suave superficie de él, él no la detuvo. Sus brazos la rodearon, y ella se acurrucó en su pecho cuando sus labios se separaron. Estaba irritada, pero estaba viva, muy increíblemente viva con él. La amenaza de Driscoll no podía tocarla cuando estaba a su lado, y era solo con él que se las arreglaba para dejar a

un lado cualquier medida de preocupación, duda, estrés, y ansiedad que la seguía a través de la vida. Él era su Prozac; él era su Vicodín. Él tenía la extraña habilidad de darle felicidad y seguridad cuando la vida intentaba guardarse esas cosas de ella. Él cambió sus cuerpos para que ella estuviera tumbada enfrentándole y dejó gentiles besos suaves a través de su frente cuando lentamente comenzó a caer dormida. Cuando oyó su cálida voz otra vez, estaba apenas consciente. —Tuve miedo esta noche. —Sus palabras sonaban preocupadas y honestas, pero era la inesperada vulnerabilidad en su voz lo que dejó una calidez pulsando a través de su cuerpo. —Lo siento. —Ella oyó sus palabras murmuradas desde su boca más de lo que era conscientes de decirlas, y se encontraron con el silencio... pero también con besos más gentiles y suaves. Podría haber sido la primera vez en su vida que se disculpaba con un hombre, a alguien que se preocupaba. ¿Cómo se había convertido en semejante blandengue?

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uando se presentó sin aviso a su recinto el día siguiente, no era por otra razón sino porque no podía dejar de preocuparse por ella. Después de mirarla despertar aquella mañana, se metió en una cafetería cercana, comprando tres cosas diferentes para que escogiera. Él sabía que ella tomaba café, pero no sabía nada sobre la materia misma, e intencionalmente se quedó atrás mirando a la otra gente ordenar por un rato. Cuando escuchó a una mujer joven quien claramente no podía ser lo suficientemente mayor para tomar café ordenó uno grande, con hielo, triple moca latte macchiato, entró en pánico, pero estaba comprometido. Todo era muy confuso, y por el tiempo que estuvo en el mostrador, estaba listo para rendirse y comprarle una cafetera. Se decidió por tres cafés diferentes. Y para cuando salió de la tienda, tenía términos de café al azar flotando a través de su mente que no significaban nada para él y los cuales se comprometió expulsar de su cabeza para siempre. La encontró desnuda en el baño, parada ante el lavamanos cepillándose los dientes. Casi derrama el café sobre él mismo mientras se detenía en una repentina necesidad de mirar. Se acercó a su lado, y él amaba este perfil. Tenía una increíble cintura delgada, y su parte inferior era redonda. Sus piernas eran delgadas y fuertes pero aun así perfectamente femeninas. Estaba parada de puntillas mientras se inclinaba sobre el lavamanos y escupía una bocanada de pasta de dientes, y él sonrió ante la manera que alargaba sus piernas y tensaba los músculos. Cuando ella finalmente lo atrapó mirando, chilló en sorpresa, escupiéndole pasta. Él se rió entre dientes; ella se ruborizó. —¿Qué es eso? —Estaba mirando los tres vasos que puso en el mostrador. —No lo sé. Ella ladeó su cabeza. —¿Es…? —No, realmente, no tengo idea. —Su inesperada sonrisa tenía a su corazón latiendo en necesidad. Cuando la empujó hasta el mostrador detrás de ella, se inclinó a su oreja. Él estaba duro y su erección estaba presionando a la espalda de ella. Lo miró en el espejo mientras sus labios se separaban. Acarició su cuello, inhalando el dulce aroma de su piel. Y mientras sus labios rozaron delicadamente el lóbulo de su oreja, el corazón de ella latía con fuerza, su humedad fluyó, y un estremecimiento corrió a través de su cuerpo que radiaba al de él.

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—Desearía que no tuvieras que trabajar. Podríamos estar haciendo cosas mucho más agradables que no harán que te maten. Ella lo miró con una pequeña sonrisa en sus labios. —Alguien tiene que atrapar a los chicos malos. —Prefiero sólo comerlos. —Él no debió decir eso, y mientras los labios de ella se separaban y lo estudiaba, lo lamentó. Su cara había caído, y si él pudiera haber pateado su trasero por ser estúpido, lo habría hecho con gusto. Se inclinó de nuevo a su cuello, la besó suavemente, y luego habló de nuevo—. Sólo marquemos este argumento y guardémoslo para más tarde, ¿sí? Ella asintió, pero sus ojos permanecieron serios. Efectivamente él había matado ese delicioso estado de ánimo con un solo golpe. Quizá si pudiera mantener su boca cerrada a ella podría realmente gustarle algún día. Pero mantener su boca cerrada no era realmente su punto fuerte. Dio un paso atrás de su cuerpo, y ella se movió al café. Él miró mientras ella olía cada uno, y después escogió, sorbió, y tarareó su aprobación. Aparentemente, lo había perdonado. Mientras salía del baño con su elección entre sus dos manos, él dejó las otras dos y la siguió, subiéndose a su cama y descansando mientras la miraba vestirse. No se había molestado en desempacar la ropa que había traído, y eso enviaba una punzada de dolor más desagradable a través de él. ¿Por qué? La mayoría de cada reacción que él le tenía era extraña y le sorprendía. ¿Por qué, por ejemplo, se sentía como muriendo cada vez que la imaginaba siendo herida, o peor, muerta? No podía soportar su mortalidad; era como algo grotesco con una bomba de tiempo que él se veía forzado a mirar y esperar hasta que finalmente decidiera irse. Cada parte de la vida de ella de alguna manera no era segura para su bienestar, y para un hombre que nunca, literalmente nunca, pensaba acerca de seguridad por el simple hecho de que había una pequeña razón, era desconcertante, insoportable en realidad. Era demasiado malditamente vulnerable. Vulnerable y feroz y todo al mismo tiempo. Su corazón dio un vuelco mientras la miraba sacar ropa de su bolsa y vestirse. La ropa interior que escogió era como de niño y se veía increíble en su trasero. Escogió un par de vaqueros, y lo combinó con un Navy Henley, y tacones café. Suavemente casual, pero perfecto en ella. Cuando puso el estuche de su pistola en su cintura, él sonrió. Lo había disfrutado, incluso a través de su terror, mirarla poner dos balas en la garganta de Driscoll. Fue un infierno de tiro, y su vida no había estado tan en peligro en ese momento, él probablemente habría tenido una erección sólo mirando. Ella lo atrapó mirándola y mordió su labio. Era una mucho más diferente Brit en este día que en el día que la había conocido. Había sido atraído a ella instantáneamente, e indudablemente fue atraído a su fiera y feroz actitud, pero ahora podía ver a la real ella escondiéndose detrás de la actitud, y le gustaba mucho más por ello. Después de que habían hecho el amor la noche antes, había curioseado. Ya sabía que su infancia había sido difícil, pero cuando ella se abrió y habló acerca de ser atormentada en la escuela por sus compañeros, rompió su corazón, sólo otra respuesta extraña que ella incitaba. Había sido humillada, acosada, y aterrorizada

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sin respiro. Las razones eran lo suficientemente claras, y aun así, ella peleaba con cada una de ellas justo horas después para proteger y salvar una mitad del catalizador de todas sus torturas pasadas. Las adicciones de sus padres y opciones de vida de su madre le dieron a Brit el peor inicio de una vida imaginable, pero los amaba, aun así. Él no entendía eso… pero lo amaba viniendo de ella. Mostraba una fuerza que ciertamente no había tenido. Había huido de su familia cuando cambió. Sabía que no había aceptación en lo que se había convertido, y sabía que no encontraría ningún apoyo de sus parientes. Pero no tenía el apego emocional a ellos como ella obviamente lo tenía por los suyos. Era una fuerza que él envidiaba. Ellos no le habían dado una razón para amarlos, pero lo hacía de todas formas. Él no había tenido su fuerza a ese punto en su vida, y cuando contemplaba el dolor que ella soportaba una y otra vez, lo llenaba con algo que se sentía extrañamente como orgullo por ella. Impresionaba el infierno fuera de él. Ella se detuvo en la puerta y se giró para mirarlo. Su interior se apretó y una ola de pánico golpeó con gran fuerza mientras sostenía su mirada. Era tan jodidamente humana. Demasiado débil. Demasiado mortal. La estaba viendo irse a un mundo que sostenía mucha más amenaza y la luz del día era la única cosa protegiéndola por el momento, y era una disuasión patética por eso. El sol ni siquiera detenía a Angus de moverse durante el día cuando necesitaba hacerlo. Podría manejar la incomodidad, la pesada fatiga y debilidad, incluso la ligera quemadura que corría sobre su piel. ¿Qué lo hacía pensar que verdaderamente mantendría a Driscoll lejos de ella? —Te veo esta noche. —Y luego se volteó y se fue.

Su madre había llamado desde la cárcel esa mañana, y después de negarse a pagar la fianza, Brit trató de enfocarse en su trabajo. Su madre había sido arrestada lo suficiente para que hubiera poca indulgencia, y mientras el vandalismo, la intoxicación pública y la alteración del orden público eran lo menos para el pasado criminal de su madre, o mejor aún la obligatoria rehabilitación seguida de la cárcel si rechazaba el tratamiento. Mientras era difícil imaginar a su madre siendo limpiada después de tantos intentos fracasados, también era difícil no imaginarlo. Fue citada a la corte el día después junto a su comparecencia, y Brit tenía toda la intención de mantenerla en la cárcel hasta ese tiempo. Cuando su teléfono sonó, saltó. Supo que ella no se estaba enfocando así de bien en el trabajo después de todo. Estaba siendo llamada para mostrar admisión por un visitante, y cuando rodeó la esquina, su corazón se agitó por un momento. —¿Has almorzado? —Sus ojos azules se encontraron con los de ella, y sonrió. —No. —Entonces te llevaré. —La mujer en el escritorio de enfrente lo estaba mirando como si nunca hubiera visto un vampiro guapo antes.

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—No puedo imaginar que sería lo que disfrutarías, dado el hecho de que no comes. —Oh, no lo sé. Te encuentro completamente disfrutable, especialmente mientras estás comiendo. —Y luego inclinándose a su oreja para que la molesta recepcionista no escuchara, continuó—: Si prefieres, podemos quedarnos aquí y follar en el armario de suministros, renunciar por completo a la comida. —Eso no pasará. —Bien. Almuerzo primero, y luego encontraremos un lugar silencioso y privado para hacer el amor antes de que tengas que volver. ¿Así mejor? Ella no dijo nada en respuesta. Estaba realmente completamente bien con esa sugerencia. Él la condujo a su camioneta y le abrió la puerta. Mientras entraba al asiento del conductor, ella habló: —Así que, ¿por qué la invitación a almorzar? Cuando no puedes comer, realmente parece un poco sin sentido. Él la miró rápidamente. Su expresión era seria mientras ponía el auto en la unidad y se retiraba hacia el tráfico. —Pudiste haber muerto la otra noche… de nuevo. Pasé dos horas mirando el jodido techo en mi cuarto después de que te fueras esta mañana, y no pude dejar de imaginarlo. —Su voz era distante. Su actitud fría y calmada era tensa y contenida por el momento. —No morí. Estoy bien. —Pero entendía su miedo completamente bien. Estaba caminando alrededor sintiendo las miradas del mundo sobre ella. Había estado así desde su primer encuentro con el hombre. No era rival para Driscoll. No quería admitirlo o aceptarlo, pero era verdad. Dos balas a la garganta pondrían a un hombre normal en tierra y le dejarían una pequeña oportunidad de que se levantara de nuevo. Pero poner dos en Driscoll, hubiera pensado que simplemente lo pateó en la espinilla. Él ignoró el comentario. —¿Dónde te gustaría comer? —La expresión en sus ojos mientras la miraba decía lo que sus palabras no; él no lo había dejado ir más que ella. Simplemente no quería pensar en ello. —Pensándolo bien, no tengo mucha hambre. ¿Qué hay de algún lugar quieto y privado? Él se rió y finalmente liberó una cantidad marginal de tensión. —Vamos a casa. —El corazón de ella se agitó de nuevo. Esta vez a su uso de la palabra casa. O no esa palabra específicamente, sino la que no la precedía. El “mi” faltaba, y sonaba remarcablemente bien sin él. Enviaba un cosquilleo cálido e inapropiado a través de su cuerpo, y mientras su cuerpo reaccionaba sin su permiso, él la miró, ladeó su cabeza y sus ojos se estrecharon ligeramente. No había perdido el efecto que sus palabras tenían en ella, y ella podía sentir el calor creciendo en sus mejillas antes de que rápidamente mirara fuera de la ventana. Pero no antes de que viera una pequeña y suave sonrisa aparecer en las esquinas de su boca.

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Le acarició la mano mientras iban a su residencia, y su cuerpo cálido y preparándose para él. Ya lo estaba anticipando Había acordado no alejarlo, y aunque sabía que debería hacerlo y el también, estaba agradecida de tener una excusa para lo contrario. No lo hicieron al pasar el ascensor, o exactamente en el ascensor entre los pisos tres y cuatro. Él golpeó el botón que lo detenía a mediados de la ascensión mientras la miraba, y antes de que ella lo supiera, él estaba detrás de su cuerpo mientras lo miraba en el espejo de la pared del pequeño compartimento. La rodeó y desabrochó sus vaqueros, bajándolos hasta sus tobillos. Mientras se agachaba tras su cuerpo, lentamente bajó su ropa interior por sus piernas, pasando sus labios por la temblorosa piel mientras trabajaba su camino de vuelta. Él se suavizó y buscó a tientas sus nalgas y besó apasionadamente el camino por toda la suave piel. Realmente no podía verlo con su cuerpo detrás del de ella, y no pudo evitar el verse a sí misma. Sus mejillas estaban encendidas, y no parecía mantener su boca cerrada mientras él suavemente rodeaba su cuerpo con su boca. Se sintió sin aliento, a pesar de los pocos esfuerzos que había hecho. No se miró del todo. Normalmente se pellizcaba y la expresión dura se iba, y casi la asustaba. No sabía cómo funcionar sin ello, y aun así disfrutaba dejándose ir con él. Cuando se puso de pie detrás de ella y sus manos continuaron amasando y masajeando las redondas mejillas de su trasero, él la atrapó mirándose a sí misma. —¿No tienes ni idea de cuán bonita eres, cierto? —Ella lo miró pero no dijo nada. Su admisión la noche antes en cuán horrible sus atormentadores la habían hecho sentir cuando era una adolescente estaba aún fresca en su mente y aún más obviamente, en la de él. Mientras niña, las pocas veces que raramente se miraba en el espejo y no se había sentido completamente disgustada en lo que miraba era de corta duración. No le tomaba tiempo a todos sus compañeros robar incluso la más pequeña cantidad de confianza y dignidad y se esforzaba por sentir algo bueno de ella incluso hoy, aun escuchando los insultos y palabras feas que le habían lanzado. Escondía la auto-compasión y odio a sí misma bien, enmascarado bajo una fachada de actitud, pero no podía ocultarlo de él. Había derribado esa pared con nada más que un golpe sutil de su seductora respiración a su enladrillado y mortal exterior. Besó suavemente su cuello, mirándola con ojos seductores. Estaba esperando la respuesta que ella no era capaz de decir. Cuando sus manos que estaban gentilmente frotando las mejillas de su trasero se movieron alrededor de sus caderas a su sexo, suavemente apartó sus labios mientras ella jadeaba y pasaba un dedo sobre su clítoris. Su respiración salió como siseo, y él gruñó silenciosamente contra su cuello. Y cuando susurró “Inclínate” en su oreja, ella no se detuvo ni siquiera por un momento. Sus piernas se establecieron firmes por la restricción de sus pantalones en sus tobillos, y no estaba completamente segura de cómo iba a funcionar esto. Escuchó mientras bajaba su cremallera, y cerró sus ojos, descansando su frente en la barandilla que rodeaba el interior del ascensor. Estaba esperando el toque. Primero, fue sólo un suave empujón a los labios cerrados de su vagina con la cabeza de su pene. Luego fueron sus dedos acariciando y cosquilleando por toda la parte exterior de sus labios. Cuando corrió un dedo bajo su parte y lo deslizó

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entre sus labios, pudo sentir la humedad mientras él deslizaba suavemente, y cuando la cabeza de su pene empujó otra vez, presionó contra la raja húmeda mientras sus dedos suavemente partían sus labios. Su pene pasó más allá de sus labios y se acomodó en su canal mientras él gruñía en placer y ella jadeaba ante la presión. Era siempre tenso y confinado en dolor con él, pero esto era intenso. El tenso pasaje estaba restringido y estrechado por el ajuste de sus muslos, y ella podía sentirlo deslizándose por la sensible piel de sus labios mientras presionaba firmemente y fuertemente dentro de su cuerpo. Él la estaba viendo con una expresión de desafío en su cara. Sabía exactamente lo que le estaba haciendo, y sabía el efecto que estaba teniendo en su cuerpo. Cuando salió, salió completamente, y luego lentamente pasó los tensos labios de su vagina de nuevo. Una y otra vez, dejó su cuerpo antes de forzar sus labios apretados dentro de su igualmente apretado coño. Pronto la fricción construyó una vibración pulsante cálida a través de su ingle, y estaba gimiendo en voz baja mientras él la miraba. Acarició su trasero mientras seguía empujando y empujando en ella. Mojó su dedo entre sus nalgas, deteniéndose sobre el fruncido agujero de su ano. Ella apretó sus músculos sin advertencia, y apretó toda su ingle alrededor de su empuje, expulsando un profundo y gutural gruñido de él. Pero él no apretó el persistente dedo de su trasero. En lugar de eso, se inclinó sobre su cuerpo, conduciendo su erección dolorosamente profundo hasta su médula. —Quiero que me des esto... —Él estaba acariciando suavemente y claramente sobre su ano, una completa contradicción con el profundo dolor de su pene estaba infligiendo en su coño. Sus labios le hicieron cosquillas en la oreja mientras hablaba, y él se mantuvo en su interior. Envolvió su mano libre alrededor de su cintura y la descansó en su estómago bajo. No estaba del todo segura de que él no pudiera sentir su gruesa longitud a través de su vientre. La acarició, liberando un poco la tensión y permitiendo que su cuerpo se relajara lo suficiente como para aceptar su profunda penetración—. Pero no hoy. —Ella se relajó aún más con sus palabras. No estaba lista para eso, y, francamente, la espantaba considerarlo—. Necesito mucho más tiempo contigo de lo que puedo tomar en un ascensor para ayudarte a prepararte para mí. —Se mantuvo acariciando su dedo sobre la estrecha entrada de su trasero, y ella amó la intimidad de la misma, incluso si lo que estaba proponiendo era aterrador. Él era demasiado grande. Tenía que serlo, pero su voz segura y tranquila dejaba en claro que no sólo estaba jugando con ella. —¿Por qué? —¿De verdad necesitaba escuchar esta respuesta? No era como si ella no estuviera consciente de que los hombres disfrutaban poner a las mujeres en tales posiciones, pero no era una posición en la que había estado antes, y no sabía si podía entrar ilegalmente. Por lo menos, se merecía escuchar por qué era importante para él. —Me gusta que te me entregues, y no puedo pensar en ninguna otra entrega más íntima y personal. —Todavía estaba en su oído, moliendo su cuerpo mientras su dedo acariciaba.

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—No me entrego a ti. —Ella no sonaba muy convincente mientras él la penetraba mientras ella trataba de sacar las palabras. Él se rió entre dientes, pero fue interrumpido por su profundo gemido mientras ella apretaba con fuerza sobre su rígida penetración. —Oh Dios, Brit. —Y se reía más mientras salía lentamente de su cuerpo y volvía a entrar de golpe—. No te hagas ilusiones, amor. Eres una de las personas más difíciles que he conocido... —Otra estocada profunda—... y el hecho de que me dejes controlar tu cuerpo exactamente de la forma que quiero... —Retirada lenta—... muestra claramente tu entrega a mí. —Ella frunció el ceño hacia él y tiró hacia adelante mientras él trataba de entrar en ella de nuevo, pero un encaje rápido de su mano en su estómago de nuevo, y él estuvo de vuelta en donde empezó, empujando dentro de su cuerpo—. Relájate. Nadie necesita saber lo dócil y agradable que puedes ser excepto yo. —Pensé que no eras uno de esos hombres. Demasiado teatral, ¿recuerdas? —Ella gruñó a mitad de frase mientras él tocaba sus profundidades de nuevo. Golpeó dentro de su cuerpo luego, rápidamente empujando profundo y tirando rápido. Ella estaba gimiendo a pesar de que quería luchar con ello. No quería darle la satisfacción después de que la había desafiado. Y al mismo tiempo, se quería venir desquiciadamente por él. Su orgasmo se impuso al final, y cuando dejó caer su frente a la pared de espejo en frente de ella, era para recuperar el aliento mientras él se acercaba también y se vaciaba en ella. —Ahora escúchame, Brit, porque esto es importante. —Levantó la cabeza para ver su expresión seria en el espejo sobre su hombro. Su voz era tan seria como la mirada en sus ojos, y cuando empezó a hablar, su boca se abrió y escuchó con atención—. Nunca haré nada a tu cuerpo que no esté destinado a complacerte completamente, e incluso aborrezco la idea de tu dolor. Si alguna vez decido atarte, sólo será para hacer la experiencia más agradable de cómo hacerte llegar una y otra y otra vez. Y nunca habrá un momento en que quiera que te sientas como si fueras menos que yo o me debas un poco de servilismo. Jamás. Tu entrega a mis deseos es tu confianza en mis intenciones contigo. —Y luego inclinándose a su oído, su rostro se suavizó, y habló en una respiración tranquila—. Y yo necesito eso. Necesito tu confianza. —Había una vulnerabilidad en sus ojos que no había visto antes en él. Su cuerpo todavía estaba cómodo y ajustado en el de ella, y fue superada con la necesidad de darle un beso repentino. Cuando ella se levantó, él sacó su pene de su cuerpo, y se volvió hacia él, tomando una respiración profunda. Alargó la mano hacia su rostro y tiró de su boca a la de ella. Lo besó suavemente, queriendo darle todo lo que necesitaba pero sin idea de lo que realmente implicaba. Cuando sacó los labios de él, su mandíbula estaba apretada. —Era en serio cuando dije que podrías tener todo el control que necesitas en la vida, pero esa lucha no tiene cabida entre nosotros. Ella asintió, y él se inclinó a su boca de nuevo. Era demasiado fácil dar con él. No había lucha en absoluto. La resistencia que le dio no era más que una sombra fugaz de su actitud anterior. Era un pez moribundo andando alrededor, esperando su fin.

Simplemente no podía mantener su antiguo yo con él. Su antiguo yo no se involucraba con los hombres, no tomaba tiempo para relaciones personales como ésta. No bajaba la guardia por un momento con nadie, y luchaba mucho para protegerse del dolor y heridas. Se hizo invencible al aislarse del mundo, y segura como el infierno no creía en los vampiros, y mucho menos en follarlos. Pero era una ideología moribunda que apenas existía ya, al menos no con él. Estaba un poco jodida si no podía controlar esto, porque este no era un hombre con quien ella tuviera un futuro.

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ué significa que sientas como si fueras a morir cuando imaginas a esa persona en particular siendo herida? —Su mirada estaba lejos mientras hablaba, mirando por la ventana de su sala de estar. El sol estaba desapareciendo rápidamente, y ella no estaba en casa todavía. —Que estás jodido. —Truman rió entre dientes mientras descansaba en el sofá de Angus. —Eso es lo que me temía. —¿Vas a decirle cómo te sientes? —¿Decirle qué? —Que la amas. —No la amo. ¿Cuál sería el punto de eso? —Pensé que te lo había explicado antes. Es tu propio punto, idiota. — Todavía estaba riendo y mirando a Angus con una sonrisa divertida. —Yo no soy tú, Tru. Y no estoy dispuesto a unirme con algo a lo que tenga que renunciar. Truman negó con la cabeza. —No te puedo decir cómo sentirte acerca de su mortalidad. Yo siempre estaba preparado para hacerle frente a eso en Ember antes de que se convirtiera, pero Dios, no puedo imaginar que no sea inmortal ahora que ella lo es. No me puedo imaginar ser forzado a dejarla ir. Eso es duro. —No es duro porque no voy a caer por ella y dejar que me importe. No me enamoraré. —Crees que puedes elegir. Lindo. —Truman estaba burlándose de él. Angus no respondió, pero se volvió y miró a su amigo. Su incapacidad para dejar de pensar en ella, preocuparse por ella, su maldito todo significaba algo más de lo que estaba dispuesto a aceptar. Y, francamente, en realidad no importaba si él estaba dispuesto a aceptarlo o no. Todavía iba a destruirlo al final, independientemente de si estaba dispuesto a aceptar lo que sentía. Se volvería loco si la perdiera, y, sin embargo, iba a perderla. Realmente no importaba si fuera después de que Driscoll se la llevara o al final de su vida, tendría que renunciar a ella. ¿Podría detenerse de cuidarla solo para salvar a su propio corazón, su propia cordura? No podía dejar de hacer nada con ella, y mucho menos preocuparse. —Es bueno para ti.

