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Staff

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Traductoras Milita87

Esther Maslow

Taly

Fabi

Playlob

Ksteff15

Ctt

Koyashii

Correctoras Taly

Faby

AriannysG

Revisión Final Taly

Fabi

Diseño Taly

Índice Sinopsis

Capítulo 13 Vida Nocturna

Capítulo 1 Esposas y Gas Pimienta

Capítulo 14 Recuérdame

Capítulo 2 Compañeros

Capítulo 15 Lo que sucede en Nueva York

Capítulo 3 ¡Ye! Cosco

Capítulo 16 La Reina del Drama

Capítulo 4 Besa Mi Trasero Brasilero

Capítulo 17 Quiero mi MTV

Capítulo 5 El Nuevo Trato Alias La Casa De Juegos

Capítulo 18 El Fallecimiento

Capítulo 6 Bromance

Capítulo 19 La lluvia de Noviembre trae el dolor de Diciembre

Capítulo 7 Incomodo Como El Culo

Capítulo 20 Cuando éramos jóvenes

Capítulo 8 El Contrato De gGabación

Capítulo 21 Punto de partida

Capítulo 9 Pies fríos

Capítulo 22 Esto no es educir la velocidad

Capítulo 10 Sencillamente Incorrecto

Capítulo 23 Conejitos y Brownies

Capítulo 11

Buenas Noches Dakota del Norte

Capítulo 12 La caza Del Puma

Epílogo Sobre la Autora

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Sinopsis Erin Benson se sentía como si hubiera ganado la lotería cuando llegó desde Dakota del Norte con las llaves de su primer apartamento en la mano. Nítidas paredes blancas: Listo. Una vista espectacular de la ciudad de Boston: Listo. A minutos de la facultad de Derecho de Northeastern: Listo. Pero el hogar no se encuentra siempre en donde está el corazón. A veces, está donde se encuentra al Sr. Desconocido instalado con un ligue y tumbado sobre lo que se supone que es tu nueva cama. Entre el aerosol de pimienta y unas esposas, ella descubre el terrible error que ha cometido. Lochlan no ha irrumpido en su nueva casa para acostarse con una camarera de mala muerte... es dueño de la mitad de esta. Con las emociones a flor de piel, Erin decide que aguantará hasta que pueda encontrar una solución. Los espacios reducidos parecen más pequeños con el desorden acumulado de él y sus extraños horarios de sueño. Tampoco ayuda que él sea el nuevo cantante de Thin Ice, una banda indie en ascenso a la fama. ¿Qué sucede cuando una tranquila ratón de biblioteca se queda atascada con un rockero implacable? ¿Qué pasa cuando las cosas que quieres no son las cosas que consigues?

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Capítulo 1 Esposas y aerosol de pimienta

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os nervios no se retorcían en mi estómago cuando el avión aterrizó. No me sentía tan emocionada como había pensado que me sentiría. Había un nivel de libertad, mezclado con mis emociones, que estaba

controlando todo lo demás y dándome una sensación de paz dichosa. El hombre de atrás se apretó contra mí en la fila para desembarcar. Avancé hacia la señora ante mí, tratando de escapar del baboso. El avión, que había estado demasiado frío en el aire, era ahora un nido sudoroso de personas ansiosas y listas para salir de los confines de la estrecha pasarela. Arrastré mi equipaje de mano hasta la zona de recogida de equipajes cuando por fin empezamos a caminar. La gente a mi alrededor parecía o cansada o excitada. Sólo unos pocos parecían no estar seguros de lo que sentían, como yo. Recogí mi cabello rubio platino en una cola de caballo. El baboso me miraba desde el otro lado de la zona de recogida de equipajes. Rebusqué dentro de mi equipaje de mano y pasé la mano por el aerosol en el bolsillo de mis pantalones cortos. Lo llevaba conmigo a todas partes. Derribaría al baboso en un santiamén. Danny, mi hermano, me había comprado una mezcla especial de aerosol de pimienta que se suponía iba a ser letal. Observé al baboso con odio llenando mis ojos. Esperaba que lo pensara dos veces antes de mirarme. Le sostuve la mirada

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hasta que él se escabulló entre las sombras. No pensaba volverme un traje de piel. Vi El Silencio de los Corderos. Sabía lo de la loción en la espalda. Las maletas empezaron a pasar por la cinta transportadora, cuando finalmente aparté mis ojos de su escondite. Alargué la mano y cogí la mía al reconocer el lazo rosa que mi madre había atado en ella. Mi hombro ardió en cuestión de segundos por cargarla hasta la salida, detrás de la multitud de personas que salía. —Puedo cargar eso por ti. ¿Darte un paseo a dónde sea que vayas? Suspiré y me preparé para coger el aerosol mientras me daba la vuelta y me sorprendí al ver a un hombre joven con una barba rojiza. Le sonreí. —Gracias, pero tengo transporte. Él hizo un gesto con la cabeza hacía el baboso de mediana edad con el gordo, sudoroso y repulsivo rostro oculto detrás de un pilar. —Mantente lejos de ese tipo de ahí, él te estuvo mirando y murmurando alguna mierda espeluznante cuando estábamos en el avión. Miré al inquietante tipo gordo y sopesé mis opciones. Si él estaba en el autobús conmigo, podría seguirme y encontrar mi casa. Si cogía un taxi podría seguirme con otro taxi. Mis entrañas señalaban que el pelirrojo era la mejor opción. Le entregué mi maleta. —Está bien. Vamos. Tal vez, podría vencer a este tipo. Era delgado y más como un despreocupado estudiante hipster que el baboso y acosador con traje de piel. De cualquier manera,

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había pánico e inseguridad dando vueltas en mi cerebro. Tuve que respirar profundamente. Mi mente susurraba mentiras traicioneras, como si yo hubiera cometido un error o no fuera tan valiente como fingía ser. Sabía que no era cierto. Yo era valiente. Ya lo había demostrado una vez. Quizás más de una vez. Seguí al pelirrojo al aparcamiento de corta estancia. Él se dio la vuelta. —Mi nombre es Mick. Sonreí. —Encantada de conocerte, Mick. Soy Erin. —Eché un vistazo a mi reloj, quería estar en el apartamento a las cuatro de la tarde. Eran las 3:54; eso me daba seis minutos. Fruncí el ceño mientras él me miraba. —¿Estudiante? Asentí con la cabeza, empezando a preocuparme. ¿Y si no era el joven buen hombre de barba rojiza que parecía ser? Él sonrió. —Yo también. Estoy cursando un master en biología marina. ¿Y tú? —No importaba, él era un estudiante. Me sentí un poco mejor hasta que pensé en el hecho de que tenía una barba. Los buceadores rara vez tenían barba, ¿verdad? —Leyes. —¿Al Noreste? —Asentí con la cabeza y él asintió en respuesta—. Genial, yo también. —Se acercó a una camioneta negra—. Este es el mío. Arrojé mis maletas en la parte de atrás.

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—Realmente aprecio esto, Mick. 8

Él negó con la cabeza. —Amiga, tengo una hermana. Si alguna vez recibe miradas lascivas de algún gordo de mierda como ese, lo estrangulo. Me reí y subí a la camioneta. —¿Conoces Boston? Él asintió con la cabeza. —Sí, hice mi licenciatura aquí. Soy oriundo de Colorado. —Puso en marcha la camioneta y se echó a reír—. Por tu mirada ansiosa y paranoica, puedo notar que este es tu primer viaje, ¿eh? Me ajusté el cinturón de seguridad y negué con la cabeza. —Vine con mi familia durante el verano para la orientación. No quería que pensara que estaba completamente a su merced. Yo había venido para la orientación y durante los años de maratón de mi padre. Por supuesto, ambas veces lo único que había hecho era leer y pasear por la ciudad en busca de edificios antiguos. En realidad no le había prestado atención a nada. Él dio marcha atrás y arrancó, un poco demasiado rápido para mi gusto. Lo estudié durante un segundo. —¿Te permiten barbas en biología marina? ¿Qué pasa con el buceo? Negó con la cabeza y acarició la larga y desaliñada mata de pelo.

—Nop. Tengo que afeitarme en un par de semanas cuando empiecen las clases. —Se rascó y pasó las manos por toda esa cosa—. Este verano, pasé un mal rato en Bali debido a esto. Mi foto de pasaporte no tiene barba. Empecé a relajarme. Parecía un drogata. —¿Cómo se llama tu hermana? Él me miró de reojo. —Lisa. Es una perra total. Tiene dieciséis años y controla por completo toda la casa. Volví a casa durante una semana y estaba dispuesto a matarla. —Él se echó a reír entre dientes—. Lo siento. No soy... un asesino en serie o algo así. ¡Ajá! Lo peor que se puede decir a una chica desconocida. Reí nerviosamente y miré mi reloj, sólo iba a llegar un par de minutos más tarde de lo que esperaba. Mi mapa de Google en mi iPhone nos mostró casi allí. —¿Cuál es la dirección? Empecé a sentir pánico. —Oh... está en mi teléfono. —Le di zoom en el apartamento y cogí un restaurante cercano—. ¿Sabes dónde está Cappy’s Pizzas y Subs, por Hemenway? Él asintió con la cabeza. —Sí, por supuesto. —Muy cerca de allí. No era exactamente cerca de allí, pero era mejor que terminar en un traje de piel.

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Él conversaba y yo miraba hacia la cuenca del río. Era increíble. Mucho más sorprendente que Grand Forks en el estado de Dakota del Norte. El viaje terminó exactamente en catorce minutos. Fue más rápido de lo que el mapa nos proporcionó durante el tráfico regular de la tarde. Se detuvo frente a Cappy’s. Los edificios de ladrillo rojo por todas partes eran impresionantes. La calle era antigua y tranquila, pero con toques modernos, de alguna manera encajaba. Me sentí pequeña y, sin embargo, de alguna manera poderosa en medio de todo. Yo sería, oficialmente, una estudiante de leyes en un par de semanas. Eso era poderoso. Él sacó mis maletas y me las entregó. —Si no me reconoces en la facultad, es que la barba ha desaparecido. —Se rió entre dientes y me dio una palmada en el brazo—. Nos vemos, Erin. Le sonreí. —Gracias de nuevo, Mick. Negó con la cabeza. —Mantente alejada de tipos espeluznantes. —Saludó con la mano, se subió a la camioneta y se mezcló con el tráfico. La tarde caía, pero el tráfico no estaba tan mal. Extendí el asa de mis maletas y comencé la corta caminata hasta el apartamento de la calle Hemenway. El edificio era de ladrillo blanco y limpio. Suspiré, observándolo. Se veía como la imagen en Internet. Si el interior era lo que yo había visto en las fotos, estaría en el cielo. Saqué la llave del bolso y acarreé todo hasta la antigua puerta marrón de madera. Realmente, la puerta debía de ser más antigua que cualquier cosa que hubiera tocado alguna vez.

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Toqué la madera tallada y traté de calmar el impetuoso entusiasmo de mi interior. Estaba sudando y preparada para dejar las maletas en los peldaños inferiores, cuando sólo vi la antigua escalera. No había ascensor. Hice una mueca y comencé el gran ascenso por las escaleras. Valía la pena la subida. Era mi primera casa, mi primera posición como adulta. Todo estaba encajando dentro del plan de manera perfecta. Menos el ascensor. Eso me puso nerviosa. Las cosas nunca salían a la perfección. Cuando llegué a la quinta planta —el último piso, me di un minuto para recuperar el aliento. Las maletas eran demasiado pesadas. Crucé los dedos mientras llevaba todo hasta el apartamento 521. Me temblaban las manos cuando puse la llave en la cerradura. Todo era demasiado perfecto hasta ahora. Me preparé para lo peor. Gire el pestillo, abrí la puerta y simplemente miré. Yo esperaba que fuera un desastre, la ley de Murphy, decía que debería serlo, pero también era perfecto. Nítidas paredes de color blanco, con un sofá de color beige claro y un sofá blanco de dos plazas. Había sillones y hermosas mesas. Las líneas rectas y los colores sobrios conducían a la cocina, donde los armarios de color blanco con incrustaciones de cristal y una encimera de mármol blanquecino me esperaban. Todo era moderno y limpio. La única cosa que no había notado era el lavavajillas de acero inoxidable, cuando el resto de los aparatos eran blancos. Era algo extraño de ver, destacaba entre tanto blanco. Debería haberlo notado. Tenía que ser nuevo. Nuevo era bueno.

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Los suelos eran de madera oscura y a estrenar. Todo era de cristal, blanco, limpio y nítido, a excepción del lavavajillas. Era exactamente el apartamento, que yo quería que fuera. Era casi por completo la imagen de Internet. ¿Cuándo salió eso de que nunca le sucede a la gente? Lo tomé como un buen augurio. Como si estuviera en el camino correcto. Finalmente estaba cumpliendo mi sueño. Coloqué mis cosas en el interior y cerré la puerta, asegurando las tres cerraduras, y me apoyé contra la puerta. El suspiro de alivio que separó completamente mis labios relajados, se vio interrumpido por un ruido. ¿Una chica gimiendo, tal vez? Mi cabeza se levantó al oírlo de nuevo. Mi mano se deslizó en el bolsillo, cogiendo el aerosol. Caminé adentrándome en el apartamento, buscando la fuente del sonido. ¿Las paredes serían delgadas? ¿Provenía de otro apartamento? Caminé de puntillas por el pasillo hasta la primera habitación. Mi corazón latía con fuerza cuando deposité la mano en el frio pomo de metal y esperé a reunir el coraje para abrir la puerta. Lo giré lentamente, sin hacer ningún ruido. La habitación era un poco pasada de moda, pero estaba vacía. Suspiré y cerré la puerta. Hice lo mismo en el baño, pero de nuevo, estaba vacío. Los nuevos azulejos de vidrio y el hermoso juego de baño de cuatro piezas me hicieron feliz. Pero el sonido de personas gimiendo y de mujer riendo no lo hacían.

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Salí del baño y camine hasta el final del pasillo, donde se encontraba el último cuarto. Agité el aerosol cuándo escuché el sonido de nuevo. Me aferré a este y al pomo de la puerta. Giré el pomo lentamente, abriendo la puerta sólo un poco. Unos pies se movían, retorciéndose en el extremo de la cama, tirando hermosas colchas de color beige al suelo. Dos personas se manoseaban una a otra, frotándose entre sí. Un fuerte cuerpo masculino con tatuajes y músculos esbeltos martilleaba contra una mujer delgada, demasiado bronceada y con el pelo decolorado. Mi corazón se sentía como que iba a explotar. Saqué mi móvil y marqué el 9-11 mientras comencé a rociar. Unos gritos se elevaron desde la cama mientras yo los rociaba con el aerosol. —¿QUÉ DIABLOS? —gritó el tipo. Me di la vuelta y corrí por el pasillo hasta el cuarto de baño. Cerré la puerta y le eché el cerrojo. En voz baja, susurré: —Hola, necesito a la policía, vivo en el setenta y tres de la calle Hemenway. Apartamento 521. Hay alguien aquí. Intrusos. Por favor, es urgente. Apagué el teléfono y me senté en el borde de la bañera. Mi corazón latía con fuerza, mi boca estaba seca, y mis manos se aferraban al aerosol con tanta fuerza que ya no lo sentía en mi puño. Empezaron a golpear la puerta con las manos. Los chillidos, gritos y pisadas por todas partes, hacían el pequeño cuarto de baño tan estrecho que parecía un ataúd. Cerré los ojos. Se llamaban por los nombres, se gritaban frases, pero yo no paraba de balancearme y aferrar el aerosol. La puerta parecía que iba a ser arrancada de las bisagras.

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Miré mi teléfono. Yo quería a mis padres. Quería a Danny. Quería alguien que resolvería el dilema e hiciera que todo esto desapareciera. Mi cerebro se burló de mí. Casi se echó a reír de lo acertado que había estado. De cómo había cometido semejante error. Que yo no era fuerte. —¡ABRE ESTA MALDITA PUERTA Y LÁRGATE DE MI CASA! ¡CHIFLADA PERRA ACOSADORA! —gritó el tipo. Me estremecí, pero entonces los escuché, los sonidos de rescate. Los sonidos de personas gritándoles que se posaran en el suelo. Comencé a llorar; las lágrimas de alegría corrían por mis mejillas. Me levanté y golpeé la puerta. —Estoy aquí. ¿Es seguro? Un hombre me gritó: —Señorita, ¿llamó usted? Abrí la puerta y asentí. Un policía me saludó entre la pequeña hendija que dejé al abrir la puerta. —Señorita, ¿se encuentra bien? Me puse a llorar excesivamente. —Noooooo. Le permití que abriera la puerta por completo y me arrojé entre sus brazos. —Está bien. Está a salvo ahora.

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Él me acompañó desde el baño hasta la sala, donde dos personas semidesnudas estaban esposadas y con sus vientres sobre el suelo. El tipo se volvió. Tenía la cara hinchada y roja por el aerosol. Él tenía la mirada llena de furia. —ELLA ESTÁ LOCA. ESTA ES MI CASA. JESUS. IDIOTAS, ARRESTARON A LA PERSONA EQUIVOCADA. ELLA ESTÁ EN MI JODIDO APARTAMENTO. ¿QUÉ MIERDA? ¿SABEN QUIEN SOY? ELLA ES UNA ACOSADORA. El policía me dirigió una mirada. Yo corrí hacia mi bolso y saqué el contrato de arrendamiento que había impreso. —Mire… mi casa —le dije desafiante. El policía lo examinó y negó con la cabeza. —Ella tiene un contrato de arrendamiento, amigo. La chica estaba llorando en el suelo, sin blusa, y sus tetas obviamente falsas la sostenían en el aire, como si estuviera haciendo «la postura de la cobra» sin manos. Miré mi reloj, eran las 5:00, yo no estaba según lo previsto, la forma en que yo quería estar. Quería estar corriendo y desempacando para las 5:30.

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Capítulo 2 Compañeros

M

e sentí mucho peor cuando el chico tatuado sacó un contrato de alquiler, idéntico al mío, de un armario. Él despotricó y me señaló y bramó una sarta de maldiciones cuando los policías les quitaron las

esposas a él y a la chica. Ellos trataron de calmarlo, sacudiendo la cabeza y murmurando: —Este es un problema civil. Necesita contactar con la gente que gestiona la propiedad. El chico se enjuagó los ojos en el fregadero de la isla y me enseñó el dedo medio, con agua goteando de su cara enrojecida. —Esto es una puta mentira. Quiero que la escolten fuera de la propiedad. Utilicen las esposas. Me sentí enferma. Todo mi plan estaba dando un giro enorme por un camino para el que no estaba preparada. El policía negó con la cabeza. —Es tanto tuyo como de ella, a nuestros ojos. Uno de los otros policías le indicó al chico que se acercara. —Lochlan, ¿puedo hacerte firmar esto?

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¿Por qué no quería mi firma? ¿No fui yo quien llamó? Tal vez se trataba de una declaración de testigo para su defensa, y yo no necesitaba una porque había llamado. Me abracé a mí misma y deambulé por la sala de estar. La chica sollozante corrió y agarró su camisa. Ella abofeteó al chico de pelo oscuro cuando se fue. El chico recibió el golpe, lanzándome dagas con la mirada. —Supongo que no habrá final feliz al final de esa comida. Me di cuenta que lo colorado comenzaba a aclararse en sus ojos, irradiando odio azul oscuro hacía mí. No me había fijado que sus ojos eran azules. Habían parecido negros, con odio. La forma en que frunció el ceño, se llevó toda la luz de sus ojos. El policía se echó a reír con el chico y se guardó lo que le firmó. —Esto es muy gracioso. Tienes que admitirlo. Tú siendo tú y todo lo demás. El chico no parecía sentir ganas de reír. Parecía salvaje. Yo no tenía ganas de reír. Me abracé a mí misma y marqué a la oficina del administrador de la propiedad... otra vez. Cuando fue a parar al contestador automático, me sentí homicida. El chico señaló la puerta. —Bueno, ahora que hemos determinado que este es nuestro piso, ¿pueden salir todos y dejarnos a ella y a mí solucionarlo, antes de que nos desalojen? Y me gustaría ponerme mi camiseta. Él se secó su oscuro pelo con un paño de cocina. Su cuerpo bien torneado y tatuado tenía gotas de agua recorriéndolo. Traté de no mirar, pero era increíble a la

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vista, como ver a los atletas o ver una celebridad. Él tenía un perfil severo, pero había tanta belleza. Me sorprendió mirándolo. Rápidamente cambié mi mirada de temor reverencial a la de molestia. Él me dirigió una media sonrisa, sacudiendo la cabeza. El policía me señaló con la cabeza. —¿Estarán bien a solas? Casi bromeó, como si estuviera insinuando algo. No hice caso de su comentario extraño y agarré mi aerosol. Miré al alto chico enfadado junto a mí y suspiré, dándome cuenta de que no había manera de salir de esto. Asentí con la cabeza. —Estaré bien. El chico salió de la habitación y regresó con una camisa. Se frotó los ojos. —Mis ojos todavía están jodidamente ardiendo. Los policías se rieron de nuevo y nos dejaron de pie en la sala de estar, mirándonos el uno al otro. Había una oscuridad en él que me asustó. Él era increíblemente hermoso, pero parecía furioso, como si tal vez no pudiera ser capaz de controlarlo. Su mirada asesina no disminuyó cuando curvó un lado de los labios en una sonrisa arrogante. —¿Quieres una cerveza? Todavía sonaba molesto, pero capté algo, un acento en la forma en que dijo cerveza. Todavía podía ver la hostilidad en sus ojos. Eran más que expresivos.

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Asentí con la cabeza y me senté en el sofá. Enfurecerlo no ayudaría a la situación. Me apreté el puente de la nariz y respiré hondo. Cuando me sentí mejor, miré hacia él. —Ya que también es tu casa, lo siento mucho por rociarte con el aerosol. —Sin embargo, realmente no lo sentía. La chica parecía una prostituta. No quiero putas en mi casa. La sola idea me daba ganas de limpiarlo todo. ¡Puaj! A mi madre le hubiera dado un ataque. Él me dirigió la misma media sonrisa arrogante y me señaló. —A eso le llamo una puta mentira. Apuesto que te sentiste muy bien rociándome con eso. Parecías disfrutar de ello. Me mordí el labio y asentí con la cabeza. —Probablemente te salvé de pagar por lo que fuera que te iba a costar, y de cualquier ETS1 que habrías conseguido. Me entregó una cerveza y se sentó frente a mí en el sofá blanco situado contra la pared frente a mí. —Muy gracioso. Entonces, ¿de dónde eres? Fruncí el ceño. —De aquí no, obviamente. Quería desempacar, limpiar mi habitación, y hacer que todo se sintiera como en casa. No quería estar teniendo una pequeña charla con este sórdido extraño tatuado, guapo o no. —¿Estás aquí por la facultad? 1

ETS: Enfermedades de trasmisión sexual.

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Asentí con la cabeza y tomé un sorbo de la cerveza, dando golpecitos con el dedo a la botella. —¿Así que también alquilaste a T & N Gestores de propiedades? Él asintió con la cabeza y tomó un largo trago de su cerveza. Pasé mis dedos por mi pelo y bebí un pequeño sorbo de cerveza. Procesé todo mientras limpiaba mi boca. —¿Quién era el hombre con quien hablaste? ¿Tom? Negó con la cabeza. —Una mujer llamada Leslie. Crucé los brazos y me recliné. —¿Así que hablamos con dos personas diferentes sobre el alquiler del mismo lugar? Evidentemente una falta de comunicación. Él me miró. —Evidentemente. Me reí. —Lo siento, tengo que decirlo en voz alta, eso me ayuda a descifrarlo. ¿Cuánto pagaste? —Mil quinientos al mes, todo incluido, excepto mi propio cable y teléfono. Pero todo lo demás está incluido. Golpeando mis dedos en la botella, asentí con la cabeza. —Yo también.

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Me guiñó un ojo. 21

—Claramente esto es un error, estoy seguro de que te van a encontrar un buen lugar en alguna otra parte. Un ceño se deslizó por mi frente. —¿Por qué supones que me voy a ir? Bebió hasta que estuvo vacía y luego suspiró como si se hubiera refrescado. —Porque mi contrato de arrendamiento fue firmado antes que el tuyo. No tenía ningún argumento para lo que había dicho. Técnicamente, su contrato podía ser el que fuera válido. Una horrible sensación recorrió mi interior, cuando mi teléfono sonó. —¿Hola? —solté rápidamente. —Hola Erín, soy Tom Banks de T & N. Recibí tu mensaje. Definitivamente tenemos un problema. No tenemos nada en ese barrio o cualquier otra cosa que sea tan bonito. —Su voz sonaba molesta, tal vez fueron sus palabras. Hice una mueca. —¿Puedo poner el altavoz? El otro inquilino está aquí. —Por supuesto. Lo puse en altavoz y lo sostuve. Él se aclaró la garganta.

—Como he dicho Erín, no tenemos nada en alquiler que se le pueda comparar. ¿Podéis arreglaros un par de semanas hasta que surja algo? Hay dos dormitorios, no es diferente a tener un compañero de piso. Mis ojos se dispararon hacia el chico de pelo oscuro. Él se encogió de hombros, pero yo negué con la cabeza. —¿No esperaras que yo viva con un extraño? El chico de cabello oscuro sonrió. —Mi nombre es Lochlan, Lochlan Barlow. —Lo dijo como si pudiera conocerlo. Fruncí el ceño hacia él y me senté erguida. —Tom, tienes que arreglar esto. He viajado desde Dakota del Norte. Eso es un largo camino que recorrer para este nivel de falta de profesionalidad. Firmé un contrato de arrendamiento por un apartamento de dos habitaciones, con vistas al parque. Firmé para este apartamento específico. No puedes pensar que simplemente podemos vivir juntos. —Mi corazón estaba acelerado—. Podría ser un pervertido. No puedo compartir una casa con él. Él ya tenía una extraña mujer aquí, creo que era una prostituta. Probablemente está metido en las drogas o algo así. Las cejas oscuras de Lochlan se elevaron. —¡Basta ya! Espera. No necesito una niñita remilgada llamándome pervertido, Tom. Esa chica con aspecto de prostituta resulta que es una camarera muy amable de Cappy. —Él me dirigió una fría mirada, pero capté un brillo de diversión en ella—. Ahora, he firmado el contrato de arrendamiento antes que ella. Alquilé antes que ella. Si ella va a ponerme nombres y todo eso, o me rocía de nuevo; pues bien, creo que tendrá que irse.

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Tom suspiró audiblemente. 23

—Mirad, es el comienzo del nuevo semestre, nunca tenemos nada para esta época del año. Lo siento mucho. Os daremos este medio mes y el próximo gratuitos. Así que agosto y septiembre serán gratis. Si simplemente pudierais arreglaros y estar bien durante un par de semanas juntos, estamos obligados a encontrar algunos lugares adecuados. Os reembolsaré la renta que hayáis pagado por agosto y septiembre. Luego, a partir de octubre, sólo tendréis que pagar la mitad del alquiler por cada uno de los meses que estéis juntos. Sin duda, un compromiso es posible. Actuad como adultos, por amor de Dios. Os enviaré nuevos contratos para este mes y vamos a ir mes a mes a partir de ahí, hasta que os sintáis cómodos para firmar juntos un contrato de alquiler para todo el año o encuentre otro apartamento. Sin embargo, Lochlan, tu contrato prevalecerá al de ella. Agregaré una clausula, para que si pierdes el derecho en los nuevos contratos de arrendamiento, los viejos sean reintegrados. No sé qué otra cosa sugeriros. Yo estaba a punto de estallar, así que me levanté y caminé. —Esto es inaceptable. Soy una estudiante de Derecho, no necesito una rata callejera trayendo mujeres a casa. He pagado el dinero y tenemos un contrato. Podría demandarte... Lochlan me interrumpió. —De acuerdo. Quiero que me devolváis mi renta, me quedo. Siempre me ha gustado tener un compañero de piso. Al menos, este es agradable a la vista, Tom. Tom se rió en el teléfono. —Bueno, buena suerte con eso Lochlan, no es que vayas a necesitarla. Adiós Erín, hazme saber tu decisión. —Con eso colgó.

Me quedé mirando el teléfono, preguntándome qué demonios acababa de suceder. Me dejé caer de nuevo en el sofá. —Esto no puede estar pasando. Él rodó los ojos. —Está bien, princesa. Te las arreglarás. Son sólo seis semanas, tal vez ocho como máximo, como dijo el hombre. ¿Tan difícil puede ser? Seguramente has tenido compañeros en Dakota del Norte. Sentí una pérdida de control. No me gustaba esa sensación. Me levanté bruscamente y caminé hacia el pasillo para recoger mis maletas. Le gruñí: —Supongo que me quedo con la otra habitación, dado que tú ya tenías una amiga pasando la noche. Puso sus manos en alto, pero nunca dejó de sonreír. —Oye, también llegué hoy aquí. Ella no era mi amiga y no se quedó a dormir. Era mi camarera. Ahora bien, puesto que tú la espantaste, yo estaría más que feliz de dejarte ocupar su lugar. Me puedes pagar por haberme rociado. —Me guiñó un ojo y me dedicó una sonrisa de un solo lado. Gruñí y levanté el aerosol de nuevo. Él puso sus manos en el aire. —Fue una broma, princesa. Hice un ruido gutural. —Deja de llamarme así. No soy una princesa. —Me di la vuelta y arrastré mi mierda hasta mi habitación. Cuando cerré la puerta, sentí como si todo estuviera girando fuera de control.

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¿Cómo esto se había convertido en mi realidad? 25

Me dejé caer en mi cama y le envié un mensaje a mi hermano. «Tengo un problema». Él no respondió. Sentí mi labio inferior deslizarse a medida que el puchero tomaba el control. En lugar de ser un bebé y dejar que esto me deprimiera, empecé a desempacar. Podía controlar este espacio. Esto era mío. Instalé todo y comprobé la cama para asegurarme de que realmente estuviera limpia. Parte del pago del depósito había sido para profesionales de la limpieza y ropa de cama limpia. Había sido el lugar ideal para rentar. Me senté en la cama y suspiré. Todo había sido perfecto durante cinco segundos enteros. Pero ahora, no podía permitirme a mí misma ponerme demasiado cómoda. El demonio de ojos azules con la sonrisa arrogante iba conseguir este lugar, sin dudas. Yo estaría empacando y trasladándome de nuevo. Un golpe me sorprendió. Miré a la puerta confundida, ¿quiere que hablemos y seamos amigos... como si él no estuviera robando mi casa? —¿Qué? Él abrió la puerta. —Ven conmigo —dijo con expectación. Me sentí a misma echándome hacia atrás, alejándome sobre la cama. —¿Qué? —le pregunté con disgusto. Él me tendió una gran mano. Me di cuenta de los callos en las puntas de sus dedos. —Ven conmigo. Tengo una idea.

Miré su mano, como si estuviera sosteniendo algo peligroso que considerar. Me puse de pie, pero no me acerqué hacia la puerta. Él se rió y dio un paso atrás para que yo pudiera salir. Cuando llegué al pasillo, sólo me miró, como si me estuviera estudiando. El estar cerca de él en el pasillo, me hizo agarrar mi aerosol y tratar de ignorar lo atractivo que era. Su mirada se volvió sombría mientras sus ojos viajaban por todos los contornos de mi cara. Hice una mueca, haciéndolo sonreír. —Mmm —murmuró él y se alejó. Lo seguí hasta la puerta principal con mi llave en el bolsillo y el aerosol en la mano, por si él tenía alguna idea divertida. Pero salió primero y cerró con llave cuando yo salí. Caminé detrás de él y traté de ignorar lo alto y grande que era, o lo bien que olía. Él era el enemigo. Un enemigo sexy. Le sonreí con amargura. —¿Sabes que lo más caballeroso de tu parte sería dejar que me quede? Miró hacia atrás y me hizo un guiño. —Lo sé, por eso lo hice. Lo odiaba, aunque olía bien y parecía sexo en forma de piruleta. Era alto, uno noventa tal vez, con una complexión que hacía que su camiseta se ajustara en el pecho y los brazos. Pero él no era corpulento, lucía esbelto y fuerte. Su pelo oscuro estaba cortado y peinado en un fohawk2, con algunos mechones que colgaban en la

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Fohawk: es un falso mohawk (levantar las puntas del pelo con gel)

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parte posterior casi como un mullet3; pero de alguna manera en su engreído y atractivo cuerpo, era sexy. Me di cuenta que tenía un enorme tatuaje de un sol en la base de su nuca, que sobresalía de la parte superior de la camisa. Su espalda se flexionaba mientras caminaba. Me abofeteé mentalmente a mí misma. Hacía calor en el hueco de la escalera y yo no había tenido sexo en mucho tiempo. Eso era todo. Yo no me acostaba con cualquiera, y no lo hacía con chicos que ya lo habían hecho ese día con otra persona. Me estremecí al imaginarlo. Caminamos por la calle, sin hablar. Eso era incómodo y molesto. Él aminoró el paso cuando me quedé atrás, esperándome. —¿Tienes hambre? Me encogí de hombros y caminé junto a él, hubiera querido hacer mi carrera y beber un batido, o la cena de cualquier cosa que me hubiera hecho yo misma. Él me estaba trastornando el plan. Pero por alguna razón, no me importaba tanto como yo estaba protestando y actuando. Me sentía muy segura estando con él. Él era competente, dejé que me guiara. Fue una extraña y nueva experiencia, y ni siquiera sabía por qué lo hacía. Yo racionalicé eso, que teníamos que llegar a conocernos uno al otro, pero yo sabía que eso no me importaba. Él estaba demasiado cerca de mí, oliendo bien y acompañándome. Me gustó eso y pude racionalizarlo hasta la muerte, pero había algo en él que me hacía querer quitarme la camisa. Se detuvo en un restaurante sórdido y me abrió la puerta. El aire frío me impactó desde el interior. Arrugué la nariz y entré. Él caminaba delante de mí, cuando me detuve y miré la decoración. Lo seguí, contemplando lo que me rodeaba, aturdida por el olor y la gente de aspecto aterrador.

Mullet: es un peinado que se caracteriza por ser corto en la parte superior de la cabeza y largo en la zona de la nuca. 3

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Miré a mí alrededor mientras nos acercábamos a una mesa. 28

—¿Nos acomodamos nosotros mismos? —le pregunté, un poco confundida. Él se rió y se dejó caer pesadamente en el reservado. Me senté lentamente, tratando de ver si me estaba sentando sobre algo. No era mi tipo de lugar. Yo no era un esnob total, mis comidas favoritas eran la comida callejera de los truck foods4, pero esto era más como una parada de camiones5. Las personas de pelo grasiento parecían siniestras y me sentí como si destacara. —Relájate, princesa. No van a morderte. —Le lancé una mirada. Él me guiñó un ojo—. Sin embargo, yo podría. Fuimos interrumpidos por una camarera con grandes tetas y un cabello extremadamente largo y rubio. Al instante, ella estaba seduciéndolo con su mirada. Él también cautivó cada centímetro de ella. Algunas personas tenían tics de comportamiento, el de Lochlan era el del atractivo sexual. Atractivo que me daba ganas de tocarlo o estar cerca de él. La camarera lo sintió, las chicas en la calle lo sintieron. Él jugueteó con los saleros, levantando la vista hacia ella a través de sus espesas pestañas. —Vamos a tomar dos jarras de cerveza y —hizo una pausa y me miró—, ¿comes carne? Asentí con la cabeza, sintiéndome completamente confundida por él. —Y dos hamburguesas de la casa con patatas fritas, por favor. Ella soltó una risita y se fue.

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Truck Foods: es un recinto móvil, donde se cocina y se vende comida. Juego de palabras con truck foods (camión con comida) y truck stop (parada de camiones)

—Por supuesto. 29

Me sostuvo la mirada durante un momento y luego se echó hacia atrás con confianza, como si me estuviera considerando. —¿Cuál es tu problema? Pensé que había escuchado mal por un segundo. Todavía estaba esperando mi menú. Miré a la parte posterior de la camarera y luego a él, y negué como si estuviera perdiendo la cabeza. —¿Tú realmente has pedido por mí? Se cruzó de brazos e inclinó la cabeza, lamiendo sus labios. No contestó. Me incliné hacia delante. —¿Estás loco? ¿Quién pide la comida para un extraño? Él parpadeó inexpresivamente, con sus largas pestañas oscuras hacia mí. —Mi nombre es Lochlan Barlow. Soy de Tennessee. Soy Escorpio y no me gusta dar largos paseos por la playa o las películas románticas, ni nada de eso. Me gusta jugar al billar, salir con mis amigos y beber cerveza. —Su voz se convirtió en un susurro—. ¿Quieres saber un secreto? He descubierto la jardinería terapéutica y el ajedrez con mi abuelo. Yo no dije nada. Era evidente que era un loco y un sarcástico y para colmo, un imbécil titulado. Él esperó a que yo respondiera, pero yo seguí sin decir nada, así que miré por el restaurante, si se podía llamar así. Sonreí a la camarera cuando ella trajo las cervezas. —Gracias. —Ella me ignoró y le sonrió a él.

—¿Tú no eres realmente Lochlan Barlow de Thin Ice? ¿O sí? 30

Él asintió con la cabeza una vez. —Soy yo. Lo dijo como si fuera a agitar su fohawk de un momento a otro. Ella parecía que podría pagarle para hacerlo. ¿Thin Ice? Me devanaba los sesos, pero no lo conocía. ¿Sería un espectáculo? ¿Era una estrella de cine? Parecía uno. Los ojos de ella se ampliaron, como si fuera a tener un ataque al corazón. Ella gesticuló, deslizando una servilleta hacia él, dijo: —¿Puedes firmar esto? —Su voz era un chillido. Él se rio. —¿Cómo te llamas, cariño? —Él fue muy Tennessee cuando dijo cariño. Ella le batió sus gruesas pestañas negras. —Darla. Él le dedicó una sutil sonrisa, era dulce y sexy como el infierno. —Darla, eso está muy condenadamente cerca de cariño6. Ella se rió de nuevo. Yo observaba con horror. Pero él cogió la pluma y escribió una especie de garabato en la servilleta. Me bebí mi cerveza, sacudiendo lentamente la cabeza ante el espectáculo. Su arrogante actitud de mierda era, de alguna manera, atractiva para esta mujer, por lo que sea que fuera Thin Ice. Ella abrazó la servilleta contra su pecho y corrió hacia la parte trasera del restaurante. 6

Juego de palabras con cariño, que es Darling en inglés y el nombre de la chica que es Darla

Su encanto se apagó cuando él me miró. Pude ver una diferencia entre la forma en que me hablaba y me miraba, comparado con ella. Él asintió con la cabeza. —¿Cuál es tu problema? —Él fue casi grosero conmigo. Negué con la cabeza. Yo estaba completamente confundida, agarrando mi cerveza por miedo a tirársela a la cara. Me lanzó una sonrisa sarcástica y se inclinó hacia adelante. —Esto no va bien, quiero decir, en cuanto a cómo van las primeras citas. Pareces muy tensa. Tal vez deberíamos tomar un par de tragos primero. —Hizo un gesto a la camarera para que volviera—. Dos chupitos de Jack. Que sean dobles. Ella le guiñó un ojo. Yo había pensado que estaba siendo encantador para mí, pero después de verlo adular, me di cuenta de que la forma en que era conmigo, era su estado natural. Con ella, él parecía estar forzándolo. Mi boca estaba abierta, atascada por su comentario. —Esto no es una cita y yo no bebo. Mira a esa chica dos reservados más allá, ella te está mirando como si esperara que pudieras aparecer en cualquier momento en su plato. Ella, literalmente, te vio y luego se puso lápiz labial. Invítala a esos tragos y te garantizo, que harán que llegues más lejos de lo que lo harán conmigo. Él me dirigió una mirada divertida. —Apuesto a que puedo llegar más lejos de lo que piensas. Bastardo arrogante. Traté de levantarme, pero él me agarró. —No te vayas.

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La forma en que lo dijo me hizo volver a sentarme, como si yo no quisiera. Era real. Estaba siendo auténtico. El encanto y la arrogancia desaparecieron. Él tenía el efecto más extraño en las mujeres, yo incluida. Era como nuestra propia marca de kriptonita. Me senté y observé mientras él miraba por encima de su hombro a las chicas del reservado. Las saludó con un gesto de la mano y se volvió hacia mí, como si nada de eso hubiera pasado. —Tú vas a beber esos tragos. Te gustará, confía en mí. Ordenó por mí, me hizo quedar, y ahora me iba a alimentar a la fuerza con tragos. Me quedé, sólo para ver qué extraña cosa iría a hacer a continuación. Sus ojos eran tan azules de repente, que me dejó sin aliento. —Kriptonita —murmuré. Él me dirigió una mirada extraña. La camarera entregó los tragos de color ámbar. Al instante, se me puso la piel de gallina. Él levantó el suyo. Fruncí el ceño. —Estoy perdida. ¿Quieres que beba contigo, y me quede contigo, y estamos compitiendo por el mismo apartamento? No quiero ser grosera, pero realmente creo que deberías ir a beber con esas chicas de ahí. No quiero beber. Estoy siendo educada al beber esta cerveza porque tú la pediste, y no es culpa de la camarera que seas un personaje excesivamente confiado. No me gusta beber, pero si lo hago, bebo vino tinto. Sostuvo el vaso, ignorándome por completo. —Toma un trago, Erin. No te va a matar. —Él dijo matar mientras reía y su sonrisa derritió un poco de mi duro exterior. Él no iba a ceder. Sus ojos me hicieron

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sentir algo, que yo no quería. Él también estaba alimentando a la fuerza mis sentimientos. Excepto al disgusto. No podía no gustarme. Podría haberme vendido un helado de mierda, y yo habría jurado que era mi sabor favorito. Cedí después de que no dejó de sostener su trago en el aire. Levanté el otro trago, chochándolo contra el suyo, y lo bebí. Me estremecí, haciéndolo reír. —¿Ves? Eso fue fácil. Ahora bebe la cerveza. Jack le da un mejor sabor. Tal vez no es vino tinto, princesa, pero es mejor que la cerveza sola. Su tono burlón me estaba volviendo loca. Estrellé mi vaso sobre la mesa. —Mi nombre es Erin Benson. Empezaré en la facultad en un par de semanas. Estoy estudiando leyes, obviamente, quiero ser abogado. Soy de Dakota del Norte. Soy Géminis y me gusta dar largos paseos y las películas románticas, pero prefiero los libros. Me gustan los hombres que tratan a las mujeres con respeto y tienen más de dos neuronas en el cerebro haciendo intentos desesperados ante un incendio en sus gruesas cabezas. No me gusta que me llamen princesa, y no me gusta la gente que presume de hacer las cosas por mí, como si me conocieran mejor que yo misma. Me guiñó un ojo y sonrió. —Ya, ¿tan difícil fue eso? Era insufrible. Tragué un poco de cerveza y asentí con la cabeza. —Quieres quitarme la casa, eso fue mezquino. No quiero hablar contigo. Quiero gritarte, pero esa es la respuesta equivocada. Eso no es civilizado. Él me señaló. —Es mía y te diré qué, si encuentran uno igual de bonito, en un área similar y la misma renta, voy a ser yo el que se mude. Hasta entonces, sacaremos lo mejor de

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esto y no nos arrojaremos mierda el uno al otro ni rociaremos a nadie. A menos que sea una chica que no quiere salir por la mañana. Puedes rociarlas a ellas. —Él me ofreció una de sus grandes manos—. ¿Trato? Y no estoy bromeando, si termino con alguna chica pegajosa, espero que arremetas tan duro como lo hiciste hoy. Tal vez incluso un poco más. Yo bloqueé el molesto regateo proveniente de sus labios y me di cuenta lo largos y fuertes, pero todavía esbeltos, que eran sus dedos. Los extremos eran completamente callosos. No parecían como si pertenecieran a una estrella de cine. Pero la camarera le había pedido un autógrafo. Quizás, Thin Ice era una banda o algo por el estilo. Puse mi mano en la suya y lo dejé agitarla por los dos. —Trato, pero las mujeres pegajosas son problema tuyo. Yo podría advertirles antes de que las arrastres por el pasillo. Él se echó a reír. —Me parece justo. Sentí la aspereza de las yemas de los dedos y fruncí el ceño. —¿Así que estás en un espectáculo o en una banda llamada Thin Ice, o es algo más? Él sonrió. —Soy el nuevo cantante de Thin Ice. Aparté mi mano de la suya. —¿Cantante? —dije con una completa carga de disgusto. Él levantó el vaso y asintió.

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—Sí. Toco la guitarra, el piano y también el bajo. Estoy aprendiendo el violín en estos momentos. Me mordí el labio, observándolo. —¿Para ganarte la vida? ¿Este es el trabajo que está pagando la mitad de la renta? —le pregunté y me recline más. Frunció el ceño. —Si quieres, mi trabajo puede pagar todo el alquiler, y tú me puedes pagar con masajes y trayéndome cervezas. Me estremecí, por supuesto que él estaba en una banda. La actitud despreocupada, las manos callosas, la chica en la cama, la sonrisa encantadora y una buena apariencia absurda. Por supuesto que era un cantante. Sólo algo así de perfecto, podía ser tan defectuoso como para ser creativo, caótico, y un artista. Si hubiera sido un hombre de negocios, le habría dicho que se presentara para el casting de la película Fifty Shades. Se parecía bastante a David Beckham, con su fuerte y atlético cuerpo, los tatuajes y la actitud arrogante. Lo veía como alguien tan petulante como CG7 en una película. No hice caso de su burla y lo imité. —Así que cantante en una banda, ¿qué te hizo decidirte por eso? Él se encogió de hombros. —Nunca he estado en una banda antes y pensé, ¿por qué no? La camarera llegó con las hamburguesas. Eran enormes. La ignoré, no intencionalmente.

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CG: Christian Grey

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—¿Nunca has estado en una banda? 36

Se encogió de hombros y señaló mi plato. —No. No te preocupes. Me comeré lo que no puedas. Le levante una ceja. —Puedo comerlo todo. Él puso los ojos en blanco. —Sí, claro. Todavía era incapaz de comprenderlo a él o a su opción de «carrera». —¿Cómo sabes que va a funcionar con esta banda, y que serás capaz de pagar el alquiler y vivir? Él me dirigió la deslumbrante sonrisa de antes. —Princesa, no te preocupes por mí. Preocúpate por ese plato, porque si yo termino antes que tú, mi mano se deslizará por la mesa en busca de lo que quede. Me reí y levanté la hamburguesa. —No te pagaré el alquiler y tú no vas a comerte mi hamburguesa. Lo vi tomar el primer bocado e inspeccioné la mía. Tenía tocino, queso, lechuga, tomate, doble hamburguesa y estaba untada con una salsa que parecía a base de mayonesa. Tomé el primer bocado y gemí sin querer. —Oh, Dios mío. Él se rió y dio otro gran bocado. Comimos en silencio.

Mi abuelo siempre decía que el signo de una buena comida era la conversación que no se estaba teniendo. Y nosotros no estábamos hablando. Las patatas fritas eran crujientes, la hamburguesa era jugosa y yo estaba muriendo. La cerveza hizo la comida mucho mejor. Él estaba jodidamente en lo cierto, maldita sea. Fue la mejor comida que había tenido en años. Bebí un largo trago de cerveza y sonreí. —Así que, vas a tener que mantenerte en silencio en el apartamento cuando esté estudiando y esas cosas. ¿Te diste cuenta de eso, señor estrella del rock? Yo mantengo un estricto horario de estudio. Él se echó a reír. —Soy indie, no rock. Y sí, está bien. No voy a estar allí mucho. Estamos en un circuito. Iremos de bar en bar y tocaremos cinco noches a la semana. Además, tengo que llegar a conocer a la nueva banda y a los fans. —Él me miró—. ¿Qué pasa contigo que quieres ser abogada? No pareces ser el tipo. Fruncí el ceño. —¿Qué tipo? —Fuerte y malo como los de CSI y UVE8. Esas son chicas perversas. Tú pareces tener miedo de tu propia sombra. Como un perrito con un gran ladrido. —Vete a la mierda. Él me agarró la mano. —Espera, eso sonó mal. Quiero decir que eres delicada, como una dama. No es como si fueras un perro o débil. Obviamente eres formal y correcta, y criada con CSI (Crime Scene Investigation = criminalística) y UVE (Unidad de Victimas Especiales) son programas de televisión, basados en estas unidades. 8

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fiestas de jardín y club de campo. Sólo quiero decir que tal vez no deberías estar alrededor de criminales curtidos y cosas malas todo el tiempo. Fruncí el ceño y liberé mi mano. —Tú no me conoces. Sus cejas se entrelazaron, provocando que sus ojos hicieran esa cosa de la ardiente oscuridad de nuevo. —Me parece justo. —Él estaba flexionando su mano. Yo bebí un trago de cerveza. —¿Cuándo te decidiste a involucrarte en el ambiente musical? Necesitábamos un nuevo tema. Él sacudió su cabeza, tomando un bocado monstruoso. —Siempre he estado en la música. La banda vino a buscarme este verano. Estuve de acuerdo y aquí estoy. Yo estaba perpleja. —Has venido aquí porque unos tipos estaban armando una banda y buscaban un cantante... en una banda al azar. Boston debe ser más caro que Tennessee. ¿No te preocupa pagar la renta y esas cosas? Él se rió de mí. —No. Ellos estaban haciendo muy buen dinero la primavera pasada cuando tuvieron que despedir al vocalista anterior. Es un gran riesgo para ellos, no para mí; pero el antiguo cantante es un adicto. ¿Qué podían hacer? Era separar la banda

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o encontrar un nuevo cantante. Me vieron cantar y me pidieron que me uniera. Empiezo esta semana con ellos. Mi primer concierto es mañana. Deberías venir. Eché un vistazo a la camarera. —¿Cómo sabía quién eras, si la primera actuación es mañana? Él se echó a reír. —Yo lo estaba haciendo bien por mi cuenta. Tengo un buen grupo de seguidores. —La oscuridad desapareció y volvió a estar animado—. Entonces, ¿qué tipo de abogado? Lo contemplé durante un segundo, como él había hecho conmigo. —Fiscal. Negó con la cabeza. —¿Por qué demonios querrías hacer eso y estar rodeada por esa negatividad? Una malvada sonrisa cruzó mis labios. —Los abogados son la gente que encarcela a la gente malvada. Ellos hacen una diferencia. Tú puedes ver la parte más oscura, pero yo veo lo bueno de ello. Sin abogados, la gente malvada no iría a la cárcel. No se aprobarían leyes. No se podría hacer cambios. La luz abandonó sus ojos, dejando una oscuridad que parecía sincera. —¿Vas a venir a la actuación? No era necesariamente un cambio de color en sus ojos. No pensaba que eso fuera posible, pero por la forma en que su ceño fruncido los ensombrecía y su mirada se intensificaba, parecían más oscuros.

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Tomé un trago, asimilando el hecho de que él no me estaba escuchando. 40

—Está bien. Realmente no estoy muy interesada en los bares. Él se encogió de hombros. —Será divertido. Él le estaba restando importancia, pero había un destello de algo en su mirada. Era imposible que no me gustara. Él era claramente un mujeriego, arrogante y un gilipollas excesivamente confiado. Y, sin embargo, tenía una extraña sensación estando con él. Como si hubiera sido invitada a sentarme con los chicos populares. Las chicas se fijaban en él. Los chicos asentían con la cabeza hacia él, como si quisieran ser él, o ser su amigo. Él le restaba importancia... incluso se lo tomaba a risa cuando estábamos solo él y yo, pero si otras personas estaban allí, yo apostaría a que se pondría más presuntuoso de lo que posiblemente podía imaginar. —¿Te medicas? Él se rió. —No, ¿por qué? ¿Qué clase de pregunta es esa? Me encogí de hombros. —No lo sé. Es sólo que no te entiendo. Supongo que estoy tratando de entenderte. Él arqueó una sonrisa. —¿Te gusta descubrir mierda, eh? —Miró a su alrededor—. Bueno, cuando me descifres, me lo haces saber. Me aclaré la garganta, dejando a un lado el hecho de que él era una extraña superestrella en Boston y me centré en lo importante en nuestras vidas.

—¿Me prometes que no harás que me mude? 41

Él asintió con la cabeza. —No soy un ogro, princesa. No necesito la molestia de buscar una casa en la misma semana de iniciarme en la banda y el espectáculo. Estoy empezando algo nuevo aquí. No puedo correr el riesgo de estar estresado innecesariamente. Además, mientras tanto, es bueno conocer a una persona que le importe un bledo Lochlan Barlow. Podemos ser amigos. Yo me burlé. —No creo que tengas problemas conociendo amigos. ¿Qué pasa con la chica de antes? ¿La camarera? Él sonrió. —La conocí en el lugar donde he almorzado. Ni siquiera podía luchar contra la mueca en mi cara. —Asqueroso. Él se rió y terminó su cerveza. La camarera volvió y trató de ponerse en plan ramera con él. Yo había visto eso un millón de veces con mi hermano. Él era también un artista caótico. Las mujeres se lanzaban sobre él constantemente. Yo terminé mi hamburguesa, para su asombro. —Rayos, tú sí que puedes comer. ¿Cómo es que no estás gorda? Casi me ahogo. —Eso ha sido muy grosero.

Bebió de la cerveza fresca, sin disculparse. 42

—Corro un montón y hago kickboxing; y toda mi familia es muy delgada. Él asintió con la cabeza. —Bueno, te ves bien. Lo señalé con el dedo. —Deja de hacer eso. No soy una de esas chicas que adulan a los chicos o se dejan llevar por los elogios. Sólo hará que me sienta incómoda y entonces no podremos ser amigos. Él me señaló a su vez. —¿Eres rubia natural? Un sonido de exasperación salió de mis labios. —Eres tan molesto. ¿Tienes un filtro o simplemente dices cualquier cosa que quieres? Él dejó caer la mano. —Eso ha sido muy grosero. Podría haberle gruñido, pero la camarera apareció de nuevo. —¿Necesitan la cuenta? Asentí con la cabeza. —Sí. Separadas, por favor. Se fue dirigiéndole una sonrisa a Lochlan. Cuando volvió, él rompió las cuentas rápidamente. Traté de coger la mía, pero él sonrió.

—Quiero que me lo debas. Quiero decir, además de casi cegarme antes con el aerosol para osos. Él se rió entre dientes mientras se levantaba. Suspiré, incluso adulando un poco. Exasperante. Él era exasperante. Atrapé la punta más delgada del tatuaje de una daga, en la parte posterior de su brazo izquierdo, mientras se aproximaba para pagar. Él se apoyó en el mostrador, tomando un caramelo de menta. Cuando lo chupó con sus labios, tuve que sacudir la cabeza y reorientarme. Alerta de jugador. No había manera de que alguna vez iba a dejar que me atrajera alguien como él. Bueno, no podía luchar contra la atracción, pero podía controlar las cosas que permitían que eso ocurriera. La camarera le entregó un pedazo de papel con su cambio. Él puso la propina en su mano y le guiñó un ojo. Cuando se dio la vuelta para ver si yo estaba lista para salir, mi nivel de disgusto fue rellenado. Incluso podría haberse desbordado. Solté un bufido mientras caminaba junto a él. —Eres despreciable. Puso sus manos en alto. —Te he invitado a cenar. Cuando dije que quería que me debieras algo, no me refería a odio y amargura. Estaba pensando más bien en que me hicieras el desayuno en algún momento o me frotaras la espalda en la ducha, ya sabes, cosas de compañeros de piso. Negué con la cabeza, murmurando: —Nunca en esta vida. Y caminé hacia el apartamento. Él se distrajo en el camino, me dijo adiós con la mano y se fue con una falda corta y un mal trabajo de tinte. Yo puse los ojos en

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blanco, pero me obligué a mirar el modo en que ella se aferraba a su brazo donde estaba el tatuaje. Hice una imagen mental de la chica de la semana para referencias futuras. Cuando sus brillantes ojos de color azul, su sonrisa encantadora, su actitud arrogante o su ridículamente atractivo cuerpo se pusieran en mi camino, siempre podría mirar hacia atrás hasta este momento. Casi me reí cuando él examinó a una pelirroja mientras escoltaba a la vulgar rubia por el camino.

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Capítulo 3 ¡Ye! Costco

N

os instalamos en una rutina. Él dormía desde las cuatro de la mañana hasta el mediodía, sorprendentemente, siempre solo. Yo hacía el desayuno y me iba a correr, tratando de aprender dónde

estaba todo antes de que comenzara la facultad, siempre durante el día y siempre con mi aerosol. La ciudad comenzó a volverse agradable, más acogedora. Pasé menos tiempo preocupándome por donde estaba, y más tiempo disfrutando de mí misma. Tom y Leslie me enviaron dos correos electrónicos dejándome saber que nada nuevo había surgido. Lochlan venía conmigo a todas partes. Comenzó siendo molesto, pero después de un tiempo, noté que él me estaba mostrando cosas que había descubierto. Me di cuenta que su mirada lasciva había sido reprimida un poco. Quería atribuirme el mérito por eso. En el fondo, yo quería que fuéramos como una novela romántica que había leído en la que unos compañeros de piso se enamoraron. Mi principal problema era su trabajo. El cantante principal en una banda al azar de Boston, no era exactamente como me imaginaba que iba a suceder una historia romántica. Esto era más bien cómo pasé las vacaciones la primavera pasada... Entré en el apartamento después de mi carrera. Los veranos eran demasiado cálidos, pero también alocadamente húmedos. No estaba acostumbrada a la humedad. Me moví afanosamente, y recogí su mierda del suelo y de la mesa de

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café. Él entró en la habitación mientras yo estaba tirando una brazada de envolturas y deshechos en el cubo de basura. Tenía que hacerlo antes de poder estirarme. Yo odiaba el desorden. —Te ves acalorada. Le enseñé el dedo medio. —¿Te has levantado temprano y no pudiste limpiar tú mismo? Te pedí que por favor no dejaras mierdas por todas partes. Agarré el zumo de naranja de la nevera y bebí del envase. Era mi peor hábito. Él no hizo ninguna mueca ni se quejó. Se acercó a mí, casi tocándome, lo cogió de mis manos y bebió un buen trago. Él me lo devolvió, pero negué con la cabeza. Mi nariz se arrugó. Él ladeó la cabeza. —¿Tú puedes beber del envase, pero yo no? Terminé mi carrera caminando de un lado a otro por la cocina. —Tú besas todo lo que conoces. Es probable que tengas Hepatitis C. Él se echó a reír: —Princesa, tengo mis vacunas y me hago chequeos regulares. Gracias por juzgarme. —Sus ojos se perdieron por mis piernas—. Esos son unos pantaloncillos muy cortos. Suspiré y comencé a estirar y le eché otro vistazo. Él sonrió.

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—A veces voy a yoga caliente9, tienes que venir. Parece que te vendría bien un estiramiento en los tendones. ¿Por qué no te inclinas y me dejas estirarte por detrás? Yo gruñí y me fui a mi habitación para estirarme sin miradas lascivas. Él gritó detrás de mí: —¿Quieres ir a Costco? Miré hacia atrás, contemplando la oferta. —Sí, claro. Sin embargo, no tengo una tarjeta. —Yo la tengo. Asintiendo con la cabeza, entré al baño en lugar de entrar a mi habitación. —Dame diez minutos para darme una ducha. Él se echó a reír. —Ja, querrás decir veinte. Saqué mi dedo medio por el marco de la puerta, levantándoselo otra vez. Salimos del apartamento una hora más tarde. Él tenía una mirada arrogante en su rostro, como si hubiera sabido que yo iba a tardar. El coche que estaba enfrente era bonito, era un Audi negro de cuatro puertas con una pinta fabulosa. —¿Esto es tuyo? Él me miró y apretó el botón de desbloqueo. 9

Yoga caliente - Es una modalidad de alto rendimiento, que se practica dentro de un salón a 42 grados. Una clase equivale a correr 10 kilómetros, pero advierten que puede producir mareos, náuseas o taquicardia.

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—El batería, Gerry, viene con nosotros —dijo mientras entrábamos. Nos dirigimos a unas pocas manzanas, deteniéndonos en el exterior de un pequeño edificio de ladrillos, nada agradable como el nuestro. Un chico delgado, con buen estilo, el pelo rubio oscuro y demasiado arreglado, caminó hacia nosotros. —¿El batería es gay? —le pregunté. Él se rió. —No, siempre tiene chicas colgándose de él. El chico subió en el asiento de atrás. —Tú debes de ser Erin. Miré hacia atrás. —Hola. —¿Cómo sabía mi nombre? Él extendió una mano. —Gerry. —Tenía su pelo rubio oscuro cortado como Justin Bieber. Llevaba una camisa de rayas blancas y azules. Sus pantalones eran color borgoña y llevaba unos mocasines muy lindos. Era gay. El tipo de gay que me hacía querer al INSTANTE ser su falsa pareja como fachada o su mejor amiga. Sus manos estaban limpias y bien cuidadas y tenía poros diminutos. Se hacía faciales y manicura con regularidad. Sin embargo, no era totalmente delicado, era fuerte y guapo, pero de una manera femenina, como un modelo. Él me dirigió una mirada evaluadora. —Entonces, ¿Qué te parece la ciudad en comparación con el Medio Oeste? Luché contra mi ceño fruncido.

