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Agradecimientos: Moderadora: CyeLy DiviNNa

Traductoras: CyeLy DiviNNa Sheilita Belikov kathesweet Susanauribe dark&rose dark heaven

Simoriah lalaemk clau12345 Vannia Xhessii

ZAMI rihano karoru LizC vettina Mari NC

Correctoras: Nanis Dangereuse_

Lola_20 Curitiba

Recopilación y Revisión: Nanis

Diseño: CyeLy DiviNNa

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Natyº Kolxi

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Contenido Sinopsis

Pág 5

Capítulo 18

Pág 115

Capítulo 1

Pág 6

Capítulo 19

Pág 123

Capítulo 2

Pág 15

Capítulo 20

Pág 127

Capítulo 3

Pág 18

Capítulo 21

Pág 130

Capítulo 4

Pág 25

Capítulo 22

Pág 137

Capítulo 5

Pág 29

Capítulo 23

Pág 143

Capítulo 6

Pág 36

Capítulo 24

Pág 148

Capítulo 7

Pág 42

Capítulo 25

Pág 152

Capítulo 8

Pág 53

Capítulo 26

Pág 157

Capítulo 9

Pág 57

Capítulo 27

Pág 160

Capítulo 10

Pág 63

Capítulo 28

Pág 163

Capítulo 11

Pág 70

Capítulo 29

Pág 166

Capítulo 12

Pág 75

Capítulo 30

Pág 172

Capítulo 13

Pág 86

Capítulo 31

Pág 177

Capítulo 14

Pág 92

Capítulo 32

Pág 182

Capítulo 15

Pág 96

Capítulo 33

Pág 188

Capítulo 16

Pág 103

Capítulo 34

Pág 193

Capítulo 17

Pág 109

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Pág 202

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Sinopsis Traducida por CyeLy DiviNNa Corregida por Nanis

C

uando el Director anuncia que cada Senior debe participar en un obligatorio programa de Educación Matrimonial de un largo año, Fiona Sheehan cree que su vida no puede empeorar más. Entonces ella‖ se‖ casa‖ con‖ su‖ “esposo”‖ el‖ súper‖ atleta‖ Todd,‖ cuya‖ novia‖ y‖

porrista, Amanda, la ha traído con Fiona desde el primer día del segundo grado. ¿Qué es peor? Amanda está emparejada con el flechazo a largo plazo de Fiona, Gabe. Al menos Fiona lo está haciendo mejor que su mejor amiga, Marcie, quien está emparejada con el muy tranquilo y misterioso Johnny Mercer. Bromas, peleas, malos entendidos y reconciliaciones se producen en una comedia casi Shakesperiana con errores acerca de erróneas primeras impresiones, complicados acoplamientos y flechazos ocultos.

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Capitulo 1 Traducido por clau12345 Corregido por Nanis

D

ebí haber sabido. Debía haber sabido en el momento en que iría a buscar mis cintas blanqueadoras favoritas con sabor a té de menta, que no las encontraría en el cajón, sino temporalmente olvidadas en el fondo de mi armario, enrolladas en una bola crujiente. Una cubierta de hace dos semanas, una explosión de sirope que se

había disparado de la botella rebotando en mi waffle y salpicado como una bola de pintura dulce. Debería haber sabido, que cuando bajara las escaleras encontraría a mis padres degustando las amígdalas del otro frente al fregadero de la cocina, y casi vomitaría en mis zapatos. O‖que‖mi‖mejor‖amiga,‖Marcie‖―en‖realidad‖ella‖es‖mi‖única‖amiga,‖lo‖cual‖est{‖ muy‖bien,‖sólo‖necesitas‖uno―‖llamaría‖para‖decir‖que‖se‖estaba haciendo tarde y no podía pasar a recogerme. Así que tendría que ir en una carrera en mi bicicleta hasta la escuela en mi primer día del último año. Debería haber sabido en ese momento que estaba pedaleando hacia el desastre. Pero solo llamo a toda esa porquería mi muy normal, mala suerte de todos los días. Me monté en mi bicicleta y rodé las cinco calles hasta la escuela. Vivo en el actual centro de East Collumbus, no en el que tiene los desarrollos inmobiliarios de vainilla que han ido surgiendo los últimos diez años, rodeando al pueblo por casi kilómetro y medio hasta los campos de maíz. Muchos de los chicos de la Escuela Secundaria East Columbus viven allí. Los chicos más pudientes. No es que mi familia sea pobre. Es solo que a nosotros nos gustan las casas viejas con linda arquitectura, como las de los pueblos. Mucha gente vive en desarrollos inmobiliarios y subdivisiones pensando que nuevas construcciones son dinero, y dinero es status social. Tontos.

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Vivir en la ciudad es mejor. Puedo caminar o ir en bicicleta casi hasta cualquier parte. Bueno, está bien, quizás no al centro comercial Prairie View. Pero la biblioteca, la cafetería y la tienda de música quedan a solo unas calles de mi casa. Lo cual es realmente práctico cuando quiero estar lo más lejos posible de mis padres. Además, las calles de la ciudad están todas alineadas con estos magníficos y macizos árboles de roble y arce que han estado creciendo por, como, un siglo. Y desde que el sol ese día estaba insanamente caliente a las siete y media de la mañana, me quedé en el lado sombreado de la calle mientras rodaba a la escuela. Llegué allí, aseguré mi bicicleta y ventilé un poco las axilas de mi camisa en un inútil intento de secar el sudor cuando Marcie entró en el estacionamiento. Ella torció el espejo retrovisor para ver su cara, se secó su labio inferior y se bajó del coche. ―Mar‖―le‖dije―.‖¿Qué‖pasó‖que‖no‖me‖buscaste? Ella medio corrió hacia mí mientras sonaba la campana. —Lo siento, Fee. Se me hizo tarde. No podía arreglar bien mi cabello. Su cabello estaba recogido en una coleta, justo como las dos lo usamos todo el año pasado. Siempre en una cola de caballo o una trenza. Nos llamábamos los cabellos gemelos, aun cuando su cabello era de un liso y sedoso marrón oscuro y el mío era casi negro y con esta onda extraña y aburrida llena de frizz. Luego, justo antes de empezar las clases Mar se cortó el cabello hasta los hombros y se hizo rayitos y sombras. Así que incluso en una cola de caballo, su pelo hacía que la trenza que yo llevaba luciera como una turba erizada. No es que a mí realmente me importara. Yo sólo mantenía mi pelo lo suficientemente largo como para poder ponerlo lejos del camino. No tenía paciencia para los peinados. O el maquillaje. Mar seguía tratando de hacerme usar brillo de labios porque‖según‖ella‖tengo‖"labios‖carnosos‖y‖sensuales”.‖Personalmente,‖creo‖que‖ mis labios sensuales tenían menos que ver con la belleza y más que ver con el mal humor. Mientras subíamos las escaleras de concreto de la escuela, casi le pregunté a Mar cuanto tiempo le podía tomar una cola de caballo. En su lugar sólo dije: — Se ve bien. —Ella me miró boquiabierta como si yo fuera un enfermo mental. Claramente, la cola de caballo era su último recurso. Pero lo dejé pasar. Yo sabía cómo de loca se ponía en relación a su aspecto y esas porquerías últimamente. Antes, acostumbraba a echarse solo loción en su rostro, recoger su cabello para atrás y listo. Pero este verano había trabajado como consultor en un campamento. Cuando regresó a casa, estaba metida de lleno en el asunto del cabello‖ y‖ el‖ maquillaje‖ ―ojos,‖ mejillas,‖ labios―.‖ Incluso‖ arregló‖ citas‖ para‖ los‖

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primeros y terceros lunes de cada mes en un salón del centro comercial Prairie View para arreglarse las uñas (lo cual me pareció ridículo, pero prometí acompañarla de vez en cuando para hacerle compañía). Imagino que ella debió tener alguna clase de reacción después de haber pasado dos meses y medio corriendo entre los bosques. Entramos y nos dirigimos hacia el auditorio. La habitual asamblea de primer día de clases. Pero apenas llegamos a las puertas dobles, alguien chocó contra Marcie. Ella se tambaleó hacia delante y dejó caer su bolso, derramando un paquete de lápices delineadores por todas partes. Antes de que me diera cuenta de quién‖era,‖me‖volteé‖y‖dije:‖―¡Cuidado‖idio-Oh! ¡Hola Gabe! Gabe‖Webber‖―mi‖amor‖secreto‖desde‖tercero de primaria, cuando me torcí el tobillo durante el día de campo y él colocó su brazo a mi alrededor y me ayudó todo el camino hasta la enfermería. ¿Cómo podría no enamorarme de un chico que me rescató? Fuerte y tranquilo. Pelo castaño y ojos heridos. Totalmente caliente. Totalmente cool. Siempre decía lo correcto. Nunca actuaba como un tonto. Básicamente, todo lo contrario a mí. El tipo de chico con el que imaginas que podrías pasar los fines de semana acampando en un bosque tropical o algo. Al menos eso hacía en mis fantasías. ―Lo‖siento,‖Marcie‖―dijo‖Gabe.‖Se‖lanzó‖hacia‖el‖suelo‖para‖ayudarla‖a‖recoger‖ sus cosas. Cuando cada uno de los delineadores fue encontrado y guardado de forma segura en el bolso de Marcie, Gabe se levantó y le ofreció su mano. Ella la tomó y él la haló suavemente‖coloc{ndola‖sobre‖sus‖pies―.‖No‖quise‖golpearte‖ ―dijo―.‖Alguien‖me‖empujó. Yo‖espeté:‖―¡No‖te‖preocupes‖por‖eso!‖Ella‖es‖dura.‖―Y‖le‖di‖una‖palmada‖en‖la‖ espalda para probarlo. Marcie tropezó de nuevo hacia delante y Gabe la agarró del brazo. Oops. Esperaba que Marcie cayera sobre mí o me diera su última mirada, pero no lo hizo. Ella debía haber estado escondiéndolo para que yo no quedara como un matón frente a Gabe. Ella sabía lo que sentía por él. Por supuesto, le había hecho jurar su más absoluto secreto. Nadie más sabía. (Bueno, está bien, le había contado a Samantha Pickler, la niña de once años de edad‖ a‖ la‖ que‖ suelo‖ cuidar.‖ Pero‖ fue‖ durante‖ un‖ “verdad‖ o‖ reto”‖ no‖ tuve‖ otra‖ opción. O contaba o tenía que trepar por el árbol de cornejo en su jardín y esperar que pasaran coches para gritar: "¡bollos frescos a la venta!"). Ahora, voy a admitir que los años de amor no correspondido han entibiado mi obsesión por Gabe un poco. No consumía tanto de mí ahora como lo había hecho en el octavo grado. Ese fue el último año en que la escuela tomó las fotos

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de la clase y él y yo estábamos en el mismo salón. Compré un medallón con mi dinero de niñera, corté la pequeña carita de Gabe y la mía de la foto y las pegué allí dentro. Usaba el medallón por debajo de mi ropa cada día. Pero no había sido nada más grave que eso. También he escuchado cada canción de amor cursi en la radio, convencida de que estaban cantando acerca de mí. Incluso escribí la letra de una que había planeado dejar caer en el casillero de Gabe de forma anónima. Me miras, pero nunca ves el amor que siento por ti. Pero en tus ojos veo el cielo, La infinitud del tiempo y el azul, Como olas que atraviesan el mar embravecido, Y rompen en el banco de arena de tu corazón. Por supuesto, él no tiene ojos azules, sus ojos son de color marrón, pero no importaba. La canción expresaba perfectamente mis sentimientos por él y cuando él descubriera quién se la había envidado, seguramente iría más allá de las palabras y se habría enamorado perdidamente de mí. Por suerte, Marcie me detuvo antes de que se la diera y quedara como una absoluta tonta. Es decir, ¿bancos de arena de tu corazón? Santa mierda. Gracias a Dios por Mar. Gabe‖tocó‖el‖brazo‖de‖Marcie.‖―¿Est{s‖bien? ―Estoy‖bien‖ahora‖―le‖dijo―.‖Est{‖bien.‖Gracias. Le‖palmeó‖el‖brazo‖a‖Mar‖y‖me‖miró.‖―¿Y‖tú,‖Fiona? Él lucía incluso mejor que en la primavera pasada. Bronceado. Musculoso. Pero con la cantidad justa de músculo en tan sólo los lugares correctos. La forma en que su camiseta se aferraba un poco sobre sus hombros y pectorales... Yum. No quiero parecer demasiado psicótica medio-acosadora, por lo que dije: —Estoy bien. Totalmente junta. Entonces‖ Gabe‖ dijo:‖ ―Las‖ mujeres‖ totalmente‖ juntas‖ son‖ mi‖ tipo‖ favorito. ―Y luego se giró y caminó hacia el auditorio. Mis ojos desorbitados. Agarré la mano de Mar y la apreté. ¿Yo era del tipo favorito de mujer de Gabe? ¿Qué? No podía creer que él me hubiese hecho tal cumplido. La primera mañana de escuela. Al‖verlo‖―wow― reanimó mis sentimientos. Tenía que encontrar una manera de lograr que se fijara en mí. No, no sólo notarme. Más. Tenía que llegar a un lugar donde pudiera alcanzar y acariciar esa mandíbula bronceada sin que Gabe tuviera que conseguir una orden de restricción, o llamar a un hospital psiquiátrico para que me internaran. Este sería el año. Último año. Ahora o

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nunca. Mientras Mar y yo nos abrimos paso en el congestionado auditorio y encontrábamos un par de asientos en la parte posterior, hice una promesa. Este sería el año en que llegaría a tocar a Gabe Webber. Me gustaría encontrar una forma para conectar con él. De alguna manera. ―Bienvenidos,‖ estudiantes‖ ―dijo‖ la‖ Directora‖ Miller‖ en‖ el‖ micrófono‖ desde‖ el‖ escenario―.‖ Y‖ una‖ bienvenida‖ especial‖ a‖ nuestros‖ estudiantes‖ de‖ primer‖ año.‖ ―Llevaba‖ el‖ mismo‖ traje‖ cansado de falda beige que usaba en cada evento especial en la ECHS. Lo bueno es que era Afro-americana. Si hubiera sido blanca, tendría que parecer desnuda en ese conjunto pastoso. Metí el pie en el asiento de vinilo verde en frente de mí y traté de mantenerme despierta mientras la Directora Miller zumbaba una y otra vez sobre qué tan locamente-fantástica era nuestra escuela. Uno de los colegios más privilegiados en Illinois. Bla. Bla. Nosotros teníamos la suerte de estar aquí. Bostezo. Reglas de la escuela. Sin trampas. No robar. No mentir. Bla, bla, bla, bla. Roncar. Recorrí el auditorio y me concentré en la parte posterior de la cabeza de Gabe, siete

filas

y tres asientos más allá. Entonces traté de averiguar de qué era la goma de mascar que olía, si de sandia o de manzana verde. La‖Directora‖Miller‖dijo:‖―La‖siguiente‖pizca de excitantes nuevas noticias está relacionada con los graduandos de‖este‖año.‖―¿Qué‖era?‖¿Un‖sistema‖de‖juegos‖ en el salón senior? ¿Eliminación de la clase de gimnasia? ¿Viernes libres? Oh, no. Eso no iba a pasar. —La junta directiva de la escuela y yo hemos formulado un plan para hacer frente‖a‖un‖problema‖creciente‖en‖nuestro‖país.‖―La‖Directora‖Miller‖hizo‖una‖ pausa‖para‖revisar‖sus‖notas―.‖La‖tasa‖de‖divorcios‖ha‖superado‖un‖asombroso cincuenta por ciento. Uno de cada dos matrimonios se divorcia. La unidad de la familia‖se‖separa.‖El‖matrimonio‖se‖disuelve‖y‖quedan‖solos.‖―Ella‖nos‖miraba.‖ Escaneando‖la‖habitación.‖Tomó‖una‖respiración‖superficial―.‖Completamente‖ solos. Sin nadie. En tus‖cuarenta.‖Mucho‖m{s‖all{‖de‖tus‖inicios.‖―Ella‖sostuvo‖ su cuerpo tembloroso contra el podio. Nosotros nos congelamos, con miedo hasta de respirar en dirección a la Directora Miller. Ella también se congeló y luego, lentamente retiró su mano y la pasó por su cabello. Suavizó su falda, tomó una respiración profunda, aclaró su garganta y comenzó a hablar de nuevo. —Obviamente con estas estadísticas enfrentándonos, nosotros, como educadores, no podemos ignorar la urgente necesidad de instruirlos en el ámbito del matrimonio. Así que, como nuevo requisito para graduarse, los alumnos deben completar un curso de un año en educación para el matrimonio.

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Nos descongelamos bastante rápido aquí. Es decir, se trataba de un nuevo fondo para ECHS. Pensé que la comida de la cafetería con sabor a pelusa húmeda de ombligo era bastante mala. O el hedor de las alcantarillas de los baños de niñas del tercer piso. O los uniformes de gimnasia que se veían como si fueran restos de una película porno de 1970. ¿No era eso lo suficientemente humillante? Al parecer no. Nuestros gemidos llenaron el auditorio como una nube de tormenta. Pero no fue hasta que dijo la siguiente cosa que el rayo cayó. —Cada‖chico‖y‖chica‖de‖último‖año‖ser{‖emparejado‖y‖“casado”‖por‖todo‖el‖año. ¿QUÉ DEMONIOS SANTO? Casi todo el mundo lo perdió. Las chicas comenzaron a gritar y llorar. Los chicos se levantaron y abuchearon a la Directora Miller. Personas en todas partes gritaban y se retorcían en sus asientos. Excepto Gabe, quien se quedó perfectamente encantador y compuesto, como de costumbre. Mar y yo tampoco nos movimos, pero sólo porque estábamos completamente aturdidas. Esto era totalmente injusto. ¿Por qué no habíamos sido consultados sobre esta terrible decisión? ¿Qué pasó con la democracia? ¿Qué pasó con la voluntad de la gente? Aparentemente la Directora Miller era descendiente de Mussolini. ¿Era nuestra culpa que su marido la dejara por su bobalicona niñera de veintiún años? Hey, es una ciudad pequeña. Las noticias aquí viajan más rápido que la gripe. ―Tranquilos.‖ ¡TRANQUILOS!‖ ―graznó‖ la‖ Directora‖ Miller‖ en‖ el‖ micrófono.‖ Todo el mundo dejó de gritar sus protestas indignadas y mantuvo el ruido a una‖ queja‖ mínima―.‖ No‖ tienen‖ elección‖ en‖ esta‖ materia.‖ Si‖ desean‖ recibir‖ un‖ diploma al final del año, deben completar este curso. Eso es todo. Ahora, aquí está cómo va a funcionar, así que presten atención. No había necesidad de decir eso. Estábamos clavados en nuestros asientos con tornillos de hierro de puro terror. La Directora Miller chasqueó sus papeles, ajustó sus lentes y empezó a leer. ―Hemos‖comprado‖un‖plan‖de‖estudios‖llamado‖“Probando el Nudo”,‖para‖lo‖ cual recibirán un material en su salón de clases. La computadora de registro fue programada para unir al azar a los chicos y chicas del último año en parejas. En el primer período, la mañana del viernes, tendremos una boda simulada uniéndolos en matrimonio, con un baile esa misma tarde. La asistencia es obligatoria. Cada término, el marido o la mujer deberán escoger una actividad de un semestre de duración en la cual participar. Juntos. Le será asignado un presupuesto simulado de los gastos que deben cubrir con el dinero real que ganarán como pareja.

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Un montón de idiotas empezaron a gritar: “¿Qué?”‖ y‖ “¡Al‖ Infierno‖ que no!”‖y‖“De‖ninguna‖manera”. Yo grité: —¡Muérdeme! —¡Ahora esperen! ¡Antes de que se quejen, escuchen! El dinero que cada uno gane será recolectado aquí en la escuela. Al final del año, la pareja con el matrimonio más exitoso obtendrá la mitad del total del dinero recaudado. Los idiotas y yo hicimos algunos cálculos rápidos en nuestras cabezas y nos callamos de inmediato. Eso podría ser un montón de monedas. ―La‖otra‖mitad‖del‖dinero‖ser{‖donado‖a‖una‖organización‖benéfica‖de‖elección‖ de la pareja ganadora. Además, cada mes, la pareja que gane la mayor cantidad de dinero real para ese mes recibirá un premio patrocinado por una empresa local. Los premios incluyen artículos tales como tarjetas de regalo del centro comercial, entradas para conciertos, y una limo gratis para ir al baile de graduación. Un grupo de porristas chilló como conejillos de indias con eso. —Algunas veces al azar durante el año, es posible que reciban un asunto de vida con el cual deban tratar, tal como un embarazo sorpresa, o una promoción en el trabajo, o una lesión debilitante o un golpe de suerte de la lotería. Van a escribir a diario sus pensamientos y sentimientos privados sobre el matrimonio. Para ayudarles en este viaje juntos, asistirán a sesiones semanales de habilidades matrimoniales guiadas por nuestra consejera la Sra. Klein. ―Maggie‖

Klein

se levantó de su asiento al frente y dio una de esas falsas oleadas de dedos hacia nosotros. Lucía su habitual falso aspecto de desorden calculado: un vestido amarillo suelto acentuado con pulseras de oro y aretes de oro colgantes, el pelo recogido de nuevo cuidadosamente con un pañuelo blanco. Definitivamente, extraño, pero limpio y cómodo. Siempre me recordaba a las mujeres que salen en la ducha en los comerciales de tampones. La‖Directora‖Miller‖continuó:‖―Ella‖y‖yo‖estamos‖totalmente‖de‖acuerdo‖en‖que‖ ahora‖es‖el‖momento‖perfecto‖para‖que‖ustedes‖puedan‖aprender...‖―Cerró‖los‖ ojos‖ por‖ un‖ segundo.‖ Los‖ abrió―.‖ Para‖ mantener‖ y‖ sostener‖ una‖ posible...‖ retadora... relación. La Directora enderezó los hombros, se inclinó hacia el podio y escaneó la habitación‖de‖nuevo.‖―Me‖siento‖obligada‖a‖dejar‖claro‖que‖de‖ninguna‖manera‖ toleraremos la consumación física de estos matrimonios. Bueno, casi todo el mundo se quebró al escuchar eso. Todd Harding comenzó a aullar como un perro y levantó el puño en el aire. Qué idiota. Él y su novia Barbie Estrella Porno, Amanda Lowell, habían estado "consumando" como

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locos por más de un año y medio. Era de conocimiento público. Esparcido por Todd, por supuesto. Mientras que Todd abucheaba, Amanda se inclinó y le hizo cosquillas. Él pasó el brazo alrededor de ella y aspiró su cara como una manguera de vacío, o como un zombie succionándole la tapa de los sesos por la boca. Eso sería si Amanda tuviera un cerebro. Lo cual era dudoso. La única vez en la historia que había demostrado la más mínima inteligencia, fue cuando en segundo grado me mojé los pantalones en un paseo a caballo en la fiesta del séptimo cumpleaños de Callie Brooks y Amanda comenzó a llamarme Pee-ona en lugar de Fiona. Entonces

decía,

tu

apellido debe ser Pony. Entonces sería Pee-ona Pony. ¿Lo entiendes? ¿Pee-on-a pony? Sí, lo tengo. Hi-loco-larante. Ella todavía me llama Pee-ona, también. En diez años no había sido capaz de pensar en algo más original. Pero como sea, por lo menos ahora era sólo ella y no toda la clase de segundo grado. Hice una cara de asco hacia el aspira-beso de Todd y Amanda y rodé los ojos hasta Marcie, pero ella no lo notó. Se sentó, blanca como un papel, con los ojos fijos en la Directora Miller. Ella pellizcó su completamente nueva manicura francesa.‖Le‖di‖un‖codazo.‖―¿Est{s‖bien?‖―susurré. Marcie‖ volvió‖ sus‖ ojos‖ de‖ insecto‖ hacia‖ mí,‖ se‖ sacudió‖ y‖ dijo:‖ ―Uh,‖ sí.‖ ―Ella‖ parecía como si pudiera vomitar. Yo misma tampoco estaba sintiéndome muy bien. La idea de educarnos para el matrimonio había conseguido que mis axilas comenzaran a sudar otra vez. A continuación, mi estómago comenzó a batirse. Entonces, en el fondo de mi mente parpadeó el más mínimo pensamiento. Quizás, sólo quizás, quedaría emparejada con Gabe. Y ese fue el momento. Justo entonces. El momento en que dejé de tener la más mínima esperanza de que tuviera suerte y las cosas salieran bien para mí. En ese momento yo debería haber sabido. La Directora Miller levantó sus manos sobre su cabeza e hizo un gesto para que todo el mundo volviera a sentarse. Una vez que estuvieron relativamente tranquilos,‖ dijo:‖ ―El‖ Sr.‖ Evans‖ me‖ ha‖ indicado‖ que‖ la‖ lista‖ de‖ parejas‖ y‖ sus‖ respectivos salones ha sido publicada en el tablón de anuncios fuera del auditorio.‖Los‖alumnos‖del‖último‖curso‖tienen‖permiso‖de… Probablemente, dijo más, pero había tal avalancha de gente y ruido, que no pude escuchar ni una palabra. Los alumnos del último año se revolvieron sobre sus asientos, se derramaron en los pasillos y se hacinaron a través de las puertas del auditorio. Marcie y yo quedamos atrapadas detrás de Johnny Mercer, que

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media más de 1.80 de altura y era del tamaño de una pala mecánica. No podría moverse rápido si la vida de un burrito dependiera de ello. Además, estaba escuchando su reproductor de MP3, como siempre, así que estoy segura de que no podía oír los chillidos y gritos que provenían desde el pasillo cuando todo el mundo leía el nombre de su... cónyuge. Marcie y yo finalmente nos dirigimos a las puertas del salón y hacia el tablón de anuncios. La frente de Marcie brillaba con el sudor y no dejaba de soplar esas respiraciones cortas con su boca entreabierta. Revisé la lista ordenada alfabéticamente hasta los apellidos por S. Allí estaba el mío: Sheehan, Fiona. Oré porque al menos por una vez en mi miserable vida, tuviese sólo un poco de suerte y luego deslicé mis ojos al nombre junto al mío. Harding, Todd. Mis‖piernas‖casi‖se‖cae‖de‖debajo‖de‖mí.‖―Hijo‖de‖puta. Marcie me agarró del brazo y tiró de mí hacia los lados. Yo en serio pensaba que no podía ser peor hasta que mis ojos pasaron por la W. Me solté del agarre de Marcie sólo el tiempo suficiente para leer Webber, Gabe—Lowell, Amanda.

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Malditamente-in-creíble.

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Capítulo 2 Traducido por clau12345 Corregido por Nanis

M

arcie me jaló de nuevo y me llevó a rastras hasta el baño de las

chicas.‖―¿Viste‖eso?‖―lloré. ―Lo‖siento,‖Fee‖―dijo‖Marcie―.‖No‖puedes‖quejarte‖conmigo. ―¿Todd‖Harding?‖¿Cómo‖se‖supone‖que‖pueda‖pasar‖el‖año‖con‖

ese‖ Neanderthal‖ sin‖ cuello?‖ ―Me‖ incliné‖ sobre el lavabo, deseando que me succionara el cerebro. La luz fluorescente zumbaba sobre nosotras. Marcie‖ dijo:‖―Él‖tiene‖ cuello.‖Y‖culo‖ y‖abdominales.‖Lindos.‖Y‖aún‖ si‖tú‖ no‖lo‖ has‖notado,‖muchas‖de‖las‖otras‖chicas‖sí‖lo‖han‖hecho.‖―Ella‖sacó‖un‖tubo‖de‖ brillo‖labial‖y‖comenzó‖a‖aplic{rselo―.‖Adem{s,‖en‖caso‖de‖que‖te‖lo‖perdieras,‖ él no es tres veces de tu tamaño, como el chico que me tocó a mí. ―Johnny‖Mercer‖no‖es‖tres‖veces‖de‖tu‖tamaño‖―disparé‖de‖vuelta―.‖Okey,‖tal‖ vez dos. Pero al menos es una buena persona.‖―Mar‖me‖ofreció‖el‖brillo‖labial.‖ Lo rechacé con la cabeza. Ella arrojó el brillo de regreso a su bolso. ―¿Cómo‖ lo‖ sabrías?‖ ―lloró―.‖ Él‖ ha‖ ido‖ a‖ la‖ escuela‖ con‖ nosotros‖ por‖ años.‖ ¿Has tenido alguna conversación con él? Yo revisé el cabello quebrado de las puntas del final de mi trenza por un segundo,‖ me‖ di‖ por‖ vencida‖ y‖ sólo‖ miré‖ a‖ Mar‖ acicalarse.‖ ―No,‖ pero‖ él‖ se‖ reserva para sí mismo. Usa sus audífonos todo el tiempo. Podría ser agradable. ―Y‖también‖podría‖ser‖un‖asesino‖en‖serie‖―dijo.‖Ajustó‖y‖reajustó su cola de caballo ante el espejo y colocó un mechón destacado con rayitos por detrás de su oreja. Yo volteé mis ojos y revisé por debajo de los cinco cubículos del baño para asegurarme‖de‖que‖nadie‖estuviera‖allí.‖Estaba‖limpio,‖así‖que‖dije:‖―¿Viste que la loca de Amanda Lowell tiene a Gabe? ¡Qué injusto! ¿Crees que tendremos oportunidad de negociar? De cualquier manera, ella nunca negocia. Además, yo nunca jamás le preguntaría, porque ella sabría que a mí me gusta Gabe. O, ¡espera! Podría decirle que sería agradable que ella tuviera a Todd. ¡Oh! Olvídalo. Eso me haría aún más sospechosa. No puedo creer que consiguiera a Gabe. Típico. Ella lo tiene todo.

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―Por‖ Dios,‖ Fiona.‖ Tomate‖ un‖ descanso‖ ―dijo‖ Marcie―.‖ No‖ es‖ la‖ vida‖ real.‖ Déjalo ir. ―Hey,‖ tú‖ eres quien está en shock por haber sido emparejada con Johnny Mercer. Me quité los lentes para lavarlos en el lavabo. Los sequé con mi camisa y me los puse de nuevo. Muchas chicas entraron al baño. Porristas. Vomito. Iniciaron tal frenesí de risitas y aplicación de maquillaje que ni siquiera noté que su Alteza Porrista Real, Amanda, había llegado detrás de mí. ―Escucha‖Pee-ona‖―dijo.‖Yo‖me‖giré,‖pero‖ella‖pasó‖su‖mirada‖de‖largo‖viendo‖ su‖reflejo‖en‖el‖espejo‖y‖se‖arregló‖su‖ya‖perfecto‖cabello‖rubio―.‖Supongo que piensas que alcanzaste el anillo dorado consiguiendo a Todd. Me‖ cambié‖ de‖ posición‖ bloqueando‖ su‖ reflejo‖ en‖ el‖ espejo.‖ ―Antes‖ de‖ que‖ empecemos, Amanda, por favor, limpia tus metáforas. ¿Estás tratando de decir “Ticket‖dorado”‖o‖“anillo‖de‖bronce”? Ella‖chasqueó‖su‖mandíbula.‖―¿Qué? ―Solo‖ quiero‖ entender‖ completamente‖ las‖ complejidades‖ de‖ tu‖ locución‖ y‖ léxico. Ella‖parpadeó‖hacia‖mí‖como‖tratando‖de‖mover‖sus‖engranajes‖mentales‖―los‖ dos‖ que‖ tiene―‖ para‖ juntarlos.‖ Puede‖ que‖ Dios‖ no‖ me‖ diera‖ belleza,‖ pero me hizo más inteligente que Amanda Lowel, y eso era suficiente la mayoría de los días. ―Escucha‖ perdedora.‖ Déjame‖ dejarte‖ claro‖ que‖ si‖ tú‖ piensas‖ que‖ solo‖ porque‖ conseguiste‖ ‖ ―Hizo la seña de comillas con sus pálidos dedos con uñas pintadas de esmalte rosado―‖ “casarte”‖ con‖ Todd‖ él‖ estar{‖ contigo‖ y‖ no‖ conmigo, estás muy equivocada. ―¿Ves‖cuanto‖mejor‖te‖va‖si‖te‖quedas‖con‖sílabas‖simples?‖―le‖dije. Amanda‖ sonrió.‖ ―Aquí‖ hay‖ una‖ sílaba‖ simple‖ para‖ ti.‖ ―Ella‖ me‖ mostró‖ su‖ dedo del medio, se volteó y caminó fuera del baño. El resto de las porristas se fueron detrás de ella. ―¿Por‖qué‖amas‖tanto‖provocarla?‖―preguntó‖Marcie‖a‖través‖de‖su‖reflejo‖en‖ el espejo. Ella lamió su pulgar y limpió un rastro de máscara debajo de su ojo. ―Solo‖ trato‖ de‖ equilibrar‖ las‖ balanzas‖ del‖ universo‖ ―le‖ dije―.‖ Mantener‖ la‖ Homeóstasis1. ¿Por qué ella tendría toda una vida de tanta perfección sin tener que dar el más mínimo pago a cambio? ―¿Por‖ qué‖ sientes‖ que‖ es‖ tu‖ responsabilidad‖ nivelar‖ el‖ campo?‖ ―dijo‖ Marcie‖ imaginándose una terapeuta novata. Yo era su paciente favorita. 1

Homeóstasis: Conjunto de fenómenos de autorregulación que intentan mantener equilibradas las composiciones y las propiedades del organismo. [Faltó justificarlo]

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―No‖lo‖hago‖―dije―.‖Es‖solo‖por‖diversión. ―Trata‖ de‖ enfocarte‖ en‖ lo‖ positivo‖ Fee‖ ―dijo‖ Mar―.‖ Al‖ menos‖ estamos‖ en‖ el‖ mismo salón. Vámonos. Eso era verdad. Las dos teníamos a Mr. Tambor, quien era muy decente, incluso cuando todas sus oraciones terminaban luciendo como si todo fuera una cuestión empática. Debió ser la buena suerte de Marcie la que lo consiguió, ya que de seguro no era por la mía. Mi suerte había dado como resultado que Todd también fuera nuestro compañero. Mar y yo lo vimos con Amanda afuera del salón del Sr. Tambor, recostado en su casillero. Cuando pasamos, los dos ―justo‖al‖mismo‖tiempo―‖‖me‖miraron‖como‖si‖yo‖tuviese‖una‖llaga‖drenando‖ pus por cada uno de los orificios de mi cuerpo. Abrí mi boca para‖ decir‖ algo‖ justamente‖ cuando‖ el‖ Sr‖ Tambor‖ dijo:‖ ―Okey‖ gente. Tomen sus asientos. Marcie‖me‖agarró‖el‖brazo‖y‖me‖jaló‖hacia‖adentro:‖―Déjalo.

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Capítulo 3 Traducido por Mari NC Corregido por Nanis

¡B

ienvenido a Probando el Nudo! ¡Felicitaciones! Su escuela le ha invitado a participar en un revolucionario curso en educación para el matrimonio. Esta carpeta

contiene todos los materiales que necesitará. A continuación se muestra una lista‖ de‖ “reglas”‖ que‖ debe‖ seguir‖ para‖ obtener‖ el‖ m{ximo‖ beneficio de este curso. 1. Actividades Compartidas Cada semestre, uno de los miembros de la pareja va a seleccionar una actividad en la que ambos participarán, (una persona escoge el primer semestre, la otra escoge el segundo semestre). La actividad debe tener una duración de al menos tres meses, y debe reunirse al menos una vez por semana. Por supuesto, ¡más es mejor! 2. El Presupuesto Cada mes, cada pareja debe ganar dinero real en efectivo realizando un trabajo (¡o trabajos!) juntos. Además, por sorteo, recibir{n‖ un‖ “Factor‖ de‖ Ingreso”‖ que‖ es el número por el cual todas las ganancias en efectivo en el mundo real serán multiplicadas. La cifra resultante será los ingresos de la pareja para el mes. Por ejemplo: si selecciona un Factor de Ingreso de 50, usted y su pareja ganarán $20 ese mes lavando automóviles juntos, entonces sus ingresos totales para el mes es 50 x $20. O $1,000. Esos $1,000 son lo que usted debe usar para crear un presupuesto‖desde‖el‖“menú”‖de‖opciones‖a‖continuación.‖(Recuerde,‖¡todos‖los gastos son mensuales!) Así entre más dinero real gane, ¡más tiene que gastar! Al final de cada mes, la pareja deberá entregar un presupuesto equilibrado utilizando las hojas de presupuesto incluidas, así como el dinero ganado, y la validación por escrito de que ese dinero se obtuvo en un trabajo. (¡No haga trampas con su propio dinero!) GASTOS DE VIVIENDA (elija uno):

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HOGAR A Cuatro habitaciones, casa de dos baños principales y uno de visitas en una comunidad privada. Excelente distrito escolar y sin crimen. Hipotecas y seguros: $2,000 Utilidades: $500 HOGAR B Tres dormitorios, casa de un baño principal y uno de visitas en un vecindario ya establecido. Decente distrito escolar y bajo nivel criminal. Hipotecas y seguros: $1,500 Utilidades: $400

HOGAR C Dos dormitorios, apartamento de un baño en un edificio de apartamentos. Distrito escolar de calidad marginal y nivel moderado de delincuencia.

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Renta: $1,000 Utilidades: $300 EXTRAS (seleccione una o varias): Televisión por cable: $75 Teléfono celular: $50 Internet: $30 PAGO DEL AUTOMÓVIL (elija dos): Híbrido de lujo completamente nuevo: $400 Semi-nuevo de tamaño medio: $250 Compacto usado: $150 GASTOS DE ALIMENTACIÓN (elija uno): Gourmet; todo orgánico; frecuente comida para llevar: $600 Abarrotes promedio; ocasional comida para llevar: $500 Abarrotes sin marca; infrecuente comida para llevar: $300 ENTRETENIMIENTO (elija uno): Membrecía del club campestre, tres películas al mes, etc.: $350 Una película por mes, alquiler de video, etc.: $150

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Sólo alquiler de video, etc.: $50 AHÓRRALO O GÁSTALO: Cualquier ingreso restante puede ser gastado en un artículo de lujo o en vacaciones, o puede ser incluido en AHORROS y se reservarán para el siguiente mes. 3. El Diario Incluido, usted encontrará un diario en el que escribir sus pensamientos y sentimientos‖sobre‖el‖“matrimonio”.‖¡Puede‖ evaluar‖al‖curso,‖a‖su‖cónyuge‖o‖a‖ usted mismo! Trate de hacer una entrada al menos una vez a la semana, ¡o más si le apetece! 4. Sesiones Semanales Cada semana, usted y su pareja asistirán a una breve sesión de consejería con un consejero escolar para abordar los problemas en el matrimonio, como las tres C: Comunicación, Compromiso y Colaboración. ¡Pero no se preocupen! Todo lo que digan será una cuarta C: Confidencial. Suena fácil, ¿verdad? Bueno, sólo para mantener las cosas interesantes, ustedes pueden o no recibir un problema altera-vida (que va desde una enfermedad repentina hasta ¡un embarazo de gemelos!), junto con un nuevo costo mensual o un menor Factor de Ingreso dirigido a su presupuesto. Por supuesto, usted puede obtener premios de la lotería o una repentina herencia, ¡y puede comprar esa nueva casa o automóvil! Depende de ustedes como pareja decidir cómo manejar estas situaciones. Su consejero escolar ofrecerá asistencia en sus sesiones de consejería semanales. ¡No lo olvide! Su escuela mantendrá un recuento actualizado de todo el dinero real ganado. Cada mes, la pareja que gane más puede ganar un premio. Además, al final del curso, el matrimonio más exitoso determinado por su consejero (en términos de comunicación efectiva, presupuesto exitoso, resolución de conflictos y crecimiento personal) ¡GANA LA MITAD DEL DINERO RECAUDADO, PARA SER DIVIDIDO ENTRE USTEDES! Buena suerte y diviértanse ¡Probando el Nudo! ―¿Diviértanse?‖ ―grité―.‖ ¿Quiere‖ esto‖ realmente‖ decir‖ DIVIÉRTANSE?‖ Estas‖ personas‖ son‖ unos‖ s{dicos.‖ ―Metí‖ el‖ paquete‖ edición‖ matrimonio‖ en‖ mi‖ mochila mientras Marcie y yo nos dirigíamos a almorzar. No había sido capaz

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de soportar leer la maldita cosa hasta ese momento. Ahora había más o menos perdido mi apetito. El hedor en el pasillo afuera de la cafetería no ayudaba tampoco. No había manera de decir lo que estaban sirviendo. Podría ser espagueti. Podía ser pañal de bebé hervido. Gracias a Dios siempre tenían perros calientes. ―¿No‖has‖hablado‖con‖Todd‖todavía?‖―Marcie‖preguntó. ―Él‖huye‖cuando‖lo‖veo.‖¿Qué‖hay‖sobre‖ti‖y‖Johnny‖Mercer? Ella no respondió, porque justo en ese momento Johnny dobló la esquina y arrastró‖ los‖ pies‖ hacia‖ nosotras.‖ Se‖ arrancó‖ su‖ auricular‖ izquierdo.‖ ―Hola Marcie‖ ―murmuró.‖ Miró‖ por‖ una‖ fracción‖ de‖ segundo‖ hacia‖ mí―.‖ Hola‖ Fiona…‖ ―Tiró hacia arriba la pretina de sus grandes pantalones cortos color caqui y tiró de un lado de su chaqueta de mezclilla. No creo que todavía las hagan. Pero de cualquier forma, esta no se veía muy nueva. ―Hola‖Johnny.‖¿Cómo‖va‖todo?‖―preguntó‖Marcie. Él era casi treinta centímetros más alto que yo, por lo que mantuvo su cabeza baja‖ y‖ un‖ tipo‖ de‖ mirada‖ de‖ arriba‖ abajo‖ a‖ Mar‖ y‖ a‖ mí‖ desde‖ allí.‖ ―Uh,‖ bien‖ ―dijo.‖Su‖voz‖era‖profunda―.‖ Yo, uh, quería hacerte saber que se supone que debemos‖cumplir‖con‖la‖orientación‖el‖Viernes‖después‖de…‖uh…‖la‖ceremonia‖ de‖la‖boda.‖A‖las‖diez‖y‖quince.‖―Lanzó‖sus‖ojos‖hacia‖mí‖desde‖debajo‖de‖un‖ mechón‖ de‖ cabello‖ rubio‖ arenoso―.‖ Todo‖ el‖ mundo‖ tiene‖ un‖ horario. Están publicadas en el tablón de anuncios. ―Sus ojos volvieron a‖Mar―.‖No‖sabía‖si‖ ya‖lo‖habías‖visto.‖Pensé‖sólo…‖tú‖sabes…‖hacértelo‖saber. ―Gracias‖―dijo‖ella―.‖Nos‖vemos‖allí. ―Por‖supuesto.‖Nos‖vemos.‖―Me‖miró‖una‖vez‖m{s. ―Adiós‖ ―dijimos‖ Marcie y yo a la vez. Él se deslizó entre nosotras y avanzó pesadamente hacia la cafetería. ―¿Ves?‖Él‖es‖genial‖―susurré. ―Tal‖vez. ―Voy‖a‖ir‖a‖ver‖nuestro‖horario‖―le‖dije‖a‖Mar.‖Pero‖realmente‖iba‖a‖ver‖a‖qué‖ hora estaba Gabe. En el caso de que pudiera hacer arreglos para encontrarme con‖él‖en‖el‖pasillo―.‖Gu{rdame‖un‖asiento‖―le‖dije. ―Claro.‖―Mar‖fue‖a‖ la‖cafetería,‖ y‖ yo‖me‖dirigí‖al‖tablón‖de‖anuncios.‖Llegué‖ allí justo cuando un par de chicas se escabullían alejándose de él, riéndose. Por un segundo, me pregunté de qué se estaban riendo. Entonces lo vi. Allí mismo estaba el papel con la hora de asesoramiento de todos en él. Justo al lado de las 9:45 a.m. el nombre de Todd y el mío. Y justo al lado de mi nombre estaba una flecha apuntando a un dibujo de una chica con gafas, sentada en un

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caballo, con pis corriendo por sus piernas y encharcándose en el suelo. Por debajo, decía: Pee-ona Caballo. La buena vieja Amanda. Es evidente que este era su trabajo. Se había olvidado que era Pony, no Caballo. Extendí la mano y arranqué la imagen junto con el resto de la hoja de papel. Increíble. El primer día de clases, y yo ya era una broma. Caminé por el pasillo de la cafetería, pensando en una docena de diferentes insultos para lanzarle a Amanda. Abrí la puerta y me encontré cara a cara con Gabe Webber cuando salía. ―¡Oh!‖Hola‖Fiona‖―dijo―.‖¿Cómo‖te‖va? Estrujé‖la‖imagen‖y‖la‖metí‖en‖bolsillo‖trasero‖de‖mis‖jeans.‖―Genial.‖Bien.‖¿Qué‖ hay de ti? Su‖sonrisa‖de‖porcelana‖brillaba.‖―Mejor‖cada‖día.‖―Sostuvo‖la‖puerta‖abierta‖ para‖mí,‖y‖me‖deslicé‖junto‖a‖él―.‖Nos‖vemos‖pronto‖―dijo. ―Est{‖ bien,‖ seguro‖ ―le‖ dije―.‖ Nos‖ vemos,‖ Gabe.‖ ―Me‖ encantaba‖ decir‖ su‖ nombre en voz alta. Lo vi dando zancadas por el pasillo hasta que la puerta se cerró sobre mi punto de visión. Entonces me volví y busqué por el comedor a Amanda. Miré la cafetería más de tres veces, pero no la veía por ninguna parte. Sin embargo, vi a Marcie sentada con un montón de gente y que había olvidado al parecer guardarme un asiento. Perfecto. Lo que sea. Sólo iba a sentarme sola y leer. No era buena en conversaciones de chicas de todos modos, incluso si hubiera habido espacio para mí en esa mesa. Ropa de diseño, empalagosa música pop, celebridades rompecorazones…‖ soy‖ una‖completa‖ignorante. Sólo dame mi perro caliente y Jane Austen, y estoy bien. Me puse en la fila para decir perro caliente y sacar Orgullo y Prejuicio. Pretendía leer mientras trataba de calmarme. Me dije que la imagen era sólo una broma. Podría tratar. Probablemente nadie lo había visto, de todos modos. Y si lo hubieran hecho, tal vez no lo habían entendido. O no recordaban el segundo grado. Por supuesto, la mirada furtiva que Johnny Mercer me había dado más o menos disparó esa teoría al infierno. Lo había visto con certeza. ¿Pero a quién le importaba lo que él pensaba, de todos modos? No hay problema. Acababa de convencerme a mí misma de que la estúpida imagen no merecía ni mi atención, cuando me di cuenta de Todd Harding haciendo fila unas cinco personas‖detr{s‖de‖mí.‖Metí‖mi‖libro‖en‖mi‖ mochila,‖tomé‖una‖“respiración‖ de‖ limpieza”,‖como‖diría‖Mar,‖y‖decidí que iba a decir hola. Solo para estar segura de que él sabía acerca de la cita del Viernes y todo. Me enorgullezco de mi madurez.

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Cuando llegué al mostrador de entradas, di un paso atrás, como si no supiera lo que‖quería.‖―Adelante‖―le‖dije‖a‖la‖siguiente‖chica‖de‖la‖fila.‖Y‖a‖la‖siguiente―:‖ Ve,‖ todavía‖ estoy‖ decidiendo.‖ Adelante.‖ ―Hasta‖ que‖ Todd‖ estaba‖ a‖ mi‖ lado.‖ Entonces di un paso adelante―.‖Perdón‖―le‖dije‖suave‖como‖la‖crema―.‖Sólo‖ necesito‖tomar‖un‖perro‖ca…‖oh,‖hola‖Todd.‖―Al‖igual‖que‖no‖había‖reparado‖ en él. ―Sí.‖Uh,‖Fiona,‖¿verdad? Me‖reí‖entre‖dientes.‖―Uh-Fiona. Sip, esa soy yo. Por lo tanto, creo que estamos casados, ¿eh? ―Exprimí‖ un‖ poco‖ de‖ kétchup‖ en‖ mi‖ perro‖ caliente.‖ Esparciéndola por toda mi bandeja. Todd‖hizo‖esa‖cara‖de‖pus‖de‖nuevo‖y‖dijo:‖―Mira,‖nada‖personal‖―Lo que por supuesto‖siempre‖significa‖algo‖personal―,‖pero‖no‖estaré‖gastando‖mi‖último‖ año saliendo contigo. No está ocurriendo. ―Um,‖¿no‖lo‖est{? ―Nop.‖Perdón‖por‖arruinar‖tus‖sueños‖húmedos. ―Uhhh…‖¿disculpa? Él‖ sonrió.‖ ―Quiero‖ decir,‖ estoy‖ seguro‖ de‖ que‖ necesitas‖ el‖ dinero‖ y‖ todo.‖ ―Inclinó‖la‖cabeza‖hacia‖un‖lado‖y‖miró‖de‖arriba‖abajo‖mi‖atuendo―.‖Para‖un par de calcetines que combinen, tal vez. O un sostén, una vez que tus pechos comiencen a crecer. Pero yo no lo necesito. Estoy bien. Me quedé allí, blanda y rígida al mismo tiempo. Al igual que una muñeca de trapo con un palo de escoba pegado en el culo. El estúpido amigo de Todd se burló junto a él y lo empujó a lo largo de la fila. A medida que pasó junto a mí, Todd se inclinó hacia su amigo y le susurró: ―Pobre‖caballo. Luego relinchó. Y fue entonces cuando lo supe. Todd había dibujado la imagen. Ese era el por qué el Pony estaba mal: porque Todd pensó que era un caballo. Amanda no lo había hecho. Fue Todd. Sólo para humillarme públicamente. Ese imbécil. Tomé mi perro caliente y lo arrojé en la parte posterior de su rubia-blanquecina cabeza de niño bonito. SPLAT. Ketchup en todas partes y una salchicha grasienta cayendo por su espalda. En el Blanco. ―¿Qué‖dem…?‖―Todd‖giró‖alrededor. ―Eso‖fue‖por‖tu‖pequeña‖pedazo-de-mierda‖obra‖de‖arte‖―le‖dije. Todd‖dio‖dos‖pasos‖gigantes‖hacia‖mí,‖se‖acercó‖a‖mi‖cara‖y‖gruñó:‖―¿Quieres‖ jugar, Princesa Pantalones con Pis? Bien. Vamos a jugar. Te veo el viernes por la

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mañana.‖Bienvenida‖al‖matrimonio‖infierno.‖―Entonces‖él‖se‖alejó,‖dej{ndome‖ allí de pie con un pensamiento en mi cabeza. Juego iniciado.

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Capítulo 4 Traducido por ZAMI Corregido por Dangereuse_

E

sa noche durante la cena cuando le dije a mis padres sobre el curso de educación matrimonial mi mamá dijo: ―Eso es absolutamente ridículo. Cortó un trozo de Pollo picante.

―¿Por qué? —preguntó papá. ―¿Qué podrían posiblemente esperar ganar forzando a estos chicos a estar juntos cuando apenas se conocen? No es como si tuvieran que elegir a sus compañeros. ―¿Y? Mamá colocó el cuchillo y el tenedor en el plato de cerámica que había comprado en una feria de arte el año anterior. ―¿Cómo se aplica eso en la vida real? ¿Cómo les enseña esto a elegir a una buena pareja cuando no pueden hacer la elección ellos mismos? ―preguntó. Papá se inclinó hacia adelante. ―¿Y cómo sugieres tú que el curso debería trabajar? Ahora, déjenme tomarme un momento para explicarles algo sobre mi padre. Él es profesor de ciencias políticas en la Universidad de Illinois, y le gusta enseñar usando el método Sócrates, que consiste básicamente en sólo preguntar. Eso es todo. Lo que sea que un estudiante diga, mi papa lo da vueltas y se lo devuelve al pobre inocente en forma de pregunta. Puede pasarse una larga hora de conferencia enseñando sólo con las palabras: ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Y? o ¿Qué piensas? A veces me pregunto si realmente sabe algo sobre ciencias políticas. Sin embargo

es

uno

de

los

profesores

más

populares

del

campus.

Desafortunadamente a veces tiende a traer sus métodos de enseñanza a casa, lo que no lo hace muy popular para mamá o para mí. ―No me hables como si fuera uno de tus alumnos ―dijo mamá―. Puedo dar mi opinión sin necesidad de defenderla. ―De acuerdo, si quieres tener una opinión sin fundamentos. Adelante, tenla. ― Pinchó un bocado de ensalada de espinacas y se la metió en la boca.

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―Mi opinión sí tiene fundamentos, es sólo que no te incumben ―dijo ella. ―Lo hiciste de mi incumbencia cuando lo dijiste en voz alta ―murmuró a través de la espinaca masticada. ―¿Estás bromeando? ―preguntó mamá―. Porque de veras me estás haciendo enfadar. Papa tragó, esbozó una sonrisa y tomó la mano de mi mamá. ―Claro que bromeo. No te enojes― —Se inclinó sobre la mesa y la besó―. Sólo estaba jugando. Eso es lo que mis padres llaman jugar. Es algo retorcido, pero al parecer les encanta. Al menos es lo que funciona para ellos. ―Mamá tiene un buen punto ―dije―. Estos emparejamientos al azar son un desastre. ―¿Por qué? ―preguntó papá―. ¿Que sucedió? ¿Te tocó con algún fracasado? Lentamente giré el cuchillo en la mesa. ―No un fracasado. Lo opuesto. Un tipo extremadamente popular e idiota. No hay nada en él que encuentre atractivo. ―Hey, vamos. No seas cruel. Los chicos populares también tienen sentimientos ―bromeó. ―No éste. A menos que cuentes "sentir" los senos de su novia en los pasillos antes de entrar a clases. ―Sentir los pechos de una chica siempre cuenta ―dijo. Mama, los golpeó con una servilleta de tela. ―Ethan. ―Es verdad. Yo siempre lo cuento. ―Y les juro por Dios que extendió una mano y le apretó un pecho justo enfrente de mí―. Seis mil doscientos ocho. Me eché hacia atrás alejándome lo más que pude de mis padres. Grité: ―Estamos cenando. Papá agachó la cabeza. ―Perdón, su señoría. Mi madre luchó para recobrar la compostura. ―Fiona, ¿estás segura que la Directora Miller dijo que no podrías graduarte a menos que hagas este curso? ¿Y la junta escolar estuvo de acuerdo con eso? ―Eso es lo que dijo. ―Creo que eso se puede objetar ―dijo mamá. ―Por primera vez estamos de acuerdo ―dije. Empujé los granos de arroz alrededor de mi plato con el tenedor. Los alineé en una pequeña T de Todd, y luego los volví a juntar.

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―Bueno, no me quedaré sin hacer nada ―dijo mamá―. Mañana llamaré a la Directora Miller. Y luego a la junta escolar. Puede que incluso escriba una carta para el periódico. ―Se bebió hasta el fondo su copa de vino. ―Es ridículo. ―Uh, oh ―dijo papá―. Escondan a sus hijas. Viv va al ataque. Mamá volvió a golpearlo con la servilleta. ―Sí, mamá eso es todo muy bueno pero no cambia nada. Mientras tanto debo seguir lidiando con este idiota. Mamá levantó su plato y lo llevó hasta el fregadero. ―Fiona. Creo que este curso es absurdo. Pero por el momento vas a tener que seguir el juego. Intenta encontrar algo sobre este chico que te guste, que puedas respetar o que al menos puedas soportar. Sólo una cosa. Eso es todo lo que necesitas. Concéntrate en esa cualidad rescatable, en esa cosa que te guste y vas a ver por cuanto tiempo podrás aguantarlo. ―¿Así es como papá y tú permanecen juntos? ―¿Qué puedo decir? Prepara una malteada de chocolate increíble. ―Y ella realmente sabe cantar ―dijo papá. ―Soy una cantante terrible ―dijo mamá. ―¿Lo eres? Bueno en ese caso supongo que deberemos terminar. ―Se encogió de hombros―. Hmmmm, ¿me pregunto quién cantará bien? ―Tu madre canta bien. Tal vez deberías irte a vivir con ella. ―Al menos ella me deja sentirle los pechos. Me puse de pie. ―Eso es todo. Ya fue suficiente. Ni siquiera voy a pedir permiso para levantarme de la mesa, por que ustedes están enfermos y son unos depravados. Ya no tienen ninguna autoridad sobre mí. Estaré en mi cuarto. Dejé mi plato en el fregadero y los dejé riéndose detrás de mí. Arriba me tumbé sobre mi cama y saqué el paquete de educación matrimonial. Agarré una lapicera y el diario. Supuse que podría dejar registrado este horrible día. Miércoles 4 de septiembre Creí que este día iba a ser un fantástico primer día en el último año. Por el contrario, apestó. Ahora, tendré que pasarme el resto del año encadenada a una persona (que no nombraré, pero cuyas iniciales son TOOD HARDING) a quien desprecio. Me aconsejaron buscarle una cualidad remediable en la cual concentrarme. Hasta ahora la única que he podido pensar es que respira. Pero

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incluso eso es cuestionable, porque probablemente sea un zombie o alguna otra forma de muerto viviente. Seriamente preferiría pasar el resto de mi vida siendo solterona virgen que pasarlo con Todd Harding. Sería perfectamente feliz viviendo como la loca de los gatos. Tengo un tío (Tommy) que era por completo la versión masculina de la mujer loca de los gatos, y era feliz. En realidad, pensándolo bien, no lo era tanto. Como esa vez que hace tres años, cuando celebramos el cumpleaños 75 de la abuela. Comimos en un restaurante, y me tocó sentarme junto al tío Tommy. Intenté entablar una conversación amable pero bruscamente comenzó a hablarme sobre dos de sus gatos que estaban enfermos. Un problema renal o algo así. Me preguntó si tenía mascotas. Respondí que no, y dijo: ―Bien. Son unos rompecorazones. Compré a Sarsaparrilla y a Knee Hi para mis cuarenta años. Sólo sirvieron para recordarme lo viejo que soy. Y ahora Knee Hi está enferma. No sé que hará Sarsaparrilla sin su hermana. Dije que lamentaba oír eso, y dijo: ―Bueno, es la historia de mi vida. ¡Dios prohíba que tenga una sola pequeña cosa que no sea una desilusión! De acueeeeeeerdoooo. ¿Qué demonios podía responder a eso? Afortunadamente, los aperitivos llegaron, y pude así de pronto desarrollar un interés absorbente en la construcción de bocaditos de camarón. Ese era el tío Tommy hace tres años. Solo puedo imaginar lo amargado y aterrador que deber ser ahora. Realmente espero que el gato no haya muerto. No tengo idea de que tiene que ver eso con la Educación matrimonial, pero al menos sirvió para llenar un par de hojas del diario.