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—¿Eh? —Estaba tan lejos en su propia mente que se había perdido el comentario la primera vez. —Ella es buena para ti. Ember piensa lo mismo. —Hmm. ¿Y qué tiene que decir tu buena esposa sobre ella? —Tiene que ver tanto contigo como con Brit. Piensa que se complementan entre sí. Cree que todos los grandes amantes del mundo lo hacen. Le das lo que ella necesita y ella hace lo mismo por ti. —¿Piensa que mi vida está carente de alguna manera y Brit llena ese vacío? —¿Realmente quieres tener esta conversación? —Él asintió—. Está bien. Sí, eso es exactamente lo que piensa. —Continúa. —Ambos han tenido crianzas pésimas, por muy diferentes razones, pero aun así. Ambos venían de hogares donde fueron descuidados, y las personalidades se vieron muy afectadas por esa negligencia. Brit se aisló del mundo. Levantó una pared, una muy dura y resistente. —Y luego miró a Angus con un grado de vacilación y un suspiro—. Y tú te aislaste del mundo también. —Angus se burló por un momento, pero al final lo dejó ir y escuchó—. Tu pared era decididamente diferente a la de Brit, pero una pared, sin embargo. Viviste la mitad de un milenio sin desarrollar ningún verdadero apego emocional. Ni siquiera te permitiste la opción. Infiernos, todavía estás luchando con uñas y dientes. Tratas las relaciones como un juego, incluso como cosas insignificantes, casuales. Y por lo que dice Ember, eso es tanto una pared como cualquier otra cosa. Te mantiene en forma segura y sin ataduras. Estaba intrigado, aunque no quería admitirlo. —Así que, eso no explica realmente lo que ella... lo siento, lo que tu esposa cree que nos aportamos el uno al otro. —Brit te desafía. Hace imposible que hagas caso omiso de ella o la trivialices, y te da un objetivo. Siempre has sido moral, pero ella te da un propósito de vida y la importancia que nunca tuviste mientras crecías. Nunca nadie te trató como si tu vida significara algo, y ella llenó esa necesidad en ti. —La mirada de Angus cayó al suelo. Maldita Ember y su sangrienta visión. —Así que, ¿qué es lo que le doy a ella? —Fuerza. Seguridad. Estabilidad. Todas las mejores palabras. —Truman sonrió y lo mismo hizo Angus—. Por lo que nos has contado, Brit tuvo una infancia de mierda. El problema es que construyó este muro para protegerse a sí misma, y así, lo construyó muy bien. Pero tú eres la clave para derribarlo. Obstinado e incesante, no dejas que te empuje, y ella termina por ceder. Necesitaba a alguien con tu fuerza y resistencia que no quisiera renunciar a ella y que tolerara su mierda. Bueno, definitivamente había reconstruido a Brit. Y tal vez a él también. Cuando Brit caminó a través de su puerta momentos más tarde, él se relajó. La miró fijamente. Sus entrañas revoloteaban y pulsaban con calor que no podría venir de él mismo, pero no revelaba nada mientras ella cruzaba la

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habitación a su lugar todavía en la ventana de la sala. Truman estaba sonriéndole, moviendo la cabeza sutilmente. Angus era incapaz de ocultar su respuesta interna hacia Brit de Truman más de lo que ella podía ocultar su reacción ante él. Y Truman estaba disfrutando de este hecho a su costa. Se excusó con una sonrisa final, y finalmente estuvo a solas con ella. Después de que habían terminado de hacer el amor en el ascensor al principio del día, ni siquiera se molestaron en subir las escaleras. Ella había necesitado estar de vuelta en la comisaría, y disfrutó el rubor en sus mejillas todo el viaje de vuelta. Su mano se quedó en su muslo mientras conducía, y aspiró el delicioso aroma de la mezcla que él sabía que iba a quedarse con ella hasta que se lavara. Y mientras se acercaba ahora, se inclinó hacia ella. —Bueno, ¿no hueles deliciosa? —Se ruborizó cuando él le dio un beso en la mejilla. —Eres repugnante. Él sonrió. —No, estoy encaprichado con el olor de nuestros jugos orgásmicos. Estoy especialmente encariñado con él cuando está dentro de ti. —Estaba jugando con ella, y estaba funcionando. Su corazón palpitaba ya, y así lo hacía el suyo. No mentía en lo más mínimo cuando había dicho que quería follar su pequeño botón dulce. Por supuesto que sí. Asimismo, no estaba mintiendo cuando dijo que quería tomarse su tiempo. Quería que le rogara y su confianza en su corazón. Pero eso significaba más, y él lo sabía. No era sólo confianza. La quería completamente, y si ella estaba dispuesta a tenerlo de esa manera, entonces, ¿qué decía eso de lo que sentía por él? No podía dejar de querer saber la respuesta a esa pregunta. Pero no todavía. No estaba preparada... Y seguro como el infierno que él tampoco. Al menos no completamente. Su parte inferior, claro, por supuesto que estaba lista. Pero hacer frente a lo que significaba todo aquello, infiernos no. Para un hombre que no la amaba, estaba haciendo un maldito buen trabajo anhelando su amor y confianza. Fue una noche extraña, al menos para él, que terminó con Ember y Truman uniéndose a ellos durante unas horas de juegos de cartas. Se sentaron alrededor de la mesa y hablaron y actuaron como si fueran los humanos más humanos en el planeta. Cuando ellos fueron por las espadas, se asoció con Brit y pasaron el siguiente par de horas ofertando y apostando sin hablar el uno con el otro. Ella lo miraba mientras trataba de averiguar lo que estaba pensando y cada segundo de su atención le estaba haciendo que su corazón palpitara, y Truman y Ember sonreían ante su respuesta muy humana. Brit estaba de guardia, pero su teléfono se quedó en silencio. No hablaron sobre el caso Driscoll, pero sabían que no habían aparecido nuevos cuerpos. Se alegraba por ella, pero le dejaba con poco más para seguir adelante. Se había puesto en contacto con uno de los miembros de la familia de Langford que llevaban una vida solitaria en Nueva Orleans, y el hombre, Aaron Spencer, había accedido a reunirse con él. Le esperaba la noche siguiente. Ni

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siquiera lo había mencionado a Truman o Bremmer, y era una conversación que sabía tendría que venir pronto. Había terminado con Langford y estaba listo para sacar al hombre junto con Driscoll. Había fallado desastrosamente en sus responsabilidades, y si las cosas iban bien con Aaron, tenía la intención de reemplazar al hombre muy pronto. Se había encontrado con Aaron una o dos veces a través de los siglos. Le recordaba mucho a Truman en algunos aspectos. Era un poco solitario, nunca interesado en los asuntos del consejo y más contenido para mantener su propia existencia tranquila fuera de su mundo. Angus quería cambiar eso, y él no estaba seguro de lo bien que iría. Brit le estudiaba mientras jugaba, y cuando la miró, le dio una pequeña sonrisa. Se había distraído en sus pensamientos, y Brit podía verlo. Su cabeza estaba inclinada hacia un lado, y él negó en respuesta. Ella lo dejó pasar. —Así que, Brit, ¿estás pensando en ir a la lectura de cargos de tu madre mañana? —dijo Ember. —Sí. Suelo hacerlo. Encontré un centro de tratamiento que tiene una cama para ella si la liberan para tratarse, y quiero asegurarme de que su abogado tenga la información. —Me gustaría ir mañana si estás bien con eso. Brit asintió. De hecho, realmente parecía bien con la oferta dada por la pequeña sonrisa en sus labios. Tenía la intención de ir también, a pesar de que aún no se lo había mencionado. Quería estar con ella, pero aún más que eso, él quería asegurarse de que Driscoll no se presentara. No esperaba que el hombre fuera tan estúpido, pero también era un adicto a la sangre e inestable, así que las expectativas que normalmente podrían atribuirse a un vampiro lógico no existían realmente con él. Truman y Ember se excusaron por la noche, él y Brit quedaron mirándose el uno al otro en la mesa. —Ven aquí. —Su voz era cálida, seductora y su cuerpo respondió a la perfección. Ella se acercó y la condujo a horcajadas sobre sus piernas para que se sentara frente a él. La besó, y su pene al instante comenzó a tratar de empujarse fuera de los pantalones y en su cuerpo. —Me gustaría ir mañana también. ¿Tendrías algún problema con eso? — Ella negó con la cabeza, pero era vacilante. Él inclinó la cabeza en pregunta, y entendió la indirecta. —Esta parte de mi vida es algo con lo que he tenido que lidiar siempre. Y... es bastante patética. —Se sonrojó. Parecía avergonzada o tal vez sólo incierta. Le tomó la cara entre las manos y la besó suavemente de nuevo. —Amas a tu madre. No hay nada de patético en eso. Ella no necesita merecer tu amor para conseguirlo. Envidio eso de ti. —Su corazón se aceleró por un momento mientras hablaba. A ella le gustaban esas palabras, y no quería perder

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esa conexión con ella—. Mi familia nunca se preocupó por mí. —Su corazón empezó a correr cuando comenzó a confesar que su propia vida era tan patética como la de ella, pero quería que lo entendiera. Sus ojos lo miraban estrechamente. Definitivamente tenía su atención—. Ellos eran ricos, poderosos y... demasiado ocupados preocupándose por todo lo demás en el mundo para dar una mierda por mí. —Se veía herida, como si estuviera sufriendo por él—. Y... yo no los quiero. —Se tragó más de un nudo en la garganta ante esa confesión—. O más bien aprendí a no hacerlo. No hay vergüenza en que te importe, Brit. Que no me importara una mierda de gallina era mi manera. —Y ella se inclinó hacia su boca, besándolo en esta ocasión. Ella se acercó más a su entrepierna, sintiendo su excitación, y tiró de sus caderas ceñidamente contra él. Pero se detuvo tan rápido como comenzó. —No estoy segura de que pueda hacer lo que tú quieres hacer. Él se rió entre dientes antes de responder. —¿Por qué no lo dices, Brit? Lo miró mientras sus mejillas ardían. —Sexo anal. La besó de nuevo suavemente, pasando sus manos sobre su parte inferior. —Te gusta mi dedo ahí. —No era una pregunta, pero asintió ligeramente— . Y tienes que entender que nunca haría nada que no creyera que te fuera a gustar. —Se mordió el labio mientras lo estudiaba. Fue un largo rato después que ella finalmente asintió lentamente—. Entonces no me digas que no puedes hacerlo. Deja que te convenza que lo deseas. Nada sucederá hasta que lo pidas, y si puedo conseguir que hagas eso, entonces no va a haber mucha discusión sobre el asunto. —Ella respiró hondo—. Todavía no, amor. Así que deja de preocuparte. —La besó antes de que pudiera hablar de nuevo y la llevó a la cama antes de que pudiera protestar. Tomó su dedo esa noche, y él lo sostuvo firme y profundamente en su trasero mientras subía por su cuerpo. Y cuando estaban en la ducha después, ella se le acercó por detrás, acariciando su espalda con sus delicadas manos pequeñas antes de que deslizara una entre las mejillas de su trasero. Acarició y frotó su entrada mientras dejaba caer su frente contra la pared, y cuando se abrió paso entre los músculos apretados de su cuerpo, él gimió. Amaba este toque porque pertenecía únicamente a ella. Cuando la mano libre se envolvió alrededor de la rígida longitud de su pene y le acarició mientras su dedo se hundía suavemente, su gemido se convirtió en un jadeo, con espasmos rozando su próxima liberación, la que le dio rápidamente corriéndose en la pared de la ducha. Su mano tiró despacio y acarició hasta el último goteo de su pene mientras su dedo dejaba suavemente su parte inferior. La sostuvo bajo los chorros calientes de la ducha durante muchos largos minutos antes de que finalmente se fueran a la cama. Era demasiado nocturno para dormir, así que leyó mientras ella dormía. Se quedó en la cama con ella toda la noche y le hizo el amor una vez más antes de levantarse. Todavía no había dominado el arte de tomarla con delicadeza, pero a ella no parecía importarle, y

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aunque tenía la intención de tratar de ser civilizado al menos una vez, no podía imaginarlo. Su cuerpo y el control se venían abajo en el momento en que sentía su piel contra la suya, y eso le dejaba luchando contra su pene para controlar sus movimientos. Mientras ella estaba en el baño preparándose para el día, él corrió a la tienda más cercana, compró una pequeña cafetera, café molido y una taza de viaje. No se humillaría a sí mismo con lo del puto camarero de nuevo. Sonrió cuando lo vio sacando eso fuera del embalaje en su cocina completamente vacía, y la vio hacer café mientras estaba sentado en el mostrador de la cocina. Todo parecía tan humano, o al menos lo que él suponía que era humano, y le encantaba. Le encantaba porque era parte de ella. Le gustaba compartir su vida. Nunca había querido eso antes con nadie. Pero mientras la veía moverse en silencio, todavía bostezando con somnolencia y estirando sus músculos cansados, se deleitaba. Una vida no era suficiente tiempo con ella, y eso envió una punzada de pánico atravesándole al considerarlo. La noción de un amor para siempre de repente tuvo todo el sentido del mundo para él. Finalmente comprendía a Truman. Pero simplemente no era posible. Ella se acercó a él cuando saltó del mostrador y se inclinó de puntillas para besarlo. —Gracias por la cafetera. Guardó su lucha interna y sonrió. —Sé que no es muy buena, pero supongo que si hace el truco... —Volvería a comer los granos de café directo de la bolsa si tuviera que hacerlo, así que... es perfecto. —Sus cejas se alzaron mientras hablaba. Él se rió entre dientes. —Bueno, nunca en toda mi existencia había tenido café, y dado el sabor en tus labios no estoy seguro de que vea por qué tanto alboroto, pero parece hacerte muy feliz. —Y después de un beso más, ella se había ido.

—Orden en la corte, por favor. —Había estado aquí muchas veces. Su madre tenía más de una treintena de casos de delitos menores declarados hoy en día, pero por suerte la espera no fue larga. Su madre era segunda en la línea. Truman, Ember y Angus habían aparecido y se sentaron justo detrás de ella. Brit no sabía si habría alguien ahí que la conociera, y se alegró de que tuvieran la previsión de ser discretos, pero Dios, no le importaría sentir el hombro fuerte y la fortaleza de Angus al lado de ella. Ella se había convertido en algo que solo estaba unido a la fuerza y él irradiaba calma, y estando sentada a solas con una mujer mayor que tejía a un lado de ella y un hombre maloliente y flaco que parecía tan adicto como su madre al otro lado, estaba lista para saltar sobre el banco hacia Angus y arrastrarse en su regazo como una mujer patética con las que no solía tener nada en común.

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Cuando su madre subió, Brit se paró rápidamente y habló con el abogado de oficio, entregándole un pequeño trozo de papel que se guardó en su bolsillo después de escanear rápidamente. Su madre tenía mal aspecto. Más que malo. Estaba temblando y parecía medio dormida, y no fue hasta esa misma mañana que Brit se había enterado de que había pasado buena parte de su tiempo en el hospital después de que sus síntomas de abstinencia se hicieran tan malos que la enfermería de la cárcel pidió que fuera movida. Su abogado, un hombre que parecía demasiado joven como para siquiera saber sobre la gente como su madre y mucho menos ser responsable de representar a uno de ellos, se inclinó hacia su madre y habló en voz baja. Su madre miró a su alrededor en una nube, y llamó la atención de Brit. Ella no sonrió, no frunció el ceño, sólo se quedó mirándola por un momento antes de volverse. —Su señoría, mi cliente está dispuesta a declararse culpable de los cargos, pero solicitamos que sea inmediatamente trasladada a un centro residencial de tratamiento para las drogas y el alcohol a cambio de tiempo en la cárcel. Ya existe un lugar reservado para ella, y es mi insistencia que el tribunal considere esta opción. La señora Sutton ha pasado las últimas veinticuatro horas en el hospital para recibir un tratamiento médico asociado al retiro de drogas, y será poco beneficioso en mi opinión ponerla en la cárcel en este momento. El juez respondió. Brit lo reconoció, y por el aspecto que tenía, él reconoció a su madre. —¿Se declara culpable, señora Sutton? Ella murmuró su respuesta antes de que el juez volviera a hablar. —Sra. Sutton, no es nueva en mi corte, y no estoy encantado de verla de vuelta, pero me inclino a estar de acuerdo en que necesita un tratamiento mucho más de lo que necesita el encarcelamiento. El tratamiento será un sistema obligatorio de sesenta días, y si no puede completarlo, el tribunal tendrá en cuenta que ha violado los términos de la libertad condicional... —Ella dejó de escuchar después de eso. Había oído todo lo que necesitaba oír, y soltó el estrés y la preocupación en un profundo suspiro. Su madre estaba teniendo dificultades para ponerse de pie sin caerse, pero se las arregló para acordar. —Alguacil, la señora Sutton está preparara para el tratamiento que se le imponga. —Y su madre se fue, tropezándose lejos. Miró de vuelta a Brit una vez, y Brit estiró una mano rápida hacia ella mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Nunca superaba ver a su madre de esta manera. Ni en toda su vida se había acostumbrado a esto. Su madre le dio una débil pero muy sobria sonrisa. Ella podría estar dolorida, pero estaba sobria por el momento, un momento raro, pero agridulce para Brit. Fue fugaz. Siempre era fugaz. Y la destruía. Sintió los nudillos de Angus en la parte posterior de su cuello mientras se levantaba con Truman y Ember para irse. Pero en el momento en que se volvió, él se alejaba. Salió de la sala de audiencias, y cuando ella salió de la habitación también, vio a Truman y Ember alejarse por el pasillo y a Angus de pie contra la

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pared frente a ella. Él inclinó la cabeza en la dirección opuesta y se dirigió por el pasillo de la salida con el grupo de personas. Lo seguía de lejos, observando sus movimientos casuales y tranquilos. Llevaba un moderno traje de tres piezas gris marengo que se adaptaba perfectamente a su cuerpo y casi la dejaba sin aliento. Dobló por una esquina a un pasillo desierto, y cuando rodeó la misma esquina después, lo encontró de pie con los brazos cruzados, apoyado casualmente contra la pared cerca de una puerta. Era una pequeña sala de biblioteca llena de estanterías y tan desierto como el pasillo. Cuando abrió la puerta para ella, pasó, y él cerró la puerta detrás de ellos. Se acercó a la repisa de la ventana más cercana, colocando sus manos en el frío mármol del umbral que daba a la ciudad más allá. Sus manos se encontraron con las suyas en el alféizar cuando él se acercó a abrazar su cuerpo por la espalda y le acarició el cuello. —Va a estar bien, Brit. —Ella asintió mientras hablaba. Él estaba diciendo lo que tenía que decir, lo que era apropiado decir, pero ella lo sabía mejor. Su madre probablemente no iba a estar bien. —Va a matarla. No hay duda en mi mente. —Él no dijo nada, pero le besó el cuello con suavidad. Cuando se volvió para enfrentarle, alcanzó la cintura de sus pantalones, pero él la detuvo con el ceño fruncido. —¿Qué? —dijo antes de que pudiera retirar su reacción. Rechazo inundó sus sentidos en un instante—. Es por eso que estás aquí, ¿no? —Ella sonaba amarga y acusatoria. Sabía que sólo estaba preparada para el dolor, y se lo estaba haciendo a sí misma. Sonaba a cómo había sido Brit siempre, y se estremeció ante cómo sonaba ahora. No había sido esa mujer desde hacía un tiempo, al menos no con él, y ya no le gustaba como sonaba esa Brit. Pero en su estado emocional actual, se deslizaba de nuevo en la comodidad que eso le daba. Lo necesitaba y le estaba alejando. Podía oír su voz haciéndolo, y, sin embargo, no podía evitarlo. Estaba castigándose a sí misma siendo cruel con él. Pero él no la dejó salirse con la suya este día más que ningún otro. —No es por eso que estoy aquí, Brit, y no aprecio la sugerencia. —La miró con exasperación. Ella no reaccionó en absoluto, sino para mirar hacia su pecho. No podía entender su reacción ante él. Su corazón estaba clamando por su comodidad y fuerza, pero su cuerpo y mente se negaban a mostrarlo. Era como si estuviera congelada en su lugar sin poder moverse más allá. Siguió mirándola, esperando a que se desmoronara, pero ella se quedó mirando hacia su pecho, su respiración bocanadas superficiales y torturadas. Era como si pudiera ver lo que necesitaba parado justo en frente suyo, pero no pudiera encontrar la manera de preguntárselo, no podía entender cómo mover su cuerpo y tomar lo que necesitaba. Así que se paró allí como una estatua, sintiendo la tortura de su propio comportamiento. Con el tiempo él se dio por vencido de esperar a que ella soltara a la Brit que ambos odiaban, y suspiró.

—Te veré esta noche. —Fue un suspiro de exasperación, y se detuvo al llegar a la puerta y abrirla—. Siento lo de tu madre, Brit. Sé que es duro para ti. —Y mientras se movía a través de la puerta dejando que se cerrara detrás de él, se agarró al alféizar y dejó que las lágrimas cayeran en silencio. Se odiaba a sí misma. Odiaba que ella fuera responsable de empujar lejos lo que necesitaba cuando estaba tan dispuesto a renunciar a ella. ¿Qué diablos le pasaba?

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Podía oler el vino que emanaba de su piel en el momento en que entró por la puerta. Eran casi las ocho, y ella tenía casi tres horas de retraso. Sabía que estaba enojado, dada la forma en que miró rápidamente hacia él y luego se dirigió directamente a su habitación mientras su mirada la seguía, acechando. Ella lo miró una vez en el camino, y la expresión de su ardiente furia debió haberla sobresaltado porque su corazón empezó a correr. Su rostro no traicionó su pesar y ella le mostró solo una expresión fresca. La siguió, y en el momento en que estaba dentro de su habitación, dejó de contener su lengua. —¿En qué diablos estabas pensando al salir a emborracharte? Como si estar fuera en la oscuridad y ponerte en peligro no fuera suficiente, ¿decidiste que menoscabarte con alcohol sería una buena idea? ¿Es eso en serio? —Estaba gritando, y odiaba el sonido de su voz. Angus no gritaba. Estaba fresco, tranquilo, exasperante para muchas cosas, pero no perdía la compostura, nunca. Dejaba que los hombres con menos control hicieran tales cosas. —No te debo ninguna explicación acerca de dónde estaba. —Y no lo hacía. ¿Por qué iba a hacerlo? Pero a él no le importaba que la debiera o no. Había estado aterrorizado. Aterrorizado por tres malditas horas esperándola, e iba a asegurarse de que ella sintiera su furia. —Cuando todo esto haya terminado, puedes ir a odiarme y destruir tu vida con tu mierda de autocompasión de nuevo, pero en este momento, hay un monstruo que te quiere muerta, y soy tu mejor oportunidad de supervivencia, muñeca. Es posible que desees tener en cuenta eso antes de decidir ponerte tan imprudentemente en peligro de nuevo. Pensé que eras más inteligente que esto, Brit. —Salió furioso incluso antes de que tuviera la oportunidad de responder. Ella se quedó en el dormitorio por el resto de la noche, y él trató de distraerse hasta que necesitó irse para encontrarse con Aaron. Quería gritarle más; se moría, de hecho, por descargar su ira. La había contenido por alguna extraña razón, y estaba desesperado por liberarla. Había estado preocupado desde el momento en que el sol se puso. Sabía que ella estaba molesta, y después de treinta minutos de espera, había llamado a Ember. Ella la había encontrado en un bar cerca de su recinto, afortunadamente sola. Ember se quedó observándola y pasándole informes a Angus. Le habían coqueteado en tres ocasiones, y después de gritarle al último pretendiente que se jodiera, salió del bar, tomando un taxi a casa. Comprendió que estaba molesta. Pero no estaba dispuesto a aceptar la mierda infantil que le estaba haciendo pasar. Escuchó como la ducha se encendía

a las diez, y la oyó encender las luces poco después. Se reunía con Aaron a la medianoche, y se fue después de asomarse a verla durmiendo plácidamente en su cama. Al menos estaba segura.