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—Grande. Diferente. Me refiero a que la humedad es mortal. Tengo que arreglarme el cabello todos los días, eso es molesto. Se me esponja muy rápido. Me señaló. —El Aloe Vera lo resolverá. Póntelo en el cabello después de la ducha y después aplícale el secador. Es como magia. Fruncí el ceño. —Pero mi cabello es rizado natural. Lochlan me miró. —¿En serio? —Sonaba divertido. Lo miré con desagrado. Gerry se echó a reír: —Sí, funciona condenadamente bien. Miré a Lochlan, radiante. Él me dirigió otra mirada extraña y luego volvió a mirar a Gerry. —¿Eres gay? Gerry se rió. —¿No es obvio? Aunque tengo que decir que nunca me lo habían preguntado tan groseramente. Estaba a punto de defender a Gerry cuando una enorme sonrisa se dibujó en los labios de Lochlan. —Amigo, mi hermano es gay. Debería de haberle dicho que viniera aquí. Siempre se queja de Nashville y de los enemigos.

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Gerry suspiró. 50

—Afortunadamente, soy de Seattle, nunca he tenido problemas. Pero conozco a un tipo que es de Texas y sus padres ni siquiera quieren verlo. Lochlan negó con la cabeza. —Eso es enfermizo. ¿Cómo se puede juzgar a alguien por ser quiénes son? — me lanzó una mirada y continuó conduciendo. De alguna manera yo resultaba ser el tipo malo a los ojos de Lochlan. ¿Había juzgado a alguien además de él? Él se merecía cada pizca del juicio que tenía. Gerry se rió, inclinándose hacia adelante. —Si yo fuera heterosexual, te estaría invitando a cenar. Lo miré de nuevo. —Yo te lo hubiera preguntado primero. Puedo decir que tienes buenos modales. Probablemente eres un gran bailarín, con un increíble gusto en el vino tinto, te encanta recoger los desechos tú mismo, y traes a casa flores frescas. Apuesto a que siempre estás a hora. Él me sonrió. —Yo a la perfección. Sonreí. —Yo también. Apuesto a que incluso me dejarías pedir lo que yo quisiera. Le fruncí el ceño a Lochlan que rodó los ojos. —Sí, a mí no me gusta el vino tinto y toda esa mierda presuntuosa, y no recojo la basura de la sala de estar. Es una sala de estar. Es para pasar el tiempo, princesa.

—Su sonrisa se convirtió en la sonrisa que hacía que el mundo se detuviera y le prestara atención—. Además, te gusta cuando ordeno por ti. Le dediqué una mirada de complicidad a Gerry. —Esto es con lo que tengo que lidiar. Lochlan resopló mientras aparcaba y entrábamos. Gerry cogió su propio carrito. —Voy a dar un paseo. —Él me guiñó un ojo y se fue. Le di un empujón a Lochlan. —Ja, te dije que era gay. Él asintió con la cabeza. —Lo dijiste. Fruncí el ceño. —¿Realmente tu hermano es gay? Él me dirigió una mirada extraña. —¿Sí? ¿Por qué? Sacudiendo la cabeza, lo seguí a la sección de proteína en polvo. —Sólo por curiosidad. Echó un vistazo a la etiqueta del enorme recipiente que sostenía. —¿Tú no crees que estaría bien con un hermano gay, o simplemente crees que miento mucho? —Su tono tironeó de mí.

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Le respondí casualmente. 52

—¿Qué? No... Nunca quise decir eso. Pensé, que tal vez estabas siendo de mentalidad abierta... o tratando de hacer que él se sintiera bien, con lo de ser una estrella de rock y... nada —me detuve. Estaba empezando a sonar prejuiciosa o tolerante, lo que no soy. No creo en la tolerancia. Eso significa que ves la diferencia entre otra persona y tú. Él me miró durante un momento. —Quiero a mi hermano y espero que nadie trate de hacer que se sienta aceptado por lo que es. Eso lo haría diferente. Él no lo es. Mi hermana y yo somos heterosexuales y mi hermano es gay, y honestamente, creo que mis padres lo quieren más por eso. Él es el chico bueno. —Por la forma en que lo dijo, yo podía oír un poco de admiración en su voz, como si sus padres fueran increíbles por estar de acuerdo con lo que sus hijos resultaron ser. Sonreí. —Ellos probablemente no aceptan el camino de artista-muerto de hambre que has escogido. Él arqueó una ceja. —¿Muerto de hambre? Por lo menos estoy haciendo dinero y no sólo gastándolo. Me burlé y crucé mis brazos. Él continuó leyendo hasta que finalmente tuve que decirlo: —No soy una de esas personas. Eso salió mal. No creo en la tolerancia. La sonrisa arrogante se deslizó lentamente por su cara, pero mantuvo su mirada fija en la información nutricional.

Negué con la cabeza. 53

—Idiota. Lo puso en el carrito y señaló el que estaba al lado. —¿Quieres esto? Es para las mujeres que intentan perder algo de peso. La chica de los anuncios está tonificada. Me quedé boquiabierta. Levantó sus manos rápidamente. —¡Es una broma! No me rocíes con el aerosol. Suspiré y odié el hecho de que estuviera en mi bolsillo. Él le echó un vistazo. —Parece un pene. Todo el mundo verá a Gerry con sus pantalones de color borgoña, luego a ti con la polla-aerosol, y van a pensar que todos somos gays. ¿Cómo se supone que voy a conquistar a alguien con todo eso? Me reí, apartando la mirada desafiante que me estaba dirigiendo. —Serías una señorita sexy. Él se rió entre dientes, empujando el carrito hacia el área de comida deshidratada. —Lo hice una vez para Halloween con mi hermano, él quería realmente vestirse como una chica, y si yo lo hacía, nadie se metería con él. Así que lo hice y déjame decirte que... —Su sonrisa creció—. Fue realmente malo. Era como patizambo, peludo, con un desfavorable tatuaje-en-el-bíceps. Me parecía a Wesley Snipes en A Wong Fu. Alex, mi hermano, se parecía a John Leguizamo. Era sexy como el infierno y yo era todo músculo y parecía una puta mierda.

Me gustó este lado de él. No lo veía a menudo situando a alguien por encima de él. Frente a otras personas era tan engreído, pero en ese momento, Alex era más importante. Mirando más allá de él, me pareció ver a alguien conocido. Miré al chico e incliné mi cabeza un segundo. Él se volvió hacia mí, pero no lo conocía. Miré de nuevo a Lochlan para decir algo. Era tan guapo y divertido. Tuve que concedérselo. Las semanas que habíamos pasado juntos no habían sido en absoluto, como yo esperaba que fueran. Justo cuando una leve sonrisa se dibujaba en mis labios, lo atrapé inclinando la cabeza, mirando el culo y el tatuaje en la parte inferior de la cintura de una chica de mi edad. Sus cejas se levantaron mientras ella se inclinaba para recoger algo. Olvídalo, él era escoria. Dolió observarle hacer eso. Me alejé. De todos modos, necesitaba verduras congeladas y fruta. Mentalmente, me entrené a mí misma. Me repetía que no importaba que él no se fijara en mí. Era lo mejor. Si él estaba coqueteando conmigo y siendo dulce, podría haberme engañado con las dulces historias sobre su hermano. Yo podría haber mordido el anzuelo y dejarlo entrar. Dios sabía que lo deseaba. No podía negar la atracción, independientemente del hecho de que el noventa por ciento de lo que él decía era inquietante. El otro diez por ciento era el mejor y eso era en todo lo que mi cerebro se enfocaba. Aunque no el buen cerebro. No el que está en mi cabeza. Me encontré a Gerry en la sección de libros. Le dio la vuelta a uno con un atractivo y joven actor en la portada. Moví las cejas hacia él. Él se rió. —Las galletas en la cama10 pasarían desapercibidas.

Del dicho: Comer galletas en la cama. Lo cual significa tener sexo (sin sentimientos de por medio) divertirse mientras dure, pero luego tener que lidiar con ello. Por lo tanto en el texto indica que no 10

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Tiré mis verduras en el carrito. 55

Él me miró. —¿Estás bien? Asentí con la cabeza. —Sí. Sólo un poco estresada, ya sabes. Comenzar la facultad y esas cosas. Cogí algo con una cubierta atractiva de la mesa y leí el dorso del libro. Instantáneamente intrigada, lo arrojé al carrito. Él me miró. —¿Por qué leer eso, cuando tienes algo real en tu casa? Mis ojos casi rodaron por su cuenta. —Sí, claro. Él me dirigió una mirada seria. —Él habla mucho de ti. —Habla mierdas sobre mí y luego se acuesta con todo lo que ve, no gracias. La sonrisa en sus labios era contagiosa. —Tal vez se acuesta con ellas para darte celos y no habla mierda. Habla de lo inteligente, limpia, y organizada que eres, y Erin dice esto, y Erin dice lo otro. A Erin no le gustan las setas a menos que estén picadas en pedazos muy pequeños, y Erin cree que es tan valiente, pero veo la forma en que desliza la mano por su aerosol. Le gustas. Debes darle una oportunidad. Él es dulce cuando no está

deberá lidiar con ello ya que encontrará la diversión con un personaje de ficción (libro) no con una persona real.

tratando de ser el cantante principal. —Sus palabras me quemaron por dentro con aleteos y la esperanzadora posibilidad. Miré hacia el tatuaje de la chica con la que él estaba y fruncí el ceño. —No va a pasar, déjalo. Él tiene más posibilidades contigo que conmigo. Gerry se burló. —Por favor. No hago de muchacha. De todos modos, no salgo con nadie de la banda. No puedo enfocarme en más de una cosa a la vez. —Él empujó el carrito hasta donde estaban riendo Lochlan y la chica con el trasero prieto en ajustados pantalones vaqueros. Cogí mis cosas del carrito de Lochlan y las metí en el carrito de Gerry. Le pasé el dinero en efectivo. —Tengo que ir al baño. —Él me miró, pero lo ignoré. Me alejé y esperaba que Lochlan llegara a casa con la chica del tatuaje en la parte baja de la cintura. Justo estaba girando la cerradura cuando dos chicas empezaron a hablar desde los otros compartimentos. —¿Has visto que Lochlan Barlow está aquí? Está con Gerry Ronson. ¡Oh Dios mío! —Oh Dios mío, chica, lo sé. Estaba tan sexy en America’s Most Talented Stars. En serio. Voté por él todas las noches. No lo podía creer cuando lo echaron del programa. ¿Había estado yo bajo una roca? ¿Él había estado en un programa? Así fue como lo conoció todo mundo. Continuaron la charla.

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—Él le dio una paliza de muerte a un tipo entre bastidores una noche. 57

—No me importa una mierda, eso lo hace más caliente. ¿Qué estaban pensando? Él es sexy y rebelde. He escuchado que está soltero. Estoy tan contenta de que se haya unido a Thin Ice. —Lo sé, ¿verdad? Él ha estado con ellos un par de semanas. Tenemos que ir una noche a uno de los bares. Mi prima Mandy fue y dijo que Lochlan la besó después de una actuación. Mis entrañas ardían. Sentí náuseas. Él era tan cerdo, ¿Por qué les importaba lo que él haría? Perseguir celebridades no tenía sentido para mí. No eran más que personas. Por lo general, malas personas. Me sonrojé y salí del compartimento. Me pregunté si él era un músico real, ¿como uno de los buenos? Si lo era, eso significaba que era su primera vez en una banda porque era un cantante real... que podría hacer la actuación solo. Él era famoso y yo me estaba burlando de él constantemente y llamándolo artista muerto de hambre. Oh Dios. ¿Cómo no lo sabía? No odiaba a nada más que a los realitys de televisión. No había visto nada de eso desde la primera temporada de The Bachelorette. Me gustan más los dramas criminales. Me lavé las manos y miré la apariencia perpleja en mi rostro. Salí rápidamente antes de que me vieran. Ni siquiera sé por qué. Simplemente no quería ser la chica que estaba con el chico de la banda. Cuando regresé a donde estaban Gerry y Lochlan, la chica sexy se había ido y Lochlan tenía una extraña expresión en su cara. Él me frunció el ceño y empujó el carrito hasta el coche. Miré a Gerry pero su expresión no ayudó tampoco. Permanecieron en silencio.

¿Yo había hecho algo? 58

Fuimos en silencio. Ni siquiera me atreví a intentar entablar una conversación, evidentemente algo había salido mal. Cuando nos detuvimos en el apartamento de Gerry, Lochlan se bajó y lo ayudó a cargar todo hasta la puerta. Salí a ayudarlo pero Lochlan tenía todo en sus enormes brazos. Gerry me dio un abrazo, pero miró a Loch primero. —Lochlan, la llave extra está escondida en el buzón. —Se volvió hacia mí—. Fue un placer conocerte. ¿Supongo que entonces nos veremos en una actuación? Abrí la boca para decir que no, pero no pude. Quería verlo. Asentí con la cabeza. —Sí. ¿Cuándo es la siguiente? Él sonrió como si me estuviera desafiando a ir. —Mañana por la noche. —Está bien. Nos vemos entonces. —La conversación fue incómoda. Yo me sentía incómoda. No sabía lo que había cambiado. Y no quería saberlo. Volví al coche. Cuando él volvió, me dirigió una mirada. —¿Qué? —le pregunté. Él sacudió la cabeza con desdén. —¿Tienes hambre? No estaba de humor para su extraño comportamiento, miré por la ventana. —No, gracias.

Cuando aparcó fuera de nuestro apartamento, me horrorizaba arrastrar todo por las escaleras pero él cargó la mayor parte. Agarré un par de cosas, corrí y mantuve la puerta abierta para él. Estaba a medio camino en el segundo tramo de escaleras, cuando una sandía comenzó a escaparse de entre sus manos. No me di cuenta hasta que él la tenía clavada en la pared y no caminaba. Él asintió con la cabeza. —Coge esto. Deslicé mi brazo libre debajo de ella, sosteniendo la gran cosa en mi bíceps. Nuestros cuerpos estaban presionados uno contra el otro. Me quedé inmóvil a mitad del rescate cuando él olió mi cabello. La saqué con seguridad, y rápidamente subí corriendo las escaleras con mis brazos ahora llenos. ¿Olió mi cabello? ¿Qué fue eso? ¿Estaba activando los encantos? Mierda... oler el cabello era muy caliente. A menos que él haya pensado, «¿Qué es ese mal olor?» y olió mi cabeza. O él era un loco acosador, eso no era caliente. Mierda, ¿mi cabello apestaba? Solté las bolsas y le abrí la puerta. Ni siquiera me dio las gracias. Arrojó todo sobre el mostrador y comenzó a sacarlo todo. Le dirigí una mirada confusa. —¿Qué pasó en Costco? ¿Por qué de repente Gerry y tú no hablabais? Se detuvo y me miró durante un segundo. —Él cree que yo debería invitarte a salir y tratar de mantener mi reputación un poco más limpia. Él piensa que una chica como tú es la respuesta.

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Tragué saliva. 60

—A las chicas buenas no les gustan los chicos como tú. Dio un paso hacia mí. —Me parece que las niñas buenas no suelen ser honestas con ellas mismas. Se esfuerzan tanto por ser normales, que se olvidan de divertirse. Cuando consigues que se relajen, son como el oro brillante. Tragué saliva. —Me gusta lo normal. Es seguro. Es previsible y fácil. Él me dirigió una mirada confusa. —Tienes solo una oportunidad en la vida para hacer algo especial. ¿Por qué malgastarlo en la mediocridad? Seguro y fácil es para maricas. Hay que ser increíble y diferente. Ser agradecido por la singularidad en ti mismo. Yo rodé los ojos. —Gracias, Tony Robbins. —Yo quería ser su amiga, pero burlarme de él era más seguro. Él soltó un bufido. —Así es como quiero vivir mi vida. Nunca se sabe cuándo la elección segura te va a impedir ser increíble. —Levantó mi nuevo libro—. Aligerando el tono, ¿Los Hermanos del Condado De Claire? Tal vez no eres una buena chica, después de todo. Tal vez eres una niña traviesa. —Sus ojos ardían. Alargué la mano para coger el libro, pero él lo levantó. Terminé parada con el pecho contra el suyo tratando de alcanzarlo. Lo bajó con una mirada de suficiencia.

Se lo arrebaté de las manos. 61

—Me gusta la lectura. Las chicas buenas leen. —Me dolía el estómago. Quería ser una «chica mala». Su discurso de motivación me hizo pensar en las cosas que me estaba perdiendo, como él. Él me miró. —¿Cuántos libros lees a la semana? ¿Crees que no me he dado cuenta de que estas aquí todas las noches? Todo lo que haces es pasar el rato aquí. Fruncí el ceño y comencé a guardar las cosas en los armarios. —Me estoy acostumbrando a la facultad. ¿Qué más da? Me agarró la mano y vi el cambio. Pasó de bromear conmigo por ser una buena chica, a tratar de quitarme los pantalones. Se apoyó contra mí, empujándome hacia la encimera. Inclinó la cabeza, miró hacia abajo a la parte superior de mi blusa, y luego puso sus manos a cada lado de mí, atrapándome. —Mi hermana los lee. Los llama lecturas de una sola mano. Mis mejillas se encendieron, pero no di marcha atrás. Me incliné hacia él, presionando mi pecho con el suyo. —Sí, así es como todas las chicas los llaman. Las chicas buenas simplemente no lo dicen en voz alta. Son mejores que la cosa real. Los Hermanos del Condado de Claire no dejan su mierda por todas partes o tienen cambios de humor. No se fijan en otras chicas. Ellos me producen orgasmos y desaparecen, y no necesito vacunas y chequeos periódicos. Sus ojos se clavaron en los míos. —Tal vez no has tenido la correcta cosa real.

Batí mis pestañas hacia él. 62

—Oh, ¿te refieres a ser bendecida con una noche entera con el cantante principal de Thin Ice? —Lo aparté de un empujón y pasé por delante de él—. Gracias, pero voy a pasar. Él me agarró del brazo, pero dejé caer mi libro y fui por mi aerosol. Él se quedó perplejo, soltando su agarre. Puso sus manos en el aire. —No iba a hacerte daño. Nunca lo haría. Pensé que estábamos jugando un poco. Tragué saliva y miré hacia abajo. Me agaché y cogí mi libro. Mi aliento se quedó atascado en mi garganta. Me di la vuelta y corrí hacia mi dormitorio. Cerré la puerta y apreté el libro en mi pecho con la espalda contra la puerta. No quería que él lo viera. Fui fuerte una vez. No necesito ayuda. Tenía que ser fuerte. Me acurruqué en mi cama y empecé mi libro. Imaginé todos los rostros como el suyo. Él hizo que mi lectura de una sola mano fuera mejor de lo que había sido nunca. La fantasía era mucho mejor que la realidad. Me quedé dormida al terminar el libro, pero era una noche calurosa. Di vuelta en la cama una vez más hasta quitarme la última sábana de encima. Mi camiseta sin mangas y mi bóxer se sentían como una sudorosa trampa mortal. Incluso con las ventanas abiertas, el calor era intenso. Gruñí, saliendo de la cama, y tropecé en el pasillo hacia la cocina. Abrí la puerta doble de la nevera y dejé que el aire fresco me envolviera. Suspiré, echando la cabeza hacia atrás. El calor era demasiado.

Eché un vistazo al envase de leche de almendras por la que él había soltado tacos y la cogí de la nevera. Estaba fría y húmeda en mis manos. Sostuve el frío envase contra mi pecho. Me levanté la camisa, la puse bajo mis senos, y agarré otro envase. Lo sostuve contra mi estómago, girándolos cuando se calentaban por el sudor de mi cuerpo. Cerré los ojos y gemí. —Mmmmm. —Ese es un buen sonido. —Él interrumpió mi gozo de refrigeración. Salté, poniendo los envases en su lugar. Mis mejillas estaban sonrojadas, no es que me importara. De todos modos, estaban enrojecidas. La luz de la nevera brillaba en mi cara culpable como un foco. Él se apoyó en la encimera, llevando sólo unos bóxers. Apenas podía ver sus tatuajes en la habitación tenuemente iluminada. Me volví, cerrando la puerta. —Lo siento. —La cocina estaba casi a oscuras con la nevera cerrada. Él encendió la lucecita que había sobre el fogón. —¿Eso se sintió bien? Asentí con la cabeza. —Me estoy muriendo. Rodeó la encimera, su calor hizo que mi piel estallara en una nueva capa de sudor. Él llegó a mi lado, rozando su brazo velludo contra mi muslo, tirando del cajón del congelador. Sacó una bolsa de frijoles de soja que conseguimos en Costco, y me los ofreció. Los cogí y sonreí.

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—¿Qué tal el libro? —Su tono estaba cargado de lo absurdo. 64

Me eché a reír. —Bien. Predecible. Me gusta eso. —Empecé a poner la bolsa congelada en mi pecho, pero él negó con la cabeza, cogiéndola de nuevo. Él alargó la mano por detrás de mí. —En la parte posterior de tu cuello. —Salté cuando el impactante frío tocó mi piel. Lo sostuvo allí, cerniéndose sobre mí con su intensa mirada. Emití un sonido, no creo que ninguno de nosotros estuviéramos seguros de lo que era. Él parecía confundido cuando yo retrocedí. —Eso está helado. Él asintió con la cabeza. —Sip. —Cogió una bolsa de guisantes e hizo lo mismo—. ¿Así que te gusta lo predecible? —me preguntó, mientras abría la nevera y me pasaba una botella parecida a una de cerveza pero no lo era. —Sí. —Giré la tapa, tomando un trago y suspiré. Era una limonada de arándanos con alcohol. Él cogió una cerveza y bebió. Levanté una ceja. —¿Tienes estas para mí? Negó con la cabeza. —Me gusta tener bebidas de mujeres a mano.

Gemí. 65

—¡Puaaaj! Estoy bebiendo una limonada de puta, ¿no? Se echó a reír y se estiró, flexionando todos sus resplandecientes músculos. De repente no me importaba el calor. Si él lo hacía parecer de esa forma tenía que ser bueno. Bueno, hasta que abrió la boca. —Eres tan crítica. ¿Es que acaso nunca has echado un polvo por el simple placer de echar un polvo? Incluso en la penumbra, no podía esconder mi rostro horrorizado. —Bueno, supongo que no. Tal vez deberías probarlo, en lugar de sólo leerlo todo el tiempo. Estás demasiado tensa, princesa. Puedo ayudar a relajarte, si quieres. Yo jadeé. —No lo estoy. ¿Por qué? ¿Porque no quiero entregarme a todo aquel que conozco? Tengo más respeto por mí misma como para dejar que alguien como tú me toque. Su mirada se volvió fría e intensa. La mirada divertida en su rostro era como un recuerdo lejano. Se acercó a mí, rozando mi pecho contra su abdomen. —Si te toco, te gustará. —Él bajó su cara hasta la mía—. Si yo quisiera besarte, princesa, lo haría y te encantaría y rogarías más. —Él permaneció quieto. Mi molestia fue silenciada por los intensos instintos animales que recorrían mi cuerpo. Él sonrió y se echó hacía atrás. —Tú me deseas tanto como yo te deseo a ti. Negué con la cabeza.

—Eres egocéntrico. Nunca dejaría que me toques. No alguien como tú. —Di un paso atrás y alrededor de la encimera. Lo sentí observándome mientras estampaba los frijoles de soja en la encimera y me retiraba a mi sofocante dormitorio. Cerré la puerta, pero él estuvo allí en cuestión de segundos abriéndola. Apoyé la espalda contra la fría pared mientras él me miraba. Su cuerpo era enorme e intimidante en todos los sentidos correctos, cerniéndose sobre mí de esa manera. Habló en voz baja. —Necesitamos las ventanas y puertas abiertas para que la brisa entre. Confía en mí, los norteños no tienen ni idea de cómo enfriar una casa. Entiendo de esto. Bebí un sorbo de limonada y reviví cada segundo de la cocina. La sensación del vello de su brazo rozando mi muslo. Su sudoroso y duro cuerpo de pie tan cerca del mío que mis pechos sin sujetador se aplastaban contra su abdomen. Respiré por la boca y sacudí la cabeza. Él tenía razón, yo lo deseaba. Y lo que es peor, me encantó que él me deseara. Los recuerdos de las pelirrojas y rubias de mala calidad, y el aspecto sórdido que él tenía en su rostro en Costco, eran difíciles de alcanzar con la cantidad de sangre que estaba pasado por mi cerebro. Mi atracción era innegable. Como lo era su capacidad para acostarse con todas con las que hablaba. Eso tenía que ser un elemento de disuasión, pero no, mi cuerpo lo deseaba y mi cerebro estaba a bordo. ¿No me importaba que se acostara con todas las chicas con las que hablaba? No estaba segura de que eso fuera acertado. Probable ni siquiera tenía que hablar. ¿Me habría besado en la cocina? yo lo habría hecho. Habría saltado a sus fuertes brazos y le habría permitido poseerme en la encimera.

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Sostuve la botella cubierta de condensación en mi frente y respiré hondo. Agarré mi teléfono y le mandé un correo electrónico a Tom para ver cómo iba la búsqueda de apartamento. Lochlan y yo habíamos sido compañeros de piso durante un par de semanas, y yo estaba dispuesta a hacer cosas que no había hecho en mucho tiempo. Cosas que no había hecho nunca con alguien que apenas conocía. A los pocos minutos me di cuenta del cambio de temperatura en mi habitación. El aire era nuevo y limpio otra vez, en lugar de saborear la forma en que imaginé que él sabría, embriagador y salado. Él se apoyó contra el marco de mi puerta. —Te lo dije. Suspiré. —Sip. Supongo que ser un patán es bueno para algo. Él se cruzó de brazos. —Crees que me tienes clasificado, ¿no es así? Me reí. —Esa muestra en la cocina, te clasifica. Podrías tratar de no meterme en tus perversiones y ese ego demasiado inflado, y quizás no pensaría tan poco de ti. Entró en mi habitación y se sentó al revés en la silla frente a mi escritorio. Tomó un sorbo de cerveza. Tuve que forzar a mis ojos para que ni siquiera trataran de echarle un vistazo a sus bóxers a la luz de la luna.

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—Esta es una mala idea. 68

Frunció el ceño. —¿Cuál? Lo señalé a él. —Tú y yo viviendo juntos. Un hombre soltero y una mujer soltera no pueden ser compañeros y amigos. Estoy bastante segura de que Harvard ha hecho estudios sobre esto. Él se inclinó hacia delante. —¿No la puedes mantener en tus pantalones, princesa? Bebí un sorbo de limonada. —Oh, yo puedo. Él sonrió. —¿Quieres hacer una apuesta de eso? Mi mirada se estrechó. —¿De qué tipo? —Del tipo en el que quien ceda a la evidente atracción entre nosotros, se muda. Me reí. —Hecho. De acuerdo. Vendido. ¿Quieres empezar a empacar ahora o esperas a que salga el sol? Él se rió entre dientes, bebiendo lo último de su cerveza en un gran trago.

—Tú me subestimas. 69

Negué con la cabeza. —Soy una estudiante de posgrado en la Facultad de Derecho. Tengo un promedio de 4.0 y sólo he tenido citas con tres chicos en mi vida. No bebo mucho, nunca consumí drogas, no fumo, y como sano, excepto cuando las celebridades me compran el almuerzo. —Me incliné hacia él, bebí el último trago de mi limonada y le pasé la botella—. Soy la reina del autocontrol. Él balanceó su pierna fuera de la silla, moviéndose fluidamente hacia el suelo y se arrodilló frente a mi cama. Agarró mis piernas, arrastrándome a la orilla de la cama, así se situaba entre mis muslos. Sus ojos me recorrieron mientras lamía sus labios. Se inclinó hacia delante como si me fuera a besar y susurró: —Pero lo que olvidas es que puedo tener a la chica que quiera, cuando quiera y en el lugar que quiera. Tú, por el contrario, vas a obtener artritis en tu mano derecha de tantos sueños despierta que vas a tener sobre mí, mientras lees tus libros. —Me guiñó un ojo y me soltó. Ni siquiera me di cuenta de que mis manos se clavaban en sus redondos hombros, en lugar de alejarlo. Él se rió y salió de la habitación, de nuevo en un movimiento fluido. Tragué saliva e hice de nuevo ese sonido extraño. —Espera. Él apareció de nuevo en la puerta. —¿Sí? —Entonces el acuerdo tiene que ser más estricto. Nada de sexo para ninguno de los dos... con nadie. Miró hacia mí.

—¿Incluyendo a los Hermanos del Condado de Claire? 70

Asentí con la cabeza. Extendió su enorme mano hacia mí. Vacilante la tomé. El estómago me dolía por la idea de tocarlo. El aire era demasiado pesado. Su cuerpo estaba demasiado desnudo y yo estaba demasiado caliente. Sacudió nuestras manos y luego simplemente se quedó allí de esa manera, sosteniendo mi mano. —¿Nada de sexo, ni masturbación, y nada de conseguir a alguien para proporcionarte un orgasmo? —preguntó. Fruncí el ceño. —¡Puaaaj! Él se echó a reír, pero no era la risa divertida de antes. Era tensa, como si fuera a echarse encima de mí en cualquier momento. Yo esperaba que lo hiciera. Me gustaría conseguir el orgasmo casi pulsante que estaba a punto de ocurrir por su toque. Sinceramente, estaba a unas diez caricias de distancia con mi vibrador. Sonreí imaginándolo, yo me correría y él se marcharía por hacer el primer movimiento. Él parecía estar luchando con algo y luego me soltó la mano. Me señaló. —Ya empezó. Asentí con la cabeza. —Estupendo. —Bueno.

—Bien. 71

—Excelente. Todo lo que podía hacer era rezar para que Tom y Leslie consiguieran algo antes de empezar las clases el lunes. Yo no necesitaba una distracción de este tamaño.

Capítulo 4 Besa mi trasero brasilero

M

e acurruqué en la sala de estar con Persuasión de Jane Austen. Nada restablecía mi incapacidad para controlarme a mí misma como Austen. Excepto que de repente, veía mucha más tensión sexual de

lo que recordaba. No estaba segura de si estaba realmente allí, o si estaba tan hecha un manojo de nervios, que la estaba poniendo en la historia. —¿Leyendo de nuevo? Levante la vista mientras él entraba sigilosamente a la habitación con pantalones vaqueros abrazando su cuerpo y una camiseta ajustada. Él se sentó con las piernas abiertas. —Gerry dijo que vendrás esta noche. Asentí con la cabeza. —Sip. ¿Dónde voy? Me pasó una tarjeta de visita, rozando sus dedos contra los míos mientras me la pasaba. Me eché a reír, debido a los nervios. —Eres un idiota. Él se encogió de hombros.

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—Tú me deseas. 73

Entré a la cocina a buscar algo frío. Estaba pensando en conseguir un poco de hielo para poner en mis bragas, cuando lo sentí detrás de mí. Se puso de pie demasiado cerca cuando abrí la nevera. Inclinó la cara en mi nuca e inspiró largamente. —Hueles como si te corrieras —murmuró contra mi piel. No podría decir lo que había en la nevera o si yo estaba sosteniendo algo. Tomé aire y cerré los ojos. —Esto supone coquetear conmigo. Él pasó su lengua por mi cuello, enviando escalofríos por todas partes. —Sabes a correrse. Negué con la cabeza. —Vas a perder si me tocas. Él susurró: —Nunca hemos dicho ni una sola cosa sobre tocar. Dijimos mantener nuestros pantalones puestos. Nada sobre contacto de piel con piel, es lo que yo entendí que era. Me reí y me di la vuelta, mirándolo a la cara. —Así que, ¿quieres jugar conmigo al juego de quien puede ser más seductor? Él sonrió. —Sip.

Fruncí el ceño. 74

—Tú vas a perder. Soy una chica. Inclinó la cabeza. —¿Crees que las mujeres son más seductoras que los hombres? Mi voz se tiñó de sarcasmo. —Uhhh, sí. Muy Seductoras. Él arqueó una ceja. —Presenta tu mejor jugada esta noche. Se inclinó y besó mi mejilla suavemente. Había sentido su erección rozando mi culo, así que hice lo más audaz que podía y me mentí a mí misma diciéndome que todo era para conseguir el apartamento. Deslicé mi mano por el bulto en sus pantalones. Su boca se abrió. Le acaricié rápido e incliné mi cabeza. Hizo un gruñido. Moví mis cejas hacia él. —Lo triste es, que ni siquiera tengo que tratar de ser seductora, vosotros los chicos sois tan fáciles. Le devolví el guiño que siempre me estaba dando, y pasé por delante de él. Mi corazón latía y sentí ganas de vomitar, pero mantuve la calma. Él se dio la vuelta y se fue. —Vas a pagar por eso, princesa.

Rogué desesperadamente que así fuera mientras agarraba un poco de hielo para meterlo en mis bragas. Quería acurrucarme de nuevo con mi libro. En cambio, me duché y dejé que en mi pelo rubio platino se formaran rizos naturales. Los ahuequé, inspeccionando cada uno. Estaban muy abiertos y redondeados. Había cubierto mi cabello con Aloe así que rogué que no se encresparan. Apliqué mi maquillaje mucho más espeso de lo normal. No es que yo lo hubiera usado desde que había llegado, hubo demasiada jodida humedad. Me puse un sujetador negro push-up y una camiseta sin mangas de color amarillo pálido. Mis pantalones vaqueros cortos estaban ajustados, mostrando mi firme culo de corredora. Se curvaba perfectamente. Eran los que iba a tirar porque ya no me cabían. Pues bien, esta noche cabían. Me veía cachonda, pero no demasiado vulgar. Esto era lo más lejos que yo iría, en el reino de la ropa de puta. Mi ropa era siempre la misma. En invierno eran suéteres y pantalones vaqueros, y en verano eran pantalones cortos y camisetas. No he hecho nada que no fuera respetable y casual. Sabía que como abogado, tendría que usar mis habilidades femeninas, por suerte todavía no era abogado. Ni siquiera sabía dónde estaban mis habilidades. Me di un vistazo y me puse unas sandalias. Sonreí a mi aerosol-polla y puse mis cuarenta dólares en el otro bolsillo con mi móvil. Envié a Gerry un mensaje diciéndole que iba a estar allí en quince minutos. Eran sólo cinco manzanas hasta el bar. La noche era cálida y animada. Algunas chicas estaban caminando en la misma dirección que yo. Naturalmente nos agrupamos. Una de ellas sonrió. —Oye, ¿vas a la actuación de Thin Ice? Asentí con la cabeza. Ella sonrió. —Nosotras también.

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Yo no era una de las chicas populares en la escuela, el ser una chica guapa me ganó la tolerancia. Las chicas malas me aceptaban en las fiestas, cuando tenían que hacerlo, pero mi gente eran los nerds de Star Trek. Corría a casa todos los días para verlo. Danny se burlaban de mí por ello, hasta que vio al Doctor Who y decidió que la ciencia ficción era genial. Sonreí mientras caminaba, pensando en Danny. Saqué mi móvil y le envié un mensaje. Apenas me había enviado un mensaje desde mi llegada. Él era el popular. Ser la hermana pequeña de Danny me dio mucha más tolerancia que mi aspecto. Cuando llegamos al pub, la chica que me había hablado saludó con la mano mientras entraba. —Disfruta la actuación. Le devolví el saludo. —Tú también. El pub era enorme y abierto. El escenario era en realidad grande, en comparación con el pobre escenario que había imaginado que sería. Gerry me saludó desde el bar. Me ilumine al instante y me acerqué. Él cogió un rizo. —Te lo dije. Yo acaricié un rizo diferente. —Es impresionante. Se sienten tan sedosos todavía. Él me señaló y gritó al camarero. —Ella bebe toda la noche a nuestra cuenta. Moví mis manos en señal de protesta.

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—No, puedo comprar mi propia bebida. 77

Un cuerpo me presionó contra la barra por detrás. —Ella bebe a nuestra cuenta, le gusta la limonada de arándanos y el vino tinto. El camarero me miró expectante. Yo suspiré. —Vino tinto, por favor. Él habló rápidamente: —Shiraz11 de la casa. —Perfecto, gracias. —Miré de nuevo a Lochlan—. ¿Crees que conseguir que me emborrache te ayudará a ganar? Me guiñó un ojo. —Lindo sostén. Gerry nos señaló a los dos. —Vosotros sois una bomba de tiempo. Yo sonreí. —Tú me dirás si hace trampa, ¿verdad? Gerry puso sus manos en alto. —Dejadme fuera de esto. Se dio la vuelta y se fue. Lochlan se burló. —Lo dice el tipo que me dijo que debíamos conectar. Shiraz: Vino tinto.

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Me aparté hacia atrás, despegándolo de mí, y di la vuelta. Cogí mi copa de vino tinto y me apoyé en la barra. De inmediato me di cuenta. Los ojos estaban puestos en mí. Las personas estaban viendo a la chica con Lochlan Barlow. —Eres como Elvis para estas personas. Él ignoró mi comentario y puso sus manos en la barra a cada lado de mí. —¿Quién te dijo que el pelo rizado era mi debilidad? Me reí. —Oh Dios mío, tienes que hacerlo mejor que eso. Se mordió el labio, pero sostuvo mi mirada. —¿Quieres que empiece a intentarlo? Te lo debo, después de toda esa cosa de la cocina. Negué con la cabeza, bebiendo el vino. Era sorprendentemente bueno. Sus ojos se volvieron divertidos otra vez. —Podríamos simplemente vivir en el apartamento... juntos. Yo sabía que él estaba jugando conmigo, iba a por el golpe bajo, el compromiso era un anzuelo para las chicas, seguro. Parpadeé hacia él. —¿Cómo amigos con derecho? Tosió y cogió mi vino. Bebió un trago y me lo devolvió. —Es asqueroso. ¿Cómo puedes beber eso? Miré la copa con desagrado. —Ahora no puedo.

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Él me dirigió una mirada mortal. 79

—No, no como amigos con derecho, y te lo dije, no tengo hepatitis C. Jesús. Soy más cuidadoso que eso. Nunca he ido al descubierto, te lo haría saber. Me reí principalmente para ocultar mi expresión perturbada. —Todos los tipos famosos dicen eso y luego, de repente, Pamela Anderson está como OMD, yo también la tengo. No puede ser Tommy. No, él nunca lo haría. Él resopló: —¿Crees que sabes mucho sobre mí? Mi mirada se estrechó. —Sé lo suficiente, mujeriego. Se inclinó, besando mi mejilla. —Tú no sabes una mierda. Se apartó de la barra y se alejó de mí. Todas las chicas en el bar al instante me odiaron. —Fabuloso. Me alejé y me apoyé contra la pared en un rincón oscuro. Mi copa ni siquiera estaba vacía, cuando una nueva copa fue colocada en mi mano. Me di cuenta de que un tipo de seguridad me miraba cuidadosamente desde el otro lado de la pared donde estaba. Le fruncí el ceño, pero él mantuvo su mirada severa. Sus ojos se movían a mí alrededor. Parecía como si fuera a caminar hacia mí, pero se detuvo cuando una chica me dio un codazo en el brazo. —Podrías haber dicho que estabas saliendo con él. No nos hubiera importado.

Levanté la mirada para ver a una de las chicas con las que había caminado hasta allí. —Eh. No estoy saliendo con él. Es mi compañero de piso. Es complicado. La guapa morena levantó una mano. —Lise. Esta es Jenny y esa es Mónica. Les dirigí un sutil saludo con la mano. —Hola. La rubia alta, Mónica, señaló una mesa. —Esa es nuestra mesa. ¿Quieres venir a sentarte? Asentí con la cabeza. —Claro. —Y las seguí a sentarme. Lise se rió. —Parecía que estabais saliendo. Puse mi vino entre mis labios y suspiré: —No, es mucho peor. Él es él, ¿sabes? Él es el vocalista. Sus ojos parecían tristes. —Eso apesta, ¿y realmente te gusta? Una arruga cruzó mis labios y se transformó en un puchero, antes de que pudiera negociar mis sentimientos. —No. Sus ojos de color marrón claro brillaban.

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—Lo haces. Puedo decirlo. Si te hace sentir mejor, a todas las chicas les gusta. Él está aquí con todas las chicas. Ella miró a su alrededor. Seguí su mirada y lo vi. Era una realidad. Cada chica estaba esperando el momento en que la banda subiera al escenario. Eso me hizo sentir sucia y mi vestuario no ayudaba. —¿Qué tipo de música es? —pregunté. Las otras chicas se rieron. —¿No lo sabes? ¿Nunca antes lo has oído cantar? Negué con la cabeza. ¿Cómo no lo había ni siquiera buscado en Google? Era porque pensaba que era una broma. Pensé que él era una broma. La rubia levantó las cejas. —Tú necesitas una actuación. Nos sentamos y esperamos. Ellas hablaban y yo observaba a las personas. Sabía que estaba incómoda con ellas. Sin embargo, no me importaba. Yo estaba impresionada por el hecho de que él era alguien, no sólo mi molesto compañero. Las luces se atenuaron, aún más de lo que ya lo estaban, y las luces del escenario se encendieron. La banda salió. Él buscó entre la multitud hasta que llegó a mi cara en la mesa. Me guiñó un ojo y me dedicó su sonrisa de un solo lado. Yo ni siquiera sabía que la multitud había estallado en algo equivalente a un caos total. Todo lo que vi fue a él. Parecía incomodo hasta que posicionó la guitarra en sus manos. Él toco un par de suaves notas antes de abrir la boca. Entonces ocurrió algo magnífico.

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Su voz era suave, no era lo que esperaba de él. Empezó a mover sus caderas y mis ojos lo siguieron. Comenzó suave y luego cobró fuerza. Salí de mi bruma de Lochlan y percibí a Gerry golpeando la batería, y los otros chicos tocando con todo el corazón. Era una locura, pero glorioso. La canción era exactamente como él había dicho, era indie y divertida. La gente estaba bailando y moviéndose al compás de la canción con él. Tenía los ojos cerrados en el estribillo mientras balanceaba la guitarra hacia atrás y agarraba el micrófono. Se movía como si estuviera contra otra persona, con sus manos deslizándose arriba y abajo de su cuerpo. La multitud se estaba volviendo loca. Sus ojos se abrieron de golpe. El folló con su mirada a cada persona en la multitud, excepto a mí. Era como si me evitara adrede. Bebí de mi vino de nuevo, observando su balanceo. Su voz era hermosa, ronca y suave, pero capaz de alcanzar las notas altas. Era el paquete completo. Camiseta ajustada con tatuajes que sobresalían de los bordes de sus mangas. Pantalones vaqueros ajustados con botas negras y pura arrogancia sureña. No tenía el sonido del campo. Era una mezcla entre pop e indie. Él era increíble. Todos ellos lo eran. Mi copa fue retirada y otra fue entregada. Apenas lo registré. La canción terminó. Tragué saliva. Sus ojos se encontraron con los míos y yo quedé congelada. Él me lanzó una mirada. Los otros chicos se pusieron en marcha, el sudor se acumulaba en cada frente, de la banda... de la multitud... la mía. Su boca se movió y yo podría jurar que cada palabra era para mí. Era la sensación más extraña.

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Se pasó las manos por el pelo espeso y oscuro y empezó a moverse más rápido en la introducción. Cuando el estribillo llegó, él cobró vida. Mi corazón nunca había latido tan fuerte en mi pecho. El camarero volvió repentinamente. Cogió mi copa y me pasó otra. Mi cabeza me daba vueltas cuando vi que la copa en la bandeja estaba vacía. La siguiente canción era realmente animada, era una canción para bailar. Su voz era alta y todo el mundo estalló en la pista de baile. Él bailó como nunca me hubiera imaginado que fuera capaz. Yo no sabía nada. Eso estaba claro. Mierda, él tenía razón otra vez. Terminé mi copa, observándolo recorrer todo el escenario, señalando a la multitud y manipulando a cada uno de nosotros. Era la fantasía de toda mujer. Lo tenía. Tenía los movimientos, la confianza y la voz. La banda era tan devota como él. Ellos fortalecían la canción con él. Todos en la multitud se movían como un mar, meciéndose al compás. Él era el viento controlando las olas. Verdaderamente me sentí como una idiota. Bebí lo último de mi copa y supe que yo había terminado. Él había ganado. Las luces se atenuaron, provocando un miedo enfermizo en mi estómago de que ellos hubieran acabado, pero fue peor. Una silla fue llevada bajo la única luz restante, en el centro del escenario. Él bebió de un vaso de cerveza y se aclaró la garganta, mientras se sentaba en el taburete con su guitarra.

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—Uh... Sólo quiero dar las gracias a todos por venir. Este ha sido un par de semanas impresionante para nosotros aquí. He estado haciendo actuaciones en solitario durante mucho tiempo y me siento muy bienvenido en la banda. Así que un millón de gracias por mis nuevos hermanos. —La multitud aplaudió mientras bebía un sorbo y luego sostuvo el vaso hacia la multitud—. Un millón de gracias a todos vosotros por ahí en la multitud, porque Boston también me ha hecho sentir como en casa. La multitud se volvió loca otra vez cuando volvió a beber. Sostuvo el vaso por última vez. —Un millón de gracias a mi princesa de Dakota del Norte. La multitud estalló. No sabían por qué estaban animando. Ellos simplemente lo siguieron. Sin embargo, yo lo sabía. No podía respirar. No podía sentir nada excepto mi corazón latiendo con fuerza. —Bastardo —susurré para mí misma. Él había elevado la apuesta, con fuerza. La multitud se calmó y él comenzó a tocar. Sus dedos se movieron tan rápido que mi visión borrosa no podía mantener el ritmo. Cuando su voz estalló por encima de la guitarra, todo el mundo se volvió loco. La multitud comenzó a cantar con él. Ellos sabían la canción. Yo nunca la había oído antes. Él empezó a pisar fuerte con su bota en el escenario, mientras tocaba y cantaba.

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Era como si yo nunca lo hubiera visto. La canción no era rápida, y sin embargo, la multitud se movía con él. Su pisoteo con la bota y sus ocasionales gritos aquí y allá, los movían. Los brazos se sacudían en el aire mientras gritaban las notas altas con él. Sonaba como una especie de canción de taberna. La banda entró detrás de él en el punto intermedio. El pisoteo se hizo más fuerte y los gritos tomaron el poder. Gerry tocaba un tambor de aspecto extraño con sus manos. Cada miembro estaba cubierto de sudor y pasión. Pude saborearlo en el aire. Me levanté y salí del pub. El pisoteo y los gritos me siguieron todo el camino desde el pub hasta la calle. Mis ojos estaban borrosos. Yo había bebido demasiado vino. Necesitaba ir a casa. Apuré el paso. Estaba cerca de casa cuando sonó mi móvil. Lo saqué, viendo un número extraño. Respondí, preguntándome si era Danny. —¿Hola? —¿DÓNDE DIABLOS ESTÁS? Era Lochlan, gritándome desde el bar. Caminé más rápido. —Bebí demasiado. Me voy a casa. —Qué mierda, no te vayas. Era la segunda vez que me decía eso. Me reí. —Tengo que hacerlo. —¿Por qué?

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—Oh, Lochlan, vamos. No estoy a la altura. —Doblé en la esquina de nuestra casa. Me eché a reír más fuerte por lo que acababa de confesar. Yo estaba demasiado borracha y sabía que tenía que colgar, pero no podía detener las cosas que quería decir. Caminé y grité: —¿Quieres que te desee? Pues tú ganas. Te deseo. Te deseo ahora mismo. Tal vez deberías dejar esa actuación, volver a casa y mostrarme lo que me estoy perdiendo por ser una niña buena. Me rindo. Voy a entregarme a ti, libremente, y luego me mudaré. Nada de lo que haga va a superarte. Nada se va a comparar contigo. —Dejé de caminar, al darme cuenta de lo que estaba diciendo. Me pasé las manos por el pelo. Estaba herida y ni siquiera sabía por qué, pero mis palabras se convirtieron en un susurro—. Eres algo real. Me dejaste creer que eras un estancado cantante sureño de bar. Tú eres una estrella. Eres esa persona increíble y sorprendente que quieres ser. Yo soy la chica segura y normal. Tú eres fantástica grandeza y yo no —susurré, apoyada contra el edificio de ladrillo. Alcancé a ver un tipo doblando la esquina viniendo hacia mí. Él rompió su incómodo silencio. —Erín, estás borracha. Jesús, nadie me pone en mi lugar como tú lo haces. Si alguna vez voy a ser genial en algo, yo quiero... Lo interrumpí. —Creo que alguien me está siguiendo. —Princesa, no puedo escucharte, por favor espérame. No salgas de la casa. Sólo quédate ahí y espérame. No le hice caso y trate de susurrar fuerte: —Creo que hay alguien siguiéndome.

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Me di cuenta que era exactamente igual que los idiotas en los programas de crímenes. Yo era esa especie de estereotipo que ni siquiera era divertido, estudiante universitaria vagando por la ciudad borracha y sola. —Mierda. Su voz se hizo presa del pánico. —Erín, ¿qué mierda? No puedo escuchar nada más de lo que dices. ¿Qué está pasando? ¿Por qué suenas asustada? No me importa que hayas dicho esas cosas. Yo sólo quiero tener esta conversación contigo. Quiero verte, cuando te diga las cosas que quiero decir. —Mierda —murmuré otra vez, corriendo al apartamento y sin hacerle caso. No podía colgar, necesitaba que estuviera allí todavía, así no estaba sola. Estaba a punto de convertirme en un saco de piel y la última cosa que había dicho, era una confesión a un hombre sobre él siendo más que yo, incluso en mi propia mente. —¿Qué está pasando? —preguntó sonando enojado. Me temblaban las manos mientras miraba hacia atrás. El hombre me miró. Aunque, ¿era realmente él?, o era yo actuando tan loca que él estaba mirando el espectáculo. Me temblaban las manos mientras abría la puerta de entrada. La cerré de un golpe, dejando caer mi teléfono. —¡ERIN! Cogí el teléfono. —¿Hola? —¿Qué estás haciendo?

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Tragué saliva. 88

—Pensé que un hombre me estaba siguiendo. Él volvió a gritar: —¿Dónde carajo estas? Yo grité en respuesta: —¡Estoy en casa! —Por el amor de Dios, ¿dónde está el tipo que te sigue? ¿Está en la casa? Gemí. —No hay ningún tipo. Podía oírlo frustrado, pero necesitaba agua y una cama. —Princesa, te juro por Dios, que vas a ser mí muerte. ¿Qué demonios? ¿Hay un hombre o no? Gemí. —Había uno. Pensé que me estaba siguiendo. Él sólo estaba caminando. —Bueno, estaré en casa en dos minutos. Me di cuenta de repente, que él estaba sin aliento y el ruido del pub había desaparecido. Él venía a casa... ¿Después de todo lo que acababa de decir? Mi mente borracha daba vueltas hasta que una bombilla se encendió. Era una de esas bombillas malvada de borrachos, pero era mejor que tratar con la mierda que había dicho hacía diez minutos.

Murmuré muy bajo en el teléfono: 89

—¿Qué? No puedo oírte. Voy a irme a la cama. Colgué el teléfono y corrí el resto de las escaleras hasta el apartamento, introduje la llave en la puerta y entré corriendo. Corrí hacia mi cuarto, me quité mis pantalones cortos y mi blusa, y me dirigí a la cocina. Agarré el Gatorade, que él acababa de comprar, de la nevera y lo abrí. Él entró apresuradamente al apartamento. Estaba casi jadeando y cubierto de sudor. Fruncí el ceño. —¡Oye! ¿No tienes más actuaciones que hacer? Él parecía un homicida mientras miraba alrededor de la casa. —Así que... ¿estás... bien? —Luchó por recuperar el aliento. Miré a mí alrededor, como si lo que decía fuera absurdo. —Sí. Me tambaleé un poco, tratando de mantener la calma. Sus ojos se clavaron en mi sostén push-up y mis bragas. Me giré, inclinándome por completo y agarré el cajón del congelador, coloqué el Gatorade en el fondo del cajón. Me quede allí durante un segundo extra. Cuando me levanté, vi que la mirada en sus ojos había empeorado. Dio un paso atrás, llevándose la mano a la boca. —Oh diablos. ¿Esa es la ropa interior de la línea cola brasilera de Victoria Secret? —gimió.

Levanté el cubo de hielo, que discretamente había sacado del cajón y lo deslicé por mi escote. —¿Sí? ¿Qué sucede contigo? Estás actuando raro. Se pasó las manos por el pelo, retrocediendo más. —¿En serio? ¿Corrí como cinco manzanas para llegar hasta aquí, y esto era una trampa? Así que todo eso de «Lochlan eres el mejor, no puedo competir contigo —OMD un hombre me está siguiendo», ¿era pura mierda? Incluso elevó su tono para imitar mi voz, pero en realidad sólo sonaba como un personaje de dibujos animados. Me eché a reír, sacudiendo la cabeza. Arrojé el hielo en el fregadero y me dirigí hasta su pecho. Levanté la vista hacia sus ojos. —¿Cómo llaman los chicos a eso? —Golpeteé mi uña contra mi mejilla—. Oh, sí, ¿no odies al jugador, odia el juego? Parpadeé un par de veces, pasé por su lado y me dirigí al cuarto de baño. —Tú... tú me engañaste cruelmente. Me hiciste pensar que estabas en problemas. ¿Cómo pudiste hacer eso? Él estaba perplejo, pero mi falta de ropa parecía estar confundiéndolo lo suficiente, la mirada de ojos oscuros no regresó. Miré de nuevo hacia él. —Me dejaste creer que eras un loco pueblerino del sur que estaba haciendo un intento de ser una estrella de rock. —Mis palabras sonaban un poco arrastradas—. No me dijiste que eras una estrella famosa. Él se acercó, elevándose sobre mí. El ceño fruncido estuvo allí al instante.

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—¿Eres jodidamente lerda? Toda esa gente pidiéndome mi autógrafo. El maldito policía, el primer día que nos conocimos, pidiéndolo. ¿Qué suponías? Qué, ¿no puedes buscar en Google una jodida mierda? Pensé que era divertido que no supieras quién era. De hecho, me gustó mucho. Me trataste como a una mierda y me gritaste, al igual que la gente solía hacerlo. Me estremecí y miré hacia la puerta. —Probablemente deberías volver al pub, antes de que la multitud se vuelva loca. Sus ojos azules/negro se posaron en mí. —Cerramos después de esa canción. Nosotros sólo tocábamos una actuación. Sentí la preocupante sensación de su calor instalándose sobre mi cuerpo mayormente desnudo. Pasó un dedo por mi mandíbula. —Princesa, me asustaste de verdad. Nada de juegos cuando se trata de eso. ¿De acuerdo? No puedo soportar que tú no estés segura. Negué con la cabeza. —No... no fue mi intención. Realmente pensé que me estaba siguiendo. Su mirada se estrechó. —Tienes que decirme cuál es tu problema. Aerosol, paranoia, evitar dejar el apartamento excepto por la mañana, y sólo para correr llevando tu atomizador. ¿Qué pasa? Di un paso atrás. —No es nada.

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Mi espalda se presionó contra la pared junto a la puerta del baño. Él se acercó más, poniendo sus brazos a cada lado de mí. —Puedes decírmelo. Me tragué el vómito deslizándose por mi garganta, mientras un escalofrío tomaba el control de mi cuerpo. Él se rió con amargura. —Estás colgando de un hilo, ¿no es así? Vas a vomitar en cualquier momento. Has bebido demasiado, ¿no? Asentí con la cabeza. Él alargó la mano hacia la puerta del baño y la abrió. —Ve a vomitar. Podemos hablar mañana. Asentí con la cabeza de nuevo y me metí en el baño. Me arrodillé junto a la taza, dándome cuenta de que él había corrido tan rápido como pudo para venir y asegurarse de que estuviera a salvo. El pensamiento duró segundos, antes de que el vino volviera en venganza.

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Capítulo 5 El Nuevo Trato Alias La Casa De Juegos

M

e desperté con un sobresalto y un grito ahogado. La cabeza me daba vueltas. Gemí, haciendo una mueca ante las malas sensaciones que me cubrían. Estaba en mi cama. No recordaba

mucho. Todavía estaba en mi ropa interior cola-brasilera de encaje y el sujetador push-up. Me lo quité y me puse una camiseta y unos pantalones. Hacía frío en la habitación. Había una nota, un vaso y una pequeña caja con algo en mi mesita de noche. Princesa, bebe esto y tómate estas pastillas y ven a despertarme. Date prisa. L Me estremecí, mirando a la caja. Era agua de coco. Metí las pastillas en mi boca y vertí el líquido de aspecto turbio en el vaso y bebí. No fue tan malo. No con tanto sabor a coco como imaginé que sería. Salí de la habitación para verlo desmayado en el sofá, con su ropa todavía puesta. Fui de puntillas hacia la cocina. Recuerdos de mí en mi ropa interior estaban tratando de atravesar la barrera en mi cerebro. Yo los rechacé. Me serví un vaso de agua.

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—Buenos días. 94

Miré hacia él. —Hola. Él sonrió. —¿Cómo estás? Negué con la cabeza. —Deja de gritar. Él asintió con la cabeza. —Lo sospechaba. —Él se acercó, me agarró la mano y tiró de mí hacia la puerta. Agarró un par de sandalias de la plataforma organizada junto a la puerta y siguió caminando. —No quiero ir. ¿Adónde vamos? Me recogió en sus brazos. —Donde sea necesario. Él me llevó por las escaleras como si no pesara nada. —Déjame en el suelo. Negó con la cabeza. —No, tu culo borracho irá muy lento y me muero de hambre. Me asusté un poco, sobre todo porque no tenía energías. —Loch, no puedo dejar la casa de esta manera.

Él sonrió. 95

—Me gusta cuando accidentalmente me llamas Loch. —Siempre hacía caso omiso de las cosas que no quería escuchar. Cuando llegamos al coche, abrió la puerta y me colocó dentro. Me senté en el interior, orientándome. Él se subió con una sonrisa. —No bebes, ¿verdad? —Me pasó mis zapatos. Me los puse, tratando de no vomitar. Mi garganta ardía por vomitar y mi cabeza daba vueltas. —No. Nunca me paso de la regla de las dos copas. Él no dijo nada, gracias a Dios, hasta que llegamos a un pequeño establecimiento familiar. Yo hice una mueca pero él levanto un dedo. —¿Confías en mí? Lo miré y con todas mis fuerzas traté de decir que no, pero no lo hice. El asentimiento fue casi involuntario. Abrí la puerta del coche y él estaba allí, sosteniendo una mano hacia mí. Retrocedí. —Estás siendo dulce para tratar de engañarme para perder el apartamento. Negó con la cabeza. —Hoy no, lo juro. Sus ojos azules brillaban. Él ni siquiera sabía que lo estaban haciendo. Gemí y dejé que me sacara del coche. Eructé. Él me dirigió una mirada de preocupación. Me reí.

—No hay nada más. Lo saqué todo anoche. 96

Él colocó mi mano en su brazo y cerró la puerta. —Muy bien, pero si vomitas sobre mí, yo podría dejarte ganar. Me reí. —Lo recordaré. Cuando entramos, él me llevó a un reservado. Mientras me sentaba sonaba como si estuviera chirriando contra el caucho. Miré a mí alrededor, frunciendo el ceño. —¿Qué es este basurero? ¿Por qué siempre comes en lugares de mierda y de mala muerte? ¿Ese tipo está fumando? Él se rió entre dientes. —Confía en mí. Le dirigí una mirada. —Es ilegal fumar en un restaurante. Él está poniendo en peligro nuestra salud, incluyendo la de los camareros y cocineros. Está a punto de ocurrir una gran demanda. Él me ofreció una mirada en blanco y de muerte, se volvió para mirar al tipo que estaba fumando. —¡Oye tú! —El hombre lo miró. Era del tamaño de un Honda Civic con tatuajes y una gran barba. Tenía el aspecto de motero, pero no del tipo caliente. No del tipo de las novelas que me gustaba leer. Lochlan asintió con la cabeza:

—¿Quieres apagar eso? Ella es un dolor en el trasero sobre el humo de cigarrillo, si no lo apagas, ella no abre las piernas. No conseguiré nada, si está furiosa cuando nos vayamos de aquí. Ayuda a un chico. El hombre lo miró y se echó a reír. Me guiñó un ojo brillante y apagó el cigarrillo en el suelo del bar. —Será mejor seas más que agradable con él más tarde —dijo con una voz grave. La camarera lo golpeó en el brazo y limpió las cenizas. Mi cara estaba ardiendo. Miré mi pegajoso menú de plástico. —No puedo creer que hayas dicho eso. Me arrebató el menú de plástico, haciendo caso omiso de mi molestia. —Tú no necesitas esto. Levanté la vista, a punto de estallar y golpearlo como la camarera había hecho con el motociclista. Una morena con rizos, mascando chicle, con su propio estilo de motera y demasiado escote, se paró junto a nuestro reservado. Ella estalló el chicle hacia mí. Yo fulminé a Lochlan con la mirada. Él se rió entre dientes y ordenó: —Queremos dos del número tres y café. A temperatura media. Ella le guiñó un ojo con pestañas falsas. Me estremecí cuando ella se fue. —¿Quién lleva pestañas postizas a las nueve de la mañana? Él sonrió con sorna.

