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Books for the heart Staff de traducción

Staff de Corrección

Moderadora *~Vero~*

Moderadora Meellc

Traductoras Gaz Amalfii Katita Pily Cherry Kajan C. Keyla Hernández.

Correctoras Lariebel Joss Isav MaryJane♥

Revisión Final

Diseño

Viqijb

Gaz

Lista de Capítulos Sinopsis

Capítulo 13

Capítulo 1

Capítulo 14

Capítulo 2

Capítulo 15

Capítulo 3

Capítulo 16

Capítulo 4

Capítulo 17

Capítulo 5

Capítulo 18

Capítulo 6

Capítulo 19

Capítulo 7

Capítulo 20

Capítulo 8

Capítulo 21

Capítulo 9

Capítulo 22

Capítulo 10

Capítulo 23

Capítulo 11

Capítulo 24

Capítulo 12

Capítulo 25

Sinopsis La escuela secundaria puede ser bastante difícil para un estudiante promedio, y Chloe Miller no fue la excepción. En un corto periodo de tiempo se ve obligada a aprender los peligros de sus opciones de la manera difícil y el resultado la lleva a construir un muro alrededor de sí misma que es, aparentemente, imposible de descifrar. Durante su viaje la madre de Chloe pierde su trabajo y a ella no le queda más remedio que irse a vivir con su prima y su familia. Esto significa una nueva escuela secundaria y estudiantes nuevos. Después de su pasado problemático llega el primer día con una misión explosiva en la mente. Una misión de recuperar todo lo que una vez había perdido a manos de otros. Chloe se encuentra rápidamente luchando contra el mismo pasado contra el que lucha a diario para olvidar y la creación de un futuro en el que pueda vivir. Se convierte en una batalla constante para ella en torno a la presión social, los estereotipos de personajes, camarillas y las consecuencias. Parejas con la difícil situación de caer enamorados y ella se encuentra jugando un papel protagonista en el juego de la vida donde todo el mundo está jugando para siempre. ¿Podrá ganar... o perderá?

Capítulo 1 Traducido por Aleti M M Placeres Corregido por TsuParthenopadeus

―Ahí está ―dijo Erica, señalando a un chico rodeado por su harén personal de mujeres. Cada una de ellas tenía sus ojos esencialmente fijos en él y cada una de ellas hacía descaradamente alarde de lo que, probablemente, pensaban que eran parte de sus mejores activos. Chloe negó con la cabeza. Pensó que todas ellas parecían más a una camada completa de cachorros lamentables, cada una compitiendo por un poco de atención personal del jugador residente de la secundaria Northeast, Justin Pinnix. Desde donde las dos chicas estaban paradas junto a la escuela, Chloe estudió al chico con atención. Tenía todos los rasgos típicos de tu jugador promedio, el cuerpo apretado digno de nada menos que de la condición de héroe, el enmarañado pelo revuelto que desprendía la mirada de ven acá y por no hablar de los ojos azules cristalinos que le recordaban a brillantes joyas de zafiros. Entonces también estaba este aura de gallito alrededor de él que decía, soy el hombre, así que ¿qué vas a hacer respecto a eso? ―Así que… ¿Qué crees? ―preguntó Erica impaciente, dándole un codazo en el costado a Chloe. Ella se mordió el labio inferior mientras observaba al hombre del momento en acción. Recientemente, la mamá de Chloe perdió su trabajo de hace tiempo, como recepcionista con una empresa textil en deterioro. Luchó con la búsqueda de cualquier nuevo trabajo en la pequeña ciudad donde vivían, llamado Bluefort. Puso solicitud tras solicitud, pero no recibió ninguna llamada de vuelta. Estaban a punto de ser expulsadas de su apartamento, no tenían dinero y muy poca comida. Finalmente, su madre tomó una decisión ejecutiva de moverlas a las dos con la familia de su hermano después de que él le ofreció un trabajo en su concesionario de coches usados. También les dijo que podían usar la habitación de invitados durante el tiempo que necesitaran, mientras que volvían sobre sus pies y ahorraban el dinero suficiente para las dos y así alquilar su propio lugar. Fue una oferta que no podía dejar pasar. Chloe y su madre se trasladaron en el fin de semana y al llegar, encontró a su querida dulce prima Erica llorando, justo a punto de un

colapso emocional total. Por lo que ella fue capaz de entender a través de sollozos desgarradores fue que el señor jugador había hecho un buen número de ella. Él llevó a salir varias veces, recitó algunas palabras bonitas de poesía y después de que logró la única cosa que realmente quiso de ella todo el tiempo, su preciada virginidad, se alejó. Ni una sola vez miró hacia atrás y el maldito rompió el pequeño corazón ingenuo de Erica en el proceso. Erica Stanfield era muy inocente para este día y edad, pensó Chloe para sí misma. Pero ahora que ella estaba aquí, sentía que era tiempo de educarla. Tanto como que estemos aquí, estaba planeando darnos una pequeña fracción de sí misma, al estilo de Chloe Miller. ―Creo ―le dijo especulativamente mientras giraba un rizo suelto alrededor de su dedo―, que el señor Pinnix está en un infierno duro despertar. ―¿En serio? ―Erica sonrió alegremente. Con la emoción tan clara en la voz de Erica, uno habría pensado que su prima le había ofrecido la luna. Chloe suspiró levantando la comisura de sus labios. Oh sí, sabía exactamente lo que iba a hacer. Le iba a enseñar a un tal señor jugador una lección muy importante en la vida. Una lección que seguramente nunca olvidará, porque en el momento que acabara con Justin Pinnix, no tendría ni idea de qué lo golpeó. Ninguna en absoluto. ―Está bien ―replicó, lista para comenzar el espectáculo. Echando un vistazo a Erica, Chloe puso una mano tranquilizadora en el hombro―. Sólo recuerda lo que te dije. Mantén tu cabeza en alto, sonríele como si fuera la cosa más dulce en el mundo y actúa como si nada pasó nunca. Déjame encargarme del resto. Erica forzó una sonrisa en su cara y asintió con determinación. ―Está bien. Puedo hacer esto ―dijo con confianza. Chloe le dio a su hombro un apretón de afecto. ―Sí. Sí puedes, y al final seremos nosotras las que reiremos de último. Esta vez cuando Erica sonrió, lo hizo de verdad. La primera campana sonó, sorprendiéndolas a ambas y Chloe se apretó contra la pared. Se agachó, cogió su mochila del suelo y se la enganchó hacia arriba por encima de su hombro. Dando la vuelta a la cabeza en la dirección opuesta, se despidió y gritó por encima del hombro. ―¡Nos vemos en el almuerzo! Sonriendo todavía, Erica asintió brevemente y después se volteó en sus tacones para atajar su primera clase. Caminando a través de los pasillos, miró fijamente su horario de clase y luego miró de nuevo a los números del salón, dos o uno… dos o tres… dos o cinco. Parándose en el centro del pasillo, ella lanzó sus dos manos en el aire frustrada sin fin. ―¿Dónde diablos es la habitación de dos o cuatro? ―exclamó.

―Disculpe señorita, ¿necesita ayuda? ―No… ―espetó Chloe antes de mirar arriba y encontrarse a sí misma mirando hacia un par de ojos azul cerúleo, los más hermosos en los que había puestos sus ojos. Tan azul, que juraría que casi se podía ver una imagen de su propio ser reflejados en esos orbes idílicos. El muchacho le sonrió y tenía una forma en él que exudaba confianza extrema. Negando con la cabeza un poco, dio un paso atrás y sonrió un poco afectada a sí misma. Bueno, bueno, bueno. ¿Qué tenemos aquí? El infame Justin Pinnix. ―¿Eres nueva aquí, verdad? ―preguntó cuando ella no ofreció nada más. Chloe echó la cabeza hacia atrás, enviando su pelo a girar por encima del hombro. ―Síp ―dijo ella, asegurándose de hacer estallar la «P» al final. Siguió haciendo un intento descarado de hacerlo no tan sutil, una vez más desde la parte superior de la cabeza hasta el fondo de su tamaño de tres metros y medio. Terminó con un chasquido muy fuerte de sus labios. ―Para responder a tu pregunta ―empezó y se detuvo, todavía mirando descaradamente su cuerpo y luego negó con la cabeza antes de continuar―. No, yo no creo que necesite ayuda de gente como tú. La sonrisa de Justin al instante cayó de su rostro y sus cejas se fruncieron por la confusión. Sin esperar su protesta inminente, Chloe se dio la vuelta y echó a andar por los pasillos, una vez más, en busca de su clase de inglés. Él podía estar allí en medio de la sala el resto del día para lo que a ella le importaba. Tenía lugares donde ir y cosas que hacer; parte que incluye la elaboración de un plan para traer a los tontos varios niveles hacia abajo. Cuando llegó a la siguiente sección de la sala, se dio cuenta de que estas eran los salones de número par y fácilmente encontró el salón dos o cuatro. ―Aquí vamos ―murmuró para sí misma, mientras pasaba por encima del umbral. El salón ya estaba medio lleno a primera vista. Después de un largo segundo, encontró un escritorio vacío hacia atrás de la habitación que la estaba llamando. Haciendo su camino hacia el escritorio, ignoro completamente todos los susurros silenciosos y las miradas extrañas que estaba recibiendo. Ella era muy consciente de que cada vez que un nuevo estudiante llegaba, había un tipo de producción. Hoy, ella era evidentemente la producción. Colapsó en la silla, pensó en su plan y lo divertido que iba a ser derribar el enemigo número uno de una muesca o dos. Había esperado mucho tiempo para este tipo de oportunidad y ahora que se encontraba aquí, estaba en éxtasis. Mirar la caída final de la gracia del jugador iba a ser tan inestimable.

Volviendo de nuevo a la clase que estaba por comenzar, comenzó a excavar dentro de su bolsa por un lapicero. Fue rudamente interrumpida por el sonido inconfundible de un carraspeo. En un primer momento, decidió ignorarlo y sacó su cuaderno, preparándose para la clase. La misma persona se aclaró la garganta otra vez, esta vez más insistente y muy molesto. Con cuidado, puso el lapicero sobre la mesa y miró el culpable: Justin. De alguna manera ella sabía que iba a ser él de pie junto a su escritorio. Estaba frunciendo el ceño con las manos cruzadas sobre el pecho. Divertida, sólo levantó una ceja en cuestión. ―¿Necesitas algo? Justin dejó caer las manos a los costados e inclinó la cabeza hacia un lado, mirando endiabladamente guapo, para un jugador. ―Como cuestión, de hecho, lo hago ―dijo―. Estás en mi asiento. ―En realidad ―resopló―, ¿es eso cierto? Poniéndose de pie, Chloe comenzó a buscar por toda la mesa. Ella incluso fue tan lejos como para levantar la silla boca abajo y miró por encima de ella antes de ponerla derecha de nuevo, a continuación, volvió a sentarse en ella. ―Porque yo no veo tu nombre en él. Los dos tenían la atención de toda la clase viendo la escena de juego. Nadie nunca le hablo a Justin Pinnix así. Él entrecerró los ojos en ella y ensanchó su nariz, incluso sus mejillas estaban teñidas de un rojo ira. ―Oh, ¿alguien se está molestando? ―bromeó con fingida dulzura. Se aseguró de que la leche llevara toda la azúcar posible, en la medida que pudo, mientras bateaba dramáticamente sus pestañas y ladeando la cabeza hacia un lado, sonriéndole. Haciendo una pausa por un segundo, dejó su sonrisa tambalearse ligeramente y se enderezó en su asiento. Se tomó su tiempo mientras cruzaba una pierna sobre la otra. ―Muy mal, muy triste ―le espetó―. Ahora piérdete ―añadió con una verdadera convicción y se volteó lejos de él, despidiendo efectivamente el chico molesto de su presencia. Justin hervía. Estaba más loco que una serpiente de cascabel acorralado y la postura rígida de su cuerpo era el indicador perfecto. El borde de su boca se torció sin control, mientras en silencio debatió su próximo movimiento. ¿Quién demonios era esta chica? Por una vez, estaba perdido en palabras. No sabía qué decir. Resoplando lo bastante alto, lo que muy seguro que ella oyó, él se volteo y comenzó a alejar. Un par de Oooh y que falta de respeto fueron susurrados a través del salón, pero Chloe no le dio una voltereta al vuelo. Estaba demasiado ocupada disfrutando de su primera victoria sobre Justin y murmuró en voz baja:

―Eso es lo que pensaba. Más rápido de lo que podía abrir y cerrar de ojos, se encontró de repente siendo levantada físicamente y fuera del asiento, y luego fue colocada a un lado. Justin se sentó en su lugar y alegremente le entregó su cuaderno y lapicero a ella. ―¿Estabas diciendo algo? ―preguntó burlonamente, mirando a la chica aturdida con esa maldita sonrisa suya. Chloe perdió todo sentido de pretensión. ¿Cómo se atreve? ¿Cómo se atreve a levantarme y moverme? ¿Quien se cree que es? Estaba en condiciones de ser atado, como dice el viejo refrán. Ella sacudió la cabeza con enojo ida y vuelta fulminándolo con la mirada, al señor «piensa-que-soy-todo-eso-y-algo-más». ―¿Quién demonios te crees que eres? ―dijo sarcásticamente, sus manos rodaron por el lado de sus caderas convertidas en puños. Él inspecciono la habitación a su alrededor, antes de abrir arriba sus brazos como si fuera obvio. ―¿No lo sabes? Soy lo mejor que le ha pasado a esta escuela. Chloe se limitó a gruñir a ese comentario. ―¿Ah, sí? ―desafió. ―Sí ―respondió de manera afirmativa. Miró hacia atrás de ella y vio que todavía tenían la atención de todos. Ellos, obviamente, querían saber que haría la nueva chica cuando se enfrente con el todopoderoso Justin Pinnix. Arqueando una sonrisa, ahora tenía una idea. Paseando hacia adelante, se sentó en sus rodillas con toda la gracia de una bailarina y la rodeó con sus largos brazos alrededor de su cuello. Apoyado en su oído, ella dejó escapar un pequeño soplo de aire caliente para que se abanicara suavemente sobre todos los lugares correctos. Sintió una sensación de total satisfacción cuando él se estremeció. Ahora que estaba segura de que tenía su atención, le susurró al oído: ―Es posible que hayas sido el mejor, pero, ¿adivina qué?... Yo voy a ser mejor. Retrocedió para que ella pudiera mirarlo a la cara y le sonrió con confianza. Su antes actitud arrogante parecía haber perdido algo de su vapor. ―¿Quién eres? ―pregunto tan bajo que solo Chloe podía oírlo. Su frente se arrugó mientras buscaba su rostro, mirándola como si fuera algún tipo de extraño rompecabezas que necesitaba ser resuelto. Chloe levantó la mano y le acarició la mejilla. El chico no tiene ni idea. ―Yo, mi amigo, soy tu mayor adversario. Entonces, ¿qué dice el Sr. Jugador, no vas a jugar conmigo?

Capítulo 2 Traducido Por Aleti M M Placeres

Corregido por jhuli_eli Exactamente ¿Quién se cree que es la chica nueva? ¿No se da cuenta de quién soy yo? ¿No ha oído hablar del viejo refrán “para ser alguien, tienes que conocer a alguien”? ¡Bueno, maldita sea, yo soy ese alguien que necesitaba conocer! Todos estos pensamientos corrían desenfrenados por la cabeza de Justin durante la clase. No lo entendía. En realidad, no podía comprender cuál era el problema de esta chica. La campana sonó y Justin se levantó rápidamente. Vio a la chica nueva reunir sus cosas y salir corriendo del salón de clases. Ella le había dicho que quería jugar con él. Si jugar era lo que quería, entonces un juego era lo que iba a conseguir. Justin Pinnix sabía a ciencia cierta que él era lo mejor que ha habido, y probablemente el mejor que habrá en lo que respecta a la alta sociedad que camina por los pasillos en la Escuela Secundaria Northeast. Y esta es la pura y honesta verdad de Dios. Dos horas más tarde, hervía en silencio porque todavía estaba pensando en esa chica. ―¿Qué pasa hombre? Te ves como si estuvieras sumido en tus pensamientos o algo así. Echó un vistazo a su mejor amigo, John, que no tenía ningún problema manteniendo el paso con él. Ambos estaban regresando a los vestuarios después de correr vueltas en la pista para el PE. John no estaba allí cuando pasó la confrontación inicial con la chica nueva, así que no había visto lo que en realidad se redujo entre los dos, pero sin duda había oído hablar de eso. Parecía como que todos y sus mamás habían oído sobre lo que había pasado, pensó secamente para él mismo. Sacudió la cabeza y gruñó con la esperanza de evitar la pregunta inevitable. Él definitivamente no estaba en condiciones de hablar sobre ello... aún. Le desconcertó por completo cómo esta chica en particular, tenía la capacidad de enfurecerlo y luego intrigarlo a la vez. Lo que lo hacía peor era el hecho de que ni siquiera sabía su nombre. ¿Cuán loco era eso? ―Es ella, ¿no? La chica nueva ―empujó John, manteniendo un paso constante con Justin mientras los dos caminaban hacia el vestuario

sofocante. Cualquier otro día, John habría sido ajeno a lo que estaba pasando con nadie más que con si mismo, pero por alguna razón, tenía que elegir hoy de todos los días para ser el perceptivo. ―No ―dijo Justin cortante, sin querer entrar en más detalles. No estaba dispuesto a admitir que él en realidad estaba pensando en ella. Ahora mismo, de la forma en que lo veía, ella era su problema y no quería revelar a nadie con exactitud hasta qué punto de su juego esta chica le había atrapado. Justin pudo haberse sentido como si hubiera caído del caballo proverbial, pero estaba seguro como el infierno, volver a subir en él y montar de nuevo. Y cuando por fin lo montara, haría círculos alrededor de la chica, dejándola mirando fijamente a su nube de polvo. ―Es la chica ―dijo John de nuevo. Sonando seguro de sí mismo cuando se pararon en sus casilleros por ropas frescas y toallas. Justin miró en su dirección y frunció el ceño cuando se dio cuenta de que estaba sonriendo. Tuvo suerte de que no lo estaba mirando, porque la forma en que Justin se sentía en este momento, podía haber estado inclinado a golpear la sonrisa de su cara. En cambio, John se mantuvo concentrado en alistar sus cosas para una ducha. Justin hizo lo mismo, pero se congeló cuando escuchó casualmente a John decir entre dientes: ―Ya era hora de que alguien te tenga así. Dejó lo que estaba haciendo en ese mismo momento, dejando caer las manos a los costados y se volvió hacia él. ―¿Qué es lo que acabas de decir? Apenas lo había oído, pero no le gustaba lo que había estado insinuando. Dando a entender que había llegado alguien que al fin había dado contra cada terminación nerviosa de su cuerpo con excesivo de trabajo. Incluso si era la verdad, ciertamente no quería que se lo recuerde. ―Nada ―replicó John por encima de su hombro―, absolutamente nada ―añadió y le mostró una de sus características sonrisas encantadoras antes de alejarse y dirigirse a la ducha. Durante mucho tiempo, Justin se quedó parado ahí, sin palabras, mientras miraba la espalda de su mejor amigo. Cuando desapareció, trató de averiguar qué diablos había salido mal durante el día de hoy para ir cuesta abajo tan rápido. Había comenzado perfectamente normal y ahora, ha resultado ser cualquier cosa menos normal. Y ante sus ojos, todo parecía ser cortesía de la chica nueva. ―Justin Giró en la dirección de la voz. Vio al entrenador de pie en la puerta y levantó la ceja hacia él expectante. El entrenador era una figura imponente con sus siete pies de altura y un peso de aproximadamente doscientas cuarenta libras. Su sola presencia podría llenar una habitación, pero en este momento sólo estaba llenando la puerta y mirándolo con fuerza.

―¿Sí, señor? ―¿Puedo verte un minuto en mi oficina? ―dijo como una pregunta, pero por su comportamiento, podía decir que era más como una orden. Sin esperar una respuesta, el entrenador se dio la vuelta y supo que había entendido que él le seguiría. Cuidadosamente, puso su ropa limpia y su toalla abajo en el banco, se volteo y siguió al entrenador a su oficina, que estaba fuera del salón de casilleros. Al entrar en la caja de galletas que era una habitación que a él le gustaba llamar su santuario personal, el entrenador dio la vuelta al escritorio, sacó la silla y raspó contra el suelo de linóleo antes de, finalmente, tomar asiento. Justin cerró la puerta detrás de él y se dirigió a la parte delantera de su escritorio. ―¿Necesitaba verme, señor? ―Sí, así es ―comenzó y apoyó la barbilla en la mano mientras estudiaba a Justin ―. Yo sólo quería recordarte el partido del viernes y asegurarme de que entiendes lo importante que es. Aparte de que Cummings es nuestro rival desde hace mucho tiempo, tengo dos exploradores procedentes de Alabama y Penn State que vienen a verte lanzar el balón, hijo. Espero ver una actuación premiada y nada menos. Tragando más allá del nudo en la garganta, asintió con la cabeza. Sabía todo esto ya. El entrenador y su padre habían sido amigos durante toda la escuela secundaria y lo han estado preparando para esto desde el momento en el que pudo caminar y sostener una pelota de fútbol al mismo tiempo. ―Lo sé, entrenador ―dijo sinceramente―. Le prometo que no le decepcionaré, o a papá. ―Bueno, siempre y cuando tengamos claro entonces que es lo que importa ―declaró y se recostó en su silla, con los ojos oscuros penetrando los ojos del joven frente a él. Justin se sintió un poco incómodo con esa pregunta. Entendía las expectativas y había un montón de presión sobre él. Se mantuvo firme y asintió con la cabeza. ―Claro como el cristal, señor. ―Bien ―respondió el entrenador esta vez con una sonrisa incómoda―, vete a la ducha y prepárate para tu próxima clase. Nos vemos en la práctica de esta tarde. Rápidamente la sonrisa de Justin volvió y simplemente replicó: ―Sí, señor. ―Antes de darse vuelta y salir de su oficina. El viernes en la noche estaba a unos pocos días y sentía con certeza que ya tenía esa beca universitaria en la bolsa. Con todos sus registros estatales, podría elegir cualquier escuela a la que quisiera ir. Su corazón se encontraba en Alabama. Sin embargo, las becas no eran lo que lo estaba molestando en estos momentos.

No. Lo que molestaba a Justin era la chica nueva y por qué parecía tener apatía con él. Ella ni siquiera sabía quién era y, por eso, su reacción hacia él no tenía ni una maldita pizca de sentido. Para el momento en que llego a la ducha, la mayoría de los chicos ya habían terminado y se habían ido. En realidad, Justin se sintió un poco aliviado porque todavía no quería hablar sobre su confrontación de la mañana con la chica nueva. Pasó su toalla sobre la barra fuera de la ducha y dejó su ropa en el mostrador. Al entrar en la ducha, puso el agua tan caliente como podía soportarla. Durante varios minutos se quedó allí, bajo la ducha, dejando que el vapor del agua relajara sus músculos tensos. Pero una vez más, sus pensamientos volaban a la nueva chica y no podía dejar de recordar lo buena que estaba. Tenía el pelo negro azabache y los rizos aterrizaban justo debajo de los hombros, rogando para que él recorriera con sus dedos a través de el. Y luego estaban los ojos. Sus ojos moca oscuros tenían uno de los tonos más profundos de marrón que había visto en su vida. Eran más ricos que la melaza espesa y Justin podría verse fácilmente perdiéndose a sí mismo por días en esos hermosos ojos. Luego estaba su sonrisa, que era... ―¿Qué demo… ? ―gritó Justin en voz alta, cuando desde lo alto, una lluvia torrencial de agua helada cayó ceremoniosamente sobre su cabeza. Mirando hacia arriba, entrecerró los ojos hacia la chica nueva con la que acababa de soñar despierto, de pie junto a la cabina de ducha y sonriéndole. Hizo lo mejor que pudo para cubrirse y frunció el ceño. ―Oh, ¡sí que vas a pagar por eso! ―escupió amargamente. Ella negó con la cabeza adelante y atrás, y en sus ataques de risa le dijo con dulzura―. Yo no lo creo. ―Luego inclinó la cabeza y Justin oyó gritar a alguien más―. ¡Agárralos y vete! ―Como ella estaba supuestamente yéndose, todo lo que escuchó fueron más risas y eventualmente pasos de retirada. Agárralos y vete. ¿Qué podía decir ella con eso? Se preguntó y sólo se tardó alrededor de la mitad de un segundo para que lo golpeara. ―Oh, infiernos, no ―murmuró, tirando de la cortina de la ducha abierta y mirando el espacio vacío donde la toalla una vez había colgado. Al no ver nada allí, miró hacia el mostrador y se dio cuenta de que su ropa limpia faltaba también―. Hija de… ―empezó y salió corriendo de la ducha antes de que pudiera terminar la declaración, chorreando agua por todas partes y todo para ir detrás de esta chica que se había pasado de la raya esta vez. Se estrelló a través de la puerta del vestuario, respirando con dificultad y llegó a un punto muerto en el pasillo donde la chica nueva se situó a sólo unos metros de distancia sosteniendo la ropa y una toalla en la mano. ―¡Da-me-las! ―exigió entre dientes, mientras se tapaba a sí mismo y temblaba de la rabia. La chica sólo le dedicó la misma sonrisa dulce azucarada y dio un paso a su lado.

―Sonríe jugador, estás en cámara oculta. Otra chica, una que había visto varias veces en los pasillos, se adelantó agarrando su teléfono y tomó una foto antes de que él pudiera moverse o siquiera volver la cabeza lejos del flash. ―Esto va a ser perfecto ―volvió a hablar y luego dejó caer su ropa en un montón en el suelo―. Un punto para Chloe ―agregó y luego movió los dedos a él antes de añadir―. Ta ta para ti por ahora, mi amigo. Hasta que nos volvamos a encontrar. Justin la miró sin decir nada y dejó a la otra chica antes de correr hacia adelante y agarrar la ropa del suelo. Trató de recordar vagamente a la otra chica pero por la vida de él, ningún nombre vino a la mente. Probablemente porque, en el momento actual, estaba más allá de enojado. En realidad estaba más que molesto, estaba más bien furioso. Así que, Chloe era su nombre, y así era como ella quería jugar, meditaba en silencio mientras tiraba de sus pantalones. Tenía que darle algo de crédito sin embargo. Para una chica, ella tiene unos cojones de tamaño monstruo, pero esto no era el final de todo. No por mucho. Nadie se mete con Justin Pinnix y se sale con la suya. Ni siquiera una chica con un cuerpo que la mayoría de chicos morirían por tocar y una cara que lucía casi tan bien como la de él. La palabra clave en esta frase es casi. Justin se puso la camisa por la cabeza, y continuó hirviendo sobre lo que acababa de suceder. Él hirviendo de furia se estaba convirtiendo en algo habitual. Ella quiere jugar así, se dijo. Entonces bien, va a jugar a su manera. Él incluso iría más lejos, como para decir―: Agárrate nena, porque el juego definitivamente ahora comienza.

Capítulo 3 Traducido por Gaz Corregido por tamis11

―Eso fue épico ―consiguió decir Chloe entre los ataques erráticos de risa después de que ambos finalmente dieron con el baño de abajo. Era demasiado tarde para cualquiera de ellas para volver a clase sin llegar tarde, por lo que las dos niñas decidieron esconderse en el baño hasta la próxima. ―¿Has visto su cara? ―preguntó con una sonrisa boba que iba de oreja a oreja―. Clásico. Era absolutamente clásico y la imagen es tan para subirla a Facebook. Erica sonrió con orgullo. Chloe podía ver que ella amaba cada minuto de vergüenza que Justin estaba sufriendo y estaba a la espera de más trucos como el que acababan de realizar. Con el tiempo, ellas finalmente presenciarían su caída final. Esta venganza palidecía en comparación con la vergüenza que Erica había tenido que soportar después de esa horrible noche en la fiesta. El arrogante y pomposo idiota tuvo el descaro de desflorarla sin piedad y entonces olvidarla sin echarle un segundo vistazo. Al menos podía encontrar un poco de satisfacción en ver que el jugador local estaba fuera jugado a su propio juego. ―Fue divertido. ―Erica sonrió y miró de nuevo a su prima con una mirada de adoración de héroe blandiendo su cara―. Se merecía todo lo que tiene y algo más por lo que hizo a mí. La atención de Chloe se centró exclusivamente en su teléfono. Terminó poniendo la foto del desnudo de Justin en Facebook y se giró hacia Erica. ―Se merece mucho más que esto, Erica. Sólo estamos empezando. En el momento en que acabe con él, no va a tener la menor idea de qué demonios le golpeó. ―Se dio la vuelta y volvió a mirar su reflejo en el espejo. Una sonrisa maliciosa curvó en sus labios: Mi plan es golpearlo donde más le duele. En el momento en que lo hagamos, estará suplicando perdón y misericordia. Erica se unió a ella en el lavabo delante del espejo y abrió el grifo. Se tomó su tiempo lavándose las manos. Ella estaba tan feliz. No creía que nada en este momento pudiera derribarla. Alargó la mano y cerró el grifo. Chloe le tendió una toalla de papel para secarse las manos. Levantó la cabeza y con una expresión seria en su rostro le dijo a su prima:

―Estoy tan contenta de que estés aquí, Chloe. Lamento lo que pasó en tu casa, pero yo siento que eres aquí. Esperemos que tu madre pueda encontrar un buen trabajo aquí y que se queden. Chloe le devolvió la sonrisa y sintió una enorme cantidad de afecto fraternal. Erica había estado allí para ella, y ella se alegraba de tener ahora la oportunidad de devolverle el favor. No dejó mucho atrás en su antiguo hogar que no fueran un montón de malos recuerdos que estaría más que feliz de olvidar. No había sido muy querida, que era la razón exacta por la que aprendió a no dar una maldición sobre cualquier cosa menos a ella y a su familia. Erica era familia y la forma en que Chloe la miraba, si te metes con Erica, entonces te metes con ella. En ese momento, todas las apuestas estaban pagadas y no habría mucho que pagar. Justin no iba a ser el primero en conocer la verdadera magnitud de la ira de Chloe Miller. Le apoyó la mano en el hombro y lo apretó ―Me alegro de estar aquí también. ―Y quería decir eso. Erica se arrojó a ella, tomándola por sorpresa, y la envolvió en un abrazo rompe huesos. Su peso hizo a Chloe perder el equilibrio y ambas se tambalearon hacia atrás en un montón de brazos y piernas hasta que las dos chicas se encontraron tendidas con el trasero en el centro de la pista. Por un instante, simplemente se quedaron allí en shock. Sólo tomó un momento antes de que ambas estallaran, simultáneamente, a reír. ―¿Estás bien? ―preguntó finalmente Chloe después de que la ruidosa risa comenzara a tranquilizarse un poco. Con una sonrisa tan grande como el estado de Texas, Erica se inclinó y se frotó la parte trasera. ―Me duele el culo pero aparte de eso estoy bien. ¿Y tú? ―le preguntó, levantándose del suelo de baldosas. Otra risa se derramó de los labios de Chloe mientras pensaba en la hilaridad de todo. ―Sí, estoy bastante segura de que voy a vivir ―le dijo y tomó la mano que Erica había ofrecido para tirar de ella hacia arriba. Las dos se tambalearon e iban a acabar de nuevo en el suelo cuando Erica se estabilizó y alcanzó para la pared, estabilizando a las dos. Una vez más, se levantaron. ―Gracias ―dijo Erica de nuevo mientras ambas espolvorean sus espaldas y pantalones. Chloe se dirigió de nuevo hacia el lavabo. Miró su reflejo otra vez y se enderezó el pelo un poco después del episodio de la caída. Ella levantó la vista y se dio cuenta de que Erica la estaba mirando expectante. Dejó caer las manos por los lados, lo miró a los ojos a través del espejo de cristal: ―¿Por qué? ―Por ser como eres. ―Sonrió―. Y me ayudas. ―Su voz era suave y sincera. Cuando Chloe se dio la vuelta para mirarla, Erica rápidamente

desvió la mirada y continuó―. Nadie realmente se levantó para ayudarme de la forma en que lo estás haciendo ahora. Y quiero que sepas que lo que estás haciendo, significa el mundo para mí. Esta vez fue Chloe la que se acercó a ella y la envolvió en un abrazo. ―Tú eres mi familia y yo siempre estaré aquí para ti. ―Sus labios se torcieron y luego agregó―: No te preocupes de esa linda cabecita tuya, te guardo las espaldas. Siempre te he guardado la espalda, prima, y siempre lo haré ―dijó con la máxima confianza. El estridente sonido de la campana para la próxima clase sonó rompiendo su pequeño momento de unión familiar. ―Es hora de ir a clase ―le dijo ella alegremente antes de añadir―: Además, es tiempo para ver lo que el daño que hemos causado hasta ahora. Erica se inclinó y tomó sus dos mochilas. Le tendió la de Chloe a ella y por un momento se veía como un niño al que acababa de ser dado que un regalo de Navidad que realmente, realmente quería más que a nada en el mundo. Por primera vez desde que llegó, Chloe podría decir que ella realmente se veía feliz. Eso en sí mismo le dio un pequeño sentimiento de orgullo. Supo entonces, que lo que había planeado para Justin Pinnix bien iba valer la pena todo el esfuerzo. ―¿Vamos? ―preguntó Erica emocionada. Chloe tomó su bolso y se lo puso en el hombro. A continuación, le dio un abrazo a Erica y dijo: ―Vamos. Ambas se dirigieron fuera del cuarto de baño y a la sala donde los estudiantes ya estaban pululando por ahí como abejitas. Muchos de ellos tenían la cabeza hacia abajo y miraban a sus teléfonos. Risas de todo tipo resonaron en el aire y Chloe estaba bastante segura de que la risa provenía de su foto recién publicada en Facebook de un seguro, muy revelador, señor jugador que actualmente estaba siendo visto por muchos de los estudiantes de la Secundaria Northeast. Erica y Chloe se volvieron la uno a la otra al mismo tiempo y con miradas de complicidad. Chocaron palmas entre sí: ―Está tan ridículo ―dijo Erica, claramente satisfecha con su obra. ―Claro que lo es ―respondió Chloe, justo a la misma hora que vino volando alrededor de la esquina con una venganza. Por un breve segundo, con los ojos cerrados el aire entre Justin y Chloe crujía con una electricidad de proporciones épicas. Pero tan rápido como llegó el momento, desapareció. El rostro de Justin estaba distorsionado en una máscara enojada de furia. Cualquier persona normal podría haberse sentido rechazado, pero Chloe se consideraba cualquier cosa menos normal. Sonrió dulcemente y agitó sus dedos en él. Él gruñó y señaló con el dedo directamente a ella, pronunciando las palabras con una falsa sonrisa. La de Chloe no vaciló ni una sola vez

mientras agarraba el brazo de Erica con la sonrisa de nuevo hacia él con un “sé un hombre” en los labios. Las dos chicas caminaron con altivez junto a él. ―Créeme, bebé, lo haré ―anunció Justin en voz alta y antes de que pudiera decir nada, giró sobre sus talones y salió al pasillo. Cuando se dio la vuelta para replicar, él se había ido. Ella simplemente se encogió de hombros. Después de todo, todo vale en el amor y la guerra. Erica se dirigió a su clase de inglés y Chloe se dirigió a español. Después de esta clase, las dos se reunirían de nuevo para el almuerzo. El estómago de Chloe gruñó, recordándole que echaba de menos el desayuno y que no podía esperar para el final esta clase porque estaba muerta de hambre. Evidentemente, jugar con un jugador había trabajado bastante su apetito. A mitad de su clase de español, se dio cuenta de que un pedazo de papel doblado aterrizó en su escritorio. Levantó la cabeza y miró a su alrededor para ver de dónde venía. A su izquierda, había un tipo con el pelo castaño rojizo rico y los ojos más verdes que nunca había visto que estaba sonriendo a su vez. Su primer impulso fue entregar la nota de nuevo sin leerla porque todo sobre el chico gritaba “jugador central”. Pero su curiosidad pudo más que ella y después de pensarlo dos veces, decidió abrir la nota de todos modos. Buen trabajo con Pinnix. Me gusta mucho tu estilo. Ya era hora de que alguien le diera una dosis de su propia medicina. Troy. Rápidamente dobló el papel y lo guardó en su bolsillo de atrás. Miró a Troy y le sonrió. Ella inclinó la cabeza en reconocimiento. Su sonrisa se ensanchó en una sonrisa de pleno derecho y le devolvió el guiño a Chloe. Ella bajó la cabeza y negó con desdén. Tomó todo en ella todo no ponerle los ojos en blanco. Él era sin duda otro jugador. La campana sonó y entonces Chloe se levantó de su escritorio. Finalmente, llegaba la hora del almuerzo. Tomó su bolso y metió la libreta en el. Todos sus pensamientos se centraron en la comida. En su prisa por salir de la sala de clase, no se dio cuenta de que Troy estaba justo detrás de ella. Cuando se dio la vuelta, se golpeó la nariz en su muy duro pecho. ―Ay ―murmuró y se frotó la nariz, ahora dolorida. Sintió que su mano la agarraba con suavidad por los hombros, en un esfuerzo para sostenerla. ―¿Estás bien? ―le preguntó. Por un momento, Chloe tuvo una extraña sensación de déjàvu. ―Estoy bien ―le respondió con un poco de picor en su tono. No quería hacer frente a este tipo ahora. Tenía otras cosas de importancia en su mente. Como por ejemplo, la pizza con mucho queso y aderezo de rancho. Por lo que a ella se refería, estaba impidiendo su progreso para satisfacer su estómago. Troy levantó las manos en señal de rendición.

