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NALINI SINGH

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NALINI SINGH

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NALINI SINGH

Staff Panchys & Mery St. Clair

Escritoria Solitaria Tamis11 Juli_Arg Deydra Ann

Panchys Mary Jane Vero Vericity

Deydra Ann Panchys

Rominita2503 Chio Mery St. Clair Vane-1095

Mery St. Clair Juli_Arg

Yessy

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Luxero Andreani munieca larosky_3 LizC pao*martinez Gaby828 Madelyn Liz Holland

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Mery St. Clair Panchys ♥...Luisa...♥ Annabelle rominita2503 Majo_Smile ♥ Carlota Vero Marie.Ang Christensen

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Sinopsis La cabeza decapitada marcada con un distintivo tatuaje en la mejilla debería haber sido un caso para el gremio de cazadores, pero el instinto agudizado durante siglos de vida impulsan al vampiro Dmitri a tomar el control. Hay algo retorcido en aquella muerte, algo que habla de siglos pasados… pero la necesidad de Dmitri de descubrir la verdad no es nada comparado con la feroz fuerza de sus respuestas hacia la cazadora asignada a descifrar el tatuaje. Agredida salvajemente en un brutal ataque que casi acaba con su vida, Honor no está preparada para enfrentarse al seductor vampiro que es la mano derecha de un arcángel, y que muestra su crueldad de un modo tan audaz como su letal sensualidad… el mismo vampiro que ha sido su obsesión secreta desde el día en que fue lo bastante mayor para comprender las inexplicables y violentas emociones que despertaba en ella. Cuando el deseo se convierte en una peligrosa compulsión que podría destruirlos a ambos, queda claro que el pasado no seguirá enterrado. Algo acecha… y no se detendrá hasta que devuelva a la vida a un monstruo sanguinario…

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El gremio de los cazadores IV

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Antes de Isis Traducido por Panchys Corregido por Deeydra Ann’

—¡Papá! ¡Papá! —Ohhh, Misha. —Atrapando la excitada forma de su hijo, mientras el pequeño chico vino corriendo por el sendero áspero, puso a Misha en su brazo, dorado, lleno de cicatrices, musculoso por trabajar los campos, y dijo—: ¿Con qué te ha estado alimentando tu mamá? Su hijo se rió con la certeza de que su padre no lo dejaría caer. —¿Me has traído un dulce? —Tuve hambre, de camino a casa —bromeó—. Me temo que me lo comí. —Misha frunció el ceño, sus ojos se oscurecieron intensamente… y luego volvió a reír, una risa enorme y profunda para un niño tan pequeño. —¡Papá! —Comenzó a buscar en el bolsillo de la camisa de su padre, dio un grito de triunfo cuando encontró el pequeño paquete envuelto. Sonriendo a la alegría de su hijo, levantó la vista y la vio en la puerta. Su esposa. Con su nueva hija en brazos. Su corazón se retorció en un nudo que era casi doloroso. A veces, pensaba que debería estar avergonzado de amar tanto a su esposa e hijos, hasta que los días en los que se iba a los mercados eran una angustia rara… pero no se atrevía a creerlo. Cuando los otros hombres se quejaron de sus esposas, él simplemente sonrió y pensó en la mujer con los ojos rasgados y boca ancha que le esperaba. Ingrede odiaba su boca, quería un pequeño arco como la esposa de su vecino del otro lado de la llanura, pero a él le encantaba su sonrisa, el diente torcido en la parte delantera y la forma en que ella comenzó a balbucear cuando él la convenció del blanco fuego elaborado por el hijo del mismo vecino. Ahora, dejando su bolso en la puerta, él ahueco su mejilla con la mano. —Hola, esposa.

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—Te extrañé, Dmitri.

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1 Traducido por Panchys Corregido por Chio

Agachándose en el muelle, iluminado sólo por el resplandor amarillo pálido de una parpadeante farola, Dmitri tomó la cabeza cortada del hombre muerto, sin molestarse en usar los guantes. Elena, pensó, no habría aprobado la violación al protocolo forense, pero la cazadora se hallaba actualmente en Japón y no volvería a la ciudad durante tres días más. La cabeza de la víctima había sido separada de su —aún no encontrado— cuerpo con cortes secos, el arma, posiblemente, fue algún tipo de hacha pequeña. No era un trabajo limpio, pero había conseguido hacerlo. La piel, que parecía haber sido de color rosa o blanco en vida, se encontraba hinchada y suave por el agua, pero el río no había tenido tiempo de degradarlo hasta convertirlo en lodo. —Esperaba —dijo al ángel de alas azules que se encontraba en el otro lado del espantoso encuentro—, unas semanas tranquilas. —La reaparición del arcángel Caliane, creída muerta durante más de un milenio, había sacudido tanto a los ángeles como a la población de vampiros. Los mortales, también sentían algo, pero no tenían el conocimiento del cambio en la estructura de poder del Grupo de los Diez; los arcángeles que gobernaban el mundo. Debido a que Caliane no era simplemente vieja, sino un Antiguo. —Lo tranquilo te aburriría —dijo Illium, jugando con una espada de plata fina entre sus dedos.

Dmitri sintió sus labios curvarse. Por desgracia, el ángel con sus alas de plata y azul y ojos de oro, tenía razón. Dmitri no había sucumbido todavía al hastío que afectó a muchos de los inmortales, porque nunca se quedó quieto. Por supuesto, algunos dirían que se inclinaba demasiado en la otra dirección, en compañía de aquellos que vivían sólo por el placer de sangre y dolor, apagando cualquier otra sensación.

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La idea debería haberle afectado. No lo hizo… y eso le preocupaba. Pero su inexorable descenso a la seductora oscuridad rubí nada tenía que ver con la

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Habiendo precedido a Rafael y Elena a casa desde Japón el día anterior, no se veía peor por el desgaste de haber sido secuestrado y atrapado en medio de una batalla entre arcángeles.

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NALINI SINGH situación actual. —Tiene colmillos nacientes. —Los caninos pequeños, inmaduros se veían casi transparentes. —Pero no es uno de los nuestros. —Dmitri sabía el nombre y el rostro de todos los vampiros que vivían en y alrededor de Nueva York—. Tampoco se ajusta a la descripción de cualquiera de los Convertidos que han desaparecido en todo el territorio. Illium equilibró su cuchilla en la punta del dedo, el resplandor de la farola reflejó una chispa inesperada de color antes de que comience a jugar con ella entre sus dedos una vez más. —Podría haber pertenecido a otra persona, trató de escapar de su contrato, corrió a los problemas. Desde siempre hubo idiotas que trataron de escapar de su parte del trato, un centenar de años de servicio a los ángeles, a cambio del don de la inmortalidad, eso era posible. Aunque, por qué un vampiro vendría a Nueva York cuando era el hogar de un arcángel y un poderoso gremio de cazadores, dedicados a la recuperación de aquellos que decidían escapar, era inexplicable. —Los lazos familiares —dijo Illium, como si hubiera leído los pensamientos de Dmtri—. Los vampiros así de jóvenes tienden a permanecer conectados con sus raíces mortales. Dmitri pensó en el quebrado y quemado revestimiento de una casa que había visitado día tras día, noche tras noche, hasta que habían pasado tantos años, que ya no quedaban signos de la pequeña casa de campo que una vez estuvo allí. Sólo se mantuvo la tierra, alfombrada con flores silvestres y era de Dmtri, siempre sería de Dmtri. —Hemos estado trabajando juntos mucho tiempo, Campañilla —dijo su mente en esa llanura en la que había bailado una vez con una sonriente mujer en sus brazos mientras un niño de ojos brillantes aplaudía. —Sigo diciendo eso —respondió Illium—, pero Rafael se niega a deshacerse de ti. —La cuchilla de plata brilló más y más rápido—. ¿Qué piensas de la tinta? Poniéndose de pie, Dmitri inclinó la cabeza hacia el otro lado. El tatuaje en el pómulo izquierdo del hombre muerto —marcas negras que recordaban las letras en el alfabeto cirílico entrelazadas con tres frases en lo que podría haber sido arameo— era a la vez complejo e inusual.

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Lo había visto antes, o algo similar, pero había vivido casi un milenio y la memoria era menos que una sombra. —Debería ser más fácil de identificar. — La luz se reflejaba en los pequeños colmillos. Y se dio cuenta de lo que había pasado por alto. —Si sus colmillos no están maduros, debería haber estado aún aislado.

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…y sin embargo algo al respecto fastidiaba Dmitri.

NALINI SINGH Los primeros meses después de la conversión, los vampiros eran criaturas garrapatosas, poco más que animales, como si la toxina que los volvió de mortal a vampiro se abriera camino en sus células. Muchos optaban por navegar a la conversión en un coma inducido, a excepción de ciertos períodos necesarios de vigilia. Dmtri había pasado los meses después de su violenta conversión encadenado con hierro en un frío suelo de piedra. Recordaba poco de ese tiempo más allá de la helada piedra debajo de su cuerpo desnudo; la comprensión rígida de los grilletes alrededor de su cuello, sus muñecas, sus tobillos. Pero lo que vino después de despertar como un casi—inmortal… eso nunca lo olvidaría, ni siquiera si vivía hasta los diez mil años. Un azul salvaje cruzó su visión, la luz parpadeante tornando los hilos plateados de las plumas de Illium a peltre1. —El gremio tiene buenas bases de datos —dijo el ángel, cerrando sus alas y desvaneciendo el cuchillo, al mismo tiempo. —Sí. —Dmitri tenía formas de acceder a esa bases de datos sin la cooperación del gremio, lo había hecho en más de una ocasión, pero podría ser un buen movimiento incorporar a los cazadores así ellos sabrían alertarlo de incidentes similares, porque los instintos perfeccionados por cerca de mil años de supervivencia con sangre decían que necesitaba manejar esto por sí mismo, y no pasarlo al Gremio—. ¿Dónde está la bolsa? Cuando Illium sacó una bolsa de basura negra, levantó una ceja. — Habría pensado que Elena te había enseñado algo a estas alturas. El ángel le dirigió una inesperada mirada solemne de esos ojos dorados enmarcados con pestañas negras bañadas en azul, un eco de su cabello. — ¿Crees que voy a caer de nuevo, Dmitri? —Memoria en su voz, susurros de dolor—. ¿Perder mis alas? Dmtri no se sorprendió por la pregunta. Illium no era uno de los Siete de Rafael —ángeles y vampiros que habían comprometido sus vidas por la del arcángel— ya que era agudamente inteligente. Ahora se encontró con esa mirada extraordinaria.

El peltre es una aleación compuesta por estaño, cobre, antimonio y plomo. Es maleable,

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—La miras de una manera en que ningún hombre debería mirar a una mujer que pertenece a un arcángel. —Illium tenía una debilidad por los mortales, y aunque Elena era ahora un ángel, tenía un vulnerable corazón humano, era mortal en su pensamiento.

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NALINI SINGH El ángel no dijo nada mientras Dmitri ponía la cabeza dentro de la bolsa de plástico. No había otra evidencia ahí para que cualquiera la recolectará; la cabeza, había flotado hasta el río Hudson, siendo localizada y recuperada por Illium mientras volaba sobre el río apenas una fracción de tiempo antes de que los últimos rayos del sol fueran consumidos por la noche, podría haber llegado desde cualquier lugar. —Ella me obliga —admitió el otro hombre al final—. Pero es del Sire, y protegeré esa relación con mi vida. —Tranquilo, apasionado, absoluto. Dmitri podría haber dejado las cosas así, pero había más en juego que una atracción peligrosa. —No es la traición lo que me preocupa. Eres tú. El cabello de Illium barrió en su rostro por un caprichoso viento antes de arreglarse—. En Amanat —dijo, hablando de la ciudad perdida recién surgida— , Elena dijo que me necesitaba para protegerla de ti. —Una débil sonrisa—. Ha sido una broma, pero no le hace ningún daño tener a alguien a su espalda. Dmtri no discutió la evaluación implícita de Illium de sus propios sentimientos hacia la Cazadora del Gremio, quien fue, la consorte elegida por Rafael. —¿Estás convencido de que le salvó la vida cuando Lijuan atacó? —El informe de Illium parecía inverosímil, pero el propio Rafael lo había confirmado cuando el arcángel contactó con Dmitri poco después del despertar de Caliane. —Sólo Rafael conoce la verdad, pero sé lo que vi —dijo Illium, su cara tensa con el recuerdo—. Se estaba muriendo pero después vivió y la llama en sus manos era del color del amanecer. Los mismos colores suaves que permanecían en una parte de las alas de Elena. Dmitri se mantuvo receloso. Elena era la más débil de los ángeles, su corazón mortal no era ni de lejos lo suficientemente fuerte para sobrevivir en el mundo de los arcángeles. —Se ha convertido en una grieta permanente en su armadura. —Como el segundo de Rafael, Dmitri nunca iba a aceptar eso, a pesar de que se había comprometido a protegerla y llevaría aquel voto hasta el final, sin importar cuál fuese el costo. —¿Nunca has tenido una mujer que creara una grieta en tu armadura? —Una de las plumas de Illium cayó hacia el suelo, pero fue azotada lejos y sobre el agua antes de que pudiera tocar el implacable concreto—. En todos los años que te conozco, nunca has tenido una amante a quien le dieras una afirmación cierta.

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Illium tenía poco más de quinientos años frente a los casi mil de Dmitri. No sabía nada de lo que había sucedido antes, Rafael era el único que sabía. — No —dijo Dmitri, y era una mentira con siglos de experiencia—. La debilidad pone a un hombre muerto.

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—Voy a vigilar los caminos para ti, Dmitri.

NALINI SINGH Illium dejó escapar un suspiro mientras se aproximaban al flamante Ferrari rojo que el ángel codiciaba, pero no podía conducir a causa de sus alas, y dijo: —No pierdas tu humanidad, Dmitri. Es lo que te hace. —Extendió esas alas de una belleza imposible y se elevó en el aire con una gracia y fuerza que presagiaba lo que un día podría llegar a ser. Mirándolo volar en el cielo cubierto de estrellas por encima de un Manhattan que se extendía despierto durante el golpe de oscuridad de la noche, hasta que fue sólo una sombra contra el brillante negro, los labios de Dmitri se curvaron en una sonrisa triste. —Perdí mi humanidad hace mucho tiempo, Campanilla.

Honor se encontraba en las profundidades subterráneas del edificio principal de la Academia del Gremio, mirando un iluminado texto del siglo XIV hecho por Amadeus Berg, el legendario cazador y explorador, cuando sonó su celular. Saltando por el abrupto estallido de sonido, lo agarró de donde lo había colocado en la mesa junto a las llaves. —¿Sara? —Dijo, al reconocer el parpadeante número en la pantalla como el celular personal de la directora del Gremio. —Honor. —Fresca. Nada de tonterías. Sara—. ¿Dónde estás? —En la sección de libros raros de la biblioteca de la Academia. — Débilmente iluminada por deferencia a la edad de los libros almacenados aquí y manteniendo una temperatura ambiente precisa, se había convertido en un refugio, un lugar donde pocos se aventuraban. —Bien. No estás tan lejos. —El sonido de papeles crujiendo—. La Torre necesita unas consultas y tú estás muy bien calificada. Cuando tú… Honor no oyó el resto de las palabras de la directora, porque sus oídos se estrellaron con una ráfaga fulminante de sangre, su rostro se calentó hasta que sintió como si su piel se desprendería de la quemadura, dejando la carne expuesta al aire cruel.

Su mano apretó el teléfono, con el corazón corriendo tan rápido e irregular que le dolía. —¿Y si yo quiero ser encerrada? —Preguntó, encontrando

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—Sí, puedes. —El tono de Sara era gentil pero firme—. No voy a permitir que te encierres en la Academia para siempre.

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—Sara —dijo abruptamente, con los dedos apretados en el borde de la mesa, mostrando el hueso blanco sobre la piel que había sido de color marrón, pero ahora se encontraba apagada, pastosa—, tú sabes que no puedo. —Su terror era más grande que cualquier penosa pizca de sobreviviente orgullo.

NALINI SINGH la voluntad para luchar en el mismo miedo aplastante que había cubierto de sudor el largo de su columna vertebral. —Entonces yo tendría que ponerme dura y recordarte que todavía estás bajo contrato como una cazadora activa. Las rodillas de Honor colapsaron, haciéndola caer sobre una silla. El gremio era el único hogar que conocía, sus compañeros de caza, su familia. — Soy una instructora. —Fue un intento de última hora para arañar su camino fuera de esto. —No, no lo eres. —La denuncia no fue menos despiadada por su suave voz—. No has enseñado una sola clase en los meses que has estado allí. —Yo… —Honor. —Una única palabra final. Empuñó su mano sobre la mesa, mirando sin ver a los inquietantes azules y apasionados rojos del manuscrito iluminado que había dejado caer con una escandalosa falta de atención sobre la madera pulida. —Cuéntame los detalles. Sara dejó escapar un suspiro. —Parte de mí quiere envolverte en algodón y mantenerte segura y cálida donde nada te pueda hacer daño —dijo ella con una fiereza que traicionó el corazón generoso debajo de ese duro exterior—, pero la otra parte sabe que estaría ayudando a paralizarte y me niego a hacer eso. Honor se estremeció. No porque las palabras fueran duras, sino debido a que eran ciertas. No se encontraba completa, no había estado completa en los últimos diez meses. —No sé si hay suficiente de mí que quede para sacarme, Sara. —A veces, no se sentía segura de haber salido de ese sucio pozo manchado de sangre, sudor y… otros fluidos corporales, que su vida actual no era una ilusión creada por una mente fragmentada. A continuación, Sara habló y el borde duro de sus palabras fue un refuerzo positivo de que ésta era la verdad. Porque seguramente si se habría creado una fantasía para escapar de la brutal realidad, ¿no habría hecho a la Directora del Gremio tan inflexible?

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El estómago de Honor era un desastre revuelto, su mano libre cerrándose y abriéndose de forma compulsiva. —¿Es aquí donde saludo y digo: sí, señor? —Sus palabras no tenían ninguna picadura, porque recordó despertar una y

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—Ransom y Ashwini no arriesgaron sus vidas para sacarte sólo para que tú pudieras dar la vuelta y darte por vencida. —Un recordatorio de las manos que la habían deshecho de su cautiverio, los brazos que habían ayudado a transportarla a la dolorosa luz—. Encuentra las piezas y únete a ti misma de nuevo.

NALINI SINGH otra vez en el hospital, para ver a Sara sentada a su lado, una feroz y protectora fuerza. —No —respondió la directora—: dices que te estás levantando para poner tu trasero en un taxi. Son sólo las ocho y media por lo que no deberías tener ningún problema en encontrar uno. Escalofríos se arrastraron por su espalda; el sudor brillaba en su labio superior. —¿Es con un ángel con quién me voy a reunir? —Por favor, di que sí, rogó en silenciosa desesperación. Por favor. —No, tu encuentro es con Dmitri. Una imagen de un hombre con la piel de la miel oscura y una cara que era cruel en su belleza. —Es un vampiro. —Salió casi como un susurro silencioso. El vampiro preocupado por esta ciudad, demonios, este país. Sara no dijo nada durante mucho tiempo. Cuando habló, hizo una pregunta demoledora. —¿Eres feliz, Honor? ¿Feliz? Ya no sabía qué era la felicidad. Tal vez nunca la había conocido, aunque pensaba que había aprendido algo de ella mirando a los hijos biológicos en los hogares de acogida en los que había estado de después de salir del orfanato a los cinco. Ahora… —Existo. —¿Es suficiente? Estiró los dedos con esfuerzo, viendo las medias lunas talladas en sus palmas, rojas y furiosas. El Gremio había pagado por una consejera, continuaría pagando por una, tanto como la necesite. Honor se había ido a tres sesiones antes de darse cuenta de que nunca iba a hablar con la hermosa y paciente mujer que acostumbraba a tratar con los cazadores. En su lugar, trató de mantenerse despierta, de no recordar. Los colmillos hundiéndose en sus pechos, sus muslos, su cuello, excitados cuerpos frotándose a si mismos contra ella mientras gemía y suplicaba. Había sido muy fuerte al principio, decidida a sobrevivir y cortar a los bastardos en cintas. Pero la habían tenido durante dos meses. Mucho se puede hacer a una cazadora, a una mujer, en dos meses.

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Un indulto. Pero parecía que aún le quedaba un poco de orgullo, después de todo, porque se encontró abriendo la boca, las palabras saliendo inconscientemente. —Voy a estar en camino en diez minutos.

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—¿Honor? —La voz de Sara, tocada por la preocupación—. Mira, voy a conseguir a alguien más. No debería haberte empujado en tan poco tiempo.

NALINI SINGH Fue sólo después de que colgara, que se dio cuenta de que había tomado una pluma en algún momento… y escrito el nombre de Dmtri, una y otra vez en el bloc que había estado usando para sus notas. Sus dedos se sacudieron, dejando caer la pluma.

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Empezaba de nuevo.

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2 Traducido por Mery St. Clair Corregido por Vericity

La Torre, llena de luz, dominaba el horizonte de Manhattan, una estructura penetrante con la cual el arcángel Rafael gobernaba su territorio. Honor cargó la bolsa de su portátil por encima del hombro después de pagarle al taxista, y levantó la mirada. Con las líneas de sus alas contra un cielo nocturno pareciendo diamantes dispersos, ángel tras ángel vino a la tierra mientras otros se marchaban. No podía distinguir nada más allá de la inquietante belleza de sus siluetas, pero de cerca, eran tan inhumanas como impresionantes —aunque la frase en el Gremio era “No verás nada inhumano hasta que estés cara a cara con Rafael”. Teniendo en cuenta sus habilidades y asignaciones, Honor había conocido a Elena únicamente de pasada y no podía imaginar a otra cazadora siendo la amante de un arcángel. Por supuesto, en este justo momento, preferiría tratar con Rafael que con el hombre con el cual debía encontrarse. El hombre que era una pesadilla y un oscuro y seductor sueño. Obligándose a apartar la mirada de la maravillosa visión del cielo, apretó los dientes y mantuvo los ojos concentrados hacia el frente mientras se dirigía a la entrada de la Torre —tripulado por un vampiro vestido con un traje negro y gafas de sol. Su garganta se secó en el segundo que se detuvo frente a él, sus entrañas se revolvieron, y por un instante, manchas oscuras llenaron su visión. No. No. No iba a desmayarse en frente de un vampiro. Mordiendo suficientemente fuerte la lengua para que las lágrimas no asomaran por sus ojos, apretó la correa de la bolsa y miró esos lentes de sol para ver su propio rostro reflejado en ellos. —Tengo una reunión con Dmitri. —Su voz fue suave, pero no muy afilada, y eso ya era una victoria.

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Sabía que había sido rodeada por casi-inmortales desde el instante en que entró en la zona segura alrededor de la Torre, sin embargo fue fácil mentirse a sí misma diciéndose que no podía verlos. Eso ya no era una opción. El único frente a ella, con sus hombros cubiertos por un traje a la medida, su piel de un tono canela que hablaba de un origen de la India, era simplemente el más cercano. Varios se encontraban cercas de las esquinas del vestíbulo de

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El vampiro abrió la puerta con una mano fuerte. —Sígueme.

NALINI SINGH mármol, elegantes depredadores haciendo guardia. Luego se encontraba la hermosa mujer sentada en el mostrador de recepción a pesar de la hora. La recepcionista le sonrió a Honor, sus casi almendrados ojos castaños ofrecían una expresión de bienvenida. Honor trató de devolverle la sonrisa, porque su parte racional sabía que todos los vampiros no eran iguales, pero su rostro parecía congelado. En lugar de forzarse a hacerlo, se concentró en mantener sus pensamientos juntos. —No responde. Está catatónica. —¿Ese es el pronóstico? —No hay manera de saberlo. Sé que no debería decir esto, pero parte de mí cree que estaría mejor muerta. Tendida mirando hacia la oscuridad, en un inútil esfuerzo por luchar contra el horror que acechaba sus sueños, Honor había pensado a menudo que el médico sin rostro tenía razón, pero esta noche el recuerdo incitó otra emoción. Ira. Algo sordo y punzante que la tomó por sorpresa. Estoy viva. Lo logré. Nadie tiene el derecho de tomar eso de mí. Le asombró tanto su ataque de furia que esto la llevó a atravesar el ascensor —atrapada en una pequeña jaula con un vampiro que vestía un traje Armani y tenía un aura de energía contenida dejando claro que no era un guardia cualquiera. Cuando las puertas se abrieron para depositarlos en un piso alfombrado en negro, paredes pintadas del mismo tono medianoche, contuvo el aliento. Había un impulso sexual en ese lugar que vibraba debajo de la superficie —las rosas eran rojo sangre contra la media noche del pequeño florero que las contenía, elegantes mesas brillando en negro, la alfombra demasiado exuberante para ser simplemente del servicio, las pinturas brillaban con destellos de oro. La obra de arte a lo largo de la única pared era una furia de rojo que la atrajo con cruel ferocidad. Sensual. Hermoso.

Con la sangre latiendo a través de sus venas de una manera que sabía que no era segura en la compañía de un Convertido, siguió a dos pasos detrás

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—Por aquí.

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Letal.

NALINI SINGH de su guía —así podría advertir si se giraba, si iba por su garganta. Su arma se encontraba en una funda sobaquera oculta bajo su desgastada camisa favorita gris, su cuchillo en una funda en su muslo, pero tenía dos más ocultos en fundas atadas en sus brazos. No serían suficientes, no contra un vampiro que el instinto y la experiencia le decía que tenía más de doscientos años, pero al menos le daría una lucha. Al detenerse frente a una puerta abierta, él la señaló antes de volverse de regreso hacia el ascensor. Ella dio un paso adelante… y se congeló. Dmitri permanecía de pie al otro lado de un escritorio de vidrio pesado, el horizonte de Manhattan brillando a sus espaldas, su cabeza inclinada, los mechones de cabello negro seda acariciando su frente mientras revisaba la pieza de papel en la mano. Su mente se rompió en pedazos. Antes… antes… había estado fascinada por este único vampiro, a pesar de únicamente verlo desde la distancia o en la pantalla de televisión. Incluso hizo un libro de recortes de sus movimientos —hasta el punto de que comenzó a sentirse como una acosadora perturbada y quemó todo eso. Entonces, él levantó la mirada. Y ella dejó de respirar.

Dmitri vio a la mujer en el umbral de la puerta en un caleidoscopio de imágenes. El suave cabello ébano recortado hasta la nuca, pero prometiendo rizos salvajes. Embrujadores —embrujados— ojos de un profundo verde. La palidez en su piel morena le hizo saber que se volvería canela en el sol. —¿Nacida en Hawaii? —Preguntó, y era una pregunta extraña para una cazadora quien vino a hacer una consulta. Ella parpadeó, sus largas pestañas protegieron momentáneamente esos ojos que hablaban de bosque lejanos y ocultas piedras preciosas.

Permitir que se fuera no era una opción.

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Se encontró rodeando su escritorio de vidrio y acero para dirigirse hacia ella. Por un instante, pensó que se echaría a correr hacia el pasillo, pero en su lugar tensó sus hombros, clavándose en la posición. Era consciente del miedo —agudo y agrio— deslizándose detrás de sus ojos, pero pasó de largo para cerrar la puerta.

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—No. En alguna ciudad lejos del océano.

NALINI SINGH Cuando volvió a enfrentarla una vez más, el feo murmullo de miedo había sido dominado por un rígido control, pero su respiración era entrecortada, su mirada se apartó cuando él trató de sostenerla. —¿Cuál es tu nombre? —Honor. Honor. Saboreó el nombre, decidió que encajaba. —¿Cazadora nata? Negó con su cabeza. No le sorprendió. Elena le había advertido a la Directora del Gremio sobre su habilidad para usar su exquisito aroma para seducir y atraer a los cazadores quienes nacieron con la habilidad de rastrear la esencia de vampiros. Sara difícilmente le enviaría una presa fácil. Pero esta mujer, esta Honor… quería utilizar su seductor aroma en ella hasta tenerla ruborizada y sin energías, su excitación sería un almizcle inconfundible para sus sentidos. Fue el instinto lo que le garantizó que ella no le mentía —dejó escapar un remolino de un emborrachador susurro de champán y deseo mezclado con oro, orquídeas bajo la luz de la luna, chocolate liquido besando la piel de una mujer. Honor sacudió su cabeza un poco, un movimiento casi imperceptible que hizo eco con su ceño fruncido. Por lo tanto, no fue lo suficiente para notarlo por sí misma, o identificarla por ser una cazadora nata del Gremio, pero fue suficiente para que ella tuviera una ligera susceptibilidad hacia el aroma de la lujuria. No le sorprendió el descubrimiento, después de haberse encontrado con más de una como ella en los siglos que desarrolló su talento. Parecía sentirse atraído por las Cazadoras, sin importar el hecho de que ellas trataban de cazar a los de su línea de sangre. Eso, por supuesto, significaba que no podía seducir a Honor tan fácil como si fuera una verdadera nata… pero el aroma no era su única arma cuando se trataba de sexo. Escaneando sus ojos otra vez, notó el pulso irregular en su cuello, pero fue su piel cubierta lo que captó su atención. —A quien sea que le permitiste alimentarse de ti —dijo en un suave murmullo que sabía que era una acariciante amenaza—, no fue muy limpio. — Sus cicatrices denotaban un vampiro sin control.

Sorprendido que encontrara el coraje para decírselo a pesar del terror que la recorrió, rudo y provocador, él arqueó una ceja.

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—Eso no es asunto tuyo.

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Su mano se cerró sobre la correa de la bolsa para portátil que cargaba en su hombro.

NALINI SINGH —Sí, lo es. —Se había acostado con muchas mujeres hermosas, dejó algunas sollozando de placer, otras con una perversidad sensual que les enseñó a nunca intentar jugar con él. Honor no era hermosa. Había demasiado miedo en ella. A Dmitri podría gustarle un poco de dolor en la cama, pero en la mayoría de los casos, prefería que su pareja también disfrutara. Esta cazadora rota, con su terror que convirtió el aire cáustico, temblaría y se rompería como cristal fracturado con el primer toque de su boca. Y aún así, quería recorrer los dedos sobre su piel que debería ser dorada por el sol, para trazar las exuberantes curvas de sus labios, la larga línea de su cuello, el impulso tan fuerte fue una advertencia. La última vez que permitió que su polla ignorara su cabeza, casi terminó siendo la mascota asesina de un arcángel. Girándose, caminó detrás de su elegante escritorio y recogió la bolsa de basura que se encontraba en el suelo. —¿Asumo que tienes algo de experiencia con los tatuajes? —Las líneas de su frente y su confusión momentánea acabaron con la desagradable emoción dominante que había percibido. —No. Mi especialidad es en lenguas antiguas e historia. Que astuta la Directora del Gremio. —En este caso, dime lo que puedas sobre este tatuaje. —Usando guantes esta vez, sacó la cabeza y la dejó sobre la bolsa, el miembro pegado al plástico hizo un sonido de succión. La cazadora se tambaleó hacia atrás, sus ojos fijos en la espantosa evidencia de violencia. Cuando regresó la mirada a él, vio una furia terrible en ese rostro que había demostrado ser tan expresivo y se preguntó si alguna vez ganaría un juego de póquer en su vida. —¿Crees que es divertido? —No. —Era cierto—. Parecía no tener sentido ponerlo en un congelador cuando tú ya venías.

Una leve sonrisa hizo que los vellos de su nuca se erizaran. —Lo suficiente viejo como para asustarte. —Sí, había estado atrapada con vampiros que quisieron únicamente herirla, llevaba las cicatrices de sus

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—¿Cuántos años tienes? —Los medios de comunicación especulaban de cuatrocientos a seiscientos años, pero en ese instante, supo que se equivocaban. Estaban muy equivocados.

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Sería inhumano no darle a Honor unos minutos para volver a recuperar el control. Pero la realidad era, a pesar de su oscura belleza masculina y vocabulario moderno, que no se encontraba frente a un humano. Ni siquiera cerca.

NALINI SINGH abusos incluso ahora, pero nunca había estado en presencia de alguien quien le helara la sangre con su mera apariencia. Sin embargo, a pesar de que era conocido por ser un poderoso hijo de puta, implacable, Dmitri funcionaba bien en el mundo humano. Lo cual significa que podía enmascarar la letal verdad cuando quería, pero esto era lo que había debajo de su civilizado traje oscuro — un hombre quien veía una cabeza cortada de la misma manera que una bola de boliche. Manteniendo ese pensamiento, puso la bolsa de su portátil sobre el cristal de su escritorio, ya que no había sillas a los lados, y se obligó a sí misma a inclinarse más hacia la cabeza decapitada. —¿Estuvo en agua? —La piel se veía empapada y pulposa, arrugada—un recordatorio de las felices horas que pasó en el baño. —Hudson2. —Necesita ser examinado por un equipo forense adecuado —murmuró, tratando de ver las líneas completas del tatuaje—. Necesito acceder a un equipo de laboratorio, así puedo… —Las manos enguantadas obstruyeron su visión, regresando la cabeza a la bolsa de basura. —Sígueme, conejita. El calor quemó sus entrañas, quemó sus venas hasta cubrir su rostro, pero tomó su portátil e hizo lo que ordenó. Su espalda era sólida y fuerte frente a ella, su cabello de un reluciente y sugerente negro debajo de las luces. Cuando no pasó frente a él, le disparó una mirada divertida sobre su hombro — excepto que la alegría no llegó a los vigilantes ojos de edades pasadas. —Ah, una mujer pasada de moda. —¿Qué? —Le tomaba todo lo que tenía respirar, su cuerpo cerca de sobrecargarse de adrenalina. —Es obvio que crees que debes caminar tres pasos por detrás de un hombre.

Hudson: es un río de 506 Km. de longitud, que discurre principalmente por el estado de Nueva York, en los Estados Unidos de América. 2

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Sonriendo como si hubiera leído sus pensamientos, se dirigió a un ascensor diferente del que ella llegó y, quitándose uno de los guantes, colocó su palma en el escáner. La pantalla brilló verde por un segundo antes de que las puertas se abrieran y le señalará que entrara. Se rehusó a entrar. Quizás era tan viejo que no tenía esperanzas de derrotarlo si venía detrás de ella —pero la lógica no tenía oportunidad contra el animal primitivo en su interior, el que sabía que los monstruos pueden herirte más fácilmente si no los ves llegar.

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Eso la tentó de tomar su cuchillo. O quizás su arma.

NALINI SINGH —Y yo trataba de ser cortés. —Arrastró las palabras, entrando en la jaula de acero y esperando a que lo siguiera para después presionar algo en la pantalla electrónica a un lado. El elevador bajó a una velocidad que hizo que su estómago saltara hasta su boca, pero eso no la asustó. Era la criatura en el ascensor quien lo hacía. —Detente —dijo cuando él continuó mirándola fijamente con esos ojos oscuros. Sí, estuvo fascinada con él una vez, pero eso era de lejos. De cerca, era muy consciente de que no era seguro estar a solas con él. Era, pensó, capaz de divertirse rompiéndola en pedazos con nada más que la exquisita seda de su voz… antes de realmente comenzar a herirla. —Tu novio —murmuró, sus ojos deslizándose hasta su cuello otra vez—, obviamente no tuvo el suficiente cuidado que debió tener. La risa histérica amenazó con escaparse, pero se controló. Trataba de provocarla, pero ella no le daría nada más. —¿Nunca dejaste una marca propia, Dmitri? Se apoyó contra la pared. —Las marcas que yo dejo son hechas muy a propósito. —Tono sensual, palabras provocativas, pero había algo duro en su mirada mientras continuaba observando las marcas en su cuello. La cicatriz no se veía tan mal —sólo parecía que un vampiro perdió un poco el control mientras se alimentaba. Eso había sido al final. Al principio, ellos trataron de mantenerla en tan buen estado como fuera posible, para que pudiera continuar proporcionándoles placer. Esos “civilizados” vampiros habían sido casi delicados alimentándose mientras se encontraba desnuda y con los ojos vendados; sus manos acariciando sus pechos, entre sus muslos, había sido de lo más horrible. Y seguían allí afuera. Una ráfaga de aire frío, las puertas se abrieron. Teniendo los ojos de Dmitri sobre ella, incluso mientras sus recuerdos amenazaban con succionarla, dio un paso afuera. Su atención fue atrapada por las paredes de cristal a ambos lados, más allá había oficinas, computadoras… y equipos de laboratorios. —Nunca escuché que todo esto estuviera aquí abajo.

—No tengo por costumbre los chismes.

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—Una nueva adicción. No hables sobre esto o tendré que hacerte una visita mientras estás dulcemente durmiendo en tu cama. —Cada músculo de su cuerpo se tensó por su comentario casi insignificante.

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Dmitri se abrió paso hacia el laboratorio.

NALINI SINGH —Aquí. —Depositó la bolsa de basura y su contenido en una mesa de acero. La espantosa naturaleza de su tarea debería de haber desvanecido el aura de sensualidad que vestía como una segunda piel —si te gusta el sexo con sangre y dolor. Pero no. Seguía siendo sofisticado y sexy y una criatura que no quería en su dormitorio ni de día, ni de noche. Sus labios, el inferior lo suficiente lleno para tentar a una mujer con fantasías de pecado, se curvó como si leyera sus pensamientos.

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—¿Necesitas ayuda para quitarle la piel?

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NALINI SINGH

3 Traducido por Munieca Corregido por Vane-1095

—No. —La reacción arriba había sido incitada por el shock a su crueldad, no tenía problema en trabajar con el espantoso hallazgo por su cuenta—. Voy a tomar las mejores fotografías que pueda, dada la condición de la víctima, y en su mayoría trabajaré fuera de ellas. Pero quiero usar el microscopio en el tatuaje en sí, también, asegúrate de que no pierda los detalles finos. Más a gusto ahora, deslizó fuera la fina cámara digital que había metido en el bolsillo lateral del bolso de su ordenador portátil. —Un patólogo debería examinar la cabeza, antes de considerar la supresión3 de la piel. —Hizo clic en la cámara—. ¿Tienes a alguien preguntando en torno a los salones de tatuaje? —Con suerte, podría tener una fotografía limpia para trabajar. —Si. —Ajustando un guante para remplazar el que había eliminado, sacó la cabeza fuera de la bolsa y estiró la piel tensa sobre los pómulos del hombre mientras tomaba una serie de disparos de alta resolución desde diferentes ángulos—. Eso sería todo por ahora. —dijo, mientras ponía la cabeza hacia abajo en una bandeja y se deshacía de la bolsa de basura, encendió su ordenador portátil y transfirió las fotografías en el disco duro. Su cuerpo se encontraba alerta a todos sus pequeños movimientos, era consciente de Dmitri colocando la cabeza en el congelador, quitándose los guantes, y limpiando sus manos. Por eso, cuando sin previo aviso apareció a su lado, la emoción que despertó fue tan escalofriante, tan cruel, que partes de su mente tan sólo se cerraron. Y cuando él levantó el cabello de su cuello para tocar la delicada piel de su nuca, ella…

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Lo siguiente que supo fue que se encontraba de pie a varios metros de Dmitri, un taburete alto con piernas de acero batido se hallaba tumbado de lado entre ellos. Una línea de sangre marcaba su mejilla, pero los ojos de él se centraron en la puerta a su espalda. —¡Fuera!

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Ruido. Un estrépito metálico estremecedor. Palabras.

Eliminación, desaparición.

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NALINI SINGH Sólo cuando se cerró la puerta se dio cuenta de que alguien intentó intervenir. El sudor humedeció las palmas de sus manos, moldeaba su columna vertebral. Recuerda, se dijo, recuerda. Pero el tiempo había desaparecido, un punto negro empapado de pánico era el vil gusto en su lengua. —Yo te golpeé. Levantando una mano, él frotó su mejilla, dejando una mancha rojo oscuro en la punta de su dedo. —Algo sobre mí parece hacer querer a las mujeres utilizar cuchillos. Oh, Dios. Bajó la vista y se dio cuenta de que tenía una cuchilla en la mano, la punta empapada. —Supongo que no aceptarás una disculpa. —Salió tranquilamente, su mente tan conmocionada que se encontraba entumecía. Deslizando sus manos en los bolsillos, Dmitri respondió—: No, pero puedes pagar por tus crímenes después. En este momento, necesito lo que me puedas dar sobre esto. —Quiero consultar algunos textos en la biblioteca de la Academia. —dijo, obligando a su cerebro a ponerse en marcha, aunque su mano se negó a soltar el cuchillo que, al parecer, había deslizado de la vaina de su muslo. —Está bien. Pero recuerda, conejita, ni una palabra a nadie. —Se acercó lo suficiente para que el calor oscuro la envolviera en una amenaza silenciosa que la hizo agradecer por el cuchillo—. No soy un buen hombre cuando estoy enojado. Ella mantuvo su posición, un pobre intento de borrar la humillación del ataque de pánico. —Estoy bastante segura de que no eres un buen hombre en absoluto. Su respuesta fue una sonrisa lenta que insinuaba sábanas de seda, susurros eróticos, y piel húmeda de sudor. Sin intención oculta, tenía a su corazón golpeando con fuerza contra las costillas. —No. —dijo con voz ronca. —Un reto. —No la tocaba y sin embargo, se sentía acariciada por mil prendas de piel, suave y exuberante, e inconfundiblemente sexual—. Acepto.

Dmitri hizo la llamada una hora más tarde, después de tener que lidiar con otro asunto en el ínterin.

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—Dmitri. —Un saludo fresco—. ¿Qué necesitas?

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—Sara. —dijo cuando la Directora del Gremio respondió su celular.

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NALINI SINGH —Saber por qué la cazadora que me enviaste simplemente rebanó mi cara. —La herida se encontraba ya curada, pero hizo el gambito4 de apertura perfecto. Sara contuvo el aliento. —Si has hecho algo con ella, lo juro por Dios, conseguiré mi ballesta y te pondré de pin junto a la Torre de mierda. A Dmitri le gustaba Sara. —Mientras hablamos ella está siendo conducida a casa. —La deuda de sangre era con Honor, sería arreglada en privado—. Le di un conductor humano. Sara murmuró algo en voz baja. —Es la persona mas adecuada para la tarea. Miró hacia el horizonte a la joya brillante que era Manhattan. —¿Quién le hizo eso a su cuello? —Frío quemaba a través de sus venas, una respuesta feroz a las cicatrices de una mujer que no conocía y que sería simplemente otra compañera de cama durante el tiempo que le divirtiese. Porque entretanto que su resistencia era intrigante, haría un interesante entretenimiento, no dudaba de que terminarían en la cama, y que se arrastraría con placer. Entonces Sara habló y el frío se volvió gélido. —Los mismos bastardos que la mantuvieron encadenada en un sótano durante dos meses. —Un resumen brutal—. Apenas estaba con vida cuando la encontramos. Ellos habían continuado con sus juegos enfermos a pesar de que tenía tres de sus costillas rotas y que se hallaba sangrando y febril por las heridas que… —Sara mordió sus palabras, su rabia un borde afilada, pero Dmitri no necesitaba nada más. Recordó el incidente. El Gremio había solicitado la asistencia de la Torre, se le concedió inmediatamente. No obstante, participaban en la reconstrucción de un Manhattan que había sido muy dañada en la batalla entre Uram y Rafael, más importante, se centraron en la celebración del territorio de Rafael mientras que el Arcángel pasaba la mayor parte de su tiempo en el Refugio, a la espera de que su consorte dormida despertara. Dmitri no había tomado el control personal de la investigación. Eso iba a cambiar. —¿Estado de sus atacantes?

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Jugada de ajedrez que consiste en sacrificar algún peón o pieza al principio de la partida para lograr una posición favorable.

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—Ramsom y Ashwini mataron a dos de los cuatro que encontraron en la escena. Los otros dos fueron puestos a disposición de la Torre, pero eran a lo sumo guardaespaldas contratados, permitieron a… —Una respiración entrecortada—. Los que están detrás de esto fueron más inteligentes. No

NALINI SINGH dejaron pistas forenses y a Honor la mantuvieron todo el tiempo cegada. Los encontraremos. —Palabras heladas—. Siempre lo hacemos. Cuando la llamada finalizó, Dmitri miró a una ciudad que aún no dormiría en horas. Todos los atacantes de Honor murieron. Eso nunca fue cuestionado. La única diferencia era que ahora había sentido su espada contra su piel, había probado la profundidad de los gritos de Honor, él encontraría un exquisito placer en cortar los órganos vitales de sus cuerpos personalmente antes de dejarlos curarse… y luego cortarlos otra vez. Su conciencia no se preocupaba por la idea de tal tortura sádica. —No deberías haber sido tan terco, Dmitri. —Una mano delgada de mujer acariciaba hacia abajo su cuerpo desnudo para finalmente cerrarse sobre su flácido pene. Rabia floreció en esos ojos de un brillante, bronce burlón. Cambiando su agarre a las bolas, le apretó hasta que se encontraba a punto de desmayarse, sus músculos tensos en contra de sus caderas, de pie en el centro de la fría y oscura habitación en la parte inferior de la torre del homenaje. La posición dejó cada parte de él expuesto a ella y a aquellos a los que ordenó hacer su voluntad. Mientras las manchas oscuras permanecían en los bordes de su visión, lo besó, las uñas clavándose en su mandíbula y sus alas extendidas a su espalda, blancas como la nieve, pero por el lavado de resplandeciente carmesí por sobre sus elecciones primarias. —Tú me amarás. El primer golpe llegó un segundo después, mientras continuaba besándolo. Su espalda era carne molida en el momento en que se detuvo el castigo, el olor de la sangre madura y densa inundaba el aire. Labios contra su oreja, seda sobre su piel. —¿Me amas ahora, Dmitri? Un pitido Se volvió y apagó un recuerdo que no había salido a la luz por los siglos de los siglos, y respondió a la línea interna. —¿Si?

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Cuarenta minutos después, Dmitri se encontraba frente a la pequeña casa suburbana donde Holly Chang vivía junto a su novio, David. Aislada de sus vecinos por un generoso patio y altas vallas, que no era nada que pudiera haberse permitido si la Torre no hubiera intervenido y ordenado trasladarse

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—Señor, usted pidió que se le notifique si Holly Chang cambiaba su patrón de comportamiento.

NALINI SINGH desde un bloque de apartamentos donde había vivido peligrosamente cerca de demasiados mortales. La mujer humana acababa de cumplir veintitrés años cuando había sido secuestrada en la calle por un arcángel loco. Ella fue testigo del asesinato de sus amigos, como amputaban sus miembros antes de unirlos de nuevo como un macabro rompecabezas; en el momento en que Elena la localizó se encontraba desnuda y cubierta en el óxido rojo de su sangre. Sobrevivió al horror, pero no había salido igual de ilesa como entró. Dejando de lado las dudas respecto a su salud mental, Uram la había alimentado bien con su sangre o deliberadamente le inyectó una toxina que había alimentado su campaña criminal. No sabían a ciencia cierta, ya que los recuerdos de Holly de esos eventos se encontraban nublados a la inutilidad, por el miedo cegador que se volvió su silencio durante varios días después de que fuera localizada. De lo que se encontraba seguro era que la joven estaba… cambiando. —Permanece junto a la puerta —le dijo al vampiro que lo había llamado, antes de salir de las sombras y dirigirse a la casa, únicamente iluminada por el vacilante resplandor de una televisión en la habitación del frente. Holly, menuda y de apariencia delicada, abrió la puerta antes de que la alcanzara. Sangre manchaba su blanca camisa manga larga y bordeaba su boca. Levantando la mano, con la parte posterior, se limpió sus labios, regando aún más el líquido. —¿Has venido a limpiar el desorden, Dmitri? —En aquellos enojados ojos rasgados, vio el crudo conocimiento de que él sería la muerte que vendría por ella si acaso perdiera la batalla contra lo que fuera que Uram le había hecho—. Era el niño del vecino. Sabía dulce. —Descuidada de ti para cazar tan cerca de casa. —Jalándola hacia adelante con una mano en su muñeca izquierda, empujó hacia arriba la manga de su camisa antes de que pudiera detenerlo. Un vendaje alrededor de su brazo, apretadamente envuelto—. Soy un vampiro, Holly —murmuró, llegando a borrar con el pulgar, una gotita de sangre manchada en la comisura de sus labios—. Sé cuando la sangre en ti es tuya.

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Cuando finalmente entró en la cocina, ahora iluminada por una brillante bombilla, encontró a Holly limpiándose la cara con un paño de cocina, a pesar de que no se había cambiado la camisa manchada de sangre. —La muerte por Dmitri. —dijo él, apoyándose en la jamba de la puerta con una pereza que no hubiese engañado a nadie que lo conociera—. ¿Es eso a lo que apuntabas?

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Ella le susurró, soltando su mano para entrar de nuevo en la casa. Al pasar, cerró la puerta a sus espaldas. Había estado aquí muchas veces, conocía el diseño, pero en lugar se seguirla a la cocina donde se oía el lavado de sangre de su boca, se dirigió a apagar el televisor y registró para asegurarse de que eran los únicos en la casa.

NALINI SINGH Un resplandor en los ojos que una vez fueron marrón claro, pero ahora eran rodeados de un verde intenso que crecía cada vez más en el iris. El mismo tono brillante de los ojos de Uram… pero no tan oscuro como los de la cazadora que había usado una cuchilla, esa misma noche. La mirada de Honor mantenía el misterio de las profundidades perdidas, de los secretos inquietantes susurrados en lo profundo de la noche. Holly, por el contrario, sólo mantenía la ira arañando y un abrumador odio a sí misma. —¿No es ese tu trabajo? —Preguntó ella—. ¿Ejecutarme si pruebo ser un monstruo? —Todos somos monstruos, Holly. —Cruzando los brazos, la observó mientras empezaba a pasearse arriba y abajo en la longitud de la pequeña cocina—. Solo se trata de que tan lejos lo presiones. Atrás y adelante. Atrás y adelante. Manos por el pelo, sacudidas irregulares. Otra vez. —David me dejó —dijo abruptamente al fin—. No pudo aceptar el hecho de que me encontrara despierta, mirándolo, cinco noches seguidas y con mis ojos brillando. —Una risita tonta que no pudo ocultar un terrible dolor, que sabía, había roto su corazón abierto—. Yo no miraba su cara. —¿Has estado alimentándote? —Holly tenía una limitada necesidad de sangre y Dmitri se había asegurado que sea provista con ella. Su respuesta fue patear el refrigerador tan fuerte que abolló la pulida superficie blanca. —¡Sangre muerta! ¿Quién la quiere? Creo que voy a ir por un lindo y suave cuello tan pronto como pueda escaparme de los guardaespaldas de mierda. Al entrar en la cocina propiamente dicha, Dmitri caminó alrededor para agarrar sus manos, deteniéndola. Luego levantó la muñeca a su boca. — Aliméntate. —Su sangre era potente, podría satisfacer cualquier necesidad que tuviera.

Deseaba ser la chica que fue una vez, antes de Uram. La que acababa de asegurarse un puesto codiciado en una casa de moda, la que amaba las telas y el diseño, y que se había reído con sus amigas mientras se dirigían al cine para llegar retrasadas a la función.

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Ninguno de esos amigos lo lograron.

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Como él sabía que haría, se apartó y se deslizó hacia abajo para sentarse, para esconderse, en un rincón de la cocina, con los brazos enlazados alrededor de sus rodillas y la cabeza baja, en tanto balancea su cuerpo. Porque a pesar de sus palabras, Holly no quería tocar un donante humano, no quería creer que había cambiado a un nivel tan fundamental.

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NALINI SINGH Volteándose a la nevera, consiguió una de las bolsas de sangre que había entregado de forma regular y la vertió en un vaso antes de ir a ponerse en cuclillas a su lado. Echó hacia atrás un mechón de cabello negro brillante, actualmente con vetas de algodón de azúcar, coloreada con brillos y dijo—: Bebe. —Nada más fue necesario, Holly sabía que no la dejaría hasta que el vaso estuviera vacío. Extraños, ojos llenos de odio. —Quiero matarte. Cada vez que entras por esa puerta, quiero tomar un machete y cortar tu cabeza. —Tragó la sangre y luego, estrelló el vaso vacío en el suelo con tanta fuerza que se rompió un lado. Utilizando un pañuelo de papel para limpiarse la boca, lo arrojó a la basura antes de pararse y apoyarse en un armario frente a ella. —Hoy una mujer me cortó el rostro —le dijo—. No con un machete, pero si con una cuchilla de lanzamiento. Los ojos de Holly repasaron superficialmente sobre la piel sin marcas. — Mierda. —Estoy bastante seguro de que iba por la yugular, pero fui demasiado rápido. —Y Honor se había movido con mucha más gracia de lo que la creía capaz antes de esa pequeña demostración. La mujer fue entrenada en algún tipo de arte marcial, entrenada a un nivel que significaba que no era un victima indefensa. Y sin embargo, se había convertido en una. —Lástima que perdió —murmuró Holly… antes de hacer la pregunta que había quedado en el aire desde el instante que entró en la casa—. ¿Por qué no me dejas morir, Dmitri? —Sus palabras fueron una súplica. No sabía por qué no la había matado en el instante en que empezó a mostrar signos de un cambio letal, y por eso no respondió. En cambio, agachado en cuclillas, inclinó su rostro con los dedos bajo la barbilla. —Si llega una ejecución, Holly —murmuró—. Nunca me verás llegar. —Rápido y veloz, así sería, no la tendría todas las noches ahogándose en miedo. —Ella murió asustada, Dmitri. Si tan sólo me hubieras dado lo que pedí, todavía estaría viva. —Un suspiro, elegantes dedos rozando su pómulo mientras rompía el abrazo de hierro que había dejado marcas en su piel. —¿Quieres lo mismo para Misha?

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Fue un intento de borrarse a sí misma, y él no lo permitiría, pero no haría ningún daño que la dejase establecer una línea entre su pasado y el presente. Tal vez entonces, comenzaría por fin a vivir esta nueva vida. —¿Cómo quieres que te llame?

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—No me llames así. —La voz áspera de Holly fracturando la triturada memoria de los árboles de su dolorosa existencia—. Holly murió en ese almacén. Lo que salió es otra cosa.

NALINI SINGH —¿Qué tal Uram? —Una pregunta amarga—. Él ya no necesita el nombre, después de todo. —No. —No la dejaría hacerse daño de tal manera, su propio nombre, una venenosa mortaja—. Elige otra vez. Ella golpeó con sus puños su pecho, pero su ira se encontraba impregnada de dolor y sabía que no lucharía contra él en esto. —Sorrow5 —susurró después de un largo silencio—. Llámame Sorrow. No era un nombre alegre, uno sin esperanza, pero le daría esa opción, ya que le habían robado tantas de ella. —Sorrow, entonces. —Se inclinó hacia adelante, apretó lo labios en su frente, el flequillo de hojas de seda contra sus labios, sus huesos finos, frágiles, tan vulnerables en sus manos.

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En ese instante supo por qué no la había matado todavía. En edad no obstante, era una niña para él. Una niña peligrosa, pero una niña al fin y al cabo, asustada e intentando tan duramente ocultarlo. Y el asesinato de un niño… que dejó una cicatriz en el alma de un hombre que nunca pudo, jamás ser borrada.

Sorrow: Dolor en español.

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NALINI SINGH

4 Traducido por Majo_Smile ♥ Corregido por Chio

De vuelta en el Gremio de la Academia después de la medianoche, Honor puso la bolsa del ordenador portátil sobre la mesa pequeña junto al armario de su habitación. La cama ocupaba la mayor parte del espacio restante. La habitación era adecuada, ya que la mayoría de los cazadores sólo la utilizaban los trimestres en los que tenían que hacer una sesión corta e intensa de instrucción en la Academia. Honor había estado ahí desde el día en que se le permitió salir del hospital. No era porque no podía pagar algo mejor. Teniendo en cuenta, los honorarios de los cazadores al mando como consecuencia de la naturaleza de alto riesgo de su trabajo, y el hecho de que no había tenido tiempo de inactividad en realidad tanto en lo que gastar ese dinero, se había construido unos ahorros considerables antes del secuestro. Nada de esto había sido tocado durante su convalecencia, ya que el Gremio cubría los gastos médicos de todos los cazadores. La verdad era, que podía entrar en un ático si eso era lo que quería. Simplemente no le había parecido la pena el esfuerzo para salir. Excepto esa noche, la habitación era de repente una jaula. ¿Cómo podía haber sido tan insensible que no se había dado cuenta de los confines claustrofóbicos? La realización de la profundidad de su apatía era una bofetada, que hacía que la cabeza se anulara pero no lo suficiente para resolver su dura respuesta a las paredes a su alrededor. Comenzó a sudar, se arrancó la camiseta y la dejó caer sobre la cama, pero aquello no hizo nada para enfriarla.

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Pocos minutos después de que el pensamiento pasó por su cabeza, vestía un elegante traje de baño negro de una sola pieza, una bata de toalla alrededor de su cuerpo. En su camino a la piscina de la Academia se encontró con los amantes de la noche, sólo se detuvo el tiempo suficiente para saludar antes de continuar su camino, y no tardó en caer en las aguas cristalinas de color azul que prometían paz.

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Agua.

NALINI SINGH Derrame cerebral, accidente cerebrovascular, respirar. Derrame cerebral, accidente cerebrovascular, respirar. El ritmo era mejor que meditar. Le tomó diez cuerpos, pero al final de la misma, se encontraba en calma. Sin embargo, la sensación de asfixia golpeó de nuevo en el instante en que regresó a su habitación, ahora que se había dado cuenta de su diminuto tamaño, no podía sacarlo de su cabeza. Y no había manera de que fuera capaz de dormir, incluso si se obligaba a ir a la cama. Sus pesadillas, malévolas, arañando cosas, lo suficientemente malas sin necesidad de añadir el pánico claustrofóbico a la mezcla. Después de haberse bañado en la piscina, se puso ropa limpia y recogió su portátil. La biblioteca se veía tranquila en ese momento de la noche, pero no abandonada. Había un par de instructores en los trabajos de investigación y un cazador que parecía haber llegado en el servicio activo. Una simple mirada a ese brillante cabello oscuro, esas botas gastadas y sus labios se curvaron en una grata sorpresa. —¿Ashwini? La persona alta, de piernas largas de cazador dejó el libro que había estado examinando y giró sobre sus talones. La cara se agrietó en una sonrisa que la volvió impotentemente hermosa, dio un —¡Whoop! —Y saltó por encima de una mesa de la biblioteca para dar a Honor un fuerte abrazo. No había rastro que quedara de la pelea a cuchillo que la había dejado gravemente herida no hace mucho tiempo. Riendo, Honor le devolvió el abrazo, Ash fue una de las personas raras que nunca había tenido problemas para permitir que acercara, incluso directamente después del asalto. Tal vez fue debido a que la otra cazadora era su mejor amiga... y tal vez fue porque Ashwini fue la que le arrancó la venda y le disparó a las cadenas que la mantuvieron atrapada e impotente, su cuerpo, un pedazo de carne de sus captores. —Te tengo Honor, que los hijos de puta no te toquen de nuevo. —¿Qué estás haciendo aquí, loca? —Preguntó, centrándose en el hecho de que sus amigos nunca habían renunciado a ella, en lugar de los miasmas pútridos de una memoria mucho más vil.

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—Es curioso, Demarco. ¿No se llamó control de ruido en tu última fiesta?

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Un sonoro beso en la mejilla antes de que Ashwini se echara para atrás. —Vine a verte, no te encontré en el cuarto, así que vine aquí a esperar. — Mirando a su alrededor, cuando uno de los instructores dijo Shh en voz alta, ella rodó los ojos.

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NALINI SINGH El cazador alto y delgado, con el pelo rubio y la panceta de un hombre que amaba el sol, sonrió y señaló con el dedo. —Yo sabía que se encontraban allí, la Sra. Flaming Pantalones Mentirosos. —Ésta es una biblioteca, gente —dijo el último hombre en la habitación, las botas llenas de cicatrices sobre una mesa de lectura y un libro forrado en cuero abierto por delante de su cara. Ash y Demarco abuchearon. Porque Ransom era la última persona que esperarías encontrar en una biblioteca, excepto que estuviera liado con una bibliotecaria. Eso, Honor pensó, tendría que verlo para creerlo. Dejó el libro en su regazo y se reclinó en su silla, los brazos cruzados detrás de su cabeza. —Sabes, estoy enseñando un curso avanzado de cómo tratar con la Hermandad del Ala cuando sea necesario. Ashwini empezó a jugar con el hermoso pelo negro de Ransom, tirando hacia fuera de su cola habitual para enredarlo entre sus dedos. —¿Qué acondicionador estas usando, Profesor Ransom? Pensaba en cambiar de marca. —Vete a la mierda —dijo sin calor mientras miraba a Demarco—. Tengo hambre. El otro cazador hizo una pausa, asintió con la cabeza con decisión. —Sí, yo también. Así fue como Honor se encontró sentada en un comedor de otro modo desierto con otros tres cazadores, hablando mierda. Era algo que no había hecho durante meses, incluso empujando a Ash lejos, cuando su mejor amiga trató de sacarla y ahora no podía entender por qué. Por primera vez desde que se había escapado de aquel infierno donde había estado a punto de morir, se sentía real, una persona, en lugar de un tono más olvidado, una ilusión translúcida. Deja de mentirte a ti misma, Honor.

La mirada de Dmitri había dejado claro que apreciaba sus curvas, que no tenía ningún problema con el hecho de que la forma de su cuerpo natural era

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Su mano se cerró sobre el mango de la taza de café. Ya había comido un sándwich de queso tostado y plátano, verdaderamente hambrienta por primera vez en meses, aunque el plan de la nutricionista del Gremio era una alimentación estricta, significaba que poco a poco había regresado a un peso saludable durante el último medio año. No había probado nada de eso, sólo había cumplido porque era más fácil que discutir.

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Se había sentido muy real, muy viva, en la Torre. Enfriada por el temor, que le había dejado la piel pegajosa de sudor y por su profunda compulsión hacia un vampiro, que la había mirado con deseo sexual, con oscuridad, sin embargo, gritando ternura en sus ojos, pero vivo.

NALINI SINGH demasiado como el reloj de arena que se encontraba actualmente de moda. Él, pensó, el placer exquisito con que acariciaría cada centímetro del cuerpo de una mujer con sus manos... si no se encontraba de humor para hacerle un poco de daño. —¿Alguno se reunió con Dmitri? —Se vio a si misma preguntando durante una pausa en la conversación, molesta por el hecho de que ni siquiera supiera más allá de cualquier duda, que sería malo para ella, no podía dejar de pensar en la curva ligeramente completa de su labio inferior. Una indulgencia peligrosa, una locura pequeña. —Sí. —Ransom tragó la Pop-Tart en la boca—. Cuando Elena desapareció. Frío hijo de puta. No es alguien que te gustaría ejecutar en un callejón desierto. —Un reto. Acepto. Hubiera sido fácil de decirse a sí misma que había estado jugando con ella, divirtiéndose a su costa... excepto que sabía, con bastante seguridad, que un hombre no miraba a una mujer con ese tipo de calor soñoliento en sus ojos, a menos que estuviera planeando tener su desnudo e indefenso cuerpo debajo de él, con sus piernas extendidas. —Oye. —La voz de Ashwini, de tono bajo, patinando entre Demarco y la conversación de Ransom—. He oído que te consultan para la Torre. ¿Dmitri? —Le corte —susurró ella, el recuerdo del acto en sí seguía siendo una nada negra en su mente. Ashwini tenía una sonrisa salvaje. —Bien por ti. Bastardo, probablemente se lo merecía. Mirando a su mejor amiga, Honor se echó a reír y fue la primera vez que lo había hecho, desde que Ash y Ransom la sacaron de ese pozo sucio, golpeado y violado y el sangrado de marcas de tantas mordeduras, desgarrando en su carne que los médicos la habían puesto en un baño antiséptico, no queriendo perder una de las heridas.

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El ángel que cayó a su lado era a la vez familiar y desagradable. — Favashi —dijo, porque esperaba la visita. El progreso del arcángel había sido seguido desde que fue descubierto una hora fuera de la costa de Boston—. ¿Has venido a reclamar el territorio de Rafael, mientras está en el Lejano Oriente?

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Desinteresado por el sueño, esa noche, Dmitri se hallaba de pie en el balcón de vidrio fuera de su suite de la Torre cuando, la sombra de alas nocturnas se apoderaba de él y entonces bajo.

NALINI SINGH Favashi con su cara serena no dejó traslucir nada mientras doblada hacia atrás las alas, de crema suave y exquisita. —Los dos sabemos que tienes más fuerza que yo, Dmitri. E incluso si no lo sé, te llevará a sus Siete. Sería una tonta de pie en tu contra en la batalla. Resopló, a pesar de que tenía razón. Su fuerza como vampiro, junto con su inteligencia y experiencia a la hora de luchar contra las situaciones, era la certeza de que ninguna ciudad jamás caería bajo su mandato. ¿Y esta ciudad? Había observado desde mucho antes de que fuera una joya codiciada por muchos, nunca lo dejaría caer en manos enemigas. —¿Así que estás aquí para acariciar mi ego? —Ronroneó, su tono de voz tan mortal como el filo de un bisturí—. Lástima que las manos que prefiero acariciándome no pertenecen a una perra de sangre fría. Fuego en los ojos, un vistazo del poder vicioso que vivía detrás de la máscara de una hermosa princesa persa, elegante y benevolente. —Sigo siendo un arcángel, Dmitri. —El látigo de la arrogancia era el recordatorio, pero luego sus labios se curvaron—. Yo era una tonta y ésta es mi recompensa. ¿Nunca te perdonarás la ambición de una mujer joven? Dmitri la miró fijamente, este arcángel al cual había creado, por un momento brillante, para que se arrastrara fuera del abismo y en la luz una vez más. Con el cabello de un exuberante castaño y ojos del mismo tono, piel cremosa de oro de Persia, cuerpo de una diosa, Favashi era una reina que miraba por parte. Los hombres habían luchado y muerto por ella, la adoraban. Las mujeres habían visto una gracia que no hubo en Michaela, la más bella de todos los arcángeles, por lo que le sirvieron lealmente con las manos y corazones dispuestos, sin comprender jamás que Favashi era tan despiadada como sus hermanos en el Cadre. —La ambición —dijo—, tiene su precio.

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—Un hombre podría grabar nada en tus desiertos sin haber sido encontrado. —No tuvo dudas de que Favashi había enterrado más de un cuerpo debajo de las dunas de arena. No tenía un problema con eso, había enterrado algunos cuerpos por si mismo. Con lo que tenía problemas era con el hecho de que no sólo lo había engañado en la creencia en ella, si no que había esperado llevarlo en una correa, su propio perro de la guardia personal, asesino de semen.

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La quema de sus alas, como si para exponerlos para acariciar la lánguida noche, Favashi volvió el rostro hacia el paisaje nocturno de diamante incrustado que era Manhattan. —Un lugar impresionante, pero tan duro. Mi tierra es más suave.

NALINI SINGH Una vez, hace mucho tiempo, otra vida; Dmitri se había convertido en un objeto para ser usado. Nunca más. —¿Por qué estás aquí? —He venido a verte. —Una respuesta simple, pero su voz tenía una música suave y exótica que se convirtió en una invitación—. La mentira está en el pasado donde pertenece. Te corte de nuevo. —No. —Capturó su muñeca mientras levantó la mano para tocarle la cara, apretando tan fuerte que hubiera fracturado los huesos de una mujer mortal—. La última vez que un ángel trató de cortejarte —susurró, inclinándose para hablar con sus labios rozando su cuello—, terminó en pedazos del tamaño de un bocado para tirar después a los perros. —Fue él, quien había cortejado a Favashi antes, o al menos ella le permitió creer que había llevado la danza. La única cosa buena que había salido de la experiencia fue que nunca más cometería el error de creer las mentiras dulces de una mujer. Pasó sus labios a lo largo del borde sensible de la oreja, que chupó a la ligera, ya que conocía era su punto débil, mientras frotaba su pulgar sobre el pulso creciente en la muñeca que aún sostenía. —Vi el alimento de los perros —murmuró, extendiendo la mano libre para deslizar los dedos sobre los arcos de las curvas de las alas en la más íntima de las caricias—, y ojala me hubiera tomado más tiempo para esculpir con la hoja. Favashi arranco su muñeca y se apartó. Poco importaba, sus ojos se encontraban dilatados, su piel enrojecida. Él sonrió, le colocó el dedo de forma deliberada en la aceleración del pulso en el cuello. —La cama no es mucho si quiere ser atendida, mi señora Favashi. No acobardarse ante el burlón apelativo. Era un arcángel, después de todo. Pero su tono celebró una preocupación, que una vez lo engañó, haciéndole creer que le importaba. —No eres quien fuiste una vez, Dmitri. No tendría un hombre como tú en mi cama. —Es una pena. Tengo tantas cosas que disfrutaría haciéndote. —Nada de esto tendría que ver con el placer—. Ahora —dijo, después de haber tenido suficiente de juegos—, me dices la verdadera razón de que estés aquí.

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—He decidido que es momento de unirme a ellos, eras el único que parecía una elección adecuada. —El frío cálculo de un inmortal—. Sea o no alguna vez de confianza en mi cama, la invitación está hecha. Considera cuánto poder tendrías a tu disposición como mi consorte. —Con eso, liberó las alas, que una vez había acariciado cuando se arqueaba por encima de él desnuda, y barrieron por el balcón.

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Un mechón de pelo negro jugó en su cara antes de caer, como cayó el viento. —Decía la verdad. —Su rostro impecable de perfil, ella vio a un grupo de ángeles en el ángulo de la tierra en un balcón inferior, las alas ahuecadas hacia adentro para disminuir la velocidad de su descenso—. Rafael y Elías ambos tienen consortes y son estables, a diferencia de los otros en el Gremio.

NALINI SINGH Haciendo una llamada para asegurarse que ella estaría fuera del país, Dmitri dio la cara contra el viento de la noche fresca que sostenían filamentos del Hudson entrelazadas con el ritmo frenético de la ciudad salvaje, viva de acero y cristal y el corazón. Favashi no entendía nada y probablemente nunca lo haría. El hecho era que Elena era débil, demasiado débil como para ser consorte de un arcángel, y sin embargo, Rafael la amaba. Mientras Dmitri, como el líder de los Siete de Rafael, no podía aceptar tal debilidad, el mortal que una vez había sido, el que había amado a una mujer con una boca ancha y ojos de color marrón... ese hombre entendió lo que era amar tan profundamente que era una especie de locura hermosa.

Un calor abrasador. Carne carbonizada. Gritos. Las palabras que ella debía entender, pero no podía. El dolor, abrasador, cegador... pero abrumado por la angustia. —No, no, no. Bruscamente salió de la pesadilla por el sonido de su propia voz, Honor tocó su cara para encontrar una sola lágrima derramada sobre su mejilla. Se sobresaltó. La mayor parte del tiempo en que soñaba con el sótano, se despertaba rígida, con agitación, náuseas, terror, en el intestino. A veces salía a la superficie enfurecida, con la mano sin sangre en torno a un arma. La única cosa que no hizo, no lo había hecho desde el rescate, era gritar. No cuando despertaba, tampoco cuando dormía.

Ahora, empacó su ordenador portátil y las fotocopias que había hecho a partir de una serie de textos, se dirigió a su habitación. Su pequeña, asfixiante celda de una habitación —agotada o no, sabía que el sueño iba a ser imposible. Llamaría a Ashwini, puesto que la otra cazadora había salido, después de haber sido llamada para una cacería local, cogió su teléfono celular.

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—Honor ¿Qué necesitas?

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Frotó la manga sobre la humedad para erradicar la evidencia de su pérdida de control, tomó una mirada consciente de sí misma en torno a la biblioteca. Se hallaba desierta, y un vistazo a su reloj le mostró por qué, eran las 5 a.m. Ashwini y Demarco la habían dejado y Ransom en algún momento después y se recordó murmurando —Adiós —al otro cazador, también, fue a la cama después de una hora.

—¿Puedes hablar?

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NALINI SINGH —Sí, acabo de llegar a casa después de oprimir en el empeine del idiota vampiro. —¿Ya? —Tenía que ser algún tipo de record. —Tuvo la brillante idea de esconderse en casa de su mamá. Como si no fuera el primer lugar al que iríamos a ver. Era en momentos como éste, que Honor se recordaba a la fuerza, que los vampiros alguna vez habían sido humanos. Los ecos que podrían tardar décadas en desaparecer... a pesar de sabía de que no quedó nadie en Dmtri. — Dijiste algo sobre un apartamento gratis en tu edificio la última vez que estuviste aquí —dijo, enojada consigo misma por no haber podido dejar de pensar en la criatura letal, sensual, que la miró con los ojos llenos de intención mostrada—. ¿Supones que aún está? —Nop. Porque puse tu nombre para ello. Honor arrastró su trasero hacia la cama. —Lo sabías. —Es de planta abierta —dijo Ashwini, en lugar de responder a la pregunta implícita—. De vidrio en todas partes, y mientras que eso sería un riesgo de seguridad más abajo, estará en el piso 31. Podría haber elegido el tipo de bloqueo en la unidad de almacenamiento y movido todas tus cosas en la última semana, pero si se lo dices a alguien, les diré a los gremlins que lo hiciste. En cualquier otro momento, con cualquier otra persona, Honor se hubiera enojado, pero se trataba de Ash, que había comprendido que necesitaba escapar. —Te debo una. —¿Quieres que vaya a buscarte? Todavía tengo el coche de la sesión de la caza. Honor miró alrededor de su habitación. —Dame un par de horas para empacar aquí. —No tenía mucho, pero era una regla tácita que la cama iba a ser despojada, el piso aspirado y quitado la basura, antes de la salida—. Te veré por la puerta principal. —¿Honor? —¿Sí?

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—Es bueno tenerte de vuelta.

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NALINI SINGH

5 Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por tamis11

Había mentido a Favashi. Dmitri maniobró el Ferrari de regreso a Manhattan, después de haber viajado temprano por la mañana a través del río al Ángel de enclave- hacia la casa de Rafael. Durante el tiempo que había estado enjaulado, había amenazado una vez en alimentar a sus perros con Isis. Pero en realidad, después de que había apuñalado al ángel tantas veces que su corazón había sido nada más que una pulpa gruesa, con sangre, Rafael había arrancado la cabeza de un solo y vicioso tirón. Luego, juntos, los dos habían cortado a la perra en trozos pequeños, pero no para tirarlos a sus perros de caza. No, la habían quemado hasta las cenizas en un conjunto de incendios en el centro de su patio. A diferencia de un arcángel, Isis no había sido lo suficientemente potente como para volver de eso. Dmitri nunca se había arrepentido de la brutalidad de lo que habían hecho. Había sido necesario para asegurarse de que no volvería a levantarse. Él sólo deseaba que pudiera haber tomado más tiempo, la hizo gritar y rogar y suplicar... como su Ingrede debió hacer. Pero Misha había estado sola y asustada en el lugar frío, sin luz por debajo de la torre del homenaje, devolviéndole, la prioridad número uno de Dmitri. —¡Papá! ¡Papá! —Su hijo, tratando de encontrarlo a través de las piedras, las pequeñas manos hinchadas y con moretones de sus vanos intentos de liberarse de las cadenas alrededor de su cuello con sus uñas, la cosa indecible que ni Dmitri, ni Rafael habían sido capaz de eliminar sin hacerle daño. —Shh, Misha. —Él trató de mantener la calma, no permitir que su agonía saliera, mientras tomaba las manos rotas en las suyas, y las llevaba a sus labios.

—Estoy aquí ahora. —Su hijo mayor sujetaba el cuerpo pequeño, febril en sus brazos, con fuerza, con tanta fuerza—. Va a estar bien.

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El pecho se tensó con un dolor que nunca había disminuido, Dmitri empujó el control remoto que le permitió acceder a la extensa playa de

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—Es sólo un rasguño. Papá está muy bien. —Habiendo tomado la llave de Isis, abrió el hierro que sujetaba a Misha encadenado, lo arrojó lejos.

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NALINI SINGH estacionamiento debajo de la Torre. Silencioso y veloz, la puerta se abrió a la vez. El Ferrari ronroneó en su lugar habitual, y un par de minutos más tarde, él se encontraba fuera y se dirigía hacia el ascensor, los recuerdos que figuraban detrás de las paredes que nadie había infringido. Justo mientras las puertas se abrían, sonó su celular, la recepcionista le informo de la llegada de Honor. Una oscura anticipación zumbo a través de él, lo suficientemente intensa como para que no hubiese ninguna posibilidad de liberarse antes de saciar su hambre. —La voy a acompañar —dijo. La recepcionista miró el instante en que salió en el piso del vestíbulo, la tensión alrededor de su bonita boca. —Señor, hay… —Dmitri. —Una voz bien ventilada, entrecortada de mujer. Se volvió y encontró a una rubia voluptuosa empujar la pared en la que al parecer había estado esperando. —Carmen —dijo, consciente de Honor de pie a un par de metros de distancia—. ¿Tienes negocios en la Torre? Él hizo caso omiso a un guardia que se acercó, la razón por la que Carmen le había permitido llegar hasta el vestíbulo era la misma por la que ella era el problema de Dmitri de manejar. El ser humano impresionante, con el pelo revuelto como si hubiera rodado de la cama hace un segundo —aunque sus labios estaban pintados a la perfección, sus grandes ojos azules delineados con kohl— puso su mano sobre su pecho, acariciando hasta doblar los dedos en la solapa. —No tengo negocios contigo. —Nada, si no elegante en su sexualidad sensual, ella ladeó la cabeza una fracción a la izquierda. Él no se perdió la invitación. Poniendo la mano en su muñeca, la aparto con una dulzura que ella confundió con cuidado. Hasta que dijo: —Hemos follado una vez, Carmen. No está sucediendo de nuevo. —Su cara se coloreo, brillante, con una emoción que no era cólera, pero corría en lo caliente.

—Lo sé. —Era parte de la razón por la que nunca volvería a llevarla a su cama. Había estado demasiado dispuesta desde el principio, y mientras que Dmitri no tenía nada contra la voluntad, le gustaban sus mujeres suaves y húmedas, la bienvenida de Carmen quería algo más que sexo. Dmitri no lo haría. No con ella. No con cualquier mujer.

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—Vete a casa, Carmen.

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—Dios mío, eres un bastardo. —Un rastro de sangre a través de las copas cremosas de sus pechos, expuestos por el cuello de la vaina profunda seria que encerraba su cuerpo—. Hare lo que quieras.

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NALINI SINGH En su lugar, se apretó contra él, presionando sus pezones a través del material gris paloma de su vestido para dejar claro que, elegantemente sexy o no, no llevaba sujetador. —Sólo una vez más, Dmitri. —El ruido sordo de hambre en su pulso—. Quiero sentir tus colmillos a través de mi piel. —El estremecimiento que rodó a través de ella era casi orgásmico—. Por favor, sólo una vez. —Cualquier vampiro lo puede hacer, Carmen. Los dos sabemos eso. —Se había convertido en adicta al placer que el beso de un vampiro podría conceder, algo que no se había dado cuenta hasta después de que le había llevado a la cama—. No follo y me alimento de la misma mujer. —Era una regla de hierro. Sus manos se crisparon en las solapas de su traje. —Cualquier cosa, Dmitri. —No quieres decirme eso. —Él permitió que el depredador frío y oscuro subiera a la superficie, para llenar sus ojos mientras bajaba la voz para mantener la amenaza pura, seda—. No juego bien y nunca lo deje cuando lo pidieron. —Levantando su dedo, tocándola casi con delicadeza en su pómulo, la violencia era una hoja sin piedad, como resultado de los recuerdos que había comenzado repentinamente en la superficie—. ¿Quieres que te lastime? Carmen se puso blanca, no se resistió cuando uno de los vampiros de guardia le puso una mano sobre su brazo al minuto, por el gesto de Dmitri. Viéndola ir, se volvió hacia Honor. —Ahora, tú —murmuró, sin haber perdido la conciencia de los latidos del staccato6 de su pulso, el pico dentado de la respiración, la sutil complejidad de su aroma—. Tú, quieres decirme esas palabras. —Un soplo en el aspirado. —No me acuesto con hombres que se bajen en hacerme sangrar. —Una ira mordaz en esas palabras... y algo más antiguo, más rico, más oscuro. Habiéndola buscado, le sonrió y sabía por la mirada de sus ojos que había dejado un poco demasiado de sí mismo a través de la sangre, la cuchilla muy letal. —Bien —murmuró—. Va a ser más dulce cuando te tenga. —Manchas de color en sus mejillas, a pesar de que podía oír su corazón latiendo como el de una criatura pequeña, atrapada, presa del pánico y tartamudez. —No follo.