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—Oh, ¿tú crees que estamos aquí para una pequeña charla? —Se inclinó hacia delante—. No, princesa. Tienes que decirme lo que está pasando. El estómago empezó a dolerme otra vez. —Odio cuando ordenas por mí. Puedo pedir mi propia comida. Él indicó. —Empieza a hablar, y no acerca de la comida. A no ser que sea por eso que llevas el aerosol a donde quiera que vayas. Mis dedos abandonaron la mesa, rozando el aerosol en el bolsillo. Era tan natural como ponerme desodorante. Suspiré. —No es nada, es sólo un ex novio y él está en Dakota del Norte. No es gran cosa. Sus manos se deslizaron sobre la mesa, abarcaron mi mano izquierda con calidez, como un capullo. —¿Él te lastimó? Me quedé mirando la mesa de plástico, incapaz de respirar. —No... en realidad no. —Me sentía distanciada de eso—. Él simplemente no me dejaba en paz. Él levantó mi barbilla para que mirara hacia sus ojos azules intensamente oscuros. —¿Tienes miedo de que venga a por ti? Negué con la cabeza.

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—No. 99

Su mirada se suavizó. —Cuéntame la historia. Asentí hipnóticamente, todavía viéndolo como la noche anterior. Las palabras salieron de mis labios, como si estuviera en un trance: —Yo vivía en las residencias de la UND12. Mis padres están en Grand Forks, pero yo quería la experiencia universitaria completa. Salí con un chico el primer semestre. Nos conocíamos desde hacía años, íbamos juntos en la escuela media. Al primer mes de relación, él me propuso matrimonio. Él hizo una mueca. Me hizo reír. —Cierto. ¿Quién hace eso? Él me guiñó un ojo. —Los novios de Britney Spears. Una sonrisa se dibujó en mis labios, relajándome. —Sí, pero yo no tengo millones de dólares o su atractivo sexual. —Él abrió la boca pero levanté mi mano—. No busco un cumplido. —Me pasé los dedos por el pelo, dándome cuenta de lo largo que estaba en realidad—. De todos modos, rompí con él porque me asusté. Era mi tercer novio que apestaba. Mi primer novio, en el décimo grado, me engañó todo el tiempo. Mi segundo novio, en el duodécimo grado, era un adicto a las drogas y le robó a mi madre su brazalete de tenis de diamantes, porque sus padres le cortaron los gastos. 12

UND: Universidad de Dakota del Norte

Él resopló. Le lancé una mirada. Él asintió con la cabeza. 100

—Continúa. Yo suspiré. —Rompí con él y su padre comenzó a llamarme por teléfono. Ellos me estaban amenazando, diciendo que tenía que volver con él. Fue apareciendo en mis clases. Fue malo. Así que grabé las llamadas y conseguí una orden de alejamiento. A él y a su familia no se les permitió en el campus. Volví a casa con mis padres y terminé la carrera. Sus ojos se estrecharon. —Ahora, ve a la parte que no estás diciéndome. Me burlé. —Eso es todo. Él negó con la cabeza. —Puedo decir que estás mintiendo. Mi garganta estaba seca, por suerte la camarera trajo los cafés. Le eché crema y la removí en el café. El color blanco se disolvía lentamente en un patrón de giro, hasta que se mezcló completamente. —Necesito saberlo. —Está bien. —Asentí con la cabeza—. Me atacó una noche. Fue unos cinco meses después de que la «Orden De Alejamiento» estuviera en vigor. Me golpeó en la cabeza con algo y me llevó entre dos edificios. Él me estaba sacudiendo violentamente y golpeándome, cuando llegó una chica. Ella estaba caminando por ahí, ocupándose de sus propios asuntos. —Esta era la parte de la historia que se

sentía como un demonio arrastrándose dentro de mí con las garras afiladas. Tomé una respiración y un sorbo de café—. Ella lo atacó. Creo que me desmayé, pero cuando recuperé la conciencia, él la estaba golpeando. Ella había tratado de ayudarme y él se volvió contra ella. Agarré una enorme roca y la estrellé en la cabeza de él. Llamamos a la policía y lloramos abrazándonos. Fue increíblemente aterrador. Sus manos se deslizaron sobre las mías de nuevo. Temblaron un poco. —¿Estabais heridas de gravedad? Asentí con la cabeza una vez. —Ella, más que yo. Terminó muy magullada y golpeada. Yo estaba mejor que ella. La visité en el hospital, se veía tan mal. Me sentí enferma. —Si ella no hubiera aparecido... —Sip. —La palabra salió fuerte. Yo sabía que era mi autodefensa activándose, apagando el temor que estaba recordando. —¿Dónde está él ahora? —La pregunta fue un gruñido. Retiré mi mano y bebí con mi mano izquierda. Necesitaba la derecha para tocar el aerosol. —En prisión. —¿Él sabe que estás aquí? Negué con la cabeza. —No. —Levanté la vista—. Estará en la cárcel durante un año más. Este es mi nuevo comienzo.

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Odiaba la expresión en su rostro. 102

Nuestros platos cayeron delante de nosotros. Miré la comida y me reí. —¿Huevos Benedict? —Mi comida favorita... ¿Cómo podría él saberlo? Él asintió con la cabeza. —Es mi favorito. Este lugar hace su propia salsa holandesa y las patatas fritas caseras son la bomba. Sonreí a la camarera malhumorada. —Gracias. Ella arqueó una ceja y se fue. El primer bocado fue increíble. Sin embargo, mi pobre estómago no estaba tan seguro de eso. Comí lentamente, en caso de devolverlo, lo que dio lugar a que él me robara mis patatas fritas caseras. Su mirada tensa y rara desapareció y conversó entre bocado y bocado. —Mi madre siempre hacía los huevos benedict para Navidad, Pascua y Acción de Gracias. Eran las únicas ocasiones en las que estaban permitidos. Mi padre tiene problemas de colesterol. Me reí. —Mi padre es lo contrario. Nunca comería algo como esto. Corre maratones. Por eso escogí Boston. Vinimos aquí en el 2008 para que él corriera una maratón, antes del divorcio. Él arqueó una ceja. —¿Tus padres están divorciados?

Asentí con la cabeza. 103

—Gracias a Dios. Hizo una mueca. —Caramba. —Sip. —Mi fuerte sip estaba de vuelta con toda su fuerza. —Mis padres siguen juntos pero han tenido un par de sustos. Di un buen mordisco y gemí. —¿Cómo encuentras estos lugares? Él se rió. —Sólo dilo, di que yo tenía razón, ¿y que esta es la mejor mierda que alguna vez has comido? Asentí con la cabeza. —Tenías razón. Esto es exactamente lo que necesitaba. Él se echó a reír. —He tenido un montón de resacas en mis días. Cerré los ojos y mastiqué. Disfrutando del sonido de su voz y del sabor en mi boca. —Ahora que ya estás toda dichosa y feliz, hay algo que quiero hablar contigo. Abrí los ojos. —¿Qué?

Él bebió un largo trago de café. 104

—Quiero que estemos juntos. Olvídate de la apuesta, olvídate de la mudanza, y la búsqueda de apartamento. Sólo seamos compañeros de piso. Su propuesta quemó mis entrañas. Pensé durante un segundo y asentí con la cabeza. —Está bien. —Él me hacía sentir segura. Por mucho que me quemara, me gustó. —Será más barato para ti compartir el alquiler, y yo no tendré que preocuparme por tu seguridad. —Su voz había disminuido un poco. Mi ojo palpitó. —¿Te preocuparías por mí? —Traté de sonar sarcástica, pero no fue así. Él asintió con la cabeza. —Sip. Además, en estos momentos, estoy en conversaciones con la banda, un agente, y algunos contratos importantes. Así que si tengo que ir de gira, es mejor si hay alguien en la casa por mí. —El robó mi fuerte sip, y sabía de lo que ambos estábamos hablando. Era el final de los coqueteos y la diversión. Me sentí como si pudiera llorar en cualquier momento. Él me pedía que fuera su amiga. Estaba siendo desplazada a la zona de amigos. Yo quería eso, ¿no? Yo quería ir a la facultad y llegar a ser una abogada exitosa y ser independiente. Él era un cantante desaliñado. Iba a ser locamente famoso. Nosotros nunca íbamos a encajar.

Yo quería eso, ¿no? Mi corazón intentó negociar, pero mi cerebro hizo oídos sordos. —¿Así que vamos a ser compañeros de piso? —Las palabras se sentían mal y escasas, pero me obligué a sonreír. Él me devolvió la sonrisa. Sus ojos trataron de hablar conmigo con emociones, que él tampoco estaba permitiéndose decir. Nos gustábamos. Había química. Pero ambos sentíamos la dificultad que la otra persona podría ser. Yo sería etiquetada como la novia que le haría menos atractivo para las mujeres del mundo, y él sería el tipo en el que nunca confié y que arruinó mis calificaciones. O peor aún, dejaría la facultad y lo seguiría en sus giras. La idea de él con otras mujeres me hacía sentirme enferma. Lo señalé: —¿Podemos acordar que nada de citas en la casa? Si las chicas y los chicos son compañeros de piso, es mejor no hayan relaciones sexuales en la casa. Él asintió con la cabeza. —Estoy completamente de acuerdo. —Extendió su enorme mano hacia mí—. Por el nuevo acuerdo. Le estreché la mano. Él las sacudió por ambos, mientras yo trataba de no pensar en el hecho, de que su toque me encendió.

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Capítulo 6 Bromance

M

e apoyé en el mostrador, balanceándome al ritmo de los Beats13 que le había robado de su habitación. Él tenía los mejores auriculares del mundo. Me sentí como si estuviera en el concierto de Imagine

Dragons. No es que yo tuviera idea de quiénes eran. Él estaba abriendo mis ojos a la música, siempre llenando el iPod que me compró. No lo oí llegar a casa. Cogí las fresas en el mostrador y leí el texto de la clase que había dejado. Algo se movió en mi periférica. Miré hacia arriba para ver como una tarta con cubierta de crema batida se deslizaba por el mostrador hacia mí. Me quité los auriculares. Él me entregó un tenedor. —¿Qué es esto? Él se rió. —Hemos estado viviendo juntos durante un mes, sin peleas, sin sexo, sin problemas. Merece una tarta. Yo fruncí el ceño. —¿Tienes filtro interior? Una sonrisa tortuosa cruzó sus labios.

13

Beats: auriculares profesionales, utilizados por los DJ.

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—Nop. —Él tomó el primer bocado. 107

Tomé un trozo de donde él había cogido su bocado. La tarta de crema de coco se derretía en mi boca. Incluso con mis labios cubiertos de crema batida y la boca llena, hablé: —¿Es realmente crema batida? Él asintió con la cabeza. —De un pequeño lugar de mala muerte, en la sección industrial. Yo iba a llevarte hasta allí porque me enteré de la tarta, pero cuando llegué, sabía que tú no irías a comer allí. Fruncí el ceño. —No soy una snob. Él puso sus ojos en blanco. —Ya lo sé. Eres una princesa. Tomé un segundo bocado. —Tú eres una princesa. Él se rió y comió un pedazo enorme. —Ohhhh, Dios mío. —Se lamió los labios y yo clavé mi vista en la tarta. Algunas cosas era más seguro no verlas. Yo no había estado en una actuación, desde la primera. Eso también era mejor no observarlo. Verlo tan vivo me ponía caliente. Claramente tenía problemas con los chicos sexys y el autocontrol. Yo arqueé una ceja.

—Así que, te busqué en Google. 108

Él resopló. —Ya era hora. Me encantaba el sarcasmo en su voz, a él no podía importarle menos la fama, cuando éramos sólo nosotros dos. Era parte del espectáculo para él. Me mordí el labio y luego fui a por ello. —Vi los artículos acerca de ti, siendo echado del programa. Sus brillantes ojos azules se encontraron con los míos, pero su mirada se volvió seria como su tono. —Déjalo. —El tono no era divertido. Me hizo sonreír nerviosamente. —No. Él me dirigió una mirada severa. —¿Quieres hablar un poco más de tus ex-novios? Tragué saliva, el humor me abandonó. Me señaló con el tenedor. —Ese tema es así para mí. Di otro mordisco. —Muy bien. —Me comí el bocado, pero no pude seguir. No tenía más ganas de comer. Dejé mi tenedor—. Gracias por la tarta.

Me agarró la mano. 109

—No te enfades. Lo miré a los ojos. —Tus expresiones son tan raras a veces. Puedes oscurecer tu cara, te lo juro. Él se echó a reír. —¿Va a venir tu hermano? —Él siempre estaba ignorando las cosas que no quería escuchar. Me recuperé rápidamente y dejé de mirarlo a la cara. —¿Qué? —¿Hermano? Sonreí y me olvidé de las conversaciones prohibidas. —Sí. Mañana. —Genial. Me encogí de hombros. —Tal vez. Es un completo desastre. Él es muy artístico y desordenado, un minuto tiene un trabajo, y luego no lo tiene. Mis padres se vuelven locos con él. Vosotros seguro que conectáis. Me di cuenta de lo que había dicho cuando él me dedicó su mirada en blanco. Me reí. —Hoy estoy de racha. Negó con la cabeza.

—Me tengo que ir a ensayar, trata de no meterte en problemas. 110

Le saqué la lengua y me puse de nuevo los auriculares. *** Esa noche yo estaba estudiando cuando llegó. Miré hacia arriba sonriendo y me concentré en nuestra zona de amigos. —¿Cómo estuvo la actuación? Él se sentó a mi lado en el sofá. —Estuvo genial. Luego escuché, que algún representante venía a vernos tocar. Podríamos recibir ofertas de interés. Fruncí el ceño. —¿Qué? Felic… Puso un dedo sobre mis labios. —Shhh. Todavía no. Aún no hay nada por lo que emocionarse. Su dedo se quedó allí durante un momento y luego me recorrió la mandíbula. Se inclinó y rozó sus labios contra los míos. Se echó hacia atrás. Había algo en sus ojos. —Lo siento. Negué con la cabeza. —No lo hagas. Él arqueó una ceja, como si estuviera cuestionando el hecho de que le había dado permiso. Se inclinó de nuevo, rozando ligeramente sus labios sobre los míos.

—Bendito Dios, eres tan dulce —susurró en mi boca y se levantó del sofá. Me quedé congelada durante unos minutos, todavía saboreando el beso que no era demasiado incómodo. Al día siguiente me llevó al aeropuerto a recoger a Danny. No hablamos sobre el beso. Estaba divertido y juguetón. Él manipuló la radio del coche y cantó tan fuerte como pudo. Nos detuvimos en un semáforo y algunas chicas lo vieron y comenzaron a gritar. Él saludó con la mano y cantó más fuerte. Traté de escuchar sólo la radio, pero fue imposible. Fue una actuación impresionante para un paseo en coche. Él me miró desde detrás de sus gafas de sol y el pelo desordenado. Casi corrí cuando llegamos al aeropuerto. Necesitaba estar lejos de él. Cuando miré hacia él, sonreí por el hecho de que todavía llevaba sus gafas de sol. Su situación de fama no estaba mejorando. Se quedó parado, con aspecto de Lochlan Barlow, pero en gafas de sol. Necesitaba la barba de Pitt Mitch y la ropa de un vagabundo. Las chicas lo señalaban y se desmayaban. Le di un codazo. —Ya no es divertido sacarte de la casa. Él me dedicó su sonrisa de un solo lado. —Tú nunca has sido muy divertida para sacarte de casa. Yo me reí. —Estúpido. Danny llegó caminando por la rampa. Él tenía el mismo aspecto, fuerte y guapo, pero desaliñado. Su cabello rubio oscuro estaba cortado en un fohawk como el de Lochlan. Incluso colgado en la parte posterior, casi como un mullet. Sus pantalones eran

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ajustados y su camiseta estaba arrugada. Se detuvo, sonriendo y sacudiendo la cabeza. Sus ojos verdes brillaban, como siempre lo hicieron. Él era la persona más alegre que conocía. —¿Lochlan Barlow es tu compañero de piso? Miré primero a uno y luego al otro. —¿Qué? Danny le tendió su mano a Lochlan. Se estrecharon las manos. Yo suspiré. —Danny. Lochlan. Vamos antes de que estemos rodeados, como si tuviéramos a uno de los Beatles con nosotros. Danny envolvió su brazo a mí alrededor. —Tienes algo mejor que los Beatles, amiga. Sólo tú puedes dejar de mencionar que estabas saliendo con una celebridad. Le di una mirada. —No estamos saliendo. Lochlan se rió. —No supo quién era yo durante semanas. Danny suspiró. —Estoy avergonzado de ti. Me quedé con la boca abierta. —¿Qué? Él negó con la cabeza.

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—Estás avergonzada. 113

Puse los ojos en blanco. —Lo que tú digas. Lochlan se rió y asintió hacia Danny. —Deberías venir al pub esta noche. Estamos tocando en uno bueno. Los viernes estamos en los mejores pubs. Danny me miró. Estuve de acuerdo, temiendo las palabras que estaban a punto de salir de mis labios. —Sí. —Mierda. Ellos parlotearon entre sí sobre la música y tipos. Yo no entendía nada de lo que estaban hablando. Caminé detrás de ellos, aturdida por el instantáneo bromance14. Lochlan parecía más interesado en mi hermano que Danny por él. Eso duró hasta que Lochlan se fue a la habitación para conseguir algo cuando llegamos a casa, y Danny comenzó a gritar en silencio y a gesticular cosas. Yo no sabía lo que estaba pasando, pero asumí que esto era como una niña viendo a Justin Bieber por primera vez. Suspiré y bebí el jugo de naranja directamente del envase. Cuando Lochlan volvió con una camiseta para él, Danny se comportó tranquilo y desinteresado de nuevo. Les lancé un bufido a los dos. Lochlan me miró y se dirigió a la cocina. Cogió el envase de mis manos y se bebió el resto. Yo trataba de no verlo beber o comer, o cantar, así que me fui al sofá y leí un libro.

Bromance: se forma con las palabras en inglés bro, que significa hermano, y romance. Se trata de una relación cercana no-sexual entre dos (o más) hombres, una forma de orientación afectiva. 14

Ellos se adularon y conversaron durante horas. Fue algo bueno. Leí e hice mi tarea. Las novelas románticas estaban empeorando mi atracción por él, así que cogí el último de James Rollins, en vez de un romance. Lo terminé en la bañera y comencé a prepararme. No me molesté en alisarme el pelo. Un pub en la humedad a principios de otoño en Boston era una trampa mortal para el pelo liso. No lo había llevado rizado desde la noche en que habíamos hecho el ridículo. Me miré y sonreí. Tenía poco maquillaje, una sencilla camiseta azul y unos pantalones de lino. Parecía que estaba tratando de ser casual. Él ni siquiera me iba a notar en comparación con las chicas del pub. Entré en la cocina para encontrarlos comiendo comida china y escuchando una canción antigua. Danny señaló. —¿Escuchas el break15? Tan clásico. Me estaba enfadando, Danny apenas había hablado conmigo. Caminé detrás de la isla para ver a Lochlan llenar un plato y escuchar la canción. Él me pasó el plato y un tenedor. Fruncí el ceño. —No me gusta cuando... —Levantó una mano, silenciándome. Danny me hizo callar. Asentí con la cabeza, riendo y me apoyé en la encimera. —Iros al diablo.

Un break o ruptura es una sección tocada por un solo instrumento, posiblemente de percusión, que forma un interludio durante una canción. En algunos géneros un break es sinónimo de solo, pero generalmente se diferencian en que durante el solo el acompañamiento sigue sonando, mientras que durante un break no. 15

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No me hicieron caso. La canción terminó. Lochlan sonrió. 115

—¿Sabes qué? Tienes toda la razón. La forma en que dio la pausa tras el break fue dramática. Sentí a los latidos de mi corazón detenerse, esperando eso. Danny asintió. —Lo sé, perfecto. —Él me miró—. ¿Cómo estuvo el baño? Le enseñé mi dedo medio y tomé un gran bocado. Se inclinó y besó la parte superior de mi cabeza. —Te extrañé. Lochlan miró su voluminoso reloj de cuero que parecía más bien una esposa que un reloj. —Me tengo que ir. Ven a las diez. Asentí con la cabeza, aparentando tanto desinterés como pude. Él me dirigió una sonrisa y se fue. Danny esperó a que la puerta se cerrara y luego la efusiva novia se puso en marcha. —Oh demonios. Él es tan genial. ¿Estás compartiendo apartamento con él? Es como adinerado. Ni siquiera necesita un compañero de piso... ¿te lo estás tirando y no me lo dijiste? Me atraganté con mis fideos, tosiendo. Él me sostuvo un poco de agua y me lo pasó. Tosí de nuevo. —No. Él parecía confundido.

—¿Por qué está conviviendo contigo? ¿No os encontraron otro lugar? 116

Negué con la cabeza. —No lo sé. Solo acordamos que esto era mejor. Él asintió con la cabeza. —Oh diablos, por favor, no estropees esto. Siempre quise una estrella del rock como hermano y un cuñado es igual de bueno. Una expresión enferma cubrió mi rostro. —Amigo. Él me dedicó su mirada de cachorrito. —Por favor. Hice una mueca. —Tú eres un psicópata. Esto no es un país del tercer mundo. No puedes simplemente entregarme al chico que más te guste. Se cruzó de brazos. —Voy a llamar a papá. —Adelante. Él sonrió. —Él es un gran fan de Lochlan. Yo suspiré.

—Estupendo. Por favor, no se lo digas. No quiero que venga aquí y también me avergüence. Me hizo un guiño. —Yo sé que vas a hacer lo correcto. Cuando llegue el momento, saldrás con él. Salí de la cocina, abandonando mi plato y encendí el televisor. Vimos un par de episodios de Unidad de Víctimas Especiales. Él me miró. —Tú no deberías mirar esta mierda. Ya tienes tu paranoia. —Le saqué la lengua y hojeé Emma, de Jane Austen—. ¿Cómo puedes leer y ver la televisión? Yo murmuré: —Es más fácil cuando nadie habla. Él arrojó un almohadón a mi cabeza. Yo me agaché. Solo eran las nueve y media cuando me fastidió hasta la muerte, y me vi obligada a abandonar el apartamento. Él bajó las escaleras casi corriendo. Era como un niño que iba a ver a Santa. Yo, por el contrario, estaba horrorizada. Lochlan no necesitaba ser una estrella más grande en mi mente. El pub era uno diferente al que yo había estado. Danny le mostró al portero una tarjeta y entramos. Miré hacia la cola en la puerta, que seguía alrededor de la manzana. —¿Qué es esa tarjeta? Él me lanzó una sonrisa.

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—Loch me la dio. Dijo que la necesitaríamos para entrar y conseguir una mesa. 118

Me quedé de piedra. —¿Loch? Me ignoró y se acercó a una mesa vacía en el círculo de los reservados. El bar se estaba llenando, a medida que iban dejando entrar a las personas de la fila. Gerry se aproximó, sonriendo. Le sonreí, a punto de presentarlos, pero Danny estaba en marcha y fuera de su asiento en cuestión de segundos. —Oh hombre, ¿Gerry Ronson? Gerry se echó a reír. —¿Tú debes ser Danny? Danny le estrechó la mano. —Soy un gran fan. Eres el mejor batería. Gerry negó con la cabeza. —No puede ser. El mejor siempre será Rick Allen de Def Leopard. Danny levantó sus manos con entusiasmo. —Lo sé ¿verdad? Con un solo brazo y aún le da una buena paliza a esa batería. Gerry le guiño un ojo a Danny y me miró. —¿Cómo te va? Una lenta sonrisa cruzó mis labios, se veía forzada. —Genial.

Él se echó a reír. 119

—¿Un poco de vino? Mis ojos se estrecharon. —¿Él te lo dijo? Se echó a reír y se sentó junto a mí, mientras Danny fue a atacar al bajista, Mike. Nos habíamos conocido brevemente una vez. —Él me habló sobre el nuevo acuerdo. El estómago me dolió. —¿Sí? —¿Qué más podía decir? Lochlan me había enviado a la zona de amigos, después de que yo lo enviara a la zona de amigos primero. Luego nos besamos y ahora estábamos fingiendo que no había ocurrido. Los dos vimos como Danny acorralaba a Lenny, el otro miembro de la banda. Gerry se echó a reír. —Tu hermano es impresionante. Le eché un vistazo a él. —Es molesto y está completamente embelesado con Lochlan. —Todo el mundo lo está. Por eso le pedimos que se uniera. Es brillante con los negocios y un cantante increíblemente talentoso. Mientras mantenga su temperamento bajo control, él nos llevará a la cima. Levanté la cabeza. —¿Él es inteligente?

Gerry se echó a reír. 120

—Eres una idiota. Sí, tiene un MBA

16

de la Universidad de Tennessee. Es

inteligente. Él ya nos consiguió un agente y algunos conciertos para los meses de invierno. Tuvimos una gran oferta hace un par de días, pero nos dijo que la rechazáramos. Estamos a la espera para ver si ese movimiento valió la pena. Su voz estaba llena de admiración. —Dios, es perfecto. —Me burlé. Él se echó a reír. —Tiene un temperamento horrible, y una mirada lasciva incluso peor, no es perfecto. Él tiene grupies como nunca he visto. Esas pobres chicas están enamoradas de él y él... bueno, no está interesado. Eso me hizo enfermar. Él era un mujeriego. El peor tipo de imperfección. El humor de perros ni siquiera me afectaba. No podría haberme importado menos eso. Nunca me lo había mostrado. Yo había visto el brillo en sus ojos y eso fue todo. Lochlan se acercó con una limonada de arándanos. —Les dije que no puedes tener más de tres de estos o vas a ser su problema. Me quedé sin aliento. —Imbécil. Tomó un sorbo y lo puso delante de mí. —Oye, no es culpa mía que no puedas soportar tu bebida.

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Máster en Administración de Empresas

Fruncí el ceño. 121

—Eres insoportable. Él me empujó y se sentó demasiado cerca. Me alejé, tomando mi bebida. La cogió y bebió otro trago. Se la quité de nuevo. —No me gusta cuando bebes... Se dio la vuelta, interrumpiéndome. —¿Quieres ir a Salem mañana? Danny estaba diciendo que estaba interesado en ver dónde estaban los senderos de las brujas. Le eché una mirada exasperada. Él se encogió de hombros. —No tenemos que ir. Danny se sentó. —Mike jodidamente Jones. Como que... oh hombre, me estoy muriendo en este momento. Lochlan le sonrió, empujándome. —Puedes decirle que no quieres ir a Salem y romper su pobre corazón. Los labios de Danny se fruncieron, haciendo pucheros como cuando éramos pequeños. Miré a Lochlan. —Yo nunca dije eso. Lochlan ladeó la cabeza. —Nunca dijiste que sí.

—Sí. —Lo desafié con mi mirada. 122

Él arqueó una ceja. —¿Sí? Mi estómago se encogió, pero mantuve mi cara de valentía y asentí con la cabeza, bebiendo un trago de mi limonada. Danny miró a Gerry. —¿Quieres venir también? Gerry se encogió de hombros. —Por supuesto. Lochlan siguió mirando hacia mí. Incluso cuando un grupo de chicas se acercó con cosas para que él firmara. Suspiré. Danny sonrió como un niño en una tienda de dulces y Gerry me miró con una mirada de suficiencia. Mike se acercó. —Hola, Erín. Asentí con la cabeza. —Hola. Se sentó junto a Danny y empezó a tamborilear los dedos. —Así que, ¿te gusta estar aquí? Mike parecía incómodo. Me encogí de hombros.

—Sí. ¿Tú eres de aquí? 123

Él negó con la cabeza. —No, Lenny sí. Soy de Maryland. Contesté un anuncio, como estos chicos. Lenny y Vic son de Boston. Tenían una banda antes, pero hacían conciertos de poca monta una vez a la semana en un pequeño bar. La banda se separó y decidieron intentarlo de nuevo. —¿Cuánto tiempo habéis estado aquí chicos? Gerry parecía que estaba pensando. —Yo, cuatro años. Mike asintió. —Sí, y yo entré justo después. Por lo tanto, casi cuatro años. Lochlan terminó de firmar y habló en voz baja. —Nos tenemos que ir. Mike me observó, como si quisiera decir algo. Danny lo miró. —Mañana vamos a Salem, ¿quieres ir también? Mike asintió. —Sí. —Él le entregó su teléfono a Danny—. Pon tu mierda aquí. Danny cogió el teléfono y se añadió. Mike era lo contrario al resto de ellos. Lucía como que debía estar en una banda de rock. Tenía un pelo castaño melenudo y un rostro apuesto con los ojos marrones y un aspecto sucio y desaliñado. Él y Danny podrían ser hermanos. Ambos parecían surfistas desaliñados que encajaban en la apariencia de banda.

Gerry llevaba jeans ajustados y una ceñida camiseta. Llevaba gruesas gafas negras y su pelo estaba perfectamente peinado. Se veía como una estrella pop. Lochlan llevaba su ajustada camisa de mezclilla que yo odiaba, con las mangas remangadas para que sus tatuajes sobresalieran por las partes inferiores de las mangas enrolladas. Llevaba pantalones vaqueros apretados, de color azul oscuro con grandes botas y su pelo oscuro era un desastre. Parecía como si estuviésemos en un mosh pit17 en Irlanda o en la fila de desempleados. El lado sexy de la fila. Él fijo sus ojos azules en mí. —Nos vemos después. No te vayas, ¿de acuerdo? Asentí con la cabeza. Todos ellos salieron, dejándonos a Danny y a mí observando. El pub estaba repleto. La pista de baile por delante estaba llena de fans esperando. El pub se volvió negro, a excepción de una luz azulada que brillaba hacia abajo en donde Lochlan estaba de pie, en el centro del escenario. Yo estaba conteniendo la respiración al verlo allí. Comenzó a cantar en voz baja. Sostuvo el micrófono tan cerca de su cara que sus labios lo acariciaban cuando cantaba. Las manos de todo el mundo estaban en el aire, balanceándose con las suaves letras que provenían de él. Danny se levantó, agarrando mi mano y me arrastró hacia adelante. Fui empujada y aplastada, pero lo logramos.

Mosh pit: hacer slam, hacer pogo. Saltar y empujarse al ritmo de la música; generalmente se hace en los conciertos de rock. 17

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Lochlan sostuvo una larga nota, llevándola más y más alto. El resto de la banda explotó, mientras las luces iluminaban el resto del escenario. La canción repuntó y la multitud estalló. Mi corazón estalló con el impacto del dramatismo. Lochlan se movía con el ritmo, meneándose y balanceándose. Se movía como si la canción fuera sus latidos del corazón. Cuando el estribillo inició otra vez, sostuvo el micrófono en el aire y dejó a la multitud gritar las letras con él. Cantó la canción con su brazo extendido. Mientras el estribillo terminaba, pateó con la bota al ritmo de la batería y se echó hacia atrás, conquistando la canción lenta de nuevo. Las luces se atenuaron mientras él la conducía hasta el final. Cerró los ojos, acariciando sus labios contra el micrófono. Sus brazos volaron en el aire cuando se encendió la luz de nuevo y la banda volvía a hacer efecto. La canción fue increíble. Tenía mis brazos en el aire, me balanceaba con él. Gritaba como todos los otros fans. La canción terminó con las luces apagándose nuevamente. Nos quedamos en silencio y sin aliento, esperando que tocaran de nuevo. Las luces se encendieron en la parte de atrás, mostrando a Gerry dando ligeros golpes a los platillos. Lochlan comenzó a cantar desde algún lugar en la oscuridad. Su voz hizo que cada vello de mi cuerpo se erizara. Ni siquiera podía nombrar los sonidos que escuché. La banda estalló de nuevo con las luces. Los destellos de las luces coincidían con los movimientos de la banda. La multitud hizo erupción. Unos codos golpearon mi espalda, la multitud me tragó y no me importó. Todo lo que veía era a él. Estaba tan lleno de vida. Él era todo lo que quería ser.

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El flujo de la música era perfecto, sin dejar que nos sintiéramos cómodos. Estábamos en el borde, esperando a que nos sacudiera, o nos enamorara o nos hicieran contener la respiración. Me movía con la multitud, que se movía con él. Era el maestro de las marionetas. El espectáculo terminó con la mejor canción de la noche, dejó a la salvaje multitud cantar la mayor parte de la canción mientras él se movía con el ritmo. Las luces se apagaron, el público se volvió loco. Las luces volvieron a encenderse y ellos se habían ido. El escenario estaba vacío. Unos tipos de seguridad nos empujaron un poco hacia atrás. Me dirigí a mi mesa. Estaba acordonada, pero al acercarme un camarero quitó la cuerda. Danny se sentó en el reservado. —Eso fue jodidamente loco. Notaste las pausas dramáticas, eso es de lo que él y yo estábamos hablando. Sonreí, estaba en lo alto. —Ha sido genial. Son tan buenos. Una camarera nos trajo una limonada y una cerveza. Él le sonrió. —Gracias. Ella se lo folló con la mirada. Ni siquiera me importaba. Buscaba entre la multitud a la banda, pero nunca regresó. Terminé mi limonada, sintiendo la excitación de ellos y el zumbido de la bebida. —Voy al baño —le grité a Danny. Estaba en medio de una conversación con la camarera y me despidió. Necesitaba hablarle de lo de nuestra casa sin sexo.

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Caminé por el pasillo oscuro hacia el baño. Las chicas formaban una enorme fila. Me quedé en la parte de atrás durante un segundo, pero se abrió una puerta al final del pasillo. Gerry entró y fue abordado por las chicas. Él me señaló. —¡Eh! ¿Ayuda? Me reí viendo como lo atacaban. ¿Nunca se habían dado cuenta? En serio, él pateaba para nuestro equipo. La fila se disolvió y yo le sonreí. —De ninguna manera, arréglatelas por tu cuenta; pero gracias por despejarme el camino al baño. Él me dirigió una mirada. Me moví hacia adelante y me metí en el baño. Terminé y me lavé las manos. Gerry debía estar en el pasillo todavía. El cuarto de baño estaba desierto. Me miré a mí misma e hice una mueca. Yo era un completo desastre. Mi cabello rizado era un caos y mi cara estaba enrojecida y sudorosa. No importa. Me dirigí de nuevo hacia la mesa, pero Danny asintió con la cabeza y señaló hacia el escenario. En un rincón oscuro vi a Lochlan. Él me saludó, tratando de no llamar la atención de nadie. Me acerqué hasta allí de esa manera. —Tenemos que salir por la parte posterior. Está demasiado loco ahora. —gritó hacia mí. Me eché a reír y miré alrededor. —Nos vemos en casa. Negó con la cabeza. —De ninguna manera, princesa. —Extendió una mano.

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Oí a las chicas gritando detrás de mí, por encima de la música del DJ. Miré hacia atrás mientras ellas corrían hacia nosotros. Tomé su mano y dejé que me arrastrara hacia arriba. Él me llevó a la parte trasera del escenario y a través de una puerta de metal negro abierta. La cerró, presionando su espalda contra esta. Las manos empezaron a golpear en cuestión de segundos. Lo miré a los ojos. —Son como una de esas películas de zombis. Él asintió con la cabeza. Estábamos solos en el pasillo oscuro. El golpeteo de las fans enloquecidas, coincidía con el latir de mi corazón. Mi boca se abrió, como si quisiera decir algo, pero no pude. Lo que quería decir habría roto el trato. —Deja de mirarme así —suplicó. Negué con la cabeza. —Yo no estoy mirándote de ninguna forma. Me empujó contra la pared detrás de mí, presionando mi espalda contra esta. —Eras tú. Te vi entre la multitud. Negué con la cabeza. —Eres magnífico. —Las palabras fueron un susurro. Él luchaba contra algo y yo pude ver en sus ojos cuando perdió la pelea. Bajó la cara, presionando sus labios contra los míos.

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Fue como el momento en que se encendieron las luces en el escenario. Fue una explosión de luz y sonido. Sus suaves labios contra los míos eran abrumadores. Sus manos recorriendo mi cuerpo, trazando mis brazos desnudos con suavidad. Me estremecí, pero lo dejé pasar. Entonces, como si fuera una segunda explosión de luces y sonidos, me uní a él. Envolví mis brazos a su alrededor, tirando de él hacia mí. Gimió en mi boca mientras su lengua acariciaba la mía. Sus manos ahuecaron mi culo, me levantó en sus brazos. Olía a sudor y sabía a cerveza. Envolví mis piernas alrededor de su cintura mientras me presionaba contra la pared. Su cuerpo presionado contra el mío era exactamente como lo había fantaseado. Sus labios eran más suaves de lo que imaginaba. Besaba como si se hubiera especializado en ello. Se echó hacia atrás, dejando que me parara por mi cuenta, alejándose de mí. —Oh mierda. Lo siento. Negué con la cabeza. —Está bien. No volvimos a hablar. Respiramos y tratamos de comprender lo que estaba sucediendo. Esta vez, realmente habíamos cruzado la línea. Yo no quería parar pero él lo había detenido. Podía verlo.

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—Eso ha sido un error. Lo siento. —Sus palabras quemaban, pero al menos estas tuvieron la decencia de matar la desgarradora lujuria salvaje que me atravesaba. Asentí con la cabeza. —Estoy de acuerdo. —Abrí la puerta, dejando que las fans entraran—. Nos vemos en el apartamento. Él no me oyó. Ni siquiera tuvo la oportunidad.

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Capítulo 7 Incómodo Como El Culo

D

anny me pinchó de nuevo con su tenedor. —Deja de fruncir el ceño. Te ves con un humor de mierda. Le lancé una mirada asesina. Él sabía que significaba jódete.

Gerry me entregó un bollo danés. Arranqué un pedazo y bebí un poco de café. —Solo dile que también te gusta. Miré a Gerry con una mirada confusa. —¿Qué? Él miró a Mike y Lochlan firmando los pechos de las chicas en la calle fuera de la cafetería. —¿Quién Mike? —le pregunté descaradamente. Él me dio un puntapié. —Estás siendo difícil. Le dirigí una mirada similar a la que Danny había conseguido, antes de que él se marchara para ver los senos.

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—Él está firmando los pechos de una chica en el lado de la carretera de Salem. Eso no es material de novio. Gerry se rió. —Todo es parte del espectáculo. Tú y yo sabemos que ese no es él. Asentí con la cabeza. —Si te gusta tanto, tú deberías de invitarlo a salir. Él me ofreció una mirada desconsolada. —Cariño, eso quisiera, pero él no juega en ese equipo. Me di cuenta entonces, que Gerry quería vivir a través de mí. Le gustaba Lochlan. Miré hacia Lochlan y asentí. ¿Qué había ahí que no me pudiera gustar? Gerry me dio un codazo, su rostro se había vuelto serio. —Sabes que él es el gran boleto, que músicos como nosotros necesitamos. La chispa en él es enorme, podría encender al mundo entero en llamas con eso. Sonreí. —Lo sé. Se inclinó hacia delante. —Tú podrías considerar salir con él y mantenerlo tranquilo. Me he dado cuenta de que lo mantienes calmado y relajado. Personas como él son propensas a los estallidos emocionales y adicciones. Son más grandes que la vida y sus personalidades son más grandes que sus cuerpos. Fruncí el ceño.

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—¿Quieres que considere salir con él para ayudar a Thin Ice? 133

Él se encogió de hombros. —Los dos sabemos que te gusta, y si él lo pierde, como hizo antes, podría arruinar su carrera entera. Las superestrellas no llegan a tener rabietas al principio. Ellos tienen que ganarse su derecho a ser un artista loco. No dije nada más. Si salía con él, no sería por esa razón. Gerry se levantó y se alejó de mi lado, y Mike tuvo la oportunidad de venir a sentarse a mi lado. —Así que, ¿Lochlan y tú estáis saliendo? Me reí. —De ninguna manera, somos compañeros de piso. —¿Estás saliendo con alguien? Negué con la cabeza. —No. Estoy ocupada con la facultad. —¿Quieres tener una cita? Negué con la cabeza. —Gracias, pero no. Él sonrió. —Tienes que comer, ¿no? —¿Sí? —Esto estaba empezando a ponerse incómodo.

Él se encogió de hombros. 134

—¿Podríamos simplemente ir a comer? Miré sus labios mientras hablaba, y asentí con la cabeza. —Supongo. —Era una cosa de ramera mezquina que hacer, contemplar lo que no podía tener, y decir que sí a alguien que realmente no quería. Al instante negué con la cabeza—. En realidad, no. Él parecía confundido. —¿Cómo es eso? —Me gustaría ir a comer contigo, pero sólo como amigos. No quiero ser la chica que separó a Thin Ice, porque salí con el bajista y viví con el cantante. Entonces el bajista y yo terminamos y el cantante se puso de mi parte. O peor aún, se puso de tu parte y terminaré sin hogar. ¿Sabes lo que estoy diciendo? Él asintió con la cabeza, pareciendo un poco decaído. —Sí, supongo. Le puedo preguntar, si quieres y comprobar si él cree que es incómodo que vayamos a comer juntos. Podemos ir como amigos. Estuve de acuerdo. —Está bien. Si él no cree que es incómodo, me encantaría ir a cenar, incluso como un grupo. —Yo sabía que Lochlan diría que no. Sería más fácil dejar a Mike con Lochlan diciéndole que no, que hacerlo yo. Su rostro se iluminó. Se puso de pie y se acercó a Lochlan mientras el grupo de chicas se iba. Los dos hablaron. Traté de no ver como las mejillas de Lochlan se enrojecían y sus ojos se posaban en mí. Mike puso sus manos en el aire a la defensiva. Gerry me dirigió una mirada malvada. Se la devolví de inmediato.

Danny se echó a reír. Lo que fuera que estaba sucediendo en la sentencia del acuerdo, asumí que era malo. Lochlan se acercó sigilosamente. —No es gracioso. Fruncí el ceño. —Fue amable de su parte invitarme a salir a cenar. Le dije que sería incomodo, ya que soy tu compañera de piso. Podría terminar mal. Pude ver que estaba luchando contra su ira. —Qué sobre lo de anoche. Tomé un bocado de mi bollo danés. —Tú dijiste que fue un error. Estuve de acuerdo. ¿Pasó algo más de lo que no he estado al tanto? Se sentó en el asiento. —¿Por qué estás jugando a estos juegos conmigo? —¿Yo? ¿Jugando contigo? Él asintió con la cabeza, tomando mi danés y dándole un bocado. Lo cogí de nuevo y me levanté. Me alejé del grupo, y me dirigí a una tienda de magia en un antiguo edificio por el camino. La había visto cuando habíamos estado haciendo nuestro recorrido. La puerta sonó desde la campana atada a ella, cuando entré. Una anciana con un vestido antiguo sensacional y con el pelo largo y gris me sonrió. Estaba a punto de decir hola cuando Lochlan entró detrás de mí. Lo miré con desprecio y luego la observé a ella.

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Ella señaló mi pastel. 136

—No se puede tener comida aquí. Abrí la boca para pedir un cubo de basura, pero Lochlan agarró mi mano y levantó el pastel hasta su cara. Se lo comió de mis dedos. Hice ese ruido extraño que siempre parecía hacer con él. Él lamió mis dedos y disfruté eso más de lo que estaba dispuesta a admitir. Pensé en el aerosol en mi bolsillo, pero él me empujó hacia un pasillo lleno de gente. El olor de las hierbas y velas estaba por todas partes. Bajó la mirada hacia mí, pasando sus manos por mis mejillas. —No puedes salir con nadie, nunca. Me eché a reír. —¿Qué? ¿Estás drogado? ¿Qué había en ese danés? Sus ojos no tenían ningún humor en ellos, él rozó su pulgar por mi labio inferior. Lo reemplazó con su boca, chupando mis labios. Los dos sabíamos a pastel. El beso fue lento e intenso. —Quiero que salgas conmigo —susurró en mi boca. Negué con la cabeza. —Pero vivimos juntos. Tenías razón. ¿Has pensado en lo intenso que sería? Unos compañeros de piso saliendo juntos es demasiado. Él tragó saliva. —Te deseo.

Me mordí el labio por temor a devolver lo que él había dicho, o subir la apuesta y decir algo mucho peor. —Tú dijiste que besarme fue un error. Él negó con la cabeza. —Quise decir que besarte detrás del escenario con groupies por todas partes, como si estuviéramos escondidos en un rincón, fue un error. Yo nunca te trataría como si fueras sólo una chica. —Me besó otra vez—. Sal a cenar conmigo. Me reí, empujándolo. —No, maldita sea, Loch. Eres bueno en esto. Sus ojos estaban llenos de algo que no era bueno. —¿Le dijiste que sí a Mike? —En primer lugar, le dije que sí como un amigo y en segundo lugar, yo sabía que le ibas a decir que no y me evitarías ir a cenar con él. No quería herir sus sentimientos, así que deje que tú lo hicieras. Lo siento por eso. Bajó su rostro sobre mí, casi rodeándome. —Me enfadé, porque aquí hay algo que no puedo evitar. Tengo que ver si es lo que creo que es. Cerré los ojos y forcé las imágenes de las otras chicas, la firma de los pechos, y los rebaños de mujeres. Tragué saliva. —No eres lo que quiero. Levantó mi cara bruscamente. Abrí los ojos para ver una mirada que nunca había visto antes.

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—Mentira. —Él estaba vibrando y sosteniendo mi rostro. Miré a mí alrededor en la pequeña tienda y el viejo refrán del toro en una cristalería comenzó a ser una posibilidad. Me entró el pánico mientras me agarraba más fuerte, como si estuviera atascado de esa manera, o apenas sosteniéndose. Levanté mis manos para acariciar las suyas. —Oye, cálmate. —Lo miré a los ojos—. No eres tú. Es lo que haces. A ti, es lo que quiero más que a nada. Quiero que robes mi comida, que te acurruques conmigo en el sofá, o que me acompañes a ver vestidos como hicimos la semana pasada. El cantante con las chicas colgándose por todo el cuerpo y totalmente famoso, no quiero eso. No quiero que la gente me mire o piense mal de mí, solo porque te desean. Su mano se quedó vibrando en mi mandíbula, aun sintiéndose demasiado apretada. Tamborileé mis dedos. —Loch, me estás asustando un poco… habla. Di algo —le susurré con calma. Confiaba en él. No confiaba en la mirada en sus ojos. Yo lo había llevado demasiado lejos. Tomó un par de respiraciones profundas y plantó sus labios en los míos otra vez. —Tienes que darme una oportunidad. Estás asumiendo que voy a ser ese novio malo estrella de rock y lo juro, no lo haré. —La mirada oscura había desaparecido cuando él se irguió. Tomé mi primera bocanada de aire, todavía susurrando y buscando sus ojos por lo que había visto.

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—Tú cara se vuelve muy oscura a veces. 139

Trató de sonreír, pero fue como si estuviera partida. —Lo siento. Agarré sus dedos. —Lochlan, estabas como congelado. Me miró fijamente a los ojos. —Lo sé. Lo siento. Tuve que ir a control de la ira después del programa. Ellos me dijeron que detuviera todo un poco y tomara respiraciones. Tragué saliva, cambiando de tema. —Si digo que sí y me rompes el corazón, ya no podremos vivir juntos. No nos veremos más. Vamos a perder lo que tenemos. Él asintió con la cabeza. —Lo sé. Mantuve mi mirada en sus ojos. —¿Qué es lo que más quieres, estar cerca de mí siempre, o conmigo y apostarlo todo? Sin ningún tipo de duda o pensamiento sobre el tema habló: —Contigo, de todas las formas en que pueda tenerte. Tú me conoces, nena, yo siempre le diré que sí a lo increíble. Asentí con la cabeza. —Está bien. Podemos ir a cenar.

Una lenta sonrisa cruzó por su rostro. 140

—Te voy a hacer la cena en casa. Mi sonrisa coincidió con la suya. —¿Y Danny? —Le pediré a Gerry que lo lleve a hacer algo. —De nuevo inclinó su cara hacia la mía—. Lo siento, me enfadé cuando Mike te pidió que fueras a cenar con él. Negué con la cabeza. —No, ni siquiera debería haber contemplado la idea de cenar con Mike. Eso fue mezquino. Estaba enfadada contigo por todo lo del beso de anoche. Él apoyó su frente contra la mía. —Prométeme, que utilizarás tus palabras la próxima vez. Me reí. —El muerto se ríe del degollado. Eres un idiota. Él asintió con su cara contra la mía. —Lo sé. —Me tomó la mano y me llevó hasta la puerta. Caminamos por la acera, cogidos de la mano. Él me miró—. ¿Por qué una tienda de magia? Miré de nuevo hacia esta. —Quería pedir un hechizo para olvidarme de ti. Él me dirigió una sonrisa socarrona. —¿Tú estás colgada por mí?

Me rehusé a contestar y me mordí el labio. 141

Él envolvió su brazo a mí alrededor. —Tú sabes que lo estás. Levanté la vista hacia él. —Todas las chicas en Boston lo están. Sus ojos brillaban, incluso bajo el nublado cielo gris. —Tú tienes que mirar a mis ojos y ver a la persona que estoy viendo. No habrá jamás nadie más que tú allí. Cuando me ves en una actuación o firmando autógrafos, ese no soy yo. Este justo ahora, contigo, soy yo. —Se detuvo, tirándome entre sus brazos—. Siempre he sido yo, contigo. Estaba en lo cierto. Cuando observé sus ojos azules, puede verme a mí misma. Lo atraje hacia abajo, presionando mis labios contra los suyos. Salimos de Salem, aferrándonos a los intensos sentimientos de las posibilidades de lo que se avecinaba. Gerry nos dejó en el apartamento y él y Danny se llevaron el coche. Lochlan se acercó a la pequeña tienda que estaba cerca para conseguir provisiones, y yo subí por las escaleras para asearme para la cena. Técnicamente no para la cena. Me puse el único conjunto bonito en mi armario y me miré. Una falda blanca de ojal y una camiseta sin mangas de color rosa pálido. Mi cabello era un desastre y rizado, pero a él le gustaba. Raro. Yo le gustaba en la forma en que yo era naturalmente, aunque a mí no me gustara.

Tenía el estómago hecho un manojo de nervios. Me sentía inquieta y caminé alrededor de mi habitación, paseando e imaginando cómo iba a ir la noche. Él iba a volver y hacerme la cena. Tendríamos una copa de vino y nos reiríamos. Tuve que sacudir la cabeza y reorganizar algunas cosas. Él iba a hacerme hot dogs o macarrones con queso y beberíamos cerveza. Lo que fuera. Comeríamos y tomaríamos una copa. Tal vez nos besaríamos, y entonces de alguna manera, terminamos en su cama. Las imágenes de la otra chica ahí mataron eso. —Mi cama —murmuré, golpeando mis dedos contra mis labios. Oí la puerta del apartamento, por lo que mi mirada se dirigió a la puerta. No me moví. Yo no sabía cómo sentirme sobre el hecho de tener relaciones sexuales con él. Él tenía experiencia de una manera que yo no la tenía, por no hablar, de que éramos compañeros de piso. Si no funcionaba, tendríamos que lidiar con ello. Sobre todo, era su sexualidad lo que me asustaba. Yo había tenido relaciones sexuales, pero fue sólo con los tres chicos con los que había salido, y todos tenían diecinueve años o menos. No eran increíbles. Todos ellos eran bastante normales y novatos para el sexo, como yo. Había salido con chicos como yo. Nerds, chicos que pasaban el tiempo en cafeterías. Tipos como Gerry. Este era un territorio desconocido. Él tenía tatuajes en lugares que ni siquiera había tocado en otras personas. Yo había tenido sexo en la oscuridad y con los ojos cerrados. Él ya me había hecho sentir como si estuviera ardiendo desde dentro hacia fuera, lo cual era más que cualquiera de los otros tres nunca había provocado. Me mordí el labio.

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Tuve una sensación horrible, estábamos cometiendo un error. La idea de perderlo me dolía más que no tenerlo. Llegué a la puerta y giré la cerradura. Caí de rodillas y apoyé la frente contra la puerta. Él me llamó. No le respondí. Me sentía enferma. Oí sus pasos sobre el suelo de madera y cerré los ojos. Giró el pomo de la puerta. —¿Erin? Dejé de respirar. —¿Estás bien? Negué con la cabeza. —No me siento bien. Giró el pomo más fuerte, agresivamente. —Déjame entrar. Puse mis manos en la puerta. —¿Podemos reprogramar la cita? Me duele el estómago. —No. Sé por qué te duele. —Hubo un golpe en el suelo, y de repente su voz estaba junto a la mía a través de la puerta hueca—. El mío también me duele. Yo susurré: —¿Qué pasa si lo arruinamos? Se quedó en silencio durante un momento.

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—No lo sé, no puedo pensar en un futuro tan lejano. Simplemente te deseo. Siempre voy a desearte. —¿Y si eso es todo lo que es? —Princesa, ¿recuerdas cuando te dije que yo podría tener a cualquier chica que quisiera? Arrugué la nariz. —No hagas esa cara, tú sabes que recuerdas esa noche. Me eché a reír. No podía verme, pero él lo sabía. Yo susurré: —La recuerdo. Él suspiró. —No estaba bromeando. Ser Lochlan Barlow es impresionante, pero no es lo que soy. Contigo, soy simplemente Loch. Me gusta esa parte de mí. Me gusta lo que me haces. Mis ojos se humedecieron. —Soy normal y sencilla, y tú eres la luz que puede iluminar todo el cielo. Tú eres demasiado grande, y sé que vamos a arruinarlo, y no puedo aceptar estar sin ti, incluso como amigos. —Estaba agradecida por la puerta. Nunca podría decirle nada de eso a la cara. —Princesa, eres extraordinaria para mí. Tú eres lo increíble y lo fantástico. Te miro y pienso en casa. Es más grande que cualquier otra cosa en el mundo. Ningún contrato discográfico, ninguna montaña para escalar, ninguna creación realizada, se puede comparar con la sensación que tengo cuando estoy contigo. Nada de lo que logre, será tan grande como conseguir que seas mi chica.

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Extendí la mano y desbloqueé la puerta. Él empujó la puerta y a mí hacía atrás. Me arrastró hasta sus brazos, sosteniéndome contra su pecho. —Estoy tan asustado de ti como tú de mí. Negué con la cabeza contra su rostro desaliñado. —No. Él me miró. —Sí. —Me bajó lentamente, deslizándome por su cuerpo. Pasé mis manos por su torso, arrastrando su camiseta en el recorrido, pasando mis manos por su firme y cálida piel. Él se sacó la camiseta por encima de su cabeza, dejándola caer sobre el suelo entre nosotros. Tracé su tatuajes con la punta de mis uñas, apreciando cada uno de ellos. Su hombro izquierdo tenía un enorme triángulo que cubría todo su hombro y subía un poco por el cuello. Su pecho tenía dos frases que no reconocía. Sus brazos tenían dagas y calaveras y obras de arte extrañas. Se veía salvaje sin camiseta. Su cuerpo estaba marcado y entintado y tenía un piercing en el pezón, nunca lo había notado antes. Se mezclaba entre la tinta sobre su pecho. Lo señalé. —¿Es nuevo? —No. Era una pequeña barra negra a través del pezón. Hice una mueca. —Debe haber dolido. —Lo sacudí con la yema del dedo. Él aspiró. —Ya no más.

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Sonreí y levanté la vista hacia él, mis manos fueron hasta su cinturón de cuero con tachuelas de metal por todas partes. Lo desabroché, sosteniendo su mirada. Parecía como si estuviera listo para saltar, pero negué con la cabeza. Quería verlo. Tiré del cinturón de sus pantalones, luchando con las tachuelas. Lo dejé caer al suelo y sumergí mis dedos en la parte delantera de sus pantalones. Él se sacudió, como si no estuviera preparado para ello. Cogiendo su botón entre mis dedos, sonreí mientras lo desabrochaba y bajaba la cremallera. Su respiración era lenta y controlada. Se estaba conteniendo. Tuve un mal presentimiento de que cuando perdiera el control, sería como liberar a un animal salvaje. El azul de sus ojos era casi negro. Fruncí el ceño. —¿Estás bien? Él se mordió el labio y asintió. Caí de rodillas, arrastrando sus pantalones vaqueros al suelo. Sus piernas eran gruesas y fuertes. Desaté sus botas lentamente, sabiendo lo cerca que estaba mi cara de su ingle. Su ceñida y blanca ropa interior tenía una gran banda con Calvin a través de esta. Levanté la vista hacia su pronunciada erección, que se marcaba detrás del algodón blanco. Quería liberarla, pero supuse que sería demasiado para él. Ya estaba demasiado alterado. Le quité una bota y luego la otra. Sus pantalones eran difíciles de quitar, pero cuando los saqué, me senté y lo contemplé. Los calcetines negros estaban destruyendo la imagen. Levanté sus pies

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uno por uno y se los quité. Entonces me senté e hice una imagen mental. Yo quería que esta fuera la forma en que siempre lo recordaría. Mi mirada recorrió su cuerpo lentamente. Cuando llegué a su rostro, asentí con la cabeza. —Está bien, pero tiene que ser lento. Dio un salto, arrastrándome entre sus brazos en un movimiento fluido. Él me colocó en la cama sobre mi espalda, tirando de mi camiseta. La deslizó hacia arriba, pero se detuvo cuando llegó a mis ojos. Esta se convirtió en una venda en mis ojos que atrapó mis brazos por encima de mi cabeza. Sus labios rozaron los míos, como un beso de mariposa. Él los plantó por todas partes. Arrastró el sujetador por mi cuerpo, haciendo lo mismo que con mi camiseta. Estaba indefensa y ciega. Su boca se cernía sobre mi pezón izquierdo, me estremecí cuando sentí el calor de su respiración allí. Bajó, tomando todo el pezón en su boca. Gemí, arqueando la espalda pero su mano todavía sostenía mis brazos por encima de mi cabeza y la camiseta sobre mis ojos. Succionó lentamente, arremolinando su lengua y girándola rápidamente. Besó el montículo de mi pecho y trazó un sendero de cálidos y húmedos besos hacia mi boca. Chupó mi labio y finalmente metió su lengua en mi boca, liberando mis manos. Luché para quitarme la camiseta. Sus manos estaban encontrando otros lugares para explorar, y recorrían de arriba abajo la cara interna de mi muslo. Trazando suavemente sobre el algodón de mi ropa interior. La hizo a un lado, pasando un dedo por el centro de mis labios. Inhalé muy fuerte y la contuve, mientras su dedo se abría camino en mí interior. Él se movía lentamente, acariciando mi abdomen y deslizando su dedo dentro y fuera de mí. Se sentó, mirándome mientras movía su dedo metódicamente. Sacó su dedo de mi interior y arrancó mi ropa interior deslizándola hacia abajo. Esta todavía estaba alrededor de mi pie, cuando él separó mis piernas hasta donde fue posible. Bajó la vista sobre mí. Cerré los ojos, no podía

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verlo observándome abierta ante él. Él inclinó su rostro, besando la cara interna de mi muslo. Mi estómago todavía estaba hecho un manojo de nervios. Esperé en agonía hasta que lamió toda la longitud de mi raja. Entonces me tensé, agarrando las sábanas. Él murmuró entre besos y succiones. —Sabes bien. Sabía que lo harías. Negué con la cabeza. —Shhhh. Nada de hablar. Él se rió entre dientes, lamiendo de nuevo, pero esta vez él deslizó su dedo dentro de mí. Las lamidas y las succiones, se combinaron con el movimiento, y sentí a mi cuerpo estallar en una descarga. —Córrete para mí, princesa —murmuró. Como si porque él lo hubiera ordenado, lo hice. Me cubrí la cara con mis manos, sabiendo que él acababa de ver mi orgasmo, en una habitación luminosa. Sin embargo, no podía centrarme en eso. Todo mi cuerpo se contraía y se sacudía. Él besó la parte interior de mi pierna y se sentó. Podía sentir sus ojos recorriéndome. Se inclinó hacia adelante, besándome y pude probarme a mí misma en sus labios. No estaba segura de cómo sentirme por eso, pero estaba allí. —Abre los ojos, princesa. Negué con la cabeza, apretando las manos en mis ojos. Me besó la mejilla. —Por favor. —Él apartó mis manos de mi cara.