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Capítulo 5 Traducido por dark heaven Corregido por Dangereuse_

L

a mañana del viernes. Primer período. Los seniors estaban reunidos en el auditorio. En el escenario todavía estaba ese asqueroso arco blanco que había quedado de la producción Much A do About Nothing del año

pasado que estaba cubierto con flores falsas de color rosas e iluminada con una luz central. Los dedos de la Directora Miller revolotearon por su pelo y cuello mientras caminaba hacia el podio junto al arco. ―Está bien, seniors. Acomódense, ahora. Pasemos a través de esta ceremonia así pueden ir a clase. Me gustaría que las jóvenes mujeres se alineen al lado derecho del auditorio de acuerdo al orden alfabético de sus apellidos. Los jóvenes hombres, alinéense en el lado izquierdo del auditorio contrarios a su pareja. Esto llevó varios minutos, ya que muchas de los chicas seniors aún no dominaban las complejidades del alfabeto. Además, ninguno de nosotros estaba muy apurado por llegar a la parte real de la boda. La Directora Miller trató de ayudarnos lo mejor que pudo. ―No, Maja, Bjorkman viene antes que Bloomberg. Catherine, ¿es McHenry o MacHenry? Bueno, eso significa que estás después de Juliana. Rhiannon, sé que tú y Joscelin tienen el mismo apellido. Alinéense de acuerdo a su primer nombre, entonces. No, eso quiere decir que estás detrás de Joscelin, no en frente. Ahí vas. No, Elizabeth, no se tienen que besar. De hecho, no deberías. ¡Sin besos! ¿Me escucharon, todo el mundo? ¡Sin besarse! ¡Rashmi Kapoor, vuelve aquí! Bueno, mala suerte, tiene que mantenerse. Hay un dicho acerca de los gatos pastores. Como de cuan imposible es. Pero eso habría sido un pedazo de pastel en comparación con esto. Finalmente, nos pusimos en nuestros lugares, y lo mismo hicieron los chicos. Miré toda la extensión de asientos verdes de vinilo a la línea de ellos pegados a la pared. Se veían como animales de caza que habían sido enviados a una cacería controlada. Algunos ajenos a su destino. Algunos corcoveando y pateando

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contra el recinto. Algunos resignados a su inminente desaparición. Sin embargo, todos atrapados. Escanee la línea. Johnny Mercer estaba en frente, apoyado contra la pared con los brazos cruzados sobre su estómago. Él estaba completamente inmóvil a excepción de su bota negra derecha, que se mantenía tocando y tocando furiosamente el piso. Gabe estaba en la mitad de la línea. Su camisa mandarina hacía que su piel se viera como bronce. Conversó con el chico a su lado y se echó a reír casualmente, mostrando sus perfectos dientes blancos. Me recordó cómo había tratado hacerme reír de camino a la oficina de la enfermera en tercer grado para que yo no pensara en el dolor de mi tobillo. Su sonrisa seguía siendo la misma. De repente, Gabe se dio vuelta y miró a través del auditorio hacia las chicas. Podía ver sus ojos transitando por la línea. En un segundo estaría mirándome. ¿Debo dejar que vea que lo observaba? ¿Lo sorprendería? ¿O debo mirar hacia otro lado y parece tímida y deliciosa? ¿Debería saludarlo? ¿Tratar de mantener su mirada? ¿Trataría de enviarle un mensaje psíquico? Cedí. Me dejé caer y fingí atar mis zapatillas Chuck Taylor. No sabía qué hacer. Qué cobarde. Y como recompensa por mi cobardía, cuando me paré, mi mirada se posó en alguien mucho menos agradable. Toady Todd. (Estaba probando nuevos apodos para él. Hasta ahora había rechazado Todd El Terrón, CabezaDura Harding, y "TH" pronunciado en la forma de un raspado de frambuesa. Él no era lo suficientemente inteligente como para tener ese.) Todd se dirigió a su amigo y le susurró algo. Al menos, parecía que él susurraba. Todd se inclinó y me miró. Y entonces lo miré con miedo mientras él me miraba y me señalaba, y luego se echó a reír. Su amigo también se rió, y sentí toda mi sangre drenarse a mis pies. Todd estaba tramando algo. Me vio observándolo, negó con la cabeza, y sonrió con esa sonrisa siniestra suya. Traté de no parecer asustada, ¿pero qué podía hacer? No podía decirle nada; estaba del otro lado a través del auditorio. Hice lo único en lo que podía pensar. Le enseñé el dedo. Bueno, eso sólo complació a Todd sin extremo. Lo incité. Había logrado el equivalente social de meter a un oso en un palo afilado. ―¿Están todos listos? ―dijo la Directora Miller, ajustándose sus lentes―. ¿Todo el mundo? Bueno, vamos a comenzar. Cuando diga su nombre, por favor vengan al escenario, conozcan a su pareja detrás del arco, tómense de las manos, y pasen por el arco y por las bandas en frente del escenario. Después pueden continuar por el pasillo central y salir a sus clases. ¿Todo el mundo entiende? ¿Sí? Bien. ―Le hizo gestos a alguien en la parte posterior del

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auditorio―. Por favor, traigan a los chicos de clases inferiores. Ah... y a las mujeres. De repente, las puertas dobles se abrieron y una ola de estudiantes lleno el auditorio. A juzgar por las expresiones en los rostros de los seniors, se puede suponer que ninguno de nosotros había soñado que tendríamos una audiencia para esto. Pero allí estaban. Primero, segundo, tercero…‖testigos de la ejecución. Sophia Sheridan me dio un codazo. ―¿Para qué están ellos aquí? ―No lo sé ―dije―. Tal vez la Directora Miller quiere asustarlos para que cambien de escuela así el próximo año la facultad se ira a Buenos Aires. Ella soltó un bufido. ―Lo dudo. Quiero decir, ¿quién querría retirarse a México? Culpo al sistema educativo, lo hago. No era la culpa de la pobre Sophia que nunca le hubiesen enseñado la geografía de América del Norte y del Sur. O tal vez la tenía, pero la información había conseguido de alguna manera perderse entre los labios de la maestra y el cabello lleno de spray quema cerebro. De cualquier manera, decidí dejarlo pasar. Era evidente que

había perdido el

punto, de todos modos. La Directora Miller batió sus manos sobre el podio. ―Tomen asiento, por favor. Tomen asiento. ―Cuando la habitación se calmó, ella se aclaró la garganta, echó la cabeza hacia atrás, y dio una sonrisa torcida―. Nos hemos reunido hoy aquí para unir. —Se detuvo. Parpadeó un par de veces. Obligó una sonrisa más amplia―. Para unir a estos jóvenes y estas jóvenes en… —Tragó. Suspiró―. Matrimonio ―Inhaló. Exhaló―. El matrimonio no es algo para tomarse a la ligera. Es el compromiso hecho entre dos personas. Un compromiso que es… — Echó la cabeza hacia atrás y resopló―. Bien, que se supone que perdure… —Su voz vaciló. Se detuvo de nuevo y se secó los ojos. Luego tomó el podio―. Ustedes deben pegarse a él a través de la adversidad. No sólo escaparse a la primera tentación como un niño que acaba de descubrir un caramelo. Claro, el caramelo es dulce. Sin embargo, el caramelo no ofrece sustancia. Mientras tanto, la sólida y nutritiva papa con la que se casaron se pudre en el armario. ¡Hagan la elección antes de hacer el compromiso, señoras y señores! No elijan la papa si lo que realmente quieren es un caramelo. ¿Entienden? Era bastante claro que ninguno de nosotros lo hacía. A pesar de que estudió nuestras caras de piedras por una respuesta. Una lágrima goteo por debajo de su mejilla. Se la secó. ―Así que. Matrimonio. Sí. El matrimonio es un compromiso entre dos personas... un compromiso que... que... Oh, ustedes saben las reglas. Vamos a seguir adelante con esto. Cuando los llame por su nombre, subirán al escenario,

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unirán la mano con su pareja, y solemnemente los declararé unidos por el propósito de la educación matrimonial para el año. El final, adiós. ¿Señor Evans? Música, por favor. Carla Adams y Peter Hauser. Canon de Pachelbel en D comenzó a todo volumen en el sistema de sonido mientras Carla y Peter subían los escalones del escenario. Ellos unieron las manos, caminaron bajo el arco, y se retiraron bajo las bandas en la parte delantera del escenario. Mientras pasaban por el pasillo, los de clase inferior comenzaron a aplaudir y abuchear. Ahora entendía por qué estaban allí. Eran un pozo de humillación. Dos a dos subimos a la horca. Dos a dos descendimos al infierno. Bueno, tal vez estoy sobre-dramatizando un poco, pero te puedo decir esto: me solía gustar Canon en D. Solía sonar como la esperanza y la belleza y la pureza y la alegría, todo en uno. Pero, de repente, y desde este momento, Canon en D sonaba como una marcha de muerte. Un canto fúnebre. Un lento, inevitable espiral hacia la tumba. Sin lugar a dudas, nunca me gustaría, jamás Pachelbel de nuevo. Vi a Marcie y Johnny cruzar el escenario cada uno hacia el otro. Marcie llevaba esos tacones de cuña, de modo que caminaba lento. Johnny la esperó con la mano extendida. La tomó y avanzó a través del arco. Cuando caminaron a las bandas de aluminio, el metal crujió bajo el peso de Johnny un poco más fuerte que lo habitual. Algunos de los de clases inferiores se rieron, pero Johnny siguió su curso, sin perder el ritmo. Me pareció ver a Marcie darle un pequeño apretón a su mano, lo que era probable, porque es ese tipo de persona. Me acerqué hacia adelante en la línea, tratando de mantener un ojo en Todd. No sabía lo que había planeado, pero no podía ser bueno. Cuando Gabe y Amanda subieron al escenario, miré hacia atrás y adelante entre Gabe y Todd, para ver si Todd tenía alguna reacción viendo a su novia poniéndose toda amistosa con un chico que estaba bueno. Pero a Todd parecía no importarle. Yo estaba más celosa de lo que él parecía estar. Incluso cuando Gabe no sólo ofrece su mano, sino su musculoso brazo, el cual Amanda tomó, riéndose tontamente. Era una profesional en ser tímida, le doy eso. Hizo de coquetear una religión, y ahora era la adoración en el altar de Gabe. Pero Todd no batió una pestaña. Yo, en cambio, no era tan genial. De hecho, había empezado a sudar como una reina de belleza en el último minuto de una prueba de embarazo. Cerré los ojos y traté de imaginar cubos de hielo en las axilas, y agua fría goteando por mi cuello y brazos. Casi había logrado que mi ritmo cardíaco se redujera desde mi frenético ritmo de ansiedad cuando la Directora Miller llamó: ―Fiona Sheehan y Todd Harding.

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Oh Dios. Hasta ahí llegué. Subí los escalones y me di vuelta hacia Todd. Caminamos uno hacia el otro, mirándonos a los ojos. No quería tropezar, pero no quería romper su mirada, tampoco. Cuando llegamos al alcance del brazo, le tendí la mano, tratando de ser digna. Pero Todd rompió mi mirada y se fue derecho delante de mí a la cortina a un lado del escenario. Llegó a la cortina de terciopelo y retiró... una muñeca. Una muñeca inflable. Una muñeca inflable sexual con una peluca negra y gafas de color marrón como las mías, y una tiara de plata de plástico pegada a la cabeza con cinta adhesiva. La muñeca tenía pantalones cargo, como los que uso. Sólo que la entrepierna de los cargo estaba empapada. Goteando el interior de las piernas. En cuanto a la parte superior no tenía nada. Las tetas habían sido rotas y tapadas con cinta adhesiva para que la muñeca tuviese pecho plano. Pero hubo un par de pezones muy atractivos negros dibujado con marcador mágico en la cinta adhesiva. En aras del mantenimiento de la corrección anatómica, estoy segura. El auditorio estalló en la histeria. Todd tomó la muñeca, se sentó a horcajadas, y galopó por todo el escenario como si fuera un caballo, con latigazos y todo. Entonces corrió a través del arco a la parte delantera del escenario (esquivando a la Directora Miller, que parecía sorprendida en la inmovilidad de todos modos).‖ Llevó‖ la‖ muñeca‖ tan‖ alto‖ como‖ pudo‖ y‖ gritó:‖ “¡Presentando a la Princesa Pantalones con Pis! ―Un puñado de los de clases inferiores se rieron. Luego se unieron más. Luego el cabeza dura del compañero de Todd empezó a cantar, "Princesa Pantalones con Pis, Princesa Pantalones con Pis", y pronto todo el mundo estaba levantado o cantando. La Directora Miller dijo: ―¡Está bien! Cálmense. ―Pero nadie realmente lo hizo. Todd se marchó por las bandas con la muñeca en sus brazos y desfilando por el pasillo mientras todo el mundo aplaudía. Me quedé sola en el escenario. Bueno, yo y la Directora, que me arrastró hasta el borde y me espantó fuera. Evidentemente, se había convertido en muy hábil para fingir no darse cuenta de las cosas. Di unos pasos por las bandas y me quedé helada en el fondo. Todo el mundo estaba gritando más fuerte que nunca. Y se reían. Y me señalaban. A mí. No tenía ni idea de qué hacer o a dónde ir. De repente, vi a Marcie caminando hacia mí. Tomó mi brazo y me llevó por el pasillo. Johnny se reunió con nosotras a mitad del camino y alguien gritó: ―¡Ooh, un trío! ―Pero yo estaba más allá de importarme. Todo lo que quería era salir de allí. Bueno, eso y encontrar la manera de hacerle pagar a Todd.

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Llegamos a las puertas del vestíbulo de afuera del auditorio, y Johnny me preguntó: ―¿Estás bien? ―No, no estoy bien ―le dije―. Ese hijo de puta de mierda. ―Y miré al alrededor del vestíbulo por él, pero no estaba en ninguna parte. Hijo de puta cobarde. ―Todd Harding es un imbécil total -―dijo Marcie―. No puedo creer lo que hizo. ―Yo puedo ―dijimos Johnny y yo al mismo tiempo. Una risita salió de mí. ―Jinx ―le dije―. Me debes una cerveza. ―Johnny se ruborizó y se pasó los dedos por su grueso y esponjoso cabello. Me quedé mirando el tablón de anuncios con las listas de matrimonios en él. Saqué una de las chinchetas y lo metí a través del nombre de Todd. ―Escucha Mar ―le dije―. Voy a conseguir hacerlo pagar por esto, y voy a necesitar tu ayuda. Estoy pensando en esta noche, en el baile. ¿Estás dentro? Marcie me chasqueó la lengua. ―Vamos, Fee. Sé mejor persona. ―¿Mejor persona? Lo que quieres decir es que caiga bajo. De ninguna manera. No me voy a esconder de él. Entonces, gana. ―Sí, pero esto no es una batalla. Se supone que están casados. ―A la mierda con eso. Ella cruzó sus brazos de marfil. Incluso después de estar al aire libre durante todo el verano, se las arregló para evitar daño solar. ―Está bien, pero nos guste o no, ésta es la forma en que es, si quieres graduarte y salir corriendo fuera de la escuela secundaria. ―Marcie, ¿vas a ayudarme o no? Suspiró y dejó caer sus brazos. Haciendo tintinear sus pulseras. ―Sí, te ayudo. Sabes que lo haré. ―Gracias. ―Uh... sabes, yo podría... ayudar también ―dijo Johnny―. Quiero decir... si lo necesitas. ―¿En serio? ―le pregunté. Johnny movió la cabeza. ―Por supuesto. No puedo bailar de todos modos. ¿Qué más hay que hacer? Extendí la mano y le di una palmada en su fornido hombro. ―Fantástico, Johnny. Gracias. Miré el reloj por encima de las puertas del auditorio: ocho cuarenta y cinco. Exactamente una hora para planear lo que le iba a decir a Todd en nuestra sesión de consejería. No podía esperar a que fuera reprendido por Maggie

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Klein. Nunca la había visto como una fiera antes, por lo que esto iba a ser un placer. Y después, tendría el resto del día para planear mi venganza.

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Capítulo 6 Traducido por dark&rose Corregido por Nanis

―P

or favor entra, Fiona. Todd está ya aquí. Maggie Klein había sido la consejera escolar en el East Columbus desde que yo era estudiante de primer año. Ella no podría haber sido más de ocho o nueve años mayor que yo, pero se comportaba como una mujer de

mediana edad ex-hippie. Insistía en que todos en la escuela la llamaran Maggie, y todo lo que decía sonaba como un mantra de meditación. Siempre llevaba bufandas y olía a almendras tostadas y a vainilla. Nunca había estado casada, así que no estaba segura de lo que pensaba que podía enseñar acerca del matrimonio. Pero tal vez había recogido algunos consejos de la cadena de hombres con la que había sido vista por toda la ciudad durante los últimos años. ―Toma asiento, Fiona ―dijo Maggie Klein. Yo lo hice. Pero no antes de enviar un aluvión de miradas asesinas a la parte posterior del cráneo de Todd―. Muy bien. Bienvenida, Fiona. Bienvenido, Todd. Creo que es obvio que tenemos que empezar a abordar en esta sesión lo que pasó antes en la ceremonia de la boda simulada. Todd, ¿te gustaría empezar? ―¡Ha! ¿Por qué va a empezar él? ―espeté. Maggie Klein volvió la cabeza hacia mí de la forma exacta en que un búho hace cuando alcanza a su presa. ―Ya que Todd estaba aquí primero, Fiona. ―Su cabeza giró de regreso a Todd―. Ahora, dime, Todd. ¿Por qué crees que fue aceptable traer esa muñeca a la boda? ¿Por qué lo hizo? ¿Aceptable? Um, ¿hola? ¿Dónde estaba la parte donde ella le gritaba y él estaba en problemas? ―Bueno, Maggie ―susurró―, me di cuenta de que algunos de mis compañeros de clase estaban un poco... digamos, tensos sobre el curso de educación para el matrimonio. Así que me encargué de añadir un poco de ligereza a lo que era sin

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duda un momento estresante para muchos de mis compañeros de cursos superiores. Sostén el teléfono. ¿Qué estaba haciendo Todd? Me quedé sentada allí en mi silla mullida y lo observé. ―Todd, entiendo tu deseo de ayudar a tus compañeros de estudios ―dijo Maggie Klein, extendiendo una mano para ajustar un florero de margaritas en su escritorio antiguo―. Y a pesar de que tus motivos puede que fueran honorables, debes entender que tus acciones fueron perturbadoras. ¿Puedes ver eso? Solté un bufido. Alto. ―¿Fiona? Tendrás tu turno para hablar en un momento. Ahora, Todd. ¿Entiendes cómo tus acciones en el auditorio podrían ser tomadas como algo diferente a divertido? Todd frunció el ceño y asintió con la cabeza. ―Lo entiendo. Créame; tenía un objetivo totalmente diferente. Sí, apuesto a lo tenías, eres un imbécil. Por un segundo me imaginaba agarrando el buda de madera de la estantería de Maggie Klein y usándolo para darle a la cara de Todd con un objetivo totalmente diferente. Pero, por supuesto, no lo hice. Me enorgullezco por mi moderación. Maggie Klein continuó: ―¿Y te das cuenta de que una muñeca como esa representa la objetivación de la mujer de la forma más despreciativa? Aha. Está bien. Finalmente iba a perder los nervios. Ella debe haber sido una de esas que dan un rodeo por el infierno. Del tipo que te engaña para que te sientas en una posición cómoda y pienses que la soga es una corbata. Hasta que se ubica detrás de ti y tira de la cuerda. Todd negó con la cabeza y se inclinó hacia Maggie Klein. ―¿Mujer objeto? ¿Yo? Vamos, Maggie, ¿de verdad crees que soy el tipo de persona que considera a la mujer como un objeto? ―Él deslumbró su sonrisa falsa hacia ella. Maggie Klein se derritió delante de mí. ―No, por supuesto ―dijo ella, devolviéndole la sonrisa, y lanzando una pequeña risa femenina. Todd había escapado de la horca―. Me alegro que hayamos aclarado eso. ―Ella juntó las manos y dijo―: ¡Está bien! Creo que podemos realmente comenzar esta sesión desde un lugar de paz ahora. Todd levantó la mirada hacia mí y sonrió. Su encanto de mierda lo hacía salir impune, y él lo sabía. Wow. Parecía que había subestimado el comportamiento Neanderthal.

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Apreté mis manos en los brazos de la silla y grité: ―¿Qué demonios? Maggie Klein emitió un suspiro condescendiente y dijo: ―Fiona, en mi oficina, no hay gritos ni maldiciones. Toda la comunicación se hace de una manera madura y constructiva. ¿He sido clara? —Ella me dirigió lo que supongo que estaba destinada a ser una mirada severa. Se parecía más a los efectos secundarios de estreñimiento severo. ―No ―dije―, no fue clara. Nada de lo que ha dicho tiene ningún maldito sentido. ¿Cómo es que este cara de idiota puede humillarme delante de todo el cuerpo estudiantil entero, y ni inmutarse? ¿Pero si digo la palabra maldita en su oficina, luego se enoja? No, Maggie Klein, no es clara en absoluto. Maggie Klein parpadeó un par de veces y dijo: ―¿Humillarte? ¿Qué te hace pensar que las pequeñas travesuras de Todd estaban dirigidas a ti? Todd se inclinó sobre el brazo de su silla. ―Sí, Fiona. ¿Por qué habrías de pensar que era sobre ti? ¿Hmmmm? Yo estaba sentada allí con mis quejas. Maggie Klein nunca había conectado que la muñeca era yo. ¿Y cómo podría explicar que era? ¿Obviando los detalles jugosos de la fiesta de Callie Brooks de su séptimo cumpleaños? ¿De hace diez años? ¿Y frente a Todd? De ninguna maldita manera. Nop. Estaba atrapada. Estaba jodida. Froté juntas las suelas de mis zapatillas de deporte. ―Bueno, yo sólo... imaginé que…‖fue‖así‖―murmuré. Maggie Klein dijo: —Ahora, Todd. No hay duda de que la muñeca no era apropiada. Pero no tenías intención de que representara a Fiona, ¿verdad? Eso sería muy poco apropiado. Por no hablar de un claro caso de acoso sexual. Me di cuenta de la sonrisa de Todd extendiéndose cuando se enteró de eso. Se cruzó de brazos, miró hacia el suelo, y empezó a rebotar una pierna hacia arriba y hacia abajo. Maggie Klein continuó:

―Y estoy segura de que fue mucho más allá del

alcance de sus intenciones para su pequeña travesura. ¿Estoy en lo correcto? Todd se encogió de hombros. ―Claro. ―Porque eso sería un delito grave que requiere una acción disciplinaria. Todd asintió con la cabeza, pero guardó silencio. Tal vez no era la horca, pero Maggie Klein estaba sin duda colgándola delante de él. Me imaginé que era lo más cercano a la resolución que yo iba a conseguir. La venganza, sin embargo, se acercaría mucho más. ―Bueno, vamos a seguir adelante. En primer lugar, tenemos que averiguar cuál será su actividad compartida durante el semestre. ¿Quién va a elegir esta vez? Todd y yo gritamos a la vez: ―Yo lo haré.

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―Bueno, ambos no pueden elegir. Vamos a tratar de hacerlo con Piedra-PapelTijera. Quien sea que gane elige este semestre. La otra persona puede seleccionar el trabajo en el mundo real. Todd y yo nos pusimos uno frente al otro. Era un tiroteo en el corral de MK. Pensé que lo tenía bastante calado. Él era macho. Pseudo-chico duro. Definitivamente iría por roca. Apretamos nuestros puños. Golpeamos nuestras palmas de las manos tres veces diciendo: ―Piedra, papel, tijera, disparo. Lancé mi mano, como papel. Todd había lanzado Tijeras. Maldita sea. Debería haberlo sabido. Las tijeras cortan. Las tijeras pueden apuñalar. Las tijeras eran brillantes y afiladas, como Todd. ―¿Qué será, Todd? ―canturreó Maggie Klein. ―Bueno, Maggie, para nuestra primera actividad del semestre, Fiona y yo compartiremos la experiencia de porristas. Permítanme hacer una pausa para dar una breve historia de Todd Harding y las porristas. Es una historia legendaria en ECHS. Primer año, Todd se mudó al Este de Columbus y jugó al fútbol. Él era una especie de prodigio o una estrella o lo que sea. De todos modos, a medio camino a través del partido contra el Instituto de Lincoln, Todd impactó y se fracturó cuatro costillas. Estuvo fuera de la temporada. La madre de Todd se pone como loca y le prohíbe jugar al fútbol nunca más. Avance rápido hasta el segundo año. Todd y Amanda han estado saliendo por un tiempo. Ella es una porrista y le convence para entrar en el equipo de invierno, para que puedan pasar más tiempo juntos. Vomitivo, lo sé. Pero lo hace, y, porque es fuerte, pueden hacer estas exhibiciones locas y acrobacias y pirámides más grandes y todo eso ahora. Así que las porristas lo aman. Pero un día, Brendan Jackson, que era el quarterback del equipo universitario, llama a Todd friki porque es un porrista. Y Todd dice (y esta es la parte más famosa) “Déjame‖aclararte‖esto‖Brendan,‖me‖paso‖toda‖la‖tarde‖con‖las‖manos‖entre‖los‖ muslos de una porrista sexy, mirando hacia arriba a su falda mientras la mantengo por encima de mí. Mientras tanto, tú estás inclinado, metiendo tus dedos‖en‖el‖culo‖de‖algún‖hombre‖gordo‖una‖y‖otra‖vez.‖¿Pero‖yo‖soy‖el‖gay?”, eso calló a Brendan y a cualquier otra persona que hubiera pensado en dar a Todd un momento difícil. Pero eso no me iba a callar. ―De ninguna manera. No voy a tomar parte en ninguna exhibición disfrazada moviendo las tetas defendiendo algún falso espíritu escolar y se hace pasar

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como un deporte. —Esa era mi pequeña manera de ocultar el hecho de que uno, no tengo tetas, y dos, no podía hacer deportes. ―No te preocupes ―dijo Todd―. No tendrás que hacer ningún baile de vítores. ―Balanceó su cabeza de lado a lado―. Puedes ser la chica del agua del equipo. ―Hizo que sorbía de una botella de agua invisible. Abrí la boca para oponerme, en voz alta, pero Maggie Klein me interrumpió. ―¡Está arreglado, entonces! Porrista pues. ―Ella lo escribió en el estúpido formulario de matrimonio―. Fiona, ¿has pensado cuál es el trabajo que te gustaría compartir con Todd para ganar tu dinero en el mundo real? No, por supuesto que no. Había bloqueado este curso maldito de mi mente tanto como fuera posible. ―Sí ―mentí. Sin embargo, sólo un puesto de trabajo me vino a la cabeza…‖el‖ que ya tenía. Dije―: Cuidar de una niña de once años de edad. Tendría que consultarlo con sus padres, pero si dan el visto bueno, entonces Todd y yo podemos cuidarla juntos. En el instante en que estas palabras salieron al aire, me di un golpe mental en la cabeza. Acababa de perder mi única fuente de dinero durante todo el semestre. Ugh. Esperaba, esperaba, esperaba que Todd se opusiera. Entonces podría hacer algo más. Rastrillar hojas, tal vez. ¡Rastrillar hojas habría sido perfecto! Pero Todd agitó su mano en el aire, diciendo: ―Pshhh, sin problemas. ―Espera, he cambiado de opinión ―dije―. Rastrillar hojas. Barreremos las hojas. ―No, no ―dijo Todd―. Dijiste servicio de niñera. Haremos de niñeras. ―Me sonrió y parpadeó varias veces―. Nos dará más calidad de tiempo juntos. ―Oooh, observación agradable, Todd ―dijo Maggie Klein. Traté de objetar. ―Pero… Maggie Klein garabateó en la hoja. ―Ya lo he escrito. Bueno, ustedes dos son niñeras. Genial. Maldita sea. ―Ahora, vamos a seguir con el presupuesto. ―Maggie Klein ofreció una bolsa de terciopelo rojo con una tapa acordonada―. Todd, me gustaría que metieras aquí la mano y seleccionaras una moneda. Todd extendió su mano. Me pareció ver rozar los suyos al llegar a su interior. Yo estaba casi segura de que vi su muñeca rozarse contra sus pulgares mientras él juguetonamente metía su mano dentro de la bolsa. Sin duda la vi sonrojarse. Sacó una moneda con el número 150 en ella. —¡Bien hecho, Todd! Uno cincuenta es el factor más alto de ingresos disponibles. Hay sólo dos de ellos en la bolsa. Muy bien, multiplica todo lo que

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ganes por 150, y eso es lo que tienen para gastar en los gastos mensuales de su grupo. Decidan juntos en qué gastarlo, y entréguenmelo al final de cada mes. ―Se acercó más a Todd y puso la voz más cantarina―. Apuesto a pueden comprar la casa bonita. ―Juro que ella agitó las pestañas hacia él. Él se inclinó hacia ella. ―Y el coche híbrido de lujo. ―Ambos se rieron. —Una cosa más ―dijo ella―. A pesar de que realicen su trabajo juntos, deben decidir quién en el matrimonio es teóricamente el sostén de la familia. ¿Es sólo uno de ustedes? ¿Ambos contribuyen a la casa? Puede entrar en juego más tarde en el curso, por lo que decidan con cuidado. ¿Preguntas? Me enorgullezco de mi habilidad para mantener la boca cerrada, así que negué con la cabeza. Todd dijo: ―No, Maggie, lo has explicado muy bien. Maggie Klein volvió a sonrojarse. Todd era una especie de erudito con carisma. Un hipnotizador sexy para mujeres solteras y entradas en años. Una madurita total. ―Bien, entonces. Recuerden que deben escribir en sus diarios. Y tengan en cuenta en sus horarios que tenemos un sesión de quince minutos de consejería... ―Ella agarró una hoja de papel―. Martes a las once. Así que los veré a ambos entonces, ¿de acuerdo? ―A ella realmente le gustaba asegurarse de que las cosas estuvieran bien. ―Mirando hacia delante ―dijo Todd, extendiendo su mano. Ella la apretó suavemente y las sacudieron. ¿Cómo es que los chicos guapos pueden salir con tanta basura?

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Capítulo 7 Traducido por Mari NC Corregido por Nanis

E

l arte de gastar bromas es algo que nunca he dominado. De hecho, ni siquiera puedo contar chistes. Siempre mezclo las palabras, o me río demasiado fuerte conmigo misma, o llego a la línea de golpe sólo para

darme cuenta que había olvidado una pieza clave de información. (‚Espera, espera, ¿mencioné que él llevaba un traje de neopreno? Me olvidé de decir que llevaba un traje de neopreno. Pretende que dije eso‛.) Así que era una cosa buena que tuviera a Mar y Johnny para ayudar a idealizar un plan para vengarse de Todd. Por el momento tenemos todo unido y llegamos al gimnasio esa noche, el baile ya había comenzado. Nos detuvimos en el vestíbulo a las puertas del gimnasio para hacer una doble comprobación. La Música golpeó en el interior. ―Bien, ¿entonces todos saben lo que ellos están haciendo? ―pregunté. Mar y Johnny asintieron con la cabeza. Johnny cambió su peso y se subió los pantalones vaqueros. ―¿Lo tienes todo listo? ―me preguntó. Palmeé el bolsillo de mi sudadera con capucha Connells. ―Bloqueado y cargado. ―No es demasiado tarde para irse, Fee ―dijo Marcie. ―De ninguna manera. ―Apreté mi cola de caballo―. Muy bien, vamos a entrar, separarnos, y hacer un barrido de reconocimiento alrededor de la habitación. Nos encontraremos de nuevo por la entrada. ¿Suena bien? Ambos dijeron sip, por lo que entramos. Las paredes y el techo del gimnasio estaban cubiertos de cintas plateadas y blancas, globos plateados, y blancas campanas de boda de papel de seda. Se veía como si un pastel de boda gigante hubiera explotado allí. Las luces estaban apagadas a excepción de estas luces danzantes de colores y algún tipo de accesorio de efecto flash. Me separé del grupo hacia la derecha, mientras que Johnny y Mar fueron hacia la izquierda.

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Les dije que estábamos buscando a Todd. Lo que no les había dicho era que yo estaba también en busca de Gabe. No había estado en muchos bailes (impactante, lo sé), por lo que la anticipación de ver a Gabe en uno era una gran distracción. Esa fue la razón principal por la que no había sido capaz de centrarme en la planificación de una broma. Por suerte, Johnny había llegado con una idea bastante retorcida y divertida para vengarse de Todd. Pero primero, tenía que encontrarlo. Una vez que mis ojos se acostumbraron a la poca luz en el interior del gimnasio, vi a Todd y Amanda sobre las gradas. Ella dejó caer su bolso hacia la banca más baja, y él lo cubrió con su chaqueta, presumiblemente para que nadie robara su escondite de brillo de labios, mentas para el aliento, y las píldoras anticonceptivas. Yo sabía que estaba tomando la píldora, ya que ella había hecho una gran cosa de decirle a todo el mundo un día en clase de gimnasia, en el segundo año. Sus periodos menstruales eran irregulares, había dicho. El Médico de su madre la hizo tomar la píldora. Sí, claro. Creo que fue sólo una coincidencia que había empezado a salir con Todd unas semanas antes. En cuanto al brillo de labios y mentas para el aliento, bien, eran pura especulación. Sus labios siempre parecían como si hubiera estado besando con lengua un envase de margarina. Y yo esperaba por su bien que tuviera algunas mentas para el aliento. Ella las necesitaba. Todd se giró en mi dirección y di un salto hacia atrás por el costado de las gradas para que no me viera. Justo cuando me asomé para ver si la costa estaba limpia, de quién ¿el calor pasa justo en frente de mí? Lo has adivinado. Gabe. Hice una nota mental: camisa de color negro, jeans azules. ¿Cómo consiguió esos rizos castaños que caen tan perfectamente? Él comenzó a caminar a lo largo de las gradas, así que hice la única cosa lógica, me metí debajo de las gradas para seguirlo desde allí. Sólo podía ver pedacitos de él a través de los listones en las gradas mientras caminaba. Entonces se detuvo. Estaba hablando con alguien, pero no pude ver quién. Se sentó en la fila inferior. No tenía más remedio que en mis manos y rodillas gatear hacia él. Ahora, no sé si alguna vez has estado bajo las gradas en un gimnasio de la escuela secundaria, pero déjame decirte, no es un paseo en carrusel. En nuestro gimnasio, hay solamente cierta distancia donde los trapeadores pueden alcanzar bajo las gradas. Así que, aunque era la primera semana de clases, el suelo debajo de los niveles más bajos era repugnante. Recubierto con pegajosa soda seca e incrustado con polvo e insectos muertos, envoltorios de caramelos, todo tipo de migas y cabello, y probablemente algunos fluidos corporales innombrables. Pero no me inmuté. Era una chica en una misión. Hice arcadas

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cuando la suciedad se pegó a mis manos, pero continué. Finalmente, llegué al donde alcanzaba escuchar. ―Pero necesito verte ―dijo. Entonces una chica dijo una sola palabra. ―Gabe… Él no estaba solamente hablando con alguien, estaba hablando con una chica. Necesitaba verla. Traté de tragar, pero mi garganta se cerró. Estiré el cuello para ver a través de las grietas entre las gradas, pero sólo tuve un vistazo del culo de Gabe. No una mala vista, realmente. ―Dijiste que estaríamos juntos esta noche ―dijo―. Quiero estar contigo. Me esforcé por escuchar más, pero de repente, algo de música muy fuerte comenzó a sonar. No podía oír nada. Pero había oído lo suficiente. Después de unos segundos más, Gabe se puso de pie y se alejó. Nunca vi a la chica. Pero estaría condenada si no iba a averiguar quién era. En primer lugar, yo tenía un trabajo que hacer, sin embargo. Salí, me froté las manos, y me encontré con Johnny y Mar en la entrada del gimnasio. Tiré de Mar hacia mí y susurré: ―Tengo que decirte algo. Más tarde. ―¿Uh, Fiona? ―dijo Johnny―. Mi amigo Noé está ejecutando el sonido. Dijo que a las ocho y media, se supone que debe detener la música. Ellos van a encender las luces para que la Directora Miller pueda hacer un discurso o algo así. Podría ser un buen momento para hacerlo. Con las luces encendidas. Así la gente puede ver. ―Ooooh, me gusta cómo piensas, Johnny Mercer ―le dije. También me di cuenta de que si nos esperamos un poco, iba a tener una oportunidad de decirle a Mar sobre Gabe. Pensé que probablemente debería lavar la hepatitis C fuera de mis manos, de todos modos, así que le dije―: Voy a correr a las damas 2. ¿Quieres venir, Mar? ―Realmente no le di una opción, por supuesto. La arrastré por el codo. Llegamos al cuarto de baño y comprobé alrededor para ver si alguien por el que daba una mierda estaba allí. Nadie estaba, así que dije―: Así que, ¿adivina qué? Gabe está viendo a alguien. Marcie esponjó su cabello en el espejo. ―¿Lo está? ¿Cómo lo sabes? Conseguí un poco de jabón y comencé a lavarme las manos. A la luz fluorescente del cuarto de baño, pude ver que era bastante desagradable. Así estaban las rodillas de mis cargos. Giré un poco mi espalda hacia Mar, pero creo que podría haberse dado cuenta de todos modos. ―Lo escuché hablar con ella ―le dije.

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Correr a las damas: Expresión que quiere decir ir al baño de mujeres.

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―¿Quién era? ―Ella sacó un brillo de labios de su bolsillo y comenzó a aplicarlo. ―No podía ver. Marcie enarcó las cejas hacia mí en el espejo. ―¿Qué quieres decir con que no podías ver? ―Estaba un poco escondida. ―Excluí dónde. Marcie se volvió y me miró. ―Estabas espiando. ―¿Sí, y qué? Ella golpeó el lavadero y miró al techo. ―Fiona. Dignidad. Vamos. ―Pude leer la pena en su rostro. Ella estaba tan por encima de este tipo de maquinaciones. Ella siempre había sido correcta, bien educada. Pero estable y confortable. En realidad, esas fueron algunas de las razones por las que me gustaba. Probablemente porque yo no era ninguna de esas cosas. ―No tienes idea de quién es, ¿verdad? ―le pregunté. Marcie se volvió hacia el espejo. ―¿Qué te hace pensar que lo sé? ―Apuesto a que Amanda sabe. Me pregunto si se trata de una de las porristas. ¿Crees que podría ser Tessa Hathaway? ―¿Tessa Hathaway? Su novio comenzó la universidad este año. ¿De verdad crees que lo va a soltar para volver a los chicos de la escuela secundaria? ―Tal vez se siente sola. ―Déjalo ir. ―Tengo que averiguarlo. Marcie suspiró. ―Mira, vamos a volver allí. Johnny está esperando por nosotras. ―Enderezó las pequeñas piedras negras en su collar. Comprobado sus aretes de amatista. ―Sí, está bien. ―Sequé mis manos y nos fuimos. Encontramos a Johnny sentado en las gradas a través del gimnasio. Mar y yo nos sentamos a cada lado de él. Sus hombros inclinados mientras se deslizó hacia el borde del asiento y miró su reloj. Él dijo: ―Veintisiete minutos hasta el discurso. ―Tenemos que matar el tiempo ―le dije. Marcie dio un paso atrás y ajustó la cinta en su camiseta lavanda. ―Voy a buscar algo de beber. ¿Ustedes quieren algo? Negué con la cabeza. Johnny dijo: ―No, gracias. ―Está bien. Estaré de vuelta. ―Ella se dirigió hacia la esquina del gimnasio donde los aperitivos estaban. ―No llegues tarde ―dije, bromeando. Pero no.

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Marcie me sonrió falsamente por encima del hombro. ―No me lo perdería por nada del mundo. ―Luego desapareció entre la multitud de bailarines girando alrededor del piso del gimnasio. ―Ella no parece muy entusiasmada con todo esto, ¿verdad? Johnny se encogió de hombros. ―No mucho. Me quité mis gafas y apreté mi mano en mi manga para poder limpiar los cristales con esta. ―No es culpa de ella. Las bromas no son lo suyo. Ella viene de un escalón social totalmente diferente. La familia de su madre tiene dinero viejo. Hecho de uno de los originales mataderos de Chicago. No sé cuánto queda, pero la Señora Beaufort todavía enseña a Marcie a sentarse con la espalda recta, usar el tenedor correcto, escribir notas de agradecimiento. Modales. Ya lo sabes. ―Oh ―dijo, entrecerrando los ojos a una de las unidades de luces multicolores que cuelgan de la canasta de baloncesto. Deslicé mis gafas de vuelta. ―No es que yo no tenga modales. Los tengo. Pero mis padres no están locos sobre ellos como la mamá de Marcie. Cuando estoy en su casa, ya sabes, tengo que ser muy cuidadosos de no beber agua del inodoro. ―Johnny se rió. Yo dije―: Su mamá está bien, pero puede ser bastante snob. Hubo una vez, los padres de Marcie nos llevaron a Chicago a una cena en Alinea, este restaurante de gastronomía molecular. Johnny me miró y arrugó la cara. ―¿Es eso comida? Suena asqueroso. ―Oh, no, es un buen restaurante loco. Ganó todos esos premios. Y es bueno, me refiero a servilletas de lino, el verdadero arte en las paredes, los nueve metros. Y los hombres tienen que llevar una chaqueta, ¿verdad? Así que este hombre entra, y no sólo no tiene una chaqueta, lleva una gorra de béisbol. Cuando la madre de Marcie le ve sobre la puerta, se pone toda malhumorada y le susurra, “NNCQ”,‖a‖Mar. ―¿Qué es NNCQ? ―No es de Nuestra Clase, Querida. Marcie explicó más adelante. Alguien NNCQ está claramente por debajo del estatus social de la familia Beaufort, de acuerdo a su mamá. Ella dijo que su mamá usa NNCQ como una especie de código. Al igual que un espía snob secreto o algo. Johnny se rascó la patilla y se pasó los dedos por el pelo. Trató de conseguir que un mechón sobre su ojo derecho se quedara atrás, pero se caía hacia adelante. ―No entiendo ―dijo―. Si el hombre no puede oírla, ¿por qué utilizar un código?

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Me eché hacia atrás en el banco detrás de nosotros y estiré mis pies por delante de mí. ―De acuerdo a la mamá de Marcie, sólo la gente con ninguna clase realmente usa la palabra clase. Si la tienes, entonces nunca hablas de ella. ―Oh. ―Johnny asintió con la cabeza lentamente―. Al igual que el herpes. Solté una carcajada. Quiero decir que realmente solté una carcajada. Me reí tanto que tuve un calambre en mi costado, y tuve que darme la vuelta. Entonces me enderecé y golpeé el brazo de Johnny con el dorso de mi mano. ―Tengo que recordar ese. Johnny sonrió al suelo. Dio unos golpecitos con las puntas de sus botas negras de arriba abajo. ―¿Son esas Doc Martens? ―le pregunté. ―Sip. ―Él se inclinó hacia abajo para atar la derecha. Asentí con la cabeza. ―Genial. Nos sentamos sin hablar mientras una canción techno dance interminable pulsaba por el gimnasio. Me limpié una uña. Johnny cruzó y descruzó sus brazos. Golpeó su pie un poco más al ritmo. Él dijo: —Así‖que…‖¿te‖gusta‖la‖música? Era una pregunta bastante estúpida. Quiero decir, ¿a quién no le gusta la música? Bueno, tal vez a algún fanático puritano afuera en Hicksville. Pero en realidad. Era algo así como preguntar: ‚¿Te gusta la comida?‛ ‚¿No es el oxígeno genial?‛ ‚¿Tienes piel? Yo tengo‛. Sabía que lo que quería decir, sin embargo. ―Sí.‖Pero‖este‖tipo…‖no‖tanto‖―le dije―. ¿Te gusta? ―Nah —dijo. Luego echó la cabeza hacia atrás y hacia adelante―. Está bien. A algunas personas les gusta. ―Supongo que tu amigo Noah lo hace. Johnny negó con la cabeza. ―Oh, él no escoge la música. Sólo opera el equipo. ―Huh ―le dije. Traté de abrir y cerrar los ojos lo suficientemente rápido para contrarrestar la luz estroboscópica―. Hace que te preguntes quién elige la música. —Bueno, en realidad…‖ ―Johnny se enderezó y se aclaró la garganta―…‖ ya‖ que lo mencionas... soy yo. Yo lo hago. Miró boquiabierta a Johnny. ―¿Qué? ¡De ninguna manera! ―Sí, he estado poniendo juntas las listas de reproducción para cada baile desde el primer año. —Él apuntó su barbilla hacia mi sudadera con capucha―. ¿Te gusta The Connells? Empujé su hombro. ―Oh, Dios mío, ¿conoces a The Connells? Los amo. ―¿Conocerlos? ―dijo Johnny―. Personalmente, creo que son una de las bandas de indie pop tintineante más olvidada del movimiento post-punk.

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Parpadeé. ―Wow. Uh. Sí, estoy totalmente de acuerdo. —Tiré de mi sudadera estirándola para leer a pesar de que estaba al revés y rellena de municiones de bromas—. No entiendo por qué no son más grandes. ―‘74-‘75 lo hizo bastante bien en Europa. ―Johnny enarcó las cejas―. ¿A quién más te gusta escuchar? Me di vuelta y puse mi rodilla en el banco. ―Soy una loca fan psicópata de los White Stripes. ―Totalmente comprensible. Están más allá de innovadores. Jack White es un músico brillante. ―No es broma. ¿Y los Raconteurs? Johnny se giró para mirarme. ―Oh, Dios mío, su trabajo con ellos es una locura. Salute Your Solution viene más adelante en la mezcla. ―Impresionante. Nos sonreímos y asentimos con la cabeza el uno al otro. ‚I’ll Be Your Mirror‛ de The Velvet Underground & Nico comenzó a sonar, y yo le dije: ―Wow, buena opción. Dios, si hubiera sabido que estabas armando las listas de reproducción de todos estos años, podría haber venido a más bailes. ―Johnny abrió la boca como si estuviera a punto de decir algo, pero cuando las letras comenzaron, sólo se giró hacia adelante y se encorvó sobre sus rodillas. ―¿Estás bien? ―le pregunté. ―Súper. ―Él me lanzó una señal de‖ “bien”‖ sin‖ mirar‖ hacia‖ arriba―. No hay problema. Busqué en la pista de baile a Gabe. No lo vi por ninguna parte. Pero vi a Todd y Amanda pegados juntos, flotando en la música. Ella arrastraba sus garras de arriba a abajo por la parte de atrás de su camisa polo mientras bailaban. Johnny levantó la cabeza y miró a la multitud también. Un hombre envolvió una serpentina de plata alrededor de su novia y mantuvo los extremos mientras ella bailaba lentamente frente a él. ―¿Te gusta bailar? ―preguntó Johnny. Oh Dios. Esto fue difícil. ¿Me estaba pidiendo bailar? Mi boca cayó abierta mientras meditaba el significado más profundo de su pregunta. Él debió sentir mi aprensión, porque gritó: ―No me gusta bailar. Quiero decir, no lo odio. Sólo... soy terrible. Estoy totalmente en la música, pero realmente no puedo bailar. Uf. Alivio. ―Sí lo dijiste esta mañana. Yo tampoco. —Apunté mi pulgar a las parejas en la pista de baile.-. No es que yo llamaría a eso danza. ―Je. Sí. ―A veces me gustaría vivir tiempo atrás cuando la gente tenía pelotas.

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Oh Dios. Eso no salió bien. Le dije: ―Quiero decir atrás cuando tenían fiestas elaboradas y bailes y todo el mundo se disfrazaba y conocían todos los bailes formales y todo eso. ―Je. Sí. Nos sentamos sin hablar durante varias canciones. Había uno o dos previsibles grupos que agradan, pero también algunas gemas oscuras. Un poco de Chairlift. Hubo un poco de The Killers. Algo de Plain White T's (Tienen que tocar a The hometown boys). E incluso esta otra banda local que me encanta llamada Kicked Off Edison. Fue suficiente para demostrar que el gusto de Johnny Mercer en la música, básicamente, rokeó. Yo tamborileaba los dedos en las gradas. ―¿Cuánto tiempo? Johnny miró su reloj. ―Ocho minutos. Estiré mis brazos sobre mi cabeza y arqueé mi espalda. ―¿Dónde fue Mar? ―No sé. ―Tal vez debería ir a buscarla. ―Mientras me ponía de pie, sin embargo, la música se detuvo de repente y la Directora Miller sonó a través del micrófono. Su reloj debe haber estado corriendo rápidamente. Tal vez eso era cómo ella atrapó a su marido infiel. Las luces iluminaron, y vi a Mar ondeando y dándome un visto bueno del otro lado del gimnasio. Era casi hora del espectáculo. La Directora Miller dijo: ―¡Seniors! ¡Seniors! Señoritas y señors3. —Hizo una pausa para reírse de su propia mala broma―. Permítame que les interrumpa por un momento. Bueno, ¡estamos aquí para iniciar el año con estilo! ¡Sí! ¡Y para celebrar el aprendizaje sobre el matrimonio y las asociaciones! Para comenzar las cosas bien, me gustaría que cada uno de ustedes baile la próxima pieza con su pareja de educación matrimonial. Después de eso, ¡diviértase! ¡Y disfruten de la noche! Nadie se movió. A excepción de Johnny, Mar y yo. Hice una seña a Mar y ella se dirigió directo a Amanda. Johnny y yo nos dirigimos hacia Todd. Sabíamos que sólo teníamos segundos antes de que las luces se apagaran. Mar llegó a Amanda primero y empezó a señalar a su rostro, distrayéndola con la charla de maquillaje, supuse. A continuación, Johnny se dirigió justo en frente de mí. Dio la vuelta a la derecha,‖se‖volvió‖y‖“accidentalmente”‖se‖encontró‖con‖Todd‖desde‖atr{s.‖Todd‖ cayó hacia delante. Johnny lo cogió, pero continuó golpeando y tanteando, disculpándose profusamente. Mientras Todd se inclinó, casualmente caminé

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Señoritas y señors: En español en el original.

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hacia él, saqué nuestra arma secreta de la bolsa de plástico en el bolsillo de mi sudadera con capucha, y di una palmada en el culo de sus pantalones de color caqui. Con todos los golpes y toqueteos de Johnny, Todd no lo había sentido. Sólo cuando se puso de pie y Amanda gritó Todd se dio cuenta de que llevaba puesto un pañal para adultos lleno de budín de chocolate, residuos de popó, y carne para tacos. Las pestañas adhesivas ayudaban, pero los residuos de popó realmente hicieron que se pegaran. ―¿QUÉ DEMONIOS? ―gritó. Se dio la vuelta y me vio. Me crucé de brazos y sonreí. ―Oh, pobrecito ―le dije―. ¿Acaso mami olvidó cambiar tu pañal? Todd quitó el pañal de su trasero y cometió el error fatal de sostenerlo. Callie Brooks gritó como si fuera la cabeza cortada de su deidad, Martha Stewart. Todo el mundo alrededor de nosotros se volvió y miró. Amanda exhaló, se cubrió la boca, y se fue corriendo en la dirección del cuarto de baño. ―Santo…‖¿Qué‖ de…?‖ Oh,‖est{s‖tan‖muerta,‖PRINCESA‖ PANTALONES CON PIS ―dijo Todd. En voz alta. Así todo el mundo escucharía mi nombre. Excepto que yo tenía un nombre para él, también. Yo había obtenido la idea de la Directora Miller, de hecho. Respiré hondo y dije: ―Me alegro que te guste, SEÑOR MIERDA FLOJA. Unas pocas personas se echaron a reír. Un par más se unieron. Entonces alguien gritó: ―¡Hola, Señor Mierda Floja! ―Y todo el mundo estalló en la histeria. Entonces Todd Smith me miró con una expresión en su cara que me desbalanceó por completo. Yo pensé que estaría con el ceño fruncido. Furioso. Pero no fue así. Estaba sonriendo. Y había algo en sus ojos. Al principio, pensé que debía ser malicia. Tuvo que ser odio, ¿no? Pero te juro por Dios, mientras sostenía mi mirada, me di cuenta. Fue admiración. Había pensado que era genial. Mi mente se amplió. ¿Estaba él aprovechándose de mí? ¿Tratando de atraerme con su encanto falso, sólo para tenderme una trampa de nuevo? Me quedé allí como un robot con un corto circuito. Creo que en realidad me moví. De repente, la Directora Miller ―quien, o bien se había perdido la broma total o había decidido no darse cuenta de ella― fue de nuevo el micrófono. ―¡Vamos, vuelvan a apagar las luces! ¡Encuentren a sus parejas y golpeen la pista de baile! ¡BAJEN Y DIVIÉR-TANCE! Todd miró a la Directora Miller y murmuró: ―Ella está totalmente borracha. ―Y yo ―lo siento, pero no podía ayudarme a mí misma― me reí. Todd dijo: ―Yo no bailo contigo Princesa Pantalones con Pis.

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Yo dije: ―Yo no bailo contigo Señor Mierda Floja. Tu culo huele a tacos de chocolate. Todd me miró, miró a Johnny, negó con la cabeza, y caminó con las piernas arqueadas hacia el cuarto de baño, manteniendo el pañal lejos de sí mismo. Cuando pasó junto a Callie Brooks, lo empujó hacia su cara y ella volvió a gritar. Qué cobarde. Las luces se apagaron y la música llegó de nuevo. Johnny aplaudió tres veces. ―¡Eso fue increíble! Marcie, vino. ―Bueno, Fee, ¿te sientes mejor ahora? Ya sabes, tienes una vena seriamente malvada, chica. ¿Vena malvada? ¿Yo? Nunca me consideré malvada antes. ¿Era una vena malvada algo de lo que debería estar orgullosa? Debería haber estado orgullosa de que había humillado a Todd al igual que él me humilló. Debería haber estado orgullosa de que habíamos ejecutado el plan sin ningún problema. Debería haber estado muy contenta de que todo el mundo vio que yo era la responsable. Pero extrañamente suficiente, estaba algo menos que extasiada. ―Sí, fue genial. Ustedes chicos estuvieron geniales. Gracias por ayudarme. ―Choqué la mano con ambos. ―Eso es por lo que estamos aquí, Fee ―dijo Mar. ―Así es. Nada dice amistad como la dulce, dulce, venganza ―dijo Johnny. Traté de reír la broma de Johnny, pero a decir verdad, la reacción de la admiración general de Todd se había metido por completo en mi cabeza. Y la idea de Gabe escabulléndose con una chica justo me exprimía como un trapo sucio. ―¿Sabes qué, Mar? ¿Qué dices si nos esfumamos de aquí? La frente de satén de Marcie, se arrugó. ―¿Ya? ―Sí, yo sólo... no sé. Realmente no tengo ningún deseo de quedarme. Hicimos lo que vinimos a hacer, ¿sabes? Ya terminé. Marcie, me dio la rutina de la cabeza-meneada-con-una mano-en el-cadera. ―Bueno, yo soy tu transporte, y no me quiero ir. ―Mar-cie ―le dije. Al igual que en, ¿Uh tú eres mi mejor amigo o qué? Pero Marcie, o bien no lo entendió o no le importó. ―Fiona. Yo te he ayudado. ¿Por qué no te quedas conmigo? ―¿Vamos, por favor? Sólo necesito acurrucarme y descansar ―le dije. ―Yo…‖ yo‖ podría‖ llevarte‖ ―dijo Johnny, y después a Mar―: Podía llevarla y volver. Yo no dije una palabra a Mar, pero mis ojos dijeron No estás seriamente haciéndome regresar a casa con Johnny Mercer, ¿verdad?

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Mar no se inmutó. ―Gracias de todos modos, Johnny, pero ¿sabes qué? ―Agité mi mano delante de él y Mar―. Olvídenlo. Puedo caminar. ―Me di vuelta y me dirigí hacia la puerta. Di cinco pasos antes de que Mar dijera: ―Bueno, espera, Fee. Yo te llevaré. ―Ella me alcanzó y salimos juntas. Miré por encima del hombro, le di a Johnny un movimiento de gracias, y nos fuimos.