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En notación musical es un signo de articulación que indica que la nota se acorta respecto de su valor original.

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—Tú —dijo, con ganas de poner su boca sobre su pulso y chupar—. No follo. No la primera vez de todos modos.

NALINI SINGH A pesar de las palabras que había elegido, Honor no estaba segura de que Dmitri hablara de sexo en absoluto, con ese ronroneo oscuro de una voz, que era a la vez la decadencia más pecaminosa y una advertencia mortal. Había miedo en Carmen con la amenaza silenciosa, calculada, era temida por todos los otros vampiros en la ciudad y sin embargo, se encontraba de pie a su tierra, su valor proviene de alguna parte oculta de la que no entendía. Tal vez colapsaría en un lío ininteligible cuando estuviera sola, pero ella no se rompería en frente de este vampiro que había mirado a una ex amante con la misma distancia individual como otro hombre podría a un insecto. —Si quieres saber de lo que me enteré, lárgate como el infierno fuera de mi espacio personal. —Él no se movió. —Es una lástima que no eres uno de los sabuesos. —Perfume —dijo, capturando la respiración al sentir la más leve caricia de pelo negro y diamantes enredando sus sentidos—. Sara me dijo que puedes atraer con el olor. Le hizo preguntarse a cuantos cazadores había llamado, desnudos y dispuestos, a la cama sin nada más que la embriaguez de su capacidad. —No soy una cazadora nata —argumentó, a pesar de que acababa de convertirse en claro que muy bien podía haber tenido uno de ellos en su linaje. Y Dmitri lo sabía. Esos labios hermosos ajustándose en la más mínima curva, inclinó la cabeza hacia los ascensores. —Ven, conejita. Apretando los dientes, se obligó a seguir, aunque su corazón amenazaba con un puñetazo en su pecho ante la idea de estar atrapada en un ascensor con él. Por desgracia, la fuga no era una opción. No había a donde ir en esta ciudad en la que no le siguiera la pista. Y lo haría, porque tenía lo que necesitaba. El hecho de que quería dormir con ella era un complemento, una distracción.

—Carmen tenía razón. Eres un bastardo. —En el hoyo, uno de los vampiros había utilizado sus colmillos para bombear algo en su torrente

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—Murió, tal vez un día antes de que la cabeza fuera descubierta. —Ojos oscuros, demorándose en cada curva y sombra de su rostro—. Necesitas reducir la velocidad de tu pulso, Honor. O me lo tomaré como una invitación. Y ambos sabemos lo mucho que disfrutarías de mis colmillos. —Un nudo turbio en su estómago.

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—¿Tus personas han descubierto algo más sobre la víctima? —Preguntó, cubierta de sudor a lo largo de su columna vertebral, ya que llegaron al ascensor.

NALINI SINGH sanguíneo que se destinaba a hacer las cosas placenteras para el donante, lo que obligaba al orgasmo una y otra vez, una violación a sus sentidos con la que no podía luchar. Había vomitado después de haber terminado, muy a su disgusto. Helados cubos de agua lanzada sobre ella había sido su castigo. —Prefiero comer uñas que permitirte estar cerca de mi. —Una analogía colorida, pero no hay que forzar mi comida. — Extendiendo su brazo para mantener las puertas del ascensor cerradas, esperó—. Como has visto, eso viene rogando a mi puerta. —Él siguió sosteniendo el ascensor, incluso cuando empezó a sonar. De ninguna manera en el infierno lo iba a dejar ganar. Sonrió cuando ella entró, y otra vez, era la sonrisa de un depredador. Sin el calor o cualquier atisbo de humanidad. —Por lo tanto, al conejo tembloroso todavía le queda una espina. —Las puertas se cerraron con un sonido sibilante. —¿Cómo está tu cara? —Preguntó, su mano picando por la cuchilla. Se dio la vuelta para que pudiera ver la mejilla que se había cortado. La miel oscura de su piel era suave y cálida con salud, una vez más, el tipo de piel que invitaba a tocar... si se le olvidaba el hecho de que era tan peligroso como una cobra mirando a su presa. —El vampiro tatuado —dijo, inclinándose indolentemente contra la pared, con una voz lánguidamente acariciante—. Apenas si fue hecho. Dos meses antiguo como máximo. No debería haber estado fuera de contención. — Frunció el ceño y se mordió el interior de su labio. —Los cazadores no suelen tener nada que ver con los vampiros así de jóvenes. He oído que son relativamente débiles. —Débil es la palabra. —Mirando hacia las puertas que se abrían, asintió con la cabeza hacia ella para que saliera. Cerró sus pies en su lugar. —Después de ti. —Si quisiera ir por tu garganta, Honor —dijo en esa misma voz engañosamente perezosa—. Te habría clavado en la pared antes de que me vieras moverme. Sí, lo sabía. Pero no cambiaba las cosas. —Me puedo quedar aquí todo el

Eso arrancó el orgullo que Honor no había pensado que todavía tenía, él sabía cómo había sido envilecida y degradada, como había sido menos que un

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Una vez más, Dmitri extendió su brazo para evitar que la puerta se cierre. —¿Quién eras antes de que ellos llegaran por ti?

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día.

NALINI SINGH animal, pero encontró su voz en una rabia que había crecido en un silencio frágil desde el día que salió a trompicones de la fosa. —Tengo mi propia pregunta. —Una ceja levantada. —¿Por qué demonios están ellos todavía caminando por ahí? —Mientras estuviera atrapada en este cuerpo no podría olvidar los moretones, los huesos rotos, pero sobre todo, la pérdida dolorosa de su derecho a tomar una decisión, para permitir o no permitir un toque. Algo frío, frío nadó detrás de los ojos oscuros de Dmitri. —Debido a que todavía no saben que están muertos. —Las palabras heladas—. ¿Te gustaría verlos cuando los haga gritar? Congeló su sangre en sus venas. Dmitri sonrió. —¿Qué fantasías has estado teniendo, conejito? ¿Apuñaleando sus ojos, tal vez, dejar que vuelvan a crecer por lo que podrías hacerlo de nuevo? —Un susurro terrible, sensual—. ¿Romper sus huesos con un martillo mientras están conscientes? —Sin esperar respuesta, salió del ascensor. Después, se quedó mirando la chaqueta de traje negro quedaba tan perfectamente, sobre los anchos hombros gráciles con una especie de líquidos músculos. Nada acerca de Dmitri era inferior a lo sofisticado. Incluso su violencia. Y sin embargo, había llegado aterradoramente cerca de adivinar los sueños perversos entretenidos cuando pensaba en tener a sus atacantes a su merced —en una habitación fría, carente de luz, como la habían tenido. —Lo sé —dijo, como si le hubiera leído la mente—, porque una vez corte la lengua de alguien que me había hecho prisionero. —Algo dormido dentro de ella despertó, algo esperando, una vieja parte con hambre de su respuesta a la pregunta que se vio obligada a pedir. —¿Fue suficiente? —No, pero fue satisfactorio, sin embargo. —Empujando a través de la puerta de su oficina, se acercó a las ventanas—. Aquellos que dicen que la venganza te come se equivocan, no es así, no si lo haces bien. —Echando un vistazo por encima del hombro, le dio una sonrisa rápida que tanto fascinaba como aterrorizaba—. Me aseguraré de invitarte cuando los encuentre.

—Incluso antes del ataque —dijo, clavando las uñas en las palmas—. No era el tipo de cazador que juega con los vampiros. —A pesar de que no tenía

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—Ven aquí, Honor. —Una orden torcida con el sabor leve de algunas especias exóticas que hacía que sus pechos se hincharan, capturando el aliento. Era algo bueno que pareciera tener sólo la mera caída de la línea de sangre de caza.

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—Pareces seguro de que lo harás. —Él no contestó, como si se tratara de un hecho que había cazado a su presa.

NALINI SINGH nada en contra de sus hermanos, que tomaron amantes vampiros, ella sabía suficientemente bien como para saber que necesitaba el compromiso que una clase de casi-inmortales no podía dar. Sus vidas eran demasiado largas, el amor una diversión, la fidelidad un ridículo mortal—. Ser la comida nunca me ha atraído. —Dmitri volvió a apoyarse contra la placa de vidrio de la pared que daba a Manhattan, su belleza masculina crudamente descrita por la penetrante luz del sol a sus espaldas. —Ah, pero creo que sería un delicioso refrigerio. Dmitri observó a la cazadora frente a él, tirar su bolsa de ordenador portátil de su hombro y colocarlo en su escritorio, antes de sacar el equipo delgado. Tenía la cara enrojecida, los pechos empujando contra la sudadera, pero no hubo nada menos que el enfoque inquebrantable en sus propias palabras. —Podemos jugar todo el día o puedo mostrarte lo que he encontrado. —Dmitri, deja de jugar. Las palabras dichas en un lenguaje distante, tan claro como la luz del sol. Había estado enojada con él aquel día, su Ingrede. Y, sin embargo, al final, había caído en la cama, la desnudó hasta la piel y le besó cada centímetro de su cuerpo pequeño y frondoso. Había querido hundirse en ella, tener las manos llenas de sus pechos, sus muslos apretados entre los suyos suaves y carnosos mientras chupaba y lamia sus labios, su cuello. Ese fue el día en que Caterina había sido concebida, más o menos lo que Ingrede siempre había mantenido. —Es por eso que ella es una niña de mal carácter, tu hija. —¿Dmitri? —Lashes está bajando, luchó por aferrarse a un recuerdo que no tuviera nada de dolor o el horror que iba a seguir, sólo para que revolotearan fuera de su alcance. —Estoy escuchando —dijo, los ojos en Honor. Su mirada se detuvo en él y, por un instante, sintió la más desconcertante sensación, como si hubiera estado en este momento antes, pero entonces, parpadeó, miró hacia abajo y se le pasó—. El tatuaje no está en nuestra base de datos. Sin embargo, he enviado algunos sondeos discretos a lo largo de la red de cazadores internacional.

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—¿Has tenido algún éxito descifrando las líneas de texto? —Sus ojos brillaban, la primera vez que había visto una luz en ellos. Le fascinaba la vida repentina, brillante de ella. Esto, pensó, era lo que había sido antes de que

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Dmtri también había pasado la palabra, entre la red de alto nivel, los vampiros que, o bien trabajan en o con cortes de gran alcance. La cooperación a ese nivel era mucho más frecuente de lo que se cree por la mayoría de la gente. Era sólo cuando las cuestiones de territorio y poder se involucraban que las cosas se pusieron problemáticas.

NALINI SINGH hubiese sido rota... antes de que hubiese aprendido a saborear el miedo en cada respiración. Entendió lo que estuvo roto, mejor de lo que podía imaginar. —Mira, Dmitri. —¡No, no lo hagas! —Tirando en contra de sus cadenas hasta sangrar las muñecas—. ¡Voy a hacer lo que quieras, yacer en mis manos y rodillas! —La risa, hermosa y burlona. —Lo harás de todos modos.

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—¡No! ¡No! ¡Por favor!

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NALINI SINGH

6 Traducido por Carlota Corregido por tamis11

—El lenguaje. —La voz de Honor entrelazándose con uno de los momentos más dolorosos de sus cientos de años de existencia—. Es cercano al arameo, pero no del todo. Es casi como si alguien hubiese tomado el arameo como base, y después escribiese su propio… —Tomó una bocanada de aire que levantó los finos rizos que se le habían escapado de su recogido en la nuca—. Yo diría que es un código. Las líneas son un código. Atraído por la suavidad, se acercó, viendo su rigidez—. ¿Puedes descifrarlo? —Va a ser difícil con una muestra tan pequeña —dijo ella, manteniendo su postura—. Pero sí, creo que sí. Ya he empezado. Iba a pedirle más detalles, cuando sonó su teléfono. Al echar un vistazo a la pantalla, vio que era Jason, el jefe de los espías de Rafael y un miembro de los Siete. —Has encontrado algo —le dijo al ángel, pero con la atención fija en el pelo rizado de Honor. —En cierto sentido. Estaré allí en cinco minutos para discutirlo.

Dmitri se metió las manos en los bolsillos. —Yo estaría más preocupado de perder mi teléfono —dijo para sorprenderla, pero una parte de él no estaba seguro de que no fuese verdad.

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Apretando con fuerza el bolígrafo que tenía en su mano, se puso de pie en toda su altura. —Pensaba, que parecías un hombre que podría romperme el cuello, con la misma calma inhumana con la que podrías romper un teléfono móvil.

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Al colgar, Dmitri dirigió su vista al cielo, más allá del cristal de la ventana, buscando la distintiva forma de alas negras. No lo encontró, lo que no era una sorpresa dado que Jason tenía el hábito de volar por encima de la capa de nubes y después descender con un arranque de velocidad. Volviendo su vista a Honor, la atrapó mirándole fijamente. —Normalmente, cuando una mujer me mira así —murmuró con deliberada provocación—, lo considero como una invitación a tomar lo que quiera.

NALINI SINGH La mirada de Honor se mantuvo en su rostro, esos ojos verde medianoche llenos de secretos demasiado antiguos como para pertenecer a una mortal… excepto esta que había vivido un Eón en los meses que había pasado a merced de aquellos que no tenían ninguno. —Todo el mundo —dijo ella—, sabe que los vampiros fueron humanos alguna vez. No estoy segura de que lo fueras. —Yo tampoco. —Una mentira, hecha por los recuerdos que despertaban, recuerdos que incitaron la misma rabia, el horror y la angustia que había sentido hace mucho, en el tiempo en que no era más que una antigua leyenda para los mortales. Sin embargo, Honor no tenía ningún derecho a ese conocimiento. Sólo había desnudado su alma a Ingrede y su mujer llevaba mucho tiempo muerta, sus cenizas llevadas por el implacable viento. Dmitri. Me encontraré contigo en el balcón, Jason. A pesar de que sus rangos y sus capacidades específicas variaban drásticamente, todos los miembros de los Siete podían comunicarse con la mente, una incalculable ventaja estratégica en ciertas situaciones. —No lo dejes todavía, Honor. No querría tener que perseguirte. Honor miró como Dmtri salía a través de la pequeña puerta que conducía al balcón. Un ángel con alas tan negras como el corazón infinito de la noche, aterrizó con silenciosa gracia justo en el borde del espacio abierto un instante después. Honor contuvo el aliento al ver el tatuaje que le cubría el lado izquierdo de la cara; líneas onduladas, puntos a lo largo de curvas para crear una sorprendente obra de arte. Hermoso e inquietante, apropiado para un rostro que tenía toda la imperiosa fuerza del Pacífico, entremezclada con otras culturas que no pudo identificar. Su pelo, recogido en una coleta ordenada, le llegaba a la mitad de los omóplatos. Dmitri, con su impecable traje a medida combinado con una camisa azul intenso, su pelo lo suficientemente largo como para invitar al impulso de pasar los dedos por él, era tan cortés y sofisticado como el ángel era peligroso en el borde. Pero había una cosa clara: ambos eran hojas afiladas, sangrientas y despiadadas.

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—Honor St. Nicholas —dijo—. Encontrada abandonada en la puerta de una pequeña iglesia en la zona rural de Dakota del Norte. Nombrada como la monja que la descubrió y el patrón de los niños. Ninguna familia conocida.

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Jason miró a través de la ventana de vidrio.

NALINI SINGH Dmitri no se sorprendió de lo que Jason sabía, había una razón por la que el ángel era llamado el mejor jefe de espías del Grupo de los Diez. — Supongo que no has venido aquí a hablar de Honor. El ángel recogió sus alas cuando un rápido viento se extendió por todo el balcón suspendido sobre el ritmo frenético de la ciudad. —Hay algo en tu voz, Dmitri. Era curioso lo bueno que era Jason recogiendo señales de la gente, a pesar de ser un ángel que prefería mantenerse en sus asuntos. —A menos que tengas intenciones hacia Honor —dijo—, no es algo de lo que tengas que preocuparte. Jason no dijo nada durante un largo rato, en el que no se oyó nada más que el murmullo del viento por encima de sus alas. —¿Sabes lo que le hicieron? —Puedo suponerlo. —A diferencia de Jason, que tenía un profundo conocimiento de la sed de sangre que vivía dentro de los Convertidos. Dmitri la había tenido controlada desde el principio, tal vez porque había apuñalado el cuerpo de Isis, o tal vez por su determinación de no convertirse en el esclavo de nada o nadie, pero eso no significaba que no existiese. —Ella es más fuerte de lo que parece. —¿Estás seguro? —¿Por qué te preocupas repentinamente por un cazador? —Jason veía todo, pero prefería mantener la distancia de aquellos a los que observaba. Jason no respondió. —He tenido algunas noticias del territorio de Neha. La Arcángel de la India era poderosa e incluso desde la ejecución de su hija, había estado al borde de la cordura. —¿Es algo por lo que tengamos que preocuparnos? —No. No parece estar conectado a ninguna otra cosa. —Sintió un helicóptero de combate aterrizando en un tejado fuera del territorio de la Torre—. Un ángel parece haber desaparecido. Desnudo, dos años, del Refugio. Dmitri frunció el ceño. —No puede saber nada al respecto. Los ángeles tan jóvenes normalmente se ponen bajo el mando de un alto vampiro u otro ángel.

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Eso no era sospechoso. Un vampiro de alto nivel en la corte de un arcángel tenía mucho que hacer y no era raro que los ángeles jóvenes burlasen la fuerte seguridad angélica oculta después de su primer contacto con el resto del mundo. —¿Has alertado al Refugio?

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—No. El vampiro, Kallistos, que se encargaba del ángel, dice que asumió que el joven volvió al Refugio.

NALINI SINGH —Aodhan y Galen están investigando —dijo el ángel de las alas negras, nombrando a dos de los Siete. Dmitri asintió con la cabeza. Dejando de lado las fronteras territoriales, los jóvenes siempre eran protegidos. —Hablaré con los otros segundos del Grupo, para ver si pueden arrojar alguna luz sobre el asunto. —Los ángeles no desaparecen. —No, pero sé que en ocasiones los jóvenes se vuelven un poco locos después de salir por primera vez del Refugio. Jason trataba sobre todo con los ángeles más antiguos, arcángeles incluidos, pero Dmitri seguía teniendo contacto con los ángeles más jóvenes, porque le gustaba echar un vistazo a todo el que viniese al territorio de Rafael. —Una vez seguí la pista a un joven chico a una “isla de fiesta” del Mediterráneo. —Sacudió la cabeza con el recuerdo—. Se encontraba sentado en un árbol, mirando a los juerguistas, él nunca había imaginado tal nivel de hedonismo. —Que inocente. —Jason se acercó al borde del balcón—. Astaad —dijo—, hay algo allí. Maya no ha sido capaz de conseguir todos los detalles pero está trabajando en ello. Astaad era el Arcángel de las Islas del Pacífico y uno que no parecía jugar a la política. —Pensaba que su comportamiento tenía relación con el despertar de Caliane. —Siempre había efectos secundarios cuando un arcángel perdía la cordura, y la madre de Rafael era una de las más antiguas de los Ancianos. —Tal vez no sea nada, rumores iniciados por otra fuente —dijo con sus ojos puestos en la ciudad, deslumbrantes bajo la luz del sol—. Eres mayor que yo, Dmitri. —Solo por trescientos años. —Una broma entre los dos hombres que habían vivido más de lo que la mayoría podría haberse imaginado. —Le pregunté a Elena como era ser un mortal. Dijo que el tiempo es oro de una manera que un inmortal sencillamente nunca podrá saber. —Tiene razón. —Dmitri había sido ambos, y si pudiera retroceder en el tiempo, destruir a Isis antes de que se acercase a él y a sus cosas, lo haría al instante, a pesar de que significase que moriría en unas pocas décadas—. Sentí más como mortal que en los siglos que he tenido desde entonces.

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Puso su mano en la curva del vientre de ella y rozó con sus labios sus párpados, su nariz, sus labios. —Te querré incluso cuando no sea nada más que polvo en el viento.

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—¿Me querrás cuando esté gorda y difícil de manejar con nuestro bebé?

NALINI SINGH Honor vio a Dmitri caminar cerca del ángel de alas negras y suspiró por lo cerca que se hallaba del borde sin vallar. A diferencia del ángel, no tenía alas si caía y sin embargo se quedaba allí, con una confianza que decía que no era el que menos se preocupaba por la eventualidad. Un cambio en el aire a su espalda. Girando, descubrió al vampiro con las habituales sombras en la entrada. —Dmitri está fuera. Se dirigió al balcón sin una palabra, justo a la vez que el ángel de alas negras daba un paso fuera del borde. Esas increíbles alas desaparecieron por un momento antes de que se alzase a una vertiginosa velocidad. En cualquier otro día, habría seguido la trayectoria de su vuelo, pero hoy su atención la tenía Dmitri, cuyo rostro se volvió hacia el granito, después de escuchar lo que fuera que el otro vampiro tenía que decirle. Acechando, dijo: —Deja eso. Nos vamos. Una orden arrogante, pero sintió la tensión en el aire e hizo la conexión —¿Encontraron el resto del cuerpo? —Incluso mientras hablaba, sacaba la tarjeta de datos del ordenador portátil en caso de que no pudiese volver a recuperarlo. —Sí. —El teléfono de Dmitri sonó mientras entraban en el ascensor, pero estuvo claro que la señal no se redujo porque tenía una conversación rápida y tajante. Mientras tanto, el otro vampiro se volvió para mirarla. No dijo nada, y esas gafas de sol de espejo le hacían imposible leer su expresión. Queriendo distraerse a sí misma del hecho de que se encontraba atrapada en una jaula de acero con dos depredadores mortales, dijo: —La moda de las gafas de sol en la oscuridad pasó junto con las permanentes. Le enseñó sus dientes, pero no sus colmillos. —No quieres ver lo que está detrás de las sombras, cariño. —La última palabra fue una burla que hizo que todos los pelos de su cuerpo se erizasen ante la alerta defensiva. —Veneno. El vampiro se giró de nuevo hacia el frente, pero las comisuras de sus labios se alzaron en los bordes. —¿Quieres que conduzca?

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—Podría ir más rápido a pie, dándome la oportunidad de observar a la multitud sin que sean conscientes de ello.

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—No, tomaremos el Ferrari. Coge otro coche para que pueda dejarte allí.

—Ve.

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NALINI SINGH Salir a la luz artificial de un aparcamiento subterráneo nunca se había sentido tan bien, sabía que, sin Dmitri para mantener su correa, Veneno le habría mostrado sus colmillos en más de un sentido. —Ahora sé que eres importante —dijo cuando vio al Ferrari descapotable estacionado en la plaza más cercana al ascensor. —Si llegas así de lejos, Honor, eres más débil de lo que pareces. Como una burla, sólo era ligeramente irritante, especialmente cuando era claro, que Dmitri no le prestaba toda su atención. Deslizándose sobre el cuero suave como la mantequilla del asiento del copiloto, miró por donde Veneno había salido del garaje. —¿Qué pasa con sus gafas de sol? —¿No lo has oído? Ha estado en la ciudad el tiempo suficiente como para haber entrado en contacto con varios cazadores. —No trabajaba en el país mucho… antes. —Respiró de verdad por primera vez en lo que parecía una hora, mientras Dmitri les sacaba de la zona segura de la Torre y les introducía en la música de Manhattan, complementada con pitidos e insultos y miles de conversaciones telefónicas a la vez—. No tenía ninguna razón para interactuar con el personal de la Torre cuando me encontraba en la ciudad. —En ese caso —dijo con tono divertido—. Dejaré que Veneno te sorprenda. La ciudad aumentaba de volumen, según se alejaban de la Torre. Nueva York le había abrumado cuando llegó por primera vez, recién salida de un autobús de Dakota del Norte. Esto no era casa, en realidad, ningún lugar lo era, pero al menos el gremio estaba aquí. Ashwini y Sara vivían aquí. Lo mismo que Demarco, Ransom y Vivek. Amigos que la habían buscado con implacable persistencia y quienes morirían por ella, si llegase el momento. Eso era algo. Y le dio un ancla cuando todo lo demás se encontraba fuera de control. —¿Dónde encontraron el cuerpo? —En Times Square. La incredulidad fue seguida por una súbita conexión mental.

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En ese momento, había sentido lástima. Ahora sabía exactamente como de sádicos podían ser casi todo los inmortales, con sus mentes capaces de pensar los más depravados y deshumanizados horrores. Ahora, entendía que el castigo de Rafael no había sido otra cosa que una advertencia.

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—¿El mismo lugar donde Rafael castigó a ese vampiro? —El incidente era una leyenda. El arcángel había roto todos y cada uno de los huesos del cuerpo del vampiro, y luego le dejó en el centro de Times Square durante tres largas horas. Frío, calculado, brutal, había sido un castigo que nadie olvidaría.

NALINI SINGH —Lo suficientemente cerca. —Desviándose en torno a un camión de reparto, Dmitri hizo caso omiso de las maldiciones de un taxista, quien se tuvo que tragar su diatriba, y rodeó a un ejecutivo de negocios que cruzaba en ese momento la carretera. Se quedó inmóvil, con su café cayéndose por el asfalto. —La condición de las partes del cuerpo dice que no cayó desde el aire — dijo tras pasar volando a una mujer—. Así que las piezas tuvieron que ser cargadas. Partes. Piezas. No era una sorpresa, dada la cabeza decapitada. —¿La vigilancia? —Preguntó, mientras llegaban al borde de las maravillosas pantallas parpadeantes y la aplastante multitud que era Times Square. —Se está colocando. —Se bajó tras estacionar ilegalmente en medio de una calle que había sido bloqueada, la multitud se presionaba contra el cordón policial. Todo el mundo a un paso de él retrocedió… y siguieron moviéndose mientras se adentraba en la escena del crimen. Honor siguió su estela, vio como los ojos de la gente se fijaban en el cuchillo atado a su muslo. Las expresiones de tensión desaparecieron, para ser reemplazadas por sonrisas cautelosas. Los cazadores solían ser muy queridos por el público en general, puesto que la gente sabía que si todo se fuera a la mierda y los vampiros bañasen las calles de sangre, sería el Gremio quien fuese al rescate. Incluso, el más débil de los vampiros de la multitud, le dirigió un asentimiento amistoso, los ciudadanos respetuosos con la ley no tenían nada que temer del Sindicato.

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Un minutos después, pasó bajó la cinta policial para encontrarse a sí misma mirando una escena más adecuada para un matadero que para el caótico y vivo centro de una de las ciudades más conocidas en el mundo. Miles de olores la rodeaban: el dulce, dulce olor de la chocolatería del otro lado de la calle, el café amargo y rico de ese lugar de la esquina, el humo del tabaco y de los autos mezclados con el amargo sudor de la gente… pero nada de ello podría abrumar el olor maduro y húmedo de la carne descompuesta.

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NALINI SINGH

7 Traducido por Rominita2503 Corregido por MaryJane♥

La policía había dejado la mayoría de las partes del cuerpo en las grandes bolsas de deporte, en las que habían sido encontrados, pero incluso una mirada superficial a la mitad superior del torso, que parecía haber caído en una bolsa, probablemente cuando alguien curiosea, mostró que el vampiro había sido desmembrado con los mismos cortes que había observado a lo largo del cuello. —O alguien se encontraba realmente enojado o simplemente no le importaba un comino. Dmtri se agachó por el torso. —No le atribuyas motivos humanos a este, Honor. Memorias de bofetadas que le habían partido el labio cuando niña, golpes cuidadosamente dirigidos donde los maestros y los trabajadores sociales no verían los moretones, el corte de su cuchillo en la carne grasosa cuando la puerta del dormitorio se abrió tarde una noche. —Los seres humanos pueden ser tan crueles. —Ella no se arrepentía por lo que había hecho para protegerse a sí misma y a otros cuando era niña, lo había decidido, la primera vez que un "Padre" de guarda la miró de una manera que ningún hombre debería mirar a un niño, que nunca sería una víctima indefensa. Y no lo había sido... hasta el sótano y la risa burlona en voz baja mientras elegantes, cuidadas manos recorrían su cuerpo desnudo. Que se jodan, pensó, la ira que había despertado dentro de ella la noche anterior, luciendo cada vez más brillante. Pasara lo que pasara, no daría a los hijos de puta la satisfacción de verla hacerse un ovillo y morir. —Sí —dijo Dmtri mientras ella se prometía asentarse en sus huesos—. Pero esto tiene el toque de un inmortal. —Su pelo brillaba azul-negro bajo el sol, una invitación sensual. Sus dedos se encontraban a mitad de camino, antes de que se diera cuenta de lo que hacía.

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Su rostro ardiendo, retiro su mano, apretándola en un puño. Página

¿Qué iba mal con ella?

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NALINI SINGH Olvidando el hecho de que se encontraban tan en público como era posible, estaba segura de que era capaz de hacerle cosas que harían que el sótano pareciera un juego de niños. Y todavía quería tocarlo, hasta que casi podía sentir la seda fría de su pelo deslizándose a través de sus dedos. —¿Has visto algo como esto antes? —Preguntó, dándose una fuerte bofetada mental para romper el hilo de seducción de la compulsión. —El desmembramiento no es nuevo —dijo, con el pragmatismo frío de un hombre que había vivido a través de las edades oscuras de mortales e inmortales—. Pero esto no es acerca de cómo el cuerpo fue destrozado, esto, creo, fue un ejercicio práctico. Más fácil de transportar, para dejar en un lugar público. —Así que es sobre el espectáculo. El asentimiento de Dmtri envió mechones de pelo deslizándose por su frente. —Eso y un desafío. ¿Por qué si no se toman la molestia de tirar el cuerpo aquí, en el corazón del territorio de Rafael? Entonces lo vio, similar a las piezas de un idioma antiguo, uniéndose en su mente para formar una frase perfecta. —Pero Rafael no es famoso aquí, Dmitri. Tú sí. Se quedó inmóvil, de una manera que un ser humano simplemente no podía. Era como si cada parte de él se quedó en silencio. No respiraba, no hacía mucho más que parpadear. —Muy bien, Honor. Parece que fue una buena idea mantenerte alrededor. Tal vez fue una burla. O tal vez no era otra cosa que la arrogancia de un casi-inmortal que ha vivido siglos, visto imperios subir y caer, luchado en sangrientos campos de batalla, y visto un millón, mil millones de vidas humanas extinguidas en la marcha inexorable del tiempo. Era un pensamiento a la vez fascinante y desconcertante. Insegura de por qué se encontraba tan... perturbada por la idea, se levantó para examinar las otras partes del cuerpo, tanto como pudo, no era patóloga, pero tenía la formación básica que todos los cazadores recibieron.

el cuerpo fue basurero fue quedado aquí, mejor cuidado

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—No está refrigerado, a pesar de que parece como si desmembrado poco después de la muerte —dijo—. Si este planeado y tuvo que haber sido, por muchas piezas que se han hubiera esperado que el asesino o asesinos hubieran tenido un del cuerpo.

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La carne había comenzado a descomponerse, los gusanos que se arrastran en varias de las piezas.

NALINI SINGH —¿Por qué? —Poniéndose en pie, Dmitri se quitó y elimino los guantes que había cogido de uno de los policías—. El objetivo era crear un espectáculo. Estoy bastante seguro que trozos de carne humana con gusanos que se arrastran ha tenido el impacto adecuado. Tenía razón. No era difícil adivinar que el olor de la descomposición había sido fundamental para el descubrimiento temprano de los restos y que no habló de locura desenfrenada, pero de un tipo de inteligencia astuta. —Me gustaría saber si el patólogo encuentra cualquier otra marca. —Cuanto más texto tenía para trabajar, más fácil sería el proceso de decodificación. —Voy a arreglarlo. —Tomó un teléfono celular—. ¿Quieres la piel o las fotografías estarán bien? Este hombre hermoso. Esa pregunta sin piedad. —Las fotografías estarán bien por ahora —dijo, preguntándose si aún era capaz de la intensidad de la emoción humana, esta criatura formada para la seducción y perfeccionada en la sangre—. Pero deben mantener la piel si es posible. —Se hará. No mucho tiempo después, la llevó a la Academia. —¿Tus cuartos están aquí? Sacudió la cabeza. —Me mudé esta mañana. —Otro paso fuera del hoyo, otro púdrete a los hijos de puta que la habían herido. La sonrisa de Dmtri fue lenta, peligrosa. —Bien. Su cerebro posterior gritó una advertencia aún, cuando su abdomen apretado en la conciencia sensual, visceral. —El edificio cuenta con seguridad. Él levantó una ceja. Sí, no pensaba que eso lo fuera a detener tampoco. Al salir, tomó la imagen que hizo en ese coche, una criatura hermosa, sexy, su piel besada por el sol para calentar la perfección, el azul imponente de su camisa un contraste exótico. —Te ves como un rico playboy. —Si dijera que playboys eran tiburones. —¿Y?

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—Mientras estás en la biblioteca, busca un cuadro titulado Dormido de Gadriel —dijo, poniéndose un par de gafas de sol—. Esa es mi idea de la mujer perfecta.

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—Y los playboys prefieren el tipo de modelo brillante, en la cama y afuera. Es una regla.

NALINI SINGH Por supuesto que fue lo primero que hizo, y sintió una corriente eléctrica de calor incrédulo chamuscar su sangre, cuando la pantalla del ordenador se lleno con la imagen desnuda de una pareja durmiendo en la cama, el hombre de espalda, la mujer está encima de él, su mano en un puño en el pelo de ébano abundante. Había sábanas revueltas en abundancia, pero ninguna cubría la piel de color miel de la mujer. Sus pechos pesados fueron aplastados contra el pecho del hombre, su mano libre yaciendo con propiedad en su exuberante parte inferior, su cuerpo todos curvas y suavidad. Si no fuera por la falta de músculo que subyace en las formas de todos los cazadores, podría haber sido un cuadro de Honor.

Volviendo a la Torre con su mente llena de imágenes de cómo Honor se vería en lugar de la modelo de Gadriel, Dmitri se dirigió a su oficina. —¿Qué tienes? —Le preguntó a Veneno cuando el vampiro regresó de sus funciones de supervisión de las partes del cuerpo. La pregunta, sin embargo, no tenía nada que ver con el hallazgo de esa mañana. —Los vampiros que tomaron a Honor fueron inteligentes —respondió Veneno, eliminando las gafas de sol para revelar unos ojos que ningún ser humano jamás, jamás, poseería—. Ellos usaron a los más débiles, los vampiros más jóvenes para hacer el trabajo sucio, y eran esos a los que, los cazadores acorralaron cuando entraron. Dmitri sabía que los dos sobrevivientes habían sido fusilados y cortados todos como el infierno, pero dejados con vida. Sin embargo, de acuerdo con el vampiro que había tenido a cargo del caso hasta ahora, no habían proporcionado ninguna información de valor. La mente maestra detrás del secuestro se había mantenido escrupulosamente fuera del circuito. Dmtri decidió que tenía que hacerles una visita personal. Esta era su caza ahora. —Mantente en eso.

—Ocupada en ayudar a su pueblo a hacer la transición del sueño a la vigilia. —Esas personas, mortales y un número de inmortales, habían dormido

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La consulta no era inusual, dado el hecho de que el mayor de los arcángeles permitía sólo a Rafael y a aquellos que él llamó suyos, a través del escudo alrededor de la ciudad recién resucitada de Amanat.

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Su línea privada sonó justo cuando Veneno se fue. Respondiendo, se encontró hablando con Dahariel, el segundo de Astaad. —¿Qué noticias hay de Caliane? —Preguntó el ángel.

NALINI SINGH más de un milenio al lado de su diosa en una ciudad de piedra gris, ahora resplandeciendo bajo la luz de un sol extranjero. Por lo que Rafael le había dicho en su última conversación, los residentes de Amanat se encontraban contentos de volver a crear y vivir, en el momento en el que se habían ido a dormir, llenando los jardines con flores, las fuentes de agua. No querían oír hablar de las cosas modernas, no tenían la curiosidad de explorar una nueva patria montañosa lejos del lugar donde habían caminado en el pasado. —Ella los mantiene esclavizados. —Rafael había dicho de su madre—. Pero no, no les cantó para eso, su devoción es verdadera. —¿Desea obtener más territorio? —Preguntó Dahariel en un tono que algunos llamarían sin emociones, pero que Dmitri reconoció como fríamente práctico. —No. La tierra, al parecer, nunca ha sido la fuente de la locura de Caliane. —El arcángel había cantado a poblaciones adultas de dos bulliciosas ciudades en el mar, con el fin de proteger al mundo de la guerra, creando un silencio tan profundo que se hizo eco a través de la eternidad palabras que Jessamy había escrito en sus historias del reinado de Caliane. —Hablé con Jessamy —dijo Dahariel en un eco extraño—. Nunca ha habido un despertar de este tipo. Y por eso nadie sabía las reglas de combate. —Somos inmortales, Dahariel. El tiempo no es nuestro enemigo. —Es mejor esperar, para conocer la verdad de la cordura de Caliane o la falta de ella antes de prepararse para una guerra que empape el mundo en sangre, convirtiendo los ríos de color rojo, haciendo del mar un cementerio en silencio—.¿Cómo está Michaela? —El segundo de Astaad era el amante de la Arcángel Michaela, un choque de lealtades que hacía que Dmitri se preguntará exactamente a quién Dahariel servía.

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Colgando, Dmitri se preguntó por el trasfondo de violencia en la declaración de Dahariel. Dmitri sabía sobre amar a una mujer, pero nunca había querido arrancarse a Ingrede de su corazón, no importa el dolor asociado. Favashi no se había hecho nunca un lugar para sí misma tan profundo. Y Honor... sí, se estaba metiendo bajo su piel, pero era una compulsión que terminaría cuando la llevara a la cama, la tuviera desnuda y retorciéndose debajo de él.

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—Algunas mujeres —dijo Dahariel en ese mismo tono duro desprovisto de cualquier atisbo de humanidad—, pueden meterse debajo de la piel de un hombre, hasta que sacarlas puede hacerte sangrar.

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NALINI SINGH Pero primero cumpliría su promesa, pondría los restos ensangrentados y gritando de sus abusadores a sus pies. La venganza, como le había dicho, podría saber dulce de hecho. —Te daré tu libertad, nunca mirarás hacia el camino de nuevo. — Intentando ser real, incluso cuando los ojos de ella se posaron en la hoja en la mano de él—. Riqueza inimaginable, será tuya. Lo que él quería, Isis nunca podría regresárselo. —Lo único que deseo — susurró, tocando la punta de su espada en la piel por encima de su corazón—, es escucharte rogar por tu vida. Así que ruega. El cuchillo se deslizó en su lugar.

Eran pasadas las ocho, el mundo envuelto en la fría oscuridad, cuando, vestido con pantalones vaqueros, camiseta y un largo abrigo negro que había tenido durante años, entró en Enclave del Ángel la finca en poder del ángel Andreas. Andreas había sido puesto a cargo el interrogatorio y castigo de los vampiros que los rescatadores de Honor habían dejado con vida. —Dmtri. —Las alas de Andreas de un ámbar oscuro con rayas grises quemado detrás de él mientras saludaba a Dmitri, frente a una casa que era de cristal y ángulos duros, poco usuales para un ángel viejo—. ¿Por qué el repentino interés en estos dos? Debido a que era personal ahora. —Hablaremos después de que haya hablado con ellos. —Las líneas de aristocracia de la cara de Andreas no cambió en una expresión de afrenta. El ángel era poderoso, pero Dmitri lo era más. La única razón por la que Dmitri no gobernaba un territorio se debía a que prefería trabajar en la Torre... y en las sombras. Su posición como segundo de Rafael nunca había sido aburrida todavía.

Neha había sido una reina gentil entonces, con su consorte, Eris, a su lado y la risa en los ojos por lo que consideraba la locura de la juventud. Ahora

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—Tan salvajes, los dos. —Una sacudida de la cabeza, los ojos de color marrón oscuro sosteniendo la diversión de un arcángel que había vivido miles de años—. Por supuesto que encontrarás mi corte demasiado refinada para tu gusto. Ve, entonces, Dmitri, pero si deseas compañía civilizada, las puertas de este tribunal estarán siempre abiertas para ti.

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En lo que él consideraba su "adolescencia", enojado y lleno de un dolor impotente, una vez se había ido a trabajar con Neha. La Arcángel de la India no había estado satisfecha con su decisión de regresar, a lo que había sido el comienzo de la primera Torre de Rafael en el minuto que terminó el plazo que éste había accedido a servir en su corte. Pero entonces ella le había sonreído.

NALINI SINGH Eris no había sido visto por cientos de años y la ejecución de su hija Anoushka había vuelto a la reina de las serpientes, de los venenos, en una criatura de sangre fría similar a los que mantiene como mascotas. —Por aquí. —Andreas pasó delante de él. Al pasar por el núcleo central muy abierto de la casa, Dmitri vio un hermoso hombre delgado de origen asiático, que trabajaba en un pequeño escritorio en la esquina. Sus ojos se estrecharon. —¿Es ese Harrison Ling? Andreas se detuvo. —Sí. ¿Lo conoces? —Es el cuñado de Elena. —El tonto había intentado escapar de su contrato, había sido arrastrado a casa por la propia Elena. Dmitri dudaba de que Harrison tuviera la menor idea de lo grande que era el favor que le había hecho a él, Andreas no era conocido por su misericordia hacia aquellos que rompieron sus contratos. Cuanto más tiempo hubiera permanecido Harrison, entre los desaparecidos, peor sería el precio que habría tenido que pagar. —Harrison —dijo Andreas, con una oscuridad haciéndose eco en su voz— , ha estado muy bien en el aprendizaje del significado de la lealtad. El hombre levantó la mirada en ese instante y el temor a que se arrastraba, aceitosa y resbaladiza, detrás de sus ojos era una cosa deslizándose. Dmtri no sentía ninguna simpatía por él. A diferencia de Dmtri, Harrison había elegido convertirse en un vampiro y había hecho la elección sin saber, si la mujer a la que profesaba amor sería capaz de seguirlo. Al final resultó que, Beth, la hermana de Elena y la esposa de Harrison, era incompatible con la toxina que volvía a los humanos en vampiros, ella iba a morir, mientras que Harrison se mantendría siempre joven. —Los prisioneros —dijo, descartando al macho patético de su mente. Andreas lo llevó afuera y a un pequeño bosque de árboles de hoja perenne detrás de su casa. Las criaturas desnudas que colgaban de las ramas de dos árboles separados se lamentaban de terror en el instante en que escucharon el susurro de las alas angelicales.

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—¿Todavía tienen sus lenguas? —Le preguntó a Andreas, notando el hecho de que ambos hombres habían sido convertidos en castrados, sus penes y testículos extirpados por lo que parecía haber sido cuchillas desgastadas.

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Holly... Sorrow tenía la misma reacción primitiva. Podría ser una bocaza con Dmtri, tratando de jugar juegos de poder que le daban una ilusión de control, pero ponla en una habitación con un ángel y se acercaba a un estado catatónico. Ella se negó a hablar de lo que Uram le había hecho, pero Dmitri había visto la carnicería en el almacén, los miembros arrancados y suelos manchados de sangre, las bocas abiertas llenas de órganos carnosos y húmedos, los miraban con los ojos cerrados.

NALINI SINGH Eran vampiros. Las partes volverían a crecer, que era cuando Andreas ordenaría su retiro una vez más. Sin anestesia. —Planeaba hacérselas cortar de nuevo mañana. Dmtri no sentía repugnancia por la brutalidad de la pena en curso, no cuando tuvo una excelente idea de los horrores que estos hombres habían infligido en Honor, para su gratificación sexual. —Déjalo por ahora. Puede ser que necesite interrogarlos de nuevo. Andreas inclinó la cabeza. —¿Deseas privacidad?

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—Sí. Esperó hasta que el ángel desapareció entre los árboles, merodeando al vampiro más cercano a él. —Entonces —murmuró—, ¿Te gusta tomar lo que no es tuyo por la fuerza?

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8 Traducido por Larosky Corregido por MaryJane♥

El hombre que se lamentaba, entró en pánico cuando reconoció la voz de Dmitri. Como no tenía ojos, las cuencas de sus ojos eran grandes agujeros negros en su cara, el sonido es lo único que le quedaba. —¡No sé nada! ¡Si lo supiera te diría! —Dmitri le creyó. El vampiro era débil, se hubiera roto al primer signo de dolor. Pero había una oportunidad de que hubiera vislumbrado algo sin saberlo. —Dime todo —dijo, hablándole a los dos—, desde el instante en que te acercaste. Si resulta útil, quizás no asumiré tu castigo. El terror lo volvió inconsciente por varios minutos. El simplemente se quedó esperando. Frío de corazón, lo había llamado una vez Favashi. Pero como era una perra que sólo había querido usarlo, sus palabras no tenían validez. Igual, su acusación era verdadera, su conciencia raramente lo molestaba, y menos cuando venía en retribución de aquellos que habían brutalizado mujeres o niños. —Basta —soltó cuando siguieron sollozando y suplicando. Silencio, mientras se atragantaban con sus propias respiraciones. Casi medio minuto después, el primero al que le había hablado, abrió la boca. — Trabajaba como guardia de seguridad privada cuando me llamaron un día. El hombre al otro lado dijo que me había visto en una gran fiesta, como el trabajo que había hecho y preguntó si quería ganar algún dinero con un trabajo fuera de los registros. —¿Qué fiesta?

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Sacudiéndose una pierna, cuando algo grande y negro aterrizó en su carne expuesta, el vampiro se contrajo violentamente. —Era mucho dinero, dije s-seguro. —Tragando—. Luego le pregunté a Reg si quería, ya que el cliente había dicho que necesitaba dos personas.

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—Nunca lo dijo, pero mayormente trabajábamos en los eventos de los vampiros adinerados. —Eso no le daba nada nuevo a Dmtri, pero pondría a alguien a revisar la lista de invitados de las fiestas en las que este hombre había trabajado. —¿Y?

NALINI SINGH Reg, un hombre flaco y rubio, todavía lloraba, pero en silencio. —Me gustaría haberle dicho malditamente que no. Ahora lo hacía, Dmitri pensó. No había tenido ningún problema con eso cuando cortaba la carne de Honor, cuando la tocaba en un modo en el que ningún hombre tenía derecho a tocar a una mujer sin su permiso. Caminando hacía el rubio, Dmitri lo golpeo lo suficientemente fuerte para que algo se rompiera con un sonoro crack —¿De verdad crees que me importa una mierda? —Preguntó con voz tranquila, contenida. —Ahora responde lo que pregunté. Escupiendo un diente, el vampiro balbuceó las siguientes palabras. — Leon tenía el contacto. Sólo hice lo que me dijo. Leon empezó a hablar antes de que Dmitri le pudiera recordar al vampiro por qué no era una buena idea hacerlo esperar. —Siempre por teléfono — jadeo—. Nunca hubo un contacto cara a cara. —El dinero fue depositado en mi cuenta y le di a Reg su parte. —Dmitri no dijo nada. —El cliente —continuó, trabándose con su propia lengua—, dijo que era su novia, que era una estúpida fantasía sexual suya de ser secuestrada y… — Su latido era un ruido sordo, la piel se le crispaba, como si estuviera escalofriantemente consciente de lo que Dmitri querría hacer con él—. Dijo que era su fantasía. Dmitri escuchó el temblor bajo el zumbido irritante. —¿Cuál fue tu primera pista de que no lo era? Reg fue el que contesto. —¡Cuando ella rompió la nariz de Leon! Le dije que algo iba mal, pero se encontraba molesto así que la golpeó, dejándola inconsciente. —Dmitri extendió la mano, sus dedos flexionados. —Eres mayor, Reg. ¿Por qué no lo detuviste? —Preguntó en un tono tan suave como la nieve recién caída. Reg empezó a vomitar.

Quien trataba de liberar sus muñecas de la soga en un inútil intento de escape, una marioneta rota. Alcanzando el bolsillo interior de su saco, Dmitri

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—Bien. —Golpeó la cara del vampiro, dejándolo temblando mientras caminaba hacia Leon.

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Dmitri no dijo nada hasta que los espasmos cesaron. Luego caminó hacia él para golpearle la cara con la mano. —Responde mi pregunta. —Sudor corría por sus sienes, el rubio tragó—. El dinero. Quería el dinero.

NALINI SINGH sacó una navaja, presiono el frío metal contra la piel rosa en frente de él. — Dime el resto. —Hizo un corte profundo en el centro del pecho de Leon. Sangre, oscura y roja, salió del corte mientras el vampiro gemía. —Se suponía que no la teníamos que lastimar, pero le deje un ojo negro. Así que la atamos y la dejamos donde nos habían dicho y nos largamos de ahí —No te quedaste afuera. —Hizo otro corte, esta vez horizontal, y lo suficientemente profundo como para que rozara los órganos internos. Pero el vampiro siguió hablando, porque sabía que Dmitri lo podía empeorar. — Siete semanas después, el cliente me llama de vuelta, me da una dirección, y dice que quizás querríamos unirnos a las festividades. Torciendo la hoja, Dmitri la levantó, colapsando un pulmón. —Sigue hablando. —Los vampiros de la edad de Leon no necesitaban respirar… demasiado. —Llegamos allá. —Jadeaba agresivamente, en un intento por tomar aire—. El lugar se encontraba vacío excepto por la cazadora, pero era claro que más de un vampiro se había alimentado de ella. El cliente nos dejo una nota que decía que disfrutáramos. La nota no está. La tiré. Dmitri sacó el cuchillo. —¿Y lo hicieron? ¿Disfrutaron? —Esas eran preguntas retóricas, ellos habían sido encontrados con Honor una semana más tarde, sus bocas manchadas con su sangre—. Invitaron amigos también ¿No? —Los dos vampiros asesinados en el rescate habían trabajado para la misma compañía de seguridad—. ¿Quién más? —Nadie —respondió Leon —. Lo juro, sólo nosotros cuatro. Se veían demasiado asustados como para mentir así que Dmtri lo aceptó. —Bien. Los gritos cesaron cuando el removió las cajas de voz. Pero los dejo vivos. Rafael le había dicho algo una vez, hace mucho tiempo. Algo que su madre, Caliane, le había dicho. —Tres días en el lapso de una vida mortal podían sentirse como tres décadas. La madre de Rafael podría haber resultado ser una anciana loca, pero en este punto, Dmitri acordaba con ella completamente. Así que se aseguraría de que Andreas no dejara morir a Leon y Reg. En cuanto a los otros… iban a desear su muerte cada día por los próximos dos siglos cuando los encontrara.

Nueve de la noche y Honor no sabía que hacía ahí

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Dos meses, después de todo, eran mucho más que tres días.

NALINI SINGH —Perdón por haber cancelado nuestras otras citas. Gracias por venir tan tarde. Anastasia Reuben sonrió, tenía su cabello gris acero, recogido en un moño. —Trabaje con cazadores por dos décadas, Honor. Sé que ir con un terapeuta es peor que arrancarse un diente. Se rió, o eso intento, sonaba más como un incomodo sonido. —¿Así que, cómo funciona? —No hay presión, ni reglas —dijo la Dra. Reuben, con ojos gentiles—. Si lo que quieres es hablar sobre el último episodio de Hunter’s Prey7, entonces eso es lo que haremos. —Honor tenía la sensación de que no era un ejemplo hipotético. —Vine porque… —Sacudiendo la cabeza, salto sobre sus pies la adrenalina corriendo por cada célula—. Lamento haberle hecho perder su tiempo. La Dra. Reuben se paró también. —Me alegra que hayas venido. — Alcanzando un cajón, sacó un pequeño libro cubierto con remolinos dorados y blancos—. Algunos cazadores nunca hablan, pero descubrí que escribir los ayuda. Honor agarró el cuaderno, sin intención de usarlo. —Gracias. —Es para tus ojos nada más. Quémalo al final si quieres. Asintiendo, Honor salió de la pequeña, discreta oficina de dos habitaciones en Guild HQ. No fue hasta que se encontraba en su departamento, con el archivo del tatuaje en su laptop, que se permitió pensar en porque había ido. Quizás había sido el lento despertar de ira dentro de ella, una cosa fría, brillante que era todo diente de bordes relucientes. Pero entonces, quizás había sido el conocimiento de que, estúpido o no, quería probar el oscuro pecado de los labios de Dmitri. O quizás habían sido las pesadillas

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—Suficiente —murmuró—. Es hora de trabajar.

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Toda su vida, se ha sentido sola, desarraigada. Incluso ahora, cuando tenía amigos, leales y fuertes, había un gran agujero dentro de ella, como si hubiera perdido algo terrible y precioso. De chica, pensaba que debía ser una gemela, que su madre se había quedado con una y dado otra. Pero, de adulta, reconoció el sentimiento de pérdida como otra cosa, afuera de ella. La extraña punzada de soledad nunca era más fuerte que después de una pesadilla— dormida o despierta.

La presa y el cazador.

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NALINI SINGH Y trabajó, hasta que la ciudad comenzó a latir con un ritmo más tranquilo y el cielo fue una sombra impenetrable, entre la medianoche y la madrugada. No debería haberse rendido e irse a dormir pero se había cansado, sus ojos estaban arenosos por el desfile de noches de insomnio y el olvido la golpeó antes de que lo supiera. Era el infinito grito de una mujer lo que la despertó. Su cuerpo era una pelota en el sofá, sacudida por los sollozos secos, el eco persistente de tormento de la mujer que rasga agujeros en su alma. Incapaz de aguantarlo, corrió hacia el baño y se tiró agua helada en un rostro devastado, por una angustia tan profunda, que nunca había sentido. ¿Cómo podía ser? Había sido torturada y rota… pero esta desolación, venía de otro lugar, tan, tan profundo que no tenía nombre. Tragando la quemazón en la garganta, antes de que la tristeza pudiera recapturarla en su doloroso agarre, se salió de su ropa y se metió en la ducha. Eran casi las cinco a.m. pero las tres horas de sueño que había tenido eran mejor que la hora de la noche anterior. Lavando el sudor, apretó la cabeza contra las baldosas y simplemente dejo que el agua corriera por ella. Siempre había amado el agua. Parte de la razón por la que había venido a Manhattan era, porque estaba rodeada de agua. Había sido una decisión meditada que aplicara a la Academia. Había querido estudiar lenguas antiguas y sabía que el gremio cubriría los gastos, si firmaba un contrato para permanecer en la lista por lo menos cuatro años después de graduarse. Los cuatro años pasaron, pero nunca consideró irse. No sólo los cazadores se habían convertido en su familia, pero su experiencia en antiguas culturas y lenguajes eran muy demandados, dado el hecho de que era un mundo gobernado por inmortales. Sus ideas iban en circulo de nuevo a la Torre y al vampiro que siempre había sido su más oscura y secreta debilidad.

Brillante con luz contra la oscuridad del cielo de madrugada, atraía la atención del ojo como una estrella polar.

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Poniéndose unos jeans y una remera plana blanca, se dirigió hacia la cocina, para prepararse un té. La vista de la sección delantera del departamento era la misma—la Torre.

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Cerrando la llave, salió para secarse, forzando su cerebro a concentrarse en la tarea, que la había dejado con dolor de cabeza la noche anterior. Lo que sea que hubiera sido tatuado en la cara del vampiro —y en la parte de atrás de su hombro derecho, de acuerdo con las fotos que había recibido del patólogo— era tan idiosincrático como para desafiar la explicación lógica. E igual, sabía que debía haber una. Porque a pesar, de como había llegado la cabeza a manos de Dmitri, el cuerpo había sido un inconfundible mensaje.

NALINI SINGH Caminando hacia la pared de vidrio, con el te en la mano, miró a un ángel solitario llegando al suelo. Él era solo una silueta desde esta distancia, pero incluso así, su gracia era extraordinaria. No era uno de los ángeles “normales”, pensó. Este era alguien parecido al ángel de alas negras, con el que Dmitri había hablado en el balcón fuera de su oficina. El golpe en su puerta fue tan inesperado que ni siquiera se sobresaltó, sólo se quedo mirando. Cuando volvió a sonar, dejó su té, sacó su arma y camino silenciosamente hasta la mirilla. El vampiro al otro lado, era un elegante depredador al que debería haberle disparado de una vez. En vez de eso, le abrió la puerta. —Dmitri. Vestido con unos jeans negros, una remera del mismo color, y una campera de suave cuero que le llegaba a los tobillos, se veía como la más pecaminosa fantasía que tendría, del tipo que deja a una mujer húmeda y lista. Ahogándose en un profundo, estremecedor aliento, captó el suntuoso placer y la cuchilla afilada de sexo en su perfume. No era la razón de su respuesta, pero la lujosa adicción de éste, ciertamente no ayudaba. Era algo bueno que no fuera una verdadera cazadora de nacimiento, porque él era potente. —¿Haces visitas a esta hora usualmente? —Sólo pasaba. —Se recostó contra el marco de la puerta, sosteniendo un sobre en la mano. Las cuchillas en su esencia aumentaron, cortando a través de sus sentidos con mortal erotismo. De repente, todo lo que vio en sus ojos era una amenaza tan sensual como una caricia en la oscuridad y tan letal como un puñal. —¿Qué hiciste? — La pregunta carecía de cualquier sutileza social y convención. —Nada que no necesitara ser hecho. —Empujándose del marco, cuando ella soltó su agarre del borde de la puerta y fue para atrás, entró a su departamento. Agarró el sobre al instante en que la puerta se cerraba, deshaciéndose de su arma, aún cuando se dejó caer en su hechizado, hermoso aroma. —¿Más fotos de los tatuajes de la victima?

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Abriéndolo, sacó varios papeles, junto con algunas fotografías. Al principio no entendió lo que veía y luego, lo hizo y su sangre hirvió. —Este es mi reporte médico. —Específicamente, el de su humillante examen luego del rescate. El médico y la enfermera habían sido amables, pero en ese consultorio, ya no había forma de fingir que eso no había pasado, que no se había convertido en…

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—No.

NALINI SINGH Deteniendo el río de memoria, se concentro en el aquí y el ahora, en la ira incandescente en su visión. —¿De dónde sacaste esto? —Sus manos temblaban con la necesidad de herirlo, a este vampiro que jugaba con ella como si fuera un interesante juguete. Caminando hacia la ventana, donde se había parado unos minutos antes, dijo: —Esa no es realmente una pregunta. No, no lo era. —Bastardo —dijo, tirando todo lo que había en la mesa de café, el placer que había sentido en su presencia se fue por el hielo en su voz, un recordatorio de que él no era humano, de que no tenía conciencia—. ¿Qué derecho tienes para invadir mi privacidad? —Quería las fotos que tomaron —dijo sin voltearse. Se le sacudió el estomago. —Sabía que te gustaba el dolor, pero no sabía que disfrutabas de la tortura. La miró sobre su hombro. —De las mordidas, Honor. —Su nombre sonaba como la más decadente de las tentaciones, tocado por una sensualidad que era tan natural para el hombre en su apartamento como respirar…. incluso cuando se revistió en el hielo de lo que reconoció tardíamente fue la rabia, templado y mortal. Mordidas. Su propia ira tembló por el frío de la de él, cogió la pila de hojas y fotos, las pasó hasta que llegó a las páginas que listaban las mordidas en su cuerpo, con imágenes asociadas. —No hay nada que puedas aprender de esto. —Al final se habían vuelto hacía ella como si fuera un pedazo de carne, triturando y extrayendo. —Te sorprenderías. —Girando sobre sus talones, se encogió de hombros fuera de la chaqueta, tirándola en el respaldo de uno de los sillones para revelar brazos musculosos libres de armas… por el momento, tenía una fina cuchilla en una funda en su espalda. De alguna forma, no le sorprendió que fuera un hombre de cuchillos y por el arma que seguramente tenía en su tobillo, sabía que no tenía problemas con las armas modernas.

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El calor de su cuerpo era insistente contra su piel, Dmitri señaló una serie de tres mordidas, que eran pequeñas y muy espaciadas. Habían sobrevivido la violencia siguiente por su ubicación, lo único bueno era que se habían curado sin dejar una marca, que fuera un constante recordatorio de como habían aparecido. —Detrás de mi muslo izquierdo…

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Se mantuvo firme cuando llegó a su lado, aunque la fuerza de su mandíbula apretada envió un disparo de dolor al hueso. No más miedo, se juró, incluso sabiendo que no podía ser tan simple como eso, el núcleo principal de su cerebro le pedía correr o pelear, disparando y cortando y pateando.

NALINI SINGH —Unos cuantos centímetros encima de la rodilla. —Completó Dmitri. Pequeñas, manos de dedos finos en su cuerpo, delicados colmillos que se hundían una y otra vez en esa área. —Blood Ruby —susurró—, el vampiro siempre olía a Blood Ruby. —El perfume de moda había sido, una jaula de opulenta en torno a sus sentidos y todavía le daba arcadas, sea de un extraño en la calle, en una tienda, no importaba. Captaba el olor del mismo y la bilis recubría su garganta y un sudor frío corría sobre su cuerpo—. Solía soñar con cortarle la garganta y verla caer a mis pies mientras la ahogaba en esa cosa.

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Los ojos oscuros de Dmitri encontraron los de ella. —¿Te gustaría hacerle una visita?

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NALINI SINGH

9 Traducido por luxero Corregido por Juli_Arg

Silencio. En su mente. En su alma. Un silencio interminable. —Has visto su alimentación antes. —Las palabras rompieron el silencio, había dejado caer los papeles de su mano. Ellos flotaron a la alfombra con una gracia extraña, serena. —Ella tiene quinientos años, peculiares hábitos tienden a conseguirse. La alimentación de la arteria femoral del muslo no es inusual. —Una pausa peligrosa—. No entre los amantes —corrigió él, y le hizo preguntarse si eso era lo que prefería beber—. ¿Pero de la parte posterior? Es el músculo. —Eso duele —dijo Honor, sin saber por qué lo admitió—. Es eso por lo que lo hace. Siempre duele. —Mirando hacia abajo al arma, de alguna manera otra vez en su mano, dijo—: ¿Me detendrás si le disparo?

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Se detuvo a las puertas de una finca en Englewood Cliffs, justo cuando el amanecer rayaba el cielo en acuarelas de melocotón, rosa, azul y dorado. Dmitri había guardado su computadora portátil en el maletero de su Ferrari y dejó la parte superior. Se encontró dándole la bienvenida al azote fresco libre viento, utilizando el tiempo para reunir sus defensas, para prepararse para el aroma espeso, nauseabundo del Blood Ruby.

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—No. —Ni siquiera la más mínima vacilación—. Pero es posible que desees esperar hasta que termine su interrogatorio, sería de puta esperar a que la herida de bala sanara. —No sabía si bromeaba o no, pero leyó la cólera cortante en sus ojos bastante bien. Sabía que no tenía nada que ver con ella. No, lo que tenía listo era el castigo más brutal hecho por un antiguo vampiro, confiaba que probablemente para mantener el orden, había estado jugando algunos juegos muy repugnantes. A Honor no le importó mucho sus motivaciones, si conseguía estar dentro de la matanza de una de las criaturas que, la había convertido en su "mascota personal de sangre" durante dos interminables meses.

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NALINI SINGH Las puertas, altas, adornadas y cubiertas con hiedra verde oscura, se abrieron con la gracia majestuosa en cuanto el guardia vio el coche. El coche estaba salpicado por el sol y la sombra de los alineados árboles de roble y la casa, cuando se hizo visible, habló de otro siglo, fuerte y ostentoso. —No es un vampiro que considere avanzar con los tiempos. —No. —Dmitri llevó el coche a detenerse delante de los escalones bajos que llevaban a la entrada—. En ciertos períodos, esto se hacía para mantener su 'ganado' a la mano. Valeria continúa manteniendo la práctica, aunque ha llegado a considerarse como una arcaica por la mayoría de sus contemporáneos. Valeria. Sus manos querían agarrar el enorme cuchillo de caza de la funda de su tobillo y precipitarse a través de la puerta, destripar al vampiro, pero se obligó a esperar, a pesar de que su pulso latía sólo con una sola palabra: venganza. — ¿Se ofreció el ganado voluntario? —Siempre hay aquellos que son voluntarios. —Abrió la puerta y se detuvo a quitarse el abrigo, dejando al descubierto el suave algodón negro de su camiseta. Pensó en Carmen, la rubia se había degradado delante de Dmitri, hasta Honor había sido humillada por ella. —Nunca he tenido ningún problema. Dmitri no respondió, hasta que se encontraron en la parte delantera del coche. —Hay diferentes tipos de problemas. Ella vio algo inesperado en él en ese momento, algo tranquilo, oscuro como materia prima y dolorosa, como la que vivía dentro de ella. —Dmitri — comenzó al momento en que la puerta de la casa se abrió para revelar una criada en un uniforme negro y blanco. —Es hora. Todo su cuerpo pasó de caliente a frío por sus palabras, dio tres amplios pasos con él. La criada se hizo a un lado mientras se acercaban. —La ama está en la habitación de la mañana, señor. —Honor no tenía idea de lo que era una habitación de la mañana, pero Dmitri asintió con la cabeza—. No vamos a necesitarla. Tómese el día libre. La Torre se comunicará con usted mañana. La doncella palideció, pero se limitó a decir —Sí, señor. El cocinero también está aquí. —Dígale que no lo necesita. ¿Ganado de Valeria?

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—En la casa de huéspedes.

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—Sáquelo. Tiene cinco minutos.

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NALINI SINGH —Sí, señor. —Meneo la cabeza, la criada salió corriendo al final del pasillo. Fue entonces, cuando Honor se dio cuenta que vislumbro un colmillo. — Es un vampiro. —Sin embargo, Honor no sentía miedo de la otra mujer, era obviamente, mucho más débil, independientemente de su vampirismo. —Joven —respondió Dmitri, cerrando la puerta con un toque tranquilo—. Sirviendo a cabo su contrato. Yo diría que la primera década. —No me extraña que pareciera tan humana. —Algunos de los más débiles no pierden nunca el núcleo de la humanidad. —Con eso, Dmitri condujo por el pasillo, que se encontraba forrado con alfombra de color borgoña profundo, las paredes cubiertas con el papel de la crema más exquisita en relieve con un motivo sutil. Cerca de la inmortalidad, dio al Convertido más tiempo para ganar riquezas, pero Honor había conocido a cientos de vampiros de años de antigüedad, que nunca habían alcanzado este nivel. Así que, o Valeria se había iniciado con la riqueza o lo había creado a través de una combinación de poder, voluntad y determinación implacable. Dmitri entró en un portal a la derecha, una sombra de color negro. —Dmitri, querido —dijo una voz humeante que hizo que el cuerpo de Honor se llenara de frío terror. Entonces notó el olor oscuro, almizclado de Blood Ruby. Congelada de espaldas a la pared, junto a la puerta, trató de detener los temblores, para controlar las náuseas que amenazaron con vomitar el té, que era lo único que había tenido para el desayuno. —Valeria. —Dmitri arrastró las palabras, como tentáculos entrelazados de exquisito chocolate y rico licor alrededor de los sentidos de Honor. La potencia de ello, abrumó el almizcle del perfume de firma de Valeria, permitiéndole a Honor respirar. Dmitri hablo otra vez antes que la mujer pudiera responder. —¿Te hice salir de la cama?

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Dmitri pareció sentir el instante en que se estabilizó, ya que se incorporó y dijo: —Te he traído un visitante.

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Una risa baja, íntima. —Eso es algo que siempre eres bienvenido a hacer. —Otra sacudida repugnante. Nunca había pensado en preguntarle a Dmitri si había dormido con la mujer vampiro. El enojo siguió pisándole los talones del turbio horror de la suposición, una difícil, picadura viciosa que le daba ganas de apuñalarlo en esa musculosa espalda. La fuerza misma de su reacción fue una bofetada, trayéndolo a tierra una vez más. Limpiando sus palmas sobre las piernas de su jeans, sacó su arma.

NALINI SINGH —Ah, ¿sí? —Una pregunta curiosa, Dmitri fue desplazado a un lado, para permitir el paso de Honor al portal. Valeria se encontraba reclinada en un diván de color crema situado delante de una ventana, vestida con una bata de satén carmesí, que mostraba la mitad del muslo, el cinturón atado lo suficientemente suelto en la cintura, que la curva interior de un pecho perfecto estuvo expuesto artísticamente. Había inclinado la cabeza para asegurar que la luz de la mañana golpeará en el ángulo ideal, para realzar sus características ya vistas. El cabello largo marrón de oro rizado sobre los hombros para rebotar contra pezones pasado duro y listo, donde tocaron el raso. Como una invitación, no podía haber sido más clara. Hasta que aquella mirada azul profunda se apartó de la apreciación del cuerpo de Dmitri, para caerse sobre Honor. De repente, Valeria era extremidades en movimiento, la furia de un rubor rojo apareció en la piel cremosa de su cara mientras se puso de pie, pero Honor había vislumbrado una fracción de segundo el hambre más feroz bajo la rabia. Valeria fue recordando cómo había utilizado a Honor, su degradación. Y sólo quería volver a hacerlo. —Bueno... —Calculó en esos impresionantes ojos que hablaban de la belleza inmortal. —Me trajiste un bocadillo. Siempre has sido un encanto. Honor vio tensarse a Dmitri y sin pensar se acercó a tocarle la espalda a la vista de Valeria. Todavía no. La tensión en espiral, el músculo tenso, pero no golpeó, este depredador hermoso, con la muerte en sus ojos. —Esta es una habitación muy bonita —murmuró él con voz de seda que Honor, nunca, nunca quería oír en la oscuridad. Líneas estropearon la suavidad de la frente de Valeria. —¿Qué? —Las pequeñas ventanas, sin embargo —continuó Dmitri, con la espalda flexionando ligeramente por debajo de la mano extendida de Honor. Sorprendida al darse cuenta de que todavía lo tocaba, lo dejó caer—. Medios — añadió—, hay sólo una salida.

Valeria parecía tomar el ronroneo lento como un estímulo. —La vida puede ser tan aburrida después de siglos de exceso. Fue una emoción poco

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—Hmm. Cuéntame.

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Honor siempre había sabido que Dmitri era despiadado, pero fue cuando vislumbró la bruma opaca de miedo deslizarse sobre el lago azulado de la mirada de Valeria, que entendía exactamente donde se encontraba en la cadena alimenticia. La mujer vampiro miró a su alrededor, sus ojos desorbitados, cuando los enfrentó de nuevo. —Fue sólo un poco de diversión, Dmitri. Ya sabes cómo es.

NALINI SINGH traviesa tener a la cazadora a nuestra disposición. —Caminando hacia delante, los muslos lisos expuestos en destellos de burlas a través del satén carmesí, hizo caso omiso de Honor al acariciar con su mano el pecho de Dmitri, lento y con placer no oculto. Honor apretó los dedos de la pistola. Tomó el control de rechinar los dientes, para no poner una bala entre aquellos ojos azules tan amplios y atractivos. Dmitri, simplemente levantó la mano, cerrándola sobre la del vampiro. — Un juego interesante —dijo, dejando caer su voz mientras tiraba de Valeria cada vez más cerca, hasta que hablaba con sus labios rozando el oído, los senos al ras contra su pecho—. Yo no habría pensado que eras creativa. —El puño de su mano libre en el pelo de la morena. Los ojos de Valeria cerrados, su cuerpo temblando por el contacto con su cuerpo musculoso. —Me gustaría tomar el crédito. —Un ronco susurro—. Pero me descubrirías. La risa de Dmitri le habría hecho a Honor clavarle una cuchilla en el estómago y correr todo lo humanamente posible. Sin embargo, Valeria sonrió, abrió los ojos. —Recibí una invitación. —Una mirada ávida en Honor—. Su miedo era tan potente en el momento en que llegamos allí, que no gritaría o pediría. No durante semanas. Dmitri tiró la cara de Valeria hacia él, en un fastidioso acto. —Se mantiene la invitación, ¿no? —Sí. Era un recordatorio. —Los labios se arrastraron por encima de su mandíbula. —¿La trajiste para mí, Dmitri? ¿Puedo tenerla toda para mí? Honor le tocó la mano a Dmitri de vuelta, sin saber por qué creía que serviría, ni siquiera sabia por qué pensó que podría leer a este vampiro tan viejo y tan poderoso que hizo que sus huesos dolieran al pensar en ello. —Primero dime con quién la compartiste —susurró, ignorando el hecho de que Valeria había tirado el lazo de la bata para exponer la piel cremosa enmarcada en rojo—. Quiero saber quién más tiene tus gustos. —Pero la quiero para mí. —Irritable. —Valeria.

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En respuesta, utilizó su control sobre el pelo para tirar la cabeza hacia atrás con tanta fuerza que hizo que lágrimas se formaran en sus ojos. Se lamió los labios, no hizo ningún esfuerzo para cubrir el pezón rosado oscuro, expuesto por el cambio de satén sobre la piel. —Tommy. Vi a Tommy allí una vez, cuando me encontré tarde durante mi turno con ella.

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La mujer tiene todo el símbolo del orgasmo en esa voz afilada y llena de los gritos de medianoche. —Ellos dicen que haces daño, Dmitri.

NALINI SINGH Honor recordaba ese día, recordó la elegante voz femenina discutiendo con una profunda masculina mientras Valeria intentó que el hombre se quedara a su lado. —Vamos a jugar juntos. —El sonido de la ropa rozando una contra la otra, la humedad de un beso lento—. Tú sabes que te gusta mi forma de jugar. El hombre, Tommy, había doblado el tiempo. Juntos, ellos habían... habían hecho gritar a Honor. Su mano se cerró sobre la camiseta de Dmitri, mientras él movía su mano del pelo de Valeria para cerrarse alrededor de su garganta. —¿Sólo Tommy? —Había otros, pero nunca los vi. Teníamos nuestro propio tiempo. —Los senos suben y bajan, los labios de despedida. —La invitación, Valeria —comandó sin adornos—. Háblame de la invitación. La morena, de forma rígida tomó el músculo de su pecho con las manos posesivas, Honor quería romperla en mil pedazos. —En mi dormitorio, en el primer cajón de la mesita junto a la cama. —Los dedos tratando de tirar de su camiseta, revelando una piel de un bronceado oscuro y tibio—. Te voy a mostrar cuando subamos. —Una vez más, sus ojos se dirigieron a Honor—. Yo la quiero. Ahí fue cuando Dmitri sonrió, arqueó el cuello de Valeria de nuevo... y le cortó la garganta con tanta emoción, que se podría esperar de un gato de caza tomando a sus presas, la laminada pesada de plata lisa brillo en el sol de la mañana.

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Dmitri se movió hacia Honor, y se dio cuenta de que, aparte de la mano que había usado para agarrar la garganta de Valeria, se las había arreglado para evitar toda la sangre, a pesar del chorro arterial, que lo llevó a la conclusión de que daba mucho miedo, pues había hecho esto antes. —Tú — dijo, tocando su barbilla con los dedos de la mano limpia, antes de arrancar las rosas de un florero y dando un vuelco para lavar lo sangriento—, eres demasiado humana.

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A medida que la mujer vampiro se llevó las manos alrededor de su garganta, la agarró y la fijó contra la pared con la cuchilla en su cuello. —No se la arranques —le ordenó, cuando Valeria se fue a hacer exactamente eso. —O te voy a cortar las manos. —Honor había levantado su arma en el primer sector, pero ahora sus ojos se encontraron con Dmitri mientras levantaba una ceja. Sacudió la cabeza. —No puedo pegarle un tiro ahora mismo. —No cuando el vampiro quedó atrapado como un insecto, el satén rojo de una sombra empapada, su cremosa piel con sangre.

NALINI SINGH Sí. Esto era una bienvenida sorpresa, una confirmación de que se había conservado el núcleo de ella misma sin importar el horror de ese pozo oscuro donde Valeria y Tommy y sus amigos grotescos la habían usado, hasta que se desgarró su espíritu en jirones. Pasando a Dmitri para hacer frente a la vampiro morena, dijo: —¿Algo más que quieras compartir sobre mi secuestro y asalto? —Al monstruo con grandes ojos azules. Dmitri se sentó en la silla, llegando a elegir un bombón del tazón de cristal en una mesa cercana. Cuando Valeria le enseñó los dientes a Honor, negándose a responder a la pregunta, él le disparó a la otra mujer en el muslo, en casi exactamente el lugar donde la mujer vampiro le gustaba comer. Valeria gritó, alto y estridente. Honor entendió los castigos utilizados para inmortales, sus cuerpos capaces de recuperarse de las lesiones brutales no son los mismos que para los mortales. Pero nunca había estado cerca, con la realidad despiadada de la misma. —¿Te molesta en absoluto? —Le preguntó a Dmitri cuando los gritos de Valeria murieron en sollozos. Se encogió de hombros, hombros moviéndose con gracia de la musculatura bajo el fino de algodón de su camiseta. —No. —Poniendo el arma al lado del cuenco de cristal, dijo—: Valeria, se una buena anfitriona y contesta las preguntas de Honor. —Antes de hacer estallar uno de los bombones en su boca. —No sé nada más —sollozó la vampiro, con los ojos bordeados de color rojo con sus lágrimas—. S-sólo acerca de-T Tommy. —Oh, no te preocupes —dijo Honor, recordando cómo Valeria había bebido de sus propias lágrimas, como se había reído tontamente cuando Honor había gritado tanto que su garganta se volvió en carne viva, su voz ida—, vamos a llegar a Tommy. —No sabía lo que Valeria oyó en su voz, pero la vampiro de repente parecía asustada de una manera que Honor nunca hubiera esperado en un vampiro de su edad y poder. —Él hizo todo, ¿recuerdas? —dijo Valeria, subiendo las manos a su garganta de nuevo, ya que la herida comenzó a sanar alrededor del cuchillo pesado de caza. —No. —Dmitri comió otro chocolate.

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Sí, Tommy le había hecho daño, ya que sólo un hombre podía lastimar a una mujer. Pero sólo porque Valeria lo había incitado. Antes de eso, sus agresiones físicas habían sido relativamente menores en el esquema de las

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Dejando caer sus manos en espasmos de miedo, Valeria siguió hablando a Honor, los ojos brillando con lágrimas. —Él fue el que te hizo daño, yo sólo quería comer.

NALINI SINGH cosas, el hijo de puta había disfrutado de su sangre más que cualquier otra cosa. Valeria, sin embargo, siempre había sido muy inventiva cuando era sólo ella y Honor en la oscuridad. —Ah, ¿Dolió esto? —Un susurro suave de risa—. Traviesa yo. Pero una chica tiene que alimentarse. —Dmitri —dijo Honor—, he cambiado de opinión.

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Y luego le disparó a Valeria en el otro muslo.

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NALINI SINGH

10 Traducido por pao*martinez Corregido por Vane-1095

Le preocupo un poco que ella no dudara, pero esta mujer, quien ahora gritaba porque esto era su propia carne, era torturada. Quien coño era cualquiera para decir lo que la haría sentir mejor… porque meterle balas a Valeria seguro, como el infierno, lo hacía. —Ya terminé. —Nunca más esta patética criatura la aterrorizaría en pesadillas otra vez. —Ve si puedes encontrar la invitación. —Dmitri se puso de pie—. Valeria y yo tenemos que hablar en privado. Enfundando su arma, se volvió hacia él. —No la mates. Sería demasiado rápido, en absoluto suficiente. Y por todo lo que Valeria le había hecho, su experiencia en ciertos tipos de dolor, Honor sabía que era de lejos la primera víctima de la vampira. La sonrisa perezosa de Dmitri hizo que los pelos en la parte posterior de su cuello se erizaran. —Confía en mí. —Lo extraño fue que lo hizo. Tal vez eso la hacía una tonta, pero no lo cambiaba. Dejándolo con la aterrorizada vampira, quien se hallaba lloriqueando y tratando de convencer a un hombre, que Honor sabía, ninguna artimaña femenina podría jamás influenciarlo, salió a zancadas y subió las escaleras.

