AGRADECIMIENTOS Moderadora de Traducción

Staff de Traducción EMI_93

KRISPIPE

MEW RINCONE

PILI

EVARG7

MAIS020291

3LIK@

FLORESADRI

ENI CAMILA CULLEN

Moderadora de Corrección

Staff de Corrección AHRIEL

EVARG7

ENI

MORIN

Recopilación y Revisión EMI_93 ENI Lectura Final ENI

Diseño MEW RINCONE

YANNI

ÍNDICE Agradecimientos Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Epílogo Sobre la autora Info. RyR Créditos

SINOPSIS Hace treinta años, un hombre hizo un niño al que nunca tuvo intención de amar. Hace diez años, el mundo terminó y Emma le volvió la espalda al hombre que creía que era su padre... en un intento por sobrevivir. Ocho semanas atrás, descubrió la verdad sobre su familia, incluyendo a la hermana que nunca supo que existía. La semana anterior, se le rompió el corazón por el único hombre al que se imaginó que se lo daría. Ayer, le dio la espalda a aquellos que le importaban en un intento por ayudarlos a sobrevivir. Hoy, planea cazar a dos hombres hasta el final del mundo. No para salvar al mundo. No para hacer del mundo un lugar mejor. Mañana... planea conseguir venganza.

Trilogía The Born, libro final

Capítulo 1 Traducido por Emi_93 & Mew Rincone Corregido por Morin

Sus labios mordiendo mi manga es lo que me despierta. Intento empujarlo de la cama pero él muerde de nuevo. Mis ojos se abren de golpe, cayendo en la cuenta de que él no debería estar aquí. —¡Maldición, Leo! ¿Cuándo llegaste aquí? Agarro mi arco y carcaj y miro alrededor. Él me dedica una mirada. Me está juzgando por lo suave que me he vuelto. Se levantó en la tienda sin despertarme. Asiento. —Lo sé, compañero. —Tengo que recordar por lo que he pasado, no donde estamos. Salgo de la tienda, manteniéndome cerca al suelo. Tengo una leve intención de sacar a Will de su tienda también, pero no lo hago. Leo y yo podemos manejar lo que sea que esté molestando a su trasero de lobo. Él corrió una larga distancia para avisarme sobre eso. No sólo eso, sino que, Will sólo agregaría drama y malas miradas, o esas miradas desesperadas que sabe que me molestan. Verlo débil de esa forma no hace nada por su causa. Sé que lo siente, pero cada vez que cierro los ojos, lo veo besando a mi hermana, y a mí atada a una mesa en las granjas de reproducción. El silencio del bosque es calmante y engañoso para alguien que no sabe nada sobre la canción. Pero conozco la canción. Puedo oírla. Un ave en la distancia hace ruidos de advertencia y los otros pían en los árboles en un eco. Una única nota afilada. No hay otros sonidos. No hay ardillas o conejos o ratones. Sólo las aves pasando el mensaje por el bosque. Si hay problemas, es siempre lo mismo, esta canción o silencio total. De cualquier manera, son malas noticias. Corremos por la cresta de la colina y por el valle. Puedo ver que

los guardias no están en los árboles. Le doy a Leo una mirada. Él se queja casi silenciosamente y va hacia la base de la colina. Sus ojos son afilados; está buscando algo. Inhalo lentamente, aquietada con un propósito, para evitar de jadear. —Mierda —susurro y miro alrededor; son ellos o yo, y tengo un arco. No puedo matarlos tan rápido con un arco como puedo hacerlo con un arma. Estoy a punto de correr de vuelta al campamento como una cobarde, cuando recuerdo... soy inmune. Casi golpeo mi propia frente. Casualmente camino colina abajo. Leo no lo entiende. Intenta guiarme. Le rasco la oreja. —Está bien. Tú quédate aquí. Su fiesta de caza es grande. Ni siquiera entiendo cómo es posible. ¿No deberían estar muriendo para este momento? Suspiro, sacando mi primera flecha y deslizándola entre mis dedos. Uno de ellos levanta la cabeza del piso, donde yace muerto el cuerpo que se están comiendo. Sólo puedo asumir que es el guardia que debería estar en su cuadrante. El infectado me gruñe mientras ellos levantan la cabeza. Suelto mi flecha en la cabeza enmarañada y marrón del primero. Ellos saltan, moviéndose más rápido de lo que recuerdo que son capaces de hacerlo, y vienen en un grupo destrozado. Bajo a cuatro antes de que me alcancen, entonces saco mis cuchillos de mis botas. Su piel hace un inquietante sonido chapoteante con el deslizar de los cuchillos. Su sangre sucia y corrompida llena el aire a mí alrededor. Uno agarra mi brazo. Lo corto, pero otro me golpea en la maleza. Leo salta sobre el que está sobre mí, pero vuela del otro lado del claro. Lo oigo quejarse mientras aterriza. Entro en pánico cuando veo la sangre verde esparciéndose. Uno de ellos me está asfixiando y no creo que sea realmente inmune, no totalmente. Estoy cerrando mi boca con fuerza mientras el primero clava los dientes en mi antebrazo. Mis labios se separan rápido, desgarrando un grito por el bosque silencioso. Entre sus fuertes gritos, mi grito es muy diferente. Siento que una mano agarra mi otro brazo mientras ellos me cubren. Me retuerzo pero una voz me arranca de eso. —Em, está bien, cariño. Te tengo —susurra él en mi cuello. Las lágrimas están cayendo por mis mejillas cuando abro los ojos.

Estoy siendo ahogada en buena forma, pero es por Will y mis mantas. Vuelvo mi rostro en su cuello y lo dejo ir. No quiero. Quería que fuese él, no Will, reconfortándome. Quiero que su pelaje apague mis sollozos como siempre mientras sus patas me abrazan. —Te tengo, Em. Estás a salvo —acaricia mi cabeza. Estoy cubierta de sudor y el pánico aún es muy intenso, juro que puedo sentir la grasosa y verde sangre en mis labios. Tomo una profunda bocanada y él solo me abraza. —Ahora, eso es un mal sueño. Despertaste a la mayoría del campamento con tus gritos —susurra Anna y desliza su chillona risa en susurro—. No más guardias perimetrales para ti antes de dormir. Busco la sangre grasosa con las puntas de mis dedos antes de confiar lamiéndome los labios. Estoy fría y temblando, incluso en el calor del aire nocturno. Necesito a Leo. Algo anda mal. Tengo un presentimiento. No uno bueno. Me acuesto en mi cama y me enrosco alrededor de Will. No quiero que sea él, pero lo es. Sé que me tomará un largo tiempo volver a dormir. Miro a Will mientras me calmo. —Algo anda mal. Sus ojos se abren. Y me da una mirada extraña y asiente. —Nunca te vi tener una pesadilla como esa. Trago. —Necesito a Leo. Tal vez tengamos que hacer una caminata a la cabaña. Algo está mal. Me besa la nariz. —Ve a dormir. Lo hablaremos mañana. Asiento y me aparto de él. —Puedes quedarte, pero no quiero que me toques. Él no se va. Estoy feliz de que no lo haga, pero estoy incluso más emocionada de que es su elección. No lo necesito. Cierro los ojos y vuelvo a dormir. A la mañana siguiente él se ha ido. La luz se ha ido y estoy sola

en la tienda. Cuando dejo la tienda, veo los ojos de la otra gente sobre mí. Star camina hacia mí sonriendo. —¿Noche dura? Aprieto la mandíbula. —Fue un mal sueño. Ella asiente. —Después de todo lo que has pasado, Emma, un mal sueño es esperable. Miro a la gente que me dedica miradas cautas. —¿Aún creen que soy un monstruo? Ella asiente. —Sí. Mis ojos van de nuevo hacia ella. —¿Y sin embargo, has salido impune? Sus ojos brillan con algo que asumo es satisfacción. —No es fácil ser yo. —Sí, bueno, podrías intentar hacerlo a mi manera alguna vez y ver lo diferente que es. —Me alejo apretando mi carcaj. Paso el día manteniéndome ocupada. No quiero ver a Will o a la odiosa gente del campamento. Quiero enroscarme con un buen libro o sentarme junto al río con Leo. No creo que sea capaz de encontrar la mirada de Will hoy, no después de estar tan necesitada y deprimida. Camino más allá del grupo de mujeres que salvé de las granjas. Ellas sonríen y saludan. Los números son menos de las que imaginé que se quedarían. Miro alrededor en busca de los bebés malcriados, pero no los veo. En su lugar, veo que la pila de carne seca está bajando. Sé que la carne seca es una cosa diaria, pero la carne seca es parte de las reservas. Es la comida de viaje y lo que comemos en el invierno. Estoy a punto de llegar al bosque cuando veo a Will hablando con un hombre. Decido tomar una siesta y luego ir a cazar después de la cena.

Me despierto sola y sudorosa en mi tienda, pero al menos los malos sueños no vienen. Agarro mi arco y voy sola al bosque. Todo lo hago sola. Para mí, estar en el campamento no es muy diferente a estar en la cabaña con Leo. No importa si son animales o gente, me dan espacio. Deseo que no me importara más, pero como que duele no pertenecer a ningún lado. Cuando salgo al cordón verde, echo de menos el pelaje en mis dedos. Amo el verde y los sonidos que me rodean, pero no es lo mismo sin él. Mis sueños comienzan a regresar a mi mente. Estar en el bosque no hace que se vaya la aterradora sensación de ser consumida por el infectado. Me centro en el sonido del bosque y calmo mi acelerado corazón. La canción de los animales es como paz y calma a su ruidosa manera. El afilado sonido de la señal de advertencia no es audible. El bosque aún está de la forma en que me gusta. Los animales siguiendo adelante con su día. Me seco algo de sudor del ceño y cierro los ojos. Hay miedo dentro de mí que necesita ser acallado. Me fuerzo a estar cómoda en el silencio y escucharlo. Cuando oigo la pezuña de algo grande quebrando las ramas en las que se para, abro los ojos, saco la flecha, e inhalo. En la exhalación, suelto y es el único sonido en el que me estoy concentrando—el sonido de la flecha cortando el aire. Me gusta que el bosque se mueva a mí alrededor. Soy una con el, incluso con un arma y un ciervo moribundo. Una sonrisa cruza mis labios, no es porque un animal esté muerto, sino porque la naturaleza me ha permitido formar parte de su ciclo natural. Como si no fuese una amenaza para ella, no como el resto de nosotros. Ellos me dejan temer, no como la gente en el campamento. Camino colina abajo hacia la cierva moribunda. Sus piernas tiemblan pero la flecha está perfectamente posicionada en su costado. Saco mi cuchillo y aprieto mi mano por su frente hasta su cuello. Es grueso y palpita por el latido asustado de su corazón. Deslizo el cuchillo por su garganta, derramando lo que quedaba de su vida en el follaje. —Gracias —susurro mientras ella deja su cuerpo. Estoy a punto de destriparla cuando soy interrumpida. —Puedes tomar la carne sin destriparla. —Salto, sacando mi

siguiente flecha. Un hombre mayor, con una dulce sonrisa y un brillo en sus ojos verdes, se encoge de hombros—. O puedes dispararle a mi viejo trasero. Tiene buenos dientes pero eso no me hace confiar en él. Los que tienen buenos dientes siempre luchan por sobrevivir. Estrecho mi mirada. —El bosque no cambia por ti. El sonido es el mismo. No anunciaron que te acercabas a mí. Sonríe. —No. Me aceptaron como uno de ellos hace un largo tiempo. Además, no me estaba ocultando, es solo que ahora camino silenciosamente. Eso me hace sonreír. No sé por qué. Tal vez porque la gente con buenos dientes no es aceptada usualmente por el bosque. Supongo que a pesar de todo tengo una buena dentadura. Mi abuela me hacía cepillarme y usar hilo dental todo el tiempo. Él señala a la cierva. —Tienes un buen tiro. Los tiros pulmones/corazón son difíciles de hacer perfectamente. Asiento. —Lo sé. —¿Has estado sola un largo tiempo? Asiento de nuevo. Él sonríe. —Yo también, bueno, antes de que me tropezara con los bufones con los que vivo ahora. También acabo de encontrar este campamento. Quién sabe cuántos de nosotros estamos reuniéndonos y viviendo juntos en paz. Ahora, si quieres tomar la carne sin el sin sentido de despiezar a esa cierva, puedo mostrarte cómo. Insegura de cómo proceder, espero un momento. Él se encoge de hombros y se da la vuelta así que tiro el cuchillo al piso. —Tú hazlo. Doy un paso atrás y echo la flecha hacia atrás, poniéndolo en objetivo y tomando una bocanada para mantener la mano firme. Él se ríe. —Tu brazo se va a acalambrar sosteniendo eso hacia mí. Sacudo la cabeza. —No. Él camina hacia el cuchillo y se arrodilla al costado de la cierva.

La pone de costado y junta sus patas. Corta el estómago a lo largo, sólo quitándole la piel. Corta y recorta rápidamente. Estoy sorprendida de lo rápido y limpio que es. Se quita la camisa y coloca la carne en ella mientras remueve los cuartos traseros y las patas traseras. Relajo la flecha y lo miro. Me devuelve mi sangriento cuchillo y envuelve la gran pila de carne en su camisa. Se la carga a la espalda como lo hubiera hecho un mugroso obrero transitorio. —Mi nombre es Jack. Asiento con aprobación. —Emma. Caminamos juntos de vuelta. —Debes ser un sobreviviente, Jack. Se ríe. —Era un político, Emma. No hay nadie en el mundo más sobreviviente que un político. Frunzo el ceño. Se encoge de hombros, incluso con el gran saco de carne en su espalda. —Cazaba cada otoño con amigos. Creíamos que éramos sobrevivientes. Ya sabes, llevar una camioneta de ocho millones de dólares para quedarse en una cabaña de medio millón de dólares. Beberíamos y cazaríamos y actuaríamos como si tuviéramos alguna idea. —Su voz se apaga. Me mira—. ¿Cuál es tu historia? Frunzo el ceño. —¿Qué? Sonríe. —Luces como los otros niños de aquí pero no actúas como ellos. Mis tripas se contraen. Bajo la mirada. —No hay historia. —¿Sólo naciste sabiendo cómo sobrevivir así? ¿Naciste para cazar y pelear por todo lo que tienes? Me río. —Oh, eso. Mi papá, Lenny, era muy bueno en cosas de supervivencia. Era dueño de una tienda de comida saludable y todo su tiempo libre lo pasaba aprendiendo más cosas y reuniendo

provisiones. Tose. —Solíamos reírnos de esa gente y ahora míranos a todos nosotros. Al comienzo hubiera muerto he ido al paraíso para encontrarme con alguien como él. Asiento. —Sí, era un padre soltero, así que cuando tenía cinco me puso en los campamentos de día con gente que nos enseñaba cosas. Aprendí sobre bayas y los árboles y todo esto. —Me puse seria—. Más allá de las cosas malas, nos enseñaron sobre la vida de esta forma. Frunce el ceño. —No sabía que tenían campamentos de día como esos, no para niños. Bufo. —Los había. —Bueno, 2012 fue un gran año para el fin del mundo. Nunca nadie pensó que pasaría, no de verdad. Suspiro. —Lenny lo hacía. Lo tenía al día. Bueno, lo tenía en su mente. Estuvo fuera de sí pero no por mucho, un par de semanas tal vez. Ajusta el saco sangriento. —Desearía haber puesto a mis chicos en campamentos como esos. Sus palabras me queman. Intento mantener mi tono amable. —¿Dónde vives? Me dedica otra sonrisa. —Aquí en Washington. He estado aquí toda mi vida. Me río. —¿Estamos en Washington? Nunca supe donde estaba. Probablemente nunca dejé Washington. Sacude la cabeza. —Touché. No sé qué significa eso pero él parece sorprendido. El sentimiento de no ser querida y de no agradarles vuelve a entrar mientras nos acercamos al campamento. —¿Tú no eres esa chica Emma que todos piensan que es un monstruo, cierto? No digo nada, pero sé que la mirada de odio en mi rostro me delata. Suspira. —Debí adivinarlo. La única chica que puede cazar y

cuidar de sí misma es la que a ellos no les agrada. A mi esposa le hubieras agradado. A ella aún podrías agradarle, aunque por supuesto no de la misma forma. La vi por última vez paseando por Seattle antes de irme. Aún lucía como ella. Quiero decir, sin contar el hecho de que era una zombi. Le doy una dura mirada. Se encoge de hombros. —¿Qué? —¿Tu esposa es uno de los infectados y tú la dejaste vivir así? Sus ojos brillan por un segundo. —No pude hacerlo, Emma. Podría dispararle a cualquier cosa en el mundo, pero no a esa mujer. No entiendo eso. —¿En su lugar la dejarías morir lentamente? Asiente. —Me gusta imaginar que está allá afuera viviendo pacíficamente, como un animal lo haría. Está derribando ciervos y está bien. Está libre, ¿sabes? —Lo sé, pero no puedo estar de acuerdo con que él la deje vivir. Agarro mi sangriento cuchillo y pienso en llamarlo de alguna forma, pero de pronto Will está allí. Hace que duelan cosas en mi estómago. Por supuesto que todo lo hace estos días. —¿Mataste algo? —pregunta. Mi labio se frunce en una mueca de desprecio. Jack se ríe. —Will, sí que has encontrado a un caso de chica. Tiene un brazo como nunca he visto. Los ojos de Will no dejan los míos, como si estuvieran buscando algo. —Lo sé, Jack. —Miro a la banda en su brazo donde le disparé con una flecha e intenté con todas mis fuerzas odiarlo. Jack debe de percibir la incomodidad entre Will y yo; Comienza a parlotear de nuevo. —Derribó a un ciervo a cien yardas con un arco y nunca parpadea siquiera al cortar la garganta. Will estira una mano por el saco sangriento. —No dudo que lo haya hecho.

Jack me da una sonrisa y a Will la carne. Si quieres cazar de nuevo, házmelo saber. Asiento y me alejo. Will trota. —Carga la carne, Em. Lo miro por el rabillo del ojo. —¿Qué? —Hazles saber que tú la obtuviste. Miro al campamento de gente. —Al diablo con ellos. No necesito su ayuda y no me importa lo que piensen de mí. No necesito agradarles. Me gusta que me teman. —No es verdad del todo, pero quiero que lo sea. Me giro y voy por agua. Necesito limpiarme. Difícilmente apenas toqué a la cierva muerta, pero nunca me sentí más sucia. Creo que tal vez podría ser Will. Cuando llego al agua, veo a Jake... por supuesto. Está nadando, flotando y disfrutando. Quiero enfadarme porque no está siendo útil, pero entonces traga algo del agua y hace una cara como la que Leo hace cuando está intentando sacarse algo de la boca. Apuesto que se tragó un insecto de agua. Cuando me ve, no cae en la cuenta de que acabo de verlo haciendo el tonto. Él me dedica su sonrisa más sexy. —¿Regresaste por más baños al desnudo? Hago un ruido que dice no, pero no le respondo. Él baja la mirada y hace una cara de disgusto, atrayendo mis ojos a la sangre pegajosa que cae de mi cuchillo. Sonrío hasta que él salta fuera del agua. Entonces trago, viéndolo sin su camisa puesta, sentado en las rocas con un par de pantalones cortos azul oscuro que solían ser pantalones. Su cuerpo está chorreando agua. La veo correr por su pecho amplio y marcado. Luce mejor que cuando lo conocí, no tan delgado. La comida y el descanso lucen bien en él. Sacude la cabeza como hace Leo para sacarse el agua de encima;

eso hace que se vaya la sensación rara en mi estómago. Bajo mi arco y cargo mi sangriento cuchillo al agua. Cuando me arrodillo para lavarlo, juro que aún puedo sentirlo mirándome. Me hace querer huir, pero hay algo que quiero saber. Lo miro. —¿Por qué no me dijiste todo antes? ¿Por qué esperaste? —No necesito especificar. Él sabe de lo que hablo. Hace una mueca incómoda. —Em, esta es una situación bizarra. Honestamente pensé que él te había dicho. Pensé que era el último que lo sabía. Sin mencionar que es mi hermano. No sabía el nombre de Star cuando él estaba con ella. Entonces me gustaste y pensé que yo te gustaba. Pasamos esas semanas en la cabaña, ambos acostados. Realmente nunca le hablé a muchas chicas de mi edad así que pensé que estábamos flirteando. Pero entre el tiempo en la cabaña y aquel en acción, como que tuve la impresión de que querías ser mía. Sé que era tonto, pero lo hice. Me siento como si debiera disculparme, pero no lo siento. Él me gusta. Lo sentí al minuto de conocerlo. Suspira y frota sus manos a través de su cabello húmedo. Me mira con sus dulces ojos y sacude la cabeza. —Todo cambió. Lo hizo en el minuto que todo se volvió loco, y luego más loco. Vi la forma en que lo mirabas, cuando lo elegiste. Supuse que era porque él podía mantenerte a salvo. Las chicas no eligen a tipos como yo. Anna y tú aún están salvando mi trasero. Levanto la mirada y sigo limpiando mi cuchillo. —No necesito que nadie me proteja, Jake. Estaba bien sola antes de que todos se me cruzaran. Agarra una rama de la roca junto a él y suspira, golpeándola contra la roca. —¿Por qué nos ayudas si lo lamentas tanto? ¿Por qué nos dejaste entrar después de estar sola tanto tiempo? Siento una tirantez extraña en mi pecho. Es pesada, como si no pudiese respirar a través de ella. Sacudo la cabeza. Me siento allí por un segundo e intento encontrar una respuesta. Finalmente lo miro. —No tengo una razón. Sólo vi el rostro de Anna, y la forma en que estaba lista a morir por ti, y supe que era una

persona que necesitaba ser salvada. Creo que el mundo tiene poca gente como tú, Anna, Sarah y Meg. Cada pueblo en el que he estado y cada grupo de gente con el que me he cruzado, están llenos de imbéciles. Hombres que toman las cosas porque las quieren y mujeres que podrían engañarte para asegurarse de que salieras herido antes que ellas. No puedo soportar la idea de que gente como ellos y Marshall y mi padre tengan que vivir y ser felices, pero alguien tan hermoso como Anna deba morir. En el momento en que los vi a ambos, no quise que murieran. Silba. —A veces abres la boca y me asombras como la mierda. Me río. —Cállate. —Aquello hace que la sensación de pesadez en mi pecho desaparezca. Siempre lo hace más fácil. Dejo que caiga el cuchillo y me quito la camiseta. No me importa que él esté mirando. Empujo hacia abajo mis pantalones y me quito mis botas. Le doy la espalda, me meto en las heladas aguas con mi ropa interior y me hundo. Salir a la superficie del lago que parece de cristal es una sensación impresionante. El calor del día ha sido intenso. Incluso en las montañas, no conseguíamos una brisa o frescura. Lo escucho zambullirse mientras salgo a la superficie. —¿Cuándo nos vamos de aquí? —pregunta mientras nada más allá de mí. Niego con la cabeza. —Tú no vas. Tienes que ir a la cabaña y cuidar de Sarah y Meg. Creo que algo está pasando con Mary. Me mira. —Buen intento. ¿Cuándo nos vamos? Sacudo la cabeza mientras camino en el agua. —No, tú no vienes. Va a ser peligroso. Ni siquiera sé lo que estamos haciendo. No tenemos ningún plan real. Todo cuanto tenemos es solo la necesidad de venganza mezclada con odio. —Esa es una frase de un libro que leí hace mucho tiempo. Una línea que pensé que no tenía ningún sentido en el mundo. Nunca había tenido ganas de venganza, siempre había tomado el camino del cobarde. Él me salpica. —Tienes que dejar de leer tanto, te hace sonar como si dieras miedo. Finjo una mirada de dolor. —Lo hago. Nada en círculos a mí alrededor. —Ya lo sé, pero nadie va a

creerse la mirada odiosa en tu cara si les sueltas alguna basura romanticona. Una risa se desliza de mis labios antes que pueda detenerla. Me tumbo boca arriba y veo el cielo comenzar a oscurecerse. —De todos modos, ¿A dónde ibas con ese cuchillo sangriento? ¿Has matado a alguien? —Sí. —Me río y miro hacia arriba mientras el agua cubre mis orejas, haciendo que mi voz suene graciosa en mi cabeza—: Fui a cazar. Me gusta la caza tarde—del—día. Los ciervos están aletargados y cansados por el calor. Todo el mundo siempre quiere cazar por las mañanas, pero los venados son como nosotros. Se despiertan renovados y listos para el día. No miro si me está escuchando o prestando atención. Él nunca va a cazar. Eso sólo era algo que me dijo una vez mi padre. Él siempre hacía cacerías de noche. Después de mucho tiempo sin hablar, lo miro. —Dime alguna cosa que recuerdes. Flota más cerca. —Recuerdo que tenía un juguete, tenía que construir algo o derribar edificios. Will y yo podíamos jugarlo en nuestros iPods. A él le gustaba fingir que no jugaba cuando había gente mayor, pero si éramos solo él y yo, me acosaba. Recuerdo la sandía en verano, tan jugosa que corría por mi cara cuando la estábamos comiendo. Papá dijo que solían tener semillas. Las grandes también. Dijo que cuando él era pequeño, creía que si se tragaba las semillas se convertiría en un árbol y que moriría a medida que creciera. Recuerdo las canciones de la radio. Mamá poniéndolas a alto volumen y a nosotros cantando a todo pulmón. Recuerdo que había una chica llamada Becky en mi clase que hacía que mi estómago doliera como lo haces tú. Mis ojos están llorando. No lo miro. Simplemente susurro—: Recuerdo estar sentada en la cabaña y preguntarme si era sólo yo. Si todo el mundo había muerto y me habían dejado atrás. Recuerdo cuando vi al primer infectado. Había corrido y trepado a un árbol. Me senté allí durante tanto tiempo y él no se iba. Un hombre se acercó y le disparó al infectado, pero seguí sin dejar el árbol. Me oriné en mis pantalones sentada en ese árbol. Me quedé hasta que estuve segura de que se había ido...pero no lo había hecho. Me persiguió pero era más rápida. Esa fue la primera vez que descubrí que sólo porque se

sienta seguro, no quiere decir que lo sea. Su mano cubre la mía y simplemente flotamos en el silencio del oscurecido cielo. —Nunca vas a perdonarlo, ¿verdad? Niego con la cabeza. —No. No de la forma que él necesita que lo haga. —Te ama. Asiento. —Lo sé. —Lo miro y avanzo en el agua—. Nunca imaginé que algo de esto fuera posible. Es mejor de lo que esperaba. Es mejor de lo que me merezco. Pero también es demasiado corto para desperdiciarlo en no saber si él me está mintiendo otra vez. Me salpica con el agua. —No seas tan mala. Sonrío. —Fui criada por lobos, ¿Qué esperabas? Se ríe y siento como si todo fuera a estar bien otra vez. Nunca debí dejar que mi atracción por ellos se convirtiera en algo más que una amistad. El cielo comienza a oscurecerse más y cuando miro hacia arriba, veo a Anna y a Bernie caminando por el sendero. Mi alarma interior suena pero la detengo. Sé que él es un buen tipo. Sé que nunca la lastimaría. No es como el resto de ellos. Anna se quita su sujetador y su ropa interior y se sumerge. Veo hacia la mirada de disgusto de Jake y sonrío. Bernie nos saluda con la mano. —Hola chicos. También saludo, pero Jake no lo hace. Parece molesto. —¿Cuál es tu problema con Bernie? —murmuro en voz baja. Me mira. —Le gusta Anna. Asiento. —Lo sé, pero cuando le dije que ella tenía diecisiete años, él parecía molesto por ello. No quiere que pase nada hasta que ella se mayor de edad. Él es un buen tipo, de verdad. Sus ojos se estrechan. —¿Estás segura? Asiento. —Sí. Es en Alan sobre el que tenemos que mantener un

ojo. Ese tipo es un pervertido. Voy a matarlo con mis propias manos si tengo la oportunidad. Jake se ríe con nerviosismo. —Eres tan pequeña, y sin embargo, asustas tanto. Lo señalo. —No lo olvides. Vas a quedarte aquí cuando nos vayamos. Me agarra con uno de sus abrazos de osos. —No lo creo. —Trato de nadar lejos pero me sumerge. Nado lejos y floto sobre mi espalda cuando Anna se levanta sobre mí. Susurra—: Veo que le das a Bernie esa mirada de nuevo, y te rajaré mientras duermes. Sacudo la cabeza y susurro—: Nunca le di una mirada. Me gusta Bernie. Va a gustarme incluso más cuando tú tengas veinte. Su rostro se oscurece. —Emma, él me gusta y no voy a esperar tres años para ser feliz. Sé lo que quiero y puedo morirme mañana. Es mi vida. Nado más cerca de ella. —Haz algo con él ahora y lo mataré. Ella se inclina, casi gruñendo. —Te mataré yo primero. Me río porque es la única en el mundo a quien considero está a la altura. —No me empujes, tengo a Jake y a Will de mi lado. Bate sus pestañas. —No apuestes por ello. —Sé que ambos se inclinarían ante su dulce rosto y horribles susurros. Ella nada hasta Jake. Veo su rosto oscurecerse ante lo que sea que ella le está diciendo. Ella se ve como si estuviera llorando y él deja de estar enfadado. Ella da latigazos con sus pestañas y susurra, y él se ablanda por completo de nuevo al Jake amigable. —Eso es hacer trampa, mocosa —susurro, mirando la escena. Jake envuelve un brazo alrededor de ella cuando Bernie se desliza en el agua. Él rema hacia mí como si realmente no supiera nadar. —Vaya, esto está muy frío todavía. ¿Cómo puede estar aún tan frio? Niego con la cabeza y trato de no parecer como si fuera a matarlo en cualquier segundo. —El deshielo de la montaña, ¿tal vez? —Antes de que pueda hacerle más preguntas, llegan los adolescentes. Están entre la edad de Anna y la mía y son ruidosos como el infierno. Se

zambullen, se dan empujones y bromean. Bernie suspira. Comparto su sentimiento. Las calmadas aguas se vuelven ajetreadas mientras ellos gritan. —Oye, eres tú. —Uno de ellos me ve y nada hacia mí—. Te sumergí la última vez, ¿recuerdas? Mark. —Él está más cerca de mi edad y tiene una cicatriz a lo largo de un lado de su cara. Asiento. —Hola. Camina por el agua cerca de mí. —¿De verdad eres esa chica que todo el mundo dice que es un monstruo? —Sí. Sonríe. —Para mí no te ves como un monstruo. La voz de una mujer nos interrumpe. —Tú no la has visto derribar toda una granja reproductora con una sola mano. Me giro para ver a una chica de mi edad. Sonríe mientras continúa—: Ella me salvó el culo. Me arrastró de la piscina cuando el techo colapsaba sobre nosotros. Niego con la cabeza. —No estaba colapsando. Tuvimos tiempo para salir. Sus brillantes ojos destellan. —No, era inestable. —Se da la vuelta hacia Mark otra vez—. Entonces nos hizo correr a través de un campo con un lobo, atacó lo que sea que estaba atrás, después utilizó dos pistolas y le disparó a todo lo que se movía. Ruedo los ojos. —No estaba sola. Mark se ríe. —Eres dura. No es extrañar que los ancianos tengan miedo de ti. He oído que tienen un nombre para ti en las ciudades. Una especie de pájaro o algo así. Suspiro. —Hice lo que cualquier habría hecho y no estaba sola. Había todo un equipo de personas y Leo es como si fuera cinco hombres. La chica asintió. —Sí, ese chico atractivo, Will estaba allí. Él y Mitch, el tipo del francotirador. ¿Crees que podrías presentarme a Will y a Mitch? Mark la empujó. —¿Qué soy yo, hígado picado? Tengo algo que

puedo presentarte. Estoy segura que me veo aturdida. —Tengo que irme. —Nado hacia la roca y salgo. No sé cual ropa es la mía. Hay montones de ella. La tenue luz del día hace que sea difícil de ver. Miro hacia atrás al gran grupo de niños, personas que considero niños pero que son de mi edad, y agito la cabeza. —¿Qué demonios está mal con ellos? —me susurra Anna—. Actúan como si el mundo nunca se hubiera terminado. Es como los libros Sweet Valley que leí en la cabaña. Espero que esos idiotas conduzcan lejos en uno de esos autos que no tienen techo y se vayan de compras a un centro comercial —suspira—. Tenemos que venir temprano para poder nadar sin ellos. La miro. —No voy a tocar a Bernie. Eres al menos diez años más madura que estas personas. No tienen ni idea de lo que hay ahí fuera en el mundo. Ni siquiera puedo imaginarte saliendo con un tipo como ese. Ella los mira y niega con la cabeza. —Ellos nunca dejarán este grupo. Se quedarán y harán una vida y eso es todo. Han estado con ellos desde el principio. Asiento. —¿Qué pasa si este grupo no dura para siempre? No tienen la menor idea. Son como el saltamontes que juega todo el verano. Me da una mirada confusa y se pone su camiseta y me pasa la mía. Bernie sale del agua. —Vamos a tener que venir mañana temprano para evitar esto. Anna le sonríe. Jake no sale. Él encaja, pero me mira mientras me voy. Esas es la diferencia entre nosotros. Él también es un saltamontes. Yo soy la hormiga que lo salvará, no importa cuáles sean las circunstancias. Voy hacia la tienda, sosteniendo mi ropa, cuchillo, arco, carcaj y botas. El aire cálido de la noche es considerablemente menos intenso que la última vez que estuve aquí. Camino por el sendero, sola y distraída. En la cima, hay un par

de ojos amarillos que me encuentran en el camino. Sonrío cuando los veo, pero no se pierden ni la preocupación ni la molestia con la tenue luz. Pongo una mano hacia abajo. —Sabía que vendrías. —Verlo me da mala espina. Está aquí por algo y eso me hace pensar en mi sueño. Él hace un sonido y se acerca empujándome. Paso mis dedos por su pelaje y sostengo su cara hacia arriba—. ¿Estás bien? ¿Qué pasa con Meg y Sarah, están bien? Él no se queja. Sólo me da una mirada mortal, como si yo estuviera en problemas por haberle dejado atrás, o simplemente ido por completo. Se gira y camina por el sendero. Me pongo la ropa cuando llego a un pequeño fuego. La dama de pie junto a él me da una mirada. Odio este lugar. Quiero estar sola y nunca ver de nuevo a ninguna de estas personas. Anna mete un brazo en el mío cuando estoy terminando de ponerme las botas. —Vayamos al fuego grande. —Le da una deslumbrantemente mirada homicida a la mujer y me arrastra fuera de allí. A leo le da un codazo. Ella le susurra un montón de cosas. Él pone su cara de lobo descuidado pero luego me da otra mirada de enojo. Ella se ríe con una risa estridente y casi silenciosa. —¿Por qué tengo la impresión de que todas estas personas todavía te odian? Miro hacia atrás a Bernie quien nos ha alcanzado. —Porque lo hacen. Parece confundido. —Eres la última persona a la que alguna vez profesaría odio. Sacudo la cabeza. —A veces hablas gracioso, Bernie. Me da una mirada divertida. —Ha sido un cumplido. Caminamos hacia el gran fuego. Es una gran hoguera de nuevo, como la última vez. Sólo que la noche no es tan fresca, por lo que la noche se sienta más intensa.

Leo se sienta a mis pies, pero no se acuesta. Siente el malestar en mí y se mantiene alerta. Paso mis dedos por su pelo y espero que se pueda calmar. No me gustaría que se comiera a alguien por comportamiento nervioso. Bernie se sienta a mi lado y Anna se sienta al lado de él, malditamente cerca de él. Él se mueve otra vez, más cerca de mí. Me inclino y susurro—: Confío en ti, Bernie. No me obligues a no confiar en ti. No voy a interferir entre Anna y tú, y no voy a dejar que los chicos lo hagan tampoco. Simplemente no seas un salido, por favor. Él me da una mirada tímida. —Ella me dio un beso, Em. Le dije que es demasiado joven. Asiento. —Ella es así de loca. Anna nos lanza una mirada y susurra salvajemente—: Me gustas, Bernie. Me gusta, Em. No hagan que les haga daño tampoco. Bernie traga saliva, pero Anna toma su mano y la acuna en su regazo. El mundo está lleno de pervertidos y gente mala; Bernie no es uno de ellos. Él me da una mirada. De hecho siento como si él fuera la víctima. Lucho con una carcajada y me inclino para susurrarle—: Si ella te gusta, te sugiero que seas agradable. Es tan dura como un palo y no tienes muchas oportunidades de irte lejos. Tiene una puntería mortal e instintos caninos. Se ríe. —¿Por qué me siento como la mujer en esta relación? Anna le da una sonrisa, como diciéndole que lo es. A la tenue luz y las chispas encendidas como luciérnagas, lo veo. Hace que mi estómago se apriete. Lleva una guitarra y está sentado en el mismo lugar que la última vez, en el lado opuesto del fuego. No puedo verlo. Pero puedo escucharlo al instante. Una chica y él comienzan la canción que él cantó la última vez. Leo empieza a relajarse y se recuesta a mis pies. Bernie se mueve

más cerca de Anna. El fuego consume todo mi enfoque. Mi mirada se bloquea y mi corazón se pierde en la rota escofina de su voz y su guitarra. La chica canta con sonidos dulces en comparación con los de él. Jake se acerca y se sienta cerca de Will. Cuando lo hace, yo ya no le veo, pero lo oigo. Veo como pasan una guitarra y escucho cuando empieza a tocarla junto con Will. La música es suficiente. Es más que suficiente. Si no tuviéramos nada más que esto, sobrevivir a las luchas, el hambre, la mugre y el miedo, no me importaría. La música es como un globo que se escapa de una fiesta, pero el aire está entrando en mi corazón. Me siento más plena. Anna acaricia a Bernie y yo los veo, se adaptan el uno al otro. Los destellos de fuego eliminan la relación entre ellos dos. Está mucho más avanzada de lo que Bernie quiere admitir. En esos destellos de luz, veo otro par de ojos mirándonos. Star. Ella me sonríe. Veo algo en sus ojos. No puedo evitar preguntarme si los míos se ven iguales. Ninguna de nosotras encaja, simplemente ellos no lo saben de ella todavía. Quiero odiarla, por la peor y la más pequeña razón del mundo, y sin embargo no puedo. Siento lastima por ella, en la forma en que quiero sentirla por mí misma. No hemos nacido para ser como estas personas. Siempre nos quedaremos fuera del círculo. La sintonía termina y empiezan a cantar la canción que recuerdo sobre la que Will hablaba. Una de los Heys y Hos de la banda favorita de su padre. La canción suena increíble. La voz de Will ya es atractiva por cuenta propia, pero combinada con la de los dos y el crepitar del fuego, produce una extraña sensación dentro de mí. Ni siquiera sé donde exactamente. Es como si algo se moviera alrededor y cambiara cosas. Mi corazón se salta latidos y se acelera. Mi estomago está hecho un nudo, como si estuviéramos rodeados por los infectados y no hubiera ningún sitio para correr. Siento una nauseabunda pérdida de control. Me levanto abruptamente y me alejo del fuego. Todo el grupo ha

comenzado a cantar con ellos. Las voces se hacen más tenues mientras me alejo y creo que pude haber dejado el corazón allí en el fuego. Leo me da un toque. No puedo ver su cara, pero apuesto a que se ve confundido. Sé que yo sí lo estoy. Voy crujiendo y casi tropiezo al otro lado del campamento mientras la canción termina. Leo va arrastrándose por el bosque por delante de mí. Tengo que irme. Se me ha ocurrido de repente. No pertenezco a este lugar. La canción decía algo sobre pertenecer y no lo hago. Ese era el dolor y el malestar. Nunca voy a ser como ellos y no me sobrevivirán. Sólo Leo y Star van a conseguirlo por lo que somos. Siento que el fuego, el canto y la camaradería me han engañado y tirado de mí dentro de toda la falsedad de este lugar. He conseguido mantenerme con vida durante diez años y en los pocos meses que los he conocido, han estado arruinando las cosas que había estado haciendo bien. Por no hablar de que los estoy arrastrando a mi problema. El mío y el de Star. Me apoyo contra un árbol y miro atrás hacia el grupo; necesito que ella se venga conmigo. Necesito mantener a Anna y a Jake seguros. Quiero irme de caza sola, pero mi hermana se tiene que venir conmigo. —¿Estás bien, muchacha? Doy un salto y echo un vistazo a la figura de pie junto a mí. — Estoy bien. Jack se acerca y se inclina contra el árbol junto a mí. —Pareces nerviosa. Agarro mi arco. —Sólo me has sorprendido, eso es todo. Necesito tu ayuda. —No quiero pedírselo pero tiene sentido. Cruza los brazos sobre su pecho. —Dispara. Trago. —¿Puedes decirle a todos que he vuelto a la cabaña porque

olvidé algo y que Leo está actuando raro? —¿Es allí donde te diriges? Mirando sus ojos brillando en la oscuridad hace que sienta como si supiera que estoy mintiendo. Asiento una vez con y digo—: Así es. —¿Por qué no se los dices tú? Suspirando y empujándome del árbol, gruño—: Olvídalo entonces. —Me encamino hacia el bosque. Me gustaría poder volver a la cabaña y coger a Meg. Ella es a la única que confiaría en traer conmigo. La chica es una salvaje y está llena de un sentido común despiadado. Pero dejar a Sarah a solas son Mary es un mal plan y arrastrarla conmigo para ir a matar a Marshall es una idea aún peor. Agarro con fuerza mi arco y camino fuera del campamento. Silbo cuando llego a los árboles de los guardias y empiezo a correr con Leo, tratando desesperadamente de no tropezar y caerme. Cuando llego a la parte inferior de la colina, giro hacia la derecha. En lugar de ir a la cabaña, voy hacia la granja abajo en la montaña. Will va a ponerse como loco, pero si nos damos prisa, puede que tenga todo el asunto resuelto antes de que me atrape. Sí no, me meto en un lío con todo éste plan, el cual no es realmente un plan, tal vez pueda mantenerlos a todos a salvo. Leo y yo no caminamos, corremos como solíamos hacer. Los meses que han pasado no me han cambiado completamente. Me siento como que lo han intentado, pero sigo siendo lo mejor de mí y de Leo. Estoy bastante segura de que estoy perdida, lo cual es bastante difícil ya que lo único que tengo que hacer es descender una colina, pero no tengo ni idea de donde estoy hasta que escucho el río. Corro a lo largo de éste hasta que llego al campo. Leo bebe agua mientras alcanzamos el primer lugar que reconozco. No puedo ver nada, está demasiado oscuro. Escucho el bailar del trigo y el balanceo, pero sin ver nada, voy a ciegas. Leo está yendo primero, permaneciendo bajo a lo largo del campo hasta dar con un árbol. Entonces rodea el árbol. Pongo mi arco y flechas por encima de mi hombro y trepo en él. La corteza me es familiar y el olor en el aire no ha cambiado en una década. Casi acaricio la corteza, este fue el primer árbol al que me subí y odio que esta sea la última vez, pero es como en los libros que he

leído. En ellos se le llama algo como... ironía. Sería mi propio tipo de ironía. Creo que no he tenido ninguna antes, además de que Will fuera el hermano de Jake. Eso fue como si Dios se burlara de mí. Jake era como ver magia en el mundo real. Fue una atracción inmediata, pero conocer a Will fue como un magnetismo animal que no podía explicar. Todavía la siento. Me siento sobre mi rama y espero. La luna no está a la vista. Creo que no quiere saber nada sobre lo que estoy a punto de hacer. La noche está extraña y oscura y en el viento se siente que el cambio está llegando. Está más fresco de lo que ha estado en los meses de verano. Cierro los ojos y dejo que el aire se arrastre sobre mi piel mientras intento escuchar alguna cosa mala. Mi pelo vuela sobre mi cara y el trigo danza, y justo cuando estoy a punto de bajar, lo escucho. Me congelo. No saco una flecha, incluso aunque la idea pasa por mi cabeza como las alas de una polilla por fuera de una linterna. Mi respiración se atora en mi garganta cuando lo oigo de nuevo. —¡EMMA! ¿Cómo diablos lo hizo? Sin moverme o respirar, lo espero. Él vendrá y no será bonito. Entro en pánico cuando se acerca mucho y la luz de un farol está balanceándose por el piso. No veo a Leo, eso es malo. No sé qué hacer... bajar y salvar a Will de lo que sea que haya planeado Leo, o quedarme arriba del árbol y evitar cualquier ira que hubiera creado dentro de ese hombre. Sus sonoros pasos y gritos me están haciendo sudar. No porque él va a matarme, eso es obvio, no porque va a atraer a los infectados. Aún los odio. La luz se fija en mi cara. Pongo una mano en el camino para detenerla de cegarme. Algo aterrador ocurre. Él se queda en silencio por un minuto y entonces murmura—: Sal del árbol o subiré a buscarte.

Casi grito en respuesta pero sé que él lo hará. Cualquier cosa que vaya a hacer en el suelo va a doler menos que si lo hace en el árbol. Inhalo y bajo. Estoy lista con mi arco cuando mis pies tocan la última rama. Él no espera a que toque el piso. Su mano sale disparada, agarrando mi brazo y arrastrándome de la última rama. Se enrosca a sí mismo a mí alrededor. Puedo sentirlo temblando, pero no se mueve. Sólo susurra en mi cuello. —Me asustaste. No tengo una respuesta. Estaba lista para dispararle o dejar que Leo se lo comiera o sólo vivir en el maldito árbol hasta que ya no estuviera enfadado. Pero él no está enfadado. Es amoroso, en su propia retorcida manera. Su gran cuerpo está enroscado a mí alrededor, abrazándome con fuerza y alzándose por sobre mí con una buena diferencia. Ni siquiera puedo respirar. Me aparta, dedicándome una intensa mirada. Bajo la mirada a su farol en el piso, brillando a la derecha, de donde súbitamente viene la voz de Jack. —Uhhh, Emma. Tu amigo. Will me suelta y agarra el farol. Señala con él a Jack que aún está agarrado al árbol junto a un silencioso Leo. Silbo quedamente. Leo le gruñe una vez y se aparta. Lo rodea y luego trota a mi lado. Froto mis manos a través de su pelaje. Él nunca atacaba a Will. No sé qué significa eso. El hombre me arrancó de un árbol como si fuese alguna clase de psicópata y Leo lo dejó. Jack sonríe en la luz. —Ese sí que es un lobo. Me cruzo de brazos, mirándolo. —¿Qué diablos, Jack? Will habla sobre nosotros. —Él tiene sentido común. No te iba a dejar que caminaras sola, Emma. Le dedico una mirada. —Sólo venía por suministros. Él bufa. —No nací ayer, Emma. Sé por qué viniste. Miro a Jack y me doy la vuelta. —Ustedes dos pueden regresar.

Will no me agarra del brazo. Sin embargo, camina detrás de mí. Mi piel está tensa, esperando. Lo voy a golpear en las bolas si me agarra. Mi papá siempre dijo, nunca golpees a un hombre allí a menos que lo hagas de verdad. Bueno, lo haré. Pero no me agarra. Me sigue al campo. Leo me mira. Asiento. Él se desliza en el campo. Me agacho, siguiéndolo dentro. Las hebras de trigo raspan contra mí, hago el ruido que siempre escucho cuando me escondo, la diferencia en el viento. Cuando llego al otro lado me subo a un árbol y escucho. La noche está oscura, excepto por una linterna que veo viniendo por el campo. Jack parecía más listo como para usar una linterna. Suspiro y bajo pero Jack está en la base del árbol junto a mí con Will y Leo. Saco una flecha. —Alguien está detrás de nosotros. Will me dedica una mirada que estoy feliz de apenas poder ver en la oscuridad. —Esos son Jake, Anna, y Bernie. Oh y Star. Suspiro de nuevo. —Bueno, mierda. Me vuelvo y comienzo mi enfadada trepada al mal campamento donde voy a asesinar a Marshall, si por casualidad está allí. Si no lo está, voy a cazarlo hasta el fin del mundo. Lo culpo por la enfermedad de Anna. Lo culpo tanto como a cualquiera, incluyéndome. —¿Por qué estás haciendo esto ahora? Tenemos un plan y un equipo. Lo ignoro y continúo subiendo la colina. Unos dedos se clavan en mi brazo mientras me vuelvo, lista para una pelea. En lugar de él, veo el rostro enfadado y sudoroso de Anna. Mi ira se cae cuando ella me mira y susurra—: Tú, perra. Me dejaste. Me juraste que nunca me dejarías y lo hiciste. Trago y niego con la cabeza. —No puedo arriesgarte a que salgas herida, no de nuevo. Me pega con fuerza y me da la espalda. Sus susurros se pierden por el pitido en mis oídos. Me tomo el minuto que necesito para detener mi ira. Todos están tensos, esperando mi reacción. Gruño y le

doy la espalda. —No puedo oírte cuando te enfadas. Ella se vuelve hacia mí pero Will la agarra; ella me patea. Comienzo a reír. —Vamos a ser comidos por algo a estas alturas. No vamos a encontrar a Marshall si morimos. —Miro a Leo, está paseándose junto a Jake como si estuviera viéndonos pelear por deporte. Sólo deja que Anna me pegue. Anna me señala y susurra algo más que no entiendo. Realmente no necesito hacerlo, puedo ver que no es bueno. Will traduce. —Dijo que si te vas de nuevo, te va a romper las piernas. Les grito—: Bien, pero cuando Jake haga que nos maten a todos, o cuando Will duerma con la hija del hombre equivocado, o Bernie lloriquee por el camino, no digan que no traté de mantenerlos fuera de esto. —Me vuelvo y comienzo a subir la colina—. Imbéciles. Leo me empuja. Ni siquiera paso los dedos por su pelaje. Bajo la mirada y murmuro—: No aspires. Tú también estás en la lista de mierda. —Era uno de los dichos favoritos de la abuela. Lo entiendo ahora. Imagino que se está riendo en el paraíso—. Ninguno de ustedes escucha. Aprieto mi arco y saco una flecha y echo a trotar más rápido de lo que debería. Conozco el paso que puedo sostener para un trote de doce horas. Éste no lo es. Mis piernas están ardiendo cuando el sol se alza. Oigo que Bernie comienza a quejarse pero Anna lo calla. Sonrió y muevo las piernas más rápido. Es una cosa tonta e imbécil, pero supongo que ese es mi papel, la solitaria que hace a todos miserables. Llegamos a los guardas en los árboles sin siquiera tomar un descanso o parar a dormir, como hacemos normalmente cuando caminamos por este mismo camino. El sol de mediodía me está quemando la piel. No me gusta caminar a mediodía. Me deshidrato y a veces mi rostro aún se quema. Los primeros años fueron los peores. Mi piel se aclara y se oscurece, dependiendo de la estación, tanto que puedo pasar por otra persona. Will me pasa, saludando y silbándoles a los tipos en los árboles.

Él aún está jadeando por aire. —¡Oye, Will! —El guarda se oye alegre. Es raro. No sé qué esperar, pero estoy nerviosa. Saco una flecha y camino cerca de Will. Odio la forma en que él me hace sentir más a salvo. El campamento está tranquilo. La gente parece más relajada. Antes estaba ardiendo de vida y tal vez con alguna clase de ira. Ahora es como si estuvieran de vacaciones. La palabra trae recuerdos con ella. Recuerdo vacaciones de verano. Sacaría la mano por la ventana del auto cuando la abuela nos estuviera llevando a la playa. El sol y las nubes ralas volarían por el cielo. Recuerdo el aroma de la loción solar y la sensación de la sal y la arena en el extremo de mi trasero. Odio esa sensación, pero la abuela tenía una debilidad por enterrar a la gente en la arena. La sensación de la fría arena enroscada a mí alrededor como si fuese una momia me hace sentir a salvo, como me siento cuando Will me abraza. —¿Dónde están todos? —pregunto, dando una vuelta en círculo. Will me gruñe. —No todos son capaces de correr una maratón en un clima de cientos de grados, Em. Los campamentos bajan el ritmo en verano. Los asaltos se hacen también más lentos. No corremos largo y tendido. Nos mantenemos lentos, lo mismo que en los meses duros de invierno. Enfilamos hacia el campamento de invierno y nos atrincheramos en las casas de allí. No puedo creer que nunca pensé en el hecho de que ellos no podían vivir en las tiendas en el invierno, no de la forma en que lo hacen ahora. Comienzo a sentirme mal cuando noto la quemazón en su rostro y la molestia que está intentando controlar. Miro a todos los demás. Jake y Anna no ocultan su furia. Bernie me dedica una débil mirada y Leo se remueve como nunca antes le vi hacerlo. Me doy cuenta que los he tiranizado. Los hice sentirse débiles. Los sentimientos dentro de mí son malos. Sólo Star luce como yo, ligeramente quemada pero no muerta. El resto luce como si pudieran derrumbarse en cualquier segundo. Jack lucha por aire pero me hace un guiño. No sé qué significa eso pero él se ríe ante mi mirada confundida.

