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Malu_12 Mokona

Agus901 Aria AuRose Axcia Carosole

xx.MaJo.xx Pachi15

Corazón de Tinta Curitiba Elena Ashb LizixD11 Malu_12 Mokona

Mona Nelly Vanessa Nelshia Pachi15 Paloma

Nony_mo

Malu_12 Brenda Carpio

Brenda Carpio

Otravaga

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Sinopsis

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Epílogo

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Próximo Libro

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Sobre La Autora

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Secuestro, recuerdos borrados y monstruos que no se quedarán debajo de la cama encienden las páginas de esta novela romántica emocionante. Descubre la verdad de un vampiro que es incapaz de controlar el destino cuando una niña se convierte en mujer y él se encuentra deseando poseerla aunque puede ser su perdición. El suyo es un amor para siempre. Por lo menos, se suponía que lo era... Truman y Ember se conocieron en un sótano oscuro y frío el último día de la vida de ella. Secuestrada por un depredador a los diez años de edad, Ember no pasó mucho tiempo en este mundo. Pero incluso Truman, un vampiro de trescientos años de antigüedad, fue incapaz de escapar de su humanidad con ella. Él la sigue a través de su vida para garantizar su seguridad, no puede dejar de luchar por la niña asustada que conoció muchos años atrás. Truman, al igual que todos los demás de su especie, tiene la capacidad de borrar los recuerdos de sí mismo, y utiliza esta capacidad para entrar y salir de la vida de Ember mientras sigue protegiéndola de los conocimientos de su especie. Cuando Truman finalmente cede a su deseo por Ember, se ve obligado a llevarse el recuerdo más preciado que ella tiene. Pero nunca imaginó que fuera a perder su capacidad de devolver esos recuerdos. Después de que Ember es atacada, Truman se hace responsable de una mujer sin una pizca de memoria sobre él o de su larga historia juntos. Ella no confía en él, y él se resiente de su crueldad, pero por mucho que rompa su corazón, no puede renunciar a ella. Mientras Truman lucha por recuperar su confianza y por recordarle cuán bien se enamoraron, una amenaza se cierne cada vez más cerca. ¿Podrá salvarla de las garras de un monstruo con la intención de destruirla? ¿O perderá su vida antes de que ella encuentre sus recuerdos?

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Las cuerdas se cortaron en las muñecas de Ember mientras las sacaba. Tirar sólo le haría más daño y las cuerdas se hundirían más profundas, pero estaba en problemas. El hombre le había dejado sola, pero regresaría. Sabía que lo haría. Podía oír el sonido de sus pies sobre ella, y eso la asustaba. Jaló y se retorció, pero no pudo salir. Tenía frío, estaba asustada, y sólo quería ir a casa. Estaba en problemas. Todo lo que había querido hacer era jugar a la pelota en el diamante con los otros chicos, pero él la había agarrado. Él era malo, y la echó en su maloliente viejo camión antes de que pudiera gritar. Se suponía que tenía que gritar. Sabía que sí. Ember sabía que no debía ir a ninguna parte con extraños, ni tampoco nunca caer en uno de esos estúpidos trucos de ¨Tu madre está herida, y te voy a llevar con ella¨, o ¨¿Puedes ayudarme a buscar a mi cachorro desaparecido?¨ o ¨¿Quieres un poco de caramelo, niña?¨ Tonta... extraños peligrosos. Había oído el discurso un millón de veces ya en la escuela. Pero esto no se suponía que pasara —ser atrapada y arrojada a un camión. Entonces él la golpeó duramente. Era justo como hacían en los programas de televisión que su mamá no quería que viera, y dolió. Su cabeza se sentía como un petardo al estallar; quería sentarse, pero no podía. Su cuerpo se sentía como un trineo. Dejó de gritar después de eso. Le dolía la cabeza, y no podía ver correctamente ya. Sí, Ember estaba en problemas —el tipo de problema que la haría maldecir mierda mientras jalaba y se retorcía contra las cuerdas. Sólo tenía diez años, pero conocía esa palabra. Es lo que decían los chicos más grandes, pero cuando lo decía, su mamá ponía una pastilla de jabón en su boca —más de una vez. Pero en el sótano oscuro y maloliente, con el sonido de sus pies por encima, era la única palabra que se le ocurrió decir. Y la dijo. Mientras lloraba, tratando de estar en silencio, susurró la palabra mientras seguía girando, tirando y tirando con fuerza contra las cuerdas. Cada paso por encima de ella la hacía gritar con más fuerza. Estaba temblando, y no podía parar. Había una araña arrastrándose por el suelo hacia ella. Era grande, desagradable y fea, y, normalmente, estaría gritando y corriendo en círculos gritando por su mamá, pero en este momento, sólo la miró. Se quedó mirando sus piernas largas y peludas, mientras se acercaba cada vez más. Quería gritar, pero tenía miedo de que él la oyera... así que, la observó.

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Tenía casi tanto miedo de ella como ella del hombre, pero luego sus pies comenzaron a moverse por encima de su cabeza de nuevo, y ella tiró de las cuerdas, olvidando a la araña. Su mamá la echaría de menos si no regresaba a casa. Ember era todo lo que su mamá tenía. Eso era lo que siempre le decía. Su mamá mataba a las arañas por ella, pero ésta se acercaba, y Ember no sabía qué hacer. Sólo quería a su mamá. Sólo quería ir a casa. Quería irse tanto que la hacía gritar más y más. Voy a comerme toda la maldita pastilla de jabón si tengo que hacerlo, sólo déjame salir como la mierda de aquí y déjame ir a casa. Oyó las palabras del chico grande en su cabeza, y quiso gritarlas. Pero era aterrador. Él era como un monstruo. Ella sólo quería que su mamá viniera, y no entendía por qué no había nadie para ayudarla. Se suponía que las mamás estarían allí. La gente grande se suponía que debía estar allí para ayudarte cuando eras pequeña. Pero no había nadie. No había nada más que el sonido de sus pies caminando... y la araña. Estaba en su pie ahora, y una larga pierna de araña le tocó el pie descalzo. Ember se sacudió. No podía detener el temblor de miedo en su cuerpo, y después de levantar la pierna en el aire, la aplastó con su tacón. Le dolió, pero no le importó. El cuerpo de la araña se aplastó en el suelo, y de repente temió que él la hubiera oído. ¿Él la habría oído? Los pasos se movieron. Tal vez él había escuchado. Mierda. Había una luz en el techo. Era igual que su sótano de miedo en casa, y había más telarañas ahí arriba, pero cuando el hombre abrió la puerta del sótano, ella se olvidó de las telarañas. Se olvidó de que las telarañas significaban que había más arañas en alguna parte. La luz brillante golpeó su cara, y no pudo mantener los ojos abiertos, pero no la detuvo de luchar, de retorcerse, y tirar de las muñecas de nuevo mientras las cuerdas le quemaban la piel. Se sentían como fuego, y ella podía sentir la sangre goteando en sus brazos, pero tenía miedo de la mirada de él. Siguió tirando, tirando, tirando, torciendo, torciendo, y tirando tan fuerte como pudo. Ella miró sus pies mientras caminaban por las escaleras. Él tenía los pies grandes, botas sucias feas. Cada paso la hacía gritar con más fuerza. Quería a su mamá, y lloró por ella, gritando y chillando cuando la bota tocó el suelo y pudo verlo. Ella tenía más miedo del que había tenido nunca. Más miedo que cuando se rompió el brazo cuando se había caído de su bicicleta; más miedo que cuando recibió los puntos. Tiró y tiró y se retorció más y más duro, pero él estaba cada vez más cerca, y ella gritó más fuerte de lo que nunca había gritado antes. No podía dejar de gritar, y cada vez que él se acercaba más, su cuerpo se estremecía y aullaba. Ella quería callarse. No quería que él la escuchara, pero no podía estarse quieta.

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Él iba a lastimarla. Él iba a matarla. Iba a ser una de esas personas en una caja que ponen en el suelo, igual que su abuela. Él iba a hacerle eso a ella. Y le iba a doler. Ya había tomado su ropa y la había dejado congelándose en el suelo. Le había atado las manos, tirando de la cuerda apretada antes de atar la cuerda a la anilla metálica en la pared. Era como una mazmorra, y olía tan mal. No sabía lo que iba a hacer, pero realmente iba a lastimarla mucho. Cuando él se detuvo frente a ella, ella se le quedó mirando. No quería mirarlo, pero tenía miedo de mirar hacia otro lado. Era un hombre con una apariencia que daba miedo, como un verdadero monstruo. Era feo y sucio, y estaba dándole una sonrisa media. Se frotó la entrepierna y habló con ella. Era la primera vez que decía algo, y parecía malo. Parecía emocionado, pero todavía era malo. —Oh, sí. Te voy a disfrutar. Pero no te preocupes, cuando termine, me voy a matarte rápido y tiraré tu cuerpo donde tu querida mamá nunca pueda ver la cantidad de diversión que tuvimos juntos. Se agachó, ella estaba gritando más fuerte ahora, y se acurrucó contra la pared, pero no pudo detenerlo cuando él la agarró del pie. Ella estaba gritando, y no podía parar. Pero a él no le importó. Se suponía que le iba a importar si estaba asustada. Eso era lo que se suponía que la gente grande hacía. Pero a él no le gustaba ella, y quería hacerle daño, y Ember no sabía por qué. Ember pensaba que a la gente siempre le gustaba. ¿Qué había hecho para que este hombre quisiera lastimarla? Se estaba ahogando en la baba que goteaba de su nariz y que corría en su garganta mientras ella gritaba. Se sentía como si no pudiera respirar. —Mamá... sólo quiero a mi mami... Por favor... Por favor... Quiero ir a casa. —Él tiró de su tobillo, y ella no podía dejar que su cuerpo se apartara de la pared, y cuando estuvo acostada, él se puso encima de ella. No podía respirar. No podía respirar en absoluto, y todavía estaba ahogándose con la baba, pero ahora él era demasiado pesado e incluso no podía respirar. Ember cerró los ojos con fuerza. Le quemaron, y no podía respirar lo suficiente como para hacer que se detuviera. Él respiraba en su mejilla, y su aliento apestaba. Olía a dientes sucios y a cebollas. Le hacía doler el estómago, pero ella mantuvo sus ojos cerrados con fuerza y trató de respirar hondo. Tenía demasiado miedo de volver a verlo, y estaba oscuro y ella estaba segura con los ojos cerrados. Podía fingir que él no estaba allí, y podría fingir que su mamá estaba... Él era demasiado grande para ser soportado por ella. La estaba aplastando, y la iba a aplastar hasta la muerte como a la araña. Pero luego se fue. Él se fue, pero ella no sabía cómo. Él era demasiado grande para moverse rápido, pero se fue. Fue como si acabara de esfumarse y desapareció. Sus ojos se abrieron lentamente, tenía miedo de ver lo que estaba sucediendo. Pero cuando volvió a abrirlos, el hombre todavía estaba allí, y cuando lo vio, ella gritó de nuevo, pero había algo mal.

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Él no parecía el mismo. Parecía asustado. Estaba de rodillas, y tenía miedo de lo que ella era. Pero había otro hombre allí también, y la miraba. Sus ojos eran bonitos. Ella quería ojos como los suyos. Eran brillantes, y el color era como el de piedra de su collar favorito de color café como el de su mamá y con verde mezclados entre sí. Él agarró el cabello del hombre monstruo. Parecía que le dolía, y el monstruo gritó igual que ella estaba gritando. Cuando el hombre guapo echó la cabeza hacia un lado, el monstruo estaba jadeando como un perro. El hombre de los ojos bonitos no era gordo y feo como el monstruo, pero aún era más fuerte, y el monstruo estaba asustado. Él tenía el cabello bonito igual que tenía bonitos ojos, y parecía que era de una revista. Vestía traje como los hombres de negocios —igual que el director Anderson en su escuela. Ember trató de ser pequeña contra la pared otra vez. No conocía al hombre bonito, y tal vez la lastimara también. Pero entonces vio algo. Sus dientes estaban creciendo. Se veían como los dientes de un gato, afilados y puntiagudos, y él tocó la parte puntiaguda con su lengua, y le sonrió. Ember todavía jadeaba, pero podía respirar de nuevo. Su nariz estaba corriendo, y estaba llorando, pero se sentía segura. Pero... Tal vez el hombre bonito querría matarla también. Pero tal vez la ayudaría como se suponía que la gente grande hacía. Ella sólo quería a su mamá. Su boca se movió al cuello del monstruo, y ella dejó de temblar tanto. No estaba tan asustada. Él iba a lastimar al monstruo, y se sentía segura. Cuando sus labios tocaron el cuello del monstruo, el hombre bonito la miró. Sus labios se retiraron, y sus dientes puntiagudos tocaron la piel del monstruo, y cuando él mordió, sonó como que estaba crujiendo a través de una cáscara de naranja. Los ojos del monstruo se agrandaron, y la miró fijamente. Ella lo odió. Él quería llevarla lejos de su mamá, y a ella no le importaba que el hombre prácticamente lo estuviera lastimando. El hombre casi desgarró el cuello del monstruo como un animal, y escupió la piel a través del cuarto. Ember seguía temblando y llorando, y quería ir a casa, pero se sentía... segura. Su boca se fue al cuello del monstruo de nuevo, y chupó con fuerza la piel del hombre. Los ojos del monstruo se cerraron y abrieron, y tenía la boca abierta como un pez muerto. Su piel era blanca, y parecía en un cuerpo falso... un cadáver. Cuando su respiración se volvió rápida, y sus ojos comenzaron a ser diferentes, ella supo que se estaba muriendo. Y cuando él tomó una respiración rápida y luego no tuvo otra, supo que se había ido. Él estaba muerto, como su abuela, y no le importaba. Ember se acurrucó en una bola en el suelo. Imaginó una cálida manta cubriéndola, y cerró los ojos con fuerza. Cuando sintió que una mano tocaba su piel, abrió los ojos de nuevo. El hombre bonito, con sus bonitos ojos estaba en cuclillas delante de ella con su mano sobre su rodilla.

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Él estaba limpio y olía bien —mucho mejor que el sótano. Se arrodilló delante de ella, y le sonrió, pero sus dientes eran normales otra vez. Su mano se sentía extraña en su piel. No se sentía como una mano real, sino que era simplemente diferente —muy fría, pero no realmente fría. Cuando volvió a hablar, ella se quedó sin aliento ante el sonido de su voz. No debería estar hablando con él. Él era un extraño, y aunque estaba dando una sonrisa agradable, ella todavía no lo conocía. —¿Vas a matarme? —Ella sonó como si tuviera un resfriado. Su garganta le dolió, y tenía sed. —Ni siquiera yo podría hacer una cosa así. —Su voz era cálida en sus oídos. Ronroneando como un gato, y con una inclinación de la cabeza, habló de nuevo—. Dime tu nombre. —Ember Greeley. ¿Cuál es tu nombre? —No debería hablar con él, pero Ember siempre hablaba cuando no debía, discutía con su madre cuando sabía que iba a meterse en problemas, y era mala, incluso cuando tenía que ir a su habitación. Su voz era más tranquila, y su cabeza era muy borrosa, pero no quería dejar de hablar con el hombre. Era demasiado pequeña para hablar con hombres de dientes extraños en sótanos malolientes, oscuros, pero quería hablar con él. —Soy Truman Solomon. Es bueno conocerte, Ember. Ahora estás a salvo. Y vas a dormirte ahora. —Y al oír sus palabras, su mente se volvió aún más difusa, y su cuerpo se cansó, y ella se acurrucó de nuevo. Estaba a salvo, e iba a ver a su mamá pronto.

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Las manos estaban tirando de su ropa y agarrando su cuerpo con dureza. Las manos eran siempre grandes, sucias y aterradoras. Cuando la tocaban, ella se encogía como si el propio contacto con su piel pudiera matarla. —Oh tú, voy a disfrutarte. —Siempre era un eco lejano de una voz que llevaba a cabo la promesa de pesadillas. Pero la verdad de esa promesa nunca se hacía realidad mientras la vigilia siempre se las arreglaba para rescatar a Ember antes de que la promesa pudiera destruirla. Ember sabía lo que el hombre había querido hacer. Podía verlo en su mente cada vez que se dejaba caer en los horribles recuerdos. La dejaba con su piel picando, y tuvo que ahogar el vómito que amenazaba con estallar. No podía soportar siquiera pensar en lo que podría haberle sucedido en ese sótano, y también no podía dejar de pensar en ello a veces. Quería cerrar su cerebro cuando las imágenes se deslizaron en su mente. Sus amigos no tenían que pensar en esas cosas. ¿Por qué demonios ella sí? Bajando su terror y despertando a su madre era como siempre ponía fin a la pesadilla. Ember jadeó mientras los recuerdos perdidos hace mucho tiempo enturbiaban debajo de la superficie de su mente ahora de diecisiete años, y cuando su madre entraba, Ember se encogía en la cabecera de su cama de tamaño completo, sintiéndose pequeña, vulnerable, y aterrorizada. Su madre, Katherine, le había dicho una vez lo que había sido cuando Ember había desaparecido. Le había dicho que rebotaba de un ataque de pánico a otro, cayéndose a pedazos en la locura suicida cuando no dejó de moverse ni un momento. Fue devastador escuchar el dolor de su madre, y le había tomado mucho tiempo a Ember superarlo. Ember era una adolescente, después de todo, y era su trabajo no preocuparse por nada, ni por lo que el mundo pensara, pero su madre era su todo, y el secuestro de Ember casi había destruido a la mujer. Los propios recuerdos de Ember eran mucho más nublados, pero nunca olvidaría la mañana en que se tropezó en la ruinosa, antigua casa y fue rescatada por un auto que pasaba. Al parecer, la casa había sido alquilada por un hombre que era nuevo en la ciudad. Nadie lo conocía, y no era sorprendente, más tarde fue relacionado con dos secuestros de niñas sin resolver y asesinatos en el área de Boston.

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Ember había sido llevada al hospital por la mañana, y la policía había llevado a su madre. Ella no había vuelto de jugar con sus amigos la noche anterior, y Katherine no había perdido el tiempo llamando a la policía. Los niños no se pierden en Laconia, New Hampshire. La comunidad era demasiado pequeña, demasiado fuerte, demasiado... ordinaria y simple. Cuando se descubrió que Ember, de hecho, ni siquiera había aparecido en el diamante, donde sus amigos estaban jugando a la pelota, su madre supo sin duda que su hija había sido secuestrada. Pero su madre se había aferrado a la esperanza; ¿no lo hacían todos los padres en estas situaciones? Y en palabras de Katherine, cuando llegó la llamada de que Ember había sido encontrada y estaba viva, ella se había derretido, aparentemente muy literalmente se hundió en el suelo de su sala de estar y sollozó mientras los agentes de policía y detectives observaban. Ember experimentó cada prueba que ninguna niña de diez años debería tener que soportar sólo para descubrir que era virgen, además de una contusión desagradable a un lado de su cara y de sus muñecas profundamente erosionadas por las cuerdas que la ataban. Su memoria estaba extrañamente llena de agujeros, y los momentos de lucidez se volvieron nublados con confusión mientras los detectives le hacían una pregunta tras otra. Ella no pudo haber matado al monstruo, pero cuando le preguntaron quién lo hizo, la nube se instaló y la frente de Ember se arrugó y confundió. A nadie le importaba mucho que matara al hombre, y al final, las investigaciones se desvanecieron igual que la memoria de Ember. Pero los sueños se mantenían. Nublados y amortajados, apareciendo una o dos veces a la semana como un recordatorio de todo lo que Ember no podía recordar. Mientras Katherine acariciaba la frente de su hija, el pánico de Ember y el miedo se desvanecieron. Ember estaba pasando por una fase, anillo en la nariz, y su cabello era de un tono más natural que el rojo escarlata, pero seguía siendo tanto una niña de diez años como nunca en estos momentos. Pero también era una adolescente. Salía con amigos, se portaba mal en más de una ocasión, se perdía el toque de queda por una hora o dos, y había sido puesta en castigo más veces de las que podía recordar. Ember era sólo una muchacha apenas una adolescente normal, que se había escapado por muy poco de su propia muerte y luchaba constantemente para mantener las pesadillas lejos.

—¡Suéltame, Todd! —Ella fue presa del pánico.

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Había cometido el error de beber en la maldita fiesta, y ahora esto. Borracho y vulgar deportista tonto, el idiota de Todd la había casi desvestido, y en su embriaguez, estaba fallando patéticamente en detenerlo. ¡Mierda! Ella iba a terminar siendo inspiración para una película cursi de toda la vida. Su madre era adicta a esa mierda... tal vez debía echar un vistazo a la propia historia de Ember... o ¿habría sido raro? Sus pensamientos eran borrosos y borrachos. No tenían mucho sentido... Probablemente terminaría interpretada por alguna actriz de la lista C que no podía actuar. Su mente corrió a través de imágenes del que sería su actor, y se perdió en sus pensamientos mientras Todd se mantenía tocándola. Las manos de Todd la recorrían. Tomándose libertades que nunca le daría y estaba lo suficientemente sobria como para detenerlo, y cuando él se empujó más allá de la cintura de la ropa interior de Ember, quiso gritar. Pero se estaba desvaneciendo, y estaba demasiado ocupada echando su película para TV en su brumosa mente. Mientras sus dedos más o menos se forzaban a su sexo, su respiración se aceleró y jadeó su emoción en su oído. Ember quería alejarlo, pero estaba tan lejos de su propio cuerpo y alma. Logró un ―no‖ y confió en que sonara convincente, pero sus manos decían claramente que no lo había sido. —Sugiero que la dejes, ¿o prefieres responder ante mí en su lugar? —La voz era exigente y tan increíblemente poderosa. Sólo su voz le aseguró a Ember que este hombre era fuerte. Sus párpados eran tan pesados, y no lo podía ver, pero él era poderoso, y lo dejó cantar en apoyo dentro de su cabeza. ¡Anda, forastero! Prosigue con tu propio mal y patea el trasero de Todd... quien quiera que seas... Cada gramo de fuerza de este hombre se podía oír en su voz. Ella apenas podía abrir los ojos, y estaba sin ropa, pero la humillación era difícil de encontrar en su actual niebla brumosa. Pero ahora, se había salvado. —Vete a la mierda, imbécil. Ella está dispuesta, y esto no es asunto tuyo. —Está borracha, te dijo que no, y te aseguro que ella es mi asunto. —Las palabras fueron pronunciadas en un ronroneo silencioso que prometía destruir a Todd si no obedecía, y Ember se mantuvo animado en su mente. Los ojos de Ember aún estaban cerrados, pero como los obligó a abrirse en rendijas se sintieron más pesados de lo que sus ojos jamás se habían sentido, y lo vio. Estaba de pie frente a su cuerpo desnudo, mirándola con centelleantes ojos color avellana. Su salvador, y en ese momento, lo vio... realmente lo vio, se acordó de él, lo conocía. Era como si un torrente de recuerdos que llevaban mucho tiempo olvidados fuera lanzado en un maremoto, y mientras lo hacían, los ojos de Ember se llenaron de lágrimas incluso en su alivio, y esas lágrimas se derramaron por sus mejillas con holgura. Estaba segura de que parecía un monstruo, acostada desnuda en el suelo, sonriendo una sonrisa perezosa con los ojos apenas abiertos y lágrimas cayendo por sus mejillas. Truman. Truman Solomon. Ella lo conocía.

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Vio a través de las rendijas de sus ojos cuando él llegó a la garganta de Todd, y sostuvo la cabeza de Todd cerca de la suya propia, hablando una vez más. —Si alguna vez haces algo para lastimar a Ember otra vez, te mataré. Duerme ahora. —Y como si fuera una señal, el cuerpo de Todd se desplomó a un montón aflojado en sus pies. Control mental. Esto era imposible. Nada en la vida había preparado a Ember para ver y creer en lo que estaba viendo en ese momento. Nada la había preparado para encontrarse cara a cara con los recuerdos perdidos de hace tantos años que circularon de repente en su mente. La visión de él por encima del hombro del monstruo, el lagrimeo, el rasgando, los sonidos drenados mientras devoraba al monstruo en una escena de alguna película de terror espantosa; esa era su vida, una maldita película de terror. Aún recordaba el ronroneo, la voz suave mientras se acercaba a Ember en ese, húmedo, sótano frío, y el solo pensamiento la dejó tiritando. Cuando la levantó, su frío toque envió un extraño calor a través de su cuerpo. Él envolvió sus brazos alrededor de ella protectoramente mientras la envolvía en una manta que había agarrado cerca. Al segundo que su cuerpo estuvo cubierto, ella echó de menos la sensación de su piel sobre la suya. Ember solía evitar el contacto de los hombres, pero este hombre era diferente. Donde ella solía ir fuera de su camino para hacer estallar a los chicos de la escuela, se sentía segura con él, y Ember no se sentía segura con nadie. Mientras él ponía a Ember en el asiento del pasajero de su elegante auto oscuro, él se estiró a través de su cuerpo y le abrochó el cinturón. Luego rodeó el auto y tomó su lugar detrás del volante, alejándose de la casa que casi se convirtió en una pesadilla para agregar a su colección. Ember continuó mirándolo. Él estaba tranquilo y fresco, y al acercarse a la luz, ella habló. —¿Vas a matarme? —Estaba tratando de sonar valiente y fuerte, y el recuerdo del sótano la golpeó de nuevo. Le había hecho esa misma pregunta hace mucho tiempo. Ella había sido muy atrevida cuando habló con él entonces, ni mucho más audaz de lo que se había sentido. Le brillaron los ojos mientras su mirada se movía a la de ella, y respondió. —Ya sabes la respuesta a esa pregunta. Pero si necesitas un recordatorio, estaré feliz de hacerlo. Ni siquiera yo podría hacer una cosa así. —Truman mantuvo los ojos con una mirada divertida en su rostro mientras los recuerdos de hace tanto tiempo jugaban en su mente. Ella estaba luchando por mantener los ojos bien abiertos lo suficiente para tomar todo de él, pero no quería apartar la mirada. Su auto olía tan delicioso como él, y se encontró deseando estirarse para sentir el toque frío de su suave piel, una vez más. Él estaba bien afeitado, y su piel parecía suave y atractiva.

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Lo deseaba. Quería sentir su toque, donde todos los demás la habían asustado. Quería sentir el peso de él presionando su cuerpo, cuando todos los demás se sentían sofocantes. Borracho y desinhibido, su cuerpo se ruborizó con deseo y la extensión de humedad entre sus piernas. Y a medida que su cuerpo respondía a él, él se quedó quieto y se puso rígido a su lado. Apretó la mandíbula, y tragó un nudo en su garganta, como si hubiera algún cambio en él que ella no podía concebir. ¿Habría sentido que lo deseaba? ¿Era eso posible? Cuando la llevó a su casa, en silencio pasando la habitación de su madre, fue de nuevo con facilidad y con un toque frío. Su madre era híper-atenta cuando se trataba de Ember. Ya se había perdido casi la vez, y como su único padre, el peso de su seguridad se sentía en un ángulo recto en sus hombros, tenía poca paciencia con las amenazas a la seguridad de Ember. Incluso Truman, en toda su misteriosa fuerza y encanto de otro mundo, sería bienvenido en esta casa, pero parecía no importarle en absoluto mientras ponía su fatigado cuerpo en la parte superior de su colcha acolchada, tirando de la manta que estaba envuelta alejándose de su cuerpo. Ella se quedó desnuda y temblando, esperando su siguiente movimiento. Quería su toque. Dadas las circunstancias, no era apropiado, pero lo quería. Quería sus labios sobre los de ella, sus manos sobre su piel. Quería que invadiera su cuerpo de la manera en que los hombres parecían tan decididos a hacer sin su permiso. Pero eran sus amigos los que hacían esas cosas, no Ember. Ember nunca había querido o deseado a un hombre distinto de los seguros y protegidos que ocasionalmente revoloteaban a través de sus fantasías. Pero él no la tocó de esa manera en absoluto. En su lugar, levantó una de sus manos para estudiar las cicatrices anudadas y feas que rodeaban sus muñecas. Las estudió y acarició mientras su pecho subía y bajaba en su nerviosismo. La luz tenue al lado de su cama estaba encendida, y su desnudez estaba causando un rubor en su piel. Pero mientras se levanta desde ella, él se dirigió a la cómoda, sacó un camisón del cajón, y regresó... parecía como si su desnudez no estuviera en su mente en lo más mínimo. Él la ayudó a sentarse y se deslizó el camisón por la cabeza y por su cuerpo. Con una fuerte mano en su espalda, movió su cuerpo hacia abajo, la ayudó a tumbarse en la cama. Cuando su espalda fue colocada en la suavidad de la colcha y su cuerpo se cernió sobre el suyo, ella se inclinó hacia él. Su boca se abrió, y la punta de sus dientes con colmillos brillando a la luz de la lámpara, pero mientras su boca se movió a la suya, su cuerpo se quedó inmóvil, y con sólo una fracción de pulgada entre ellos, él tiró de ella y se sentó con la espalda recta mientras ella se derrumbaba sobre la cama. Estaba segura de que debía sentirse avergonzada, pero todavía medio borracha, realmente le importaba una mierda. —No podemos hacer eso. —Su expresión era de advertencia, y ella se quedó quieta por la dura expresión de su cara. No creía que estuviera enojado, pero no estaba muy segura de qué pensar de él.

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—¿Porque eres un vampiro? —Ahora ella había preguntado por eso. Siempre preguntaba. Era justo lo suyo. Molestaba a la gente a menudo con sus incesantes preguntas y era incapaz de detener la conducción de una pregunta tras otra, y sus puertas se abrían. Estaba borracha después de todo, y eso no ayudaba a la rienda de su lengua. Pero él sonrió y se rió en voz baja. —No. —No ofreció ninguna elaboración, lo que le dio a Ember todo el permiso que necesitaba para profundizar. —¿Los vampiros son impotentes? —¡Mierda! Las compuertas se habían abierto definitivamente anchas. Pero él se rió de nuevo. —No. —Y además, no ofreció ninguna explicación adicional. —Bueno, si no tienes latido, ¿cómo puedes no serlo? —Por lo que ella podía decir, estaba tomando Biología Humana ese semestre. Él se puso de pie y rodeó la cama. Situada al lado de Ember y volviendo la cabeza hacia ella le sonrió de nuevo. —Porqué no escuchas y lo averiguas. Ember se apoyó sobre un codo, encontrando que la fuerza en su condición actual era una lucha, pero estaba hipnotizada y demasiado intrigada. Dejó caer la cabeza sobre el pecho duro, apoyando la mejilla sobre la suave tela de su camisa. Él olía increíble, y otro rayo le recorrió el cuerpo. Ella estaba temblando en su debilidad, y dejó descansar el peso contra él mientras escuchaba. Era un ritmo lento y extrañamente inhumano, nada en absoluto como el fuerte tum tum que había estudiado durante la clase. Y cuando tiró de él con el ceño arrugando en confusión, él se rió entre dientes, divertido. —¿Asumiste que mi corazón iba a estar en silencio? —Sí. ¿Cómo late si estás muerto? —Era incapaz de detener las preguntas ahora, y ¿le había dado su permiso? Infiernos, él parecía francamente entretenido con su inquisición. Extraño. La mayoría de las personas encontraban molesto cuando ella se ponía así. —La muerte es algo de un término relativo. Mi sangre aún tiene que circular, y mi corazón todavía tiene que subir con el fin de hacer que eso suceda… entre otras cosas… —Y otra sonrisa, esta vez con un ascensor muy seductor a un lado de su labio que la dejó con un hormigueo cálido. —Mi corazón late por una razón muy diferente a la tuya. —Sus palabras sonaron suavemente en su cálida voz, pero sus ojos la estudiaron de la más intensa manera, humeante. No le estaba dando a Ember ninguna señal de que estuviera molestándolo, así que abrió la boca y se dejó hacer lo que mejor sabía.

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—Si tu sangre circula, ¿por qué estás tan pálido? —Él apoyó la cabeza en sus brazos mientras la estudiaba, y ella rodó a su lado para mirarlo. —Porque mi sangre no se oxigena como la tuya. Circula y mantiene mis tejidos viables, pero no requiere de oxígeno de la forma en que tú lo requieres. —¿Así que no respiras? —La respiración parece ser una respuesta autónoma que incluso los vampiros no pueden hacer. Respiramos, pero se convierte en una respuesta mucho más emocional que por necesidad, a pesar de que es absolutamente necesaria para oler. Uno de nuestros muchos sentidos intensificados. —¿Qué hay de comer?... Quiero decir, que no sea... bueno, ¿sangre? —No. —¿Cómo es suficiente? Quiero decir que si los tejidos están vivos... —Te dije mis tejidos son viables. Decir que están vivos... no es del todo exacto. Están vivos en un sentido diferente a los tuyos, o, tal vez debería decir, están preservados y mantenidos en un estado de éxtasis. Es por eso que no envejecemos. Y no, no suelo comer. No tengo necesidad de comida porque no tengo que hacer algo con la energía. No tengo ningún uso para un metabolismo de la misma forma en que un animal de sangre fría requiere poca comida porque sus cuerpos no crean calor o energía de esa manera. Es por eso que mi temperatura se equipara a la de mi entorno. —Eso no tiene sentido. —Estaba siendo una mocosa petulante. —Tal vez deberías haber prestado más atención en clase —dijo él con una sonrisa y un guiño—. Tiene sentido de tal manera que tiene sentido que los animales de sangre fría subsistan en el mundo. Me doy cuenta de que no tiene sentido en términos de existente sin sangre oxigenada, pero es ahí donde nuestro veneno y la toxina, por falta de una palabra mejor, entran en juego. Y no voy a ahondar en eso ya que hay pocos que tienen mucho conocimiento de dónde viene, comienza, o incluso qué mecanismos exactos permiten que existamos con nada más que una toxina que se ha apoderado de nuestros cuerpos. —Miró hacia ella mientras sus cansados ojos lo miraban, y la estudió. Era intimidante, pero al mismo tiempo, sabía que no le quería hacer daño. —Supongo que tienes más preguntas, por lo que puedes sacarlas ahora. —¿Qué pasa con el control mental? ¿Cómo se hace eso? —Ember estaba cansada, tan cansada que sus palabras se estaban arrastrando, pero quería más que nada retenerlo, que siguiera hablando. —Es más como la hipnosis. No puedo tomar recuerdos de una persona a partir de ellos. Simplemente puedo hacer que sea difícil para ellos llegar y acceder a ellos. Los recuerdos están ahí, sólo que están escondidos, enterrados. Nunca perderás la memoria de mí desde tu infancia; simplemente no podrás encontrarla. Y sólo funciona con los recuerdos de mí mismo. Sólo puedo sumergirme en tu recuerdo, nada más. No es nada más que un mecanismo de

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defensa que nos permite pasar por este mundo sin ser descubiertos. Lo creas o no, los humanos no toman muy amablemente a mi especie... aunque es cierto que hay una buena razón para eso. —¿Porque matas gente? —Yo mato monstruos. No mato inocentes. —Pero ¿qué tal si no puedes detenerte a ti mismo? Como si, ¿me mataras? Él se rió en respuesta a otro tipo de preguntas. —Ves demasiadas películas. No funciona de esa manera. Anhelo un montón de sangre, y dependo de ella para sobrevivir, pero es como tú y la pizza. Puede encantarme como sé que te encanta la pizza, pero eso no significa que no pueda controlar mi deseo por ella. —Es obvio que no me has visto con pizza… —Su tono era sarcástico, tal como quería que fuera, y llevó una sonrisa a la cara de Truman—. ¿Qué pasa con la luz del sol? ¿Te quema y te conviertes en cenizas cuando el sol sale por unas horas? —Una vez más, Hollywood ha conseguido lo mejor de ti. Voy a tener un dolor de cabeza, me voy a sentir débil, y si me desmayo, mi piel se quema, lo que por supuesto sana rápidamente cuando vuelvo dentro. No puedo decir que es agradable, pero no es trascendental. De hecho, muchos de los míos mantienen un trabajo de día… tal vez no sea en el tejado de una casa, pero los verás en oficinas, hospitales, cualquier profesión que no deje a la luz solar perpetuar. —Y ofreciendo otra sonrisa, continuó—: ¿Algo más? Soy un libro abierto. —¿Duermes? —No lo hago técnicamente, pero soy bastante parcial con ello. Duermo casi todos los días durante al menos un par de horas. Lo disfruto enormemente. Ahora, ¿Satisficiste lo suficiente tu curiosidad? —La miraba con una expresión tranquila y seria. Ella estaba casi satisfecha, pero asintió. Una vez que él se levantó, rodeó la cama y se sentó en su cadera mientras ella rodaba de espaldas y miraba perezosamente hacia él. —Ahora, ¿qué pasa con el cabello rojo y anillo en la nariz? Le ardían las mejillas, y se encogió de hombros como respuesta. Era la misma respuesta que le había dado a su madre cuando dejó escapar un suspiro de exasperación de frustración. —No te gusta, ¿eh? —Está bien el anillo de la nariz. El cabello no es para ti. —Y luego se levantó y se acercó a la puerta. Cuando llegó a la puerta, ella reunió lo último de su voz ebria y habló. —¿Te veré de nuevo?

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Él se detuvo y se volvió, y con una sonrisa de guiño y hermoso parpadeo, respondió. —Algún día. Duerme. —Y cuando sus ojos se cerraron, ella lo hizo, y el recuerdo de él se desvaneció de nuevo a algún rincón oscuro de su mente.

Cuando Ember despertó la noche después de la fiesta, estaba tarde. Su turno en la tienda de café comenzaba a las siete y media, y maldiciendo y murmurando todo el camino hasta la casa, saltó en el auto. Ni siquiera tuvo tiempo de ducharse, y olía a alcohol, brillante. En su camino al trabajo, pensó en la noche anterior, o lo que recordaba de ella. Recordó hablar con Todd, infiernos, se acordaba de él viniendo a ella, pero luego nada. Se despertó en su cama, vestida con su camisón, pero no tenía ni idea de cómo había llegado allí. Por un momento, pensó que debía estar loca o que tal vez había estado mal, pero se sentía sana, su cuerpo se sentía bien, y, finalmente, renunciando a sus recuerdos perdidos, decidió que debió haber estado mucho más borracha de lo que recordaba. Una vez que llegó a The Bean, tropezó con su día. Su mañana pasó lentamente a medida que su resaca hacía palpitar su cerebro y su cuerpo le dolía. Estaba contando los minutos hasta que pudiera regresar a casa y derrumbarse en la cama. Sentada en el mostrador, oró por no tener que ayudar a otro cliente. —Voy a querer un tostado oscuro, negro. —Su voz era cálida e invadió sus pensamientos, y cuando ella miró hacia él, molesta de que hubiera hablado antes de que ella lo hubiera reconocido, se quedó paralizada. Sus ojos eran increíbles. Eran una sombra de color avellana o verdes, y la miraban. Él era hermoso. Pálido e imposiblemente perfecto. Su voz no era la única cosa que le llamó la atención. Sino hasta el último pedazo de él. Picor total. Él tenía labios suaves y ligeramente separados mientras la estudiaban. Su cuerpo se ruborizó mientras la miraba, y su mente dio vueltas con pensamientos de él. Él no era de aquí. Su ropa, decía eso lo suficientemente claro. Usaba un traje oscuro y de lana. Su corbata estaba atada a la perfección en su cuello, y no había ni un solo manguito fuera de lugar. —Ember. —Su voz interrumpió sus pensamientos. La conocía, y por alguna razón eso no la sorprendió, aunque estaba segura de que nunca había conocido antes a este hombre. No se podía olvidar el conocer a tal persona. —¿Cómo sabes mi nombre? —Su voz era casi acusatoria mientras lo decía, y aunque podía oír la acusación en su voz, no pudiendo sofocarla. La sonrisa sutil que le regresó dejó en claro que no se ofendió.

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Con una mano que llegó a su pecho lentamente, él tocó la tarjeta de identificación. Su dedo no se apartó de la insignia, pero su cuerpo vibró mientras se presionaba ligeramente en su piel, y mientras su dedo se retiraba momentos más tarde, después de haber invadido su espacio, él siguió considerando su frialdad. —Tostado oscuro, por favor. Negro. —Sus palabras interrumpieron de nuevo sus pensamientos cuando ella se dio cuenta que había estado de pie congelada desde que se había encontrado con sus ojos. —Oh, sí… sí. Lo siento. Eh… serían dos cincuenta y seis, por favor. —Su mano se extendió una vez más hacia Ember, y mientras ella buscaba tomar el dinero y el cambio caía a la barra, con la otra mano lo tomó. Su toque se fue. Algo se sentía mal con él, pero ella no podía ubicarlo. Él no estaba frío, no estaba caliente, y su toque simplemente la confundió. Mientras él colocaba el cambio de la mano de Ember, cerró los dedos hacia la palma de su mano, sellando el dinero dentro de su débil y temblorosa mano. Mientras se alejaba, ella admiró su cuerpo. Picor era un eufemismo. Su mano aún esté sujetando el dinero que él había colocado de manera intencional en su palma, pero su mirada parecía estar pegada como rayos tractores a su cuerpo en el momento, y su dinero fue olvidado. Él era alto, pero no imponente, era delgado, pero no demasiado delgado, era fuerte, pero no voluminoso. Se movía como un caballero. Como un hombre con confianza. Como un abogado o algo así. Su movimiento parecía fácil y sin esfuerzo, no tan caótico y torpe como el de ella. Cuando el café estuvo terminado, en lugar de llamarlo al mostrador, ella se acercó a él. Sus manos temblaban mientras sostenía su taza, y se maldijo a sí misma al instante por querer estar cerca de él cuando era mucho más seguro para su fugaz frialdad a quedarse atrás y que él fuera por su propia bebida. Mientras dejaba la taza sobre la mesa, derramó su líquido caliente, y le entró el pánico de la humillación. Cuando sus dedos una vez más se reunieron con la suya, que era todavía su intento rápido de limpiar el pequeño lío de la mesa. —Gracias, Ember. Puedo encargarme de eso. —Miró sus ojos mientras ella daba respiraciones pesadas, nerviosas al intentar con su maldito mejor esfuerzo sostenerle la mirada exigente. Una vez de vuelta en el mostrador, ella trató de sumergirse en el trabajo. Era tarde por la mañana, y la multitud se había mitigado considerablemente desde su llegada. Su turno terminaría al mediodía, pero ya quería huir. The Bean era por lo general un lugar en el que se sentía cómoda, pero cuando se movió en torno a las mesas para limpiar y rellenar sobres de azúcar, sintió su mirada en ella. Él estaba leyendo un libro de algún tipo, pero mientras su cabeza se quedó mirando el libro delante de él, sus ojos no lo hicieron, y en más de una ocasión, ella le captó la mirada brillante de color marrón verdoso estudiándola. Eran ojos seductores, y su mirada la siguió sin esfuerzo mientras se movía, no tanto como

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moviendo la cabeza en su dirección, sino sólo siguiéndola. Cuando por fin se levantó para irse, lo hizo con un gesto sutil de cabeza hacia ella al pasar y un comentario final. —Cuídate, Ember. Acercándose a su mesa, se encontró con una taza llena de café frío y una propina de veinte dólares. No pudo evitar sentirse como si hubiera visto a este hombre antes, pero por supuesto, era imposible. Recordaría ese encuentro como ese. Probablemente podía desear a un hombre como él en su vida un día... una vez que tuviera la edad suficiente para uno. Sus amigas habían superado con creces su propia experiencia con los hombres… pero de nuevo, no se llevaban los recuerdos de cómo los hombres monstruosos podían estar en sus mentes con ella todos los días. Ember no se consideraba una víctima más, ni una sobreviviente, para el caso. Era feliz, estaba contenta, y en su mayor parte, simplemente era normal. Dolorosamente llana y normal, de ahí el anillo en la nariz y el cabello rojo: sólo un intento desesperado por ser diferente, para hacerse menos invisible. Un hombre como él nunca podría desear a una chica como Ember, y sin embargo, la miraba como si lo hiciera. Cuando Ember finalmente salió del trabajo, se detuvo por la farmacia en su camino a casa y compró una caja de tinte. Dos días antes, le encantaba el rojo carmesí. De repente, no podía esperar a tener una cabeza de color marrón claro — a ser Jane de nuevo. Una vez que su cabello volvió a su color natural de mierda de perro, se dejó caer en la cama y se durmió. Soñó con el hombre guapo y su mirada fría. Soñó con estar acurrucada junto a él en su cama. Estaban hablando y nada más, y mientras ella inexplicablemente deseaba que estuvieran haciendo más, se sentía segura y confortable. A Ember no le gustaban los hombres… o por lo menos no le gustaba tratar de confiar en ellos lo suficiente, pero le gustaba éste, y en su sueño, él le había gustado demasiado, y era el sueño más verdadero que hubiera tenido.

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Katherine murió cuando Ember estaba entrando en su último semestre de su segundo año de universidad, no fue una sorpresa para ninguno de ellos. Ember había visto a su madre perecer y morir delante de sus ojos mientras el cáncer violaba su hermoso cuerpo demasiado joven. Katherine había luchado y visto por Ember desde que nació, y la noche antes de su muerte, le dio a Ember las últimas palabras que alguna vez diría. —Has sido mi parte favorita de la vida. —Sus palabras fueron tensas desde su dolor, pero su mente parecía clara y condenada—. Te quiero, Ember. Los ojos de su madre se cerraron con un aleteo, y Ember sollozó. Sabía lo que significaba ese aleteo, su muerte estaba cerca. Ella sollozó como una niña de diez años, una vez más. Su vida no podía haber llegado al final, pero se sentía como si así fuera. Para Ember, no había algo más allá de este dolor, y fue con más tristeza y depresión de lo que nunca había sentido antes de que se pusiera a hacer los arreglos para el entierro de su madre. Katherine era la mejor amiga de Ember. Es extraño que ella soliera salirse con la suya al empujar sus botones y doblar sus plumas cuando era más joven, pero con la madurez llegó una intensa comprensión de todo lo que significaba ser madre, y Ember quería a su madre más de lo que casi podía soportar. Tuvieron tiempo durante la batalla de un año para tomar decisiones juntas sobre el entierro de Katherine, así que había poco que Ember debía hacer en realidad. Había sido un año largo, y Ember se había visto obligada a crecer mucho más rápido de lo que quería. Fue un año lleno de tratar de apreciar hasta el último momento con su madre, de saborear hasta el último recuerdo de su vida en común, un año dedicado a preparar su fin, y un año que dejó a Ember gastada con una enorme cantidad de tiempo tratando de averiguar cómo infiernos alguna vez iba a recuperar esto. Al final, habían planeado un servicio en la tumba. Fue el deseo de Katherine, y que sus más cercanos y queridos asistieran. Eso no incluía a la familia, ya que no había ninguno que pudiera asistir, aparte de Ember, pero Katherine había sido una maestra de primaria muy querida y cercana y había terminado congestionando casi todo el cementerio con antiguos alumnos y profesores que querían presentar sus respetos.

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Ember se sentó estoicamente en el lado del ataúd. Sus lágrimas derramadas, y su dolor estaba cerrado lejos donde no pudiera tocarla en ese momento. El duelo la tomaría de nuevo al día siguiente y se despertó en una casa silenciosa. El año le había enseñado eso: que el dolor y la pena podrían ir y venir, dejándola en paz un momento y venciéndola por la tristeza en otro. Pero su dolor estaba escondido en este momento, sólo un pequeño y temporal indulto. Ember había pasado el último año rebotando desde la universidad en Portland a Laconia, luchando por mantenerse al día con sus clases. Había hecho su último viaje de regreso a Laconia tres semanas antes, cuando Katherine había dado un giro de mal a peor. Ember se retiró de su semestre en curso en la Universidad del Sur de Maine en Portland, sabiendo que el momento estaba cerca. Y ahora se vería obligada a sufrir el resto de su mandato sola en casa, a empacar la vida de su madre y a vender la casa donde Ember había crecido. Pero, al menos, para ese momento, Ember había escapado de su dolor y angustia. Estaba entumecida. Una persona tras otra había pasado a rendirle sus respetos. Algunos tomaban su mano y le ofrecían sus condolencias, y otros, la mayoría, de hecho, sólo pasaban mirando furtivamente en su dirección, pero sin decir una palabra. Ella lo entendía, no era fácil considerar a alguien que acababa de perder a una madre, pero aún le dolía, y le dejaba una sensación de vacío y soledad. Cuando sintió un toque en su mano, saltó. No por el toque, sino por la sensación de este toque en particular. Su cuerpo parecía reconocer ese toque como si estuviera en el olvido todavía conocido para ella de alguna manera. Al mismo tiempo, Ember reconoció que era diferente de cualquier otra mano que hubiera tocado la suya hoy. Mirando los ojos verdosos brillantes delante de ella, se puso de pie lentamente y se quedó sin aliento. No podía ubicarlo, pero estaba segura de que lo había conocido antes, hace mucho tiempo en su pasado, pero recordaría si lo hubiera hecho. Él se apoyó en su mejilla, tocándole los labios suaves, fríos con su piel, y habló. —Siento mucho tu pérdida, Ember. —Lo siento. ¿Te conozco? —Ella tenía la cabeza inclinada hacia un lado mientras lo contemplaba. Él era hermoso, pero había un montón de gente guapa en el mundo. Él no era más que diferente, muy diferente. Él le sostuvo la mirada firmemente con la suya y respondió. —Sí, lo haces. Acuérdate de mí, Ember. —No era una pregunta, sino una orden tranquila, y mientras hablaba, las puertas que retenían su conciencia se abrieron e inundaron sus sentidos. Ella parpadeó como en cámara lenta mientras continuaba mirándolo, y hasta el último recuerdo de Truman se reintegró con su vida. Cuando Ember jadeó otra vez, él la observó. Su mirada era impasible y seria.

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Cuando ella sintió que sus piernas se derrumban bajo ella, él la atrapó y la levantó fácilmente en sus brazos. Y entonces ella se desmayó, y su tristeza se volvió a negra.

Ella se despertó unas horas más tarde, y su confusión se mostró claramente en sus ojos. Truman la había llevado a la cabaña escondida y apartada que había tenido fuera de Laconia desde el momento en que había conocido a Ember. Truman lo había sabido después de su primera reunión que no podría mantenerse alejado de ella. Tenía que saber que ella estaba bien, por lo que había comprado la casa que visitaba con frecuencia sólo para poder verla. La vio crecer con nada más que preocupación por la seguridad de ella en su mente igual que su hermana pequeña de tantos siglos pasados. Él se hizo cargo para asegurarse de que ella estaba a salvo y la vigilaba, pero incluso él no vio a la enfermedad de su madre venir. Había visto las lágrimas de Ember desde hace un tiempo, cuando estuvo aquí para visitar y cuidar a su madre, siempre saliendo de la casa para estar lejos de su madre cuando lloraba. En casa, en su apartamento en Portland, ella era mucho más desenfrenada en su dolor y sufrimiento emocional, llorando hasta dormirse más noches de las que él podía contar. Era como si se hubiera unido a sí misma a él de alguna manera en ese sucio sótano maloliente hace tantos años, y no podía dejarla ir hasta que ella estuviera a salvo y segura. Mientras Truman observaba desde su lugar en la sombra contra la pared, ella se volvió hacia la enorme ventana al lado de la cama y miró el bosque más allá, iluminado sólo por el establecimiento del sutil crepúsculo del sol. Pero mientras ella pensaba en eso, él habló, y su cuerpo se quedó inmóvil. —¿Cómo te sientes? —Su interés la jaló de la ventana, Ember se incorporó y se volvió a su voz, y él salió de la sombra. Él había dejado su mente sin filtros en el momento en que se acercó a ella en el cementerio, y aquí, en la tranquilidad de su habitación, ella lo miró con asombro. Su historia estaba completa en su mente, él se había asegurado de ello, y hasta el último recuerdo que él había sostenido había regresado. —Estoy bien, gracias. —Su voz implicó todo lo contrario. Él también lo sabía, y cuando se acercó y se sentó en la cama, la estudió. Sin embargo frío, tranquilo, seguro, fuerte como siempre había sido durante sus visitas fugaces, siempre había sido muy protector también, un agarre que tenía sobre él que no había entendido nunca absolutamente. Truman le acarició la mejilla con la yema de su dedo pulgar mientras mantenía sus ojos fijos en los de ella. Un escalofrío recorrió su cuerpo ante su toque, y el sutil aroma de su excitación llenó sus hipersensibles sentidos.

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Truman se movió junto a su cuerpo y se acostó a su lado. Metió la mano en el botón superior de su vestido, sacándolo de su ojal mientras su corazón se aceleraba y su excitación se intensificaba. Él se movió lentamente por la parte delantera de su vestido, liberando un botón tras otro mientras escuchaba su corazón latir fuertemente a lo lejos. —¿Qué vas a hacer conmigo? Su voz era tranquila y nerviosa, pero su excitación era intensa y fuerte. —Voy a hacerte el amor. Él estudió todas las reacciones a sus palabras. —¿Qué te hace pensar que quiero eso? Él le ofreció una sonrisa sutil mientras hablaba. —Tu vagina está mojada, y puedo oler tu excitación manando de tu cuerpo. Es realmente un delicioso aroma el que tienes. —Ella se sonrojó y sus ojos se movieron de él, pero él sostuvo su mirada entrenada en ella. Estaba diciendo las palabras que sabía que causarían una avalancha de hormonas a través de su sistema, y disfrutó de cada afluencia de su olor. Su cuerpo estaba perpetuamente fuerte y seguro, y quería que ella sintiera su fuerza. Cuando Truman generalmente se ocultaba de los humanos y enterraba sus recuerdos cuando era necesario, quería que ella supiera exactamente cómo trabajaba. Quería que ella sintiera lo fuerte que era. Él era un hombre, como cualquier otro, y la deseaba. Anhelaba su calor, ansiaba su toque, ansiaba la estrechez de su cuerpo y su lugar en él. Ella lo había deseado una vez. Había sido más que una pequeña adolescente entonces, y había rechazado su avance borracha, pero ahora... No era una adolescente. Era una mujer, hermosa e inteligente, tranquila y serena, con el corazón roto... Podía quitarle eso por un tiempo. Tenía la intención de mostrarle su placer, y lo tomaría de ella también. Había pensado hacer el amor sin cesar con ella desde la noche en que había inclinado su boca hacia ella, anhelando sus labios sobre los suyos. Con eso en mente, le dio la elección que no le había permitido que ella hiciera hace tres años cuando la había rechazado. —Dime que deseas que te folle. No voy a tocarte, si no lo deseas, y quiero oírlo. —Su alma le estaba pidiendo que se lo preguntara, que abogara por su toque. Él estaba listo y dispuesto, y ella sólo necesita decir las palabras. No lo defraudó. —¿Lo harás? Por favor, ¿harás el amor conmigo? —Su voz era tranquila y vacilante, y él no podía esperar a probar esa vacilación. Inclinándose a su boca y finalmente consumando el beso que había comenzado hace años, se pegó a sí mismo a su labio superior, tirando de ellos entre los suyos. Sus colmillos se retrajeron, pero supo que en el momento en que su excitación creciera a un frenesí, tendría que tener cuidado de no perforar su delicada piel. Su boca sabía a su esencia, y mientras inhalaba el olor de su

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excitación que emanaba de su piel y la virginidad caliente entre sus piernas, su propia excitación creció mientras el ritmo cadencioso de su corazón se aceleraba y se tambaleaba en la indigencia. Tan pronto como hizo la pregunta, ella se quedó quieta y tiró de sus labios para mirar sus ojos. La estudió, deseando devorarla. —¿Será diferente... porque no eres humano? —Te preocupa que no vaya a igualar a los otros hombres con los que no has estado. —Truman se burló con una sonrisa diabólica, burlándose de su excitación con su seductora voz que sabía la dejaría deseando aún más. Mientras las mejillas sonrojadas de Ember se ponían rosa de vergüenza, ella se enfadó con nerviosismo. —No sabía... es decir... ya sabes... eh... ¿tenemos que usar protección? O... existe algo que... ya sabes... —Agitó sus manos entre sus caras en lo que él sólo pudo adivinar se suponía que era la señal universal de eyaculación, y mientras se reía de su absurdo —lo había hecho lo suficiente antes— sacudió la cabeza con frialdad. —Mi cuerpo no se ha olvidado de cómo funcionar como hombre, y me vengo igual que cuando todavía era humano. Dicho esto, mi cuerpo está tan vivo como el tuyo, pero no de la misma manera, y no hay más compatibilidad entre mi semen y tu dulce vagina apretada. Así que no te desanimes, querida Ember, no hay nada de qué preocuparse. —Truman observaba cada reacción a sus palabras. Ella estaba nerviosa, y sus vulgares palabras enviaron otro rubor a su piel. Su excitación se alzó de nuevo mientras él inhalaba profundamente. Mientras metía la lengua dentro de su boca una vez más para acallar sus temores, sintió y saboreó el calor de su piel sedosa. Había limitado su actividad sexual a los suyos desde la transición, y estaba muy listo para sentir esa calidez humana agarrando su pene. Habían pasado demasiados cientos de años desde que había sentido ese calor increíble. Ella era la única que podía satisfacer esa necesidad. Él arrastró sus manos de nuevo al botón de la parte superior. Cuando separó la tela, salió de su boca para mirar su cuerpo, y otra oleada de excitación golpeó sus sentidos. Cada olor de su necesidad lo llevaba más profundo en su deseo. Su cuerpo funcionaba notablemente parecido al suyo, a pesar de ser tan diferentes. Su excitación alimentaba la de él, y él estaba tieso y rígido en su necesidad de invadir y conquistar su cuerpo. Truman sabía de muchas largas horas de verla que no se había entregado a un hombre aún. Se sintió aliviado cada vez que una cita terminaba con ella en casa sola, y aunque entendía muy bien que eran eventos en su pasado que hacían de este un obstáculo tan difícil para ella, se sentía aliviado por sus propias razones personales masculinas, siempre vivas. La deseaba. Quería que su virginidad perteneciera a él. Quería ser el que ella aceptara cuando todos los demás habían fallado.

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Su mirada vagó, y su excitación se tensó contra la parte delantera de sus pantalones. Podía haberla estudiado durante años, pero aparte de la búsqueda de ella desnuda en el sótano cuando niña, y luego otra vez con Todd en un sótano diferente hace tres años, nunca había sobrepasado este límite, sin tener en cuenta el hecho de que podía hacerlo. Esta era la primera vista de su cuerpo desde ese momento, y se había olvidado de lo verdaderamente impresionante que era. Sus pezones estaban tensos y duros. Las areolas eran pequeñas y deliciosamente rosas y flexibles. Sus pechos tenían la forma redonda más perfecta que rogaba por ser agarrados y apretados dentro de sus palmas, y él tomó su cuerpo, cediendo a su largamente reprimido deseo. Sus frías manos se reunieron con el calor de su piel mientras la acariciaba. Francamente, quería morderla. Quería hundir sus colmillos en la piel de su exuberante pecho y saborearla. Pero nunca le haría daño, y así, ignoró el dolor profundo en su mandíbula donde sus colmillos ya sobresalían. Mientras arrastraba sus dedos sobre su piel, ella se sonrojó y se quedó sin aliento. Lo observó, y los movimientos de retorcimiento de sus caderas hablaron de su profundo anhelo de que la follara. Él tenía algunos placeres más en mente primero. Su boca se movió contra su pecho, y él lamió un camino alrededor de su pezón, evitando el pico más sensible. Las caderas de Ember se movían y retorcían con el toque de su boca y sus manos se doblaron mientras su excitación luchaba para correr libremente. Cuando se volvió para mirar los ojos y ver su tormento, ella le rogó una vez más. —Por favor, sólo te necesito dentro de mí. Por favor. La sonrisa que se extendió lentamente por su rostro dejó sus ojos rogando por su cumplimiento. —Te prometo que al final de la noche, es exactamente donde voy a estar, pero 300 años en esta tierra me han hecho un hombre muy paciente, y hay demasiados placeres que quiero compartir contigo primero. — Mientras hablaba, acercó sus dedos por su cuerpo para dejarlos por encima de su línea de ropa interior. Su vestido estaba completamente abierto a su mirada, y se tomó su tiempo mirando por encima hasta el último centímetro de su hermosa piel pálida, mientras pasaba su dedo a lo largo de la cintura de su ropa interior. El suspiro de Ember fue derrotado y dolorosamente excitado mientras su expresión decía que entendía plenamente que tendría que ceder a sus torturas si quería que la follara. Apoyándose en su oreja, Truman susurró: —Levántate. —Ella se levantó inmediatamente de la cama y se puso de pie en el lado mientras él se sentaba para enfrentar su cuerpo—. Quítate tu vestido. —Ember se encogió de hombros en respuesta a sus palabras, dejando que la tela cayera por sus esbeltos, gráciles brazos. Cayó al suelo detrás de sus pies con un sonido casi imperceptible, y el vestido llegó a un descanso, Truman movió sus manos a la pequeña cintura de Ember. Tomó su cintura posesivamente y tiró su cuerpo a

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su boca. Besó senderos lentos a lo largo de su abdomen, se detuvo sobre la región púbica, y aspiró su aroma. Ella temblaba en sus garras, y sabía con cada último paso que la hiciera pasar, sus temblores serían más pronunciados y la dejarían temblando con necesidad y éxtasis. A medida que avanzaba la ropa interior hasta sus caderas, miró sus ojos. Ella le devolvió la mirada, mientras los músculos de su estómago se contraían y saltaban. Él disfrutó de la visión de verla temblando ante él. Estaría suplicando y rogándole pronto. Cuando su región púbica fina llena de pelo apareció a la vista, su mirada se movió de la de ella para estudiar su cuerpo. Sus colmillos le dolían en su mandíbula mientras su excitación continuaba creciendo, pero ella no estaba en peligro con él. Él ansiaba su sangre tanto como cualquiera de su especie, pero limitaba sus indulgencias a la maldad del mundo, no a la inocencia, y aunque tenía la intención de saborear y disfrutar de su destruida virginidad cuando su pene hubiera terminado con ella, nunca envenenaría su cuerpo sólo para probar su sangre. Mientras su ropa interior caía hasta sus tobillos, sus piernas temblaron, y Truman agarró la parte de atrás de sus muslos para calmar sus piernas temblorosas. Cuando el cuerpo de Ember estuvo de nuevo bajo control, él se inclinó una vez más a la suave piel de su abdomen y besó senderos sobre su joven, contorno plano. No necesitaba ver sus ojos para saber que estaba ella viendo. Su apretón y temblorosos músculos del estómago decían mucho de su creciente nerviosismo y necesidad. Con un movimiento constante y deliberado, él descansó el lado externo de su mano en su hueso púbico, y con un toque lento y suave a la parte superior de su hendidura, separó los labios de su vagina con el dedo índice y el pulgar. El jadeo de Ember rompió el silencio de la habitación, y una vez más estuvo temblando y estremeciéndose. Cuando Truman acarició el nudo apretado que había expuesto con su lengua, un poderoso grito brotó de su boca, y él se rió entre vueltas en su clítoris. Esto no era una tortura que ella podía tolerar por mucho tiempo si él iba a impedir que colapsara en el suelo, por lo que abandonó su sexo y se puso a mirarla, moviendo las manos para tomar y acariciar las redondeadas nalgas de su trasero. Empujó su lengua en su boca y compartió su gusto con ella. Truman volteó su cuerpo y le pidió que se acostase. Mientras ella se recostaba sobre el colchón, él se sentó a sus pies. Su toque frío encontró su tobillo, y acarició sus piernas, separándolas y empujando sus rodillas hacia afuera junto con todo a su paso. Cuando llegó a sus muslos, lo hizo con el toque más ligero, jugó con la piel sensible en la parte interior de sus muslos, y sus jadeos y respiración jadeante aumentaron, él arrastró sus dedos aún más hasta su expuesto sexo. Separó de nuevo sus labios y estudió cada centímetro de su contorno. Ella brillaba en su humedad, y quería saborearla tanto, pero en ese momento sus dedos estaban tomando su turno. Acarició con el dedo índice su

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clítoris en su entrada, y luego, lentamente, mientras saboreaba la vista, empujó suavemente dentro de su vagina virgen. Ember gimió ante la invasión, y la excitación de Truman se vio obligada a abandonar sus colmillos marginalmente más lejos de su boca. Podía sentir la humedad de su excitación recubrir su dedo mientras lo retiraba de su opresión, y una vez que lo había sacado de ella por completo, empujó un golpe más lento en su cuerpo. Empujó y tiró y trabajó su vagina con movimientos suaves que prepararon su cuerpo más y más. Cuando su orgasmo la atravesó, la dejó casi sollozando mientras Truman tiró de su cuerpo hacia arriba junto al de ella y le acarició la mejilla mientras su cuerpo se relajaba en su toque. —Tócame. Quiero sentir tus dedos alrededor de mi pene. Truman sabía que sus contundentes palabras la estimularían y despertarían su deseo, y, como si fuera una señal, el ligero olor de su excitación, imperceptible para cualquier humano, se levantó en sus sentidos. Amaba la reacción que su cuerpo le daba, y rodó sobre su espalda para darle todo el acceso que quería. Ember se movió hasta su codo y miró por encima de su cuerpo. Él todavía estaba completamente vestido, y mientras trabajaba en los botones de su camisa, sus dedos temblaron. Su nerviosismo no la detuvo de desear, y fue esta superación de su propia agitación emocional lo que le dijo lo mucho que lo deseaba, y eso era embriagante para su ego. Cuando llegó al último botón, ella jaló de su camisa, exponiendo su pecho y estómago a sus ojos errantes. Sus pezones estaban tan duros como su pene por el deseo, y cuando sus dedos tocaron las pequeñas protuberancias, tensas, su pene tembló y luchó contra la tela de sus pantalones. Ella se apoyó en su boca y lo besó suavemente, y él sostuvo su mejilla fuertemente mientras hundía su lengua en su boca. Cuando la lengua se sumergió en su boca, él detuvo sus besos y sostuvo su cara a la suya. Sus ojos buscaron los suyos por comprensión, y su vergüenza dejó sus mejillas ardiendo. —No hiciste nada malo. Mis colmillos prolongaron tu excitación, y son venenosos. Me tienes mucho más allá del punto de aventurarme con seguridad más allá de mis labios. Una sonrisa rápida y un inocente beso en los labios de Ember no le dieron ninguna razón para aferrarse a su vergüenza, y con su aliento, ella regresó a su cuerpo. Con cada toque, él quería invadir su cuerpo más, y cuando por fin llegó al botón de sus pantalones, sus ojos revolotearon, su pene bailó, y él esperó más.