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Fue cuando abría el primer cajón al lado de la cama, que el primer grito retumbó en la casa, por lo agudo que fue, Honor no podía imaginar lo que Dmitri le hacía a Valeria. Porque si Dmitri mostraba compasión aquí, los demás

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El tema de la elegancia opulenta continuaba por el resto de la casa, obras de arte en las paredes en marcos de oro, pero con muy buen gusto, los corredores hechos a mano en tonos que no perdían el ritmo de la decoración, una barandilla de mármol exquisitamente tallada bordeaba la escalera hacia el segundo nivel. La habitación contaba con una enorme cama con dosel de madera oscura y cortinas atadas, cuidadosamente en las esquinas. Sábanas del más fino algodón egipcio, desordenadas por el despertar madrugador de Valeria.

NALINI SINGH vampiros muy pronto comenzarían a ceder a sus más oscuros deseos y el mundo se volvería rojo sangre. Allí. La invitación, una tarjeta plateada doblada por la mitad. El tedio es tan aburrido ¿No es así, Valeria? Las palabras en tinta negra, escritas por una mano elegante, podrían haber sido ya sea de hombre o mujer. Tengo un espectáculo que debería satisfacer a tus apetitos hastiados. Debajo de eso había una dirección, una lista de tres fechas y horas, y una nota que decía: Si deseas disfrutar, ven a la misma hora, los mismos días en las semanas siguientes. Sin firma, y aunque Honor había manipulado la nota con extremo cuidado, sabía que era poco probable que pudiera hallar las huellas dactilares. Sin embargo, bajó a la cocina con el acompañamiento automático de otro grito escalofriante y encontró una bolsa de plástico. No Ziploc, pero por ahora serviría. Colocó dentro la tarjeta y se dirigió a la habitación de la mañana, los pasillos llenos de un prolongado silencio, sólo roto por el sonido de los gemidos de Valeria. Al entrar se encontró con que no había ni una mancha de sangre en Dmitri, ni en su ropa, por la esquina de su ojo vio, como con sus broceados brazos metía el arma en la pistolera con la actitud despreocupada de un hombre, que sabía que era lo más peligroso del cuarto. Valeria por el contrario, quedaba de alguna manera… disminuida. —La tengo —dijo ella. —Bien. —Inclinó la cabeza hacia más allá—. Illium vigilará a Valeria hasta que los hombres de Andreas lleguen. Valeria hizo un sonido por debajo, que la hizo mirar por la ventana para vislumbrar la sorprendente imagen de un ángel con alas de plata besadas de azul aterrizando en el césped.

Encontrando su mirada, dijo: —Soy Illium. Sus labios amenazaron por curvarse por la curiosidad sin vergüenza en los ojos de oro. —Honor.

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El impacto fue, aún más sorprendente de cerca. Mirando hacia él, cuando se reunieron cerca del auto, fue deslumbrada por sus ojos oro de Venecia, su pelo negro bañado en un brillante azul, una cara tan pura en su belleza, que debería haber sido demasiado bonito. Pero no lo fue. Era simplemente la criatura más hermosa que había visto en su vida.

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—Él es… —Su respiración se precipitó fuera de ella. Había visto fotos acercadas, incluso las imágenes en televisión del ángel de alas azul, pero nada de eso le había hecho justicia. Nada de eso pudo.

NALINI SINGH Dmitri, después de haber tomado una rápida llamada en su teléfono, abrió la puerta del lado del conductor. —Si Valeria intenta algo —dijo a Illium— . Corta sus brazos. El ángel de las alas azules no se vio perturbado por la orden. Añadida la confianza obvia de Dmitri en él, dejó claro que, con belleza o no, Illium no era demasiado ornamental. Aunque, pensó, capturando una aguda inteligencia en su cara mientras hablaba con Dmitri, que era capaz de utilizar el impacto de su aspecto a su favor. —Elena y Rafael están en camino —dijo—. Aterrizarán alrededor de las seis de la tarde. Dando una señal, Dmitri se sentó en el coche. —Honor. Deja de coquetear con Illium. Sólo haces crecer su vanidad. —Tiene razón. —Illium rodeó el auto para abrirle la puerta del pasajero—. También soy un caballero, a diferencia de otras personas. Cuando tomó asiento en el coche, sus ojos se encontraron y se preguntó quién era más allá de la asombrosa belleza y encanto, este Illium con sus alas de color azul. —Gracias. Él respondió con una mirada… casi dulce. —Tú no eres como las demás. —¿Qué? Dmitri rugió lejos de allí, antes de que Illium tuviera la oportunidad de responder. Cuando se giró hacia atrás para verlo, los miraba con una expresión desconcertada, sus alas extendidas para tomar el sol de la mañana. Hilos de plata brillaban en ellas convirtiéndolas en un espejismo de vida. —Pensé —dijo ella, después de que el ángel desapareció de la vista—, que los ángeles se encontraban por encima de los vampiros en la cadena alimenticia. —Y sin embargo, Illium había tomado las órdenes de Dmitri. —Es uno de los Siete, la guardia de élite de Rafael —respondió Dmitri cuando giraban fuera de las puertas—. Yo los lidero. El segundo de Rafael. La razón del título era repentinamente más clara. —Nunca he conocido un ángel como Illium. —A pesar de su imponente apariencia, le había parecido más humano que cualquier otro inmortal que había conocido nunca.

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Las contundentes palabras fueron un shock… y no. —No sé que es esto, entre nosotros, es decir —dijo, reconociendo el fuego oscuro que se quemaba entre ellos desde el principio—. Pero si sé que para mi salud mental, tengo que estar lejos, muy lejos de ti.

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Le dirigió una dura mirada. —Coquetea con él si lo deseas, Honor, pero eres mía.

NALINI SINGH —Es una lástima —replicó con la misma falta de emoción con la que había disparado a Valeria. La asustaba. Una respuesta sensata. Lo que no era sensato era, que quería estirarse y tocar el brutal ángulo de su mandíbula, suavizarlo de alguna manera. Imposible. —Si llega a eso, voy a morir para mantener mi libertad —dijo, dejando que el viento le azotara el cabello en su cara—. No volveré a ser una presa de nuevo, tuya o de alguien más. —Fue una promesa que había hecho mientras yacía como una muñeca rota en una cama de hospital, una por la que derramaría la oscura y roja sangre del corazón para mantener. Dmitri cambió de marcha con la facilidad de un hombre acostumbrado al poder. —No tengo la intención de romperte, Honor. —El borde duro, remplazado por la negra seda, pecaminosa y tentadora como el rico aroma del chocolate, se filtró en sus huesos. —Tengo la intención de seducirte. Una ráfaga de fuego lento en su cuerpo, el pulso de la atracción que vino después, no dejaba reglas de comportamiento racional… y una obsesión con la que no podía luchar. —¿Alguna vez ha habido una mujer que te halla dicho que no, Dmitri? —Una vez. —Giró la esquina con una sonrisa que la hizo desear tocar su rostro, trazar esos hermosos labios con los suyos—. Me casé con ella.

Dmitri no sabía porque le había dicho eso a Honor, cuando no le hablaba de Ingrede a nadie. Rafael era el único que sabía y el arcángel respetaba su decisión de guardar silencio sobre el asunto, sobre la herida que nunca había curado. — Tommy —dijo, cambiando la dirección de la conversación, cuando Honor abrió su boca como si le fuera a preguntar algo sobre la única mujer que en su larga, larga vida había mantenido siempre en su corazón—. Es Thomas Beckworth, el Tercero.

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—Valeria lo confirmó. —Cuando se dio cuenta de que rogar y suplicar no serviría de nada, la vampira había intentado mantener la información. Sólo habían sido necesarios un par de huesos rotos para poner fin a eso. Se había asegurado de que esas roturas hicieran eco en las fracturas medio cicatrizadas que había visto en las radiografías tomadas después del rescate de Honor.

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La mirada de Honor pesaba sobre él, pero entendió la señal. —Tommy es un nombre común.

NALINI SINGH —Por favor Dmitri. —Valeria había llorado—. No te conviertas en un monstruo a causa de un mortal. Eso le había hecho sonreír con auténtico regocijo. —Querida Valeria, era un monstruo desde antes de que nacieras. —Se había convertido en uno, en el instante en que su cabaña se quemó, llevándose la mejor parte de él con ella. —De acuerdo con la búsqueda, le pregunté a Veneno mientras te encontrabas arriba —dijo, huyendo de una memoria que lo perseguiría por toda la eternidad—. Parece que Tommy ha huido. Un susurro de perfume, flores silvestres en primavera, cuando Honor se movió en su asiento. —No puede saber que estamos tras él. Su olor se envolvió alrededor de él, tocándolo a un nivel que no era permitido a cualquier mujer. —No —dijo, apretando su mano en el volante—. Pero debe haber conectado el que ahora trabajes para mí. Captando las líneas de tensión alrededor de su boca, ella tuvo que rizar sus dedos en su mano para detener el impulso de inclinarse y que ocurriera un accidente. Esta locura, que sólo podría matarla. —Vamos a ir a la casa de Tommy —continuó cuando ella no interrumpió—. Ver lo que podemos descubrir. Esa casa resultó ser tan ostentosa, como la de Valeria había sido elegante. Vistoso en las molduras, papel tapiz tan feo que tuvo que haber sido comprado más con referencia al costo que al gusto, el mobiliario anticuado y cubierto de tela floral tan horrible y tan cara, sin duda, como el papel tapiz. No obstante, la habitación fue la que se llevó la torta. —Wow —dijo Honor, mirando la enorme cama circular cubierta con sábanas de raso color rosa, así como las miles de almohadas con bordes blancos—. No creía que la gente en realidad tuviera camas de este tipo fuera de los establecimientos porno. —Incapaz de contenerse, alzó la mirada—. Un espejo. Estoy sorprendida. Dmitri se echó a reír y era un hermoso sonido salvaje que se cortó abruptamente. —Honor, sal de la habitación. —Una orden cubierta de hielo.

—Algunas batallas —dijo en voz baja, sosteniendo esa mirada llena de antiguos secretos—, una mujer tiene que lucharlas por su cuenta.

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Un tenso momento, ojos oscuros y negros examinándola. —Honor.

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Se formó un nudo en su estómago. Sería tan fácil dar la vuelta y permitirle protegerla, y eso era lo que intentaba hacer, esta peligrosa criatura que nunca sería humana, pero al hacerlo cedería a los bastardos que habían tratado de destruirla. —No más correr —dijo, manteniendo la calma por pura fuerza de voluntad—. Muéstrame.

NALINI SINGH Sus pómulos cortaron contra su piel cuando dijo: —Detrás de ti. Una fotografía en blanco y negro cubría toda la pared frente a la cama. En ella, una mujer desnuda colgaba de sus muñecas con cadenas, las piernas esposadas al suelo. Su cabeza se encontraba hundida, con el cabello cayendo sobre su rostro, sangre junto a su pecho donde un vampiro se había alimentado. Era Honor. Caminando a través de esa imagen, que amenazó con seguirla en una pesadilla, sacó una navaja y poco a poco, metódicamente, empezó a cortarla en pedazos. —Olvidé —dijo ella, para tragar su rabia cuando amenazó con ahogarla—, que tomó fotos. Click. Click. El sonido le devolvió la humillación, cuando empezó a pensar que se había endurecido a todo lo que sus agresores le hicieran. —Entonces empezó a llevar la cámara de video. —Lo que significaba que había grabaciones en alguna parte, grabaciones donde intentaba no gritar cuando Tommy le hacía daño. Por eso lo había olvidado, porque no podía soportar la vergüenza de saber que otros, tal vez sus amigos, pudieran verla atrapada, impotente y degradada, pero por supuesto realmente nunca lo había olvidado del todo. —Vamos a encontrar las imágenes y las grabaciones originales. —Dmitri comenzó a cruzar la habitación con una furia tranquila, centrada, arrancando cajones de los estantes—. Las mantendrá para él mismo, algo secreto, porque tan pronto como salgan a la luz, sabe que le cortaré el cuello. —No puedes saberlo. —Dolor en su pecho, tan grande, tan pesado. Dmitri se acercó para ayudarla con la última parte, observó en silencio como lo destrozó en pedazos más pequeños. —No importa que —dijo él, cuando los últimos restos cayeron al suelo, a sus pies, mil pedazos en blanco y negro—. Esas imágenes nunca verán la luz del día.

—Voy a destruir estas —le dijo cuando salió, después de no haber encontrado nada útil en el dormitorio. La evidencia, debe ser manejada con cuidado. Excepto si se trataba de ella. Desnuda, atada y deshonrada. Racional

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Tommy no era el más inteligente de los hombres, ya que encontraron las tarjetas de memoria de las fotos y videos en una caja fuerte en la pared. Dmitri no dijo nada cuando desapareció con su ordenador portátil, para comprobar que las imágenes no dieran pistas que podrían conducir a la identificación de lo demás miembros de este pequeño grupo morboso.

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Y en sus ojos, vio la profecía escalofriante de muerte.

NALINI SINGH o no, quería que las imágenes se fueran, para que nadie pudiera alguna vez verlas. Rodeando el maletero, Dmitri lo abrió para recoger un martillo pequeño, de lo que resultó ser una caja de herramientas. Ella lo usó para romper las tarjetas de memoria y luego tomó unas pinzas para cortar los componentes metálicos en tozos diminutos, minúsculos. Dmitri era una audiencia fresca, con ojos por todas partes, pero cuando finalmente salieron de la casa, había pasado de fresco a inquieto. Tommy se había dejado pistas sobre su paradero.

—Honor. —Dmitri enfocó su cuerpo hacia ella, cuando el Ferrari se detuvo frente a la sede del Gremio de Cazadores. Sosteniéndole la mirada, se acercó a tocar un mechón de cabello rizado, que se había escapado del broche, en la base de su cuello, teniendo cuidado de no rozar ninguna otra parte de ella. —Tan suave —murmuró—. Femenina, hermosa y difícil de romper. El dolor en el pecho, esa cosa horrible, no disminuyó. Pero en ese momento, podría haberlo besado. Él no era humano, ni siquiera era bueno, pero acabada de devolverle un pedazo de su orgullo, que el endemoniado Tommy le había robado. —Te llamaré tan pronto con tenga algo —dijo ella, y casi sonaba como una promesa. En vez de ir a Sarah, una vez que entró en el edificio del Gremio, bajó a los sótanos. El laberinto mediterráneo servía para múltiples propósitos, un lugar de los cazadores para ponerse en cubierto, cuando las cosas se calentaban demasiado y un hogar para la vigilancia sofisticada del Gremio y los sistemas de recopilación de datos. Todo ello, dirigido por una mente brillante atrapada en un cuerpo que había sido aplastado en un accidente en la infancia. Vivek solo tenía sensibilidad por encima de sus hombros, pero si alguien pensaba que eso le impedía ser el malditamente mejor “analista de información”, mejor conocido como espía, probablemente iban a tener una desagradable sorpresa uno de estos días.

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—Honor —dijo, cuando despejó sus protocolos de seguridad para entrar en el búnker8 que albergaba los ordenadores desde donde, de acuerdo a los rumores del Gremio, Vivek dominaba al mundo—. ¿Ya está Dmitri tras de ti?

Refugio, reducto.

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11 Traducido por Annabelle Corregido por Vericity

Sorprendida, lo miró… y captó las líneas de preocupación en su rostro. —No me estoy escondiendo de Dmitri. —Oh, bien. Aunque si lo enfureces lo suficiente como para hacer eso, intenta no dispararle en plena luz del día. Sara aún no ha perdonado a Elena por eso. Honor había escuchado del incidente; incluso, había buscado en los reportes en línea de los diarios. —Creo que la herida de bala sólo lo heriría por un tiempo, pero estoy bastante segura que es demasiado viejo para matarlo con ello, incluso si apuntas directo al corazón. Vivek hizo una mueca. —Oooh, Elena no sabe eso. —Girando su silla con una suave orden, rodó por los paneles principales de la computadora para investigar una alerta—. Entonces, ¿viniste hasta acá buscando mi acogedora compañía? —Fue un comentario sarcástico, pero Honor había pasado la mayoría de su infancia enredada en la soledad, entendía el sentimiento mejor que cualquiera. —Lamento no haber venido a visitar —dijo—. La verdad es que probablemente no hubiese salido de la Academia, si Sara no me hubiese obligado a hacerlo. —Parecía imposible que hubiese sido una criatura tan débil y decaída, pero lo había sido, y esa era una realidad que no podía ignorar. Ya que nunca más iba a volver a ser así. Vivek le lanzó una mirada penetrante. —Es seguro, ¿cierto? Las personas no comprenden esa necesidad.

Abandonado por su familia en una institución, literalmente, hizo su propio camino lejos de ese rumbo, rehusándose a rendirse completamente.

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—Tienes mucho más coraje del que yo nunca tendré, V.

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Pensó en él, ahí en su bunker, protegido de un mundo que le dio la espalda cuando se convirtió en menos perfecto. Excepto:

NALINI SINGH —Era un niño cuando esto pasó —dijo, en voz gruesa—. Tuve bastante tiempo para superar la lastima por mi mismo, mientras me encontraba acostado en la cama del hospital, así que no me des una fama que no merezco. Honor sacudió la cabeza, pero se mantuvo en silencio. Luego, preguntó lo que vino a preguntar, aunque el horror del asunto continuaba aplastándole el pecho, de dentro hacia afuera. —Necesito que investigues algo. —La ira, el pánico y las nauseas revolotearon en su estómago—. Imágenes o videos de mí. Los ojos de Vivek se encendieron con una rabia tan intensa, que se habría sorprendido si no supiera que era un cazador de nacimiento —en silla de ruedas o no, poseía el mismo instinto que el resto del Gremio. Ahora, girando para enfocarse en sus computadoras, comenzó a dar órdenes tan rápidas a lo largo de distintas pantallas, que no pudo seguirle la pista. Una gota de hielo cosquilleó su espalda mientras miraba entrar las visitas, una detrás de la otra. Tragando la bilis en su garganta, se forzó a si misma a esperar que terminara con su búsqueda. —Muéstrame. Las pantallas se llenaron de imágenes tras imágenes. Examinó cada una de las páginas de los resultados, con Vivek haciendo un doble chequeo. —¿Eso es todo? —Sí. Busqué hasta donde se puede, utilizando múltiples términos de búsqueda de amplio rango. Temblando, colapsó sobre una silla. —Todos son archivos de fotos publicados cuando desaparecí o hechas después de mi rescate. Vivek continúo hablándole a sus computadoras, por los siguientes diez minutos, chequeando una y otra vez.

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—Deben estarlo. —Debería estar contenta, pero encontrar a Valeria y descubrir la identidad de Tommy, sólo reforzó el hecho de que los otros que la habían tratado como un pedazo de carne se encontraban ahí afuera, caminando libres y burlándose de ella, viviendo sus vidas libres de terror o miedo—. No me detendré —dijo, tan bajo que no llegó hasta Vivek, con su mano en un puño sobre su muslo—. Y tampoco lo hará Dmitri. —Un recordatorio de

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—La red está limpia, Honor. Cualquier imagen que hayan tomado esos bastardos, aún no las han publicado. —Sus ojos destellaron—. Diría que están demasiado asustados de La Torre.

NALINI SINGH que a su lado tenía a alguien infinitamente más peligroso y despiadado que cualquiera de los enfermos amigos de Valeria. —No intento romperte, Honor. Intento seducirte. Por supuesto, ese hombre también quería una mordida. Y no sólo una pequeña mordida. No, Dmitri no estaría satisfecho con nada menos que una entrega total y carnal.

Nueve horas desde la ultima vez que había visto a Honor, con la noche arropando la tierra, Dmitri justo acababa de terminar su conversación con Galen vía satélite, cuando Veneno entró a la habitación. —Sorrow esquivó su seguridad. —La vampira no había tenido ningún problema cambiándose al nuevo nombre, quizás porque una vez adoptó una identidad propia—. Menos de una hora atrás. Dmitri no maldijo. —La encontraré. —También tendría una conversación con los guardias, porque aunque Sorrow era bastante inteligente y no muy humana, también tenía menos de un cuarto de siglo de vida, comparado con sus ciento cincuenta y pico. Veneno sacudió la cabeza, el cabello le cayó sobre los ojos. —Mira —dijo, negando con una mano—, ya estás lidiando con esa otra situación. Yo la… —No. Es mi responsabilidad. —Elena podría haberla rastreado, pero él fue el que la sacó de ese pequeño lugar donde se había estado escondiendo, con todo su cuerpo cubierto de sangre—. Conozco los lugares que frecuenta. Veneno ni se inmutó, su buena disposición a siempre apoyar a los otros integrantes de los Siete, era una de las razonas por las que había sido aceptado en el grupo en primer lugar. —Te estás apegando demasiado, Dmitri. Si… —Las oscuras pupilas del vampiro se dilataron, con puntos duros contra el abrazador verde de sus irises—. Si tiene más Uram que humanidad dentro de ella, la ejecución podría hacerse necesaria.

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—Todo estará bien, Misha. Lo prometo —dijo la mentira con una sonrisa, besó a su hijo en la frente, en esa piel suave de bebé, tan caliente contra sus labios—. Papá arreglará todo.

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—Ese no será un problema. —Había roto el cuello de su propio hijo, después de todo.

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NALINI SINGH El Ferrari atrajo varios “¡Oh, sí!”, de los chicos que se encontraban pasando el rato en la acera, cuando se deslizó en el puesto de No Estacionar frente a un pequeño edifico deslucido con un letrero en letras neón proclamándolo como The Blood Den. Ya que el número de placa dejaba en claro que el auto le pertenecía a Dmitri, no se molestó con advertencias. Cualquiera lo suficientemente estúpido como para tocar su auto, se merecía lo que le vendría. Un guardia con los ojos grandes, que sobrepasaba a Dmitri en unos cien kilos —y que no podría detenerlo por más de un segundo, si Dmitri se encontrara irritado— abrió la puerta del club antes que Dmitri la alcanzara. —Mujer de metro sesenta y cuatro de descendencia asiática —le dijo al hombre de cabeza rapada—. Cabello negro con mechas rosas, ojos marrones. — Al menos por el momento—. Piel pálida. —Sorrow rechazaba el sol, no porque la lastimara, sino porque creía ser una criatura que pertenecía a la oscuridad. —Noté a una chica, que entraba con un chico a una de las cabinas cuando fui a mi descanso —dijo el guardia—. Podría ser ella. Dirigiéndose a la cabina que el guardia había señalado, abrió la puerta para exponer a un hombre en sus veinte con los pantalones alrededor de los tobillos. Tenía su mano sobre su pulsante verga, masturbándose con la mirada vidriosa. Sorrow, sentada en un banco al otro lado, curvó sus labios pintados de rojo. —¿Vienes a unirte a la fiesta? —Una pregunta que no incluía nada sexual, aunque usaba un vestido negro con correas que terminaban en sus muslos y sus piernas se encontraban cubiertas por unas botas negro líquido. Sin decir una palabra, Dmitri abofeteó al hombre. El hombre parpadeó, miró hacia abajo y luego subió la mirada de nuevo. —¿Qué...? —Fuera. —Dmitri sostuvo la puerta abierta. Con su pene desinflándose, el hombre subió sus pantalones y se fue, tropezándose con sus propios pies en su apuro por salir de la habitación. Cerrando la puerta, Dmitri se apoyó en ella y miró, mientras Sorrow soltaba una gran botella de tequila, golpeando el vidrio con una mirada de asco. —Tu metabolismo está alterado. —Junto con muchas otras cosas más.

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Se rió amargamente.

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—¿Sabes que ni siquiera puedo emborracharme apropiadamente?

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NALINI SINGH —Sí, y puedo hacer que los hombres saquen sus vergas y se masturben en frente de mí. Un gran superpoder ¿verdad? De hecho, lo era. Junto con ese aro de verde hipnótico alrededor de sus ojos y quizás una demencia feroz, Sorrow había obtenido la habilidad de hipnotizar a las personas por periodos cortos. En estos momentos, sólo podía hacer que cometieran actos que ya se encontraban predispuestos a hacer, pero Dmitri no creía que sería sólo eso, por mucho tiempo. Desde el momento en que Uram la había mordido, infectado, los cambios en Sorrow habían progresado a una rapidez fenomenal. Consciente de su frustración, debido a la falta de ira evidente, miró mientras se desenvolvía del asiento, grácil como un felino y caminaba hasta presionarse contra él. —¿Por qué nunca me has hecho sangrar o me has jodido, Dmitri? —Ojos brillantes. Palabras crudas—. ¿No soy lo suficiente para ti? —No me acuesto con niñitas. Su cabeza se levantó violentamente, con los ojos oscuros llenos de maquillaje. —No soy una niña. —Dmitri no se molestó en argumentar el punto. En vez de eso, tomando su mano, abrió la puerta. Ella se resistió—. Yo... —Suficiente —dijo en un tono bajo, que se escuchaba por entre la fuerte música, como si ni siquiera existiera—. Hoy corté pedacitos pequeños y precisos de un vampiro. —Honor no se había dado cuenta que a Valeria le faltaba un gran pedazo de su corazón, para el momento en que volvió a la habitación—. Y planeo hacerle mucho más daño a otro. Así que, no me metería conmigo. Sorrow tomó aire, pero no hablaron de nuevo hasta que salieron a la calle, la brisa primaveral era lo suficientemente fría para ponerle la piel de gallina. —¿Cuánto tiempo tomó? —Preguntó en voz temblorosa. —¿Qué?

—Lo siento, Ingrede. —Se encontraba de pie al lado del techo quemado de la cabaña, y el cuerpo de hijo muerto acurrucado en sus brazos, la carga más preciosa—. Perdóname.

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—Tres meses luego que mi Conversión concluyó. —Ese era el tiempo en el cual Misha había gritado y llorado, encadenado frente a él, el tiempo en que las cenizas de Caterina habían sido expuestas, a los elementos junto a las de su madre.

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—Convertirte en… inhumano.

NALINI SINGH Caminando hacia el Ferrari, abrió la puerta del pasajero. —Entra. Sorrow obedeció, su rebeldía aplastada por la brutalidad del humor de Dmitri. De pronto, se veía desgarradoramente joven, pero Dmitri no iba a aflojar. Ya había tenido suficiente de eso. —Usar habilidades sentenciarte a la tierra.

vampíricas

en

mortales

sin

permiso,

puede

El castigo involucraba ser enterrada viva en un ataúd, con solamente la sangre suficiente para sobrevivir. Su labio inferior tembló. —Mi abrigo está atrás. Girándose, se lo colocó encima, acurrucándose en el sillón. —¿Vas a ponerme en la tierra? —No. Ese castigo en particular fue removido de los libros. —Rafael lo había hecho por Elena, un regalo de un arcángel para su consorte—. Se me ha asignado inventar un remplazo. Sorrow apretó el abrigo a su alrededor. —Lo siento. —Eran palabras vacilantes y asustadas de una niña, como la había llamado. Suspirando, condujo por el Río Harlem y a través de Manhattan en la transversal al Puente George Washington, antes de detener el auto en un mirador con la vista hacia Manhattan. El paisaje urbano brillaba como gemas contra el oscuro cielo, los ángeles moviéndose alrededor se percibían en sólo siluetas. —Voy a ponerte bajo un Contrato, Sorrow. —Era la única manera de enseñarle algo de control—. No importa si fuiste convertida sin tu consentimiento, no serás libre hasta que decida que no eres un riesgo. Dobló sus piernas debajo de ella en el asiento, luego de haberse abierto el cierre y quitado las botas. Tan pequeña como era, no tomó mucho esfuerzo. —¿Me enseñarías lo que necesito saber? —Suplicó. —No. Veneno se encargará de eso. —La chica comenzaba a depender de él.

—Lastimaron a mamá y a Rina. —Valientemente, intenta luchar con sus sollozos—. Lastimaron a mamá y a Rina, papi.

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—Lo sé, Misha. Estas siendo un chico muy valiente.

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—Tengo frío.

NALINI SINGH El sonido del llanto de Misha aún lo perseguía. No podía, no quería añadir otra voz a esa. —Veneno también comenzará a enseñarte cómo controlar tu talento. — Aunque Sorrow no lo sabía, la habilidad de Veneno para hipnotizar la colocaba en las sombras—. Espero que sigas sus órdenes. —Lo haré. —Una pausa llena de cosas sin decir siguió esa respuesta—. ¿En qué me estoy convirtiendo? —Preguntó finalmente. Pudo haberle mentido, darle falsas esperanzas, pero eso, sólo le atraería la muerte. Girándose, estiró el brazo para colocar detrás de su oreja un mechón de esa capa de cabello negro, llena de mechas de colores hurtados por la noche. Se encogió, y supo que había sentido el frío matiz de su ira. —Nadie lo sabe. Pero la única cosa que no permitiré que te conviertas, es en un problema. ¿Entiendes? Su garganta se movió al tragar. —Sí —susurró antes de girar su rostro a la mano que aún tenía acariciando su mejilla—. Estoy asustada, Dmitri. —Papi, estoy asustado. Sorrow no era Misha, pequeño e indefenso, pero podría haberlo sido, de todas maneras. Entonces, a pesar de su promesa de mantener distancia, no le dijo que debía sentirse asustada, que casi todos creían que sus oportunidades de sobrevivir eran lejanas. En vez de eso, acarició los suaves mechones de su cabello y pensó en los suaves rizos oscuros que había sentido mientras el cuerpo de su hijo yacía en sus brazos, sacudiéndose por la convulsiones.

—¡Por favor! ¡No! ¡Detente!

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Excepto por esa pesadilla… podía haber jurado que no tenía nada que ver con el foso. Quizás habían sido ecos de las noches terroríficas de su infancia, que habían sido la razón por la que nunca fue adoptada, aunque hubiera tanta demanda con los niños. Aparentemente, gritaba, gritaba y gritaba, hasta agotarse a si misma —sólo para comenzar de nuevo tan pronto como se levantara. Los gritos habían continuado hasta que tuvo cuatro o cinco, luego tendía a despertarse cuando comenzaban, y a estar toda la noche luchando para no quedarse dormida.

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Honor se sacudió las sabanas y rodó fuera de la cama, su corazón bombeaba el triple de lo normal. Una mirada al reloj, le dijo que habían pasado sólo tres horas desde que había colapsado, luego de haber trabajado en el tatuaje, hasta pasada la medianoche. El problema era, que seguía recordando lo que le habían hecho Valeria, Tommy y sus amigos.

NALINI SINGH Problemas de abandono, lo había llamado un psicólogo infantil. Honor no se encontraba segura. Lo que había sentido cuando se levantaba de esas pesadillas de infancia, había sido demasiado inmenso, demasiado vasto, una terrible oscuridad combinada con máxima soledad. Lo mismo que ahora le hacía un nudo en la garganta, que hacía latir su corazón tan fuerte e intenso, que podría dejar moretones. Se dirigió a la ducha, frotando su pecho con la mano para disipar la sensación. Luego, vestida en ropa limpia, levantó el teléfono e introdujo un número que nunca pensó utilizar a las cuatro de la mañana en una mañana primaveral, con el cielo oscuro, interrumpido por oficinas iluminadas en altos edificios. Una voz gruesa de hombre se escuchó, pidiéndole dejar un mensaje. Colgando, frotó sus palmas contra su rostro y fue a desplegar las fotografías de los tatuajes en la mesa comedor, junto a la ventana. Había hecho un progreso, o lo que llamaba progreso, antes de caer exhausta en la cama. Ahora, con la mente más clara, a pesar de las pesadillas, comenzó a recrear sus pensamientos. Sí, definitivamente era eso. La llave. O parte de la llave. No sabía cuanto tiempo había estado trabajando, pero su bloc ya se encontraba cubierto de varias páginas con notas, cuando se escuchó un toque en la puerta. Frunciendo el ceño, miró hacia el reloj de la pared. Las cuatro y media.

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Con el cuerpo tenso con una extraña sensación, ya que sólo podía ser una persona, tomó su arma y miró por la mirilla.

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NALINI SINGH

12 Traducido por LizC Corregido por Mery St. Clair

Ella se deslizó fuera de la pistola —extraño, dado a quien iba a dejar entrar— y abrió la puerta. —¿Llamaste? —Dmtri tenía una camisa blanca abierta al cuello y pantalones de traje negro, su cabello caído lo suficiente, como para hacerla pensar que había estado pasando sus manos a través de él. Hizo que sus propios dedos se enroscaran en sus manos. —Entra —dijo, una imagen viva de cómo podría verse él, tan saciado y perezoso en la cama se formó a todo color en su mente. A pesar de que sabía que Dmtri era mucho más probable que sea del tipo de amante que tomaría el control total, incluso en lo más íntimo de las danzas, su mente insistía en verlo tumbado relajado en su espalda, con una sonrisa burlona en su rostro… de la forma en que un hombre puede ver a una amante conocida. La idea era la verdad de él, pecados; y quien tomara satisfacer

tan tentadora que se tuvo que obligar a ignorarlo, a recordar como un vampiro sofisticado que había probado todos los no se quedaría con la misma mujer más allá del tiempo que su curiosidad.

—Me casé con ella. Una mujer al menos, había despertado en él más que una atracción sexual pasajera. Honor tenía el deseo más insaciable de saberlo todo acerca de esa mujer, cientos de miles de preguntas que quería hacer. Sin embargo, para una pregunta no necesitaba respuesta: era evidente que Dmtri había dicho sus votos matrimoniales hace mucho, mucho tiempo. Ese hombre ya no existía, probablemente no había existido por siglos. —Tengo algo que mostrarte —dijo, incapaz de comprender el dolor extraño en su interior.

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—Estoy casi segura —dijo, después de explicar el proceso por el cual había llegado a su conclusión—, que se trata de un nombre. —Ella tocó un grupo particular de símbolos—. La muestra con la que tengo que trabajar es

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La siguió hasta la mesa, escuchaba en silencio.

NALINI SINGH tan pequeña, que es posible que pudiera ir muy lejos, pero creo que el sonido es algo así como Asis o Esis. Dmtri se quedó muy, muy tranquilo. —Isis. Una mano esquelética se apoderó de su garganta, apretando. —Hábleme de ella. —El rostro de Dmtri era todo líneas duras, cuando ella levantó la vista, después de hacer esa demanda, con los ojos tan alejados que no vio nada y lo vio todo en ellos. —Dmtri. —De alguna manera, su mano estaba en el antebrazo de él, su piel caliente a través del lino de la camisa, sus tendones tensos. Su rostro, sin embargo, no mostraba nada. —No deberías estar tocándome en este momento, Honor. Apartó la mano, pero el miedo que sentía no tenía nada que ver con él. Se encontraba en sus propios huesos, traído a la vida por un nombre que no significaba nada... y sin embargo le incitaba no sólo miedo, sino una ira más allá de la rabia, más allá de la furia. —Dime. La voz de Dmtri permaneció extrañamente plana cuando dijo—: Isis fue el ángel que me Convirtió. La apuñalé en el corazón y la corté en pedazos por ello. El placer, cruel y salvaje, entrelazado con una desesperación inquietante, rugió a través de ella. Sorprendida, dejó caer la pluma que había estado usando para explicar su razonamiento y se tambaleó hacia atrás de la mesa. Los ojos de Dmtri no se apartaron de Honor, cuando esta metió las manos en su cabello, soltándolo del moño desordenado en su nuca, y se dirigió a la cocina con pasos bruscos. —Ahí es donde vi este código. —Sobre el escritorio de Isis, al principio, cuando ella lo había llevado a sus aposentos—. Lo llamaba su pequeño secreto, pero sus cortesanos y amigos tenían que saberlo, porque ella les escribió notas usando el código. —Demasiados inmortales para señalar un nombre, pero establecería esa línea de investigación en curso. En este momento, era Honor quien ocupaba su atención. Mientras él miraba, ella comenzó a preparar el té con los movimientos metódicos de una mujer que había hecho a menudo la tarea… y que con todo, ahora se fijaba en todos y cada uno de los paso del proceso.

El espacio era abierto a ambos lados, de modo que no podía acorralarla, pero Honor, asustadiza como era, no parecía querer huir. En este momento,

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—¿Qué —murmuró él, apoyándose en el banco que separaba la zona de la cocina del comedor y la sala de estar—, sabes de Isis?

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El tipo de cosas que Ingrede hacía cuando tenía que calmarse.

NALINI SINGH mientras vertía agua hirviendo en una tetera de vidrio, sus huesos presionaban contra su piel blanca, parecía estar luchando sólo con sí misma. —Nada —dijo, bajando la jarra de agua caliente y colocando el té, rojo pálido anaranjado, a reposar—. Sin embargo, quiero bailar sobre su tumba. La emoción desnuda en su voz encontró resonar en su interior. —No hay tumba —dijo, mirando a esos ojos verdes profundos llenos de secretos—. Nos aseguramos que no quedara nada. Salvo que parecía que algo había sobrevivido, alguna pieza contaminada ahora tratando de echar raíces. —¿Nos? No vio nada de malo en compartir la verdad… nunca había sido un secreto. —Rafael estuvo allí. Matamos a Isis juntos. —El vínculo forjado en esa habitación, empapada de dolor debajo de la torre y en la sangre y vísceras de la muerte de Isis, era uno que nada podría romper. Honor plantó su mano sobre el mostrador. Y entonces, le devolvió la mirada con esos ojos que pertenecían a un inmortal, e hizo una pregunta que él nunca hubiera esperado de la mujer asustada que por primera vez entró en su oficina. —¿Quién eras antes de Isis, Dmitri? —Lo rompí. —Un susurro desconsolado. —Déjame ver. —¿Vas a decirle a mamá? —Va a ser nuestro secreto. Ahí, está arreglado. —Dmtri, Misha, ¿qué están haciendo? —¡Cosas secretas, mamá! La risa, dulce, femenina y familiar, siguió los pasos silenciosos de Ingrede. Pesados con un niño, besó primero a su hijo riendo y luego, a su sonriente esposo.

Este cazador se estrelló contra el nivel más interno, que de ninguna manera lo tentaría a romper esa promesa... pero no se podía negar que había

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—Te amaré incluso cuando sólo sea polvo en el viento.

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—Era otro hombre —dijo, puesto al borde por la contundente atracción que sentía hacia Honor. Él pudo haber llevado una vida de libertinaje, después de que su mundo ardiera a cenizas, puede haber ennegrecido su alma y haberse entregado a todos los vicios que había, en un esfuerzo por calmar el dolor, pero nunca, jamás había traicionado a Ingrede en donde importaba. En su corazón, que había permanecido intacto, revestido en piedra.

NALINI SINGH profundidades ocultas hacia ella. Profundidades que se veía obligado a explorar. —Eres una excelente tiradora —dijo. Se encogió de hombros. —Practico, y Valeria no era exactamente un blanco en movimiento. —Líneas marcaron su frente—. Me siento mal por haber tomado ventaja cuando ella se encontraba clavada como una mariposa, pero no lo hago. ¿En qué me convierte eso? —Humano. Defectuoso. —Qué extraño que en realidad eso me hace sentir mejor. —Se estiró para abrir un armario superior. El movimiento atrajo su sudadera gris una fracción más prensada sobre sus pechos llenos, pero en absoluto suficiente para mostrar un cuerpo que Dmtri se encontraba condenadamente seguro, estaba destinado a ser exhibido. Hmm... Girando sobre sus talones, comenzó a merodear su apartamento. Cuando se volvió en la dirección, de lo que supuso que era su dormitorio, ella dijo—: Eso es privado, Dmitri. Él no le hizo caso. La escuchó maldecir hasta por los codos. Pero ya llegó a su armario para el momento en que ella corrió detrás del mostrador para seguirlo. —¿Qué crees que estás haciendo? —Ver quién eras antes de Valeria y Tommy. —Sacó un vestido escarlata corto con un gran escote y sin espalda—. Este, me gusta. Honor, con las mejillas rojas como el vestido, tomó el gancho de él. —Para tu información, nunca me puse esto. Fue un regalo de un amigo. Su entusiasmo se enfrió. —Ese es el tipo de vestido que un hombre compra. —O una novia a la que le gusta jalar mi cadena —murmuró, empujando el vestido de vuelta en el armario—. Ahora, vete.

Mirándolo, comenzó a guardar la ropa de nuevo. —Da la casualidad que estoy trabajando… el resto de la firma no se va descifrar sola.

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Camisas y blusas sencillas, en su mayor parte, pero todas ellas ajustadas. Nada como las camisetas y sudaderas sin forma, que había adoptado por llevar. Lanzándolas en la cama, dijo—: Vístete bien y te mostraré algo que nunca has visto antes.

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Llegó a sacar una serie de otros elementos en su lugar, arrojándolos sobre la cama.

NALINI SINGH Un ardiente frío de ira invadió sus venas ante el recordatorio de Isis, cerró las puertas del armario con atención deliberada. —Por lo que vi —dijo con una voz templada—, has estado dando vueltas en círculos. Suspiró. —Ya casi lo tengo. Está allí en la punta de mi lengua. —Un descanso te ayudará. —Mientras se vestía, él haría algunas llamadas, entre ellas, a Jason. Si alguien trataba de revivir o venerar a Isis de alguna manera, forma o silueta, Dmitri quería saber. Así podría aplastar la repugnancia. Movimiento, Honor caminó hacia el mobiliario para recoger un pincel. — ¿Hacia dónde vamos? —Ya lo sabrás cuando lleguemos allí. Entrecerró los ojos. —Vete para que pueda vestirme. —No tardes demasiado tiempo. —Saliendo de su mirada escudriñadora, comenzó a hacer sus llamadas telefónicas. Jason ni siquiera había oído un susurro, de ninguna de las cosas relacionadas con un ángel llamado Isis, pero se comprometió a alertar a su red. Dmitri también contactó a Illium, dándole instrucciones para informar al resto de los Siete. Su última llamada, fue para Rafael. La respuesta del arcángel fue simple. —¿Estás seguro? —Sí —dijo, sin comprender la pregunta—. Voy a manejar la situación. — Isis era su pesadilla. Al colgar, miraba, a un Manhattan aún envuelta en el beso gris de la noche, la Torre dominaba el horizonte, cuando el aroma de flores silvestres en eclosión se hizo más fuerte. Este tiró de emociones hace mucho enterradas en él, ese olor, le hizo recordar el mortal que había sido, hace muchos años atrás de las civilizaciones enteras que se habían erigido y caído durante su vida. —Vámonos. Se volvió para ver a Honor vestida en unos pantalones mal ajustados y una camisa blanca suelta.

—¿En este momento? —Le dirigió una sonrisa burlona deliberadamente— . Ven aquí, entonces, querida.

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La furia manchó de intenso rojo a través de sus pómulos. —Que te jodan, Dmitri.

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—Dije bien vestida. —Sabía muy bien lo que hacía con su ropa sin forma, eso hizo que no tuviera piedad—. El hecho de que los depredadores no puedan conseguir una buena mirada de ti, no significa que no te consideran carne fresca.

NALINI SINGH La vio sacudir su mano, sabía que luchaba contra el impulso de ir a por su arma, perforarlo en el corazón. —¿Sabes qué? —Dijo—. Creo que prefiero mi propia compañía. Fuera de aquí. —Patético, Honor —dijo, consciente de los dolorosos botones que presionaba—. Valeria… si es que todavía tiene su lengua, lo cual es dudoso… estaría riéndose a lo que te ha hecho. Honor se quedó inmóvil. —Creo que estoy empezando a odiarte. —No me molesta. —No había fuerza en el odio. Fue por eso que había sobrevivido a esa mazmorra—. Lo hará aún más dulce cuando te tenga a ti desnuda y mojada para mí. Sin responder, se fue pisoteando hacia su habitación. Después de diez largos minutos, caminó de vuelta. Esta vez, con el cabello recogido en una cola de caballo apretada, y vestía pantalones ajustados, metidos dentro de botas altas negras, rematado con un corsé negro bien ajustado, sobre el que había lanzado una chaqueta de cuero a nivel de la cintura en el mismo tono. Tenía razón… sus pechos eran deliciosos, su cuerpo un golpe de gracia. Caminando hasta detenerse, a sólo un par de centímetros de una silueta femenina, que estaba todo menos vibrando de cólera, se acercó a tocarla, la compulsión innegable. Un borrón de movimiento, un codazo en su pecho, sus piernas deslizándose de debajo de él, y de repente se estrellaba contra el piso, mirando hacia arriba a una Honor que no era para nada una víctima. Dmtri se echó a reír. Honor no sabía lo que le esperaba, pero esa risa, profunda, masculina y realmente acalorada, no era. Cuando él levantó una mano hacia ella, lo ignoró... aunque era preocupante, lo mucho que quería montar a horcajadas sobre aquel hermoso cuerpo e inclinarse para besar a esos sensuales labios sonrientes… como si él simplemente no hubiera cortado en ella, con la despiadada cuchilla de su voz. Su risa se desvaneció en una sonrisa que era muy, muy masculina. — Ven aquí.

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Honor se congeló cuando Dmtri detuvo el auto alrededor de la parte de atrás de un discreto edificio negro en el Soho. —Hijo de puta —dijo, su voz fue tan suave que apenas hizo ruido. Erotique, era el club de elección para los vampiros de más alto rango. Sus anfitriones y anfitrionas —en su mayoría

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Se acercó a la puerta en su lugar... pero ya no se sentía tan segura de que, cuando se redujera esta locura en su interior, una locura que llevaba el nombre de Dmtri, surgiría ganadora.

NALINI SINGH humanos, pero con el ocasional “nuevo” entre ellos— fueron entrenados para saber cómo tratar con los antiguos casi-inmortales. Algunos llamaban a los bailarines, dentro de sus muros exclusivos, las geishas de Occidente. Recostando su mano contra la parte posterior del asiento de ella, Dmitri le lanzó una mirada que parecía oscuramente divertida... si no mirabas en esos ojos, fríos y brutales. —Hay una alta probabilidad —dijo con una voz, que era de raso negro sobre sus pechos—, que al menos algunos de los vampiros que encontrarás aquí, ya te han probado. —Vamos, cazadora. Grita un poco más. La sangre sabe mejor cuando lo haces. Puntos en frente de sus ojos, su respiración estrangulada en su pecho. Su arma se encontraba en su mano y apuntaba a la cabeza de Dmitri, antes de que fuera consciente de que tiraba de la sobaquera. —Me voy. Dmtri se movió a la velocidad del rayo, y de repente su arma estaba en su puño, ese rostro sensual a centímetros del suyo. —Provócalos con tu supervivencia, Honor. O huye como un conejo asustado. Tú elijes. La violencia dentro de su cuerpo necesitaba liberación… quería golpear a Dmitri, hacerlo sangrar. —¿Por qué te importa? —Fue un susurro ronco—. Sólo soy una nueva diversión para ti. —Cierto. —Tocando la punta de su pistola en su mejilla—. Pero me parece que no es divertido jugar con alguien que ya está medio muerto. —Él puso el arma en el regazo de ella y abrió su puerta para salir—. Es extraño — murmuró, abriendo parcialmente la puerta—, cómo a veces me recuerdas a ella, y sin embargo no tienes ni siquiera un atisbo de su espíritu. Lo vio retirarse a medida que se dirigía hacia la entrada trasera del club, dejándola sola en una pantera de automóvil, con un arma pesada en su pistolera mientras se deslizaba en el asiento. Sus palabras habían sido calculadas para incitar una reacción, pero aun así golpeaban. Duro. —Ya no eres divertida, cazadora. Me esperaba más resistencia a este juego.

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Habían llegado a la puerta para entonces, una puerta que el portero ya mantenía abierta. —Señor —dijo, manteniendo los ojos fuera de Honor escrupulosamente.

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Saltando fuera del vehículo, fue tras Dmitri. Él miró por encima del hombro, esperó a que lo alcanzara. —Trata de no disparar a nadie. —Un ronroneo bajo, que acarició sus sentidos con una intimidad tan exuberante como el sinuoso aroma de las rosas de medianoche—. Necesitamos que la gente hable.

NALINI SINGH —Parecía sorprendido —dijo ella una vez que estaban dentro del corredor trasero—. ¿No es por lo general tu escenario?

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—No. —Inclinando la cabeza en dirección a ella, a medida que giraban hacia el sonido gutural de un cantante de jazz proveniente de la izquierda, dijo—: Supondrán que te tengo en mi cama.

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NALINI SINGH

13 Traducido por Andreani Corregido por Mery St. Clair

Más cerca, la voz del cantante se mezclaba con la música de la suave conversación. Las voces eran elegantes y cultas, al igual que las que ella había escuchado en el sótano. —Ya sé —dijo, decidida a no permitir que esto la llevara de vuelta a la oscuridad—, pero desde que tienes una reputación de disfrutar el dolor, estoy segura de que no se sorprenderían si sucumbo ante la necesidad de apuñalarte. —Hubo un destello de risa en esos ojos tan oscuros y viejos, pero no dijo nada mientras caminaban a través de la puerta hacia lo que parecía ser un bar muy fino, con una cantante, que llevaba un destellante vestido verde, sobre un escenario a uno de los lados. La iluminación era suave, las agrupaciones de mesas íntimas, los clientes vestidos con inmaculada ropa formal—. Un poco pronto para cócteles. —O muy tarde —respondió Dmitri—. El tiempo significa poco aquí. — Todos los hombres y mujeres en su línea de visión eran lo suficientemente viejos como para que el vampirismo hubiera trabajado su magia, afilando sus miradas a un nivel de belleza que sólo era poseído por un raro mortal. —Esperaba… —En verdad, ella nunca pensó tanto sobre Erotique, pero lo que había escuchado se centraba en un aspecto que faltaba aquí—. ¿Los bailarines? —En otra sección —dijo Dmitri—. Hay un piso entero por debajo de nosotros, así como un número de otras áreas más íntimas similares a ésta.

La piel que quedaba al descubierto destelló... algo sobre los huesos perfectos del rostro de Dulce, yéndose tan rápido como apareció. —Sí, por supuesto.

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—Consíguenos esa mesa de la esquina, Dulce. —Su voz era la de un hombre que espera obediencia instantánea—. Champagne. Y encuentra a Illium...

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—Dmitri. —Una impresionante mujer en un ajustado vestido negro, hasta los tobillos y mostraba sus bienes con elegancia sensual, cruzó la habitación hacía ellos, sus pasos eran rápidos—. No sabía que vendrías o habría preparado una habitación privada para ti y tu invitada.

NALINI SINGH Honor vio a la pareja dirigirse hacia la mesa de la esquina con prontitud cuando vieron a la anfitriona partir hacia ellos. Había más que un pequeño temor en sus movimientos. Consciente de que vampiros de una cierta edad tenían audición sobrenatural, se inclinó para hablar contra el oído de Dmitri. Con cualquier otro hombre, cualquier otro vampiro, habría estado cerca de vomitar para este momento... pero cualquier alquimia inexplicable que existía entre ella y Dmitri, le permitió respirar su olor, dijo—: ¿Los mantienes temerosos a propósito? Su mano apenas rozó su espalda baja. —Significa que tengo que ejecutar a menos de ellos. Ella no dijo nada hasta que estaban sentados y Dulce se había alejado después de servir el champán. —Dulce no es humana. —Habían sido sus ojos la que la habían delatado. Una deslumbrante joya morada brillaba contra su cabello negro. Ningún ser humano tenía ojos de ese color y aun no habían inventado lentes de contacto que pudiese imitar ese tipo de belleza mística. —No, ella administra Erotique. Lo ha hecho durante los últimos diez años. —Levantó una ceja—. No creíste que sería recibido por nadie inferior al administrador, ¿O si, Honor? Ella no mordió el anzuelo. —¿Por qué estamos aquí? —Mira hacia la esquina diagonalmente opuesta. Siguiendo su mirada, vio a un vampiro alto, con el cabello arenoso junto a una morena con curvas en su regazo.

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La mano de Honor se apretó alrededor de la copa de champaña delante de ella. Analizando la sala, se dio cuenta de que más de un vampiro se estaba alimentando, y no todos eran varones. Una etérea y encantadora mujer con rasgos hispanos pasaba sus manos por el cabello de un varón rubio delgado, la nitidez del cristal azul de sus afiladas uñas se encajaban dramáticamente en la piel mientras ella tiraba hacia bajo de él para alimentarse, justo encima del punto de su pulso en el cuello.

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Tampoco había notado la llegada de Dmitri, y la razón del por qué estaba clara. La mano pálida del vampiro yacía sobre la plata brillante del vestido hasta los tobillos de la mujer, peligrosamente cerca de las grandes curvas de sus pechos, sus labios acariciaban la larga línea de su garganta. Ambos se volvieron inmóviles un instante más tarde y luego el vampiro comenzó a alimentarse, los músculos de su garganta se movieron, mientras la morena echó su cabeza hacia atrás en un silencioso orgasmo.

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NALINI SINGH —Pensé —dijo, con la garganta seca—, que este era un club, no una orgía de alimentación. —La risa de Dmitri fue una cuerda de piel trepando alrededor de sus sentidos. —Tan inocente, Honor. —Tomó un sorbo de su champagne—. Algunos vampiros vienen aquí porque saben que encontrarán a una pareja dispuesta si necesitan una, parejas que saben qué esperar. Pero la mayoría de los demás son inofensivos amantes del exhibicionismo. —Notando su obvia mirada sobre la mujer vampiro, dijo—: Ella es Amalia. Le gustan los jóvenes… pero él es legal, lo suficientemente adulto para tomar una elección. —Había algo en esa declaración, algo viejo y enterrado, y muy molesto. —Estás viendo al vampiro con la atractiva morena —dijo, sabiendo que aunque Dmitri la metiera en su cama, eso sería todo: sexo. Erótico, pecaminoso, peligroso, pero nada más allá de un acoplamiento físico. Ningún secreto sería compartido, no falsas uniones—. ¿Por qué? —Es Evert Markson. El mejor amigo de Tommy. Ella levantó su cabeza. —Sabías que iba a estar aquí. —Evert tiene la gran y desagradable costumbre de alimentarse en Erotique en una base regular. Era difícil no mirar a Markson, pero mantuvo su atención sobre Dmitri. —Acabas de decirme que los vampiros vienen aquí para alimentarse. —Sólo a veces, cuando no tienen un amante regular o donantes. Tal vez si están de visita en la ciudad. —Colocó su champagne en la mesa—. La única razón que Evert necesita para alimentarse en Erotique es que hiere a sus amantes tanto que ni la mejor de las seguidoras pasará cerca de él ahora. Las anfitrionas aquí sólo acceden con la condición de que se alimenten en público, donde pueda ser controlado. Con el corazón en la garganta, Honor volvió a mirar a la morena en brazos de Markson, viendo lo que ella no había notado anteriormente: las respiraciones poco profundas, las blancas líneas sobre sus grandes labios apretados. —Ella no esta teniendo un orgasmo, ¿verdad? —Las ganas de levantarse y desgarrar al vampiro frente a la otra mujer tenían a cada músculo en su tenso cuerpo al punto de ruptura.

—Sí. Exactamente. —Su mirada fue hacia la puerta—. Campanilla está aquí.

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—Dmitri. —Liberando el tallo frágil de su copa antes de que la rompiera— . Si él es el mejor amigo de Tommy, entonces...

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—Le está haciendo daño.

NALINI SINGH Los filamentos plateados en las alas de Illium atraparon la luz mientras caminaba. Las mujeres en la sala, y más de unos cuantos hombres, continuaron inmóviles, viendo su avance con los ojos llenos de maravilla y deseo. La ira, algo nítido y brillante, siguió cantado una punzante canción en su sangre, pero dijo—: Hola, Illium. —Cuando agarró una silla desde otra mesa y la giró para sentarse, sujetando sus brazos por la espalda, sus sorprendentes alas rosaban el piso. —Hola, Honor St. Nicolás. —Sus ojos, esos hermosos ojos dorados enmarcados con las más imposibles pestañas, se clavaron en ella—. Parece como si quisieras apuñalar a alguien y observar como se desangra. —Sí —admitió—, pero tengo que esperar. Illium robó su champán, tomó un sorbo y se estremeció. —Nunca me gustaron esas cosas. —Puso la copa de vuelta sobre la mesa y se volvió hacia Dmitri—. La verdad es que Tommy ha ido a la resistencia porque está asustado de alguien. Fue antes de que Honor fuera asignada a La Torre, así que no es por ti. Los ojos de Dmitri nunca se desplazaron fuera de Evert Markson. — Hazme un favor. Vuela con Evert hasta su casa y ve si encuentras algo interesante. El alado ángel azul se fue sin decir más. A su lado, Dmitri sonrió, una sonrisa fría. Ella sabía a quién miraba antes de que girara su cabeza y viera a Evert. Tragando compulsivamente mientras empujaba a la morena fuera de su regazo sin ningún cuidado, sus ojos se movían erráticamente de Dmitri a Honor. El reconocimiento en los ojos fue una confirmación punzante de que Tommy había metido a su mejor amigo en el juego. Cuando Dmitri no hizo nada para detener al vampiro de salir, ella empezó a levantarse. Él cerró una mano sobre su muñeca. —Déjalo que se muera de miedo, Honor. —El susurro de Dmitri fue una caricia de seda sobre sus sentidos—. Evert no es tan inteligente como Tommy. Sé a dónde va. Fue difícil sentarse y ver a uno de los hombres que la habían torturado salir de su vista. —Puedes estar equivocado.

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Ella miró hacia abajo, alarmada al darse cuenta de que la estaba tocando... y ella no tenía ningún deseo de alejarse. —¿Es sólo la cosa del olor lo que haces, Dmitri? —preguntó, sintiendo una lánguida calidez invadir su sangre—. ¿O tienes otros mandatos a tu disposición?

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Un pulgar se movió sobre su piel. —No lo estoy.

NALINI SINGH —Dejaré que eso lo averigües tú. —Le acaricio una vez más y se puso de pie—. Vamos jugar con nuestra presa. Honor contuvo sus palabras mientras conducían por los grises cielos brumosos pintados por el último borde de la noche, el viento era frío, con una insinuación de lluvia. —No quiero ser así de fría. —Perder su humanidad—. No quiero tomar placer del dolor de los demás. Cambiando las velocidades con despiadada facilidad, Dmitri comenzó a dirigirse hacia el puente de Manhattan. —A veces no hay opción. La antigua oscuridad de sus palabras la envolvió. Ya se había dicho a si misma que él era un hombre que nunca compartiría sus secretos, pero ella no podía evitar preguntar, no podía dejar de intentar ver debajo de la superficie mortal y sofisticada cuando se trataba de Dmitri. —¿Qué te hizo Isis? —El instinto, primitivo y visceral, le dijo que fue el génesis de lo que él se convirtió: un depredador que tenía muy pocas líneas morales que no cruzaría. Su cabellera se agitó fuera de su cara cuando él les llevó hasta el puente, el coche ronroneo elegante y peligroso en el largo intervalo. —Yo no soy hermoso como Illium, pero soy un hombre que las mujeres quieren en sus camas. Sí, pensó. Mirar a Dmitri era pensar en sexo. Rico, ojos oscuros, pelo negro, piel tentadora, cálida sombra entre miel y café, labios que hablaban de placer y dolor, un cuerpo que se movía con una gracia letal que incitaba las fantasías sexuales de cómo podría moverse dentro de una mujer. —Pero no eres un hombre que puede ser de propiedad de alguien. — Intentarlo sería tonto y peligroso—. Tú eliges tus propias amantes. —Isis no lo creía. —No hubo cambio en su expresión—. Era mortal entonces, débil. Me quería y, cuando yo dije que no, me tomó. Quien sea quien te tomó, cazadora... —Una larga y lenta lamida a lo largo de su muslo interior— , le debo las gracias. Apretó sus puños. —Ella te hizo daño.

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Fue tal vez veinte minutos más tarde que él llevo el coche a una silenciosa parada por la calle de un moderno conjunto de casas de dos niveles, detrás de un pequeño seto verde. Pintada de lo que parecía ser un negro elegante, los marcos de las ventanas y el techo resaltaban en un llamativo rojo profundo aún en las sombras monocromas antes del amanecer.

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No hubo respuesta.

NALINI SINGH —Esta no puede ser la casa de Evert. —Había estado luciendo un reloj de platino y un traje italiano. No era la clase de hombre que estaría satisfecho con una pequeña casa, aunque fuese moderna. —Es propiedad de su ex amante —respondió Dmitri después de haber salido del coche y comenzado a caminar hacia el frente de la casa—. Evert cree que Shae sigue teniendo una debilidad por él. —Sacó una llave—. Está equivocado. —Desbloqueó la puerta y entró en silenciosas pisadas. Honor lo siguió, cerrando la puerta. El vestíbulo estaba desprovisto de luz excepto por el sutil brillo de la pequeña lámpara de pared cerca de la escalera, pero la casa no estaba tan tranquila como debía haber estado en este momento de la mañana. Sacando su arma, ella la mantuvo a su lado mientras subían las escaleras, Dmitri con la gracia de una pantera, ella con un andar más mortal. —...Estoy segura. —Una voz femenina, conciliadora—. Siéntate, Evert, cariño. —Él estaba mirando directo hacia mí. —Jadeo, sus palabras afiladas—. ¡Y la cazadora estaba con él! —Esa voz. Honor lo reconoció entonces. Recordaba lo que había hecho, cómo se había reído con esa aguda risa, más adecuada para una adolescente. —¿Qué cazadora? —Tommy prometió que estaba acabada, como basura. Dijo que no sabía nada. Ese bastardo me mintió. —Eso no puede ser cierto. Es tu mejor amigo. —Se escucho un crujido, como si Shae se hubiera puesto de pie—. ¿Por qué no lo llamas… —¿No piensas que ya lo he intentado? —Hubo un ronco grito, seguido por el sonido inconfundible de carne encontrándose contra carne. Rabia, caliente como la sangre, nubló la visión del Honor. Sin embargo, Shae no sonó intimidada cuando dijo—: Estoy segura de que es un malentendido. Si Dmitri quería hacerte daño, él no hubiera dejado que un lugar público lo detuviera. —Sí, sí, tienes razón. —Alivio, seguido de risas aniñadas—. Quizás él simplemente estaba jodiendo a la puta. Ella es un dulce pedazo de culo.

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Un disparo al corazón podría matarlo y ellos necesitaban hablar con él. Se forzó a sí misma a dar marcha atrás, no importaba cuán satisfactorio sería convertir el corazón de ese bastardo en fragmentos carnosos, ella siguió en silencio mientras Dmitri abría la puerta del dormitorio y caminaba dentro.

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Honor quitó el seguro del arma. A su lado, Dmitri negó con su cabeza y ella recordó que, a pesar de la edad, no había percibido ningún indicio de verdadero poder en Evert Markson.

NALINI SINGH Vestida en nada más que bragas de encaje rosa y una camiseta blanca, una pequeña mujer con piel de color café con leche y una tormenta de rizos apretados por cabello, se paró frente a la puerta. En el instante en que ella los vio, corrió al baño a su espalda y cerró la puerta, privando a Evert de un rehén. Dándose vuelta, el vampiro gritó y se lanzó contra Dmitri, levantando sus manos como garras. Honor le disparó a las rodillas. Dmitri vio fijamente como el vampiro, pálido como un fantasma, se encogía en un charco de sangre y hueso. —No necesitaba la ayuda, cariño. — Una sentencia leve. —Lo sé. —Markson la había herido en formas que le habían causado daños internos que le tomaron a los doctores meses arreglar… verlo gritar no era suficiente para borrar los recuerdos, pero era algo. Y... él había estado intentando herir a Dmitri. Honor nunca lo permitiría. No a Dmitri. —Los vecinos probablemente escucharon eso. —No, no lo hicieron. Evert tiene esta casa insonorizada, ¿cierto, Evert? —No sé nada, lo juro. —Sollozó palabras, los mocos escurrían de su nariz. Dmitri sonrió, tan suave como una daga que se desliza entre las costillas. Y Evert estaba doblegado. —Él tiene esta tosca cabina en el fondo del bosque: en los Catskills. Nadie piensa en ir a buscarlo en un lugar como ese. — Limpió sus lágrimas, luchando hasta quedar sentado contra la cama, sus heridas ya empezaban a sanar—. Aunque él no responde su teléfono. —¿Número?

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Evert se sacudió, sus ojos avellana eran demasiado inocentes para pertenecer a esta criatura, saltando hacia Honor antes de volver a Dmitri. — Pensé que estabas en esto —susurró, frotando la manga de su chaqueta de traje contra su nariz—. Pensé que lo habías aprobado.

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NALINI SINGH

14 Traducido por Panchys Corregido por Deeydra Ann’

Incluso antes de que Honor hubiera aprendido lo que Isis le había hecho a Dmitri, nunca, ni por un instante, consideró esa posibilidad. No ahora. Porque siempre había entendido una cosa: Dmitri no compartía lo que era suyo. —¿Por qué? —preguntó en su lugar—. ¿Qué razón podría tener para pensar eso? —Cuando Tommy me invitó —dijo Evert, su respiración ya no estaba entrecortada, sus ojos inundados de lágrimas—, dijo que era un nuevo juego que todos los vampiros de alto nivel estaban jugando. —Si pensabas que yo estaba en esto —preguntó Dmitri en un susurro de seda—, ¿por qué corriste del club? Sus ojos se sacudieron de ida y vuelta, lágrimas mezclándose con el sudor corriendo por su rostro. No más palabras. No más mentiras. De repente, a Honor no le importó lo que le sucedió a él, era demasiado patético. —Haz lo que tengas que hacer —le dijo a Dmitri, parándose lo suficientemente cerca que él tuvo que agacharse para poder susurrarle al oído, calor masculino y pecador de él llegó a sus pulmones, esparciéndose por su sangre—. Pero él no vale la pena por un pedazo de tu alma. No le des eso. Su aliento susurró sobre su mejilla, sus palabras un murmullo que la envolvió en una intimidad exuberante, haciéndola sentir extrañamente protegida… segura. —¿Estás segura de que tengo un alma?

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La ex amante de Evert la abrió inmediatamente. Habiéndose puesto un albornoz blanco, siguió a Honor por las escaleras, antes de tomar la delantera para llevarlos a un pequeño patio pavimentado.

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—Podría estar maltratada y llena de cicatrices, pero está ahí. —Muchos la llamarían una tonta por creer eso, pero no había nada racional en ella cuando se trataba de Dmitri. Sólo instinto, primitivo e implacable—. Así que no la pierdas con esta sanguijuela. —Retrocediendo, ella se dirigió a la puerta del baño y tocó.

—Soy Shae.

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NALINI SINGH —Honor. —Evert rompió mi mandíbula una vez. —La bonita mujer se sentó en una de las sillas situadas en torno a una mesa de madera cuadrada—. Por diversión. Agarrando un asiento opuesto, Honor se centró en las feas manchas formándose en la intachable piel de Shae. —¿Por qué quedarse con él? Un encogimiento de hombros. —Sólo tenía setenta años cuando lo conocí. Su columna vertebral se contrajo al reconocimiento de que Shae, pequeña y con esos amoratados ojos humanos, era una vampira. —Un apuesto hombre mayor, ¿verdad? —dijo, obligándose a permanecer relajada. Shae no era ninguna amenaza, su poder era tan silencioso como para ser insignificante, era la razón por la que su cuerpo no había sido capaz de curar el daño causado por los viciosos golpes de Evert. —Sí. —La otra mujer sacudió la cabeza, sus rizos enganchándose en la tela de la toalla—. Estúpida. Pero, bueno, todos somos estúpidos de vez en cuando. —Su mirada penetrante—. Dmitri, ¿eh? Sin ánimo de ofender, pero hablando de estupidez... Sí, lo era. Probablemente el peor error de su vida, pero alejarse no era una opción. Nunca más. Si alguna vez lo hubiera sido. —Pareces muy segura de que estamos involucrados. —Po favo9, como mi sobrina-nieta diría. —Shae metió las manos en su pelo, ya sea agitada por los acontecimientos de la mañana o constitucionalmente incapaz de quedarse quieta. Tan joven, pensó Honor, tan vulnerable, y era un curioso pensamiento para tener sobre una mujer que tenía más de medio siglo que ella. Pero el tiempo no lo era todo. Dmitri hubiera sido una fuerza a tener en cuenta poco después de su Conversión. Shae sería siempre la presa en lugar del cazador.

Puh leeze: otra forma de decir please (por favor), imitando la voz del conejo Roger (caricatura de Cartoon Network). 9

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—Prick, un amigo de Evert. Él tiene cuatrocientos años y todavía tiene esa mirada aduladora y sudorosa que habla sobre el pensamiento de un hombre acerca de desnudarte, y no de una manera agradable. —La vampira tiró del agarre de su vestido—. Evert no estaba mintiendo acerca de la cabina. Me llevaron allí una vez. —Su silencio estaba cargado de secretos demasiado terribles para ser expresados.

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La eternidad, pensó Honor, era mucho tiempo para pasar como una víctima. —¿Qué sabes acerca de Tommy?

NALINI SINGH Ninguna de las dos habló durante largos momentos llenos con los sonidos alegres de los pájaros regañándose entre sí, una larga jornada comenzó. —Tengo tanto miedo —dijo Shae cuando los pájaros se dispersaron con un estribillo brillante, líneas finas pellizcando fuera de su boca—, que eso sea en lo que me voy a convertir mientras envejezca. Depravada, encontrando placer sólo en la humillación y el sufrimiento de los demás. —Había una mirada de preocupación—. Incluso Dmitri… él apenas está en este lado de la línea. Sabes eso, ¿no? —Sí. —Él no era ningún inocente, nunca volvería a serlo—. Cuéntame más sobre Tommy. —Él es bueno con el dinero por lo que tiene poder económico, pero por lo demás es débil. —Sus dedos jugaban con las solapas del albornoz, dejándola caer para torcer los extremos de la correa en la cintura—. A ellos les gusta pretender ser hombres grandes, pero son ovejas, tanto él como Evert. —Sí. —La profunda voz de Dmitri desde detrás de Honor mientras salía por la cocina—. Ellos eran peones de menor importancia en el esquema de las cosas. Por primera vez desde que ella lo conoció, no puso en ángulo su cuerpo para mantenerlo en su línea de visión. En cambio, le permitió entrar detrás de ella, colocar su mano sobre la parte de atrás de la silla de madera donde estaba sentada y cepillar su dedo pulgar sobre la piel de su cuello. Terror, visceral y profundo en el intestino. Su corazón corriendo contra sus costillas. Apretando los dientes, mantuvo su posición, una pequeña rebelión, una pequeña reclamación de lo que ella había sido antes de la fosa. —Nada de gritos —dijo, las palabras roncas. —Tuve mis órdenes. —Continuó jugando con el dedo pulgar por encima de su ahora temerosa y humedecida piel, se dirigió a la otra vampira—. Evert no te volverá a molestar. Alguien estará recogiéndolo en unos veinte minutos.

Dmitri tiró de un pequeño mechón de pelo en su nuca. —Mira hacia arriba, Honor. Illium era un espectáculo impresionante en el cielo con relámpagos, sus alas se avecinaban en el aire con una gracia que le hacía parecer un sueño casi

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—Sí —dijo, atrapada por la ironía de Shae buscando la seguridad de una mujer que estaba actualmente luchando para no ahogarse con el sabor rancio de su propio terror.

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Shae se estremeció. —Yo… tú… —Sus ojos se posaron en Honor, no en Dmitri—. ¿Te vas a quedar? Si él despierta…

NALINI SINGH olvidado. Cuando aterrizó en el patio, sus alas llamearon por un instante. Era a la vez un gran hombre, física y sexualmente, una fantasía inalcanzable. Ella nunca pudo verse a si misma enamorándose de un hombre tan bello. No, al parecer sus gustos corrían más oscuros, más ásperos, más afilados. Pero podía admirarlo… y podía preguntarse acerca de las sombras más allá del dorado, sombras que resonaron con algo escondido dentro de ella. — Campanilla —dijo, recordándolo de Erotique—. Bonito nombre. —Llamo a Dmitri, Oscuro Soberano. —Shae —dijo Dmitri y la vampira se levantó a la vez caminando rápidamente a la casa. —Ahora, bonita Campanilla. —Otro golpe lánguido en su piel—. Dile al Soberano lo que has descubierto. Sonriendo, Illium se encaramó en la mesa de madera, una de sus alas a unos centímetros de Honor. —Encontré esto. —Pasó un sobre texturizado de color crema—. Estaba en la mesita de noche, puesto allí por la criada. Llegó esta noche. Honor se aproximó para agarrar el sobre antes de que Dmitri pudiera, pasando su dedo debajo de la solapa para quitar el sello. Dentro había una sola hoja de papel grueso, con un mensaje muy simple. La segunda cacería empieza pronto. Espero que encuentres esta presa tan deliciosa como la primera, el Gremio cuenta con el personal más apetitoso. Honor puso la carta sobre la mesa. Al ver su contenido, Illium y Dmitri intercambiaron palabras, pero sus voces fueron ahogadas por el estruendo dentro de su cabeza. —Nadie más —susurró, y se trataba de un voto—. Los bastardos no obtendrán a nadie más.

Largos y latentes instintos lucharon por despertar al sonido de miedo en su voz. Los aplastó, no podía permitirse el lujo de pensar en la joven en la forma en que había pensado de Misha y Caterina. —¿Dónde estás?

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Diez minutos más tarde, justo después de haber terminado de hablar con uno de sus hombres en las cercanías de las montañas Catskills, Dmitri recibió una llamada de Sorrow. —Creo que hice algo, Dmitri.

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La respuesta de Dmitri fue un simple —No lo harán. —Su mano se curvó alrededor de su nuca... y ella no se alejó.

NALINI SINGH —El parque cerca de mi casa, en la pileta grande. —Palabras temblorosas, un espíritu cercano a quebrarse—. Lo siento, me escapé. Sólo quería ir a dar un paseo, eso es todo. —Quédate donde estás —dijo, esos viejos instintos, enterrados intentando salir a la superficie una vez más, duros y desiguales por siglos de desuso—. Illium va a volar hacia ti, no aterrizará —añadió, porque él podía sentir su pánico a través de las líneas telefónicas y, cualquier otra cosa que pudiera ser, él no era lo suficientemente hijo de puta para aterrorizarla de tal manera—. Voy a estar justo detrás de él. —Illium se elevó en el aire tan pronto como Dmitri le dio los detalles. Entonces llamó a los vigilantes de Sorrow para decirles dónde localizarla—. No se acerquen. —Shae —dijo Honor cuando colgó—. Está asustada. Él vio la compasión en esos ojos de bosque de medianoche, se vio sacudido por su capacidad para sentir la tierna emoción. Pero no era como ella, todo lo bueno en él se había quemado mientras el pequeño cuerpo de su hijo se quemaba en las ruinas de la casa que había construido para su esposa. Misha había desaparecido, tan imposiblemente rápido. El crepitar de las llamas, el silbido del viento, ninguno de ellos había ahogado el eco de las últimas palabras que su hijo había hablado con él. —No lo dejes ir, papá. —Bien —dijo, empujando las memorias de regreso a la caja de acero que ya no podía contenerlas—, el miedo la mantendrá alejada de ser estúpida. — Avanzando a través de la sala de estar donde se cernía Shae, la cogió de la barbilla—. Di una palabra sobre lo que has aprendido aquí esta noche, y te unirás a Evert como invitada de Andreas. La vampira se volvió blanca como una sábana. —Yo n-no. N-nunca. —Dmitri. Liberó a Shae, porque ella había entendido el punto, y se dirigió hacia la puerta justo cuando el equipo de recuperación apareció, con una furiosa Honor a su lado. —No había necesidad de asustarla. —El aroma de las flores silvestres lo golpeó duro mientras se metió en el asiento de conductor del Ferrari, raspando en contra de la herida en carne viva que era la memoria de la pira funeraria de Misha.

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Sintiéndose vicioso, no se molestó en endulzar su opinión mientras guiaba el coche lejos de la acera. —Es débil, un parásito. Un año más, tal vez ni siquiera eso, y habrá encontrado otro Evert para sangrar.

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—Ella es una víctima. —Honor cerró su puerta de golpe.

NALINI SINGH —Estamos hablando de una mujer con todas las características de abuso —argumentó Honor, terca en su creencia, así como otra mujer que se había peleado una vez con él, con pasión salvaje en su voz—. Le va a tomar su tiempo romper el ciclo. Escuchó lo que ella no dijo, que le había tomado meses trepar fuera de ese pozo oscuro en el que ella había sido arrojada. —Shae —dijo, acelerando el coche a una velocidad superior—, ha tenido el lapso de una vida mortal para encontrar su columna vertebral. Ella no lo hizo, y nunca lo hará. Honor contuvo el aliento. —Eso es cruel. —Viene con el territorio. —Se había detenido sobre el cuerpo muerto de una colegiala no hace mucho tiempo, tiró de la sábana sobre la cara pequeña, inocente—. Los vampiros que no temen a las consecuencias crean carnicería. —Lo sé, no nací ayer. —Reclinándose, apretó su cola de caballo. Quería el empuñar su mano en ese pelo de ébano exuberante y besar el temperamento justo fuera de ella. La única otra mujer con la que alguna vez había tenido la tentación de hacer eso lo había mordido con fuerza en el labio y le dijo que se lo merecía. Más tarde, después de que su ira se había enfriado, ella se volvió hacia él en la cama y lo besó, vacilante y dulce, su nueva esposa, que era demasiado tímida para dar el primer paso. Una caricia de flores silvestres, el pasado y el presente colisionando, mientras ellos estaban haciendo todo con demasiada frecuencia desde que Honor entró en su vida. Pero estos recuerdos… eran algunos de los buenos. —Dime —dijo, porque había oído una historia en su voz, y él tenía la torrencial necesidad de saber todo lo que podía sobre Honor St. Nicholas. Un silencio largo, fresco. Inesperadamente, encontró sus labios curvándose—. Illium te advirtió que no soy un caballero. Un resoplido femenino, pero ella empezó a hablar. —Una de mis primeras cazas fue un vampiro antiguo. Él no estaba bajo Contrato, por lo que no se trataba de eso.

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—Robó algo de su ángel, un antiguo artefacto. —Se metió un mechón de pelo que había escapado detrás de su oreja, el acto fue tan familiar que Dmitri se sentía como si la hubiera visto haciéndolo miles de veces—. El ángel no tenía a alguien cerca de la pequeña aldea donde sabía que el vampiro estaba escondido, pero yo no estaba muy lejos, por lo que el Gremio me pidió que mantuviera un ojo sobre él hasta que la gente del ángel llegara hasta allí. — Dmitri no dijo nada cuando ella se quedó en silencio, era casi capaz de tocar el

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Intrigado por una infracción de un vampiro, el que hubiese cumplido su Contrato era considerado un asunto interno, Dmitri dijo—: ¿Qué hizo?

NALINI SINGH pesado negro que pintó los tonos de su voz, en contraste con los vibrantes azules y oro blanco de la mañana, el toque de la lluvia de haber pasado en el Atlántico—. Uno de sus amigos —dijo—, lo había llamado con antelación para advertirle que estaba siendo cazado. Sacó su furia sobre los habitantes del pueblo. El suelo estaba pegajoso de sangre cuando llegué, el aire lleno de hierro que apenas podía respirar. Había matado a todos, hombres, mujeres, niños, bebés. —Una sacudida de cabeza—. Esa fue la primera vez que entendí que los vampiros ya no eran humanos, aunque hubieran empezado de esa manera. Dmitri recordaba el caso. No había sido en el territorio de Rafael, pero sí en el de Elijah, el arcángel que gobernaba América del Sur. —Ese vampiro se encontró con varios disparos en el corazón y estaqueado en el piso con un cuchillo. —Había sido poderoso, el segundo en uno de los tribunales que informaron a Elijah. —Yo no tenía un chip de control —dijo Honor, en referencia al arma que inmoviliza a los vampiros—, y se dirigía a otro pueblo cuando lo localizaron. La única forma de detenerlo era destrozar su corazón y luego, mientras estaba en el suelo, enterrarle varios cuchillos para que no pudiera tirarlos todos antes de que llegara la ayuda. —Se frotó la cara—. Le atravesé cinco clips, él se mantuvo reviviendo antes de que yo hubiera puesto suficientes cuchillos en él, y aun entonces, después, cuando pensé que iba a tirar de ellos. —Hermosa y mortal —murmuró, deteniendo el coche junto al parque donde esperaba Sorrow—. Me parece una combinación embriagadora. Honor salió, alcanzando el paso junto a él mientras se dirigía hacia el parque. —Todo otro hombre que he visto desde el asalto tiene una mueca de dolor después de mencionar algo que podría ser considerado como una insinuación, y tú sigues diciendo cosas como esas. —Algunas personas —dijo Dmitri—, sobreviven. Otras no lo hacen. Tú lo hiciste. —Él lo sabía, porque conocía lo que era estar en un lugar más allá de la desolación. Un salvaje azul parpadeaba a través de la red de hojas frente a ellos en ese momento, y las prioridades de Dmitri cambiaron. Al entrar en el pequeño claro, tomó todo con una sola mirada.