Leo camina más allá de mí hacia los barriles de agua de lluvia. Lo sigo, pero están secos. Un ligero pánico comienza a atenazarme. Necesito agua y mi bolsa está en el retiro. Tengo el agua que ellos trajeron y la que hemos encontrado en el camino. Estoy sedienta. Will regresa con bolsas de cuero con agua. Me pasa una. Me siento mal. De alguna forma siempre soy la tipa mala con él. Todos chupan de las bolsas de cuero como si no hubiese un mañana. Comparto la mía con Leo. —Oye, no le des al perro esa agua. Él puede encontrar la suya propia con el ganado —me grita alguien. Levanto la mirada hacia un hombre enfadado que viene hacia mí. Señalando a Leo. Nadie señala a Leo. El hombre se acerca a Leo, y tal vez es la deshidratación, o el cansancio, o el hecho de que me odio a mí misma, pero lo golpeo en la mejilla con fuerza cuando se estira por la bolsa de cuero. Mi mano hace un sonido de crujido a causa del ángulo y el hecho de que no estaba realmente lista para atizarle a alguien. Will me tiene en el aire, dándome un buen balanceo con mi bota. Conecto con el brazo del tipo, enviándolo a aterrizar en la hierba amarilla y crujiente. Will me abraza y Leo se para entre el hombre y yo. Los vellos de su espalda se erizan. Jake corre hacia nosotros. —Él no es un perro. Es familia. Bernie lo sigue. —Él es nuestra familia. El tipo se seca sangre del labio. —Perra loca. Intento liberarme, pero no tengo que hacerlo. Tengo una visión de algo mientras el hombre cae. El brazo de Anna se eleva. Bernie la agarra, arrancándola del hombre. Ella está susurrando y pateando como un animal furioso. Gruño detrás del hombre. —Él no es un perro, idiota. Jake se está riendo con tanta fuerza que apenas puede respirar cuando levanta al tipo. —Corre... solo corre... —Él se ríe con más fuerza. Sonrío cuando veo la forma en que su rostro oscuro se arruga con la risa. Se sostiene el estómago y sacude la cabeza. Siento una vibración detrás de mí, Will también se está riendo.

La gente en el campamento nos está mirando desde detrás de sus tiendas y el bosque. La poca gente aquí está confundida, pero nuestro grupo los ignora y todos reímos. La de Anna es un silbido de tono elevado. Aparto a Will mientras el tipo huye por su vida y enrosco un brazo alrededor de Anna y beso su mejilla. Ella me abraza también. —Lamento haber dudado de ti —murmuro. Niega con la cabeza. —Sé que quieres mantenernos a salvo. Pero nosotros también necesitamos hacer eso por ti. Podría llorar; la amo tanto. No sé si hay suficiente espacio en mi corazón para las cosas que siento. No creo que sea el tipo correcto de corazón. Creo que es un corazón mutante. Miro mis nudillos y hago una mueca. Uno de ellos luce gracioso, doblado tal vez. Verlo trae el dolor. Anna sigue mi mirada y hace una mueca. —¿Está roto? Niego con la cabeza. —No lo sé. Supongo —Busco al tipo. Necesito terminar de golpearlo por romperme el nudillo. Will agarra mi brazo y me da vuelta. Lo hace gentilmente, como si estuviésemos bailando como en las películas viejas. Está luchando contra el impulso de empezar la mierda. Le pongo mi dedo torcido en la cara. —No empieces conmigo. Él gruñe. —No empieces la mierda. Jake se mete en el medio. —Em, tu dedo está torcido de la forma equivocada. Vamos. —Él agarra la muñeca de mi mano buena y me lleva a las tiendas médicas. Veo la mirada dolida en el rostro de Will y le sonrío. Es mi sonrisa amarga y retorcida de te odio. No lo hago y no puedo, pero lo pretendo. Imbécil. Siempre agarrándome y tirándome a todas partes. Miro a Jake. Su cabello y cejas oscuras hacen que sus ojos azules resalten normalmente, pero estando en el sol tanto como nosotros hemos estado, su piel se ha oscurecido un tono. Él es de un tono marrón maderado, hace que sus ojos azules brillen como si tuvieran una luz detrás. Creo que tal vez hay una luz. Él es como una luz. —Deja de mirarme así. —Me dedica una sonrisa arrogante—. O te

daré el beso que estás pidiendo. Aparto la mirada inmediatamente. No creo que quiera un beso. Cuando llegamos a las tiendas médicas, veo a mi médico usual al instante. Él me dedica una mirada exasperada. También se ve muy quemado. —¿De verdad? —pregunta. Jake se ríe y levanta mi mano. —Sí. El doctor la mira y sacude la cabeza. —Esto va a doler. Suspiro. —¿Cuándo no duele la mierda que tú tienes que arreglar? Jake enlaza los dedos en mi mano buena, sujetándome con fuerza. El doctor se sienta del otro lado del tocón en el que me he sentado ya un par de veces, y la palpa. Brinco en la silla con Jake aún agarrando mi mano buena. Su delgado y limpio dedo toca gentilmente todos los lugares. Suspira. —Bueno, tengo buenas y malas noticias. —La mala primero. —Mi papá siempre decía saca lo malo del camino así lo último que recordarás será lo bueno. —Esto va a doler mucho en cuestión de... ahora. —Lo coloca de golpe en su lugar. Grito y Jake me aparta del tocón. Me sostiene. —Cálmate. —Bufo y le dedico una mirada letal. Se ríe—. Oye, yo no lo hice. Miro al doctor. —¿Qué diablos? Él se ríe. —Las buenas noticias es que estaba solo dislocado, no roto. Duele, pero puedo moverlo. Lo muevo y salgo pisando fuerte de la tienda. Oigo que Jake le dice gracias. Camino hacia donde Anna le está sonriendo a Bernie. Cuando llego allí ella susurra—: Marshall está en la casa de Bernie, creen.

Mis ojos se estrechan. —¿Te robó tu casa? Bernie suspira. —Creo que tal vez lo haya hecho. Justo le estaba diciendo a Anna que tal vez deberíamos dejarlo tenerla. ¿A quién le importa? A mí no. Es mi casa y no me importa. ¿Por qué tenemos que ir a la guerra con Marshall? Anna me dedica la sonrisa que le estaba dedicando a Bernie. Le sonrío. —¿Cuál es tu respuesta a eso? Ella niega con la cabeza. —Quiero saborear su maldita sangre en mis dientes cuando le separe la cabeza del cuerpo. Asiento. —Sí, eso es lo que siento sobre el tema. Bernie luce derrotado. —No. No. Ella se ha puesto más intensa en estas últimas semanas. Va a acabar enferma por el estrés. Frunzo el ceño. —¿Quién está estresado? ¿Además de ti? Ella no se estresa. ¿Quién se estresa en el mundo en el que vivimos? No hay estrés. Es vivir o morir. Sólo tenemos algo de control sobre lo que va a pasar. Leí eso en uno de los libros del abuelo. Era un libro de la guerra civil. Creí que sería como “Ve con el viento”, pero definitivamente no lo fue. Era más aterrador y duro. Diré que le calza al mundo en el que vivo mejor que los de romance. A pesar de que tampoco he encontrado a esos muy lejanos. Retortijones de estómago y chicos que besan chicas que no les pertenecen, y hombres tomando cosas que no deberían, y tipos que están con más de una chica, y chicas siempre perdiendo sus sentidos cerca de los chicos. Tengo una mueca en el rostro cuando me tropiezo con Will. Suspira. —¿Qué hice ahora? Niego con la cabeza y voy hacia las chicas en el círculo; Jake lo llama el círculo de la perdición. El perro Jake está allí. Él corre, sonriendo y balanceándose. Doblo una rodilla. —¿Aún aquí, oye, dorado Jake? ¿Te quedaste? El que tiene la cicatriz se ríe. —Oh, sabe dónde está la cena. No se ha ido muy lejos desde que llegó aquí.

Sonrío. —Suena bien. —Él y Jake son tan parecidos que es aterrador. Paso los dedos por su pelaje y le rasco la cabeza. Babea y se remueve. Leo de pronto está allí, dedicándome una mirada traidora. Se parece mucho a la que Will me dedica. Sonrío y comienzo a ver la ironía. Me levanto y voy hacia Jake. Lo agarro del brazo. —¿Puedo hablar contigo? Él me dedica una mirada divertida, que comprendo. Nunca le pido hablar a nadie pero tiene más sentido intentar ser más humana al respecto. Me sigue hasta donde está Will. Lo agarro del brazo, como el siempre hace con el mío y lo arrastro sin explicaciones. Entramos en la parte más fría del bosque y comienzo a pasearme. —¿Qué pasa, Em? —Jake me dedica una mirada. Suspiro. —Lamento que me gusten ambos de la forma en que lo hacen. No sé cómo hacer que no me gusten ambos. Jake tú eres tan dulce y divertido y de hecho eres inmaduro para tu edad, lo que es gracioso y nadie es ya gracioso. Todos son tan viejos y estoicos y molestos y cansados. El mundo es horrible en muchas maneras, te ríes sin razón y recuerdas las cosas que teníamos antes. Me gustan todas esas cosas. —Él sonríe y le dedica una mirada de burla a Will. Me vuelvo para encarar a Will y aprieto los labios—. Will, tú me haces sentir todas las cosas que siempre soñé. La abuela tenía todos esos libros, y cuando me cansaba de los manuales y las guías de supervivencia, comencé a leer esos libros. Me hacían recordar cosas, como las viejas películas y la forma en que los amigos de mis padres solían mirarse. Me hacían preguntarme cómo sería tener a alguien que te mirara así. Entonces te conocí. Me miraste así al minuto de conocerme. Sarcástico y arrogante y como que malo pero de la forma sexy. Me gusta eso. Hacías acelerar mi corazón, antes de que me hicieras daño. Aparto los ojos lejos de él, porque no podía terminar la parte más importante del discurso con él mirándome. Peleo contra mis nervios y mi cerebro gritón y simplemente lo suelto. —Los amo a ambos. No puedo pararlo. Así que si no pudo elegir a uno, no elijo a ninguno. No puedo estar con ninguno. La familia es más importante que todo en el mundo ahora. Si no tienen familia, no tienen nada. Veo eso ahora que los conozco. Los quiero a ambos en mi

vida y eso significa que tendrán que estar en mi corazón como hermanos y como nada más. No me interpondré entre ustedes dos. No los miro. Me alejo rápido. Ninguno de ellos se mueve. Echo a correr. No puedo enfrentarlos. Necesito tiempo para dejar que el sonrojo en mi rostro y las lágrimas en mis ojos se calmen. Nunca había dicho tantas cosas antes. Nunca había tenido a nadie para decírselo. Pensar en ellos sin que se agraden o se quieran el uno al otro por mi causa, me rompe el corazón. Nunca quiero que Will le dedique a Jake la mirada que Leo le dedica al perro Jake. Leo llega, frotándose contra mí. Paso los dedos por su pelaje caliente y asiento. —Necesitamos encontrar un arroyo, compañero —Camino hacia Star y asiento—. Dado que estoy arreglando cosas y todo, sólo quiero que sepas que no estoy enfadada porque durmieras con ambos. Ella me dedica una mirada extraña. —Nunca dormí con Jake. Él estaba loco por ti. Cuando Will y tú tuvieron sexo se puso como loco. Él dijo que no podía dormir con chicas que tuvieron sexo con su hermano. ¿Así que eso nos deja a ambas afuera, huh? Frunzo el ceño. —¿De verdad? Ella asiente. —Sí, sólo lo hicimos un poco. Creí que tal vez iría a algún lado pero no lo hizo. —Ella se encoge de hombros y me palmea el brazo—. ¿A quién vas a elegir? Niego con la cabeza. —A ambos y a ninguno. Es lo único que puede ser. Ella bufa. —Emma, tienes que calmarte. Sólo pasaste mucho tiempo sola y nunca antes estuviste cerca de chicos. Joden tu cabeza, tu corazón y tus hormonas. Te hacen desear y querer cosas y a veces tu cuerpo no te escucha. A veces eso significa que le hagas un poco el amor a un chico divertido. Sí, tal vez no es el tipo correcto de amor, pero mira dónde estamos. Dios se dio por vencido hace un largo tiempo. Diviértete. —Se ríe y se aleja. No me siento mejor. No me atrevo a mirar a mis espaldas. Sé que si los veo a alguno de ellos me caeré a pedazos. Voy al borde del campamento en el lado opuesto de donde los dejé. Saco mi cuchillo y comienzo a cortar ramas con las que haré flechas excelentes. Leo yace en el suelo detrás de mí y se duerme.

Anna viene con un montón más. Ella las deja a mis pies y saca su cuchillo. Ella comienza; es más lenta que yo pero se está poniendo buena en eso. Susurra—: Les rompiste el corazón. Asiento. —Sí. Me empuja como Leo lo hace siempre. —¿Alguna vez pensaste que tal vez ellos tampoco saben cómo amarte de la forma correcta? La miro por el rabillo del ojo. —¿Qué? —¿Quién les ha gustado tanto como lo has hecho tú? Nadie. — Una sonrisa juega en sus labios agrietados—. Sólo no sabes cómo estar con chicos, Em, y ellos no saben cómo estar cerca de chicas. Le saco la lengua. —Dice la chica que se enamora del primer chico con el que pasa algo de tiempo sola. Se ríe con su silbido de tono alto. —Pero he estado cerca de chicos toda mi vida. Tú nunca lo has hecho. —Tenía a Leo. Él levanta la cabeza, haciendo que ambas nos riamos. Ella le rasca las orejas. —Creo que piensas que amar a mis hermanos es como amar a un hombre en la forma en que debería hacerlo una mujer. Pero hay diferentes clases de amor. Nunca sabrás de quién te has enamorado si dejas de preocuparte por ello tanto. Sólo relájate y deja que la naturaleza tome su curso. —No quiero hablar de eso. —Tallo y me pregunto cómo va a funcionar todo. Ella suspira y odio el sonido de eso. —Sabes que Jake trajo sus guitarras consigo. Supongo que Will las deja en el retiro. Son demasiado incómodas para cargarlas hasta aquí, pero Jake las trajo. Las tuvo cruzadas a la espalda todo el camino. Lo hizo porque quiere regresar a como él y Will solían ser. Eran mejores amigos. Will era su héroe. Dos hermanos tontos que pasaban sus días jugando y riendo. Frunzo el ceño. —Nunca las noté en su espalda.

Ella se ríe. —Nunca te paraste por más de dos minutos. No somos como tú. Siento esas palabras. Me empuja. —Fuiste hecha para sobrevivir a este mundo, Em. Nosotros no. Star y tú fueron hechas para vivir más allá de lo malo y lo peor, y ahora al nuevo régimen. Así es como lo llama, Will. Niego con la cabeza. —Tal vez puedo ser como ese cuervo en llamas y quemarme y renacer de las cenizas como uno de ustedes. —¿Por qué querrías hacerlo? No tengo una respuesta. No una que esté dispuesta a decir en voz alta. Suspiro y miro a la pila de flechas. Ella sonríe. —Mira, fuiste hecha para esto. Mi pila es enorme y la de ella pequeña. Las ramas que trajo también se han ido. Niego con la cabeza. —Me siento casi tan perdida como cualquier otro. Veo unas lágrimas deslizándose por su mejilla, en mi periferia. Ella sonríe y comienza a llenar mi carcaj con las flechas. —Pero no estás perdida. Algo te está llamando en estos bosques. Algo te está diciendo qué hacer después para hacer que todo acabe. Has estado en el lugar y momento correcto todo el tiempo hasta ahora. Tal vez es como dice Meg, tal vez es Dios. Tal vez él ve lo que hizo tu papá y sabe que tu corazón es bueno. Levanto la mirada al follaje verde oscuro. —Tal vez. —La imagen de Jesús conmigo en el cuarto llena mi mente. No he pensado mucho en él desde entonces. Se levanta y me ofrece su mano. Miro el marrón oscuro de su piel y coloco la mía en ella. Rodea mi mano con la suya. Nuestra piel casi se funde, es tan oscura. Luce igual en el exterior. Levanto mi arco y mi carcaj y los deslizo por mi espalda. Leo se estira y me sigue al campamento. Star viene. Anna suspira pero le sonrío a Star. —Oye. Star me dedica una mirada. Creo que confía en el ceño de Anna

más de lo que lo hace en mi intento de ser educada. —¿Qué ocurre? —pregunta ella dubitativamente. —Nada. Sólo preguntándome cuál es la historia con Marshall. Presiona sus labios y mira atrás. —Sólo déjame a mí con todo esto de Marshall. Ella asiente. —Está bien. —Veo un sonrojo en sus mejillas mientras se vuelve y señala a un grupo de hombres—. Dicen que Marshall se fue con un grupo de veinte personas. La mayoría de los hombres. Supieron que abandonamos la casa de Bern y decidieron que podrían fortificarla y tomarla. Se están auto sustentando. Él alimenta a la gente aquí con un montón de mentiras sobre estar creando la comuna granja de trabajo. Dicen que enviarán un mensaje cuando esté lista para estos pobres bobos. De hecho, le creen también. ¿Así que somos buenos para pelear contra veinte hombres? Asiento. —Yo lo soy. Nadie más pelea. Ella me dedica una mirada. —Pelearé contigo. Marshall arruinó la casa de mi hermano. —Sonríe—. La casa de nuestro hermano. Miro a Anna. —No puedo preocuparme por Jake y Bernie. Sé que Will estará bien, pero no puedo arriesgarlo. Ponerlos en el camino del daño me enferma. —¿Puedes quedarte aquí y cubrirnos, así nosotras podemos ir montaña abajo por un camión? Anna me dedica una mirada y niega con la cabeza. —Tengo una mejor idea. Odio la mirada en sus ojos. Es ambiciosa.

Capítulo 2 Traducido por 3lik@ & Emi_93 Corregido por Morin

Lo sabía, odiaba la mirada en sus ojos. Es una mocosa intrigante. Gruño y refunfuño mientras escapamos. Will y Jake estaban cantando, y Jack, el verdadero dolor en el trasero, estaba desmayado. Anna solía culparse por hacerlos cantar en la fogata. Bernie estaba charlando con otro nerd sobre que mierda hacer con los satélites. Creo que él ni siquiera ha notado que el sol se puso. Estoy segura de eso. Corremos tan rápido como nos sea posible en la tenue luz de la luna creciente. Es más brillante, aunque no mucho más, que la otra noche. Star puede correr como yo, y Anna está condenadamente terca, para no correr como nosotras. Pasamos los guardias en los árboles. Puedo escuchar a Leo haciendo sus rondas a nuestro alrededor. Tomamos atajos y obstáculos pero finalmente llegamos a la carretera. Con nuestras manos en las caderas y el ritmo cardiaco acelerado empezamos el viaje hacia la casa de Bernie. Cada uno de nosotros esta sin aliento y casi muerto. La huída fue brutal. Trotamos ligeramente durante un tiempo antes de que escucháramos eso. Echo un vistazo a Anna. Ella asiente con la cabeza. Viro hacia el bosque. Star hace lo mismo, pero al otro lado de la colina. Ella tiene un arma de fuego que se las arregló para robar antes de irnos. Sólo pudo ocultar una. Anna ralentiza su paso. Cuando los faros la alcanzan, se echa a correr. El camión se detiene. Los hombres saltan y la persiguen con demasiada facilidad. Son demasiado tontos como para darse cuenta de eso. Los deja atraparla y sin luchar. Ella estornuda. Es el único sonido que escucho hasta que mi flecha se rompe a través del cuello de uno de ellos. Él grita y Anna patea debajo de él. Saca la flecha y se la clava en el ojo.

Star le dispara al otro tipo. El conductor sale y le doy. Anna se dirige a la parte trasera; Leo está allí con ella. Abre la parte de atrás cuando Star redondea el lateral de la furgoneta. Dispara un sólo tiro en la furgoneta. Los gritos llenan el aire de la noche. Corro hacia la furgoneta, me detengo cuando veo lo que es. No es lo que esperaba en absoluto. Un hombre yace muerto con una pistola en la mano. Detrás de él hay unos niños pequeños. Un montón de ellos. Star me da una mirada. Niego con la cabeza. —No sé. ¿De dónde son?

pregunta ella.

Ellos estrechan su mirada. Murmuro

: Bebés Gen.

Ella asiente. Anna suspira. Subo adentro con Leo. —Este lobo come niños pequeños. —Ellos huyen entre sí. Miro las miradas de desaprobación de Star y Anna. Señalo—: Dense prisa, Star conduce, ya conoces el camino. Ella señala.

¿Qué pasa con ellos?

Me encojo de hombros. Ella asiente.

¿Hay una ciudad en el camino?

Sí, es un lado de la ciudad.

Me encojo de hombros. Los pueblos de suministro tienen gente dispuesta a ayudar a un grupo de niños. Ella me mira y cierra la puerta. La escucho maldecir. Nos sentamos en la oscuridad. No hablo con ellos. No tengo nada que decir. No sé cómo hablar con los niños. Todos están pequeños y con el ceño fruncido. Tengo que hacer pis. silencio.

Una pequeña voz finalmente rompe el

Creo que es una trampa y entonces recuerdo que ellos tienen cinco años de edad. Golpea la pared detrás de ti. Ella detendrá el camión. Uno da unos golpes y el camión patina para detenerse. Escucho la puerta del conductor y luego entrecierro los ojos cuando la luz me ciega. Me asusto cuando veo la luz. Los malos recuerdos inundan mi

mente. En lugar de terror y supervivencia mirándome al rostro, veo a Star dándome una mirada de mierda. Ellos tienen que hacer pis. Ella rueda los ojos. Vamos, que sea rápido. Es evidente que le gustan los niños tanto como a mí. Me gusta un chico en el mundo entero. Un pequeño rubio. Star lo señala cuando estos no se mueven. Los salvamos de los tipos malos. Vamos a liberarlos para que puedan encontrar a sus mamás de nuevo. Un niño hace un ruido similar al gruñido de un gato. Es casi como un silbido. Salgo y palmeo mi muslo. Leo me sigue y luego ellos salen, dudando. Le doy una mirada sombría. niños. Ella se ríe.

Olvidas que les dije que él come

Oh, sí.

Corren hacía los arbustos. Nos quedamos ahí hasta que escuchamos la puerta del pasajero. Anna nos da un vistazo. Frunzo el ceño. ¿Qué? Se acerca y señala los arbustos. estar aquí todo el día?

Ellos huirán, en serio. ¿Vas a

Miro los bosques, confundida. Bueno, supongo que eso fue probablemente lo que habríamos hecho. Star asiente.

Sí.

No sé qué hacer. Son niños pequeños solos en el bosque. Miro a Star. ¿Hay que ir por ellos? Ella se encoge de hombros.

No sé.

Esperamos unos minutos y niego con la cabeza. Vamos. No vamos a hacerles ningún favor si vamos a sacarlos de los bosques. Tomo el camino perezoso y cobarde. No quiero una docena de niños que cuidar. Star asiente pero Anna parece confundida.

¿Los dejamos?

—¡Sí! —Subo de nuevo en la parte trasera del camión y cierro las puertas de nuevo. Escucho a Star encendiéndolo y luego conducimos

por lo que se siente como una eternidad. Me desmayo en la parte de atrás, apoyándome en Leo, cuando el camión hace una parada rara. Anna abre la puerta. Sin gasolina susurra. Bostezo y agarro mi arco y el carcaj. Nos estiramos y nos sentamos en la parte trasera del camión, comiendo las carnes secas que robamos. ¿Estás preocupada por esto? Star mira la carretera y suspira.

pregunto. No.

Anna me lanza una mirada de advertencia. ¿Por qué no? Me sonríe. —Porque Bern tiene una tienda de armas gigante sólo para este momento. Está en el bosque, bajando por el camino minado. ¿Camino minado? Se ríe.

Conozco el camino.

Eso no me hace sentir mejor. Caminamos hasta que me siento enferma. No puedo imaginar cómo se siente Anna. Saco una flecha. —Ve a buscar un poco de agua para rellenar las botas y yo encontraré algo para cenar. Anna, haz una fogata y un asador. Se van en direcciones opuestas. Nunca van a caerse bien. Ni siquiera puedo imaginar lo incómodo que fue estar en el asiento del frente. Agradecida por sentarme en la parte trasera con los niños raros. Leo y yo caminamos por unos minutos antes de que encuentre un buen árbol. Presiono mi cuerpo contra él y espero. Cierro los ojos para escuchar. Escucho una rama romperse. No suena enorme, pero cuando miro el animal, estoy emocionada de ver una enorme liebre. No he tenido una liebre desde que Jake estuvo bastante cerca de matarnos por estar a cargo de cocinarlo. Saco de nuevo la flecha, alineándola. Siento el viento en mi rostro y respiro. Cuando suelto la flecha, fallo. Frunzo el ceño y saco otra cuando la liebre intenta saltar lejos. Le doy en el cuello. Leo se abalanza, agarrándola y dándole una sacudida de muerte. La

despellejo y le quito las viseras rápidamente, preguntándome ¿si quitar las viseras funciona en liebres también? Regreso a la fogata con algunas hojas llenas de bayas que sé que podemos comer. Anna sostiene unas raíces. Ella sonríe. Éstas saben como las patatas. Simplemente la atrapo murmurando sobre el crepitante fuego. Star viene con las botas llenas de agua. Ella suspira. de hambre.

Me muero

Anna pone la liebre en el asador y le da vuelta lentamente. Star aplasta las bayas en una hoja ancha. Jura que si las frotamos sobre la liebre cocida ésta tendrá un buen sabor. Ato las raíces en una de las enormes hojas anchas con la enredadera. La enredadera se cocina lentamente, permitiendo que las hojas cocinen al vapor las raíces. Eso huele bien

murmuro.

Anna sonríe y continúa girando la liebre lentamente. Quito las raíces de las cenizas con mi bota y las dejo que se enfríen durante unos minutos. Star agarra más hojas grandes. Estamos tan hambrientas que no noto que nadie habla. Rasgamos el pellejo enfriado y arrastramos cada bocado a través del puré de bayas. Gimo con cada bocado y Anna jadea. Star asiente. Se los dije. Me río y como un bocado de raíz. Tiene el sabor como las patatas. Doy a Leo un bocado, él mastica y se aleja. Todas nos reímos. Supongo que no le gustan las bayas. Más para nosotros. Estoy llena cuando me termino el agua de mi bota. Star bosteza. Normalmente, estaría demasiada llena para dormir pero al diablo estoy cansada. Los ojos de Anna se están cerrando, aún estando sentada. La empujo con mi bota. Duerme. Asiente y se levanta. Pongo más leña al fuego al tiempo que Leo encuentra su camino de regreso. Él está lamiendo sus muslos y sin duda, tuvo un festín a su propia manera.

Tiramos ramas y hacemos una cama. Las tres nos dormimos juntas. Sé que Leo mantiene la guardia. Él siempre lo hace cuando estamos dormidas. Creo que es por eso que le gusta tanto la cabaña, él duerme todo el tiempo. Regresamos al camino por la mañana, comiendo nuestras carnes secas robadas y las últimas bayas. Cuando llegamos a un lugar en el camino, Star señala : Por este camino. Se dirige hacia la maleza, pero no veo una marca. Atravesamos un campo cuando pasamos el inicio de la maleza. Veo restos irregulares de edificios de más en la cima de los árboles en el otro lado. Solía ser mi campo de fútbol cuando era pequeña Anna y yo le damos una mirada. pregunto.

susurra.

¿Vivías cerca de aquí?

Asiente. Antes había edificios y casas. Era un barrio de lujo, sólo aquí abajo. Llegamos a la cresta de la colina y paramos. Mi piel se eriza al verlo. No es la primera que he visto un cráter. —¿Fue nuclear? Se encoge de hombros. bomba de hidrógeno.

No tengo idea. Bern dijo que era una

Asiento. Eso es una bomba nuclear. No deberíamos estar aquí. Lenny dijo veinte años. Pero no nos movemos. Estamos en la cima del cráter enorme y sólo miramos. Finalmente, Anna susurra el aire. Asiento. vida.

: Creo que puedo sentir la muerte en

Es espeluznante.

He evitado los cráteres toda mi

Leo está ansioso. A él no le gusta esto. Lo sigo, esperando que ellas me sigan y no tendremos que regresar por este camino otra vez. Caminamos hacia un nuevo camino. ¿Cómo recuerdas esto tan bien? Star me mira. Frunzo el ceño.

Lo he caminado mucho. ¿Por qué no hiciste que él te llevara?

Sus ojos brillan. ruido.

Los camiones hacen ruido. No me gusta hacer

Somos más parecidas de lo que me he dado cuenta. Se detiene en el camino y observa. Este es el camino minado. Permanezcan directamente detrás de mí todo el tiempo. Entra al bosque. Mis pies están sufriendo y mis piernas están agotadas. No me puedo imaginar cómo se siente Anna. Doy el paso dónde Anna lo puso cuando ella sigue a Star. La maleza está densa. Sostengo a Leo por el pescuezo y lo obligo a seguir mis pasos. Él entiende después de un minuto y se mantiene en la línea. Star cae de rodillas por un tiempo, levantando una gran pieza del suelo. Es una tapa delgada de tierra y musgo pegado encima de la misma. En el interior hay un pequeño refugio cargado con armas y alimentos. Se para y me pasa un paquete. Lo abro y empiezo a comer, demasiado rápido. Me engullo los frutos secos y semillas. Anna está devorando una barra. Tomo una barra de proteínas y comienzo con ella al mismo tiempo que los frutos secos. Star está vertiendo un paquete en su garganta. Está masticando demasiado rápido. Nos pasa unas botellas de agua. Las tres nos atiborramos. No me detengo. Ha sido raciones magras durante días. Me siento y suspiro, cuando golpea mi vientre con un ruido sordo. Tengo que ir al baño.

Anna hace una mueca.

Me río. Star le pasa un paquete de papel. El rostro de Anna se rompe en una sonrisa enorme. ¡No más hojas! Star se ríe conmigo.

¿Puedes recordar el camino de regreso?

Anna asiente y toma el camino de regreso por dónde vinimos. —Bernie pensó en todo. Ella asiente. Realmente lo hizo. Él dejó esto como algo de refugio nuclear. En caso de la casa fuera tomada otra vez. Él es un tipo inteligente. Por no hablar de que tenía la lista. Frunzo el ceño. Asiente. necesaria.

¿La lista?

Sí. Se les dio una lista

a las autoridades y a la gente

Mi estómago se hunde. Así que sólo algunas personas sobrevivirían. No puedo dejar de pensar en la dama que me salvó en la ciudad, cuando los demás me estaban buscando. De una manera enferma tengo que estar feliz de que ella me salvara, para que así pudiera salvar a Jake. Anna regresa con el ceño fruncido, menos el papel. Sonrío, sé que odia ir al baño en el bosque. Leo trota a su alrededor. Ella le devuelve la mirada, dándole una mirada de disgusto. Sé lo que él ha hecho. No me gusta tampoco, él siente la necesidad de limpiar la evidencia de su familia. Es su naturaleza. No había notado que la había seguido. Star suspira : Bueno, vamos a hacer esto, entonces. Me pasa dos armas de mano, correas de cuero y cuatro sujetadores. Cargo un sujetador en cada una, una arma de plata. Ata las correas alrededor de mis muslos y pone los sujetadores en ellos. Mi mandíbula se cae, Esto esta genial. Asiente. Lo sé. Saca dos rifles de francotirador y le pasa uno a Anna con un cinturón de munición. Anna sonríe. El mejor día de mi vida. Toda esta maldita caminata valió la pena. Le dispara una mirada a Leo . Bueno, a excepción de eso. Eso fue desagradable. Ruedo los ojos. Leo se queja cuando termina su barra de proteína. Vierto una botella de agua y él bebe del arroyo. Acaricio su cabeza, ¿Estás listo? Termina el agua y bosteza. Dejo caer mi arco y flecha en el agujero para su custodia. Siempre elegiré un arma sobre un arco. Ella sube por el agujero y pone la tapa en su lugar. Gira algo que nunca he visto antes y lo cubre con musgo nuevo. Pone un dedo a sus labios. Asiento. Caminamos en línea. Ellas no pueden luchar, no como yo lo hago, pero ambas pueden disparar como tiradores. Veo la casa después de que caminamos un rato. Veo a un hombre en un árbol y me detengo. Star le dispara fuera del árbol con el

silenciador. Me encantan los silenciadores. Él cae, haciendo un gran alboroto, llega al suelo con un ruido sordo. Su rostro está inactivo. Cuando caminamos por delante de él, tomo su rifle y lo lanzo sobre mi espalda. Cuanto más nos acercamos, más oímos. Están construyendo o arreglando el desastre que hicieron, cuando arruinaron la casa. El rostro de Anna es salvaje, como siempre. Star se detiene y se vuelve. —Desde aquí hasta allá afuera no hay bombas en los árboles. Sin embargo, no retrocedan. Anna, quédate en los árboles, sin importar qué. Anna señala a un árbol y asiente una vez. Camina hasta allí, trepándolo. Si miro cuidadosamente, puedo ver movimiento. Star toma el lado izquierdo y me dedica una sonrisa. —Buena suerte. Asiento. Mi estómago está lleno de nervios, pero la posibilidad de que veré a Marshall sufriendo me está dando empuje. La necesidad de venganza es como una píldora mágica. Tengo más sagacidad y energía de la que podría imaginar. Me deslizo de los árboles, y reviso la hierba. Hay hombres por todos lados. Están moviendo cajas y arreglando cosas, como la puerta principal. No veo a Marshall. El rostro de un hombre se eleva de una caja. Él abre la boca para gritar pero cae muerto al suelo. Anna. Sonrío y me arrastro por el amplio campo. Ubico mi arma para dispararle a un hombre con un rifle, pero él cae muerto. Están cayendo como moscas, silenciosamente. Finalmente, mientras uno cae, otro abre la boca. —¡ESTAMOS SIENDO ATACADOS! Le disparo, haciendo que el primer disparo real de arma suene por el aire. Al menos la mitad de los veinte están muertos ahora. Mi corazón está latiendo en mi garganta, Leo me empuja constantemente. Coloco mi espalda contra el costado de la casa mientras escucho a las armas disparando. Todo lo que puedo hacer es

rezar para que Anna y Star se las arreglen para moverse antes de que un tiro perdido las mate. Me deslizo por el costado de la casa. Miro por la ventana una vez. Nada. Abro la puerta y dejo que Leo entre. Él aúlla y gruñe dentro de un umbral a la derecha. Entro al cuarto y le disparo al hombre que le está apuntando a Leo, que está devorando a alguien en el suelo. Caminamos juntos por la casa, mirando los cuartos. Alguien me agarra por atrás. Siento que un cuchillo se desliza por mi brazo, cuando bloqueo el agarre en mi cuello. Leo embiste, tirándonos a ambos al piso. Su rostro está furioso y rojo cuando su gran mandíbula muerde la cabeza detrás de mí. No solo escucho sus dientes clavándose en la carne, sino que también siento el quiebre del hueso. Me estremezco y me paro. Mi brazo está sangrando. Arranco la base de mi camiseta y hago un vendaje. Lo aprieto con fuerza y sigo. Leo parece preocupado pero le dedico una mirada severa. Él va adelante. Oigo un ruido detrás de mí. Volviéndome con el arma preparada, veo a Star sonriendo. Nos escabullimos por la casa. Oigo charlas y espío asomando la cabeza por la esquina. Es un hombre que reconozco susurrándole a otros dos. Son realmente grandes, están cerca y pesadamente armados. Suspiro quedamente y miro a Leo; él no puede entrar allí. Asiento a nuestras espaldas. Él hace una mueca. Le dedico mi mirada de alfa. Él baja la cabeza y retrocede. Salto, disparándole en la cabeza al hombre que susurra. Le disparo al segundo hombre, pero el tercero tiene su arma sobre mí rápido. Su dedo rodea el gatillo, pero cae de espaldas y dispara al techo. Miro a Star. Me guiña un ojo. Se inclina frente a mí, el rifle fuera. Veo que su dedo aprieta el gatillo una vez antes de que estemos en la cocina. Es un desastre. —Bernie va a estar enojado —murmura y mira alrededor—. Están en el techo. Frunzo el ceño. —¿Podemos llegar allí, verdad? Su sonrisa me dice que estoy equivocada cuando me mira. Un sonido detrás de mí me asusta. Me deslizo contra la pared, lista, pero Anna entra, sin aliento y susurrando como una mujer loca. Me acerco para oírla mejor. Ella señala. —Están aquí.

Mi estómago se aprieta. —¿Will y Jake? Ella asiente e intenta recuperar el aliento. —¿Te han visto? Niega con la cabeza y me dedica una mirada. Sonrío afectadamente hasta que veo la sangre cayendo por su brazo. Lo agarro, pero aparta mi mano. —Una bala me rozó. Es un rasguño. Suspiro. —La gente muere por rasguños. —Pone los ojos en blanco. Star cae de rodillas y pesca algo de debajo del fregadero. Me pasa su arma y se para con una cosa redonda en sus manos. Lo levanta. —Cuando abra la puerta, aprieta esto en el costado y mételo en el techo. Asiento. No me siento bien. Tengo un mal presentimiento. Tomo la cosa redonda; luce como una granada. Las vi una vez. Fue en un viejo campamento militar donde encontré mi silenciador. Miro el botón negro que tengo que presionar y asiento. —Hagámoslo. Leo se queja. Huele un poco la comida y hace círculos. Le rasco la cabeza. Vamos al sótano. Anna se queda en lo alto de las escaleras con su arma lista. Star presiona algo en el panel de control. Un pitido rompe el silencio. Casi salto. Ella pone su mano en la manija y asiente. Tira rápido, presiono el botón y lo meto dentro. Instantáneamente, humo llena el cuarto. Ella cierra la puerta de golpe. Miro a Anna, pero se ha ido. —Trampa. Leo también se ha ido. Corro escaleras arriba, sabiendo que el sótano está vacío. Marshall es más listo que esto. Doy vuelta a la esquina desde la cocina y me paro en seco. A través del umbral veo una cabeza rubia. Un llanto desesperado hace un intento por escapar de mi garganta, pero el miedo lo encierra. Junto a la cabeza rubia hay adolescente gruñidor y de aspecto salvaje.

Meto el arma en la parte trasera de mis pantalones rápidamente y levanto el rifle como si fuese mi única arma. Salgo tambaleándome al porche frontal. Leo es enorme, su pelaje de punta. Un gran hombre está sosteniendo a Anna con un arma en la garganta. Miro a Star. Sus ojos no muestran nada. No sé si es ella quien nos traicionó, pero lo sospecho. Sé que he pasado mi vida en el camino de los cobardes y ella es mi hermana. Compartimos la misma sangre patética. Aprieto mi rifle, caminando hacia adelante. Marshall palmea. —Allí está. La estrella de nuestra fiesta. Me encojo; fue Star todo el tiempo. La camioneta que llegó no eran Jake y Will. Era Marshall. Él nunca estuvo en casa de Bernie. Estaba yendo a mi cabaña a robar a mi familia. Le finjo una sonrisa a Sarah pero ella no la cree. Asiento hacia Meg. Ella gruñe y rasguña la mano que la retiene. —Danos tus armas y ríndete y ellos vivirán. Lucha y morirán. Dejo caer el rifle instantáneamente y le dedico a Leo una mirada de costado. Él baja la cabeza. Mientras voy hacia adelante, él se retira al costado de la casa. Correrá al bosque. Hará como le han dicho que haga. Nunca he tomado esa decisión por él y él no me traicionará. Vivirá. Eso es de lo que siempre se ha tratado todo. Lo traje a esta lucha y no morirá en ella. Algo inesperado ocurre. Star gruñe. —¿Por qué Marshall? ¿Por qué la deseas tanto muerta? Él señala. —¿Qué crees que hemos estado cazando todos estos años, Star? ¿Crees que el único propósito de los campos de lucha era detener las granjas de reproducción? No entiendo pero ella jadea. —¿Has estado matando a los niños? Sus ojos se aceran. —Y ésta no es diferente. No puede ser dejada con vida. Ninguno de ellos. Suena enferma cuando dice—: ¿Eres uno de los Guardianes del Señor? Él asiente. —Tenemos un trabajo que hacer. —Él señala al cielo—. Nos

mantuvo vivos y a salvo cuando el mundo se dio vuelta sobre su eje. Sólo él nos ha salvado. —Me mira—. Te dejamos vivir solo porque necesitábamos tu ayuda para detener las granjas. Nos lo hiciste tan fácil, trayendo a la pequeña abominación directo a nosotros. Mi respiración es difícil de conseguir. —¿Por qué los tomaste? Él niega con la cabeza. —Sólo los liberamos. La pequeña parte de alma que tienen le será devuelta a Dios. Star grita. —¿Por qué? ¿Cómo pudieron? ¡Eran niños! Nos dedica una mirada vacía mientras camina lentamente detrás de Sarah y le agarra su cabello rubio. —¡ESTOS SON NIÑOS! ¡ESOS SON MONSTRUOS HECHOS POR EL HOMBRE! ¡UN HOMBRE QUE PIENSA QUE ES UN DIOS! ¡SÓLO HAY UN DIOS Y NO ACEPTA COPIAS DE SUS CREACIONES! Sarah grita, haciéndome estremecer. Star suena como si se fuera a reír de él. —Así que la camioneta llena de niños que alimentamos, ¿ellos estaban viniendo hacia ti, no a la ciudad? Él la mira. —Sí. Mis manos se estremecen con un anhelo de sostener el arma en mi espalda. Miro alrededor y siento un poco de alivio de que al menos Leo se haya ido. —Pero eres un científico —señalo. Niega con la cabeza. —Era un científico. Siempre he sido un hombre de fe. Encontré una armonía perfecta de ciencia, naturaleza, y Dios que la mayoría no vería. Cuando comenzaron los experimentos con ADN, pensé que estábamos buscando una forma de erradicar enfermedades, como la diabetes. Pero eso no era todo. Él quería modificar lo que Dios ya había perfeccionado. Si había enfermedades e imperfecciones, fueron hechas por el hombre. Meg le escupe. —Dios estaría avergonzado de ti. Él le da un revés y agarra un arma del costado de un hombre que estaba junto a él. Lo veo contemplar la idea de matar a Meg. Mis entrañas arden hasta que me señala. —Tú vienes con nosotros.

Star aprieta su arma, pero me vuelvo hacia ella. —Sácalos de aquí. Asiente. Veo su cerebro rebuscando una idea, pero esta es la mejor y ambas lo sabemos. Sarah es liberada. Ella llora, corriendo a mis brazos. Me agarra. —No te vayas. Caigo sobre una rodilla. —¡Te quiero! No importa lo que pase, recuerda eso. Sus ojos azules están llenos de lágrimas. Sin embargo, he apagado mis emociones. No puedo sentir tristeza, estoy detenida en odio y miedo. Aparto sus dulces y pequeños dedos de mi ropa y se la paso a Star. Star la sostiene con fuerza. El hombre con el arma en la garganta de Anna me sonríe y aprieta su dedo. Meg me dedica una sacudida de cabeza disimulada. Ella tiene un plan. Le dedico una mirada combinada. —Ve con Star —me ruega con su rostro. Niego con la cabeza—. Ve. Es empujada a la seca hierba, sollozando por la fuerza de eso. Marshall me dedica una mirada fría y cruel. —¡LOBITO! Mi cabeza da vuelta de golpe. Mary camina hacia nosotros, agarrando al pequeño. Nadie agarra su brazo. Nadie la ha forzado a venir del lado de la casa. Está aquí libremente. Por supuesto que lo está. —Tiene armas en la espalda, idiotas. —Me señala. Saco un arma, disparándole al rostro. Un disparo me da en el hombro izquierdo, pero Mary cae al piso, haciendo caer al niño de sus brazos. Él grita. Star cae de rodillas, tirando a Sarah y a Meg al piso. Ruedo instantáneamente, disparándole al hombre que Anna ha golpeado en las bolas. Él me dispara; siento que la bala roza mi costado. Saco mi otra arma y fuerzo a mi cuerpo a funcionar contra el dolor. Leo viene corriendo desde atrás, me ha desobedecido. Salta sobre Marshall desde atrás. Veo que el arma se eleva. Oigo un grito. Le disparo a un hombre

que viene de la casa disparándonos. Miro atrás por Marshall pero ahora hay una pila de ellos amontonándose. Disparos están siendo soltados desde atrás de ellos. Me paro, corriendo tan rápido como puedo. Agarro a Leo, arrancándolo de la pila. Meg está sobre Marshall, sosteniendo el rifle que dejé caer. Ella le dispara al pecho. Corre para salvar a Leo. Marshall me mira. —Nunca nos detendrás. Dios los quiere a todos muertos. —Veo que los ojos de Marshall se vacían mientras tose un último poco de sangre. Leo se para pero su pata trasera vacila. Ha sido disparado en alguna parte de las patas traseras. Sin embargo, él no es a quien estoy agarrando. Los ojos oscuros buscando mi rostro me están rompiendo el corazón. —¿Está él bien jodidamente muerto? —pregunta ella y tose. Asiento, las lágrimas están cayendo por mi rostro. Star está cojeando, cargando a Sarah. No puedo ver apropiadamente. Anna se arrastra hacia nosotras. Todas estamos cubiertas de sangre. Aprieto a Meg contra mí, no puedo hablar. No sé qué decir. Meg sonríe. —¿Leo está bien? Lo miro y asiento. —Estará bien. Tiene una pata herida. Ella asiente. —Bien. Lo ha salvado. Aparto sus ropas, apretando la sangre que viene de su estómago. Sé lo que es eso…eso es muerte. Incluso en el viejo mundo, un estómago disparado era la muerte. Me aprieta, sus ojos son salvajes. —La cabaña ya no está, Em. La han quemado hasta los cimientos. Cierro los ojos. Ella sorbe. —Le dispararon a Ron también. Lloro con más fuerza. —Lo siento, Meg. Niega con la cabeza. —Al menos él me está esperando. —Cierra los ojos y me agarra con más fuerza—. Mary era una de ellos. —Lo supuse. Siento haberla dejado quedarse.

Me dedica una sonrisa divertida. —Al menos pude patearla con todas mis fuerzas antes de que ellos llegaran para atacar. —Sus ojos vuelan hacia Sarah. Me río y lloro. Sarah llora sobre Meg. —No te mueras, Meg. Meg abre sus ojos oscuros. —Oye, niña. No me estoy muriendo. Estaré con Ron. —Sus ojos chispean—. Él me debe algo. —Me mira—. Dios te perdonará, Em. Le diré lo mucho que has hecho por nosotros cuando llegué allí. —Cierra los ojos de nuevo y se estremece—. De hecho, no me sorprendería que todo fuese su plan, usarte para liberar a la gente. Sabe que eres buena por dentro. Haz que dejen de matar sus bebés, Em. La abrazo con fuerza. —Te quiero, Meg. Lo haré. Tose y asiente. —Yo también, Em. Eres tan espinosa como una mata de rosas, pero como las flores en ella, vales los rasguños. —Abre los ojos y le guiña un ojo a Sarah—. Sé buena. Ella niega con la cabeza. —No me dejes, Meg. Meg niega con la cabeza. —Nunca. Miro mientras su rostro se aquieta. Anna está chillando con un susurro altisonante, apretando a Sarah. No puedo respirar y Leo se ha arrastrado hasta aquí. La está empujando y gimiendo. Él huele y lame, y finalmente levanta la cabeza y aúlla el sonido más atormentado que le he oído hacer. Lo hace un par de veces y luego baja la cabeza. Toma un pequeño bocado de su estómago donde la sangre ha dejado de manar. Él se aleja cojeando con la sangre de ella en su rostro, sosteniendo la pata en el aire. Yacemos allí, desamparados. No le pregunté nada a Marshall. No sé nada. El sonido del pequeño llorando sobre su madre muerta ni siquiera me toca. Nada puede hacerlo. Mi amiga está muerta. Una de “nosotros”.

Capítulo 3 Traducido por Pili Corregido por Eni

Llegan a la escena encontrándola como estaba horas antes. Realmente no se ha movido mucho. Estoy aferrando su cuerpo muerto al mío. Nadie puede apartarla de mí. Le fallé. La dejé morir. Le disparé a Mary y esto comenzó. Hice esto. No tenía de idea de que tenía más lágrimas pero ahí estaban, cayendo de mis ojos mientras seguía acariciándole el cabello. Escucho los susurros y las palabras a mí alrededor. Sé que Star está empezando a apartar a todo el mundo. Sé que debería levantarme, pero si la dejo ir, se marchara para siempre y no tengo la suficiente confianza en Dios para que se la lleve. —Oye, Em. Echo un vistazo para ver a Jake. Sonríe, pero puedo ver las lágrimas en sus ojos. Toma mi mano. —Ven aquí. Niego con la cabeza, aprisionándola contra mí, acunándola. Aparta mis dedos con palanca de ella, me levanta del suelo. Estoy a punto de gritar y luchar, cuando veo que Will la levanta suavemente y con cuidado. Lloro más fuerte. La expresión de Will es impávida, pero lo veo en todas partes. Jake me abraza, su cuerpo nos mantiene unidos. Escondo mi cara. —Le disparé a Mary y él le disparó a Meg. No debí haberle disparado a Mary.

Star lloriquea. —Salvó a Leo, la vi. Marshall levantó la pistola y Meg saltó. Sabía lo que estaba haciendo, Em. Le doy a Leo una mirada desaprobatoria y agarro a Sarah. —¿Te has hecho daño? Niega con la cabeza y lloriquea. Caminamos detrás siguiendo el cuerpo de Megan que Will ha envuelto en una sábana. Bernie ha cavado un hoyo al lado de un enorme rosal. Will la deposita en el hoyo. Tengo unas pocas náuseas. Él lanza un puñado de tierra en el hoyo y retrocede. Sarah y yo nos aferramos la una a la otra. Me dejo caer sobre mis rodillas y miro como todos siguen a Will. Bernie habla muy bajo―: Hace cuatro años este rosal creció de la nada. Nunca lo planté o lo he regado. Ha crecido de la nada y se ha convertido en algo que hace mi día un poco mejor. Aunque no conocí bien a Meg, tengo la sensación que no vino a este mundo con mucho amor. Me da la sensación que lo encontró en este grupo de personas. No puedo pensar en un lugar mejor para enterrar a alguien de nuestro pequeño mundo. Sara sonríe, aun lloriqueando. —Era espinosa como ese rosal, así también como Em. —Todos nos reímos. Leo finalmente cojea y se arrima contra mí. Sarah envuelve sus brazos alrededor de él, llorando contra su pelaje. Veo a Will mirándome fijamente con una mirada que está llena de dolor y rabia. Asiento hacia él y siento la derrota y la pérdida en su totalidad. Recojo un puñado de tierra sucia y me levanto. Me detengo en el borde del hoyo y miro hacia abajo a la sabana. Todo y nada que decir, pero no sé cómo decirlo. Así que miro hacia arriba, sé que ella está ahí. Nunca supe nada con tanta certeza como esto. Dejo caer la tierra de mi mano y susurro―: Perdóname. Me doy la vuelta y me alejo. Puedo escuchar los gritos y la tierra siendo removida con palas por encima de ella. No... Ella no. Se ha ido. Está con Ron. Cada doloroso paso me llena con algo que no es bueno. Paso frente a la casa y entro al bosque. Subo a un árbol y me siento.