―Lo siento ―dijo. Y esa maldita sonrisa de su rostro se iluminó―. Yo sólo quería conseguir tu nombre si eso está bien contigo. Chloe dejó escapar un suspiro de irritación. Mirando hacia atrás, en silencio sopesó sus opciones. La cosa más fácil que podía hacer, sería darle su nombre a él para que pudiera dejarle en paz como estaba previsto. ¿Pero eso sería lo más inteligente que hacer? Su estómago gruñó, esta vez lo suficientemente fuerte como para que Troy lo oyera y se riera entre dientes, lo que sólo alimento su molestia. ―Chloe. ―Se encontró respirando por su nombre―. Mi nombre es Chloe. ―Y no quería correr el riesgo de retrasarse más, ella se dio la vuelta y rápidamente se alejó. Cuando salía le oyó repitiendo su nombre. ―Chloe, quédate ―dijo mientras salía de la habitación. No pudo hacer otra cosa que sacudir la cabeza. No creía que fuera a ser capaz de entender a los chicos. Eran los más peculiares de la especie. En un momento calientes, el próximo frío. Sólo reafirmó su creencia de que la mejor manera de lidiar con ellos, era mantenerse alejada de ellos. Bajando por el pasillo, empezó a notar un montón de gente mirando en su dirección y risitas. Aminoró el paseo mientras llegaba a la cafetería y trató de averiguar qué era lo que todo el mundo encontraba tan gracioso. Al principio se preguntó si pudo haber comenzado temprano y tal vez tenía algo en sus pantalones y luego inmediatamente calculó mentalmente los días y sabía que no era posible. Luego se preguntaba si tal vez tenía algo en su rostro. De repente decidió hacer un pequeño desvío para ir al baño a verificar y asegurarse de que nada estaba fuera de lugar. Cuando llegó al cuarto de baño había otro grupo de personas hacinadas en frente de la puerta. Ninguno de ellos notó que Chloe estaba allí; todos parecían fascinados con lo que fuera que estaba clavado en la puerta. Con la pérdida de toda su paciencia, porque ella estaba más allá de hambre ahora, gritó: ―Disculpen, ¿les importa? Una chica tiene que ir cuando tiene que ir, ¿saben? Todos los estudiantes en el grupo se volvieron al mismo tiempo y con el rostro inexpresivo, poco a poco se separaron de ella al igual que Moisés abrió el Mar Rojo. Se sintió un poco tímida y tal vez incluso un poco como que acababa de entrar en la zona de penumbra, miró a todos, ya que ella se dirigía a la puerta del baño. Cuando fue a abrir la puerta vio exactamente lo que todo el mundo había estado mirando. Era un cartel que tenía su propia imagen pegada él. El mensaje que se enumeraba a continuación de la imagen era lo que realmente la sorprendió al máximo. DESESPERADA HEMBRA BLANCA SIMPLE VER IMAGEN ABAJO EN NECESIDAD DE EXTRACCIÓN DE STICK EN BUSCA DE UNA PERSONA CON EXPERIENCIA

PARA RETIRAR STICK alojado en la zona anal. LLAME 555-4281 si está interesado. Todo el mundo detrás de ella estalló en un ataque de risa ruidoso. Chloe frunció el ceño en voz baja y con las dos manos furiosamente arrancó el cartel de la puerta. Una de las chicas de pie a su lado dijo: ―Hay más de ellos. ―Miró a su amiga y sonrió―. Están por todo el colegio. Entrecerró los ojos en la dirección de la chica y la vio estremecerse de vuelta de las vibraciones de hielo que se estaba dirigiendo estrictamente a ella. No tenía dudas en cuanto a qué cerebro estaba detrás de este pequeño truco. Él debía de estar delirante si creía que podía jugar con los gustos de ella y realmente ganar. ―¡Ja! ―Chloe se carcajeó histéricamente en voz alta. Ha perdido su jodida mente, pensó para sí misma. Este chico realmente no tenía ni idea de con exactamente quién era la chica con la que se estaba metiendo. Ahora, se dijo, es el momento de jugar duro. Esto significa la guerra.

Capítulo 4 Traducido por TsuParthenopadeus Corregido por Amalfii

Habían pasado veintidós horas desde que Chloe había reprendido por última vez a Justin por el incidente del póster. Él pensó que la escena había sido calificada como cómica, especialmente por la forma en que ella caminó hasta él y procedió a darle un buen poco de sus pensamientos. Estaba con los chicos, por supuesto y para cuando ella había terminado de despotricar, ellos tenían un ataque de nervios rodando por el suelo. Ivan incluso había bromeado con ella, y se había ofrecido a relevarla de ese problema pegajoso que parecía tener. Ella rápidamente le recompensó con un fuerte golpe en la cara y luego tan bonito como te plazca, se volvió sobre sus talones y se marchó, dejando un rastro de hielo a su paso. Pero en serio, ¿qué quería la chica? Lo había avergonzado. ¡A él! Justin Pinnix de todas las personas, en frente de toda la escuela. La represalia fue todo pero inevitable y no pudo dejar de pensar que el reembolso que había entregado fue malditamente divertido. Desde entonces, las cosas habían estado quietas, muy quietas, de verdad. Podías literalmente sentir la tensión en el aire. Algo definitivamente estaba preparándose para pasar y era muy consciente de que no podía darles el lujo de permitirse bajar la guardia ni un solo ápice por segundo. Todos estaban almorzando ahora. Justin estaba sentado en su lugar usual con algunos de los chicos del equipo de football y unas pocas porristas también. La vio sentada en el otro lado de la cafetería, en una mesa con la misma chica de la que no podía recordar el nombre. Ambas chicas parecían tener una conversación intensa y por alguna razón, él parecía no poder quitarle los ojos de encima a Chloe Miller. No podía explicarlo, y ni siquiera sabía si quería una explicación. Simplemente, lo intrigaba como el infierno. Nadia había sido tan audaz contra él como ella, y secretamente, tenía que admirarlo. La chica tenia agallas y habilidades locas; eso en si era una rareza en estos tiempos, en que todos esperaban encajar e iban con la corriente. ―Estas mirando de nuevo. Justin se volteó y miró a John quien estaba siendo descarado detrás de él.

―No lo estoy ―argumentó y tomó una fritura de su bandeja, la sumergió libremente en el ketchup antes de que explotara en su boca. ―Tu también lo estas ―replicó. Lanzando una mirada en dirección a Chloe. Justin hizo otro sonido de burla y tomó otra fritura, señalándolo mientras levantaba la ceja. ―Parece que eres el que esta mirando, hombre. Él se rió y negó con la cabeza ―Tal vez, la vista no es tan mala desde donde estoy sentado, hermano. Apretando los dientes, Justin se negó a mirar hacia atrás de la mesa. En cambio, mantuvo los ojos bien abiertos en su plato y fingió tomar nota de todos los carbohidratos, ya que era algo que necesitaba, sobre todo porque tenían la práctica de esta tarde. Esperaba plenamente que fuera una sesión agotadora ya que tenían el gran partido este fin de semana. ―Lo que sea ―murmuró en voz baja después de un minuto de incómodo silencio que pasó entre ellos. Soplando un profundo soplo de aire, Justin cogió la botella de agua de su bandeja, abrió la tapa y tomó varios tragos grandes para satisfacer su ahora reseca garganta. Por un momento, ninguno de los dos dijo nada más. Podía oír el sonido de la risa de algunos de los chicos y bajo otras voces humor en segundo plano mientras volvía a comer su comida. Una vez más sus pensamientos revoloteaban de nuevo a la misteriosa chica nueva y se preguntó qué podría ser que invocaba su repentino odio hacia él. Él ni siquiera conocía a la chica, pero sin embargo ella estaba determinada y dispuesta a llevarlo abajo por alguna razón. Trató de averiguar por qué estaba a punto de volverlo loco. Fue la voz de Jonh que captó su atención, sacándolo de sus pensamientos. ―Lo tengo ―dijo, sondando descaradamente. Dándose la vuelta, Justin le echó un vistazo a John y le disparó una mirada de sabiduría. Por la expresión en su cara, uno habría pensado que el acababa de descubrir la llave para la paz mundial. ―¿Tener qué? ―preguntó Justin, sus cejas arrugadas con confusión. John había estado en esta borrachera perceptiva últimamente y tenía una ligera sospecha de que estaba viendo más de con lo que él estaba cómodo. ―Estas asustado de ella. Resopló y el trago de agua que acababa de tomar se fue a su nariz, derramándolo sobre la mesa. ―No lo estoy ―gruñó a la defensiva―. Tu lo estas también ―replicó con esa sonrisa maldita suya de oreja a oreja.

―¿Justin no está qué? ―preguntó Cathy, levantándose de su lugar al final de la mesa. Caminó hasta Justin y empujó su bandeja del camino, sentándose en la mesa frente a él. Cathy era la capitana de las porrista y ella había estado saliendo con Justin los últimos años. No era una relación platónica y los dos tenían una buena comprensión de todo. Ambos estaban contentos de jugar con el otro. Era la forma en la que suponía que era, el quarterback del equipo de fútbol y la capitana del equipo de porristas juntos. Era más por apariencia que nada, y lo más importante, funcionaba. ―Nada ―respondió, casi demasiado rápido y Cathy se giró hacia él, poniendo una pierna convenientemente en cada lado de su cuerpo así el estaba literalmente sentado entre sus piernas. Inclinándose, ella pasó una uña rojo carmesí perfectamente cuidada por su pecho, enviando una nueva serie de pensamientos a su cerebro. ―Justin está asustado de la nueva chica ―dijo John justo a él, aán sonriendo. ―¿En serio? ―dijo Cathy, sonando sorprendida. ―No lo estoy. ―Exhaló con frustración mientras le disparaba una mirada a John que prometía retribución mas tarde. Cathy lanzó una mirada en dirección a Chloe y la mirada de Justin la siguió. Al mismo tiempo, Chloe levantó la cabeza y sus ojos se encontraron, mirándose el uno al otro. Por un momento, pensó que había dicho algo que podía haber pasado por una tristeza inherente reflejada en los ojos de ella, pero tan rápido como vio la vulnerabilidad, esta se fue, remplazado por una severa mascara de emoción sin expresión. Sus ojos se estrecharon sobre él por un segundo, antes de que rápidamente ella se volteara. ―No veo mucho de que estar asustado ―remarcó Cathy, volteándose y mirando a Justin con los ojos entornados. Sonriendo, se volteó y se encogió de hombros. ―Porque no lo estoy ―asintió. Cathy se deslizó sobre la mesa, así que ahora estaba completamente sentada en el muslo de Justin. Envolviendo su brazo alrededor de ella, la empujó más cerca de él y ella se inclinó, presionando sus labios sobre él, besándolo en serio. Los aullidos de gatos y lobos resonaron alrededor de ellos, animándolos a continuar. Justin no pudo hacer nada más que sonreír contra sus labios, amando la atención que estaban recibiendo. Para cuando terminaron el beso, Cathy se inclinó hacia atrás y le dio una sonrisa maliciosa. ―¿Te gusto eso, no? ―le susurró, tan bajo que solo él pudo escucharlo. Levantando la esquina de sus labios, el asintió. ¿Que mas podía decir cuando una chica sexy estaba sentada en sus muslos, besándolo en pleno día?―. Bien ―replicó ella, sonando más que satisfecha consigo misma. Afortunadamente, se levantó del muslo de Justin y se preparó para irse,

sólo se detuvo y se volteó así estaba frente a él otra vez. Inclinándose, le dio un beso en la mejilla y puso su mano en su hombro―. Te veo después de la práctica. El sonrió ―Sí. Sí, señora ―respondió con su chulería usual―. Deberías, definitivamente, verme. Pronto. Estaba listo para salir de las duchas después de las practicas de football y antes de que saliera completamente, sacó su cabeza y se tomó un momento para echar un vistazo alrededor, asegurándose de que no había chicas inesperadas escondiéndose, listas para quitarle su ropa y tomar fotos indecentes de él en cueros. ―La costa está limpia ―declaró John, parado cerca de la pared junto al lavamanos. Estaba recargado ahí flojamente con sus manos cruzadas sobre su pecho. Exhalando un suspiro de alivio, Justin salió y tomó la toalla del estante, envolviéndola alrededor de su cintura. Pensó que era una vergüenza que un chico tuviera que preocuparse por si iba a tener o no su ropa cuando saliera de bañarse, ¿pero qué podía hacer? ―¿Qué haces aquí todavía? ―preguntó Justin, yendo hacia la banca donde había dejado sus shorts y su playera. Quitándose la toalla, la levantó a su cabeza y la secó antes de lanzarla al piso para tomar sus boxers. ―Quiero hacerte una pregunta ―comentó John, viendo a su amigo cuidadosamente, haciéndolo sentir malditamente incomodo acerca de la conversación que se avecinaba. Justin se estiró por sus shorts y los deslizó por su pierna, evitando cualquier tipo de contacto visual con él. ―¿Qué tipo de pregunta? ―le preguntó, curioso. ―La chica nueva. Chloe. Eh... Esto es un poco incomodo, pero necesito saber. ¿No te importa si la invito a salir, o si? Justin se congeló, con una pierna dentro de sus shorts y una pierna afuera, levantando su cabeza encontró la mirada estudiosa de John. ―¿En serio? ―Sí, ella es ardiente ―declaró John casualmente. Justin no pudo estar necesariamente en desacuerdo con él ahí, pero la chica tenia mayores problemas. Regresó para ponerse sus shorts. De pie, Justin se sacó la camisa por la cabeza, antes de volverse hacia él y preguntarle. ―¿Desde cuándo pides mi permiso para invitar a salir a una chica, de cualquier forma? John se rió entre dientes. ―Vi la forma en que la mirabas ―dijo despreocupadamente y se encogió de hombros―. Y este pequeño juego que ustedes tienen, no quiero pisar a nadie.

Justin se pudo reír en respuesta. Eso era absurdo. ―Por favor, no hay nada y me refiero a nada entre nosotros. Pregúntale todo lo que quieras si quieres algún consejo… ―le dijo patéticamente―. Tú eres el loco que quiere envolverse con esa chica. Ella es una perra de clase “A”. ―Lo dice el jugador estrella. Justin se le quedo mirando. ―¿Qué se supone que significa eso? John levantó sus manos en rendición. ―Nada, hermano ―asintió con la cabeza―. Nada en absoluto. Entonces, ¿está bien si la invito a la fiesta de Ivan la noche del viernes después del partido? Estudió a su amigo por un minuto, perplejo por la idea de que estuviera pidiéndole permiso. Finalmente, Justin asintió con la cabeza y se puso sus tennis. Estaba un poco más que ansioso por ir por Cathy y dejarla seguir la corriente. ―Nope ―respondió. Enderezándose y alcanzando su bolsa para irse. Pasando sobre él, Justin le dio una palmada en el hombro―. Si eres lo suficientemente valiente, ve por ella, amigo ―añadió, sin molestarse en esconder su diversión―. Pero es tu funeral. ―Caminó fuera de las regaderas, y pasó a través del fantasma de los casilleros. Todavía estaba un poco sorprendido por el hecho de que John considerara la posibilidad de invitar a Chloe a salir. Ella era una piraña y podía verla fácilmente comiéndose al chico completo si no estaba prestando atención. Pero si John quería nadar con los peces, él iba a dejarlo. Mientras no viniera llorándole a él cuando ella le muerda el trasero. Seguía caminando fuera de la escuela y se dirigió al estacionamiento, pensando acerca de lo mucho que sus músculos dolían y como había planeado que Cathy besara sus metidas de pata, haciéndolas ver mejor cuando llego a su auto. Su bebé. Su Mustang GT convertible negro de treinta y cinco años. ―¡Oh, maldición! ―murmuró entre dientes. Sus ojos se abrieron tan grandes como pizzas extra largas. Y a pesar del dolor de sus músculos, corrió muy rápido, deteniéndose sólo cuando alcanzó su precioso auto. No podía creer lo que veía. En su parabrisas, escrito con pintalabios color cereza estaban las palabras “aprende de los errores de tus padres, usa métodos anticonceptivos”. Pero eso no era lo que llegó a él. Lo que en realidad lo envió sobre el borde fue cuando abrió la puerta de su carro, derramando cientos de condones llenos de agua, mojándolo cuando se reventaron al caer al piso. Le echó un vistazo al asiento del pasajero y luego al asiento trasero, solo para ver cientos de esos condones llenos de agua. Estaban llenando el auto desde el piso hasta el techo.

El recogió uno de los coloreados y en su propia frustración lo apretó un poco demasiado fuerte, causando que reventara en su mano y llenándose de agua. ―Sr. Pinnix, tiene serias explicaciones que dar. Cerrando sus ojos y rogando por una paciencia que sabía que no tenia, Justin suspiró. ¿No es esto conveniente? Pensó él sarcásticamente. Se dio la vuelta lentamente y forzó una sonrisa en su cara. Ahí estaba el director, Mr. Arnew, viéndolo con su labio superior tieso y luciendo para nada feliz. Sus ojos viajaron al piso donde estaba una pila de los condones llenos de agua y luego de vuelta a la mano de Justin, donde sostenía los restos de los condones. Oh, ella va a pagar por esta, prometió Justin. Ella definitivamente va a pagar.

Capítulo 5 Traducido por *~ Vero ~* Corregido por Ale_ge

Chloe se sentó en su auto, bebiendo lentamente su Caramel Macchiato de Starbuck, mientras se preguntaba otra vez por qué infiernos estaba sentada aquí, en frente de la escuela a las seis de la mañana. Si tuviera algo de cerebro todavía en la cabeza, ella estaría en su propia cama en este momento, con el cubrecama sobre la cabeza y roncando felizmente lejos. ¿No era eso lo que las chicas normales de su edad hacen al despuntar del alba? Pero no antes de que ella se preguntara esa misma pregunta, la respuesta se acercó a ella. Sr. Jugador, el mismo, caminó alrededor de la esquina de la escuela con ese horrible atuendo de chaleco naranja puesto, recogiendo basura al azar fuera del estacionamiento. ¡Oh sí! Ahora recordó por qué se arrastró fuera de la cama esta mañana. Había venido a ver a Justin sufrir con su detención por la mañana después de que el director se había acercado a su pequeño lío con educación sexual, o más a su propio trabajo práctico especial. No pudo evitar sonreír ante la forma en que tropezó en el aparcamiento, quejándose todo el tiempo. Decir que no se veía feliz, era decir poco. Se parecía un poco a ese ogro de película Shrek que acababa de ser condenado a tomar un baño, pensó divertida. Lo observó como con amargura, pateaba una piedra en el pavimento, y luego levantó la cabeza y sus ojos se encontraron, bloqueándose el uno en el otro. Durante un largo minuto ninguno de los dos parpadeó, ni se movió. Estaban congelados allí, en el dominio del tiempo, mirándose, esperando al primero en romper. Justin luego frunció el ceño y una feroz mueca apareció en su rostro. Señaló con el dedo en dirección a Chloe e hizo un largo corte gesto con la mano, dibujando en el cuello. Ella rió en voz alta y negó con la cabeza hacia él. Todo el tiempo pensando: adelante chico grande, haz mi día.

No tenía ninguna duda de que el chico iba a volver a ella de alguna forma o manera. Nunca sería capaz de pasar una oportunidad para humillarla aún más. La única duda que tenía era el cuándo de ello. Dondequiera que iba, ella se mantenía en alerta a gran escala. Mantuvo sus ojos abiertos a la espera de que él haga su movimiento importante. Con el tiempo que iba a venir y probablemente más temprano que tarde. No era ni un poco delirante a ese mismo hecho. Sabía lo que había hecho, qué era lo que había empezado. Había tentado a la bestia y ya era hora, que dicha bestia sea domada. Después de todo lo que su prima había pasado, Erica merecía por lo menos ser capaz de obtener su honor de vuelta si no otra cosa. De una forma u otra, Chloe estaba decidida a reclamarla e iba a obtenerlo o morir intentándolo. Tomó otro sorbo de café y continuó observando mientras Justin le dio la espalda y volvió a su trabajo, la limpieza de los terrenos de la escuela. No pudo evitar que otra sonrisa tirara de los bordes de sus labios al ver al mismo Sr. Todopoderoso agacharse, recoger una botella de Gatorade vacía y con fuerza tirarla en la bolsa de plástico de color marrón que se había atado a la cadera. La venganza era tan dulce, ella meditó en silencio, sobre todo cuando eres el que está profundizándolo.

*** Un toque. En algún lugar de la parte de atrás, Chloe escuchó un toque. ―Vete ―murmuró perezosamente. Más toques... silencio... toque. Sonaba casi como la lluvia arreciando la ventana. ¿Se supone que lloverá hoy? Se preguntó vagamente. Luchando para abrir sus ojos, parpadeó varias veces a fin de que su visión se enfocó y se dio cuenta de que todavía estaba sentada en su coche. Le tomó un minuto a Chloe darse cuenta de que estaba en la escuela y debió haberse quedado dormida. Toque. Se enderezó y miró a su alrededor para ver que el aparcamiento estaba ahora completo y los estudiantes estaban dispersados por todas partes en sus pequeños grupos. Sin cuidado limpió la baba que sentía colgando de su barbilla cuando oyó el insistente dando otro toque a la izquierda de ella. Miró por la ventana y fue allí donde encontró la fuente. De pie junto a la ventana estaba un chico. Estaba familiarizado con ella y tomó un buen

minuto para Chloe reconocerlo como el mismo tipo que la había felicitado en clase en hacer bien por sus amenazas con Justin. ¡Ugh! Ella luchó para recordar cómo se llamaba... Terry, Tim... Troy. Sí, ella se iluminó. Troy. Eso era, se dijo mientras agarraba su bolso y abrió la puerta. Pero, ¿qué querría de mí? ―Um, hola. Chloe cierto ―le preguntó, dando un paso hacia atrás y llevándose las manos a los bolsillos. Él estaba actuando un poco tímido para lo que ella consideraba a ser el tipo típico jugador. Pero si sus miradas eran cualquier cosa ir cerca, entonces él encajaba perfectamente lo que significaba que tenía que mantenerse alejada de él. ―Sí, esa sería yo. ―Levantó la cabeza expectante preguntándose de nuevo que en el mundo quisiera con ella. Suavemente se rió y lanzó una mirada por encima del hombro. Vio otro grupo de chicos que estaban viendo a los dos e incluso capturado cuando una de ellos le dio el visto bueno a Troy. Ella rodó los ojos pensando en lo pre-escolar que el acto realmente era. ―Parece que tienes un club de fans ―comentó casualmente, dejando el sarcasmo atado a sus palabras. Ella cogió una mueca de Troy cuando la miró y no intentó de sonreír. ―Ellos son, tu sabes, sólo los chicos. Asintió con la cabeza, con la esperanza de que fuera suficiente. Chloe estaba ahora más que deseosa de escapar de esta conversación ―Sí. Chicos, lo entiendo. Comenzó a girar y alejarse de él, pero se detuvo cuando sintió su mano suavemente agarrar su hombro. ―Hey ―dijo Troy vacilante―: Puedo hacerte una pregunta. Ella frunció el ceño. Odiaba cuando los chicos querían "hacer una pregunta". Eso siempre significaba que no le iba a gustar a lo que la conversación iba, pero en este momento, no vio ninguna manera de conseguir salirse de ello. Suspirando, cerró los ojos. ―Claro, dispara. ―Sí... bueno, esperaba que tal vez quisieras ir conmigo al baile de bienvenida después del juego de la noche del viernes. ¿Qué dices? Ya estaba sacudiendo la cabeza antes de que terminara la pregunta. Chloe no iba a bailes, al menos no desde su segundo año. Ni siquieranse molestaba en darle una mirada superficial, bromeó un corto no y se alejó de su agarre. Moviéndose tan rápido como sus dos pies la llevarían, se dirigió hacia la escuela. No había manera de que alguna vez fuera a otro baile de la escuela después de lo que había ocurrido antes. Ni loca manera.

―¡Hey! ―Troy llamó a Chloe sólo para ser ignorado. Lo intentó una vez más, un poco más fuerte―. ¡Hey! ¿Eso es todo? ¿Me estás diciendo que no? La oyó llamarla y Chloe sólo se empujó a moverse aún más rápido. Puede que sea lindo, puede actuar dulce, pero todavía era un jugador y ella no iba a jugar, otra vez. No, se negó a dejarse caer en esa trampa. Aprendió esa lección de la manera difícil y es un error que planeaba no repetir. Nunca. Estaba entrando en la última clase del día y exhaló. Hasta ahora, todo bien. Había visto al Sr. Jugador Playboy varias veces, pero se mantuvo con su equipo y no hubo otros incidentes que reportar. Los dos se habían disparado entre sí unas cuantas miradas cortantes durante todo el día y Chloe no perdió la mirada calculadora en su rostro. Sí, estaba segura de que sin duda estaba tramando algo. Afortunadamente, parecía que lo que estaba haciendo, no sería hoy. Estaba hinchada, irritable y en este momento, sólo quería volver a casa. Podía hacer frente a Justin Pinnix mas adelante en la semana. Ya estaba planeando su próximo movimiento. Viernes por la noche en el gran juego tenía la promesa de ser un poco más de lo que nadie habría normalmente negociado. Tenía algo en la manga que esperaba que fuera la causa de su caída final. Estaba casi salivando ante la perspectiva de los resultados. La campana sonó por fin, señalando el final de la clase. Chloe se encontró todavía sentada allí, sin darse cuenta de que eso se había terminado realmente. Se había perdido tan profundamente en sus pensamientos que no podría haber dicho si la Sra. Dale habló de polinomios o teoremas durante la última hora y francamente, realmente no le importaba. Se puso de pie, tomó su libro sin abrir y estaba metiéndolo en su bolso cuando sintió que alguien le tocaba el hombro. Sorprendida, se dio la vuelta y el movimiento ocurrió tan rápido que terminó dejando caer su bolso en la punta del pie desnudo. ―¡Ay, mierda! ―maldijo e hizo esa danza de brincando en un pie, mientras mantenía el pie dolorido en la mano. ―Mierda, lo siento ―se disculpó el chico―. ¿Estás bien? ―preguntó. Se agachó y recogió su bolso del suelo y luego llegó con su mano libre para sostener a Chloe. Ella lo miró. ―¿Tu qué piensas? El chico le ofreció una sonrisa sexy y ella gimió. No necesitaba esto ahora. Lo único que quería era volver a casa. ¿Era mucho pedir? ―Dame eso ―espetó de repente, dejando caer su pie dolorido al suelo y agarrando el bolso de sus manos. Él levantó inmediatamente las manos en señal de rendición a ella.