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La bragueta del hombre estaba abierta, sus genitales derramándose fuera. Su cabeza descansaba en un ángulo que le dijo a Dmitri que se había roto con fuerza, mientras que su boca quedó atrapada en una expresión similar a la de un pez globo.

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Illium, aterrizando fuera de la vista de Sorrow. La joven mujer sentada en una rama de un árbol viejo con sus brazos entrelazados alrededor de si misma, los ojos desviados del cadáver en el césped delante de ella.

NALINI SINGH —¿Qué pasó? —le preguntó a Sorrow, mientras Honor se ponía en cuclillas al lado del cuerpo.

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—Yo estaba caminando —dijo rápido, entrecortado, como si hubiese estado acumulando sus propias palabras—, y lo siguiente que recuerdo es que estoy aquí de pie, mirando su cuerpo golpear la tierra. —Sus ojos, ojos que hablaban del hombre, el monstruo que la había Convertido, encontraron los suyos—. Me estoy volviendo como él. Una carnicera. —La espiga de su miedo era inconfundible, pero ella le sostuvo la mirada, esta mujer que se había convertido en Sorrow—. Tienes que hacerlo, Dmitri —susurró—. Acaba conmigo.

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15 Traducido por Mery St. Clair Corregido por Deeydra Ann’

—No todavía. —Sus ojos fueron al pene expuesto del hombre, encogido y arrugado por la muerte. Un hombre normal no caminaría por ahí con su pene colgando. Pero con la memoria de Sorrow en blanco, no había manera de saber si sedujo o cautivó al humano hasta llegar a matarlo, o si fue en defensa propia. Honor se puso de pie, con una sonrisa triste en su rostro. —Pensé que lo reconocería. —Ella le pasó su teléfono. Tomándolo, Dmitri echó un vistazo al artículo del periódico que tenía sobre un Rick Hernández, un violador en libertad condicional. Su ficha policial fue impresa por la policía como una alerta para los vecindarios sobre delincuentes violentos. Un análisis adicional del artículo mostró que las dos mujeres a las cuales asaltó eran de complexión pequeña y de origen asiático. Entregándole el teléfono a Sorrow, observó como ella comenzaba a temblar. —Yo me encargo de esto. —Puso una mano en su cabello y sintió como algo fundamental se rompía en él, para después volver a la normalidad—. Veneno te llevará a tu casa. —Veneno no está aquí —dijo Honor—. Lo haré yo. Dame las llaves de tu auto. —Sorrow no es humana. —El hecho de que le rompiera el cuello a un hombre dos veces más grande que ella fue mi primera pista. —Cruzó sus brazos, pero no había agresión en esos ojos llenos de misterio. En cambio, vio una fuerza tranquila y una inexplicable ternura rodeó su corazón, envuelto con alambres de púas que le hizo sangrar—. Estoy armada y ella es joven.

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En lugar de bordear por el otro lado del agresor muerto de Sorrow, caminó lo suficientemente cerca de él para que la palma de sus manos lo tocaran. Fue la primera vez que hizo un esfuerzo deliberado para tocarlo piel contra piel.

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—Quédate con ella hasta que Veneno llegue. —Dmitri le lanzó las llaves.

Su cuerpo ardía.

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El viaje a la casa de Sorrow no se hizo esperar. —Vamos —le dijo a la joven, quien estaba callada y agitada. Honor se vio a sí misma en ella, como lo había estado haciendo antes de la llamada de Sara… antes de Dmitri. El calor de su piel se quedó en la suya, y se preguntó si él entendía lo que esto significaba para ella, saber que necesitaba extender su mano hacia él, tocar las profundas cicatrices de su secuestro—. Vamos a tomar algo de té. —No tengo. —Hizo una pausa, la mirada opaca y vidriosa cambió por una fracción, como si estuviera luchando contra la sorpresa—. Tengo café. —Eso esta bien. Los movimientos de Sorrow continuaron siendo torpes y sin coordinación mientras entraban en la casa, donde la mujer que no era del todo humana comenzó a preparar un café con movimientos rápidos e irregulares. —Uram —dijo sin previo aviso—. Fui una de sus victimas. —Los granos de café cayeron en la cafetera, el depósito de agua estaba lleno—. Nos capturó mientras íbamos hacia el cine. De acuerdo a los medios, el arcángel Uram entró a Nueva York para intentar tomar el territorio de Rafael. Pero si Honor recordaba bien, hubo un ligero nivel de especulación de que él tenía algo que ver con las desapariciones y cadáveres encontrados en la ciudad al mismo tiempo. Sin embargo, esas especulaciones murieron en el momento que se encontró un sospechoso más viable. Nadie quería creer semejante locura de un arcángel. —Fuiste la única sobreviviente —supuso. —Sí. —Rió amargamente mientras colocaba las tazas en el mostrador—. Aunque no estoy segura de si puedas llamar a esto sobreviviente. No siempre fui Sorrow. —La cafetera se apagó justo en ese comentario inquietante. Vertiéndolo en una taza, ella sirvió el café a Honor antes de llenar una para si misma—. Nunca asesiné a un hombre antes.

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La primera persona que Honor apuñaló no murió, pero la sensación de su cuchillo atravesando la grasa y la carne, el fuerte olor de hierro en el aire, fue algo que jamás olvidaría.

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Honor tomó un sorbo del líquido caliente antes de contestar, sintiéndose muchos años más vieja que esta chica, a pesar de que la diferencia de edad era probablemente alrededor de seis o siete años. —Esto tomó algo de ti —dijo, porque Sorrow no necesitaba mentiras—. Algo que nunca tendrás de regreso.

NALINI SINGH —Pero —continuó—, algunas personas deben ser asesinadas. —Ese hombre intentó lastimarla; lo vio en su sonrisa amarillenta en el instante que el trabajador social se fue. Él tuvo la osadía de llamar a la policía más tarde, gritándoles que la arrestaran. Excepto que el detective que fumaba un cigarrillo se concentró en el hecho de que la “victima” fue atacada a las tres de la madrugada en el dormitorio de una chica. Algunas veces, el sistema funcionaba. Hubo un suave golpe en la puerta, luego unos firmes pasos entrando a la casa; el vampiro que nunca había visto sin sus lentes, vestido en otro elegante traje negro, estaba vez con una camisa gris metálica. —Allí estás, Sorrow. —Un comentario casi amable, con un borde afilado de burla—. Parece que tendré que mantener un ojo sobre ti. Deslizando su arma de regreso a su sobaquera, Honor observó como él bajaba las persianas. Sus ojos verdes en ranura eran como los de una víbora. —Bueno —dijo ella, luchando contra la tentación de no mirarlo fijamente—, eso no lo esperaba. —Tenía que ser la verdadera razón de sus lentes de sol, pero incluso sabiendo eso, su cerebro tenía problemas para apartar la mirada, era tan extraño. Una lenta sonrisa, su oscura piel canela tenía una extraña calidez en desacuerdo con los ojos de una criatura de sangre fría. Sin embargo, las palabras que le dirigió a Sorrow fueron despiadadas. —La próxima vez que salgas de tu guardia, te encontraré un agradable y cómodo alojamiento en una celda. O quizás una jaula sea mejor. La boca de la mujer se tensó. Entonces, lanzó su taza medio llena de café a la cabeza del vampiro. —Enciérrate a ti mismo, Veneno.

Fue demasiado. Apretó el gatillo. El sonido retumbó en el espacio cerrado, el grito de Sorrow hizo eco.

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El vampiro apartó los mechones de cabello negro que caían sobre su increíblemente apuesto rostro y, con una alteridad inquietante, sonrió. —Tener una pistola de juguete no te hace experta. —Repentinamente, estuvo frente a ella, los largos y fuertes dedos estuvieron alrededor de su caja torácica y ella ni siquiera había parpadeado.

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Esquivando el misil con un movimiento borroso de reptil, el vampiro siseó mientras la taza golpeaba la pared y se hacía añicos, el café salpicó su traje satinado. En ese instante, no hubo nada humano en él, sólo un predador listo para cazar. Honor desfundó su arma hacia él antes de que se inclinara para saltar. —Suficiente —dijo, la declaración iba para ambos—. Sorrow, limpia el desastre. Veneno, lárgate.

NALINI SINGH Veneno se dobló, aferrándose a su muslo. Guardando la pistola en la funda, Honor levantó su taza de café nuevamente, sorprendiéndose por su calma. —No me toques. Nunca. El vampiro sonrió, se arrastró hacia la pared, su mano cerrada sobre un muslo bombeando sangre a una velocidad que prometía ser mortal. —¿Sabes cuánto costo este maldito traje? En el otro lado del mostrador, Sorrow se apoyó contra el fregadero, el color volvió a sus mejillas. —Quiero aprender a hacer eso —dijo, mirando a Honor—. Para defenderme. Un resoplido provino del vampiro, quien ya comenzaba a sanar. — Escuché que hiciste un buen trabajo defendiéndote hoy, gatita. —El gruñido de Sorrow llenó el aire—. Deberías haberle arrancado las pelotas antes de matarlo, ya sabes —dijo Veneno con un tono considerado—. Lo hubieras lastimado como una puta. Los labios de Honor se torcieron. —Buen consejo. —Bajando su café, observó mientras Sorrow limpiaba el desorden que hizo, mirando a Veneno cuando recogió una pieza rota para dársela. —No fue a propósito —le dijo la joven después de tiempo—. No sé cómo lo hice, fue estúpido hacerlo. Ninguna mujer debería ser tan indefensa. La idea vino desde lo más profundo de ella. —Yo te enseñaré —dijo, y fue algo que dijo si pensar. Veneno se tensó, a pesar de que continuó apretándose una pierna. — ¿Segura de que deseas invertir tu tiempo? Sorrow podría tener una vida muy corta. Lanzando a la basura los trozos rotos que recogió, Sorrow le dio a Veneno una de esas extrañas miradas, una fina línea de verde brillando alrededor del marrón oscuro de sus iris. —Algún día —dijo ella con una voz tan serena como el lago en una gran montaña—, voy a romperte el cuello. Luego, voy a desmembrarte con una sierra, tomándome mi tiempo.

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Dmitri se había encargado de la situación de Hernández y se encontraba en su oficina para cuando Honor condujo el Ferrari dentro de la cochera de La Torre. Observándola entrar en la habitación, todo ese poder femenino y fuerza fascinante, pudo imaginar el vívido terror de la mujer en el primer encuentro.

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La sonrisa de Veneno aumentó. —Sabía que tenías eso en ti, gatita.

NALINI SINGH Aún tenía ese terror viviendo dentro de ella; Él probó la fealdad en el aire mientras acariciaba su pulgar sobre su piel esa mañana. —¿Sorrow? —Lo haces mejor de lo que esperaba. —Tenía una incisiva mirada—. Veneno es muy inteligente. —Es uno de los Siete por una razón. —Esparciendo varias impresiones de color sobre su escritorio, él le hizo una seña—. Acabo de recibir un correo del hombre que envié a investigar la cabina de Tommy. —Las imágenes eran fáciles de entender. El cuerpo de Honor rozó el suyo mientras se acercaba a su lado. Se preguntó si ella se atrevería a acercarse así si supiera la cantidad de control que le tomaba no inclinar su cabeza y besar la delicada piel de su nuca. Ella tenía un sabor a sal y flores silvestres, mezclado con una feminidad terrosa que era un canto de sirena para el hombre debajo de esa superficie civilizada. —Su atacante —dijo ella, con la atención en la foto de la cabeza de Tommy, clavada como un trofeo de caza en su puerta principal—, realmente quería que se callara. —Literalmente. —Satisfecho con el pensamiento de que él podría tenerla, apartó la mirada de la vulnerable piel tan cerca y tocó la imagen—. Le cortaron la lengua. Su cuerpo se presionó una fracción de segundo contra él mientras se agachaba para tomar otra fotografía. —El lugar es un baño de sangre. Tejiendo una onda de pecado, rico como el brandy y simplemente embriagador, estar cerca de ella era tan natural para él como respirar. — Conseguí un equipo para examinarlas. —Dmitri. —Había censura, pero no ira—. Ya estoy lista para dirigir… —Estás cansada. —Notó los círculos oscuros debajo de sus ojos, la palidez, sintió el hielo de una ira despiadada—. Si te acercas a ellos hoy terminarás siendo su mascota de sangre una vez más.

—Una sola llamada —murmuró, mirando persistentemente la curvatura de su boca, una provocación consciente—, y Sara te considerará no apta para esto.

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A algunos hombres les gustan las mujeres que son sumisas; a otros, mujeres con carácter. Dmitri no tenía preferencia por alguna. Él no se preocupaba por una mujer más allá de una conexión sexual. Sin embargo, cuando se trataba de Honor, quería desnudarla de muchas maneras, desentrañar el misterio de quién era ella para él.

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Sus altos pómulos se acentuaron. —Pues ordenarle a la gente a tu alrededor, pero no lo intentes conmigo.

NALINI SINGH Esa boca se frunció. —¿Crees que eso me detendrá? —No. Pero el hecho de que no tienes idea de la ubicación de la cabina de Tommy lo hará. —Sus labios se curvaron, la pilló reconsiderándolo. Ese rostro expresivo que Honor tenía nunca sería capaz de ocultar nada a un hombre que sabía como leerla—. No te molestes en preguntarle a Vivek, a menos que quieras que se convierta en un invitado permanente en La Torre. —¿Me amenazas ahora, Dmitri? —Fue, de alguna manera, una pregunta íntima, su nombre pronunciado con un acento tan perfecto que era una caricia. —Siempre supiste que no soy un buen hombre —dijo, queriendo escuchar esa voz en la cama, en el silencio cálido de una placentera y húmeda noche—. Ve a casa. Duerme. Se una buena chica. —Se inclinó lo suficientemente cerca para que sus alientos se mezclaran, suficientemente cerca para besarla con sólo mover su rostro—. Y te dejaré entrar en el helicóptero en la mañana. —Si lo que me dijiste sobre Isis no es basura —dijo Honor, su voz vibrando con la fuerza de sus emociones—, entonces sabes exactamente como me siento ahora mismo. Lo sabes. La respuesta de Dmitri fue despiadada. —También sé que esos bastardos irán tras de ti porque estás demasiado débil, regresar te hará sangrar peor que cualquier otra herida. Cruzando los brazos, Honor fue hacia la ventana. —¿Puedes dormir? —No —dijo él, caminando detrás de ella, peligroso, inmovible—. Pero no soy mortal. —No había emociones en su voz.

musculoso,

Isis, pensó ella, había sido, de lejos, peor para Dmitri que ser forzado ha Convertirse.

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Honor no subió hasta su departamento cuando llegó a su edificio. Sus emociones eran un caleidoscopio de piezas destrozadas; Ira, dolor, molestia, esa extraña y profunda desolación… y esa necesidad que parecía volverse cada vez

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—He venido a decirte —dijo, sintiendo una profunda e inexorable ira que no tenía nada que ver con su lucha y si todo que ver con un ángel muerto hace mucho tiempo—, que descifré el tatuaje en el camino de regreso de la casa de Sorrow. —Girándose, miró hacia ese sensual rostro que la había perseguido desde la primera vez que lo vio, y supo que no había manera para protegerse de esto. ¿Porque sentía una desesperada necesidad de tratarlo, hasta que la agonía la desgarraba por dentro? No lo sabía—. Dice: “Para recordar a Isis. Un regalo de gracia. Para vengar a Isis. Un derramamiento de sangre”. Alguien salió a tomar venganza por la muerte de un monstruo.

NALINI SINGH más fuerte. Al recordar que Ashwini aún seguía en la ciudad, tocó la puerta de la otra cazadora y se encontró invitándose a sí misma un helado y una película. —Hepburn10 —dijo Ashwini, tomando un poco de chocolate con menta con la cuchara con la cual amenazó a Honor si se atrevía a tomar un poco del suyo—. Un clásico. La frustración se revolvía en su interior al verse forzada a esperar para continuar la caza, pero a pesar de la molestia, Dmitri tenía razón. Sus huesos estaban cansados, su mente confundida después de días de pesadillas invadiendo sus sueños. Así que hurgó en el refrigerador de Ash por helado de nuez, su favorito; las botas habían sido abandonadas en la puerta, así que se recostó en el ridículamente cómodo sillón que su amiga había tenido todo el tiempo en que la había conocido. —Hemos visto esta película antes. —Me gusta. —¿Por qué estás en pijama? —La otra cazadora vestía una vieja camisa gris y un par de pantalones desteñidos de lana—. Son las dos de la tarde. —Estoy de vacaciones hoy. No se escuchó nada, excepto el helado siendo comido y las voces del televisor. Mucha gente se sorprendería de saber cuan tranquila podría ser Ashwini. La mayoría nunca había visto a la mujer sin su espinosa armadura emocional que Honor reconoció en el instante que se conocieron en un bar del Gremio, en Ivory Coast. No entendía como ella fue una de las pocas personas que Honor llegaba a conocer. Los defectos, cicatrices, nada parecía asustarle. Cuchareando más helado de chocolate y menta, Ash dijo—: No vas a creer lo que Janvier hizo esta vez. —No puede ser tan malo, dado que no me has invitado a su funeral. — Ashwini y el vampiro de doscientos años tenían una extraña relación. Extendiendo su mano a la mesa de al lado, Ashwini recogió y le entregó una pequeña caja. Contenía un colgante con un impresionante corte zafiro montado en platino, el diseño era un poco irregular, una imperfección en el centro… como si la persona que había encargado esto sabía que no debía ser demasiado suave, ni demasiado perfecto para Ash. —Sólo para enfrentarlo.

10

Audrey Hepburn, famosa actriz ganadora del Oscar.

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Punto para ti, Cajun. —¿Vas a usarlo?

NALINI SINGH —Oh, ¿entonces esta bien si le pido salir conmigo? —bromeó—. Él es sexy, cariño. —Muy divertido. —Ash la señaló con la cuchara—. Háblame de Dmitri. — Por supuesto, su mejor amiga la había descubierto.

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—Me siento como una polilla atraída por la flama. —El contacto dolía, podría ser fatal y, sin embargo, no podía detenerse. Obsesión o compulsión, no lo sabía, pero ella sabía que antes de que esto acabara, terminaría en la cama de Dmitri… o uno de ellos terminaría manchado de sangre oscura.

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NALINI SINGH

16 Traducido por munieca Corregido por Juli_Arg

Dmitri envolvió a Elena en zarcillos de whisky y rosas de floración nocturna, rica y seductora, mientras la cazadora del Gremio entró en la biblioteca de la casa que compartía con Rafael en el Enclave del Ángel, las puntas de oro blanco de sus alas se frotaban a lo largo de la alfombra. Su mandíbula era firme, entrecerrando los ojos pálidos. —Un esfuerzo débil, Dmitri. Lo había sido, por su atención en otra mujer. —Estaba siendo amable. — Elena era más sensible a su habilidad que cualquier otro cazador que él había conocido, probablemente como resultado de la masacre horrible que había terminado su infancia. Dmitri habría resguardado y protegido a la niña que ella había sido, pero no podía, no quería, tener misericordia de la adulta, porque él no era el único vampiro que podría atraer con el olor. Los otros miembros del Grupo de los Diez no dudarían en usar la vulnerabilidad de Elena a la más insidiosa de las armas en su contra. Y Elena era el corazón de Rafael. —Me enteré de H... Sorrow. tranquilas—. ¿Cómo está ella?

—Su

expresión

solemne,

palabras

—Es incierto. —El futuro de la muchacha permanecía como una cosa frágil que podía ser destruido por un único y brutal acto—. Ella actuó en defensa propia hoy, pero parece incapaz de aprovechar o canalizar la violencia.

No sabía cuánto el arcángel le había dicho a su consorte.

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Seguía siendo incomprensible para Dmitri cómo Elena que un ángel con un débil corazón mortal, había formado tal vínculo con Rafael. Pero él había hecho un voto, y defendería ese vínculo hasta su último aliento. —Sire —dijo cuando los dos se separaron—. Me gustaría hablar con usted. —Se trata de Isis.

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La cabeza de Elena se volvió hacia la puerta un instante antes de que Dmitri sintiera la presencia de Rafael acercándose. Extendiendo las alas de medianoche y amanecer detrás de ella, caminó hasta tocar con la mano el pecho de Rafael, algo silencioso y poderoso pasaba entre el Arcángel y su consorte.

NALINI SINGH Ya veo. Ojos de un intenso azul infinito lo encontraron antes de pasar a Elena. —Su indulgencia. —Elena miró entre ellos, su mirada perspicaz—, tengo que llamar a Evelyn —dijo, nombrando a su hermana menor—. Voy a hacerlo desde el solar. —Espera. —Dmitri y Elena acordaron algo, pero él nunca había cuestionado su lealtad a los suyos—. Es posible que desees hablar con Beth, también. Al parecer, Harrison se ha visto obligado a buscar un alojamiento alternativo. —Andreas lo había mencionado en su reunión después de que él habló con León y Reg. La boca de Elena ahora estaba apretada. —Bien por Beth si ella lo echó. —Hubo una pausa—. Gracias. Dmitri mantuvo su silencio hasta que ella se fue. —Ella no sabe. —No encontró eso menos sorprendente. Rafael estaba bien entrado en el segundo milenio de existencia. Un ser de esa antigüedad tenía muchos recuerdos. —Ella lo hará antes de salir esta noche. No voy a tenerla vulnerable. —El arcángel le acompañó para salir al extenso verde del césped que llevó al risco y la prisa constante de un Hudson teñido de rojo y oro por el sol poniente. No diré lo que es tuyo para decir. Lo sé. Estuvo de acuerdo con la decisión de Rafael de informar a Elena, porque mientras él no podía aceptar la debilidad que ella representaba en la defensa del arcángel, él entendía que una vez que un hombre reclamaba a una mujer, era su tarea protegerla. Dmitri había fracasado en esa tarea, falló con su Ingrede y fue un fracaso por el que nunca se perdonaría. —¿Ella realmente salvó tu vida contra Lijuan? —preguntó, arrancando a su mente de la agonía cruda del pasado y la memoria de una mujer con ojos de un rasgado marrón que había confiado en él para mantenerla a salvo. —No suenes tan disgustado, Dmitri. —Simplemente encuentro esa verdad imposible. —Y sin embargo, era verdad, por lo que habría que añadirlo a lo que él sabía de Elena—. Isis... parece que dejamos un cabo suelto. —Le dijo al arcángel todos los detalles del cuerpo desmembrado del vampiro muerto, el tatuaje.

—Sí —dijo Rafael, mechones de cabello se levantaban de su cara con la temprana brisa nocturna—. Se hizo evidente la noche después de haber

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Dmitri dio un paso atrás y examinó las plumas. —Sus alas, el oro se está extendiendo. —Las primeras eran casi totalmente metálicas, la luz del sol jugando fuera de los filamentos en brillantes chispas.

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—Descarado y estúpido, ambos. —Las alas blancas con rayas de oro se extendieron una fracción.

NALINI SINGH enfrentado a Lijuan. Elena piensa que estoy evolucionando de alguna manera. Ya lo veremos. La última vez que un arcángel había evolucionado, había resucitado a los muertos. Sin embargo, Rafael nunca había cometido las atrocidades que mancharon las manos de Lijuan, y él era hijo de dos arcángeles. Su evolución no podía ser predicha. —He compilado una lista de todos los que permanecieron leales a Isis hasta el final —dijo Dmitri, aun cuando él consideró las ventajas tácticas de ocultar la verdad de por qué las alas de Rafael habían cambiado de color—. Jason está rastreando su paradero. —Ninguno de ellos había sido visto entrar en el país, pero eso no significaba nada. —Voy a hablar con él. He mantenido una discreta vigilancia sobre ciertas personas a través de los siglos. —Una mirada de esos ojos de azul inhumano—. Como tienes tú, Dmitri. —Ninguno de ellos pudo haber hecho esto. —Él ya se había convencido de ello—. Sin embargo, los juegos —dijo—, no importa que tan viciosos, son algo que puedo manejar con facilidad. —Incluso si esos juegos intentaron despertar el fantasma de un ángel que no merecía la muerte rápida que ellos habían tratado—. Es la segunda situación la que se ha vuelto más crítica. Rafael escuchaba en silencio como Dmitri expuso los hechos de la mortal "cazadora". —Esta Honor —dijo el arcángel, cuando Dmitri terminó, su tono de voz helado con ira—. ¿Ella es competente? —Sí. —Mente brillante, corazón humano, ojos antiguos. —Elena es una mejor rastreadora. Eso era imposible de disputar, ya que Elena era una cazadora nata, un sabueso en cuanto a vampiros se refería. —Esa habilidad no es necesaria en la actualidad. —Y esta era la caza de Honor, como Isis había sido de Dmitri—. Estamos desenterrando serpientes, no persiguiéndolas. —Una buena analogía. —Sus alas crujieron cuando las dobló ajustadas a su espalda, Rafael se volvió para mirar a Dmitri directamente a los ojos—. Muchos creen que tal depravación es exactamente lo que saborearías.

Algunos dirían que confías demasiado en mí, Sire.

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Tú nunca le harías daño a una mujer de tal manera, Dmitri. La voz del arcángel en su mente, la pureza de ella era casi dolorosa. Ambos sabemos esto. Es por eso que te permito presionar a Elena de maneras por las que a otros mataría.

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Dmitri sabía eso, entendió muy bien lo cerca que él estaba de cruzar las líneas que no podían ser cruzadas—. Parece que incluso yo todavía no soy tan degenerado.

NALINI SINGH Y algunos dirían que desperdicias tu talento como segundo al mando, cuando puedes gobernar tu propio territorio. Al parecer, ninguno de los dos se preocupa mucho por las opiniones de los demás. Juntos caminaron de regreso a la biblioteca y por el pasillo que conducía a la entrada principal. —Veneno tendrá que salir de la ciudad pronto —dijo Rafael—. Galen es fuerte, pero quiero que él tenga otro de los Siete en el Refugio. Nasir debe permanecer en Amanat. Dmitri dejó escapar un suspiro—. ¿Aodhan es serio acerca de venir a Nueva York? —Sí. —Él va a provocar caos. —Con ojos de cristal fracturado y alas de brillantez de diamante, Aodhan se mantenía aparte, incluso entre los inmortales. —Él es apto para volar tan alto que los mortales sólo atisbarán una sombra que desprende trozos de luz. Dmitri asintió con la cabeza. Aodhan tenía una aversión al tacto, una que Dmitri entendía. Había estado en la Medica, cuando el ángel había sido llevado hacia doscientos años. Rafael había cargado a Aodhan demacrado y con suciedad incrustada en el cuerpo entre sus brazos, lo acostó con el máximo cuidado para no aplastar sus alas, que no eran mucho más que unas pocas cintas de tendones que colgaban de los huesos. Había sido, Dmitri pensó, la última vez que alguien había sostenido a Aodhan de alguna manera o forma. —Voy a trabajar la transferencia. —Él se frotó la mandíbula—. Necesito a alguien sobre Sorrow, y Aodhan no será adecuado. —Janvier. —Sí. —El persuasivo Cajun ya no estaba bajo Contrato, pero había dado su lealtad a Rafael y era una lealtad que fue hasta el corazón—. Lo contactaré cerca de la fecha de transferencia. —Dmitri. —Sire.

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Dmitri sabía lo que el arcángel estaba preguntando. —Isis está muerta y enterrada, este adulador no es nada sino una irritación. —Los fantasmas que lo perseguían eran mucho más dulces... y cortan tan profundo que se desangró en el interior sin detenerse.

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—¿Estás bien?

NALINI SINGH El sueño no era una pesadilla. Este hecho sobresaltó a Honor lo suficiente que casi se despierta, pero el placer, oh, el placer era demasiado para resistir. Un cuerpo de hombre fuerte sobre el suyo, una mano de piel rugosa en la garganta mientras la besaba con una paciencia perezosa que sabía podría resultar exigente sin previo aviso. Pero hoy, hoy quería jugar. Y ella era su juguete dispuesto. —Abre —murmuró, y ella abrió sus labios, lo dejó deslizar su lengua dentro. Fue un acto perverso y decadente, uno que ella le había permitido desde el principio de su cortejo, su resistencia tan débil como humo. Su recompensa por tal pecado había sido un placer que le había robado el aliento, el sabor de él era una adicción. Ahora esa hermosa boca exploró la de ella con una abierta posesión mientras metió la pierna entre las suyas, empujando hasta rozar la parte más blanda de ella. Ella gritó al sentir el contacto de los vellos suaves de su pierna, la dura flexión de los músculos. Desnuda la piel como estaba, se había quitado la ropa por él, la hizo ir lento mientras la devoraba con los únicos ojos que nunca la habían visto así, ninguna parte de ella estaba a salvo del calor de propiedad de su toque. Movió la mano de su garganta hasta el pecho, que se había vuelto pesado e incluso más lleno durante la primavera pasada, y apretó. No demasiado duro por la piel sensible. Sólo lo suficiente. —Por favor —susurró, sabiendo que no tendría piedad de ella esa noche. Una risa ronca que vibraba atravesó su cuerpo. —Apenas hemos comenzado —dijo, tirando de su pezón, torciéndolo un poco. Se retorció contra él, su piel lisa y húmeda donde se apretó contra ella. Al llegar abajo, él insinuó una mano entre sus muslos y su carne hinchada—. ¿Es esto lo que quieres? — Le dio un golpecito rápido al nudo caliente en el vértice de sus muslos.

Cuando su boca descendió sobre la cima dura de su pecho, casi sollozaba por el alivio. Él rodó su pezón en la boca, mordió una fracción para recordarle

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Sonriéndole en la oscuridad de almizcle, en su lugar se llevó los dedos a los labios, chupó profundamente. Su vientre se apretó, porque utilizó esa boca pecadora para chupar su carne más íntima tan profundo cuando el humor se le vino encima. Esta noche, sin embargo, él parecía contento con fijarla a su simple cama y burlarse de ella en su punto culminante, con las manos callosas que conocían todos sus secretos, cada fantasía. Él le había hablado en susurros a su oído el pasado invierno, cuando el mundo se quedó quieto a su alrededor. Y entonces, le había dicho lo propio.

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—¡Oh! —Fue un llanto frustrado mientras deslizaba los dedos por los pliegues sensibles antes de retirarse—. Más.

NALINI SINGH que estaba a cargo... antes de succionar con tanta fuerza que ella se frotó contra su muslo, con necesidad desesperada, ya no tímida con él, ahora no. Justo cuando ella se habría dejado ir, encontrando ese lugar secreto que él le había mostrado en un campo dorado hace tres veranos, él retiró su muslo. Ella se estremeció. —Bestia. —Había sido tan cuidadoso con ella ese día, tan dulce, así como sedujo a la mayoría de las buenas muchachas para acostarse con él en la hierba, su mano acariciando por debajo de su vestido para tocarla de una forma que nadie nunca lo había hecho. Había estado sorprendida por el placer crudo que él persuadía en ella con las manos ásperas y marcadas de una vida tallada en la tierra, su piel morena por el sol. Él había sorbido las lágrimas, la acarició a través del temblor, y luego había acariciado subiendo el vestido y la descubrió al sol, al beso de sus ojos... su boca. Sí, era una bestia. Su bestia. Ahora, sin dejar de sonreír, bajó la cabeza contra su pecho abandonado, al mismo tiempo que empujaba hacia arriba con una pierna de gruesa musculatura, para moler su carne delicada en la más exquisita de las formas. Oh, sí. Sujetando la seda negra de su cabello, ella se arqueó para arriba dentro su boca mientras su cuerpo temblaba y se rompía en un estallido de calor líquido. —Ahí —murmuró contra su boca cuando ella podía ver de nuevo, cuando podía oír de nuevo, aunque su pecho continuó jadeando—, ahora te comportarás, ¿lo harás no? Acariciando con una mano abajo de su mandíbula sin afeitar, ella lo tiró hacia abajo. —Dame un beso, esposo. Esposo. Honor despertó con la palabra en los labios, las imágenes de un sueño tan vívido como los pequeños espasmos en lo bajo de su cuerpo. Ella gimió al darse cuenta de que había tenido un orgasmo, sus muslos cerrados, apretados alrededor de una almohada. Pero en lugar de apartarla, se frotó contra ella, tratando de aferrarse a los vestigios del sueño más erótico que cualquier experiencia de la vida real que había tenido, un sueño que le devolvió una sensación de placer sexual que había creído robada para siempre.

Lo extraño era que, ella nunca se había sentido atraída por los hombres dominantes en la cama, no habría esperado encontrar el sueño tan sexy, especialmente después del asalto. Si tuviera relaciones sexuales otra vez, ella

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Sus pezones se apretaron hasta casi puntos dolorosos, temblores ondeando entre sus piernas. —Oh, Dios.

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Ahí, ahora te comportarás, ¿lo harás no?

NALINI SINGH había asumido que sería con un hombre que sería amable y paciente con sus miedos. Un rostro brutalmente hermoso, ojos oscuros, con un borde de amenaza. Sí, Dmitri no era gentil, en ningún sentido de la palabra, pero no había duda de la energía sexual entre ellos. Él era, se vio obligada a admitir, la probable inspiración del amante de sus sueños sin rostro. Hizo la mano un puño en las sábanas por la memoria sensorial del peso de su amante sobre ella, tan pesado y áspero, la sensación de su mano callosa moldeando su pecho, la maldad inteligente de su boca, el borde duro de una erección considerable presionando contra ella. Los músculos inferiores de su cuerpo se apretaron, queriendo ese grueso calor empujando dentro de ella. —Tiempo de una ducha fría —murmuró, empujando fuera las sábanas para ver que estaba desnuda. El pánico se disparó y fue a coger la pistola bajo la almohada, hasta que vio las ropas esparcidas en el suelo, como si las hubiera arrojado sobre la noche. Riéndose, ella dijo—: Un sueño. —Uno que no le importaría repetir, si estaba siendo honesta. Siendo atormentada hasta el orgasmo por un hombre que, en su propio sueño, era claramente de confianza... sí, fue mucho mejor que recordar ese pozo negro lleno sólo de dolor. El reloj marcaba que en realidad había dormido una seria cantidad de tiempo, eran las cinco y media de la mañana y había caído en la cama a las seis del día anterior. Duchándose, se vistió, armas incluidas, y estaba a punto de llamar a Dmitri cuando su celular sonó. Ella atendió para encontrar al segundo mando de Sara, Abel, en el otro extremo. —Hay algún tipo de situación en Pequeña Italia —dijo—. ¿Puedes echarle un vistazo? Cada parte de ella ansiaba llegar a las montañas Catskills, pero era una cazadora y eso significaba algo. —La señal va a caerse en el ascensor —dijo—. Te devuelvo la llamada cuando llegue a la planta baja. —Una vez allí, se dirigió a la calle—. Así que, ¿detalles?

El taxista empezó a conducir—. ¿Cazando?

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—Lo tengo —dijo, llamando a un taxi y deslizándose dentro—. Te llamo después de haber echado un vistazo a la escena.

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—Sí, no mucho —dijo Abel—. Los policías están ahí fuera. Nadie está muy seguro de lo que está pasando, pero si crees que es nuestro, me llamas y asignaré a alguien, tu contrato con la Torre tiene prioridad. Aquí está la calle. —Él lo leyó.

NALINI SINGH Ella asintió y le dio la dirección. Se sentía extrañamente reconfortante estar catalogada como una cazadora ya que, durante meses después del secuestro, no lo había sido. —Lo más rápido que pueda. Los ojos del taxista se movieron en el espejo retrovisor, abajo, atrás de nuevo. —Oye, ¿no eres esa cazadora que estaba perdida? Su intestino se torció—. Sí. Hubo especulación sensacionalista en los ojos en el espejo esta vez. —He oído que entró en el hospital cubierta de mordeduras de vampiros. El Gremio había hecho todo lo posible para aplacar los rumores después de su regreso, pero no había habido nada que pudieran hacer sobre el personal fuera del Gremio involucrado en su recuperación. Añade las numerosas pruebas que había tenido que sufrir para saber si los hijos de puta que la habían tomado le habían dejado algo distinto a moretones, mordeduras, un cuerpo al borde de la inanición, y más de unos pocos huesos fracturados, así como una serie de lesiones internas, y que había sido vista en su estado más débil por docenas de personas. La mayoría de esas personas habían sido buenas y amables. Algunos habían sido así como el taxista. Los ojos brillantes del taxista, sus labios entreabiertos, amenazaron con empujarla de regreso a la fosa, esas feas manos, sondeando, violándola hasta que no quedaba nada. Hace un mes, se habría acurrucado sobre sí misma e ido en silencio. Hace un mes, no habría disparado balas a dos de sus atacantes. —Las lenguas de los vampiros —dijo, deslizando su dedo con mucho cuidado sobre la cuchilla que había sacado de la vaina del muslo—, vuelven a crecer cuando las cortas. Los seres humanos, por desgracia, no tienen esa capacidad. Él gimió y dejó caer la cabeza. El sudor rodaba por sus sienes, cuando llegaron a su destino, él ni siquiera podía pronunciar las palabras para pedir la tarifa. Deslizando su tarjeta de crédito, pagó y salió.

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Nunca más nadie la arrastraría a la oscuridad.

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NALINI SINGH

17 Traducido por Majo_Smile ♥ Corregido por Rominita2503

—¡Nicholas! Levantando la vista hacia el sonido de su nombre, Honor vio a un policía negro y grande con el distintivo de sal y pimienta en su barba de tres días que parecía ser un elemento permanente. —Santiago —dijo, después de haber trabajado en un caso con él hace un par de años atrás, uno de los momentos raros en que había sido puesta en una situación en Manhattan—. ¿Qué tienes? —Este. —Él se metió debajo de la barrera de la cinta de la escena del crimen para agacharse al lado de un cuerpo tendido en medio, a la mitad de la acera. Quitando la lona que cubría a la víctima, él asintió con la cabeza hacia ella para echar un vistazo. —Parece que fue atacado por un perro. —El cuello del hombre joven fue destrozado, como si hubiera sido mordido. Santiago lanzó un gruñido. —Sí, con excepción de los pocos lugares en que ha sido mordido son el cuello y la parte interna del muslo. La carótida y las arterias femorales. Apoyándose en la cerca, examinó visualmente las dos heridas. Los pantalones de la víctima fueron agrupados alrededor de sus tobillos, pero aún tenía su ropa interior, por lo que el ataque fue por la sangre, aunque su atacante había desperdiciado una gran cantidad de ella, de lo que había visto en todo el cuerpo.

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—Uno de los cazadores natos puede olor la fragancia de la piel —dije—, ver si puede atrapar una esencia vampírica. Ransom esta en la ciudad, no estoy segura sobre Elena, voy a llamar al Gremio, preguntaré si uno de ellos puede pasarse por aquí. —Todo acerca de esta escena se sentía apagado. La opinión de otro cazador sería bien recibida—. Las salpicaduras de sangre dejan en claro que fue asesinado aquí —murmure después de hacer la solicitud—. Bastante público en la noche.

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—No soy un patólogo, pero me parece que la herida esta demasiado degradada para determinar si se trata de un vampiro. —Las marcas de los colmillos habían sido borradas en el lío de carne.

NALINI SINGH —Sí, pero por esta calle están casi todos los negocios durante el día, no hay restaurantes, un agujero en el muro de bares —dijo Santiago, la sal espolvoreada con las cejas pesadas sobre los ojos de un color marrón desvanecido—. El personal del bar había limpiado y estaban fuera de aquí alrededor de las tres y media, según el gerente que acabo de despertar. La lavandería automática por la calle se abre a las seis y media. Teniendo en cuenta el tiempo que nuestro informante anónimo llamó por el cuerpo, apostaría dinero a que esto ocurrió entre las cuatro y las cinco. —Antes de que hubiera luz. —Honor asintió con la cabeza— De lo contrario, era probable que hubiese algunas personas cortando la entrada del metro. —Sí, tendré a mis hombres analizando la zona mañana temprano, veré si podemos encontrar algo de los transeúntes. —Alzó la vista cuando una sombra se extendió por sobre ellos. Un instante después, un ángel cayó al lado de ellos, sus alas del negro más impresionante, aparentando hasta el azul medianoche y añil, y luego a un tono más brillante que recordó a Honor el amanecer, hasta que las primeras eran de un brillante oro blanco. Alta, esbelta, con músculos por encima de su figura, Elena tenía el tipo de gracia que viene solamente con saber cómo mover su cuerpo contra oponentes que eran, por lo general, más fuertes y rápidos. Honor había visto las fotos, por supuesto, pero la realidad de un compañero cazador con alas era surrealista. —Sé que estoy mirando —dijo en el silencio que había caído—, pero, Elena, tienes alas. Elena se echó a reír, con sus ojos pareciendo plateado en esta luz, su húmedo y cercanamente blanco cabello recogido en una ordenada trenza francesa. —Todavía me despierto sorprendida algunos días —dijo ella, su cara perdió su brillo cuando se volvió hacia Santiago—. Voy a comprobar el olor. — Las increíbles alas se desplegaban en la calle sucia mientras se arrodillaba sobre el asfalto.

Era la clave que la mente de Honor necesitaba, parpadeo de nuevo a un pequeño artículo en un boletín de noticias del Gremio que había leído en el hospital. —Santiago, ¿podemos moverlo lo suficiente para que pueda ver la parte de atrás de su hombro derecho?

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Dientes puntiagudos.

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Elena no parecía preocuparse por ello, quitando la cubierta de plástico para examinar el cuello, luego la herida del muslo. —No hay ningún olor en él que pudiera ser vampiro. —Su voz fue decisiva—. Yo esperaría algo fuerte, dado el largo tiempo que el atacante tenía que haber pasado con la víctima. —Ella levantó la vista hacia Honor, las líneas de expresión estropeando el oro profundo de su piel—. Esto es raro. ¿Humanos con dientes puntiagudos, tal vez?

NALINI SINGH —Sí, no hay problema. —Colocando las manos enguantadas en el cuerpo, lo desplazó hacia un lado. Elena rápidamente con sus guantes lo levantó también, por lo que podía ayudar a mantener el cuerpo para que Honor empujara la camiseta de la víctima hasta arriba. Ni la policía ni la cazadora con alas dijeron una sola palabra, pero Honor podía saborear la tensión en su lengua, era tan penetrante. Decidiendo fingir que no había notado lo que era claramente una grieta privada, se las ingenió para desnudar el hombro de la víctima. —Maldita sea, realmente no creí que lo encontraría. —Dos cabezas se volvieron para examinar su descubrimiento. Era un pequeño tatuaje de la letra V en un círculo con un ala que salía de cada lado. Elena frunció el ceño. —Nunca había visto eso. —Esa edición del boletín de noticias del Gremio salió mientras estabas fuera, creciéndote alas. —¿En realidad lees el boletín de noticias? Pensé que la gente como tú eran leyendas urbanas. —Como que lo vi con el rabillo de mi ojo —dijo con una sonrisa que se sentía natural—. Este “movimiento”, —Le tocó el tatuaje—, al parecer se originó en Londres. Parece que ha cruzado el Atlántico. Bajando el cuerpo, Santiago se puso en pie, sus articulaciones crujiendo como maderas viejas. —Hábleme de esto. Honor se puso de pie, también, consciente de Elena tirando de sus alas firmemente a su espalda mientras seguía. —Mi información no está actualizada, pero es una pandilla clandestina iniciada por adolescentes mayores y personas en sus veinte años de edad. Ellos imitan el “estilo de vida de los vampiros”. —Negando con la cabeza, miró hacia abajo al bulto por debajo de la lona, entristecida por la pérdida de una vida apenas comenzada—. Mayormente se trata de una excusa para tener relaciones sexuales. —¿No son la mayoría de las cosas a esa edad? —murmuró Santiago. Honor no había sido nunca tan joven, no podía imaginar tal inocencia. — Sí, es bastante inofensivo, salvo que algunos de los seguidores dan un paso más allá y se beben la sangre uno al otro. —¿Me estás jodiendo? —dijo Santiago.

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—Los vampiros pueden beber de cualquier donante, porque sus cuerpos procesan cualquier problema de la sangre —dijo Elena, frunciendo el ceño oscureciendo sus ojos a una tormenta gris—. Estos niños están jugando con quién sabe qué enfermedades.

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—Me temo que no.

NALINI SINGH —Si incluso pueden digerirlo —dijo Honor, incapaz de ver el atractivo de una vida gobernada por la sangre. Santiago echó hacia atrás su chaqueta, con las manos en las caderas. — ¿Estás diciendo que debemos buscar vómito? Elena fue la que contestó. —Dependería de cuánto él o ella realmente bebió, pero sí. —Grandioso, eso hará el día de algunos uniformados. —Podría ser que algunos de estos niños comiencen a pensar que son vampiros —añadió Honor cuando Santiago llamó a un joven oficial, que frunció sus labios a la tarea que le habían dado, pero comenzó a dar vueltas hacia fuera de la escena—. Me gustaría echar un vistazo a quienes son los amigos de este chico. Me parece que estaba jugando de donante para otra persona vampiro y las cosas se le salieron de las manos. —Por la ubicación de las mordeduras —dijo Elena—, yo apostaría por que el sexo estaba en la mezcla. Santiago se pasó la mano por el rostro, su barba raspando sobre su palma. —A la vieja usanza del sexo y la violencia. Honor estaba a punto de estar de acuerdo, cuando su teléfono vibró con un mensaje entrante. —Perdón. —Ella se alejó un pequeño paso de distancia, pero todavía podía escuchar a Santiago y Elena. —Tengo el arnés —dijo el policía con un poco de brusquedad ronca. Hubo una pausa antes de que Elena respondiera—: No te esperaba a ti, también. —Sí, bueno. —El susurro de la tela, el roce de un zapato en el asfalto—. Creo que es una cuestión de adaptación, algunos perros viejos pueden ser capaces de aprender nuevos trucos. Elena respondió tranquilamente. —Gracias. Una larga pausa antes de que Santiago dijera—: Este caso es lo último que necesito. —Su tono de voz normal—. Conseguir esa orden interjurisdiccional tomara todos nuestros recursos —¿El que está dirigido a las mujeres jóvenes mestizas?

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Cuando Honor se unió a ellos, la tensión había desaparecido, para ser remplazado por una prudente familiaridad, dos personas que a menudo habían trabajado juntos tratando de encontrar un nuevo equilibrio. Mirando a los dos a la vez, dijo—: Tengo que ir a la Torre.

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—Sí. No hay cuerpos, pero mi instinto dice que están muertas.

NALINI SINGH El mensaje de Dmitri había sido sencillo. He oído que estás despierta. Igual que yo. Vamos.

La cabaña se encontraba en medio de espesos bosques, un lugar casi cursi construido con troncos, completo con una mecedora en el porche. La silla estaba inmóvil ahora, el bosque no tan silencioso con una sola hoja que parecía moverse. Era como si los árboles conocieron el horror que había tenido lugar en este paisaje encantador salido directamente de una tarjeta de saludos de vacaciones. En otoño, ella pensó, el suelo estaría cubierto con hojas de los innumerables matices de la estación, pero era entrada la primavera, las hojas altas brillaban de color verde. Oro brillaba por encima de la cubierta, pero era tan pesada que hacía a la luz difusa en el momento en que llegaba al suelo, agregando un gris sombrío a la atmósfera. —Cuando yo era una niña —le dijo al vampiro que caminaba junto a ella—, solía soñar con ir de vacaciones a un lugar como éste. Parecía el tipo de cosas que las familias hacían. Dmitri le hecho un vistazo, las sombras de su rostro duro, más definido en este sentido. —¿Alguna vez intentaste rastrear a tus padres? —No. —En el momento en que había tenido los recursos para montar una búsqueda, ella había sabido que nada bueno podía salir de ahí, no habría un final feliz que le quitaría la soledad de su infancia, borraba todas esas obras de la escuela y días de deportes en los que había visto aplaudir a los padres de los otros niños, animándolos, mientras que ella permanecía de pie y pretendía que no le dolía. La decisión de no buscarlos no había llenado el espacio vació dentro de ella, pero la había puesto en libertad de vivir su vida sin ser paralizada por los pensamientos de lo que podría haber sido. —¿Todavía te acuerdas de tus padres? —preguntó al llegar a la cabaña.

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—El que ejecutó a Tommy —murmuró—, lo sentó y lo interrogó, después de dejar en claro que el desafío daría lugar al dolor. —Era lo que Dmitri hubiera hecho con un idiota presuntuoso como Tommy, el vampiro podría haber sobrevivido durante cuatrocientos años, pero sólo porque se quedó fuera del camino de los depredadores, jugando al gran perro dentro de su círculo de amigos igualmente inútiles—. Hace que te preguntes qué lo convirtió en un objetivo.

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Dmitri bordeó las manchas de sangre en los escalones donde parecía que el cuerpo golpeado de Tommy había sido arrastrado hacia arriba, y miró a la mecedora igualmente manchada.

NALINI SINGH —Él podría haber traído a Evert sin permiso —dijo Honor, mirando la puerta en la que la cabeza de Tommy había sido clavada, una espada gruesa metida en su boca y saliendo a través de la parte posterior de su cráneo—. Tengo la sensación de que el juego estaba destinado a ser sólo con invitación. —Por lo tanto, la segunda invitación probablemente le salvó la vida a Evert. —De alguna manera, no creía que el vampiro estaría agradecido por los largos años que podría vivir al cuidado de Andreas—. Mis padres —dijo, abriendo la puerta—, están tan claros en mi mente como si los hubiera visto ayer. Tal vez sea un efecto de la inmortalidad, pero ciertos rostros nunca se desvanecerán. —¡Dmitri! —La risa, manos empujando en su pecho—. Compórtate o vas a despertar a Misha y al bebé. Profundos ojos verdes conectados con los suyos, aun cuando un marrón cálido se quedó en su memoria, el impacto era mucho más visceral de lo que debería haber sido. —Veo mucho dolor en ti —murmuró Honor—, tantas pérdidas. Él no era un hombre acostumbrado a ser leído. —No te engañes acerca de mí, Honor —dijo, porque mientras que tenía la intención de tenerla, él no lo haría con falsas promesas—. La parte humana de mí murió hace mucho tiempo. Lo que queda no es tan diferente de Tommy. —Cruzo el umbral, notó las salpicaduras de sangre que decoraban las paredes, las alfombras, el piso barnizado. —Después de que él o ella lo interrogo —dijo Honor a espaldas de él, recogiendo un PDA11 que se veía como si hubiera sido aplastado por una pesada bota—, el atacante trajo a Tommy a aquí y jugó con él. Jugó. Sí.

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Ordenador de bolsillo, organizador personal o una agenda electrónica de bolsillo.

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Dmitri esperó para ver si sentía algún tipo de compasión. No. —Aquí — dijo, sacando una pequeña caja de plástico de su bolsillo cuando Honor dejó el PDA dañado—. Copia de la tarjeta de memoria. Mi pueblo es una minería para los datos.

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Si esto hubiera sido simplemente sobre una ejecución, toda la cabina no se habría salpicado de rojo congelado hasta el negro, más concretamente, las huellas no mancharían el piso y las paredes. —Se le permitió creer que podía escapar. —El miedo del vampiro habría sido aún mayor cuando lo arrastraron de vuelta.

NALINI SINGH Tomándolo, ella se lo deslizó en sus pantalones vaqueros. —Voy a chequear esto, también. Mi mente tiene una manera de ver los patrones. — Recorrió la habitación—. La violencia aparece al azar, pero se estructuró para infligir terror máximo. —Los vampiros que abusaron de ti —dijo, vislumbrando lo que parecía ser una uña incrustada en la pared—, ¿alguno de ellos mostró este tipo de comportamiento? Bota girando sobre la madera del piso, Honor salió y caminó los pasos hasta los árboles. Cerrando la puerta de la cabaña tras de sí, Dmitri la seguía a un ritmo más lento, en dirección hacia el sonido apacible del agua. Salió a la orilla pedregosa de un pequeño arroyo y Honor se quedó sólo a un par de metros a su izquierda. Hoy, ella lucia una camisa de color caqui equipada con mangas hasta los codos, pantalones vaqueros que deformaban su figura, botas bien gastadas en los pies. Simple, fuerte y hermosa. Pero incluso la más fuerte de las mujeres tenía pesadillas que no podían ser conquistadas en un día o incluso un año. Sin decir nada, se puso en cuclillas sobre las piedras, recogiendo una y rodándola entre sus dedos. El agua era clara, el aire fresco y tocado con el perfume de cien mil hojas, el espacio situado sobre el arroyo lo suficientemente ancho para que la luz fuera brillante, el cielo de un azul abrasador. Un lugar encantador en el cual se consideraba la violencia más atroz. —Isis —dijo, accediendo a una parte de su memoria que se había hecho polvo con la edad—, estaba acostumbrada a ser adorada, considerada como una de las mujeres más exquisitas del mundo. Eso no había sido mentira, con la piel de una fina crema, cabello de oro brillante y ojos de un fascinante bronce, Isis había encarnado las ideas mortales de la raza angelical. Hombres y mujeres habían corrido a verla cuando ella había dejado su pueblo en lo que, él no se dio cuenta hasta más adelante, fue un viaje bien planeado para vengarse de Rafael.

Entonces, ella había visto a Dmitri. —Al principio tomó mi cortés rechazo a su oferta con buen humor. Pensaba que yo estaba jugando un juego, queriendo un cortejo. —Dejó caer la

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Vana e inteligentemente cruel, Isis no había quedado satisfecha con simplemente capturar y torturar a Rafael por lo que no había sido más que un comentario pasajero. No, ella había pretendido corromper a los amigos mortales de Rafael hasta que se unieran a ella para herir al ángel, había elegido a Dmitri por que la amistad del arcángel con su familia retrocedía generaciones.

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—¿Sabes de mi crimen, Dmitri? —La voz de Rafael, haciendo eco en la cámara de fría piedra debajo de la fortaleza—. Me escuchó decir que yo preferiría una serpiente en mi cama a Isis.

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piedra, pero se mantuvo en su posición de cuclillas—. Le divirtió y le encantó que yo fuese aparentemente tan orgulloso. Regalos de carnes exóticas, especias preciosas, tapices, como nunca se había visto en mi pequeño pueblo, todo llegó un día tras otro.

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18 Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por Rominita2503

Honor había cubierto la distancia entre ellos mientras hablaba, hasta que se paró justo a su lado, tan cerca que su hombro le tocó la pierna. —Envié todo de nuevo, pero ella ni se inmuto. —Isis había creído que él quería más, considerándose a sí mismo más valioso—. Trozos de oro puro, espadas enjoyadas, una cascada de tesoros que habrían hecho sentir a un dragón orgulloso, comenzaron a aterrizar en la sencilla puerta de la casa en donde cultivaba la tierra. —Dmitri, nunca llegué a imaginar cosas tan bellas. —Él levantó la vista, vio el miedo en bruto en esos familiares ojos marrones oscuros. —Ingrede, tú eres mi esposa, no Isis. —Enojado por la duda que había en ella, hizo su tono más áspero. —Sé que no romperás tus votos matrimoniales, esposo. —Metió las manos temblorosas en la manta que rodeaba al bebé—. Pero tengo miedo de lo que este ángel hará para poseerte. —Él le restó importancia a la preocupación de Ingrede, porque, después de todo, él era un campesino, no muy importante. —Pensé que con el tiempo se cansaría de mis negativas y seguiría adelante. —Él había sido un tonto, un inocente de una manera que no podía comprender ahora—. Pero al igual que Michaela —dijo, nombrando al arcángel que la mayoría de las personas considerarían la mujer más bella en el mundo —, Isis estaba acostumbrada a conseguir cualquier cosa, todo lo que quería.

Nunca olvidaría las palabras que le había dicho a él ese día, el amor que había envuelto alrededor de él, pensando que ella sabía que él pronto estaría en la cama de otra mujer, cometiendo una terrible traición a los votos que había

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Él había visto a las criaturas de Isis llegar, había tenido tiempo para darle su dulce a Misha, acariciar la mejilla de su hija dormida y besar a su hermosa esposa, un fuerte adiós.

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Sus vampiros se lo habían llevado, cuando regresaba a casa después de un viaje a los mercados, con un dulce para Misha escondido seguramente en un bolsillo, una bonita cinta para su esposa en el otro. Para el bebé, era una cosa tan pequeña, había comprado un trozo de madera perfumada con el que le haría un sonajero.

NALINI SINGH hecho con ella una mañana soleada de primavera, un cambio de estaciones del año antes del nacimiento de Misha. —¿Me perdonas, Ingrede? ¿Por lo que debo hacer? —Es una batalla. —Su mano tocándole la mejilla—. Haces esto para protegernos. No hay nada que perdonar. —Si yo hubiera dicho que sí al mismo comienzo —dijo ahora, al tragar la rabia y la angustia que nunca había muerto—. Creo que Isis me habría utilizado y después descartado. Podría haber ido a casa. —A la única mujer que había amado, a su hijo, su hija—. Pero debido a que había dejado en claro que yo no la quería, ella jugó conmigo como un gato con un ratón. —En primer lugar lo había llevado a su cama brutalmente, contenta al saber que no podía decir que no. —Estos hermosos hijos que tienes, Dmitri. Tan jóvenes... tan fáciles de romper. —Más tarde, después de que ella se hubiera saciado, había sido arrastrado al frío, a las entrañas de su gran castillo revestido de moho, donde ella lo había Convertido con metódico cuidado. Sólo después de que la conversión se completó, su cuerpo más fuerte y más capaz de soportar el daño, fue desnudado y encadenado en una posición de águila extendida, cada parte de él expuesta. —Ella empezaba con un látigo con puntas afiladas de metal. —Detente, Dmitri. —Una mano apretó su cabello—. No lo puedo soportar. Él escuchó las lágrimas, fue sorprendido por ellas. Honor había casi compartido ese infierno en donde había permanecido dos interminables meses, pero de acuerdo a los registros del psicólogo, nunca había llorado una vez durante sus meses en el hospital. Ni una sola vez. Sus médicos habían estado muy preocupados, preocupación que ella había internalizado en sus emociones, que impresionaban. Pero, cuando ella se puso de rodillas sobre las piedras delante de él y tomó su rostro de una forma en que no había permitido que ninguna mujer hiciera por cerca de un millar de años, sus ojos estaban inundados de humedad. Tendiendo la mano, trazó el camino de una lágrima por su mejilla, hasta llegar a la mandíbula, donde tomó la gota y la llevó a su boca. La sal era extraña, algo desconocido.

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—En mi tiempo —dijo—, creían en las brujas. ¿Eres una bruja, Honor, que me hace decirte estas cosas? —Lo que le hacia rasgar las heridas abiertas que habían quedado con seguridad selladas durante tanto tiempo que, la mayoría de las veces, se las arreglaba para olvidar su existencia.

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Dmitri no había llorado tampoco. No después del día en que rompió el cuello de su hijo.

NALINI SINGH Sus manos muy, muy suaves, continuaban sosteniendo su rostro mientras ella tiraba hacia abajo hasta que sus frentes se tocaron. —No soy bruja, Dmitri. Si lo fuera, sabría como arreglarte. —Una cosa tan extraña de decir cuando ella era la que había sido fracturada. Tal vez debería haber estado enojado con su arrogancia, pero sus emociones hacia esta cazadora no eran tan simples. —Dime. —Una orden. Dejando caer sus manos, se puso de pie y caminó hasta situarse en el borde mismo del arroyo, el agua besaba sus botas, mientras se abría camino por la ligera pendiente y más profundamente en el bosque. Se puso de pie, también, tomando una posición al lado de ella. Le llevó un largo rato hablar, pero lo que ella dijo lo devolvió a un tiempo en que había vivido sólo por la espada. Había aprendido a luchar al lado de Rafael, un hombre sencillo de la tierra convertido en uno que sólo conocía la caricia de la sombra de la muerte. Nada más apagaría la furia en su interior, no desde hacia décadas, incluso siglos. La única misericordia era que había sido Convertido en un momento de sangrienta batalla entre los inmortales, su espada nunca se doblegó por nada, eso había sido hacia mucho tiempo, pero Dmitri no había perdido ninguna de sus letales habilidades. —Había un hombre —comenzó Honor, mirando por encima del agua, pero sin ver nada de la madera verde de la primavera disparada con una luz dorada—. El que estaba a cargo. —Con los ojos vendados, lo único que había podido percibir de él había sido el pino de su colonia... y la fealdad de su presencia—. Él se burló de mí con la posibilidad de que yo podría ser capaz de convencerlo de que me dejara ir.

—La próxima vez, se disculpó, aflojó la tensión de las cadenas después de que me colgaran de los brazos una vez más, y me trajo algo de beber. —Había bebido con avidez centrada, consciente de que necesitaba todas las ventajas si

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Furiosa en su determinación, había pasado todo el día tratando de liberar una de sus manos, ya incluso había hechos la elección consciente de tratar de romperse la muñeca. Pero las limitaciones habían sido muy ajustadas, muy bien construidas.

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En lugar de callar, había tomado la decisión de seguir hablando, porque su voz había sido la única arma que había tenido. —Mientras él caminaba fuera el primer día, me dio una bofetada tan fuerte que mis oídos zumbaron. —Ella había quedado aturdida por el inesperado golpe, el interior de su mejilla sangrando en su boca—. No lo vi por lo que podría haber sido un día entero. — Lo había pasado desnuda y atada en el suelo de hormigón, atada a un anillo de metal creado en el concreto.

NALINI SINGH iba a sobrevivir a eso—. Él quería condicionarme al punto en que empezaría a ser agradecida con él por haberme permitido vivir. —Pero Honor había pasado por el curso de la guerra psicológica obligatoria y rigurosa en la Academia, preparada para la eventualidad en la que podría encontrarse a sí misma como rehén. Aunque no podría haber sido suficiente, teniendo en cuenta la duración de su cautiverio, pero también había crecido en treinta hogares de acogida diferentes. Algunos habían sido buenos, más vivibles; otros horribles. Pero la experiencia le había enseñado una cosa: siempre, siempre, mirar debajo de la superficie para ver la verdadera cara de una persona. —No sé cuántos días él tomó ese camino. Perdí el sentido del tiempo con bastante rapidez. Desde su prisión sólo se podía llegar por una escalera interior, que no había sido capaz ni siquiera enumerar con un destello de luz cuando la puerta se abría, para orientarse. —Traté de seguirle el juego, pero descubrió que lo estaba manipulando. —Se obligó a decirle a Dmitri el resto. Era la primera vez que había hablado de esa experiencia penosa a nadie, y ese era Dmitri... pero tal vez siempre seria él—. Se alimentó de mí, de mi garganta. Su mano... él me tocó. —En la farsa falta de caricias de un amante, la suavidad de su tacto no lo hacia nada menos que una violación—. Después, me susurró que sabía que había sido mi primera vez. —Eso también era cierto. Ella siempre había tenido una repulsión en contra de permitir que nadie se alimentara de ella. No había sido una mera antipatía, sino un profundo aborrecimiento y nauseabundo acto, inexplicable en su intensidad—. Creo que por eso me eligió a mí. —Planificación —dijo Dmitri, su voz glacial—, y la paciencia para llevarlo a cabo. Pon eso, junto con su conocimiento de los apetitos de Valeria, Tommy y los demás, y eso significa que estamos buscando a un vampiro fuerte de al menos 300. Cualquiera más joven encontraría difícil ganarse su confianza. —Sí. —Su manera pragmática lo hacia más fácil, la hacía sentir una cazadora, no una víctima. —Tengo esa impresión de su lenguaje, que era moderno en su mayor parte, pero de vez en cuando tendía a utilizar palabras o frases fuera de moda.

—Eso parece eliminar algunos de los más antiguos de la ecuación. —No había atisbos de emoción—, pero yo no los descartaría por el momento.

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—Trajes cruzados. —Todavía podía sentir los botones cortando en su piel.

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—¿Cómo se vestía? —El intestino de Honor se apretó mientras su mente traía de vuelta la sensación de la presión de su atacante en su contra, su cuerpo excitado haciendo que la poca comida que había tenido subiera por su garganta.

NALINI SINGH —Sí, él es inteligente, podría haber alterado su estilo normal. —Viendo las alas de un halcón Cooper contra el viento, siguió su progreso a lo largo de los árboles—. La casa en donde me encontraron, estaba en medio de un proyecto de vivienda abandonada cerca de una hora fuera de Stamford. —He leído el archivo. Ella se giró para enfrentarlo... y casi cayó de espaldas a la furia sin límites en aquellos ojos oscuros ardiendo con fuego negro. —Dmitri. Él no respondió, su pelo elevándose en el viento que azotó a través de los árboles, dejando al descubierto las líneas brutales de una cara con una belleza sensual, ella entendía cómo un ángel había estado hambriento de poseerlo. Pero entonces, ese ángel le había hecho daño, la idea de eso hacia que apareciera una forma de furia incandescente en el alma de Honor, tan profunda que era como si hubiera sido parte de ella desde el momento de su nacimiento. —Tengo que volver a Manhattan—dijo Dmitri, al fin, volviendo su cabeza hacia atrás en la dirección del claro, donde esperaba el helicóptero. Él miró más allá de la distancia en ese momento, un hombre que no seguía ninguna regla, sino la suya propia. Sin embargo, la esperaba en el borde del bosque, acortó su paso para que coincidiera con el suyo. No cometió el error de pensar que significaba que tenía ningún tipo de derecho sobre él. Fuera lo que fuese lo que les atrajo el uno del otro, era una construcción frágil, casi quebradiza. Dmitri era cualquier cosa menos eso; un hombre que se había formado en los ríos de sangre. Sin embargo, una vez él había vivido en un pueblo pequeño, se ganaba la vida de la tierra. Una vida sencilla, pero una por la que él había rechazado las ofertas de un ángel famosa por su belleza. La mayoría de los hombres habrían aceptado tal invitación, aunque sólo fuese por la novedad de la misma. Tal vez había sido demasiado orgulloso para ser el juguete fugaz de un ángel... o tal vez su corazón ya había pertenecido a otra. Un resplandor en su piel, un sentido de rectitud indiscutible.

—Los tres tatuadores maestros consultados opinaron que, independientemente de la complejidad de la superficie, era un trabajo de aficionados.

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—¿Alguna palabra sobre el tatuaje? —preguntó en su lugar.

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Sin embargo, se tragó la pregunta en la punta de la lengua, acerca de la mujer cuyo recuerdo había traído una cadencia íntima en su voz la primera y única vez que él la había mencionado. No sólo porque éste no era el momento adecuado ni el lugar para preguntar, sino porque cualquiera que sea la respuesta, puede no ser nada bueno. No cuando Dmitri caminaba solo.

NALINI SINGH —Maldita sea. —Sería mucho más difícil de identificar a quien lo hizo—. ¿Y aquellos que podrían ser leales a Isis? —Su nombre aparece muerto, olvidado. —Girándose para mirarla, se detuvo a la sombra de un árbol con ramas casi delicadas en donde las hojas temblaban colgando, el área alrededor de ellos relativamente clara—. Sea quien sea, quien busca resucitarla, ha mantenido en secreto su intención. —¿Devoción? —Sus ojos se clavaron en los suyos, y en ellos vio un millar de secretos, potentes y envueltos en sombras de terciopelo formados por la violencia y el dolor—. Si él o ella ha venerado a Isis todo este tiempo, él debe considerarla su diosa. —Demasiado precioso para mancharse con el escrutinio de los que pueden verla con un ojo mas dotado de cinismo. —Tal vez. —Sin romper la intimidad de la conexión visual, Dmitri le tocó un lado de su cara con la mano. Ya no era extraño, ni discordante, el calor de su piel áspera contra la suya. Y aunque su ritmo cardíaco estaba acelerado, hizo como haría cualquier mujer a la caricia de un hombre tan pecaminosamente atractivo. La decisión instintiva, ella tomó su cara entre las manos cuando, una lluvia erótica de chocolate amargo y en cascada de oro líquido caía en sus sentidos, ladeó la cabeza y se inclinó para presionar sus labios a los suyos. Un destello de color negro, de la nada... y estaba en el otro lado del claro. Al mirar hacia abajo al cuchillo en su agarre, y luego a Dmitri, reprimió un grito. —¿Qué tan mal te he cortado? —Una pregunta dura, envuelta a través de la ira y la desesperación, la sensación dolorosa del fracaso. Levantó una mano pintada de rojo con un corte diagonal a través de su palma. —Nada importante. —La misma lesión podría haberle costado a un humano el uso de los nervios de su mano. Empujando el cuchillo dentro de la bota después de limpiarla con las hojas caídas, se metió las manos en su cabello suelto, su pecho subiendo y bajando como si hubiera corrido una milla. —Bueno, eso responde a eso, ¿no? —La brecha entre los sueños y la realidad era un abismo.

—No, Honor. No dejo que nadie me haga daño. —Seda negra en su piel—. Yo estaba, sin embargo, mirando tus labios, no el cuchillo en tu mano. La próxima vez, te voy a despojar de tus armas en primer lugar.

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—Eres rápido. —Un vampiro de su edad y fuerza podría romperle el cuello antes de que ella lo viera venir. —Me estas dejando hacerte daño.

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Una sola gota gruesa de sangre corriendo por sus dedos, para golpear el suelo en silencio carmesí, Dmitri levantó una ceja. —Sólo me dice que necesito ser más rápido. —Su risa era desigual, amarga.

NALINI SINGH La arrogancia cortaba la declaración a través de la fealdad de púas de sus emociones para incitar a un calor lánguido en sus venas. —¿Sí? Bueno, quizás la próxima vez te corte la mano —dijo, aunque la visión de su sangre hizo algo en ella, dando a luz a un rechazo visceral. —Siempre y cuando entiendas, —Acechando de cerca, con el dedo acariciando su labio inferior, el humo tangible como el tacto de un amante acariciando en lugares que le hacían gritar—, que habrá una próxima vez. Honor no sabía lo que ella hubiera dicho a ese anuncio, porque un fuerte viento barrió por encima de ellos en ese instante, para ser seguido por un ángel con alas de oro blanco aterrizando apenas a tres pies de distancia. Su corazón tartamudeó; la mayoría de los mortales que se reunían con el Arcángel de Nueva York terminaban muertos. Fue entonces cuando los ojos absolutamente azules e implacables cayeron sobre ella, hermosos más allá de lo soportable... y absolutamente sin piedad. El momento quedó suspendido en el tiempo, y ella sabía que estaba siendo juzgada. Su muerte, pensó, significaría tan sólo para él como la de un insecto. Querido Dios. ¿Cómo podría Elena llamar a este inhumano ser su compañero, llevarlo a su cama? —Rafael. El arcángel desvió su atención hacia Dmitri, sus plumas deslizándose unas contra otras mientras plegaba sus alas. —Ha habido un segundo incidente. —Respirar se volvió doloroso para Honor, levantó la cabeza de golpe mientras Dmitri, dijo—: ¿Otro lugar público? —No. La víctima fue dejada en un de almacén dirigido por un vampiro que todavía tiene diez años para seguir su contrato. —No hay posibilidad de que el cuerpo no fuera inmediatamente reportado a La Torre. —dijo Dmitri al arcángel con una familiaridad que dejó en claro que su relación no era tan simple como señor y vasallo—. Me podrías haber contactado sin volar hasta aquí. Rafael miró a Honor. —Déjanos.

El Arcángel de Nueva York la miró durante un largo rato, fríamente. —Tal vez. Pero no eres nadie para decidirlo.

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—Podría —dijo, no estando segura de donde encontró el coraje para desafiar a este ser que hacia que todo el delgado cabello en su cuerpo se alarmara de manera primordial, que venía de la parte de su cerebro que no tenía capacidad de sentir o de razonar—, ser capaz de ayudar.

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Nadie nunca había hablado con ella en ese tono.

NALINI SINGH Los labios Dmitri tiraron hacia arriba una fracción en todo lo que veía en su rostro. —Vete, Honor. Me aseguraré de que llegues a examinar el cuerpo.

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Era irritante darse cuenta de que había sido despedida, una niña demasiado ambiciosa, pero era lo suficientemente inteligente como para saber que no era nada personal. Rafael podría haber tenido una cazadora por consorte, pero no era, y nunca sería, nada parecido a un mortal. Volviéndose sobre sus talones, se dirigió a la corriente una vez más. En cuanto a Dmitri, ella cobraría esa cuenta más tarde.

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19 Traducido por Munieca Corregido por Vane-1095

Los ojos de Rafael siguieron el progreso de Honor. —Ten cuidado, Dmitri. Ella tiene más espíritu que todas tus otras mujeres juntas. Dmitri observó ese cuerpo fuerte y ágil desaparecer entre los árboles, la fuerza de ella era aún más convincente por haber renacido de las cenizas de la brutalidad. —¿Me cree en peligro, Sire? —No. Pero entonces, yo no me creo en peligro, tampoco. —Permitiendo que sus alas cepillaran la alfombra de hojas caídas, volvió al asunto que le había traído hasta aquí—. Esta vez el mensaje fue expuesto. Dmitri había adivinado. —Dígame. —El hombre fue marcado con un glifo. El sol ocultando una media luna. Ahí tienes, amante. Nunca me olvidarás. Sus músculos del pecho se apretaron. —Hemos sido incapaces de confirmar la identidad de la víctima anterior —dijo, estrangulando la memoria— . ¿Es este uno nuestro? —No. —Dmitri. Puedo manejar ver el cuerpo. La memoria era sanguinaria, pero no lisiada. —¿Los colmillos? —Cerca del transparente. —Un informe llegó desde el laboratorio temprano esta mañana —dijo, volviéndose hacia el arroyo—. Hubo un problema con la sangre del primer vampiro. Honor debería escuchar esto.

Una leve sonrisa. —Eres protector con ella. Dmitri recordó la última vez que se había sentido protector sobre una mujer. Había sido un eón atrás. Hacía tanto tiempo que no había reconocido la

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—Tengo la sensación de que ya lo sabes.

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Rafael se puso a caminar con él mientras se dirigían hacia ella. — Háblame de tu cazadora.

NALINI SINGH sensación hasta que Rafael lo señaló. —Parece que sí. —Tal sentido protector no era una emoción bienvenida, al hablar como lo hizo de los lazos más allá de lo crudo del carácter físico del sexo. Hundirse en lo caliente de una mujer, completamente mojada, jugando con su compañero de cama hasta que ella gemía y rogaba, era un entretenimiento. Placer y dolor, sexo o sangre, nada de eso tocó el tranquilo y escondido centro de su corazón, donde continuó honrando con votos a su esposa. —Puedo ocuparme de esto, Dmitri. —No. —Ellos podrían haber matado a Isis juntos, pero el ángel había sido la pesadilla de Dmitri—. El mensaje iba dirigido a mí. Voy a encontrar a su autor. La forma de Honor apareció de entre los árboles justo después de su declaración. Ella se encontraba de pie con el cuerpo ligeramente inclinado hacia ellos, como si hubiera detectado su aproximamiento, su expresión era una de consideración fría. —La sangre del primer vampiro —dijo él a ella, intrigado por la idea de que ella estaba calculando una represalia dirigida a él—, no era lo que debería haber sido. —La sangre de los vampiros es distintiva. —Líneas estropeando su frente—. ¿Qué estaba mal con él? Dmitri no podía decirle acerca de la toxina que se acumulaba en los cuerpos de los ángeles, que se utiliza para activar a los seres humanos en vampiros. Ese fue el secreto tan profundo por el que Illium había sido despojado de sus plumas, por hablarlo con un mortal, una mujer que desde hace mucho tiempo se había convertido en polvo. Pero le pudo dar a Honor el resultado. —El proceso de conversión estaba incompleto. Hebras caoba ocultas en su pelo reflejaron la luz cuando Honor ladeó la cabeza. —¿Un intento de aficionado que salió mal? Había hecho ese cabello un puño alrededor de sus manos cuando se hundió en ella.

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—Puedo hablar con los otros cazadores, ver si han oído hablar de algo parecido. —Cruzando los brazos, miró hacia abajo a las piedras, y regresó la mirada arriba—. La cosa es, el cuerpo cayó en Times Square, la carnicería, no es algo que harías tu primera vez. Debe haber evidencia de actividades de práctica anterior.

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—Sí. —Involucrando a un ángel sin saber que la toxina en la sangre no había llegado aún al umbral de la exitosa Conversión.

NALINI SINGH —Estamos hablando de inmortales —señaló Rafael—. Su práctica podría haber abarcado siglos. —Especialmente —agregó Dmitri—, si él era un discípulo de Isis. —Un discípulo a quien Dmitri no permitiría vivir. La perra nunca regresaría a la vida, ni siquiera como una diosa recordada. —Sí, pero —argumentó Honor mostrando una fuerza tranquila que había empezado a fascinar a Dmitri—, el hecho de que no ha dominado el proceso de Conversión dice que él es nuevo en este tipo de cosas, incluso si no es nuevo en la violencia. —Sí. —Dmitri frunció el ceño, recordando algo que otro miembro de los Siete le había dicho: Sire ¿Usted es capaz de llegar a Jason? No, está fuera de rango. Sacando su teléfono celular, Dmitri echó un vistazo a Honor, utilizando su mirada para acariciar los labios que quería pervertir y corromper. —Trata de no morir mientras estoy haciendo esta llamada. Sus ojos echaban chispas, removiendo partes de él que había creído sepultadas en ese campo de flores silvestres que era un monumento a su Ingrede y sus hijos.

Honor vio la sombra que se extendió por el rostro de Dmitri antes de que él se alejara para hacer su llamada, quería llegar y limpiar la basura, la necesidad era un dolor en su interior. Sin embargo, no sólo no tenía ese derecho, ella estaba siendo examinada por un hombre cuyo rostro era tan perfecto que casi dolía mirarlo. —Vi a Elena esta mañana. —dijo ella, preguntándose cómo había terminado por hacer conversación con un arcángel. —Mi consorte tiene una manera de encontrar problemas. —El cabello de Rafael, negro como la noche, brillaba a la luz del bosque—. Dmitri te ayuda a buscar venganza.

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—Tal vez. —Él se unió a ella a orillas del agua, sus alas desnudas a pulgadas de distancia, los filamentos de oro brillando bajo la luz del sol—. El Gremio es importante para el equilibrio del mundo. Sus cazadores no deben convertirse en presas.

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—Yo creo que es más el hecho de que estos vampiros están rompiendo las reglas. —Engañándose a sí misma acerca de las motivaciones de Dmitri sólo haría más difícil la eventual caída.

NALINI SINGH —¿Si hubiera sido otro mortal —Se encontró a ella misma preguntando, aunque pudo haber sido más seguro mantener sus pensamientos para sí misma—, uno no asociado con el Gremio? —Los mortales también tienen un papel que desempeñar en el mundo. No sabía cómo leer sus palabras, este ser letal que era capaz de romper todos los huesos de un hombre y exponerlo como una muñeca macabra. Entonces vislumbró a Dmitri caminando de regreso. Oscuro y peligrosamente inteligente, con un cuerpo que había sido pulido para resplandecer pureza en batalla y una moral rectora que fue, sin lugar a dudas, sesgada. Él no era menos inhumano que el hombre al que llamaba Sire. Tal vez era aún peor. Cuando Rafael estaba lejos, alejado de la humanidad, la violencia que era una parte tan importante de Dmitri zumbaba justo debajo de la superficie de su sofisticada piel. La sangre y el dolor, pensó, eso fue lo que impulsó a Dmitri. El porqué de que eso causaría que su corazón se apretara en un incesante dolor era una pregunta a la que ella no tenía ninguna respuesta.