Me siento más segura que en el suelo. Mis brazos están sangrando y mi costado también. Cada rama que subo me duele de un nuevo modo, que no puedo imaginar el dolor que ella sintió. Me siento en el árbol y pienso en todo esto. Siento al árbol balancearse. Anna trepa hasta una rama junto a mí. Su rostro está hinchado por las lágrimas y los moratones. Su pierna herida. Puedo ver el vendaje atado en ella. —La cagué. Ella asiente. Lo sabe también. —Si hubiera sabido que ellos tenían a Meg y a Sarah, habría dejado venir a Will y a Jake. Los habría hecho venir. Habría hecho el ataque de diferente manera. —Reposo mi cara en la corteza―. Te muestro lo que sé. Ella asiente. No dice nada. ¿Qué puede decir? —¿Dónde está Andy? Ella asiente en dirección a la casa. —Star lo tiene. Quiere acostarlo en la cama. Asiento. Me siento enferma por lo que le he hecho. Lo que le he quitado. Es un niño pequeño y he tomado a la única persona en el mundo a la que él amaba. Mary se llevó todo de mí. Se lo debía, pero él no me hizo nada. Bueno, además de enojarme como el infierno. Miro más allá del campo y veo a Jake, Will y Bernie apilar rocas sobre el montículo de tierra. Sarah está de pie allí totalmente sola. Cuando el sol se pone, hace que Sarah se vea como un fantasma parado en el borde del montículo. Su cabello rubio es un desastre. Me obligo a verla sentir la pérdida de su mejor amiga y protectora número uno. Eso me llena de una especie de odio frío. De la clase que quema pero no como fuego, sino como escarcha y ningún sentimiento. No quiero nada tanto como quiero mi revancha. Olvido el mundo, los llamativos cuervos, y los niños pequeños. Quiero mi venganza. Quiero ser como Leo. Y tomar una muestra de su sangre para recordar siempre. Mi cabeza comienza a dar cabezadas, ya que casi me duermo en

el árbol. Me bajo, abandonando a Anna en el árbol. Ella asiente mientras me voy de allí y cruzo el campo hacia la casa. Leo y Sarah están sentados en la tumba. Le silbo pero él no viene. Entro. Bernie está restableciendo los suministros de energía y maldiciendo sobre su casa. Me ve y se detiene. Se gira y lo veo. Asiento. —Sólo dilo. Cruza los brazos sobre su pecho. —Joder, la mataste. Asiento de nuevo. —Lo sé. —Camina delante de mí y sale por la puerta. Él llama a Leo y a Sarah para que entren. Star me agarra del brazo y me arrastra a la gran sala de la cocina. —Tenemos que coserte. —Ella empuja mi camiseta hacia fuera y suspira—. Tú no la mataste. —La dejé con Mary, estúpida. Vine acá sin una pista en cuanto a lo que estaba sucediendo, estúpida. Nunca le pedí ayuda a Will, estúpida. Le pegué un tiro a Mary y comenzó el tiroteo, estúpida. Comienza a limpiar mi hombro y brazo. —Mary era una perra traidora. Nunca he disfrutado nada como lo hice viéndote dispararle en la cara; sé lo horrible que suena. Me siento triste de que su hijo estuviera allí. Nunca va a ser el mismo. Al menos ahora está durmiendo. Bernie tenía una vieja medicina contra los vómitos, lo deje noqueado con eso. —Ella se ríe, me hace reír. Somos gente mala. —No somos buenos con los niños, Star. Tenemos que encontrar a alguien que se lo lleve. Ella sonríe. —Lo sé. Miro hacia abajo. —¿Qué estaba pensando? Le disparé a una mujer que sostenía a su hijo. —Mi mirada se cruza con la suya—. Eso es lo que está mal con nosotros. No puedo discernir entre el bien y el mal en el calor del momento. Nunca vi que dispararle a Mary se llevaría a Meg. Vi que los disparos iban hacia abajo pero nunca me imaginé que terminaría así. Se encoge de hombros. —No veo que lo que hiciste estuviera mal. Fue una decisión en una fracción de segundo. Lo veo como todos nosotros, o ellos. Siempre somos nosotros o ellos, Em. —Sus palabras queman dentro de mí, empeorando el odio frío. Ella continúa—: Meg habría estado bien si se hubiera quedado a mi lado.

Mi labio tiembla. —Pero Leo… Asiente. —Sí. Meg tomó la misma decisión que tú tomaste. Vio algo que quería cambiar y lo hizo. Ese es el mundo en que vivimos. Damos nuestras vidas para salvar la de ellos, o salirnos y salvar la nuestra. —Sus ojos irrumpieron en lágrimas. Presiona una aguja dentro de mi herida. Me tenso y gimo. Habla bajo de nuevo—: Por lo menos siempre has sido fiel a quien eres. Cuando me enteré de que era diferente, nunca le dije a nadie. Te podría haber salvado en los campamentos y no lo hice. Dejé que creyeras que eras la única diferente. A través de mis dientes apretados, refunfuño—: Confía en mí, no somos tan diferentes. Habría mentido también, si no hubiera sido descubierta. Jake entra en la habitación. Se apoya contra la pared. —Tienes que ir por Leo. Está herido y necesita entrar. Él y Sarah están sentados ahí en la oscuridad. —Su voz es fría. Se da la vuelta y sale después de un segundo. —Están muy cabreados. —Asiento—. También lo estaría. — Termina y me da algo de medicina, que estoy segura que no hará nada por mí porque está caducada. Salgo al patio, paso por delante de Will y Jake. Me caigo de rodillas cuando llego a la pila de piedras al lado del rosal. —Tenemos que ir adentro. Es peligroso estar afuera. Sarah me mira. Sus mejillas están bañadas en lágrimas y sus ojos tan hinchados que apenas se abren. —Era mi mejor amiga. Asiento. —Lo sé. Pasa la mano a través del pelaje de Leo. —¿Y si es como es ahora, sólo nos morimos uno tras otro? Niego con la cabeza. —No sé. —Quiero mentir, pero el odio frío es más fuerte que yo, y no me importa si está asustada. —Meg los quería muertos. A todos los que asesinan niños. Asiento. —Lo sé. Extiende un dedo. —Tienes que jurar que los mataras por ella.

Meg siempre hacía ese juramento. —Envuelvo mi dedo alrededor del suyo y ella los agita—. Mátalos. Asiento. —Sí, señora. Limpia su rostro y asiente. —Bien, Leo y yo entraremos. —Se levanta, y efectivamente, él se levanta y la sigue adentro. Miro la tumba. —Buenas Noches, Meg. —Mis ojos se levantan hacia las estrellas. Me imagino que es una de ellas. Cualquiera que haga algo tan valiente como para salvar a Leo con su vida, es suficientemente un héroe para tener un lugar en el cielo. Me levanto y camino detrás de ellos hacia la casa. Will envuelve un brazo alrededor de Sarah y la carga escaleras arriba. Toco con mi pierna a Leo. Trata de seguir a Sarah pero hago un chasquido con mis dedos. Inclina la cabeza y camina conmigo a la cocina. Todavía cojeando y con la pierna en el aire. Llegamos al cuarto. Acaricio la mesa. —¿Puedes subirte? —Sé que tiene que pesar por lo menos tanto como yo. No hay modo en que pueda agarrarlo y subirlo a la mesa. Jake entra. —¿Necesitas ayuda? Asiento. Leo muestra sus dientes al instante. Jake le da una mirada. —Necesito ponerte en esta mesa y puedes morderme si quieres, pero vas a subirte ahí. Leo gruñe pero Jake lo ignora. Lo alcanza y lo agarra. Lo pone sobre la mesa, recibiendo pellizcos y resoplidos del lobo. Veo un poco de sangre en el brazo de Jake. Él ni siquiera se inmuta. Leo se recuesta sobre la mesa, luciendo intranquilo. Star levanta las manos. —Puedes encargarte de eso. No voy a ser mordida. Acaricio su cara. —Oye, somos tú y yo ahora. —Él bosteza y asiente—. Acomódate. ―Agarro unas tijeras y recorto los mechones de pelo. La bala hizo un agujero perfecto en su pierna. Le falta el hueso completo. Miro a Jake. —¿Quieres acariciarlo? Él se ríe. —Sí claro. Lo peor ya lo ha hecho. Comienzo a limpiarlo y miro a Jake. —Lo siento. Se encoge de hombros. —Vas a confiar alguna vez en Will o en mí. Entiendo por qué no confías en él, pero en mí, nunca he hecho nada salvo ser tu amigo.

Asiento con la cabeza. —Lo sé y lo siento. Ojalá hubiera pedido ayuda. No sabía en la que nos metíamos. Él asiente. —Había un refrán que solía decir mi padre cuando Will y yo nos estábamos peleando. No hay un «yo» en un equipo. Puedes trabajar como un equipo para ganar, o perder como un grupo de individuos. Cosemos la herida juntos. Leo se sienta, dejando que Jake acaricie su rostro. No lo muerde. Está tan contento como puede estar. Confía en mí otra vez. Will entra. —Sarah está dormida. Levanto la vista hacia él. —Gracias. Se da la vuelta y se va. Jake hace una mueca. —Podría matarte en tu sueño. Resoplo. —Dios, espero que así sea. —Y lo hago. Porque si no, el odio frío va a consumirme y mataré a todos hasta que me haya satisfecho. Entiendo por qué no dejé que nada más transcendiera salvo Leo. Fin de las cosas y personas. No toman todo con ellos; siempre hay un poco quemando dentro de ti. Terminamos con Leo y empujamos la medicina por su garganta. Jake le ayuda a bajar, recibiendo un mordisco otra vez. Seguimos a Jake a la sala de estar y nos desplomamos en las enormes sillas. La casa está tranquila. Anna y Bernie están acurrucados en una silla. Star está sentada en el suelo junto al televisor que ya no responde a un propósito. Will está en el sofá. Jake se sienta junto a él. Me siento en el suelo y permito que Leo descanse su cabeza en mi regazo. Bernie se levanta y nos pasa algo de lo que están tomando. Lo huelo, oler cosas que hacen que mi cuerpo se estremezca. Tomo un gran trago y siento el calor. Se siente bien, me calienta contra el odio frío. Miro el vaso y me pregunto quién va a hablar primero. Nadie lo hace por un largo rato, pero entonces Jake sonríe. — Quiero brindar por Megan. La primera chica que alguna vez me dijo que yo era lo que ella llamaba «un largo sorbo de agua fría en un día caluroso». Le pregunté cuando había tenido agua helada y ella

respondió, que nunca. Sólo lo había oído a su madre cada vez que veían algo delicioso mientras vagaban por el bosque. Por Megan. Todos nos reímos y bebimos un trago enorme. Mi cabeza comienza a girar. Star levanta su copa. —Por Megan, gracias por mostrarme como cocinar ciervo correctamente, ya que no podía hacerlo, incluso si el maldito ciervo se levantara y me dijera cómo. Me reí más fuerte y tome otro gran sorbo. Anna susurra al oído de Bernie. Él levanta su copa. —Esto es de parte de Anna. Para Meg, la chica que me pidió que le dijera a Emma, que se lo pegaría a su kazoo, cuando le dije que ella no permitiría que Bernie y yo saliéramos. Me río y asiento. Kazoo era una palabra extraña que juré ella inventó. Me imaginó que se las ingeniaba para inventar la mayor parte de lo que decía. Levanto mi copa. —Por Meg, mi hermana. Gracias por enseñarme a no tomar las cosas tan en serio. —Bebo, sabiendo que no era divertido pero era cierto. Ella siempre estaba masticando un trozo de hierba y diciéndome que reconsiderara mi asunto acerca de Bernie y Anna. Siempre estaba diciéndome que sólo amara a ambos hermanos y les dejase solventar las menudencias. Bebí lo último de mi copa. —¿Cómo la conociste? —pregunta Bernie. Hice un ruido con la nariz. —Me salvó la vida. Me salvó de algo malo. Bernie parecía sorprendido. —¿Ella te salvo? Asentí. —Estábamos con los otros, en jaulas. Iba a ser... lo siguiente que supe, es que él estaba muerto y ahí estaba la pequeña Meg maldiciendo para que me apresurara y corriera. Ella lo había apuñalado en el borde del ojo con un clavo. Era una salvaje. No dejó de hablar durante días. Mamá esto y mamá aquello, y la tía Heather y que Leo era una especie inútil para ser mascota. No era tan grande como sus preciosos sabuesos. —Mis ojos brillan y termino la bebida—. Fue una de mis primeras amigas, como una pequeña hermana. —Le echo un vistazo a Anna. Sonríe y me guiña un ojo. Bernie sonríe. —Era una persona realmente buena.

Jake se ríe. —Era lo suficientemente loca para ser divertida, pero tenía más sentido en un dedo que nadie que haya conocido. Me río y sujeto mi copa con el último trago del líquido. —Por Meg. **** Me despierto a la mañana siguiente tiesa, adolorida y odiosa. Todo mi cuerpo es un desastre enojado. Bajo de la cama tapada con una pijama de una niña de once años y me dirijo al baño. Me quito la ropa y me miro a mí misma desnuda. Soy un desastre. Contusiones, cortes, puntos de sutura y sangre seca. Suspiro y entro a la ducha. El agua caliente es increíble. El jabón me pica por todas partes, pero cada vez que pienso en el dolor, mi cerebro repiquetea y pienso que no soy afortunada de estar viva y sentir este dolor. El odio frío se siente aminorado por la gente en la casa. Salgo y me encuentro con Sarah sentada en un rincón del cuarto de baño. Me envuelvo con una toalla. Me dejo caer sobre mis rodillas. —¿Estás bien? Sacude la cabeza. —He tenido un mal sueño y luego me desperté y Andy estaba gritando y llorando otra vez. Le extiendo mi mano. —Ven. Creo que he visto algunos de esos paquetes de salsa que solía hacerte. Voy a ver si Bernie puede preparar unas patatas fritas y esa salsa. Tal vez el desayuno ayude a Andy también. Bernie tenía patatas la última vez que estuve aquí. Se anima y se levanta. Me pongo ropa limpia de Star y bajamos las escaleras para tratar de comenzar nuestro día. Encontramos sólo a Jake en la cocina, comiendo una barrita. Me sonríe. —Te ves bonita. Me río y asiento. —¿Has visto a Bernie? Sus ojos se oscurecen. —Está en la cama todavía. —Me doy cuenta de lo que eso significa y hago una mueca. —Oh. Me da una mirada. —Confía en mí, no tenía muchas opciones al respecto. Intentó ser un caballero anoche después de que nos fuimos a la cama. Levanto mis manos. —No necesito saberlo.

Él se ríe. —¿Nunca has escuchado que la miseria ama la compañía? Sonreí. —He oído eso antes. Sarah sonríe alegremente. —Yo también. Él se ríe socarronamente. —Es cierto. Señalo a Sarah con la cabeza. —Quieres ayudarme a preparar el desayuno. Él sonríe. —¿Qué comeremos?

Capítulo 4 Traducido por Mew Rincone, Emi_93 & Mais020291 Corregido por Morin

Bernie pone tachuelas doradas en los lugares que él sabe a ciencia cierta que tiene campamentos o ciudades. Aquello me calla, porque no conozco nada sobre el mundo en el que vivimos. —No sabía que había tantas. Él alza la vista y dice—: Hay una gran cantidad de sobrevivientes, especialmente en el Medio Oeste. La Costa Este fue completamente destruida por los maremotos y huracanes, pero fueron los inviernos lo que tuvo la mayoría de la gente. La enfermedad fue mayor allí también, por la densa población y todo eso. Puso fieltros rojos en las ciudades que sabe que hay Señores Guardianes. —Aquí y aquí son de lo peor que he oído hablar. Este lugar tiene algunos, pero es una mezcla de comerciantes y Guardianes. Miro hacia abajo. —Lo he visto un montón, siempre tratando de conseguir que los niños vayan con ellos. Supuse que eran pervertidos o que simplemente estaban tratando de ayudar a los niños que no tenían padres. Asiente y dice—: Estoy seguro de que es una mezcla especial. Resoplo y cruzo los brazos. —¿Cómo vamos a llegar a todos ellos? Will asiente. —Igual que hicimos con las granjas reproductoras. Le doy una mirada. —No has ido mucho a la ciudad, ¿verdad? Frunce un oscuro ceño. —No mucho, ¿por qué? Me encojo de hombros. —Ahí no hay muchos médicos que no sepan como disparar correctamente un arma. Esas personas son supervivientes. Son más como tú y yo.

Su mirada famosamente.

se

enfría.

—Entonces

deberíamos

encajar

Bernie parece que está pensando. —Lo que estás olvidando, sin embargo, es que la gente del pueblo quiere que tengas éxito. Allí se habla de ti y la rebelión. Frunzo el ceño. —El cuervo brillante no va a llevarnos a ninguna parte con esa gente. Sí, con los que tenían familia en las granjas sin duda, pero tendríamos que liberar las granjas de trabajo antes de que a cualquiera de ellos le importe. Las mujeres no son tan importantes como los hombres, ya no más. Bernie se ríe. —No desde que constantemente hemos vuelto a hacer barbacoas en una cueva. Frunzo el ceño pero Will se ríe. Anna me da una mirada confusa cuando sale de la habitación. Star apunta a un lugar en el medio. — Hay un campo de trabajo muy cerca de aquí. Apuesto de que la mayoría de la ciudad tiene familiares en los campamentos. Bernie asiente, sin dejar de reír. —Bien, fuimos allí una vez. Recuerdo eso. ¿Cuándo nos vamos? Miro alrededor. —Nosotros… es un mal movimiento. El nos incluye a Sarah, a Anna quien no puede caminar y a Jake quien es Jack. Bernie, no te ofendas, pero tú no eres exactamente un agresivo tampoco. Levanta una mano. —Estoy bien quedándome. No me importa lo que pase ahí fuera, nunca lo ha hecho. Star asiente. —¿Así que Will, tú y yo? Asiento. —Y Andy. Tenemos que encontrar alguna persona que cuide de él. Podemos conseguir alguna mujer—esclava si tenemos que hacerlo. Lo he visto—Y deseo no haberlo hecho. Jake niega con la cabeza. —Yo voy. Leo todavía no está al cien por cien; él se queda y Anna nunca va a dejarte ir con ella aquí. Anna regresa con una bebida. No me encuentro con su mirada. — Estoy segura de que Bernie puede encargarse de eso. Bernie me da una mirada confusa. —¿Eso crees? Asiento. ―Subestimas el efecto que tiene el amor sobre la gente.

Niega con la cabeza. —Creo que tú subestimas mi papel en nuestro amor. —Me río, pero Anna agarra mi brazo, ignorando cuando me estremezco por la herida en el. Niego con la cabeza y simplemente digo lo que estoy pensando—: No puedes venir. Deja de ser una loca y piensa. Esta casa es nuestra mejor apuesta para sobrevivir en invierno. Cuando llegue, no vamos a tener la cabaña. ¿Piensa en el último invierno? Piensa en el hecho de que tú y Jake se escondían fuera de mi cabaña, robaron agua y estaban casi moribundos. Era primavera entonces. Y Bernie no puede mantener éste lugar seguro, ahora que la gente sabe dónde está. No sabemos si alguna de las personas de Marshall logró salir de aquí. Necesitamos que Bernie, Leo y Sarah estén a salvo. Leo está herido. Él no puede venir conmigo. Necesito que esta casa esté a salvo. Tú eres la única que puede. Sus ojos queman. Susurra—: Maldita seas. Asiento con la cabeza. —Sé que si alguien puede mantener a Leo y a Sarah seguros, esa eres tú. Ella hace sus resoplidos y sale como una tormenta de la habitación. Bernie me da una mirada. —Vaya, se te ocurrió más rápido de lo que se me habría ocurrido a mí. Asiento. —Es la verdad y es la única forma para que se quede. Puedo ver que no ibas a decir nada de todos modos. Sus ojos se suavizan. —Gracias. —Sabe que vamos a morir, más que probablemente y no que ella venga. Siempre ha sido más que probable que muramos. El hecho que sólo Meg lo haya hecho es algún tipo de milagro. Will me da una mirada. —¿Cuándo quieres salir? —Ahora. Star parece molesta. —¿En serio? Asiento. —Quiero que esto termine. Quiero estar de vuelta antes de que la gente del campamento tenga tiempo de llegar aquí, si alguno ha conseguido alejarse.

Jake me observa desde la esquina. —Yo voy. —Se da la vuelta y se marcha. Miro a Will quien aprieta la mandíbula. —Él no va a dar marcha atrás. Me encojo de hombros. —Voy a romperle las piernas, así que se quedará. Salgo a toda prisa detrás de él. Mira hacia atrás y sonríe, alejándose corriendo. Todavía puedo ver la forma en que se balancea por su pierna herida. Lo persigo por las escaleras. —No vas a venir. Él me da una sonrisa. —¿Vas a detenerme? Asiento. —Lo haré. —No eres la jefa, cuervo brillante. Puede que tengas a todo el mundo convencido de que eres la jefa, pero no me lo trago. Te he observado durante meses. Estabas sola. Tenías miedo. Lo vi. Leías esos libros en la ventana de la cabaña y tu rostro se suavizaba de una manera que sólo lo hace cuando estás conmigo —señala—. Puedes negarlo todo lo que quieras, pero te conozco mejor que nadie. Te conozco mejor que tú misma. —Cierra la puerta y me deja ahí de pie en el pasillo con mi corazón latiendo a mil por hora. Nunca pensé en el hecho que él hubiera estado observándome. Me doy la vuelta y entro en la habitación. Sarah está durmiendo la siesta con Andy en la cama. Me acuesto a su lado y acaricio suavemente su rubio cabello. Ella abre los ojos lentamente. —¿Mamá? —Me mira y se ruboriza—. Oye Em. Sonrío. —¿Echas de menos a tu mamá? Niega con la cabeza. —No. Sonrío más ampliamente. —Está bien si lo haces. Echo de menos a mi familia todo el tiempo. Niega con la cabeza. —Sólo extraño a Meg. El resto de mi familia está aquí. No quiero tener que decírselo, pero tengo que ser honesta con ella. —Me tengo que ir, niña. Tengo que detener a esas personas que hacen daño a los niños por Meg. Entonces tengo que lidiar con mi padre.

Su mirada feliz se ha ido. —Llévame contigo. No me dejes sola. La agarro y la abrazo fuertemente. —Anna se queda, Leo y Bernie. Si pudiera conseguir que Jake se quedará, lo haría, pero él está siendo un idiota. Ella tiembla y se acurruca más hacia mí. —No te vayas, Em. Aquí estamos a salvo. Asiento. —Pero esas personas que iban a hacerme daño, están haciendo daño a niños ahora todo el tiempo. Tenemos que ir a salvar a esos niños. Recuerda, Meg los quería a todos muertos. Me mira con sus brillantes ojos azules. —Está bien. Meg querría que los niños estén a salvo. Ella dijo que Dios ama a todos los niños, sin importar como llegaron aquí. Dijo que los hombres eran el demonio y no siervos de Dios en absoluto. Sonreí. —Nadie conocía a Dios como lo hacía Meg. Los ojos de Sarah miran alrededor de la habitación. —Uh, Em. Sólo no los traigas aquí. —Mira hacia Andy—. Un niño malcriado es suficiente. Me río en voz baja y digo—: A ese me lo voy a llevar conmigo. Ella sacude la cabeza. —Él no es tan malo cuando Mery no está por aquí, mirándolo todo el tiempo. Él ni siquiera es de ella. No entiendo. —¿Qué? Ella asiente. —Cuando Marshall llegó a la cabaña, estuvo diciendo que ella tenía suerte que él hubiera encontrado ese mocoso para ella, y que debería estar agradecida de que le repusiera el alma de su bebé. Me estremezco. —Oh Dios. Ella asiente y me pregunto si lo entiende todo. Miro a Andy. — ¿Así que él no es como yo? Ella niega con la cabeza. —No. Meg dijo que ese era el porqué ellos lo dejaron vivir, como a nosotros. Nos dejaron vivir también, porque somos normales. —Sus palabras me queman, ella no lo sabe, pero lo hacen. No digo nada. Le beso la frente y tomo una respiración profunda de su olor antes de levantarme. —Ayuda a Anna con el niño. Si deseas que él se quede, tienes que hacer el trabajo.

Sonríe. —No le gusto mucho, pero no lo odio. No de la manera que odiaba a Mary. Meg decía que todo lo que él necesitaba era una buena sacudida. Me echo a reír. —Bueno, no vayas por ese camino tampoco. Pegarle a alguien rara vez cambia lo que son, y te hace sentir mejor sólo por un corto periodo de tiempo. —Aprendí eso en uno de los libros de mi padre. Era sobre la paternidad, para un padre soltero. Me despido con la mano. —Te veré cuando vuelva. Quédate en casa con ellos, no se separen y llévate a Leo a todas partes. Asiente. —Mantente a salvo. Sonrío y salgo de la habitación. Ando por la casa en busca de Leo. Lo encuentro acampando. Es su forma de curación. Siempre se esconde debajo de algo. Viejos instintos de lobo. Me arrastro debajo de la enorme mesa de café y me acurruco contra él. El olor de su pelaje hace que me duela el corazón. Lo acaricio y él hace su sonido de lobo y me lame la mano. Agarro su enorme cara y hago que mire hacia mis ojos. —Mantenlos a salvo. Permanece seguro. No vengas detrás de mí, no importa qué. Vendré por ti, te lo juro. Incluso si tengo que arrastrarme hasta aquí desde donde sea que esté, voy a regresar, pero tú te quedas ¿Me escuchas? Sus ojos estudian mi cara. Lame mi cara y apoyo mi cabeza en su rostro. —También te quiero. Mantén a Anna y a Sarah más seguras. Si Bernie y Andy tienen que ser arriesgados para que así sea, quiero que lo hagas. No sé si me entiende, pero sé cómo funciona su lealtad. Y como se siente a cerca de Andy. Condenado niño. Me arrastro de vuelta y lo beso. Señalo—: Tú te quedas con Anna y Sarah. Bosteza. Él sabe que está enfermo. Su herida no llegó a infectarse pero sigue dolorido. Salgo de la casa y camino hasta el garaje. Bernie le está pasando a Will bolsas que se parecen a las bolsas del recinto militar. —¿Cómo has conseguido toda esta mierda? Me sonríe. —Puede o no puede que las haya robado.

Anna me mira desde la casa. Jake me da un empujón a medida que camina, comiendo carne seca de alce. —Si crees que está enojada ahora, espera a que se entere de que Andy se queda. Lo fulmino con la mirada. Él sonríe ampliamente. —Mejor que seas amable conmigo o se lo diré. Le doy un empujón y Will frunce el ceño. —Deja de joder y carga la camioneta. —Asiente hacia la parte posterior—. Mete algo de gas, Jake. Se útil por una vez. Jake le enseña el dedo del medio, pero consigue las jarras de gas. Niego con la cabeza. Terminamos de cargar y nos subimos a la camioneta. Anna no se mueve pero Bernie me da un abrazo. Star me da una sonrisa taimada. —Veo que nos falta un pasajero. Asiento. —Sarah quiere que se quede. Ella frunce el ceño. —Bueno, al menos no tenemos que lidiar con él. Bernie se ve confundido. —¿Vas a dejar al niño aquí? Asiento. —Sí. —Cierro la puerta, gritándole—: Cuida de mi familia, Bernie. Él asiente a través de la ventana. Mientras nos alejamos vemos la rabia desesperada en el rostro de Anna. Odio eso. Sarah se despide con la mano a través de las ventanas. Trepo sobre Jake y Will sin pensar y me subo sobre el cuerpo de Will para asomar el mío por la ventana y agitar mi brazo. El rostro de ella se ilumina. —Em, no es que me queje, pero no puedo ver. Me bajo de él y me siento de nuevo contra la pared metálica. Star me da una mirada divertida. —A veces haces las cosas más extrañas. Igual que cuidar de esa niña. ¿Por qué te importa si ella te ve despidiéndote? Frunzo el ceño. —No quiero que su último recuerdo de mí sea de ella despidiéndome y yo no devolviéndoselo. Sé cómo se siente eso.

Bajo la mirada a mis botas. Estoy cansada como nunca lo había estado. Es como si mi alma estuviera cansada. Mi cuerpo podía curarse de cualquier cosa, pero estoy viendo que mi corazón no puede hacerlo. La muerte de Meg es una llaga que no se va a curar, no correctamente, y Leo está herido y que no esté conmigo es una sensación horrible. Mi mente me juega trucos horribles como que Leo podría contraer una infección y morir pensando que lo abandoné en una casa con otras personas. Envuelvo mis brazos a mi alrededor y trato de no pensar en eso. Marshall está muerto y tal vez fue él quien mató a Meg, pero ella lo mató de vuelta. Ella nos salvó a todos nosotros. Me salvó a mí. Creo que Leo es lo que ha salvado las partes buenas de mí, las partes que hizo la Abuela y creo que su muerte podría matar todas esas partes buenas. Entonces yo sería la cascara de un ser humano, como Will. Eso hace que me estremezca. —¿Tienes frio? Miro hacia Star y niego con la cabeza. Ella me da una leve sonrisa y dice—: ¿Sabes? No eres como esperaba que fueras. Asiento y digo—: Lo mismo va para ti. Pensé que eras débil, suelta de cascos y molesta. Levanta una ceja— ¿Así que lo que estás diciendo es que, no crees que yo sea así? Asiento con la cabeza. —Creo que eres más que eso. Se ve herida. —Pero no lo estás diciendo, que yo no soy así. Me río. —No. Lo haces demasiado bien como para no tener al menos un poco de eso en ti. Sonríe. —Lo que una chica tiene que hacer... ¿sabes? Niego con la cabeza. No lo sé. Debe de haber leído eso en algún libro. Suena como una de esas líneas. Jake se sube detrás con nosotras y se sienta en el suelo de furgoneta junto a mí. —Podríamos quedarnos en la casa, Em. Podríamos decir a la mierda con esto, dejar que tu padre arruine el mundo y dejar que los psicópatas religiosos maten a esos niños malcriados. Podríamos quedarnos en la casa y hacer que funcione.

Suspiro. —¿Hasta cuándo? ¿Hasta que vengan y nos maten? ¿O hasta que tomen a Sarah y la lleven a una granja reproductora? ¿O hasta que esos niños invadan el mundo, o que los fanáticos religiosos vengan por mí otra vez? Él se encoge de hombros. —Podríamos mudarnos. Apoyo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos. —Tengo que detener a mi padre. Jake gruñe, estira sus largas piernas y dobla una chaqueta en el suelo. Se acuesta en ella, dándome la espalda. La sensación de él a mi lado es como si Leo estuviera ahí. Mi bota está tocando su pierna, como siempre lo hago con Leo. Si duermo sin él, me muevo hacia los lados por las noches, en busca de él en mi cama en sueños. El viaje me produce sueño. Cierro los ojos, exhausta y agotada. Me despierto con gritos, sacudidas y desarticulada. Son los míos propios. Star me da una mirada confusa. —¿Estás bien? Simplemente empezaste a gritar. Sacudo la cabeza. —No lo sé. —Trepo por el cuerpo masivo de Jake y me deslizo en el asiento delantero. Pongo las rodillas en mi pecho y miro por la ventana. —Bájala. Miro hacia Will. Él me sonríe. —Baja la ventana. Un hilo tenue de una sonrisa cruza mis labios. Presiono el botón que vagamente recordaba y bajo la ventanilla. Al instante, el cálido viento irrumpe en el interior. Saco mi mano, sintiéndome como una niña otra vez. Star se ríe de algo que ha dicho Jake. Echo un vistazo atrás hacia el aspecto cansado de su rostro mientras él se frota los ojos y murmura—: Si tuviéramos música, casi podría creer que el mundo no terminó. Se siente como si hiciera verano ahí fuera. Sonrío cuando él se alza entre los asientos y tropieza con el equipo de música. Un disco brillante se desliza afuera. Ni siquiera me acuerdo de ellos, excepto tal vez de los discos de películas. Él asiente. —Ohhhhhh sí. —Empuja de nuevo el disco en la ranura y presiona botones. Will le lanza una mirada. —¿Qué estás haciendo?

Él le da una sonrisa cursi y empieza a sonar una canción. El sonido es una locura, mis oídos duelen al instante. Una chica empieza a cantar. Jake comienza bailar. Star le da una mirada extraña, pero luego sus ojos se iluminan cuando empieza el estribillo. —¡GRANDE EN JAPÓNNNNN! ¡AHHHHH! —grita y comienza a bailar en sus rodillas. Estoy parcialmente horrorizada pero también fascinada. Se ven como unos locos pero parece demasiado divertido. Will canta también, igual que lo escuché ayer. Él me da una mirada. —¿Qué? Me encanta Dragonette. Lo veo por un segundo, la visión de la persona que pudo haber sido una vez. Él baila en el asiento y sube la música. Me siento incómoda con ellos bailando y cantando, como si yo también debiera hacerlo pero no quiero. Apoyo la parte superior de mi cuerpo por la ventana, y veo como podría ser eso. Con mis ojos cerrados es tan fácil. Somos jóvenes y nos divertimos y el viento es cálido. El ritmo empieza a hacer su camino también por mi cuerpo. El viento en mi cara y el olor caliente de verano hace que sea romántico; dura casi tanto tiempo como la canción, pero un dolor terrible se mezcla con un sonido del mundo real. Mi verdadero y vivo yo regresa, mientras me empujo a mi misma dentro y noto el goteo color carmesí en mi antebrazo. Estoy a punto de decirle algo a Will cuando éste frena en seco. Soy lanzada hacia adelante pero su brazo se aprieta a través de mi pecho, lo que hace que me detenga. Gruño cuando la van se detiene. Unos hombres están en el camino delante de nosotros con armas de fuego, subidos en unos caballos. —¿Son los otros? —pregunto. Niega con la cabeza. —Mucho peor. No luches. Voy a ver si puedo negociar con ellos. Empiezo a negar con la cabeza. —Will... Sujeta mi mano. —No voy a dejar que te hagan daño. Star y Jake se frotan puntos de dolor cuando un hombre se acerca a mi puerta. Apunta con su rifle hacia mi ventana abierta. — ¡Fuera!

Está cerca de la edad de Will. Tiene aspecto desaliñado pero no sucio o con hambre. Tiene un abundante pelo rubio y una mirada de acero en sus ojos. Es un hombre endurecido. Trago, abriendo la puerta lentamente. —No —murmura Will, cuando estoy a punto de golpear al hombre con la puerta. Respiro hondo y dejo que me agarre por la mancha de sangre de mi brazo. Él me da una sonrisa encantadora. —Lo siento, apuntaba a los neumáticos. —Es atractivo, con dientes blancos y rectos. Me guiña un ojo y quiero sacarle los ojos. En lugar de ello, dejo que me arrastre atrás, colocando el cañón contra mi cabeza. —Fuera o voy a fallar accidentalmente de nuevo. —Will se encuentra con mis ojos con desesperación en ellos. —Está bien. Niego con la cabeza. El hombre susurra en mi oído. —Oye, chica. Mantente calmada y voy a ser amable, lo juro. Mi frente se frunce. Will sacude su cabeza lentamente. —Mírame, nena. —Trepa hacia afuera cuando un hombre abre la puerta de atrás. Arrastra a Star violentamente, sosteniéndola junto a su cuerpo mientras ella tiembla con rabia. Lo veo en los rostros de los hombres cuando miran a Star. La furia me llena. Uno de los hombres montados se acerca y la levanta sobre su caballo. El hombre que había estado agarrando a Star golpea a Will en el estómago con su arma. Will se dobla. Ellos enrollan una cuerda en torno a él y a Jake. Son al menos una docena de hombres. El hombre con sus dedos grasosos sobre mí me echa para atrás. Se sube a un caballo. —Sube. Estoy a punto de pelear cuando un hombre golpea a Jake en la parte de atrás de las piernas, tirándolo de rodillas. Me subo al lomo del caballo. —No les hagas daño. Asiente. —Pónganlos en la camioneta. No he montado un caballo desde que era una niña pequeña. Mi amiga Rebecca los tenía. Él me agarra de los brazos y los envuelve

alrededor de su pecho. —Agárrate fuerte y sin cosas tontas, porque si no puedes sentarte delante y Dios sabe dónde acabarán mis manos. Asiento. Mi respiración está doliendo en mi garganta. Jake y Will son metidos en la camioneta. Un par de hombres entran con ellos. El rostro de Will es lo último que veo mientras la puerta se cierra. La oscuridad me rodea mientras algo es puesto sobre mi cabeza. Respiro pesadamente, contra la áspera sensación del material. No tengo un plan pero algo oscuro me llena cuando oigo que Star comienza a protestar. Mi peor pesadilla está a punto de volverse realidad, el sonido de mí misma quebrándose y desgarrándose. Sólo que es peor, mi única hermana también se unirá a mí como si yo fuese victimizada. Lágrimas silenciosas corren por mis mejillas. Nunca he sentido el miedo así. Ni siquiera en las granjas. Cabalgamos por un largo tiempo. Me agarro a él, oliéndolo a él y al caballo y chocando contra él en el calor. Es intenso. Intento quedarme en las montañas durante los meses de verano. Es brutal en las tierras bajas. La cosa sobre mi cabeza hace que respirar sea casi imposible. Mis ojos se cierran en contra de mis deseos. Me siento a mí misma apoyándome en su espalda. Él se ríe y detiene el caballo. Aparta la cosa negra de mi cabeza. No puedo abrir los ojos. Mis exhalaciones son costosas. Siento sus dedos en mis labios. Eso enciende una vieja reacción. Abro los ojos. Estamos en el medio del bosque. Sonríe. —¿Cuál es tu nombre? Mis manos se estremecen con el deseo de querer ahogarlo y matarlo, pero no se moverán más allá de eso. Levanta mi rostro, apoyando una boquilla contra mi labio inferior. Me guiña un ojos del color del acero. —Bebe. El agua caliente cae en mí. La trago, sintiendo que el pánico y el miedo comenzaban a deshacerse dentro de mí. La aparta y echa un

poco sobre mi cabeza. Niego con la cabeza, alzando mis débiles manos sobre mi cabeza. —Lamento lo de la capucha. —Niego con la cabeza, limpiando mi rostro. Me dedica una extraña mirada—. ¿Por qué tengo la sensación de que estás planeando mi muerte detrás de esos lindos ojos? Asiento. —Lo hago. Sonríe. —Apuesto que tú también podrías matarme, ¿no es así? —Sí. Se ríe casualmente. —Tal vez debería conservarte toda para mí. Se vuelve y espolea al caballo suavemente. No dejamos que haya una oportunidad de que los demás nos alcancen. El agua me refresca. Veo el cuerpo de Star colgando del caballo. Se ha desmayado por la capucha. Tomo una inhalación profunda, batallando contra las mariposas en mi estómago y agarro su garganta. Intento enrollar un brazo en torno a su garganta mientras enrosco mis piernas en torno a su cintura. Él salta del caballo, haciendo que ambos rodemos. Aterrizamos conmigo encima de él. Lo ahorco. Él me pega en los brazos, empujándolos. Me vuelvo, golpeándolo en la boca. Él se ríe y nos hace rodar. Está sobre mí pero estoy apretando su pecho, ahogándolo de esa forma. Hace un ruido, mientras se sienta y me pega. Sollozo, apretándolo con más fuerza. Sus dedos se enroscan alrededor de mi cuello. Son enormes. Sé que podría romperme el cuello. Esboza una sonrisa sangrienta. —Ahogar. No sé qué significa eso. Siento que su agarre se relaja, dejando que sus piernas se relajen. Presiona sus sangrientos labios contra los míos. Jadeo y sollozo mientras me besa. Se para, me agarra de los brazos y me tira hacia el caballo. —Ahora tienes que sentarte en el frente. Tú, dolor en el trasero. — Me sube al caballo. Sus manos se deslizan a mí alrededor de mi

centro hacia las riendas—. Pelea conmigo y no te mantendré a salvo. Mi mandíbula se estremece. Puedo saborear su sangre en mi boca. Mi cabeza se desploma mientras cabalgamos rápido colina arriba, detrás de todos los demás. Necesito a Leo. Necesito a Anna. Desearía haber esperado. Alcanzamos la cresta de la colina y nos volvemos en los arbustos donde la camioneta está aparcada en el camino sucio. Apenas puedo emitir una serie de quejidos guturales. Me duele el trasero y el cuerpo. Necesito más agua. Entramos en un campamento formado de cabañas como la mía. Sin embargo, hay una docena de ellas. Veo a Will y a Jake arrodillados en el piso. Los ojos de Will encuentran los míos. Está buscando señales de cosas malas en mí. Niego con la cabeza subrepticiamente. Jake me mira. Luce aterrorizado. Sé que yo también lo estoy. Star es arrastrada por un grupo de hombres. Sus piernas están gelatinosas. Vuelcan una gran cubeta de agua sobre ella. Star grita. Un hombre camina hacia Jake, pateándolo en el estómago. Él jadea y cae hacia adelante. El hombre bebe un largo trago de su botella de whiskey y alcanza a Will. Escupe el whiskey sobre ambos. Justo mientras ocurre eso, Star grita de nuevo. Un hombre la está maltratando. Me estremezco y codeo al hombre que me está agarrando por la garganta y salto de mi caballo. Corro para embestir al hombre que está agarrando los brazos de Star, pero ocurre algo y soy echada hacia atrás con las manos atadas a mis lados. Aterrizo sobre mi espalda en el duro suelo. El aire sale de mí de golpe. El hombre se ríe. Will y Jake parecen listos para atacar. —¡Es bueno ver que no la he perdido! —El hombre en el caballo se baja y me levanta del suelo de rodillas. Uno de los hombres cerca de Star asiente hacia mí. —Tienes un buen problema con esa, ¿eh, Fish? Gruño mientras él se arrodilla a mi lado.

—Esta es mía. Es una gata salvaje. Me levanta, manteniendo apretada la cuerda en torno a mis brazos. El hombre que me carga mira a Will. —A ustedes amigos no les molesta compartir a sus damas amigas, entonces no tendré problema en dejarlos quedarse. Siempre estamos en busca de más reclutas para que ayuden. Will asiente. —Sí, como sea hombre. Las recogimos en el camino. Sin embargo, no tan amistosamente. Jake le dedica una mirada pero asiente de acuerdo con él. —Esa es mala. —Sus ojos caen sobre mí. Le gruño. —Mi nombre es Fischer, todos me llaman Fish. Will asiente. —Soy Will, este es mi hermano Jake. —Bueno, tenemos que asegurarnos de que están de acuerdo con el trato antes de desatarlos, estoy seguro de que entienden. Will se encoge de hombros. —Como sea. Pensamos que eran los otros. Estoy gratamente sorprendido. Le escupo. Asumo que estamos llevando a cabo una actuación. Fish agarra mi rostro en sus manos. —Eso no fue amable. Acabas de escupir sobre mi nuevo amigo. — Me estremezco mientras su mano se echa hacia atrás, aterrizando en el mismo lugar que la última—. Dile a mi amigo que lo sientes. Él fue lo suficientemente amable como para recogerlas a las dos y salvarlas de los otros, ¿y es así como muestras gratitud? Aprieto los labios. Me suelta y me golpea. Caigo hacia atrás, incapaz de detenerme. —Tenían razón chicos, ésta necesita algo de modales. —Se agacha para levantarme pero me las arreglo para patearlo en las pelotas, con

fuerza. Deslizo mi pierna detrás de su pierna izquierda, tirándolo al piso. Caigo de rodillas, soltando la cuerda. Salto, corriendo a través de la pequeña zona de fogatas y embisto al hombre que está arrastrando a mi hermana a una cabaña. La fuerza del embiste lo tira directo a un gran arbusto. Él grita mientras mis puños comienzan a hacer su primer contacto. Alguien me agarra pero también lo aparto. Algo golpea mi espalda pero la ira me ha dominado. Sólo el arma me detiene. —¿Qué está pasando aquí? Por todos los infiernos. —Un puño golpea mi mejilla mientras vuelvo la cabeza, reconociendo la voz—. ¿Emma? Soy empujada al arbusto de espaldas. Juro que el mundo está dando vueltas y que el rostro de Jake está en el medio. —¿Conoces a esta perra? Niego con la cabeza, ligeramente sorprendida. —Oye, Jack. Se ríe. —Tranquilo, Fish. Esta es la chica que ha estado empezando la revolución para derribar los campos de esclavos. Me siento, viendo el salvaje rostro de Fish. Me seco la sangre de un lado de mi boca. Jack señala. —¿Will, Jake? ¿Qué diablos está pasando aquí? Aparto al tipo junto a mí y me paro. Fish se pone justo en mi cara. —¿Esta es la chica sobre la que mandaste un mensaje? Gruño, inclinándome sobre su rostro. Su mano tanteando el frente de mi cuerpo aún está fresca en mi mente. Star aparta al hombre que la está agarrando del brazo. Se para junto a mí y sonríe.

—¿Cómo están tus bolas, Fish? —Hay locura en sus ojos. Me mira. —Alguien lo va a lamentar. —Me señala—. No hemos acabado aquí. Asiento. —Estoy de acuerdo. Sonríe. —Oh, tú y yo nos vamos a enrollar un poco más. Gruño. —Di el lugar y la hora. Estaré allí con las pilas puestas1. —Lo leí en un libro. Amo esa línea. Sin embargo, no veo el punto en usar campanas. Suena tonto. Nunca podrás escurriste por el bosque con campanas puestas. Sin embargo, él se ríe. Toma el whiskey del tipo que lo escupió sobre Will y Jake. Jack toma la botella. —Creo que ya ha sido suficiente de esto. Ahora, ni siquiera quiero saber qué es lo que ha estado pasando. Estos son Emma, Star, Will y Jake. Fueron lo suficientemente amables como para dejarme quedar en su campamento y nunca abusaron de mí. Encontrarán lo mismo aquí, o dejaré que ésta los pateé como el diablo. Nunca la han visto en acción. Denle un arco o un arma. —Él me mira, pero estoy lista para ponerme en acción. Mi ira está hirviendo por mis venas. Jack señala a Will. —Le deben a mis amigos algunas disculpas. Star cae en los brazos de Jack. Le besa la mejilla. —Gracias. Gracias. —La puedo ver temblar, eso me molesta. Sé qué era lo que estaba a punto de pasar. Estamos rodeados por la clase de hombres que desgarran ropas y piensan que el mundo les debe todo. Hay algo en los ojos de Jack, más allá de la sorpresa de vernos. Tal vez nos tema. Las lágrimas caen por las mejillas de Star. Jack les dedica una mirada letal a los hombres y luego le sonríe suavemente a Star mientras le pasa un brazo por los hombros. 1

En inglés: Be there with bells on. Traducido literal: Estar allí con las campanas puestas.

—Ven a lavarte. —Puedo verla sujetarse la camisa en su lugar, donde estaba el corte. Estoy enfadada de una forma en la que no me gusta estar. Fish desata a Will y Jake y estira una mano. —Todo está bien. Probablemente nosotros habríamos hecho lo mismo, aunque tal vez no hubiésemos violado a sus amigas. Eso es un poco triste, que todos necesiten forzar mujeres para que se acuesten con ustedes. Will se ríe mientras Jake les guiña. Pero él hace algo que no esperaba. Jake va hacia el tipo que les escupió y lo golpea en el rostro, con fuerza. Instantáneamente, se estremece y levanta una mano. —Oh, maldición. —Señala al hombre que se tambalea, que está sobre una rodilla—. Odio que me escupan. —Me mira—. ¿Quieres lavarte? Miro a Fish y luego me vuelvo hacia Jake. —Sí. Fish me sonríe. —Tú y yo, cariño, tú y yo. Esto va a pasar. Will se para frente a él, veo que su gatillo está a punto de disparar. Me paro entre ellos, dándole la espalda a Fish. Miro al rostro de Will. —No lo hagas. Me mira, sin cambiar de postura. Está a punto de decirme algo, pero en su lugar, se inclina sobre mí hacia Fish. —Voy a destriparte como a un verdadero pez si alguna vez la miras. Jake se inclina también. —Eso también va por mí.

Siento que Fish retrocede. —Oh, mierda. No me di cuenta de que me estaba metiendo en un trío. Mis mejillas arden. Me paro más allá de Will y camino hacia una de las cabañas, luego de agarrar una cubeta de agua del reservorio cerca de la fogata. La arrastro a una cabaña y cierro la puerta. Me siento en la esquina de la cabaña con la cubeta y sollozo. Me suelto, como nunca lo he hecho antes. Necesito que la suavidad de esas patas se enrosquen a mí alrededor y me hagan sentir mejor. En su lugar, obtengo manos cálidas que me llevan a su regazo. Ni siquiera he oído la puerta de la cabaña. —Me asustaste. Sólo lloro, no me importa que él me vea llorar de nuevo y sienta mi debilidad. Tengo que dejar salir la ira y la furia salvaje. No sé cómo dejarla salir sin asesinar a alguien, así que ser abrazada es una buena alternativa. Un golpe en la puerta detiene las lágrimas. Miro el rostro de Will. Había esperado que entrara Jake, pero quería que fuese Will. Sus ojos son duros y malos pero sé que no es por mí. Hace una mueca como si quisiera decir algo que no puede. —Sabes que va a ser duro para mí no matarlos a todos. Sorbo por la nariz y me seco la cara. —Yo también. Ni siquiera entiendo qué son. Sus ojos son oscuros. —Jinetes. Son ladrones. He oído de grupos de hombres que montan caballos como los viejos bandidos de las películas y roban. Sólo que no sabía que Jack era uno de ellos. El golpe ocurre de nuevo. Él suspira. —Entra.

Jack entra con una mirada severa en el rostro. —Miren, todos pueden quedarse esta noche, pero después de eso, tienen que irse. Estas no son buenas personas. Me quedo con ellos durante el invierno, siempre lo he hecho. Solían ser diferentes. Demasiados inviernos aquí en las colinas. Solíamos divertirnos robando a la gente que tenía cosas, pero comenzaron a ponerse peor y peor. Frunzo el ceño. —Jack, tienes que venir con nosotros. Niega con la cabeza. —Se complotarán contra ustedes. Necesito quedarme aquí y emborracharlos hasta arriba, y así ustedes puedan escapar. Revisé los campamentos rebeldes porque necesitaba algún otro lugar en el que quedarme durante los inviernos. No puedo quedarme más con ellos. Han llevado esto demasiado lejos. Will asiente. —Esa casa de la que te conté—allí es donde estaremos durante el invierno. Debes encontrarte con nosotros allí. Los ojos de Jack se endurecen. —Dudo poder salir de aquí a tiempo. Sabes, el verano sólo son un par de meses y luego hay nieve en las colinas. No los quiero rastreándolos. Me quedaré atrás. Sin embargo, la próxima primavera veré si puedo escapar. Trago con fuerza, negando con la cabeza. —No, Jack. Cuando era pequeña, mi abuela me contó que cuando un oso adquiere el gusto por la carne humana tiene que ser derribado. Tus chicos aquí, no son diferentes de otros. No se les puede permitir vivir. Son como una manada de hienas, cazando juntos y volviéndose cada vez más salvajes. Jugaron con nosotros. Él luce como si fuera a discutir, pero asiente. —Entonces déjenmelo a mí. Me aseguraré. Estoy a punto de negar con la cabeza, pero puedo ver que ha tomado su decisión. No les va a hacer daño ni les va a hacer detener

lo que están haciendo. Se va a asegurar de que se queden ebrios colina arriba, pero no puede matarlos. Son sus "nosotros", como Will, Jake, Anna, Leo y Sarah son los míos. Maldición, y Star. Significan más para él de lo que está dejando entrever. Pero puedo hacer algo con respecto a ellos. No significan nada para mí. Puedo hacerles muchas cosas a un grupo de hombres que hacen el sonido de desgarro. Sonrío cortésmente. —Está bien entonces. Nos iremos mañana y nos quedaremos en una cabaña esta noche. Asiente. —También traeré a Jake y a Star aquí —Él se vuelve y se va. Will me mira y susurra—: No puedes. Lo que sea que estés planeando, detente. Asiento. —Tal vez. Jake y Star entran a la cabaña mientras me paro y me limpio la cara. Me limpio el cuerpo, volviéndome rápida y febril al frotar. Sé lo que estoy quitando. Me hace estremecer el pensar en lo que podría haber sido. Star ha hecho claramente lo mismo. Su rostro y brazos están colorados de frotar. Jake está limpio también. Sonrío. —Creo que necesito lecciones. Will niega con la cabeza. —Necesitas más que eso. Mira a su hermano con el ceño fruncido. —Al menos puedo tener una conversación con alguien sin hacer que quieran matarme. Me río y asiento. —Él está en lo cierto ahí. Will nos dedica a ambos una mirada estrechada.