―Lo siento ―se disculpó de nuevo―. Sólo quería presentarme soy John por cierto, y, ¿tú eres Chloe? ―Dos puntos para Einstein aquí ―murmuro Chloe y volvió a salir. John era obviamente uno de ellos. No tenía la menor paciencia alguna por chicos guapos que pensaban que eran la mejor cosa desde el helado de chocolate. Lo dejó allí de pie y caminaba por el pasillo cuando oyó el sonido de pasos detrás de ella. Tan pronto como llegó a su lado, sabía que era él y que había vuelto. Sintió el olor de la colonia que llevaba y arrugó la nariz. ―No eres muy agradable ―señaló mientras se advertía su cara y continuó mirando hacia adelante. Ella fue inflexible sobre ignorarlo. Sólo podía imaginar lo que su definición de lo que agradable era. Apostaría que él no es tan agradable por la mañana después de una vez que ha dormido con alguna chica esperanzada que sólo quiere ganar su corazón. Después, probablemente se va con ninguna intención de nunca hablar con ella de nuevo. Para él era probablemente más como “bam-bam, gracias señorita”. ―No lo hago muy bien ―contestó sarcásticamente, constantemente tratando de caminar lejos de él. Estaban afuera ahora y su coche estaba a sólo veinte metros de distancia. ―En serio ―apuntó, la diversión coloreando su tono―. ¿Qué pasa si puedo convencerte de lo contrario? ―¿Por qué no te vas al infierno? ―replicó ella con calma. ―Ahora estoy herido. ―Hizo una mueca y se palmeó el pecho. Antes de llegar a su coche, Chloe ya había pulsado el botón de su llavero para abrirlo. El tipo evidentemente no estaba recibiendo el mensaje, todavía estaba siguiéndola. Sin hacerle caso, tomó la manija y abrió la puerta con un poco más de fuerza de lo necesario. Maniobrando su cuerpo, se sentó en el asiento del conductor y arrojó su bolso en el piso del asiento del pasajero. Estaba a segundos de golpear la puerta cerrada cuando John agarró el marco de la puerta y se agachó para que se miraran el uno al otro en el mismo nivel. Todavía le estaba dando esa malvada sonrisa de importarle y Chloe resopló ruidosamente de impaciencia. ―Una pregunta ―dijo―. Y te dejará en paz. Ella lo miró y casi gruñó. ―¿Qué? ―¿Vienes al baile de bienvenida conmigo el viernes por la noche? ―La miró con algo de ganas de anticipación por escrito por toda la cara. Si hubiera sido la chica ingenua que había sido hace un año, entonces probablemente le habría dicho que sí, aquí en el acto, pero un año más tarde y mucho más sabia, ni una oportunidad. ―Muérete ―se burló y se inclinó hacia adelante para que pudiera empujarlo hacia atrás lo suficiente para permitirse a sí misma espacio para

cerrar la puerta. Escuchó su risa a través de la ventana cerrada pero continuó ignorándolo y arrancó el coche. Yendo hacia atrás, tuvo que mirar en el espejo retrovisor y vio que todavía estaba allí de pie, con la mano sobre su corazón, fingiendo dolor. Sí, claro, ¿y yo parezco tener escrito idiota en mi frente? Ahora totalmente irritada, lanzó su coche en marcha y pelado fuera del estacionamiento. Había prometido a su tía Jill que pararía en la ciudad y recogería la limpieza en seco antes de dirigirse a casa ya que Erica estaba en la práctica del ballet. Sentía que era lo menos que podía hacer teniendo en cuenta que mantienen tanto a su madre como a ella, hasta que fueran capaces de ahorrar el dinero suficiente para conseguir un lugar propio. Al cabo de sólo diez minutos llegó a las tintorerías y por suerte, la orden estaba lista tan pronto como caminó dentro. El lugar estaba caliente y el aire pegajoso por lo que estaba más que contenta de no tener que pasar el rato allí demasiado tiempo. Sonrió a la mujer mayor con un millón de pecas en su cara cuando le entregó el recibo. Luego aceptó la ropa de la tía Jill. ―Buenas noches ―dijo la señora mayor cuando Chloe se volvió para marcharse. ―Buenas noches ―murmuró en respuesta y después de caminar por la calle tomó una profunda bocanada de aire de la noche más fría tan pronto como le golpeó cara. No vio cómo alguien pudiera trabajar en un lugar como ese para cualquier lapso de tiempo. Casi la sofoca y sólo después de diez minutos. A la vuelta en su coche, Chloe estaba finalmente contenta de volver a casa. Hoy había sido nada más que completas rarezas. Había sido invitada, no por uno, sino por dos chicos, al baile de bienvenida. Y los dos chicos siendo el mismo estereotipo que ella detestaba. Se encogió de hombros y decidió que ni siquiera vale la pena perder el tiempo en eso. Encendió la radio y se estableció en el atasco cuando oyó sonar el teléfono. Sin pensarlo, lo agarró, abrió y dijo: ―Hola ―Quiero un buen rato. ¿Puedes venir a mostrarme uno, bebé? ―La voz masculina desconocida la tomó con la guardia baja. Sacó el teléfono de su oreja y se quedó mirando el número desconocido. ―¡Número equivocado idiota! ―le espetó furiosa y cerró el teléfono. Los chicos pueden ser tan estúpidos y tan correctivos a veces, pensó para sí misma mientras tiraba el teléfono en el asiento vacío junto a ella. Pero no antes de que lo tirara el teléfono volvió a sonar. Esta vez, pensó que probablemente era su madre o la tía Jill y lo recogió de nuevo ―Hola.

―¿Qué tal si te muestro un buen momento? ―Un diferente masculino ronroneó. Chloe se quedó sin aliento, y luego lo perdió. ―¡Pervertido! ―gritó y cerró el teléfono de nuevo. ¿Qué diablos está pasando? Una llamada de broma tal vez, pero dos sin embargo, no es probable. Estaba empezando a tener un mal presentimiento sobre esto. Parada en una luz roja, el sonido de una bocina le llamó la atención. Volviendo a su lado, miró al coche donde dos chicos estaban colgando por la ventana, indicando que baje su ventanilla. A regañadientes, ella hizo lo que le pidieron, y levantó las manos. ―¿Qué? El tipo más alto que conducía se inclinó y habló. ―Hey, si quieres realmente un buen rato, yo estaría más que feliz de llevarte a mi lugar y mostrarte lo que un hombre de verdad puede hacer por ti. Sus ojos saltaron alrededor de su cabeza. Estaba segura de que probablemente parecía algo similar a un pez dorado de la manera que su boca se abría y cerraba. ―¿Quién diablos te crees que eres? ―exigió después de que se las arregló para superar el shock inicial. El hombre señaló hacia el lado de su coche y sonrió descaradamente. ―Hey, tú eres la que se hace publicidad, yo solo estoy respondiendo. ―¿Eh? ―Ella lo miró sin decir nada. Los dos chicos cayeron de nuevo en sus asientos y muriendo de risa. ―Estacione y eche un vistazo a su coche, señorita. El semáforo se puso en verde y los chicos se marcharon, su risa aún zumbando en los oídos de Chloe. Ella se echó hacia atrás en su asiento y se detuvo en la gasolinera. Apagó el coche, se dirigió hacia el otro lado y de inmediato dio una palmada con las manos sobre sus ojos. Debería haberlo sabido. Tan negrita como quisieras, en betún negro que decía: “‘Por un buen rato, contáctame. Voy a cumplir todas tus fantasías. 555-4281”. Él iba a estar tan muerto. Enojada, molesta y furiosa como el infierno Chloe pasó de nuevo al lado del conductor de su coche y se escabulló en el asiento. En cuanto se cerró la puerta, el teléfono volvió a sonar. Echando un vistazo hacia él, lo agarró y lo abrió. ―No, española ―respondió secamente y cerró de golpe otra vez. Oh, que iba a pagar por ésta, se dijo, en una forma realmente muy grande. Su tiempo estaba llegando y ella estaba haciendo la cuenta regresiva del día. Viernes por la noche no podía llegar lo suficientemente pronto.

Capítulo 6 Traducido por Amalfii Corregido por Joss

Justin encontró a Cathy en su casillero y se detuvo para tener una vista de su perfectamente y redondeado trasero. No podía evitarlo, era demasiado tentador destacarse en ese pequeño trozo de material al que ella llamó una falda de porrista. ―Gracias nena ―le susurró al oído. Ella dio un salto, y luego rió antes de darse la vuelta y mirarlo a través de sus grandes pestañas oscuras. ―No hay problema, era pan comido ―respondió ella. Dando un paso más cerca, puso su mano caliente en su pecho―. Todo lo que tenía que hacer era decir a la cabra de secretaria que el Sr. Lancaster necesitaba ayuda y ella salió por la puerta. Ella está totalmente enamorada de él. Con ella fuera de la oficina, fui capaz de acceder a su ordenador y listo, fui capaz de obtener su número. ―Le dedicó una sonrisa seductora. ―Por cierto, Dan me contó lo que le hiciste, yo personalmente pienso que es divertido. Pero ¿cómo es que tienes una pelea con esta nueva chica, de todos modos? No es que ella sea nada espectacular. Justin miró a la belleza de pie delante de él. Su cuerpo estaba a ras contra el suyo, su pecho presionado contra su pecho. Se sentía bien, pensó para sí mismo... ―Ella comenzó ―le dijo y se inclinó para rozar sus labios con los de ella―. Pero yo estoy terminándolo. ―Mmh. ―Cathy soltó un maullido y dejó caer la cabeza hacia atrás, mirando cada pedacito de una diosa tentadora en sus brazos. Se dejó tocar su mejilla y otra vez no podía dejar de sonreír. ―Lo hiciste bien nena, muy bien ―la alabó. Ella levantó la cabeza y le dio esa asesina, coqueta sonrisa suya que haría que cualquier hombre de sangre roja se sintiera débil en las rodillas, incluido él mismo. ―Justin… ―Casi ronroneó―. ¿No me vas a pedir ir al baile de bienvenida? ¡Mierda! Se había olvidado por completo todo sobre eso. Entre maquinando contra Chloe y preparándose para el gran juego, no había tenido tiempo de pensar en nada más, ni siquiera el baile.

―¿Qué piensas? ―Sonrió, dejando caer intencionalmente su voz a un nivel ronco para su beneficio. Cathy empezó a colocar estratégicamente besos calientes a lo largo del borde de la línea de la mandíbula y envío su libido a la sobre marcha. ―Lo que creo es que quien tiene que pedirme ir al baile es el Sr. Pinnix teniendo en cuenta que probablemente voy a ser la reina del baile y es probable que sea el rey de regreso a casa. Es lógico, ¿no? Estaba casi ronroneando sobre sus brazos ahora. ―Tienes un punto ―le dijo él incapaz de contenerse por más tiempo, Justin tomó su boca en un beso caliente. Uno de aquellos que tomaron el pelo mojado descuidado, así como satisfecho, todo al mismo tiempo. Y ella estaba allí con él, sus labios se movían juntos, sus lenguas bailando una danza tan antigua como el tiempo mismo. En el momento en que levantó la cabeza, ambos estaban sin aliento. Cathy dio un paso atrás de él, se arregló la blusa y le levantó la cabeza. Sus labios estaban hinchados por sus besos y sus ojos un poco aturdidos. ―Nos vemos más tarde, Jus ―le dijo mientras se agachaba para recoger su mochila del piso. La vio alejarse, su trasero balanceándose en un seductor movimiento de lado. ―Ciertamente lo harás ―dijo, lamiendo sus labios hinchados y saboreando su gusto―. Ciertamente lo harás.

*** Justin odiaba la clase de inglés. En su mente, era la más aburrida materia que el hombre había creado. ¿Quién realmente se preocupaba por lo que un hombre escribió cientos de años atrás? Seguramente nadie. Fue una época totalmente diferente y las circunstancias han cambiado. A sus ojos, Shakespeare era irrelevante en la actualidad. ¿Por qué no podían leer algo así como "Los Juegos del Hambre"?. Ahora, era algo con lo que en realidad el podría relacionarse. Caminando en la clase, miró alrededor de la habitación y se dirigió al asiento vacío de John. Dejó su mochila caer al suelo. ―¿Qué pasa hombre? ―Asintió con la cabeza y se dejó caer en la silla. ―No mucho. Lo mismo viejo, viejo lo mismo ―respondió con indiferencia, sin molestarse en mirar a su amigo. Tenía un trozo de papel en la mano y estaba mirando. Justin simplemente gruñó en respuesta y tomó un segundo para dejar que sus ojos vagaran por la habitación. La clase estaba medio llena.

―Así que ―empezó de nuevo, al no encontrar nada fuera de lo común para llamar su atención. ―¿Le preguntaste a la Reina de Hielo para salir? John levantó la cabeza y miró a Justin. Levantó la ceja. ―¿Qué te importa? ―gruño, sorprendiendo a Justin con el complemento adicional en su tono. Él levantó las manos en señal de rendición y se rió. ―Sólo por curiosidad, hombre. No es necesario tener una vaca. Pero me quedo con tu falta de respuesta como un rechazo. La respuesta de John fue suficiente. ―Ella no ha rechazado yo… yo no la he convencido para que saliera conmigo todavía, aún es la palabra clave. Pero lo haré, eso es una promesa que puedes llevar al banco. La risa de Heady resonó desde la puerta cuando Chloe entraba. La cabeza de Justin se giró en su dirección y su risa se extinguió rápidamente. Se detuvo en la puerta, con los ojos al instante descansando sobre él. Por el segundo largo, sus miradas estaban interminablemente bloqueadas. Hablando del diablo y que ella venga, reflexionó en silencio. La sensación que se extendía entre ellos era casi surrealista. Sus penetrantes ojos oscuros lo mantuvieron prisionero. No podía darle la espalda. Había algo en esa chica que conducía a la locura y la forma en que ella le devolvió la mirada, estaba bastante seguro, de que estaba luchando contra el mismo tipo de sentimientos. Luego sus labios se curvaron hacia abajo. O puede que no. Ella levantó la cabeza, elevando la barbilla en el aire y pisando fuerte hacia él, mirando más loca que una avispa mojada. De pie frente a Justin, buscó en su bolso y sacó su teléfono, cerrándola con fuerza sobre la mesa. ―¿Tienes alguna idea de los problemas que me has causado? Ni siquiera puedo dormir toda la noche sin recibir una llamada pervertida, probablemente de uno de tus amigos. Eso fue un golpe bajo, amigo, un golpe muy bajo. Sus ojos fueron desde el teléfono a su escritorio, retrocediendo a su hirviente cara enojada. Ella mantuvo sus manos con fuerza a su lado. Se recostó en su asiento, Justin sonrió abiertamente hacia ella. ―Ojo por ojo, todo se vale en el amor y la guerra, bebé. ―Vio la boca abierta, dispuesta a protestar y lentamente negó con la cabeza―. Recuerda, tú eres la que inició esto, yo soy el que va a terminar. Sus ojos se estrecharon en pequeñas hendiduras, y el color elevándose en sus mejillas. De hecho, ella parecía tener el quicio bastante caliente de esta manera, se dio cuenta de que su temperamento se encendió. Cogió su teléfono de nuevo fuera de la mesa y lo metió en el bolso. ―Tuve que cambiar mi número, el que conoces, y eso puede ser un verdadero dolor en el trasero.

Una vez más, él perezosamente se encogió de hombros. ―No es mi problema. Inclinándose, Chloe puso sus manos sobre su escritorio, atándolo con su mirada. ―Vamos a dejar una cosa clara. Empezaste esto y al final seré yo la que va a terminarlo. Por el momento ya terminé con tu chico. ―Añadió un toque dramático de énfasis en la palabra “chico” y luego continuó―: Tú serás el que, de rodillas, estará rogando por misericordia. Justin se echó a reír. Miró a su lado antes de traer toda su la atención hacia ella. ―Tú me enseñas a un niño y felizmente te besaré el culo. Ella resopló y un esbozo de sonrisa curvó en sus labios. ―Tú eres algo más, Sr. Pinnix. Estás tan lleno de ti mismo que incluso estás empezando a darme un complejo. ¿Cómo puede una persona ser tan ingenua? ¿Así de mezquina? ¿Así, tan irrevocablemente estúpido? Se sentó erguido en su silla, acercó su rostro más cerca del de ella. Tan cerca que podía sentir el calor de su aliento abanicando en la mejilla y le susurró al oído. ―Estaré más que feliz de llevarte a alguna parte y demostrar lo poco niño que soy. Sólo di el nombre del lugar y yo estaré ahí. Se quedó inmóvil y lo miró antes de alejarse de él y ponerse de pie de nuevo. Por un breve segundo tuvo la satisfacción de ver sus ojos como platos por la sorpresa antes de cruzar los brazos sobre el pecho. ―Dios, tú eres el muchacho del cartel fácil ―se burló―. Probablemente tienes la palabra "fácil" tatuada en el culo y ahorras a todos la anticipación. Olvidas que ya he visto la mercancía, y deja que te diga algo, muchacho, no había mucho allí que me impresionara, no mucho. Esta vez Justin escuchó a John reír a su lado. No era una de esas risas que trató de sofocar tampoco. Era una de esas completamente jadeante, que cae de la risa al piso. ―Oh, hombre, te educó amigo. Justin respiró hondo y lanzó una mirada de advertencia en dirección de su amigo. Luego se volvió hacia la chica indignante delante de él y estaba a punto de replicar cuando sonó la campana y el Sr. Mills de repente entró en el salón de clase. ―Buenos días a todos ―chirrió, caminando a su escritorio y dejando caer su maletín hacia abajo con un ruido sordo que tenía a todo el mundo saltando en sus asientos. ―Chloe, Justin, odio ser el que interrumpir su pequeña conversación pero tengo una clase que enseñar. Por favor, tomen asiento. ―Sí, señor ―respondió ella con dulzura y miró por última vez hacia atrás. Una sonrisa sarcástica apareció en sus labios―. Es mejor ver su espalda ―susurró y luego giró sobre sus talones, a punto de irse, cuando John agarró una de sus muñecas.

―Aquí ―dijo, colocando el papel doblado que estaba leyendo anteriormente en la mano―. No lo leas hasta que salgas de clase ―murmuró. Se quedó allí un segundo más y miró el papel que tenía en la mano. ―Cuando quieras, Chloe ―llamó el Sr. Mills con impaciencia. Ella asintió con la cabeza y se metió el papel en su bolsillo trasero. Sin mirar hacia atrás a ninguno de los chicos, se volvió y se dirigió a su asiento al otro lado de la habitación. ―Dia… mna ―John gimió, luchando por mantener su lengua colgando de la comisura de la boca. Justin se volvió hacia él y luego siguió su mirada. No fue difícil saber lo que estaba viendo. Estaba mirando el trasero de Chloe mientras se dirigía a su asiento. La carne redondeada casi se deslizó en la forma que se movía, dibujar toda y cualquier atención masculina imprimada a ella. ―Esa es un humeante tamal caliente ―murmuró en voz baja un aspecto muy parecido golpeó al tonto amor. Justin puso los ojos en blanco, y se dio la vuelta en su silla para seguir mirando hacia el frente del salón. Sí, ella puede estar caliente, pensó para sí mismo, pero seguro que tenía un problema de actitud importante. Uno que planeaba sobre un ajuste hacía él, y pronto. No le gustaba ella, corriendo por el camino que estaba diciendo y haciendo cosas que afectaran su reputación. Nadie se había metido con él de esa manera, ni siquiera “un tamal caliente”, ni John había sido tan elocuente. Tomando una última mirada fugaz hacia ella suspiró. Una cosa era cierta, sin embargo, esta chica sabía cómo mantenerse de puntillas. Por el momento, definitivamente tenía que vigilar su espalda, cada minuto de cada día. Ella ya había demostrado su astucia, no una sino dos veces, y si es que el parpadeo de sus ojos significaba algo, era que no había terminado. Ella tenía mucho más por hacer. Nadie tuvo que decirle dos veces lo peligrosa que Chloe Miller podría ser. Su mamá no crió ningún tonto. Él siempre estaría mirando, mirando y esperando para que cuando ella golpee, él esté dispuesto a golpear muy duro de vuelta.

Capítulo 7 Traducido por Luis Ángel Corregido por Joss

Después de clases, Chloe se dirigió directamente hacia el baño. Ese chico tenía el don de exasperarla sin fin. Evidentemente, él pensaba que era todo eso y algo más. Llegado el viernes, pensó, estaría lista para mostrarle quién era en realidad el mejor. En el momento en que pasara sobre él, Justin Pinnix iba a desear nunca siquiera haber intentado un tango con Chloe Miller. Abriendo la puerta del baño, vio a dos chicas que estaban paradas frente al espejo. Apenas le lanzaron una mirada, antes de sacar la barbilla y poner su pulgar sobre su nariz1. No se necesita un genio para darse cuenta de que pertenecían al propio Club de Fans del Sr. Excéntrico. Chloe rodó sus ojos al evidente menosprecio, entró en un cubículo y cerró la puerta tras ella. Arrojó su bolso al suelo y sacó el trozó de papel que había metido previamente en su bolsillo. Era el mismo trozó de papel que John le había dado la clase pasada y, con dedos ansiosos, lo desdoblo cuidadosamente. Sentada en el borde del inodoro, la curiosidad aparentemente obtenía lo mejor de ella. Soy demasiado atrevido, no es a mí a quien habla: Dos de las más resplandecientes estrellas de todo el cielo, Teniendo algún quehacer, ruegan a sus ojos, Que brillen en sus esferas hasta su regreso. ¿Y si los ojos de ella estuvieran en el firmamento y las estrellas en su rostro? El fulgor de sus mejillas avergonzaría a esos astros, Como la luz del día a la de una lámpara, sus ojos lanzarían Desde la bóveda celestial unos rayos tan claros desde la región etérea Que cantarían las aves creyendo llegada la aurora. ¡Mirad cómo apoya en su mano su mejilla! ¡Oh! ¡Quién fuera guante de esa mano, Señal de burla, esta se hace colocando el pulgar sobre la punta de la nariz con los demás dedos bien estirados o agitándolos. 1

Para poder tocar esa mejilla! Me tienes hechizado monamie2. Gran parte de la misma manera como el pobre Romeo lo estaba por su Julieta. Por favor hazme el honor y se mi pareja la noche del Viernes. Pacientemente esperando esperanzado, Tu Romeo John Por lo que pareció una eternidad, se sentó allí, totalmente estupefacta; sin saber muy bien qué demonios pensar. ¿Shakespeare? ¿Iba en serio este chico? ¿De todos modos, qué adolecente normal cita a Shakespeare? Frustrada porque la nota la tomo completamente por sorpresa, rápidamente doblo el único trozo de papel y lo puso de vuelta en su bolsillo. Agachándose, Chloe levanto su bolso, lo paso sobre su hombro, y abrió de un tirón la puerta del cubículo, agradeciendo que perra uno y perra dos ya se habían ido. Fue hacia el lavabo, se agacho sobre el grifo y se echó agua en la cara. Después se quedo mirando su reflejo en el espejo. Muy bien Chloe, contrólate. Es solo un truco, se recordó. Bonitas palabras para seducirte. Él es un jugador igual que Justin y solo quiere una cosa. Será mejor para ti no olvidar eso. Cerrando sus ojos, ella suspiro. ¿Qué le importaba? Era sólo un tonto trozo de papel con un tonto poema escrito. Era cursi. Saliendo del baño, se rio y negó con la cabeza sus payasadas. El colega debe estar desesperado, supuso ella. Había algo que decir de un dicho antiguo “esos chicos siempre quieren lo que no pueden tener”. Seguramente él podía ver que no iba a tener nada con ella en un futuro cercano. De ahí la poco convincente poesía. Pero ¿Shakespeare? ¿En serio? ¿Realmente tenía él que ir allí? *** Saliendo de la escuela, Chloe dio la bienvenida al calor del sol que bañaba su cara. Los miércoles podían ser tan difíciles. Ella tenía su mente puesta en el viernes, y a este ritmo, sentía como si no pudiera llegar lo suficientemente rápido. El viernes sería su momento culminante de brillante gloria y no podía esperar hasta que llegara. ―Monamour3. Finalmente te he encontrado.

2Mi 3Mi

amiga, en francés. amor en francés

Al sonido de la voz familiar, Chloe detuvo en su camino. ¿Por qué no podía este chico dejarla en paz? Dándose la vuelta, ella fingió una sonrisa. ―Ahora, me puedes perder ―respondió ella con cucharadas de dulzura fingida. John apretó sus manos en su pecho y fingió dolor ―Semejantes palabras brutales, hieren mi alma. Chloe no podía detener la ronca risa ahogada que emergía progresivamente. El chico no era solo cursi, también era un actor terrible. ―Tú simplemente no puedes entender una indirecta ¿no? Él dio un paso adelante y se arrodilló frente a ella. No estaba más allá de avergonzarse a sí mismo para obtener lo que quería y justo ahora, él quería una cita con Chloe. Le llamo la atención y había algo en ella que lo fascinaba, algo que él no podía sacarse de la cabeza. ―Oh, dios ―murmuro Chloe y miro hacia otro lado. Necesito todo el control que tenía para no rodar los ojos. John agarró su mano y la miró con tal sinceridad que Chloe casi perdió toda su compostura, justo ahí en ese momento. ―Por favor ―dijo él y probó la cara de cachorro en ella―. ¿Me honrarías por favor asistiendo al baile de bienvenida como mi pareja? Los dos se quedaron allí por una interminable cantidad de tiempo, mirándose. Fue entonces cuando Chloe se dio cuenta de sus seductores ojos azules, diabólicos ojos que decían una cosa y probablemente significaban otra. Se preparó a si misma contra la prosa, estaba lista para declinar su oferta cuando una idea de repente se formó en su cabeza. Mantén a tus amigos cerca pero a tus enemigos más. John no era necesariamente el enemigo pero estaba suficientemente cerca del enemigo en cuestión. Ahora que lo pensaba, ella podía de hecho usar a John como una parte de su plan maestro. Entre más lo pensaba, más sentido tenía. Viéndolo todo terminar en su mente perfectamente, una sonrisa jugueteo en sus labios. ―¿Entonces?―preguntó John vacilantemente, titubeando a la vista de su hermosa sonrisa―. Eso es un sí o eso es un no? ―De acuerdo, John ―empezó Chloe y tiró de su mano, obligándolo a pararse. Verlo de rodillas tenía sus ventajas pero al mismo tiempo también era un poco embarazoso―. Como al parecer eres un masoquista, entonces voy a aceptar tu oferta para el viernes por la noche. Su sonrisa se elevó de una oreja a otra ―¿De verdad? Chloe se mordió el labio superior y asintió ―De verdad, pero ―añadió rápidamente, levantando una mano―. Hay una condición. ―Cualquier cosa, lo dices y está hecho ―dijo él entusiasmado

―Necesito que me recojas a las cinco y me traigas a la escuela antes. Tengo unas cosas que hacer para el periódico como el trabajo de preparación en el juego, ya sabes conseguir listas y estadísticas y esas cosas. ―Eso no será problema ―le dijo él―. El entrenador nos quiere aquí a las seis, de todos modos, para los ejercicios de calentamiento. En el fondo, ella escucho el nombre de John ser dicho. Simultáneamente, los dos se dieron la vuelta para ver “el grupo” convergiendo en el estacionamiento. ―Estás siendo convocado ―señalo ella secamente. ―Está bien, van a vivir. Se encogió de hombros. Volviéndose, fijó en Chloe aquellos penetrantes y enigmáticos ojos azules. Había algo en esos ojos, una profundidad que no podía explicar y la ponían más nerviosa de lo que quería admitir. Automáticamente, dio un paso atrás, sintiéndose temblar por alguna razón ―No, tienes que seguir adelante ―le urgió―. Me tengo que ir de cualquier modo. Tengo algunas cosas que necesito hacer para mi mamá John inclinó la cabeza a un lado. ―¿Estás segura? ―preguntó, de nuevo con esos malditos ojos de cachorro. Esos ojos iban a ser la muerte de Chloe si ella no se iba ahora. ―Sí, ve ―insistió ella―. Te veo luego ―Está bien ―respondió él con facilidad y antes de que se diera cuenta de sus intenciones, John se acercó a ella y le dio un suave beso en la mejilla. Ese inesperado beso la puso completamente fuera de balance, dejándola aturdida y confundida. ―Nos vemos, Chloe ―susurro y viendo su expresión pintoresca, la dejo atrás trotando hacia sus amigos. Por un breve segundo Chloe se quedó allí y lo observo irse. John parecía realmente contento de que ella había aceptado su ofrecimiento. Durante ese poco tiempo ella casi se cuestiona acerca de él. Casi, hasta que tuvo que recordarse exactamente con quien estaba tratando. Él era uno de ellos y no se merecía su simpatía. Él tomo sus decisiones escogiendo a sus amigos, ahora era tiempo de que aceptara las consecuencias. *** Finalmente fue viernes y Chloe se sentó con ansiedad mientras esperaba que Erica se sentara ―¿Lo conseguiste? ―preguntó impacientemente mientras le lanzaba una mirada calculadora. ―Por supuesto que lo conseguí ―respondió cómodamente―. No puedo esperar para ver la mirada en sus caras cuando esta cosa haga efecto.

Erica trató de ahogar una risita mientras sostenía la bolsa de papel marrón que contenía el principal ingrediente para el plan maestro de Chloe. Conocía demasiado bien lo que tenía reservado para el Sr. Justin Pinnix y sus vagabundos. El equipo de futbol estaba tan seguro de que iba a ganar el partido esa noche. Chloe sonrió. No si ella podía hacer algo con eso. Tomó la bolsa de su prima y la metió en su bolso antes de volver a su pobre excusa de almuerzo. Frunciendo el ceño, se asomó a lo que parecía ser algún tipo de frutas en su bandeja. ―¿En realidad esperan que comamos esta mierda? Erica abrió una bolsa de papas fritas y sacó una, observándola mientras la hacía girar entre sus dedos. Encogiéndose de hombros, se metió la papa en la boca y regreso su atención a Chloe. ―Es por eso que siempre traigo mi almuerzo ―aclaró, luego volvió rápidamente la conversación de vuelta a su gran plan―. Exactamente, ¿cómo planeas entrar en el vestidor de los chicos y arrancar este gran proyecto tuyo? Hizo a un lado lo que ella se podía referir sólo como una especie de carne misteriosa y se centro en comerse solo el rollo y tomarse la leche. Todo el tiempo, estaba pensando que al menos el rollo debía ser lo suficientemente seguro para digerir. Cuando termino de masticar, contesto la pregunta de Erica ―Tengo un cómplice ―compartió su secreto Las cejas de Erica se levantaron en sorpresa ―¿En serio? ―Si ―dijo ella, poniendo el cartón de leche vacío en la mesa. En realidad no importaba que esta persona en concreto no tuviera idea de que él iba a ser muy responsable de la caída del equipo de futbol o que esta misma persona escribiera poesía cursi. Lo que tenía que hacerse, tenía que hacerse. Su participación en el plan era solo un efecto secundario sin importancia. Ella se inclino sobre la mesa y susurró ―¿Quién? Chloe no pudo evitar la sonrisa que lentamente se deslizó en su rostro ―John, por supuesto. ―John ―repitió su nombre con incredulidad―. ¿John, John el mejor amigo de Justin, John el suave y sofisticado? La risa ligera de Chloe lo dijo todo. Le dio a su prima una mirada traviesa. ―El único y el mismo. Erica volvió a caer en su asiento, sin apartar sus ojos de Chloe. Agito su dedo hacia ella . ―Eres una chica mala, ¿lo sabías? Eres tan maldita mala. Chloe tomo su bandeja y dejo escapar un profundo suspiro. Estaba tan lista para este día. Tenía grandes expectativas para esta noche y estaba

lista para empezar la fiesta. Durante toda la semana, había estado contando las largas horas hasta el gran final. Y ahora, estaba sólo a unas pocas horas de distancia. Parándose, su mirada se deslizo hacia la mesa donde Justin y sus admiradores se sentaban, riendo y tonteando como si estuvieran en la cima del mundo. Si tan sólo supieran lo que tenía planeado para ellos no estarían sonriendo con tantos aires de suficiencia. Ya era hora de que todos ellos fueran puestos en su lugar y sin saberlo, aquel tiempo rápidamente se acercaba a ellos. Gruño y se volvió hacia Erica. Los bordes de su boca temblaban con desenfrenada anticipación ―Cariño, aún no has visto nada.

Capítulo 8 Traducido por Luis Ángel Corregido por val_mar

Justin miró a John y levantó las cejas. No podía creer lo que le acababa de decir. ―Entonces, ¿me estás diciendo que ella está aquí… ahora? De alguna manera, John había logrado hacer realidad lo que Justin una vez había pensado imposible. Convenció a la Reina del Hielo para salir con él esta noche después del juego. John y Chloe… juntos… como una pareja, eso era anormal, pensó Justin. John sonrió. ―Sip. Todo lo que hice fue usar un buen viejo encanto del sur de moda y ella se derritió como mantequilla en un panecillo caliente. Hasta vino conmigo temprano para conseguir algunas cosas que necesitaba para el artículo que estaba escribiendo sobre el juego y el hombre. ―John dejo salir un silbido bajo―. Cuando vi el vestido que estaba planeando usar para el baile, mis ojos casi se salen de mi cabeza. Y déjame decirte algo hermano, es encaa-aantador. Justin rodó sus ojos y murmuró más para sí mismo que para John. ―A cada quien lo suyo. De la forma como lo miraba, iba a ser su propio funeral. Si John buscaba bailar con problemas entonces los iba a tener. Al final, todo lo que Justin podía decir era que trató de advertirle. Parándose, tomó el jersey de futbol colgado en su casillero y lo pasó sobre su cabeza. La manga se enganchó en el borde de la almohadilla para el hombro pero con una pequeña maniobra suntuosa logró enderezarlo y tiró de él hacía abajo, cubriendo lo que le gustaba llamar su sensualidad innata. ―No hay nada como la sensación de ponerse el jersey justo antes de un gran juego. ―Eso es cierto ―confirmó John poniéndose su propio jersey. ―Sigo diciendo que ella es producto de Satán. John lanzó a su amigo una mirada sobre su hombro y entonces estalló en carcajadas. ―Solo estás celoso ―acusó. Justin se burló ante la simple idea de eso ¿Yo? ¿Celoso? No lo creo.