El cuerpo yacía en el suelo de cemento del almacén, los brazos del hombre joven y las piernas abiertas de una manera que no era nada natural. Pantalones vaqueros cubrían sus piernas, pero la mitad superior estaba sin ropa, para mostrar mejor la marca grabada en el pecho que daba líneas de progreso de los músculos aún incompletos. Dmitri había repudiado la misma marca con sangre empapada de violencia, usando un cuchillo que había sacado de la casa de Isis. Fue simplemente adecuado, había pensado en como se quitó su camisa bruscamente y presionó la espalda contra una de las vigas que habían sobrevivido al incendio que se había llevado todo de él. La punta de la hoja era tan afilada, que hizo aparecer una gota de sangre en el instante en que lo puso en su piel. Apretando los dientes, empezó a cortar, empujando lo suficientemente profundo para extirpar el tejido cicatricial. Él era un vampiro ahora. Toda la piel se curaría y no habría marcas.

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La negrura lo envolvió cuando tenía menos de un cuarto del camino en torno a la marca. Recogiendo la hoja caída con manchas de sangre en las manos en el instante en que despertó, empezó de nuevo.

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Pero los vampiros aún sentían dolor.

NALINI SINGH Y otra vez. Y otra vez. Hasta que no hubo ningún rastro más de Isis en su cuerpo y su corazón se había vuelto tan débil, que podía sentir la muerte susurrando en una dulce y oscura bienvenida. Una sombra de alas, una visión de abrasador azul. —Dmitri ¿Qué has hecho? —Déjame. —Fue la única cosa que tenía la fuerza para decir. —No. —Una muñeca siendo lanzada delante de él, su cabeza impulsada por una mano inflexible—. Bebe. Dmitri resistió. Maldiciendo, Rafael utilizó esa misma cuchilla para cortar y abrir su vena, empujando sin previo aviso la carne sangrando en los labios de Dmitri. Un sabor único y el depredador recién despertado dentro de él se hicieron cargo. Él se alimentó. No se había curado ese día o en los días que siguieron. Había sido Convertido demasiado joven, la misma razón de porqué Rafael había sido capaz de apoderarse de él. Lo hizo sanar. Al menos en el exterior. —Tan joven —dijo Honor, en cuclillas al lado del hombre muerto, su tristeza en un hilo conmovedor en su voz. Obligado por el sonido, la vio ponerle una mano enguantada en la mandíbula del prototipo de vampiro, abriendo su boca. —Ya sabemos de los colmillos. —No, estoy buscando otra cosa. —Apoyándose en una mano, continúo sujetando la mandíbula abierta de la víctima, alcanzó la espalda para tirar de un tubo delgado de su cinturón—. ¿Me sostienes la linterna para que pueda ver en la boca?

—Dmitri. Mirando hacia arriba, vio demasiado conocimiento en los misteriosos ojos verdes que lo miraban, demasiada ternura. —¿No sabes mantener tu distancia,

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Dmitri no podía decir lo mismo. Los restos rotos de su alma se habían quemado en la pira funeraria de su hijo. Tales llamas de oro alrededor de su hijo, como un resplandor salvaje para un niño tan pequeño. Le sentaba, Dmitri había pensado cuando la última pieza de su corazón se rompió, se adaptó a su Misha con la risa profunda y su hambre por explorar.

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Se agachó en cuclillas a su lado y se enfocó en ella en lugar del hombre en el concreto. Las líneas de su rostro eran elegantes, sus ojos no amargados o duros a pesar de lo que ella había sufrido. Había sobrevivido con su alma intacta, todavía tenía la capacidad de sentir compasión por la pérdida de una vida.

NALINI SINGH Honor? —Él era un depredador, atacaría sus debilidades, aprovecharía todas las ventajas. Un ligero movimiento de su cabeza, rizos escapando de la trenza tosca que se había hecho en el vuelo. —Creo que es demasiado tarde para eso. — Rompiendo el contacto visual con esa afirmación tranquila, ella dijo—: ¿Ves? Dmitri siguió su mirada. —Él no tiene sus muelas de juicio. —A pesar de que esa falta no era un indicador absoluto de la edad, si se combina con su cara de niño, el aspecto era otra señal de que estos vampiros están siendo Convertidos fuera de cualquier estructura aceptada. El Grupo había decretado hace tiempo que ningún mortal que no había vivido un cuarto de siglo podía ser Convertido. —Él era vulnerable —dijo Honor, llegando a cepillar el pelo de la víctima de sus ojos con atención tranquila—. Un objetivo que puede ser controlado una vez que había sido atrapado por la idea de la inmortalidad. Una vez más, Dmitri miró la cara de la víctima. No estaba completamente sin corazón, estuvo de duelo por el joven, pero este hombre-niño tenía edad suficiente para haber hecho sus propias decisiones. A esa edad, Dmitri había estado trabajando los campos y cortejando a una mujer con un sol en su sonrisa y unos ojos que le dijeron que era hermoso sin jamás decir una palabra. —Déjalo —dijo, poniéndose de pie—. No hay nada que puedas hacer para descubrir su identidad. —Técnicos propios de la Torre tomarían sus huellas dactilares y de lo contrario procesarían el cuerpo. Honor, sin embargo, no se levantó. —¿Alguien miró su espalda? —Poco importa. —Pero él se agachó para tirar de los hombros de la víctima del piso para ella. —Nada —dijo en abierta decepción—. Tenía la esperanza de otro tatuaje. Podría habernos proporcionado más pistas.

—No. —Una sola y plana palabra, un repentino recordatorio de la cruda intimidad de esos momentos por la música suave de la corriente había sido una aberración—. Creo que es hora de que vayas a casa.

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Al escuchar el frío brutal en el tono de Dmitri, un látigo que hablaba de un dolor malicioso que podría golpear a alguien en las inmediaciones, Honor, sin embargo, dijo—: ¿Me lo cuentas? —Porque era demasiado tarde para retroceder, ser racional.

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De pie, Dmitri la esperó para reunirse con él. No volvieron a hablar hasta que estuvieron fuera del brillante metal de la bodega, el sol de la tarde con un calor apacible en comparación con las sombras en su interior. —No había necesidad de tal marca, Honor. El mensaje es marca suficiente.

NALINI SINGH Debería haberlo dejado ir, pero su respuesta fue instintiva, brotando del mismo salvaje y oscuro núcleo como sus emociones hacia él. —¿De verdad crees que puedes hacerme a un lado cuando me convierta en un inconveniente? —Estás bajo contrato para la Torre y eso fue una orden. —Con eso, se giró sobre sus talones y se dirigió hacia el interior. Furiosa por la constatación de que había sido callada por segunda vez ese día, se retorció con la intención de enfrentarse a él... cuando se acordó de la tarjeta de memoria en el bolsillo. Ella no tenía ninguna duda de que la Torre tenía los mejores expertos informáticos a su alcance, pero el Gremio tenía lo mejor de lo mejor y, a diferencia del personal de la Torre, ni Vivek ni la atención de Honor sería dividida por otras piezas de evidencia.

Vivek estaba de muy mal humor cuando ella llegó. Le espetó a ella encajar la tarjeta y luego no dijo nada durante casi veinte minutos. Luego dijo— : He roto el cifrado. Los datos están apareciendo en la pantalla a tu izquierda. Girando su silla para hacerle frente, empezó a desplazarse por la información. La mayoría parecía ser un asunto relacionado, por lo que Tommy había, de hecho, hecho algo de trabajo en medio de toda su obra perversa. No había mucho de ello, sin embargo. Eso no era necesariamente algo que notar. Muchos de los vampiros más viejos tenían acumulada tanta riqueza que pasaban la mayor parte de su tiempo en exceso indulgente. La idea de ello hizo que la piel de Honor picara. ¿Cuál era el punto de la casi inmortalidad si no vas a hacer algo con ello? —Es de buena educación —murmuró Vivek—, dar las gracias a alguien después de hacer una tarea para ti. Parpadeando, miró hacia arriba para verlo mirando a lo que parecían imágenes de vigilancia granulada. —¿Qué? Oh. Pensé que podría hacerte la cena cuando esto estuviera listo. —Cuando pudiera poner la pesadilla a descansar, dormir sabiendo que sus verdugos nunca le harían daño a ella o a cualquier otra persona de nuevo.

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—Ya basta, V. —En ningún buen estado de ánimo de sí misma, se volvió a la luz—. Si vamos a comparar el derecho a disfrutar de la auto-compasión, creo que tengo que superarte.

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Vivek desplazó su silla de ruedas para mirarla. —Sintiendo lástima por el inválido, ya veo.

—Yo fui abandonado por mi familia.

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NALINI SINGH —Por lo menos tuviste una familia por un tiempo. Yo fui abandonada casi en el instante en que dejé el útero. —No puedo caminar. —Fui torturada durante dos meses y no puedo soportar que un hombre me toque en una manera sexual, incluso un hombre que encuentro tremendamente atractivo. —Hasta que el sabor erótico y decadente de él estuvo en cada respiración—. A pesar de mi buen juicio.

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—Es Dmitri, ¿no? —Un sonido zumbó cuando Vivek trajo más cerca su silla de ruedas. —Volviendo su atención a los datos, dejó que su silencio hablara por sí mismo—. Primero Elena y luego tu —resopló—. Quiero mostrarte algo. —Sin esperar una respuesta, se fue a otro equipo y posicionó un videoclip en la gran pantalla en frente de las consolas—. Mira.

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NALINI SINGH

20 Traducido por Pao*martinez Corregido por Deeydra Ann’

Observó, porque Vivek, de humor o no, nunca haría perder su tiempo, no cuando sabía lo importante que era para ella. El video resultó ser un informe de tráfico de una de las estaciones locales de televisión y, de repente, la burbujeante reportera rubia le gritaba a su camarógrafo para que se acercase. Cuando lo hizo, lo primero que vio Honor fue el brillante pelo blanco de la mujer que corría por las calles, sus largas piernas, su gracia extraordinaria. Un instante después, la razón de su urgencia, entró en el foco: una forma masculina sensualmente hermosa dando caza, más rápido y despiadado que una pantera, su camisa salpicada con el rojo de la sangre viscosa. Honor había estado fuera del país en la época de la infame persecución a través de Manhattan y, mientras ella había leído sobre él, nunca había visto el material de archivo real. Mientras observaba, Elena sacó un arma, se volvió como si fuera a disparar a Dmitri, justo cuando una motocicleta elegante negra paró en la esquina, sólo a un par de metros de distancia. Saltando, la cazadora sostuvo con fuerza al conductor mientras la poderosa motocicleta se apartaba del peligro. Entre tanto, el pecho de Dmitri apenas se movía, a pesar de la intensidad de la persecución, de pie en la acerca... y le lanzó un beso a Elena —Ese —dijo Vivek con preocupación solemne—, es el hombre te tiene loca. Ellie dijo que le encantaría cortarle la garganta, y que él lo disfrutaría.

Veinte minutos más tarde Honor lo vio. Una cadena de correo electrónico oculto entre todos los otros negocios, el encabezado del asunto era el nombre

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Vivek abrió la boca y luego pareció pensar mejor lo que estuvo a punto de decir. —Simplemente ten cuidado. Y si alguna vez necesitas desaparecer, todo lo que tienes que hacer es preguntar. —Él se dirigió a uno de los equipos antes de que pudiera responder—. También estoy copiando los datos a través de aquí. Voy a correr la búsqueda de algoritmos a través de todo el expediente, el uso de palabras clave, mientras tú vas por los e-mails.

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Se le puso la piel de gallina, un sudor frio bajó por su espalda. —A veces —dijo ella, pensando en la violencia que había presenciado en Dmitri, la crueldad casual—, la lógica no funciona.

NALINI SINGH de un proyecto inocuo. La única razón por la que incluso lo había escaneado se debió a que apareció en el comienzo de su período en cautiverio. El primer mensaje decía: ¿Recibió una invitación? La respuesta fue sencilla: Te llamo. Dos días más tarde: No me he sentido tan vivo en más de un siglo. La respuesta: Me había olvidado lo que era cazar a mi presa. Excepto que los cobardes no habían hecho la caza. Simplemente se habían aprovechado de una mujer atrapada, dispuesta a su feo placer. Con el pulso latiendo en sus sienes, comprobó la dirección de correo electrónico de su amigo Tommy. No le sorprendió en lo más mínimo cuando se pudo identificar el escritor. —Ellos ni siquiera consideraron que alguien podría venir. —Después de todo, Honor no había tenido la intención de salir del abismo. Nunca. —León y sus amigos no son tan sofisticados como mis invitados. —Hubo un prolongado beso que le hizo revolver el estomago vacío—. Será interesante ver lo que queda después de habernos saciado. Pero en primer lugar... Helados chorros de agua la golpearon creando moretones sobre moretones. El penetrante olor a cloro en la habitación, el olor en el concreto durante largos minutos. Su boca se abrió bruscamente. —Ahora, vamos a limpiarte. No quiero que tu cuerpo me delate cuando te encuentren en la basura. Sólo le tomó Vivek un par de minutos para que coincidiera una dirección física y biológica con el e-mail que había encontrado. —Jewel Wan —dijo, mostrando la foto de una mujer de origen chino, los siglos de vampirismo debían haber desgastado todos los rastros de humanidad hasta que la dejara hecha una escultura tallada en hielo, sus ojos brillantes como diamantes negros que hacían juego con las que ella llevaba al cuello. —Ella es una figura de sociedad —continuó Vivek—. Pasa una cantidad significativa de tiempo con los seres humanos.

Honor no sabia que era posible luchar contra el placer de la mordida de un vampiro antes de su secuestro, pero había aprendido a hacerlo en esa cámara de tortura después de las primeras tres veces que el creador de su

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Pero lo hizo.

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El pelo brillante acariciando su piel, con sus pequeñas manos femeninas acarició las costillas. —Tanto músculo, incluso ahora. —Su voz dulce e increíblemente femenina—. Los chicos son tan rústicos, ¿no? —Tocándola con delicadeza, tratando de sosegarla—. Me aseguraré de no hacerte daño.

NALINI SINGH captura le provocó un orgasmo que tuvo que vomitar después, la violación no fue menos dolorosa por haber sido realizada a través de su sangre. Jewel Wan no había sido satisfecha en su desafío. La risa, suave y viciosa. —Voy a disfrutar romperte. Cuando haya terminado, vas a llamarme amante y a rogar por mi toque. Algo frío deslizándose por sus venas, envolviendo su pecho. —Dame su dirección. Vivek dio la vuelva a su silla. —Ella tiene cuatrocientos cincuenta años, Honor —dijo sin ocultar la alama en su voz—. No es muy poderosa a esa edad, pero más que suficiente para romper tus huesos, independientemente de su tamaño. La presión cortando su costado, las uñas empujando hasta que traspasaron la carne. Los dedos se encresparon alrededor de su costilla. — Ahora —susurró malignamente—. ¿Quién es tu amante? —Tocó su costilla, donde Jewel Wan había sido fracturada. El agujero en el costado se había curado, la cicatriz era tan pequeña que ni siquiera se notaba por lo general, pero hoy se sentía como un bulto rígido. —Voy a buscarlo yo misma. —No sería difícil, teniendo en cuenta la condición social del vampiro. —No, espera. Aquí. —Vivek trajo la dirección—. Por favor, no seas estúpida. Su mente gritaba que se detuviera para pensar, pero estaba abrumada de memoria sensorial de las manos afiladas clavadas, el pelo de seda líquida. Tocándola. Haciéndole daño. La bilis subió por su garganta, pero se obligó a bajarla. Memorizando la dirección, se fue. Vivek la llamaba, pero ella no estaba escuchando, el ruido en su interior era un trueno violento. Jewel Wan vivía en una finca en el valle del Hudson, lo que significaba que Honor necesitaba un coche. Sin embargo, cuando subió por una solicitud, se le dijo que tenía denegado el permiso para acceder a los recursos del Gremio.

Sé racional, Honor. Si vas hasta allá, te va a matar. La idea fue casi completa cuando otra parte de su mente, dijo—: No antes de poner unos cuantos agujeros en ella.

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Sin molestarse en discutir, salió al pesado, pero fluido tráfico antes de la hora pico. Tomo sólo unos segundos detener un taxi y dirigirse al lugar más cercano de alquiler de coches. Sacó su tarjeta de crédito, lleno el papeleo con manos impacientes y, quince minutos más tarde, estaba en camino a hacia la ciudad en una pequeña y maniobrable SUV.

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Vivek.

NALINI SINGH ¿Y los demás?, preguntó la pequeña parte coherente de ella. ¿Los que no podrás encontrar porque estarás muerta? —La voy a encontrar, maldita sea. —Las voces fueron silenciadas. Abrumada por la neblina roja de una rabia tan viciosa, Honor no había conocido hasta ese momento cuanto odio albergaba con una profunda furia.

Dos horas y cien llamadas ignoradas en su teléfono celular después, mientras ella miraba la carretera recta y solitaria, vio un helicóptero en medio de su camino. —No. ¡No! —Frenando, abrió la puerta y salió para hacerle frente al hombre que caminaba hacia ella. Vestido todo de negro, parecía parte de la oscuridad de la noche que estaba cayendo—. Quita esa cosa fuera de mi camino! —Los ojos de Dmitri estaban llenos de una ira tranquila, cociéndose a fuego lento, como la que tenia cuando la conoció. —Pensé que tenías cerebro, Honor. —Sí, bueno, parece que no lo tengo. —Al ver su expresión implacable, empezó a caminar de nuevo hacia el coche. Había otras maneras de llegar a la casa de Jewel Wan. Excepto que Dmitri cerró la puerta del coche antes de que ella pudiera llegar a él. —Jewel permite que perros entrenados para atacar vaguen libres por su finca y tiene cuatro protectores permanentes mientras llevan armamento importante. —Quita la mano de la puerta. —Deslizando su arma, le apunto directo al corazón, lo suficientemente fuerte para dejar moretones—. A este alcance —dijo ella, quitándole el seguro—, voy a hacerte suficiente daño como para dejarte fuera por horas.

—Sin embargo, tu odio hacia ella es tan profundo que te ciega. —Él toco con sus manos sus antebrazos desnudos y ella se sorprendió cuando no se

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Cuando él llego para situarse detrás de su espalda, ella sabía que él estaba bloqueando al piloto de verla. Ese pequeño acto, la hizo añicos. —Ella no me hizo daño. —Un susurro áspero—. No hasta el final.

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—¿Por qué este? —Una pregunta silenciosa que la cortó como un cuchillo, destruyendo el hielo que la había llevado tan lejos—. A Valeria la manejaste con una calma sobrenatural. Jewel te conduce a la locura. —Con espasmos musculares, con dolor llevándosela lejos, le puso el seguro antes de que le disparara por accidente, y se volvió a mirar a la carretera en la que estaba manejando hace solo unos minutos.

NALINI SINGH apartó, cuando le permitió pegar su pecho con su espalda, su calor masculino filtrándose en sus huesos. No hizo nada para borrar la vergüenza y la humillación que tenía a su estómago hecho un nudo, pero derretía los fragmentos finales de hielo, dejándola expuesta, vulnerable. —Excepto por el líder y sus juegos al inicio, los demás — dijo, temblando con un frío que no tenía nada que ver con la temperatura—, no importa lo que hicieron, sólo trataron de obligar al placer en mí con su mordida. —Dmitri frotó las manos por sus brazos, su aliento caliente en su sien—. Todo lo demás — continuó, hundiéndose en su calor—, era sobre poder, control. —Cuando eso no la aplastó, en su lugar se entretenían haciéndola gritar—. Pero Jewel, ella me inyectó algo... y luego me tocó. — Tan delicado, tan suave, tan horrible. Era casi imposible hacer llegar aire a sus pulmones, su entrecortado aliento, la sangre bombeando estallidos imprevisibles. Pero dijo las palabras, porque la vergüenza era demasiado grande para tener esa cosa guardada adentro por más tiempo. —Ella me hizo alcanzar el orgasmo. Una y otra vez. — La traición de su cuerpo había roto algo profundo dentro de ella, tomando la última pizca de orgullo desafiante. Dmitri apresó las manos alrededor de sus brazos. —No son sólo los hombres —dijo, su voz rígida con el control—, los que pueden hacerte excitar en contra de tu voluntad. Temblando, se dio la vuelta en sus brazos, apretando la cara contra su pecho. A excepción de abrazos rápidos de Ash, era la primera vez que había permitido a alguien que la sostuviera desde el secuestro, la primera vez que había sido capaz de soportarlo. Tal vez fue porque su humillación fue tan fuerte que no tenía lugar para el miedo... y tal vez fue porque él la comprendió de una manera que nadie más lo haría. —La odio, Dmitri. —Era una cosa difícil, áspera en su interior, ese odio—. Más que a cualquier otra persona.

Una vibración en su pecho. La risa de Dmitri.

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Su respuesta fue inmediata y violenta. —No. No toques a esa perra. — Entonces, tal vez porque estaba medio loca, añadió—: Hazlo y te juro que te disparare las dos manos desde la muñeca. —Él era de ella, y no le importaba si esa era la obsesión la que hablaba, no le importaba que ella se había dicho que no haría una reclamación. Dmitri era de ella.

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Dmitri le acarició con la mano el cabello, inclinando la cabeza para susurrar una promesa oscura en su oído. —Yo puedo hacerle a ella, lo que te hizo a ti. —Satín negro en torno a sus sentidos—. Seria fácil hacerla romper en gemidos, atravesar el cascaron.

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Él condujo el resto del camino, a pesar de que el helicóptero hubiera sido más rápido, decidieron utilizar el tiempo extra para permitirle calmarse. Eso era imposible, pero ella se las arregló para obtener un control sobre sus emociones hasta el punto de no era cegada por la estupidez, el comportamiento temerario seria parte de su próximo enfrentamiento. Fue cuando se dirigían hasta el último tramo de la carretera carente de iluminación pública, que su teléfono sonó otra vez. Esta vez, ella atendió—: Vivek. —Honor, ¿estás bien? —¿Preguntas luego de que hiciste a Dmitri cazarme? Una risa tensa. —No es mi culpa que tengas amigos en espantosos lugares. —Estoy bien. —Él había salvado su vida y ella no iba a ser una idiota con el—. Gracias. Él trató de ocultar su alivio, pero ella lo escuchó, sin embargo. —Sí, bueno, ahora me debes dos cenas. —Un pitido—. Espera. —Entonces dijo—: Jewel Wan está en movimiento. Entré en el sistema de seguridad de su empresa, obtuve acceso a las cámaras de su finca. Parece que ella está haciendo las maletas y esta saliendo para escapar. —¿Guardias? —Dos en el primer carro y dos con ella, desde lo que puedo ver. Las imágenes no son tan claras, por lo que podrían ser más. Al colgar, le transmitió la información a Dmitri. —¿Es este el único camino hacia la finca Wan? Su respuesta fue una sonrisa escalofriante. Siguiendo su mirada, vio las luces de coches parpadeando en la oscuridad antes de desaparecer justo cuando otro vehículo se aproximaba alrededor de la curva. Un segundo flash se produjo justo después del primero.

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Eran parte de la densa negrura de los árboles junto a la carretera cuando el coche se detuvo primero, un arma de fuego apareció en la ventana. Dmitri dijo—: Yo no lo haría. —En un tono tranquilo que cortaba el aire de la noche. El arma vaciló, pero no se retiró, aunque estaba claro que el vampiro no sabía a

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Ella no dijo nada mientras Dmitri estacionaba el auto alquilado de modo que bloqueaba la carretera, se deslizó afuera en silencio mientras él hacía lo mismo.

NALINI SINGH dónde apuntar—. Te lo advertí. —Con eso, Dmitri se había ido, una sombra en la oscuridad. Como ella lo cubrió, el rompió la ventana más cercana con la mano y sacó al conductor vampiro, arrojándolo al suelo con tal fuerza que se fracturó el cráneo. El compañero del hombre comenzó a disparar. Por desgracia, fue el objetivo que Dmitri había dejado de ser. Era cuando ella estaba pateando el arma del conductor inconsciente, que oyó el chasquido característico de un cuello rompiéndose. Todo había sucedido tan rápido que el segundo coche sólo había empezado a retroceder en el chirrido de pánico, después de que ambos vampiros delanteros hubiesen sido incapacitados. Recogiendo la ametralladora que había pateado a un lado, ella se dirigió al reluciente Coche de Ciudad, disparando a los neumáticos y al parabrisas hasta que el cristal se hizo añicos, mientras el humo se elevaba, el vehículo se estrelló hacia atrás en los árboles que se sacudieron por la fuerza del impacto, pero no cedieron terreno.

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Dmitri estaba ya en la parte superior del vehículo, arrancando el techo en una exhibición de fuerza que hizo patente que no era humano. Los guardias en el interior, sus cuerpos salpicados con heridas de bala, no hicieron ningún intento de defender su carga. Arrastrando a Jewel Wan del asiento trasero desde su cabello, Dmitri la dejó en el parte de la carretera iluminada por los faros del Coche de Ciudad dañado.

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21 Traducido por Madeleyn Corregido por Rominita2503

—Cualquiera —dijo en voz baja después de ordenar a Jewel que se callara—, que quiera salir de esto con vida, salga y espere en el estado. Y si quieren hacerme muy feliz, traten de correr. Los guardias salieron tambaleándose y a su favor fueron a buscar a los otros dos. Abandonaron a uno cuyo cuello Dmitri había roto, lo que significaba que él era demasiado joven para haber sobrevivido a eso, pero levantaron al conductor y lo arrastraron para llevárselo. Todo ello en un silencio absoluto. Jewel Wan, por su parte, echó hacia atrás su cabello y tambaleándose sobre sus pies, sus rodillas sangrantes por debajo del dobladillo de un vestido de seda negro ajustado, las palmas rasguñadas donde ella se había apoyado en su caída. Nada de esto hizo algo para disminuir su altiva elegancia. —Ahí estás — murmuró hacia Honor—. Un muy lindo bocado. Honor quería pegarle un tiro tan cruelmente que todo su cuerpo temblaría, pero no lo hizo. —No voy a matarte y hacértelo así de fácil —dijo, obligándose a caminar y tomar asiento en el capó del Coche de Ciudad que ya no tenía techo, las luces estaban encendidas debajo de ella—. ¿Dmitri? — Cuando él se movió para apoyar su mano en el capó, con su cuerpo inclinado hacia ella, dijo—: Ni una sola pieza de tu alma. Tan cerca como estaba de él, su mejilla rozando la leve aspereza de la suya propia, lo vio sonreír... vio, también, el terror que borró la elegancia hecha jirones de Jewel Wan. Pero la vampira era una mujer de negocios. —Te puedo dar información.

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Jewel mostró sus colmillos. —Soy una vampira de cuatrocientos cincuenta años. ¿Tienes la intención de sacrificar tanta experiencia, por qué, una pequeña diversión mortal? La he tenido, y no es que...

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—Lo dices como si fuera un negocio que vale la pena hacer. —Dmitri se apoyó en el Town Car, sus musculosos hombros con fluidez, el malvado pecado de su aroma en cada respiración—. Ambos sabemos que tú me dirás lo que yo quiero saber antes de que esto termine.

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NALINI SINGH Dmitri se movió y golpeó a la vampira tan rápido y duro que se estrelló contra un árbol, manchando el suelo con sangre saliendo de su nariz y un corte profundo en su labio. —Ahora —dijo Dmitri en una voz tan racional, que puso de punta los vellos de la nuca de Honor—, me dirás todo. Y quizás yo no le ordene a Andreas que te brinde un poco de atención extra especial. Una petición dolorosa de la mujer que parecía inofensiva, frágil. Excepto que Honor sabía que era una mentira. Jewel siempre sería un monstruo. Simplemente uno en un paquete que tenía la capacidad de parecer inofensivo. Ofrecerle algún tipo de misericordia sería condenar a otra víctima a ese horror, Honor apenas había sobrevivido. —Dmitri —dijo, porque la criatura letal y peligrosa que era, aun era suyo e iba a luchar por él—. ¿Qué te dije? —Lo siento. —Él sonrió y fue sorprendente lo hermoso que lucia rodeado por el olor a acre del miedo y la sangre—. Quedé atrapado en el momento. — Volviendo su atención a Jewel, dijo—: ¿Por qué no hablas? —Su voz era sólo ligeramente interesada, de la misma forma que un león se interesa por su presa sólo para desgarrarlo todo cuando tenga hambre. —Recibí una invitación —dijo la vampira, goteando sangre—. Está en mi estudio en casa. Sobre el escritorio. —Ella enjuagó la sangre que goteaba de su nariz en manchas rojas y oscuras a través de su piel de porcelana—. Tommy fue uno de ellos. Insinuó algo en una fiesta y yo le había seguido. El estúpido hombre nunca tomó precauciones. ¿Cuál era la razón? Honor pensaba, la invitación de Tommy había sido permanentemente retraída. —No nos estás dando nada diferente a lo que ya tenemos. Los ojos de la vampira se toparon con ella. —Cállate, mortal. Caminando de regreso para apoyarse en el capo, Dmitri miró a Honor. — ¿No puedo tocarla un poco? —Su sonrisa cuando miró a Jewel era puro sexo, si te gusta el sexo con una gran cantidad de dolor... si te gusta gritar hasta que tu garganta este en carne viva—. Tu piel, Jewel, es muy suave —murmuró y, aunque no había nada abiertamente amenazador en sus palabras, si hubiera estado hablándole a Honor en ese tono, lo habría llenado de balas y correría como el infierno.

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Jewel se empujó contra el árbol, comenzando a balbucear. —Evert tenía que saber. Él y Tommy hacen todo juntos, pero ellos no eran parte del centro. El que organizó esto, se aseguró de mantener su identidad contenida, pero hay un rumor en ciertos círculos que alguna vez trabajo en La Torre. ¿Cómo de otro modo él sabría acerca de los apetitos de tantos?

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Entonces él sacó el cuchillo.

NALINI SINGH —Ciertos círculos —dijo Honor, poniendo su mano sobre el hombro de Dmitri, un recordatorio silencioso de que Jewel no valía la pena, ni siquiera un fragmento de su alma. —¿Quién? —Una sola sonrisa de Dmitri y la vampira cedió tres nombres. Quince minutos más tarde de interrogatorio, estaba claro que ella no sabía nada más. Mientras que Dmitri no había puesto un dedo en ella, estaba tan petrificada, le castañeteaban los dientes, sus ojos moviéndose de un lado a otro. Por un instante, Honor sintió lástima. —Suficiente, Dmitri. Moviéndose con una velocidad sobrenatural, él rompió el cuello de Jewel antes de que la vampira incluso tuviera la oportunidad de expulsar el aliento para gritar. —No está muerta —dijo después de que lo hizo—. A este nivel de fuerza, ella va a subir de nuevo a menos que la decapiten. Veneno puede volar con ella a Andreas en el helicóptero. Sorprendida por la brutal rapidez del castigo, dijo—: Pensé que me haría sentir mejor, la idea de que ella fuera torturada, pero no es así. —No puede haber misericordia aquí. —Las palabras de un hombre que había visto pasar los siglos, ríos de sangre empapar la tierra—. Al instante que la palabra se divulgue de que estamos haciendo ejecuciones limpias, los Convertidos perderán el miedo que asegura que no harán cosas como esta más a menudo. —Él envió un mensaje a Veneno mientras hablaba—. Para los antiguos, la muerte no es una amenaza. Pero el dolor... todo el mundo le teme al dolor. Ella comprendió lo que él estaba diciendo, ciertamente no tenía la lealtad de Jewel y, sin embargo... —Parece tan... —¿Inhumano? —Una sonrisa triste—. Nosotros no somos mortales, Honor. Nunca lo seremos.

—No, vamos a conducir. Veneno se inclino hacia Honor evaluando su aspecto, pero no dijo nada cuando se metió en el helicóptero y despegó en una carrera salvaje en el aire.

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Aspas de helicóptero sonaron en ese instante, y pronto Veneno aterrizó la máquina. El vampiro silbó al ver la carnicería, pero no dijo nada, recogiendo el cuerpo de Jewel Wan y cargándola con todo el cuidado que puedes mostrarle a un saco de patatas. —¿Quieres que te lleve?

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Se preguntó si le estaba dando una advertencia. Si era así, no era necesario. —Siempre te he visto, Dmitri. —No importa si ella creía que había más para él, este sentido de la oscuridad era también una parte integral de su naturaleza, no podía ser ignorado o desearlo lejos.

NALINI SINGH Dejando los Coches de Ciudad abandonados donde se encontraban, ella y Dmitri regresaron en el alquilado. Un par de llamadas más tarde y Dmitri había organizado un equipo de limpieza, tanto para los coches como para los guardias. —¿Qué pasará con ellos?—Preguntó. —Nada hacia los dos que no levantaron armas en mi contra, siempre y cuando demuestren que no han tenido conocimiento de las acciones de Jewel. El otro va a sufrir un castigo. —Sus ojos se encontraron con los suyos por un segundo—. Al desobedecerme, desobedeció a Rafael. Eso no se puede permitir. En ese instante, Honor sabía que muchos de los Convertidos romperían sus vínculos, rendirse a la sed de sangre, comenzar a cazar presas vivas. —Los tres nombres que dio, ¿los conoces? —Sí. Son parte del mismo círculo social que Jewel y los otros. —Ella es lo suficientemente perra que podría haber filtrado un nombre que no pertenece, por despecho. —Lo sabremos muy pronto, he enviado instrucciones de que sean vigilados. Van a ser llevados a La Torre para ser interrogados mañana por la mañana. Liberando un largo suspiro, ella dijo—: Sólo quiero terminar con esto. — Quería seguir adelante con la vida que ella había decidido vivir. —Lo harás. Sentada en el asiento del pasajero con Dmitri enredando su piel en chocolate y pecado, delicioso e irresistible, Honor miraba los kilómetros pasar, el suave movimiento, arrullándola para dormir… en sueños. —Tú eres mi esposa. —Y tú eres un hombre celoso. —Empujando las manos en su cabello dejó escapar un suspiro—. Si alguien tiene motivos para estar celosa, soy yo. —Tú sabes que yo nunca tocaría a otra mujer. —¿Y tú crees que tocaría a otro hombre? Silencio, su rostro duro con sombras. —Otros hombres te codician.

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Sus dedos se cerraron sobre su muñeca, su otra mano llegando a encontrarse con su cintura. —Tú no lo ves, pero yo soy un hombre. Sé lo que hago.

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Sacudiendo la cabeza, ella estiró su mano para poner su palma contra su mandíbula sin afeitar. —No soy una gran belleza.

NALINI SINGH A veces ella se preguntaba qué estaba haciendo con él, esta hermosa criatura a la que todas las mujeres en el pueblo observaban con admiración en los ojos. Era como si supieran cómo se movía en el interior de una mujer, cómo podía tocar el cuerpo de una mujer hasta hacer que ella quisiera hacer cualquier cosa que él deseara. Excepto que ella sabía que no lo hizo. Porque él había esperado por ella, aunque su cuerpo tenía que haber exigido satisfacción, las ofertas no cabe duda de que venían de las mujeres que no honraban a sus maridos. —Tú eres mi corazón —dijo ella, tomándole la mano y colocándola sobre el órgano que latía—. No importa si otro hombre me da mil promesas, es a ti a quien yo pertenezco. —¿Siempre? —Siempre. —Honor. Haciendo caso omiso de la voz masculina que trató de sacarla del mundo de la vigilia, luchó desesperadamente por aferrarse al sueño, porque la mujer que estaba en ese lugar nebuloso era amada, amada tan profundamente que era un poco aterrador. —Honor. —Una caricia de orquídeas y de oro, decadente, exuberante, tentadora. Ella se irguió en su asiento al ver que estaban conduciendo dentro del estacionamiento debajo de su edificio. —Me quedé dormida. —En un coche. Con un hombre. Con un vampiro. —Estabas sonriendo. —Sólo un sueño. —Uno tan vívido que ella casi podía sentir la barba de la mandíbula del amor de sus sueños en su palma. —¿Tú sueñas? Llegando después de aparcar la camioneta, él le acarició con un dedo la mejilla, donde se podía sentir las líneas causadas por el sueño. —En mis sueños recuerdo memorias, tiempos pasados. —Ella cogió la mano que estaba en su mejilla, tenía un sentido desconcertante de deja vu

Luces atraviesan el garaje detrás de ellos un instante después, destruyendo la intimidad del momento... y sin embargo ninguno de ellos se movió. —Vamos arriba. —No era una invitación que hubiera siquiera pensado

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Negras y espesas pestañas bajando, ascendiendo de nuevo. —Hay momentos en que incluso los buenos recuerdos no son bienvenidos. —Palabras remotas, pero él no rompió su agarre.

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—¿Buenos recuerdos? —ella preguntó, la sensación resplandeciente de existir fuera tan rápido como se había despertado.

NALINI SINGH en hacer un par de semanas atrás. Pero ella había sido otra mujer en ese momento. Dmitri froto su pulgar en su barbilla antes de dejar caer la mano, pero ella no necesitaba palabras para leer el calor oscuro en su expresión, los labios más suaves de repente, eróticamente tentadores. Con el pulso latiendo en su garganta, ella se bajó del coche y la llevó a los ascensores, consciente de sus volubles extremidades y el aroma exótico a su alrededor. No lo suficientemente susceptible como para ser obligada por él, se permitió disfrutar del lujo de la sensación. Él recibió una llamada justo antes de entrar en el apartamento. Ella no era capaz de entender algo, escuchando nada más la mitad de su conversación, pero él le dijo los detalles después de que colgara el teléfono. —Veneno confirmo la vigilancia de dos de los nombres que Jewel proporcionó, esta rastreando al tercero. —Colocó su teléfono celular en la mesa de café y dijo—: Tal vez sea mejor mantener un ojo sobre ellos, por el momento. La satisfacción de lo que hubiera sido apresurar las cosas, continuando la vigilancia tenía sentido. —Llamé a Sara después de que se enteró de la segunda caza. Todo el personal del Gremio ha sido advertido. —Honor había enviado un mensaje personalmente a Ashwini y se alivió al saber que su mejor amiga estaba actualmente trabajando en un caso con Demarco. Dos cazadores serían mucho, mucho más difíciles de tomar. Dmitri asintió con la cabeza. —Voy asegurarme de que Veneno mantenga actualizada a la Directora del Gremio. —Desparramado en un sofá, torció un dedo—. Ven aquí. Quitándose sus zapatos y los calcetines, ella arqueó la espalda en un lánguido tramo, tanto para aflojar los músculos tensos como para disfrutar de los ojos de Dmitri en ella, encapuchados, oscuros y abierto en apreciación. Estirándose completamente, ella le devolvió el favor. Había una deliciosa cantidad para admirar. Pantalones negros, un cinturón con una hebilla normal empañada, una sencilla camiseta, la dura sombra lanzó la cruda sensualidad de su aspecto se enfocó aún mejor. Ninguna mujer, pensó, podría echarlo de su casa y mucho menos de la

El señaló la funda en los hombros y las vainas de cuchillos. —Fuera.

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Relleno a través de la alfombra, ella se puso de pie entre sus piernas. — Voy a enloquecer —dijo y sí, debía reconocer que tenía su orgullo herido, pero la única otra opción era esconderse y Honor pasaba de ser el conejo, como Dmitri le había llamado.

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cama.

NALINI SINGH Ella había tenido un arma en cada uno de sus momentos de vigilia o de sueño desde el ataque, debajo de la almohada, escondida por el lado de la mesita de noche, en la parte posterior de la cabecera. La idea de despojarse deliberadamente a sí misma de las armas con un vampiro tan poderoso como Dmitri le hizo corretear el corazón contra las costillas, su voz se secó como el polvo, la garganta se le llenó de arena. —¿Quieres mantener un cuchillo?—murmuró la pregunta. Honor considero la oferta seriamente mientras se quitaba la pistola y el arnés, dio un paso atrás para colocarlos en la mesa de café. La vaina del muslo y la linterna metida en la espalda, junto con una hoja de afeitar muy trabajada en el cinturón, fue lo siguiente. Puso todo el lote, cinturón incluido, junto a la escopeta. Dmitri le dirigió una mirada intrigada cuando alcanzó su espalda y sacó un largo cuchillo de una vaina escondida, la lámina tan delgada como el ancho de la uña de su dedo meñique. La única hoja fue dejada en la funda que llevaba alrededor de su brazo. Tocando, ella miró al sensual y peligroso hombre en su sofá. Pensó en el corte de él de nuevo... y fue pateada por un sentimiento de rechazo tan profundo que la habría sacudido, si ella no hubiese sido sorprendida por las tantas reacciones inexplicables que sentía cuando se trataba de Dmitri. —No hay armas —dijo mientras colocaba el último cuchillo sobre la mesa. —Dame las tuyas. —Vampiro o no, Honor sabía que ella era lo suficientemente inteligente como para convertir sus propias armas en contra de él. Dmitri comenzó a entregarlas. Era su turno para mirar. Después de que ambos lo hicieron, el montón de cuchillos y pistolas sobre la mesa de café hacia parecer que habían limpiado una armería—. Creo que tenemos un problema, Dmitri. —Aún no he terminado. —Desabrochando su cinturón, se puso a tirar de él hacia fuera. Sus ojos cayeron. Tal vez fue porque ella había estado con los ojos vendados, mientras que Tommy y los demás la torturaron, pero ella no tuvo problemas para admirar el cuerpo de un hombre hermoso. Y el de Dmitri... Oh, sí. —¿Igual que el mío?— preguntó, acariciándolo con sus ojos, su camiseta que se estiró sobre los abdominales duros como roca.

—Illium me lo dio hace un par de años.

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Tomando el cinturón, vio el delgado alambre en el cuero. Podría ser sacado con un simple tirón, que se utilizaría como un garrote fatalmente eficiente. —Inteligente.

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—Echa un vistazo.

NALINI SINGH —Yo diría que no parece de ese tipo. —Ella pasó sus dedos sobre el cuero suavizado por el constante uso—. Pero he conocido mi lote de cazadores quienes pasan como inofensivos. —Baja el cinturón, Honor —Una sonrisa sexy—. A menos que vayas a utilizarlo. Su estómago se apretó, ella soltó el cinturón y dio un paso atrás entre sus piernas abiertas. —Tuve la sensación de que tú estarías en cinturones y cuerdas. Cuando ella se adelantó y empujó su camiseta, él se quedó en su posición tumbada, en espera de ser servido. Su piel era del mismo color oscuro tanto en el abdomen como en su rostro. —¿Es tu piel de ese mismo tono por todas partes?

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—Sólo hay una forma en la que vas a descubrir la respuesta a eso.

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NALINI SINGH

22 Traducido por Rominita2503 Corregido por Panchys

Mirando hacia arriba, vio ojos entornados, labios curvados lo suficiente como para decirle que él se estaba divirtiendo... y una sensualidad tan letal como las armas sobre la mesa detrás de ella. No un hombre que sería amable con una mujer en la cama. —Quítate la camiseta. Él lo hizo con unos pocos movimientos económicos para revelar musculosos hombros, abdominales que quería lamer, y una fina línea de vello que descendía en sus pantalones vaqueros. —¿Ordenes ya? —murmuró, dejando caer la camiseta en la alfombra—. Creo que tal vez te gustaría manejar un látigo. —Tal vez lo haga. Una sonrisa maliciosa. Dando un paso atrás, ella le dio un codazo para juntar sus piernas y se trasladó a horcajadas. Él la dejó hacer lo que quería, y sabía por qué. Si Dmitri la quería en el piso sobre su espalda, estaría allí antes de verlo moverse. Pero esto no se trataba de fuerza o dolor. Era algo completamente distinto. Qué, no sabía exactamente, pero sabía que era importante. Él se sentía esencialmente masculino bajo ella, su muslo musculoso como una roca, el calor de su cuerpo acariciándola con una lánguida intimidad tan lenta y poco exigente que no la combatía, aunque sabía que nada era así de sencillo con Dmitri. Era un hombre que se aprovecharía de cada vulnerabilidad.

Solamente un poco, pero lo atrapó. Así que lo hizo de nuevo y vio la más mínima insinuación de una sonrisa tan peligrosa como sensual.

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Cuando le pasó el dedo índice a lo largo de la banda superior de sus abdominales, se estremeció.

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Tocándolo con el más ligero de los roces, comenzó a explorar esta oscura criatura sexual, que debería haber impulsado el miedo en su corazón, y que seguía asustándola veces con su brutal falta de humanidad, y sin embargo, quien también la hacia sentir segura en una forma que no podía explicar. Irracional como era, confió en Dmitri.

NALINI SINGH —Tanta paciencia —dijo, inclinándose hacia delante con los antebrazos apoyados contra su pecho—. Supongo que la inmortalidad le da a un hombre tiempo para aprender muchas cosas. Su mirada se detuvo en su boca. —Bésame. Ella trazó sus labios con la yema del dedo, demorándose en la leve plenitud del inferior. Había visto esa boca fresca con ira, curvada con diversión y en son de burla. A pesar de todo, quería probarla. Había solo una cosa. —Se alimentaron de mi boca. Esos ojos oscuros de chocolate se volvieron un repentino y mortal negro, pero lo único que dijo fue: —Ineficiente. —Sí. —Había sido más acerca de cortarla con sus colmillos, que causarle dolor. Dmitri se movió un poco, los músculos ondularon en un recordatorio de su fuerza, pero una vez más, le dejó el siguiente movimiento a ella. No cometió el error de pensar en eso como un acto de ternura por su parte. No, Dmitri era un depredador y estaba siendo acechada. Lento y fácil y determinado. —Quédate quieto —dijo ella, inclinándose hasta que sus alientos se mezclaban. Su rostro no revelaba nada, tanto así que podría haber pensado que él no estaba afectado si no hubiera sido capaz de sentir la tensión en ese cuerpo hecho para la condenación de una mujer. El primer toque de sus labios contra la calidez de los de él era un mero susurro. Su corazón dio un vuelco y no fue de pánico. Así que le chupó un poco en el labio superior antes de liberarlo para pasarle la lengua a lo largo del inferior, dando rienda suelta a sí misma con este hombre que era su propio afrodisíaco personal. El pecho de él subía y bajaba en sus manos, su respiración entrecortada. Su corazón femenino se agitó en satisfacción. No tenía que ser capaz de ver hacia el pasado para saber que Dmitri había probado todo acto sensual que existía, deleitado con cada pecado decadente… y sin embargo, reaccionaba a ella. La respuesta, la sabía, era genuina, Dmitri no era el tipo de hombre que se molesta en fingir.

Ella siempre hizo eso, pensó Dmitri, recordando la forma en que acariciaba con esos largos y capaces dedos sobre su mejilla, la mandíbula,

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El pulso latiendo en cada centímetro de su piel, abrió la boca sobre la suya, tomando el sabor de él en lo más profundo mientras deslizaba hacia arriba las manos para enmarcar su cara.

NALINI SINGH durante ese beso abortado en el bosque, y antes, junto al arroyo. Sólo a otra mujer le había permitido esa tierna intimidad. —¿Por qué me besas así, Ingrede? ¿Como si yo me fuera a romper? La risa, ronca y familiar. —No te estoy besando, esposo. Te estoy amando. Las manos de Honor presionando una fracción más estrecha mientras lamía su lengua a través de la comisura de los labios de él y en su boca. Dmitri podía sentir que sus músculos se contraían con dolorosa opresión, ser pasivo en una situación sexual no era tarea fácil para un hombre que siempre fue el agresor. Sin embargo, intentar algo así con Honor sería perderla… así que se quedó inmóvil, paciente como un lobo de caza. Ella sería suya pronto, y entonces él jugaría. Fue entonces cuando la lengua de ella rozó uno de sus colmillos. Su polla, ya rígida, creció casi dolorosamente dura… y Honor se congeló. —Quiero —murmuró en un tono calculado para enredarla en fantasías tan oscuras como las fragancias con las que él acariciaba su cuerpo— hacerle tales cosas a tu boca, cosas que te harían ruborizar. —Yo no me ruborizo. —Un susurro suave, los músculos relajados. —¿Ah, sí? —Puso uno de sus planes en exquisito detalle erótico, dando rienda suelta a sí mismo tanto como a ella. Calor en la piel de ella, pero no era un rubor. —Yo quiero hacer eso. — Estremeciéndose, deliberadamente pasó la lengua por su otro colmillo. Su cuerpo se tensó de nuevo, pero sus músculos no estaban tan rígidos, y cuando rompió el beso para tomar una respiración, la emoción que brillaba en sus ojos no tenía conexión con el miedo—. Tú —dijo en ese tono tranquilo, íntimo entre los amantes—, tienes un sabor adictivo. Él curvó una de sus manos sobre su cadera. —Eso podría compensar el hecho de que no eres tan susceptible a la tentación de la fragancia como deberías ser.

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En el momento en que ella rompió el beso con una sabrosa chupada de su labio inferior, su respiración era entrecortada. La suya no estaba especialmente bien, pero se lo había esperado, dado el deseo violento que había tenido por ella desde el instante en que entró en su oficina. Si él hubiera tenido un poco menos de control, y si ella hubiera estado algo menos aterrorizada, le

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Una risa ronca que se enredo con uno de sus más antiguos recuerdos. — Esa no sería una pelea justa. —Haciendo un sonido grave y profundo de satisfacción por la caricia de la piel, bromeó sobre su piel, ella lo sorprendió con un segundo beso, este no tan vacilante. Sus pechos llenos y firmes empujaron contra su pecho, los pezones duros puntos que quería agarrar entre sus dientes mientras acariciaba su suave piel.

NALINI SINGH habría arrancado los vaqueros y la habría inmovilizado a la puerta de su oficina antes de que él ni siquiera supiera su nombre, su polla enterrada en su interior, sus colmillos hundidos en su cuello. Pronto. Dejó caer la cabeza hacia atrás en el sofá cuando ella bajó la suya para besar su garganta, deleitándose con el peso exuberante de ella en sus muslos, la húmeda suavidad de su boca en una parte de su cuerpo que era sumamente sensible, y sin embargo, una que nunca le permitió a sus amantes acariciar. No se fiaba de los dientes de nadie cerca de su carótida. Entonces ella movió la lengua por la pequeña depresión en la base de su cuello. Su mano apretó hacia abajo en su cadera. Un solo movimiento espasmódico más tarde y ella estaba en el otro extremo de la habitación, después de haber logrado recoger uno de los cuchillos en la mesa de café en el proceso. Le enfureció el ver ese temor en ella, esta mujer fuerte y sensual que le tocó con un conocimiento que contradecía el hecho de que eran nuevos amantes, pero él mantuvo su tono templado, atravesado por una perezosa sexualidad. —Obviamente, tenemos que poner las armas más lejos la próxima vez. —La mirada de la pesadilla tomó varios segundos en retirarse del verde obsesionante de los ojos de Honor. Mirando a la hoja en la mano, dio un pequeño grito y lo arrojó en la pared encima de su cabeza. —¿Renunciando tan rápido? —El torció un dedo, una vez más. Una mirada que contenía mil terrores sin nombre, pero ella se dirigió de nuevo a retomar su posición anterior a horcajadas sobre él, el peso de su deliciosa femineidad, su cuerpo hecho para el hombre… para el placer de Dmitri. Cuando ella fue como si fuera a darle un beso, él negó con la cabeza. Levantando un dedo, trazó la línea de su tensa mandíbula, los rígidos tendones de su cuello.

La sensación de sus pechos presionando contra él agitó sus instintos sexuales más oscuros, pero la inmortalidad también le había dado la capacidad de demorar la gratificación, para encontrar el placer en cada paso de la más

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—Malditas sean. —Honor se derrumbó contra su pecho con esa afirmación silenciosa que contenía temblorosa furia—. Me enfurece que Valeria y los demás me hayan hecho esta criatura débil, patética. —Su aliento sopló contra el cuello de él mientras su mano le apretó el hombro, las uñas clavándose en su piel.

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—Las mujeres —murmuró—, tal vez quieran hacerme daño, en ocasiones, pero nadie ha dicho que besarme fuera un castigo. —A pesar de que podría convertirse en uno, la inmortalidad le había dado mucho tiempo para perfeccionar la capacidad de ser un hijo de puta.

NALINI SINGH íntima de las danzas entre hombres y mujeres. Y la confianza de Honor, era una cosa exquisita, para ser degustada. Pasándole la mano por el pelo, torció los suaves rizos alrededor de su dedo. —Sin embargo —dijo, frotando las hebras entre sus dedos—, estás en el regazo de un vampiro que es su pesadilla. Su cuerpo se quedo extrañamente inmóvil. —Una parte de mí piensa que debes de haberme influido de alguna manera —dijo—, porque no tiene sentido lógico que confíe en ti tanto como lo hago.

Dmitri deshizo un rizo, torciéndolo alrededor de su dedo nuevamente. — La primera vez que desarrolle la esencia de lujuria —dijo—, me pareció divertido seducir a los cazadores natos. —Su cinismo había crecido en los bordes dentados de su ira—. Comenzaba con la fragancia y luego la desvanecía hasta que ya no estaba allí. En el momento en que en realidad les llevaba a la cama, pensaban que estaba, les daba permiso para disfrutar de relaciones sexuales con un vampiro, pretendían que yo les obligaba a hacerlo. Honor se tomó varios segundos para responder. —Es el miedo de los cazadores natos, caer en la esencia de la lujuria. —Nunca nadie se quejó. Honor oyó fría arrogancia en esas palabras, y sin embargo el hecho de que él había compartido con ella la verdad decía que entendía eso, tonos de gris o no, él les había robado a esos cazadores natos la elección, al menos al principio. —¿Por qué paraste? Él siguió jugando con su pelo de esa manera perezosa que le daba ganas de abrazarlo y cerrar los ojos. —Era muy fácil. —Un encogimiento de hombros—. Descubrí que la conquista no significaba nada, sobre todo cuando algunos cazadores natos comenzaron a buscarme. —Como una droga. —Ella podía sentir el erotismo oscuro de él en su lengua, su cuerpo preparado para el satén y el champán y el terciopelo de sus caricias, así que podía entender la compulsión que había llevado a los cazadores a volver a él una y otra vez.

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—La lujuria —dijo—, no es adictiva.

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No, ella pensó, Dmitri lo era.

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NALINI SINGH Dmitri soñó esa noche, con una mujer con un sol en su sonrisa y amor en cada respiración. —Dmitri. —Una palabra tímida, las manos alisando su falda—. No deberías estar aquí. Quería tocarla, besarla, adorarla. Pero ella no era suya. Todavía no. —Te he traído esto. Sus ojos, esos ojos marrones levantados en las esquinas, llenos de gozo no oculto a la vista de las flores silvestres que él había trepado por toda una ladera de la montaña para recoger, sintiéndose como una de las cabras que vagaban el mismo rango. Sin embargo, si ella le pidiera que saliera, y juntara más flores silvestres, él lo haría sin preguntar. Debido a que esa sonrisa, era la razón de su ritmo cardíaco. Tomando el ramo de flores, ella medio se rió de su deleite. —Gracias. — Un aspirado aliento, una mirada de absoluta determinación. Corriendo hacia delante, lo besó en los labios, sólo alcanzándolo porque él ya estaba inclinándose hacia ella. Aturdido, no tuvo tiempo de levantar las manos, mantenerla con él. Ella se había ido al instante siguiente, las faldas batiéndose más allá de sus piernas en una explosión de color, el olor de ella una mezcla de sol y las flores silvestres que adoraba. Él soñaba todas las noches con tener el derecho a presionar su nariz contra la delicada piel en la curva de su cuello, a respirar ese aroma mientras se ahogaba en el salvaje y femenino sabor de ella. Como lo era con los sueños, los colores cambiaron sin previo aviso hasta que ya no estaba en un tosco granero, sino dentro de las paredes de la pequeña cabaña que había construido con sus propias manos, una preciosa mujer morena de pie, tímida e incierta, delante de él, su espalda frente a él. La había tocado entre sus muslos hasta que ella estaba resbaladiza y rosada con la bienvenida, la besó ahí a pesar de sus gritos sorprendidos, lamió el almizcle exquisito de su placer… pero nunca la había reclamado como tenía hambre de hacer. Tal cosa la habría deshonrado.

Besando la suave curva de su cuello en el lugar exacto que él sabía que le debilitaba las rodillas, se encontró a si mismo empujando su cuerpo despierto contra ella, su control por los suelos. Arañando de nuevo, aunque se trataba de un precario suspenso en el mejor de los casos, frotó los labios sobre la piel de

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Su respuesta fue un susurro, su cuerpo temblando, hasta que él sólo quería acariciarla, lento y tranquilo. —Sí.

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—Ingrede. —Cerrando las manos sobre sus brazos, él la tiró contra su pecho—. ¿Tienes miedo?

NALINI SINGH ella. —Nunca te haría daño. —Se arrancaría su propio corazón antes de poner un moretón en ella. Haciendo ese gemido en la garganta que a él le gustaba, ella ladeó la cabeza para darle un acceso más fácil. —Tú sabes muchas cosas. —Las palabras roncas—. Yo sólo sé lo que me has enseñado. Él se estremeció cuando ella se apretó contra él. Perdió el control, mordió en su pulso mientras se inclinaba para tomar sus pechos con una audacia que nunca antes se había atrevido, por miedo de que ella se avergonzara. Pero ahora… ahora era su esposa, y aunque su piel ardía con color, no se apartó. —Eres tan hermosa. —Él la contorneo a través de la tela de su ropa, disfrutándola de una manera que había soñado por años, despertando a menudo con su polla dura entre sus piernas—. Y yo sé —dijo, lamiendo su piel debido a que el sabor de ella era un placer ardiente—, sólo lo que hemos aprendido juntos. —Tocar a otra mujer él nunca ni siquiera lo había considerado, sin importar las invitaciones que había recibido—. Todo lo demás es simple imaginación de mi parte. Ingrede rió sorprendida, sus pechos calientes y pesados bajo sus caricias íntimas. —Tú imaginación es una cosa peligrosa para una mujer. —Para ti —corrigió—. Quiero verte, esposa. —Liberando sus pechos sólo porque tenía la intención de llenarse de ellos cuando él le hubiera descubierto la piel, empezó a desabrocharle el vestido, consciente de su respiración cada vez más rápida, su pulso un golpe sordo.

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Sin embargo, ella no levantó una mano para detenerlo, esta pequeña mujer con curvas maduras que habían sido su fantasía desde el día en que levantó la vista de ayudar a su padre en los campos para darse cuenta de que él ya no era un niño y ella tampoco. Cuando le empujó su vestido por los brazos, ella tiró de este el resto del camino con un toque tímido, el material agrupándose en sus caderas.

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NALINI SINGH

23 Traducido por Luxero Corregido por Mery St. Clair

Un simple empuje, un pequeño tirón, y ella estuvo desnuda frente a él, con la espalda apretada contra su pecho. Temblando de un hambre posesiva, le acarició las manos sobre sus muslos, a lo largo de la suave curva de su abdomen y subió hasta a las copa de sus pechos de nuevo, su piel cremosa en contra de sus manos llenas de cicatrices. Plena y tensa y coronada, con oscuros pezones que él ya había probado cuando la sedujo en un día de verano brumoso, el recuerdo hizo que su mente se encendiera con ideas que con seguridad los ancianos del pueblo llamarían sumamente inaceptable. No le importaba. Cuando se trataba de explorar lo que se sentía bien entre él e Ingrede, nunca le importo. —Sueño —Le susurró al oído—, deslizándome entre sus pechos. —Usando su antebrazo para ahuecarlos, chupó su dedo elegantemente, para después introducirlo en el cálido valle de sus pechos y poder ilustrar su intención. El cuerpo de su esposa se sacudió en respuesta, su mano apretando su brazo. —Mi madre me advirtió que no serías del tipo manejable de esposo. —Se volvió y se puso de puntillas para besarle del modo que había descubierto qué lo llevaba a una especie de locura gloriosa. Chupando su lengua, ella se sacudió cuando él pasó la mano por los delicados rizos entre sus suaves muslos, pero se negó a separar sus piernas. Después de haber jugado este juego íntimo con ella antes, empujó sin importar, frotando el dedo sobre la dura protuberancia pequeña que quería chupar. Le había apartado la cabeza la última vez, incapaz de soportar el placer. . . pero ella no sería capaz de hacerlo si tenía las manos atadas. —Abre las piernas—Le ordenó cuando ella rompió el beso para respirar.

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Su propio pulso tronaba en sus venas. Dejando caer la cabeza, chupo uno de sus pezones dentro de su boca sin previo aviso, tiro duro y profundo. Ella gritó, metió las manos en su pelo, abriendo las piernas por instinto para mantener el equilibrio. —Exijo la victoria—dijo, liberando su pezón.

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Negando con la cabeza, apretó las piernas con más fuerza, con un fuerte rubor en sus mejillas.

NALINI SINGH Su respuesta tuvo una perversidad que nadie más vio. —¿Quieres hacerme sufrir? —Oh, sí. Ella estaba caliente y húmeda a su tacto—se sentiría como el cielo cuando se hundiera en ella. Pero también le haría daño. Había tenido sus dedos dentro de ella, mientras estaban solos y despiertos en un festival del campo y más tarde en un rincón oscuro del granero de su padre, sabía lo apretadísima que estaba. Su polla palpitaba en idea del placer que le esperaba, pero él no tendría eso involucrándose con su dolor. —Acuéstate sobre la cama. —Levantándola antes de que pudiera responder, él la puso sobre su simple cama, entonces desnudándose de sus ropas— instaló su cabeza entre sus muslos, tirando de sus piernas sobre sus hombros. Sus dedos apretaban las sabanas, pero no lo detuvo cuando él le abrió los pliegues suaves para darle un lento beso con una feroz intención que no se había atrevido a dar rienda suelta antes de que fueran marido y mujer. Ella gritaba, se retorcía, lloraba, pero esto era el placer tiñendo sus respuestas, placer que tenía tirando de su pelo con manos frenéticas. En lugar de detenerse, se encontró con que pequeña protuberancia de carne que había descubierto la primera vez que deslizó su mano por debajo de sus faldas, y él chupó. Sus manos tirando de su pelo, pero él siguió atormentándola hasta que el dedo que había introducido en su interior estaba empapado del calor líquido de su necesidad. —Ahora—murmuró, pasando por encima de ella, su pene erecto extendido—, Te haré la mía. Colocándose en la seda húmeda de su apertura, cerró su mano sobre la curva de su cadera. Llevándolo hacia ella era el placer más insoportable que había sentido nunca. Cuando ella gimió de dolor, trató de detenerlo pero él era joven, su control destruido, y por un instante, le entró el pánico de que la había tomado cuando no quería ser tomada. Se le heló la sangre en las venas. Bloqueo cada uno de sus músculos, trató de encontrar su mente. Sus dedos sobre su pecho, su mano sobre su hombro, tirándolo hacia abajo para encontrar su boca.

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Fue lo único que necesitaba. Empujando en ella hasta que estuvo enterrado al máximo, sus uñas se clavaban en sus brazos, la besó. Y siguió besándola mientras comenzó a moverse dentro de la caliente y húmeda envoltura que lo sostuvo con tal estrechez posesiva. Ella no encontró su placer de nuevo antes que su liberación tronara sobre él, chispazos en su espalda de un rayo que le hizo

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—No te detengas, Dmitri. No te detengas.

NALINI SINGH derramarse dentro de ella, pero no pudo maldecir por ello. No cuando su sangre quedó grabada con el ardor de líquido de placer. No, cuando se despertó para encontrar a una mujer con una amplia sonrisa extendiéndose debajo de él, ahuecando su cara con manos amorosas. —Ahora estoy—susurró—, totalmente corrompida, esposo. Dmitri abrió los ojos para ver la pared de su oficina en la Torre. Él rara vez dormía, parecía una pérdida de tiempo cuando se necesitaba muy poco para sobrevivir. Pero después de regresar del apartamento de Honor, se había sentado en su escritorio, su mente en la cazadora que amenazaba con hacerle sentir cosas que hace mucho tiempo habían juntado polvo en su alma. Minutos más tarde, él estaba dormido y soñando con la única mujer que había poseído su corazón. A pesar de que la había tomado como un hombre toma a una mujer en su noche de bodas, Ingrede siempre había sido suya, las granjas de sus familias lado a lado. Ellos habían caído en el barro junto como niños, se había atiborrado de la fruta de verano durante días de descanso dorados por el sol, y se habían enseñado el uno al otro cosas que uno conocía y el otro no. Cuando ella le había sonreído ese día sobre las flores silvestres, la emoción que había estallado dentro de él había sido incandescente. Y se había mantenido fiel al pasar los años, a medida que crecían. Mirando hacia atrás, no podía imaginar que alguna vez había sido ese muchacho inocente que se había levantado antes del alba para subir una ladera, pero su amor por Ingrede todavía se sentía tan profundo, tan verdadero. La risa ronca de una mujer. Esta no era de Ingrede.

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Había vivido aquí durante cientos de años, había visto crecer de la nada a una ciudad cuyos latidos de corazón habla de millones de personas por todas partes. Él había pensado en abandonarla, a veces, lo había hecho así durante su estancia en la corte de Neha, joven y todavía lleno de una ira que no tenía salida. Y luego, por supuesto, habido estado con Favashi. Encantadora, amable Favashi quien había sido una reina en la elaboración, de su hogar llena de música, arte y calor— la trampa perfecta para un hombre que había buscado consuelo durante siglos y no había encontrado ninguno.

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Empujando su escritorio, él fue hacia la ventana de vidrio que enfrentaba afuera el silencio de Manhattan atrapado entre la noche y día, los edificios de acero suaves sombras grises en lugar de brillantes murallas. Fue tal vez la única vez que la ciudad estaba en calma, apenas dos horas entre el fin de la vida nocturna y el inicio de la luz del día.

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NALINI SINGH ¿Por qué nunca me has preguntó más acerca de Favashi? preguntó al ángel que podía ver viniendo hacia la Torre, su extensión de alas distintivas, los filamentos de oro brillantes, incluso en la sombría luz. La respuesta de Rafael fue brutalmente honesta. No parecía un tema que te gustara hablar. Al menos podrías haberme llamado idiota, le dijo a Rafael que aterrizó en el balcón, golpearme hasta entrar en razón. —No hubo —dijo Rafael, entrando en la habitación incluso mientras doblaba sus alas en la espalda—, necesidad. Favashi hizo una buena elección de pareja, para alguien de tu fuerza. —Favashi nunca había querido a un compañero. Si yo quisiera convertirme en su amenaza personal… —Tú eres mío, después de todo. —Una ligera curva en sus labios. —Eso es solo un extra. —Mientras hablaba, se dio cuenta que más había cambiado en Rafael que simplemente sus alas. El arcángel había sido su amigo desde hace siglos, pero se había convertido en un ser remoto, lejano en los últimos doscientos años. Dmitri no había prestado realmente atención a la transformación, porque él había estado en el mismo camino. Pero ahora el azul de los ojos de Rafael estaban tocados con humor y el habló con Dmitri, como una vez estuvieron en un campo lejos de la civilización, dos hombres muy diferentes que habían encontrado un terreno común. —Vino aquí mientras no estabas—dijo, preguntándose lo que esto diría sobre, que él no solo notó la diferencia de Rafael, pero le respondió. —Como no está lesionado o muerto, supongo que lo controlaste. —Sin ninguna dificultad. —La verdad es que, mientras que su orgullo había sido picado por la forma que Favashi había jugado con él, su ira hacia ella siempre había sido una cosa fría. Si Honor le hiciera algo similar, se dio cuenta, le dijera que se encuentra enamorada con una cara tan dulce, no sería frío, sólo sentiría la más mortal de la sangrienta furia.

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—Porque —dijo Dmitri—, la locura de Isis era la suya. Y si había alguna penitencia que debiera ser pagada, se pagó en esa habitación. —Encadenado a la pared opuesta a Dmitri, Rafael se vio obligado a ver la violencia de Dmitri, la conversión forzada, para presenciar otras atrocidades de Isis, para escuchar el grito demoledor de Dmitri cuando Isis le susurró lo que había hecho a Ingrede y Caterina.

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Un susurro de alas. —Si estamos haciéndonos preguntas—dijo Rafael—, entonces tengo una propia. ¿Por qué nunca me culpaste del interese de Isis en ti?

NALINI SINGH Y él había estado allí al final, un guardián silencioso, cuando Dmitri había mantenido el pequeño cuerpo de su hijo en brazos y llorado hasta que no tenía lágrimas dejadas en su interior, su ser vacío. —Pensé en morí en esa habitación—dijo, haciendo un puño con su mano el recuerdo de los frágiles los huesos de Misha que con facilidad se había rompido. El arcángel no dijo nada durante mucho tiempo. Cuando él hablaba, no era lo que esperaba. —Pensé que yo también moriría en esa habitación. Dmitri se reunió con los ojos de un azul sin piedad. —Entonces, ¿Por qué mantener a un hombre muerto caminando? —Tal vez yo sabía en lo que un día se convertiría. —La fría respuesta de un arcángel. O tal vez fue porque no eras el único que hizo una promesa en ese lugar de horror. Dmitri se pasó una mano por el pelo. —Deberías reírte de mí, Rafael. Te advertí en contra de involucrarse con una cazadora, y sin embargo me encuentro en la misma posición. —Honor era demasiado importante, una obligación que no era sólo sexual, no sólo era físico. —No es tan difícil —dijo Raphael—, Tener una cazadora a tu lado. Pero ella no era simplemente una cazadora. Ella era la mujer que despertaba recuerdos de una vida que había perdido hace eones. La risa de Ingrede. . . eso había sido hace mucho, mucho tiempo desde que la había oído, pero cuando Honor se echó a reír, sintió como si casi pudiera tocar con la mano a su esposa. Una extraña locura y una que no tenía voluntad de luchar, su corazón le dolía de una necesidad que había sobrevivido a la inmortalidad, sobrevivido a todas sus depravaciones, sobrevivido a su propia voluntad. —¿Has hecho su prueba de sangre?—La pregunta de Rafael fue pragmática—. Una muestra debe ser fácil de adquirir, dado que el gremio mantiene las unidades de sangre almacenadas para todos sus cazadores. Ignorando el dolor en el pecho, Dmitri echó un vistazo al arcángel. —¿Así de simple?

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—A veces no hay opciones. —Él pensó en Illium, que continua siendo atraído a mortales, a pesar de que haber perdido a la mujer humana que amaba, la vio casarse con otro hombre. El ángel de alas azules habían velado por su familia hasta su muerte, y entonces él observo a sus hijos y los hijos de sus hijos. . . hasta que se extendieron por todo el mundo, y el pequeño pueblo de montaña donde su amor había nacido dejó de existir.

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Rafael no contestó, porque ninguna respuesta era necesaria. No estaría aquí teniendo esta conversación si Honor no fuera importante. —No lo har´w— dijo en cambio—, perdería a otro mortal.

NALINI SINGH Siempre hay opciones. —No, Rafael —dijo Dmitri en respuesta a ese tono helado en su mente—. He estado contigo durante siglos, pero si la tocas, te va a costar mi lealtad—. Y haré todo lo posible para matarte. Un indicio de alguna emoción innombrable en las profundidades inhumanas de esos ojos que habían visto pasar un milenio y más. —Por lo tanto, no sólo es importante. Ella es suya. Observando más cerca al cristal, miró fijamente a una ciudad que comenzaba a brillar de color plata a la luz del brillante alba. —No sé lo que ella es. —Pero ella es compatible. Había obtenido su sangre, tenía la prueba hecha hace días atrás, impulsado por la necesidad de conocerla. La toxina que convertía al mortal en inmortal sin llevarla a la locura, no iba a dejar un caparazón roto de la mujer fascinante y convincente que era. Sabes que solo tienes que preguntar. No habrá Contrato para tu elegido. Lo sé. Él y Rafael habían luchado durante siglos, se había caído, pero estaban atados por lazos tan profundos que los enlaces se mantuvieron incluso cuando se hicieron cada vez más viejos, cada vez más inhumano. El problema es, creo que lo último que querría Honor es convertirse en un vampiro. Otro silencio entre dos hombres que se habían conocido entre sí lo suficiente como para no temerse. Dmitri fue quien lo rompió. —¿Qué dijo Naasir?—El vampiro, uno de los Siete, actualmente fue enviado en la ciudad recién ascendida de Amanat, una vez una joya en la corona del Arcángel Caliane, ahora su casa. —Mi madre lo trata como a una mascota querida. —El tono de Rafael sostuvo una diversión oscura para pasar a algo más peligroso—. Parece que ella ha comprendido lo que es. —No es ningún secreto. — Aunque los orígenes de Naasir y habilidades no eran ampliamente conocidos más allá de un pequeño y cerrado círculo—. Por lo menos ella lo ha aceptado —Al darles un flujo continuo de información de Amanat sin que Rafael tenga que estar allí—. ¿Y el ángel Jason fue en su lugar?

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Dmitri se reunió con el azul de aquellos ojos inhumanos, los siglos de amistad y dolor entre ellos. —Tal vez —dijo, su mente en una mujer con una risa ronca y una sonrisa que obsesionaba a su memoria—, haya segundas oportunidades.

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—Caliane ignora a Isabel, que es tan buen resultado. —Las alas del arcángel brillaban con los primeros rayos del sol—. Has sido siempre mi espada, Dmitri. Dime, ¿debería haberla matado?

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Honor se sentó en su pequeña mesa de comedor, el bloc de notas que el Dr. Rubén le había dado ahora cerrada, el alba brillaba más allá del horizonte. Algunos edificios todavía brillaban con luminosas oficinas, pero el día se avecinaba, el sol brillaba cálido en el este. La Torre quedó esbozada en contra de ella, pareciendo de alguna manera más suave en este extraño, crepúsculo frágil. Dmitri, ella pensó, nunca parecería suave. Su cuerpo seguía ardiendo en el fuego lento de sus besos, sus caricias. Ni siquiera el hecho de que se había ido poco después de sus recuerdos podría silenciar el impacto del mismo. Su sensualidad era potente, tan cruda como sofisticada, tan oscuro como paciente. Arrullándola. Seduciéndola. Honor sabía muy bien que él manejaba sus encuentros, acostumbrándola a su a su tacto, sus besos, su fuerza. Ella no tenía ningún problema con explorar su sensualidad con un hombre que sabía más sobre el placer de lo que podía imaginar, confiaba en él en la cama. Por supuesto, pensó con una sonrisa mientras se levantaba para prepararse el desayuno, no tenía intención de permitirle seguir liderando el baile una vez que se convirtieran en amantes de verdad. Había terminado su cereal y caminaba para volver a llenar su taza de té cuando alguien llamó a la pared de cristal que daba su apartamento. Giro sobre sus talones, fue por la pistola metida en la parte trasera de sus vaqueros. . . y vio las alas de plata bañada azul brillando por el sol naciente de atrás. Illium señaló con el pulgar por encima del hombro, hacia la Torre.

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Era algo que tendría que compartir con Ashwini, pensó sonriente mientras se dirigía a cambiar en una desigual camiseta, después de haberse bañado cuando se despertó. Pero cuando entró en el dormitorio, se encontró desechando la camiseta en favor de una de manga corta, cuello bajo que sostuvo su cuerpo y era brillante, firme y rojo. No impedía sus movimientos, ni

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Asintió con la cabeza, lo vio caer, luego barrer la ciudad en un impresionante espectáculo de color aún más sorprendente que el cielo del amanecer. Cuando a sus alas se le unieron las de la medianoche y el amanecer, ella respiró aturdida, todavía completamente fascinada por la transformación de Elena. En lugar de sostener un vuelo estacionario al lado de Elena, Illium ejecutaba una vertical caída brusca que tenía el corazón de Honor en la garganta, antes de volviera a subir, luego voló de regreso a la misma velocidad alrededor y al lado de Elena dando vueltas, una alegría en sus movimientos, los dos eran amigos.

NALINI SINGH siquiera mostraba mucho escote, pero era la cosa más sexy que se había puesto tras el asalto. Se sentía bien. Cepilló el cabello, un poco de maquillaje, labial rojo en la boca, se amarró el pelo en una coleta apretado y atada sobre sus hombros. Hacía demasiado calor para cubrir las pistoleras con una chaqueta, la temperatura se disparó desde la noche a la mañana, así que se encogió de hombros y lo dejó así.

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Había un Ferrari de color rojo al en la acera cuando salió de su edificio. —No me di cuenta de que te elegí como chofer—dijo al vampiro en el asiento del conductor.

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24 Traducido por Annabelle Corregido por Juli_Arg

Usando una camisa blanca toda arrugada, abierta en el cuello, y pantalones de vestir negros, lucía como un ejecutivo con un gran salario dirigiéndose a una reunión en el desayuno, sus ojos se encontraban oscurecidos con gafas de sol brillantes que quería quitarle, para así poder leer su expresión. —Todavía no he obtenido lo que quiero de ti. Podría haber sido un chiste. También podría haber sido total y completa verdad. —¿Has comido? —preguntó, conduciendo hacia el tráfico. —Sí. —Hablando del desayuno—. ¿De quien te alimentas? —Cuidado, Honor. —La frase había tomado un rumbo diferente al que quería—. Podría comenzar a pensar que eres del tipo celosa y posesiva. Nunca antes lo había sido, pero bueno, él era el único hombre que se había convertido en una obsesión. Hoy, temprano por la mañana, no había soñado con su amante sin rostro, sino con Dmitri, junto con sus manos expertas y toque pecaminoso. —Sí —dijo, sabiendo que pedía algo que quizás él sería incapaz de brindarle—. Creo que lo soy. Se tomó su tiempo para responder, desviándose para evitar un Town Car que intentaba avanzar incorrectamente por el atestado tráfico.

Giró, llevándolos hacia el Túnel Lincoln en vez de hacia La Torre. —Ah, pero el dulce y caliente sabor de la sangre puede disfrazar cualquier cualidad no atractiva. —Sin demostrar ninguna impaciencia al ver todo el tráfico

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La mano de Honor se tensó en el marco de la puerta, con su brazo colocado sobre el borde. Sabía que intentaba provocarla a propósito, tenía un humor cambiante, eso era claro y aún así, no pudo luchar contra la primitiva posesividad en su respuesta. —Creí que ya habías aprendido tu lección respecto a las rubias con Carmen —dijo con una calma ficticia.

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—Anoche hubo una apetitosa rubia ofreciéndose. Me llamó luego de que me marche de tu departamento.

NALINI SINGH alrededor del túnel, se quitó los lentes de sol y los colocó en un compartimiento debajo del tablero—. Honor. La ira quemó en sus venas, ladeó la cabeza al encontrarse conteniendo el aliento por su embriagante sensualidad. Ni el alba del sol, o el tráfico podían ocultar la intensidad de esos oscuros ojos y las fuertes facciones de su hermoso rostro. —Yo… —dijo, en tono puro y suave como la seda—, también soy posesivo, conejilla. Así de letal. Su ira se transformó en algo aún más visceral. —Eso no me asusta — dijo, colocando su mano en el muslo de él, los fuertes músculos se flexionaron bajo su palma—. Pero he visto como muchos vampiros de tu edad se controlan. —¿Cómo es eso? —La pregunta se sintió justo como un ronroneo, y también como un tacón enterrándose en su piel. —Cambias de humor rápido, ¿verdad? —No obtuvo respuesta, mientras él conducía el auto—. Lo sé —continúo—. Las costumbres sexuales son mucho más… relajadas. —Una vez, durante una caza, se había topado con una orgía. Había miembros enredados en completa entrega sexual, cuellos estirados para ser mordidos, y suspiros murmurados hacia el aire impregnados de sexo húmedo. Había sido sumamente erótico, pero no tenía ni la más mínima inclinación a unirse, incluso cuando se lo propusieron un par de gemelos rubios escandinavos, algo salido completamente de sus fantasías más eróticas. —Esto no es para mi —dijo, realmente se sentía completamente inclinada hacia el campo de la fidelidad, incluso aunque esas fantasías eran divertidas—. Esto, entre nosotros, ha cruzado la línea. —Una línea que le daba el derecho de exigir lo que iba a pedir—. Nunca aceptaré que puedas tener otras amantes, ni para la sangre ni para el sexo, y si eso es lo que esperas, entonces debemos detener esto, justo aquí y ahora. Alejarse de Dmitri destruiría algo vital dentro de ella, pero sería mucho peor verlo inclinar esa oscura cabeza hacia el cuello de otra mujer. —Por el tiempo en que estemos juntos. —No era lo suficientemente ingenua para creer que podría retener a un hombre como Dmitri para siempre—. Esto tiene que ser exclusivo.