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Mientras Ember bajaba la cremallera, pudo ver el bulto al instante, y era impresionante. No tenía ni idea de lo que hacía ese impresionante bulto, pero era impresionante. El increíble deseo que la empujó a través de su miedo había conducido sus movimientos a este punto, y mientras bajaba los pantalones por sus muslos y levantaba la parte inferior, hizo que su bulto fuera aún más intimidante. Cuando él dejó caer sus caderas de nuevo a la cama, ella tomó la cintura de sus oscuros bóxers de color gris. Cuando sus dedos pasaron por debajo de la banda, un tranquilo, gemido pasó sus labios, y sus ojos la observaron. Sus ojos no la habían dejado ni una vez, y la estudiaron con un calor intenso y ardiente. Ella necesitaba esto. Las últimas semanas habían sido nada más que tristeza, dolor, soledad, y más temor y miedo del que podía soportar. Él le estaba dando algo que ella sólo había tenido el coraje de soñar, pero nunca hacer. Se estaba dando a ella, perfecto e impresionante como era, y ella lo necesitaba. Tenía que escapar de su vida, y por primera vez en más tiempo del que podía recordar, podía dejar de lado todo lo que estaba mal en su vida. Se centraría sólo en él. Él tiró de la cintura de su ropa interior fuera de su cuerpo, y su pene empujó su abdomen. Ella se calmó el momento en que puso sus ojos en él. Impresionante ni siquiera se acercaba a describirlo. Él estaba rígido, grande y muy hermoso. Se parecía a cualquier otro hombre, sólo que mucho más... impresionante. Le aterraba pensar en permitirle entrar a su cuerpo, pero tan aterrada como Ember podía haber estado, nunca se le ocurrió rechazarlo. Tenía que tenerlo, él lo sabía, y desde el momento en que había dicho que haría el amor con ella, su deseo había crecido más y más, y no había nada que pudiera borrar ese deseo de su mente ahora. —Tócame. Ahora. Antes de que pierda mi mente y te folle para no volverme loco. —Sus palabras provocaron un temblor a través de ella, y ella se estiró por su cuerpo una vez más. Observó sus manos temblorosas en cámara lenta mientras se movían primero a la cabeza bulbosa de su pene. Lo tocó con un trazo suave y lento, moviéndose hacia su eje, una vez que había trazado la forma de su glande con el dedo. Cuando llegó a la longitud de su eje, trazó las venas rígidas con sus dedos, bajando a los testículos apretados pero grandes. Le acarició los testículos con la palma de la mano, y cuando por fin volvió la mirada hacia él, la miraba con un brillo oscuro en sus ojos. Tenía la boca abierta, y las puntas de sus colmillos eran visibles. La punta de la lengua, la misma que le acarició el paquete más sensible de nervios, se movió a la aguda punta de uno de sus colmillos y tocó el punto.

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Ella quería probarlo, y mientras lo miraba, una perla de líquido preseminal brillante dribló desde su apertura. La tocó con el dedo mientras otro gemido profundo de ronroneo salió de sus labios. Cuando se inclinó y dejó que sus labios pasaran sobre la punta de su cabeza, su gemido se volvió gutural y poderoso, y sus palabras se convirtieron en primitivas y no controladas. —¡Mierda! Oh, Dios, Ember. Chúpame. Degústame. Ember hundió los labios y lo tomó tan profundo en su boca como podía soportar antes de chupar su camino de vuelta. El sabor de su líquido pre-seminal era embriagador y sorprendente. Tenía un ligero sabor salado a él, igual que el sudor y un tinte de hierro. Era él, y sabía tan perfecto. Cuando la cabeza de su pene asomó entre sus labios, ella lamió alrededor de su cabeza y trazó el pico con la lengua antes de chuparlo entre sus labios y tirar de él a su boca de nuevo. Ella agarró su miembro y lo acarició con su mano mientras su boca continuaba chupando, tirando y soltándolo dentro y fuera de su boca. Su ronroneo, gemidos calientes hicieron que la humedad inundara hasta su médula, y su propia excitación fue en aumento con el sonido de su placer. Él terminó con sus dedos por sus largos, rectos, cabellos castaños, enredándolos en el pelo mientras sostenía su boca a su cuerpo. Ella aspiró y tiró sin fin mientras su gemido continuaba, y cuando por fin se vino dentro de su boca, le sostuvo la cabeza quieta mientras él pulsaba dentro. Ella se lo tragó al pronunciar su nombre en éxtasis. Cuando ella se arrastró hasta su cuerpo, se desplomó a su lado, con la cabeza apoyada en su mano. Sus colmillos estaban completamente prolongados y brillando a la luz de la lámpara, pero mientras lo observaba, se retiraron a su mandíbula y sus dientes volvieron a su brillante blanco normal. Él le dedicó una sonrisa seductora, y cuando ella lo besó y se adentró en su boca para saborearlo, no la detuvo. Tenía la boca con dulzura fría contra el calor caliente suyo. Igual que su piel, tenía la temperatura de la habitación a su alrededor —fresca, pero no frío o incómodo en lo más mínimo. Truman movió su cuerpo debajo de él mientras miraba el suyo reluciente y sus ojos misteriosos. Cuando él besó su camino hacia abajo sobre su pecho a su estómago, una inundación de calor se colocó entre sus piernas. En el mismo momento de la extensión de calor, él se quejó con un sonido bajo y sensual. Separó los labios de su vagina abierta a la mirada, y ella se quedó inmóvil y contuvo la respiración. Cuando estudió su cuerpo expuesto, se quedó sin aliento ante sus miradas indiscretas. Él inclinó su boca hacia ella con una rápida mirada a su rostro, y su aliento abandonó sus pulmones en un apuro. Su lengua era increíble mientras se movía suavemente sobre su piel sensibilizada. Ella gimió, y en un momento estaba nerviosa por la vergüenza a su completa falta de control, y en el momento siguiente, no le importaba en absoluto. A él obviamente no le importaba cómo

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elegía responder a él, siempre y cuando lo quisiera, y estuviera en verdad contenta. Él se pegó a sí mismo a su sexo, como si se tratara de un profundo y apasionado beso entre sus bocas, y tomó el nudo apretado entre sus labios, moviendo su lengua mientras la succión arrancaba el deseo de su cuerpo para ser experimentado por los dos. Ella abandonó la compostura de cualquier tipo y sucumbió a los jadeos y sollozos de repleción cuando su orgasmo la dominó. A pesar de que acumuló su cuerpo con una onda de estremecimiento tras otra, todavía no le importaba que estaba perdiendo el control de sí misma frente a este hombre —o lo cualquier raza humana que pudiera ser. A medida que su cuerpo se calmaba y continuaba en sus labios dulces para dar suaves besos a lo largo de los resbaladizos pliegues de piel que rodeaban su sexo, ella había soñado con hacer el amor con él. Él se lo había prometido, y ella estaba preparada para ello. Estaba lista para él. Él se arrodilló entre sus piernas y dejó que lo mirara mientras se acariciaba el largo eje. No había miedo en absoluto, y aunque ella sabía que sería imposible escapar sin dolor, estaba a gusto. Su mano pálida en su rígida longitud era embriagadora. Ella estaba hipnotizada por sus ojos oscuros y brillantes. Las puntas de sus colmillos se retiraron y brillaron de sus labios entreabiertos, y se pasó la lengua por uno de los puntos y la tocó. Ella sabía que era su propio show privado, inconsciente de anhelo, de deseo, de necesidad, de hambre, y estaba aprendiendo a disfrutar de la vista. No estaba segura de que era prudente confiar en que él no la mordería, dominaría, o destruiría, pero confiaba en él, independientemente. Había pasado su vida temiendo y desconfiando de los hombres... de todos ellos, excepto de él. Él podría matarla con un bocado; ella lo había visto hacerlo antes, pero no le temía en lo más mínimo. Mientras observaba, ella abrió más las piernas y le hizo señas a su cuerpo para tomar el suyo. Él sonrió a su gesto y se inclinó hacia arriba y sobre su cuerpo para flotar sobre ella. Vio sus ojos mientras guiaba la cabeza de su pene a su entrada. Le dio un codazo y separó sus labios con la punta y preparó su cuerpo para entrar en el de ella. —¿Estás segura de que es lo que quieres? Su voz estaba como un ronroneo pero seria, y sus ojos estaban ardiendo, a la espera de su permiso final. Por supuesto que ella quería esto, pero apreciaba que se lo preguntara después de más de su cuota justa que había intentado tomar sin su permiso. Ella asintió y le ofreció una débil y ahogado. —Sí. —Salió como un susurro que esperaba que sonara tan convencido como realmente era. Cuando él pasó junto a

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su barrera, rompiendo a través de sus profundidades, ella gritó de dolor y por la finalidad emocional que latía en su mente. Él estaba empujando con un golpe controlado pero insistente, sosteniendo su mirada todo el tiempo, y cuando llegó a su profundidad, se quedó quieto y esperó mientras ella jadeaba debajo de él y le suplicaba a sus músculos que se relajaran. A medida que su cuerpo descubría la manera de permitir su intrusión, sus jadeos se desaceleraron y los músculos tensos de su cara se aflojaron. Él se retiró de su cuerpo con un suave deslizamiento antes de sumergirse en ella de nuevo. La fuerza detrás de su empuje fue intenso y duro, pero cuando estaba en lo profundo de ella, esperaba a que su dolor disminuyera de nuevo. Él salió una vez más de su cuerpo antes de hundirse rápida y profundamente en ella una vez más. Empezó a empujar y tirar, marcando un ritmo hipnotizante, pero exigiendo que tuviera el dolor desapareciendo a un segundo plano y a su placer a crecer. No había esperado venirse cuando hubiera hecho el amor. Ella asumió que dolería demasiado, pero mientras su empuje continuaba con su ritmo profundo y constante perfecto, su cuerpo se preparaba en sí, y ella se encontró jadeando una vez más. El dolor se había escondido en algún lugar lejos de su mente, igual que la pérdida de su madre lo era en este momento, y en una explosión de reprimida necesidad ella se vino otra vez. Su propio orgasmo se sobrepuso a su cuerpo en el momento exacto de lo hizo y la dejó convencida de que tenía mucho más control sobre su cuerpo de lo que, obviamente, tenía sobre la de ella. Su orgasmo llegó con un gemido bajo que emanó con fuerza en su pecho. Él empujó a través de su puesta en libertad, empujando más y más duro, incluso después de que se había despojado a sí mismo, en su cuerpo. La estaba acariciando con su eyaculación, y cuando sus golpes finalmente decayeron y él se retiró de su cuerpo, ella podía sentir su semilla manando de ella. Él se acostó a su lado y la tomó en sus brazos. Ember apoyó la cabeza contra su pecho y escuchó a su corazón latir su lento, ritmo melódico. Él estaba vivo. Sin embargo, era diferente a ella, no había duda de ello. —¿Estás bien? —Sus palabras interrumpieron en el silencio de la habitación. —Sí. —Ella era repentinamente tímida y nerviosa, y él debió haber visto en su expresión al llegar a su mejilla y apretar sus labios contra los suyos. Sus colmillos estaban una vez más retraídos, y le permitieron dejar escapar su lengua por sus labios a la humedad fría dentro. Cuando ella movió sus labios hacia atrás, él habló. —Me imagino que tienes preguntas. Siempre pareces tener preguntas. —Estaba sonriendo de nuevo—. Así que debes hacerlas ahora. Cuánta razón tenía. —Escupiste... Él se rió entre dientes mientras respondía. —De todas las preguntas que podrías hacer, ¿preguntas acerca de la saliva? ¿Crees que mi boca en tu piel se habría sentido casi tan agradable si no lo hiciera?

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—Y tú tienes... ya sabes... semen... —Creo que tu boca y tu vagina pueden dar fe de ello. Sí, lo creo. —Le sonrió con naturaleza inquisitiva y por el aspecto de la misma, disfrutaba mucho esto. La mayoría de la gente se enfadaba rápidamente por sus interminables preguntas, pero él no. Parecía darles la bienvenida, y ella no tenía intención de dejar escapar esta oportunidad. —¿Cuánto tiempo pasó desde que estuviste con una mujer? Él la miró, estudiándola, antes de hablar. —Con una mujer de verdad: desde antes de la transición. Con una de las mías hace unos años más o menos. ¿Por qué lo preguntas? —Parece un largo tiempo. —Cuando has estado vivo durante trescientos años, pone el concepto de un largo tiempo en perspectiva, pero sí, ha pasado un largo tiempo para mí. Más de lo que prefiero ir. —¿Por qué tanto tiempo? —Prefiero no hablar de eso. —Su tono era serio. —Bueno, estoy bastante segura de que vine a ti, hace tres años, por lo que parece que es tu propia culpa que hayas estado en abstinencia. —Ember sonrió ante su comentario. Riendo de nuevo, él obligó a su curiosidad. —Eras apenas lo bastante mayor a los diecisiete años, pero a los veinte, sin duda no eras ninguna niña. —Bueno, en ese caso, los dieciocho años habría sido suficiente, ¿no es así? —Tengo trescientos treinta y nueve años, Ember. Veinte es un tramo. E hice la transición cuando tenía treinta y seis, por lo que este no es el cuerpo de un adolescente ni incluso un veinteañero —de algo de años— aunque mi pene puede pensar que lo es. ¿Te lastimé? Había una suavidad repentina en sus ojos que no era tan propia de un hombre que mataba gente para mantener su existencia. Ella estaba dolorida, muy dolorida, pero no se arrepentía en absoluto, a pesar de que dudaba que él entendiera eso. Truman pasó la mano por su vientre y aterrizó en su sexo, tomándolo en su palma y calmando su cuerpo tierno con la frescura de su toque. Ember lanzó un suspiro de satisfacción mientras miraba su rostro como si estuviera leyendo su mente. Este ser era increíblemente inteligente, fuerte pero suave, y ferozmente protector con ella. ¿Por qué debía cuidar de ella —de la plana, ordinaria, aburrida Ember? Ella no se merecía su atención, y, sin embargo, la tenía, y él se centraba exclusivamente en ella en ese momento.

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Él abrió los labios con un toque suave y lento, y una vez que había expuesto la piel de seda interna, ocupó sus fríos dedos contra el palpitante dolor allí. Su toque calmó su dolor, y todavía le sostuvo la mirada. Cuando sacó su mano de ella después de muchos largos segundos de tocarla, sus dedos estaban rojos de su virginidad perdida. Ember entró en pánico y trató de tirar de él para ir al baño, sólo para ser jalada dentro de su fuerte y apretado abrazo. Él la hizo callar con sus labios en su oído, y mientras lo hacía, le acarició y frotó el estómago con la mano. Él movió su cuerpo por el suyo propio y ella casi tuvo que hacer palanca con sus rodillas abiertas para exponer su sexo a sus ojos. —Por favor. Sólo quiero ir a limpiarme. Lo siento. Su única respuesta a sus palabras nerviosas fue una sonrisa seductora, las puntas de sus colmillos prolongados se mostraron ligeramente entre sus labios entreabiertos. Y con un guiño rápido, se inclinó a su vagina mientras ella se quedaba sin aliento y trataba de cerrar las rodillas. Él mantuvo sus rodillas firmemente en su lugar, y una vez que Ember se rindió y dejó de forcejear, él volvió a su tarea. El cuerpo de Ember trinó y se emocionó a pesar de su vergüenza cuando su lengua la tocó, acarició y lamió su piel en bruto que estaba, sin duda, teñida con su sangre. En poco tiempo, su vergüenza se calmó por completo, y ella le permitió saborear hasta el último centímetro de su carne. Mientras vagaba por su piel, inhalando su aroma mientras se movía, su nariz le hizo cosquillas en su carne. Él utilizó su lengua para profundizar en cada último pliegue hinchado de carne, buscando hasta el último gramo de su dolor y hasta el último rastro de su virginidad destruida. Cuando ella se vino cuando su lengua acarició su clítoris, clavó los talones en las sábanas y las agarró en sus puños. Truman volvió a su lado, y ella se sorprendió por la mirada tensa y de dolor en su rostro. Sus colmillos estaban completamente prolongados, y sus labios se torcieron en su lucha contra el hambre. Ella lo reconoció al instante, aunque no había visto esa mirada desde la noche que arrancó la garganta del monstruo. Sus ojos eran de un hermoso color verde avellana brillante, pero había un incendio en ellos que sostenían el peligro y el deseo apenas contenido. ¿El deseo de matarla? ¿De convertirla? ¿De triturarla en pedazos? No lo sabía, pero con una mano en el pecho, lo empujó. No había ningún propósito real para ella si quería dominarla, habría poca lucha, pero ver su repentino miedo tuvo un efecto inmediato en él. Sus dientes se retractaron, y el fuego en sus ojos se calmó. Su expresión era de frenético control duro, y se apartó de su cuerpo, sentándose. —No te lastimaré. —Sus manos se alzaron en aplacamiento mientras decía las palabras, y Ember se sentó para enfrentarse a él, pero no cerró el espacio entre ellos—. Nunca te lastimaría, Ember. —Enfocó su mirada dura y exigente en la de ella—. Es sólo una reacción. No estás en ningún peligro conmigo. —

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Continuó estudiándola, y después de que su cuerpo se relajó, la tomó en sus brazos. Ella se relajó en su cuerpo y bostezó en su agotamiento. —Tuviste un día largo, y es tarde, y no me importaría dormirme después de toda la diversión que tuvimos. —No necesitaba ver la sonrisa en sus labios para sentirlo, y enviar un agradable pulso de calor por el cuerpo de Ember que se instaló en su vientre, y mientras su cuerpo respondía a sus palabras, inhaló y volvió a hablar—. Ni siquiera lo pienses. Ya le hice bastante daño a su cuerpo por una noche. —El jadeo de Ember fue toda la respuesta que necesitaba—. Tan delicioso aroma. Ahora ve a dormir. Asintiendo en respuesta a sus palabras, él apretó su agarre sobre su cuerpo y acarició su boca contra su cuello. Su piel era cómoda, pero extraña a sus sentidos, y ella se alejó con imágenes de él en su mente.

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El estado de vigila junto a Ember era posiblemente el momento más feliz en mucho más de lo que Truman tenía ganas de admitir. Él estaba sin duda temiendo dejarla de nuevo, y aunque no sería capaz de mantenerse alejado de ella permanentemente, la extrañaría en cada momento que estuviese alejado. No serviría que él se mantuviera cerca y vigilara. Eso no ayudaría para nada. Él solo estaba realmente contento cuando estaba en su presencia, y ella sabía que él estaba allí. Esconderse de Ember era doloroso, y ahora, habiéndole finalmente hecho el amor, sería malditamente injusto para ambos no compartir este tiempo estando juntos. En la mañana con el primer rayo que se filtró a través de los árboles que rodeaban la casa escondida de Truman, observó su despertar. Nunca se cansaba de verla, y esta mañana era más increíble que cualquier otra. Primero ella murmuró en su sueño, y su cuerpo empezó a moverse, luego ella se estiró y bostezó, y sus ojos lentamente parpadearon de regreso a la vigilia. Cuando ella finalmente respiró un profundo suspiro de alegría y giró para enfrentar su cuerpo, ella sonrió con una dulce, tímida expresión que fue directo a su ingle. —Bueno días. —Sus palabras sonaron cálidas e íntimas, y él la quiso instantáneamente. El dulce aroma de su aun persistente sangre eliminaba cualquier oportunidad de dejarse llevar con ella de nuevo. Ella debía estar dolorida, y mientras disfrutaba en el conocimiento de que esto era solo debido a él y las libertades que había tomado con su cuerpo, el también sentía un grado de culpa. La dejaría de nuevo, pronto. —Debería llevarte a casa. —Ella puso cara larga un momento antes de forzar una sonrisa y sentarse en el lado de la cama. Su espalda estaba hacia Truman, y él se estiró hacia la suave piel de su cadera, deteniéndose detrás de ella. Ahuecó sus senos con sus manos, suavemente amasando la flexible piel y pellizcando ligeramente sus pezones. Cuando movió sus manos abajo por el estómago de ella, su excitación golpeó sus sentidos. Besó sus hombros, corriendo su lengua sobre la suave piel matizada con su olor. Él podría hacer esto con ella cada mañana y nunca cansarse, pero era hora. Después de levantarse, la movió sobre sus pies y hacia sus brazos. Cuando besó su boca, zambulló su lengua dentro de su calor y acarició. Ella devolvió el

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favor y ahondó dentro de su boca también, golpeando y probando cada onza de carne. Sus dientes estaban retraídos, y era seguro para ella explorar. Él tampoco tenía afán de partir de ella, aunque rozarla no lo hacía más fácil. Estaba enamorado. No debería. No tenía ganancia al estar tan obsesionado, pero lo estaba. Su existencia no era compatible con la de ella, y una vida sin el conocimiento de la existencia de él sería mucho más segura, sin mencionar fácil. Él acuchilló su muerto corazón con un dolor que asociaba con estar vivo, pero allí estaba: su lado humano que había rechazado morir con su cuerpo. Él la amaba, y debía dejarla ir una vez más. En el camino a la casa de su madre, acarició la piel de su mano. Ella se sentó cerca en su lado, pero su mente estaba en algún otro lado. Sabía que ella estaba temerosamente regresando a la realidad de la muerte de su madre. Posiblemente supo por cerca de un año que Katherine estaba muriendo, pero nada haría más fácil esa perdida. Truman había perdido a sus dos padres a temprana edad, y también a su hermana, y aún lo recordaba claramente, el dolor aún caía fácilmente si le permitía a su mente el tiempo de recordarlos. Quería estar con Ember, estar con ella a través de la tormenta, pero era imposible. Tenía obligaciones en Boston, las mismas obligaciones que siempre lo habían alejado antes que estuviera listo y lo dejaban rebotando una y otra vez de su vida y su necesidad de vigilarla en Portland. Cuando caminaron dentro de la casa, estrechó su mano apretándola en su propia mano. Quería que sintiera su fuerza, pero allí había poco que realmente pudiera hacer para facilitarle esto. Ella suspiró una profunda, fuerte y emocional respiración mientras cruzaban el umbral, y lágrimas aparecieron en los bordes de sus parpados. Esto era duro. Sin importar la prorroga que le hubiese dado la noche anterior, hoy era una historia diferente. Ella tropezó lejos de él, y subió lentamente las escaleras de la segunda buhardilla del pequeño Cape Cod del que su madre había sido dueña. La propia mente de Truman tenía más recuerdos de este hogar de lo que Ember podía imaginar. Después de rescatarla del monstruo cuando tenía 10, él había encontrado difícil dejar su presencia por más de una hora. Imaginada cada una de las espantosas cosas que el monstruo podría haberle hecho, y temía por ella. Ella se convirtió en su hermana, a quien había fracasado tan miserablemente en proteger siglos atrás, y se preocupaba innecesariamente por su seguridad. Pero estuvo a salvo, y aun, él no podía alejar su miedo. Ella nunca supo que él estaba cerca, pero él la vigilaba. Su seguridad consumía su vida, y fue hasta hace solo unos meses que final y dolorosamente se había despellejado de su presencia, temeroso de perder su cordura si no se alejaba. Pero no fue lejos. Se encontró a sí mismo en la Ciudad de Nueva York por años, moviéndose una y otra vez entre Laconia y la ciudad.

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Este era un fácil, rápido viaje que lo mantenía lo suficientemente cerca pero le permitía sumergirse en una vida lejos de ella. Esto no salvó su cordura, y no fue hasta sus perpetuos 36 años de estar inmerso que tuvo que moverse a Boston. De nuevo, había elegido estar lo suficientemente cerca para mantener un ojo en ella, y ahora debía volver allí y decirle adiós una vez más. Él la siguió y la encontró en la cama de su madre. Estaba llorando, y su frío corazón se apretó al ver su pena. Se sentó a su lado y apretó su mano en la suya, y ella inclinó su cabeza hacia él. —¿Puedes hacerme olvidar esto? —Las lágrimas estaban cayendo ahora, y su voz lo enmudeció. —Esto no funciona así, Ember, sabes eso. Lo siento. —Su voz era reconfortante, pero sabía que ella difícilmente sería reconfortada. —¿Por qué no? Me has hecho olvidarme de ti. ¿Por qué no esto? —Sus palabras eran cerca de una acusación, pero no se sentía ofendido. —Nunca te he hecho olvidarme. Solo he sepultado y suprimido los recuerdos, y solo puedo hacerlo cuando los recuerdos están relacionados conmigo. Ella se levantó y se movió por el cuarto, y la mirada de él la siguió. Le dio espacio, aunque no era lo que quería, y cuando finalmente la siguió bajando las escaleras en el comedor, sus ojos estaban hinchados y sus mejillas manchadas con lágrimas. Ella colapsó en el sofá a su lado y le dejó ponerla en sus brazos. —Lo siento. —Su voz no era más que un susurro mientras acariciaba su espalda y la abrazaba fuerte. —No hiciste nada malo. Siento no poder arreglar esto para ti. —Sus palabras eran verdad. No podía hacer nada para aliviar su dolor, porque esto estaba golpeándola como la fuerza de la gravedad, y así debía ser. Ella se curaría algún día, pero hoy no sería ese día. Alejándola de su cuerpo y mirando su rostro, ella comentó: —Le habrías gustado a mi madre. —Lo hacía. Tuvimos muchas conversaciones sobre ti con el paso de los años, y ella era muy afectuosa conmigo. Ella te amaba más que a su propia vida. —¿También suprimías sus recuerdos? Ella ni siquiera necesitaba que le respondiera a su pregunta para saber, pero honró su necesidad de escuchar la respuesta. —Sí. Ember tragó duro sobre el bulto en su garganta antes de hablar de nuevo. —Por favor no tomes estos recuerdos de mí. Por favor, no quiero olvidarte de nuevo.

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—La ultima cosa que quiero es que me olvides o a la última noche, pero es más seguro para ti… —Pero no se lo diré a nadie. Lo juro, solo… —Duerme. —Eso fue un susurro que rompió el corazón de él, y los ojos de ella revolotearon cerrados, se odió a sí mismo. Era por su beneficio, pero no era lo que quería. No era lo que ella quería, y dolía. Él la subió a la cama y la recostó en la suave colcha, cubriéndola. No estaba listo para dejarla, pero tenía que hacerlo, y después de mirarla fijamente por casi 30 minutos, se jaló a si mismo de su lado con un beso final en su frente. Él la vería de nuevo, y ella lo conocería una vez más.

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La primera noche de clases siempre era intimidante. Tomando Civilizaciones Occidentales II en su último año porque estaba demasiado aterrorizada para tomarlo antes era humillante, pero ese es el predicamento de Ember. Era literalmente la única cosa que se interponía entre ella y su diploma. Después de que su madre falleció, Ember pasó cada semestre tomando una clase extra aquí y allá tratando de ponerse al día después de perder un semestre entero, pero cuando se retiró de Civilización Occidental II después de luchar con Civilización Occidental I, había renunciado a graduarse con su clase y decidió que una clase de verano de noche podría adaptarse a ella bien. No era como si Ember tuviera a alguien en la graduación de todas maneras. La idea de caminar a través de ese maldito gran escenario con ninguno de los presentes que se preocupaban por sus logros fue casi más difícil de digerir que graduarse con retraso debido a una malísima clase de artes liberales que debió haberla terminado en su primer año hace cuatro años. Su perspectiva de lo que era importante en la vida había cambiado un poco con la muerte de su madre, y de verdad podría importarle menos que haber recibido su diploma por correo al final del verano, pero con todo eso dicho, ella estaba nerviosa. Memorizar fechas no era el punto fuerte de Ember, no en lo más mínimo, y no tenía ningún interés en la historia en absoluto, ni siquiera en su propia historia con todos estos recuerdos, fue fácil para Ember desarrollar una actitud hastiada de que la historia era para ser dejada en el pasado. Tomó asiento en la primera fila, decidida como siempre estaba de ser una buena estudiante en la primera noche, y mientras otros se filtraban alrededor, sacó su libro del viejo, desgastado, bolso de cuero de su madre y lo abrió. No estaba leyendo en verdad pero eso le permitió ignorar a todos los demás. Sin duda sería la alumna más vieja en la clase, y no necesitaba el recordatorio de este hecho mirando a todos los jóvenes de primer año moverse con sus aun inexpertas y juveniles conductas y eufemismos desagradables. ¿De verdad había sido tan joven una vez también? Ember nunca se sintió joven, incluso cuando lo era; siempre se sintió mayor que sus compañeros, como si nunca aprendió a relajarse y disfrutar su juventud. Había sido feliz pero solo… diferente del resto. Cuando finalmente sacó sus ojos de su mirada muerta que no estaba registrando nada de lo que estaba en la página, miró alrededor. Clase pequeña. No había más de diez estudiantes, y una cantidad de alivio la inundó. Era verano después de todo y una clase de noche, así que no debería estar sorprendida, pero aun así, el alivio era palpable. Cuando la puerta se abrió por última vez antes de

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que empezara la clase, fue mientras el profesor entró. Su primera impresión causó una tormenta de humillación que tuvo a la mayoría de la clase aturdida en el silencio y solo algunas risitas en sus gilipolleces. Primero, Ember se atragantó con su chicle en una fuerte y horrible toz; segundo, golpeó su cuaderno de su escritorio; finalmente, después de coger su cuaderno, se puso de pie de parte inferior de su escritorio, golpeando la parte de atrás de su cabeza con un sonido que recuerda a un bate golpeando una pelota. Su cabeza dejó un dolor punzante hasta sus ojos, y mientras apretó la mano en la parte de atrás de su cráneo para asegurarse que su cerebro no se fugara, él se acercó, la verdadera causa de su repentina idiotez. Llegó a su hombro para sostenerla donde se encontraba. Colocó su otra mano en su mejilla y acarició su piel con la seguridad de alguien quién la ha tocado cada noche. Ember era una miedosa, había sido así desde el monstruo, pero su mano, muy extraña e inesperadamente, no causó ningún momento de pánico. Sus dedos eran fríos y reconfortantes y dejaron imágenes de su cuerpo encima de ella, empujándola y follándola. Esas imágenes no pertenecían a ella y sin embargo eran vividas y poderosas, muy reales. Se quedó mirando con la boca abierta a sus increíbles ojos. Eran de avellana, pero con manchas de verde e incluso azul. Sus ojos eran como nada que hubiera visto nunca, y ellos brillaban como si fuera mediodía y el sol estuviera reflejado en ellos. Su mirada la observó con seriedad, y la clase alrededor de ellos fue olvidada. Ember podía sentir el calor en sus mejillas ardiendo con fuerza, y su toque apenas ayudó a calmar el rubor. Sintió como si conociera su toque pero no podía ubicarlo. Era como si toda su persona estuviera sentada en la punta de su lengua. Cuando sus manos se retiraron de su cuerpo, fue con un estremecimiento de su frente. —¿Estas bien? —Sus palabras, cálidas y susurradas, sonaron seductoras y dejaron su cuerpo temblando con un recuerdo que ella no entendió. Su asentimiento con la cabeza fue lo mejor que pudo hacer bajo las circunstancias, y mientras sentía el escritorio detrás y retrocedió a su asiento, él la miraba con sus ojos brillantes. Inhaló una respiración profunda a su retiro como si quisiera inspirar su esencia y olerla de nuevo. Ella tenía que controlarse. —Bien. Empecemos. Soy Truman Solomon, y esto es Civilización Occidental II. Soy un reemplazo de último minuto para esta clase. Vivo y trabajo en Boston, y estoy quedándome aquí por el verano. Ahora es su oportunidad de interrogarme, así que si tienen preguntas, disparen. A su invitación, la mano de todas las mujeres en la sala, menos la de Ember por supuesto, se levantó. Pestañas batidas furiosamente, senos sobresalían, piernas cruzadas y no cruzadas, y cinco o seis cabezas de cabello se arrojaron alrededor. Ember se sentó silenciosamente mirando la escena entera suceder

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pero siguió muy avergonzada para hablar. El guapo profesor tomó todo con calma mientras respondió una pregunta tras otra. Ember absorbió todo pero siguió callada. Fue un profesor adjunto en Harvard, quién enseñó la mayoría de las clases de historia impartida en la noche. Era un comerciante de antigüedades y obras de arte por el día y compró y vendió algunas de las casas de subasta más grandes en la costa Este, incluyendo Sotheby’s, Christie’s, Doyle y Skinner. No estaba casado, y no, él no era gay, sí una de las chicas con suave cabello rizado en verdad tuvo el valor de preguntar. Ember levantó la mirada con frecuencia, incapaz de hecho de detenerse a sí misma de responder a su cálida y reconfortante voz que invadía su cabeza mientras ronroneaba sus respuestas a cada pregunta planteada. Cuando ella lo miraba, él la miraba de vuelta. Si su mirada no estaba ya en ella, la encontraba rápidamente y la mantenía con facilidad y comodidad. La suya naturalmente vacilaba cada vez, como si sus ojos estuvieran correteando fuera como un cachorro asustado. Él era hermoso. No había duda de eso, e imágenes de él haciendo cosas terriblemente traviesas a su cuerpo no dejaban de plagar su mente. Incluso cuando era su turno de presentarse a la clase, no podía detener las imágenes, de su propia boca disfrutando de su cuerpo, flotando por su cabeza mientras ella encontró sus ojos y obligó a su boca a hablar. Murmuró su propia introducción, y él se negó a quitar sus ojos de los de ella. Cuando se sentó, fue con una negativa absoluta a hablar, susurrar, levantar la mirada, o incluso respirar si ella podía evitarlo por el resto de la clase. Sus fantasías continuaron jugando mientras él revisaba el sílabo, y su cuerpo ardió con los pensamientos que estaban invadiendo su mente completamente. Se preguntó cómo era posible que su cerebro demasiado ingenuo pudiera crear tales escenas eróticas imaginarias, y para el momento en que él los liberó por la noche, ella estaba segura que había un pequeño charco en el asiento. Cuando se levantó para irse, lista para escapar de la intensidad de su presencia, la detuvo con su frío toque en su antebrazo. —¿Tienes un momento, Ember? —Él ya recordaba su nombre; su inusualmente atolondrado corazón se disparó. —Seguro. —Ella manejó las palabras esta vez. Mientras que el último de los estudiantes salieron fuera y la puerta se cerró detrás de ellos, él empezó su tortura vocal de nuevo que tenía a su cuerpo temblando de deseo. —Solo quería asegurarme de que tu cabeza estaba bien. Ese fue un gran golpe por el sonido. Ella trató una sonrisa casual, pero sonó más desquiciado que nada, y mientras su mano se movió a la protuberancia que se había formado, también lo hizo la mano de él. Sus dedos se entrelazaron con los de ella mientras sentía el

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mismo punto, y mientras sus dedos recorrían el nudo de moretones en la parte posterior de su cabeza, se quedó mirando su cuello, moviendo su mirado a sus labios mientras continuaba tocándola. Su respiración era rápida y nerviosa, y sus cuerpos estaban tan cerca que estaba casi tocándose. Quería tocarlo, quería probar su suave piel, y mientras ella seguía parada en frente de él, la humedad continuaba construyéndose. Cuando se las arregló para darle un vistazo, su mirada ya estaba en ella. Y cuando él finalmente sacó sus dedos de su cabeza, tomó sus dedos con los de él, permitiendo el agarre de sus dedos al último por un momento más largo de lo necesario. —Te acompañaré afuera. —Sus palabras eran tranquilas, y tragó más de un nudo en su garganta y miró a otro lado. Seguía siendo principios de verano todavía, y la noche era fría y fresca. Siempre mal vestida para la ocasión, Ember no había traído una chaqueta o incluso usaba mangas largas, y mientras él vio su ropa a medida que caminaban desde el edificio juntos, él comento: —Deberías haber vestido más cálida; es muy frío para mangas cortas. — La facilidad de sus palabras, como si la conociera lo suficiente bien para hacer esa opinión, dejó una calidez y confort en su alma. No había nada ofensivo sobre su cercanía, pero era extraño de un hombre al que acababa de conocer. Cuando llegaron a su viejo, destartalado Toyota, ella miró atrás por el camino que habían venido y podía haber jurado que él la había traído a este lugar, en lugar de al revés, pero cuando él le dio las buenas noches y giró al lado de ella después de una más sonrisa seductora, ella lo desestimó. Él se metió en un elegante Infinity SUV negro, y vio como peleaba ella con su carcacha por su arranque. Sus mejillas estaban sonrojadas por la vergüenza. No fue hasta que había salido de su lugar que él se puso a manejar y dejó el estacionamiento también. No hasta muchos bloques más tarde y después de que él giró a su lado de la calle que ella pronunció su propia evaluación de la noche para nadie excepto ella misma. —¿Qué demonios fue eso? —Llegando a casa, a su pequeño departamento, tiró su ropa en el cesto y se acostó desnuda en su cama con la imagen en su mente. Arrastró su mano sobre su forma y contorno, y cuando llegó a su calidez, estaba resbaladiza y sensitiva. Encontrar inspiración y fantasía no era problema esa noche, y mientras su mente le daba todas esas imágenes ella podía alimentar su excitación, sus dedos profundizaron y acariciaron hasta que estaba llorando su liberación en su vacía y solitaria habitación. Ella lo quería. La mujer por lo general frígida y cautelosa con su pasado dañino quería un hombre. Lástima que fuera perfección en carne viva. Truman había soñado hablar con ella de nuevo por los dos años que habían estado separados. Nunca habían estado separados de verdad, pero observarla

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desde una distancia y comprobándola no era estar juntos y ciertamente nunca se sintió que lo fuera. Él estaba más a gusto de lo que había estado desde que la dejó la última vez. Ella sufrió mucha más humillación de lo que él podía soportar ver, pero con su pequeña conmoción a un lado, él estaba en el cielo solo respirando el aroma de su cuerpo de nuevo. Pudo haber despejado su mente después de que los otros estudiantes se fueron, pero había sido forzado a suprimir sus memorias de nuevo. Él quería este verano con ella. Una vez a la semana, habría sido forzada a desearlo y emitir su sutil y embriagador aroma de desear y necesitar por el placer de él. Él habría sido forzado a desearla también, y la agonía de retener sus memorias lo habría torturado… pero sólo tenía que estar cerca. Deseaba desesperadamente que lo viera y lo reconociera. Esa era la única vez que estaba a gusto en su presencia. Tomaría cualquier contacto que él tendría de ella y estaría feliz de tenerlo, pero extrañaba ver su verdadero yo en sus ojos. Extrañaba no esconderse de ella. Extrañaba ser aceptado. No era nada más que una sombra cuando tenía que esconderse de ella. Había comprado una vieja casa restaurada en el barrio de West End hace años, cuando Ember se inscribió, pero entrando solo después de pasar la noche con ella se sintió más solitario que la última noche solo desde que la última vez que la había tenido. Él había pasado esos dos años separados como siempre pasaba el tiempo: merodeando por monstruos que estaban listos para deshacerse del mundo y consumiéndolos; enseñando, que extrañamente le trajo más satisfacción que cualquier otra distracción que solo mantenerlo de invadir su vida en la manera que él quería, y trataba. Antigüedades y arte era una vía fácil para cualquiera de su clase si se preocupaban lo suficiente para seguir la historia del mundo mientras evolucionaba alrededor de ellos a través de los siglos. Lo disfrutaba, era bueno en eso, y lo hizo un rico, rico vampiro, solo uno muy solitario. No había tenido una sola mujer en su cama desde que le hizo el amor a Ember, y más que eso, no había tenido a nadie más desde el momento en que ella primero intentó besarlo cuando no tenía más que diecisiete años. Su primer signo de interés en él fue todo lo que tomó para hacer bajar su guardia y permitirse sentir lo que realmente quería sentir por ella, la niña que él cuidó, creció en una mujer. Él sabía toda su historia de vida como si fuera la suya, y se sintió más cercano a ella que a otra persona en sus trescientos años de vida. La parte más dolorosa de esa ecuación era por supuesto el hecho de que no tenía conocimiento perceptible de él, y tristemente, su vida estaba a salvo de esta manera. Su clase valoraba su privacidad y su habilidad de funcionar en un mundo que podría desearlos muertos y demonizar a los que sabían la verdad. Los vampiros una vez habían aterrorizado y atormentado civilizaciones de personas, pero eso era un pasado oscuro mucho antes de su propio nacimiento. No había fin en destruir la inocencia y como muchas practicas antiguas, su

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propia necesidad de matar y saquear fue frenada por su necesidad de ser civilizados. Y así, nació la moral vampírica. No moral en el sentido de perfección por cualquier medio, sino moral en el sentido de que coexistir era mucho más fácil y más ventajoso que ser temido y demonizado como monstruos. Por lo tanto, tenían reglas que los gobernaban. Las reglas eran sencillas, y mientras que las consecuencias de romper una regla eran ordenadas por una región y no el mundo entero, casi todo consejo que gobernaba una región estuvo de acuerdo sobre las reglas mismas. El consejo que supervisó la región de la Costa Este de los Estados Unidos llevó a cabo duros castigos por romper las reglas, más que en otras regiones. Si una regla era rota en su región, el vampiro responsable probablemente sería destruido. Regla número uno: no mates inocentes; regla número dos: no conviertas humanos; regla número tres: no dejes que sepan de ti. Si un inocente era asesinado en el Este de los Estados Unidos, el vampiro sería destruido a cambio. Si una humano era convertido, el humano sería asesinado, y el vampiro probablemente se le uniría. Si un vampiro se dejaba ser visto, de nuevo ellos arriesgaban la vida del humano y la suya también. Aunque las reglas de la clase de vampiros protegían a los humanos, los vampiros como conjunto nunca escogerían humanos sobre su propia protección y confidencialísimo, y grandes esfuerzos serían tomados para proteger el secreto de su existencia. Las reglas en sí mismas fueron de hecho diseñadas para proteger el conocimiento de su existencia del mundo. La relación de Truman con Ember era inapropiada desde el principio, pero ¿cómo podía tirar de sí mismo lejos de la niña de diez años asustada que había conocido desnuda en un frío, sótano terrorífico en el día que se suponía iba a ser su muerte tortuosa? Él no podía vivir con sí mismo si ponía su vida en peligro, pero también tenía que estar cerca de ella. Y así, él la observó. La observó, desesperado por su toque, su aroma, su cuerpo que encajaba con el suyo perfectamente. Soñaba con ella y dejó que sus fantasías lo sostuvieran. Cuando escuchó del fallecimiento del que podría ser su profesor, fue en busca del puesto. No esperó para que sea publicado o que el puesto sea ofrecido a otro del personal de la facultad. Él se ofreció como un favor, dijo, pero el favor era solo para él. No había sido difícil. Ningún profesor se estaba mordiendo las uñas para ocupar una clase de noche durante el verano a último minuto, y estaban encantados de tener un profesor de Harvard. Lo que había hecho de verdad, sin embargo, fue inscribirse a sí mismo para más tortura de la que podía cómodamente manejar. Él reconoció su aroma al momento que caminó por la puerta. Fue la primera vez que se había permitido a si mismo acercarse lo suficiente a ella para experimentarlo. Cuando la excitación de ella creció a sus calculadas y bien ejecutadas miradas, tono, y toque, que tomó en el olor dulce y embriagador de ella. Incluso verla humillarse y casi golpearse

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a sí misma tenía a su corazón palpitando y corriendo en necesidad. Y cuando él se rindió a su deseo y puso sus manos en ella cuando estaban finalmente solos, fue con el mayor dolor y decidió que se mantendría a sí mismo de liberar su mente y dejarla verlo y qué podría darle antes de follarla en el escritorio. Él puede ser un hombre paciente, pero paciente o no, estaba hambriento por ella. Realmente estaba coqueteando con el desastre, pero él estaba enamorado del desastre. Ella lo conocería una vez más.

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Toparse con Ember unos días más tarde cuando estaba de compras en el supermercado no fue un error. Por supuesto que no. Truman no come, así que había pocas razones para que tenga una cesta llena de comestibles cuando dobló la esquina de un pasillo, convenientemente la dejó pasar justo hacia él. A medida que su cuerpo se encontró con el de él, alcanzó su hombro para estabilizarla mientras ella nerviosamente reía. Sintió una punzada instantánea de culpa por haberla engañado para verlo de nuevo, pero su culpa pronto se desvaneció cuando sonrió con su sonrisa dulce y tímida que hizo que su corazón muerto cobrara vida. Ella estaba usando holgados pantalones chándal de color azul marino y una camiseta gris, con el cabello largo de color marrón levantado en una coleta alta. Estaba tan casual como él jamás la había visto salir. Había guardado el anillo de la nariz todos estos largos años desde la primera vez que lo había conseguido, y fue un sutil toque de su fuerte espíritu de lucha. No llevaba maquillaje, y era obvio que salió de su apartamento, sin ninguna intención de ser vista por cualquiera que ella conocía. Se veía espectacular. Su piel se veía suave y limpia, y quería probarla, besarla. Sus ojos eran de color azul cristalino, y no llevaba perfume, lo que prefería en ella. Él era capaz de oler su piel y su olor personal sin la máscara de alguna fragancia diseñada. Podía hacer lo que quisiera con ella, él querría nada más que tirarla abajo desnuda y besar, lamer y saborear hasta el último centímetro de su cuerpo, pero mientras sostenía su hombro suavemente en su mano, solo sonrió a su sonrisa sutil. Ella inmediatamente se sonrojó, y cuando su mirada se alejó rápidamente de la suya, él habló. —Ember. Es bueno verte. Cómo está la cabeza. —Habían pasado solo unos días desde su primera clase, y estaba adivinando que ella todavía tenía algo de un nudo donde se había golpeado la cabeza. Cuando ella alcanzó la parte posterior de su cabeza sin darse cuenta, arrugó la cara y sacudió la cabeza con vergüenza. Era tan malditamente linda, y él sonrió mientras el rubor de sus mejillas se revigorizaba. —Sí... no sé cómo sucedió. Está bien... ¿Así que estás... umm... comprando... —Primero asintiendo con la cabeza y después sacudiendo la cabeza con nerviosismo y palabras no encontradas. —¿Comida? —Sus mejillas no se habían enfriado en lo más mínimo, se abanicó la cara y sopló un aliento exagerado. Él la hacía tan increíblemente

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incómoda y podía oler sus hormonas suprarrenales inundando su cuerpo mientras entraba en pánico. Quería calmarla, pero cuando su mano se encontró con su antebrazo para tranquilizarla suavemente, ella exhaló otra respiración calmante, y él escuchó mientras su corazón latía furiosamente. Demasiado para calmarla. Caminaron juntos a la caja registradora, y su corazón se desaceleró, y se relajó a su lado. Él observó hasta el último artículo que estaba sacando de su canasta, sintiendo excepcionalmente curiosidad. Hizo una pequeña charla cuando sus propios artículos fueron escaneados y embolsados, esto era por ninguna otra razón que para evitar que ella saliera. Salieron juntos, y mientras sostenía la puerta abierta para que ella pudiera cargar sus bolsas, la vio doblarse y encorvarse, disfrutando de la vista tanto que sus dientes dolían y apretó su ingle. Su trasero era increíble, e incluso en pantalones chándal holgados, él pudo ver claramente las redondas mejillas cuando ella se inclinó. Su cola de caballo se balanceó a un lado de su cabeza y mostró la línea de la parte de atrás de su cuello mientras se inclinaba. Imaginó su boca ahí, arrastrando su lengua sobre su piel mientras tiraba de sus pezones pequeños y apretados. Cuando se levantó y lo enfrentó, su mirada se movió abajo a sus pechos sin sujetador antes de que pudiera detenerlo. Sus pezones estaban duros y erectos bajo la tela de su camiseta, y cuando sus ojos se encontraron rápidamente con los de ella otra vez, lo miraba con los labios entreabiertos, y su excitación golpeó sus sentidos. Él estaba atormentándose a sí mismo, y sabía que no se detendría, no podía parar. No hasta que él la hubiera tenido de nuevo. No hasta que ella lo volviera a ver.

Su siguiente oportunidad de verla fue en clase, y cuando entró, ella estaba de nuevo sentada en la primera fila. Su cabello estaba recogido en una trenza floja por el costado de su pecho. Llevaba una falda de punto jersey de algodón larga, a medida, gris que caía hasta sus pies. Sus zapatos eran una sencillos zapatos de plataforma blancos, y la blusa era una camiseta marinera cuello en V con cremallera de algodón blanco con capucha. Ella hizo al algodón verse tan jodidamente sexy, y un latido sutil puesto en los dientes que él sabía que no iba a soltar hasta que estuvo lejos de él. Cuando Truman revisó el proyecto que había asignado, escuchó cuando su corazón se aceleró y el aroma de su adrenalina disparándose. Estaba aterrorizada, y eso lo entristeció, Pero por más margen como él puede tener sobre muchas cosas, el curso requiere un proyecto de investigación y presentación con el fin de mantener el plan de estudios en su lugar. Ella estaba mordisqueando su labio, y sus ojos estaban abiertos con preocupación. La

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asignación era bastante simple: elegir un tema relevante para la historia de EE.UU., investigarlo, y presentarlo. Él no estaba tratando de hacerlo difícil, y cuando les dio el resto del período de clase para desarrollar sus temas y reunirse con él para conseguir su aprobación y recomendaciones, todas las laptops salieron, y los estudiantes ocupados comenzaron a googlear hasta el último término de búsqueda que se les podría ocurrir. Mientras estudiante tras estudiante se acercaban, él se esforzaba por concentrarse en nada excepto ella. Ella estaba trabajando afanosamente en su portátil, repiqueteando repetidamente en las teclas. De vez en cuando, su frente se encogería, y a veces sus labios se fruncirían. Sus ojos se saltarían y luego ella sacudía la cabeza con fastidio. Después de verla por casi media hora, había decidido que ella tenía más expresiones faciales que cualquier persona que había conocido, y amó hasta la última. —Así que, ¿tienes planes para este viernes por la noche? He estado pensando que deberíamos salir y ver una película alguna vez. Podría ser divertido. —Era un estudiante de primer año llamado Josh quien hablaba con ella, y cuando levantó la vista de su computadora, sonrió nerviosamente. Tener que escuchar al chico preguntar a Ember salir delante de él era doloroso y dejó a Truman imaginar lo que sería desgarrar su garganta. En su lugar, se sentó tranquilamente, escuchando y sintiendo el nerviosismo del chico. Debería tener lastima de verdad, pero Truman no sentía ninguna compasión en absoluto. Cuando Ember respondió, con la mandíbula relajada, y sus dientes que se habían alargado dolorosamente ante las palabras de Josh liberaron al instante su presión y retrocedieron. —Oh, umm... lo siento. Creo que eres un poco demasiado joven para mí. — Truman rió en silencio ante la ironía de sus palabras, ¿cuántas veces había sentido lo mismo acerca de ella? Eso no le impidió desearla o tenerla para el caso. Cuando levantó la vista y lo atrapó estudiándola, fue Truman cuya mirada revoloteó lejos. Por lo general, el nerviosismo de Ember en torno a él asustaba su mirada de la suya, pero no en este día. Lo había atrapado una vez más observándola. Ella no podía no entender el calor de su mirada o el anhelo que emanaba de todo su ser. En el momento en que Josh se alejó, ella se puso de pie y se acercó a Truman con su computadora portátil en la mano. Su ingle estaba apretada y dura después de observarla durante la última media hora y el testimonio de rechazar a Josh, y cuando se sentó en la silla junto a su escritorio, su comportamiento por lo general bien controlado vaciló y le hizo sentir vulnerable. Ella mordió su labio en su propio nerviosismo, y vio como sus blancos dientes sujetaron ligeramente hacia abajo en el lado de su labio inferior. Su memoria era esplendida, y todavía podía recordar claramente la sensación de esos labios entre los suyos, el sabor de su lengua mientras exploraba su boca, y la increíble sensación de su boca tirando de su polla en su interior para

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saborearlo. Sus recuerdos no hicieron nada para liberar la tensión en su ingle o el dolor en sus dientes y mientras ella se desplazó a través de un sitio que había encontrado en los artesanos locales de la costa este de los últimos cien años, él vio otra apertura. —Soy dueño de un par de muebles de Samuel McIntire en mi colección personal. Uno de ellos está aquí donde vivo. Eres bienvenida a pasar por aquí y verlo alguna vez. Toma algunas fotos si lo deseas. Tengo algo de la documentación original que viene con él también. Podría ayudar si reduces tu enfoque a un artesano en particular... pero eso depende de ti. —Sus palabras sonaban casuales, pero su intención era desesperada. Él no tenía intención de hacerle nada si lograba llevarla a su casa, pero era otra excusa para mantenerla cerca. —Claro. Eso estaría bien... uhh... diver... err... digo bien... útil. Gracias. —Voy a estar alrededor el viernes por la tarde si estás disponible. —Él sabía que ella no iba a salir con Josh, y ella sabía que él había presenciado ese pequeño cambio. No fue una mera coincidencia que él preguntara por esa noche, y mientras miraba a sus ojos sus cejas subieron rápidamente mientras esperaba su respuesta, y ella sonrió con timidez, asintiendo. —Podemos ir en auto de aquí. Te encontraré en el estacionamiento a las ocho y media entonces. —Ella asintió de nuevo mientras permanecía de pie, y con una pequeña sonrisa final, ella se alejó de él y dejó sus sentidos desprovistos de su olor y presencia una vez más.

Ella se horrorizó ante la perspectiva de pasar tiempo a solas con este hombre, y al mismo tiempo, más emocionada de lo que ella había estado en mucho tiempo. Eso no era una cita por supuesto, pero nadie lo sabría viendo el cuidado y detalle que pone en vestirse y prepararse para la noche. No quería exagerarlo, pero también quería lucir bien. Se decidió por un vestido largo, sin mangas, ajustado de tirantes de algodón que abrazaba a su piel. Este caía a sus tobillos y era negro. Lo combinó con sus zapatos náuticos blancos y agarró una chaqueta de punto gris en el camino hacia la puerta. Estaba segura de que palidecía en comparación con lo que cualquier otra mujer se pondría en una situación así, pero era lo más que podía manejar con su presupuesto limitado. Cuando llegó al estacionamiento de la escuela, él estaba esperando en su SUV. Joder, él se veía bien. Llevaba vaqueros gastados y ligeramente descoloridos y una camisa perfectamente abotonada de lino blanco ajustada con los dos primeros botones desabrochados y las mangas arremangadas. Sus zapatos eran unos cálidos de color rojo oscuro de piel con un cuadrado en la

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punta del pie que se veían caros, y cuando ella salió de su auto directo a un charco de lodo que destruyó su propia plataforma blanca de los zapatos, ella sacudió la cabeza, exasperada, y él se rió entre dientes con diversión. Impresionante. El trayecto hasta su casa fue tranquilo, y miró sus manos en el volante para pasar el tiempo. Tenía los dedos largos y masculinos. Estaban limpias, y no llevaba ningún anillo, pero un reloj de aspecto bastante caro. Estuvo de repente plagada con imágenes de sus manos sobre su piel, masajeando y agarrándola, mientras su cuerpo se inundó con intenso deseo repentino y propagó humedad entre sus piernas, sus manos de repente apretaron su agarre en el volante. Lo miró, y sus ojos estaban sobre ella, su mandíbula estaba apretada y sus fosas nasales se dilataron mientras respiraba. Mirando rápidamente a sus ojos, y luego él regresó su mirada a la carretera. Su casa estaba en el Barrio Oeste, un barrio estiloso, ecléctico elegante. Era una casa rodante renovada, y cuando él abrió la puerta y la mantuvo abierta, ella podía oler el aroma de su casa. Olía limpia y acogedora, entró y miró alrededor. Estaba impecable, y era la mezcla perfecta de diseño histórico y el estilo contemporáneo. Vio el pequeño escritorio casi de inmediato. Había estado mirando las imágenes de los diseños de McIntire mientras estudiaba e investigaba su proyecto, y cuando se acercó, él la siguió. Estaba contra una pared en la sala de estar, y era hermoso. A medida que el profesor guapo habló, su cuerpo se calentó. —Cómo puedes ver, tiene los cajones delanteros inclinados por lo que McIntire es conocido y el rebordeo largo de los frentes también. —Ella no tenía idea lo que era rebordear, pero ciertamente le gustaba el sonido de eso rodando su lengua ronroneando, y mientras sus ojos se encontraron con un rubor de su piel, él sonrió con satisfacción. Era sutil, pero la dejó segura de que él sabía que su discurso la había afectado. Pasó sus dedos a través de la moldura, no, ella ni siquiera podía obligarse a llamarlo rebordear en su mente sin ruborizarse, y cuando pasó sus dedos sobre la madera en relieve, él la miraba. Quería abrir los cajones y profundizar en su espacio personal, pero no tenía que ser tan audaz e indiscreta. Él tiró del cajón superior abierto, y ella encontró que estaba lleno de libros viejos, antiguos por su aspecto. Él señaló la unión en los cajones, y después de cerrar el cajón, se agachó para señalar el detalle de las patas talladas, y ella se agachó a su lado, mirando su mano moverse a lo largo del suave acabado de la madera. Cuando se puso de pie, sin darse cuenta pisó sobre el borde de su falda larga y cayó hacia delante contra él mientras se levantaba. La cogió con dos rápidas manos que agarraron los lados de su cintura y mientras las manos de él se mantuvieron, el cuerpo de ella enrojecía de deseo, sus labios se separaron y un grito ahogado se le escapó. —¿Quieres una copa de vino?

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Él continuó tocando su cuerpo mientras hablaba, y ella continuó permitiendo su toque sin dudarlo. Asintió sin hablar, y mientras sus manos finalmente la dejaron, tomó una respiración profunda y constante. Siguiéndolo a la cocina, admiraba su cuerpo. Su culo se veía increíble en vaqueros, y si bien no eran jeans ajustados, ellos quedaban bien, y ella podía ver lo perfectamente moldeada que su parte inferior estaba debajo de los gastados y descoloridos estilo corte de bota que llevaba. Sus hombros tenían un ancho fuerte, y la piel de la parte posterior de su cuello era suave y sin vello. Él jaló un sacacorchos de un cajón, una copa de vino de un armario, y se dedicó a abrir la única botella de vino en el mostrador, la única botella de cualquier cosa en sus mostradores para el caso. Era un Chianti, su varietal favorito y mientras miraba alrededor de la cocina en las encimeras de granito vacías, notó que apenas se veía vivido. Él le sirvió una copa pero no sirvió una para sí mismo, y cuando su frente se frunció en la perspectiva de beber sola, él la tranquilizó. —No tengo sed por el momento. Por favor, sigue adelante. Ella levantó la copa a los labios cuando el rico sabor suave golpeó su lengua, y momentos después, el calor inundó su estómago antes de que un hormigueo saliera de su cuerpo. Gracias Dios por un buen vaso de vino. Tal vez le impediría cualquier comportamiento más idiota. Desafortunadamente, Ember descubrió muy pronto que no le impediría tocar accidentalmente el cristal, derramando su contenido, y rompiéndolo en pedazos. Tampoco le impidió cortarse la palma sobre las piezas destrozadas cuando ella apresuradamente agarró el lío que acababa de hacer. En un instante, él estaba a su lado, tirando de ella hacia el fregadero mientras ella se disculpó. Ignoró sus disculpas y sostuvo su mano bajo el chorro de agua fría cuando la sangre se lavaba lejos de su piel. Ella estaba mortificada, pero mirando a sus ojos, vio que estaba sonriéndole. —Lo siento mucho. No era mi intención... —Está bien. Tal vez si tú pudieras relajarte alrededor de mí, no serías tan predispuesta a tropezar con tu falda, o romper copas de vino, o incluso... romper tu cráneo abierto… —Sus palabras eran provocativas. Él conocía muy bien su torpe idiotez a su alrededor, incluso en la primera noche de la clase cuando ella lo vio, se debía por entero a su respuesta a él. Y estaba haciendo un maldito buen trabajo de recordarle eso. Él todavía estaba sosteniendo su mano bajo el agua, y su cuerpo estaba cerca del suyo. Él parecía no preocuparse por el espacio personal de ella más que por el suyo, y por el momento ella no lo hizo tampoco. Sus dedos se movieron a la cicatriz que corría alrededor de su muñeca, y cuando contuvo el aliento, él tocó y acarició el tejido cicatrizado anudado dejado por la restricciones de la cuerda de hace tantos años. Pero él no le preguntó alguna de las preguntas indiscretas e inapropiadas que muchos tenían en su vida.

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En su lugar, solo tocó y acarició sus dedos fríos a lo largo de su piel como el agua en cascada sobre sus manos. Su cuerpo ansiaba su toque, y su mano sobre la suya era apenas suficiente. Cuando él cerró el agua y agarró una toalla de papel para secar su mano, su cuerpo continuaba vibrando con necesidad. Sostuvo la toalla de papel apretada a su piel, aplicando presión al pequeño corte, y mientras continuaba compartiendo su espacio, su mirada sostuvo la de ella. Parecía como si quisiera besarla. Ella podía decir por la mirada en sus ojos y la lengua que pasaba sutilmente sobre su labio inferior, y mientras no podía concebir por qué, ella dio la bienvenida a su deseo. Pero no la besó. Él solo miraba, estudiando su expresión. Él se movió de su lado para encontrar un vendaje, y cuando salió de la habitación, ella husmeó. Abrió un armario y encontró un juego de fuentes y platos. Otra tenía una repisa llena de vasos, pero cuando miró más allá, ella encontró poco más. No había comida en los armarios, y cuando abrió la puerta del refrigerador, lo encontró frío pero vacío, completamente vacío. Cuando regresó a la habitación y captó su fisgoneo, cerró la puerta del refrigerador y dio un paso atrás al fregadero, su mirada alejándose de él en vergüenza. —No uso mucho la cocina. —Él no ofreció otra explicación por la cocina vacía extraña, y cuando el vendaje fue puesto, comentó además—. ¿Te gustaría romper algo más? ¿O tal vez te gustaría tener una caída por mi escalera? —Él se estaba burlando de ella con una sonrisa pícara en su hermosa boca, y mientras ella reía en silencio como respuesta, negó con la cabeza. —Probablemente debería ponerme en marcha. —Esa era la última cosa que en realidad quería hacer, pero él asintió con la cabeza y la llevó de vuelta a la puerta y salió a la noche.

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A la semana siguiente en clase, él estaba listo para verla de nuevo. Por el contrario, ella se veía nerviosa. Cuando alzó la vista a él entrar, él le sonrió suavemente, y sus mejillas se sonrojaron. Dio una introducción, y la miraba a los ojos de vez en cuando. Cuando finalmente se sentó y dio a los estudiantes tiempo para trabajar en sus presentaciones, se estableció para estudiarla. Ella lo quería sin saber quién era él para ella tanto como ella lo quería cuando comprendió el lugar de él en su vida, y fue una experiencia embriagadora comprendiendo que su necesidad existía sin tener en cuenta su larga historia juntos. Simplemente lo ansiaba, y él entendía ese deseo muy bien. Cuando despidió la clase y ella se puso de pie para irse, él comentó cuando caminaba junto a su escritorio, —¿Cómo está la mano? —Está bien. Gracias. —Sabía que estaba bien por el simple hecho de que no podía oler su sangre sobre su piel, pero quería hablar con ella. Cuando pasó mas allá de él con una mirada tímida en sus ojos, sonrió y luego disfrutó de su excitación mientras su cuerpo respondía. Y cuando él finalmente regresó a su casa, se sentó en su cama, acariciando la dura longitud de su erección, que estaba tan lista para ella que era casi insoportable. Le acarició y recordó la noche en que habían hecho el amor. Él recordó su desnudez, recordó la sensación de su piel, el sabor de su humedad, la sensación de sus labios tirando de su polla dentro de su boca, y la emoción absoluta de empujar su rígida longitud en su sexo caliente mientras su cuerpo se apretó alrededor de su erección.

clase.

Las siguientes semanas pasaron, y él continuó viéndola sólo durante la

No quería que su acoso se volviera demasiado evidente, pero continuó jugando cada semana durante su tiempo juntos —mirándola y dejándola atraparlo con sus ojos fijos en los de ella, hablando en la voz que él sabía tendía a provocar excitación en la mayoría de las mujeres y muy especialmente a su mujer. Él continuó invadiendo su espacio personal, y ella continuó permitiéndolo, y cuando se reunían cada semana durante el tiempo que él había puesto a un lado para estar al tanto de los proyectos de los estudiantes, sus dedos a menudo encontraron los de ella en el cojín del ratón de su ordenador

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portátil , y él nunca se apartaba. Ella no se apartaba de él tampoco, y cuando siquiera escuchaba su corazón latir en su pecho, su pene se endurecería y sus dientes le dolían. Él estaba en el cielo. En la noche de las presentaciones, un poco más de la mitad del período de verano, él llegó temprano. Cuando ella entró, él podía sentir su terror inmediatamente. Ella siempre había hecho preguntas. Siempre. Pero su nerviosismo alrededor de él estaba sosteniendo su lengua mucho más silencioso de lo que a él le gustaba, y ella estaba petrificada esta noche. Casi deseó poder alejarse de la habitación para que estuviera más a gusto. Irónicamente, él era la razón de todo su miedo, y casi se despreciaba a sí mismo por eso. Quería su excitación, pero ciertamente no la quería nerviosa a su alrededor todo el tiempo. Cuando pronunció su nombre primero, fue para permitirle que consiguiera quitarse de encima su presentación y relajarse por la noche, y cuando ella se levantó, él tomó el asiento junto al de ella, sabiendo que le estaría permitido sentarse a su lado por el resto de la noche sin causar ninguna sospecha para el resto de la habitación. Ella podía sospechar de sus intenciones, y él pensó que probablemente lo haría, pero no ocultaba su atracción por ella, aunque luchaba por creer que era posible. Eso era simplemente una manifestación de su propia inseguridad. Era hermosa, y no tenía ninguna dificultad para desearla. Pero en verdad, la atracción era el menor de sus sentimientos. Él la amaba, y sabía que sus verdaderos sentimientos hacia él, los enterrados profundamente en su mente, eran bastante intensos también. Cuando ella tomó su lugar e inició su presentación de PowerPoint, se volvió tan nervioso como ella. Quería que lo hiciera bien, y sabía que tenía una buena presentación, pero también sabía que su nerviosismo sólo podría obtener lo mejor de ella. Cuando habló, su voz era temblorosa y tranquila, y él tuvo que pedirle que hablara alto. Lo miró con desesperación, y él le dio un guiño sutil, completamente inapropiado. Sus labios se curvaron ligeramente a eso, y él la animó aún más. —Adelante. Lo estás haciendo bien. Confusa mientras él observaba. Su voz nunca dejó de temblar, perdió su posición una o dos veces, y él la observaba con dolor cuando tragaba duro sobre bulto tras bulto que apareció en su garganta. Cuando tartamudeó mientras avanzaba demasiado rápido a través de sus diapositivas y luego entró en pánico y no podía recordar cómo regresar a las anteriores, él tuvo que apretar los puños fuerte para no saltar y correr con ella. Ella estaba en el infierno, y él odiaba eso, pero una vez que finalmente terminó y exhaló un profundo suspiro, él le sonrió y le dio las gracias por ir primero. Con todo, no tenía ninguna razón para darle una mala calificación. Él no calificaba los nervios, y el contenido era bueno. Ella era inteligente, lo había sido siempre, y su enfoque había sido completo. Cuando se sentó a su lado, aún podía oír su corazón latiendo, pero cuando el siguiente estudiante se preparó a sí

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mismo para su propia presentación, él escuchó como su ritmo cardíaco descendió y finalmente volvió a la normalidad, o tan normal como su corazón alguna vez latió cuando estaba en su presencia. Se sentaron uno junto al otro por el resto de la clase cuando un estudiante tras otro tomó su turno. Ni uno estaba tan nervioso como Ember, y pasó todo el tiempo con ganas de llegar a ella, para sostener su mano, acariciar su piel y calmar sus nervios. Pero él mantuvo las manos para sí mismo y sólo permitió a su pantorrilla tocar la de ella, sabiendo que parecería involuntario; ciertamente no lo era, pero ella no se apartó. Una vez que la clase terminó, él estaba nuevamente excitado y desesperado por ella, y una vez más volvió a su casa solo y sufrió sin ella.