Miro a Star. —¿Qué tan cómoda estás con la idea de matarlos a todos? Asiente. —Mucho. Me muerdo los labios. —Necesitamos armas. Veré si puedo conseguir algunas. Will niega con la cabeza. —Tú te quedas aquí, por Cristo. Si sales, comenzarán a pensar en el hecho de que tú eres una chica y ellos no… —Suspira y se pasa las manos por su cabello sucio y empapado de whiskey—. Yo iré. No nos mira mientras deja la cabaña. Espero un par de segundos y miro a Jake. —Voy a salir por la ventana trasera. Regresaré en un minuto. Hazlo parecer como si estuviera acostada, en caso de que regrese antes que yo. Jake abre la boca para discutir pero me voy. Deslizarme por la ventana no es tan difícil. Lo he hecho cientos de veces, pero este campamento está bullicioso. Me arrastro por la parte trasera, viendo a un hombre afilando un cuchillo en un tronco. Debe ser alguna especie de guardia. Camino detrás de él, manteniéndome baja en los arbustos. Me siento junto a él en el tronco, asegurándome de que nadie nos ve. Salta un poco, dedicándome una mirada enfadada. No es mucho mayor que yo, pero de aspecto más cansando. Su cabello oscuro es un desastre y más largo. —¿Qué diablos quieres? —gruñe. Noto la pizca de sangre seca en su muñeca. No lo recuerdo de la lucha, pero estoy segura de que casi lo maté. —¿Cómo conoces a Jack? Me mira como si pudiera golpearme pero sus ojos son más asustados que los míos. Mira profundamente los míos y algo que ve en ellos mata su ira. —Es mi papá.

Mi estómago cae y asiento lentamente. Necesito verlo como uno de los malos. —¿Violaste a muchas mujeres? Me dedica una mirada sorprendida pero luego suspira y niega con la cabeza. —Nunca he hecho algo como eso antes. Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo Fish. Si papá hubiese estado aquí eso no hubiera pasado pero ha estado fuera mucho últimamente. Haciendo muchos viajes. Pienso por un segundo. —¿Quién es Fish? —Mi papá y él han sido amigos por un tiempo. Encontramos este viejo campamento y hemos pasado un par de inviernos aquí. Hemos estado sanos y salvos y sin preocuparnos mucho por eso. Asiento. —Creo que Jack estaba buscando algún lugar al que él y tú pudieran ir. Niega con la cabeza. —Él siempre está fuera últimamente, y Fish y ellos no parecen tan malos cuando él está por aquí. Susurro. —¿Quieres irte? Baja la mirada y da un único y secreto asentimiento. Me levanto y me voy. No le hago ninguna promesa, pero me gusta Jack y este chico es la razón por la que Jack no nos dejará matarlos. Él no quería que yo supiera que su hijo era uno de los asaltantes. Me escondo detrás de los edificios hacia a cabaña en la que han intentado llevar a Star. Escucho a hombres discutir. Me congelo por dentro. No cedo. Contengo la respiración y espero. No puedo escuchar lo que están diciendo, pero puedo oír a Jack. Sólo puedo asumir que es Fish pero luego escucho a Will. Me arrastro

hacia la ventana cubierta de escoria con el gran árbol en frente de esta. Puedo escuchar mejor sus voces. —Ella no va a ir por eso. Ella es todo o nada —dice Will. —El resto nunca fue así. Fish lo ha perdido. Les ha hecho hacer cosas…malas —dice Jack en un susurro. Me inclino contra la casa y me doy cuenta que sólo quieren matar a los que deben. Me muerdo los labios. ¿Puedo irme, sabiendo que podrían habernos hecho daño a mí y a Star? Una rama suena detrás de mí. Me volteo justo a tiempo para ver un puño viniendo contra mi rostro. Me agacho y ataco. Llevándome a Fish al suelo. Me coge por los brazos, riendo y rodándonos así está encima de mí. Aruño, pellizco y peleo, pero me gana. Está respirando con fuerza y mirando hacia abajo, hacia mí, con una enorme sonrisa. —Eres una salvaje. Aprieto mi mandíbula, buscando mi salida o su debilidad. Sonríe. —Vamos Emma. Me quieres. Puedo sentirlo. Te gusta que sea duro. Puedo decir esta clase de cosas sobre las chicas y tú eres justo mi tipo. Gruño. —No eres mi tipo, Fish. Me gusta estar arriba. —Nos doy vuelta mientras envuelvo mis muslos alrededor de su cintura. Le doy fuerte en sus riñones. Grita y es mi turno de reírme. Envuelve sus manos enormes alrededor de mi garganta pero golpeo su tráquea con fuerza. Tose y yo nos doy vuelta de nuevo. Lo presiono contra el suelo, presionando su garganta y enterrando mis uñas alrededor de su manzana de Adán. Ríe jadeando. No tiene la mirada de muerte en sus ojos, está disfrutando la lucha. Buscando aire y confundido. Sacudo mi cabeza. —¿Qué estamos haciendo? ¿Por qué quieres esto? ¿Esto es divertido para ti? ¿Estás loco? Coge un buen mechón de mi pelo, jalándolo hacia su rostro. —Las mujeres están muertas por dentro. Es raro ver a una tan viva. —Huele mi sucio y grasoso cabello. Cierra sus ojos—. Solo quería que supieras lo que sentirías estando en mis brazos. —En las rendijas cerradas de

sus ojos, veo lágrimas formándose que están por caer por sus mejillas. No sé lo que está sucediendo. Mi brazo está sujeto mientras alguien grita. —¿QUÉ DIABLOS? — Me encojo pero es Will. Me aparta de Fish. Apunto a Fish. —Eres raro. Will se ve loco pero Jack se ríe amargamente. —Viniendo de ella eso es un insulto. Sacudo la cabeza, murmurando—: Me voy de aquí. Maldito loco. — Le doy una mirada a Jack—. Un par de armas y nos vamos. Sus ojos se dirigen hacia Fish, quien aún está en una especie de mareo. Casi me siento apenada por él. Ha perdido la cabeza. Ni siquiera sé lo que está sucediendo. Fish mueve una mano. —Dale sus armas y muéstrale la salida. — Se voltea y se va. Está derrotado, creo. Jack se ve confundido o con miedo. Me da un sutil movimiento de cabeza. —Te dije que te quedaras en la cabaña. Realmente intenté darle una mirada cuidadosa, pero sé cómo eso se ve en mí. Siempre me veo como si me importara una mierda. Lo he dominado. Me volteo y me voy. Un hombre sentado cerca de la cabaña me evita mientras pasa junto a mí. Casi me siento fingiendo ante él y verlo alejarse corriendo. Ahora veo que mi forma de reaccionar nunca es la misma con otras personas, excepto con Will. Él y yo reaccionamos exactamente igual, solo que él termina llamándome loca y diciéndome lo inestable que soy. Gruño y camino hacia la cabaña donde Star y Jake están hablando silenciosamente. Asiento. —Nos estamos yendo ahora. Dormir en el bosque con la naturaleza será mejor que intentar dormir aquí. Ella se ve exhausta pero sonríe. —De acuerdo. ¿Mataremos en nuestra salida? Suspiro. —No lo sé. Estos chicos están locos. Will entra a la cabaña después que yo. Me da una mirada dura. Le doy una de desprecio. —Se han estado comiendo a algunas personas de las que matan.

No lo entiendo. Me quedo ahí confundida y rígida por un minuto. Jake y Star deben de haberse sentido igual porque no dicen nada tampoco. Ninguno de nosotros se mueve o habla por un minuto. Will asiente. —Lo sé. Sacudo la cabeza. —¿Qué? No. Debo haberte escuchado mal. Su labio se queda en una constante mueca. —No. Se han estado comiendo a algunos humanos. Tuvieron bastante hambre el último invierno. Jack ha estado haciendo la caza pero quería encontrar otra gente con quien vivir. Los vio ponerse todos raros, como si hubiesen estado solos por mucho tiempo. Él sabía que necesitaban más diversidad y escuchó sobre los campamentos rebeldes que tenían mujeres y hombres. Descubrió que estos chicos necesitaban algunas mujeres. Cuando se fue, ellos atraparon a un grupo de hombres y unas cuantas mujeres. Se habían quedado sin comida… Alzo una mano. —Detente. Asiente lentamente. —Debemos irnos. Jack iba a matar a un gran ciervo o algo para empezar una gran parrillada antes de que nos vayamos. Así que eso será cocinar mientras nosotros nos vayamos. Tomar y comer los distrae. —¿Por eso son tan raros? Me da una mirada. —¿Están comiendo gente y Jack quiere que nosotros dejemos a algunos vivos? ¿Él cree que estarán bien si Fish está muerto? Asiente una vez. Paso furiosa junto él, abriendo la puerta y escaneando el lugar. Estoy respirando como una persona loca. Veo una ballesta como la que tuve hace unos cuantos años atrás. Apunto hacia el chico que está al lado de ésta. La señalo. —¿Puedo tenerla? Me da una mirada. —Piérdete. Lo golpeo fuerte, rompiendo su mandíbula y mi mano. Está de pie, pero tengo la ballesta en mis manos. Apunto a su pecho. —Te pregunte de buena manera.

Se quita la sangre de su rostro. —Nunca dijiste por favor. Veo el cuchillo en sus manos venir hacia mí. Me inclino hacia atrás, presionando el gatillo. La flecha se desliza en su brazo. Él deja caer la cuchilla mientras golpeo sus piernas debajo de él. Otro chico me da una mirada. También le doy a su brazo derecho. Cogiendo la pequeña pila de nuevas flechas del suelo, miro alrededor al pozo de fuego. No hay nadie alrededor. Los dos chicos a los que disparé me están diciendo malas palabras pero Will y Jake están conmigo. Escucho reñidas y palabras fuertes. Estoy en mi umbral por loca. Desearía que Leo esté aquí conmigo. Cogiendo la ballesta hacia arriba y tomando pequeños pasos, rodeo la esquina de la cabaña donde el chico estaba sentado. Disparo tres lanzamientos, golpeando a tres chicos sentados al lado de un pequeño pozo de fuego. El fuego es construido por un cuarto hombre. Lo miro, recargo y golpeo su brazo derecho. Jack viene corriendo cuando escucha el grito. Me apunta con un arma. —Detente. Sacudo la cabeza. —Jack, tú y yo sabemos esto nunca se detendrá. Puedo sentir el cuerpo descomunal de Will a mi lado. Puedo escuchar las peleas detrás de mí. Un disparo me hace saltar. Miro hacia atrás a Star sosteniendo una pistola sobre un hombre muerto. Ella tiene la mirada de muerte en sus ojos. El hombre en el suelo es el que estuvo atacándola. Miro a Jack. —Necesitas limpiar este lugar. Solo se pondrá peor. Sus ojos se lanzan hacia su hijo. Está rogando conmigo, pero sacudo la cabeza. Él suspira. —Vete, Emma. Camino hacia atrás, sosteniendo la ballesta en él. —¿Cómo salimos? Señala. —Anda por ese camino. Empezamos a bordear el campamento. Escucho un disparo y me volteo para ver otro hombre muerto en el suelo. Star está alejándose, dándoles la espalda. Jake y Will cogen sus rifles y botellas de agua.

Jake recoge cecina de la mesa de picnic pero Will la quita de un golpe en su mano. —No de aquí. Entramos al bosque y escuchamos que los gritos y disparos continúan. Empezamos una carrera, saltando maderas y arbustos. Sé que al menos dos están muertos y cinco heridos en sus brazos. Corremos con fuerza y rápido. Will nos está gritando que corramos con más fuerza. Miro hacia atrás por un segundo y los veo persiguiéndonos. Salto ante un gran árbol ramificado y me trepo en este como un mono. Me siento rápido y me estabilizo. El primer hombre cae mientras alza su arma. Tomo un gran respiro y hago caer al segundo hombre, mientras él aparece ante mi vista. Él rueda en el suelo, mirando hacia arriba, hacia mí, con una flecha en su otro ojo. Probablemente es el mejor disparo que he hecho, o suerte. El tercer hombre cae mientras escucho un disparo. Empiezan a disparar contra nosotros, pero somos mejores en esto. No hemos tenido nada más que práctica sólida por meses y no hemos estado tomando o comiendo a personas. De cualquier modo, somos un equipo formidable, menos Jake. Jack y su hijo abren el engranaje, disparando a su propio equipo. Veo a Fish esquivar un tiro. Jack cae en el bosque. Salto de la rama y me embalo hacia el grupo. Los hombres están cayendo a mí alrededor. Alzo mi ballesta y disparo. Fish se voltea hacia mí con un arma alzada, justo mientras la flecha golpea su cuello. Él se ahoga pero logra un disparo. No siento la bala. Estoy segura que me ha fallado, pero escucho un sonido detrás de mí. Alguien está haciendo un ruido como si se estuviera peleando con el arbusto. El hijo de Jack también se ha ido. Llego al cuerpo de Jack para ver a su hijo de rodillas sobre su padre moribundo. Jack sonríe cuando me ve. —Mantenlo a salvo por mí. Asiento y cojo a su hijo por el brazo. Está llorando pero me deja alejarlo. No sé cuántos se han ido. No sé nada. Me volteo para llevar al chico a través del bosque, pero todo llega a un alto. Un hombre sostiene un arma ante mí. No tengo tiempo de reaccionar. El cañón es más grande de lo que jamás he visto, como si mis ojos se abrieran para verlo. Mientras dispara soy empujada hacia abajo contra los arbustos. Escucho un llanto que reconozco. Me detengo.

Estoy paralizada y no encuentro aire. Inmediatamente todo se ha ido de mi mundo. Mi plan, mi odio, mi venganza, mis miedos y mis amores, todos idos. Si el sonido de la persona herida es quién creo que es. Miro hacia atrás sobre mi hombro para ver a Will inclinando contra un árbol. La parte de atrás de su camisa está roja. Sacudo mi cabeza. —¡No! —Corro por él, gritando—: ¡Nooo! Puedo ver que no está obteniendo aire. No sé qué hacer. Cae de rodillas, aún colgado de un árbol. Lo alcanzo, de rodillas, y volteando su rostro para enfrentarlo. Cojo su rostro, logrando que me vea. —Tienes que lograrlo hasta los vehículos. ¿De acuerdo? Su respiración es rápida y superficial. Sus ojos se llenan de agua y de pánico. —¿Em, estás bien? —Su voz es grave—. ¿Estás bien, cariño? Lloro y asiento. Él me salvó. Va a morir por mí. No valgo eso. Corro mis manos por sus mejillas, sacudiendo mi cabeza. Abro de un tirón la parte de delante de su camisa pero no hay nada. No entiendo cómo obtuvo un disparo en la espada si me estaba empujando contra el suelo. Lo volteo y veo el lugar donde la bala entró. La herida está haciendo un crujido con sus respiraciones superficiales. Miro mi sucia mano y cierro los ojos. Es mi mejor apuesta. La golpeo contra la herida que sangra y envuelvo mi otro brazo a su alrededor. Jake lo agarra. —Oh, mierda. Necesitamos correr, vamos. Necesitamos llevarlo a la ciudad. El hijo de Jack me da una mirada y asiente. —Volveré enseguida. Corre hacia el bosque. Jake me mira, buscando respuestas. No las tengo. Cojo a Will y lo abrazo. —Está bien. —No puede sentarse derecho o hablar. Se está moviendo e intentando buscar aire, estoy muriendo por dentro. Quiero respirar por él. Star está con los ojos vidriosos y asustada. También envuelve sus brazos alrededor de él. Su rostro estaba rojo por luchar para respirar, pero ahora está más pálido, tal vez por la pérdida de sangre pero no mucha está saliendo. Mi corazón está en mi estómago, estoy segura. Acaricio su cabeza. —Está bien, te llevaremos a la ciudad.

El hijo de Jack viene cabalgando un caballo, liderando a otros tres. Jake apunta. —Sube a la silla de montar y te lo pasaré. Pregunto, intentando no llorar—: ¿Qué tan lejos está la ciudad? El hijo de Jack se encoge de hombros. —Todo un día de viaje. Pero hay un pueblo cerca. Podemos ir ahí, pueden ayudarnos. Sacudo la cabeza. —No. La ciudad es su mejor oportunidad. — Subo a la silla de montar. Jake alza a Will hacia la silla. Lo sostengo con fuerza. Ellos montan. El hijo de Jack empieza primero. Star jala su caballo a mi lado, cabalgando como si hubiese nacido haciéndolo. Rodaría los ojos si no estuviera tan asustada. Ella grita—: Iré por Bern. Él nos llevará a la ciudad. Trago fuerte, pensando rápido. —No. No te vayas sola. Se despide con la mano. —Cuídalo, hermana. Vira cuando llegamos de nuevo a la carretera y alcanza al hijo de Jack. Puedo escucharla gritar, pero no puedo prestarle atención. Mi trasero ya me está matando y mis dedos están aferrándose a Will en la silla de montar frente a mí. No recuerdo exactamente cómo cabalgar un caballo. Estamos descansando en la silla de montar, y siento como si fuera a perderlo, pero aguanto lo más que puedo y cabalgo. Will está haciendo sonidos terribles pero la herida no está sangrando tanto. No sé si eso es algo bueno. Llegamos a la parte más baja de la colina y observo que Star se va en otra dirección que nosotros. Se hace más y más chiquita y me empiezo a preocupar. Maldita sea ella por meterse en mi “nosotros” pero está ahí. Cabalgamos hasta que cada parte de mí duele pero de algún modo ya no se siente. Mi cuerpo me está matando y mi garganta, quemando. El caballo parece estar exhausto pero está trabajando para mantenerse al ritmo de los otros dos que están al frente. Apenas noto el escenario, o el hecho que el sol ha caído. Apenas recuerdo algo, pero el sonido de su respiración, y la forma que sale del hueco en su espalda. El hijo de Jack retrocede. —¿Está bien?

Sacudo la cabeza. —No lo sé. —Will está inclinado contra el frente del caballo. Me he empujado a mí misma lo suficiente hacia adelante como para sostenerlo contra el caballo. Mi espalda está acalambrada, pero no puedo moverme porque si no caerá. —La ciudad está cerca. Asiento. —¿Por cuánto tiempo más aguantará el caballo? —No mucho más. Suspiro y lo sostengo contra mí. —Genial. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que se fue Star? Sacude la cabeza. Sostengo a Will contra mí en desesperación, mientras dejamos un polvoriento camino detrás de nosotros mientras cruzamos el paisaje seco. No vemos a nadie, lo que es un poco extraño. —Debemos estar cerca, no hay gente. Siempre evaden la ciudad. Miro a Jake y asiento. Me pregunto si mi rostro tiene la misma mirada conmocionada que el suyo, como si ya no hubiera color en nosotros. Sus ojos están quemando con furia y pena. Cuando veo el primer edificio, empiezo a entrar en pánico por dentro. ¿Dónde está Star con Bern y por qué no están todavía con nosotros? ¿Cómo llevaremos a Will a la ciudad? Deslizo mi pase de mis pantalones y miro al hijo de Jack. —Will y yo tenemos un pase para la ciudad. No es real, pero funcionó la última vez. Si tengo que hacerlo, lo llevaré sola. Jake se ve como si fuera a argumentar, pero sabe que es la mejor opción de Will. La gente en las fronteras no tiene medicinas para arreglar algo como esto. Cabalgamos tan fuerte como podemos pero nuestra velocidad disminuye mientras nos acercamos a los edificios. Estos se alzan sobre lo alto de los árboles, ominosamente. Me estremezco cuando pienso en la gente con ojos de muerte, los criaderos de bebés y mi padre. Obtengo un destello de las rejas a través de los árboles mientras nos acercamos a la ciudad. Mi corazón está latiendo como si estuviera corriendo a través de los arbustos; me siento enferma pero mantengo al caballo apuntando hacia la dirección correcta.

El calor de su cuerpo presionado contra el mío y la sensación de sus inconsistentes estremecimientos me empujan hacia adelante. Creo que está cerca de la muerte cuando lo escucho. Me volteo para ver un pequeño camión rodeando la esquina. La pequeña mano de Sarah está saludando desde la ventana. Dejamos de cabalgar. Me adhiero a Will mientras Bern detiene el camión, deslizándolo por el pavimento roto y el camino polvoriento. Él, Star y Anna salen de un salto, asustados y corriendo por mí. No puedo escucharlos. La sangre está latiendo en mis oídos ahora. Sé que lágrimas de derrota están deslizándose por mis mejillas, haciendo que sus rostros se vuelvan confusos. No sé qué hacer, quiero que Bernie resuelva esto. Su mano coge la pierna de Will con Jake y lo desliza de mis brazos. Escalofríos y músculos pidiendo ayuda toman el lugar del gran hombre que he estado sosteniendo por una hora. Me deslizo del caballo, colapsando en el suelo. Todo mi cuerpo está exhausto, más allá del punto de ser capaz de caminar. Jake coloca a Will en la parte de atrás del camión. Leo se para, aun apoyando su pierna. Cojea hacia mí, dándome un empujón para levantarme. —Oye, chico. —La grosura de su piel y el olor casi me tienta a llorar. En lugar de eso, lo dejo ayudarme a levantarme y llevarme hacia la parte trasera del camión. Cojeamos juntos. Sarah brinca ante mí después que Will está situado. Llora silenciosamente; se ha vuelto muy buena en aprender a ser silenciosa. Beso la parte alta de su cabeza. —Hola, niña. Se sorbe la nariz. —Hola, Em. Anna susurra—: ¿Qué diablos? Sacudo la cabeza. —Ni siquiera tengo una forma de explicar. — Mis ojos se lanzan hacia Sarah. No puedo explicar nada en frente de ella. Solo puedo esperar que Star les cuente todo. Star me da una mirada. Asiento ante ella. —Gracias. Sacude la cabeza. —También eres parte de mi “nosotros” Em. Anna se limpia el polvo y la suciedad de su rostro; se está manchando cuando se mezcla con sus lágrimas. Me arrastro a la parte trasera del camión. Bernie está mirando la herida con cara agria. —Mierda. ¿Cuánto tiempo ha estado así? Asiento. —Un rato.

Me lanza una mirada severa. —Entonces, deberíamos irnos. — Traga fuerte. —Anna, Em y yo somos los únicos que podemos ir. Todos ustedes deben quedarse aquí. Volveré por ustedes. Debo conseguir gasolina en la ciudad después que los dejé allá. Volveré y los regresaré a mi casa. Jake cruza sus brazos, sus ojos están rojos alrededor. —No hay forma. También estoy yendo. Sacudo la cabeza. —No podemos arriesgarnos. Necesitamos pases. Apunta a la herida. —Les diremos que fuimos emboscados y los bandidos se robaron mi identificación. Miro a Sarah y Star, bajando mi voz. —Necesito que te quedes con ellos. Aprieta la mandíbula. Mis ojos regresan al hijo de Jack realmente rápido. Entiende lo que digo, gracias a Dios, y asiente. —Apresúrate. Leo sube de un salto al camión, pero sacudo la cabeza. —Debes quedarte con Sarah. Te necesita. Sus ojos amarillos se vuelven confusos y tristes por un minuto. Sacudo la cabeza de nuevo, tragando el nudo en mi garganta; odio dejarlo. Su labio se retuerce, mostrándome un colmillo. Sonrío. —Ni siquiera me hagas esa cara. Debes quedarte con Sarah. La mira mientras ella se limpia su rostro, e intenta no mirar el cuerpo rígido y sangriento de Will. Él hace este jodido sonido de lobo y sale del camión. Su cojera se ve mal. Asiento hacia Star. —Revisa esa pierna, ¿de acuerdo? Asiente. —Sé rápida. Bernie les pasa las armas. Recae en mí que estamos cerca del lugar donde maté a los infectados y Will estaba en ese árbol. Me estremezco y arrastro mi cuerpo exhausto cerca al suyo agonizante. Alzo su rostro rígido hacia mi regazo y presiono mi espalda contra la parte trasera del auto. Bernie y Anna suben de un salto al asiento delantero. Reviso los bolsillos de Will, encontrando un pase arrugado en su bolsillo trasero. El camión se aleja de la otra mitad de nosotros aún de pie en el polvoriento camino, viéndose perdidos.

Sarah cae de rodillas, envolviendo sus brazos alrededor de la cabeza de Leo. Desearía que todo fuera diferente.

Capítulo 5 Traducido por 3lik@ Corregido por Eni

El apartamento no es el mismo sin Will. Me paseo de ida y vuelta y me pregunto cómo Bernie vivió antes en un lugar tan estrecho. Las paredes se sienten como si se estuvieran acercándose a mí alrededor. Me mantengo en movimiento. Anna no se mueve. Mira por la ventana, como si tampoco supiera cómo estar aquí. Camino a la cocina, tomando unos sándwiches que Bernie nos trajo. Él los tomó de las tiendas de suministro. Comí porque debía. Sé que si quiero estar fuerte otra vez, necesito comida. Es la misma razón por la que como cuando encuentro las bayas, incluso si no tengo hambre, sé que las necesito. Anna mira por la ventana y luego se gira para verme comer. Asiente y extiende una mano. Le llevo dos. Se mete uno en la boca, mastica y traga todo como una serpiente. Suspiro. —¿Crees que está cerca de terminar? Niega con la cabeza y se levanta. Regresa con agua para las dos. El sol se pone delante de la gran ventana de la sala de estar. Esto hace que la ciudad tenga un aspecto extraño, parece estar en llamas con la luz naranja. Mi estómago es una bola de presentimiento que puedo imaginar.

nervios,

y

tengo

el

peor

—No parece ir en la forma que debería. Asiente lentamente, sin mirarme. —Parece que deberíamos haber encontrado a los espeluznantes asesinos de bebés y matarlos por Meg, luego matar a mi padre, irme y comenzar de nuevo. Ni siquiera sé cómo hacer las cosas bien de nuevo. No me importan los bebés, las personas, y el sufrimiento. —

Mis palabras son duras y queman mi lengua un poco, pero no puedo hacer que me importe. Simplemente no puedo. La miro, odiando la mirada muerta en su rostro, como si supiera que está muerto y se ha dado por vencida. Probablemente tampoco me gusta como luzco. Me muerdo el labio y miro por la ventana otra vez. —Cuando esto acabe, si él lo hace o no, nos daremos por vencidos. Me da una mirada dura, pero niego con la cabeza. —Nos damos por vencidas, nos retiramos, y decimos al diablo con esto. No quiero ser algún cuervo escandaloso, y no quiero tener toda la responsabilidad de lo que queda en mis hombros. Busca mi rostro y asiente, poniendo su dedo meñique hacia fuera como Meg lo hacía. Envuelvo el mío alrededor y los agitamos. —Iremos a casa, haremos una nueva vida, y diremos olviden el resto de ellos. No trata de susurrar o decir cualquier cosa. No es una cobarde. No siempre toma ese camino; será su primera vez. Asiento. —Me cansé de perder a la gente. Nos sentamos en el extraño sofá que se siente demasiado rígido, como si nadie se hubiera sentado en él, y veo el cielo que se oscurece de nuevo, como lo ha hecho durante las tres noches que hemos estado aquí. Todo lo que puedo hacer es rezar para que Jake, Star, y el hijo de Jack, quien aún no he conocido formalmente, estén cuidando de Leo y Sarah. Me siento tan expandida que no hay espacio para que me preocupe por ellos también. La puerta se abre; haciendo que ambas levantemos un arma a la persona que entra. Los ojos de Bernie están rojos y cansados. Él asiente. —Él lo logró. Suspiro y abrazo a Anna. Mis ojos están cerrados, obligando a las lágrimas quedarse en ellos. Anna suspira una y otra vez en mi cabello. Me giro para verlo. —¿Qué pasó? —No habíamos visto a Bernie desde el primer día que llegamos. Él nos trajo comida y se fue de nuevo. Él agarra un sándwich y se sienta en la otra silla incómoda. — Infección en los pulmones, neumonía, así que tuvieron que drenarlo. Él está lleno de todo tipo de antibióticos y otras cosas tienen. Tienen sorprendentes tecnologías aquí. Es la única cosa que lo salvó —

suspira—. Lo tienen en un coma inducido y con un respirador artificial. Anna frunce el ceño. —¿Qué significa eso? Bernie niega con la cabeza. —Él no se irá de aquí por algún tiempo. Algo en su rostro, y en la forma en que lo dice, me hace sentir rara. No digo nada, espero a que continúe; sé que lo hará. Él traga su sándwich y se inclina, toma el agua de Anna. Se frota los ojos, con la mirada perdida. —Saben que es un rebelde. Los doctores de la granja reproductora se acordaron de la vez que fue. Estuvieron allí; lo reconocieron. Mi garganta se siente hinchada y seca. Él me mira. —Les dije que no sabía nada de él y lo dejé allí bajo su custodia. Me congelo pero Anna salta, sus gritos son susurros salvajes. Suena como los infectados que nos rodearon. Respira con dificultad por lo que no entiendo sus palabras, ninguno de nosotros sabe lo que ella está diciendo. Salta hacia Bernie, golpeándolo y jadeando. Él la envuelve a su alrededor, acunándola. Susurrándole de vuelta, tratando de calmarla. Finalmente lo hace. Aún sigo paralizada, absorbiéndolo todo, pero tengo una pregunta que no entiendo. —¿Por qué lo mantienen con vida, si saben quién es? —Me sale como un susurro, vacío y distante. Los ojos de Bernie se apartan de Anna. Se lame los labios y cierra los ojos. —Saben lo que eres para él. Marshall hizo un trato para intercambiarte y Will entró a la ciudad. Él quería entrar, no sólo porque la vida era más fácil aquí, si no que tenía planes para sabotear el programa de reproducción desde dentro. Él sabía que la mejor manera de matar a la serpiente, era cortarle la cabeza. Marshall hizo el trato para ti y Will. Convenciéndolos de que Will era el líder de la rebelión y el instigador de los ataques a las granjas de reproductoras. Les dijo que Will era su prisionero y la manera en que originalmente él había escapado de la granja reproductora. Las cosas se ponen cada vez peor. Son tan grandes que no tengo una solución para las cosas que van mal.

Me levanto y empiezo a pasear de nuevo. —¿Saben que estoy aquí? Niega con la cabeza. —No saben cómo luces. Suponen que eres como tu padre, pero no es así, en realidad. Te pareces a ella. Mi cabeza se gira bruscamente. —¿La has visto? Asiente. —Sí. Su fotografía se encuentra en los archivos, la suya, la de la madre de Star, y de las otras primerizas. No puedo recuperar mi aliento. Se queda atrapado en mi garganta. Anna pasa sus manos por su rostro y sacude la cabeza. Pongo mis manos en alto. —Necesito aire, Bernie. Necesito aire. No puedo respirar aquí. Necesito un poco de aire. —Estoy a punto de entrar en pánico. Puedo sentirlo. Es como si los cadáveres en las bolsas estuvieran sobre mí de nuevo. No puedo pasar sobre ellos. Bernie agarra mi mano y la de Anna y nos lleva a la puerta frontal. Nos arrastra hacia la puerta que tiene unas escaleras y nos empuja dentro de ella. Caminamos por las escaleras hasta llegar a una puerta en la parte superior. La abre y la mantiene abierta. El aire caliente me recorre cuando paso a la azotea del edificio. Voy hasta el borde y respiro, como si fuera la primera vez en años, o nunca. El viento se siente como si viniera de todas las direcciones. No puedo evitar cerrar los ojos y extender mis manos, y dejo que me invada. Planes e ideas se forman rápidamente en mi cabeza, moviéndose en cadena como en un engranaje. Las evito; luchar o huir no me salvará esta vez. Tengo que ser más inteligente que mi padre. Le echo un vistazo a Bernie. —Ese es el plan de Marshall y ¿cómo lo sabes? Me da una mirada confusa. —Dije la versión de Marshall que él les dio, y lo demás lo deduje por mi cuenta. Marshall y Will escaparon de la granja reproductora con un doctor llamado Herbert Langdon. Langdon murió en la fuga, pero le dijo a Marshall que su hermano Clyde trabajaba en la ciudad, para los coordinadores. Will me dijo esto hace años. No pensamos mucho en eso, no pensábamos que íbamos a destruir la ciudad, o tal vez sólo matar a tu padre. En fin, fui a ver a

Clyde. Marshall le dio sus planos y los puntos débiles y algunas otras cosas. Le dijo a Marshall que tenía un lugar en la ciudad. Entre Clyde y las historias del doctor, he juntado las piezas. Lo proceso y ubico la noche en que nos instalamos en la ciudad. —¿Le dijiste a Clyde que Marshall estaba muerto? Él se burla. —No. Eso sería tonto. Le dije que estábamos aquí para poner en marcha el plan de Marshall. Me dijo que esperara dos días; eso es lo que necesitaba para evacuar a la gente a nuestro lado de la ciudad. Le doy otro vistazo. —¿Planea destruir la ciudad? Asiente. Anna susurra—: Entonces, las bombas deben estar aquí ahora. Bernie asiente de nuevo. —Sí. Él debe tener todo aquí y estar listo para rodar. Supongo que todo está en su lugar. Sólo tenemos que encontrar donde vivía. Niego con la cabeza. —Imposible. Este lugar es enorme. —Lo sé, pero lo tengo resuelto. Escribí el programa para rastrear a los residentes. Rastrea los exámenes de salud e incidentes. Todo el mundo tiene una residencia en la lista. Casi se siente esperanzado, pero entonces recuerdo a Will. — ¿Cómo hacemos para sacar a Will de aquí? Él suspira. —Esa es la traba. Esperan que vayas por él. Esperan que puedas entrar en la ciudad. Dijeron que han doblado la vigilancia en las puertas y los perímetros, y la gente en las calles son revisados. Anna me mira. —¿Piensan que estamos con Will, ya que venimos con él? Niega con la cabeza. —Lo único que nos salva es que vine dos veces, por la razón que sea, sólo mi segunda entrada se registró. El guardia que nos dejó entrar, no nos registró. Sólo me registró cuando vine hace dos días, me fui y tomaron a Star y todos en casa. Parece demasiado perfecto. Se siente como si se rompiera una de mis reglas. Niego con la cabeza. —Tenemos que salir de aquí. Es muy conveniente. Tenemos que salir. Anna y yo nos quedaremos aquí. Tú vas a encontrar la dirección de Marshall y luego todos nos iremos.

Niega con la cabeza. —Puedo entrar en el apartamento. Tengo un ordenador enlazado, trabajo mucho en casa. Camina hacia la puerta, tengo una sensación en mi panza en la que tengo que aprender a confiar. —Espera. Se da la vuelta. —¿Qué? —Se ve molesto. Señalo, pero en realidad no a él, pero tampoco más allá de él. —Si trajiste a Will dos veces, salvaste a Anna una vez, y me trajiste un par de veces, entonces estás vinculado a nosotros. Apuesto a que estás siendo vigilado. ¿Por qué confiarían en ti? Sus ojos lucen temerosos por primera vez. Se muerde su labio. — Créeme, sólo lo harán. Niego con la cabeza. —Quiero respuestas. Esto es demasiado fácil. Anna se ve confundida. Él la mira y luego baja la cabeza. —No estaríamos en este lugar si no fuera por mí. Sabía exactamente lo que habían planeado desde el principio. Era joven y estúpido, y la idea tenía sentido. Les ayudé a crear este lugar. La prueba científica estaba allí. La ONU estaba en lo correcto, estábamos haciendo que el mundo enfermara. Fuimos el problema. Tenía diecinueve años y todo tenía sentido. El primer artículo que escribí en la universidad se basaba en la creencia de la ONU que el cinco por ciento del plan era la única manera de salvar al mundo. Sólo que no me detuve ahí, fui allí para ayudar a trazar exactamente el plan que se llevaría a cabo, asegurando que sólo lo mejor de lo mejor sobreviviera para ayudar a eliminar las imperfecciones. Tenía catorce años en ese momento. Fui a la universidad temprano. Retrocedo. —Bernie. —Parece que Anna va a enfermarse. Asiente. —No estoy orgulloso. Me reclutaron cuando tenía diecinueve. Tenía un doble doctorado. No sabía que algunos de mis profesores eran miembros de la comisión especial formada por la ONU para planear esto. —Suspira—. Vi las Piedras Guías de Georgia cuando era un niño. Las vi y creí que estaban en lo cierto. La ciencia estaba allí. Así que cuando explicaron lo que estaba a punto de suceder, les creí. Le doy a Anna una mirada y luego a él. —¿Qué es una piedra guía?

Ella sacude con la cabeza, pero él tiene un brillo en sus ojos. —En los años setenta, un hombre usando un alias encargó un monumento en el condado de Elbert, Georgia. El monumento hecho de granito y colocado casi a seis metros de altura. Tiene una inscripción en ella que está traducida a ocho idiomas modernos y a cuatro antiguos. La inscripción tiene diez principios o guías para un futuro exitoso. Me siento en el borde de la terraza. —Esto está a punto de volverse espeluznante, ¿no es así? Asiente. —Lo es. Regla uno, mantener la humanidad por debajo de 500.000.000 en perpetuo equilibrio con la naturaleza. Regla dos, guiar sabiamente la reproducción—mejorando la condición física y la diversidad. Regla tres, unir la humanidad con un nuevo lenguaje viviente. Regla cuatro, gobernar la pasión—la fe—la tradición y todas las cosas con una templada razón. Regla cinco, proteger a las personas y a las naciones con leyes justas y tribunales imparciales. Regla seis, permitir que todas las naciones gobiernen internamente resolviendo sus disputas externas en una corte mundial. Regla siete, evitar las leyes mezquinas y los funcionarios inútiles. Regla ocho, equilibrar los derechos personales con las obligaciones sociales. Regla nueve, premiar la verdad—la belleza—el amor—buscando la armonía con el infinito. Regla diez, no ser un cáncer para la tierra, dejar espacio para la naturaleza, dejar espacio para la naturaleza. Anna susurra—: repetiste la última parte. Asiente. —Sí. Eso es exactamente lo que está indicado en la Piedra Guía. Entonces el plan se puso en práctica, todas las naciones se adherían a este objetivo para mantener sus países puros para lo que estaban inicialmente. Los negros fueron enviados a África, los sudamericanos a América del Sur, los chinos a China, y así sucesivamente. Señalo su rostro. —Hubo estadounidenses y canadienses que nacieron aquí y blancos nacidos en Europa, ¿cómo resolviste eso? Niega con la cabeza. —No lo hicimos… ¿Estás bromeando? Perdimos el control total. La infección estaba basada en algo que se podría curar y prevenir en las personas adecuadas, las personas genéticamente superiores. No funcionó. Mutó. Tuvimos que construir la ciudad, tratar de mantener viva a la gente que estamos

reproduciendo, y Michael lentamente se estaba poniendo más loco y más loco. Agito mi mano. —No quiero saber. Cambie de opinión. No quiero saber. Suspira y le da a Anna una mirada derrotada. —Lo siento. Sabes que eso no es lo que pienso ahora, ¿cierto? Ella se encoge de hombros y baja la mirada. Puedo ver la furia en ella y es lo suficientemente inestable como para sobre actuar. Señalo la puerta. —Vamos a buscar el plan de Marshall y ponerle fin a esta mierda. Él luce enfermo, pero no está ni cerca de cómo lo estamos nosotras. Sabía cómo funcionaba, esencialmente, pero no a este punto. Un lenguaje y premiar a la belleza, la verdad y el amor, eso es una locura. La belleza no es nada, en comparación con la verdad y el amor. Camino por las escaleras, sin saber los verdaderos sentimientos de Bernie. Sé que Anna siente lo mismo que yo. Lo puedo decir por la forma en que está caminando cerca de mí y mirando hacia atrás. Él nos escolta a la puerta de su casa. Sólo dame un segundo. Él entra primero, solo, y vuelve minutos más tarde. —Sé donde está Marshall. Dejamos la entrada del apartamento, y caminamos hasta la puerta del garaje. Odio el garaje; sigue siendo tan oscuro como la noche allí. No puedo ver nada. Anna se queda cerca de mí. —Este lugar es espeluznante —susurra. Asiento, aunque no puede verme. —Sí. La mano de Bernie encuentra la mía, a medida que entramos en la oscuridad. Es por aquí —susurra. No sé cómo puede decirlo, es tan oscuro por todas partes. De repente, la luz inunda el área mientras se abre una puerta. Es una escalera. Él da un paso y las luces se desplazan. Es molesto que las luces sólo se encienden cuando caminas bajo ellas. Señalo hacia arriba a medida que se desplazan con nuestros pasos. —Esta fue una idea estúpida.

Él resopla, pero sigue bajando por los tramos de escaleras. Cuando llegamos a la parte inferior, agarra a Anna y es la primera cosa audaz que jamás he visto. Pone sus labios sobre los de ella, murmurando en el beso—: No me importa nada de esto. Te amo, y si no puedes amarme nunca más, simplemente mátame. A la luz parpadeante, veo que son los mismos. No toman el camino del cobarde, como lo hago yo. Ella niega con la cabeza, susurrándole. Sus labios se curvan y no puedo dejar de mirarlos. Mi corazón está tan roto, sé que nunca voy a sobrevivir a esto. Me duele el estómago todo al mismo, pero esto es peor. Sé, ante la luz parpadeante lo volvería a escoger, siempre sería él. Incluso si él muere, seguirá siendo él. Abro la puerta y la atravieso. Necesito el pelaje en mis dedos, y la mirada malvada del hombre que amo, para que todo esto desaparezca. Demonios, incluso ese pequeño, insolente rubio es parte de las cosas que necesito. Lo que tengo, sin embargo, es una psicópata callada y un genio un poco loco y ningún plan en absoluto. Bernie murmura mientras camina junto a mí—: Sígueme. Anna me alcanza, luciendo un poco más sonrojada y pacífica. Me mira de reojo sin decir nada. No me importa. Confío en Bernie; incluso si no quiero, le creo. Caminamos en paz hasta que me doy cuenta de que está mirando a su alrededor. Susurro—: Tienes que estar alerta y mirar hacia adelante, ellos no miraran o se comunicaran entre sí. Ella niega con la cabeza. —No me gusta este lugar. —A mí tampoco. Bernie se detiene un rato frente al único edificio que creo no se parece a los demás. La puerta frontal es vieja y arqueada. Parece que tiene potencial y ha resistido de manera diferente o al tiempo que el resto de los otros edificios Bernie pasa la puerta, abriéndola para nosotros. —¿Esto es más viejo que el resto de la ciudad? Él asiente mientras cierra la puerta. —Esto es lo único que queda de Newport, Washington. El lugar más seguro en los EE.UU. Cerca del agua dulce, cuatro estaciones, no hay amenaza de inundación o

sequía, baja densidad de población, por lo que podría sacarlos y hacerme cargo de la ciudad con muy poco interés del resto del mundo, y barreras naturales. Las montañas costeras frenan muchos maremotos y las rocas evitan que cualquier cosa que venga del otro lado. No está demasiado al sur por lo que no es muy caliente, ni demasiado al norte, para ser muy frío. La vertiente es reemplazada cada año por la caída de nieve, y, sin embargo, es seco y caluroso en el verano para la agricultura. Excelente. Miro alrededor del viejo edificio. —¿Qué es esto? Él sonríe. —La Antigua Corte de Justicia. Estuvimos aquí en el principio mientras nos hacíamos cargo de la ciudad. Niego con la cabeza. —Si tan sólo hubieras puesto tanto esfuerzo en salvar al mundo. Se burla. —Lo intentamos, no permitas que alguien te diga que no lo intentamos. Creo que lo hice enojar. Sube las escaleras hasta el segundo piso. Caminamos por el oscuro pasillo en silencio. Se detiene frente a una puerta pero dobla sus rodillas. Está cerca a la manija y escucho el metal siendo golpeado ligeramente contra sí mismo. Abre la puerta un segundo después. Un olor se arrastra por el pasillo mientras la puerta se abre completamente. Retrocedo, sacando mi pistola de la parte de atrás de mis pantalones. Dando un paso silencioso en la habitación, oliendo y escuchando pero no hay nada. Está silencioso como lo que sea que esté muerto ahí. Pongo mis ojos en modo de caza, la habitación está tranquila. Abro la nevera y la cierro rápidamente. —La comida está vieja. Él no ha estado aquí por un tiempo. Bernie cierra la puerta, encendiendo una pequeña luz en la sala de estar. Buscamos en las alacenas. Quiero llevarme la comida, pero sé que no es por lo que estoy aquí. Cierro la alacena, dejando tras de sí el valor de la perfección de las semanas, de la buena comida. Eso me molesta. Buscamos en todas las habitaciones de forma metódica. Encuentro un libro llamado El Código Da Vinci y lo meto en mi bolsillo. Anna sonríe cuando lo ve. Nos encontramos de nuevo en la sala de estar y nos sentamos en los muebles. Le echo un vistazo a Bernie. —¿Encontraste algo en absoluto?

Niega con la cabeza. —No, Marshall era demasiado inteligente para eso, supongo. Eso no me hace sentir mejor. Estamos agotando el tiempo. Cuando Will esté lo suficientemente bien para despertar, él será torturado para dar conmigo. Eso es algo que no voy a permitir que suceda. Tamborileo mis dedos contra el sofá y miro por la ventana sucia. —Realmente no parece que él estuviera aquí. —Lo sé. Anna asiente y saca el libro de mi bolsillo. Voltea la primera página, haciéndome sonreír. He creado un monstruo. Mi pie comienza a golpear ligeramente, uniéndose al ritmo de mis dedos. El suelo hace eco ante mi tamborileo, haciendo que Bernie se siente. Se deja caer del sofá sobre sus rodillas y se arrastra hasta el lugar que estoy tocando. Golpea el suelo en un gran círculo. Un punto suena hueco, en comparación con los demás. Se levanta y corre a la cocina. Regresa con un cuchillo y lo desliza a lo largo del suelo hasta el punto de nuevo. Clava el cuchillo en el suelo, retirando la madera, dejando una pequeña abertura. Abre camino en el suelo y mete la mano en el agujero. Suspira y saca un pedazo de papel y lo mira con curiosidad. —¿Qué dice? —Laboratorio Negro pausa HEMP pausa, Kansas pausa. Frunzo mi frente. —¿Es eso español? Él se ríe. —Está hecho como si fuera un telegrama. Niego con la cabeza. —¿Un qué? Se ríe más fuerte. Anna está mordiéndose las uñas y sigue con la lectura, ignorándonos por completo. Él se muerde el labio y mira las palabras como si por arte de magia fueran a tener sentido y luego suspira. —Mierda. —¿Qué es un telegrama? Suspira. —Era una forma de enviar y recibir enviar mensajes en el día, antes de los teléfonos y del internet y de todo. —¿Qué está tratando de pausar?

Él se ve confundido. —¿Qué? Señalo el papel. —Las pausas. ¿Qué está pausando? ¿Cómo pausas a Kansas? —No, es donde se deja de hablar. Fin de la oración. Así que, esto dice, Laboratorio negro, HEMP, Kansas. Me pongo de pie y me paseo de nuevo. Siento que eso es todo lo que hago en el interior. —Dónde está el laboratorio negro? Niega con la cabeza. —No tengo idea, pero sé que es HEMP y dónde está Kansas. Se pone de pie y se pasea también. —EMP representa un pulso electromagnético y la H es de gran altura. Es una manera de desconectar toda la electricidad y la energía. La manera empírica de describirlo es que es un misil nuclear, esencialmente con capacidad de destruir todo lo eléctrico y las baterías. Nada servirá. Era una manera de desconectar todo en un país que se quiere destruir. La civilización en la que vivimos es completamente dependiente de la electricidad y la tecnología. Esta es una guerra en la que no matas a la gente, matas al equipo que necesitábamos. Me siento de nuevo. —Espera, ¿así que Marshall piensa que hay una de esas en Kansas? Él asiente. —Asumo que él se sentía de esa manera y escribió esto para que alguien lo encontrara o para recordarse a sí mismo donde estaba, o alguien más lo puso aquí para que él lo encontrara. Lo señalo. —Eso tiene que ser. Nunca tuvo tiempo para venir aquí. Asiente. —Bueno, entonces, tendría que decir, que él se fue a Kansas para detonar este misil en algo llamado el laboratorio negro, y así destruir las granjas reproductoras con él. Frunzo el ceño. —¿Qué tan lejos está Kansas? Suspira. —Lejos, muy lejos. —Eso no tiene sentido. ¿Todo el camino a Kansas para destruir esta ciudad? Esto debe ser un código. He escuchado hablar de códigos antes. Bernie se levanta y mira por la ventana. —Sólo una persona sabrá eso.

Asiento. —Para el momento en que preguntemos, él sabrá que no somos quien dijiste que éramos. Se gira hacia la puerta. —Ya regreso. Cierra la puerta y miro por la ventana, cantando HEMP, Laboratorio Negro, y Kansas hasta que las palabras ya ni siquiera suenan como palabras.

Capítulo 6 Traducido por Evarg7 Corregido por Morin

La puerta se abre bruscamente. Bernie parece un poco loco con manchas de sangre en los labios y un ojo hinchado, pero el chico yaciendo en el suelo parece mucho peor. Se apoya en el marco, sonriéndonos. —Clyde, éstas son Emma y Anna. Sonrío con superioridad. —No vi venir eso. Anna frunce el ceño a medio camino entre su libro y se pone de pie. Bernie parece golpeado en todos los sentidos. Él señala—: ¿Puedes sacarle algunas respuestas? Yo soy más un chico de la tecnología. Asiento y me agacho hacia el hombre viejo, quien me mira vacilante. —¿Qué es el laboratorio negro? Me escupe. Puedo soportar muchas cosas, pero no me gusta que me escupan. Lo abofeteo, se golpea en el suelo de madera y luego lo levanto, con la nariz sangrante y todo. Lo hago golpear contra la alacena. —¿Qué es el laboratorio negro? Empieza a reírse. —No puedes detenernos. Estamos en todos los sitios. Dios se aseguró de eso. Pongo mis ojos en blanco y miro a Bernie.

—¿Le has dicho que queremos terminar con eso? ¿Qué estamos en el mismo equipo? Bernie niega con la cabeza. —No me dejó hablar. Le sonrío a Clyde. —Queremos lo mismo que tú. Ruge. —Sé lo que eres, eres el pecado y la tentación del diablo en sí mismo. No estoy segura de tener una respuesta a eso, así que lo golpeo con fuerza en la garganta. Parece que es lo correcto. Jadea y tiene arcadas, lucha por el aire. Lo arrastro a las cortinas, las quito y lo pateo para ponerlo sobre el sofá. Pongo sus brazos detrás de su espalda y lo envuelvo en la cortina para que sus dedos sobresalgan del bajo de la envoltura. Saco mi cuchillo de mi bota y lo apuñalo en la base de su dedo. —¿Qué es el laboratorio negro? Grita, pero presiono su cara en el sofá. Puedo oír jadeos de Anna y Bernie, más de Bernie, pero presiono el cuchillo más a fondo. Grita cuando el primer dedo desaparece. Es sólo su índice; no lo necesita, no realmente. —¿Dónde está el laboratorio negro? —T-te lo d-dir-ré, s-sól-lo det-ten-nte. Corto la piel del dedo medio. Grita—: D-deb-bajo del l-labor-rattorio pr-rinc-cipal. Debajo del lab-borat-torio de Michael. Frunzo el ceño. —¿Qué es Kansas? —pregunto y corto al mismo tiempo, empujando su cara en los almohadones. —Detente, Emma. Déjalo hablar. Ignoro a Bernie. Anna puede lidiar con él. Corto el nudillo un poco más.