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Los abrí, descubriendo una mirada en sus ojos, que sólo había visto cuando él estaba en el escenario. Era la pasión, la ira, el dolor, la felicidad y la alegría que él sentía cuando cantaba. Esa mirada oscura estaba allí. Él sostuvo mi mirada, cuando se introdujo dentro de mí. Me dolió durante un segundo. Había pasado mucho tiempo desde mi última pareja y él era mucho más grande que cualquiera de los otros. Sin embargo, él se impulsó lentamente, permitiendo que me acostumbrara a él. Empujó una vez e inclinó su rostro. —Te sientes tan bien como sabía que lo harías —susurró en mi cuello. Su cuerpo se movía contra el mío de una manera rítmica. Me encontré retrocediendo, moliendo y rotando las caderas en su contra. Sus manos me acariciaban, casi con adoración, mientras sus labios colocaban besos por todas partes. Era un proceso lento, y para nada, lo que yo esperaba. Su autocontrol era una locura, teniendo en cuenta que parecía que me iba a violar, cuando lo estaba desnudando. Nunca antes había tenido un orgasmo con el sexo real, más allá de mi vibrador, así que cuando la acumulación comenzó, sentí que mis ojos se abrían. Él aumentó la velocidad. —Mírame a los ojos cuando te corras. Mi respiración se entrecortó y se convirtió en el sonido que él siempre me provocaba. Agarró mi culo, levantándome y bombeó más fuerte. —Mírame cuando te corras. Quiero que recuerdes este momento. Alargué las manos por encima de mí, agarrando los barrotes que conformaban la cabecera. Los usé para obtener el ángulo que necesitaba. Yo ni siquiera sabía que lo necesitaba, hasta que mi cuerpo se empezó a levantar y aferrar. Él me dedicó su arrogante sonrisa de un solo lado cuando lo sintió. Traté de seguir observándolo,

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pero mi cuerpo estaba en llamas. Me concentré en el azul de sus ojos y lo oscuros que se habían vuelto. Pude ver a los demonios arremolinándose en el interior de la oscuridad de sus ojos. Mi cuerpo se tensó y se convulsionó y mis ojos se cerraron, con la intensa expresión de su rostro grabada a fuego en mi memoria. Era la misma que tenía cuando cantaba. Llegué a tenerlo de la forma en que lo quería. Grité, envolviendo mis piernas a su alrededor, lo que le obligó a congelarse durante un segundo. Todos mis músculos se tensaron hasta el punto en que mi pantorrilla empezó a acalambrarse. Flexioné mi pie y estiré mi pierna. —Mi pantorrilla... calambres. Él apretó mi pie hasta que desapareció. Abrí los ojos y lo miré. —¿Qué demonios? —pregunté sin aliento. Él se rió. —No he terminado de demostrártelo, tengo que ponerme un condón. Negué con la cabeza. —Estoy tomando la píldora. —Siempre la he tomado, por si acaso. Por supuesto que esta era la primera vez que estaba dejando que el por si acaso sucediera. Él no necesitó nada más que eso. Me levantó aún más arriba y se introdujo en mí interior como el animal que sabía que iba a ser. Ya no fue lentamente. Agarró mis muslos con tanta fuerza que estaba segura que tendría moretones.

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Yo cubría mi boca para ahogar los gritos que escapaban de mis labios, cuando su cuerpo se tensó y lo sentí acabar dentro de mí. Él se sacudió y se derrumbó sobre mí, aplastándome en el buen sentido. Todo cambió en ese momento. Me besó en el brazo, mi pecho, mi torso, la garganta y luego mi mejilla. Todo cambió, y recé para que esto no fuera incómodo como el culo.

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Capítulo 8 El contrato de grabación

N

o salimos de la cama durante veinte horas, probablemente asustados de lo que deparaba el mundo real. Dormimos, tuvimos sexo nuevamente y hablamos. Él cortó en trozos queso y fruta en un

plato, y trajo un paquete de galletas, cuando el hambre fue demasiado. Comimos en mi cama, lo cual me hizo reír. No lo estaba sacando a patadas de la cama por las migajas de galleta. Sin embargo, yo estaba cambiando mis sábanas. Él miró su enorme reloj de pulsera. —Me tengo que ir. ¿Vienes? Yo quería ser un apoyo, pero negué con la cabeza. —Creo que es mejor si no voy. Parecía herido. Besé su mejilla cubierta de una incipiente barba. —Quiero estar ahí, pero no quiero observarte firmando los senos y los brazos y el estómago de chicas. Él se echó a reír. —Bastante justo. Firmo papeles también, ¿sabes? Quizás como una de cada veinte chicas pide una firma en el cuerpo y también se lo piden a los otros chicos.

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Aparté eso de mi mente y señalé la enorme pila de libros en el rincón. 153

—No quiero hablar de ello, y de todos modos, tengo deberes. Él besó la punta de mi nariz. Lo observé levantarse de la cama. Tenía un excelente culo. Del tipo que quieres morder. —¿Cómo mantienes tu cuerpo en tan buena forma? Se miró así mismo bajando la mirada. —¿Estás disfrutando de la vista? Una sonrisa se dibujó en mis labios. —Síp. Él se encogió de hombros. —Levanto pesas un par de veces a la semana, corro, no lo sé. Hago una actuación cada noche, eso es una gran cantidad de calorías. Le guiñe un ojo. —Pero comes una tonelada. Ya sabes, eso va a pasarte factura. Estarás en los ciento treinta y seis kilos cuando tengas cuarenta. Se dejó caer de rodillas delante de mí. —Entonces, será mejor que todavía me ames, si los tengo. Fue un momento embarazoso para los dos. Me sentí cerrarme, pero él era el antídoto para mi construcción natural de pared. Él acotó:

—Deja de hacer eso. Sólo me refería a que si me vuelvo obeso, mejor que aún quieras estar conmigo. Me eché a reír y combatí la torpeza. —Si quieres que te deseé dentro de veinte años, entonces será mejor que aún te sigas pareciendo a David Beckham. Él se sonrojó. —¿Crees que me parezco a Beck? Me encogí de hombros. —Un poco. Los tatuajes, el pelo, la mirada intensa, y el cuerpo musculoso, pero no en abundancia. Sigues siendo esbelto. Eres guapo como él. Sí, si tuviera que poner como ejemplo a alguien, diría que a él. Lo observé mirar tímidamente, por primera vez en la historia, y salté de la cama. —Sí, voy. —Me puse una camiseta y unos pantalones cargo. —¿Estás segura? Lo miré, lo estudié y asentí con la cabeza. —Segura. No puedes ir solo. Esas zorras te comerán vivo. Él se burló. —Quédate aquí si vas a estar enfadada contigo misma por no haber terminado tu tarea. Rodé mis ojos.

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—Voy a sentarme aquí y me preguntaré qué estás haciendo. 155

—Yo no quiero eso. Quiero que tú seas capaz de hacer tus cosas y yo las mías, y que a ninguno nos preocupe lo que está haciendo el otro. Tomé aire y miré la pila de libros. —No, tienes razón. Vete. Esperaré aquí. Me besó una vez y eso fue suficiente. Él estaba en lo cierto. Actuando como una psicópata, no iba a hacer más fácil salir con él. Por supuesto eso duró alrededor de una hora. Entonces yo no pude soportarlo más. Mis ojos no se centrarían en el libro que no estaba leyendo, y ya había visto tres interpretaciones de él cantando en YouTube. Corrí hacia la puerta, apenas prestando atención a algo, excepto, por supuesto, a mi aerosol. No estaba dispuesta a dejar eso atrás. Todas las mujeres solas en una ciudad necesitan un aerosol de pimienta, era como una religión para mí. Corrí bajando las escaleras y seguí hasta la calle del pub. La actuación del domingo por la noche era la menos popular. Habían estado hablando de cancelarlo. Pero cuando doblé la esquina di un grito ahogado ante la fila. —Mierda. Caminé hasta la puerta donde estaba el guardia de entrada. Él me dirigió una mirada. Me señalé y le susurré: —Soy Erin Benson... soy... ehhh, amiga de Lochlan. Estamos... ehhh... Él estaba a punto de echarse a reír en mi cara cuando Mike salió y le dio algo. —¡Eh! Erin.

Le sonreí, aliviada. 156

—Hola, Mike. —La formación se volvió loca al verlo. Él se sonrojó e hizo un saludo general con la mano. Miró al guardia. —Ella está con Lochlan. —Él levantó la cuerda para mí. La formación comenzó a quejarse. —¡Eh, ella se está follando al vocalista! —le gritó a ellos. Corrí hacia el interior, escondiendo mi rostro. Mike me agarró del brazo. —Oye, sólo quería decirte que lo siento. Yo no sabía, que tú y él. Soy un ciego idiota... evidentemente. Negué con la cabeza. —No, di por hecho que nunca iba a pasar nada con él. Él bromeó: —Sí, es cierto. —Dejó de reír y bajó la mirada—. Lo siento. Una sonrisa curvó mis labios. —Está bien. He vivido con él durante casi dos meses. He descubierto cómo es. —Él es así para ellos. Cuando estamos solos y somos sólo nosotros los chicos, es normal. Asentí con la cabeza. —Lo sé.

—Comenzamos en cinco minutos. —Él sonrió y se dirigió a la parte trasera del pub. Encontré a mi hermano sentado a una mesa con una rubia. Ella me dirigió una mirada. Casi le doy a él una bofeteada, pero levantó la vista antes de que pudiera hacerlo. —Eh. Ella es Gabby, Gabby, ella es mi hermana… Erin. Ella me sonrió, a través del brillo en sus ojos. Sentí la calidez detrás de mí mientras un beso era plantado en mi cabeza. Debería haber sabido que él estaba allí; Gabby repentinamente tenía un aspecto de cachorro perdido en su rostro y estaba ajustando su camisa. Alcé la mirada. Él sonrió y se inclinó, besando mi mejilla. —Has venido. —Colocó una limonada delante de mí. Sonreí ampliamente y me volví, encontrando sus labios con los míos. —Necesitaba mi dosis. Él murmuró junto a mi boca. —Eh oh. Alguien se está convirtiendo en una groupie. Puse los ojos en blanco. —Como quieras. No te lo tomes muy a pecho. Él me susurró al oído. —De todos modos, te he echado de menos. Tengo algunas noticias que quiero compartir contigo. Ven detrás del escenario después de la actuación. —Presioné mi rostro en su beso y sentí algo deslizarse en mi bolsillo junto a mi aerosol.

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—Veo que tienes a tu chiquillo contigo. 158

Sonreí. —Siempre. Apartó la mirada de mí para firmar el estómago de una chica. Ella se rió tontamente y araño la mano de él. Saltando de arriba abajo. Él se echó a reír y negó con la cabeza. Sus amigas vinieron corriendo, todas consiguieron su autógrafo en el pecho y el estómago. Aparté la vista. Odiaba a los mezquinos celos ardientes que me atravesaban. Él dirigió un saludo con la mano hacia Danny. —Te veo luego, amigo. —Danny asintió con la cabeza hacía él, todavía actuando como un fanfarrón, a pesar de que probablemente se había orinado en los pantalones. Él se alejó sin despedirse de mí. Las chicas lo acosaron durante todo el camino hasta la parte posterior del escenario. Me di la vuelta y bebí mi limonada. La muchacha ahora era toda ojos de corderito. —¿Estás saliendo con Lochlan? Me encogí de hombros. —No lo sé. Algo así. Danny me sonrió. —Ellos son compañeros de piso. Ella guiñó un ojo. —¿Amigos con beneficios?

Un ceño fruncido reemplazó mi mirada indiferente. 159

—No. No hago beneficios. —Me volví y miré al frente del escenario. La gente iba y venía por la parte delantera. Algunos de ellos me miraban y señalaban. Suspiré y caminé hacia la parte frontal del escenario. Las luces se apagaron, volviendo el pub de color negro como la noche. Mi corazón comenzó a palpitar en anticipación. Me di cuenta por la respiración de la gente a mi lado, que sentían lo mismo. Las luces se encendieron, pero en lugar de brillar en el escenario, se centraron sobre los fans entre la multitud cuando la canción comenzó. La banda tocó en la oscuridad y Lochlan cantó en voz baja. Apenas pude distinguir su silueta. Toda la luz estaba sobre los fans. La multitud rebosaba con las manos levantadas en el aire. Ellos estaban iluminados con luces de color azul pálido y se mecían con la canción. Cuando más luces se encendieron, no lo vi y observé a la multitud. Los rostros de las personas estaban llenos de las mismas emociones, como si estuvieran viviendo a través de él o para él. Ellos sentían algo profundo por la intensidad de las palabras de él. Observando sus rostros, supe que él les estaba entregando su alma y ellos la estaban tomando... disfrutando cada segundo de ella. El intercambio era recíproco, él también recibía la euforia de ellos. La devoción y reverencia de ellos siempre estaba presente, mientras estaban absortos en cada palabra que él cantaba con todo su corazón y alma. Cada conjunto de labios cantaron las palabras con él. Algunos de ellos lloraban de alegría o tristeza, o lo que fuera que el titiritero les dijera que sintieran. Se movían con él, como él. Yo no tenía que mirarlo, podía observarlos a ellos y saber lo que él estaba haciendo.

Todas las luces del escenario se encendieron, justo cuando él desató a la bestia, cantando en voz alta por el micrófono con intenso furor. De la misma manera, repentinamente, la banda colisionó con él. Llegaron a la vida en el crescendo y aminoraron a una suave melodía para el final. Él se inclinó hacia la multitud, meciéndose con ellos. Cada miembro de la banda era lo mismo. Sus instrumentos individuales obraban sobre los fans. Ellos acariciaban los instrumentos de la forma en que los labios de Lochlan acariciaban el micrófono, y sus ojos a la multitud. Su rostro de sexo y canto, era la cosa más fascinante de ver. Me tuvo bajo su hechizo desde el momento en que comenzó la actuación hasta finalizar. Mantuvo las emociones y la pasión desde el principio hasta el final. Verlo cantar era como hacer el amor con él, de verdad. Cada pecado y seducción comprometida era traído a la vida por el movimiento de su cuerpo, aunque estuviera cantando o follando. La caricia de sus labios, y la bestia fogosa en sus ojos estaban allí para ambos. Odiaba que cada mujer que gritaba estuviera obteniendo la misma experiencia que yo. Sus pasiones eran puras y expuestas para que todos las disfrutaran. Me ruboricé cuando dijo buenas noches y la chica a mi lado arrojó su ropa interior sobre el escenario, gritándole sobre el deseo de chuparle la... Me di la vuelta y caminé hacia la puerta detrás del escenario. Saqué la cosa de mi bolsillo. El guardia abrió la puerta para permitirme entrar. Los chicos estaban de pie por ahí, secándose y obteniendo bebidas. Una mujer de largo cabello rubio, con pantalones negros ajustados y una blusa de cuello halter de color rojo estaba frotando el brazo de Lochlan. Ella lo apretujaba y le hablaba con entusiasmo y él se lo permitió. Fruncí el ceño mientras ella abrazaba a

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cada uno de los otros chicos, pero volvió a Lochlan. Ella estaba emocionada por algo. Observé como él le dirigió la sonrisa de un solo lado y le guiñaba un ojo. —Oh Dios —murmuré, retrocediendo. Él era ese novio estrella de rock. Arrugué la nariz. Odiaba verlo así, tocando a otras mujeres. Salí al pasillo. El portero me dirigió una débil sonrisa. —Estrellas de rock. Hice una mueca cuando Gerry se volvió para verme observando. Su mirada instantáneamente se desvió hacia la mujer que unía su brazo al de Lochlan. Ella presionó sus tetas en su brazo y le plantó un beso de color rojo brillante en la mejilla. Él se sonrojó, mirando hacia abajo. ¿Por qué lo había hecho, si él sabía que yo vendría detrás del escenario? ¿Quería que lo viera o simplemente lo había olvidado? ¿Por qué estaba dejando que los fans lo tocaran de esa manera? La boca de Gerry se abrió, como si quisiera decir algo, pero no lo hizo. Ni siquiera señaló que yo estaba allí. Esta siempre iba a ser mi realidad. Él quería que yo fuera el mundo real para él, y yo quería que él fuera la fantasía, pero sólo para mí. Me estaba invadiendo el pánico. Quería largarme, pero me quedé atascada. Quería volver atrás y ser su amiga coqueta, pero no pude. Iba a perderlo, si no podía estar con él. Observándola a ella acosándolo, sabía que no podía. Mi espalda chocó contra la pared, y mi corazón cayó al suelo y se rompió en mil pedazos que se esparcieron por el suelo. Lo dejé allí, herido y destrozado, y eché a correr por el pub. Mis pies ardían por la carrera hasta el apartamento, pero no aminoré la velocidad. Hice las maletas lo más rápido que pude. Quería llorar, pero mi corazón

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roto todavía estaba en el pub, posado en el frío y negro suelo. Las lágrimas no quisieron venir. Arrastré las maletas por las escaleras y en la calle. Fue brutal, acarrearlas hasta lo de Gerry. Era un paseo de cinco minutos, pero una caminata de una hora con las pesadas maletas. Comencé a sollozar mientras palpaba bajo el buzón de correo buscando la llave escondida, me acordé del viaje a Costco. La autocompasión comenzó a hacer intentos a mi pecho sin corazón pero negué con la cabeza. —Jodidamente lo viste haciendo eso en Costco. La puta madre. —Golpeé mi frente con la mano y abrí la puerta, empujando mi mierda dentro. Yo sabía que no debía dejar que fuera algo más que una amistad. Ahora lo perdería para siempre. Cerré de un portazo y me desplomé en el suelo de rodillas. Me incliné hacia delante sobre las baldosas y lloré. Finalmente me tumbé, presionando mi cara en el suelo frío. ¿Él había hecho algo realmente malo o esto era simplemente demasiado? Había estado expuesta a él y mi orgullo estaba perdido, no avergonzado, pero desaparecido para siempre. Él me había visto bien expuesta en todas las formas posibles. Pero no fue suficiente para hacerlo actuar como si fuera mío. Cerré los ojos, y no importaba lo duro que trataba de hacer que la imagen mental que había tomado de él en ropa interior se reprodujera en mi cabeza, todo lo que obtenía era el rojo beso en su mejilla. Otra rubia vulgar con el pelo decolorado y un culo redondo. Gerry me encontró allí, desmayada. Él me levantó del suelo y me condujo hasta el sofá. Lloré cosas inaudibles en su suave camisa. Él me dejó. No necesitábamos hablar. Él lo sabía. Después de un rato habló.

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—No es lo que piensas que es —susurró. 163

Negué con la cabeza. —No importa. Esto nunca cambiará y yo lo sabía. Sabía lo que él era, en el momento en que lo conocí. Es encantador y vivaz, de una manera que la mayoría de las personas no lo son. Yo no lo soy, sé que no lo soy. Siempre habrá otra chica apretándose contra él, y él tiene que dejarlas, por ser el triunfador que él quiere ser. Odio eso de ser yo o su sueño, y juro por Dios que quiero que escoja. Soy yo la que lo está echando a perder, no él. El problema soy yo. No puedo hacer esto. Mi primer novio me engañó y me juré nunca volver a salir con otro hombre mujeriego. Por supuesto, eso fue en undécimo grado. En cierto modo asumí que los chicos eran maduros. Él levantó mi barbilla y me limpió las lágrimas con un pañuelo de papel. —Nunca des por sentado que los chicos han madurado. Erin, él te ama. Puedo verlo. Él nunca te engañaría. Negué con la cabeza. —No importa. No puedo estar a gusto con ello. Ella lo besó y lo acosó, y él se quedó allí y lo aceptó. A pesar de que me pidió que fuera detrás del escenario. Sabía que yo iría. Sabía que iba a ver eso. Tenía que correr ese riesgo. Él negó con la cabeza. —Él se distrajo. Es un contrato importante. Ella trabaja para la compañía discográfica. Esto es enorme. Trascendental. Haremos giras y tocaremos en los Grammys y conciertos en todo el mundo. Es lo que queríamos. Este es nuestro sueño hecho realidad. Él quedó inmerso en esto.

Lo supe entonces, Gerry nunca estaría de mi lado. De todos modos, no lo quería allí. Él formaba parte de la banda. Él quería estar en el viaje con Lochlan, en más de una manera. Quería sentarse a la mesa de los niños guays, de la forma que yo quería. Lochlan lo hacía sentir vivo, de tal forma en que veía lo que él quería e iba tras eso. Me gustó cuando la cosa que él quería había sido yo. Por supuesto que eso fue ayer. Le concedí eso a él, y al igual que con cualquier otra chica, él estuvo hecho. Casi me bofeteé, ¿era eso algo justo para pensar de él? ¿Fue realmente así? ¿Yo creía eso o estaba hablando mi dolor? Negué con mi mezquina y autocompasiva cabeza y le sonreí débilmente a Gerry. —Felicitaciones. Lo siento. Me alegro por ti, Ger. —Tenía que alegrarme por Gerry. Su sueño acababa de hacerse realidad. Era enorme y yo estaba siendo quejumbrosa. ¿Era mejor que detuviera la llorona o peor que no estuviera deteniéndome a mí misma? Él negó con la cabeza. —No puedo estar feliz y verte de esta manera. Me encogí de hombros. —Sólo necesito un día. Estaré bien. Nunca dejé ir esto tan lejos. —Él me dirigió una mirada dudosa. Yo sonreí débilmente—. Es verdad, sólo me dejé caer ayer. Simplemente no sabía hasta qué punto la caída lo implicaba a él. Él negó con la cabeza. —Tómate todo el tiempo que necesites. La habitación de huéspedes está lista para ti. Danny durmió allí anoche, pero esta noche se fue a casa con una rubia. Hice una mueca. —Son tan desagradables. Se follan a cualquier cosa.

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Él replicó. 165

—Eso es amargura hablando y no es atractivo, Erin. Y no me incluyo en ese grupo. Le dirigí una mirada arrogante. —Ser gay no te hace menos hombre en una banda. Él sacó la lengua hacia mí. Yo caminé por el pasillo hasta el dormitorio. No logré recorrer todo el camino cuando empezaron los golpes. —¡ERIN! —gritó Lochlan en el marco de la puerta. Sus demonios lo poseían. Hizo temblar el pomo. Gerry respondió a la puerta. —Loch, vas a hacer que me desalojen. Detente. —¡ERIN! El suave tono de Gerry cambió. —Basta. Lochlan sonaba desesperado. —Amigo, sólo déjame entrar. —No creo que sea una buena idea. Ella está molesta. Apoyé la cara contra la pared y cerré los ojos. Sonaba como si estuviera a punto de cambiar y dejar a la bestia salir por completo.

—Ger, amigo, no te metas. Déjame verla. Sólo quiero explicarme. Te lo juro. Estoy bien. —Sonaba como un adicto. Gerry se ablandó. —Vuelve mañana, cuando estés más tranquilo de verdad. ¿De acuerdo? Él rugió. —¡NO! Di un salto ante la furia en su voz y rápidamente caminé acercándome, antes de que lastimara a Gerry y luego me odiara a mí misma por ello. Su mirada era oscura y delirante. Su cólera se derritió cuando me vio. —No es lo que piensas. El guardia me dijo lo que viste. No es lo que piensas. Asentí con la cabeza. —Lo sé. Él tragó saliva, como si estuviera tratando de entender. —¿Qué quieres decir? Parpadeé alejando las lágrimas de mis ojos, para poder ver de nuevo. —Lo sé. Felicidades por el contrato. Parecía asombrado. —¿A quién mierda le importa eso? Quiero explicarte. No te marches. Me crucé de brazos. —Vete a casa, Loch.

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Él cogió las maletas del suelo y me lanzó su mirada oscura. 167

—Tú te vienes a casa, o no seré responsable de las cosas que haga. Voy a terminar destrozando el jodido lugar y los dos seremos personas sin hogar. Jesús. —Salió con mis cosas. Gerry me dirigió una mirada. Esto era exactamente de lo que él había hablado. Lochlan estaba tan cerca de su objetivo y se pegaría un tiro en el pie de nuevo. Lo seguí, pero me detuve junto a Gerry. —Siento haber arrastrado todo esto aquí. Él negó con la cabeza. —No sé si deberías ir. Le ofrecí una débil sonrisa. —Él no me hará daño. No de esa manera. Además, es mejor para la banda si está calmado. Cuando llegué a la calle él estaba allí. Sosteniendo mis maletas. —No puedes hacer esto y no hablarme. Esto también es acerca de mí. —Las venas de sus brazos estaban hinchadas, como si acabara de ejercitarse. Ellas hicieron sus tatuajes más siniestros. Asentí con la cabeza. —Estaba molesta. Lo siento. —Me sentí cerrarme a él. Me hubiera gustado ayudarlo a calmarse, pero mi corazón había desaparecido. Él no lo vio en el suelo del bar, probablemente caminó sobre este y no se dio cuenta.

Él me dirigió una mirada suplicante, pude ver a la luz de la calle que el azul de sus ojos se iba aclarando de nuevo mientras su frente se alisaba. Su enojo estaba menguando y la bestia se iba. —Debí haberla detenido, pero ella estaba en medio de ofrecernos un contrato. Te lo dije, es parte del espectáculo. —Lo entiendo. Él parecía inseguro. —Yo veo que no lo entiendes. Esto no es justo, Erin. Tienes que darme un maldito descanso. Acabo de ganar la jodida lotería para los músicos. Estás haciendo esto acerca de ti. Nunca ves mi lado. Negué con la cabeza cuando el dolor comenzó a salir a la superficie. —¿Qué pasa si un tipo se me acerca y comienza a restregarse contra mí, frotando su polla sobre mí? Él se enloqueció al instante. —¿Sucedió eso? Ese maldito pub es un pozo. No quiero que vayas más allí. De todos modos, no vamos a tocar en clubes por mucho más tiempo. Negué con la cabeza, tomando pacientes respiraciones. —Hipotéticamente. —Mi tono estaba demostrando las señales de mi enfado. —Hipotéticamente, le romperé los brazos y luego lo rociaré con ese pequeño amiguito tuyo. —Lo dijo con tanta certeza, que tuve que negar con la cabeza hacia él. Lo apunté.

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—Tú le guiñaste un ojo y le ofreciste la sonrisa que siempre me dedicas. Dejaste que presionara sus tetas sobre ti y que te besara. Así que, ¿debería ir a rociarla con mi aerosol? Él suspiró. —Me vuelves loco. Ya te lo dije… es el espectáculo. ¿Por qué no puedes ser feliz por mí, en lugar de estos celos e inseguridad? Lo perdí, el chasquido en mi cerebro fue tan fuerte, que pensé que él debió haberlo oído también. Estaba respirando como si el fuego estuviera a punto de salir de mi boca en cualquier momento. —Está bien. Yo estaba pensando en conseguir un trabajo. Lo solicitaré en Hooters y algunos locales de striptease y veremos cómo te sientes, cuando ofrezca bailes a extraños. —Estaba siendo mezquina y sólo lo empeoraba, pero estaba enfadada. No pude evitarlo. Él me dijo que yo estaba siendo insegura. Él se echó a reír, dejando caer las maletas. Dio un gran paso hacia mí, acunando mi rostro entre sus manos. —Mírame a los ojos, princesa. No hay nadie más que tú. Estás celosa de ti misma. No hay nadie más en mis ojos. —Él presionó sus labios contra los míos, pero lo único que hizo fue sellar el destino de nuestra relación de un día. El beso se sintió como un adiós. Él también lo sintió. Trató de forzarlo para que fuera algo que no era. —Esto no puede funcionar, Loch —susurré entre sus labios. Él dio un paso atrás. —Sólo no te vayas. No voy a tocarte, por favor, simplemente no te marches. Asentí con la cabeza.

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—Está bien. —Fue como ganar la lotería. Él quería que fuéramos amigos de nuevo... tal vez. Quizás volveríamos a torturarnos mutuamente. De cualquier manera, yo no quería ser la razón por la que echara a perder el contrato de grabación por completo para todos los demás. Él se estaba aferrando a mí debido a la tensión de todo en su vida. Estaba tan cerca del éxito, y la última vez que lo arruinó fue con un momento justo como este. Asentí con la cabeza contra él. —No voy a irme. —Aunque él me había llamado celosa e insegura. Yo no tenía argumentos para ello. La prueba estaba allí. Caminamos hacia su coche. Él arrojó todo en el asiento trasero y condujo sin decir una palabra. Cuando llegamos al apartamento, cubrí mi boca con la mano, mirando el desastre que él ya había hecho. Se puso de pie a mi lado, haciéndome sentir pequeña y habló rotundamente. —Me entró el pánico. Pensé que ese tipo de Dakota del Norte vino a por ti. Pensé que yo te había dejado vulnerable y no contestabas el teléfono. Así que sí, me enfadé —murmuró—. Regresé al pub para averiguar quién te había visto por última vez. Jimmy, el guardia me dijo lo que pasó. Mis entrañas ardieron, mirando el desastre por todas partes. —Lo siento. Él negó con la cabeza. —Yo lo siento. No debería haberte dicho toda esa mierda. Te estoy haciendo sentir insegura. —Llevó mis cosas hasta la habitación y volvió a salir, mientras yo cerraba la puerta de entrada con llave. Él parecía serio. —Voy a dejarlo.

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Me reí al borde de las lágrimas. 171

—¿Dejar qué? ¿Dejar de ser tú? Sacudió la cabeza y se arrodilló frente a mí. Con él de rodillas, yo era sólo un poco más alta que él. —Voy a dejar la banda. Pasé mi mano por su mejilla. —No puedes dejar de ser tú. Ese eres tú allí arriba en el escenario, guiñándole el ojo a las mujeres y divirtiéndose. Allí arriba estás vivo. Soy yo la que está teniendo algo asombroso y excepcional y lo está echando a perder. Es como salir con un Dios. Te estoy hundiendo a mi nivel, con mis problemas y defectos y arruinándote. Él me ignoró, como de costumbre, y cambió de tema. —¿Podemos darle tiempo? Yo suspiré. —Loch, tuvimos sexo y vivimos juntos. ¿Tiempo para qué? La jodimos, tal como dije que lo haríamos. Sus ojos resplandecían. —Vayamos lento. Regresemos al coqueteo en el que estábamos ayer. Negué con la cabeza. —No. —¿Podemos ser amigos?

Besé su frente. 172

—Por supuesto. —¿Igual que antes? —Así es. Él parecía un poco aliviado. Tomó una respiración. —Quiero recuperarlo todo. Quiero recuperarlo. Suspiré. —Yo también.

Capítulo 9 Pies fríos

L

as clases se prolongaron. Siempre quería mandarle mensajes de texto. Peor aún, yo quería que él me enviara mensajes de texto, pero él había hecho esa cosa de la amistad a la perfección. No había sobrepasado sus

límites ni una vez. Era peor que antes. Nos reíamos y bromeábamos, y él pedía mi comida y preparaba mi comida. Fue dichosamente normal en el más falso modo imaginable, y yo parecía la única que veía lo extraño que era. Todo lo que podía hacer era preguntarme si se estaba tirando a otras chicas cuando no estaba en casa, o si el motivo por el que su mirada no se encontraba con la mía, era por remordimiento. Él firmaba pechos y besaba mejillas cada vez que salíamos de la casa. Posaba para las fotos. Yo llegué al punto en que nunca salía de la casa, excepto para ir a clase y a la tienda de comestibles. Él actuaba como si fuera normal que lo único que hacíamos era pasar el rato en el apartamento, viendo series completas en Netflix. Yo sabía que no lo era. Salí de clase y me dirigí al Starbucks que había cerca de casa. Gerry iba a reunirse conmigo. Él estaba preocupado por mí. Yo también lo estaba. No era más feliz con él siendo Lochlan Barlow y soltero, de lo que fui cuando tenía a mi Loch.

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Eché a andar notando el frio cortante. A finales de octubre hacía frío, en comparación con el sofocante calor de septiembre. Me ceñí el suéter un poco más a mí alrededor y caminé rápidamente. —¡Erin! Miré hacia atrás para ver a uno de mis profesores. Le saludé con la mano. —Hola, Dean. —Él insistía en que lo llamara por su nombre. Era el profesor guay. Él se acercó sonriendo a trote ligero. Era guapo y sólo tenía unos treinta y cinco años, como máximo, por lo que era el típico profe sexy. —Quería hablar contigo sobre el trabajo de los derechos civiles que entregaste. —Él respiró profundamente mientras me alcanzaba. Su encantadora sonrisa se desvaneció en una mirada seria. Arqueó una ceja y se pasó la mano por el cabello corto y castaño—. No ha sido tu mejor trabajo. Yo hice una mueca. —Lo siento. —Yo no tenía tiempo para preocuparme por ello y tampoco de mi tarea de Responsabilidad Civil. Él negó con la cabeza y lo sacó de su maletín. —En ese caso, te daré una segunda oportunidad. Le dirigí una mirada confusa. —¿Qué? Él asintió con la cabeza y comenzó a caminar en la dirección en que yo iba.

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—Sí. Sé que eres buena para sacar al menos una A, incluso un A más. Este era una mierda. Te puse una C. Me reí, dirigiéndole una mirada afectada. —Sin endulzarlo. Él negó con la cabeza. —Eh, no eres una universitaria. No voy a ser tu niñera. Yo bajé la mirada. —Lo sé. Él me miró de reojo. —He oído que Lochlan Barlow ha roto contigo. En cierto modo supuse que estaba directamente relacionado. Yo jadeé. —¿Qué? Él se ruborizó. —Lo siento. No estoy tratando de fisgonear. —¿Dónde has oído eso? Él apretó los labios. —En un blog que sigue a la banda. Dijeron que fue visto con otras chicas y tú ya no estabas en la foto. —Casi vomité. Conseguí controlar mis náuseas y mi ceño.

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—¿Conocían mi nombre? —Él asintió con la cabeza, y me dirigió una mirada sombría. Yo suspiré. —¿Eres un fan? Él se echó a reír. —Yo no soy tan viejo. —Mi padre es un fanático y casi tiene sesenta, la edad no tiene nada que ver. Dean se encogió de hombros. —Es un cantante increíble. El batería es muy hábil. No son más que una de esas bandas reales que tiene talento natural. Los vi en directo un par de veces en los bares y te cambia la vida. Muy franco y conmovedor. Les encanta lo que hacen. Yo tenía la garganta ardiendo. Él me dio un golpecito en el brazo. —Perdóname. Estoy seguro de que está de más hablar de ello. Asentí con la cabeza. —Algo por el estilo. —Yo permití que Lochlan rompiera conmigo. Dejé que fuera verdad, porque era un problema para mi carrera. —¿A dónde vas? Señalé hacia la calle. —A Starbucks. Él sonrió.

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—Yo también. Te acompaño. 177

Una sonrisa se dibujó en mis labios. —Está bien. —Entonces, ¿viste el video de anoche sobre el caso que ocurrió en Los Ángeles con la madre que mató a sus hijos? Asentí con la cabeza. —Sí. En realidad están intentando alegar demencia. Él se mofó. —No está loca. Es egoísta. Puedes ver los pecados de la gente en sus ojos. Observa los suyos, no se inquietan como lo haría una loca. Ella está cuerda. Tiene remordimientos y sus demonios están ahí dentro. La culpabilidad es imposible de ocultar en los ojos. Si tú eliges la defensa como carrera, tienes que asegurarte de inspeccionar los ojos de cada cliente potencial. Dicen que los ojos son la ventana del alma, y cuando se trata de emociones apasionadas como el odio, el amor, la culpa y el dolor, eso es cierto. Yo sabía que era verdad. Había visto los demonios liberando a la bestia en Lochlan. Sus demonios se arremolinaban en sus ojos. Dean me abrió la puerta. Se acercó al mostrador. —¿Qué te traigo? Negué con la cabeza. —No tienes que pagar mi café. Él sonrió.

—Por supuesto que sí. Te acabo de aburrir como una ostra con mi discurso visual. Ahora dime para no pedir algo equivocado. Mi pecho ardió al instante. Lochlan siempre pedía por mí, contra mi voluntad. Abrí la boca para decir un Caramel macchiato, pero lo único que había era: —Soy vanilla latte, por favor. —Era la bebida que Lochlan siempre pedía para los dos, independientemente del hecho de que no me gustaba mucho la leche de soja. Yo conseguí una mesa y me senté. Me aseguré de tener una con unas cuantas sillas. Sabía que Gerry vendría en cualquier momento. Dean trajo mi bebida y se sentó. Se quitó el suéter y me di cuenta de lo atractivo que era. Su cuerpo era fuerte y estaba en forma. Era moreno y de aspecto atlético. Sonreí y me imaginé lo que se sentiría salir con alguien como él. Él era mi tipo perfecto. —Así que, ¿te dije la clase de broma que mi abuela me escribió en un e-mail esta mañana? —Él bebió un sorbo de su bebida. Yo negué con la cabeza, levantando mi taza para beber. Él se echó a reír antes de decirme la broma, haciéndome reír. Eso hizo que el hombre maduro y atractivo pareciera ingenioso y adorable. Él se tranquilizó. —Bueno, ¿por qué los abogados varones normalmente suelen llevar los cuellos de las camisas y las corbatas ajustados? —Soltó una risita. Yo me encogí de hombros. Él se esforzó por dejar de reír—. Mantiene sus prepucios estirados hacia arriba y cubriendo sus caras. Me reí a carcajadas. El oírlo decir prepucios era raro. Dean estaba a punto de llorar.

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—¿Tu abuela? —le pregunté. 179

Él asintió con la cabeza, secándose las lágrimas de los ojos y suspiró. —Ella es una vieja zorra loca. Me reí más fuerte, pero Dean se detuvo. Miró hacia arriba, con la cara enrojecida al instante. Me volví para ver a Lochlan que se cernía sobre mí con una mirada feroz en sus ojos. Yo sonreí. —Hola. Sus ojos nunca abandonaron los míos. No había visto ese rostro desde que habíamos dejado a Gerry esa noche. Me ponía nerviosa ver a la bestia tan cerca de la superficie en una cafetería. Yo le aclaré: —Este es mi profesor, Dean Hamilton. Dean este es un amigo mío, Lochlan Barlow. Dean se levantó, ofreciendo una mano. Parecía como si fuera a llorar. Lochlan no me quitaba los ojos de encima. Miré detrás de él hacia Gerry que estaba en la caja. Él cogió las bebidas y se acercó de prisa. Yo le señalé. —Y este es el batería de Thin Ice, Gerry Ronson. Gerry este es mi profesor, Dean Hamilton. Gerry dejó los dos cafés y le estrechó la mano con rapidez. —Encantado de conocerte. Cogí la mano de Lochlan y la apreté. —¿Puedo hablar contigo fuera? —Sonreí a Dean y Gerry—. Disculpadme.

Gerry asintió, comprendiendo la incomodidad y puso una mano sobre el brazo de Dean. —Así que profesor, ¿eh? Arrastré a Lochlan hacia la puerta y le atraje hacia un callejón para encontrar un lugar tranquilo. No importaba donde fuéramos, él era Lochlan Barlow. La gente nos fotografiaba y nos miraba. Lo empujé detrás de un contenedor de basura y empecé a caminar durante unos segundos. Cuando le miré, él me miraba fijamente pero habló en voz baja, conteniendo su ira. —¿Qué ha sido eso? Creí que no salíamos con otras personas. Yo incliné la cabeza. —¿No has besado a ninguna chica o follado a alguna extraña? —Sus ojos se movieron nerviosamente por esa culpa de la que Dean había estado hablando. Asentí con la cabeza—. Me lo imaginaba. —Yo estaba temblando por dentro, pero mantenía la calma en el exterior—. Ese es mi profesor. He hecho lo imposible para asegurarme de mantener tu calma. Hago todo lo que puedo, para no hacer una escena por ti y tu reputación. ¿Tú no puedes tener la misma gentileza hacia mí? Él se inclinó sobre mí. —¿Te lo estás tirando? Una mirada atónita irrumpió en mi cara. —¿Me estás escuchando? Dio un paso hacia mí, obligándome a retroceder. Mi espalda quedó apoyada contra la construcción de ladrillo. Él se acercó más a mí.

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—¿Te lo estás tirando? 181

Mis labios temblaron. Asentí con la cabeza por despecho y odiando el modo en que me hizo sentir. —Sip. El cambio fue rápido. Su rostro se oscureció. Sus manos se elevaron con los puños cerrados. Yo lo empujé hacia atrás, como una idiota y volví a alejarme. Él me agarró del brazo y me dio la vuelta. —¿Por qué? ¿Por qué él y no yo? Él es tu profesor por el amor de Cristo. — Estaba temblando. Parecía un homicida. Él no estaba para juegos. Estaba demasiado enloquecido. Suspiré, viendo la mala elección que había tomado. —Él es gay, idiota. Te lo he dicho para fastidiarte, para que sepas cómo se siente al estar celoso e inseguro. Sé lo que has estado haciendo desde... antes de que... tú y yo. Sin embargo, lo divertido es que ya sabes lo que se siente. Evidentemente, él es gay, así que no es que vaya a conseguir nada, pero al menos ya sabes lo que se siente. Y eso me hace mezquina y rastrera pero feliz. —Me cubrí la cara con las manos, sacudiendo la cabeza. —Vi la forma en que él me miraba cuando nos encontramos. Parecía nervioso. Yo agité los brazos, gritando ante todos los espectadores. —¡IDIOTA, ÉL PIENSA QUE ERES BUENO! ¡COMO UNA SUPERESTRELLA! ¡LE GUSTAS TÚ, NO YO! ¡LE INTERESAN LOS BLOGS QUE TE SIGUEN! ¡ME ESTABA CONTANDO LO QUE HABÍA ALLÍ, ASÍ QUE JÓDETE!

Mi pecho subía y bajaba rápidamente. Me mordí el labio y traté de controlarme. Yo estaba acalorada y confundida, él me enloquecía y me descontrolaba. Lo fulminé con la mirada y señalé la cafetería. —Te garantizo que está consiguiendo el número de Gerry en estos momentos. Él es un gran fan. —Me tapé la boca temblorosa con mis manos y respiré hondo entre las palmas. Su cuerpo me envolvió. Odié su contacto. Lo empujé apartándolo de mí y me marché del callejón. Un hombre fotografió mi rostro lleno de lágrimas mientras me alejaba de la cafetería y me dirigí a casa. Yo estaba en el sofá comiendo un bote de helado de Ben y Jerry cuando él llegó a casa. Danny se había emparejado de por vida con la zorra rubia de Gabby y no estaba allí para defenderme. Yo sabía que hablaríamos de él, sin importar lo que pasara. Yo estaba preparada para él. Él parecía adorable llevando la preciosa mochila Coach de color rosa que me había dejado en la cafetería, pero no se lo agradecí. Él se acercó al sofá para ver lo que estaba haciendo. Dejó caer la mochila en el sofá, en mi lado del sofá. Él se echó a reír. —¿Me estás tomando el pelo? Le ignoré hasta que dio un paso hacia mí. Yo extendí mi mano. —Este es mi lado. Quédate en tu parte. De todos modos, todas tus cosas están allí. —Y así era. Sus vaqueros, latas de refresco, botellas de agua y envoltorios de comida fueron apartados a un lado de la habitación. Mi lado estaba impecable. El

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divisor era una línea gruesa y negra pintada en la pared y el suelo. Una cinta adhesiva trazaba la línea en el sofá. Él me miró. —Me estás volviendo loco. Yo era un tipo divertido antes de conocerte. Rara vez perdía mi encanto o me preocupaba lo que pensaban o hicieran las chicas. Tenía relaciones sexuales, bebía, cantaba y me gustaba mi vida. Me estás matando y enloqueciendo. Estoy haciendo cosas que le provocarían un ataque al corazón a mi instructor de control de la ira. Yo me encogí de hombros. —Entonces creo que estaremos chalados. Nadie sale cuerdo de este jodido apartamento. —No me importaba. Ya no más. Se había tirado a otras chicas, yo lo sabía. Prácticamente las podía oler en él. Él cruzó la línea. Salté del sofá, sosteniendo mi aerosol de pimienta hacia él. —Te lo dije, no me iré. Me quedaré aquí como tu jodida prisionera, pero quédate en tu maldito lado. Tus cosas están en ese lado de la habitación y las mías en este. Él dio un paso hacia mí, provocándome. —Pulverízame con el aerosol de pimienta. Me importa una mierda. La única jodida cosa que me importa en esta maldita habitación está en tu lado. Se sentó en el sofá, tiró de mí hacia él y me sentó en su regazo. Yo luché, pero me sujetó y susurró. —Lo siento. Negué con la cabeza.

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—No me importa. No me importa una mierda. 184

—Me disculpé con él. Dean parece realmente genial. Lo siento. Lo vi tan profesional y pulcro, igual que tú. Y tú estabas riendo tan animadamente y asumí lo peor. Él merece a alguien como tú, es profesional e inteligente, y yo no lo soy. Lo miré. —Sé que tú tienes tu Master en Administración de Empresas, así que no te hagas el tonto conmigo Muchachito Batería. Además, has estado tirándote a otras personas, así que no te puede importar si me tomo un café con mi profesor. Haré lo que quiera y con quien quiera. Sus ojos parpadearon de nuevo. —En primer lugar, te puntuaré por ser ingeniosa, pero yo soy el cantante no el batería. En segundo lugar, no he tenido relaciones sexuales desde que estamos juntos tú y yo. Me vi a mi misma en sus ojos y mi corazón lo creyó. Liberé uno de mis brazos y me burlé. —Veo la culpa. Él suspiró. —Yo estaba borracho y una chica me besó. La detuve. Lo siento. Alguien lo publicó en un blog y supongo que lo viste. Me sentí como una mierda. —Él bajó la mirada. Levanté su rostro, mirando fijamente sus ojos con ardiente odio. —Dijiste que me querías. Si me quisieras, no besarías a otras personas. Su mirada se mantuvo fiel y fuerte.

—Te quiero. Yo siempre te querré a ti. —Observé mi rostro en la oscuridad de sus pupilas y tragué las cosas venenosas que yo quería decir. Sus cejas se unieron—. Lo estoy intentando jodidamente, princesa. Lo estoy, te lo juro. Lo he intentado tan fuerte para demostrarte... para merecerte. Te lo juro. —Cerró los ojos y apoyó su frente contra la mía—. ¿Realmente te sientes como una prisionera? Negué con la cabeza. —No. Sin embargo, a veces es un poco como La Bella y la Bestia contigo. Tú estás tan loco y yo no sé qué hacer. —Levantó la mirada y me regaló su engreída sonrisa. Señalé su rostro con el dedo—. Llámame bestia, y estarás muerto. Se echó a reír fuertemente, acercándome a él. Olió mi cabello. Yo hice lo mismo en su cuello. Nos acurrucamos durante un momento, pero yo no podía soportarlo. Presioné el reproductor para ver mi programa. Necesitaba que hubiera alguien más en la habitación. Cogió el bote de mi mano y nos acurrucamos en el sofá, viendo Downton Abbey, mientras él se comía el resto de mi helado. —Este programa es una locura —murmuró tomando una gran cucharada. Yo señalé la pantalla. —Te has perdido algunas cosas picantes que han ocurrido unos diez minutos antes de que llegaras a casa. Un poco de romanticismo por la puerta de atrás. Él me dirigió una mirada. —¿Sexo anal? ¿Muestran eso en la BBC? Yo me reí. —No, como los amores clandestinos. Como a escondidas.

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Me eché a reír más fuerte cuando él tomó otra cucharada y se encogió de 186

hombros. —No importa. En el sur, por la puerta de atrás significa dar por el culo. Me tapé los oídos. —¡Puaaaj! Él sonrió y se animó, y se convirtió en el chico al que yo no podía resistirme, aunque él estuviera diciendo mierda obscena. *** Nos adaptamos de nuevo a la relación cómoda que nos gustaba. Yo no le dejaría quitar la pintura o la cinta, aunque él se negara a permanecer en su lado. Contra todo pronóstico, volvimos a ser las personas que éramos antes. Los que vivían juntos sin sexo y dramatismo. Él me enviaba más mensajes de texto. Me hacía feliz, muy feliz. Nos dejamos llevar por el mismo coqueteo de antes. Yo sabía que el sexo era inevitable. Estaba siendo dulce y se alojaba en el apartamento conmigo. Lo único que lo salvaba era que él viajaba mucho con la banda. Ellos se habían marchado a Detroit el día anterior para un concierto. Era su primer concierto televisado desde que había sido expulsado del programa. Miré mi teléfono para ver si él me había enviado un mensaje o no. La chica que estaba en la silla junto a mí me dio un codazo. —¿Tú y Lochlan Barlow seguís saliendo? Le dirigí una mirada confusa. —No.

Se inclinó hacia otra chica y le susurró mi respuesta. Miré a la chica y le sonreí. Era Lise la del bar. Ella me saludó con la mano. Yo le sonreí. ¿Cómo no me había dado cuenta de que ella estaba en mi clase? Tenía la cabeza en mi culo seguro. Después de clase caminamos juntas. —Así que no más chicos malos cantantes, ¿eh? Negué con la cabeza. —No. No deberíamos haber cruzado jamás los límites de compañeros de piso. Fue una estupidez. —No lo mencioné, actualmente estábamos a punto de tomar el mismo curso intensivo de antes. Ella hizo una mueca. —Caramba. —Da igual, ¿así que has estado en esta clase todo el tiempo? —¿Cómo no la había visto? Ella se echó a reír. —No. Me cambié para librar los viernes. Es la misma clase y rogué y supliqué para que me dejaran. Tenía que conseguir un trabajo y ahora trabajo los viernes, sábados y domingos. —Impresionante, ¿dónde? Ella resplandecía. —En el bar donde toca Thin Ice los viernes. Puedo hacer quinientos en propinas esos tres días.

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Me quedé boquiabierta. 188

—¡No me digas! Ella asintió con la cabeza. —¿Quieres un trabajo? Sé que Brian está buscando a alguien. Asentí con la cabeza. —Claro que sí. No tengo nada más después de las once los viernes, estoy libre desde el almuerzo. Ella sacó su móvil. —Llama a este número y pregunta por Brian y le dices que eres mi amiga. Miré el número y lo marqué en mi teléfono. —Gracias, Lise. Ella se encogió de hombros. —Las calientes estudiantes de abogacía tenemos que mantenernos unidas. Las demás parecen trolls. Me reí con ella, pero odiaba que me incluyera en su mentalidad de chica antipática. Brian estaba excitado, en realidad utilizó esa palabra, y yo podía empezar el viernes. Me senté en el sofá haciendo los deberes y viendo otro episodio de Downton Abbey cuando Danny entró y me miró. —¿No ves el concierto?

Miré el reloj y me encogí de hombros. 189

—Está grabado. —Yo había estado evitándolo. Sin cantar, él provocaba algo malo en mi auto-control. Añadirlo era como echar gasolina al fuego. Él cogió el mando a distancia y cambió al concierto. Obviamente, fue genial en la calle donde estaba el escenario. Pude ver la inhalación de Gerry cuando las cámaras llegaron a él. Mi piel se estremeció al escuchar la voz de Lochlan. Cuando la cámara se posó en él, mi corazón se saltó un par de latidos. No podía respirar. Él se balanceaba, como siempre. Sostenía el micrófono en la mano izquierda y levantaba la mano derecha en el aire. Llevó el ritmo dando golpecitos con el pie con la batería y se inclinó hacia la multitud. Señaló a alguien al frente haciendo un guiño y sonriendo. Me sentí mal, pero no podía apartar la mirada. Era mi propio desastre personal. Él terminó la canción y gritó por el micrófono. —Queremos daros las gracias a todos por recibirnos. Un gran agradecimiento a Boston y a la gente asombrosa que hay allí por ayudarnos a llegar a donde estamos. Y yo personalmente quiero mandarle un saludo a Dakota del Norte, ¡el estado que tiene mi corazón! ¡Buenas noches Detroit! La multitud estalló. —Él ahora dice esa cosa de Dakota del Norte cada noche —murmuró Danny. Asentí con la cabeza. —Excelente.

Lochlan saludó y bajó del escenario. La cámara se acercó a él. Los presentadores estaban hablando, pero yo sólo veía cómo sacaba su teléfono. «¿Estás pasando una buena noche?» Al instante recibí el mensaje, vi cómo lo enviaba. Sonreí cuando lo vi. «¡Sip!» Otra banda se acercó al escenario y la multitud se alteró de nuevo. «¡Tengo buenas noticias!» Yo sonreí. «¿Cuál?» «Voy a llamar, ¿está bien?» «Sip». Respondí al primer timbrazo. —Hola. Él se echó a reír. —Puedo escuchar el programa en el teléfono… ¿lo estás viendo? Inhalé profundamente, como si el oír su voz hiciera eso posible. —¿Erin? Abrí los ojos, sonriendo. —Sip. Habéis estado increíbles, como siempre.

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De pronto, donde él estaba se quedó en silencio. 191

—Nos han invitado a hacer un par de actuaciones nocturnas en la ciudad de Nueva York en noviembre, justo antes de Acción de Gracias. Me quedé con la boca abierta. —Oh, Dios mío. Enhorabuena. —Gracias. ¿Puedo verte la noche del viernes? ¿Te gustaría que saliéramos juntos como antes? ¿Tal vez ir a cenar? Me pasé las manos por el cabello. —No puedo. Tengo que trabajar. Su voz sonaba asustada. —¿Tienes un trabajo? —Sí. Mi amiga Lise me consiguió uno en ese bar que vosotros siempre tocáis los viernes. Empiezo allí este viernes. —Él no habló. Aparté el teléfono de mi cara comprobando la señal—. ¿Hola? Él parecía enfadado. —No puedes trabajar allí. Brian es un cerdo y trata de acostarse con todas las chicas que trabajan allí. Él es famoso por su entrevista de trabajo. Yo fruncí el ceño. —Ya tengo el trabajo. No necesito una entrevista. Y tú trabajas allí, ¿qué más te da? Su tono no mejoró.

—No puedes trabajar allí. 192

Yo suspiré. —Está bien, podemos hablar de ello cuando llegues a casa el viernes. —Odiaba estar en la cuerda floja con él por el bien de Thin Ice. Si tentaba a la suerte, él arrasaría una habitación de hotel o le daría una paliza a alguien. Sólo Dios lo sabía. —Llegaré a casa esta noche. Yo suspiré. —Tienes mierda por hacer. Deja de ser un grano en el culo. Qué tal esto, no trabajaré un turno hasta que hables con Brian y le garantices que voy a quedarme a trabajar y no a ligar. Él hizo otra pausa. —De acuerdo. Otro acuerdo. —Me preocupo por ti. Lamí mis labios. —Lo sé. —Yo sabía que él pensaba que lo estaba, pero parecía más como ser controlada y yo no quería nada de eso. —Te echo de menos, princesa. Asentí con la cabeza, aunque él no podía verme. —Lo sé. Yo también te echo de menos, bestia. Él se rió, pero fue amargo y triste.

—Quiero recuperarlo. Quiero que sea como era. 193

Yo suspiré. —Lo sé, yo también. —Supongo que no era el único que notaba la incomodidad. Escuché un grupo de personas en el fondo gritándole. Él cerró la puerta y susurró: —¿Tú crees que parece como que no podamos volver atrás porque se supone que debemos seguir adelante? No como pasar de página, ¿sino estar el uno con el otro? Yo quería gritar que sí, pero contuve la respiración hasta que pude mantener la calma, mi corazón estaba en juego no el suyo. —No. Creo que si alguna vez avanzáramos, sería en una situación diferente. En este momento, estoy bastante segura de que mi promedio de nota está recibiendo un duro golpe y tú tienes que centrarte en la banda. Ellos te necesitan y tú los necesitas a ellos. Él suspiró. —Lo sé. No es bueno para el negocio tener un cantante deprimido. Sé cómo funciona esto. —¿Está acosándote Gerry? Él se quedó en silencio durante un minuto. —¿Has hablado de mí con Gerry? ¿De cómo iba a dejar a la banda? Yo no quería decir que no, porque eso no era del todo cierto y yo nunca mentiría.

—Nunca le dije a nadie que ibas a dejar a la banda. No creo que sea posible. Eres un gran trabajador y una estrella. Creo en ti. —¿En serio? —Su voz sonaba sorprendida. Las lágrimas inundaron mis ojos y ni siquiera sabía por qué. —Sí. Desde luego que sí. —Tengo que irme. Estaba a punto de decir adiós cuando oí el tono del teléfono, como si hubiera perdido la llamada. Me quedé mirando el teléfono en blanco y luego me fui a la cama. Dormir era mejor que pensar constantemente en él. Pero mi sueño me traicionó. Soñé con él. Yo estaba en mitad del sueño cuando sentí que algo frío me estaba tocando y me desperté. Me di la vuelta casi saltando de la cama para coger mi aerosol de pimienta, pero me di cuenta de que era Lochlan. Su perfume y olor estaba en el aire a mí alrededor. —¿Qué estás haciendo? ¿Estás realmente aquí? Me dio un beso en la mejilla. —Si esto no está bien, iré a dormir con Danny en mi cama. Señalé la puerta. —Esto no está bien. Él rozó sus labios contra los míos, muy ligeramente, acariciando con la lengua mi labio superior. —Lo superarás.

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Yo me reí. 195

—¿Por qué estás en casa? —Él siempre ignoraba las partes que no quería oír. Me hizo rodar hasta ponerme de lado, de espaldas a él y se abrazó a mí. —Te lo dije, quería verte esta noche. Besó mi cuello y me atrajo hacia él con tanta fuerza, que estaba segura de que volveríamos a ser una sola persona. —¿Qué ha cambiado? —le pregunté a la oscuridad silenciosa. —No puedo vivir sin ti. No lo haré. Soy tuyo, en cuerpo y alma, y he terminado fingiendo que podemos ser amigos. Cerré los ojos y una lágrima rodó por mi mejilla. —Muy bien. Él inspiró una profunda bocanada de aire de mi cuello. —Anoche tuve un sueño. Yo estaba en el escenario y tuve una sensación horrible de que tú no estabas viéndome cantar. Me desperté y la habitación del hotel olía... como esterilizada o algo así. —Tomó otra larga aspiración de mi cabello—. Me di cuenta de que no se sentía como si estuviera inhalando hasta el final, a menos que tú seas parte del aire que estoy respirando. Me volví hacia él, presionando mi rostro lleno de lágrimas contra el suyo. Mis lágrimas se mezclaban con nuestro beso, pero no me importaba. —Sólo te necesito a ti —le susurré. Él deslizó mis pantalones cortos hacia abajo y luego los suyos. Me quité la camiseta. Mi calidez y su frescura se mezclaron como mis lágrimas y nuestro beso.

Nos aproximamos uno al otro, acariciándonos, pero yo estaba impaciente. Me metí debajo de él, forzándolo entre mis piernas. Me besó en la garganta mientras se presionaba contra mí. —Ya estás mojada. Yo asentí con la cabeza —Estaba soñando contigo cuando me despertaste. —Se impulsó dentro mí con fuerza, provocando un grito de mis labios. Él me llenó, su luz, su locura, su cuerpo, todo. Hasta sus propios demonios me hicieron sentir entera, como si me necesitaran. Envolví mis piernas alrededor de su cintura y le dejé hacerme sentir completa. El contacto y el empuje era lento y metódico. Cada movimiento tenía un propósito. —Te amo, princesa, con todo mi corazón —murmuró en mi oído mientras mordía mi lóbulo. Agarré sus hombros, tirando de él contra mí... dentro de mí más lejos. —Muérdeme más fuerte. Él gimió contra mi nuca. —¿Por qué? —Sus palabras eran jadeantes mientras su cuerpo entraba y salía de mí. Me aferré a él. —Quiero asegurarme de que estoy despierta, creo que estoy soñando todavía. —Él no sólo acababa de decir que me amaba. No hice caso de las palabras y dejé que todo fuera el sueño que había estado teniendo. Sentí que él negaba con la cabeza.

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—Si es un sueño, tampoco quiero despertarme. —Acepté en silencio. Quería que el nosotros estuviera bien en el apartamento. Yo quería la fantasía. La realidad era, que yo la había jodido de nuevo.

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Capítulo 10 Sencillamente Incorrecto

D

esperté con el olor del tocino. Sonreí y salí de la cama. Los pantalones de él y la camiseta estaban en el suelo. Me los puse y salí a trompicones de la habitación. Todavía tenía un nudo en el estómago.