—Hola. Mirando hacia arriba desde su trapo sobre la mesa, se quedó quieta en reconocimiento. El Profesor Solomon. Él era igual de hermoso hoy como lo fue en su primera noche de clase. Y allí estaba ella, sin ningún maquillaje y el cabello sujeto en una coleta, sosteniendo un trapo sucio. Era patética en su presencia, y después de su actuación de la noche anterior, se sentía ridícula. —Oh. Hola. Profesor Solomon. Umm, ¿cómo está? —Por favor llámeme Truman. Estoy bien, ¿y tú? —Sus ojos ardieron y centellearon en su hermosa sombra de verde avellana, y como ella sostuvo su mirada, sus rodillas debilitadas y el calor y el deseo inundó su cuerpo. En ese mismo momento, su mandíbula se apretó, y él inhaló un aliento profundo y sensual que dejó sus ojos revoloteando por medio segundo antes de encontrar los suyos otra vez, y una leve sonrisa de satisfacción pasó por sus labios. —Estoy bien. Gracias. —Su voz temblaba mientras hablaba, y por más que lo intentaba, ella no podía detener el flujo de humedad empapando su ropa interior. —No te he preguntado esto antes, pero tengo curiosidad, eres una estudiante de último año tomando una clase de artes liberales. Parece inusual. —Uh... bueno, tuve problemas con las civilizaciones occidentales, así que yo sólo pospuse tomar la segunda mitad de ella. —Lo sé. Aparentemente tú te has retirado de este curso ya dos veces antes de ahora. Tus registros indican que eres una gran estudiante, así que ¿qué hay sobre la Civilización Occidental, me pregunto, eso tan en desacuerdo contigo? Quiero decir, aparte de tu terrible pánico escénico, hiciste un gran trabajo en tu

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presentación. —Sus ojos aún ardían, su expresión seguía siendo intensa, y sus fosas nasales se dilataron mientras él inhalaba profundamente. —Oh... no lo sé. Supongo que la historia no es mi tema. El profesor que enseña Civilización Occidental, y quien yo pensaba que iba a estar enseñando esta sección, es un viejo cascarrabias que nunca me ha gustado mucho. —Ember sintió el calor de su sonrojo subiendo a sus mejillas ante sus palabras descontroladas. Estaba nerviosa hablando con él, pero reconoció que sonaba más a sí misma decir lo que pensaba. Esta era su boca-sin límites que no podía ser detenida cuando probablemente debería, y ante sus palabras, él sonrió. Al parecer no le importaba demasiado que ella estuviera diciendo tonterías. —Ah, sí. El buen profesor murió una semana antes de que comenzara el período de verano. Es por eso que estoy aquí, tomando el lugar de la sesión de verano hasta que puedan contratar un reemplazo a tiempo completo. —La boca de Ember se abrió en la mortificación, y el profesor Solomon se rió entre dientes ante su respuesta. —Oh, Dios... No sabía... Lo siento. —No lo sientas. Él no era mi pariente, y supongo que si lo llamas cascarrabias, él probablemente era exactamente eso. —Así que, ¿cómo es que vino a ocupar el cargo? Quiero decir, usted es un profesor de Harvard, en el departamento de historia, y esto es sólo, ya sabe, Portland. —Bueno, a mí me gusta Portland, y pasó mucho tiempo aquí. Parecía un lugar tan bueno como cualquier otro para pasar mi verano. —¿Tiene familia aquí? —No. —Entonces, ¿por qué pasa mucho tiempo aquí? Quiero decir tiene una casa aquí. Sólo parece extraño para un hombre sin familia en la ciudad. —Ella estaba en esa etapa incesante molesta de su interrogatorio, pero después de haber conseguido pasar del terror de la noche anterior, estaba mucho más calmada de repente de lo que había estado recientemente y cuando comenzó a hacer preguntas, no podía parar hasta que su mente estaba una vez más a gusto. Siempre había anhelado conocer cualquier cosa y todo lo que posiblemente podría saber acerca de las cosas que a menudo no eran de su incumbencia, tales como por qué este completo extraño pasaba su tiempo en Portland. Pero mientras él sonreía, no había ni rastro de molestia. —Es un gran lugar para ver gente. ¿No te parece? —Umm. Claro. Supongo. Yo... eh... mejor me voy. Mi turno termina en quince, y tengo que terminar algunas cosas antes de poder salir de aquí. —En verdad, ella podría haberle hecho un sinfín de preguntas, pero estaba tratando de detenerse a sí misma antes de que molestara el infierno fuera de él. Él tenía que aguantar con ella durante el resto del período, y por mucho que parecía

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disfrutar de estar cerca suyo, ella preferiría ocultar su locura en este momento, si fuera posible. Cuando giró de su mesa, captó la vista desde la ventana grande, y su rostro se ensombreció al ver que la lluvia seguía golpeando había estado yendo desde ligera llovizna hasta un diluvio sin cuartel toda la mañana. Va a ser un infierno de paseo a casa en esto. El profesor guapo siguió mirándola con interés. —¿Condujiste, supongo? —Oh. No, yo sólo vivo a pocas cuadras de aquí. Yo... caminé... —Ella regresó la mirada hacia el aguacero. —¿Por qué no me dejas llevarte a casa? —Eso no es necesario. Estoy segura de que se quitará. —Y si no lo hace, ¿un aventón? —Él la miró fijamente, esperando su respuesta. —Claro. Sí. Gracias. —Ember agitó una mano tímida al hombre hermoso y se volvió para regresar a la cocina. Tenía que dejar de llover. Ember no estaba del todo segura de poder manejar paseos en el auto de este hombre a solas de nuevo. Él le hacía agua la boca, y mientras se alejaba, esas imágenes que habían estado molestándola todo el semestre estaban una vez más enfrente de su mente. De repente no podía sacudirse la imagen teniendo sexo con él. Es extraño que este tipo de imágenes gráficas pudieran venir a la mente cuando ella ni siquiera había experimentado algo así. Sin embargo, su mente era vivida con imágenes de él. Ella pudo ver su cuerpo, cada centímetro de el hasta el tamaño y ancho de su increíble polla. Podía verlo empujando y empujando dentro de ella. Podía sentir la avalancha de un orgasmo tomándola, y pudo ver el propio rostro de él mientras se liberaba dentro de su cuerpo. Estas imágenes no pertenecían a ella, de eso estaba segura, pero mientras rodeaba el mostrador y miró de nuevo a él, ella vibró y siguió su camino con necesidad; necesidad muy reconocible. Cuando él la atrapó mirándolo, le dio una cálida sonrisa que se sentía seductora y la inundó de deseo de nuevo. Sus ojos se alejaron precipitadamente de los suyos en vergüenza, pero cuando miró hacia atrás él estaba inhalando profundamente otra vez con los labios entreabiertos. Dos dientes brillaron a la luz de la habitación y atraparon su atención, pero cuando se encontró con sus ojos, sus labios cerrados y la mandíbula apretada. Debe haber sido sólo la luz reflejando sus dientes blancos y perfectos. Ember se retiró a la cocina por el resto de su turno, y cuando volvió al mostrador en su salida, descubrió que él se había ido. Sintió alivio en un momento y luego pavor en el siguiente como la pared de agua fuera era todo lo que se podía ver. Ember no había traído un paraguas esa mañana y mientras

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agarraba un periódico del mostrador, ella salió corriendo por la puerta a la espera de la ducha. Antes de que incluso se las arreglara para salir de debajo del alero, él estaba allí con un paraguas en la mano, esperando a que se uniera a él. Él pasó un brazo alrededor de ella cuando la atrajo hacia si y hacia el aguacero. Sólo tenían tres metros o menos para ir a acercarse a su SUV esperando en la acera, y cuando abrió la puerta del pasajero para ella, él mantuvo el paraguas sobre su cuerpo todo el tiempo. Ella se hundió en el interior cálido de cuero e inhaló el olor de su espacio personal mientras él rodeó el auto hacia el lado del conductor. Recordó la noche en que la había conducido a su casa, y el olor de su auto le recordaba a su intenso anhelo y atracción de esa noche. Cuando él subió a su lado, tiró el paraguas en el suelo detrás de su asiento y la miró. Ella estaba notablemente seca, aunque él no había tenido tanta suerte, ¿o ella había tenido suerte? Se veía increíble con gotas de agua en el cabello y mostrándose en las solapas de su chaqueta, tanto así que casi no podía apartar la mirada de él mientras su cuerpo la traicionó una vez más. De repente estaba mucho más femenina de lo que recordaba alguna vez en su vida, y cuando la miró, él suspiró. Ella no entendía nada de las respuestas de este hombre, pero se excitaba con cada momento en su presencia. Se desplazó de la acera y en el tráfico, y ella pasó este tiempo recordando la sensación de su pierna contra la suya la noche anterior. Él no se había alejado, y aunque ella sabía que no fue deliberado, no podía totalmente adivinar por qué él no se retiró. Hubo momentos en que él parecía estar estudiándola. Su guiño cuando ella estaba luchando su terror la noche anterior dejó su cuerpo vibrando con calidez pero confundido. Sus ojos la miraron con frecuencia seductoramente, y ella lo vio interactuar con otras estudiantes mujeres sin ningún atisbo de esa misma mirada o la misma cercanía de su cuerpo. Él nunca las tocó, sin embargo inocentemente mientras la tocaba, y ciertamente nunca había guiñado un ojo a otra de ellas. Ella sintió que él la anhelaba tanto como lo anhelaba ella y, sin embargo, era imposible. Mientras ella los guió las pocas cuadras a su apartamento, él estaba callado. Cuando llegaron, no había lugares de estacionamiento, y su esfuerzo perdió su objetivo. Terminaron estacionados a más de una cuadra de distancia, y mientras él tomaba el paraguas y rodeó el auto antes de que ella pudiera asegurarle que no necesitaba caminar con ella, su corazón comenzó a golpear de nuevo. Él una vez más jaló su cuerpo cerca, y corrieron a la puerta de su edificio de apartamentos. Su edificio era uno antiguo de piedra rojiza, y el estrecho vestíbulo terminó siendo un cuello de botella mientras él sostenía la puerta abierta. Justo en ese momento, otra pareja, sin prestar atención a nadie más que entre sí, abrió la puerta interior, y cuando Truman empujó su cuerpo contra la pared dentro del estrecho espacio del vestíbulo para evitar que la otra pareja se ladeara contra ella, se quedó sin aliento. Podía sentir toda la longitud de su erección rígida contra su estómago. Su respiración se sacudió y se estremeció en

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su conmoción, y él la estudió. La otra pareja pasó apretándolos, pero él se mantuvo firme contra su cuerpo. Ella se sonrojó con inapropiada excitación, y cuando él sostuvo su mirada y empujó contra su cuerpo, él habló. —Pregúntame. Por favor. —Su voz era cálida y ronroneante, pero necesitada y tan desesperada como ella se sentía. Ella asintió con la cabeza antes de que finalmente encontrara su voz y dijera con voz ronca las palabras. —¿Vas a... subir? Él la siguió en silencio, y su corazón seguía latiendo lejano. Mientras ella alcanzó la perilla de la puerta con su llave en la mano, sus manos se movieron sobre sus hombros, sujetándola. Cuando él bajó su boca a su cuello mientras ella ladeó la cabeza y su cabello cayó hacia un lado, sus labios la acariciaban. Él gimió cuando le tocó la piel con su boca y succionó un ligero beso en el cuello. Cuando su lengua se arrastró arriba hasta su oreja, moviendo el lóbulo, su voz ronroneó a ella. —Ember. —Le temblaban las manos, y conseguir la llave en la cerradura era de repente la cosa más difícil que jamás había hecho. Él arrastró las manos por sus brazos y fuera para ayudar a sus dedos, y cuando él tomó la llave, él la deslizó en la cerradura con un suave clic y la empujó adentro con su cuerpo mientras él abría la puerta. Cuando se giró para enfrentarlo, él atacó su boca con los labios y forzó la lengua entre sus labios mientras él los empujó atrás hacia su dormitorio. Ella lo detuvo en el cuarto de baño y agarró la caja sin abrir de condones que habían pasado los últimos dos años bajo el lavabo del baño. Él sonrió mientras sus mejillas ardían con calor, y la levantó con facilidad a horcajadas sobre sus caderas, antes de continuar a su dormitorio. La depositó suavemente en la cama mientras ella lo miró a sus hermosos ojos. Él empujó su ingle con dureza en la de ella, moliendo su pelvis contra el calor y la humedad que se reunía allí. No dejó ninguna duda que él le quería mientras su dura longitud empujaba contra su sexo. Cuando Ember alcanzó el botón de sus pantalones, él no la detuvo. Observó y esperó, y cuando ella empezó desabrochando el botón, se levantó hasta arrodillarse entre sus piernas. Ella se sentó mientras bajaba la cremallera, y cuando su longitud tensó contra la tela de su ropa interior a través de la cremallera abierta, ella le levantó la camisa para exponer su estómago y apoyó la boca en el espacio debajo de su ombligo. Su piel estaba fría y calmaba sus labios mientras ella los rozaba contra su piel. Mientras besaba, ella tiró los pantalones abajo a lo largo de sus caderas y movió sus manos alrededor para agarrar las apretadas mejillas redondas de su parte inferior. Su cuerpo era duro con los músculos bien definidos, y mientras lo acariciaba, suspiró y gimió por encima de ella. Ember movió su boca a su cadera mientras ella bajó su ropa interior. Estaba nerviosa, pero estaba tan lista para este hombre después de semanas de

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deseo y necesidad de que ella la hizo a un lado con facilidad. Cuando expuso su hueso de la cadera sobresaliendo ligeramente, besó a su alrededor y pasó la yema de su pulgar sobre el hueso sobresaliente sutilmente. Jaló la ropa interior más abajo, y mientras lo hacía, ella levantó la vista a sus ojos. Ellos estaban viéndola, y captó el rápido destello de dos dientes mientras él cerraba la boca. Ella se estremeció en confusión de lo que le pareció ver, pero él se agachó a su mejilla, acariciando ligeramente, y su confusión fue arrastrada junto con su nerviosismo. Ella tiró de la cintura de su ropa interior hacia afuera y abajo, exponiendo su grueso, largo duro, y mientras tomaba su increíble longitud y anchura, ella jadeó. Él se veía exactamente como lo imaginó en su mente y la dejó segura de que conocía su cuerpo, pero por supuesto ella no lo conocía. Su corazón aún tenía que dejar de martillar, y mientras sus dedos hicieron el primer contacto con su eje, él gruñó fuerte y gimió. Él era increíble. Trazó los dedos sobre su piel mientras su polla se flexionó y movió. Trazó cada línea y vena antes de bajar su boca para saborearlo. Estaba aterrorizada de lo que estaba haciendo, pero cuando sus labios tocaron su carne, volvió a poner fácilmente su miedo a un lado y chupó. Jaló tanto de él entre sus labios como pudo antes de retroceder. Él tomó sus mejillas con ambas manos, y mientras sostenía su cabeza firme, él jaló y empujó dentro de ella. La mayoría de las mujeres les resultaría eso ofensivo, pero ella amaba su fuerza posesiva. Sus movimientos fueron muy controlados, aunque sus ojos parecían cualquier cosa menos eso, y cuando él le pidió que se tumbara en la cama, él siguió su cuerpo y empujo en su boca esperando una vez más. Salió de su boca completamente después de unos cuantos golpes, y después de verla por un excesivamente largo tiempo cuando su polla descansaba contra su mejilla, él la guió de nuevo a sus labios con mano firme, y ella lamió la cabeza, metiendo su lengua en la hendidura que sabía a hierro y salinidad. Él gimió de nuevo antes de sumergirse de nuevo entre sus labios y empujando poco profundos y suaves golpes. Miró sus ojos mientras su amplitud llenó su boca y distendió sus labios, y cuando ella pensó que podría estar llegando a punto de perder el control, él jaló rápidamente de ella y se movió de nuevo abajo por su cuerpo, empujando su cuerpo entre sus piernas. Podía sentir su eje, mojado con su saliva, ceñido contra su pantalón, y cuando él se inclinó a sus labios y la besó, él molió en su pelvis de nuevo. Ella quería salir de su ropa desesperadamente, y cuando su pelvis subió a encontrarse con la suya, él captó la indirecta. Él se incorporó de rodillas entre sus piernas, bajó la cremallera de sus pantalones, y desabrochó el botón. Movió su pierna derecha por encima de su otra cadera por lo tanto sus piernas estaban a un lado de su cuerpo, y mientras él rodaba su cuerpo a su lado con una fuerte mano en su cadera, se inclinó abajo a su lado donde él estaba empujando su blusa y besó, lamió, y trazó caminos con su lengua sobre su piel.

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Terminó de rodar completamente sobre su estómago mientras lentamente bajó sus pantalones y ropa interior por su cuerpo. Expuso su trasero hacia él y arrastró una mano abajo sobre sus nalgas antes de que quitara sus pantalones de su cuerpo y los arrojara al suelo. Los pantalones de él estaban aún alrededor de sus caderas, y mientras permanecía de pie junto a la cama, fueron cayendo los pantalones al suelo. Ella miró con la cabeza apoyada en sus brazos, y esperó por más contacto. Él la miró seductoramente antes de tomar su lugar para abrazar su cuerpo desde atrás. Se sentó a horcajadas, sus muslos justo debajo de su trasero, y la longitud total de la parte superior de su cuerpo estaba en contra de la parte de atrás de ella, y su pene estaba apoyado entre las mejillas de su trasero. Él movió su blusa hacia arriba y sobre su cabeza antes de que su boca bajara a la prominencia vertebral en la base de su cuello. Besó, chupó, y dejó que su lengua permaneciera y vagara sobre su piel. Cuando movió su cuerpo abajo a lo largo del de ella, su polla perdía su propio camino mientras se movía, y él besó cada onza de piel mientras descendía a lo largo de su cuerpo. En su parte inferior, estrujó, estrechó y apretó la redondez, antes de que sus labios una vez más besaran y lamieran. Su pulgar se adentró entre sus mejillas mientras agarraba una mejilla dura y expuso su entrada más cerrada y privada. Sopló suavemente sobre su piel allí, y le hizo sentir un cosquilleo increíblemente erótico que inervaba su cuerpo entero y pidió más de este toque. Él aparentemente tenía otras cosas en mente, y mientras él se ponía de rodillas, para ayudarla a darse la vuelta nuevamente sobre su espalda antes de que él bajara su parte inferior para sentarse ligeramente en la parte superior de sus muslos justo por debajo de su sexo. Ella estaba atrapada por su peso, pero ella no tenía miedo en lo más mínimo. Él arrastró las manos por sus caderas a su estómago y masajeó su vientre mientras ella observaba. Una de sus manos abandono su estómago, y se movió a su polla, donde él acarició la longitud, rodeo la cabeza, y luego acarició de nuevo hacia abajo. Se tocó a sí mismo, y él la vio observándolo. Se inclinó hacia ella, y cuando besó sus labios una vez más, gimió suavemente mientras él hundía la lengua en su boca. Cada centímetro de piel en su cuerpo clamaba por su toque, y cuando él libero sus labios, habló mientras la estudiaba. —Estás a salvo conmigo, Ember. —Ella no tenía ninguna razón para creerle, pero lo hizo. —Dios mío, te he querido durante tanto tiempo. —Una vez más, ella no tenía ninguna razón para creer que esto era posible, pero ella le creía. Cuando él movió el cuerpo abajo a lo largo de su parte frontal, se detuvo y atormentó sus pezones mientras soplaba suavemente sobre su piel de nuevo, los sacudió con la lengua, y luego lamió cada onza de carne fuera de sus pezones. Los dejó pidiendo más, pero mientras besaba el camino hasta su vientre, sus pezones fueron olvidados y su clítoris comenzó a suplicar. No le llevó mucho tiempo para separar sus húmedos, resbaladizos pliegues con sus dedos y apoyar su boca en su sexo, y cuando el toque frío de su lengua golpeó la piel sobrecalentada de su vagina, este era su turno para gemir

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incontrolablemente. Ella no pudo contener el gemido que escapó de sus labios, y cuando él levantó la vista a sus ojos mientras él se alejaba, él sonrió, y ella suplicó. —Por favor. Por favor, no te detengas. —No te preocupes, cariño. No voy a dejarte con ganas de nada, mucho menos de mí. Con su seducción hablando, se inclinó hacia ella de nuevo. Él chupó, él lamió y él besó su tenso nudo de nervios en un frenesí, y justo cuando Ember pensó que no podría ser más dulce, su dedo empujó lentamente dentro de su estrechez, y los gimoteos se volvieron gemidos que dominaron su garganta y cualquier habilidad que ella tuvo para reprimirlos. Ella abrió las piernas de par en par, y mientras él retiraba su boca de nuevo, era para ver como él la follaba suavemente con un dedo primero y luego otro. Ella podía sentir la humedad de su cuerpo aceptando dos de sus dedos masculinos, y ella quería más. Su boca se movió hacia abajo, y se aferró a ella mientras sus dedos seguían empujando e invadiendo su humedad. Cuando ella llegó, gritó, y cuando él se detuvo para cernirse sobre ella y contemplar su cara, sus dedos todavía empujaron y empujaron y acariciaron y exploraron. —Tu calidez estrecha se siente tan increíble tomado medidas contra mis dedos. ¿Estás lista para mí? —Ella sólo consiguió asentir mientras él retiró con cuidado los dedos de su cuerpo, y ella empujó sus piernas aún más amplias. Se sentó sobre sus rodillas una vez más, y después de agarrar la caja de condones que yacían juntos a ella la abrió con una sonrisa en los labios. Ella observó como él rasgó el paquete, y mirándolo un tanto curiosa, lo colocó sobre la cabeza de su pene y lo hizo rodar por su longitud. Cuando inclinó su cuerpo de vuelta al de ella, su polla empujó contra los labios de su sexo, y mientras empujaba, deslizó la longitud de su pene entre sus labios húmedos. El toque inervado otra vez de su clítoris, y mientras se deslizaba entre sus labios preparándose para invadir, ella trató de calmar su respiración y relajar sus músculos. Le dio un suave codazo mientras la observaba, y cuando se abrió paso entre sus labios y dentro de su pasaje, sus músculos se estremecieron y el dolor atravesó su pelvis. Se sentía más allá de llena mientras él empujaba cada vez más lejos hasta su centro, sin apartar los ojos de ella. Ella gritó ante la invasión dolorosa pero él siguió empujando hasta su centro y no lo hizo, hasta que estuvo enterrado hasta la empuñadura dentro de su cuerpo. Una vez allí, hizo una pausa y la miró, la besó, le acarició la mejilla con los dedos, y esperó. Todavía estaba como una estatua dentro de su cuerpo mientras se ajustaba a la sensación de él. Era un doloroso, profundo dolor en sus entrañas, pero sus ojos que sostenían los de ella con una mirada seria e intensa la transformó tan increíblemente que ella disfrutaba el dolor, sabiendo que su penetración profunda era la causa. Viendo como lanzó un suspiro de calma, él se recostó. Se quedó en su apertura por un

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momento antes de empujar atrás de nuevo, poco a poco, a sus profundidades y luego esperando otra vez para que su cuerpo lo aceptara. Cuando él se retiró una vez más, fue sólo el tiempo suficiente para empezar a golpear dentro y fuera de su cuerpo, penetrando y luego retirándose, empujando y tirando, y mientras su cuerpo liberaba su tensión y montaba su excitación, sus embestidas estimulaban y el poder detrás de ellas se construyó a un ritmo exigente. Él golpeó, obligando a su cuerpo a aceptar todo de él, y ella lo hizo cuando su orgasmo construido con cerca de poder explosivo, y con una final invasión dolorosa que consumía su cuerpo, ella llegó, y él también lo hizo. Les dejó a ambos derrumbados juntos, y mientras él rodaba de su cuerpo, la atrajo con desesperación a sus brazos y la abrazó con fuerza. Escuchó el extraño sonido de su corazón. Sonaba extraño, pero ella no sabía por qué. Tal vez demasiado lento, desigual, y apagado de alguna manera, pero mientras él jalaba su rostro hacia el suyo, olvidó la rareza de ello y lo dejó besarla. Sus labios estaban fríos y calmantes contra los suyos, y le dio hasta el último sabor de su boca que él quería. Ella escuchó la lluvia torrencial afuera, y disfrutó de la sensación privada e íntima de lo que acababan de hacer. Se alejó de la tierra entre la conciencia y el sueño, aún con visiones de hacer el amor con él corriendo por su mente. Estas visiones eran diferentes que en la actualidad, sin embargo. Ellos estaban en una época diferente, en una cama diferente, una experiencia diferente y aún increíble. Por alguna razón, la muerte de su madre vino a la mente, y cuando lo hizo, la mañana después de su entierro flotó hacia la parte delantera de su conciencia. Ella había despertado en su cama vestida con un camisón, pero no recordando nada de cómo había llegado allí. Su cuerpo estaba dolorido, tanto como lo estaba en este momento, y un dolor punzante latía a través de su ingle. Y, sin embargo, no había ninguna memoria para respaldar su dolor. Se había levantado, no queriendo hacer frente a la depresión de perder a su madre, pero confundida y desorientada. No había recordado nada del día antes excepto sentarse junto al ataúd de su madre en un momento y luego despertarse en su cama al siguiente. Cuando se hundió en el baño, el ardor y dolor agudo en su ingle había apuñalado sus sentidos y la dejó jadeando mientras su cuerpo se ajustaba al calor. Cuando se bañó, se vistió y decidió que debería ver a un médico, pero cuando había resguardado su auto del camino de entrada, se había parado y con una risa nerviosa que mostraba su confusión más que cualquier humor, no había comentado a nadie en particular, —Estás loca Ember. Te van a lanzar en el manicomio. Ella se había retrocedido en el camino de entrada. Nunca encontró el tiempo que faltaba, pero ella recordó eso ahora por un momento antes de que ella finalmente se quedara dormida con el sonido de la lluvia golpeando el panel de la ventana.

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Él observó su sueño y respiró su aroma. El más mínimo matiz de sangre se aferraba a su cuerpo, y quería probarlo otra vez, pero él no iba a despertarla. Reconoció la sensación de ella en el momento que sintió su cuerpo a lo largo del suyo en el vestíbulo, y ese fue el último momento de la restricción que tenía hasta que se hubiera liberado a sí mismo dentro de su cuerpo. Condón. Eso era risible estaba no más que dispuesto a ir junto con el enfoque socialmente aceptable y seguro para el sexo que ella tenía. Él sólo la deseaba. No importaba que él podría hacer el amor con ella un centenar de veces en un mes y no preocuparse por dejarla embarazada, pero él no estaba dispuesto a tener esa conversación con ella en el momento. Odiaba retenerse a sí mismo de ella, pero era más seguro. Su especie valoraba su anonimato, y eso no tomaría mucho tiempo para ellos para entender una vida, el aliento humano albergaba mucho más conocimiento de ellos que con el que ellos se sentían cómodos. Los vampiros en su conjunto eran observadores. Ellos estudiaban los movimientos de los seres humanos tanto como el uno al otro, y el apego de Truman a la humana no había pasado desapercibido. La había protegido al retenerse a sí mismo de ella o limpiando su memoria de él rápidamente. Una noche, tal vez incluso una semana, de su conocimiento él estaba probablemente segura, pero cuanto mayor sea el conocimiento que permanecía en su mente, mas cerca ellos la obtendrían y ella estaría en mayor peligro. Él no estaba dispuesto a darle de vuelta su memoria sólo para verse obligado a tomarla una vez más. No podía estar lejos de ella, y por eso, tenía que hacerlo de esta manera, si iban a estar juntos, escondiéndose, pero dándose el gusto de ella. Ella llegaría a conocerlo como un ser humano, y él mantendría sus recuerdos en la mano, deseando que ella pudiera verlo, pero aceptando que podía tenerla de manera segura sólo así. Sería suficiente. Tenía que ser suficiente porque no podía soportar la distancia por más tiempo. Después de ver su sueño, él la despertó con la boca a lo largo de su hombro, y mientras dejó un rastro de besos por su espalda, ella se retorció contra su boca, se endureció por el olor de su excitación. Su boca y lengua trabajaron en su cuerpo mientras su excitación continuó construyéndose. Ella estaba tumbada boca abajo, y cuando él movió con cuidado una de sus piernas, abriendo su coño para él, sus dedos tocaron y acariciaron su humedad. A su contacto, ella tarareó su aprobación apenas consciente, y cuando su dedo se adentró en su entrada de seda húmeda, ella empujó su cuerpo en su mano. Estaba despertando aún más con cada penetración lenta de su dedo, pero antes de que estuviera completamente despierta, él empujó su cuerpo entre sus piernas por detrás, separando bien sus rodillas. Cuando estuvo seguro de que

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estuviera completamente despierta y lista para él, tiró de ella hasta las rodillas, pero empujó su pecho contra el colchón. Su culo estaba levantado, y sus rodillas estaban separadas y lista, y cuando forzó su completamente innecesaria necesidad por seguridad, él envainó su cuerpo rápidamente antes de pinchar entre los labios de su vagina con la cabeza de su pene. El calor de ella era intoxicarte sobre la frescura de su piel. Él amaba la sensación de calidez, desde la pérdida de su propia vida. Y el calor de ella era todo lo que su cuerpo anhelaba. Se apoderó de él en su necesidad, se ajustaba a su cuerpo cómodamente y eso calmó sus deseos mientras se hundía y golpeaba en su estrechez. Él podía ver la entrada apretada de su trasero, y eso rogó por su toque, aunque dudaba que ella se diera cuenta de ello. Mientras golpeaba una penetración tras otra en su cuerpo, él dejó vagar su dedo a su ano. Tocó y masajeó la tirantez sin empujar a través del borde estrecho. Sus dedos aferraron las sábanas en sus hombros, y su rostro que estaba descansando en su mejilla se movió para enterrarse en las sábanas cuando su nerviosismo ante su toque obró a través su cuerpo. Ella quería este toque, pero la asustaba. Él podría sentirlo en el olor de su excitación junto con el olor de su miedo. Pero él no estaba interesado en atemorizarla, y cuando su ritmo se aceleró, su tensión se derritió. Él empujó y tiró con una fuerza constante, pero exigente, y observó su cuerpo tomarlo. Se sentía como un Dios cuando él golpeaba y ella aceptaba, y eso hizo que su frío corazón se disparara en euforia… pero era efímero. Estaba tan enamorado de ella que era casi abrumador y amenazó con abandonarlo, se derrumbó alrededor de su cuerpo. Era demasiado, perderla durante dos años, y atormentarse. Y ahora al ver a su cuerpo invadiendo el suyo, no podía sacudirse la comprensión de su mortalidad. Él podría imaginar su muerte mientras observaba, podía ver la enfermedad y la muerte tomándola, y eso dejó su aliento dando bandazos y jadeando mientras las imágenes lo vencieron. No podía vivir sin ella, pero no podía verla envejecer y morir durante su vida tampoco. Él estaba haciendo el amor con una mujer que lo conocía tan bien, pero cuyo recuerdo de él estaba tan oculto y enterrado en su mente que él no era más que un extraño. Un desconocido que ella quería tanto que estaba dispuesta a permitirlo dentro de su cuerpo, pero un extraño, no obstante. Y mientras se veía a sí mismo haciendo el amor con su cuerpo, una culpa que no quería sentir lo superó y un temor por su futuro también. Salió rápidamente de su cuerpo y salió de la habitación a su cuarto de baño antes de que ella pudiera reaccionar. Se quedó mirando en el espejo a sí mismo, —sí, incluso él tenía un reflejo— y él lo odiaba en este momento. Estaba jadeando cuando el pánico golpeó y el dolor de sus pensamientos atormentó su cuerpo. Ella abrió la puerta y vio su estado, y cuando sus ojos se saltaron con preocupación y miedo él balbuceó. —Lo siento. No puedo hacer esto. —Cuando ella negó con la cabeza confundida ante sus palabras, la verdad se instaló en su mente. Él no tenía por

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que estar con ella. Había una razón por la que no estaban destinados a estar juntos. Él viviría para siempre, y ella estaría un día más cerca de morir cada día que él pasara con ella. Él no estaba haciendo un favor a ninguno de ellos. —Me tengo que ir.

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Ella quería faltar a clase. Ember no era la indicada para ponerse a sí misma a través de la humillación si se puede evitar, y no estaba lista para verlo. A medida que el reloj marcó los minutos hasta que llegó el momento de irse, vaciló. De hecho, la decisión no se hizo hasta que estaba de pie en la puerta principal con su bolso en la mano y su chaqueta arrojado sobre su antebrazo. Dejó caer ambos al suelo y se escabulló a su dormitorio. Había pasado casi una semana desde que lo había visto, pero ella ya lo echaba de menos. Apenas lo conocía, pero lo echaba de menos, como si hubiera perdido a un querido amigo desde hace mucho tiempo que significaba el mundo para ella. No comprendía sus sentimientos, pero no le gustaban. Permaneció en la cama toda la noche, bebiendo vino y tratando de ver la televisión, pero seguía pensando en él. Él estaría dando una conferencia, y ella podía oír su voz en su cabeza ronroneando a cabo su seducción inadvertida. Él rezumaba apelación, y se había enamorado de ella. La había enganchado, pero él no era una paria. La había deseado, pero sus acciones nunca habían sido tan lascivas así como ella estaba tratando de pintar en su ira. Ella no entendía lo que acababa de suceder. Su noche estuvo plagada de imágenes de él, haciéndole el amor, la sensación de su tacto frío contra su piel en recalentada degustación. Las mismas imágenes desconocidas de otra vida al mismo ritmo que sus recuerdos de la semana anterior, y en ocasiones, la imagen del monstruo vino a la mente la imagen de Todd y de la fiesta de secundaria revoloteó a través de su cerebro, y por último y lo más triste de todo, la imagen de la muerte de su madre. Cuando su teléfono sonó hacía eso de las diez, ella lo ignoró. No sabía el número, y no estaba interesada en hablar con nadie de todos modos. Al despertar a la mañana siguiente, escuchó el mensaje... y ella gritó. —No estabas en clase esta noche, y solo puedo asumir que tiene que ver conmigo. Ember, lo siento. Si pudiera deshacer lo que pasó y dejar que te vayas de nuevo a tu vida sin mí, lo haría. Estarías más que feliz, y eso sería suficiente para mí. Pero no puedo arreglar lo que he hecho... Lo único que puedo hacer es pedir disculpas. Pero no te pierdas la clase de nuevo. No quiero que tu asistencia sufra solo porque estás enojada conmigo. Grítame, ignórame, ódiame por el resto de tu vida, pero no te hagas daño. No vale la pena. No valgo la pena. —Y después de una larga pausa y un suspiro igualmente larga, terminó con—. Lo siento mucho, Ember. —Clic, y ella lloró un poco más.

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Su siguiente semana pasó como siempre lo hacía. Trabajaba en la cafetería, se presentó para unos puestos de trabajo en su campo, e hizo todo lo posible para sacarlo de su mente. Su búsqueda de trabajo fue una buena distracción, lo mejor que podía encontrar a un lado de una botella de vino para ahogar sus ridículas penas. No graduarse a tiempo la obligó a seguir trabajando en el café, en lugar de encontrar un trabajo legítimo. Ella había terminado su internado en un albergue juvenil local justo antes de la graduación, y esto debería haber parlamentado en una carrera real, pero en su lugar dejó el internado para volver a su actuación de camarera para el verano, no estando disponible para aceptar ninguna posición. Ella se graduaría con una licenciatura en psicología con énfasis en el desarrollo de la infancia. Tenía la intención de entrar en la psicología infantil y la esperanza de trabajar con niños traumatizados, ya sea a través del departamento de servicios de protección de menores de la ciudad o a través de uno de los hospitales. Ella se presentó esa semana sola a dos hospitales locales y de la ciudad, y había pensado que las entrevistas habían ido bien. Francamente, manteniendo sus ojos en su diploma y un trabajo era lo único que mantenía su mente para no volverse loca. No quería volver a verlo, pero al mismo tiempo, no podía dejar de pensar en él y quererlo. Deseando un hombre que no la deseaba a cambio fue la parte más dolorosa. El rechazo fue un golpe doloroso en el estómago que la dejó casi sin poder respirar si se permitía pensar en ello durante mucho tiempo. Estar obligado a verlo de nuevo se acababa de agregar a la tortura, y al acercarse la noche, incluso su incesante búsqueda de empleo no logró empujarlo de su mente. Cuando se vestía esa noche, fue con una fuerte necesidad de tener confianza. Ember no tenía ropa elegante o sofisticada. Ella siempre había sido casual, e incluso su anillo en la nariz y la apariencia juvenil la habían ayudado a su vínculo con los niños en el albergue juvenil. Era quién era y lo que pretendía ser siempre, pero esta noche, simplemente no parecía suficiente. Lo último que quería era lucir demasiado vestida y fuera de lugar, pero ella quería sentirse poderosa, bella, y en su necesidad de mostrar su fuerza emocional en su apariencia, se instaló un par de pantalones cortos que cayeron en lo alto de sus muslos. No eran inapropiadas en cualquier forma para el verano, pero eran tal vez un poco más bajo que ella normalmente usaría. Cuando se trataba de pantalones cortos, hay dos tipos de mujeres en el mundo de la opinión de Ember: los pantalones cortos de Bermudas mujeres y los pantalones cortos de mujeres. Ember normalmente era un pantalón corto gal Bermuda, pero en esta noche, ella optó por los pantalones cortos. Eran de color caqui y tenía un puño que golpeó a mediados y parte superior del muslo. Ella combinó los pantalones cortos con una camiseta azul marino y sandalias de cuña de color salmón. Su largo cabello estaba recogido en una coleta alta con mechones cayendo

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alrededor de su cara. Agarrando su cardigán blanco y libros, ella en realidad lo hizo por la puerta de esta semana. Probablemente todavía se veía modesta en comparación con otras mujeres, pero era lo mejor que podía hacer. Cuando ella entró, él no estaba todavía allí, el corazón le latía con fuerza desde que había salido de su auto y se desaceleró marginalmente. No volvió a la normalidad cuando se sentó y esperó a que lo hiciera. Tomó asiento normalmente y trató desesperadamente de mantener la calma. Cruzó las piernas y luego las descruzó y después con el tiempo se las cruzó de nuevo. Abrió su libro y luego lo cerró, y entonces se removió, y después se removió un poco más. Cuando la puerta finalmente se abrió y él entró, ella contuvo el aliento. Él la ignoró y se acercó a la mesa y se sentó, pero su mandíbula estaba apretada y dura, se veía infeliz. Mientras una linda joven estudiante de primer año se acercó y trató de coquetear con él, él respondió a sus preguntas con cortesía y luego la envió a su camino con poco más que un gesto brusco, pero aún así no pudo mirar a Ember. Mientras se puso de pie para dar la introducción, miró hacia fuera en la clase y se las arregló para evitarla por completo, y mientras su ira se construía y su dolor la quemaba a través de su corazón herido, se encontró de nuevo su voz, la voz que había sofocado gracias a su perrito-perro, amor-borracho, patético nerviosismo. Mientras hablaba, Ember levantó la mano, y lo cuestionó. De hecho, ella cuestionó hasta el último detalle de la historia colonial de América, y mientras él pacientemente respondió hasta la última pregunta que decía, su mirada se movió de su rapidez, desesperado por escapar. Es increíble lo que podía ir desde tan atentamente observando y estudiando Ember en un momento a evitar tanto como sea posible en el próximo. Él parecía miserable, y se sintió miserable. Ella se enojó, y más que eso, estaba herida, y ella quería que lo viera. Cuando dio a la clase un descanso de quince minutos, él siguió negándose a mirar a Ember o reconocerla en modo alguno. Ella esperaba ira e irritación después de que le había puesto sin cesar a través de su propia marca personal de la Inquisición española, pero no obtuvo nada de eso por ello. Cuando Josh se acercó y se sentó junto a ella, ella sonrió amablemente con todo lo que pudo reunir en su estado actual de miseria, y cuando él la invitó a salir de nuevo, dándole un cumplido acerca de su aspecto, su corazón dio un vuelco al oír el sonido de su propuesta no deseada, pero luego vio sus ojos en los de ella una vez más. No los de Josh, eso fue un hecho. Fue Truman quien la miraba ahora, y por primera vez en toda la noche, él la observó sin ser forzados a hacerlo. —Claro, Josh. Eso suena bien. Cena y una película... Por qué no —¿Por qué no? ¡Porque ella no quería! Pero ella dijo las palabras de todos modos

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mientras Truman siguió centrándose en ella, y mientras Josh se levantó para volver a su asiento, Truman lo siguió con los ojos, en plena ebullición con lo que sólo podría ser el odio. Su mandíbula estaba apretada y soltándola una y otra y otra vez, y mientras lo estudiaba, sus fosas nasales se dilataron, y volvió los ojos hacia ella. Ella había llegado a él, y estaba disfrutando de esta pequeña victoria por el amor de su corazón. Mientras él continuó mirando, ella le dio una última dosis de su propia medicina. Le guiñó el ojo una vez y luego desvió la mirada, negándose a mirarlo de nuevo. Para el resto de la clase, dio una conferencia, y lo que era una actitud fría se convirtió en absolutamente resentido y enojado por el final de la noche. Despidió a la clase temprano y se fue antes de que la mayoría de los estudiantes tuvieran la oportunidad de incluso recoger sus pertenencias, y mientras conducía a casa, se sintió por fin alguna medida de reivindicación. Él la había herido, y como la inmadura joven que era, ella quería hacerle daño a él. Ella había tenido éxito, y se sentía bien.

Para el momento en que la noche del viernes llegó, lo último que Ember quería era ir a una cita con Josh. Era demasiado joven para ella, y ella no estaba ni un poco atraída por él. Pero era el precio a pagar por su estratagema, y cuando él la recogió en la acera en frente de su apartamento, puso su valiente sonrisa que por lo general lucía más como un animal sorprendido, y ella se dejó caer en el asiento delantero de su auto. Ember raramente salía, pero cuando lo hacía, era casi siempre con un hombre mayor, al menos por unos años. Aprecia los gestos tranquilos de un hombre mayor que ella, y aunque no tenía recuerdos de terribles pesadillas de un hombre mayor, todavía se sentía más seguro con ellos por alguna razón. Se movían con más intención, hablaban con más reflexión, y ella nunca se sintió como si estuvieran siendo lideradas por sus hormonas en lugar de sus cerebros. Josh parecía bastante agradable, pero como la mayoría de chicos de su edad, tenía un aspecto de desesperación sexual escrito por todas partes su comportamiento. Odiaba esa mirada. Era lo que helaba su cuerpo y la dejó lista para huir de los hombres, de todos, excepto de Truman. Él la había mirado con nostalgia. Mostró su deseo, y él apenas podía contener su deseo por ella en el día en que lo había invitado a su apartamento, pero por extraño que parezca, su deseo nunca le daba miedo, y no iba a pensar por un momento en huir. En cambio, le dio la bienvenida a su toque desesperado y sus necesidades despertaron y les correspondieron con la suya. No tenía ningún sentido para ella en absoluto, y por desgracia, el hombre que estaba junto a ella esta noche no incitó ninguna de esas respuestas.

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La cena fue bastante agradable, la película no era más que una excusa para no hablar con él, y mientras subían a su auto, hizo la pregunta que ella temía: —¿Quieres venir a mi casa por un rato? Sus palabras tenían esperanzas, sus ojos eran patéticos, y la piel de Ember fue repentinamente erizada como la piel de gallina. Por supuesto que no ella no quería ir a casa con él. —Será mejor que no. Tengo un largo día mañana. —Ella no tenía absolutamente nada que hacer al día siguiente—. Si me pudieras llevar a casa, te lo agradecería. —Entonces fingiendo un bostezo que salió más como ella estaba tratando de borrar un error de su garganta, ella continuó—. Se está haciendo tarde. En verdad, Ember estaba creciendo su recelo en su interés. Se había comportado como él mismo, pero miró de reojo con demasiada deseo mostrándolo en sus ojos. La tocó sin su permiso, y si bien su toque era inocente, el deseo detrás de él la asustaba. Ella estaba pacientemente esperando el momento oportuno hasta que pudo escapar, y mientras el auto iba por las calles de Portland, se imaginó a sí misma abriendo la puerta de su apartamento y oliendo su propio santuario seguro. Se imaginó cerrando la puerta detrás de ella, asaltando la nevera, poniéndose unos pantalones cómodos de sudor, y relajarse por primera vez en toda la noche. No le gustaba esa tensión, y estaba lista para acabar con él. Mientras se ponía en su acera, él se bajó del auto, y ella gimió interiormente. A tres metros para el final, y él iba a hacer que se le negara un beso. Ella podía sentirlo venir, no había ningún otro propósito para el salir de su auto, y mientras caminaba a toda prisa a la puerta de su edificio de apartamentos, él la alcanzó, le puso una mano suave en el brazo y la empujó contra el recibidor mientras ella entró en pánico. No estaba siendo violento o agresivo, simplemente creía que ella iba a corresponder, y como su boca se movió a la de ella antes de que pudiera detenerlo, él la besó. Empujó su lengua entre sus labios y su cuerpo a la pared. Estaba aterrorizada y entró en pánico, y cuando por fin encontró su fuerza, ella puso una mano en el pecho y lo empujó. —¡Qué mierda! —Su voz estaba a la defensiva, y ella se encogió. —Lo siento. Simplemente no estoy interesada. Su voz era mucho más tranquila de lo que quería ser, y su miedo era evidente mientras su voz flaqueó. —Entonces, ¿por qué demonios accediste a salir conmigo? ¿Eh? Todavía no podía mirarlo mientras su corazón golpeaba en el pecho y su miedo aumentó en ese segundo. Estaba enojado, y aunque no estaba siendo violento o dándole algún motivo para pensar que lo haría, quería gritar. Quería huir, y estaba lista para golpearlo si daba incluso un paso más cerca. Tal fue la vida de una víctima, había perdido la perspectiva de hace mucho tiempo en un sótano oscuro lleno de recuerdos oscuros y terribles. Estudiando psicología sin cesar durante años, la había ayudado a Ember entenderse a sí misma también,

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pero no para deshacer las respuestas que fueron programadas en ella. Este chico probablemente no merecía su terror, pero lo tenía, y con cada segundo que pasaba, ella estaba a un segundo más cerca de tener un ataque de pánico que ella sabía que iba a dejar en la histeria. Ella se estaba abrazando a la pared del edificio, acobardándose, y al ver lo cerca que estaba de entrar en pánico, él levantó las manos en el aplacamiento. —Por Dios, Ember. Lo siento. No quise decir... —Ella dijo que no estaba interesada. Debes irte ahora. —Mientras ella se encogió, su voz ronroneó su declaración relajante, cálido, protectora. Cuando levantó la vista, él estaba allí. Truman se interponía entre ella y Josh, quien ahora estaba de vuelta en la acera. Josh miró del uno y hacia el otro mientras Truman se mantuvo firme—. Por favor, Josh. Tienes que irte. —Sus palabras eran exigente, pero suave. Josh retrocedió y rodeó su auto para el lado del conductor. Se apartó de la acera rápidamente, y mientras la mirada de Ember siguió al auto en el tráfico, Truman habló mientras se alejaba. —Buenas noches, Ember. —¿Me estabas siguiendo? —Su voz sonaba ligeramente acusadora. En realidad, no le importaba si estaba, ella no quería que se fuera. Volviéndose hacia ella lentamente, la estudió. Su expresión era ilegible, pero mientras él asintió con la cabeza, sus ojos revoloteaban lejos en lo que sólo podría ser la vergüenza. Pronto se encontraron con los de ella otra vez, y habló una vez más. —Lo siento. —Y con eso, su mirada cayó de la de ella otra vez. —¿Por qué no te gusto? —Su voz sonaba tranquila y mansa mientras hablaba, pero había sido una semana muy larga con esta pregunta corriendo en círculos en su mente, y ella tenía que hablar, mientras todavía tenía fuerzas para hacerlo. Frunció el ceño, su boca hizo una mueca de lo que parecía ser el dolor, y él negó con la cabeza lentamente. Se veía derrotado y roto, y todavía se negaba a mirar hacia arriba. Con una última sacudida de la cabeza, se apartó de ella y se alejó. Quería detenerlo. Quería rogarle. Quería gritarle. Su rechazo herido por segunda vez en tan poco tiempo, y cuando entró en su apartamento sola, se tiró en una de gran camiseta y se derrumbó en su sofá. Él la siguió. ¿Por qué? Ella debe significar algo a este hombre, pero lo que posiblemente podría ser, que no podía comprender. Y cuando empezó a quedarse dormida, alguien llamó a su puerta, y ella se levantó.

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A pesar de que él golpeó, estaba luchando con la decisión de regresar. No era una decisión en absoluto. Era desesperación, así de simple. No debería, pero tenía que hacerlo. Ella no podía sentirse lastimado por él, no él. No podía sentir el aguijón de su rechazo porque no había rechazo. Él aceptó hasta la última cosa sobre ella, y ella lo había aceptado una vez también. Fue la sensación más desesperada del mundo, sabiendo que la perdería algún día, a sabiendas de que nunca lo vería de la forma en que él quería que ella lo hiciera, pero a medida que su mano se elevó a su puerta, de pronto estaba tranquilo y cursando con necesidad. Se ocuparía de su mortalidad después, superaría el hecho de no poder mostrarse a ella otro día. Ahora mismo, lo único que quería era ella. Mirarla toda la noche fue doloroso y al mismo tiempo excitante. Se dio cuenta de que no le gustaba Josh, y con cada sonrisa forzada y la respuesta artificiosa su ego latía. Ella lo quería, no Josh. Ella lo necesitaba, a él y nadie más, y él sabía exactamente cómo se sentía. También podrá celebrar una bandera blanca en la mano porque acabado de pelear. No podía durar un día más sin ella, y no podía irse un momento más sin dejarla ver lo mucho que "le gustaba", era su pregunta, y tenía la intención de responderla. Cuando llamó a su puerta, su corazón dio un vuelco. Escuchó mientras se acercaba, pero no abrió la puerta. En cambio, oyó el sonido casi imperceptible de su desplazamiento alrededor nerviosamente mientras ella miraba por la mirilla. Esperó mientras podía soportarlo antes de dejar que su mirada se desplace hasta la mirilla, sabiendo que ella estaba viendo. Un momento después, la puerta se abrió. Ella llevaba nada más que una gran camiseta en la que se veía cinco veces más grande en su pequeño cuerpo. Tenía el cabello en una alta cola de caballo desordenada, y se había lavado el maquillaje de su rostro. Su expresión de asombro duró sólo un momento hasta que encontró su voz y su confianza. —¿Qué estás haciendo aquí ? ¿No tienes a nadie más para acechar? Y mientras daba un paso hacia ella y en su casa, respondió: —Sólo tú. Su boca se abrió de nuevo, y como lo hizo, su excitación emanaba de su cuerpo. Estaba húmeda para él, y anhelaba tocarlo. —Yo no te quiero aquí. —Sus palabras eran una mentira, la respuesta de su cuerpo, lo dejó con suficiente claridad. —Sí, lo haces, pero dilo de nuevo, y me iré. —Sus palabras eran ciertas, y estaban destinados como una amenaza. No es un decir, uno que no tenía intención de empujarla a su voluntad, y si ella no estaba dispuesta a ceder a su deseo esta noche, no iba a obligarla a que lo hiciera. La quería lista, dispuesta y abierta. Quería que ella soltara el dolor y el resentimiento, y aunque sabía que era la causa de ello, él no negociaría en este hecho.

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Ella había sido empujada demasiadas veces en su vida y tenía su fuerza y le desafió. Él nunca sería el hombre que le hiciera eso a ella sin importar lo mucho que lo quería. Su boca se abrió, y la mirada de desafío que pasó su rostro lo dejó convencido de que iba a mantenerse firme y él tendría que salir, pero tan pronto como su ira se encendió, se tambaleó, y las lágrimas se liberó de sus hermoso, cristalinos, ojos azules. Él la tomó en sus brazos mientras ella se derrumbó, y empujó la puerta que se cerró detrás de él. La abrazó con fuerza contra su pecho y le susurró al oído: —Dios, lo siento mucho. —Y entonces atacó sus labios, metiendo su lengua en su boca mientras ella gemía. La tenía contra la puerta en cuestión de momentos, apoyando su cuerpo con el suyo mientras se sentó a horcajadas sobre sus caderas. Su respiración era desesperada, y su cuerpo estaba en llamas en su propia necesidad. Liberó su polla con una mano mientras sostenía su cuerpo con un brazo fuerte alrededor de su cadera y bajo su trasero. En el momento en que él se bajó los pantalones al tobillo y tiró de la tela de su ropa interior a un lado con su mano que la sostenía en su lugar, se sumergió en su cuerpo mientras ella gritaba. Golpeó a su cuerpo mientras continuaba apoyándola con un brazo. Él utilizó su mano libre para empujar la rodilla a lo ancho. Ella gemía y aullaba, agarrando sus hombros apretados mientras golpeaba y empujaba a su cuerpo con violencia. Sus uñas se clavaron en sus hombros a través de su camisa, llevándolo más lejos. Fue sólo cuando él cayó al suelo de rodillas que aflojó su agarre en sus hombros y rápidamente se quitó la camisa por la cabeza. Se dejó caer de nuevo a sentarse en sus pantorrillas mientras usaba sus muslos y las nalgas para impulsar y conducir su erección en su cuerpo. Sus tobillos seguían restringidos en sus pantalones, y ella a horcajadas sobre su cuerpo con sus piernas alrededor de sus caderas, empujando sus pantalones y los zapatos con los pies. Hizo una pausa por un momento, mientras sus pies trabajaban, y tomó las lágrimas que aún estaban en sus ojos y se secaban en sus mejillas. Cuando sus pantalones y los zapatos estaban finalmente libres, ella apoyó sus dedos contra las plantas de sus pies, y ella usó su fuerza para apretar su vagina con fuerza alrededor de él. Lo llevó cerca del orgasmo, y él llevó su cuerpo al final mientras sus músculos se mantenían apretados alrededor de él. Movió las manos hacia abajo a las mejillas de su trasero, y la agarró con dureza y la mantuvo firme mientras empujaba una penetración profunda y rápida una tras otro en su coño. Ella gemía contra su cuello, y cuando metió los dedos entre sus mejillas y empujó su dedo medio en su ano, ella tiró de su cuello y le sostuvo la mirada en shock mientras seguía empujando su polla en ella. Le sostuvo la cadera y la parte inferior aún con las manos y mantuvo el dedo enterrado en su trasero mientras se la follaba.

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Estaba jadeando y jadeando con cada envestida de su polla, y cuando por fin se deshizo, se apoyó en la puerta detrás de ella, y él bajó su cuerpo hasta el suelo, hundiéndose dentro y fuera, los muslos de él agarraron alrededor de la cintura. Al igual que su orgasmo lo dominó, salió de su cuerpo, y él eyaculó en su camiseta que se agrupaba para arriba entre sus cuerpos. Su cuerpo fue dando bandazos y espasmos, en su venida, y sus labios temblaban y su respiración era entrecortada mientras lo observaba. Su semen cremoso se había filtrado de su coño en su lanzamiento, y mientras corría un pequeño camino a su ano, él usó su lubricación mientras movía lentamente su dedo todavía enterrado dentro de su trasero. Era amable, y mientras su respiración se tranquilizó, miró sus ojos mientras su dedo penetró y se retiró. Tenía los labios entreabiertos, y con cada empujón, jadeó y gimió en voz baja. Ella arqueaba su espalda mientras su dedo se deslizaba a través de su humedad, y él empujó su camiseta hasta enganchar su boca en su pecho. Cuando por fin retiró el dedo lentamente, soltó su pecho, y ella se dejó caer de nuevo al suelo. Sus manos se movieron a sus mejillas, y ella tiró suavemente su boca a la de ella. Amaba a sus labios. Salieron de su propio sentir vivo otra vez mientras su calidez se extendió a él, y como ella retenía su boca, metió la lengua entre ellos. La besó con el poder de su cuerpo detrás de él, y ella aceptó la pasión y la fuerza de la misma. Cuando él la levantó en sus brazos, era para llevarla de vuelta a su cuarto de baño y comenzar la ducha. La abrazó en silencio bajo los chorros de agua caliente, besando su hombro mientras se acurrucó contra su pecho. Cuando finalmente la metió en la cama, le acarició en el cuello, y estaba tranquila y todavía en sus brazos mientras se sumergía en su calor. Pero tan repleta de su cuerpo, después de una semana de diferencia, su mente daba vueltas, contemplando. Truman tenía treinta y seis años cuando hizo la transición, y Ember solo tenía veintidós años. Truman siempre lucía más joven que su edad y era más a menudo que no creía que en los veinte años o treinta años. Tendría catorce años con ella hasta que alcanzara la edad de su cuerpo, y si tenía suerte, podía cambiar su vestido lo suficiente como para engañarla haciéndole creer que él había envejecido durante ese tiempo. Pero para el momento en que llegara a los cuarenta años, habría poca esperanza de ocultar el hecho de que no estaba cambiando, y se vería obligado a salir de su vida y romperle el corazón o borrar su recuerdo de él por completo. No podía soportar romper su corazón de nuevo, simplemente no era una opción. Por otra parte borrar veinte años de su vida en común destruiría su mente y dejaría demasiados agujeros en su memoria que la dejaría hecha nada, una locura. Y cuando llegó a fin de cuentas, él comprendía que jamás podría ser capaz de dejarla ir otra vez. No podía dejarla ir por más de una semana. Lo que Truman sabía era que estar separados no era posible, y después todos los

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obstáculos que tuvo que pasar, iba a encontrar una manera de hacerlo. Encontraría una manera de estar con ella. Mientras Truman acariciaba la suave piel de su espalda, ella respiró hondo y contenta, y él habló. Le preguntó sobre su vida. Preguntó por sus experiencias. Lo sabía todo de ella, pero quería saber lo que estaba dispuesta a decirle. No lo defraudó. Relató cada detalle aterrador que podía recordar del monstruo. Ella lamentó el impacto que tuvo en su vida y su capacidad de funcionar como una mujer normal. Le habló de su madre y de su muerte, y ella sollozó mientras los recuerdos trajeron sus emociones a la superficie. Truman le besó la frente con suavidad mientras hablaba, y cuando ella le preguntó de su vida, le dijo la verdad, menos algunas fechas y detalles. Habló de sus propios padres, siempre y muertos que no eran más que polvo. Habló de su hermana menor, pero no mencionó que habían sido secuestrado y asesinado por los monstruos que existían hasta hace trescientos años. Fue sin duda la razón por la que eligió para devorarlos hoy más que cualquier cantidad de otra clase de depredadores en el mundo. Y él habló de sus intereses y gustos. Él tenía muchos. Había tenido 300 años para explorar el arte y la historia y la música y la literatura, y él habló de todo. Cuando sus palabras se desvanecieron finalmente, ella se quedó dormida, y él escuchó su respiración antes de dejar que su propia mente cerrada. Él se despertaría al lado de ella en la mañana, y no iba a estar lejos de su lado de nuevo. No sabía cómo, sólo sabía que no podía estar sin ella.

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Cuando Ember se despertó temprano en la mañana, era una pesadilla. No era él monstruo esta vez; era Truman. Tuvo una pesadilla en que él la dejaba de nuevo, y por extraño que fuera después de un tiempo tan corto con él, esto le rompió el corazón y la dejó trastornada con la depresión. Oyó su voz decirle que él no la amaba, y esto la destruyó, pero cuando la golpeó y gritó para despertarla, con los brazos apretados alrededor de su cuerpo, ella se quedó inmóvil ante su toque. Él todavía estaba allí. Cuando sus ojos se abrieron lentamente, todavía estaba oscuro afuera, y sus manos se deslizaban sobre su cuerpo mientras sus labios le rozaban la oreja. —Estás bien. Estoy aquí. Y esa fue la clave. Él movió sus manos hacia su cintura y la agarró, tirando suavemente de sus caderas hacia él. Su erección se sentía larga y dura entre sus cuerpos mientras la sostenía apretada y le murmuró al oído: —Hazme el amor. —Cuando la atrajo para que se sentara horcajadas sobre él, alcanzó rápidamente la caja de condones en la mesita de noche y le entregó uno. Al parecer, él estaba más consciente esta vez que la anterior, y rápidamente prendió la lámpara y la miró, con sus manos detrás de la cabeza, como rompía el paquete, se lo quitaba y con manos temblorosas, se acercó a su pene hinchado. Él sonreía con satisfacción y disfrutaba de su nerviosismo, y llevó a una mano hacia abajo y sostuvo a su eje erguido de su cuerpo mientras ella rodaba el condón hacia abajo a lo largo de su longitud. Ella le hizo el amor mientras él usó sus caderas para ayudarla a moverse contra su cuerpo, y le haló el pecho hacia sí. Tenía la intención de mantener sus labios contra los suyos todo cuanto le fuera lo posible, y ella gimió su orgasmo contra su boca cuando por fin llegó, y él también lo hizo, momentos después. Él deslizó los dedos por su piel mientras ella se relajaba en su pecho, y cuando la hizo rodar en la cama, ella volvió a dormirse al instante. Sus sueños eran decididamente diferentes por el resto de la noche, y cuando se despertó con el sol brillando a través de la ventana de su dormitorio, podía sentir el olor de café recién hecho. Lo encontró en la cocina con una taza de café ya a medio tomar, y tostando pan. Él le sirvió una taza y puso unas

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tostadas delante cuando tomó asiento. Se sentó con sólo su café, y mientras ella comía, le preguntó si quería alguna. Le respondió que ya había tenido unas cuantas y le sonrió a través de la mesa, y los labios de ella se acurrucaron en respuesta. —Tengo que ir a Boston hoy para una reunión en la universidad. Probablemente no volveré hasta bastante tarde, pero me gustaría que vinieras, si no tienes planes. Sus ojos brillaron en la luz del sol en la ventana y centellearon. Ella asintió, y mientras se levantaba para marcharse sin terminar su café, él la ayudó a pararse y la atrajo en sus brazos. Sus labios tocaron los suyos, y mientras ella estaba segura de que tenía aliento de café, él no tenía nada en absoluto, excepto el sabor normal y delicioso de su boca. El resto del mundo debería también ser tan afortunado. Incluso su aliento nunca fue ofensivo. La besó y terminó por ponerla sobre la mesa, sentándose en la silla frente a ella y jugando con su cuerpo durante unos buenos diez minutos antes de que finalmente se marchara. La acarició, sumergió el dedo dentro de su cuerpo, y lo probó, lamió y chupó su sexo en el éxtasis que la dejó gimiendo y agarrando los lados de la mesa, mientras sostenía sus piernas amplia y abierta. Cuando ella se sentó a mirarle a la cara, él se inclinó a su boca por una última vez y luego se fue. Ella estaba enamorada de él. No era un dilema confuso al enigma o alguna respuesta agobiada por la ansiedad e importuna para un hombre. Ella solamente lo amaba. Era simple y fácil. Si él la amaba, y muy bien dudaba que lo haría después de dos noches juntos, era la pregunta. No estaba preparada para saberlo con certeza, y no tenía ninguna intención de compartir sus sentimientos con él todavía. Los detalles de exactamente cómo ella podía amar a alguien que apenas conocía eran confusos. Sentía como si lo conociera. Sentía que más que conocerlo, como si siempre hubiera sido parte de su vida, y sin embargo, eso simplemente no era cierto. Pero todavía se sentía verdadero, tan cierto y real como las imágenes de él en otra vida que aún revoloteaban por su mente, aunque ahora tenía un montón para reemplazarlas. Aquellas imágenes eran tan reales para su cerebro como fue anoche, y esto dejó una sensación de que finalmente volvía a casa después de haber sido separada de su amante en lugar de embarcarse en un nuevo romance en flor, lo que no tenía sentido, por supuesto, dado que él era su primer romance verdadero.

Por la noche, ella estaba afeitada, depilada, e incluso encerada, gracias a una tarde que no podía permitirse en el salón, pero él la dejó con ganas de impresionarlo, y mientras él no le dio ninguna razón para pensar que no era, ciertamente no se quedó impresionada cuando se miró al espejo. Su vello púbico

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estaba demasiado abundante, al igual que sus cejas, su cabello tenía demasiadas puntas abiertas, y sus pies se veían como si hubiera corrido un maratón descalza. Cuando salió de la casa después de que él llamó para hacerle saber que ya había llegado, estaba nerviosa, excitada, y magullada. Sus pies se sentían como queso rallado por la pedicura, su línea pubiana estaba bien reducida, pero dejaron su piel sintiéndose desnuda y dolorida, y ella no podía conseguir que las manchas rojas de piel entre las cejas se refrescaran y calmaran. Pero, ¡eh!, se veía como una mujer... o lo que alguien en algún lugar decidió que una mujer debería verse y entonces decidió pasar junto a cada hombre en el planeta. Llevaba un vestido hasta la rodilla sin tirantes y que se quedó encima sólo en virtud del hecho de que tuvo que sostenerlo un poco en su lugar. Sus sandalias eran de tiras y planas, y su cabello peinado en rizos sueltos que se arrastraban por la espalda. Llevaba una sencilla diadema y muy poco maquillaje, uno puede conseguir a la chica de la peluquería, pero seguro que uno no puede conseguir la peluquería en la chica. Ella nunca había llevado mucho maquillaje y descubrió que parecía un bicho raro cuando trató de llevarlo, y así, se decidió mantenerse simple. Cuando se detuvo en la entrada, él se encontró con ella y le abrió la puerta. Su mano encontró la suya, y mientras ella cruzaba el umbral, él le dijo: —Te he comprado algo hoy... En realidad, te he comprado un par de cosas... La miraba con una sonrisa juvenil y traviesa jugando en la boca. Ember no estaba segura exactamente de cuantos años en realidad Truman tenía, pero no era viejo. Dicho esto, tampoco era inmaduro o juvenil. Pero por el momento, se veía francamente juguetón. Cuando sostuvo la puerta abierta para ella, le dio un rápido guiño, pero cuando ella se movió, él la detuvo con una mano repentina en el antebrazo. —¿Por qué te ves como si alguien te golpeó entre los ojos? Su pregunta era legítima, y cuando ella murmuró: —Sólo un percance con la cera depilatoria, —se rió entre dientes y la dejó entrar. Y cuando él la llevó a la cocina, tenía la mano una vez más entrelazadas en la suya, y cuando ella dobló la esquina de su enorme isla de la cocina, había una vela encendida, una bolsa de regalo en el mostrador, otra botella de su Chianti favorito, y un plato esperándola. Fuera lo que fuese, olía delicioso, y cuando se acercó, él le pasó con una mano suave en la parte posterior de su cuello. —El budín de pan es de una pequeña tienda de postres en Boston. El mejor en la ciudad, o al menos eso dicen... Yo no como... budín de pan, eso es.