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Aaron era un vampiro relativamente joven en muchos aspectos. Se había transformado joven y aunque técnicamente era el siguiente en la línea de su familia, había hecho la transición solo unas décadas antes de lo que se consideraba prohibido. Se encontró con él en una noche tranquila de cafetería. Ordenaron té, que dejaron en la mesa delante de ellos mientras hablaban. La expresión en el rostro de Aaron mientras relataba los acontecimientos finales era la confirmación que Angus necesitaba para apreciar que el hombre entendía la ética de vampiros, así como cualquier otra. Él se indignaba de que tantos inocentes hubieran sido asesinados por Driscoll, y Langford había hecho poco para detenerlo. También era evidente que tenía una carga de desprecio hacia Langford. —Nunca me ha gustado el hombre, Angus. Está demasiado interesado en mantener la vida fácil que quiere como para hacer lo que es correcto. Si decides eliminarle, absolutamente tienes mi apoyo. Hay pocas opciones realmente. Muchos están muriendo, y si no se hace algo, podría exponernos a todos nosotros. —Driscoll es una obviedad, pero con Langford... te das cuenta de que te deja como el próximo en la línea para dirigir a tu familia. —El hombre comenzó a sacudir la cabeza en el momento en que las palabras salieron de la boca de Angus. —Esta no es la vida que quiero. Lo siento, pero... no me pidas renunciar a mi libertad por mi línea de familia. —Lo estoy pidiendo. Y no lo haría si no tuviera que hacerlo. —El hombre lo miró con frustración. No estaba molesto. Sabía de dónde venía Angus, pero eso no significaba que quería el papel—. No es la silla que piensas que es. Truman dirige a su familia, pero mantiene su propia residencia privada. No es lo que solía ser bajo el gobierno de Sylvan. Tendrás toda la libertad que puedas necesitar, pero sí, serías responsable de los miembros de tu familia. Cuando todo estaba dicho y hecho, Aaron no había accedido a la petición de Angus... pero no se había negado tampoco. Quería tiempo para considerar la propuesta y eso era algo por lo menos. Cuando regresó a casa, se instaló en su escritorio, y no pasó mucho tiempo hasta que la puerta de su habitación se abrió. Eran las tres de la mañana, y se veía cansada, deprimida. Estaba enfadado con ella por recurrir de nuevo a la mujer que había conocido hacía más de un mes. Y a pesar de que entendía su dolor, un profundo y largamente arraigado dolor que derivaba en su actitud, todavía estaba molesto. Ella tenía un poder sobre él que no entendía, y su enojo era tanto porque ella le había hecho daño como por cualquier otra cosa. Llevaba una camiseta que quedaba bien ajustada y caía hasta su cintura, la ropa interior y nada más. Vio cómo sus piernas fuertes y delgadas se movían con gracia hacia él y apretó la mandíbula con fuerza. Ella había sido el catalizador de

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su mal humor, y no quería ser la razón de que eso se perpetuara por más tiempo. Pero era difícil. Se quedó clavada en su lugar al lado de su silla y la observó con atención, tratando de frenar su ira. —¿Preocupada de trivializar mi humanidad de nuevo, cariño? —Él no estaba haciendo un buen trabajo. Ella apretó los labios y tragó saliva sobre el nudo en su garganta. La estaba poniendo nerviosa, y a pesar de que su aspecto no lo sugería, podía oír su pulso nervioso. La mitad de su corazón quería tocarla, perdonarla; el otro quería lastimarla de la misma forma en que lo había lastimado a él. —Lo siento. —La miró fijamente mientras decía esas palabras y luego exhalaba un profundo suspiro, y se derrumbó por dentro, aunque no mostró nada de eso. No era la mujer que había conocido hacía un mes. Y él era un loco por pensar que podría serlo en este punto. Ellos eran más que eso. Lo había pensado antes y lo sabía ahora, incluso si pudiera haberlo cuestionado. Se puso delante de él, y sin decir una palabra, se sentó en su regazo y se acurrucó. Podía oír su corazón acelerado, pero el momento en que puso sus brazos alrededor de su cuerpo, el rápido aleteo se relajó. Él subió sus piernas, y ella se acurrucó contra su cuello. —Yo también lo siento. —Y luego soltó un suspiro, uno contenido desde hacía mucho tiempo, y dejó ir su ira—. Hacer el amor esta mañana habría sido una manera completamente apropiada de hacerle frente a cómo te sentías. Y quería. Simplemente no quiero que pienses que era ese el por qué estaba allí. Pero supongo que pensaste eso. Y obviamente no lo manejé bien. Ella se separó de su hombro, sacudiendo la cabeza con los ojos brillantes de lágrimas restringidas. —No, yo exageré. Lo que dije en la corte estuvo mal e incorrecto. Te acusé de preocuparte por nada más que dormir conmigo y no creo eso. —Bueno, me alegro de oírlo. Y no es todo lo que me importa en absoluto. —La besó suavemente, tratando de ocultar cuán intensamente se preocupaba por ella. Era sin duda más de lo que se había dado cuenta, y sin duda era más de lo que quería admitir. Y aunque él quería que ella entendiera que no era solo un hombre que la valoraba por lo que le podía dar en el dormitorio, no estaba preparado para que entendiera lo mucho que valoraba cada parte de ella. No estaba preparado para hacer frente a nada de eso. —Bueno, no fuimos muy adultos acerca de esas cosas. —Ella estaba bromeando, y le dejó riendo entre dientes mientras se acurrucaba de nuevo en su cuello. Podía sentir su aliento en el costado de su garganta. Hacía calor y su ingle estaba apretándola a nada más que un toque. Cuando se sentó de nuevo, lo miró fijamente, contemplándolo. —Así que, solo porque sabemos que el sexo no es lo único que nos importa, ¿significa eso que no podemos hacerlo? —Una leve sonrisa cruzó sus labios mientras hablaba.

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—No seas ridícula. No significa nada de eso. —Sonrió a cambio y ella sonrió más ampliamente. Cuando conoció a esta mujer, pensó que nunca le vería su sonrisa, de hecho, que ella ni siquiera poseía una sonrisa. Pero tenía una impresionante, pequeña mostrando sus dientes blancos. Añadía juventud a su apariencia. Tenía treinta y dos, y se dio cuenta de que cuando estaba relajada y contenta se veía mucho más joven que eso, pero que cuando el peso del mundo se agolpaba a su alrededor, lucía su edad. Era impresionante sin importar qué. —Ahora ponte de pie, date la vuelta y déjame ver ese pequeño trasero lindo tuyo que tanto me gusta. Se arrastró fuera de su regazo, y él escuchó la velocidad de su frecuencia cardiaca y su excitación inundar sus sentidos. Cuando ella estuvo de pie frente suyo, de espaldas, llegó a la parte posterior de su ropa interior y la arrastró por su parte inferior, dejando que cayera al suelo. Sus mejillas estaban pálidas, y su mandíbula de repente palpitaba por el deseo de morderla. Se imaginaba hundiendo sus dientes profundamente en su carne suave y flexible. En cambio, habló con una voz ronca y apenas contenida. —Inclínate hacia delante. —Se tomó su tiempo amasando las redondas mejillas mientras su cuerpo seguía respondiendo. Empujó sus muslos, estudiando los labios de su coño entre la unión de sus muslos. Tocó levemente a través de los labios de su vagina con el dorso de sus nudillos, y ella se estremeció, pero no profundizó, no la acarició, solo esperó a que su excitación se construyera aún más. Cuando sus labios rozaron besos suaves sobre su trasero, ella gimió. Y cuando rozó sus dedos por la parte interior de sus muslos, ella inmediatamente separó más las piernas. Pero de nuevo, no tocó su sexo. Podía ver el sedoso, líquido cremoso entre sus labios, y quería probarlo. Inclinándose en su silla, liberó su pene del pantalón. Su mano se movió hacia arriba, acariciando su longitud mientras miraba a sus pequeños pero carnosos labios. Acarició su longitud, que se movió y tiró en su mano. —Pon la mano entre tus piernas y extiende tus labios abiertos, para que pueda verte. —Escuchó el aleteo repentino de su corazón, pero ella empujó su mano entre su cuerpo y la mesa en la que estaba acostada y suavemente separó sus labios. Era de color rosa brillante con necesidad enrojecida, y su jugo brillaba en los resbaladizos pliegues de su tejido sedoso—. Ahora desliza tu dedo hacia adentro. —Usó su dedo medio para impulsarlo en su coño, y cuando lentamente lo sacó de su cuerpo, estaba mojado. Su pene estaba bailando en su mano mientras seguía acariciando su longitud despierta—. Usa tu humedad para humedecer tu ano y desliza el dedo ahí. —Esto la detuvo en frío y su mano se quedó rígida entre sus piernas. Se detuvo un momento para ver si iba a cumplir, pero estaba aterrorizada. Se inclinó hacia arriba, pasó un dedo rápido entre los labios húmedos de su vagina mientras se estremecía y arrastró el dedo hasta la entrada apretada de su

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trasero. Ella saltó con su toque, y él revistió su borde con su humedad. Empujó la punta de su dedo medio, y ella gimió. —Ahora, Brit. Quiero ver tu dedo en tu culo. —Su mano estuvo apretada en un puño por un momento antes de soltar su tensión y salir de debajo de su cuerpo. Llegó por encima de su cadera y se acercó a su ano desde la parte superior. Su mano temblaba mientras se movía, y cuando rozó sobre su piel reunida, dejó escapar un grito de asombro—. Vamos, amor. Déjame verlo. Su dedo medio se adentró en una penetración poco profunda a través de su entrada mojada, y él gimió en voz muy baja. Estaban tan duro y lleno de sangre que su pene estaba rojo e inflamado con necesidad desesperada, pero también estaba tan increíblemente intoxicado con esta visión de ella que no estaba dispuesto a renunciar a lo que quería su pene todavía. Empujó lento y constantemente en su trasero mientras jadeaba. Él estaba francamente un poco preocupado de correrse si no dejaba de tocarse a sí misma, y aun así, se aferró a los brazos de la silla y se quedó quieto. Su dedo se apartó, y empujó una vez más. Empujó y tiró, follando su culo con su dedo medio mientras él observaba. Su espalda se curvaba hacia delante y ella se ayudó poniéndose de puntillas mientras los músculos de sus piernas se apretaban. Se retorcía con cada penetración, y mientras la miraba, la excitación se construía en su coño y un goteo de humedad corría lentamente por sus labios. Estaba agarrando los brazos de la silla con tanta fuerza que estaba bastante seguro de que se romperían pronto si no le daba a su pene el alivio que necesitaba, y en el momento en que una gota de su humedad goteó al suelo entre sus pies, estuvo contra su culo y empujándose en una rápida penetración profunda en su coño. Ella gritó ante la invasión inesperada, y cuando comenzó a retirar su dedo de su parte posterior, sujetó su mano en su lugar. —Ni siquiera lo pienses. Ahora usa ese dedo y déjame verlo. —Empezó a meterlo otra vez, y él hizo lo mismo. Estaba golpeándose en unos instantes y tratando de controlar sus movimientos. Él estaba de pie y ella se inclinaba totalmente sobre la parte superior de su escritorio, y ansiaba toda su carne contra la suya. Cuando sacó la mano de ella de su trasero, fue para envolver su brazo alrededor de su cintura y sostenerla. Su otra mano se movió rápidamente bajo su brazo y hasta su cuello, apretando su garganta suavemente y sintiendo el pulso de su vida bajo su pulgar. Se puso de puntillas otra vez, abrió las piernas, y dobló las rodillas para darle la invitación que necesitaba para empujarse hacia arriba y en su otro canal. Conducía un empuje tras otro, y ella se estiró hacia atrás para mantener el equilibrio con un brazo en su baja espalda mientras era superada por un orgasmo que la dejó gimiendo y apretando los músculos de su estómago bajo su palma. Fue solo unos momentos después que él encontró su propia liberación tan esperada y gruñó su orgasmo contra su cuello. Se desplomó en la silla detrás de él, tirando de su cuerpo. Se acurrucó en su regazo de nuevo con su semen goteando de su coño hacia sus piernas. Y le acarició suavemente el pezón y esperó a que su cuerpo se calmara y relajara de nuevo, y cuando lo hizo, habló en su oído:

—Eres absolutamente increíble. La llevó a la cama después de eso, y ella cayó de nuevo dormida rápidamente mientras miraba su pecho subir y bajar lentamente. Mientras la observaba, sintió sus dolores y sus penas. La entendía a ella y a quien era. Y la amaba a pesar de todo y tal vez un poco más debido a ello. Estaba enamorado de ella. Y Truman estaba en lo cierto; estaba jodido.

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uando ella despertó con su teléfono sonando dos noches más tarde, él se acercó y le acarició el brazo mientras despertaba. Cogió el teléfono de la mesita de noche y respondió al cuarto timbre. Él estaba a su lado con su ordenador portátil en su regazo, y mientras se dirigía despacho, su corazón dio un vuelco. Otra víctima. Había conseguido un poco de respiro últimamente, y ahora, eso había terminado. Ella y Humphreys estaban siendo llamados casi a la misma intersección en el barrio chino, donde había encontrado a su madre la semana anterior, y mientras anotaba los detalles, Angus la observaba. La miró con seriedad, y su mandíbula estaba apretada. Sabía que era tan probable que estuviera inquieto por ella saliendo de noche como cualquier otra cosa, pero también sabía que él podía oír cada palabra que se hablaba desde el despacho. Los uniformados recién habían llegado después de un aviso que fue comunicado desde un teléfono público cercano, y nada se sabía todavía, salvo que la víctima había sido destrozada otra vez. —El barrio chino, ¿eh? Ella asintió mientras permanecía de pie desnuda, buscando los pantalones vaqueros y el suéter que le había quitado de su cuerpo horas antes. La vio moverse por la habitación, y antes de que estuviera fuera de la puerta, la atrajo a su lado, la besó rápidamente, y luego le pidió suavemente que fuera cuidadosa mientras sus labios rozaban el lóbulo de su oreja. Mientras se iba, le oyó llamar a recepción y pedir que su auto fuera traído, y sonrió para sus adentros. Él podría ser exigente, fresco y controlado hasta el punto de enfurecerla, pero era considerado, y esta era una sencilla consideración que la dejó sintiendo que era simplemente una extensión de sus sentimientos por ella y nada más, lo que sea que esos sentimientos pudieran ser. Pero su bondad para con ella sin duda no era algo artificial. Subió a su auto todavía frío, y salió del estacionamiento. No estaba preparada para esto. Esto estaba reventando la bastante romántica y dulce tregua que le habían dado últimamente, y no estaba dispuesta a ver eso contaminado todavía. Y así, se negó a ir a ese plano emocional, ese plano emocional que estaba plagado de cadáveres y caminos sin salida. Pensó en él en su lugar y cómo de curiosa se había vuelto su vida. Ella apenas se reconocía ya. Brit había tratado de ver a su madre el día anterior, pero le dijeron que no podía tener visitantes durante las primeras dos semanas. Había dejado la instalación furiosa, y cuando se sentó en su auto en el estacionamiento, se puso a llorar. Brit nunca había llorado tanto en toda su vida como lo había hecho en el último mes. De repente estaba de hecho más emocional de lo que se había

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permitido ser por más tiempo de lo que podía recordar, y sospechaba que un cierto vampiro inmortal podría tener algo que ver con eso. Llorar ya no le hacía estremecerse de humillación y vulnerabilidad. Él había visto sus lágrimas, y no la había alejado lejos por ello. De hecho, la había hecho sentirse bien acerca de todo eso. Extraño que alguien no tan humano pudiera hacerla sentir tan humana y contenta de eso también. Todo acerca de él era tan diferente, y sin embargo, tan perfecto para ella. Las calles pasaban mientras conducía y todavía se negaba a considerar lo que estaba a punto de ver. Quería estar de vuelta en la cama con él. Echaba de menos el calor de su cuerpo. Su piel puede ser fría, pero irradiaba una calidez de la que su vida carecía. Desde luego no estaría consiguiendo nada de eso de Humphreys una vez que estuviera en la escena, por lo que lo ansiaba ahora. Se detuvo junto a la acera en la misma calle en la que había estado la semana anterior y vio que el mismo callejón en el que había dejado a su madre estaba acordonado. Por un momento esto pareció un poco demasiada coincidencia, pero luego lo descartó. Era el barrio chino después de todo, y no había muchas calles que no vieran su parte justa de delincuencia. Humphreys estaba deteniéndose justo detrás de ella, y cuando salieron de sus autos juntos, él le carraspeó. Era su manera de decir hola y jódete, todo a la vez. Casi sonrió ante su mal humor, pero cuando ella dio un paso y se deslizó sobre un trozo de hielo, le agarró su brazo rápidamente y tiró enderezándola. Él la amaba en unos noventa grados respecto al plano normal en el que funcionaba, y cuando soltó su brazo mientras encontraba sus pies, ella se echó a reír. Él carraspeó de nuevo. —¿Qué mierda te pasó? —Su voz era ronca, y ella se rió en voz baja mientras comenzaron la corta caminata hacia el callejón. Los autos marcados habían creado una especie de perímetro en la entrada del callejón, pero no habían detenido a unos mirones de converger en el espacio más allá de los autos de policía. Afortunadamente no había muchos. Demasiado frío y demasiado tarde... ¿o era demasiado temprano? —Señorita... señorita, por aquí por favor. —El hombre uniformado estaba llamándola. Cuando llegó a su lado, detuvo en seco su paso. Se volvió hacia él, dispuesta a atacar, pero entonces perdió su molestia. Simplemente se disipó. En cambio negó, y Humphreys la fulminó con la mirada ante su impaciencia, esperando a que ella no tuviera un momento o siguiera adelante con esto. Cuando siguió caminando, Humphreys la miró con una expresión de asombro, y cuando levantó la cinta de escena del crimen y le entregó un par de guantes, él comentó, —Eso fue raro. —Caminaron de regreso al lugar detrás del contenedor de basura donde yacía el cuerpo. Solo otro día en el paraíso.

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Cinco minutos después de que ella se fue, sonó su teléfono. Era Ember. —¿Qué pasa, botón de oro? ¿Llamaste para seducirme, porque tengo una novia, y ella podría patear tu culo? Ella se rió en respuesta. —Muy divertido. Eres un sucio y viejo vampiro. Ahora él se rió entre dientes. —Hablando de Brit, ¿está contigo? —No, ¿por qué? —Es su madre. Está desaparecida del centro de tratamiento. Lo sé por uno de los consejeros de allí, y cuando llamé para ver cómo estaba, me dijeron que se había ido. Estaba allí al apagarse las luces hace tres horas; y ahora su cama está vacía. —La sangre de Angus de repente corrió fría, gélida, y su corazón saltó a su garganta, ahogándolo por un momento. Podría no ser nada. Pero podría ser algo. —Em, tengo que dejarte. —Colgó, marcando a Jonathan mientras se levantaba—. Trae mi auto tan rápido como sea posible. Cuando bajó a la planta baja menos de un minuto después, Jonathan estaba caminando hacia el interior. —¿Cuánto tiempo hace que Brit se fue? —No mucho. Pocos minutos antes de que me llamaras. Saltó en su auto, alejándose rápido de la acera en el momento en que su puerta se cerró. Se movió dentro y fuera del tráfico, sabiendo malditamente bien que corría el riesgo de ser detenido. Pero Brit tenía una ventaja, y si tenía alguna esperanza de ganarle, esto no era una opción. Su corazón estaba latiendo con fuerza, y podía sentir el latido errático pulsando en sus oídos. Estaba al borde del pánico, y su cuerpo podría explotar de la tensión antes de que llegara a ella. El barrio chino. El barrio chino era demasiada coincidencia. La misma maldita manzana en la que habían estado la semana anterior. Era una coincidencia al azar cuando había escuchado al emisor en el teléfono retransmitirle la dirección a Brit en su dormitorio. Ahora, era mucho más que solo una coincidencia aleatoria. Pero aún podría estar equivocado. Tenía que estar equivocado. Voló a través de un semáforo mientras los autos se abrían paso a través de la intersección, a una simple fracción de segundo, después de que pasó a toda velocidad. Sus cláxones sonaron tras él, pero no les hizo caso. Solo tenía que llegar a ella. Tenía que estar allí. No podía dejarle soportar esto sola si tenía razón, si esto era más que una coincidencia. Cuando pisó sus frenos en lugar de cargar a través de una furgoneta vieja y golpeada a medida que se acercaba al barrio chino, maldijo en voz alta para nadie, excepto tal vez el conductor de la camioneta que lo miraba mientras pasaba. En

el momento en que había pasado, Angus hundió su pie hasta el suelo y el auto chirrió por la calle. Estaba cerca, tan cerca de ella ahora, y tenía miedo. Tenía miedo por ella, y estaba temiendo la escena. Estaba temiendo lo que ésta le haría a ella. Tenía que ser nada. Tenía que ser una coincidencia. Cuando dio la vuelta en la calle, vio los autos, muchos de ellos puestos para cerrar el callejón. El auto de Brit estaba estacionado al otro lado de la calle y a unos pocos cientos de metros más abajo por la manzana. Pero la calle estaba desierta. Una pequeña multitud se había reunido detrás de los autos de policía. Había manos cubriendo bocas para reprimir su miedo, había grandes y emocionados ojos de muchos quienes simplemente no podían controlarse para mirar a lo lejos, y más de uno que simplemente se quedó en un estado de estupor, no seguro de qué hacer con nada de eso. Le estaba hormigueando la piel por el terror mientras ponía de un golpe su auto en paralelo y tiraba de las llaves del contacto. Tenía que ser nada.

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Oró en silencio para que el mundo no le hiciera esto a la mujer que amaba mientras alcanzaba la manilla. Esa esperanza se desvaneció en el momento en que abrió la puerta y escuchó sus gritos.

Rodeó el final del contenedor mientras se ponía sus guantes. Contuvo el aliento. Siempre contenía el aliento cuando veía a una víctima por primera vez. Nunca sabía con lo que se enfrentaría o cuánta restricción necesitaría para mantener el control, por lo que lo asumía cada vez de esta manera. Su foco iluminó primero los pies. Estaban descalzos y se veían sucios pero delicados y femeninos. La sangre había empapado los vaqueros, y la saturación se hizo más intensa cuanto más arriba en el cuerpo su foco se movió. Y entonces la sangre se hizo cargo de la escena, empapando cada trozo de tela visible. El asesinato estaba fresco; había pocas dudas. La sangre todavía estaba húmeda y olía a metal, como si ella tuviera el sabor de un centavo atrapado en su nariz, y cuando sus ojos se fijaron en el cuello, estaba desmesuradamente abierto y destruido. Cabello crespo y despeinado estaba atrapado y enredado en la carne desgarrada. Brit apretó la mandíbula muy fuerte mientras se movía finalmente hasta la cara. Y entonces su mundo se detuvo y se derrumbó en el suelo sobre sus manos y rodillas. Oyó un grito diferente a todo lo que había oído antes, y tardó unos instantes en darse cuenta de que este venía de ella. Estaba mirando un rostro que conocía tan bien. Los ojos estaban abiertos y sobresaltados, todavía brillando en su humedad. Las lágrimas corrían por las mejillas y la boca colgaba abierta.

Brit estaba sollozando, y aunque sabía que era su voz, no la reconoció. Sus manos estaban aferrándose a la nieve bajo sus palmas, y en el momento en que se movió hacia el cadáver de su madre, correteando aterrada para llegar a ella, un ancho y pesado brazo la atrapó alrededor de la cintura, tirando de ella hacia atrás. —¡Muevan ese perímetro hacia atrás ahora! ¡Y saquen a esa maldita gente de aquí! —Bramó Humphreys mientras la arrastraba lejos de su madre. Ella luchó, pateando para alejarse de él, y la levantó fácilmente del suelo. Sus brazos estaban envueltos firmemente alrededor de su cuerpo—. Ella se ha ido, Brit. Se ha ido.

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Ni siquiera se molestó en cerrar la puerta de su auto cuando oyó los horribles gritos de Brit. El sonido era grotesco y torturado, pero conocía la voz, y le destruyó oír la agonía en su sonido. Corrió como una ráfaga, cerrando el espacio en una fracción de segundo, y cuando pasó junto a un oficial antes incluso de que él pudiera registrar el movimiento de Angus, la vio. Estaba de rodillas en la nieve. Una mano apoyada contra la pared de ladrillos en frente de ella y la otra agarraba su frente como si su cerebro necesitara ser sostenido en su lugar. Estaba gruñendo y gimiendo, su boca recogida en una expresión dolida y agonizante. —No... no... no... no... esa no es... no... no es ella. —Comenzó a sacudir la cabeza como si pudiera discutir con la muerte si se negaba a aceptarlo. Angus apenas podía tragar a la vista de ella, y su garganta ardía ante su necesidad de desmoronarse. —¡Alguien que la saque de aquí! —Su compañero se dio la vuelta desde su lugar junto al cuerpo. Parecía furioso, pero cuando su mirada captó la forma desmoronada de Brit, sus labios formaron una mueca de dolor. Cuando sus ojos se fijaron en Angus, él se quedó mirando, sin decir nada. Estaba destrozado y en estado de conmoción. Angus se movió rápidamente hacia su cuerpo, tomándola en sus brazos. Ella se sacudió y le gritó, pero él se agarró con fuerza a su cuerpo, callándola. —Te tengo. —Estaba murmurando contra su mejilla las mismas palabras una y otra vez, dejó de luchar y se relajó. No estaba del todo seguro de que inclusive ella estuviera consciente mientras la llevaba a su auto. Su dolor se sentía como si le perteneciera. No había forma de distinguir la diferencia. Él le había fallado.

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lla despertó de la más terrible pesadilla, gritando antes que pudiera contener el sonido gutural que escapó de su garganta. Su mirada lo encontró. Él estaba allí. Estaba sentado con las piernas cruzadas en su cama mirándola mientras yacía acurrucada en el calor de su ropa de cama. Comenzó a sonreír por un momento, contenta de que el terror de su sueño había pasado, y entonces recordó. No era un sueño en absoluto. La expresión seria y preocupada en su cara era toda la confirmación que ella necesitaba. Las lágrimas golpearon duro. Se acurrucó lejos de él mientras ola tras ola golpeaban como un tsunami de dolor sobre ella una y otra y otra vez. Su mano tocó su cadera, y él tiró de las mantas fuera de su espalda mientras se deslizaba a su lado. Sus brazos eran fuertes mientras envolvieron su cuerpo y ella gritó. Su puerta fue abierta y pudo oír a Ember, Truman, y al Dr. Bremmer hablando en voz baja entre sí, aunque no podía entender y no quería entender lo que estaban diciendo. Cerró los ojos a la tenue luz de la lámpara que apenas iluminaba la habitación. —¿Dime qué puedo hacer? —Su voz era suave y tranquila. Su cuerpo se sentía fuerte en contra de su forma suave y débil, y no quería hacerle daño, pero mientras abrió la boca, sabía que lo iba a intentar. —Sólo déjame sola. Quiero estar sola. —Su voz era fría acerada aunque sentía que estaba muriendo por dentro. Esto era más dolor del que pensaba que podía manejar. Esto iba a matarla. Y no estaba segura que le importara. Se separó de su cuerpo y se sentó en el borde de la cama. —Brit. —Su voz la siguió mientras ella se puso de pie y caminó hacia el baño—. Brit. Háblame. Se volvió hacia él, fijándolo a la cama con su mirada fría y viciosa. Estaba herida, y no le importaba que ella se lo estuviera tirando a la cara. Necesitaba liberar su dolor y él estaba allí. —¿Por qué? Para que puedas consolarme, follarme, sentir lástima por el pobre ser humano patético. Una de las personas más importantes en mi vida ha muerto. Tú no puedes hacer nada. —Era un hervidero; su rostro comprimido dolorosamente en su estado. —Entiendo. —Su voz era tranquila y cálida, y por un momento, contempló caerse a pedazos y dejarle recoger los pedazos. Quería su apoyo, lo necesitaba desesperadamente. Pero también quería sentir este dolor.