—¡Es la localización de la detonación! ¡Nivelará a todos los EEUU! ¡El misil tiene que detonarse aquí! —grita, pero el almohadón lo amortigua. Lo dejo caerse al suelo. —Si te das prisa hasta el hospital, pueden volver a cosértelo. Eso oí, de todas formas. Grita—: Que te den, zorra loca. —Escupe y la sangre se derrama de su cara mientras llora. Hago una mueca y miro a Bernie. —¿Qué tan auto-explicativa es una bomba nuclear? Él no puede apartar sus ojos de Clyde, pero responde—: No, en absoluto. Tengo que ir contigo. Miro a Anna. —¿Le harás compañía? —Asiento hacia Clyde. Asiente y se encoge de hombros. —Puedo terminar mi libro. —Su mirada se oscurece—. ¿Vas a traer a Will primero? Intento sonreír, pero sé qué va a pasar. Su cara se endurece. —¿Puedes intentarlo? Quiero llorar, pero no lo hago. Asiento. —Haré todo lo que pueda para salvarlo. Baja la mirada, por lo que apenas puedo escuchar su susurro. —Sé que lo harás. Bernie parece gris. —No tenías que ir tan fuerte. Lo ignoro y dejo que mi odio frío y miedo me tome como solía hacer, lo que mi padre la intención de hacerme hacer todo el tiempo. Volvemos a la calle donde vuelvo a poner mi cuchillo ensangrentado en mi bota y me limpio mis manos en mi pantalón. Bernie hace una mueca.

—Eres asquerosa. Lo miro de reojo. —Odiaría no hacer que tu dinero y el de mi padre valga la pena. Suspira. —Se suponía que no sería así. —Se gira y camina, llevándome con él. —Está tranquilo esta noche. Asiente. —Creo que esperan a que ataques la entrada en cualquier minuto. —Todos ustedes son demasiado confiados. Ése es su problema. Pueden que pueden arreglar lo que hizo Dios, pero creen que eren más inteligentes que él, así que pueden tomar la ruta fácil. Él puso un serio esfuerzo en este lugar. Me mira, casi burlándose de mí. —¿Dios? ¿En serio? Lo miro con ojos entrecerrados. —Sí, Dios. Creo. Si Meg está muerta, entonces hay un Dios y ella está ahí arriba discutiendo con él ahora mismo. Él está teniendo una charla de “mi mamá” mientras nosotros hablamos. Se ríe por lo bajo. —Touché. No sé qué significa eso, pero estoy demasiado cansada y asustada para que me importe. Mi cuerpo está tan dañado que no sé qué hacer conmigo misma. Sé cómo va a terminar: Will va a morir y no estoy segura de que pueda vivir con eso. —Éste es el edificio. Nos detenemos frente al edificio al que fuimos la última vez. Pasamos el escáner y entramos. Un guardia nos alcanza inmediatamente. —¡Oye, Bernie!

Bernie sonríe y me señala. —Buenas tardes. Ella es mi colega de unas de las granjas. Está aquí para ver algunas de las drogas en las que hemos estado trabajando. El guardia me mira vacilante. Camino hacia él con mi mano extendida, como una persona civilizada. Por supuesto, la ve manchada de sangre y frunce el ceño. Estira sus piernas, agachado por el golpe que está a punto de dar, y le golpeo el estómago. Se dobla y rodeo con mi brazo su garganta. Lo dejo caer, rompiendo su cuello. Bernie siente suaves arcadas, parece trastornado. —¿Qué demonios? Arrastro al guardia detrás del mostrador frontal y agarro su arma, escuchado todo lo demás que pudiera atacar. Entramos a hurtadillas al edificio, con las luces por encima destellando y anunciándonos. Miro a Bernie. Levanta sus manos. —Lo sé, lo sé. Éstas son estúpidas. Murmuro y salto las escaleras. Me mira. —¿Algunas vez te sientes mal, Em… por matarlos? Niego con la cabeza, todavía escuchando por el hueco de la escalera mientras caminamos por ahí. Parece confundido. —¿Por qué no? Quiero decir que los lobos me educaron y reírme, pero no lo hago. Mi corazón está en mi garganta y todo está ardiendo. No sé qué esperar ni qué espero encontrar, pero sé que tengo que verlo una vez antes de que terminemos con todo este mundo definitivamente. Me giro hacia Bernie y me encojo de hombros. —No pienso en ellos como personas; son obstáculos. —Doy otro paso—. Somos nosotros o ellos, y nos elijo a nosotros todas las veces. Asiente y se da la vuelta. —Me pone contento ser el “nosotros”.

No digo nada más, esperando que se calle la boca. Se detiene fuera de un umbral y asiente. —Lo mismo que la última vez. ¿Lista? Niego con la cabeza. Es verdad, no lo estoy. Temo perder aquello sin lo que no puedo vivir. Señala. —Iré primero, quédate cerca y las luces se encenderán por mí, no por ti. ¿De acuerdo? Se gira y entra en el gran laboratorio. Las luces e encienden, pero no damos dos pasos antes de que un hombre se acerque hasta Bernie. —¿Qué estás haciendo aquí? —Es mayor, con barba gris. No es mi padre, eso puedo decirlo. Bernie asiente hacia mí. —Todos están actuando raro esta noche. Esta chica me dijo que no se me permitía entrar al edificio sin estar acompañada. Le dije que no necesito un guardia, pero no me escuchó. El hombre mira a mi arma y asiente. —Tiene razón. Estamos en aislamiento. El prisionero que tenemos ahí está en lo de Michael. Bernie suspira, pinchando el puente de su nariz. —Supongo que tengo que decírtelo también. Michael quiere que lo inyecten con un 3507. Quiere ser capaz de rastrearlo. Me pidió que venga a hacerlo. El hombre parece confundido. —¿Un rastreador? ¿Por qué? El hombre está en coma. No irá a ninguna parte. Bernie ladea su cabeza. —Ese grupo de rebeldes puede venir y llevárselo; Michael está seguro de que intentarán pasar por las puertas de la ciudad esta noche. El hombre se hace a un lado.

—Sólo sé rápido. No quiero que nadie suba esta noche. —Me mira con reproche—. Tú quédate con él. Asiento, confundida por su credulidad. Esta gente ha vivido de forma segura en estas paredes por demasiado tiempo. Idiotas. Bernie nos conduce a ambos a la parte trasera de la sala. Revisa la puerta del laboratorio, abriéndola para mí. Mis entrañas toman el control cuando veo a Will recostado en la mesas. Está relajado y limpio otra vez, desnudo de la cintura hacia arriba, con un vendaje grande y blanco en el pecho. Cuando la puerta se cierra, tomo un paso hacia Will, pero Bernie hace un sonido. —No, señorita, quédese en aquél lado, por favor. No quiero que interfiera con mi trabajo. Puedo decir que, por su tono, nos están observando. Doy un paso al costado, presionando mi espalda contra la pared y espero mientras él agarra una enorme aguja de la caja. Se inclina sobre el ordenador junto a la caja y empieza a tipear. Los segundos parecen horas. Los diez pasos entre Will y yo parecen millas. Su respiración es rara y forzada. La máquina junto a él hace que su pecho se levante y caiga. No mantiene con vida. Bernie se pone de pie, agarrando la enorme aguja y me mira. —Ven a sujetar su brazo, por las dudas. Sé que éste es el momento que me está dando para decir adiós. Cuelgo mi arma en la pared y tomo el par de pasos que necesito para estar junto a su cama. Con vacilación y ligeramente temblorosa, levanto mis dedos hasta su brazo, sujetando su piel cálida en mis manos por lo que podría ser la última vez. Su sonrisa rígida destella en mis ojos, pero lo aparto. Bernie se inclina hacia él con la aguja. —Puede que salte, sujétalo. Asiento, apretando con más fuerza. Will hace un sonido raro, moviendo su cabeza un poco. Sus ojos parpadean por un segundo y la esperanza me llena, pero luego se vuelve a dormir. Bernie inyecta la enorme aguja en su brazo. Will se

tensa. Lo sujeto para que se quede quieto, luchando contra mis lágrimas. Siento como mil susurros pasan entre mis dedos y su brazo. Mil cosas que necesitaba decir, o quizá sólo una. Una cosa para asegurarme de que lo sabe. Casi bajo mi cara hasta su pecho y cierro mis ojos; se ha convertido en mi Leo humano. Puedo llorar en su pecho justo como en el de Leo y siento la misma seguridad y confort. Sus brazos se envuelven a mi alrededor de la misma forma. Hace que el mundo sea más tranquilo por un minuto. Aprieto una vez más y una sonrisa sutil aparece en sus labios. Bernie saca la aguja. No me muevo. Sujeto su brazo como si fuera lo único que evita que me vuelva loca. En el fondo, sé que nada lo evitará cuando él se haya ido. Mataré a todos. Lo sé. Bernie sonríe como si estuviera a punto de decirme algo. —Bien, vámonos. Camina hasta la puerta. Suelto a Will, girándome lentamente e intento no sentir cada paso. Bernie cierra la puerta, yéndose con desdén. Las luces se encienden, dejando a la oscuridad detrás de nosotros, donde estaba la puerta. El hombre con barba gris camina hacia nosotros, constantemente en la luz mientras se encienden por él también. —¿Todo listo? Bernie siente. —Sí. Que tengas una buena noche, Frank. —Buenas noches, Bernie. Entramos a la escalera y Bernie se desploma contra la pared. Respira profundamente. —Bien. Tenemos que encontrar ese HEMP. Frunzo el ceño. —¿Qué le has inyectado?

Sonríe. —Un 3507. Ahora, si intentan llevárselo a algún lugar, podemos encontrarlo. —¿Eso le hará daño? Niega con la cabeza. —No. Bajamos por las escaleras. —¿Dónde está el laboratorio negro? Mira hacia atrás. —Creo que está cruzando la calle. Michael tiene un laboratorio secreto del que cree que nadie sabe. No sé si se llama laboratorio negro. El HEMP está debajo del laboratorio, supongo. —Trota para bajar las escaleras, gritándome—: supuse que era ahí donde estaba haciendo a sus monstruos. Perdí un poco el interés en eso después de empezar a ver el lío que estábamos haciendo. Agarro el arma con más fuerza y lo sigo hasta el final de las escaleras. Se detiene y sonríe con suficiencia. —Me pregunto… —Camina hacia una puerta, pasando su pase por el escáner. No se abre. Tiene una sonrisa en la cara, se deja caer de rodillas y saca algo de su bolsillo. Trabaja en el escáner por un minuto y luego vuelve a escanear su pase. La puerta se abre. Me mira—. Mata a todo el que veas aquí, es nuestra única opción. Siento y entro después que él. Lo dijo todo triste y asustado, pero planeaba hacerlo de todas formas. No le digo eso. Ya me mira como si le diera miedo; no necesitamos empeorar las cosas. Le paso mi arma. —No dispares a menos que te diga que dispares. Traga y asiente. Saco mi cuchillo manchado de sangre de mi bota y me muevo con lentitud hacia delante por el largo pasillo. Es estrecho y está iluminado con esporádicas luces redondas en las paredes. Son tenues y naranjas y me recuerdan a la luz del búnker de Brian. Me aferro al cuchillo, arrastrándome por la pared, escuchando todo y nada, todo a la vez. No me gustan los pasillos estrechos, decido esto ahora. Me gusta la amplitud del bosque. Esto parece como si nunca pudiera escapar o como si las pareces fueran a asfixiarme. Los pasos

descuidados de Bernie son lo que escucho hasta que una tos llena el silencio. Levanto una mano, deteniendo a Bernie. Miro alrededor de la esquina delante de mí, veo a un hombre con un arma y su mano contra sus labios. Vuelve a toser y se apoya en la pared. Pongo mi cuchillo detrás de mi espalda y camino hacia él con lentitud, sin hacer sonidos. Él bosteza y cierra sus ojos por un segundo. Casi me detengo y espero a que abra sus ojos, pero la cobarde en mí me empuja hacia delante. Saco el cuchillo suavemente, sin hacer ni un sonido, y hago un movimiento circular cuando lo alzando. Sus ojos se abren bruscamente, pero es demasiado tarde. Su yugular fue alcanzada. Deja caer su arma, pero la agarro mientras él se desploma a lo largo de la pared, sangrando. Me cuelgo el rife sobre mi hombro y camino de puntillas más allá del pasillo. Llego a una puerta y miro atrás, a Bernie. Él saca el destornillador que tenía antes y se arrodilla, jugando con él como con el anterior. Escanea su pase y la puerta se destraba. La abro, mirando a las esquinas en busca de movimiento. La zona está completamente oscura. Entro y la luz se enciende encima de mí. —Odio a esta ciudad. Bernie cierra la puerta, quedándose bajo la luz conmigo. El pasillo sólo va a un lado, así que camino hacia delante con las luces anunciándome a cualquiera que esté allá. No puedo ver en el olvido negro del resto del pasillo. Mi respiración se acelera con los latidos de mi corazón. No sé si estamos en el lugar correcto, o si veremos algo que ayude. No sé si ésa fue la última vez que veré a Will con vida. No sé nada, salvo que mis pies no quieren dar más pasos y que mi corazón está doliendo como si no hubiera un mañana. La abuela solía decir eso “como si no hubiera un mañana”. Me detengo cuando las luces muestran una puerta. Bernie la abre y la cierra. —No. Seguimos adelante, manteniéndonos atentos a la oscuridad, y el hecho de que no se está moviendo ni haciendo sonidos. Mi vello corporal está de punta. Tengo el presentimiento alarmante de que los infectados van a aparecer en cualquier momento. Siempre se las arreglan para hacerlo cuando está oscuro y

escalofriante y estás perdido. Puede que tengan el cerebro muerto, pero tienen la inquietante habilidad de cronometrar sus llegadas. Mis manos empiezan a temblar cuando rodeo otra esquina. Bernie está abriendo cada puerta que ve, pero todavía moviéndose detrás de mí. Llego al final del pasillo y miro atrás, hacia él. En el foco de luz blanca, veo la frustración en su cara. También la siento. Estamos perdiendo el tiempo. Will podría estar muriendo arriba, Anna podría estar siendo descubierta, o Jake y Sarah podrían estar luchando por sus vidas en la casa. Suspira, juguetea con el escáner de la puerta y la abre. Hay un piso de escaleras ante nosotros. Las luces son tenues, naranjas y redondas, gracias a Dios. Bernie sonríe. —Era hora. —Camina delante, entra en la luz tenues y mira hacia abajo sobre el borde de la escalera de metal. Parece endeble y, cuando pisamos en ella, nuestros pasos hacen eco. Niego con la cabeza. —Esto no me gusta. Niega con la cabeza. —A mí tampoco. —Empieza a bajar las escaleras, pero agarro su brazo. —Déjame ir primero. Paso junto a él, limpiando la transpiración de mi ceja. Mis pasos son ligeramente más silenciosos que los suyos en la escalera de metal. Camino con la punta de los pies primero, mirando hacia abajo sobre el borde todo el tiempo. Una luz roja empieza a destellar sobre nuestras cabezas cuando estamos a medio camino. Miro atrás a Bernie. —Nos han descubierto. Frunce el ceño. —¿Cómo lo sabes? Señalo a la luz destellante. —La misma alarma de las granjas reproductoras.

Se encoje de hombros. —Se enciende todo el tiempo. Varias cosas hacen que se enciendan. Niego con la cabeza. —No, cuando estoy por ahí; siempre soy yo. —Empiezo a bajar las escaleras corriendo, deseando que Leo estuviera conmigo. Sus sentidos no se hacen un lío con los edificios, es un lobo de pies a cabeza. Sólo soy lobo en el bosque. Mis ojos y sentidos se distraen por el edificio asfixiándome. Cuando llego al final de las escaleras, veo un panel y vapor justo como el cuarto de calderas en las granjas. Mi barriga empieza a doler. Levanto el rifle, mirando por la sala. Tuberías y trozos de maquinaria forman la sala. Las paredes son frías y están húmedas por la transpiración de lo que sea que esas cosas sean y el calor que están haciendo. Bernie camina hacia el panel, levanta una pantalla y enciende algo. La luz de él tiene una brillantez nueva en el brillo naranja y las destellantes luces rojas. Creo que podría volverme loca esperando a que el rifle de juguete o el rifle de verdad me golpee. Sé que es una emboscada; parece una puesta para mí por Marshall. Bernie empieza a tipiar rápido. —Jesús. Esa cosa es legítima. Es vieja como el infierno, pero es legítima. Lo miro. —¿Cuánto? Niega con la cabeza. —Sólo tengo que romper los códigos y entrar. Suspiro. —¿Cuánto tiempo, Bern? —Diez minutos, quizá. Suspiro. —Mierda. —Diez minutos parecerán una eternidad.

Sus dedos vuelan por el teclado tosco. Limpia su transpiración, casi en sincronía conmigo. La sala parece una sauna, como a la que fui con la abuela. Estábamos en un hotel en Las Vegas una vez. La abuela quería ir ahí desesperadamente y Lenny dijo que no, así que esperó a que él se hubiera ido a sus viajes y me llevó. Justo como me dejaba usar su e-Reader, me consiguió una Xbox y me dejó jugar con su portátil, me dejaba ser una niña normal cuando Lenny no estaba ahí. Mirando a la portátil tosca y vieja, apenas podía recordar cómo usarla. Bernie niega con la cabeza. —No puedo creer que pusieron esto aquí. No puedo creer que nunca lo supe. —¿Por qué lo hicieron? Se encoje de hombros. —Ni idea. Debe ser un fallo en la seguridad, en caso de que la gente equivocada volviera a tener el control, o si otro país viniera a invadir, supongo. Hicimos esto para todos los demás países, para que la amenaza de ellos viniendo a por nosotros nunca fuera una amenaza real. Frunzo el ceño. —¿Hicieron qué? Me mira fijamente y con la mirada perdida. —Lanzamos HEMP sobre todos. Rompimos la red eléctrica de todos los países, excepto el nuestro. Niego con la cabeza. —¿Qué hay de las ciudades? Will dijo que las otras ciudades eran como ésta. Todos los continentes tienen ciudades, había diez o algo. También niega con la cabeza. —No. Queríamos acabar con las guerras del mundo y la contaminación, y lo hicimos. Temíamos que lanzaran esto sobre nosotros, así que quitamos todas las amenazas. Me siento rara por el hecho de que él supiera que le hacían esto a otros lugares.

—¿Es algo que habían planeado para quizá hacerle a los Estados Unidos? Niega con la cabeza. —No. Ni siquiera sabía que había un plan de contingencia aquí. Me incomoda saber que tienen uno para las granjas de reproducción. Significa que han perdido totalmente el control del virus, sin posibilidad de volver a tenerlo. La charla de los infectados, combinada con las destellantes luces rojas, me pone considerablemente incómoda. —¿Crees que los nuevos bebés de granja son realmente inmunes? Niega con la cabeza. —No sé qué pensar. No soy virólogo. Soy un nerd de la tecnología… Un ruido lo interrumpe. Ambos nos congelamos, excepto por sus dedos. Ellos continúan tipeando. Le echo un vistazo a la parte de arriba de las escaleras cuando oigo otro ruido. —¿Bernard? ¿En serio? Conozco la voz inmediatamente mientras que la cara que apenas recuerdo aparece sobre la barandilla. —Y tú debes ser Emma. Te pareces mucho a ella, es aterrador. Mi estómago se hunde. Los dedos de Bernie no se detienen, pero habla suavemente. —Michael, conoce a tu hija. Él se ríe y niega con la cabeza. Parece casi idéntico a mi padre, pero mayor y más cansado. Sus ojos brillan. —Has estado causándome algunos problemas serios. Empieza a bajar los siguientes escalones. Camino hasta ellos, mirando atrás, a Bernie. —No pares. Asiente, limpiándose más transpiración de sus cejas.

Subo las escaleras de dos en dos. Michael deja de caminar, deteniéndose y escuchando. —Bernard, deja de hacer eso. Nunca romperás el código de éste. Rodeo la esquina del siguiente tramo de escalera, pero me detengo; él está ahí en toda su gloria. Lo he convertido en monstruo enorme, pero veo que no es más grande que cualquier otro hombre que he matado con mis manos desnudas. Me sonríe con superioridad. —Debes tener muchas preguntas. Miro sus ojos, asegurándome de que veo maquinaciones en ellos. Da un paso hacia mí. No me muevo, pero sus pasos son tímidos. Me teme. Sabe de lo que soy capaz. —Emma, eras una en la lista. Teníamos a veinte mujeres involucradas, seis de los bebés murieron. Las madres de los que vivieron enfermaron mucho. Los bebés son un parásito demasiado fuerte y los sistemas inmunes que les dimos son imparables. Podrías inyectar VIH a un bebé Gen y mataría a la enfermedad. Sus cuerpos realmente destruyen el cáncer cuando intenta formarse dentro de ustedes. Puedo inyectarle tu sangre a la gente y eso peleará contra la enfermedad y la infección. Apenas lo escucho. Escucho los dedos tipiando y observo el movimiento en sus ojos. —Eres magnífica. El mismísimo Dios se inclinaría ante lo que he creado. —Estira una mano para que la tome—. Puedo mostrarte a los otros como tú. Puedes enseñarles cómo controlar lo que son, sus humores y temperamento. Sé que puedes hacerlo. Los del principio son los especiales. Hicimos al resto de ustedes, de su ADN. —Empieza a reírse de forma maníaca, como un personaje de dibujitos. Oigo un disparo y miro sobre el borde de la escalera, a Bernie desplomándose sobre el teclado. Un hombre detrás de él con un arma apuntando a su espalda levanta la mirada hacia mí. Sus ojos están demasiado ocupados buscando la desesperanza que sé está ahí en los míos, que no ve los dedos estirándose hacia el teclado. No ve la determinación en Bernie y asume que está muerto. Pero conozco a Bernie. Sé que su meta en la vida es detener esto. Sólo dejo que mi vista periférica vea la mano presionando los últimos botones, casi sin hacer ruido. Trabo miradas con él mientras los

dedos de Bernie van sobre el teclado. Presiona los últimos botones y los destellos rojos se convierten en sonidos. El arma del hombre se dispara otra vez, pero no importa. Lo que sea que Bernie hizo, está hecho. Levanto la mirada a la cara de Michael. Su sonrisa fanfarrona se disuelve. Corre junto a mí hacia el sótano gritando: —¡DETENLO! El hombre se zambulle en el teclado, pero la alarma sonando y las luces destellantes no se detienen. Las lágrimas amenazan mi visión. Veo una cuenta regresiva en la pantalla. Los números dicen que podría ser un minuto. Corro, esprinto. Mis pulmones están gritando en busca de aire en la sala fría y húmeda junto con la mezcla de un ataque de pánico y la posibilidad de no lograrlo. Tengo un nuevo plan, pero no sé si es suficiente. Corro por la puerta hacia el pasillo y esprinto más rápido. La puerta hacia el pasillo lejano está entreabierta con una bota. En la tenue luz naranja puedo ver que es del hombre muerto en el suelo. Robo su pase y corro al lado lejano del frío pasillo. No oigo nada, excepto los latidos de mi corazón. No puedo perder a Bernie y a Will. No puedo hacerle eso. Corro más rápido, volviendo al otro edificio. Las escaleras y los pases no pueden ir lo suficientemente rápido. Mis piernas queman cuando llego al laboratorio donde sé que está Will. Abro la puerta bruscamente y corro por el piso. Las luces apenas me siguen el ritmo, pero, mientras me acerco a su sala, veo al hombre con barba gris. Me apunta con un arma. —¿Dónde está Bernie? Niego con la cabeza, casi sorbiendo y en busca de aire. —Está muerto. Michael lo mató. —Espero que esté de nuestro lado. Asiente, manteniendo el arma apuntándome. —Buenas noticias. Veo su dedo tensarse para gatillar, pero hay un ruido de chispas y las luces se apagan. Estamos en la oscuridad por un segundo antes de que vea el destello de luz del arma. Me he movido, pero él no sabe eso. No sabe que puedo moverme sin hacer ruido. No sabe que puedo

ver en la oscuridad mejor que él. Cuando mi mano agarra su frente y mi cuchillo se desliza por su garganta, no sabe que su muerte está a segundos de distancia. Lo abrazo con fuerza, esperando a que mueva sus manos y dispare, pero se cae al suelo. Tanteo alrededor en busca del arma y la tomo de su mano todavía caliente. Por cualquier razón, eso me molesta. Me giro y corro hacia la puerta. Tengo que tantear en la oscuridad buscando el picaporte. El escáner no funciona y la puerta no se abre. Frustrada, la derrota empieza a construirse, pero me rehúso. Las lágrimas han empezado, pero a través de ellas tanteo el lugar donde la puerta se cierra. Pongo el cañón del arma en ese lugar y doblo mi cuerpo para alejarlo. Disparo, pero la puerta todavía no se abre. La pateo, pero no se abre. Me caigo de rodillas, gritando y golpeándola. Él está ahí muriendo solo; el soporte vital se ha apagado. Corté la electricidad con Bernie y él está ahí dentro sin mí. Está muriendo sin mí. Bernie está boca abajo en el sótano con mi gritón padre, y estoy atascada en el laboratorio con un muerto y mi corazón rompiéndose. Me limpio la cara y me pongo de pie, giro el picaporte y vuelvo a patear. Oigo que la puerta hace un sonido y lo hago otra vez. Hace otro sonido. Mi pierna parece poder romperse, pero pateo una vez más, rompiendo algo dentro de la puerta. Se abre bruscamente. Entro corriendo, con las manos extendidas. No puedo sentir nada y temo que lo hayan llevado a otro sitio. El rastreador no funcionará para encontrarlo. Lo han cambiado de sitio y lo he perdido. —Will, cariño, ¿estás aquí? ¿Will? Me trastabillo y salgo volando por la sala. Mis manos aterrizan en el borde de la cama cuando caigo. Me aferro a ella, poniéndome de pie con torpeza y tanteando todo el tiempo. Su cuerpo está ahí. Creo que es él. Subo mis manos por su pecho desnudo hasta el vendaje; es él. Arrastro mis manos por su cara hasta donde está el tubo en su nariz y la mascarilla en su cara. Está caliente, pero las máquinas no se están moviendo. Quito lentamente la máscara, intentando no temblar cuando muevo mis dedos. Saco la cosa de su nariz. Su cara está flácida. Beso su mejilla, susurrando—: Cariño, no me dejes. Por favor, Will. No me dejes.

No sé, ni me importa, dónde está Michael. No sé si lograré salir de la ciudad, o si algo volverá a estar bien en este mundo. Todo lo que necesito saber es cómo salvarlo. Vuelvo a besar su cara y separo sus labios. Respiro en su boca. Recuerdo los primeros auxilios. El boca a boca no era tan importante como las compresiones de pecho. Recuerdo eso. Tanteo en busca de su corazón y empujo, pero la cama es demasiado suave, no comprime. Lloro con más fuerza. —Will, maldición, no me dejes. —Respiro en sus labios otra vez, pero nada pasa. Palpo sus brazos en busca de vías de plástico para intravenosas. Las vi antes. Necesito luz. Tanteo en las mesas que vi. Cuando abro un cajón no puedo decir qué son las cosas. Me vuelvo a arrodillar, abriendo más cajones, pero no reconozco nada. Todo lo que todo es un objeto extraño. Mis manos tiemblan, la sangre las hace pegajosas, pero aún así busco en cada cajón, sin sabe qué estoy buscando. Paso sobre las cosas como si cualquiera fuera a ayudarme. Hay una necesidad imperiosa de tocar cada cajón y cada artículo, como si uno pudiera decirme que es lo que necesito. Llego al cajón de abajo y sigo sin respuestas. El plan que tenía, dependía en que la luz siguiera encendida en la sala o en que Bernie estuviera conmigo… o ambas. Cierro mis ojos, no es que eso hago una diferencia, y respiro. Estoy derrotada. Me arrastro por el suelo hasta estar a su lado. Subo mis manos por el marco de la cama, aferrándome a las sábanas y luego a él. Apoyo mi cabeza en la barandilla fría y lloro. No tengo nada más. No tengo a Leo, Anna, Meg, Star, Bernie ni a nadie para que haga la diferencia. Ni siquiera tengo a Jake para sólo estar aquí. Es justo como antes. Tengo diez años y estoy totalmente sola en la oscuridad. Agarro su brazo, apretando con fuerza. Si lo suelto, se habrá ido para siempre. Presiono mis labios contra su mano y dejo que las lágrimas me inunden.

Capítulo 7 Traducido por Eni Corregido por Ahriel

Mis pasos son torpes en las escaleras. Mi mano rechina a lo largo de la barandilla de metal mientras me deslizo poco a poco. Me he quedado sin balas y no sé si la puerta del fondo está abierta o no. Acabo de bajar las escaleras. Algo brilla más allá de la barandilla cuando llego a la esquina. Hay una luz al final de las escaleras en alguna parte. —¿Hola? —grita una pequeña voz en el hueco de las escaleras. Puedo ver las escaleras muy ligeramente con la luz que aparece y desaparece. Rodeo la esquina y veo que la puerta al final de las escaleras está abierta. Una mujer que sostiene una antorcha me sonríe. —¿Estás herida? Quiero llorar y decirle que estoy muerta por dentro. Sacudo mi cabeza y tropiezo, recorriendo los últimos pasos. Ella se aleja para que pueda pasar. La pierna de un hombre sobresale de la parte inferior de la puerta, manteniéndola entreabierta. Señala detrás de ella. —Parece que no puedo abrir la puerta. Sus palabras son desesperadas y nerviosas. Miro la puerta principal con la luz de la antorcha y sacudo la cabeza. —No la abrirás. Necesitamos una ventana. Traga y asiente. —Está bien. Sé donde hay una ventana. ¿De qué sección vienes? Señalo hacia arriba. Sorbe por la nariz.

—No entiendo lo que está pasando. Se han apagado incluso las luces de emergencia. —¿Dónde está la ventana? Sacude la antorcha y señala hacia la derecha. —Indícame el camino y romperé la ventana. Necesitaba llegar a Anna. Ya debía de estar enloqueciendo. Caminamos a través de un amplio pasillo oscuro, podía decir que estábamos en la parte más agradable de los laboratorios, donde el público en general puede verlo todo. Dios sabe lo que hay en el laboratorio negro, además de mi amigo muerto y mi padre atrapado. No puedo pensar en eso, simplemente no puedo. La cobarde en mí es fuerte. Fue entrenada bien. Me empuja para sacarme adelante. La señora abre una puerta sin escáneres y una luz nos inunda. Ahora la veo mejor. Es de la edad de Michael y frágil. Sus huesos se romperían más rápido que los de un pollo. Tiene el cabello y los ojos oscuros con una mirada de preocupación. La ventana da a un callejón entre los edificios del nivel bajo. Tiene un vidrio polarizado que hace que sea más difícil ver hacia dentro. La luz del sol naciente apenas roza los edificios. Camino hacia la ventana, examinándola. No hay pestillo para abrirla. Encuentro una enorme silla a mi derecha. Es un tipo de oficina. Hay gabinetes de metal y escritorios de vidrio con mapas debajo. Agarro la silla enorme y la arrastro hacia la ventana. La levanto y la estampo contra ella tan fuerte como puedo. La ventana casi se dobla y luego se agrieta ligeramente. Uso la silla de nuevo, esta vez con todo lo que me queda. La ventana se agrieta pero no se cae. Arrastro la silla otra vez, la recojo y corro con ella hacia la ventana. La silla casi me empuja hacia atrás, pero las hebillas de la ventana y el vidrio caen, llevándosela con ellos. Me quedo allí y respiro cuando el aire fresco me golpea. No quiero la libertad que hay en el aire fresco. Quiero al hombre que está muerto arriba y al otro en el sótano. No puedo enfrentarlo sin ellos.

La mujer ha dejado caer la antorcha, dejando que queme la alfombra. Casi la apago pero entonces recuerdo donde estoy y lo que queda. La sigo por la ventana sin mirar atrás. Las calles están llenas de gente. Gente asustada, que nunca ha vivido con la nada que el resto de nosotros enfrentamos. Su ciudad no tiene valor. Ahora no es diferente a cualquier otro lugar de este mundo. No sé si tomamos la decisión correcta, pero sí sé que tomamos la única que teníamos. Las granjas de reproducción están acabadas, los campos de trabajo son para nada, y la rebelión ya no importa. Mis pies casi golpean contra la calle mientras me dirijo al apartamento donde dejamos a Anna. Y casi no reconozco el edificio cuando nos acercamos. Con luz parece mágico y no viejo en absoluto. Ella está allí en las escaleras. Está sentada, esperándome… esperándonos. Me ve, ve la verdad al instante. No salta. Permanece sentada en los escalones del frente, evitando la verdad que traigo conmigo. Sus ojos son de un azul radiante, amplios y brillan cuando me acerco lo suficiente para verlos. Me detengo, no puedo hacerlo. Me dejo caer de rodillas, en la calle llena de extranjeros perdidos a nuestro alrededor, y sollozo. Alza sus delgados dedos hacia su cara, cubriéndose la boca. Nos miramos, las lágrimas corren por nuestros rostros. Sacudo la cabeza sutilmente. Es la única manera en la que le diré esto. Llora más fuerte. Bajo la mirada y dejo que la vergüenza de mi fracaso encubra mi culpa, es tan pesada que nunca me libraré de ella. Cierro los ojos y espero a que mi padre aparezca, o los infectados, o algo peor, sólo Dios sabe lo que podría ser. En cambio, sus brazos delgados se envuelven a mí alrededor y me abrazan. No soy digna de su amor y su perdón, pero estoy agradecida de que esté aquí. Toma mi mano y comenzamos la larga caminata hacia la salida de la ciudad. Las personas que pasamos están comenzando a entrar en pánico, nadie tiene respuestas. Le temen a la guerra y al hambre. Se

amontonan y se pelean, y sienten todas las cosas que sentimos nosotros hace una década. Todas las cosas que lograron evitar porque estaban separados de los elegidos. Lograron vivir en la ciudad y estar a salvo. Anna se apodera de mis dedos, casi arrastrándome. Cuando llegamos a la puerta no hay nadie. Caminamos a lo largo del puente sobre el río hasta la frontera, sin hablar. —¡EMMA! Ahí está. El hombre que no morirá porque no se lo voy a permitir. Merece vivir. Me doy la vuelta para verlo de pie allí, con los ojos desorbitados y salvaje. Anna y yo dejamos de caminar. Michael viene hacia mí hecho una furia, sin aliento y viéndose enloquecido. Señala—: ¡TÚ, PEQUEÑA PERRA! ¿PIENSAS QUE NO PODEMOS RECONSTRUIR ESTO? ¿CREES QUE ESTE ES EL FIN? Puedo decir por la mirada salvaje en su cara, que lo es. No lo puede reconstruir, no esto. No sin el poder. —¿CREES QUE PUEDES DETENERME? ¡ERES LA HIJA DE LENNY, DE LA CABEZA A LOS PIES! ¡ESTÚPIDO LENNY! Me doy la vuelta, llevándome a Anna conmigo. Está tratando de hacer que lo mate y le haga las cosas fáciles. —NO ME DES LA ESPALDA. Pero no miro atrás. El mundo es justo y parejo, y todo el mundo es igual, incluyéndolo a él. Quiero matarlo, pero me gustaría evitar la suciedad y las cosas repugnantes que he tenido que soportar para vivir. Quiero que conozca el desastre que causó, la versión real. No la que ha estado viviendo. —¡EMMAAAAAAA! Sus gritos se vuelven patéticos. Ya no me da miedo. Miro a Anna y sonrío. —Soy la hija de Lenny, de la cabeza a los pies. Me devuelve la sonrisa entre lágrimas.

—Sí, lo eres.

Capítulo 8 Traducido por Pili Corregido por Eni

—Necesito saber cómo —susurra ella. Le echo un vistazo y susurro—: ¿Por qué? Anna sacude la cabeza. —Sólo lo necesito. Podemos morir aquí en el bosque, y no quiero morir sin saber cómo. Tomo un bocado de conejo y miro hacia la fogata. Mi voz suena hueca cuando hablo—: Will simplemente no tenía más apoyo de vida. Las maquinas no respiraban por él, así que ya no respiraba. Él sólo se detuvo. Puedo escuchar las lágrimas y no miro. —¿Lo besaste de despedida? Niego con la cabeza. —No podía. Sólo me fui. —Cojo la carne—. A Bernie le dispararon en la espalda. Le dispararon una vez, pero se las arregló para enviar el misil. Luego le dispararon otra vez. Solloza en silencio. A veces jadea. No quiero comer más, pero tengo que hacerlo. Estoy enferma, conmigo misma y con toda la situación. La miro. —Estamos perdidas, Lo sabes, ¿no? Asiente, limpiándose las lágrimas. Me quedo dormida a su lado en el suelo. Deseo haber soñado cuando me despierto; al menos así pude haber visto su cara u oírlo cantar esa canción con Hey Ho. En vez de eso me despierto con la sensación de frío en mi cara. No había sentido el viento frío en mucho tiempo. El verano caliente se siente como si nunca se terminara, de la misma manera en la que el invierno helado lo hace.

Abro un ojo y miro a Anna poner algo de fruta en una hoja para mí. Usa mi cuchillo de mi bota para cortar las manzanas. Hago una mueca. Ella se burla y dice con dureza—: Lo lavé. —Es un viento frio —murmuro mientras me pongo de pie, estirando la espalda y limpiando las hormigas de mi camisa. Ella asiente y me pasa la hoja. Como una rodaja de manzana y la saboreo. —¿Dónde encontraste manzanas? Señala. No note en la oscuridad que estábamos al lado de una casa de campo. El huerto ha sido invadido, pero los árboles frutales están cubiertos. Mi boca se cae. —Guau. Le doy una mirada curiosa. —¿Revisaste la casa? Asiente. —Desierta. —A veces ni siquiera dice las palabras, sólo mueve la boca. Estoy mejorando en la lectura de los labios. Apunta a una colina a la izquierda. —Ahí está la casa de Bernie. Miro. —¿Estás segura? Asiente y toma un gran bocado de manzana. —Bernie siempre decía que iba a ir a la granja a pocos kilómetros y comer manzanas. Le preocupaba que pudieran ser radiactivas. Miro mi mordida en la manzana y hago una mueca. Se encoge de hombros. Silbo, esperando que él me pueda oír, mientras camino a la granja. Es una hermosa propiedad pero la casa es un desastre. El apartadero marrón se está pudriendo afuera y el interior parece que ha sufrido un terremoto. Las escaleras se desplazan. Es un lugar perfecto para los animales y los infectados para ocultarse. Cierro la torcida puerta delantera y no entro. Es una de las reglas que tengo. —No vayas a menos que no haya otra opción. En este punto, entrar es una opción sólo por curiosidad. Los árboles son sorprendentes; no se ven enfermos en absoluto. Las hojas están brillantes y verdes y las manzanas son brillantes y de color rojo. Ellos están listos para cosechar rápido este año.

Las fronteras secas son sorprendentemente buenas para la agricultura. Cojo otra manzana y camino hacia Anna. Ella está mirando hacia el espacio, sosteniendo su hoja de los alimentos, pero no se mueve. Su rostro se pierde en lo que está recordando. Sus ojos destilan cuando un rubor se cruza en su cara, pero no sonríe. Puedo imaginar lo que está recordando. Me puedo imaginar el dolor que tiene dentro. Conozco ese dolor. Es un dolor seco hueco polvoriento, está en mi corazón también. Es la sensación de mis labios presionado contra su mano. No era normal, o funcional, o cuerdo, pero él era mi pareja en este mundo loco, donde las cosas no tienen sentido de todos modos. Asiento. —Vamos a empezar a caminar hacia las colinas y ver si es el camino correcto. Mis palabras la sacan de la ensoñación. Se levanta, sigue obligándose a comer. Nuestros pasos son el único sonido que nos rodea, además del leve silbido del viento caliente a través de la huerta. El fruto es casi tan bueno como el agua potable. El jugo que hace en mi boca mientras me tomo bocados pequeños, apaga un poco mi sed. Estamos fuera del agua y de la munición, y estoy fuera de la atención. Si caigo muerta en las colinas polvorientas en frente de nosotros, no me importa. Quiero a Leo, Sarah, Jake, y hasta a Star, pero quiero más a Will. Incluso quiero a Bernie más porque quiero de vuelta esa mirada en los ojos de Anna. Su rostro no está triste; es todo lo contrario. Puedo ver que está agradecida por lo que tenía, aunque fue de corta duración. Su valentía no conoce fronteras, y yo soy la única que nunca va a estar bien otra vez. Ella lo estará. Se ha decepcionado tanto en esta vida, que incluso un corazón roto no puede parar su espíritu. Entramos en el bosque más denso, cogiendo el ritmo. No tengo una pistola, o el arco, ni nada. Solo tengo mi cuchillo. No sé lo que pensaba de cómo el mundo se veía; Nunca le di mucha importancia. Todo era la supervivencia, pero ahora que él se ha ido, se siente como si el mundo se rompiera. Creo que por fin sé lo que se siente ser normal. Todos los demás han vivido a través de esto todo el tiempo, pero yo no. He sobrevivido y ahora no estoy segura de lo que quiero.

Caminamos hasta que mi garganta se seca y las manzanas se han ido. Ella se sienta en una roca en medio de la nada y niega con la cabeza. Asiento. —Lo sé. Estamos perdidas. —Silbo de nuevo y me siento a su lado. El bosque está silencioso, no es una buena señal. Ni siquiera quiero escuchar los sonidos de la selva. Sólo quiero cerrar los ojos. —Tienes que parar, Em. Frunzo el ceño. —¿Qué? Las lágrimas llenan sus ojos haciéndolos brillar; son tan azules. Su labio tiembla cuando niega con la cabeza. —Tienes que parar. Lo veo. A él no le gustaría que esto termine para ti. Veo que la ira y la voluntad de vivir se han ido. Quieren que encontremos a los demás y estemos seguras. Sigue siendo la chica frágil afuera de mi puerta con grandes ojos azules, con ganas de sacrificarse por Jake. Mis ojos se llenan de lágrimas. —Es sólo que no sé cómo se siente. —Mi voz se quiebra—. Él murió por mí. Murió, pero pude vivir. Pude vivir a través de esa bala. Soy más fuerte de lo que él era. Asiente. —Lo sé, pero él no quería que te dispararan. Cierro los ojos y me estremezco. Las lágrimas están llegando más rápido de lo que puedo detenerlas. Me están asfixiando. Un aroma me golpea cuando una piel caliente me abraza y se envuelve a mí alrededor. Él nos encontró. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, hundiendo los dedos en su piel. Siento sus brazos envolverse alrededor de nosotras también. Él refunfuñe dentro de mi cuello, haciendo sus ruidos de lobo loco. No puedo dejar de temblar. Su olor es el mismo de siempre. Me pellizca suavemente. Asiento con la cabeza. —Lo sé. Siento haberte dejado otra vez. Anna llora en él también. Los tres nos sentamos en la parte superior de una colina, llorando y abrazándonos. Su cabeza se levanta, mirando detrás de nosotras. Juro que está buscando a Will y a Bernie. Sus ojos amarillos escanean la colina y luego a mí. Niego con

la cabeza, llorando con más fuerza. Pone su cabeza en el viento y clama el sonido inquietante que hizo cuando Meg murió. Levanto mi cara, dejando que su canción se convierte en parte del viento en mi piel. Termina y se levanta, está listo para ir a casa. Yo también. Anna toma mi mano, apretando con fuerza. Ella sonríe. —Vamos a estar bien. Asiento, secándome la cara y sigo Leo por la ladera. No deja de mirar por encima de su hombro para asegurarse de que aún estamos ahí. No va a confiar en nosotras por un tiempo. En la parte inferior de la colina, reconozco el camino por donde hemos llegado. Camina, mirando nerviosamente a su alrededor hasta llegar a la entrada del camino. Mi corazón se levanta un poco cuando lleguemos a la vista de la casa. Se ve igual. No hay autos, ni guerras, ni ira, ni extraños. Sólo una casa, una tumba con una pila de rocas, y un patio lleno de recuerdos que no quiero, pero me encantan de todos modos. Me encanta el hecho de que puedo cerrar los ojos y ver a todos. Star sale corriendo. Sus ojos miran detrás de nosotros, pero ella sabe cuando nos acercamos. Su mirada cae. Su expresión destruida pasa a formar parte de los recuerdos que no quiero. El rostro de Jake está al lado. Él mira más allá de nosotros. Su mirada se posa sobre el rostro de Anna. Cualquiera que sea la expresión de su cara, le dice todo lo que necesita saber. Deja de caminar, mirándola y esperando a que cambie las noticias. Star hace algo que no espero. Envuelve sus brazos a mí alrededor. —¿Se ha ido? Asiento una vez. Llora en silencio. —¿Will también? Asiento otra vez, abrazándola. Jake nos ve, sus ojos azules brillan con las lágrimas en ellos. Niega con la cabeza, —No puede ser. De ninguna manera. Acabamos de regresar. No, él es fuerte. Espera y verás, él va a venir. —Las lágrimas salen de sus ojos, corriendo por su rostro. Leo camina hacia él, frotándose contra él.

El hijo de Jack sale de la casa. Su cara se cae. Aprieta los labios y baja la mirada. Sarah sale de la casa, saltando hacia mí. La abrazo y a Star. —Lo lograste. —Ve más allá de mí—. ¿Dónde están Will y Bernie? Niego con la cabeza, dejándola caer sobre la hierba. Su pequeño rostro pierde la alegría que tenía. Empieza a llorar en silencio, alejándose de mí. Se acerca a la tumba de Meg. Leo la sigue, al igual que Andy cuando viene caminando de la casa. Se sientan al lado de la pila de rocas de espaldas a nosotros. Andy sostiene su mano. De alguna manera, es lo peor y lo mejor que he visto en mi vida. Incluso a Leo ya no le importa Andy. Jake y Ana sollozan, abrazados. Star se limpia la cara. —¿Cómo? Me sueno la nariz. —A Bernie le disparó un guardia en la ciudad y yo maté a Will. Jake me mira pero Anna niega con la cabeza. Ella me señala. —Él hubiera querido esa elección. Lo hiciste bien para todos. Jake niega con la cabeza. —¿Qué? —Marshall sabía de un misil en la ciudad que podría ser lanzado, y quitaría el poder de todo el país. No habría camiones, automóviles ni tecnología. Ni ciudad, granjas reproductoras o campos de trabajo. Nadie es mejor que nadie. Bernie y yo lo encontramos, y con su último aliento, lanzó el misil. Will estaba en una máquina que lo mantenía con vida, cuando se fue la luz... así lo hizo Will. —Me doy cuenta de lo frío que suena cuando lo digo. Nadie dice nada por un minuto. Por último, Star asiente. —Me alegro que Bernie pudo arreglar sus errores. Siempre le molestaba ser parte de eso. El hijo de Jack señala la casa. —Notamos que el poder se había ido. Nada está funcionando. Jake se limpia los ojos. —Will habría hecho lo mismo. Él quería que esto terminara, para siempre. Niego con la cabeza. No tengo nada que añadir. No quiero hablar de eso. Me doy vuelta y camino hacia Sarah y Leo. Me siento en mis rodillas a su lado. Me mira con la cara llena de lágrimas.

Sorbe. —Le estaba diciendo a Meg que fuera a buscar a Bernie y a Will y se asegurara de que se quedaran con ella, para encontrarlos de nuevo. Sus palabras son como un cuchillo en mi corazón. Me quedo mirando la tumba. —Ella va entretenidos y ocupados hasta que lleguemos allí.

a

mantenerlos

Leo se acomoda y nos sentamos en silencio, llorando a las mismas personas por razones diferentes.

Capítulo 9 Traducido por Krispipe y Emi_93 Corregido por Yanii

—Diez personas más, Em. No podemos seguir con esto. Miro a Sully, el hijo de Jack, y sacudo la cabeza. —¿Qué podemos hacer? Faltan sólo dos meses hasta que la nieve golpee. No podemos rechazar a la gente. Él suspira. —Em, todo el campamento está en camino. Jack me dijo cómo de grande era el campamento. El lugar al que van por invierno ha sido tomado por otras personas. En los últimos dos meses, los cambios que han sucedido han hecho todo más difícil para todos. Todos excepto los rebeldes, que estamos acostumbrados a ser interrumpidos. Sacudo la cabeza. —Tenemos que ayudarles a establecer su campamento aquí. ¿Cuántas casas hay construidas? Se encoge de hombros. —Cuatro. Asiento. —El granero se puede convertir si es necesario. Tenemos que asegurarnos de que las chimeneas están instaladas. Asiente. —Lo sé. Sólo quería decirte, diez personas más han llegado, seguro que un montón más están en camino.

—Genial. —Dejo la cocina, pasando junto a los últimos rezagados. Agarro una manzana y algunas semillas de girasol y voy a buscar a Ana. Ella aún tiene mala cara y se ve agotada pero no se detiene. Apunta hacia el granero y le dice al hombre con la brazada de leña a dónde tiene que ir. Sonríe cuando me ve. Hay alegría en su rostro; esa es una de las pocas cosas que me mantiene en marcha. Le paso la manzana. —Tienes que comer. Suspira. —Em, comí hace como una hora. Sacudo la cabeza. —Come esto y no te molestaré durante un par de horas. Sarah aparece, corriendo con Leo. Su rostro está iluminado. —¡Los bastidores de carne funcionan! Le sonrío. —¿Los secaron? Asiente. —Igual que los que están en el retiro. Jake se pasea otra vez, trayendo comida y agua. Anna le da una mirada. —¡Estoy bien! Él me da una mirada curiosa. Asiento. —Ella parece bien. Sólo está embarazada de dos meses y medio. Él se burla. —Tiene diecisiete años. Anna lo apunta. Él pone sus manos en el aire. —Está bien. Sarah frota su vientre.

—Estoy emocionada. No puedo esperar por el bebé. Suspiro. —No puedo esperar hasta que Star acabe consiguiendo conectar los paneles solares de nuevo. Una ducha caliente va a ser la felicidad. Jake asiente. —Una ducha y un inodoro. Anna sacude la cabeza. —Sigo pensando que tenemos que seguir adelante con nuestro plan. No quiero estar aquí con toda esta gente. Sarah frunce el ceño. —No podemos dejar a Meg aquí. —Anna asiente—. Lo sé, cariño, pero este lugar está demasiado lleno. Va a convertirse en el refugio de nuevo. Sarah no ve lo que está mal en el refugio. No sabe nada de las cosas que pasaron detrás de la escena. Caray, apenas sabía sobre ellas. A Sarah le gusta la mansión. Le gusta tener a Andy con ella, y por supuesto, a Leo. Pasan su tiempo corriendo por el patio. Él aún prefiere su pierna pero está mucho mejor que antes. Echo un vistazo alrededor a la actividad sucediendo. Star está gritando a la gente, liderándolos y dirigiéndolos. Personas están llevando madera y arrastrando postes para construir otra casa y el establo está siendo convertido en una tienda de trabajo de metales. Jake lo llama herrería; esto me da risa. Sully sale de la casa y vislumbro una sonrisa de Star. Jake se inclina hacia mí. —Ellos piensan que están siendo tan furtivos. No puedo dejar de amar ver a la gente feliz y enamorada. Hace que todo lo demás parezca menos—importante y aterrador. Echo un vistazo a Jake y deseo que pudiera verlo de la misma forma en que lo hacía antes de conocer a Will. Will que tomó todo el espacio en mi corazón. —¿No te gustaría que todos pudiéramos simplemente tener un “felices para siempre”? —Jake y yo miramos a Anna. No decimos

nada. Ella frota su vientre—. Deseo cada día que Bern hubiera podido saber que estaba embarazada. Jake suspira y se aleja. Yo solo niego. —No le prestes atención. Ella se ríe amargamente. —Bernie hubiese tenido la misma opinión sobre nosotros embarazados. Ni siquiera quería tener sexo conmigo. Él era tan pesado con el tema de la edad; y Will y Jake haciendo una gran cosa del tema. Me río con ella, pero me asusta que tenga un bebé. Nosotros apenas pudimos sobreponernos a Jake teniendo una herida en la pierna y a Leo con una herida de bala. Veo que su rostro cambia un poco y sé que también está asustada. Me dedica una mirada extraña. —¿Podemos sólo ir a la casa de campo? Tengo este presentimiento de que deberíamos ir allí. Asiento. —Sí. Necesitamos ayudarlos a elegir un líder. La gente lo necesita. Sus ojos miran a Star. —Star y Sully deberían quedarse aquí y manejar esto. Podría ser una granja de trabajo, sólo una libre. Me muerdo el labio y pienso en ello. No hemos sobrecargado el pozo o la pequeña casa de campo. Los campos están listos para ser plantados de nuevo y la granja aquí tiene la simiente de los campos. Podríamos hacerlo, pero la idea de estar sola con solo unos pocos de nosotros me pone nerviosa. Leo y yo solos no es nada, pero agregarlos a ellos significa responsabilidad. En contra de mis instintos, asiento. —Está bien. Hablaré con Star. —Me doy la vuelta y camino hacia donde le está gritando a la multitud. Ella señala al granero. —¡Toda la chatarra en el granero! —Se vuelve y me sonríe—. ¿Qué estoy haciendo mal? Me río. —Nada. Solo quería preguntarte algo.