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Ella lo contempló con una sonrisa. —¿Cómo sabías que me encanta el budín de pan? —Era su favorito, de hecho. Con una sonrisa, respondió: —Tuve suerte, supongo. Por favor, come, o quizás, ¿deseas primero abrir el regalo? —Ella pensó por un momento antes de encogerse de hombros—. Bueno, entonces. —Y le entregó el paquete de regalo para ella—. Regalo en primer lugar. —La sonrisa de satisfacción se elevó a su expresión, mientras se retiraba de mirarla. La bolsa era negra y el tejido era de un gris oscuro, y cuando lo sacó del tejido, jadeó. Era transparente, con un patrón arremolinado de cristales moldeados y levantados. Parecía más una escultura fálica, pero el objetivo era obvio. La cabeza era protuberante, y era menos impresionante que lo que estaba unido a Truman, pero su piel se sonrojó y se calentó con repentino entusiasmo y el deseo de todos modos. —Parece un poco... innecesario... lo que con tu... pene y todo... —Arga, pero ahí estaba, la boca de arandela haciendo su trabajo. Él se rió en silencio de sus palabras, pero respondió, sin embargo: —Yo debería haber mencionado que estos son para mi placer también. —¿Significa que quieres que ponga esto en tu... —¡No! A menos que tú realmente desees, luego tendremos esa conversación. —Él se estaba riendo de nuevo—. Quiero ver cómo te follas con eso. —Sus palabras fueron bien controladas mientras observaba su reacción. Volviendo a la bolsa, sacó una máscara de ojo negra que se ataba en la espalda con una cinta, y cuatro largas tiras de tela negra. La imagen venia junto con su ritmo cardíaco acelerado, y cuando tocó la longitud fálica de cristal, la humedad se propagó entre sus piernas, y él dejó escapar el aliento en un apuro antes de que inhalara profundamente. —Y yo no sólo quiero verte joderte... quiero joderte con él también, mientras estés atada a la cama y con los ojos vendados. —Si estaba mojada antes, ella goteaba en este punto. —Por favor, come. Ella se sentó frente el plato, pero todo el interés en el postre se perdió. Tomó un bocado y observó como él tocaba el cristal fálico y jugueteaba con ella, no literalmente, mientras ella luchaba por tragar. Cuando ella se rindió a mitad y le ofreció el resto, él declinó cortésmente y le tendió la mano. Él no desperdiciaba ningún momento, y mientras ella tomaba su mano, él la guió a la escalera que conducía al segundo piso. Cuando llegaron a las escaleras, ella subió el primer escalón, y él la detuvo, volviéndola hacia él.

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—No tienes que estar nerviosa. Tiene que saber que no te voy a hacer daño, y haga lo que haga con tu cuerpo, es sólo para darte placer. Te lo prometo. —Y entonces él la pasó y la arrastró detrás de él. Sus pies tocaron un escalón tras otro mientras ella subía, y con cada pisada, su corazón latía con fuerza, jadeó en busca de aire. Él caminaba delante de ella, sosteniendo su mano con fuerza, y por mucho que confiaba en sus palabras, aunque no podía saber exactamente por qué, estaba aterrorizada, mucho más aterrorizada de lo que probablemente podría soportar.

Estaba nerviosa. No había ninguna duda sobre eso. Y por mucho que él quisiera jugar con su cuerpo y verla dándose placer a sí misma, no quiso abandonarla temerosa de él, no él. La había observado durante tiempo suficiente para saber que las experiencias de su vida no la habían dejado indemne. No confiaba en los hombres. Él era la única excepción que podría ver en su pasado, y no iba a perder eso. Irónicamente, él probablemente tenía sus recuerdos enterrados hace tiempo para agradecer por su facilidad en confiar en él, incluso si estaban a un nivel puramente subconsciente. Y Truman no tenía ningún problema en aceptar la responsabilidad de su confianza. Fue probablemente porqué estaba tan malditamente aterrorizada mientras subían las escaleras. Él había gastado un tiempo en la cocina haciendo cualquier cosa y todo para despertarla sin realmente tocarla. Había utilizado el juguete para su beneficio propio; había tocado las tiras negras de tela, deslizándolas lentamente por sus manos. Ella observó cada movimiento que había hecho, y cuando él le ofreció su mano, y ella la tomó, y su corazón se disparó. Pero podía oír su corazón latir con fuerza, y podía oler tanto el miedo como la excitación. Cuando entraron en su dormitorio, ella se detuvo. Era una habitación impresionante para cualquiera. La pared del fondo estaba cortada por altas ventanas y puertas francesas que se abrían a una terraza con vista a la bahía. Durante el día, la vista era extraordinaria, de noche, era absolutamente asombrosa. Esta fue una de las razones por las que compró esta casa en particular, hace cuatro años, y una de sus fantasías favorita finalmente se hacía realidad: Ember estaba en su dormitorio. Ella necesitaba su fuerza, y sin embargo temerosa y nerviosa como podría estar, ella no necesitaba ver a su preocupación. Así que él reprimió su deseo de aferrarla en sus brazos y llevó adelante su plan para la noche. Cuando ella se detuvo en frente de las ventanas que daban a la bahía, la tocó ligeramente en el hombro. Arrodillando detrás de su cuerpo, levantó la falda de su vestido hasta la cintura y la besó. Besó las mejillas redondeadas de su trasero mientras

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lentamente bajaba su ropa interior por sus muslos. Ella apoyó las manos en la ventana fría, y su cabeza se hundió en el cristal mientras él besaba, lamía y chupaba a lo largo de sus mejillas. Le gustaría profundizar, pero simplemente no estaba dispuesto a empujarla tan lejos, así que él frotó y agarró su piel mientras ella respiraba contra la ventana. Su mandíbula ya le dolía, y su verga estaba rígida y dura en sus pantalones. Ya quería follarla, y aún no había terminado con su cuerpo para eso. Esto realmente prometía ser una tortura para ambos. Cuando Truman se alzó para situarse detrás de su cuerpo una vez más, alcanzó su cuello, lo acarició y frotó. Su cabeza todavía estaba tumbada en la ventana, y él calmó su necesidad con su toque fresco en la nuca de su cuello. Pronto su boca reemplazó a su mano, y él lamió un rastro ligero a lo largo de su piel. Podía oír su corazón latiendo fuerte por su nerviosa excitación, y mientras él escuchaba y su lengua trabajaba, su química cambiaba, y por primera vez, su olor era más de excitación que de miedo. Él sonrió contra su piel mientras seguía calmándola y atrayéndola. Él bajó la cremallera de su vestido y lo dejó caer al suelo alrededor de sus tobillos, y cuando se puso de rodillas de nuevo, arrastró lentamente su boca a lo largo de su cuerpo a su paso, quitándole las sandalias de sus pies y dejándola completamente desnuda frente a él. Cuando se puso de pie nuevamente, empujó su ingle, que estaba duro y desesperada por su propia necesidad, contra la parte baja de la espalda, y ella soltó un gemido bajo y completamente inadvertido de placer al sentir el contacto de su cuerpo. Se volvió hacia él y lo desnudó también. Primero los botones de su camisa, y cuando ella llegó a la cintura, desabrochó el botón y bajó la cremallera de sus pantalones. Ella lo estaba mirando a los ojos, y había tanta seducción en sus movimientos como había en los suyos. Estaba disfrutando, con nervios y todo, y él se relajó notoriamente ante su necesidad y evidente excitación. Cuando ella abría sus pantalones, los empujó hacia abajo por las caderas y los dejó caer al suelo. Él se quitó la camisa mientras continuaba estudiándola, y sonrió cálidamente. La quería a gusto con él, necesitaba su confianza tanto como la necesitaba a ella. Y cuando haló sus calzoncillos abajo por sus caderas, sobresaliendo su verga entre ellos, ella inhaló profundamente. Su excitación era potente entre sus cuerpos, y cuando ella agarró su pene con los dedos, su cabeza cayó de nuevo a la ventana detrás de él, y él bebió de su toque, que estaba provocando un frenesí en su cuerpo que dejó a su pulsante mandíbula y su verga rogando por ella. Cuando suavemente él quitó su mano del eje, fue sólo para evitar abalanzarse sobre ella antes de que estuviera listo. Su propia mano se arrastró abajo por su sexo, y cuando encontró su región púbica recién esculpida, sonrió: —¿Esto es para mí? —Ella asintió con timidez cuando tocó y acarició el pelo restante y la piel lisa debido a la depilación—. Eres impresionante a pesar de todo, pero gracias. Aprecio el pensamiento. —Él sostuvo los ojos con su propia combustión lenta y la expresión acalorada.

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Cuando él separó los labios con suavidad antes de deslizar los dedos por su sexo expuesto y abierto, ella jadeó. Él movió su mano a la boca. Quería que ella supiera lo mucho que amaba esto, y cuando sus ojos se encontraron con los suyos, él habló: —No te imaginas como este olor me enciende. —Sus ojos parpadearon, y su frente se estremeció mientras sostenía su mano para tocar ligeramente sus labios y permanecer bajo su nariz. Ella no creyó sus palabras, pero con la otra mano guió la suya de vuelta a su erección y él gimió ante su toque, sus labios se separaron, y ella jadeó por su propio deseo. Dejando caer la mano a su cadera para agarrarla y tirarla hacia él, la besó. Su lengua se hundió dentro de su boca, la probó y le acarició. Cuando empujó su cuerpo a la cama con el suyo, ella no vaciló, y cuando le pidió que se acostara, ella ni siquiera hizo una pausa. Había dejado la bolsa de regalo abandonada sobre la mesita de noche, y mientras él sacaba el instrumento de cristal de la bolsa ella lo observó. Lo puso junto a su mano cuando él bajó la cabeza a su sexo para probarlo y asegurarse de que estuviera lista. Sabía a su sutil olor despertado, y esto puso su cuerpo en llamas. Pero no era su destino final, y mientras se movía hacia arriba junto a su cuerpo, ella contempló a sus ojos con nerviosismo. —¿Harás el amor conmigo después? Es que... no quiero esto si no es...sobre eso. Ella estaba malditamente cerca de la tartamudez, pero él entendía su preocupación. No quería ser un objeto expuesto para que él pudiera explotarla para su propio placer personal. Tomaría mucho placer al mirarla, pero seguramente esto no era todo, quería su placer tanto como el suyo propio. Él haría el amor con ella cuando todo estuviera dicho y hecho, porque eso era lo que realmente quería. La amaba, y aunque no lo confesara, ella tenía que saber que era más que solamente una mujer con la que estaba jugando. Dios, ella no tenía ni idea. —Por supuesto. —Su voz era cálida y suave cuando la tranquilizó—. Yo nunca haría nada para degradarte o para faltar al respeto a tu cuerpo. Esto no es un juego para mí. Y esto tiene todo que ver con hacer el amor contigo. —Se inclinó a su boca y arrastró sus labios en su oído antes de volver a hablar—. Por favor, no tengas miedo de mí. No de mí. —Cuando él se inclinó atrás de ella, debía levantar la verga de cristal en la mano. Su pecho subía y bajaba, y su corazón martillaba su increíble fuerza viva dentro de su pecho. —Abre las piernas. —Ella hizo lo que le pidió, mientras lo miraba en silencio—. Ahora deslízalo entre tus labios. —Ella obedeció de nuevo, y su ego latía con el poder masculino que ella controlaba por completo. Él vio como el cristal se revistió con su humedad, mientras ella seguía arrastrándolo entre la hendidura de su sexo. No había duda de que estaba lista—. Ahora... quiero verte

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insertarlo en tu coño. —Ella puso la punta en su apertura y empujó mientras él veía como rompía a través de ella. Él se quedó con la boca abierta y los dientes prolongando dolorosamente en su boca. Por suerte, los ojos de Ember se mantuvieran cerraron cuando su cabeza cayó sobre la almohada, y mientras trabajaba la polla dentro y fuera de su cuerpo, su ritmo cardíaco se incrementó aún más. Su mano encontró su verga mientras se acariciaba y tiró de su longitud severamente de su cuerpo. Él quería invadirla y explotar en su interior, pero coño, también quería verla. Sus golpes fueron más y más profundos mientras ella se relajaba y el líquido de su cuerpo facilitaba el movimiento. Y cuando por fin ella llegó y rizó su cuerpo alrededor del orgasmo que le atravesó las entrañas, él siguió acariciando su polla y contempló la siguiente fase de su seducción. A medida que la tela se burlaba de su cuerpo cuando él la puso sobre su piel enrojecida y excitada, ella se sacudió. Ella estaba mucho más tranquila ahora que había hecho su parte, y cuando sacó completamente el falo de su cuerpo, lo puso sobre la cama al lado de su cadera. Era su turno para jugar, y estaba más que listo. Cuando levantó la mano para atar la suave tela alrededor de su muñeca, él acarició las cicatrices retorcidas antes de llevar la parte interior de su muñeca a la boca. Le besó la cicatriz suavemente, chasqueando la lengua a través de su piel. Y cuando ella asintió mientras alejaba la muñeca de su boca, él ató la tela con cuidado pero firmemente alrededor de una muñeca primero y luego de la otra. Una vez que sus manos estuvieran atadas y sujetas a los listones de la cabecera, se trasladó a sus tobillos, y ella lo observaba. Él le dio más que suficiente soga en los tobillos, quería verla retorcerse, y no había mejor manera para él que sus talones clavándose en su cama, y cuando su boca encontró a su sexo una vez más y lamió hasta el último centímetro de carne, ella hizo exactamente eso. Tiró de ella justo antes del orgasmo, y ella se quedó jadeando y suplicando con los ojos mientras él sostenía el instrumento. Aún podía sentir la humedad que su cuerpo dejó en él, y pasó los dedos sobre la superficie fría. Quería probar, quería lamer hasta la última gota de su líquido del frío cristal, pero no quería salir como una estrella porno pretencioso actuando un papel para el entretenimiento de las masas. Él simplemente quería su sabor en la lengua. Cuando él deslizó la máscara de los ojos a través de su vista, él sostuvo su mirada fija. Amaba la confianza que demostraba en él, y con un último beso en sus labios dulces y deliciosos, colocó la máscara sobre sus ojos y arrastró los dedos hacia atrás para atarla bien en su lugar. Él quería que ella disfrutara hasta el último momento de este tiempo, y aunque estuviera dolorosamente listo para hacer el amor con ella, se meneaba con movimientos infinitamente lentos, eróticos. Arrastró la parte posterior de su dedo medio por su brazo para rozarlo encima de su axila. Ella era sensible, y con

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su toque incitó un escalofrío que le recorrió el cuerpo, él se inclinó rápidamente a su pezón, pellizcando suavemente entre sus dientes delanteros. Ella dejó escapar un grito, pero el momento en que lo liberó de sus dientes y lo chupó, su grito se trasformó en un gemido, y los músculos de su estómago se apretaran. Ella iba a disfrutar de este tormento. Él arrastró sus manos abajo a su sexo y se burló una vez más, mientras sus dedos se deslizaban, aruñaban, y acariciaban. Cuando él introdujo su dedo en su cuerpo, ella gimió, y él observaba cada penetración mientras empujaba lentamente dentro y fuera. Su dedo brillaba con la humedad, y era un espectáculo tan increíble que su propio suspiro fue puesto en libertad sin ningún tipo de control. Introdujo un segundo dedo junto al primer, y su entrada distendió con amplitud. Empujó y tiró, disfrutando del calor de seda de su cuerpo contra sus dedos fríos, y cuando por fin los sacó lentamente de ella, fue sólo para agarrar el falo de cristal y deslizarlo entre sus lisos y húmedos labios. Sostuvo la punta en su entrada y mientras empujaba lentamente, sus talones excavaban en las sábanas y las manos apretadas en puños. El eje se deslizó profundamente dentro de ella, y cuando puso un ritmo lento y suave, sus músculos estomacales bailaban, sus talones sostuvieran su apretón desesperado en las sábanas, y tiró de la tela que la restringía. Ella jadeaba y gemía mientras él la acariciaba hacia dentro y hacia afuera, y cuando se vino, su cuerpo se retorció a un lado, teniendo que rizarse en sí misma, pero siendo restringida por la tela. Su orgasmo trabajando a través de su cuerpo en espasmos mientras él seguía acariciándola, permitiendo a sus embestidas frenar y disminuir cuando su orgasmo se calmó. Ella se quedó jadeando con la boca abierta, tratando de recuperar el aliento mientras él sonreía con total y absoluta satisfacción. Cuando ella se relajó, él avanzó lentamente hasta su cuerpo y situó su polla entre sus piernas. Pero él no se quedó mucho tiempo, sólo el suficiente para deslizarse en unos movimientos lentos sobre su clítoris. El siguió hasta sentarse a horcajadas sobre su pecho con las rodillas en las axilas, y cuando él se inclinó para apoyarse contra la cabecera, lo hizo con la mano sobre su polla para guiarla a la boca. Al primer toque, ella saltó. —Abre, cariño. —Y ella no vaciló ni un momento. Empujó despacio, con golpes bien controlados entre sus labios, y cuando bajó la vista y la vio, miró hacia otro lado rápidamente con miedo de que se desmoronara mucho antes de lo que él quería. Ella chupó, lamió, y se mantuvo a la perfección con el movimiento de sus caderas, y cuando estuvo seguro de que su fin era inminente, lo sacó de su boca, dejando que su campeón descansara contra sus labios. Lentamente retrocedió hacia abajo a lo largo de su cuerpo y nuevamente se situó entre sus piernas, y mientras obligaba a su cuerpo a relajarse, la observó. Ella todavía estaba atada y con los ojos vendados, y cuando metió la lengua entre sus labios entreabiertos, sonrió cuando su boca lo aceptó. Él arrastró los labios a su oreja y le mordisqueó el lóbulo suavemente. —Lista para tener las manos y los ojos de nuevo, o ¿quieres más?

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—Más. —Su voz era tranquila y seductora, y su polla que sólo se había frenado ligeramente bajo control rogó una vez más. —Muy bien, entonces. Desató ambos tobillos, agarró la caja sin abrir de condones que había comprado durante el día, y se dispuso a seguir las reglas humanas de la fornicación. No le importó. Para ella, él envolvería su cuerpo en látex si era necesario, pero esto trajo una sonrisita a su garganta verse como se ponía un condón como si hubiera algún propósito. Precauciones innecesaria a un lado, ella oyó cuando él rasgó la envoltura abierta, y mientras se mordía el labio inferior, era más que digna de él. Estaba sonriendo a pesar de que ella no podía verlo, y mientras rodaba el condón por su eje, se inclinó para cernerse sobre su cuerpo. Él empujó sus piernas de par en par y utilizó la punta de su pene para empujar contra su vagina. Estaba húmeda, y su olor era dulce y listo. Mientras empujaba lentamente en su cuerpo, miró a su boca. Ella humedeció los labios, se mordió el inferior, jadeó, y luego gimió, y con cada milímetro de su invasión, él fue recompensado con otra reacción. Apretó las manos y luego las liberó, temblando y vibrando mientras los estudiaba, y cuando por fin se había sepultado en ella, ella empujó su ingle contra él con fuerza. Él se movió, acarició y empujó, y cuando su cuerpo se aceleró, los golpes de sus embestidas también lo hicieron. Ella empujó a su encuentro con cada penetración y reforzaba sus talones en contra la cama, tanto para apalancar como por cualquier cosa. Sus gemidos y gritillos llenaran la habitación y se mezclaron con sus gruñidos y jadeos mientras se acercaba a su liberación, pero antes de que se viniera completamente, sacó la máscara de sus ojos y rápidamente le soltó las manos. Ella alcanzó al instante su espalda y lo tiró con fuerza contra su cuerpo mientras él empujaba más y más. Él mantuvo sus ojos hasta el último momento cuando ni sus párpados ni el de ella se quedarían abiertos, y enterró la cabeza en su cuello cuando se vino en un poderoso rugido que vació su verga y lanzó hasta la última gota en su cuerpo. Ella estaba maullando y jadeando contra su cuello mientras su cuerpo temblaba y sus músculos se convulsionaran. Cuando estuvo seguro de que ya no se parecía a un perro hambriento y sus dientes volvieron a su forma humana, se apoyó sobre un codo y la contempló a los ojos. Ella sonrió, y él sonrió de vuelta. —Gracias. Eso fue encantador. —Sus palabras eran preciosas, dulces incluso, y él podría haberse enamorado de ella un poco más cuando le tomó en su belleza. Cuando ella hablaba, él fue impotente. Él podría ser la especie más fuerte, más viril en la tierra, pero ella tenía todo el poder. Él se inclinaría a su voluntad por encima de la suya propia todos los días por el resto de la eternidad dada la posibilidad.

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—No hay de qué, y eres preciosa, más que encantadora. —Sintió el trino de su cuerpo con sus palabras, y él se rió en silencio de su respuesta a su voz. Cuando sacó su longitud de su cuerpo apretado, caliente, tomó su lugar a su lado y la tiró en sus brazos. Ella se quedó dormida casi de inmediato, pero él no lo hizo. Escuchó su respiración. Sonaba contenta, y era todo lo que él quería para su vida.

Se despertó sola cuando el astro naranja oscuro se mostraba en la bahía. Podía ver su figura silueteada sentada en una silla en la cubierta. Cuando se levantó, se envolvió en una tira delgada que estaba en los pies de su cama y se dirigió a la puerta. Él inclinó la cabeza y se volvió ligeramente hacia ella cuando la oyó acercarse, aunque ella pensaba que era demasiado silenciosa para que eso fuera cierto, y cuando salió a la cubierta, él la contempló. Ella no necesitaba ver la sonrisa satisfecha en la oscuridad de la madrugada, pero sus ojos brillaban a la luz del amanecer, y podría haber jurado que vio un destello en sus dientes. Estaba desnudo, y tenía los pies apoyados en la barandilla de la cubierta mientras se acercaba, y cuando ella llegó a su lado, él puso sus pies en el suelo y se recostó en la silla. Ella ya estaba excitada sólo de verlo sentado desnudo en la cubierta y el estar encubierta por la sombra del alba le dio una medida de confianza, ella dejó caer la banda y dio un paso entre sus piernas. Él estiró la mano hacia su cintura y haló su cuerpo a su boca. La besó y chupó y lamió su piel, y con su excitación en aumento, dio un paso para sentarse a horcajadas sobre sus piernas y le permitió tirar de su cuerpo más cerca. Ella sabía lo que quería hacer, pero oscuridad a parte, no estaba del todo segura de que podría. Se dejó caer sobre su regazo con su propia excitación elevándose entre ellos. Él la agarró por las caderas y la haló con dureza contra él. —¿Quieres montarme? —Lo hizo, pero ni siquiera estaba segura de que había tenido el descaro de asentir con la cabeza, y mucho menos poner esta sugerencia en marcha. Su pecho subía y bajaba por el recelo, y como él siguió mirándola, continuó—: Yo te ayudaré. No tengas miedo. —Y así lo hizo. Él levantó sus caderas mientras ella se puso de puntillas, se cernió sobre su cuerpo. Y cuando él la bajó, dio instrucciones—: Agárrame. Guíame en tu coño. —Ella estaba trinando de emoción, y mientras él mantenía sus caderas firmes, ella sostuvo su rígida longitud. Él bajó sus caderas, y cuando ella lo guió a su cuerpo, él empujó sus caderas hacia abajo sobre su erección. Ella se hundió en su longitud con un gemido escapando de sus labios, y cuando lo hizo, él capturó de su boca con la suya mientras la tiró el resto del camino a su ingle. La penetración profunda quemó dolorosamente su vientre mientras gritaba entre sus labios, y cuando él

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despacio levantó sus caderas sosteniendo a lo largo de su longitud, ella se elevó a sus puntillas otra vez. Él le soltó las caderas y las dejó caer a su lado cuando estaba casi fuera de su cuerpo, y cuando lo hizo, ella se hundió y se hizo cargo donde sus manos la habían ayudado. Ella empujó hasta al final de su regazo, una vez más, y el dolor quemó a través de su núcleo nuevamente. Se alzó y bajó sin parar mientras él la observaba con las manos a los costados. Tenía los labios entreabiertos, y en la suave luz de la mañana capturó el tenue brillo de sus dientes. Mantuvo los movimientos de sus caderas y lo estudió. Estaba apretando las nalgas y alzándola hacia ella tanto como le era posible a partir de su posición, y cuando aumentó su excitación, él la agarró por las caderas, forzando su cuerpo apretado al suyo; él gruñía. Se dio cuenta de que quería follarla con fuerza, y el momento de su orgasmo atravesó su cuerpo, ella cedió, dejando caer la cabeza en su hombro. Lo dejó agarrar, forzar, conducir su cuerpo hacia abajo sobre su erección. Él estaba gimiendo y gruñendo contra su cuello, y sólo un poco furioso, golpeando empujes antes de que su propio orgasmo lo poseyera y dejara su cuerpo convulsionando en ella. No fue hasta que él hubiera sostenido su cuerpo cerca del suyo y permitido a su respiración reducir la velocidad durante algunos largos minutos de gozo que la alzó de su erección y la plantó sobre su regazo. Alcanzó la manta que ella había descartado y cubrió su cuerpo con ella. —¿Ha sido demasiado duro? —Sus palabras fueron ronroneadas, como siempre lo eran. Ella negó con la cabeza, y él la acarició en el cuello. Humedad goteaba de su cuerpo y corría hasta su muslo mientras él la abrazaba. Hizo caso omiso de ella por un momento hasta que se dio cuenta de lo que había pasado, y mientras se levantaba rápidamente en estado de pánico, Truman la contempló. —¡No... No usamos nada! —Estaba casi gritando, y en cualquier otro momento, podría estar avergonzada por su comportamiento, pero ella estaba aterrada. Él pareció calmo por sus palabras, pero ella no. —Ven conmigo. —Él la condujo de la mano de nuevo a su dormitorio y luego a su cuarto de baño. Depositándola al lado de la bañera, agarró una toalla y la humedeció en el fregadero. Se arrodilló entre sus piernas y la limpió hasta la última gota de su semilla, y cuando terminó, la miró a los ojos y luego presionó dos de sus dedos en su vagina. Le acarició, y después de unos minutos que le trajeran cerca del orgasmo, alzó los dedos para que ella viera. Sus dedos estaban teñidos con su sangre. Había empezado su periodo. Tenía una mirada de complicidad en su rostro, como si esperara encontrar nada menos, pero eso era imposible, por supuesto. Se arrodilló entre sus muslos y la besó. —Estás bien, y te aseguro que no tienes nada que temer, médicamente hablando, de mí. Déjame prepararte un baño. Te traeré un poco de café, tan

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pronto como lo haga. —Y con un beso final, tirando de su labio superior entre sus dientes y chupándolo suavemente, se levantó, preparó el baño, y luego la dejó para bañarse. ¿Cómo podría haber sabido que había comenzado su período? No podía saber, y sin embargo no había ni una señal de sorpresa en sus ojos, y sus acciones desde el momento en que se la llevó al cuarto de baño eran para tranquilizarla. Había ido buscando y encontró lo que esperaba encontrar, pero no era posible. ¿Lo era?

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Pasaron la mayor parte de la semana juntos, y para cuando llegó su siguiente clase apenas se habían separado, pero durante algunos turnos aleatorios Ember había tenido que trabajar. Él estaba feliz. Estaba contento después de tanto tiempo de estar separado de ella, siempre arrancado de su lado después de tan poco tiempo juntos. Siempre había querido ser parte de su vida, de una forma u otra, y siempre se había visto obligado a esconderse en las alas de su existencia. Nunca había sido suficiente. Y ahora era de él, y nunca renunciaría a ella. No habían hecho el amor desde el susto del completamente imposible embarazo, pero podía sentir que el momento estaba cerca. Sabía que su período estaba terminando, y para cuando la clase terminara esa noche, le encantaría ser capaz de tenerla de nuevo —si es que podía mantener sus manos fuera de ella durante tanto tiempo. Hacerle el amor era en todo en lo que podía pensar cuando ella no se lo permitía. Ella tenía un turno en la cafetería justo antes de la clase, y mientras la besaba con un adiós, cuando salía de su apartamento, y él se disponía a disfrutar de su espacio sin ella, su mandíbula latió —oh, sí, ella definitivamente estaría lista esta noche. Tenía hambre. Él se había saltado sus habituales viajes a Boston y Nueva York a cambio de pasar tiempo juntos, y ahora eso lo deterioraba. Los vampiros ciertamente no estaban obligados a comer constantemente, pero era mucho más cómodo no anhelar, para estaba lo suficientemente saciado. Su cuerpo se sentía más débil que de costumbre, y aunque todavía podía destruir a un ser humano fácilmente con su fuerza y poder, no era su estado normal. También estaba la feminidad de Ember, sobre todo ahora, tanto más tentadora, y él prefería mucho desear y estar obsesionado con el cuerpo de Ember que con hambre. Pero no estaba dispuesto a dejarla todavía. Estaba disfrutando de ella por completo y demasiado, y aunque eventualmente tendría que encontrar tiempo para cazar en Nueva York o Boston, no iba a ser pronto. Mientras tuviera energía para hacer el amor con ella, ahí es donde estaría. Cuando entró en el salón de clases, ella estaba esperando en su asiento habitual. No podía dejar de recordar su primera noche de clase cuando ella había tratado de ponerse a sí misma en el hospital, y cuando se sentó detrás de la mesa y atrapó la sutil sonrisa en su cara, él luchó con la risa.

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Ella se veía radiante. Llevaba un viejo jean descolorido que había enrollado y que se ajustaban a la perfección, un top blanco sin mangas estilo campesina, y un par de sandalias planas. Llevaba el cabello anudado en un moño, y no llevaba maquillaje. Parecía fresca y limpia, y cuando inhaló, su aroma estaba completamente desprovisto de sangre. Ella no tendría ninguna razón para negársele esta noche, y dado su ritmo cardíaco ya acelerado, no habría ningún argumento. Él se sentó en el borde de la mesa mientras interrogaba a los estudiantes. Ember habló mucho menos de lo que era capaz en su presencia, y eso le molestaba. Le gustaba su curiosidad, su deseo insaciable de más información y su lengua floja, pero ella se lo escondió con mucha eficacia con su autoconciencia. Irónicamente, no había nada en absoluto que debiera preocuparla. Él sabía exactamente quién era y cómo funcionaba, y se quedó allí sabiendo que estaba ocultando esa parte de sí misma de él. Mientras hablaba, los estudiantes replicaban —en su mayoría las mujeres. De vez en cuando, Ember respondería a una pregunta, y cuando lo hacía, dejaba una pequeña sonrisa en sus labios mientras hablaba. Cada vez que oía su voz, empezaba a imaginarla. Su cuerpo, el tacto de su mano sobre su cuerpo, la sensación de sus labios contra su piel, y la malditamente dulce manera en que gemía cuando hacía el amor con ella. Al final de la tarde, estaba sentado más por la necesidad de ocultar su erección que por cualquier otra razón, y aunque los estudiantes salieron de la habitación, ella se quedó. Cuando la puerta finalmente se cerró después del último estudiante, él habló en voz baja. —¿Quieres venir? —Si decía que no, él se rendiría, pero su expresión decía que sí y cuando lentamente asintió en confirmación, le sonrió. La tomó en sus brazos mientras se movían para salir, y cuando sus labios tocaron los suyos y luego se trasladaron a su oído, le susurró—: He echado tanto de menos tu cuerpo. No puedo creer lo hambriento que estoy de ti. —Su excitación era evidente en la rígida longitud de su polla, que estaba dura contra su estómago, pero el suave aroma repentino de su necesidad era la tranquilidad que buscaba. Caminaron juntos fuera del edificio, con cuidado de no tocarse entre sí o comportarse de manera indecente. Faltaban sólo tres semanas para que terminara el plazo, y difícilmente podría ser considerado un crimen el que un profesor joven saliera con una estudiante adulta durante su último semestre de escuela, pero no había ninguna razón para dar cuenta de ello a nadie. Cuando llegaron a su casa, él le sirvió una copa de vino y la arrastró hasta el sofá del salón. Tenía una agenda, y estaba ansioso, incluso más que su polla. —¿Vienes a Boston conmigo después de tu última clase? Tengo algunos asuntos que atender. Considéralo unas merecidas vacaciones. Podemos ver el paisaje, relajarnos, conseguir algo más de budín de pan. —Sus palabras sonaban tranquilas y frescas, pero no lo eran en absoluto. La quería con él,

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desesperadamente, y aunque sabía que ella quería estar con él, no estaba seguro de hasta dónde estaba dispuesta a llegar para que eso ocurriera. Él tenía un motivo ulterior por seguro. Quería que ella se enamorara de él, se quedara con él, hiciera de Boston su casa, y aunque no iría tan lejos como para pedir que se mudara a vivir con él, sin embargo, esperaba que esta vez fuera más fácil para ella decirle que sí cuando le preguntara. —No estaba segura de si querrías volver a verme después de tu verano aquí. O... —¿Por qué no iba a querer verte? Él sonaba tan incrédulo como se sentía. Sabía que la ponía nerviosa; infiernos, sabía que estaba francamente aterrorizada con él en sus momentos de autoconciencia, pero nunca habría imaginado que podría pensar que terminaría con ella solo porque el verano había acabado. —Solo pensé... no sé lo que pensaba. Volviendo su cara hacia él, le agarró las mejillas y pudo sentir su preocupación frunciéndole el ceño. —Ember... yo... —Él dejó caer su mirada de la de ella al darse cuenta de hasta qué punto tenía el poder en sus manos en este momento. Ella lo podía destruir emocionalmente tan fácilmente como él podía destruirla físicamente, y oró porque ella fuera tan incapaz de romper su corazón como lo era él de romper su cuerpo. La necesitaba, y su vida le pertenecía a ella. ¿Cómo no entendía eso todavía? Ella asintió antes de que tuviera la oportunidad de hablar y su corazón palpitó irregularmente. —¿Cuándo nos vamos? —Justo después de clase. Está a un par de horas de distancia y terminaré la clase temprano. Tengo que tener las calificaciones listas antes de la última clase, así que no vamos a estar allí mucho tiempo. Con sus planes establecidos, la atrajo arriba a su dormitorio y se puso a tranquilizar su cuerpo, que iba con él, para que fuera más que definitivamente capaz de hacer ejercicio en su favor. Le hizo el amor con ternura, mucho más de lo que pensaba que podría ser posible después de cinco días sin su cuerpo, y mientras se daban un baño después y la ayudaba, tomó su lugar detrás de ella. El calor del agua rápidamente calentaba su propia piel a la misma temperatura que la suya, y ella se acurrucó contra él. Ella estaba en silencio. Estaba en posición de infligir un millón de corazones rotos en él, y eso la hacía el ser más poderoso en su vida, pero se quedaba en silencio, su poder completamente reconocido. —¿Cómo sabías que había comenzado mi período? La semana pasada. Quiero decir, parecías saber... —Estaba hablando en voz baja, lejos en sus

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pensamientos y contemplaciones, y cuando ella se volvió hacia él, se quedó paralizado. Una cosa era omitir partes de sí mismo, pero mentirle directamente era otra cosa muy distinta. Y mientras observaba sus ojos y él le devolvía la mirada, luchando contra la necesidad de mirar hacia otro lado, mintió. —Tenía sangre en mí después de que hicimos el amor antes, así que supuse que estabas preparada para comenzar tu período. —Continuó mirándola, y fue una lucha intensa. Ella no podía saber quién era en realidad, y eso fue una bofetada en su cara, una vez más. Lo había conocido una vez. Lo había conocido, lo había aceptado, y había hecho el amor con él sin tener eso en cuenta, y él le había fallado. Ella lo miró con asombro y no dudó un momento. La mujer en sus brazos era hasta lo último la Ember que conocía de ese entonces, pero le faltaban algunos recuerdos muy importantes de sus vidas en común. No le hacía amarla menos, solo lo ponía triste y le molestaba que ella nunca lo fuera a conocer de esa manera. Pero no se resentía en lo más mínimo, sino que era él mismo el culpable. Aparentemente satisfecha con su mentira, se relajó contra él, una vez más, y después de haber secado sus cuerpos, ni siquiera se las arreglaron para llegar a la cama antes de que tomara su cuerpo desde atrás y contra el mostrador del baño mientras se miraban el uno al otro. Tuvo que dejar caer su cabeza hacia su espalda mientras era vencido por ella sólo para ocultar sus dientes, que estaban totalmente prolongados, y no fue hasta que había salido rápidamente de su cuerpo, se había adherido a sí mismo a su espalda y se había desplomado contra su parte trasera que le pudo mostrar de forma segura su cara otra vez.

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Ember había perdido la cuenta de cuántas veces habían hecho el amor o alguna variante interesante del acto en las últimas tres semanas antes del período de verano, y estaba empezando a temer su regreso a Boston. Él no hablaba de ello, y ella no se lo preguntó, pero él debía tener las clases programadas para el otoño, y esa era su casa después de todo. Emocionada como estaba de acompañarlo allí y por fin ver su verdadero hogar, también estaba teñida de tristeza. Tal vez él no se daría cuenta si llenaba una unidad de U-Haul y simplemente se mudaba... Es lo que quería si estuviera siendo honesta. No quería perderlo, y rezó por no recibir ninguna oferta de trabajo en el ínterin. De hecho, tan preocupada estaba sobre posibles ofertas de trabajo, que se negó a responder a una llamada de un hombre con el que se había entrevistado en un hospital cuando llamó a menos de una semana antes de su última clase, y cuando llegó para otra entrevista a un institución estatal, deliberadamente llevaba vaqueros agujereados y golpeó su chicle todo el tiempo. Pensó en eructar intencionalmente durante la entrevista también, pero decidió que tal vez estaba yendo un poco demasiado lejos. Así que por la tarde antes de su última clase, todavía estaba por suerte sin trabajo, desnuda en su cama con él entre sus piernas y con sus maletas hechas en la puerta principal. Él se las llevaría a clase temprano para que pudieran evitar ser vistos juntos y luego irse directamente después. En el momento en que él retiró su longitud de su cuerpo, ella estaba contando los minutos hasta que pudieran estar juntos de nuevo en Boston, por lo menos seis horas. Odiaba que fueran seis horas. Dos horas eran mucho más manejables. Ella se había convertido ligeramente insaciable con Truman y se preguntó si era posible que él sintiera lo mismo. La clase fue corta y dulce, y cuando el último de los estudiantes desfiló ante él y en su línea de visión, le guiñó un ojo seductoramente antes de caminar hacia la puerta y cerrarla con llave. Al parecer, no se iban inmediatamente a Boston. Ella había usado su falda corta de punto jersey que fácilmente tuvo en su cintura en el momento en que se acercó a él. La empujó a un lado de la mesa, y tomando las mejillas de su trasero en sus dos manos, apretó, acarició y sobó hasta que ella se sintió gratamente magullada.

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Ember cayó de rodillas sobre el linóleo industrial duro, y mientras lo hacía, él se desabrochó los pantalones y se sentó de nuevo en la silla. Sus ojos nunca la dejaron mientras sacaba su erección de la tela abierta. Sus ojos ardían y brillaban, todo a la vez del modo imposible en que siempre lo hicieron, y cuando sus labios se encontraron con la cabeza llena de sangre de su excitación, él tarareó un gemido increíblemente contento. Ella miró sus ojos, y él la estudió mientras cepillaba el cabello de los lados de la cara y ella tiró de él hacia atrás, sujetándolo en la coronilla de la cabeza. No tiró de ella hacia su cuerpo en absoluto, sino que sólo sostuvo su cabello hacia atrás y observó. Observó hasta el último gusto, y cuando sus labios pasaban por la cabeza mientras chupaba y tiraba de su polla, que casi siempre incitó un gemido y un delicioso aleteo de sus párpados. A ella le encantaba ver su reacción, y cuando él se detuvo a poco de venirse, solo la colocó delante de él entre sus piernas. Él arrastró sus dedos hasta la parte posterior de sus muslos, cosquilleando y excitando su piel, y cuando levantó la parte delantera de su camiseta, se inclinó hacia su estómago y lo besó. Con la boca chupando besos suaves sobre su estómago, sus ojos miraban hacia ella, y ella le sonrió. Sus manos fueron una vez más a sus muslos y tiraron su ropa interior suavemente hacia abajo, dejándola caer al suelo. El aire frío le hizo cosquillas en su humedad, y mientras él inhalaba su aroma, sus párpados se agitaban de nuevo. Su dedo se perdía entre los labios de su vagina, pasando ligeramente por encima del nudo apretado y enviando un escalofrío por todo el cuerpo que de ella trajo una sonrisa a su boca. Girándola para que enfrentara el escritorio, él le subió la falda más arriba en la espalda y volvió a su parte inferior. Su boca se puso en contacto, y ella se sacudió de la sorpresa, y cuando él le dijo que se inclinara, ella vaciló... pero obedeció. Estaba totalmente expuesta, y él levantó una de sus piernas, apoyándola en el escritorio. Luego llegó a los labios de su sexo y separó la piel. Sus dedos rozaron un golpe suave sobre su piel sensible, y sus rodillas temblaban y amenazaban con ceder si continuaba, pero estaría condenada si ella lo detuviera. Metió un dedo en su entrada, y mientras se hundía con un empuje lento y constante, su satisfacción exhaló en un suspiro increíble que tocó la parte posterior de sus muslos. Ember jadeaba con nada más que su penetración lenta, y cuando él sacó el dedo de ella, estaba casi lista para rogarle que hicieran el amor, pero cuando sus labios tocaron la piel justo donde el muslo se encontraba con sus nalgas, decidió que podía ser paciente. Trabajó su boca por su vagina lamiendo lentos besos que arrastraban un camino fresco a su paso, y cuando golpeó su sexo, su lengua empujó rápidamente en su interior. Él pasó la lengua y se hundió mientras ella se retorcía y gemía, y ella escuchó mientras arrancaba un paquete de preservativos abierto. Su cuerpo se prendió inmediatamente en fuego, y cuando se detuvo

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bruscamente girándose hacia él, se levantó y con un movimiento suave la levantó y hundió su erección profundamente dentro de ella mientras la ayudaba a bajar tambaleante en el borde de la mesa —un movimiento terriblemente coordinado, y un nuevo favorito, ella estaba bastante segura. Él empujó profundamente dentro de ella y sostuvo sus ojos mientras movía sus caderas entre sus piernas, y ella se vino abajo con su cabeza hacia atrás en cuestión de segundos. Su boca sobre su piel había sido su perdición, y su increíble penetración la puso sobre el borde. A medida que su cuerpo se convulsionaba alrededor de él, siguió obligándose a hundirse en el interior de su cuerpo, y cuando él llegó, estaba gimiendo su nombre al oído una y otra y otra vez. Cuando estuvieron vestidos y salieron por la puerta, él le tomó la mano. Los pasillos estaban vacíos, y se quedaron solos. Pero en el momento en que salieron del edificio, Truman se congeló y tiró de su cuerpo contra el suyo. Se veía más animal que hombre, y cuando una figura oscura salió de las sombras de un árbol cercano, el corazón de Ember se tambaleó, y entró en pánico. Sus ojos fueron lo primero que realmente vio de él mientras caminaba hacia ellos. Brillaban a la luz de la luna, y cuando salió de la sombra que bañaba del edificio, el control de Truman en su cuerpo se tensó aún más. Él no dejaba su lado, y eso la tranquilizó. Todo el evento era surrealista. Truman a su lado se sentía fuerte, feroz, incluso, y mientras miraba hacia él, captó el brillo de los dientes demasiado largos por un breve momento antes de que sus labios se cerraran. —Thomas. Encantado de verte. Las palabras de Truman no implicaban nada sino la felicidad de que este hombre estuviera presente. —Tru. Huele como si hubieras estado divirtiéndote con tu humana. Todo un delicioso aroma, ¿no es así? —La reacción de Ember fue jadear ante sus palabras, pero cuando Truman escuchó su respuesta, él la atrajo hacia su cuerpo. —Ember, necesito que me esperes en el auto. —Sus palabras no eran malas, pero eran una orden, y en el momento en que se detuvo, le espetó—. Ahora. —Quería darle una bofetada por ser tan mandón, pero cuando volvió su mirada a él, sus ojos se encontraron con los de ella. Le tocó la mejilla, y se inclinó a su oído—. Tienes que esperar en el auto. —Sus palabras eran suaves, pero su tono era intenso y no dejaba espacio para la pregunta. Él habló con su cuerpo, y ella caminó hacia el auto, pasando por el desconocido que levantó la nariz al aire e inhaló. —Encantador. —Ella casi se echó a correr cuando su pánico aumentó. No sabía quién era este hombre, y no le gustaba, y por el momento, él estaba mucho más cerca de su cuerpo que Truman. Pero mantuvo su curso con el mismo paso aún. —¿Por qué has venido aquí?

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La voz de Truman parecía controlada, pero se dio cuenta de que no estaba feliz de ver a este hombre más de lo que ella estaba feliz de reunirse con él. —Oh, vamos, Tru. Mason no está contento de haber permitido que esta pequeña interrupción tire de ti lejos de tu lugar en la familia. Esto se ha prolongado durante demasiado tiempo. ¿Qué es, doce años ahora? Es una responsabilidad que no tolerará. Ember no tenía idea de lo que quería decir, y cuando se volvió para mirar hacia atrás una vez que se acercaba al auto, los ojos de Truman encontraron los de ella y luego cayeron de inmediato. Se subió en el asiento del copiloto y observó. Ahora no podía oír nada de su conversación totalmente desconcertante, pero podía ver el lenguaje corporal de Truman lo suficientemente claro como para saber que él no era feliz. Ella no lo era tampoco.

—Sabes muy bien que ella no es una responsabilidad para nosotros. —La presencia de Thomas arruinó el día de Truman en un segundo. De todos los vampiros que Mason pudo enviar, tenía que ser Thomas. Thomas era el hermano de Mason, el más susceptible de incitar una granizada de furia en él. El hombre no tenía respeto por los seres humanos, sin respeto por nada en absoluto con toda franqueza, y su acercamiento vulgar en Ember había dejado hirviendo su sangre fría. —Ningún ser humano tiene dominio sobre nuestra especie, y si la ves como una responsabilidad o no es irrelevante. No es posible que esperes mantenerla a tu alrededor. Ella es mortal, y, sin embargo, has enterrado profundamente sus recuerdos, no hay garantía de que van a permanecer enterrados para siempre. Sabes que cuanto más tiempo estás a su alrededor hay una mayor posibilidad de que su cerebro comience a conectar los puntos. Eres un maldito idiota, francamente, por perder tu tiempo en un cadáver andante. Entiendes que es mortal, ¿no? —Somos los cadáveres andantes, y ella está más viva de lo que tú y yo nunca lo estaremos. No has respondido a mi pregunta. ¿Qué coño haces aquí? —Su voz se las arregló para hacerse oír más allá de sus dientes apretados y la mandíbula, pero estaba peligrosamente cerca de perder los estribos, y era lo último que quería que sucediera con Ember sentada cerca en el auto. De verdad, lo único que quería era estar cerca de ella. Podía verla tan cerca, pero se sentía tan condenadamente lejos que lo aterrorizó. El hecho de que Thomas se interponía entre ellos no ayudaba. —Mason quiere verte, y si te queda algún sentido, no le harás esperar. —Con eso, se dio la vuelta y se marchó a su auto, y Truman se dirigió

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lentamente hacia donde su Ember estaba esperando. Sus ojos estaban muy abiertos y asustados. Quería tranquilizarla, pero estaba tan aterrorizada como lo estaba él, si no más. Sabía exactamente lo que su clase era capaz de hacer, y mientras que él había pensado que no le había dado a Mason ninguna razón para preocuparse por Ember, se daba cuenta con una patada a su conciencia de que tal vez había juzgado mal la situación. Pero no entendía por qué. No era el primero de su tipo en desarrollar una relación con un ser humano, y estaba seguro de que sus recuerdos de él estaban enterrados con seguridad en lo más profundo de algún rincón oscuro de su mente, así que ¿por qué ahora? No tenía más remedio que ir. Su género no tenía un montón de paciencia, y Mason era el peor de ellos. Cuanto más tiempo le hiciera esperar, más resentido estaría, y por desgracia, ese resentimiento saldría destinado totalmente a Ember. Cuando subió a su lado, ella lo miraba sin decir nada en absoluto. Estaba confundida, y él se sentía culpable. Esto no estaría sucediendo si no fuera por él, y era probablemente la píldora más difícil de tragar. —Lo siento, Ember. No puedo llevarte a Boston en estos momentos. —Ella lo miró sin decir nada todavía, pero su rostro había caído y estaba luchando contra el dolor que nunca sentiría si ella entendiera cuál era su motivo. Todo lo que quería era protegerla, velar porque estuviera a salvo, pero lo único que podía ver era el rechazo de un tipo u otro. —¿Por qué? —Su voz era tranquila y tímida. Tenía miedo de la respuesta, y porque él no podía darle una que tuviera sentido alguno para ella, no pudo hacer mucho para que se sienta mejor. —Tengo que asistir a algún negocio, y... —Truman, no tiene ningún sentido. Ya sé que tienes negocios… —Lo siento, pero necesito que confíes en mí. Quiero estar contigo. Quiero llevarte. Pero no puedo en este momento. Lo siento. Esta es la última cosa que quiero hacer, pero no tengo otra opción. Tienes que entender que esto no es lo que quiero. Sus ojos eran cautelosos y reflejaban cualquier cosa menos confianza en ese momento, y se odiaba por traer esta desconfianza hacia ella. Condujeron en silencio, y cuando tomó su mano en la suya, ella no se apartó, pero miró por la ventana lejos de él. La siguió hasta su apartamento, y cuando ella le preguntó si tenía que irse y él dijo de inmediato, ella se alejó a su dormitorio. Él dejó sus maletas en el suelo de su habitación y se acercó a ella. —Lo siento, Ember. No era mi intención que esto sucediera.

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—Está bien. —Ella rodó su cuerpo, y después de unos minutos de escuchar su respiración, pero sin ningún signo de que le quisiera allí, él se levantó para irse, besándola suavemente en la parte posterior del cuello. Volvió a su auto y se dirigió a Boston a la construcción de su familia en Beacon Hill, y con cada milla que ponía entre ellos, su corazón frío se hizo más y más y más frío. Estaba furioso, pero tan preocupado como derrotado. Su corazón se hundía a cada kilómetro. No había manera de que esto pudiera terminar bien. Él le había dado la espalda a la familia desde hace mucho tiempo, cuando rescató a Ember cuando ella tenía diez años, para ser exactos. No los odiaba a ellos como un todo, pero detestaba a Mason, el jefe de su familia. Es posible que compartieran el mismo linaje, pero Truman no se sentía ligado a él de ninguna manera. Lo mismo no puede decirse de Mason, sin embargo. Mason había intentado durante años acercarlo de nuevo a ellos, pero cada vez que tiraba, Truman se alejaba. Había poco que Mason realmente podía hacerle, pero a Ember... era una historia diferente. Iba a alta velocidad, pero extrañamente, no tenía prisa para llegar allí. Su furia estaba en masa crítica, y quería hacer esto para que pudiera regresar con ella. Pero el miedo estaba al acecho en el fondo de su mente, ese pensamiento interrumpido con uno propio. ¿Qué pasa si no puedo salvarla? Cuando entró en el edificio histórico de su familia, pasó junto a una de las mujeres de su línea de sangre, ignorando su saludo al entrar en el ascensor. Subió al ático, su furia construyéndose por el piso. Truman había pasado muchos años viviendo en ese edificio, y no estaba contento de estar de vuelta. Era precioso, lujoso y equipado para una vida de hedonismo y de existencia divina, pero él quería una vida real, no esto. Esta vida ofrecía protección, pero no libertad. Mason ofrecía putas a voluntad, pero no amor. En realidad, las putas no eran más que cáscaras caminantes de mujeres humanas, y hombres para el caso. Sus mentes se habían enterrado y desenterrado tantas veces que estaban en un sueño constante, incapaz de comprender su propia existencia y eran mucho más flexibles y dispuestos de lo que cualquier ser humano debería ser. Él siempre los había odiado, los odiaba de una manera que no podía superar, y así, él siempre había elegido recoger su propia mierda... hasta que la conoció. Cuando llegó al piso, no se molestó en llamar —nunca se había molestado en el pasado, y seguro que no se iba a molestar ahora— y cuando entró, Mason estaba recostado en un sofá con la cara de una puta enterrada en su ingle desnuda. Su cabeza se estaba meneando, y sus labios estaban sorbiendo, y la cabeza de Mason se dejó caer. Él estaba molesto por esta imagen como lo estaba con todo en este lugar, y cuando Mason le oyó entrar, levantó la cabeza y sonrió con una lasciva sonrisa malvada. Sin embargo, no hizo detener a la mujer de su trabajo, y mientras ella continuaba dándole placer, Mason habló. —Qué bueno que hayas venido, querido Tru. Te ofrecería su boca, pero ella está ocupada en este momento, y yo no tengo ganas de compartir.

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—No estoy interesado en tus mujeres. ¿Por qué me has llamado? —Tú sabes por qué. —Y sus ojos oscuros oscurecían de furia—. Tu humana no se interpondrá en el camino de tu familia por más tiempo. No será tolerado. —Su nombre es Ember, y ella no es mi humana, es de ella misma. Simplemente tengo la suerte de ser parte de su vida. —La propia furia de Truman estaba construyéndose en la falta de respeto de Mason por ella. —Ya no es así, no lo harás. —La ira de Mason tocó un máximo, y él empujó a la puta de su cuerpo, de pie, acomodando su ropa, y caminando hacia Truman. Pero cuando llegó a él, su rostro se suavizó en bondad fingida—. Podríamos traerla al redil. Mezcla su cerebro un poco y te permitiré mantenerla como una puta. Todos querríamos compartir por supuesto. Somos una familia, después de todo. La furia de Truman llegó a su propio pico con sus palabras. —¡Permanece jodidamente lejos de ella! —Su voz bramaba furia. —Eso es lo que pensé que ibas a decir. Haz lo que quieras. Veo dos opciones para ti, entonces. Puedes matarla, o nosotros podemos, por supuesto. O, limpias su memoria de ti, y ella vivirá una vida larga y satisfactoria. —No tengo ninguna intención de dejarla, y si le amenazas de nuevo, voy a destruirte. —Sus palabras eran ciertas. No tendría ningún problema destruyendo a este monstruo, pero también sabía que sería el final de su existencia, matar a otro vampiro no era más tolerado que la violación de cualquier otra de las reglas, y a menos que tuviera una muy buena razón, podía esperar allí para haber consecuencias. Ember era la mejor razón del mundo para él, pero un ser humano no se consideraría digno de la vida de un ser inmortal. Fue presa del pánico, y cualquiera que fuera el control que pudiera exhibir era solo un acto. —Me gustaría mostrarte algo, Truman. Por favor, ven. —Mason se fue a una zona multimedia con una pantalla plana de televisión masiva montada en la pared. Se sentó, encendió una consola de teleconferencia en la mesa delante de él, y encendió la pantalla, y la imagen que enfocó, hizo que la boca de Truman cayera, y se quedara sin aliento. Ember estaba durmiendo en su habitación con la luz de noche encendida. Todavía llevaba la ropa que había tenido esa noche y era exactamente como la había dejado. Pero ella no estaba sola. Sentado a su lado en la cama estaba Thomas, y estaba mirando la cámara fija que estaba sin duda sostenida en un trípode frente a él. Tenía un Bluetooth en su oído, y cuando sus labios se movieron en la cámara, su voz llegó a través de la consola de teleconferencias. —¿Asumo que Truman está allí? —Sus palabras fueron dichas en voz baja.

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—Oh, él está aquí, y según parece, finalmente hemos conseguido su atención, hermano. —Una sonrisa socarrona fue toda la respuesta que la cara de Thomas mostró ante las cámaras. Y como Truman observaba con pánico construyéndose por segundo, Thomas tocó su cuerpo. Primero él le acarició la mejilla, y ella se estremeció en su sueño. Arrastró su mano contra su pecho, y él pasó por encima de sus pequeños montículos con su palma. Truman estaba muriendo por dentro. Él quería destruir a Thomas, quería destruir a Mason, pero en ese momento sostenían su vida en sus manos, y no había nada que pudiera hacer. —Despiértala. —Fue Mason quien habló, y como Truman observaba, Thomas golpeó la mejilla de Ember duro, sus ojos se abrieron en estado de shock, y ella gritó. Truman se limitó a observar, hundiéndose hasta las rodillas en el suelo delante de la pantalla de televisión. Thomas llevó la palma de la mano sobre su boca, ahogando su grito, y cuando los ojos de Ember se abrieron con terror, él tiró su cuerpo hasta sentarse y tomó su lugar detrás de ella. Sus colmillos estaban extendidos, y su boca estaba en su cuello. Él la estaba amenazando, y la amenaza se está ejecutando con fuerza. —Haces ruido y te mato. ¿Entiendes? —Ember asintió con la cabeza, y mientras él seguía hablando, movió su mano burlonamente por su cuerpo, y era una vez más sometida a los tormentos de un hombre. Rompió el corazón de Truman y le hizo sentir como si fuera a vomitar de dolor—. Puedo ver por qué te gusta tanto. Cuerpo joven y firme... —Al tacto de la mano sobre sus pechos, ella lloró y sollozó con los dientes apretados. Él amasó su piel mientras sus lágrimas caían, y Truman vio con horror y desesperación absoluta. Thomas movió su mano entre sus piernas, tirando de sus muslos, y Ember cerró los ojos. Su cara se aflojó, y ella se cerró. Podía verlo en su expresión. Se dio por vencida y se escondió en su mente en lugar de permitir este temor destruirla. Había pasado por ese miedo antes, y ella lo sabía, aunque fuera inconscientemente, no quería tener nada que ver con eso. Su falda era corta y ya se subía alrededor. Thomas cogió la tela de su ropa interior, tirando de ella más o menos a un lado para dejar al descubierto su sexo. Hundió un dedo dentro de su cuerpo cuando Ember gritó y sollozó de nuevo. Truman comenzó a suplicar. —Por favor, por favor, haz que pare. No puedo... Por favor, te lo ruego. Truman no era humano, pero no había perdido la capacidad de llorar, y lo hizo. Sus lágrimas corrían por sus mejillas, y sollozaba. No podía soportarlo. Sollozaba igual que ella y más, pero no pudo apartar la vista tampoco, y al ver a Ember siendo torturada, su cuerpo siendo asaltado, su cuerpo temblaba y se estremecía en su dolor, y él siguió suplicando. —Ya está bien, Thomas. Creo que Tru ha conseguido por fin el punto. Limpia su mente, por favor. —Y cuando Thomas habló en su oído, sus ojos parpadearon y se cerraron, y Thomas dejó caer el cuerpo sobre la cama.

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Se puso de pie y arrojó una manta al azar sobre ella. Salió de la cámara grabando, y Truman continuó observando con sus lágrimas disminuyendo y ella dormía, Mason hizo una pregunta final. —Entonces, ¿vas a hacer lo que tienes que hacer, o vamos a tener que resolver este pequeño problema por ti?

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Ember despertó cuando su cama se movió, y por breves momentos, ella estaba aterrorizada al pensar que había despertado de alguna oscura pesadilla que no podía recordar hacia una pesadilla real en su habitación, pero mientras su voz zumbaba fuera de ella, se relajó. —Solo soy yo. Estás a salvo. —Sus palabras eran raras, como si en verdad fueran un consuelo necesario, y su voz sonaba conmovida y contenida. Ella giró hacia él, atrapando la hora en el reloj. Eran las cinco de la mañana, y el alba estaría pronto sobre ellos. Ellos nunca habían peleado antes, y aunque no le parecía necesario llamarlo de despedida la noche antes de una pelea, ella odiaba sentir que habían terminado mal las cosas. Los labios de Ember encontraron los de él, y ella lo besó. Él dudó un momento antes de regresar el beso con su propia pasión, y cuando el alejó su boca de la de ella, habló—. Te amo, Ember. Mucho más de lo que puedes imaginar. Su cuerpo tembló por sus palabras y el profundo significado detrás de ellas. Ella también lo amaba, y ella supo en ese momento que ella podría tener lo que quisiera y más con ese hombre. Su felicidad era guardada por él, y él la amaba. —Yo también te amo. Él la besó una vez más, y mientras lo hizo, ella sintió una lagrima caer desde sus ojos hasta su mejilla. Su mano se movió a su mejilla, alejando las lágrimas, y por un momento ella se preocupó. Pero luego el habló de nuevo. —Duerme. —Y ella olvidó su preocupación, su amor por él, su absoluta felicidad por sus palabras, cada pedazo de él… se fue.

Cuando Ember despertó, aún estaba cansada. Se sentía como si no hubiese dormido en absoluto, y aun así, ella sabía que lo había hecho. Parecía que todo el café en el mundo no podría alejar su agotamiento, y mientras se sentaba en la mesa de la cocina, no conseguía entender. Estaba confundida, pero no sabía porqué. Ella sentía como si algo le hiciera falta, pero no podía saber qué era eso. Cuando encontró una maleta empacada con ropa y artículos de tocador, empezó a preguntarse, no por primera vez en su vida, si tal vez se estaba enloqueciendo. Su clase finalmente había terminado, y allí no había otra cosa que esperar más que recibir su diploma, y mientras recordaba su semestre, se dio cuenta de más

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agujeros e información perdida. Por su vida, ella no lograba recordar a su profesor. Eso no tenía ningún sentido, pero él, o ella para el problema, estaban simplemente desaparecidos. Ella recordaba a los otros estudiantes, recodaba dar de forma atroz un discurso, pero había agujeros en todo, y entre más trataba de recordar, más se le nublaba la mente. Ella descubrió cinco mensajes de un hombre con el que se había entrevistado, y sabía que intencionalmente lo había ignorado, pero aunque lo intentaba, no podía recordar porqué. Lo llamó de regreso y se disculpó por no haberle devuelto las llamadas, diciendo que había tenido que salir inesperadamente del pueblo. Él debió creer su excusa porque lo siguiente que ella supo, fue que se entrevistarían de nuevo al día siguiente. Ember pasó el resto del día sintiéndose un poco chiflada, y para esa noche no tenía más claridad sobre lo que estaba perdido en su vida de la que tenía esa mañana cuando había despertado. Cuando despertó en medio de la noche, estaba llorando. Ella estaba deprimida, y no entendía porqué, y en la mañana siguiente estuvo absolutamente segura de que estaba perdiendo la cabeza. Pero no había nada que hacer. Tenía una entrevista para un puesto de psicóloga infantil, y a los psicólogos simplemente no se les permitía estar locos.

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Truman estaba mirando a Ember entrar al hospital al día siguiente por una entrevista. La estuvo mirando cuando ella llegó al café a trabajar más tarde ese mismo día. Y estuvo mirando cada uno de sus movimientos por las siguientes largas semanas sin ella. Él estaba más deprimido de lo que creyó posible, y era capaz de dejar de cazar y comer y solo secarse y morir, lo haría gustoso. No quería una vida sin ella, pero no podía morir y dejarla desprotegida. Tenía que saber que ella estaba a salvo, y por eso cada momento que podía, la observaba. Ya había pasado 12 años haciéndolo, podría pasar otros 27, o algo así, si era necesario, y una vez ella muriera, podría permitirse morir también. Su obsesión le dejaría un devastador tiempo cuando la viera tener citas, enamorarse, casarse, pero tenía que saber que ella estaba bien. Eso era más importante que cualquiera de sus sentimientos o deseos. Inevitablemente tendría que sacar tiempo para Boston o Nueva York en alguna ocasión, pero él temía cada vez que tenía que dejarla. Se preocupaba incesantemente cuando estaba lejos de ella, pero no podía cazar en Portland –era demasiado malditamente pequeño. Boston y Nueva York nunca estaban cortos de monstruos que él era feliz de juzgar y condenar, y podía destruirlos sin mucho problema con la policía. Portland era diferente. Tenía su parte justa de monstruos que estaría encantado de devorar si le dieran la oportunidad, pero había más riesgos de ser descubierto. Él había hecho como su familia había pedido. Había limpiado la mente de ella protegiéndola, y ahora estaba sufriendo una eternidad sin la única mujer que había amado sobre las demás en este mundo. Asombrado de haber vivido tanto y nunca haber encontrado nada que sobrepasara este amor, pero allí estaba –ella era su todo. Mason no estaba feliz de que él no hubiese regresado a ellos después de realizar el hecho, pero no podría en realidad haber esperado que él regresara después de que lo torturan. Tuvo que tomar media mente de ella por el consejo. Mason evitaba el consejo, una colaboración de las cabezas de familia de casi todos los clanes vampiros de la región. Pero no del suyo propio. Mason había resistido después de una beligerante disputa que Truman difícilmente podía recordar. El consejo estaba lejos de ser acertado, pero tenían sin duda más moral y mandato que su propio oscuro y codicioso líder de clan.

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Él nunca había realmente odiado su familia, solo a su líder. Irónicamente, Mason siempre había actuado como si debiera tenerle algo de lealtad. En vez de eso, él odiaba a ese hombre. Su propio padre había sido destruido hace mucho, y esa era la razón real para que a él se le permitiera deambular libre y vivir su vida como quisiera en su gran mayoría. Un vampiro estaba atado a su padre hasta que murieran, y era solo entonces cuando muchos de los vampiros obtenían un poco de indicio de libertad personal, propiedad, liderazgo, y la capacidad de subir de rango en sus clanes. Curiosamente, Truman era el más antiguo de su clan, siendo el único sobreviviente de los viejos vampiros que habían engendrado en su línea familiar. Pero él se había apartado mucho tiempo atrás, y por mucho que Mason lo quisiera traer de regreso dentro de su redil, no es como si él fuese a poder liderar correctamente, pero si podría controlarlo y dominarlo. Truman lo ofendió cuando le dio la espalda, y Mason sin duda lo ve como un reto a gobernar, aunque Truman nunca jamás hubiese querido esa posición burocrática. Mason desde siempre lo había querido arrastrar de regreso para desmoralizarlo. Así que él decidió permanecer alejado y vivir su vida en solitario, escogiendo caminar solo por el resto de la eternidad y encargándose personalmente de proteger a la única persona en el mundo que significa algo para él. Cuando regresó a Portland después de cazar en Boston un simple mes después de que Ember lo hubiese olvidado, él la encontró dejando el café después de un turno. Estaba lloviendo, y mientras ella caminaba fatigosamente a casa bajo un aguacero, él la observó desde su auto, queriendo protegerla y calentarla del clima. Cuando una figura se movió rápidamente desde un callejón, él observó con horror como esta figura agarró a Ember, jalándola dentro de este. Él se lanzó desde su carro hacia el último lugar donde la había visto, y fue solo cuando entró en el callejón que atrapó el aroma de Thomas, y supo instantáneamente que la vida de Ember estaba en peligro. El callejón no continuaba en otra calle, en su lugar terminaba a 200 yardas o algo así de la calle. Estaba contaminado con un par de contenedores, restos de basura y varios camastros de madera. Él se movió tan rápido como sus pies pudieron llevarlo y lo más silencioso posible, y mientras rodeaba el ultimo contenedor listo para atacar, él la vio. Era muy tarde. Su boca estaba unida a la garganta de ella, y la piel de ella estaba empalideciendo. Él no tuvo tiempo de pensar mientras saltaba hacia Thomas, golpeándolo duro contra el muro negro del callejo. El cráneo del hombre crujió, y cuando lo hizo, su mandíbula se aflojó del cuello de Ember, y ella se hundió en sus rodillas y cayó sobre su estómago. Estaba sosteniendo a Thomas contra el muro con una mano en su cuello. Su rostro estaba estrujado con furia, y sus colmillos estaban completamente alargados y listos para destruir.