No sabía lo que significaba, lo que éramos. Esto se sentía demasiado grande para tratar de resolverlo. Él había dicho que me amaba. Yo no quería pensar en eso. Me gustó el hecho de que había volado a casa para verme. Eso era en todo lo que iba a centrarme, eso y el tocino. Pero cuando llegué a la cocina, era Danny quién estaba friendo el tocino. Él me dirigió una sonrisa. —Alguien se volvió un poco chiflado con la limpieza esta mañana. Eché un vistazo a Lochlan limpiando la pintura del piso. Parecía molesto. Corrí hacia él. —Dije que no, eso se queda. Él se rió con amargura, ignorándome. —Princesa, recuérdame no hacerte enojar nunca de nuevo. En serio, esto es una locura, la ira reprimida. Si fueras más como yo, con brotes diarios de locura, no andarías tan loca. Le dirigí una mirada y me volví a la cocina.

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—Bien, límpialo, tonto. Tus brotes diarios de locura no son mejores, confía en mí. —Me senté en el taburete y cogí un trozo de tocino del plato, dónde estaba puesto sobre papel de cocina. Él se rió entre dientes detrás de mí. —Por lo menos cuando enloqueces, es un resultado respetable. Solté un bufido y mordí el tocino. Danny me miró. —Llamó papá. Fruncí el ceño. —Bien. —Él nos quiere en casa para Acción de Gracias o van a venir aquí, juntos. Me estremecí. —Caramba. —Nuestros padres juntos eran una pesadilla de proporciones épicas. Suspiré y tamborileé mis dedos grasientos en el mostrador—. ¿Así que a casa para Acción de Gracias y Navidad? —Yo no estaba segura de poder hacerlo. Odiaba volar, y no me gustaba cuando ellos lo hacían para pasar las fiestas como una familia. Era horrible. Dos vuelos en dos meses, sería definitivamente exagerado para mí. Él enarcó una ceja. —¿Lo llevarás a conocer a los viejos? —Él sonrió como si supiera que sería un desastre.

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Miré hacia atrás a Lochlan recogiendo la cinta adhesiva del sofá, y sonreí cuando maldijo y reunió los trozos de la cinta. Sus ojos se clavaron en los míos. Yo negué con la cabeza. —No lo creo. Lochlan me señaló: —Tú y yo no hemos terminado con la conversación que tenemos que tener por toda esta mierda. Me burlé y volví a mirar a Danny. —Está loco. Llevarlo a casa sería un desastre. No. Danny se encogió de hombros. —Es una pena, ya se lo pregunté. Cerré los ojos, como si sosteniéndolos cerrados refrenaran mi molestia. —¿Que hiciste qué? Se echó a reír, hablando en voz alta y guiñándole un ojo a Lochlan. —Sip. Él ya ha reservado los vuelos. Primero irá a Nueva York para pasar el martes y el miércoles, y luego se reunirá con nosotros en GrandForks la noche del miércoles. También reservó nuestros vuelos. Tragué saliva, volviendo la mirada hacia Lochlan. —¿Estás seguro de querer venir para Acción de Gracias? Tienes mucho que hacer durante esa semana. Él frunció el ceño.

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—¿No quieres que vaya? 201

Me encogí de hombros. —Es una especie de gran cosa, conocer a la familia de alguien. Acción de Gracias es todo un espectáculo en nuestra casa. Creo que tú y yo necesitamos ir más lento que eso. —Como nunca dejar el apartamento. Él parecía herido. —¿Cómo es que puedes decir mierdas como esa y ser yo el idiota en esta relación? Ni siquiera me gustaba oírlo decir relación. Se sentía demasiado grande, demasiado pronto. Suspiré y volví a mirar a Danny con la mirada de la muerte. Él me señaló: —No te enfades, Er. Él tiene razón. Es dulce contigo y tú eres siempre una idiota con él. —Gracias, Danny —gritó él desde la mancha de pintura. Me levanté de la barra y me fui a mi dormitorio. Habíamos pasado de partes separadas a acurrucarnos y al sexo, y ahora él iba a venir para Acción de Gracias. Yo deseaba eso, así. ¿Quería hacerlo bien? La puerta se abrió y él se apoyó en el marco. —Si no quieres que vaya, no lo haré. Lo pensé durante un segundo. —No quiero que vengas. Quiero ver dónde estamos, antes añadir a otras personas.

Él se encogió de hombros. 202

—Voy a ir. Me froté la cara, riendo. —¿Por qué eres tan difícil? Él se arrodilló en el borde de la cama. —Tú me quieres. Quieres estar conmigo, pero es como si sólo quisieras eso aquí, en el apartamento. ¿Por qué? Sostuve mis manos sobre mi cara. —Me aterro de ti ahí afuera. —Aparté mis manos y lo miré—. Tengo miedo de verte ser ese tipo. No quiero compartirlo con el mundo. Sólo quiero que sea mío. — Su rostro era estoico, así que continué—. Sé que es algo de egoísta de mierda decirlo, pero cuando yo era una niña y soñaba con la vida que tendría, no era esto. Algunas chicas sueñan con hombres famosos y cosas extravagantes. Yo soñaba con mi propio apartamento en Manhattan, zapatos elegantes y cosas que me compraba yo misma, una exitosa carrera como abogada en una firma en Nueva York, y un BMW. Siempre quise un BMW. Su mirada se ensombreció. —Te compraré un jodido BMW mañana. Pero no puedes elegir cómo van a resultar las cosas. Tienes que lidiar con los golpes y tratar de tomar la vida con calma. Yo enarqué una ceja. —Lo dice el tipo que le dio una paliza a la competencia, que estaba ganando en el programa, y consiguió que lo expulsaran por ello.

Los demonios ganaron la batalla de la oscuridad y de la luz en sus ojos. Se inclinó hacia mí. —Tú no sabes una mierda. —Se levantó y se fue. Me mordí el labio, presa del pánico y sin saber que decir o hacer. Lo había empujado demasiado lejos. El portazo de la puerta hizo que mis ojos se abrieran por completo. —Mierda. —Agarré mi teléfono y llamé a Gerry. —Hola, nena. Grité al teléfono: —LO HICE CABREAR TERRIBLEMENTE. ACABA DE IRSE. Él suspiró. —Maldita sea. Erin, estamos a dos semanas de las jodidas actuaciones de Late Night y After Hours. Dos semanas. Me levanté de la cama, me puse mis sandalias y agarré mi cartera. —Yo no soy su jodida niñera. Soy su... Soy... —Deja de joder con él. Jesucristo. Tú eres su novia o te vas. Eso es todo. Lo estás volviendo loco como una cabra. Él solía ser normal. Yo le grité en el teléfono: —¡JÓDETE, GERRY! ¡ES MÁS COMPLEJO QUE ESO! —Colgué el teléfono y salí corriendo del apartamento. Su coche había desaparecido. Corrí tan rápido como pude, hasta que vi un taxi. Le hice señas y me subí cuando se detuvo. Dije jadeando:

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—Rápido, a las paradas de camioneros. —Tragué aire. Él me dirigió una mirada confusa. Le indiqué—. Las casas de comidas en las áreas de descanso en los parques industriales. Ahora, por favor. Él me lanzó una loca mirada. Nos sumergimos durante una hora y las visitamos todas. Él no estaba en ninguna parte que pudiera encontrarlo y el viaje me costó doscientos dólares. No sabía dónde más buscarlo. Tamborileaba los dedos contra la ventana mientras él me dejaba en mi casa. —Gracias, Jim —dije, y salí. Él me saludó con la mano. —Buena suerte, Erin. Espero que lo encuentres. —Cerré la puerta y caminé hasta la puerta de casa. Jim gritó por la ventanilla abierta. —¿Tuviste en cuenta comprobar alguna página web de cotilleos? Rastrean celebridades. He visto que había algo sobre esa chica de Star Wars, como hace una semana. Ella estaba tomando café y ellos la fotografiaron. Incliné mi cabeza. —Clarooo, por supuesto. —Saqué mi teléfono y busqué en google. Ingresé en un sitio y al instante mi estómago se desplomó cuando vi las fotos. Había cientos de avistamientos. Lochlan besando chicas, firmando partes del cuerpo, fotografiándose en grupo, y tonteando con montones de chicas. Bajé mi teléfono—. Nop. Gracias de todos modos. —No quería encontrarlo. Marqué el número que no había marcado en años. —T & N, Tom al teléfono. Puse la llave en la puerta y entré.

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—Hola, Tom. Soy Erin Benson. Me pregunto si alguna vez surgió algo. 205

—Hola, Erin. Sí, pero Lochlan llamó y canceló la búsqueda. Incluso me dio cinco mil dólares para que no respondiera a tus correos electrónicos, incluso si rogabas para un apartamento. ¿Cómo disponía de tanto dinero? ¿Por qué no se compraba ropa más bonita, en vez de sobornar a los encargados de los alquileres? —Sí, bueno, él está chiflado. —Sacudí la cabeza mientras subía las escaleras—. Necesito uno. Sólo de un dormitorio, amueblado, no me importa dónde. Me gustaría cerca de la facultad, pero aceptaré lo que sea. —Se lo prometí, no puedo. Lo siento, Erin. —Sip. —Mi fuerte sip estaba de vuelta. Colgué el teléfono y entré en el apartamento. Fui directamente a mi habitación. No me preocuparía por nada de eso. Giré la llave y me acosté con mis libros. Tenía que estudiar. Lo necesitaba para tener éxito en mi carrera, de la misma manera que él lo tenía. Miré mi reloj y gruñí. —Mierda. —Tenía una clase. Corrí con mis libros, apenas lográndolo. Teníamos un orador invitado. Una señora con el pelo brillante y un rostro severo. Dean me observaba desde un lado de la habitación mientras ella hablaba. —Buenas tardes. Mi nombre es Donna King, yo trabajo para la oficina del fiscal del distrito. He sido fiscal durante quince años. —Ella tomó un sorbo de agua—. Al igual que muchos de ustedes, siempre he querido esto. Encuentro que los abogados son como los médicos; ellos querían eso desde una edad temprana y sin mirar atrás. La gestión del tiempo, la dedicación, las horas extraordinarias y las tendencias de adicción al trabajo, son muy similares en ambos grupos. —Se acercó a una mesa—. Estadísticamente hablando, trabajamos más horas y más duro que

los cirujanos. Nos dedicamos al trabajo, hasta el punto en que la mayor parte de nosotros nunca se casan o tienen hijos. —Sus ojos se posaron en Dean. Él sonrió ampliamente. La clase se echó a reír, pero había una tensión en todos nosotros. Ella estaba poniendo sobre la mesa el defecto en el trabajo que se convertiría en el defecto en nosotros. —Nunca tendré hijos, pero observo a los niños que he salvado de las calles o de la violencia doméstica, y veo eso como un papel importante. ¿Podría tener hijos y hacer este trabajo? Absolutamente, pero se necesita una clase especial de pareja. Es necesario el apoyo de una persona con un horario regular y un corazón comprensivo. Ella me había perdido. Todo lo que estaba sintiendo y pensando empeoró. La gruesa línea negra en el suelo todavía estaba allí en mi mente. Por un lado, sería por mí y por el otro sería de él. Permanecí sentada y a la deriva, hasta que ella terminó. Aplaudí, junto con todos los demás, pero yo estaba afligida. Escapé del aula antes de que Dean pudiera acorralarme. Gerry, sin duda, le había hablado de lo malo que yo había hecho. Caminé lentamente a casa para hacer los deberes. Por supuesto, terminé buscando más avistamientos. Sólo poner su nombre en Internet proporcionó un millón de respuestas. Él de compras con Danny en el centro comercial. Bebiendo un refresco con una chica de cabello oscuro, ofreciéndole una sonrisa por la que yo vendería mi alma. No había ni una sola imagen en la que estuviera haciendo algo incorrecto. Todo lo que hacía era normal, mierda de celebridad. Era yo. Él no era el problema. Él estaba persiguiendo su sueño, y yo estaba dispuesta a aplastarlo para hacerlo mío. Odiaba a la persona en que me estaba convirtiendo con él.

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Había algo malo en mí. Me estaba convirtiendo en algo así como mi exacosador con Lochlan. Comprendí la necesidad de Mitch por controlarme y tenerme con él. Era una adicción. Había utilizado el amor y la culpa de Lochlan como un arma. Lo había manipulado. No me reconocía. Hice mis maletas, necesitaba largarme antes de que él llegara a casa, odiándose por lo sea que hubiera hecho cuando estaba enfadado. Empaqué todo y me deslicé por la puerta de la sala de estar. Danny también se había ido. Arrastré mis maletas a la puerta y en el pasillo. Ni siquiera sabía a dónde iba. El hotel más cercano era el Sheraton. Iba a tener que ser mi nuevo hogar por un par de días, hasta que pudiera encontrar algo más. Le hice señas a un taxi y entré mientras él cargaba mis maletas. Conducía rápido, tal vez sintiendo la locura en mi interior. Le pagué y arrastré mis maletas hasta la puerta. El botones agarró mis cosas y las llevó dentro. Conseguí mi habitación y seguí a mi equipaje hasta el ascensor. Era como si con cada paso que daba, pedacitos de mí se desplomarán sobre el suelo brillante. En el momento en que entré en el ascensor, estaba completamente entumecida y totalmente vacía. Estaba cometiendo un error. Lo sabía. Estaba tomando el camino equivocado en la bifurcación. Estaba escogiendo el sencillo y protegiendo mi corazón. Lo lamentaría por el resto de mi vida. Lo sabía. El problema de elegir el camino seguro, era que la mente instantáneamente, quería hacerte ver todo lo que te habías perdido en el otro camino.

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La sonrisa de él destelló en mi mente mientras me sostenía a mí misma y me quedaba dormida, diciéndome que lo hacía por él, cuando realmente me estaba escogiendo a mi misma. Sencillamente yo.

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Capítulo 11 Buenas Noches Dakota del Norte

T

enía todo trazado para el proyecto. Asentí con la cabeza cuando vi como lo había razonado todo. Yo estaba de vuelta en la cima. Mis escritos de los agravios estaban hechos. Mi proyecto estaba completo.

Tenía mi debate sobre pantanos pulido y memorizado. Por supuesto, tuve que apagar mi teléfono, prohibir cualquier llamada que viniera hasta mi habitación, ignorar a mi propio hermano, y no ver ningún tipo de medio de comunicación para hacerlo. Me recosté y sonreí, cruzando los brazos sobre la bata y suspiré. Era una maravillosa especie de paz, estar lejos de él. Los golpes en la puerta, alejaron todo eso. —Erin, soy Gerry. Date prisa. —Miré hacia mi proyecto y luego a la puerta. El pánico en su voz me reclamaba. Corrí hacia la puerta y la abrí. Él parecía serio. —¿Estás bien? Asentí con la cabeza, confundida y asustada. —¿Es él? Él asintió con la cabeza.

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—Sí. Dios bendiga a tu hermano. Se lo llevó a casa en Dakota del Norte. Cancelamos las actuaciones de la semana. Mi mandíbula cayó. —¿Él hizo qué? Él asintió con la cabeza. —Es un santo, joder, lo juro. —Entró y cerró la puerta. Tragué saliva. —Oh, Dios mío. ¿Él lo llevó a casa? Gerry frunció el ceño. —Sé agradecida. Él estaba destrozado. Estaba tan enfadado contigo, pensé que iba a destruir la casa. Vino a mi casa, creo que esperaba que fueras allí. De todos modos, Danny llegó y fue maravilloso. Es un tipo increíble. La mitad de nuestro éxito es de Danny. Él mantiene tranquilo a Lochlan y asegura que se centre en la música, ¿sabes? Negué con la cabeza. —¿De qué estás hablando? Comió algo del chocolate de la envoltura sobre la encimera. —Estoy hablando de tu hermano. ¿Has estado consumiendo drogas o alcohol? Me tapé los ojos con las manos. —¿Mi Lochlan está en mi ciudad natal? —Negué con la cabeza—. Lochlan, ¿está en mi casa?

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Él se echó a reír. 211

—Tengo un vuelo reservado para que vayas a verlo, no te preocupes. Yo sé que de ninguna manera lo perderé. Me puse en cuclillas en el suelo, abrazándome a mí misma. —Oh, Dios mío. Está en Grand Forks, con Danny. ¿Sabes lo que significa esto? Él negó con la cabeza. Yo me tragué los ácidos del estómago. —Estará conociendo a mis padres y terminará ganándoselos, y cuando rompa con él, yo seré el monstruo. Nadie puede estar enojado con Loch. Nadie. —Me di una palmada en la frente—. Oh mierda, Danny. Eres un gilipollas. Me quité mi bata y me puse mi ropa. Gerry se sonrojó y se dio la vuelta. Me burlé. —Oh por favor, estamos en el mismo equipo. Él resopló y comenzó a meter mi ropa en mis maletas. —Tengo que entregar este proyecto antes de irnos. Sus mejillas se sonrojaron un rojo más profundo. —Puedo hacer que Dean lo recoja en mi casa, tiene una llave. Él incluso podría estar todavía allí. Me reí amargamente. —Por supuesto que sí. Dios, ¿dime que es aún más sexy bajo la ropa? Él me dirigió una pícara sonrisa. —Chica, ¡uf! —Se abanicó.

Asentí con la cabeza. 212

—Lo sabía. Me di cuenta. Él habló efusivamente: —Es tan dulce y lleva esos suéteres de profesor con los parches en los codos. Oh, Dios mío. Levanta pesas y corre y juega al tenis. Es tan atlético. Sus amigos son increíbles y divertidos. Son amantes de la cocina y les encanta el vino y la música. Ellos piensan que él es el afortunado. Él también lo cree. Cree que tiene suerte de estar conmigo. —Sonaba tan perplejo, me encantó. Asentí con la cabeza. —Él es el afortunado. Sus ojos brillaban. —Siento haberte gritado. Negué con la cabeza y salté a sus brazos. —Lo necesitaba. —Él me abrazó—. Tú y Dean sois iguales. Tú eres tan limpio y puritano, y no ves lo increíble que eres. —Él no puede vivir sin ti, Erin. No puede. Nadie puede vivir la vida de estrella todo el tiempo. Necesitan la otra mitad. —Yo quería estrangularlo. Quería que mi trabajo fuera lo más importante, pero ambos sabíamos la verdad. Salimos corriendo de la habitación hacia el coche, y luego fuimos a casa de Gerry para dejar mis cosas. Dean seguía allí. La única vez que no estaba teniendo un ataque de nervios, fue cuando Dean dio un beso de despedida a Gerry. Mi corazón se derritió cuando él pasó la mano por su mandíbula y lo acercó hacia él. Él cogió mis maletas y mi informe, y me despidió con su mano.

Gerry volvió a meterse en el coche, y me miró de reojo. 213

—Cállate. Yo dije efusivamente: —Oh, Dios mío, sois tan adorables. Él levantó una mano. —No quiero traer mala suerte a esto, ¿de acuerdo? ¡Así que para! Cerré la cremallera de mis labios y sonreí. Él rodó los ojos. Cuando llegamos al aeropuerto, corrimos tan rápido como pudimos para coger el vuelo. Incluso el viaje en el avión, no me impidió obsesionarme. Llegamos a una turbulencia y yo apenas pestañe ante eso. No hice mi numerito habitual de la bolsa de papel o cualquier otra cosa. Nada iba a interponerse en el camino de mis miedos desesperados. Por un lado había un corazón roto, y por el otro estaba la tierra estéril donde yo vivía, atrapada porque nunca me quedé con él. Yo nunca dejé que me amara o le di una oportunidad. Apenas habíamos aterrizado y yo ya estaba de pie. Quería tirar de la escotilla de emergencia y correr por la pista. Finalmente bajamos del avión, lo que se tradujo en mí corriendo tan rápido como pude, a través del aeropuerto. Gerry jadeaba detrás de mí cuando llegamos a la parada de taxis. Él se paseó, con las manos en las caderas, y, finalmente, después de un segundo, señaló. —Loch está allí. ¡uf...! Erin, soy delgado por naturaleza. Realmente no hago toda esta cosa de correr.

No hice caso de su lloriqueo sudoroso. Mis ojos siguieron su dedo puntiagudo. 214

Lochlan estaba rodeado por un grupo de chicas. Él no me vio. Él no se esperaba todo este jaleo en el aeropuerto al ir a recogerme. Estaba abrumado. Él pasó un papel a la chica que estaba dando saltos y levantó la vista. Dejó de hacer lo que estaba haciendo y se abrió paso a través de ellas. Lo siguieron pero él no les hizo caso. Caminó lo más rápido que pudo hacia mí, acogiéndome entre sus brazos. —Lo siento, me he retrasado. Negué con la cabeza. —No quiero hacer esto aquí. Él me sonrió. —Deja de hacer todo tan difícil. —Me besó en la mejilla y me dejó sobre mis pies. Me agarró la mano y le dio unas palmaditas en el hombro a Gerry—. Hola amigo. Gracias por conseguir que viniera aquí. —Mi estómago se hundió. Me había manipulado. Joder, de mi hermano… lo esperaba, ¿pero Gerry? Le dirigí una mirada diabólica, pero él fue atrapado por chicas que estaban gritando. Se abrió paso entre ellas, hasta que finalmente logró llegar a donde estábamos. Corrimos hacia la camioneta de mi papá. Lochlan saltó dentro, bloqueando las puertas a medida que nos metíamos. Él me sonrió. —¿Estás bien? Fruncí el ceño. —No lo sé.

Él se rió y palmeó mi pierna. 215

—Te acostumbraras a esto. —Él arrancó como alma que lleva el diablo. Yo estaba aplastada entre él y Gerry. Gerry me sonrió. Yo negué con la cabeza. —No lo puedo creer, me acaban de manipular. Lochlan se echó a reír. —Estabas actuando como una loca, tan enfadada y rara. Pensamos que esto era mejor que tú volviéndome loco y yo asesinando a alguien por el simple hecho de hacerlo. Me imaginé que estarías mejor en casa, más normal para los dos. Suspiré. —Tengo clases y empiezo a trabajar mañana. Él negó con la cabeza. —No, no lo harás. Llamé a Brian y le dije que si un solo bar en Boston incluso pensaba en contratarte, nosotros romperíamos el contrato. Mi ojo derecho comenzó a tener un tic. —¿Estás loco? ¿En serio acabas de tomar una decisión por mí, y sin preguntarme? —Negué con la cabeza—. Sabes que me sigo sintiendo mal por lo loca que he estado, pero no soy yo. Eres tú. Tú me estás volviendo loca. ¿Crees que fuiste el único normal antes de que nos conociéramos? Él pasó un brazo por mis hombros. Yo me quedé inmóvil hasta que estuviéramos en casa de mis padres. No quería que Gerry se sintiera más incómodo. Miré a Loch cuando giró por la carretera que iba hacia la casa. ¿Sabía el camino hasta la casa de mi padre?

Danny estaba en el jardín rastrillando las hojas, eso por lo menos calentó mi corazón. Hizo un gesto hacia mí, pero yo salté de la camioneta y me dirigí directamente a la parte trasera de la casa. Nuestro padre mantenía la casa como cuando éramos niños. Él trabajaba como abogado en la ciudad, pero nunca le molestó viajar. Le encantaba la sensación del campo, más que el costoso campo de golf donde vivíamos. Cada uno tenía generosos acres de patio trasero y casas de lujo. Mamá adoraba la limpieza de la ciudad. Le gustaban las líneas ordenadas y el pavimento. Cuando se divorciaron, ella se trasladó al centro en un condominio. Era agradable y limpio. Se pasó a una empresa de bienes raíces muy exitosa. Papá hizo todo el trabajo legal para ello... aun así. Fui directamente a los columpios y me senté en uno grande. Lochlan me siguió. Se puso detrás de mí y me dio un gran impulso. Habló solo lo suficientemente alto, para que los demás no pudieran escuchar desde el patio delantero. —Todo el mundo sabe que eres mi chica. No puedo exponerte al público, sobre todo en un pub como ese. Tengo que mantenerte a salvo de todo eso. No te quiero en medio de todo eso conmigo. Quiero que seas el hogar que tengo en el mundo real. Mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas. —Loch, esto comenzó tan normal y se complicó demasiado rápido. Tú no eres el hombre que pensé que eras. No sabía que estabas a punto de dispararte a la fama cuando te conocí. —Ya estaba allí cuando me conociste. Sigo siendo el chico que amas, Erin. — Rara vez decía mi nombre. Agarró el columpio, me detuvo y caminó hacia el frente. Se puso de rodillas entre las hojas—. Así es, yo sé que me amas. No lo dices, pero yo lo sé. Estaba cantando y te vi enamorándote de mí. La diferencia entre tú y las fans, es que tú conoces a la persona que soy. Tú lo has visto todo.

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Tragué saliva. 217

Él negó con la cabeza. —No tengas miedo, no voy a ser nunca Lochlan Barlow contigo. Yo siempre seré simplemente tu Loch. No pude verlo claramente a través de las lágrimas, agarré ambos lados de su rostro desaliñado. Él besó la palma de mi mano. —Te necesito. Te necesito conmigo para ser el triunfador, que quiero ser. Eres la música para mí. Mi labio temblaba. —Siento lo que te dije sobre el programa y lo de ser expulsado. Su rostro se acercó. Me besó en la mejilla. —Para de alejarme. Yo no voy a ir a ninguna parte. Y deja de huir. Sollocé y asentí. Él envolvió mis piernas alrededor de su cintura y me atrajo a sus brazos. Me levantó y me llevó a la parte trasera de la casa. Me sujetó contra la pared. —Te amo. Asentí con la cabeza, inclinándome para darle un beso. Sus labios no me rozaron suavemente como yo esperaba que lo hicieran. Ellos reclamaban. Me besó como si se estuviera muriendo de hambre por ello. Papá llamó desde la ventana por encima de nosotros, mientras yo estaba deslizando mis manos por la espalda bajo la camisa de Loch, probablemente asfixiándolo, pero no me importaba. Quería tocar su piel.

—Erin, entra en esta casa. 218

Miré hacia arriba sonriendo. —Hola, papá. —Él cerró de golpe la ventana.

Capítulo 12 La caza del puma

M

amá sirvió la ensalada de frutas en cuencos con helado. —James, ¿por qué insistes en guardar estos horribles

cuencos? Míralos. Este tiene manchas. —Ella sacudió la cabeza y pasó el postre.

Él le dedicó una sonrisa. —Uno de los beneficios de estar divorciado, Jane, es que no tengo que preocuparme por esas tonterías. Demonios, quizás ni siquiera lave los platos esta noche. Ella le lanzó una mirada y se sentó con su postre. Él sonrió. Yo fruncí el ceño y Danny ignoró eso lo mejor que pudo. Mamá le dirigió a Gerry una sonrisa socarrona. —Así que Gerry, ¿eres el batería? —Yo casi vomité. Él sonrió con dulzura. —Sí, señora Benson. Ella hizo girar su largo cabello castaño. —Jane, por favor. Entonces, hummm ¿eso debe de ser bastante entrenamiento?

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Danny le guiñó un ojo a él. 220

—Tiene manos fuertes. —Gerry se sonrojó y trató de tragar el bocado. Lochlan luchó contra su risa, fingiendo estar masticando, cuando yo sabía que él ya lo había hecho. Nadie masticaba la fruta y el helado tanto tiempo. Necesitaba terminarlo. Me incliné hacia mi madre. —Gerry está saliendo con mi profesor. Ella se rió como una jodida colegiala. —Oh, ¿te gustan las mujeres mayores, Gerry? Me atraganté. Danny tosió en su fruta. Loch le dio un golpe en la espalda, riendo a carcajadas. —El profesor de Erin es un hombre, señora Benson. Su rostro enrojeció. —Oh, guau. Bien por ti. Me estremecí y miré a Gerry. Él se echó a reír. —Gracias, tengo que admitir que él es un buen partido. Mi padre me dirigió una mirada inquisitiva. Negué con la cabeza. —Entonces, supongo que no vendremos para Acción de Gracias, ya que estamos aquí esta semana. Danny parecía como si fuera a llorar. —Mamá y papá vendrán a Boston. —Podría matarlo. Él empezó esto. Tenía que traer a Lochlan aquí para sacarme de mi escondite. Puta mierda. Tomé una

respiración profunda, bebí toda mi copa de vino y miré a mi padre con desesperación. Papá levantó las cejas. —Sabes que me encanta esa ciudad. Y realmente queremos ver a Thin Ice en vivo en un entorno pequeño e íntimo, antes de que sólo toquen en lugares como Madison Square Garden y The Fargodome. Gerry me lanzó una mirada. —Oh, Dios mío, me encanta Fargo. Sabía que tu acento me sonaba familiar. Suspiré. —Yo no tengo un acento. Él se rió. —¡Oh rayos! ¿Fargo está en Dakota del Norte? —Él se golpeó la cabeza con la mano—. Espera, ¿cuál era esa frase que siempre decían? —Sus ojos se abrieron de par en par—. ¿Qué diablos quieres decir? —Parecía que podría saltar sobre Danny—. Dilo. Danny soltó un bufido y lo hizo a la perfección. —¿Qué diablosquires decir?18 —Él sonrió y metió la última cucharada de helado en su boca. Me tapé los ojos. Papá lo hizo al instante. Habla de la película de Fargo en la cual se popularizó la ciudad de Dakota del Norte (Fargo) The heck do ya mean? Es la famosísima frase del personaje JERRY LUNDEGAARD. En vez de pronunciar ¿What the heck do you mean? ¿Qué diablos quieres decir? Lo dicen todo rápido sin el what y con ya en vez de you. The heckdoya mean? ¿Qué diablosquieres decir? 18

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—¿Qué diablosquires decir? 222

Asentí con la cabeza y miré a Lochlan. Él sonrió ampliamente. —Hay tantas cosas que se explican en una sola comida. —Le di un manotazo. Él cogió mi mano y la besó. Mi madre entró de lleno, al ver a papá y Danny llamando la atención. —Oh porrrr diosss. Gerry aplaudió y dio un saltito con su trasero en su asiento. Pero continuaron. —OhhhhMuuuuyyyBiennnn. Me estaba muriendo. Mi cara estaba quemando mis manos. —Errrrin, no seas tímidaaaaa. Hazzzzlooooo para tus amigos. Ohhhh porrrr diosssssssss no te avergüences. —Siiiiiiiiiiiiip. Me levanté de la mesa y me dirigí a la cocina con mi cuenco. —Ohhhhh, por supuesto, deja la mesa. Lo tiré en el fregadero y me apoyé en la encimera. Su calor me envolvía. —Es gracioso. Miré a mí alrededor para hacer frente a Loch. —No en Boston. No cuando la prensa aparezca y quiera entrevistarlos.

Él asintió con la cabeza. 223

—Tengo la impresión de que el motivo de tu preocupación de que me reúna con ellos en Acción de Gracias, no tiene nada que ver conmigo. Tragué saliva y le susurré: —Me siento mal, son mi familia, pero son un desastre total. Ella está saliendo con hombres más jóvenes todo el tiempo, y él está tratando de ser el hombre más joven. Él tomó mis manos entre las suyas. —Princesa, ellos viven en un campo de golf, tienen cosas de lujo, y se ven muy respetables. Si yo los viera en la calle, supondría que tienen un montón de dinero. Esta casa es muy costosa e impresionante. Confía en mí, cuando vengas a conocer a mis padres, ya verás algo de mierda para la cual tú tampoco estás preparada. Los tuyos están haciendo toda eso de la mediana edad... —Su cara se ensombreció—. Los míos no lo hacen. Mi estómago ardió. Él quería que yo los conociera. Era demasiado pronto. Ni siquiera podía imaginar cómo serían. Él estaba tan lleno de carisma. Una casa llena de gente que era increíble. Me imaginé a todos tocando instrumentos y cantando a coro. Tuve que detenerme antes de convertirlo en algo demasiado grande. Acallé mi cerebro y asentí. Yo podría hacer eso. Podría conocer a su familia. Podría hacerlo todo. Se sentía bien hacerlo. Levanté la vista y sonreí. —Les diremos a mis padres que no en Navidad e iremos a ver a tu familia. Él me dirigió una mirada atónita. —¿En serio? Yo asentí con la cabeza.

Su rostro se iluminó. Él me agarró la cara y me besó hasta que estuve mareada. 224

Todos nos sentamos en la sala de estar con cafés irlandeses cuando mi madre se fue. Loch sacó su guitarra y cantó para nosotros. Era como una actuación privada. El pie de Gerry nunca dejó de mantener el ritmo, y, finalmente, agarró un par de cucharas de madera y tamborileó, usando la orilla de la mesa y un vaso de agua. Fue increíble. A Papá parecía agradarles realmente. Él estaba asombrado. Creo que su crisis de la mediana edad le hizo querer ser amigo de ellos. La voz de Lochlan era increíble y suave en un espacio tan pequeño. El sonido grave estaba más presente. Yo lo amaba. Terminó la canción, y yo traté de ver más allá de las estrellas en mis ojos. Estaba agotada. —Me voy a la cama, ¿vienes? —le pregunté, dejando mi taza en la cocina. Él miró a mi padre y negó con la cabeza. —No, voy a dormir en una habitación de invitados. Los ojos de mi padre se abrieron. —Hijo, no seas loco. Somos liberales. Sé que tú estás comprometido con mi hija y ya vivís juntos. Lochlan sonrió y de repente su acento de Tennessee se puso tan espeso que parecía de un episodio de Duck Dynasty. —Señor, yo no vivo con ella de esa manera, ella no estaría de acuerdo. No quiero faltarle el respeto a su casa de esa manera. —Él me miró—. O a su hija. Puse los ojos en blanco. —Como quieras. Buenas noches.

Subí las escaleras hasta mi habitación. Se suponía que iba a ser el ático de la casa, pero cuando papá lo mandó construir, hizo que lo convirtieran en un gran piso. Todo era mío. Danny consiguió el sótano y yo el ático. Miré alrededor de la habitación, sonriendo. Mis fotos de bandas de música estaban todavía en el espejo. Arrastré un dedo por el polvo. En los últimos cinco años, se puso polvorienta lentamente y menos brillante. Mamá era limpia y ordenada, y un poco loca con su TOC19. Papá estaba ocupado. Ocupado significaba pizza congelada, señora de la limpieza una vez por semana, y televisión como compañero. El grado doce había sido un año duro con ellos divorciándose, pero había mejorado las cosas. No podía negarlo. Mamá se relajó, controlando el espacio que tenía y papá disfrutaba sentándose con una mano metida en su cinturón y en la otra una cerveza. Ella no lo estaba regañando, y eso los complacía a los dos. Me puse el pijama y me metí en mi cama. El aire fresco me hizo extrañar Boston. Me gustaba nuestro apartamento. Me gustaba eso de estar los dos solos, bueno y Danny. Pero él era más como una mascota. Me cubrí con las mantas, apagué la luz, y cerré los ojos. Cuando escuché sus pasos, sonreí. —Eres un perdedor. Él hizo un sonido que no reconocí. Abrí los ojos para ver un destello de algo a la luz de la luna. Era muy brillante, centelleaba. Fruncí el ceño. —¿Qué es eso?

19

TOC: Trastorno Obsesivo Compulsivo.

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Él susurró: 226

—Sé mía. Cerré los ojos. —¿Qué estás haciendo? ¿Me estás proponiendo matrimonio? Porque ya te dije lo que me hace sentir. Se subió a la cama junto a mí. —No. Lo haría, pero tu ex-novio ya se llevó el premio a la propuesta del mes. Esta es mi idea de una promesa. Sé que no te casarás conmigo, pero lleva esto y sé mía. El anillo era enorme. Negué con la cabeza. —No puedo aceptar algo así de ti. ¿Son diamantes? ¿Es la primera vez que tienes dinero? Él se echó a reír. —A veces eres tan mala persona. Son zafiros blancos, así que no digas alguna mierda, como: yo no puedo aceptar eso de ti, y esta es la primera vez que tienes dinero. Me reí suavemente. Levanté la vista hacia su cara. —Soy tuya. No necesito joyas para demostrarlo. Él encendió la luz y sacó el anillo de la caja de Tiffany. Me cogió la mano y lo deslizó en mi dedo anular, pero de la mano derecha. Lo miré y sonreí. La alianza era una nota musical que se envolvía alrededor de mi dedo. Era increíble y sorprendente. Levanté mi mirada. —Está bien. —Yo adoraba los zafiros blancos.

Sus ojos azules se iluminaron. Se acostó a mi lado, sin besarme. 227

—¿Por qué no duermes conmigo? Él me miró. —No me gusta hacer las cosas que avergonzarían a mi madre. Levanté una ceja. —Mentiroso. Él puso una cara condescendiente. —Quiero decir, las cosas que le cuento realmente. Estoy seguro de que no tiene deseos de enterarse de los actos al azar de.... lo que sea. Si alguna vez me pregunta si te falté al respeto... —Él me dirigió una mirada sincera—. Yo no le miento a mi madre. Ella es una santa. Sonreí y besé su nariz. —Eres tan raro. —Yo ya estaba tocando el anillo, rodándolo hacia adelante y hacia atrás. ¿Cómo conocía mi tamaño? ¿Cómo lo supo, yo habría dicho todo eso? ¿Cómo me conocía tan bien? Pensé en las cosas que había imaginado de él, no había muchas cosas de las que estuviera segura. Por supuesto, yo era previsible y él era caótico, eso no me ayudaba—. Creo que estás siendo dramático. Hemos tenido sexo y ninguno de nosotros es inocente de nada. —Sostuve mi mano en alto—. Y me diste un anillo. Me besó en la mejilla. —Tengo que hacerte una pregunta seria. Esperé mientras una sonrisa bailaba en sus labios.

—¿En serio hay algo que se llama Fargodome? 228

Me reí y le di una palmada. —Apestas. Para con el odio a Fargo. Esa película ganó una gran cantidad de premios. Estaba bien hecha, y sí, hablamos de forma graciosa si relajamos nuestro control en el acento. Él rodó hasta ponerse de lado. —Sólo dilo. Di; oh porrrr diossss o siiiiiiiiip, o ¿Qué diablosquires decir?, o Ohhhh síiiiiiiiiiii. Dilo. Levanté una ceja. —¿Qué me das a cambio? Su mirada derritió mi corazón. —Te he entregado mi corazón, un anillo, mi lealtad, y creo que incluso tienes mi alma. ¿Qué más quieres? Yo me lamí los labios. Él asintió con la cabeza. —Está bien. Haré que valga la pena. Pensando en esto por un segundo, asentí con la cabeza y le ofrecí mi mano. Él la estrechó y la besó suavemente. Me aclaré la garganta y le dirigí una mirada malvada. Él sonrió. Yo suspiré y solté todo el asunto de una vez. —Ohhhh porrrrr Diossssss, Marge. ¿Estás bieeeenn? Ohhh síiiiiiiii, yo tambiéeeeeen. ¿Qué diablosquires decir?

Él se echó a reír con fuerza, silencioso pero fuerte. Negó con la cabeza. 229

—Brillante. No sabía que lo tenías en ti. —Yo tampoco. —Puse los ojos en blanco y apagué la luz—. Mi pago, señor. Él encendió la luz. —Quiero verte. Hice el sonido que hago a su alrededor. —Nada de luces. —Cerré los ojos, pero él me mordió el brazo. Yo jadeé—. Ay. Él me dirigió una mirada. —Miras lo que hago o no hay trato. Le rogué con mis ojos. —No. Eso no era parte del trato. Puso una sonrisa maliciosa. —A mi manera o de ninguna manera. —Yo ya me había humillado frente a él, ¿por qué iba a ser esto diferente? Asentí con la cabeza antes de que tuviera alguna noción loca por irse. Él me bajó los bóxers, besando mi pantorrilla y masajeando mi pierna, mientras se abría camino hasta mi muslo. Aspiré cuando besó la parte superior de mi muslo. Pasó su lengua por mi raja, lamiendo todo el camino hacia arriba. Agarré las sábanas, obligándome a mirar hacia abajo. Estaba caliente, observando la mirada apasionada en sus ojos, pero era mucho más caliente ver su lengua moviéndose rápidamente sobre mí.

Él se echó hacia atrás y me besó en la otra pierna. Se tomó su tiempo, besando y lamiendo hasta que su lengua estuvo de vuelta entre mis piernas. Él tenía una mirada diabólica en su rostro cuando introdujo su dedo en mi interior. —¿Quieres esto, princesa? —Yo estaba teniendo un momento difícil tomando una respiración completa. Asentí con la cabeza. Él estaba arrastrando lentamente su dedo dentro y fuera de mí. Era tan lento, traté de empujar contra él, follando el dedo yo misma. Él sacudió la cabeza—. ¿Qué debo hacer ahora? —Sentí el horror en mi cara. Arrastró el dedo lentamente, dolorosamente lento—. Dime lo que debo hacer o me detengo. —Más rápido —me las arreglé para decir. Él inclinó la cabeza. —Más rápido, ¿cómo? ¿Un dedo o dos? —Introdujo un segundo dedo. Gemí: —Dos. Su engreída sonrisa se elevó. —¿Quieres que te folle así? —Sus dedos empujaron más rápido. Di un grito ahogado, pero luego cambió de movimiento—. ¿O quieres que masajee el punto G? Mis ojos empezaron a cerrarse. —Punto G. Pasó la mano libre hasta mi torso, levantando mi camiseta y liberando mis pechos. Se deslizó a mi lado y empezó a chuparlos, también lentamente. Mordió mi pezón suavemente, tirando de él. Mirarlo ya no era incómodo, era hermoso. Sus

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labios perfectos alrededor de mi pezón, besando y chupando, me puso caliente. Él sonrió. —¿Qué te está poniendo tan mojada? ¿Lo que ves o lo que sientes? Me mordí el labio. Él detuvo todo y me miró expectante. Gruñí: —Todo. —¿Te gusta mirar? Asentí con la cabeza. Fue una mentira piadosa, no me gustaba, pero me encendía. Negó con la cabeza. —No puedo oírte. Tragué saliva. —Me gusta mirar. —Mis palabras eran débiles, desesperadas. Se sentó de nuevo, metiendo una mano debajo de mí, inclinando mi ángulo de visión, agarrando una parte de mi culo. Metió los dedos rápidamente de nuevo, pero mantuvo el movimiento que estaba haciendo. Mis ojos se cerraron, no hubo necesidad de abrirlos. Él me folló, hasta que perdí el control y me corrí para él. Frotó su pulgar sobre mi clítoris mientras se liberaba la presión. Me sujeté a su alrededor, retorciéndome y tratando desesperadamente de no gritar. Mi respiración entrecortada fue interrumpida por sus labios. Él deslizó su lengua en mi boca, sacando sus dedos mientras mi orgasmo terminaba. Me besó, capturando mi aliento. Sus labios jugaron con los míos, mientras jugueteaba conmigo pellizcándome y mordisqueándome.

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Yo le susurré a un lado de su cara mientras él besaba mis mejillas: 232

—Quiero que me folles, Loch. Negó con la cabeza. Abrí los ojos. —Te quiero dentro de mí. —Supliqué con mis ojos. Él me dirigió una mirada. —No. Eso no es negociable. Lo empujé dejándolo sobre su espalda y me subí sobre su polla. Me moví un poco, empujando mi humedad contra sus ásperos pantalones vaqueros. Él apretó la mandíbula. —Jódete, Erin. Le sonreí y antes de perder los nervios le dije: —En todo caso voy a joderte a ti. Él se rió, algo así como lo haría el chico malo de una película. Era oscuro y siniestro. Deslicé su camiseta de la forma en que él lo había hecho con la mía, por lo que sólo se mostraba su boca. Su nariz y sus ojos estaban cubiertos por la camiseta por encima de su cabeza. Me incliné hacia delante y chupé su labio inferior, mordiéndolo. Rastrillé mis uñas por su pecho tatuado y dejé caer mi boca sobre el piercing barra en su pezón. Lo moví rápidamente con mi lengua mientras mis manos fueron a su cinturón. Deshacerme de sus pantalones era difícil, estando encima de él y manteniéndolo presionado. Él estaba tratando de luchar con su camiseta.

—La broma se acabó. Esto es exactamente lo que quiero, pero, vamos, no aquí. Se lo prometí a tu padre, nena. Me bajé de encima de él, cogí un par de bufandas del estante en la pared y salté de nuevo sobre él, justo cuando él estaba apartándose la camiseta y me dirigió una mirada malvada. Empujé su cabeza hacia atrás y envolví una bufanda alrededor de su muñeca. —Oh, quieres jugar este juego ¿verdad? —Una sonrisa oscura cruzó sus labios. Trató de apartarme con la otra mano, pero empujé sus brazos hacia abajo con mis piernas. Mi coño desnudo estaba cerca de su rostro. No estaba segura de cómo me sentía por eso. Bueno, yo estaba segura, pero no me estaba permitiendo pensar acerca de eso, o lo que yo quería hacer al respecto. Enrollé la bufanda al poste de la cama y agarré la otra. Arrastré su mano y la até al otro poste. Él ya no estaba luchando. Su respiración era irregular y los latidos de su corazón eran salvajes. Me senté y le observé, mi prisionero. Me sonreí a mí misma, pero entonces no supe qué hacer a continuación. Retorcí mis labios y volví a mirar la enorme erección que lucía. Me levanté y le quité los pantalones y los calcetines. Le bajé los bóxers y lo miré. Deslicé mis manos por sus muslos, clavándolas fuertemente. Él era suave conmigo, tal vez demasiado suave. Yo no iba a serlo. Rastrillé mis uñas hasta la cara interna de su muslo y agarré su piel. Él inhaló. Besé su muslo, junto a sus bolas. Yo no tenía ninguna charla obscena, así que tenía que trabajar más duro que él. Su forma de cantar y hablar sucio era la mitad del orgasmo para mí.

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Succioné una de sus bolas en mi boca. Se quedó sin aliento de nuevo, haciéndome sonreír. Besé al lado de su polla, deslizando mi lengua a lo largo del eje. Él estaba retorciéndose. —Ponla en tu boca. Como por instinto tironeé de su piercing en el pezón. Él gimió. Lo hice callar con una risita. Besé su vientre justo donde estaba la parte superior de su pene. Trató de empujar para hacer que se moviera hacia mi boca, pero me moví de nuevo. Arrastré mi lengua por el otro lado de su polla. Había visto pornografía, tenía alguna idea de qué hacer. Había dado una mamada antes, pero no a alguien como él. Me senté entre sus piernas y agarré su erección. Era sólida y gruesa. Me incliné hacia delante y lamí la parte superior. Él se sacudió. Agarré su piercing de nuevo. —Quédate quieto, maldita sea. Él sonrió. —Mámala. Me eché a reír. Me gustó el tono de su voz y lo que decía. Me incliné más hacia adelante y puse la cabeza de su polla en mi boca. Pasé mi lengua por toda su longitud, humedeciéndola. Él gemía y empujaba por su cuenta cuando lo tuve en mi boca. Pude tragar la mitad. No era una estrella porno, sólo una Googleadora porno. Lamí hacia arriba, reduciendo el movimiento y lo puse mi boca otra vez, tanto como pude. Le acaricié la parte que no podía caber en mi boca. Él estaba cogiendo el ritmo y pude sentir su polla empezar a tensarse de una manera sospechosa. Me detuve un instante. Él trató de empujarla hacia mí. —Erin, me estás matando. Vamos. Acaba conmigo, nena.

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Me senté allí con mis manos en sus muslos y una idea malévola en mi mente. ¿Quién diría que yo era tan pervertida? Gateé por su cuerpo y me senté sobre su polla. Su respiración se detuvo. Luchó con las bufandas y la venda en los ojos. —No hagas eso. Giré mis caderas, deslizando mi coño húmedo de arriba abajo por su dura polla. Él negó con la cabeza. —Di mi palabra. Me incliné hacia delante y sostuve con fuerza su polla. —A la mierda tu palabra. Tú mismo te entregaste a mí. Así que tu palabra sólo me importa a mí. —Posicioné su polla y me deslicé por el eje. Gemí mientras él llenaba todo el espacio que había, e incluso hizo un poco más de espacio. Me levanté y volví a sentarme. Su boca estaba completamente floja, como si estuviera congelado en estado de shock. Podría haber aplaudido con mis manos, aturdida por el control que tenía sobre él. Era grande y fuerte, y sin embargo, allí estaba, bajo mi control. Lo monté lentamente, como él había hecho conmigo. Me elevé directo sobre la cabeza de su polla y me hundí nuevamente. Mi respiración estaba empezando a volverse loca. Gemí y giré aún más mis caderas. Me incliné hacia delante pegando un pezón en su boca. El chupaba y yo lo follaba. Él aceleró la lamida y la succión, y de alguna manera hizo que me moviera más rápido. Estaba a punto de alcanzar el orgasmo por segunda vez, pero me contuve. Me senté allí, palpitando en su eje. Tomé una decisión difícil. Me deslicé hacia arriba lentamente y dejé que su erección se encontrara de nuevo sobre su vientre, cubierto por mí. Él sacudió la cabeza y trató de librarse de las bufandas. Me incliné y besé sus labios.

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—Tu palabra está intacta, señor. 236

Él me espetó: —Voy a follarte muy duro. Sonreí contra su cara. —No creo que lo hagas. —Pasé mis dedos por su pecho, trazando sus tatuajes y riendo en voz baja. Él demostró su fuerza y rompió un poco una de las bufandas. Vi lo roja que estaba su mano por la sangre acumulada allí y quería ayudarle a liberarse, pero no lo hice. Me senté de nuevo sobre su erección que descansaba entre mis húmedos labios y reí con nerviosismo, mientras él luchaba con todo. La camiseta le dificultaba mover los brazos, y las bufandas no eran fáciles de romper. En un fuerte tirón liberó una mano. Se sacó la camiseta de la cabeza, sus ojos estaban negros como la noche. Arrancó la segunda bufanda a jirones y gruñó. Mi corazón latía con fuerza. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo besé con todas mis fuerzas. Él se incorporó, agarró mis caderas y me posicionó para volver a entrar. Se impulsó con fuerza hacia dentro, agarrando mis caderas y obligándome a montarlo. Sus embestidas eran bruscas y furiosas. El sexo era colérico. Me incliné hacia atrás y él me empujó sobre mi espalda. Se impulsó dentro de mí, hundiéndose profundamente y con fuerza. Ubicó su cara en mi cuello y gimió entre mi cabello cuando se corrió. Al instante cogió mi mano y la metió entre mis piernas. —Termina tú misma conmigo dentro de ti. Asentí con la cabeza. Yo estaba salvajemente al borde del orgasmo. Empecé, rápido e intenso, no necesitaba insistir. No tuve que frotar mucho tiempo, cuando

me contraje sobre su dureza. Cuando llegué, él me dio unas cuantas estocadas. Cerré los ojos y sonreí. —También vas a dormir aquí. Él se apretó con suavidad en mi cuello. —Sí, señora. Casi me corrí de nuevo cuando dijo eso. Descansamos allí un momento, envolviéndonos mutuamente y totalmente sudados. Él me besó el costado de mi cabeza. —Lo sabía. Joder, lo sabía. Le dirigí una mirada confusa. —¿Qué? Él se rió. —Casi te sentaste en mi cara, que por cierto, no lo dudes la próxima vez, me encanta. Me ataste, tironeaste de mi piercing, me provocaste hasta la inconsciencia y me obligaste a que te follara. Negué con la cabeza. —No quiero hablar de ello. Él se rió. —No eres una chica buena, y sólo quiero destacarlo para que conste, Su Señoría, que lo dije desde el principio. No eres una chica buena, sino una chica traviesa.

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Me eché a reír y me sonrojé. 238

—Vamos a tomar una ducha, y puedo decirte todas las cosas que no hiciste tan bien como Los Hermanos Del Condado De Claire. —Agarré su mano y lo arrastré hacia mi baño. —Yo dejaría que esos hermanos te follaran, sólo para ver hacerlo mejor que eso. Eso fue algo de sexo caliente. Lo miré dudosamente. Él vaciló. —Está bien, yo mataría a cualquiera que hablara contigo, pero tú lo entendiste. Esos aburridos Hermanos de Claire no me llegan ni a los talones. —Él observó mi baño—. ¿En serio? Abrí la ducha. —¿Qué? —¿Tu propio cuarto de baño completo? Sonreí. —Oye, soy una princesa, ¿recuerdas? Él soltó un bufido. —También supe eso de ti, en el momento en que te vi gritando y agitando ese aerosol hacia mí.

Capítulo 13 Vida Nocturna

E

l bar estaba lleno. Le fruncí el ceño a Danny. —Yo quería ir a Stormy’s Sledsters. Puso los ojos en blanco.

—Big D's es mucho más divertido. —¿Qué es un sledster? —Lochlan se inclinó y me susurró al oído. Me eché a reír y le dirigí una mirada divertida. —Los deportes de invierno son algo importante por aquí. Tenemos un montón de entusiastas de motos para la nieve. Los llamamos slutters20, en lugar de sledders21 pero ya tienes la idea general. Ellos se quitan los anillos, y son solteros durante el fin de semana. Él se rió. —Es como Las Vegas para los tipos a los que les gustan los deportes de invierno. Tienes universitarias y hombres cachondos con dinero en efectivo. Asentí con la cabeza. Slutters: Mujeres que tienen relaciones sexuales con cualquier hombre que encuentran. (Puta. Zorra. Perra) 21 Sledders: Conductores de trineos. (Motos para la Nieve) 20

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—Sí, pero menos como Las Vegas de lo que te imaginas. 240

Él resopló. —Puedo ver eso. El bar era agradable, para ser Grand Forks. Había estado en Big D's en Fargo y fue lo mismo. Nos sentamos en la cabina y comimos las patatas fritas de Danny. Él me frunció el ceño. Retiré mi mano antes de que él la apuñalara. Gerry me dirigió una mirada de preocupación. —Entonces, ¿debería tener miedo? Aquí se siente un poco como en Deliverance22. Hice una mueca y le lancé una mirada a Danny. Danny se encogió de hombros. —Probablemente. Gerry no parecía divertido. Me reí. —Pareces el único chico gay aquí, eres como una mina de oro. El camarero se acercó con una foto. —Tienes que firmarme esto, por favor. Casi me da un ataque desde el otro lado de la barra, cuando vi que erais vosotros. Yo indiqué: —Te dije que sabrían quién eres.

Deliverance: es una película de 1972 sobre 4 personas de la ciudad que van en un viaje de pesca en el campo y están aterrorizados por unos locos locales. 22

Lochlan suspiró y la firmó, deslizándola hacia Gerry. 241

—Mira amigo, sólo estamos tratando de tener una noche tranquila. Le guiñó un ojo. —Seré una tumba. No voy a decir una mierda. Gracias chicos, soy un gran fan. Conduje todo el camino hasta Boston para veros actuar, dos veces. —Él estaba radiante. Gerry sonrió. —Gracias amigo. Agradecemos el apoyo. El camarero parecía que estaba a punto de abrazarlos, pero se dio la vuelta y cogiendo la foto de la banda se dirigió de nuevo hacia la barra. La clavó en la pared. Me reí y asentí. Ellos nunca se dieron cuenta de lo que él estaba haciendo. Danny tamborileó los dedos sobre la mesa de madera. —Así que estaba pensando que tal vez, si hacemos un par de conciertos benéficos para empezar con la humilde onda U2, la gente tendría esa impresión de ti. Podría ayudar a superar la expulsión de Loch del programa. Ya sabes, los chicos malos del rock and roll están como pasados de moda. Las chicas piensan que es sexy cuando el cantante tiene un perrito y abraza a su abuela, ¿sabes? Yo estaba perdida. Danny nunca había dicho algo así de inteligente. Lochlan le sonrió a Gerry. —Tenemos un batería gay que está totalmente cómodo con su sexualidad, estamos bien. Gerry se rió.

—Idiota. No voy a ser el niño del cartel para los músicos gays; Elton John tiene eso acaparado. Danny les dirigió a ambos una mirada seria. —Lo digo en serio. Todos tenéis que decidir en qué dirección queréis que vaya esto. Lenny, Vic y yo estábamos hablando de ello. Quiero mantener este tipo positivo de percepción pública. Yo señalé: —¿Estás trabajando para ellos? Danny sonrió. —Sí. —Lo dijo como si fuera obvio, y yo debiera haberlo sabido. Miré a Lochlan. Él se encogió de hombros. —Él tenía razón sobre las pausas dramáticas. La intensidad de la actuación se elevó. Las luces sobre la multitud sólo… tiene buenas ideas. Gerry le dio un ligero codazo a su puesto. —Y es guapo. Danny se sonrojó. —En cualquier caso, preferís el SIDA o los niños de África, los huérfanos de Rumania, ¿o qué? Lochlan suspiró. —¿Por qué no deciden Vic y Lenny? Ellos comenzaron Thin Ice. Gerry también parecía confundido.

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Danny tamborileó los dedos sobre la mesa. 243

—Lenny tiene esposa e hijos. Quiere permanecer seriamente alejado de todo esto. Él nunca empezó la banda y nunca se sintió cómodo con el papel de líder. Ese era el trabajo de Harris y ellos no lo quieren. Gerry asintió con la cabeza. —Es algo que normalmente el líder controlaría. —¿Qué pasa con Vic? Gerry miró a Lochlan y sacudió la cabeza. —Él nunca quiso esto. Le gustaba que fuera una pequeña banda de Boston. Está empezando una empresa y dejará la banda. Él iba a decírtelo todo cuando volviéramos. Me escribió un mail ayer. Es demasiado. Lochlan parecía molesto. —¿Es por mí? Gerry negó con la cabeza. —De ninguna manera, amigo. Has sido lo mejor que le ha pasado a Thin Ice. Mike y yo queremos que esto sea grande. Te cazamos por una razón. Si tenemos que acabar contratando a un teclista y un guitarrista, entonces que así sea. De todos modos, un batería, un cantante, un bajo y una guitarra son lo más importante. Lochlan parecía estresado. Mi interés finalizó. Tomé un sorbo de mi copa de vino tinto y miré alrededor del bar. Una chica me saludó desde el otro lado de la pista de baile. Sonreí y empujé a Lochlan. —Déjame salir.

Pareció confundido, pero se hizo a un lado. Besé su mejilla. 244

—Volveré en un minuto. —El hablar de trabajo era aburrido, y de alguna manera me sentía como que podría ser la culpable. Lochlan había estado de mal humor desde que me había conocido. Empujé eso a la parte posterior de mi mente y caminé hasta la chica al otro lado del bar. —Hola Serena. Ella había sido mi compañera de habitación en los meses en que estuve en la residencia. Ella era una de esas chicas de hoy en día, popular y un poco mezquina. Había estado enamorada de mi hermano, gracias a Dios. Lo que me ganó un lugar en su mundo. Nunca había tenido que preocuparme por ser intimidada o torturada. Yo era amiga de Serena. Envolví mis brazos a su alrededor. Parecía más delgada que antes. —¿Cómo estás? —Sonrió. Me encogí de hombros. —Bien. En la Facultad de Derecho de Boston. ¿Cómo te van las cosas? Miró alrededor del bar. —Como siempre. Soy la directora de proyecto de una empresa de construcción. —Supuse que era la de su padre, pero no lo dije. —Eso es grandioso. Ella inclinó la cabeza. —Nunca había visto que te dejaras el cabello rizado de esta manera. Siempre tuviste un aspecto elegante.

Agarré un rizo. 245

—Oh, sí. —Soné como si fuera de Dakota del Norte. Me aclaré la garganta—. A mi novio le gusta rizado. Ella echó un vistazo a la mesa de chicos guapos que yo acababa de dejar. —¿Es ese tú novio? Asentí con la cabeza. —Sí. —Se parece al chico del programa America’s Most Talented Stars. Me reí. —Síp. —¿Así que te dice cómo llevar el cabello? —Era una putada decir eso y mi rostro la hizo dar marcha atrás—. Me refiero a que es raro. Siempre fuiste tan fuerte y no te importaba lo que pensaba la gente. Eras independiente y libre. Siempre pensé que eso era genial. —Ella usó el término como si esa parte de mí ya no existiera. Asentí con la cabeza. —Todavía lo soy. Su bello rostro se puso serio. —¿Cómo está Danny? —Yo estaba agradecida por el cambio de tema. Quería decir impresionante, y que él acababa de encontrar su trabajo soñado, y que estaba feliz como nunca lo había estado. En cambio me encogí de hombros.