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Capítulo 8 Traducido por rihano Corregido por Kolxi

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sa noche no pude dormir. Mi cama de latón antiguo crujió mientras daba vueltas, tratando de ponerme cómoda. Seguí reproduciendo la escena de la broma una y otra vez en mi cabeza, tratando de averiguar por qué no

había sido tan satisfactoria como me había imaginado. No lo entendía. En algún momento alrededor de las dos y media, tomé mi iPod, puse White Blood Cells, y escuché música hasta que finalmente caí dormida. Me desperté el sábado en la mañana sintiéndome como si hubiera sido arrastrada detrás de un autobús circulando a través de un campo de minas. Esperaba que no hubiera contraído algo así como la fiebre tifoidea o el ébola bajo esas gradas. Además de no querer tener una enfermedad contagiosa mortal, tampoco quería cancelar el servicio de niñera para Sam esa noche. Tuve que preguntarles a sus padres si Todd podía venir, también. Maravilloso. No podía esperar para eso. Me di la vuelta para hacer frente a la ventana al lado de mi cama. Afuera, el sol tenía la transparente y descolorida apariencia que era el signo de un día húmedo. Cerré los ojos y traté de volver a dormirme. Cuando eso no funcionó, decidí, a la vez, que necesitaba cafeína. Me quité las cobijas y bajé por la estrecha escalera trasera de la cocina. Mi madre y otras mujeres estaban sentadas amontonadas alrededor de la mesa de la cocina, conspirando sobre sus tazas de café. Una de las mujeres era la madre de Marcie. Mientras ella se quedaba viendo mi camisa de dormir rasgada y mis pantalones de pijama de alce, un destello de horror iluminó su rostro. Yo dije: ― Hola Señora Beaufort. ¿Eh, mamá? Mamá se sorprendió. ―Oh, Fiona, justo estábamos hablando de ti. De tu curso de matrimonio, es decir. Este es el Comité Ejecutivo de la PTA. Señoras, esta es mi hija, Fiona. Ellas hicieron una seña de asentimiento hacia mí, y yo salude con la mano sin hacer contacto visual directo con nadie. Parecían un grupo de mafiosos

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planificando un golpe. Me acerqué a la cafetera, que estaba vacía, por supuesto, así que empecé a hacer una nueva jarra. Normalmente, solo habría agarrado una Coca-Cola, pero uno, necesitaba una mega dosis de cafeína, y dos, quería escuchar. ―Vivian, ¿la Directora Miller dijo exactamente cuándo consiguió la aprobación del consejo escolar? ―preguntó una mujer que tenía una masa de rizado cabello negro con una banda de raíces de color gris, de cinco centímetros, en la raya del pelo. Parecía que un zorrillo electrocutado había muerto sobre su cabeza. ―Todo lo que ella dijo ―respondió mi madre―, fue que apeló a ellos durante el verano, y ellos llamaron a una votación de emergencia justo antes de comenzar la escuela. ―Y todos sabemos lo conservador que es el consejo escolar ―dijo el Zorrillo electrocutado―. Pero hay conservadores, y luego hay locos. Sin ánimo de ofender, Michelle. La Señora Beaufort compuso una sonrisa y levantó una mano como para decir “no‖se‖preocupen”. ―¿Apelar a ellos? ―dijo una mujer con pendientes de oro con forma demasiado grande y llamativos para las 10:23 am―. Más bien lloró sobre sus hombros. Crecí con Barbara Miller. También lo hizo la mitad del consejo. No me sorprendería escuchar que Bárbara les dijo alguna triste historia acerca de tratar de criar a dos hijos y trabajar a tiempo completo, mientras que el bastardo de su marido revolotea alrededor del mundo, gastando la cuenta de ahorros de ella con alguna joven y atractiva vagabunda. La Señora Beaufort se estremeció. ―Bueno, sin embargo, ella podría haberlo dicho, es obvio que su divorcio está afectando su juicio. El matrimonio es un sacramento y no un requisito previo de la universidad. Mamá se levantó y llevo un plato de pastel de café a la mesa. ―Me siento muy mal por lo que ella está pasando, pero retener los diplomas de nuestros hijos sobre sus cabezas, eso es demasiado. El Zorrillo electrocutado torció su dedo en el asa de la taza. ―¿Y qué hay de los chicos que ni siquiera son heterosexuales? Es cruel, si me preguntan. ―Y lo siento ―dijo Grandes pendientes―, pero ¿cómo es que algún curso les va a enseñar cómo funciona el matrimonio? He estado casada tres veces, y no lo he resuelto todavía. ―Soltó un bufido―. Aunque, averigüe cómo llamar a un abogado. ―Alzó la mano, y Zorrillo electrocutado chocó los cinco con ella. Una mujer en un mono color crema que había guardado silencio hasta ahora bajó su taza con un golpe fuerte. ―Como Presidente de la PTA, propongo que comprometamos nuestra ayuda a Vivian en su oposición al curso de educación

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matrimonial. ―La señora Beaufort secundó la moción―. ¿Todas aquellas a favor? Cuatro manos se alzaron en el aire. Mamá sonrió. Se había aliado exitosamente con el grupo más poderoso de mujeres en nuestra pequeña ciudad. Amas de casa con problemas de ira, muchos ingresos disponibles, y de alguna manera demasiado tiempo libre. Mamá estaba establecida. ―Gracias, Cybil. Gracias, Comité. Creo que deberíamos comenzar con una petición ―dijo. Tomé una taza de café y subí las escaleras. Saqué mi diario de matrimonio de debajo de mi cama para hacer una entrada. Con los años, había aprendido que debajo de la cama era el mejor lugar para guardar cualquier cosa que no quería encontrar, porque había tanta basura, periódicos, revistas, calcetines sucios, bolsas de supermercado, que nadie podría sospechar siquiera que algo de valor estaba allí. Algo así como oculto a plena vista. No que pensara que el diario tenía valor alguno o lo que sea. Sábado, 7 de septiembre El‖baile‖de‖anoche‖fue…‖Bueno,‖solo‖digamos‖que memorable. No es que me haya quedado por mucho tiempo. Luego de haber pasado algún "tiempo de calidad" con Todd (ahora conocido como el Señor Mierda Floja), me fui. Pobre Mar, la saqué de allí. Pero yo estaba frita. La planificación de antemano, además de la tensión de la espera, y luego el hecho en sí. (A pesar de que Johnny Mercer me hizo compañía, lo que estuvo realmente bien. O él es muy tonto o tiene un extraño sentido del humor. Sospecho que es lo segundo. Por ejemplo, cuando él, Mar y yo estábamos en la tienda antes del baile, les hablé de cómo tuve que conseguirles a las porristas su preciosa agua, como si ellas ni siquiera rompieran a sudar. Y Johnny dijo: —Oye, mira el lado bueno. Siempre puedes escupirla. ―¿No es gracioso?) Pero volviendo a la broma. Tengo que decir, que realmente esperaba terminar energizada y hasta divertida por toda la cosa. No me malinterpreten, estaba histérica, mientras estaba ocurriendo. Pero una vez que estuvo hecho, y todo el mundo‖volvió‖a‖lo‖que‖estaban‖haciendo…‖No‖lo sé. La calma no duró mucho tiempo. Me di cuenta que no tenía ningún deseo de quedarme. Bizarro. Me había imaginado, totalmente, a mí misma pasando el resto del baile en el modo completo de recreación. Lo cual, de acuerdo, no dice mucho de mi personaje, pero de nuevo, al final, solo me fui. Así que, tal vez, no soy una idiota completa. Ah, y una cosa más. Este diario puede convertirse pronto en reciclaje, porque mi madre tiene este curso del matrimonio en su punto de mira. Una de las cosas

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que puede hacer de mi mamá un enorme dolor en el culo, a veces, es que cuando hunde sus dientes en un nuevo proyecto (como este, o decir... que me obligó a tener un corte de pelo horrible cuando yo tenía doce años), ella más o menos se cuelga hasta que la víctima se estremece en derrota. Si no crees que sea cierto, entonces echa un vistazo a la foto del anuario de mi séptimo grado. La compañía del anuario cambió mi nombre a Frank Sheehan porque estaban seguros de que el niño con el corte de pelo en la foto no podría ser una niña. Eso es lo que dijeron cuando mamá llamó al respecto, de todos modos. Nunca me fastidió sobre mi pelo otra vez.

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Capítulo 9 Traducido por karoru Corregido por Kolxi

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abía estado observando a Samantha Pickler desde que su familia se mudó a Arborview Estates hace cuatro años atrás. Vi a Sam transformarse desde una chica habladora en una chica brillante y

descarada de once años de edad. Ella estaba divertida, hermosa, y mucho, mucho más fresca que yo. Nunca me sentí desafortunada cuando estaba alrededor de ella. Es más, ella me hace reír. ―Ven aquí, Fiona ―dijo el Sr. Pickler cuando llegue ahí. Entré en su inmaculado vestíbulo. Normalmente, no me gusta las casas en auge, pero la Sra. Pickler tiene un aceptable buen gusto, una decoración prudente, aun si ella era una maniática de la limpieza. La pintura del vestíbulo era de ese orgánico cobre, adornada por unos accesorios negros, un piso de madera caramelo, y un gigante florero de vidrio llenado de ramas verdes oscuras de eucalipto. El lugar completo tenía ese picante, liberador olor de eucalipto. ―Gracias ―dije―, ahora, Sr. Pickler, tengo una pregunta que hacerle. Nosotros estamos haciendo este proyecto en la escuela... ―No podía resignarme a decir que era un curso de educación matrimonial. Estaba lo suficientemente humillada sólo con hablar demasiado―… y mi compañero y yo tenemos que ganar algo de dinero juntos. ―Oh, ¿este es un proyecto de economía? ―Uh, un poco. No importa, me preguntaba si estaría bien si vengo con él aquí, para que haga de niñera conmigo. El Sr. Pickler se irguió. ―¿Espera un minuto… tu pareja es hombre? ―Uh, sí. ¿Es eso un problema? ―Tú sabes que la madre de Sam y yo tenemos una estricta política de nonovios, Fiona. Literalmente me ahogue. ―Oh, de ninguna manera, Sr. Pickler. Todd Harding no es mi novio. Por favor. Nooo. ―¿Todd Harding? ¿El que se hirió jugando futbol hace años atrás? ¿Es tu compañero de proyecto?

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Uh-oh. ―¿Lo conoce? ―Vive calle abajo. Se mudó en la misma época que nosotros. ―Oh, genial ―dije sin sonar como si fuera genial en todo. ¿Qué puedo decir? Soy una pésima mentirosa. ―No tengo problema con Todd viniendo a ayudarte a cuidar a Sam. ―Él cambio de dirección y me apuntó―. ¡No voy pagar doble, sin embargo! ―Él se rió de sí mismo.‖Yo‖reí‖también,‖porque‖tenía‖que… él es el chico que me paga. ―De hecho, hace calor ―dijo él―, tú y Sam pueden caminar por ahí así ella se puede encontrar con él, si está en casa. ―¡Que terrorífica idea, Sr. Pickler! ―dije alegremente con total sarcasmo. Él no podía distinguir la diferencia, creo―. Bueno, haremos eso. ―El número de su casa‖ es….‖ ―Golpeó sus dedos como contando las casa―. 319, esta tiene que ser. A la derecha, calle abajo, quinta casa a la derecha. ―¡Genial! ¡Gracias! Sam vino galopando escalera abajo. ―¡Fiona! Finalmente estás aquí. Te he estado esperando por siempre. ―Ella se lanzó a abrazarme y una hebra de su cabello rubio fresa fue atrapada en mis gafas―. ¡Ay! —Ella lloró. Me saqué mis gafas y cautelosamente jalé el cabello del armazón. Sacó la hebra de su cabeza, pero no era muy notorio, ya que el resto de su pelo era un lío también. Sam odiaba que le cepillaran su cabello, excepto que ella olvidaba cepillárselo la mayoría de las veces. Volvía loca a su madre. Pero lo que realmente molestaba a su madre eran las elecciones de moda de Sam, que no se diferencian de la mía. Nuestro lema era: Si está limpio y se ajusta, la usamos. En realidad, limpio es opcional a veces. Hoy debe de haber sido un día opcional, porque Sam tenía una mancha de baba roja frente de su camisa de color melocotón. Un helado de cereza fue mi suposición. El papá de Sam comenzó a tirar fuertemente de los puños de su camisa y enderezo su corbata. ―La mamá de Sam y yo deberíamos estar de regreso alrededor de las once. ―Él llamó por la escalera―. ¡Victoria! ¡Es hora! ―Él besó a Sam en la cabeza―. No metas en muchos problemas a Fiona. Niña-mono. ―Claro que sí, hombre-mono ―dijo Sam―, no mucho. Sólo un poco. Lo tengo. ―¿Adivina qué? Fiona va a presentarte a un amigo suyo. ¿Eso no sería agradable? ―¡Oooh! ¿Quién? ¿Quién, Fiona? Antes de que pudiera responder, la Señora Pickler se paseó escalera abajo en un vestido de coctel, cantando: ―Aaadiós Sammy. Teee Amoo. ―Ella paso sus manos sobre el pelo de Sam para aplanarlo y luego la besó en la frente, dejando

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tras de sí un conjunto de huellas labiales de color burdeos. Ella me saludó y el padre de Sam salió por la puerta―. Hola Fiona. Adiós Fiona. ―Que tengas una buena… ―Cerró la puerta―…‖ noche.‖ Bueno.‖ Lo‖ que‖ sea…‖ ―Limpié las marcas de labios de la cabeza de Sam con mi pulgar. Ella dio un manotazo a mi mano. ―¿A quién voy a conocer? ―Ella demandó. ―Ya lo veras. Ponte tus zapatos. ―¿Por qué? ―Nosotros‖daremos‖un‖pequeño‖paseo. ―¿Un paseo? Nunca me has llevado a un paseo en toda tu vida ―ella dijo. Abrió la puerta del armario de los abrigos y pescó sus zapatos―. Eso es ejercicio. Tú odias el ejercicio. ―Cierto ―dije―, será mejor que vayamos muy despacio entonces. Lentamente, incluso. ―Podemos caminar lentamente. ―Se sentó en la escalera del fondo y se puso sus zapatillas de lona púrpura sin desatarlos. ―Caminar lentamente, sí. ¡Bien hecho! ¡Vamos a caminar tranquilamente! Ella saltó. ―Esta es una tarde preciosa para una tranquila caminata. ―¿Lo haremos? ―Le ofrecí mi codo. ―Lo haremos. ―Ella resbaló su brazo en el mío. Aún había luz afuera, pero el sol estaba apunto de colocarse. Era la hora del día donde el sol brillaba lateralmente, así que todo se ve como si tuviera su propio foco especial. Era la hora del día que siempre es silencioso. Me gusta pensar que es como un gran bostezo del planeta antes de ir a dormir por la noche. ―¿A dónde vamos a ir caminar? ―preguntó Sam. ―No muy lejos ―dije. Si tenía suerte, Todd estaría fuera haciendo estragos con Amanda en algún lugar, y no en casa. Pero, por otra parte, la suerte no era lo mío. Puse mi mano sobre los hombros de Sam y la conduje en zig-zag por la acera. ―Entonces, ¿cuál es nuestro plan para más tarde? Sam dio la vuelta para mirarme a la cara y caminó hacia atrás con una mano en la cadera y una mano revoloteando por el aire entre nosotras. —Bueno, no podía decidirme entre una película de terror y una película romántica, así que tengo mis cartas del tarot, y las saqué. Pero no sé cómo leerlas, así que dije, olvídalo, y las arrojé al suelo. Y ¿adivina qué? El uno de corazón aterrizó en la cima de todos lo demás, así que dije, ¡Eso es todo! Así que será una película romántica. Sixteen Candles. Nuestra favorita. ¿Está bien para ti? ―Por supuesto.

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Le daría a ella cualquier cosa. No tengo ni hermanos o hermanas, así que supongo que pienso en Sam como una. Además, cuando se enoja, es como un gato mojado. Sólo he visto su temperamento un par de veces, pero nunca dirigido a mí. A mí me gusta hacerla feliz. Ella parloteaba. —¿Deberíamos hacer nuestras uñas también? Mi mamá tiene un nuevo color. La pasión del ciruelo. Es algo púrpura, y sabes cómo amo el púrpura. Pero en realidad no es púrpura, sólo algo morado, ¿sabes? ―Seguro. ―A pesar de la apariencia de marimacho, Sam ama pretender vestirse. Siempre estaba tratando de pintarme de color de rosa. Una vez había insistido en darme un cambio de imagen completo con un esmalte de uñas rojo brillante, lápiz labial rojo a juego, delineador de ojos negro y rímel negro. Ella pensó que me veía hermosa. Yo pensé que me veía como un vampiro demasiado entusiasta después de comer. ―¿Puedo quedarme levantada hasta medianoche? ―ella preguntó. ―Nueve. ―¿Cómo hasta las once? ―Diez. ―De acuerdo, trato. ―Nosotras hacíamos negociaciones todo el tiempo, a pesar de que siempre la deje quedarse levantada tanto como quiera. Usualmente se queda dormida en el sofá por las nueve y media o poco más o menos de todas formas―. Solo no les digas a tus padres. ―¡Nunca! —Ella rió. ―¿Juramento del meñique? ―¡Juramente de meñique! ―Ella pasó su dedo meñique por el mío y lo apretó. Nos presentamos en la entrada de Todd. ―Este es el lugar ―dije. Sam salió disparada y tocó el timbre. No fui lo suficientemente rápida para detenerla. Mi plan había sido llamar a la puerta suavemente y andar de puntillas. Pero Sam martilló el timbre de la puerta al menos media docena de veces. Cuando nadie respondió, pensé que me estaba librando de la responsabilidad. Echamos andar de regreso al camino de entrada al mismo tiempo que llegaba una minivan plateada. El Señor Mierda Floja estaba al volante. Me di cuenta por la mirada en su cara que estaba uno, tratando de armar el rompecabezas de por qué estaba allí, y dos, saber si me había propuesto, posiblemente, poner algunos explosivos sobre su porche. Lentamente abrió la puerta y salió. Nunca quitó sus ojos de mí ni por un segundo. ―Un ligero paseo ―dije cuando él llego alrededor de la van. ―¿Agotada de caminar, pueblerina? ―¿Cómo sabes que era una pueblerina? ―dije, como toda una sabelotodo.

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Todd se rió ahogadamente. ―Me lo acabas de decir. Pshhh. Le hice señas para que se alejara.‖ Había‖ sido‖ la‖ “pueblerina”‖ toda‖ mi‖ vida, pero nunca me molestó. Los niños que venían a mi casa siempre se callaban cuando vieron nuestra escalera de atrás escondida, o tomábamos un paseo en nuestros montacargas. ―Por lo menos no contaminé el universo, como tú ―dije. —Nah, tú estás muy ocupada abrazando árboles. Mejor dicho, besuqueándose con ellos. Te digo, tú en realidad deberías apegarte a aparearte dentro de tu especie, sea lo que sea. ―Podría ―dije―, pero desafortunadamente, no hay dioses primorosos, omnipotentes, omniscientes por aquí. Incluso me conformaría con un semidiós. Es un retroceso, lo sé. Pero ¡ay de mí!, no hay nada sino un diminuto cerebro mortal aquí. Y medio cerebro, como tú. Todd bufó. Él inclinó la cabeza hacia Sam. ― ¿Quién es esta? Sam fue hacia adelante, se posicionó entre Todd y yo, y puso los puños en las huesudas caderas. —Mi nombre es Samantha Louise Pickler, no es que sea tu asunto, porque eres un grosero, fea cara de pedo. A pesar que Sam estaba de espaldas a mí, me tapé la enorme sonrisa con la mano. Sabía que tenía que corregirla, pero no pude. Ella era malditamente adorable también. Todd estaba sonriendo también. Puso sus puños en sus caderas como ella. ―Bueno, creo que es grosero llamar a alguien fea cara de pedo. ―Bueno, no me importa lo que tú creas. ―¿De verdad? Deberías. ―¿POR QUÉ? Todd se humedeció los labios y se cruzó de brazos. ―Porque tengo la sensación de que tú y yo vamos a llegar a conocernos. ―Él me miró a mí―. ¿Eso es correcto, Princesa? ¿Es esta la niña? Yo dije: ―Sí, Señor. Me acerqué a Sam y envolví mis brazos alrededor de sus hombros desde atrás. Ella no se movió un ápice de su postura de guerrero. Señalé a Todd. ―Este, Sam, es Todd Harding. Tenemos que hacer este proyecto de la escuela juntos donde ganamos dinero. No me gusta. Pero por ahora tenemos que hacerlo. Así que Todd va a ayudarme a cuidar de ti. Tus padres lo aprobaron. Todd, Sam. Sam, Todd. Sam inclinó su cabeza hacia la mía. Mantuvo sus ojos taladrando a Todd y susurró suavemente: ―Él no debería decir tales cosas de ti, Fiona. Es verdaderamente de mal gusto.

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Susurré de regreso: ―Créeme, lo sé. Pero necesito que te quedes por aquí, ¿de acuerdo? ¿Como un favor hacia mí? Todd se mantuvo ligeramente girando su cabeza a la izquierda y la derecha, tratando de escuchar. ―¿Por favor? ―susurré―. Voy a necesitar toda la ayuda que pueda conseguir en esta situación. Sentí la postura de Sam suavizarse debajo de mis brazos. ―Bien. ―Ella dejó caer sus brazos, se encogió a sí misma fuera de mi agarre, y marchó hasta Todd―. Hola. Mi nombre es Samantha Louise Pickler. —Ella sacó su mano derecha y sacudió su cabeza—. Tú me puedes llamar Sam. Todd le dio la mano. ―Encantado de conocerte, Sam. Mi nombre es Todd. Tú puedes llamarme Todd. ―Sam miró hacia mí y puso los ojos en blanco. Le hice un gesto para que siguiera. ―Encantada de conocerte, Todd. ―Ella dejó caer su mano, giró sobre sus talones y me pasó de una zancada. Pronuncié, “Gracias”. ―Entonces, planeabas trabajar sin mí esta noche, ¿no? ―dijo Todd―. Es extraño que hayas olvidado mencionarlo. ¿Tratabas de quedarte con lo mejor para ti sola? ―No ―dije―, solamente no había tenido la oportunidad de preguntarte acerca de eso aún. ―Tú solo dijiste que ellos lo aprobaron. ―Sí, Todd, lo hicieron, quince minutos atrás. Les pregunté hace quince minutos, y dijeron sí. Lo siento, no podía enviarte una Bati señal o algo por el estilo. Todd golpeó las manos una vez e hizo un gesto a la calle. ―Genial. Entonces vamos. ―Uhhh…‖¿Disculpa?‖―dije. Mierda santa, Todd iba a caer de visita y hacer de niñera ahora mismo. Debo detenerlo. Código Rojo―. ¿Vamos? Nononono. ¿No est{s‖ocupado?‖¿No‖tienes‖que‖sacar‖a‖Amanda‖para… algo? ―Nope. Nope. ―¿No tienes plantes? ¿Salir con tus amigos? ¿Noche de los chicos grandes? ―Nope. Nada. Mi horario esta completamente despejado. Tengo toda la noche libre para estar con dos encantadoras damas. Él‖ dijo‖ “encantadoras‖ damas”‖ sarc{sticamente,‖ pero‖ lo‖ dejé‖ pasar.‖ Estoy‖ orgullosa de mi autocontrol. Y podía decir que él no iba a ceder. ―Bien. Lo que sea ―murmuré―, vamos.

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Capítulo 10 Traducido por Simoriah Corregido por Natyº

V

olvimos a la casa de Sam. Todd se quedó atrás para llamar a sus padres para decirles qué sucedía. Sostuve la mano de Sam y salté sobre las grietas de la vereda. Una rana toro comenzó a croar en alguna parte, y

el sol se sumergió detrás del horizonte y se apagó. El cielo se volvió salmón, y el aire tenía ese húmedo frío que viene con las tardes del verano tardío. ―¿Sobre qué es tu proyecto? —preguntó Sam. ―Es una larga historia —dije. ―Cuéntame. Nunca pude mantener algo en secreto de Sam. ―Debemos pretender que estamos casados. Hacer cosas juntos. Averiguar cómo ganar dinero y gastarlo. Es estúpido. ―¿Por qué te casaste con él? ¿Por qué no te casaste con ese tipo que te gusta, cuál es su nombre? ¡Oh, Gabe! ¿Por qué no te casaste con Gabe? Sam se evadió cuando intenté presionar una mano contra su boca. ―Shhhhh ―siseé―. Por favor no digas nada sobre esto frente a Todd ―susurré. ―De acuerdo. Lo lamento, Fiona ―dijo Sam―. ¿Crees que oyó? Miré hacia atrás para ver si Todd mostraba algún signo de haber estado escuchando. Ya no estaba al teléfono, pero tampoco estaba tan cerca. ―Espero que no ―dije. ―¿Dónde está el lugar? ―exclamó Todd con bastante fuerza, así que pensé que quizás estaba demasiado lejos para habernos oído. ―Justo aquí —dijo Sam, alejándose de mi alcance y yendo hacia la puerta. Cuando entramos, ella corrió hacia la cocina. Todd y yo la seguimos. Fui hacia la alacena y tomé un tarro de popcorn. ―¿Dónde vamos a ir esta noche? ―pregunté. ―¿Ir? ¿Qué quieres decir? ―preguntó Todd.

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Le expliqué a Todd que cada vez que Sam y yo mirábamos una película (que era cada vez que la cuidaba), hacíamos popcorn saborizado con alguna especia o salsa extranjera. Maíz Internacional, lo llamábamos. A veces teníamos suerte, como la vez que habíamos preparado popcorn con sésamo y aceite de maní y lo saborizamos con polvo chino de cinco especias. Pero otras veces teníamos que tirar el bol. Como cuando quisimos visitar Alemania, así que preparamos el popcorn con salchicha y col fermentada seca. Demasiado vomitivo. ―Estaba pensando en Italia ―dijo Sam, haciendo girar la bandeja giratoria en la alacena de la esquina donde su madre mantenía las especias―. Tenemos un paquete de salsa italiana por aquí en algún lado. Aquí está. ―Mmmm ―dije―. ¿Sabes qué iría genial con eso? Mini pizzas. Podemos usar pan para la corteza. ¿Tienes queso? Sam abrió el refrigerador y reviso el estante de charcutería. ―No. Espera, hay queso cottage. Me encogí de hombros. ―Podríamos intentarlo. ¿Hay salsa de pizza? Sam revolvió la alacena. ―No. No hay salsa de pizza. ―¿Salsa de spaghetti? ―sugirió Todd. ―No. ―¿Pasta de tomate? ―pregunté. Sam abrió el refrigerador una vez más. ―Tenemos ketchup. Hice una breve pausa para considerar lo apetitoso del pan con ketchup y queso cottage. Dudoso. ―Tendremos que ponerle montones de sal de ajo y orégano. Tú prepara las pizzas. Yo prepararé el popcorn. ―Saqué la sopera y vertí aceite de oliva en el fondo. Agregué una capa de granos de maíz, puse la tapa, y puse la sopera sobre un calor medio. Todd se inclinó sobre la mesa y miró. Tan típico de él no ayudar a cocinar―. Hey, Sam, ¿cómo fueron tus primeros días de escuela? ―pregunté. ―Bueno. Primero que nada, Ginny y yo ya no somos mejores amigas. ―¿Qué? ―Ginny Genovese era la mejor amiga de Sam. Su verdadera amiga. Ginny era la Marcie de Sam―. ¿Qué sucedió? Sam puso tres piezas de pan blanco en la bandeja para hornear del horno. Les puso ketchup y comenzó a esparcirlo con una cuchara. —Bueno. Hay una chica nueva, Olivia Purdy. Y ella tiene una casa enorme con una piscina y un televisor de pantalla grande y todo. Es realmente rica o algo,

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supongo. Así que Ginny decide que quiere ser la mejor amiga de esta chica para poder usar la piscina y todo. Así que va con Olivia y le dice que todas las otras chicas, incluida yo, somos imbéciles. Y que le mostrará el lugar a Olivia y todo. Y que no sea amiga de nadie más y que ella tampoco lo será. Que serían mejores amigas. ―¿Cómo oíste todo esto? ―preguntó Todd. Como si le importara. Ella le dio una mirada encolerizada y finalmente le respondió. ―Ginny me lo dijo. ―Roció el ketchup con sal de ajo y orégano. ―¿Ella te lo dijo? ―exclamé―. ¿Ella te dijo que había dicho que todas las otras chicas eran imbéciles? ―Bueno, no. Esa parte la oí de Dominick Mancuso. Él oyó a la hermana mayor de Olivia en el bus. Pero Ginny me contó sobre la parte donde Olivia y ella iban a ser mejores amigas y todo. ―Sam se pasó la parte trasera de la mano por los ojos y luego se paró junto a la mesa con los brazos cruzados. Estaba llorando. Dejé el recipiente y la envolví con mi cuerpo. ―Lo lamento tanto, cariño ―dije. Oí el aceite del popcorn crepitar y explotar los primeros granos. Antes de que pudiera volver al horno, Todd avanzó y comenzó a deslizar el recipiente hacia adelante y atrás. Los estallidos alcanzaron un feroz crescendo, y cuando finalmente cedieron, movió el recipiente a una hornilla fría y apagó la encendida. Besé a Sam en la parte de atrás de su cabeza y fui hacia la cocina. Crucé los brazos y golpeteé el piso con un pie hasta que Todd salió del medio. Abrí el recipiente y rocié el aderezo italiano seco sobre el popcorn caliente. Volví a poner la tapa, sacudí el recipiente y dije: ―No puedo creer que Ginny te dijera eso. Sam se enderezó y metió una cuchara en el contenedor de queso cottage. ―Fue verdaderamente de mal gusto. ―Dejó caer grandes gotas de queso sobre las pizzas y las metió en el horno para asarse. ―Fue verdaderamente de mal gusto ―dije―. Y cualquiera que haga eso no es digno de la amistad de Samantha Pickler. ―Ella se encogió de hombros. ―Hey, ¿sabes qué deberías hacer? ―dijo Todd―. Deberías ponerle una maldición. Puse los ojos en blanco, pero Sam se volvió hacia Todd y sonrió. ―¿En serio? ―Seguro ―dijo él―. Envíale un poco de mala onda. El rostro de Sam se encendió. ―Sí, estilo vudú. ¿Sabes cómo hacerlo? ¿O tú, Fiona?

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Me encogí de hombros. Luego le di a Todd una mirada desagradable. No confiaba en él ni por un segundo. Todd dijo: ―Podemos hacerlo sin saber. ¿Tienes algo que le pertenezca? ―No ―dijo Sam―. Espera, ¡sí! Me prestó un brazalete hace un par de semanas. ¿Eso funcionará? ―Bien podríamos intentar ―dijo Todd. Sam tropezó en su camino por las escaleras a buscar el brazalete. ―¿Tienes velas? ―preguntó Todd. Giré para enfrentarlo. ―¿Por qué estás siendo tan agradable? ―No estoy siendo agradable ―dijo―. Sólo estoy aburrido, Princesa. Llevé mi dedo hasta el rostro de Todd. ―Escúchame, Señor4 Mierda Floja. Si haces algo que disguste a esa chica, te voy a castrar personalmente. ―Deja de hablar de mis bolas. Me estás excitando. ―Eres repugnante. Él aparto mi dedo de un golpe. ―Sólo trae una vela ―dijo―. ¿Hay papel por algún lado? ¿Y un marcador o algo? Señalé el cajón de porquerías pero mantuve mis ojos fijos en él. ―Allí. ―Lo miré furiosamente mientras iba hacia el comedor para revolver el cajón buscando velas. La única que pude encontrar fue una con aroma a canela y‖ar{ndano‖llamada‖“Hogar‖Cordial”.‖No‖era‖precisamente‖material para vudú. Oh, bueno. No éramos precisamente sacerdotes y sacerdotisas vudú tampoco. O brujas. O sabíamos echar el mal de ojo. O lo que fuera. Todd encontró un pedazo de papel y un marcador negro y dibujó un gran círculo con una estrella de cinco puntas dentro. Sam bajó corriendo las escaleras hacia la cocina. ―Aquí. ―Le entregó el brazalete a Todd. Una cadena de plata con pequeñas piedras púrpuras colgando como dijes. ―Es bonito ―dije. ―Bueno, no me lo voy a quedar. Echémosle una maldición a ella y al brazalete y luego se lo devolveré y ella tendrá una dosis doble de maldad. ―Me gusta la manera en que piensas ―dijo Todd. Encendí la vela y Sam apagó las luces. Los tres nos sentamos en el suelo con la estrella de cinco puntas entre nosotros. Puse la vela en el medio de la estrella.

4

Señor: En español en el original.

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No tenía idea de lo que estaba haciendo, pero lucía lo suficientemente espeluznante. Todd extendió la mano con el brazalete. ―Todos tómenlo ―dijo. Lo sostuvimos sobre la llama―. Ahora inclinen sus cabezas. ―Luego dejó salir toda la porquería-―. ¡Atención, espíritus del otro mundo! Los llamamos en este momento de necesidad. La joven Samantha ha sido agraviada por otra persona, la dueña de esta mundana posesión. ―Levantamos el brazalete aún más. Sam intervino. ―¡Viva, dioses de la amistad y la lealtad! ―¡Sí, dioses! ―exclamó Todd―. Humildemente solicitamos que ejerzan su devastador poder sobre... ¿cuál es su nombre? ―Ginny Genovese ―murmuré entre dientes apretados. ―¡Sobre Ginny Genovese! ¡Y hagan que caiga de rodillas! ―¡Dénselo! ¡Dénselo bien! ―exclamó Sam. Estiramos nuestros brazos tan alto como pudimos, suspendiendo el brazalete sobre nuestras cabezas. Todd comenzó a bajarlo, y Sam y yo seguimos. Decidí intervenir. ―Desaten sus poderes, oh, grandes ―dije―. Hagan caer sobre Ginny Genovese el dolor que causó a nuestra querida hermana Samantha. Usen este brazalete como un vehículo para llevar su maldición y toda su ira. Entréguenselo a Ginny como nosotros le entregamos este brazalete. ―¡Sin piedad! ―exclamó Sam. Todd dijo: ―Por los poderes de todo lo que es bueno, leal y verdadero, por este medio declaramos este brazalete y su dueña, Ginny Genovese, maldita para toda la eternidad. ―O hasta que decidamos liberarla ―agregó Sam. Pusimos el brazalete la estrella de cinco puntas y apagamos la vela juntos. ―Está hecho ―dije. ―¿Qué creen que le sucederá? ―preguntó Sam. Me reí de forma estridente y froté mis manos. ―El tiempo dirá. El horno emitió un ding. Las pizzas estaban hechas. Sam suspiró y sonrió. ―Miremos la película. Pero en la mitad de la película, oímos una llave entrar en la cerradura de la puerta frontal. La Sra. Pickler corrió hacia arriba por las escaleras. Un breve tiempo después, el Sr. Pickler entró, sacando billetes de su billetera.

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―Lo lamento, Fiona. Oh, hola, ¿Todd, verdad? ―Todd se puso de pie y le dio la mano―. Jake Pickler. Oye, la mamá de Sam tiene una migraña. No te necesitaremos esta noche. ―Él sacó los billetes de mi alcance, así que tuve que ponerme de pie para tomarlos. Pequeño indicio de que debía irme―. Hay un pequeño extra por la molestia. ―Pero papá, estamos mirando una película ―gimoteó Sam. ―No esta noche, Sam. Ve a la cama. ―Pero... ―Sam ―ladró él―. A la cama. Sam caminó pesadamente hacia las escaleras. La seguí mientras me dirigía hacia la puerta. ―Adiós, Hermana Bruja ―susurré cuando se giró y subió el primer escalón. Pero no pareció alegrarla en lo más mínimo. ―Nos vemos ―masculló y subió subrepticiamente―. Adiós, Todd. ―Nos vemos, Squirt 5 ―dijo Todd mientras salíamos. Tan pronto como la puerta se cerró detrás de nosotros, Todd me ofreció la mano abierta―. Entrega el dinero, Princesa. ―¿Qué? ¡No! ¿Por qué tendrías que quedártelo? ―Porque el hombre gana el dinero, por eso. ―¡Ja! Al demonio con eso ―dije, caminando rápidamente hacia mi bicicleta―. Yo seré la que tenga el trabajo. Este era mi verdadero trabajo en primer lugar. Todd me siguió. ―Trabajo de verdad, quizás. Pero teóricamente, yo soy el que se gana el pan. Teóricamente, tú eres gorda y perezosa y te quedas en casa mirando TV todo el día, engordando más y haciéndote más perezosa. Giré de repente. ―Teóricamente, tú eres un cavernícola imbécil... oh, lo lamento, ¿dije teóricamente? Quise decir en realidad. Él comenzó hablar con un acento exageradamente provinciano. ―Ninguna mujer... o lo que sea que seas... va a ganar dinero en mi casa. Lo miré con la boca abierta. ―¿Realmente eres tan machista? ―Hmmm... ―Él acarició su mentón dramáticamente―. Quizás no en la vida real. ―Provinciano de nuevo―. Pero como tu marido falso... sí, creo que lo soy. Lo miré de arriba a abajo.

5

Squirt: Mocosa.

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―Necesito llamar al Libro Guiness de los Récords o a Grey's Anatomy o algo, porque estoy de pie aquí mirando al pendejo más grande conocido por el hombre. Él hizo sonar los dedos y extendió su mano una vez más. ―Sólo dame el dinero, cariño. ¿Cariño? ¿En serio me había llamado cariño? Estaba a punto de regañarlo duramente cuando me di cuenta de que realmente no me importaba nada si yo ganaba o no dinero falso en un matrimonio falso con un idiota al que odiaba en la vida real. Que el pobre bastardo se lo quede. ―Está bien. ―Le puse el dinero en la mano. Bruscamente―. Pero más vale que todo esté ahí cuando lo entregues el martes. Todd contó los billetes. ―Ciento cincuenta por veinticinco... maldición, ya tenemos $3,750. ―Dime que acabas de hacer eso mentalmente. ―¿Qué? Fácil. Divide ciento cincuenta por cuatro, luego multiplícalo por cien: 3,750. Duh. ―Todd rió―. Pobre Amanda. Gabe y ella obtuvieron cincuenta. Tendrán suerte si hacen en todo el mes lo que hicimos esta noche. ―Oh, que vergüenza ―dije. Tomé el manubrio y pateé el soporte―. Supongo que salir con ella significa que estás codeándote con los marginales ahora, ¿huh? Todd metió el dinero en el bolsillo. ―¿Debería contarle a Gabe que acabas de decir eso? Me congelé con un pie en el pedal. Maldición. Él lo había oído. Sentí sangre caliente pulsando en mi cuello y en mi rostro. Intenté reír con ligereza, pero salió como una metralleta aguda. ―¿Qué? ¿Por qué? No me importa. Todd golpeteó sus dedos. ―¿Oh, no? ―No ―insistí con demasiada fuerza. ―De acuerdo. ―Él guiñó el ojo―. Como digas. Me voy. Nos vemos, Princesa Pantalones con Pis. ―Se fue por el camino de entrada con grandes zancadas. Mientras estaba allí parada en un pie, mi cuerpo entero vibraba como si alguien hubiera sacado mi entrañas y hubiera llenado mi piel vacía con abejas. No podía moverme. Ni siquiera podía responder a los insultos. No que realmente importara. Porque una cosa era segura: ser llamada Princesa Pantalones con Pis no era nada comparado con que Todd Harding supiera sobre Gabe.

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Capítulo 11 Traducido por Vannia Corregido por Natyº

E

l martes por la mañana estaba afuera de la oficina de Klein, esperando para entrar a nuestra sesión de consejería. No había señales de Todd todavía. Qué bien. Saqué Orgullo y Prejuicio para leer hasta que el Señor

Mierda Floja llegara. Debía haber estado bastante metida en el libro, porque estuve cerca de golpear el techo cuando Johnny Mercer me tocó el hombro. ―¡Santa mierda, Johnny! Él movió la cabeza y se sonrojó. ―Lo siento. No quería asustarte. Sólo quería saber si te estás sintiendo mejor. Cerré mi libro. ―Sí, gracias. ¿Cómo estuvo el resto del baile? ―Aburrido. Oh, excepto cuando la Directora Miller comenzó a bailar provocativamente con el Señor Evans. El Sr. Evans era el conserje. Chapado a la antigua. Él no permitía que le llamaran de otra forma más que conserje, ningún título marica como ingeniero sanitario o custodio. Corría el rumor de que había trabajado en la escuela desde el día en que se graduó hace treinta años. Era uno de eso tipos que parecía que había nacido con el cabello con corte militar, músculos, y un Malboro encendido colgando de la boca. Pero él haría cualquier cosa por un estudiante, especialmente si eso significaba poner a uno en la administración. Así que imaginarlo frotándose con la Directora‖ Miller‖ era,‖ bueno…‖ forzar la imaginación, por decir poco. ―¿El Sr. Evans? ―pregunté. Johnny se rascó una de sus largas patillas. ―Bueno, sólo era un baile. Parte de un baile, en realidad. Ella como que lo agarró y comenzó a bailar y él fue adelante. Muy divertido. ―Tal vez debí haberme quedado. ―La próxima vez —dijo Johnny. De pronto, la oficina de Maggie Klein se abrió.

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―Oh, Fiona. Me pareció escuchar voces. Me despedí de Johnny con la mano. Él me dio un cabeceo, se puso sus auriculares, y se fue. Maggie Klein dijo: ―Vamos, entra. Todd ya está adentro. Él y yo hemos tenido una‖pequeña‖charla‖acerca‖de‖sus…‖interacciones‖la‖semana‖pasada. ¿Interacciones? Correcto. Intentar juegos de guerra. ¿Y qué estaba haciendo él aquí tan temprano? Persuadiendo a Maggie Klein, sin duda. ―Ahora, entiendo‖ que‖ ustedes‖ dos‖ hayan‖ estado…‖ digamos,‖ ¿en‖ desacuerdo?‖ Creo que tenemos que hacer frente a la situación. ―Me miró esperando que yo respondiera―. ¿Fiona? ¿Te gustaría comenzar esta vez? Argh. Rodé los ojos. Me encogí de hombros. Le di todas las pistas que le dijeran que no quería hablar, pero ella simplemente se me quedó viendo con una expresión absoluta de compasión y persistencia. Bien. ―Él comenzó ―dije. ―Yo no. Miré boquiabierta a Todd. ―¿La boda simulada? ―Tú me lanzaste el hot dog primero. ―Después de tu pequeño dibujo sobre el tablón de anuncios. ―Eso fue una broma. Solté un bufido. ―Sí, bueno, no le encontré la gracia. ―¿Qué hay de lo que hiciste en el baile? ―Te lo merecías. Maggie Klein dio dos palmadas. ―Todd, Fiona, esto es serio. Comprendo que haya cierta resistencia a este curso. Sin embargo, creo firmemente en su finalidad, y lo mismo piensa el consejo escolar. Y hasta que ellos no digan lo contrario, este curso continuará. Ustedes deben encontrar un terreno en común. Les guste o no, están casados. Ahora, quiero que se miren el uno al otro. Mirarse de verdad. Y luego me gustaría que cada uno diga algo positivo sobre la otra persona. ―Todd y yo suspiramos y nos movimos en nuestros asientos. Miré más allá de Maggie Klein y observé a una ardilla con una bellota en la boca subiendo el árbol afuera de la ventana―. Vamos ―dijo―. Giren y véanse a la cara. Ahora Todd, tú primero. Todd me recorrió con la vista de arriba abajo. ―Ella parece tener todos los dientes. ―Ooh, esa es buena, Todd ―susurré. Me giré hacia Maggie Klein y sonreí con dulzura―. Y Todd casi no huele a un montón de mierda de cabra.

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Maggie Klein negó con la cabeza. ―Chicos… ―Fiona tiene la suficiente autoestima como para no preocuparse por la condición de su guardarropa. ―Y Todd tiene la amabilidad suficiente para ofrecer su tiempo a estudiantes con deficiencias mentales. Como su novia, Amanda. ―A ella déjala fuera de esto. ―¿Cómo podría? Prácticamente está unida quirúrgicamente a tu ingle. ―Chicos. ―Al menos yo tengo novia. Oh, espera. Me había olvidado de tu amante lesbiana, Marcie. ―En tus sueños. ―Querrás decir mis pesadillas. ―¡TODD! ¡FIONA! ¡ES SUFICIENTE! ―Maggie Klein se frotó la cara y suspiró―. De acuerdo. Miren. ―Entrelazó sus dedos como si estuviera rezando por que nos detuviéramos―. Sé que ninguno de los dos está feliz con esta situación. Pero este curso es importante. El encontrar, elegir y mantener un compañero de vida no es fácil, lo saben. Créanme; puede ser aterrador. Algunas personas…‖―Se calló y sacudió la cabeza―. Lo que quiero decir es que esto es una habilidad que se puede aprender y debe ser aprendida, por su propio bien. ¿Lo ven? Nosotros respondimos con un silencio de muerte. Ella echó los brazos al aire. ―Está bien, mírenlo de esta manera ―dijo―. Si quieren graduarse y lograr entrar a la universidad y alejarse lo más que se pueda el uno del otro, necesitan finalizar este curso, ¿entienden? ―Nos miró a cada uno mientras nosotros poníamos mala cara como una pareja de treinta años de edad―. De acuerdo. Ahora, ¿cuál es el estado de su presupuesto y de su actividad compartida? ¿Están en la misma página? Todd buscó en su bolsillo trasero y sacó el dinero de la noche del sábado. Se lo entregó a Maggie Klein. ―Aquí tienes. Veinticinco de los grandes que hicimos este fin de semana. Ella miró el dinero como si estuviera a punto de prenderse en llamas en sus manos. ―¿Ya han comenzado con el trabajo de niñera? ―Todd y yo asentimos―. ¿Cómo les fue? ―Miró de nuevo entre nosotros como un perro labrador en un lanzamiento de huevos. Imaginé que a Todd le gustaría aprovechar esta oportunidad para hacer la barba, y no decepcionar.

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―Todo salió muy bien, Maggie ―canturreó él―. Ella es un encanto. ―¿Fiona lo es? Todd soltó un bufido y se dobló como si fuera demasiado gracioso que dolía. ―No. La niña. La niña es un encanto. Abrí la boca para decir algo, pero Maggie Klein me interrumpió. ―Bueno, bueno, aun así es bastante alentador. ―Tomó uno de los lápices idénticos que mantenía en una limpia maceta de terracota en su escritorio, y escribió en nuestro archivo―. He hecho una nota de que ustedes son la primera pareja que ha entregado algunos ingresos. Bien hecho. Pero no olviden conseguir una nota de los padres para validar su pago. Pueden entregarlo con el presupuesto a fin de mes. ¿Y cómo es la ganancia teórica de los ingresos divididos? ¿Ambos hicieron el trabajo? ¿Uno de ustedes? ―Yo soy el que hizo el trabajo ―dijo Todd. Maggie Klein lo miró como una adolescente grupie después de su primera cerveza. ―Oh, Todd, lo imaginaba ―entonó ella. Yo fingí toser. Todd se acomodó en su asiento. ―Sí, me gusta cuidar de mi mujer. Mantenerla en casa. Descalza en la cocina, donde pertenece. Diría que descalza y embarazada, pero desafortunadamente, mi esposa es frígida y estéril. Le di una patada a Todd en la espinilla. ―Eres un idiota. ―¡Fiona! ―exclamó Maggie Klein. ―¿Yo? ―chillé―. ¿No le vas a gritar a él? Ella inclinó la cabeza hacia Todd y lanzó una risita sofocada. ―Bueno, nosotros sabemos que él está bromeando. ―Oh, ¿en serio? ―dije. Maggie Klein suspiró. ―Fiona, deberías ponerte al tanto con la personalidad de tu pareja. De sus caprichos y peculiaridades. Todd murmuró: ―Sí, Princesa, deberías ponerte al tanto de mis caprichos. Me obligué a callarme, pero Maggie Klein ignoró la insinuación lasciva de Todd. ―Ahora, ¿qué hay de la actividad compartida? ¿Cualquier noticia al respecto? ―No la hemos comenzado todavía ―dije, mirando de reojo a Todd. Él puso su dedo en el aire. ―En realidad, Maggie ―dijo―, las audiciones de porristas comienzan hoy después de la escuela.

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Me giré. ―¿Audiciones? ¿Por qué tengo que ir a las audiciones? Todd simuló beber a través de un popote otra vez. ―Podríamos estar sedientos, Chica del Agua. ―No me llames Chica del Agua. ―Tienes‖razón.‖Tu‖nombre‖es‖Princesa‖P… ―Cállate. Maggie Klein se levantó disparada de su asiento y abrió bruscamente la puerta de su oficina. ―Bueno, me parece que el tiempo se acabó. Pueden regresar a clases. No olviden escribir en sus diarios y trabajar en su presupuesto. Hasta luego. Nos levantamos y salimos de su oficina. Me desconecté sin decir una palabra, pero Todd me llamó. ―No lo olvides. Campo de fútbol. Tres en punto. Te veo ahí, Princesa. ―Le levanté el dedo medio por encima del hombro. Él se rió y se fue. Mi único consuelo era que esto iba a ser un tremendo ensayo para aplicar a la universidad:‖ “Cómo‖ Aprendí‖ Sobre‖ la‖ Diplomacia‖ Gracias‖ al‖ Señor‖ Mierda

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Floja,‖el‖Neandertal‖Sin‖Cuello”.

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Capítulo 12 Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Lola_20

D

espués de la escuela llamé a mi mamá para dejarle saber que llegaría tarde, y luego me dirigí hacia el campo de fútbol para las audiciones de porristas. La entrenadora de porristas oficial era la profesora de

historia antigua, la Señora O'Toole. Y no me refiero a que la historia fuera la antigua, la Sra. O'Toole lo era. Comenzó como entrenadora de porristas en ECHS a finales de 1950, cuando las porristas llevaban zapatos estilo boliche y decían‖cosas‖como‖“entusiasmo‖aterciopelado”,‖pero‖a‖medida‖que‖pasaban‖las‖ décadas no pudo subir a bordo con todas las nuevas monturas y habilidades que se necesitaban, por lo que se convirtió en una entrenadora cada vez menos práctica. Ahora, mayormente se sentaba en algún lugar y dormitaba entre las pruebas o prácticas. Supongo que la administración no tenía el corazón para despedirla después de tantos años. O tal vez ella no había pensado en pedir un aumento‖ en‖ medio‖ siglo,‖ por‖ lo‖ que‖ su‖ “entrenamiento”‖ era‖ increíblemente‖ barato. En cualquier caso, para las pruebas la Señora O'Toole no hace más que sentarse al final de la banca de fútbol con un paraguas en la cara para darse sombra. Si estaba despierta o dormida era una incógnita. Diablos, ella podría haber muerto y nadie se daría cuenta hasta que las moscas comenzaran a rondar. Me hundí en una de las gradas y abrí mi copia de Orgullo y Prejuicio. Estaba en la parte donde el Señor Darcy reconoce primero sus sentimientos por Elizabeth. No llegué muy lejos, sin embargo. No podía dejar de soñar que yo era Elizabeth y‖ Gabe‖ el‖ Sr.‖ Darcy,‖ luchando‖ contra‖ sus‖ sentimientos‖ floreciendo‖ por‖ mí…‖ descubriendo que su pasión estaba fuera de control y encontrándome más y más deseable cada vez que nos veíamos. Yo, por supuesto, era tímida y graciosa y dije todas las cosas correctas en los momentos adecuados, y llenaba la parte superior de mi vestido estilo imperio muy bien. Tocaba el piano mientras él me escuchaba y me miraba con ojos sensuales. Era un amor que crecía a pesar de la negativa de ambas partes, a pesar de la oposición de los demás. Era simplemente irrefutable. Pero habría que esperar. Esperar. Porque no se puede

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apurar al amor. Sólo tienes que esperar. El amor no viene fácil. Es un juego de dar y tomar. Oh, maldita sea. Ahora tenía una canción de mierda de discos viejos de vinilo de mi padre pegada en mi cabeza. Dejé mi libro y observé a Todd, Amanda, y un grupo de chicas graznando alrededor. Había incluso un par de chicos esperando para hacer la prueba, también. Creo que Todd había hecho increíble el ser porrista y eso era suficiente para‖ ellos.‖ O‖ tal‖ vez‖ todo‖ lo‖ de‖ “mirar‖ debajo‖ de‖ las‖ faldas‖ de‖ las‖ chicas”‖ los‖ había atrapado finalmente. Jamar Douglas estaba allí. Y Oskar Leahy. ¿Y quién era el chico en las gradas opuestas? ¿Era. . .? Agarré el teléfono. Me‖levanté‖y‖“casualmente”‖paseé‖un‖poco‖m{s‖cerca.‖Parpadeé‖mis‖ojos‖por‖el‖ sol. No podía ser, ¿podría? Pero lo era. Gabe. ¿Por qué estaba aquí? No podía estar en la prueba. Estaba allí sentado. Mirando. Con los ojos sensuales como Darcy. Y de repente me di cuenta. Las chicas. Una de las chicas era con la que estaba saliendo. Tenía que ser. A continuación, Amanda se acercó y se sentó junto a él, y me di un golpe mental en la cabeza. Por supuesto. Él estaba allí sólo porque eran un falso matrimonio. Eso era todo. ¿No? Pero había una chica, en algún lugar, a quién estaba viendo. Tal vez ella estaba aquí. Espera un minuto, ¿le acaba de sonreír a Sonja Pressman? ―Ya sabes, si vas a acechar a alguien, debes ser menos evidente. Me di la vuelta. Era Todd. Me había atrapado. ―Para empezar, trata de no estar de pie en medio del campo, embobada con tu presa ―dijo. Le di una patada a un grupo de hierba polvorosa. ―¿Embobada?‖ Yo…‖ Yo… No estoy embobada. Estaba mirando a tu novia coquetear con otra persona. ¿Celoso? ―¿De Gabe Webber? ―Rió Todd―.‖Uh…‖no. Protegí mis ojos del sol. ―¿Por qué? ¿Qué pasa con Gabe Webber? ―Nada. Eso exactamente. Nada, no hay nada allí. Tiene la personalidad del pan tostado. ¿Cómo se atreve a insultar a mi Gabe? ―Oh, sí. Lo olvidaba. Prefieres la compañía de imbéciles y cretinos. Como se suele‖decir,‖“Dios‖los‖cría…” ―Debe ser por eso que estás alrededor.

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Abrí la boca para devolverle un silbido, pero no podía pensar en nada que decir. En blanco. Me quedé con mi chillido colgando. Todd sonrió y negó con la cabeza. ―¿Ya no tienes nada? Hice la única cosa que podía. Cerré la boca, me encogí de hombros y dije: ―No. Nada. Todd se rió de nuevo. Una risa real, sin embargo. No una malvada o sospechosa. Una real, del tipo de abundante carcajada con la cara suelta y brillante. ―Tomate tu tiempo. Ya se te ocurrirá algo ―dijo. Comenzó a caminar de nuevo hacía la multitud, pero dijo por encima de su hombro—. Voy a esperar. Me quedé de piedra, aún en el campo cuando las pruebas comenzaron. El sol quemó la parte superior de mi frente, pero no me moví. Necesitaba toda la energía en mi cuerpo para encontrar algo mejor. Algo que me resultaba familiar.‖Algo‖en‖la‖forma‖en‖que‖Todd‖me‖miró‖y‖me‖habló‖me‖recordó…‖¿qué? Entonces hizo clic. Mis padres. La pelea verbal. Eso es lo que hicieron. A ellos les gustaba, pero ¿por qué? Porque era emocionante. Y probablemente a Todd le gustaba por la misma razón. Por eso no se había asustado realmente en el baile. Y por qué había venido a la casa de Sam. Fue divertido para él. Le gustaba pelear, pero lo peor era que parecía que le gustaba pelear conmigo. Oh, asco. Me escabullí de vuelta a las gradas y me senté con la cabeza entre las rodillas. Sentí un ligero golpe en el hombro, y miré hacia arriba. ―¡Mar! ¿Johnny? ¿Qué están haciendo aquí chicos? ―Tenemos una hora para matar antes de la clase de baile ―dijo Mar. (Mar había podido elegir su actividad compartida. Lecciones de baile de salón. Todo lo que pude decir fue, pobre Johnny.) ―Hemos venido aquí para darte apoyo moral ―dijo Johnny―. O escupir extra en su agua. Lo que sea. Una ligera brisa soplaba en el campo de fútbol. ―Gracias ―dije. Me acomodé a mi derecha y tiré de Mar por un poco de privacidad―. Necesito hablar contigo ―le susurré. Johnny debe de haberlo captado, porque se sentó a unos metros de distancia, sacó su reproductor de MP3, y se metió los auriculares. Mar se sentó. ―¿Qué pasa? Tomé una respiración profunda. ―Tengo un problema. Creo que Todd realmente disfruta de mi compañía.