—¿Cómo puedes entenderlo? Nunca has amado a nadie. Sus ojos mostraron su dolor a pesar que su cuerpo y su rostro se mantuvieron inmóviles y tranquilos. Ella misma se estaba dando todo el dolor que podía manejar por torturarlo. Cuando se apartó de él antes que pudiera ser más destructiva para los dos, él habló en voz baja.

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—Eso no es cierto. —Ella hizo una pausa durante medio segundo sin mirarle, y luego dejando que su dolor la condujera más allá en su desesperación, se alejó hacia el baño, sin ni siquiera una mirada hacia él y mucho menos reconocer que había hablado. Lo que había dicho era de alguna manera importante, pero no pudo captarlo en la carretera de un solo carril al infierno por la que sus pensamientos corrían. Cuando se había encerrado con seguridad a sí misma en el baño y estaba lejos de la gente que quería que se sintiera mejor antes de estar lista, se hundió en la alfombra suave y afelpada que se extendía delante de la bañera de inmersión enorme con azulejos. Se acurrucó hacia la parte frontal de azulejos de la bañera y se quedó mirando. Su mirada seguía las estrías de la piedra, estudiando cada cresta y abolladura mientras se movían. Las fibras de la alfombra eran un paisaje nublado y poco definido en su visión, suave contra su mejilla mientras yacía inmóvil en el suelo. Quería cerrar los ojos y volver a dormir, pero el sueño se ha ido ahora. Sus lágrimas que habían caído tan fácilmente antes se secaron e hicieron costras en sus mejillas, el momento en que el pensamiento entró en su mente, así lo hizo la imagen de las mejillas con costra de lágrimas de su madre y sus ojos muertos. Había visto tantos ojos muertos en su vida, pero los de su madre estarían marcados en su mente para siempre. Tragó mientras el dolor lejano trabajó en su mente. La miseria era poderosa, pero su cuerpo no parecía capaz de reaccionar a ella nunca más. Apretó los ojos cerrados, escuchando el zumbido del edificio a través de la alfombra y el suelo debajo. El aire caliente siendo empujado a través de conductos, electricidad zumbando a través de circuitos, el agua circulando lentamente a través de las tuberías. El edificio tarareó y zumbó como un ser vivo a su alrededor, y pronto, no tuvo que apretar los ojos para mantenerlos cerrados. Se deslizó en un medio sueño en el que se sentía despierta pero dejaba a su mente girando en pensamientos que no tenían sentido para una mente consciente. Todavía podía oír voces apagadas a través del suelo, y se los imaginaba sentados en la sala de estar de Angus. Los envidiaba más que nada en ese momento. Podía verse a sí misma caminando en la sala como si fuera cualquier otro día. Ember le sonreiría cálidamente, Truman la vería con interés, y Angus la estudiaría con sus ojos seductores. Quería estar sentada con ellos como si todo estuviera bien con el mundo y su lugar estaba con lo racional y emocionalmente impasible, pero era un muy lejano mundo, al que no podía llegar y desde luego del que no podría ser una parte. Sus lágrimas regresaron y momentos después desaparecieron. Se sentía un poco loca y se preguntó qué pasaría si sólo se quedara loca en la ciudad. ¿Podría

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soportar este dolor y hacer que la persona enloquezca? ¿Podría escaparse a la locura para no volver otra vez? No quería quedarse atrapada en este lugar. Nada se sentía normal o seguro en su mente en este momento como una incoherente película de terror. La puerta se abrió en silencio, y luchó para traer sus pensamientos de vuelta al mundo real. Se estaba revolcando en su dolor. Lo sabía, entendía muy bien, pero no podía escapar de ello. Escuchó sus pisadas en el suelo a medida que se acercaba a ella, y cuando se sentó en el borde de la bañera, él se inclinó hacia el grifo y lo abrió, dejando el sonido de una cascada rugiente reverberando a través del suelo hacia su oído. Escuchó mientras la bañera se llenó y él se quedó inmóvil al lado de la misma. Después de unos minutos el estruendo del agua se volvió más tranquilo mientras el nivel del agua subió, y él se puso de pie, rodeando su cuerpo. Le tocó la mejilla, cepillando el pelo corto mientras sus nudillos acariciaban su piel. Se sentó detrás, tirando de ella para que se sentara frente a él, y tiró de su camisa sobre su cabeza. Ella lo recordaba vagamente quitándole esta ropa de su cuerpo, ese día más temprano, pero parecía toda una vida atrás. Le había hecho el amor como siempre lo hacía, con intensidad, con pasión, con rudeza, y ruidosamente. Ahora, la tocó con una mano excepcionalmente suave. La recostó contra su pecho mientras alcanzaba la cintura de sus pantalones, sin decir nada en absoluto. Cuando estaba desnuda, la ayudó a entrar y subió detrás. Ella se derrumbó contra su pecho, escuchando el extraño sonido de su corazón no humano latir con fuerza con sus contracciones únicas. —¿Estás aquí para follarme? —Ella podía oír las palabras en su mente antes de expresarlas, y sabía que no eran correctas, crueles, pero ni siquiera intentó detenerlas. Ser cruel era tanto una afirmación de la vida como lo era follar. Al menos de esta manera, si él no quería follar, ella por lo menos tenía su crueldad para respaldarse. —Basta, Brit. —Su voz era poderosa y controlada. Su latido permaneció constante y lento—. No quiero enojarme contigo en este momento, pero si sigues presionando, hay pocas posibilidades de que no lo haga. Se retiró de su pecho, él le sostuvo la mirada con la suya seria y calmada. Cuando se inclinó a su boca, la besó suavemente, la atrajo de nuevo a su cuerpo, y él habló en voz baja contra su oído. —Vas a atravesar esto, amor. Lo prometo. Pero tienes que darte un poco de holgura en estos momentos. Hacerme daño puede ser una forma muy efectiva de torturarte, pero no va a ayudar a través de esto. Deja que te ayude. —Ella asintió contra su piel y él besó la parte superior de su cabeza. Hubo un golpe en la puerta poco después, y sus brazos se tensaron y escudaron su cuerpo de la vista mientras la puerta era abierta ligeramente. Era Ember. —Tru y yo vamos arriba y Quentin dejó un sedante en la mesilla de noche de Brit por si lo necesita. Llámanos si necesitas algo. Y Brit. Brit levantó la cabeza para mirar la ligera apertura de la puerta.

—¿Umm? —Es todo lo que podía manejar. —Lo sentimos mucho. Estoy pensando en ti. Por favor, hazme saber si necesitas hablar. —Brit asintió antes de hundirse de nuevo en el calor del agua y el cuerpo de Angus. Él acarició suavemente su espalda, y su mente vagó de nuevo al infierno por un tiempo. Pero él estaba allí ahora para tirarla de vuelta, y cuando retiró el drenaje y la besó en la sien, fue para despertarla antes que la cargara a la cama.

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Nunca se había sentido más impotente en toda su vida. Infierno, nunca había estado más indefenso. No había nada que pudiera hacer para solucionar esto por ella, y para un hombre que controlaba su mundo y su reacción a todo, eso era, con mucho, una de las cosas más irritantes que nunca había sufrido. La miró fijamente mientras dormía. Ella estaba murmurando y gimiendo mientras se revolvía y daba vueltas, y no necesitaba estar en su cabeza para saber que era un lugar feo para estar por el momento. Finalmente apagó las luces para contenerse de mirarla por más tiempo. Estaba aplastando su corazón el ver los músculos sacudirse, los movimientos erráticos de su cuerpo, y el maldito dolor en su cara mientras se contraía. Ya era bastante malo que pudiera oír su agonía en los gemidos y gritos silenciosos. Ella se había negado a tomar el sedante, y estaba sufriendo a causa de ello. Cuando la tomó en sus brazos en la oscuridad de su dormitorio, era casi el amanecer, pero su habitación se mantendría sin luz como un vacío negro... y se quedaría con ella en cada paso del camino. Se había enamorado de ella. No tenía sentido fingir o negar que lo hubiera hecho. Estaba en el infierno sólo imaginando su tristeza, y quería matar a Driscoll por su causa. Quería tomar su dolor y sufrirlo por ella, y nunca había querido hacerse daño a sí mismo para salvar a otro, en su vida entera. De hecho, nunca en su vida había estado tan dispuesto a dejarse de lado. El amor apestaba. Permitió a su mente divagar a las imágenes de ella sonriendo. Su sonrisa era una cosa rara, aunque la había compartido mucho más con él en las últimas semanas que cuando la había conocido por primera vez. Tenía una sonrisa dulce que también era seductora como haciendo pucheros. Pocos llegaron a experimentarla, y le encantaba que él era uno de los muy pocos que lo había hecho. Su sonrisa no era en absoluto artificial sin embargo; ella sólo tenía rasgos angelicales, que a menudo se arrugaban y se endurecían por el estrés, la preocupación, y por su maldita actitud frígida. No era difícil recordar su sonrisa, pero era difícil imaginarla regresando. Ésta fue una pérdida devastadora para ella, y era la primera vez que realmente había entendido lo que significaba perder a alguien. Había renunciado a preocuparse por su familia cuando salió de sus vidas. No fue hasta un siglo después de que había investigado su desaparición, y fue con nada más que el más mínimo interés. Pero había llegado a conocer y comprender la relación de Brit,

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tenue como lo fue con su madre. Ella había compartido su vida con él, la agonía de crecer con su madre, la humillación y el dolor. Pero también había visto el pánico y la preocupación que venía con amarla. La dicotomía era asombrosa para él, pero lo vio tan claramente en ella, y entendió, porque fuera su vida o experiencia, sino porque era la suya, y ahora estaba tan interconectado con ella. Cuando él golpeo por sus muros, cuando ella les permitió derrumbarse, se había dado a sí misma, hasta cierto punto, y él era mejor por eso. Entendió el mundo de una manera que no se había permitido en el pasado. Le debía una deuda que nunca podría pagar. Preocuparse era doloroso... pero tan jodidamente increíble incluso en su momento más oscuro. Ella se dio la vuelta hacia él, envolviendo sus brazos alrededor, y cuando lo besó, fue agridulce. Se sentía como sus labios, y le recordaba lo feliz y contentos que podrían estar juntos, pero en el mismo aliento, le recordó lo lejos que estaban de ese momento. Se extendió hacia su cuerpo, trabajando su mano para acariciar su pene. El suave toque lo excitó hasta que, dejando de lado la tristeza, estaba listo para ella. Cuando se subió a horcajadas sobre sus caderas, levantó su cuerpo sobre sus rodillas, agarrando el eje de su pene y bajando poco a poco su coño en él. Ella no se sentía lo suficientemente húmeda mientras se empujaba hacia abajo contra la cabeza de su pene. La cabeza estaba empujando y empujando contra su entrada, pero ella no estaba excitada, y su estrecho pasaje le impidió pasar más allá de sus labios. Pero incluso antes de que pudiera llegar a tocarla y excitar su cuerpo, ella empujó con fuerza, rompiendo a través de su vagina mientras un grito ahogado escapó de sus labios. —¡Brit! Oh Dios, Brit. —Su voz era incontrolada al sentir la propia fuerza corporal de ella al bajar sobre él. La fricción era intensa, y sabía que tenía dolor, pero ella no paró mientras se sentó sobre él y lo adentró en sus profundidades— . Jesús, Brit. Vas a hacerte daño. —Ella se levantó de su cuerpo, y antes que pudiera hundirse sobre su erección de nuevo. Él inmovilizó sus caderas y le habló con dureza—. ¡No! No estás lista. —Por favor. —Su declaración fue graznada en un gemido. Utilizó su saliva, frotando su pene y acariciando la humedad en su sexo. Él todavía estaba parcialmente enterrado dentro de su cuerpo, y mientras apartó su mano, ella empujó hacia abajo de nuevo. Se deslizó con fuerza pero fácilmente por su longitud, y cuando se levantó de nuevo, él no le impidió sumergirse con fuerza de vuelta a su ingle. Ella levantó y cayó, dejando escapar un grito desgarrador mientras se hundía en su regazo dolorosamente una y otra vez. Y después que él la dejó ir por más tiempo del que debería, alcanzó la parte posterior de los muslos y tiró de sus piernas alrededor de su espalda mientras se sentaba a mirarla. Ella pareció sobresaltarse un momento dado la pausa repentina de sus movimientos, casi decepcionada de que la desacelerara y le hiciera difícil para ella ser tan ruda con su cuerpo. Él luchó constantemente, no para dominarla o ser demasiado duro con ella, pero esta noche, estaba alimentada con un atormentar dolor, y sus movimientos castigadores casi le convencieron de que ella estaba tratando de hacerse daño muy intencionalmente. Y él no quería ser parte de eso.

La abrazó con fuerza a su cuerpo, negándose a dejarla ir. Luchó y se retorció para liberarse, pero él cubrió su pecho al suyo, hablando en voz baja al oído. —Hay una gran cantidad de cosas que estoy dispuesto a darte, pero mi cuerpo para que puedas hacerte daño con él no es una de ellas. Ahora deja de pelear conmigo. —Ella se relajó en sus brazos, y su cabeza se hundió en su hombro. Estaba profundamente dentro de su cuerpo, pero ella había renunciado a sus golpes castigadores. Cuando él se dio la vuelta y la empujó hacia la cama con cuidado, le besó la muesca en la base de su cuello y empujó con una suave y profunda penetración en su vagina. Salió de su opresión sólo para hundirse lentamente de vuelta. Ella gimió y empujó sus caderas hacia arriba para encontrarse con su lento movimiento, pero en el momento que lo hizo, se retiró de ella por completo.

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—Acuéstate quieta. —Sus caderas bajaron de nuevo al colchón, y se hundió, empujando más allá de sus labios, que ahora estaban resbaladizos por la necesidad. Se metió en su pasaje mojado, conduciéndose lentamente hasta su núcleo. Le hizo el amor mientras ella se quedó quieta y tranquila debajo de él. Nunca había sido tan amable con ella, y después de haber caído en el hábito de desmoronarse en su primer contacto cada vez que la había follado, había empezado a pensar que sería imposible alguna vez ir lento. Pero cada movimiento lento y deliberado envió una vibración de necesidad orgásmica irradiando a través de su cuerpo. Ese cosquilleo se desvaneció mientras se retiraba de su coño, pero sólo por un momento hasta que rodaba sus caderas suavemente en ella otra vez. Ella comenzó a jadear mientras él mecía sus cuerpos hacia atrás y adelante, y se quejó en voz baja mientras estaba cerca de correrse. Ella agarró su espalda con un brazo mientras ella apretó y tiró hacia adelante cuando su liberación finalmente se apoderó de ella. Le acarició el cuello mientras él gemía y se corrió dentro de ella, y cuando la liberación suave y sensual pasó, él acarició también, escuchando el tranquilo pulso de vida zumbando uniformemente a través de su carótida. Se acurrucó en él cuando rodó sus cuerpos para quedar frente a frente, y poco después, oyó sus sollozos, olió el sabor salado de sus lágrimas, y las sintió caer a su pecho. La acercó con fuerza, besándola en la frente, y la sostuvo mientras su cuerpo se sacudió y tembló mientras lloró silenciosamente hasta quedarse dormida. Estaba demasiado conectado y miserable para dormir ese día y se quedó mirando la oscuridad en blanco delante de sus ojos, escuchando su respiración suave a su lado. Se levantó por la tarde cuando el sol empezó a ponerse, y pasó el siguiente par de horas tratando de leer. Se sorprendió mirando sus paredes, suelos, y casi cualquier otra cosa aparte del libro en su regazo, y cuando el doctor Bremmer llegó para comprobar a Brit, casi abrazó al hombre por distraerle de alguna manera. Ember y Truman llegaron a la mitad de la noche y se establecieron en su sala de estar, sin decir nada.

Ellos estaban preocupados por él, preocupados por Brit, y la pesadez del problema que enfrentaban con Driscoll parecía flotar en el aire como una niebla sofocándolos a todos.

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—Podría matar a ese hombre por lo que le ha hecho a Brit. Nadie necesita el dolor, pero ella lo necesita mucho menos. —La voz de Ember era amarga y un hervidero de odio mientras hablaba. Ember no era propensa a la ira o la violencia, y mientras Truman se extendió a su pierna y apoyando su mano en el muslo y acariciando de manera uniforme la parte interior de la pierna, ella tomó su mano, que la acariciaba y la apretó. Él quería lo que ellos tenían. Era una relación fácil... una vez que Ember recordó quién era él y que estaba locamente enamorada. Siempre habían sido así desde el momento en que se conocieron. La confianza simplemente encaja con ellos tan bien y nunca hubo muchas dudas de ello. Él y Brit habían tenido un comienzo decididamente diferente, pero tenían su propia marca de fácil intimidad y confianza también, independientemente de lo mucho que luchó contra él, y él negó su apego a ella al principio. Había conseguido meterse bajo su piel tan fácilmente cuando todos los demás habían fracasado. Y ella lo había alcanzado mucho después de una vida de soledad emocional. Cuando ella salió de la habitación, todos los ojos se volvieron. Se congeló a medio paso y miró tímidamente en torno a ellos. Parecía nerviosa, y se levantó para acercarse a su lado. Envolvió sus brazos alrededor suyo, y los demás se levantaron para marcharse. Ember le dio un abrazo y los hombres ambos la besaron en la mejilla mientras se iban. Una vez que estuvieron solos, se sentó en el sofá junto a él con la cabeza en su regazo. Le acarició el pelo mientras ella miraba fijamente a la mesa de café. —Tengo que ir a ver a mi padre. Yo debería ser la que se lo diga. Él se quedó en silencio por un momento mientras pensaba, y ella se sentó a mirarlo. —Nos iremos mañana a primera hora. —Asintió y se acurrucó junto a él durante el resto de la noche. Su mirada perdida nunca dejó su mesa de café, y él se sentó pacientemente con la cabeza en su regazo. Leyó la mayor parte de la noche, y cuando ya era tarde, ella rodó sobre su espalda, mirándole. Dejó su libro sobre el brazo del sofá y acarició la piel suave e inmaculada de su mejilla. —Necesitas descansar. Creo que deberías tratar de dormir un poco. —¿Vendrás a la cama conmigo? —Su voz era tranquila, pidiendo de una manera increíblemente vulnerable. —Por supuesto. —Le retiró el cabello de sus ojos, y ella sonrió. Era pequeña y vacilante, pero era una sonrisa.

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l sol ya estaba mostrándose para cuando iban en el SUV de Angus hacia la Institución Correccional de Massachusetts. El viaje duró una hora, y por el tiempo que estuvieron allí, el sol estuvo alto en el cielo como una mañana duradera. Cuando Angus dijo que la esperaría en el auto, ella lo miró. Se veía bien, pero no era un día nublado, y sabía que no podía ser cómodo, pero la besó suavemente y le dijo que fuera. No era día de visita, pero dadas las circunstancias y dada su profesión, se le permitió ver a su padre. Él lloró. Se disculpó. Le suplicó su perdón. Era un hombre viejo y triste ahora que apenas lo reconocía, y sintió lástima por él. Lo había odiado por abandonarlas cuando fue arrestado, pero ahora se compadecía de él más que nada. —Tienes que atrapar al hijo de puta que le hizo eso a tu madre, Brit. ¿Me oyes? —Su voz era grave mientras hablaba, sus ojos de color marrón claro, que coincidían tan perfectamente con los suyos, brillando en lágrimas. Era una persona del tipo que parecía un choque de trenes, pero siempre había amado a su madre, a su manera. Asintió pero no dijo nada. No había nada que quisiera más en su vida en este momento. Pero sus intenciones parecían muy diferentes ahora que hacía solo unas semanas. Ella lo quería muerto. Y no era una manera de hablar exagerada, como una declaración. Lo quería de verdad, totalmente muerto y en el suelo. Él no tenía lugar entre los vivos, y a ella no le importaba una mierda si iba en contra de todo lo que había sido su vida durante los últimos años. Atrapar al malo no sonaba tan divertido como destruir al malo de la película en este momento. Dijo un adiós rápido mientras se sacudía su repentina necesidad de llorar, y cuando su padre la abrazó con fuerza, le habló en su oído una vez más. —Ve, y atrapa a ese hijo puta, chica. —Ella sonrió mientras caminaba hacia la puerta y una lágrima solitaria corrió por su mejilla antes de que el guardia le abriera. Angus estaba en el auto esperándola, y se dio cuenta de inmediato de que parecía agotado, su pálida piel parecía ligeramente enrojecida como si estuviera febril. Para un hombre que parecía tan eterno como realmente era, eso la sobresaltó. Él captó su expresión de preocupación y rápidamente le dio un beso. —Estoy bien, amor. Estaré fresco como la lluvia nocturna. Lo observó durante el viaje de regreso a la ciudad. Se dio cuenta de que estaba incómodo por la postura de su cuerpo. Estiraba su cuello inconscientemente y se removía en su asiento como si no tuviera ningún consuelo,

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y cuando él pensaba que no estaba mirando, lo cogió tirando sus labios hacia atrás en una mueca dolorida. Una vez que estuvieron dentro, finalmente, se excusó para ir al baño y oyó la ducha abrirse. Cuando llegó a su límite, sintiéndose un poco entrometida pero con ganas de ver que estaba bien, entró y vio las quemaduras en toda su piel. Su espalda, pecho, estaban empañados por grandes manchas que parecían quemaduras de alfombra, como si las capas superiores se hubieran desprendido. Él la agarró y trató de formar una pequeña sonrisa. —¿Puedo unirme a ti? —Se había hecho daño a sí mismo por el bien de ella, y culpa era lo que menos estaba sintiendo. Estaba más deprimida y triste de lo que podía recordar alguna vez y verle dolorido a causa de ella no ayudaba nada. Pero él negó. —Por mucho que me encantaría eso, el agua está demasiado fría. Saldré en un momento. —Y luego viendo la preocupación que ella estaba tratando de contener, pero no ocultar, continuó—. Estoy bien, Brit. Se curará. Esperó, sentada con las piernas cruzadas en el mostrador del baño, y cuando salió, le sonrió suavemente. Los grandes parches de piel en carne viva ya estaban disminuyendo, y el rojo furioso del tejido inflamado se desvanecía al rosa. —¿Qué puedo hacer? ¿Necesitas sangre para curar? Él sonrió mientras se acercaba a ella. —Sí, querida, lo hago. Pero no voy a tomar la tuya. Lo último que necesitamos es que tengas un monstruo chupasangre como novio y que te odies a ti misma por el resto de la eternidad a causa de mí. Hubo un golpe de rechazo ante sus palabras que no acababa de tener sentido para ella, y apartó la mirada de rápidamente. Él no tenía que preocuparse por la muerte, el envejecimiento, la amenaza y la tristeza a la que ella estaba tratando desesperadamente de hacerle frente. Pero tampoco tendría que lidiar con ella por toda la eternidad, y tal vez le gustaba de esa manera. El corazón le dolía al pensar que su vida sería compartida con gente, mujeres, que un día ni siquiera existirían en el mundo. Él era eterno, y ella no era más que un capricho pasajero. No estaba tratando de hacerle daño o rechazarla, pero extrañamente, se sentía de esa manera. Le estaba estudiando su rostro. Ella podía sentir los músculos flojos de sus mejillas mientras su cerebro la torturaba, y él podía ver lo que se reflejaba en sus rasgos. —¿Qué pasa? —Alcanzó su mejilla, tratando de conseguir que le miraba. Pero ella se limitó a sacudir la cabeza. ¿Por qué estaba haciendo esto ahora? ¿No era suficiente sentir la tortura de perder a su madre? ¿Tenía que torturarse con la idea de perderlo así? Por supuesto que lo hacía. Cuando se acostó en la cama y cerró los ojos, él se metió con ella. En realidad nunca lo había visto dormir, pero se veía muy humano en este momento, y en poco tiempo, estaba dormido. Estudió sus características, tratando de dejar de lado sus sentimientos muy patéticos y vulnerables por él. Ella quería algo. Quería algo que no podía pedir, y el hecho de que se sintiera tan desechable no servía de

nada. Realmente no creía que estuviera bien para él. Había dejado de pensar que solo la valoraba en un nivel puramente físico desde hacía un tiempo, pero el hecho de que fuera mortal estaba ahí, y entraba en conflicto con lo que ella quería. Lo que necesitaba ahora. Aunque fuera un capricho pasajero para él no hacía ninguna diferencia. Su decisión estaba tomada, y mientras lo veía dormir, contemplaba muchas cosas.

El despertar de su duermevela con su mano en el muslo era el paraíso absoluto. Le estaba acariciando gentilmente. Su dolor se había ido, y sus heridas tenían solo la más mínima sensación, señal de que estaban casi curadas. Movió los dedos hasta su ingle, rodeando el eje de su pene y apretando. Cuando abrió los ojos, le sonrió. Joder; definitivamente estaba enamorado de ella.