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Thomas soltó una débil risa mientras la sangre se derramaba de sus orejas y nariz mientras su cerebro tenía una hemorragia. —Ella está muerta, maldito estúpido. —Él se estaba asfixiando en la fría sangre muerta que se estaba drenando de su cerebro, y estaba palideciendo rápidamente. Con toda la ira que este monstruo merecía, Truman torció duro con sus manos y codos y arrancó. El cuello del hombre crujió mientras los huesos se rompían haciéndose astillas, y el bárbaro sonido de su carne era sonoro y grotesco mientras Truman arrancaba fuerte a través de la piel y tejido conectivo. Su cabeza estaba rasgada y floja de su cuerpo, y él la arrojó contra el muro de ladrillo en un lado del callejón. Truman estaba gruñendo y sus dientes se negaban a entrar, pero cuando giró para buscar a Ember, su cara cayó y sus gruñidos se convirtieron en aullidos de dolor. Ella estaba tratando de levantarse, y cuando logró colocar sus pies bajo su cuerpo, dio un par de pasos. Ella se estaba tambaleando, y mientras lo miraba horrorizada, volvió a caer sobre sus rodillas. Sangre goteaba desde la enorme herida de su cuello, y la envenenaba justo antes de que colapsara en el suelo, él le dio la vuelta y la recostó en el sucio concreto. Sus ojos aletearon y trató de enfocarse mientras la lluvia golpeaba su rostro, y Truman lloró y suplicó a Dios que no se la llevara. Él estaba llorando desesperado mientras veía el cuerpo de ella tratar tan duro de mantenerse vivo con poco menos de la mitad de la sangre que necesitaba. Su cuello aun sangraba, y él arrancó el borde de su camisa, sosteniendo la tela apretada contra su cuello. Los ojos de ella ocasionalmente se abrían antes de aletear cerrados de nuevo. Sus latidos eran lentos pero aun así firmes, y él supo que había muy poco que alguien pudiera hacer por ella. Ella estaba envenenada pero no le quedaba la cantidad suficiente de sangre para sobrevivir a la transición. Estaba muriendo, y él no podía detenerlo. Una transfusión de sangre podría matarla instantáneamente debido a que el veneno podría reaccionar a la introducción de nueva sangre en su sistema y podría arruinar cada tejido y fluido en su cuerpo. Eso la dejaría luciendo como alguna abrupta hemorragia que había matado su cuerpo, y no quedaría nada de ella. A menos que ella sobreviviera a la perdida de sangra hasta que completara la transición, así podría morir antes que el veneno terminara su trabajo. Él la levantó en sus brazos y la llevó a su auto. Escuchó atentamente su corazón mientras este andaba lentamente, sabiendo que eventualmente dejaría de intentar bombear la poca sangre a través de su sistema. Los tejidos se sentían fríos, y las extremidades estaban lentamente muriendo desde adentro. La sentó en el asiente del frente y quitó la tela de su cuello. Su flujo sanguíneo era lento y bajo en volumen, y lo único bueno de eso era que ralentizaba la hemorragia de sangre de su cuello. Goteaba –una gota tras otra. Reclinó su silla solo un poco, y quitó la chaqueta de punto del cuerpo de ella, la envolvió alrededor de su cuello para hacer más lento el sangrado sin cortar su suministro de aire. Cuando regresó al asiento del conductor, se sentó y miró fijamente a la nada. Estaba cubierto de la sangre de ella, sacudiéndose, conmocionado. Tenía que sacarlos de

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allí, pero no tenía adónde ir. No había un lugar seguro donde la pudiera llevar. No podía llevarla con su familia porque Mason la mataría solo por fastidiarlo, y Thomas no hacía nada sin el respaldo de su hermano, así que esto también había sido su plan, no solo de Thomas. El respaldo que normalmente podría conseguir del consejo también era una ilusión. Después de sentarse junto a ella, escuchando y estudiando sus latidos del corazón, tomó una decisión. Eso podría hacer que ambos murieran, pero él no podía esperar mantenerla viva por su cuenta. Suplicaría si tenía que hacerlo, vendería su alma al diablo si debía, se sacrificaría a sí mismo por sus deseos si se lo pedían, pero no tenía otra opción más que lanzar a ambos a la misericordia del consejo y esperar que de milagro los dejaran sobrevivir.

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Mientras estaba sobre su cuerpo aparentemente sin vida, él esperó. El consejo fue convocado, y él estaba empapado en su gran sala de mármol. El grupo de cuatro hombres se sentó frente a él, mirándolos y al pequeño cuerpo frágil de Ember. Aun podía oír los latidos de su corazón, y era el único consuelo que tenía. El consejo lo observó con interés. Ellos no tenían la crueldad de su familia, pero tenían sus leyes y mandatos, y estaba pidiendo que lo dejaran de lado por la única razón de que se había enamorada de una mortal. El consejo odiaba a su familia, y lo aceptaban a él sólo porque odiaba a su familia también. Habían tratado de que llenara el lugar de su familia en la mesa del consejo durante años, pero siempre se había negado. El problema con el consejo era que a los vampiros ya no se les permitía engendrar, y los humanos que estaban convirtiéndose fueron exterminados. Este fue el mandato del consejo, y lo hicieron tan grande como una amenaza a su propia familia. Ahora sobre su cuerpo, sintió la amenaza que se cernía sobre ella. —Tendrás que darnos tiempo para discutir esto, Truman. —Esto fue dicho por el jefe del consejo, Sylvan, un hombre que había hecho la transición en la mediana edad y ordenó el poder por su imponente presencia. Era un líder feroz y la razón de sus mandatos fueron seguidos rápidamente. Todos los consejos regionales compartían las mismas reglas principales, pero no todos eran tan regimentados y rápidos con sus castigos como él, pero eso era simplemente el apuro que Truman tenía. —¡Ella no tiene tiempo! —Truman no quería sonar chillón, pero por más que lo intentó, no pudo reprimir su desesperación y pánico. Ella todavía estaba viva, pero él no tenía ni idea de sus posibilidades de supervivencia sin su médico. —¿Y qué estás dispuesto a hacer para mantenerla con vida? —Otra vez era Sylvan que hablaba por el grupo. —No s... lo que sea... lo que sea que tenga que hacer. Sólo ayúdala, por favor. —Su voz era suplicante y desesperada, y mientras lo pedía, se puso de rodillas y la tomó en sus brazos. Si no lo iban a ayudar, no iba a dejar su cuerpo hasta que su alma se hubiera ido. Tendrían que sacársela de sus brazos, y mientras seguían observándolo, lloró y suplicó en voz baja—. Por favor... por favor... Por favor... voy a hacer todo lo que pidan, pero por favor ayúdala. —Levántate, Truman. —Él se mostró renuente, y miró al grupo con vacilación. Negó lentamente, sin estar dispuesto a dejarla ir sin algún tipo de acuerdo. Pero mientras la sostenía fuertemente, dos hombres se acercaron y

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agarraron sus brazos flácidos. Tiraron, y él la agarró con fuerza, negándose a separarse de ella hasta que supiera lo que iban a hacer—. Vamos a ayudarla, Truman, pero tienes que dejarla ir. —Miró a los ojos de Sylvan, y asintió. Truman relajó su agarre cuando uno de los hombres la levantó en sus brazos. Y mientras su mirada siguió a los dos hombres, escuchó sus latidos tanto como pudo antes de volverse hacia el consejo. —Por favor, siéntate, Truman —habló Sylvan, y Truman levantó la vista, le llamó la atención Angus, un hombre de cabello oscuro a quien Truman había conocido durante siglos. Angus tenía cabello revoltoso y ojos azules igual de cristalinos como los de Ember. Angus había intentado más veces de las que Truman podía recordar ponerlo en el consejo, y era siempre él quien se había negado, Angus nunca había buscado retribución. Tenían una relación cordial y cautelosa, había un grado de confianza. Truman se sentó en la silla frente al grupo, y Sylvan continuó mientras el consejo escuchaba sus palabras—. Habrá... condiciones. Truman asintió. Tomaría cualquier condición que le darían. —No permitimos más que los vampiros conviertan a los humanos, así que el hecho de que estamos haciendo una excepción debe ser apreciada, y estarás obligado a devolver el favor tomando tu lugar en este consejo. Y voy a decirte ahora, que tenemos la intención de destruir a Mason y el control que tiene sobre tu linaje. Su reinado no va a continuar, y tomarás su lugar como el líder legítimo de tu familia. Esto no es negociable. Truman solamente asintió. Había poco que discutir, y esto parecía ser el menor de sus preocupaciones en este momento. Simplemente quería volver a ella. —En caso de que Ember sobreviva, será tuya. Fue creada en contra del mandato del consejo, y no se le permitirá sobrevivir sin un progenitor. Cuando sea lo suficientemente fuerte, residirás con ella en la costumbre tradicional, y serás su responsable. No se le permitirá alimentarse, cazar ni matar, y va a sobrevivir solo de tu cuerpo por el resto de la eternidad. En caso de que seas destruido, ella será destruida también, así que ten cuidado, Truman. Su supervivencia depende de la tuya, pero al parecer, dado tu estado actual, ya has conectado tu propia supervivencia a la ella. Impresionante que hayas desarrollado tal vínculo con un humano. Una vez más, Truman asintió. No quería que la vida de ella esté ligada a la suya, pero quería que le perteneciera, y la quería cuidar. —Entendemos que limpiaste la mente de Ember la última vez que tuviste contacto con ella. ¿Es correcto? —Truman siguió asintiendo—. Debes entender que con su transición, perderás el control de su mente. Cuando sea lo suficientemente consciente, puede intentar liberar sus recuerdos... pero puede haber pocas esperanzas de desbloquearlos. Cuanto más pase de la transición, menos control tendrás, y dado su estado actual, puede que pase algún tiempo

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hasta que sea lo suficientemente consciente para que lo intestes. Debe estar preparado para el hecho de que puede nunca recordarte. —El corazón de Truman se rompió ante la idea de que sus recuerdos se podrían perder para siempre, pero era su supervivencia lo que más importaba, y en este momento, era todo en lo que estaba centrado. Sylvan continuó. —Vamos a hacer todo lo posible para salvarla, pero ha perdido una buena cantidad de sangre. Sabes que no podemos darle una transfusión, por lo que está limitada a los medicamentos de fomento de la sangre y los fluidos. Te acercamos a una de nuestras residencias, y tú necesitas aquí todo el tiempo que consideremos necesario. Tan pronto como ella se estabilice, serás capaz de verla. Mientras tanto, por favor, siéntete como en casa. Tú eres una criatura curiosa, Truman... pero supongo que todos estamos en nuestro propio camino. Espero que estés listo para esto. Truman fue escoltado a una residencia grande y extravagante. Era abierta, con techos de dos a tres pisos de altura. La esquina del edificio ofrecía vistas panorámicas del horizonte de Boston desde su alto nivel de historia. Las paredes de las ventanas estaban cubiertas de oscuras cortinas de terciopelo, que corrían toda la altura del techo. Estaban abiertas por el momento, pero podrían ser cerrados con la luz del día. Había una zona de oficina con un escritorio demasiado grande que estaba delante de las puertas de cristal que conducían a un balcón enorme. Había una zona de estar con un gran televisor de pantalla plana, y en una esquina contra una de las paredes de las ventanas y una pared interior estaba el dormitorio. Las paredes de la habitación corriendo sólo la altura de las paredes tradicionales y luego se abrían al gran techo. Mientras paseaba, encontró su camino hacia el dormitorio y vio la enorme cama. Podía imaginarse a sí mismo haciendo el amor con Ember aquí, y lo quería tanto que sus músculos estaban tensos y dolorosos cuando su cuerpo reaccionó a la imposible necesidad. Quería derrumbarse en la cama y cerrarse, pero quería verla demasiado, y le aterraba perderse de algo crucial. No tenía idea de si ella sobreviviría o no, y se aferraba a nada más que una esperanza de que podría. Truman caminó, paseó y miró por las ventanas. Se acercó a la barandilla del amplio balcón que daba a la línea del horizonte. Era una vista impresionante que quería compartir con ella, pero no podía hacer nada. Esperó y esperó, y fue una batalla sin fin para no volverse loco. Finalmente se derrumbó en la cama y se quedó mirando el techo. Eran minutos que pasaban y luego horas, y cuando la luz del amanecer finalmente apareció, cerró las cortinas que rodeaban la esquina, y se acostó de nuevo... y esperó.

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Cuando abrió los ojos, estaba confundida. No era como si nunca lo hubiera estado antes. Fue solo hace un mes o así la última vez que se despertó sintiendo que algo faltaba o que había perdido los recuerdos y el tiempo que estaba de alguna manera crítica, pero esto era diferente. Ella estaba en una extraña habitación en una cómoda cama. No parecía ser un hospital, y, sin embargo, estaba conectado a una intravenosa, y sus signos vitales estaban siendo monitoreados. Estaba sola, y mientras debía estar presa del pánico, estaba demasiado cansada para eso. Su cuerpo se sentía extraño, pero no podía decidir por qué exactamente. Su mandíbula le dolía como si le hubieran dado un puñetazo, y olía aromas que nunca había experimentado antes. Era como si la habitación estuviera impregnada de olores; no del todo malo, simplemente irresistible. Podía oler antiséptico y alcohol, pero era como si estuvieran en un trapo directamente en frente de su nariz, demasiado cerca, demasiado potente, aunque no podía ver de dónde provenía. Podía escuchar a la gente murmurando desde lejos, pero no había nadie en la habitación y sin duda nadie lo suficientemente cerca para que ella escuchara estas voces. Sus palabras tenían poco sentido, pero ellos no parecían querer hacerle daño. —Su volumen está alto, y su cuerpo ha comenzado a curarse a sí mismo. La transición va poco a poco debido a su estado de debilidad, pero está sucediendo. Es necesario tratar de liberar sus recuerdos ahora. Pero, Truman, está en mitad de la transición, así que no esperes mucho. —Sé que su supervivencia es lo más importante, pero será devastador si no puedo liberar su mente. Tenemos tanta vida en común, y sería un error pensar que yo tenía el derecho a alejarlo de ella. —La estabas protegiendo. Francamente, es la razón por la que se le permitió sobrevivir tanto tiempo como lo ha hecho. Ella podía oír sus pisadas cerca de su habitación desde una larga distancia, y volvió a recordar lo extraño que era poder escuchar cuando sus pisadas sin fin le dijeron que estaba a alguna distancia. Cuando se abrió la puerta, trató de incorporarse. Estaba con un jersey de algodón blanco que abrazaba su cuerpo. La habitación estaba cálida, y eso la tranquilizó, aunque el vestido solamente tenía correas estrechas y ofrecía poco de calor real. A medida que los hombres entraron, uno en particular se le acercó mientras trataba, en su debilidad, sentarse. Él se sentó a su lado y sostuvo suavemente su cuerpo como si tuviera derecho a estar tan cerca. No conocía a este hombre, pero todavía quería hundirse en contra de su fuerza y dejar que la ayudara. Él puso un par de almohadas detrás de su espalda y bajó su cuerpo de nuevo. Cuando se relajó, se quedó a su lado y la miró. —Ember. Su voz era sombría, y no podía decir si estaba molesto o preocupado por ella, y lo miró con confusión. Reconoció su voz como el que habla de una vida

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juntos, pero no conocía a este hombre. Era hermoso, sus ojos brillaban con un increíble color verde pardo, y él simplemente la miró sin expresión. No estaba sonriendo ni frunciendo el ceño. Sus ojos eran intensos, y mientras movía sus brazos de su cuerpo, ella anhelaba su cercanía una vez más, pero no tenía idea de por qué. Ember no era de las que anhelan la cercanía de un hombre, pero le gustaba la forma en que su cuerpo se sentía contra el de ella. ¿Era posible que conociera a este hombre y de alguna manera lo había olvidado? —Adelante, Truman. Es lo más consciente que ha estado desde que llegaste con ella. Ahora es tu mejor oportunidad. —El otro hombre era guapo, con cabello castaño, pero ella no lo conocía bien, y estaba segura de que no podía decir lo mismo de Truman. Truman se acercó de nuevo, y sus ojos fueron al otro hombre antes de que tomara su lugar junto a ella, pero frente a ella esta vez. Ella lo estudió, sabiendo que su confusión debía ser evidente para estos hombres, y cuando él le acarició la mejilla, extrañamente no se apartó, sino que esperó con la respiración contenida por su toque. Él la miró a los ojos, y mientras sostenía su mirada, su cabeza le dolía y vio imágenes de él. Se rió en algunas, y sonrió en otras, estaba desnudo en muchas, y pudo ver hasta el último centímetro de su cuerpo con todo detalle, como si se trataba de recuerdos, pero mientras seguía mirándola, las imágenes fallaron. Ninguna de estas imágenes se mezclaba bien con su estoico y áspero comportamiento ahora. Él era feliz en las imágenes, y veía nada más que el momento. Había algo tan familiar en las imágenes, pero ella no podría poner las piezas juntas. Negó con confusión, y mientras él la observaba, ella habló. —Lo siento, ¿quién eres? ¿Nos conocemos? Sus ojos se posaron sobre su regazo, y su mandíbula se tensó. Este hombre estaba molesto, y por alguna razón, parecía implicarla. Ella lo miró, sabiendo que estaba siendo demasiado tranquila para la situación, pero aun así estaba demasiado confusa y agotada para importarle. Él se levantó de su lado y salió de la habitación sin decir nada más. En el momento en que se había ido, lo extrañaba y quería que volviera, pero él no lo hizo, y se quedó sola con el hombre de la bata de laboratorio. —Ember, soy el Dr. Quentin Bremmer. Estamos felices de verte despierta de nuevo. —Sus ojos eran cálidos y reconfortantes. —¿Quién era ese hombre Truman? ¿Debería haberlo sabido? ¿Por qué estoy aquí, y dónde estoy? ¿Qué ha pasado? —Sus preguntas cayeron una tras otra, y él le sonrió cálidamente. —Bueno, hay preguntas que se pueden responder. No puedo garantizar que vas a recibir las respuestas o incluso creerlas, pero las tendrás. Es un placer conocerte, Ember. Eres la primera transición que hemos tenido durante muchos siglos, y la primera de la que he llegado a ser testigo.

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—Lo siento. No tengo idea de lo que estás hablando. ¿Qué es una ―transición‖? —Bueno, en realidad no hay manera suave de decirlo. Estás en transición de vampiro. Tu cuerpo se está muriendo, y pronto, la transición estará completa. Conoces a Truman bien... muy bien, pero no lo puedes recordar en este momento porque enterró, de manera muy eficaz, tus recuerdos de él para protegerte. ¿Cómo lo estamos haciendo hasta ahora? —Él la miró con preocupación en su cara, y ella se sentó aturdida, pensando que uno de ellos estaba definitivamente loco, y ella estaba completamente inclinada hacia él y sus cuentos de vampiros y recuerdos. Pero entonces recordó las imágenes que habían parpadeado por su mente de Truman y pensó que quizá... eso explicaría su vida de recuerdos perdidos, pero ¿tendría que estar loca para creer realmente lo que él le estaba diciendo? ¿No? Su cabeza dolía mientras trataba de procesar lo que él le estaba contando. Tenía lágrimas en los ojos, y por más que lo intentaba, no podía creer lo que estaba diciendo. Era un vampiro... o lo sería pronto. No tenía sentido, y en un momento entraría en pánico, y luego en otro, pensó que seguramente estaba loco. Ella absolutamente no podía envolver su cabeza en torno a sus palabras, y cuando se sentó allí negando y luego llorando, y luego volvió a negar, él la observaba atentamente. Ember, finalmente renunció a la conciliación de sus palabras y decidió que podía esperar para decidir cuál de ellos estaba loco en otro momento. No tenía que entender sus palabras por el momento. El Dr. Bremmer le explicó pacientemente los acontecimientos de los últimos días, y reconstruyó sus recuerdos desde que salió de la cafetería. Estaba lloviendo, y ella estaba caminando rápidamente. Recordó ser agarrada y arrastrada, pero antes de que su pánico incluso podría instalarse, había sentido un dolor. Fue en su cuello, y fue el último recuerdo que podía recordar. Había un vendaje en su cuello, pero poco dolor, y se sentía más como un dolor de la curación de semanas antes y no la viciosa herida abierta que el Dr. Bremmer le estaba contando de sólo tres días antes. Le explicó la mandíbula dolorida y los dientes o colmillos que se estaban desarrollando. No le creyó en un momento, pero luego lo hizo en el siguiente. Lo que estaba describiendo era imposible, pero no tuvo mejor explicación para toda una vida de recuerdos que faltaban y lo que había sucedido antes de que se despertara. —Eres realmente muy afortunada por seguir con nosotros. Casi perdiste demasiada sangre para sobrevivir la transición. Sólo el pensamiento rápido de Truman salvó tu vida. —Pero si soy un vampiro, entonces sanaría... o... no sé... ¿bebería sangre? —Ella estaba tratando de mantenerse al día con todo lo que estaba diciendo, incluso en su estado de shock. —La transición lleva días, y su tracto gastrointestinal no será capaz de procesar la sangre hasta que estés completamente a través de la transición.

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Cuando estás envenenada, la toxina comienza a tomar lentamente tu sangre, pero tienes que ser lo suficientemente fuerte como para sobrevivir a través de la transición, y no estábamos seguros de que lo harías. La mayor amenaza era que el volumen de tu sangre era tan baja después de perder mucha sangre. No se le puede dar a un vampiro una transfusión de sangre. Es similar a darle a un humano el tipo de sangre equivocado. Provoca una respuesta inmune que nos destruye. Cuando se vive de la sangre humana o la sangre que se ha conservado en un banco de sangre y se inyecta en el torrente sanguíneo de un vampiro, la toxina se rebela y la ve como un agente extraño. Destruye con gran eficacia al anfitrión con el fin de luchar contra la sangre extraña. —Pero todavía beben sangre, ¿no? —Eso es totalmente diferente. Ese es nuestro tracto gastrointestinal. Una vez a través de la transición, el tracto gastrointestinal de un vampiro se utiliza únicamente para procesar, se descomponen, y proporcionar los nutrientes que dan a nuestra toxina la capacidad de regenerarse y mantenernos vivos. Es similar, de hecho, a la respiración en los humanos. Un ser humano respira para reponer el oxígeno perdido en el torrente sanguíneo. La toxina que mantiene a un vampiro reside viva en nuestro torrente sanguíneo, y de la misma forma en que un ser humano debe respirar para reponer el oxígeno en la sangre, un vampiro debe tener la sangre a través de su tubo digestivo para digerir, reponer y nutrir la toxina en nuestro torrente sanguíneo. Nosotros tenemos que tomar sangre viva a través de nuestro tracto gastrointestinal, no directamente en nuestro torrente sanguíneo. Así que, estamos atrapados en darte el apoyo más mínimo hasta que el volumen de sangre aumente por sí solo y que te traslade más allá en la transición. —Entonces, ¿voy a tener que matar a alguien para sobrevivir? —Su preocupación debió haberse mostrado en su cara porque el rostro del Dr. Bremmer se suavizó. —No. Truman te alimentará de su propio suministro de sangre. Esa fue una de las concesiones que Truman hizo con el fin de salvar tu vida. Por desgracia, te mantendrá más débil que nosotros, y tendrás que alimentarte con más frecuencia de lo que hacemos. Ella continuó mirándolo, riendo estridentemente a veces en su incredulidad mientras hablaba. No estaba molesta, sin embargo. Francamente, el último recuerdo que tenía era que se iba a morir, y no estaba muerta. Se salvó... o estaba muerta... muriendo, pero no sería el final. Él le explicó su elevado sentido del olfato y el oído, y tenía sentido para ella incluso si su mente gritaba que lo estaba perdiendo al pensar este cuento absurdo era lógico. Pero le creyó... y luego, un momento después, no lo hizo... —Entonces, ¿qué pasa con mi relación con Truman? Lo debo conocer, ¿no? Dr. Bremmer asintió.

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—Sí, pero no voy a entrar en los detalles de tu relación o historia con Truman. Ese es su trabajo, y tan pronto como seas lo suficientemente fuerte, te trasladarán a su residencia, y podrás empezar a trabajar a través de esas preguntas. Residirás con él tan pronto como te mudes a su residencia, y él efectivamente será el responsable de tu bienestar. Lo que hay que saber es que tu vida como la conoces ha terminado, pero eso no significa que no tendrás una vida. Simplemente va a ser muy, muy diferente de todo lo que conoces. —Espera, ¿qué quieres decir con residir? —Ella estaba confundida de nuevo y se estaba acostumbrado a no entender nada de lo que estaba pasando. —Tu propio progenitor fue destruido por Truman cuando fuiste mordida. No permitimos que los humanos se conviertan, pero Truman fue capaz de convencer al consejo para dejarte vivir. Hubo estipulaciones, y una es que va a residir con Truman. Efectivamente, él te drenará tu sangre mientras tomas de la suya. Serás parte de su linaje. El consejo no te permitirá cazar o matar para tu sustento, y contarás con él para darte de comer de su propio cuerpo. Era el requisito del consejo, y Truman aceptó sus demandas. No tenía otra opción. —Entonces, ¿soy como una esclava? ¿Le pertenezco? —Supongo que se podría ver de esa manera, pero después de pasar unos días con Truman acosando todos mis movimientos para tu seguridad, no dejaré que eso te preocupe. Pero como dije, no voy a hurgar en la dinámica de tu relación con él. Es entre ustedes dos, y es su trabajo estos detalles contigo. Ember repentinamente estaba nerviosa. Tenía todo el derecho de estarlo bajo estas circunstancias, pero esos nervios se aliviaron por el guapo de Truman de quien aparentemente tenía algún tipo de relación que no podía recordar, y ella ahora confiaba en él para su supervivencia. Confiar en un hombre para salvarla no era la primera opción de Ember, nunca, y la idea de que debería estar en deuda con un hombre que ella no conocía era ofensivo y aterrador. Cuando el Dr. Bremmer finalmente la dejó sola, estaba más cansada que cuando se había despertado, y mientras se quedaba lentamente dormida escuchando el lento pitido del monitor de signos vitales, permitió que las imágenes de él pasaran por su mente otra vez. ¿Lo había visto desnudo? ¿No fue por eso por lo que podía ver su cuerpo con tanta claridad en su mente? Él era impresionante, pero también aterrador. No le gustaba poder ver su imagen de manera clara, pero no tenía recuerdos que lo respalden. No se podían haber conocido íntimamente entre sí, pero su cuerpo traicionó a su incredulidad cuando se inundó con calidez. Quería recordar. No iba a estar tan aterrorizada de él y de su lugar en su nueva vida si pudiera conseguir un poco de control sobre quién era él para ella. Pero los puntos no conectaban. Simplemente no podía recordar.

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Dos días después, Ember fue trasladada a la habitación de Truman. Había evitado verla después de su primer encuentro, y mientras que se sentía culpable por dejarla sola en esa habitación, no podía soportar verla porque no sabía cómo se sentía acerca de ella. En verdad, sabía exactamente cómo se sentía, no podía hacerle frente al hecho de que había fracasado en devolverle sus recuerdos. Se encargaría de ella por el resto de su larga vida, y se enfrentaba a la posibilidad real de que nunca lo recordara a él ni su tiempo juntos, daba que pensar. ¿Podía amar a una extraña por la eternidad, o lo llevaría a la locura? No había duda de su amor por ella; eso no había vacilado ni un poco, pero la pérdida de su amor por él era una agonía. Lo había hecho. Lo había hecho porque tuvo que hacerlo, y esta era la consecuencia, y ahora que estaba a salvo, no estaba seguro de cómo enfrentarla. Fue escoltada por el Dr. Bremmer, y se quedó quieta el momento en que cruzó su umbral. Ella se veía deslumbrante en otro vestido blanco que le quedaba como una T. Se veía mucho más fuerte, pero el Dr. Bremmer mantuvo una mano cautelosa en su codo mientras caminaba. Truman estaba sentado a la mesa de trabajo en una correspondencia que tenía que enviar a su propia familia declarando su derecho como líder de su clan y exigiendo que Mason dejara el cargo. Después de pasar los últimos días en este lugar y analizando qué tan responsable era Mason acerca de la desaparición de Ember y el dolor que le había causado a los dos, estaba listo, y dejando la demanda del consejo a un lado, quería destruir a Mason por sus propias razones personales. Vio, de repente nervioso, como Bremmer la acompañó hasta la silla frente al escritorio. Se sentó y lo observó, y en su propio nerviosismo, apartó la mirada de ella hacia Bremmer. No quería ser grosero con ella, pero estaba en apuros. —¿Cuán pronto tengo que engendrarla? —Ella continuó mirando a Truman con una expresión cautelosa. Parecía prudente y precavida de él y ligeramente intrigado. Truman estaba aterrorizado de ella en este estado. Era como si tuviera este poder para romper su corazón, y lo tenía incapaz de mirarla. —El consejo quiere que se haga hoy. Es lo suficientemente fuerte. —¿Y podemos hacerlo en privado, o alguien tiene que verlo? —Puedes hacerlo en privado. Lo sabremos después de todo, si no se hace. Asegúrate de que esté lista. Todavía no sabe cómo estimular sus dientes, y los necesita para alimentarse eficazmente si va a mantenerse con lo que estás

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tomando de su cuerpo. No quieres drenarla antes de que haya tomado lo suficiente de ti para sobrevivir. Sólo otra preocupación que añadir a la lista. Ahora Truman tendría que tratar de no matar a la mujer que amaba y que pensaba que era un desconocido cuando la engendrara. Esto se estaba volviendo más que una pesadilla de lo que pensaba que podía manejar. Pero incluso mientras lo consideraba, su mandíbula le dolía con necesidad de hundir sus dientes en ella. Ella, por otro lado, no le daba ninguna reacción en absoluto. Ciertamente no había excitación en su cuerpo, y la adrenalina que normalmente se percibía desde el cuerpo de un vampiro mientras se preparaban para morderse, eso también estaba ausente. Era fría y distante, observando. Cuando finalmente Bremmer se fue, ella se quedó mirando. —¿Tienes alguna pregunta? —Quería estar abierto con ella, y mientras estaba en un infierno de incertidumbre, quería escuchar su voz. —¿Hemos follado? —Él generalmente no asociaba este tipo de lenguaje en ella, pero había un aire de agresividad pasiva en su actitud que dejó en claro que no estaba de acuerdo con nada de esto tampoco. —Sí. —Su respuesta fue simple, y no ofreció ninguna explicación. —¿Cuántas veces? —Más veces de las que puedo recordar. La mayoría en el verano pasado, aunque la primera vez fue en la noche del funeral de tu madre. —Entonces, apareces, me follas, y luego me limpias los recuerdos de ti, ¿sólo para hacer todo de nuevo? Qué conveniente. —Se puso de pie y fue al dormitorio sin darle la oportunidad de opinar. Era molesta, y su actitud defensiva lo tenía irritado. No quería estar molesto con ella, pero era difícil no sentirse a la defensiva ante sus palabras. No tenía derecho a hacer las hipótesis que tenía sin entender sus motivos, y aunque entendía que estaba enojada por su confusión, tenía su propia ira, y lo odiaba. Era sólo otro recordatorio de lo lejos que estaban el uno del otro en esta nueva vida. Le dio su espacio y trató de concentrarse en lo que tenía que cumplir. El consejo dejó claro que, si bien le habían dado tiempo para que se adaptara a esta vida con ella, esperaban las intenciones del consejo para aclarar lo de Mason sin demora. Pero cuando al final de la noche estaba cerca, y el sol listo para el amanecer, cerró las cortinas y se retiró al dormitorio. No podía esperar más, y estaba dispuesto a acabar de una vez. La encontró despierta en medio de la cama, mirando el techo. Se veía increíble en el vestido blanco. No era nada más que el jersey de algodón, muy casual, pero blanco inmaculado y abrazando hermosamente a su figura. Se veía delgada, demasiado, después de consumirse por días mientras su cuerpo trataba de morir. Podía ver el ligero saliente de sus huesos de la cadera, y le trajo recuerdos dolorosos de hacer el amor con ella a su mente. Nunca podrá ser capaz de hacer el amor con ella de nuevo, y eso era difícil de asimilar. Sus

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ojos se encontraron con los suyos, y ella lo miró con frialdad. Pero él dejó que su compresión dictara su mal humor. Si tenía alguna esperanza de llegar a ella, tendría que dejarle ver que la quería. Pero era aterrador. Su rechazo podría matarlo. Cuando se subió a la cama junto a ella, de rodillas sobre sus talones, la observó, negándose a mirar a otro lado. Le tomó la mano, y ella se puso rígida ante su toque. Dolió, pero se lo guardó y la levantó para sentarse frente a él mientras sus ojos vacilaron y desvió la mirada. —No voy a hacerte daño, Ember, pero no voy a tolerar que juzgues sobre cosas que no sabes nada. —Su tono era indiferente como su expresión, y mientras sus ojos revolotearon de su nerviosismo, continuó, inclinándose a su oído y sosteniendo su rostro para que escuchara hasta la última palabra que eligió darle—. Follamos porque estábamos enamorados, y puedas o no recuperar la memoria, no permitiré que le faltes el respeto a lo que hicimos sólo porque aún no puedes recordarlo. ¿Entiendes? —Asintió con rigidez mientras le agarraba la mejilla con una mano insistente. Estaba asustándola, pero lo tenía que decir—. Ahora abre tu boca. Le soltó la mejilla, y ella se apartó de él, encontrándose con sus ojos y luego apartando la mirada rápidamente. Cuando lo volvió a mirar, mordisqueaba su labio inferior, y estaba nerviosa. Le levantó el labio superior con los pulgares, estudiando sus incisivos. Había un ligero punto de sus colmillos, pero estaban casi completamente retraídos. Ella no podía alimentarse de esta manera, y él la mataría rápidamente si no podía seguir el ritmo de su paso. Había dos formas muy eficaces de prolongar los colmillos antes de un vampiro descubriera la manera de controlarlos por su cuenta, la excitación y el olor de la sangre. Mientras que él hubiera preferido la primera, era bastante seguro de que la última era lo más apropiado en este momento. Llevó su muñeca a su boca y mordió a través de su propia piel, retirando sus colmillos rápidamente. Sostuvo su muñeca en la boca y la nariz del Ember, y ella apretó su mano sobre su boca y sus ojos se llenaron de lágrimas. Claramente sintió a sus colmillos responder, y eso la asustó. La silenció y sacó su mano de su boca, ofreciéndole su muñeca de nuevo. Gimió con nerviosismo y mantuvo los labios bien cerrados. La alcanzó con su otra mano, mirándola todo el tiempo a sus ojos, a sus labios. Le levantó el labio superior de nuevo con el pulgar, y ella trató de detenerlo por un segundo antes de rendirse. Levantó y vio lo que quería ver. Ella estaba lista. —Buena chica. Ahora voltéate. Estaba temblando cuando le dio la espalda a él, y cuando su mano la agarró de la cintura y acomodó su cuerpo con el de él, el deseo lo recorrió. Se sentó sobre los talones y la atrajo de para sentarse frente a sus muslos. Mantuvo la muñeca en su boca, y con manos temblorosas, ella sostuvo su mano y muñeca en su lugar. Estaba aterrorizada, y cuando se inclinó a su oído, ella se estremeció.

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—Muerde, Ember. —Él sabía que una vez que pasara este obstáculo su boca sabría qué hacer, pero este primer bocado, esta primera experiencia, podría ser aterradora. Gimió de nuevo, y él siguió silenciándola y calmándola. Estaba increíblemente excitado, pero estaba sofocando el impulso de agarrarla y moler su pelvis contra la de ella. Ella no recordaba lo mucho que disfrutaba eso, y no estaba dispuesto, por su miedo. —Vamos, Ember. No voy a morderte hasta que tus dientes estén en mí. —Llevó su boca a su muñeca, y cuando sus labios tocaron su piel, privada de sus besos y sus labios, se estremeció y gimió bajo detrás de ella. Ella separó sus labios, y justo cuando pensaba que podría retirarse, hundió sus dientes en su piel, enviando punzadas de dolor a través de su cuerpo. Pronto el dolor se alivió, y chupó, y mientras sentía que la sangre se extraía de su muñeca a su boca, se inclinó hacia su cuello y hundió sus dientes en ella. Gritó, incluso con su carne en su boca, y llevó su sangre a su boca. Sabía increíble, tanto como ella, aunque había cambiado mucho a lo largo de la última semana. Sacó con cuidado, tratando de no ser demasiado vigoroso. Su boca estaba trabajando en su muñeca, pero él seguía siendo un alimentador mucho más fuerte de lo que era, y no quería ir por delante de ella. Bebieron sin fin, y él escuchó el nuevo latido de su corazón. Desaceleró como sabía que lo haría y mientras hacía su mejor esfuerzo, y mientras los dos estaban casi drenados, usó sus últimas fuerzas para bajar sus cuerpos a la cama, llevándola al frente mientras seguía bebiendo y ella hacía lo mismo. Cuando lo último de su sangre se drenó efectivamente murieron, pero solo el tiempo que les tomó a sus cuerpos procesar la sangre que habían bebido el uno del otro, y pronto, lentamente, sus cuerpos volvieron a la vida, y durmieron en agotamiento total. La sostuvo en sus brazos, y ella se lo permitió.

—¿Cuándo nos conocimos? —Tenía todo el derecho a preguntar. Se había despertado antes de que él, y se sentó en sus rodillas, mirándolo durante muchos minutos. Era hermoso, incluso en el sueño. Llevaba los mismos pantalones de vestir que usó la noche anterior, pero en algún momento se había quitado su camisa. Era fuerte y pálido, y cuando ella sostuvo su propio brazo hasta él mientras dormía, vio que eran del mismo color. Podía ver sus músculos del estómago, y sus pectorales estaban fuertes, y quería tocarlo para ver lo duro que sus músculos se sentirían, pero no lo hizo. Se limitó a observarlo. Sus labios parecían suaves, y se preguntó cómo sería besarlo. Al parecer, habían hecho eso y mucho más, y era extraño ver su increíble belleza y saber que había experimentado su cuerpo y no tenía ningún recuerdo de ello.

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Un hombre tan hermoso como él casi no podía desearla, pero de acuerdo a lo que le habían dicho, lo había hecho. Lo suficiente que habían pasado el último verano juntos y un tiempo antes de eso también. Ember recordó la mañana que se había despertado confusa hace más de un mes. ¿Fue él? Vibró con una repentina punzada de deseo. Le molestaba el anhelo que su cuerpo sentía porque no confiaba en él, no lo conocía, y le pertenecía por el resto de la eternidad. Así que en el momento en que sus ojos se abrieron y la vieron, empezó con sus preguntas. Era buena haciendo eso, y tenía muchas preguntas que no estaba del todo segura de por dónde empezar, pero su primer encuentro parecía un ser tan bueno como cualquier otro. —El sótano del hombre que te secuestró. Tenías diez. Lo había seguido desde Boston. Él había estado viviendo allí durante dos semanas, y lo estaba observando. Sólo había llegado a la ciudad y lo perdí cuando te agarró de la calle. Pero me reuní con él en el sótano contigo. —¿Eres el que lo mató? —Él asintió mientras se recostaba en la cama, con las manos bajo la cabeza, y observó a Ember con una expresión indescifrable que la ponía nerviosa—. Así que, ¿eres un pedófilo, entonces? Quiero decir, que me conociste cuando era niña, en aquel tiempo… —No, ni en lo más mínimo. Yo, sin embargo, disfruto comerlos. No estaba atraído por ti cuando eras una niña en cualquier forma que sea, y no fue hasta que tuviste veinte que hicimos el amor por primera vez. —Usó la palabra" hacer el amor ", como si lo que habían hecho era exactamente eso, y mientras seguía observándolo, una leve sonrisa pasó por su boca antes de que la expresión indescifrable regresara. —Sí. Tú tenías diecisiete, y te metiste en problemas con un chico llamado Todd en una fiesta. Puse a Todd en su sitio y te llevé a casa. Intentaste besarme. —¿Entonces por qué no tuviste sexo conmigo en ese momento si habías podido? —Todavía eras una niña, y no tenía ninguna intención de hacerte eso. —Aun así tomaste mi virginidad cuando tenía veinte años… —Tú me lo pediste, y yo obedecí. —Ya veo, así que realmente no lo querías. Solo estabas haciéndome un fav… —Quería mucho, pero no iba a traspasar ningún límite contigo. —Encuentro difícil de creer que le pidiera a un extraño que me hiciera algo así. Solo no parece como yo. —No, tienes razón. No es para nada como tú. Pero tienes que recordar que soy un extraño para ti ahora. Realmente no lo era en aquel tiempo. Me recordabas muy bien porque fui capaz de liberar tus recuerdos de mí entonces.

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Todo lo que Ember podía hacer era mirarlo y estudiarlo. Sus palabras no tenían ningún sentido para ella, pero no porque no había lógica detrás de lo que decía, porque todo parecía tan malditamente posible. Aparentemente leyéndole la mente, él continuó: —Tal vez deberíamos ir fuera y podrías intentar enterrar los recuerdos de alguien sobre ti. Podrías tener una idea de lo que es. —Claro. Puedo buscar a un chico de veinte años, seducirlo, follarlo, y luego enterrar sus recuerdos de mí. ¿Es eso lo que tienes en mente? —Estaba luchando por quitar el enfado de su voz. Realmente no estaba enfadada con él, simplemente no entendía cómo faltaba tanto de su vida, y el hombre tumbado frente a ella era responsable. —Eso no era para nada lo que tenía en mente. —Sus ojos se oscurecieron y se entrecerraron, y su mandíbula se apretó. Rodó de la cama sin una palabra más y se fue al cuarto de baño. Momentos después, escuchó que la ducha empezaba. Lo siguió y se sentó en el tocador, esperando. Se estaba sintiendo tan obstinada como al ser convertida en vampiro y saber que te faltan grandes trozos de tu vida siempre lo hacía —o eso podía asumir. En verdad, quería verlo. Quería saber si las imágenes en su cabeza eran reales, y francamente, solo quería verlo. Cuando él salió de la ducha, se congeló, y ella se encontró con su mirada, sosteniéndola. Pero dejó que vagara por su cuerpo, y cuando se estancaron a lo largo de su ingle, se quedó sin aire, y salió corriendo de la habitación. Era exactamente el hombre de su mente, cada último detalle de su largura y su apariencia capturada por algún desconocido recuerdo que se sentía tan separado de su vida. Cuando la encontró en el balcón, mirando el atardecer desapareciendo rápidamente en el horizonte, habló suavemente: —¿Quieres contarme sobre qué iba todo eso? Lo miró a los ojos. —Recuerdo tu cuerpo. —Así que, ¿tienes recuerdos de mí? —Sus ojos se entrelazaron casi esperanzadores, y de repente se sintió culpable. —No… quiero decir sí, pero no como… tengo recuerdos, pero no están atados a nada. Solo son imágenes, solo parpadeos de momentos sin contexto alguno. —Estaba al borde de las lágrimas mientras hablaba, y su rostro se suavizó—. No sé si me gustabas o te amaba o te odiaba o te tenía miedo… —Sus lágrimas estaban cayendo por su frustración, y él observó. —Son recuerdos. Son algo, y el resto está atado bajo la superficie en alguna parte. —Sostuvo su mirada con sus feroces ojos mientras sus lágrimas continuaban cayendo—. Si recuerdas algo, pregúntame sobre lo que veas. Responderé tus preguntas. Asintió antes volver a entrar a su casa.

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Ya estaba hambrienta, y se sentía débil, pero habían pasado casi dos horas desde que se había duchado, y él había estado trabajando en su escritorio durante un tiempo por lo que ella finalmente empezó a pasearse por la planta, intentando averiguar cómo preguntarle. Odiaba esta hambre, no porque el hambre fuera horriblemente dolorosa, sino porque ser completamente dependiente de alguien para saciarla era una vulnerabilidad. La observó durante unos pocos minutos con toda la seriedad del mundo tras sus ojos antes de hablar. —¿Tienes hambre? —Estaba observándola juguetear con sus dedos, y se preguntó si sabía exactamente lo incómoda y patética que se sentía. Empujó los papeles que estaba mirando y asintió al escritorio frente a él. Ella se sentó, y él se levantó, empujando su cuerpo entre sus piernas mientras su cuerpo se congelaba y la observó. —¿Siempre estaré tan hambrienta a todas horas? Quiero decir, después de anoche, ¿por qué estaría tan hambrienta? —Anoche solo reemplazaste la sangre que tomé de ti, así que realmente no te alimentaste. No estoy sorprendido de que estés hambrienta. —Se desabotonó la manga de su camisa y se remangó, y cuando sostuvo su muñeca cerca de su boca, ella le miró a los ojos, nerviosa porque la estaba observando. Le dolía la mandíbula, y podía sentir los dientes en su boca palpitando. Cuando él se negó a apartar la vista, finalmente alcanzó su mano y muñeca. Estaba escuchando su corazón cuando sus dientes se hundieron, y se aceleró mientras ella sorbía. Podía sentir la frialdad de la sangre en su boca, y era extrañamente delicioso. Entendía que su anhelo por ello era parte esencial de esta nueva vida, pero aun así era difícil de entender cómo un sabor que odió en vida pudiera ser tan dominante en la muerte. Su mirada sostuvo la suya durante muchos segundos antes de parpadear, y gimió. Parecía como si estuviera disfrutando su boca, y ella recordó sus dientes hundiéndose en su carne la mañana anterior. Dolió, pero después del mordisco inicial, solo pudo sentir su boca en su piel, y era casi excitante. Tal vez era lo mismo para él, y mientras se sentaba en su silla y ella le liberaba de su boca cuando su cuerpo estuvo una vez más cómodo, tenía razón. Estaba completamente despierto y luchando contra sus pantalones. Su mirada siguió la suya a su ingle, y su frente se arrugó antes de apartar la vista. No pudo decidir si era porque estaba avergonzado o tenía dolor de alguna forma, y cuando se levantó para irse, no dijo ni una palabra. Pasó tiempo mirando la colección masiva de libros que revestía un tramo de la pared inferior, y mientras sus dedos se movían de un libro a otro, él la miraba. Cada vez que miraba en su dirección, ella lo atrapaba estudiándola. Había una escalera que se movía que le permitía el acceso a los estantes más grandes que iba todo el camino hacia el techo masivamente alto, y cuando finalmente sacó uno del estante, encontró un salón de gran tamaño y se establecieron. Su cuerpo se sintió reconfortado teniendo comida, y una extraña

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satisfacción física la inundo, aunque su mente rechazó la satisfacción que la recorrió. No estaba lista para hacer nada de esto todavía, y a pesar del increíble sentimiento que atravesaba su cuerpo habiendo saciado su hambre, estaba resentida. Pero ¿por qué? Ella luchó para concentrarse en el libro mientras su mente trataba de analizar y estudiar lo que estaba sintiendo. Apenas se había dado tiempo para realmente mirar este mundo y su parte en el, y ahora que su mente se había parado, estaba absorta en sí misma, con flashes ocasionales de él haciendo estallar su mente. Su vida había sido dada vuelta, y eso la aterrorizaba, y todavía, estaba cuerda. Todavía no había perdido el juicio, o tenido alguna gran crisis mental, la cual francamente tenía todo el derecho de tener. No estaba segura de lo que pensaba del hombre cerca de ella que la observaba con intensidad, y ese era quizás el sentimiento más inquietante de todos. Era hermoso, incluso si la aterrorizaba. Era dominante, pero hasta ahora, había sido justo y paciente. Ella no había vivido mucho en Portland, y ni siquiera había empezado una carrera todavía. Entonces quizás no extrañaría mucho su antigua vida. ¿Era una carrera una opción ahora? Se había enamorado del refugio para jóvenes durante el semestre de primavera ahí, y mientras que había derramado lagrimas silenciosas después de un largo día ahí en más de una ocasión, fue el tiempo más satisfactorio de toda su vida. Ya no tenía idea de si una carrera siquiera era posible para ella, y definitivamente ese podía ser el golpe más demoledor de su nueva vida. Nunca quiso tener hijos pero siempre quiso trabajar con los hijos de otras personas. Reconocía la angustia que su secuestro había causado en su madre; y casi la destruyó emocionalmente, y estaba segura de que este hecho la guió a querer ayudar a otros niños, pero nunca con un hijo suyo. Su educación y su fuerte necesidad de auto-analizar no dejaban ninguna duda en su mente que su propia vida estaba siendo conformada por su pasado, incuso las partes que no podía recordar. Pero la idea de que quizás tendría que abandonar su sueño causó que el temor y la decepción corrieran por su cuerpo. Pero no era el único factor para considerar. ¿Podría vivir para siempre eternamente? Era una de esas preguntas hipotéticas en la vida real pero con mucha seriedad detrás. Se debatió la pregunta en una clase de filosofía que había tenido, inflexible rehusándose a considerar que la eternidad llevaría a una persona a la maldad. Pero ahora no tenía más opción que considerarlo. Ella supuso que si su vida estaba completa, podría vivir para siempre, y otra vez la pregunta de su carrera y si era posible regresar a ella, una vez más. Francamente, estaba feliz de que no tendría que cazar o matar humanos, y no estaba tan segura de poder hacerlo si era necesario, independientemente de que clase de monstruo sea el humano.

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Cuanto más pensaba, analizaba, y trataba de envolver su cabeza alrededor de este mundo, más entumecida se sentía sobre el curso de su existencia. No podía hacerle frente a nada en este momento, y estaba resentida, pero no pudo descubrir con quien o con qué. Después de un tiempo mirando las páginas pero no leyendo nada en absoluto, él se acercó y se sentó a su lado, sus ojos se encontraron con los suyos, y se estudiaron mutuamente. Lo miró con curiosidad, y la miró también. Su comportamiento era duro, pero no cruel o malo. Él solo la miró con una mirada severa y contemplativa. No le había sonreído ni una vez, pero desde luego, ella no le había dado ninguna razón para hacerlo. Estaba siendo dura con él y parecía que no podía sacarse su dura actitud. No lo culpaba por lo que pasó. Sabía que había salvado su vida trayéndola aquí, pero era tan inquietante saber que había una vida entera con él escondida en su cerebro. La conocía en formas que ella no podía imaginar. Tocó su cuerpo en lugares que la harían sonrojarse al pensarlo, pero no podía recordar exactamente dónde. Su cuerpo, cada parte que ella había visto tan invasivamente en el baño, había estado completamente dentro de ella, pero no podía recordarlo. Y siempre que se encontraba con sus ojos, todas las intimidades desconocidas y como debieron haberse visto y sentido la llenaron. Estaba simplemente avergonzada enfrente de él. —Tengo que cazar. Estaré devuelta en unas pocas horas. Por favor no trates de irte. Ellos no te dejaran, y causaras más problemas de lo que vale. Hay una piscina en la planta de arriba en un atrio de vidrio en la terraza si te aburres... Se paró sin decir otra palabra y camino fuera del cuarto. Estaba usando un traje negro, y lucía increíble, su cabello era marrón y hermoso con sus ojos castaños brillando. Su cuerpo era delgado y apretado, caminaba con gracia y control. Lo observó irse, imaginando como debió haber hecho el amor con él. No tenía memoria del período de hacer el amor, dejándola sola con la experiencia de como debía haber sido. Sentía que había un extraño que no conocía ni entendía viviendo en su mente, como si estuviera poseída por un tiempo. ¿Se encontraría a ella misma otra vez? ¿O el eslabón que le faltaba en su vida estaba muy escondido?

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Cuando Truman volvió, finalmente saciado de su propia hambre, ella no estaba en su habitación. No habría dejado el edificio, así que se puso en camino para encontrarla. La había echado de menos cuando había estado lejos, y le pareció extraño. Lo trataba como si fuera un extraño, y era doloroso, pero tanto malestar como eso le traía, todavía quería estar cerca de ella —necesitaba estar cerca de ella. Se sentía patético cuando veía su erección después de que se había alimentado de él, y se preguntó si sus labios en su cuerpo siempre incitarían una respuesta así o si alguna vez sería capaz de reprimir el deseo de su cuerpo. Sólo la quería a ella, y no se lo había ocultado... y parte de él se preguntaba a qué se debía. La encontró en la piscina sola. El atrio era muy parecido a un invernadero sin plantas. Estaba completamente hecho de cristal y mostraba el horizonte de la ciudad circundante. Faltaban un par de horas para el amanecer, y las tinieblas del mundo con las luces de la ciudad eran increíbles. Llevaba un bikini negro, flotando sobre su espalda en el centro de la piscina. No lo vio de inmediato, y la observó, más excitado con cada segundo que pasaba. Era lo máximo que había estado autorizado a ver de su cuerpo por casi seis semanas, y respondía como siempre lo hacía con ella. Estaba totalmente duro, y su cuerpo estaba rogando por clavar el suyo, cuando ella finalmente levantó la vista y lo vio. Lo miró con tanta atención como él la miraba. Estaba tan impresionante como siempre, pero su cautela se le hacía difícil de digerir. Siempre había mostrado confianza hacia él, aun cuando no conocía su verdadera naturaleza. La confianza siempre había sido difícil para ella, pero había llegado a ser tan fácil para ellos... pero no ahora. Ahora estaba igual que con cualquier otro hombre que hubiera entrado en su vida en los últimos años. Podía verlo en sus ojos cuando lo miraba, y le dolía más que cualquier otra cosa. Durante el verano, había superado su miedo a pesar de que no tenía ningún recuerdo de él, pero este lugar era diferente. El verano había sido su elección de velocidad en una vida con la que estaba cómoda. Este lugar era nuevo para ella, y seguía sin encontrar su lugar en esto. Era el peor lugar posible para que lo conociera de nuevo. Daría cualquier cosa por tenerla en su propia casa en Gloucester o en cualquier lugar privado de su propiedad fuera de esta fortaleza, pero no era posible en estos momentos.

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Mientras la observaba, decidió de nuevo que su excitación y deseo por ella era algo que no debería tener que ocultar. Nunca se lo había escondido en el pasado, y no iba a empezar ahora. Nunca la forzaría, y ese solo hecho tendría que tranquilizarla lo suficiente como para que pudiera confiar en él. No había nada malo en su excitación, y ella ya sabía que habían estado juntos un montón de veces en el pasado. Se quitó la chaqueta, dejándola caer al suelo. Luego se desabrochó la camisa lentamente mientras la observaba. Ella estaba con los pies en el agua y lo estudiaba al mismo tiempo. Dejó caer la camisa al suelo encima de su chaqueta y ella continuó estudiándolo. Sacó sus zapatos y calcetines de sus pies, arrojándolos a un lado, y cuando su mano se movió al botón de sus pantalones y, después, a la cremallera, su mirada dejó su cuerpo... pero sólo por un momento. Ella observó mientras bajaba los pantalones y la ropa interior, y sus labios se abrieron mientras tomaba aire por la excitación. Se movió lentamente a un lado de la piscina, aferrándose al borde mientras continuaba mirándolos. Él se sentó en el borde de una esquina de la piscina cerca de ella, su mano moviéndose en su erección con pocos pensamientos sobre cómo podría percibirlo ella. Se acarició el eje, dándose cuenta un poco tarde que estaba poniéndola nerviosa, y pensándolo mejor, él se acomodó sobre el borde. Ella observó cómo su cuerpo se hundía en el calor del agua caliente. Su mirada lo siguió mientras se le acercaba, y cuando él estuvo frente a ella, habló. —¿Qué vas a hacer conmigo? —Estaba nerviosa. —Nada que no pidas. —Cuando llegó a su cadera, para tirar de la cuerda atada allí, y la escasa tela cayó lejos de su cuerpo, ella jadeó y se aferró a las piezas. Aprovechó la oportunidad para llegar a su otra cadera, tirando de esa cadena también. Ella se apresuró a cubrir su cuerpo. —Quiero el bikini fuera. No voy a poner una mano sobre ti, pero no necesitas ocultar lo que ya he visto un montón de veces antes. Sus manos se congelaron y la tela negra flotó en el agua y se ubicó en la parte inferior. Truman puso sus manos en la pared de la piscina debajo de sus brazos, dejando un pequeño margen de espacio entre ellos, e inclinándose a su oído, le susurró: —Quítate la parte superior. —Ella miró sus ojos por un momento, pero cumplió. Tiró del nudo en su cuello, y cuando fue liberado, el tejido se hundió lejos de sus pechos. Luego alcanzó la banda inferior en su espalda, arqueándola cuando lo hizo, y la tela que cubría sus pechos cayó por completo; sus duros y erectos pezones rozaron su pecho. Él gimió incontrolablemente mientras miraba hacia abajo a sus increíbles pechos pequeños y redondos, se juntaban con los músculos pectorales de su pecho. Era como el cuerpo que había experimentado durante tanto tiempo. Cuando sus manos regresaron a su lado y sus pechos se

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retiraron del suyo, miró a sus ojos. Ella estaba tan terriblemente nerviosa, y su expresión fría estaba custodiada y juzgando. Su cuerpo estaba retorciéndose con la necesidad que estaba tratando de sofocar. —Entonces, ¿a quién mataste hoy? Siempre con las preguntas. Siempre había sido entrañable para él, pero su expresión era cualquier cosa menos dulce. —¿Realmente quieres tener esa conversación? —Asintió en respuesta, y él estuvo obligado—. Un chulo. —Por lo tanto, ¿matas a los proxenetas ahora también? ¿Qué pasó con matar a los pedófilos? —La acusación era evidente en su voz. Estaba buscando una razón para no confiar en él —para odiarlo, de hecho. Él suspiró con frustración. —Tenía niñas de doce y trece años trabajando para él, Ember, y había abusado hasta la última de ellas. Estaba golpeando a una niña de doce años cuando lo encontré esta noche. —¿La mataste a ella también? —Su sarcasmo no fue del todo apreciado. —Por supuesto que no —murmuró—. La llevé al hospital. —¿Eso es lo que yo era para ti... lo que soy? Apenas una de los muchos despojos de la guerra por la que has estado pasando a través de los años. Podría ser cualquiera de ellas, realmente. Me puedes reemplazar con cualquiera de esas chicas algún día. —No lo estaba acusando ahora; le estaba ofreciendo, sugiriendo incluso, y eso le dolió. Se encontraba lanzando ideas como si quizás alguna otra víctima pudiera tomar su lugar y liberarla. Movió los labios a su oreja, y sintiendo el toque en su pecho de sus todavía erectos pezones, habló con los dientes apretados. —Siempre… has…sido… sólo… tú… Ember. Habló en voz baja a su oído también. —¿Por qué? —Su pregunta era válida, pero no sabía la respuesta. —No lo sé. Nunca he entendido mi apego por ti.

Siguió mirándola, estudiándola, y mientras sus ojos parecían tan a gusto en su cuerpo, ella luchaba por levantar la vista de su barbilla. Todavía estaba contra un lado de la piscina, y sus manos a sus costados. La asustaba, la intimidaba, pero su cuerpo la traicionaba, y su piel estaba sonrojada, su mandíbula le dolía, y su mente no dejaba de imaginar lo que se debía de sentir el tener sus manos sobre su piel.

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Ella debía de haber aceptado su toque de buen gusto una vez. En un momento dado, debía de haber confiado en sus manos en su cuerpo, pero no podía recordarlo. Y era imposible sentir confianza en ese momento. Quería confiar en él. Había sido engendrada por él para toda la eternidad después de todo, pero sus recuerdos perdidos la dejaban sintiéndose vulnerable y expuesta, y no era algo que Ember disfrutara, incluso si le gustaba la forma en que su cercanía dejaba una sensación de calor en su boca del estómago que irradiaba a su cuerpo, un calor que no tenía sentido desde la transición. Seguía arremetiendo contra él. Sabía que sus palabras y acusaciones le estaban perturbando, pero no sabía de qué otra manera mantenerse cuerda. Pero al final, eso la dejaba sintiéndose culpable y tan irritada consigo misma como parecía estar él con ella. Y todo el tiempo, lo que realmente quería era ser tocada, sostenida y confortada. Tenía miedo de este mundo y ansiaba la comodidad, pero en su temor, hasta la última barrera que había aprendido a llevar por la vida estaba levantada. —¿Me amas? —La pregunta era tramposa, y ella lo sabía, aunque también sabía que no estaba bien, que iba a hacerle daño con su respuesta. Era como si fuera incapaz de ser decente con este hombre en su frustración. —Por supuesto. Ya lo sabes. —Es una lástima que yo no te amé también, ¿no es así? —Sus palabras eran totalmente crueles, tal como ella había querido que fueran, pero sabía en el fondo que no se justificaban. No dijo nada cuando él la miró con su mandíbula apretada antes de trasladarse lejos de su cuerpo, a un lado de la piscina, y luego alzarse fuera del agua. No miró hacia atrás ni una vez cuando cogió sus pantalones del suelo; se los puso en un movimiento suave antes de agarrar su ropa restante y caminar por la habitación. Su corbata quedó abandonada en el suelo por su furia, y mientras ella salía desnuda de la piscina, se puso su bata y agarró la corbata. Su comportamiento la hacía miserable. No quería hacerlo responsable por su infelicidad y malestar en esta nueva vida, pero lo hacía. Odiaba que su vida estuviera unida a un hombre que se sentía como un extraño. Sus recuerdos de él eran fugaces, y no tenía ningún marco de referencia en el que mantenerlos aparte de lo que él le había dicho. Ella no descreía lo que le había dicho de su pasado, pero era difícil envolver su mente alrededor de eso, y en su confusión, estaba arremetiendo contra él... y curiosamente, este hombre fuerte e intimidante lo estaba permitiendo. Lo estaba haciendo tan miserable a él como lo era ella, y aunque no estaba escondiendo su ira, él le estaba dando mucha más paciencia de la que ella se merecía. Bajó los pocos escalones hasta su piso, y cuando ella entró, él estaba sentado en su escritorio, trabajando en una computadora portátil. Todavía

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estaba sin camisa y apenas levantó la vista mientras entraba. Parecía enfadado y tan intimidante como podía ser, y ella era totalmente responsable de ese estado de ánimo. Se acercó y cuando fue a dejar la corbata en el escritorio, él la agarró y la envolvió con rapidez alrededor de su muñeca dos veces antes de que ella pudiera responder. Tiró de ella con dureza y rapidez hacia abajo y hacia adelante a través de la mesa, hacia él. Sus ojos eran terribles, y sus fosas nasales se dilataron mientras perforaba su cerebro con su penetrante mirada. Ella jadeó, y su boca se abrió por sus acciones hostiles. —La eternidad va a ser jodidamente miserable si sigues comportándote de esta manera. He tratado de ir despacio. He tratado de ser paciente. He tratado de ser amable, a pesar de que esto me está matando. Nunca has sido una persona cruel, Ember, y no puedo imaginar lo que crees que vas a ganar con ello. Si quieres ser fría y calculadora entonces no obtendrás nada mejor de mí en respuesta. Dependes de mí para sobrevivir, pero no voy a tolerar este comportamiento de nadie, ni siquiera tú. Obtendrás más bondad de mí cuando estés lista a darla. Si tienes hambre, es mejor que aprendas a pedirlo muy bien porque no voy a ofrecértelo. Puedes torturarnos tanto como desees, porque puedo hacerte tan miserable como tú me hagas a mí. Sus ojos no dejaron a Ember mientras hablaba, y ellos brillaban con furia. Su tono era un hervidero de odio y enojo. Ella no podría haber esperado nada menos. Había sido tan cruel como la había acusado de ser, y él había tenido suficiente. Le estaba volviendo la espalda y la obligaba a rogarle por sus necesidades. Se lo merecía. En el momento en que él soltó la corbata y la sacó de su muñeca, ella se levantó y se quedó inmóvil frente a él. Sus ojos estaban desorbitados en estado de shock y miedo. Siguió sosteniendo su mirada, furioso, antes de que ella finalmente se escabullera hacia el dormitorio. Se acostó e intentó dormir. Era temprano en la mañana y las cortinas estaban corridas, pero ya no necesitaba el sueño. Podía dormir, y el Dr. Bremmer le había explicado que si bien no era necesario, podía dormir casi como un ser humano. El problema era que no podía confiar en que el agotamiento de su cuerpo no la empujaría a un sueño, y por el momento, su cerebro estaba demasiado activo como para relajarse lo suficiente y encontrar un indulto. En cambio, Ember quedó mirando al techo durante horas. Él no entró, y ella le oía teclear en el portátil. No durmió en todo el día, y ella tampoco. Se quedó mirando al techo sin cesar, deseando que su cerebro pudiera arrojar sus recuerdos de vuelta o que la dejara escapar al sueño. Ni uno ni el otro sucedieron, y para la noche no se había movido ni un centímetro, mientras seguía mirando.

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Los siguientes días pasan dolorosamente. Truman podía soportar largos períodos de tiempo sin alimentarse, pero ella tenía que comer cada dos o tres días, o su cuerpo llegaría a ser dolorosamente débil. Se veía obligada a alimentarse solamente de él, guardando su dependencia de la alimentación, mucho más a menudo que el típico vampiro, pero independientemente de la necesidad que debía estar sintiendo, ella lo evitaba, y esperaba. No fue sino hasta cinco días después de lo de la piscina que ella finalmente lo buscó. Él no estaba menos ofendido y dolido por ella por lo que había pasado el día de la piscina. Él se dio cuenta de que ella tenía hambre —más que hambre. Su palidez se había ampliado en los últimos dos días, y él había mirado, sabiendo que se derrumbaría. Estaba débil, y sus pies se arrastraban en lugar de caminar. Miró sus labios secos y ásperos, y hasta en su cólera hacia ella, quería cuidarla. Había pasado días interminables, simplemente saliendo de su camino para evitarla, pero cuando ella finalmente se acercaba, tambaleándose con sed y debilidad, él estaba extrañamente aliviado. Como si todavía la necesitase cerca aunque ella le había roto tan cruelmente su corazón, y seguía estando increíblemente dolido y enojado. —Tengo sed. —Su voz era tan débil como su cuerpo, y sus ojos se veían apenas abiertos. —Arrodíllate. —Lo que su cuerpo quería y lo que sus palabras decían eran totalmente dos cosas diferentes. La quería en su regazo. Quería tocarla. Quería llenar su cuerpo mientras ella bebía de él, pero también estaba muy herido. —¿Qué? ¿En el suelo? —Incluso en su delirio cercano, él podía decir que estaba dolida por su orden, él sintió una oleada de poder y dominio que quería ejercer sobre ella. Era un hombre después de todo, quería que ella conociera su dolor y que no pasara inadvertido. —A menos que quieras pasar otros cinco días sin comer. —Se negó a mirarla. Pero no necesitaba mirarla para saber que estaba herida, y fue satisfactorio de una manera muy patéticamente humana. Continuó estudiando su trabajo sin prestarle atención durante mucho tiempo y su corazón latía con su victoria. Alargó la mano a su escritorio para apoyar su cuerpo debilitado, y él

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permitió que su mirada se desplazase hacia su mano por un momento antes de volver a su trabajo con desdén. Finalmente cayó de rodillas al lado de su silla, y sin decir una palabra, él dejó caer la mano a su costado. Su puño estaba abotonado, mientras buscaba el botón, luchando por deshacerlo con sus dedos temblorosos y débiles, el seguía haciendo caso omiso de ella. Cuando por fin logró hacer subir la manga, estaba jadeando, y podía oler el aroma de sus lágrimas. Ella levantó la muñeca a la boca y la mordió, enviando dolor a su brazo, y mientras chupaba, él luchó para concentrarse en algo excepto su boca. Fue doloroso hacerle daño, pero estaba sufriendo tanto, que era incapaz de detenerse. A medida que la succión de su boca disminuía y reducía la marcha, finalmente se obligó a mirarla. Sus ojos encontraron los suyos, y ella estaba llorando. Sus ojos azules cristalinos brillaban con lágrimas, y tuvo que ahogar un gemido de dolor al verla. Su ira se tambaleaba, y se quedó desesperadamente con ganas de tocarla, sólo se observaban el uno al otro. Sus hermosos labios salieron de su piel, y dejó caer su mano. Todavía le estaban temblando las manos, pero probablemente era mucho más por su interacción que por su debilidad. Sus ojos la estudiaban, y ella se sentó sobre sus rodillas, mirándolo a los ojos y echando un vistazo lejos una y otra vez. Cuando se puso de pie, le tendió una mano para sujetarla, y ella le echó un vistazo antes de mirar de nuevo a sus ojos y rechazar su mano. Se dio la vuelta y le abandonó una vez más, haciéndole daño. Era excepcionalmente buena en ser cruel cuando lo quería ser, pero de hecho, él también lo era. Se destruirían el uno al otro.