—Ya conoces a Danny. 246

Sus ojos se perdieron en sus pensamientos durante un segundo. —Sí, lo sé. —Abandonó la rutina de chica buena y se convirtió en la rubia y bronceada reina de la mezquindad—. Así que la Facultad de Derecho. Ese siempre fue el sueño, ¿verdad? —Su tono era de superioridad. Lo ignoré. —Sí, lo fue. Estoy muy emocionada. Ella sonrió. —Me alegro por ti. —Gracias. Yo también me alegro por ti. Sus brillantes labios quedaron congelados en su falsa sonrisa. —Es fantástico que a las dos nos esté yendo tan bien. —Atrapé su mirada viajando a la mesa otra vez—. Dile hola a Danny por mí. —Lo haré. En fin, tengo que ir al baño. Me alegré de verte. Ella sonrió. —Sí, igualmente. —La abracé de nuevo y se alejó—. Hasta luego. —Ella saludó con la mano. Una canción pop comenzó a sonar muy fuertemente. Ya eran las once, la hora del baile mágico. Las luces se apagaron mientras la pista de baile empezó a llenarse. Caminé hacia el baño, zigzagueando entre la multitud. El cuarto de baño estaba casi vacío. Me lavé las manos y me miré a mí misma. Me veía diferente. Me sentía diferente. La forma en la que había soltado lo de la Facultad de Derecho se sentía falsa, al igual que lo que quise decir sobre lo que era

Lochlan. Quería que ella supiera que yo estaba saliendo con él. Fue por razones mezquinas. Las otras chicas habían seguido en grupo. Yo nunca había tenido un grupo. Nunca había hecho amistad con nadie, que hubiera mantenido. Salí del baño de damas, y me detuve en seco por la mirada que recaía sobre mí. Metí la mano en mi bolsillo. No estaba allí. Él estaba allí, pero mi aerosol no lo estaba. Mi garganta se oprimió. Retrocedí hacia el baño, eligiendo el lugar equivocado para huir. Él no me perseguía. Caminaba despacio, metódicamente, como si hubiera imaginado este momento miles de veces. Cerró la puerta, deslizando el pasador en su lugar. Yo estaba contra el lado opuesto de la pared. Mi respiración estaba atorada, mi grito estaba detrás de ella. Sus ojos marrones parecían más locos de lo que recordaba. Me señaló: —Te extrañé. Las lágrimas cayeron de mis ojos. —Mitch, por favor. Él se echó a reír. —¿Vas a sujetar ese trozo de papel que tienes, para evitar que te vea? Negué con la cabeza mientras las lágrimas corrían por mi rostro. —No. Te lo juro, me iré y nunca regresaré, te lo prometo. Su rostro se volvió furioso, como antes. —¿Por qué iba yo a querer que te vayas? Acabamos de encontrarnos. —¿Cómo había salido tan pronto? ¿Por qué nadie me lo dijo?

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Mi espalda estaba presionada contra la pared. Con los ojos cerrados, podía ver mi aerosol de pimienta en la mesita de noche, donde lo había dejado. Me metí en un cubículo, dando un portazo y bloqueándola. Me temblaban las manos tan fuertemente como la puerta que él aporreaba como un loco. La puerta se inclinó. Pude ver que los tornillos estaban siendo arrancados. Grité: —¡AYÚDENME! —¿CÓMO PUDISTE, ERIN? ¿CÓMO PUDISTE FOLLAR CON ÉL? ¿CREES QUE NO HE VISTO TU PUTA CARA POR TODOS LOS BLOGS? ¡DEJASTE QUE TE AVERGONZARA, COMO UNA PUTA! Cerré los ojos y volví a marcar. Se fue al correo de voz de nuevo. Hablé al teléfono: —Estoy en el baño. Ayúdame. —Colgué y envié un mensaje de texto: «Estoy en el baño, él está aquí». Estaba marcando el 9-1-1 cuando arrancó la puerta por completo de una patada, golpeándome contra el inodoro. Deslicé el teléfono por el suelo, mientras él me agarraba del brazo y me arrastraba a través de la puerta rota. Me estrelló contra el mostrador. Grité, pero él me golpeó duramente. Yo estaba arañando y agitando mis brazos, pero sus manos estaban por todas partes. Sujetó mis brazos en el suelo y se sentó sobre mi estómago. —Tú y yo estamos destinados a estar juntos, Erin. Te amo. Siempre te he amado. Negué con la cabeza. —Por favor, para. Él gritó:

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—¡TE AMO! ¡PERRA DESAGRADECIDA! 249

Asentí con la cabeza. —Lo sé. Yo también te amo. Vamos al coche. No quiero estar más en el cuarto de baño. Por favor —supliqué a través de las lágrimas—. Yo también te amo. Él no me creyó, pero parecía que quería creerlo. Él resopló. —Todavía no lo haces, pero lo harás. —Desgarró mi camisa. Grité de nuevo: —¡AYÚDENME! ¡ESTOY EN BIG D’S, AYÚDENME! —grité en caso de que hubiera podido conectarme con el 9-1-1. Escuché un golpe y gritos. La cerradura giró y la puerta se abrió de golpe. Hubo una serie de destellos y movimientos. Vi el brazo tatuado alrededor del cuello de Mitch. Mitch fue arrancado de mí y arrojado a un lado. Me levanté de un salto, saltando a los brazos de Lochlan, envolviéndome a su alrededor, metiéndome entre él y Mitch. Susurré: —No amor, no lo lastimes. No vale la pena. Me aseguré de que mi cara estuviera presionada en su cuello para que no pudiera ver la sangre que podía saborear en mi boca. Miré a Danny. —¡SACA A ESTA JODIDA MIERDA DE AQUÍ! Danny no me hizo caso y agarró a Mitch. Le dio un puñetazo y una patada. —¡MALDITO, LA TOCASTE! ¡TE VOY A MATAR! ¡TE VOY A MATAR, HIJO DE PUTA! —Mitch era elevado del suelo con cada patada. Danny lo agarró y empezó a golpearlo de nuevo. Yo grité:

—¡ALTO! —Empujé a Lochlan al pasillo. Gerry agarró a Lochlan por el brazo y lo arrastró hacia atrás. Alejé a Danny de Mitch mientras los tipos de seguridad entraban. Uno agarró a Danny y le apartó. Me apreté contra Danny, sujetándolo lo mejor que pude a la pared. Él estaba temblando y rígido como una roca. Yo no tenía muchas posibilidades de retenerlo por más tiempo. —No vale la pena. Piensa en la prensa. Danny gritó: —¡Consigue que lo saquen fuera de mi vista, o voy a terminar con esa mierda! Maldito, te acercas a mi hermana de nuevo y te ma... —Puse mi mano sobre su boca. Me volví hacia el tipo de seguridad que se estremeció cuando vio la hinchazón en mi cara. —Voy a llevármelos a todos a la parte trasera y esperaremos a la policía allí. Sáquenlo por el frente y dígale a algunos policías que vengan a la parte de atrás. No le diga a nadie que nos fuimos por ese camino. Asintió con la cabeza, inmovilizando a Mitch contra el suelo. Él estaba gritándome, pero no lo escuché. Todo lo que vi fue al psicópata en el pasillo siendo sujetado por cuatro tipos de seguridad y Gerry. Él estaba ganando contra los otros cinco hombres. Caminé lentamente hacia él. Tomé su cara y centré sus ojos oscuros en los míos. —¡Oye! —Vio mi cara y se sacudió con rabia, pero lo apreté con fuerza—. Detente. Piensa en la banda, y en la prensa, y el hecho de que si lo matas, te echaré de menos mientras estás en la cárcel. Necesito que te quedes conmigo. No me dejes.

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Él estaba temblando con furia salvaje, pero dejó de luchar contra los guardias. 251

Miré al tipo robusto a mi lado. —Sácalo por la parte de atrás… rápido. —Lo arrastraron por el pasillo. Los seguí, arrastrando a Danny conmigo. Gerry pasó un brazo a mí alrededor. —¿Estás bien? Negué con la cabeza. —Nop, pero preocupémonos de eso más tarde. Nos quedamos en el fresco aire nocturno. Se sentía como si fuera a nevar en cualquier momento. Lochlan estaba envuelto a mí alrededor, completamente. Los guardias se quedaron con nosotros, vigilando la puerta de atrás. —Tengo que matarlo. Asentí con la cabeza. —Lo sé. —Él levantó mi cara, pero la bajé hacia su pecho de nuevo—. Espera, amor. La ambulancia está en camino y me limpiarán y estaré mejor. No mires. Gerry agarró el brazo de Danny y lo arrastró sobre Lochlan. —Ambos necesitáis mantener la calma. Erin está bien, el psicótico ser despreciable está con los tipos de seguridad. La policía estará aquí en cualquier momento. Vamos a mantener la calma. Esto probablemente acabará en la prensa, si alguien se entera de quienes somos. —Él agarró la cara de aspecto enloquecido de Danny—. Tú tienes que proporcionar la declaración, ¿entiendes? Si quieres ser el mánager, tienes que hablar con la prensa si aparecen. Yo estaba confundida.

—Realmente no hay algo como la prensa aquí. Esto es Dakota del Norte. —Él me lanzó una mirada. Me di cuenta de que estaba usándolo para que ellos se calmaran. Un coche de la policía dobló por la esquina, iluminándolo todo. Dos de ellos se bajaron y caminaron hacia nosotros. Suspiré con alivio cuando los vi. Ofrecimos nuestras declaraciones, por supuesto que ellos habían oído del caso de Mitch y yo unos años atrás. Lochlan ni siquiera quería dejarme ir a declarar, pero necesitaban fotos de mi cara, los brazos y la camisa. La camioneta de papá se estacionó detrás del coche de la policía. Él se aproximó corriendo. Me puse a llorar cuando lo vi. Me abrazó. —Shhhh. Nena, ese chico va a desaparecer durante mucho tiempo. —Me acarició la cabeza y me ayudó a subir a la ambulancia. El joven policía me sonrió débilmente. —Si te hace sentir mejor, él recibió una buena paliza por parte de los tipos de seguridad. Ya sabes cómo son los hombres en Grand Forks sobre golpear a las mujeres. Fruncí el ceño. —No me hace sentir mejor. Él es un hombre enfermo; tienen que meterlo en una institución. Mi padre negó con la cabeza. —Él no conseguirá el cómodo alegato de locura. Al diablo con eso. Él pasará el tiempo máximo en un centro de máxima seguridad. Me aseguraré de ello, conozco al juez.

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El policía le hizo un guiño a mi padre. 253

—Nos aseguraremos de que se resista al arresto. —Se dio la vuelta y se fue. Me sentí enferma. Miré a mi padre. —Eso es ilegal. —¿Acaso sinceramente me importaba que mi atacante fuera golpeado? Sabía la respuesta, me importaba. Sus ojos eran aterradores. —El sistema de justicia no siempre es del todo fiable. A veces es necesario estar un poco fuera del sistema, para asegurarse de que alguien pague. Estaba confundida; mi padre siempre me pareció tan justo. Era un abogado honesto con una conciencia estricta. Su mirada se suavizó. —Cuando tengas hijos y sean lastimados, Dios no lo quiera, hazme saber cómo se siente. Quebrantaré todas las leyes del mundo para procurar que estés a salvo. Me acurruqué en su pecho y traté de olvidar la manera en que los ojos de Mitch me habían mirado.

Capítulo 14 Recuérdame

E

l vuelo de regreso fue incómodo. Estaba estresada por volar, pero tan cansada que no podía darle el esfuerzo que requería. Cada vez que me quedaba dormida, revivía la escena del baño. Así que, me quedé

despierta y escuché como las asistentes de vuelo, básicamente ofrecían de todo, desde galletas a una mamada. Lochlan estaba en el peor estado de ánimo. Yo llevaba un kilo de maquillaje y gafas de sol para ocultar la decoloración del ojo negro. Me incliné hacía Lochlan. —Sabes, esto de estar con vosotros y llevando estas gafas, parezco una groupie adicta. Él fingió una sonrisa. Yo suspiré. —¿Puedes calmarte, por favor? Tú no fuiste el que recibió una paliza, así que no tienes derecho a montar esta mierda por ello. Parecía enfermo. Esto estaba acabando conmigo. Suspiré, recliné mi asiento e ignoré al mundo. Cuando llegamos a casa él tuvo que salir corriendo y tratar con los negocios de la banda. Yo tenía prohibido salir del apartamento, y él ya había llamado tres veces para controlar como estaba.

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Saqué mi portátil y comencé a revisar mis correos electrónicos y otras cosas al azar. Tenía notificaciones a cerca de ser etiquetada en fotos. Hice clic en el enlace. Mi mano se disparó hacia mi cara. Serena y las chicas malas me habían etiquetado en una decena de fotos. En cada una de ellas estaban Lochlan, Gerry y las chicas. Me incliné hacia delante, hice zoom para ver que mientras Lochlan estaba firmando los pechos de Serena, su teléfono se iluminó. Pude ver la palabra PRINCESA en él desde el ángulo en que la foto fue tomada. Mi estómago se hundió. Él estaba firmando tetas y yo estaba siendo asaltada. Me hizo pensar sobre lo que Mitch había dicho, mis fotografías con Lochlan en la red. Busqué en Google Lochlan Barlow e hice clic en las imágenes. Me quedé allí en un momento de debilidad y desplacé hacia abajo las imágenes, una tras otra, él firmando autógrafos, besando y haciendo estremecer a la multitud. Yo sabía que existían, sabía cómo era esto. No tenía derecho a estar enfadada. Quería dejar de mirar, pero era imposible. Busqué en Google Novia de Lochlan Barlow. Las imágenes llenaron la pantalla. Yo sin maquillaje, saliendo a correr toda sudorosa. El blogger en realidad tuvo la decencia de añadir que ‹‹Debe ser capaz de chupar una sandía a través de una manguera de jardín para atrapar a un chico sexy y malo como Lochlan» y luego pegaron imágenes perfectas de él por todas partes. Él estaba posando y bien vestido. Se me hizo más difícil de conseguir que el aire llegara hasta mi pecho, mientras las fotos se ponían peor. Yo comiendo con mi traje de baño en la piscina, en el club de campo de mis padres cuando tenía quince años, yo comiéndome un sándwich submarino por completo en una ventana de una tienda de exquisiteces, yo gritándole a Loch en un callejón, y mi estómago se hundió un poco más, había una foto de nosotros saliendo de un restaurante con una leyenda que decía; «Lochlan atrapado por el embarazo». Me atraganté. Había pocas fotos en las que tenía buena

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pinta. La mayoría de ellas eran horribles. Busqué en Google mi nombre, Erin Benson. Pero todas las páginas que surgieron eran sobre la novia de Lochlan Barlow, Erin Benson. Me levanté y me puse mi sudadera. Me até el pelo en una coleta y me calcé las zapatillas de deporte, transferí mi aerosol de mis vaqueros a mi sudadera y salí del apartamento. Mis pies golpearon el pavimento con furia. Yo no era una chica fea, era una chica normal. Mi largo y sedoso pelo rubio era mi mejor característica. Mi piel pálida que nunca se bronceaba y mi baja estatura no eran mis mejores características. En el ángulo equivocado mi nariz podía parecer grande y mis labios estaban un poco demasiado gruesos para mi rostro pequeño. Pero no tenía nada tan horrible como las cámaras sugerían, ¿o sí? ¿Era esa chica horrible del callejón, gritándole furiosa como una perra celosa? ¿No era digna de él? Negué con la cabeza y corrí más rápido a lo largo de la Reserva del Río Charles. Era mi carrera de cinco millas favorita, yo siempre corría hasta un parque en el camino y volvía. Pero esta vez aminoré el ritmo, recuperando mi aliento. El aire era frío y el día llegaba a su fin. Me senté en un banco con vistas al agua. Yo estaba desapareciendo. Un montaje de imágenes flotaba en mi mente. Yo me desvanecía. No era Erin Benson, estudiante de Derecho y futura abogada. Yo era la chica de Loch, ¿cuál era su nombre? Quién sabe, pero ella lo trata como una mierda y come demasiado... Vi los pensamientos irracionales por lo que eran. Sin embargo, la pequeña perra dentro de mí, que odiaba a la pequeña quejica auto-consciente que podría ser, se hizo cargo. Señaló que no era una pequeña y débil perra. Necesitaba verme a mí misma del modo en que Serena me veía en la escuela. Yo había luchado

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cuando Mitch me atacó. Yo había llamado a papá en busca de ayuda. Yo estaba fuera, corriendo, contradiciendo las órdenes de Loch, y ni siquiera dejaría a Mitch volver a arrebatarme mi seguridad. Yo sabía que él estaba encerrado en prisión. Mi seguridad provenía desde mi interior. Yo era fuerte y ningún loco idiota iba a quitarme eso. Pero tampoco lo haría un chico malo cantante de una banda. Era yo quien controlaba mi universo. Agarré mi pelo rizado, y odié el hecho de que me había convertido en su puto felpudo. Mis primeros instintos acerca de él fueron certeros. Él ordenaba mis bebidas, pero bebía de ellas, como si estuviera haciéndome saber que le pertenecían. Él me poseía. Era encantador y guapo, y yo no creía que mereciera a un muchacho como ese, no una chica normal como yo. Aunque, ¿era realmente tan perfecto? Su comportamiento era posesivo y psicótico. Él era un playboy y yo estaba comprando el paquete. Yo estaba convenciéndome, de que tenía suerte de estar con él, porque él era mágico en algo. Al igual que el flautista de Hamelín, él podía guiar a todas las mujeres a la ruina. En mi mente, mi fuerza y coraje no eran nada en comparación con la estrella en la que él se estaba convirtiendo. Una horrible determinación y una mala actitud comenzaron a formarse en mi mente. Me levanté y me dirigí a casa, no era una nueva persona, sino mi antigua yo. Cuando llegué al apartamento, ellos no habían regresado. Me tomé el tiempo para agarrar sus cosas y trasladarlas fuera de mi habitación. Yo necesitaba mi espacio de nuevo. Necesitaba agallas. El reflejo en el espejo del enorme anillo en mi dedo, me hizo parar. Pasé un dedo sobre él y me lo quité. Lo coloqué en mi mesita de noche, y me puse una linda falda pantalón negra y una blusa blanca. Me maquillé, me alisé el pelo y caminé hasta el bar. El portero me miró divertido. —No abrimos hasta dentro de un par de horas.

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Yo le esbocé una dulce sonrisa. 258

—Estoy aquí para ver a Brian por un trabajo. Él puso una sonrisa maliciosa y me dejó pasar. —Dirígete a la oficina de arriba. Subí las escaleras, un poco inquieta por lo lúgubre que estaba con las luces encendidas, y sin Lochlan para amenizar el lugar. Respiré profundamente y llamé a la puerta que decía oficina. Un hombre de aspecto grasiento y de unos cuarenta años de edad, respondió. Él me miró y sonrió. —¿Estás buscando un empleo? Asentí con la cabeza, —Sí. —Vamos, entra. —Parecía un lobo hambriento. Me estremecí, odiándolo instantáneamente. Loch había estado en lo cierto, el tipo era un cerdo. Casi eché a correr hacia la puerta, pero $500 por dos días de trabajo era demasiado bueno para dejarlo pasar. Me senté en el sillón de cuero frente a su escritorio. Él se sentó en la esquina de la mesa, cerniéndose sobre mí casualmente. Su pelo oscuro estaba peinado hacia atrás y su rostro estaba raído, lo que lo hacía parecer más viejo de lo que era. Tenía los ojos pequeños y brillantes, y una sonrisa torcida. —¿Cómo te llamas? Me aclaré la garganta.

—Erin Benson. 259

Sonrió hasta que el nombre lo golpeó. —Joder, ¿la chica de Lochlan? Negué con la cabeza. —Yo no soy suya. Soy un ser humano. Él no tiene ningún control sobre mí. — Me pasé una mano por el pelo sedoso. Él resopló. —Sí, claro. Mira, yo no quiero hacerle enfadar. Él es famoso y tiene el temperamento de un hijo de puta. Así que saca tu bonito trasero de aquí. No hay trabajo aquí para ti. Me puse de pie y lo enfrenté. —¿No crees que tener a la novia del infame Lochlan Barlow trabajando aquí ayudará al negocio? Garantizará que él esté más aquí, eso es bueno para los negocios. Por no hablar, de que yo solía ayudar en el club de campo de mis padres en Navidad para ganar dinero extra, así que realmente sé cómo servir. Sería útil, a diferencia de la mitad de su personal, y traeré a Thin Ice en su tiempo libre. Él suspiró. —Vas a meterme en jodidos problemas. Me encogí de hombros. —Considera el beneficio que podrías tener por el tiempo que trabaje aquí. Vendré los viernes y sábados por la noche, y no se te ocurra poner tus manos sobre mí o Lise.

Él parecía confundido. 260

—¿Lise? Mi mirada se estrechó. —Pelo castaño, hermosa, estudiante de Derecho. Él asintió con la cabeza. —Claro, ella. Clavé un dedo en su cara. —La tocas y yo utilizo mi ascenso a la fama como la chica de Loch para cosas malas. Cosas calumniosas. Él se echó a reír. —Diablos, yo te tenía clasificada diferente. Supongo que todo el asunto de la Facultad de Derecho debería haberme dado una pista. —Él asintió con la cabeza y me tendió una mano—. Trato hecho. —Le estreché la mano—. Entonces, ¿empiezas esta noche? Sonreí. —Por supuesto. Él señaló mi ojo negro. —Eso podría ser un problema. Negué con la cabeza. —Las otras chicas me arreglarán, de todos modos, aquí pronto estará oscuro. Salí de la oficina y bajé las escaleras. Lise gritó cuando me vio.

—Ahhhh, has venido. 261

La abracé y le sonreí. —Lo hice. Empiezo esta noche. —¿Qué le pasó a tu ojo y el labio? —Ella me miró horrorizada. Yo suspiré. —Se encontraron con un ex-acosador en Dakota del Norte. Él me atacó. Está en los periódicos. Ella se echó a reír. —Lo siento. Oh, Dios mío, eso es horrible. Acabo de recordar que vi una foto tuya y estabas muy gorda. Los medios de comunicación te odian. Puse los ojos en blanco. —Ríete. Ella habló con entusiasmo. —Bueno, tú trabajando aquí, se van a divertir tomándote fotos. —Nunca había pensado en ello. ¿Era eso de lo que hablaba Loch? ¿Me mantenía apartada de la mirada pública? Ella sacó su maquillaje y me arregló los ojos—. Thin Ice toca esta noche, ¿estás lista para algo de dinero en serio y el más grande dolor de pies? Me eché a reír. —Lo estoy. —Mi teléfono sonó. Lo saqué y suspiré—. Iré a prepararme. —Ella asintió con la cabeza. Yo respondí—. Hola. Él sonaba aterrado.

—No te vayas. Debería habértelo dicho y lo siento. Lo sentiré durante el resto de mi vida. No tenía idea de que me necesitabas. No podía oír el teléfono. Fruncí el ceño. —¿De qué estás hablando? —Has trasladado todas mis cosas a mi habitación y vi tu portátil. Sólo por favor, no te vayas. Sé que sigo jodiéndolo. Me eché a reír. —No me voy. Se quedó en silencio durante un segundo. —¿No te vas? Me reí. —No. Simplemente tengo que concentrarme y no necesito que me distraigas constantemente. —Erin, sé que estás enfadada por las fotos. Me reí de nuevo. —Sí, no está bien. Es una mierda ser yo, supongo. Es el precio de salir contigo. —Eso estuvo fuera de lugar y amargado. —¿Dónde estás? —Trabajando. Os veré cuando lleguéis aquí. Al instante, gritó: —Te dije que no. Brian es un puto sórdido.

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Miré mi ojo negro en el espejo del baño. 263

—Lo sé. Ya me di cuenta. —¿Él te tocó? Suspiré. —No. Tiene miedo de mí. Lo amenacé con una demanda si me toca. También le dije que me sentía cómoda empleando vilmente mi evidente estrellato, por salir contigo. Le dije que difamaría su bar en todos los rincones del mundo. Está siendo un patán bueno, por ahora. —Estaré allí en cinco para buscarte. Sólo espera afuera. Me di cuenta de la feroz mirada en mis ojos y deseé que él estuviera allí para verla. —Nop. Si intentas siquiera que me despidan, o que renuncie, hemos terminado. Me gusta mi pelo liso y suave. Me gusta elegir mi comida. Me gusta servirme a mí misma y me gusta mi propia bebida, no una compartida. —¿Es por el dinero? Puedo comprarte cualquier cosa que quieras o necesites. Tengo dinero, princesa. Siempre lo he tenido. Suspiré. —También odio la forma en la que eliges no oír las cosas que digo, cuando no te gustan. Esta es nuestra primera pelea real de pareja, Loch. Yo quiero ser la chica que era, no la chica en que me estás convirtiendo. Quiero estar contigo bajo mis términos, no los tuyos. Es todo acerca de ti. Estoy viviendo a través de ti, tu carrera, tus amigos, tu éxito, tu nombre. Incluso, mi maldito nombre ya no aparece en Google. Yo me busqué en Google y aparecía como la chica de Lochlan, Erin Benson. Al parecer, soy fea, estoy embarazada y te manipulo. La gente piensa que

soy una zorra malvada que puede aspirar un camión. Yo ya no soy yo. Soy tuya y eso no está bien para mí. Soy más fuerte que eso. Al menos, solía serlo. Sonaba cabreado. —Hablaremos de esto, después de salir de ese pub juntos. Él me colgó. Me preocupó durante un rato que viniera a sacarme a rastras. No lo hizo. Apareció para la instalación del escenario, ignorándome. Serví bebidas, esquivé las manos a tientas, y sonreí hasta hartarme. Lise era la persona más divertida con la que se podía trabajar. Ella bailó y bebió chupitos, y me hizo tomar algunos. Ella metía el dinero en mi ropa interior, haciendo pensar a los clientes que estaba bien. Me pareció que el dinero fluía sorprendentemente, hasta que comenzó la actuación, entonces se puso movido. Vi las miradas perdidas en los ojos, la seducción de cada persona, el placer de los sentidos siendo impulsados salvajemente. Lo vi todo. Él encendía el fuego sobre el escenario con su voz, haciendo el amor con cada uno de nosotros. Me sorprendí a mí misma mirando con ellos. Tuve que reprimir el impulso de quedar atrapada en él. Incluso fue su mejor espectáculo. Su pasión era explosiva. Me estremecí, imaginándolo entre mis muslos con ese tipo de poder, y haciendo el sonido que siempre me hacía hacer. Terminó la actuación y le gritó a la multitud: —Buenas noches y gracias por venir. Él no dijo lo de Dakota del Norte. El miedo se deslizó por mi interior. No me quería fuerte. Él quería que yo fuera maleable. Si yo tomaba esta posición contra él y era yo misma, él había acabado conmigo. Quería una chica débil para que fuera suya.

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Mi corazón se rompió ya que los temores se convirtieron en hechos, sin verdaderas evidencias. Les estaba sirviendo bebidas a un grupo de jóvenes universitarios, cuando sentí un rostro sudoroso presionado en mi nuca. Mis ojos se abrieron, pero luego sonreí. Él me besó y señaló el bar. —Estaré allí. —Sonrió—. ¿Por qué no me traes una cerveza? —Me reí y asentí. Los chicos de la mesa estaban, o bien intimidados o de repente interesados en mí. Los dejé y le llevé una cerveza. Él me sonrió. —Lo siento por la mierda de los medios de comunicación y las fotos de Facebook de tu antigua compañera de cuarto, y el hecho de no haber estado allí cuando me necesitabas. Yo nunca me perdonaré por eso. Danny me dijo que esa chica era una especie de perra presumida, y que ella os había etiquetados a él y a ti en las fotos. Me entró el pánico cuando te llegaron las notificaciones, luego llegué a casa y te habías ido, y habías trasladado mis cosas. Negué con la cabeza. —Lo siento, te culpé por el hecho de que me estaba convirtiendo en tu groupie y no en tu novia. Es culpa mía, no tuya. Él cogió mi dedo y deslizó el anillo de nuevo. Me reí. —No quería perderlo. Él negó con la cabeza.

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—A mí sí que me estás haciendo perder la cabeza, lo juro —Él me atrajo, besando mi mejilla—. Nunca te vi como a una groupie. Veo tu fuerza y tu belleza. Yo siempre te veo. Yo lo miré a los ojos y también lo vi. Yo estaba allí, incluso con el pelo lustroso.

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Capítulo 15 Lo que sucede en Nueva York

É

l se paseaba por la sala de estar, hablando por teléfono con no sé quién. Yo estaba tratando de estudiar, pero él no dejaba de levantar los brazos en el aire, mostrando el nuevo tatuaje que se había hecho en la parte

inferior del abdomen. Este se sumergía en sus pantalones y me daba ganas de tocarlo. Suspiré, entré en mi habitación, cerré la puerta y seguí leyendo. Él entró unos minutos más tarde. —¿Podemos estar con mis padres en Acción de Gracias y juntarnos con tus padres aquí para la Navidad? Fruncí el ceño. —¿Qué? —Él se iba en dos días a Nueva York y los pasajes estaban reservados. Parecía preocupado. Me bajé de la cama, tirando de su cara hacia la mía y lo besé con fuerza—. Sí, por supuesto. Yo me encargaré de cambiar los vuelos y toda esa mierda. Él suspiró. —Bueno, ten. —Él me tendió su tarjeta de crédito. Le di un beso.

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—Deja de estresarte, amor. Lo conseguiste. Nueva York va a ser increíble. 268

Él se veía atormentado. —Te quiero allí. Negué con la cabeza. —No. —No me devolvió el beso cuando apreté mis labios contra los suyos. Le acaricié la mejilla—. Tranquilo, bestia, ya no puedes mangonearme. Se esforzó por parecer enfadado, pero sus labios se curvaron en su sonrisa sexy. —¿Está segura de eso? Me mordí el labio y asentí con la cabeza. —Síp. Él me empujó suavemente. Caí de nuevo en la cama. Se puso encima de mí y se quitó la camisa. —Creo que acabo de hacerlo. Me eché a reír mientras se dejaba caer de rodillas. Envolví mis piernas alrededor de su cintura y traté de incorporarme. Él me echó hacia abajo y me levantó la camiseta. Depositó besos suaves sobre mi ombligo, mientras desabrochaba mis pantalones vaqueros. La puerta se abrió. —Oye, Er...—Danny se detuvo a media frase—. Oh mierda. Yo nunca debí ver eso. —Se dio la vuelta y se marchó. Me eché a reír. Lochlan negó con la cabeza y cerró la puerta de una patada.

—Llama a la puerta, Danny. 269

Danny le gritó desde el pasillo. —No, estoy bien aquí. Sólo quería mencionar que tenemos que irnos. Lochlan hizo una mueca. Traté de incorporarme, pero él me empujó hacia abajo. —Necesito cinco minutos. Danny gimió. —Repugnante amigo, es mi hermana. Lochlan sonrió y me quitó rápidamente los pantalones. Se chupó el dedo medio y lo deslizó dentro de mí. Me incorporé sobre los codos, del modo que a él le gustaba, y jadeé, observando su dedo moverse dentro y fuera de mí. Me levantó la camiseta y el sujetador, liberando mis pechos. Pasó las manos por encima de mi cuerpo y acarició en círculos suavemente uno de mis pezones. Me hizo tensar todas las partes de mi cuerpo con la sensación. La base de su dedo brillaba. Yo estaba jadeando cuando él lo sacó, pero nunca esperé que me volteara. Pasó su lengua por mi espalda, besando y mordiendo suavemente mientras presionaba su erección contra mis nalgas. Se puso de pie detrás de mí, levantándome y arqueando mis caderas hacia atrás. Se insertó lentamente. Nunca lo había tenido de esta manera. Separó más mis piernas y tironeó de mi culo de nuevo. Por suerte, mi cara estaba en la colcha, cuando el extraño sonido que siempre me hacía hacer escapó de mis labios como pequeños maullidos. Él se sacudió con fuerza, provocando que un fuerte gemido reemplazara los sonidos suaves. Se detuvo y cogió su móvil. Jugueteó con él durante un segundo, y luego Sail de AWOLNATION comenzó a sonar muy alto, para cubrir nuestros sonidos.

Al principio, se movía lentamente con la canción, entrando y saliendo de mí, masajeando mis nalgas. Alargó su mano a mí alrededor, acariciando mi clítoris, pero todavía empujando tranquilamente. Enterré la cara en mi cama, pero él me tiró hacia arriba. La canción terminó y comenzó de nuevo. Él dejó de frotar mi clítoris y aumentó su ritmo. Bombeaba con fuerza, sus bolas reemplazaban a su dedo, golpeando contra mi clítoris. Su cuerpo chocaba contra el mío, la vibración atrajo mi clímax rápidamente. Luché por respirar mientras me corría, de pie e inclinada. Agarré su polla, forzando su orgasmo. Él me folló con más fuerza mientras me llenaba. No pude soportar por más tiempo. Me caí hacia adelante, arrastrándolo conmigo. Se acostó a mi lado y me besó en la nariz. —Nos vemos en tres días. Le sonreí. —Te echaré de menos. Él se rio. —Sólo quédate fuera de Internet y confía en mí, ¿de acuerdo? Asentí con la cabeza. Me besó y se bajó de la cama. Me quedé allí, esperando a que él se fuera, así podría permitirle a la Erín patética y quejumbrosa tener su minuto. No entré en Internet, pero si vi la actuación en directo. Él estaba más sexy en la televisión. Era aterrador.

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Ese era su lugar. Se lo merecía, lo necesitaba, y se ganó cada segundo glorioso del mismo. Viéndole allí, él no era mío. Era un hombre atractivo que estaba estremeciendo un escenario, y conseguía que todo el mundo bailara, gritara y agitara las manos en el aire. Lo vi entonces, en realidad había dos Lochlans. El que estaba en el escenario, estaba allí para todo el mundo. Verlo era divertido, loco y estimulante. Era increíble ver a alguien atrapar su sueño y hacerlo volar, con tal habilidad y encanto. Te hacia querer encontrar tu sueño, ser un éxito, vivir el momento, y él lo hacía parecer fácil. Su arrogancia y gracia estaban fuera de control. Ellos estaban cantando su canción de bar, era la misma que hacia fluir las bebidas y hacía sentir a la multitud un sentimiento de fraternidad. Me hizo sentir de esa manera. Muy indie y libre. Era la canción que tenía más Tennessee en ella. Era una original de Lochlan. Siguió con su pie a la batería y mantuvo el micrófono hacia el público para que cantaran. Todos en el espectáculo comenzaron a cantar. Ellos se sabían cada palabra. La sonrisa en su rostro me podría haber alimentado por el resto de mi vida. Gerry y Mike estaban radiantes. Incluso Lenny, el hombre hogareño, estaba sonriendo de oreja a oreja sobre el teclado. Habían tomado prestado a un guitarrista de otra banda local. Trataron de cazarlo furtivamente pero él se había mantenido fiel a su banda. Los bostonianos eran muy leales. La cámara recayó sobre Lochlan, mientras él terminaba la canción con la cabeza hacia atrás y una mirada pacífica en su rostro. La multitud estalló cuando el anfitrión se acercó, aplaudiendo. —¡Dios, qué calientes sois! —Lochlan sonrió. Lo vi guiñándole el ojo a la multitud. Eso hizo que me doliera el estómago, pero lo deseché—. Os escuché en Boston, no hace mucho tiempo, un espectáculo increíble. Señoras y señores, gracias

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Thin Ice por venir y tocar para nosotros. Su álbum estará disponible... —Él miró a Lochlan, quién se echó a reír. —Pronto. —Ahí lo tienen... pronto. Estén atentos, tenemos a todo el elenco de The Dreamers después de esto. Hizo un gesto y la pantalla pasó a comerciales. Mi teléfono no sonó. Ningún mensaje de texto me llegó. Lo miré durante un rato, y luego decidí que no era demasiado molesto enviarle un mensaje. «Impresionante actuación, amor. Me encantó». Nunca me respondió el mensaje. Pude ver que había sido entregado, pero no hubo ninguna respuesta. Me obligué a estudiar y a no mirar en la red, o pensar en por qué no me había enviado un mensaje de texto. Me despertaron unos mensajes, unos extraños como «Hola, lo siento, hay mucho que hacer, llamaré más tarde» y «Hola, princesa, estamos agotados por las actuaciones y ensayos. Hablamos luego». No le di importancia, hasta mi clase a media mañana con Dean. Me hizo señas después de la clase. —¿Gerry o Lochlan te enviaron las fotografías de las personas que han conocido? Negué con la cabeza, apretando mis libros y prohibiéndome a mí misma pensar lo peor.

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Sacó su teléfono y me lo tendió. Había fotos de todo el mundo, era un caos de locos. La banda estaba enfrente de los restaurantes, en los bares, y yo no podía creer los rostros famosos que adornaban el teléfono de Dean. Lochlan dejando que famosas cantantes le lamieran la cara y lo besaran. El grupo estaba sonriendo alegremente y colgándose de decenas de personas diferentes para las fotos. Dean se dio cuenta de mi cara y retiró el teléfono. —Es un bromista. Asentí con la cabeza sin expresión. Yo estaba hiperventilando secretamente. Sonreí débilmente. —Mejor me voy. En dos horas tengo que irme a Nashville. —Pude sentir las lágrimas brillantes comenzando a formarse. Él tragó saliva. —Lo siento. Supuse que no te preocupabas por el borracho divertido que era, o no estarías saliendo con alguien como él. Oh, Dios mío... estaba borracho en las fotos. Sólo Dios sabe lo que había hecho. Me eché a reír torpemente. —Oh, así es. Está loco. Es solo que estoy cansada. Él no había hecho nada malo. Tenía que recordármelo a mí misma, que estaba personificando un papel. Él estaba abrazando a gente famosa y haciendo cosas que los simples mortales nunca harían. El camino a casa me dio la oportunidad de reflexionar, ¿y si estaba haciendo lo que hacían las mujeres maltratadas? ¿Lo estaba justificando? Tenía que ver el interior de sus ojos. Necesitaba saber si yo todavía estaba allí.

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Empaqué mis cosas y tomé mi vuelo hacia Nashville. No fue tan malo, probablemente porque había estado volando mucho. Su familia vivía en un pequeño pueblo a las afueras de Nashville llamado Monte Juliet. Más allá de eso, yo no sabía nada acerca de ellos. Cuando llegué al aeropuerto de Nashville, cargué mi equipaje de mano hasta la sala de espera. Sonreí cuando vi a un apuesto chico de pelo oscuro con una camiseta de color verde lima, pantalones vaqueros ajustados y una chaqueta de mezclilla de color negro. Caminé hacia él. —Tú debes ser Alex. Él sonrió y fue una locura. Eran idénticos, pero Alex tenía mejor aspecto. Tenía el pelo oscuro de punta, arreglado a la perfección, y la sonrisa más brillante. Él la dirigió hacia mí y casi me desmayé. Era un Lochlan más delgado y más limpio. Y mucho mejor vestido. —¡Erín! —gritó él, y me aplastó; sus emociones estaban por todas partes, como si hubieran estallado de una caja. Le devolví el abrazo. —Es un placer conocerte. Él se echó hacia atrás. —Oh, Dios mío, eres una delicia. Mírate, no me extraña que él te ame. Mi estómago ardió. Apenas había hablado con él, desde que se fue a Nueva York. Era extraño. Me aclaré la garganta. —Gracias por venir a buscarme.

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Él puso los ojos en blanco. 275

—Es un viaje de veinte minutos. No un hígado. Me eché a reír. Entrelazó su brazo con en el mío. —Mamá, papá y Lissie se van a volver locos. Se mueren de ganas por conocer a la hermosa novia del imparable Lochlan Barlow, de la que él nunca para de hablar. Le eché un vistazo. —Tampoco puedo esperar para conocerlos. Él negó con la cabeza. —Es una locura que acabéis de conoceros. Parece como si él te conociera desde siempre. Asentí con la cabeza, luchando contra el ceño fruncido en mi cara. —Lo sé. Fue el 12 de agosto a las 4 de la tarde. Lo rocié a él y a una chica de pechos falsos. Conseguí que fueran esposados por la policía y hemos sido inseparables desde entonces. Hizo una mueca. —¿Los tres meses y medio más largos de tu vida? Negué con la cabeza. —Siento como si hubiera sido absorbida en el tiempo a la fuerza todo lo humanamente posible. —Casi dejé de hablar, pero era más fácil estar cerca de él, que de cualquier otra persona que había conocido. Le sonreí levemente—. Pero no cambiaría el tiempo. Ha sido divertido. Extraño y divertido.

Él se rio y me guio hacia un coche en el aparcamiento de corta estancia. Era precioso, un BMW M6 de color rojo. Conocía el coche porque estaba en el calendario del 2013 que colgaba en nuestra cocina. Me temblaban las manos cuando lo toqué, arrastrando los dedos por él. —Es tan hermoso. —Era mi coche soñado. El que me habría comprado, si yo fuera rica. Él me lanzó una sonrisa y me arrojó las llaves. Al instante me fui en dos direcciones a la vez. —No puedo. —Una parte de mí quería pero la otra no realmente. Él asintió con la cabeza. —Sí, sí puedes. Está pagado y asegurado. Acabo de ver tu cargasmo23. Puedes conducir. —Subió al asiento del pasajero, después de meter mi maleta en el maletero. Me senté en el asiento del conductor, tomando fotografías mentales desde todos los ángulos. Era impresionante. No muy ostentoso, pero elegante y sexy. Tenía el fulgor y la clase europea, pero la pintura roja daba la sensación de rudeza americana que era por lo que me encantaba este coche. Le acaricié el volante y puse la llave en el encendido. El motor rugió levemente y luego ronroneó. Miré hacia él. —¡Ay Dios! Él se echó a reír. —¡Ay Dios lo sé! —Te pareces tanto a él.

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Cargasmo: Juego de palabras con Car: Auto/Coche –con- Orgasm: Orgasmo.

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Frunció el ceño. 277

—Somos gemelos idénticos. Mi mandíbula se quedó boquiabierta. —Oh. Frunció el ceño. —¿Él nunca te lo mencionó? Negué con la cabeza. —Debió olvidarlo. Se colocó sus gafas de sol. —Sí, bueno, se le olvidan muchas cosas. Los pequeños detalles no encajan con toda esa personalidad. Me reí y lo señalé. —Oh, vamos a llevarnos muy bien. Él se rio entre dientes. Di marcha atrás al coche y comencé el viaje hacia la casa de sus padres. Fue mucho menos de veinte minutos en un M6. Apenas tuve tiempo de realizar los giros que me dijo que tomara. Cuando entré en el nuevo barrio, me quedé atónita. Las casas eran nuevas y bonitas. Era un área pequeña, limpia, con fontanería y electricidad subterránea. Era un hermoso barrio de familia. Estaba confundida. —Me lo imaginaba más como una granja. Él me dirigió una mirada.

—Gira aquí. 278

Miré el nombre de la calle. —¿Erín Lane? Él se echó a reír. —Sí, señora. —Definitivamente sonaba más sureño que Lochlan—. Esta. Estacioné lentamente. La casa era un rancho nuevo con revestimiento beige y acabados color bermellón. —A mi madre le encantaría estar aquí. A ella le gusta lo nuevo. Él asintió con la cabeza. —Papá lo compró hace un par de años. Es más fácil estar con mamá en un rancho. Antes, teníamos una casa enorme, pero ella no puede moverse como antes. Empecé a sentir que estaba completamente a oscuras. Tragué saliva. —¿Está ella bien? Él frunció el ceño. —Guau, ¿siquiera te ha hablado de nosotros? Asentí con la cabeza. —Lo hizo pero era como Alex hace esto y aquello, y cuando éramos pequeños Lissie odiaba eso, y cuando fuimos a Disney, Alex lloró porque lo obligaron a ponerse un disfraz de príncipe en lugar de uno de princesa. Sus mejillas se encendieron.

—Por supuesto, se tuvo que acordar de eso. —Él suspiró—. Descubrirás que él es terrible con las personas que ama, como que se distrae. —El corazón comenzó a dolerme al instante, pero luego él sonrió—. Pero no conocerás a una persona que ame a nadie tanto como él lo hace. Lochlan es la mejor persona que he conocido. Nuestra madre tuvo un derrame cerebral hace un tiempo. Ella ha sido prácticamente cuidada por nuestro padre. Fue grave. —Lo siento mucho. —Quería llorar, pero no pude. ¿Quién llora cuando conoce a la familia de su novio? Él negó con la cabeza. —Está bien. Ella está muy bien y estamos bien. No le des mucha importancia. ¿De acuerdo? Ella odia eso. Asentí con la cabeza. —Voy a matar a tu hermano. ¿Siguen planeando volver a casa esta noche después de la actuación? Negó con la cabeza. —Volaran a las cinco de la mañana. Tengo que ir a por ellos. Tuvieron que hacer cambios cuando se enteraron de que tendrían que tocar dos canciones, y el espectáculo era más largo de lo que esperaban. Sonreí y murmuré: —Famosos. —Él me había dejado estancada con su familia durante las próximas horas. Me sentía agradecida de que al menos Alex fuera increíble. —Oh, no mordemos, al menos no demasiado fuerte. —Mi sonrisa se incrementó—. Así que, Loch dijo que estudias leyes —dijo mientras agarraba mi maleta y se acercaba a la puerta. El porche era precioso.

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—Sí, y ¿tú eres dentista? 280

Puso los ojos en blanco. —Cirujano dental pediátrico. Me reí. —Al parecer, es lo mismo en la mente de Loch. Él se rio entre dientes. —Loch no tiene espacio para las cosas pequeñas. —Abrió la puerta. Un hombre de buen aspecto con el pelo oscuro, ojos de color azul brillante y las mejillas sonrosadas me saludó con una sonrisa. —Tú debes ser Erín. —Él me abrazó. No esperaba nada de eso. Era regordete y alto. Su rostro era una versión más robusta de Alex y Loch. Lissie apareció con el pelo de color rojo claro y los mismos ojos de color azul brillante. Se unió al abrazo. Era alta, delgada y muy guapa. Su piel era pálida y pecosa. Supuse que Lissie se parecía a su madre. Alex me llevó a la sala de estar. Una mujer de pelo corto y de color rubio rojizo y una mirada decaída en su rostro cansado, movió los ojos para mirarme. —Mamá, esta es Erín, la Erín de Loch. Ella no se movió. Yo estaba a punto de desmoronarme. Él nunca me advirtió, nunca me había preparado en absoluto. Caí de rodillas inmediatamente, tomándola de la mano. —Es un placer conocerte. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Ella agarró mi mano con poca fuerza.

Sus ojos se desplazaban por la habitación. 281

Alex se inclinó hacia adelante. —Él estará aquí esta noche. Está bien. Ya viene. Yo estaba demasiado cerca de las lágrimas. Lissie se acercó y se sentó a mi lado y por suerte empezó a hablar. —Así que, él nos contó la historia del aerosol de pimienta. No creo que yo jamás haya querido a nadie antes de conocerle. Pero a ti, te adoré. Me eché a reír. —Fue un mal día. Alex se rio con ella. —No, fue nuestro mejor día. Cualquier cosa que humille al súper héroe de la familia es buena. —Le guiñó un ojo a su madre. Los ojos de ella brillaban de alegría y orgullo. Su padre entró con una bandeja de té dulce y me entregó uno. —Espero que te guste el té dulce. Asentí con la cabeza y bebí un pequeño sorbo. Él se sentó al lado de su esposa con una cuchara en su taza. —Hice el tuyo como a ti te gusta, cariño. Él le dio de beber a pequeñas cucharadas, sin tomar nada de la suya propia. Lissie y Alex se comportaban como si fuera normal, así que traté de no mirar. Charlamos y reímos y empezamos a conocernos unos a otros. Lissie era maestra de escuela, enseñaba matemáticas en décimo grado. Ella tenía su máster

en enseñanza. Tenía veintinueve años. Yo ya sabía que Loch y Alex tenían veintisiete. Nos sentamos disfrutando de la mutua compañía. Su padre había hecho la cena, sopa de tomate y albahaca. Preparó el plato de su esposa y la alimentó. Bebió del té de ella, charlando con ella, como si nada hubiera cambiado y el tiempo no hubiera pasado entre ellos. Finalmente Alex se inclinó hacia donde yo estaba sentada, en frente de la cálida chimenea. —¿Quieres dar un paseo? Asentí con la cabeza. Lissie se había ido con la promesa de volver pronto para ayudar con la cena de Acción de Gracias. Salimos de la casa y sollocé, apoyada contra la camioneta en el camino de entrada. Me cubrí la cara con detestable vergüenza. Alex me frotó la espalda. —Es mucho para asimilar al principio, lamento que Loch nunca te lo contara. Sinceramente, no creo que se dé cuenta a veces. Negué con la cabeza. —Él me trata igual que a ella y yo me enfado con él. Le dije que dejara de hacer mis malditos platos de comida y beber de mis bebidas. Nunca supe... Él se envolvió a mí alrededor. —¿Cómo podías saberlo? Lo hemos visto durante casi una década. Bueno, en cualquier caso, casi seis años. —Cogió mi mano entre las suyas y tiró de mí. Sollocé y casi vomité. Nunca me había sentido peor en mi vida.

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—Me siento tan mal. 283

Él me dio un codazo. —No deberías. Hemos estado expuestos a esto durante mucho tiempo, simplemente es normal para nosotros. Papá se negó a meterla en una residencia cuando ocurrió. Por Dios, ella era joven, tenía cincuenta años. Estábamos en el camino hacia el éxito. Loch acababa de terminar su MBA24, yo estaba en la universidad, llevando demasiados cursos y Lissie finalmente había logrado salir de la lista de suplentes. Ella consiguió su primer trabajo a tiempo completo. Todos estábamos muy ocupados. Loch decidió no aceptar el trabajo que había conseguido. Cantaba por las noches en el bar y pasaba los días con papá. Ellos dos lograron que ella esté donde está ahora. Ella está tan bien como se supone que puede estar. Puede tragar normalmente, respira normalmente y nos entiende. Si le hacemos preguntas, puede parpadear como respuesta. Loch pasó mucho tiempo con ella. Fruncí el ceño. —¿Qué le llevó a ir al programa? Él tenía una mirada sombría en su rostro. —Lo obligamos. Sabíamos el increíble cantante que era y Lissie y yo estábamos estables. Contratamos ayuda para papá y obligamos a Loch a participar en el programa. Me reí. —Estoy segura de que no tuvisteis que forzarlo por completo. Él también se rio. 24

MBA: Máster en Administración de Empresas.

—Él ha nacido para hacer esto. 284

Nunca me hubiera imaginado que era algo parecido a esto —nunca. Negué con la cabeza. —No es de extrañar que siempre trate de vivir cada día al máximo y pruebe cosas nuevas. Está inspirado en ella. Él me dirigió una mirada. —Ese es su TDAH25. Él siempre ha luchado con eso, mamá y papá intentaron medicarlo cuando era pequeño. Pero se convirtió en un zombi. Perdió la pasión y el resplandor característico de Lochlan. Sus ojos se pusieron vidriosos y contestaba que sí a todo en un tono monótono. Nada de sarcasmo, sin la alegría de vivir. Mamá no quería oír hablar de ello. Ella le quitó los medicamentos y toda esa mierda. Le hizo asistir a música, comenzando con el piano. Le ayudó a concentrarse. Así que cuando tenía un ataque o problemas para concentrarse, ella le hacía tocar. Tomó clases de canto. La música lo salvó. Me estaba muriendo por dentro. —Oh, Dios mío, nunca me dijo nada de eso. Él asintió con la cabeza. —Lo supuse. Si todo esto es demasiado para ti, puedo llevarte al aeropuerto. Sé que es mucho para manejar, y mi madre, bueno, es difícil de ver. Estamos todos viéndola morir lentamente. Papá tiene problemas del corazón, colesterol alto e hipertensión. No quieren ir a una residencia y no vamos a dejar que Loch deje su vida por ellos. Ellos no quieren eso. Ellos quieren esto para él. Nuestra familia es un desastre, así que si necesitas largarte, yo se lo haré entender.

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TDAH: Trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

Me sentí mal. 285

—¿Crees que soy tan superficial? Me agarró las manos, sacudiendo la cabeza. —No, Dios mío no. Pero él nunca te dijo nada de esto, y puede que nunca lo haga. Hay cosas que quizás nunca te cuente. Es algo con lo que tienes que vivir. No es deshonestidad, él no es así. Es verdad que él ve las cosas a su manera, es terco como la mierda y evade los defectos que lo derriban a él o a alguien más. Él todavía cree, a su manera loca, que ella podría recuperarse. —Él suspiró—. Si alguna vez hay algo que tengas que preguntarme, yo siempre te diré la verdad. Sostuve sus manos firmemente. —¿Por qué golpeó a ese tipo en el programa? Sus ojos se crisparon por el recuerdo. —Bueno, la verdad de cualquier cosa menos eso. Eso tiene que decírtelo él mismo. —¿Crees que debería ir al aeropuerto? Él negó con la cabeza. —No, Lochlan solía necesitar la música y ahora parece que sólo te necesita a ti. La música se ha convertido finalmente en una alegría y no una liberación. Sentí a mis mejillas sonrojarse. —Él parece tan normal y completo. Es inteligente, divertido y extrovertido. No parece roto. Su agarre se apretó.

—No lo está. —Su tono cambió. 286

Yo salté. —Lo siento, estoy pensando en voz alta. Sólo quiero decir que él es como... bueno ya sabes... la oscuridad a veces es... como un demonio. Él me miró ligeramente. —Erín, tienes que ver las virtudes, no las debilidades. Yo no te dije esto para que lo juzgaras. Te lo dije para que seas justa con él y veas el cuadro completo. Tragué saliva. —Yo no lo estoy juzgando, lo juro. Acabo de ver que tantas cosas cobran sentido, todo esto es sólo mi cerebro funcionando. Tengo que decirlo en voz alta. Es mi propio ADD26. —Él me acunó entre sus brazos. Apoyé la cabeza en su pecho y suspiré—. ¿Estás seguro de que eres gay? Él se rio. —Insoportablemente gay. Me reí y entonces lloré un poco más. —¿Quieres ver la actuación? Él negó con la cabeza. —No, habrá que esperar a mamá. Papá debe estar llevándola a la cama ahora. Asentí y caminamos de regreso, de la mano. Traté de convencerlo de huir conmigo, y ser su coartada homosexual.

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ADD: Trastorno por déficit de atención.

Él nunca cedió, ni una vez, sólo me sonrió con sus brillantes ojos de color azul que ni una sola vez se convirtieron en una mirada oscura. Él me llevó a la cama de Lochlan. Me acurruqué entre las sabanas y traté de no ser espeluznante oliendo la almohada. Ya era bastante malo que usara sus boxers y su camiseta. Me desperté con Lochlan durmiendo en la cama, sobre las sábanas. Todavía estaba vestido. Era de día. Besé su mejilla y salí de la cama. Él estaba inconsciente, así que me vestí y bajé al comedor, para encontrar a Al dándole a Judith un tipo de baño de esponja en el rostro y el cuello. —Buenos días. ¿Puedo ayudar en algo? Le sonreí a Judith. Él negó con la cabeza. —No. Estaba a punto de ver la actuación de los chicos de anoche. Lo grabé. A ella le hace feliz, pero estaban tocando demasiado tarde. Le sonreí. —Al, ¿puedo ofrecerte algo? Él me miró. —Una taza del café que está hecho, si no te importa. Una de azúcar y una de crema. —Judith lo miró mal. Él se rio entre dientes—. Una de leche. Nada de crema para mí. Me reí y le di a ella unas palmaditas en el hombro. —Yo te cubro, Judith. Deseaba que su familia fuera mi familia. Eran increíbles y dulces, todo lo que una persona quería en sus padres. Había visto como actuaban los niños con TDAH.

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No me podía imaginar ser tan valiente como para quitarle la medicación y tener la paciencia para sufrir con sus clases de música. Preparé café para ambos y me senté en el sofá. Tomé un sorbo mientras empezaba la grabación. Era el mismo tipo de escenario que el de la noche anterior. Estaban en un pequeño escenario, listos para comenzar a tocar sus instrumentos. Suspiré al verlo. Tocaron mi canción favorita, Hold My Heart Tonight. Fue increíble. Su voz era lo mejor en esa canción. A medio camino una joven subió al escenario con un micrófono. Ella cantó la letra con él. Él se rio, sonriéndole a ella. Le pasó un brazo por la cintura y cantó con ella. Ella era hermosa, pelo largo de color rojo y un rostro impresionante. La forma en que ella lo miraba era intensa. Al la señaló. —Esa es Mikayla, la chica que estaba en el programa con él. Ella estuvo en cuartos de final con él. Yo no había visto el programa, excepto por la búsqueda de sus actuaciones. Ambos eran increíbles juntos. Terminaron la canción. Ella se puso de puntillas para besarlo. Las cámaras hicieron un primer plano de ellos. Ella le dio un beso con lengua. Él le devolvió el beso. La multitud aplaudió. El beso duró bastante tiempo, tanto que yo había llegado al pasillo, sacando el anillo de mi dedo y lo coloqué en su almohada antes de que empezaran a hablar de nuevo. Lo dejé allí y cogí mi maleta. Cerré la puerta y me dirigí a la sala de estar. —Lo siento, Al. Tengo que irme. Él estaba respirando pesadamente. Me miró con tristeza. —Yo no lo sabía. Lo siento mucho, Erín. Ni siquiera voy a tratar de defender sus acciones.

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Negué con la cabeza. 289

—Tú eres encantador. Nunca te disculpes. —Besé su mejilla y me arrodillé junto a Judith. Las lágrimas corrían por sus mejillas. Me rompió el corazón. La besé en su mejilla húmeda—. Fue un placer conocerte. Tienes una hermosa casa y la mejor familia que he conocido. —Ella agarró mi mano. Asentí con la cabeza—. Lo sé. Lo siento por todo. No quiero tener esto aquí, haciéndote sentir incómoda. —Le di un beso y la abracé y luego volví a abrazar a Al. Salí por la puerta principal, marcando para pedir un taxi. Me recogió al lado de la carretera, caminado y tirando de mi equipaje de mano. Me subí en él. —Al Aeropuerto, por favor. Él arrancó. Me di una palmada en la frente. —Estúpida, estúpida, estúpida. Me acerqué a la ventanilla, con las gafas de sol cubriendo mis ojos hinchados y compré un billete a casa. Él estaba matando mi flujo de efectivo. Me acerqué lentamente a la puerta de embarque. Mi teléfono estaba zumbando sin parar. Finalmente enfadada, de una manera que no podía contener, respondí: —¿QUÉ? Danny empezó a hablar rápido. —Sagrada Mierda. Le pedimos a Alex que no dejara que lo vieras, hasta que llegáramos para hablar contigo. Ella lo besó. Él no estaba preparado para ello. No quería apartarla frente a la cámara. La besó y en el momento que estuvimos detrás del escenario, sinceramente, tuve que contenerlo. Él estaba furioso. Intentó

llamarte, pero yo no se lo permití. Sabía que si habías visto el beso estarías como loca y no escucharías toda la historia. Suspiré. —Te adaptas muy bien a tu nuevo puesto de trabajo, Danny. —Colgué el teléfono. Llamó de nuevo, así que lo apagué. Me subí al avión sumida en la agonía. Estaba cansada y sin emociones. Eso fue lo único que me salvó de mi miedo a volar.

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Capítulo 16 La Reina del Drama

L

o escuché entrar en el apartamento. Mi corazón latía con fuerza, pero no pude tomar un respiro para salvarme la vida. Danny entró en mi habitación. Tenía mal aspecto, pero suspiré

cuando vi que era él. Él envolvió sus brazos alrededor de mí. —Yo siempre seré tu hermano primero. Siempre. —Lloré en su pecho—. No espero que lo perdones, pero necesito que vuelvas, Erin. Me aparté, confundida. —¿Qué? Vete a la mierda, Danny. Él no es mi hijo. Yo no tengo que mimarlo. Él empezó a llorar. —Gerry y yo estábamos durmiendo en el sótano en las habitaciones de invitados. Escuchamos los gritos, él estaba tan enojado. Ella tuvo otra apoplejía. Está en el hospital y su padre está al borde también. Tienen miedo de que su padre tenga un infarto. Agarré mi cartera y teléfono y salimos corriendo del apartamento. Yo no necesitaba nada más que una explicación. En el taxi lloré. —Todo esto es culpa mía. Debería haber ido contigo. No quiero mezclar esa vida y esta, necesito el otro él, no la estrella.