―¡Incorrecto! ―arrastró las palabras―. Soy Justin Pinnix, el hombre con un plan. ―Puso sus manos sobre las caderas y se volvió hacía John―. Todo lo que tengo que hacer es doblar mi dedo y podría tener a cualquier mujer que quiera en esta escuela. Es tan simple como en American Pie. ―Excepto una chica en particular ―señalo John―. Chloe. Empezó a ajustar su suspensorio4 y Justin giró su cabeza manteniendo su atención desviada en otra parte. Ir a la cama con esa imagen en su cabeza era algo sin lo que definitivamente podía vivir. ―Estas celoso porque me dijo que sí a mí y a ti te dijo que te pudrieras ―añadió John cuando terminó de protegerse. ―Y tú estás delirante ―contraatacó Justin. Se puso sus pantalones acolchados y se sentó en el banco, tomando sus calcetines de la suerte. Los había usado en cada juego desde que lanzo su primer pase inocuo de touchdown en primer año. La única ocasión en que su mamá accidentalmente lo lavó fue el único juego que habían perdido en cuatro años. Desde ese desastroso juego, no se había atrevido a dejarla lavarlos de nuevo. ―Hombre, esos están malolientes ―dijo John sentándose a su lado. ―Oye no toques los calcetines, amigo. Nos han traído hasta aquí y esta noche, se van a llevar todo a casa. El título estatal. Cuatro largos años y todo se reduce a esto. John asintió con la cabeza y se pasó la mano por el pelo, su rostro adoptó un aspecto más serio. ―Así que, he oído que tienes buscadores ahí fuera esta noche, ¿no? Sonriendo con facilidad, Justin asintió en afirmación. ―Sí. Dos de los que sé, de Alabama y Penn State. ―¿Prefieres uno sobre otro? ―preguntó metiendo sus pies en sus tacos5 bien gastados. Justin estaba trabajando en atarse sus zapatos y se encogió de hombros. ―Mi papá fue a Alabama así que… ahí es donde quiere que vaya, pero, diablos, no se John, futbol es futbol. Una escuela sólo es tan buena, de la manera en como lo veo, tanto tiempo como pueda jugar. ―No puedo discutir eso. ―Con sus zapatos ya atados, John se puso de pie, pisando un par de veces, sacudiendo sus piernas. Se agacho y recogió su casco dorado con negro antes de volver la mirada a Justin. Puso una sonrisa en sus labios y su rostro se iluminó con gran expectativa―. ¿Listo para patear algunos traseros de bulldog? ―¡Diablos, si! ―Estaba más que listo. Este año entero de futbol se había estado acumulando para este único juego. Chistes y bromas a un lado, Es un tipo de calzoncillo diseñado para proteger los genitales masculinos durante una actividad vigorosa o deportiva. 5 Calzado deportivo. 4

esta noche iba a ser su noche. Iba a ser su momento de brillante gloria. La manera en que se lo imaginaba, era del tipo de cosas de lo que los héroes estaban hechos. Levantándose, extendió su puño para John. Chocaron sus manos, un gesto que llevaban haciendo desde sus días de niños pequeños. ―¡¡Diablos si!! ―gritó John en acuerdo. Sintiendo que la emoción de la adrenalina ya empezaba a bombear en sus venas, Justin se inclinó y recogió su casco. ―Vamos, si no ponemos nuestros traseros en marcha, el entrenador va a arrancarnos la piel seguramente. John se rió y palmeó a su amigo en la espalda antes de encabezar la marcha. ―Es cierto. *** El equipo estaba amontonado en la puerta del vestidor. Justin podía oír a la multitud afuera emocionándose por la música sonando a través de los altavoces. Literalmente podía sentir la emoción rebotando en el pequeño pasillo en el que el equipo estaba metido. Estaban más que listos para empezar esta fiesta… al estilo Warrior. ―¿Hace calor aquí? Justin curvo una mirada a su lado y noto a John mirando el campo. Estaba manoseando el cuello de su jersey y cambio su peso nerviosamente de un pie al otro. ―Un poco ―contestó. No podía ayudar pero noto que John continuaba moviéndose adelante y atrás, ansioso como todos por salir, lo que estaba completamente fuera de lugar para él. ―¿Estás bien? ―preguntó. ―Presentando… a los Warriors… Esa era su señal. ―Estoy bien ―le aseguró John, mostrando su habitual sonrisa arrogante―. Tiempo de ganar. ―Sonrió y antes de que Justin pudiera decir nada mas, ya estaba lanzándose fuera como el resto del equipo al campo. Muy bien, pensó Justin, hora del espectáculo. Y con eso en mente, endureció su determinación, puso su cabeza en la zona y corrió al campo con el resto del equipo. Después de que las presentaciones fueron hechas, el equipo se reunió a lo largo de la línea lateral, escuchando al entrenador dar su habitual charla. Justin se encontró escuchando a medias. En su lugar, estaba ocupado acogiendo las familiares vistas y sonidos del gran juego. Estos sentimientos, esas sensaciones que estaba experimentando nunca fallaban en poner su sangre bombeando caliente y rápido.

Los admiradores gritando, el olor del pasto verde, las porristas haciendo sus cosas para impulsar a la multitud, las luces iluminando el campo… Paraíso. Vio su propio pedazo de paraíso. ¿Cómo podría alguna vez vivir sin todo esto? Este era su elemento. El campo era su mundo. ―Equipo a las tres ―anuncio el entrenador, finalmente trayendo la atención de Justin de vuelta a él. El ruidoso grupo de chicos se movió a poner sus manos en el centro del irregular círculo que lograron formar. ―Uno ―gritó el entrenador y un cosquilleo de intranquilidad recorrió la espalda desde el cuello de Justin―. Dos. ―Escuchó al entrenador contar de nuevo y su cuerpo repentinamente empezó a entrar en calor, con sudor en lo alto de su frente―. Tres. ―El conteo final sonó y una persistente sensación que se estaba siendo casi imposible de ignorar empezó a picar en la parte interior de los muslos de Justin, haciéndolo sentir malditamente incómodo. ―¡Equipo! ―El rugido voló simultáneamente a su alrededor y todo lo que Justin podía pensar era como podría rascar discretamente su entrepierna ¿Qué diablos está pasando? ―¡Justin! ―El entrenador se centró sobre él y le puso una mano firme sobre su hombro. Le devolvió la mirada, tratando de prestar atención con la picazón que ahora se estaba volviendo como fuego salvaje entre su entrepierna―. Vamos a golpearlos con el golpe uno-dos. Tú y John ejecutan la jugada Estatua de la Libertad. Justin mordió con fuerza el interior de su mejilla, el agrio sabor de la sangre llenó su boca instantáneamente. Su ingle ahora estaba picando como algo feroz y tomó todo lo que había en él para no berrear como un bebé justo ahora frente al entrenador. Eso hubiera sido más que embarazoso. ―Mmm hmmm ―dijo Justin entre dientes porque en este momento, no podía encontrar las palabras para hablar. El picor se había convertido en una quemadura y lo estaba volviendo loco. El entrenador le dio una palmada fuerte en su casco. ―Ve por ellos, tigre. Justin trató de disparar una sonrisa positiva pero le salió más como una mueca. El entrenador no se dio cuenta sin embargo. Sólo se dio la vuelta y se dirigió al banco, dejando a Justin para que fuera al campo. Mientras medio caminaba medio corría a tomar su lugar entre la formación, Justin respiró entrecortadamente. El escozor estaba empeorando, más doloroso aún. Se sentía casi como si tuviera un fuego abrasador quemando caliente dentro de sus pantalones. Era tan malo que no podía pensar en nada más que el deseo, no, la necesidad de alivio inmediato. Desafortunadamente, no había alivio a la vista. Cuando finalmente llegó al centro de la formación después de su caminar tortuoso, Justin notó a John de pie a un lado, rascándose

piadosamente su ingle también. Su rostro estaba aplastado por el dolor y fue entonces cuando cayó en la verdad. Levantó su cabeza, miro hacía las gradas. Sus ojos escaneando la multitud. Le tomó cinco segundos para averiguar que, o más bien quien era lo que estaba buscando. Y lo sabía. Allí estaba ella, sonriéndole torcidamente. Sus ojos bailando de risa mientras se levantaba y se frotaba burlonamente ambos lados del interior de sus piernas. Era el mismo diablo y finalmente cumplió su promesa de venganza en la peor ocasión posible. ―¡Maldita sea! ―maldijo entre dientes. Podía muy bien inclinarse ahora que se había dado cuenta, porque ella había encontrado la manera perfecta de joderle su trasero de la realeza.

Capítulo 9 Traducido por Lunetha Everdeen Corregido por sttefanye

Sentada en las gradas, Chloe no podía esperar para ver su rostro. Esto iba a ser la venganza de las venganzas, el último castigo por el que estaba ansiosa y esto sería algo épico de todo lo épico. Durante muy pequeños momentos había una pequeña punzada de culpa que mitigaba cuando recordaba cuan entusiasmado se había visto John cuando la vio por primera vez en el escalón de su puerta. Su sonrisa de apreciación fue sincera y casi la convenció. Frunciendo el ceño se frotó la nuca incomoda. ―¿Qué está mal? Ella se volteó hacia Érica y rápidamente alejó de su mente todos sus pensamientos sobre John. Fue un pequeño momento de culpa, pero ahora ya se había ido. Tuvo que recordar ante todo quién y qué era John. Al final de la noche, cuando todo llegara a su fin, no sería diferente de los demás. Él era, después de todo, un excelente actor. Seguramente esperaba acostarse con ella y ese era el porqué tenía que hacer lo que estaba haciendo, por conveniencia propia, y nada más. ―Nada ―contestó rápidamente y mostró hacia su prima una efectiva sonrisa―. Al menos ya no. Érica sonrió radiante de vuelta a Chloe, sus ojos muy abiertos. ―Así que, está hecho entonces. Asintiendo, contestó: ―Sip, está hecho. Este juego será… digamos… divertido. Divertido, pensó que fue puesto levemente. Este juego terminará y será para morirse de risa, si todo salía como originalmente lo había planeado. El público se levantó en un clamor y ambas chicas volvieron sus miradas de regreso al campo. El equipo salió en el típico estilo masculino, abucheando y gritando, golpeándose el pecho. En lugar de un puñado de machos adolescentes, uno pensaría que ellos eran un puñado de gorilas salvajes, saltando en la forma en que lo hacían. ―Ahí está ―señaló Érica. Chloe siguió su mano y efectivamente, ahí estaba. El único chico que le había arruinado la existencia toda la semana. El único que representaba a todos los chicos quienes siempre habían pensado que son un regalo de

Dios para la raza humana. Justin Pinnix. Y él estaba a punto de entrar en un infierno del que sería difícil salir. Junto a él, Chloe fácilmente descubrió a John y ella no podía hacer otra cosa que tratar de reprimir una risita. Él ya estaba arañando su ingle y estaba siendo demasiado obvio al respecto. ―¿También lo viste? ―comentó Érica sin molestarse en ocultar su sonrisa. Chloe no tuvo que mirarla para ver la sonrisa en su rostro. Pudo escuchar el tono divertido cuando hablo. ―¡Sí! Diablos. Y pensar que esto solo está comenzando. Rió y estuvo de acuerdo. ―Sí, es demasiado malo que Justin tuviera cazatalentos apareciendo esta noche. Él probablemente ahora perderá su preciosa beca. Volteó su cabeza, Chloe miró atrás hacia su prima, sin estar segura si se dirigía a ella exactamente. Sintió un mal presentimiento que recorría su pecho. ―¿Dijiste cazatalentos? ¿Cómo de universidades? ―Sí ―contesto frívolamente como si no fuera gran cosa. Érica mantuvo sus ojos centrados en el campo mientras Chloe seriamente empezó a adivinar lo que acababa de hacer. Ella quería avergonzar al chico, quizás enseñarle una o dos lecciones de humildad, pero no quería arruinar sus oportunidades de entrar en una escuela decente, con una beca por lo menos. ―¿Por qué no lo mencionaste antes? ―preguntó escéptica a su prima. Esta vez fue Érica la que echó un vistazo sobre su hombro y se encogió de hombros. ―Yo… no creí que eso importara. ―¿Importar? ―replicó―. ¿Qué si pierde sus oportunidades de entrar a una escuela decente? Entonces será mi culpa. Ella rodó sus ojos y regresaron al campo. ―Por favor, Chloe. ¿Qué me dices de cuando el anunció nuestros números telefónicos en esos carteles y los pegó en toda la escuela? ¿Y que hay sobre cuando puso tu numero en el costado de tu auto y puso el letrero: “Para pasar un buen rato, llámame”? Chloe hizo un gesto de desprecio en el último comentario. ―Él no merece tu lastima, Chloe, así que no te atrevas a regalársela. Se provocó esto así mismo cuando primero me llevó a la cama en la fiesta y después me olvidó al siguiente día. ¿Cómo crees que me sentí al mostrar mi cara a la escuela el siguiente lunes sabiendo lo que me hizo y que a él no le importó ni un comino? Sólo fui otra más en su lista. Chloe observó la única lágrima que lentamente resbaló por su mejilla y un leve recuerdo de su propio doloroso pasado se arrastró de vuelta a su mente.

Antes de que, ese esqueleto en particular saliera del closet, ella rápidamente cerró la puerta de golpe manteniéndola bloqueada fuertemente. Érica estaba en lo correcto. Los chicos tenían que aprender que las chicas inocentes eran más que unas baratijas, que ellas eran personas y también tenían sentimientos. ―Tienes razón ―le susurro―. Tienes tanta razón. Fue ese el momento en el que echó un vistazo hacia el campo y sus ojos instantáneamente conectaron con los de Justin. Su mirada fija volteó fríamente y pudo ver fácilmente el pellizco en su cara. En el momento supo que él estaba consciente que eso fue su recompensa y todo lo que pudo hacer fue sonreír de vuelta. Si, lo hice. ¿Qué harás al respecto? Pensó petulante para sí misma. Escuchó a alguien llamar su nombre, Justin sacudió su cabeza hacia los lados y dijo algo antes de meter su cabeza en la turba. John estaba todavía más allá del círculo, bailando como un tonto. Chloe los escuchó corear. ―Uno... dos… tres… ¡equipo! ―Y miró al grupo de chicos dispersarse como hormigas sobre todo el campo. Justin tomó su lugar detrás de la línea y ella no se perdió la forma en que hurgo en sus pantalones tratando de evitar la comezón. Se agachó bajo el centro y en un frenesí de gritos y comandos, se puso de pie con el balón en sus manos y fingió que iba a tirar. Cuando de repente John apareció de la nada corriendo por el costado del campo con el balón en sus manos. Todos a su alrededor se pusieron de pie. La voz del chico locutor gritó a través de la, altavoz. ―¡Touchdown, por el número 22, muy propia de John el guerrero, el rayo ha golpeado de nuevo! Se sentó en su asiento sin palabras. ¿Veinte segundos en el juego y ya logró anotar? Echó un vistazo a la zona de anotación, donde todos los chicos corrieron detrás de John para felicitarlo. Fueron chocando los cinco entre sí y luego rápido corrieron de vuelta al centro del campo a la línea de copia de seguridad. Luego estaba este otro tipo, que no podía decir quién era con los cascos que tenía adelante, un paso atrás, corrió hacia adelante y alzó su pierna, pateando el punto extra. El punto era bueno y después todos los otros chicos corriendo el campo y hacia el banco. Chloe siguió mirando con asombro y sonrió enormemente cuando se dio cuenta de que Justin medio arrastraba a John hacia el vestuario. No tenía dudas de lo que los dos iban a hacer. Estaban haciendo una línea directa a los vestuarios para asearse. Pero lo más importante con la última mirada mordaz que Justin lanzó en dirección a ella, sabía que su propósito estaba hecho y mejor aún, que lo había sentido. Oh sí, asintió con satisfacción pura, lo sintió bien, en el fondo... en lo profundo de sus partes más varoniles.

*** ―No puedo creer que me hayas convencido para que viniera a este baile. ―Érica sonrió satisfecha. ―Vive un poco, Chloe. Ya tenías el vestido para esto. Frunció el ceño y no quería nada más que dar la vuelta y sacar su trasero fuera de allí. Odiaba las fiestas y bailes. ―Vamos ―dijo, arrastrando a Chloe por el brazo―. Ya lo hiciste, ahora es el momento de restregárselo a algunos. Esa es la mejor parte. ―Ganaron ―respondió sarcástica, dejando que la realidad la asimilara. Érica se encogió de hombros. ―Sí... ¿y qué? Ellos todavía se veían como idiotas al excavar en su entrepierna y salir corriendo fuera de la cancha después de ese primer touchdown. Eso hizo que Chloe riera entre dientes. Recordando lo que parecían Justin y John cuando se rascaban la hizo sentir más alegre. ―Sí, lo hicieron, ¿verdad? ―Estuvo de acuerdo de todo corazón―. Sobre todo cuando Justin se tropezó y plantó la cara en el momento que llegó a la puerta. Érica abrió la puerta y esperó a Chloe para entrar. ―Sí, fue jodidamente divertido. Pasó por ella. ―Tengo que darle crédito, sin embargo, el chico tiene algunas habilidades. A pesar de todo lo que pasó, se las arregló para conseguir una puntuación y ganar el juego. Érica interrumpió a su prima con una mirada penetrante. ―Sí... lo que sea ―dijo, y la arrastró hasta una habitación que estaba llena de globos y decoraciones de papel crepé baratas. La habitación era la personificación de lo cursi. Música a todo volumen en el fondo y los estudiantes ya estaban bailando, si así es como se le puede llamar a frotarse uno encima del otro en el centro de la pista. ―Esto es tan cliché ―comentó Chloe, de pie contra la pared y pensando en todas las películas estúpidas de secundaria que había visto con escenas de baile. Todo lo que necesitaban eran las cámaras y esto podría haber sido fácilmente cualquier escena de esas películas. ―Cliché o no ―comenzó y empujó una taza llena de una especie de ponche rojo en la mano de Chloe―. Estamos aquí ahora, para sonreír y disfrutar de la experiencia. Te lo mereces. Levantando la copa a los labios, tomó un sorbo e hizo una mueca.

―Dios, ¿qué es esto? Sabe a jarabe para la tos. ―Riendo, Érica simplemente le dijo: ―Es parte de la experiencia. ―Puedes quedarte con la experiencia, entonces, sí da tan mal sabor ―respondió, empujando la copa de vuelta en su dirección―. Esto es algo que no vale la pena. Hubo una conmoción en la puerta que llamó la atención de todos. Girando, Chloe se sorprendió cuando Justin caminaba con su pandilla de groupies y por supuesto esa animadora rubia tonta sujeta a la cadera. Soltó un bufido. Debería haber sabido que sería eso antes de que volteara la cabeza. ―Mira quién acaba de llegar ―habló desde su lugar junto a ella. Chloe no habló. Asintió sin apartar los ojos de encima. Caminaba con una confianza que la consumió como un ácido gástrico malo. Quería derribar esa mala confianza de Justin Pinnix porque ella odiaba a tipos como él, que pensaban que dominaban el mundo. Tipos que rompen miles de corazones de las chicas... como Érica. ―Te está mirando ―susurró Érica. Chloe ya lo sabía porque estaba clavando su vista en él. Le estaba dando un desafío. Las líneas de batalla han sido claramente establecidas y se atrevió a dar el siguiente paso. Lo observó mientras él le dijo algo a la animadora escasamente vestida que puso mala cara a cambio. Luego se volvió y se dirigió hacia ella. Podía casi apostar que tenía algunas palabras para ella. Y todas eran finas y elegantes de igual manera que ella también tenía unas palabras propias que decirle también. Justin se detuvo delante de Chloe y al principio no dijo una palabra. Sólo se pasó la mano sobre la boca y la estudió. Y, cuando el momento se llenó de la cantidad exacta de dramática tensión entre los dos, por fin habló. ―Ese fue un truco sucio que sacaste, Chloe. Ella sonrió con picardía. ―No tengo idea de lo que estás hablando. Se puso las manos en sus caderas y se inclinó hacia ella tan cerca que podía oler el aroma del jabón con el que acababa de ducharse. ―Sabes bien y sin duda alguna de lo que estoy hablando ―argumentó―. Podríamos haber perdido el juego ya sabes. Chloe dio un paso atrás, necesitaba poner un poco de espacio entre ellos. Justin era el tipo que tenía esa aura irresistible. Por mucho que lo despreciaba por lo que era, no podía negar la atracción sexual que se escapaba de sus mismos poros. Tiró de ella misma, se enderezó la espalda. ―No veo cómo eso se supone que sea mi problema. Él frunció el ceño. ―Sabes exactamente por qué sería tu problema, Chloe. Eso fue sucio y no puedo creer que cayeras tan bajo. Levantó la ceja y lo interrogó.

―¿Más bajo que ofrecer un vistazo de mis encantos para toda la maldita ciudad? Volvió la cabeza. ―Eso fue inofensivo. ―Tal vez para ti, pero no para mí. Justin sacudió la cabeza y soltó un gruñido. Estaba desesperado. No estaba logrando nada con ella y, sinceramente, se estaba cansando de sus juegos infantiles. ―Olvídalo. Quédate fuera de mi camino y yo me quedo fuera del tuyo, está bien. ¡Estoy harto de esto! ―Se dirigió hacia ella una vez más y negó con la cabeza sin decir nada antes de alejarse. Chloe lo vio alejarse. Ella tenía que tener la última palabra. ―Justin ―dijo en voz alta cuando él sólo había alejado unos pasos. Se detuvo y miró con escepticismo por encima de su hombro. ―¿Sí? Ella no pudo evitarlo. La sonrisa que llevaba era palpable. Chloe empezó a imitar a un mono bailando de un pie al otro mientras se rascaba insidiosamente en su entrepierna. La risa de Érica se oía desde un extremo del gimnasio al otro. ―Estúpida ―murmuró Justin y rápidamente se apartó de nuevo cuando sonó el teléfono. Chloe dejó de actuar cuando ya no le prestaba ninguna atención. Continuó mirando mientras contestó el teléfono, sin poder apartar los ojos de él. Había algo en la forma en que lo sujeto el mismo que revolvió su estómago. Su espalda estaba tiesa y se dio cuenta de la forma en que hablaba en voz baja. Cerrando totalmente el teléfono, se lo metió en el bolsillo e inmediatamente se volvió hacia ella. Sus ojos se estrecharon en ranuras tipo diamante y Chloe podría decir que algo andaba mal, muy mal. La rubia puso un brazo sobre su hombro y él se encogió de hombros sin apartar los ojos de encima de Chloe. Después de un largo rato, se dirigió hacia Chloe y se detuvo en el mismo lugar que estaba de pie a pocos minutos antes. ―Espero que estés feliz ahora ―se atragantó y la agitación en su estómago se desplomó en una caída libre―. Debido a tu pequeño truco, mi mejor amigo ya está en el hospital con un respirador debido a la reacción alérgica que tuvo a tu polvo. El mundo de Chloe se vino abajo mientras lentamente comenzó a asimilar sus palabras. Se quedó en shock. Estaba estupefacta y casi tenía miedo. Cubrió su boca con la mano, lo único que pudo decir fue: ―¿Qué? ―Y sin poder hacer nada vio como enfadado irrumpió junto a ella, dando zancadas hacia la puerta principal.

Capítulo 10 Traducido y Corregido por jhuli_eli

Justin solo podía pensar sobre cuán molesta sonaba la hermana de John cuando lo llamó. ¿Por qué él? ¿Por qué de todos los infiernos algo como esto tenía que pasarle a él de todas las personas? John es un chico demasiado bueno. Tiene buenos modales, mantiene su nariz limpia y era siempre el primero en brindarte una mano cuando algo se necesita. Esto no era justo Antes de que Justin le dijera a todas las personas que sucedía, él rozó con dureza el hombro de Chloe y se dirigió a su carro. Desde su punto de vista, todo esto era culpa de Chloe desde el inicio, y cuando fuera el momento correcto, ellos tendrían un momento de charla con Jesús, pero ahora mismo su destino era el hospital para verificar a su mejor amigo. La ira se elevó y aumentó con cada paso adicional que dio. Él pensaba más y más en que pudo haber pasado en primer lugar. Si Chloe no hubiera estado como el infierno empeñánda en conseguirlo, entonces esto jamás hubiese pasado, John no estaría en el hospital y ese era el factor decisivo. Justin corrió fuera de la casa, el aire frío de la noche lo golpeaba y le pegaba justo en la cara pero nada podía enfriar su temperamento. Todo lo que podía ver en su mente era la imagen de ella y esa sonrisa presumida de satisfacción que le dio en el campo cuando al fin sumó dos más dos, dándose cuenta de lo que ella había hecho. Cuando finalmente alcanzó su carro. Justin tomó sus llaves y no sabía cuan mal estaba hasta que vio como se sacudían las llaves en su mano y trató de calmarse para poder desbloquear la puerta. Frustrado consigo mismo, terminó perdiendo completamente el agujero de la llave y con una fuerza excesiva trató de insertar la llave. Iba de un lado a otro dejando un infierno de rayones en el lateral de la puerta. ―¡Joder! ―exclamó él, cerrando su mano en un puño y golpeando la parte superior del carro. ¿Por qué esta pasado esto? Presionando su frente sobre el techo del auto, tomó una respiración lenta y mesurada. No se suponía que debería ser así. Ellos habían ganado el juego. Le habían ofrecido una beca completa en Alabama. Se suponía que ésta sería una noche de celebración, una noche de diversión junto a sus amigos y ahora su mejor amigo estaba en un hospital peleando por su vida.

―¿Justin? ―El sonido de su vos solo lo molestó más. Él culpaba a Chloe. Ella era la mayor razón por la que John estaba donde estaba ahora. ―Te sugiero ―comenzó a hablar, manteniendo su frente encima del carro y tratando de mantener sus emociones bajo control―, que te des la vuelta en este instante y te alejes. Por el lapso de un latido de corazón no había nada más que silencio. Duro y frío silencio. Todo lo que Justin podía escuchar era el sonido de su pesada respiración. Cuando logró aliviar el nudo que tenía en su garganta y finalmente levantó la cabeza. Tuvo que impulsarse a sí mismo a mantenerse estable. Sabía que no podía presentarse en el hospital de esta manera. Frotó su cara con las manos, enderezo su columna y se equilibró. Con las llaves en sus manos, dio un paso atrás y sintió una suave mano presionando su hombro. ―¿Justin, por favor? Déjame ir contigo Si ella no hubiese sido una mujer en ese momento, él no hubiese tenido objeciones con retroceder y darle lo que se merece. De hecho, alejándose podía propinarle un buen golpe que es lo que precisamente ameritaba en este precioso momento. Desafortunadamente, era una chica y su mamá le enseño a ser mejor que eso, así que no podía tocarla. Separándose de ella, no pudo hacer más que apretar su mandíbula. ―Sólo te advertiré una vez más Chloe, Aléjate como el infierno de mí. ―No esperó su reacción, se alejó rápidamente y colocó correctamente la llave en la puerta desasegurando el automóvil. Deslizándose en el asiento del conductor, descansó sobre su asiento y cerró la puerta con fuerza detrás de él, reusándose a mirar en dirección a ella. Con movimientos metódicos, colocó la llave en la ignición y encendió el carro. Luego prendió las luces y, después, puso el carro en marcha, poniendo su trasero en la entrada. Él aún podía sentir como su mirada lo quemaba al verlo, pero se negó a ver por el retrovisor. Ella no merecía su atención Chloe era la razón por la que le sucedió esto a John. Ella era la causa. Si no fuera por sus niñerías entonces él no estaría allí en este momento. ¿Y ahora tiene el descaro de preguntarme si puede ir con él? Si claro. Justin inhaló fuertemente. ¿Qué lugar delirante en su mente esta vez le dio la más mínima esperanza de que podría permitir que ella vaya a con él tranquilamente? La única explicación que tuvo, fue que tal vez esta muchacha estaba loca, probablemente certificada. Entrando al estacionamiento del hospital Justin tuvo un mal presentimiento sobre que lo que se le vendría sobre él. Tanto pensar en Chloe lo había despistado lentamente y ahora él regreso a la realidad de lo que le sucedía a su mejor amigo. Los sentimientos lo abrumaron, tomándolo con la guardia baja. Sentía una extraña humedad que descendía a un lado de su mejilla y lentamente la limpió lejos. No quería llorar, no ahora de todas formas. Los hombres no lloran, se decía a sí mismo,

tratando de forzarse a enfocarse y encontrar parqueo cerca de la zona roja que mostraba la entrada a emergencia. Después de parquear su automóvil, caminó y se paró tontamente ante una gran edificación, donde su amigo estaba hospedado. Después de unos segundos, tal vez algunos minutos después, Justin no estaba consciente del tiempo, sus pies se movían por sí solos, Se sentía aturdido, confundido y no cien por ciento seguro de que estaba realmente caminando hacia adentro. Cuando ingresó al hospital una cacofonía de sonidos, escenas y esencias lo bombardearon a la vez. El leve zumbido de las luces del techo era casi tan brillantes como las paredes blancas y esterilizadas que lo envolvían. El olor a desinfectante quemó su olfato. Los sonidos por el intercomunicador, llamando a doctores y enfermeras aquí y allá, el sonido de los bebés llorando por doquier. Alana, la hermana de John, tres años menor, se apiñaba contra la pared. En ese preciso momento, sus ojos rojizos lo miraron. Él podía ver el dolor en su cara y pudo sentir la impotencia que ella irradiaba. Extendió sus brazos para ella, esperando a que viniese. Ella no se quedó sentada. Saltó y corrió directo a sus brazos y él la atrajo hacia sí mismo, la sostuvo como si fuera su vida. Él conocía a Alana desde que ella no era más que un bebé dando sus primeros pasos. Era exasperante la mayor parte del tiempo, insufrible en otros, e irritante el resto del tiempo, pero era como su hermanita pequeña. Sitió que la humedad de sus lágrimas comenzó a empapar su camiseta y la atrajo un poco más cerca. ―Todo va a estar bien ―le susurró en su cabello―. Él es fuerte, es un guerrero. ―A este punto Justin no estaba seguro si aquello que decía era para el mismo o para Alana. Ella no le respondió, solamente se sumergió más en sus brazos. Cerrando sus ojos, Justin le imploró a Dios que hiciera lo correcto porque una vida sin John no parecía posible. ―No tenías que venir, Justin Levantando su cabeza, Justin abrió sus ojos y asintió con un saludo al Sr. Rhodes, padre de John. John era su mejor amigo y no estaría en ningún otro lugar. Alana se alejó al escuchar el sonido de la voz de su padre, se volteó y camino hacia sus brazos, ella limpió sus lágrimas y limpió su cara con el dorso de sus manos, intentando poner su cara de valiente. ―¿Cómo esta él? ―preguntó ella, tratando de componerse a sí misma y con voz temblorosa. El Sr. Rhodes frunció el entrecejo y Justin escuchó a Alana ahogarse en otro sollozo. Sintiéndose tan desampara, él puso sus brazos sobre sus hombros y miraron expectantes al Sr. Rhodes ―Él está en coma ahora mismo. Nosotros… ―Se detuvo abruptamente y Justin vio como él respiraba y se forzaba a respirar antes de continuar―. Nosotros no sabemos cuánto tiempo estuvo inconsciente antes de que lo

halláramos. Su garganta estaba muy inflamada, así que no sabemos cuánto tiempo estuvo sin aire. Las veinticuatros horas siguientes son críticas. ―El Sr. Rhones volteó su cabeza y cubrió su boca con su mano. Sacudió su cabeza, se veía como un hombre que estaba luchando con la emoción de un padre preocupado y tenía todo el derecho. Derrotado dirigió una mirada triste a Justin. ―Eso es todo lo que sabemos hasta ahora. ―¿Y la Sra. Rhodes? ―le preguntó―. ¿Ella esta… ? ―Sí. ―Movió sus manos hacia su espalda―. Está con él ahora. Ellos solamente dejan entrar a uno de nosotros a la vez. ―Justin sólo pudo estar parado ahí, sin saber que hacer o decir. Él mantenía sus brazos alrededor de Alana y el Sr. Rhodes se mantuvo frente a él. Todos ellos estaban ahí pero ninguno hablaba. Una puerta se abrió después a sólo unos pocos pies de distancia frente a ellos. La Sra. Rhodes salió. Ella tenía los ojos irritados al igual que Alana y se rompió un poco más el corazón de Justin. Esto estaba mal, él se decía a sí mismo, realmente mal y que podría ser peor, él no podía hacer ni una maldita cosa para remediarlo. ―Justin ―lo llamó y se detuvo. Sus ojos se conectaron y por un segundo desde que él había tomado esa maldita llamada telefónica, Justin dejó que las lágrimas salieran. Sin poder hablar, la Sra. Rhodes camino hacia él y lo envolvió en un abrazo maternal. Cerró sus ojos y se dejó consolar en ese abrazo, no solamente porque ella lo necesitaba, sino, porque él, en ese preciso momento, lo necesitaba también. Demasiado rápido, ella se alejó y dio un paso atrás. Podía decir que lo hacía por su instinto materno, caracterizada por la forma en la que actuaba. ―Justin ―dijo ella―. Aquí no hay nada que puedas hacer esta noche, porque no te vas a casa y yo te llamaré en el momento en el que algo cambie Todo en él quería rebelarse ante esa petición. Él quería quedarse hasta que sepa que su amigo había salido de peligro. Necesitaba estar seguro de que él estaba bien. Pero por la determinación que mostraba su rostro, Justin también sabía que esto no estaba en discusión. Era un momento familiar en este preciso momento y no importaba cuanto quisiera quedarse aquí, ellos no se lo permitirían. Sintió su corazón dentro de su estómago, contempló a la Sra. Rhodes y dijo: ―¿Puedo por lo menos verlo antes de irme? ―El Sr. Rhodes con tristeza lo miro y le dijo: ―No, esa no es una buena idea en este momento, no está muy bien. ―Sin poder esconder su decepción, Justin miró devuelta a ella y rogó. ―Si algo cambia, prométame que me llamará y me lo hará saber. ―Sí ―accedió ella, acariciando con su mano la cabeza de él.