Ember pasó los siguientes días patéticamente tratando de sumergirse en libros que no tenía ninguna esperanza real de importarle, o retirándose a la piscina para flotar en la ingravidez del agua todos los días durante horas. Truman trabajaba en su escritorio o simplemente desaparecía. Un día se encontró con una reunión cuando regresaba a su apartamento después de un baño. Hizo una pausa mientras salía del hueco de la escalera de su piso, escuchando las voces. Le habían dicho del deber de Truman de recuperar la lealtad de su familia, y la reunión con la que se había tropezado, definitivamente giraba en torno a esto. —Él puede mantener sus reductos si lo estima conveniente. La gran mayoría del linaje de tu familia le ha abandonado, y no tendrás ningún problema para obtener su apoyo. De lo que podemos decir, que son tan listos para hacerse

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con Mason como lo somos nosotros, y la mayoría no tendrá otra opción que ir junto con tu liderazgo. Están cansados de ser rechazados por la comunidad de vampiros. Eso es una buena noticia para ti Truman. —Era Angus quien había hablado. Había visitado a Ember una o dos veces, y de ello podía decir, que era decente y estaba verdaderamente preocupado por su bienestar. Angus era un hombre guapo, como la mayoría de los hombres que ella había conocido en este lugar. Tenía cabello oscuro que contrastaba con sus bellos ojos azules. Ember se había dado cuenta que era probablemente la única mujer del edificio, y parecía que al consejo le gustaba así. Eran terriblemente pasados de moda en ese sentido, pero Ember sospechaba que tenía mucho más que ver con el puño de hierro con el que gobernaba, Sylvan, que otra cosa. A diferencia de Angus y del Dr. Bremmer, Sylvan había sido frío con ella, en las raras ocasiones en que se había detenido en su residencia por un motivo u otro. La miraba con desconfianza y la trataba como si fuera un visitante no deseado. Su comportamiento sugería que pensaba de ella como un ser inferior a él, y eso solo servía para aumentar sus sospechas de que era la clase de vampiro con un montón de actitudes sexistas. Angus, por otro lado no mostraba esos sentimientos en su comportamiento. —Mi preocupación no son solo los reductos. Mason siempre los ha tenido en su poder y los reductos no son más que sanguijuelas débiles. Es la forma en que Mason podría utilizarlos. Podría vengarse, y debes creer que estará dirigido a la familia. Truman estaba hablando, y era la primera vez en muchos días que había oído su voz. Ninguno de ellos había hablado o ni siquiera mirado al otro durante los últimos tres días, y lo llevaba con ella. Ember tenía hambre de nuevo, y se estaba volviendo doloroso. Pero su orgullo o su miedo o tal vez simplemente su terquedad le impedían acercarse a él —sobre todo después de los tormentos de la última vez. Ella no podía aguantar mucho más tiempo, pero la perspectiva era desalentadora. —No, Truman. Irán dirigidas a ti y a Ember. El consejo te protegerá, pero será una amenaza hasta que esté destruido. —Yo puedo cuidar de mí mismo, pero Ember debe ser protegida. —Su cuerpo corría con una chispa repentina de emoción, pero revoloteó lejos a medida que la conversación continuaba. —¿Todavía te preocupas por ella aunque no te ha dado ninguna razón? —No sé cómo me siento ya. En lo único que podía pensar, era en su supervivencia, cuando se estaba muriendo. Nunca imaginé esta vida o en la forma en que sería posible. —La chispa fue reemplazada por la tristeza. Ella fue

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la que lo había empujado lejos, pero sus palabras dolían como una bofetada en la cara de todos modos. —Dale tiempo. —Solo nos estamos torturando opinando sobre este asunto. —Y después de una larga pausa y un profundo suspiro, continuó—: ¿Volvería a considerar el consejo dársela a otro señor si yo se lo pidiera? —Ember se quedó quieta con sus palabras y la tristeza se convirtió en absoluta desesperación. Vio un destello de él en su mente. Otro fragmento de un recuerdo, pero él le estaba sonriendo en este. Y como ella se centró en este recuerdo, le vio acariciar su piel. Podía sentir la emoción detrás del recuerdo por primera vez, y fue abrumador. Se había preocupado por él. Se había enamorado de él. Y ella le tenía completa confianza. Cuando el recuerdo pasó, se quedó con las palabras pronunciadas desde el apartamento. —Hubiese sido más fácil para ella y para mí también, si hubiese sido engendrada por otro. —Su voz sonaba resignada. Se había dado por vencido. —Truman, Sylvan probablemente te dará todo lo que me pediste. Él está simplemente feliz de representar a su familia y finalmente hacerse con Mason. Pero piensa cuidadosamente lo que estás diciendo. Si ella va a otro señor, ya no tendrás opinión en su vida en absoluto, y como un hombre que ha pasado la mayor parte de su vida protegiéndola y cuidándola, me resulta difícil de creer que podrías alejarte tan fácilmente. —Bueno, me parece bastante difícil que sea posible sobrevivir a una eternidad así, para ninguno de nosotros. Yo no quiero seguir con esto. No puedo soportar la forma en que me mira. La forma en que ella se siente por mí. Ember quería llorar y después de estar en el pasillo, sin mover un músculo, finalmente se dirigió a su habitación y entró. Quería escabullirse en la habitación y esconderse, pero al momento de entrar, Angus levantó la vista y la llamó. Estuvo preparada para cuando él se levantó para saludarla, y cuando los ojos de Ember miraron a Truman, tenía la mirada perdida en la distancia, evitándola. Fue a donde Angus, dándole un rápido beso en la mejilla, y cuando la puerta se cerró detrás de él, Ember miró a Truman. Dando la vuelta sobre el escritorio, obligándose así misma a estar en su línea de visión, ella habló. —Tengo hambre... —También estaba excepcionalmente herida por la conversación que había escuchado, pero lo estaba sofocando. Su ira, el dolor, la confusión, hasta la última emoción horrible que había sentido desde que llegó a este lugar no había ayudado a su situación. Había sido cruel y mezquina, mientras trataba de abrirse paso a través de su mundo, y no había sido la mejor manera para ello. Así que como pudo, guardó su reacción negativa. Juntó las manos delante de ella, en vez de cruzar

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los brazos con desprecio, y se obligó a ser mucho más vulnerabilidad defensiva le aconsejaba. Levantó la vista hacia ella, y la frialdad de sus ojos manos y cruzando los brazos sobre su pecho antes de dolor, pero en el momento en que ella se dio cuenta subconsciente, juntó las manos y volvió a hablar.

sumisa que lo que su la tenía separando sus que ella registrara el del lenguaje corporal

―Por favor, no me pidas que me arrodille. Su voz era tranquila, y esperaba que pudiera sentir su desesperación, a pesar de que la parte herida y vulnerable de su alma quería abofetearlo, sólo para continuar manteniendo el equilibro. Se puso de pie y se alejó de ella hacia la sala de estar de la residencia y su mirada lo siguió. Se sentó en una silla ocasional sin brazos, y Ember trinó de irritación y dolor ante su obvio rechazo, pero cuando se desabotonó el puño de la camisa, se relajó, obvió el rechazo, y se acercó. Cuando terminó con el puño, se trasladó a la muñeca opuesta, y ella se quedó confundida, pero demasiado intimidada para preguntar. Cuando se desabotonó el cuello y continuó su camino hacia su pecho, su corazón dio un vuelco. No tenía ni idea de lo que se proponía, pero no era lo que ella se esperaba. Se quitó la camisa, tirando de la cintura del pantalón, y cuando la arrojó a un lado, sus ojos volvieron a los de ella. Ella miró hacia abajo para ver sus brazos cruzados sobre el pecho otra vez, y los bajó rápidamente a sus costados. Alargó la mano hacia su cadera, y ella dio un paso involuntario hacia atrás mordiéndose el labio, luego dio un paso hacia él una vez más. Con una mano, guió a su cuerpo hacia él, y con la otra mano en la parte interior de sus muslos desnudos, cubiertos sólo por su bata y bikini , apartándolos para poder sentarla a horcajadas sobre sus piernas. Se hundió lentamente en sus muslos, frente a él, y una vez que se hubo sentado, apretó sus caderas con sus manos grandes y fuertes, tiro hacia su ingle. Sus ojos eran ilegibles, pero la excitación era dura e insistente luchando por liberarse de los pantalones. Estaba nerviosa. No tenía ni idea de si tenía la intención de follarla, darle de comer, o simplemente humillarla, pero mientras sostenía su cuerpo contra su excitación, dejó caer su cabeza a un lado, dejando al descubierto su arteria carótida. A medida que su boca se movió a su cuello, sus duros ojos le sostuvieron la mirada durante todo el tiempo que pudieron antes de que pasase más allá de su campo visual, y su boca se encontrase con el ligero pulso arterial. Mordió, y él dejó escapar un gemido sin restricciones en el dolor o en el placer, o en ambos. Ella había experimentado su boca sobre ella en esta misma forma cuando la había engendrado, y era más placentero de lo que le gustaría admitir. Bebió, tratando de concentrarse en lo que estaba haciendo su boca y no en la excitación que se estaba produciendo entre sus cuerpos. Él era grande y duro,

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y aunque su comportamiento y su severa mirada no le comunicaban ningún deseo hacia ella, su erección decía claramente que su cuerpo si lo hacía. Cuando terminó y soltó la boca de su cuello, se echó hacia atrás, y la miró con esos mismos ojos graves e intensos. Ella observó su boca, evitando su mirada penetrante. Sus labios eran hermosos, y momentáneamente fue golpeada por el recuerdo de sus labios sobre los de ella. Su boca le había besado tiernamente como si se preocupase por ella, y era muy diferente de su actitud en estos momentos. Era un recuerdo real, ya no cuestionaba muchos de ellos, pero ella luchaba por reconciliar la dulzura de esos recuerdos con el ser duro y frío con el que estaba ahora. Pero era su culpa y ella lo sabía. Estaba cansada de torturarlo. Quería confiar en él y sentir todas las cosas que había sentido por él en el pasado. Era agotador emocionalmente mantenerlo a distancia y perdurar el tormento del cual era completamente responsable. Todavía la miraba con las manos en sus caderas, y cuando ella se puso de pie y se alejó, le dio las gracias antes, pero no se fue muy lejos antes de volverse y reuniendo lo último de su humilde sumisión, ella habló. ―Por favor no me des a nadie más. Eso no es lo que quiero. ―Su frente se estremeció por medio segundo mientras sostuvo su mirada, pero no dijo nada. Finalmente se dio la vuelta y se fue al dormitorio. Podía sentir su mirada siguiéndola.

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Los días posteriores pasaron de la misma manera, él la evitaba, y ella lo evitaba también. Pero en ocasiones, lo atrapaba observándola. Sus ojos se habían ablandado solo un poco, y ella ya no sentía la certeza de que la odiara, aunque tampoco de que no lo hiciera. A menudo la miraba con curiosidad y ella trataba de mantener su confusión y malestar de que no mostrara cólera e ira. Cuándo ella atrapaba sus ojos en ella, aumentaba su ritmo cardíaco instantáneamente, y se esforzaba por mantener sus ojos en los suyos. Era difícil. Su expresión se podía haber suavizado, pero aún era intimidante. Él no confiaba en ella, tan irónico como era. Estaba esperando a que arremetiese contra él de nuevo, y no tenía idea de lo mucho que ella no quería eso. No había sido ella. Solo había reaccionado mal a sus nuevas circunstancias. Pero tanto como le debía una disculpa, no la podía reunir. Todavía no. La próxima vez que necesitó alimentarse, se acercó a él con cautela. La observó mientras cruzaba la habitación. Acababa de regresar de su baño diario y sólo llevaba su bikini y su bata. Mientras ella observaba su expresión cautelosa, recordó lo mucho que ella no quería que la entregase. Tal vez se fiaba de él. Era el único que quería ser responsable de ella, y ella era la que lo había puesto en peligro.

La miró ―sosteniendo sus ojos sin inmutarse, pero con un poco de desconfianza. Y cuando ella le dijo que tenía hambre, la miró durante muchos segundos, antes de responder. ―Ven conmigo. ―Se levantó y le tendió la mano. A propósito no le tomó la mano. En lugar de ello la estudió, esperando a que ella diese ese paso, y lo hizo. Alargó una mano temblorosa y se mordió el labio. La llevó al dormitorio, y cuando entraron, comenzó a desnudarse. Respirando superficialmente, lo observó mientras se quitaba los pantalones, su ropa interior y su camisa, y se subió a la cama desnudo. Era aturdidor y excitante. Su polla era grande e intimidante, pero su cuerpo enrojecía y encendía con la intimidad. Había visto antes su desnudez. Lo sabía. Y lo quería. Confiaba en eso también. Era hermoso. Ember dejó caer su bata en el suelo mientras exhalaba un suspiro aterrorizado. Sólo llevaba su bikini, y mientras desataba la espalda con una mano temblorosa, él observaba. Cuando se desató el cuello, sus labios se separaron, y sus ojos parpadearon. Otro pequeño destello de recuerdos le golpeó en la vista y le siguió una inhalación profunda de aire. Había visto esta respuesta antes, y había incitado una intensa excitación en su cuerpo mientras lo miraba. Ella llegó a su cadera y la detuvo. ―Está bien.―Su voz era tranquila―. Es mejor dejar eso. Subió a la cama y se arrodilló al lado de su cuerpo. Estaba nerviosa, pero su cuerpo se calentaba con un calor que parecía unirla a él e irradiaba fuera de su núcleo directamente a su vientre. Respiraba profundamente por la nariz, y él vagaba su mirada por sus pechos descubiertos. Estaba estudiándola, y su mandíbula era tensa mientras respiraba profundamente. Ella se sentó sobre los talones, dejando que él mirase su cuerpo aunque su corazón latía en nerviosamente. Esperó a que le ofreciese su muñeca. Pero en lugar de ofrecerle su muñeca, le tomó la mano. ―Ponte a horcajadas. ―Y la tiró suavemente de la mano hasta sus rodillas. Hizo lo que le pidió, mirando hacia abajo, su excitación era alta, hacia su abdomen. No podía negar que quería tocarlo, sentir la longitud y la anchura de él en la mano, pero solo esperó. Sus manos se movieron hacia sus caderas, tirando de su cuerpo hacia abajo apretándola contra su ingle. Sólo la delgada tela, todavía húmeda de la piscina, separaba sus cuerpos de la alta excitación que había entre ellos.

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Cuando se sentó en su cuerpo, sus rostros estaban cercanos, y sintió un escalofrió recorrer su cuerpo. Inclinó la cabeza y pasó la yema de su pulgar por su arteria carótida. ―Adelante. Hizo una pausa. Estaba nerviosa. Una cosa era haber tenido esta posición en la sala de estar unos días antes, pero en la cama se sentía íntimo e intensamente sexual, como si fueran a follar en cualquier momento, y con toda franqueza, ella lo dejaría hacer. Su cuerpo estaba traicionando a su perra interior que había jugado una parte prevaleciente antes de su muerte, y parte de ella quería desesperadamente que él viera cuan humana todavía era. Él la asustaba, aunque estaba intoxicada de él. Se echó hacia atrás y observó sus ojos, al ver su nerviosismo, la tranquilizó y ella asintió con la cabeza. Inclinando la cabeza una vez más, inclinó su boca a su cuello, y él observó sus ojos de nuevo mientras pudo. Ella no creía en el fondo de su alma que hubiese algún motivo para desconfiar de él. Y si ella no podía confiar en este momento en su propio sentimiento al respecto, podía confiar sin duda en el ser humano que era antes de su muerte. Había confiado en él, y mientras los recuerdos estaban escondidos, al acecho, y pasando por debajo de la superficie de su mente, el conocimiento de que ella había confiado en él en vida no era... tampoco lo que le daba la excitación. Chupó, tiró, probó y se sació de él, y cuando había tomado lo que necesitaba, su cabeza cayó de su hombro. La abrazó, pero no la empujó para más. Su cuerpo quería ser empujado, pero su nerviosismo necesitaba paciencia, y él parecía saber eso y respetarlo. ―Tu coño está húmedo. No te puedes ni imaginar lo mucho que me encanta el aroma de tu excitación. Solía volverme tan loco cuando estaba a tu alrededor, que pensé que terminara por perder mi mente. Lo he echado de menos, más de lo que posiblemente puedas saber. ―Su voz era cálida y relajante para su cuerpo, y ella lo reconoció, sólo el tono, el sonido, el delicioso ronroneo mientras él hablaba. Su excitación parecía saber lo que sus recuerdos se negaban a dejar, en algún lugar profundo dentro de ella, ella lo conocía tan íntimamente también. Cuando levantó la cabeza de su hombro, la observaba, y cuando él llegó hasta sus caderas y tiró de ellas hacia las suyas propias, ni siquiera consideró detenerlo, y mucho menos ser una perra. Podía sentir la dureza de su longitud ajustada contra su propia humedad forrada, y quería hacer desaparecer la tela. Quería su cuerpo contra el de ella, totalmente contra el de ella, y le daría la bienvenida en su cuerpo sin dudarlo. Él se echó hacia atrás, tirando de su cuerpo hacia abajo con él, y mientras rodaba sus cuerpos a un lado, se levantó y apagó las luces. Cuando volvió, la arrastró hacia sí, y ella se lo permitió. Pronuncio las palabras que había dicho sin obtener una respuesta, tres días antes.

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―Por favor no me entregues a otra persona. Era emocional mientras hablaba, su voz daba bandazos en el terror, temiendo lo que sus palabras habían traído a la superficie. No podía imaginar siendo transferida a otra persona, no cuando su cuerpo lo quería tanto. La hizo callar con dulzura antes de hablar. ―No me voy a rendir. Me gustaría que recordaras lo bien que estábamos en esto. ―Le gustaría también, pero con la humedad filtrándose por su cuerpo, ella tuvo que reconocer que su cuerpo lo recordaba muy bien, incluso cuando su mente se había olvidado. Su gemido tranquilo por la respuesta de su cuerpo, fue el último sonido que oyó antes de caer en el sueño.

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Ember no se había despertado hasta un par de horas después de que él lo había hecho. Se había tomado ese tiempo para hablar con el consejo sobre algo que quería hacer. Ellos le habían asegurado que tenía que darse tiempo con Ember para hacerle frente a la vida de recuerdos que estaban ausentes para ella, y él necesitaba ese tiempo ahora. Cuando ella se despertó, estaba recostado a su lado. Se puso nerviosa al instante, él podía olerlo en la química de su cuerpo. Estaban lejos de sentirse cómodos, desconfiando entre sí, y pudo ver que estaba evaluándolo. Su expresión podría matar su estado de ánimo, y no quería ser la causa de que se cerrara de nuevo. —¿Puedes tener lista una maleta para la noche? Vamos a hacer un pequeño viaje. —Ella lo miró con curiosidad, pero asintió. —¿Van a dejarnos hacer eso? —Ya me he ocupado de eso. —Y mientras la observaba, decidió empujar sólo un poco más—. Déjame probarte. Quiero morderte. —Ella lo miró por muchos segundos largos y dolorosos, mientras se obligaba a mantenerle la mirada. Finalmente asintió, y mientras se inclinaba hacia su cuerpo —ella observándolo acercarse—, él se trasladó a su cuello. No la había probado desde hacía mucho tiempo y la quería desesperadamente. Mordió profundamente su carne y ella jadeó. Sabía que le haría daño, pero también sabía que le gustaría de la misma forma en que él disfrutaba de alimentarse de su cuerpo. Podía absolutamente hacer esto durante cien vidas, sólo tenía que convencerla de que podía hacer lo mismo con él. Pero después de la noche anterior... finalmente estaba sintiendo un cierto grado de optimismo. ¿Podría enamorarse de él de nuevo? Tenía toda la intención de averiguarlo. Cuando ella le había suplicado que no lo hiciera, se había sentido culpable por querer alejarla, y cuando había hecho la pregunta, eso atestó de culpabilidad su garganta. Sus ojos eran honestos y desesperados, y eso le había roto el corazón. Pero había llegado al punto en que estaba casi con miedo de ser amable con ella, temiendo que usaría su bondad para hacerle daño. Sin embargo, se sentía tan magnífica sosteniéndolo allí que mientras él la abrazaba cómodamente, le dio otra oportunidad. No quería que ningún hombre la poseyera excepto él, pero tenía que ceder algo antes de que terminaran odiándose y destruyéndose el uno al otro. Ella podría haberse suavizado un poco, pero también podía ver la desconfianza nadando detrás de sus ojos, todavía

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amenazando con separarlos. Y se preguntó si tal vez una lección de historia estaría bien. Quitó su boca de su cuello, habiendo probado y habiéndose entregado a su sabor. En realidad, había degustado muy poco de ella y fue un regalo que había soñado desde la primera vez que la había saboreado. —¿A dónde vamos? —Ella parecía nerviosa. Él miró sus ojos, lamiendo su sabor de sus labios. —Visitas. —Y le guiñó un ojo antes de poder detenerse; se levantó y se fue. Le dio tiempo para prepararse, y cuando la miró al poco tiempo después, ella parecía nerviosa, pero su bolsa estaba lista y situada en el suelo junto a la cama. Él cogió su bolso y ella lo siguió desde la habitación. Había tomado un poco de maniobras el obtener que el consejo sobrellevara su solicitud. Esperaba que ellos no siempre fueran tan manipuladores, pero el Consejo expresó su preocupación por su seguridad, y no estaban dispuestos a correr ningún riesgo de que el más reciente vampiro en existencia en más de un centenar de años pudiera irse de juerga de sangre. Ella probablemente sería la más controlada y entrenada vampiro en la historia, pero no todos los días el consejo rompe su propias reglas, después de todo, Sylvan era un purista de sus normas más que otra cosa. Su auto fue traído por su valet, Jonathan, uno de los dos seres humanos que trabajaba para ellos, Truman abrió su puerta. Se pusieron en camino hacia Laconia, el lugar en que se conocieron. Estaba a dos horas en auto, y se sentía nervioso. Esas eran dos horas en las que bien podrían ser corteses o recurrir de nuevo a la crueldad. Llevaban siendo crueles el uno con el otro durante las últimas semanas, y él estaba desesperadamente esperanzado de que pudieran cambiar esa dinámica. Pero no lo hicieron, no en absoluto. Permanecieron en silencio la mayor parte del camino, y él la atrapó mirándolo un momento o dos, pero su rostro estaba relajado y curioso. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, ella supo a donde debían de estar dirigiéndose. Se calmó e inhaló un profundo y sentimentalmente cargado suspiro. Ember no había regresado a Laconia desde la venta de la casa de su madre, y estaba segura de que estos recuerdos sostendrían mucho más dolor que placer. Pero aquí era donde habían comenzado, y quería compartir su historia con ella. Cuando él se detuvo en la dilapidada y vieja casa que había permanecido vacante desde que el monstruo había sido asesinado, pudo oír los latidos de su corazón. Esto podría perturbarla, pero era una oportunidad que estaba dispuesto a tomar. Agarró una linterna del suelo detrás del asiento de Ember, bajó del auto y se posicionó a su lado. Le ofreció su mano y ella la tomó. Estaba pálida, incluso para un vampiro, y sus ojos se centraban sólo en la casa. Su mano estaba temblando mientras él la sostenía, pero ella no se apartó, y

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se dejó llevar hasta la puerta. La ante-puerta estaba golpeándose por el fuerte viento, y crujía y gemía mientras tironeaba. La puerta en sí estaba cerrada con llave, pero le tomó a Truman sólo un momento para empujarla fuera de sus goznes, dándoles acceso al maloliente espacio dentro. Ella lo estudió, en busca de su razón para traerla aquí, pero todavía no la encontraba. Era difícil para él volver también, y sosteniendo su mano mientras cruzaban el umbral, casi lo reconsideró. La casa estaba llena de suciedad y basura, y mientras miraban alrededor, sus rostros reflejaban el disgusto del otro. Él la llevó a la escalera del sótano. La puerta que una vez colgaba había desaparecido, y mientras él fue el primero en caminar por las escaleras, ella se estancó y gimió con la emoción largamente contenida. Todo su cuerpo estaba vibrando y temblando, y estaba jadeando con los ojos muy abiertos y sobresaltados. Él apretó su mano con suavidad y, finalmente, después de que se girara hacia ella y sostuviera su mirada asustada con su forzada calma, exhaló un último suspiro y dio el primer paso hacia abajo. Mientras él entraba en el espacio abierto, tiró de la cuerda de la luz que se cernía sobre el centro del piso del sótano, sin esperar que funcionara, y tal y como sospechaba, no lo hizo. La energía no estaba conectada, y mientras encendía la linterna, iluminó un espacio que ambos conocían muy bien. Su mirada se movió rápidamente al lugar en la pared donde había estado cautiva y restringida. Él la observó cruzar la habitación hacia la pared, y mientras ella se acercaba a la argolla que todavía estaba pegada a los bloques de cemento, su mano se sacudió. Ella se volvió para mirarlo. —¿Estuviste aquí conmigo? —Él asintió—. ¿Cómo podría olvidar algo cómo eso? Lo recuerdo a él. Recuerdo... Lo aterrorizada que estaba, su olor, su peso encima de mí, y luego... nada... —Yo lo quité de encima de ti. —¿Cómo lo mataste? —Arranqué un trozo de su arteria carótida y luego lo drené. —¿Tenía miedo de ti? —Un poco, al principio. Pero te aseguré que no estaba interesado en hacerte daño y luego te puse a dormir y me fui. —Me desperté sin ataduras, en el suelo. Recuerdo haberlo visto muerto, y corrí. Casi fui atropellada por un auto mientras corría desde la casa... —Lo sé. Estaba viendo. No podía quedarme. Demasiado pequeño el pueblo para dejarme participar, así que me quedé cerca, esperando que pudieras salir y ser descubierta. No había pensado que sería tan dramático hasta que casi chocaste con un auto, pero sin duda consiguió que te encontraran. —Él dio una leve sonrisa ante el recuerdo mientras ella seguía mirando alrededor. Estaba nervioso de preguntar, pero quería saber.

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—¿Algo? ¿Recuerdas algo acerca de mí a partir de ese día? —Ella negó lentamente, pero su frente estaba arrugada y se mordía el labio. Estaba tratando de recordar. Cuando por fin habló, el corazón de Truman estaba machacado. Su voz estaba muy lejos y distante en algunos enterrados recuerdos. —Recuerdo la sensación de alivio en algún momento... antes de despertar... y luego nada. —Él asintió. Eso no era nada más que un pequeño recuerdo, un sentimiento más que nada, pero su corazón latía con fuerza y tragó saliva ante el nudo en su garganta. Era algo. Ella parecía confundida y sacudió la cabeza ante el pensamiento. Se le acercó y le tomó la mano una vez más, llevándola al piso de arriba y sacándola al fresco y sin restricciones aire de la noche. Volvieron al auto, y él manejó en silencio hasta su siguiente parada. Cuando se detuvo delante de la casa donde la había encontrado con Todd, se quedaron en el auto y ni siquiera lo apagaron. La casa estaba ocupada, y sólo miraron. —¿Te acuerdas de Todd subiéndose sobre ti? —Ella asintió—. Él no estaba tomando tu rechazo muy en serio, así que lo detuve antes de limpiar su memoria. Estabas borracha y te llevé a casa, escaleras arriba hasta tu dormitorio, y te ayudé a cambiar tu camisón. Intentaste besarme, y yo te rechacé antes de que tuviera la oportunidad de hacer algo de lo que me arrepintiera. Te interrogué, me interrogaste sobre todo acerca de los vampiros, y luego limpié tu mente de nuevo. Fui a tu cafetería a la mañana siguiente. Apenas podía quitar mis ojos de ti y tu ridículo cabello rojo. Compré un café y lo derramaste en mi mesa. Te puse nerviosa... —Oh, Dios mío. Recuerdo eso. Desde la cafetería por la mañana. Me diste una propina de veinte dólares. —Ella estaba mirándolo con curiosidad. Él se rió entre dientes, es algo que no había hecho en mucho tiempo. —No limpié ese recuerdo. No era necesario. No tenías ningún contexto en el que meterme, por lo que mi presencia no significaba nada para ti. —¿Estaba atraída por ti, entonces? Riendo entre dientes otra vez, él respondió: —Seguramente no es necesario que te responda a esa pregunta, pero sí, y mucho. Apenas podías funcionar a mí alrededor en la cafetería. —Y luego mirándola en serio, habló de nuevo—. ¿Aceleramos unos cuantos años? —Esto podría ser duro para ella y a él no le gustaba la idea de causar su dolor, pero era importante... al igual que todos sus recuerdos lo eran. Ella asintió, y él quitó el freno. Los llevó al cementerio y la dirigió a la tumba de su madre. Ella no había estado allí desde el día en que había dejado la ciudad, y cuando se acercaron, él escuchó con atención su corazón mientras daba sacudidas y golpeaba. Sus lágrimas cayeron, y él dio un paso atrás. Quería abrazarla, y en su vida anterior, él lo habría hecho sin vacilación ni permiso. Pero este no era ese mundo. Se quedó mirando la lápida y él comenzó a pensar que ella no sería capaz de

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alejarse. Pero, con el tiempo, sus lágrimas se desaceleraron y mientras se sorbía la nariz, ella habló: —Me alejaste del cementerio, ¿no? recuerdo haber estado aquí y luego nada. —Te desmayaste y te llevé a mi auto, limpié un poco tu mente en el camino. Entonces te llevé a mi casa en New Foundland Lake. —Y me follaste. —Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho, y sus rasgos estaban contraídos. Como si eso no fuera suficiente, su tono y sus palabras estaban cargadas de acusación. Este era un difícil recuerdo para que ella procesara, y dejó pocas dudas de que estaba tomando todo en su disposición. Pero él no estaba interesado en dañar el día, e inclinándose a su oreja, habló en voz baja. —Vamos a hablar todo acerca de tu primera vez en un momento. —Estaba siendo seductor, y el golpe repentino de su corazón le aseguró que había dado en el blanco, incluso aunque no hubiera experimentado el perfume de su excitación en este día juntos. Le tomó la mano y les dirigió de vuelta al auto, y quitando el freno, condujeron hacia los principios de la oscuridad de la mañana mientras el primer rayo de la luz del día se mostraba a través de las colinas de alrededor. Cuando entraron en su casa, ella se quedó de pie junto a la puerta, mirando a su alrededor. Él la miró por un momento antes de tomarle la mano y llevarla de vuelta a su dormitorio. Nunca había vendido la casa, rara vez había vendido una de sus propiedades y ésta en particular celebraba uno de sus recuerdos más preciados. Uno que tenía la intención de compartir con ella. En el momento en que vio la cama en la que le había hecho el amor, se quedó quieto. ¿Cómo podrían sus recuerdos no pulular por su mente con esta vista? Los suyos estaban rugiendo a través de su cerebro, enviando su cuerpo a un frenesí de necesidad. Habían pasado años desde que había estado en esta casa, y aparte de un ama de llaves que llegaba unas pocas veces durante el año para mantenerlo, este lugar había estado abandonado en gran medida desde que habían estado aquí en el pasado. Apoyándose en su oreja, por detrás de su cuerpo, dijo: —Siéntate en la cama. —Ella hizo lo que le pidió y mientras miraba su espalda, él se desvistió. Ella observó todos sus movimientos y mientras él dejaba caer la camisa al suelo, pudo escuchar sus latidos acelerarse. Cuando cogió la cintura de sus pantalones, ella tragó por el nudo en su garganta, y cuando los dejó caer al suelo, miró hacia otro lado. Pero él no movió ni un musculo. Se puso de pie frente a ella, esperando a que lo mirara, y después de lo que pareció una eternidad, lo hizo. Sus ojos pasaron sobre él, y mientras su mirada caía a su ingle y la endurecida longitud de su erección, finalmente miró y no apartó la mirada. Estaba estudiando su cuerpo, y mientras observaba, su mirada viajó por sus muslos y pantorrillas antes de moverse por su cuerpo. Allí, ella se quedó

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mirando sus músculos pectorales y luego se trasladó más lejos hasta el cuello y a lo largo de sus hombros. Miró en cada centímetro de su cuerpo, y cuando sus ojos terminaron de explorar, él se acercó a ella, de rodillas en el piso en sus pies, y se preparó para decirle hasta el último detalle de su primera vez. —Solté tus recuerdos en el cementerio, así que me conocías. Sabías quién era para ti y confiaste en mí. Me pediste que te hiciera el amor y lo hice. Tocaste mi polla, la acariciaste, la probaste, y me vine en tu boca, y tú te tragaste hasta la última gota de mi semen. —Ella jadeó ante su lenguaje descarado, pero siguió mirando y escuchando—. Metí mis dedos en tu coño. Estabas tan mojada y cuando probé tu excitación, pensé que iba a perder mi mente. Después de la eternidad más placentera de juegos previos, por fin entré en ti. Estaba en encima de ti, y empujé dentro de tu cuerpo. Pude ver el dolor en tus ojos, pero estabas tan lista, y mientras empezaba a follarte, tú te presionabas contra mí. Pude oler el aroma de la sangre llenando el espacio alrededor de nosotros, y apenas podía contener mi deseo y hambre de ti. Y cuando terminé, pasé la lengua por hasta la última gota de sangre derramada de tu cuerpo. —Ella dejó escapar un suspiro tembloroso en sus palabras antes de encontrar su voz. —Eso suena un poco... perverso. —Tenía una pequeña y tímida sonrisa en su rostro. —Beber la sangre para mantener la vida es perverso. Esto fue sólo una... indulgencia. —Y después de una pausa, continuó—: Y una muy agradable indulgencia en eso. —Ella miró sus ojos, y por primera vez desde su transición, tuvo una esperanza real. El corazón le latía con fuerza en voz alta, y el más mínimo olor de su excitación llenó sus sentidos. Sus labios estaban apretados y ella estaba malditamente cerca de jadear. Todavía estaba nerviosa, pero su guardia estaba abajo, y no lo miraba como si fuera su mayor enemigo. —Eso fue increíble. Tú me conocías. No estaba ocultando nada de ti. Podías preguntar todo lo que quisieras y yo podría decirte todo lo que necesitabas saber. Te llevé de tu casa a la casa de su madre a la mañana siguiente, y antes de irme, borré tus recuerdos de mí otra vez. Fue lo más doloroso que tuve que hacer nunca. —Su voz se sacudió mientras hablaba y los ojos de ella se suavizaron—. No tenía idea de que no tendría la oportunidad de abrir ese recuerdo otra vez. Siempre tuve la intención de hacerlo algún día, pero haber perdido eso para ti debe ser... —Él negó y luchó contra sus emociones. Apretó la mandíbula para sofocarlo—. Lo siento mucho. Ella seguía mirándolo, y mientras luchaba con la tristeza absoluta de que este recuerdo favorito suyo podría estar perdido de ella para siempre, se acercó a él y le acarició la mejilla. Fue sólo un corto movimiento apacible y entonces su mano se había ido demasiado pronto, pero fue su toque. Uno que había dado de buena gana. Alargó la mano hacia su cintura, y ella le permitió tirar de su camisa hacia arriba y sobre su cabeza. Estaba sin sujetador, y su aliento lo abandonó con prisa cuando tomó la hermosa curva de sus pechos.

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—De pie. —Ella no dudó ni un instante, y cuando se puso en pie él le desabrochó el botón de sus jeans, bajó la cremallera y, a continuación, tiró de sus pantalones abajo de sus caderas, dejándolos caer en sus tobillos. Dejó su ropa interior en su lugar, y mientras ella se arrastraba arriba sobre la cama y bajo las sábanas, observó los movimientos de su increíble culo en la escasa tela. Su pene estaba listo para abofetearlo por no ser más agresivo en sus esfuerzos, pero su corazón necesitaba confiar en ella primero. Se levantó para cerrar las cortinas antes de que la luz de la mañana estuviera en lo alto. Se metió en la cama a su lado, y sin esperar un momento ella se le acercó y él la arrastró a sus brazos. —¿Y si nunca puedo recordarnos? —rompió el silencio y eso le calmó. —Entonces supongo que tendremos que enamorarnos de nuevo. —¿Cómo puedes estar tan seguro de que es posible? —Porque estamos tan jodidamente bien con ello. —Ella se acurrucó en su pecho y durmieron.

Cuando Ember se despertó, él seguía acostado a su lado. Estaba dormido y las sábanas habían caído de su cuerpo. Rodó de lado, apoyándose en el codo, y lo estudió. Sus piernas eran fuertes y delgadas, los huesos de su cadera sobresalían ligeramente, y estuvo a punto de trazar la forma de ellas antes de detenerse a sí misma. Sus testículos eran grandes y muy masculinos. Su pene era más grande que cualquier otro que hubiera visto nunca y daba miedo de muchas maneras. Pero ella ya lo había acogido en su cuerpo, y por lo visto, lo había disfrutado inmensamente. No era como si fuera una virgen, sólo que por desgracia no podía recordar cómo había sido el sexo con él. Era impresionante hasta el último centímetro y cuando su mirada se detuvo en sus labios, imaginó sus palabras de la mañana anterior. ¿Realmente su boca le había hecho tanto a su cuerpo? Si siguiera siendo humana, eso traería un rubor a sus mejillas con sólo pensarlo. Él había saboreado su sangre después de que había tomado su virginidad, y sólo la idea envió punzadas de dolor a través de su mandíbula de nuevo. Y mientras lo imaginaba, un recuerdo brilló. En ese recuerdo, se encontraba encima suyo, follándola y empujando en su cuerpo. Su rostro era increíble mientras observaba con atención a través de cada golpe rápido de su cuerpo, y ella se quedó sin aliento ante todos los recuerdos que flotaban en su mente. Cuando volvió a mirar sus ojos para reconciliarlo con el recuerdo en su cabeza, se quedó helada. Sus ojos estaban abiertos y fijos en ella. Estaba mirándola, y cuando ella se quedó sin aliento de nuevo, él se sentó rápidamente. La agarró del brazo, y mientras lo hacía, se sentó a su lado. Le tomó la mejilla y

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acarició ligeramente su piel; un escalofrío le recorrió el cuerpo, dejando calidez a su paso. Dios, era impresionante. —¿Lista para el resto de nuestro viaje? —No estaba segura de lo que eso implicaba, pero asintió. Él se levantó de la cama y salió de la habitación. Su parte trasera era tan impresionante como su parte delantera. Su trasero era fuerte y redondo. Su piel era suave y hermosa, y se preguntó de nuevo cómo un hombre como él, quien podría atraer a los muertos y a los zombies por igual en tropel, había encontrado interés en ella. Se duchó y se cambió, tirando su cabello hacia atrás en un moño alto y desordenado antes de encontrarse con él. Estaba al teléfono en la terraza, y mientras se acercaba a la puerta, lo escuchó hablar. —Bueno, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que alguien lo ha visto? —Y una pausa mientras la persona que llamaba respondía—. Jesús, Angus, podría estar en cualquier lugar. ¿Hay alguna razón para pensar que él sabe dónde estamos? —Ember sólo podía asumir que se refería a Mason, y la irritación parpadeando en la voz de Truman decía mucho—. Sólo mantenme informado. —Y mientras Ember seguía escuchando, la conversación cambió—. Sí, estamos bien. Ella parece... bien. Supongo. Sólo que no es mi Ember. No puedo explicarlo de alguna otra manera. El corazón de Ember cayó ante sus palabras, y tuvo que escabullirse de nuevo al cuarto de baño para evitar ser encontrada con lágrimas en los ojos. Abrió el grifo y sorbió su nariz por las palabras que había oído. Dolía escucharlo decir eso, como si estuviera rompiéndole el corazón. Pero era ella quien tenía su corazón roto. Ella quería ser su Ember. Se sentía atraída por él y todos los recuerdos que revoloteaban por su mente aumentaban eso diez veces. No sabía cómo actuar a su alrededor o cómo demostrarle que quería ser su Ember porque no sabía cómo ser esa persona. ¿Y si nunca podía ser su Ember otra vez? ¿Podría perder a la única persona en el mundo que se preocupaba por ella? Después de lavarse la cara con agua fría para despejar las ojeras que incluso los muertos consiguen cuando lloran, se miró rápidamente una última vez y sorbió. Tenía que encontrar la manera de bajar la guardia con este hombre antes de rechazarlo por completo. No quería perderlo. No sabía por qué se sentía así tan apasionadamente, pero lo hacía. Era como si la emoción que solía sentir por él estuviera operando sin los recuerdos para apoyarla. Se sentía devastada por sus palabras, como si estuviera a punto de perder a la persona más importante en su vida y, sin embargo, realmente no conocía a esa persona. Era confuso, pero confiaba en su instinto. Venía desde alguna parte profundamente oculta en su mente, y tenía que confiar en la vieja ella. Esta vez pondría un poco de fe en la persona que solía ser, confiaría en su juicio y viviría la vida que quería vivir.

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Él todavía estaba en la terraza y tenía la mirada perdida en la puesta de sol sobre el lago. Parecía preocupado y cuando ella se acercó, le ofreció una suave pero vacilante sonrisa. Ella se la devolvió y escuchó el lento ritmo de su corazón acelerarse por un momento. Cuando estuvieron en el camino otra vez, él se dirigió a Portland como ella sospechaba que haría. Había llegado el momento de revisar su reciente historia juntos. Era extraño pensar en eso. Estos eventos en su relación habían sucedido tan en el pasado que aún existían lagunas y agujeros incluso ahora; más, de hecho, que en cualquier otro momento de su historia. Él había estado en gran parte de su vida durante ese verano. Cuando había tomado esos recuerdos, dejó agujeros de días, semanas enteras que parecían un borrón, y eventos que estaban muy sesgados. —¿Qué es lo que más extrañas acerca de ser humana? —Su pregunta interrumpió el silencio, tirándola lejos de sus pensamientos. Podía sentir las esquinas de su boca tirar ligeramente mientras contestaba. —El café. —Él se rió entre dientes y la mandíbula le dolía en sus anchas—. Luego el vino... y entonces la comida, postre para ser exactos. —El budín de pan. —Ella lo miró con curiosidad—. Sí, Ember. Sé cuánto amas el budín de pan, pero creo que es curioso que se te haya olvidado la pizza. —Oh, sí. Pizza también. —Ella estaba sonriendo. Una sonrisa real. No había sentido el tirón de los músculos de sus mejillas en más tiempo del que pudiera recordar, y se sentía bien. —¿Qué hay de ti? —Ella lo miró con su propia curiosidad. —Bueno, he estado muerto por más de 300 años, así que no he vivido nada de la cocina actual. Nunca probé la pizza, y el vino era una cosa diferente en mis tiempos. Pero echo de menos la carne. No siempre fue fácil de conseguir, pero yo cazaba. Amaba los ciervos y los alces. Lo echo más de menos que a la mayoría. —¿Qué hay de tu familia? ¿Dejaste a alguien atrás cuando hiciste la transición? —No. Mi familia estaba muerta. Mis padres murieron cuando yo era todavía un adolescente, y mi hermana menor fue secuestrada y asesinada un par de años más tarde. —Su cara cayó ante sus palabras y de repente tuvo un impulso increíble de tocarlo. Él la miró y al ver su reacción, continuó—: Traté de cuidar de ella una vez que nuestros padres murieron, pero era joven y me iba lejos con mucha más frecuencia de lo que debería haber hecho. —Sacudió la cabeza con la mandíbula apretada. Pero luego la miró de nuevo—. Está bien, Ember. Y luego ella hizo algo que la sorprendió incluso a ella. Hizo exactamente lo que su corazón le dijo que hiciera. Buscó su mano, que se movía cerca del centro de la consola. Pareció sorprendido por un momento cuando sus dedos lo

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tocaron, pero mientras lo hacían, los entrelazó con los suyos y sostuvo su mano apretadamente. —¿Supones que es ese el por qué de que elijas cazar pedófilos y a los que perjudican a los niños? —Su voz era gentil, y era la misma que había utilizado al hablar de los adolescentes en el refugio para jóvenes durante una particular e intensa sesión. Ella estaba obviamente sintiéndose cómoda con su repentinamente relajada lengua, y tenía una cómoda necesidad de entrometerse, entenderlo y analizarlo. Era justo. Él sonrió, la miró, y luego respondió: —Definitivamente. Estoy seguro de que podrías tener un día de campo con esto, querida Freudette, y te prometo que te dejaré analizar el contenido de mi corazón algún día... pero no hoy. —Y sonrió antes de apretarle la mano. Cuando llegaron a Portland, fueron directamente a la universidad. Él se estacionó en el lugar que ella siempre utilizaba para parquear. Las clases eran, la mayoría de las veces, durante la noche, con profesores duros a los que les gustaba ser crueles con sus estudiantes y mantenerlos el tiempo completo de la clase. Entraron en el edificio y los pasillos estaban silenciosos. Cuando llegaron al salón de clases de historia, él buscó en su bolsillo una llave y abrió la puerta. Caminar ahí era extraño. Tantos de sus recuerdos de esa clase estaban confusos y brumosos, y ella sabía lógicamente que era porque él había sido una parte importante de casi todos esos recuerdos, pero aun así era difícil hacer entender eso a su cerebro. Ella entró y vio el asiento en el que siempre se sentaba. Podía ver su pequeña clase y donde se sentaban todos también. Incluso podría recordar al chico que le había pedido una cita, pero cuando miró al escritorio del instructor al frente del aula, era como si lo estuviera viendo por primera vez. No recordaba nada de sus conferencias, pero recordaba el contenido de lo que había estudiado. Ella no recordaba nada de sus asignaciones, pero recordaba que las había hecho. Él se sentó en el borde de la mesa y otro repentino destello de recuerdos le llegó. Eso envió un dolor a través de su cabeza y vergüenza por su autoconciencia interior. Pasó su mano por la parte posterior de su cabeza, y él sonrió. —Jodí tu cabeza bastante bien. Pensé que podrías haber tenido una conmoción cerebral después de eso. Pero disfruté de la excusa para tener mis manos sobre ti después de clase, aunque sólo fuera en tu cabeza. —Él estaba sonriendo y eso envió un sonrojo a través de sus mejillas que sabía que ya no era realmente visible ya. Gracias Dios por los pequeños favores. —¿Recuerdas dar tu discurso? —Sí. Fue atroz. —De hecho, lo fue. —Ella se rió en voz baja—. Recuerdo eso y, sin embargo, hay tantos agujeros en el resto. No puedo recordar el antes y el después y un montón de cosas en el medio.

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—Intencionalmente me senté en el asiento al lado tuyo mientras dabas tu discurso, sabiendo que podía sentarme con seguridad a tu lado por el resto de la noche mientras los otro estudiantes daban sus discursos. —No me acuerdo de eso... pero suena un poco patético —dijo con un toque de sarcasmo. Sonrió—. ¿Tuvimos sexo aquí? —Ella se puso nerviosa al preguntarle sobre el sexo, y él sonrió suavemente ante su evidente incomodidad con el tema. —Sí, pero sólo una vez. La última noche después de que terminara la clase. Me había imaginado hacer el amor contigo aquí todo el semestre, y no iba a perder la oportunidad. Te follé en el escritorio después de que chuparas mi polla y probara tu coño. —Él le sonrió antes de apagar la luz y tenderle la mano. Ella la tomó, y él los sacó del edificio. Cuando salieron a la noche, ella de repente se quedó inmóvil y casi en pánico. Miró hacia el árbol cercano y pensó sólo por un momento que había atrapado una forma oscura acechándolos; cuando se agarró de Truman, él la miró con preocupación grabada en su expresión. Ella miró de vuelta hacia el árbol y no había nada ahí; negó con confusión. Él la atrajo a su lado y le susurró al oído. —Está bien. Sólo otro recuerdo. Particularmente malo, francamente. Pero ya hablaremos de eso más tarde. Cuando se detuvieron fuera de su casa, ella la miró fijamente, esperando algún flash de historia, pero no hubo nada. Había un montón de recuerdos flotando en su cabeza, aparecían constantemente. La esperanza del Dr. Bremmer era que la capacidad regenerativa de su cuerpo ayudaría a restaurar las conexiones rotas, pero como no había un historial real de alguien como ella o alguna investigación sobre el tema, no tenía seguridad. Los destellos de recuerdos eran comunes para alguien a quien se le había vaciado el cerebro, pero la mayoría de la gente no los tenía con el mismo contexto que ella. Sabía que había cosas que faltaban, así que estaba en una constante búsqueda. El promedio de personas que había entrado en contacto con un vampiro que había afectado su cerebro, solo veían las imágenes en su imaginación, como un déjà vu o restos de un sueño. Ember, por otra parte, era muy consciente de lo que le había pasado a su mente, así que cuando era golpeada por un recuerdo, se obsesionaba con ello y esperaba a que el siguiente se presentara ante sí. En las últimas veinticuatro horas, su interés en su historia se había vuelto más intrigante, o tal vez era por él. Ella quería recordarlo, y no porque se sintiera perdida en este mundo sin sus recuerdos, sino porque la idea de esos recuerdos era intoxicante de un modo que no se había permitido a sí misma tener en cuenta antes. Él había sido maravilloso desde el primer momento en que se había despertado en este mundo, pero había estado aterrorizada, enojada, resentida y

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había reaccionado con crueldad. Pero no quería ser esa persona y permitirse a sí misma cerrar el espacio entre ellos. Finalmente tenía una idea de lo que habían sido el uno para el otro, y estaba desesperada por más de esos recuerdos.

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Cuando llegaron a su casa, la ayudó a bajar del auto y caminaron juntos. Su casa era hermosa, y ella se sorprendió más allá de las palabras. La llevó arriba, observándola cuidadosamente por encima de su hombro a cada paso. De repente estaba nerviosa. Estos recuerdos sin duda no serían inocentes, y vibró con entusiasmo y miedo. No podía negar su atracción por él, y eso la dejó avergonzada y consciente de sí misma. Cuando entraron en la habitación, miró a su alrededor con curiosidad. Estaba limpia y la cama era grande y acogedora. Quería estar acostada a su lado, y se sonrojó al ver la cama que había compartido con él antes. Su cuerpo se calentó y su humedad se propagó. Quería sentir sus manos, quería que acariciara su piel y tocara su deseo, y el hecho de que saber que lo haría si se lo permitiera no facilitaba las cosas. Se acercó a la cama y miró hacia abajo. Él dio un paso por detrás de ella y se inclinó hasta su oído. —Es bueno oler tu excitación de nuevo. He extrañado eso. —Su voz puso sus rodillas débiles y las imágenes de su desnudez se filtraron en su mente. Sus dedos bajaron por la parte posterior de su brazo y se estremeció. Pulsó con necesidad y él inhaló profundamente, dejando que oyera su propia excitación en sus respiraciones profundas. —¿Vas a decirme lo que hicimos aquí antes? —Había una leve sonrisa tirando de las comisuras de su boca. —Oh, sí. —Sus palabras eran cálidas y seductoras, y el sonido de su voz la puso lista para rogar por su tacto; un gemido gutural y profundo nadó a través de su mente. No era suyo sino de él, y era de algún momento en su pasado. El sonido elevó hasta la última gota de su deseo y entendió, verdaderamente entendió más allá de sólo decirlo, lo que ella había significado para él. Su respiración se quebró y la dejó sin aliento. Se acercó a la mesilla de noche mientras trataba de calmarse, pero cuando él abrió el cajón y miró dentro, su corazón latió con fuerza. Retiró la mano y sacó un cilindro hermoso de cristal torcido que envió más humedad a la piscina entre sus piernas. Ella sabía lo que era y aunque no recordaba haberlo experimentado jamás, no necesitaba rememorar para saber cómo funcionaba. La sonrisa leve de él mostró su excitación tanto como el bulto en sus pantalones, y cuando regresó a su lado, le tomó la mano.

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Él colocó el instrumento fálico en su palma y se inclinó a su oído de nuevo. Sólo su aliento contra su lóbulo fue suficiente para enviar a su cuerpo en espasmos de necesidad, pero cuando el frío cristal tocó su mano y sintió el peso del mismo, se estremeció y gimió para sus adentros. —Te vi darte placer a ti misma con esto. —Hizo una pausa mientras escuchaba lo que iba a venir después—. Entonces te até a la cama, te vendé los ojos, y te follé con él hasta el orgasmo. —Llegó hasta sus brazos y se arrastró hasta su cuello, acariciando y cosquilleando en su piel—. Creo que te ofreciste a sodomizarme con él también. —Y con estas últimas palabras, se echó a reír. Ella inclinó la cabeza ante sus palabras desconcertantes—. Sólo un pequeño malentendido, eso es todo... eres intensa en el dormitorio, pero todavía no eres tan... desenfrenada. No es que no te dejaría hacer cualquier cosa que quisieras con mi cuerpo... —No me puedo imaginar jamás dejando que un hombre me ate o me vende. Simplemente no se parece a mí. —No era muy tú. Pero era mucho como nosotros. Trata de recordar que confiabas en mí, y que era tu elección. —Y mientras se alejaba hacia la puerta que daba a la terraza, comentó sobre su hombro—. También fue tu elección permanecer atada cuando te follé. —Podía ver la sonrisa en el lado de su cara, y luego pasó a través de las puertas de la terraza. Se sentó en una silla y alzó la vista hacia ella mientras salía. Cuando una pequeña sonrisa se extendió por su cara, ella sonrió también. Lo quería. No le importaba si no lo podía recordar, lo quería desesperadamente. Miró a la bahía en la distancia. —Recuerdo esta vista. —Era hermosa y admiró la bahía mientras la luz de la luna se reflejaba en la superficie cristalina y suave. —Estoy sorprendido. De hecho, estabas sentada en mi regazo viendo hacia mí y montando mi polla la gran mayoría de las veces que estabas aquí. —Ella se quedó sin aliento y él se rió entre dientes. Cuando se levantó, fue para empujar su cuerpo contra la barandilla. Podía sentir su firme excitación presionada a su estómago. —Sé que estás mojada por mí, cariño, y te deseo tan jodidamente que apenas puedo soportarlo, pero tenemos una parada más que hacer.

Ella se despertó en el auto cuando su mano trazó círculos de plumas a través de la piel de su muslo mientras su falda se subía. Le daba la bienvenida a su contacto, y no parecía asustarla en absoluto. Cuando llegaron a la acera en frente del apartamento de Ember, ella sólo miró hacia el edificio. Sus emociones eran evidentes en su rostro, aunque no tenía ni idea de cuáles eran. Esta era su

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antigua vida, y no esperaba que no viniera con su parte justa de recuerdos y tristeza. Agarró su bolso del asiento trasero, así como el suyo, y caminaron juntos hacia el edificio. Sacó la llave de su bolsillo al llegar a la puerta y cuando la abrió, ella inhaló profundamente. Estaba tomando el aroma de su antigua vida y fue emotivo para él sólo el verlo. Habían compartido su vida aquí durante el pasado verano, y tenía sus propios sentimientos secretos y recuerdos sobre este lugar también. Truman había enviado a alguien a recoger su correo, limpiar los armarios y el refrigerador, y pagar los próximos seis meses de alquiler. No quería que ella se apresurara a tomar decisiones acerca de este lugar y sus pertenencias, y al entrar, vio que su correo había sido apilado sobre la mesa. —Ven aquí. —Él la atrajo hacia el dormitorio y en su cama había un sobre. Uno plano y grande. Le había pedido a Clint, el asistente de Angus, que buscara específicamente este sobre y lo dejara aquí, así que no era sorpresa para él verlo tendido en la cama, apoyado en las almohadas. Los ojos de Ember, sin embargo, registraron confusión y curiosidad. Cuando ella se acercó y lo recogió, vio el matasellos de su escuela y respiró rápidamente. Se sentó y levantó la vista hacia él. Le sonrió en respuesta y ella lo abrió. Su título estaba dentro. Los ojos de ella se llenaron de lágrimas mientras la observaba con atención, y se sentó a su lado. —Felicitaciones —murmuró la palabra con calidez contra su sien y dejó que su cabeza encontrara la muesca debajo de su clavícula. Pasó un brazo a su alrededor y ella estuvo quieta y calma en sus brazos. Había una alegría en su ser que no había visto desde su muerte. —¿Crees que alguna vez seré capaz de trabajar? —Su voz tenía esperanza y cuando se separó de su cuerpo, lo miró, mordisqueando su labio. Podía decir que estaba nerviosa por la respuesta, y lo entendió. Él siempre había trabajado y una eternidad sin una pasión de algún tipo podría ser una perspectiva desalentadora. —Dale tiempo. Muchos de los de nuestro tipo trabajan, y creo que se relajarán contigo después de un tiempo. Haré lo que pueda para garantizarlo, también. —Y quería decir cada palabra. Tenía toda la intención de luchar con uñas y dientes para ver que fuera tratada como cualquier otro de su especie. Quería que fuera feliz y sabía que esto iba a ser parte de su felicidad. —Debería tomar una ducha. No quería escuchar esas palabras. —No es una opción. Hueles jodidamente bien como estás. —Se había ablandado y relajado considerablemente en su viaje, y él se relajaba por primera vez en varias semanas con su nueva disposición.

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Quería hacer el amor con ella, pero claro que quería hacerle el amor incluso cuando estaba rompiendo su corazón. No esperaba nada y no estaba del todo seguro de si sería incluso aconsejable, pero él la quería y el olor de su excitación dejaba en claro que ella también lo hacía. Su conciencia quería esperar hasta que se acordara de él, confiara en él, o simplemente se enamorara de él de nuevo... pero su polla sólo quería follarla como el infierno. Ese era el problema con las guerras entre su cabeza y su polla —pocas veces estaban en la misma página y su pene solía darle una bofetada a su cerebro mientras su cerebro quería encadenar sus testículos a la pared. Ella lo miró mientras tomaba su título de sus manos y lo dejaba sobre la cómoda. Se arrastró sobre la cama a su lado y la atrajo hacia él. Amanecería en un par de horas y todavía había mucho que quería decirle antes de que pudieran dormir. —Aquí es donde estuvimos nuestra última vez juntos. —Tragó saliva a través del bulto emocional en su garganta y su frente se estremeció ante el recuerdo. Su rostro se suavizó y se veía preocupada—. Nos encontramos con un hombre fuera de la universidad después de la última noche de clases. Él era el vampiro que finalmente te mataría y te convertiría. Sus ojos se ampliaron. Ella conocía esa pieza de los acontecimientos de esa noche, pero no tenía ni idea de lo que la había conducido hacia eso y aunque él temía rellenarla con esos absolutamente dolorosos recuerdos que eran difíciles para su estómago, quería que lo supiera. —Esa noche en la escuela después de clases, él me estaba transmitiendo un mensaje de Mason, diciéndome que tenía que reportarme a Boston inmediatamente. Te llevé a casa y me fui. No sabía qué esperar, sabía que no podía ser bueno, pero lo que nunca esperé fue la pesadilla que sucedió. — Todavía estaba tragando duramente por sus palabras, y ella todavía lo estaba mirando con preocupación—. Su nombre era Thomas, y era el hermano de Mason, lo que explica el deseo absoluto de Mason por destruirme. Y lo que yo no sabía en ese momento era que no había abandonado la ciudad después de que nos lo encontráramos en el estacionamiento. Él estaba aquí y yo miraba desde Boston cómo se grababa a sí mismo contigo. —Ember se quedó sin aliento y él siguió rápidamente. Tenía que continuar con los detalles. Ella no tenía idea de lo que había sucedido y no quería que su imaginación llegara muy lejos—. No te violó. Pero dormías y te despertó, amenazándote, y... te tocó. Estabas tan asustada, Ember, y eso casi me mata. —Su emoción estaba golpeando como un tren de carga y él jadeaba mientras su cuerpo se desmoronaba frente a ella—. Estabas tan jodidamente asustada. Oh, Dios. Estaba... —Él negó con la cabeza. Tenía lágrimas en los ojos y tiró de su cuerpo cerca—. Estaba detrás de ti en la cama, los dos sentados contra la cabecera. Amenazaba con matarte si hacías un sonido. Tus ojos estaban tan amplios y aterrorizados, y cuando sus manos se movieron sobre tu cuerpo, comenzaste a llorar y yo empecé a rogar. Él tocó tus pechos y puso sus dedos en ti, y yo pensé que iba a morir y seguí mendigando.

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Mason finalmente lo paró. Ellos sabían que iba a hacer lo que pidieran, y lo hice. Me dijeron que tenía que limpiar tu memoria o matarte. Thomas borró tus recuerdos de él antes de irse y yo llegué a casa contigo. —Podía sentir su aliento contra su pecho y la humedad de sus lágrimas allí también—. Cuando llegué aquí, estabas durmiendo. Te sostuve. Era todo lo que podía hacer en ese momento. Estaba devastado. —Exhaló un profundo suspiro con pesada carga emocional, y ella tiró aún más cerca de su cuerpo. —Lo siento mucho, Truman. —Su voz era tan tranquila mientras hablaba y cuando la apartó para mirarla, ella se inclinó hacia su boca y finalmente le dio un beso. Sus labios se sentían fresco contra los suyos, pero aún así muy familiares. Su sabor no había cambiado en absoluto y ella permitió que su lengua pasara por sus labios y ahondara en su interior. Calmaba su dolor de la manera en que sólo ella podía hacerlo y al mismo tiempo lo dejaba con ganas de llorar. Puso las manos en sus mejillas, apretando su cara contra la suya, y su pasión se encendió rápidamente. Estaba agarrando su cuerpo y tirando de él con fuerza hacia sí, y cuando finalmente se separaron, ella dijo: —¿Quieres hacer el amor conmigo? Al instante se mordió el labio inferior y él sonrió. —Pensé que nunca me lo pedirías. —Su voz era tranquila, pero mientras pronunciaba las palabras, de repente estaba nervioso. La deseaba mucho, pero ¿estaba lista? ¿O iba a hacer más daño que bien a su confianza en él? Ella debía de haber visto la preocupación en su expresión, porque movió sus manos a sus mejillas, tirando de su boca hacia la suya. —Está bien. Por favor —susurró el permiso que necesitaba y él se encontró con que no podía parar más hoy de lo que podía la primera vez que se lo había pedido hacía tantos años. —Desnúdame. —Él le dio su voz más seductora, la que por lo general terminaba excitándolos a ambos cuando su almizcle sutil y ligero golpeaba sus sentidos. Como si fuera una señal, su cuerpo respondió y su polla empujó contra la tela de sus pantalones. Observó su cara mientras ella se acercaba a su cuerpo. Se había puesto una camiseta de cuello en pico negro ese día y mientras sus dedos trabajaban bajo ella y la empujaban hacia su cabeza, sus músculos se contrajeron en respuesta a su toque. Sus dedos estaban fríos y aunque él había amado su calor en vida, se enamoró de su contacto en muerte con igual fuerza. Era un nuevo toque, tímido pero electrizante. Como sentir su toque por primera vez de nuevo. Cuando ella llegó a la altura de sus músculos pectorales, pasó rozando por encima de sus pezones endurecidos y los músculos de su estómago se retorcieron de nuevo. Él levantó sus hombros del colchón mientras pasaba la camiseta sobre su cabeza y una vez que su pecho estuvo desnudo, la empujó hacia abajo contra su pecho. Podía sentir sus pezones duros como piedras a través de la tela de su

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propia camisa, y sus labios demandaron los de ella, chupando uno y luego el otro entre sus propios labios. Tiró de su blusa sobre su cabeza y descubrió que estaba de nuevo sin sujetador. Quería que fuera siempre así. Sus pequeños pechos eran perfectos y le encantaba que ella no tratara de hacerlos más de lo que eran con acolchados gruesos y alambres para empujarlos hacia arriba. Además de eso, le gustaba ver sus pezones a través del algodón, su tejido favorito. Simplemente hacía que se viera tan jodidamente increíble. Se inclinó hacia su pecho, capturando un pezón entre los dientes y afianzándola con una línea de contacto cauteloso y controlado. Ella gritó, pero fue todo de placer, y cuando sus manos viajaron hasta su cintura, se quejó por la espera demasiado larga de su mano sobre su polla. Había soñado con esto más veces de las que podía recordar, desde la última vez que había sentido su toque, y ahora que estaba aquí ya no tenía que temer que no volvería a ocurrir, estaba en éxtasis y completamente aliviado. Ella desabrochó el botón de sus desteñidos pantalones vaqueros viejos y él todavía estaba inclinado sobre su pecho, tirando su pezón profundamente dentro de su boca mientras sus dedos pasaban más allá de la cintura. Ella bajó la cremallera de sus pantalones con una mano mientras utilizaba los dedos de la otra mano para acariciar la cinturilla de su ropa interior. Le sacó los pantalones vaqueros por las caderas cuando él las levantó del colchón, y con un suave movimiento, tuvo sus pantalones a la altura de sus muslos. Él arrastró sus dedos hasta la cintura de sus vaqueros también, y ya estaba fantaseando con hundir sus dedos en su humedad. Podía recordar la sensación de su excitación húmeda recubriéndolos tan bien que estaba casi listo para arrancarle la ropa, pero también estaba disfrutando de la intimidad que su lenta acumulación traía. Desabrochó el botón, bajó su cremallera y después de que había sacado el resto de sus propios pantalones vaqueros del camino, movió los de ella por sus caderas lentamente, dejando que su boca besara y chupara su abdomen. Ella temblaba mientras su boca saboreaba su piel, y cuando había alcanzado la cima de la línea de su ropa interior, la miró a los ojos y sonrió. Acercó su ropa interior hasta debajo de las caderas e inhaló su esencia profundamente mientras la miraba. No podía esperar a alcanzar su coño con sus labios y lengua, y estaba siendo insoportablemente paciente. Siguió moviendo lentamente la cinturilla de su ropa interior hacia abajo mientras su boca continuaba besando y lamiendo senderos a través de su abdomen y luego más abajo hasta su sexo. Cuando había expuesto la parte superior de sus labios, hundió la lengua en su hendidura y empujó hacia abajo hacia su clítoris. Sus caderas se sacudieron, y él se retiró, atormentándola. Su sabor era exactamente como lo había sido antes, y él tiró de su ropa interior para exponer lo que pretendía devorar. Cuando murmuró ―hermoso‖, su

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aliento se atoró en su garganta, y cuando sacó su ropa interior por completo de sus piernas y la arrojó al suelo, un estremecimiento recorrió su cuerpo. Empujó entre sus piernas e inclinó su boca hacia la suya. Estaba nerviosa y su polla le hizo cosquillas en el estómago mientras lo observaba. —¿Me dejarás probar? —Ella asintió tímidamente ante sus palabras. Él rodó sus cuerpos de costado y cavó en su boca con la lengua, acariciando la suya y probando su sabor. Cuando hubo tenido suficiente, le habló en voz baja al oído. —Voy a comerme tu coño mientras chupas mi polla. Ahora, acuéstate boca arriba y abre las piernas ampliamente para mí. Ella se dio la vuelta sobre la espalda como le había pedido y Truman se apoyó en su codo para mirarla. Su boca encontró sus pezones de nuevo y él lamió, chupó, mordisqueó, torturando su excitación. Su mano se movió de nuevo a la cueva de su coño y la acarició con el dedo medio entre los labios. Estaba húmeda y su dedo se deslizó con facilidad y sin problemas sobre su apretada protuberancia de camino hacia su entrada. Su cuerpo se estremeció y apretó los músculos del estómago, y cuando su dedo encontró su apertura, empujó lentamente en su interior. Ambos gimieron ante la intensa sensación de su humedad en torno a su carne. Acarició dentro y fuera de su cuerpo, incorporándose más para ver la penetración. Su dedo brillaba por su secreción, y él empujó y tiró, su polla dolorida por invadirla con cada golpe de su dedo. Ella mantuvo las piernas abiertas de par en par como una invitación, y cuando sus caderas se retorcieron metió otro dedo con el primero. Si sus gemidos eran intensos con el primero, con este segundo dedo eran francamente guturales. Ella tiró sus caderas hacia abajo para encontrarse con ellos, que empujaban hacia arriba, y él aceleró sus embestidas mientras continuaba observando la penetración. Estaba empujando su polla todavía revestida contra su muslo, follando su cuerpo con desesperación, y cuando se puso de rodillas a su lado fue sólo durante el tiempo suficiente como para despojar su cuerpo de la ropa interior. La montó con la cabeza en su ingle y su polla en la boca de ella, luego bajó sus labios a su coño mojado y necesitado. Ella gritó tan pronto como su lengua tocó su clítoris, y él sintió la exhalación de su aliento en un silbido contra su polla, que se cernía sobre su cara. Ella agarró sus caderas mientras gemía de placer, y al momento en que se recuperó lo suficiente como para funcionar, agarró el eje de su polla en su mano. Sus labios estaban probándole tentativamente, y ante la sensación de ellos pasando sobre la cabeza de su polla palpitante, gimió contra su humedad, a la que aún saboreaba y daba placer. Cuando ella estableció un ritmo, tirando de él y mamándolo dentro de su boca, hizo el suyo propio lamiendo y metiéndole sus dedos profundamente.