—Nadie más durante ese tiempo, Honor. —Fue una promesa sin ninguna vacilación… seguida de una advertencia—. Para ninguno de nosotros.

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—No es lo suficiente.

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Cuando iba a retirar su mano de su muslo, él la cubrió con la suya por un segundo, reteniéndola contra él. —Al parecer, las rubias han perdido su encanto —dijo, aumentando la velocidad mientras el tráfico aflojaba.

NALINI SINGH Su pecho dolía, y justo en ese momento se dio cuenta que había estado conteniendo el aliento. Dejándolo salir, dijo: —Se que no es justo, cuando puede que no te permita alimentarte de mí. —Una vez, un vampiro le había dicho que la sangre de sus venas era tan diferente como comparar el más delicioso pastel de chocolate con una galleta de arroz. Pero Dmitri encogió esos hombros que quería ver desnudos de nuevo. — La sangre es lo suficientemente fácil de obtener. —Divisando el túnel, condujo en dirección a los suburbios—. Es el sexo con lo que no podría vivir. Ahogándose en su risa, enterró sus uñas en su muslo. Decidió jugar su propio juego cuando vio sus labios curvándose en una lenta sonrisa que la hizo pensar en cosas peligrosas. Moviendo su mano, deslizó sus dedos por el cierre de sus pantalones negros. Él maldijo, pero se las arregló para no perder el control del auto. El hecho de que con su toque se pusiese duro inmediatamente, provocó algo dentro de ella, la hizo más atrevida. —Intenta no conducir al lado de algún camión o una camioneta —dijo, cerrando la mano a su alrededor y apretando justo lo suficiente para que su mandíbula se tensara como granito—, o verán todo el show. —Que importa eso. —Golpeó algo en el tablero y el techo del auto se desenvolvió con un suave zumbido sobre ellos, colocándose en su lugar en menos de medio minuto. Con otro golpe, las ventanas subieron y se oscurecieron. Santo Dios. —¿Cuánto vale este auto? Colocando su propia mano sobre la de ella, la impulsó a acelerar su ritmo. —No puedes tenerlo. No por una masturbada. Quizás si usas tu boca... Sus dedos se curvaron, el deseo se encendió caliente y liquido por su abdomen. —No puedes venirte —le advirtió, moviendo su mano—. O vas a tener que conducir todo el camino de regreso para cambiarte.

Apretando el volante, Dmitri se estacionó en el pequeño estacionamiento. A esta hora del día era demasiado tarde para los caminadores de perros o quienes trotaban, o demasiado temprano para cualquier otra persona. Abriendo

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Una que hizo que sus pezones se tensaran, frotándose contra el encaje del sexy sostén que se había puesto debajo de su blusa. Sin embargo, ni siquiera consideró detener esto, quería hacerlo, para aprovechar la experiencia que la rota mujer que había sido al inicio de toda esta caza nunca habría contemplado. —Allí —dijo—, es la entrada de un parque. —El pasto era verde, y contenía algunas mesas.

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Siseó, tensando sus dedos sobre le volante. —No olvidaré esto, Honor. — Fue una amenaza.

NALINI SINGH su cinturón de seguridad sin retirar la mano de sus piernas, abrió el de él y se inclinó para acariciar su oreja. Cuando tembló, supo que había tocado otro de esos puntos claves en su cuerpo. —¿Qué los vidrios se opaquen más sería demasiado? Sin decir una palabra, él inclinó su mano para tocar algo en el tablero. Luego de un segundo el papel ahumado se tornó oscuro como la noche. —¿Es eso legal? —lamiendo el lóbulo de su oreja, introdujo su mano libre entre el cuello abierto de su camisa para jugar con el cavidad en la base de su garganta, sintió como sus músculos se tensaban. —Las peligrosas.

ofensas

van

acumulándose.

—Fueron

palabras

oscuras

y

Hicieron que sus muslos se apretaran, con imágenes de los más deliciosos castigos corriendo por su mente. Dmitri no sería amante fácil, como el hombre sin rostro que veía en sus sueños, él demandaría, controlaría y poseería. —Tú —murmuró, utilizando ambas manos para desabrochar su cinturón—, eres el hombre más sexy que alguna vez he conocido. —Le hacía pensar cosas malas con solo respirar. Luego de exitosamente desabrochar su cinturón, abrió el botón en sus pantalones, luego bajó la cremallera. Y deslizó su mano dentro para cerrarla alrededor de carne dura y caliente, cubierta por piel tan suave como el terciopelo. Él echó su cabeza hacia atrás contra el reposacabezas, con una mano aún sobre el volante, y la otra curvada sobre su cuerpo para sostener la parte trasera de su blusa. La línea tensa en su garganta era una tentación irresistible. Continuando acariciándolo con firmes caricias que tornaban blancos los tendones de su cuello contra la tibia seducción de su piel, besó el camino de uno de esos tendones… y luego lo mordió. Su mano se movió encima de su espalda súbita y bruscamente, antes de enredarse de nuevo en su blusa. Un instante luego, se estaban besando. Esta vez no fue ningún frote suave ni toque exploratorio. Esto era pura lengua, dientes y perversa humedad, la besaba como un hombre en el que su mente sólo existían pensamientos de sexo puro, sucio y salvaje, y no le importaba si ella lo sabía o no.

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Sus ojos se vidriaron. —Si no supiese mejor —dijo—, diría que has estado tomando clases en cómo es la mejor manera de darme placer.

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Cuando se separaron jadeando por aire, apretó su mano, moviéndola rápido y fuerte. Una vez. Dos veces.

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NALINI SINGH —Debería detener esto ahora mismo, pero te encuentras en mi sangre, Dmitri. —Sin levantar ni una feroz mirada, inclinó la cabeza y lo introdujo en su boca. —¡Joder! —Su mano se tensó aun más sobre su blusa, pero no hizo ningún movimiento para empujarla o dirigir su cabeza, como si supiera cuán delgada era la línea en la que caminaba. Dmitri había probado cualquier sabor de placer que existía. Se había mezclado con emperatrices y reinas, había rodado en camas con más de otro cuerpo en ellas, las cortesanas más experimentadas, y las inmortales más oscuras le habían dado placer. Por un corto e instante momento, la perversión lo había hecho olvidar. Luego se había convertido en un juego, para ver cuán lejos podría llegar, de cuanto exceso más se podría dar el gusto sin autodestruirse. Sin embargo, durante los últimos cien años, incluso el erotismo había fallado en satisfacerlo —Había jugado, pero con fría calculación y muy poco calor. A pesar de eso, en este momento no podía imaginarse nunca haber sido consumido con tanto tedio. Enseñarle exactamente lo que le gustaba era todo lo que podía hacer para no envolver el cabello de Honor en su puño. Mantener sus manos donde se encontraban era un ejercicio autoimpuesto del más duro. No se atrevía a bajar la mirada, ni de ver a esa esplendida boca trabajando en él con tan exuberante confianza. Luego, Honor hizo vibrar su garganta y su cuerpo se arqueó, su espina dorsal curvándose mientras el placer proveniente de su polla golpeaba contra él como una cruel cascada. No la apartó su boca mientras él se deshacía, bebiendo su semilla con una sensual franqueza que hacía que se preguntara lo que sería cuando estuviese completa, sin ninguna fractura en su mente. Sin roturas, pensó, con su corazón acelerándose mientras lo acariciaba por última vez con una larga chupada.

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Él envolvió un brazo a su alrededor, colocando su mano libre sobre su muslo. —La última vez que me lié en un vehículo, no había sido un auto. — Había sido en un carrito lleno de vegetales. De alguna manera había

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Lo miró, apoyándose en sus muslos al levantarse. Sus mejillas se encontraban sonrojadas, sus ojos eran de un verde intenso y apasionado, y sus labios rojos e hinchados. Soltando su agarre para arreglarse la ropa, vio como lo miraba. En el instante en que terminó de abrochar su cinturón, ella pasó por encima de la consola en medio de ellos para acurrucarse en sus piernas, apoyando la cabeza en uno de sus hombros, y con su mano trazando diseños en el otro hombro por encima de la fina tela de su camisa.

NALINI SINGH convencido a su escandalizada nueva esposa a ir hacia atrás, donde hizo de las suyas de la manera más intensa y satisfactoria. Pero su recuerdo favorito era de un día soleado cuando Ingrede se movió a la parte trasera del carrito por su propia cuenta, invitándolo con esos ojos marrones, pero nunca pronunciando una palabra. No en ese momento. Más tarde, cuando habían estado juntos varios años, ya cuando Misha caminaba, algunas veces su esposa murmuraba en su oído muchas de las bienvenidas más pecaminosas. Ahora, otra mujer besaba el lóbulo de su oreja y decía: —Quiero tu boca en mí, Dmitri. —En voz baja y tono aterciopelado que era tan bueno como un toque—. He soñado con ello, me he despertado con las sabanas enredadas a mis pies y la mano entre mis piernas. Acariciando con su propia mano su muslo, la colocó en su entrepierna. Tembló, pero no luchó contra él. En vez de eso, hizo esa cosa que hace— deslizando un brazo alrededor de sus hombros, utilizó la otra para sostener su barbilla y atraer su cabeza. La besó lento, seduciéndola mientras presionaba su palma en la tela de sus vaqueros, empujándola contra su clítoris. Justo así. Sin ninguna otra intrusión. Una simple e inexorable presión que aceleró su respiración, con todo su cuerpo intentando moverse contra su toque. —¿Quieres que frote, Honor? — preguntó, disminuyendo la presión—. Se buena chica y pronuncia las palabras. Ella mordió su labio inferior. Fuerte. Curvando su boca, comenzó a frotarla—súper pequeños movimientos de arriba abajo que la hicieron retorcerse, la caliente esencia de su cuerpo envolvía el aire a su alrededor. Podría oler su esencia por días, con lo sensible que era a su olor. Se encontraba bastante seguro de que su polla se pondría dura cada vez. —Dmitri. —Se tensó, con su mano apretando un lado de su cuello.

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Viendo como sus ojos se encontraban tan drogados y casi negros de placer, extendió su brazo sobre su abdomen. No hubo encogimiento, ni ningún rastro de miedo. Así que deslizó esa mano para tomar sus senos, manteniendo contacto visual todo el tiempo para que supiera que sólo era él, nadie más. Respirando profundo, su mano se tensó a lado suyo. —Te gusta presionar, ¿verdad?

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Casi podía divisar las ondas de su placer rodando por su cuerpo, se prometió a si mismo verla venirse denuda en su cama uno de estos días. Cuando se relajó contra su brazo, apartó ese brazo hacia la puerta, permitiéndole recostarse en medio de ambos asientos, con una larga pierna doblada en el asiento del pasajero, y la otra en el piso. Las sonrojadas curvas de sus senos se movían de arriba abajo en la seducción más potente que existía.

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—Si no lo hago —ronroneó, inclinándose para besarla mientras acariciaba y tocaba sus senos firmemente—, ¿cómo llegaré a tenerte en ese punto donde me permitirás atarte y azotarte?

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25 Traducido por Madelyn Corregido por Juli_Arg

Sus uñas se clavaron en la parte posterior de su nuca. —¿Un látigo? —El látigo de terciopelo —murmuró, besándola a su manera a lo largo de su mandíbula, pero no en su garganta. No se sentía preparada para eso todavía. —Voy a acariciarte tan suave y fácil a través de tu piel, sólo porque es el más exquisito placer. Sus profundos ojos verdes llenos de un sentido de la edad, el conocimiento que ningún mortal debe poseer. —Siempre has sido así, ¿no? Fascinado por el enigma que era, él sostuvo esa mirada inquietante, incluso mientras la acariciaba y la acariciaba, no conseguía que se acostumbrara a su tacto, a su cuerpo. —¿Cómo qué? —Lista para mezclar un poco de dolor con placer. —Ella hizo un sonido profundo desde la parte posterior de su garganta mientras él frotaba su pulgar sobre el pezón—. No tiene nada que ver con el vampirismo. —Sus palabras despertaron otro recuerdo, desgarrador de regreso de un pasado que ya no parecía contento con permanecer enterrado. —Dmitri... —Un temblor nervioso en la voz de la mujer desnuda tendida como sacrificio ante él, sus pechos tensos y erguidos, sus caderas anchas, todas las curvas de su cuerpo suaves y tentadoras y las manos atadas a los postes de la cama que él había tallado sabiendo que lo compartirían. —Shh. —Acostándose con la ropa puesta a su lado, se amoldo a su lado, su mano sobre el pecho, los dedos tirando de su pezón con el sensual conocimiento acumulado durante su noviazgo y matrimonio.

Moviendo la mano para empujar hacia abajo entre sus muslos, para descubrir sus pliegues carnosos y húmedos, le tocó con movimientos pausados, sentía que sus caderas comenzaban a subir y bajar por él. —¿Me estás diciendo —dijo—, que hable de nuestros juegos en el dormitorio con las otras esposas?

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—Lo sé. —La confianza absoluta de su declaración le habría hecho suyo si ya no poseyera su alma—. Yo sólo... No hay nadie que hable de estas cosas.

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—Nunca te haría daño.

NALINI SINGH Un sonrojo lleno sus mejillas, pero continuó moviéndose contra su mano, tan generosa con su sensualidad como lo era con su corazón. —Por supuesto que no. No estoy segura de que alguien me creería acerca de ti. Él se rió y la besó, esta mujer que se encontraba dispuesta a satisfacer su necesidad de jugar juegos que bien podría haber conducido a otra mujer a desmayos histéricos. Por supuesto, nunca había querido jugar estos juegos con nadie más. Sólo Ingrede. Enredando sus lenguas, levantó la mano de entre sus muslos y le dio una bofetada suave y juguetona en la misma carne delicada. Ella gimió... levantó las caderas por más. Se lo dio. Le dio todo. Porque él podría haber sido el esclavo. Su esclavo. —Sí —dijo, respondiendo a la pregunta de Honor mientras él curvaba la mano sobre su muslo. —El vampirismo, simplemente me permitió perfeccionar, complacer a la enésima potencia. —A medida que las estaciones cambiaron, como la ruina de la cabina desapareció en las brumas del tiempo, la alegría sexual se había convertido en tocar con una vena profunda de la crueldad. Sus compañeras de cama se fueron a casa con marcas de latigazos la mayoría de las veces y volvían pidiendo más. A veces, las torturaba en la cama porque le gustaba. Otras veces lo hizo porque le divertía. Pero nunca lo hizo porque le daba el mismo placer como cuando había atado a su mujer en su simple cama en una cabaña en un campo olvidado donde las flores silvestres florecían ahora. —¿Cómo se llamaba? —Se sentó Honor, emoción pura ardiendo en su garganta por la terrible desolación que había vislumbrado—. ¿La mujer que pone esa mirada en tus ojos? —Ingrede. —Nada en su voz, y eso era una respuesta en sí misma—. Tenemos que continuar. Trepó de nuevo en su propio asiento, alcanzando a hacer de nuevo su cola de caballo. —Ingrede —dijo, incapaz de dejar el tema—, era tu esposa ¿no?

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Dmitri negocio con el dolor sólo unos minutos, y Honor tenía la sensación de que recordaba a la joven mujer más que otra cosa. —No lo he olvidado —dijo

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Él miró por el ahora parabrisas limpio, pero lo que sea que vio no tenia nada que ver con el verde hierba más allá. —Sí. —Entonces, cuando pensó que no añadiría nada más, dijo—: Mi esposa... mortal.

NALINI SINGH con tristeza, cuando Dmitri se apartó a un lado para hablar con Veneno—. Sobre las lecciones de defensa personal. —No puedo esperar. —Su expresión de dolor era feroz, los ojos vivos con un anillo de color verde brillante—. Espero que encuentren a todos y cada uno de los hijos de puta que te hicieron daño y hacerlos gritar. —De vuelta en el coche, se volvió hacia el vampiro a su lado, el vampiro que había tenido una esposa. Una mujer que había amado con tanta devoción que protegía su memoria con una fuerza feroz, incluso ahora. Su expresión se había cerrado al instante después de que habló de la mortalidad de Ingrede. Dejando claro que lamentaba decirle siquiera eso. Su lealtad... se tambaleó. Honor nunca había sido amada así, ni siquiera creía que era posible. — ¿Veneno encontró algo? —dijo, consciente de que él no diría nada más acerca de Ingrede. No ahora. —El primer nombre de los vampiros de Jewel —dijo, su tono de voz de nuevo como el de la más sofisticada de las criaturas—, tiene una amante a largo plazo y nunca ha mostrado ningún interés en las mujeres. —Una sacudida de su cabeza hizo que su cabello negro azulado brillara en la luz del sol penetrante—. No estoy seguro de como se deslizo por delante de mí, pero fuera de eso, el vampiro es demasiado “Burgués” como Valeria lo habría puesto, se les ha ofrecido una invitación. —Traducción: Él es feliz con su amante y no es necesario abusar de alguien más para vencer el aburrimiento. Dimitri asintió con la cabeza. —El segundo individuo no hizo nada sospechoso, bajo vigilancia, pero por lo que sé de sus costumbres, bien puede haber estado involucrado. He enviado a Illium a hacerle preguntas. —Illium parece demasiado bonito para ser peligroso. —La belleza masculina de Dimitri, por el contrario, era una más oscura, más vanguardista. —Nadie espera que tome un cuchillo y rebane tus pelotas —dijo con regocijo letal en su tono de voz, mientras conducía hacia el puente George Washington—. Él lo hace con tanta gracia.

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Él se echo a reír y fue un espesor a través de su piel, sus pechos, su cuerpo parecía haberse vuelto más sensible al atractivo aroma. —Estuve muy ocupado luchando en los campos de batalla en sangre y jodiendo mujeres que se sentían atraídas por la violencia para cultivar cualquier cosa.

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Honor no se sorprendió, porque si bien lo que había dicho era cierto, hace mucho tiempo aprendió que las apariencias pueden ser engañosas. —¿Cultivas tu reputación a propósito?

NALINI SINGH Honor ni siquiera consideró dejarlo ir, porque a partir de esta mañana, se pertenecían el uno al otro, incluso si esa pertenencia sería una cosa pasajera. —Estas muy enojado. —Pulido y cegadoramente fuerte, la ira era fría—. Dime por qué. Un largo, silencio. —Mis Compartirlas no tiene sentido.

recuerdos

son

mi

penitencia,

Honor.

—Nunca voy a ser un adorno, o una contenida compañera de cama para permanecer en esa esfera. —No puede ser, no ahora cuando la profundidad de su dibujo hacia él no era nada sensible, nada racional. —Y yo —dijo, extendiendo la mano para agarrar su muslo—, nunca voy a ser… —Manejable —lo interrumpió ella en una repentina explosión de humor— . Supongo que no puedo decir que no sabía que iba a pasar. Dmitri le dio una mirada extraña, ya que se detuvo por un semáforo en rojo. —¿Por qué elegiste esa palabra? —Parecía encajar. —Al darse cuenta de que no había forma de que revelara ninguna vulnerabilidad hasta que confiara en un nivel que tomaría tiempo para desarrollar, decidió regresar a su anterior tema de discusión—. ¿Qué pasa con el tercer vampiro? Aparto los ojos de ella después de otra mirada penetrante, facilitó el Ferrari en el puente. —Eso es lo que vamos a ver, está en Stamford —dijo, explicando por qué se dirigían de vuelta a Manhattan—. Parece que se atrincheró en su casa durante al menos cinco días. Alimentándose de los adictos a la sangre que llegan a su puerta. —No sé cual es el término. —A pesar de que había oído que "puta de vampiro" se utilizaba para describir a aquellos que eran adictos al beso de un vampiro. —Adictos a la sangre vienen en parejas —explicó Dmitri—. La única manera que pueden excitarse lo suficiente como para tener relaciones sexuales es si un vampiro se alimenta de uno o ambos a la vez. Así que en efecto se trata de un trío de sólo un subconjunto de los Convertidos.

El viejo vampiro no disfruta de eso. —La mujer a la que vamos a ver…

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—El interruptor del acuerdo es que el vampiro está relegado a ser un conducto, no el centro.

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Honor asintió con la cabeza. —La mayoría de los mortales no se acercan a la belleza otorgada por el vampirismo.

NALINI SINGH —Jiana. No sabe que es adicta a la escena, pero no hay duda de que ha estado complaciendo últimamente —dijo él, haciendo su camino hacia el Bronx, una vez que despejó el puente—. Mira en el tablero de instrumentos. Extendiéndose hacia adelante, abrió el compartimiento para revelar un sobre. Dentro había una serie de grandes, brillantes fotografías en blanco y negro. —¿Cuando fueron tomadas? —Esta mañana. El primero de ellos era de una pareja de cara fresca, rubia y borrosa, sacada de un casting para el "Parejas Americanas” la única cosa que faltaba era el perro. Tomados de mano, subían por las escaleras de una casa antigua, glicinas que caían de los balcones y el mundo envuelto en negro. La siguiente foto era de los dos saliendo de la casa. Ambos sonrojados, labios hinchados, despeinados, en mal estado, la camisa del hombre mal abrochada, mientras que a la mujer le faltaba el pañuelo de flores. —¿Es esto algo que una mujer hace por su marido y viceversa? —Ellos tienen su propia subcultura —dijo Dimitri—. Casarte en su interior. Hace que todo vaya más suave. Dejando a un lado las fotos, trató analizar la idea en su cabeza mientras Dmitri los conducía del Bronx en Westchester y hacia Connecticut. Fue a medida que fueron pasando de Greenwich en Stamford que recordaba algo que había querido mencionar de la otra subcultura extraña. —Recibí un e-mail del detective Santiago —dijo, dándose cuenta de que no sentía temor a pesar del hecho de que había tenido lugar y brutalmente al descubierto una hora fuera de la ciudad, la zona era tan diferente como para estar en otro planeta—. Ya han detenido a alguien por asesinato ayer por la mañana. —El novio de la víctima y otro miembro del club —dijo—. He hecho un punto para mantener un ojo en la situación.

Dmitri se echó a reír. —El apetito no disminuye con la edad, Honor. Tú debes saberlo.

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—Y una buena dosis de estupidez. —Con esa declaración sin piedad, se dirigió a través de un conjunto de puertas abiertas que daban a una larga y sinuoso línea llena de sicómoros maduros. El Ferrari casi se encontraba en la puerta cuando esta se abrió a arrojar otra pareja. Honor dio un respingo.

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Honor sabía que esa subcultura no tardaría en estar recibiendo la visita de un aterrorizante vampiro. —Pasado de moda el sexo y los celos, de acuerdo con Santiago. —Los tres habían estado involucrados en una relación sexual uno con el otro.

NALINI SINGH —Es más fácil aceptar con los vampiros —murmuró, mirando a la pareja de ancianos entrar en su envejecido coche—. Siempre pienso en los más jóvenes teniendo una adolescencia extendida. —Al salir después de que la pareja se fue, respiro el fresco aire primaveral—. Es un lugar bonito. —Más árboles respaldaban la casa, mientras contaba con una delicada fuente. Césped y jardines diseñados fluían en ambos lados y en la distancia, las camas de flores coloridas asintiendo con la cabeza en el viento que susurraba el leve aumento de la derecha. —Michaela, también —dijo Dmitri, rodeando el coche para reunirse con ella—, tiene el más benevolente de los hogares. Honor sólo había visto el arcángel femenino en los medios de comunicación, pero no se podía negar que Michaela era a la vez hermosa y viciosa. —¿Qué pasa con Favashi? —preguntó, y fue sólo porque miraba a Dmitri que noto el endurecimiento de su mandíbula. —Parece suave y delicada, todo mientras tritura a sus enemigos bajo su bota. —Un brutal resumen. No hace mucho, había descubierto que Dmitri tuvo alguna vez una mujer que había amado. Ahora se dio cuenta que podría haber tenida una amante arcángel —¿Mala ruptura? —Los celos le dieron a sus palabras un tono afilado. Una ceja levantada. —Perceptiva, pequeño conejo. Sí, sabía cómo empujar sus botones. Sin embargo, por extraño que parezca, ella sabía cómo pulsar los suyos, también. —Supongo que ser abandonado por un arcángel heriría el ego masculino. —No me di cuenta que tenias garras conejo. La puerta de la casa se abrió antes de que pudiera responder a ese divertido comentario. Mirando hacia arriba, vio a una vampira alta, delgada, con los huesos de una supermodelo, los labios carnosos y pantalla de sirena, la piel moka que brillaba en la luz del sol, todo lo cual se mostraba a la perfección en una bata de satén y encaje de bronce exquisita que apenas llegaba la mitad del muslo. —¿Es que ninguno de ellos tiene ropa de mujer propia? —murmuró.

Honor puso una mano sobre el antebrazo de Dmitri, deteniendo su movimiento hacia adelante. —Esa esencia. —Rica y dulce, habla de riqueza—. Sí, lo recuerdo.

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Jiana palideció con su acercamiento, pero no miraba a Dimitri... y el conocimiento en sus ojos fue condenatorio. —No lo sabía. —Un susurro, su mano apretada en el quicio de la puerta—. Cuando acepté la invitación, no lo sabía. Y cuando te vi allí, no te hice daño. Por favor, tienes que recordar.

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—Interrumpir su alimentación durante un… —Dmitri arrastro las palabras mientras ellos caminaban por las escaleras.

NALINI SINGH —Lo siento. En ese caso ¿les gustaría un poco de agua? Bebiendo por su captor, el que controla a los demás, no se había molestado en darle agua o comida ese día, tomó todo cuanto podía. —Gracias. —No, no es nada. —Sollozos apagados—. No te puedo ayudar. Por favor no me preguntes. Honor escucho el temblor de pánico en su voz, sabía que no habría liberación en esas manos delgadas. —¿A quién le tienes miedo? —¿A quién le tienes miedo? —preguntó de nuevo, mirando los ojos oscuros como el ónice. Jiana parecía derrumbarse sobre sí misma. Abrazando sus brazos alrededor de su tembloroso cuerpo, dio un paso atrás en una invitación silenciosa. En el interior, la casa era tan elegante como los jardines armoniosos, la decoración relativamente moderna, la luz, las paredes pintadas de un crema exuberante. Un experto retrato de Jiana colgado en una pared. Era un desnudo, muy bien hecho en su erotismo, lánguida y enmarcado con una sencillez que llamo los ojos al arte, no al entorno. La decoración fluía sin problemas desde el pasillo a la sala en la que los llevó Jiana, brillantes salpicaduras de color proporcionados por los muebles. Colapso en uno de los sofás en tonos joya, Jiana apoyo los codos en las rodillas, la cabeza entre las manos. —No he dormido desde el día que te dejé allí. Honor experimento la misma mezcla extraña de ira y compasión que había sentido en aquel sótano. —Yo era quien estaba atada, pero eras más débil. —Incluso ahora, parecía imposible. Entonces, se echo a reír en un tono casi histérico de diversión. Dmitri se inclinó contra el sillón en el cual Honor tomo asiento, un tigre sin correa, pero si una puesta por él. No dijo nada, pero a partir de la expresión del rostro Jiana, la mujer vampiro sabía exactamente a lo que se enfrentaba.

—Incluso cuando vi lo que había hecho — continuó la mujer—. No podía traicionarlo. —¿Quién? —preguntó Honor—. No puedes mantener su secreto por más tiempo, Jiana. Va a hacerlo de nuevo.

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Los pelos de la parte posterior de la nuca de Honor se elevaron. ¿Se convirtió en una experta jugadora? ¿O no era nada sorprendente el atractivo de Diana, pero una distracción para el dolor que parecía estar destrozándola?

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—Siempre tan débil cuando se trata de él —susurró, con lágrimas rodando por la sublime perfección de sus facciones. Su desesperación la hacía parecer aún más vulnerable, femenina.

NALINI SINGH Un sollozo sacudió a la frágil vampira. —Lo sé. —Limpio sus lágrimas, alcanzó el cajón de una pequeña mesita para sacar el sobre con textura por ahora familiar—. Él me envió esto. Honor sabía lo que iba a encontrar, pero lo tomó y sacó la tarjeta adjunta de todos modos.

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Tal vez este será más de tu agrado. No le he dicho a los demás, pero va a ser una pareja, un hombre y una mujer. Podrás disfrutar de eso ¿verdad, mamá?

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NALINI SINGH

26 Traducido por Andreani Corregido por Juli_Arg

La voz de Honor salió un susurro. —¿Madre? —Los vampiros eran fértiles hasta los doscientos años de edad y los niños eran engendrados o apuñalados para entonces, mortal. Pero Jiana tenía por lo menos cuatrocientos años. Fue Dmitri quien resolvió la cuestión de cómo un hijo de Jiana podría haber sobrevivido a perpétrales atrocidades. —Jiana era una vampira joven, todavía bajo Contrato, cuando dio a luz a Amos. Su hijo fue Hecho por sus propios méritos. Él es muy inteligente, estaba destinado a La torre. Su sangre corría helada, incluso cuando su anterior sospecha de que Jiana era una actriz de gran talento que tuvo una muerte rápida: el amor de una madre no era nada racional. —Dime por favor que no está allí. Dmitri tocó su pelo, una caricia inesperadamente tierna. —No. —¿Siempre fue, él, tan… —Tragó el término que quería utilizar debido al hueco de los ojos de Jiana. —Amos fue... transformado de maneras que no debería haber ocurrido cuando fue Hecho. —Jiana soltó una carcajada—. Se volvió loco, Dmitri. Como algunos lo hacen, de los que nunca hablamos. —Haciendo para atrás su grueso pelo negro con finos cabellos de marrón y rojo, la carne se movió, clavó su mirada en Honor, reteniendo una repentina y violenta ira—. ¿Sabes que, cazadora? Una pequeña minoría de los Hechos enloquecen durante la transformación.

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La ira de Jiana se desvaneció tan rápido como había despertado, un dolor conmovedor talló profundos surcos alrededor de esos exuberantes labios. —La locura de Amos no era algo audaz. Era demasiado perverso. Tenía cien años antes de que comenzara a mostrar los primeros signos, doscientos años después ya no podía negarlo. —Ella limpió sus mejillas por segunda vez, aparentemente consciente de que su túnica se encontraba abierta por la parte superior, para exponer las curvas internas de sus pechos, altas y tensas—.

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Como cada cazador, Honor había escuchado los rumores, pero esta era la primera vez que se lo habían confirmado. —Si eso es cierto, asumo que los Ángeles habría eliminado el problema. —La especie angelical no retenía el poder porque jugaban por el bien.

NALINI SINGH Para el momento en que él llegó a los trescientos años, supe que nada podía hacerse. Me dediqué a frenar sus excesos, para que no lo llevaran a ejecución. Para sorpresa de Honor, Dmitri caminó hasta Jiana y se agachó frente a ella, tomando las largas y finas manos de la mujer entre las suyas. —Es tu hijo. Lo protegiste. Pero él sabe que lo que está haciendo está mal y es su elección continuar haciéndolo. Un verdadero psicópata, pensó Honor, recordando cómo Amos le había cantado después de golpearla en el estómago. —No debiste haberme hecho enojar. —Una mano acariciaba su espalda en una burla de consideración—. No te traje aquí para lastimarte. —Colocó sus labios junto con su mandíbula, sobre su garganta—. Por lo tanto se una mascota obediente y haz lo que te dicen. En lugar de eso ella mordió su oreja, lo suficiente fuerte como para casi arrancar un trozo. Él la había golpeado muy violentamente por eso, ella se desmayó... y despertó para encontrarse a sí misma sangrando. —Es la locura. —La voz trémula de Jiana cortó el terrible recuerdo, su tono era el de un alegato—. Eso es lo que lo vuelve. Honor no tenía tanta seguridad. Amos la había golpeado tan fríamente inteligente, un hombre que, como dijo Dmitri, había elegido deleitarse de sus sádicos deseos, en lugar de intentar luchar contra ellos. No sólo eso, si no que él había cultivado conscientemente la enfermedad en otros. —Él hablaba para cuando sus inclinaciones quedaron claras —La voz de Dmitri fue la más suave que Honor había escuchado jamás—, dando ambas, la advertencia y una oferta de asistencia. Él escogió irse. El labio inferior de Jiana tembló, y entonces fue a caer en brazos de Dmitri, sus gritos eran tan primitivos que su figura temblaba como si sus huesos fueran a caer en pedazos. El propio corazón de Honor le dolía, sus ojos le quemaban por la simpatía materna.

Los amplios hombros de Dmitri eran una roca firme en su visión mientras sostenía a Jiana, y lo supo.

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Honor parpadeó, físicamente agitando esa voz inquietantemente familiar de su cabeza. Familiar, pero no su propia voz —ella nunca tendría un hijo, nunca alimentaría una vida dentro de su vientre. Sin embargo su respuesta emocional al dolor de Jiana era tan profunda que no podía evitar ser desgarrada por él, aun sabiendo que la profundidad de su entendimiento era algo imposible.

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Ella era una madre, comprendió todo lo que era necesario hacer y que estaba en su poder para proteger a su hijo.

NALINI SINGH Ella lo supo. Dmitri había tenido un hijo. No, estaba equivocada. Había tenido hijos. Inestable por esa corrección mental, casi enojada froto su frente, pero el pensamiento quedo atascado, pareciendo tan correcto que no podía quitárselo. —¿Dónde está él, Jiana? —Dmitri preguntó después de que el llanto Jiana quedara en un silencio doloroso. La hermosa vampira sacudió la cabeza, su cabello se deslizó sobre su cara mientras ella se lo apartó. —No lo he visto durante tres semanas. Él ha hecho esto antes, desaparecer. Pero siempre me contacta para decirme su paradero. Esta vez, sólo hay silencio. —Sus ojos se dirigieron hacia la envoltura. —Excepto por eso. Llegó hace cinco días. Tan terrible como era, Honor podía entender el instinto maternal de Jiana remplazando todo lo demás, incluso cuando se enfrentan con la malévola realidad de su perverso hijo. Sin embargo, había una cosa que no tenía sentido para ella. —¿Por qué estás en aislamiento? —Tanto era así que la vampira había tenido que alimentarse de sangre de drogadictos—. Por esa tarjeta, parece que él quiere complacerte, no herirte. —Sí. —Una sonrisa forzada—. Odio esto, prostituirme para mantenerme viva. Una vez más, su respuesta tuvo ningún sentido. Seguramente Jiana tenía suficientes contactos como para arreglárselas con algo más apetecible. Oh. —Te estás castigando a ti misma.

Cuando no dijo nada, ella con la mano dio una palmada en su brazo. — ¿Cuánto tiempo has sospechado de Amos?

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El cabello de Dmitri brilló sedoso y manejable a la luz del sol cuando se pararon en las escaleras frente a la casa de Jiana. —Jewel Wan —le dijo ella—, podría haberte dado el nombre de Jiana, pero sabías que no podía ser ella. — Había tratado con cortesía al otro vampiro desde el segundo que habían llegado.

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Jiana le dio una sonrisa inestable. —Le pedí que se detuviera… te encontraron poco después, creí que él había jugado una parte en eso. Luego vino la tarjeta... —Ella tiró de los bordes de su túnica, cerrándola sobre sus pechos, sus palabras desaparecieron mientras sus ojos se volvían distantes—. Supongo que siempre tienes esperanzas. Contra toda razón.

NALINI SINGH Los ojos oscuros la pusieron en evidencia, no dijo nada. —¿Qué bien te habría hecho saber que tenía en mente? —¡Deja de protegerme! ¡Ya no lo necesito! La expresión de Dmitri cambió, la piedra se convirtió en una flecha puntiaguda. —¿Cuándo te he protegido? —¿Qué? Sé que siempre cuidarás de mí. Ella juntó sus manos sobre su frente. —Esa voz. —Tan profunda dentro de ella. —¿Honor? —La mano de Dmitri estaba en su espalda baja, su aliento levantaba los zarcillos de su ondulado cabello a lo largo de su frente, mientras él se inclinó cerca de ella—. Dime lo que pasa. —No, no es nada —dijo, porque darle cualquier otra respuesta sería reconocer la alucinación auditiva—. Sólo el... eco de un sueño. —Rezumando más en su vida de vigilia—. Debiste haberme dicho. —Tengo casi mil años de edad. —Su mano hacía movimientos lentos y circulares en su espalda, pero sus palabras eran duras al igual que calculadoras mientras su toque era tierno—. Eres tan joven que es cómico. No tienes la fuerza ni el derecho de cuestionar mis decisiones. Con esas palabras, él negaba el compromiso que habían hecho entre sí. Quizás no lo veía como tal, pero ella no podía estar con un hombre que espera mantener ese abismo de distancia entre ellos. —¿Sabes cómo encontrar a Amos? —preguntó, dejando de lado la lástima que sentía, aunque era algo crudo, tierno. Renunciar, no era una opción. Sin embargo, necesitaba tiempo para reagruparse, para sentarse y averiguar si Dmitri alguna vez iba a estar listo para el tipo de relación que ella necesitaba. La idea de que la respuesta pudiera ser no... causó una aplastante negritud en su alma.

—Eso depende de ti. Eres la víctima. —No, Dmitri, yo soy una sobreviviente.

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—Sí. —Ningún hijo normal pensaría en invitar a su madre a participar en un juego sexual, para intentar complacerla con sus elecciones de víctimas—. ¿Qué vas a hacer con ella?

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—Ya he revisado los agujeros de pernos y guaridas normales. —Su mirada perduró en su rostro, como si leyera cada uno de sus pensamientos, pero afortunadamente era una habilidad que él no poseía—. Él saldrá a la superficie eventualmente. Entretanto, mis hombres seguirán vigilando esta casa, siempre ha tenido un malsano apego a su madre.

NALINI SINGH —Sí. —Sin lugar a dudas—. Pero la recompensa aún es tuya. —Esa mujer se va a castigar a sí misma por el resto de su muy larga vida. Déjala en paz. —Voy hablar con ella. —Volvió a caminar hacia la entrada—. ¿Vienes? —No, creo que me quedaré aquí. —Pero no lo hizo. Caminó al auto tan pronto como él desapareció, tomó asiento en el borde de la fuente. El agua caía en una calmante cascada de sonidos detrás de ella, la brisa era una caricia en su mejilla, trató de entender la profundidad de su angustia irracional. Ella siempre había sabido que Dmitri nunca iba a ser humano en cualquier sentido. No es mi Dmitri. Otra vez esa voz, tan profundo dentro de ella. Como si proviniera de su propia alma. Esta vez, en lugar de luchar contra ella, la escuchó. Siempre tan fuerte, tan protectora. Pero nunca hiriente. No a mí. Nunca. Quien fuera que era este producto de su imaginación, Honor pensaba, ella realmente vivía en un mundo de fantasía. Dmitri no era ningún caballero en brillante armadura y si le causaba un dolor profundo admitirlo entonces era su propia culpa. Porque Dmitri nunca le había mentido, nunca pretendió ser algo que no era. —No te engañes a ti misma sobre mí, Honor. Mi parte humana murió hace mucho tiempo.

—¿A dónde vamos? —preguntó cuando el Ferrari se alejó de la finca de Jiana.

Sin embargo, ninguna lógica parecía importar, y ella no estaba más cerca de comprender o acorralar la profundidad de sus violentas emociones para el momento en que Dmitri se adentró en Ángel Enclave, una villa exclusiva a lo largo de los acantilados que rodeaban al Hudson. En la mayoría de los casos,

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Otra cosa que él no le dijo. Otra ilustración del hecho que mientras podría apreciar sus habilidades en ciertas áreas, cuando se refería a tratarla como un igual... Pero entonces ¿La idea era ridícula, no? Ella había vivido apenas veintinueve años a diferencia de sus siglos, era mortal para su poderoso vampiro.

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—Ángel Enclave, Jiana posee una casa allí. —Sus palabras fueron frías, prácticas, y ella se pregunto si de hecho él entendía cómo había dañado el frágil algo entre ellos—. Permanente vacía, pero he tenido hombres vigilándola por un tiempo. Sin embargo, creo que es hora de que le dé una mirada al interior.

NALINI SINGH las casas estaban construidas tan lejos de la carretera que se sentía como si ellos estuvieran conduciendo a través de tierras deshabitadas, los árboles a ambos lados de la gigante y antigua carretera que casi borraba el cielo. Cuando Dmitri se detuvo, fue delante de puertas vigiladas por un vampiro que Honor no reconoció. Saliendo del auto, y dirigiéndose a las puertas de metal ornamentadas, ella las empujo para abrirlas mientras Dmitri hablaba con el guardia. Adentro, vio que el camino era relativamente corto, aunque las puertas desaparecieron de su vista cuando, caminando sola, dio vuelta en una esquina. Era más que tentador seguir adelante, para ver lo que muy bien podría haber sido la guarida del monstruo que la había torturado, pero esto no era como con la Joya Wan. Ella todavía podía pensar, entender que al ir sin un respaldo de seguridad sería temerario. —Honor. Se volteó para ver a Dmitri caminando hacia ella, y de repente se rompió la presa. —Tengo todo el derecho —dijo, refiriéndose a la compulsión extraña entre ellos por primera vez. Ni un parpadeo. Testarudo, siempre tan testarudo. Tan seguro de que está en lo correcto. En eso, estuvo de acuerdo con la voz dentro de su mente. El viento susurraba lento y tranquilo a través de los árboles, a través del cabello de Dmitri mientras ella esperaba una respuesta de un vampiro acostumbrado a no dar explicaciones a nadie. Sus dedos se extendieron y se encontró a si misma cortando la distancia entre ellos para pasar su mano a través de esa gruesa seda oscura. Fue un acto íntimo, uno en el que no se pide permiso, aunque él era un hombre que nadie tocaría sin una invitación. Él no la detuvo, levantando su dedo para trazar la línea de su mandíbula. —Me estás pidiendo actuar como un humano —dijo después de un largo y silencioso momento sin ser tocado. —No soy humano, no lo he sido por mucho tiempo.

Lagunas acechantes de color verde esmeralda se reunieron mientras ella sacudió su cabeza. —No sé.

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Deslizó su mano libre hasta su espalda baja, acercándola más. —¿Quién eres tú, Honor St. Nicolás? —Era una pregunta extraña, pero una a la que Dmitri necesitaba respuesta. Porque está mortal, su olor era de flores silvestres de una ladera de una montaña perdida en el tiempo.

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—Y tú —dijo, sus dedos seguían en su nuca—, intentas hacerme creer que no tienes la capacidad verdadera de sentir emociones cuando yo se que si. —El corazón de Dmitri no estaba muerto, ni su alma irrevocablemente contaminada, de eso tenía seguridad.

NALINI SINGH Su respuesta tenía sentido para él, aunque era una imposibilidad. —Ven. Exploremos esta casa. —Pensé que ya lo habías hecho. —Tenía a mis hombres vigilando, pero puede que sea tiempo de un examen más profundo con todo lo demás que sabemos. Caminando junto a él, Honor tenía ambas, gracia y una exuberante belleza femenina. Pero también tenía una vena profunda de la fuerza que tenía muy verdaderamente despertada... y que se encontraba intoxicada. Él quería acercarse, tocarla de nuevo, la inexorable necesidad iba mucho más allá de la simple lujuria. Sin embargo, eso tendría que esperar, su deseo de entrar en la casa, para encontrar a Amos, era un pulso contra su piel. Abrió la puerta empujándola. En primer lugar, no había nada, sólo el ligero olor mohoso de una casa que había estado cerrada durante un tiempo. Luego atrapó un tufillo del olor más putrefacto que carne podrida. Honor continuó inmóvil junto a él, con su arma pacíficamente en la mano. —Hay algo muerto dentro. —Tiempo suficiente para haberse descompuesto. —Lo que significaba que Amos tuvo alguna manera de colarse y pasar a los guardias y dejó un mensaje macabro, o algo pasaba más—. Pero no hace mucho tiempo que los otros que vinieron aquí tenían razones para sospechar. —Dmitri. Siguiendo la dirección en que Honor había levantado su brazo, vio que apuntaba a una televisión de pantalla plana en la pared. El indicador de alimentación estaba muerto. Y cuando Honor presionó el interruptor de la luz, no pasó nada. —No hay electricidad. Un fusible tal vez. —Es una casa vieja —dijo Dmitri, tras el olor fétido—. Esas cosas pasan. —El olor rancio no los llevó a un sótano como él había medio esperado, sino a una gran sala en la parte trasera de la casa. No había ninguna cerradura, nada para diferenciar la puerta de cualquier otra del corredor.

Era el tipo de estudio desordenado y cómodo que un hombre podría crear para conseguir un poco de paz y tranquilidad... excepto que, si observabas

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La sala en sí se encontraba vacía excepto por una plataforma de madera que sostenía una serie de libros y revistas y un sillón único que parecía como si hubiera sido desterrado aquí porque era demasiado desagradable para la mayoría de las zonas en las que las vistas se reunían. Al lado se situaba una pequeña mesa con marcas de quemaduras con un vaso de cristal y una botella llena de líquido rojo oscuro. La alfombra en el piso estaba raída.

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—Dios. —Honor puso una mano sobre su boca y su nariz mientras abría esa puerta, el olor allí era vil, tan concentrado que parecía similar a la sopa.

NALINI SINGH cuidadosamente, se hacía evidente que el sillón estaba inclinado hacia una determinada sección de la pared. Normalmente, no habría habido nada que lo diferenciara del resto de la sala, razón por la cual sus hombres no lo habían notado, pero ahora, agua escurría por debajo de esa sección hasta empapar la alfombra.

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—Nevera —susurró Honor—. Hay una nevera allí detrás.

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27 Traducido por Andreani Corregido por Mery St. Clair

—Yo lo hago —dijo, porque aunque ella le había exigido que no la protegiera, su necesidad de hacerlo era muy profunda. Una intensa mirada de esos ojos lo perforó. —Muy bien —Ella colocó su cuerpo en una forma que la que podía ver directamente la puerta, pero le permitía mantener un ojo sobre él también. Agitó su cabeza levemente cuando sus ojos volvieron a encontrarse y supo que nada de lo que dijera la sacaría de esta habitación. Él era más que suficientemente fuerte como para forzarla a hacerlo, pero la fuerza era la única cosa que él no podía usar con esta mujer. No hubiera sido fácil explicar su renuencia como parte del cálculo frío necesario para meterla en la cama, pero la mentira no sirve para ningún propósito, no cuando ella lo veía en formas que ninguna otra mujer lo había hecho antes. Ingrede, dulce, cariñosa, fuerte Ingrede, no habría entendido la oscuridad que vivía dentro de él ahora. Honor sí. Se sentía como una traición a la memoria de su esposa el pensar una cosa así, pero no lo hizo menos cierto. —¿Estás segura? Sin dudarlo ni un momento. —Sí. Cambiando a su mirada a la pared, corrió sus dedos a lo largo de ella hasta que encontró una pequeña incisión. Un solo empujón y una sección del muro se abrió para exponer una larga unidad de refrigeración, el agua estancada debajo silenciaba la evidencia de la pérdida de energía. Tratando de no oler el hedor que hablaba de decadencia putrefacta, levantó la tapa contra la pared. Luego miró hacia abajo.

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El congelador era lo suficientemente grande como para que Amos no hubiese tenido que cortar extremidades o separar los torsos de la parte inferior de las víctimas. Simplemente había doblado los cuerpos en posición fetal y los había amontonado como muchas piezas de carne. —El detective Santiago está trabajando actualmente en la serie de secuestros de mujeres altas, esbeltas de raza mixta en el área de Nueva York, ¿Verdad? Específicamente, mujeres que tienen un padre negro y uno blanco —Honor cruzó la pequeña distancia entre ellos para dar un vistazo dentro del congelador, la expresión de su rostro era de

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A los cuerpos.

NALINI SINGH horror—. Sí. Todo el mundo está trabajando en la teoría de que es un depredador humano; ningún rastro de alimentación o sangre en las escenas. Las mujeres simplemente desaparecen —Dmitri pasó su mirada sobre el cuerpo más cercano. A pesar de la putrefacción, su estructura ósea subyacente era clara y tenía suficiente carne visible semi descompuesta que le podía revelar el color de piel. —Tal odio—dijo, recalculando todo que había pensado que sabía sobre Jiana y Amos—. Hacia el ser que siempre lo ha protegido. —¿Está seguro? Dmitri había realizado una cuidadosa investigación cuando la cercanía antinatural entre madre e hijo se hizo evidente y esta convenció de que el lazo que había sido formado como resultado de la locura de Amos, Jiana haciendo todo lo posible para ayudar y proteger a su hijo. Ahora se pregunta si había dejado pasar una verdad mucho más siniestra. —Ya no estoy tan seguro de que una vez lo fue. Cierra la tapa. —Llamemos a Santiago, involucremos a los policías —Todos asumirían que Amos se había vuelto loco con la edad. Esa faceta de una larga vida que fue una verdad mostrada, la cual detuvo a todos aquellos que querían Convertirse. Incluso doscientos años pasados como un eterno vampiro sano era mucho mayor que el promedio de vida humano—. Mientras más personas tengamos para vigilarlo, mejores son las posibilidades de atraparlo. Honor asintió, haciendo pequeñas y poco profundas respiraciones hasta que se encontraban de vuelta en el pasillo con la puerta cerrada. —¿Por qué me llevo? No me ajusto al perfil. Rabia fría pulsó través de la sangre de Dmitri al recordar lo que le había hecho Amos a Honor, pero dio a la pregunta un pensamiento serio. —Él odia a su madre, parece, pero también quiere complacerla—Le vino rápido recuerdo, Jiana en un cóctel que le había dado hace cuatro veranos. —Dmitri, me alegro de que pudieras venir —Una sonrisa amable, un beso en su mejilla—. ¿Conoces a Rebecca?—Esta vez, la sonrisa en sus labios mostró una elegante sensualidad. —Un placer—dijo, inclinando su cabeza ante la belleza morena de curvas con piel marrón dorado que coincidía con cada palabra de Jiana.

Dmitri la dejó guiarlos a través de la puerta de atrás. El sol brillaba. Mientras observaba, Honor caminó por la hierba y utilizó su celular para llamar

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—Eso es enfermizo… y poniéndolo junto con todo lo demás, plantea ciertas cuestiones—Ella miró la puerta cerrada del cuarto que hablaba de la sexualidad retorcida de Amos—. Salgamos de aquí, llama a Santiago.

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—Tú —le dijo a Honor—, no eres su tipo, pero eres el de Jiana.

NALINI SINGH al policía que tenía una manera de acabar con casos vinculados a inmortales. Mientras ella lo hacía, hizo unas cuantas llamadas en su propio celular, incluyendo a un vampiro mayor bajo su mando. —Asegúrate de que Jiana no salga de la casa—ordenó—. Necesito tener una charla con ella —Colgando, esperó por Honor a que caminara hacia él. Ella dio un paso. Él cerró esa distancia para llevarla a sus brazos, cuidadoso de no encarcelarla, pero ella no se congeló por el contacto. En su lugar, se hundió en el abrazo, sus propios brazos se apretaron alrededor de él. Estuvieron allí en silencio durante muchos y largos minutos empapados de sol, el pulso de Honor era constante, palpitando fuertemente contra sus sentidos vampíricos. La última vez que Dmitri estuvo así, simplemente sosteniendo a una mujer porque se sentía bien, había sido mortal. —Mi esposa —dijo, diciendo palabras que nunca le había dicho a nadie— , amaba el sol. Venía a los campos conmigo, y mientras yo trabajaba, ella…— arrullaba a nuestro bebé —, remendaba ropa. Yo siempre rasgaba mis camisas. La risa de Honor fue suave, su voz era amable cuando dijo—: Una esposa maravillosa. —Lo era —continuó, sabiendo que aunque el hombre que Igrede había amado había sido tan diferente a él como la noche del día, nunca iba a dejar de estar de luto por la pérdida de su sonrisa—, pero también solía volverme loco a veces. Le podía decir que yo arreglaría algo en la cabaña cuando llegara a casa, y para el momento en que volvía de los campos, ella ya lo habría arreglado y tenía contusiones para probarlo—Su corazón casi se había detenido el día que la encontró en el techo—. Y no podía cocinar. Honor levanto la mirada, tenía los ojos brillantes. —¿Alguna vez se lo dijiste?

Era plena oscuridad cuando llegaron a La Torre. Veneno estaba esperándolos.

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Con los labios húmedos por sus caricias, ella ahuecó su rostro. —Creo — un suave murmullo—, que es donde quiero estar.

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—Debes tener una baja estimación de mi inteligencia —Se inclino hasta que sus frentes se tocaron—. Ella fingía que le encanta cocinar y yo pretendía adorar lo que cocinaba, y ambos vivíamos para las fiestas del pueblo, cuando comeríamos gratis —La risa de Honor fue un sonido profundo, penetrando en su sangre. Y por un momento... fue feliz, de una manera en que no lo había sido desde el día en que la cabaña se volvió cenizas, llevándose su corazón con él—. Eres una bruja—dijo, bajando la cabeza para reclamar sus labios en un beso que tenía ambas, la dulzura de la luz del sol y una buena dosis de sexo crudo—. En mi cama, Honor. Es ahí donde te quiero.

NALINI SINGH —Esto vino a través del correo hoy —Le entregó un paquete. Resultó que contenía una nota escrita en el mismo código que el tatuaje que originalmente había traído a Honor a la Torre. —Me voy para vigilar la noche con Sorrow dentro de otros quince minutos —dijo Veneno mientras Honor analizaba la nota—. ¿Quieres que encuentre a alguien más para que pueda pasar al Enclave del Ángel y vigilar a los policías? —No. Illium está allí. Honor, ya procesaba el código en su mente, ignorando el resto de su conversación. No le tomaría su tiempo traducir esto, pensó, no con el trabajo que había realizado sobre el tatuaje. Una hora más tarde, levantó la mirada desde donde estaba sentada en el sofá de la Oficina de Dmitri y le pasó la traducción. Tomaste lo que amaba. Ahora tomaré tu tesoro. Honor frotó sus manos sobre su cara mientras Dmitri leía el mensaje en silencio. —Tiene que haber sabido lo que Isis te hizo. Y aun así... —Al parecer, el amor—murmuró—, es verdaderamente ciego —Bajó el trozo de papel y agarró su teléfono—. Jason —dijo cuando contestaron en el otro extremo—. Descríbeme a Kallistos—Una pausa—. Sí, sin duda. Honor esperó hasta que colgó para decir: —¿Kallistos era amante de Isis? —Sí, aunque tenía un nombre diferente entonces. Un joven, sólo décadas en su Contrato. Él sangraba por sus atenciones cuando lo encontramos — Permitirle vivir había sido una decisión fácil—. Nosotros creímos que era otra víctima—Pero Kallistos, parecía, había querido a su amante independientemente de su crueldad. —Un joven ángel—dijo, eligiendo sus palabras con cuidado para no poner a Honor en riesgo de que le borraran la memoria, como le había sucedido a la amante mortal del Illium—, ha desaparecido de la corte de Neha. Nadie está totalmente seguro de cuando desapareció—Especialmente teniendo en cuenta este hecho siguiente.

Mientras que los Ángeles no hicieron nada para negar ese punto de vista, era de hecho los adultos jóvenes los que fabricaron la toxina más rápidamente

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—Kallistos—dijo Honor, soltado su respiración—. Es él es que está haciendo esos protovampiros —Una pregunta en los ojos—. Sé que no me dirás el proceso, ya que los candidatos incluso se ponen a dormir durante las etapas iniciales, pero todo el mundo sabe que los Ángeles son los que Convierten a los vampiros. Siempre pensé que era de los más antiguos.

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—Pregúntame el nombre del antiguo vampiro, quien estuvo a cargo de él.

NALINI SINGH en sus cuerpos. Cuanto más viejo el Ángel, mayor su nivel de tolerancia— aunque ni siquiera los arcángeles eran inmunes, como ha demostrado Uram. —Jason solo me dijo que el Ángel fue visto por última vez, por alguien que no sea Kallistos, hace un año—dijo, no respondiendo a su pregunta implícita—. Si asumimos que fue secuestrado poco después, y teniendo en cuenta su edad, él habría sido capaz de Convertir con éxito un vampiro. —Kallistos intentó hacer más —dijo Honor, caminando hacia la placa de vidrio de su ventana, la lluvia que había empezado a caer hace cuarenta minutos convertía a la ciudad en un espejismo envuelto de niebla—, y diluyó el efecto—Frunció el ceño y volvió a cruzar la alfombra. —Bastante probable —No sólo eso, Kallistos no habían seguido los procedimientos correctos, la razón de la mutación de células de la sangre de los varones muertos—. Debería ser mucho más fácil encontrarlo ahora que tenemos un nombre y un rostro. Habiendo llegado a estar al lado de él, Honor se inclinó contra su escritorio, asintió. Sin embargo, su expresión era de preocupación. —No puedo dejar pensar en Jiana. Ella parecía tan cariñosa y maternal. —No hay nada todavía que diga que ella no lo sea, la locura de Amos puede ser propiamente de él—Pero Dmitri tenía profundas dudas sobre eso, debido a lo que había visto durante los años, esta profundidad del odio mezclado con amor distorsionado tenía sus raíces en algo que nunca debería haber sido, una fealdad que sembró un núcleo trenzado profundamente en el alma. Los ojos verdes de medianoche encontraron los suyos, atormentándola y prometiéndole un sueño imposible. —Tú no crees eso. Acortando la distancia entre ellos, paso sus dedos sobre su mandíbula, la suavidad de su piel era una coacción irresistible. —¿Crees que puedes leerme? —Pienso —Su mano se cerró sobre su muñeca—. Que te conozco mucho mejor de lo que debería —Sí. Demasiado a menudo, veía el conocimiento en sus ojos que no debería haber estado ahí, sintiendo una familiaridad en su beso y su risa que le hizo sentir dolor, y se preguntó si no estaba sucumbiendo en a una locura sutil el mismo. Y aunque no podía alejarse, lo hizo.

—Dmitri, ven a bailar conmigo.

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Y a veces un hombre tenía que aprovechar el momento, independientemente de las consecuencias. Para permitirse pasar lo podría nunca volver a ocurrir.

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—No hay nada más que hacer esta noche —La llamada de teléfono a Jason puso la búsqueda de Kallistos en movimiento, y en cuanto al hijo de Jiana, Dmitri ya había puesto toda la región en alerta.

NALINI SINGH —Mis pies me duelen por los campos, Ingrede. ¿Después de volver de él mercado?—Una sonrisa que iluminó la habitación, aunque miedo acechaban como un intruso silencioso en sus ojos—. Después de que regreses. Excepto que los hombres de Isis la habían tomado cuando regresó. El último recuerdo de su esposa era de ella sosteniendo a sus hijos y tratando de no traicionar el terror que había convertido sus cálidos ojos marrones de un ébano imposible. Él no podría nunca volver atrás, nunca bailaría con su esposa mientras Misha reía y el bebé pateaba las piernas en el aire, pero podría besar a esta mujer que se había convertido de alguna manera en una parte de él, su mirada contenía misterios que estaba decidido a resolver. —Es tiempo, Honor —Él vio la piel estirarse sobre sus pómulos, sabía que no estaba completamente segura de no sentir el pánico, la barra diagonal que le viese violencia, pero su respuesta fue un simple y poderoso: —Sí—Honor se rodeo de silencio mientras Dmitri la llevó al nivel pintado de brillante y peligroso negro y en el último piso de la torre. Resultó estar alfombrado de blanco con brillantes hilos de oro, la pintura en las paredes del mismo, moteado de oro blanco, la ilustración de una mezcla de lo antiguo y un nuevo tapiz brillante de un lugar de montañas y cielo, que mostraba viviendas cuyas puertas se abrían por el aire; una reluciente espada afilada como una navaja; un cartel enmarcado del ridículo programa de televisión Hunter’ Prey, completado con sus grandes músculos y su "zorra de sangre". —Illium la compró para Elena— dijo Dmitri, tras su mirada—. Debió ser interesante ver su reacción. Honor torció los labios. —Son buenos amigos. Una sombra se movió a través de la expresión de Dmitri, pero todo lo que dijo fue, —Sí—antes de agregar—. La suite de Rafael ocupa la mitad del piso. El resto de la zona se divide en cuartos para los Siete, aunque el mío ocupa el doble de espacio que el de los demás ya que paso más tiempo en la ciudad. Ella vaciló. —¿No tienes otra casa? —Nunca pareció necesario.

Honor no tenía nada en contra de la silenciosa instalación y de que su apartamento era un espacio extenso, diez veces el tamaño del suyo. Pero…

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—No te preocupes—dijo antes de que ella pudiera decir algo—. Los cuartos de cada apartamento son más grande que el de las casas más independientes y las paredes están insonorizadas para garantizar la privacidad total.

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Honor escuchó mil cosas no dichas en esa declaración, entendió que la idea de casa contenía un dolor para él que nunca buscaría volver a crear.

NALINI SINGH —No, Dmitri. Aquí no. —¿Por qué?—Una pregunta con una sofisticación fría que podría intimidarla a la vez, pero ahora la había hecho preguntarse qué era lo que Dmitri no quería que ella viera al poner esos escudos de seda. —No es correcto —Honor se concentro, la voz dentro de ella susurró que este era un momento crítico, dado la manera en que Dmitri la observaba—. Me niego a ser solo otra mujer que llevas a tu cama. Dmitri frotó su pulgar por sus nudillos, ningún indicio de alguna emoción que se pudiera leer en su rostro. —¿Crees que la cama hace alguna diferencia?

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La hacía, pensó que eso era una crueldad de su parte en ese momento. Podía herirla mucho y alejarse como si nada importara. —Quizás no la haga para ti—susurró, sabiendo que el tiempo para romper las cosas, para protegerse a sí misma, había pasado hace mucho tiempo—, pero para mí, sí— Un silencio. Tan tenso, tan peligroso, como el garrote trabajado en cinturón de Dmitri.

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NALINI SINGH

28 Traducido por Panchys Corregido por Mery St. Clair

Fue el sonido del ascensor abriéndose por el pasillo lo que pareció haber decidido a Dmitri. —Sí, las interrupciones son mucho más propensas aquí. Que practica razón, pero era una que estaba dispuesta a aceptar por el momento. Saliendo de la Torre, condujeron hacia su edificio y se dirigieron hasta el apartamento que estaba lenta y cuidadosamente convirtiendo en un hogar. Los Cazadores hacían eso. El apartamento de Ashwini era un lugar lleno de exuberantes colores —cojines de seda ribeteados en dorado, esculturas recogidas por aquí y por allá, postales de puestos de fuertes especias en mercados lejanos. El de Honor era menos exuberante, pero había sacado sus recuerdos personales de las cajas que Ash había dejado mientras estaban comenzando a desempacarlos. Ahora, habían fotos enmarcadas en cascada por una pared de su sala de estar—una sonriente abuela fotografiada durante una cacería en México, una tormenta de montaña capturada en Colorado, un alce solo contra la nieve en Alaska—mientras que su estropeada, pero amada cámara se sentaba en la mesa del comedor, lista para ser revisada después de su tiempo en almacenamiento. Su habitación, también, había empezado a hacer una propia. Las sábanas eran de algodón azul, las paredes de color crema pálido adornadas con más fotografías de su colección personal.

Dmitri caminó para pararse frente a la variedad de finos marcos de color negro, tocando con su dedo una foto en particular con una brillante flor azul asintiendo en la esquina. —Hubo una ruina aquí una vez.

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Sorprendida de que se hubiera fijado en las fotografías cuando la tensión sexual entre ellos estaba al rojo vivo, dijo, —Acabo de ponerlas. Estaba rastreando a un vampiro a través de Rusia hace unos años cuando encontré este campo. —El recuerdo de ello la había perseguido durante meses, hasta que había puesto las fotos donde podía verlas antes de cerrar los ojos, y de nuevo cuando se despertaba.

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—Flores silvestres —dijo Dmitri, deteniéndose en la puerta—. Esas no estaban aquí la última vez.

NALINI SINGH Con escalofríos cruzó la alfombra para unirse a él. —Tuve la sensación de que algo extraño alguna vez estuvo allí, a pesar de que no había pruebas de ello. —También había tenido la insistente sensación de que estaría perturbando algo precioso si cruzara el borde de pequeñas flores de color azul que separaba una pequeña sección del desenfrenado campo de color del resto. —¿Cómo lo encontraste, Honor? —Los ojos de Dmitri eran duras piedras negras, su tono el mismo que había utilizado en Valeria, en Jewel Wan. Se habían despojado de las armas al entrar, ninguno queriendo una violenta interrupción, pero ahora el instinto tenía a Honor calculando lo rápido que podía llegar al cuchillo escondido en el lado de la mesita de noche. —Yo estaba —dijo, obligándose a no actuar con el instinto—, conduciendo a través de una zona bastante aislada cuando perdí el camino. — La verdad era, que había conducido fuera del camino y a un desconocido yermo a propósito, incapaz de no seguir el doloroso tirón que la atrajo hacia adelante—. Debo de haber conducido durante horas, y aquí es donde me detuve. —Se encogió de hombros, tratando de hacer luz de una experiencia que se había clavado con un dolor tan grande, había llorado durante horas después de que finalmente regresó a la civilización—. Nunca había visto un lugar tan hermoso. —Tan extraño, como desgarrador. Dmitri la siguió mirando, tal letal cálculo en los ojos que le tomó todo su control para permanecer en su posición, para no lanzarse a la cama y al cuchillo tan cerca. —¿Qué ves en las fotos? —preguntó en su lugar, sintiendo como si estuviese de pie en un precipicio, toda su vida equilibrada en este momento—. ¿Dmitri? Su cara despojada de toda sofisticación, hasta que él fue sólo el más elegante de los depredadores, se acercó para meter su cabello detrás de las orejas. —Si esto es un juego, no te gustará el precio que tendrás que pagar.

Clavó los dedos en el lado expuesto de su cuello. O lo haría, si él no hubiera esposado su muñeca con un fuerte apretón de acero. ¡No, no, no! La restricción la arrojó de regreso en el foso donde había

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En su lugar él la acechó, atrapándola contra la esquina, el cuerpo que ella había mirado con interés de acariciar de repente era una sofocante pared. Le tomó hasta la última gota de su voluntad para evitar golpearlo, a partir de patadas y arañazos. Pero cuando él inclinó la cabeza y muy deliberadamente puso la boca sobre su pulso, no pudo soportarlo más.

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Los pelos se levantaron en la parte posterior de su cuello. Esta vez, ella se apartó… pero no fue por un arma. No podía. Tenía que confiar en él, porque si no podía… si no podía, entonces su mundo simplemente se rompería en mil pedazos. —Las amenazas no son sexis. —No hagas esto. Por favor—. Toma tu ánimo oscuro y vete.

NALINI SINGH pasado tantas semanas, el pozo que ahora se dio cuenta que nunca había escapado, pero entrelazado con su terror era una aplastante sensación de traición. No mi Dmitri. Esto no es él. Y entonces no hubo más pensamiento.

Dmitri nunca había estado tan enfadado como estaba en ese instante, montado en un extremo vicioso en el que tuvo hambre sólo de hacer daño a la mujer en sus brazos. No sabía que juego estaba jugando Honor, pero obtendría la respuesta, aun cuando tuviera que romperla en mil diminutos pedazos. Ese campo, lo que representaba, no iba a ser tocado, no por nadie. Apretando la muñeca mientras ella se congelaba en su contra, fue a tocarla con sus colmillos en un acto que sabía que era cruel, pero entonces nuevamente, había estado jugando con él desde el principio. No había ninguna posibilidad en el infierno que ella acababa de acertar a pasar al campo, donde su esposa y su niña habían muerto, donde había llevado a su hijo después, de modo que Misha no estaría solo, donde se había parado a vigilar durante un turno completo de las estaciones. —Mi hermoso Dmitri. —Grandes ojos marrones llenos de preocupación—. No dejes que te cambie. No dejes que te haga cruel. Las palabras de Ingrede habían sido incapaces de detener el cambio, no después de que ella se había ido. Nada que invertir. Así que haría uso de ello. Una explosión de movimiento desde la cazadora que había pensado en hacer de él un tonto. No tuvo problemas sujetándola a la pared. Pero Honor no dejó de luchar, volteando y torciendo su cuerpo con una fuerza que rompería algo pronto si no se detenía.

Fue entonces cuando miró a los ojos de un misterioso verde.

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Sacudiéndose para distanciarse, apretó la mano que tenía alrededor de sus muñecas. —¿Juegos preliminares ya, Honor? —Ninguna respuesta, sólo esos furiosos movimientos y tirones y lucha a pesar de que no tenía ninguna esperanza de escapar de él. No hizo ni un sonido, su respiración bien controlada.

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Cuando maniató sus brazos encima de su cabeza con un apretón en sus muñecas, y apretó la parte inferior de su cuerpo contra la pared con la suya, ella le mordió en el cuello. Lo suficiente para extraer sangre.

NALINI SINGH No había nadie allí. Ninguna personalidad, ningún indicio de la mujer que se había reído y tenido placer con él con tanta confianza sexual esa mañana, nada sino el instinto animal para sobrevivir. Y él sabía que iba a matarse tratando de liberarse. —Dmitri, tengo miedo. —Nunca voy a hacerte daño. Confía en mí. Temblando bajo el susurro de la memoria, una memoria que no pertenecía a Honor y, sin embargo habló en nombre de ella, soltó las manos, levantó su cuerpo fuera del de ella. Vino a él como una tempestad desatada, golpeando su codo en la cara, su puño en la laringe, su bota en la rodilla. Derrumbándose sobre su espalda en la cama, bloqueó algunos de sus ataques más brutales, pero no hizo nada para detenerlo. Su rabia llovió sobre él, ensangrentando la nariz, la boca, dejando moretones en su cuerpo que sanaron casi tan pronto como se hicieron. —Bastardo. —Fue la primera cosa que había dicho desde que la había atrapado en la esquina—. Tú, maldito hijo de puta. —Un golpe salvaje a la mandíbula que hizo chocar los dientes juntos. Bloqueando su siguiente golpe, la miró a los ojos… y vio a Honor mirando de vuelta hacia él. El verde brillante se lavó en un brillo de humedad, y su siguiente golpe, cuando vino, carecía del poder de los otros. Lo golpeó con ambos puños en el pecho una y otra y otra vez. —¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! — Fue una furiosa letanía que se convirtió en sollozos tan fuertes que hablaron de una angustia inimaginable, su cuerpo arrugándose sobre el suyo—. Te odio. — Un susurro. En ese momento, se odiaba a él mismo. Descansando inmóvil hasta que ella dejó de moverse, esos sollozos dolorosamente crudos se convirtieron en lágrimas silenciosas desgarradoramente contra su pecho, se atrevió a poner una mano sobre su cabello, acariciando los rizos enredados ahora. Él no sabía qué decirle, cómo explicar la rabia que había incitado en su interior.

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Encaramada en el lavabo en el baño grande fuera de su dormitorio, Honor observaba en silencio, como Dmitri pasaba el desinfectante sobre los

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Pero había una cosa que podía decir, algo que no había dicho a una mujer en cerca de un millar de años. —Lo siento, Honor. Perdóname.

NALINI SINGH nudillos raspados y magullados. Tragó un siseo al escozor, sus ojos demorándose en el corte del labio, los moretones en su cara. Una parte de ella, horrorizada por su propia violencia, quería enmarcar esa cara masculina de pecado en sus manos, besar todos y cada uno de los moretones a modo de amable disculpa. Pero el resto de ella se acurrucó en una pequeña bola en lo profundo, atenta, cautelosa. La luz se reflejaba en el negro de su pelo mientras la ministraba y se acordó de la pesada seda contra sus palmas. Recordó, también, la fuerza de su agarre mientras había clavado sus brazos sobre su cabeza. —Te magullé. —Deslizó sus manos debajo de las muñecas, su piel más oscura contra el matiz más pálido de las propias—ahora marcadas por bandas de color rojo opaco. La justicia le hizo romper su silencio. —Lo hice peor. —Ella lo había golpeado tan fuerte que los moretones iban a tomar por lo menos una hora de curar, a pesar de su vampirismo. Más, el corte en el labio no era una herida superficial. Su camisa, rota en la costura del hombro, traicionó las tenues marcas rojas que estaban casi curadas, pero en general… —Salí de ello mejor que tú. Oscuros, oscuros ojos encontraron los suyos—. El dolor físico no es el centro de ello, ¿verdad? —Su estómago se apretó, ácido ardiendo en la garganta—. Todo esto —dijo con voz vuelta áspera de la fuerza de sus sollozos anteriores—, todo lo que hemos hecho hasta este punto… creo que se ha ido. — Perdido en la conmoción y el terror que la había reducido a un animal que arañaba, atrapada en una criatura que mordía y pegaba, que había hecho una víctima indefensa. Dmitri había hecho una burla de su fuerza ganada, aplastó su fe en su propio juicio, pero sobre todo, había tomado el orgullo que ella había reconstruido basura sobre basura, y no estaba segura de poder perdonarlo por eso.

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Las luces estaban en silencio, vagando a través del agua, hasta que se sintió como si estuviera sola en el mundo, atrapada en una jaula de cristal. Era una sensación con la que estaba íntimamente familiarizada. Los amigos que había hecho, las relaciones que había forjado, habían hecho soportable la soledad, pero siempre había estado allí, dentro de ella, esta extraña “falta”. Era Dmitri quien había llenado ese vacío, y Dmitri quien lo había hecho aún más grande.

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Sin decir una palabra, él tiró la esponja de algodón después de tomar el cuidado de todos los líos y se aseguró de no agobiarla cuando salía del baño. Chilló profundamente dentro por un sentimiento de pérdida que le hizo sentir vacía, como si toda su existencia hubiera sido borrada, tropezó en la sala de estar y hacía la ventana que daba a una ciudad azotada por la lluvia.

NALINI SINGH Un susurro de la más oscura esencia y sabía que él había entrado en la sala de estar con los pies en silencio. Pero no vino haciaa ella, y un minuto más tarde lo oyó en la zona de la cocina. Mirando a través del espacio diáfano dividido sólo por la suave curva del mostrador, lo vio preparar un plato y llevarlo a la mesa después de alejar su cámara. Caminando alrededor de la mesa hacia ella, mantuvo una distancia entre ellos. Esto volvió el hielo en el pecho increíblemente frío… y entonces supo que era su corazón que estaba congelado. —Come, Honor —dijo—. No lo has hecho por horas. —Había algo en su voz que no sabía leer, un elemento que nunca antes había oído en él. Volteando su cuerpo para que pudiera mirarlo a la cara, vio sólo las paredes de un casi-inmortal que ha vivido más tiempo de lo que podía imaginar. —Deberías irte. —No podía soportarlo, tenerlo aquí con este abismo infranqueable entre ellos. Era, sin duda, una idiotez sentir esta pérdida al final de una relación que no había siquiera comenzado, pero se sentía como si él hubiera llegado dentro de ella y aplastado su alma, entonces la molió bajo su bota. Una desolada sombra en los ojos de un marrón tan profundo que era casi negro, y con tal edad en ellos. —Me envías lejos. ¿Me enviarías lejos tú? Parpadeó ante el extraño eco, centrada en el hombre que estaba tan cerca y tan distante. —Tengo que hacerlo. —Para sobrevivir, para raspar los restos rotos de su orgullo, su yo, de regreso. Dmitri no dijo nada durante largo rato mientras la lluvia caía contra el cristal en una melodía que antes siempre había encontrado calmante. Hoy en día el tono se sentía sacudido, el ritmo demasiado irregular en contra de sus nervios sensibilizados. Cuando Dmitri levantó una mano, luego la dejó caer, sintió la derrota como una puñalada en el corazón, y comprendió que podía lastimarla peor de lo que ya había hecho. Pero luego hizo la única cosa que nunca, nunca hubiera esperado.

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Cuando él puso sus brazos alrededor de su cintura y apretó zu lado de la cara en el abdomen, las lágrimas comenzaron a fluir de nuevo, lentas y tranquilas, sobre sus mejillas. Dmitri no inclinaba la cabeza ante nadie, no se rendía o sometía. Pero estaba de rodillas ante ella, vulnerable a una patada, una puñalada en el cuello, el rechazo más violento. —Oh, Dmitri. —Temblando, pasó los dedos por su pelo, este hombre que había sido marcado tan duro que la desconfianza era una respuesta instintiva.

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Sosteniendo la mirada, cerró la distancia final entre ellos y se arrodilló, ese hermoso rostro magullado mirándola.

NALINI SINGH Sabía que las flores silvestres lo partieron en el dormitorio, pero todavía no tenía ni idea de por qué. Sin embargo, ahora no era el momento de preguntar. Ahora era el momento de decidir. —Perdóname. ¿Tenía eso en ella? La fuerza para perdonarlo por el horror que había traído a su vida justo cuando había empezado a creer que había golpeado a sus agresores después de todo, por el daño que había hecho a su corazón, pero sobre todo por la humillación de ser reducida a un animal. La mano de Honor se hizo un puño en su pelo. La lluvia siguió cayendo fuera, pero dentro sólo había silencio y una agudeza de la claridad que le dijo que la decisión que tomara en este instante, acerca de este hombre, resonaría a lo largo de su vida. Si se bajaba del borde en el que actualmente estaba, podría caer fuerte, tal vez rompiéndose para siempre… o podía encontrar su camino a casa. Hogar. La idea de eso no era más que una fantasía construida fuera de su intensa e inexorable soledad, muchos dirían. Pero ellos no entendieron la fuerza incomprensible de lo que sentía por este hombre que se arrodilló delante de ella, dándole algo que le dio a nadie. Toda su vida había buscado por él, aun cuando no había conocido su nombre. Él no era quien había imaginado que era, sino una criatura mucho más mortal, endurecida. Sigue siendo mío. Sigue siendo mi Dmitri. Herido, cambiado… pero no perdido. No voy a creerlo perdido. Honor no luchó contra la voz que no era la suyo y sin embargo, venía de su alma. Era una familiar locura por ahora. La mano de Dmitri se extendió en su espalda. —No termines esto. —¿Te irías? —preguntó, soltando su mano, acariciando con los dedos esa seda negra otra vez mientras se limpiaba las lágrimas con la mano libre. Una larga, larga pausa. —Sí. —Una sola palabra dura—. Si tú quieres tu libertad, te la daré.

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Entonces… la elección era suya y sólo suya.

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NALINI SINGH

29 Traducido por ♥...Luisa...♥ y Annabelle Corregido por Vericity

Al final, la decisión no fue tan difícil después de todo, porque cuando llegó a Dmitri, no tenía sentido de auto-preservación. Y eso, también, era una locura, tan implacable como la necesidad que tenía de tocarlo, abrazarlo... lo amo. —Quédate —dijo, y sintió el temblor en el gran cuerpo del hombre que le había ofrecido libertad. Eso la rompió un poco. Deslizándose hasta las rodillas, le rodeó con sus brazos pegados al cuello y hundió la cara en la calidez de su piel. Sus propios brazos llegaron a su alrededor un instante después. El miedo, ese intruso insidioso, esa sombra en silencio, lo esperó... pero no vino, como si la cruda brutalidad de su lucha hubiera purgado su sistema, dejándola magullada y maltratada, pero completa. —Nunca más —susurró Dmitri en su pelo, su voz desnuda, despojada de sus escudos—. Te lo juro. Tomando su cuello en la nuca, le acarició con movimientos tiernos, y fue un acto de amabilizar para ambos. Para este hombre duro, peligroso, que era suyo, y para la niña harapienta, sola dentro de ella. —Dime por qué. —Tenía que entender, para ver en las sombras de su corazón. Una de sus manos se cerraron en puños en su pelo.

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Su corazón dio un vuelco, una enorme ola de sabiduría empujaba su mente, pero se deslizó fuera de su alcance desvaneciéndose como la niebla cuando trató de llegar a ella, para mantenerlo. Dejando que se fuese por el momento, pensó en las flores silvestres, tantos colores, tantos matices, todos ellos sacudiendo sus cabezas en señal de bienvenida mientras estacionaba su vehículo a lo lejos en la distancia para evitar que los aplastara. Había caminado, lento pero seguro, a través del derroche de color, demacradamente en la invisible ruina —como si su cuerpo fuera una brújula y la ruina el verdadero norte.