Infeliz por tener que irse, Justin solamente pudo tomar lo que le ofrecieron y dijo: ―Está bien ―Volteándose para irse, fue detenido por la mano de Alana, dándole un apretón con afecto―. Él se pondrá bien ―se lo repitió, no esperando nada más que reconfortarla―. La próxima semana tú no estarás nada más que gritándole a él por robar tus sostenes o alguna otra cosa estúpida como esa. Ella rió pero Justin sabía que su corazón no estaba realmente en ello. Ella quería creer, necesitaba creer que lo que él le dijo era verdad pero cuando su hermano está en un cuarto de hospital a sólo unos pasos de distancia, inconsciente y dependiendo de máquinas para hacerlo respirar, era difícil. Era duro creer que cualquier cosa, aunque sea la más pequeña, haría que todo volverá a la normalidad. ―Te veré mañana. ―La abrazó sabiendo que vendría así lo llamaran o no, él regresaría independientemente a eso. Ella asintió y liberó sus manos. La vio darse la vuelta e ir hacia su padre quien la atrapó en sus brazos sobre sus hombros. Con nada más que hacer, se sintió más expuesto y vulnerable de que lo que se había sentido en toda su vida. Después de un minuto, estaba caminando a través del pasillo del hospital y luego se encontró a sí mismo caminando por el lote del parqueadero. Todo el tiempo estuvo desenfocado. Tratando de aceptar que lo que estaba sucediendo era verdadero, pero entender el por qué era lo que lo tenía totalmente paralizado. Todo comenzó como un juego. Era todo lo que podía entender. Todo por una broma, todos se estaban divirtiendo y entonces… pasó esto. Pero, ¿quién pudo hacer esto? ¿Quién comenzó el juego? Recordaba el primer día que Chloe llegó y recordaba el odio que emanaba de ella antes de que realmente la conociera pero él nunca entendió el por qué. ¿Por qué lo odiaba tanto cuando ni siquiera lo conocía? Tantas preguntas que no tenían respuesta. Este fue el comienzo de lo que sería la más terrorífica historia de su vida. ―¿Justin? Al escuchar el sonido de esa vos familiar, salió de sus recuerdos. Sorprendido por las emociones que experimento: ira, confusión, rabia, frustración y algunos otros se arremolinaron a su alrededor cuando se dio cuenta de que Chloe permanecía junto a su vehículo. ¿Cómo se atreve ella a mostrar su rostro por aquí? En ese momento, un flash rojo, como fuego caliente de ira se pasó a través de él, corriendo desenfrenadamente por su sangre como gasolina. Retomó su tranquilidad, tomando distancia entre ellos y la señaló con un dedo hacia su rosto. Abrió su boca, muriendo por decirle exactamente

donde se puede ir, hasta que la vio por primera vez. Vio algo que nunca había pensado que podía ver en ella. Su vulnerabilidad. Una lágrima se deslizó por la esquina de su ojo y su mirada se enfocó en esa sola lágrima, que siguió su rastro y zigzagueó por su mejilla. ―Yo… Lo la lamento ―dijo, su voz se rompió al final de la frase. Ella cubrió con sus manos su rostro, sosteniéndose como si estuviera trabajando duramente para mantenerse en pie. Comenzó a temblar y puso su cabeza hacia atrás tratando de forzar a sus lágrimas detenerse―. No lo sabía. ―Ella lloraba―. Yo… yo… yo no lo sabía.

Capítulo 11 Traducido por val_mar Corregido por *elis*

Chloe no podía parar las lágrimas que seguían viniendo. Desesperadamente intento sostenerse a sí misma pero el río de lágrimas seguía fluyendo por sus mejillas. Sus manos temblaban y estaba completamente sin palabras. No sabía si había algo que podría hacer o decir. Había venido aquí para ver a Justin, decirle que todo fue un error, que no quiso que nada de esto sucediera pero ahora que estaba aquí, y él parado enfrente a ella, todo lo que pudo decirle era: No lo sabía. ¿Quién habría pensado que una broma sin sentido podría volverse tan desastrosa? Chloe no lo hizo. Todo lo que ella hizo era para que ellos sintieran un poco de la humillación que le habían causado. Sólo un indicio de ello y de lo que era. Definitivamente no había esperado algo como esto. Sollozando y haciendo toda clase de lloriqueos y ruidos por el moqueo, Chloe trató de componerse lo mejor que pudo. Limpiando sus mejillas con el dorso de su mano, finalmente reunió el coraje para levantar su cabeza y encontrar la mirada acusadora de Justin. Su rostro estaba sin expresión, sin darle ningún indicio de lo que estaba pensando. Se puso rígido con sus grandes brazos colgando a los lados. Primero miró de vuelta a Chloe, una fría mirada que ella podía sentir por todo el camino desde la médula hasta sus huesos. Cuando el escalofriante silencio entre los dos casi se volvió demasiado incomodo, él dejo salir un cansado suspiro y rompió la tensa conexión, dándole la espalda. Sólo lo vio, no estaba segura de si podría decir algo o esperar a que él hablara cuando se dio cuenta que pasaba su mano por su ya revuelto cabello. Era un hábito que Chloe había visto hacer varias veces antes y se percató de que era una muestra de su frustración reprimida. ―Chloe ―exhaló en un tono muerto, ni siquiera molestándose para volverse y mirarla―, ahora no es el momento, ni es el lugar, para hablar de esto. Entiendo que no querías que esto pasara pero de hecho lo importante es que pasó. Y ahora mi amigo esta en ese hospital, luchando por su vida, todo debido, ¡a una broma… una maldita broma! Lo mejor que puedes hacer justo ahora es sólo irte a casa.

Ella sintió como había tantas palabras en la punta de su lengua que quería decir pero cuando intentó abrir su boca y decirlas, nada salió. Miro su espalda, dispuesta a hablar, pero aun así… nada salió. Ni siquiera una sola sílaba. ―¿Escuchaste lo que dije, Chloe? ―Esta vez Justin gritó y se giró para enfrentarla. Incluso en lo oscuro de la noche, podía ver claramente la preocupación en sus ojos por su mejor amigo. Sintiéndose completamente derrotada, Chloe dejó caer su cabeza y la balanceó en un gesto de asentimiento. ―Sí. ―La única palabra de respuesta que no era mucho más que un chirrido pero la había escuchado, fuerte y claro. Y supo que era la última persona que él quería ver en este momento. Mirando abajo hacia el aparcamiento de concreto muy por debajo de sus pies, Chloe distraídamente murmuro―: Si entendí, no quería estar aquí, pero tuve que venir. No solo por él, por mí, también. Incapaz para encontrar sus ojos por más tiempo, Chloe rápidamente giró en sus talones y se dirigió a su auto. No sabía dónde iba a ir todavía. Todo lo que sabía era que no quería ir a casa y que no quería ver a Erica, pero realmente no había a donde más ir. Abriendo la puerta del auto, se deslizó en el asiento del conductor y cerró la puerta de un solo golpe. El dolor que estaba sintiendo quemó profundo en su pecho. No había sentido esto desde el espantoso incidente con Craig Conner en Greensboro. No tenía la energía para ir a ningún lugar justo ahora. Apoyando su cabeza hacia adelante descansando en el volante, apretó sus ojos cerrados e hizo lo único que no había hecho en más de dos años… ella rezó. Rezó largo tiempo, duro y con cada onza de su ser.

*** ―¿Dónde demonios has estado? ―preguntó Erica en un susurro fiero. Había estado sentada en el cuarto de Chloe por varias horas, en la oscuridad esperando a que ella regresara. ―¡Fuera! ―Chloe se erizó, no dispuesta a dar más información que eso. Erica era la última persona que deseaba para hablar en el momento. A decir verdad, todo lo que quería era estar sola. Esta se levantó y se inclinó para apagar la lámpara al lado de la cama. Chloe inmediatamente alcanzó su mano para escudar sus ojos de la brillante luz.

―No me vengas con eso, Chloe. Fuiste con él, ¿verdad? Saliste con Justin incluso después de que te dije lo que me hizo. Incluso después de todo lo que te ha hecho. El rostro de Erica se contorsionó en una mueca enojada y si Chloe no hubiera estado tan drenada y exhausta, podría haber estado más que feliz de darle un argumento de lo que había provocado. Pero la cosa era que estaba muy cansada y ya había manejado muchas cosas por una noche. Cepillándose, se sentó en el borde de la cama y empezó a remover sus cosas, sin importarle que Erica siguiera sentada ahí. Dándose cuenta de que no se estaba yendo. Chloe suspiró. ―Erica son las tres en punto de la mañana y estoy cansada. Hablaremos de esto mas tarde. ¡Ahora todo lo que quiero hacer es ir a la cama! Cansadamente se sacó su top y a ciegas alcanzó detrás de ella para jalar las mantas, sentándose entre ellas. Se inclinó para apagar la lámpara en la mesita de noche cuando Erica habló de nuevo. ―Apuesto a que incluso lo dejaste besarte y tocarte, también. Ahora la aclaración fue contundente, no hacía falta decirlo, Chloe se molestó. No tenía razón para ir ahí. Lanzando las mantas de encima, saltó fuera de la cama y se encontró con su prima frente a frente. ―No sabes una mierda sobre lo que ocurrió, Erica. John esta en el hospital ahora mismo, luchando por su vida por una reacción alérgica que tenía al polvo. Sí, vi a Justin, pero no estaba ahí para estar con él así que puedes sacar de tu cabeza esos pensamientos enrevesados que tienes. Por un brevísimo segundo, la cara de Erica se tornó pálida, sólo un tono más claro de lo normal de su piel blanca lechosa y entonces con la misma rapidez volvió a la normalidad. ―¿Ah, sí? ―Se encogió de hombros y casualmente, ella agregó: ―No es nuestra culpa que él tuviera una reacción alérgica. No sabíamos lo que pasaría. Además, fueron ellos los que se lo ganaron, por lo que nos hicieron. ―Hizo una demostración de mirar a su uña y comenzar a examinarla, pareciendo aburrida con la conversación. Chloe solamente podía estar ahí, mirando a Erica en estado de shock. Ella no se veía como si tuviera algún remordimiento sobre lo que le había sucedido a John. Realmente no le importaba y eso molestó a Chloe. La enfadó mucho. ―¿Entiendes lo que dijiste? ―sondeó, mirándola expectante mientras esperaba por alguna clase de respuesta. Erica levanto su vista de sus uñas y miró a su prima. ―Sí, soy muy consciente de que John esta en el hospital, y boo-hoo por él. Le enviare un “Consigue pronto la tarjeta” para expresar mi más profunda simpatía. Escuchando su poco seria actitud hacía John, Chloe quiso jalarle su cabello y sacar la mierda fuera de su prima.

―No estás escuchando, Erica. Él podría morir por algo que hicimos. Ella sacudió su cabeza y señalo con un fino dedo en la dirección de Chloe. ―Corrección, Chloe, algo que tú hiciste. Y además, no va a morir. Los chicos como Justin y John tienen nueve vidas. Va a recuperarse, veras que estará de vuelta a sus viejos trucos en muy poco tiempo. Una vez más por lo que parecía como la enésima vez esta noche; quedó sin palabras. ¿Estaba realmente colocando toda la culpa en mí por el accidente? Erica había sido la única que trajo el maldito polvo en primer lugar y segundo que era la de la idea, su entusiasmo era más o menos fuera de serie. Chloe apretó los puños en sus caderas y resopló. ―Vamos a hacer lo correcto. Tomó una profunda respiración, la sostuvo y entonces lentamente exhaló, diciéndose que Erica sólo no entendía la gravedad de la situación. Podía ver que no iba a conseguir nada de ella esta noche. Había hecho el intento de convencer a su prima, dejo caer sus manos a los lados y cerró los ojos. ―Estoy cansada, está bien. No quiero hablar más sobre esto. Todo lo que quiero hacer es arrastrarme a mi cama e ir a dormir. Y eso era la honesta verdad de Dios. Estaba cansada. No quería hablar más de esto, especialmente con Erica. No quería pensar en estar preguntándose tanto, principalmente después de la noche que había tenido. ―Bien ―concedió y junto sus talones, abruptamente dándose la vuelta. Sólo había abierto la puerta cuando se detuvo y miró de vuelta a Chloe con una arrogante mirada por encima de su hombro―. No olvides lo que teníamos planeado para la siguiente semana. Las fuentes ya han recibido la orden. Chloe se había sentado en su cama y estaba lista para jalar las cubiertas de vuelta sobre su cuerpo cuando Erica habló de nuevo. ―Oh, demonios, no ―le dijo, fervientemente sacudiendo su cabeza―. No puedes estar seriamente considerando todavía hacer eso después de lo que pasó esta noche. Erica cerró la puerta y se dio la vuelta para encararla. ―Estas retrocediendo ahora, Chloe, después de toda la planificación que pusimos en esto. ―¡No! ―dijo firmemente. No había manera en el infierno de que iba con este plan. Tan lejos como estaba interesada, que había hecho con la guerra de bromas. Esta última la aturdió. Nunca quería sentirse de esta forma otra vez. ―Tienes que, o de lo contrario… ―insistió Erica. ―No, no tengo. No tengo que hacer una maldita cosa que no quiera hacer.

Las dos chicas estaba bloqueadas en una mirada y Chloe podía ver la determinación en el rostro de su prima. Pero las siguientes palabras de Erica la tomaron completamente por sorpresa. ―Sí, sí harás esto, Chloe, porque odiaría que la escuela se enterara sobre tu pequeño sucio secreto. Brincó fuera de la cama de nuevo. ―¡No lo harías! ―resopló. La repugnantemente dulce sonrisa que le dio le dijo todo. ―Oh, sí, señora. Créeme, lo haría. ¿Quieres probarme? Estaba atrapada en una posición tensa. Erica le hubiera dado una bofetada, hubiera sido mejor. Ella continuó con la sonrisa cómplice, segura de cuál sería la respuesta de Chloe. Demonios, había sólo una respuesta que sentía que podía darle. ¿Qué otra opción tenía? No podía dejar que alguien se enterara de su pasado, estaba completamente dañada. Le dio una palmadita a su prima en el hombro y Chloe se encogió ante el gesto. Aparentemente satisfecha con su reacción, Erica se volvió para irse a su habitación cantando por encima del hombro. ―Nos vemos en la mañana, primita.

Capítulo 12 Traducido por Tsuparthenopaeus

Corregido por EtziadeIngle Justin se forzó a si mismo a caminar penosamente a través de los pasillos de la escuela el lunes por la mañana. Estaba definitivamente de mal humor. Su cabeza continuaba latiendo con una persistencia que empezó en algún lugar de la mañana del sábado y continuaba siendo fuerte. Su cuerpo se sentía como moviéndose en cámara lenta; como vadeando a través de una niebla y para colmo, incluso las conversaciones desarrollándose a su alrededor parecían estar a un millón de millas de distancia. Su día empezó con una llamada al hospital y no había necesidad de decir que la noticia que recibió fue desalentadora. Aún no había oportunidad en el estado de John. Habían pasado más de cuarenta y ocho horas ahora y él seguía en coma. Y para hacerlo peor, no había ni una maldita cosa que él pudiera hacer excepto esperar y esperar que despertara pronto. Toda esta espera, incapaz de hacer algo, era lo que lo estaba matando lentamente. El último lugar en el quería estar era aquí, en la escuela, pero no era como si tuviera mucha elección en la materia. Una de las condiciones de su beca había sido mantener un 3.0 GPA. Así que aquí estaba, pasando por los rigores de la preparatoria. ¿Y para qué? ¿Una beca? ¿Así el podía jugar fútbol? En el esquema de las cosas, todo parecía muy frívolo considerándolo. ―¡Hola, hombre! Deteniéndose por el sonido de la familiar voz, Justin se volteo a ver a varios de los chicos del equipo pasando el rato junto a la puerta del área común. Se dio cuenta de que Don fue el que le habló. Inclinó la cabeza en su dirección y lentamente caminó hacia él. Parado en el medio del grupo, tomó una respiración profunda y lentamente la dejó ir. Para ahora, la mayoría de la escuela había escuchado acerca de lo que le había pasado a John. Todos sabían que era una reacción alérgica a algo, pero que era ese algo seguía siendo un misterio para el mundo en general. Ambos, Justin y John habían decidido después del juego no decir nada a nadie acerca del polvo pica-pica con el que Chloe sinuosamente llenó sus suspensorios. La decisión se había hecho en orden, para evitar una

vergüenza épica más que nada. Todos los chicos sabían de la guerra de bombas, y el estira y afloja que tenían con Chloe, simplemente no podía ponerse a hablar acerca de cómo ella les había hecho una. Además, John había sido un poco molesto con el hecho de que ella sólo había aceptado salir con él en una cita así ella podía tener acceso a los casilleros. Y Justin había estado presionado a no decirle: ¡Te lo dije! Luciendo incómodo, Don se paró en sus talones y jugó con el cierre de su sudadera antes de finalmente hablar. ―¿Cómo has estado, hombre? Justin se encogió. ―Ando por ahí… ―Fue todo lo que se pudo obligar a decir. No era ni un poco de la verdad. Lo estaba llevando apenas. ―¿Algunas noticias de John? Sacudiendo su cabeza, le dijo: ―En realidad no. ―Sus respuestas eran intencionadamente cortas porque simplemente no había mucho que decir de la situación. Los chicos no hablaban de sus emociones como las chicas lo hacían. Ellos sólo se iban al corazón de la situación. ¿Está vivo? ¿Estás bien? y eso fue todo. Nada que sintieran típicamente, ellos mantenían todo adentro. Era simplemente la forma en que los chicos manejaban las cosas. Por un largo minuto, nadie dijo nada. Todos como que miraron el piso o el pasillo. Cualquier lugar excepto en dirección a Justin. Finalmente, Tyler rompió el incómodo silencio sacando el gran juego de Luke y Carolina de la noche. Con los chicos más o menos divertidos hablando de que equipo iba a ganar, el humor sombrío del grupo instantáneamente se transformó en una rivalidad fingida. Literalmente le hería estar ahí parado escuchando a los chicos continuando de la forma en que lo hacían como si nada hubiera pasado. Las risas, el jugueteo, fue un poco demasiado para él. Sin John aquí para darles su brillante sonrisa, jugando el rol de referí entre los chicos, simplemente no se sentía bien. No era normal. Infiernos, frunció Justin, nada acerca de esto era normal. ―Pinnix… Justin… Hey, hombre. Sacudió su cabeza de lado a lado y se enfocó en la mano que Tyler estaba agitando en su cara. ―Si, hum… Siento dejar de escucharte, hombre, simplemente tengo mucho en mi cabeza ahora. Le dio una sonrisa triste a su amigo. ―Entiendo. ―Empujó su cabeza en sus bolsillos y vio que los ojos de Tyler se estrechaban en algo más bien alguien detrás de él―. Antes de que descubras que le pasó a John en la fiesta, ¿no entraron tu y la nueva chica a algo?

Gruñó, apenas recordando aquella conversación ahora. Había sido usualmente arrogante porque ellos habían ganado el juego a pesar de sus esfuerzos y ella simplemente estaba siendo una perra de primera clase. ―Algo así ―contestó con el ceño fruncido mientras recordaba el episodio. Tyler se inclinó más cerca y bajó la voz. ―Bueno, mi amigo, pero esta chica con mala actitud tiene los ojos en ti. Y, hombre. ―Golpeó los hombros de Justin y rio―. Me alegro que seas tu y no yo porque ella es vengativa… Entiendes a donde voy, ¿verdad? Justin cerró los ojos. Sip, entiendo exactamente a lo que te refieres, sí. Ella no era típicamente conocida por ser toda azúcar y especias, Chloe estaba más por las filas de la sal y el vinagre. Bien, entonces, por el momento, había una pequeña parte de él que quería girarse y verla. Pero luego estaba el resto, que era una parte más grande, que quería quedarse justo donde estaba, ignorando completamente el infierno de ella. Lo que había sido muy frustrante era el espacio de tiempo desde el viernes, si Justin no había estado pensando en John, sus pensamientos se revolvían alrededor de Chloe. Era por la manera en que lo veía en el hospital. Su mirada se tornó tan triste. Cuando se alejó de él, casi, la palabra clave resultaba ser casi, fue tras ella. Afortunadamente, lo pensó mejor y se metió en su auto para conducir a casa. Sabía que ella sentía remordimiento por lo que había hecho, pero era un poco muy tarde. ―¡Oh… mierda!. Hombre, esta viniendo hacia acá. ―Tyler rió detrás de él―. ¿Qué crees que tiene ahora? ¿No es su turno para ir? Lentamente, se volteó y claro que si, ahí estaba ella, avanzando en su dirección ―Oh... Si… ―contestó Justin distraídamente. Viéndola venir hacia él, no pudo evitar notar lo cansada que se veía. Las ojeras bordeaban sus ojos, su cabello estaba flojo y aplastado hacia atrás, incluso la ropa que vestía no era a lo «Chloe». Su elección de atuendo estaba más adecuado para una fiesta de pijamas que para un día de escuela con su sudadera y su blusa suelta. ―Te quedas solo, hombre ―dijo Don detrás de él―. Quieres jugar con fuego, esa es tu prerrogativa. Yo, en la otra mano, tengo reputación de defensor. Así que, con todo esto dicho. ¿Te veo en el almuerzo? ―preguntó levantando una ceja en ángulo. Levantando su mano, Justin echó la cabeza hacia atrás y respondió: ―Sí, los veré en el almuerzo, chicos. ―Sus ojos aun estaban enfocados en la chica que ahora estaba parada frente a él. Ella abrazó su libreta en su pecho y su mirada estaba abatida. Justin escuchó los murmullos de los chicos diciendo sus despedidas desde detrás de él y el ruido de sus zapatos mientras desaparecían en diferentes direcciones.

Cuando estuvieron finalmente solos, Justin dejó salir un sonoro suspiro exasperado. ―¿Que es lo que quieres, Chloe? ―preguntó en voz inexpresiva. La miró parpadear y vio su visible culpa mientras ella levantaba la cara hacia arriba para encontrarse con su mirada de acero. ―Has… ―empezó y se detuvo antes de limpiar su garganta y empezando otra vez―. ¿Has escuchado algo de John? Me refiero, ¿va a estar bien? Rascándose su barbilla sin afeitar, Justin la consideró por un momento, ella era una cosa pequeña, bonita… pero definitivamente subestimada. Usualmente, se vestiría con ropas que harían que la boca de un chico se hiciera agua, su cara estaría pintada con maquillaje y su cabello luciría como si hubiera pasado horas poniendo cada mechón en su lugar. Pero hoy, hoy estaba diferente. Era como si él estuviera viendo a una nueva Chloe, tal vez incluso la verdadera Chloe por primera vez. No era como antes, cuando se escondía detrás de todo su maquillaje, su ropa e incluso su actitud descabellada. La verdadera pregunta era, ¿por qué? ¿Por qué esconder quien realmente eres? ¿Por qué tratar de ser una estúpida, haciéndose enemiga de gente que ni siquiera conoce? Es decir, ¿por qué yo? ―No ―se dijo a si misma finalmente, sacudiendo su cabeza―. Esta en la misma condición que el viernes. Bajó la mirada al piso. Por un largo minuto, ninguno de los dos dijo una palabra. Justin sintió la necesidad de decir algo, las palabras incluso saltando de la punta de su lengua, pero ninguna salió afuera. ―Mira… ―los dos empezaron al mismo tiempo. Hizo un gesto para que ella hablara primero. Podía ver que estaba nerviosa mientras corría su pequeña mano a través de su cabello. Sus dedos se enredaron en el desenredado moño que había asegurado en la base de su cabeza y masculló una maldición suave, causando que los labios de Justin se curvaran lentamente en las comisuras. Ella dejó caer las manos a los lados, mirándolo y por breve segundo vio esa chispa en sus ojos, tenía poco tiempo de conocer como una parte elemental de ella. Pero luego, así de rápido, se había ido. ―Quería preguntarte si me llevarías a ver a sus padres. Quiero disculparme por lo que pasó, y ver si hay algo que tal vez yo pudiera hacer por ellos. La tristeza en sus ojos era casi una perdición final, pero Justin pensó cuan mal lo estaban llevando los padres de John ahora y toda la tensión bajo la que estaban. Luego había que pensar en Alana. Ahora no era tiempo de que Chloe los enfrentara, no cuando ellos ni siquiera estaban seguros de que él pudiera salir adelante. ―No ―le dijo suavemente―. No les puedo hacer eso a ellos.

Sus ojos se llenaron y pudo ver la fina capa de lágrimas tratando de caer. ―Por favor ―rogó―. Tengo que hacer algo, no puedo soportar esta espera. Algo repentinamente se quebró. ―Espera ―dijo lo suficientemente alto para llamar la atención de algunos caminantes hacia ellos―. ¿Tu no puedes soportar la espera? ―Golpeó con su manos sus piernas en frustración y soltó una carcajada―. Bueno, como demonios crees que se sienten ellos… Esperando a ver si John incluso va a despertarse otra vez… ¿eh? Sabía que debía haberse detenido justo ahí y darse la vuelta para irse, pero todo lo de la semana pasada se había guiado en su interior y ahora estaba a punto de explotar. Así que en vez de hacer lo correcto, se paró más cerca de Chloe y le señaló el pecho con un dedo. ―¿Cómo crees que vayan a reaccionar cuando entres bailando al hospital con ese pequeño traserito tuyo, anunciándoles que tú fuiste la que uso el polvo en su suspensorio, todo por un poco de risas? Oh, y por cierto, lo siento. ¿Crees que van a perdonarte y darte una palmada en la cabeza? Ella empezó a retroceder, pero para ahora, Justin estaba encendido. No iba a dejarla ir tan fácilmente ahora. Tenía que sacar esto de su pecho. ―No lo sé ―le dijo, su voz apenas audible―. Sólo pensé…. ―No pienses ―espetó―. Desde el primer día que caminaste en esta escuela, has tenido un palo en el culo. No sé cuál es tu problema y en realidad no me importa. Todo lo que sé es que por algo que tu hiciste, el futuro de mi amigo esta ahora colgando de la balanza. Sin bromas, esa es la verdad. La mejor cosa que puedes hacer es alejarte de ellos y alejarte de mi. ¿Comprendes? Su pecho pesaba con el esfuerzo que acababa de hacer, su cara estaba caliente. Las lágrimas rodaban por la mejilla de ella pero como Justin le había dicho, simplemente ya no le importaba. ―Bien ―dijo ella y sollozó―. No te molestaré más. Justin la vio mientras se volteaba; hombros caídos y caminando lejos. Parado ahí, él ahora se sentía como escoria. Mientras más trataba ella de enmendar las cosas, más la empujaba lejos y era el infierno, no sabía si la estaba alejando de sí mismo o si la estaba alejando por lo que le pasó a John Finalmente volteándose, empezó a avanzar hacia su clase de Química. No había dado ni tres pasos cuando escuchó un chillido femenino y una fuerte explosión. Girándose para ver qué demonios estaba pasando, los ojos de Justin se salieron de su cabeza. ―¡Maldición! ―juró y aventó su mochila, golpeando el suelo al correr. Si no era una cosa, entonces era otra―. ¡Alana! ―gritó, poniendo su cuerpo

fuera de Chloe. Envolvió sus brazos alrededor de ella, sosteniéndola fuerte contra su pecho―. ¡Detente! ¡Tienes que detener esto ahora mismo!

Capítulo 13 Traducido por val_mar Corregido por Ale_ge Chloe lo consiguió. Escucho todas las palabras que salieron de su boca entonces entendió de donde había venido él, pero eso no significaba que a ella tenía que gustarle. Todo lo que quería era decirle a alguien o mostrarles, hacerles ver que no quiso que algo como esto sucediera. Deseaba la oportunidad de ser capaz de explicar pero como Justin había mencionado, lo que ella quería realmente no importaba más. Sintiéndose desanimada, Chloe se dio la vuelta y empezó a dirigirse en otra dirección. No había razón para que estuviera aquí más tiempo y se negó a mirarlo de vuelta. Se negó a mendigar. No era tan estúpida para no darse cuenta que la culpa por este accidente era de ella. Fue la que en verdad sufrió con el acto, así que sabía que era su culpa. Sabiendo lo que pensó y aceptándolo, bueno, que era sólo algo que tendría que aprender a vivir con ella misma. Entre la preocupación por John y el trato con Erica, los nervios de Chloe estaban desechos… tiró todo al infierno, en verdad. Ni siquiera empezaría a pensar sobre cómo iba a tratar con su prima. Segura como el infierno de que no estaba cerca de ir a lo largo con su más reciente plan pero no quería que ella abriera su boca sobre su pasado secreto, tampoco. Eso se encontraba en su pasado y Erica le había prometido un año atrás que su secreto siempre estaría a salvo. Cuando hizo su primer movimiento aquí, Chloe había entendido todo muy bien lo que Erica estaba pensando. Había esto, ahí ella misma, pero ya era suficiente. Pensó que ellos habían hecho su punto, más de una vez. Ahora John, una persona completamente inocente, estaba innecesariamente sufriendo porque había quedado atrapado en el medio, todo porque se encontraba alrededor. ―Tu, estúpida perra. Chloe escuchó las palabras detrás de ella y antes de que pudiera darse la vuelta, su cuerpo había sido lanzado a un lado. Su cabeza cayó hacia atrás, golpeándose duro contra los casilleros de metal y fue todo lo que pudo hacer para mantener sus ojos abiertos mientras caía al suelo. Dolor explotó en la parte trasera de su cabeza y su visión se volvió borrosa, luchó para dar sentido a lo que le estaba sucediendo.

Todo ocurrió tan rápido. Un momento caminaba por el pasillo, y al siguiente momento se encontraba sobre el piso con un ángel vengador de cabello rubio a horcajadas de su cuerpo, usó a Chloe como su saco personal de boxeo. Le tomó cerca de dos segundos para ponerse al día con ella. Alcanzándola, agarró un asimiento de muñecas rubias furiosas, determinada a contenerla. ―¿Cuál en el mundo? ―le gritó a ella, las palabras repentinamente quedaron atrapadas en la garganta de Chloe cuando se dio cuenta del río de lágrimas corriendo por las mejillas de la chica. Cuanto más tiempo se le quedo mirando, algo en su memoria empezó a hacer clic y se volvió más familiar esta chica rubia. Eran los ojos. Esos brillantes ojos azules le dieron una pista a Chloe de quien era ella en realidad. Incluso a través de las lágrimas y la rabia, eran los ojos de John los que la veían con tanta fuerza. Con el repentino entendimiento, se percató de que la chica seguía precipitando golpe tras golpe tras golpe. Pudo ver el dolor grabado tan profundamente en el rostro de la chica. Estaba ahí, pero aun no lo estaba. Era como si estuviera viendo la escena completa desde una pecera. Sus maldiciones, sus puños volando, su enojo. Estaba viendo todo pero no sentía nada, estaba adormecida. Tal vez, pensó, era que se lo había merecido, quizá sólo se congeló, de cualquier forma, no podía moverse. No estaba verdaderamente segura de todo lo que sucedió en esos pocos segundos de furia enloquecedora. Podía escuchar la pequeña voz en el fondo de su cabeza demandando que se moviera, que peleara o que hiciera algo, pero ella no podía. No podía forzarse a ella misma a mover un solo músculo. Y entonces tan rápido como la tormenta empezó, repentinamente llegó a un punto muerto. La chica rubia se había ido y Chloe solo yacía ahí, mirando a la nada. ―¿Chloe? ¿Chloe? ¿Estás bien? Movió su cabeza a la izquierda. La Sra. Hanson se encontraba ahí, arrodillada a su lado. Ella levantó dos dedos con una mano y agarró su barbilla con la otra. ―¿Cuántos dedos tengo arriba, Chloe? Vio los dedos de la vieja mujer, parpadeó, a continuación miro de vuelta a su cara. La parte de atrás de su cabeza estaba doliendo. Intentó alzar su mano a su rostro pero la maestra la jaló lejos. ―No ―previno―. No te toques hasta que la enfermera te revise. ―Levantó tres dedos esta ocasión con su mano libre y bajo su cabeza así estaban al mismo nivel de los de una Chloe aturdida―. Vamos, Chloe, esto es importante. Necesito que me hables. ¿Puedes decirme cuantos dedos estoy alzando?