Busca mis ojos por un segundo. —¿Qué? —¿Querrías quedarte aquí y ayudarlos a dirigir esto, o venir conmigo, Anna, Jake, y Sarah a la casa de campo? Ella frunce el ceño. —Acabamos de tener este lugar de la forma en que lo queremos. Tenemos suficiente gente para convertirlo en una granja funcional, y la mierda solar que estaba almacenada en el búnker de metal casi ha sido amarrada. Tendremos energía en nada de tiempo. Asiento. —Anna quiere ir. Creo que está asustada de tener el bebé aquí, con toda esta gente. Miro alrededor discretamente. Star cruza los brazos. —Supongo que puedo entender eso. —Mira todo y luego de nuevo hacia mí—. Pero quiero quedarme. No soy Star, la chica mensajera, o Star, la perra de Marshall. Me gusta esto. Me gusta estar aquí. Sully y yo podemos quedarnos pero cuando ese bebé nazca será mejor que avisen. Pongo los ojos en blanco. —Es un día de caminata. Se burla. —Tendremos coches armados y andando para entonces. Los vehículos de diesel tal vez sean salvables. Hago una mueca de dolor. —Mantén esa información a resguardo. No queremos que nadie sepa eso. Sus ojos se endurecen. —Debiste matarlo, Em. Asiento. —Lo sé.

La mirada dura se convierte en una chispa. —Tal vez tengamos la oportunidad de nuevo. Me río. —Tal vez. Nos iremos mañana. Asiente. —Está bien. Sonrío. —Andy se quedará. Niega. —Al diablo con eso. Asiento hacia una mujer con oscuro cabello rubio. Está parada en el medio del campo, levantando su pequeña mano y apartándose el cabello de los ojos. Star la ve y asiente. —Creo que su bebé fue uno de los que tomó Marshall. Me encojo de hombros. —Él era un bastardo enfermo. Asiente. —Tal vez también tengamos la oportunidad de matarlos. Estoy segura de que lucimos igual mientras miramos a la mujer y soñamos con asesinar a los asesinos de bebés. Aún le debo eso a Meg. Sé que lo abandoné, pero aún recuerdo el deberle. Nos vamos al día siguiente al amanecer. No llevamos mucho con nosotros; lucimos como si nos fuéramos de excursión. Star accedió a mantener todo tranquilo para nosotros. Anna había estado en las granjas de criadero y la gente aún tiene nociones raras sobre los bebés de criadero. Algunos de ellos aún creen en la propaganda con la que Marshall los alimentó. Otros habían visto los de la ciudad, con los que nuestro padre estaba experimentando. A los que él les dejaba hacer lo que querían. Aún no entiendo eso, dejar a la gente de la ciudad vivir con miedo hacia ellos. Nada tiene sentido sobre mi padre y las historias UN. A veces deseo haberle sacado respuestas bajo

tortura, en lugar de alejarme, pero creo que tal vez hubiese sentido que me importaba si le preguntaba. No me importa. Odio que Lenny creyera que mi madre lo había engañado y quedado embarazada, pero amo que Lenny nunca me hizo saber que no era suya. Me mantuvo con vida, la hija del enemigo, el hombre que asesinó al mundo. Me niego a ser nada más que la hija de Lenny. Sarah mira hacia atrás mientras dejamos el camino de coches. —Debimos traer a Andy. Niego. —La mujer lo necesita más que nosotros. suficientemente ocupados con el nuevo bebé.

Estaremos

lo

—Supongo. Solo deseo que no me haya olvidado. —Ella mira a Leo y camina adelante con él. Anna me codea. —Estará bien. Jake niega. —Ella tiene razón. Le disparamos a su madre justo frente a él; ¿y ahora lo dejamos con una mujer cualquiera? Eso es frío. Le debemos a ese chico al menos nuestra protección. No lo miro, no puedo. No puedo hacerme cargo de lo que hice allí. No puedo lamentarlo. Anna susurra con aspereza. —Ella mató a Meg, tal vez nunca apretó el gatillo pero hizo que los capturaran. Al diablo con ella. Merecía morir. Jake le dedica una mala mirada. —Sonaste como ella. —Me empuja. Anna dispara una mirada enloquecida. —Bien. Gracias. Él niega con la cabeza, luciendo más malo que nunca. —No era un cumplido. —Se aleja con Sarah y Leo. Anna me mira. —Está sonando más como Will.

Asiento y ahogo el dolor que trae su nombre. Caminamos por un largo tiempo sin hablar. Cuando llegamos a la vieja autopista, Leo y yo nos alejamos por delante. Corremos silenciosamente y vigilamos. Nada se mueve. En alguna parte de este delgado camino roto, Lenny yace. Aparto eso y busco movimiento alrededor. Un grito desgarrador llena el aire. Desearía tener mi arco; un arma traería más de ellos. Sarah no es inmune. Debimos agarrar más vacunas de la ciudad antes de arruinarla. Debimos haber hecho muchas cosas antes de arruinarla, como salvar a Will y matar a mi padre, antes de que él matara a Bernie. Me arrepiento de todo. El gemido alto viene de nuevo. Miro a Jake y Anna y señalo al árbol al costado del camino. Ellos comienzan a trepar. Leo se agacha, dedicándome una mirada. Asiento y me muevo agachada, sacando las armas que saqué de la armería, de las fundas en mis piernas. Escucho los gemidos, pero oigo algo más. Las orejas de Leo se tensan. Nos arrastramos por el viejo y sobre—crecido desastre y ambos nos detenemos instantáneamente cuando lo vemos. Caballos y hombres están luchando contra los infectados pero no matándolos. Los están poniendo en un carro con una jaula en él. Los caballos son inmensos, un tipo de caballo que no he visto nunca antes. Son peludos e inmensos. No sé realmente qué pensar sobre lo que estoy viendo, pero incluso Leo está frenado, mirando sorprendido. Nos sentamos detrás de una vieja carrocería de un camión y miramos por el camino, mientras ellos los meten en el carro y luego montan a los caballos. Ellos cabalgan, tirándolos por el camino, lejos de nosotros. Me quedo allí, agachada y confusa por un rato. Leo se sienta y se queja, y sé que el peligro ha pasado, pero no tiene sentido. Le hago un gesto a Anna. Ella trae a Sarah y a Jake. —¿Qué es? Niego. —No lo sé. Eran caballos con un carro y una jaula, y hombres tomando a los infectados vivos. Jake frunce la nariz.

—Tal vez aún están intentando hallar una cura. Sacudo la cabeza. —No lo sé. —Parece raro. Cruzamos el bosque en el otro lado de la autopista y hacemos el camino que hice diez años atrás. Nos toma todo el día llegar allí, pero mientras emergemos del bosque, todos nos detenemos cuando la vemos. Anna me mira. —¿Gente de los campos? Niego, sin apartar la mirada de la cabaña con las luces encendidas. Debieron ser encendidas dentro, haciendo brillar las ventanas. Puedo ver un fuego afuera en el campo, entre el granero y la casa. Mi corazón se hunde. Mi arco y mi carcaj de repuesto están en el búnker del granero. —Podemos acampar aquí por esta noche y podemos regresar mañana. Anna jadea. —Em, hicimos todo este camino y esta casa es nuestra. Ella se había convertido en mí en muchas maneras, y de alguna forma, me había convertido en Will. No quiero matar a la gente en la casa por ella. Llegaron allí antes que nosotros. Jake hace un gesto negativo. —Em tiene razón. Nos vamos para la mansión mañana. Sarah gime. —Mis pies duelen y no quiero hacer todo el camino de vuelta. No quiero dormir afuera. Está cansada y quejosa. Jake la rodea con un brazo. —Sarah, esta gente llegó primero, no merecen morir por encontrar una casa de campo vacía. Se queja y se sienta en un tronco. Me siento junto a ella y la palmeo. —También estoy cansada.

En la leve luz de la luna, la puedo ver haciendo pucheros. Me hace sonreír. Frunce la nariz y sacude la cabeza. Anna abre un saco que trajo y nos pasa a todos algo de carne seca y manzanas. Tomamos lo que queda de nuestra agua en silencio, deseando que estuviéramos dentro de esa casa. Desgarro algo de carne seca para Leo, pero no lo veo. Silbo quedamente pero no está allí. —Debe estar cazando o haciendo su ronda —murmuro, pero no siento que ese sea el caso. Me siento rara con que no esté aquí. Jake se sienta junto a mí en el tronco, moviéndose donde se sienta suspendido. Él baja la mirada. —¿Quieres tener un fuego? Asiento. —Sí. Pueden enfadarse si encendemos un fuego. No estamos haciendo nada malo al estar aquí. No estamos demasiado cerca de la casa. Él suspira y se frota los ojos. —Ayúdame a conseguir madera. Casi me mofo de él, pero sé que lo ha estado intentando con fuerza. Está intentando no ser el saltamontes que fue todo el verano. Se levanta y agarra mi mano en la suya. El tacto aprieta mi corazón. Él tira de mí para que me levante y hacia los árboles. No libero mi mano; me gusta el contacto. No significa lo mismo para mí de lo que lo hace para él. Anna estaba en lo cierto, estar más con ellos me ha ayudado a estar cerca, y a no enamorarme de cada chico de nuestra edad que veo. Ahora estoy acostumbrada a ellos. Crujimos por el bosque, buscando madera. Él mira hacia atrás. —¿Qué piensas de que Anna tenga un bebé? ¿De verdad? —Creo que es bueno. Tiene una pieza de Bernie que es suya. Él estará allí para siempre en la forma de ese bebé. Tose. —Tiene diecisiete. Se va a enamorar de nuevo. Probablemente no estaba enamorada. Es demasiado joven.

—Jake, ella lo amaba. No es una chica normal de diecisiete. Es mucho mayor y ha visto mucho más. Bernie también la amaba. Él odiaba que ella fuese tan joven y odiaba amarla, pero lo hacía. No creo que vuelva a amar de nuevo. Creo que será una buena madre. Rompe las ramas mientras pasamos sobre ellas. —Supongo. Sonrío. Él aún lo hace, incluso aunque podríamos encontrar nuestro camino de regreso fácilmente. Levanto una pieza de madera, pero él la toma. —¿Alguna vez superarás a Will? Niego. —No lo sé. ¿Y tú? Sacude con la cabeza. —No. Entiendo porqué se convirtió en el malvado imbécil que era. Entiendo el dolor y la pena que vio que lo hizo ser quien era. Noto que el feliz y dulce Jake se ha ido. —Lo siento. Él toma la madera de mis manos que agarro. —No es tu culpa. Will eligió salvarte a ti sobre él mismo. Esa es la clase de persona. Incluso antes, esa es la clase de persona que era. —Cuéntame algo que recuerdes de antes. Su voz se quiebra incluso más quedamente. —Mi mamá solía llevarnos a ver películas. Ella amaba el aire acondicionado en el verano. Nos arrastraría a la película y nos haría ver cualquier porquería que Anna pudiera ver. Will y yo nos quejaríamos y quejaríamos. Así que finalmente un día, estábamos en la ciudad por la película y Will la convenció de que podíamos ir a ver una película nosotros solos. Anna tenía como tres e iban a ir a ver Los Pitufos. Will logró que nos dejara ir a ver la película más nueva de Actividad Paranormal. Ella nos dejó ir; me asustó como el diablo. Odio las películas de miedo pero Will las amaba. También fingía amarlas, pero él podía ver que estaba asustado. Así que cuando llegamos a casa, me dejó quedarme en su cuarto con él hasta que ya no estuve

asustado. Durmió en el piso y me dejó dormir en la cama, pero nunca le dijo a mamá o nadie. —Sus brazos están llenos de la madera que he metido en ellos y estamos lejos de Anna y Sarah, pero no quiero dejar de oírlo hablar. Él se vuelve y sonríe—. Me dejó elegir la siguiente vez. Elegí la más nueva de Batman. Sonrío. Comienza a caminar de nuevo hacia Anna y a Sarah, mirando a sus ramas rotas. Mi corazón se detiene cuando oigo gritos. Jake me mira. —¿Qué fue eso? Niego, escuchando mejor. El grito pasa de nuevo. Es mi nombre siendo gritado. Echo a correr hacia la casa de campo. Conozco el camino y es de allí de donde está viniendo el grito. En la luz del fuego por el campo, puedo ver movimiento pero no puedo discernirlo. Jake está manteniendo el paso conmigo, puedo oír sus pasos aterrizando con fuerza. Corro silenciosamente, como siempre. Me deslizo contra el granero, escuchando los sollozos de Sarah y el quejido alto de Anna. Y creen que ella está infectada. Saco mis armas y me deslizo por el lado más lejano de la pared. Veo las piernas de Sarah y Anna en el piso con las de un hombre enorme. Sarah está sollozando tan fuerte que apenas puedo comprenderlo, pero lo hago. Llora. —¡WILL! Caigo de rodillas, congelada. Mis armas caen al duro suelo seco. Jake se lanza al montón de gente que se abraza y lucha. Mi sorprendido y silencioso rostro no quiere reaccionar, en caso de que esté equivocado. No trago o exhalo o lloro. Me siento congelada mientras Will se suelta de Anna y Sarah y se vuelve a sonreírle a Jake. Jake lo levanta del piso, abrazándolo en medio del aire. Leo está saltando, lamiendo y pellizcando a Will. Creo que nunca lo vi tan excitado, pero no tengo respuesta. No tengo emoción o pasión. Creo que estoy enfadada, tal vez a mí misma o hacia la superchería que está ocurriendo enfrente de mi rostro. —¡Jakey! ¡Jakey! —La voz de Will se quiebra. No suena normal, pero dice Jakey como antes.

Odio ese nombre. Él baja a Will y le pega fuerte en el brazo. —¿Cómo, hombre? ¿Cómo diablos llegaste aquí? Él niega; no puede hablar. Tose y se vuelve para mirarme. Nuestros ojos se encuentran, y por un segundo creo que es él, pero sé que toqué su mano muerta. Niego; debió ser un truco de mi padre. Will camina hacia mí, silenciando a los otros excepto por los sorbidos por la nariz y las lágrimas. Cae de rodillas enfrente de mí. Pasa una mano por mi mejilla. Cierro los ojos y sacudo la cabeza. —No puedes ser tú. Se inclina, oliendo exactamente como él y presiona sus labios contra mi frente. —Soy yo, bebé. Lágrimas recorren mis mejillas. —Te sentí. Estabas muerto. Niega con la cabeza. —Estaba despierto cuando Bernie y tú entraron al cuarto. Lo que fuera que me dio, me despertó. Te sentí sosteniendo mi brazo y a Bernie pinchándome con una gran aguja. Cuando cayeron en la cuenta de que estaba despierto, hicieron sonar las alarmas para atrapar a Bernie. Se figuraron que estaba mal. Algún tipo con una herida de bala en el pecho fue traído en una camilla, y yo fui llevado a un área diferente para que ellos pudieran intentar trabajar en él. Me llevaron un par de pisos abajo. Fui dejado con los guardias hasta que se apagaron las luces. Nos dejaron allí, pero el personal médico nos sacó cuando el fuego se puso mal. Murmuro vagamente—: El fuego. La mujer con la antorcha. Él luce confundido. —No sé quién era, pero hubo un incendio y toda la ciudad está ardiendo ahora. Me alejé en el caos. No pude ir hacia Bernie, así que

vine aquí. Sabía que eventualmente, ustedes vendrían aquí. —Besa el costado de mi rostro—. Siempre regresas aquí. Levanto mis manos y las muevo a mi rostro. —¿Eres tú? —El hombre en la camilla no era Will. Asiente y me besa la palma. Colapso en él, rodeándolo completamente. —Te dejé, lamento que te dejé. Pensé que eras tú. Lo siento. Él tose raro cuando lo aprieto y se ríe. —Tranquila, Em. Mi pulmón aún está débil. —Aparta mi cabeza y sacude la suya—. Lograste salir de la ciudad. Eso es lo que importa. Niego otra vez pero Jake lo palmea en la espalda. —Te lo dije, nada puede matar a este viejo bastardo arisco. Will se ríe y me abraza de nuevo. Instantáneamente, estamos rodeados por brazos y aliento. Anna está hablando en susurros tan rápidos que nadie puede entenderla, pero podemos sentir la alegría en su cuerpo tembloroso. Cierro los ojos y aguardo. No sé si nos quedaremos así. Ni siquiera me importa. Él está vivo ahora mismo. Mi corazón está enfadado por creerlo muerto, por dejarlo morir en ese edificio, por besar la mano de un extraño para decirle adiós y darme por vencida. No he cambiado tanto. Aún soy la chica que le da la espalda a los moribundos para salvar su propia piel.

Capítulo 10 Traducido por Evarg7 Corregido por Yanii

Leo y yo tenemos la primera vigilancia en el establo. Tengo el rifle, mi arco del búnker y las pistolas del almacén de armas de la casa de Bernie. En una de las ventanas de la granja, veo a Anna caminar por la cocina. Está oscuro dentro y fuera; nada se mueve excepto ella y el trigo del campo. Pasa por el camino de entrada de gravilla, casi completamente en silencio. Oigo el familiar crujido de las tablas de las escaleras. Repta por el heno y se sienta junto a mí. No la miro. Me mantengo concentrada en el campo. —¿Es posible que Bernie lo haya logrado también? Cierro mis ojos y recuerdo la forma en que se desplomó sobre el teclado mientras daba su último aliento. Aunque había esperado que lo preguntara. Lo hubiera preguntado. Hubiera vuelto. Nunca hubiera creído en su palabra de que él estuviera muerto. Debe odiarme por mentir sobre Will y dudar de mí sobre Bernie. Niego. —Anna, si está con vida, entonces mi padre hizo un milagro, porque minutos después de ser disparado dos veces a quemarropa, la electricidad se apagó. Cerca de una hora después, una mujer prendió fuego al edificio en el que él estaba. Empieza a llorar quedamente. —No puedo hacerlo sin él. Mi labio se me resbala mientras las lágrimas se derraman por mis mejillas. No tengo nada que ofrecerle. Corrí escaleras arriba y le di la espalda después de que nos haya salvado a todos nosotros. Mi cobardía es vergonzosa.

Hablo suavemente. —Lo haría todo diferente ahora. Debí haber dejado que Marshall me llevara dentro para que pudiera haber preparado los misiles y destruido todo. Tú, Bernie, Meg, Jake, Sarah, Will, Star y Sully estarían a salvo. Suspira y se recuesta en el heno. —Em, te recostaste con muertos para ayudarme a escapar. Salvaste a Meg, a Sarah, a Jake y a mí. Ayudaste a Bernie para que los malos no tuvieran poder sobre todos nosotros. Eres el cuervo valiente, incluso cuando no intentas serlo. Refunfuño. —Qué clase de cuervo valiente resulté ser. —La miro—. Creo que Bernie era el cuervo. Dejó morir al hombre que solía ser para que pudiera ser uno nuevo por ti. Un hombre del que pudieras estar orgullosa y del que poder hablarle a tu bebé. Sonríe y se limpia los ojos. —Gracias, Em. Niego. —No me agradezcas. Nunca lo traje a casa. Leo se mueve para recostarse con ella. Ella pasa sus dedos por su suave pelaje. —¿Por qué crees que estaban reuniendo a los infectados? Observo el campo y escucho al resto del mundo. —No lo sé. —Creo que es tu papá, creo que tiene un plan maligno. Asiento, mirando en la oscuridad. —Parece que siempre tiene uno. —¿Por qué no lo mataste? Niego con la cabeza. —Quería que viera cómo es esto en realidad. Ha estado viviendo en esa ciudad con todos esos bebés Gen suyos asustando a todos para

que estén a su entera disposición. Nunca tuvo un ejército o algo de eso, aparte de sus guardias. Tenía a todos esos bebés Gen. Todos estaban tan asustados y eran tan tímidos allí que sólo le dejaban salirse con la suya. Apuesto a que nadie lo desafiaba. —La miro—. Bernie detuvo eso e hizo para que él tuviera que ver cómo vivimos. Piensa en cómo fue el pasado invierno para ti. Sola con Jake en el bosque, congelándose y muriéndose de hambre. Mi papá estaba en la ciudad, cómodo y calentito y torturando a gente. Aprieta sus labios con fuerza. —Nos escondimos en una casa y quemamos los muebles para mantenernos calientes. Luego la nieve se estaba derritiendo y te vimos a ti y a este chico aquí. Él vino, gruñendo y actuando todo insoportable, pero le di un trozo de conejo. Lo comió y luego nos hicimos amigos. Asiento. —Pequeño traidor. Imaginé que había algo. No había manera en que fuera tan amigable con ustedes desde el principio. —Sonrío con suficiencia—. Aunque estoy contenta. Por todo lo que salió mal, las cosas que salieron bien han cambiado mi vida. Me patea. —Dame el rifle y ve a ver a mi hermano. Creo que está un poco desanimado de que te estés escondiendo aquí arriba, en lugar de estar con él. —Pone sus ojos en blanco—. Dios sabe que vendrá aquí si no bajas, y luego todos nosotros seremos asesinados si ustedes dos la cagan en la vigilancia. Lo pienso por un segundo y luego le paso el rifle. Es suyo de todas formas. Se pone en posición con Leo, empujándome para que salga. —Deberías estar durmiendo, estás embarazada. Se encoge de hombros. —Puedo dormir mañana. —Levanta la mirada para verme y sonríe—. Lo echo de menos esta noche y no puedo dormir, así que prefiero sentarme aquí bajo las estrellas y ver si puedo adivinar cuál es él. Ella me está matando.

Me levanto y voy hasta la casa. Llego a mi habitación en la parte trasera donde sé que él está durmiendo. Abro la puerta lentamente y entro. Tengo un nudo en el estómago, pero quiero tocarlo. Me quito mis pantalones, camisa y botas, y entro en la cama en ropa interior y top. Él retira el cobertor. —Estaba sintiendo resquemor. Me río tan silenciosamente como puedo. —Es sólo que no creo que asimile que estás aquí. No confío. Todo lo demás está torcido… ¿por qué soy yo la que tiene suerte y encuentra al hombre que ama? Se apoya sobre su brazo en la luz de la luna y me sonríe. —Sabía que me amabas. —Se estira, tomando mi mano en la suya. Cierro los ojos y recuerdo cómo se sintió en la sala del laboratorio. En la oscuridad, juraría que era él, pero ahora en la oscuridad de esta habitación, puedo sentir los callos de tocar la guitarra. La mano en la habitación nunca tuvo eso. Me tira hasta sus brazos, susurrando en mi mejilla—: Emma, tú y yo merecemos toda la suerte que podamos tener. Si dura un día, dos años o toda una vida, lo merecemos. Después de todo lo que hemos pasado, merecemos cada segundo. —Me besa la comisura de la boca—. Te amo con todo mi corazón y nunca te volveré a mentir. Siento en su cara, presionando el beso y dejándolo ponerme debajo de él. Cuando despierto en la mañana, se ha ido, pero Leo está en la cama conmigo. Levanta su cara, haciendo su sonrisa lobuna y bosteza. Froto su pelaje y decido que tenemos que quedarnos en esta habitación un poco más. Las cosas malas raramente pasan cuando estoy en la cama; pasan más cuando me levanto y empiezo el día. Le doy al cuerpo de Leo un masaje enérgico. Se pone de espaldas para que llegue a las partes que más le gusta. Su barriga y axilas son sus favoritos. Rasco y empieza a hacer su sonido de ronroneo lobuno. Sarah entra con un plato de comida y se mete en la cama con nosotros. Robo un poco de panqueque de su plato. Esta untado abundantemente con jalea de manzana. Le da a Leo un trozo y sonríe.

—¿Podemos nosotros?

sencillamente

quedarnos

en

un

lugar,

todos

Asiento. —Eso creo. A menos que tengas un lugar en el que tengas que estar. —Mi abuela solía decirle eso a mi papá todo el tiempo. Él siempre tenía algún otro lugar en el que estar. No era que no quisiera estar conmigo; era que quería estar preparado. Sarah toma otro bocado de su panqueque. Era lo único que tenía que tener de la casa de Bernie, la mezcla de panqueque. Estoy contenta ahora que lo haya hecho. —Will los hizo. Sonrío. —¿Estás contenta de que esté de vuelta? Asiente. —Sí. Sólo espero que Bernie también pueda encontrar su camino. Frunzo el ceño. —Cariño, Bernie se ha ido. Lo he visto morir. Niega con su pequeña cabeza. —Emma, estabas equivocada con Will; probablemente también estés equivocada con Bernie. El panqueque sabe raro para mí y es difícil tragarlo. Lo hago bajar y asiento. —Sí, eso espero. Jake entra y también se pone en la cama. Sonríe con suficiencia. —¿Qué tal están? Le sonrío a Sarah. —¿Puedes traerme un poco de agua? Ella se levanta de un salto, llevando a Leo con ella. Miro a Jake con reproche.

—Estoy esperando que algo terrible pase. Parece que deberíamos estar en movimiento y matando o peleando. Sencillamente no confío en todo esto. Me mira sombrío. —Siento lo mismo, como si algo malo estuviera de camino. Me encojo de hombros y vuelvo a recostarme, dejando que se recueste en mis piernas. —Supongo que será esperar y ver, ¿eh? Golpea mi pierna. —En realidad, algo quizá no genial puede venir. Lo miro. —¿Eh? Su sonrisa se transforma en la boba que me encanta. —El círculo de cocineras está aquí. Acaban de llegar del campo de Marshall. Trajeron comida y semillas, y manos para ayudar a poner este lugar funcional para el invierno. Le sonrío en respuesta. —¿De verdad? —Algo en que los números aumenten me hace más feliz. Las ancianas que pueden ser capaces de asistir en el parto también me hacen feliz. Asiente. —Sí. Will está ahí fuera hablando con ellas ahora. Trajeron todas las semillas que han cosechado y, porque este lugar está entre el retiro y los pueblos de comercio, van a usarlo como su base de invierno y zona de granja veraniega. Suspiro una clase de alivio que juro que nunca he sentido antes. —Lo sé, yo soné casi exactamente igual cuando las vi venir. Lo señalo. —Tienes que ir haciendo la pila de leña. Se ríe.

—Tú y Will son almas gemelas, lo juro. Vine aquí para evitar la leña. Abofeteo lo que sea que esté más cerca de mí. —No, ve, holgazán. Agarra mi mano y me levanta de la cama, arrastrándome por el pasillo. Anna camino junto a mí, luciendo verde otra vez. Apunta a la cama. —Soñolienta. Jake y yo asentimos. Ha estado así por un mes. Veo a Will en el patio por la ventana de la cocina. Me sonríe, pero sigue hablando con las mujeres. —Si tenemos a tantas personas más, tenemos que empezar a prepararnos. Esta casa sólo alberga a una cantidad. Necesitamos guardias en los árboles y empezar a preparar el campo para la siembra de primavera. Tendrá que ser arado para que podamos usarlo en primavera. Creo que podemos tener mucho cubierto en dos meses antes de que llegue la nieve. El círculo de mujeres me sonríe, saludando con la mano. —¡Emma! Les devuelvo el saludo. —¡Hola! —¿Así que ésta es tu casa? —pregunta la mujer con la lengua roja en su camiseta. Niego. —Es la de todos. Sonríe con suficiencia. —La misma Emma de siempre. ¿Cómo está Marshall? —Sus ojos brillan. Arqueo una ceja. —Muerto. Me golpea en la espalda cuando me acerco.

—Ésa es mi chica. Siempre sabía que serías capaz. Ese hombre era un bastardo. —Miro más allá de ellas para ver a Perro Jake corriendo hacia mí. Me arrodillo y salta en mí, empapándome de húmedos besos de perro. —¡Perro Jake! Jake me empuja. —Cierra el pico. Froto su cara y beso la cima de su brillante cabeza. —Mira lo fornido que te estás poniendo. Las mujeres se ríen por lo bajo. —Oh, nunca se queda muy lejos de la olla de comida. Resoplo y froto su barriga peluda y gorda. —Puedo verlo. —Miro a Will—. ¿Qué necesitas que haga? No malgasta ni un segundo, como si hubiera estado planeándolo. —Haz flechas y enseña a algunos chicos cómo hacer arcos y flechas. Las necesitaremos. Nos estamos quedando sin munición. Tienen que saber cómo hacerlas y dispararlas. Asiento. —Está bien. —Cuando me levanto, me pasa un hacha de mano y roza mis labios con los suyos. Es como si robáramos un segundo y el mundo se detuviera para nosotros. Me sonrojo, pensando en la noche anterior, cuando rompemos nuestro beso. Bajo la mirada y cruzo el campo hasta el grupo de hombres. Las risitas disimuladas de las mujeres y de Jake hacen que me sonroje más, pero la mirada miedosa en los ojos del grupo de hombres me hace sentir mejor. —¿Quién quiere aprender a usar arco y flechas? —Casi los desafío con mi tono. Parecen asustados un segundo, pero luego empiezan a venir los asentimientos. Señalo al sauce junto al río en el extremo del campo. —Entonces vayamos por ahí.

Capítulo 11 Traducido por Pili Corregido por Evarg7

Es mi turno en el árbol del norte. Leo está acampado en la base del árbol, durmiendo. Mi culo está dormido por estar sentada durante horas, pero me hace sentir que, a mi manera, no es fácil. No quiero que volvamos a dar algo por supuesto. Necesitamos que las cosas no sean fáciles. Nos hizo un blanco fácil una vez; no podemos permitir que eso pase de nuevo. Leo se estira y se pone de su otro lado. Noto ahora que el tiempo se hace más frío, no puede estar echado durante mucho tiempo sobre el lado donde la bala entró. El aire fresco es refrescante después del largo y asfixiante calor del verano. El olor del fuego desde el granero, donde están herrando a los caballos, me pone ansiosa por el invierno. El invierno en este mundo es la paz. La tranquilidad de la nieve es la única vez en que me relajo. Nadie puede viajar en el frío, aunque es como si ellos nunca lo hayan hecho. El invierno siempre ha sido tranquilo. Trabajamos como las hormigas para que el invierno sea tranquilo. A continuación invernamos. Leo y yo nunca hemos compartido un invierno con nadie, pero no creo que pueda recordar qué se siente al no tenerlos a todos allí. Al no encajar. Me veo como parte de ellos, ya no mirando desde afuera. Tal vez es porque ahora están en mi territorio. Ésta era mi casa y los invité. Las casas de madera fueron construidas para vivir en invierno. Se mejorarán una vez estemos en primavera, pero ver la pequeña aldea que hemos construido me hace feliz. Un crujido en las hojas secas rompe mi ilusión. Mi árbol se mueve cuando Jake sube en él conmigo. Se sienta en la rama junto a mí, me da una mirada graciosa. —¿Qué? Niega con la cabeza.

—Nan me pidió que viniera y te diga que es el momento de prepararse para ir a la casa de Bern… de Star. Tratamos de no decir su nombre demasiado. Eso hace que Anna se ponga de mal humor, incluso cuando está ocupada fingiendo que quiere hablar de él. Asiento. —Está bien. ¿Así que somos tú y yo entonces? Él suspira. —Supongo que sí. Will se queda, su tos está peor, lo juro. Miro alerta hacia el bosque y al lobo dormido. —Por la noche, cuando duerme, juro que escucho algo ahí. Como si él no estuviera reparado. Está luchando por el aire y su pecho suena como si lo estuviera aplastando. No puede hacer mucho, físicamente. Sus ojos azules me miran. —Nan dijo antibióticos.

que

podría

ser

inteligente

conseguir

algunos

Me estremezco. —Quitamos la electricidad. No creo que lo puedan hacer sin ella. La señora en el pueblo que me los vendió para ti, dijo que los sacó de las granjas de su hijo. Él asiente. —Entonces haremos nuestro mejor esfuerzo para asegurarnos de que él siga siendo fuerte. Deslizo mi arco por encima de mi hombro y comienzo a bajar del árbol. —Necesitamos asegurarnos de que él también entiende eso. Cuanto más frío esté el tiempo, peor se pondrá él. Leo está parado y se estira cuando llego a la parte inferior. Me empuja cuando le echo un vistazo a los alrededores una vez más. Sus vivaces orejas y su alegre cara de lobo están exactamente como me gusta verlas. Eso, y el sonido del bosque, hace que me relaje mientras Jake se baja del árbol. Cuando dejamos el bosque y nos ponemos en marcha desde el campo hacia la casa, le doy un codazo a Jake.

—El libro que encontraste en los viejos carruajes de caballos estuvo bien. Sonríe. —Estuvo bien. Los caballos de Sully hacen el arado del campo mucho más fácil. Le sonrío. —Estoy orgullosa de ti. Él sonríe ampliamente. —Ay, caramba, hermanita. Me haces sonrojar. —Pero no se ruboriza él, lo hago yo. Es la primera vez que me ha dicho hermanita. Es la primera vez que admitimos abiertamente que no hay nada entre nosotros salvo amor familiar. Agacho la mirada y camino, pero me da un ligero golpe en el brazo—. Sí, he dicho hermanita. Tú y Will son de la misma clase de chiflados. Además, algunas de las chicas que vinieron del refugio el mes pasado están buenas. Meneo mi cabeza, combatiendo mi sonrisa. —Deberías ir por esa chica Andrea. Es buena en esta vida. Caza, pesca, cocina, cose y sabe primeros auxilios. Bufa. —Me tuviste cazando. Todavía no puedo destripar las cosas. Me enferma. Rod, uno de los chicos del refugio que es amigo de Will, pasa junto a nosotros en el campo. Lleva un arco y un carcaj. Me guiña un ojo. Sonrío. —Que tengas buena noche. Él levanta la mano y camina delante de nosotros. Le doy a Jake una mirada de desaprobación. —Si no quieres destripar, yo puedo enseñarte a conseguir la carne sin vísceras. Jack me enseñó cómo. Asiente y sujeta la puerta para mí cuando llegamos a la casa. —Suena bien. Escucho la tos desde toda la casa. Camino hasta el final del

pasillo, al cuarto de atrás que hemos reclamado como el nuestro. Will está cambiando su camisa. Puedo ver el sudor en la que se quita. Sonríe cuando me ve, pero no le sonrío. Su cicatriz se descolora en su pecho. Extiendo la mano, tocando con la yema del dedo la línea sobre su pecho. —¿Cómo fue la vigilancia? Asiento. —Aburrida. —Me aprieta contra su cuerpo sudoroso. Es sudor frío. No fiebre, como dijo Jake. Pongo mis manos en su pecho—. Tienes que ir despacio, Will. Te estás curando y tu pulmón está todavía débil. —Sé cómo de seria se vuelve mi mirada; puedo sentirla. Intenta sonreír, pero pongo mi dedo sobre la punta de su nariz como mi abuela siempre hacía—. ¿Me oyes? Hay que frenar. No puedo hacerlo otra vez. No me puedes dejar. Me dirige una sonrisa que lo derrite todo. —Nunca más. —Besa mis labios suavemente—. Pero, para que conste, recibí una bala para salvarte. Agito mi cabeza contra la barba de su cara. —Habría vivido. La próxima vez déjales que me disparen. Puedo sobrevivir a cualquier cosa. —No digo que no puedo vivir sin él. No quiero hablar de eso. Envuelve sus brazos a mi alrededor. —¿Vas a ir a ver a Sully y a Star? —Asiento. Me besa de nuevo, susurrando en mis mejillas—. Puedes quedarte y alguien más podría ir. Sonrío. —No puedo dejar que Jake vaya sin mí. Su sonrisa se endurece. —Jake podría quedarse. No quiero que sea él quien esté allí fuera de todos modos. Me río. —Es increíble con los caballos. Él y Ana son geniales. Tengo que irme. ¿Puedes descansar… hazlo por mí?

Asiente, inclinado mi cabeza hacia arriba. —Te amo. —Yo también te amo. Besa la punta de mi nariz y da un paso atrás. —Voy a decirle a Nan que estarás descansando hasta que yo regrese mañana. Pone sus ojos en blanco. —No involucres a Nan. Esa mujer es una salvaje. Doy un paso atrás de nuevo. —Ése es el tema. —Me despido con la mano—. Leo va a querer venir. Todavía no me deja fuera de su vista, así que tienes la cama para ti. Me pone cara triste, lo que me hace reír. —Pórtate bien. Me dirijo al final del pasillo. Jake está riéndose, apoyado en el mostrador con Andrea y Kim. Está moviendo sus enormes pestañas negras y masticando un trozo de carne seca. Kim se sonroja y niega con su cabeza. Paso junto a él. —¿Estás listo? Da un brinco. —Vamos a hacerlo. Damas, fue un placer verlas a todas, pero me tengo que ir a conseguir algunos caballos. Así que podemos continuar esta conversación cuando vuelva. Sacudo la cabeza por las risas tontas de la cocina. Sus encantadoras payasadas son imposibles de resistir. He sido el blanco de esa sonrisa. Estoy agradecida de que dejara de obsequiarme con ella. Nan asiente desde el fondo de la cocina. Señala a Jake. —Compórtate. Él camina con un montón de seria arrogancia.

—Sí, señora. Anna me sonríe desde los estantes de la carne. Sus náuseas terminaron hace un par de semanas, haciéndola tener la posibilidad de volver a trabajar con la comida y ser capaz de comer otras cosas que no sean sólo fruta. —Hasta mañana. Asiente. Jake la señala. —Haz que Will se relaje. Suena agitado. Asiente con la cabeza otra vez. Caminamos al cobertizo de los animales que fue construido a partir del criadero que ya teníamos. Dos caballos ya están domados. Le sonrío a Anna. —Gracias. Se despide con la mano. —Ella se ve mejor. Jake bufa. Aún no ha aceptado al bebé ni el hecho de que Anna tuviera sexo; Will está peor. Me subo al caballo y suspiro. —Me duele el culo y ni siquiera hemos empezado. Se ríe socarronamente. —Cabalgaremos rápido, lo juro. —Se sube y conduce su caballo a la puerta. Una de las chicas, con una muy dulce sonrisa y un ojo puesto en Jake, abre la puerta. Él le guiña un ojo cuando cabalga hacia fuera. Casi pongo mis ojos en blanco, pero se están dañando de tanto hacerlo. Atravesamos el campo. Leo se queda con nosotros todo el paseo colina abajo hasta la carretera. Tengo mis pistolas enfundadas en mis piernas y mi arco y carcaj colgado sobre mi espalda. Jake tiene la bolsa de agua y alimentos en sus alforjas. Sully y Star retomaron las partidas de caza en los bosques hasta el lugar en que habían estado las cabañas, donde Sully vivió antes. Saquearon todo de: caballos, alforjas, suministros… todo. Las cinco horas de cabalgata es mucho mejor que la caminata

entera. Jake y yo hemos hecho el viaje dos veces. Will no puede montar a caballo durante un largo tiempo, le duele el pecho, así que Jake y yo tenemos que hacerlo. Conocemos el camino y la gente de Star nos conoce. Después de cruzar el llano donde una vez fuimos hechos prisioneros por Fish y Sully, no puedo evitar sentir que fue hace cien años. No sé qué me ha cambiado más: la muerte de Will y Bernie, alejarme de mi padre o destruir todo lo que ellos hicieron. La combinación es brutal y casi no me reconozco. Vemos una manada de animales que parecen alces. Los señalo mientras cabalgamos. Jake niega con su cabeza. —No tenemos tiempo. Cojo una flecha sujetándome fuertemente al caballo con mis muslos, y me dispongo a lanzar la flecha. El galope del caballo y el animal moviéndose lo hace imposible. No sé cómo lo hacían los indios. Aparto la flecha y alcanzo a Jake. Mi forma de cabalgar es desastrosa y termino con llagas. Él monta como si hubiera nacido para ello… él, Star y Anna. Llegamos al cráter que Star nos mostro antes. Jake detiene el caballo para ver. Siempre lo hace cuando alcanzamos el cráter. Creo que siempre extrañará el mundo como era antes. Pasa su mano por la cara del caballo y le da un tirón. El caballo comienza a galopar de nuevo. Cuando llegamos a la casa de Star, los guardias nos saludan con la mano. La mansión y el terreno se han convertido en un pequeño pueblo. Salto del caballo y me dirijo al granero. Una señora sale y toma las riendas. —¡Hola, Emma! Sonrío. No sé su nombre, pero sé que estaba en las granjas de reproducción. Andy llega corriendo, saludando con sus manos gorditas. —¿Dónde está Sarah?

Hago una mueca de dolor. —Hola, colega, todavía está en la granja. Está ayudando a Anna con la carne. Se agarra a mi pierna. Jake me salva señalando a los animales fuera de los corrales. —¿Qué es eso, Andy? —Andy se ríe tontamente y toma su mano para mostrarle algo llamado “pío”. Star aparece con una sonrisa y unos músculos que estoy segura de nunca haber visto en una chica. Señalo. —¿Qué son ésos? Ella se ríe. —Aprendo a ser herrera. —Envuelve sus brazos a mi alrededor, abrazándome con fiereza. Se echa hacia atrás—. ¿Cómo está la granja? Se refiere a cómo está Will, pero no lo pregunta. Lo agradezco. Asiento. —Bien. Todo el mundo está bien. —Señalo detrás de mí—. Voy a decirle hola a Meg. Ella me guiña un ojo. —Saluda a Bernie mientras estés allí. Es su rosal también. Me doy la vuelta y camino hacia el rosal. Un hombre camina hacia mí, obstaculizando mi camino. —¡Emma! Sonrío cuando lo veo. —¡Mitch! Me abraza, huele mi cabello y sacude la cabeza. —He oído sobre Will y Bernie. Lo siento mucho. Me echo hacia atrás. —Will está bien. Su cabeza cae. Asiento. Suspira. —Oh, gracias a Dios. Dicen que fue asesinado. Casi me muero.

—Está en la granja, en donde solía esconderme. Hemos construido una granja de trigo allí. Recibimos un montón de gente del refugio ahí para el invierno. Su sonrisa sigue siendo dulce. Me da un empujoncito. —Me llevas contigo cuando te vayas. Niego con la cabeza. —De ninguna manera. Tienes que quedarte aquí y ayudar. Pone los ojos en blanco. —Ya es más grande de lo que debería. Star está decidida a fabricar balas ahora. Tendrá una fábrica en un santiamén. —Me mira por un segundo, como si se hubiera perdido en sus pensamientos y en sus emociones reprimidas. Cuando se recupera de ello, sacude la cabeza—. No, tengo que salir de aquí. Entiendo y asiento. —De acuerdo. Cabalgaremos mañana. Sully quiere que tome dos caballos más, así que tú puedes montar uno. Asiente. Leo viene paseando, olfateando a Mitch. Pone su cara de lobo feliz después de un segundo. Mitch se agacha para rascar la cara de Leo, sonriéndome abiertamente. —Sabes que necesitas mis habilidades de todos modos. Resoplo. —Es triste, pero podría ser la diferencia entre la supervivencia y la no supervivencia. No tenemos un montón de francotiradores en la granja. Guiña un ojo. —Dicen que tienes un montón de señoras. Cruzo los brazos sobre mi pecho. —Sí. ¿Sabes cómo traer al mundo a un bebé? Sonríe, de pie. —Sí. Lo hice una vez. Me dio un miedo terrible, pero puedo hacerlo.

Le doy una palmada el brazo. —Entonces vas a ser popular. Su rostro se ruboriza un poco. Normalmente es del tipo fuerte y silencioso; es como yo, pero en hombre. Star pasea, pareciendo fuerte y segura. —¿Has oído que los pueblos han comenzado por el cumplimiento de la ley? Frunzo el ceño. —Siempre han tenido guardias. Niega con la cabeza. —Alguaciles. Han empezado a jurar como alguaciles y jueces. Sin granjas, ni campamentos, ni ciudades, los pueblos se están convirtiendo en pueblos reales. Tratan de deshacerse de la corrupción. Pongo mis ojos en blanco. —Siempre tarde y a medias. —Lo leí en una de las novelas de la abuela. Me encantaba. Se ríe. —Es mejor que nada. Hemos estado pensando que, como tenemos diez casas, que podríamos hacer lo mismo. Ustedes también deberían. Miro a Mitch. —¿Quieres ser mi alguacil? Asiente una vez. —Haría cualquier cosa por ti, Em. El comentario me incomoda, sólo un poco. Finjo que no es nada y muevo la cabeza. —Está bien. Star señala a Sully, apenas lo reconozco. De alguna manera es una bestia de hombre. En el mes que me he ido, ha ganado grandes cantidades de músculo, como Star, pero más abultado. —Quiere que se lleven cuatro caballos, uno es un semental y no se ha relacionado con ninguna de las hembras en la granja.

Asiento. —De acuerdo. Sólo dile a Jake lo que deseas. Él es el tipo de los caballos. Ella se ríe. —Quién sabía que tenía un propósito, más allá de hacer que las vistas estén mucho mejor. Me río. Ella me guiña un ojo. —Los caballos encajan con él. —Se aleja y sus pantalones cortos y camiseta de repente la favorecen. Su cuerpo está fuerte y en forma ahora. No se ríe y no abraza a la gente. Les da palmadas en el brazo. —Ella es muy diferente ahora. Le echo un vistazo a Mitch y asiento. —Muy diferente. Traga. —Casi echo de menos a la chica risueña y maquillada. —¿Sabes que era una simple actuación? ¿Que nunca fue quién era ella? Estaba tratando de encajar para circular la información de Marshall hacia su hermano. Me sonríe. —Lo sé. Me sigue gustado esa dulce sonrisa y esa risa graciosa. Suspiro. —Los hombres son animales. Él se ríe y camina conmigo hacia Jake. Sully nos ve, se limpia su cara sucia. —¡Emma! Lo saludo con la mano, pero él viene, dándome un abrazo abultado, musculoso y cargado de sudor. Mi espalda cruje cuando me menea. Me baja. —¿Cómo están Will, Anna y Sarah?

—Muy bien. Todos están geniales. Anna está poniéndose con una pequeña barriga. Es como una pequeña joroba. Y ya no está enferma. Sonríe. —Fantástico. Star y yo queremos conseguir algunos alguaciles, así que cuando el pequeño bambino venga, podemos acercarnos hasta allí. —Asiente detrás del granero—. Estamos convirtiendo un carro en un trineo. Todos ustedes deberían hacer lo mismo. —Ingenioso. Se lo diré a Will. Sus ojos se vuelven pequeños. —¿Cómo está él? Muevo mi cabeza. —No dice mucho. Ya sabes cómo es él. Resopla. —Sí, es como tú, pero tiene una polla. Frunzo el ceño. Se ríe. No veo qué es lo gracioso en esa declaración. A veces todavía me pierdo en las conversaciones, hemos recorrido un largo camino. Mitch me da un empujón. —A Emma no le gusta hablar de pollas, a ella le gusta matar hijos de puta. Mi cara se pone roja. Echo un vistazo a la tumba de Meg, donde Leo está sentado solo y señalo. —Voy a saludar a Meg. —Paso por delante de ellos y trato de no escuchar sus risas. Me toma un minuto apartar las ramas secas y dejar a la vista el montículo de rocas. Leo se sienta, luciendo regio. Sus ojos siempre se ponen tristes cuando está con ella. Me arrodillo junto a él y recorro con mi mano su espalda. Sin embargo, no miro abajo a la pila de rocas. Miro hacia arriba y sonrío. —Hola, Meg.

Sé que está aquí. Sé muy pocas cosas, pero ésta la sé. Después de un minuto Jake está ahí junto a mí. El calor de su cuerpo junto al mío es agradable. —Hola, Meg. Leo aúlla un poco y se acuesta. Jake asiente. Puedo decir que está diciendo algo en su cabeza. Me estiro y tomo su mano. Él no me mira, pero la aprieta. Oigo botas detrás de nosotros. —¿Quieren tomar una ducha caliente? Producimos electricidad. El inversor está finalmente arreglado. Le echo un vistazo a Star. —¿En serio? Ella sonríe. Jake me guiña un ojo. —Una carrera hasta las duchas. Saco mi lengua. —Ve tú primero. Mis piernas están destrozadas por ese maldito caballo. Me ayuda a levantarme. —No, ve tú primero. Star se ríe. —Siempre el caballero. Sus ojos arden. —No siempre.

Capítulo 12 Traducido por Floresadri Corregido por Evarg7

Al día siguiente, el asiento entra en una pelea con mi trasero. Me estremezco y espero a que el entumecimiento se haga cargo de nuevo. Mitch se ríe. —Oh, ¿ésa es una cara de culo adolorido, Emma? Gruño y le doy una mirada dura. Sube sus manos en gesto de defensa, pero se sigue riendo. Jake me da una sonrisa de mierda también. Gruño y asiento hacia Star. —Enviaré un aviso cuando la nieve llegue o si pasa algo importante. Ella hace un guiño. —Avisaré si encuentro a nuestro querido padre. He creado un monstro. Es cada día más como yo, como si estuviera recogiendo las odiosas piezas que yo pierdo. Asiento. —No vayas a por él sin mí. —No quiero que la mate. Quizá no seamos cercanas, pero es todo lo que tengo. Es mi sangre. Ella da una bofetada al trasero del caballo. —Que tengas un buen viaje. —Mi caballo salta a la acción. Casi grito. Tengo que aprender a montar a caballo mejor. Caer del asiento podría ser mi muerte. Sully nos despide con la mano a la altura de la puerta. No puedo confiar en él. Hace todo lo posible para ganar nuestra confianza y nos ayuda, pero para mí fue uno de ellos. Tengo que obligarme a ver a Jack cuando lo miro. No importa qué pase, veo la imagen que hice en mi cabeza de ellos comiendo gente. Me hace tener un poco de náuseas.

Mitch y Jake me sobrepasan, haciendo polvo para que los siga. Veo movimientos a mi derecha mientras pasamos los cráteres. Saco una flecha y hago un intento hacia el monstruo de pelo rojo y enmarañado tropezando en el césped. Lanzo dos flechas, pero ambos fallan. Leo me mira y corre a un lado. Suspiro, tengo que aprender a disparar desde un caballo. Ésta es mi nueva meta. Pasamos el lugar donde Fish y las pandillas nos capturaron, y trato de nuevo con un ciervo corriendo por la carretera destruida. Me voy a quedar sin flechas a este ritmo. Leo ni siquiera lo intenta con el ciervo. Pienso que está empezando a sentir lástima por mí, así que está fingiendo no ver mi desastre. El guardia de la plataforma en el árbol es una vista increíble. Nos saluda con la mano cuando llegamos. Jake tiene el caballo adicional ligado a él, por lo que va directamente a la derecha cuando llegamos al bosque. La granja y el pueblo se vean más grandes que antes. Más personas quizá. Will viene sonriendo. Está rojo, no quemado, sino sin aliento. Lo voy a abofetear. Agarra mi caballo y le sonríe a Mitch. —Oye, hombre. ¿Cómo va todo? Mitch salta de su caballo, como si acabamos de hacer un paseo rápido por el patio. No se ve como si podría morir en cualquier momento. No puedo bajar del caballo lo suficientemente rápido, pero cuando lo hago, mis piernas ceden. Leo está ahí cuando me caigo. Me apoyo en su gran espalda. —Gracias, colega. Mitch y Will se abrazan. Puedo ver el alivio en el rostro de Mitch. —Oí que te habías muerto, hermano. Will me mira. —Sí, lo estuve por poco de tiempo. Mitch golpea su brazo. —Ni el diablo te quiso, ¿eh? Se ríe. —No.