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Ella no tardó en venirse, jadeando y tarareando contra la cabeza gruesa y llena de sangre de su pene dentro de su boca, y mientras gemía y se retorcía bajo su cuerpo, él sacó sus dedos mojados y pasó la mano entre ellos, sacando su polla de su boca y sustituyéndola con sus dedos recubiertos de su excitación. Fue intoxicante compartir el sabor de su excitación con ella, pero era más para evitar venirse en su boca. Fijó su lengua en su clítoris mientras su cuerpo se relajaba de nuevo, y ella comenzó a explorar su parte inferior con las manos. Acarició las mejillas fuertes de sus nalgas. Sus dedos bajaron por la hendidura de su trasero y él se detuvo ante su toque. Era íntimo, y ella era lenta y metódica. Cuando sus manos llegaron al cruce entre su trasero y sus muslos, sus dedos se arrastraron sobre el lado inferior de sus testículos, que se apretaron con su tacto y se mantuvieron pegados a su cuerpo. Cuando sus manos viajaron más abajo, por detrás de sus muslos, ella agarró los músculos apretados con sus manos antes de moverse de vuelta a sus nalgas. Agarró las dos mejillas, apretó y amasó los músculos, aliviando la tensión que su intimidad estaba causando. Y mientras continuaba frotando ligeramente y agarrando sus mejillas, él besó la parte interior de sus muslos. La boca de ella encontró sus testículos, lamió suavemente el saco y trazó el contorno. Aspiró uno en su boca, tirando suavemente y lamiendo la carne. Su mano ahuecó el peso de ellos en su palma y, una vez que hubo terminado, su boca se movió por el interior de sus muslos también. Él estaba ocupado cepillando besos a lo largo de la línea del bikini, provocando un suspiro de su aliento, y cuando sus labios encontraron su polla de nuevo, le permitió que lo tirara dentro de su boca por unos momentos antes de alejarse y enderezar su cuerpo para estar junto a ella. —¿Estás lista? —Su voz era tranquila mientras observaba sus ojos en busca de cualquier señal de que no debería continuar, pero ella asintió sin dudarlo. Bien podía estar nerviosa, pero no estaba ni un poco insegura sobre lo que quería. Se movió entre sus piernas, empujando las rodillas muy separadas con las suyas propias, y cuando se puso sobre sus talones, la miró. Movió las manos a sus caderas y acarició su estómago y abdomen, luego empujó sus caderas contra su ingle. Su polla se deslizó entre los labios lisos y húmedos de su vagina, y con cada golpe, su cuerpo se preparaba más y más para invadirla. La cabeza de su polla pasó sobre el apretado haz de nervios y el cuello de ella se arqueó mientras gemía. Él permaneció erguido, guiando la cabeza de su polla hasta su entrada con la mano, y cuando empujó lentamente en su canal ella gritó. Forzó sus caderas hacia abajo mientras empujaba su polla hacia delante y dentro de su cuerpo. Observó cómo se hundía hasta la empuñadura dentro de ella, y cuando llegó a su núcleo gimió en voz alta, apartándose un poco. No quería hacerle daño

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y su invasión la había llenado por completo. Se inclinó para cerrar cualquier espacio entre sus pechos y sostuvo sus ojos mientras lo miraba con los labios entreabiertos y su aliento se estremecía y oscilaba. Salió lentamente de sus profundidades y cuando empujó de nuevo se movió lentamente milímetro a milímetro, sosteniendo su mirada mientras su longitud invadía su cuerpo lentamente. Ella no se alejó de su mirada y cuando estuvo enterrado dentro suyo una vez más, se inclinó hasta su oído. —Somos tan jodidamente buenos en esto. —Su voz era cálida y seductora, y al oír sus palabras su coño se apretó alrededor de su eje, haciendo que él gimiera por la intensidad. Se sumergió y se retiró, y ella vio el movimiento de su cuerpo. Sostuvo sus bíceps mientras mecían sus cuerpos hacia atrás y adelante entre sí. Sus dedos se clavaron en sus músculos, sujetándolo mientras su orgasmo se construía, y cuando llegó, gritó en voz alta antes de que él capturara sus labios entre los suyos y metiera su lengua en su boca. Ella gemía contra su boca, y él siguió empujando más y más fuerte en su cuerpo. Dejó que recuperara sus fuerzas antes de rodarla y ponerla arriba. Ella lo miró y él tomó sus manos. Sus caderas comenzaron a moverse y se miraron los ojos con nerviosismo. —Dios, te sientes tan bien —murmuró las palabras para tranquilizarla, pero nada de lo que dijo era una mentira. Ella estaba apretada y agarrándolo como si pensara que podría desaparecerse por debajo de su cuerpo. Se elevaba y se empujaba hacia abajo, y la ayudó a equilibrarse con sus dedos entrelazados. Él apretó sus nalgas, dirigiendo su excitación más profundamente dentro de su cuerpo mientras ella bajaba, y cuando tuvo su orgasmo, levantó las manos por encima de su cabeza, obligando a su pecho a bajar hasta el suyo. Ella se agarró a las barras de la cabecera de la cama mientras continuaba forzando su cuerpo sobre su erección. Cuando su liberación fue inminente, él envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo, la sujetó firmemente, y apretó sus nalgas, conduciendo su polla más y más y más y más rápido dentro de su cuerpo. Ella se aferró a la cabecera de su cama, lo que le permitía hacerlo más fácilmente. Él se vino con un gruñido mientras se hundía más fuertemente en su cuerpo de lo que nunca había hecho antes, y cuando ella gritó ante la dura invasión, dejó caer la cabeza en su hombro y gimió contra su cuello. Su cuerpo se sacudía debajo de ella y su semen estaba siendo lanzado en pulsantes chorros en el interior de su vagina. No la soltó ni permitió que se apartara. La abrazó con su polla aún enterrada dentro de su cuerpo mientras descansaba sobre su pecho y le acariciaba el cuello. Su voz era tranquila en su oído cuando le dijo el último de sus recuerdos juntos.

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—La última noche, cuando regresé de Boston... te dije que te amaba por primera y única vez, y tú me dijiste lo mismo. Estaba perdiendo la única cosa en el mundo que significaba algo para mí, y no estaba seguro de si podría sobrevivir... o si siquiera lo quería. Me limpié de tu memoria y te dejé durmiendo sola en esta cama, para que vivieras el resto de tu vida sin mí. —Ella apretó sus brazos más firmemente sobre su cuerpo y le acarició el cuello. Él la abrazó sin fin, y se lo permitió. Podía oír el lento latido de su corazón en su pecho. Fue mucho tiempo después, horas tal vez, cuando deslizó su gastada polla fuera de su cuerpo y la ayudó a tenderse a su lado para mirarla. Dormía, y él la observaba.

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Ember se despertó cuando el sol apenas había empezado a ponerse. Estaba contenta y optimista, y después de arrastrarse de la cama, se quedó parada algún tiempo mirando el título en su tocador. Una pequeña sonrisa se extendió por sus labios mientras lo miraba, pero sólo duró hasta que oyó a Truman contestar una llamada desde la habitación de al lado y el frío en ella aumentó. —Regresaremos pronto. ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? —Ember se quedó inmóvil y escuchó—. Dios mío. Eso es más de la cuarta parte de mi maldita familia. ¿Cómo? —Se quedó en silencio mientras escuchaba a la persona en la otra línea y el corazón de Ember dio un vuelco, escuchando por cualquier indicio. De repente, la puerta se abrió de un empujón. Él cubrió el altavoz de su teléfono antes de hablar—. Puedo oler tu adrenalina, querida, no importa el sonido de tu acelerado corazón. No te escondas de mí. Su mirada era seria, pero no estaba molesto. Estaba inquieto, enojado, preocupado. Le extendió la mano y ella lo siguió a la cocina. Él llevaba nada más que sus pantalones vaqueros y cuando entró en la cocina, se sentó en una de las sillas de la mesa y atrajo su cuerpo desnudo a horcajadas. —No, Sylvan, escúchame. Quiero que el resto de ellos sea trasladado al edificio del Consejo. Sólo será temporal, pero es evidente que no pueden permanecer en el edificio de mi familia. El del Consejo es el lugar más seguro para que estén, y no estoy interesado en darle a Mason la oportunidad de destruir lo que queda de mi línea de sangre. —Hubo un silencio mientras Sylvan respondía, antes de Truman hablara de nuevo—. No seas ridículo. Tú no tendrás ninguna razón para siquiera tenerme en la mesa del consejo si toda mi familia es destruida. Así que, sí, su protección es un problema del Consejo. Colgó sin decir nada más. —¿Va a decirme qué pasó? —Ember lo estudió. Él estaba pensando y considerando lo que quería decir—. Por favor. No tiene ninguna razón mentirme. Él negó con la cabeza. —No es eso. Es sólo que no quiero que te preocupes. —Después de un largo suspiro, continuó con sus palabras a borbotones por la frustración—. Mason acabó con cuatro de los miembros de mi familia. Él y sus secuaces atacaron durante el día. Fueron de una habitación a otra, desmembrándolos uno tras otro hasta que el resto de mi clan finalmente tuvo la oportunidad de

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reaccionar y defenderse. Está empeñado en destruirnos e hice que mi familia se quede en el alto y árido edificio del Consejo mientras estoy contigo. Yo... Apartó su cuerpo con rapidez ante sus palabras. No pudo evitarlo. Sus palabras dolían y él no parecía darse cuenta siquiera de que había dicho nada malo, pero mientras se levantaba, él se echó hacia atrás y la abrazó con fuerza entre sus brazos. Apoyándose en su oído, la hizo callar. —Dios, Ember, no quise decir eso. Lo siento. Por favor... escúchame. Se apartó de ella, estudiando su expresión, y se inclinó sobre su boca y la besó. Fue dulce y gentil, e hizo su trabajo. Su ira se calmó. No quería estar enojada con él. No quería volver a la negatividad de las últimas semanas, pero tampoco quería ser la razón de que su familia sufriera, y si había algo de verdad en esa declaración, lo necesitaba saber. Cuando su boca se separó de la suya, él habló. Controló cuidadosamente sus palabras mientras miraba su cara. —Destroné a su líder y los dejé sin protección, sin algún tipo de orden. Nunca he pensado mucho en mi familia, pero ellos son mi responsabilidad ahora y no puedo dejar que sean derribados en una masacre como si fueran ganados. —Sus ojos eran suaves y parecía más indefenso que cualquier otra cosa—. No quiero sonar como si te estuviera culpando. Necesito estar contigo. Quiero estar contigo. Es que... me siento tan jodidamente indefenso. Sylvan me está manejando con guantes de seda, y eso me está volviendo loco. No me está dejando hacer nada para proteger a mi familia, y sin embargo, no quiere darles refugio en el edificio del Consejo hasta que podamos destruir a Mason. Así que mi línea de sangre acaba de ser abandonada. Dejó caer la cabeza en el hombro de Ember y era el turno de ella para calmarlo. Masajeó la tensión apretada en sus hombros y contuvo su pecho cerca del suyo, acariciando con su rostro su cuello. Cuando su boca se encontró con su cuello, sus dientes le dolieron al instante, y gimió sin intención por el dolor. Él se apartó rápidamente de ella y se encontró con sus ojos. Llegó con un toque suave a sus labios y se detuvo con los pulgares para ver sus prolongados dientes. Ella no pudo evitar sentirse avergonzada porque la viera de esa manera. Era extraño, teniendo en cuenta que él estaba hecho de la misma forma, pero aún no se había acostumbrado a su nueva fisiología y seguía sintiéndose cohibida. —Tienes que decirme cuando tengas hambre. Te pondrás débil rápidamente cuando no te alimentes, y nunca estarás tan fuerte o saciada que cuando te estés alimentando de mí. —Y entonces su mirada cayó y continuó en voz baja—: No quería esto para ti. Que seas completamente dependiente de mí me enciende por completo, pero es difícilmente lo ideal para ti. Estaba sonriendo cuando dijo la última parte, y cuando dejó caer su cabeza hacia un lado, poniendo al descubierto su cuello, ella lo besó en los labios suavemente. Podía sentir la sonrisa tirando de las comisuras de su boca mientras

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sus labios se encontraban con los suyos, y una vez que hubo terminado, movió su boca a su cuello y lo mordió. Suspiró mientras chupaba, y él le pasó las manos por las caderas y hasta su trasero. Tiró de ellas hacia él y mientras lo hacía, ella se inundaba de humedad. Aminoró la succión, concentradas en sus manos en sus nalgas, y cuando su boca se desaceleró, él se rió entre dientes. —¿Te estás tomando tu tiempo? ¿Te gustaría ser follada mientras estás alimentándote de mí? ¿Es eso? —Lo era, pero no iba a decirlo en voz alta—. Dilo. Pídemelo. O tal vez sí lo haría... —Por favor, fóllame. —Estaba susurrando y él tenía que saber que estaba aterrorizada. —Por supuesto... pero sólo si puedo morder también. —Tiró de su cuello, donde ella estaba haciendo poco más que lamer el goteo de la sangre—. No te preocupes. No voy a tomar mucho. Te prometo que lo disfrutarás. —No lo dudaba. Asintió, él sonrió y sus cejas se alzaron. Parecía despreocupado y joven, aunque ella sabía bien que no era así, y la empujó un poco más—. Puede que quieras quitarme los pantalones si vas a follarme, ¿eh? Alargó la mano hacia su cintura, le desabrochó el botón y, a continuación, tirando de su cuerpo de vuelta a él, le deslizó la cremallera. Su pene empujó a través de la tela abierta y ella respiró hondo al verlo por el sólo efecto que tenía en su cuerpo. Estaba mojada, temblando, y lista para rogarle si era necesario. Se puso de pie mientras él levantaba sus caderas de la silla y deslizaba los pantalones rápidamente a sus rodillas, y en el mismo momento en que su trasero golpeó la silla de nuevo, la agarró por las caderas y la atrajo de nuevo a su lugar contra su ingle, la única diferencia esta vez era que su polla llena de sangre estaba ajustada contra su propio sexo húmedo, situada entre sus pliegues. Sus labios encontraron los suyos y hundió su lengua en su boca. Ella igualó su pasión con sus propios labios insistentes y cuando él arrastró su boca a su cuello hizo lo que dijo que haría. Hundió sus dientes. El dolor se irradio por su cuerpo. Sacó los dientes de su cuello y pasó la lengua lenta y seductoramente por su piel mientras su sangre corría. Él levantó sus caderas y tomó un descanso mientras lamía su piel el tiempo suficiente como para susurrarle al oído. —Pon mi polla en tu coño. —Ella movió sus manos entre sus cuerpos y cuando sus dedos tocaron la cabeza de su pene, gimió y siguió lamiendo y besando su sangre. Guió la cabeza a su entrada, y poco a poco movió sus caderas hacia abajo sobre su eje. Gimió cuando la invasión se hizo cargo de su cuerpo y la llenó hasta sus profundidades. Sus manos tiraron de sus caderas hacia atrás y adelante sobre su cuerpo, y ella movió su boca de nuevo a su cuello; tenía que volver morderlo porque su

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mordida anterior había empezado a curarse, así que hundió sus dientes una segunda vez, jadeó y gimió. Succionaba mientras no dejaba de mover sus caderas sobre él. Movió su boca a su piel una vez más y pasó la lengua en la sangre que le corría. Podía sentir las heridas ya curándose, y mientras pasaba la lengua limpiando su cuello de los últimos restos, él inclinó su boca hasta su oreja. —Sabes tan jodidamente bien. Ahora date prisa y termina, porque quiero golpear tu coño y temo que si lo hago con tus dientes dentro de mí, romperás mi garganta completamente. Humedad inundó su núcleo de nuevo y él se echó a reír mientras empujaba sus caderas desde y hacia su cuerpo. Era un ritmo suave que se sentía increíble, penetrando y retirándose con movimientos poco profundos que como nunca la invadían completamente y controlaban su cuerpo. Pero ella ya estaba fantaseando acerca de lo que "golpear" podría significar. Bebió hasta saciarse y sacó los dientes de su carne mientras se sentaba en posición vertical. Él detuvo sus caderas y la levantó de su regazo, dejando su polla totalmente erecta contra su estómago. Se puso de pie rápidamente y fue hacia la mesa. Cuando le dijo que subiera en la parte superior, le tendió una mano para ayudarla, y cuando estuvo sobre sus manos y rodillas en la tabla de la mesa, él le pidió que separara las rodillas lo más ancho que pudiera. Maldita sea, buena cosa que fuera ágil y fuerte en su nueva forma. Su sexo quedó a pocos centímetros por encima de la mesa con las rodillas a cada lado y sus nalgas empujadas de nuevo hacia él. Su pecho cayó contra la mesa, y la superficie fría calmaba sus nervios mientras él le acariciaba la piel de su trasero. No había ni un solo centímetro de su carne que estuviese oculta a él; mientras la tocaba, acariciaba y apretaba, ella se emocionaba. Sus dedos rozaron sobre su ano y ella apretó los músculos y se movió hacia adelante por la sensación allí. Movió sus caderas exactamente hacia el lugar en el que quería, y él no soltó su agarre. Se inclinó hacia trasero descubierto y le dio una lamida lenta y suave desde la hendidura expuesta de su vagina hasta deslizarse sobre su ano. Luego sopló un aliento suave en su piel y de nuevo apretó. —¿Se siente bien, nena? —Su voz era cálida y masculina, enervando su excitación una vez más. —Sí. —Fue apenas audible al pronunciar las palabras. Cuando escuchó que la silla era tirada por el suelo, se quedó quieta. Una vez que se había sentado, su dedo se desvaneció entre sus resbaladizos y húmedos labios y separó la piel para exponer su entrada. De nuevo sopló una bocanada suave y fresca que se sentía muy caliente incluso en su propia temperatura fresca. Cuando su boca conectó con su piel, ella gimió y él la lamió y chupó. Hundió su lengua en su cuerpo, la metió dentro y fuera mientras sus manos agarraban sus nalgas y la amasaban.

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Sacó una mano fuera de su trasero, la movió entre sus piernas, y cuando sus dedos se deslizaron con cuidado acariciando su clítoris, sus músculos bailaron y se crisparon. Su toque se burló de su cuerpo y su dedo mantuvo su tormento mientras su lengua seguía ahondando y sumergiéndose en ella. Cuando le llegó el orgasmo, gritó, y él sostuvo sus caderas aún más. Se puso de pie detrás de su cuerpo sin dejar de acariciar su coño, que estaba empapado, y cuando sintió la cabeza de su polla empujar en su vagina, ella se quedó quieta y esperó. Su penetración no se hizo esperar mientras la llenaba de sí mismo. Estaba más allá de cualquier tipo de restricción y se torturaba él mismo con su cuerpo. Su piel era suave como la seda mientras rozaba los dedos por encima de ella. Utilizó sus movimientos más invasivos y le encantaba verla temblar de emoción y nerviosismo ante su toque. Pero cuando llegó el momento de follarla, lo hizo con moderación y paciencia o cualquier número de otros enfoques apropiados para su cuerpo. Empujó con fuerza en su centro y ella gritó cuando golpeó sus profundidades. Sus caderas estaban firmemente a su alcance, y ella era incapaz de escapar a su paso y ritmo vigoroso mientras golpeaba un golpe tras otro en su canal estrecho. Sus gemidos y la intensa oleada de excitación le tenían seguro que no había razón para preocuparse, y mientras continuaba hundiéndose y follándola duro, tirando de sus caderas con dureza hacia las suyas, su orgasmo rápidamente se remontó y lo dejó luchando por controlarlo. Se las arregló para aguantar hasta que ella se vino abajo, y cuando llegó a su clímax él se soltó a sí mismo. Con una profunda y poderosa estocada final, se derramó en sus profundidades y se dejó caer sobre la mesa. Cuando se apartó de su cuerpo, mirando su longitud salir de su opresión, vibró todo su dominante poder masculino. La amaba demasiado como para utilizar ese poder en contra de ella, pero también amaba esa fuerza. Esa era la fuerza con la que moriría luchando por ella y mataría gustosamente a cualquiera que hubiera tratado de hacerle daño. También era la fuerza con la que le gustaba arar en su apretada humedad como un tren de carga, para reclamar su cuerpo como de su propiedad. Era emocionante, y mientras salía de ella, vio cómo su semen se filtraba fuera de su cuerpo. Le tocó la entrada y la acarició con el dedo en su vagina, cubriendo sus dedos en semen mientras se hundía y la acariciaba con penetraciones suaves y lentas a través de su propio desastre. Una vez que finalmente se derrumbó de nuevo en la silla y se deslizó fuera de la mesa, la tomó en sus brazos y la abrazó. —¿Demasiado duro? —Estaba preocupado aunque sabía por la reacción de su cuerpo que ella lo había disfrutado. Ember había experimentado el suficiente terror a manos de un hombre, y no quería que lo asociara con el monstruo que había intentado violarla y asesinarla cuando era niña. Ella nunca se había recuperado de ese incidente, como demostraban sus respuestas a cada hombre

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que se hubiera acercaron a ella a través de los años, aparte de él. Y tenía la intención de que siguiera siendo así. Ella sacudió la cabeza y lo besó como si quisiera tranquilizarlo de que estaba bien. Incluso si le doliera, sanaría físicamente con rapidez pero el daño emocional sería irreparable, y él suspiró aliviado porque realmente estuviera bien con la forma en que habían hecho el amor. Le gustaba suave tanto como no, y era totalmente dependiente de su estado de ánimo. Sabía que no siempre querría tomarla tan bruscamente, pero tampoco sería la última vez que estaría invadido por la necesidad de consumir su cuerpo. Pero ella lo disfrutaba, y él se sintió aliviado. Tenían que volver a la ciudad, y no estaba feliz por eso. Su familia estaba siendo destruida y no tenía el poder para hacer algo. Mason era una amenaza constante y el Consejo le estaba haciendo imposible poder defenderse. Siempre se había mantenido al margen de los asuntos del mundo de los vampiros. Había cuidado de sí mismo, cazando, y una vez que Ember llegó, la acechaba sin cesar. Pero sus vidas, la de Ember y la suya, ahora dependían de su nuevo lugar en su mundo, y aunque él había evitado algo de eso en el pasado, ahora no tenía esa opción. Nunca había deseado el mal para alguno de sus familiares, simplemente no había disfrutado de la política de todo. Había visto a la mayor parte de su familia como codiciosos y corruptos, pero ahora por Mason se habían ido y estaba dándose cuenta de que la mayoría habían sido simplemente como Mason. Ahora estaban siendo diezmados y destruidos, y en poco tiempo, no quedaría nadie. El consejo era su protección, pero Ember era su única preocupación real. Mason la usaría si pudiera poner sus manos sobre ella, y al Consejo, Sylvan específicamente, le importaría poco con tal de que pudieran mantenerlo a su alrededor para representar a su familia. Lo que no entendían era que si algo le pasaba a Ember, ya no se preocuparía por cualquier obligación que tuviese para con ellos. Era por Ember que necesitaría preocuparse. Sin ella en su vida, él desaparecería de nuevo de su mundo. Simplemente iba a deshacerse de Mason para que él y Ember pudieran comenzar una vida juntos sin la amenaza de lo que se cernía sobre sus cabezas. No quería quedarse en la residencia del Consejo de forma permanente, y quería más que nada vivir fuera de este mundo con ella. La quería en su casa de Gloucester, y aunque estaba más que dispuesto a mantener su lugar en la cabeza de su familia, quería su intimidad con ella. Quería que trabajara, y quería ser capaz de hacer lo mismo. Quería casarse con ella y compartir el resto de sus largas vidas juntos en paz y en privacidad. Quería y deseaba hacer muchas cosas para ella, y para él mismo incluso, y ser tan feliz como lo había sido antes ahora que finalmente tenía su afecto de nuevo.

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Incluso si ella no tenía sus recuerdos, estaban lejos de tener la garantía de seguridad o un camino a todos de sus muchos deseos. Él simplemente tenía que hacer que sucediera. Cuando le dijo que tenían que irse, su cara cayó pero asintió. Ella entendía, y su corazón se calentó al ver que quería quedarme aquí con él incluso si no era posible. Se inclinó hacia su boca de nuevo, sumergiendo la lengua blanda entre sus labios y saboreando su suave y sedosa piel. Aún podía saborear el sutil toque de su propia sangre, y tenía que admitir que le encantaba que tuviese tomar todos sus deseos y necesidades del mundo solamente de él. Hablaba en serio cuando dijo que no deseaba esto para ella, que era una condena que no se merecía, pero si tenía que estar atada, no había nadie con quien prefiriera verla que no fuera él.

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Ella le permitió sostener su mano mientras conducía de regreso a Boston. Él odiaba cada kilómetro que los llevaba más cerca de sus problemas y amenazas, y él no quería nada más que huir con ella. Lo miró con una expresión curiosa. No podía imaginar lo que debe ser para ella, sabiendo que tantas cosas habían desaparecido de su mente. Se sentía culpable por ello, pero también sabía lo suficientemente bien como su mano se había visto obligada en la materia. Él nunca había querido borrar un mes de sí mismo de su vida, y él lo sabía, incluso mientras era forzado a hacerlo que habría consecuencias. Pero la expresión del rostro de ella ahora no era de ira, resentimiento, desconfianza, o cualquiera de las otras emociones negativas que había sentido hacia él en las últimas semanas. Era de curiosidad. Ella lo observó mientras le acariciaba la mano. Cuando la cachaba observándolo, le sonreía y ella retiraba su mirada con timidez. Por supuesto que se sentía tímida delante de él. Era simplemente su naturaleza por uno, y por otro, todavía no tenía idea de lo íntimo y profundo que era su relación y compromiso. Era como una proverbial mañana después de todo otra vez. Le había hecho el amor incontables veces, pero para Ember en este lugar y en este tiempo, era la primera vez con él; infierno, era su primer período de tiempo. Su cuerpo no era técnicamente virgen cuando él le había hecho el amor la noche anterior, pero sus emociones eran completamente virginales, y la mirada de sus ojos ahora mismo se lo mostró claramente. Y él estaba disfrutando mucho de su timidez. —¿Yo siempre disfruto el sexo como lo hice ayer en la noche... y esta mañana? —Sus ojos estaban todavía tímidos, pero le sostuvo la mirada mientras él la observaba. Él sonrió mientras sus cejas se alzaron. —Oh, sí. Eras insaciable en todo el sentido de la palabra. Nerviosa, tentativa, y tan malditamente tímida... no eras tan diferente de lo que eres ahora... pero siempre me dejas que te empuje, y siempre habías disfrutado lo que hicimos juntos. —Podría ruborizarse, estaría escarlata, y sus cejas se alzaron de nuevo. Le apretó la mano mientras terminaba su comunicado. Ella se quedó en silencio el resto del viaje, y cuando estaban en la acera fuera de su edificio, captó la mirada de inquietud en su rostro antes de que ella le ofreciera una pequeña sonrisa. Se inclinó hacia su boca mientras el valet,

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Jonathan esperaba pacientemente al lado del auto. La besó y apretó sus labios entre los suyos. El sonido suave y húmedo de sus labios estaba causando que su ingle se apretara, con cada suave y succionador sonido. Él estaba listo para ella otra vez, no es que había nada nuevo en eso, y fue sólo después de que su boca estuviera lleno de sabor que por fin abrió la puerta y rodeaba el auto hasta el lado de Ember. Jonathan siguió esperando pacientemente a que le entregara las llaves, y mientras caminaba a la acera con Ember, asintió con la cabeza al hombre, y Ember sonrió a Jonathan antes de que su auto fuera retirado de la acera para ser aparcado en su garaje subterráneo debajo el edificio. La atrajo en un fuerte abrazo y le dio un dulce beso antes de tirar de ella detrás de él hacia la entrada de su edificio. Todo su ser estaba rogando por ella en este momento, y su cerebro estaba repasando hasta el último paso que tendrían que hacer antes de poder estar dentro de su cuerpo de nuevo. Fue solo cuando repentinamente Ember separó su mano de la de él que se detuvo. Acababan de entrar en la puerta giratoria del edificio, intentando meterla en la sección con él, pero mientras se giraba hacia ella sorprendido, la separador de vidrio lo empujó hacia el interior, separándolo a él de ella. Detrás de ella y sosteniéndola contra el cristal que los separaba había un hombre que él conocía muy bien. Mason sostuvo su garganta en sus manos, y ella estaba quieta como una estatua mientras sostenía la mirada de Truman. Por un breve momento, Truman se preguntó por qué no estaba luchando hasta que vio la jeringa con su aguja ensartada plenamente en su cuello. Todavía no había sido descargada, y podía ver claramente la sangre en cilindro trasparente. Truman empezaba a entrar en pánico mientras la miraba a la cara. Todo el cuerpo de ella estaba vibrando por el miedo, y sus labios entreabiertos temblaban. Sus ojos estaban muy abiertos, y sus lágrimas apenas podían ser contenidas por sus párpados inferiores. A medida que parpadeaba, primero una lagrima y luego otras empezaron a deslizarse por sus mejillas pálidas y suaves. Truman trató de controlar la mueca de lo que estaba viendo por ella, pero fue inútil. Dos hombres de Mason estaban parados afuera del edificio sosteniendo el separador de vidrio detrás de la sección de Mason y Ember, y mientras el intentaba forcejear su separador hacia atrás y luego hacia adelante, ellos la agarraban y la mantenían en su sitio. Truman estaba atrapado y fue forzado a observar. Él sabía lo que había en la jeringa, sangre de un ser humano vivo, la sustancia más tóxica que podía introducirse en su torrente sanguíneo no viviente. No tenía la menor idea de lo mucho que su cuerpo podía tomar sin eso matándola, él estaba desesperado, enloquecido, en su necesidad de llegar a ella antes de que fuera demasiado tarde. Tenía las manos en el cristal, y estaba mirando solo sus ojos mientras se llenaba de pánico. Golpeó con su cuerpo el cristal, pero no sirvió de nada. El

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edificio fue diseñado para los suyos, irónico que Mason podía utilizar esta misma cosa para destruirlo. Dio un puñetazo contra el cristal, esperando con toda su esperanza de que fuera lo suficientemente fuerte como para romperlo, pero en su lugar, escuchó como sus huesos se astillaban y crujían bajo la fuerza. El dolor estaba ahí, pero su cuerpo y su mente se centraron exclusivamente en ella, y no sintió nada. Cuando Mason lentamente empujó el émbolo de la jeringa, los ojos de Ember se hincharon y Truman dejó escapar un aullido feroz de dolor emocional. Estaba aullando y gritando, dando patadas y puñetazos al cristal. Cuando Mason la mordió en el cuello, chupaba y succionaba con dureza contra su garganta, y su piel palideció aún más bajo el efecto de drenaje de la alimentación vigorosa de Mason. Los ojos de ella revoloteaban, y estaba luchando para concentrarse en él, y todo lo que Truman podía hacer era mantener su mirada mientras sus ojos permanecieran abiertos. Cuando se cerraron y Mason se retiró, y soltó su cuerpo, ella se desplomó en el suelo delante de él. Mason se lamió los labios mientras observaba a Truman y pateó su cuerpo inerte antes de deslizarse fuera de la puerta giratoria saliendo al exterior. Uno de los hombres de él encajó un pedazo de barra en la pista de la puerta giratoria, dejando encerrado a Truman en su separador, sin poder llegar al interior del edificio para obtener ayuda y sin ninguna forma de abrirse paso a Ember. Cuando Mason y sus hombres se volvieron y caminaron casualmente lejos de ahí, él cayó de rodillas, suplicándole que se levantara. Había sido drenada demasiado como para responder, pero estaba desesperado. Podía oír el lento ritmo de su corazón, pero también podía oler los estragos que la sangre viva estaba causando en su cuerpo. Sus órganos y tejidos se desmoronaban mientras miraba, y el primer signo visible se mostró en el goteo de sangre que empezaba a salir por su nariz, gimió y golpeó el cristal. Solo un momento después Jonathan reapareció después de estacionar su auto, aunque se sentía como una eternidad, y cuando vio el cuerpo inerte de Ember y las temblorosas manos de Truman arañando el cristal para llegar a ella, tiró de la puerta. Al ver la barra, la jaló para quitarla de la pista de la puerta, y lo tuvo que hacer varias veces hasta que finalmente se soltó. Truman fue empujado hacia el interior del edificio, al salir, jaló el separador donde estaba Ember hacia él, tomándola en sus brazos en el momento en que pudo llegar a ella. Corrió hacia el ascensor, entró, y luego golpeó el botón del décimo piso, donde Ember había pasado sus varios primeros días. Se sentó en el suelo del ascensor con ella en su regazo, se mordió con dureza su muñeca, y la sujetó encima de la boca de ella. Estaba viva, pero no lo suficientemente consciente como para alimentarse. Le separó los labios y apretó su puño para vaciar tanta sangre como pudiera de la muñeca a la boca como sea posible, pero sin un pulso lo suficientemente fuerte de su parte, la sangre sólo goteaba, goteaba patéticamente en su boca.

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Cuando el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, se levantó rápidamente y se lanzó hacia la residencia de Bremmer. Golpeó con fuerza, gritando el nombre del hombre, y cuando el médico abrió la puerta, Truman pasó junto a él, recostando a Ember en el sofá más cercano. La conmoción de Bremmer duró solo un momento, mientras notaba el estado de Ember y al instante cayó de rodillas a su lado. —¿Qué ha pasado?, y ¿por qué huele como si su interior se estuviera licuando? —Bremmer limpió la sangre de su nariz, y la sostuvo hacia su propia nariz, y mientras olía su frente se encogió e hizo una mueca—. Jesús. Se está muriendo. Si no conseguimos que rápidamente llegue sangre a su estómago, no sobrevivirá la hora. Tráela a la clínica. Tengo que conseguir algunas bolsas de sangre y un tubo Nasogástrico. Truman la levantó y la llevó a la clínica al final del pasillo de la residencia de Bremmer, poniendo su cuerpo inerte sobre la mesa de exanimación en el momento en que entraron. Bremmer salió de la habitación, y Truman la observó. La sangre ahora salía por ambas fosas nasales, y una pequeña cantidad corría como una lagrima de su ojo cerrado. Ella se estaba muriendo, y él no podía hacer nada para salvarla. Acercó una silla a su lado y le tomó la mano, dejando caer su frente en sus manos entrelazadas. Cuando Bremmer regresó, se puso a trabajar, colocando una vía intravenosa en la bolsa de sangre uniéndola con el tubo Nasogástrico que colocó por su nariz hasta su estómago. Habló mientras trabajaba y ajustaba la alimentación. —Increíble que precisamente lo que necesitamos para sobrevivir nos puede matar con tanta eficacia si se introduce en nuestro torrente sanguíneo en lugar de nuestro tracto digestivo. El veneno que nos sostiene ve sangre viva que no ha sido procesada por la digestión como un agente extraño. Al igual que una reacción alérgica en humanos. Por supuesto que hay una buena razón para eso. Si se pudiera suprimir la reacción que tiene el veneno con la sangre viva en el torrente sanguíneo, estarías en un buen camino para curar el vampirismo. Si puedes considerar nuestra… condición como una enfermedad que se cura. Pero en todos los siglos que hemos estudiado la toxina, nunca hemos encontrado una manera de suprimirlo… sin matar al anfitrión, por supuesto. Y mirando a Truman, le ofreció una pequeña sonrisa antes de continuar. —No muchos de nosotros realmente queremos ser curados de todas formas, sin embargo, ¿o sí? ¿No prefieres una eternidad con ella que solo un curso de la vida? Truman no dijo nada y solo se limitó a observar a Ember. Por supuesto que quería una eternidad con ella, pero no era capaz de pensar en ello por el momento, no en un momento en que no sabía si sobreviviría para vivir una eternidad con él, y él incluso escogería la muerte sobre una corta vida sin ella.

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Le limpió la sangre que salía de su nariz y alrededor de sus ojos con un paño húmedo, pero continuaba goteando, y él continuó limpiando. Se sentía como una rutina sin fin que nunca terminaría, ya que se prolongó durante horas. Bremmer siguió colocando una bolsa de sangre tras otra. Su corazón aún latía lentamente, y Truman estaba en un constante estado de terror y aprensión a la espera de escuchar su último latido. Él tenía un miedo más grande que cualquier otra cosa en el mundo y lo agarraba ahora de una manera bastante alusiva a su muerte humana. Cada vez que su corazón se detenía por más tiempo del que debería, su pecho se sacudía y hacía un jadeo de terror. Angus se detuvo a verla poco después de que habían llegado, y él parecía preocupado. Angus fue uno de los pocos concejales que en realidad creía que se preocupaba por el bienestar de Ember y no sólo en mantenerlo feliz. Angus se sentó a un lado y observó cómo Truman le lavaba la cara. Su condición no se estaba poniendo peor, o eso había dicho Bremmer. El problema era que tampoco estaba mejorando. Su cuerpo se estaba curando a sí mismo mientras digería la sangre que la estaba alimentando por el tubo Nasogástrico, pero el veneno seguía atacando sus tejidos en respuesta a la sangre viva que todavía seguía en su torrente sanguíneo. Según Bremmer, sería hasta que la última gota de sangre viva muriera o ya no estuviera en su sistema, y eso simplemente tomaría tiempo. El solo esperaba que ella tuviera tiempo. Cuando miró a su pálida rostro y vio que quizás era un poco menos pálida que antes, se relajó ligeramente. Cuando le limpió la nariz, los ojos, y los oídos dejándolos libres de sangre se dio cuenta de que el goteo había disminuido, se relajó un poco más. Y cuando ella se quejó aun estando inconsciente, y Bremmer le sonrió, se permitió pensar que quizás ella podría pasar esto. Angus se quedó junto a él durante la lucha de Ember, y sólo se fue cuando sus ojos se agitaron y su cuerpo se movió que se despidió para avisar al consejo. Pasaron otras dos horas antes de que la sangre dejara completamente de gotear por sus ojos, oídos y nariz, y fue después de eso que por fin abrió los ojos. Era casi de mañana, había estado luchando por sobrevivir durante diez horas. Sus ojos parpadearon al principio y volvieron a cerrarse por uno o dos minutos antes de abrirlos y mantenerlos así. Tenía un miedo extraño e irracional de que ella volviera a olvidar quién era, mientras sostenía sus ojos por primera vez desde la puerta giratoria, le empezó a entrar en pánico por medio segundo hasta que ella le ofreció una débil sonrisa. Él sonrió, y ella le apretó la mano para tranquilizarlo. Tenía los labios resecos, con la piel más pálida de lo normal, con los párpados pesados y apenas abiertos, pero estaba viva. Su cuerpo volvía a oler a ella y no como si estuvieran licuando tejidos muertos, y aunque su piel estaba manchada de sangre que él había intentado limpiar de la cara y orejas, no había sangre nueva. Se apoyó

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suavemente en sus labios y la besó en la piel seca de su boca. Su cuerpo parecía hambriento considerando la cantidad de sangre que había consumido. —Me gustaría que se quedara un día más o menos —dijo Bremmer, y por supuesto, y estaba mirando a ambos. —¿Por alguna razón en particular? —Ciertamente no quería arriesgar su salud, pero también la quería de vuelta en su residencia. —Está débil. —Puedo manejarla débil. —Ella tendrá que alimentarse con regularidad. —Puedo encargarme de eso también. —Lo digo en serio, Truman. Ella pudo haber consumido una gran cantidad de sangre en todo el día, pero su cuerpo ha utilizado hasta la última gota de ella luchando para mantenerse con vida. Ella es tan débil como su cuerpo puede tolerar, y tendrá que reconstruir su fuerza durante las próximas doce a veinticuatro horas. —Dije que puedo encargarme. —Él estaba mirando a Bremmer, haciendo todo lo posible para asegurarse de que el hombre entendiera que él era el responsable de ella otra vez, y podía cuidar de sus necesidades. —Muy bien. ¿Me vas a llamar si tienes algún problema o preocupación? —Por supuesto que lo haré. —Y levantándose, le tendió la mano al hombre que una vez más la había salvado—. Gracias, Quentin. Aprecio todo lo que has hecho por Ember. Ella ha tenido suerte dos veces al tenerte cerca cuando te necesita, y yo nunca olvidaré eso. Bremmer asintió, antes de instruir a Ember sobre como expulsar el tubo Nasogástrico, mientras lo sacaba de su estómago. La dejó con reflejos nauseosos y de asfixia, y cuando sus ojos se llenaron de lágrimas, Truman se apoderó de su mano, y ella la cerró sobre la suya. La levantó en sus brazos, todavía con la ropa con la que había llegado en la mañana que ahora estaba cubierta de sangre. La llevó hasta el ascensor, y ella se acomodó en su cuello mientras el ascensor subía a su nivel más alto. Cuando entraron en su casa, la acostó en el diván junto a la pared de libros que tanto le gustaba, y se dirigió al termostato, prendiéndolo y poniéndolo en lo más alto. El clima era frío ahora que la caída se había puesto, y él quería que su cuerpo estuviera caliente y contento mientras se recuperaba. La dejó y se dirigió al cuarto de baño mientras su mirada lo perseguía, y el comenzó a preparar el baño antes de regresar. Una vez que la había llevado al cuarto de baño, la sentó en el borde de la profunda bañera mientras esta se continuaba llenando. Se arrodilló en el suelo delante de ella y le quitó lentamente la ropa sucia y sangrienta. Ella observó su rostro mientras él trabajaba, sin decir nada en absoluto. Cuando sacó la camisa por encima de su cabeza, sus manos cubrieron rápidamente sus pechos, pero cuando lo miró a los ojos, las dejó caer lentamente,

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mostrando sus duros y erectos pezones. La piel de su pecho estaba manchada por la sangre que había empapado su camisa. Él llegó hasta su cintura para deshacer el botón y bajarle la cremallera. Ella levantó su parte inferior de la bañera mientras le deslizaba sus pantalones vaqueros y la ropa interior hasta los muslos y luego los sacó de sus piernas. Se levantó, dejando caer su ropa rápidamente al suelo y se fue una vez más, volviendo con un par de velas. Encendió las velas, apagó las luces y cerró la puerta, después de poner las velas en la plataforma que rodeaba la bañera, se sumergió en el agua y la ayudó a colocarse a horcajadas sobre su cuerpo. Su cuerpo todavía estaba frío, pero mientras se acomodaban en el calor, tiro de su cuerpo para que su pecho se posara sobre el suyo, su cuerpo empezó a calentarse y el de él también. Ella se acurrucó en su pecho mientras sus dedos trazaban el contorno de su espalda. —Si el Dr. Bremmer fue capaz de alimentarme con sangre viva a través de un tubo Nasogástrico para salvar mi vida, ¿Por qué no todos los vampiros beben sangre de los bancos de sangre? —Ella estaba murmurando mientras la abrazaba, pero sonrió al ver como Ember era capaz de hacer esa pregunta, incluso en su estado de agotamiento. Ella era incapaz de reprimir la pregunta, y a él le encantaba eso de ella. —La sangre empieza a degradarse al momento que abandona el cuerpo. Se requiere de productos químicos de conservación para almacenarla en bancos de sangre, y se degrada aún más, por lo menos en la forma en que la usamos y digerimos. Esto fue suficiente para salvar tu vida, pero sería necesario tomar mucha más sangre si limitamos nuestro consumo de los bancos de sangre. Y, francamente, esa sangre está destinada a salvar la vida de los seres humanos, para los inocentes, humanos decentes. Los monstruos que matamos para sobrevivir son lo más alejado a inocente. —Luego se inclinó hacia ella y colocó un beso en su sien—. Te prometo que podemos debatir la ética detrás de todo esto algún día, si lo deseas, pero te lo advierto, me siento totalmente apasionado acerca de la moralidad de acabar con el mal en vez de sumergirme en los bancos de sangre destinadas a salvar vidas que vale la pena salvar. —Hmm. Tenía curiosidad. —Pero su voz arrastraba agotamiento, y pronto se quedó dormida sobre su pecho, con la cabeza situada en su cuello. Cuando se despertó un poco más tarde, él tiró de ella para colocar su boca gentilmente sobre su cuello colocando una mano en la parte posterior de su cuello, y ella mordió. Cuando terminó, ella se apartó de él, y su cuerpo comenzó a temblar y estremecerse con sollozos silenciosos. Ella estaba más alerta y despierta ahora, y obviamente estaba sintiendo la enormidad de lo que casi le había sucedido. Era demasiado para que el caso. Él se incorporó para cerrar el espacio entre ellos, abrazándola y tranquilizándola, acallándola mientras le acariciaba la piel de su espalda. Cuando sus sollozos se detuvieron, tiró de su boca a la suya y la besó. Su lengua se abrió paso entre sus labios y la invadió, saboreando su propia sangre todavía en su boca. La besó y acarició su cuerpo, hundiéndose de nuevo

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en el agua con ella, y cuando ella dejó caer la cabeza sobre su pecho de nuevo, él por fin habló. —Te amo. Pero no espero que tú… —Yo también te amo. —Su voz era un susurro que interrumpió sus palabras, y no le dijo nada más, y ella no le dijo nada más tampoco. El corazón le latía con fuerza en su pecho, y no había escondite para ocultárselo a ella, pero él no necesitaba eso o quería. Ella ya no era su enemigo. Su enemigo era singular, y en la mente de Truman no cabía duda de que nada lo detendría hasta que Mason fuera destruido.

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Cuando Ember despertó, todavía era de día, y ella no estaba lista para levantarse. Truman estaba durmiendo a su lado, y ella se apoyó sobre un codo para mirarlo. Lo había visto de esa manera tan sólo hace semanas, temiéndole, desconfiando de él, y odiándolo por su confusión y la ira. Pero esto era muy diferente de aquella época. Ella no estaba mintiendo cuando le había dicho que lo amaba. Sucedió... o volvió a ocurrir mucho más rápido de lo que creía posible, y una parte de ella sospechaba que fue alimentado por el subconsciente de su mente que ya lo conocía tan bien. Pero, de nuevo, una parte de ella estaba sin duda en el aquí y en el ahora. Durante su viaje a sus antecedentes, pudo ver lo mucho que él se preocupaba por ella. Los detalles de su vida pasada lo dejaron en claro, al igual que su cuidado que tuvo para mostrarle su historia. La quería incluso cuando ella lo rechazó, y mientras que él había estado a punto de empujarla lejos también, no lo había hecho, e incluso a través de todo eso, todavía se preocupaba por ella. No tenía motivos para después de su comportamiento, pero lo hizo. Sus ojos ardían de un deseo que no se merecía, pero en el mismo corazón, la amaba. Y para el momento en que había hecho el amor con ella, estaba lista. Al ver a su dolor cuando ella se encontraba retenida por Mason fue tan doloroso como su propio miedo lo fue, y cuando vio la destrucción en él, se le derritió su corazón, y ella sintió hasta la última gota de la emoción de su pasado. Al ver que su angustia parecía poner de manifiesto sus sentimientos desde hace mucho tiempo, y aunque los recuerdos aún estaban escondidos, sus sentimientos no lo estaban. Ella lo amaba, y estaba desesperada por él de una manera que ella no sabía era posible. Cuando terminaron de bañarse él secó sus cuerpos y la llevó a su cama, y luego pasó un tiempo increíblemente largo besando cada centímetro de su piel. Y cuando terminó de besar y masajear su cuerpo, él la besó en la boca, y ella pasó los labios por su cuello hasta el lugar que necesitaba. Hizo una pausa por un momento, a la espera de su aprobación, y cuando él se la dio, ella lo mordió. Se alimentaba, sintiendo la fuerza de su sangre lavando a través de ella, y el confort regresó a su cuerpo exhausto. Se durmió de nuevo con la cabeza acurrucada contra su pecho. Se sentía a salvo... pero ¿Por cuánto tiempo? Mason casi la había matado, y no había ninguna compasión o razón por parte del hombre. Era un monstruo, al igual que cualquier otro monstruo en el mundo, y

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no era mejor ni peor que el monstruo que intentó violarla y matarla cuando era niña. Él plagaría las pesadillas de ella como sucedió en su infancia. El único problema era que él no era una pesadilla, y al contrario que el monstruo de su infancia que Truman había matado, este monstruo estaba todavía en su camino muy vivo nada más y nada menos, y él tenía la intención de destruirla... de hecho, no a ella realmente, sino a él, a el hombre al que amaba. Le debía a Truman su vida, él la había salvado, después de todo, cuando ella no era más que una niña de diez años. ¿Podría ella salvarlo también? Si se trataba de él, estaba más que dispuesto a intentarlo. No sabía si sus fuerzas se lo permitirían, sino voluntariamente moriría en el intento. Ella lo sabía. Sabía que lo amaba. Se quedó dormida otra vez mientras él dormía tranquilamente a su lado.

Cuando Ember despertó de nuevo, ya era de noche, y quería alimentarse... y hacer el amor. Ambos requerían de Truman, pero estaba sola y muerta de hambre en más de un sentido. Se arrastró de la cama, vistiendo pantalones vaqueros limpios y un largo suéter caliente. Ella todavía estaba fría hasta la médula como el Dr. Bremmer dijo que estaría por un tiempo, y cuando se dispuso a encontrarlo, ella estaba temblando. Su residencia era una de sólo tres en su piso, y los otros dos eran unidades desocupadas. Mientras bajaba, eligió el décimo piso donde residía el Dr. Bremmer, con la esperanza de que quizás Truman se hubiera detenido allí. Pero cuando el Dr. Bremmer respondió a su puerta y le sonrió cálidamente, ella podía decir por el olor que salía de su casa que Truman no estaba allí. Carecía de su huella muy reconocible. —¿Has visto a Truman? Yo no lo encuentro, y pensé que tal vez podría estar aquí. —No lo he hecho, pero me alegro de ver que estás levantada y deambulando. Te ves mucho mejor. Todavía un poco pálida y mal alimentada supongo, pero te ves bien. —Gracias. —Y en el momento que el Dr. Bremmer estaba cerrando la puerta, ella lo detuvo—. ¿Qué pasa con el Consejo. ¿Dónde están? Quiero decir, ¿Dónde se encuentran? Tal vez él está con ellos. Los ojos del Dr. Bremmer miraban con recelo hacia ella, y él negó con la cabeza. —Ember, no te recomendaría buscarlo allí. El Consejo es un grupo privado, y te aseguro que no apreciarían la interrupción. —Ella lo miraba con paciencia, y después de agitar la cabeza, continuó—. En el tercer piso, y sí, Truman está ahí. No le llevó mucho tiempo encontrarlos. Ella acechaba tranquilamente fuera por el pasillo, sabiendo que no tenía necesidad de estar más cerca para escuchar sus palabras.

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—Lo siento, pero simplemente no estoy dispuesto a dejarte ir tras él. No es seguro. —Ella no reconoció esta voz. —Voy a ir tras él, con o sin la ayuda del Consejo. Este hombre es tanto el problema, así que es mío, pero si tengo que hacerlo solo, lo haré. —Conocía esta voz muy bien, y la tensa furia que era apenas contenida. —Teníamos un acuerdo, Truman. Tú estuviste de acuerdo en tomar el lugar al frente de tu casa a cambio de la vida de ella. Si vas solo, será un suicidio, y si tú te mueres, ella muere. ¡No dejes de recordar esa parte! —Ella reconoció la voz de este hombre como Sylvan. Sus palabras siempre habían sido controladas pero su expresión restringida y distante, y ella podía ver su mente trabajando. Él era el jefe del Consejo, y era probable su única preocupación en el mundo, y aunque puede ser diferente a los monstruos que había conocido antes que él, había una frialdad que no dejó ninguna duda en su mente que él podría fácilmente ser una amenaza para ella. —No va a dejar de tratar de destruirme, y él absolutamente va a utilizarla para hacerlo. Estás loco para pensar lo contrario o que es más seguro sentarse detrás de tus muros de la fortaleza y no hacer nada. Fue Sylvan quien respondió. —Ella no es nuestra preocupación, y si ella muere, entonces tú tendrás mis condolencias y nada más. Tú eres el jefe de tu familia, y ellos son la preocupación del Consejo no ella. Podemos protegerte aquí, pero hasta que tengamos un medio claro y definido para ir tras Mason, no vamos a permitir que te vayas fuera a una misión suicida. La voz normalmente controlada del jefe del Consejo era tan tensa y furiosa como la de Truman. —Lo que yo elijo hacer es asunto sólo mío. Tú no eres dueño de mi vida, y que me condenen… —No, pero somos dueños de la vida de ella. —La voz de Sylvan fue rugido sobre la propia diatriba furiosa de Truman. Ember tuvo que esforzarse para escuchar la hirviente furia silenciosa con la que Truman pronunció la respuesta. —Nunca la utilices para amenazarme. Si haces algo para hacerle daño, lo juro que será la última cosa que hagas. Ember se acercó más, cerrando lentamente el espacio entre la puerta y el hueco de la escalera que estaba al acecho del cuarto del Consejo. Y cuando oyó la respuesta igualmente tranquila de Sylvan, se congeló a mitad de camino por el pasillo para escuchar. —Ella es prescindible, siempre lo ha sido, y el consejo no toma a la ligera a tu insistencia en la colocación de ella por encima de nuestras necesidades. —Y por el consejo, te refieres a ti. No pretendas que se trata nada más que de sus necesidades tiránicas.

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—Quiero decir lo que dije, si tú te muere, ella muere. Así que piensa muy cuidadosa e inteligentemente sobre tu próximo movimiento. Y Ember se acercó más aún. —Yo lo hago. Él la va a matarla en algún momento, y si tú mantienes tu posición, no tendré siquiera la oportunidad de detenerlo. A este ritmo, su muerte es segura. La única pregunta real es si voy a morir con ella o sufrir sin ella una vez que la haya asesinado. Por lo menos si lo intento, hay una posibilidad para los dos... y francamente, prefiero morir antes que ella, que tener que vivir sin ella. Ella debe haber sentido, olido, oído o reconocido a través de cualquiera de sus sentidos aumentados de que Truman estaba saliendo fuera de la habitación, pero fue capturada por sus palabras y la noción misma de él muriendo por ella, tanto es así que ella no se dio cuenta hasta que la puerta se abrió de ancho y que había asaltado a la derecha en ella. Agarró a su cuerpo para mantenerla en posición vertical y la atrajo hacia su pecho, capturó su cuerpo entre sus brazos, pero no fue un abrazo, y su rostro estaba hirviendo de ira, en los cuales ella no estaba segura, en Sylvan su rostro mostraba sólo la furia. —¿Qué demonios estás haciendo aquí? Bien, respondería a esta pregunta, sin duda no estaba feliz de verla. Sylvan salió en ese momento. La espalda de Truman se mantuvo el hombre, y él no se molestó en volverse de Ember para mirarlo, pero Ember se quedó mirando fijamente a sus ojos oscuros y tormentosos. —Usted no tiene nada que hacer en esta planta. Está reservado sólo para los miembros del consejo. Eran palabras controladas las de Sylvan, y él la miró con frialdad. Ember estaba resentida, por supuesto que lo estaba. —Y yo que pensaba que tal vez debería estar presente mientras se discute lo imprescindible que soy. —No hagas que me arrepienta de permitirte vivir. —Sylvan la siguió considerando como si ella no fuera más que una mierda de perro en el zapato. Las fosas nasales de Truman se ampliaron de la ira, y su propia mirada estaba advirtiendo a Ember duramente cuando él siguió negándose a mirar a Sylvan. Pero el resentimiento de Ember estaba fuera de control. —Estoy bastante segura de que ya lo hace. —¡Ember! Sube ahora. —La expresión de Truman era más furiosa de lo que había visto en su vida. Su boca se apretó y frunció el ceño. —No, ya que está aquí, tengo algo que decirle. —Y luego dirigiendo sus palabras a Ember, Sylvan continuó—. Tú eres prescindible. Tú siempre lo has sido, y si pudiera matarte en este mismo momento, lo haría. —Truman volteó lentamente hacia el hombre, tirando de Ember detrás de su cuerpo por lo que tuvo que mirar hacia fuera de alrededor de su hombro—. El consejo es mi única preocupación. Sólo se mantiene el poder cuando todas las familias están

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representadas y respetan el imperio de nuestras leyes. El consejo no permite que los extraños influyan en sus decisiones, y es por eso que eres mi problema. Tú eres una influencia no deseada y una distracción, y como yo no puedo matarte, voy a mantenerte como el infierno la correa corta, mascota. —Y luego miró directamente a los ojos de Truman—. Francamente, yo prefiero al viejo Truman que no respondía a nadie. Por lo menos entonces tú no estabas siendo guiado alrededor de tu puta polla. Y entonces, simplemente porque Ember no podía controlar su boca, ella arremetió una última vez mientras caía la cabeza de Truman y él daba un suspiro agitado y de derrota. —Ah, ya veo. Es por eso que no hay mujeres por aquí, ¿Conoce una prostituta ocasional? ¿No querría demasiados gallos siendo guiados alrededor por mujeres de familias simples, verdad? Ember se apartó de los hombres y se alejó por el pasillo. Ella no avanzó mucho antes de Truman la cogiera y tirara de ella con bastante fuerza en el ascensor de espera, golpeando su mano en el botón de la puerta cerrada. Se quedó inmóvil por la intimidación. Tan cariñoso y protector como podía ser, él también era bastante hábil en ser aterrador. Había oído la furia de Truman con Sylvan dentro de la sala del Consejo, por lo que no esperaba que él fuera el arco iris y el sol cuando se topara con ella, pero estaba furioso, y en este momento, era dirigida directamente a ella. Se limitó, mirado, chamuscándola través de sus ojos mientras permanecía de pie en el ascensor, mientras que los pisos se marcaban a lo lejos. Después de lo que pareció una eternidad de ser perforada hasta la médula por su mirada, él dio un puñetazo en el botón de parada de emergencia. Ember miró nada más que el pecho. No estaba asustada de que le hiciera daño, porque lo conocía mejor que eso, pero ella se sentía intimidada. —¿Estás tratando de hacer que te maten? ¿Ah? —Ella sólo lo miró. Sintió que sus ojos salían fuera de sus órbitas, y debe haber parecido tan sorprendida como se sentía. En el momento en que su ingenio volvió a ella lo suficiente como para hablar, abrió la boca. No obstante, esperó hasta decidir realmente lo que iba a decir, y mientras su boca aún estaba abierta, esperando a que salieran las palabras que no podía concebir, él continuó mirando. —Es solo que... es solo que... —Ella estaba tartamudeando como una idiota. —¡Es sólo que! Pensaste que poner tu vida en riesgo con un hombre que, en caso de que no lo hayas notado, quererte muerta es una buena idea. —Estaba gritando y moviendo la cabeza, y con malditos gruñidos por su furia. Ember se acercó a él. Estaba temblando por el nerviosismo, y mientras sus ojos brillaban hacia ella con toda la seriedad de sus pensamientos golpeándola, se tragó más de un nudo en la garganta, y su ira vaciló por un momento mientras él la miraba. Frunció el ceño en señal de frustración e impotencia, y ella se acercó a él.

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Cuando su mano le tocó el brazo, él la miró por un breve momento antes de lanzarse a su boca, cubriendo sus labios con los suyos y empujando su lengua alrededor de sus labios y en la boca. Su lengua tocó hasta la última superficie de su boca, cavando y probado, y cuando por fin tiró, giró su cuerpo, empujándola contra la pared. Cuando llegó a su cuerpo, ella lo dejó. Sus movimientos eran rápidos, áspero, y sus emociones seguían irradiando hacia fuera de él. Fue apenas contenida, y cuando dio un tirón en el botón de sus pantalones desabrochándolos y forzó la cremallera, se quedó paralizada. Ella quería que su toque acabara con su ira y frustración, pero sus ojos eran duros. Cuando su mano empujó hacia abajo por debajo de su ropa interior y hundió dos dedos profundamente dentro de su sexo apretado, jadeó y gimió. Estaba mojada, lo quería, pero estaba aterrorizada de la emoción turbulenta bajo la superficie de su comportamiento. Sus dedos entraban y salían, y él jadeaba y gruñía contra el lado de su cara. —Por favor, detente, Truman. Por favor. —Se apartó de su cuerpo y dio un paso atrás de ella antes de que siquiera terminara de decir las palabras. La miró en pánico, y su frente se estremeció y soltó una y otra vez el aliento en jadeó dando bandazos en la angustia, se acercó a él de nuevo. —Oh Dios. No era mi intención hacerte daño. Ella lo hizo callar cuando lo atrajo de nuevo a su cuerpo, y él dejó caer su frente en su hombro mientras le acariciaba la espalda de su cuello —No me has herido. —Y no lo había hecho. Él nunca lo haría, y ella lo sabía. Era toda su furia y necesitaba sacarlo de sí mismo, que se había dejado por una moneda de diez centavos. Ella sólo quería aliviar y calmar su alma, en lugar de permitir que su ira siguiera construyéndose mientras estaban juntos. Ella alcanzó a la cintura de su pantalón, le desabrochó el botón y bajó la cremallera, y cayó de rodillas. Su frente se encontró la pared del ascensor, mientras sus ojos se abrieron y la miraron. Cuando sacó la cintura de su ropa interior hasta la ingle, se quejó en silencio mientras la observaba, y mientras empujaba su polla, ella la tomó en su mano y acarició la longitud con los dedos. Ella inclinó la cabeza, lamiendo el líquido pre-seminal de la punta, y cuando lo hizo, su gemido se hizo más fuerte. Sus labios pasaron sobre la punta llena de sangre, y ella las deslizó con fuerza sobre su erección, tirando con todas la succión que su boca pudo reunir. Truman siguió gimiendo mientras su boca apretaba y soltaba, y ella lo miró a sus ojos, viendo su placer. Le encantaba ver su excitación, y no tenía suficientes destellos de eso para saber que ella lo había experimentado mucho en su vida pasada. La expresión de su rostro era fascinante, y se centró en él mientras su boca continuaba chupando. Cuando dejó de chupar, sus ojos encontraron los de ella rápidamente, y mientras la miraba, ella trazó con su lengua a lo largo de su longitud, pasando la lengua por cada vena rígida. Cuando

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llegó a la cabeza, su lengua trazó la forma de la cabeza bulbosa todo el camino hasta la cima, que terminó en su hendidura y más líquido pre-seminal escapaba por su excitación. Sus ojos encendidos la miraban, y ella lo quería dentro de su cuerpo, pero ella estaba decidida a cambiar su estado de ánimo y su comportamiento, y ella quería saborearlo. Había retenido algo de ella cuando estaban en Portland, y ella lo quería probar. Cuando sus labios pasaron sobre la cabeza de su polla de nuevo, sus gemidos se volvieron descarados gruñidos, y cuando llegó a su boca, él enrolló los dedos por su cabello en la parte superior de su cabeza, obligando suavemente su cabeza a inclinarse hacia atrás y a sus ojos para mirar hacia él. Él estaba pulsando su semen en la boca, con espasmos de gran alcance, pero mantuvo su mirada, y ella se contuvo mientras jadeaba y gruñía, la boca abierta hacia abajo de ella. Su cuerpo se estremecía mientras su polla flexionaba y se vaciaba, y cuando sus movimientos se detuvieron y su boca se llenó de su semen y su polla, ella tiró de su boca lentamente por su longitud, y tragó. Suspiró mientras miraba su obra en su garganta, y su cuerpo estaba electrizado por su sabor. Él era salado y sabía de hierro, recordándole mucho a la sangre. Sabía a su olor, su aroma básico que ningún ser humano podía oler, pero que ella experimentaba en cualquier momento que estaba cerca, y eso pareció encender una lámpara caliente dentro de su alma. Le encantaba el sabor de él, y cuando lo último de su semen estaba tragado, se puso de pie. La miró, y sin decir nada, llegó a la misma tecla que había paralizado el ascensor con anterioridad. Esta vez, su mano tocó el botón suavemente, y cuando el ascensor se estaba moviendo, él se apartó de su cuerpo y siguió mirándola con una mirada inexpresiva. A pesar de que era mucho más tranquila que antes, se escondía el miedo. Podía olerlo en su química; lo había visto temeroso lo suficiente para reconocer el olor de la ansiedad, y estaba allí filtrándose a través del aroma de su excitación.