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Danny sacudió la cabeza. 292

—Es culpa de esa puta de Mikayla. Es una idiota. Él se la folló en el programa. Está obsesionada y lo ve teniendo éxito y quiere aferrarse a la estrella en ascenso. —Él me miró sombríamente—. De hecho, la llamé y se lo dije esta mañana. Le dije exactamente lo que pasó y cómo fue responsable de casi matar a su madre. Nunca había visto a Danny siendo tan emocional. —¿Gerry está con él? Él asintió con la cabeza. —Y Mike. Me volví hacía mi teléfono, ignorando el constante flujo de mensajes y correos de voz. Presioné su nombre y sostuve el teléfono en mi oreja. Salimos corriendo hacia las puertas de embarque y empezamos a correr hasta la ventilla. —Hola. Dejé de correr cuando respondió y dejé que Danny consiguiera los pasajes. —Hola. Él suspiró. —Lo siento mucho. Lo entiendo, sé que la cagué. Sólo no me dejes. Podemos ir hacia atrás, simplemente podemos volver a ser amigos. Merezco cualquiera de las opiniones que tienes de mí, princesa. —Sus palabras fueron un susurro. Era devastador. Negué con la cabeza.

—Lo siento. Debería haber mantenido nuestro drama para mí misma. Su apoplejía... es culpa mía. De inmediato supuse lo peor de ti. Lo hice frente a ella. Soy una idiota. Amor, estaré allí en un par de horas. Él se detuvo un minuto. —¿Vuelves? Asentí con la cabeza, a pesar de que él no podía verme. —Estaré allí en un par de horas. —Gracias. —Colgó. Me sentí enferma y marqué a Gerry. —Erin, te necesitamos. No se irá del lado de su madre. Su padre está con oxígeno y lo están monitoreando. Oh mierda, él está saliendo de la habitación. Se parece a la muerte. ¿Vas a venir aquí? —Él hablaba en voz baja. —Sí, estaremos allí en un par de horas. ¿Ella está mal? Él susurró: —No. Ella está aguantando. La tienen estabilizada y dijeron que fue uno muy pequeño. Le darán el alta esta noche o mañana. No fue tan grave como la última vez. Una especie de maldito milagro o algo. Depende de su padre y cómo le vaya. Hizo una pausa y volvió a hablar en voz baja. —Si hubieras visto su rostro. Danny cogió su teléfono y consiguió tranquilizarlo. Pensé que iba a destrozar el camerino. Estaba enfadado, como nunca lo he visto antes. Danny hizo que nos quedáramos hasta que él estuvo calmado y casi perdimos el vuelo. Miré a mi hermano y asentí con la cabeza.

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—Él es un buen tipo. 294

—Erin, él habría estado en un avión si su madre no estuviera enferma. Él está asumiendo toda la culpa. Su hermano y su hermana están tratando de calmarlo. Su padre está furioso con él, le dijo cosas horribles. Yo suspiré. —Te enviaré un mensaje cuando aterricemos. —Colgué el teléfono y seguí a Danny a la puerta. Él pasó un brazo a mí alrededor. —Vas a joder esto con tu karma de novio malvado. Asumes la mierda y lo tratas como a los asquerosos chicos con los que saliste cando eras niña. Lo miré. —Yo no hice que la besara. Él se rió con amargura. —Hiciste que reaccionara de forma exagerada al respecto y que actúe como un demente. Lo tienes tan tenso por si lo dejas, que es como un suicida una vez a la semana. Estoy convencido de que un día me lo encontraré cortándose y escuchando todas tus canciones favoritas. Tragué saliva. —Es tan difícil confiar en él, actúa tan a lo loco. Él me agarró de los brazos y me sostuvo con fuerza. —Erin, eso es culpa tuya en parte. Tu mierda ensimismada tiene que terminar. Él ya está estresado al máximo por la banda, el contrato de grabación, la búsqueda de nuevos miembros y asegurándose de que estos encajen, y de repente recibiendo toda la responsabilidad de la banda. Eres tan jodidamente egoísta y estás tan

envuelta en tus propios y pequeños problemas que nunca se te ocurre mirar hacia su lado. Caminamos rápido. Mi pecho se oprimía pero él siguió adelante. —No puedes mantenerlo en esta tensión. ¿Y qué mierda? Alguna zorra lo besó en el escenario. Eso está destinado a sucederle a cualquier persona que sale de su casa. Me pasa cada dos días, y soy yo. El jodido Lochlan ha visto a su padre abandonar toda su vida por su esposa. Él tomó la jubilación anticipada de su trabajo, tenía un trabajo genial. Era un controlador de tráfico aéreo. ¿No es genial eso? Al era un tipo rudo antes de que su esposa enfermara. Ahora él es un maldito ama de casa y un guardián, y Loch ha visto eso durante un montón de años. Para él, el amor significa sacrificio. Nuestros padres no son como esas personas. Ninguno estaba dispuesto a ceder, así que renunciaron. Nosotros renunciamos y la gente como Loch es del tipo que aguanta hasta que la última gota de sangre amarga es exprimida. Él nunca va a engañarte. Ha tenido oportunidades como un hijo de puta. No estoy bromeando. Él tiene a chicas que le ruegan por chuparle la... —¡DETENTE! —Dejé de caminar y negué con la cabeza—. Lo entiendo. Me soltó y me señaló. —Lo estás haciendo ahora. No puedes controlar todos los aspectos de su vida laboral. Tienes que dejarlo salir al patio y sin la correa. Él lo necesita para no preocuparse por ser abandonado cada vez que no te guste que una chica le dé su número. Él nunca acepta las ofertas y ni siquiera mira a las chicas. En el momento en que puede dejar de ser el centro del escenario, Lochlan, lo hace. Por el amor de Dios. Acéptalo de la forma que es o déjalo ir. Y consigue un poco de autoestima. ¿Qué diablos es eso? Es muy molesto ver a una chica bonita viéndose a sí misma como no digna. ¿Sabes lo que nos hace pensar a los hombres? que no es digna. Te vemos, como tú te ves. Eres guapa, divertida e inteligente. Deja de ser tan jodidamente idiota.

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Miré a mi hermano, temblando y preparada para darle una fuerte bofetada. En su lugar, asentí con la cabeza. —Tenemos que coger el avión. Él se echó a reír. —Recogiendo los malos hábitos de Lochlan, hermanita. —La diferencia fue, que escuché cada maldita palabra. Abordamos el avión y tuve que pensar en todo lo que él había dicho. Eso se apoderó de mí en el departamento del miedo. Me consumía. Yo era la perra malvada del callejón. Danny tenía razón. ¿Cuándo se había vuelto tan inteligente? Pensé en la niñez que habíamos tenido. Todo lo relacionado con la mía había sido fácil. Cada minuto que se me dio. Incluso mi hermano mayor impidió que jamás fuera atormentada. El novio acosador parecía como si nada, en comparación con las cosas que Lochlan había enfrentado. Me odiaba a mí misma más y más con cada milla que volábamos. Aterrizamos y corrí hacia la entrada. Él estaba solo y de pie con gafas de sol y una sudadera con capucha. Yo lo reconocí, incluso con la capucha puesta. Corrí atravesando el amplio espacio y salté a sus brazos. Él me abrazó fuertemente contra él. Lochlan respiró hondo en mi cuello. Danny nos arrastró fuera, Lochlan cargándome y todo. Miré hacia arriba y sollocé. —Lo siento mucho yo hice que se estresara. Él negó con la cabeza.

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—Sólo no me dejes. Por favor, deja de hacer eso. 297

Sacudí la cabeza. —No voy a dejarte. Y puedes escoger mi comida. Es raro, pero ya veo por qué lo haces. Una lágrima resbaló por su mejilla. —Ella lo está haciendo muy bien. Mi padre la tiene en casa de nuevo. Fruncí el ceño. —¿Tan pronto? Él asintió con la cabeza. —Ella puede que no hable mucho, pero lo que comunica no se pierde. Ella nunca va a perdonarme y quería su propia cama. Besé sus labios suavemente. —Lo siento, cariño. —Yo lo siento más. Nos metimos en la camioneta que había estado en el camino de entrada. Lochlan condujo como un loco. No hablamos. Cuando llegamos a la casa, me estaba desvaneciendo rápidamente. Estaba derrotada, pero quería ver a Judith desesperadamente. Gerry abrió la puerta cuando llegamos. Besé su mejilla y pasé caminando junto a él hacia la sala de estar. Ella no estaba allí. Me di la vuelta y salí, ignorando a Mike, Lissie y Alex. Abrí la puerta al final del pasillo, golpeando suavemente mientras lo hacía. Al sonrió cuando me vio. Lo hice callar, tratando de no llorar.

—Lo siento mucho por el drama que he traído a su casa. 298

Él tiró de mí. —No. Nuestro hijo es el único... Puse mi dedo en sus labios. —Él nunca ha sido otra cosa más que un buen novio. Nunca me ha dado una razón para dudar de él. —Me encogí de hombros y me apropié de la retahíla de mi hermano—. Yo vengo de desertores. No son como ustedes. Mis padres no se apoyan entre sí de la forma en que ustedes lo hacen. Ellos nunca entenderían su matrimonio. O su compasión. Son personas egoístas. Yo soy egoísta y egocéntrica. Veo la luz en el interior de Loch y sé lo grande que es. No creo ser lo suficientemente grande para ser una parte de ella. Soy yo que no me lo merezco, no es que él se aparte de mí. Él nunca lo haría y lo sé. Pero veo la oscuridad en él y asumo lo peor. A pesar de que, nunca ha hecho otra cosa excepto amarme y protegerme de todo. Es una versión defectuosa del amor porque es única para él. Pero todo el mundo tiene las mismas circunstancias. Todos amamos algo o a alguien de acuerdo a nuestra capacidad de amar. Loch es loco y apasionado, extraño e intenso, y entregado y divertido. Su amor refleja todas esas cosas. Él tiene todas esas cualidades sorprendentes de ustedes. Lo siento por los problemas que he causado. Él me abrazó. —Gracias. Tú no causaste problemas, pero gracias por verlo a él. Ver su luz y su oscuridad. Me libré de sus brazos y me arrodillé a su cama, ella sollozaba en silencio. Hizo un ruido. Apreté su mano. —Lo siento de verdad.

Ella parpadeó fuera de control. 299

—Ella quiere decirte algo. Miré a Al. —¿Cómo? Él cogió un lápiz y papel, limpiando una lágrima solitaria de su cara. —Está bien, cariño. Ella lo miró y comenzó una serie de parpadeos. Yo no entendía nada, pero supuse que él estaba contando los parpadeos y apuntando las letras que coincidían con el número de parpadeos. Se prolongó durante un par de minutos. Él leyó y sonrió. —Ella dijo; sé su refugio de la tormenta, ya sea por dentro o por fuera. Ella me dirigió una mirada tranquila, y yo sabía que me lo estaba entregando. Él sería mío para protegerlo y mantenerlo a salvo. Teníamos que aprender a amarnos uno a otro como sus padres, yo podía aprender. Agarré sus manos y luché contra mis sollozos. —Lo haré. Siempre lo mantendré a salvo en mi corazón. —Besé su mano y me levanté—. Descansa un poco. Ella parpadeó dos veces. —Eso quiere decir que sí. Asentí con la cabeza. —Lo supuse. Buenas noches y feliz Acción de Gracias por el otro día.

Al asintió. 300

—Estamos agradecidos por ti. Negué con la cabeza. —No tan agradecido como lo estoy por ustedes. —Casi no los conocía, y sin embargo, nunca me había sentido más acogida y amada. Salí de la habitación. Él estaba de pie en el pasillo luciendo lúgubre. Me puse de puntillas y rocé mis labios contra los suyos. —Tu turno. Él bajó la mirada y pasó dentro. Yo me metí en su habitación, evitando entrar en la sala de estar. Me sentía humillada y asqueada por mis acciones. Quería una máquina del tiempo para volver atrás y cambiarlo todo. Gerry entró en la habitación con un enorme sándwich y me lo entregó. —¿Estás bien? Negué con la cabeza. —Soy una imbécil mezquina. Él ladeó la cabeza. —Chica, si viera a Dean hacer eso en la televisión, me gustaría quemar el maldito set de producción hasta que se hundiera en el suelo. No eres mezquina, eres insegura debido a que las mujeres en el mundo quieren montar a tu hombre. Yo suspiré. —¿No hay un dicho acerca de cuanto más brillante es la estrella más caliente está el fuego?

Él se echó a reír. 301

—Sí, algo así. ¿Te sientes chamuscada? Me reí. —No, sólo el calor tal vez. Danny entró en la habitación. —Oye. ¿Estás bien? —Sí. —¿Cómo está Judith? Asentí con la cabeza. —Está bien. Él cogió la mitad de mi sándwich de pavo y se comió un gran bocado. —Sabes que deberíamos haber ido con mamá y papá este fin de semana. No se habrían dado cuenta del drama. Sonreí. —Me alegro de haber venido aquí. Me siento mal por la preocupación de Judith y su apoplejía, pero me alegro de haberlos conocido y ahora lo comprendo todo. Danny sacudió la cabeza. —Yo también me siento mal. Aunque me alegro de haber llamado por teléfono a Mikayla. Ella estaba llorando a gritos y pidiendo disculpas. Fue impresionante. Gerry le dirigió una mirada.

—¿Lo hiciste? 302

Danny asintió con la cabeza y masticó. Gerry estaba a punto de decir algo, pero Lochlan entró y miró a todos con una mirada confusa. Yo le sonreí. Se acercó y cogió la otra mitad que quedaba de mi sándwich. Dio un gran mordisco y se sentó. Nos sentamos en silencio. No era incómodo, era agotamiento. Estábamos cansados de nuestras mezquinas personalidades.

Capítulo 17 Quiero mi MTV

M

e acurruqué contra él, absorbiendo su calor. Él envolvió su enorme brazo sobre mí, acercándome a él. —¿Princesa, estás despierta?

Asentí. —Más o menos. —Te Amo. Me di la vuelta para mirarlo. —Loch, no sé cómo sucedió tan rápido, y no sé por qué me ha costado tanto decirlo, pero quiero hacerlo. —El besó mi nariz y luego mi mejilla. Yo susurré en su desaliñado rostro—. Te amo. Él se echó hacia atrás. —¿Lo haces? Asentí. —Más de lo que puedo explicar o entender. Va en contra de todo lo que creí lógico y razonable, pero lo hago. En tres meses y medio me has ganado, en cuerpo y alma.

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Él me dirigió esa sonrisa que me hacía respirar de forma graciosa. 304

—Cásate conmigo. Me reí. —No puedo. Se echó hacia atrás. —Tú me amas, yo te amo. ¿Por qué no? Volví a reír. —Porque nos conocemos desde hace tres meses y medio. Eso es una locura. Sus ojos brillaron. —Estoy loco, loco por ti y una especie de locura por mi cuenta. Asentí. —Sí, lo estas. Cuéntame lo que sucedió en ese programa. Sus ojos se estrecharon. —Andrew, Mikayla, Ben y yo éramos los cuatro finalistas, Ben descubrió que Andrew era gay. Andrew estaba en el primer lugar, en cuanto a las estadísticas. Ser gay dañaría sus posibilidades de ganar. También afectaría su oportunidad para ser una exitosa estrella del pop. Necesitas ser como George Michael y tener fans para luego declararte gay, aunque, tal vez no en un baño público. Me reí pero él siguió serio. —Ben acudió a mí, sin saber que mi gemelo era gay y me contó su plan. Yo estaba empatado en el segundo lugar con Ben, no me importaba una mierda el

programa. Solo quería que terminara, lo odiaba. Eso no era arte, era drama. En cualquier caso, yo le dije que no, que no lo ayudaría y si escuchaba que alguien más decía que Andrew era gay, le daría una patada en la cabeza. —Todo estaba empezando a tener sentido. —Entonces la noche del penúltimo programa, Andrew y yo íbamos primero e hicimos nuestras actuaciones. La mejor de todas, estuvimos geniales. Ben era el último. Salí del escenario y lo escuché diciéndole al productor que Andrew los necesitaba para poner en marcha algún asunto de orgullo gay, en apoyo a él y su declaración gay. Que él ya se lo había dicho a su familia y estaba saliendo del armario. Claro, eso no era verdad. Andrew nunca se lo dijo a nadie. Me volví loco. Lo golpeé. Lo vi todo negro. Ni siquiera lo recuerdo. Pero él nunca realizó su presentación y termino siendo el pobre chico que golpeó el psicópata de Lochlan. Él ganó el programa y yo cargué con la culpa, para que nadie se enterara de lo de Andrew. Lo besé. —¿Por qué no me dijiste? Él negó con la cabeza. —No es mi secreto para ir contándolo pero estoy más asustado de perderte que de protegerlo a él. Agarré su rostro severo. —Nunca me perderás. Terminé con todo eso. No quiero ser como mis padres. No quiero huir cada vez que este asustada o herida. Quiero encontrar la manera de estar contigo y no perderme. Quiero ser parte de los dos Lochlans. Quiero ir contigo y estar contigo. Él frunció el ceño.

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—¿Qué pasa con la facultad de Derecho? No quiero que abandones tus sueños. Esa eres tú. Me encogí de hombros. —Tengo veintitrés años, tengo mucho tiempo. ¿Quién sabe cuánto durará esto para ti? El estrellato es pasajero, la facultad de Derecho es permanente. —¿Qué pasa con tus planes? Me reí. —Tú has estado jodiendo mis planes desde el momento en que te conocí. Se suponía que debía desempacar en mi apartamento, ir a correr, volver y hacer la cena en mi nueva cocina. Quería configurar mi cuenta en Netflix, comer y ver la televisión sola. Mi plan solo me involucraba a mí. Era un plan egoísta de una persona egoísta. Ahora quiero apoyarte. Quiero que te relajes y no te preocupes por nosotros, y tampoco por perderme. Que esto sea sobre música. Quiero terminar este semestre y luego tomaré un descanso. Él sonrió y me beso. —Quiero que vengas conmigo. Odio estar lejos de ti. —Cerré los ojos y descansé mi cabeza en la curva de su brazo. Cuando desperté, él estaba dormido, había luz afuera. Me sentía como si estuviese en la película Groundhog Day, y estuviera despertando con una segunda oportunidad para todo. Me vestí y tropecé por el pasillo. Danny me sonrió. —Siempre fuiste una hermosa persona por la mañana.

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Le enseñé el dedo medio y me serví una taza de café. Al estaba poniendo la mesa y Gerry volteaba el tocino. Al me miró. —Ve a despertarle y que levante el trasero. Estará molesto si se pierde el desayuno. Me reí. —Está bien. —Le serví una taza de café y miré a Al—. ¿Cómo le gusta el café? Una sonrisa se formó lentamente en sus labios. —Con una de crema. Asentí y le agregué crema al café. Lo llevé al final del pasillo. Lo puse en la mesita de noche y me incliné hacia adelante dándole un beso de buenos días. Él sonrió contra mis labios. —Parece temprano todavía. Respiré profundamente. —¿Hueles algo que quizás puedas estar molesto por perderte? Inhaló, olfateó el aire y asintió. —Tú. Lo empujé. —Vas a tener que hacerlo mejor que eso. Abrió sus brillantes ojos azules, lanzándome una mirada. —¿Quieres que empiece a intentarlo? Me reí.

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—No. No creo que salgamos de la habitación si empiezas a intentarlo. Quiero que te levantes porque Al dijo que tienes que hacerlo. Él echó un vistazo a la taza de café humeante. —¿Preparaste mi café? —Sonaba escéptico. Crucé los brazos aparentando sentirme herida. —No actúes como si no hiciera cosas por ti. Él envolvió sus brazos a mí alrededor. —Sé que lo haces, pero no cosas como estas. —Se sentó, arrastrándome con él. Tomó un sorbo de café y asintió—. ¿Sabes cómo preparar mi café? Le guiñé el ojo y le lancé una sonrisa cursi. —Estoy llena de todo tipo de sorpresas. —Me levanté y salí del cuarto con arrogancia—. Apúrate. —Sí, señora. Mi corazón se derritió. Nadie en la tierra podía decir «Sí, señora» de la misma forma que un chico de Tennessee. Nos alojamos durante dos días más. Perdí mi trabajo y recibí mi primer correo de advertencia sobre las clases perdidas. Pero me reí más fuerte que nunca. Mi sonrisa era mayor de lo que pude haber imaginado, especialmente considerando las circunstancias. Y me relajé en la curva de sus brazos, como si perteneciera ahí. Danny, Gerry y yo nos quedamos con Judith, así Alex, Lisse y Loch pudieron salir a cenar con su padre. Cuando llegaron a casa, Loch nunca se vio tan libre.

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Volvimos a Boston a mitad de la tarde del otro día. Yo me fui a correr y él, Gerry y Danny fueron a tratar cosas de la banda. Cuando él volvió, yo estaba trabajando como una esclava para ponerme al día con los trabajos que necesitaba terminar y las definiciones que tenía que memorizar. El besó un lado de mi cara y lo despedí con un gesto. Él se rio. —Muy bonito, vine a decirte que fuimos invitados para reemplazar a otra banda y presentarnos en directo en los MTV Music Awards en Netherlands y tú me echas. Me quedé boquiabierta. —¿Qué? Él asintió. —Hubo una serie de terribles tormentas por lo que logró cambiar de Noviembre a Diciembre. Es la próxima semana y estamos invitados. Una de las otras bandas tuvo que retirarse. El vocalista tuvo que someterse a una operación vocal. Mire a Danny quien estaba comiendo yogurt de un gran recipiente en el refrigerador. —Cierra la puerta. Danny asintió. —Voy a tener mucho sexo. Hice una mueca. —No si sigues comiendo de esa manera.

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Me levanté de un salto, agarrando a Lochlan. Él me abrazó. 310

—¿Puedes venir? Mi estómago se hundió. Negué con la cabeza. —Todos mis finales son la próxima semana y la semana después. Desde el 6 hasta el 13 de Diciembre. No hay manera de que los pierda. Arruinaría todo el semestre. Parecía que podía… pero no enloqueció, él mantuvo la calma y asintió. —Tengo a los chicos para que graben todos mis movimientos. Negué con la cabeza, sintiéndome como si fuera la esposa loca con el cepo. —Amor, diviértete. ¿Cuándo diablos le sucede esto alguien? Veré la presentación en directo y disfrutaré cada segundo. Si besas a una celebridad o dejas que las chicas te acosen, me serviré una bebida extra fuerte y trataré de tomarlo como un hombre. Cuando vuelvas a casa tendrás unos minutos para explicarte. Si tu escusa es «Oh rayos, estaba tan borracho», te rociaré. Él parecía divertido. —Muy gracioso. Sacudí mi cabeza. —No es gracioso, ¿hay trato o no? —Le tendí la mano. Él me miró vacilante. —¿Alguna vez te han rociado con esa mierda? Ladeé mi cabeza. Él suspiró y agarró mi mano.

—Eres un poco cruel, ¿lo sabías? 311

Asentí. —Y todavía, no he perdido el sueño por eso. Danny negó con la cabeza. —No estaría de acuerdo con ella, no con esa mierda, su cerebro trabaja de maneras malvadas. Lochlan me ofreció una sonrisa, la que hacía que mi corazón se acelerara. —Yo accedería a cualquier cosa. Danny se dejó caer en una silla. —Eso es porque eres un tonto, amigo mío. Le lancé una mirada, pero Lochlan se limitó a sacudir la cabeza. —Sólo espera, yo era como tú hasta el 12 de Agosto. Le di un empujón. —Ese día tú escogiste una tipeja del restaurante de camino a casa. Él me guiño un ojo. —Esa fue la última. Lo juro. Pensé en ti en todo el… Mi mano se levantó, cubriendo su boca. —Oh dios mío, no termines la oración. Y olvidaste esa chica en Costco. Él se rio.

—Bueno, esa fue la última. Lo juro. Además ella no cuenta, Gerry fue un completo tonto del culo con ella. Se burló de ese adorable tatuaje en su espalda que parecía un tiro al blanco. —Le guiño a Danny que estaba aullando y apoyado contra la encimera. Me estremecí. —¿Qué diablos? Necesito un baño y un whisky. Repugnante. —Me detuve y lo miré—. ¿Por qué todas las apuestas y la bravuconería si no te estabas acostando con otras? Él se ruborizó. —Nunca trabajé tan duro para tener sexo en toda mi vida. Me tenías constantemente pensando en nuevas formas para impresionarte, o como podría pasar tiempo contigo. Yo solo sabía que tenía que hacerte mía. Asentí y me dejé caer en el sofá. Él estaba matándome. Me obligué a recoger el libro de nuevo. Él se sentó a mi lado, encendió la televisión y me pasó su IPod y los Beats. Me los puse y puse en marcha la lista de reproducción que él hizo para mí. Ellos vieron algo sobre la gente que vivía en un pantano o chicas con cocodrilos. De alguna manera, me perdí entre los libros y la música y cuando presté atención a mí alrededor, los chicos estaban dormidos. Les quité el control remoto y puse mi película favorita en Netflix, Conociendo a Jane Austen. Cuando Loch se despertó, estaba por la escena donde el profesor estaba parado en el cruce, mirando al niño que atravesaba la acera. Me estremecí con un sollozo. —¿Estas llorando? Sacudí mi cabeza. —No.

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Él limpio mis lágrimas. 313

—¿Qué pasa? Negué de nuevo. —Nada. Adoro esta película. Él parecía horrorizado. —Eso es algo que nunca entenderé de las chicas. Me atrajo hacia él, pasándome unos pañuelos. Cuando la película terminó, él estaba inconsciente de nuevo. Me levanté del sofá y me fui sigilosamente a la cama. Me quede allí durante unos minutos, pensando y sintiendo las cosas con las que había fingido estar de acuerdo. Cosas con las que me estaba conformando con la creencia de que su magia era más grande que la mía. Dios bendijo su propósito, mientras que el mío era común y corriente. Había un terrible susurro en la parte de atrás de mi mente que se burlaba. Me dijo que me cansaría de ser la sombra y menos importante. Que me cansaría de su amor cuando no me encontrara más en sus ojos. Me quité los pantis de niña y regañé a mi baja autoestima. Sabía que nada de eso pasaría. Bueno… tenía la esperanza. Cuando me quedé dormida, estaba segura de que estaríamos juntos para siempre.

Capítulo 18 El Fallecimiento

T

erminé el último examen y supe que lo había jodido. La facultad de Derecho necesitaba un compromiso serio, y yo apenas le había dedicado el cincuenta por ciento. Si aprobaba sería una especie de

milagro. Mi teléfono vibró cuando salí del examen. Miré y era otra foto de una enorme cerveza, y Danny fumando un gran porro. Me reí y sacudí la cabeza. Los premios MTV music awards fueron alucinantes. El espectáculo fue una locura, y ellos habían rockeado como si lo hubieran estado haciendo durante cientos de años, como los Rolling Stones. Estaban hospedados en Europa durante unos días adicionales para hacer algunas actuaciones de última hora. Me pasé toda la semana que él había estado ausente, viendo la actuación en directo una y otra vez como un fenómeno de circo. Dean me alcanzó en el pasillo. —Oye. —Me agarró del brazo. Sonreí. —Hola, ¿cómo te va? Él negó con la cabeza. —Corregí los exámenes y estoy confundido. ¿Estás echando a perder esto a propósito?

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Negué con la cabeza. 315

—No, sólo he estado envuelta en todo esto, ya sabes. Él envolvió su brazo en el mío. —Vamos a tomar un café. Necesitas un discurso vivaz y resulta que yo manejo eso como un campeón. Puse los ojos en blanco. —Estás empezando a sonar como Gerry y ellos. Él resopló. —Por lo menos yo no estoy renunciando a mis sueños para estar con ellos. —Dean, él no es un chico normal. Mis sueños apenas se ajustan con su vida. Él me dirigió una mirada extraña. —¿Quieres decir porque tiene TDAH y su madre se está muriendo? ¿Crees que no hay miles como él en este estado y solos? Me encontré con su mirada desafiante. —¿Están tocando en directo y teniendo cada segundo de su mal comportamiento analizado como él lo tiene? Yo diría que él es uno entre un billón. Él se pasó las manos por el pelo. —Erin, tienes que tener algo que sea tuyo. Cada relación necesita eso. Negué con la cabeza.

—Mis padres tienen algo que es suyo y ya no se tienen el uno al otro. Ellos querían mucho a sus propias cosas. Si observas a las parejas de celebridades, uno siempre se queda un poco atrás, permitiendo que al otro lo encandile la luz. Él rodó los ojos. —Vosotros no sois exactamente una pareja de famosos. Me eché a reír. —Eso ha dolido, lo que quiero decir es que... no me importa posponer mis cosas para apoyarlo. —Así que, ¿estás de acuerdo con echar a perder todo el dinero y el semestre, porque él es una espectacular estrella de rock? Negué con la cabeza. —No estoy de acuerdo con eso. Sólo quiero estar ahí para él. El año que viene comenzaran las giras, ya están registrados en diecisiete. Eso es un montón de actuaciones. Tres de ellos están agotados. Él va a necesitarme. Él se cruzó de brazos, liberándome. —¿Por qué? ¿Eres una píldora mágica o sólo estás tratando de convencerlo de que te necesita, así te sientes perdonada por tus sospechas de él? La culpa se desgarró dentro de mí. —Sin ofender señor, pero jódete. Él se rió con amargura. —No estamos haciendo la cosa de profesor-alumno en este momento y tú lo sabes.

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—He hecho un desastre de nuestra relación. Le hacía sentir como si tuviera que escoger entre la música o yo. Él me agarró por los hombros. —Cariño, la solución no es él o tu carrera. Es confiar en él y dejarle que sea como es. No estoy preocupado pensando en Gerry. Si él no quiere estar conmigo o encuentra a alguien nuevo, quedaré devastado, pero soy digno de alguien que quiera estar conmigo, tal como soy. Gerry no es el único hombre en el mundo, y él no es la razón por la que soy feliz. Soy feliz a mi manera. Él hace que todas las cosas buenas sean mejor. —Sus palabras resonaron—. No abandones. Vas a tener que sacar buenas calificaciones el próximo semestre, pero no abandones. Yo te ayudaré. Asentí con la cabeza. Esa era la opción que yo deseaba. Si fuera honesta conmigo misma y considerara mis opciones como el profesor, yo escogería mis sueños, no permitiría que la culpa y la falta de confianza me derrumbaran. —Gracias. Él negó con la cabeza. —Es mi trabajo. Me fui a casa después del café y tomé un baño caliente. Mi teléfono sonó, justo cuando me estaba acomodando. Me incorporé y me sequé la mano. —¿Hola? Era Alex. —Hola, Erin. Sonreí.

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—Hola. ¿Cómo estás? 318

—No muy bien. Mi estómago dio un vuelco. —¿Qué ha pasado? ¿Es Judith? Él suspiró. —No. Mamá está bien. Lo está haciendo muy bien. Es papá, si puedes creerlo. —No me jodas. —No estoy de broma. Ha tenido un ataque al corazón. El médico dijo que era sólo cuestión de tiempo, y todo este año ha sido muy estresante para ellos. Él se está estabilizando y luego le harán una cirugía. —¿Su nivel de colesterol? —Sí y la presión arterial y la diabetes, y cualquier otra cosa que haya en curso sobre la que él no nos ha advertido. Cerré los ojos. —¿Has llamado a Lochlan? —Mamá no quiere que lo llame. Ella quiere que él se centre en sí mismo y en la banda. Quiere que se quede en Europa y realice las actuaciones. Di un grito ahogado. —Su jodido padre está a punto de someterse a una cirugía. Él tiene que volver a casa.

—Lo sé. Ellos se sienten como una carga y como que lo están refrenando. Y tú sabes que dirá que dejó a papá cuidándola él solo, y que el estrés de su carrera, es lo que ha causado esto. Sentí algo que nunca había sentido antes. —Sabes que eso no es cierto. —Yo lo protegería de cualquier cosa, incluso de ellos. —Lo sé. Pero ya sabes cómo es él. Dirá que es culpa suya, y dejará la música. Erin, dejará la banda, al igual que lo hizo con el trabajo que había conseguido. — Saqué el tapón de la bañera—. Estaré allí lo más rápido que pueda. —Llamé a mi padre y le rogué para que reservara mi vuelo. Yo estaba casi en banca rota. Abrí el grifo de agua; eso era relajante. La espalda me dolía, y estaba llena de recuerdos del artículo que había leído acerca de la radiación en los aviones. Me comí unos cacahuetes salados y bebí un ginger ale, tratando de no balancearme y pensar en los accidentes aéreos. Al menos, el vuelo duraba solo un poco más de dos horas. Lissie me recogió. Parecía devastada. La abracé, dejándola llorar en mi hombro. —Él no está lo suficientemente fuerte como para la cirugía. Ellos no pueden hacer nada. Cerré los ojos y simplemente respiré. No sabía que decir. Mi teléfono comenzó a sonar. Lo saqué y respondí, todavía sosteniéndola. —Hola. Sonreí. —Hola. —Él sonaba bien. Odiaba estar a punto de arruinarlo.

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—Acabamos de llegar a casa y no estabas aquí. Vi que tu equipaje de mano no estaba. ¿Estás bien? Asentí con la cabeza. —No. —No podía mentirle. Lissie se echó hacia atrás y asintió con la cabeza. —Cuéntaselo. Le pasé el teléfono. —¿Quieres hacerlo tú? —¿Es esa mi hermana? ¿Qué diablos está pasando? Ella negó con la cabeza. —Es mejor si lo haces tú. Coloqué el teléfono sobre mi oreja. —Necesito que te calmes y que me escuches. No pierdas la calma y no dejes de escuchar, hasta que te lo haya contado todo, ¿de acuerdo? —¡CUENTAME QUE MIERDA ESTÁ PASANDO! Me mantuve en calma. —Pon a Danny si no puedes mantener la calma. Su voz sonaba salvaje. —Estoy tranquilo. Me habría reído, si hubiera sido en cualquier otra circunstancia.

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—Tu padre tuvo un ataque al corazón. Está en el hospital y están tratando de estabilizarlo. Tu madre está bien. Alex está con ella en el hospital para que pueda verlo. Ella está en su silla de ruedas y completamente bien. A él lo están estabilizando. —¿Has terminado ya? Fruncí el ceño. —Sí. —Estaré allí en tres horas. Nos encontraremos en el hospital. Él colgó el teléfono, y no podía dejar de preguntarme que estaría destrozando. Suspiré y le dirigí a su hermana mi más débil sonrisa. —Estarán aquí en un par de horas. Ella se abrazó a sí misma y me mostró el camino hasta el coche. El hospital estaba en silencio hasta que ellos llegaron. Yo le estaba dando a Judith un sorbo de agua cuando oímos su voz. Los ojos de ella se abrieron de par en par y me fulminó con la mirada. Les di la espalda. —Él terminó la actuación. No tiene otra hasta después de Navidad. Ella parpadeó dos veces. Yo asentí con la cabeza. —Está bien, entonces. Él se agachó, besando su cara y luego la mía. Sus ojos estaban oscuros cuando se levantó nuevamente y miró hacia mí. —¿Cómo está?

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Negué con la cabeza. 322

—No ha cambiado nada. Él señaló el pasillo y apretó la mandíbula. —Acabo de hablar con su médico y él tenía la impresión de que nosotros habíamos entendido que no pueden hacer nada por él. Sentí que mi mirada se debilitaba. La debilidad de él con ella. Él no estaba lleno de ira, como pensé que estaría. Parecía destruido. Entró en la habitación y puso su cara en el vientre de su padre. Mi corazón se rompió. Llevé a Judith a dar un paseo. Nos sentamos en la ventana de un pasillo, disfrutando del resplandor de la tormenta torrencial de afuera. No miré hacia ella. Simplemente hablé en voz baja: —Creo que he aprendido más con tu familia en las semanas que os he conocido, de lo que tengo en las décadas con la mía. —Ella parpadeó rápidamente. Saqué mi teléfono móvil y asentí con la cabeza—. Está bien. Yo puedo hacer esto. Ella parpadeó, 9 veces, 12 veces, 15 veces, 22 veces, 5 veces, 21 veces, se tomó un descanso, 4 veces, 1 vez, 21 veces, 7 veces, 8 veces, 20 veces, 5 veces, 18 veces. Las conté en mi cabeza y sonreí. TE QUIERO HIJA, era lo que decía en la pantalla de mi móvil. Me incliné hacia ella. —Gracias. Yo también te quiero. —Y lo hacía. No se necesitaba una cantidad de tiempo para hacerme quererlos. Nos sentamos en silencio, observamos la lluvia y nos cogimos de la mano. Danny salió corriendo por el pasillo, sabía por su rostro lo que había sucedido. Se detuvo cuando me vio mirando. Sus ojos brillaban. Se dio la vuelta y regresó.

Bajé la vista hacia ella. Tenía el rostro cubierto de lágrimas. Estas guardaron silencio. No subestimé el hecho, de que supe que ella lo había sentido partir. No había manera de que ella hubiera visto a Danny. Ella estaba mirando la lluvia. Agarró mi mano un poco más fuerte. Nos sentamos allí hasta que ella la apretó. —¿Lista para volver? Ella parpadeó dos veces. La conduje de vuelta a la habitación. Lochlan se había ido, Danny, Gerry y Mike estaban sentados en los asientos fuera de la habitación. La empujé hacia la puerta. Lissie la llevó desde allí. Le susurré: —Lo siento mucho. Ella se estremeció y dirigió a su madre dentro de la habitación para despedirse. Me di la vuelta y corrí. No sabía dónde podría haber ido él. Nunca pude descifrarlo, de la manera en que él lo hacía conmigo. Corrí violentamente hasta llegar a la ventana que mostraba un lado del patio. Eso me iluminó, sabía que estaría en la lluvia. Abrí la puerta y salí. Él estaba allí, sentado en un banco de piedra en medio de grandes árboles y arbustos. Estaba encorvado. Me paré frente a él durante un momento, empapándome completamente. Él me agarró de las caderas y me sentó en su regazo. Enterró su cara en mi cuello y yo envolví mis piernas alrededor de él. Él me envolvió por completo. Cerré los ojos y dejé que la lluvia se deslizara sobre nosotros. Besé un lado de su cara. —Lo siento, amor.

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Capítulo 19 La lluvia de Noviembre trae el dolor de Diciembre

M

is padres llegaron, ocupando la mente de todos. Mi madre adoraba a Judith como si fuera su trabajo, no es que a Judith le molestara una alocada distracción. En cierto momento, le susurré al oído.

—¿Ves a lo que me refiero? Ella me parpadeó dos veces y regresamos a la conversación. Mi padre optó por un par de trotes con Lissie. Él nunca dejó de hablar de ella. Y yo estaba lista para estrangularlo. Danny y Gerry hicieron los arreglos para que la banda se desplazara hasta Nashville. De todas formas, era mejor para ellos. Estaba acostada en la cama junto a él, mirando su cara ensimismada. —Mike, Gerry y el chico nuevo Leon, se están mudando. Gerry compró una casa, y él, Danny y Mike están pensando compartirla. Sus ojos se posaron en mí. —No puedo pedirles que hagan eso. Me encogí de hombros.

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—Ya está hecho, nadie quiere ver a Judith en una residencia, tu padre trabajó muy duro para mantenerla aquí, todos quieren estar aquí. Él mordió sus labios agrietados. —Soy el miembro más reciente, no pueden mudarse y perder a Lenny. Le sonreí. —Lenny envió un enorme ramo de flores con una carta, que básicamente decía que se marchaba dejando a Thin Ice en tus capacitadas manos. Él quería que tu madre estuviese contigo y que tú consiguieras tus sueños. Cerró los ojos. —Necesito dormir más. Le agarré la mandíbula. —Mírame, Loch. Él abrió los ojos. Sacudí mi cabeza. —No. Necesitas levantarte y ayudar a tu familia. Tu madre ha perdido a su esposo y apoyo. Ella está asustada, y no necesita añadirte a las cosas por las que debe preocuparse. Él me besó la nariz y se levantó de la cama. —Está bien. —Salió de la habitación dejándome allí. Danny entró a la habitación y cerró la puerta. Se acostó en la cama a mi lado. —¿Cómo demonios pueden ir mal tantas cosas, todo a la vez?

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Negué con la cabeza. 326

—No lo sé, pero maldita sea. El asintió y me miró. —¿Han vivido en lugares nocivos? ¿Cómo pueden ser tan jóvenes y estar tan enfermos? Mira a nuestros padres y compara. —Lo sé. De alguna manera creo que nuestros padres han hecho algunas cosas bien. Han sido egoístas pero cuidan de sí mismos. Sí, su prioridad ha sido ellos mismos, pero al menos eso implica salud. Como mínimo podemos concederles eso. Él resopló. —Sí, la maldita línea empata allí. Mamá ha sido una completa psicópata con Judith, incluso le habla como si Judith no hablara español. Y papá estaba charlando con una jovencita en el camino cuando salí un momento a la calle. Hice una mueca. —Lo juro él estaba coqueteando con Lissie. Él frunció el ceño. —Lo voy a golpear. Necesita recordar que tiene cincuenta y siete años. Suspiré. —Tal vez están haciendo lo correcto, actúan como jóvenes. Se ven jóvenes y viven como jóvenes. —Lo miré—. ¿Te ves a ti mismo casándote, teniendo hijos, y añadiendo mierda y estrés a tu vida? O ¿te ves más como papá y mamá, simplemente disfrutando y libre de preocupaciones? Él suspiró.

—No lo sé. 327

Me acurruqué contra él. —Yo tampoco. —¿Que pasa con Loch? Me encogí de hombros. —Podemos ser jóvenes y tal vez divertirnos juntos. Él puede mostrarme como. —No es posible, tú ni siquiera eres divertida. Seamos realistas. Le di una palmada en el vientre y cerré los ojos. El funeral fue adorable. Sus viejos amigos y compañeros de trabajo vinieron con sus esposas. Lissie le puso un hermoso y elegante vestido a Judith que compró para ella. Lucía hermosa. Lochlan estuvo de pie, estoico. Él no lloró; no volvió a llorar desde el patio del hospital. No sostuvo mi mano, ni estuvo de pie junto a mí. Me apartó, excepto en sus sueños. Él me necesitaba entonces. Susurraba cosas como rogándome que no lo abandonara. Regresamos a casa, agotados y listos para hundirnos en un pozo de desesperación. Me quité los zapatos de tacón, tuve que conseguir que mi madre me los comprara junto con el vestido. Yo no tenía nada que fuera digno para un funeral en mi pequeña maleta. En la cocina fue donde lo perdí, hice café y me derrumbé contra la encimera. La cocina era el dominio de Al. Él hacía café y bocadillos. Él hacía las comidas y se ocupaba de todos. Él nunca lo había hecho en sus años de matrimonio, hasta que tuvo que hacerlo. Luego aprendió a cocinar. Cómo hacer todo de la manera que a ella le gustaba. Cómo suponer cosas que no

sabía y cómo hacer que todos se sintieran bien en su casa, a pesar del hecho de que su vida era dura. Él fue madre, padre y amigo para sus hijos. Lo conocí apenas durante unas semanas y ya lo amaba como si fuera mi familia. Sentí unas manos cálidas en mi espalda. Me volví para ver a Gerry, limpiándome la cara. —Lo siento. —Sacó un pañuelo y limpió mis lágrimas y el rímel corrido. —¿Quieres ir a caminar? Asentí con la cabeza. Salimos de la casa. Danny y Mike vinieron. Dejamos a los Barlows llorando a solas. Mamá y papá se habían ido a sus habitaciones en el hotel. No les dijimos que nos íbamos. Sólo lo hicimos. Caminamos, los cuatro, luciendo muy elegantes y oscuros para el tranquilo vecindario. Gerry se acercó a una enorme casa de lujo en la nueva zona. Tenía un cartel de vendida. Él sacó una llave. —¿Queréis verla? Le sonreí. —¿La compraste en el mismo vecindario? Él asintió. —Sí. Alex y Lassie también lo hicieron. Todos estuvimos de acuerdo en que debíamos estar lo más cerca posible. Este es mi fin. —Él giró la llave y dio un paso atrás impresionado. Era una casa enorme, con garaje para dos coches, dos pisos y un sótano. Fruncí el ceño. —¿Qué harás con todo este espacio?

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Sonrió y abrió la enorme puerta. Entramos en la gran entrada frontal. Los suelos eran de gres y parqué de arce, con un ligero tinte rojizo. La cocina era de cerámica y mármol con todo de acero inoxidable. Con dos lavabos y una enorme isla. Era espectacular. El dormitorio principal era del tamaño de nuestro apartamento y el baño era digno de la realeza. Gerry sonrió. —Es bonito, ¿no? Sacudí mi cabeza. —Bonito es un insulto para esta casa. Le dio una palmadita a Danny en la espalda. —Lo mejor está en la planta baja. —Lo seguimos hasta el sótano sin terminar. Él extendió las manos hacia los paneles de yeso y el marco. —Esto va a ser una sala de sonido de última generación. Estará insonorizada y terminada para que podamos grabar y ensayar, y cualquier cosa que se necesite. Está a sólo una manzana de Judith, por lo que no tenemos que preocuparnos por estar lejos de ella mientras trabajamos. Danny sonrió. —Eso es impresionante. —Ninguno de nosotros podría estar más emocionado, y sinceramente, él ni siquiera sonaba impresionado consigo mismo. Mike se sentó en las escaleras. —Nuestro primer concierto no será hasta marzo, así que tendremos tiempo de sobra. Danny sacudió la cabeza.

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—No. Tenemos un nuevo teclista al que habituarnos, tres nuevas canciones que acabamos de adquirir, y tenemos que conseguir el resto del corte de difusión. El tiempo es cero. ¿Cuánto falta para que esté acabado? Gerry pensó durante un segundo. —Dijeron que tres semanas, la primera semana de enero. De repente me pregunté, ¿cuánto dinero tenían todos? Incluso Danny parecía tener bastante. Miré a mí alrededor. —Esto va a ser perfecto para vosotros. Buena elección, Gerry. Él sonrió. —Eres bienvenida a quedarte cada vez que quieras, ya lo sabes, ¿verdad? Su tono me hizo sentir como si mi estómago se hubiera desplomado. Asentí con la cabeza. —Por supuesto. Gracias. —Indiqué—: Voy a regresar. Ellos permanecieron en la casa, planeando o evitando. No importaba cuál. Entré por el patio trasero y me senté en el enorme sofá parecido a un columpio de terraza. Me acurruqué y observé las nubes blancas y esponjosas. Los cielos en Nashville eran más azules y más claros que en Boston. Eran más como en Dakota del Norte. Echaba de menos mi hogar. Cerré los ojos y me dormí. Me desperté por las voces. Abrí los ojos y miré a través del patio oscuro. El sol se había puesto por completo y la noche había reclamado el cielo. Lochlan y Alex estaban de pie en el patio.

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—Le debes más que eso —dijo Alex. Estaba a punto de salir en defensa de Loch, suponiendo que eso fuera sobre su madre. Lochlan se cruzó de brazos. —Quiero que ella se vaya a casa. Sólo quiero que se vaya. No quiero tener que pensar nunca más en esto El comentario de Gerry sobre quedarme en su casa, me hizo enfermar al instante. ¿Era yo la última en saber que iba a romper conmigo, el día del entierro de Al? Me quedé inmóvil. Alex negó con la cabeza, mirando hacia abajo. —No has cambiado nada. Todo el mundo está siempre pendiente del Pobre Lochlan, el Valiente Lochlan, el Triste Lochlan, el TDAH Lochlan, el Exitoso Lochlan. Todo es siempre sobre ti. —Él pasó junto a él, dejando a Loch mirando fijamente el patio trasero. Unas lágrimas silenciosas se deslizaron por mi cara. ¿Qué había hecho? ¿Por qué quería que me fuera? Quería respuestas, pero podía ver la oscuridad en él desde allí. Provocándolo parecía un... oh a la mierda con eso. Me senté erguida. Él se dio la vuelta. Apenas podía ver sus ojos en el patio con poca luz. —Sólo quiero saber por qué. Alex tiene razón, me lo debes. No caminó hacia mí. Miró hacia abajo. —Sólo quiero que te vayas. No quiero seguir con esto. Tengo que concentrarme en mi madre y en Thin Ice y no tengo espacio. Eres demasiado trabajo. Me levanté y caminé lentamente hacia él.

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—¿Estás tomando una decisión por mí? 332

Su rostro se quedó congelado. —Sólo huye, como siempre haces. Esta vez te estoy dando permiso para irte. Levanté la vista hacia él. —Siempre te vi tan valiente y fuerte. Superaste tantas cosas y reservaste lo de ese chico Andrew. —Asentí con la cabeza—. Me has engañado. Tengo que reconocerte eso. Siempre creí que eras el mejor, que yo no era digna porque no podía brillar tanto como tú. —Me volví para irme, pero él me agarró del brazo y me dio la vuelta. Parecía desesperado y enfadado. —Necesito esto. Lo empujé, sacando el aerosol de pimienta del bolsillo de mi vestido y tendiéndolo. —¡ARRUINASTE MI JODIDA VIDA! —Levanté mi otro brazo y me limpié la cara—. ¡NO QUIERO VOLVER A VERTE! ¡DESEARÍA NO HABERTE CONOCIDO NUNCA! —Respiré profundamente y aplaqué mi furia, mientras retrocedía con mi aerosol de pimienta todavía fuera—. Te odio, Lochlan Barlow. Te odio. Me di la vuelta y salí del patio. Corrí tan rápido como pude hacia la casa de Gerry. Llamé a la puerta. Gerry respondió, su rostro se descompuso. Me envolvió pero yo negué con la cabeza. —Sólo necesito un taxi para ir al aeropuerto y mi mierda en la casa de Judith. Danny parecía un psicópata. Lo señalé.

—Tú quédate aquí. Consigue tranquilizarte. Soy tu hermana primero, y esto es lo mejor que puedes hacer. Así que te quedas y asegúrate de que funcione con él. Puedes hacer que funcione. Parecía enfermo. Miré a Mike. —Emborráchalo y no permitas que vaya a la casa de Judith. No dejes que se pelee con Loch. Caminé con Gerry de vuelta a la casa de Lochlan. —¿Cómo lo sabías? Él me miró de reojo. —Lo pude ver en él. Estaba excluyéndote. Yo he pasado por eso. Nos acercamos y me detuve. —Esperaré aquí. Él asintió débilmente. Fue Alex quien llegó en su BMW. Negué con la cabeza. —Tienes que estar con tu familia. Él se echó a reír. —Si me quedo allí un minuto más, voy a estrangular al jodido idiota de mi hermano. Así que entra y deja de ser un dolor en el culo. Cedí cuando vi a Lochlan corriendo hacia nosotros y me metí dentro. No hice caso de sus gritos y su rostro cuando pasamos junto a él.

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—Llamé y te reservé el vuelo. Me imagino que esto te ha costado un montón de dinero. Le miré con disgusto. —No quiero nada de ti. Parecía herido. —Puedo parecerme a él, pero no soy él. —Su mandíbula tembló—. Él está haciendo esto, te aleja, porque... Levanté una mano. —Para. Él es un chico grande, ha hecho su elección. Tiene que vivir con ello. Ya he terminado con él. Él soltó un bufido. —Ambos sois tan egoístas, es una locura. No puedes ver que él está tratando de protegerte. Lo fulminé con la mirada. —¿Protegerme de qué? ¿De ser parte de su vida? ¿De hacer frente a las cosas terribles que le suceden a la gente? Al diablo con eso. Me pidió que me casara con él, eso significaría en las buenas y en las malas. ¿Sabes lo cerca que estuve de decirle que sí? De haberlo pedido por segunda vez, habría sido un sí. Estoy en contra del matrimonio y de dar tu vida por otra persona, me crie con eso. Pero por él, lo entregaría todo. Ya tenía mi correo electrónico escrito para la facultad, diciéndoles que no volvería, porque Judith me necesitaba y así él podría seguir adelante con la gira. No te atrevas a llamarme egoísta. Vete a la mierda. Deberías haber dejado la escuela odontológica y haber ayudado a cuidarla y Lissie también. Ella debería haber permanecido como maestra auxiliar, pero no lo hizo. Tu pobre

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padre trabajó hasta la muerte, tratando de mantenerla cómoda y viva. Solo Loch se quedó y se hizo cargo de ella, vosotros dos os ocupasteis de vosotros mismos. No nos llames egoístas. Él asintió con la cabeza. —Lo siento. No lo sabía. Sólo pensé que estabas huyendo nuevamente. Me mordí el labio. —¿Esperabas que le rogara para quedarme? Simplemente tengo una pizca más de orgullo que eso, lo siento. —No, yo lo siento. Miré por la ventanilla. —De todos modos, no importa. Él nunca será capaz de hacer malabares con Judith, su carrera, y una relación. Parecía que iba a decir algo, pero no lo hizo. Lo abracé cuando llegamos al aeropuerto. —Lamento haber dicho eso de ti y de Lissie. No creo eso. Creo que hiciste exactamente lo que Al hubiera querido que hicieras. Él estaba tan orgulloso de vosotros tres. Él asintió con la cabeza. —Gracias. Lamento haberte llamado egoísta. Negué con la cabeza. —Lo soy. Si le escribo cartas a ella, ¿la ayudarás a leerlas?

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Empezó a llorar y asintió. 336

Yo no lloré. Besé su mejilla y me fui con los ojos secos. Terminé con lo de llorar por todos ellos. Bueno, excepto por Judith. Me gustaría visitarla en vacaciones de primavera. Sólo tenía que asegurarme de que él estuviera en un concierto o algo así. Respiré profundamente y me preparé para mi vuelo, otro sola y asustada. Eso sería divertido para agregarlo a mi corazón roto.

Capítulo 20 Cuando éramos jóvenes

—E

rin, realmente creo que deberías considerar unirte a nuestra firma para las prácticas de verano. Te voy a recomendar. —Su rostro petulante me hizo enojar. Era tan

engreído. Yo solía pensar que las estrellas de rock eran los hombres más egoístas del mundo... Matthew Price era el ejemplo de lo equivocada que estaba al suponer que ellos poseían la franquicia. Era cortés, guapo, y un completo y jodido cretino. Un cretino al que le sonreí, con todo mi corazón. Le había estado sonriendo durante dos meses. Él era socio de un exitoso bufete de abogados. Una vez había querido alejar a los chicos malos. Ese sueño terminó, junto con algunos otros. Asentí con la cabeza. —Gracias, señor Price. Estaba pensando en ello. Dean me lo ha contado todo. —Dean me miró y negó con la cabeza. Le sonreí—. Él habla muy bien de usted. Dean se echó a reír y palmeó al señor Price en la espalda. —Sí, bueno... somos viejos amigos. Matthew se burló. —Habla por ti. Estoy en mi mejor momento. —Se cruzó de brazos y le dirigió una mirada seria a Dean—. Te asegurarás de que ella termine en mis manos, ¿verdad?

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Dean tragó. 338

—Bueno, tenemos algunas plazas excelentes para los estudiantes. Estoy seguro de que escogerá tu oficina, pero nunca se sabe. Yo sonreí. —Por supuesto, lo haré. Si me aceptan. —Lamenté cada palabra mientras las decía. Observé la cara de Matthew cambiar a la de un lobo y los ojos de Dean se oscurecieron con un ceño fruncido. Tartamudeé—. Y-Y-Yo quiero decir, estoy segura de que hay un montón de buenos candidatos, pero su firma es la que más me interesa. Él asintió. —Excelente. Nos pondremos en contacto a finales de mayo. —Él le sonrió a Dean—. Tenemos que reunirnos para jugar un partido de tenis. Dean asintió. —Sí, eso sería estupendo. Matthew cogió mi mano en la suya. —Hasta que nos volvamos a encontrar. —Acarició delicadamente mis dedos con los suyos y se alejó. Le eché un vistazo a Dean cuando el salón se vació. —Es tan espeluznante, pero quiero ese trabajo. Él negó con la cabeza. —Lo prohíbo.

Me reí y le entregué mi trabajo con una mirada engreída. Dean sacudió la cabeza. —Me gustabas más cuando estabas en aprietos. Me reí. —Me gustabas más cuando todavía tenía una leve esperanza de que fueras heterosexual, y que posiblemente intentaras ligar conmigo. Me golpeó en la cabeza con un periódico y me señaló. —Ve, culo inteligente. ¿Nos vemos en una hora para tomar café? Asentí. Dean era la única pieza que quedaba de la antigua yo, él y el apartamento. No iba a dejar el apartamento. Había una oportunidad para hacerlo mío finalmente. Metí en cajas la mierda del gilipollas, quemé sus sábanas y envié las cenizas de las sabanas junto con las cajas, a Nashville... C.O.D.27 Entonces salí, compré nuevas sábanas y arreglé la habitación dejándola bonita. Enero y febrero en Boston fueron fríos, pero marzo fue peor. También mi corazón estaba más frío con el paso del tiempo. Me estaba convirtiendo rápidamente en la reina de hielo que necesitaba ser. Gracias al chico que nunca nombraba, encontré mis habilidades femeninas. Las utilicé para manipular como un jefe. El apartamento se veía como yo siempre había querido. Estaba limpio, ordenado y reluciente, como mi lustroso cabello. Cuando me miré en el espejo, no me vi a mí misma en mis ojos. Vi a una chica que me daba miedo, pero eso era bueno para el trabajo que quería tener.

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C.O.D: Pago contra reembolso.

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¿El trabajo alguna vez iba a ser suficiente? No lo sabía a ciencia cierta. Nunca sería suficiente para hacerme olvidar el haber estado con él. Nunca nada iba a ser suficiente para llenar el vacío. Nada podía compararse con él. Era una lástima que no me diera cuenta, hasta después de que él me alejara. Lamenté el tiempo que había pasado huyendo de él. Podría haber sido empleado mucho mejor. Me senté en la silla en Starbucks y di un sorbo a mi café. Él entró sonriendo. —¿Cómo estás, desde la última vez que te vi adulando al señor Price? Sonreí. —Bien, estaré atareada ese trimestre de verano si lo consigo. En fin, basta de eso. Hoy recibí una carta de Judith, bueno, Gerry la tradujo por ella. Dijo que teníamos que leerla juntos. —La saqué de mi bolso y la puse sobre la mesa. Dean la levantó y la olió. Sonrió. —Todavía utiliza Dirty English. Me eché a reír. —Es probable que le recuerde a ti. Sacó la lengua. Su acento era tan leve, nadie lo notaba realmente. Desde luego, yo no lo noté, hasta que nos emborrachamos en Año Nuevo. Gerry le había enviado a rescatarme, después de pasar la Navidad sola. Había estado a punto de abordar mi vuelo a casa, cuando descubrí que Danny no iba a ir solo a casa. Había tenido el mal presentimiento de que Danny quizá llevara a la única persona que no podía ver... y lo había hecho. Cuando lo cancelé, Danny me delató a Gerry por no ir a Dakota del Norte. Gerry tenía que estar con su familia en Seattle y no había

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podido venir a mi rescate, por lo que envió a la siguiente mejor opción. Dean me llevó a un bar gay, y puedo decir que en verdad me lo pasé genial. Dean me miró extrañado. —¿Dónde estabas justo ahora? Negué con la cabeza. —Solo me perdí durante un momento. Él sonrió. —¿Quieres que la lea? Asentí y tomé un sorbo de mi caramelo macchiato. La abrió, la olió una vez más, y comenzó a leer. —Queridísima, te echamos de menos más que a nada. Los chicos te extrañan. Todos ellos. —Se detuvo y sonrió con complicidad. Permanecí estoica. Él captó la indirecta y continuó—. Cuando era joven y enamorada, quería ser auxiliar de vuelo. Incluso fui a la escuela para ello. Conocí a Al en el aeropuerto el día que nos dieron las asignaciones. Me asignaron a Nueva York. Lo había hecho bien. Al me invitó a salir y acepté. Nunca esperé enamorarme de él inmediatamente. Era encantador y un poco loco, todos los controladores lo son. Me rogó que me quedara con él y ver hasta dónde podíamos llegar con nuestra relación. Lo rechacé, persiguiendo mis sueños. Se presentó en Nueva York un par de semanas más tarde, rogándome que volviera a casa. Vi la mirada en esos ojos, se volvieron tan intensos y asustados ante la posibilidad de perderme. Cambié de asignación con una chica en Nashville y acepté el menor número de vuelos. Nunca me he arrepentido de esa decisión. Él lo supo desde el momento en que me conoció. A mí me llevó más tiempo para darme cuenta, pero él siempre lo supo. Te escribo desde

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mi nuevo hogar. Gerry y Alex me ayudaron a mudarme aquí. Lissie está convenciendo a Lochlan de que es una buena idea. Veras que nunca me importó estar en casa después de la apoplejía, sólo me importaba estar donde Al estaba. Él era mi casa… —Dean dejó de leer y abanicó sus ojos húmedos con la carta—. Oh guau. Sostuve mi labio superior tieso hasta que vi la lágrima deslizarse de su ojo. Nos enjuagamos los ojos. La voz de Dean se quebró mientras leía. —Estoy feliz de estar en una residencia, para que mis hijos puedan vivir sus vidas y encontrar el amor y la felicidad para sí mismos. Ningún padre quiere ser una carga. Mis hijos son brillantes y hermosos, y es justo como dijiste, ellos aman en su propia manera especial. Me alegro de que Lochlan te encontrara, y le pido a Dios, que él encuentre su camino de regreso a tu corazón algún día. Gracias por verlo y ser su refugio. —Dean se detuvo—. No puedo hacer esto aquí, joder. Sollocé en mi servilleta y me reí. —Jesucristo. Es la reina de la manipulación. Está haciendo esto desde una silla de ruedas con una carta parpadeante. Él dejó la carta. —Guau, eso fue malo. Ella es buena. ¿No estás de acuerdo? Me encogí de hombros. —Necesito preocuparme por mí. No puedo caer en esa trampa de nuevo. Él tomó un sorbo de su café y se secó los ojos otra vez. —Oh, no lo sé, creo que podrías, si se presenta la oportunidad correcta. Me burlé de él.