Mitch ve Anna, veo la tristeza en su rostro. Asiente. —Iré a ver cómo lo está pasando la futura mamá. Will se vuelve hacia mí. —¿Culo dolorido? Quiero quejarme y sumergirlo en agua caliente. Suspiro. —Duele. Me tira en sus brazos, frotando mi trasero suavemente. —Vamos. Te voy a dar un masaje en el trasero. Lo aparto. —No, puedo decir que estás todo sudado y rojo. No te relajaste. Agarra mi brazo, sabiendo que odio eso, y planta un beso en mis labios. Puedo sentir la sonrisa desafiante en sus labios. —Ven a relajarte conmigo. Niego con la cabeza. —Eso no es relajante. Se ríe y envuelve su brazo a mi alrededor, tirando del caballo al granero. Anna me da una mirada triste; está hablando con Mitch, pero puedo ver que algo está mal. —¿Qué pasa con Anna? Suspira. —Ha estado teniendo calambres durante todo el día. Cree que va a perder el bebé. Las palabras desencadenan algo en mi mente. —Reposo en cama. Frunce el ceño. —¿Qué? —Asiento con la cabeza—. Reposo en cama. Mi mamá tenía miedo de perderme. Los médicos la pusieron en reposo en cama. Frunce el ceño.

—¿En serio? —Sí. Ocúpate del caballo y llevaré a la loca mujer embarazada a la cama. Me golpea con fuerza en el trasero. Gruño, pero eso hace a sus ojos parpadear con humor. Casi cojeando, llego donde ella. —Ven conmigo. Tomo su mano y la meto en la casa. Trata de tirar hacia atrás, pero no cedo. Mi trasero me está matando, mis piernas se han agotado, estoy de mal humor y tengo hambre. Llego a los cuartos traseros y tiro de ella hasta donde duerme. Cierro la puerta y subo a la cama. —Reposo en cama. Ella susurra—: ¿Qué? Asiento. —Reposo en cama. Mi madre estaba segura de que me estaba perdiendo, y los médicos la pusieron en reposo en cama. Tenías la infección, ni siquiera deberías ser capaz de tener bebés. Tienes que guardar reposo en cama. Su cara cae. —Em, me volvería loca aquí. Niego con la cabeza. —Tienes que elegir: bebé o cordura. Se quita sus botas y se sube a la cama. Frunce el ceño. —Necesito libros. Ése de Da Vinci era bueno, pero estoy hecha polvo. Asiento con la cabeza. —Voy por el libro. Siéntate. Arruga la nariz. —¿Cuánto tiempo tengo que quedarme aquí?

Me encojo de hombros. —No sé. Supongo que hasta que te sientas normal otra vez. Acuéstate para que el bebé no pueda caerse. Se ríe y se acurruca en la cama. Puedo ver que está agotada. Me quito las botas también y subo a la cama con ella. Hace una mueca. —Hueles a caballo. Sonrío. —Sí, bueno, tome una ducha ayer en casa de Star, por lo que debería oler como el champú de lavanda que están haciendo allí. Sus ojos se abren de golpe. —¿El agua caliente está de vuelta? Asiento. Ella gime en un susurro. —Oh, hombre. Necesito una ducha caliente. Hice que Nan me calentase el agua en el fuego y la vierta en mí, pero no era lo mismo. Cierro los ojos. —Fue increíble. Susurra contra mi cara—: ¿Alguna vez extrañas la granja de reproductora? Sonrío. —Sí. Se abre la puerta. Echo un vistazo hacia atrás para ver a Sarah. Me río. —Hablando de echar de menos a las granjas de reproductoras. Sarah se quita sus zapatos y se sube a la cama con nosotras. — Will dijo que estabas de vuelta. —Se acurruca entre Anna y yo—. No echo de menos las granjas, echo de menos al cocinero. Me río y cierro los ojos de nuevo. No sueño, duermo completamente pacífica. Cuando me despierto, estoy al lado de Will. Abro los ojos y lo veo mirándome. Debe haberme

movido en la noche. Me pasa la mano por la mejilla. Sonrío y cierro los ojos de nuevo. Envuelve un brazo a mi alrededor, tirando de mí hacia él. —Hueles bien. Gimo. —Mmmm, tomé una ducha en la casa de Star. Ella sabía que Bernie había guardado un montón de cosas de paneles solares en el búnker de metal debajo de la casa. El H.E.M.P no lo arruinó. Tenía algo llamado inversor fijo y entonces lo tiene todo conectado. No creí que fuera capaz de hacerlo, pero lo hizo. —¿Tienen electricidad? Asiento. Él silba. —Eso es peligroso. Abro los ojos. —¿Por qué? Niega con la cabeza. —Nena, nunca debemos querer más de lo que tienen los demás. No quiero tener cosas si ellos no las tienen. Si tenemos lo suficiente para vivir, entonces nadie va a venir a atacarnos y tratar de tomarlo. La gente ve el poder y luego quieren gobernar. —Pero ella va a conseguir alguaciles y la aplicación de la ley. Tal vez si tienen algunos ahorcamientos o tiroteos, la gente mala se mantenga alejada. Niega con la cabeza. —No es inteligente. Marshall era inteligente, cómo lo hizo. El campamento y el retiro se basan enteramente en el grupo, y sólo teníamos lo que necesitábamos. Nunca fuimos el blanco de bandidos ni tuvimos redadas. Tuvimos una buena población, pero no demasiadas cosas. Me siento asentir de nuevo. —Es triste que no podemos nunca tener nada nunca más.

Duermo toda la noche, despertando por el movimiento de Leo en la cama. Will se envuelve alrededor de mí totalmente y Leo está en mis pies. Lucho por debajo de ellos dos para salir de la cama. Mis piernas están mejor y mi culo no me duele. Definitivamente, hay un beneficio en ser yo. Me pongo mis botas y una camisa de manga larga de Will. Huele a él, a su hedor que, por la razón que sea, me gusta. Entro a la cocina. Nan sonríe. —Hola, chica. Asiento. —Buenos días. Sus ojos se mueven hacia la derecha. —Atraparon a alguien en la propiedad esta mañana. Miro a la puerta y pienso en lo que Will y yo habíamos hablado. Me ato mis pistoleras a mis muslos y salgo de la casa. —¿Sólo una persona? Ella asiente. Mitch me da una mirada desde el otro lado del patio de grava. Veo a un hombre joven con pelo largo y oscuro. Su cara sucia es delgada y de aspecto cansado. Cuando me ve, sus ojos se quedan atrapados en las armas de fuego en mis piernas. Me cuelgo arco y carcaj sobre mi hombro y camino hacia donde Mitch está. —Nos encontramos un amigo en el bosque. Los guardias lo atraparon. Miro fijamente los ojos oscuros del joven y asiento. —Ejecútenlo. Mitch se queda boquiabierto. —Él podría ayudar por aquí. Niego con la cabeza.

—Esto no es un campo de trabajo, no mantenemos esclavos. — Camino hacia el chico y limpio con mi mano la suciedad en su cara—. Esta tierra está frotada. Apuesto a que nos siguió ayer. Es un explorador. —Levanto su labio, descubriendo dientes blancos y perfectos. Le doy Mitch una mirada—. Llévalo detrás del granero. Yo lo ejecuto. Mitch frunce el ceño. —Em, no quieres hacer esto. Agarro el brazo del chico que Mitch está sujetando. —Lo haré yo misma entonces. El chico abre la boca. —Bien, bien. Ella tiene razón soy un explorador. Huimos de la ciudad. Sabíamos dónde estaba el refugio. Está en un mapa. Por favor, soy médico. Mis ojos se entrecierran. —Tienes veinte años, ¿cómo podrías ser médico? Sus ojos buscan compasión en los míos. Sé que va a acabar con las manos vacías. Se estremece en mi fría mirada. —Estaba como aprendiz bajo algunos de los médicos de la ciudad. Estaba aprendiendo a ser un médico criador. Sus ojos son muy claros, como los míos y los de Star. —Eres un bebé Gen. Sus ojos se estrechan por un segundo, pero no dice nada. Presiona sus labios con fuerza. Me acerco, agarrando su camisa. —¿Lo eres? —¡SÍ! Le doy tirón hacia atrás y lo libero. —Mierda. —Miro a Mitch—. Es mi hermano, pero es de la ciudad. Envía exploradores al bosque.

Los ojos del chico se ponen nerviosos cuando lo digo. Hace una mueca y luego sonríe. —Eres Emma. Agarro su brazo y lo arrastro hasta el granero y señalo al búnker en el suelo, dando Mitch una mirada mortal. —Abre eso. Mitch me da una mirada, pero lo hace. Empujo a mi nuevo hermano al agujero y muerdo mi labio. Sus ojos de color verde azulado son lo último que veo de su cara. Hago clic en el pestillo en el búnker y paso mis manos sobre mi cara. —Mierda. El pánico me está llenando. Mi padre podría estar en el bosque, o en la casa de Bernie. Por supuesto que sabía dónde estaba el refugio y donde vivió Bernie. Me doy una palmada en la frente. —Estúpida, estúpida, estúpida. Mitch agarra mi brazo. —Em, relájate. Es un chico solamente. Niego con la cabeza. —No. La ciudad se quemó, no tienen adónde ir. Nunca han estado aquí afuera, en la naturaleza. Saben dónde hemos establecido el campamento y poblado. Tenían una habitación llena de mapas de ellos. Conocen el lugar donde vivimos. —Puedo oír el pánico en mi voz. Señalo hacia abajo, a la tapa cubierta de heno—. Eso no es un explorador. Es una prueba. Prueba para ver lo rápido que respondemos, nuestra forma de actuar y qué tipo de lugar tenemos, para que sepan lo que tienen que quitarnos. Mitch pone sus manos sobre mis brazos. —Cálmate. Tu locura se está mostrando. Éste es un tipo, un médico. Podrías darle una paliza, no tiene la menor oportunidad. Mantén la calma. Tomo una respiración profunda y asiento. —Está bien. Pero quiero a parejas en el bosque par encontrarlos. Sé que hay mucho más.

Asiente. —Está bien. Tú, Leo y yo seremos un par, ¿de acuerdo? Haremos el perímetro. Voy a silbar para él, pero Will abre la puerta de la cocina, mirando a Mitch y a mí de forma extraña. Leo sale de la cocina y viene hacia mí. Olfatea la puerta del búnker y gruñe. Camino soltándome del brazo Mitch y señalo a la puerta búnker. —Un explorador de la ciudad. Will cierra los ojos. —Mierda. —Señala el campo—. Necesitamos exploración fuera. Quiero pares que hacer una caminata de cinco millas. Em, Leo y yo iremos por una ruta. Mitch… Lo interrumpo. —Will, Mitch y yo vamos juntos. Necesitas descansar. Nosotros podemos con este perímetro con Leo. Necesitas descansar. Sus ojos se mueven entre Mitch y yo. Asiente, vuelve a entrar en la casa y cierra la puerta. Mitch suspira. —Piensa que pasa algo entre nosotros, ¿no? Niego con la cabeza. —Eso no es tan importante en este momento. Vamos a hacer esto y voy a hablar con él después. Mitch se ríe. —Éste es tu primer novio, ¿no? Ve a hablar con él ahora. No quiero. No quiero ver la mirada de enojo en su cara o, la que es peor, la patética. No me gusta esa mirada. Mitch me empuja. —Ponte en marcha, cobarde de mierda. Gruño y entro a la casa. Nan hace un ruido, murmurando cuando camino por delante de ella, haciendo caso omiso. Él está en el

dormitorio, poniéndose las botas. Cierro la puerta tras de mí y presionando mi espalda en ella. No se fija en mí. Camina hacia la puerta, como si fuera a moverme o a pasar directamente a través de mí. Me estremezco cuando su mano se mueve. La detiene, pero puedo ver que su rostro se enrojece. —¿Crees te pegaría? Niego con la cabeza. —No. No espero a que actúe como un loco. Eso hace que los dos actuemos así, y estoy cansada de ese tira y afloja. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y beso su garganta. Él sigue siendo de madera. Lo muerdo suavemente, sonriendo contra su piel. —Sólo di lo que piensas. Niega con la cabeza. Me subo a él como a un enorme árbol, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura. Cierro mis ojos y le susurro al oído—: No sé cómo decirlo, Will. No tengo la sensación de tener que decirte lo que siento, pero sé cómo no me siento. Sé que las cosas con las que no viviría sin tenerlas. No me hagas dispararte. Resopla. Puedo sentirlo ablandarse. Sus manos se deslizan a lo largo de mis piernas, ahuecando mi trasero. Me abraza a él, presionando su cara contra la mía. —No tengo un propósito, Em. Me está volviendo loco. Me tiro hacia atrás. —Tienes un propósito. Haces que estas personas confíen en este lugar y en mí. Eres el cerebro. Ya no tienes que ser la fuerza muscular. Se ríe. —No hay nada como sacar al hombre que llevo dentro. Me río también.

—Sabes lo que quiero decir. Niega con la cabeza. —¿La próxima vez puedes sólo dispararme? Creo que podría ser menos doloroso que escuchar este discurso. Niego con la cabeza. —No. —Lo beso en la mejilla—. Ahora voy a ir a hacer un revisar el perímetro con Mitch, mi amigo, y luego voy a torturar a mi nuevo hermano. Se estremece. —¿Qué? Asiento. —Tiene la edad de Star y la mía, y es de la ciudad. Sus ojos son claros como los nuestros, y juro que puedo ver a Michael en su rostro. Le pregunté si era un bebé Gen y me dijo que sí. Will me baja. —Genial. Esto es sólo se pone cada vez mejor. Le beso en la mejilla. —Es como dijiste. Van a tratar de tomar lo que es nuestro porque lo que tenemos es mejor que lo de ellos. Besa mis labios suavemente. —Em, no nos quitarán nada. Estiro mi brazo hacia mi espalda y abro la puerta. —Por favor, Will. Descansa. No te esfuerces demasiado. Tu respiración ha estado sonando mal. Él asiente con la cabeza. —Está bien. Quédate con Leo. Le guiño un ojo como Jake siempre lo hace. —Hecho. Salgo de la casa de nuevo, preocupada por todo.

Mitch me da una sonrisa de mierda. —¿Fue tan difícil?

Capítulo 13 Traducido por Camila Cullen, Emi_93 & Mais020291 Corregido por Ahriel

La corteza se siente rugosa contra mis manos pero el viento frío es increíble. Puedo ver a Leo dando vueltas por el bosque y a Mitch en el árbol a mi derecha. Sin embargo, nada más se está moviendo. Hemos recorrido el perímetro y ahora estoy acampando en mi árbol. Leo vuelve al árbol de encuentro y se sienta sobre su trasero. Claramente no sintió ni vio nada; parece tranquilo, como si estuviéramos jugando. Miro a Leo. —Supongo que vamos con la tortura. Jadea y sonríe. No le importa tampoco. Me siento entumecida mientras bajo al suelo. El bosque canta a nuestro alrededor. Dejo los árboles y sigo sigilosamente a través del campo, me encanta sentir la hierba en las puntas de mis dedos mientras camino. Mitch deja el bosque cuando me ve caminando en el campo cultivado. La primera cosa que veo cuando llego a la esquina es el techo del bunker abierto. Mis armas están fuera instantáneamente. Leo se agacha mientras nos movemos al granero. Jake y unos pocos chicos están charlando en el corral de los caballos y una chica con un cabello realmente rubio está alimentando a las cabras. Los hombres están martilleando el metal y nadie parece notar la puerta del bunker. A lo mejor se ha colado en la casa. Abro la puerta del porche. Nan no está ahí. No hay nadie. Me deslizo por el pasillo, echando vistazos por las puertas. Nadie hace ningún sonido. Abro la puerta de Anna, pero ni siquiera Leo quiere mirar dentro. Lo que hay en la puerta es alarmante. Apunto con mi arma, encogiéndome de horror.

Anna me frunce el ceño y suelta un chillido respirando con dificultad. No puedo entenderla, pero el doctor sacude su mano libre hacia mí. —El cuello de su útero aún está cerrado. Sus calambres y sangrados probablemente sólo están manchando. Sin embargo, estabas en lo cierto sobre el descanso. Su otra mano se mueve entre sus piernas. Reprimo una pequeña náusea, sacudiendo la cabeza. Anna me gruñe. El doctor señala la puerta con la cabeza. —Cierra la puerta. Dice que si Will la ve, va a estar cabreada. Doy un traspié hacia atrás. Leo me ha abandonado. Cierro la puerta, aun sosteniendo mis pistolas. —Emma, ¿podrías parar? Jesús, a veces actúas como una cría. Miro hacia abajo por el vestíbulo a Nan y sacudo la cabeza. —¿Qué ha sido eso? Ella se ríe. —Bueno, pensé que como teníamos encerrado al doctor, podíamos hacer que revisara a Anna antes de que lo mates. Así que le dije a Jake que lo soltara —gruño, pero ella me apunta con una cuchara de madera—, y no me mires así ahora, señorita. Te abofetearé. No aceptaré esa mierda de ti. —Nan, él es un monstruo —señalo, notando cómo mi voz se agrieta—. Es como yo pero peor. Está en el equipo de Michael. Probablemente esté matando a Anna. Ella rueda los ojos. —¿A través de la vagina? Sí, esa es una manera eficiente de matar. Me atraganto cuando dice eso y salgo hecha una furia de la casa. Will está cruzando el campo. Mis labios se levantan cuando lo veo hablando con Mitch. Camino hacia el otro lado. Sé lo que va a pasar si me quedo a enfrentarlo. Estoy de humor para dispararle a alguien. Leo me alcanza cuando llego al borde del bosque. Saludo con la mano al chico en la plataforma.

—Tómate un descanso. Asiente y baja. Escalo y Leo encuentra él solo un bonito lugar para hacer uno de sus nidos. Veo a Jake cruzar el campo hacia donde estoy. Cuando los árboles se mecen, aprieto mi mandíbula. Sube sonriendo a la plataforma. —¿Will te envió? Asiente. —Ya lo sabes. Es una gallina de mierda cuando estás enfadada. —Necesito dispararle otra vez, creo —mascullo. Le doy un vistazo, aún escuchando el sonido del bosque—. Sabes que ese chico es malo. Sacude su cabeza. —No, no lo es. Es un explorador que no regresará. Está entrenando para ser un doctor de reproductores y Anna es una paridera, tanto si nos gusta como si no. Va a tener ese bebé, contra mis deseos. Es mejor tener a alguien aquí que sabe lo que está haciendo. Me mofo y miro abajo a Leo. Aún está encogido en una bola. Jake me lanza una hoja. —Tienes que dejar de ser tan paranoica. Tal vez todo vaya a funcionar. Tal vez este sea un lugar seguro para nosotros. Lo miro sombríamente. —No creo que ese lugar exista. Lo intento, pero no puedo y él es un recordatorio constante de que estamos en peligro. —Emma, algunas veces no sabes estar alrededor de la gente. Tienes que tranquilizarte. Frunzo el ceño. No sé lo que eso significa. El se ríe. —Mi padre solía decirle eso todo el tiempo a mi madre, tranquilízate. Significa cálmate y relájate. Voy a bajarme y dejarlo ahí, pero Leo ya no está enrollado en una bola. Está mirando algo en el bosque y no se oye nada. Jale se ríe entre dientes.

—Quiero decir, realmente… —Me estiro y cierro su boca, empujándolo debajo de la plataforma sobre su tripa. Me recuesto a su lado, manteniendo mis ojos escudriñando el bosque. Un crujido a la izquierda lleva mis ojos en esa dirección. Veo a Leo girarse en esa dirección también. Veo el flash sigiloso de algo entre dos árboles. Sale después de otro árbol. Es un caballo. El jinete está desplomado sobre la cabeza del caballo. Me levanto de un salto y empiezo a bajar. Leo ya está corriendo en esa dirección. —Haz sonar la alarma —le grito a Jake. Parece aterrado por un segundo pero se recupera, y oigo el gong de un leño contra la hoja de metal que arrastramos a la plataforma. Salto al suelo del bosque y corro a toda velocidad entre los árboles. Veo su cara apelmazada, empapada de sangre y empiezo a sentirme enferma. —¡STAR! Ella levanta débilmente su cara ensangrentada y sonríe. —Em. Agarro las riendas del caballo y miro al segundo detrás de ella. Está vacío. El jinete se ha caído. Salto en el lomo del caballo sin jinete y agarro el caballo de Star. Cabalgamos a través de la hierba polvorienta dentro del camino de entrada que se ha convertido en nuestro patio. La gente se apresura hacia mí. Will tira de Star hacia abajo. No lo miró a él o a ella. Entro en la casa. Nan ve mi rostro y se aparta. Me conoce. Pateo la puerta del cuarto trasero. Anna se está riendo y hablando en susurros. Agarro al doctor y lo arrastro por el pasillo. Él exclama y grita, y Anna hace unos sonidos sibilantes. Señalo a Nan. —Mantenla en la cama. No importa qué. Nan asiente una vez. Arrastro al ensangrentada.

hombre

gritón

—¿QUÉ DIABLOS ES ESTO?

al

patio.

Señalo

mi

hermana

Él observa su rostro, tragando con fuerza. Veo el reconocimiento en sus ojos. Él la reconoce y sabe lo que ha pasado. Me mira, intentando ocultarlo. —No lo sé. Lo golpeo con fuerza. Se cae. La multitud reunida grita. Siento que alguien agarra mi brazo, pero es demasiado tarde. Mi ira está ahí, los apartado con rudeza y saco mi arma. Le disparo en el muslo. —¿QUÉ ES ESTO? —¡NO LO SÉ! —grita—. ¡SÉ QUE ELLOS IBAN A IR A POR LOS PANELES SOLARES! ¡NO SABÍA CUÁNDO! ¡ME DIJERON QUE FUERA ALLÍ DESPUÉS DE REVISARLOS! Le disparo en la otra pierna, apenas rozándola. —¡PODRÍAS HABERNOS ADVERTIDO! —POR FAVOR, ¡NO SABÍA CUÁNDO! ¡LO JURO! —grita de nuevo—. ¡OÍ QUE USTEDES ERAN LOS QUE NOS SALVARON A TODOS EN LA CIUDAD Y ME PRESENTÉ VOLUNTARIO PARA VENIR AQUÍ COMO UN EXPLORADOR! ¡QUERÍA ENCONTRARLOS! Levanto el arma ante el rostro del tipo. Leo gruñe frente a mí, rugiendo salvajemente. Lágrimas caen por sus mejillas. —Por favor. No tuve nada que ver con esto. Siento que algo me rodea. Asumo que es Will a punto de arrancarme los brazos, pero es Anna. —Él no es malo —me susurra—. Lo conozco. Nos conocimos en las granjas. Él me llevó a un área diferente, para asegurarse de que me ponían un bebé en la barriga. Su nombre es Nick. Doctor Nick. ¿Recuerdas que te hable sobre el Doctor Nick? Él era el amable. Éste es él. Estaba intentando decírtelo, mientras lo arrastrabas. Mi mano comienza a temblar. La bajo, mirando su rostro afligido. Asiento hacia Star. —Cúrate, y luego a ella. Él asiente. —Gracias.

Casi le pego con el arma, pero no lo hago. Me doy la vuelta y veo cómo me mira todo el mundo. Mitch está sujetando a Will. Enfundo mi arma y me dirijo a Star. —¿Lo han invadido todo? Asiente, luciendo como si fuera a desmayarse en cualquier momento. —¿Crees que se quedarán ahí? Asiente. —Michael quería la mansión, él sabía que Bernie estaba allí. A él no le importamos. Mis ojos se estrechan. Ella ve la mirada. —Tan pronto como yo esté mejor. Regreso a la plataforma. No puedo mirar ni a Will ni a Anna. Sé que están decepcionados conmigo. También lo estoy, pero no por la misma razón. Desearía haber matado a Michael, cuando tuve la oportunidad. Debería haber sabido que dejarlo vivir significaría que él encontraría una manera de seguir viviendo la buena vida, y que eso sería a expensas de los débiles. Trepo al árbol y me subo a la plataforma. Jake se ríe. Me hace sonreír. —¿Le disparaste al buen doctor? Suspiro y bajo la mirada a Leo que está enroscado en una bola de nuevo. —Mierda. Jake asiente. —Ese es el tema. El sol se pone y alguien trae comida. Jake baja y la coge. Me pasa el pan fresco y el estofado cuando vuelve a subir. Gimo. —La comida es cada vez mejor, lo juro. Asiente. —Lo es. Al menos Nan ha dejado de intentar hacer manteca de cabra. Eso era asqueroso. Me río.

—Necesitamos una vaca o dos. Veo una figura oscura andando por el campo y me estremezco. —Mierda. Jake mira y se ríe. —Esto será divertido. Oigo gruñir a Leo y el doctor lucha por subirse al árbol con las piernas heridas. Se estremece y gime, pero llega a la plataforma, arrastrando su cuerpo a través de ella. Jake se estira y tira de él para que se siente con nosotros. —Hola. El doctor intenta recuperar el aliento. —Hola. Presiona su espalda contra la barandilla de madera de la plataforma. —Así que, quiero ir a la mansión y decirle a Michael que este campamento es un desastre. Un pequeño espectáculo de mierda de gente que apenas sobrevive. Me río. —No. —Vendrán aquí a mirar por sí mismos, si no lo hago. Me encojo de hombros. —No confío en ti. El Doctor Nick tal vez engañe a Anna, pero no a mí. Suspira. —Atraerás al pequeño ejército que Michael tiene sobre esta gente. Puedo detenerlo. Me inclino hacia él. —Vas a decirle exactamente cómo llegar aquí y exactamente cómo invadirnos. Él mira a Jake.

—¿Siempre es así? Jake sonríe. —Peor usualmente. Esta es ella manteniendo controlado su temperamento. Alza las cejas. Su cabello rubio oscuro y oscuros ojos azules me recuerdan a la familia. —¿Cómo supiste que eras un bebé Gen? —pregunto, ignorando su conversación. Sonríe. —Siempre lo supe. Mi mamá murió, Michael me crió en el laboratorio y me explicó lo mucho mejor que era respecto a todos los demás. Cuando el mundo terminó, Michael nos llevó a un lugar donde estar a salvo, mientras la ciudad se acababa. Las cosas pasaron más rápido de lo que él pensaba. Él no estaba tan involucrado en el fin del mundo como le gustaba creer. —¿Por qué permitió que los bebés Gen invadieran la ciudad y aterrorizaran a la gente? Frunce el ceño. —Creo que los ve como superiores. No ve los fallos en el sistema. Cree que los humanos más débiles deberían inclinarse ante ellos. —¿Cómo es que estás tan calmado? Suspira. —No lo estoy. Es solo que no estoy entrenado para el combate, de la forma en que tú lo estás. Me carcajeo. —No estoy entrenada para el combate. Mi papá murió cuando tenía diez. Esta soy yo sobreviviendo. —Sin embargo, es lo mismo que entrenamiento de combate — señala Jake—. Lo garantizo, si quedaran marines, ella sería uno de ellos. Extiende la mano. —Soy Nick.

Jake se la estrecha. —Jake. Pongo los ojos en blanco. —Él vino aquí a ayudar a Michael a aterrorizarnos, ¿y tú le das la mano? Nick me dedica una mirada. —No sé qué más hacer para que me creas. Vine aquí buscándote. Yo estaba en la granja de criadero donde estuviste unas semanas. Me fui unos cuatro días antes de que te marcharas. Te habría ayudado, si hubiera sabido lo que ibas a hacer. Oigo el silencio del bosque y niego con la cabeza. —No quiero tu ayuda. —Puedo hacer que nazca ese bebé para Anna y puedo convencer a Michael de no venir aquí. Estrecho la mirada. —¿Cómo? ¿Yendo y diciéndole que todo es mierda aquí y que somos montañeses desdentados? ¿Entonces qué, genio? ¿Crees que va a pasar por alto el hecho de que te vas de nuevo? Él se encoge de hombros. —Me iré con la siguiente partida de exploración y huiré cuando ataquemos. Creerán que morí. Regresaré antes del alumbramiento del bebé. Jake asiente. —Esa es una buena idea. Niego con la cabeza. —No. Él se queda y mantiene a salvo a Anna. Ese es el plan, o él muere. No va a dejar el asentamiento. Nick sonríe. —Realmente eres dura. Me recuerdas a Michael. Gruño. Jake se desliza por las tablas entre nosotros.

—Vaya, no vamos a empezar a insultarnos. Los ojos de Nick queman. —No lo quise decir de mala manera. Lo dije como un cumplido. Él tenía el potencial de ser, por una vez, alguien increíble. Pero dejó que su complejo de Dios lo alcanzara. No creo que tú tengas ese defecto. Le sonrío. —Tengo otros. Ríe amargamente. —Apuesto a que ni siquiera he visto la mitad de ellos. Me pongo en pie. —Ni siquiera hemos escarbado la superficie —le lanzo el rifle a Jake—. No te dispares a ti mismo. Bajo, intentando esconder el hecho de que estoy hecha un desastre. Quiero ir a mi árbol de encuentro, pero no lo hago. Decido afrontar la situación. Camino hacia la puerta de la casa mientras alguien se aclara la garganta. Miro detrás de mi hombro a Mitch, de pie a la sombra. Su ojo derecho está cerrado por la hinchazón. Apunta desde la oscura entrada del granero. —¿Vienes a darle un beso para que se mejore2? Bufo y presiono mi espalda contra la puerta. —¿Star está bien? Asiente. —Está bien. Es como tú, se recupera rápido. —¿Acaso no somos afortunadas? Sacude su cabeza. —No lo creo. Tu temperamento irracional no vale la rapidez de la curación. Trago. 2

NdeC: en el original dice “You gonna kiss this better?" que es como cuando un niño se cae y lo curas dándole un besito.

—¿Will está bien? Se ríe. —No. De ahí que yo haya obtenido este pequeño regalo. Está enojado. Envió a Jake fuera del árbol, él sabía que te había lanzado sobre el filo. Me encojo de hombros. —Puede que gane esa pelea. Tose. —No es probable —me despide con la mano—. Deberías ir a afrontar la situación de nuevo. Se desliza de nuevo en las sombras, sin duda se irá al desván a hacer su turno en el reloj. Mi estómago duele y quema, pero abro la puerta, ignorando la mirada que obtengo de las señoras cocineras. Doy un simple asentimiento y camino por el pasillo. —No te culpamos. Me giro hacia ellas. El perro de Jake me da una mirada contenta. —No te culpamos. Dios sabe lo que ha sido de nuestros amigos en la mansión. Dios sabe lo que es capaz de hacer ese monstruo. Asiento de nuevo. —Gracias. Me doy la vuelta y sigo caminando. Voy a enfrentar lo gordo primero. Ella mira mientras abro la puerta. Leo salta en su cama, intentando suavizarla por mí. Ella acaricia su pelaje, mirándome. Coloco mis manos en el aire. —Le he dicho que puede quedarse. —Después de que le dispararas dos veces… qué generoso. Suspiro. —Anna, él es uno de ellos. Es uno de ellos, lo veamos o no. Me apunta. —¡También eres una de ellos!

Cierro los ojos y me pincho el puente de la nariz. —Soy peor. Hasta mañana. Salgo y cierro la puerta, dejando a Leo ahí, para intentar hacerla sentir mejor. Coloco mi mano en la manija, pero la puerta se abre de golpe. Star me mira desde la entrada. No sé qué decir o pensar, así que voy por lo obvio. —¿Estás bien? Ella vuelve la mirada hacia Will, que está sentado en la cama sin ninguna camisa y un par de pantalones cortos. Sus ojos están amplios, llenos de culpa. Me pone enferma, pero debo asumir que no es nada. El fuego quemando dentro de mí está intentando explotar, pero cruzo mis brazos sobre mi pecho, sosteniéndome a mí misma. Asiente. —Lo estaré. Me estoy recuperando rápidamente. ¿Estás bien? Asiento. —¿Cómo de mal está la aldea? Sus ojos se llenan de lágrimas. —Sully, eh… —empieza a llorar—. Sully se ha ido. Él peleó con un montón de ellos y la mayoría de nuestra gente se fue… corrieron. Conocían el sendero a través de las bombas de madera así que cuando fueron cazados, hicieron explotar a los hombres de Michael. Un montón de ellos están muertos. —Una mueca repugnante cruza sus labios—. Probablemente sólo sean veinte hombres. Río. —Podemos con veinte hombres. Se limpia las lágrimas y sacude la cabeza. —Tenemos que matarlo. Él ya está planeando mierdas. Ha estado tomando a los infectados y soltándolos en las ciudades. Multitudes de infectados. Por eso los estaba enjaulando. Sacudo la cabeza. —Eso ni siquiera tiene sentido. Solo está haciendo más de ellos.

Se encoje de hombros. —No creo que le importe. Creo que sólo quiere que las fronteras estén llenas de gente como ellos. Will nos mira. —Hasta mañana, Star. Ella asiente y me da una mirada de pena. —Hasta mañana. Ella sale al pasillo. Entro en la habitación y cierro la puerta. Will me da una dura mirada. —Quieres que ellos se queden aquí, y luego los asustas como la mierda cuando un solo chico se presenta. ¿Sabes cuántas personas querían irse ahora, aterradas de que la chica loca fuera a golpearlos y a matarlos a todos? Me trago mi defensa y dejo que él se enoje. Está sudando de nuevo. —No puedes ir por ahí disparándole a la gente y actuando como una loca. Debes aprender a usar tus palabras y no tus manos. —Tose y veo algo rojo volar de sus labios. Miro hacia abajo, hacia las sábanas—. ¿Hace cuánto que sucede eso? Sacude su cabeza. —No es nada. Sólo la antigua herida haciendo su trabajo. Camino hacia él y presiono mi mano contra su rostro. Está tan caliente como Jake lo estuvo esa vez. Cierro mis ojos. —Emma, ¿me estás escuchando? No puedes seguir así. Tienes que intentar no actuar como una psicópata. Lo bloqueo, intentando formular un plan. Necesito un plan. Él puede gritarme después, necesito algo. Me siento en la cama, cubriendo mi rostro con mis manos y me balanceo ligeramente. —¿Qué estás haciendo? ¿Has perdido la cabeza? ¿También necesitas algún tiempo en el hueco subterráneo? Lo bloqueo y me levanto de la cama. —¡EMMA!

Me giro hacia él. —Espera aquí. Enseguida regreso. Intenta gritarme de nuevo, pero empieza a toser. Lo dejo ahí. —Nan, está enfermo. Tiene los pulmones infectados, creo. Hazle una sopa y consigue una tonelada de fluido para él. Voy a mandar ahora mismo al doctor. Me mira, sorprendida. —¿Estás segura? Asiento. —Tiene mucha fiebre y está malhumorado, así que ten cuidado. No sé si es contagioso. La casa debería vaciarse. Necesitamos a Anna lejos de aquí, por si acaso. Abandono la casa. Star está en la puerta del granero, hablando con Mitch en el desván. Dejan de hablar para mirarme. Camino a través de la hierba polvorienta hacia la plataforma. Grito a la oscuridad. —Nick, ¿puedo pedirte un favor? —Tienes un par de pelotas, Em. Suspiro. —Cállate Jake. Nick, necesito tu ayuda. —Recuerdo sus piernas y suspiro—. Jake, ayúdalo a bajar. Escucho reír a Jake. —Ella es siempre tan cordial. No eres tú, créeme.

Capítulo 14 Traducido por Evarg7 Corregido por Ahriel

Star me pasa un trozo de carne seca. La tomo sin apartar los ojos de la aldea. Hay muchos más de veinte, pero la mayoría no son hombres. Son adolescentes. Tenía que haber imaginado que el pequeño ejército de la muerte de Michael estaría hecho de bebés Gen. Pequeños bastardos irracionales como Star y yo. —Nick dijo que hasta dentro de tres o cuatro días no sabremos si Will lo logrará sin medicina. Star asiente. —Apuesto a que Michael tiene un poco. Miro a la verja, donde está la cabeza de Sully sobre una pica, y me pregunto cuan enfadada estará ella. Ni siquiera confiaba en él y estoy enfadada. Poner la cabeza de alguien en una pica sobre una verja es enfermo y retorcido. —Podemos entrar esta noche, fingir ser uno de ellos. Señalo al terreno. —¿A cuántas mujeres ves? Mira alrededor de toda la aldea y refunfuña. —Pedazo de mierda misógino. Asiento y mastico la carne. Leo se queja en el suelo. Miro detrás de nosotras para ver a un vigilante. Saco una flecha y respiro mientras apunto. La suelto, haciéndolo caer instantáneamente. Star está fuera del árbol inmediatamente. Agarra sus armas y arrastra su cuerpo hasta debajo de tronco antes de volver a subir al árbol, sin hacerlo mecerse ni un poco. Le sonrío. Me guiña un ojo, colgándose el arma sobre su hombro. Saca un par de granadas con una sonrisa como si hubiera encontrado una barra de caramelo.

Tomo una y le dejo la otra. Mastico la carne y tamborileo con mis dedos contra el árbol. —Entraremos a hurtadillas por el lado oeste, donde está el bosque con las bombas, tendrán más miedo de ir por ahí. Utilizaremos esa puerta por la que pasamos la última vez; entramos y matamos silenciosamente en nuestro camino hacia él. Asiente. —Bien. Pronto estará muy oscuro. —Iré a contárselo a Jake y a Mitch. Sonríe con suficiencia. —Asegúrate de que Jake se queda lejos de aquí. —Sí. Bajo del árbol y voy por el bosque con Leo. Jake está sentado en el extremo más alejado del bosque con los cuatro caballos. Sonríe cuando me ve. No mira detrás de mí para asegurarse de que no me siguen, ni siquiera mira a su alrededor. Tiene un arma para mantenerse a salvo de los infectados, más aún, tiene a Mitch. —Vamos a entrar cuando se tranquilicen las cosas y todos se vayan a la cama. Mitch asiente. —Iré con vosotras. Niego con la cabeza. —No. Tú tienes que mantenerlo a él a salvo. Jake pone los ojos en blanco. —No soy un limpiaparabrisas en un submarino, Em. Puedo ayudar. Son muchos tipos, déjanos ayudar. Le doy una mirada a Mitch. Asiente. Me doy la vuelta y vuelvo a entrar en el bosque. Esperamos hasta que la oscuridad de la noche se asiente y el campamento se haya apagado completamente, y luego entramos en el bosque. Tengo espadas dobles, revólveres, mi arco y carcaj y un rifle.

Ella tiene lo mismo, a excepción del arco. Son prácticamente las últimas armas que quedan en nuestro campamento. La sigo sigilosamente por el camino de bombas. Estoy segura de que Bernie la ha hecho recorrerlo muchas veces. Nos detenemos en el almacén de armas para ver si queda algo. Encontramos un par de barras de proteína, munición y un cuchillo más grande. Me como la barra de proteínas demasiado rápido y eructo durante todo el camino por el bosque. Oigo al guardia en los árboles moverse cuando nos acercamos, y preparo una flecha en silencio. El único sonido que oímos es la liberación de la flecha mientras rompe el viento y se le clava en la cabeza. A mi vista le toma un segundo adaptarse, pero, mientras cae del árbol sin hacer mucho ruido, sé que golpeé en el lugar correcto. Star agarra su arma, manteniéndose agachada. Nadie viene, ni siquiera se escuchan unos pocos crujidos. Vamos a hurtadillas por la casa de troncos, oyendo dormir dentro. La puerta del costado de la casa se abre sin Star entra y se hace a un lado para que Leo pueda pasar nosotras. Él espera en el pasillo mientras voy a la primera a la derecha. Puedo oír a la gente durmiendo.

a la gente un sonido. delante de habitación

Hicimos un trato cuando llegamos, nadie se salvaría, sin importar lo que encontráramos en estas habitaciones. No pienso mientras deslizo mi espada contra la primera garganta que encuentro. Es como en las granjas de reproducción, estos son los que están en nuestra contra. Estamos nosotros y ellos. Siempre ha sido así. Star va a la izquierda y yo a la derecha. Nos encontramos al final del recibidor, ambas lucimos poseídas y vacías al mismo tiempo. Entramos en la cocina y en el refugio, pero no hay nadie durmiendo ahí abajo. Leo sube las escaleras. Oigo un ruido y un crujido, y veo sus ojos amarillos brillar en la oscuridad. Nosotras vamos detrás y entramos en la primera habitación, en la que dormía yo. Sé que la puerta tiene un crujido. La abro rápidamente, el crujido está ahí, pero sólo por un segundo. Star se apresura a entrar, llenando la oscuridad con el ruido

que hace al deslizarse. Leo sólo hace un ruido como de crujido una vez. No está comiendo, está destrozando gargantas con rápidos mordiscos. No es la primera vez que mata sin hacer ruido. El sudor cubre mi rostro. Lo limpio con mi camiseta y sigo a la próxima habitación. Star la abre lentamente. Paso junto a ella, casi tropezándome con alguien que está en el suelo, durmiendo. Le agarro una rodilla y siento su respiración. Estiro mi mano hacia su garganta, deseando que todo fuera diferente. Estoy perdiendo mi toque. Star ya ha terminado con dos en la cama y otro en el suelo, y yo todavía no he matado al que respira bajo mi mano. Leo presiente mi vacilación y termina el trabajo por mí. Las siguientes dos habitaciones son iguales. No siento la furia y la venganza que Star siente. El hombre que amo está muriendo, pero su cabeza no está en una pica sobre la verja de esta aldea. Ella mata sin pensar ni sentir. Se ha vuelvo insensible al dolor ajeno. Casi la envidio por eso, echo un poco de menos esa sensación. Echo de menos darle la espalda a todo y ser responsable solamente de mí y de Leo. No sé cómo conseguir eso otra vez. Entramos de puntillas en la habitación de atrás, la que solía ser de Bernie. Aquí fue donde crearon al sobrino o sobrina que tenemos Star y yo. Es el lugar donde mi mejor amiga perdió su virginidad de la forma correcta, con el hombre que amaba. Michael estará ahí dentro. Star me mira en la oscuridad, veo sus ojos brillar con odio y dolor. Asiente una vez y entra en la habitación. La sigo, aunque dejo que Leo vaya por delante. Vamos hasta un costado de la cama, moviéndonos a la vez, incluso sin hablarnos. Quién hubiera sabido que seríamos el perfecto equipo de asesinas. Supongo que Michael. Sospecho que nos hizo para ser lo que somos. La luna brilla en la ventana ligeramente, haciendo que sea fácil ver a las dos mujeres en su cama. Él está en medio de ellas, dormido como un bebé. Hago una mueca y miro a Star. Tiene la misma cara que yo. Star desliza el cuchillo por la garganta de la primera chica. Yo no puedo. Lo sé. No parece mayor que nosotras.

Star viene a mi costado y termina con la chica por mí, dándome una mirada sucia. Niego con la cabeza y camino al extremo más alejado de la pared. Me deslizo por ella hacia abajo, Leo viene y se sienta junto a mí. Star se sienta en la silla contra la pared a mi lado, y esperamos a que se despierte y se dé cuenta de que está bañado con la sangre de las dos chicas de las que, sin lugar a dudas, se ha aprovechado. Sé lo que las mujeres harían por protección. Me pone enferma. La noche es silenciosa. Nadie se mueve ni se da cuenta de que los hemos matado a todos en la casa principal. Michael gime y se remueve, pasando su brazo por la humedad del cuerpo a su derecha. Levanta la mano y la cabeza, incorporándose de forma abrupta. Star enciende la luz junto a ella. —¿Has dormido bien? Se le queda la boca abierta y luego fuerza los labios en una sonrisa apretada. Niega con la cabeza. —Las primeras eran las mejores. No hay duda. Usamos el mejor ADN de los mejores científicos y atletas del mundo, creando un cóctel de excelencia. Por supuesto, cuando supieron por qué lo estábamos haciendo, todos se echaron atrás. Qué pérdida de talento. Star levanta el arma de su regazo. —No necesitamos tu charla de “Por qué soy un genio tan malvado”. Solo queríamos que supieras que fuimos nosotras quienes te matamos. Se ríe, como si estuviera intentando ganar algo de tiempo o no nos creyera capaces. —Todos los grandes hombres han muerto por sus creencias o porque sus creaciones eran demasiado asombrosas. Chicas, son un excelente ejemplo de eso. Piensen en el mundo que podrían crear a partir de las cenizas de éste. Star estabiliza su mano. —No somos como tú. No queremos hacer nada de eso. Levanta las manos.

—Puedo darles todo, cualquier cosa. Solo es cuestión de meses hasta que reconstruyamos la próxima ciudad. —Sus ojos brillan—. ¿Han conocido a su hermano Nicholas? Él es mi prodigio, en todas las maneras. Lo mandé para ver cómo lo estaban llevando. Mis entrañas de aprietan. Su sonrisa se amplía. —Lo conocieron. No has sido tan tonta como para dejarlo entrar, ¿verdad? —Niega con la cabeza—. Ay, Ay, Ay, Emma. Esperaba más de ti. Star tuvo una vida privilegiada, dado que Bernie era mi mano derecha y todo eso. Leo enseña sus dientes. Casi enseño los míos. Star dispara el arma. —No tan privilegiada. Aún así aprendí cómo disparar un arma, papá. La bala hace que Michael se eche hacia atrás. Me pongo de pie, aterrorizada y molesta por algo completamente nuevo. Si Anna, Jake o Sarah resultaran heridos por culpa de Nick, nunca encontraría mi camino de vuelta a una mente sana. Michael hace una mueca cuando tose y luego se ríe. La bala debe de haber fallado a los órganos vitales, parece que todavía es capaz de levantarse de la cama. Levanto mi arco y saco una flecha. Me sonríe. —Te creé para que fueras más, Emma. Deja de despreciar lo que logré. Sé la líder que eres de forma natural. He hecho que todos te llamen La Fénix, para prepararte para que seas la que tome mi lugar. —¿Así que fuiste tú el que empezó con ese estúpido apodo? Tú, bastardo arrogante. La abuela, el abuelo y Lenny siempre tuvieron razón sobre ti. No vales el precio de un escupitajo, como decía la abuela. Sus ojos se estrechan. Niego con la cabeza, deslizando la flecha dentro del arco. —Tú no me creaste, Michael. Dios lo hizo. Donaste esperma e intentaste conseguir algo, pero fueron mi madre, Lenny, la abuela y Leo los que lo hicieron. Soy lo que soy gracias a ellos. No tuviste nada

que ver en eso. No tengo por qué ser el monstruo que intentaste crear. La abuela y mi papá real me enseñaron a distinguir entre lo correcto y lo erróneo. —Sonrío con paz—. Y tú no eres Dios, imbécil. Estás muerto. Abre la boca, pero le disparo la primera flecha al hombro antes de que pueda decir nada. Lo miro fijamente a los ojos mientras le clavo la segunda flecha en uno de ellos. Star apaga la luz y abre la ventana de la habitación. Me hace señas con la mano. —Por aquí. Abre un panel en la pared y mete su granada. —Dame la tuya. La saco y se la tiendo. Oímos pasos en las escaleras de los que vienen a salvar a Michael. Nadie va a poder traerlo de vuelta. Bastardo. Sigo a Leo por la ventana. Star salta detrás de nosotros. —¡Corre! Esprintamos en la oscuridad hacia la parte trasera de la casa. Ella va por el techo del almacén y luego salta al suelo. Leo y yo la seguimos hasta el bosque. Corremos tan rápido como podemos. Oigo amartillar una pistola detrás de nosotros. Mi espalda se tensa, esperando a que la bala me golpee, pero, en lugar de eso, oigo un silbido y algo cayendo en el bosque. Miro hacia atrás, pero no puedo ver qué ha pasado. Nos alejamos más para ver a Jake sujetando un arco y un carcaj, de pie sobre un tocón. Ambas nos detenemos, incluso Leo parece sorprendido. Sonríe. —Bueno, ése fue un tiro impresionante. El tonto usó una mira, así que fue muy fácil verlo cuando la luz de la luna se reflejó en ella. Sonrío, conmocionada e impresionada. Mitch sube al tocón y niega con la cabeza. —Devuélveme el arco, tú, mierdecita.

Jake se ríe quedamente. —Los he engañado totalmente. Incluso Leo se lo ha tragado. Todos me deben una Cola por haber caído. Ensillamos y miramos la casa. Star levanta el rifle, abarcándola con la vista y respira. En la exhalación, dispara. Toda la mansión explota. Nos quedamos ahí aturdidos mientras el campamento entra en llamas y suenan las alarmas. Se desencadenan explosiones secundarias. Toda la propiedad se convierte en una zona de guerra llena de fuego y gritos. Star espolea a su caballo para que corra rápido. Mitch parece aturdido. —¿Qué demonios ha sido eso? Ella mira hacia atrás. —Bernie estaba paranoico. Nunca quiso que su trabajo cayera en manos de las personas equivocadas. Eso hace que una sonrisa aparezca en mi rostro, pero luego recuerdo lo que Mitch ha dicho sobre Nick. Insto a mi caballo a que vaya más deprisa mientras les grito—: Nick es un espía… no podemos ir a buscar las medicinas para Will. Tenemos que volver primero. Jake me mira desde su caballo y grita—: ¿QUÉ? Señalo. —¡NICK ES UN ESPÍA! ¡TENEMOS QUE VOLVER PRIMERO! Hace una mueca y veo que en sus labios se forma la palabra “Mierda”. Es nuestra favorita, creo.

Capítulo 15 Traducido por Pili Corregido por Evarg7

Llegamos a las plataformas de guardia, pero no veo nada. Nadie está en el árbol. Me siento enferma cuando rodeo la esquina y nadie está en el patio. De las casi cincuenta personas que dejamos allí, no hay nadie alrededor. Salto del caballo y entro volando en la casa. —¡ANNA, WILL! —Nadie contesta. Jake, Star y Mitch están haciendo lo mismo. Nos volvemos a encontrar en el patio, pero no hay nadie. La casa y el patio están vacíos. Me doy la vuelta y corro a la habitación, golpeándome a mí misma en la frente. Anna no puede gritar. Empujo la puerta y me detengo cuando veo el caos sangriento sobre la cama de la habitación vacía. Me agarro del marco de madera de la puerta, aturdida y perturbada mientras mil posibilidades corren por mi mente. Jake cae de rodillas cuando llega a la habitación. Su rostro está enterrado en mi costado. —¡EMMA! —Star suena aterrada. Me doy la vuelta, corriendo con fuerza hacia la entrada, donde Star mira fijamente al campo, señalando a algo. Veo un grupo de ellos, todos caminando por el campo. Se ven solemnes y tristes. Nick está delante, con Will y Anna. Rompo a correr, pero no tengo ninguna posibilidad contra Jake. Nos ven como corremos, pero no parecen entusiasmados al vernos. Veo bocas abiertas para hablar, pero los ignoramos. Jake tira a Nick

al suelo, gritando y golpeando. Anna jadea y grita cuando Will trata de arrancarlo de Nick. Ha perdido el juicio. Will y alguno de los otros lidian por apartarlo de Nick, cuyo rostro esta ensangrentado e inflamado. Anna me agarra. —He perdido el bebé. No me lastimó. —Sabe lo que vimos en su habitación. Señala la parte trasera y habla alto, como los infectados—. Construimos un cementerio. Mi labio tiembla mientras las lágrimas comienzan a llenar mis ojos. Star empieza a llorar. Es la última pieza de Bernie, se ha ido para siempre. La abrazo y dejo que llore sobre mí. Leo salta y envuelve sus patas alrededor de ella. No creo que él entienda, pero siempre me sorprende con su habilidad para sentir las cosas. Sarah se une a nosotras, llorando también. Jake me mira. Niego con la cabeza. Agarra a Anna, abrazándola. Star entra en el abrazo. Ella y Anna comparten su pérdida. Will me arrastra hacia él. —¿Estás bien? Niego con la cabeza. —No conseguí la medicina todavía. Él mira a Nick y le ofrece una mano. —Nick salvó a Anna. Miro a los ojos de Nick disculpándome. —Dijo que viniste a engañarnos. Se limpia la sangre con su manga y pellizca su nariz. —Claro que sí. Lo dijo. Es un idiota maníaco y narcisista. — Señala la casa—. ¿Han terminado con él? Miro al cuerpo temblando de Star mientras ella, Anna y Jake están abrazados y llorando. Asiento. —Lo hicimos.