Se sintió como si picos estuvieran perforando la parte trasera de la cabeza de Chloe y ahora su ojo estaba prácticamente cerrado por la hinchazón. Sabiendo cuantos dedos tenía arriba la verdad no creía que todo eso estuviera en la cima de la lista de sus prioridades por el momento. ―¿Chloe? ―gritó ella de nuevo. Estaba siendo obstinadamente insistente sobre esto y tuvo el mal presentimiento de que no iba a dejarla sola hasta que respondiera la pregunta. Obteniendo una respiración entrecortada murmuró con voz ronca: ―Tres dedos. La Sra. Hanson asintió y entonces gritó para que alguien llamara al Sr. Able, el Director. Cuando ella gritó, el sonido retumbó en la cabeza de Chloe, triplicando la agonía que tenía. Trató de cubrir sus oídos, pero la profesora apretó sus manos. ―Chloe, sólo quédate quieta por un minuto ―instruyó, su voz suavemente ansiosa. Miro hacia arriba con el ojo bueno, y vio a Justin por el pasillo. Sostenía a la chica rubia que la había atacado pero la expresión en su rostro la tomó por sorpresa. ¿Eso era preocupación? ¿Él estaba preocupado por mí? No tuvo oportunidad de pensar mucho sobre ello porque el Sr. Able finalmente hizo una aparición. Su cabeza aún se encontraba palpitando y debido a la incómoda posición en la que estaba en el piso, su espalda ahora empezaba a doler. El Sr. Able se inclinó y habló con la Sra. Hanson, mirando brevemente en la dirección de Chloe y frunció el ceño. Su exagerada exhalación era lo suficientemente ruidosa para que ella la escuchara. ―Llévala abajo, a la oficina de la enfermera, trataré con Alana. ―Sí, señor ―respondió la Sra. Hanson. Chloe miro al Sr. Able pararse y dirigirse hacia Justin. ―Vayan ―cortó él. La Sra. Hanson se puso de pie y trató de ayudar a Chloe a levantarse. Ella sintió un poco de mareo y cuanto se paró tuvo que usar el casillero para estabilizarse. El dolor en la parte posterior de la cabeza continuó punzando con cada latido de su corazón. Haciendo una mueca, notó como Justin caminó con la otra chica, que ahora había concluido era la hermana de John, por el corredor. En ese mismo momento, él giró su cabeza sobre su hombro y sus ojos se encontraron. Algo indescriptible ocurrió entre ellos. No podía poner lo que sentía en palabras pero era como un tipo de comprensión, un encuentro de las mentes. Antes de que pudiera leer algo en ello, la Sra. Hanson la jalaba de su brazo y llevándola en la dirección opuesta. ―Vamos, Chloe ―instó con una suavidad asombrosa. Justin dio la vuelta y todo lo que vio fue su espalda alejándose mientras él y la chica seguían al Sr. Able. Se dejó sentirse confundida y se encontraba muy cansada para

luchar consigo misma. Por un sólo momento, no quería pensar más. Todo lo que deseaba era que todos sus malditos problemas desaparecieran. Cuando los pies de Chloe no se movían, la Sra. Hanson continuó jalando su brazo. ―¿Chloe? Alzó su cabeza, y miro hacia arriba, leyendo la preocupación en el rostro de la Sra. Hanson. Estaba muy débil para pelear con ella, así que sólo cedió, por el momento, y dejo que la maestra la llevara a la oficina de la enfermera. *** Tres horas. Pasaron tres horas cuando dejaron a Chloe irse de esa maldita oficina de la enfermera. Por un momento, pensó que iban a enviarla al hospital. Pero con un poco de habla rápida pudo convencerlos de que la dejaran estar ahí siempre que prometiera permanecer en la oficina de la enfermera así la revisarían y se asegurarían de que no tenía una contusión. Su cabeza aún dolía como una perra, pero con tres horas ahí sentada y pensar, había al menos sido capaz de obtener un mejor control de sus emociones. Ahora sabía que tenía que hacer, no, lo que iba a hacer, se dijo a sí misma y decidió que al segundo que la dejaran salir de este lugar, ella iba a hacerlo. Requería hablar con los padres de John, si querían presentar cargos en su contra, que así sea. Sintió que era tiempo para que se hiciera responsable por sus acciones. Lo que Erica hizo, lo que Justin hizo… fue su elección. Pero lo que ella hizo, fue elección de ella y escogió levantarse por sí misma. Esta vez, estaba haciendo lo que era correcto para Chloe. No hizo lo que en un año atrás y mirá lo que sucedió. Su vida, su reputación, arruinada todo porque pensó que estaba enamorada. ¡Ja! Resopló a ella misma, amor era una idea tan ridícula. Las personas reales no se enamoraban. Pretendían lo que querían y una vez que lo poseían, al infierno con todos los demás. Amor no era nada más que un cuento de hadas hecho para aquellos que vivían en un mundo de fantasía. En el mundo real, el amor era prácticamente inexistente. Llegando a su auto, Chloe estrelló la puerta detrás de ella y se encogió ya que el fuerte sonido sacudió su cabeza. Duele, hombre, eso dolía pero no estaba cerca de detenerla para lo que quería hacer. Determinada, lentamente pasó el cinturón de seguridad por su hombro y encendió el auto. La mayoría de la hinchazón había agradecidamente bajado alrededor de su ojo y su visión había vuelto a la normalidad pero su cara no se veía del todo bien. Se miró en el espejo retrovisor se estremeció. No había que negarlo. Su rostro estaba muy jodido. Saliendo del estacionamiento de la escuela, los pensamientos de Chloe permanecieron en el discurso que había estado practicando para decirlo

a los padres de John. Su plan era ir, decirles sobre lo que había hecho antes del juego, disculparse, y dejar que las fichas cayeran donde sea. Entonces dejaría su destino en sus manos. No había llegado a no más de un kilómetro de la escuela, cuando su teléfono empezó a sonar. Sin pensarlo, Chloe mantuvo sus ojos en el camino y alcanzó dentro de su bolso de libros, sacándolo a ciegas. Conservando toda su concentración en el camino, condujo con una mano y uso su pulgar libre para presionar la pantalla. Aun mirando a la carretera puso el teléfono en su oído. ―¿Hola? ―¿Dónde demonios habías estado? Chloe alejó el teléfono cuando Erica le gritó. ―He estado ocupada. ―Fue todo lo que podía manejar por el momento. La casualidad era que Erica era la última persona con la que quería hablar justo ahora. ―Oí que tu trasero fue pateado por Alana. ―¿Quién? ―Alana, la hermana de John. Entonces todo encajó. Por ahora, toda la escuela probablemente hablaba de lo que sucedió esta mañana entre ella y Alana. ―Escucha, estoy ocupada. ―No, Chloe, tu escucha ―la interrumpió en esa voz de perra de ella. Continuó despotricando y por un segundo ahí, pensó en todos esas ultimas llamadas nocturnas que recibió de su prima antes de mudarse con ella. Todas las lágrimas que había almacenado, la impotencia en su voz y se preguntó donde en el infierno se había ido esa Erica―. Será mejor que estés aquí en una hora. Chloe atrapó el extremo de lo que ella estaba diciendo y sacudió su cabeza. Esta no era la misma Erica con la que creció y la de ahora. Ella era el menor de sus problemas. ―No ―le dijo calmadamente―. No lo haré. ―Después de decir eso rápidamente colgó el teléfono y lo lanzo en el asiento del copiloto. Acababa de entrar al estacionamiento del hospital cuando empezó a irse. Lo ignoró, estacionó el auto y tomó una profunda y estabilizadora respiración. Se encontraba finalmente allí. Era ahora o nunca, se dio cuenta, y por una vez en su vida, estaba preparada para hacer lo que tenía que hacer. Dando un paso fuera del auto, el teléfono que había dejado en el asiento del pasajero sonó, una vez más. Miro de vuelta a él, sostuvo su mano en sus doloridas sienes y cerró de un portazo sobre el sonido. La vida era todo acerca de decisiones y consecuencias de dichas decisiones. Todos tenían derecho a tomar sus propias decisiones, y ahora, Chloe estaba finalmente haciendo las suyas.

Capítulo 14 Traducido por TsuParthenopadeus Corregido por EtziadeIngle

Justin mantuvo su brazo alrededor del hombro de Alana, manteniéndola cerca de su costado mientras seguían al Sr. Able a su oficina. El aún estaba desconcertado sobre qué acababa de pasar. Un minuto antes, estaba caminando por el pasillo, determinado a sólo sobrevivir al día y al siguiente, escuchó un sonido, se dio la vuelta y vio una pequeña lluvia de sprite, golpe tras golpe en la cima de la cabeza de Chloe. La vista detrás de él lo dejó helado. Estaba sorprendido de ver a la pequeña dulce Alana peleando así. No sólo peleando, sino peleando como un lince poseído. Estaba incluso más sorprendido de ver a Chloe simplemente acostada ahí. Ni siquiera estaba intentando defenderse. No levantó un dedo para protegerse o incluso tratar de bloquear uno de los golpes de Alana. Y eso simplemente no se veía bien. Y esto se suponía que fuera la misma Chloe dura, que exudaba montañas de fuerza, montones de confianza y cargaba esa actitud F a donde quiera que fuera. Incluso cuando sólo caminaba por los pasillos de la escuela, parecía dejar salir un aura que radiaba que ella era intocable. Pero algo acerca de todo esto no estaba bien. Se veía suave ahora, preocupada e incluso un poco consternada. Esta no era la misma Chloe que él había llegado a conocer durante las últimas semanas. ―Así que ―dijo cortantemente Sr. Able, sosteniendo la puerta abierta de la oficina del director y les hizo un ademan a los dos, Justin y Alana, para que entraran. Sus ojos eran de piedra y su boca estaba apretada. Oh si, reflexionó Justin en silencio, sólo por la expresión en su cara podía ver que el Sr. Able no estaba de buen humor y eso no presagiaba nada bueno para Alana―. Sr. Pinnix, usted puede sentarse aquí y Alana, usted sígame. Ella mansamente volteó la vista hacia él por un respaldo y Justin asintió, animándola a seguir adelante. Sr. Able no sería negado. Dando un paso atrás, el liberó su agarre en ella y la vio seguir al Sr. Able a su oficina privada hasta que la puerta se cerro y ella estuvo completamente fuera de su vista. Todo lo que podía hacer ahora era sentarse y esperar. Estaba

fuera de sus manos y no importaba como se sentía, sabía que no había nada más que pudiera hacer. Una vez más, Justin se encontró a si mismo esperando. Esperando a ver qué pasaría. Mientras toda la espera realmente apestaba, era el no saber que iba a pasar lo que apestaba más. Ellos estaban en la preparatoria y este tiempo se suponía era para la flor de su juventud. Se suponía que estarían divirtiéndose, riéndose y haciendo memorias que durarían una vida. No preocupándose por si su mejor amigo iba a vivir, rompiendo peleas de gatos envolviendo hermanas pequeñas, o cuestionando cada decisión que alguna vez habían hecho. Eran sólo niños, por el amor de Dios. Ninguno de ellos estaba listo para enfrentar este tipo de cosas. Justin sacudió la cabeza mientras reflexionaba, maldita sea si ellos no serían forzados a enfrentarlas de todas formas. Sintiendo el peso de su frustración pesando sobre su propia conciencia, Justin puso su bolsa en su regazo y empezó a buscar a través de ella, buscando a lo que, posiblemente, sacaría su mente de la realidad, incluso si era por solo unos minutos. Sacando su libreta, el miró ciegamente su agenda. Mientras su mirada iba a través de ella, se dio cuenta de que aun no tenía una idea para su último proyecto y las propuestas debían presentarse este viernes. ―Genial ―murmuró para sí mismo. Esto era algo más que añadir a su lista de problemas excesivamente larga. Dejó salir un suspiro irritado y cerró la agenda sin delicadeza antes de empujarla fuertemente de vuelta a su mochila. ¿A quién engaño? No había nada que pudiera sacar de su mente todo lo que estaba pasando ahora. Simplemente era mucho. Bruscamente, cerró el cierre de su mochila y la aventó al piso junto a sus pies. Justo ahora, Justin pensaba que la vida apestaba. Y la peor parte de eso era que no había ni una maldita cosa que él pudiera hacer acerca de eso. Su mejor amigo estaba tirado en un hospital, luchando por su vida. La hermana de John, la misma chica pequeña que él trataba como su propia hermana, estaba sentada en la oficina del director por pelear, probablemente a punto de ser suspendida. Y luego estaba Chloe. Chloe…. No estaba seguro de qué pensar acerca de ella. Parecía estar realmente preocupada por John. No el tipo de preocupación de esperono-meterme-en-problemas, sino del tipo espero-que-se-ponga-bien. Incluso parecía sincera con sus quejas, también. Eso sólo lo confundía como infierno, y mientras más pensaba en eso, mientras más trataba de darle un poco de sentido, más confundido se ponía. ¡Eso es! Se veía tan perfecto, casi demasiado perfecto. Ahora Justin tenía una idea para su proyecto final. Podía ser de la vida, las decisiones que las personas toman y las consecuencias con que las personas tenían

que vivir. Las consecuencias podían ser buenas o malas. En el caso de Chloe, eran malas, por supuesto, pero el asumía que tenían que haber consecuencias buenas también, ¿verdad? ―Justin… Señor Pinnix, ¿me está escuchando? Devolviéndose al aquí y ahora, finalmente vio que el Sr. Able estaba llamándolo. Saltó a la atención y respondió. ―Señor, sí, señor. Notó que la cara del Sr. Able estaba estoica mientras lo miraba de vuelta pero había algo más en sus ojos, una ternura tal que contradijo la expresión severa. ―Me gustaría que lleves a Alana a casa, por favor, o al hospital, o a donde quiera que ella necesite ir. Girándose a Alana, Justin pudo decir por la mirada en su cara que no había ido bien. Las mejillas manchadas de lágrimas y ojos hinchados le dijeron que ella había estado llorando. Se preguntó qué era lo que ella le había dicho a él exactamente. ―Por supuesto ―asintió con su cabeza hacia el director. Eso era lo que ya había planeado hacer de cualquier forma. Quería ir al hospital esta tarde a ver a John, ¿qué mejor razón que ir para que Alana vea a sus padres? Listo para dejar este lugar, Justin se dirigió hacia la puerta y la sostuvo abierta para Alana. Lentamente, ella empezó a mover sus pies y cabeza hacia su dirección. Mantuvo la cabeza baja y abrazó sus libros a su pecho, haciendo que el pecho de Justin se apretase. No necesitaba esto, no ahora, de cualquier forma. La pobre chica tenía mucho sobre ella, preocupándose por su hermano y todo. Caminó por el pasillo y el la siguió, dejando la puerta de la oficina cerrarse detrás. Ninguno de los dos habló. Todo lo que podía escuchar era el sonido de sus pasos contra el blanco suelo de baldosas mientras caminaban por el corredor vacío. ―Y… ―dijo Justin finalmente, incapaz de seguir con el prolongado silencio―. ¿Quieres hablar de eso? ―Después de que le preguntó, metió las manos en sus bolsillos y giró su cabeza así la podía ver. Alana no le dio a Justin ni siquiera una mirada curiosa, ella sólo parecía estar buscando su ritmo. ―La verdad es que no ―dijo cortante, surgiendo justo por delante de él―. No hay nada qué decir. Estoy suspendida por la siguiente semana y el Sr. Able fue lo suficientemente amable para decirme que tengo suerte de no tener cargos en mi contra. Ahora ella estaba diez metros por delante de él, su voz cayendo y sin mostrar señal de disminuir su velocidad. Justin se detuvo en el medio del estacionamiento y la llamó. ―Alana… ¡Espera! ―él podía ver que necesitaban hablar de esto antes de ir al hospital. Al principio no pensó que ella fuera a escucharlo, pero de

repente se detuvo. No se molestó en darse la vuelta y darle la cara. En vez de eso, mantuvo su espalda hacia él y se quedó tiesa como un palo. ―Mira ―empezó Justin, corriendo para alcanzarla―. No es lo que piensas. ―Cuando él la atrapó, puso su mano en su hombro y ella se alejó de él―. ¡Demonios, Alana! ―espetó―. Fue un error, Chloe no sabía que él tendría ese tipo de reacción. Si lo hiciera, estoy seguro de que nunca lo hubiera hecho para empezar. Se suponía que era una broma. Alana se dio la vuelta hacia él, sus ojos hinchados llenos con furia desenfrenada. ―¿Una broma? Mi hermano está luchando por su vida, ¡¿todo por una estúpida broma?! ¿Hablas en serio? ―¡SI! ―él le gritó de vuelta. Y luego, Justin maldijo su brusquedad con ella. Pasando la mano por su cabello, dejó salir una respiración pesada Y se forzó a tener control sobre sus emociones―. La broma estaba dirigida a mi y John la tuvo porque él estaba malditamente determinado en tener una cita con Chloe. Creo que ella pensó que él sólo iba a hacerlo por una razón y sé que eres lo suficientemente inteligente para descubrir qué razón era. Nuestra reputación habla por si misma que es por lo que, estoy segura, ella hizo lo que hizo. Alana resopló. ―Tienes que estar bromeando ―dijo ella, sacudiendo su cabeza con disgusto―. ¿En serio estas tratando de decirme que todo esto era porque ella creía que mi hermano era un jugador? Esta vez, fue Justin quien advirtió su mirada, incapaz de enfrentar la acusación en su cara. ―Algo así ―él se encogió―. Pero es más que eso. ―¡Dios! Pensó, realmente no quería hablar con ella justo ahora. ―¿Y? ―ella lo presionó, esperando a que dijera más. Justin tomó otra respiración, y empezó a decirle todo desde el primer encuentro donde había golpeado a Chloe, todo el camino hasta el baile de la escuela. Recontando los eventos uno por uno, se dio cuenta de que tenía tanta culpa por el estado de John como Chloe. La había empujado y jalado, fue el que anunció su número de teléfono, determinado a avergonzar la mierda de ella. Básicamente insinuó que era una puta. Luego, para no ser menos, continuó haciendo su propia misión de hacer su vida un infierno y ahora, parecía que él había triunfado, demasiado bien. ―Eres un idiota. ―Alana rodó sus ojos―. Primera clase, Grado A, idiota. Y justo ahora, ni siquiera sé qué decirte, Justin. ―Yo sé ―admitió a regañadientes. Si hubiera estado hablando con cualquier otra persona, esas palabras nunca se hubieran escurrido de sus labios, pero esta era Alana, y sabía que le podía decir la verdad. El sonido de la canción de Katy Perry, Last Friday Night empezó a sonar del bolsillo trasero de Alana. Justin la vio mientras lo sacaba de su bolsillo y observaba el remitente.

―Es mamá ―masculló, abriendo el teléfono y poniéndoselo en el oído. ―¿Hola? Justin esperó pacientemente y escuchó la conversación unilateral, tratando de descifrarla. ―Sí… ¿Ahora?... ¿Hablas en serio?... ¿De verdad?... Estamos en camino, Te amo, mamá. ―Cerró el teléfono con fuerza, guardándolo en el bolsillo y mirando a Justin con lágrimas llenándole los ojos. La comisura de sus labios se estiraron en la más pequeña de las sonrisas. ―Está… está despierto ―le dijo, chocando con sus palabras―. John despertó.

Capítulo 15 Traducido por Katita Corregido SOS por *elis*

Las puertas automáticas se abrieron delante de Chloe y una ráfaga fresca del aire acondicionado besó sus mejillas. Sintió un hormigueo en la parte superior de su piel, se frotó las manos sobre sus brazos en un débil intento de entrar en calor. Tragando, se obligó a caminar a través de las horrorosas puertas, nerviosa como el infierno, pero más decidida que nunca. Si no hubiera sido por ella, John no estaría aquí. Ella, por lo menos, les debía una disculpa a sus padres, se dijo. Y si querían presentar cargos sobre ella, entonces que así fuera. Estaba dispuesta a aceptar lo que le viniera. “El que la hace, la paga” parecía muy apropiado en este caso, se dijo a sí misma. Chloe había sido tan estúpida como para dejar que su propio pasado perjudicara algunas de las decisiones que estaba tomando. Todo por culpa de una noche estúpida, una estúpida fiesta y su propio deseo egoísta de ser deseada. Chloe sabía que ella se había quedado muy dañada después de esa noche, más allá de cualquier tipo normal de reparación. ¡No más! Ya no iba a permitir que su pasado gobernara su vida. Lo que sucedió en aquel entonces, sucedió. No había absolutamente nada que se pudiera hacer ahora. Todo lo que ella tenía era el hoy, y desde ahora, iba a hacer un cambio. ―Disculpe, señorita, ¿necesita ayuda? Se detuvo en el mostrador, al darse cuenta que no tenía la menor idea de por dónde ir. Mirando hacia arriba, había una mujer joven, tal vez en unos veinticinco años, devolviéndole la sonrisa. Mirando a su alrededor, vio las señales que mostraban el camino a las salas de rayos X, de emergencia y de los pacientes, pero por lo que había oído, John estaba en cuidados intensivos y no había nada que le mostrará la dirección a esa zona. ―Um, sí ―dijo ella, acercándose más al mostrador―. Estoy buscando a John Rhodes. La enfermera asintió y se volvió hacia el ordenador que Chloe no había visto la primera vez que se acercó. Estaba escondido detrás del mostrador. Observó mientras la enfermera dio unos golpecitos en el teclado y luego se detuvo, mirandola y frunciendo el ceño.

―Lo siento ―dijo ella―, pero él está en terapia intensiva y no se permiten visitas a excepción de los miembros de su familia inmediata. ―Oh. ―Fue todo lo que pudo decir y luego dejó escapar un suspiro irregular. La mujer volvió a teclear en su ordenador y sabiendo que era inútil, Chloe comenzó a alejarse. Sólo había dado tres pasos antes de que ella se diera la vuelta y la mirará. ―¿Señora? ―La llamó. La enfermera levantó la cara y miró expectante. ―¿Sí? Sintiéndose incómoda, empezó a retorcerse nerviosamente las manos una y otra vez. ―Bueno ―empezó, mirando por el pasillo vacío y luego se volvió hacia ella, ―Es sólo que... hmm. Con quien que realmente quiero hablar es con sus padres. ―Ella la miró con los ojos llenos de esperanza―. ¿Hay alguna forma de ver si ellos están aquí? La enfermera frunció el ceño de nuevo, pero por lo menos parecía estar considerándolo. ―No es realmente el protocolo normal lo de revelar que... Rápidamente, Chloe retrocedió hasta el mostrador. ―Sólo será un minuto ―confesó, tratando de no parecer demasiado necesitada―. Sólo tengo que decirle una cosa y luego me iré de aquí. La enfermera suspiró y miró hacia abajo a su computadora por un largo minuto. Sacudiendo la cabeza, seguía mirando a su ordenador. ―No se supone que tenga que hacer esto, pero… Chloe contuvo el aliento cuando se detuvo y se volvió hacia ella, ―Te voy a dar diez minutos ―Apuntando hacia ella, la enfermera añadió―: Me tienes que prometer que vas a volver aquí dentro de diez minutos, ya que puedo conseguir un montón de problemas por esto. No podía creer su suerte. Finalmente, algo que iba a su manera. ―Lo prometo ―le dijo―. Diez minutos es suficiente para lo que debo decir. ―Está bien. ―La enfermera ladeó el pulgar sobre su hombro y señaló a un pequeño ascensor detrás de ella―. Tómalo hasta el séptimo piso. Esa es la unidad de cuidados intensivos. Tienes que timbrar para acceder. Una vez que bajes del ascensor, ve a la derecha y unos veinte metros más abajo, verás la sala de espera. Si están allí, entonces puedes hablar con ellos. Si no, me temo que tendrás que volver aquí y tratar de hablar con ellos la próxima vez. Después de escuchar atentamente sus instrucciones, asintió. ―Lo tengo ―respondió ella, y le ofreció una pequeña sonrisa―. Muchas gracias por hacer esto. No sabes lo mucho que significa para mí. Ella devolvió la sonrisa de Chloe con una de las suyas. ―Parece que tienes algo muy importante que decir ―comentó―. Vamos, te cubriré.

―Gracias ―le dijo de nuevo y pasó junto al mostrador hacia el ascensor que le había indicado. Era muy consciente del límite de tiempo de diez minutos, que la enfermera le había dado. La puerta del ascensor sonó y luego se abrió. Como no quería perder tiempo, corrió hacia el ascensor y apretó el botón que iluminó el número siete. Las puertas se cerraron lentamente y tomó una respiración profunda mientras el ascensor bajaba. Con cada nuevo piso que la llevaba más cerca, trató de planificar una conversación en su cabeza, lo que diría, ¿cómo iba a decirlo? Chloe pensó que no le haría ningún bien caminar hacia ellos y decir: Hola Sr. y Sra. Rhodes. Fui yo la causante del polvo que causo la reacción alérgica violenta a su hijo y que lo puso en estado de coma. Sólo quería decirlo. Lo siento y pasen un buen día. Sí, pensó burlonamente para si, eso sería simplemente espléndido, ¡no! La puerta del ascensor se abrió y Chloe miró de frente a la pared blanca brillante delante de ella. Fortaleciéndose a sí misma, salió del ascensor y fue a la derecha por las escaleras como la enfermera le había sugerido. Con pasos medidos cuidadosamente contó los asignados seis metros que la llevarían a la sala de espera. Agarro la manilla de la puerta, tomó una respiración más profunda y abrió la puerta, pensando: lista o no, allá voy. Pero cuando entró, la habitación estaba vacía. La sala de espera estaba completamente vacía de cualquier vida. Ella debería haber sabido que aquella iba a ser su suerte. Después de toda la preparación, la recopilación del alma, y la determinación de acero, los Rhodes ni siquiera estaban allí. Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la pared. No estaba muy segura de si tendría la fuerza para hacer esto de nuevo. Ya era bastante difícil para ella sólo el llegar allí, y mucho menos enfrentar la verdad del asunto. Frustrada consigo misma más que nada, se apartó de la pared y salió de la sala de espera. ―Bien, podría ir a casa ―murmuró. Aquí no había nada para ella. Poco a poco, empezó a volver sobre sus pasos por el pasillo, mirando sus pies mientras se movían, cuando el nombre de una persona le llamó la atención. El nombre de John, para ser exactos. Se puso de pie en la esquina de la puerta abierta y escuchó a una mujer que Chloe supuso que era probablemente una enfermera. ―Es tan trágico ―dijo la enfermera―. El pobre muchacho tenía algún tipo de reacción alérgica en sus regiones inferiores. Estaba sólo cuando sus glándulas comenzaron a hincharse y estuvo un tiempo sin oxígeno. Hasta ahora, las pruebas han sido concluyentes en su nivel de actividad cerebral. Otra voz, más femenina respondió: ―Eso es triste, me siento mal por sus padres y la niña que he visto por ahí, su hermana creo.

Retrocediendo unos pasos atrás, ella no quería oír más. Posiblemente había arruinado la vida de esta familia. ¿Cómo podía esperar que la perdonaran? Especialmente si John nunca despierta. Chloe se detuvo, con la espalda apretada contra la pared y le acarició sus sienes con sus manos. ¿Cómo era posible que algo destinado a ser nada más que una broma de mal gusto hubiera ido tan mal? La cabeza le palpitaba de repente, el dolor empezó a golpearla antes de recordar a la hermana de John. Le dolía el pecho por todo lo que se podría perder. Sentía como el aire en sus pulmones estaba siendo estrangulado de ella y lo peor de todo, no había nada que pudiera hacer al respecto. Todo lo que podía hacer era ser testigo de todo y vivir con las consecuencias. Las mismas dos voces que oyó momentos antes se hicieron más fuertes de nuevo. Dejo caer las manos a los lados, miró hacia arriba y vio que las mujeres salieron de la habitación en la que había estado escuchando. Se quedó mirando la puerta y sintió la atracción magnética hacia ella. John estaba allí, sabía que podía sentirlo con todo su ser. Chloe había venido a admitir lo que había hecho y pedir perdón a sus padres. Pero tal vez, sólo tal vez, se dijo, la persona que mas merecía su disculpa era John. Tomando una decisión al último momento, comenzó a entrar en la habitación y muy sigilosamente por la puerta. Durante mucho tiempo, lo único que pudo hacer fue quedarse ahí. Quedarse ahí y verlo. No estaba segura de lo que estaba esperando, pero él sólo se quedó allí, con las manos a los costados, un tubo en la boca y varios cables conectados a su pecho. No parecía muy enfermo, sólo parecía que estaba dormido. Finalmente, cuando reunió el coraje, decidió acercarse. Tomo pequeños pasos, se acercó al lado de su cama. Una vez que estuvo allí, la realización de todo esto, finalmente, la golpeó, rápido y duro, todo aquello era su culpa. John estaba aquí en esta cama a causa de ella. Pronto las lágrimas calientes empezaron a nublar sus ojos, borrando su visión. Allí, de pie, por un largo minuto miró a John. El lento, constante zumbido de las máquinas sonaba rítmicamente y de una manera extraña que la calmó. Con cada nuevo latido de la máquina, se recordó que estaba vivo. Una lágrima escapó, deslizándose por su mejilla y aterrizando en la cama junto a su mano. Chloe siguió allí de pie, mirando a esa lágrima solitaria que acababa de caer sobre la cama. Esa lágrima parecía expresar todo lo que sentía en ese momento. Se sentía tan sola y no importaba lo que hiciera, no parecía agradar a nadie, ni siquiera a sí misma. Ella había hecho daño a una persona inocente a causa de sus propias inseguridades personales. Se volvió hacia John y parecía siempre tan pacífico. No como el chico vibrante que había llegado a conocer en la escuela, pero más angelical. Incapaz de contenerse, levantó la mano y la movió hacia la mancha de

humedad que había capturado su atención. Su mano avanzó su camino hacia ese lugar, rozando ligeramente el dorso de la mano. Cuando sintió el caliente contacto de su piel, una tensión de electricidad corrió a través de ella. Sintiendo este choque, saltó y tiró de su mano de nuevo a su pecho preguntándose si había alguna manera de que él también lo hubiera sentido. No quería hacerle más daño de lo que ya tenía. Pero entonces recordó por qué había venido aquí en primer lugar. Muy lentamente, deslizó su mano hacia la cama y suavemente la colocó bajo la de él. Esta vez, absorbiendo el calor de su gran mano. Dejando escapar un lento suspiro, miró sus manos unidas y trató de tragar el nudo del tamaño de una pelota de tenis que se había formado en la garganta. ―Lo siento, John ―susurró, manteniendo la mirada fija en sus manos―. Nunca quise que esto sucediera, no pensé que saldrías lastimado así. Si pudiera volver a esa noche, créeme, lo haría. En su lugar, me habría ido a ese estúpido baile contigo, y conseguir esto. ―Se rió sin humor―. Incluso te habría guardado un baile. Paró cuando sintió el escozor de las lágrimas en la parte posterior de los párpados, Chloe levantó la cabeza y se quedó mirando la pared en blanco, cerrando los ojos. ―Lo siento ―dijo de nuevo, no segura de cómo en muchas otras formas se podía decir esas dos palabras―. Estoy tan malditamente arrepentida. Sentada allí, sintió que algo apretaba su mano. En un primer momento, Chloe pensó que podría ser un reflejo, pero luego miró el rostro y los ojos aturdidos de John que la observaban. ―¿John? ―volvió a hablar, sin poder creer lo que estaba viendo. Él le apretó suavemente la mano de nuevo. ―¡Oh dios mío! ―dijo alzando la voz―. Estas... estas despierto. Levantó la mano que no estaba sosteniendo la mano de Chloe y la dirigió a su boca, sintiendo el tubo que estaba allí. Chloe tomó la mano y sacudió la cabeza. ―No lo hagas ―susurró con voz ronca―. Has estado fuera por un tiempo, voy a buscar a un médico. Ella comenzó a levantarse, pero John se aferró a su mano, apretándola ligeramente una vez más. Chloe miró a sus ojos y lo vio diciendo todo lo que no podía decir. No quería que se fuera. ―John, yo... tengo que... ―Perdona, ¿puedo saber quién eres y qué haces en la habitación de mi hijo? Azotando la cabeza alrededor, Chloe se sorprendió al ver a una mujer pequeña que, de muchas maneras, se parecía a John. Se puso de pie en el camino de la puerta, con la mano en la cadera, mirando incrédula. ―Yo…yo… ―comenzó, pero se detuvo, en una pérdida total de palabras. Mirando hacia atrás, Chloe finalmente disputaba las dos

palabras que meros momentos antes habían escapado de ella―. ¡Está despierto! ―dijo mientras la miraba. La madre de John avanzó en dirección a Chloe, actuando como si no la hubiera oído. Ella se puso rígida, sin saber qué hacer ni qué decir. Diablos, ¿qué se suponía que debía decir? Sintiendo un tirón débil en la mano, Chloe se dio vuelta para ver a John mirándola de nuevo. ―No me importa quién eres, te quiero fuera de… ―La mujer comenzó, y se detuvo cuando se dio la vuelta y alcanzó a ver a su hijo, con los ojos bien abiertos―. John ―susurró ella, ignorando completamente a la extraña chica―, tú... tú estás despierto ―exclamó. John se dio la vuelta para atrapar la mirada de su madre y Chloe apartó la mano de él, dando un paso atrás para que la mujer pudiera acercarse a su hijo. Se dio cuenta que los hombros de la mujer habían comenzado a temblar y, poco después, un sollozo ahogado escapó de su garganta mientras cogía su mano. Se sentía más como una intrusa que cualquier otra cosa, lentamente empezó a retroceder hacia la puerta. Una vez que dio con la puerta se giró y huyó de la habitación, caminando rápidamente hacia el ascensor. Está despierto, se dijo, dando un paso hacía el ascensor. No podía dejar de sonreír ante la revelación. Su vida podría ser una maldición pero al menos John estaba despierto y esperaba que, si Dios quería, ahora estaría bien.