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—Es un monumento —dijo, su voz tan áspera, que era difícil de entender—. Nadie más que Rafael sabia de su existencia.

NALINI SINGH La melancolía del lugar había lastrado sus miembros, pero había estado segura de que escuchó el eco de una risa, también... de la alegría de un niño. —Es un lugar con memoria —susurró—. No es solo tristeza, Dmitri. Debes recordar. —Las palabras no eran suyas, y aun así lo eran—. Tienes que hacerlo. —Me acuerdo de todo. —Una risa creada por el metal áspero y vidrio roto—. A veces me gustaría no hacerlo. Pero esos recuerdos están escritos en piedra, para nunca ser olvidados. Honor pensó en lo que debía ser llevar tanto dolor a través de los siglos, llorar por casi mil años, y sentir un dolor tan grande que no tenía final. —Ella no hubiera querido esto para ti —dijo, tan segura que no se detuvo a cuestionar—. Ya lo sabes. Honor tenía razón, pensó Dmitri. Ingrede se habría horrorizado al ver en lo que se había convertido, como había dejado que la pérdida de ella y los niños le torciera. Pero también sabía otra cosa. —A algunas cosas, un hombre no puede resistir. Algunas pérdidas, sin esposo —sin padre— jamás se pueden olvidar. —Dmitri… —No sé lo que puedo dar, Honor —dijo, porque ella se merecía honestidad—. Pero sé que no he sentido nada como esto desde el momento en que ella murió. Honor le tomó la cara. —Todo está bien. —El más suave de los besos. No sabía cómo ofrecer consuelo cuando él había causado el daño, pero su alma, fría durante tanto tiempo, disfrutó de la calidez de ella. —Una vez alimenté a Elena —le dijo mucho tiempo después, cuando sus labios se cerraron sobre el bocado de arroz que había levantado a su boca, ya que le permitió hacerse cargo de ella de una manera en la que no lo había hecho antes. La curiosidad resaltó el verde intenso de su mirada a las piedras preciosas brillantes.

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—No, pero estaba atada aquella vez. —Parecía hacia un eón que se había burlado de Elena, mientras permanecía restringida por su propia seguridad—. Le disparó a Rafael. —Los otros siete se habían preparado para la sangre, Dmitri obligado por una promesa de mantenerla a salvo. Honor se inclinó hacia adelante, bajando las cejas.

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—¿Había cuchillos involucrados?

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NALINI SINGH —He oído rumores... ¿realmente lo hizo? —Así que le contó la historia, y logró alimentarla con la mayoría de la comida al mismo tiempo, preguntándose si se había dado cuenta de la fruta y la miel que había agregado a la tabla. —Tengo manos, esposo. —Levantó una rebanada de fruta hasta los hermosos labios mientras se sentaba en su regazo, un brazo alrededor de su cuello. —Puedes usar las manos para darme las gracias por cuidar tan bien de ti. —Pequeños dientes blancos picaron la fruta, la garganta esbelta tragando la carne jugosa. —¿Dmitri? —¿Sí? —Deslizo la fruta hasta la garganta, lamiendo el jugo. Se estremeció. —Espero estar sentado en tu regazo cuando sea vieja sin dientes y tú un hombre viejo y arrugado. Dejando a un lado su copa de vino, Honor se levantó cayendo en su regazo y los recuerdos y la realidad chocaron en un caleidoscopio que hizo que su cabeza diera vueltas. Sus labios tocando su única escalada de la fractura del tiempo, su sabor caliente y dulce y dolorosamente familiar aún cuando no lo era. Trazando la mano hasta la parte posterior de su cuello, se obligó a abrazarla con una dulzura consciente mientras ella abría la boca sobre la suya y exploraba con una decadencia lenta y pecaminosa. La ternura del momento lo destruyó, despertando las partes que había creído muertas hacia mucho tiempo. Su olor, a flores silvestres floreciendo, la sensación de ella bajo sus manos, la forma en que se echaba a reír, todo le quedaba como una llave en una cerradura. Ingrede había sido muy diferente en la superficie —una mujer que amaba la casa y el hogar, quién no sabia cómo utilizar una espada, excepto en la cocina, pero había tenido el corazón de un león, su esposa.

—Las ventanas —susurró. Estaban en lo alto, no había ninguna posibilidad de ser observados... excepto, por supuesto, por inmortales con alas.

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—Sí —le dijo cuando rompió el beso con un sonido de suave succión. Honor ladeó la cabeza en una pregunta silenciosa. Mantuvo su mirada con esos ojos de color neblina del bosque, y muy deliberadamente bajó la mano hacia abajo para cerrarla sobre su pecho—. Ahora, Honor. —El latido de su corazón dio un vuelco en contra de su mano, su ronca voz como la tormenta que acababa de pasar... y con una pasión que enrojeció sus labios carnosos hasta que quiso usar sus dientes en ellos.

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Lo mismo que Honor.

NALINI SINGH —Cierra las persianas. —La orden se deslizó tranquila. Los labios de Honor tiraron hacia arriba en las esquinas. —Como quieras. —Sabiendo que estaba siendo objeto de burla y muy contento con el estado de las cosas, vio su ascenso y camino a cerrar las persianas, encerrándolos en la suave intimidad creada por el escudo de la tranquilidad de la lluvia más allá del cristal. —¿Qué necesitas? —preguntó cuando ella se volvió hacia él. Era la primera vez en siglos y siglos que había puesto las necesidades de un amante por encima de la suya. ¡Oh, nunca había dejado una compañera de cama insatisfecha! Incluso si el placer que había sentido lo inclinaba al filo de la navaja casi brutal en su intensidad, pero cuidado... no, no se había cuidado de un amante desde el día que dejó a su esposa con la promesa de volver. Si Honor le pidiera que se templase, iba a buscar una manera de hacerlo. Pero lo que dijo fue: —No me voy a romper. —Y fue una declaración solemne. Pensó en cómo se había vuelto loco en sus brazos, su cabeza atrapada en una pesadilla. Las fracturas que existían dentro de ella, y esta noche, hijo de puta que era, había ayudado a ampliarlas. Pero sanarían, porque Honor había salido determinada. Levantó su mano a la mandíbula, frotando la magulladura. —Casi me rompes. Una sonrisa, lenta y dolorosa en su belleza. —Te lo merecías. —Sintió que sus propios labios se curvaban. —Lo hacía. —Escaneó con los ojos su cuerpo de arriba hacia abajo y dijo: —Todavía tenía la intención de tener mi camino de perversidad contigo. —En un intento deliberado para medir hasta qué punto le permitiría ir. —No cosas perversas hasta más tarde.

Empujando su silla hacia atrás sólo una fracción, torció un dedo. Ella se quitó las botas antes de cruzar la alfombra a horcajadas de él, sus manos levantadas a los botones de su camisa.

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Bien.

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Sorprendido de que incluso estuviera divertida por la idea después de todo lo que él hizo, alzó su mirada a la suya y vio un entendimiento que lo aturdió. Sabía que tenía poder sobre él, esa mortal que era mucho más débil y, sin embargo, que lo había traído a sus rodillas. Honor no era como él, no se había convertido en cínica por una experiencia que habría vuelto a muchos sólo hacia la amargura y el odio, ella nunca usaría ese poder en una forma maliciosa. Pero el conocimiento, le permitió jugar a estos juegos con él.

NALINI SINGH —Me encanta el color de tu piel —murmuró ella, inclinándose hacia adelante para presionar un beso en la piel desnuda de su esternón. Era la más dulce de las caricias, y le hizo entretejer los dedos en su pelo e insistir en otro. Riendo, salpicó de besos su pecho, la boca abriendo la camisa hasta la cintura ahora. —Esa piel hermosa, bonita. ¿Las sombras cambian a lo largo de tu cuerpo? —Él tiró del botón de su top, esperó hasta que levantó los brazos para sacarlo por sobre su cabeza. —Te lo dije. Vas a tener que —apretó su abdomen contra el impacto de ella— esperar y ver. —Era su turno para inclinarse hacia delante, apretar los labios en su piel de miel besada por el sol, sus manos posesivas en sus caderas. —Tengo cicatrices. —Los responsables de la creación de esas cicatrices pagarían en las próximas décadas, ya que Dmitri no tenía piedad ni perdón por ellos. No por este delito. —No veo más que a ti. —Otro beso prolongado antes de que él se echara hacia atrás. —Y tú eres mi adicción personal. En el hueco de encaje negro, sus pechos eran exuberantes curvas que hacían que la boca se le hiciera agua, los colmillos con ganas de hundirse en la carne dulce. Él no lo haría, no hasta que lo invitara, pero eso no hacía ninguna diferencia con respecto a su polla. Estaba tan rígida como una roca, la sangre latiendo caliente y densa. Y eso fue antes de que se permitiera pensar en la vaina estrecha y húmeda de su núcleo. —Quiero estar dentro de ti. —Aspiró en el talud superior de su pecho, lamió la marca roja—. Tan profundo que te sientas marcada. —Las uñas de Honor se clavaron en la nuca, con la voz hecha un ronco susurro. —Haces que tenga ganas de hacer cosas que una buena chica nunca haría. —Sus palabras relajaron las reliquias finales del nudo trenzado en su interior.

—¿Te quejas? Al apretar su carne tensa, tomó sus labios en un beso con la boca abierta como respuesta.

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—Pensé que un cazador sería más práctico. —Pasó los pulgares por los pezones de guijarros y tentadores.

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—Nunca voy a parar. —Le dijo, alzando la cabeza, acariciando sus manos a lo largo de la inclinación de la cintura y por encima de su caja torácica tazando ambos senos al mismo tiempo. Los montículos generosos estaban cubiertos en broma por el fino encaje de su sujetador, un pequeño arco rojo en el centro.

NALINI SINGH Su cabeza cayó hacia atrás cuando lanzó su boca, la posición exponiendo la pendiente de su cuello. Su sangre zumbaba, con la mirada bloqueada en el pulso de su garganta. Los dientes apretados, se distrajo a si mismo centrándose en sus pechos. Funcionó. Eran deliciosos, un poco demasiado grandes para la vida activa de un cazador, y perfectos para las manos de Dmitri. Deslizando su mano justo por debajo de sus exquisitas curvas, él inclinó su cabeza para darse el gusto con ella cuando Honor jaló su cabello. —Besa mi garganta —susurró tan suave como el aire. Sus manos temblaron sobre sus costillas. —Esa podría no ser la mejor idea. —Se encontraba hambriento por ella, todo su cuerpo pulsaba de necesidad. —Eres lo suficientemente mayor para controlarlo. —Fue un sensual desafío—. Soy sensible aquí. —Levantando su mano, trazó con sus dedos la curva de la garganta. Su verga pulsó, y su mente se llenó de imágenes de todo lo que quería que le hicieran esos fuertes dedos. —Odio haber perdido ese placer por lo que hicieron —dijo—. Lo quiero de vuelta. En vez de obedecer su orden, llenó sus manos con sus senos una vez más, sus pezones eran puntos tensos contra sus palmas, glorificados en la aceleración de los latidos y las sacudidas de su respiración. —Eres sensible aquí también, ¿verdad, Honor? —Levantándola para su deleite, inclinó la cabeza para apretar uno de los pezones con sus dientes, sabiendo que la punta rasparía contra su piel, produciendo un exquisito dolor. Dejó salir un ardiente sonido de frustración muy femenino. —Ese azote tuyo… —Sus palabras salían entrecortadas—. ¿Lo has sentido alguna vez en tu propio cuerpo? Liberando el pezón con una lamida de su lengua, humedeciendo el encaje y aumentando la deliciosa fricción, subió la mirada. —No. —Siempre tenía el control. Eso era lo que era. Pero—, Quizás podrías negociar.

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—Sé que sacas algo de mí, pero no puedo averiguar qué. —Ahí fue cuando él se inclinó más para trazar su cuello con ardientes y mojados besos, subiendo muy cerca de su mandíbula. Se congeló en sus brazos, pero él mantuvo su boca donde se encontraba —incluso mientras acariciaba la línea de

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Sus ojos se entrecerraron.

NALINI SINGH su cuerpo desde el seno hasta la cadera, de la cadera al seno, una y otra vez con una mano, extendiendo la otra sobre la parte baja de su espalda. —Siente la humedad —murmuró, luego sopló sobre su húmeda piel. Cuando tembló, la lamió. —Escoge, Honor. Dime qué te gusta. —Tomó toda su experiencia lograr mantenerse a raya con esta mujer que lo destruía completamente. —Dime —dijo de nuevo, aplazando sus instintos de tomar, de poseer—. Tú tienes las riendas. Con sus dedos subiendo por el cuello hasta su cabello, dijo: —Besos largos y húmedos. Eso no era nada difícil de complacer —podría darse un cada parte de su cuerpo, y luego comenzar todo de nuevo en cuerpo se mantuvo tieso por una largo momento, pero los dedos enterraron un poco, acelerando su pulso hasta que el de él erótico ritmo.

banquete con segundos. Su en su nuca se acompañó su

Y luego, dijo: —Más fuerte, Dmitri. Le gustaba su nombre entre sus labios cuando se encontraba media desnuda encima de él, con su cuerpo tan apetitoso y desenvuelto. Le gustaría muchísimo más cuando estuviese impulsando su verga dentro de ella. Soplando la piel que acababa de besar, absorbió su temblor en respuesta antes de darle lo que había pedido —besos largos y húmedos que dejaron en su cuello marcas rojas y oscuras— al mismo tiempo en que usaba una de sus manos para apretar y moldear la pesada calidez de sus senos. Tenía toda la intención de marcar esos también. Cuando finalmente levantó la cabeza de su cuello, sus ojos se encontraban brillantes de placer, y su cuerpo completamente relajado. No fue un “arreglo”, pero la experiencia le daría un arma contra las pesadillas —él se encontraba más que dispuesto a chupar todo su dulce cuerpo cada vez que necesitase refrescarse. —Quiero —murmuró—, poner mi boca aquí. —Se frotó contra ella, presionando el ardiente espacio entre sus piernas—. ¿Será eso un problema? Sus ojos se abrieron, llenos de lujuria saludable y decadente.

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La ira rugió dentro de él, tan salvaje y brutal que tuvo que inclinar un poco la cabeza en caso de que lo viera. Pero entonces, Honor frotó sus caderas sobre él, deslizando sus dedos debajo de la tela suelta de su cuello para acariciar su espalda, y entró en el momento de nuevo, con una hermosa y sexy mujer que había sido maltratada y que ahora era suya para complacer.

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—No. Ellos… Nadie parecía interesado en eso. Pero no muerdas en el interior de mis muslos. Yo… eso dolió.

NALINI SINGH —¿Las bragas combinan? —preguntó, trazando el contorno de su sostén en forma de concha. —Sí. —Su pecho se levantó y cayó en un ritmo acelerado—. Son rojas con un lazo negro. —Bruja. Se rió, confirmando la suposición de que jugaba con él de nuevo. Nadie había hecho eso durante una era. —Quítate esa camisa, Dmitri. —Besó la sensible curva de su lóbulo—. O la romperé en pedazos. Silbando por la caricia, trabajó rápidamente con su camisa, lanzándola a un lado e introduciendo sus manos entre sus cuerpo para deshacerse de su cinturón al mismo tiempo. Su verga estaba dura como hierro dentro de sus pantalones, presionando su urgente demanda contra la tela. Desabotonó el primer botón para encontrar algo de alivio, pero resistió la urgencia de liberar su piel abultada. Si lo hiciera, esto terminaría demasiado rápido. Y quería saborear el momento. Había pasado mucho tiempo.

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El pensamiento se marchó antes de poder escucharlo en verdad. Trazó la tira del sostén de Honor hasta la copa y la haló hacia abajo para liberar la hinchada punta de su pezón. Repitió el proceso con el otro seno, doblando debajo el encaje. Luego se inclinó hacia atrás y absorbió la vista desplegada frente a él, como todo un erótico banquete.

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NALINI SINGH

30 Traducido por Rominita2503 y Majo_Smile♥ Corregido por Vane-1095

Su aliento, ya desigual, se volvió rápido y superficial, sus manos cayendo a los muslos. Entonces ella hizo algo inesperado. Empujando con sus brazos, se ahuecó los pechos para él, sirviéndolos para el festín. Él gimió, bajó la cabeza para succionar un pezón bien enrollado en la boca, mientras que luego hacía rodar el otro entre sus dedos. Disfrutando de su sabor, alternó entre un exuberante pecho, y el otro, hasta que ella tiró de su cabello. —¿Qué? —Oyó la arrogancia, y decidió que ella era lo suficientemente fuerte como para hacerle frente. —No puedo respirar. —Con la cara enrojecida, el pulso cardiaco irregular, el cabello caído y los pezones calientes y húmedos por sus caricias, ella era una fantasía sexual hecha realidad. —No estarás planeando apresurarme, ¿verdad, Honor? —Movió su dedo pulgar sobre un pezón antes de llegar a desenganchar el sujetador y quitarlo, dejando al descubierto toda la belleza de sus pechos. El dorado de miel de su piel era más cremoso aquí, más delicado, tanto que sabía que sus colmillos le dejarían dos moretones pequeños y perfectos en su carne, podía curar por completo una mordedura, pero como ya había demostrado, no era exactamente civilizado ni sofisticado cuando se trataba de Honor. Quería que llevara la íntima marca. Pero no hasta que estuviera lista. Sin embargo, había otras maneras de marcar a una mujer. —Inclínate hacia atrás con los codos sobre la mesa. — Otra orden. Una que ella obedeció.

—¿Honor?

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Sostuvo el intenso verde de su mirada hasta que el terror fue arrastrado por el alivio... y una ardiente sensualidad que le dijeron que era una mujer que lo igualaría en la cama movimiento a movimiento, beso a beso.

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La posición no sólo la dejaba a su merced, sino que empujaba sus pechos hacía él para su placer. —Quiero alimentarme de ti —dijo, y vio el terror inmediato en sus ojos—, pero no lo haré. No hasta que me des una invitación verbal inconfundible, por lo que quita ese miedo de tu mente.

NALINI SINGH —Sí. —Voy a hacerte cosas ahora que una buena chica definitivamente no debería dejar que un hombre hiciera con ella. —Las palabras hicieron que el cuerpo de Honor se volviera líquido.

Entonces, Dmitri puso esa boca pecadora, peligrosa en su pecho, chupando lo suficientemente fuerte como para dejar un moretón de amor, antes de sumergir la cabeza para succionar el pezón con fuertes tirones que hicieron apretar su vientre. Si sus caricias anteriores habían sido dolorosamente tiernas, esto era sexo puro, en bruto. Nada en su toque dijo que la consideraba rota, como mercancía dañada, y eso le dio una libertad que no hubiera creído posible. Empujando hacia arriba dentro del conocimiento despiadado de esa boca, fue recompensada con la lengua girando alrededor de su pezón, haciendo cosas que no sabía que eran posibles. Apretando sus muslos alrededor de su cuerpo, lo vio levantar la cabeza. Lamerse los labios. Y pasar a su pecho descuidado. Un beso de dientes. No hasta que me des una invitación verbal inconfundible… Repitiendo esa promesa en su mente, ella salió de la punta de miedo para ahogarse en el torrente del placer. —No te detengas —dijo cuando levantó la cabeza. Él se inclinó hacia delante para presionar un beso justo debajo del hueco de su garganta en respuesta, ojos de pecado y oscuridad, sosteniendo una mirada de satisfacción que no hizo ningún intento de ocultar. —¿Puedes alcanzar la miel?

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Abrió la tapa y, sin dejar de mantener el íntimo contacto visual, se inclinó para lamer su pezón —sólo una vez, sólo lo suficiente para tentarla, para tenerla sosteniendo el aliento— antes de volcar la botella y apretar el pegajoso líquido, no sobre su cuerpo como ella había esperado, pero si en su mano. Cerro la tapa después de que termino, y se lo devolvió.

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Torciéndose un poco, ella cogió el frasco de miel que había puesto con la fruta y se la entregó, a sabiendas de que le estaba dando un arma más con la que atormentarla.

NALINI SINGH Ella se las arregló para ponerlo en algún lugar de la mesa sin apartar los ojos de él. Mojando un dedo en el grueso líquido dorado, se lo llevó a sus labios trazándolos con la dulzura de la miel. Ella le chupó el dedo en su boca, arremolinando su lengua alrededor, como le había hecho a su polla en el coche. Esos ojos sexis le dijeron exactamente lo que él quería hacer con ella, pero el calor era una brasa que ardía lentamente, la fusión de Dmitri era al parecer muy larga. Suertuda ella. —Sigue haciendo eso —murmuró él con una voz que era el más opulento terciopelo sobre su piel—, y te tendré arrodillada entre mis piernas chupando algo mucho más duro. —Ella cogió el dedo entre los dientes, un castigo sensual por las palabras que bien podrían haber venido de algunos incivilizados bárbaros. —El suelo sería duro para las rodillas —dijo después de liberarlo, sintiéndose viva y gloriosamente femenina—. La próxima vez que te chupe, quiero estar de rodillas en un cómodo y agradable sofá. —Vivo para conceder tus deseos. —Un dedo brillando por su boca, lo sumergió de nuevo en la miel y le pintó los dos pezones con una precisión, un tacto casi delicado, antes de comenzar a crear un intrincado patrón curvo en las laderas de sus pechos—. No te muevas. Fue una verdadera tortura sentarse inmóvil mientras él la acariciaba con movimientos largos, lentos y pegajosos de su dedo, su cuerpo grande y duro despertó debajo de ella, su erección tan cerca que tenía la fantasía de arrancarle los pantalones y montarlo, su carne gruesa empujándola en rígida demanda. Los ojos de Dmitri brillaron cuando se encontraron con los suyos y ella se preguntaba lo que veía. Pero todo lo que dijo fue: —Se una buena chica, Honor, o tendré que castigarte.

—Mmm. —Él corrió su dedo hacia arriba—. No sería un castigo entonces, ¿verdad? —La amenaza sensual de una peligrosa criatura que sabía cómo jugar con todas las facetas del cuerpo de una mujer.

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Se estremeció cuando la fantasía tomó forma en su mente. —Tal vez yo — tragó mientras él pintaba una línea hasta el ombligo, dibujando un diseño curvo a media pulgada por encima de la cintura de sus pantalones vaqueros—, podría disfrutar de tu versión de castigo.

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Una gran ruda mano azotándola con calor erótico entre sus muslos, sus dedos volviéndose resbalosos, con necesidad mientras ella tiraba de los lazos que la ataban a la cama… y no le permitían espacio para defenderse.

NALINI SINGH —Ahora, ven aquí. —Curvando su mano alrededor de su cuerpo, apretó su palma contra la espalda. Abrió la boca mientras la miel tocaba su piel. —Estoy toda pegajosa. —Ven, a hacerme pegajoso. No teniendo ninguna objeción en pegarse a sí misma contra su cuerpo, aplastó sus pechos contra el de él. —Vamos a hacer un lío terrible. —No podía dejar de reclamar su boca, esa boca hermosa, sexi, que se estaba convirtiendo en su pecado más indulgente. La dejó tomarlo, la dejó chupar su lengua y montar su cuerpo contra su polla, pero el material de los vaqueros era grueso y no podía sentirlo como quería. Cuando las manos de él se apretaron en sus muslos, se trataba de una demanda silenciosa. Rompiendo el beso, separó sus cuerpos recubiertos de miel con un ronco gemido y se puso de pie para quitarse el cinturón, tirándolo a un lado. Entonces, mientras Dmitri miraba, ella desabrochó el botón de la cintura de sus vaqueros y empujó hacia abajo la cremallera para revelar la parte delantera de unas bragas rojas. Instándola a avanzar con las manos en las caderas, Dmitri alcanzó a trazar el pequeño lazo negro, el íntimo contacto le hizo rogarle que moviera la mano más abajo, frotara más fuerte. Salvo —¿Qué si yo... —Él le besó el ombligo, justo encima de las bragas, un beso cálido y húmedo. Los dedos de su pie se curvaron, y la única razón por la que se mantuvo en posición vertical fue a causa de que él la sostenía. —Entonces —dijo, respondiendo a la pregunta que no la había dejado completar—, volveríamos a intentarlo. Trataríamos toda la noche porque tengo toda la intención de tomar lo que es mío. Ella pasó sus dedos a través de la gruesa seda negra de su pelo. —¿Muy posesivo? La sonrisa que le dio fue letal en su impacto. Había sabido desde el principio que era peligrosamente vulnerable a él, pero fue en ese momento que se dio cuenta que no podía negarle nada. Era una terrible debilidad, pero una que se fundió tan profundamente en su psique, que sabía que no lucharía contra ella, que no la ignoraría.

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Dando un paso atrás, se sacó los vaqueros y los tiró a un lado. Pero cuando ella se sentó a horcajadas otra vez, él negó con la cabeza, la empujó hacia la mesa. Un rubor subía por su cuerpo mientras se encaramaba en el pino sin problemas, con las rodillas modestamente cerradas. Desplazándose más cerca de su silla, metió las manos por sus muslos para acariciarle la parte posterior de las rodillas, las pantorrillas, eso era un placer atormentador.

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Mi Dmitri.

NALINI SINGH Permitió que esas manos sabias la acariciaran, apartó las rodillas y separó sus muslos porque él dirigía sus pies sobre la silla a cada lado de su cuerpo. Se sentía expuesta, desnuda, a pesar de que todavía llevaba sus bragas. —Dmitri. —Acariciando la miel de su cuerpo, trazó sus labios con la punta de los dedos. Su mandíbula estaba dura debajo su mano mientras tomaba su rostro y lo besaba, lento, dulce, y un poquito malvada, mordiendo el labio inferior levemente lleno. Él movió las manos sobre sus muslos, los apretó. Y luego le mordisqueó la espalda. Una oleada de placer zigzagueó a través de ella. Con los ojos muy abiertos, lo miró fijamente, esta magnífica criatura, más peligrosa que cualquier vampiro que jamás hubiera conocido antes. Había pensado que cualquier indicio de una mordedura le dejaría los pelos de punta. Tragando saliva, miró hacia abajo a sus manos. —Mis muslos —susurró—. Hazlo. Sin decir una palabra, se limpió la miel de su pecho y corrió una línea en la sensible carne por el interior de su muslo. Eso la hizo temblar, pero el temblor no era causado por el miedo. Todavía no. Sin embargo, el instante en que inclinó la cabeza a su piel, se quedó inmóvil. Sin detenerse, él cerró los dientes en ella. La mordida era más una broma que nada, sin siquiera un atisbo de colmillo. Temblando, dijo: —¡Hazlo de nuevo! Le dio otro beso de broma. Y otro. Hasta que su cuerpo no pudo contener por más tiempo la tensión, se estremeció, fundiéndose con su toque, su seducción. Largo, lamiendo lento, pequeños bocados, juguetones, chupando duro, le dio todos ellos. Pero no hundió sus colmillos en su piel, no tomó su sangre. —Cuando me alimente de ti —murmuró—, no va a ser una cosa apresurada. Tengo la intención de disfrutar cada caliente segundo de la misma. —La tiró hacia adelante, acercándose a jugar con las delgadas cintas negras a los lados de sus bragas, los labios un poco hinchados de sus besos, los huesos bien definidos en contra de aquella hermosa y cálida piel—. Recuéstate.

Su cerebro no podía procesar su declaración, sus nervios en cortocircuito por un único toque. Una vez más, esperó por el miedo. Una vez más, no llegó. Fue entonces cuando se hizo la conexión. Esto, junto con Dmitri, se trataba de placer.

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Alzando las piernas hasta que sus rodillas estaban por encima de sus hombros, pasó un dedo por el centro de sus bragas. —Mmm, sí.

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Temblando en la oscuridad de su seducción, respiró hondo y se inclinó para acostarse sobre la mesa, riéndose cuando la espalda se reunió con la calidez de la madera. —Pegajoso.

NALINI SINGH —Perdóname. Nunca más volverían a dar rienda suelta a la hoja afilada de la crueldad en ella. Sabía que en las profundidades de su alma, la había escuchado en la cadencia de su voz, sentía ese momento cuando se arrodilló ante ella, aquel hombre de poder y de orgullo, el momento en que había estado la línea dividiendo entre el pasado y el futuro. Así que esto se trataba de placer. El asalto había sido acerca del dolor. —¿Estás lista, Honor? Sí. Pero no tuvo la oportunidad de responder, porque fue entonces cuando él puso su boca en ella a través de la mojada tela de sus bragas. — Dmitri.

La mitad de Dmitri quería arrancar el último endeble de la ropa de Honor y entrar en simple impulso hasta el fondo, alegando que esa era la más elemental de las formas. La otra mitad de él quería usar cada rincón de la habilidad sensual que había acumulado a lo largo de los siglos para convertirla en su esclava. Sus bragas pegadas a las curvas turgentes y enrojecidas de su íntima piel cuando se echó hacia atrás, metió las manos en esas tontas cintas que hacían probar la locura, y tiró. Ella levantó su cuerpo y un instante después él se estaba peleando con ese pedazo de nada por sus muslos. Se puso de pie para quedar completamente estirado, y cuando levantó la vista hacia ella, supo que había llegado al límite de su paciencia. Inclinándose, le lamió la miel sobre sus pechos.

Su espalda se arqueó, sus uñas arañaron la madera. —Dmitri. —El aliento se le escapó en un grito ahogado que le hizo meter el dedo en contra de la resbaladiza entrada de su cuerpo y empujar dentro una pequeña fracción

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Riendo, —y ¿Cuándo había sido la última vez que había hecho eso con una amante?— besó un camino a través de todo su cuerpo, los rizos húmedos entre sus muslos. Y descubrió que tenía un poco más de paciencia después de todo. Suficiente como para volver a tomar asiento, y besarla, caliente y lento, cada parte de ella, con un cuidado exquisito, reduciendo así su lengua contra la dura protuberancia en el vértice de sus muslos.

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—Así que ahora yo soy tu cena —dijo ella con una sonrisa que le llegó directo en el corazón—. Sabía que tenías una segunda intención.

NALINI SINGH mientras la cubría con su boca una vez más. Fue suficiente. Se deshizo para él, una explosión de dulce sabor femenino contra sus sentidos. Poniéndose de pie, aun cuando los temblores finales brillaban sobre su cuerpo, se quitó la ropa restante y tomó asiento de nuevo antes de tirarla al borde de la mesa. —Sobre mí, Honor. —No puedo moverme. —Fue una denuncia sin aliento. La besó en la cadera, sintiéndola estremecer. Tiró un poco más. Ella fluyó a sus brazos, toda líquida, compleja y sin huesos, sus piernas se extendieron a ambos lados de su cuerpo. Perezoso, le dio un beso antes de que llegara abajo para apretar su erecta excitación con sus deliciosos dedos. Murmurando un aliento, tiró de sus manos. —Más tarde. —La empujó hacia delante, la levantó utilizando su considerable fuerza… y la deslizó oh— tan—lento sobre su polla. Hirviendo de calor y presión exquisita. Su mente se blanqueó por un instante. —Oh. —Un largo gemido, jadeante—. Se siente… —Las manos empujando en su pelo, ahuecando la parte posterior de su cabeza, acomodándose más firmemente sobre él, moviendo sus caderas y utilizando sus pequeños músculos internos para exprimir su polla. Dmitri juró hasta por los codos silenciosamente, con las manos apretando sobre sus caderas. Cuando continuó haciendo los pequeños movimientos sensuales a punto de romper su control a pedazos, bajó la cabeza y aspiró un pezón dentro de su tensa boca. Ella gritó y perdió el ritmo, dejándolo recuperar un pedazo de su cordura. Lamiéndola una vez más, insinuó su mano entre sus cuerpos para rodear suavemente su clítoris cuando comenzó a moverse dentro de ella entrando menos profundo. —Tú me vas a matar. —Con eso, Honor encontró su boca. Perdido en la pasión salvaje de su beso, se puso de pie, llevándosela con él, y se posaron en el borde de la mesa, sus cuerpos todavía unidos. Sus piernas estaban envueltas en torno a él, su boca se fusionó a la suya, una mano sobre la mandíbula y la otra en el pelo. Se sentía rodeado, adorado por ella. Una idea sorprendente… pero agradable.

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Sus ojos estaban relucientes como los bosques de medianoche, gritó una sola palabra. Su nombre. Cayó con ella, tanto placer meciéndose a través de él que se sentía como si se hubiera roto en mil pedazos iridiscentes.

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Besaba a su camino a través de su mejilla y la mandíbula hacia abajo cuando ella rompió el beso, él movió su mano a la cadera, inclinándola exactamente como le gustaba. Entonces comenzó a moverse. Sus miradas se encontraron. Permanecieron encerrados.

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31 Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por Escritora Solitaria

Luego de una muy sexi ducha—Señor, pero Dmitri era inventivo. —Honor se acurrucó junto a él, divertida ante la idea de abrazar a un vampiro tan letal que asustaba a otros de su especie. —Eres un hombre muy inteligente. Él pasó los dedos de una mano por el lado de su cara. —Lo sé. —Honor se echó a reír, porque ¿qué otra cosa podía hacer una mujer cuando el hombre en la cama con ella la había llevado a tantos orgasmos, que seguía viendo estrellas? —Esa posición, dejarme estar en la cima, mientras entregas todo el poder. Estoy jugando fuera de mi liga sexual, ¿no? —No te preocupes. —Enredó los dedos en su pelo—. Soy un excelente entrenador. —Sí, apuesto a que lo era. Besando hacia arriba de su cuerpo, ella acurrucó la cara en su cuello e inhaló el cálido olor de él. Se sentía como estar en casa. El despertar fue tan rudo como lo había sido el agradable sueño. —Amos ha sido visto —le dijo Dmitri después de salir para responder su celular poco antes de un brumoso amanecer gris. El vampiro no estaba sobre las tierras de Jiana en el estado de Stamford cuando llegaron, pero había dejado detrás muchas piezas de sus órganos puestas en un brillante montón en el césped, cubierta de gotas de la fina, fina lluvia que descansaba en su cabello, mojando sus ropas.

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—Cualquier cosa que yo podría haber soñado hacer con él —murmuró Honor a Dmitri mientras estaba de pie en el pequeño lugar con vistas a la casa de Jiana, el viento cargado de la temprana humedad levantaba el pelo de sus caras—, esto es peor.

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Fuertes picos de acero con incrustaciones de sangre traicionaban donde lo habían clavado en la tierra, zinnias violetas y crisantemos dorados aplastados, y salpicados de sangre coagulada en negro en las bolsas donde la lluvia no pudo llegar.

NALINI SINGH —Tuvo que haber sido puesto en peligro, de otro modo no hubiera escapado de esas clavijas de acero antes de que fuera destruido y sus intestinos removidos —dijo Dmitri, los ojos en las cuerdas de carne y hueso que parecían obscenas rodeadas de flores que luchaban por alcanzar la luz solar que no estaba allí. —O tal vez —dijo Honor, mirando a la mujer empapada de sangre, que estaba sentada, balanceándose, no lejos del lugar de la matanza donde regueros de color rojo goteaban de sus brazos y piernas a la tierra—. No quería escapar… no hasta que se dio cuenta de que ella no tenía la intención de parar. —Y todavía no había podido acabar con la vida de su atacante, esta mujer a la que amaba y odiaba. La mirada de Dmitri siguió la suya, pero había una consideración fría en ella que no parecía ajustarse a las circunstancias. Jiana había, después de todo, intentado matar a su hijo en la forma más brutal. La única razón por la que Amos no estaba muerto, aparentemente se debía a que había logrado arrancarle una de las clavijas y golpeado tan fuerte a Jiana que había terminado inconsciente con un pómulo roto, un corte profundo que estropeó la bronceada piel. Se había ido bastante tiempo antes de que alertara a los guardias. —El pago por sus crímenes —había susurrado la vampira cuando Honor y Dmitri llegaron a la escena. Honor no hubiera creído el cambio violento en el corazón de la mujer si no fuera por el hecho de que muy aparte de los daños causados por Amos durante su escape, la cara de Jiana estaba horriblemente magullada, la seda y el elegante encaje del camisón casi arrancado de ella, sus costillas rotas. —Él me miró —Jiana había añadido, con sus ojos apagados—. En una forma en la que ningún hombre debe mirar a su madre. Eso pensó Honor. Era lo que le había empujado al borde. Parecía que había algunas cosas que incluso la más devota de las madres no podía aceptar. Sin embargo, estaba claro que Dmitri tenía una visión diferente de las cosas. Esperó hasta que cambió su atención hacia ella y dijo —¿Qué ves?

—Esto no fue un acto realizado en irreflexiva rabia. Fue tranquilo y calculado. —Sus ojos se detuvieron en Jiana—. Considerando el hecho de que a

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—Algún tipo de sedante o tranquilizante en su sangre. —Había más que suficiente de esta última salpicada alrededor, aunque atenuada por la lluvia, como para tomar una determinación. Inclinó la cabeza.

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—No es lo que veo. Es lo que huelo. —En lugar de pedirle que elaborara esa idea, consideró todos los hechos, aventuró una conjetura.

NALINI SINGH pesar de su “coordinación” antes, ella no hizo ninguna mención de la alcantarilla que permite el acceso encubierto a esta propiedad. —El instinto de una madre para proteger supera su mente racional — dijo, jugando al abogado del diablo—. En cuanto a las drogas, podría ser que esté mintiendo y él no sólo dijera o hiciera algo que ella no podía aceptar, pero que en realidad tuviera éxito en asaltarla. —Traumatizada, puso algo en su bebida, esperó a que él se desorientara, y estuviese débil, y entonces hizo esto. —Amos podría haber tropezado con facilidad en esta parte del estado, incluso drogado y menos lúcido. Estaban a menos de cien metros de la casa, y con guardias en la puerta de entrada después de haber sido golpeado hasta quedar inconsciente, mientras que los otros estaban situados alrededor del perímetro, nadie podría refutar esa versión de los hechos—. Plausible. Los ojos de Dmitri se demoraron sobre el montón de órganos que todavía eran de un color saludablemente rosa, evidencia del vampirismo que significaba que Amos se recuperaría mientras que tuviese un suministro constante de sangre fresca y un lugar para esconderse. —Salvo —continuó Dmitri, interrumpiendo sus pensamientos acerca de cómo un hombre regresaba de ser destruido por su propia madre—, por lo que pasó aquí, no se trataba simplemente de la ejecución, ¿verdad? Miró la escena una vez más, conscientemente dejando a un lado su impresión por cómo estaba, Jiana una madre amorosa, al borde del abismo, y se centró únicamente en los hechos. Uno de ellos era que esto había tomado tiempo. Una gran cantidad de tiempo. Debido a que los órganos… habían sido removidos con una precisión clara, puestos en una pila ordenada. Su corazón se enfrío con la realización, estaba a punto de volverse hacia Dmitri cuando vislumbró la pieza desgarrada y ensangrentada de tela lanzada a un par de metros de distancia.

Honor se obligó a seguir, a pesar de que la atormentaba pensar en una madre tomando placer con el asesinato de su hijo, sin importar el mal hecho

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—Todo parecía indicarlo. —Girándose, Dmitri se acercó a Jiana, una pulcra sombra en los jeans negros, botas y camiseta negra que había sacado durante una breve parada en la Torre.

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—Él estaba amordazado. —Y por la calidad casi-negra de la sangre atrapada en las grietas por las que la lluvia no había penetrado, había mordido a través de su lengua, probablemente haciendo trizas sus labios. El terreno donde había sido depositado estaba empapado en gran parte de la misma sangre que parecía más húmeda que el área circundante, rocío de color rosa pálido brillante en algunos de los crisantemos que colgaban de tallos rotos. La conclusión no era fácil, pero tenía que decirlo—. A ella le gustaba esto.

NALINI SINGH por ese niño. Era algo que simplemente tenía problemas para comprender, el instinto maternal en su interior era una fuerza asombrosa… aunque ella no tenía hijos propios. Sacudió la cabeza para despejarse, llegó a un punto muerto al lado de Dmitri mientras él miraba hacia abajo a la forma aparentemente atormentada de Jiana. —Eras demasiado inteligente, Jiana —dijo en un ronroneo que envolvió hielo alrededor del cuello de Honor. Jiana continuó balanceándose hacia adelante y hacia atrás, su camisa hecha jirones pegada a su delgado cuerpo, los moretones en su cara volviéndose en un enfermizo color verde amarillo en los bordes mientras ella sanaba. Agarró una hoja de sierra en una mano y toda la cosa con incrustaciones de sangre seca que se resistió a la lluvia. En un rápido movimiento como un latigazo que Honor no vio venir, Dmitri deslizó hacía afuera un cuchillo de caza afilado de su bota y lo lanzo como si fuera a cortar la cabeza de Jiana. La mujer vampiro estaba fluyendo hacia arriba y golpeando en una posición defensiva en un abrir y cerrar de ojos, su propio cuchillo arrojado hacia Dmitri. Él golpeo el suelo a una velocidad inhumana, y agarrando las muñecas de Jiana, la mantuvo en su lugar mientras le puso el borde de su espada mortal en la garganta. —Ahora —dijo—, habla. —La mirada de Jiana se deslizó a Honor. —Ayúdame. —Tal tormento en sus ojos, tal profundidad oscura en la tristeza… y detrás de él, una seña merodeando que Honor hubiera perdido si Dmitri no hubiese empujado la hoja una fracción más profunda, la sorprendente mascara de dolor de Jiana cayó por una sola fracción de segundo. —Tú lo creaste —dijo Honor, asqueada—. Cualquiera que sea su locura, te aprovechaste de él haciéndolo aún más retorcido. —La cara de Jiana se transformó, convirtiendo la frágil belleza en algo despectivo y burlón.

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Ella había tenido la previsión de jugar desde el principio, su “penitencia” por los adictos a la sangre una cortina de humo creada solo en caso de que alguien la viniera a buscar. Incluso si eso no hubiese sucedido hasta meses o años en el futuro, Jiana siempre sería capaz de señalar de nuevo a su angustia evidente al momento de dar crédito a sus protestas de ser culpable de nada, excepto de amar demasiado a su hijo, un niño que claramente había estado siempre dispuesta a sacrificar, y sin embargo, Honor estaba segura del amor que Jiana le había profesado a Amos no era del todo una mentira.

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—Él es mi hijo. —Sin remordimientos—. Es mío para hacer lo que yo quiera. —En ese instante, Honor entendió la profundidad de ambos, la malevolencia e inteligencia de Jiana.

NALINI SINGH Algo había inclinado la balanza, tal vez el hecho de que Amos no sólo había soltado la correa y empezado a actuar por su cuenta, más que como la criatura de Jiana, pero había comenzado a atraer el tipo equivocado de atención. —Se había convertido en pasivo —murmuró—. Podría haberte traicionado si era tomado. —Rodeado por la carnicería que Jiana había hecho, disfrutado haciéndolo, Honor estaba convencida de que las manos de la vampira estaban teñidas con mucha más maldad de la que Amos tendría. —Aprendió todo lo que sabía de ti. Un destello de ira vicioso en esos oscuros ojos de ónix que comprobaron cómo de cierta era la conjetura de Honor, incluso antes de que Jiana dijera: — Yo le he perdonado tomarte, era una diversión fascinante, después de todo. — Palabras diseñadas para apuñalar y cortar—. Pero el muchacho estúpido tenía previsto tomar dos cazadores más después de que le advirtiera que se quedara tranquilo y fuera de vista. Entonces Jiana había puesto la tortura, a continuación, lo había matado. Si ella hubiera tenido éxito, la muerte de Amos hubiera sido mucho más dolorosa de lo que Honor pudiera haber ideado nunca… pues él hubiera muerto contemplando el rostro despiadado de la única mujer que pretendía amarlo sin corrupción o condición. Una mujer cuya boca ahora se curvó en una sonrisa desagradable. —Lo hice gozar siendo bondadoso contigo en el hoyo. Yo tenía planes de regresar, para ganar su confianza. Su angustia habría sido aún más dulce cuando me volví a ti. —Basta ya —dijo Dmitri, cortando a Jiana cuando hubiera continuado—. ¿Dónde está Amos? —Si lo supiera, ¿crees que habría alertado a los guardias? — Entregándole ninguna advertencia, Jiana se abalanzó con la cuchilla contra su garganta, pero Dmitri fue más rápido, sacando el arma fuera de su camino. —No habrá muerte fácil para ti —dijo, sujetando a la vampira por el cuello y levantándola sobre sus pies—. Va a venir antes de Rafael. Jiana comenzó a patear y gritar. —¡Hemos caído bajo su alcance, Dmitri! ¡Debes aplicar el castigo!

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La cabeza de Jiana colgaba, su cuerpo se relajó y Honor se dio cuenta de que le había roto el cuello como había hecho a Jewel Wan. —Será más fácil transportarla de esta manera —dijo cuando la vio mirando.

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—Primero tenemos que saber todo lo que has hecho. —Con esas palabras, soltó su mano.

NALINI SINGH La violencia de este mundo, ella se tambaleó, pero no era inocente. Había sabido desde el instante en que decidió dar un paso en este camino que no sería un paseo suave. Eso no significaba que tenía que aceptar todo tal como estaba. —Ella se hubiera ido de todos modos. —Dmitri pasó el cuerpo inerte de Jiana a otro vampiro, con órdenes para que ella fuera llevada a la Torre bajo vigilancia constante—. Estaba harto de su voz. —Dmitri. Una mirada oscura, fina joyas de gotas de agua recogida sobre las pestañas negras como la noche. —¿Tratando de domarme? —Esa línea que tú caminas —dijo ella, sabiendo que él la estaba empujando a propósito—, está muy delgada. Estoy tratando de evitar que la cruces. Todo lo que hagas, cada decisión que tomes, tiene un efecto acumulativo. Se acercó a la orilla del acantilado, una silueta de color negro sobre el gris frío de la mañana, con los ojos en la casa elegante. —Cerca de mil años, Honor. —Eres casi inmortal. —Se movió para reunirse con él, tocó sus dedos—. Tienes otros mil para alejarte de esa línea. La expresión de Dmitri era ilegible cuando la miró, sus pensamientos ocultos. —¿Puedes realizar un seguimiento de Amos? Consciente de que no podía esperar para convencerlo de tomar otro camino mientras su relación apenas comenzaba, guardó silencio por el momento. —La sangre aquí sobrevivió, pero supongo que la lluvia ha hecho un desastre de cualquier rastro más pequeño. Sin embargo, Amos estaba sangrando mucho por lo que hay una oportunidad si él no consiguió llegar a un vehículo. —Ha de ser seguro, pero lleva alguien contigo. —Levantó la mano y sintió una ráfaga de aire por encima de su cabeza mientras alas de color negro hollín rayaron a través a la tierra más debajo del precipicio. —Jason va a hacerte compañía. Tengo algo que atender.

Tomando una respiración profunda, miró por encima de las flores. —Creo que tenemos un seguimiento de todo ellos. —No había olores desconocidos u organismos en su memoria, no había voces que no encajaran.

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—Voy a romper la personalmente la propiedad del Enclave de Jiana, y voy a poner personal de la Torre para asegurar que Amos no tiene ocultos los tornillos de los agujeros. Si hay algún archivo de nombres quienes aceptaron la invitación, voy a encontrarlos.

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Captó el borde en su tono. —Dmitri.

NALINI SINGH —Gracias. —Un roce por el pelo, y luego él se fue, dejándola a su tarea. Utilizó hasta la última gota de su habilidad, incluso le pidió a Elena a pasar por allá y confirmar, pero su instinto resultó ser correcto, Amos había sangrado a través de la alcantarilla, pero su camino terminó allí. —Coche. —Coincidió Elena cuando Honor le mostró las huellas, sus palabras nítidas, independientemente de los círculos oscuros bajo los ojos—. No hay indicios de ninguna fragancia más. ¿Quieres que le diga a la Torre para poner una alerta en los vehículos de su propiedad? —Él es demasiado inteligente para haber utilizado cualquier cosa que se puede rastrear hacia él. —La astucia de Amos era una cosa cruel.

Una única gota de agua cayó de la pluma de oro blanco mientras la otra cazadora extendió sus alas una fracción. —Nunca se sabe, con los inmortales, a veces ocurre que la arrogancia les impide ver la realidad. —Sí. —Honor vio los círculos oscuros de nuevo, las líneas de tensión—. ¿Noche difícil? —La otra mujer soplo un aliento, mechones de pelo escaparon de su trenza para susurrar en su cara—. Estuve hasta las cinco de la mañana hablando con una de mis hermanas. Está pasando por algunas cosas. —Una sacudida de la cabeza—. El amor puede dar una patada en el estómago a veces. Honor pensó en Dmitri, de lo vulnerable que era a él, y no podía estar en desacuerdo. —Pero cuando se tiene razón… —Sí. —Elena encontró su mirada, la plata brillando a pesar de la falta de luz—. Estoy en condiciones de arrojar piedras sobre involucrarse con hombre peligrosos, así que voy a decir, vivir en el mundo de los inmortales puede ser brutal. Si alguna vez necesitas algo, incluido el apoyo para atar a Dmitri para que puedas atormentarlo con un tenedor, llámame.

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—Tengo la intención de llevar el resentimiento hacia la eternidad. —Esos ojos claros y llamativos volvieron a la cuneta, hacia el rastro de sangre, todo el humor desapareciendo—. Yo no soy una madre, pero lo que dices que hizo Jiana…

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Los labios de Honor temblaron, un respiro inesperado. —Todavía no lo has perdonado por eso.

—Sí.

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NALINI SINGH Elena se marchó poco después, sus alas brillando un poco contra el acero del cielo, pero Honor no regresó a la ciudad. En su lugar, se dirigió para unirse a Jason donde él se encontraba a la sombra de un árbol de magnolia viejo, sus hojas de un verde cerosa grueso. —Me gustaría echar una mirada por la casa. —Era un escozor en la parte posterior de su cuello, la sensación de que había perdido algo… o tal vez ver algo que no había entendido en ese momento. La casa era tan elegante como la última vez que había pisado en su interior, a excepción de la evidencia de una violenta lucha. Los agujeros en las paredes, grabados, sangrientas palmeras, muebles rotos, y las pinturas asimétricas torcidas que no habían sido arrancadas y tiradas al suelo. —Si Amos fue sedado —dijo. —¿Cómo pudo hacer todo esto, lograr vencer a Jiana? Jason, con su presencia tan silenciosa que se sorprendió prácticamente al oír el susurro de sus alas, habló por primera vez. —Un sedante de acción lenta o leve que lo ha dejado con un cierto conocimiento de lo que estaba sucediendo, suficiente para tratar de luchar contra ella. —Jiana hubiera sabido —murmuró—, la forma de calcular cualquier dosis con el tamaño de su hijo y la fuerza. Entonces todo lo que había tenido que hacer era burlarse de él hecha una furia. —Podía ver el tejido, el patrón con asombrosa claridad. Se había estrellado contra la pared allí, inclinando el espejo ornamental, volcando la mesa de madera con sus patas delicadas, y luego comenzó su camino libre e hizo algo por la sangre pulveriza sobre la pared. —Un golpe a la boca de Jiana —dijo ella, asintiendo con la cabeza hacia la mancha.

Sorprendida por la respuesta, y por el hecho de que él había recogido esa información a pesar de que parecía que acababa de regresar a la ciudad, miró con más cuidado a ese rostro marcado por las líneas arremolinadas de un

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—Confianza. —Él le dirigió una mirada indescifrable por encima del hombro, con los ojos tan oscuros como sus alas—. El tipo de confianza que te permite tomar a Dmitri en tu cama aun sabiendo lo que es capaz de hacer con las mujeres que tienen carácter agresivo.

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—Lo sabremos a ciencia cierta lo suficientemente pronto —dijo, con las alas susurrando en la oscuridad al entrar en una habitación de la sala principal—. Rafael tendrá la memoria de su mente. —Honor se estremeció ante la idea de una violación—. ¿Cómo lo soportas? —preguntó, consciente de que era una cuestión íntima, pero obligada a preguntar—. ¿Sabiendo que él podría hacerte lo mismo?

NALINI SINGH tatuaje que debería haber hecho que se destacara, sin importar su entorno. Y, sin embargo… las sombras pensó, aferraban a Jason. —Lo que sea que tú tienes con Dmitri, Honor —dijo con esa voz tan profunda y tranquila como el corazón de la noche—. No es como Carmen o los otros. —Sus exuberantes pestañas negras bajaron cerca de los ojos negros, luego se levantaron de nuevo. Fascinada por este ángel que sabía por instinto que rara vez hablaba con los que no conocía, tocó la mano de una figura destrozada y esperó, sabiendo que tenía más que decir.

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—Él no te aleja como una molestia o te deja ir. —Extendiendo sus alas para bloquear el resto de la habitación desde su punto de vista, le sostuvo la mirada—. Es demasiado tarde. ¿Entiendes eso?

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NALINI SINGH

32 Traducido por Munieca y Andreani Corregido por Vero

Con su mirada, Honor trazó las líneas del increíble tatuaje que cubría el lado izquierdo de su cara, la tinta de ébano sobre la piel de color marrón tostado. Se quitó el cabello de la cara en una cola ordenada, que era a la vez sexi y remota. —¿Estás tratando de advertirme o protegerlo? —No tiene que ser lo uno o lo otro. —No necesito ser advertida sobre Dmitri, Jason —dijo, preguntándose si este ángel de la oscuridad bajaba la guardia con alguien—. Lo veo tal cual es. En cuanto a lo otro… no es necesario. —La verdad es que Dmitri poseía su corazón. Los ojos de Jason parecían, al igual que sus alas, reflejar nada a pesar de que la miraba directamente. —Muchos se han acurrucado y muerto después de lo que has experimentado. Una observación íntima, pero entonces, él había respondido a su pregunta. —Casi lo hice —dijo ella, preguntándose por qué su respuesta le importaría a un ángel, pero sabía en su interior que lo hacía para Jason—. Pero resulta que, a pesar de que es un maldito buen motivador no quería que los hijos de perra ganaran. La mirada de Jason no se movió de ella, y tenía la poderosa sensación de que quería seguir con el tema, pero sus siguientes palabras fueron pragmáticas. —Las cosas son como se esperaban en esta casa. —Sí… no, espera. —Se volvió y regresó a una pintura que había enderezado en el camino. Era el desnudo de Jiana en la cama, con los ojos soñolientos mirando al artista como una mujer mira a un amante—. Esto fue lo que vi —susurró, siguiendo la A en la parte inferior derecha de la esquina, náuseas agitándose dentro de ella por las implicaciones—. Amos pintó este.

El ángel de alas negras era una presencia silenciosa a su lado mientras ella exploraba los pasillos cubiertos por una suntuosa, espesa y exuberante alfombra de color crema donde no estaba aplastada por muebles rotos y

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Asintiendo con la cabeza, miró hacia arriba. —Tienes razón. No es concluyente. Vamos a seguir buscando.

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—Tal vez.

NALINI SINGH volcados o manchada con sangre. Cuanto más se metía en la casa, menos agresiva era la carnicería, hasta que por fin se encontraban en el final de la segunda planta, donde nada había sido alterado. Fue allí donde descubrieron la evidencia que Honor había sido más feliz si nunca la hubieran encontrado. Las sábanas finas en la cama grande estaban caídas, una botella de aceite de masaje sensual en la mesilla de noche. En el suelo yacía no sólo un vestido bronce de satén y encaje que Honor reconoció de inmediato, sino la chaqueta de un hombre y relucientes zapatos de cuero. — Amos no llevaba zapatos. —Sus huellas de sangre habían dejado claro eso. Una de las alas de Jason le rozó la espalda cuando las extendió detrás de ella, un cálido, sorprendente peso. —Algunas cosas simplemente no deberían ser. —Sí. —Pensó en Amos, quien nunca había tenido una oportunidad. Por otra parte, muchos en el mundo habían superado los terribles crímenes cometidos contra ellos sin necesidad de torturar a otros. Sin embargo, ella no podía dejar de imaginar al hombre que era su pesadilla, como un niño asustado, indefenso—. ¿Tienes alguna idea de cuándo pudo haber comenzado esto? —Amos y Jiana estaban siempre cerca, a tal grado que fue notado. —Una pausa—. Hicimos una investigación, tranquila, no encontraron nada mal. —Fueron muy listos. —Honor pensaba en las lágrimas de Jiana, cuán convincente había sido en su desesperación—. Ella fue inteligente. —De espaldas a la silenciosa acusación de las sábanas desplomadas, dijo—, si esto hubiera salido a la luz, ¿lo habrían llevado a un severo castigo? —Si es así, bien podría llegar a ser el motivo más fuerte para el intento de asesinato del hijo de Jiana. —Sí, uno sin fin. Incluso entre los inmortales más disolutos —agregó Jason, un calor oscuro en su tono el cual notó que era rabia—, hay cosas que son profundamente tabú. Someter a un niño a tal depravación, está más allá de nuestra comprensión. —Tan dulce y suave. —Un tono escalofriante en su dulzura—. He oído que tal sangre, es una delicia.

Honor se echó hacia atrás hasta el presente con un grito de horror encerrado en su garganta. El ala de Jason empujando el pasado, la sensación de plumas de seda líquida, corrió por los pasillos hasta que salió a trompicones hacia el sol inesperado, la lluvia había pasado con rapidez. La dorada luz de la

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Risas. Seguido por un sonido denso, húmedo y luego los gritos de su bebé rasgando el aire.

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Aliento caliente en su cara. —¡No! ¡Por favor! —gritó ella, su cuerpo estancado, impotente.

NALINI SINGH mañana se derramó sobre ella, un contrapunto luminoso al terrible dolor en su interior. Ese feo pensamiento dentro de la casa, esos trozos de palabras y el sonido, no se había sentido como un sueño, sino un recuerdo. Su recuerdo, aunque nunca había estado en una situación tan horrible. Su corazón le dolía de tanto sufrimiento que no podía soportarlo, los gritos asustados del bebé, los de la muchacha, estaban desgarrándole el alma en pedazos. —Honor. Tomó un esfuerzo consciente cerrar el abismo que rasgaba un recuerdo que repercutía en el interior de su mente y volver a hablar con Jason. —No hay nada que buscar aquí. —En lugar de la alegría que había esperado sentir en este instante, cuando la búsqueda de sus agresores estaba llegando a su etapa final, hubo un vacío en su interior, una sensación de pérdida que borró esas pequeñas cosas como la venganza—. Me dirijo al Gremio. Jason expandió sus alas, la sombra de medianoche era tan absoluta, que absorbió la luz del sol. —Hay un coche esperando por ti en la puerta. —Dmitri —murmuró ella, sabiendo que tenía que haberlo arreglado. Jason le dirigió una mirada penetrante. —Es un vampiro de antaño. Es instinto para él tratar a su mujer con tanto cuidado. —Se había ido en un baño de viento momentos más tarde, volando fuerte y rápidamente por encima de la capa de nubes, hasta que ya no podía ver siquiera un atisbo de color negro. Pero la había dejado con una pieza crucial de conocimiento a la hora de tratar con Dmitri en una relación. Su mujer.

Para ser completamente honesta, era agradable sentirse querida, sentirse cuidada después de toda una vida de cuidar de sí misma. Si bien no podía definir la relación entre ella y Dmitri, sabía que él la protegería con brutal ferocidad, hasta que hubiesen terminado.

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Podría rechazar el coche que había sido programado y llamar un taxi, dejando en claro que no estaba dispuesta a permitir que la tratara como una mariposa en un frasco. O podía aceptar el viaje y el hecho de que su amante era un vampiro de mil años de edad, más o menos unos cuantos años, que venía de una época en la que su acto no habría parecido sorprendente.

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No tenía ninguna duda de que esa había sido una deliberada elección de palabras por parte de Jason, otro indicio de cómo trabajaba el cerebro de Dmitri. Mientras caminaba hacia la puerta, examinó la cuestión con mucho cuidado porque Dmitri era la parte más importante de su vida y no iba a mentirse a sí misma acerca de eso.

NALINI SINGH Al llegar al coche, se deslizó dentro. No sólo era tener un chofer en Nueva York sin nada para hacer, sino que consentirse no le haría ningún daño, mientras permitía a Dmitri hacer lo que tenía que hacer: cuidar de ella. Una sonrisa floreció en su rostro, una especie de tonta felicidad infundiendo su sangre. No luchó contra ella, aun cuando pensaba que su aceptación cuando se trataba del coche le daría una herramienta de negociación excelente cuando se cerniera una batalla más grande. Estrategia, esa era la clave para lidiar con un hombre tan inteligente y tan duramente práctico como Dmitri. Mi Dmitri.

Dmitri observó a Rafael mientras se pararon cerca del acantilado, detrás de la casa de Rafael, por encima de las aguas relativamente tranquilas del Hudson y a través de un Manhattan que se había convertido en un espejismo brillante en el sol de la mañana. —¿Estaba equivocado? —preguntó, sabiendo que Rafael ya había hablado con Jiana. Quería estar equivocado, la necesidad procedía de la parte de él que creía que una madre siempre debe cuidar a su hijo, la parte que sabía que Ingrede había gastado sus últimas respiraciones tratando de salvar a Misha y Caterina. —Tu esposa luchó para proteger a su hija, Dmitri. Tan chiquita como una pequeña muñeca de trapo. —La voz de Rafael suprimió el recuerdo del cruel susurro de Isis, el crudo eco de sus gritos—. No, no estás equivocado. La información de Jason también ha sido confirmada. —¿Y Jiana? —Me encargaré de ella. —Frío absoluto en esas palabras, un recordatorio de que el Arcángel de Nueva York no tenía ninguna misericordia para quienes cometían esos crímenes, y que aunque su consorte había despertado una vena de humanidad en él, seguía siendo un ser de terrible poder.

El arcángel se tomó su tiempo en responder. —¿Estás seguro de que no deseas que tu cazadora lo sepa?

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—Honor nunca se enterará —le dijo a Rafael—. Si destruyo a Jiana.

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—Jiana fue reprendida, esa debería haber sido mi tarea. —Sería un castigo en el que no tendría ningún escrúpulo de realizar personalmente. Porque Amos era lo que había hecho Jiana. Y Amos había herido a Honor tanto que Dmitri no podía pensar sin una bruma de sangre a través de su visión.

NALINI SINGH Nadie, ni siquiera Rafael, había conocido realmente a Dmitri desde la muerte de Ingrede, apartó su corazón el día que había golpeado el cuello de su hijo; él lo había creído muerto. El hecho de que no estaba... no estaba seguro de cómo sentirse acerca de eso. Sólo una cosa era cierta: nunca dejaría a Honor. —Si alguna vez me pasa algo, ¿Cuánto tiempo esperaras antes de casarte de nuevo? —preguntó riéndose mientras su esposa se inclinó sobre su pecho desnudo. —Intentaré ser decente y esperaré al menos una temporada. Sabía que ella estaba bromeando, pero no podía reírse, no sobre esto. Metiendo la mano entre su cabello, que él ya había enredado cuando le hizo el amor, la atrajo para darle un beso que dejó su boca magullada, y sus ojos abiertos. —Dmitri. —Sus dedos tocaban sus labios, su voz era un susurro. —Nunca —contestó—. Nunca me volveré a casar. Puso su mano en su mejilla, suave piel se raspó sobre su barba incipiente de la mañana. —No digas tal cosa. Cerrando sus dedos sobre su muñeca, atrajo su palma hacia su boca, presionando un suave beso sobre la calidez de ella. —¿Estás planeando dejarme, Ingrede? —Ella lo poseía en cuerpo y alma; era su razón de ser. —Nunca. —Una caricia, nariz con nariz, esa era una cosa tonta que ella hacía, una que lo hacía sonreír todo el tiempo—. Pero no quiero que estés solo si debemos separarnos. No podría soportar que estés tan triste. —Antes de que pudiera hablar, agregó—, pero no puedes casarte con esa Tatiana. No me gusta la manera en que te mira. Él rió y la besó de nuevo. —Mujer malvada. —Pero cuando la risa se desvaneció, dijo la indeleble verdad—. No permitiré que ninguna otra mujer entre en mi corazón. —Presionó un dedo sobre sus labios cuando la angustia coloreó sus ojos—. Esperaré a que me encuentres de nuevo. Así que no demores tanto. Ahora, estaba cerca de romper su promesa. —¿Estoy traicionándola?

Rafael se rió. —Me dio la mirada más feroz cuando pensó que estaba tratando de seducirte.

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Sí, pensó, lo había sido. Ingrede nunca había sido abiertamente posesiva excepto cuando se trataba de Tatiana, quien de hecho había mirado a Dmitri con una invitación en los ojos que no debía ser dirigida a ningún hombre casado. El recuerdo lo hizo sonreír. —También era algo celosa.

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—Me parece que… —dijo Rafael, sus alas brillaban como oro bajo el sol—, tu Ingrede era una mujer de corazón generoso.

NALINI SINGH Y entonces, Dmitri recordó, cuando ella se dio cuenta de que el Ángel no era nada más que un amigo, ella había invitado a Rafael a cenar. Tan amable había sido Ingrede, pero había hablado sin temor a un inmortal mientras se encontraron en un campo recién sembrado, y ese inmortal había llegado a su humilde mesa. —No creo que nunca nos hayamos reído como lo hicimos en esa mesa. —Es un precioso recuerdo —dijo Rafael—. Uno que nunca he olvidado, uno que nunca se ha desvanecido. Lo ayudó, pensó, saber que alguien más la recordaba. Recordaban a sus hijos. Misha y Caterina tuvieron esa vida fugaz, pero esas vidas se habían grabado en el alma de Dmitri. Y ahora, otro nombre estaba empezando a dejar su marca, el de una cazadora que despertó recuerdos que hacía mucho tiempo que se habían ido, incluso cuando ella comenzó a sombrear la sonrisa de su esposa en su mente. Perdóname, Ingrede. —Kallistos —dijo Rafael, después de largos minutos de silencio, sus ojos volaron desde los del Ángel a través del río y se detuvieron en el techo de La Torre. Dmitri obligó a su mente a centrarse en las únicas dos mujeres: una tan dulce y de hogar, la otra una cazadora, pero con las mismas suaves manos, que había reclamado su corazón en sus casi mil años de existencia. —He advertido a cada uno de nuestros pueblos en la región. —Sabía que el vampiro estaba cerca, las burlas habían sido demasiado personales. Al menos en Times Square, Kallistos tuvo que haber estado persistentemente cerca para presenciar la reacción de Dmitri—. Pero él es viejo, e inteligente. Sin embargo, el amante de Isis no le preocupaba tanto como el ángel que había sido tomado. —¿Sobrevivirá el chico al uso constante que Kallistos está haciendo de él? —La expresión de Rafael era sombría, sus afilados huesos se marcaban contra su piel—. Es joven, aún vulnerable. No hay ninguna manera de saber cuánto daño le ha causado Kallistos —¿Has vigilado a tu cazadora? Claro. Si Kallistos verdaderamente era lo suficientemente loco para intentar la venganza que había amenazado con llevar a cabo, ella sería su destino, porque Honor era mortal, mucho más fácil de herir y matar. Como Ingrede había sido mortal.

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—No, esta vez —dijo, las palabras como un juramento.

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NALINI SINGH

33 Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por Juli_Arg

Sorrow recibió a Honor con una amplia sonrisa cuando se dejó caer por la casa de la joven un par de horas después de regresar del estado de Jiana, y ella estuvo encantada cuando Honor le dijo que era el momento de su primera lección de defensa personal. —Voy a cambiarme los pantalones. —Después de haberse detenido en su departamento para que se colocara pantalones largos de ejercicio negros combinados con una sencilla camiseta de tirantes profunda de color verde, Honor comenzó a calentar sobre el césped privado detrás de la casa, mientras que la otra mujer corría al interior. El vampiro que la observaba desde su asiento relajado en las escaleras de atrás llevaba las habituales gafas y un traje negro con una camisa blanca almidonada, con el pelo peinado hacia atrás en líneas perfectas. Si ella no lo conociera, habría pensado que había salido de un salón de la Quinta Avenida y que no diferenciaría uno de los extremos de una espada de otra. Sólo que lo conocía. Había visto la manera en que Veneno se movía, la clase de gracia que un hombre sólo tenía si bailaba. Y ella no hablaba de la sala de baile. —¿Quieres una pareja? —preguntó, quitándose sus gafas de sol para revelar esos ojos saltones, de manera muy extraña—. Prometo ser amable. — Honor tenía seguridad de que ahora iba a estar bien con el contacto masculino de un extraño, especialmente en una situación de combate, pero negó con la cabeza.

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—Siempre pensé que Dmitri elegiría a alguien un poco más... sofisticada. —Burlándose de ella, pensó, el hombre de ojos de víbora se burlaba para divertirse.

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—Sorrow saldrá pronto. —Veneno se inclinó hacia delante con los codos en las rodillas, el sol acariciando la piel de color marrón que tenía suficiente calor en ella que era sumamente acariciante. No tan acariciable como la del hombre mortalmente sexi que Honor había tenido en su cama, no hace mucho tiempo, pero apostaba a que Veneno no tenía problemas para obtener citas, incluso con esos ojos. Ahora, con los labios curvados sólo una fracción.

NALINI SINGH —Me recuerdas a un hermano de ocho años, que tuve una vez en el orfanato —dijo ella, continuando con su rutina de estiramiento—. Solía tirarme bolas de barro después de una lluvia, porque pensaba que era hilarante. —No había habido mezquindad en Jared y en realidad se había mantenido en contacto con él por un tiempo hasta que la edad y el tiempo habían desvanecido la relación—. No le pareció divertido después de que le cayera una en la espalda. —La expresión de Veneno se volvió contrariada. —Difícilmente soy un niño. —Extraño, era décadas, siglos más joven, y en ese momento, ella quería cruzar la distancia entre ellos, deshacerle el pelo y darle un beso en la mejilla con divertido afecto. Antes de que pudiera quitarse de encima la sensación inexplicable, Sorrow bajó las escaleras corriendo, vestida con pantalones similares a los de Honor, luciendo una marina de guerra y una camiseta con el nombre de un famoso bar irlandés. —¿Vas a sacar tu polla para probarlo ahora? —preguntó la muchacha con dulzura fingida, después de haber escuchado, obviamente, la declaración de Veneno. Los alumnos espeluznantes del vampiro contratados para señalar duramente. —Ten cuidado que tus garras no hagan que te coman, gatita. — Haciéndole un silbido, Sorrow acechó para unirse a Honor en la hierba. —Dmitri realmente debe odiarme —murmuró—. Todos los hombres a su mando y me envía a Veneno. —¿Gatita? —Sorrow le enseñó los dientes para exponer sus colmillos diminutos alrededor de la mitad del tamaño normal. —Él los llama pequeños dientes de gatito. —Veneno, pensó Honor vislumbrando la rabia en los ojos cambiantes de Sorrow, ya sea no tenía idea de lo que estaba jugando... o tenía una idea muy buena. —Vamos a comenzar con movimientos básicos —dijo, haciendo una nota mental para preguntarle a Dmitri y confirmar si ella tenía razón sobre el hecho de que Veneno empujaba a la chica con el propósito de medir su nivel de control. Sorrow se acercó, bajó la voz.

Uno de estos días, Honor entrenaría con el vampiro, después de la primera toma de Dmitri en una sesión.

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—Si le dices que salga, va a disfrutar aún más en quedarse. —Así era, Veneno se dispuso a responder una llamada en su teléfono celular, su cuerpo en una posición lánguida que ella no tenía ninguna duda podría cambiar en un abrir y cerrar de ojos.

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—¿Tiene algo que ver él?

NALINI SINGH Sus muslos se apretaron a la idea de enredarlos con su sexi amante, peligroso en ese terreno, sus cuerpos sudorosos por el esfuerzo. —No le hagas caso —dijo, arrancando su mente de nuevo al presente. Sorrow respiró hondo. —Está bien —dijo exhalando—. Muéstrame. Fueron veinte minutos en una sesión relativamente poco exigente en los que la joven se tambaleó y se derrumbó. Veneno llego a su lado con tal velocidad que el aliento de Honor quedo atrapado en su garganta. Le dio sacudidas a la mujer semiconsciente en una posición medio sentada, echó hacia atrás el puño izquierdo de su camisa, después de haberse quitado la chaqueta antes, y le dijo: —Aliméntate. —Con una voz que era un látigo. Sorrow trató de empujarlo lejos, pero se encontraba terriblemente débil, a la mirada preocupada de Honor. —Vete a la mierda. —Maldijo con su voz pastosa. —Mantente en línea, gatita. —Él empujó su muñeca a la boca—. Aliméntate o te derribaré y verteré mi sangre por tu garganta. Después de te llevaré a la Torre para que puedas ser colocada bajo una supervisión de veinticuatro horas igual a como un niño mimado debe estar. —Sorrow bajo un poco a su muñeca. Duro, a juzgar por el brillo feroz en los ojos de color verde brillante, aunque Veneno no mostró ninguna reacción. Al darse cuenta que la joven había permitido que sus reservas de potencia disminuyeran al punto de ponerse en peligro a sí misma, Honor no dijo nada hasta que Sorrow empujó el brazo de Veneno de nuevo. Esta vez le permitió romper el beso de sangre. Pasándose la parte de atrás de su mano sobre su boca, Sorrow dijo: — Supongo que me vas a delatar. —Veneno utilizó un pañuelo para limpiar las marcas de pinchazos pulcros en su muñeca antes de reacomodar su camisa. —¿Quieres que este sea nuestro secreto? —Era una pregunta de acero afilado, los ojos ocultos tras gafas de espejo, un instante después—. Es una lástima que no tengas nada que me interese cuando se trata de un trueque.

Tomando una respiración, Honor corrió a agarrar la pistola de su bolso de práctica, pero no sabía a cual de ellos apuntar una vez que la tuviera en la mano, o incluso si daba en el blanco previsto.

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—Cuidado —dijo, sacudiéndose la camisa mientras la joven se apretó en posición vertical—, o herirás mis sentimientos. —A Sorrow se la veía muy, muy tranquila. Luego se movió.

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Honor ignoró la burla, después de haber capturado los juegos de Veneno. Pero Sorrow dio un grito agudo y saltó sobre el vampiro. Riendo, se la quitó de encima y se puso de pie con una fluidez que era como los reptiles, como sus ojos.

NALINI SINGH Era como ver a dos gatos callejeros en el más mortífero de los bailes. Se movían tan rápido que el ojo no podía seguirles la pista, sus ataques y contraataques fluían de uno a otro con una gracia que era impresionante. Pero al mismo tiempo Sorrow luchó con el instinto nacido de la rabia, Veneno era un depredador frío, tranquilo, que jugaba con su presa. Los ojos de Honor se estrecharon, pero no levantó la pistola. Juegos o no, el vampiro no esta hiriendo a Sorrow. No sólo eso, le permitía expresar la terrible furia en su interior, una ira que tenía sus raíces en algo mucho más sádico que las púas de Veneno. La joven pateó, trató de agarrarlo con fuerza, aunque fue en el aire un par de veces, ella no hizo ningún impacto sobre el vampiro, que simplemente no estaba allí, su tiempo de reacción no era humano de ninguna manera, silueta o forma. Era hermoso. En una manera un tanto terrible. —¿Puedes moverte tan rápido? —preguntó al hombre que había llegado a su lado con una gracia oscura tan antigua como el joven poder de Veneno. Dmitri metió las manos en los bolsillos de sus pantalones de traje gris piedra, con la camisa blanca abierta en el cuello para exponer la piel que quería lamer y chupar y morder. —Veneno tiene una forma particular de movimiento —murmuró con una voz que era puro sexo, aunque mantuvo su atención en la lucha. —Viene desde el mismo lugar que sus ojos. —Era difícil respirar con él tan cerca, y en un estado de ánimo que la envolvió en miel caliente y champán y promesas de pecado bañadas en chocolate. —Deja de esparcir alrededor feromonas de sexo. —Una leve sonrisa que prometía todo tipo de actos libertinos y decadentes. —Creo que deberíamos hacer fintas, Honor. El ganador se lleva lo que él o ella le guste del perdedor. —Uh-huh. —Eres casi inmortal —dijo ella, capaz de ver que Sorrow desaceleraba—. Y ya eres segundo en el mando de Rafael. —Voy a seguir la velocidad humana. —Él dejó un beso de especias exóticas sobre su piel—. Te dejaré elegir una espada mientras yo utilizo sólo mis manos. —Sabiendo que era una tonta, pero no pudiendo sacar la imagen de bailar con Dmitri de la cabeza, ella asintió con la cabeza.

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Veneno se echó hacia atrás en el mismo instante, y de repente ya no eran dos criaturas salvajes en movimiento, era un vampiro terriblemente sexi, con su pelo desordenado, sus gafas de sol idas, y su camisa desgarrada y una mujer asiática pequeña cubierta de sudor, su pecho subiendo y bajando cuando ella apoyó las palmas de las manos sobre las rodillas.

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—Acepto. —Eso fue cuando vio tambalearse a Sorrow.

NALINI SINGH Con unas zancadas para estar más cerca, Honor no le mostró piedad a Sorrow. —Te dio una patada en el culo. La cabeza de Sorrow se irguió, filamentos de cabello largos y sedosos escapando de su cola de caballo se adhirieron a su cara. —Yo… —Cállate. —Ella sacudió una mano a Veneno—. Vete. —Bien sea que él hubiera obedecido si Dmitri no hubiese estado presente era una cuestión discutible, porque inclinó la cabeza y se fue sin decir una palabra. —Si fueras una estudiante de la Academia —dijo Honor, sabiendo que esta joven mujer necesitaba un tipo de orientación que ningún hombre podía ofrecer, no sin chocar contra el orgullo irregular de Sorrow—. Estuviste sobre tu culo ahora, porque tu profesor te puso allí. —Honor sabía de orgullo, acerca de aferrarse a los girones cuando no se tenía nada más a la izquierda. Pero también sabía acerca de la supervivencia—. Entonces o corres o te arrastras veinte vueltas al campo de entrenamiento antes de arrastrarte a ti misma a la cama, sólo para correr veinte más cuando te despiertes. —Él… —Estaba insultándote, burlándose de ti. —Ella levantó una ceja—. Y perdiste el control. Esa pérdida de control hará que te maten un día. —Sorrow era peligrosa, pero sin disciplina, la fuerza puede convertirse en un pasivo letal—. Antes de hacer mas combate, vamos a trabajar en tu disciplina. — Sorrow apretó los dientes, pero logró contener su temperamento en esta ocasión. Buena chica. —¿Alguna vez has meditado? —La habilidad de disociar tu mente de los horrores infligidos a tu cuerpo era una de las razones por la que Honor había salido del asalto cuerda. Sorrow hizo un gesto rígido. —Mi abuela me enseñó. No lo he probado desde entonces... —Creo que deberías. —Honor puso su mano sobre el hombro de la joven—. Quiero que entres, toma un largo baño caliente, haz cualquier otra cosa que te relaje, te haga feliz. —Esos ojos marrones fueron superados por el verde vivo sombrío, toda defensa filtrada hasta que se veía descorazonadamente joven.

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—Haz tu mejor esfuerzo. —Las pesadillas no podían ser vencidas durante la noche, y Sorrow estaba alterada en un nivel fundamental—. A continuación, siéntate y trata de meditar. La próxima vez que estés aquí, vamos a hablar de las cosas, porque, ¿Sorrow? No puedes mantener todo en una botella en tu interior. Lo sé. —El bloc de notas que nunca había tenido intención de utilizar

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—Nada más que hacer.