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Mar extendió la mano y jugueteó con un mechón de mi cabello. —¿Y eso es un problema‖porque…? ―Debido a todo esto del matrimonio, debemos seguir con nuestro odio el uno por el otro. Esa es la única cosa que tenemos en común. Constante desprecio mutuo. Ella puso sus manos de forma ordenada en su regazo. ―Pero acabas de decir que le gustas. ―No, dije que disfruta de mi compañía. Es decir, le gusta odiarme. O pretender que me aborrece. No sé. Pero me resulta difícil tener antipatía por completo por alguien que obtiene placer de estar a mi alrededor. El viento se calmó y sentía el sudor que se acumulaba bajo la visera del yelmo de mis gafas. Una gota también corría por mi escote. Busqué en mi mochila y tomé mis gafas de sol de broche y un pañuelo de papel. Puse las gafas de sol de broche sobre mis gafas y empujé hacia abajo el tejido de la camiseta. Mar hizo una mueca, por supuesto, pero no me importaba, prefiero estar cómoda. ―Así que a él le gusta ser malo contigo ―dijo―. Y te gusta que le guste ser malo contigo. ―Y me gusta ser mala con él, también, no te olvides. ―Por supuesto que no. El placer de la maldad. Hay un nombre para él: Sadomasoquismo. ―Muchas gracias —le dije, apretando mi vientre con ambas manos―. Eso es justo lo que necesito. Una imagen mental de Todd Smith atado en un traje de cuero negro con un látigo en una mano y su pene en la otra. ―Espero que te esté golpeando con el látigo. La golpeé en su muslo. ―Lo digo en serio, Mar, no sé cómo actuar en torno a él ahora. No puedo ser agradable, porque él odia eso. Pero no puedo ser mala sólo para ser agradable. ―Realmente necesitas medicación. ―Estoy en un dilema. Una trampa al tú por tú. Estoy jodida. Ayúdame, Mar, por favor. Marcie levantó el cabello de la parte de atrás de su cuello durante unos segundos y luego lo dejó caer. ―Está bien, te gusta luchar con él también, tú misma lo dijiste. Así que sigue luchando con él. Negué con los puños hacía ella. ―¿Cómo? ―Mira, no te gusta el chico. Hay un montón de razones para odiar a Todd Smith. Elige una.

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―Sí, sí ―dije―. Sólo tengo que encontrar una cosa. Una cosa acerca de él que odio y centrarme en eso. Pero, ¿qué? Marcie dio un vistazo a las pruebas de porristas. ―¿Qué tal su gusto por las mujeres? Miré hacia donde Amanda enganchaba con los brazos la cintura de Todd, tan fuerte que en realidad parecía ahogarse bajo sus brazos. ―Brillante, Mar ―le dije―. Voy a canalizar toda mi aversión por Amanda en Todd. Eres un genio. Es refrescante ver que estás utilizando tus habilidades de la psicología tanto para el bien como para el mal. Añade carácter. ―Me puse de pie―. Espera aquí. Estaré de vuelta. Caminé elegantemente hacia Todd y Amanda. Sin soltar su agarre de muerte en la cintura de Todd, Amanda se burló de mí y dijo: ―Hola, chica del agua. ¿O debería decir, perra del agua? La ignoré completamente. En su lugar me dirigí a Todd, pero incliné la cabeza para señalar a Amanda. ―Ya sabes, deberías consultar a un médico y conseguir que te quiten esa cosa. Se está poniendo de un aspecto bastante repugnante. Los ojos de Todd se estrecharon. Su labio se curvo hacia arriba y dijo: ―Y tú deberías conseguir que esa cosa tan fea sea quitada de tu cabeza. Oh, espera, esa es tu cara. Amanda soltó un bufido y se carcajeó. Pero me di cuenta de que Todd sutilmente quitó los brazos de su torso y caminó apenas unos centímetros. Bingo. Me acerqué de nuevo a las gradas, con ganas de presumirle a Mar, pero se había ido. Estiré la mano y arranqué uno de los auriculares de Johnny. ―¿A dónde fue Mar? ―le pregunté. Johnny se frotó la nuca, donde era de color rosa por el sol. ―Tuvo que correr adentro por algo ―dijo. Arrugó su rostro―.‖ Uh…‖ ¿Algún‖ tipo de brillante brillo o algo así? Dijo que volvería enseguida. ―Agarró de nuevo el auricular y configuró el reproductor MP3 en su regazo. Me senté junto a él. ―Oh, Dios, ¿se olvidó de su brillo Joico Brillantina en aerosol? ¿Cómo puede posiblemente sobrevivir sin él? ―¿Qué es? ―Este producto para el cabello al que es adicta. Hace que su pelo sea brillante y pulido o algo de basura así. Sigue tratando de conseguir que lo use. Pagó algo así como dieciséis dólares por una botella. Le dije que preferiría mantener los dieciséis dólares y escupir en mi propio pelo de forma gratuita.

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―¿Puedes escupir sobre tu propio cabello? ―preguntó Johnny. Casi no estaba segura si era una broma al principio. Pero luego dijo―: Wow, eres talentosa. Tal vez podrías unirte a un espectáculo de carnaval o algo con eso. Me eché a reír. No parecía que hubiera nada más que decir, así que Johnny regresó a su reproductor de MP3, y yo volví a mi libro. Era difícil concentrarse en la lectura, sin embargo, con todos los gritos y aplausos procedentes de los aspirantes a porristas rebotando en el césped. Eran una especie fascinante, de verdad. Observé durante un minuto y luego vi a Mar sorteando su camino de regreso a través de las pruebas. Todd la detuvo por un segundo antes de que ella se acercara. ―Todd quiere verte ―dijo. Di una palmada a mi libro cerrándolo. ―¿Para qué? ―No lo sé. Solté un bufido, me levanté y caminé de regreso a la zona de pruebas. Todd estaba parado al lado de esta decrépita heladera amarilla de agua del tamaño de un niño pequeño. La acarició con la mano. ―Esta es tu gran jarra, Princesa. ―Se acarició su barbilla―. A menos que trajeras una ya. ¿Tienes alguna jarra grande propia? Suspiré por su tono. ―No. ―No ―dijo, mirando directamente a mi pecho―. Veo que no. ―Se rió de sí mismo. No le hice caso de una manera digna―. Bueno, no te preocupes ―añadió―. No es tan grande por dentro como por fuera. Aquí, un vistazo. Debería haberlo sabido mejor, antes de hacer cualquier cosa que el Señor Mierda Floja dijera. Y en cualquier otro momento lo habría hecho, pero estaba alterada por el momento eureka que había tenido cuando me di cuenta de que en realidad podría gustarle, en un modo retorcido y odioso, así que me acerqué a la nevera y levanté la tapa. En su interior había un montón de cosas retorciéndose con humedad, de color verde. Ranas. Docenas de ellas. Algunas grandes, saltando por todo el lugar. Grité y salté un metro y medio hacia atrás. Todd se echó a reír de forma histérica. También lo hizo Amanda y el resto de los aspirantes a porristas, junto con el amigo hueco de Todd de la cafetería (quien, a juzgar por el barro en sus piernas era el secuestrador de ranas.). Mierda, ¿qué había sucedido con Gabe? ¿Lo había visto? No estaba más en las gradas. La Señora O'Toole no había notado nada, eso seguro. Quizás Gabe tampoco. Pero no, allí estaba él, caminando al margen de menos de treinta metros‖de‖distancia.‖Riendo.‖Oh‖Dios,‖no.‖Pero‖entonces…

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Gabe me guiñó un ojo y me dio un pequeño saludo. Lo juro, no lo imaginé. Gabe Webber me guiñó un ojo. Todd gritó: ―¿Qué te pasa? ¡Pensé que a las Princesas les gustaban las ranas! De hecho, odio las ranas. Odio todo acerca de ellas. Sus ojos saltones, la forma en que se mueven. Son como gigantes mocos vivientes, saltando. No había manera de que Todd pudiera haber sabido eso, pero le tiré la tapa con fuerza en el estómago de todos modos. Él la atrapó, pretendiendo que lo dejé sin aliento. Se reía. Y después de un segundo me di cuenta de que, a pesar de que Gabe lo había visto, la broma era algo buena. Muy divertida. Así que empecé a reírme también. Ahora, si todo hubiera terminado ahí, con todos nosotros riendo, entonces las cosas hubieran estado bien. Pero tan pronto como Amanda vio que me estaba riendo junto a Todd, decidió cambiar el juego. Caminó sutilmente a la nevera, la levantó con sus brazos, se echó hacia atrás, y lanzó su contenido directamente hacía mí. Sólo tuve un segundo para agacharme y caer y gritar de nuevo antes de que una masa viscosa de vientres y patas palmearan y abofetearan mi cuerpo. ―¡Amanda! ―En un instante, Todd le quitó la nevera―. ¿Qué demonios estás haciendo? Momentos más tarde, alguien estaba a mi lado, sacándome suavemente de mi posición encogida en cuclillas. Por un dulce segundo, pensé que era Gabe. Pero no era así. Era sólo Johnny Mercer. ―¿Estás bien? ―preguntó. Mientras él me levantaba sobre mis pies, su rostro estaba tan cerca que pude ver cuán largas eran las pestañas sobre sus ojos hundidos. Me estremecí con las ranas saltando en todas direcciones alrededor de mí, pero asentí con la cabeza, estaba bien. Johnny dijo: ―Quédate aquí. ―Tomó la nevera de Todd, la puso en el suelo, y empezó a recoger las ranas fuera de control con sus grandes manos y a ponerlas en su interior—―. Las llevaré de vuelta a la corriente ―dijo. No me moví. No podía. Pero lo escuché, a Todd regañando a Amanda. Y a ella no le gustó ni un poco. Se refirió a mí como un sinónimo de genitales femeninos y luego abandonó el campo. Todd fue tras ella. Marcie vino detrás de mí, caminando de puntillas entre las ranas que quedaban y Johnny las estaba persiguiendo. Ella quiso limpiar algunas babas de mi mejilla, pero no acababa de decidirse a tocarla. ―No puedo creer que hizo eso. No fue muy genial. ―Esa es Amanda ―la espeté con voz áspera.

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―¿Vas a estar bien? ―preguntó. Me froté una mancha de rana en mi camiseta, pero simplemente se untaba más. ―Hubiera preferido que Gabe Webber no me hubiera visto conseguir babas, pero aparte de eso... ―Suspiré―. Estoy fantástica. ―Exhalé un suspiro más grande―. Hey, al menos, me guiñó un ojo. ¿Qué te parece? Tengo un guiño y un saludo de Gabe. ―¿Sí? Genial. ―Mar gritó y saltó fuera del camino cuando una rana saltó hacia sus sandalias de tiras rosa―.‖ ¿Uhm…‖ tú… vas a quedarte aquí? ¿De esa manera? ―preguntó. Pensé que no tenía motivos para quedarme ya que uno, estaba cubierta de Anfibi-eww, y dos, Todd y Amanda se habían ido. Las pruebas no podían hacerse sin ellos, habían sido los co-capitanes del equipo universitario el año pasado, por lo que se garantizaban un lugar, y también la posibilidad de juzgar las pruebas. Y yo no iba a pasar el rato hasta que se arreglaran. ―De hecho, Mar, ¿crees que tú y Johnny me podrían dejar en casa en su camino a las clases de baile? ―pregunté. Mar logró recoger una hoja de hierba húmeda del pantano de mi hombro. ―Claro, Fee. No hay problema. Bien por Mar, sabía que podía contar con ella. Miércoles, 25 de septiembre No he escrito en un par de semanas, así que supongo que será mejor que lo haga bien. Todd y yo hemos llegado a una especie de tregua retorcida en la que nos odiamos entre nosotros, pero no. No estoy muy segura de cómo funciona, pero en el fondo, nos hace hacer lo que hay que hacer, pero de una manera totalmente hostil, que en realidad no es hostil en absoluto. (Acabo de leer eso y no tiene ningún sentido. Bueno.) He aquí un ejemplo. La semana pasada jugamos contra Fallbrook. Fue un partido fuera de casa y yo, como chica del agua, tenía que llenar la descomunal cosita nevera/termo (una nueva, naranja, no el bote de las ranas), excepto que el único lugar para llenarlo era de un grifo en el costado de la patética escuela, alrededor de kilómetro y medio alrededor de la esquina del campo de fútbol. Así que, estoy arrastrando esto que ahora pesa una tonelada, ya que está lleno de agua, y no puedo llevarlo tan lejos. Es demasiado pesado. Todas las porristas me ven y se echan a reír porque estoy pasando un momento muy difícil. Así que, por supuesto, les muestro el dedo.

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Entonces Todd dice: ―¡Vamos! ¡Levántalo! ¡Usa los pectorales! ¡A lo mejor van a crecer! ―Y entonces saca la parte delantera de su uniforme para mover su pecho. Las chicas se ríen y van saltando a la cancha de fútbol. Sin embargo, Todd se acerca, recoge la nevera, y la lleva todo el camino a las gradas por mí. No dice una palabra más. Raro, lo sé. Pero lo más extraño fue que en el momento en que lo vi mirándome luchar con la nevera, sabía que me iba a ayudar. No creo que esto sea lo que llaman una relación sana. No es que nadie sepa realmente lo que es. Y, sin embargo, la gente todavía se encuentra el uno al otro. Es un maldito milagro, cuando se piensa en ello. Por ejemplo, mi tío Tommy. Lo vimos la semana pasada cuando fuimos a visitar a Nana para la cena. Durante el aperitivo que siempre sirve, tallos de apio y pequeños Smokies (Pequeños Smokies, si no lo saben, son mini perritos calientes en un charco de salsa como barbacoa. Se ven como un cuenco lleno de pequeños penes cortados), Nana anunció que el tío Tommy se uniría a nosotros y que traía a una amiga. Una buena amiga. Nos dijo que el tío Tommy había conseguido su licencia de bienes raíces y se había mudado a un apartamento nuevo, así que tal vez esta mujer sería el siguiente paso. De todos modos, sonó el timbre, y cuando mi padre abrió, tuve que mirar realmente dos veces, como un dibujo animado. Era el tío Tommy, por supuesto, pero se veía diferente. Se veía genial. Su pelo estaba peinado, su cara estaba afeitada. Llevaba una camisa de vestir y pantalones caqui. Pero era algo más que‖sólo‖una‖mejor‖preparación.‖Estaba‖como…‖brillante. Nana le preguntó: ―¿Dónde está tu amiga? Tío Tommy dice: —―Justo afuera. Pero primero, quiero anunciar que somos algo más que amigos. Estamos juntos. Estamos enamorados. Nana se volvió loca en el buen sentido. ―¡Oh, Tommy! ¡Una amiga! Estoy tan feliz por ti. ―Etc. Pero el tío Tommy se puso muy silencioso. Luego dijo: —El nombre de esta persona es Alan. ―Se hizo a un lado, y este absolutamente maravilloso hombre de pelo negro entró por la puerta. Juro por Dios que sus ojos eran del color exacto de este colgante de jade que mi mamá tiene. *Desmayo*. Entonces Nana dice: ―¿Este es otro amigo? ¿Dónde está Ellen? El maravilloso chico ahogó una risa. El tío Tommy dijo: ―No, mamá. Ellen no. Alan. Ma, soy gay. Nana se escapó llorando, pero regresó cinco minutos más tarde y bombardeó de preguntas a Alan de pies a cabeza. Ella dijo: ―Bueno, no eres Ellen. ¿Tienes un trabajo?

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Alan: ―Sí, Señora. Soy arquitecto. Nana: ―¿Tienes alguna de estas enfermedades? Alan: ―No, Señora. Totalmente limpio. Nana: ―Vamos a dejar dos cosas claras, Sr. Arquitecto totalmente limpio. Si alguna vez dañas a mi niño, en cuerpo o alma, te romperé las rótulas. Y en segundo lugar, nadie me llama Señora. Me hace sentir como una vieja. Puedes llamarme Agnes. Alan: ―Gracias, Agnes. Nana: ―Ve y disfruta de un pequeño Smokie, allí, Ellen. Papá se echó a reír. Alan se echó a reír también, pero dijo: ―No, gracias. ―Porque él es vegetariano. ―¿Vegetariano? ―exclamó Nana―. ¡Eso es demasiado! —―Se volvió hacia el tío Tommy―. Tú no eres vegetariano ¿verdad? ―No, Ma ―dijo―. Yo como carne. Papá murmuró: ―Apuesto a que sí. ―Y mamá lo golpeó en el brazo. El tío Tommy dijo: ―Ma, lo siento si te hice daño. ―¿Hacerme daño? ―ella dijo―. Por cuarenta y tres años te he visto vivir una vida de miseria y he sufrido contigo, eso era herirme. Ahora, luego de todo ese tiempo…‖finalmente‖ no‖estoy‖herida,‖Thomas‖Daniel‖ Sheehan.‖No‖herida.‖No.‖ Aliviada. Sólo deseo que no te hubiera tomado cuarenta y tres años. ―Ella abrazó al tío Tommy y susurró―: Mi niño. Mi niño. Hubiera sido un perfecto (aunque retorcido) momento de película, si papá no hubiera murmurado: ―Espera un minuto. ¿Estás diciendo que todo este tiempo sabías que era gay? Ella dijo: ―Una madre conoce a su hijo. El tío Tommy beso su mejilla. ―Gracias, Ma. Papá dijo: ―Necesito un trago. ―Se sirvió un gran vaso de whisky y se desplomó en el sofá. Mamá se sentó junto a él, agarró su bebida, tomó un gran trago de ella, y luego se la devolvió. Él puso su brazo alrededor de ella, y la acerco hacia él. Era como si tuvieran una conversación sin tener que decir alguna‖ palabra.‖ Como‖ si‖ pap{‖ hubiera‖ dicho:‖ “No‖ sé‖ cómo‖ lidiar‖ con‖ esto”,‖ y‖ mam{‖ dijera:‖ “Lo‖ sé.‖ Esto‖ es‖ difícil.‖ Pero‖ estoy‖ aquí‖ para‖ ti”.‖ Y‖ pap{‖ respondiera:‖“Gracias.‖Te‖amo‖por‖eso”. Bizarro. ¡Pero espera! Se pone mejor. Varios whiskys después, papá y yo estuvimos solos en la mesa. Él estaba absolutamente... alegre…‖Voltea‖hacia‖mí‖y‖me‖dice:‖ ―Tú no eres gay, ¿o sí, Fiona? ―¿Qué?

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Papá borracho: ―Me refiero a que tú nunca has tenido un novio. Y no eres exactamente…‖femenina. Yo: ―Uh, muchas gracias por eso, papá. PB: ―Nononono. No creo que haya nada malo con la manera en que eres. Yo: ―De acueeerrdo. PB: —No quisiera que creyeras que no puedes ser quien realmente eres y que no te amaríamos por ser quien quiera que fueras y tuvieras que convertirte en alguien que no quieres sólo por nosotros, porque no es lo que queremos para ti, ¿sabes? Nop. No, en ningún sentido de la palabra, lo sabía. ―Papá, ¿de qué demonios estás hablando? Bebió algo más de whisky. ―Sólo no quiero que seas infeliz por cuarenta y tres años. Eso es todo. ―Papá. Papá. ―Golpeé la mesa para que me mirara―. No soy gay, papá. Sólo no soy popular. Papá jadeo. ―Gracias a Dios. Estoy muy feliz de oír eso. ―Y luego se desmayó sobre su plato con la cena. Ni que decirlo, mamá condujo a casa. Supongo que lo que trato de decir es que no puedes saber con quién vas a terminar. Puedes pasar toda tu vida soñando con un tipo de persona, sólo para encontrar la felicidad con alguien completamente diferente. Alguien con quien creías no tener nada en común podría terminar siendo tu chico soñado. Y sabes que es él porque te conviertes en una mejor persona. Él saca esas magnificas cosas en ti que no sabías o creías que estaban ahí. Y si eres muy afortunada, harás lo mismo con él. Hace incluso mucho más increíble que las personas se hallen los unos a los otros, considerando que la mayoría de ellos, al principio, está buscando en los lugares equivocados.

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Capítulo 13 Traducción SOS por CyeLy DiviNNa Corregido por Lola_20

P

ara cuando Halloween se acercaba, Todd y yo ya habíamos ganado un total de cuarenta dólares, lo que nos daba un presupuesto de seis mil dólares para octubre, además de los veinte dólares que habíamos

depositado en el presupuesto de septiembre. Seis mil veinte era mucho más que nuestros costos de septiembre, por lo que me ofrecí a llevar a Sam a pedir dulces y a cuidarla después de forma gratuita, sólo para obtener algo de tiempo con ella sin el Señor Mierda Floja allí. Marcie dijo que quería venir, así que decidimos‖ hacer‖ una‖ “noche‖ de‖ zombie-chicas‖ fuera”.‖ ¿Lo‖ captas?‖ Bueno,‖ eso‖ fue malo. En realidad, decidimos ser princesas zombis. Mar y yo fuimos a comprar el loco maquillaje y tiaras, y brillo para la oscuridad, joyas y esa basura. Nos comprometimos demasiado, probablemente debido a que había pasado un tiempo desde que cualquiera de nosotros se había vestido para Halloween. Cuando llegamos a la casa de los Picklers, los oímos en la calzada. Los gritos procedentes de la ventana del dormitorio principal estaban probablemente viajando a través de todo el vecindario. Ella gritó que él no tenía ningún respeto por ella. Él gritó que tenía una reacción exagerada para todo y nunca le daba un momento de paz. Mar y yo no estábamos seguras de qué hacer. Los gritos se detuvieron en el instante en que sonó el timbre. Medio minuto más tarde, la puerta se abrió. ―Oh, Fiona. ―La señora Pickler vaciló. Sus ojos se movían detrás de mí―. Vamos, entra, Sam está en la habitación familiar. ―La seguimos adentro―. ¿Sam? Fiona y Marcie están aquí. Sam estaba sentada acurrucada en un rincón del sofá, leyendo. Ni siquiera levantó la vista. Tenía ojeras bajo sus ojos y su cabello estaba desordenado, incluso más de lo habitual. Me di cuenta de que se había masticado el esmalte de uñas de los dedos. La Señora Pickler volvió a subir, por lo que Mar y yo nos sentamos al lado de Sam. ―¿Estás bien? ―le pregunté.

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Sam se quedó callada y se encogió de hombros. Entonces murmuró: ―Supongo. ―¿Qué estás leyendo? ―le pregunté. ―La isla de los delfines azules. ―Oh, me encanta ese ―dije. ―¿De qué trata? ―preguntó Marcie. Sam inhaló con voz temblorosa. ―Una niña cuyos padres la dejan en una isla y vive allí sola y la pasa realmente bien. Sólo ella y su perro. ―Sam no levantó la mirada de su libro. Vi una mancha oscura aparecer en la página. Una lágrima. Me acomodé cerca de ella y puse mi brazo alrededor de su hombro. ―Oye hermana-bruja, no te enojes. Todo irá bien. La gente pelea a veces. ―Se pelean todo el tiempo. ―Bueno, quizás a veces la gente se pelea todo el tiempo, pero no quiere decir que no se lleven bien. En el fondo. ―No ―murmuró. ―¿Cómo lo sabes? Sam volvió los ojos hinchados hacia mi cara. ―Porque‖ellos‖dicen:‖“Te‖odio”‖y‖“te‖odio‖también”.‖Los‖he‖oído.‖―Lágrimas se derramaban por sus perfectas mejillas. No podía soportarlo. Envolví mis brazos alrededor de ella y la apreté. Marcie dijo: ―La gente dice todo tipo de cosas que no quiere decir. Sobre todo cuando están peleando. Sam pareció suavizarse un poco. ―¿Ellos lo hacen? ―Absolutamente ―dijo Marcie. Levanté la cara de Sam. ―Escucha, seca tus ojos. Si te ven llorar, no podrás salir y no vamos a ser capaces de tener nuestra noche increíble juntas. Ahora, vamos a hablar de otra cosa hasta que se hayan ido. ¿Trato? Se secó las mejillas con una sonrisa forzada. ―Trato. ¿Puedo quedarme hasta la medianoche? ―Nueve. ―¿Once y media? ―Diez. ―Trato. Los padres de Sam finalmente se fueron, y empezamos a ponernos el vestuario. Deslicé un vestido de encaje rallado sobre Sam. Dibujé círculos aún más oscuros bajo sus ojos con algo de delineador, y clavé una sangrienta tiara de diamantes de imitación en su cabeza. ―Eres una hermosa princesa de los muertos vivientes ―le dije.

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―Gracias ―dijo. ―Todo lo que necesitas es un príncipe ―dijo Marcie. La cara de Sam se volvió de color rosa brillante. Se agachó para ajustar sus medias blancas rotas, a pesar de que se veían bien. ―¿Estás ruborizada? ―me burlé―. ¿Por qué te escondes? ―Ella comenzó a reír y sacudió la cabeza―. ¡Samantha Louise Pickler! ¡Suéltalo! ¡Ahora! Comencé a hacerle cosquillas en las costillas. Ella se retorció y se echó a reír, y finalmente dijo: ―¡Está bien! Así que la libere. ―¿Cuál es su nombre? ―exigí. Sam sonrió. ―Logan Clarke. Está en mis clases de matemáticas y ciencias. ―¡Lo sabía! ―grité―. Entonces, ¿cómo es? ¿Le gustas también? Sam se encogió de hombros tímidamente. ―No lo sé. Tal vez. Él es agradable. Súper lindo. Marcie y yo chillábamos como lo hacíamos en la escuela secundaria cuando veíamos a nuestra banda de chicos favorita en la televisión. Empujamos a Sam en el piso entre nosotros y salpicamos con preguntas. ¿Desde hace cuanto tiempo le gustaba? (Sólo un par de semanas.) ¿Alguna vez habló con él? (Algunas veces.) ¿Alguna vez habló él con ella primero? (Algunas veces.) ¿Sabía que si hablaba él primero, que significaba que probablemente le gustaba? (¿Lo hacía? Oh, por Dios.) ¿Alguna vez parece nervioso a su alrededor? (No, pero ella estaba nerviosa a su alrededor.) ¿Alguna vez mencionó hacer algo juntos? (En realidad, sí dijo que tal vez podrían hacer la tarea juntos alguna vez.) ―¡Oh, por Dios, totalmente le gustas! ―dije. ―¿Eso crees? ―dijo Sam. ―Totalmente ―dijo Mar. Las tres chillamos en ese momento. Estábamos tan hiperactivas. Sam agarró la bolsa del truco o trato y salimos de la casa riendo y saltando como idiotas totales. Fue impresionante. Estábamos de tan buen humor, que incluso decidí caer en la casa de Todd por caramelos. Sam tocó el timbre, y cuando abrieron, esta horrible cara de monstruo de goma rugió contra nosotros. Sam lanzó un grito. Todd empezó a reír y se quitó la máscara. Yo grité: ―¡Póntela de nuevo! ¡Póntela de nuevo! ¡Eres terriblemente repulsivo! Todd hizo un falso puaj, puaj, puaj a mi broma. ―¿Qué se supone que son chicas? ¿Masacre en la Noche de Graduación o algo así? Sam suspiró ante la obvia estupidez de Todd.

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―Somos princesas zombies, Todd. ¿No te das cuenta? ―Puso los brazos hacia el frente y dijo―: ¡CEREBROS! ¡CEREBROS! Le di una palmadita a Sam en la cabeza y dije: ―Lo siento, Sam. Estás perdiendo el tiempo con esto. Todd puso los ojos en mí. ―Princesas Zombies, ¿eh? ―Él nos miró de arriba abajo―. Ya veo. Buen trabajo, Squirt. Hey, Marcie. ―Hola, Todd. Él le dio a mi mitad inferior una mirada extra larga. ―Hey, espera. Bueno, mire usted, princesa. ¡Se mantuvo seca! ¡Felicitaciones! ―Llegó con el cuenco de caramelo, y al mismo tiempo que dejó caer un puñado en la bolsa de Sam, me coloqué directamente detrás de ella y le mostré el dedo a Todd para ella no lo viera. ―¿Por qué sigues mostrando tu coeficiente intelectual de esa manera? ―dijo Todd. Le di el mismo puaj, puaj, puaj de regreso. ―Por cierto, Princesa ―dijo Todd―. Nuestro presupuesto es para mañana. ¿Lo

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hiciste? ―¿Yo? No. ¿No lo hiciste tú? ―No. ―Mierda. ―¿Hasta cuándo van a estar fuera? ―preguntó. ―No lo sé. ¿Una hora? ―Voy a pasar a casa de Sam y lo vamos a negociar. ¿Te parece bien, Squirt? ―Me parece muy bien ―dijo ella, examinando el contenido de su bolso. Todd puso un puñado extra de caramelo. ―Nos vemos luego. Sam sonrió a Todd. ―Gracias, Señor ―dijo―. Sayonara. Todd levantó una ceja, pero dijo: ―Que se diviertan en truco o traro, Squirt. Asegúrate de que Fiona tenga un montón de idas al baño. ―Saludó y cerró la puerta antes de que tuviera la oportunidad de devolver el ataque. ―¿Qué quiso decir con eso? ―preguntó Sam. ―Olvídalo ―dijimos Marcie y yo a la vez. Enganchamos nuestros brazos a Sam y nos pusimos en marcha. ―Todd no es tan malo ―dijo Sam. ―Tú no estás falsamente casada con él ―le dije. ―¿Tiene uno que ser realmente novio o novia de la persona del falso matrimonio? ―Pateó una flor de crisantemo naranja decapitada por la calle.

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―Dios, no ―dije―. No me hagas vomitar. ―Además ―dijo Marcie―, algunas personas ya tienen novios o novias, pero no quedaron emparejados entre sí. ―Ustedes no tienen novio, ¿verdad? ―No―dije. ―Sin embargo Todd tiene una novia ―dijo Marcie. ―¿Está falsamente casada con otra persona también? ―preguntó Sam. ―A que no adivinas con quién ―le dije. ―No me imagino, entonces ―dijo Sam―. Dime. Susurré: ―Gabe Webber. ―¿Gabe? ―Sam dijo. La hice callar. Ella bajó la voz hasta un susurro―. ¿Marcie no sabe de él? ―Saludó a algunos otros pidiendo dulces que pasábamos, un dinosaurio, un esqueleto, y una sirena. ―Sí, ya sé sobre Gabe ―dijo Marcie con un suspiro. Supongo que después de nueve años, estaba enferma de la materia. Oh, bueno. Es una pena. Sam dijo: ―¿No sería estupendo si pudieras cambiarlo? ―¡Eso es lo que he dicho! ―grité―. Pero no se nos permite. ―Bueno, mira el lado bueno ―dijo Sam―. Tal vez Gabe no es tan genial después de todo. ―Oh sí, él lo es ―dije―. Él es perfecto. ¿Cierto Mar? Díselo. Marcie dio una patada a algunas empapadas hojas amarillas y asintió con la cabeza. ―Sí,‖Gabe‖est{‖bien.‖De‖hecho… ―¿Está bien? ―la corté―. Él está más que bien. Primero, es magnífico. Segundo, es totalmente dulce. ¿No te acuerdas cuando te levantó después de que accidentalmente te derribó, Mar? ―¿Cómo podría olvidarlo? Sigues hablando de ello ―dijo. ―Oye, no puedo hacer nada si tengo un punto débil por su flagrante valentía. Hablando de un tipo ideal. Él derrocha simpatía. Es tan seguro de todo. Nunca se asusta. Eso lo he visto, de todos modos. Nunca lo he visto ni una vez con mal genio. ¿Y tú, Mar? Marcie se encogió de hombros. ―Suena perfecto ―dijo Sam. ―Lo es. ―Yo estaba de acuerdo. Marcie suspiró muy fuerte esta vez. ―Fiona. Por favor. No puedo soportarlo más. Le di un codazo.

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―Está bien, lo sé, lo sé. Lo siento. Sigo y sigo hablando de él contigo. Estoy segura de que estás cansada del tema. Bien, de acuerdo, no lo voy a mencionar de‖nuevo…‖esta‖noche. ―Me reí. Sam se rió conmigo. ―Vamos a tratar con esta casa ―dijo Marcie. En el momento en que terminamos de pedir truco o trato, la bolsa de Sam era demasiado pesada para ella. La llevaba por encima del hombro y les dijo a todos que había un par de cabezas de repuesto en caso de que quisieran un bocadillo. Demasiado lindo. Acabamos de regresar a su casa, y ella tiró el botín en una enorme pila en la alfombra‖de‖la‖sala‖de‖la‖familia.‖Decidimos‖ver‖“Dieciséis‖velas”‖de‖nuevo,‖ya‖ que no habíamos conseguido verla antes. Marcie y yo hicimos Palomitas Mexicanas con Sabor Internacional (condimento para tacos y aceite de maíz), y Sam alternaba entre un puñado de palomitas de maíz y puñados de caramelos. A mitad de la película, sonó el timbre. Todd. Por supuesto. Maldita sea. Nunca iba a terminar de ver esta película. Por otra parte, la había visto tantas veces que me sabía cada línea de memoria. Subí hasta llegar a la puerta.

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Capítulo 14 Traducido por: Xhessii Corregido por Nanis

ruco o trato ―dice Todd.

―T

―Deseo que sea un truco, porque verte no es un trato ―dije. Todd me dio una bolsa de plástico del supermercado. ―Nuestro

dulce sobrante ―dijo él―. Es para Sam. No para ti. ―Sabes, incluso cuando haces algo lindo te las arreglas para ser un idiota ―dije―. En realidad, es notable. Si sólo hubiera una manera para explotar este talento. Me empujó hacia la casa. Nos quedamos en el comedor. Nos sentamos uno en cada‖lado‖de‖la‖mesa‖con‖el‖paquete‖de‖Todd‖“Probando el‖Nudo”‖propagado‖ entre nosotros. ―Vi el artículo de tu madre en el Dialy Ledger ―dijo él. ―¿Qué? ¿Cuándo estuvo ella en el periódico? ―Esta mañana. ¿No lo viste? Oh, está bien, lo siento. Me olvide que eres analfabeta. ―Muy gracioso, Señor Mierda Floja. ¿Qué decía? ―Hablaba de su campaña contra el curso de matrimonio, y cómo el consejo de la escuela insiste en mantener el curso, incluso cuando lo están debatiendo, bla, bla. Entre ir a la escuela, comprar las cosas de Halloween, y estar con Sam, no había ido a casa en todo el día. Pero eso no hacía sentirme menos que una tonta por no saber del artículo de mamá. Tenía que revisarlo tan pronto llegara a casa. ―Bien, Princesa, pongamos manos a la obra ―dijo Todd, jalando la hoja del presupuesto―. Ganamos cuarenta dólares en dinero verdadero, así que tenemos seis mil dólares. Más los veinte que pusimos en el banco en Septiembre. Demonios, este mes seremos ricos. ―Tú haces las matemáticas; yo lo pongo en la hoja ―dije―. Empieza con los gastos de vida. ―Ya tenemos la casa grande del mes pasado, así que no la vamos a cambiar.

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―Está bien para mí. ―Lo escribí―. Casa A. Hipoteca dos mil. Utilidades quinientos. ―Eso nos deja $3,520 ―dijo Todd―. Ahora tomemos los extras. Celular, Internet y cable. Odié no tener cable. ―Lo que sea. ―Lo puse en la hoja. Escuché a Mar y a Sam sonar algo en la otra habitación. Probablemente a Largo Pato Dong―. ¿Cuánto queda? ―pregunté. Todd restó en su cabeza. ―Serían 3,365. ―¿En serio? ―dije―. Bien. ―Ahora carros. Uno híbrido de lujo para mí, y nada para ti. ―¿Por qué no tendré un carro? ―lloré. ―Eres una pueblerina. Manejas tu bicicleta. ―Olvídate de eso ―dije―. Somos ricos. También quiero un híbrido de lujo. ―Escribí los dos híbridos―. ¿Cuándo queda ahora? ―Veinticinco, sesenta y cinco. ―¿Todavía tenemos mucho? Revisó de nuevo las cuentas. ―Aparentemente. Miré en lo que quedaba para presupuestar. ―No creo que podamos gastarlo todo.‖Incluso‖si‖vamos‖al‖tope‖de‖comida‖y‖entretenimiento…‖¿Deberíamos? ―Claro. ―Todavía nos quedan otros mil seiscientos. Él habló por un micrófono invisible. ―¿Qué es lo que nuestros participantes escogen? ¿Meterlo al banco o gastarlo? ―Idiota. ―Deberíamos meterlo al banco ―dije. ―Yo creo que gastarlo. ―¿En qué? ―pregunté. ―En la TV de plasma de cuarenta y dos pulgadas, cariño. ―¿Para qué necesitamos eso? Se inclinó hacia atrás y puso sus dedos detrás de su cabeza. ―Por el dulce paquete de cable que ahora tenemos. Por todos los canales de deporte. No miraré mis juegos en una basura de diecinueve pulgadas. ―Eres un lunático. Esto es falso. Bien. Toma la mitad y gástalo en lo que quieras ―dije. ―¿En rameras? ―En algo que ambos usemos. ―¿En rameras? ―Para la casa. ¡Ugh! ¿Por qué haces esto tan difícil? ―¿Por qué no?

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Lo ignoré e hice la división por mí misma. ―Pondremos $807.50 en la nueva TV y lo mismo en ahorros. Listo. Apenas vale el esfuerzo. Todd reunió todo pero menos la hoja de presupuesto y caminó rodeando la mesa. ―Me voy de aquí ―dijo. ―Así que vas a registrar el presupuesto, ¿verdad? ―Me dio palmaditas en la cabeza―. Gracias, mujercita. Qué buena esposa. Quité su mano. ―Besa mi trasero. ―Te gustaría. ―Sólo si fuera un perro, como tú. ―No estás tan lejos de eso ―dijo, y se fue. Cuando regresé a la sala, Sam estaba dormida en el sofá con una pieza de regaliz a medio comer en su puño. ―Ella se quebró ―dijo Mar―. Creo que estaba literalmente alta en azúcar. ―Seriamente ―dije―. Pensé que iba a empezar la conversión en base libre Pixy Stix. ―¿Ya se fue Todd? ¿Terminaron? ―Sip. Es un idiota. No entiendo por qué hace un esfuerzo extra para ser una molestia. De otra manera, podría ser un chico decente. ―Hablando de chicos decentes, ¿recuerdas el baile del mes pasado cuando tú, yo y Johnny hicimos esa travesura? ―Oh, sí, Johnny. Lo sé, es de hecho un chico bien. Aunque, algunas veces también causa disturbios. ¿Ya te diste cuenta de eso? ―Lo‖sé,‖pero‖Fiona… ―¿Adivina qué me dijo esa noche? Dijo que la gente con clase es como gente con herpes. ―Escucha‖Fio…‖espera,‖¿qué‖dijo? ―Espera…‖no,‖no‖era‖eso.‖Eso‖no‖pudo‖ser.‖¿Qué‖dijo?‖Estaba histérico. ―Dime después. Escucha, Fiona, necesito hablar contigo de algo. ―¡Oh! ¡Ya recuerdo lo que era! Si tienes clase, no hablas de eso, justo como si tuvieras‖ herpes.‖ Eso‖ era.‖ OhporDios…‖ ―Junté mis manos―. ¡Tengo la mejor idea para hacerle una travesura a Todd! Oh, esto no tiene precio. Pero necesito una bocina para mi iPod. Tú no tienes, ¿o sí? Tiene que tener alguna función de alarma. Y probablemente tendré que descargar algún software. Marcie golpeó el sofá con su puño. ―¡Maldita sea, Fiona! ¡Estoy intentando decirte algo, pero no te callas ni por cinco segundos para que lo pueda decir! Estoy harta de escuchar tu bla, bla una y otra vez sobre Todd, y de hacerle travesuras, y de qué tan miserable tu vida es, y de todo. ¡No puedo soportarlo! Las otras personas también tienen vidas y problemas. Pero nunca te das cuenta

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porque estás tan herida por tu propio drama. Estás últimamente tan desconsiderada y absorta en ti misma. Lo siento, Fiona, pero no puedo manejarlo. Necesito alejarme de ti por un tiempo. Me debo ir a casa. Agarró sus cosas y había cruzado la puerta antes de que sus palabras dejaran de hacer eco en mi cerebro. Una vez que lo hicieron, sentí el golpe al darme cuenta que mi mejor amiga —mi única amiga— simplemente me había gritado y se había ido. Nunca en mi vida pensé que Mar pudiera ser tan cruel. Nunca me había hablado así. Así que no tenía la menor idea de qué debía hacer. Sólo me quedé aturdida, esperando que ella se calmara pronto. Jueves 31 de Octubre. Tengo unas cuantas cosas que decir sobre el matrimonio, de cómo lo veo. Primero, ¿cuál es el punto? ¿Hay alguna razón para pasar por la tortura ―o para torturar a los de tu alrededor― sólo para decir que estás casada? ¿Dónde está la retribución? Y segundo, si te casas sólo para tener hijos, olvídalo. Ellos lo sabrán y realmente te joderán. Así que, otra vez, ¿cuál es el punto? El sexo no puede ser la razón, porque si me preguntas, tienes mejores oportunidad de echar un polvo si tienes disponible a toda la población de la Tierra para ti, que a UNA sola persona. Y por cierto, ¿qué tan aburrido será tener sexo con la misma persona por cincuenta años? Para mí, el matrimonio parece una institución arcaica que quedó de las eras donde lo importante era la supervivencia de las especies, y la gente no pasaba los treinta y cinco años de vida. Es tiempo que el matrimonio siga el camino del dodo: apenas recordado, pero definitivamente extinto.

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Capítulo 15 Traducido por Lalaemk Corregido por Nanis

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arle un poco de espacio a Mar no era tan difícil, no tanto como manejar en mi bicicleta a la escuela el día siguiente. Y sentarme sola en el salón de clases. Sólo me escondí en la parte trasera y leí O y P. Al final del

día, la Directora Miller se acercó al PA para hacer los anuncios del viernes. ―Buenas tardes, estudiantes ―dijo―. Primero, quiero desearle al equipo de ajedrez suerte en su torneo. Esperando que hagan unos movimientos tamañoreal. Segundo, me gustaría anunciar que los estudiantes casados de último año que juntaron más dinero real para el mes de octubre son Todd Harding y Fiona Sheehan. Ustedes dos han ganado dos kilos de salchichas de cortesía de la tienda de embutidos Steuben, localizada en la esquina de la calle principal y Dover.‖“La tienda de embutidos de Steuben. Con sólo una caliente, salchicha de carne‖ podr{‖ satisfacer…‖ ven‖ por‖ un kilo de Steuben‛. ¿Qué?‖ Oh,‖ Dios‖ Chri…‖ ―El PA chilló mientras apagaba el micrófono para que no pudiéramos escucharla maldiciendo. No es que pudiéramos; estábamos riendo demasiado fuerte. Después de unos pocos segundos de retroalimentación de PA, ella volvió y anunció que no tendríamos sesiones de consejería. (¡Yay!) En cambio, los de último año se tenían que reportar en el gimnasio en el primer periodo del lunes para los juegos de confianza de matrimonio. (¿Qué rayos?) Los rumores decían que los juegos de confianza habían sido idea de Maggie Klein. Parecía que varias parejas no tenían mucho vínculo. Así que querían hacer alguna basura ridícula de equipo para hacer que las parejas se llevaran bien. Sí, buena suerte con eso. Me imaginé que Mar se habría enfriado un poco para ese entonces, así que tal vez podríamos hacer una gran broma sobre esto. Decidí que los juegos de confianza eran un regalo del cielo, porque todos los de último año estarían en un solo lugar, dándome la perfecta oportunidad de hacer mi última excelente broma a Señor Mierda Floja.

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Pero llegó el lunes, y Mar no me recogió para la escuela otra vez. Debía estar todavía enojada. Así que fui en mi bici, lo que no era fácil con un nuevo altavoz de iPod/alarma en mi mochila. Me senté otra vez sola en el salón de clases. Luego vino el primer periodo, y todos los de último año se dirigieron al gimnasio. El Sr. Evans estaba secando con el trapeador alrededor del perímetro, y se quejó cuando caminamos sobre el área que ya había limpiado. Dejé caer mis cosas bajo la clavija del reloj y los altavoces del PA. Conecté los altavoces de mi iPod, y programé la alarma para que comenzara en cuarenta y cinco minutos. Lo cubrí con mi sudadera gris y miré alrededor por Mar. Ella ya estaba al otro lado del gimnasio. Debió caminar junto a mí pero nunca dijo una palabra. Maggie Klein se lanzó y comenzó a ladrar como un perro Chihuahua. Lo daba todo y algo más; diría que mucho de ella. ―Muy bien, vamos a empezar con la caída de confianza ―gritó una vez que nuestras quejas disminuyeron―. Todo mundo haga un círculo con su compañero a su lado. En este ejercicio, un compañero caerá hacia atrás. El otro lo atrapará. La idea es confiar en que tu compañero no te dejará caer. Ahora, Maggie Klein era suficientemente inteligente para darse cuenta que la mayoría de los chicos, como Johnny Mercer, era mucho más grande que su falsa esposa. Así que dio la instrucción de que sólo las chicas tenían que dejarse caer, y los chicos atrapar. Lo que habría estado bien. Excepto por Zoë Kovac, quien, además de su nombre Europeo, también tenía complexión Europea. Había tenido ofertas de becas completas para jugar hockey en tres universidades diferentes. Su compañero, Izzy McCully, por otro lado, parecía que no había tenido una verdadera comida en una década. Este chico era carne en un palo. Y cerca de 10 centímetros más bajo que su falsa esposa. ―Bueno, muévanse alrededor de la habitación, una pareja a la vez. ―gritó Maggie Klein. Una por una, la chicas cayeron hacia atrás y sus parejas las atraparon sosteniéndolas bajo las axilas. ―¡Muy bien! ¡Bien hecho! ―dijo. Nos hizo aplaudir a cada pareja. Justo antes de nuestro turno, le susurré a Todd: ―Más te vale que no trates de tocarme cuando caiga. ―Ha ―dijo―. ¿Tratar de tocar qué? ―Sólo no me dejes caer. ―No puedo prometerte nada. Cuando me atrapó, miré a Mar para ver si estaba aplaudiendo. No sólo no estaba aplaudiendo, ni siquiera estaba mirando. Estaba viendo a la pared. Tenía

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que ser deliberado. Johnny estaba aplaudiendo como un mono de cuerda, sin embargo. ¿Cuál era su problema? Cuando fue el turno de Mar y Johnny, no miré, tampoco. O aplaudí. Dos podían jugar, como dicen. Sólo miré un poco para ver si veía que no estaba mirando. No sé si lo hizo. Pensé que Johnny pudo haberlo notado, así que tal vez le dijo a ella. Definitivamente miré a Gabe atrapando a Amanda, con sus hermosas manos. Y juro que lo vi tocar sus pechos. Por la mirada de Todd, él vio lo mismo que yo. Luego fue el turno de Zoë Kovac. Pude notar que Maggie Klein vio el problema en el último segundo, porque hizo esta gran inhalación. Pero era demasiado tarde. Zoë cayó hacia atrás hacia los temblosos brazos de Izzy McCully, y continuó cayendo con él debajo de ella. Se volcaron en el suelo, y todo lo que se pudo ver de Izzy fueron sus delgados brazos y piernas agitándose desde el suelo desde los costados de Zoë, haciéndola lucir como la diosa hindú en su espalda. Los amigos del cabeza hueca de Todd se perdieron en la risa. Zoë se giró para que el pobre de Izzy se levantara, y lo pateó en su costado. El Sr. Evans se apresuró y puso a Izzy de pie. Izzy todavía no podía recuperar el aliento, además su cabeza dolía, así que Maggie Klein lo envió a la enfermería. ―Bien, bien, hay que tratar con algo más ―dijo por encima de la histeria―. Tengo cuerdas de un metro para cada uno de ustedes. Cada pareja. Cada pareja debe tomar una cuerda y luego alinearse con la cuerda tensa entre los dos. Todd y yo fuimos por la soga en el momento exactamente igual que Amanda y Gabe. Pensé, perfecto, porque probablemente Amanda hablaría con Todd, y tal vez Gabe me hablaría a mí. Así que empecé a inventar cosas ingeniosas ciegamente acerca de los juegos lame-culo de confianza. Pero entonces Amanda se apresuró hacia Todd, y Gabe me miró como si fuera mi culpa que Todd estuviera babeando por la falsa esposa de Gabe. Decidí superarlo y preguntar: ―¿Algo está mal? Gabe miró hacia otro lugar y respondió: ―No lo sé. ¿Hay algo malo contigo? Estaba ahí parada como una idiota, tratando de darme cuenta qué demonios había querido decir con esa afirmación, cuando me di cuenta de que Todd y Gabe habían agarrado uno de los extremos de la misma cuerda. Ahora estaban viéndose a muerte para ver quien tenía la maldita cosa. ―Tengo esta ―dijo Todd. ―No lo creo ―dijo Gabe. ―Déjalo ir, Webber ―dijo Todd. ―La tomé primero.

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―Como el infierno lo hiciste. Mientras tanto, Johnny Mercer se acercó y trató de saludarme, pero no estaba prestando atención porque quería ver si Todd y Gabe se iban a pelear. Finalmente, Amanda intervino, agarro una cuerda totalmente diferente, y la metió en el pecho de Gabe para llevárselo. Gabe lanzó su extremo y se fue con Amanda detrás de él. Johnny murmuró algo que no pude entender. Todd me dio el extremo de la cuerda que Gabe había arrojado y me llevó de nuevo al centro del gimnasio. Él se colocó al lado de‖Amanda.‖¿Lo‖que‖significaba…? Sip, estaba al lado de Gabe. Sophia Sheridan se alineó al otro lado de él con Mar y Johnny a su lado. Luego, Sophia dijo: ―¡Estoy totalmente emocionada por hacer esto! Y‖Gabe‖―entiéndanlo‖bien―‖dijo:‖―Una‖mujer‖totalmente‖excitada‖es‖mi‖tipo‖ favorito. ¿Qué? Pensé‖que‖un‖“totalmente‖juntas”‖mujer‖(es‖decir,‖yo)‖¡era‖su‖tipo‖favorito!‖Pero‖ oh, no. Había sido una total y absoluta idiota. Gabe no tenía un tipo favorito. Gabe‖tenía‖una‖frase‖favorita… para alimentar a sus niñas. Qué tan idiota había sido. Me volví de espaldas a él, y le di un tirón a la cuerda. Todd se rió y tiró de la cuerda más duro. Tiré hacia atrás. Luego, tiró de nuevo. Luego yo. Tratamos de quitarnos el balance el uno al otro. Bueno, Gabe debió tratar de hacer enojar a Todd, porque jaló la cuerda tan fuerte que la cuerda salió de la mano de Amanda y casi golpea su cara. Ella miró de reojo a Gabe y se acercó hacia delante, tomó el extremo de la cuerda del suelo, y tiró tan fuerte como pudo. Gabe perdió su balance, y casi cayó, y Sophia Sheridan soltó una carcajada. Luego comenzó a tirar de su propia cuerda. Muy pronto, otras parejas estaban haciendo la misma cosa, y antes de supiéramos, estábamos en un maratón de tira-y-afloja. Fue en ese momento que la Directora Miller apareció para ver las cosas. Maggie Klein parecía no haberlo notado, porque ella estaba gritando poco profesionalmente: ―Deténganse. ¡Simplemente sostengan la cuerda! Recoger una cuerda, alinearse y quedarse quieto. ¿Qué tan difícil es eso? Sostengan los extremos. ¡Basta ya! ―¿Cómo va todo? ―la Directora dijo sobre el caos. Maggie Klein dio la vuelta ―¡Oh! ¡Genial! Quiero decir, ¡bien! ―¿El estudiante que acabo de pasar por el pasillo fue una casualidad? ―Sí. Bueno, fue un accidente. Estoy segura de que Iggy estará bien. ―Izzy ―la Directora la corrigió.

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―¿Él qué? ¿Está bien? Estoy segura que lo está ―Maggie Klein tartamudeó. ―No. El nombre del joven es Izzy. No Iggy. Maggie Klein se sacudió. ―Por supuesto. Por supuesto. Quise decir eso. Sabía eso. ―Sus ojos se estrecharon y su cara se iluminó―. ¿Le importaría unírsenos? ―Tan‖fuerte‖que‖a‖la‖Directora‖Miller‖no‖le‖quedó‖otro‖remedio‖que‖aceptar. La Directora estuvo a punto de salirse cuando ninguno de los chicos se ofreció a ser su compañero, pero entonces, el Sr. Evans dejó caer su trapeador y se acercó. Tomó una de las cuerdas de un metro y le ofreció un extremo a la Directora con una ligera inclinación. Ella soltó una risa pequeña, y la tomó, e hizo una reverencia hacia atrás. ―El objetivo de este juego ―gritó Maggie Klein demasiado alegremente―, es la creación de un nudo y luego trabajar juntos como compañeros y como grupo para deshacerlo. Así, sin dejar ir su soga, todos tendrán que moverse alrededor del espacio; pasar por encima de las otras cuerdas o pasar por debajo de ellas. Lo que sea. Sólo no la dejen ir. Una vez más, Maggie Klein no había previsto lo que setenta y algo de alumnos podían hacer. Amanda se giró en torno a Todd, que por desgracia lo puso aún más cerca de Gabe. Hice lo mejor que pude para anudar junto a Mar para que me hablara, pero ella seguía retorciéndose lejos, Johnny se tiró en mi cara. Dentro de treinta segundos, habíamos hecho un nudo, claro. Sin embargo, Gabe y Todd se encontraban casi en una pelea, (sólo casi porque estaban atados), Amanda estaba allí de pie con aire aburrido, Callie Brooks estaba llorando, yo estaba tratando de acercarme a Johnny para acercarme a Mar, y el Sr. Evans fue atado inexplicablemente a la Directora Miller con su cara contra sus pechos. ―¿Señorita Klein? ―La Directora Miller, todavía anudada, gritó sobre los llantos, gritos, y chillidos de risa―. Creo que he llegado al final de mi cuerda. Todo mundo rió ante eso, y en ese momento me di cuenta de que la Directora Miller

estaría

ahí

para

mi

broma

a

Todd.

No

era

bueno.

Traté

desesperadamente de salir del maldito nudo para así poder correr hacia mi iPod, pero estaba atascada. Y era muy tarde. Un bocinazo ensordecedor venía en dirección de los altavoces de PA. Era mi juego de altavoces a todo volumen en mi intento de imitar el timbre de PA. Brevemente esperé que nadie lo hubiera escuchado y que siguieran hablando y gritando. Pero fue tan fuerte, que todo el mundo se calló. Me quedé helada. Mi voz distorsionada electrónicamente salía de los altavoces. ―Atención. Todd Harding. La oficina del Doctor llamó para decir que tu examen de herpes salió positivo. Por favor repórtate con la enfermera inmediatamente. Otra vez, Todd Harding, repórtate a la oficina de la enfermera. Tienes herpes. Gracias.

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Un grupo de personas comenzó a reír, pero no por mucho tiempo, porque la Directora Miller dijo: ―¿Quién hizo eso? ―gritó. Giré lo mejor que pude para ver a Todd. Yo sabía que me iba a tirar debajo del autobús. Si no era él, entonces Amanda seguro lo haría. Pero no sólo Todd no dijo nada. Lo vi empujar y callar a Amanda cuando abrió su boca para delatarme. Y ella obedeció. Cómo al azar. Debieron darse cuenta que Todd conseguiría ser arrastrado dentro de todo esto de las bromas, así que se mantuvieron en silencio. ―Nadie se irá hasta que averigüe quién fue el responsable de esta alteración. ―La Directora Miller comenzó a retorcerse de su posición pseudo-esclavitud con el portero. Todo mundo dejó caer sus cuerdas y se comenzaron a desatar. Todd y Amanda salieron de la cuerda enredada como si no estuviera ahí. Yo salí del embrollo, mirando hacia atrás y adelante entre mis altavoces y donde Gabe estaba sosteniendo los brazos de Mar para mantenerla balanceada mientras Johnny deshacía un gran nudo alrededor de su rodilla. Después de unos pocos minutos, todos finalmente estábamos sueltos. La Directora Miller acechando mis cosas y encontró mi juego de altavoces. ―¿De quién son estas cosas? ―demandó. Era demasiado obvio que podía identificarme por mi mochila, así que levanté mi mano. ―Mías ―dije. —―Fiona Sheehan. ¿Este es tu equipo electrónico? Comenzaba a responder. Pero Johnny Mercer gritó: ―¡No! Eso es mío. La Directora Miller lo miró. ―¿Jonathan Mercer? ―Ella comprobó la etiqueta de la sudadera―. ¿Voy a creer que esta sudadera de mujer le pertenece a usted? Trate de reclamar, pero Johnny se interpuso entre yo y la Directora Miller, y dijo: ―Es mi equipo, pero son las cosas de alguien más. No sé de quién. Sólo lo utilicé para cubrir mis altavoces. ―Él caminó hacia la Directora Miller con las manos en sus bolsillos―. Sólo estaba bromeando con Todd. Tratando de ser graciosos. ―¿Piensas que es gracioso difundir mentiras escandalosas sobre la vida personal de alguien y su salud? Johnny se detuvo en seco. ―No señora. Supongo que no. ―No, no lo es. Voy a confiscar este equipo electrónico hasta el momento en que crea que su comportamiento justifique su devolución. ―Um…‖bien ―dijo Johnny―. Lo siento. ―La persona con la que tienes que disculparte es con Todd Harding. Adelante. Johnny sacó las manos de sus bolsillos y golpeó con los puños en sus muslos. Se dio la vuelta y miró hacia Todd. ―Lo siento Todd ―dijo.