Capítulo 16 Traducido por Amalfii Corregido por Lariebel

Justin no podía ir más allá del marco de la puerta. Estaba atrapado, suspendido en el tiempo, observando la escena que ocurría delante de él. Su mano agarró el picaporte plateado y ríos de alivio se vertieron en él. Estaba despierto. John estaba despierto y, por lo que parece, iba a estar bien. Alana anduvo rápida todo el camino hacia su habitación, empujando la puerta hacia adentro hasta que ella estaba allí, al lado de su cama. Sus padres dieron un paso atrás, lo que le permitió todo el espacio que necesitaba. John la miró y le dio una leve sonrisa. Durante lo que pareció una eternidad, ellos quedaron mirándose el uno al otro. Todavía tenía un tubo en la garganta, no podía hablar, pero eso no parecía impedir su comunicación silenciosa. Todo lo que tenía que decir se dijo en la forma en que los dos hermanos se miraron. ―¿Justin? ―Al escuchar su nombre, parpadeó y miró hacia arriba. Cuatro pares de ojos se volvieron hacia él. Levantando la mano, se fue por lo que él creía que era una sonrisa casual y una media ola―. ¿Vas a estar ahí todo el día? Al encontrarse con la mirada de Alana, se encogió de hombros a su pregunta. El hecho de saber que John estaba bien era suficiente para él. En ese momento pensó que John necesitaba más que nada estar con su familia inmediata. Habrá un montón de tiempo después para ponerse al día con John. ―Este debe ser el tiempo en familia ―le dijo―. Volveré mañana. ―Tonterías ―interrumpió la madre de John. Se acercó a la puerta y tiró de él por la muñeca a la habitación. El suave aroma de las rosas hizo cosquillas en la nariz de Justin, mientras ella le acercó a la cama. Deteniéndose, se puso de pie detrás de él y puso sus manos sobre sus hombros. Fue entonces cuando Justin se dio cuenta que la esencia de rosas fue probablemente su perfume. Sus delgados dedos dieron en sus hombros un pequeño apretón―. Eres tan miembro de esta familia como cualquier otra persona en esta habitación. Además, John necesita verte.

Allí de pie, Justin esbozó una sonrisa a John y, suavemente, le dio un puñetazo en el hombro. El gesto era familiar entre los chicos y sabía que John entendería el significado detrás de él. ―¿Qué te tomó tanto tiempo? Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba, levantando sus mejillas pálidas. Él asintió con la cabeza ligeramente hacia él y entendió perfectamente lo que John estaba tratando de decir. Estaba de nuevo, tal vez no del todo hasta su altura normal, pero era definitivamente atrás y era todo lo que importaba. ―Sí. ―Tragó―. Hay que mejorar para que pueda patearte el culo en el campo otra vez, ¿me entiendes? Él hizo un sonido gutural, algo que era una mezcla entre una risa y hacer gárgaras, resonando en lo profundo de su garganta. Tomó ese sonido, simplemente agradecido de que él iba a estar bien. Muy pronto, él estaría de vuelta en la escuela, viviendo y disfrutando de ser el centro de atención. ―¿Tienes miedo a la mierda de nosotros, hombre? Continuó mirándolo, sintiendo el aguijón poco familiar de lágrimas detrás de sus ojos que se negó a derramar. La vida en un minuto había sido todo tan bueno, estaban todos divirtiéndose y al siguiente, todo simplemente colgado ahí, en el equilibrio. Justin no quería ni pensar en lo que pudo haber pasado, pero la posibilidad siempre había estado allí, acechando en el fondo de su mente. ―Había otra chica aquí. ―Dando vueltas, Justin miró de nuevo a la madre de John. Se sentía como si fuera una extraña declaración que hacer. Fue una de esas cosas que solo salen de la nada. ―¿Al igual que una enfermera? ―le preguntó, rascándose la cabeza. ―No. ―Ella frunció la nariz―. Era una niña, alguien de su edad. Yo venía de la cafetería y ella estaba de pie aquí, con John. Empecé a interrogarla y fue entonces cuando me di cuenta de que John estaba despierto. ―Se detuvo y señaló hacia la puerta―.Unos minutos más tarde, cuando levanté la vista, ella había desaparecido. Nunca conseguí su nombre. Justin sintió la presencia de Alana en su codo. Tenía una bonita buena idea de quién podría ser, pero no quiso decir nada allí. De todos modos, no. Ella había dicho que iba a venir, pero en realidad no creía que ella podría llevarlo a cabo, no después de esa pelea. ¿Qué diablos está pasando en la cabeza de las niñas?, se preguntó. ¿No puede simplemente dejar las cosas como estaban? ―¿Quién crees que era? ―Alana se había acercado más al lado de Justin e instintivamente envolvió su brazo alrededor de su hombro. Ella era como la hermana pequeña que nunca tuvo y en momentos como estos aún sentía la necesidad de su refugio, de alguna manera. ―No estoy seguro ―dijo, no queriendo revelar lo que creía que era la verdad. La madre de John frunció el ceño y se preguntó brevemente si

sabía que estaba mintiendo. Al segundo que pensaba en ello, descartó la idea. No había manera de que ella podía saber lo que estaba pensando―. Supongo que podría haber sido cualquiera, un montón de chicas están enamoradas de él en la escuela. ―Por mucho que me cueste admitirlo, eso es muy cierto ―dijo, mirando por encima a John―. No creo que se note la diferencia desde que él está de vuelta con nosotros. ―Ella se apartó de Justin y acercó a una silla al otro lado de la cama. Tomó su mano entre las suyas y se aferró a él―. Recibir la llamada telefónica de que se despertó fue la mejor noticia que he escuchado durante toda la semana. Justin sonrió de nuevo, se alegró de ver algo de la tristeza y el dolor desapareciendo de sus ojos. Después de permanecer allí por un largo minuto, sin nada que decir, sacó las llaves del bolsillo de su espalda. ―Tengo un poco de tarea que hacer y John probablemente necesita su descanso. Voy a seguir adelante y salir de aquí. ―Inclinando la cabeza en dirección a John, Justin le dijo enfáticamente―: Se trabaja mucho en recuperar fuerzas. Creas o no, en realidad estás siendo extrañado en la escuela. John reconoció débilmente su declaración con una inclinación de cabeza, y una pequeña sonrisa en su rostro. Levantó un poco la mano a Justin. Por un segundo, sentía como que había algo más que quería decirle, pero él no podía con ese tubo en su garganta. Miró a sus padres y luego volvió a mirar a Justin, puso sus cejas juntas a modo de concentración. Se agachó, Justin le dio unas palmaditas en la rodilla. ―Estaré de vuelta mañana, después de la práctica. ―Le sostuvo la mirada de sondeo y, finalmente, John volvió a asentir. Todo lo que tenía que decir, pensó que le podía decir mañana cuando la familia no estuviera cerca. Ahora mismo, Justin quería hablar con cierta mujer que parece que no puede dejar las cosas como estaban. Tenía algunas preguntas y él necesitaba algunas respuestas. ―Alana, Sr. y Sra. Rhodes…―Sonrió― Pasen buenas noches. ―Adiós Justin. ―Alana le devolvió el saludo de su asiento en la cama de John. ―Ten cuidado ―dijo el Sr. Rhodes, hablando por primera vez desde que Justin había entrado en la habitación. ―Lo haré ―prometió, en dirección a la puerta. Su mente ya estaba cambiando de marcha, sabiendo que John, de hecho, estaría bien ahora. Con esa cantidad de peso en su pecho, era el momento para que él a su vez pusiera su atención de nuevo en la chica que había empezado todo este lío en primer lugar. Quería saber por qué demonios tenía este rencor contra él, para empezar. Según la información de Justin, no había hecho absolutamente nada contra ella y, personalmente, no creía que se justifique el tratamiento que le había estado dando.

Al salir del hospital, rápidamente devoró la distancia entre la puerta y el coche. Cuanto más pensaba en ello, más se confundía. ¿Quién se creía que era esta chica? Ella era una novata en su escuela, para empezar, y en su primera hora dejó muy claro que tenía una venganza contra él. Él, de todas las personas, Justin Pinnix. Todo el mundo amaba a Justin, todo el mundo lo adoraba. Si ellos no querían ser como él, entonces ellos querían, al menos, conocerlo. Pero no Chloe. Chloe era diferente. Ella apareció con una gran astilla en su hombro y una cantidad colosal de actitud. Saliendo a la autopista, Justin empezó a dirigirse hacia su casa. Memorizando su discurso cuando le robaron su archivo de la oficina, así que sabía exactamente a dónde iba. ¿Por qué estaba haciendo esto? Él no tenía la más remota de las ideas. Había algo sobre la chica que no podía dejar de lado. Tenía tantas preguntas, no hay suficientes respuestas, y comenzaba a volverlo loco. La forma en que la vio, la hora de la verdad había llegado. Tenía algunas preguntas por responder y sólo ella tenía las respuestas. Ya era hora de saber exactamente cuál era su problema con él. Entonces tal vez podría llamar a una especie de tregua y poner todas sus diferencias detrás de ellos para siempre. Después, lo único que necesitaba era su promesa de mantenerse alejado de John. Él es un buen tipo, probablemente demasiado bueno, y no se merecía lo que le pasó. No iba a dejar que algo le suceda a él tampoco. Pudo haber tenido suerte esta vez, pero la próxima puede que no presagiara nada tan bien, y eso es una oportunidad que no estaba dispuesto a perder. Al ver los grandes números negros en el buzón, 2332, Justin sabía que estaba en el lugar correcto. Entrando en el camino de entrada, aparcó el coche. Cortó el encendido y se quedó en el auto. Abrió la puerta del lado de los conductores, tomó una respiración de limpieza profunda y salió del coche. No estaba muy seguro de qué tipo de bienvenida recibiría y, honestamente, en este punto, en realidad no le importaba. Chloe parecía genuinamente arrepentida por sus acciones, por lo que la conversación puede ser nada más que una formalidad. La confirmación de que se elaboraron las líneas, impidiendo cualquier contratiempo en el futuro. Podía caminar su camino, Justin caminaba el de él y ambos deben ser capaces de sobrevivir fácilmente hasta el final del año. De pie en la escalera de entrada, presionó el pequeño botón que iluminó y dio un paso atrás cuando oyó el sonido de la campana. El sonido de una motocicleta zumbando llamó su atención a la carretera. No se había dado cuenta de que alguien había abierto la puerta hasta que la oyó hablar, o más parecido a un ladrido. ―¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Sorprendido, Justin se dio vuelta, sus ojos colocados en la chica de pie delante de él. Su penetrante mirada lo picó, lo que le hizo estremecerse de nuevo en respuesta. No conocía a esta chica de Adam, por lo que él se quedó perplejo con su repentina animadversión hacia él. La chica parecía familiar para él, aun pasablemente bonita, pero no era alguien que conocía personalmente. Todos ellos fueron a la misma escuela y había visto a su alrededor con Chloe, pero aparte de eso, no sabía de esta chica. ―Um ―tartamudeó sintiéndose un poco cohibido. Esto no fue una reacción que estaba acostumbrado. Sentirse fuera de lugar. Justin se metió las manos en los bolsillos y sólo le preguntó―: ¿Chloe está aquí? Erica siguió mirando por encima del hombro a Justin, la comisura de sus labios se acurrucó en algo que imitaba un gruñido. Hombre, él pensaba que Chloe estaba mal con su actitud pomposa, pero esta chica se llevó la torta. Su silencio sepulcral empezó a llegar a él. ―¿Ella está bien? ―preguntó de nuevo, mostrando su impaciencia. ―¡No! ―ella espetó. Y antes de que pudiera decir algo más, dio un paso atrás dentro de la casa, cerrando con fuerza la puerta en su cara. Justin se quedó en la entrada, mirando la puerta cerrada boquiabierto. Lo único que podía hacer era preguntarse, ¿Qué demonios ha pasado aquí? Nadie ha tenido nunca las bolas para golpearle la puerta en las narices. ¿Acaso no sabía quién era él? Sacudiendo la cabeza con incredulidad, apretó los dientes posteriores. Esto no iba a bajar de esta manera, no después de la semana que acaba de tener. Levantando su puño, estaba a punto de llamar a la puerta, rechazando ser negado cuando de repente se abrió, cogiéndolo por sorpresa una vez más. Justin había pasado dos segundos desde el decirle a la chica que cerró la puerta en la cara lo que pensaba acerca de su alta imparcialidad, cuando se detuvo cerca. Dejando caer su mano de nuevo a su lado, se dio cuenta de que no era la misma chica presumida que estaba de pie. En cambio, en su lugar estaba la chica que vino a ver. Para empezar, no parecía ni un poco feliz. No, en realidad, la expresión de su cara lo decía todo. Chloe miró justo hacia abajo, enojada y maldita. Eso no sólo tiene que añadir intensificación al drama.

Capítulo 17 Traducido por Katita Corregido por Isav

Chloe se detuvo en el último escalón de la escalera después de escuchar el golpe de la puerta delantera al ser tirada. Curiosa, se asomó por la esquina y se dio cuenta de que Erica estaba allí de pie, mirando al suelo y murmurando para sí misma. Ella ondeaba su mano en el aire, totalmente inconsciente de que Chloe la estaba mirando. No dejaba de preguntarse qué era lo estaba haciendo su prima. Su curiosidad se despertó ahora y saltó del escalón antes de caminar hacia la esquina para enfrentarse a ella. ―¿Quién estaba en la puerta? ―La cabeza de Erica se levantó y notó la ligera curvatura de su labio. ―Un don nadie―resopló y alzó la barbilla. Antes de que Chloe pudiera decir cualquier otra cosa, comenzó a empujarla hacia un lado, creyendo que era el fin de la conversación. No en esta vida, pensó Chloe sombríamente. Iba a conseguir algunas respuestas antes de que pudiera escapar, se abalanzó y la agarró por el brazo para detenerla. ―Eso no responde a mi pregunta, Erica. Vamos a intentar de nuevo. ¿Quién estaba en la puerta?―Erica dejó escapar un bufido indignado y rodó los ojos. ―Fue un estúpido y yo no estoy de humor para tratar con algo estúpido hoy, ¿está bien?―Ella sacudió su brazo del agarre y bajó por las escaleras. Chloe miró hasta que desapareció, contemplando seriamente tirarle algo. Su inconstante actitud de perra estaba punto de romper sus nervios de acero. No tenía la menor idea de qué "estúpido" podría ser, así que decidió ver por ella misma quién era en realidad. Fue hacia la puerta, la abrió y cuando se dio cuenta de quién era, no puedo evitar fruncir el ceño. La persona de pie en el escalón no era un "estúpido" como Erica le había llamado, se trataba de alguien a quién no quería hacer frente a este momento. ―¿Qué quieres?―preguntó finalmente, sin molestarse en ocultar la brusquedad de su voz. Justin estaba en la parte inferior de la escalera, y se

dio la vuelta cuando oyó a Chloe hablar. Tenía las manos metidas en su chaqueta Letterman y le ofreció una sonrisa tímida. ―Chloe ―comenzó, sonando un poco sorprendido de verla―, no creí que estuvieras aquí. Ella le devolvió la mirada, sintiéndose un poco atónita y bastante confundida. Antes que todo, quería saber ¿Por qué Justin Pennix estaba de pie en la puerta? y segundo, quería saber: ¿Por qué estaba buscándola en primer lugar? No es como si ellos se soportaran. Aferrada al borde de la puerta, más para mantener el equilibrio que para otra cosa, siguió mirándolo fijamente. No estaba muy segura de por dónde empezar o qué debía decir. La situación era simplemente incómoda. Se aclaró la garganta, y luego puso la mano sobre su pecho, preparando la más simple respuesta. ―Como puedes ver, estoy aquí, así que, ¿qué es lo que quieres?―Bueno, no era una respuesta clásica, pero era mejor que quedarse mirándolo fijamente. Por un segundo, podría haber jurado que vio a una sombra pasar a través de sus ojos, pero desvió su mirada antes de que pudiera hacer algo al respecto. Casualmente movió sus hombros en un pequeño encogimiento. Hubo un sutil movimiento hacia arriba y abajo en su pecho, donde sus pulmones tomaron una gran bocanada de aire y luego exhaló con fuerza. ―Es... Hay... ―empezó y se detuvo, volviéndose para mirar a Chloe―. ¿Hay un lugar en el que podamos hablar? ¿Solos? Sus pensamientos se dirigieron inmediatamente a Erica y aunque no le gustaba su actitud de mega perra en este momento, tenía que tener en cuenta lo que este hombre le hizo para estar de esa manera. Él era un jugador y un maestro en su juego. Seduce, utiliza y sigue adelante. Justin no era alguien con quien ella quería asociarse, y si no hubiera sido por el accidente de John, no estaría aquí, conversando con él. Apoyó las manos en sus caderas y le preguntó directamente: ―¿Por qué? ―¿Estaba tratando de jugar algún tipo de juego con ella? Ahora que John estaba bien, ¿iba a volver a las andadas? ¿Se suponía que iba a ser la siguiente muesca en el poste de la cama? Si eso era lo que estaba pensando, entonces este tipo estaba a un infierno de un duro despertar. El accidente de John no había cambiado en lo más mínimo su opinión sobre él, solamente había hecho que Chloe fuera más consciente de su propias acciones. Él frunció el ceño. ―¿Cómo que por qué? Sólo quiero hablar contigo por un segundo, ¿estás bien con eso? ¿Está eso bien conmigo? En realidad no, pensó para sí misma, pero parecía una solicitud sincera.

Cuando ella no respondió de inmediato, él se sentó en el primer escalón, y sus ojos vigilantes volvieron a la calle. ―Mira ―dijo Justin, frotando las palmas de las manos sobre sus piernas vestidas por los jeans―, yo sé que tuvimos un mal comienzo.―Él se rió en voz baja y negó con la cabeza, todo el tiempo sin dejar de mirar hacia la calle―. ¿Y quieres saber lo extraño de todo esto? Ni siquiera puedo recordar en primer lugar por qué comenzó esta guerra entre nosotros. Chloe no dijo nada. Técnicamente, su lengua estaba atada en una serie de nudos y no podía hablar. ¿Era Justin tan cabeza dura que realmente no entendía por qué ella no podía soportarlo? No es como que no la hubiese visto con Erica todos los días. Él debía que saber que se relacionaba con lo que le hizo a su prima y estaba segura de que le hizo la mismo a un sinnúmero de otras vírgenes de la escuela. En pocas palabras, él pensaba que era la mierda, y Chloe pensaba que era un pedazo de mierda. Simple y llanamente, nada más elemental que eso. Justin miró por encima del hombro a Chloe y palmeó el lugar a su lado. Ella parpadeó, dándose cuenta de que en realidad quería sentarse a su lado y rápidamente negó con la cabeza. No iba a tomar ese asiento y a caer en su pequeña red de seducción. Pero viendo la forma en que él tan fácilmente se acomodó en el porche de su casa y parecía que no tenía prisa para ir a otro lugar muy pronto, Chloe salió y cerró la puerta detrás de ella. Yendo hacia el escalón más alto, se sentó, asegurándose de que había unos diez metros entre los dos y le indicó que continuará. Cuanto más rápido él siguiera con esta conversación, más rápido se iría y sería mejor para ella. ―John se despertó esta tarde ―dijo, uniendo sus manos―. Pero creo que probablemente ya lo sabías, ¿cierto? Fuiste a verlo esta tarde, ¿no? La pregunta la tomó con la guardia baja. Poniéndose un poco a la defensiva, respondió: ―Te dije que iba y, de hecho, yo quería hablar con sus padres, pero no estaban allí. Caminé por la habitación, lo vi y se despertó. ―Hmm, ya veo. ―Hey ―dijo ella rápidamente, sin preocuparse por su actitud aburrida―, ¿qué se supone que significa eso? ―Sólo lo que veo. Nada más y nada menos. ―No te creo. ―No tienes que creerme ―disparó de nuevo―, pero, ¿no te pedí que no fueras allí? Si John no se hubiese despertado y hubieses hablado con sus padres, ¿habría hecho eso la situación mejor, Chloe? ¿No crees que habría sido más difícil para sus padres, para su hermana? Lo miró fijamente durante un minuto, odiando la acusación en su voz antes de levantarse bruscamente.

―No tengo que escuchar esto. ―Yo creo que sí. ―Él agarró su mano y tiró de ella hasta el escalón donde estaba sentado. El choque de sus manos tocándose envió una pequeña sacudida a través de ella. No quería sentir lo que sentía cuando este hombre la tocaba. Él era un gigoló personificado. ―Déjame ir ―dijo ella entre dientes, apretándolos con tanta fuerza que su mandíbula dolía. Él tenía razón, aunque ella no quería escucharlo. Chloe sólo había pensado en sí misma, una vez más. Parecía que no importaba lo que hiciera, no podía hacerlo bien. Había sido una gran metida de pata y no había mucho que pudiera hacer al respecto, excepto guardar las apariencias. Justin no le soltó la mano. Él la apretó para que no pudiera escapar de su control, pero no lo suficiente para hacerle daño y eso sólo la cabreó un poco más. ―Se despertó ―dijo Chloe―. Así que nada más debería importar. ―Ese no es el punto, Chloe. El punto es que más personas habrían salido heridas. Entiendo que estabas arrepentida y que pensaste que lo que estabas haciendo era mejor, pero a veces lo que es mejor para ti, no es lo mejor para los demás. Justin levantó la cabeza y buscó su rostro. ―Se acabó con el ahora. Todo el mundo puede seguir con sus pequeñas vidas perfectas. Tú conseguiste la beca, John estará de regreso a la escuela en algún momento, encantadoras damas. Lo que será, será. ―Sí, probablemente tienes razón ―admitió Justin―. Pero la principal razón por la estoy aquí, Chloe, es porque quería hacer una tregua. ―Él hizo un gesto con la mano entre los dos―. Esta cosa que hay entre nosotros tiene que parar. Ella se echó a reír, sin sentir el más mínimo atisbo de humor. Una Cosa. Eso era todo lo que él pensaba que era. Él no estaba entendiendo. ―No lo entiendes, ¿verdad? ―le preguntó, sintiendo su feo temperamento empezar a encabritarse y sacar las garras. ―¿Qué? ―le preguntó―. ¿Qué es lo que crees que no entiendo? ―Tú y sexo, las quieres para luego dejarlas. A todas las chicas con las que te acuestas les robas su inocencia y te alejas. Eso es de lo que se trata todo esto. Quería darte una lección. Quería que te doliera como le dolió a Erica. Quiero que te duela como a mí. Saltó fuera del escalón y se volvió hacia ella. ―¿De qué demonios hablas? No me acuesto con cualquiera, o ―imitó a Chloe mientras hacía comillas con sus dedos― “las quiero y las dejo”, como tú has dicho. Demonios, no es que sea de tu incumbencia, pero yo sólo he estado con una persona en mi vida. Y ya que estamos en ello, ¿quién diablos es Erica? Bien, lo hizo. Ahora Chloe sintió que la estaba tomando por una tonta total y absoluta. ¿Qué atleta de secundaria con la apariencia y carisma

que Justin tenía sólo habría dormido con una persona? Las chicas prácticamente se lanzaban a sus pies. ¿Creía sinceramente que ella era tan estúpida? ―No juegues tus juegos conmigo, señor. Erica es mi prima. La que emborrachaste y desfloraste en una fiesta y luego procediste a ignorar. ―Yo no sé qué mentiras has escuchado o que historias te han contado, pero no he desflorado, como tan elocuentemente has dicho, a nadie. Tengo un poco más de respeto por mí mismo que eso. Chloe lo señaló airadamente su cara. Mentiras, eran puras mentiras. ―Eres un mentiroso ―le gritó―. Eres tan bueno como siempre. ―Las lágrimas pinchaban sus párpados mientras se obligaba a dejar atrás los recuerdos no deseados―. No cambias. Justin la miró extrañamente y bajó la voz. ―No sé lo que te ha pasado antes, pero tuvo que ser algo bastante malo como para andar con toda esa rabia interior. Te está consumiendo, Chloe y eso no es bueno. ―No sabes nada de mí ―le cortó―. Así que no intentes incluso ir allí. Él levantó las manos. ―No estoy diciendo que lo haga, pero algo te molesta, puedo ver el dolor en tus ojos. En este momento, tus sentimientos están a flor de piel. No soy quien crees que soy y definitivamente no dormí con esta Erica, como me estás acusando. ―¿Sabes qué? Miente todo lo que quieras. Sigue adelante y sigue diciendo que eres el bueno. Lee mis labios, no me importa lo que haces, Justin. Sólo mantente lo más lejos posible de mí, y mantente alejado de Erica y todos nos llevaremos muy bien. ―Chloe, espera… Había terminado con esa conversación. No quería hablar con Justin Pinnix nunca más. Levantándose, corrió hacia la puerta, hacia el interior de la casa, cerrando de golpe la puerta detrás de ella. Cubrió su cara con las manos y cayó al suelo. Él podía negar, negar y negar, todo lo que quisiera, pero ella sabía la verdad. Eran todos iguales. El primero era tan malo como el siguiente. Lo sabía muy bien, como el dolor de las imágenes que se empezaron a reproducir en su cabeza. Dios, ¿cómo pudo haber sido tan estúpida como para dejar que se lo hicieran a ella? Las imágenes seguían llegando, no podía ponerse de pie contra la presión. Dejo caer la cabeza sobre sus rodillas y lo dejó pasar. Ella se rompió y dejó que las lágrimas cayeran. La vida era tan injusta y la mayor injusticia de todo esto era no podía hacer nada al respecto.

Capítulo 18 Traducido por Katita Corregido SOS por *elis*

Todo lo que Justin pudo hacer fue estar allí y mirar tontamente la puerta. ¿Qué demonios había pasado? En un momento estaban hablando, a punto de llegar a una tregua entre sí y luego al siguiente, Chloe se había levantado, saltó por su garganta y le había cerrado la puerta en las narices. Hablando acerca de personalidades divididas... Nadie le había cerrado la puerta a Justin antes, así que no estaba seguro exactamente de qué hacer. Nadie más que Chloe se había atrevido a saltar a su garganta como eso. ¿Qué había en esa chica que le llegó tanto? No era necesariamente su apariencia lo que había llegado a él, no es que su cuerpo no estuviera bien o sus ojos sexys de dormitorio, fue la propia chica, se dio cuenta. Fue Chloe, la individual, y de alguna manera había encontrado una manera de excavar su camino profundamente bajo su piel. Ahora, el problema que tenía era que él no era capaz de sacarla. De vuelta por las escaleras, Justin estaba listo, más que dispuesto a luchar con ella. Estaba ansioso por comenzar la segunda ronda y por nada más, sólo para rascarse la picazón que ella le había dado. Levantando la mano, a segundos de golpear su puño contra la puerta, un sonido inesperado lo golpeó. Ella estaba llorando. Y no eran pequeños gritos ahogados, eran sollozos torrenciales. El tipo de llanto que hace una mujer cuando ha sido profundamente herida. Maldita sea. Dejando caer su mano de nuevo a su lado, Justin se quedó en la puerta de madera. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué siempre terminamos así? Se podría pensar que después de todo lo que había pasado, serían capaces de manejar una conversación simple. Pero tal vez ese era el problema. No había nada en Chloe o en él que fuera simple. Los dos eran tan complicados. Girando alrededor, comenzó a ir por el coche. Se estaba haciendo tarde. Todavía tenía la tarea, todavía necesitaba someter la propuesta junto a su proyecto de alto nivel y después del día que había tenido, realmente podría usar una última carrera por la noche para despejar la cabeza.

Chloe era una cuestión a la que tendría que volver más tarde, y era un tema que definitivamente planeaba volver a visitar. Ella estaba en su cabeza ahora y no había manera de sacarla en el corto plazo. Además, había algo en sus ojos que le había llamado la atención, algo triste, una declaración tal vez. Pero, ¿qué era aquella tristeza? Eso es lo que quería saber. Ella era un maldito rompecabezas. Un rompecabezas que Justin tenía previsto resolver laboriosamente, pieza por pieza. Podría correr, podría esconderse, pero al final no habría realmente un sitio al que podría ir. Y cuando se diera cuenta de eso, él estaría allí, se dijo mientras abría la puerta del coche. Mirando hacia arriba, Justin miró de nuevo a la casa por última vez. Sus ojos se centraron en la puerta cuando un ligero movimiento le llamó la atención arriba. Levantó la mirada, vio a esa chica otra vez, mirándolo desde las ventanas. Cuando se dio cuenta de que él la vio, dejo caer la cortina en su lugar, protegiéndola de su vista. Había algo familiar en la chica, pero no podía ubicarlo. Por supuesto, la había visto alrededor de la escuela, pero había algo más, algo que no podía recordar. Suspirando, sacudió la cabeza y se sentó en el coche. Le daría esta noche a Chloe. Ella podía cerrar la puerta tras él y tratar de hacerlo callar, pero mañana sería un nuevo día. No sería tan fácil evitarlo en la escuela. Chloe no lo sabía todavía, pero ella lo necesitaba. Lo había visto hoy, y mañana, se aseguraría de que ella lo viera también.

*** ―Justin. ―Al oír su nombre, cerró su casillero y se dio la vuelta para ver a Cathy en sus jeans ajustados habituales y una blusa no muy apropiada, caminando hacia él. Era difícil no sonreír a su vez. Una mujer así, con un cuerpo digno de adoración, le traería una sonrisa a cualquier hombre con sangre en las venas. Tomándolo por sorpresa, se dirigió directamente hacia él, agarró el cuello de su camisa y puso un beso en su boca que lo hizo sentir un poco débil en las rodillas. Cuando por fin se apartó de ella, tomo un poco de aliento y sonrió. ―Y buenos días a ti también, cariño. Cathy levantó la mano, frotó la parte superior de los labios de Justin con la yema del pulgar. Cuando la miró con ojos interrogantes, le mostró el dedo con la mancha del lápiz labial y se rió entre dientes. ―Sólo tú Cathy, solo tú.

Limpió su mano en sus pantalones vaqueros y luego se encogió de hombros antes de enganchar su mochila un poco más arriba en el hombro. ―He oído las buenas noticias. John despertó. Él asintió con la cabeza. ―Lo hizo anoche. Tengo que verlo cuando recoja a Alana allí. Él se veía bien, teniendo en cuenta todo lo que pasó. Cathy negó con la cabeza. ―Pobre Alana, ella no se merecía ser suspendida de la escuela así. Fue culpa de esa perra, ella es a la que deberían haber suspendido. Justin dio un paso atrás, sorprendido por el enojo en su voz. ―No voy a tomar partido ni nada, pero Alana empezó. ―Por una buena razón ― agregó Cathy―. Esa chica casi mató a su hermano. Se merecía cada golpe que recibió y algo más. Las chicas como esas no pertenecen aquí, a esta escuela y puedo garantizarte que el resto de sus años aquí van a ser un infierno, porque tengo la intención de hacerlo de esa manera. ―¿Qué quieres decir con chicas como ella? Fue un accidente. No era su intención lastimar a John, se supone que todo era una broma. No deberías ser tan dura con ella. Las cejas de Cathy se fruncieron. Estaba mirando a Justin con tanta fuerza, que casi sentía que lo estaba estudiando. Cuando un minuto pasó y ella no dijo nada, se preguntó lo que estaba pensando. Había abierto la boca para pedirle esa misma pregunta cuando habló primero. ―¿Por qué la estás defendiendo? Ella utilizó a John para entrar en el vestuario y luego trató de sabotear el juego y hacerlos parecer unos completos idiotas de los dos en el proceso. Las chicas como ellas están buscando problemas y yo planeo darle todo lo que ella puede manejar. Esta vez Justin dio un paso hacia adelante, asegurándose el espacio personal de Cathy. La había conocido durante mucho tiempo. Desde la secundaria. Ambos compartieron sus primeros momentos con los demás y tan torpe como lo que fue, durante años, incluso aprendieron a hacerlo mejor. Ellos no eran necesariamente ahora como una pareja, sólo les gustaba pasar el rato el uno con el otro. Cuando uno de ellos necesitaba al otro para un poco de libertad o sólo un poco de diversión, el otro siempre estaba allí. La relación era muy práctica, cómoda, y tenían este tipo de acuerdo tácito de que los dos estaban libres de ver a otras personas si les daba la gana. Funcionaba para ellos. ―Mira, hazme un favor y da marcha atrás, dale un respiro a Chloe, ¿bien? Ella está teniendo un momento difícil con todo esto ya. Se siente lo suficientemente mal sin que la gente dé su mierda extra sobre ella. ―Chloe ―resopló―. Así que ahora la llamas por su nombre. ¿No es eso adorable? ¿Qué? ¿Vino a llorar en tu hombro, Justin? ¿Se puso de rodillas y

rogó porque la perdonaran? Tal vez hizo algunas otras cosas mientras ella estaba allí para ganarlo. ¿Eso es todo? Es por eso que de repente tienes esta debilidad por… Justin de repente se rompió. Agarrando el brazo de Cathy, él la empujó un poco más duro de lo que probablemente hubiera debido y la tuvo en contra del casillero. No estaba seguro de donde surgió toda su ira pero en ese momento, ella realmente le estaba molestando. ―Mira, vamos a dejar una cosa clara. Nunca ha venido a mí de esa manera, ni una sola vez. Chloe no es esa clase de chica y si sabes lo que te conviene, tú y tú pequeño equipo la dejaran en paz. ¿Queda claro? Los ojos oscuros de Cathy se ampliaron y un poco de color se dreno de su rostro. Esa mirada sólo duró unos diez segundos antes de que se soltara bruscamente de él. ―¿Quién eres, Justin? ―preguntó ella, sacudiendo la cabeza―. Este no eres tú. Era un poco raro, pensó para sí mismo, desde el accidente de John, se había estado preguntando a sí mismo esa misma pregunta. ―Cathy, déjalo ir, ¿de acuerdo? ―No, Justin, déjalo ir tú. Mientras que estás escuchando el partido de la compasión de esa perra, sólo ten en cuenta en quienes son tus verdaderos amigos y lo que ella casi les hizo a ellos. Con eso dicho, Cathy se abrió paso, su hombro golpeo duro contra él. Siguió mirándola caminar confiadamente por el pasillo con sus caderas en forma perfectamente redonda balanceándose en el tiempo. En cualquier otro momento, se habría quedado hipnotizado por el movimiento, su cuerpo rugiendo a la vida con la seductora tentación, pero no esta vez. Esta vez, era justo lo que era... Estaba justo ahí.