Me ofrece una mano ensangrentada. —Volvamos a empezar entonces. Hola. Soy tu hermano, Nick. Estrecho su mano. —Siento haberte disparado. Asiente. —Sí, ha sido una semana muy dura. La gente de nuestro pequeño poblado nos da una mirada de soslayo y susurran entre sí. Nick se voltea y sonríe. —El hombre que provocó un desastre en nuestro mundo ha muerto. Emma y Star lo asesinaron. Les debemos un profundo agradecimiento. La gente mira a Star, luego a mí y después los unos a los otros. No parecen listos para darme las gracias por poner fin a la tiranía. Me importa una mierda de todas formas. Sólo quiero que todo el mundo deje de luchar para estar en la cima. Les doy la espalda a todos ellos y me tambaleo hacia mi amiga. Envuelvo mis brazos alrededor de ella y deseo que hubiera una manera de cambiar las pérdidas que ha sufrido. Parece que los mejores de nosotros lo han tenido más difícil. Anna es la mejor persona del mundo para mí. Es quien me salvó tanto como yo la salvé a ella. Caminamos despacio hacia nuestras casas y nos dispersamos en diferentes direcciones. Will me rodea con sus brazos y susurra—: Lo mataste. Asiento. —Lo maté. Su cuerpo ardiente junto al mío me asusta. Miro a Nick. —Una vez, Michael me dijo que mi sangre podría curar las cosas. Sus ojos brillan por un segundo. —Necesitamos una aguja para inyectarlo. Asiento.

—Conozco un lugar para conseguirla. —Le dedico a Mitch una sonrisa—. ¿Quieres ir a dar un paseo a caballo? Niega con la cabeza. —No, mi culo me está matando. Resoplo. —Bueno, podríamos caminar. Pone los ojos en blanco. —No me gustas mucho ahora mismo. Sólo necesito dejar pasar eso. —No me importa, ¿vienes o no? Suspira. —Sí. Levanto la vista hacia Will. —Aguanta dos días, ¿sí? Agita su cabeza. —Estoy bien, lo juro. Nick y yo hemos estado trabajando en el asunto del pulmón. Ni siquiera cree que esté contagiado. Le doy a Nick una pequeña mirada. Su cara me cuenta una historia diferente. Abrazo a Anna una vez más. —Lo siento mucho. Sacude la cabeza. —Debería haberlo sabido. La infección lo destroza todo. La beso en la mejilla. —No, lo más importante aún está ahí —susurro en su oído—, si no vuelvo, mantén vivo a Nick, ¿de acuerdo? Ella asiente. Miro a Star. —Me voy por agujas. Me guiña un ojo.

—Conozco el mejor lugar. Jake nos da un vistazo. —Me apunto también. Le echo una ojeada a Will, que está hablando con una de las señoritas cocineras. —Necesito que te quedes aquí y que le hagas entender. Jake niega con la cabeza. —Anna puede hacer eso. Además, voy preguntándome en que problemas estarán sin mí.

a

volverme

loco

Star frota su trasero. —¿Cuánto tiempo antes de que nos vayamos? Me encojo de hombros. —Una hora. Hace una mueca de dolor. —Esto va a ser horrible. Mitch dirige su mano a su trasero también. —El mío no duele tanto. Si necesitas un masaje Star, estoy seguro de que podría ayudarte. Star arquea una ceja hacia él. —Está bien. Voy andando hacia Will y tomo su mano en la mía. —Vamos. Agita la cabeza. —Tengo un par de cosas que hacer en el granero. Si la otra herrera se va, tenemos que arreglar esto. Sonrío. —Ven conmigo. —Tiene un brillo en su rostro febril. Lo empujo al cuarto de Anna—. Tenemos que limpiar esto. No podemos hacer que ella lo haga.

Se detiene en la puerta y suspira. —¿Está mal que me alegre de que no vaya a tener un bebé? Niego con la cabeza y empezamos a recoger las sábanas. Lo limpiamos todo y damos vuelta al colchón después de haberlo frotado con jabón casero. El olor de la sangre y la tristeza se va y deja olor a lejía. Will arrastra toda la ropa de cama al grupo que esta lavando en la orilla del río. No sé cómo lo conseguiremos en el invierno, no con tanta gente. El pozo es sorprendente en esta granja, pero la población ha crecido mucho. Mitch viene por el pasillo. —¿Estás lista? Va a oscurecer pronto. Asiento. —Sí. Anna viene por el pasillo, pareciendo soñolienta. Nick está a su lado con la cara hinchada. Su mirada me dice que quiere hablar conmigo. Abrazo a Anna y la llevo dentro de mi habitación. —Duerme un rato. Tienes que dormir para mejorar otra vez. Ella suspira. —Lo sé. Estoy cansada de estar cansada. La abrazo. —Te sentirás mejor pronto. Me abraza también. —Sólo quería algo de él. Beso su mejilla y susurro—: Tienes su corazón, Anna. Empieza a llorar otra vez, asintiendo. —Lo sé. —Le doy un vistazo a Nick. Él se queda en el pasillo mientras la conduzco dentro de la habitación y la meto en la cama. Beso su frente. Leo gruñe en el pasillo y entra tranquilo, saltando dentro de la cama. Se enrosca en una bola. Froto sus enormes orejas.

—Te quedas con ella, ¿de acuerdo? Él bosteza y se acurruca mejor. Ella cierra los ojos, haciendo que las lágrimas resbalen por sus mejillas. Me marcho, cerrando la puerta y apoyándome contra ella. Nick mira hacia abajo. —Lo siento, Em. Me esforcé mucho, pero era imposible. Sacudo la cabeza. —Dijiste que el cuello del útero estaba cerrado. Él asiente y cierra sus ojos hinchados. —Me temo que haber puesto mi mano allí y tocado, podría haberlo empeorado. A veces el examen de una mujer que está a punto de perder a un bebé sella el trato. Pongo una mano sobre su brazo. —Sólo mantenla viva a ella y a Will. Me importan un bledo los bebés. Resopla y me mira. Juro que sus ojos azules tienen un toque de verde en ellos y tienen un aspecto similar a los míos. Asiente. —Realmente eres fría a veces. Veo que el odio te llena, al igual que a los bebés del criadero. Mi mirada se estrecha. —¿Por qué no eres así? Niega con la cabeza. —No lo sé. Algunos lo son y otros no. Miro al final del pasillo. —No creo que Star lo tenga de un modo natural. Lo he visto desarrollarse. Ella solía ser diferente. Él asiente. —Podría ser algo que se desencadena en nosotros, cuando lo necesitamos. —Bueno, entonces espero que nunca lo obtengas. Se ríe amargamente.

—Yo también. —Su mirada se oscurece—. ¿Cómo lo hiciste? —Una flecha en el ojo y luego volar la casa. Se ríe. —Guau, ¿así que todo el lugar se ha ido? Asiento. —Sí. Y los bebés de criadero se fueron con él también, en su mayoría. Su mirada fija encuentra la mía otra vez. —Los mantendré a salvo y me ganaré tu confianza. Te lo juro. Sólo quiero ser parte de algo bueno para variar. —Vamos a ver. Pero no te equivoques, o te… Me interrumpe. —Lo sé. Me matarías y me destriparías como a un pescado, y me quemarías y me arrastrarías con un caballo por el campo. Lo he visto, Emma… eres una chica dura. Me río y golpeo su brazo. —Nunca he tenido un verdadero hermano. Esto podría ser una fuente de diversión, siempre y cuando no me hagas matarte. —Paso por delante de él, camino al patio y rezo para que sea la persona buena que estoy segura que no es.

Capítulo 16 Traducido por Floresadri Corregido por Eni

Miro hacia atrás y guiño un ojo. Me gusta hacer eso. Me hace sentir como si supiera algo cuando definitivamente no lo hago. Camino por el bosque, más allá de las ramas rotas que hice la última vez, y cruzo la carretera rota, donde las manchas de sangre todavía están salpicadas por la carretera agrietada. No me gusta estar sin mis armas, pero no imagino que las reglas de las ciudades hayan cambiado mucho. Lo que ha cambiado es el chico de ojos azules, junto a mí esta vez. Jake se ve nervioso y sonríe. —¿Así caminaremos allí? ¿No nos van a disparar?

que

simplemente

Lo miro y sonrío. —Así es como funciona normalmente. Quieren el comercio por lo que normalmente no matan a los clientes. No parece que eso lo alivie en absoluto. Cruzamos la carretera y escuchamos; todavía hace que mi estómago se convierta en piedra. Los gritos de los hombres rasgan y rompen el aire. Los veo corriendo por nosotros, con la esperanza de robarnos todo lo que tenemos y violarme, por supuesto. Jake vuelve a correr, pero me agarra la mano. Cuando los primeros se acercan, veo impactar las balas. Las dejan caer a medio plazo. Pongo mis manos en el aire para que los guardias vean que no soy yo. Jake me imita, luciendo ansioso y listo para correr. Los últimos dos ladrones se detienen cuando ven a los diez hombres muertos en el pavimento. Le echo un vistazo a Jake. —Esto es más fácil con Mitch. —Traga saliva. —¿Como fue la última vez?

Asiento. Mis ojos brillan. —Fue peor. —Puedo ver que entiende lo que hice por él cuando sacude la cabeza, pero no tiene nada que decir. Cruzamos por las puertas. El guardia me lanza una sonrisa. — Chica inteligente. Le doy una sonrisa. —Esa no era yo. Tal vez era Dios. Él resopla. —Bienvenida al puesto de comercio. Los comerciantes no se apresuran a mí como la última vez. Me miran desde los cobertizos y chabolas. Camino hacia donde estaba la anciana. Ella me mira y frunce el ceño. Sonrío. —¿Sorprendida de verme con vida? Ella murmura—: Y, sin embargo, volviste. —Ve a Jake detrás de mí y al instante su rostro se divide en una sonrisa—. Pero esta vez me trajo algo por lo que estaría dispuesta a negociar. Miro hacia atrás a Jake. Él me da una mirada despistada. Sonrío. —Sí, él no está en venta. Se encoge de hombros. —Lástima. Pagaríamos libras por algo hermoso y de ese tamaño. —Jake frunce el ceño. —¿Qué?" Me río. —Necesito agujas y si tiene cualquiera de los antibióticos que quedan, necesito eso también. Una lenta sonrisa se arrastra a lo largo de su viejo rostro. — Bueno, alguien fue y destruyó todas las granjas y laboratorios por lo que los antibióticos se han ido. Mi mano arremete rápido, agarrando su garganta y la elevo. — Tengo cosas para el comercio. Ella tiene arcadas y chisporrotea pero estalla en una carcajada. Lanzo su espalda en las pilas de bolsas de basura. —Sé dónde está su hijo. —Sus ojos se abren. —¡MENTIROSA! Niego con la cabeza. —Sé dónde está. —Se levanta rápidamente. —¿Có…cómo sabes dónde está? Sigo siendo estoica. —Te puedo conseguir agujas pero los antibióticos no están. Todo se ha ido. El poder no ha estado aquí por un tiempo, pero te puedo conseguir las agujas. ¿Dónde está?

Me agarra, pero empujo su espalda. —Está muerto. Maté a todos. ¿Quieres saber quien terminó con el poder y las granjas? Fui yo. Asesiné a todos los médicos que vi. Ella grita y salta hacia mí, pero dejo caer su cuerpo flaco al suelo y lo mantengo allí. —Lo hice especialmente por ti. Tú y los demás habitantes de este agujero de mierda, que envió a las chicas a las granjas y campos. —Me bajo de ella. Está temblando y retorciéndose, pero se las arregla para sacar un cuchillo de debajo de su vestido. Salta hacia mí, pero Jake le agarra el brazo y se inclina para apuñalar el cuchillo en el pecho. Se congela y da un paso atrás. Ella escupe y abre la boca para gritar pero no puede; él debe haber apuñalado su pulmón. La sangre llena su boca y ella cae al suelo. Él está a punto de enloquecer. —Gracias —le digo. Se detiene, dándose cuenta de que me salvó. Sus ojos se mueven de nuevo a la moribunda. Niego con la cabeza—. Confía en mí, se ganó este destino. —Traga saliva y asiente. —Está bien. —Él no me cree, pero nunca se sentó en el bosque, aterrorizado y escuchando a las chicas que gritaban pidiendo la muerte sobre las granjas y ser cargados en los camiones. Yo lo hice. Su cuerpo deja de producir sonidos. Doy un paso encima de ella y empiezo a hurgar en sus gabinetes. Abro un cajón y una mariposa vuela. Sacudo con la mano a la basura y veo las agujas con una envoltura de plástico en ellas todavía. Suspiro. —Las encontré. Jake señala a la mujer ya muerta. —¿Qué pasa con ella? Van a saber que la maté. Los guardias nos matarán. Le sonrío. —Conozco otra forma de salir. Vamos. —Arrastro su cuerpo al fondo de la tienda para sepultarla en las bolsas de basura. Meto las agujas en mi saco y salgo a la calle. El ruido de la ciudad es más fuerte que antes. La gente está moviéndose y los comerciantes están gritando sobre sus bienes. Camino a la posada, manteniendo la cabeza baja. La señora con los dientes agradables sonríe detrás de la barra, pero en realidad no me mira. —Sin compra, no hay lugar. —He venido a decirte que mi virtud no está en riesgo. —Sus ojos se levantan y su cara brota en una enorme sonrisa. —¿Todavía estás viva?

Sonrío de nuevo. —No por mucho tiempo. Acabo de matar a la anciana que me traicionó la última vez. Ella hace una mueca. —Oh, eso fue un mal movimiento. ¿Viniste aquí justo después? —Asiento. Ella niega con la cabeza. —Gracias, chica. —Le da a Jake una sonrisa socarrona—. Ahora dime que está era la persona para la que compraste antibióticos. Asiento con la cabeza. —Lo fue. Sus ojos recorren todo su cuerpo lentamente. —Ha valido la pena, entonces. —Le echo un vistazo a Jake y sonrió. Su cara es de color rojo brillante, pero sus ojos aún están procesando el hecho de que asesinó a una mujer. Sé que algunas de las chispas que lo hace brillante y divertido van a morir. Para él, matarla fue como frotar el polvo mágico fuera de una mariposa; él no volverá a volar tan alto como antes. —Necesitamos el túnel, por si acaso. Guiña un ojo. —¿Qué tienes para mí? Sonrío. —Libertad. Su mirada se estrecha. —¿Qué? Asiento. —Maté a Michael y quemé la ciudad hasta los cimientos y hemos creado un pequeño pueblo, donde las personas son libres e iguales. Te estoy ofreciendo un lugar para vivir allí. Sus ojos brillan. Parece a punto de dar vuelta atrás, pero se agacha detrás del mostrador y viene con un saco. Se apresura alrededor del mostrador. —Sabía que salvarte sería una buena idea. Apunta a las escaleras. —Date prisa. Corro por las escaleras y entro en la habitación en que dormí la última vez. Ella sigue y se cierra la puerta. Jake se ve perdido, pero a medida que se abre el armario, su mandíbula cae. Le doy un codazo. —Su marido era un hombre del gobierno. Él asiente con la cabeza. —Guau. Ella alza una mano. —Soy Stella, por cierto. Me río. —Emma, y este es Jake.

Lame sus labios rojos. —Bueno Jake, eres una bebida de agua alta, ¿no es así? Sus mejillas están ardiendo. —Sí, me lo dicen mucho. Ella asiente. —Apuesto que sí. —Dirijo el camino por las escaleras hacia el túnel y ella cierra todo. Corro, arrastrando la mano por la pared hasta que veo el círculo de luz de nuevo. Subo la escalera pequeña y empujo la escotilla lentamente. Nada se mueve cuando lo abro totalmente, y subo hacia la luz del sol. Jake sale y se agacha en el agujero para ayudar a Stella. Ella sonríe y se ve diferente en la luz real del mundo exterior. Corro hacia donde Mitch está sentado. Star sale de detrás del árbol donde escondí mis armas la última vez. —¿Qué es esto? Asiento. —Stella, ella es quien queremos de nuestro lado. — Señalo. —Stella, ella es Star, mi hermana. —Mitch salta del árbol, haciendo a Stella sonreír de nuevo. Ella levanta una mano hacia él. — Stella. Mitch sonríe. —Mitch. Ella me da una sonrisa. —Estas con los hombres más guapos, Emma. Me río y las mejillas de Mitch se tornan escarlata. Señalo el camino. —Tenemos un largo viaje a casa. Ella monta conmigo, jadeando al entrar en el campo polvoriento. —¿Este es tu pueblo? Asiento. Ella destella. —Es perfecto. Le sonrío. —Lo es. Nick se encuentra con nosotros en el camino de entrada. Sus ojos me dicen que baje de mi caballo rápido. Salto hacia abajo, tirando de la bolsa de las agujas de la alforja. —¿Está bien? Niega con la cabeza. ¿Encontraste antibióticos?

—No.

Tenemos

que

darnos

prisa.

Niego con la cabeza. —Sólo las agujas. El poder se fue y las granjas están cerrando, acabaron con los antibióticos. Sus ojos se estrechan. Agarra el saco y entra a la casa. Lo sigo, haciendo caso omiso de todo lo demás en el mundo. Will está acostado en la cama con Leo. Su piel está enrojecida y sudorosa, como era la de Jake. Sé que Jake está detrás de mí. Puedo sentir el calor de su cuerpo masivo allí. Me recuesto en él cuando Nick consigue la jeringa y se lo clava en su propio brazo. Él tira de la sangre hacia la aguja hasta que se llene. Él lo saca y presiona un pedazo de tela en su contra. Tira de la sábana sobre el cuerpo de Will y empuja la aguja en el tejido de la cicatriz en el pecho de Will e inyecta la sangre. —Dame tu brazo. Lo pongo hacia fuera, él hace lo mismo para mí y lo inyecta también. Nick hace lo mismo con mi otro brazo y luego en el suyo. Cuando le termina de poner el cuarto de la aguja de nuestra sangre a Will, se sienta y mira fijamente. —¿Está funcionando? Niega con la cabeza. —No lo sé. Sé que en teoría debería, pero no sé. Michael era un loco. Tuvo que trabajar en infecciones menores, como astillas. Nuestro tipo de sangre es del tipo que se puede dar a todo el mundo. —Me mira. —A menos que sea una negativa, entonces él está jodido. Somos O positivo”. Jake niega con la cabeza. —Will, Ana y yo somos todos A positivo. Papá nos dijo antes de morir. Igual que nuestra mamá. Nick asiente. —Entonces, esta es la mejor oportunidad que tiene. —No parece muy convencido. Suena asustado y derrotado. Regreso a la pared y me deslizo hacia abajo. Jake se sienta a mi lado. Nos sentamos allí, mirando a Will a la espera de que funcione. Con el tiempo, todos se van y estoy sentada sola. Incluso Leo no quiere ver qué sucede. Me subo a la cama y me acuesto a su lado. El calor de su cuerpo es intenso y no disminuye. Le doy agua en su boca. Tose y abre un ojo. Sus labios se agrietan cuando trata de sonreír. No devuelvo la sonrisa. No puedo. Puedo verlo. La sangre no está funcionando. Michael era un hijo de puta loco, creerle fue una

tontería. —Em, deja esa cara tan odiosa. ¿Quieres que sea la última cosa que yo vea? Me apoyo en su pecho. —No me dejes. Por favor. Te necesito. Cierro los ojos y sollozo en silencio. No quiero que mis lágrimas sean lo último que vea. No quiero que haya una última cosa. Su mano me acaricia la cabeza débilmente. No es la misma mano, o el mismo hombre, o el mismo amor. Todo es mucho más. Sé hasta dónde puedo ir en la desesperación y la oscuridad, y su muerte es una de las cosas que me puedan empujar allí. No quiero volver a ser la persona que era. Me gusta la que pertenece con estas personas. Como si leyera mi mente, susurra—: Ya basta. Volví a ti una vez, Em. Siempre estaré aquí. Ni siquiera la muerte puede mantenerme lejos. Lloro más fuerte. Quiero rogarle que no me deje, pero no puedo hablar. Nada funciona, sólo mis lágrimas. Lo abrazo y le pido a Dios que lo deje aquí para que pueda amarlo. Agarra mi mano. —Mírame. Levanto la cara llena de lágrimas y niego con la cabeza. Intenta una débil sonrisa, pero se pierde en el dolor y el miedo que puedo ver en sus ojos. —Prométeme, que sin importar qué, te quedarás con ellos y harás un esfuerzo para no volverte loca. Resoplo y limpio mi cara. Después de un minuto, Asiento. —No voy nunca a abandonarlos. Veo lágrimas formándose en sus ojos mientras lucha con las palabras, su tono ronco. —Mantén a Anna segura, y a Jake. —Juro que lo haré. Asiente. —Sé que lo harás. Mi familia es tu familia. —Cierra los ojos, pero murmura—: Te amo, Emma. Mi corazón se rompe porque puedo oír la despedida en su voz. Cierro los ojos también y descanso mi cabeza en su pecho. No sé

cuánto tiempo me quedo allí, antes de que me doy cuenta de su pecho no se eleva más. El sonido grueso de su respiración se ha ido. Lloro más fuerte de lo que pensé que podía, lo agarro en caso de que vuelva de nuevo. Una semana más tarde, no puedo dejar de mirar el enorme montón de piedras junto a la pequeñita. Leo me da un codazo, él se quiere ir, pero no puedo. Si me alejo, Will se habrá ido para siempre, otra vez. Los copos de nieve caen a mí alrededor, tratando de ocultar la pila de rocas de mí. Quiero darles la espalda a todos ellos, subir hasta en el bosque, reconstruir mi camarote, y estar sola otra vez, pero le prometí que me quedaría y los mantendría seguros. Nada me ha dolido tanto como esto. Ahora amo demasiado, odio demasiado, y me duele demasiado. Todo es más grande y se hizo de esa manera. Miro las nubes que cubren las estrellas y susurro—: Meg. —No necesito decirle que todavía la necesito. No necesito decirle nada. Lo sabe. Me conoce mejor que nadie. Me apoyo en Leo. Él gime y se compone. El suelo frío me duele demasiado, pero aprendo a bloquearlo. Oigo pasos en el suelo frío y seco detrás de mí. No necesito dar vuelta para saber que es Jake. Su sutil cojera es evidente si escuchas lo suficientemente bien. Se sienta junto a mí, dándome calor de ese lado. —Me pidió que te diera algo. Me quedo mirando las rocas, odiándolo por aceptar su muerte y renunciar a mí. Jake presiona algo en mi mano. Miro hacia el anillo que colocó allí. Es un anillo de diamantes con una banda de color plata. —Él quería que lo tuvieras, incluso si moría. Iba a proponértelo cuando estuviera mejor. Las lágrimas caen de mis ojos, aterrizando en el diamante. Su brazo se envuelve alrededor de mi cuerpo, pero no me muevo. Lo miro. Nos sentamos en la nieve por un largo tiempo, mirando la pila de rocas. Siento como si mi corazón está enterrado en esas rocas. El

dolor constante en el pecho es demasiado como para luchar. Sólo lo dejo. Cierro mi mano alrededor del anillo de diamantes y me pregunto cuándo y dónde lo sacó. Le echo un vistazo a Jake. —¿Cuando lo consiguió? Cierra los ojos, dejando una sola lágrima caer por su mejilla. Susurra—: Cambió su guitarra por esto en el campamento, después de que tú, Anna, y Star salieran corriendo sin nosotros. Niego con la cabeza. —¿Qué? Sus ojos permanecen cerrados. —Sí. Uno de los chicos en el fuego estaba diciendo que encontró una tienda de joyas que no fue saqueada en un pequeño pueblo. Cambió su guitarra por el anillo. Me agarre más fuerte. —Lo odio. ¿Es eso malo? No puedo perdonarlo por irse. Niega con la cabeza. —No, yo también lo odio. —Lloramos en silencio, escuchando la caída de la nieve que nos rodea.

Capítulo 17 Traducido por Mais020291 Corregido por Eni

Miro la pila de rocas y sonrío. —Meg, creo que hay dos clases de amor. Un amor que quema tanto que explota, antes que tengas oportunidad de disfrutarlo. El otro amor es el que te alza y te hace mejor persona. —Sonrío y sacudo la cabeza—. Sé que siempre dijiste que Will era el indicado para este mundo, pero creo que Dios lo supo mejor. Will nunca fue la mejor opción, era la única oportunidad mientras estuvo aquí, pero no creo que haya sido mejor de esa manera. Bajo la mirada hacia el anillo de diamantes en mi mano derecha mientras aparto las plantas de la pila de rocas. La calidez del sol de primavera es intensa, como siempre lo ha sido. No confieso mi amor por nadie; sólo dejo que la idea se quede ahí, y permito que ella llegue a sus propias conclusiones. Sé que ella puede verlo todo desde donde está. Cruzo mis piernas cuando me siento de nuevo, alzo una planta seca. —Así que Anna y Nick; apuesto que veías eso venir. Yo nunca lo hice, pero tú siempre viste más que yo. El árbol de matrimonio ha tenido cuatro bodas hasta el momento. No estoy segura si estabas viendo o no, pero fue lindo e hizo que la aldea se llenara de brillo por unas cuantas semanas. —Levanto la mirada al sol y suspiro—. Tengo que irme, pero regresaré pronto. —Leo se levanta conmigo y se estira. Corro mis manos por su pelaje y sonrío. —Te estás volviendo muy viejo para estos viajes. Me da su mirada de enojo y se pasea hasta donde Jake y Mitch están conversando y apuntando. Puedo ver sus caderas volverse viejas. No estoy segura de lo que haré cuando se vuelva muy viejo para ser Leo. No quiero pensar en ello.

Jake sonríe cuando me ve. —¿Cómo está Meg? Me encojo de hombros. —Creo que se vuelve solitaria. Desearía poder mudarla a ella y al rosal. Jake sacude la cabeza. —Me gusta que esté aquí; siempre he creído que también es bueno para Bernie. —Sus ojos son diferentes. Asiente hacia los caballos—. ¿Lista para irte? Me encojo de hombros. —Sólo esperándolos a ustedes. Mitch sacude su cabeza. —Si los dejamos colocar un mercado de comercio aquí, tendremos más acceso a la fruta. Creo que es una locura no hacerlo. Star empieza a caminar desde la parte trasera de la propiedad, pasando todos los escombros carbonizados. Es su decisión y ambas lo sabemos. Cuelga su brazo en el de Mitch. —Bien, pero el rosal y la tumba son intocables, y no negociables. Mitch sonríe y besa un lado de su rostro. —Se los haré saber. ¿Los encuentro en el refugio? Levanto la mirada hacia Jake. Él asiente. —Sí. Sólo tenemos que recoger a Sarah y nos dirigimos hacia allá. Me subo a mi caballo y bajo la mirada hacia Leo. Jadea con su pobre rostro de lobo y camina hacia las rejas quemadas. Cabalgamos más lento, tomándonos más tiempo de lo normal. Cuando salimos del bosque, sonrío. La aldea ha crecido en los dos años que hemos estado aquí. Las casas de troncos de madera han reemplazado los campos viejos y sucios, y el bosque ha sido limpiado para hacer espacio para más casas. La granja blanca está sucia pero es hogar para las chicas cocineras, Anna y Nick. Ya no puedo dormir ahí. El olor de él está ahí, incluso después de haber limpiado todo. Sarah viene corriendo. Ella y Leo tienen su reunión usual. Él se recuesta, viéndose cansado. Ella me da una mirada. —Tienes que hacer que se quede. Ya no puede seguir corriendo. Sonrío ante el pequeño y enojado rostro. —Intenta decirle eso. Ella hace un sonido y camina con él. Jake se ríe. —Creo que los diez años están por golpear.

Le frunzo el ceño. —Tiene doce. Se encoge de hombros. —Anna se volvió mala a los doce. Ruedo mis ojos. —Probablemente sólo estaba cansada y cuidando de ti. Baja de su caballo y me baja del mío. —¿En serio? —Me carga sobre su hombro y me lleva hacia el enorme corral para animales que hemos construido para las vacas, ovejas, cabras y cerdos. Me lanza en el almiar y salta hacia el heno conmigo. —¿Quieres rodar en el heno? Sacudo la cabeza. —No. Es espinoso. Me empuja con el brazo. —Te están volviendo blanda. La Emma que conocí hace dos años atrás hubiese rodado en el heno, hasta que estuviera suave y sedosa. Bufo. Ríe. —No estoy bromeando, fuiste como El Terminator. Recuerdo algo y frunzo el ceño. —Estoy bastante segura que la última vez me que me llamaste así también dijiste que era una perra y besarme fue un error. Su boca se queda abierta por un segundo. Se estremece. —Sí, ese era el viejo yo. He mejorado, como si te hubieses declinado. Golpeo su brazo. —Cállate. El heno pica en mi espalda, pero lo ignoro y miro por encima de él. —¿Estás listo para la excursión? Asiente. —Solo quiero decirte, que besarte fue la primera cosa inteligente que he hecho. Todo lo demás desde ese entonces fue insanamente estúpido. —No todo. Se ríe y se levanta. Tomo su mano cuando la ofrece y me pongo de pie. Caminos hacia donde Sarah le está dando agua a Leo. —¿Listos? Ella sonríe. —No puedo esperar. Primera nadada de la temporada.

Anna sale de la granja con su panza sobresaliendo por una milla. Sacudo la cabeza. —Te ves más gorda de lo que te veías hace tres días. Me saca el dedo medio. Nick sale detrás de ella. Sus ojos están llenos de preocupación. Se ve así desde que dejó de tener su periodo de nuevo. —Será mejor que el calor del verano espere a que dé a luz, no estoy bromeando. Nick dice—: Nos estamos dirigiendo hacia el río para que hunda sus pies de nuevo. La hinchazón se está poniendo peor. Bajo la mirada y espío los tocones que tiene por tobillos. Ella dice—: Solo espera. Algún día tendrás un bebé y también me reiré de tus tocones. Mi rostro quema, pero sacudo la cabeza. —No lo creo. Sus ojos se lanzan hacia Jake. —Ya veremos. Jake y yo hemos mantenido nuestro coqueteo, pero él no sabe lo que siento por él. Anna lo sabe, así como Meg tiene la habilidad, ella puede leer perfectamente mi rostro. Es fastidioso. Caminamos como grupo hacia el río. La corriente está más alta por la nieve derretida así que Anna y Nick se quedan en el área que está acordonada con troncos. —Diviértanse nadando —dice ella con rostro triste. Nick le gruñe—: No vamos a hablar de esto de nuevo. Cuando el bebé haya nacido y esté saludable, podemos hablar sobre irnos al refugio. Anna le saca la lengua. Él no es como Bernie. Él es como Will, bastante. No le saca la mierda de ella, lo que no es algo malo. Jake lo ama y la forma en que le dice cómo debe ser. Sólo Anna estaba feliz de quedar embarazada de nuevo, el menos más feliz que Nick. Él y yo nos preocupamos por lo que será el bebé. Cosas que Star, él y yo nunca habíamos reproducido con anterioridad. La saludo con la mano. —Ten cuidado, descansa y escucha a Nick.

Nick me guiña un ojo. —Puedes decirlo cuantas veces quieras. Ella escucha lo que quiere escuchar. Jake se ríe y Anna golpea a Nick en el brazo. Él se envuelve a su alrededor, besando su cuello y susurrándole cosas. Los dejamos ahí, enamorados y felices. Desearía ser más como ella; siempre lo he deseado, pero ahora es peor. Está cómoda con su amor por Bernie y Nick. Los mantiene separados en su corazón, pero igualmente importantes. Cuando llegamos al árbol de encuentro, me detengo en frente de la pila de rocas y sé que es de él. Hay más ahora pero la de él está directamente debajo del árbol. Jake y Sarah se paran a mi lado. Estamos en silencio por un segundo y luego, Jake me da una mirada. —¿Chicos me pueden dar un minuto? Asentimos y empezamos a subir por la colina hacia la izquierda, hacia el refugio. Sarah me sonríe con un brillo gracioso en sus ojos. Le frunzo el ceño. —¿Qué le has hecho? Se ríe. —¿Qué? Volteo la mirada a Jake. —Veo esa mirada en sus ojos. ¿En qué andan? Ella rueda sus ojos. —Para una chica lista, a veces eres tonta. —Como sea. —Genial, las chicas malas de diez años están viniendo. Nos alejamos bastante de Jake, pero no me preocupo tanto por él. Él no camina en silencio pero ha aprendido a matar cosas. Corro mis dedos a través del pelaje de Leo y agarro mi arco. Sarah también agarra el suyo. Se ha vuelto tan buena lanzando disparos como alguno de los hombres. Creo que será mejor en un par de años. Cuando veo el primer guardia en la plataforma, saludo. Él saluda de vuelta. Subimos la villa y vemos a las personas de los otros campamentos y aldeas. Es como una reunión cada verano.

Las personas me saludan con abrazos y amabilidad. Me preguntan sobre Anna y Nick, quien como Star, los ha ganado con su habilidad para ser encantadores. No me tratan de la misma forma; aun hay algo en sus ojos, pero la muerte de Will y el hecho que abrí mi casa para tantos, me ha hecho ganar un lugar. No cambia el hecho que aún me siento incómoda. Muchas personas a mi alrededor me hace sentir graciosa. Las miradas a mis armas y mi arco. Soy una de las pocas que tiene permiso para llevar armas a los campamentos y aldeas, gracias a Star y sus grandiosas ideas. Me agito y pienso en mi abuela mientras cruzamos las carpas. Abundancia de comida, sonrisas, y sol hace del refugio más divertido. Las personas que reconozco me saludan, mujeres que he salvado me abrazan, y las que aún piensan que soy la amante del diablo me miran. Por cualquier motivo, esas personas me hacen sentir lo más cómoda posible. La mierda está mal conmigo. Camino a través y me dirigido por el camino hacia el hueco para nadar. Sarah corre, quitándose su ropa. Jake nos alcanza, respirando con fuerza. Él frunce el ceño cuando ve a Sarah quitándose su blusa, y se ve como si fuera a decir algo, pero me río. —Le dije que tiene que usar una blusa y pantalones cortos este año. Él suspira. —Gracias. El año pasado fue bastante incómodo. Leo sigue a Sarah. Se zambullen juntos en el agua. Aún nadan casi igual. Me quito la camiseta, pantalones cortos, mis fundas de pistola, los cuchillos en las botas y mi arco. Jake mira la pila y sacude la cabeza. Frunzo el ceño y salto, con mi ropa interior y top. El agua está fría; jadeo e intento atrapar mi aliento. Es lo más limpia que me he sentido en todo el año. Chapoteo, disfrutando del frío del agua cuando mi cuerpo se ajusta a la temperatura. Miro a Jake, viendo la larga y grumosa cicatriz en su pierna. Él se zambulle y nada bajo el agua hacia donde estoy yo. Me pone nerviosa. Siempre me jala hacia abajo cuando nadamos; lo odio. En lugar de eso, emerge cerca de mi rostro y me echa agua. Sarah se ríe. Salto sobre él, hundiéndolo debajo del agua para un cambio.

Él ríe y me hunde. Sarah empieza a temblar. Asiente hacia mí. —Voy a encontrar a Nan y algo para comer. Jake le dice—: Quédate con las brujas cocineras. No camines por ahí hasta que lleguemos. Ella rueda los ojos y nada. Miro a Leo. —Quédate con Sarah. Casi rueda los ojos también y chapotea detrás de ella. Él salta afuera, sacudiendo su cuerpo y cubriendo nuestras ropas con agua. Jake suspira. —Ese lobo es un bastardo vengativo. Asiento. —Sí. —Y me recuesto de nuevo para flotar, alzando la mirada hacia las nubes. Lo siento flotar cerca de mí. —Cuéntame algo de lo que recuerdes de antes. —Una vez, cuando tenía diez u once mi mamá y papá nos llevaron a este restaurante. Era muy lujoso y caro. Mamá obtuvo un ascenso y estábamos celebrando. Tuve que ir al baño; salpiqué un poco de la salsa de mi carne en mis pantalones. Papá se rió pero mamá estaba enojada. Fui a limpiarme y había un chico ahí. Tenía un traje y una mirada nerviosa. Estaba yendo y viniendo. Me asustaba un poco. Sacó una caja de su bolsillo del traje y suspiró, mirando su enorme anillo de diamantes. Me vio mirándolo y lo sostuvo para que lo pudiera ver. Me preguntó si pensaba que era lindo. Dije que sí, realmente no sabía si lo era o no. Tomó un profundo respiro y asintió con su cabeza y dijo que le deseara suerte. Así que lo hice y se fue. Cuando terminé de limpiar mis pantalones y secarlos debajo de la secadora, salí al restaurante y él estaba de rodillas. Una hermosa mujer estaba llorando y asintiendo. Todo el restaurante empezó a aplaudir mientras deslizaba el anillo en su dedo. Él y la chica se abrazaron y besaron, y mi mamá lloró un poco. Ella y papá se inclinaron y también se besaron. —Ríe—. Recuerdo pensar que era exactamente como le pediría a mi esposa que se casara conmigo. Sonrío y lo miro. No está flotando sobre la espalda, está sosteniendo algo y batiendo agua a mi lado. La cosa en sus manos es una caja de metal, áspera y oxidada. La abre y adentro hay un anillo con una piedra roja. Se ve como un anillo que una vez le di a Stella como pago para escapar con mi vida y virtud intactas.

Miro a través de sus ojos, viendo el destello que estaba antes de hacerlo más como yo. Él sonríe. —No tengo un lujoso restaurante para llevarte, e incluso si lo tuviera, no estoy seguro que te gustaría. Tu afición por matar las cosas que comes no es algo que hubiese encajado con eso. Y honestamente, no puedo pensar en un mejor lugar para decirte que te amo incluso cuando no debería hacerlo, y se supone que no deba, lo hago. Te quise cuando te conocí y aún lo deseo. No puedo cambiar la forma en que me siento, así que lo estoy aprovechando. Si necesitas más tiempo… Nado hacia él, cortándolo y envolviendo mis piernas a su alrededor. Coloco mis manos en su rostro, cierro mis ojos y presiono mis labios contra los de él. Mi cuerpo contra el suyo es cálido y cómodo. Su amor es la clase que hace que mi corazón esté seguro. Mi mente intenta compararlos pero mi corazón se detiene y hace espacio para los dos. Anna tenía razón, no hay tiempo. Hoy podría ser todo lo que obtenga y no quiero estar sin él ni un minuto más. Siento lágrimas corriendo por mi rostro. —También te amo. Incluso cuando no se suponía y no debía, lo hice. Asiente. —Y ambos aún lo amamos y creo que eso está bien. Asiento en su rostro y rezo a Dios por tener más. Más días y más amor y más felicidad.

Epílogo Traducido por Eni Corregido por Yanii

Hace diez años, tomé una decisión para salvar a una chica y al final ella terminó salvándome. Hace diez años, maté al hombre que me quitó todo. El hombre que mató a mi verdadero padre. Hace diez años, me di cuenta que mi madre era una buena persona. Hace diez años, me enamoré de un hombre que odiaba tanto como amaba. Un hombre tan dañado como yo. Me gusta pensar que nos ayudamos el uno al otro tanto como nos herimos. Hace diez años, me enamoré de un hombre, uno que me hizo feliz en una forma que traté de luchar, porque era todo lo que no creía que merecía. Hoy, bajo la mirada y lo veo durmiendo a mi lado, no puedo evitar pensar en lo perfecto que somos el uno para el otro. Me hace suave y lo hago fuerte y juntos aceptamos el amor que ambos aún tenemos por su hermano. —¡Tía Em! Me doy la vuelta cuando los gemelos atacan. —¡Tío Jake! Él gime y trata de poner su almohada en la cara. —Tío Jake necesita dormir. Me río y abrazo a Meg. Chilla y se enrolla en mi cuerpo. Bate sus ojos verdes que se ven notablemente como los míos. Me mira a través de sus pestañas. —¿Qué me compraste por mi cumpleaños? Ruedo los ojos.

—Todavía no puede ser tu cumpleaños. Bernard frunce el ceño. —Lo es, tía Em. Jake parece desconcertado. —¿Cuántos este año? Bernard rueda sus ojos azul verdoso. —Siete. Te dijimos eso ayer y mamá dice que tienes que levantarte. No podemos tener un pastel sin ti. Froto su cabello castaño que se ve como el de su tío. —Bernie, por qué tú y Meg no van a echarle un vistazo a esa gaveta de allí. Señalo la cómoda que hizo Jake. Está un poco torcida, pero me gusta así. Saltan y corren hacia la gaveta. Meg chilla de emoción cuando saca el arco y el carcaj de la gaveta. Mira hacia atrás. —¿En serio? Asiento. —Ve a ver a Sarah. Ella te ayudará a hacer las flechas, te enseñará a disparar, y te dirá las reglas. Ella exclama—: Espero ser tan buena cazadora como ella, bueno, algún día. Bernard no parece tan emocionado con el arco a juego y se estremece. Jake se ríe y señala la segunda gaveta. —Revisa esa de allí. La abre y se paraliza. Su mandíbula cae y cuando nos mira me hace sonreír más fuerte. —¿Robín Hood? —Levanta el libro y lo sostiene contra su pecho. Meg hace una cara y corre fuera de la casa, sin duda en busca de Sarah. Bernard abre el libro y sale de la casa, arrastrando el arco detrás de él. Jake me mira con mucho amor en sus ojos. A veces, me pregunto si está triste porque no puedo tener un bebé. La única vez que le pregunté se enojó; casi nunca lo hace.

—Es raro que sean exactamente como sus homónimos. Me río. —Lo sé. Meg es una salvaje y Bernie es un ratón de biblioteca. Él me mira. —Al menos Will no es nada como Will. Ruedo los ojos. —Pobre chica, ¿quién endosa a un niño de cuatro años con el nombre Will? Se envuelve a mí alrededor. —¿Me pregunto que le compraron Mitch y Star a los gemelos? No puede ser tan genial como nuestro regalo. Suspiro. —Nos esforzamos mucho por conseguir ese libro. Anna entra a la casa segundos después. —Levántense. Jesús. Ustedes son peores que los adolescentes. Jake gime. —Estábamos de guardia anoche, Anna. Ella resopla. —¿Sabían que Star les dio sus propias insignias de alguaciles? Will está allá afuera tratando de robar la de Bernie. No puedo creer que les dieron un arma y ella les dio las insignias para hacer legales esas armas. Miro a Jake. —Oh, eso es más genial que nuestro regalo. Él señala. —Sólo para Meg. Anna suspira. —¿Van al mercado de comercio mañana? Asiento.

—Sí. Tengo que verlo. Ella asiente. —Yo voy. —Le da a Jake una mirada dulce y bate sus pestañas—. ¿Te puedes quedar aquí y ayudar a Nick con los gemelos? Él sonríe. —Sí. Puedo ayudar a Sarah a enseñarle a Meg no dispararle a la gente. Como un pueblo, celebramos sus cumpleaños, los primeros bebés nacidos aquí. Reímos, bromeamos y comimos. Es una noche llena de baile y canto. Hemos aprendido a disfrutar y a vivir cada día. Nada es perfecto pero es mejor. Los forajidos son abatidos por los aguaciles Star y Mitch. Los criminales son castigados severamente. Los mercados comerciales ya no comercian con personas. Los burdeles son la nueva forma de mantener a las mujeres contenidas, pero Star los quema cuando los encuentra. Ha aprendido a usar su rabia y su furia en el buen sentido. A veces, me paseo con ella para liberar mis demonios internos. Nunca nada será perfecto. Aún no he encontrado toda la gente que estaba con Marshall; la gente mala que mata a personas como yo. Cuando me tropiezo con ellos los mato, pero sé que hay más. Siempre habrá gente mala. Los niños que Michael hizo se han mezclado. No vemos manadas de ellos como lo hicimos en la ciudad. La sociedad o bien los ha matado o aceptado, dependiendo de donde terminaron y su comportamiento. Anna y yo nos vamos al mercado al día siguiente. El olor a fruta está por todas partes. Los meses de verano hacen del mercado el mejor lugar para venir. Hay fruta, panes y asados por todas partes. Cabalgamos más allá del mercado, dirigiéndonos hacia el lugar que nunca fue parte del acuerdo por la tierra. Salto de mi caballo y lo ato a un poste. Anna y yo caminamos hacia dos pilas de rocas, bajo el rosal que parece más grande ahora, apenas lo reconozco. Anna recoge las hojas y los palos quitándolos de la lápida que se puso ahí con el nombre de Bernie.

Me dejo caer delante, en la que lo enterré hace dos veranos. Él tuvo que ser el lobo que vivió más años. Saco la piedra de mi bolsillo, la pongo en la pila y dejo que las lágrimas vengan. —Te extraño, amigo. Murió viejo, gordo y feliz. Murió durmiendo al lado de un plato de comida caliente. Si alguien merecía esa muerte, era él. Miro al cielo y sonrío. —Todos ustedes se abrazan el uno al otro por mí. Anna y yo aún lloramos cada vez que venimos. Sarah se niega a venir. Ella no lo va a ver en el suelo. Una vez, alguien me dijo que buscara otro lobo gris como mascota. No entienden que él nunca fue mi mascota. Fue mi familia. Fue la calidez en la oscuridad y la persona que necesitaba para no estar sola. Sólo Anna, Sarah y Jake pueden entender el valor de Leo. Era mi familia. Anna agarra mi mano y trato de sonreír. —Me gustaría que hubiera vivido para siempre. Anna asiente y sorbe. —Yo también. Miro un lugar sobre mi piel, donde tenía la quemadura de su nombre en mi brazo, y froto la cicatriz. Miro a Anna y sé que Leo los llevó a mí. Me gusta pensar que él sabía que un día se iría y yo estaría sola. Encontró una familia para mí. Los eligió y no creo que alguien hubiera podido escoger mejor. A través de las verdes y las maduras, lo malo y lo bueno, sólo Leo pudo haberme encontrado un mejor lugar para encajar o mejores personas. Nadie conocía el camino como lo hacía él. Creo en Dios porque dos de las personas en frente de mi, Meg y Leo, son ángeles disfrazados.

Hay mil cosas que podría haber cambiado y hecho diferente de lo que son ahora, pero entonces, tal vez no tendría la vida que tengo. Cada día hay más. Más amor, más felicidad, y más gratitud por cada día que despertamos libres. Dicen que el mundo fue construido para dos. Solía dudar de eso y pensar que dos era un largo sueño perdido. Solía creer que no merecíamos la felicidad del perfecto lugar que todos recordábamos. Pero ese mundo nunca fue real; jamás existió. Fue un sueño y un recuerdo que inventamos. No queríamos el cambio, pero de alguna manera lo necesitábamos. Algunas cosas eran más fáciles antes, pero casi todo es mejor ahora. Nada es instantáneo; el mal y el odio toman su tiempo. No es tan fácil como usar el internet para hacer el odio, o cometer crímenes desde un auto en marcha con un arma por la ventana. Todo toma tiempo y esfuerzo. Lo bueno y lo malo. Ahora me doy cuenta que el verdadero amor no es caprichoso; es lo que ponemos en el. Si trabajamos duro para amar a alguien, entonces nadie puede corromper el que tenemos. Veo todo de una manera diferente y tengo que agradecerle a Leo por eso. No nací en este mundo. Tuve que aprender a sobrevivir y a vivir con las otras personas en el. Pero como Jake siempre dice, fui criada por lobos, así que tuve que suponer que iba a ser difícil aprender a encajar. Mirando hacia atrás, no puedo pensar en una mejor manera que ser criada por un lobo, y no puedo pensar en un mejor lobo para criar a una niña salvaje por su cuenta. Levanto la roca que encontré, con los bonitos cristales en ella, la llevo a mis labios y la beso. La calidez de la piedra contra mis labios es un consuelo. La pongo de nuevo en la pila y mantengo mi mano allí. —Los amo a los dos. Me levanto y me alejo, sosteniendo la mano de mi hermana, agradecida por mi “nosotros”. Porque somos nosotras y ellos, siempre lo fue.

Sobre la autora No voy a hablar en tercera persona. Se siente raro. Soy una autora canadiense de romance Contemporáneo y Romance Paranormal, Post Apocalíptico y novelas de Fantasía. Escribo un montón de libros y salto mucho de géneros. Sobre todo porque creo que tengo palabras que AÑADIR, Me gusta llamarlo WADD. Puede ser que sea una cosa real. Escribo New Adult, mis libros tienen contenido sexual (claro que sí) y palabrotas. ¡Ya has sido advertida! ¡Ahora a disfrutar! Tengo un Beagle llamado Buster, un marido al que obligo a leer todo lo que escribo, y dos chicas que quieren gravemente ser un personaje de mis libros. Y no en ese orden. Tengo treinta y cinco años, así que prepárate para la novela chick lit de este año. La estoy llamando mi Ode para mi Crisis de los cuarenta. He estado escribiendo desde que tenía la edad suficiente para mentir. Así que hace desde algún tiempo. Si te estás preguntando sobre el sombrero, es mi “toque canadiense” Bienvenido a mi mundo. Por favor, disfruta del paseo. Soy una gran fan del apocalipsis zombi y de Eric Northman. Sweet Baby Jesús, ese hombre es bueno. He diversificado recientemente y acaban de publicar mi primera novela de fantasía. Está llena de dragones, magia, princesas, la Volkodlak, ah y tal vez un poco de cuerpo rasgándose de algunos combates en jaula. Pero seamos honestos, ¿a quién no le gusta una princesa que puede cuidar de sí misma? La novela se llama La venganza y la doble espada blandiendo la Princesa Amillia y garantiza un montón de eso. ¡No te pierdas nada de mi asombrosa serie! Incluyendo el que estará siendo revelado en primavera, The Blackwater Witches. Brujas Bayou, criaturas de la noche y una espeluznante mansión encantada. También acabo de terminar mi primera novela contemporánea, The Lonely. Es un poco picante, todo eso es una mezcla extraña de emociones. Ni siquiera puedo describírtelo porque podría estropear algo. ¡Entra en ella CIEGAMENTE! Ese es mi único pensamiento de todo el asunto. Permite que te envuelva. El viaje es difícil pero te prometo cuando llegues al final, sentirás cosas que no has sentido antes.

Info. Redacción y Recopilación

La recopilación, redacción y realización completa de este documento es total y directamente sin ánimo de lucro. Con esto no se intenta agraviar los bienes o posibles beneficios de los autores ni causar inconvenientes a las partes legales con derecho de autoría. Por el contrario, intentamos divulgar su trabajo que de otra forma, a causa de la no publicación de los ejemplares en español, no podría llegar. También queremos esparcir y difundir la lectura a todas las personas que sea posible. La dedicación y entrega que hace posible cada trabajo es gracias a las aportaciones y ayuda de todas lectoras comprometidas con los proyectos sin ninguna otra intención que el amor por leer. Con esto, no ganamos dinero ni tampoco lo pretendemos. Pero si invitamos a nuestras lectoras a apoyar a las autor@s con la compra de ejemplares físicos siempre que les sea posible y así ayudar e incentivar futuras obras. Este trabajo es únicamente por diversión y aprecio a la literatura y sin intención de perjudicar a nadie, así que esperamos no causar inconvenientes a ninguna de las partes.

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