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Todd asintió. ―No hay problema Mercer. ―Y ellos estrecharon las manos. Todo era tan convincente, que no estaba segura si Todd realmente sabía que había sido yo o no. Pero tan pronto como dejó la mano de Johnny, él me miró y me guiñó un ojo. Él sabía. Juzgando por el ceño de Amanda, también lo sabía. La Directora Miller declaró el fin de los juegos de confianza, instruyó a Maggie Klein para limpiar el gimnasio, y nos ordenó volver a clase. Agarré mis cosas. Quería agarrar a Johnny a solas para agradecerle, pero la Directora Miller seguía hablando con él, así que lo dejé para más tarde. Cuando me volteé para irme, Amanda repentinamente estaba en mi cara. ―¿Por qué siempre tienes que ser una perra? ―ella preguntó. Me incliné hacia ella. ―No lo sé. Cuando se trata de perras, tú eres la experta, así que tú dime. ―Amanda se irguió y empujó su falso cabello amarillo. ―Sólo deja en paz a Todd, Princesa Pantalones con Pis. ―Dile que me deje en paz ―grite―. Él comenzó todo esto. Lo que es asombroso, teniendo en cuenta la profundidad de tus garras en él. Me sorprende que pueda hacer algo sin tú te-lo-dije. La empujé con mi hombro cuando pasé junto a ella y deje el gimnasio. Fuera en el pasillo, Mar me estaba esperando. Gracias a Dios. Finalmente. ―Mar ―dije―. Me siento terrible acerca de Johnny. ―Bien. ―Ladró―. Deberías sentirte terrible. ¿Ahora ves cómo las personas tienen que pagar por tu egoísmo, Fiona? ¿Finalmente lo estás entendiendo? ―Antes de que pudiera responder, se dio la vuelta y salió. Estaba bastante segura que las preguntas eran retóricas de todos modos.

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Capítulo 16 Traducido por LizC Corregido por Dangereuse_

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espués de la escuela, busqué por todas partes a Johnny Mercer para poder pedirle disculpas. Finalmente lo encontré fuera de las oficinas administrativas hablando con su amigo Noah.

―¡Johnny!‖ ―dije‖ mientras‖ corría‖ para‖ alcanzarlos.‖ Noah‖ saludó‖ con‖ la‖ mano,‖ dijo―:‖Nos‖vemos. ―Y se fue. ―Mira‖―dije―,‖siento‖mucho‖lo‖de‖esta‖mañana.‖No‖tienes‖que‖cargar‖con‖ la‖ culpa de eso. Johnny encogió sus anchos hombros y se meció sobre sus talones. ―Nunca‖ me‖ meto‖ en‖ problemas‖ ―dijo―,‖ así‖ que‖ pensé‖ que‖ muy‖ bien‖ podría‖ decir que fui yo, ya que probablemente me dejaría salir con la mía. ―¿Lo‖hizo?‖―pregunté. Le quitó importancia con un gesto de su mano. ―Todo‖ est{‖ bien.‖ No‖ hay‖ problema.‖ ―Parecía‖ desarrollar‖ una‖ fascinación‖ repentina con el suelo de linóleo blanco y azul. ―Oh,‖¡uff,‖menos‖mal! Él se acercó a una de los casilleros junto a nosotros y giró la cerradura. ―Y‖voy‖a‖conseguir‖tu‖equipo‖de‖vuelta‖también.‖No‖te‖preocupes. ―Vaya,‖est{‖bien.‖Genial.‖Gracias.‖―Le‖di‖un‖puñetazo‖amistoso‖en‖el‖brazo. ―Si‖hay‖cualquier‖otra‖cosa‖que‖necesites,‖avísame‖―dijo.‖Miró‖directamente‖a‖ mis‖ojos―.‖Cualquier‖cosa.‖‖―dijo. Ese‖ cargado‖ “cualquier‖ cosa”‖ flotó‖ en‖ el‖ aire‖ el‖ tiempo‖ suficiente‖ para‖ que‖ varios cualquier cosas posibles se deslizaran a través de mi mente. Tomar un café. Ver una película. Llorar. Salir. ―Me‖tengo‖que‖ir‖―solté.‖Empecé‖a‖caminar‖hacia‖atr{s―.‖Voy‖muy‖tarde‖a‖la‖ práctica. Es posible que haya una emergencia de agua para ahora. Pero gracias de nuevo. Dio‖un‖paso‖hacia‖mí.‖―Escupe‖un‖poco‖de‖mi‖parte. Reí falsamente y me despedí con la‖mano.‖―Por‖supuesto.‖Lo‖siento‖de‖nuevo.‖ Nos vemos.

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Él‖me‖devolvió‖la‖despedida.‖―Nos‖vemos,‖Fiona. Me di la vuelta, y medio corrí hacia el gimnasio. Me detuve en el vestuario para llenar el termo de agua, y luego lo arrastré fuera a la cancha de baloncesto. Pero en lugar de las rutinas de porras animadas, había un silencio total en el gimnasio. El equipo se había agrupado y estaban viendo algo en el piso acolchado. Hasta la vieja Sra. O'Toole había salido de su habitual siesta en la silla para hacerse cargo. Me acerqué y vi a una de las porristas, Judith Norton, de espaldas, con un par de paramédicos inclinados sobre ella. Pusieron uno de esos collares grandes de plástico alrededor de su cuello y una férula de plástico en su pierna. Luego, poco a poco la rodaron sobre un entablado. Levantaron la tabla sobre una camilla y la sacaron. ―¿Qué‖pasó?‖―le‖pregunté‖a‖Simone‖Dawson. ―Jamar‖la‖lanzó‖pero‖no‖logró‖capturarla.‖Dicen‖que‖se‖rompió‖el‖tobillo.‖Pero‖ tienen que comprobar su espina dorsal también. ―Oh,‖Dios‖mío‖―dije―.‖¿Hay‖alguien‖m{s‖herido? ―No.‖Aunque,‖Jamar‖est{‖bastante‖preocupado. ―Apuesto‖que‖sí. ―Después‖de‖un‖par‖de‖compases,‖dije―:‖Así‖que,‖¿supongo‖ que‖ la‖ pr{ctica‖ se‖ cancela,‖ entonces?‖ ―No‖ estaba‖ siendo‖ egoísta.‖ Simplemente‖ me vino a la cabeza. Lo juro. ―De‖ ninguna‖ manera‖ ―dijo‖ Simone,‖ enderez{ndose―.‖ El‖ próximo‖ viernes‖ es‖ la bienvenida. Tenemos el rally de porristas antes en la hoguera. Se supone que debemos mostrar Atrapa la Fiebre. Lo has visto. Ya sabes, ¿aquella con la base en el extremo? ¿El truco de la gran pirámide? Bueno, era una pirámide. Ya no, supongo. Vamos a tener que encontrar algo mejor. ―Qué‖ pena‖ ―le‖ dije―.‖ Pero‖ estoy‖ segura‖ de‖ que‖ lo‖ solucionarán.‖ ―Ladeé‖ el‖ termo en su borde, lo rodé por las gradas, lo ondeé sobre el banco, y me senté junto a él. No había necesidad de vasos. Las porristas sólo rellenaban sus botellas de agua. Una vez que la ambulancia se fue, la Sra. O'Toole murmuró algo acerca del maldito peligro en los modernos montajes hoy día y salió cojeando a llamar a los padres de Judith y a la Directora Miller. Todo el mundo comenzó a lanzarse alrededor de la cancha de baloncesto, graznando y farfullando sobre qué hacer acerca del rally de animación de bienvenida. Necesitaban los doce cuerpos para hacer el truco al final de Atrapa la Fiebre. Les había llevado toda la temporada hacerlo bien. Takisha‖King‖dijo―:‖¿Qué‖hay‖de‖jalar‖a‖alguien‖de‖JV? ―No‖podemos‖―dijo‖Amanda―.‖Junior‖Varsity‖tiene‖un‖partido‖fuera‖de‖casa‖ esa noche.

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Todd se acercó al centro del grupo y les hizo seña para entrar en un abrazo grupal. Todos se reunieron alrededor de él. Pude ver a Todd hablando, pero no podía oírle. Sin embargo, lo que sea que les dijo debe haber sido muy divertido, porque todo el mundo de repente estalló en histeria. Colas de caballo y senos rebotaron por todo el lugar; graznidos e incluso algunos relinchos resonaron en el gimnasio. Entonces Todd dijo algo más que tuvo el mismo efecto que un cubo de nitrógeno líquido siendo arrojado sobre ellos. Las chicas se quedaron tan quietas como el hielo y les dieron a Todd miradas desconcertadas. Luego, una por una, se dio la vuelta y me miraron. Mierda. ¿Qué estaban haciendo? Amanda se veía visiblemente molesta. Bueno, horrorizada e indignada sería más exacto. Pataleó y sacudió la cabeza hacia atrás y hacia adelante. Todd le susurró algo a su oído rosa alegre y se calmó un poco. Lanzó las manos al aire como si se rindiera a los invasores extraterrestres y se marchó a los vestuarios. Todd se acercó a mí con el equipo detrás de él como una pandilla de matones enojados con senos. Se puso de pie frente a mí y puso sus manos en sus caderas. Como si fuera el momento justo, y en perfecta sincronía, las otras porristas pusieron sus manos en las caderas también. Un montón de pavos robot animatrónicos. Me habría reído, pero algo en la escena volvió de repente el aire en mis pulmones en pegamento. ―Bienvenida‖al‖equipo,‖Fiona ―dijo‖Takisha. ―¿Eh?‖—chirrié. Mi mente corría deprisa, y la terrible verdad de lo que quería decir‖se‖filtró‖de‖todas‖las‖posibles‖interpretaciones―.‖No. ―Sí‖―dijo‖Todd―.‖Eres‖el‖remplazo de Judith. ―No,‖no‖lo‖soy. ―Lo‖eres. Ésta era una broma. Algún tipo de trampa. Sin duda, esto tenía que ser una elaborada broma que Todd estaba haciendo. Una que involucraba a Judith Norton rompiéndose el tobillo. Había ido tan lejos sólo para llegar a mí, ¿verdad? ¿Verdad? Mal. ―Has‖estado‖observando‖durante‖toda‖la‖temporada‖―dijo‖Takisha―.‖Te‖sabes‖ las porras. Era cierto. Lo hacía. De hecho, a menudo tenía problemas para dormir por la noche porque cosas monstruosas como: ¡Lo! ¡Lo tenemos! ¡El fuego en el interior‖ es‖ el‖ orgullo‖ del‖ Αguila!‖ ¡Sí, lo! ¡Lo tenemos! ¡Ustedes los otros punks

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deberán apartarse! Se repetían y repetían en mi cabeza hasta que oraba por la muerte. Pero saberme las porras y, de hecho saberlas realizar eran dos bolas diferentes de cera. Bueno, uno era una bola de cera. La otra era una granada de mano que acababa de aterrizar en mis pies. Di un salto y empecé a agitar las manos, sobre todo para ocultar el hecho de que estaban‖temblando.‖―Olvídalo. Todd dijo: —Vamos, Princesa, no tienes que hacer ninguna escalada. Puedes ser un observador de tiro o incluso una base y Takisha tomará el lugar de Judith. Todo lo que necesitamos es un cuerpo caliente. Pero el tuyo tendrá que servir. ―Algunos‖de‖los‖pavos‖robot‖se‖rieron. ―Ja,‖ja‖―le‖grité‖a‖él‖con‖el‖mayor‖sarcasmo‖que‖las‖dos‖sílabas‖podían‖llevar. Todd dio un paso más cerca de mí. Los pavos robot le siguieron al unísono de nuevo y juro por Dios, pensé que estaban a punto de comenzar a aplaudir y cantar, Uno de Nosotros. Uno de Nosotros. Las Águilas nunca hacen un jaleo, y luego me rodearon y desgarraron mi carne con sus perfectamente rectos, y blanqueados con productos químicos, colmillos. Todd encendió su encanto por lo general reservado para Maggie Klein y gorjeó: —Por favor, Fiona. Recorrí las caras maquilladas-empastadas cuyos ojos pequeños y brillantes miraban a todas partes, excepto a mí. Deduje que tenía una única salida. ―Sólo‖ lo‖ voy‖ a‖ hacer‖ ―dije,‖ ya‖ mentalmente‖ felicit{ndome‖ por‖ mi‖ fuga‖ brillante―,‖si‖Amanda‖me‖lo‖pide.‖Amablemente. Allí está. Sabía que no había ninguna maldita manera que Amanda pudiera reunir la civilización suficiente para pedirme que la ayudara. Era libre. ―Oh,‖vamos…‖―Todd‖empezó‖a‖objetar.‖Pero‖yo‖lo‖interrumpí. ―No,‖Todd.‖Se‖trata‖de‖un‖ultim{tum.‖¿Ella‖es‖la‖co-capitana y dónde está? Ni siquiera pudo soportar estar aquí para preguntarme. ―Entonces,‖ me‖ decidí‖ a‖ dar un paso más, que, en retrospectiva, probablemente fue demasiado lejos. Me incliné‖y‖ le‖dije―:‖¿Cómo‖puedo‖saber‖que‖esa‖perra‖ no‖va‖a‖tratar‖de‖que‖me‖ rompa mi tobillo? ¿O el cuello? Una ola de rabia se apoderó de la cara de Todd de una manera tal que no había visto desde el incidente del perro caliente. Tiró de mi brazo y me arrastró hacia la puerta vaivén que lleva al resto de la escuela. Tuve visiones de él arrojándome como si hubiese sido botada de un bar por estar borracha y ser revoltosa. Pero no lo hizo. Sólo me sacó al pasillo y me puso contra la pared.

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Lo que sucedió después, no lo puedo explicar. Tal vez estaba abrumada por el asalto de los pavos robot. Tal vez tenía miedo de que Todd estuviera a punto de matarme. Todo lo que sé es, que sin ninguna advertencia, me puse a llorar. ―¿Qué‖ demonios?‖ ―dijo‖ Todd,‖ claramente‖ sorprendido‖ por‖ mi‖ explosión‖ de‖ l{grimas.‖Se‖apartó‖de‖mí―.‖¿Qué‖demonios? ―Oh,‖ por‖ favor‖ ―le‖ dije,‖ apartando‖ las‖ l{grimas‖ de‖ mis‖ mejillas‖ con‖ mis‖ palmas―.‖ No‖ me‖ digas‖ que‖ nunca‖ has‖ visto a una chica llorar antes. Estás saliendo con la reina del melodrama. La mención de Amanda trajo de vuelta a Todd. ―¿Qué‖demonios‖pasa‖contigo‖y‖ella,‖de‖todos‖modos? Sollocé y me limpié mi mocosa nariz con la manga de mi sudadera. ―Siempre‖me‖est{‖atacando. Yo sólo me defiendo. ―Oh,‖ tonterías.‖ Das‖ tanto‖ como‖ recibes.‖ Adem{s,‖ ¿no‖ se‖ te‖ ocurre‖ pensar‖ que‖ puede haber una razón por la que se siente obligada a atacarte? ―Bueno,‖he‖considerado‖la‖posibilidad de que tiene la rabia ―dije. Todd puso los ojos en‖blanco.‖―Tu‖simpatía‖es‖abrumadora. ―Tu‖sarcasmo‖est{‖sobrevalorado. ―Vamos.‖ Olvídate‖ de‖ Amanda.‖ Necesito‖ que‖ hagas‖ esto‖ por‖ mí.‖ Ayuda‖ al‖ equipo. Por favor. ―¿Por‖qué?‖―pregunté,‖totalmente‖explotando‖mi‖estado‖sensual. ―Porque,‖Princesa‖―dijo―.‖Porque‖te lo estoy pidiendo. Y eso fue todo. Aquí estaba el Señor Mierda Floja, el Neandertal Sin Cuello, de pie frente a mí pidiéndome un favor bajo ninguna base más que el hecho de que estábamos unidos en un matrimonio falso. Y aquí estaba yo diciendo que sí. ―Bien‖ ―murmuré―.‖ Lo‖ haré.‖ Pero‖ tienes‖ que‖ hacer‖ que‖ Amanda‖ sea‖ amable‖ conmigo. Decente, de todos modos. Todd‖cerró‖sus‖ojos‖azules‖y‖volvió‖a‖abrirlos.‖―Hecho.‖Gracias. Saqué un pañuelo de papel medio usado de mi bolsillo y me soné la nariz. Le dije:‖ ―Que quede claro que tampoco pienso seguir llevando alrededor ese maldito termo de agua naranja nunca más. ―No‖hay‖problema. ―Y‖ oye,‖ no‖ quiero‖ sólo‖ estar‖ de‖ pie‖ allí,‖ mirando‖ como‖ un‖ matón‖ en‖ un‖ uniforme. Quiero que me enseñes los pasos o movimientos o lo que sea que les llame entre las porritas. ―¿Crees‖que‖puedes‖hacerlo?

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Recordé las clases de ballet a los cinco años que había tenido cuando era niña. No era una Anna Pavlova. Me encogí de hombros. ―No‖tengo‖ni‖idea. Todd sostuvo abierta la puerta vaivén en el gimnasio.‖ ―Bueno,‖ vamos‖ a‖ averiguarlo. Metí de nuevo mi pañuelo empapado en el bolsillo. ―Qué‖día‖―dije―.‖No‖creo‖que‖pueda‖tener‖una‖mañana‖mucho‖peor‖que‖la‖de‖ hoy. Dios, me siento como una imbécil por meter a Johnny en problemas. ―Mercer‖es‖un‖niño‖grande‖―dijo‖Todd―.‖Él‖puede‖manejarlo‖por‖sí‖solo. ―Igual‖me‖siento‖como‖una‖idiota. ―Bueno,‖ acostúmbrate‖ a‖ ello‖ ―dijo―,‖ porque‖ la‖ pr{ctica‖ est{‖ a‖ punto‖ de‖ comenzar. ―Perfecto ―dije. ―Y‖de‖todos‖modos,‖¿esa‖broma‖del‖anuncio‖que‖hiciste? ―¿Sí? ―Buena‖esa. Caminamos de regreso al gimnasio juntos. Después de la práctica, apenas llegué a casa en mi bicicleta. Todos los músculos, ligamentos, y tendones en mi cuerpo quemaban. Al igual que mi garganta. Al igual que mi cerebro. La decencia humana básica y el instinto de conservación me evitaron revelar más detalles de esa primera práctica de porristas. Los pavos robot habían hecho que pareciera tan fácil. Después de todo, la animación debe ser una obviedad, si ellos podían hacerlo. Bueno, no lo era. Y eso es todo lo que voy a decir acerca de ese día.

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Capítulo 17 Traducido por kathesweet Corregido por Dangereuse_

U

na semana después, todavía estaba adolorida más allá de lo creíble. No tenía idea de lo mucho de fuera de forma que estaba. Sabía que no hacía ejercicio aparte de montar bicicleta. Aun así, había esperado

tener un poco más de resistencia que, digamos, mi abuela artrítica. Lo primero que hacía cada mañana cuando iba a la escuela era sacar mi botella de ibuprofeno de la parte de abajo de mi casillero y me tomaba unos. Sin embargo, tomaba un rato que hicieran efecto. El martes no fue hasta mi sesión de consejería con Maggie Klein que pude verdaderamente sentarme en una silla sin sentir como si alguien me hubiera golpeado en el trasero con un puñado de cuchillos. ―Bienvenido, Todd. Bienvenida, Fiona. Muy bien. ¿Cómo van las cosas? ―Maggie Klein cruzó sus piernas, inclinó su cabeza a la derecha, y juntó sus manos en su regazo. La pose clásica de consejera. Todd y yo nos encogimos de hombros. No me molesté en hacer contacto visual. Francamente, estaba distraída por las envolturas de dulces vacíos esparcidas cerca a la papelera. Y las pilas de papeles por todas partes, que parecían ser fotocopias de lo mismo. ―¿Esos encogimientos de hombros significan que todo bien? ¿O significan que las cosas van demasiado mal para siquiera hablar de ellas? ―Su cabeza se inclinó aún más. Por un segundo la imaginé cayendo y rodando por el suelo, recogiendo las envolturas de dulces en su camino. Estaba bastante segura que Maggie Klein esperaba que dijéramos que las cosas apestaban, porque cuando Todd dijo: ―Todo está bien. ―Sus cejas se levantaron hacia el cielo. ―¿De verdad? ―preguntó. Di un solo encogimiento de hombros y asentí una vez. ―¡Bien! ―Maggie Klein juntó sus manos en frente de su cara y puso su cabeza derecha, por fin. Me dolía el cuello de sólo mirarla. Claramente estaba complacida por la idea de que de alguna manera había traído paz a dos partes

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en guerra. Por supuesto, ella no había tenido absolutamente nada que ver con esto―. Esa es una buena noticia. ―Esperó que nosotros dijéramos algo. Gracias, supongo. No lo hicimos. Maggie Klein se tambaleó de su subidón inducido de consejería. ―Entonces. Primero, quiero felicitarlos por ganar el premio mensual en octubre. Aquí está su cupón‖para‖Steuben’s.‖―Lo extendió, pero ni Todd ni yo lo tomamos. Finalmente, Todd arrebató el cupón, diciendo: ―Puedo tomar esto. Sé que a Fiona no le gusta la salchicha. Respondí al instante. ―Todd,‖ sin‖ embargo…‖ una‖ vez‖ envuelve‖ sus‖ manos‖ alrededor de una salchicha larga y gruesa, no puede meterla en su boca lo suficientemente rápido. ―Muy bien vamos a cambiar de tema ―dijo Maggie Klein. Mientras se empujaba más alto en su silla, accidentalmente se apoyó en su bufanda rosada y medio se estranguló. Agarró la bufanda, la desenrolló de su cuello con furia, y la tiró sobre su escritorio. Tomó una respiración de limpieza, adentro y afuera―. Muy bien. El segundo punto del asunto es hacerles saber que el dinero real recogido en los últimos dos meses asciende a $2.464. Recuerden que la pareja ganadora se dividiría la mitad de la cantidad, y la otra mitad va a caridad. Así que justo ahora, cada uno obtendría $616. Nada mal, ¿huh? Todd y yo contestamos con encogimientos de hombros de nuevo. Pero no pude evitar pensar en todas las maneras en que podría gastar ese dinero. Pobre Todd, probablemente tendría que entregar todo el dinero a Amanda para cubrir su tinte de cabello y bronceado falso. ―Muy bien, entonces. Ya que no completamos todos los juegos de confianza la semana‖ pasada…‖ ―La voz de Maggie Klein titubeó. Se aclaró la garganta―. Intentaremos completarlos hoy con un ejercicio de visualización. Sólo un pequeño truco para ayudar a una pareja a construir la confianza y ataduras subconscientes. Todd dijo: ―Lo siento, Maggie, pero no me gusta el bondage 6. Incluso el que es subconsciente. Yo medio reí. Maggie Klein suspiró. ―Simplemente cierren sus ojos e imaginen un lugar donde los dos podrían disfrutar como una pareja. Sólo háganlo.

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Bondage: una práctica erótica que implica el uso de ataduras sobre el cuerpo de una

persona, ya sea vestida o desnuda.

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Cerramos nuestros ojos, pero alguien golpeó la puerta, así que abrí los míos. Los ojos de Todd siguieron cerrados, y él estaba hundiéndose en su silla suave. Estaba bastante segura que planeaba quedarse dormido. ―¿Quién es? ―exigió Maggie Klein a la puerta. Ésta se abrió un poco, y una nariz se asomó. —¡Maggie, necesito hablar contigo! No sé qué hacer. Aaron me dijo que va a dejarme y que va a llevarse todo el dinero y a los gemelos. Él no puede hacer eso, ¿verdad, Maggie? No hay divorcio, ¿cierto? Por supuesto, dice que no va divorciarse de mí, que todavía seguiremos casados, que simplemente se va. Dice que lo fastidio demasiado que soy una loca por el control. ¿Eso es verdad? No lo soy, ¿cierto? Oh, lo siento, ¿estás en medio de algo? Puedo volver después. ¿O debería esperar? ¿Qué tal si simplemente espero? ―Sophia ―dijo Maggie Klein a través de sus manos apretadas sobre su cara―. Aprecio tu…‖ entusiasmo…‖ considerando‖ el curso pero como dije ayer en la sesión, esto no es real. Por favor, simplemente completa tu presupuesto, escribe tu diario, y vive tu vida. Sophia Sheridan pegó toda su cabeza en la puerta. ―Pero‖Aaron‖dice… Maggie Klein echó su cabeza atrás. ―Sophia. ―Sophia se detuvo. Maggie Klein suspiró―.‖Espera‖afuera.‖Terminaremos‖aquí‖pronto.‖Luego‖tú‖y‖yo‖podemos…‖ hablar. ―Muy bien, gracias, Maggie. Estaré afuera. ―Sophia cerró la puerta, y Maggie Klein dejó caer su frente sobre su escritorio. Vi sus omoplatos levantarse y caer con su respiración profunda. Después de tres respiraciones, se enderezó y dijo: ―Muy bien. ¿Dónde estábamos? Todd, ¿estás durmiendo? Pateé a Todd y él fingió despertar de un sueño profundo. ―Oh, ¿huh? Estaba tan concentrado en mi visualización que debo haberme quedado dormido. ―Eres una visualización desagradable ―murmuré. ―No vamos a empezar eso de nuevo, Fiona. Dios, ¿no podía entender que estaba bromeando? ―Todd ―dijo―, ¿por qué no describes lo que visualizaste? ―Bueno, Maggie, Fiona y yo estamos en una playa de arena blanca en una isla tropical ―dijo Todd. ―¿Y qué están haciendo los dos juntos? ―preguntó Maggie Klein. ―Fiona acababa de entregarme una piña colada. ―Sin alcohol, asumo. Bien. ―Y ahora ella está recogiendo una concha de ostra. ―Muy bien. ¿Qué está haciendo con la concha?

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―Está usándola para limpiar la piel muerta de mi piel. Pero es difícil, porque está en cuatro así que su trasero puede ser una mesa para mi taza de coco. Me giro y golpeó a Todd en el hombro. ―¿En cuatro? Escucha, si tuviera una concha que pudiera cortar piel, mejor creerías que no sería tu piel lo que cortaría. ―¡Fiona! ―chasqueó Maggie Klein. La ignoré. ―Simplemente diremos que tu bebida no sería lo único loco7 que te daría. ―Fiona ―bramó Maggie Klein―. ¡Por favor! ―No fue una petición. Tomó una respiración profunda y la dejó salir en una pequeña ráfaga. Luego lo hizo de nuevo. Tomó una tercera respiración y cerró los ojos. Mientras exhalaba lentamente, hizo un movimiento hacia abajo con sus manos como si estuviera expulsando las malas vibras de su cuerpo. Abrió sus ojos y sonrió falsamente―. Fiona, tu hostilidad está impidiendo seriamente cualquier esperanza de progreso aquí. ―¿Mi‖hostilidad?‖No‖soy‖la‖que… ―Me temo que nuestro tiempo está terminado. ―Se levantó para abrir la puerta antes de que siquiera pudiera terminar. Totalmente injusto. Era muy parcial hacia Todd. Además, era obvio que ahora me culpaba por el activismo de mi madre contra su curso, pero como sea. Siempre que eso nos sacara de consejería más temprano, no me importaba―. Mantengan el buen trabajo con su presupuesto y diarios ―dijo. Cuando salimos, Sophia Sheridan nos pasó y entró en la oficina. ―Te veo en la práctica, Princesa ―dijo Todd, y se fue. ―Sí, Señor. Adiós ―dije detrás de él. En mi camino a clase, giré una esquina y me encontré en un rumbo de colisión directa con Johnny Mercer. (Impacto cerca de T menos quince segundos). No quería tener otra conversación incómoda. (Ahora son doce segundos). ¿Por qué verlo me agitaba tanto? (Ahora son nueve segundos). Él simplemente estaba tratando de ser una persona agradable. (Seis segundos). ¿Entonces por qué quería evitarlo? (¡Tres segundos!). No podía soportarlo. Agaché mi cabeza y entré en el baño. Mala elección. No sólo Marcie estaba allí, sino que estaba hablando casualmente con Amanda. Naturalmente, ambas se giraron para ver quién había abierto la puerta. Por un segundo

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agonizante,

nos

quedamos

congeladas,

mirándonos.

Loco: Juego de palabra entre coconut (coco) y nut (algo o alguien loco)

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Luego,

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agradecidamente, millones de años de evolución vinieron a mi rescate. Luchar o huir se hizo presente y me metí en uno de los cubículos. Por supuesto, en realidad no tenía que orinar. Sólo había entrado en el baño para escapar de Johnny Mercer. Así que me sentí ridícula simplemente parada allí en el baño. No pude evitar recordar el mantra de Marcie: Dignidad, Fiona. ¿Pero qué opción tenía? Y por cierto, ¿estaban jodidamente bromeando? ¿Marcie y Amanda ahora eran amigas? Eso parecía encajar con la manera en que mi vida iba, así que realmente, no debería haber sido una sorpresa tan grande como lo fue. Gracias a Dios, ellas no parecieron querer continuar su conversación mientras yo estaba a una puerta de aluminio de distancia.‖ Dijeron,‖ “Nos‖ vemos”,‖ y‖ escuché el baño de la puerta abrirse y cerrarse. Miré bajo el cubículo y no vi ningunos, bien, así que adiviné que era seguro salir. ¿Ya he mencionado que nunca he sido afortunada? Amanda todavía estaba allí. ―¿Un consejo? ―dijo. Como si tuviera alguna opción en si o no quería escucharlo. Me preparé para algunos consejos de mierda sobre qué hacer si tu mejor amiga repentinamente te odia, algo en lo que Amanda sin duda tenía experiencia―. Podrías querer considerar conseguir lentes de contacto ―dijo―.‖En‖acrobacias‖y‖ esas‖cosas,‖las‖gafas‖pueden‖ser…‖ peligrosas o lo que sea. ―Oh ―dije estupefacta. ―Toma un poco acostumbrarse a ellos, así que deberías conseguirlos pronto. ―Levantó sus pechos, abrió la puerta, y desapareció. Esta vez fui la que se quedó parada en el baño con mis engranajes mentales moliéndose. Mi pobre cerebro no podía tratar con Amanda no sólo siendo cortés, sino mostrando una aparente preocupación por el bienestar de otro ser humano. ¿En verdad Todd había logrado que fuera amable conmigo? ¿Y por qué repentinamente estaba toda amistosa con Marcie? Mi mente se arremolinó en lo absurdo de todo esto. Volví a la realidad cuando el timbre sonó. Mierda. Iba tarde. Mala suerte típica. Pero al menos eso significaba que todavía era yo. Miércoles, Noviembre 13 No sólo debería tener todo el dinero recogido del curso de educación matrimonial, sino que también debería tener una jodida Medalla de Honor del Congreso. Si parte del matrimonio es sacrificar toda tu dignidad y auto-respeto por tu pareja, entonces estoy en ello. Por cerca de una semana ahora, me he humillado, brutalizado mi cuerpo, y forzado mi cerebro solamente porque mi falso esposo me pidió hacerlo. Debí haberme vuelto loca por un segundo

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cuando acepté ser porrista. Olvidé que se suponía que odiaba a Todd. Muy bien, supongo que ya no lo odio. Amanda, por otra parte, es una historia diferente. No importa lo mucho que lo intente (lo que, para ser honesta, no es mucho), simplemente no puedo sacar a relucir ningún cariño por ella. Incluso cuando en realidad fue medio decente conmigo ayer en el baño. (Otra razón por la cual debería tener el dinero del curso: reponer lo que tuve que gastar para los lentes de contacto). Cuanto más conozco a Todd, menos entiendo por qué esos dos están juntos. Pero te diré una cosa: si yo fuera la esposa de Todd en la vida real, tendría que suicidarme. Porque‖ si‖ ser‖ su‖ “tipo”‖ significa‖ ser‖ en‖ algo‖ parecida‖ a‖ Amanda,‖ entonces‖ preferiría estar muerta. Muy bien, quizás estoy siendo un poco dramática. No me suicidaría. Pero definitivamente me volvería lesbiana, al menos.

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Capítulo 18 Traducido por Susanauribe Corregido por Nanis

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os días antes del espectáculo de porristas pasan demasiado rápido. No me había medido un uniforme hasta el día anterior. Me siento como una loca en esa minifalda roja-y-blanca de poliéster y chaleco de cuello en V. Como payaso putón. Debería también mencionar que la tela y el tejido de los uniformes de

porristas prohíben la evaporación de cualquier transpiración en absoluto. Para el momento que llego a la escuela en la noche del viernes, estaba empapada con sudor, incluso aunque estuviéramos sólo a 40 grados. Cada vez que pienso sobre pararme frente a todas esas personas, me siento toda débil, y el sudor sólo sale de mí. El espectáculo de porristas estaba previsto para las seis treinta, justo antes del juego de bienvenida contra nuestros archirrivales, Lincon. Se supone que debemos hacer toda una rutina de porristas —terminando con Atrapando la Fiebre— frente a una fogata mientras todos los demás se emborrachan así pueden actuar como imbéciles durante el juego. En el medio tiempo, Hannah Fortis y Zack Branden van a ser coronados reina y rey de la bienvenida mientras la banda toca Bohemian Rhapsody. Entonces en verdad, nuestra gran presentación era en la fogata. Justo después de las seis, llego al campo donde vamos a encender la fogata. La Directora Miller y el Sr. Evans estaban reunidos con el jefe local de bomberos sobre la gigante pila de madera. La Sra.‖ O’Toole‖ estaba‖ en‖ una‖ silla‖ de‖ jardín‖ junto a la escuela. Todd, Amanda, y el resto del equipo están calentando. No estaba segura de si necesitaba calentar o no, porque estaba con calor y temblando al mismo tiempo. Mis gafas se siguen deslizando hacia abajo, porqué mi nariz estaba sudando. Fui la Oftalmología Zinnman en el Mall Prairie View el día antes para examinarme y conseguir lentes de contacto. Resultó que

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yo tenía una prescripción extraña, así que los lentes no iban a estar listos por un par de semanas. ―Llegas tarde, Princesa ―Todd dice. ―Cinco minutos ―dije―. ¿Qué, vas a hacer que haga flexiones o correr vueltas o algo así? ―El equipo está esperando ―dice él―. Alinéate. Nos pusimos en formación y corrimos por Vapor, Éxito, y Águila Orgullosa, los cuales tienen unas pequeñas proezas parejas y un montón de volteretas. Yo sólo grito y hago manos de Jazz. ¡Brilla! Luego es tiempo para correr por Atrapa la Fiebre. Estaba un poco ida por las gafas resbalándose durante el giro, y las empujo mientras se supone que debo estar aplaudiendo. Ellos aplauden tarde y Amanda nos detiene. —Fiona, no sé si he dicho esto antes, pero la idea de hacer porra es hacer todo al mismo tiempo. Le respondo alzando una pierna, moviéndome hacia atrás, y sacando el gigante calzón de mi trasero de los cortos pañales-pantalones que tenemos que usar debajo de la falda. Amanda arruga su nariz. —Oh, muy femenino. En verdad representas lo mejor en animación. Pretendo meter mi dedo en mi nariz y excavar alrededor. ―¿Que dijiste? El pavo robot dice: ―¡Ew! Amanda dice: ―Eres asquerosa. Resoplé fuertemente por mi nariz y carraspeé un escupitajo falso. El pavo robot gritó. Me recosté como si fuera a escupir, y Todd dijo: —¡Fiona! —Lo miré e hice una pantomima de tragar―. Sólo intentemos de nuevo. Nos alineamos de nuevo y esta vez hicimos la rutina e incluso fuimos capaces de hacer la forma de pirámide. Todo mi trabajo era arrodillarme en una rodilla mientras Simone se para con un pie en mi otra pierna y un pie en la espalda de Takisha mientras ella se agachaba. Otra, una cosa más complicada sucedió, pero todo lo que yo tenía que hacer era quedarme quieta y agarrarme de la pierna de Simone. Pero tuve otro calzón atrapado, así que la dejé ir por un segundo para sacarlo. Cuando alcancé lo que quería detrás de mí, supongo que medio perdí mi equilibrio, porque mi rodilla tiembla un poco. Y Simone tiembla un poco. Y todos los demás tiemblan un poco. Agarro la pierna de Simone de nuevo. Ella da un pequeño chillido y agarro su equilibrio. Entonces todos los demás lo hicieron. Así que estuvo bien. Pero me hice una nota para mí misma de ignorar todos los calzones.

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Nos desmontamos y practicamos los aplausos falsos, los gritos y los puños al aire. Genial, genial. Para entonces las personas estaban comenzando a aparecer para la fogata. Antes me dirigí al gimnasio con el equipo para esperar nuestra entrada, le dirigí una mirada rápida a Gabe en la multitud. No lo vi, pero vi a Marcie caminando hacia mí. Si pensaba que ella iba a regañarme justo antes de que hiciera la presentación, estaba loca. Pretendí no verla y me volteé. ―¡Fiona! ―gritó ella. La ignoré. ―¡Fiona, espera! No escuché esa tampoco. ―¡Fee! ―la escuché trotando. Me puso una mano en el hombro. Puse mi mejor cara de me-importa-una-mierda y me volteé. ―¿Sí? Ella se detuvo un segundo para recuperar su aliento. ―Hola. Escucha. Sólo quiero decirte que creo que es genial que lo que estas haciendo por el equipo de porristas. Ayudarlos de esta manera, dice mucho. Medio me encojo. Miro a la bombilla encima de la puerta de metal. ―Gracias. ―Abrí la puerta y camine dentro del gimnasio. Mar me siguió. —Lo dije en serio ―dijo ella. Podía decir por su expresión que lo hacía. Era mi antigua Mar. ―Gracias ―dije. Y lo decía en serio, también. Mar sonrió. ―Wow, luces bizarra en ese uniforme. ―Dímelo a mí. ―Me incliné para susurrarle―. Mi único consuelo es que tal vez Gabe pensará que es caliente. ¿Está ahí afuera? ¿Lo viste? ¿Con quién está? Mar dio un paso hacia atrás y cruzó sus brazos. ―Fionna, ¿no es por eso que te uniste al equipo, verdad? Como si pensara mi respuestas, agarre un pedazo de pintura amarilla de la pared de carboncillo con mi uña del pulgar. ―No, no fue mi primer pensamiento cuando Todd me pidió que me uniera al equipo. Pero había sido mi segundo. Tal vez el tercero. Quiero decir, ¿Mar? especialmente con todas las veces que Gabe se detiene a practicar para hablar con Amanda sobre las cosas del matrimonio u otras. ―¿Entonces estás haciendo esto para impresionar a Gabe Webber? ―No. Bueno, tal vez. No completamente. Pero supongo que puedes decir que fue un extra. Un gran extra. Un enorme extra. Pero en serio, ¿puedes culparme? Marcie se volteó 360° mientras dirigía una pequeña risa hacia las vigas del gimnasio. ―No puedo creerte, Fiona. Eres algo. Qué gran pieza de trabajo. No

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puedo creer que estés enmascarada como un decente ser humano sólo para llenar tu propia agenda personal. ―¿Qué? ―¿A dónde se había mi Mar? ¿Hola?―. ¿De qué demonios estás hablando, Marcie? Alguien abrió la puerta y una ráfaga de aire con humo de la fogata entró. Marcie movió su pelo exactamente como Amanda lo hacía. ―Pensé que tal vez finalmente te diste cuenta que has sido una egoísta idiota, y habías hecho algo realmente generoso para compensarlo. Pero no. Eres tan egoísta como siempre. Claro. Esta vez se había quitado los guantes. De ninguna manera iba a aceptar esto. Me incliné hacia Mar y dije: ―¿Quién demonios crees que eres? Tan grande y poderosa. Juzgando a todos los pobres NDNCQ. ¿Qué diferencia te hace si hago algo para lucir bien frente a Gabe Webber, huh? ¿Cómo demonios eso tiene cualquier impacto en tu vida? Ella pestañeó. ―¿Impacto en mi vida? ―Sí. Tu vida. ¿Cómo algo de esto es de tus jodidos asuntos? ―¿Mis asuntos? ―Ella chilló. ―Sí. ¿Cómo lo que siento por Gabe Webber tiene relación en lo que sea contigo? Su rostro se volvió blanco. Lágrimas encharcaron sus ojos. Cada músculo en su rostro tembló. ―Ha estado molestándome ―dijo ella―, porque yo soy la novia de Gabe Webber. Yo. Soy la chica misteriosa de la que has estado hablando pestes todo el semestre. Gabe y yo comenzamos a salir en el campamento de verano. Él trabajó allí también. No tenía el corazón para decírtelo antes, porque sabía que te mataría. Pero ahora, simplemente no me importa. Así que ahí tienes, Fiona. Eso es. Ella limpió sus lágrimas con el dorso de su mano y manchó de rímel su mejilla. ―Y para ser honesta, no puedo ver cómo no lo notaste. ¿Recuerdas cuando Gabe dijo que le gusta una mujer completamente junta? Quería decir que era yo, no tú. Soy a la que le estaba guiñando y saludando en las pruebas de porristas. ―Ella alejó otra lágrima y dio un paso hacia mí―. De hecho, nos estábamos besando debajo de las gradas mientras estabas hablando con Todd. ¿Qué te parece eso? Y también nos escapamos juntos del baile. Soy a la que escuchaste hablándole a él. Gabe me ama a mí, no a ti. De hecho, él casi que te odia después de todo lo que he dicho sobre la forma que has estado actuando últimamente. Así que tal vez deberías rendirte con él, porque nunca va a suceder. Ahora, si me perdonas, Gabe me está esperando. Ella giro en sus brillantes botas de tacón y salió disparada lejos de mí. De ninguna manera.

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Tenía que estar imaginando esto. Estaba en la cama, dormida, y esto en verdad no estaba sucediendo. Mi mejor amiga simplemente no había convertido todos los mejore momento que habíamos compartido este año en mentiras. Mi dulce Mar no era una traidora apuñala espaldas. Ella no sería así de egoísta. Ella no haría eso. Ella no hubiera hecho eso. Pero lo había hecho. Ahora estaba caminando lejos. Fuera en la noche y hacia los brazos en los que yo quería ser sostenida. El cuerpo en el cual quería recostarme. El rostro que quería tocar. Él era de ella. Ella iba hacia él. Yo nunca lo haría. Y nunca la tendría a ella tampoco. Había perdido a Marcie. Había perdido a Gabe. Mi mejor amiga. Mi amor. Mis corazones. Idos. Sentí una mano en la parte trasera de mis hombres impulsando mi cuerpo hacia adelante. Mi s pies temblaron debajo de mí y corrí. El equipo corrió hacia mi lado. Nuestra entrada había llegado. Era tiempo para actuar. Sólo que no podía respirar. No podía ver. No podía sentir mis manos o pies. La fogata prendida detrás de nosotros. La multitud animó y yo estaba pasando por la rutina. Una animación tras otra. Pasé por las emociones como una máquina. Sin palabras. Sin sonrisa. No. No cuando mi cara estaba vidriosa con lágrimas. No cuando mis gafas estaban moteadas y rayadas. Cuando mis piernas no eran nada excepto esponjas para que Simone se parara en ellas. Mis brazos conduciendo plomo. Incapaces de sostenerla. Incapaces se agarrarla mientras ella se inclinaba y caía. Y todos los demás cayeron alrededor de ella. Brazos y pies torcidos en todas las direcciones. El sonido de gritos construyéndose, como volumen subiendo. Luego un codo duro en mi mejilla, enviando mis gafas a volar. Yo volando después de ellas. Y estaba tendida en el suelo duro junto con todo el resto del escuadrón. Nadie se movió por unos cuantos segundos. Luego todos lo hicieron. Dos Doc Martens negros como la tinta aterrizaron frente a mi rostro. Fuertes manos debajo de mis hombros me levantaron. Gentilmente limpiaron el desastre de mis lágrimas y polvo de mis ojos. Ojos que podían concentrarse ahora y ver el rostro de Johnny Mercer delante de mí. Con una semblante preocupado debajo de su gorra de básquetbol, y rápidos ojos avellana buscando cada centímetro en mí por daños. Él preguntó en su voz profunda: ―¿Estás bien, Fiona? ―Lo arruiné ―dije. —―Olvídate de eso. Sólo agradece que nada esté roto.

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Traté de poner las piezas de la escena juntas en mi cerebro. ―¿Todos los demás están bien? ―No veía sangre. No veía huesos. Todos estaban moviéndose. Levantándose. Limpiándose. Amanda la cargó conmigo. ―¿Qué demonios te sucedió? Toqué mi mejilla. Sentía mis gafas faltando. ―Lo siento, Amanda. No pude sostenerla. ―¿No pudiste sostenerla? ¡Colapsaste totalmente debajo de ella! Ni siquiera intentaste. Además, estabas haciendo tarde todas las marcas, tus aplausos estaban fuera de lugar, tus brazos estaban torcidos, ¡y ni siquiera gritaste las porras en absoluto! Ni siquiera sé por qué alguna vez pensaste que sería buena en esto. ¡Dejarte unir al equipo fue un enorme error! Los gritos de Amanda atrajeron la atención de algunos estudiantes cerca. Se agruparon para vernos en la luz frenética de la fogata. Miré a Amanda, y todas las emociones que había sentido en la última media hora habían comenzado a hacer espiral hacia adentro. Volteando, y volteando hasta que formaron un punto fino y altamente presurizado en ella. Luego se liberaron. ―¿Dejarme unir? grité―. ¿Crees que me dejaste unir? ¿Cómo si ser parte de tu jodido espectáculo de locos era algo que alguna vez hubiera querido? ¡Joder, no! El equipo me pidió que me uniera. ¡Yo no quería! Dije que no. Le dije a Todd que de ninguna manera en el infierno me uniría. Pero él me rogó. ¡Él rogó! Él me necesitaba. Ustedes me necesitaban. Nunca quería estar aquí en primer lugar, ¡así que no me hables mierda sobre brazos torcidos y marcas perdidas! Me importa una mierda las estúpidas marcas. ¿Crees que el mundo va a terminar porque no aplaudí correctamente? Consigue una puta perspectiva, Amanda. Saca tu cabeza de tu trasero y mira a tu alrededor. El planeta no va a estallar si tus porras no son perfectas. O tu maquillaje no está perfecto. O tu vida amorosa no es perfecta. ¡El destino del mundo no depende en cada pequeña cosa que hagas! ¡No eres el centro del jodido universo! Amanda se quedo quieta como si estuviera muerta a través de toda mi diatriba. Cuando finalmente terminé, esperé su respuesta. Su réplica. Su respuesta de fuego. No hubo ninguna. En cambio, Amanda comenzó a llorar. Suave al principio, luego con grandes y fuertes sollozos y lágrimas aumentando. Sus manos volaron a su rostro, y sus hombros moviéndose con cada aliento tembloroso. Todd estuvo a su lado en un segundo, habiendo escuchado todo el intercambio desde unos metros de

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distancia. Él puso el rostro empapado de ella en su pecho, la rodeó con sus brazos, y la sostuvo. Después de unos momentos, le susurró en su oído, y ella se deslizó de sus brazos y corrió por la multitud hacia el gimnasio. Luego Todd se volteó hacia mí. ―¿Qué demonios fue eso? Más personas se acumularon alrededor. Dije: ―¡Ella la cargó conmigo primero sobre la porrista de mierda que soy y cómo fue un error tenerme en el equipo! ―Una ráfaga de viento dirigió las llamas de la fogata hacia arriba y sopló una lluvia de brasas. Todd gritó: ―Lo que sea que ella dijo, no se merecía ser gritada en frente de toda la escuela. Sácalo conmigo, ¡está bien! Házmelo a mí, ¡puedo soportarlo! Pero déjala en paz. Ella no puede soportarlo. Es extremadamente sensible. ―¿Sensible? ―chillé―. Por favor, Amanda es tan sensible como el asiento de un retrete. Un par de chicos en camisas de ECHS comenzaron a reírse por lo bajo. Imbéciles. ―¡Ella es condenadamente mucho más sensible que tú! ―Todd dijo―. Eres completamente insensible. Me moví hacia atrás. ―¿Qué? ¡No soy insensible! ―Oh, por favor, Fiona. Eres la persona menos sensible que conozco. ―¿Cómo puedes decir eso? ―El viento cambió, y humo sopló hacia mi rostro e hizo arder mis ojos. Entrecerré los ojos y pestañeé de nuevo. ―Porque es cierto, Fiona. Pones tu actitud de me-importa-una-mierda, luego te sientas y juzgas a todos los demás. Juzgar a todos los demás. Eso es exactamente lo que le había dicho a Marcie. Esperaba que le hubiera escocido tanto como a mí. Todd siguió: ―Crees que sabes todo sobre las personas, pero no lo haces. Si te detuvieras por un segundo, sólo por un segundo, y consideraras cómo las cosas podrían ser para otros aparte de ti, podrías no ser tan snob. ―¿Snob? ¿Soy insensible y snob? ¿Por qué demonios eres tan malvado? ¿Qué demonios está mal contigo? Todd dio una risa sarcástica. ―¿Ves? Ahí vas de nuevo. Tiene que ser algo malo conmigo. No podía ser posiblemente algo mal contigo. Él también podría haberme golpeado en el rostro. ―Jódete, Harding. ―Chillé. Me giré y caminé. Giré alrededor y dije―: ¿Qué quieres, Johnny? ―lo dije como un insulto, no como una pregunta. ―Olvidaste estas. ―Él resopló. Extendió mis gafas. Había estado tan enojada y llorando tan fuete, que ni siquiera había notado que no podía ver bien. Se las arrebaté de su mano.

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―Gracias. ―Me volteé para irme. ―Él está equivocado, tú sabes ―Johnny dijo. Me detuve. Él dijo: ―¿Todd? Está equivocado. Dije por encima de mi hombro: ―Lindo que digas eso, Johnny. Gracias. Nos vemos. ―¡Fiona! Dios, ¿qué quiere este chico? Suspiró y me volteó para mirarlo por última vez. ―¿Qué? Él se para más cerca de mí. ―No eres insensible. Espero que sepas eso. No eres una‖ snob,‖ tampoco.‖ No‖ lo‖ escuches.‖ Eres… ―Él movió las esquinas de su chaqueta de cuero y las enrolló en sus dedos―. Increíble. Eres una persona increíble, Fiona. Y sólo pensé que necesitabas escuchar eso, después de lo que Todd dijo. No eres lo que dijo. Creo que eres genial. Bastante genial. Me gustas mucho, Fiona. Mucho. Mierda santa. ¿Hablaba él en serio? ¿Johnny Mercer había escogido este momento para declarar su amor por mí? ¿Podría esta noche ser peor? Todo lo que quería hacer era llegar a casa, meterme a la cama, y arrastrarme debajo de las cobijas tan pronto como fuera posible. Estaba dispuesta a usar cualquier maldad para adelantar eso. Puse mi mano en el aire entre nosotros. ―Lo aprecio y todo, Johnny, ¿pero sabes qué? Soy buena. Y realmente. ―Negué con mi cabeza así no malinterpretaría el mensaje—. No estoy interesada. Caminé lejos de él tan rápido como pude. Luego corrí. Tenía que salir de allí. Lejos de Johnny Mercer. Lejos de la fogata. Lejos de las porristas. Todd y Amanda. Marcie y Gabe. Lejos de la escuela. Al diablo la escuela. Al diablo el matrimonio. Al diablo la graduación. Al diablo la vida. Sólo quería llegar a casa. Así que corrí hacia ella en la noche fría.

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Capítulo 19 Traducido por Sheilita Belikov Corregido por Nanis

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o salí de la cama hasta casi las once de la mañana siguiente. Mis ojos estaban lagañosos por haber llorado y tenía un dolor de cabeza horrible. Había pasado la mitad de la noche pensando en Marcie, y uno: había estado saliendo con Gabe, y dos: me había

mentido sobre ello durante meses. Cuanto más dejaba que esas dos cosas entrechocaran en mi cerebro, más me daba cuenta de que Marcie había elegido a Gabe sobre mí. Traición absoluta. Fui a la planta baja y me tomé un par de ibuprofenos. Agarré una taza de café y me encorvé sobre ella en la mesa mientras mi papá leía un libro frente a mí. Escuché un portazo. Mi mamá entró corriendo agitando un periódico. ―¡Está aquí! ―dijo alegremente. Gemí, y murmuré: ―¿Qué está dónde? Mamá desplegó el periódico frente a mí, diciendo: ―Cybil Hutton, la presidenta de la APM8, le pidió un favor a alguien que conoce en el Tribune en el centro de la ciudad, e hicieron una historia sobre nosotros. Y mira, ¡en primera página! No sólo estaba en la primera página, era el titular: MUJER SUBURBANA PROTESTA CONTRA LA EDUCACIÓN MATRIMONIAL: APM y 300 ESTÁN DE ACUERDO. Y este no era un periódico pueblerino, tampoco. No era el Daily Ledger lame-culos. Este era el Tribune. El periódico de la ciudad de Chicago. Y allí, en primera página estaba la cara de mi madre, junto a un artículo de dos columnas que describían sus esfuerzos por acabar con el curso. Este avance o sería fenomenal, porque oye, tal vez tendría éxito; o sería terrible, porque seamos sinceros: mi madre estaba en la primera página del Trib. Las lenguas hablarían.

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APM (Asociación de Padres y Maestros) en inglés PTA (Parent-Teacher Association)

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―¿Tienes trescientos nombres en tu petición? ―pregunté―. Pero ni siquiera hay tantos seniors. Mamá recogió el periódico en sus brazos. ―No sólo me dirigí a los padres de los seniors; me dirigí a todos los padres en la escuela. Primero la petición. Luego la campaña de envío de cartas, la cual ha sido un gran éxito hasta ahora. Y ahora esto. ―Miró el artículo otra vez, y luego se lo mostró a papá―. ¿Qué piensas, Ethan? Papá cerró su libro y le echó una ojeada al periódico. Puso una sonrisa tonta y cursi en el rostro como un chico tímido al acaban de invitar a bailar. Se inclinó y besó a mamá. ―Elizabeth Cady Stanton estaría orgullosa. Los ojos de mamá se pusieron como platos. Luego brincó arriba y abajo. ―¡Oh! ¡Qué gran idea! ―Volvió a besar con fuerza a papá en la boca y dijo―: Gracias, cariño. Tengo que llamar a Cybil. Iré arriba. Gracias a Dios que se fue. Si hubiera tenido que verlos chuparse la cara más, habría sufrido graves daños cerebrales. Tan malo como era pasar el rato con mis padres, lo habría preferido a ir a la escuela el lunes. Cuando llegué allí, mantuve mi cabeza agachada y evité el contacto humano tanto como fue posible. El salón de clases era un desastre. Me senté sola en la esquina de atrás, manteniendo tanta distancia como pude de Marcie y Todd. Tenía una clase con Johnny, cálculo. Era bastante fácil ignorarlo allí. Por supuesto, me salté las prácticas de porristas. Amanda había sido bastante clara sobre cómo se sentía de tenerme en el equipo. Y me imaginaba que ya había registrado el tiempo suficiente para cumplir con el requisito del matrimonio. Cada día, sólo fui a la escuela y a casa. En mi maldita bicicleta. Bajo la helada lluvia de noviembre. Luego vino cálculo el jueves. Ahora, por lo general, las matemáticas me parecen fascinantes. Me encanta su universalidad. Cómo las matemáticas trascienden el idioma, la política y la religión. Cómo las leyes que rigen las matemáticas son absolutas. Estoy impresionada por cómo deben pensar los matemáticos. Cómo abren sus mentes a las posibilidades dentro de estas leyes rígidas y se preguntan: ¿Qué pasa si? Y de repente todo un nuevo sistema de prestidigitación se presenta ante ellos como un laberinto. Y descifran su camino hacia una verdad completamente nueva que se encuentra en el centro del laberinto. Es como magia. Pero no me podía concentrar el jueves. Por lo tanto, mientras mi maestro de cálculo explicaba funciones, yo garabateaba en la portada de mi libreta. Estaba poniendo un par de senos voluminosos en mi dibujo mal representado del Sr. Tambor cuando sentí algo deslizarse bajo mi brazo. Era una nota doblada en un

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balón triangular con mi nombre en un lado. Eché un vistazo alrededor para ver quién la había pasado, pero nadie expresó reconocimiento, así que la desdoblé. Querida Fiona: Siento mucho lo que pasó en el espectáculo de porristas. Olvida todo lo que te dije. No quise decir eso. Pretende que nunca dije nada. Y cualquier cosa que esté pasando con Marcie y contigo, espero que lo resuelvan. ―Johnny Mercer Bueno, aparte del hecho de que acababa de recibir mi primera nota desde el séptimo grado, estaba bastante sorprendida. ¿No había querido decir lo que dijo?‖ En‖ otras‖ palabras,‖ ¿pensaba‖ que‖ yo‖ era‖ una‖ snob‖ insensible?‖ O‖ espera…‖ ¿quería que olvidara que me había dicho que le gustaba. . . mucho? Tenía la esperanza de que fuera eso lo que quería decir la nota. Esa era la opción preferible, ¿verdad? No quería "gustarle" gustarle. Pero tampoco quería que pensara en mí como una snob insensible. Por otra parte, la nota decía que olvidara todo lo que dijo, así que tal vez se refería a las dos cosas. Tal vez pensaba que era una snob insensible y no le gustaba. Wow. Qué fea nota. La hice bola y la metí en mi mochila. Cuando sonó el timbre, salí de allí tan rápido como pude. La idea de tener una conversación con Johnny Mercer en ese momento hizo que todas estas emociones se avivaran en mí: ira, entusiasmo, alivio, miedo, cualquier otra. Pensaba que debía tener un poco de síndrome premenstrual agudo. Por alguna razón, no pude dejar de pensar en Johnny toda la semana. ¿Qué había querido decir esa nota? ¿Qué pensaba de mí? ¿Y por qué me importaba? En un momento dado, casi perdía el control y lo llamaba. Porque también quería saber si Mar estaba alterada. Mejor que no hubiera estado sintiéndose bien y maravillosa por apuñalarme por la espalda después de años de mejores amigas. Pero de todas formas, ¿cómo podía preguntarle a Johnny por eso? Él no tenía ni idea de mi enamoramiento de toda la vida con Gabe. ¿O sí? ¿Qué si Marcie le había contado? No, ella no habría hecho eso. ¿O sí? Pero, qué diablos, ya había hecho algo mucho peor. ¿Podría haberle contado? La idea de que Johnny Mercer supiera acerca de mis sentimientos por Gabe Webber me encendía el pecho. ¿Pero por qué? ¿Por qué me importaba una mierda lo que Johnny Mercer pensara de mí? No tenía idea. Todo lo que sabía era que sentía que si él se enteraba de que había estado enamorada de Gabe Webber, nunca podría enfrentarme a Johnny de nuevo. Nunca.