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Lo observó con nerviosismo, y se preguntó de dónde venían los nervios. Pareció vacilar, y para una mujer que había tocado y experimentado hasta la última gota de su cuerpo, parecía extraño que estuviera tan nerviosa. Ella forzó una sonrisa en su boca. —Brit, ¿qué ocurre? —Sacudió su cabeza y se encogió de hombros ligeramente, pero no había ni una pizca de verdad en su respuesta. Le paró rápidamente cuando ella se inclinó hacia su boca y le besó. Arrastró su boca hacia abajo a lo largo de su pecho, y luego por su cintura, y cuando sus labios pasaron sobre su ahora hinchada y larga erección, gimió fuerte. Se tragó su longitud, todo lo que ella podía soportar antes de tirar lentamente hacia arriba de nuevo. Cuando se incorporó, fue para quitarse su ropa y observó su cuerpo mientras se lo revelaba. Su pene no paraba de bailar sobre su estómago mientras la miraba. Ella se quitó su camiseta rápidamente, desenganchando su sujetador y dejándolo caer al suelo. Tenía unos pechos generosos para su pequeño cuerpo y eran firmes y descarados, a su corta edad. Sus pezones eran pequeños y deliciosamente rosas, y mientras los estudiaba, tomó su erección y la acarició. Cuando se quitó el pantalón y su ropa interior, saliendo de ellos rápidamente, su pene saltó de su estómago. Podía su pene hacer que su cuerpo se moviera, la habría llevado al suelo y penetrado en un microsegundo ante la vista. Era impresionante. No tenía vello, y mientras que él había experimentado todas las modas de vello púbico a lo largo de los siglos, había desarrollado un nuevo gusto por este estilo desde que la conoció. Depilado nunca había sido lo suyo hasta ahora. Pero ella era su favorita, y no la habría tenido de otra forma que esta. Le encantaba ver hasta el último ápice de sus labios y montículos. Le encantaba pasar su mano sobre su piel lisa y suave, sabiendo que su humedad cremosa y sedosa estaba a un solo golpe de sus labios. Se perdió en la vista de ella en más de una ocasión y hoy no era diferente. Se subió a la cama a su lado, poniéndose a horcajadas sobre sus caderas. Rodó sus caderas contra las suyas mientras que su pene se deslizaba dentro de ella, recubriéndose a sí mismo con su

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humedad, y cuando agarró su asta, se puso sobre sus rodillas y empujó con suavidad hacia abajo sobre él y cuando la cabeza se empujó a través de su coño, ella gimió, al igual que él. Sacudía sus caderas, y sus manos fueron sin pensar a agarrar sus caderas mientras ella se movía. Sus senos rebotaban ligeramente mientras se encorvaba sobre su cuerpo, y quería inclinarse hacia ellos, pero antes de que pudiera, ella se inclinó sobre el cuerpo de él, dejando sus senos descansando sobre su pecho. Se volvió a empujar hacia abajo sobre su longitud, llevándolo hacia su centro, y mientras él gemía y abría su boca, su atención se trasladó a sus dientes. Ella los había visto en su plenitud, pero ahora los estudiaba mientras se movía. Tomó con cuidado sus mejillas y las besó dulcemente. Empujó con fuerza hacia él y apretó su pene. Aquello incitó otro gemido gutural, y trazó sus labios con los pulgares mientras él dejaba salir su gemido. Ella se inclinó hacia su boca otra vez, todavía ahuecando sus mejillas y acariciando sus labios con los pulgares, y con una voz inolvidable que se quedaría con él por siempre, ella dijo en voz baja: —Lo siento. Estuvo confundido por su disculpa por medio segundo, hasta que sintió el sutil pop de sus colmillos superiores, saboreó la sangre de ella en su lengua, y escuchó su grito de dolor estallar desde su boca. En ese momento, su confusión se volvió una sorpresa. Se quedó helado y aturdido cuando se dio cuenta de lo que ella había hecho, y sin ser consciente de lo que estaba haciendo, él la sacó bruscamente. Lo miró con una mirada de asombro en su cara. Lo había hecho a propósito; no había duda de eso, pero parecía tan sorprendida como él a pesar de todo. —Oh, mierda, ¿qué has hecho? —Él estaba casi gritando mientras se volvió hacia ella sujetándola contra el colchón. Sus pulgares estaban sangrando, y cuando los acercó a él, pudo ver fácilmente las punciones en la yema de ambos. Ella estaba temblando, cerca de las lágrimas y parecía horrorizada. Él tiró ambos pulgares entre sus dientes, chupando duro, sabiendo que no serviría de mucho. Su toxina era un microorganismo tan pequeño como cualquier otro y más que suficientemente pequeño para infiltrarse en su torrente sanguíneo rápida y eficazmente. Después de un rato chupando su sangre en su boca, los soltó y agarró su móvil, llamando a Bremmer. Después de pedirle que viniera a su residencia y colgando antes de que pudiera preguntarle por qué, se volvió hacia ella de nuevo. Se había sentado en un lado de la cama y estaba de espaldas a él. —¿Tienes idea de lo que has hecho? —Todavía estaba gritando. Le ignoró y miró su espalda, observándola temblar. Estaba lívido, confundido y muerto de miedo. Bremmer llegó unos momentos más tarde, y al igual que Angus, se levantó y empezó a caminar. Bremmer se detuvo bruscamente cuando entró.

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—¿Hay alguna razón para que esté entrando en una habitación con ustedes dos desnudos por alguna razón particular? Eres encantadora, Brit, pero esto no es lo mío realmente. Angus miró a Brit a modo de respuesta, antes de gruñir: —¿Por qué no le preguntas a Brit qué hizo? —Él agarró el pantalón que había arrojado en la silla mientras que Brit finalmente se volvió hacia ellos, tirando de las toallas alrededor de su cuerpo. Sus lágrimas corrían por sus mejillas, y parecía tan indefensa y molesta que casi le derrumbó. Pero luego se recuperó. Le había engañado. Le había utilizado. Y por su vida que no podía entender por qué. Ella odiaba lo que hacían. De lo que dependían para sobrevivir. Y, sin embargo, se había metido de cabeza para convertirse a sí misma en el monstruo que ella nunca toleraría ser. Angus se cansó de esperar a que Brit dijera algo. —Se infectó a sí misma de mis colmillos. Y lo hizo intencionadamente. — Todavía le estaba mirando, y ella seguía llorando, pero ahora la boca de Bremmer se había abierto. Él paseaba su mirada del uno al otro, y ella miraba al suelo. —Angus, vete. —¿Qué? Joder si lo haré… —Parecía que no podía dejar de gritar. —Ahora. Necesito ver a Brit, y necesito que tú te rejales. Bremmer sostuvo su mirada, negándose a rendirse, y después de mirarse durante unos demasiado largos segundos, se rindió y salió de la habitación. En el momento en que cerró la puerta de la habitación detrás de él, cogió su móvil de su bolsillo y marcó a Truman. —¡Brit ha perdido su jodida cabeza! —Y luego le colgó. Se paseó por el suelo dando vueltas y más vueltas. ¿En qué demonios estaba pesando? ¡Ella no estaba lista para esto! Odiaba lo que él era, incluso si ella no se podía mantener lejos de él. Ella era demasiado… demasiado jodidamente buena para esto. Bramó alrededor del escritorio, tirando de las puertas francesas que daban a su balcón abierto para abrirlas antes de entrar en el gélido aire de la noche oscura. Estaba empezando a nevar, y enfriaba su cuerpo a causa de permanecer en la barandilla. Miró afuera hacia la ciudad, pero en su lugar veía la cara de Brit. ¿Por qué se hizo esto a sí misma? Ella no quería esto. No tenía sentido. Brit no era de los que temían tanto a la muerte hasta el punto de pensar que esta era la solución. Era una luchadora. Y esto no era propio de ella. No era la primera vez que había considerado convertirla para mantenerla segura, pero eso era su necesidad, no la suya. No quería que fuera miserable en su mundo porque no pudiera superar el monstruo que iba a ser. Ella no podría querer esto. Le había engañado. Había usado su deseo de hacerse algo a sí misma que lo haría sin ningún arrepentimiento. Y ahora era responsable de ella, una mujer que aprendería a odiarse a sí misma por lo que se había convertido. No podría hacerla sentir bien el ser un vampiro. Y la conocía demasiado bien como para pensar que esto no sería una lucha por ella.

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Truman y Ember entraron juntos mientras estaba regresando del balcón, y la frente de Ember se frunció en el momento en que lo vio. —¡Se infectó a sí misma! —Prácticamente gritó las palabras mientras la boca de Ember se abrió y Truman se detuvo a medio paso. —¿Cómo? —Ella... ella... me usó para hacerlo. Ember lo miró sospechosamente antes de que sus cejas se levantaran en la comprensión. —¿Quieres decir que te sedujo y... —¡Sí! —Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Ember antes de que pudiera sofocarla—. ¡Guárdatelo, Em o te voy a echar! —Solo estaba siendo medio-sarcástico, pero no acabó con su absoluta conmoción y furia por lo que Brit había hecho. —Quiero decir... hay algo de aspecto positivo aquí, Angus. —Ya estaba siendo Ember. Ember era eternamente optimista y no estaba listo para cualquiera de su mierda. —¡No, no lo hay! —¿La hubieras convertido si te preguntaba? —No iba a aflojar. —¡Por supuesto que no! En caso de que no estuvieras al tanto, está prohibido, y paso a ser el encargado de hacer cumplir ese pequeño mandato. —Pues sus medios fueron quizá poco ortodoxos, pero seguro como el infierno que ella se aseguró de que la culpa no pudiera caer sobre ti. —Tenía las manos en sus caderas mientras se enfrentaba con él. —Ese no es el punto. —Pero tenía razón. Ella ladeó la cabeza hacia un lado, estudiándolo. —Por lo tanto, ¿estabas dispuesto a renunciar a ella? ¿Estabas preparado para decirle adiós? ¿Seguir fingiendo no estás completamente enamorado de ella? Solo la miró. Entendió lo que estaba diciendo. No era estúpido. La parte de su mente que no estaba lívida estaba esperando que la parte lívida lo superara para poder hacer un baile feliz. El problema fue que era lo que quería. La conocía demasiado bien como para pensar que ella podría desear esto para su propio bien, y no quería que fuera miserable. La eternidad era jodidamente larga para que ella se odiara a sí misma, y para tener que verlo. —¿Puedes intentar ver esto como algo bueno? —Ella era incesante. —Para quién, ¿yo? ¿Qué pasa con ella? ¿Y qué es lo mejor para ella; lo que va a hacerla feliz? Estamos hablando de Brit... y estamos hablando de la eternidad. —Todavía estaba luchando contra Ember. —Bueno, vas a tener que confiar en que ella sabía lo que estaba haciendo lo suficiente para manejar esto. —Y ella estaba, evidentemente, todavía luchando contra él también.

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Cuando Angus miró a Truman exasperado completamente con su esposa, él se encogió de hombros ligeramente. —Amigo, mi esposa es inteligente. —Estaba siendo sarcástico, y la sonrisa de suficiencia que cruzó su cara lo decía muy claro. Estaba sin duda del lado de su esposa en esta pelea. —¿Amigo? ¿En serio? Tienes trescientos y algo de años. Actúa como tu edad. —Todavía estaba enojado, pero estaba decayendo finalmente gracias a sus queridos amigos y su negativa a entrar en pánico con él. Pero no estaba dispuesto a renunciar a la ira, y cuando negó y apretó los dientes, murmuró—: Ella no tenía derecho a hacerme esto. —No, no lo tenía. Y tienes todo el derecho de estar molesto con ella sobre ello, pero esto no es el fin del mundo. No sé por qué te hizo esto. Me confunde como el infierno a mí también, pero acaba de perder a su madre. Está pasando por un momento difícil. Sé comprensible con ella. —No malditamente probable —murmuró mientras Ember rodo los ojos en exasperación, y el momento en que abrió la boca para replicar de nuevo, la puerta del dormitorio se abrió y Bremmer entró. El corazón de Angus se tambaleó por un segundo, pero Brit no estaba con él. —Le di un sedante. Ella está molesta... —¿Ella está molesta? —le espetó a Bremmer. —¡Sí! —Bremmer espetó—. Parece tan sorprendida como tú con toda franqueza, y quiero que te mantengas alejado de ella esta noche. Necesita descansar. Los próximos cuatro o cinco días van a ser extremadamente agotadores para ella, y no necesita que la molestes con tu maldito genio. ¿Desde cuándo tienes genio? —murmuró al final, pero su rostro se suavizó, y suspiró— . Escucha, sé que estás molesto, y tienes todo el derecho a estarlo. No sé por qué hizo esto. Ella no quería hablar de ello en absoluto. Pero es mi paciente en este momento, y espero que me escuches. Puedes verla mañana por la mañana, pero quiero que descanse esta noche. Si tengo que llevarla a mi casa, lo haré. Bremmer prácticamente le estaba regañando, y cedió, dejándose caer en el sofá mientras los otros lo hicieron también. Después de lo que pareció una eternidad de silencio mientras todos miraban hacia el espacio contemplando, Truman habló por fin: —¿Estás listo para el para siempre ahora, viejo amigo? —Su expresión era bastante grave. —¿Qué otra opción tengo? —Tienes tantas opciones como las que siempre has tenido. Que decidas vivir el resto de la eternidad con ella aún no se ha decidido. Eres simplemente responsable de su bienestar, por lo que deja de ser tan jodidamente melodramático. —Su sonrisa era sutil. Era tan serio como lo era de sarcástico. Angus se limitó a mover la cabeza en estado de shock. No tenía idea de cómo empezar a responder a esa pregunta. La amaba. Pero eso no significaba que ella sintiera lo mismo por él. Y si no podía aceptar lo que se había hecho a sí misma,

difícilmente ayudaría a su existencia junto. Había demasiadas preguntas sin respuesta para que él tuviera alguna idea de cómo sentirse. Y desde que se le prohibió verla, no tenía más remedio que esperar. La paciencia no era el fuerte de Angus. Podría ser controlador, aunque ella estaba empujando sus botones en el mejor momento que cualquiera hubiera hecho, pero todavía no era de los que esperaban. Quería respuestas; quería gritarle; quería oír su voz y saber que ella estaba bien con todo esto. Solo quería malditamente verla. Iba a ser una larga y maldita noche.

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uando entró en la mañana siguiente, estaba aterrorizada. Su expresión era impasible. Fresca y tranquila. Ella no sentía nada parecido a eso. El sedante la había mantenido dormida toda la noche, pero cuando se despertó y se metió en la ducha, sus músculos se sentían débiles y su cuerpo se sentía fatigado. El Dr. Bremmer le había advertido que se sentiría de esa manera hasta que su transición fuese completa y pudiese alimentarse para recuperar su fuerza. Le había explicado muchas cosas la noche anterior, y hasta la última de ellas la aterrorizaba. Ya se estaba arrepintiendo de su decisión. Estaba asustada. Había destruido la vida que tenía y no tenía la menor idea de a dónde iba la nueva. Y el hombre que ahora era responsable de ella como su padre estaba atravesando en este momento la habitación hacia ella con una expresión indescifrable que la dejaba helada. Estaba acurrucada en la cama sólo en bata. Su cabello mojado, y estaba temblando y sentía más frío de lo que nunca había sentido antes, otro de los síntomas de la transición que le habían dicho. Ser engendrada por Angus la puso en una posición que no estaba segura de poder manejar. Era un vínculo, una responsabilidad que tenía hacia ella, y se esperaba que respetara su autoridad. Si la historia dictara algo, eso por lo general terminaría mal para Brit. No fue una unión física, pero se han adherido fuertemente después de siglos y siglos de espera y de tradición. Esto iba a ser duro para ella. Conocía suficientemente bien a Angus como para saber que era tenaz; habían tenido ya un montón de desacuerdos. Y cuando lo vio cruzar la habitación, un escalofrío le recorrió el cuerpo. ¿En qué demonios se había metido en ella? Él se detuvo un momento en el termostato, subiéndolo unos pocos grados. ―Te das cuenta de que me perteneces ahora. ―Su expresión era fría, completamente controlada, y difícil de leer mientras se acercaba a la cama. ―Lo siento. Sé que esto no es lo que querías... ―Trató de apaciguarle. No es como si le debiera una disculpa. ―No me digas lo que quiero. ―Su respuesta detuvo su frío. ―Entonces, ¿qué significa, “pertenecerte”? ―Tenía casi miedo de preguntar. Sin duda tenía miedo de oír la respuesta. ―Depende de lo que yo quiera que signifique. ―Sus palabras no decían nada―. ¿Cómo te sientes? ―Estaba estudiándola impasible, mirándola mientras permanecía de pie junto a la cama.

―Cansada. ―Bueno. Entonces no tendrás problemas para mantenerte relajada. ―Sus cejas se dispararon rápidamente, pero su rostro seguía siendo un enigma. ―¿Para qué? ―¿De verdad quería saber? ―Sabes para qué. ―Él la miró. Era casi una mirada seductora, pero había una pizca de ira pasiva-agresiva al acecho debajo de ella. Sabía exactamente lo que estaba sugiriendo. ―Así que, ¿quieres castigarme con sexo anal? ―Estaba tratando de sonar incrédula, pero su voz era tan débil como su cuerpo, e incluso mientras hablaba un rubor corrió por su piel. Lo había reflexionado desde hacía algún tiempo, y lo quería. Aterrorizada de lo que quería, siempre lo había querido con él también, hasta cierto punto.

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―Yo no “lo quiero” Brit, lo pretendo. Me lo debes. Si quieres llamarlo castigo, bien, pero eso es tu palabra no la mía. Y la palabra “castigo” perderá algo de sentido cuando tengas mi pene en tu culo. Ahora quítate esa bata y date la vuelta. ―Su voz ronroneó mientras se inclinaba sobre su cuerpo. Ella vibraba con la calidez que había vuelto a sentir de nuevo, y estaba excitada, inapropiadamente excitada. Pero también nerviosa, y cuando él lo vio, sus labios se movieron a su oído―. Ya te lo he dicho antes, nada de lo que haga alguna vez, será para hacerte daño. Ni nunca. Ni siquiera ahora que te lo mereces. ―Y entonces se puso de pie y su fría mirada azul sostuvo la de ella hasta que llegó al cinturón de la bata y tiro de él. La bata cayó hasta la cintura mientras su mirada viajó por su cuerpo, y cuando se sacó la bata abierta, tomó una respiración profunda. ―¿Puedes oler el increíble olor de tu cuerpo? ¿Puedes oler el aroma del mío? ―Ella podía. Había llegado lentamente esa mañana después de que se había despertado. En primer lugar, el gel de ducha que usaba de repente envolvía sus sentidos, como si su cabeza se llenase con él. Cuando ella se afeitó las piernas, escuchó hasta el último cabello que era despojado fuera de su piel como diminutos sonidos metálicos en erupción en una cacofonía mientras se pasaba la hoja por su pierna. Cuando rozó la parte posterior de su tobillo, olió el aroma a hierro metálico antes de que su cuerpo incluso registrase el dolor. Ella asintió, y él sonrió. ―Es todo un aroma increíble, ¿no? Tú aroma junto al mío. Mejor que cualquier otra combinación que haya experimentado. ―Su voz convirtiéndose poco a poco en seductora, y mientras que su postura seguía controlada y grave, su voz era cálida. Y ella lo podía oler. Olía tan increíble como daba a entender que lo hacía. Era un aroma cálido y atractivo que dejaba a su cuerpo picando por su toque. Se volvió a la cama, dejando la bata donde su cuerpo había estado, y se posicionó en sus manos y rodillas, pero cuando él se sentó a su lado, cogió una almohada y la puso debajo de su cuerpo.

―Acuéstate. ―Su mano en su espalda baja la ayudó a tumbarse con la almohada debajo de la ingle. Había apuntalado su trasero, pero se mantuvo cómoda y relajada. Su mano lentamente masajeando su espalda inferior, no dolía tampoco. Se puso de pie y lo observó desnudarse rápidamente antes de subir por su cuerpo a horcajadas sobre ella. Podía sentir su pene, largo y duro, contra su trasero, y cuando él se inclinó sobre su cuerpo para hablarle en su oído, su excitación se arrastró a través de su piel. ―Me debes una explicación. ―Por supuesto que se la debía, pero no sabía muy bien cómo iba a tomarlo. Afortunadamente, él estaba más interesado en besar su hombro y burlarse de su piel mientras arrastraba su boca lentamente por su espalda. Se detuvo en la hendidura de la parte baja, dejando besos suaves en el hueco de sus vértebras. ―¿Por qué lo hiciste, Brit? ―Podía sentir sus palabras contra su piel, y envió un escalofrió que recorrió todo su cuerpo.

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―Lo siento. Él la cortó rápidamente cuando su boca se movió contra su piel. ―Yo no estoy buscando una disculpa. Quiero saber por qué. ―Lo prometo. No voy a estar en tu camino. No tienes que ser responsable de mí. No tenemos que hacer... ―Me gustas en mi camino, y que seas mi responsabilidad es mi elección, no la tuya. Y tenemos todo el tiempo del mundo para hacer muchas cosas. Y las haremos. ―Su boca volvió a su piel, arrastrándose cada vez más baja en la espalda hasta que él había llegado a la parte superior de la hendidura de sus nalgas―. Todavía no has respondido a mi pregunta, pero, por desgracia, en este momento, va a tener que esperar. ―Y luego sus dedos se perdieron entre sus nalgas hasta que rozaron ligeramente sobre su arrugado ano apretado―. Relájate. Mientras aflojaba sus músculos, descubrió que estaba mucho más tensa de lo que creía. Él estaba empujando sus muslos abierto mientras yacía entre sus piernas, y suavemente tiró de sus nalgas y las apartó, exponiendo la parte más privada de su cuerpo a sus ojos. Ella se quedó sin aliento y se tensó, pero él mantuvo con fuerza su agarre en su parte inferior. ―Te dije que relajes. ―Y lentamente lo hizo―. Ahora voy a probarte, lamerte, joderte con mi lengua y hacer todo lo que quiera con tu culito apretado. ―Se tensó nuevamente cuando empezó a entrar en pánico, pero de nuevo la mantuvo inmóvil―. Te va a gustar, pero vas a tener que apartar tu miedo o no vas a disfrutar tanto como quiero. ―Sí, cierto. Cuando su boca tocó la entrada expuesta, ella gritó. Le pasó la lengua suavemente sobre la piel mientras se retorcía. Él nunca relajó su agarre en sus nalgas, manteniéndola inmóvil y abierta, mientras lamía, besaba, y tarareaba contra su piel en el disfrute. Empujó su lengua más allá de la estrecha abertura en su parte inferior, y ella gimió. Tenía razón, le gustaba. Metió la lengua

suavemente dentro y fuera mientras ella obligaba a su cuerpo a relajarse contra su boca. Él chupó y besó, lamió y le hizo cosquillas hasta que su cuerpo se dejó llevar por un éxtasis relajado de lo más agradable. Ella no quería que se acabara nunca, pero cuando él alejó su boca, lo hizo. Él salió de la cama y desapareció en el cuarto de baño antes de regresar con una pequeña botella de lubricante. Se sentó entre sus piernas otra vez y cuando oyó el estallido superior de la botella, las nalgas se estremecieron por medio segundo. El líquido era fresco mientras separaba sus nalgas de nuevo y rociaba ligeramente la piel arrugada de su ano. Cuando empujó su gran dedo masculino profundamente en su parte inferior, se deslizó suavemente por el lubricante, y él empujó y sacó. Deslizó dos dedos mientras ella gemía en voz alta, pero su cuerpo estaba relajado y demasiado cansado para estar tenso. Se relajó mientras sus dedos se hundían suavemente en ella, y cuando por fin los sacó, se puso de rodillas, colocándose fuera de ella. El corazón le latía, y ahora, gracias a sus oídos hipersensibles, podía oír cada ritmo de ruido atronador. Él se cernía sobre su cuerpo, dejando que la longitud de su pene reposara entre las mejillas de su trasero, y luego se inclinó a su oído.

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―Quiero tu parte inferior relajada cuando empuje dentro de ti. Lo disfrutarás mucho más si tus músculos no tratan de mantenerme fuera. Se arrodilló detrás, y ella estiró el cuello para mirarlo. Relajarse no era probable que sucediese. La observó mientras que su mano con suavidad pero con firmeza separaba sus nalgas, y le dio un empujoncito. Podía sentir su pene resbaladizao con el lubricante, picotear y masajear sobre su ano. ―Dime que quieres esto, Brit. Dilo, o voy a parar. Ella lo quería, pero decirlo era una lucha. ―Por favor. ―Inclinó la cabeza a un lado, esperando a que dijera lo que él quería oír―. Quiero esto. ―Y entonces empujó lentamente ante el apretado anillo de músculos y en su parte inferior. Ella se tensó por un momento, e irradió dolor a su cuerpo. En el momento en que se relajó por la fuerza constante, se deslizó a través de su entrada y más adentro. La invasión y la plenitud fueron más intensas de lo que imaginaba, y mientras sostenía su mirada por encima del hombro, su mandíbula se apretó y él dejó escapar un profundo gemido. ―Joder, Brit. Te sientes tan jodidamente bien. Se sentía extrañamente bien. El dolor fue eclipsado por el placer de su amplitud. Su cuerpo se estiraba y se ampliaba hasta límites internos que ella ni siquiera era consciente de que existiesen, pero mientras su cuerpo lo aceptaba, el ™placer pulsaba directamente a través de su ingle. Quería correrse, y estaba mojada, increíblemente húmeda. Su enfoque se mantuvo en su cara, estudiando su expresión, y cuanto más se empujaba, más lo quería. Envió un increíble cosquilleo a través de la pared que separa la vagina de su recto y estimulaba hasta el último nervio de su ingle. Se movió lento y constante hasta que se enterró hasta la empuñadura en su interior. Allí, él hizo una pausa, mirándola.