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—Preocúpate por tu propio trasero. Te olvidas de que tu novio está pasando el rato con el gemelo gay de Satanás. Se encogió de hombros y jugueteó con la sonrisa en sus labios. —Confío en Gerry. —Sus ojos se estrecharon—. Deja de ser tan perra. Además, Alex está saliendo con alguien. Me incliné hacia delante. —¿Qué? —Cogí la carta, omitiendo el resto de la parte que era la dicción de Judith, y fui a la mierda sentimental destinada a Dean. Me quedé sin aliento—. ¿Está saliendo con un higienista dental? Sonrió. —No voy a mentir, eso me hace sentir mejor. Me reí. —Debería. Alex obtuvo todas las cualidades buenas en el útero. Él es la versión perfecta de ya-sabes-quién. Me dio un manotazo. —Detente. Me reí y me dispuse a terminar mi café. Tragué saliva, al ver lo mucho que me temblaba la mano. La bajé. Él hizo un gesto con su cabeza. —Volviendo a la carta, Judith tiene razón. El amor es el amor. Solía pensar que el amor se podía encontrar en cualquier lugar. Sin embargo, ahora veo que estaba equivocado. Si Gerry ya no me amara, estaría muerto por dentro.

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Mis lágrimas empezaron a formarse de nuevo. Conocía esa muerte. 344

Agarró mis manos. —No existe el dejar ir, una vez que lo encuentras y es real. No hay una cantidad fija de tiempo que se necesita para estar bien. —Él sacó un anillo de su chaqueta. Di un grito ahogado, poniendo mis manos en mi boca. —Lo siento si esto es un mal momento para tu corazón roto, pero el mío esta tan lleno que no puedo contenerlo. Voy a pedirle que sea mío. Sonreí. —Oh, Dios mío, Dean. Lo siento mucho por bromear sobre Alex. —Agarré sus manos y lloré las primeras lágrimas de alegría que lloré en años. Él se echó a reír. —Fue el momento perfecto para una deliciosa ironía. —Sus ojos brillaron—. ¿Crees que va a decir que sí? Negué con la cabeza. —Creo que va a decir acepto. Él se sonrojó. —Estoy muy emocionado de que estén en casa esta semana. Se lo preguntaré mañana por la noche. ¿Quieres ir a la actuación conmigo? Tragué saliva. —¿Tocará Thin Ice esta semana? —Por supuesto, lo sabía.

Él asintió. 345

—Sí. Negué con la cabeza. —No. Sacó dos pases para estar entre bastidores. —Sí, irás. Danny, Gerry y Mike quieren verte. Voy a necesitar apoyo moral para mi gran decisión alteradora-de-vida. Vendrás y serás mi mejor amiga. Deja de actuar como si hubieras perdido a Gerry y Mike como los niños en el divorcio. Están tan devastados como tú. Negué con la cabeza. —No estoy devastada. Me siento feliz. —¿Entonces te sientes fuerte y curada? Suspiré. —Me siento tan bien como puedo. Mi corazón estaba roto, no puedo negarlo. Pero opté por seguir adelante y también lo ha hecho él, así que ahí lo tienes. Asintió con la cabeza. —Entonces deberías ser lo suficientemente fuerte como para estar cerca de él, quiero decir, si estás lo suficientemente sanada. Suspiré. —Ni siquiera es gracioso. ¿No te parece que una manipulación al día es suficiente?

Negó con la cabeza. 346

—No, y siento como que la segunda es siempre la más eficaz. Le saqué la lengua. —Está bien, pasa a recogerme. Él sonrió. —Eres un poco mala en toda esta actitud en plan de arpía. Voy a declararme en un estado donde el matrimonio gay no es del todo legal. Tienes que ser más divertida y de apoyo. Tienes que estar más en todo eso de ir de compras y divertirse. Ahora estás demasiado centrada en el trabajo escolar y los plazos. —Bueno, tú deberías estar considerando a hombres jóvenes y calientes y yendo a pubs gay conmigo, y en su lugar, vas a casarte con el mejor hombre que conozco. Él resopló. —Gracias, he tenido mi parte de Y.M.C.A28 Me reí y suspiré.

Y.M.C.A es un sencillo grabado por el grupo estadounidense de música disco Village People. Young Men's Christian Association (YMCA) es una asociación de carácter cristiano que se dedica a la ayuda y orientación de los jóvenes, se sintió afectada porque el grupo homosexual (Village People) le dedicara la canción. 28

Capítulo 21 Punto de partida

É

l llego temprano, el día la actuación. Me sentía miserable, tratando de meter mis pechos considerablemente-mas-grandes en el sujetador push-up. Se apoyó en la puerta del baño y suspiró.

—Pensé que las mujeres perdían peso cuando estaban estresadas. Fruncí el ceño. —Es mi peso de invierno. Lo gano cada invierno y lo pierdo cada primavera. Es por no correr. —Es por todo el pastel de crema de coco que compraste en ese restaurante escalofriante hasta el culo al que me hiciste llevarte la semana pasada. ¿Te comiste o no te comiste el pastel entero? Gemí. —No voy a ir. Nada me queda bien. Él puso los ojos en blanco. —Son cuatro kilos y medio, y esta todo en tus tetas y culo. Ponte un vestido. Ocultará el peso. —Encuentra algo, tengo que empolvar mi cara de nuevo. Estoy llena de manchas. —Me veía como un desastre estresado. Me senté en el inodoro, tratando

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de encontrar mi Zen. Empecé a hacer yoga caliente cuando el manto depresivo de niebla aterrizó en Boston, llovió nieve y aguanieve sobre nosotros durante meses. El calor me hizo sentir mejor. Él volvió con un brillo en sus ojos. —Este es perfecto. Mostrará el nuevo tatuaje. Lo miré y tamborileé los dedos sobre la encimera. Me quité el sujetador pushup y me deslicé en el vestido de espalda descubierta. Me volví para ver mi nuevo tatuaje. Era una flor de armonía, los pétalos se formaban a partir de corazones. Lo había visto en el estudio de yoga. Era para atraer la armonía a mi vida. No quería que nadie pensara que era por él. No lo era. Era por mí. El tatuaje estaba situado en mi costado izquierdo sobre las costillas, cerca del corazón. Nadie lo vería, a menos, que llevara un vestido sin espalda como el que llevaba puesto. Me miré en el espejo. El vestido de color marrón me quedaba un poco más corto que antes. Mi culo agrandado lo levantaba un poco. —¿Es obsceno? Él sonrió. —Es perfecto. Te ves espectacular. Te acosaría si las tetas y culos fueran lo mío. Golpeé su brazo. —Deja de decir eso. La parte delantera colgaba en ondas holgadas, impidiendo que nadie pudiera ver mis pezones, pero desde el costado del pecho se podía ver claramente que siquiera llevaba una copa. El vestido quedaba justo debajo de mis nalgas. Negué con la cabeza.

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—No puedo hacerlo. —Toda mi espalda estaba expuesta. Nunca lo lograría. 349

Él me agarró de la mano y me sacó a rastras de la casa. Agarró el bolso por el camino y cerró la puerta. Me quedé allí. —En serio, no puedo hacerlo. —¿Verlo a él o llevar el vestido? Negué con la cabeza. —Las dos, ninguna. Se rio y me lanzó sobre su hombro. —Vamos. Vestida así, vas a hacer que pague. Confía en mí, sufrirá. Se lo merece, por lo menos un poco. Me removí. —Bájame. Estoy enseñando la ropa interior. —Llevas ropa interior de algodón, nadie va a mirar. Me reí y sufrí a través del paseo por las escaleras. Se detuvo a medio camino. —¡Uf! esos cuatro kilos y medio se sienten más como veinte. Le di un golpe. —Me pesé esta mañana. Sólo eran cuatro y medio. Este vestido es un seis, eso es gordo sólo si estás cometiendo el error de ir de compras a Abercrombie y Fitch. Se echó a reír. —Imagina el control de daños legales después de eso.

Me reí entre dientes mientras él me colocaba en el suelo. Me llevó hasta su coche. Me congelé al instante. —Necesito un abrigo. Él rodó los ojos. —Estarás a miles de grados allí dentro, dejar de ser tan perra llorona. Gruñí mientras se alejaba. Él estaba aturdido, Gerry había estado en la ciudad durante un día hasta ahora. Eso siempre significaba que Dean estaba nervioso. —Lise estará en la primera fila —mencionó. Asentí con la cabeza. —Bien. Puede que necesite estar un rato con ella. Me dio un codazo. —Estar entre bastidores será increíble. Te divertirás, si te sueltas el cabello. Negué con la cabeza. —No creo que eso vaya a ayudar. Respiré profundamente y recordé que era fuerte y confiada, y Gilipollas Barlow no tenía oportunidad en hacerme dudar de eso. Era fabulosa. Aparcó en un lugar restringido y puso algo en la ventanilla. Salió, se acercó a mí y me sacó a rastras del coche. Me cogió de la mano. Traté de ignorar que mis manos estaban sudando entre las suyas. Se acercó a un portero y le entregó los pases y un papel. Abrió la puerta y nos entregó un pase a ambos. Puse el mío en torno a mi muñeca y entré.

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Estaba oscuro y todo era negro. La gente estaba bulliciosa y volviéndose loca. Era su primer espectáculo en The Bank of America Pavilion. Era un gran contrato. Estaba emocionada por ellos y odiaba que me importara. Danny se acercó corriendo. Se veía tan diferente que apenas lo reconocía. Estaba vestido de negocios informal y parecía respetable. Eso trajo una sonrisa de inmediato a mis labios. Corrió y me tomó entre sus brazos. —Danny boy29, ¿quién es el bombón? Danny me dio la vuelta. —Esta es mi hermanita, Erin. Cuando me dejó sobre mis pies, me di cuenta de la sonrisa con hoyuelos, de una melena oscura y una bebida alta de agua. Me tendió una mano y me dedicó la sonrisa de estoy con la banda. —Soy León. —Mi corazón latía a mil por hora. Las comprobaciones de estatus revelaron que yo todavía era una groupie, y ahora incluso vestía como una. Él miró a Danny. —Ella no parece tan pequeña. Fruncí el ceño mientras Dean le daba un codazo. Danny se puso delante de mí. —Ella está prohibida para la banda. Lo saludé con la mano mientras Dean me arrastraba de allí. —Adiós, León —Gerry me asaltó cuando llegué a donde él estaba hablando con alguien. Gritó y se abalanzó sobre mí y Dean. 29

Danny boy: famosa canción irlandesa. Llamándolo así es una muestra de afección de dar ánimos = Campeón.

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—Mis dos personas favoritas en el mundo entero. —Él se echó hacia atrás—. ¿Ya que Danny tiene que vestirse bien, entonces tú decidiste ocupar su lugar como la puta de la familia? Apreté la mandíbula. Dean parecía herido. —Oye, entendí eso. Gerry le dirigió una mirada de complicidad. —Queremos que Lo... —Dean golpeó la boca de Gerry con su mano. —Decimos él, o aquel, o, a veces Satanás. Nunca el nombre. Tragué saliva y miré a Dean. —Quiero ir a casa. Él agarró mi mano. —¿Dónde está la mujer fuerte que conozco, y que está utilizando literalmente unas bragas muy grandes y pateando algunos traseros en la facultad de Derecho? Inhalé y asentí. Sonreí y miré a Gerry. —Gracias por la carta. —Estaba mareada por la noche que él iba a tener, pero me compuse internamente y lo besé en la mejilla antes de caminar junto a él. Agarré el brazo de Danny—. Quiero ir a la parte frontal del escenario. Mi amiga Lise está ahí. No quiero estar aquí atrás. Ni siquiera quiero estar aquí. Él parecía molesto. —Quédate. Por favor, quédate aquí atrás. Le dijimos que vendrías y él ha estado mejor. Endurecí mi corazón.

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—No me importa una mierda. 353

Asintió. —Aún enfadada, ¿eh? —Mis ojos se estrecharon. Él levantó las manos en el aire—. Está bien, estaré de vuelta en un minuto. Envolví mis brazos a mí alrededor, deseando tener una chaqueta o un traje para la nieve. —¿Princesa? Me volví como un soldado bien entrenado, a pesar de que no era mi nombre. Lochlan... mierda, pensé su nombre... parecía rudo, rudo y sexy. Se adaptaba perfectamente con su apariencia de chico malo del rock and roll. Su pelo oscuro todavía estaba al estilo fohawk-mullet y su mirada era oscura como el pecado. —¿Tienes un tatuaje? —Parecía devastado. Asentí. Quería decir su nombre otra vez. Quería oírlo deslizarse por mi lengua o en mi mente. Parecía que iba a dar un paso hacia mí, pero hablé rápidamente. —Enhorabuena por la actuación. Esto es enorme. Sonrió con amargura. —No es Fargodome, pero es un paso adelante respecto al circuito de bares. — Me reí, no pude evitarlo—. Mi madre está en una residencia ahora. —Parecía que no sabía por qué lo decía. Asentí. —Lo sé. Me escribe cartas.

Sonrió, la sonrisa más deteriorada, que nunca había visto en su rostro. 354

—Sí, Gerry tiene un nuevo método para que ella presione una letra y forme palabras. Utiliza el iPad que él le compró. Sonreí. —Bien. El parpadeo me cansó y solo estaba apuntando los números. —¿Te quedas detrás del escenario? Negué con la cabeza, odiando esa expresión en su rostro, pero estaba a punto de ceder y saltar sobre él. Necesitaba estar lejos de él. —No. Mis amigos están en primera fila. Él se mordió el labio e hizo un gesto de dolor. —Bueno, ¿te quedaras después de la actuación? Negué con la cabeza, con lo último de mi instinto de conservación. —No. Tengo un montón de tarea. Dean acudió a mi rescate, ganándose una mirada malvada de Lochlan. Su nombre empezaba a encajar de nuevo en mi mente. Sería tan fácil comenzar a decirlo de nuevo, sin importar el hecho de que me quemaba el hacerlo. Él ignoró a Lochlan y señaló: —Danny dijo que están conservando un asiento, y una chica que está gritando ahora mismo y volviéndose loca, está ocupando tu lugar detrás del escenario. Sonreí y asentí. —Que tengas una buena actuación.

Su mirada empeoró. 355

—No te vayas. —Sus palabras fueron un susurro. Me di la vuelta rápidamente y saludé con la mano. —Nos vemos por ahí. —Seguí a Dean hasta el borde de las cortinas. Me frotó la espalda. —Lo hiciste muy bien. Lo miré a él y a Gerry. —Creo que puedo hacer esto. Puedo verlo si tengo que hacerlo, ya sabes, por ti, Danny y Mike. —¡ERIN! —Me volví para ver a Mike corriendo hacia mí. Me recogió, oliendo mi cuello—. Chica, ¿cómo has estado? Sonreí. —Bien. —Miré detrás de él para ver los ojos de color azul oscuro observándome aún. Abracé a Mike de nuevo y me sonrojé cuando dijo: —Luces sexy. Dean asintió. —Esa es la respuesta que estaba buscando. —¿Has estado levantando pesas o algo así? —Mike sonrió, sin darse cuenta de que Lochlan se acercaba cada vez más a sus espaldas.

Negué con la cabeza, ignorando que él se había unido a la conversación. Hablé en voz baja. —Yoga caliente. Cuando el clima de mierda termine, volveré a correr. Gerry me golpeó en el trasero. —Dean dijo que has estado viviendo de pasteles de crema de coco de algún agujero en lo profundo de la tierra, por lo que tienes un poco de chatarra extra en tu parte trasera. Aun así, creo que te sienta bien. Ahora eres voluptuosa. Del estilo sexy. Apuesto que ahora te ves bien en los trajes de negocios. Le lancé una mirada. Mike asintió. —Te ves bien. Los pasteles de crema de coco te están sentando bien. Cuando volví a mirar a Mike, Lochlan estaba sonriendo detrás de él. Bajé la mirada. —Mejor me voy. Fue agradable veros chicos. Mike me abrazó de nuevo. Mantuve mi mirada gacha, así no tendría que ver los ojos de color azul oscuro mirándome fijamente. Saludé con la mano otra vez, mientras me daba la vuelta y me alejé. Fui hacia donde un tipo de seguridad estaba de pie. Él se hizo a un lado y me senté. Lise me sonrió. —Oh, Dios mío, no pensé que vinieras. Te pregunté hace como un mes y dijiste que no. Me encanta tu vestido. Me reí. —Gracias. Sí, Dean me hizo cambiar de opinión. Quería ver a todo el mundo.

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Ella hizo un guiño. 357

—Tu hermano parece estar bien. —Sí, está en su elemento. Esto es él. Sonrió. —Esto es lo de todos. Cualquiera querría esta vida. Estaba a punto de decirle lo equivocada que estaba, pero decidí mantener la boca cerrada. Dejarla tener sus fantasías. Todo el mundo necesita un sueño. La chica al otro lado de mí susurró: —Así que la chica que tenía tu asiento es con la que él va a follar esta noche. Suertuda, ¿eh? En cada espectáculo Lochlan escoge a una chica del público y se queda con él entre bastidores. Me sentí enferma, pero me obligué a recordar lo fuerte que era. Sonreí. —Pobrecita. Oí que esos músicos no pueden tener una erección, porque consumen demasiada coca. Ella hizo una mueca. —Puaaaj, ¿en serio? Asentí. —Caramba, yo estaba celosa, pero que me condenen si sufro por algún pastelillo chuchurrido. Dios, ayúdala por haber sido escogida. Me eché a reír. Lise golpeó mi brazo. —Eres malvada.

Me encogí de hombros. 358

—No importa. Ella consiguió ir detrás del escenario porque yo no quise estar allí. Lise guiñó un ojo. —Lo mejor del espectáculo está aquí delante. Nunca había pensado en eso. El acto de apertura fue bueno. Los teloneros cantaron con un estilo indie y divertido. Las canciones provocaban que siguieras el ritmo con el pie. Hicieron una gran actuación, pero todos sabíamos por qué estábamos allí. Dejaron el escenario después de recibir unos buenos aplausos. Lise me miró con una sonrisa animada. —¡Ahhhhhh! —chilló. Me reí hasta que se apagaron las luces, entonces mi corazón se aceleró. Las luces parpadearon sobre la multitud. Podíamos ver el humo por encima de nuestras cabezas. Su voz cantó suavemente desde la oscuridad del escenario. Una luz se encendió sobre León. Tocó el teclado suavemente. Otra luz se encendió revelando a Gerry. Estaba golpeando ligeramente los platillos. La siguiente luz era Mike con el bajo. A cada luz que se encendía, la multitud gritaba. Cuando la luz golpeó a Loch, perdieron la cabeza. Cantó suavemente hasta que la luz giró rápidamente sobre él. Entonces comenzó a moverse. La multitud estaba a sus pies. Fui impulsada hacia delante al instante. Mis manos se dispararon en el aire, y aplaudieron junto con todos. La canción era intensa y rápida. Él volvió a la

vida, usando todo el escenario. Canción tras canción mi muro se derrumbaba. Grité junto con los fans. Todavía eran increíbles. Su control sobre la multitud era ridículo. Él seguía siendo el maestro de las marionetas. Lise y yo nos aferramos la una de la otra, chillando y gritando las letras de las canciones. La chica a mi lado lloró. Yo estaba en un trance, un trance de Lochlan, mierda. Pero entonces sentí un codazo en la espalda. Empujé hacia atrás. Fuimos presionadas hacia el escenario. Cantaron su última canción de la noche. Estaba sorda y muda, pero era de felicidad, lo mejor que me había pasado en mucho tiempo. Mi corazón estaba rebosante. Hasta que... —Queremos dar las gracias a todos por venir a la actuación. ¡Nos encanta Boston! —Él lanzó una mano al aire. La multitud gritó y empujó de nuevo hacia delante. Hice una mueca. Iba a tener moretones del escenario luego. Él saludó con la mano—. ¡Buenas noches a todos! —Me señaló—. No te vayas. Me quedé boquiabierta. Lise gritó. La chica a mi lado hizo una mueca. —Oh Dios. Él también quiere invitarte a ti al pastelillo chuchurrido. Me eché a reír, pero la multitud empujó hacia delante de nuevo. Las luces se apagaron y luego se encendieron. La banda se había ido. Agarré la mano de Lise. Se estaba volviendo caótico aquí. Danny llegó a la parte delantera del escenario y alargó una mano hacia mí. —Ven conmigo.

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Dudé, pero de nuevo me empujaron hacia adelante. Puse la mano de Lise en la suya. —Ella primero. La levantó como si no pesara nada. Puse mi mano en la suya, pero fui empujada contra el escenario. Casi caí debajo de las personas. Oí gritar a Lochlan y agarró mi brazo. Me arrastró sobre el escenario, justo cuando los tipos de seguridad estaban haciendo retroceder a todos y obligando a la gente hacia las puertas. Miré por encima del mar de gente y luego sentí que me levantaban y arrastraban a la parte posterior. Le di una palmada en el brazo. —Déjame en el suelo, Loch. Él dudó un segundo, podía sentir su corazón latiendo contra mi brazo aplastado. Me bajó. Su rostro se suavizó. —¿Estás bien? Aparté su mano cuando trató de tocar mi mejilla. —Estoy bien. Lise le estaba sonriendo a Danny como si fuera su salvador. Gerry trajo una bandeja con copas de champán. —¡Para celebrar nuestro concierto en Boston! —Parecía que se había perdido que casi me muero. Todos los chicos agarraron una. Él me dio una a mí y a Lise. Leon me dirigió una sonrisa traviesa. Le fruncí el ceño. Mike le dio un revés ligero en el estómago. Él asintió hacia el sombrío rostro acechándome como si estuviera presa.

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Leon parecía confundido, y luego vi literalmente cómo se le encendía la bombilla. Lochlan sostuvo en alto su copa. —Por Danny, la banda y por el gran trabajo que hacéis todos. Me siento el hombre más afortunado. Las copas tintinearon. Tomé un sorbo del champán. Él caminó delante de mí, empujándome hacia atrás con su presencia. —No me dejes. Déjame tratar de explicarte. Negué con la cabeza. —No puedo hacer esto. Cogió mi champán y lo dejó sobre la mesa a nuestro lado. Agarró mis manos entre las suyas. El aroma y la calidez eran demasiado familiar. Casi me hizo sentir enferma. Sus ojos ardían sobre mí. Me aparté. —Me tengo que ir. —Miré a Dean. Asintió y le dio un beso a Gerry. —Nos vemos en casa. Le sonreí a todos. —Excelente actuación. —Miré a Lise—. ¿Vienes? Ella miró a Danny. —No. Iré a casa con él.

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Sonreí satisfecha. 362

—Puaaj. De acuerdo. Buenas noches a todos. —Me alejé, sintiendo sus ojos ardiendo en mi espalda. Tuvimos que conducir con las otras personas saliendo de la zona de aparcamiento. Nos llevó una eternidad volver por la carretera principal. Detuvo el coche frente a mi apartamento. —¿Estás bien? Asentí lentamente. —Estoy bien. Me siento en conflicto en lo referente a él, pero me siento fuerte sobre mi decisión. Lo he visto, nos hemos tocado las manos, no vacilé. Creo que estoy a salvo de lo que teníamos. Él suspiró. —Eso es una lástima. Fruncí el ceño. —¿Por qué? Se encogió de hombros. —No creo haberlo visto nunca tan enamorado de ti. Gerry estuvo de acuerdo. Fue lo mejor que han tocado en meses. Negué con la cabeza. —No seas tan perra. Él sonrió. —Nos vemos el lunes.

Me eché a reír. 363

—Gracias por hacerme enfrentar mis miedos. Él asintió con la cabeza. —Ese es mi trabajo. —Salí y subí las escaleras. Estaba en la cocina bebiendo directamente del envase, cuando alguien salió del pasillo. —Hola. Rápidamente saqué el aerosol de mi bolso y rocié antes de darme cuenta de lo que había sucedido. Al ver que era Lochlan, lo dejé caer y corrí hacia él. —Oh Dios mío, amor. ¿Estás bien? Olvídalo, es una pregunta tonta. Vamos. Las lágrimas se deslizaban por su rostro. —Jesús, Erin, ¿estas intentando cegarme de verdad? —Parpadeó y me miró, sus ojos estaban completamente rojos. Hice una mueca y cogí la unidad de lavado de ojos del botiquín de primeros auxilios. Lo arrastré al fregadero y comencé a echarle agua a los ojos. Él parpadeó un poco más. —¿Esto es más fuerte que la última vez? Me reí, notando que mis ojos también ardían. —No lo sé. —Llené las tazas y comencé el lavado ocular. Él se secó la cara. Yo abrí todas las ventanas y puertas. Volví a la cocina sintiéndome un poco perdonada.

—Lo siento, pero ¿por qué estás aquí? ¿Cómo has entrado? 364

Él levantó la llave. Me había olvidado de pedirle que me la devolviera. Técnicamente, el apartamento era todavía suyo. Nunca había dejado de pagar la mitad. —¿Cómo llegaste antes que nosotros? Se rió entre dientes, creo que para sí mismo. —Corrí una parte del camino e hice que un coche me recogiera. Sabía que os quedaríais atascados en el tráfico. No podía dejar que te me escaparas otra vez. ¿Corrió por toda la ciudad por mí? Incluso la malvada zorra odia-hombres dentro de mí tenía que darle a eso un poco de crédito. Él miró hacia el suelo. —No creí que esto fuera justo para ti, la banda, y mamá. Todos me agobiaban con la banda y el éxito de todos. Gerry compró una casa, y todo el mundo estaba comprando coches, y no había manera de que pudiera echarme atrás. El éxito de ellos se basa en que yo esté en la banda. Mi padre había muerto y todo parecía demasiado grande. Mi madre necesitaba ayuda y nunca pensé en lo que ella quería. Quería que las cosas se quedaran como mi padre las había dejado. Di un paso más acercándome él. —No es necesario que me digas esto. Me miró. —Necesito que te pongas en mi lugar. Nunca lo hiciste. —Suspiró—. Así que quería que te fueras, porque tenía obligaciones. Nunca quise que te sintieras como una obligación. Quería que tu vida fuera mejor que siempre estar esperando a que

yo tuviera un minuto libre. Sabía que si te apartaba, volverías aquí y terminarías los estudios, y después yo podría tratar de recuperarte. Entonces Gerry me dijo que Dean le contó que parecías como si me hubieras superado. Dijo que habías estado coqueteando con algún abogado, que estaba hablando sobre tu trabajo de verano que sería en su empresa. Me entró el pánico. Vine aquí y te vi en la facultad. Empecé a sentir la desesperación que se reflejaba en todo su rostro. ¿Me había estado observando? —Tú estabas riendo con un chico. Era mayor que tú. Estaba vestido como un abogado y encajaba contigo. Parecían tan pulcros, brillantes y perfectos juntos. Él era tu tipo de hombre. Te veías viva de nuevo. No sabía qué hacer. Te veías tan profesional y él te rozó la mano y tú se lo permitiste. —Me lanzó una mirada—. Pero viniste esta noche. —Bajó de la encimera—. Eso me dio un poco de esperanza —Se acercó a mí. Casi deseé tener mi aerosol de nuevo. Negué con la cabeza. —No lo hagas. Me ignoró y caminó hasta estar contra mí. Mis pechos sin sujetador se aplastaron contra su abdomen. Bajó la mirada hacia mí. —El verte esta noche me hizo darme cuenta... —Se inclinó y besó mi mejilla, envolviendo sus brazos a mí alrededor. Besó el otro lado de mi cara—. No tengo que ser un cantante. No tengo que estar en una banda. No tengo que hacer nada en este mundo. Solamente tengo que hacer que me ames de nuevo. Levantó mi barbilla y apretó sus labios contra los míos.

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—Eso es todo lo que quiero, nena. Ni siquiera me importa si me amas. Déjame intentarlo de nuevo. —Sus manos se deslizaron por mi cuerpo, levantando mi vestido. Ahuecó mis nalgas y me levantó en sus brazos. Envolví mis piernas a su alrededor. Se acercó a la barra y me sentó sobre ella. Despejó la mierda con un golpe de su brazo. Al instante, nuestros labios se movieron uno contra otro con avidez. Su contacto me prendió fuego, peor que antes. Sus manos se deslizaron entre mis piernas. Agarró mi ropa interior, rasgándola y arrancándomela. Retiró el vestido y abrió la cremallera de sus pantalones vaqueros en un solo movimiento. Yo todavía estaba húmeda desde el concierto. Se impulsó en mi interior. Jadeé mientras arremetía dentro de mí con fuerza. No había control en él. Estaba mucho más allá de eso. Me aferré a él mientras sus dedos se enterraban en mis caderas. Me penetró duro y ferozmente. Sus labios nunca dejaron los míos. Nos respiramos mutuamente, entre gemidos e inhalaciones intensas. Me atrajo en cada embestida, llenando cada parte de mí. Me abrazó con tanta fuerza, que podía sentir la desesperación en sus dedos. Pude probarla en sus besos. Me corrí con fuerza, inclinándome hacia atrás, dejándolo poseerme. Separó más mis muslos y se corrió dentro de mí con una explosión. Jadeantes y confusos, nos aferramos el uno al otro. Colocó besos sin aliento en mi estómago. Yo lo observaba. Él levantó la vista hacia mí. —Te extrañé. Sonreí. —Yo también. Me levantó de la encimera.

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—Vamos a tomar una ducha. Estoy sudoroso del concierto. 367

Puse una mano en su pecho. —Espera. Negó con la cabeza. —Ni un minuto más, princesa. Después de la ducha, nos tumbamos en los brazos del otro, envueltos y apretándonos con fuerza. —Me gusta el efecto que el pastel de crema de coco tiene en tu cuerpo. Me reí. —¿Estás diciendo que te gusta mi nuevo yo gorda? Levantó mi pecho como si lo estuviera evaluando. —Te hace parecer más llena, como una mujer. —Chupó mi pezón—. Me dan ganas de tocarte más que antes, que era mucho. Me reí. —Lo recuerdo. Acarició mi mejilla con un dedo. —Siento haberte hecho daño. Me odio a mí mismo. Me encogí de hombros. —Lo entiendo y no lo hago. Es que... no... no puedo perdonarte. Eso llevará tiempo y no podemos simplemente estar juntos, como viviendo juntos, como antes, hasta que pueda hacerlo.

Sus ojos ardían. 368

—No me voy a ir. Me reí. —Tú tienes tu trabajo y yo tengo la facultad. Por fin podemos tomar las cosas con calma. Aceptar los viajes que haces todo el tiempo, como una forma de ir despacio. —¿Quieres tomar las cosas con calma? Acabamos de follar y nos hemos duchado juntos, y estoy a punto de ir a comprarte el desayuno en ese bar de mala muerte que abre toda la noche, donde conseguimos los huevos benedictinos. Sonreí. —Sí. Espero que vayas a comprarme el desayuno, y luego te irás, para que pueda estudiar y redactar mi trabajo. También espero que me envíes un mensaje tan pronto como llegues a dónde demonios vayas ahora, y tal vez incluso un par de veces en el taxi y toda esa mierda. Él besó mi vientre. —Está bien, lento será, pero no voy a irme.

Capítulo 22 Esto no es reducir la velocidad

36.5 ºC

P

erfectamente normal. Le fruncí el ceño al termómetro y lo puse sobre la encimera.

Tenía que funcionar, era nuevo. Miré lo otro que también era nuevo y suspiré. Si el vomitar no

era por la gripe, era otra cosa. Caminé, derrotada y con nauseas al cuarto de baño para tratar con el paquete número dos. Hay cosas que nunca deberías hacer sola, esta era una de ellas. Hice pis, sosteniéndolo bajo el chorro. Lo cubrí, envolviéndolo en papel higiénico, y me lavé las manos. Me paseé, con hambre y nauseas al mismo tiempo. Quería un poco más de pastel. Miré el reloj, dos minutos más. Repasé las cosas en mi bolso una vez más. Lo tenía todo. Estaba lista para irme. Esto no podía estar pasándome. Un minuto. Corrí al baño y lo recogí. La segunda línea era tenue. Entrecerré los ojos y sacudí la cabeza.

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—Eso no es una línea. —Por supuesto, mientras lo decía, la línea se rellenó. Tiré el palito de pis y caí de rodillas. Me apoyé en el mostrador del baño, jadeando en busca de aire. En lugar de respirar, vomité otra vez. Me aferré al baño y traté de no morir. Estaba abrumada, cuando oí la bocina por segunda vez. Me limpié y agarré el palito. Lo metí en mi bolso y cogí las maletas. Corrí hacia el coche y me metí de un salto dentro. Dean me dirigió una mirada de desaprobación-de-profesor. Lise estaba en el asiento trasero, sonriendo en la distancia. Puse los ojos en blanco. —¿Podrías parar? —Mi corazón latía con fuerza. Ella negó con la cabeza. —No puedo. No puedo esperar para verlo. Dean frunció el ceño. —No podemos llegar tarde. Jesús. Es una boda, Erin. No es un día normal. De ella, esperaba que se retrasara. De ti, no tanto. Fruncí el ceño. —Lo siento. —Y lo sentía. Estaba muy apenada. Ni siquiera sabía lo que iba a hacer. Por lo menos, la boda sería una distracción increíble. Corrimos cuando llegamos al aeropuerto. Apenas llegamos a nuestro vuelo y los chicos de aduana estaban cabreados. Les gustaba que llegaras dos horas antes para los vuelos internacionales, no a menos de veinte minutos.

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Estaba a punto de tener ataque de pánico en toda regla cuando finalmente aterrizamos en British Columbia, Canadá. Dean era amigo de un abogado que había comprado una bodega en el Valle de Okanogan. Él estaba emocionado de tener una boda allí. Yo estaba agotada. El cambio de horario fue mortal. Gerry, Danny y Loch nos recibieron en el aeropuerto de Kelowna. Era un día caluroso y soleado. Miré a Dean. —¿Esto es Canadá en mayo? Se echó a reír. —Esto es en realidad parte del mismo desierto como Nevada. El desierto de América del Norte se acerca a Canadá. Por eso el vino es tan increíble, por el calor. Los chicos se acercaron en camisetas y pantalones cortos. Me quité el abrigo. —En serio, ¿Canadá es más cálido que Boston en mayo? Había un aviso de helada cuando nos fuimos. Lochlan sonrió y se quitó las gafas de sol. Verlo lo empeoraba todo. Estaba siendo tan dulce y yo estaba en medio de atraparlo. Él asintió con la cabeza. —¿Quieres ver algo genial? Fruncí el ceño. —Hola a ti también. Él saludó a un grupo de chicas jóvenes. Ellas parecían confundidas, entonces inmediatamente lo reconocieron. Le devolvieron el saludo y se alejaron. Me quedé de piedra.

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—No han intentado coger nada de tu ropa o tomar fotografías. 372

Gerry le dio un codazo a mi brazo. —Son tan agradables. Ya sabes que siempre lo oyes, pero oh, Dios mío. Me han dejado completamente en paz. Le eché un vistazo a Loch. —¿Podemos vivir aquí? —Tendríamos una nueva razón para escondernos de los fans gritando. Asintió. —Joder sí. Danny ya estaba cargando las maletas de Lise y besando sus manos. Éramos tres parejas, sí, lo sé —asqueroso, caminamos hacia la camioneta. El conductor cogió las maletas. Me acurruqué en el brazo de Lochlan y tomé una profunda bocanada de él. Él hizo un pacífico sonido e hizo lo mismo en mi cabeza. —Hueles bien. —Sentí que mi estómago se revolvía por los nervios. Él sonrió—. Va a ser divertido. Fruncí el ceño. —Lo sé. —Pareces preocupada. Me encogí de hombros. —El cambio de horario.

Llegamos a la posada junto a la viña. Era enorme, justo sobre un enorme lago, de color azul brillante. Las colinas eran desérticas y onduladas. Era genial. Él cargó mis maletas hacia la habitación. Me dejé caer sobre la cama. —Enciende el aire acondicionado. Se rió entre dientes. —¿Ya estás caliente? Me gusta esto. Ven a nadar a la piscina conmigo. Negué con la cabeza. —Tengo sueño. —Cerré los ojos y me dormí. Me desperté más tarde con el sonido de un golpeteo. Abrí los ojos. Gerry estaba golpeando algo sobre el escritorio. —¿Qué estás haciendo? Él levantó una ceja. —¿Tú qué estás haciendo? Fruncí el ceño. —¿Eh? Levantó el palito. —¿En serio? Suspiré. —He orinado en eso. —Conozco la ciencia que hay detrás de ello, cabeza de alcornoque. Es una de las razones por las que estoy tan agradecido de ser gay.

373

Suspiré. 374

—No me jodas, Ger. ¿Qué voy a hacer? Todo el mundo va a pensar que lo atrapé con esto. —Ya lo piensan, ¿recuerdas esa foto del día en que él apostó que no podías comerte una pizza entera? Gemí. —Oh, Dios mío. ¿Tienen esa foto también? ¿Qué voy a hacer? —Eh, no lo sé. Decírselo... puesto que es suyo. —Él me dirigió una mirada—. Es suyo ¿no? Le levanté el dedo medio. —Bueno, nunca se sabe. En cuanto a lo que los medios de comunicación dicen, tú eres una especie de zorra malvada. —Levanté la otra mano para dirigirle un segundo dedo medio, y enterré mi cara en la almohada. Él se acercó y se acostó a mi lado—. Vine para que me dijeras que estoy haciendo lo correcto. Le lancé una mirada. —Y para fisgonear en mi bolso. Sacó la lengua. —Estaba buscando el brillo de labios. Mis labios están agrietados. Aquí hace un jodido calor. Le di un codazo. —Estás haciendo la elección correcta. He pasado los últimos cinco meses tratando de convencer a Dean para que se fugara conmigo, y él nunca vaciló.

Él sonrió. 375

—¿Eso crees? Sonreí. —Él te ama tanto. Su rostro se puso rojo, al igual que las gafas que llevaba. —Lo sé ¿verdad? —Señaló mi vientre—. ¿Cuál es el plan para eso? Negué con la cabeza. —No tengo ni idea. Nunca quise uno de esos. Quería un apartamento, un BMW, y mi propio dinero. Tenía un objetivo y no era esto. —Mis ojos brillaron—. Sin embargo, este es tu fin de semana y no iba a contártelo a ti o a él. —Trajiste el palito. Me reí. —Tenía que seguir revisándolo. Simplemente no lo podía creer. Aunque voy a decirlo, me alegro de que sea eso. Pensé por un momento que era cáncer. El doctor Google dijo que era cáncer o embarazo, pero yo estaba tomando la píldora. Así que asumí el cáncer. Tenía la esperanza de que fuera la gripe. Se echó a reír. —Bueno, amiga mía, eso es una línea rosa. —Vamos a llevar a cabo tu boda y ya nos preocuparemos por mi útero después. Sonrió.

—Está bien. ¡Yuuujuu! ¡Síííí! 376

Sin embargo, era más fácil decirlo que hacerlo. No dejé de pensar en ello. Me atormentó cada segundo de mi noche. Cuando Lochlan llegó a la cama, frunció el ceño. —¿Estás bien? Y no digas que es el cambio de horario. Lo miré y asentí. —¿Cómo nos ves a ti y a mí en un futuro? ¿Cuál es tu visión de eso? Él bostezó. —Son como las tres de la mañana, si estuviéramos en casa. Sacudí su hombro. —Necesito saberlo. Suspiró. —Tú y tus malditos planes. Qué tal si nos ajustamos un día a la vez, como tú querías. —Así que un día a la vez para siempre. Me lanzó una mirada. —No voy a escapar de esto sin que hablemos un momento de nuestra relación, ¿verdad? Lo pellizqué. Él se echó a reír y volvió a bostezar. —Nena, te veo como una exitosa abogada y a mí como un músico, y viviendo donde sea que te haga más feliz. Te llevaré las cosas extrañas de los lugares que

visite y puedes venir a las giras, en cualquier momento que desees. ¿Qué te parece? Seremos libres como los pájaros. Al instante empecé a llorar. Ni siquiera sabía por qué. Él me envolvió entre sus brazos. —Erin, me estás asustando. ¿Qué pasa? Me bajé de la cama y le arrojé la prueba de embarazo. Él la sostuvo durante un momento y luego la dejó caer con la nariz arrugada. —¿Es una broma? Me eché a reír y luego a llorar otra vez. Corrí al baño y cerré la puerta. —Cariño, vamos a hablar de esto. No puedes lanzar una prueba de embarazo a un hombre. Eso está mal. Has orinado en eso. Y no me diste ninguna advertencia. Me senté en la bañera vacía, meciéndome hacia adelante y hacia atrás. Unos sonidos extraños surgieron de mis labios. Eran sollozos de tono alto. Volvió a llamar. —Cariño, me estás asustando. Me pusiste una trampa con toda la charla sobre nuestro futuro, y luego el palito de pis. Erin, no me hagas romper la puerta. Me las arreglé para decir un par de palabras, en tono muy agudo. —Sólo dame un minuto. —Estaba teniendo un ataque de pánico y sabía que él iba a tirar la puerta abajo. —Sí, señora. Salí de la bañera y me dejé caer en el suelo junto a la puerta. Le oí deslizarse por la puerta también.

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—No pareces feliz —dijo después de un minuto. 378

Negué con la cabeza. —Sí, no mucho. Tengo miedo y me pregunto cómo no funcionó mi anticonceptivo, y ¿cómo vamos a tener un bebé? Hemos tenido el año más extraño. ¿Cómo añadimos un niño a eso? —Nos amamos, tenemos buenos ingresos, y no tenemos problemas con las drogas o problemas con la bebida, ni adicciones extrañas. Bueno, excepto la mía por ti. —¿Qué pasa si engordo y todas las chicas te echan los tejos, y tienes que volver a casa por una sudorosa y gorda mujer que se hace pis cuando estornuda y toda esa mierda? Él se echó a reír. —Oh nena, tienes que abrir la puerta, para que pueda sentirme emocionado por esto. Tragué saliva. —¿Qué tal si jodemos esto? —No lo haremos. Ya lo hemos jodido, hicimos esa parte. Ahora tenemos que disfrutar de las recompensas de arruinarlo todo, y unirlo. Es una suerte que en realidad estemos en la etapa de reconstrucción, tenemos un montón de flexibilidad para un bebé. Sé que te amo. Sé que quiero estar contigo. Sé que voy a pasar el resto de mi vida tratando de hacerte feliz, a mi manera frustrante y especial. Giré la cerradura de la puerta. Él la abrió y me recogió. Me llevó a la cama. Besó mi vientre.

—Sólo piensa que todo el amor que nos tenemos el uno al otro, lo pusimos aquí, en este lugar seguro. —Besó mi vientre de nuevo. Yo todavía no podía respirar apropiadamente. Me miró, sus ojos eran del azul más claro que nunca había visto en ellos. —Quiero darte algo. Me reí. —Ya me diste algo. Él se rió. —Muy divertido. Sacó mi anillo de su bolsillo. Me arrastró hasta la orilla de la cama y se arrodilló entre mis piernas. —Ni siquiera se acerca a la forma en que quería hacerlo. He estado llevándolo durante semanas, tratando de encontrar la forma correcta o el momento adecuado. Quería que fuera tan romántico y todo eso. Y ahora mismo, no puedo pensar en nada que esté por encima de lo que me estás dando. No habrá un mejor momento en mi vida que este. Cásate conmigo. Le dediqué una mirada decidida y le tendí mi mano derecha. —Hasta que ellos estén casados, no quiero robarles el protagonismo con bebés y compromisos. Lochlan ladeó la cabeza. —Nunca dijiste que sí. —Sí. —Lo desafié con mi mirada.

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Arqueó una ceja. 380

—¿Sí? Me reí. —Sí. Me casaré contigo, antes de que me ponga gorda. Se echó a reír. —Bien. Mamá y yo estuvimos hablando y realmente le gustaría ver la boda en los próximos meses. Ha estado muy débil últimamente y no quiere hacerlo cuando haga demasiado calor. Lo empujé. —No has estado hablando de esto con tu madre. Me atrajo entre sus brazos. —Lo he hecho, te lo juro. Hemos estado planeándolo. Ella me dio esto. —Sacó un anillo de matrimonio—. Era de mi padre. Ella me dijo que te lo diera cuando estuviera listo, y tal vez podríamos modificarlo en un anillo que me gustara. Exhalé rápidamente. —Creo que acabas de sobrepasar lo que te estoy dando. Sonrió, robando mi corazón de nuevo. —De ninguna manera. Al día siguiente todos nos pusimos de pie y observamos a nuestros mejores amigos casarse. Declararon su amor mutuo en las maneras más dulces. Dean le había comprado un anillo grabado con su frase favorita de una de las canciones «Salva mi alma de los segundos que estamos separados». Gerry preparó a la banda para

interpretar una canción que escribió para él. Lloré demasiado y esperé el momento en que nuestra perfección se desmoronara, siempre lo hacía.

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Capítulo 23 Conejitos y brownies

E

l momento en que todo cambió, pasó delante de todos. El médico frotó el transductor sobre mi vientre desnudo, apretándolo. El gel que había untado allí estaba frío y pegajoso.

El rápido latido llenó la habitación y todo el mundo se echó a llorar y a jadear. Lo hicimos en Nashville en la residencia donde estaba Judith. Ella lloró y golpeó las letras como una loca. Alex leyó: —Estoy muy orgullosa de que vosotros dos encontrarais vuestro camino de regreso el uno al otro. Sollocé y sentí el latido dentro de mi cuerpo. —¡Creo que tenemos un batería! —Gerry rio. Mike frunció el ceño. —De ninguna manera, un bajista seguro. Cerré los ojos y sentí la mano de Loch en la mía. Él apretó con fuerza. —Te amo, nena. El médico sonrió.

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—Diría que estas de unas quince semanas de embarazo. ¿Cuánto has aumentado? Negué con la cabeza. —Nada todavía. Lochlan asintió. —Ella ha sido una mujer loca por su comida. El médico negó con la cabeza. —Los primeros tres meses, es común que las mujeres no aumenten nada, pero de ahora en adelante, necesito que mantengas las calorías en el pedazo de papel que tengo aquí, y asegúrate de estar consumiendo todos los grupos de alimentos. ¿De acuerdo? Asentí con la cabeza. —Cuanto mejor sea el consumo de grasa en tu dieta, mejor desarrollo del cerebro de tu bebé. —Está bien. —Yo no sabía nada acerca de los bebés y los libros me aterraban. No podía leerlos. Realmente ya ni siquiera quería tener sexo, después de lo que había leído en el último. Él me limpió y dejó que me levantara. —Todo parece normal, pero la ecografía a las 19 semanas será la fotográfica. Sonreí. —Gracias por hacerlo aquí. Él asintió con la cabeza.

383

—Cuando quieras. 384

Me bajé de la camilla y dejé que todo el mundo me abrazara. Lochlan envolvió sus brazos alrededor de mí. —¿Estás lista para mañana? Asentí con la cabeza y miré hacia él. —Lo estoy. Él chinchó a su madre. —Vas a ser abuela. —Ella sonrió. Estaba adquiriendo de nuevo pequeñas pizcas de movimientos. Vivir en la residencia estaba ayudando muchísimo. Tenía fisioterapia completa cada semana y un cuidado constante. Le di un beso de despedida y me fui con Dean, Lise y Lissie. Fuimos a la habitación del hotel, mientras Alex, Mike, Danny, León y Gerry fueron con Loch a llevar a su madre a su habitación. Habíamos organizado todo en las pocas semanas que teníamos. Tener dinero ayudó mucho. Cuando el dinero no era problema, la gente decía que sí. Dean me miró. —¿Alguna vez escuchaste por qué Lochlan golpeó a ese tipo en el programa? Asentí con la cabeza. —Sí. —Salió en la prensa ayer. Mira. —Él fijó su iPad. Leí el artículo.

—Guau. Ese tipo Andrew realmente aprecia mucho a Loch. 385

Dean asintió con la cabeza. —Yo también. Nunca supe por qué lo hizo. Asentí con la cabeza. —Yo simplemente me acabo de enterar. Me dejó creer que él estaba celoso del chico ganador. Él negó con la cabeza. —Guau. Lissie asintió. —Sí, estábamos obligados a guardar ese secreto. Odiaba escuchar a todo el mundo echando pestes sobre él, cuando no tenían ni idea. Lise se encogió de hombros. —Yo siempre pensé que lo hacía más sexy que fuera tan loco e impredecible. Le sonreí, cuando Dean y Lissie le dirigieron una mirada confusa. Un golpe en la puerta interrumpió sus juicios. Dean respondió y fue inmediatamente atacado como un puma por mi madre. —¡Oh caramba! Debes de estar en la banda. Puse los ojos en blanco. —Mamá, este es el profesor Dean. Está casado con Gerry. Ella se sonrojó.

—Ohhhh cierto. Por supuesto que es él. ¿Cómo está el joven Gerry? —Ella tenía una mirada depredadora en sus ojos. Dean dio un paso atrás. Yo me reí. —Está casado y feliz. Ella sonrió. —Bueno, en cualquier caso. Enhorabuena. ¿Y cómo se encuentra la futura novia? Sonreí. —Bien. Un poco cansada, pero estoy bien. —¿Cómo está mi pequeño nietecito? —Ella en realidad hablaba con mi vientre, o incluso mi vagina, dependiendo del ángulo en que estuvieras. —Bien. Hoy hemos escuchado el latido del corazón. Ella levantó la vista de la parte muy baja de mi vientre. —¿Fue fuerte o débil? Hay un viejo dicho sobre eso. Negué con la cabeza. —No lo sé. Sonaba rápido. Lissie asintió con la cabeza. —Para mí era muy rápido. Dean asintió. —Sí. Es cierto.

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Lise se echó a reír. 387

—Yo también pensé eso, pero luego él dijo que era normal. Mi madre nos miraba como si estuviéramos locos. —Por supuesto que es rápido, ¿no lo sabíais? Todos nos encogimos de hombros y sacudimos nuestras cabezas. Dormimos en la habitación, todos nosotros, excepto mamá. Para ella, era extrañamente rápida para largarse. Por lo general merodeaba y eso se volvía incómodo. Oí un leve golpe en la puerta. Salí de la cama y respondí. Lochlan se quedó allí, asomándose en la puerta. Miró hacia mí y sonrió. —Tenía que veros a los dos. Le devolví la sonrisa. —Hola. —¿Has comido? Asentí con la cabeza. —Sólo algo del servicio de habitaciones. Él sacó una bolsa marrón de detrás de su espalda. —Te he traído helado con chips de brownie. Cerré la puerta con un zapato en ella, no el mío, y me senté en el pasillo con él. Nos sentamos uno al lado del otro. Él quitó la tapa y me pasó la cuchara. La sumergí y tomé el primer bocado. Cerré los ojos y dejé que el sabor del helado de chocolate se derritiera en la lengua.

—Mmmmmmm. Te amo —dije con voz de niña. 388

Él se rió y cogió la cuchara. —Lo sé. Miré el anillo en mi dedo y asentí con la cabeza. —Estás de acuerdo, si mantengo el zafiro, ¿no? Él sonrió. Mi sonrisa fue desapareciendo de mi cara. —¿Fue alguna vez un zafiro? Él negó con la cabeza. —Estaba pensando seriamente en preguntártelo esa noche. Sé que tu ex había contaminado lo del amor a primera vista para ti, pero quería que fueras mía. Tu cara cuando saqué la caja era de puro horror. Entonces se me ocurrió una mentira super rápida. Tú la creíste y yo conseguí poner mi anillo en tu dedo. Volví a quitarle la cuchara. —No hay helado de chips para ti. Él se rió. —No puedes enfadarte por mierda del pasado. —Puedo y lo haré. Incluso puedo reaccionar de forma exagerada, gracias al bebé conejito. Él me dirigió una mirada. —¿Bebé conejito? Sentí mi cara arder.

—Sí. ¿Y qué? 389

Se inclinó y besó mi vientre. —Te amo. Sonreí y lo dejé besar el pequeño michelín que ambos fingíamos que era un bebé pero era más como una tarta de crema de coco que antes. Me apoyé en él cuando se sentó. —¿Has visto el reportaje de Andrew? Él asintió con la cabeza. —Sí. Me llamó y me dijo que lo estaba haciendo. Le dije que no se preocupara, pero me dijo que él había escogido el camino de un cobarde o alguna chorrada. De todos modos, se lo dijo a su familia. Sonreí, sin mirarlo. —Por lo menos tuvo la oportunidad. Al menos ese gilipollas, nunca consiguió echarlo. —Concuerdo. —¿Estás nervioso por lo de mañana? Bajó la mirada hacía mí. —No. ¿Y tú? Negué con la cabeza. —No, es extraño, pero no lo estoy. Debería estarlo. Yo no quería nada de esto y ahora me siento como que siempre lo he querido.

Él me besó en la sien. 390

—Tal vez simplemente no sabías que lo querías. Asentí con la cabeza. —Tal vez. —Suspiré—. Quizás sólo faltabas tú en la ecuación, para hacerme quererlo. Él me levantó del suelo y me besó dulcemente. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo besé como demostrándole que lo decía en serio. Él gruñó. —Aquí no. —Está bien. —Le di un beso de buenas noches, perdiéndome en sus ojos. Él me llevó dentro. —Necesitas descansar, por ti y por el bebé conejito. Cerré la puerta y suspiré contra esta. Mi corazón estaba lleno de él y un poco de helado, y un altar. No sabía que yo fuera una persona tan sencilla. Al día siguiente, envuelta en un vestido de novia corte princesa y sin tirantes, y una enorme sonrisa, mi padre me agarró del brazo. Me besó en la mejilla. —¿Estás lista, niña? Asentí con la cabeza. Él sonrió. —Estás preciosa. —Me reí y acaricié mi estómago que aún seguía siendo bastante plano.

—¿Puedes decir que es un casamiento a la fuerza? 391

Él negó con la cabeza. —No. De ninguna manera es eso, me pidió tu mano el noviembre pasado. Él la ha tenido desde entonces. Fruncí el ceño. —¿En serio? Él asintió con la cabeza. —Vosotros dos os pertenecéis. Al igual que tu madre y yo. Hice una mueca. —¿Estáis juntos de nuevo? Él asintió con la cabeza. —Sí. Algo acerca de visitar Nashville nos afectó a los dos. Vimos lo egoístas que fuimos. Nos comprometimos. Los inviernos en la ciudad, los veranos en el campo, y la primavera y el otoño dónde sea. Me reí. —Guau. ¿Es mi regalo de bodas? Él se echó a reír. —No. La música comenzó a sonar y mi padre frunció el ceño. —¿Vas a caminar con Bob Dylan?

Asentí con la cabeza. 392

—Shelter From The Storm tiene un significado especial para nosotros. —Extraño, creo, sin embargo, los músicos son diferentes. Besé su mejilla. —Vamos a hacer esto. Caminamos por el pasillo lentamente, sin embargo nunca me di cuenta. Me quedé atrapada en los intensos ojos de color azul frente a mí. Su expresión se volvía cada vez más intensa con cada paso que daba. Su cara era todo lo que veía. Estrechó la mano de mi padre mientras mi padre me besaba en la mejilla. Cogí la mano de Loch y dejé que me guiara hacia el pastor. Apenas recordé las palabras que dije, sus ojos me tenían fascinada. Lo siguiente que supe fue que él me besó. Me fundí con él. Se dejó caer de rodillas y besó mi vientre, susurrándole cosas al mismo. Le sonreí. Mientras caminábamos bajando del altar, él susurró: —Señora Barlow, ¿cómo te sientes? Sonreí. —Bien. Estoy casada con un tipo super cursi, pero es bueno. Él me besó en la mejilla.

Epílogo

T

erminé de ordenar la cocina, todo estaba donde yo quería. Me pregunté cuánto tiempo permanecería de esta manera. —Ven a ver.

Levanté la mirada. Él estaba de pie en el pasillo, en pantalones cortos y una camiseta azul pálida. Suspiré mirando sus tatuajes y músculos. Miré hacia abajo a mi vientre y lo froté. —Erin, lo juro por Dios, tienes que ver esto. Lo seguí, contoneándose hacia la calurosa noche de verano. Los niños estaban jugando en la calle sin salida y la gente estaba cortando el césped. Era lo más alejado de un bloque de apartamentos en el centro de Nueva York, que podía imaginar. Era una casa en los suburbios, en la calle de Alex, Lissie, Gerry, Danny y Mike. Nos habíamos convertido en esas personas de barbacoa que estaban agotadas a las diez de la noche. Salí al patio y gruñí, tal vez incluso siseé como un vampiro, cuando vi lo que quería mostrarme. Era horrible. Me tapé la boca, a punto de llorar, pero él envolvió sus brazos a mí alrededor. —Sólo dale una oportunidad. Te juro que te compraré el coche deportivo, un día, pero por las características de seguridad, esto es lo máximo. Quiero decir, ¿quién sabía que la BMW había fabricado un monovolumen? Negué con la cabeza.

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—Tengo veinticinco años, no cuarenta. Lo odio. Devuélvelo. 394

Él me dio la vuelta. —Princesa, tienes que verlo antes de odiarlo. Hay una jodida sala de cine allí. Incliné mi cabeza. —Eres un mentiroso. Su voz se elevó. —Lo juro por Dios, es una jodida sala de cine. Mi mano salió disparada, apuntándolo. —¿Qué fue lo que dije acerca de maldecir? Él dejó caer las manos. —Respiraciones profundas. Simplemente toma respiraciones profundas. —Me arrastró hasta el monovolumen y abrió la puerta corredera de grandes dimensiones. Me empujó suavemente en el interior, ya que estaba a punto de estallar. Me subí en el asiento. Él lo puso en marcha y encendió el aire acondicionado. Comenzó a soplar sobre mí desde el techo. Apretó los botones y al instante Fear and Loathing in Las Vegas comenzó a reproducirse. Le dirigí una mirada. Él se encogió de hombros. —Todavía no tenemos películas para niños. Vi la película y me acurruqué en el asiento. Suspiré y le lancé una mirada. —Esto está muy bien. Se inclinó para darme un beso.

—Entonces cuando mañana me vaya a Londres, lo llevarás a dar un paseo. ¿Para ir acostumbrándote al mamá móvil? Hice una mueca. —No lo llames de esa manera. Él se rió. —Pasitos. Señalé la pantalla. —Eso me gusta. Él asintió con la cabeza. —Te lo dije. Estoy teniendo una semana fantástica. Doble Platino para nuestro primer álbum no indie y ahora esta dulce máquina. —Puse los ojos en blanco pero él se inclinó, rozando sus labios contra los míos—. ¿Acaso te he dicho lo hermosa que eres y lo afortunado que soy? Negué con la cabeza. —Hoy no. Sus ojos se estrecharon, pero todavía pude verme a mí misma en ellos. Tenía la sensación que siempre lo haría. Él elevó esa sonrisa sexy y yo negué con la cabeza otra vez. —No en el monovolumen. Los niños van a sentarse aquí atrás. Puaaaj. Él se rió. —¿Niños? ¿Ya estás planeando el siguiente?

395

Asentí con la cabeza. 396

—Sí. No podemos tener uno, ellos siempre están, bueno mira a Leon. Él es tan... no. Necesito por lo menos dos, pero entonces estaba pensando, ya que, Alex, Lissie y tú sois tan adorables juntos, debemos tener tres. Él me besó en la nariz. —Un día a la vez. Tú y tus planes. Ahora entra en la casa, así puedo mostrarte lo hermosa que creo que eres antes de que tomemos este monovolumen para dar una vuelta. Lo seguí dentro, lo habría seguido a cualquier parte.

Este es mi lado.

Fin

Sobre la autora

TARA BROWN

Nació en Nanaimo, Canada el 30 de enero de 1978 Escritora canadiense, de novelas genero Romance, Romance Paranormal, Pos Apocalíptico, Contemporáneo y Fantasía. (Adulto y Juvenil Adulto) Sitio web: http://tarabrown22.blogspot.com.ar/

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398

¡Visítanos!

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