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Eso no tenía ningún sentido. Tenía que ser el síndrome premenstrual.

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Capítulo 20 Traducido por dark&rose Corregido por Nanis

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or suerte, la siguiente semana fue corta en la escuela, debido a Acción de Gracias. Y le dije a mamá que tenía calambres asesinos, así que ni siquiera fui el miércoles. El jueves, el tío Tommy y Alan trajeron a Nana

hasta nuestra casa para la cena de Acción de Gracias. Comimos mucho, bebimos demasiado (bueno, mi padre lo hizo de todos modos), y escuchando discos viejos de mi padre en el antiguo sistema estéreo de discos el cual insistió en mantener justo en la sala de estar. La casa era acogedora y olía a pavo asado, pero el tiempo parecía llamar a la nieve. Papá estaba tendido en el sofá cantando‖ "Ob―La―Di,‖ Ob―La―Da",‖ cuando‖ el‖ tío‖ Tommy‖ anunció‖ que‖ era‖ hora de volver a casa. Mientras él y Alan tomaban sus abrigos y se despedían de papá y mamá, Nana me llevó a un lado en la sala de estar. ―Tengo‖algo‖para‖ti‖―susurró.‖Abrió su bolso acolchado de Paisley y sacó una pequeña‖ caja‖ de‖ cuero‖ rojo.‖ Levantó‖ la‖ tapa‖ y‖ me‖ la‖ ofreció―.‖ Quiero‖ que‖ tengas esto. Dentro había un anillo solitario de diamantes y una banda de oro con diamantes que lo rodeaba. Los reconocí de inmediato. ―Nana‖―dije―,‖no‖puedo‖aceptarlo. Son tus anillos de boda. ―Y‖tú‖eres‖mi‖única‖nieta. Negué con la cabeza. ―Pero‖son‖tuyos.‖Todavía‖puedes‖querer‖llevarlos‖puestos. ―No‖ ―dijo.‖Extendió su rechoncha mano para tocar mi pelo. A continuación mi‖mejilla.‖Después,‖el‖hueco‖de‖su‖propio‖cuello―.‖Ya‖no‖estoy‖casada. ―Pero‖tú‖y‖el‖abuelo‖no‖firmaron‖el‖divorcio. Los ojos de Nana se humedecieron y parpadeó. ―Nos‖separamos‖en‖la muerte. No lo entendí. Siempre había pensado que a pesar de que el abuelo había muerto, Nana todavía estaba casada con él en su corazón. Habían estado

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casados casi cincuenta años. Siempre imaginé que no llevaba los anillos debido a sus nudillos hinchados. ¿Cómo podía simplemente descartarlos después de todo ese tiempo juntos? ¿No había sido feliz? ―¿No‖los‖quieres?‖―pregunté. Nana cerró con fuerza a los ojos. ―No necesito estos anillos para recordar a tu abuelo. Él está conmigo todos los días.‖―Cerró‖los‖ojos‖y‖colocó‖su‖mano‖en‖su‖corazón―.‖Cada‖día.‖―Abrió‖los‖ ojos‖de‖nuevo―.‖Para‖mí,‖estas‖son‖sólo‖recuerdos.‖Quiero‖que‖los‖tengas‖para‖ que pienses en nosotros. Así que habían estado enamorados. Durante cincuenta años. Medio siglo. Ese era un período de tiempo que no pude envolver en mi mente del todo. ―Pero‖yo‖no‖los‖necesito‖para‖recordarlos,‖tampoco,‖Nana‖―dije. Podíamos oír el tío Tommy y Alan en el pasillo, listos para marcharse. Nana presionó la caja en mi mano. ―Tómalos.‖Son‖tuyos‖ahora. Me estremecí. Yo no quería llorar, pero se sentía como si Nana se estuviera despidiendo. Cerré mi mano alrededor de la caja y le di a Nana un abrazo suave. ―Gracias‖―le‖dije‖al‖oído.‖Olía‖a‖rosas. Justo antes de acostarme esa noche, metí la caja de los anillos de Nana en la parte de atrás del cajón de mi mesilla. Todavía podía oler su perfume en mí. Metí la mano bajo mi cama para buscar mi diario y escribí a la luz de mi lámpara de noche. Cuando terminé, deslicé el diario de nuevo debajo de la cama y apagué la lámpara. En el exterior, la nieve comenzó a caer de las nubes esponjosas, así que me quedé tumbada en mi cama y la observé en la oscuridad. La ventana de escaleras abajo arrojaba una luz sobre los copos, dándoles una sensación de bailar en su caída. Abrí el cajón de mi mesita y saqué la caja de los anillos de Nana. Incluso en la penumbra, los diamantes absorbieron un rastro de luz y brillaron. Saqué los anillos de la caja y los mantuvo en alto en dirección a la ventana y la nieve. Le di vueltas en el cielo, y luego me lo puso en el dedo anular de mi mano derecha, y me quedé dormida con mis gafas todavía puestas. Jueves, 28 de noviembre Esto es lo que he aprendido sobre el matrimonio esta semana:

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1. Deberías casarte con alguien a quien le gusten las cualidades que posees, no con alguien que piensa que esas cualidades apestan. 2. Deberías casarte con alguien que te permita ser el tipo de persona que eres por dentro, no con alguien que te obliga a ser una persona que no eres. 3. Deberías sentirte de esa misma forma con respecto a la persona con la que te cases. 4. Si encuentras a una persona que se ajuste a 1, 2 y 3, entonces estás listo para la vida. Pero estate preparado para cuando ellos mueran, porque ellos se llevaren parte de ti con ellos. 5. Pero dejan parte de sí mismos detrás de si, también. Lo que, supongo, que es una cosa buena.

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Capítulo 21 Traducido por dark heaven Corregido por Nanis

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evó por dos días. Del tipo húmedo y pegajoso. Para el sábado por la noche, todo estaba cubierto con una capa grumosa de glaseado blanco. Con el fin de semana de vacaciones, más el hecho de que

estaba enojada con casi todos los que conocía, no tenía planes para esa noche. Así que me fui a la cama, escuchando Shelter of Your Arms alrededor de mil veces en mi estéreo (ya que no tenía más mi iPod), y tuve otra buena lloradera por Marcie. Luego volví a llorar sobre las cosas que Todd me había dicho. No podía creer que hubiera sido tan malo. Realmente malo, no sólo pretendo-sermalo. Él no era así. Cuando enfrente esto, la única conclusión a la que podía llegar era que tal vez había estado en lo cierto. ¿Podría ser yo una snob insensible? Bueno, tal vez había alejado a Marcie porque no pude reconocer sus sentimientos por Gabe. Y tal vez nunca ni siquiera consideré que a Gabe pudiera simplemente no parecerle atractiva. Nunca. Esas cosas podrían ser clasificadas como insensibles. Y supongo que se podría decir que era una especie de snob con Amanda. Si la trataba como a una rubia tonta. Una persona puede decir que actuó superior a su alrededor. Como una snob. Una insensible, prejuiciosa, maliciosa snob. Esa era yo. Me elevé y me golpeé como un dos-por-cuatro en la parte posterior de la cabeza, y mis lágrimas comenzaron de nuevo. Después de que terminé de llorar, miré los pesados copos caer fuera en la oscuridad. Eran sólo como las diez en punto, así que me levanté y me arrastré por las escaleras de atrás para evitar a mis padres en la sala de estar. Me puse mi abrigo y las botas de papá, y salí al patio. El cielo estaba en calma. Sólo el suave sonido de copos tocando la tierra o las ramas de los árboles o del techo. Mis gafas se empañaron al instante, así que me las quité. Inhalé el limpio, nevado aire y dejé que me enfriara mi roja nariz y ojos. Cerré los párpados y

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dejé que los copos se reunieran en mis mejillas, pareciendo como lágrimas a medida que se derretían. Me imaginé que me hundía en la tierra, con raíces creciendo como un árbol. Y mis brazos ramificados extendidos hacia el cielo. Pensé que si tan sólo pudiera permanecer allí, inmóvil, la transformación realmente iba a suceder. Me convertiría en un inmovible, sólida, parte viva de la naturaleza. No algún vacilante, organismo perdedor. Parte de absolutamente nada. Contuve la respiración, y por un momento, lo sentí. Entonces, un ruido del cobertizo me trajo de vuelta a mi apestosa realidad. Busqué para limpiar mis gafas y me las puse de nuevo. Mi primer instinto fue correr y traer a papá, pero entonces habría preguntas de por qué mi cara estaba tan roja e hinchada, como si hubiese estado llorando. Lo cual había estado haciendo. Además, al mirar de cerca a la tierra, vi un conjunto de pequeñas pisadas casi cubiertas por la nieve, las cuales llevaban directamente al cobertizo. Junto a las huellas había una lapicera rosa con una flor morada en la parte superior. La reconocí de inmediato. La agarré, me acerque al cobertizo, y abrí la puerta. Samantha Pickler se cayó de la maceta en la que había estado de pie. ―Sam ―le dije―. ¿Qué estás haciendo? ―Tratando de enganchar esta pala de vuelta en el gancho ―dijo―. La tiré al suelo. ―Quiero decir ¿qué estás haciendo en nuestro cobertizo? ―Oh, eso. ―Ella colgó la pala y se sentó en la maceta―. Me escapé. Pero no se lo podes decir a nadie, Fiona. No lo harás, ¿no? Tú eres la única persona en la que puedo confiar. Hey, mi lapicera. Consideré la posibilidad de que uno o ambos de mis padres podrían echar un vistazo por la ventana y verme hablando con el cobertizo, así que me metí y cerré la puerta. Por suerte, Sam tenía una linterna. Me puse en cuclillas delante de ella. ―¿Por qué huiste? Sam suspiró y garabateó en la pierna del pantalón con la lapicera. Luego arrojó la lapicera a sus pies. ―Ellos se están divorciando ―dijo―. Papá se está mudando. ―Oh, no. ―Puse mis manos sobre las suyas y apreté―. Sam, lo siento mucho. Pero cariño, ¿cómo el huir te va ayudar? ―No me va a ayudar ―dijo―. Esto los va a ayudar a ellos. No me quieren. No quieren ningún niño. Si estoy fuera de la foto, entonces no se pelearan tanto. Entonces tal vez se quedarán juntos. ―¿Qué te hace pensar que ellos no te quieren?

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―Los escuché pelear por mí. Mamá dice que criar a un hijo toma mucha energía. Y no tiene tiempo para sus propios sueños, dice ella. Papá dice que tener un hijo es un compromiso. Y ellos tienen una obligación conmigo. Así que como yo lo veo, todo lo que soy para ellos es una obligación. Alguien que se interpone en el camino. Así que me fui. ―Sam, no eres una obligación. Tus padres te aman. ―No, no lo hacen. Tal vez lo hicieron cuando era un bebé lindo, pero ya no. Ellos me odian. ―Lágrimas corrían por sus mejillas―. Y además, yo los odio también. Envolví mis brazos alrededor de Sam y ella sollozó. ―Oh, hermana bruja ―le dije―. Por favor, déjame que te lleve adentro. Ella me apartó. ―No. Y si tratas de hacerlo, o si le dices a alguien que estoy aquí, voy a salir corriendo a otra parte. Lo decía en serio, también. Nunca había visto a Sam tan molesta. Y estoy segura que no quiero que vaya a ningún otro lugar en esta tormenta de nieve. Así que dije: ―Está bien. No le voy a decir a nadie o tratar de hacer que vayas a ninguna parte. Pero te vas a congelar aquí. ―Yo casi esperaba que ella tirara una manta de la mochila a sus pies, o moviera la cabeza en su manera dramática y se abrazara a sí misma por el frío. Pero ella dijo: ―No me importa. ―Mortalmente seria. ―Entonces déjame ir adentro y conseguirte una manta y un poco de sopa o algo de comer. Yo pinky-juro que no voy a decirlo. ―Levante mi meñique derecho. Ella pasó su dedo meñique en el mío con medio esfuerzo. ―Lo que sea. Pero sólo me estoy quedando aquí hasta que la nieve pare un poco. Entonces me voy. Ahora, yo no era un genio en ningún aspecto, pero sabía que no era casual que Sam estuviera en mi patio trasero. No era como si estuviera de paso cuando la nieve se volvió pesada y corrió a nuestro cobertizo en busca de refugio. No, había decidido venir aquí. No tenía a dónde ir. Pero eso no puede impedirle tratar de encontrar otro lugar. No quería agitarla de ninguna manera, así que dije que sí. Salí del cobertizo y me colé en la casa. Me las arreglé para sacar a escondidas un poco de sopa instantánea en un termo cuando sonó el teléfono. Mamá respondió en la sala de estar. Escuche un poco de charla ahogada y luego ella gritó mi nombre desde la escalera principal. ―Estoy en la cocina ―grité. Ella corrió con su mano sobre la boquilla del teléfono. ―Es Victoria Pickler. Samantha está perdida. Ellos están desesperados. No has escuchado de ella, ¿verdad?

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Por desgracia, no estaba preparada para este asalto directo. Era, por lejos, una mentirosa abominable cuando las apuestas eran altas. Me quedé helada. Mis ojos se abrieron. Mi boca abierta. Me las arreglé para pronunciar: ―No. ―Que era obviamente bastante falso. Mi mamá gruñó: ―Señorita, usted me dice lo que está pasando ahora mismo. Cedí. Le susurré: ―Necesito hablar contigo. ―Y ella le dijo a los Picklers que yo estaba en el baño y ella les iba a llamar. ―Mamá, Sam está en el cobertizo. ―¿Qué? ―Ella tomó el teléfono y empezó a marcar. Lo agarre de ella. ―No, no. Ella está realmente molesta. Dijo que si les decía, iba a huir. Hablaba en serio, mamá. ―Ella vaciló. Le dije―: Por favor, sólo quiero hablar con ella. ―Fiona, ellos han llamado a la policía. Tengo que decirles que está aquí. Sabía que tenía razón. Pero yo amaba a Sam más que a nadie fuera de mi familia. No podía soportar la idea de traicionarla. ―Tiene que haber una manera de hacer esto ―le supliqué. Mamá suspiró. ―Está bien. Toma algunas mantas y quédate con ella. No la dejes ir. Voy a hacer que sus padres vengan y nosotros nos encargaremos del resto. Sólo pretende que no sabes nada de que nosotros sabemos. Tal vez papá pueda inventarse algo. ―Ella se dirigió de nuevo a la sala de estar, marcando el teléfono y diciéndole a papá―: Ethan, tenemos un problema... No era un gran plan, pero la temperatura estaba bajando. Agarré el termo, un paquete de galletas, y algunas mantas, y me dirigí hacia la parte de atrás. Samantha estaba sentada estremeciéndose en la maceta. Doblé una manta para que se sentara arriba y le envolví otra sobre los hombros. Entonces vertí una taza llena de sopa y me senté en el suelo delante de ella. Ella sopló el vapor antes de tomar un sorbo. ―Fideos y pollo, yum. Necesitaba hacer un poco de conversación inocente para mantenerla distraída para esperar por cualquier plan que mis padres estuvieran armando. ―Entonces, ¿está funcionando la maldición de Ginny todavía? ―Oh, somos amigas de nuevo ―ella soltó. Parpadeé. ―¿En serio? ¿Cómo? ―No lo sé. Se enfermó de Olivia Purdy. Dijo que estaba siempre presumiendo de cosas. Así que somos amigas de nuevo ahora. ―Pero, ¿qué con las cosas que Ginny dijo sobre ti? Sam encogió uno de sus hombros. ―No importa. No lo entiendo. Ginny había totalmente apuñalado a Sam en la espalda. ¿Y Sam simplemente podía dejarlo pasar? ¿Cómo era posible?

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―¿Cómo que no importa? ―le pregunté, tratando de bajar el tono de mis dudas para que no la sacara de quicio. Sam me miró como si fuera una idiota. ―¡Porque somos amigas! ¿Porque eran amigas? No podía ser así de simple. ¿Podría? Quiero decir, eran amigos sólo porque Sam había perdonado a Ginny. Pero Sam la había perdonado sólo porque Ginny era su amiga. Era como uno de esos problemas de álgebra donde es necesario tener una A para encontrar B. Pero para encontrar A, necesitas tener B. Esos eran tan difícil de entender. Pero Sam lo había hecho. Ella sabía que si sólo usas una variable para asignar un valor a la otra variable, entonces descubres ambas. Sam reconoció que la amistad contiene el perdón, entonces usó ese perdón para resolver la amistad. Ella parecía saber mucho más acerca de esas dos cosas de lo que alguna vez lo hice. Hasta entonces. Todavía no había señal de nadie afuera. Tenía que entretenerla por más tiempo. ―¿Qué pasó con ese chico? ―pregunte―. ¿Cómo se llamaba? ¿L-algo? ―Logan Clarke ―dijo―. Fuimos una especie de pareja. ―¿Si? ―Terminé con él la semana pasada. No dejaba de querer copiar mi tarea. Lo dejé al principio, pero después de un tiempo, me di cuenta que era lo único que realmente quería. Él fue realmente vulgar. Claro, a los once, Logan Clarke había estado detrás de la tarea. Pero dale unos cuantos años, y él va a estar detrás de algo completamente diferente. Tuve una sensación súbita de que si Logan Clarke hubiese estado en este cobertizo, podría haberse encontrado de repente con una pala insertada entre sus costillas. ―Bueno, estoy orgullosa de ti por no ceder, Sam. Porque créeme, estás mejor sin un tipo como él. ―Hablando de eso. ¿Cómo está tu matrimonio? ―preguntó. Sam no se mostró preocupada de que me estuviese quedando ahí con ella. O tal vez lo había esperado. ―No tan caliente ―le dije―. Tuvimos nuestra primera pelea. Una gran cosa. ―Incluso mientras decía eso, me di cuenta de lo absurdo que eran toda las luchas que Todd y yo pretendíamos tener, que la noche en la hoguera había sido nuestra primera verdadera. ―¿Sobre qué? No tenía ni idea de por qué estaba a punto de derramar mi alma a una niña en un cobertizo. Pero era Sam, así que lo hice. ―Él piensa que soy una snob insensible. Dice que juzgo a todo el mundo.

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Sam resopló. ―Está equivocado. Tú eres demasiado sensible. Siempre sabes cuando estoy triste por algo. Y todo el mundo juzga. Son mentirosos si dicen que no lo hacen. Pero no todo el mundo tiene las agallas para decir lo que piensan en voz alta. Tú lo haces. Y no das un hoo-ha sobre lo que piensan los demás. Eso es lo que más me gusta de ti. ―Buscó en las galletas y se metió una en la boca. ―¿Eso es? ¿Crees que eso es algo bueno? Ella levantó un dedo mientras masticaba y tragaba. ―Por supuesto. Eres una persona verdadera, Fiona. No dejes que los falsos y engañosos se salgan con las suya, ¿y qué? Si no les gusta, mala suerte. Mis piernas estaban muertas por el frío. Cambié de posición a arrodillada. ―Sí, bueno, a casi nadie le gusta. Ella masticó y tragó otra galleta y dijo: ―A mí me gusta. Y a Marcie le gusta. ―Marcie y yo no somos más amigas ―me quejé. ―¿Qué? ―dijo con la boca llena de una galletita a medio masticar―. ¿Qué quieres decir? ―¿Te acuerdas de Gabe? ¿El chico que me gustaba? ―Uh-huh. ―Ella ha estado saliendo con él desde el verano. Los ojos de Sam se abrieron enormes. Tragó su galleta. ―Ella ¿qué? ―Y ella me mintió totalmente sobre eso. ―Ella te dijo que no estaba saliendo con él, ¿pero lo estaba? ―Bueno, no. No me dijo acerca de él. Sam torció la boca y ladeó la cabeza hacia los lados. ―Eso no es una mentira, Fiona. ―Sí, lo es. ―No, no lo es. Nunca dijo que no estaba saliendo con él. Simplemente no te dijo que lo estaba haciendo. Porque no quería hacerte daño, ¡obviamente! ―¡Si no quería hacerme daño, no debería haber salido con él en primer lugar! Sam golpeó el paquete de galletas. ―Fiona, ¿que pasa si él es su único y verdadero amor? ¿Que si ella y Gabe estaban destinados para estar juntos? ¿Dejarías que Marcie tirara todo eso? ¿No la dejarías ser feliz? ¿Qué clase de amiga te hace eso? ¿Qué podía decir a eso? Ella estaba totalmente en lo correcto. Había clavado en la verdad. Una vez más. De repente me dio la impresión de que estaba de rodillas a los pies de una niña Buda. Una profeta de la sabiduría adolescente que repartía pedazos de conocimiento mientras estaba sentada entre un banco de encapsulamiento y una vieja bolsa de fertilizante.

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―Sam ―le dije. Estaba a punto de decirle lo grandiosa que era cuando escuché la voz de mi padre cada vez más y más cerca. ―Claro, Jake ―gritó extra alto―. Puedes pedir prestada la pala de nieve. Es acá mismo, en el cobertizo. ―La puerta se abrió y ahí estaban papá y el Señor Pickler con aspectos falsos de incredulidad en sus rostros. Pero esta vez, mantuve mi boca cerrada acerca de las falsedades y los engaños. Jugué como si estuviera en shock como ellos lo estaban. ―Samantha ―exclamó el Sr. Pickler―. ¡Aquí estás! ¡Hemos estado buscándote por todas partes! ―Él me empujó a un lado mientras alcanzaba a abrazar a su hija. Ella luchó contra él un poco, pero no con demasiada convicción. ―¿Oh, sí? ―dijo―. Bueno, si estabas buscándome con tanta fuerza, entonces ¿por qué está aquí para tomar prestada una estúpida pala? El Sr. Pickler le acarició el cabello y le mintió. Por lo menos pensé que debería ser una mentira. ―Porque tu madre está muy preocupada, está caminando por la acera frente a nuestra casa con los pies descalzos. Se niega a entrar. Quería quitar la nieve para ella. Luego iba a volver a salir a buscarte. ―¿Tú ibas? ¿Ella estaba? ―Sam parecía comprarlo. O tal vez sólo quería hacerlo. ―Por supuesto, Niña-Mono. ―Él la abrazó con más fuerza―. No podríamos vivir sin ti. Como la proclamada reina de la detección de falsos y engañosos, me di cuenta de eso no era una mentira. Sam también lo sabía, porque abrazó a su padre de vuelta. ―Por favor, vuelve a casa ―dijo él. ―¿A la casa de quién? ―preguntó―. ¿La de Mamá o la tuya? ―¿Sabes qué? Donde quiera que estés es casa. Tú la haces casa. ¿Ahora vas a venir? Sam echó el cabello hacia atrás. Dramático. Una buena señal. ―Tal vez sólo por esta noche. Hombre-Simio. Por supuesto todos sabíamos ―Sam, probablemente, también― que no era sólo por una noche. Pero dejamos que Sam tuviese la última palabra. Ella necesita saber que su mensaje había sido escuchado fuerte y claro. Nos amontonamos fuera del cobertizo. Sam se dirigió a través de la nieve con su padre, su brazo acercándola. Mi padre hizo el mismo movimiento en mí y nos fuimos hacia la casa. ―Eres una buena persona, Fiona ―dijo. No lo compraba totalmente. Pero para mi sorpresa, no lo negué, tampoco. Progreso, pensé.

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Capítulo 22 Traducción SOS por CyeLy DiviNNa Corregido por Natyº

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l lunes por la mañana, justo después del primer período, escuché ese ensordecedor chillido de los comentarios de fuera, alguien gritando por un megáfono. No era un error, esa era la voz de mi madre. Corrí a la

ventana. Afuera, un grupo de personas marchaban alrededor en un círculo. Portando carteles. Pancartas. El megáfono gritó de nuevo y oí a mi madre gritar: ―¡Hey, oh! ¡Hey, oh! ―Y luego el resto de los pancartistas, quienes esperaba en el infierno fueran otros padres, gritaron―: ¡El matrimonio tiene que irse! Esto, evidentemente, era su Elizabeth Cady Stanton inspirada "gran idea". Una huelga llena de estilo, pancartistas protestando en la nieve. Si no hubiera sido mi madre, podría haber pensado que era algo genial. Pero. . . ―¿Es esa tu madre? ―Callie Brooks estaba de repente a mi lado con su labio superior curvado con evidente disgusto. No estaba dispuesta a exponer mi hirviente humillación ante ella. ―¡Sí, lo es! ¿Donde está la tuya? ¿Por qué no está ella por ahí para ayudar? Callie me miró de reojo y se alisó la parte delantera de su suéter de rombos. ―Ella trabaja ―murmuró―. Pero firmó la petición. Envió una carta. ―Oh ―dije, porque no había nada más que decir, hostil o de otra manera. La línea de pancartistas siguió su camino todo el día. Cuando la Directora Miller trató de hacer anuncios por la tarde, se podían escuchar en los altavoces al aire libre, así que los pancartistas subieron el volumen a los megáfonos hasta diez y se dejaron de escuchar. Después de la última campana, mamá y la Presidenta de la Asociación de Padres, Cybil Hutton, se quedaron atrás para revivir los buenos tiempos, así que monté mi bicicleta de regreso a casa. Cuando llegué allí, había un correo de voz de Oftalmología Zinnman diciendo que mis lentes de contacto estaban listos. No es que los necesitara más con las porristas. Pero ya había pagado por ellos, así que pensé que también podría recogerlos. Papá fue a casa temprano de la UNI, así que tomé el coche para correr hacia el centro comercial.

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Entré en un lugar de estacionamiento y me deslicé a través de la nieve sucia de la entrada. En el interior del vestíbulo de cristal, pateé la porquería sucia de mi Chuck Taylors. Cuando miré hacia arriba, vi a Marcie de pie en el otro lado de las puertas interiores. Me miraba. Oh, mierda. Primer lunes de cada mes. Cita para el arreglo de uñas. No podía creer que me había olvidado. No había manera de evitarla. Respiré hondo y abrí la puerta. Me golpeó el aire perfumado a canela en una tienda de pretzels cercana. ―Hey Mar ―le dije. Quería decir "Marcie". ―Hey Fee. ¿Qué pasa? A pesar de que estaba dentro del centro comercial cálido, brillante y no fuera en el lodo congelante, me puse mi abrigo apretado alrededor de mí. ―Sólo recogiendo unos lentes de contacto. ―Oh ―dijo. Ella subió la bolsa más alta en su hombro―. Pensé que te gustaban las gafas. Me volví una palma hacia arriba. ―Los pedí hace un par de semanas para lo de porrista. Tengo que recogerlos de todos modos. ―Sip,‖Ga…‖—Se detuvo, y luego comenzó de nuevo―. He oído que no estabas haciendo más lo de porristas. ―Miró a mi lado, encima de mí. . . en cualquier lugar, pero no a mí. Resoplé. ―No creo que podrías llamar a lo que yo hice hacer algo de porristas. Silencio. El único sonido entre nosotras era la música instrumental de Navidad sonando por los altavoces del centro comercial. Me di cuenta que no sabía si reír o no. Eso me rompió. La vieja Marcie se habría reído conmigo o me habría dicho que me callara porque yo era grandiosa sólo por intentarlo. De repente, toda la pelea fue drenada fuera de mí. Ya lo había hecho. ―Marcie, escucha. Acerca de Gabe. . . Alargó la mano y dio un paso hacia mí. ―No sabes cuánto lo siento por hacerlo a tu espalda. Y lo siento por haberte llamado egoísta. Estaba tan frustrada porque no podía decirte sobre Gabe. Di un paso hacia ella. ―No, Mar yo soy la que lo siente. Estaba siendo egoísta. Fui una egocéntrica total, tú tenías razón. No tenía ningún derecho sobre él. Todo era una fantasía. Sólo lo imaginaba. Gabe Webber nunca dio una mierda por mí y nunca lo haría, tampoco. Pero él se preocupa por ti. Debería haber sido feliz por ti. Sé que sólo estabas tratando de protegerme.

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Las lágrimas llenaron los ojos de Marcie y rodaron por sus perfectas mejillas de durazno. ―Yo lo hacía, Fiona. No quería hacerte daño. Lo siento. Le dije: ―¡Yo también lo siento! ―Entonces grité y nos abrazamos. Los compradores apresurados nos miraban mientras andaban por la puerta. Cuando Marcie y yo estuvimos finalmente lloriqueando, nos decidimos a pasar el tiempo por el resto de la tarde. Su cita no era sino en otra media hora. Así que se sentó a mi lado, mientras que el Doctor me mostraba cómo poner y sacar mis lentes de contacto y me dijo cuánto tiempo podía usarlos todos los días. Luego nos fuimos al salón de belleza, donde Marcie quería tratar con una manicura francesa como una ofrenda de paz. Y como una ofrenda de paz a ella, yo estaba de acuerdo en conseguirla. Tuve que admitir que, a pesar de que mis uñas habían sido arrancadas y eran rechonchas, el técnico les daba un aspecto mágico. . . así, femenina, como mi papá me decía. Mientras nuestras uñas se secaban bajo una luz ultravioleta púrpura, le dije a Marcie de papá emborrachándose y preguntándome si yo era gay. Ella se rió en voz alta como si fuera una cosa más divertida que las bombas fétidas. Mar estaba de vuelta. Maldita sea, la echaba de menos. Cuando terminamos en el salón, se acercó a la plaza de comidas. Ella consiguió una Coca-Cola Light. Yo una regular. Nos sentamos en la mesa menos sucia que encontramos. ―Tengo que decirte algo ―dijo entre sorbo y sorbo. Me burlaba con la sorpresa. ―¿Estás saliendo con Gabe Webber? ¿Cómo pudiste? Ella ladeó la cabeza y levantó una ceja. ―Ja, ja. Muy divertido. No, algo más. ―¿Qué? ―Yo no podía apartar mis ojos de mis uñas de fantasía. Se veían tan adultas sosteniendo mi vaso de plástico y el popote. Fingí que era una taza de cristal, alcé los meñiques y tomé un sorbo de mi bebida como la Reina de Inglaterra para hacer reír a Mar. Pero en lugar de reírse, dijo: ―Johnny Mercer quiere golpearte, y fuerte. Me quedé helada a mediados de sorber como la Reina y tragué. A continuación, me atraganté y escupí. Coca-Cola salía de mi nariz, lo que, si nunca has tenido el placer, en realidad mata. Las burbujas son como hojas de afeitar haciendo pequeños cortes a las membranas mucosas. Agarré mi nariz y un par de servilletas, al mismo tiempo. Marcie se quedó allí sentada riéndose de mí. Me limpié la cara y la mesa. Y la camiseta. Y el suelo. ―Oh por Dios Mar, eres tan MALA.

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―En realidad él es un tipo muy dulce. ¿Qué piensas? ―¿Pensar de qué? ―Acerca de salir con él. Miré a Marcie como si acabara de pedirme unirme a su culto, porque la nave madre volvía de pronto. ―No hablas en serio. ―Fue más una cuestión de preguntar que una declaración, de verdad. Pensé en Johnny diciéndome que yo le gustaba en la fogata. A continuación la nota. Y a pesar de que me encontré alegre de saber que no podría odiarme―. Realmente no estoy interesada ―le dije. ―Una llamada telefónica, entonces. Sólo dale una llamada. Te lo digo, Fee, es un gran tipo. ¿Sabes que él tomó la culpa de la broma que hiciste? ¿El anuncio? ¿Sabías que se metió en problemas enormes para eso? ―¿Qué? ¡No! Dijo que todo estaba bien. ―Bueno, por supuesto que no te va a decir que se metió en problemas. Le gustas, Fiona. Fue la segunda persona a la que traté como basura después de que había tratado de protegerme. En primer lugar Mar, ahora Johnny. ―¿Qué tantos problemas? ―le pregunté. ―Ha tenido que quedarse después de clases todos los días durante un mes, archivando documentos para la Directora Miller para conseguir de regreso tu iPod y altavoces. En realidad, creo que hoy era su último día. Dejé caer mi taza. ―¿Qué? ―Y eso no es todo. Ella hace que vaya a este taller interpersonal, de habilidades de manejo de la ira durante las vacaciones de invierno. Y él tiene que pagar por ello. ¿Puedes creer eso? Apoyé los codos sobre la mesa y mantuve la frente en mis manos. ―No, no puedo. Oh, Mar, me siento horrible. ―Me paré―. Pagaré por ese taller. Y él puede tener mi iPod y los altavoces. Mar negó con la mano. ―No los va a tomar. Sé que él no lo hará. Es ese tipo de persona, Fee. Ahora, ¿Gabe? Gabe sí tomaría tu dinero. Pero no Johnny. De ninguna manera. Agarré una servilleta y comencé a triturarla lentamente. ―¿Cómo es que yo oigo sobre esto ahora? ¿Esto ha estado ocurriendo durante un mes? ―Me hizo jurar que no le diría a nadie al respecto. Y tú y yo no estábamos hablando, así que. . . No le digas que te he dicho algo, ¿de acuerdo? Sólo me dijo, ya que nos encontramos en nuestra clase de baile de salón. De lo contrario,

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apuesta que nadie lo sabría. Nunca se ha quejado una vez, Fiona. Creo que realmente lo disfruta, porque es para ti. Tengo la misma sensación de la piel llena de abejas que tuve cuando Todd se enteró que me había enamorado de Gabe. Al igual que todos los nervios de mi cuerpo en una hebra de las bolas de luz de fibra óptica que podemos encontrar en la tienda de novedades junto a las lámparas de lava, y alguien estaba recorriendo su mano sobre mí. Lo más parecido a lo que podía pensar era en absoluto, puro terror amenazando la vida. Solamente, que no de miedo. Estrujé los jirones de la servilleta en un bulto duro. Marcie se inclinó hacia mí. ―Vamos, una conversación telefónica con él no te va a matar. Una llamada. Tú misma has dicho que crees que él es un alborotado. Si es su tamaño lo que te molesta ―dijo Marcie―, entonces, honestamente, me sorprende. ―Bebió un sorbo de Coca-Cola Light. Yo sabía que ella estaba haciendo una pausa para que me atreviera a negarlo. No lo hice. Ella picaba su hielo con su popote. ―Tú sabes, Fiona, a veces los chicos más guapos son los que tienen la mayoría de la parte inferior alimentada por la mentalidad de las niñas. Parecen sólo ir tan lejos. Confía en mí. Espera un momento. Ese fue el segundo comentario sombrío que había hecho. ¿Hubo problemas en el paraíso con Gabe Webber? ¿Debo seguir esta obvia invitación para investigar? Nah. Decidí dejarlo para otro momento. Me llené de mi cuota de drama para el día. ―Sí, pero parece que te consiguen en el primer camino. ―¡Johnny no está mal para mirarlo! Él es solo. . . fornido. Tiene ojos magníficos, ya sabes. Y hay que admitir que su voz es sexy. Pero sobre todo es sólo un buen tipo, Fee. Es reflexivo, sensible. Es divertido y súper inteligente. Levanté la broma obvia. ―Si te gusta tanto, ¿por qué no le pides matrimonio? ―Yo estoy casada con él, que es como lo sé ―respondió ella silbando. ―En serio ―le dije―, ¿te gustaría salir con él? Quiero decir, ¿si estuvieras disponible? ―Estaba tratando de no decir el nombre de Gabe en voz alta. Marcie levantó la barbilla y dijo: ―Claro. Por supuesto. En un instante. Casi parecía como si fuera sincera. Casi como si realmente quisiera salir con Johnny Mercer.

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―Pero el hecho es que tú le gustas, Fiona ―dijo―. Oh, bueno. Por lo menos voy a aprender a bailar. Ya sabes, Johnny en realidad es bastante bueno. ―Sus cejas bailaban arriba y abajo. ―Muy bien ―le dije―. Capté el mensaje. Johnny Mercer es totalmente digno de un enamoramiento. Muy bien. Me siento como una estudiante de quinto grado. Tal vez deberías pasarle una nota por mí. ¿Sabes que en realidad me pasó una nota en Calc? Doblado como una pelota de fútbol, nada menos. ¿Hemos accidentalmente caído en el tiempo de la secundaria o algo así? ¿De qué estás sonriendo? ―La dama protesta demasiado, creo. Tiré de mi Coca-cola y la llené de pedacitos de servilleta, perdiendo el propósito, por supuesto. ―Que miedo, Suzy Shakespeare. Ella se rió y sorbió lo último de su refresco. ―Realmente estás disfrutando de torturarme, ¿no? ―dije―. ¿Qué es esto, algún tipo de retorno de la inversión? Ella se tranquilizó y dejó la taza sobre la mesa. ―Nah. Nunca. ―¿Cómo puedes ser una persona decente conmigo? ―le pregunté. ―Dado que somos amigas. Lo dijo exactamente de la misma manera en que Sam lo dijo en el cobertizo. Y así fue como supe que había resuelto el problema correctamente.

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Capítulo 23 Traducido por rihano Corregido por Natyº

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la mañana siguiente, Mar me recogió para ir a la escuela como siempre. Pero pasó todo el tiempo antes de entrar al aula arreglándose con Gabe. Los vi besarse, y francamente, era un asco. Él le estaba dando la acción

del Roto-Rooter con su lengua tan hondo que pensé que iba directo a enterrarse profundo en su garganta y levantar una tienda de campaña ahí. Hablar sobre NOCD. Me escapé al salón de clases y decidí aprovechar esta oportunidad para disculparme con Todd. ¿Qué puedo decir? Me sentía humilde. Lo vi sentado en la parte posterior junto a la ventana. Caminé zigzagueando a través de las filas y me senté de golpe en la silla a su lado. Deslicé mi mochila sobre escritorio y me incliné sobre éste con el codo. ―Así que, Marcie y Gabe están saliendo. Todd garabateaba en la portada de su cuaderno de notas y no levantó la mirada. ―Eso he oído ―dijo. ―Me enteré justo antes de la cosa de la hoguera ―dije. ―¿Y? ―Así‖ que…‖ ―Tamborileaba mis dedos sobre el escritorio. Me imaginé que él podría llenar los espacios en blanco. Al parecer no. Dejó de dibujar, pero todavía no me miraba. ―¿Qué quieres, Fiona? Me llamó Fiona. No me gustaba nada. ―Estoy tratando de disculparme ―le dije. Todd resopló y comenzó a garabatear de nuevo. ―¿Ah, sí? Bueno, trata un poco más. Por lo general, las disculpas contienen las palabras "lo siento" en alguna parte. Me senté, respiré hondo, y lo dejé salir fuera lentamente como Maggie Klein hizo. Respiré de nuevo, miré alrededor para ver quién estaba a punto de

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escuchar esto, y dije: ―Lo siento. Lo siento por gritarte. Lo siento por insultar a Amanda delante de todos, y voy a decírselo cuando la vea. ―Cerré los ojos y tomé otra larga respiración. ―Abrí los ojos―. También lo siento por lo mal que lo hice en la animación. Especialmente por joder la montada al final. Marcie me acababa de decir acerca de Gabe el segundo antes de que pasáramos, y yo estaba…‖molesta. Todd dejó de dibujar y se sentó, los ojos grandes y aún como una piedra. ―Así que es eso ―le dije―.‖Yo…‖en‖verdad‖lo‖siento. Todd no se movió. ―¿Todd? ―le dije―. ¿No hay nada? ¿Ninguna respuesta en absoluto? Se sacudió. ―Lo‖ siento,‖ ¿dijiste‖ algo‖ después‖ de‖ “joder" y "montada"? Tuve una imagen mental de ti teniendo sexo, y mi cerebro se apagó. Sonreí. Eso, sabía, quería decir que la disculpa era aceptada. Él dijo: ―Creo que, probablemente, no debería haberte insultado tampoco. Levanté la mano para detener cualquier disculpa hacia la que él se estuviera encaminando. ―No, yo me los merecía. ―Sin‖embargo…‖(Quiere‖decir:‖Él‖lo‖sentía.) ―Lo‖que‖sea…‖(Quiere‖decir:‖Yo‖lo‖acepto.) Tiempo para un cambio de tema. Más o menos. ―Así que, ¿ya sabías que Marcie y Gabe habían estado juntos? ―Tenía que averiguar si él había sabido de ellos desde el principio. ―No, no hasta la concentración. Después que tú te ibas, él estaba todo sobre ella. Abrazándola como si fuera un oso pardo. Yo los vi y pensé que tu amante lesbiana había cambiado de equipo, y que debe haber sido el motivo de tu presentación de animación de la Noche de los Muertos Vivientes. ―Eso fue ―dije. ―Todavía no te excusa para que la tomaras con Amanda. ―No, no lo hace. No fue mi mejor momento ―le dije. Pasé mi dedo de ida y vuelta en la esquina de mi escritorio―. Por lo menos ella debe haberse divertido con esto. Al verme humillada por mi mejor amiga. ¿A quién se lo dijo ella? ―Como si yo aún tuviera que preguntar. A toda la escuela. Si soltara todo lo que sabe, esa chica podría ser un arma de destrucción masiva. Todd se inclinó hacia un lado y dijo: ―¿Es ésta tu idea de crecimiento personal? Me quedé helada. Mordí ambos labios durante unos segundos. Entonces dije: ―Lo siento. Viejos hábitos.

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―Hummm ―dijo, dándome una mirada escrutadora. Volvió a hacer garabatos. Un par de chicas desfilaron en el salón de clases. Algunos chicos con cara de sueño entraron. Él dijo―: Bueno, como sucede, Amanda no sabe que quieres extender tu cremosa mantequilla caliente por todo el pan tostado de Gabe Webber. Me incliné hacia Todd y bajé la voz. ―Bueno,‖uno,‖quería,‖no‖quiero.‖Dos,‖eres‖un‖cerdo.‖Y‖tres…‖¿qué‖es‖lo‖quieres‖ decir, que no sabe? ¿Nunca le dijiste? Todd sacó la lengua y lanzó un soplido. ―Nunca surgió en la conversación. Me incorporé. ―¿Nunca surgió en la conversación? Se encogió de hombros y siguió dibujando. ―Decidí que no era interesante. No es como si fueran noticias de última hora. ―Él inclinó la cabeza y me miró―. No me gusta hacer añicos tus sueños, pero la escuela no se preocupa por tu falta de vida amorosa. No eres popular. ―Volvió a hacer garabatos. Esta vez, mis engranajes mentales llegaron a un punto muerto y explotaron en llamas. ¿Por qué Todd dejaría pasar una oportunidad perfecta para humillarme? Especialmente después de que yo había descargado de nuevo a Amanda. Pero él lo había hecho. Eso no tenía sentido. Sin embargo, todas las señales‖apuntaban‖a‖la‖posibilidad‖absurda‖de‖que‖Todd‖ hubiera…‖¿qué?‖¿Me‖ hubiera protegido, también? ¿Eso era una locura? La primera campana sonó. El Sr. Tambor entró y comenzó a golpear cosas de un lado de su escritorio. Uno de los amigos de Todd saludó con la mano y se sentó unas filas más arriba. Hablé hacia el piso. ―Gracias, Todd ―dije―, por no contarle. Se volvió hacia mí. ―Bueno, puedes agradecérmelo. ¡No! No con un trabajo manual, que sé que es lo que estás pensando. ―Acabo de ponerlo en mi boca ―le dije. Él me dio un codazo en el brazo con el borrador de su lápiz. ―Quiero que vuelvas al equipo de porristas. Me eché hacia atrás. ―Prefiero hacer el trabajo a mano. Él hizo la pantomima de pensar.

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―Humm…‖tentador‖aunque‖no‖es‖eso,‖pasaré.‖Mira,‖tenemos‖competencias‖de‖ distrito una semana después del sábado, y necesitamos doce personas. ―Encuentra a alguien más. ―Tratamos de encontrar a alguien más, pero todos apestan. Y ahora no hay tiempo suficiente para entrenar a alguien nuevo. ―Judith Norton estará fuera de su yeso para entonces. ―No. No será sino hasta la semana siguiente. Además, Princesa, para ser sincero, a algunas de las chicas les gustas. No lo entiendo, pero tienes que ir. ―A Amanda no le gusto. Amanda me odia. Él me hizo un gesto con la mano. ―Amanda no te odia. ―Bueno, pues hace una buena caracterización de eso, entonces. ―Amanda no te odia ―dijo él―. Está celosa de ti. Me enderecé de pronto y miré asombrada hacia Todd. ―¿Qué? Escucha, Todd. Las drogas son malas, amigo. No deberías probarlas a primera hora de la mañana. Espera hasta después del almuerzo por lo menos. Todd bajó la cremallera de la mochila y empezó a sacar su lápiz y un cuaderno. ―Piensa en ello. Amanda está programada para ser perfecta. Nunca puede dejarse mostrar con un defecto. Siempre tiene un aspecto perfecto y actúa perfecto. ¿Puedes imaginar lo estresante que eso debe ser? Quiero decir, sé que para ti es forzado, pero dale una oportunidad. ―Sólo te estás volviendo más y más gracioso ―le dije totalmente inexpresiva. ―Pero‖tú,‖por‖otro‖lado… Señalé con mi dedo a su cara. ―Observa a dónde vas a parar aquí. Subió la cremallera de su mochila y la dejó caer de nuevo en el piso. ―Tú, en cambio, no te preocupas por lo que la gente piense de ti. No te importa una mierda si te ves rara o actúas extraña. Y no me refiero a esas cosas como los insultos. ¡Lo sé! Eso me sorprende también. Pero no. Tú dices lo que quieres. Haces lo que quieres. Amanda te ve y no puede procesarlo. No puede entender cómo tú puedes ser tan relajada acerca de las cosas. En el interior, creo que le molesta que ella no pueda ser de esa manera, también. Ser así de libre. Así que la toma con la fuente: tú. Hablando acerca de no ser capaz de procesarlo. Nunca en mis más salvajes, raros y retorcidos sueños hubiera imaginado que Amanda Lowell estuviera celosa de mí. ―Si eso es cierto ―le dije―, entonces he perdido un montón de tiempo haciendo preciosas muñecas vudú.

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Todd soltó un bufido. ―Algo me dice que no tendrás ningún problema en encontrar a alguien para utilizarlas. ―Buen‖ punto.‖ Hablando‖ de‖ eso…‖ ―Alcancé y arranqué unos pocos pelos rubios de la cabeza de Todd. ―¡Ay! ―dijo él. ―Voy a necesitar estos. ―Los metí en mi bolsillo. Todd se frotó el cuero cabelludo. ―Mira, yo me encargaré de Amanda. Vamos, regresa al equipo. Sabes que lo deseas. Además, me debes. ―¿Te debo? ¿Por qué? Él sonrió. ―El presupuesto del matrimonio ed. Lo hice y resultó la semana pasada. Todo por mí mismo. Sin tu ayuda. Ergo, me debes. Me había olvidado por completo del maldito presupuesto. Cuan extraño que el Señor Mierda Floja lo hubiera hecho por su cuenta. ―Sabes, en realidad estás acercándote peligrosamente a ser una buena persona ―le dije. ―Gracias por la advertencia. Voy a poner remedio a esta situación de inmediato ―dijo. Marcie bordeó el aula justo mientras la campana final sonaba. El Sr. Tambor gritó: ―¿Instalados? ¿Tomen sus asientos? Me puse de pie y colgué la mochila en mi hombro. ―Voy a pensar en el equipo, y te haré saber después de la consejería ―dije―. Nos vemos luego. ―Empecé a caminar hacia Marcie. ―No si te huelo primero —―dijo Todd detrás de mí. Pero yo realmente no necesitaba tiempo para pensar en ello. La verdad sea dicha, él me tenía con‖el‖“Princesa.”

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Capítulo 24 Traducido por karoru Corregido por Lola_20

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ado que era martes, Todd y yo tuvimos nuestra sesión de asesoramiento más tarde esa mañana. Llegamos a la oficina de Maggie Klein al mismo tiempo. Estoy orgullosa de mi cortesía, así que le hice

un gesto a Todd para que pasara por la puerta primero, pero él me sonrió y me hizo el mismo gesto. Así que di un paso adelante, y lo mismo hizo Todd, cargándome al hombro en el marco de la puerta. ―Terriblemente gracioso ―dije, y lo codeé en las costillas. Empujé la puerta y me senté en una silla. Él se dejó caer en otra. ―Bienvenidos, Todd. Fiona ―canturreó Maggie Klein. Se veía un poco mal vestida. Bueno, muy mal vestida. Su piel se arrugaba en las esquinas de sus ojos. Ya no había brillo en su piel, era sólo gris. Y su oficina olía a ramen 9. Lentamente había estado deslizándose fuera de los ámbitos de la moda e higiene en las últimas semanas. Normalmente, no estoy en posición de criticar el guardarropa de nadie, pero incluso yo pensé que la selección actual de pantalones marrones y una camiseta de Hoover era patética. Una pila de papeles fotocopiados que había visto antes cubría la oficina. Recogí un par que estaban a mis pies, y justo antes de que Maggie Klein me los arrebatara de las manos, alcancé a ver qué eran. Copias de las cartas de campaña de mi mamá. Copias firmadas. ―Supuse que sabías todo acerca de esto ―dijo Maggie Klein. ―Yo… er… Todd elevó la voz y empezó a rebuscar en un montón cerca de él. ―¿Mis padres enviaron una? Dijeron que la enviarían. En realidad, me dijeron que‖estaban‖enviando‖una‖cada‖uno,‖así‖que‖debería‖haber‖dos… Maggie Klein sacudió su mano hacia los papeles que Todd estaba agitando. ―Sí. Las tengo. La Directora Miller ha tenido la amabilidad de remitirlos todos. ―Trató de enderezar una pila pero se le deslizó hasta el suelo, y los dejó allí, 9

Ramen: Comida japonesa.

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entre envolturas de dulces y pañuelos usados―. Comencemos. En primer lugar, quiero hacerles saber que el total en el mundo real en efectivo recaudado hasta el momento es de $4.846. Con la mitad para la caridad, ahora mismo, cada ganador recibiría... ―rebuscó entre los trastos viejos en su escritorio, encontró su calculadora, y comenzó a golpear en los números. ―Es $ 1,211.50 —dijo Todd. Maggie Klein resopló y se burló de Todd. Hasta que le pegó al botón de igual. Entonces su rostro se volvió tres tonos de rojo. ―Eso. . . eso es, eh. . . correcto, Todd. Bien hecho. Reí nerviosamente y choqué los cinco con él. Maggie Klein deslizó la calculadora de regreso bajo el desorden y se tranquilizó. Trató de hacer algunos ejercicios de respiración, pero terminó silbando como un globo desinflado. Deslizó nuestro archivo de educación de matrimonio delante de ella, pero no se molestó en abrirlo. ―Está bien. No he tenido la oportunidad de repasar el presupuesto que entregaron la semana pasada. He estado un poco. . . ocupada. Pero de todos modos. Me temo que tengo unas pequeñas malas noticias. A partir de hoy, Todd, ha sido despedido de su trabajo. Por suerte, encontró un trabajo a tiempo parcial en una tienda de zapatos para mujeres. Su factor de ingreso ha bajado a 50. Todd dijo: ―¿Tienda de zapatos para mujeres? Justo cuando yo decía: ―¿Se redujo a cincuenta? ―Interesante reacción ―dijo Maggie Klein, como si fuéramos una especie de experimento distorsionado de la ciencia―. Saben, a menudo en esta situación, es la mujer la que se preocupa por la caída de los ingresos. Mientras que el hombre se preocupa por la caída en el estatus. Bien hecho. ¿Bien hecho? Maggie Klein era una idiota, me decidí. Tres meses de terapia y ha llegado a la conclusión sorprendente de que Todd era, de hecho, hombre, y yo era una mujer. Eu-maldita-Reka. Llamaré al Comité del Premio Nobel. ―Desafortunadamente, desde que decidieron que como pareja Todd sería el único asalariado, no tienen los ingresos de Fiona para recurrir a ellos. Si lo hubieras hecho, la mitad del dinero que ganó este mes mantendría el factor de ingreso. ―Levantó una ceja peluda y agitó su cabeza varias veces antes de concluir―. Algo en qué pensar, ¿eh? Todo lo que podía "pensar" es si debería o no investigar más a fondo la depilación definitiva de cejas, porque Maggie Klein, obviamente, nunca lo hizo. Parecía que tenía un par de orugas de osos lanudos en la cara tratando desesperadamente de besarse. ¿Cómo nunca me di cuenta de eso?

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Todd se volvió en su silla y puso una mano en mi hombro. ―No te preocupes, cariño. Vamos a encontrar una manera a través de todo esto. ¡No! ¡No! No quiero oír hablar de renunciar a tu pasión por tallar elefantes de jabón. Sé lo mucho que significa para ti. ¿Qué demonios?... Espera. Ya lo tengo. Tiempo de jugar. Lo miró y golpeó su mano de mí. ―¿En serio? ―dije―. ¿En serio? ―¿No te dejé ir a la convención de los talladores de jabón? ―dijo, fingiendo preocupación. ―¿Dejarme ir? Prácticamente tuve que ponerme de rodillas y suplicarte. ―Bueno, Dios sabe que no estás mucho de rodillas, pero no se puede decir que no me hayas apoyado. Maggie Klein se estremeció. ―Está bien, Fiona y Todd. Es suficiente. No perdí ni un segundo. ―¿Ah, sí? ¿Y qué hay acerca de Bobo? Seis semanas pasé trabajando con él. Seis semanas.‖ ¡Y‖ tú…tú lo usaste para lavar tu culo! ―Enterré mi rostro en mis manos y fingí llorar. ―¡Fiona! ¡Todd! ―ladró Maggie Klein. Todd levantó las manos en el aire. ―¡Una vez! Una vez que cometí un error, y nunca me dejas olvidarlo. Me di vuelta para enfrentarme a Todd, pero él tenía una mirada hilarante de hostilidad exagerada en su cara. Era demasiado. Una carcajada gorgoteaba en mi garganta. Apreté los labios para reprimirla, pero se me subió rápidamente a través de mi nariz e hice un resoplido retrasado. Eso puso a Todd al borde y se disolvió. Ambos sufrimos una crisis de risa incontrolable. A Maggie Klein no le hizo gracia. Empujó sus estiradas mangas y se cruzó de brazos. —Muy divertido. —Seguimos riendo. Ella se acomodó en su silla—. Ustedes deben audicionar para la obra de la escuela. —Nos reímos un poco más—. Está bien. Esto es suficiente. —Finalmente nos calmamos. Maggie Klein pellizcó el puente de su nariz y suspiró profundamente. Justo en ese momento, escuchamos a mamá de nuevo en un megáfono de fuera. Al parecer, esta protesta iba a ser una cosa cotidiana. Mamá gritó: ―¡Hey, oír! ¡Hey, oír!‖ ―Seguido por el resto de los padres—. ¡Educación para el matrimonio se debe ir! Maggie Klein voló a la ventana, abrió las persianas, y gruñó. Literalmente gruñó como un perro rabioso. Nunca había visto a un adulto hacer eso antes.

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Sólo a un niño malcriado, de mal humor, una vez. Sus manos temblaban. Luego lo hizo su voz. ―Nue… nue… nuestro tiempo se terminó por hoy. ―Cruzó su oficina en dos pasos y abrió la puerta―. Cumplan con su presupuesto. Escriban en sus diarios. Adiós. Apenas habíamos pasado a través de la puerta cuando la cerró de un golpe. ―Es tu madre afuera, ¿no? ―dijo Todd―. La reconocí por la foto en el periódico. ―Sí ―dije, preparándome para la descarga inminente de insultos. Pero no llegó ninguno. ―Genial. Por lo tanto, ¿te decidiste acerca del equipo y los distritos? No podía creer que uno, no me había dado ninguna mierda sobre mi madre, y dos, estaba a punto de perder mi oportunidad de escapar de una vergüenza pública de tamaño global. ―Está bien. Lo haré ―dije―. Infiernos, ya tengo los lentes de contacto de todos modos. ―Siempre y cuando tus motivos estén claros ―dijo―, nos vemos en la práctica, Princesa. ―No, si yo lo huelo en primer lugar, Señor10.

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En español original.