Ella se desplazó hasta estar en sus codos mientras él bajaba su cuerpo al de ella. Podía sentir su pecho contra su espalda, y el mentón apoyado en la parte superior de su hombro. Cuando sus labios tiraron del lóbulo de la oreja, ella gritó. Y cuando él la soltó para acariciar con la boca contra su cuello, su humedad se filtraba y goteaba sobre la almohada. Todavía no se había movido dentro de su cuerpo, y estaba esperando por ello. Estaba preparada. Deslizó sus brazos por debajo, fijando sus manos a la cama, entrelazándolos con las de ella. Sus manos le agarraban con tanta fuerza, su boca tan cerca de su mejilla, y su cuerpo abrazando al suyo tan cerca, que era más íntimo de lo que se había imaginado que podía ser nunca. Y entonces él se movió. La primera vez, lo sacó sólo un poco antes de rodar sus caderas contra su trasero. La segunda vez, sacó un poco más lejos de su cuerpo antes de empujar de nuevo, y cada penetración después se hizo más pronunciada. ―¿Te duele? ―Su voz era cálida contra su oído mientras continuaba moliendo y montando su trasero. No era sin dolor el estar haciendo el amor con él, y era de una intensidad que no había imaginado. Pero ninguna de esas cosas le quitaba el placer que corría por ella.

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―No —susurró mientras se volvía hacia él para hablar, y cuando empujó profundamente en ella, atrapó sus labios con los suyos. Se quedó enterrado, mientras reclamaba su boca, chupando sus labios, y cuando los puso en libertad, volvió a empujar. ―¿Estás lista para correrte? ―Asintió, y él soltó una de sus manos, deslizando la suya hacia abajo y alrededor de su estómago hacia su coño. Se apoderó de él abriendo sus labios, y hundió su dedo dentro de su apretada vaina. Ella gimió ante la presión añadida que había colocado en su parte inferior, pero luego empezó a frotar su clítoris con la yema de su dedo pulgar, y ella empezó a desmoronarse. Sus hombros temblaban antes de finalmente colapsar, y caer sobre la cama. Su boca se movió a la nuca de su cuello y lo besó mientras sus músculos del estómago comenzaron a temblar y a apretarse. Su respiración se tambaleaba y sus gemidos también. Su empuje se aceleró, y si bien eran controlados, fue contundente y veloz. Él estaba tarareando contra su cuello mientras depositaba besos. Dejó que sus colmillos se rastrillasen sobre su piel mientras empujaba y tiraba. Su orgasmo finalmente la arrolló, y el zumbido de su gemido erótico le hizo gruñir cuando llegó y pasó por encima de su liberación. Él golpeó la cima casi al mismo tiempo y latía dentro de su cuerpo. Sus dedos se comprimieron en los de ella, apretándolos con fuerza mientras empujaba los golpes finales en su recto, y los dedos de la otra mano permanecieron enterrados aún en su coño. Mientras salía lentamente de su cuerpo, envió espasmos por su espalda inferior, y le susurró en voz baja al oído como alivio para ella. ―Relájate. Ahora no es el momento de tensarte. Eso fue increíble, amor. ―Sí lo fue.

Le soltó la mano y su dominio sobre su sexo antes de deslizar rápidamente la almohada de debajo de su estómago. Él la tomó en sus brazos mientras la hacía rodar hacia él. Su cuerpo estaba agotado al segundo, y estaba más cansada de lo que creía posible. Él estaba relajado y su agresividad se había desvanecido. ―Dime por qué. Sintió que sus labios temblaban al revivir la emoción detrás de su decisión precipitada. Las lágrimas pincharon en la parte posterior de sus ojos y la garganta se le cerraba y quemaba. Quería desmoronarse con él y compartirlo. Lo había querido desde el momento en que sintió sus dientes clavarse en su piel y la mirada de terror furioso pasar sobre sus facciones por lo general tranquilas. Y en un enganche de la respiración el cual iba a estallar en sollozos en cualquier momento, ella le dio su explicación:

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―Quiero matarlo. ―Y entonces los sollozos se la llevaron, y se desplomó en su pecho mientras sus brazos se apretaron alrededor de ella. La tranquilizó con sonidos tranquilos. Lloraba como una niña otra vez, una patética niña, solitaria, que no tenía a nadie para decirle que estaría bien. Pero él estaba allí. Y en este momento, él ni siquiera parecía realmente que la odiase demasiado por lo que le había engañado para hacer―. Tenía que ser más fuerte. Tenía que ser como tú. ―Ella seguía hablando en voz baja contra su pecho. ―Mírame. ―Su voz era suave, pero cuando vio su frente arrugada, su corazón se hundió una muesca. Iba a decir algo que no le iba a gustar. Podía verlo en sus ojos―. Lo siento, cariño. Pero no puedo dejarte ir tras él. Si no te dejé ir tras él, siendo humana, ¿por qué sería diferente ahora? ―Su voz era tranquila, pero sus palabras eran la última cosa que quería oír. ―Debido a que yo era humana. No querías que me arriesgase porque era mortal. ―Estaba boquiabierta ante él, y podía sentir que sus facciones eran duras y arrugadas. Esto no estaba sucediendo como ella quería. ―No, Brit, no te dejé que te arriesgases, porque eres tú. Eso no ha cambiado. ―La mirada en sus ojos, dijo que se sentía culpable. Sabía que estaba rompiendo su corazón, apagando su unidad entera, pero cualquiera que sea la culpa que vio en sus ojos, no reprimía ni una pizca de su ira. La muerte de Driscoll era su fuerza motriz ahora, y él no iba a interponerse en su camino.

No es como si no comprendiera la retribución; lo comprendía. Se lo merecía, y él quería que lo tuviese, pero la muerte de Driscoll tendría que ser suficiente. Y no iba a estar en sus manos. Ella podría ser inmortal, pero eso no quería decir que fuera infalible. Y no podía perderla. Especialmente no ahora. Siempre había una oportunidad, y no iba a correr el riesgo. Por desgracia, sería siempre un sueño imposible si lo odiaba. Ella se levantó de la cama mientras la observaba. No era feliz, y la vio alejarse, deseando tenerla de regreso en su cama. Lo que habían hecho había sido increíble. Más que increíble. Y entonces se vino abajo.

Cuando entró en el cuarto de baño, ella estaba en el retrete. Todavía era lo suficientemente humana para necesitar eso, pero no por mucho tiempo. Puso en marcha el baño, y en el momento en que salió, se acercó. Le miró recelosa. ―No quiero pelear. ¿Podemos hablar sobre esto más adelante? ¿Después de que hayas terminado tu transición? ―Tenía las manos sobre sus hombros mientras hablaba. Asintió, pero permaneció en silencio. No confiaba en su silencio. Acostumbrada a vivir su vida como quisiera, e incluso en sus momentos más vulnerables con él, se conducía con fuerza, dispuesta a luchar en cualquier momento. No tenía ninguna duda de que guardaría de él cualquier cosa que no quería que supiera, como lo mucho que quería acabar con el asesino de su madre. La llevó a la ducha. Tomándola en sus brazos antes de enjabonar una toalla y comenzar a recorrerla por encima de su piel. ―Los próximos días van a ser agotadores para ti. Y al final, vas a tener que alimentarte. ¿Cómo te sientes sobre eso? Se encogió de hombros.

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―No lo sé. ¿Puedo hacer lo que hace Ember? ―Su pene palpitó al instante y se endureció. Miró hacia abajo, y él miró hacia otro lado sacudiendo la cabeza con exasperación ante su propia debilidad por ella. No tenía sentido ocultarlo. ―Obviamente, a mi pene le encantaría que eligieras hacer eso. ―Sonrió y ella le ofreció una pequeña sonrisa, refrenada, pero ahí estaba. Estiró ambas manos hacia su boca, empujando el labio superior hacia arriba para ver los dientes con los pulgares―. Toca tu coño. ―Ella se quedó sin aliento, y miró a sus ojos―. Adelante. ―Movió su mano entre sus piernas, y su pene rozó su mano mientras acariciaba su clítoris―. ¿Cómo lo sientes? ―Bueno ―le susurró en una voz excitada. Él le sonrió. ―Me refiero a la mandíbula. Se ruborizó y lo miró con vergüenza. ―Um... Me duele realmente. Se siente como si alguien me hubiese dado un puñetazo. ―La excitación y la sangre estimularán tus colmillos una vez que estén listos. Hasta que aprendas a controlarlos, esas serán las mejores maneras de saber que estás lista para alimentarte. Creo que la excitación va a funcionar mejor para nosotros. ―Sonrió de nuevo. Estaba realmente intrigado por su transición, y si pensase que en realidad había dejado de lado su deseo totalmente comprensible de matar a Driscoll, probablemente podría disfrutarlo más. ―¿Puedo comer? Quiero decir, tengo hambre. Mucha hambre. ―Ahora que estás en transición, no sería una buena idea. Es probable que te enfermes. El tracto intestinal se está cerrando, y con el tiempo, se retirará y vaciará por toda la eternidad. Tienes hambre, porque ya estás deseando sangre.

Hasta que tus colmillos estén listos, vas a tener que soportarlo. Te lo prometo, el momento en que estés lista, te voy a alimentar. Asintió. Parecía nerviosa. ―¿Habrá un tiempo real en el que esté muerta? ―Estaba más que nerviosa mientras hacia esa pregunta. Él sostuvo sus mejillas en sus manos. ―En realidad no. Tu corazón seguirá latiendo, pero el ritmo va a cambiar. Las escalas continuarán hasta que la toxina se haga cargo de la sangre oxigenada y el cuerpo deje de intentar oxigenar la sangre sin oxígeno. No habrá un tiempo real de muerte humana. La transición se considera completa una vez que salgan tus colmillos y se puedan prologar. Pero seguirás aumentando tu fuerza mientras te alimentas, aunque no será tanta la fuerza si te alimentas de mí. ―¿Vas a tener problemas por convertir a un ser humano?

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―Bueno, técnicamente te convertiste a ti misma. ―Él se río entre dientes―. Se supone que debo matarte. Pero viendo que esas decisiones son tomadas por mí, y disfruto tanto follándote, he decidido dejarlo pasar. ―Ella inclinó la cabeza hacia un lado―. Cada región tiene sus propios mandatos. Es una regla, pero nuestras reglas son administradas por nosotros, y siempre y cuando nuestros números realmente no aumenten, no veo ninguna razón para preocuparme demasiado acerca de ello. Su mirada voló de la suya, y no dijo nada durante un rato. Tenía sus propias preguntas que hacer, y no estaba seguro de que realmente quisiera saber las respuestas, al menos, no tan pronto. ―¿Puedes vivir así? ¿Puedes ser feliz? Su atención se centró de nuevo en él. Parecía perdida, confundida, completa y absolutamente insegura. Se encogió de hombros, y él la atrajo hacia su pecho antes de que le rompiese su corazón. Tenía que ser capaz de manejar esto, porque no podía perderla ahora. ―Dame tiempo. ―Fue todo lo que dijo. La caricia en su cuello fue suficiente. Estaba cerca, estaba a salvo, no estaba luchando contra él en este momento, y si podía estar contenta con él, sería un hombre feliz. Un hombre muy, muy feliz.

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l hambre iba a matarla. La fatiga y el cansancio eran soportables, pero ¿el hambre? Era la primera noche de su transición después de su incursión de la mañana en las cosas interesantes que había ganado, y apenas podía soportarlo. Su mandíbula dolía con locura, y seguía sintiendo sus dientes como si le mostraran lo que había allí. Un montón de nada. No tenía ganas de comer, pero al mismo tiempo, su cuerpo tenía un hambre voraz que no podía esperar. No sabía muy bien qué no podía esperar... tal vez la satisfacción de la necesidad insoportable de alimentarse. Cuando se arrastró fuera de la cama y del dormitorio, se encontró con que estaba sola. Terminó de derrumbarse en el sofá y esperó, mirando el techo alto. Quería acabar con esto ya. Se había infectado para fortalecerse, darse a sí misma la capacidad de defenderse, destruir al monstruo que mató a su madre, pero se sentía más humana de lo que incluso los seres humanos se sentían. Era difícil levantar su brazo, mover su cuerpo hacia adelante, y se imaginó hundiéndose en la ingravidez de un baño caliente y constante. El frío continuo en su cuerpo hacía que el cansancio se sintiera peor. Angus entró con el Dr. Bremmer en algún momento posterior. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que había salido desde el dormitorio ya que se había dormido de nuevo, pero todavía era de noche y sin duda altas horas de la madrugada. Trató de incorporarse, pero fue una lucha que dejó ir. Angus se movió rápidamente a su lado y la ayudó a levantarse. Todavía era extraño para ella verlo así. No era difícil recordar cómo se habían tratado el uno al otro cuando se conocieron. Jugó con ella sin cesar, luchando contra él con el mismo vigor. Todavía sabía cómo jugar, y seguro que todavía sabía cómo luchar contra él, pero era diferente. Sus ojos seguían seductores cuando la miraban, pero era como una seducción familiar e íntima ahora. Seguía mandándose en sí misma, pero no siempre necesitaba ponerlo en palabras. Podía decir por la mirada en su cara lo que estaba pensando, y sus ojos se comunicaban tan fácilmente como sus palabras. Él la intimidaba de una manera muy diferente ahora. Antes, la intimidaba porque no lo podía controlar. Nada de lo que hacía tenía ningún efecto real sobre sus acciones. Pero ahora, la intimidaba porque ella vivía en su mundo. Era una novata patética, y no podía negar que necesitaba su guía. A Brit no le gustaba la guía, la dependencia o el apego. Pero sentía todas esas cosas por él. Y era aterrador porque quería sentirlas. El Dr. Bremmer se sentó en la mesa de café frente a ella cuando Angus la dejó descansar contra su cuerpo.

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—Angus dice que tu mandíbula está doliéndote. Eso es una buena señal. ¿Pero sin dientes todavía? —Ella lo confirmó. —Tengo mucha hambre también. Como si pudiera devorar una línea de buffet. —Bueno, si lo hicieras, te arrepentirías. El tracto gastrointestinal está cambiando de manera significativa en estos momentos. Ya no tiene ningún interés en la comida o en cualquier cosa similar, y tu estómago ha perdido su capacidad de pasar los alimentos al tracto intestinal. Por lo tanto, si comes, no se quedará adentro. —La miró con simpatía mientras hablaba. Pero luego de pasar a Angus, continuó—: Puedes tratar de darle tu sangre. Ella no conseguirá mucho sin dientes, pero podría disminuir el hambre hasta que pase a través de su transición. —Angus asintió, y el doctor se volvió hacia ella una vez más—. Ahora, de vuelta a la cama. Voy a verte de nuevo mañana. —Asintió mientras el Dr. Bremmer se ponía de pie. Una vez que Angus la había ayudado a volver a la cama y girado el termostato de nuevo, escuchó como el aire caliente comenzó a empujar desde las rejillas de ventilación. Él se arrastró a su lado, tirándola contra su frente y acariciando su cuello. Ella oyó el suave sonido de sus dientes hundiéndose en su piel, y luego él llevó su pulgar a su boca. La pequeña mancha de sangre que había pinchado en la yema de su dedo pulgar estaba delante de sus labios y podía oler el aroma metálico de la misma. Su sangre olía extrañamente semejante a él, como si fuera algo único, y quería probarla. También quería repugnarse por el pensamiento de ello. El problema era que no estaba en absoluto repugnada. —Pruébalo. —Su voz era cálida mientras la animaba con sus labios en su oreja. Ella abrió la boca y apretó el pulgar entre sus labios, chupando. Él sabía a lo que olía. Era salado, metálico y masculino, y el momento en que tragó, su cuerpo se relajó y su incómoda hambre disminuyó. No era suficiente, pero mientras chupaba y lamía la yema de su pulgar, su cuerpo se alivió. Él estaba zumbando tranquilamente en su oído. Su dominio era suave pero firme y su cuerpo perezoso y cansado tomó lo que pudo de él mientras la besaba y le acariciaba el cuello. El sonido gimiente y el ronroneo ocasional que hacía eran relajantes y calmantes. Tenía la boca en su cuello, y sus dientes pastaban sobre la sensible piel. Podía sentir las puntas de sus colmillos rastrillar su piel, ella los oía rozarla, y quería sentir sus dientes. Quería que mordiera. ¿Qué lo hacía tan erótico y deseable?, no tenía ni idea, pero lo quería. Sólo que él no rompió su piel. La abrazó, disfrutando de lo que su boca estaba haciendo nada más que a la yema de su dedo pulgar, y su cuerpo cayó suavemente en el sueño mientras su sangre la fortalecía.

Él la encontró desnuda en el baño a la mañana siguiente con el labio levantado, hurgando en sus encías.

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Cuando lo vio, sus manos cayeron y comenzó a morderse nerviosamente el labio. Él caminó, tan desnudo como ella, hasta pararse detrás y besarla en el hombro. —¿Qué estás mirando? —Pensé que... quiero decir... vi los dientes. Sé que lo hice, pero luego se habían ido. Eso duele. Él se río entre dientes. —Hmmm. ¿Y qué exactamente estabas pensando para incitar una cosa así? —Su mirada se desvió de la suya con vergüenza. Oh, sí. Había estado pensando en algo excitante—. Bueno, veamos si podemos hacer que se alarguen de nuevo, ¿de acuerdo? —Llegó alrededor de su cintura, dejando caer su mano en su coño. Deslizó un dedo dentro y jadeó, y mientras su boca se abría, él observaba. Colmillos blancos hermosos, del tamaño perfecto para su delicada boca pequeña, empujaron hacia abajo mientras gemía de dolor. —Ay. —Había dicho, pero era bastante obvio que estaba demasiado fascinada con sus nuevos dientes para preocuparse. Él sacó el dedo de su cuerpo, suavemente moviéndose y empujando para mantenerla despierta mientras miraba por encima de su hombro. —Bueno, ¿no eran esos los lindos colmillos que buscabas? —Y lo eran. Caliente era la palabra que él estaba buscando, y ya estaba esperando ansiosamente por esos dientes hundiéndose en su cuerpo. Parecía nerviosa, y con el ceño fruncido mientras se miraba en el espejo. Levantó la mano, acariciando un diente, y cuando su lengua encontró la punta de uno, su pene estuvo de repente despierto. —¿Debo alimentarme ahora? —Su voz era baja e insegura. —Eso me gustaría mucho. —Dios, estaba preparado para esto. Nunca había permitido que un vampiro se alimentara de él. Esta sería su primera vez también, al igual que su dedo en su culo había sido. Había disfrutado de eso demasiado como para no querer más primicias con ella—. Estoy seguro de que estás cansada de estar en la cama a estas alturas, pero... a la cama. Él la atrajo entre sus piernas mientras descansaba contra la cabecera. Ella estaba de espaldas contra su pecho, y la abrazó con fuerza entre sus brazos durante unos minutos. Podía oír su corazón acelerado. Todavía iba a un ritmo bastante humano, y le latía ruidosamente. Él también estaba nervioso. Apoyó la barbilla en su hombro mientras la sostenía, y ella apoyó la mejilla en su pecho. Era tan increíblemente íntimo, y se preguntó cómo había estado tantos siglos sin esta conexión con alguien. No podía imaginar perderla ahora. —¿Estás nerviosa? —Su voz era tranquila contra su mejilla. Ya sabía la respuesta, pero ella asintió—. ¿Qué te preocupa? Se volvió un poco contra él, rozando su mejilla contra la suya. —Supongo que temo hacerte daño. Eso... lo odio. Sé que voy a cambiar, pero eso... como que golpea un poco cerca de casa.

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—Estoy seguro de que lo hace. —Mantuvo su voz cálida y relajante—. No me harás daño. Y estás programada para amar esto... incluso si piensas que eso es imposible. —La besó dulcemente en la mejilla—. Ahora, ¿qué vamos a tener que hacer para conseguir que esos colmillos se alarguen de nuevo? —Le dio su mejor voz seductora, y tan pronto como palmeó su sexo, empujando su dedo dentro de su estrechez, ella gimió en voz baja. La besó en el cuello, pasando su lengua suavemente por su piel hasta la base de su cuello, donde la besó de nuevo. Suave y lentamente empujó su dedo dentro y fuera de su cuerpo, y cuando se volvió para mirarlo, él podía ver las puntas de sus colmillos ahora en picos raspando su labio. Estaba lista. Cuando ubicó su muñeca libre delante de ella, se quedó paralizada. —Vamos, amor. Puedes hacer esto. —Siguió acariciando lentamente dentro y fuera de su cuerpo para mantener a sus nervios ganándole a sus dientes. Los necesitaba plenamente prolongados y listos. Ella agarró su muñeca en la mano y cuando se la llevó a sus labios, se paralizó de nuevo—. Ahora, Brit. —Podría haber sido una orden, pero su voz era suave. Le estaba dando permiso para morderlo, para tomar de él, causarle dolor. —Oh, Dios. —Sus palabras salieron en un suspiro doloroso, y la hizo callar con sus labios en su oreja. Y entonces ella mordió. Él gimió en voz alta. —Joder. —Él no pudo contener la palabra mientras sus afilados dientes crujían en su piel. Dolor irradiaba por su brazo, y su gemido fue su lucha por no alejarse. Lloró cuando escuchó el dolor en su reacción, pero la sostuvo rápidamente en su lugar contra su espalda, para que no pudiera alejarse mientras hablaba con los dientes apretados—. No te detengas. —Ella gimió y él dejó caer su frente en la base de su cuello, dispuesto a que los músculos de su brazo se relajaran contra sus dientes afilados. Su mano se había aquietado en su coño, y empezó a empujar de nuevo mientras sus músculos liberaban lentamente su tensión, y cuando él la animó a chupar, ella lo hizo. Una vez que el dolor de sus dientes se desvaneció, la sensación de su boca en su muñeca tomó el control, y fue increíble. Dejó un cosquilleo frío corriendo por su brazo mientras tomaba la sangre de su vena—. Buena chica —murmuraba mientras mantenía su frente contra su cuello. Estaba excitado y su pene estaba alto entre sus cuerpos. Ella tiró, chupó y bebió de su cuerpo hasta que sus labios se aflojaron y sacó los dientes con cuidado de su brazo. Deslizó su dedo fuera de su apretado coño, chupándolo para limpiarlo. Ella se volvió hacia él de inmediato, lamiéndose los labios inconscientemente. Estaba preocupada, y él le sonrió a su preocupación. No podía evitarlo. Su piel estaba de repente enrojecida y vibrante. Su sangre, obviamente, iba bien con su cuerpo. —Puedo ver por qué Truman disfruta tanto de esto. Ella lo miró con incredulidad por un momento. —¡Te lastimé! ¡No lo disfrutaste!

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—Infiernos que no lo hice. —Estaba tratando de ser seductor, pero no podía borrar la sonrisa de comemierda en su cara. Rió entre dientes—. No es que no me hayan mordido antes, pero nunca fue así. El tener que acostumbrarme a que tus dientes se alojen en mi piel fue un reto, pero me sentí increíble una vez que lo hice—. Ella no parecía creerle. Cambió de tema—: ¿Te gustó? ¿Fue tan horrible el sabor como pensabas que sería? Ella negó. —No. —No dijo nada más, pero la mirada tímida, avergonzada en su cara, la delataba. Le había gustado, mucho, y francamente, a él también. —Podría definitivamente acostumbrarme a eso. —Todavía estaba murmurando, sintiendo un ligero cosquilleo atravesar su cuerpo. Ella no había tomado suficiente sangre para hacerle daño, pero podía sentirla en el zumbido de luz que pulsaba a través de su cuerpo. Era hipnótico y sedante. Oh, sí, definitivamente podría acostumbrarse a eso. Se acostó, tirando de ella hacia abajo. —¿Qué quieres decir con que podrías acostumbrarte a eso? ¿Esperas que me alimente de ti? —Quiero decir que si no quieres cazar, yo estaría bien con que te alimentes de mí en su lugar. Ember y Truman lo hacen. Ella nunca ha tomado una vida, y nunca lo hará. —Truman y Ember están casados. —Su voz era tranquila y bordeando lo acusatorio. ¿Pensaba que el matrimonio era una especie de requisito previo para un acuerdo de este tipo? Tal vez ella tenía razón en tener una expectativa tal para permitirse ser tan dependiente de otra persona. —Estoy al tanto de eso. Brit, no voy a ninguna parte. Yo te engendré, incluso si eso no fue mi elección... —Se sorprendió a sí mismo murmurando. —Sí, así que ese es mi punto. Es como cuando la chica queda embarazada para retener a su novio. —Su Brit mala se arrastraba en su tono de voz, y él no estaba feliz de oírlo; no ahora, en todo caso. —Bueno, gracias a Dios no tenemos que preocuparnos por eso. —Él sonrió, pero ella no mordió el anzuelo. —No hice esto para retenerte. —Las palabras le habrían quitado el aliento si realmente necesitara aire para vivir. No era como si él no entendiera sus razones, pero tenerlo escrito y dejado en claro para que ni siquiera se pasara otro pensamiento por su mente de por qué ella había tomado esa decisión le hería. Le dolía de una manera muy real, potente y humana. —Soy muy consciente de eso. Pero gracias por el recordatorio. —Arrojó las mantas a un lado, agarró sus pantalones de la silla y salió de la habitación. Ella no lo detuvo, y mientras se sentaba en la silla de su escritorio, se hizo evidente que no iba a seguirlo.

¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué herirlo? En el momento en que mencionó a Truman y Ember un escalofrío recorrió su cuerpo. Truman y Ember eran reales. No había nada más real en su relación. Ella debía ser feliz con el hombre que amaba y estaba dispuesto a apegarse a ella de tal manera, pero el rechazo la golpeaba y no entendía por qué. No podía decirle que lo había engañado para ser infectada, porque no era verdad. Había sido por Driscoll. Se trataba de su necesidad de verlo muerto, y que su unión no disminuyera ni una pizca. La sugerencia de que debía atarse a Angus y convertirse tan dependiente de él era en un suspiro tentadora, pero luego, vio la eternidad con un hombre que no quería un para siempre. Él no le había dado ninguna razón para pensar que la había cambiado además del simple hecho de que la había engendrado y tenía que ser responsable de ella. Terminó sintiéndose herida incluso mientras decía las palabras que sabía que iban a hacerle daño. ¿Qué diablos estaba haciendo?

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Su cuerpo estaba de repente despierto, fuerte y lleno de angustia que no podía guardar. Había dormido casi todo el día por más de dos días, despertando sólo lo suficiente para que Angus la follara, abrazara o bañara. Todo había sido excepcionalmente reconfortante, pero era artificial. Tenía que estar aquí para ella. Y quería que él quisiera estar aquí para ella. Pero, ¿cuánto tiempo tenía con él? Puede que él quisiera su sumisión, su dependencia, y ella podía querer que quisiera más, pero no podía ignorar que, al final, ¿eso importaba? Si se le daba la oportunidad de destruir a Driscoll, no había nada que pudiera detenerla. Ni siquiera su bendito padre. ¿Y cuáles eran las posibilidades de que sobreviviera? Tendría suerte si podía destruir al hombre antes de que la destruyera, pero ella estaría condenada si no lo intentara. Eso vino con su propia angustia. No estaba lista para decir adiós a Angus. Dada su elección, ella nunca lo dejaría ir. Pero tenía que terminar con esto. Y es probable que eso significara su fin. Podría tener una oportunidad, más de lo que habría tenido de ser humana, pero no era invencible; Angus había dicho lo mismo de sí mismo. Se sorprendió al sentir un goteo por su mejilla. Ni siquiera era consciente de que todavía podía llorar, y mientras sorbía su angustia, se arrastró fuera de la cama. El reflejo mirándola desde el espejo del baño parecía notablemente normal. Su piel estaba pálida, pero siempre lo había sido. Por fin parecía despierta. Ciertamente no se sentía completamente cargada, pero estaba empezando a sentirse fuerte otra vez, más fuerte. Cuando lo buscó, él estaba sentado en su escritorio con los pies apoyados en la parte superior. Estaba sin camisa y con las manos cruzadas sobre su estómago. Parecía relajado, pero de expresión seria mientras miraba al techo contaba una historia diferente. La culpabilidad de Brit tocó su corazón mientras cruzaba la habitación hacia él, pero cuando lo alcanzó, él la miró. Agarró su mano y la atrajo hacia su regazo mientras dejaba caer sus pies en el suelo. —No tenemos una buena excusa para no ser buenos en esto, ninguno de los dos. —Su voz era suave y su expresión cuidada y manso—. Preocuparme por alguien que no sea yo... —Él negó sin terminar su declaración—. Y Dios sabe que

eres, literalmente, la perra más grande del mundo. —Él la miró con una sonrisa dulce, y ella no pudo evitar sonreír—. Pero somos buenos en esto. No importa qué. —Tiró de su boca a la suya mientras las lágrimas pinchaban sus ojos. Estaba en lo cierto. Nunca había habido dos personas más equivocadas la una para la otra. Pero funcionaban por alguna extraña razón. Seguían tratando de meter la pata de todas las maneras que podían, pero era inútil. Ella no podía estar lejos de él, y al parecer, ella tenía alguna influencia sobre él también. Tal vez podría amarla algún día... si es que sobrevivía tanto tiempo. Y si él la amaba, tal vez podría darle un para siempre, su sumisión, su dependencia. No encajaba con ella, no por mucho. Pero seguro que parecía encajar para ellos.

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26 —¿A

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sí que, cuándo vas a volver, chica? —Humphreys se veía como siempre se veía, olía como siempre lo olía, y gracias a su poderosa nariz, ese olor era magnificado diez veces. Pero sus ojos tenían una extraña amabilidad en ellos. Ella no había creído nunca verdaderamente que el hombre la odiaba, pero era un grandísimo idiota como ella era una perra. Sólo lo eran, o al menos quienes habían sido. Miró a su taza de café, pateándose a sí misma por ordenar cuando debería haberse dado cuenta que sería una burla a sus sentidos. Echaba de menos el café. Casi dos semanas habían pasado desde que su madre murió, y había sido más de una semana desde su transición. Esta fue la primera vez que había hecho esta pregunta. Diablos, la primera vez que incluso había contemplado lo que podría ser su respuesta. —No sé. —Levantó la vista hacia él, viendo su expresión áspera estudiándola. Estaba oscuro y el restaurante vacío. Cuando Humphreys llamó, se había encogido de miedo. No sabía qué decirle al hombre. Y ahora, sentada frente a él, todavía estaba desorientada. No le había dicho a Angus que iba a reunirse con el tipo, y había elegido deliberadamente un momento en que sabía que no estaría en el edificio. Él y Truman se reunirían con el hombre, Aaron, que Angus quería que interviniera y ocupara el lugar de Langford. Sabía que él estaría fuera durante algún tiempo, y lo prefería así. Brit quería compartir su vida con Angus, pero no estaba lista todavía. Hasta que Driscoll se hubiera ido, no habría ningún avance para ellos. Le había costado días para darse cuenta de que estaba en el centro de sus problemas, cada desacuerdo, cada conflicto parecía un círculo alrededor de Driscoll; por lo menos los de ella. Él nunca la dejaría arriesgar su vida para llevar asesinarlo y ella nunca podría renunciar a esa lucha. Y así lo escondió de él, odiando la mentira. Quería estar fuera por la noche sola, o al menos sin su séquito de colegas vampiros. Quería estar expuesta y vulnerable a Driscoll. Él la había señalado cuando había matado a su madre sólo para meterse con ella, y sabía que estaba cerca. Él podría ser un adicto a las drogas, pero era demasiado inteligente. Y era vengativo como el infierno. Casi tanto como ella. Angus se pondría furioso si supiera que estaba sola afuera, y todavía había una posibilidad de que lo averiguara. El valet, Jonathan, observaba sus idas y venidas, y nunca sabía cuándo Ember podría aparecer para decir hola. Todo podría fácilmente volver a su barrio.

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Lo curioso era, que amaba la sala. Y le daría todo el control y la dependencia que necesitaba si no fuera por el problema de Driscoll. Ella estaba tan ansiosa de librarse del asesino y Angus era causa de tanto como nada. Quería más. Quería una vida con él. Era imposible imaginar cualquier parte de esta nueva existencia sin él en ella. Si era posible en absoluto, no tenía ni idea, pero al menos quería tener la oportunidad. Pero no había ninguna posibilidad hasta que... Saltó de su asiento cuando un claxon resonó desde el otro lado de la calle. Humphreys la miraba con el ceño fruncido y entrecerró los ojos. Debe pensar que lo estaba perdiendo. Ella podría estarlo. —¿Qué diablos quieres decir con que no lo sabes? ¿Qué clase de respuesta es esa mierda? —Él no estaba feliz. Y casi sonrió que la ira de Humphreys fuera contra ella. —Es sólo que no sé todavía lo que quiero hacer. —Quería que él entendiera. Se sentía culpable. Se sentía culpable por cada última cosa que había ocurrido en su vida recientemente y abandonando su trabajo era sólo una de muchas. Suspiró, soplando su aliento rancio de cigarrillos en su cara mientras ella trató de no fruncirle el ceño por eso. Cuando él arrojó el dinero en la mesa y se levantó para irse, ella también lo hizo. Caminaron en silencio desde el comensal viejo sucio con su suelo de baldosas de linóleo y luces fluorescentes deslumbrantes. No era un lugar agradable, ¿pero qué le importaba a Brit? Ella no tenía que preocuparse por comer la comida infestada de cucarachas que Humphreys parecía disfrutar enormemente. Todo esto sería un poco reconfortante, si todavía tenía un corazón que funcionara normalmente... o calor suficiente para sentir. Se detuvieron en el frente del edificio en la acera, y él hizo una pausa, volviéndose hacia ella. —Brit, te necesito de vuelta en el trabajo. A nadie le importa que te hayas ido. Demonios, chica, lo entiendes un montón. Pero ahora es el momento. — Miró hacia otro lado mientras las lágrimas le escocían los ojos. Quería volver también. Volver hace seis meses y reescribirlo todo... excepto tal vez conocer a Angus. No podía renunciar a más de lo que su madre nunca había sido capaz de dejar las drogas. Él negó con la cabeza antes de girar dándole la espalda y alejarse. Ella se le quedó mirando como su antigua vida caminaba lejos. Había estacionado varias cuadras lejos, y cuando se volvió al sentido contrario, el frío pasó a través de su abrigo a su carne. El frío no la había abandonado después de la transición, y ahora sólo se sentía cálido y contenido cuando Angus golpeaba el termostato por ella y la acurrucaba en sus brazos. Agotada, sin embargo, era sin duda una cosa del pasado. Su cuerpo estaba prácticamente hiperactivo; su fuerza le sorprendió, a pesar de que sólo se alimentaba de Angus. Pero ella seguro no se sentía invencible. Todo lo contrario. Sabía que era un blanco fácil cuando estaba fuera de su edificio. Contaba con ello, de hecho. Pero estaba preparada. Mantuvo un cuchillo en su tobillo y el arma en su cadera. ¿Sería suficiente? Si tenía suerte. No quería morir, aunque Angus

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probablemente no volvería a ver su obsesión por matar Driscoll de esa manera. Sólo estaba siendo impulsiva. Sólo estaba siendo Brit. Era lo que hacía, y no podía renunciar a ese impulso obsesivo. Todavía no. Cuando subió a su auto, las ventanas estaban escarchadas. Arrancó el auto conectando el desempañado al máximo, tratando de esperar pacientemente a que las ventanas se limpiaran. Pero mientras esperaba un puño atravesó la ventana del lado del conductor, y su cuello quedó agarrado por una mano, trató de gritar. La mano apretó firmemente a través de su garganta, lo que restringió su voz a nada más que un sonido distorsionado ahogado antes de tirar de su cuerpo desde el auto en un movimiento rápido a través de la ventana ahora destrozada. La figura sombría que la sostenía a nada más que de puntillas tocando el pavimento gruñía como un animal. Brit comenzó a luchar. Tenía los brazos agitándose hacia el hombre, pero sólo lo podía ver desde la periferia, y no conseguía llegar lo suficientemente lejos para defenderse. Lanzó su mano a su cadera para estrechar el arma que allí estaba, pero él era más rápido, más fuerte, y era demasiado tarde. Tiró de la funda, riendo con un sonido demencial dejando claro que este asalto era placentero mientras era impulsada por alguna necesidad particular. —¿Buscando esto? —Él colgaba su arma de fuego en frente de su cara mientras trataba desesperadamente de hacer palanca con las manos de su cuello. Era inútil, y cuando finalmente la dejó y liberó su cuello, ella correteó de nuevo al lado de su auto. Estaba sosteniendo el arma apuntando hacia ella, y sus manos se levantaron instintivamente. Cuando sus ojos se encontraron con Driscoll, él sonrió. Estaba enfermo y demente, y comenzó a entrar en pánico nada más con el aspecto de animal enloquecido en sus ojos. Cuando apretó el gatillo y descargó el arma, sintió el dolor de la bala mientras atravesó su costado, alojándose en su abdomen en el mismo momento que oía su risa. Y mientras se hundía contra un lado del auto por el dolor, observó cómo se dobló de la risa. Sabía que no iba a matarla en su nueva forma, pero seguro como el infierno no impidió que le doliera más que cualquier dolor que jamás había sentido. Cuando su risa enloquecida decayó, él la miró, y cuando sus labios se detuvieron en otra mueca, descargó su arma dos veces más en rápida sucesión. Una bala atravesó su brazo, rebotando contra la puerta del auto detrás de ella. La otra, se incrustó en su hombro, por lo que su brazo estaba prácticamente inútil, y rodó a su lado y trató de arrastrarse lejos. Cuando aferró su mano y la alzó por el cabello, gritó de dolor. —Tú madre fue mucho más divertida. Había planeado bombearte completa como una maldita farmacia antes de drenarte, pero ahora... Veo que eres un maldito vampiro. Desde que arruinaste ese plan para mí, sólo voy a tener que torturarte durante un tiempo antes de que arranque esa jodida cabeza tuya fuera. Al menos tu madre estaba cargada cuando la vacié. Es difícil imaginar que la furia era posible en su terror, pero se puso furiosa. Pateó, gritó, y luchó como un infierno, sintiendo el rasgón de la piel de su cuero cabelludo mientras se retorcía y tiraba contra su mano. Él la estaba arrastrando, y era un hervidero de rabia furiosa y dolor, pero no se hizo atormentarla.

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—Malditamente encadenado, eso haré perra. El mundo me debe las gracias por deshacerme de una puta sin valor. Estoy en mi derecho de destruir la escoria de la tierra. —Sigue diciéndote eso, idiota. —Su voz era un gruñido, confuso lío mientras la arrastraba por el pavimento. Podía sentir sus pantalones desgarrándose, y el frío de la nieve, la suciedad y el agua de la acera estaba en contra de su piel, mientras le quemaba la cadera—. Estás matando a los enfermos, pedazo de cabrón. Tú eres un adicto tanto como cualquiera de ellos. Eso le valió una patada en el estómago, pero dejó suelto su cabello, y después que rodó sobre su espalda, ella correteó lejos de él. Era inútil, por supuesto, y mientras su cuerpo caía sobre el de ella, la comenzó a golpear. Otro puño en la mejilla, y él estaba de vuelta en el control, sujetando sus manos al suelo mientras el fango de la carretera empapaba toda la parte trasera de su ropa. —¿Y qué hay de malo en que disfrute de la caza, ¿eh? ¿Qué derecho tienes, nadie lo tiene, de juzgarme? Ella estaba luchando duro para liberar sus manos, pero eso no detuvo su boca de luchar también. —¿Qué te parece el hecho? —Su voz daba tumbos y gruñidos mientras trataba de escupir las palabras para sacarlas—. Que eres un maldito loco que piensa que con matar a los drogadictos enfermos está ayudando al mundo. Sólo una maldita excusa para drogarte de ellos. —Ella estaba escupiendo sus palabras mientras seguía tratando de luchar. Podía sentir la bala alojada en su lado, pero no podía dejar de luchar contra él. Le dolía cada vez que un músculo se movía, pero no paraba, no podía parar. Al parecer, incluso los vampiros tenían adrenalina. Cada puño que lo tacaba fue recibido con uno más fuerte a su cuerpo, y cuando uno aterrizó en su intestino, empujó la bala que estaba alojada en su intestino en innumerables órganos y centros de dolor diferentes, gimió y trató de rodar a su lado. Jadeaba, pero mientras que no necesitaba aire, no podía dejar de tratar de tomar más. Este monstruo estaba pateándole el culo, y era aterrador. Cuando la tomó por el cabello de nuevo, se las arregló para conseguir un sólido puñetazo a su intestino, y el momento en que él se estremeció, usó sus piernas y caderas para lanzar su cuerpo por encima de su cabeza. Por desgracia, a pesar de que movió su peso, no liberó su cabello de su agarre trenzado, y mientras él era lanzado, fue obligada a subir, dolorosamente. Se dio la vuelta rápidamente en su estómago, tirando de sus piernas y pies debajo de su cuerpo para agacharse, lista para saltar. Su mano aún estaba retorciendo en su cabello, y cuando ella se dejó caer al suelo y barrió la pierna de debajo de él, por fin la soltó, y él salió volando hacia atrás para aterrizar con un golpe en su espalda. Su mano instintivamente fue a la parte superior de su cabeza mientras el dolor chamuscaba a través de su cuero cabelludo, pero justo cuando ella levantó la mano, otra mano salió de la nada para agarrar su brazo, doblándolo duro a su espalda alta, sacando su hombro fuera de lugar. El dolor era cegador, y a medida que se dejó caer de rodillas, el choque de la agonía que pulsada a través de su cuerpo la hizo sentirse como si se estuviera

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muriendo, una nueva voz habló. Recordó su voz desde la última vez que lo había conocido. Langford. —Ya es suficiente tiempo de juego, Driscoll. Póngala en el auto y deje de joder con ella. —Las palabras de Langford eran cortas y él sonaba molesto. Cuando Driscoll se acercó a ella de nuevo, él estaba chasqueando la lengua y moviendo la cabeza. Su sonrisa era medio-lasciva y medio-vengativa. La arrastró a un auto estacionado cerca, y mientras Langford se deslizaba en el asiento trasero, Driscoll sacó un par de esposas de su bolsillo, colocando una en su muñeca antes de tirar de ella a sus espaldas para asegurarla a la otra muñeca. Su hombro estaba fuera de su lugar y siendo anclado a la espalda era más dolor de lo que pensaba que podía manejar. Estaba maullando como un animal moribundo, y se oyó pidiendo clemencia en su cabeza, pero se quedó en silencio. Se negó a pedir limosna, y mientras la angustia continuó golpeando sus sentidos, comenzó con arcadas y vomitó sangre en el pavimento antes de que él la empujara en el asiento trasero junto a Langford. —¿Por qué haces esto? —Su voz temblaba y la sangre goteaba de sus labios mientras hablaba con Langford. Estaba inclinada hacia delante con la cabeza gacha. Ella no quería moverse, y no iba a dar al hombre la satisfacción de mirarlo. —¿Por qué no le preguntas a tu novio de mierda? Esta es su maldita culpa. Debió salir suficientemente bien por sí solo y dejarme tratar con mi puta familia. En lugar de ello, sólo tenía que participar. Desde que llegaste tú, lo único que hace es tu voluntad. Tendría que haberte sacado para hacerte callar; en cambio, empezó a follar contigo. Quieres señalar con el dedo, te sugiero que lo señales a él. —Su voz era tranquila mientras hablaba, plana, y casi... profesional como si estuviera hablando en una sala de juntas a sus secuaces. Pero cuando él golpeó con el puño en su cara, enviándola a la puerta y aún con más esfuerzo de su hombro mientras su cuello se rompió a un lado, gritó en voz alta, y él se rió entre dientes mientras sacudía su mano. —¿Así que esta es la forma en que vas a ganar el apoyo del consejo? Has perdido tu maldita mente. Ella estaba hablándole al suelo con la cabeza apoyada contra la puerta. No podía sentarse sin la bala moviéndose o su hombro tirando más lejos contra la articulación que no estaba anclado actualmente, y, francamente, ella estaba tratando de no perderlo. —¿Crees que me importa un carajo el consejo? Como si no fuera suficiente ser completamente jodido por una perra, estoy siendo derrocado de mi posición... pero supongo que ya sabes eso. Driscoll había entrado en el tráfico, ya que estaban hablando, y cada bache que pasaban estaba dejando a Brit pensar que iba a perder la cabeza por el dolor. Ser un vampiro no detuvo el dolor, simplemente se le impidió morir por su causa. Dadas las circunstancias, no estaba segura de que era una buena cosa. Estaba perdiendo esta lucha. Por fuerte que había sentido que era en comparación con su forma humana, no era en absoluto lo suficientemente fuerte como para vencer a

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dos vampiros masculinos que estaban totalmente alimentados. Ella sólo podría estar jodida. —Sabes que eres un hombre muerto, Langford. Más o menos por ti mismo has garantizado ese destino. Otro puñetazo a un lado de su cara, y los tendones y ligamentos en el hombro se tensaron aún más mientras su articulación se separaba aún más. Ella gruñó ante el dolor, maldiciendo en voz alta: —¡Mierda! —Sabía que no se estaba ayudando, pero estaba razonablemente segura de que iba a morir antes del final de la noche, y era igualmente cierto que no había nada que pudiera decir o hacer para evitarlo. —Angus nunca habría permitido que su verga hubiera pensado por él si no fuera por ti, y no me gusta el hecho de que ha hecho las decisiones basadas en el mundo de los humanos sobre la nuestra. Me importa una mierda que ahora eres un vampiro y él es tu señor. Habría elegido por nosotros, independientemente del hecho de que él te engendró. Eso es por lo que ocurre esto. No mantienes ninguna influencia sobre nosotros, y no debería haber sido permitido que sobrevivieras a la transición. Él está rompiendo las reglas que se supone debe mantener. Lo veo como mi derecho, mi maldito deber, para mantener sus pies en el fuego. —Su voz nunca se elevó por encima de un tono tranquilo y conversacional mientras hablaba. Driscoll aún no había dicho nada, pero cuando se sentó con la espalda recta, su fría y burlona mirada la encontró en el espejo retrovisor. Él sonrió. Ella quería llegar y arrancarle la cabeza y si estuvieran libres sus manos, no dudaría. Se detuvieron frente al edificio de Langford, y fue sacada del asiento trasero por Driscoll. Le dio un puñetazo en el estómago sólo por diversión mientras se dejó caer de rodillas. —¡Vete a la mierda! —Estaba adolorida. Maldecir no estaba ayudando, pero le impedía desmoronarse en sollozos, que es exactamente lo que quería hacer. No estaba dispuesta a morir, y seguro que no estaba dispuesta a perder a Angus. Era un pensamiento deprimente y oscuro que acechaba en la periferia de su mente. Ella lo estaba empujando lejos con su furia y dolor, pero estaba ahí, la devastación de todo. Fue arrastrada por los antebrazos, la hiperextensión del hombro más lejos hasta el punto que pensó que lo podría girar completamente. Ella comenzó a vomitar de nuevo, ya estaba drogada, y su brazo se sentía como si estuviera siendo arrancado. Cuando su cabeza empezó a sentirse débil, oró porque los vampiros pudieran desmayarse. Sería el único indulto a un lado de la muerte que podría salvarla de este dolor, y no podía tolerar por mucho más tiempo. El dolor la hizo sentirse como si estuviera perdiendo la cabeza. Era inquietante en su efecto sobre el cerebro. Se dejó querer morir y lista para conocer su fin. A medida que fue obligada a subir por encima del umbral, ni siquiera luchó. Era una línea imaginaria entre vivir y morir por ella, y sus ojos se llenaron de lágrimas de repente ante la idea. Que tan desesperadamente no quería perder a Angus todavía. Esto era su culpa. Ella había hecho esto. Su empeño-en-la venganza, el dolor la puso en esta posición, y ella iba a ser la causa de final con él.

Le rompió el corazón. Si hubiera sido cualquier otra mujer en el mundo, se habría contentado con dejar que la mantuviera a salvo. Pero Brit era una luchadora; había perdido su capacidad de ir en silencio en la noche hace mucho tiempo cuando descubrió que sólo podía tolerar su vida cuando ella tenía una columna de acero. Lo que también quería decir era que estaba renunciando a la única relación que nunca realmente alcanzó, la tocó, la hizo querer más de su existencia. Ese pensamiento por sí solo tenía las lágrimas fluyendo y los sollozos se liberaron de su garganta.

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—Oye, Em. ¿Qué pasa? —¿Qué tal si no puedo encontrar a tu novia? Se ha ido en su auto, Jonathan dijo que se fue hace más de dos horas, y no contesta su teléfono. —Su corazón comenzó a golpear, y mientras Truman y Aaron atraparon el sonido sordo feroz repentino procedente de su pecho, su atención se rompió con él—. Estoy preocupada, Angus. —Estamos en camino. —Él colgó, pero antes de que incluso guardara el teléfono volvió a sonar—. ¿Qué? —Estaba demasiado aterrorizado para sonar decente. —Tenemos que hablar. —Era Langford, y él era el último hombre que Angus quería hablar en este momento. —Estoy ocupado. Tendrás que esperar. —Él soltó las palabras con molestia. Pero justo cuando comenzó a tirar su teléfono contra la oreja, Langford habló de nuevo. —Ocupado, ¿haciendo qué? ¿Buscando a tu novia? —Angus no tuvo la oportunidad de interrogar al hombre antes que le colgara. Los otros hombres le miraron mientras él se quedaba pasmado por la información. —Truman, necesitamos ir ahora. —Él se puso en pie mientras lo siguieron Truman y Aarón. Truman los había impulsado hasta el hotel donde Aaron se alojaba en su encuentro con el hombre, y que era una suerte también. Angus no estaba del todo seguro de poder manejar un auto en ese momento. Sus manos temblaban mientras buscaba su teléfono. Cuando trató de llamar a Brit, fue directamente al correo de voz, y su temblor volvió con sacudidas violentas. Ella estaba en problemas. Truman aceleró hacia el edificio de Langford, zigzagueando entre el tráfico. Aaron había llegado con ellos, y casi se sentía mal por el hombre. Había sido reacio como mucho en aceptar la propuesta de Angus, y no podía ayudar. Pero el hombre se negó a quedarse de brazos cruzados en el hotel cuando iban en busca de Brit. Él estaba como Aaron más por el segundo, pero mientras Angus miraba por la ventana, no estaba en su mundo nunca más. Él estaba en el mundo que amaba más que cualquier otro, el mundo que parecía existir en torno a él y Brit sola y dejaba poco apego por nada más allá de ella.