NALINI SINGH se había vuelto tan importante, una liberación catártica que apartaba el veneno—. Vamos a encontrar algo que te ayude a sobrellevar la situación. Sorrow trago. —¿Crees que puedo? —Sí. —Sorrow necesitaba que alguien tuviera fe en ella—. Oh, sí, cariño. —Elena quería venir a verme —exclamó la otra mujer sin previo aviso—. Sé que ella me salvó... pero tiene alas. —Un escalofrío sacudió todo el encuadre—. No podía hacerlo. —Estoy segura de que entiende. —Apretó su hombro, Honor tenía otro pensamiento. —¿Cuánto tiempo estás pasando sola? —Nunca estoy sola. —Sorrow. —No es tan malo. Mi familia... —Su labio se tambaleó y se mordió con fuerza suficiente para que le salieran medias lunas rojas en la carne delicada—. Ellos no saben acerca de Uram, la historia es que fui atacada por un loco humano y me infecto con un virus peligroso. Pensé que me iban a rechazar cuando los cambios empezaran a aparecer, pero han sido maravillosos. Mamá estaría aquí todos los días si se lo permitiera. —Entonces déjala —dijo Honor, tocando con la mano la mejilla de la chica—. La familia construye una base, una que te ayudará a permanecer, a luchar. Honor nunca había tenido esa base, por lo que ella entendía su valor en un nivel en que Sorrow no podía comprender.

—Dmitri. —La ruda voz masculina trajo una memoria antigua a la vida. —Por favor. —Una mano levantada, el niño está de vuelta con sangre de un círculo vicioso de azotes.

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Cuando Dmitri y Honor estuvieron alejándose de Sorrow, él recibió la llamada.

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Asintiendo con la cabeza, la joven se acercó en un abrazo impulsivo. Honor le devolvió el abrazo, feliz de que se sintiera en el punto en donde estas acciones repentinas no le causaran parpadear de nuevo a la fosa donde Amos la había atrapado. Mientras acariciaba su mano sobre la espalda de la muchacha, sus ojos se encontraron con Dmitri y sin decir algo, entendía lo que pasó entre ellos, Sorrow ya no era simplemente la de vigilar, era de ellos.

NALINI SINGH —Está bien —dijo Dmitri, incapaz de sentir piedad, su corazón de piedra, pero consciente de que este niño era una víctima más, no una amenaza—. No te haremos daño. —¿Está muerta? —Sí, la perra está muerta. —Kallistos. —Él tiró. Una oxidada, dolorosa risa sonó. —Muy bien. Aire muerto durante varios segundos. Dmitri espero, sabiendo que Kallistos se impacientaría, de acuerdo a las personas que Jason tenía en la corte de Neha, este vampiro, con su cara y cuerpo que había cautivado tanto hombres como mujeres a través de los siglos, nunca había dominado todo su temperamento. —Tengo las riendas hoy, Dmitri. —La voz de Kallistos nunca podría ser suave, su garganta después de haber sido dañada en un momento crítico en su decisiones, pero ahora había perdido el barniz de sofisticación—. Harás lo que yo digo o este ángel bastante bonito va a tener una muerte lenta y dolorosa. —Dime lo que quieres. —Te voy a mandar las direcciones. Conduce. Si veo cualquier indicio de alas, lo voy a destripar. —Las direcciones entraron en el correode Dmitri cuando la llamada terminó—. Esto es sólo una parte de la ruta —dijo, después de dar a Honor un resumen de la conversación. —Él no quiere un ángel al azar volando por delante de ti. —Dmitri consideró sus opciones, hizo un llamado a Illium. —Alerta a Rafael tan pronto como esté de vuelta en la ciudad. —El arcángel se hallaba en su camino de regreso de una reunión—. Eres demasiado distintivo, Jason se ha ido, y no confío en nadie más para hacer esto. —Illium maldijo. —Voy a volar, encontrar a Rafael hasta la mitad. —Colgó y Dmitri se giro a Honor. —¿Estás armada?

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Aumentando la velocidad, corrió fuera de Nueva Jersey y hacia Filadelfia. Más instrucciones vinieron mientras conducía, y siete horas más tarde, el cielo comenzaba a oscurecerse con las primeras luces tenues del tiempo entre la puesta de sol y la verdadera noche, se encontró de nuevo en Manhattan. Con una mueca, cogió la llamada cuando entró

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—Siempre.

NALINI SINGH —¿Te divertiste en tu pequeña conducción? —Se río Kallistos, y era el sonido de una rejilla de metal. Dmitri mantuvo su silencio, adivinando que Kallistos creía que él estaba en las garras de la rabia sin permitir un pensamiento racional. No lo hizo. El odio de Dmitri hacia Isis no lo cegaba, y no ahora, no después de que se había bañado en su sangre. —Te dejé un regalo. —Kallistos estaba casi riendo—. En una de tus propiedades en Nueva York. —El otro vampiro colgó. Diciéndole a Honor lo que Kallistos había dicho, él hizo un ilegal giro en U, y se dirigió hacia el Englewood Cliffs. Sire, dijo, capaz de hablar con Rafael ya que el arcángel se encontraba directamente en lo alto. Si Illium y tú se encargan de estos tres, transmitió las direcciones, yo me encargaré del cuarto. Envió a través la dirección final también. —Estamos tomando las propiedades más cercanas —dijo a Honor—. Rafael e Illium llegaran a los otros lugares mucho más rápido. —Kallistos, pensó, se había ido de largo. —¿Cuáles son las probabilidades de que este podría ser el lugar? —A su juicio, las vallas altas, el carril en la espalda que podría ser utilizado para colarse en la propiedad. —Es relativamente privado, y lo suficientemente decadente como para satisfacer el sentido de teatro de Kallistos, de lo que hemos visto hasta ahora. —Aumentando su velocidad, pasó a sorprendidos motoristas.

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Si hubiera estado un ángel más antiguo en riesgo, Dmitri no habría sentido la alarma principal que sentía ahora, pero el que había tomado era joven, su inmortalidad no era de piedra. Por supuesto, la mayoría de los mortales o vampiros todavía serían incapaces de causarle una herida mortal, pero Kallistos era mayor que Dmitri, tenía la fuerza y el conocimiento para asesinar a un ángel tan vulnerable.

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NALINI SINGH

34 Traducido por Vero Corregido por Deydra Ann

—Estamos aquí. —Dmitri se quitó el cabello oscuro de la frente mientras los llevaba por una calle un poco abandonada, antes de pasar a través de un par de puertas abiertas que conducían a un complejo de apartamentos en decadencia. —¿Supongo que el valor está en la tierra? —Millones. —Llevando el coche detrás de una barrera protectora de un montón de escombros, Dmitri bajó y abrió el maletero para recuperar una impresionante espada demasiado grande para ser llevada en secreto. No, esta arma era acerca del poder y la intimidación. Era, si no se equivocaba, una cimitarra. Sin embargo, ella no consiguió más que un buen vistazo antes de que se fuera a grandes zancadas a la parte de atrás, el arma se aferró a su lado, sus ojos planos con la intención letal. — Quédate a mi espalda, Honor. Lo más probable es que Kallistos se haya ido, pero no podemos asumir eso. —Yo te cubro —dijo sin discutir con la orden porque sabía acerca de enfrentar a sus propios monstruos, y Kallistos era el de Dmitri. —No, quédate, literalmente, a mi espalda. Un disparo no me va a hacer ningún daño significativo, pero si puede matarte. La idea de Dmitri sangrando por ella hizo que la mano de Honor apretara brutalmente la culata de su arma, pero una vez más, guardo silencio, sabiendo que el tiempo era esencial. —Vamos.

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La única cosa que los recibió en el interior fue silencio... y un ángel herido. El niño, y sí, era un niño todavía, con el rostro mortalmente pálido, sosteniendo la suavidad de la infancia que se estaba desvaneciendo, había sido arrojado sobre su parte frontal en el vestíbulo polvoriento, sus alas de color marrón claro con vetas de sangre y tierra, ya que estaba flojo y arrugado en cada lado de él.

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Él era una elegante sombra delante de ella, una que se aseguraba que nunca estuviera expuesta a cualquiera que pudiera estar viéndolos desde el edificio. Honor no respiró hasta que atravesó la sección abierta para alcanzar la puerta. Él fue primero, ella mantuvo los ojos hacia adelante mientras retrocedía detrás de él, con el arma apuntando hacia el exterior.

NALINI SINGH Mal, había algo mal con esas alas. Rotas. Estaba, pensó, sintiéndose mal del estómago, la única manera de transportar un ángel inconsciente, si no quieres utilizar un camión enorme y llamar inoportunamente la atención. —Honor. —Te tengo cubierto. En cuclillas, Dmitri tocó con sus dedos la mejilla del ángel. —Está caliente. —Dejando a un lado la cimitarra, usó el máximo cuidado para girar el cuerpo, asegurándose de no dañar aún más las alas del muchacho—. No hay latido. —Pero eso no significaba que la esperanza estuviera perdida. —¿Rafael, qué tan cerca estás? —preguntó, habiendo sentido el toque mental del arcángel sobre él mientras se volvía a través de las puertas. —A minutos. Muéstrame. —Dmitri abrió su mente lo suficiente como para que Rafael fuera capaz de ver a través de sus ojos, evaluar los daños—. Dale tu aliento, Dmitri. No va a sobrevivir de otra manera. Confiando en Honor para mantener la guardia, Dmitri comenzó a respirar por el joven ángel, sintiendo el pecho pesado con el músculo necesario para volar subiendo y bajando en virtud de su toque. No fueron más de cinco minutos después cuando Rafael entró en el edificio. El arcángel no dudó en arrodillarse en el suelo sucio, sus alas se arrastraban sobre el polvo acumulado y los residuos, para tomar al niño entre sus brazos, remplazando los labios de Dmitri con los suyos. La respiración de un arcángel tenía un poder increíble. Mientras Dmitri observaba, un resplandor azul pálido impregnó el lugar donde los labios de Rafael se encontraron con los del joven ángel.

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Asintiendo a su forma de mantener su posición, comenzó a revisar el área para ver si podía recoger cualquier cosa que pudiera dar con el paradero de Kallistos. No había nada más que raspaduras en el polvo desde donde el otro vampiro había arrastrado hacia el interior el cuerpo del joven ángel. Kallistos

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Incorporándose, tomó la cimitarra y se volvió para echar un vistazo a Honor, una dura mirada de cazadora con un arma en sus manos no dudaría en utilizarla para proteger al vulnerable, sin embargo, tenía el corazón para sentir lástima por lo que su abusador había sufrido cuando era niño. Dmtri no tenía tal suavidad en su interior, pero aceptó que era una parte integral de Honor, esta compleja mujer, con conocimientos ancestrales en los ojos de color verde medianoche.

NALINI SINGH había salido de la misma manera que había entrado, sin hacer ningún esfuerzo por ocultar sus huellas. —¿Va a vivir? —preguntó, viendo a Rafael romper el beso que da vida. Ojos de un azul sobrenatural se trabaron en los suyos. —Sí. Y estará completo una vez más. Pero necesitará algunos tipos de cuidados que el mundo de los mortales no puede proporcionar. Dmtri asintió con la cabeza. —Voy a organizar el traslado hasta El Refugio. —No, Dmtri. Tengo que llevarlo yo mismo. —La rosa del arcángel, el cuerpo inerte del ángel en sus brazos—. Saldremos de aquí en tres días, después de que haya tenido la oportunidad de recuperar un poco de su fuerza. —¿Elena? —Es mi corazón. Ella viene conmigo. Dmitri no había esperado otra cosa. —Velaré por tu ciudad, Señor. Fue mientras Rafael se marchaba que Honor dio un paso adelante. — Espera. —Caminando alrededor del arcángel, como si no hubiera detenido sólo al ser más poderoso en el país, levantó la mano del ángel joven. Estaba cerrada en un puño—. Esconde algo en su palma. Rafael miró a Dmitri. —Fuérzala para abrirla Dmitri se las arregló para no romper ningún hueso, pero tuvo que dejar moretones en los dedos del niño para poder separar los dedos. Revelando los restos aplastados, pero aún reconocibles de dos hojas de azúcar de arce. —No hay nada para diferenciarlas de cualquier hoja similar —dijo, recogiendo los restos de la vegetación. Ahuecando la mano del ángel, Honor se acercó más. —Ha escrito algo en su palma. —Eris —dijo Rafael, su visión aguda—. La palabra es “Eris”

No era imposible que la posición de Kallistos en la corte de Neha le hubiera permitido el acceso a Eris, y cualquier otro que se había convertido en

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Así sea que la reclusión había sido por decisión propia, era discutible. Dmitri había oído rumores de que el consorte de Neha la había traicionado con otra mujer, siendo castigado por ello durante los últimos trescientos años.

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Dmitri frunció el ceño. —¿El consorte de Neha? Nadie lo ha visto desde hace siglos. —Incluso mientras hablaba, sus ojos se posaron de nuevo sobre las hojas del árbol de azúcar de arce—. Neha —dijo, una vieja pieza de reconocimiento se sacudió suelta en su mente—, no tiene propiedades en este territorio, pero Eris tenía un gusto por ella antes de ir a la reclusión.

NALINI SINGH amante de Isis había probado su inteligencia. Más aún, quizás Eris que siempre había sido un adorno brillante de Neha, un consorte, un ave emplumada y amada que la arcángel había bañado con joyas y seda. —Kallistos debe estar utilizando los bienes de Eris como su base. —Ve —dijo Rafael, recogiendo el cuerpo del ángel herido más cerca del suyo—. Toma a todos los hombres que necesites. —Señor, no dejaré a la ciudad vulnerable. Todavía hay una posibilidad de que la mano de Neha esté detrás de esto. —El arcángel odiaba a todos los que habían ayudado a ejecutar a su hija, Anoushka, Rafael estaba dentro de ese número—. Esto puede ser una trampa para alejarnos. —Soy más que capaz de defender mi ciudad, Dmitri. —Y ella es más que capaz de envenenar el aire mismo si se adapta a su propósito. Voy a ir solo. Soy lo suficientemente fuerte para manejar a Kallistos, incluso si tiene más de sus proto-vampiros con él. Los ojos azules de Rafael fueron implacables. —Llevarás a Illium. No estoy cegado por el pasado. Sus decisiones son racionales y con frialdad. Sin embargo. —La expresión de Rafael no cambió la más mínima fracción—. No perdería a mi segundo. Dmitri inclinó la cabeza en un ligero asentimiento. —Honor —dijo después de que el arcángel salió con su carga viviente —, no voy a tomar el helicóptero a Vermont. Acercándose para estar cara a cara con él, le empujó en el pecho. —Si estás siquiera pensando en marcharte dejándome atrás, piénsalo otra vez. Debería haberse mantenido firme, lo habría hecho si hubiera sido cualquier otra mujer. Pero Honor... tenía su anzuelo tan profundamente en él que hacía que su parte antigua e implacable quedara inmóvil, examinando la situación, y su repentina vulnerabilidad, con fría atención. Para destruir ese algo extraño y maravilloso entre ellos, todo lo que necesitaba eran unas pocas palabras cuidadosamente elegidas de una crueldad extrema Honor era inteligente, pero también era tierna de corazón. No conocía las profundidades a las que podía ir, las heridas que podía infligir. Él podía hacer sangrar sin tener que levantar la mano.

Tú eres mi hombre. El eco de las palabras de Ingrede se enredaron con las de Honor, pero entonces, su esposa había sido tierna de corazón, también. Había protegido ese

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En lugar de rehuirle, se inclinó sobre su tacto. —Tú eres mi hombre.

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—No soy un buen hombre, Honor —dijo, tocando con sus dedos su mandíbula.

NALINI SINGH corazón, con toda su fuerza... y sabía que a pesar de la profunda debilidad que creó en él, lo haría una vez más con Honor. Era una cosa extraña, sentir tanta ternura otra vez, saber que era capaz de hacerlo. —Ven. Es hora de desafiar al monstruo en su guarida.

Veneno era el que más a menudo piloteaba el helicóptero para el uso del Grupo de los Siete, pero Dmitri sabía cómo hacerlo, había sentido curiosidad cuando la máquina se había inventado. Aunque encontró más placer en el manejo de automóviles, había conservado la muy útil habilidad. Ahora, después de haber demorado sólo lo suficiente para cambiar y reunir armas, levantó la negra máquina fuera de la pista de aterrizaje, situada no en la parte superior de la torre, pero varios pisos más abajo, en un balcón cortado en la parte del edificio. —¿Illium? —La voz de Honor vino a través del cristal, ambos con micrófonos, las orejas protegidas contra el ruido de las paletas —Ya está en camino. —El ángel de alas azules era uno de los más rápidos voladores entre los de su especie y los encontraría en Vermont—. He estado en contacto con el Convertido que vive en los alrededores de la región general de la propiedad de Eris. —Llamé a un par de amigos cazadores cercanos, también. —Su perfume se entrelazaba alrededor de él en los límites de la cabina del piloto, cuerdas finas que sabía que nunca rompería—. Ninguno de ellos ha oído nada. —Tampoco ninguno de mi gente, pero Kallistos no es la juventud. —No haría nada para llamar la atención sobre sí mismo cerca de su guarida—. Estoy seguro que lo encontraremos allí. —De una forma u otra —dijo Honor, llevando los dedos para cepillar su mandíbula en una caricia inesperada—. Esta noche esto se terminará.

Alcanzando su mano, él llevó el puño a sus labios, dando un beso en sus nudillos. Ella le robó las palabras, la sofisticación, hasta que fue una vez más el

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Sin tocarlo más, dijo—: Te conozco Dmitri. —Su mano en un puño sobre su corazón, su voz suave, potente, con emoción en estado puro—. Justo aquí, tan profundo que se siente como si hubieras sido parte de mí desde el instante en que tomé mi primer respiro.

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—¿Cómo lo entiendes? —Eso lo enfurecía, darse cuenta de que esta pequeña pieza de Isis sobrevivió cuando las cenizas de su familia se habían dispersado por el viento hace mucho tiempo, civilizaciones enteras, se habían levantado y caído en ese momento.

NALINI SINGH hombre que había estado con su esposa, más duro, más letal, pero con la capacidad de sentir emociones a la vez hermosas y aterradoras. Derramaría la sangre de los mortales a su lado, se cortaría las venas si ella se lo pidiera, mataría demonios y enemigos hasta que el mundo temblara al oír su nombre. Pero no la iba a llorar. Porque ningún hombre sobrevive tal pérdida dos veces.

Una vez en tierra, lo suficientemente lejos de la casa para que su llegada fuera pasada desapercibida. Dmitri levantó la vista mientras comenzaron a navegar por las maderas pesadas que conducían a la propiedad de Eris, tratando de identificar a Illium. Ni siquiera un indicio sobre el cielo nocturno sin estrellas, pero cuando Dmitri dijo “Illium”, la respuesta fue inmediata. —Te veo. He explorado la casa, es silenciosa, pero no hay manera de saber si Kallistos se encuentra dentro. —Incluso si no está allí ahora, va a regresar a su guarida, tarde o temprano. Rompiendo el contacto mental, transmitió las palabras de Illium a Honor. Ella asintió, el arma que había elegido como su principal defensa sostenida a su lado. Él prefirió la espada. La cimitarra que llevaba era una vieja favorita, y que a menudo se sentaba en exhibición en la casa de Rafael en El Refugio, pero la última vez que había estado en la fortaleza angelical, Dmitri se había sentido obligado a tomarla, trayéndola a Nueva York. —Las runas en tu espada —preguntó Honor a medida que seguían caminando a través de la tranquila espesura del bosque, el susurro de las hojas el único sonido—. ¿Qué quieren decir? —Deberías saberlo —dijo con una sonrisa provocadora—. Fue otra bruja que las puso en la hoja para mí, después de todo. Una mirada de ojos verdes, tan aguda como el filo brillante de su cimitarra. —Ten cuidado, o podría decidir que te conviertas en un sapo.

Después de esto, se acabó —dijo, tocando con sus dedos su boca húmeda por el beso—. Creo que quiero pasar un mes encerrada en una habitación contigo.

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Agarrando la parte de atrás de su cuello, la atrajo hacia él para el beso que había estado esperando reclamar por horas. Un largo y oscuro enredo de lenguas, se entregó a ella hasta que se estremeció, sus labios maduros e hinchados.

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Al diablo con eso.

NALINI SINGH Sus labios se curvaron en una sonrisa. —Eso se puede arreglar. —Los juegos de dormitorio que quería jugar con Honor estaban más allá de lo decadente, más allá del pecado—. La casa debe estar muy cerca. —Ahí —susurró Honor a penas dos minutos más tarde. Escondida en medio de lo que se sentían como miles de árboles de maple temblando y susurrando en el viento de la noche, la casa se asentaba de forma privada y cubierta del mundo exterior. A pesar de que había venido desde la parte de atrás, Honor no tenía duda de que lo que estaba viendo reflejaba con exactitud la arquitectura general. A pesar del entorno sereno, no era un cuento de hadas, ni un refugio elegante. A Honor le recordó a una bestia descomunal, un monumento al exceso gótico. Dos gárgolas gruñendo, vigilando las escaleras de atrás, descubrieron sus colmillos y garras desenvainadas. De lo que ella podía ver en la oscuridad, que era simplemente el principio, estaba bastante segura de que más gárgolas se asomaban desde el techo, incluyendo la silueta de una criatura gigante parecida a un murciélago recortada contra el cielo negro. La hiedra que cubría la mayor parte del edificio se sumó a la impresión de amenaza de descomposición, así como la difusión de las hojas en la profundidad del suelo. Como si valieran la pena décadas de desechos forestales, habían sido reunidos en un montón. Hasta ahora, la tierra estaba perdida para siempre. Caminando a través de las hojas, suaves en esta época del año, adelantándose en lugar de traicionar su paso, Honor mantuvo su arma en la mano mientras la espada de Dmitri le hacía una herida a la oscuridad de la noche, su paso tan confiado y tranquilo como un gato de caza. Tocó su brazo cuando llegaron a la parte inferior de los escalones que llevaban a un porche estrecho, señalando. —Mira.

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Era extraño, en una especie de manera maravillosa, lo bien que lo entendía. Agachándose, ella camino en cuclillas hacia la ventana más cercana. No podía ver nada más allá, pero siguió su camino, comprobando ventana tras ventana.

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No había hiedra ni musgo cubriendo la parte central de la escalinata de piedra. Como si hubieran sido utilizadas recientemente y con frecuencia. Cuando se agachó y con cuidado encendió su linterna, tocando el blindaje de la viga con su mano, fue capaz de recoger una huella descolorida entre la materia orgánica que cubría lo que alguna vez pudo haber sido un césped bien cuidado. Dio un asentimiento a Dmitri, antes de apagar la linterna y se encaminaron lentamente y en silencio por las escaleras y la puerta trasera de la monstruosidad de casa. Dmitri inclinó la cabeza.

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Lo único que había más allá era una oscuridad estigia. Puesto que la casa era enorme, no significaba nada, pero ella se volvió y se incorporó lo suficiente como para sacudir la cabeza a Dmtri antes de pasar por delante suyo para ver el otro lado, mientras él vigilaba, un peligroso y silencioso depredador, casi indistinguible de la noche. Fue en la tercera ventana que lo vio.

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35 Traducido por Vero Corregido por Vericity

De regreso a Dmitri, le susurró los resultados en su oído, su olor familiar, bienvenido. —La luz apareció hace un segundo. Parpadeante, como si proviniese de una vela. —El resplandor había sido difuso en una forma que ninguna lámpara eléctrica podría imitar—. En el fondo dentro de la casa Dmitri levantó la mano... hacia una de las gárgolas en el techo. Alas se desplegaron e Illium voló en silencio hacia el frente, listo para bloquear cualquier intento de fuga. —Podría ser una distracción —dijo, el corazón palpitando por la descarga de adrenalina provocada por la visión inesperada—. Kallistos podría estar esperando detrás de la puerta. Dmitri negó con la cabeza. —No huelo a Estirándose, giró el dijo—: Una trampa, salgas herida, Honor

nada que indique eso, y mis sentidos son agudos. — picaporte con cuidado. Cuando se abrió bajo su mano, entonces. —Sus labios sostenían una leve sonrisa—. No o te despertarás con colmillos.

Se quedó helada. —No he sido probada. Todos los candidatos preseleccionados fueron probados para algo durante el proceso de aceptación. Las teorías en cuanto a las posibilidades variaban, pero las pruebas en sí eran obligatorias. —Sangre —murmuró Dmitri—. No es difícil de obtener, especialmente cuando se trata de cazadores activos.

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Lo siguió, en la oscuridad sin fin, la luz que había vislumbrado estaba oculta por la disposición de las paredes. Atravesando eso con un paso infalible, Dmitri hizo su camino hacia el pasillo. Ella se encaminó junto a él, levantándose de puntillas cuando bajó los labios a su oído.

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—¿Has oído hablar de la intimidad? —murmuró en voz baja mientras él empujaba la puerta del todo y se deslizaba en el interior.

NALINI SINGH —Mantente fuera de la vista. No hay ninguna razón para que crea que te traje. —A su asentimiento añadió—: Y la intimidad es un concepto moderno. Decidiendo que le gritaría más tarde, utilizó hasta la última gota de su habilidad para ocultar su presencia a medida que avanzaban por el pasillo, mientras que Dmitri hizo todo lo contrario, dando zancadas hacia abajo con pasos pesados con sus botas hasta que la luz apareció a la vista. Se originaba en una habitación que la hacía fluir desde el pasillo hasta la parte delantera de la casa, siendo reflejada por el opuesto espejo ornamental. Ese espejo, tallado con uvas y míticas criaturas cubiertas de oro, no le mostraba nada más allá de la llama de una vela mientras Dmitri pasaba a través de la puerta hacia más allá de la oscuridad, mientras que ella apretaba su espalda contra la pared, lista para entrar cuando fuera necesario. —Dmitri. —Una especie de voz ruda, áspera pero profunda. —Tu garganta nunca se recuperó. —No debería haberla disgustado como lo hice. —Un sonido que podría haber sido un suspiro. —Tu señora no era conocida por su paciencia, o por el cuidado con que manejaba a sus juguetes. La cortesía de la conversación hizo que el cabello en la parte posterior del cuello de Honor se erizara. Sabía muy bien que estaba escuchando a dos depredadores dando vueltas entre sí. Sólo uno de ellos podría sobrevivir esa noche.

Kallistos no había perdido ni un ápice de su belleza en estos años. Había, de hecho, aumentado aún más esa estructura ósea delicada que exhibía ojos de color cobre brillante, y labios tan suaves y bien formados, más que cualquier otro ángel que había sido seducido por su perfección. Su cuerpo también era bello. Delgado, pero con un tono muscular increíble, el aire apenas se inmutó cuando se movió, sus pasos eran los de un bailarín.

Dmitri, tomando nota rápidamente de los pómulos ruborizados de Kallistos y del brillo en los ojos de cobre, le preguntó:

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—He sido un mal anfitrión. —Kallistos movió su mano hacia una charola con una jarra de cristal llena de un líquido color rojo sangre que brillaba a la luz de las velas—. Somos dos hombres sofisticados, ¿no?

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“Una criatura exquisita” lo había llamado Isis el día en que llevó a Dmitri a su cama, y obligó a Kallistos a ver.

NALINI SINGH —¿Cuánto hace desde que has dormido? El otro hombre se recostó contra la pared al lado de una enorme chimenea. Deslizando sus manos en los bolsillos de los pantalones del traje de un color marrón oscuro que parecía casi negro a la luz de las velas, inclinó la cara a su mejor perfil. Era, Dmitri sabía, un acto automático —pero no uno inconsciente— porque mientras Dmitri había aprendido a usar el aroma seductor como un arma ofensiva, Kallistos había aprendido a usar su cara y cuerpo. Ahora, separó esos labios perfectos en la más mínima fracción. —Arriba hay una cama grande... absolutamente lista para usar. —Una Invitación sensual en cada palabra, era la confianza de un hombre que había sido capaz de doblegar tanto hombres como mujeres a su favor durante siglos. Incluso Isis, pensó Dmitri, le había mimado cuando no le estaba torturando. No había duda en que hombres jóvenes habían sido atraídos a su guarida y habían llegado dulcemente a la muerte, entregándole sus cuerpos para que hiciera lo que deseara. —Fracasaste en tu intento de Convertir vampiros. —Pensaba crear un ejército. —Una sonrisa diseñada para hacer sonreír a su audiencia, para verlo como un adorno bonito, y no como una amenaza en absoluto—. Una premisa tonta, pronto me di cuenta, pero ¿por qué no usar los esclavos que ya tenía? Fue muy divertido dejar regalos en la puerta de tu casa. Empujando la pared con una mirada llena de deleite, rodeó el sofá hasta que quedó a sólo unos metros de distancia, su andar elegante. —Entonces lo noté. No tenía necesidad de tener un ejército para destruirte. —Extendió sus manos—. Todo lo que tenía que hacer era llevarme a alguien que amabas y hacerte ver mientras la sacrificaba. Los recuerdos, dolorosos y brutales, amenazaron con bramar a la superficie, pero Dmitri había tenido casi un millón de años para aprender a pensar más allá del dolor. —Estabas tirado en un charco de tu propia sangre cuando te descubrimos. —Era un recordatorio silencioso, una última oportunidad—. Ella te había azotado hasta destrozar la piel de tu espalda, y luego había montado sobre ti mientras gritabas.

—Y tú no eras nada más que un bonito juguete para ella —dijo Dmitri con cruel honestidad—. Uno que quizás se habría arrepentido de romper, pero sólo durante el tiempo que le habría llevado encontrar uno nuevo.

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—No la entendías, por lo estúpido que eras.

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Una ira irregular desfiguró las líneas perfectas de la cara de Kallistos.

NALINI SINGH El cobre quemaba caliente, pero Kallistos no atacó, no reaccionó. —Ella rompió tu juguete, ¿no? —Una sonrisa cruel—. Dijeron que tu mujer chilló como un cerdo, mientras la llenaban de surcos. La furia quemaba en su torrente sanguíneo pero nunca le daría a Kallistos la satisfacción de ver lo que le hacía el pensar en los últimos momentos de su gentil y amada esposa en la tierra. —¿Todavía la amas, Kallistos? Un oscuro silencio, seguido de un simple —Sí. —Entonces no hay nada más que decir. —Sacó la cimitarra, con el objetivo de decapitarlo. Pero Kallistos ya no estaba allí, se había movido con gracia felina para protegerse detrás de un sofá. —Cuidado —dijo el vampiro, tirando de una espada reluciente de su escondite por el pesado mueble—. O nunca sabrás dónde está. Dmitri respiró hondo, atrapando el perfume de Honor cerca de la puerta. —No tienes nada. Una sonrisa burlona. —No fue difícil llevármela. Todo lo que tuve que hacer fue hacer una llamada amenazando a sus hermanos menores. —Una presumida satisfacción que era tan escalofriante como era posible. —Se escapó de tu guardia y directamente hacia mis brazos, esa cosita deliciosa. Honor no tenía hermanos menores. Pero Sorrow si. Hielo aceró su sangre. —Ríndete a mí ahora —dijo, captando rastros de una esencia inesperada que le decía que Kallistos todavía tenía protovampiros vivientes bajo su mando—. Y voy a hacer de tu muerte una tarea fácil. Honor estaba ahí fuera sola, pero en cuanto Dmitri fuera hacia ella, le daría a Kallistos otro objetivo.

Dmitri fue tras Kallistos sin previo aviso, empujando la cruda furia de sus emociones en la parte posterior de su mente. Eso vendría después. Después de que Kallistos estuviera muerto. Evitando el golpe letal, el otro vampiro se retorció y casi voló sobre el sofá a la tierra a sus pies del otro lado.

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—Me divierte saber que vas a vivir el resto de tu vida sabiendo que ella tuvo una lenta y dolorosa muerte, después de que la usé hasta que me harté. Es una lástima que no llegaras una hora antes. —Una sonrisa que tenía como objetivo extraer la sangre del corazón—. Gritó tu nombre al final.

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Kallistos rió de nuevo, un áspero, roto, y doloroso sonido.

NALINI SINGH —Neha —dijo Kallistos mientras Dmitri daba la vuelta para enfrentarse a él—, es muchas cosas. Una de las cuales una luchadora maestra con la espada. —Sus habilidades no ayudaron a su hija —se burló Dmitri, consciente de los sonidos en el pasillo, de los cuerpos comenzando a correr en la habitación detrás de él, bloqueando la salida. —Anoushka era arrogante. —Kallistos se le acercó en una imagen borrosa que cortó una línea a través de la camisa de Dmitri, empapando el material negro del color rojo oscuro de su sangre—. Yo, sin embargo, no me preocupo por lucirme. Sólo por causarte dolor. Dmitri arrasó de nuevo, se deslizó en sentido contrario por una gruesa alfombra. Kallistos aprovechó la oportunidad para hacerle una profunda herida en la espalda, la hoja patinando dolorosamente sobre su columna vertebral. —¿Qué se siente ser el más débil, Dmitri? —preguntó en un siseo—. Rogó que salvaras su vida. ¡Rogó por ti! Diez de los jóvenes, débiles protovampiros armados. No había más sonidos en el pasillo. —Era una perra que merecía morir. —Con esas frías palabras, empezó a moverse en serio. En lugar de dirigirse hacia Kallistos, giró hacia los bordes de la habitación, derribando a los protovampiros que pensaban arrebatarle su arma. Pero era demasiado rápido, su espada se encendió a través del aire, chorreando sangre sobre las paredes mientras Kallistos gritaba y se abalanzaba detrás suyo. Entonces, el ex amante de Isis sentía cierta clase retorcida de amor por sus creaciones después de todo. Usando sus pies para empujar una pared salpicada de rojo, la volteó sobre Kallistos y se acuclilló por debajo de la lluvia de balas. Pero una lo alcanzó en el brazo, no obstante. Sacudiéndose el dolor, arremetió con la cimitarra de nuevo, amputando las piernas de su atacante por las rodillas.

Alzando la cabeza para ver a Kallistos corriendo hacia Honor, su labios se curvaron en un gruñido, cambió de posición para bloquear al otro vampiro. El estruendo de acero resonó en la habitación, vibraba por su brazo herido, pero Dmitri había luchado con partes del cuerpo faltantes. Esto no era nada.

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Los sobrevivientes estaban ya disparando... pero sus disparos enloquecieron de repente, sus corazones se apagaron desde atrás por una cazadora de profundos ojos verdes ardiendo con un centro de fuego.

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El vampiro era demasiado joven, demasiado mal Convertido para sobrevivir, sus rugidos agudos no tenían fin.

NALINI SINGH Pateando las rodillas de Kallistos, lo rozó con la espada mientras se retorcía a un lado y salía corriendo, no hacia la puerta, sino hacia las ventanas de vidrio grueso y antiguo que daba a los jardines. Sin detener su impulso precipitado, el otro vampiro se estrelló a través del cristal en dirección al jardín en una cascada de ruido y sangre. —¡Honor! —Estoy bien. ¡Ve! Saltando a través del mismo agujero en el cristal, rodó hacia una posición de pie para encontrarse frente a Kallistos, cuyo rostro mostraba una sonrisa empapada de sangre. —Inteligente, Dmitri. Manipulándome hasta que incliné mi mano... o tal vez yo te estaba manipulando. —Levantando dos dedos a su boca, silbó. Ladridos llenaron el aire y de repente sabuesos tan negros como la noche hervían desde el bosque hacia la parte delantera de la casa, su colmillos estaban afilados y su objetivo era obvio. Fluyendo alrededor de Kallistos, llegaron a Dmitri, pero no todos ellos. Parte de ellos entraron en la casa, probablemente atraídos por la sangre derramada... o por el olor de Honor. Porque Kallistos se estaba riendo, con una mirada en sus ojos que decía que había jugado su juego final. Al ver un destello de color azul en su visión periférica, Dmitri gritó: —¡En el interior! —Cortó en rodajas a los perros, al mismo tiempo reduciendo su gruesa musculatura y cuerpos por la mitad, pero siguieron llegando de las afuera del bosque. Si se caía al suelo, lo harían pedazos, probablemente con el tiempo teniendo éxito en la decapitación que era la única cosa que pondría fin a su casi inmortal vida. —Es una pena que no conseguiré matar personalmente a tu perra — escupió Kallistos—. Pero, no obstante, voy a disfrutar de la idea de su cuerpo mutilado.

Sabía que Illium haría todo lo posible para protegerla, pero lo destrozaba que fuera, una vez más, incapaz de proteger a la mujer que amaba. Fue entonces cuando escuchó disparos rápidos desde el interior de la casa y recordó que, si bien Honor podía tocarlo con la misma dulzura que Ingrede una vez había usado, era una cazadora, pulida y de pura sangre, víctima de nadie.

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Mostró los dientes en una mueca salvaje.

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Dmitri siguió acabando con los perros, la pila de cuerpos estaba creciendo cada vez más profundamente en torno a él. No te atrevas a morir, Honor.

Mi Honor.

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NALINI SINGH Cortando con la cimitarra en una mano mientras sacaba su propia arma con la otra, eliminó a muchos de los perros y los otros se volvieron cautelosos. No lo suficiente como para alejarse, pero lo suficiente para vacilar. Usando su vacilación, levantó la pistola y le disparó a Kallistos en la cara. El vampiro gritó y cayó de rodillas, después de, obviamente, no esperar un asalto del arma moderna. Dmitri se abrió paso a través de los perros para poner la pistola en la sien de Kallistos. El vampiro estaba destruido en un nivel fundamental, nunca se recuperaría. Isis le había hecho esto. Y aun así Dmitri le daría misericordia. Pero Kallistos arañó el arma con sus manos antes de que pudiera apretar el gatillo, tirando de su mano y desequilibrándolo lo suficiente hasta que cayó al suelo con el rostro de Kallistos mutilado por encima de él. Dejando caer la cimitarra, ya que no era útil en espacios tan reducidos, luchó con sus propias manos mientras Kallistos lo arrancaba y desgarraba con manos que no eran humanas. Sintiendo las uñas cortar su carne, se dio cuenta de que el hombre había estado ocultando algún tipo de arma con punta corta pero de gran nitidez, puntas fuertes y sostenida sobre sus nudillos. Ahora se comportaba como una trituradora de papel que rasgaba el pecho de Dmitri y el lado de su cuello. Él bloqueó a Kallistos cuando el vampiro ciego sujetó su mano alrededor del cuello de Dmitri y, tirando de un cuchillo corto de su cinturón, cortó la garganta de Kallistos. La sangre brotaba caliente y húmeda sobre su cara, pero Kallistos era mayor que Dmitri por cerca de dos décadas. No cayó. En su lugar, apretó la mano libre por encima de su garganta y atacó con la que había hecho letal. —Te acabaré. —La saliva burbujeaba alrededor de su boca, una fina espuma roja—. Al igual que acabaste con ella.

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Dmitri consiguió agarrar la muñeca de Kallistos, deteniendo su ataque. Fue entonces cuando sintió los dientes de un perro en el pie, más allá de donde Kallistos se sentaba a horcajadas de su cuerpo.

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NALINI SINGH

36 Traducido por Marie.Ang Christensen Corregido por Vericity

Pateando y golpeando el grueso y sólido cuerpo, dejó caer su puño en el brazo de Kallistos, dejando el rostro y la garganta desprotegidas y puso toda su fuerza en empujar el cuchillo que aún mantenía en el lugar justo debajo del corazón de Kallistos. Golpeándole, empujó hacia arriba, cortando el corazón del otro vampiro por la mitad. La agonía grabada en él como los ásperos puntos metálicos cavados en su rostro, rastrillando todo, pero el impacto del golpe se desvaneció al final cuando Kallistos se sacudió, la sangre saliendo de su pecho y de su garganta al mismo tiempo. Torciendo el cuchillo más profundo, hasta que el corazón del vampiro era nada más que papilla, Dmitri empujó el cuerpo lejos de él, gruñendo a los perros al mismo tiempo. Se retiraron… pero sus ojos estaban en el caído Kallistos, quien se contrajo tratando de curarse a sí mismo. Dmitri sabía que si se quedaba tranquilo, se levantaría de nuevo. Los vampiros con su poder y fuerza no eran fáciles de matar. Sin embargo, si Dmitri se marchaba, los perros rasgarían a Kallistos separándolo como un trozo de carne despedazada. —Esta es mi mascota. —Con una sonrisa, Isis acarició con sus brillantes uñas el esbelto cuerpo del niño casi convertido en un hombre. Ese muchacho, atado a la cama, se arqueó a su contacto… Luego gritó, cuando le clavó las uñas en sus bolas y se las arrancó. No, pensó Dmitri. Él no podía dejar a Kallistos sufrir, incluso después de los horrores que el vampiro había cometido. Sorrow.

Un tranquilizador bálsamo sobre su espalda.

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Un atisbo de recuerdo, de Kallistos en el principio del encarcelamiento de Dmitri.

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Sus intestinos apretados, la angustia y la rabia quemaban en su garganta, y casi se fue, dejando al otro vampiro con los perros babeando de hambre.

NALINI SINGH —Ella puede ser exigente, lo sé, pero es una buena dama. —El joven vampiro había tratado de hacer su vida más fácil, incluso distrayendo a Isis al haber recibido un golpe que habría tomado el ojo de Dmitri a una altura que significaba que no podría haberse curado. —Ayúdame. Kallistos le había dicho eso a Dmitri una vez, después de que Isis le había hecho tanto daño que no había sido capaz de levantarse para alimentarse. Dmitri, encadenado, había sido incapaz de hacer algo en ese momento, pero hoy lo haría. Agarrando la descartada cimitarra, trajo la cuchilla bajo la garganta de Kallistos. Un simple y duro golpe fue todo lo que tomó para separar la cabeza del cuerpo, pero Dmitri hizo unos extras asegurándose que Kallistos nunca volvería a levantarse, usando una cuchilla más corta para tallar el dañado corazón del vampiro. Cuando se volvió para dirigirse hacia Honor, no teniendo alternativa más que dejar el cuerpo de Kallistos a los perros, la vio salir corriendo de la casa con Illium, blandiendo sus armas. Los perros no tenían ninguna posibilidad.

—Nadie puede saber de esto —dijo a Honor cuando examinó los incipientes colmillos de uno de los protovampiros dentro de la casa, ya no sorprendido de lo que alguien pudiera probar la posibilidad de la inmortalidad. —Entiendo. —Se agachó a su lado, con una extraña compasión en su rostro—. No sólo se estremecería la estructura de poder del mundo si los ángeles se vieran vulnerables, esto puede darle algunas ideas a alguien. —Sí. Tan inteligente, pensó, y con tal claridad de pensamiento, Honor era una mujer que podía ser una ventaja a su lado, dejando de lado el hecho de que quería solamente abrazarla, respirar su aroma, oír el latido de su corazón. Pero primero tenían que examinar la casa, habitación por habitación. Esta resultó estar vacía de moradores vivos, pero descubrieron varios cuerpos en descomposición enterrados en tumbas poco profundas detrás de la casa, evidencia de los intentos fallidos de Kallistos de “crear” vampiros.

Un golpe en su pecho, irradiándose a través de su cuerpo.

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—¿Dmitri? —preguntó la voz femenina cuando se puso a la línea con Illium y Honor, rodeado por el oscuro aroma de la muerte—. Perdí tu llamada, estaba en el recital de música de mis hermanos.

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Sin embargo, ese no fue el más grande descubrimiento.

NALINI SINGH —Estás a salvo. —¿Está todo bien? —Sí. —Le pasó el teléfono a Honor, necesitando un minuto para reconstruir los escudos emocionales que habían colisionado de alguna manera con el sonido de la voz de Sorrow. No fue sino hasta la tarde del día siguiente que regresaron a Nueva York, habiéndose quedado atrás para asegurarse de que todo fuera procesado y limpiado, hasta que nadie supiese jamás lo que había ocurrido en ese tranquilo lugar, rodeado por el luminoso verde de cientos de arces de azúcar. Sin embargo, no piloteó el helicóptero a Manhattan y La Torre, sino que a un edificio abandonado no lejos de la frontera entre Nueva York y Connecticut. —¿Estás segura? —preguntó a la mujer con los ojos llenos de misterios que quería explorar mientras ella estuviese tumbada, entregada al placer y sonriendo en su cama. —Sí —dijo Honor. Amos, ella se había dado cuenta, no era el monstruo que la atormentó. Esto era la jaula en la que la había puesto. Saliendo de la reluciente máquina, esperó a que Dmitri se le uniera y luego los llevó a las entrañas del infierno. El edificio estaba tapizado con señales de No Entrar, pero dio un paso a través de una puerta interna que conducía a un sótano con piso de cemento. —Él me dijo —susurró ella, las náuseas le revolvieron el estómago—, qué tenía previsto hacer de este lugar, convertirlo en un salón a la antigua donde solamente los privilegiados se reunirían, pero primero tenía que asegurarse de que todos sus invitados tenían buen apetito. —Apetito que significó que Honor habría al menos muerto antes que Amos consiguiese de una vez las murallas pintadas, ni mucho menos remplazado la mohosa alfombra y los pisos rotos. Una mano masculina se cerró en el pomo de la puerta. —Yo iré primero. —Necesito… —Enfrentar tus demonios. —Dmitri apartó el cabello de su cara con inesperada ternura.

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Buscando en ese rostro que todavía tenía restos de las brutales gubias de la pelea, se dio cuenta que necesitaba hacer esto, también, para protegerla. Ella no podía pretender que su afán de protección, su cuidado, no era bien recibido. No aquí.

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—Eso no significa que tengas que hacerlo sola y sin protección.

NALINI SINGH No cuando era Dmitri. Pero, —Juntos. —Juntó su mano con la de él—. No me esconderé en ninguna parte de esto, ni siguiera detrás de tus anchos hombros. Una larga y tensa pausa antes de que él asintiera con la cabeza y abriera la puerta que conducía a su infierno personal. Pero a medida que avanzaba, Dmitri a su lado, las náuseas fueron arrastradas por la ira, mordaz y brillante… y luego, cuando entró a la habitación de color negro donde había sido retenida y torturada por dos largos meses, por orgullo. Yo sobreviví a esto. La idea apenas había pasado por su mente cuando la cosa vino de la oscuridad, enseñando los dientes y con los dedos en garras, los ojos de rojo brillante. Ella comenzó a disparar, gritando —¡No! —cuando Dmitri se había abalanzado por delante de ella. —¡Lo tengo! —La criatura seguía viniendo y ella seguía disparando, el ruido ensordecedor en el espacio cerrado. Finalmente lo puso jadeando en el suelo. Sacó su linterna, apuntó el haz de luz a lo que fuera que había hecho de este inmundo lugar su guarida, sin mover su arma de él. —Tú. —Una palabra llena de sangre hirviendo. No se parecía en nada a las fotos que Dmitri le había mostrado, su elegancia enterrada bajo el hambre animal. La piel estaba retraída desde su boca para mostrar sus encías, sus colmillos; su rostro era vacío, caído en sí. Al igual que su cuerpo bajo los restos andrajosos de su camisa, sus costillas rotas aún no se fusionaban por completo, otra parte de su torso pulverizado con heridas de bala. —Te tenía —susurró Amos. —No —dijo ella de nuevo, hablando a Dmtri —Honor. —No es peligroso. —Caminando, miró hacia abajo a Amos de forma descarada y se dio cuenta de que de alguna manera se había metido ahí después de que Jiana lo repartió. Sin embargo, una vez oculto y a salvo, no había tenido la fuerza para salir a alimentarse, aun cuando su cuerpo se había canibalizado para sanar las grandes heridas. Pero una con un depósito de fuerza.

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Se abalanzó hacia ella con un rugido silbante. Sin perder el control, vació su cargador en su corazón, que estalló en mil pedazos.

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Una criatura miserable.

—¿Se levantará de nuevo?

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NALINI SINGH —No. Está muy débil. —La mano de Dmitri tocó su cabello—. Está hecho. Se dio vuelta, y miró a su alrededor la habitación llena de humo y vio sólo eso. Una habitación. —Sí. Ya está hecho. Exhausta y emocionalmente agotada, no protestó cuando Dmitri la guió a la Torre y la llevó a su suite. —Tenía una nueva cama entregada —le dijo mientras se la llevaba a la ducha y comenzaba a ayudarla a desvestirse—. Tú serás la única mujer que duerma en ella. Él era el dueño de su corazón, este vampiro con sus cicatrices y su oscuridad. —Ven aquí. —Ahuecando su rostro se inclinó hacia ella, frotó su nariz contra la suya, sintió su cuerpo rígido por un inexplicable segundo antes de que tomara su boca en un reclamo firme de un beso corrompido, del tipo pecaminoso, que ningún buen hombre le daría a su mujer. La ducha resultó ser relajante y bienvenida, su cuerpo estaba agotado cuando ella cayó en la cama. Ellos querían deshonrarla, los vampiros con ojos ardientes y las manos que recorrían su carne, mientras la inmovilizaban contra la pared. Ella sabía esto, lo entendía. —Perdóname, Dmitri —susurró en su mente y se volvió quieta. Se echaron a reír. —Allí, ella lo quiere. Sabía que las campesinas estaban felices de extender sus piernas por un hombre real. —Ásperas manos arañándola, subiéndole las faldas, otro par machacando sus senos. A pesar de su vergüenza, de su rabia, se dijo a si misma de estar tranquila, de no pelear. Pero entonces, el tercer vampiro caminó hacia la enfermería y salió con Caterina en sus brazos.

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Tranquila, tranquila, se dijo a sí misma incluso cuando la furia convirtió su sangre en llamas. Si protestaba, el monstruo sabría que tenía un pedazo de su corazón en sus manos y dañaría a Caterina aún más. Pero su silencio no podía proteger a su hija, y gritó de horror —¡No! ¡Por favor!— cuando el vampiro bajó su cabeza al pequeño cuello de Caterina y comenzó a destrozarlo como un perro. El grito aterrado de su bebé atravesó el aire, atravesó el silencio, la atravesó hasta que sangró.

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—Tan dulce y suave —murmuró, un tono escalofriante en su ternura—. He escuchado que su sangre es una delicia.

NALINI SINGH Atascó su codo en la nariz de uno de los vampiros que la sostenían, apuñaló a otro con el cuchillo de cocina que había escondido en sus faldas cuando entraron a su casa con tal maldad en sus ojos. —¡Déjala ir! —Escaparon porque no esperaban el desafío y ella arrancó a Caterina de los brazos del vampiro que se estaba alimentando. —No, no. Oh, no. —Su pobre bebé estaba muerto, su garganta era sólo carne, su pequeño cuerpo ya estaba frio. —¡No! Fue el grito de lamento de una madre mientras los monstruos la desgarraron de nuevo, pero no entregaría a Caterina. Ni siquiera cuando le rompieron las costillas, la empujaron al suelo, y le subieron sus faldas. No le importaba lo que hicieran con ella, siempre y cuando no tocaran a Caterina… y no descubrieran a Misha. —Quédate tranquilo, Misha —rogó en su mente—. Quédate tranquilo, muy tranquilo. —Había estado jugando en el pequeño espacio debajo del techo que era su lugar “secreto”, y ella le había gritado que se escondiera cuando había visto por primera vez a los vampiros. No había habido tiempo para llegar a Caterina, pero tenía la esperanza de que no serían tan crueles como para dañar a un bebé. No sintió dolor cuando la lastimaron, no sintió nada, cada pizca de su ser se concentró en escuchar a su hijo, manteniendo a su hija cerca. —No pude protegerla, Dmitri —susurró en una voz sin sonido, mientras los vampiros la usaban. —Lo siento. —Ella iba a morir ahí, lo sabía. Y cualquier otra cosa, él no perdonaría eso. Era terco, llevaría la herida en su corazón hasta el día en que tomara su último aliento, su hermoso y leal marido que la había amado incluso cuando un ángel vino a cortejarlo. Un murmullo de sonido.

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—¡No! —Uno de los otros atrapó a Misha gritando, retorciéndose en sus brazos—. ¡Ella quiere que él niño mayor viva! —Él apretó firme a su dulce chico cuando le pidió que no le hiciera daño a su hijo. Pero el monstruo sólo reía, sin dejar de aplastar a Misha hasta que su pequeño y fiero cuerpo quedó inerte.

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Mirando hacia arriba, vio a Misha mirando por encima del borde del espacio en el techo. Con sus ojos, le dijo que permaneciera callado, que siguiera así. Pero era hijo de su padre. Gritando de rabia, saltó a la espalda de uno de los atacantes, clavando sus pequeños y fuertes dientes en el cuello del vampiro. El vampiro fue a arrancarle a su hijo y tirarlo al piso mientras ella luchaba para escapar, para protegerlo.

NALINI SINGH Luego, terminó con ella, rompieron su columna vertebral para que no pudiera escapar ya que la casa estaba llena de humo, con fuego. Murió con su bebé en sus brazos, sosteniéndolo hasta el final. Pero no hubo paz para su alma, su mente se llenó con el eco de los gritos de Misha, la vista del cuello devastado de Caterina, y las inquietantes palabras de Dmitri cuando los hombres de Isis vinieron por él. —¿Me perdonarás, Ingrede? ¿Por lo que debo hacer? Un hombre orgulloso, su marido. Muy, muy orgulloso. —Peleas una batalla —le había susurrado, tocando con su mano su mejilla—. Haces esto para protegernos. No hay nada que perdonar. Así que él se había ido, su Dmitri, fue a la cama de un ser que sólo lo vio como un objeto para ser usado. Y le había prometido volver, sin importar lo que tomara. Pero ahora, ella no sería capaz de esperarlo. Su corazón se rompería. —¡Honor! Dmitri sacudió a la mujer que había estado durmiendo tan cálida junto a él a través de la noche, tratando de despertarla mientras lloraba, gruesas lágrimas cayendo, y sollozaba. Luego se volvió, enterrando su cara en su pecho, y supo que estaba realmente despierta. Sus lágrimas eran las de una mujer que lo había perdido todo. Devastación total en cada caliente y húmeda gota mientras lloraba y lloraba y lloraba, su cuerpo se sacudía tan fuerte que él estaba preocupado de que se haría pedazos. Ella no oiría sus palabras, no se suavizaría, por lo que simplemente la abrazó, más fuerte de lo que había hecho nunca antes. No luchó contra él, no hizo nada más que llorar, hasta que su pecho estuvo húmedo con su desolación y él quería romper algo. Pero no le dijo que se detuviera. La muerte de Amos, pensó, había sido el catalizador, y si necesitaba esto para completar su curación, así sería.

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Así que él sostuvo a la cazadora, cuyos ojos verdes de medianoche le decían que ella le vio a él, con sus sombras y todo, quien lo tocó como Ingrede solía hacer, quien le hizo imaginar una verdad imposible, la sostuvo en un lugar tan cerca que ella era parte de su alma.

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NALINI SINGH

37 Traducido por Gaby828 Corregido por Juli_Arg

Honor se sentó con las piernas colgando de un lado en el balcón sin barandilla fuera de la oficina de Dmitri. Seria una caída terrible, pero se imaginaba que alguno de los ángeles de abajo la atraparía. Por supuesto, ella no estaba dispuesta a tomar el riesgo, no había manera en el infierno que planeara morir pronto. No después que le tomara tanto tiempo volver la última vez. Su respiración quedo atrapada en su pecho por su consciente aceptación de una idea imposible... excepto que no lo era. Era tan real como el horizonte de Manhattan frente a ella, de acero contra un cielo azul con rayas blancas. Los recuerdos iban en cascada uno por encima del otro desde que se despertó en las primeras horas de la mañana, llorando tan fuerte que su pecho quedo dolorido, sus ojos hinchados y su garganta en carne viva. Él es mi marido. Tal vez no en ley, pero en lo que a su alma se refiere, Dmitri le pertenecía. Siempre. Cuando la puerta se deslizo a su espalda, miró, esperando al hombre que era el centro de sus pensamientos. No lo era. Sonrío a la cazadora que se sentó a su lado. —¿Cómo subiste aquí? —La seguridad era hermética. Ashwini balanceo sus pies. —Hablé dulcemente con Illium. —No sabía que lo conocías.

Un largo silencio antes que Ashwini dijera —¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? El recuerdo era claro. Había sido en un bar ruidoso lleno de cazadores y mercenarios. Se habían reído sobre las bebidas, comido todo lo frito, sembrado

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Honor volteó su cara al viento, dejándolo empujar su cabello sin atar, enredándolo en un desastre natural como Dmitri hizo en la cama. —Nunca me creerás.

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—No lo hacia. Ahora sí. —Oscuros ojos marrones llenos de intensidad se posaron en Honor—. Dijo que necesitabas un amigo. Ya sabía eso, pero pretendí que eran noticias nuevas. ¿Qué esta mal?

NALINI SINGH las semillas de una amistad profunda y duradera. Y luego mientras se paseaban por la puerta, —Me llamaste un alma vieja —susurro—. Un alma perdida. —Todavía tan vieja que hace mi pecho doler —Ash se inclinó así sus hombros se tocaron por un momento—, pero ya no perdida. Temblando, apoyó sus manos sobre sentaron. No habría más susurros, lo sabía, había ninguna necesidad, la barrera entre el en la tormenta de lágrimas hasta que vio claramente como la que era ahora.

la superficie rugosa donde se a partir de una larga vida, ya no pasado y el presente desapareció a la mujer que había sido tan

Los recuerdos despertados le causaron un dolor agonizante. La idea de perder a Caterina y Misha... no lo podía soportar. Pero recordó, entendió algo hermoso, también. Amada, ella había sido amada. Y, pensó, recordando los brazos que la habían sostenido tan apretada esta mañana, era amada otra vez. Él quizás nunca sea capaz de decirlo, la espada afilada en que se había convertido su esposo, pero ella lo sabía. Lo que no sabía era si su hermoso, herido Dmitri estaba listo para escuchar lo que tenia para decirle.

Dmitri miró a las dos mujeres sentadas afuera en el balcón y chequeo por tercera vez para asegurarse que las alas de los ángeles esperaban abajo alertas para atraparlas si era necesario. —Debería ir y arrastrarlas aquí adentro —le dijo a Rafael cuando el arcángel camino para pararse a su lado. —Sí —dijo Rafael—. Debería ser algo divertido de mirar. Dmitri le disparo al arcángel una mirada oscura.

—Creo que es hora de empujarlo. —Le dará a Veneno un periodo suficientemente largo para asegurar una transferencia suave.

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Volteándose, Dmitri vio a Elena llegar al balcón con un aterrizaje un poco tambaleante, pero seguro. Lanzó su puño al aire antes de sentarse al lado de la cazadora de piernas largas con los ojos oscuros que era la mejor amiga de Honor y, de acuerdo con los reportes que tenían de ella, era extremadamente talentosa cuando se trataban de los sentidos que no eran aceptados por la mayoría de los humanos. Los inmortales, sin embargo, habían vivido demasiado como para desestimar la fantasía. Y así que vigilaban a Ashwini. — Janvier la corteja.

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—Mi Consorte se esta uniendo ahora a tu mujer.

NALINI SINGH Dmitri asintió, sintiendo una especie de paz salvaje dentro cuando Honor se echo a reír, su cuerpo medio escondido detrás de las alas abiertas media noche y amanecer de Elena. —Será bueno para Veneno trabajar junto a Galen. —El vampiro era fuerte pero joven y podía ser impulsivo; mientras Galen era estable y centrado como una roca. —Estoy de acuerdo. —Las propias alas de Rafael crujieron cuando las asentó—. Hablé con Aodhan, no ha cambiado de opinión. Dmitri pensó acerca del extraordinario ángel fracturado, preguntándose si iba a encontrar lo que buscaba en esta ciudad impetuosa, audaz con su corazón palpitando con vida. —¿Crees que es el comienzo de su curación? —Tal vez. —Una pausa silenciosa—. Vamos a ser su escudo, Dmitri. —Sí. —¿El ángel joven? Descansando. Su voluntad es fuerte, esto no lo va a romper. Bien. Afuera, las mujeres continuaron hablando, su cabello se enredó en conjunto con el viento juguetón, las líneas brillantes casi blancas de Elena contra el negro liso de Ashwini y los más suaves rizos ébano de Honor. Era una vista que haría a cualquier hombre tomar nota. —No somos quienes éramos hace dos años, Rafael. —¿Lamentas ese cambio? —No.

Tendiéndose sobre ella, la obligo a acostarse sobre su espalda, sus manos sin atar se sostenían de los barrotes de la cabecera y comenzó a besar, saborear, cada pequeño centímetro, desde el suave calor de su frente, al hueco de su garganta y a sus apretados pezones. Ahí, se detuvo, se tomó su tiempo, hasta que sus pezones quedaron mojados y arrugados, antes de pasar a la caída de su ombligo, la protuberancia de carne temblando entre sus muslos, la curva de su rodilla, y finalmente el elegante arco de su pie.

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La respiración salía en jadeos irregulares, ella negó con la cabeza cuando le dijo que se volteara.

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Honor desafíó a Dmitri a una sesión de entrenamiento en la tarde y perdió. Él la llevo a la cama esa noche, tendiéndola para su deleite. Cuando ella se mordió el labio superior le susurró: —¿Creí que habías dicho algo acerca de un látigo de terciopelo? —Con una voz que sostuvo la anticipación de ambos y una espiga de sensual nerviosismo, tomó su boca con una necesidad voraz que había perfumado el aire con el dulce almizcle de su excitación.

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NALINI SINGH —Honor. —Era una orden. —No. —Ojos inquietantes llenos de desafío que eran una invitación, su cuerpo tan sensible que cuando pasó sus dedos suavemente entre sus piernas, sus ojos se cerraron y sus músculos se tensaron en preparación para una cumbre aplastante. —No —dijo él, quitando su toque y agachando su cabeza para poder hablar contra su oreja—. No obtendrás recompensa por mala conducta. Arrepentida, le beso un lado de la cara, la mandíbula. Besos suaves y húmedos que hacían a su polla vibrar en los pantalones negros que aún usaba, mientras ella yacía al descubierto, su piel de seda caliente, su sangre cálida y excitada susurrándole una erótica adicción que él no podía permitirse el lujo de disfrutar. —¿La bravuconería funciona? —Otro beso. Presionó su mano en su abdomen, empujándola sobre su espalda de nuevo. —Esa es otra regla que has roto. —Le había ordenado permanecer inmóvil. —No vas a tener piedad conmigo, ¿verdad? —Fue una pregunta ronca mientras se levantaba de la cama y se dirigía a su armario… pero mantuvo la promesa que le había hecho al principio, se quedó en la cama. —Deberías saber mejor que esperar de mí —dijo, cerrando su mano alrededor del mango de un látigo de terciopelo suave que nunca antes había utilizado, ya que nunca había usado nada de ese cuarto. Había construido una cama para Ingrede, y de la misma manera, unió el cuarto para Honor. Ahora, pasando sus manos sobre el látigo, sacudió las colas sobre su brazo para asegurarse que no le causaría ningún dolor, sólo el más intenso placer. Sus ojos fueron al látigo cuando él se volteó para caminar de vuelta hacia ella, y la vio girar sus caderas de una manera que le dijo que estaba muy cerca del borde. Permitiendo que sus labios se curvaran sólo un poco, corrió las suaves colas sobre su cuerpo, desde el pecho hasta el muslo.

—Más grande —ordenó.

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Ella gritó, y sabía que se encontraba al borde del precipicio. Moviéndose de vuelta, cambió su control y golpeó con su mano. Las colas de terciopelo besaron el sonrojo de sus muslos y su quejido se convirtió en un gemido gutural.

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—¿Dónde —murmuró—, te gustaría tener tus azotes? —Hizo círculos con los filamentos alrededor de sus pechos—. ¿Aquí? —Acariciando abajo, por encima de sus muslos—. ¿Aquí? —Volviendo atrás, cambiando su agarre para pasar el mango a través de sus delicados pliegues—. ¿O tal vez aquí?

NALINI SINGH Abriendo sus muslos, bloqueó miradas con él. Su siguiente golpe fue en sus muslos internos y vio aumentar la tormenta en esos ojos similares a los bosques a media noche. Midiendo con precisión, sacudió su mano otra vez... por lo que el terciopelo cayó en los pliegues húmedos entre sus muslos. Ella se vino con un grito, con sus brazos esforzándose mientras continuaba aferrándose a los barrotes de la cabecera, sus pechos se ruborizaron y su espalda se arqueó. Deseando montarla, para exprimir hasta la última gota de éxtasis fuera de ella, sacudió el látigo otra vez, sobre sus pechos. El placer se hizo cargo, y era hermosa. Dejando el látigo, se deslizó el resto de sus ropas, y se acomodó entre sus piernas, empujando en su interior mientras bajaba de lo alto, su carne temblando con las réplicas. Los pequeños músculos internos con espasmos en torno a él, casi robando su control. Pero había tenido siglos para perfeccionarse y tenía la intención de extraer placer esta noche. Gimiendo, Honor lo sostuvo mientras se mecía en su interior con impulsos lentos y poco profundos, que tentaban pero nunca entregaban. El sudor cubrió sus cuerpos diez largos minutos después y la mujer que era suya yacía de espaldas, clavando las uñas en las sábanas y tratando de forzarlo más profundo con los tobillos alrededor de su espalda. —Más rápido. —Gané la sesión de combate —le recordó—. Tengo que hacer lo que me gusta. Inclinándose hacia abajo, lamió una gota de sudor a lo largo de su garganta. —En este momento, quiero tomarte lento y tranquilo. Su pecho se agitó, trató de empujar una mano entre sus cuerpos. Agarrándola, la subió por encima de su cabeza, antes de tomar su otra mano y sujetarlas con ambas. —Chica mala. —Sosteniendo su mirada, se froto una vez más, escuchó su frustración en su gemido en la parte posterior de su garganta—. ¿Asustada? —Era una pregunta grave, porque la tenía restringida.

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Balanceando sus caderas, la amó de una manera que tuvo que cerrar sus ojos y sus pechos se levantaron hacia su boca. Se aprovechó, succionándolos y jugando con sus pezones mientras continuaba atormentándola con su polla. Cuando levantó la cabeza y reclamó un beso, ella chupó su lengua… luego hizo la única cosa que lo hacía perder el control siempre, incluso antes de que él fuera Convertido. Olisqueándolo hasta su garganta, ella apretó los dientes sobre su pulso y lamió con su lengua.

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—No. —Arqueándose, ella le mordió la mandíbula—. Sin embargo, tú deberías.

NALINI SINGH Gruñendo, liberó sus muñecas para meter un puño en su cabello tirando de ella fuera de su garganta, teniendo cuidado de que no sintiera ningún dolor, incluso cuando había asentado su polla-bolas en profundidad dentro de ella en el mismo movimiento. Ella jadeó. —Oh, Dios. —¿Cómo —susurró, usando su otra mano para empujar hacia arriba una de sus rodillas, extendiéndola más amplia para él—, supiste hacer eso? —Fue una caricia muy específica, una que él descubrió con Ingrede, en los años posteriores, otras mujeres, Favashi incluida, habían intentado ir a por su garganta, pero él nunca la dejó sin protección. Hasta Honor. —Te rehusaste a enamorarte de otra persona, Dmitri. —Un susurro con el impacto de un disparo—. Así que tuve que volver por ti... esposo. Todos los músculos en su cuerpo se tensaron. —No. Honor respondió a esa única y dura palabra con nada que podría haber predicho. —Está bien. —Cubrió su cara con sus suaves manos, esbozó una sonrisa torcida, sus ojos iluminados con un amor tan profundo, que pensó que se ahogaría en el verde medianoche—. No tienes que creerme, o incluso pensar en mi juicio. Sólo déjame amarte. Sus siguientes palabras fueron susurradas en un antiguo idioma, que había sido hablado en una pequeña villa que hace mucho tiempo se derrumbó, un dialecto que sólo Dmitri recordaba. Excepto que el ritmo cadencioso que caía de los labios de Honor como si corriera salvaje a través de los mismos campos, bailaban bajo el mismo sol. —Siempre he sido un poco loca cuando se trata de ti. —No puedo —él comenzó, porque lo que ella le ofrecía era demasiado, un regalo muy doloroso. —Shh. —Ella corrió sus dedos por su pelo—. Está bien. —No. —No estaba bien, no iba estar bien hasta que el tuviera las respuestas que necesitaba.

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Todo su cuerpo se estremeció bajo el peso del conocimiento en los ojos de ella, su toque, su voz. Todas las pequeñas cosas que había hecho que había empujado en su memoria, el eco de la alegría de Ingrede rompía su corazón cuando era Honor quien reía, la forma en que ella lo conocía, se estrelló contra el caos en su interior, dejando sólo una necesidad primaria a su paso.

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—Tan terco. —Besándolo lento y profundo, ella lo abrazaba con sus piernas alrededor de sus caderas cuando él se retiró—. Debería haberlo esperado del hombre que una vez trepó la ladera de una montaña una madrugada para traerme flores silvestres.

NALINI SINGH —Déjame darte lo que necesitas, esposo. He esperado demasiado tiempo. —Las inquietantes palabras enredadas con un exquisito deseo le cantaba a su sangre—. Bebe. El hilo final de su control se rompió. Rugiendo, se condujo dentro de ella una y otra y otra vez, hasta que apretaba a su alrededor con el poder femenino y él se venía con tal satisfacción que no tenía recuerdos de hundir sus colmillos en su cuello. A continuación, el sabor agrio y salvaje de su sangre lo golpeó con la ferocidad de una tormenta y de repente era difícil una vez más.

Honor sintió que sus ojos se ampliaban cuando Dmitri comenzó a moverse de nuevo, sus colmillos le enviaron una ola de placer sensual a través de su sistema, lánguido, persuasivo, con sabor a pecado y sexo y todo lo deliciosamente malo... y tan diferente a lo que había experimentado en el sótano que una comparación hubiera sido graciosa. Gimiendo por el opulento oleaje a través de sus músculos quejándose y un cuerpo destrozado gratamente, se sintió a si misma recubriendo su dura intrusión de excitación en una exuberante necesidad. —Oh, Dios, Dmitri. Su gruesa longitud se abrió paso entre los tejidos inflamados, ondas de éxtasis a través de su sistema, mientras se inclinaba a su cuello y se alimentaba. Metió su mano en su cabello, lo sostenía contra ella, la ardiente sexualidad del momento se cortó con una salvaje ternura. Él succionó con fuerza y su cuerpo se sacudió. Haciendo un sonido bajo y profundo de satisfacción, sacó y empujó de nuevo... y la llevó a un orgasmo que nunca pareció detenerse. Sus músculos todavía temblaban por el placer erótico cuando, terminando el beso de sangre, lamió con su lengua las pequeñas heridas, chupó su piel y levantó la cabeza. — No hemos terminado —susurró a su oído mientras sus piernas caían de su espalda, demasiado exhausta como para sostenerlas. Llegando entre ellos, tiro de su clítoris con los dedos que la conocían demasiado bien.

Tenía una paciencia infinita, y no estaba dispuesto a darle lo que ella quería en esta ocasión. No fue sino hasta media hora después, cuando estaba chupando su garganta, rascando su espalda, y amenazando con usar una

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—Mentirosa. —Un movimiento de rotación de sus caderas, sus manos acariciando su pecho, sus brazos.

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Otro orgasmo la sacudió, profundo, tan profundo. —No puedo aguantar más. —Fue un gemido.

NALINI SINGH espada en él. Fue entonces cuando saco su polla por su grito frustrado, separó sus muslos, e inclinó la oscura cabeza para succionar su clítoris.

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El choque eléctrico fue tan intenso que quemó sus terminaciones nerviosas, tenía luces estallando detrás de sus ojos. Estaba bastante segura que perdió la conciencia por un cegador segundo. Cuando él la dejo sus parpados drogados, por fin, fue para sentirse bella, el peligroso Dmitri deslizándose dentro de ella en un impulso primario que era pura posesión.

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NALINI SINGH

38 Traducido por Liz Holland Corregido por Panchys

Después de una ducha fresca, hablaron sentados en la cama, Honor recostada contra el pecho de Dmitri, el cuerpo de ella suave y cálido y suyo. Absoluta y categóricamente suyo. —No podía ocultarte esto —dijo ella mientras él pasaba los dedos por el pelo que había secado mientras se sentaba apoyada contra él, perezosa y saciada—, pero estaba preparada para que no me creyeras, pensé que me podría tomar años demostrártelo. Tomando su mano, él la extendió sobre su corazón. —Una parte de mí lo supo desde el principio. —Ella estaba dentro de él, su alma obligando a la de él a volver a la vida—. Solo que no estaba preparado para aceptarlo conscientemente. —Honor era la valiente, la que dio el salto de esperanza. Ella convirtió su mano en un puño. —Sé que esto te dolerá mucho, pero necesito que me contestes esta pregunta. —Sus ojos brillaron con lágrimas, joyas en la lluvia—. Misha… ¿qué le hicieron a Misha? Él sintió una quemadura ardiente en su pecho, el olor de carne y músculos quemándose y los gritos silenciosos de su cuerpo. Pero mantuvo su boca cerrada, aunque le costó un pedazo de cordura.

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La oscuridad lo envolvió y cuando despertó, su pecho estaba surcado por una cicatriz tan grande y gruesa que pensó que nunca nada la podría borrar. Cuando levantó la vista, vio a Rafael mirando esa marca con tal fría intensidad que hablaba de muerte. El ángel no dijo nada, pero cuando sus miradas se encontraron tiró bruscamente de la cadena que mantenía su mano izquierda esposada a la pared. Le tomó un momento a la mente aturdida de Dmitri ver, entender.

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—Ahora, querido. Nunca me olvidarás. —Los labios rojos de Isis presionando la carne quemada y cicatrizada, su lengua escarbando en la herida que todavía le dolía—. Siempre me llevarás dentro. —Su rostro impecable se mantuvo sereno mientras cogía el hierro de marcar y lo presionaba en su cuerpo por segunda vez para asegurar sus palabras.

NALINI SINGH La piedra se estaba resquebrajando. Le había costado un año, pero Rafael había debilitado sus cadenas lo suficiente para romperlas, ahora, Dmitri simplemente tenía que sobrevivir, recuperar sus fuerzas. Y así hizo, aunque Isis casi lo había roto. Pero no lo hizo para matarla, aunque la necesidad de hacerlo era como fiebre en su sangre. Lo hizo para poder sostener a su hijo en sus brazos otra vez, el único de su familia que quedaba. —Sshh Misha —dijo, su garganta agrietada y en carne viva, cuando su hijo gritaba y se convulsionaba, su pequeño cuerpo atado a la pared por una cadena alrededor de su cuello—. Papá estará allí pronto y arreglará las cosas. Él mantuvo su promesa. Le dio paz a su hijo. La culpa por lo que había hecho le desgarró. —Isis intentó convertirlo. Un sonido horrorizado. —Él era demasiado joven. —Sí. —Dmitri no podía describir su dolor, pero cuando las manos de Honor se acercaron para acariciarle la mejilla, él inclinó la cabeza hacia ella, dejándole besar sus ojos cerrados, sus labios. —Lo entiendo. —Su voz era un ronco susurro—. Está bien, Dmitri. Era lo único que podías haber hecho. Dmitri no había llorado, no por cerca de mil años. Pero el recordar la agonía de acunar el cuerpo de su hijo en sus brazos, de mirar esos febriles ojos confiados y llenos de sufrimiento y una locura que ya había hecho a Misha roer su propia carne, de sostener esa mirada hasta el final, cuando dio fin a la vida de su valiente y hermoso hijo... eso rasgó a través de él ahora, creando cortantes ríos de dolor. Se habría ahogado si no fuera por la mujer que lo sostuvo a través de la tormenta, cuyas lágrimas se mezclaron con las suyas propias, cuyas gentiles manos le dieron el perdón por un crimen por el cual él nunca se había perdonado. —Yo era su padre —dijo al final—. Caterina, Misha… no pude proteger a ninguno de los dos. No pude protegerte a ti.

Y tener a esta mujer en sus brazos era un regalo que nadie podría quitarle.

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Su susurro no borró su dolor por la pérdida, pero le tocó con el resplandor de la esperanza.

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Honor negó con la cabeza. —Tú luchaste por nosotros. Abandonaste tu orgullo, tu cuerpo, tu libertad. Pero sobre todo, nos amaste hasta que ninguno de nosotros supo qué era vivir sin ser adorado. —Acariciando su cara otra vez, apoyó su frente en la de él—. Si yo tuve una segunda oportunidad, ¿no crees que nuestros hijos deberían tenerla también?

NALINI SINGH —¿Ingrede u Honor? —A él no le importaba, la esencia de ella estaba grabada de forma indeleble en su alma. —Ingrede vivió otra vida, era otra mujer. —Le dio un beso en la mandíbula, seguido por un ceño fruncido. —Yo soy Honor, así que no pienses que me voy a poner faldas y que voy a ser una esposa que se queda en casa. —Puedes hacer lo que quieras —dijo él—. Mientras no te alejes de mí. — Eso, él no lo permitiría, no lo soportaría—. Te he esperado por casi mil años. No puedo darte esa distancia. —Dmitri. —Pasó mucho tiempo hasta que volvieron a hablar, su necesidad de ella era un pozo profundo que nunca se secaría—. No deseo poner distancia entre nosotros —dijo ella, peinando su pelo hacia atrás, acariciando su mandíbula, constantes caricias de amor—. El puesto en la Academia del Gremio para profesor de lenguas antiguas sigue abierto. Voy a cogerlo. —Bien. —Llevando su mano a sus labios, besó sus nudillos—. Nos casaremos al alba. —Su mujer llevaría su anillo, sería suya en todos los sentidos. —Anticuado. —La risa, a la vez familiar y nueva, le envolvía, le enlazaba—. Espero que sepas que tú también llevarás anillo. —He esperado una eternidad para volver a ponérmelo. —Él era suyo, en cuerpo y alma—. Soy tuyo. Siempre. Los ojos de ella se nublaron. —Te amo. —¿Aun si ya no soy tan buen hombre como cuando me conociste? — Nunca lo sería de nuevo, su alma estaba demasiado maltratada, había pasado a través de demasiada violencia y oscuridad. —Los dos estamos un poco aporreados, eso es lo que nos hace interesantes. —Él quería reír, pero le dolía el pecho—. ¿Deseas ser Convertida, Honor? Si elegía la efímera vida de un mortal, esta vez iría con ella. No había opción, sino una simple verdad. Honor quedó inmóvil. —No puedo ser la esclava de nadie, Dmitri. Nunca.

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—Hombre arrogante. —Poniéndose a horcajadas sobre él, le tocó la nariz con la suya, la frotó en esa manera familiar—. Al principio, pensé que no, que nunca podría ser uno de los monstruos. Pero nunca tuvimos una oportunidad, Dmitri. Quiero esa oportunidad. Quiero cientos de vidas contigo.

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—Eso no será ningún problema. —Entonces, porque esta era Honor, quien lo conocía como nadie más en la tierra, dijo—, solo me servirás a mí.

NALINI SINGH Él no le dio la oportunidad de cambiar de idea, ávido de cada instante, de cada segundo. —Empezaremos el proceso después de la ceremonia de boda. —¿Crees que el Gremio aún me aceptará? —Era una pregunta preocupada—. La Academia nunca ha tenido prejuicios contra instructores vampíricos, pero mis amigos… —Si son tus amigos, se quedarán a tu lado. Sí. Confiando en la fuerza de las relaciones que había construido, apoyó su cabeza contra él, el hombre por el que había luchado contra la misma muerte para encontrarlo. —Dime qué hiciste, qué viste, después de que me fui. Su puño se apretó en su pelo, posesivo y misterioso. —He vivido muchos años. —Está bien —dijo ella, extendiendo sus dedos sobre su corazón—. Tenemos la eternidad.

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FIN

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Archangel's Storm Con sus alas del color de la medianoche y afinidad por las sombras, Jason corteja la oscuridad. Pero ahora, con el consorte de la arcángel Neha asesinado en el palacio cuajado de piedras preciosas que era su prisión y la rabia de Neha amenazando con provocar una devastación cataclísmico, Jason se adentra en la luz sabiendo que debe descubrir al asesino antes de que sea demasiado tarde. Granjearse la confianza de Neha tiene su precio; Jason debe unirse a ella por línea sanguínea a través de la princesa Mahiya, una mujer con secretos tan peligrosos que no confía en nadie. Mucho menos en un maestro espía enemigo. Unidos tan solo por su incesante búsqueda del violento e inteligente asesino, Jason y Mahiya se embarcan en una aventura que les lleva a una pesadilla muy antigua… y a la oscura tormenta de una inesperada pasión que amenaza con bañarlos a ambos en sangre. Septiembre, 2012

El Gremio de los Cazadores

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1. El ángel caído 2. El beso del arcángel 3. La dama del arcángel 4. La espada del arcángel 5. La tormenta del arcángel

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Traducido, Corregido & Diseñado en:

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