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Capítulo 25 Traducido por Simoriah Corregido por Lola_20

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espués de la escuela, los megáfonos finalmente se apagaron. Estaba yendo a la práctica, disfrutando del silencio cavernoso, cuando oí mi nombre desde el lado opuesto del corredor. Johnny Mercer caminaba

hacia mí. Sentí un pequeño, tibio revuelo dentro de mí, supongo que por lo que Mar había dicho en el centro comercial. Quiero decir, no todos los días que te encuentras‖ con‖ alguien‖ que‖ quiere‖ “quiere golpearte, y fuerte”,‖ aun‖ cuando‖ estaba bastante segura de que eso no era verdad en el caso de Johnny. Especialmente después de haberlo rechazado en la hoguera. El sonido de sus botas negras hacía eco en el corredor con cada paso y se hacía más y más fuerte cuanto más se acercaba. Mientras caminaba a grandes pasos, me miraba con sus hundidos ojos color avellana. Sus mejillas brillaban con por paso que llevaba, y mostraba el más ligero trazo de áspero y nuevo vello facial. ―Hola,‖Johnny‖―dije―.‖¿Cómo‖te‖va? En un movimiento limpio, él sacó su mochila del hombro y la dejó en el suelo. La abrió y sacó mi conjunto de iPod y bocinas. Se enderezó y llevó hacia atrás el mechón de cabello desordenado que había caído sobre su ojo. Me entregó el equipo. ―Ten.‖Conseguí‖estos‖para‖ti.‖―Levantó‖su‖ mochila,‖la‖cerró,‖y‖la‖colgó‖de‖su‖ hombro.‖Elevó‖su‖mentón‖hacia‖mí―.‖Bueno,‖nos‖vemos. ―¡Espera!‖ ―dije.‖ Toqué‖ el‖ brazo de su chaqueta de cuero negro. Me puse en puntas‖ de‖ pie‖ por‖ un‖ segundo‖ para‖ mirar‖ su‖ rostro―.‖ Johnny.‖ Espera.‖ Oye,‖ gracias por esto. Y lamento haber sido una perra tan grande en la hoguera. Estaba de muy mal humor. Él deslizó sus dedos a través de su cabello color miel y esa misma parte volvió a caer sobre su ojo. ―No‖hay‖problema.‖Nos‖vemos. ―Johnny...

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―Tengo‖que‖irme,‖Fiona.‖Adiós.‖―Se‖alejó‖a‖grandes‖pasos‖por‖el‖corredor.‖Lo‖ miré todo el camino hasta que dobló la esquina. El pequeño y tibio revoloteo dentro de mí se congeló hasta convertirse en un frío dolor. Una cosa era segura: Johnny Mercer definitivamente no quería golpearme. Maldición, ni siquiera quería charlar conmigo. Mar debe haber estado equivocada. O quizás yo había sido tan dura en la hoguera que él no podía dejarlo atrás. De cualquier manera, apestaba. Pensé en Johnny todo el camino hacia el vestuario. Sobre todo, en lo que había hecho por mí. Cuantas veces me había defendido. Cuantas veces se había asegurado de que estuviera bien. Y sentí esta abrumadora sensación de que me había perdido de algo. O que había perdido algo. De valor. Y lo quería de vuelta. Pero por ahora, estaba enfrentada a un tipo diferente de expiación. Me puse mis lentes de contacto y me escabullí dentro del gimnasio. No quería tener que disculparme con Amanda. Intenté esconderme detrás de las gradas, pero Simone Dawson me vio y vino hacia mí. ―¡Fiona!‖Me‖alegra‖tanto‖que‖hayas‖vuelto.‖―Me‖dio‖un‖abrazo,‖pero‖me‖quedé‖ de pie allí como una tonta porque no lo había estado esperando. Cuando finalmente me di cuenta de lo que ella estaba haciendo fui a abrazarla pero ya se había alejado. Así que terminé en una de esas maniobras incómodas mitad abrazo, mitad palmada en la espalda... la marca registrada de los sociópatas y fóbicos de los gérmenes. ―Gracias,‖Simone‖―dije. ―¡Oh!‖¡Ya‖no‖tienes‖tus‖gafas!‖¿Conseguiste‖lentes‖de‖contacto?‖¡Lucen‖geniales!‖ ¿Son tintados? ―Uh,‖sí,‖sí,‖gracias,‖y‖no,‖son‖claros. ―¿Ese‖es‖tu‖color‖de‖ojos‖natural?‖¡Oh,‖son‖de‖un‖marrón‖tan‖rico! ―Gracias, Simone. ―Realmente‖podrías‖hacerlos resaltar con la sombra y el rímel apropiados. ―Quiz{s‖―dije―.‖Pero‖sería‖difícil‖ver‖si‖me‖saco‖el‖ojo. Simone soltó una risita. ―Fiona,‖eres‖tan divertida. ―Luzco‖divertida‖―dije. Simone rió un poco más. ―Oh,‖ no‖ lo‖ haces.‖ ―Ella‖ tomó‖ mi‖ mano‖ con‖ las‖ suyas‖ y‖ caminó‖ hacia‖ atr{s‖ mientras‖ me‖ arrastraba‖ hacia‖ adelante―.‖ Vamos...‖ todos‖ est{n‖ felices‖ de‖ que‖ estés de vuelta.

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Sí, claro. Estaba tan segura de que Amanda daría un espontáneo salto hacia atrás ante mi retorno. Pero cuando llegué al grupo, ella no gritó ni maldijo ni se fue ni nada. De hecho acusó recibo de mi existencia en una forma no hostil. Aclaré la garganta en una manera exagerada y dije: ―Escuchen,‖ quiero‖ disculparme públicamente con Amanda, y con todos, por mi ataque en el encuentro. Había dejado temporalmente el Planeta Salud Mental, y algún clon imbécil‖de‖Fiona‖estaba‖en‖mi‖lugar‖siendo‖una‖completa‖idiota.‖―Miré‖a‖Todd.‖ Él cruzó sus brazos y ni siquiera esbozó la más pequeña sonrisa. Suspiré y dije―: De acuerdo, no era un clon. Era yo. Yo fui la idiota. Dije algunas cosas desagradables y lo lamento. Y lamento haber arruinado todo también en Atrapa la Fiebre. Espero que nadie haya salido lastimado. Físicamente. O de otra manera. Y... eso es todo. Todos miraron a Amanda para ver su reacción. Se quedó allí parada por un segundo y luego asintió una vez hacía mí. Aplaudió y dijo: ―De‖ acuerdo,‖ comencemos con Orgullo Águila. Y luego el equipo se puso en formación para la práctica. Encontré mi lugar en el suelo y nos pusimos a trabajar. Tanto como odié admitirlo, Amanda había tenido razón acerca de conseguir lentes de contacto. No sólo no se caían de mi rostro como lo hacían los anteojos, sino que de hecho podía ver mejor. Así que hice la mayor parte de mis ejercicios y mi rutina sin causar mucho daño corporal. Está bien, accidentalmente le di un codazo a Tessa Hathaway en un pecho, golpeé a Takisha King con la cabeza, y pisé los dedos de Simone. Pero eso fue todo en una rutina. Más allá de eso, mayormente sólo me caí en mi propio trasero. En un momento, estaban intentando enseñarme este salto llamado el Ruso, o tocarse la punta de los dedos, donde un humano comenzando de pie, teóricamente se supone que debe saltar en el aire, abrir sus piernas, mostrar su entrepierna al mundo, estirarse hasta tocar los dedos de sus pies en el aire (con sus piernas todavía abiertas, hay que tener en cuenta) y luego caer de nuevo a tierra, ostensiblemente en sus pies. Esa última parte era donde estaba teniendo problemas. Podía saltar y abrirlas, bien. Pero para el momento en que estaba en un lugar cercano a mis dedos, mi trasero ya estaba en la colchoneta. No estaba teniendo la suficiente elevación vertical, decían. Lo que fuera que eso significara. Sonaba demasiado como aerofísica para ser charla de porristas. ―Necesitas‖ apretar‖ tus‖ músculos‖ abdominales,‖ ponerte‖ en‖ cuclillas,‖ y‖ saltar‖ desde‖ aquí‖ ―dijo‖ Takisha,‖ dando‖ una‖ palmada‖ a‖ mi‖ muslo―.‖ No‖ tu‖ pecho.‖ Aquí. Tus tendones y cuádriceps.

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Tendones y cuádriceps eran dos grupos de músculos que se habían vuelto dolorosamente familiares desde que comenzara con las porristas. También los laterales, deltoides, bíceps, tríceps, abdominales, glúteos y cualquier músculo malvado que fuera responsable de calambres de espinilla. Creo que se llaman “Belcebubícpes”11. ―¡Estoy‖saltando!‖¡Estoy‖saltando!‖―insistí.‖Demostrando‖el‖hecho,‖me‖puse‖en‖ cuclillas como si estuviera a punto de orinar en un baño público, apreté cada músculo de mi torso (y desgraciadamente, también de mi rostro) salté en el aire, abrí mis piernas, di una palmada salvaje a mis espinillas, y luego caí arrugada en el suelo en un montón torcido. ―Creo‖que‖eso‖estuvo‖mejor,‖de‖hecho‖―ofreció‖Simone‖Dawson‖dócilmente. ―Mira‖ ―dijo‖ Todd‖ mientras‖ caminaba‖ a‖ grandes‖ pasos‖ hacia‖ nosotras―.‖ Necesitas alguien que te sirva de referencia para que puedas sentir el salto. ―Me‖ofreció‖una‖mano‖para‖levantarme―.‖No‖est{s‖entendiendo‖el‖ritmo. Lo dejé tirar de mí hasta ponerme de pie, pero le di una mirada desagradable. ―¿Ritmo?‖―Resoplé‖con‖dificultad―.‖No‖sólo tengo que desafiar la gravedad, ¿sino que además tengo que tener ritmo mientras lo hago? ―El‖salto‖tiene‖un‖ritmo‖―dijo―.‖Arriba‖y‖afuera‖y‖abajo.‖Uno‖y‖dos y tres. Tú lo estás haciendo arriba y afuera y adentro y abajo. Toma demasiado tiempo y te golpeas‖en‖el‖piso.‖Aquí.‖―Me‖hizo‖girar‖y‖puso‖sus‖manos‖en‖mi‖cintura―.‖ Déjame‖servirte‖de‖referencia‖y‖lo‖sentir{s.‖Ahora‖ponte‖en‖cuclillas‖―dijo,‖y‖lo‖ hice―.‖ Y‖ salta. ―Me‖ lancé‖ hacia‖ arriba‖ de‖ nuevo,‖ pero‖ esta‖ vez‖ sentí‖ a‖ Todd‖ levantándome y sosteniéndome en lo alto un milisegundo más de lo que yo podía.‖ Toqué‖ mis‖ dedos‖ mientras‖ él‖ coreaba―.‖ Dos.‖ ―Se‖ detiene—. Y tres — Todd me había guiado a mis pies—.‖¿Lo‖sentiste?‖―preguntó. ―Creo‖ que‖ sí‖ ―dije,‖ de‖ hecho‖ un‖ poco‖ mareada―.‖ Antes,‖ estaba‖ imaginándome yendo hacia arriba, abriéndome, cerrando, y bajando. Pero esta vez fue como: arriba, aplasta,‖abajo.‖―Cuando‖dije‖“aplasta”,‖me‖encorvé‖y‖lancé‖ mis manos hacia afuera como si fuera un árbitro marcando una falta. O quizás lucía como un pterodáctilo delgado, porque todos rieron. Pero no me importó―.‖Déjame‖intentarlo. Me‖ puse‖ en‖ cuclillas,‖ salté,‖ grité‖ “aplasta”‖ mientras‖ tocaba‖ mis‖ dedos,‖ y‖ luego‖ bajé, no en mis pies exactamente, pero en un tipo torpe de posición en cuclillas. Aun así, era una mejora de caer sobre mi trasero. ―¡Muy‖bien,‖Princesa!‖―exclamó‖Todd.

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Belcebubícpes: Una‖mezcla‖entre‖“Belcebú”‖(un‖demonio)‖y‖“bíceps”.

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El equipo chilló y estalló en un aplauso. Por mí, en parte, pero también porque ahora había una chance de que pudiéramos hacer Espíritu Máximo, una rutina que exhibía las habilidades gimnásticas de las chicas. El problema era que había un Ruso en el medio de la rutina que todos tenían que hacer simultáneamente. Era una de las mejores rutinas del equipo, y no teníamos una oportunidad sin ella. ―Ahora‖lo‖har{s‖―gorjeó‖Simone‖Dawson. Amanda no burbujeaba exactamente con optimismo, pero sí dijo: ―Mejor.‖ Sigue trabajando. Tienes una semana y media para hacerlo perfecto.‖ ―Ella‖ anunció‖al‖grupo―: Terminamos. Y‖juntos‖coreamos‖“¡Vamos‖Águilas!”‖y‖aplaudimos‖una‖vez...‖el‖acostumbrado‖ ritual de final de práctica. Nos separamos, yendo hacia la tarde menguante. Tomé mi botella de agua y vertí un trago victorioso en mi boca. Salté en mi bicicleta y pedaleé tan rápido como pude; quería intentar el Ruso de nuevo en mi cuarto. Reconocía totalmente que era una completa tonta, pero no me importaba. Porque ahora era una completa tonta que podía desafiar la gravedad. Y eso tenía que contar para algo. Cuando llegué a casa, Mamá me entregó siete mensajes de Marcie. (Mi celular había estado apagado durante la práctica). ―Sonaba‖desesperada‖―dijo‖mam{. Tomé las notas y el teléfono, corrí a mi cuarto, y marqué. ―¿Mar?‖―pregunté‖cuando‖oí‖un‖“hola”‖ahogado. ―Oh,‖Fee.‖Él‖rompió‖conmigo.‖―Podía‖oírla‖llorar. ―Voy‖para‖all{‖―dije.

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Capítulo 26 Traducido por Vannia Corregido por Curitiba

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oce minutos después, estábamos sentadas con las piernas cruzadas sobre la cama con dosel de Marcie. Una tarde de llanto había convertido su rostro en una zona de guerra. Su máscara de pestañas

corría por sus mejillas en hilos negros. Su nariz generalmente delicada estaba congestionada y goteando. Manchas rojas cubrían su piel como un camuflaje carmesí. Abrazó una de sus almohadas blancas de encaje estrechamente contra sí. ―¿Qué pasó? ―pregunté. ―Bueno, básicamente, no soy lo suficientemente bonita para él ―dijo abruptamente. ―¿Él dijo eso? Se limpió la nariz con su manga. ―No, lo que dijo fue que me había convertido en alguien demasiado plástica. Demasiado cabello, uñas, maquillaje y esa mierda. Dijo que él siempre se había imaginado a sí mismo con una…‖ ―Su respiración se estremeció cuando trató de contenerlo—. Una belleza natural. ―Marcie rompió en llanto. Envolví mis brazos a su alrededor. Ése hijoputa, pensé. Luego lo dije en voz alta. ―Marcie, tú eres toda una belleza natural ―dije―. Siempre lo has sido y siempre lo serás. Gabe es un culo de caballo ciego si no lo puede ve. Y ¿sabes qué? ¿Incluso si pudiera verlo? Él es una mierda por pensar que el físico es todo lo que importa. Lo sabes. ―La abracé y acaricié su cabello exactamente como había hecho el Sr. Pickler con Sam. ―Lo sé ―sollozó―. De todas formas, creo que la verdadera razón de que rompiera conmigo es porque no me acosté con él. ―Bueno, ¿quién lo haría? ―dije, contando todas las veces que había fantaseado con ello―. Asqueroso ―añadí para mayor credibilidad. ―Últimamente, parecía que era todo lo que quería ―dijo Mar―. Nunca dejaba de hablar de ello. ―Él no te forzó a nada, ¿verdad?

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―No. ―Bien ―dije. ―Bueno, no del todo. La aparté de mí para verla a los ojos. ―¿No del todo? ¿Qué diablos significa eso? Ella jugueteó con el listón lila del borde de la almohada. ―Oh, nada terrible. Bueno, nada demasiado terrible. Sólo‖ se‖ puso‖ un‖ poco…‖ agresivo‖ algunas‖ veces. Pero nada ilegal ni nada. ―No se tiene que hacer algo ilegal para estar mal, Mar. No lo defiendas. ―Ya lo sé. No lo defiendo. Simplemente es difícil determinar exactamente lo que hizo. Simplemente consiguió ser insistente a veces. Y se enojaba cuando no hacía lo que él quería. Pero luego, después, me decía que me amaba, lo que ahora sé que es una completa mierda, pero cuando lo decía, todo era perfecto otra vez. Realmente pensé que me amaba, Fee. Y que yo lo amaba. No podía creer que él hubiera roto su corazón de esa manera. Todd tenía razón. Gabe Webber estaba muerto. Calcinado. Iba a arder. Me gustaría verlo. Ella se dobló sobre la almohada y gimió: ―¿Cuándo va a dejar de doler? ―Todo va a estar bien ―dije. Froté su espalda―. Olvídate de él. ¿Sabes qué? Simplemente pretende que nada de esto pasó. Se irguió y alegó: ―¿Cómo podré hacerlo? Ella quería una respuesta. Estaba sentada ahí sobre su prístina colcha blanca con volantes esperando a que yo le diera la solución que sanaría su corazón y restauraría su dignidad. Porque eso sería genial justo ahora, Fiona. Olvidarlo sería genial. Y tú le has hecho creer que es posible. Así que, ¿cómo? Pensé en Nana sobreviviendo a cuarenta años de dolor por el tío Tommy. Pensé en la Directora Miller luchando por un discurso sobre el matrimonio, mientras que el suyo se había derrumbado. Pensé en el lento deterioro de Maggie Klein en un trabajo que una vez la había hecho sentir completa. Y fue entonces cuando supe la respuesta. ―No puedes ―susurré―. No puedes olvidar las cosas malas, y no puedes pretender que nunca pasaron. Marcie cerró sus ojos y los apretó, al igual que sus labios. ―Pero quiero hacerlo ―chilló. Puse mi dedo índice alrededor de un mechón de su cabello y lo quité de su frente. ―No. Tienes que adueñarte de ello. Tienes que hacerlo tuyo, Mar. Porque una vez que sea parte de ti, entonces podrás construir sobre ello. Se convertirá en una parte de la base de lo que eres. Y de en quién te convertirás.

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Abrió los ojos y asintió ligeramente. ―No es exactamente una solución a corto plazo ―dijo. ―Me gustaría tener una para ti. ―Realmente me gustaría. Lo que me dio una idea―. Pero apuesto a que puedo animarte un poco. Hizo una mueca y sacudió la cabeza. ―Ja. Dudoso. ―Bueno, mira esto. ―Salí de la cama y me quedé en medio de la habitación delante de ella. Puse mis manos en mis caderas y grité—: ¿LISTA? BIEN. ―Palmadas en mis muslos―. TENEMOS EL ESPÍRITU, SÍ. TENEMOS EL ESPÍRITU EN ALTO. DEBERÍAS VERTE A TI MISMA, PORQUE CUANDO ANIMAMOS VAS A ESCUCHARLO. NO UN POCO —un paso y giro—, NO MUCHO. —Me estiro y salto—. ES —sentadilla—, ESPÍRITU EN ALTO. ―Sentadilla y patada―. Y LO SABES —saltitos-y-movimiento-de-brazos, saltitos-y-movimiento-de-brazos―, ¡ES CANDENTE! —Lamo-dedo-pulgar-ylo-coloco-en-el-trasero—. TSSSSSS. ―Oh. Por. Dios. ―Marcie se cubrió el rostro y rodó hacia atrás, riendo―.‖ ¡Ohpordiosohpordiosopordios! ―Se sentó de pronto―. ¡Fee! Realmente eres buena. ―Obviamente estás delirando por haber llorado. ―No, definitivamente no eres mala. Aunque admito que la visión de ti animando fue una de las cosas más raras que he visto en mi vida. ―Tengo que trabajar en los saltos ―dije. ―Como sea. Me encantó. ―Me dio una sonrisa radiante―. Gracias, Fee. ―Sí, bueno. Sólo tú tienes el espectáculo privado, Mar. Llamé a mis padres para decirles que me iba a quedar para cenar. Después de cenar, llamé para preguntarles si me podía quedar a pasar la noche. Dijeron que sí, así que Mar y yo nos contamos la una a la otra los detalles que nos habíamos perdido‖durante‖nuestra‖“discordia‖temporal”‖como‖le‖decíamos. Le hablé sobre Samantha Pickler. Ella re-enumeró todos las puntos más buenos de Johnny Mercer. Le hablé del tío Tommy y le mostré el anillo de Nana que había estado usando. Me dijo todo lo que pasó entre Gabe y ella. Escuché, a pesar‖de‖que‖se‖trataba‖de…‖Gabe. Casi‖ se‖ sentía‖ como‖ si‖ la‖ “discordia‖ temporal”‖ nunca‖ hubiera‖ pasado. Pero ambas sabíamos que sí. Sólo que ahora, nos adueñamos de ella.

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Capítulo 27 Traducción SOS por Vannia Corregido por Curitiba

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ntonces, había arreglado las cosas con Mar. Había arreglado las cosas con el Sr. Mierda Floja. Incluso había forjado una vacilante tregua con Amanda. La única persona a la que todavía tenía que hacerle frente era Johnny Mercer. Oh sí, también tenía que matar a Gabe Weber, pero había bastante tiempo para eso. Primero, tenía

que hacer que Johnny ya no me odiara. Traté de hablarle en calc, pero él siempre llegaba justo antes de la campanada y desaparecía justo después. El viernes se me escapó de nuevo, y no podía soportar que eso colgara sobre mí todo el fin de semana, así que decidí que simplemente le llamaría. Conseguí su número gracias a Mar, y después de la escuela, me metí a mi habitación, tomé una profunda respiración a la Maggie Klein, y marqué. Una mujer contestó: ―¿Hola? ―Sí, hola. ¿Podría por favor hablar con Johnny? ―Me enorgullecen mis modales en el teléfono. ―¿Puedo preguntar quién llama, por favor? ―Fiona Sheehan ―dije. Pude decir que ella puso su mano sobre la boquilla del teléfono para gritarle a Johnny. Luego pude escuchar algunas conversaciones. Y después más conversaciones amortiguadas. Y más. Entonces finalmente escuché la voz profunda y achocolatada de Johnny al teléfono. ―Hola, Fiona. Repentinamente quise incluso mayor privacidad, así que me metí en mi armario, cerré la puerta, y me puse en cuclillas en el lugar oscuro sobre una pila de ropa sucia. ―Hola Johnny. Uhm, ¿todo está bien? ―pregunté, refiriéndome a toda esa charla amortiguada, lo que probablemente no debí haber hecho, pero como sea―. No te metí en problemas por llamar, ¿cierto? ―Nah ―dijo―. ¿Qué pasó? Otra profunda respiración. Me imaginé que podría estar bien si sacaba todo al mismo tiempo ya que tenía la oportunidad. ―De acuerdo, no te enfades con

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Mar y no te enfades conmigo, pero me contó toda esa mierda que la Directora Miller te causó por la broma, y quería decir que lo siento y te lo agradezco, y espero que no me odies por ello, ni por lo de la fogata, ni porque arrugué tu nota, lo cual hice porque pensé que estabas diciendo que soy una snob insensible y que no te gustaba, y espero que me dejes recompensarte dándote mi iPod y las bocinas, o por lo menos déjame pagar por tu seminario o algo, porque realmente no soporto que estés enojado conmigo, sé que lo estas, y me lo merezco totalmente, pero desearía que no fuera así, así que por favor dime que me perdonarás. Silencio. ―¿Es todo? ―dijo Johnny. ―Creo que sí. Silencio. Dije: ―¿Estás enfadado? ―Nah. ―Realmente lo siento. ―Yo también ―dijo.

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―¿Por qué? ―Por evitarte. ―No te culpo ―dije. Silencio. ―¿Entonces estamos bien? ―pregunté. ―Sí ―dijo―. ¿Amigos? ―Uhm…‖sí.‖Amigos. ―Te veo el lunes ―dijo. ―De acuerdo. Bye. ―¿Oye Fiona? ―¿Sí? ―Gracias por llamar. ―Gracias por escuchar. ―Okey. Adiós. ―Adiós. Clic. Silencio. Me senté ahí en la oscuridad. Amigos. Él estaba bien con ser amigos. Escuchar eso debería haberme hecho sentir feliz, ¿cierto? Debería haberme hecho sentir fabulosa con el hecho de que

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Johnny Mercer quisiera ser mi amigo. Así que ¿por qué me sentía como alguien que acababa de ser golpeado en el estómago? Sábado, 07 de diciembre Me he disculpado más veces la semana pasada que un político con una pipa de crack y adicción al sexo. Todo era demasiado duro antes de que lo hiciera. Y hacerlo no fue nada malditamente fácil. Pero haberlo hecho se siente muy bien. Estoy‖pensando‖en‖Mar,‖y‖me‖pregunto…‖¿cómo‖puedes‖saber‖si‖es‖verdadero‖ amor? No puedes guiarte de lo que pasa en televisión, porque todo mundo sabe que eso es una mierda. Pero incluso una mentira se basa en alguna verdad, ¿cierto? Así que ¿realmente hay un verdadero amor para todos? ¿Y cómo sabes cuándo lo has encontrado? ¿Te hace sentir todo feliz cuando lo estás? ¿Y totalmente destruido cuando no lo estás? Si las emociones del verdadero amor realmente fueran tan intensas, entonces ¿no sería fácil de identificar el verdadero amor? Nunca sería una cuestión de si se trataba del verdadero asunto. Pero no es fácil de identificar. Y me pregunto si el verdadero amor es más sutil. Si se cuela y simplemente se queda junto a ti, y tú no te das cuenta de que es amor verdadero hasta que te das la vuelta y miras eso que ha estado justo ahí contigo todo el tiempo, y te das cuenta de que no quieres estar sin ello. ¿Eso suena totalmente como a pastel de frutas? No responder a eso.

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Capítulo 28 Traducido por Xhessii Corregido por Natyº

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asé todo el fin de semana practicando las porras y mi ruso. El lunes en la escuela, mamá y su grupo activista, Padres que se Oponen a la Educación Matrimonial Obligatoria, POEMO, como se habían apodado

a sí mismos, se alinearon para manifestar de nuevo. (Pensé que era irónico que su acrónimo fuera la palabra‖ francesa‖ para‖ “manzana”,‖ un‖ símbolo‖ de‖ la‖ educación,12 pero sólo los nerds como yo se daban cuenta de esas cosas). La consigna‖de‖POEMO‖para‖esta‖semana‖era:‖“La‖clase‖de‖Educación‖Matrimonial‖ ¡no‖puede‖decidir‖qué‖chicos‖la‖pasar{n!”‖Sólo‖esta‖semana,‖han usado más de cuatro consignas, así que las palabras eran inconfundibles y francamente un modo de distracción. Pero pasé el día y me encaminé al gimnasio a practicar. Me deslicé a la habitación de los casilleros para cambiarme para el sudor. Luego caminé a la ligera hacia el gimnasio. Sólo ahí ―cuando‖ vi‖ a‖ la‖ Sra.‖ O’Toole‖ parada,‖ hablando y apuntando, y cuando vi las miradas frenéticas en los rostros de las porristas— me di cuenta. La competencia entre distritos era la próxima semana. Teníamos unas escasas tardes para pulir nuestra rutina de competición y ponerla en forma. Pero enfrentémonos: no era la rutina lo que tenía que ponerse en forma; era yo. Era el eslabón débil por el cual la fuerza de la cadena podría ser medida. Lo sabía. El resto del equipo lo sabía. Así que entonces hice un propósito: no importaba cuanto necesitaba estudiar para los finales de la próxima semana, no importaba cuanto quería terminar Orgullo y Prejuicio, no importaba quien me sacara de mis casillas y me debiera una‖disculpa…‖por esta semana, yo era UNA porrista. Bien, está un poco por arriba. Pero es divertido pretender ser una mártirheroína. Tanto como odiaba admitirlo, aunque, no había ningún noble 12

POEMO: En inglés es Parents Opposing Mandatory Marriage Education, y su acrónimo es POMME, por lo que tiene sentido.

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sentimiento de obligación que me motivara; era el prospecto de una humillación pública en un nivel épico. Te diré, que muy épico. ―Vamos, Princesa ―llamó Todd―. Vas tarde. ¿Lo estaba? Revisé mi reloj. Debí haber perdido unos cuantos minutos muy largos en la habitación de los casilleros. ―Lo siento ―grité y corrí al grupo. ―Empecemos. Alinéense para Atrapa la Fiebre ―ordenó Amanda. Chistoso. Debía contarle a Mar esa. Comandante Amanda. Amanda Demanda. Amanda la‖Pan… ―¡Fiona! ―ella gritó. Ups. Bien. Enfócate. Brinca a la línea. Luego me tiré a ella, completamente. Reté a todos a resistirse a Atrapar la Fiebre de los Águilas. Porque como los Águilas eran tan sexys, la fiebre no podía detenerse. Así que si no atrapabas la fiebre, era mejor que te cayeras. Así que apreté las palabras en mi diafragma como me habían enseñado. Sonreí como una loca. Rompí mis marcas, no tiré a Simone, y terminé prosperando. ¡Ta-rán! Así que imagina mi sorpresa cuando‖ la‖ Señora‖ O’Toole‖ gritó:‖ ―¡Eso apesta! ¡Señorita Sheehan, necesita apegarse al programa! ―¿Qué? ―lloriqueé. Pensé que le había dado al clavo. ―Ella tiene razón ―dijo Todd―. Volaban pedazos. Estás camino abajo, Fiona. Todd debía estar bromeando. Pero otra vez, había usado mi nombre. Él dijo: ―Tus piernas estaban torcidas. Tus muñecas estaban flojas. Estuviste lenta en el salto y en el aplauso de nuevo. ―Hice mi mejor esfuerzo ―bramé. El silencio sepulcral que siguió me dijo la obvia realidad: mi mejor esfuerzo no estaba ni cerca a lo suficientemente bueno para este equipo. ―Lo sabemos ―murmuró Simone Dawson. Ouch. Amanda suspiró. ―Bien, mira. ―Ella miraba al techo como si estuviera esperando encontrar inspiración divina entre las pancartas de básquetbol―. Fiona, ven a la habitación de los casilleros. Trabajaremos en frente de los espejos. Ustedes chicos, continúen. Cuando estaba en tercer grado, este niño había sido sacado de la clase de matemáticas porque no podía comprender las fracciones. La maestra lo había sentado afuera, en el pasillo para que pudiera trabajar en cosas alternativas. En

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el momento, pensé que tenía suerte porque lo estaban sacando de clases. Ahora me daba cuenta de lo vergonzoso que debió haber sido. Seguí a Amada a la habitación de los casilleros como un perrito travieso. Ella se paró en frente de mí en un espejo de cuerpo completo y me dijo que hiciera la porra. Lo hice. Y Todd tenía razón. Volaban pedazos. ―No tengo un espejo grande en casa ―murmuré. Como si fuera una excusa. Si contaba la verdad, nunca madrugaba por usar un espejo. Qué idiota. ―Inténtalo de nuevo ―dijo Amanda―. Me pararé en frente de ti y haremos las movidas en cámara lenta. Trata de hacerlo exactamente igual que yo. Hicimos Atrapa la Fiebre a la velocidad uno sobre ochenta. ―Siente realmente la posición ―dijo Amanda una y otra vez―. Convierte tus músculos en concreto. ―Lo que fuera en el infierno que eso significara. Ella explicó que mis músculos recordarían donde deberían ir. Alguna clase de memoria sensorial. Estaba dudosa, pero me fortalecí tanto como pude. Después de Atrapa la Fiebre, hicimos Steam. Luego el que seguía. Para el momento en que habíamos hecho cada porra al menos unas mil veces, la práctica había terminado. Una vez más, todo lo que Amanda dijo fue: ―Mucho mejor. Me enorgullecí en agradecimiento, así que dije: ―Gracias. Me refería a dar gracias por el ―aunque fuera pequeño― cumplido. Amanda debió haber pensado que le daba las gracias por la ayuda personal. Porque dijo: ―No hay problema. ―Y luego agregó―. Así es como yo también aprendí. Tenía el mismo problema que tú. ―Ella ni siquiera me proyectó una sonrisa atrasada mientras se iba al gimnasio a buscar a Todd. Me sentí de manera extraña, casi-honrada. Amanda Lowell me había pasado secretos de la hermandad de las porristas a mí. Y había tirado un pequeño secreto sobre ella en la mezcla. Además, había notado, que ni siquiera me había insultado una sola vez. De seguro me había trasladado al universo paralelo. Agarré mis cosas y me encaminé a la puerta para irme a casa. Pedaleé a casa a través del frío, en el atardecer pensando que si era suertuda, mi universo paralelo sería uno de los decentes. Pero me refería a, en serio, ¿a quién quería engañar?

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Capítulo 29 Traducido por Lalaemk Corregido por Natyº

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uando Todd y yo fuimos a la oficina de Maggie Klein la mañana siguiente para el asesoramiento, nos detuvimos en la puerta. Su oficina se parecía a una escena de un crimen violento. Basura esparcida por el

suelo. Una de las luces fluorescentes se había quemado. Cartas de campaña de mi‖ madre‖ estaban‖ apiladas‖ en‖ las‖ superficies.‖ Y‖ Maggie‖ Klein‖ parecía…‖ así,‖ para‖ser‖ honestos…‖olorosa.‖Entramos‖con precaución y nos sentamos. Ella no dijo,‖ “Bienvenidos”.‖ Ni‖ siquiera‖ dijo‖ nuestros‖ nombres.‖ Todo‖ lo que dijo fue: ―Es acerca del último presupuesto que entregaron. Le lanzó una mirada de reojo a Todd. Él había completado el presupuesto por su cuenta, y nunca se me había ocurrido preguntar lo que había hecho. Maggie Klein levantó tres hojas de papel de su regazo como si cada una pesara cinco kilos. ―Vamos a ver si lo entiendo. En septiembre, su presupuesto les había permitido ahorrar veinte dólares. ―Ella golpeó una hoja hacia abajo—. En octubre, ganó por encima de sus costos, así que compraron un televisor de lujo, y ahorraron $807.50 para llevar noviembre… ―Azotó la segunda hoja hacia abajo. Sostuvo la tercera—. Que es el presupuesto que tengo aquí. ¿Estoy en lo correcto? Yo dije: —Sí. ―Viendo otra vez a Todd para alguna indicación de lo que estaba sucediendo. Él se mantuvo duro como una roca con sus labios presionados para impedirse sonreír. Oh, mierda. ¿Qué había hecho? ―Ahora, en el mes de Noviembre, ganaron. —Ella pegó el papel a su cara―, cero dólares del dinero del mundo real. ―Nos miró por encima del papel―. Pero‖en‖lugar‖de‖disminuir‖sus‖gastos‖para‖alcanzar‖los‖ochocientos…‖y‖lo‖que‖ tengan de dólares de sus ahorros, ustedes lo han gastado en su totalidad. ―Ella miró el papel otra vez―. Un viaje todo incluido de cinco días en Jamaica. ―Maggie Klein soltó el brazo como si fuera de piedra―. Y luego se declaran en bancarrota.

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Todd enterró su boca en su mano y trató sin éxito de no reírse. ―¿Cómo explican eso? ―preguntó. No me moví. Todd iba a tener que llenar esto por su cuenta. Se acercó y tomó mi mano. ―Mi esposa y yo nunca tuvimos una luna de miel ―dijo―. Toda esa plática acerca de playas de arena blanca y las islas tropicales nos puso en humor para una, así que finalmente fuimos. Pero para el tiempo en que volvimos, no teníamos suficiente dinero para pagar las cuentas. Así que decidimos que la mejor cosa para nosotros sería declararnos en bancarrota y empezar de nuevo. ―Todd presionó mi mano y me miró amorosamente. ―Libre de deuda. ―Maggie Klein apretó la mandíbula. Y luego sus ojos. Llevó sus palmas hacia sus cuencas con ambas manos. Fuera, suenan los megáfonos de ¡La Clase de Educación de Matrimonio no puedo decidir que chicos pasarán! Deslizándose a través de las paredes de bloques de concreto. Maggie Klein raspando con sus uñas hacia arriba y hacia abajo sobre su cabellera, y luego llevando las manos hacia su cara, tirando de su piel a lo largo. ―¿Por qué? ―demandó. No era una pregunta; era una acusación―. ¿Ustedes creen que esto es divertido para mí? ¿Piensan que disfruto sentarme aquí mientras sus pequeñas mierdas convierten mi trabajo en un chiste? ―La cara de Todd cayó―. Por tres meses, he tratado de darles a niños un mano a mano sobre la zona de combate que están a punto de enfrentar en el futuro. ¿Creen que es fácil encontrar a alguien? ¿Creen que sólo aparecerán en su puerta y los amarán, y todo será perfecto y se convertirá en un cuento de hadas? ¡Ha! ¡Como si eso pasara! ¡Es terrible ahí afuera! ¡Les comerán sus almas! Y aquí estoy, tratando de ayudar para que no tengan que pasar por esto, pero todo lo que obtengo es sarcasmo y bromas. Bueno, ¿saben qué? Al diablo con ustedes. Dense cuenta ustedes mismos. ―Se levantó y caminó hacia la puerta―. Fuera de aquí. Lleven su pequeña inteligencia abajo hacia la oficina de la Directora. Déjenle lidiar con ustedes. ―Abrió la puerta y se quedó ahí―. He terminado. Todd no se movió, y seguí su ejemplo. ―¡Fuera! ―gritó Maggie Klein. Los dos nos levantamos y nos retiramos por la puerta. Ella cerró de golpe la puerta detrás de nosotros, y el sonido hizo eco por el pasillo vacío. ―Bien, entonces ―dijo Todd. ―¿Ella acaba de sacarnos del matrimonio? ―pregunté. ―Parece de esa forma. Ahí va todo ese dulce dinero. ―Al diablo con el dinero. ¿También significa que no nos graduaremos? Todd golpeó juguetonamente mi brazo.

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―Mira, Maggie Klein no puede detenernos de graduarnos. Es sólo una consejera. Y no hicimos nada mal, de todas formas. Nos quedamos sin presupuesto. Fuimos a consejería. Hicimos la actividad compartida. Hiciste tu estúpido diario, ¿cierto? Asentí. Todd dijo: ―Entonces no puede tocarnos. ―Me agarró y tiró de la manga―. Vamos. ―Me llevó por el pasillo hacia las oficinas de la administración. La recepcionista, la Señora DelNero, una mujer de sesenta-algo con una pasión por aplicar chalecos de jersey y jabón líquido de Jean Nate, picoteó en su teclado. Todd se inclinó sobre el mostrador y dijo: ―Hola ahí. Estamos aquí para ver a la Directora Miller. ―¿Hay algo que necesites, cariño? ―Uno de los megáfonos fuera sonó con retroalimentación. La Señora DelNero saltó y se inclinó sobre su taza de plumas multicolores. ―No realmente ―dijo sin ningún tipo de urgencia en su voz―. Maggie Klein sólo sugirió que viniéramos a verla. Ella tomó el auricular del teléfono y dijo: ―Veré si tiene un minuto para ustedes. ―Presionó tres botones con el dedo regordete y dijo al teléfono―: ¿Directora Miller? Dos del último grado están aquí para verla. ―Hizo una pausa y después colgó el teléfono―. Entra cariño. —Y guiñó hacia Todd. Aparentemente me había vuelto invisible. Todd tenía ese efecto. Hicimos nuestro camino a través de la recepción hacia la oficina de la Directora Miller. Se sentó encorvada sobre un lío de papeles repartidos en su escritorio. Pancartas de manifestaciones POEMO pasaban delante de su ventana en intervalos regulares, pero no dio ninguna indicación de darse cuenta. ―Señorita Sheehan, joven Harding. Buenos días. Tomen asiento. ―Nos sentamos en las dos sillas color naranja frente a ella―. Acabo de recibir una llamada de la Señorita Klein. ―Ella dejó que la declaración flotara en aire durante unos segundos. Una obra típica de los Directores―. Ustedes dos parecen haberla molestado bastante. Explíquense. Dejé que Todd lo explicara. Encantar a mujeres mayores era claramente su departamento. Dios le dio un talento y fuerte, incluso. Debería usarlo. ―Fue un gran malentendido, Directora Miller, créame ―ronroneó. Ella no mostró señales de debilitamiento. Todd se inclinó hacia delante―. Todo lo que hicimos fue empujar un poco el sobre, en términos del presupuesto del matrimonio. No rompimos ninguna regla.‖ Pero‖ parece‖ que‖ Mag…‖ uh,‖ la‖

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Señorita Klein no le importan nuestras elecciones. Espero que usted pueda verlo desde nuestro punto de vista. La Directora Miller se apoyó en su silla y cruzó sus brazos. No estaba creyéndonos. Parecía enviar dagas láser de sus ojos a los nuestros a través de los bordes rojos de sus gafas. ―Por lo que he visto a través‖de‖estos‖pocos‖meses,‖su‖“punto‖de‖vista” no ha sido otra cosa menos que hostil y perturbadora. Pero me haré hacia atrás y dejaré que los dos traten de resolverlo. ―Y nosotros lo hacemos ―solté―. Mírenos. Estamos sentados aquí juntos presentando un frente unido. ―Veo eso. Sin embargo, la Señora Klein siente que ustedes han hecho una burla de este curso entero, y del trabajo de ella también. No se feliciten a ustedes mismos, sin embargo, ya que no son los únicos. Varios de sus compañeros han demostrado la misma falta de seriedad. ―¡Pero lo tomamos en serio! ―argumenté―. Hicimos todo lo que pidió. Mantuvimos nuestras tareas. Fuimos a la consejería. No es justo que no nos deje graduarnos por lo que los demás hicieron. Se inclinó hacia adelante en su escritorio y entrelazó sus dedos juntos. Nos examinó a uno y después al otro. De ida y vuelta, como una leona explorando en la sabana por una presa. ―No, no es justo. ¿No? ―gruñó―. No es justo pasar mucho tiempo trabajando en algo, sólo para que algún error de alguien más de juicio, una mala elección, un error, lo destruya todo. Todd y yo retrocedimos aún más en nuestros asientos. Traté de descifrar lo que específicamente, estaba hablando la Directora Miller. ¿Éramos Todd y yo y los otros estudiantes en el curso? ¿Era la traición y la desilusión que sentía en su propio matrimonio? ¿Era deshacer la carrera de Maggie Klein? ―Directora Miller ―dijo Todd en una voz completamente desprovisto de almíbar―. Esta no es culpa de Fiona. Ella no sabía acerca del presupuesto. Lo hice por mí mismo. No tuvo nada que ver con ello. Ella debería graduarse. La Directora Miller se dirigió a él y disparó. ―Yo decidiré quién se gradúa y quién no. ―No podía creer que ésta era la misma mujer que podía hacer un baile sucio con el Sr. Evans y descomponerse frente a todo el alumnado. La mujer frente a mí y a Todd era dura como una roca. Impenetrable. Invulnerable. ―Por favor ―dijo Todd―. Si yo no me gradúo, bien. Pero deje a Fiona. Ella suspiró y se recostó en su silla. Su rostro se suavizó un poco. Esperaba que Todd hubiera hecho una pequeña fisura en su exoesqueleto. Pero estaba

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preocupada de que estuviera a punto de acceder con su negociación, pero no podía dejar que eso pasara. ―Espera ―dije―. Esto no es culpa de Todd. Soy la que empezó con todo. Le tiré un hot dog. Seguí provocándolo. Lo hice difícil para Maggie Klein. Todd merece graduarse más que yo. La Directora Miller inhaló y su cara se iluminó poco a poco, como un amanecer. De hecho, para el momento en que finalmente habló, pude haberle dicho a la Directora Miller que iba a convertirme en una monja y dedicar mi vida a la oración y al celibato, y su expresión no se hubiera aproximado a la mirada de sorpresa que había desarrollado. ―Rayos. ―Suspiró―. Funcionó. ―¿Perdón? ―tartamudeó Todd. Alejó la pregunta. ―No importa. Muy bien, chicos, esto es lo que va a suceder. Su comportamiento, a pesar de ser negativo y destructivo, no ha, de hecho, violado los parámetros impuestos en el curso de matrimonio. Por lo tanto, siguen inscritos en el programa y son candidatos a la graduación, y siguen compitiendo para ganar el premio en efectivo. Con una condición: ustedes dos deben escribir una carta de disculpa por su comportamiento a la Sra. Klein. ―Se inclinó hacia nosotros, sus ojos se estrecharon con hendiduras oscuras detrás de sus lentes bifocales―. De lo contrario, reprobarán. Todd y yo nos retorcíamos y gemíamos en objeción. ―Y deben decirlo a primera hora del lunes ―dijo. Ahora teníamos unas quejas que hundir en nuestros dientes. ―Pero tenemos exámenes parciales la próxima semana ―chillé. ―Y los distritos este fin de semana ―añadió Todd. ―Sí, ¡los distritos! ―repetí―. ¿Sabe que haremos los distritos el sábado? ―Sí, Sra. Sheehan. Estoy consciente de la competición de porristas esta semana. Lo que tiene que ver con su situación está más allá de mí. Todd y yo la vimos boquiabiertos. Luego el uno al otro. Luego de nuevo a ella. Como dos personajes de cómic. Las burbujas de texto sobre nuestras cabezas se leería: ¿Cómo ella puede decir eso? ¿Está ciega? ¿Sorda? ¿No nos ha visto trabajar todo el semestre? ¿Literalmente no hemos estado trabajando juntos como‖ un‖ maldito‖ equipo?‖ ¿Es‖ una‖ total‖ dictadora,‖ énfasis‖ en‖ “maldita”?‖ ¿Hay‖ duda? ―Ahora. Sr. Sheehan, Sra. Harding. Deberían regresar a clases. Un megáfono apareció en la ventana.

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―La clase de educación de matrimonio, no puede decidir que chicos pasarán. ―Todd y yo estiramos el cuello para ver quien estaba ahí. La Directora Miller llegó tras la ventana y cerró las cortinas―. Vuelvan a clases. No esperamos a escucharla de nuevo. Todd y yo clavamos las uñas sobre las sillas naranjas y salimos de la oficina. ―Esto es ridículo ―dijo Todd. Yo dije: ―Sólo hay que enfocarnos en los distritos. Veremos qué hacer después.

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Capítulo 30 Traducido por Vettina Corregido por Natyº

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pesar de la distracción de los azotes verbales de la Directora Miller, la práctica de las porristas por el resto de la semana fue bien. No era coincidencia‖ que‖ esta‖ “buena”‖ semana‖ terminara‖ el‖ viernes‖ trece.‖

Pregunta a quien quiera que no tiene suerte cual es el día cuando tienen suerte, y apuesto a que dirán viernes trece. Y este viernes trece lo prueba. Me encontré a mí misma uno, siendo mejor amiga de Mar de nuevo; dos, sin combate mano a mano ni con Todd o Amanda; y tres, un día para dejar mi sentencia de prisión como porrista. Y si eso no te convence que el viernes trece es de mi suerte, entonces estás loco. Es ciencia sólida. Todo el equipo vestía nuestros uniformes de la escuela del viernes para preparar a todo el mundo para la competencia del sábado. Callie Brooks vio mi desastre de poliéster del color de un bastón de dulce, y tuvo esta expresión en su rostro que parecía como si estuviera pasando una piña en sentido contrario a través de sus intestinos. Le mostré el dedo mientras caminaba. Para la práctica después de la escuela, hicimos una clase de ensayo de vestuario. Tengo que decir que, cuando hicimos la rutina de la competencia en perfecta sincronía, era genial. Todos nos movíamos juntos. Y yo era parte de ello. Parte de un equipo. Nunca había sentido eso antes. Tuve un tiempo difícil poniendo mi dedo sobre el nombre exacto de la sensación. Pero finalmente lo descubrí. Orgullo. Oh Dios. En realidad tenía orgullo Águila. ¿No es la ironía una molestia? Finalmente, nos separamos y acordamos reunirnos fuera del gimnasio a las ocho de la mañana para subir al autobús que nos llevaría a Stonemount High, la escuela sede de la competencia. En casa, mordisqueé en la cena. Traté de forzar algunos carbohidratos por mi garganta para tener energía al día siguiente. Hablé por teléfono con Mar durante unos minutos. Le rogué que no se presentara a la competencia. Me

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quité mis lentes de contacto y miré por la ventana al borroso cielo nocturno como por cien horas. Finalmente me quedé dormida y sueño con porras. No exactamente lo que llamarías una noche de descanso. Mi alarma sonó a las 7 de la mañana. Me bañé, me coloqué mis lentes de contacto, sujeté mi cabello en una cola de caballo, y me coloqué mi uniforme. Papá me llevó a la escuela para que no tuviera que ir en bicicleta con las piernas desnudas. La‖ Señora‖ O’Toole‖ estaba‖ bastante‖ animada‖ mientras‖ inspeccionaba‖ nuestros‖ uniformes y revisaba nuestros nombres en una tablilla sujeta papeles. Para las ocho con doce, todos estábamos en el autobús, inhalando los gases del motor que se filtraban en el sistema de calefacción y tratando de olvidar que en tres horas estaríamos o en nuestro camino a las regionales o en nuestro camino a casa como perdedores. Bueno, yo no iría a las regionales, Judith Norton lo haría. Estaría ahí pero con las hieleras naranjas. Eso es, a menos que mamá en realidad tuviera éxito matando el curso de matrimonio. Probablemente iría de cualquier manera. Sólo para ver. ―¿Qué estás pensando Princesa? ―Todd se había girado en su asiento para molestarme. Amanda se sentaba junto a él pero hacia caso omiso de mi existencia. Estaba bien con eso. ―Me‖ estoy‖ dando‖ cuenta‖ del‖ hecho‖ que‖ éste‖ es‖ mi‖ último‖ día‖ de‖ mi‖ carrera‖ como porrista. ―Di‖lo‖que‖quieras,‖pero‖sé‖que‖vas‖a‖extrañar‖esa‖pequeña‖falda‖―dijo. ―No‖te‖preocupes ―dije―,‖la‖tendr{s‖de‖regreso‖hoy.‖Espero‖que‖te‖quede. ―Al menos no estiraste el suéter. ―A diferencia del pobre suéter que estás usando, tus pechos de hombre son mucho más grandes que los míos. ―¿Tienes pechos de hombre? Amanda miró en nuestra dirección. Todd se puso frente a ella y se inclinó para acariciar su cuello color marfil. Encendí mi iPod, me puse los audífonos y apagué todo lo demás. Cuando llegamos a Stonemount una hora después, estaba medio dormida. La música, el balanceo del autobús, y la falta de sueño la noche anterior me había dejado dispersa. De hecho todos parecíamos estar en modo zombi mientras bajábamos del autobús y nos enfilábamos al gimnasio de la escuela. Luego todo cambió. La teoría de la relatividad de Einstein propuso la idea de que masa y energía son intercambiables. Pobre Albert, pasó años analizando y refinando sus

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ecuaciones para llegar a esa conclusión. Años pasados encorvado sobre un libro o escribiendo en una pizarra. Todo lo que necesitaba hacer era ir a un concurso de porristas. La energía en el gimnasio era palpable. De hecho podía sentirlo espeso y espinoso a mi alrededor. Los átomos en forma de porrista pasando por el espacio con velocidades cegadoras, dejando la tela de una realidad estremecedora en sus estelas. En todas partes colas de cabello se balanceaban, faldas daban vueltas, puños golpeados, piernas separadas, y cuerpos cubiertos de color aventados, volando y cayendo en un frenesí cinético. Desgarrando a través del caos había sonidos de porras, aplausos, fuertes pisadas, y gritos. El sonido se balanceaba y rebotaba en cada superficie sin perder un decibel. Cada equipo agrupado en un lugar en el suelo para practicar. Hicimos nuestro camino serpenteando a través hacia la mesa de registro. Mientras, nuestra competencia nos miraba de arriba abajo como rivales de bandas callejeras. Les hicimos lo mismo. Amanda era bastante experta en esto. Nunca quitó la mirada primero. Juro que podría haber mirado fijamente a un toro en Pamplona sin dejar caer una pestaña. Le dio una mirada especialmente fría a la capitana del equipo de Lincoln. La rivalidad entre East Columbus y Lincoln se remontaba tan atrás de lo que recordábamos. No ayudaba que su equipo de fútbol fuera quien lastimara a Todd, tampoco. Y el año pasado, Lincon había vencido a East Columbus por un pelo en esta competencia. Así que Amanda y el resto del equipo estaban listos para la revancha. Les di la más malvada mirada que podía hacer, pero creo que probablemente lucía como si estuviera imitando a un pirata. La‖Señora‖O’Toole‖nos‖registró‖y‖mantuvimos‖en‖vigilancia‖un‖lugar‖en‖el‖suelo.‖ Calentamos y repasamos toda nuestra rutina dos veces y con medio esfuerzo. El propósito de esto era doble. Uno, no queríamos gastar energía, y dos, no queríamos delatarnos. Si el equipo junto a nosotros sabía que estábamos haciendo cierta acrobacia complicada, quizás cambiarían una de las suyas para subir la apuesta inicial. Tan pronto como terminamos, mis tripas comenzaron hacer ruido. Me di cuenta que la próxima vez que hiciera la rutina, estaría afuera en medio del piso, frente a una multitud que estaba creciendo a un ritmo exponencial. Simone Dawson debía saber que estaba perdiendo el control por dentro, porque me llevó a las gradas y me sentó. ―¿Nerviosa? ―preguntó. ―No ―mentí. ―Yo sí ―dijo―. Oye, ¿podrías hacerme un favor?

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―Depende ―le dije. La cara de Simone brilló. ―¿Me dejarías hacerte un cambio de imagen? ―¿Un qué? ―le pregunté, a pesar de que sabía exactamente lo que quería decir. ―Tú sabes. Hacer tu maquillaje. Quita mi mente de cosas. Me calma. Bueno, nada más lejos de mí que dejar a la pobre Simone desconcentrarse junto a mí. ―Supongo ―dije. Así que me senté mientras Simone abrió algo que parecía una caja de pesca morada llena de maquillaje y procedió a pintar mi cara. Me hizo pensar en los cambios de imagen de Sam. De verdad quería ver a Sam otra vez. Saber qué estaba haciendo. Deseaba que estuviera aquí para verme, porque ella entendía la ridícula hilaridad de esta situación como nadie más. Excepto quizás Marcie. Incluso, recé que Mar no apareciera. ―Relaja tu cara ―Simone susurró. Cerré mis ojos y dejé que las brochas en mis mejillas barrieran la tensión. Traté un poco de meditación. Zen y el arte de la aplicación del maquillaje. Escuche una voz decir: ―¡Buena suerte, Fee! ―Abrí un ojo. Luego mi estómago se contrajo de nuevo. Ahí estaba Mar. Parado junto a ella estaba Johnny Mercer. Traté de hablar mientras Simone cubría mis labios con rosa opalescente. ―Oh Dios, ¿por qué vinieron a someterse a esta tortura? ―Si crees que me lo perdería, estás loca ―dijo Mar―. Johnny y yo hicimos nuestro trabajo de educación de matrimonio esta mañana, así que le pregunté si quería venir conmigo a la competencia después. ¿Cierto? ―Sip ―Johnny dijo. Corrió sus dedos a través de su cabello y después metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero negra. Movió sus rodillas dentro y fuera una por una. Pero cuando atrapé su mirada, se detuvo y me guiño el ojo. Sonreí, y Simone me picó en el diente con la varita de brillo labial. Mar me atrapó por el codo. ―Johnny incluso trajo su cámara de video. Vamos a poner toda la cosa en línea. Me tensé como si alguien me hubiera hecho un examen rectal sorpresa. ―¡Está bromeando! ―espetó Johnny. ―¿Sólo hazme un favor? ―rogué―. Siéntate donde no pueda verte. Mar se echó a reír de la manera más indigna. ―Poco probable ―dijo. Traté de golpear sus lados. ―¿Cuántas escuelas hay aquí? ―preguntó Johnny―. ¿Cuando les toca? ―No estoy segura ―dije. Miré a Simone buscando una respuesta. ―¿No sabes?

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―Hay diez equipos ―dijo ella―, y cada uno hace una rutina de cinco minutos presentando sus mejores porras. Las primeras rondas son duras, porque los jueces mantienen un puntaje bajo, en caso que mejores equipos vengan después. Las rondas del medio son mejores porque la multitud está entusiasmada y la energía es buena. La peor ronda es la última, porque todos están cansados, y usualmente el equipo se ha puesto nervioso por la competencia. ―¿Cuál somos? ―susurré titubeando. ―La‖Señora‖O’Toole‖nos‖saco‖últimos. Mi estómago se levantó, al menos hasta la mitad en mi esófago. Me amordacé y traté de tragar, pero terminé semi-convulsionando. Marcie y Johnny se alejaron. ―Uh, vamos a conseguir algunos asientos ―Mar dijo demasiado amable―. Tú sólo…‖rel{jate‖y…‖diviértete. Vamos, marido. ―Buena suerte ―Johnny dijo. Los dos se escabulleron. ¿Buena suerte? ¿Diviértete? ¿No era eso lo que decía el maldito paquete del matrimonio decía? Maldita educación del matrimonio. Si no hubiera sido por ese estúpido curso, no estaría aquí posicionada en el borde de la eterna desgracia. Y, ¿por qué tenía que venir Johnny Mercer? ¿Por‖qué‖Mar‖lo‖había‖traído?‖Sabía‖que‖quería‖que‖“llegara‖a‖conocer”‖mejor‖a‖ Johnny, pero ¿por qué aquí? Necesitaba enfocarme en las porras, pero todo en lo que podía pensar era en Johnny Mercer ahí en algún lugar, sobre verme hacer el ridículo de mí misma. No podía soportar el pensamiento de lucir idiota frente a él. Envolví mis brazos alrededor de mi afligido estómago, me balanceé, y descansé mi cabeza en el regazo de Simone. Comenzó a acariciar mi cabello. ―Está bien, Fiona. Lo harás bien. No pensé que siquiera la alegre Simone lo creyera.