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—Entonces, ¿quién es Brit? —Angus oyó la pregunta que hizo Aaron desde el asiento trasero, pero no se molestó en abrir la boca para responder. Truman evidentemente entendía su necesidad de permanecer en silencio y se llevó los honores. —Ella es policía... y es un nuevo vampiro... y es la novia de Angus. Lleva un par de sombreros en este momento. Driscoll mató a su madre hace dos semanas y media... —Mierda —murmuró Aarón, la palabra que resumía casi todos sus sentimientos en este momento. Cuando llegaron al edificio de Langford, encontraron la puerta abierta. El edificio era más pequeño que el de la Diputación, y no había valet, no hay vestíbulo real de ningún tipo, sólo una pequeña entrada desierta con una escalera abierta que subía a los cuatro pisos del edificio. Era un increíble edificio antiguo pintoresco que Angus había admirado en más de una ocasión, pero en esta noche, lo odiaba. Se sentía como una tumba fría que iba a ser el fin para él. Si Brit moría, sin duda sería su fin. Caminaron hacia la planta alta juntos, en silencio moviéndose de un piso a otro. La residencia de Langford estaba en el cuarto piso, y él estaba adivinando que era donde encontraría al hombre. A medida que su pie cayó en un paso tras otro, su mente se alejó de él otra vez. Todo lo que podía pensar era en ella. No podía sobrevivir a perderla; de eso, estaba seguro. Solía pensar en la eternidad con una sola persona sería una pesadilla, más que eso, imposible. Había sido inconcebible para él. Pero la pregunta de si podía manejar una eternidad con una persona ya no era una pregunta en su mente en absoluto. La verdadera pregunta era ahora si podía sobrevivir una eternidad sin ella, y la respuesta fue un rotundo no. Le asombraba incluso mientras subía rápidamente las escaleras cómo su perspectiva había cambiado desde que la conoció. No se molestaron en llamar cuando llegaron a la puerta del ático que ocupaba toda la cuarta planta. Cualquier vampiro dentro los habría oído venir, pero el elemento sorpresa no era lo que querían. Su corazón dio un vuelco cuando la puerta se abrió. Él no estaba preparado para verla herida o peor, y le aterraba pensar que sólo podría ser demasiado tarde. Cuando la puerta se abrió, ella estaba allí. De pie delante de Driscoll, y le tenía un cuchillo clavado en la parte lateral de su cuello. Sus entrañas se apretaron mientras tomaba la vista de ella. Langford se paró casualmente al verlos entrar. —Déjala ir. Su lucha no es con ella. —Su voz era exigente, pero sabía que era poco lo que podía hacer. Ellos tenían la sartén por el mango, y muy bien lo sabían. —No tienes razón en eso. Mi lucha es contigo y ya que al parecer va a través de ella para llegar a ti, es la forma más eficaz de conseguir tu atención, ella se quedará para esta reunión. Si se queda de forma permanente o se va contigo, aún no se ha decidido. —La voz de Langford era tranquila y pasiva. No tenía ningún sentido real de por qué estaba aliándose con Driscoll, pero a Angus no le importaba mucho acerca del porqué, siempre y cuando Brit estuviera a salvo.

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Ella se veía mal, más que mal. Se veía medio muerta. Sus manos estaban restringidas a su espalda, y la articulación su hombro derecho se veía extrañamente separado de su brazo. Él se encogió simplemente a la vista de ella. Su piel era mucho más pálida que de costumbre, y su rostro y sus cabellos estaban manchados de sangre. Su camisa estaba hecha jirones y la piel debajo tan sangrienta como la cara. Lo miró, pero se veía prácticamente desquiciada en el dolor mientras trataba de mantener la cabeza erguida. Apenas pudo evitar lanzarse por ella, pero la mano de Truman estaba firmemente sujetando su codo, tirando de él con densidad mientras su cuerpo quería avanzar. Podía sentir sus labios retrocediendo en un gruñido, y si su garganta no estuviera tan restringida por el terror, él probablemente estaría gruñendo. Mientras observaba, Driscoll empujó el cuchillo más profundamente en el costado de su cuello y sus ojos se desorbitaron y la sangre goteaba de su cuello. Su boca se abrió cuando le golpeó el dolor, y gritó mientras Angus gemía sin poder hacer nada. Ella se quedó en silencio de nuevo, congelada en agonía. —¡Deja que se vaya! —Su voz bramó a Driscoll, pero los labios del hombre se detuvieran en una sonrisa sádica. —Todo a su debido tiempo, presidente —le habló Langford, y mientras su atención azotó al hombre, Langford le devolvió la mirada—. Puesto que has decidido despojarme de mi posición en mi familia y ha tomado el encargo de determinar cómo debe gestionarse mi familia, me siento como que me debieras por lo menos este pequeño capricho. —Él empezó a caminar de ida y vuelta, casualmente paseando detrás de Brit de un lado al otro. —Sé de tú intención de reemplazarme. No nací ayer. Ni siquiera cerca. He estado prestando atención, observando tus movimientos. Sé malditamente muy bien que si me sustituyes, también tratarás de destruirme. Así que considera esto un seguro. —Estás tan loco como Driscoll. —Su voz era un hervidero con furia mientras hablaba, pero a medida que fueron pronunciadas las palabras, Driscoll empujó el cuchillo más hondo, Brit gritó en voz alta, y él se tambaleó hacia delante. La mano de Truman tomó medidas drásticas apretando más su brazo y calmó su movimiento. —Puede ser. Ahora, que tal si discutimos exactamente lo que vas a hacer por mí para conseguir a tu novia de vuelta con vida, ¿de acuerdo? Angus frunció los labios para contener su furia, pero se las arregló para sacar las palabras. —¿Qué? ¿Quieres? —Lo estaba mirando con dureza mientras seguía paseándose lentamente detrás de la chica. Cuando su atención captó a Brit, él jadeó y tuvo que apretar los dientes juntos para no gemir de dolor. Su cuerpo se hundía, y se dio cuenta de que sus rodillas estaban a meros momentos para ceder. Driscoll estaba sosteniéndola por el cabello, y sus párpados estaban revoloteando. Estaba en una agonía mayor del que su cuerpo podía tolerar. —Eres la garantía de que no vas a venir en pos de mí. A cambio, voy a salir de la ciudad. Sin embargo, tengo la intención de tomar el dinero de mi familia conmigo. No puedo retirar el dinero de nuestras cuentas sin tu firma, y si quieres

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que me vaya, entonces vas a hacerlo. Parece sobradamente justo dado el hecho de que me estás obligando a renunciar de mi posición. —Está bien. Ahora suéltala. —No tan rápido. Le darás a Driscoll la misma protección. El hombre no ha hecho nada más que librar a la tierra de la escoria, y lo has tratado como si fuera un paria. —¡Él es un paria! —escupió Brit las palabras de su boca ensangrentada mientras caía arrodillada. Sus rodillas estaban extendidas mientras luchaba por mantenerse en pie, pero la oferta de Langford por la vida de Driscoll había conseguido su atención. Driscoll todavía estaba sosteniéndola por el cabello y se había desplazado su mano más baja para sostener el cuchillo todavía clavado en su cuello. —¡Cállate, perra estúpida! —Driscoll sacó el cuchillo rápidamente de su cuello y soltó su cabello antes de que él la abofeteara con su puño y enviara su cuerpo derrapando por el suelo. Ella luchó para sentarse y volver a subir a sus rodillas, y gritó de dolor mientras Angus trató de llegar a ella. Pero Driscoll estaba mucho más cerca y la atrajo hasta estar delante de Angus que podría cerrar la mitad del espacio. Él sonrió a Angus mientras lo observaba, el hombre sostuvo la mirada y lentamente, burlonamente, empujó el cuchillo de nuevo en la misma herida abierta que ya le había dado. Ella sollozaba de dolor y era difícil para él escuchar y su rostro era igual de difícil de ver en su agonía. —¡Muy bien! —gritó las palabras a Langford al sentir su cara retorciéndose de dolor. Pero tan torturada como Brit estaba, no estaba dispuesta a ver a su necesidad de venganza perdida tan fácilmente. —¡No! ¡Ni se te ocurra! No puedes dejar que se vaya. ¡Maldita sea! —gruñía mientras hablaba, suplicándole. Él entendió. No estaba de acuerdo, pero entendía cómo se sentía. Había visto el cambio en ella una vez que su madre murió. Estaba obsesionada con poner fin a esto, pero Angus estaba plenamente preparado para asumir alejarse de ella para salvarle su vida. Él la miró directamente mientras ella sollozaba, su cuerpo temblando por el dolor. —Lo siento, Brit. Te amo, y no puedo perderte. —Podía sentir las lágrimas pinchar sus ojos y apretó la mandíbula con dureza para reprimir la emoción que quería romper sucesivamente. La mirada de Brit lo sostuvo, y su rostro se suavizó. Ella se quedó en silencio, pero sus lágrimas todavía caían, y mientras miraba, sus ojos lentamente se cerraron, y su cuerpo fue sacudido por el estremecimiento de los sollozos. —¡Qué mierda entrañable. —El tono de Langford era sarcástico y burlón— . Suéltala, Driscoll. Su dueño la quiere de vuelta. —Angus miró, tratando de ocultar el temblor de sus manos mientras esperaba. No podía dejar que su mente diera vueltas con cada resultado desastroso que podía imaginar. No se fiaba de Driscoll. Quería las manos de él fuera de su cuerpo tanto que apenas podía estar

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quieto. Estaba algo aterrado de que saliera algo mal, y no estaba dispuesto a respirar hasta que ella estuviera a salvo en su poder. Lo que no se imaginaba fue el siguiente movimiento de Brit. En el segundo que Driscoll la soltó a un lado, Angus observó con asombro como la mano de Brit se movió a su tobillo, agarró un cuchillo en la funda en el interior de su pierna, y se abalanzó desde el suelo como un animal. Volviendo a medio salto, ella giró el cuchillo con la misma precisión increíble que había presenciado con el arma en el callejón, empujando en la parte delantera de la garganta de Driscoll justo debajo de la barbilla. El ángulo fue hacia arriba hacia su tronco cerebral, y en el momento de haber sido atravesado, los ojos de Driscoll se hincharon, su boca se abrió para descansar en el mango de la lámina, y Brit se posó suavemente sobre sus pies, mirando a su presa. En el choque a Angus, su cerebro apenas dio una patada en el tiempo para ver a Langford embestirla. Pero cerró ese espacio en un instante, cogiéndolo por detrás y hundiendo sus dientes en el hombre. Le arrancó el lado del cuello limpiamente, liberándolo mientras caía de rodillas. No podía sobrevivir a ello, pero eso no detuvo a Angus de agarrar su cabeza, torciendo y separándola de su cuerpo. Brit estaba viendo a Angus, aturdida como Driscoll se quedó paralizado frente a ella con la larga y delgada hoja a través de su cuello. El cuerpo de Driscoll estaba luchando para funcionar con su tronco cerebral atravesado, y como la atención de Brit regresó a Driscoll, Angus vio sus labios tirar en un gruñido antes que su palma sana se sacudiera como una víbora a su nariz, sacando la cabeza hacia atrás y cortando su columna vertebral y el tronco cerebral de su cuerpo. Driscoll cayó de espaldas al suelo. Estaba muerto. Brit se dejó caer al suelo, mirando el cuerpo sin vida de Driscoll. Sus hombros comenzaron a sacudirse cuando empezó a llorar, y Angus corrió a su lado, en cuclillas a su lado en el suelo. Estaba abrumado con orgullo por su pareja, pero se preocupó más allá de decir por su estado. Podía oler su adrenalina disipándose, pero también podía oler su sangre. Su brazo izquierdo colgaba a su lado, y su cabeza gacha mientras lloraba. Cuando le tocó el brazo, ella se estremeció, y por primera vez, se volvió hacia él y lo vio allí a su lado. Sus sollozos superaron su cuerpo, y se acercó a él mientras se sentaba a su lado. No podía usar su brazo izquierdo, y le ayudó a meterse en su regazo mientras envolvía sus brazos alrededor de ella. Lo único que podía hacer era callar mientras ella enterró la cabeza en su pecho. —¿Está muerto? —Su voz era tranquila. —Sí, cariño. Se ha ido. Estás bien. —Su cuerpo estaba temblando, y mientras se acercaron Truman y Aarón, miró a ambos. —Buen trabajo, detective Bad Ass. —Truman le estaba dando una sutil, cálida sonrisa. Ella olfateó y ofreció una débil a uno de los suyos. —Ustedes pueden irse. Yo me encargaré de las cosas aquí. —Era Aarón, y mientras Brit levantó la vista a él, le sonrió—. Hola, Brit. Es bueno conocerte.

Soy Aarón. Eso fue bastante impresionante. —Ella asintió antes de que dejara caer su mejilla de nuevo al pecho de Angus. —Tenemos que llegar a Bremmer, amor. —Ella asintió y Angus se paró con ella en sus brazos. El viaje de regreso al edificio del consejo fue tranquilo. Se sentó en el asiento trasero con Brit que se acurrucó contra él. Cuando hablaba, era tan suave que ni siquiera él podía oír y tuvo que pedirle que repitiera lo que dijo. Y mientras inclinaba su cabeza hacia abajo a su boca, lo hizo. —Te amo, y lo lamento por ponerme en peligro. —Él se echó hacia atrás, mirando a sus hermosos ojos castaños. —Yo también te amo, y no te preocupes. Ya estoy pensando en cosas más que exquisitas que puedes hacer por mí. —Él la besó en la frente mientras sus ojos se hundieron cerrándose. Sus ojos se llenaron y una lágrima se derramó, resbalando por su mejilla.

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uando despertó estaba en la cama. Su cuerpo se sentía increíblemente cómodo dado el terrible dolor en que había estado la última vez que fue consciente. Su hombro fue estabilizado para anclar su brazo en su lugar con un vendaje ACE sobre su pecho, debajo de su brazo opuesto, y alrededor de su espalda. Pero incluso ese dolor era ligero y distante. Se dio cuenta que su cuerpo estaba sanando, y una oleada de alivio la recorrió. El dolor había superado con creces cualquiera que había experimentado antes. Angus entró con el Dr. Bremmer un momento después. —Me pareció oírte despertar. —Se subió a la cama junto a ella, inclinándose para besar su frente—. ¿Cómo te sientes?

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—Mejor. —Removí las balas mientras estabas desmayada, y te sentirás mejor mañana por la noche. Necesitas descanso, y necesitas alimentarte, pero vas a estar bien. —El Dr. Bremmer le sonrió cálidamente mientras hablaba, y Angus le acarició el cabello despejándolo de su cara. No podía dejar de mirar a Angus mientras acariciaba su piel. Él la amaba. Fue una revelación sorprendente en muchos sentidos, y, sin embargo, era todo lo que quería. Una paz que no había pensado posible se apoderó de ella mientras los hombres hablaban. Cuando el Dr. Bremmer se fue, era temprano por la mañana, y el sol del amanecer estaba empezando a elevarse. Angus jaló todas las cortinas antes de desnudarse mientras ella observaba. Cuando él atrapo su mirada fija, le sonrió. —No por casualidad, amor. —Y luego murmurando—: No es que no quiera. Hacer el amor es una afirmación de la vida para nosotros, después de todo. —Él sonrió de nuevo, y ella sonrió. Angus se subió a la cama a su lado, mirando a los ojos—. Supongo que no podrías quedarte fuera de problemas por un tiempo ahora, ¿verdad? No creo que los vampiros puedan tener ataques al corazón, pero tal vez yo sí podría, si actúas así de nuevo. —Te lo prometo. —Su comentario fue recibido con una cálida sonrisa, un beso, y sus brazos envueltos apretadamente alrededor de su cuerpo. Era exactamente lo que ella necesitaba. Se levantó en un codo antes de inclinarse sobre ella, ofreciendo su cuello. Cuando sus dientes se hundieron, él gruñó en silencio por un momento antes de que se convirtiera en un gemido. Ella sólo había tomado su sangre un par de veces hasta ahora, pero él parecía estar disfrutando más con cada mordida, y mientras su excitación tensó contra su muslo, su cuerpo cálido y excitado.

Pero no iba a ser una de esas deliciosas noches juntos. En cambio, fue del tipo de calidez dulce que la dejó acurrucada en sus brazos, descansando y sanando. Cada hora trajo más comodidad a su cuerpo y más deseos a su vientre. Había pensado que iba a perderlo. Y no podía soportar la idea, pero en el momento que se dio cuenta de cómo de superada estaba, ella estuvo segura de ello. No imaginaba terminar su día diciendo al hombre que amaba que ella realmente lo amaba o escucharlo en respuesta, mucho menos destruyendo al hombre responsable de la muerte de su madre. En definitiva, un día bastante satisfactorio... al lado del dolor horrible, el miedo, la certeza de muerte... Cuando sus labios rozaron su sien en las últimas horas de la tarde, fue cuando se levantó para prepararle un baño. Ella remojó la suciedad del día anterior, mientras él cambiaba la ropa de cama que se las había arreglado para básicamente destruir. Y cuando se unió a ella, la tomó en sus brazos para sentarla a horcajadas sobre su cuerpo. Se alimentó de él una vez más, y mientras se retiraba pudo verle los signos exhaustos de su propia hambre. Cuando le preguntó, él negó:

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—Estoy bien. Me alimentaré pronto. Descansaron en el sofá y se unieron a ellos, Ember y Truman durante un tiempo. Cuando el Dr. Bremmer pasó por ahí, fue para ver cómo estaba, y después que los tres finalmente se fueron, ella apoyó la cabeza en su regazo mientras él leía. Disfrutó de la paz y la tranquilidad con él. Era tan normal y preciosa, y era su vida ahora. Cuando puso su libro a un lado, fue para deslizar su mano más allá del cuello de su blusa. Estaba sin sujetador, y mientras él le acariciaba el pezón, cerró los ojos y respiró profundamente. Estaba ridículamente excitada, y sabía que no había manera de ocultarle. Él le alzó la cabeza y se movió hacia el extremo opuesto del sofá para ubicarse en sus pies. Puso sus manos detrás de su cabeza y lo observó mientras trabajaba sus dedos sobre su pierna en sus pantalones de yoga, empezando desde su tobillo. Él le acarició la piel de la pantorrilla, y ella mantuvo los ojos fijos en los suyos. —Tócate. —Su voz era tranquila en el silencio de su residencia. Deslizó su mano por debajo de la cintura de sus pantalones, y él observó mientras el movimiento lento y suave de sus dedos podía ser visto debajo de la tela. Cuando él llegó a sus caderas, retorciendo los pantalones hacia abajo, ella alzó su trasero. Él tiró su ropa interior hacia abajo con sus pantalones, y la observó mientras deslizaba sus dedos entre los labios de su coño, masajeando a través de la humedad sedosa que ya cubría sus dedos. Estaba en silencio mientras masajeaba su coño, y mientras se acariciaba, él se puso de pie, se bajó los pantalones hasta el suelo, y se sentó de nuevo. Él se inclinó a su coño, deteniéndose a centímetros para reunirse con su mirada. Sus dedos se detuvieron, y cuando cerró el espacio restante, él besó los dos nudillos de sus dedos húmedos expuestos. Cuando pasó la lengua por su dedo medio, que todavía se encontraba anidado entre los labios de su coño, ella exhaló el aliento que había estado conteniendo.

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Sacó la mano con suavidad de su cuerpo, chupando los dedos en su boca observándola mientras tragaba sobre el nudo en su garganta. Y entrelazando sus dedos húmedos entre los suyos, él se agarró con fuerza a ella mientras besaba su coño. Le rozó el labio inferior hasta la abertura, dejándola atrapada y se arrastró lentamente a lo largo de su humedad. Ella agarró su mano con fuerza mientras él sostenía la de ella, y cuando finalmente pegó su boca a su coño, sus uñas se clavaron en la palma de su mano dolorosamente. Su lengua saboreó y provocó cada centímetro de su piel resbaladiza. Cuando sus caderas comenzaron a moverse y retorcerse contra su boca, ella sintió sus labios retirarse hacia arriba en una sonrisa contra su piel. Estaba cerca. Apretó y liberó el asimiento de su mano una y otra vez cuando comenzó a perder el control. El temblor en sus piernas y el estómago era pronunciado y muy visible. Cuando su cuerpo se curvó hacia él, y su grito gutural escapó de sus labios, él retiró la boca de su cuerpo. Ella aún gemía, y tenía los ojos cerrados con fuerza. Él se movió al piso, tirando hasta sentarla en el borde y a horcajadas, ella no necesitó ninguna persuasión en absoluto para utilizar su mano para guiar su pene hasta su entrada mientras empujaba suavemente hacia adelante dentro de su vagina. Cuando todo estaba dicho y hecho, los dos estaban en el suelo desplomados en un montón, y había liberación goteando de sus cuerpos. Él habló en una voz ronca que era excitante por sí misma: —Quiero un para siempre contigo. Ella sólo pudo asentir. No podía imaginar nada menos que para siempre. —Dilo. —Para siempre.

Epílogo L

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a mañana era fresca y vigorizante, y el sol apenas se mostraba en la ciudad. Él la besó suavemente mientras ella miraba por la ventana. Él estaba desnudo y hermoso, justo como había estado cuando se habían ido a dormir sólo dos horas antes. Todo lo que realmente quería hacer era saltar de vuelta en la cama con él, pero no podía. —Ten cuidado —murmuró las palabras contra su sien mientras ella se apoyaba en su cuerpo. —Lo tendré. Él se dejó caer en el sofá mientras ella se preparaba para irse, le sonrió cuando ella se volvió para caminar desde su residencia. Cuando salió corriendo del edificio, gritando su adiós a Jonathan que estaba llegando, fue golpeada con el olor de la vida. Era principios de la primavera, y aunque estaba todavía a muchas semanas, si no meses, hasta que el clima cálido estaría allí para quedarse por un tiempo, era algo, un signo de la temporada por venir. Atravesó el lugar recordando su noche con Angus. Tendía a ponerla en un buen estado de ánimo, y era la mejor manera de lidiar con madrugadas como ésta. Habían pasado la noche en una obra de teatro con Truman y Ember y habían jugado a las cartas hasta la madrugada. Él la había llevado a la cama en el momento que estuvieron solos, y había pasado el resto de la noche disfrutando y complaciéndose en ella, y dejándola hacer lo mismo con él. No había estado lista para dejarlo, pero los días eran así para ella. Él estaría allí cuando regresara, y ella tenía mucho tiempo para anhelarlo todo el tiempo que estuviera fuera. Cuando se orilló en la acera, no estaba dispuesta a dejar ir sus recuerdos, y se sentó por un momento. Su auto apenas se había calentado, y sabía que el frío de la madrugada estaba esperando para morderla a través de la ropa en cuanto la puerta fuera abierta, pero entonces un golpeteo llegó a su ventana, ella se asomó. Él estaba esperando pacientemente, pero con una expresión molesta en su rostro. —¿Qué hay de nuevo, Humphreys? —le preguntó mientras salía del calor a la mañana fría y el sol naciente. —Más cadáveres. ¿Qué piensas, que te saqué de la cama temprano para desayunar? —Le sonrió antes de empujarla con su hombro. Caminaron juntos a la escena. —Señorita... señorita. Por aquí. —Ella empezó a sacudir la cabeza, pero no pudo conseguir detener la sonrisa comemierda tirando de sus labios. Ellos nunca aprenden.

Cuando se acercó al hombre uniformado, se volvió rápidamente hacia él, con una pequeña sonrisa, y habló mientras colocaba una mano bastante amistosa en su pecho. —Es detective, y sí, soy una señorita. Gracias por darte cuenta. Humphreys carraspeó y se echó a reír a su lado, todo al mismo tiempo. Era su nueva respuesta. La que él había desarrollado después que ella accedió a volver a trabajar. Fue una decisión que ella y Angus había hecho juntos. Fue una decisión difícil. Angus lo había sugerido, pero ella había tenido sus reservas. Al final, la convenció de que no había daño en intentar funcionar en un mundo humano. Y se alegraba de haberlo escuchado. Este era su lugar en el mundo, y Angus era la parte del para siempre de esta ecuación que le aseguraba que estaba bien. Ellos continuaron su camino a la escena del crimen, sacando los guantes de sus bolsillos a su paso. Sólo otro día en el paraíso. Su paraíso.

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Fin.

Próximo Libro

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Abigail Danner es la víctima que el Dr. Quentin Bremmer nunca olvidó. Mantenida en cautiverio y abusada por un monstruo durante años, es sólo un encuentro casual con Quentin lo que finalmente la libera. Pero luego ella desaparece... A pesar de que está desaparecida, Quentin no puede sacarla de su mente, y no es hasta que ella se encuentra sentada en una celda en la cárcel que Quentin finalmente tiene la oportunidad de ayudar a la hermosa, asustada mujer que conoció antes. Pero el cautiverio viene con un precio... La joven víctima asustada se ha convertido en una luchadora hipervigilante que parece no poder bajar la guardia o dejar de ser arrestada por un cargo de asalto tras otro. Y su más reciente cargo promete descarrilar aún más su futuro. Su vida es una espiral fuera de control... Pero Quentin es incapaz de alejarse de ella, cargándose con ese hermoso volcán en erupción cuya desconfianza en los hombres promete ser todo un reto. Su registro de antecedentes penales es un problema, su irracional necesidad de defenderse contra cualquier cosa que ella perciba como una amenaza es otra, pero hay cosas incluso peores que están al acecho en su futuro. Ella realmente es la mujer más desafortunada en el mundo... ¿Puede Quentin ganar su confianza a tiempo para ayudarla a superar sus obstáculos y finalmente encontrar la vida que siempre se suponía debía haber tenido, o la baraja se inclinará por estar demasiado alta?

Elizabeth Finn

Nativa de Iowa, donde vive con su esposo e hijo. Elizabeth ama todo del romance y disfruta sumergirse en el mundo de la escritura contemporánea.

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romántica

erótica

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