Cuando entraron en el apartamento, se dirigió directamente a la terraza, sin decir nada. Quería tomarla entre sus brazos, él quería tocarla, hacer el amor con ella, quería lanzar su maldito pésimo estado de ánimo por la puta ventana, pero estaba asustado-aterrorizado. Sylvan casi había amenazado su vida, y ella era tan condenadamente obstinada que se las había arreglado para hacer de una mala situación una aún peor. Una cosa era temer a Mason. Era un enemigo obvio que necesitaba ser destruido, ¿pero Sylvan? La lealtad de Sylvan sería siempre con en el Consejo, pero era francamente repugnante el lugar que Ember tenía en su vida.

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Cuando la mirada de Ember lo siguió mientras caminaba hacia el balcón, no se detuvo, él no se ablandó, no la invitó, ni siquiera la miró. Simplemente se alejó. Y cuando Ember dejó su residencia envuelta en su bata y, sin duda, se dirigía hacia la piscina, él ni siquiera consideró seguirla. Se quedó mirando el horizonte y contemplando hasta el último movimiento que podría hacer, que debería hacer, para protegerla. Mason era un pan comido, y si él lograba superar sus restantes pocos secuaces y a él, estaba seguro de que podía destruir al hombre. Él siempre había sido un combatiente eficaz y tan fuerte como cualquier vampiro podía que ser. Si pudiera ponerle las manos encima al hombre, podía acabar con él. Si tenía que ser bajo algún pretexto, que así sea. Si tenía que ponerse a él mismo como cebo, que así sea. Pero si conseguía tener éxito, ¿Entonces qué? ¿Qué hay de Sylvan? ¿Estaría satisfecho con el compromiso de Truman, aunque solo sea por Ember? ¿Sylvan jamás dejaría de ser una amenaza para ella, o tendrían que ser sus títeres para el resto de la eternidad, jugar un papel en su juego? ¿Sería capaz Sylvan de destruir a Ember en algún intento de reclamar la única lealtad de Truman? ¿Su seguridad siempre se pendía delante de su nariz para asegurar su cumplimiento? Las preguntas eran insuperables, y lo dejaron en un estado de casi pánico tal, mientras circulaban por su mente, una tras otra. Su única preocupación en el mundo que era ella, pero ¿cómo iba a protegerla, y si su vida estaba conectado a la suya, igualmente? Cuando regresó dentro, seguía desaparecida, y él se paseaba. Se paseó y se paseó y finalmente se desplomó en el diván por las estanterías. La noche pasó volando, y quería llevarla a la cama. Quería cerrar hasta la última preocupación que tenía sobre su futuro. Había dejado de manera efectiva un espiral de rabia cuando estaban en el ascensor, y él estaba dispuesto a devolver el favor. Estaba seguro de que había herido sus sentimientos cuando ellos habían regresado a su residencia, y aunque él estaba tratando de mantenerla a distancia para hacer frente a sus pensamientos y no hacerle daño a ella, también era cierto que la había herido. Cuando por fin ella entró por la puerta, su mirada la siguió. Ella no lo vio de inmediato, y miró hacia su escritorio, mordiendo suavemente su labio mientras sus ojos se movían. Estaba nerviosa de verlo, y podía golpearse a sí mismo por ser un idiota con ella, lo haría. Cuando su mirada lo captó, se detuvo a medio paso, congelada. Obligó a sus pies a moverse y se acercó a él lentamente, y su figura se movió ágilmente bajo la fina tela de la bata. Llevaba

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otro bikini, y cuando se sentó junto a su cuerpo, en el diván, el manto cayó del lado de su muslo y su ingle se apretó. No podía pensar en nada más que la visión de ella sobre sus rodillas en el ascensor, y mientras su mente se rebobina hasta ese momento un par de horas antes, él cogió el cinturón atado a la cintura, y tiró de la tela de gasa. La túnica se deslizó por completo de su muslo, mostrando su pierna hasta el empate con su cadera y luego más arriba de su cuerpo contra su pecho. —Lo siento. —Ella estaba susurrando, y sus ojos estaban tan pegados a su pecho que tenía que arrastrarlos hasta su cara. Estaba nerviosa, y él se encendió. Se sentó con su cuerpo, tratando de alcanzar la mejilla y tirando de su boca a la suya. Fue sólo un beso suave y ella apenas abrió los labios, pero suspiró de alivio cuando él se apartó para mirarla. —Yo también lo siento. —Él la besó de nuevo, y fueron muchos largos minutos más tarde antes de que él se separara de su boca. Él movió los lazos en sus caderas y luego viajó a la parte posterior de su cuello, tirando de uno de los lazos también, y cuando la tela cayó por debajo de sus pechos, su boca seguía besando a la de ella, pero sus dedos le pellizcaron el pezón endurecido de su pecho mientras su cuerpo se estremeció en respuesta. A medida que su boca abandonó la de ella, se inclinó hacia atrás y vio cómo se burlaba de un apretado capullo y luego de otro pezón. Él tomó la vista de sí mismo atormentar su cuerpo, y él podía sentir sus labios tirando hacia arriba en una sonrisa sutil, y no dijo nada de la reacción de su polla estaba teniendo a sus músculos crispados y los gemidos temblorosos suave que emana de su boca. Cada reacción de ella condujo su excitación más profundo y más lejos, y cuando él la tomó, él decidió dejar que su voz y sus palabras le atormentan más —¿Te gustó el sabor de mi semen en el ascensor? Y sus dedos seguían desplumando y ajustando como cristales de roca dura. Ella asintió con la cabeza, y él empujó más lejos. —Dime cuánto. Ella lo miró a los ojos mientras sus labios temblaban y los músculos de su estómago se tambalearon y temblaron. —Mucho. Otro susurro, y sus labios se detuvieron de nuevo, disfrutando de su nerviosismo suscitado. —¿Qué encontraste que te gustó? —Él la estaba torturando, pero estaba tan jodidamente divertido después de un día de infierno. —A ti. —Su voz temblaba—. Sabía a todo tu cuerpo. —Ah. Bien, eso es bueno, porque me parece que no puedo tener suficiente de tu sabor. Ahora a la cama... la cama. —Y cuando se levantó, tiró de ella hacia abajo. Ella lo miró con curiosidad, y él tomó una respiración profunda—. Te

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amo, Ember. Quiero que lo escuches ahora, y te mereces escucharlo ahora. No hay razón para esperar y decirlo una vez que yo haya pasado por tu cuerpo. Te amo tanto cuando me estás volviendo loco como cuando hacemos el amor. —Y después de un beso más suave, continuó—. A pesar de que hacer el amor es mucho más divertido que pelear. Ella sonrió con su dulce sonrisa que siempre calmaba su alma. —Yo también te amo —quien quiera que seas—. Él se rió y la atrajo a la cama, a su cama.

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Las reservas infinitas de energía inhumana, y sin mencionar un deseo insaciable de follar, los mantuvo despiertos la mayor parte del día. Las cortinas fueron corridas, y el resto de los residentes se retiraron a sus hospedajes hasta que el sol se pusiera otra vez. Pero ellos tenían mejores cosas que hacer que dormir. Sus labios se movieron sobre su piel, y cuando ellos lo hacían, él escuchaba a su corazón acelerarse cada vez que tocaba en el lugar correcto. Él pasó más de una hora simplemente besando y lamiendo hasta el último centímetro de piel sobre su cuerpo. Él reservó su sexo para el final, y para el momento en que él se estrechó sobre su ingle, ella estaba jadeando, los músculos en su cuerpo entero estaban bailando, y parecía que podría explotar con el siguiente toque. —Abre las piernas de par en par. —Él no la estaba tocando con sus manos, y después de besar y lamer su camino hasta su ingle sin siquiera respirar un soplo de aire sobre su sexo, él podía ver la humedad brillante reunirse entre los labios de su vagina mientras ella se movía poniéndose en posición. Él se puso entre sus piernas, mirando su rostro, pero no tocando su cuerpo. —Más amplias. —Él quería ver hasta el último centímetro de ella, y cuando abrió sus piernas más ampliamente y sus labios se separaron más, él observó cuando una gota de su eyaculación resbalaba por el pliegue interior de la brillante piel rosada. Le tomó cada onza de su voluntad mantener sus manos, dedos y boca fuera de la suya y de ella, pero él lo logró y siguió mirando. Cuando él sopló sobre la piel mojada, ella se estremeció y gritó. Su cuerpo estaba pidiendo más, y él la forzaba a ser paciente. Cuando se inclinó para separar sus labios con su boca, se detuvo antes de hacer contacto y la miró a los ojos. Tenía los labios entreabiertos, sus ojos estaban muy abiertos y estaba desesperada. Él movió su nariz por su humedad, apenas tocando con la punta sobre su piel sensibilizada, y ella gritó otra vez. Cuando él cepilló sus labios en un sendero igualmente suave sobre su sexo expuesto, ella gimió, y él se apartó para verla un poco más. En lugar de sumergirse en su atributo más sagrado y sorprendente, inclinó su boca hacia su muslo y besó el interior de su pierna. La besó chupando besos mojados en todo el interior de uno y luego del otro, siempre deteniéndose antes de pasar por la unión del muslo y su sexo. Él la quería suplicando, y hasta que lo hiciera, no tenía intención de detener su tortura. No le tomó mucho tiempo sin embargo. Cuando sacó su boca de la pierna y se inclinó más allá de su abdomen para plantar otro beso húmedo en la parte inferior del estómago, ella entregó su voluntad para suplicar.

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—Oh, Dios, no. Por favor. Por favor. Sacó su boca de su estómago y la miró con un brillo de desafío en sus ojos. —¿Qué es lo que quieres, querida? —Por favor. —Sus labios estaban temblando. —Déjame expresarlo con otras palabras. ¿Quieres mis labios, lengua, o dedos primero? Sólo uno a la vez, no quiero que te vengas hasta que yo te diga. —Ella gimió ante nada más que sus palabras, pero asintió con la cabeza—. ¿Entonces qué será primero? Mordiendo sus labios, ella eligió. —Dedos. Él sonrió con satisfacción. Cuando su dedo medio hizo el primer contacto con su entrada expuesta, ella casi gritó, y mientras él empujaba lentamente en su humedad, ronroneó en la voz que él sabía que a ella le gustaba. —Estás tan jodidamente mojada, bebé. No puedes creer cuánto me gusta eso. —Y cuando él había empujado tan lejos como pudo sin forzar la mano también, se retiró. Su cuerpo se aferró a su dedo, y la humedad lo cubrió. Cuando él lo había retirado completamente de su cuerpo, lamió el reluciente líquido del dedo mientras ella miraba y gimoteaba por más. Cuando él entró en ella otra vez, esta vez con dos dedos que llenaron su canal, y mientras él empujaba, ella gemía y se empujaba hacia él. Ella ya estaba luchando para impedir su orgasmo, pero cuando sus ojos encontraron los suyos, él negó con su cabeza lentamente y ella suspiró. —¿Qué es lo siguiente? ¿Lengua o labios? —Labios. —Él esperaba que esa fuera su respuesta. Él tiró de un labio de su sexo entre los labios de su boca, succionando y luego liberándolo mientras ella gemía. Se movió al otro lado e hizo lo mismo, y otra vez, ella no podía ahogar el sonido de su placer. Él procuró no tocarla con su lengua, en su lucha por estar seguro daba su desesperada necesidad de saborearla y liberar su cuerpo de su necesidad entonces él podría tomar la suya. Cuando tiró de su hinchado clítoris entre sus labios, tratando de no succionar con tanta fuerza que ella no fuera capaz de detener su liberación, él sostuvo su lengua otra vez lejos de su piel. Sus gemidos se hicieron fuertes y más intensos cuando él sostuvo el brote en su boca, chupando y tirando con cuidado. Cuando él liberó su boca de ella, ella gritó otra vez. —¿Lengua? —Desde luego que él no necesitaba su respuesta, pero esperó a que ella asintiera en aprobación. Inclinándose hacia su sexo otra vez, él acercó su lengua arrastrándola hacia el interior de un labio, saltándose su clítoris y bajando de nuevo por el otro lado. Su respiración llegaba en estremecidos jadeos e inestables gemidos. Después, su lengua encontró su entrada y empujó en su humedad, empapando, lamiendo, y sorbiendo el sabor de su cuerpo. Su necesidad era casi

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incontrolable, y cuando él finalmente sacó su lengua de ella, había sólo un destino más en su mente. —Vente para mí, bebé, y quiero escucharte alto. —Su lengua encontró su clítoris. Él movió rápidamente la punta sobre el manojo de nervios, azotando su lengua rápidamente y con precisión contra el apretado núcleo hinchado. Paso sólo una fracción de segundo antes de que ella estuviera gritando su liberación y golpeando sus puños en el colchón en sus caderas. Él alzó la vista mientras seguía acariciando y moviendo rápidamente la carne, los músculos de su estómago se apretaron, y ella lo miraba mientras él empujaba su cuerpo a través de su orgasmo. Este era probablemente el orgasmo más largo en la historia de orgasmos mientras él continuaba lavando y lamiendo, revitalizando su liberación una y otra vez sin descanso, y cuando finalmente le dio a su clítoris un descanso, su cuerpo lentamente se relajó y sus gemidos y quejidos se desvanecieron y disminuyeron. ¿Qué podría decir? Él era un ser superior. Ella le había dado un sexo oral increíble en el elevador, y tenía toda la intención de devolverle el favor. Cuando él avanzó lentamente a lo largo de su cuerpo, cerniéndose sobre ella, ella alcanzó sus caderas. Precipitadamente se había desnudado primero al entrar en la habitación, sabiendo muy bien que él querría que nada los separara cuando finalmente acabara con su cuerpo y en este momento, se sentía aliviado de tomar tal previsión. Sus manos sobre sus caderas atrajeron su ingle entre sus piernas abiertas, y cuando sintió su glande hinchado, ella siseó. Su humedad cubriendo el lado de abajo de su longitud cuando su pene se deslizó entre los labios lisos de su sexo, y mientras él se deslizó hacia abajo, alineándose hasta su entrada, él se impulsó y luego empujó hasta su empuñadura con fuerza y profundamente dentro de su cuerpo. Ella gritó cuando se hundió hasta su profundidad, y cuando él se retiró, fue sólo para entrar otra vez. La folló fuerte y profundo, mirando su rostro por cualquier señal de que él empujara demasiado lejos, pero ella gemía y gimoteaba construyendo otra liberación. Ella se aferró a sus hombros con las manos bajo sus brazos, y se agarró firmemente a él mientras golpeaba un empuje invasivo tras otro en su cuerpo. Con cada empuje, podía sentir su estrechez cerrándose y apretándose alrededor de su eje, tirando, apretando, y aferrándolo. En el segundo en que ella se vino otra vez, él liberó sus propias compuertas y disparo su semen profundamente en su cuerpo. Él seguía empujando, dejando que su cuerpo agarre y saque hasta la última gota del semen de su polla con espasmos. Y cuando terminó de marcar su cuerpo con su líquido, sacó su gastada polla de su cuerpo lentamente y se derrumbó a su lado. Y esa fue solo la primera vez que hizo el amor con ella ese día.

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Cuando finalmente la había dejado dormir, no es que ella no preferiría estar haciendo el amor con él, fue quedándose dormida lentamente. Su cuerpo, sus movimientos, su gusto, su olor todos revolotearon por su mente mientras se relajaba en la muy cómoda calma. Cuando despertó después, él estaba sentado sobre el lado de la cama desnudo. Su cabello estaba mojado, y podía oler que estaba recién salido de la ducha. Las cortinas habían sido retiradas, y el cielo brillaba con una luna casi llena. Él no sabía que ella estaba despierta, y ella lo miró. Su espalda era fuerte, sus hombros eran amplios y bien definidos. Su cabello era de un hermoso tono marrón y prolijamente recortado. Hasta la última pieza del cuerpo de este hombre estaba en perfecto estado, nada fuera de su sitio o de algún modo deficiente, y cuando él estuvo de pie, sus labios se separaron ligeramente al ver su trasero desnudo. Las nalgas eran firmes y redondas, y se acordó de agarrarlas y amasarlas con sus dedos cuando ellos estaban en su apartamento. Sus piernas eran largas y elegantes, pero definidas con músculos bien esculpidos que terminaban perfectamente en sus nalgas. Él se dirigió a su aparador, agarrando su reloj y volviendo a la cama. Su rostro estaba serio, y aunque el hacer el amor había sido intenso, había sido sin inhibición y despreocupado, pero él no era ninguna de esas cosas ahora. La tensión y la preocupación estaban grabadas sobre su rostro, y cuando se hundió al lado de la cama una vez más, fue con un suspiro profundo y preocupado. Cuando hundió la cabeza en sus manos apoyadas sobre sus rodillas, ella se movió hacia él. Cuando la escuchó, se sentó erguido y se volvió a ella, intentando una sonrisa convincente. —¿Qué está mal? —Ella no estaba sorprendida cuando él negó y pasó por alto su pregunta, entonces ella intentó otra vez—. ¿A dónde vas? Al parecer, era una pregunta aceptable. —Angus y yo vamos de caza. —Pensé que por lo general ibas solo. Él la miró por un momento antes de contestar: —Es solamente una precaución. —Sus palabras la enfriaron. No se había olvidado de Mason, pero el recordatorio de que una amenaza se posó en el hombre que ella amaba tenía su cuerpo pulsando con preocupación y temor. Él lo vio en su rostro y la atrajo a su regazo, acariciando su cuello con sus labios—. Está bien. Por favor no te preocupes. Imposible. —Pareces hambrienta. —Puedo esperar hasta que regreses. —Él sonrió y atrajo su boca a la suya. Cuando ella se apartó de sus labios, fue con un último beso rápido a su mejilla—. Te amo. Sé cuidadoso.

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—Yo también te amo y lo seré. —Le dio una pequeña sonrisa antes de vestirse apresuradamente mientras ella continuaba mirando, y después de un beso más rápido, se había ido.

Cuando Sylvan se acercó al lado de la piscina no más de una hora más tarde, su corazón se aceleró. Ella flotaba sobre su espalda, y al verlo, se enderezó y lo contempló con desconfianza. —¿Truman está bien? —No tenía idea de por qué él se acercaría a ella, y dado el hecho de que la odiaba, o por lo menos, la encontraba prescindible, ella no podía comprender cuál posiblemente podría ser su razón para estar allí, aparte de Truman. El corazón de Ember estaba latiendo fuerte en su pecho mientras ella esperaba que le responda. —Truman está bien. Sal de la piscina. Tenemos que hablar. —Sus palabras fueron cortantes, y su voz la dejó helada. Ella nadó hacia la escalera más cercana y subió por el lado de la piscina, manteniéndolo en su línea de visión mientras ella se movía. Él también la miraba, y mientras ella se acercaba, una mirada de desprecio, u odio tal vez, brilló en toda su expresión antes de alcanzar su codo. Ella retrocedió, pero él fue rápido, y cuando marcharon hacia la puerta, entró en pánico. Su mano sobre su codo era insistente, más que insistente, y no estaba totalmente segura de que le permitiera alejarse si ella lo intentara. Cuando ellos se acercaron al elevador, su mano permaneció en ella. —¿A dónde vamos? —Él ignoró su pregunta, y con cada momento pasando, su pánico crecía más. Estar asustada de un hombre no era nada nuevo para Ember, y este hombre estaba incitando a tener tanto miedo como alguno en su vida lo había hecho. Cuando entraron en el elevador, él no dejó ir su codo hasta que las puertas se habían cerrado, y una vez que estuvieron cerradas y efectivamente estaba atrapada dentro con él, finalmente habló. —¿Sabes cuál es el problema contigo, Ember? —Él no esperó una respuesta. —Nunca deberían haberte permitido sobrevivir. Yo debería haber sabido que te convertirías en un problema para Truman. Su apego hacia ti nunca ha sido normal, y ahora tú arriesgas su lugar en el consejo. Tú sabes, si él nunca te hubiera salvado, o matado a Thomas, nada de esto estaría pasando. Pudimos haber sacado a Mason del poder sin el combustible de la muerte de su hermano alimentando una venganza hacia Truman. —Sus ojos estaban sobre ella, y su odio era claro. Ember sólo podía mirarlo con horror. Ella no podía adivinar su juego, pero no era bueno.

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—Pero, querida Ember, vamos a arreglar todo esto. —Ember estaba confundida, parada en la esquina, tratando de ser pequeña, intentando de hecho ser tan pequeña como lo era en el sótano a los diez años de edad. Este hombre la estaba amenazando, y el corazón de Ember latía con fuerza, su temor se agravaba con cada segundo y estaba consciente de que todavía pasarían horas antes de que Truman volviera. El elevador se detuvo en el sótano, un nivel en el que ella nunca había estado, y cuando las puertas se abrieron, ella miró hacia afuera al amplio nivel de estacionamiento subterráneo. Un hombre a quien Ember había visto algunas veces en el edificio estaba de pie esperando. Él era un asistente personal de arreglos para Sylvan, y en el momento en que ella dio un paso más allá del umbral del elevador, él se movió a su lado, agarrando su codo rudamente con su amplia mano. Era grande; más que grande. Él lucía tanto como un bravucón como un asistente, y ella sólo podía comprender que este hombre era utilizado tanto por su músculo como por su ingenio o encanto. Ember trató de soltarse de él, pero sus dedos apretaron con fuerza su brazo. Cuando la jaló a un cercano sedán negro, ella puso poca resistencia. No serviría, y no confiaba en que Sylvan no la mataría en cualquier oportunidad que tuviera. El hombre musculoso la empujó hacia el asiento trasero, nunca liberando su brazo, y en el momento en que Sylvan se subió detrás del volante, ellos arrancaron, pasando fila tras fila de autos antes de ascender finalmente la rampa hacia el exterior. Mientras ellos pasaron del sótano a la ciudad más allá, Ember observó al valet Jonathan. Él asintió a Sylvan, y sabiendo que ella estaba realmente jodida, su mirada lo siguió mientras arrancaron por las calles de la ciudad. Él la miraba también con no tanto como un asomo de sorpresa. Él estaba inexpresivo mientras ella era llevada al matadero.

Al momento que él y Angus regresaron al edificio, Truman se relajó. Nada de interés había pasado, y se sintió aliviado al estar dentro de la seguridad de su edificio. Angus y él habían hablado de Mason, y mientras él sabía que el consejo en general no necesariamente estaría de acuerdo con su idea de retirar a Mason más temprano que tarde, él sabía que tendría a Angus de su lado. Angus tenía poco respeto por Sylvan y se mostraba en desacuerdo con su negativa a ir detrás de Mason tanto como lo hacía Truman. Se separaron en el vestíbulo desierto, y él hizo su camino hasta la residencia, imaginando a Ember y lo que podría estar haciendo. Él no le dio importancia cuando encontró su residencia vacía, y no fue hasta que llegó a la piscina y la encontró vacía también que se preocupó. Cuando

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vio su bata tirada sobre una silla cercana, su corazón dio un vuelco. Se detuvo en la residencia de Bremmer en su camino escaleras abajo y lo encontró solo. Cuando le mencionó que no podía encontrar a Ember, la frente de Bremmer se frunció con preocupación. Él se había apegado a Ember durante las pasadas muchas semanas que ella había estado allí, y la propia ansiedad de Truman se intensificaba solo viendo la de Bremmer. Ember no se marcharía sola. De hecho, los criados tenían instrucciones explícitas para no permitir que se vaya, entonces era casi imposible imaginarse que ella pudiera estar en algún otro lugar que en el edificio. Cuando él hizo su camino de regreso al vestíbulo para hablar con el criado, se topó con Sylvan y su ayudante, Krill, cuando ellos entraban en el edificio. Las fosas nasales de la nariz de Sylvan llamearon durante medio segundo ante la vista de Truman. —¿Has visto a Ember? Sylvan lo miró con frialdad, apenas ocultando su aversión por ella. —No puedo decir que lo he hecho. —Sus palabras no le proporcionaron ninguna información, pero la mirada que destelló a través del rostro del criado cuando miró precitadamente a Sylvan dijo mucho. Sylvan pasó por delante de Truman al elevador con Krill escoltándolo, y cuando las puertas de elevador se cerraron y este ascendió, Truman giró hacia el valet. No le deseaba al criado ningún daño y siempre encontró al hombre decente y honesto, pero estaba dispuesto a matar al hombre si no conseguía las respuestas que necesitaba. Truman estaba en completo modo pánico en este punto, y no había ninguna duda restante en su mente de que algo malo había pasado. Pero Truman no tuvo que decir una palabra o amenazar al hombre de cualquier modo. Él habló en el momento que las puertas del elevador estuvieron cerradas. —Él se marchó con ella hace aproximadamente dos horas. Él y Krill desde el estacionamiento en el garaje. No creo que ellos esperaran que yo los viera. Y… —Su pausa fue demasiado larga mientras consideraba sus siguientes palabras—. Ella lucía asustada, Sr. Solomon. —Su mirada cayó a sus manos mientras esperaba la ira de Truman. Pero Truman no estaba enojado con él, y cuando él miró al hombre, Jonathan sacudió su cabeza. Estaba preocupado por ella. Truman estaba más que afectado; él estaba listo a romperse en un millón de pedazos y desmoronarse. Su corazón estaba golpeando fuerte, no que el humano delante de él pudiera escuchar esto, y su mente no dejaba de pensar. ¿Y qué si ella estaba muerta? ¿Y que si él la había matado? Truman no podría sobrevivir a esto, y no había nada en este mundo que le impediría matar a Sylvan si algo le hubiera pasado. Truman estaba de pie delante del elevador mirando los pisos marcarse. Vio el elevador detenerse en el piso del consejo, y cuando volvió al vestíbulo, sus dientes estaban apretados, su corazón siguió golpeando, y sintió como si se estuviera volviendo loco. Él tenía que llegar a Sylvan, y estaba dispuesto a hacer lo que estuviera en su poder para obtener información de él. Cuando el elevador volvió, golpeó su mano en el botón del

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piso, y llamó a Angus, explicándole rápidamente la situación Le pidió a Angus que lo encuentre en el vestíbulo, al momento Angus dijo que estaría allí, él desconectó el teléfono y caminó de un lado al otro. Cuando el elevador se detuvo, encontró a Krill esperando por él, y al momento que dio un paso en el pasillo, el puño de Krill encontró el pecho de Truman, lanzando su cuerpo atrás y abajo al piso. Pero Truman era rápido, y tan rápido como el brazo de Krill lo había golpeado hacia atrás, su propio pie barrió las piernas robustas de Krill debajo de él, en el momento en que el hombre estuvo a su nivel, Truman se lanzó a su cuello. Sus dientes se hundieron mientras Krill todavía luchaba por sentarse, cuando cerró sus dientes alrededor de la carótida del hombre, la desgarró, cortando la arteria completamente. La sangre borboteaba de la herida profunda, cuando Krill agarró su cuello para detener el sangrado, Truman aprovechó la oportunidad para torcer la cabeza del hombre estallando como una botella, cortando la columna vertebral cuando las vértebras crujieron y se rompieron con el bandazo. Los ojos del hombre estaban muertos de repente, y su cuerpo se desplomó en el piso del corredor, sin dejar de derramar sangre en el piso de mármol oscuro. Truman no perdió tiempo en llegar a la puerta del consejo y entrar precipitadamente al interior. Sylvan estaba solo, de pie junto al fuego encendido de la chimenea. Él no parecía en absoluto sorprendido de ver a Truman, y el sonido de la muerte de Krill no podía haber pasado inadvertido. Él lucia pálido, incluso más de lo que un vampiro debería lucir. Él miró a Truman antes de contemplar el fuego. —¿Fue el criado, verdad? No esperaba de ese. —¿Dónde carajo está ella? Dímelo ahora o juro que te mataré. —Oh, estoy convencido de que me matarás. Ese maldito criado. —Sus palabras fueron escupidas con furia, pero él no daba ninguna información. Cuando Truman agarró el atizador y lo empujó por los intestinos del hombre, él se tambaleó hacia atrás y se hundió sobre sus rodillas. Él respiraba con dificultad, jadeando, y la sangre estaba chorreando de la boca del hombre. Esto no lo mataría, poco podía matar a un vampiro, pero esperaba poder hacer hablar al hombre. —No podría muy bien ser el responsable de su muerte, ahora, ¿podría? se suponía que debía parecer como si ella se hubiera marchado sola. Criado de mierda. —Cuando el pie de Truman conectó con el rostro del hombre, enviándolo al piso, él rió entre dientes. Era una risa derrotada que no tenía ningún humor. —Dime dónde está. —Y colapsó sobre sus rodillas delante del hombre—. Por favor. Te lo pido. Ella no se merece esto. —Él estaba rogando, suplicando al hombre que quería matar por respuestas. —Joder que ella no lo hace. ¡Ella ha destruido todo… y tú la has dejado! —¿Dónde está ella? —La voz de Truman bramaba, y él prácticamente estaba gritando con furia y temor.

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—¿Dónde crees? Tu vieja casa familiar. ¡Se la di a él! ¡Haciéndote un maldito favor! —Y con el odio mostrándose claramente a través de sus dientes apretados sangrientos, él siguió—: Mi única petición fue que él la matara como ella se merece. Ya es muy tarde, Truman. El rostro de Sylvan era una mala burla mientras hablaba. La furia de Truman alcanzó su umbral y aún de rodillas en el piso frente al incapacitado Sylvan, alcanzó el atizador sobresaliendo de los intestinos del hombre. Lo sacó, empujándolo a través del cráneo y retorciéndolo fuerte para cortar su cuello, y cuando escuchó el crujido que estaba esperando, se desplomó. Su cuerpo estaba vibrando con furia y miedo. Ella tenía que estar bien. No había nada más que esto. Ella absolutamente no podía estar muerta. Y cuando temblorosamente hizo su camino para ponerse de pie, sacó su teléfono de su pantalón, llamando a la recepción del hotel. —Traigan mi auto ahora. —Iba a recuperarla.

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Cuando Krill la había drogado desde el auto, fue para entregarla a un hombre al que nunca había visto antes. Pero no necesitaba una introducción para saber que ella estaba mirando a Mason. Sus ojos eran fríos y duros. Su rostro mostraba su crueldad, y mientras la miraba su ceño se disparó. Sylvan contempló al hombre con disgusto. —La quiero muerta. Esa es mi única condición. Tortúrala si lo deseas, pero ve que esté muerta en las próximas horas. —Oh, tengo la intención de hacer su muerte divertida. Si tengo que dejar a Truman vivo, lo menos que puedo hacer es devolver su cuerpo con todos los signos del placer que tomé de ella. Está a años luz de ser la propia vida de Truman, pero sabiendo que va a sufrir por el resto de la eternidad con el conocimiento de lo que le hice a su pequeño cuerpo dulce antes de tomar su vida será suficiente reivindicación. La sangre de Ember se heló en sus palabras, y fue llevada de vuelta al frío sótano de hace tantos años. Podía ver destellos de la cara de Truman en su mente, y no era por el simple deseo de estar con él. Eran recuerdos. Podía verlo en el sótano con ella, y mientras no podía recordar todo, sus recuerdos, tan cerca de la superficie ahora gracias al monstruo delante de ella, estaban tan cerca de completarse como siempre lo habían estado. —Vas a desaparecer después de eso. —Las palabras de Sylvan no eran una cuestión. —Sí. —Las palabras de Mason mostraron su resentimiento—. Ese es el trato, ¿no? Su tortura y muerte; y mi desaparición del mundo del consejo por la vida de Truman. No será una gran vida, una vez que haya tenido mi diversión con ella. No estoy seguro de cuan bueno vaya a ser para ti una vez que vea las libertades que me he tomado con su mascota. —Ese será mi problema, no el tuyo. —Mientras Sylvan se apartó de ella y uno de los hombres de Mason la guiaba fuera del edificio, llamó por encima del hombro—. Diviértete en el infierno, querida Ember. No te preocupes, estoy seguro de que podemos encontrar alguna otra puta para satisfacer las necesidades de Truman. —Estaba llorando, sollozando de miedo mientras era jalada dentro del edificio, y mientras su mente giraba con las posibilidades de la tortura que podría esperarle, su cerebro martilló una imagen tras otra en su memoria.

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Su miedo, su terror de perderlo fue todo lo que realmente llevó a dar rienda suelta a las imágenes, y un recuerdo tras otro surgía a borbotones en su mente. No podía colocarlos todo junto todavía, pero hizo su desesperación aún más real. No podía perderlo. Esto lo destruiría. Cuando fue arrastrada a la habitación y vio los clavos de ferrocarril dispuestos sobre la mesa, su pánico se apoderó en toda su fuerza, y ella luchó, con garras, pateaba y gritaba mientras la arrastraban. Dos hombres la sujetaron mientras Mason levantó el primer clavo. Él estaba sonriendo sádicamente, jugando con el clavo en la mano. Cuando levantó el mazo pesado, ella vio como en cámara lenta como él dejaba caer el peso sobre la cabeza del clavo, conduciéndolo hacia abajo a través de la carne y huesos de la mano, en la madera de la silla en la que estaba sentada. Mientras destelló a través del agujero en su mano, envió otra oleada de agonía. Era más dolor de lo que nunca había soportado, y ella estaba jadeando, tratando de vomitar lo que no estaba allí en su dolor. Él fue mucho más cruel con su segunda mano; arrastrando la punta de clavo hacia arriba por su brazo ya incapacitado, y mientras lo arrastraba a lo largo de su hombro, los hombres la mantuvieron en su lugar, fijando su otra muñeca a la silla. Cuando el clavo atravesó su mano, ella se retorció. Ambas manos estaban inmóviles, e incluso el más mínimo movimiento de su cuerpo enviaba puñaladas de dolor pulsando a través de ella, pero mantenerse quieta con dos clavos empalando sus manos no era una tarea fácil. Mason se quedó atrás admirando su tortura, mientras sus lágrimas caían y sus sollozos continuaron siendo ahogados, la abofeteó con fuerza en la cara. A medida que su cara se disparaba a la derecha, la mano izquierda tiraba contra el clavo, y ella gritaba. Cuando su mano opuesta la golpeó en su otra mejilla, su mano derecha hizo lo mismo, y ella gimió y se quedó sin aliento ante el tormento. Mason se puso de pie por encima de ella y la miró hacia abajo, ella quería acobardarse, quería esconderse, pero estaba atrapada. Era un perro encadenado siendo torturado para diversión de su dueño, y sólo quería que todo terminara. Había una sensación de hormigueo mezclada con el dolor en sus manos, y sabía que era el intento de su cuerpo para reconstruirse y curarse, pero no había esperanza. Nada se podía hacer por él con los clavos en su lugar, mientras le sonreía, ella sollozaba en la desesperanza y la tristeza. —Tengo que decir que esto no era el castigo que había imaginado por la muerte de mi hermano. Tenía la intención de matar a Truman por supuesto. Pero cuando Sylvan te ofreció, la razón misma por la que Truman mató a mi hermano, sólo me pareció... apropiado, incluso sentimental. —Le estaba sonriendo, y su corazón estaba acelerado—. ¿Puedes imaginar la tortura que él sentirá cuando se dé cuenta de lo que te hice antes de matarte? ―Inclinándose a mirarla directamente a los ojos, continuó—. Sólo los picos lo dejarán queriendo

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morir, pero sabiendo que también te jodí, ahora eso será la guinda del pastel. — Y mientras se levantaba, caminando fuera de la habitación, lanzó un último comentario—. Pronto. Cuando estuvo sola, tuvo un colapso. Sollozó, le suplicó a nadie en absoluto, y le rogó a la habitación vacía que la liberara. Si tan sólo hubiera sabido que iba a ser su última mañana con él. ¿Acaso no todo el mundo dice esas cosas? ¿No lo había pensado ella misma cuando su madre había muerto? El monitor había zumbado la línea plana del corazón de su madre finalmente inmóvil, y sin embargo, ella todavía esperaba que la vida se reanudara en su madre. Esperaba oír el eco. Esperó a que su madre regresara como un niño llorando mientras sus padres se alejan, pero no lo hizo. Y ahora esto. Sería la persona que no regresaría. Iba a morir, y él estaría devastado. Dejaría este mundo deseando haber sabido que era su última vez con él, su último toque, último beso, último todo. Moriría sin nunca recordar todo de él y deseando eso tanto como todo lo demás. Su muerte sería dolorosa, torturante, incluso. Tal vez su madre estaría esperando por ella cuando todo estuviera dicho y hecho. Tal vez ella secaría sus lágrimas y le diría que todo estaría bien en el mismo tono tranquilizador que había oído cuando se había despertado de sus innumerables pesadillas al crecer, pero Truman nunca olvidaría esto, y no habría nadie para calmar su dolor. Ese fue el hecho más devastador de todos. No estaba preparada para terminar con su vida, y mientras su cerebro se apagaba, salvándose de más tortura, ella lo imaginó. Él nadó por su mente turbia; algunos eran recuerdos que conocía, otros eran recuerdos de una época diferente, pero recuerdos de todos modos. Ella estaba tan cerca de conectar los puntos, pero nunca lo haría en el tiempo para completar el cuadro. Iba a morir demasiado pronto. Cuando después despertó, tenía frío. Estaba vestida con sólo el bikini que había usado en la piscina, y la habitación estaba helada. Había charcos de sangre en el suelo bajo sus manos, y mientras miraba hacia abajo, luchó para centrarse en su debilidad mareada. Cuando la puerta se abrió un momento más tarde, Mason se paseó dentro. Llevaba sólo pantalones, y cargaba un gran cuchillo que brillaba a la luz de la habitación. A medida que se acercaba a ella, se rió entre dientes y se arrodilló a sus pies. Cuando él arrastró la punta del cuchillo en la parte interior de su muslo, sollozó antes de que pudiera tragarse la reacción. —No te preocupes. Apuñalarte no te va a matar, pero que te hará jodidamente miserable hasta que tire de él hacia fuera. Y mientras retiraba su mano, apuntando directamente a su estómago, sus ojos desorbitados, cada músculo de su cuerpo se tensó, y ella chilló. Todo lo que podía oír era el sonido de sus gritos mientras observaba su mano, y luego hubo dolor, abrasador, sobrecalentado dolor que irradiaba y perforaba a través de su abdomen. Ella miró hacia abajo para ver el mango sobresaliendo de su

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estómago, pero cuando lo miró a la cara, su sonrisa era perturbada, y tenía sangre goteando de su boca. Cada músculo de su cuerpo se apretó fuerte mientras el dolor corría por ella, dejándola demente. Pero ella estaba confundida. No podía entender por qué había sangre goteando de su boca y por qué su cara se veía débil y desorientada. Pero a medida que giró de ella hacia la puerta atrás, sus ojos vieron el enorme agujero en la parte posterior de su cabeza. Y siguiendo su línea de visión, sus ojos se iluminaron en Truman de pie con la pistola todavía apuntando en su dirección. Ni siquiera había oído el disparo por encima de sus gritos, y Truman se movió rápidamente hacia ellos. Gruñó de dolor y angustia mientras lo observaba. Mason se volcó hacia un lado, dando bandazos a su paso, y la sangre derramada en su cabeza mientras golpeaba el suelo. Cuando Truman se arrodilló delante de ella, miró el cuchillo en su estómago y luego rápidamente a sus ojos. Podía sentir la sangre elevándose por su garganta, y se derramó fuera de su boca. Truman tomó el mango, pero se retiró mientras hacía una mueca y una mirada de miedo se apoderó de su rostro. Cuando su mano se movió de nuevo al mango, no fue más que una ráfaga de movimiento que atrapó en su periferia antes que Truman fuera arrojado al suelo mientras Mason lo derribaba. Lucharon en un borrón de sangre, y luchó para mantenerse al día con ella. La sangre seguía goteando de su boca, y el cuchillo todavía estaba completamente incrustado en sus entrañas. Estaba jadeando y gruñendo, mientras Mason conectó un golpe que envió el cuerpo de Truman patinando lejos de ella, Ember entró en pánico y tiró con fuerza en su mano derecha. Golpeó el extremo despuntado del clavo y tiró, forzada, gruñendo mientras su piel se rasgaba y sus huesos se rompían para liberar su mano desde el extremo ensanchado de la estaca. Era una agonía, pero no se detuvo hasta que su mano fue liberada. Truman se abalanzó de nuevo hacia Mason, Mason aterrizó otro golpe en su pecho. Mientras Truman lanzó un rápido codazo en la mandíbula del monstruo, Mason se tambaleó hacia atrás. Con su mano derecha libre, Ember, cogió el mango del cuchillo, y cuando lo arrancó de su cuerpo, lo hizo con un gruñido asfixiante que inmovilizó a Truman mientras él la miraba a los ojos, y ella vomitaba sangre. Se abalanzó hacia ella con pánico mostrándose en sus ojos, y mientras lo hacía, Mason aterrizó un golpe en la espalda de Truman, enviándolo de rodillas en frente de ella. Mason se cerró detrás de él antes de que pudiera reaccionar, y tanto como Ember trató de gritar, ella gorjeó y se atragantó con la sangre en su boca, la cara de Truman cayó, y sus ojos sostuvieron los de ella. Cuando Mason mordió duro al lado de su cuello, él abrió la boca, y sus ojos saltaron por la sorpresa. Ember se quedó en silencio, miraba.

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Su cuerpo estaba en más dolor de lo que nunca imaginó posible, y el rostro de Truman era derrotado mientras le sostenía la mirada. Mason estaba sonriendo, incluso cuando sus dientes quedaron profundamente en el cuello de Truman a cada lado de la carótida. Los ojos de Truman revolotearon mientras la miraba, y una lágrima cayó en su mejilla. Y mientras ella miraba, el monstruo rasgó... y finalmente Ember lo vio. La escena era al revés. Era el sótano, y Truman estaba detrás del monstruo con los dientes enterrados en su cuello. Observó cómo desgarró la arteria del cuello del hombre y escupió por la habitación. Eso, y hasta el último momento de su vida en común vinieron inundándola de nuevo mientras veía a este monstruo rasgar la vida desde el cuello de Truman. Su mano se dirigió de inmediato a la herida abierta mientras la conmoción de lo que había pasado se hundió. Ember estaba tirando de lo poco que quedaba de su mano, ignorando el dolor que estaba disparándose a través de todo su cuerpo. Gritando a través de él. Se levantó, golpeando la punta de la estaca y sin ir más allá. Y mientras sollozaba en su desesperación, miró a los ojos de Truman una vez más. Mason se puso de pie con una mirada de venganza absoluta en su rostro y comenzó a moverse hacia Ember. Agarró el cuchillo en el suelo cercano, y Ember gritó. Cuando Truman reventó hacia Mason y lo derribó, ella sólo miraba, aturdida. Y cuando Truman arrancó la cabeza del hombre limpiamente de sus hombros antes de que pudiera reaccionar, ella sollozaba. Truman brotaba sangre, y la miró a los ojos mientras el cuerpo de Mason se derrumbaba entre ellos, él cayó de rodillas agarrándose el costado de su garganta. Pero la sangre corría por su cuello, y su piel estaba palideciendo cada segundo. Él le sonrió mientras sus ojos parpadearon y su cuerpo colapsando en el suelo. Sus ojos se desorbitaron y luego se estrecharon y se agitaron de nuevo mientras luchaban para mantenerse alerta, y sollozó, gritó, y pataleó con desesperación furiosa. Él estaba tratando de ponerse en pie sobre sus rodillas, y sólo podía mirar con horror mientras moría en frente de ella. ―¿Vas a matarme?―Las palabras eran viejas, de un frío y oscuro sótano, lo único que podía hacer era mirar su primera reunión reproducirse en su mente mientras el Truman de este tiempo y lugar se esforzaba por vivir frente a ella. ―Ni siquiera yo podría hacer una cosa así. Dime tu nombre. ―Ember Greeley. ¿Cuál es tu nombre? ―Soy Truman Solomon. Es bueno conocerte, Ember. Ahora estás a salvo. Y mientras el recuerdo más dulce que poseía terminó, jaló su mano lo más fuerte que pudo mientras el dolor golpeaba. El extremo despuntado del clavo era amplio y detuvo su mano en el momento que lo golpeó, pero se obligó a más fuerte, gruñendo más allá del dolor y el desgarró de su carne mientras se

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obligaba al agujero para abrirse aún más amplia para liberar lo que quedaba de su mano. Cuando finalmente se liberó de la estaca, se cayó de la silla y se arrastró sobre el cuerpo sin vida de Mason hacia Truman. Sus manos estaban empapadas de sangre, y sujetaban con fuerza un lado del cuello de Truman. Él estaba apenas consciente, y cuando sintió su mano, sus ojos se abrieron, sus labios se levantaron en una débil sonrisa. Sostuvo su muñeca en su boca, y él mordió. Ya estaba débil, pero no lo iba a perder ahora que por fin lo había encontrado, y mientras jalaba su sangre de ella, habló. —Te pregunté si ibas a matarme. ―Ni siquiera yo podría hacer una cosa así‖. Es lo que me dijiste. Las primeras palabras que alguna vez me dijiste. Me acuerdo de ti. Recuerdo todo de ti. —Su voz vaciló entre sus lágrimas, una lágrima corrió por su mejilla. Angus y el Dr. Bremmer llegaron momentos más tarde, tropezando en la sala por la impresión, y mientras el Dr. Bremmer la vio mirándolo sin esperanza hacia él, él se dirigió hacia ella. Ambos estaban cubiertos de sangre también, y Angus tenía una herida abierta en su lado. Se desplomó junto a la puerta y vio mientras el Dr. Bremmer se arrodillaba al lado de Truman. Apartó la mano de su cuello, inspeccionando los daños, y remplazando su mano con la suya, él habló. —Truman nos envió a asegurarnos que el edificio estaba despejado, mientras que él te buscó. No lo estaba. Angus perdió mucha sangre, pero él va a estar bien. Jesús, Ember. —¿Truman va a estar bien? Ember ya podía sentir su estómago hormigueando mientras su cuerpo sanaba, y aunque débil, sabía que iba a estar bien, pero Truman... El Dr. Bremmer la miró a los ojos, pero no contestó a la pregunta. —Tenemos que llevarlo de vuelta a mi clínica. No creo que vaya a lograrlo si no lo movemos. Él está tratando de sanar, pero no tiene suficiente sangre, y no hay mucho que puedas darle. Ya has perdido demasiada sangre tú misma, y estás pálida como un fantasma. —¿Por favor, dime que va a estar bien? No respondió.

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Él la miró en el auto. Su cabeza descansaba sobre su regazo, y ella estaba apretada en su cuello. La muñeca de ella estaba aun delante de su boca, pero él la estaba rechazando. Sus ojos eran suplicantes, pero ella parecía estar cerca de la muerte. Truman estaba luchando por mantener los ojos abiertos, pero no quería perder ni un momento de ella. Ella lo recordaba. Finalmente. Pero lo intentó, su mente estaba aturdida y su visión era borrosa y su cuerpo se estaba apagando, y con una última mirada a su hermoso rostro pálido, se deslizó lejos hacia el sonido de su voz. —¡Truman! ¡Truman! No, por favor. Tienes que permanecer despierto. Por favor, por favor, por favor. Pero no pudo. Ni siquiera por ella.

204 La primera vez que él se despertó, se encontraba en la clínica, y podía sentir un tubo bajando por su garganta. Su cuello dolía, pero cuando trató de mover su mano, cayó sin fuerzas a la cama. Miró para encontrarla en una camilla junto a él, y mientras entraba en pánico, cayó por el acantilado a la inconsciencia de nuevo.

Cuando se despertó después, el tubo se encontraba todavía en su garganta y el cuello todavía le dolía, pero cuando él movió su mano, en realidad lo hizo a su cuello. Había un vendaje, pero podía decir por la sensación de su piel que se estaba curando. Estaba débil, pero estaba vivo. Mientras recordaba la visión de Ember en su cama, su mirada saltó a la cama junto a él sólo para ver que estaba vacía. No estaba, sin embargo, solo. Ella estaba acurrucada en una silla junto a la pared, durmiendo. Ya no estaba pálida, y aunque había vendas en sus manos, que no eran grandes, no podía oler nada de su sangre. Estaba contento, y en su satisfacción, se deslizó a la inconsciencia de nuevo.

Se despertó en su habitación después, y mientras él rodó al lado de ella en la cama, ella estaba allí, ya mirándolo. Sonrió y él le devolvió la sonrisa. Cuando sus labios se encontraron con los suyos, él se estremeció, y la parte de su cuerpo que no tenía ningún negocio para despertarse aun se tensó y exigió que se le prestara atención. —Te acuerdas, ¿eh? ¿De todo? debilitado.

—Su voz era ronca en su estado

—Bueno, yo no podría posiblemente saber si recuerdo todo, ¿o puedo? — Ella estaba siendo sarcástica—. Pero seguro que se siente como si fuera todo. — Miró sus ojos por un momento antes de continuar—. Recuerdo el sótano, recuerdo a Todd, recuerdo el funeral, recuerdo hacer el amor contigo la primera vez. Naturalmente, sus ojos revolotearon de los suyos en su timidez con esta admisión. —Recuerdo la mañana siguiente, y entonces... bueno, entonces apareciste en mi primera noche de la clase, y ahora tengo todo un verano de recuerdos absolutamente increíbles. Así que, a menos que me esté perdiendo algo, sí, recuerdo. —Ella sonrió, y él palpitó de deseo y amor eterno por su pareja. La mirada de ella se alejó de él, y su rostro se puso serio—. Yo te amaba tanto. Incluso la primera vez que estuvimos juntos. Y entonces me enamoré de ti otra vez el verano pasado, y... ahora. Es difícil imaginar ser capaz de amar tanto a alguien. —Negó con la cabeza mientras las lágrimas tocaron sus ojos y se agruparon en sus párpados. Él la atrajo a su lado, y luego inclinándose a su oído, le habló. —Siempre dije que éramos buenos en enamorarnos. —Sí, lo somos.

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—Para qué valga la pena, siempre estábamos en apoyo de ir tras Mason. Las palabras de Langford sonaba patéticas, pero Truman no cuestionó que el Consejo estaba feliz de ver Sylvan lejos. Sylvan había mantenido un poder sobre ellos que nunca debería haber tenido. —El hecho del asunto es Sylvan dictó este consejo con poca atención a lo que era en realidad lo mejor para nuestra raza. Sus intenciones pueden haber sido nobles una vez, pero su modo se corrompió. Si vamos a seguir con el Consejo, tiene que ser con la verdadera representación de todas las familias, y nuestros objetivos tienen que ser justos y puros, confíen en mí, mi media naranja no me dará descanso si fracasamos en esta misión. —Así que, ¿ahora que se ha liberado de tí, ella decidió quedarse? Quiero decir, ella puede cazar ahora, su vida ya no está atada a la tuya. Él sonrió en respuesta a esta pregunta de Blakely. —Estoy encantado de que mi propia vida ya no ponga en peligro la de ella, pero ella ha decidido no cazar, y está muy satisfecha de tomar esa necesidad de mí. —Y en voz baja, continuó—. Y así lo estoy también, francamente. Habían pasado dos semanas desde que ambos fueron casi aniquilados, y ésta era la primera vez que el Consejo se había convocado. Con Angus y el Dr. Bremmer a su lado, había poco convencimiento para entender lo que Sylvan había hecho. Y cuando se le preguntó acerca de los acontecimientos de dos semanas antes, Angus y Bremmer estaban más que dispuestos a responder por él. Ember había tocado una serie de almas durante su tiempo en este edificio, y Angus y Bremmer de lado, ella tenía un montón de apoyo por sí misma. Le había pedido unirse a él en la reunión, pero había declinado, eligiendo en su lugar nadar. Ella no quería ser arrastrada en los asuntos del consejo más que su charla personal de almohada usualmente permitida. Quería que él permaneciera en el consejo, pero no quería que su relación se jalara a la mezcla. Ella estaba satisfecha de dejarlo guiar, bien sabiendo que ella tenía un gran dominio sobre él. Había nueve vampiros restantes en su línea de sangre, y la intención de representarlos y darles su hogar de nuevo. Por otro lado, quería privacidad para él y Ember, y tenía la intención de dársela a ella... hoy.

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Ella ya se estaba entrevistando para posiciones en trabajo social y psicología infantil, la esperando conseguir un puesto de trabajo en intervención en crisis trabajando en segundo o tercer turno. El propio negocio de antigüedades de Truman se había desplomado algo con su reciente inactividad en cualquier cosa no girara en torno al Consejo o la vida de Ember, y con los dos de nuevo en marcha, tenía la intención de dedicarse a sus propios asuntos. Se había retirado de la enseñanza cuando Ember había sido convertida, pero que estaría regresando a eso también con el próximo semestre. Y con sus vidas una vez más en un camino legible, pudo finalmente respirar tranquilo y disfrutar de ella, no es que alguna vez no disfrutara de ella. Hasta el último recuerdo de sus vidas en común había sido recuperado, y él pasó casi todos los días interrogando sobre su pasado. Sus recuerdos eran tan afilados como los suyos, y era tanto una caricia a su amor propio como algo más el escucharla hablar sobre su larga historia juntos. Hacer el amor con ella había tomado vida propia también. No podía tener suficiente de ella, y ella finalmente no se sentía como si su larga relación estuviera escondida en su mente. Ella sabía hasta el último toque, beso, el gusto que alguna vez habían tomado el uno del otro, y ella usa esos recuerdos para cortar a sí misma libre de sus inhibiciones, no es que él no haya sido capaz de empujarla a pasar la mayor parte de ellas ya. Él le hizo el amor varias veces la mayoría de los días, y se preguntó si su deseo alguna vez disminuiría, ellos tenían una eternidad juntos, después de todo, pero cuando la vio tendida leyendo en la tumbona o flotando en la piscina o simplemente descansando en su cama viendo algunas comedias al azar, riendo con una increíble risa prolija para alguien tan pequeño, pensó, no, ni en un millón de años me cansaré de ella. —Entonces, ¿qué vamos a hacer con la elección de un nuevo líder? Realmente, deberíamos tener a alguien para manejar el Consejo. El resto de los Consejos regionales tienen un líder, y nosotros... estamos... bueno, actualmente sin uno. —Fue Bremmer él que había hablado. Él había dado un paso adelante para tomar el lugar de Sylvan como el siguiente al mando de su linaje. Sería un nuevo papel para un hombre que había dedicado su vida a la investigación y la medicina, pero que ya estaba demasiado profundo en la mezcla para no que sea otra cosa más que un ajuste perfecto. Angus había estado sentado en silencio observando, escuchando mientras Angus era bastante bueno haciendo, pero a las palabras de Bremmer, habló. —No deseo personalmente ver otro líder o jefe del consejo. Estoy de acuerdo en que es necesario que haya un supervisor, pero preferiría ver esa posición definida más como un presidente o algo de esa naturaleza. Lo que no quiero ver es un solo voto con un peso mayor que los otros. —Sus palabras eran fuertes y se encontró con la mayoría de las cabezas asintiendo. —Bueno, en ese caso, ¿qué dices, Angus? ¿Te apuntas? —Truman no estaba bromeando cuando dijo las palabras.

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Angus había probado su mando y su moralidad, y Truman no tendría ningún problema estando detrás de él. Él seguro como el infierno que no quería que el trabajo él mismo. Ya era bastante duro tener que cargar con la responsabilidad del consejo después de siglos de funcionamiento libre y rechazando sus responsabilidades familiares. Angus, por el contrario, era centrado, apasionado, honesto y justo. Él era controlado y fuerte, y sería un presidente excepcional, y mientras uno tras otro de los concejales mostraron su acuerdo, la mirada de Angus encontró a Truman, y Truman sonrío con suficiencia. Truman se levantó para irse, ya queriendo volver a Ember, pero mientras lo hacía, Langford interrumpió. —Uh. Tenemos un tema que necesitamos discutir. —Truman se quedó inmóvil, mirando al hombre con una afable elevación de su frente—. Una especie de bala perdida con el nombre de Driscoll. Él es de mi línea familiar, y ha atraído la atención de la policía después de volverse un poco descuidado en su caza. Un detective en particular, ha estado pasando mucho tiempo husmeando y haciendo preguntas, y no estoy seguro de que seremos capaces de protegerlo durante mucho más tiempo. Ella es sospechosa. Truman comentó sarcásticamente. —No me mires a mí. Yo sólo trabajo aquí. Tienes un líder. —Y luego sonriendo hacia Angus, continuó—. Ese es su hombre, allí mismo. Angus devolvió la sonrisa, antes de dirigirse a Langford. —Ella, ¿eh? Bueno, creo que voy a tener una charla con la buena detective. —Y mientras Truman se puso de pie para marcharse, Angus volvió a hablar—. ¿Cuál era su nombre? —Detective Sutton. Brit Sutton. Al parecer, ella es determinada, ardiente, temperamental, llena de orina y vinagre, tipo dolor en el culo y causando todo tipo de problemas para nosotros en este momento. —Suena como mi tipo de mujer. —Y a medida que la tabla se reía ante el sarcasmo de Angus, los hombres se quedaron, y Truman hizo su escape.

Ella lo estaba esperando. Esperaría una eternidad por él si tenía que hacerlo, pero no tenía que hacerlo. Ellos habían empacado las pocas posesiones que tenían en el edificio del Consejo, y todos fueron enviados a su nuevo hogar, o nuevo para ella. Era la casa de Truman en Gloucester que se convertiría en la de ellos. Él no la había llevado a verla en todo su tiempo allí, y estaba nerviosa. ¿Y si ella lo odiaba? No podía imaginarlo, pero el qué tal si, la molestaba. ¿Tendría el coraje de decirle? Por supuesto que no. Y ¿cuál era realmente la posibilidad de que pudiera no gustarle cualquier cosa de él? Pequeña.

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Cuando Truman entró, ella estaba acostada en el diván, mirando al techo. Mientras se acercó, ella sonrió, y él también lo hizo. Cuando se sentó, ella extendió la mano por su cuerpo. Su mano se arrastró hasta su ingle mientras el miraba su cara, pero su mano inmovilizó la de ella en el momento en que su palma se encontró con su ya dura excitación luchando contra sus pantalones. —Más tarde, amor, cuando pueda meterte en mi propia cama... o cualquiera de los muchos otros lugares en mi casa, en que largamente me he imaginado follándote. —E inclinándose a su boca, él le dio un beso rápido. Mientras él la ayudó a levantarse y la acompañó hasta la puerta, se detuvieron y miraron hacia atrás en la espaciosa residencia. Ellos no estarían cediendo de forma permanente. Sería mantenida para ellos cuando necesitaran permanecer en el edificio del Consejo, pero había decidido juntos que una vida de intimidad era lo que realmente querían. La familia de Truman había sido restaurada en su residencia en el edificio de su familia, pero la casa privada de Truman era donde iban a construir su vida en común. Cuando entraron en el vestíbulo, él sonreía hacia ella, y la mano de Truman se apretó en la suya por medio segundo. No era nada más que un movimiento de protección, innecesario con Jonathan, pero presente por costumbre. Cuando Jonathan se extendió por su mano, ella tiró de la suya de Truman, y en lugar de darle la mano, ella lo atrajo a un abrazo. Él se quedó quieto por un momento antes de regresar a su gesto, y cuando ella se retiró de él, le guiñó un ojo. —Gracias, Jonathan... por todo. —Ella le debía gratitud, y no lo olvidaría pronto. Él era un ser humano, y mientras que él podría sospechar que trabajaba para alguna gente bastante peculiar, él todavía le sonrió cálidamente. El auto de Truman estaba esperando cálido junto a la acera, y, mientras Truman abrió la puerta y la ayudó a subir, se inclinó tras ella, capturando sus labios. Ella observó cómo su cuerpo delgado y agraciado rodeando el auto hacia su lado. Él estrechó la mano de Jonathan. Fue la única emoción verdadera que mostró al hombre, pero eso hablaba en volúmenes de agradecimiento. Serpentearon a través del tráfico de la noche en dirección a su casa en Gloucester, y mientras dejaban Boston detrás, él le tomó la mano. Esta noche sin duda pasará a la historia como una de sus favoritas. Se sentía más libre de lo que la vida nunca le había permitido sentir. Ellos estaban a salvo, y sus enemigos estaban todos a buen recaudo en la tierra, dos metros bajo tierra donde pertenecían. Tenían una eternidad entre sí, y ya no había duda en su mente de que ella le pertenecía a él tanto como él siempre le había pertenecido a ella, aun cuando ella no podía recordarlo. Mientras entraban en la grande y aislada casa de campo frente a la playa a las afueras de Gloucester, jadeó. Era hermosa, impresionante realmente. No era en absoluto lo que ella había imaginado. Ahora que ella lo recordaba completamente, sabía que él no iba por el estilo contemporáneo, pero después de

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vivir tan plenamente en su residencia ultra contemporánea en Boston y su limitada memoria de su casa más contemporánea en Portland, había asumido, erróneamente, que sería fría, rígida, y poco atractiva. Pero este lugar era todo lo contrario. Era amplia. Las ventanas eran grandes y abiertas a la vista del Océano Atlántico. Su costa es rocosa en lugares y arenosa y perfecta para la natación en otros. Su patio era grande y profundo y tenía árboles de más de siglos de antigüedad de los que podía contar. El interior era todo lo que podía desear. Piezas de sus más simples antigüedades diseñadas estaban dispersadas por todas partes, y muebles que hacían a su cuerpo querer fundirse en ellos. Cómodo y acogedor. El olor era delicioso, y su esencia estaba por todas partes a su alrededor. Vagó mientras él siguió tras ella. La cocina estaba tan carente de todo como su cocina en Portland había estado, pero el resto de la casa estaba llena perfectamente con su estilo. Una oficina estaba situada a un lado de la sala de estar con una increíble vista a la terraza posterior y su largo adoquín, y mientras vagaba dentro, se detuvo inmóvil. Había dos escritorios en la sala grande, situados a lo largo del paredes en diagonal uno del otro, pero era lo que estaba por encima de uno de los escritorios en particular, lo que inmovilizó sus pasos. Su diploma colgaba en un marco de hermosa caoba, y cuando se acercó a la mesa sus dedos alcanzando la superficie lisa y antigua que conocía bien desde su casa de Portland y su proyecto de investigación, ella sonrió, y él se movió detrás de ella. —Quería que tuvieras tu espacio en nuestra casa. Estarás trabajando muy pronto. ¿Te gusta el escritorio? Lo escogí de mi colección especialmente para ti. Y mientras sus dedos se movían sobre la madera, los de él se movieron a sus caderas, tirando de su trasero hasta su ingle. Sus dedos trazaron la madera en relieve en el frente del cajón. —Te habrás dado cuenta del adorno de cuentas ladeado del que tus dedos son tan amantes... —Su voz fue ronroneada en su oído desde detrás de su cuerpo, y mientras los recuerdos de su primera vez en su casa en Portland corrían por su mente, su dura longitud aterrizó en su trasero, y ella se estremeció. Cuando se extendió alrededor de su cuerpo hacia el cajón, lo jaló suavemente abierto. Estaba vacío de los libros antiguos que alguna vez tuvo, y en su lugar estaba una solitaria bolsa de terciopelo negro sujeto con cinchas, y mientras su mano la sacaba, su cuerpo se calentó y excitó. Ella conocía la bolsa, y sabía lo contenía, y mientras él aflojaba la parte superior de la bolsa, sosteniéndola hacia ella, sus dedos sacaron el instrumento fálico de vidrio. Su calidez se volvió humedad, y su cuerpo se derritió. —¿Lista para ver nuestro dormitorio? —Ella asintió con la cabeza mientras él acariciaba su cuello y envolvió sus cálidos brazos alrededor de ella.

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Ella lo conocía tan bien, y ahora, gracias al trauma cercano a la muerte, ella sabía que lo conocía bien. Lo amaba, y ahora entendía hasta qué punto y durante cuánto tiempo había cargado ese amor por él. En realidad nunca la había abandonado, enterrado como podría haber estado. Los recuerdos y los sentimientos siempre habían estado ahí, esperando salir, y ahora que lo estaban, ella estaba en el cielo. Estaba a salvo, y pertenecía al hombre que amaba para el resto de la eternidad. —¿Y si te cansas de mí después de un siglo o dos? —Ella habló en voz baja mientras sus dedos recorrían la superficie de cristal fresco del instrumento. Ella ni siquiera creyó que era realmente posible para ellos el cansarse el uno del otro. Era una pregunta lógica por supuesto, pero confiaba en su amor por ella tanto—. ¿Qué pasa si me dejas? —Ni siquiera yo podría hacer una cosa así. Ni siquiera. —Y después de besar su cuello donde está su boca ya estaba empujando y mordisqueando su piel, él se extendió a su mano y la volvió hacia él. —Ahora, el piso de arriba; más específicamente, nuestro dormitorio, y si eso todavía no es lo suficientemente específico, nuestra cama. —Entonces ronroneando en su voz seductora favorita que la tuvo su humedad en un charco en un instante, le habló una vez más—. Tú eres mi Ember. Ardiste en mi corazón durante años, amenazando con prender un fuego en mi alma, y ahora que tengo tu fuego, nunca voy a dejar que se apague. —Y la besó dulcemente en la punta de su nariz antes de guiarla al piso de arriba al dormitorio. Su dormitorio.

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La detective Brit Sutton es el epítome de lo difícil. Como investigadora de homicidios, se enteró pronto de que ser mujer en un mundo de hombres requiere una columna vertebral fuerte, una lengua áspera y nervios de acero. Pero cuando uno de sus casos la lleva a Angus Scott, finalmente conoce a su pareja ideal. Angus es el jefe del consejo de vampiros para la región oriental de los Estados Unidos, y es solo su responsabilidad no correr con interferencia en su investigación, cuando el principal sospechoso es uno de los suyos. Pero Brit es una mujer decidida, y por mucho que ella conoció a su pareja, Angus lo sabe también. Cuando sus juegos se convierten en una atracción intensa hacia la obsesión, ¿será capaz de detener su curso? Y cuando su vida se vea amenazada por el mismo sospechoso ¿Angus tratará de protegerla?, ¿abandonará su necesidad de distraerla con el fin de protegerla?

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213 Elizabeth Finn es una chica de un pequeño pueblo de Iowa donde vive con su hijo pequeño. Creció rodeada de campos de maíz y vacas, y se pasaba el día escalando puentes de vías férreas y deambulando por los bosques. No hay mejor lugar en el mundo en el cual estar que persiguiendo luciérnagas en una cálida noche de verano en Iowa, y su crianza en una pequeña ciudad se muestra en las historias que crea. Ya sea que se desarrollen en una bulliciosa metrópolis o apartadas en un pequeño valle entre montañas, sus historias dan vida al corazón interno de todos nosotros. Elizabeth es una autora de romance contemporáneo con múltiples publicaciones, y su pasión es crear historias atiborradas de conflictos creíbles, personajes que te dejan identificándote con ellos, y el romance que podría simplemente cortocircuitar tu e-reader. Sus personajes siempre encuentran la mejor parte de sí mismos en su travesía, y sus lectores se encuentran dedicados a su honesta y sincera voz. http://elizabethfinnfiction.com/

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