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Capítulo 31 Traducido por ZAMI Corregido por Curitiba

na hora después, ya estábamos esperando. El penúltimo equipo ―el

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de Stonemount en realidad― ya estaba saliendo a la pista. Yo estaba cagada de los nervios. Casi literalmente. Ya había ido al baño unas tres veces, hasta ahora. Al parecer mi cuerpo desesperadamente hacía un último esfuerzo para liberarme de mi condena. Al igual que

de todo el contenido de mi intestino delgado. Pero ahora solo quedaban cinco minutos para salir. La competencia había sido más tensa que los músculos de mi cuello. El equipo de Lincoln claramente había sacado lo mejor de sí. Consiguieran el quinto mejor espacio, por supuesto. No habían fallado ningún salto ni voltereta, y también hicieran ese truco que los hacía ver como flores en plena floración, o fuegos artificiales explotando o algo así. Aun así me imagine que todavía teníamos una oportunidad. Si hubiera estado Judith en vez de mi, estaría segura que el ECHS se llevaría el título. Miré a Todd. Él me miraba a mí. Se acercó y me susurró: ―Algo se ve distinto. El equipo de Stonemount estaba por la mitad de su segunda rutina. ―Simone me puso un poco de maquillaje ―susurré. Presionó los labios. Movió la cabeza de un lado al otro para poder ver todos los ángulos. —Se ve bien. ―Ahórramelo 13. ―¿Qué significa eso? Me pareció oír que‖dijiste‖“l{nzate‖sobre‖mí.” ―¿De qué demonios hablas,‖“lánzate‖sobre‖mí”? Todd levantó los brazos sobre su cabeza entrelazando los dedos por detrás, con una enorme sonrisa de mierda en el rostro. ―Sí, me imaginé que querías que te cogiera. Se me cayó la boca. No podía creer que estaba diciendo esto a tan solo unos minutos de salir. ―Eres un cavernícola asqueroso y depravado, Señor Mierda

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En inglés encontramos un juego de palabras, entre spare y spear.

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Floja, y preferiría ser golpeada hasta la muerte con un palo lleno de uñas que ―hice comillas con mis dedos―, ser cogida por ti. ―¿Ves? ―dijo con una sonrisa en el rostro. ―¿Qué? ―Palo, uñas, golpes. Vamos, lo quieres duro. Le‖di‖a‖Todd‖la‖mirada‖de‖“intento‖tragarme‖mi‖propio‖vomito.” ―No es que yo te lo fuera a dar ―continuó―, porque sé que a ti te gustan las damas. Y no quisiera estropearte eso. Bueno, eso fue suficiente. Puse mi mejor actitud de gata en celo, y me paré. Acerqué mi rostro a tan solo unos centímetros de él y susurré: ―¿Sabes? De cierta forma tienes razón. Porque preferiría acostarme con Amanda que dormir contigo. Todd fingió una expresión de dolor y se llevó la mano al corazón. —¡Oh, Ouch! ―Es verdad ―dije enderezándome, y suavemente pasando las manos sobre mi cuerpo, como si en realidad fuera sexy. El equipo de Stonemount terminó―. Por mucho que me gustara continuar con esta repugnante conversación, tengo que ir a patear algunos traseros de porristas. ―Me alineé detrás de Simone y el resto del grupo. Todd se colocó detrás de mí. ―Hey Princesa ―susurró―.‖ Tú‖ y‖ Amanda…‖ ¿puedo mirar? Resoplé y comencé a dar trotecitos hasta la pista con todos los demás. Típico de Todd. Cualquier otra persona me hubiera dado alguna palabra de aliento, o alguno de esos falsos ánimos. Llegué a mi marca en la pista y me coloqué en mi posición inicial. Todd estaba muy lejos de ser normal, eso era seguro. Pero entonces, él había sacado la competencia de mi cabeza por un minuto. Amanda dijo: ―¿Están listos? ―¡Ok! ―grité. Y me di cuenta de que lo había hecho a propósito. Para que no me pusiera nerviosa. El equipo y yo nos lanzamos a la posición Steam. Mantuve mis brazos tan rectos como pude, y aplaudí y sonreí como una lunática. Entonces rodamos en Atrapa la Fiebre. En la enorme pirámide del final, la cual desafiaba todas las leyes de la gravedad, todo lo que yo tenía que hacer era arrodillarme sobre una rodilla a un costado, sostener a Simone y levantar una mano. Hecho. Nos desmontamos y nos posicionamos para la última aclamación: Máximo Espíritu. El problema, yo debía estar un paso o dos fuera de mi marca. Comencé bien. Entonces vino el Ruso. Di un salto, me salió bien, pero de alguna forma me moví más hacia la derecha. Ahora, la próxima parte era donde Amanda, Takisha y Tessa Hathaway hacían doble volteretas hacia atrás. Todd y

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Jamar Douglas hicieron el giro Ruso. Kendall Armstrong, Hillary Larchmont, Ainsley Finn y Marissa Yee, hicieron el mortal hacia atrás. Simone ejecutó tres pliegues hacia el frente y el centro. Christine Loving y yo apenas levantábamos las piernas a un costado. Christine solo lo hacía para lograr algo de simetría conmigo en la pista. Ella en realidad era bastante buena haciendo volteretas y otras acrobacias. Pero como dije, yo estaba fuera de mi marca. Así que cuando Amanda se acercó a mí, en el medio de un salto hacia atrás, y mi pierna iba para arriba para comenzar con la serie de poco memorables patadas, de alguna manera ―y‖hasta‖ahora‖no‖puedo‖culpar‖a‖otra‖cosa‖que‖no‖ sea la pura coincidencia y la poca comprensión espacial― mi pie conectó justo con la parte de atrás de la cabeza de Amanda. Fuerte. Su brazo izquierdo también se llevó una buena parte del golpe, pero no había duda de que sentí como los huesos de mi pie, golpeaban contra su cráneo. Mi rodilla se torció con el frenazo, y la inercia me lanzó hacia delante. Amanda se las arregló para colocar las manos en el piso, pero un instante después, el dolor debe haberla alcanzado porque colapsó como un acordeón, y se agarró la cabeza. Me lancé hacia ella, descansando su cuerpo en el piso de madera lo mejor que pude con mi balance descentrado. Había arruinado todo. Lo sabía. Todo lo que podía hacer era control de daños. Busqué en el rostro de Amanda alguna pista sobre qué hacer. Me gruñó: — Arriba. ―Y obedecí. Enganché mis brazos en sus axilas y la levanté sobre sus pies, mientras el resto de los tumblers14 terminaban. Alcanzamos la posición final exactamente en el mismo momento que todos los demás del equipo. ―¡TSSSSSSSSS! La multitud explotó. Silbidos y aplausos resonaron por todo el gimnasio. Supongo que más impresionante que una rutina perfecta, es una que resucita. Los aplausos parecían animar al equipo. Sin embargo, estaba segura que nos había hecho perder la competencia. Lincoln había sido impecable y nosotros definitivamente habíamos fallado. Trotamos de regreso a las gradas y esperamos a los jueces. En cuanto nos sentamos, Amanda se llevó las manos a la cabeza. Todd se sentó junto a ella y le susurró al oído. Un tipo de primeros auxilios trajo una bolsa de hielo. Rogaba que hubiera algo así como un premio por simpatía.

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Tumblers: En los equipos de porristas, son los que realizan saltos hacia atrás y adelante.

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Finalmente el juez principal se posicionó en el centro del gimnasio. Nadie se movió. Dio unos golpecitos al micrófono. Anunció los resultados. Lincoln se llevaba el título. Nosotros salimos segundos. Otra vez. De regreso a casa, me senté sola en el autobús. Justo como lo había esperado. Me lo merecía. Pero cuando nos detuvimos en el estacionamiento de la escuela, me paré al frente y dije: ―Realmente lo siento. Siento haberla cagado. ―¿Qué más podía decir? Últimamente me había convertido en la Reina del arrepentimiento. Mientras la gente pasaba junto a mí al bajar del autobús, algunos me sonrieron, otros me palmearon los hombros, y algunos solo mantuvieron la mirada en el piso. Takisha me dio una media sonrisa y me guiñó un ojo. Simone me abrazó. No puedo probarlo, pero estoy bastante segura de que la Señora Otoole me miró con asco. Finalmente, Amanda y Todd eran los últimos en quedar. Amanda se paró de su asiento y caminó hacia mí. Aun sostenía la bolsa de hielo sobre su cabeza. Se puso frente a mí y me dio su fría mirada de corrida de toros. Inhalé y me preparé para el peor azote verbal de la vida. ―Salimos segundos ―dijo. Eso fue todo. Me golpeó el hombro al pasar junto a mí, y descendió del autobús. Me quedé parada ahí, estupefacta por su críptica declaración. Se refería a que el segundo lugar apestaba ¿verdad? ¿O quería decir que el segundo lugar estaba bien, y que yo les había ayudado a llegar ahí? ¿O significaba que apestaba pero que a pesar de todo habíamos al menos sacado el segundo lugar? No lo podía descifrar. Todd se paseó por el pasillo. Lo miré en busca de algún esclarecimiento o absolución, no estaba segura de cual. ―¿Está enojada? ―pregunté. ―Ella quería ganar ―dijo Todd―, y la pateaste en la cabeza. ―Yo‖no‖quise… ―Déjame terminar. Quería ganar, pero sabía que no lo haríamos. Para ser honestos ella ni siquiera esperaba sacar nada. Pero la pateaste en la cabeza y aun así salimos segundos. No está enojada Fiona. No pude evitarlo, de pronto se me llenaron los ojos de lágrimas. El por qué demonios lloraba por haber o no decepcionado a Amanda, era un concepto que simplemente no tenía energías para analizar. Pero lo estaba haciendo. ―Hice lo mejor que pude ―susurré.

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―Todos saben eso ―dijo Todd―. Ella lo sabe. Lo hiciste genial Princesa. Entonces Todd Harding, el Señor Mierda Floja, el Neanderthal sin cuello, me rodeó con sus brazos y me abrazó. Eso fue demasiado. ―Tu cuello huele como a queso ―dije. ―Oh ―dijo―, esa es mi colonia de queso. Tengo toda la colección Chedar, American, Swiss. ―Fromunda15. Se‖rió‖y‖nos‖separamos.‖Lo‖miré.‖Me‖miró.‖Y‖yo‖sentí…‖nada. Todd Hardin era gracioso, inteligente, valiente, compasivo y mi amigo. Eso era todo. Y nunca sería más. Pero honestamente esperaba que sí lo fuera para Amanda. En eso se había convertido mi vida. De hecho, quería que le sucediera algo a Amanda que no involucrara, volverse calva, llenarse de granos, o contraer una solitaria. Que extraordinario. Todd y yo bajamos del autobús, y el disparó a buscar a Amanda. Busqué alrededor a mi papá pero aún no estaba ahí. Uno a uno, los demás se subieron a sus carros y se fueron. Me quedé en el medio del estacionamiento. Sin nadie que me llevara a mi casa. Completamente sola. Entonces el autobús se alejó. Johnny Mercer estaba al otro lado, apoyado sobre su auto sonriéndome. Mi piel se llenó de abejas otra vez. Le devolví la sonrisa. ―¿Necesita que te lleven? ―dijo.

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Tipos de quesos.

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Capítulo 32 Traducido por Susanauribe Corregido por Curitiba

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nganché mi abrigo alrededor de mi cuello y traté de lucir tan linda como fuera posible caminando por el frígido estacionamiento hacia Johnny. ―¿Qué estás haciendo aquí? ―pregunté.

―Vi el autobús. Y pensé que tal vez te animarías por un poco de pizza. ―El sonido de su voz calentó el frío aire de la tarde de diciembre. ―Suena genial. ¿Dónde está Mar? ―Tuvo que ir a casa. Tenía una cosa que hacer. ―Oh. Ok. ―No estaba segura de‖que‖clase‖de‖“cosa”‖Mar‖podría‖hacer‖que‖yo‖ no supiera, pero no lo pensé mucho. Estaba muriendo de hambre y pizza sonaba fantástico. Saqué mi móvil y llamé a papá para decirle que no se apresurara en ir por mí, ya que él obviamente lo había olvidado. Johnny‖abrió‖la‖puerta‖del‖auto‖para‖mí,‖y‖entré.‖Su‖auto‖olía‖como‖a… canela. ¿Y‖ qué… duraznos? Pero no durazno real: del tipo falso dulce. ¿Y eso eran clavos de olor? Extraño. Tal vez a Johnny Mercer le gusta hornear. En su auto. ―Lo‖siento… huele un poco… afrutado‖―dijo cuando entramos, como si leyera mis pensamientos. Tal vez había olfateado fuertemente sin darme cuenta. ―No es malo ―dije―. Es un poco provocativo. ―Mi mamá vende velas ―dijo. Señaló con un pulgar hacia atrás. Ocho o nueve cajas estaban apiladas en el asiento―. Es su auto. ―Eso es un montón de velas ―dije. ―Eso no es nada. Esas son sólo sus muestras. Deberías ver el cuarto de huéspedes. Está repleto. Todo el piso de arriba apesta como una tienda de tarjetas. Silencio mientras abrochábamos nuestros cinturones y Johnny encendía el motor. El estéreo se encendió, y su mano se disparó para bajar el volumen. Debía haber estado escuchando una estación de músicas viejas porque la canción‖“Come Sail Away”‖de‖los‖Styx estaba sonando. Sabía esto porque Styx es la banda favorita de los tiempos de papá. Pone sus vinilos todo el tiempo. Así que me sabía ‚Come Sail Away‛ bastante bien. Comienza como una balada sobre

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lanzar el manto de la responsabilidad todos los días por una vida de aventura y libertad, pero de alguna forma termina en un secuestro alienígena. Lo que seaaaa. Johnny mueve su cabeza y desliza un CD de Radiohead. Tamborilea sus dedos sobre el volante. Me pregunté si estaba nervioso porque estábamos solos. ¿Pero sabes la cosa extraña? Yo me siento un poco nerviosa. Lo cual fue extraño. Quiero decir, no es como si fuera una cita o algo así. Sólo estábamos tomando una vuelta en su auto. ―Podría ser peor que velas ―dije. ―Supongo. —Nos detuvimos en el estacionamiento de la escuela. Una vez estuvimos fuera de sus terrenos, nuestro césped social, lejos de nuestro compartido y familiar ambiente, todo el humor cambió. Estábamos fuera. Fuera en el mundo. Juntos. Después de unos minutos, dije: ―Por ejemplo, tú mamá podría estar vendiendo guano de murciélago como fertilizante. Ese sería peor que velas. Johnny se mofó. ―Sí. ―Nos detuvimos en un semáforo. Johnny se quedó callado. Oh mierda, había tratado de aligerar el ánimo un poco, pero podría también haber eructado fuertemente. Era una idiota. ¿Por qué siempre tenía que volver cada situación incómoda en una broma? ¿No podía simplemente dejarlo en paz? Sólo para hacer la cosa más inquieta, ‚Creep‛ comenzó a sonar. Perfecto. Esa canción me resumía. ¿Qué demonios estaba haciendo aquí, de todos modos? Usando un uniforme de porrista. Y maquillaje. Un coche con un chico. Sola. ¿Quién pensaba que era yo? No era nada más que una rara, y no pertenecía a aquí. Luego Johnny dijo: ―¿Sabes qué sería peor? Inhalé incierta y dije: ―¿Qué? ―Podría vender sobras para cerdos de granja. Me reí, aliviada. Él estaba siguiendo el juego. Asegurándose de que estuviera bien. Y me di cuenta que tal vez Johnny había estado pensando lo mismo sobre él cuando esa canción sonó. Bueno, no la parte del uniforme y el maquillaje, pero el resto. Y podrían haber sido bananas, pero encontré la idea de que fuéramos solamente dos raros juntos extrañamente confortable. ―¿Sabes que sería peor? ―dije―. Podría vender bolas de búhos. ―Calenté mis manos encima del calor que salía del tablero de mandos. ―¿Bolas de búhos?

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―Bultos de vomito de búho. Lleno de huesos de aves y ratones. La escuela los usa para la clase de ciencias. ―No lo hacen. ―Lo hacen. ―Eso es asqueroso. Le dirigí miradas de reojo. Su pelo rojizo tenía esa clase de aspecto largo y desordenado que colgaba justo por encima de sus patillas. Estaba viendo sus largas pestañas parpadear cuando se volteó y me miró directamente. Rápidamente me giré hacia el frente así no me pillaría viéndolo, pero era demasiado tarde. Sabía que me había visto. Una cuadra después, él dijo: ―¿Sabes que sería peor? Podría vender ranas muertas. Me reí un poco demasiado fuerte y asentí. ―Ewww, sí. Para disecciones, por supuesto. ―Por supuesto. Sonreímos y pasamos el resto del viaje tratando de igualar al otro en las cosas m{s‖asquerosas‖que‖su‖madre‖podría‖vender.‖Pensé‖que‖lo‖tenía‖con‖un‖“balde‖ de‖ cebo”‖ pero‖ él‖ dijo‖ “piel‖ de‖ cerdo‖ podrida”‖ justo‖ cuando‖ llegamos‖ a‖ Gino‖ East. Cuando salimos del auto, traté de tirar de mi abrigo sobre mi trasero con mini falda. ―Desearía tener algo más que usar. Me siento como una idiota en mi uniforme. Johnny mantuvo la puerta del restaurante abierta para mí. ―¿Estás molestándome? Luces caliente. Además, ¿sabes las ventajas de un chico como yo siendo visto con una porrista? Eres afortunada de que te deje usar ese abrigo. Me reí y dije: ―¿Dejarme? ¡Por favor! ―Pero lo que estaba pensando realmente era,‖ ¿él‖ cree‖ que‖ me‖ veo‖ caliente?‖ ¿Y‖ qué‖ quiso‖ decir‖ con‖ “ser‖ visto”?‖ ¿Quería‖ decir que esto era una cita? ¿Johnny Mercer y yo en una cita? ¿Y dime esto, sería totalmente bizarro, extraño y loco para mí por querer que lo fuera? No es que lo hiciera. ¿Sólo quiero decir, lo sería? En un sentido filosófico. Eso es todo lo que estoy diciendo. ¡Hipotéticamente! Lo que sea. Ambos nos sentamos en una cabina cerca a la ventana y ordenamos una pizza de pepperoni y dos Coca Cola. Johnny dijo: ―Estuve totalmente impresionado de ti hoy. ―¿Qué? ―indagué, pensando que debería mantener las cosas casuales, sólo en caso de que no fuera una cita. Lo cual probablemente no era. Quiero decir, sabía que no lo era―. ¿Quieres decir mis brillantes manos de jazz? ―Le concedí su

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propio espectáculo personal de manos de jazz. Él las tomó y las bajó a la mesa. Su contacto hizo sentir mi garganta tensa y peluda. La mesera trajo las Coca Cola y quité mis manos de las suyas. Recogí mi pajita y lentamente comencé a quitar el final del envoltorio de papel. ―En serio, Fiona ―dijo―. Deberías estar orgullosa de ti misma. Saliste de la caja, y viviste. ―Desafortunadamente, mientras salía de la caja, mi pie aterrizó en el cráneo de Amanda. Estoy bastante segura de que eso significa que fallé espléndidamente. ―No, no lo hiciste. Quiero decir, sí, le diste un puntapié a Amanda en la cabeza. Pero no fue un desperdicio, porque no te echaste para atrás. Estaba ahí afuera. No todos pueden hacer lo que hiciste. Toma un poco de valentía. Cuando Johnny terminó de hablar, puse el final abierto de la pajita en mi boca y soplé. El papel se disparó fuera de la pajita y sonó contra la frente de Johnny. Traté de no reírme, pero no intenté muy fuerte. Johnny tocó su cabeza donde el papel había golpeado. Reí por lo bajo. Él frunció el ceño, se inclinó y dijo: ―¿Por qué no puedes tomar un cumplido, Fiona? Estoy tratando de hablar en serio, aquí. ¿Por qué siempre tienes que convertir todo en una broma? La misma pregunta me había hecho yo en el auto. Dejé de reírme. Ladeé mi cabeza y examiné mi pitillo. ―Lo siento ―dije―. Es sólo que es con lo que estoy cómoda. No lo sé. Supongo que es mecanismo‖de‖defen…. Sonido. El papel de la pajita de Johnny me había golpeado en la cabeza. Miré hacia arriba, y él sentado ahí sonriendo, con la pajita saliendo de su boca. No podía creerlo. Me había gastado una broma. Johnny me había puesto seria sólo así podría atacarme con su pajita. Brillante. Extendí mis brazos para agarrar la pajita de sus dientes perfectos, y en el momento‖ preciso‖ cuando‖ la‖ agarré…‖ ese‖ fue‖ el‖ momento‖ en‖ que quise que fuera una cita. Fue el momento en el que, desde ese punto hacia adelante, lo vería, y pensaría al respecto, y me sentiría diferente respecto a Johnny Mercer. Incluso aunque él había estado junto conmigo, todo el tiempo. O tal vez por eso. Y estaban las abejas de nuevo. Más de ellas. Grandes. Del tamaño de carros pequeños. Zumbando en mis mejillas. Zumbando en mi pecho. Zumbando en mis dedos. Le entregué de vuelta la pajita a Johnny y muy concentrada en doblar el envoltorio de papel en un acordeón. Doblar y doblar. Adelante y atrás.

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Doblar y doblar. No pienses. Sobre el hecho. DE QUE TE GUSTA. JOHNNY MERCER. SÓLO SIGUE DOBLANDO. SIGUE DOBLANDO. ―Líquido para embalsamar ―dijo Johnny. Mis dedos se congelaron en el medio. ―¿Huh? ―Soné como si tuviera una falta de aire. ―Eso sería peor. Si ella vendiera líquido para embalsamar. Y, como un truco de magia, las abejas desaparecen. Vuelan lejos para zumbarle a otra chica. Crujo el papel entre mis dedos y señalo al aire. ―Intestinos de pescados. Para granjas de camarones. ―Buena ―dijo él. Sus ojos avellana brillaron mientras sonrió―. Bien jugada. La pizza llegó y la dividimos. Comí tanto como Johnny, lo cual lo impresionó por alguna razón. Supongo que pensó que se suponen las chicas sean delicadas comedoras o algo así. La mesera vino con una canasta de papas fritas, y Johnny dijo: ―¿Sabías que si filtras aceite de freír viejo, puedes usarlo como motor de diesel en vez de combustible a diesel? No exactamente lo que llamarías una conversación dulce. No exactamente un tema apetitoso para un restaurante. Pero total y completamente genial. ―¡De ninguna manera! ―dije. ―Sí. Lo vi en un espectáculo de ciencia. Esos chicos consiguieron un tanque de aceite de freír viejo de algún restaurante, filtraron la suciedad y lo metieron en el tanque de combustible diesel del auto. Funcionó tan bien como si fuera diesel. Muy mal que no funcione en autos que usan gasolina, sin embargo. ―Sí, sino tu mamá podría tener tanques de aceite de freír viejo en la habitación de huéspedes. Eso sería peor. Johnny rió. Amaba hacerlo reír. Y parecía tan fácil de hacer. Hablarle a él era tan diferente de hablarle a Todd. Era toda la diversión sin el esfuerzo de mantenerla. Sólo totalmente orgánica. Johnny me hacía sentir como si yo fuera inteligente sin tratar de serlo. Y Hermosa. Y valiosa. Él hacía que todo pareciera más especial. Como, digamos que yo era una canción. Bueno, Johnny me hacía sentir como si yo hubiera sido una nueva versión. La melodía no cambiaba, pero ya no era la misma secuencia unidimensional de notas nunca más. En cambio, él sacaba a flote todas estas armonías ―estas notas altas y bajas― que hacían la música más completa. No más discordia o disonancia. Alrededor de Johnny, yo era la mejor interpretación mía posible. Cuando la cuenta llegó, él pagó por la pizza, incluso aunque me hubiera ofrecido a pagar la mitad. Normalmente, me habría sentido mal por no pagar,

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pero el hecho de que él pagó proporcionó más evidencia de que esto podría ser una cita, así que estaba bien con eso. Jugamos‖ “¿Qué‖ sería‖ peor?”‖ todo‖ el‖ camino‖ de‖ regreso‖ a‖ mi‖ casa.‖ Johnny se estacionó en la entrada pero dejó el motor encendido. ―Gracias por la pizza ―dije―. Y el aventón. ―No hay problema ―dijo él―. En cualquier momento. Ahora, si esto hubiera sido una cita en una película romántica, entonces ese habría sido el momento donde nos inclinábamos hacia el otro y nos besábamos. Pero esto no era una película romántica. Y aparentemente no era ni siquiera una cita. Porque esto fue lo que sucedió: me senté ahí por unos segundos y él no hizo absolutamente ningún movimiento hacia mí. Así que salí de su auto. Él me miró caminar hacia la puerta y movió su mano diciendo adiós. Entré y azoté la puerta detrás de mí. No fue una cita. No era una película romántica. Sólo mi propia vida asquerosa y desafortunada.

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Capítulo 33 Traducido por kathesweet Corregido por Nanis

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asé el resto de la tarde leyendo. Terminé Orgullo y Prejuicio y decidí que Elizabeth Bennett era una tonta. Se había enamorado de Darcy sólo porque él hacía cosas buenas a escondidas. ¿Eso arreglaba el hecho de que había sido un imbécil con ella todo el tiempo?

Ella debería haberse casado con el hombre que se estaba apoderando de la propiedad de su padre. De acuerdo, él era su primo. Eso era un poco asqueroso. Pero era un hombre agradable. Probablemente no demasiado feo. Cortés. Y, al final, lo suficientemente bueno para la amiga de Elizabeth. Para mí parecía que Elizabeth era un poco esnob. Ella y Darcy eran un poco tontos. Pero quizás ese era el punto. Que se dieran cuenta del error de sus esnobismos tontos justo a tiempo. Y Darcy arreglando todo por la hermana de Elizabeth sin que nadie lo supiera fue muy genial. De acuerdo, quizás fue un poco romántico después de todo. No podía culpar exactamente a Jane Austen por ser una romántica. ¿Qué diablos podía hacer en aquel entonces para divertirse? El domingo, aplacé el llamar a Todd sobre nuestra carta de disculpa tanto como pude. Cuando finalmente decidí hacerlo, mamá apenas estaba colgando el teléfono en la cocina mientras revolvía una olla burbujeante de albóndigas y salsa para la cena. Pasta y albóndigas eran mis favoritos. Sería una concesión agradable haber tenido que hacer esa estúpida carta. Mamá dijo: ―Genial, Cybil. Todo está listo. Te veo mañana. ―Y colgó. Le pedí el teléfono y lo llevé a mi habitación por privacidad. No le había dicho a mis padres sobre estar en problemas en la escuela, y no planeaba hacerlo. Marqué el teléfono de Todd. Él contestó. ―¿Hola? ―Hola, Señor. ―Hola, Princesa. ¿Llamando por la carta? ―Sip. ―Oye, escuché que estuviste con Mercer ayer ―dijo.

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―¿Cómo supiste? ―Tengo espías por todas partes ―dijo―. ¿Están saliendo? Mi estómago se encogió en una nuez cuando me di cuenta que no podía decir sí. —No‖lo‖sé.‖Quiero‖decir…‖no.‖No‖lo‖sé.‖Supongo‖que‖no.‖No. ―Deberías ―dijo Todd―. Mercer es un buen chico. Mucho mejor que ese idiota de Webber. ―Sin bromas ―dije. ―Traté de advertirte. Amanda no puede soportarlo. Dice que él es un bastardo egoísta. ―Eso he oído ―dije. ―Escucha, ¿qué vamos a escribir para esta carta? ―No sé. Cada vez que pienso en disculparme, me enojo. No hicimos nada mal. Técnicamente. ―Entonces no vamos a escribir eso ―dijo. ―¿Qué? ¿Simplemente lo dejamos? ―Sí. Que se joda la carta. ¿Cómo pueden evitar que nos graduemos? Nuestros padres aumentarían aún más el infierno. Dios, tu mamá probablemente lograría que la Directora Miller fuera despedida y ella lo sabe. No doy ni una maldita cosa si fallo educación matrimonial. No me arrepiento de nada de lo que sucedió. Ellos fueron los que nos forzaron a hacer esto. ―Y creo que hicimos un maldito buen trabajo considerando lo mucho que nos odiamos ―agregué―. Tampoco me arrepiento de nada. Todd rió. ―Realmente no me arrepiento por la muñeca inflable. ―Y no me arrepiento por el perro caliente. O tus pantalones embarrados. Estoy un poquito arrepentida por el anuncio falso, pero sólo porque Johnny se metió en problemas. ―Sí, pero esa fue buena. Definitivamente no deberías arrepentirte por esa. ―Muy bien, entonces, no me arrepiento. ―Y no me arrepiento porque tuvieras que entrar en el equipo. ―Y no me arrepiento porque tuvieras que tomarte tanto tiempo en enseñarme a animar. Simplemente nos sentamos allí por unos segundos. Sin ningún arrepentimiento. ―Muy bien, ¿entonces no hacemos la carta? ―dijo Todd. ―Nop. Pero creo que deberíamos hacerles saber por qué. Resistiremos, y todo eso. ―Suena como un plan ―dijo Todd―. Te veo mañana ―No si te huelo primero. Clic.

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No dormí mucho esa noche, tratando de pensar en lo que íbamos a decirles a la Directora Miller y a Maggie Klein. Incluso la pasta y las albóndigas no me hicieron sentir mejor. Pero cada que pensaba en encerrarme y escribir la maldita carta, me sentía peor. Así que supe que Todd y yo estábamos haciendo lo correcto. Lo esperaba, de todas maneras. * * * Lo primero la mañana siguiente, fue que Todd y yo caminamos a la oficina de la Directora Miller. Todd golpeó el contador, y la Sra. DelNero saltó y apretó su pecho tan violentamente que la nariz roja encendida de reno en su suéter dejó de brillar. ―Muy bien, cariño. Tómense un descanso, ahora. ―Sus dedos largos temblaron sobre el teclado del teléfono―. Directora Miller, los chicos están aquí para verla ―dijo con voz entrecortada al teléfono. Ella colgó―. Sigan. Maggie Klein ya estaba en la oficina, parada detrás del escritorio de la Directora Miller. La Directora Miller se sentó en la silla al lado de ella. —Hola, Srta. Sheehan y Sr. Harding. Asumo que están aquí para entregar su carta de disculpa esta mañana. Maggie Klein bufó. Extendió su mano con la palma abierta para tomar la carta. ―No exactamente ―dije. Todd dijo: ―No hay carta. Maggie Klein curvó sus dedos en un puño y lentamente retiró su mano. La Directora Miller se irguió en posición vertical. —Explíquense —dijo. Afuera, los megáfonos de POMME empezaron a sonar a todo volumen con su canto semanal: “¡El matrimonio es una elección! ¡Dele a nuestros hijos una voz!” ―No hemos hecho nada malo ―dije. Maggie Klein resopló su desacuerdo en la manera más indigna. La ignoré—. Participamos en este curso. Seguimos las reglas. Hicimos todo lo que nos pidieron porque nos amenazó con los diplomas sobre nuestras cabezas. Y sí, nos burlamos de éste. Pero vamos, ¿realmente creyó que iba a ahorrarnos rompimientos futuros por hacernos fingir el primero? ―La Directora Miller apartó mi mirada y miró sobre mi cabeza―. Porque, de lo que he visto en algunos matrimonios y relación, no hay reglas. Lidias con lo que viene, como con todo lo demás en la vida. No hay guías. No hay jodidos esquemas. Y eso es lo que hace que las relaciones sean interesantes, ¿no? El elemento sorpresa. Todd agregó: ―Como encontrar el amor en el armario del conserje.

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Mi estómago cayó. No podía creer que había dicho eso, pero no retrocedí. Lo que sea que dijo Todd, lo seguí. Miré a la Directora Miller, esperando que se enfureciera. Pero su cara no estaba molesta. Era algo más. Algo más suave. Sin embargo, no Maggie Klein. Ella se sacudió. Apretó su mandíbula, sus ojos crispados. Luego escupió. ―¿Cómo te atreves a hacer tales acusaciones? ¡Los dos no han sido nada más que insolentes y juveniles! La Directora Miller levantó una mano y cerró sus ojos. ―Maggie, es suficiente. ―¿Suficiente?‖¿Qué‖quieres‖decir‖con‖“es‖suficiente”?‖¿Por‖qué‖nadie‖est{‖de‖mi lado? ¿Cuándo mis sentimientos empiezan a importar? ¿Qué hay de mí? ¿Por qué todos me odian? La Directora Miller susurró: ―¡Maggie! Suficiente. ¡Ve a tu oficina y te recompones! Maggie Klein claramente no quería ser ahogada. Tenía alguna presión seria que necesitaba liberar. Resopló, chilló y finalmente se fue. Me di cuenta que lo que probablemente necesitaba era ir a la cama. La Directora Miller abrió sus ojos, y luego su boca para hablar, pero repentinamente, un tambor en pleno auge resonó sobre el megáfono monótono. La Directora se movió alrededor y abrió la persiana. Dejé de respirar. Un enorme grupo de protestantes con camisetas de colores de POMME, liderados por mi mamá, la Srta. Beaufort, y la Presidente PTA Cybil Hutton estaban marchando, bueno, realmente bailando, y ondeando banderas de arcoíris y pancartas de arcoíris. Justo detrás de mamá, papá estaba tirando de un carrito pintado como arcoíris que sostenía su equipo de sonido con una cuerda‖larga:‖un‖remix‖tecno‖de‖“It’s Raining Men”‖sonaba‖por‖los‖altavoces. “!Te veo mañana!” había dicho mamá ayer. “Todo está listo”. No tenía idea. Tanto como tenía que admitir, esto era algo valiente de mi madre y mi padre por hacer, tan altruista como era, simplemente no había manera de que pudiera lograr borrar esto. ¿Cómo sobrevives socialmente a que tus padres lideren un desfile de orgullo gay en frente de tu secundaria? Todd puso su mano sobre mi hombro y dijo: ―Bueno, al menos ahora sé de dónde lo sacaste. La Directora Miller se estiró y cerró la persiana de nuevo. ―Fiona y Todd, están escusados. Por favor regresen a su salón de clases. La campana para clases va a sonar.

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Todd y yo caminamos como zombies fuera de la oficina., a través del área de recepción, y por el pasillo. En cada salón que pasábamos, los estudiantes y profesores estaban pegados a las ventanas como calcomanías. Nos movimos hacia el salón de clases sólo mientras la campana sonaba y el Sr. Tambor empezó a gritar para que todos se alejaran de la ventana y se sentaran. Me dejé caer al lado de Mar. Todd se sentó con sus amigos. Pasé por los susurros y miradas sobre el espectáculo raro de mi familia. Cuando no sucedió, me‖di‖cuenta…‖muchos‖de‖los‖padres‖de‖todos‖estaban‖allí‖afuera.‖Incluso‖creo‖ que la mamá de Callie Brooks estaba. Quizás sobreviviría esto después de todo. Después de la asistencia, la voz de la Directora Miller salió del sistema de altavoces. —Buenos días, estudiantes. Primer, un recuerdo de que el viernes en la noche es el baile formal de invierno para último año, y espero ver a todos los estudiantes e invitados presentes. ―Se detuvo, y el sonido sonó y chilló mientras lo apagaba y prendía―. En una materia relacionada, tengo decidido cancelar el programa de educación matrimonial. Me ha llamado la atención que el curso es algo…‖redundante‖en‖su‖desarrollo‖de‖habilidades y estrecho en su alcance. Por lo tanto, declaro los matrimonios de último año anulados. Todo el dinero recogido para la bolsa de premios, serán regresados completamente. Un grito se levantó a través de la escuela que podía haber elevado el techo. Éramos presos condenados a muerte sólo bajo palabra. Un campo de prisioneros detenido finalmente liberados. Un pez retorciéndose hasta salir del enganche y tirado al mar agitado. Y, porque el PA también se transmite en el exterior, los protestantes también animaron. Éramos libres. Miré a Todd. Él me guiñó un ojo. Le guiñé, sonreí y le di el dedo del medio. Él rió.

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Capítulo 34 Traducido por Vettina Corregido por Nanis

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omo dije, por aquí, las noticias viajan más rápido que la mono, y al final del día, todo el colegio había oído hablar de Todd y mi confrontación con la Directora Miller y Maggie Klein. Para el momento que la historia circuló y volvió a mí, yo había aparentemente bofeteado a Maggie Klein y luego bromeé con Todd

frente a la Directora Miller. Ah, y mi mamá era una antigua corista en una revista de todo-gay. Todo se volvió una leyenda. Una historia inventada, claro, pero la mayoría de las leyendas

lo

son.

Mar me dijo que Johnny se excusó de su interpersonal-habilidades/taller de manejo de la ira. Esperaba que me lo dijera él mismo. También esperaba que me invitara al baile de invierno. Pero ni una de esas cosas ocurrió. Una vez más, la suerte no estaba de mi lado. Así que Mar y yo decidimos ir al baile juntas. Decidí que si Johnny estaba en el baile, y pasaba que me veía caliente, bueno, esa era una coincidencia que no podía evitar. El problema era, la noche del formal, estaba teniendo un tiempo difícil poniendo‖“caliente”‖junto.‖Eran‖siete‖treinta.‖El‖baile‖comenzaba‖en‖media‖hora.‖ Y estaba completamente desnuda. Lo cual hubiera hecho hacerlo una noche interesante, pero la última vez que revisé no era ni una estrella porno ni una prostituta. Así que tenía que vestirme. En algo. Sí, ahí estaba el maldito problema. Ya había probado cada conjunto medio decente. Lim‖ƒ(decent)‖=‖∞ Decent→0 Nada dice: Ropa que Usar Cuando Quieres Impresionar a un Chico Que Inicialmente Rechazaste, Pero Ahora Te Das Cuenta Te Gusta y Lo Quieres de Regreso. ¿Donde estaba el conjunto para eso? Llame a Marcie para pedirle que trajera todo lo que tenía, pero estaba tardándose demasiado.

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Finalmente, escuché sonar el timbre, y sus pasos sonando raídamente por las escaleras. Marcie voló a través de la puerta, usando un vestido negro con tirantes delgados y tacones. Lucía como salida directo de una pasarela de Nueva York. Totalmente elegante. Y no de una manera modesta. Su madre debió haberse puesto furiosa. Llevaba una bolsa de compras llena de ropa. ―¡No estás usando nada! ―gritó. ―Brillante observación, Einstein ―respondí―. Además, eso no es cierto. Estoy usando mis lentes de contacto.‖Y‖algo‖de‖maquillaje.‖Lo‖sé…‖no te desmayes ni nada. ―Fiona, podrías haberte puesto bragas y un sostén. ―Sacó unos conjuntos extravagantes fuera de la bolsa y los puso en mi cama. ―Lo hice ―dije en el mismo tono condescendiente que ella uso―. Unos viejos de abuelita. ¿Pero luego pensé que lo que sea que trajeras requería bragas de bajo corte? O, Dios lo prohíba, ¿una tanga? Sólo tengo una, lo sabes. ―Sí, Fiona, lo sé. ―¿Y que si necesito un sostén sin tirantes? ¿O uno sin espalda? ―Está bien, está bien, lo entiendo. Caray, Fee. Solo es un baile. ―Bueno,‖ solo‖ quiero‖ verme…‖ bien. ―Si Mar sabía que me estaba arreglando para impresionar a Johnny, nunca se callaría sobre eso. Eché un vistazo entre su ropa―. ¿Qué hay acerca de este? ―Alcé un vestido verde con un pequeño diseño floral y un suéter de crochet sobre él. Marcie sacó su lengua. ―Nah. Tiré el vestido‖y‖tomé‖una‖blusa‖azul‖y‖una…‖¿Qué‖era‖esto?‖―¿Una minifalda? ―chille―. ¿Estás bromeando? ―¡Mira, tomé lo que pude y corrí! ¡Relájate! Ella tenía razón. Estaba totalmente fuera de control. ―Lo siento ―dije y me tiré sobre la ropa y enterré mi cara en mis brazos. Marcie tiró una manta sobre mí. ―¿Por qué no admites que te gusta? No levanté mi cabeza, así que no podía leer mi cara. Sólo mascullé: ―¿Qué quieres decir? ―Johnny Mercer. Sabes que apestas en esconder cosas. Miento terriblemente. ―No sé de qué estás hablando. ―Dame algo de crédito, Fee. Suspiré y la miré. ―Sólo quiero darle todos los incentivos para que le guste. Ella sonrió. ―Le gustas. ―¿Él dijo eso?

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―Bueno, no en esas palabras, exactamente. Pero puedo decir estas cosas. Ahora, aquí, ponte este. ―Ella me dio un no-muy-mini vestido-sin espalda de un rojo profundo―. Pero tendrás que entrar en la tanga. ―Más bien como forzar la entrada. Todavía tiene la etiqueta. ―La saqué de las profundidades de mi cajón de ropa interior y la agité como una bandera fibrosa. Marcie arrugó la cara. ―¿No la has lavado todavía? Me quedé helada a medio camino. ―No. ¿Necesito hacerlo? ―Un pánico desproporcionado empezó a crecer en mí por usar una tanga sin lavar. Marcie debió leerlo en mi cara. ―Nop. No importa ―señaló, arrebatando la tanga y arrancando la etiqueta en un solo movimiento―. Está bien. ―Ella sonrió y me la entregó. Sabía que estaba llena de mierda, pero me puse la tanga de todos modos. No tenía tiempo para disfrutar de la germofobia de Marcie en ese momento, en cualquier caso. Me torcí en un sostén relleno sin espalda y me metí en el vestido. Terminé mi pelo en un moño y lo mantuve en su lugar con un par de palillos esmaltados. Marcie revolvió mi armario y sacó mi par de zapatos negros de tacón, los que mamá insistió en que tuviera. ―¿Tacones? ¿Quieres que use tacones? ―grité. ―¿Qué vas a usar, zapatillas de deporte? Ahora ponte estos y cierra la boca. Ponte unos pendientes y brillo de labios, y luego nos iremos. Me quedé inmóvil durante dos segundos, y luego hice exactamente lo que me dijo. Llegamos al baile como a las ocho y quince. Estaba triste porque Johnny no me había pedido ir al baile. Pero sabía que si se presentaba, entonces había todavía una oportunidad de que tenía sentimientos por mí. Así que mi corazón latía y mi aliento se puso todo movedizo, cuando lo vi sentado en las gradas. No sólo eso, sino una canción de The Connells sonaba, y estaba bastante segura de que la había elegido para mí. Mar me dio un empujón por la espalda, y me dirigí hacia Johnny. Traté de hacer caso omiso de la tanga montando mi trasero, porque sabía que estaba haciendo lucir a mi trasero estupendo. No que él pudiera verlo; él estaba mirando a la gente bailando en el centro del piso del gimnasio. Traté de pensar en algo inteligente y sexy que decirle si no me notaba, pero todo sonaba estúpido en mi cabeza. Me puse justo al lado de él y todavía no me había visto. Entonces pensé en la cosa perfecta que decir. ―Sonda rectal lubricante. ―¿Qué? ¿Qué rectal? ―Johnny parpadeó varias veces y se puso en pie―. Santo…‖Yeow. Wow, Fiona. Te ves muy bien.

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―Gracias ―dije―. Tú también. ―Y, a decir verdad, lo hacía. Había encogido su cabello color miel con algún tipo de producto. Masilla, creo que es como Mar lo llama. Le daba a su pelo el mejor aspecto desordenado con su adorable pequeño mechón sobre el ojo derecho. El corte de su chaqueta de vestir a través de sus anchos hombros le daba un aspecto fuerte. Llevaba una corbata, pero también tenía sus pantalones vaqueros y sus Doc Martens. Con todo,‖ se‖ veía‖ m{s‖ o‖ menos…‖ peligroso. Como que podría patear el culo de alguien, en grande, pero con estilo. Como un suave, tipo duro súper espía. Me gustaba. ―Sonda rectal lubricante ―dijo―. Muy buena. Eso definitivamente sería peor. Voy a tener que volver a ti con la mía, sin embargo. Estoy teniendo dificultades para pensar en algo desagradable ahora. De repente no sabía qué hacer con mis manos. ―Um… gracias por la canción de los Connells ―le dije―. ¿Era para mí? Él asintió. Traté de inhalar sin lucir como si estuviera tratando de inhalar. ―Así que, ¿tú y Mar van a mostrar sus nuevos pasos de baile de salón? Johnny chasqueó los dedos. ―Maldita sea ―dijo sarcásticamente―. Me olvidé de poner un vals o un foxtrot en la lista de reproducción de esta noche. ―Bueno, difícil. Quiero verlo. Creo que es genial que ustedes aprendierón a hacer el Baile extravagante. ―Sí, claro. ―¡Lo hago! ―Oh, eso es correcto ―dijo Johnny―. Me olvidé de tu anhelo secreto por bolas. Sonreí y le di un puñetazo en el brazo. Me agarró la mano y la sostuvo mientras "What a Good Boy" por Barenaked Ladies comenzó a sonar. Me atrajo hacia él y rodeó mi cintura con su brazo derecho, colocando su mano sobre la piel desnuda de mi espalda. Tomó mi mano derecha con su izquierda, y colocó su dedo índice por debajo de los anillos de mi abuela. Lo miré y vi sus suaves labios moverse mientras hablaba. ―Esto se llama posición de baile ―dijo―. Ahora, sigues. Yo dirijo. ―Él se adelantó y me condujo alrededor de un círculo imaginario. No podría haber protestado si quisiera, porque el hecho de que me tenía contra él ahuyentaba mi dominio del idioma inglés. Pero ser sacudido a la sumisión también me permitió avanzar en fluidez total con él. Él me llevó hacia atrás en un giro rápido. Su boca estaba justo al lado de mi oído, así que cuando habló en voz baja, su voz de terciopelo era aún más

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profunda. ―¿Recuerdas el último baile? ―preguntó, refiriéndose a la broma del pañal de Todd, pensé. Dije suavemente: ―¿Recordarlo? Tengo cada momento grabado en mi memoria. ―Quería bailar contigo bastante entonces ―dijo. Tomamos unos pasos más y dije: ―¿Por qué no me preguntaste? Me hizo girar en un círculo y suavemente me inclino hacia atrás. ―Porque no podía bailar. Tomamos un par de pasos más. Me presioné ligeramente contra él y levante mi cara. ―¿Pero ahora puedes? Detuvo nuestro baile y me miró. ―Sí ―dijo―. Creo que me acabo de dar cuenta de que ahora puedo. ―Y sabía que él no estaba hablando del baile en absoluto. Estaba hablando de sus sentimientos por mí. Y mis sentimientos por él. Y lo que iba a hacer con ellos. ―Me alegro de que finalmente te dieras cuenta ―dije. Entonces Johnny deslizó su mano derecha encima de mi espalda desnuda y rozando sus manos cálidas sobre el pelo en la nuca de mi cuello. Él se quedó allí por un segundo, luego ahuecó su otra mano detrás de mi cabeza, también, y jaló mi cara hacia la suya. Nos besamos. Era, sin lugar a duda, el momento más sexy que haya experimentado. Cuando nos separamos, miré en sus profundos, brillantes ojos color avellana con motas doradas. Sentí su respiración contra mí y sentí el calor de sus manos en mi cuerpo. Dijo: ―Si alguien me hubiera dicho hace un año que estaría besando a una porrista en un baile formal, tendría. . . oh, no lo sé. Golpearlos en la cara y salir corriendo. Tomé lo que parecía ser mi primer respiro en una hora. ―¿Golpearlos en la cara? Me miró, y empezamos a reír. ―Jonathan Mercer, me partes de risa. Atrapamos la mirada de otro y la mantuvimos. ―La vida es extraña, ¿no? ―dijo. Asentí. ―Uh-huh. ―Oye ―agregó ligeramente―. Me gusta que me llames Jonathan. Suena sexy cuando lo dices. Yo sonreí. ―Ah,‖¿si?‖Entonces‖te‖queda…‖Jonathan. ―Dilo otra vez ―dijo suavemente, inclinándose hacia mí.

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―Jonathan ―ronroneo, inclinándome hacia él. Nos reunimos en el centro. Después, vi a Callie Brooks por el rabillo del ojo mirándonos como si acabara de vernos mudar nuestra piel, revelando nuestra verdadera identidad como personas-lagarto. Le di el dedo detrás de la espalda de Johnny. Callie miró a la izquierda y la derecha para ver si alguien estaba mirando, y luego me enseñó el dedo. Me reí, y le di pulgares arriba. Le dije a Johnny: ―Probablemente deberíamos ir a buscar a Marcie. Ella es mi cita. Johnny tomó mi mano y dijo: ―Ella era tu cita. Encontramos a Mar de pie contra la pared cerca de la mesa de los refrescos. Ella dijo: ―Saben, si los dos me hubieran escuchado en primer lugar, podríamos haber evitado toda esta dificultad. Johnny y yo dijimos: ―Sí,‖sí‖―al‖mismo‖tiempo. Entonces los dos dijimos: ―Mala suerte. Me debes una cerveza. ―Juntos. Y luego―: En cualquier momento. ―Entonces nos reímos juntos, también. Mar dijo: ―¿No se ve caliente Fee? Johnny se ruborizó, pero vine a su rescate. Le dije: ―Debería. Es tu vestido. Mar sonrió. ―Sí, pero es tu trasero el que está debajo. Johnny giró lejos de nosotras diciendo: ―Y esa es mi señal para conseguir las bebidas. ―Él vagó hasta el extremo de la mesa. Le dije a Mar: ―Tal vez si tienes suerte, incluso te permita bailar con tu ex esposo. Mar se rió y dijo: ―Eres muy amable. ―Miró detrás de mí y su sonrisa se disolvió. Su rostro palideció. Me volví para ver por qué. Gabe Webber contoneándose hacia nosotras, listándose al lado con sus brazos agitándose como si no pudiera mantener su equilibrio. Tenía los párpados medio cerrados y su boca abierta. Su camisa blanca estaba fuera del pantalón y manchada por la parte delantera. ―Hey Marshie. ―Arrastrando las palabras. Se inclinó delante de mí, apestando a cerveza―. Te ves caliente. ―Se volvió hacia mí―. Fiona. Escucho anhelando amor conmigo. Retrocedí ante el hedor de su aliento. Al parecer, algo de la cerveza había hecho una aparición repetida, porque su aliento también olía a vomito. ―Vete a la mierda, Gabe. Eres un asco. ―Agarré la mano de Marcie y traté de alejarla, pero él se colocó justo entre nosotras. ―Vamos, Marshie. Tú sabes quieres volver conmigo. ―Su cabeza se balanceaba de lado a lado. Marcie se congeló. Traté de alejar a Gabe con el codo, pero él se volvió y me empujó duro y luego agarró a Marcie.

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Johnny estaba a mi lado en un instante y me agarró antes de caer. Me enderezó y, a continuación en un solo movimiento, giró a Gabe alrededor y lo inmovilizó contra la pared de bloques de concreto. ―Detente, Webber. ―¿Qué vas hacer al respecto, tontón? El rostro de Johnny se endureció. Inspiró y se inclinó hacia Gabe. ―¿Quieres saber? Extendí la mano y sostuve el brazo de Johnny. ―Sólo déjalo ir. Está borracho. Es un desperdicio. ―Sentí el brazo de Johnny relajarse debajo de mi tacto. Poco a poco, retrocedió de la pared. Gabe salió a trompicones de debajo del brazo de Johnny y murmuró: ―Marica. Johnny agarró el hombro de Gabe, lo hizo girar, y tiró hacia atrás con un enorme, puño cerrado. Agarré su muñeca y esperé. No quería ser expulsada de este baile. No había usado tacones por nada. ―No ―dije―. Por favor solo déjalo. No vale la pena. ―Podía sentir los músculos en el brazo de Johnny, duros como una roca y temblando. Pero no se abalanzó. Empujó a Gabe lejos, pero Gabe se tambaleó hacia atrás hacia nosotros diciendo: ―Quieres saber ¿quién no vale la pena? ―Enganchó con el pulgar a Marcie―. Tratando de llegar a ninguna parte con esa maldita mojigata. ―Cerró sus ojos y se rió. Y entonces algo se llenó dentro de mí. Perdí el control total sobre mi cuerpo. Era como si estuviera fuera de mí, mirando. Me vi a mí misma cerrando mis dedos en un puño, tomar mi mano derecha hacia atrás, dar un paso adelante con el pie izquierdo, y golpear a Gabe en la mejilla con toda mi fuerza. La cabeza de Gabe voló hacia los lados y hacia atrás, su cuerpo siguiendo, y un segundo después, yacía en el piso del gimnasio. Dolor como una hoja de cuchillo se disparó a través de mis nudillos, sobre todo en mi dedo anular. Agité mi mano para tratar de conseguir que dejara de palpitar. Sólo entonces me di cuenta que yo era la única persona que se movía en todo el lugar. Hasta que la Directora Miller se abrió paso entre la multitud y pidió que la música se detuviera. ―¿Qué pasó? ―exclamó. ―¿Quién hizo esto? ―El Señor Evans estaba con ella. Se agachó sobre Gabe, quien estaba reaccionando. La sangre fluía de un rasguño en la mejilla de Gabe donde el diamante de Nana había atrapado su piel. El Señor Evans se inclinó para ver mejor, pero cuando recibió una bocanada del aliento de Gabe, hizo su cabeza hacia atrás y dijo―: ¡Uf! Está borracho, Bárbara. Las manos de la Directora Miller fueron a su cabello. ―Um,‖gracias,‖Jero…‖uh. . . Señor Evans. ¿Se desmayó, entonces?

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Miró a su alrededor por una respuesta. ―Sí ―dijo Johnny―. Sólo se desmayó. ―Eso es lo que vi ―dijo Marcie. La Directora Miller escrutó la multitud. ―¿Alguien más puede confirmar esto? ―Sus ojos se movían de cara a cara. ―Yo lo vi caer ―dijo una voz. La multitud se separó y Amanda dio un paso adelante con Todd al lado de ella. Ella levantó la barbilla hacia Gabe―. Él estaba de pie ahí, luego se cayó ―dijo. ―Eso es lo que pasó ―Takisha King dijo desde el otro lado de la multitud del círculo. ―Síp ―sonó Simone Dawson―. Sólo se cayó. Golpeó su rostro en el suelo. ―Ella me sonrió y me guiñó un ojo. Yo no podía dejar de sonreírle. El Sr. Evans levantó a Gabe. Gabe se tambaleó hacia delante unos cuantos pasos y vomitó sobre los zapatos de gamuza de la Directora Miller. Ella se quedó sin aliento y se estremeció y volvió la cabeza, pero no movió sus pies un centímetro. ―Jerome, ¿podría ver que los padres de este muchacho sean llamados, y permanecer con él hasta que lleguen? ―Yo lo haré ―retumbó el Sr. Tambor. Marchó hacia delante, tomó a Gabe por la parte posterior del cuello, y lo condujo a través de la multitud y por la puerta. El Señor Evans fue a la Directora Miller y dijo: ―Vamos. Vamos a limpiarte. ―Le tomó la mano con cuidado entre las suyas y la llevó a los vestidores. Unos minutos más tarde, regresó con un trapeador y un balde y limpio el vómito. No vimos a la Directora Miller otra vez. La música regresó. Le pedí a Johnny bailar con Marcie para levantarle el ánimo, y me acerqué a Todd y Amanda. ―Gracias ―dije―. No tenían que hacer eso. Quiero decir, estoy feliz de que lo hayan hecho, pero sé que no tenían que hacerlo. Así que gracias. ―Sonreí. Amanda puso los ojos en blanco y sacudió su pelo. ―Gabe Webber es un idiota, de todos modos. ―Oye ―le dije―, ¿sabes qué es gracioso? Y un poco desagradable ahora, ¿pero sigue siendo divertido? Juré que tocaría a Gabe Webber al final del año. Supongo que técnicamente lo hice. ―Tan seguro como el infierno, que lo hiciste ―dijo Todd―. Arrastrar esa hielera debió construir algunos músculos. ―Su rostro resplandecía. Si yo no hubiera sabido mejor, habría dicho que se veía orgulloso. Sólo un poquito. Callie Brooks me dio un golpecito en la espalda. ―Mira eso ―dijo, señalando a la pista de baile. Johnny y Marcie pisaron y dieron vueltas y sumergían y agitaban mientras una multitud de gente se quedó mirando.

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―Echa un vistazo a Mercer ―dijo Todd. Callie suspiró. ―No puedo creer que estés con un chico que puede bailar así. Tienes mucha suerte. Me eché a reír. ¿Tenía suerte? Ahora esa era una sorpresa. Pero en realidad,‖cuando‖se‖piensa‖en‖ello… Para entonces debería haber sabido.

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Kristin Walker ha saltado a la fama gracias a Un emparejamiento en la Secundaria (A match made in Highschool). Vive junto a su esposo, quien le da el apoyo que necesita para escribir, celebra sus logros, y la anima a escribir; así como sus hijos, gracias a los cuales su casa siempre es un desastre. Ha escrito libros sobre romance adolescente, los cuales no han sido publicados así como diversos poemas.

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