*** Cuatro clases después y Justin había logrado ver a Chloe una vez, y eso fue durante el primer período. Ella se coló en el último segundo antes de que sonara la campana y tan pronto como sonó de nuevo para terminar la clase, estaba de pie y salió de allí como si un fuego hubiera sido encendido por debajo de su trasero.

En cualquier otro momento, la habría visto diez veces, por lo menos, pero cuando realmente quería verla, ella era como Waldo6 en un mar de estudiantes. Justin no la encontraba por ninguna parte. ―¿Qué pasa hombre? ―Tan pronto como entró en la cafetería, Dan estaba allí con varios de los chicos. Ellos hicieron el código hermano, sacudidas de manos y golpes de puño incluidos. ―No mucho, sólo haciéndolo ―replicó con facilidad, mientras que barría la cafetería en busca de una persona en particular. Efectivamente, al igual que el resto del día, no estaba por ningún lado. ¿Cómo una chica desaparecía de esa manera? No es que su escuela fuera tan grande y sabía a ciencia cierta que tenían el mismo almuerzo. La chica tenía que comer, ¿no? ―Así que John despertó, ¿eh? ―Escuchó a Dan de nuevo, de repente se dio la vuelta y se enfrentó a los chicos. ―Sí, ayer por la noche. Si todo va bien, va a volver a su estado habitual, coqueteando con las chicas y haciendo que ustedes queden como idiotas ―suministró Justin. Dan se rió entre dientes. ―Sí, probablemente tengas razón acerca de eso. Es una buena noticia, sin embargo. Por un momento, todos estábamos preocupados por él. Es uno de los nuestros, y nosotros nos ocupamos de los nuestros. ―Sí ―estuvo de acuerdo, avanzo hacia la línea de la cafetería―. Tengo la intención de pasar y verlo esta tarde después de la práctica. Espero poder averiguar cuánto tiempo estará fuera de servicio y luego bromeando sobre asustar la mierda de todos. ―Te escucho, amigo. No quiero ir nunca a través de eso otra vez. ―No hay problema, lo tengo cubierto. ―Recogiendo una bandeja, Justin reflexionó sobre las opciones antes de decidirse por la costumbre. Pizza de pepperoni y una orden doble de papas fritas. Sólo estaba tratando de alcanzar sus dos diarias cajas de leche cuando escuchó la conmoción en el otro lado de la cafetería. ―Oh, demonios, ¿has visto eso? Lo hizo. Al escuchar esas palabras, el pelo en la parte posterior de la nuca de Justin se erizó, se puso con la espalda recta y una sensación de repentina aprensión se apoderó de él. Lentamente, se dio la vuelta y en la entrada de la cafetería, lo vio. Durante lo que pareció una eternidad, él simplemente se quedó inmóvil. Vio lo que estaba pasando, pero su procesamiento, creyendo lo que sus propios ojos estaban viendo, era algo completamente distinto.

Waldo: De, ¿Dónde está Wally? Es una serie de libros creado por Martín Handford, pero no se trata de libros de lectura sino de un juego que consiste en buscar a este personaje en imágenes detalladas que despistan al lector. 6

Chloe estaba temblando, cubierta de lo que debían ser tres bandejas de espaguetis y cualquier otra cosa de color verde, la espinaca quizá. Cathy y otras dos chicas del equipo la rodeaban, empujándola hacia atrás y adelante entre ellas como una pelota de ping pong, lanzando insulto tras insulto. Esto era tan diferente a la Chloe que él conocía. La Chloe que había llegado a conocer, no se habría quedado allí, lucharía enseñando los dientes y golpeando con garras extendidas. Ella les habría dado la misma basura a cambio. Pero Chloe sólo se quedó allí. Se quedó allí y lo aguantó. ¿Por qué? ¿Qué había cambiado de repente? Finalmente, Justin no podía soportarlo más. Cathy no mostraba señales de disminuir tampoco. ―Hey, hombre. ―Dan se ahogó entre risas―. ¿A dónde vas? Él pensó que era gracioso. Mirando hacia atrás, se dio cuenta que todos pensamos que era divertido. ¿Qué diablos les pasaba a estas personas? Esto no era un espectáculo de circo para su entretenimiento, era una vida, la vida de Chloe, en particular. ―Esto no está bien ―desdeño, y luego miró a todos ellos. Todos los chicos que él consideraba sus amigos―. ¡Nada de esto es justo! ―gritó en voz alta. Todos tenían el descaro de apartar la mirada de él como si no hubiera siquiera dicho una palabra. Todo lo que Justin pudo hacer fue dar un gruñido de incredulidad ante lo que estaba viendo―. Lo que sea. ―Los despidió con enojo―. Hagan lo que quieran, pero yo voy a poner fin a esta mierda, ¡ahora!

Capítulo 19 Traducido por Pily Corregido por Joss

Después de las últimas noches de fiesta de pena auto-impuesta, Chloe decidió que lo mejor que podía hacer era mantenerse alejada de todos. Si Erica quería seguir haciendo sus estúpidas bromas, pues, podría hacerlas por sí misma. Ahora que sabía que John iba a estar bien se lavó las manos de toda esta prueba. Chloe estaba fuera. Y con un poco más de un mes para terminar la escuela, todo lo que realmente quería hacer era graduarse y largarse de aquí. No creía que eso fuera demasiado pedir, ¿verdad? Soltó un bufido. Con su historial debería haber sabido que no debía preguntarse esto. Nunca en la vida nada podría ser tan simple. La experiencia, le había enseñado mucho. La campana del almuerzo sonó y el último lugar al que quería ir ahora era la cafetería, donde estaba todo el mundo. Durante todo el día, había hecho todo lo posible para evitar a dos personas en particular: Justin y Erica. Y hasta el momento, lo había conseguido muy bien. No Justin. No Erica. Sin enfrentamientos que tratar en absoluto. Comió pop-tarts para el desayuno esta mañana y tenía la esperanza de que la sostendrían durante el día, pero cuando sonó la campana del almuerzo, el estómago de Chloe la traicionó con un fuerte gruñido negándose a ser ignorado. Era demasiado esperar. Lo siguiente que supo fue que se encontró de pie en el pasillo a las afueras de la cafetería teniendo una conversación consigo misma. ¿Qué daño haría correr a través de la línea a la carta y tomar una bolsa de papas fritas? No tenía que permanecer realmente en la cafetería y comer. Harían falta solo diez minutos más, y después podría salir a la calle para disfrutar de aperitivos individuales. En teoría, sonaba como un buen plan. Pero las teorías son sólo eso: teorías. Nunca se sabe lo que realmente va a suceder hasta que sucede y entonces ya es demasiado tarde. Las posibilidades de toparse con alguna de la gente que había estado tratando de evitar serían nulas si se movía lo suficientemente rápido. Y con toda probabilidad, ayer paso con Justin una llorosa crisis emocional. Su

estómago gruñó en voz alta otra vez, finalmente, tomando la decisión por ella. Fortaleciendo su resolución, Chloe se puso los pantalones de chica grande y giró para caminar en la cafetería. Era ahora o nunca. En cualquier otro momento, lo habría pensando bien. Hubiera estado alerta y lo hubiera visto venir, pero esta vez, estaba tan embriagada con sus pensamientos de permanecer fuera de la trayectoria de Justin y evitar a Erica que había bajado la guardia por un momento, un momento demasiado largo. Y ese error terminó costándole un gran momento. Había dado no más de tres pasos en la cafetería cuando se encontró con ellos, literalmente. ―Bueno, bueno, bueno. Mira lo que trajo el gato hoy. En cuanto a la voz muy femenina que había hablado, Chloe se dio cuenta al instante de que era una de las rubias tontas de Justin. No era justamente una rubia tonta tampoco, era una animadora, una jefa de animadoras. Pensó que los dos juntos parecían tan convenientes, tan cliché que casi se echó a reír justo en frente de su cara. La había visto en más de una ocasión tener contacto personal con Justin. Era del tipo sensacionalista y le gustaba hacerlo en público, para que todo el mundo supiera que ella le pertenecía. Por qué ella querría bajar a ese nivel estaba más allá de Chloe, pero a cada uno lo suyo, o en este caso su cuenta. Definitivamente no era alguien con quien, personalmente, quisiera asociarse. Descartándola con una simple mirada, camino más allá de ella. Su boca se encontraba en las patatas fritas y no quería escuchar lo que sea que esta rubia tonta quería decir. ―Disculpen… ―dijo Chloe y fue interrumpida de inmediato cuando algo cálido y muy húmedo de repente se vertió en la parte superior de su cabeza―… ¿Qué… ? ―empezó y se cortó de nuevo cuando algo más le fue arrojado. Esta vez, vio a un fideo cojeando que le colgaba sobre la frente, balanceándose precariamente frente a sus ojos. ¿Spaghetti? ¿Están volcando seriamente espaguetis sobre mí? Girando, Chloe dio un paso hasta la roja cabeza flaca que sostenía la bandeja vacía, sonriéndole. Estaba segura de que la expresión de su rostro era asesina, pero la pelirroja ni siquiera se inmutó. Fue a capturarla y algo helado corrió por la espalda de su camisa. Congelándola en su lugar. Chloe gritó y se volvió hacia la nueva amenaza. Era Blondie, la tonta y estaba tan cerca de su cara que Chloe podía oler la menta verde de su goma de mascar. ―Aprendí algo muy interesante hoy en día ―susurró humilde en su oído―. Algo que sucedió en el pasado, algo que no quieres que nadie sepa.

Chloe sintió que el color se iba de su cara. De pie con la salsa de espagueti incrustada en su pelo y la camisa empapada de té, no podía moverse. ―No ―susurró la palabra, la oración, con la esperanza de que Erica no hubiera dicho nada. No podía haberlo dicho, no haría algo tan cruel con ella. Era su prima. Cathy se echó a reír. ¡Reírse! No era una risa, no era una risa, era una risa con plena intención de intimidar y lo malo de esto, pensó Chloe para sí misma, es que estaba funcionando. ―Veo que sabes exactamente de lo que estoy hablando, puta. Visiones de la noche empezaron a llegar de nuevo a ella, acechándola a la vez. Craig, sus amigos, todos en una habitación. La pesadilla recurrente era como un doble puño al estomago. Los recuerdos, las risas, el dolor fueron sucediendo de nuevo. ―Puta. Oyó a alguien gritar desde detrás de ella y sintió que su cuerpo era empujado hacia los lados. ―¡Puta! Otra persona tiró de su brazo y se encontró tropezando con sus pies. Trató de recuperar el equilibrio, pero en su lugar, se caía en otra persona. ―¡Basura blanca! Se quedó atónita. No podía moverse. Su cuerpo era tirado a uno y otro, las palabras estaban siendo gritadas por sobre su cabeza, pero lo único que podía ver era el rostro de aquella noche, aquella horrible noche en que ella hizo el peor error de su vida. ―¡Hey! El mundo alrededor de Chloe de repente dejó de moverse y un nuevo par de manos se envolvieron alrededor de sus hombros. Manos fuertes, un par de manos de hombre que dejaron una huella helada todo el camino hasta sus huesos. ―Vete al infierno, Cathy. Esto es bajo, incluso para ti. Ella se echó a reír de nuevo y Chloe sintió las mismas manos tensas sobre sus hombros. ―Troy, no sabes qué clase de demonio tienes delante ―lo acusó―. Ella ―dijo, apuntando al pecho de Chloe―, Es la razón por la que John casi se muere. Dejó el polvo de picazón en su suspensorio que casi lo mató. ―Fue un accidente ―masculló entre dientes. ―Los accidentes suelen suceder, todos los tenemos. Él está bien ahora, así que vamos a movernos todos. Una vez más, Cathy se echó a reír. El sonido de su risa hizo a Chloe sentirse mal del estómago. ―Eso es sólo la mitad, Troy. Hemos oído hablar de su reputación en su antigua escuela. Camina por aquí como si fuera alguna Gran Señora

poderosa y en realidad no es más que una puta común. Una vagabunda común que haría cualquier cosa que se le pidiera. ―Te lo advierto ahora, Cathy, cierra tu maldita boca y, ¡vete al infierno! En esa frase, la amenaza era clara. Seguía atascada en shock y no podía encontrar la voluntad para moverse. Todo lo que estaba pasando a su alrededor estaba pasando en cámara lenta, pero la cara de Craig riendo fue calificada en la parte delantera de su mente. Cathy dio un paso atrás, colocando una mano con fuerza en la cadera. ―No puedo creer que en realidad la estás defendiendo ―se burló―. Después de todo lo que ha hecho con nosotros, en realidad te estás poniendo de parte de la puta. Troy empujó a Chloe detrás de él tan rápido que tropezó con sus propios pies por segunda vez y se habría caído de bruces si no hubiera sido por la mano que tenía alrededor de su cintura. La puso de pie, colocó sus manos sobre los hombros para sostenerla y la miró a la cara. ―¿Estás bien? Estaba entumecida. Todavía estaba en estado de shock debido a que todas estas personas ya conocían su secreto y, ¿él estaba preguntando si estaba bien? ¿Parecía que estaba bien? ¡Por supuesto que no! No estaba bien. Nada estaba bien, y nunca lo estaría otra vez. Craig se aseguro absolutamente de eso. ―A quién le importa una mierda si está bien, John es el que está internado en el hospital. Los ojos de Troy se estrecharon y a Chloe no le paso por alto la vena palpitante en la sien. Se dio la vuelta en un torbellino de furia. ―Ya te he dicho que cierres la boca. Otra palabra y voy a cerrártela yo. ―La tengo. La voz profunda y familiar de Justin resonó a través de la cafetería ahora tranquila. Los ojos de Chloe agotados encontraron su ardiente mirada. Su mano sujetó el brazo de Cathy y ya la tiraba detrás de su espalda. Me figuro que el considerara estar de su lado, pensó Chloe. Él no era diferente de Craig a sus ojos. No le importaba lastimarla todo el tiempo si conseguía lo que quería. ―Sácala de aquí ―le dijo a Troy. Y con esas cinco palabras, Chloe podía oír el desprecio y la condena en su voz. Debía de haber oído los rumores también. Ni siquiera podía mirarlo más. El disgusto que estaba escrito en su rostro la cortó hasta la médula. Dejando caer la cabeza, tuvo el impulso de romper en una nueva ronda de lágrimas. No debería importar más, nada de esto debería importar, pero la dura verdad fría del asunto era, que lo hacía. Le importaba y le dolía como el infierno. ―Vamos, Chloe, vamos a algún lugar a limpiarte.

La suave voz de Troy no hizo nada para calmar su ego herido. Pasó un brazo alrededor de su hombro y comenzó a sacarla de la cafetería. No lo detuvo. Saliendo al pasillo otra voz familiar la llamó por su nombre. ―¿Chloe? Mirando hacia atrás sobre sus hombros, vio a Erica apoyada contra la pared, con una sonrisa intrigante en las comisuras de sus labios. Agitó sus dedos y luego de todas las cosas, le guiñó un ojo. ―Entonces, lamento lo que te pasó allá atrás. Quizá la próxima vez me escucharas, ¿qué te parece? Antes de que Chloe pudiera decir cualquier palabra Erica se empujó hacia arriba de la pared y miró su espalda mientras desaparecía en la cafetería. Había muerto para ella ahora. Prima o no, Erica iba a pagar por lo que había hecho con ella. Sabía el infierno que había pasado después de esa noche y aún así su prima lo había usado en su contra. La familia no tenía que hacerse ese tipo de cosas uno al otro. Se supone que la familia te guarda la espalda. Si quería jugar a la pelota con fuerza, entonces Chloe iba a jugar a la pelota con fuerza. Oh, este era el momento... ¡ahora era el momento!

Capítulo 20 Traducido por CherryKajan C. Corregido por Joss

―¿Qué? ―Cathy se burló cuando Justin la hizo girar en el pasillo para enfrentarlo. Soltó su brazo y la empujo contra la pared. Estaba tan enojado que tenía problemas para encontrar algo que decirle. Todo lo que podía hacer era mirarla y deslumbrarla, directa y exageradamente, haciendo que se le deformara la cara. Ella rodo los ojos. ―No me digas que también vas a sentir lástima por la pequeña imbécil. ―Cuándo no le contestó inmediatamente, vaciló y entonces remarcó su punto―. Ni siquiera la conoces Justin. No conoces su pasado como yo lo hago. ―No necesito saber su pasado. ―Finalmente hablo apretando fuertemente los dientes―. Lo que ustedes hicieron fue inexcusable, Cathy. Ninguna. ―Se acercó más y se inclinó así que ellos estaban mirándose directamente―, y me refiero a que nadie merece este tipo de trato. ―Cathy abrió su boca para hablar pero Justin levantó su mano y la cortó―. Me importa un bledo que clase de persona pueda ser, Cathy, nadie merece la clase de tratamiento del que acabo de ser testigo ahí a fuera. Ella alzo el mentón, ignorando cada palabra que el acababa de decir. ―¿Quieres saber cómo la llamaban a su espalda en su antigua escuela? ―Eso no importa ―replico, todavía tan cabreado como la primera vez que salió de la cafetería con Cathy en lugar de Chloe. El vio muy bien el dolor en sus ojos. Era el mismo dolor que él había visto la noche anterior y quería estar con ella ahora, en lugar de Troy, confortándola, dándole su hombro para apoyarse. En cambio estaba aquí en el pasillo confortando a la chica que le causo que se le rompiera el corazón de dolor. ―S-Señorita coge mucho ―escupió―. Ellos decían que ella se acostó con cuatro chicos todos en una noche y que aun así no tenía suficiente. Al día siguiente su novio la dejo por que no podía mantener sus pantalones puestos y ella le rogo durante días que regresaran. No es nada más que una zorra común, Justin, y debe ser tratada como tal. Ella no pertenece aquí con ninguno de nosotros. Justin cerró los ojos. No podía creer una palabra de lo que Cathy decía. Si, ella podía haber tenido una mala reputación en su antigua escuela

pero no podía imaginar a Choe teniendo sexo así. ¿No fue la noche anterior, que decidió que iba a averiguar que hizo Chloe actuara de la manera en que lo hizo? Sólo por la manera en que reaccionó a él, alejándose tan de repente, él podría decir que la habían jodido demasiadas veces. Podría ser… Lo que sea que le haya pasado en su antigua escuela era la clave. Cathy golpeo su brazo. ―¿Me estas escuchando Justin? ―dijo erizándose. Justin sacudió la cabeza para aclarar sus pensamientos y enfocarse de nuevo en Cathy. Él la tomo por la barbilla y la forzó a mirarlo. ―No, Cathy, es momento de que tú me escuches a mí. Quiero que tú y tus pequeñas amigas se mantengan alejadas de Chloe. Ella tiene suficiente en este momento por su cuenta y no necesita tu mierda. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo? El temperamento de Cathy empezó a explotar. Quería golpear su arrogancia justo en su cara. ¿Por qué estaba actuando así? Justin era el mariscal de campo y ella era la capitana de porristas de la escuela. ¿No se supone que se apoyaban mutuamente? ―¿Qué ha metido dentro de ti, Justin? Este no eres tú. Para nada como tú. ¿Es que ya no me amas? Él dejo salir una risa carente de humor y soltó su barbilla. ―¿Amarte, Cathy? ¿Qué demonios te hizo pensar que amaba? ―Dio un paso hacia atrás y alzo las manos―. Eres patética, Cathy. Es momento para que le des una buena mirada a tu alrededor y que madures de una maldita vez. Ya no somos unos niños mandándonos mensajitos o dándonos besos a escondidas detrás de las gradas. Nos vamos a graduar en menos de un mes. Hazte un favor a ti misma, concéntrate un poco más en salir de aquí y un poco menos en que tan miserable puedes hacer la vida de los demás. No vale la pena. Los ojos de Cathy estaban ardiendo por contener las lágrimas. ¿Cómo podía ser tan cruel? ¿Tan despiadado al respecto de su relación? Él había sido su primero y él el de ella. Ellos habían estado tanto tiempo juntos porque se suponía que debía de ser así. Y entonces la dura y fría verdad la golpeaba como si un camión Mack le hubiera pasado encima. ―Te gusta ―lo acusó acaloradamente. Su volumen de voz se elevaba con cada palabra que decía―. Es por eso que la estas defendiendo, ¿no es así, Justin? Te cansaste de mí y ahora quieres buscar carne fresca. ―Esta vez fue Cathy que avanzaba hacia Justin, haciéndolo retroceder hacia los casilleros―. Dime, Justin ―dijo presionando su cuerpo sin ninguna pena contra el de él―. ¿Es de lo que trata todo esto? ¿Quieres probar las aguas con la nueva zorra del pueblo? ―No sabes de lo que estás hablando, Cathy. Nosotros pudimos haber conectado de vez en cuanto, pero no éramos novio y novia. Lo que haga

en mi tiempo libre no te incube. Ahora ―dijo, agarrándola de los brazos y se las arregló para alejarla de él―, ya te lo he advertido, Cathy, acércate de nuevo a Chloe y te arrepentirás de haberte metido conmigo. Habiendo dicho todo lo que tenía que decir, dio la vuelta y comenzó a caminar lejos de Cathy. Tenía que encontrar a Chloe y a Troy. Tenía que asegurarse que ella estuviera bien. El pánico que vio en sus ojos cuando se fue de la cafetería tiro de la cadena en su corazón. Sólo de pensar en lo que había visto abajo en la cafetería hacia que sus músculos se tensionaran y que su ira aumentase a un nuevo nivel. Cathy no tenía ni idea de lo cerca que había estado de ser golpeada en la cara. Lo que le había hecho a Chloe no era correcto. Si importar con quien había estado o lo que había sucedido en su pasado. Nadie merecía esa clase de degradación personal o humillación. ―Justin Pinnix, será mejor que regreses aquí en este minuto. ¡No he acabado de hablar contigo aún! ―Cathy gritaba por su alejamiento. Cuando él no se molestó regreso y sólo continúo caminado más y más lejos de ella, golpeo su pie como un niño petulante―. Si te vas ahora no voy a tomarte de vuelta ―grito de nuevo―. Me escuchaste, Justin, ¡Nunca! Ni siquiera si regresas llorando de rodillas, ¡hemos terminado! Justin camino hacia la vuelta del pasillo y desapareció completamente de su vista. Ella quería chillar, gritar, pero más importante quería hacer que alguien pagara por arruinar su perfecta vida. No era justo, se dijo así misma. Se suponía que ella y Justin debían de estar juntos. Era la sencilla sociología de la escuela. Ellos estaban destinados. Se dio la vuelta, dejo salir un grito de ira y golpeo con fuerza su puño contra un casillero. ―¡Maldición! ―juro, agarrando su ahora palpitante mano a su pecho. No se suponía que fuera así. Si no fuera por esa perra entrometida, ella y Justin no hubieran peleado ahora mismo. En su lugar, estarían en la cafetería besándose. Era culpa de Chloe, todo era su culpa y si pensaba que podría salirse con la suya y quitarle a su chico, tenía que esperar otra cosa. Nunca nadie se había atrevido a quitarle lo que era suyo antes y no iba a dejar que nadie empezara a hacerlo. Cathy se giró y empezó su camino en la dirección contraria de Justin. Necesitaba tiempo para pensar. Necesitaba tiempo para tener en un plan. Un plan para tener a su chico de regreso y al mismo tiempo, un plan para poner a esa zorra en su lugar, de una vez y para siempre. Las cosas por aquí estaban a punto de ponerse duras, muy, muy duras. ―Puedo hacerlo desde aquí ―dijo con dureza Chloe, encogiéndose de la mano de Troy en su hombro. No quería que nadie la tocara, especialmente ahora. Alzo la mirada y se dio cuenta de que habían parado enfrente del baño de chicas. Si la mirada en la cara de Troy fuera

un indicio de algo, él tenía toda la intención de acompañarla ahí dentro con ella. De ninguna manera. Troy dejo caer sus manos a los costados. ―No estoy seguro de que sea una buena idea. ―Notó su temblor y pudo ver las lágrimas que brotaban en sus ojos. Él podría matar a Cathy y a sus seguidoras por lo que le habían hecho a esta chica―. ¿Por qué no entro contigo y te ayudo a limpiar algo de la suciedad de tu cabello?―sugirió. Después de haber sido totalmente humillada en la cafetería, y después de haber visto a su prima y saber que ella la causante de todo, a este punto Chloe no quería nada más que estar sola. Eso era todo. ―Estoy bien―le dijo a Troy y empezó a alejarse de él. ―No, no estás bien. ―Troy agarro su brazo de nuevo y gentilmente la hizo girase así que estaba mirándolo de nuevo―. Ninguna persona normal estaría bien después de lo que paso allá atrás. Esas chicas sólo son perras buscando a alguien a quien molestar. Tú eres una chica hermosa Chloe, y se sintieron amenazadas. Que no es excusa de lo que hicieron, pero es la verdad. Déjame ayudarte. Ella ni estaba segura respecto a Troy. Ella no lo conocía tan bien pero estaba pasando un mal rato alejándolo después de lo que él había hecho por ella hace un momento. Sabía que él estaba en su clase de literatura. No era del todo atlético y no estaba en el círculo de amigos de Justin, pero el parecía ser un chico del tipo popular. ―Mira ―comenzó, y paso su mano por su cabello solo para sacar una masa de espaguetis―. Ew ―arrugo la nariz y arrojó los fideos fríos al piso―. Esto es realmente asqueroso. Miro de nuevo a Troy quien estaba mirando su cara. Parecía preocupado a un nivel elemental, esa expresión la conmovió. Pero ahora mismo, no quería ni necesitaba su consideración. Necesitaba tiempo para averiguar cómo demonios iba a soportar a su prima. ―Estoy bien ―dijo de nuevo―. Sólo necesitó ser yo misma de nuevo. ¿Puedes entender eso? Troy soltó su brazo y rasco su barbilla. La verdad era que, en no podía entenderlo. ¿Por qué alguien quería estar solo después de lo que había pasado allá atrás? ¿No necesitaba ella a alguien que le dijera que todo iba a estar bien? ¿No necesitaba que la tranquilizaran porque no era su culpa y que no todo el mundo era tano ingeniosamente oscuro o cruel como Cathy? Chloe dejo salir un suspiro cansado. Al principio ella estuvo aturdía, después se molestó, ahora simplemente estaba cabreada. ―Puedo ver las preguntas en tus, ojos Troy. Soy una chica grande ―le aseguró―. Puedo manejar un poco de comida en mi cabello o que me llamen de con un nombre estúpido. Me estoy sintiendo un poco pegajosa ahora mismo así que si no te importa, voy a entrar ahí para poder

limpiarme. ―Apunto a la puerta del baño y agrego―. Sola. Tú puedes regresar a lo que sea que estaba haciendo antes de que decidieras ser el gran caballero blanco en su brillante armadura y salvar el día. Él frunció el ceño. Esto no era exactamente como lo había imaginado. Él no estaba pensando en salvar el día; sus únicos pensamientos fueron de Chloe y de la atrocidad que acaba de ocurrir. ―No pienso que… ―comenzó a decir y fue cortado por el dedo que Chloe presionaba en sus labios. ―Hazme un favor, Troy, no pienses. ―En ese momento ella le sonrió―. Gracias por lo que hiciste por mí antes, pero ahora mismo, necesito lidiar con esto a mi manera. Por favor, sólo regresa a la cafetería. Te prometo que voy a estar bien. Él tomo una gran bocanada de aire y lentamente lo dejo salir atreves de sus dientes. Giro su cabeza hacia un lado, no queriendo que ella leyera mucho de su expresión. ―Bien ―dijo y después de que el silencio se extendiera, giro la cabeza de regreso―. Sólo si estás segura de que vas a estar bien. Chloe se acercó y cubrió la mano de él que se apoyaba sobre la suya. ―Lo voy a estar. Me vas a ver después, en clase de Literatura hoy y vas a poder verlo por ti mismo. Troy seguía sin estar seguro pero era obvio que quería estar sola. Literatura estaba a solo dos clases de distancia. ―Está bien ―concedió―. Pero espera un segundo. ―Busco en su bolsillo trasero y sacó una pluma de tinta―. ¿Puedo ver tu mano, por favor? Chloe lo miro de manera extraña pero levanto su brazo hacia él. Troy sonrió un poco y giró su mano entonces él estaba mirando su palma. Agarrando la pluma que había sacado de su bolsillo, rápidamente apuntó su número en su palma. ―Si por cualquier razón me necesitas ―le dijo seriamente a ella mientras seguía sosteniendo su mano―. Llámame. No importa la hora que sea, o donde estés puedes tomar tu teléfono, llamarme y estaré ahí, ¿de acuerdo? Chloe trago audiblemente. ―Está bien. Si siento que necesito ser salvada de nuevo, serás a la primera persona a la que llame. Troy dejo caer su mano y saco otro húmedo fideo de su cabello. Lo sujeto delante de ellos. ―Ve a limpiarte, Chloe Miller. Te veré en clase de Literatura por la tarde. ―Me voy ―le dijo y se dio la vuelta para abrir la puerta. Sorprendentemente, se estaba sintiendo un poco mejor. Empujo la puerta pero se detuvo cuando sintió otro tirón en la parte posterior de su cabeza. Miró por encima del hombro y Troy levantó otro fideo enfrente de ella. Él le sonrió tímidamente, dejando caer el fideo al montón que estaba apilado en el piso y levantó las manos. No le dijo nada más a Chloe. En su

lugar, lentamente empezó a alejarse de ella, eventualmente dio la vuelta y regreso por el pasillo. Lo vio irse por un poco más de tiempo antes de girarse y entrar al baño. Una cosa de la que estoy segura, pensó, Troy era otro enigma. Él no era para nada lo que parecía ser. Ella miro el número en su mano. ―Nop ―dijo en voz alta. El definitivamente era un diferente tipo de persona.

*** Justin estaba en la esquina del corredor y miraba a Troy interactuando con Chloe. Por lo menos ella no se veía tan perturbada como había estado antes, pensó. Estaba a punto de acercarse a ellos cuando noto el brazo de Troy en el hombro de Chloe y luego su mano cubriendo la de Troy. ¿Qué es lo que estaba pasando ahí? Él estaba furioso. Se suponía que Troy se la había llevado para que ella pudiera limpiarse, no para aprovecharse de su vulnerabilidad y ligar con ella. Entonces ella lo miro. Fue solo una pequeña sonrisa, pero fue una bendita sonrisa honesta. Esa sonrisa lo cautivó. Después de todo lo que le había pasado hacia diez minutos, estaba parada ahí sonriendo. Pero esa sonrisa no fue para él, estaba destinado a Troy. Él frunció el ceño ante esa comprensión. Justin se quedó ahí y continuo mirándolos interactuar, poniéndose más y más frustrado a cada segundo. Él quería ser el único que la conociera. Quería que se sintiera como si pudiera acudir a él para hablar, pero como iba a convencerla de que podía contar con el cuándo Troy McFarland estaba haciendo puntos con ella. Estaba a tres segundos de distancia de interrumpirlos cuando de repente ellos parecían estarse poniendo un poco muy cercanos para su propio gusto. Se forzó a si mismo mantenerse alejado y observar. Cada vez que confrontaba a Chloe, terminaban gritándose el uno al otro. Tal vez Troy estaba haciendo algo bien que él no hacía. Vio como Troy escribía algo la mano de Chloe y después incluso toco su cabello. Justin apretó fuertemente los puños a sus costados y no se dio cuenta que estaba sosteniendo el aire hasta que Troy paso a su lado. Sólo entonces, soltó el aire y relajos sus manos. ¿Qué está mal conmigo? Ni siquiera entendía que le estaba sucediendo. ¿Por qué se estaba enojando tanto con Chloe por hablar con otro chico? Entonces lo golpeo. Cathy lo dijo primero. Ella lo supo todo el tiempo. Era porque quería ser el chico con el que ella hablara. El siempre

había querido ser ese chico, era sólo que Chloe nunca le había dado una oportunidad. Vio como entraba al baño y se dirigió hacia la puerta. Se apoyó contra la pared y cruzo una pierna delante de la otra, poniéndose cómodo hasta que ella saliera del baño. Tal vez no había estado dispuesta a darle una oportunidad en el pasado, pero eso estaba a punto de cambiar. Seria quien le haría ver que no era la mala persona que parecía creer que era. Encontraría la manera romper la pesada armadura que usaba a diario e hiciera que se abriera a él. De una manera u otra, había llego el momento en que él y Chloe se reunirán con Justin. Veinte minutos después, Chloe finalmente salió del baño. El momento en que puso un pie fuera, Justin se levantó de la pared y se paró delante de ella. ―Necesitamos hablar.

Capítulo 21 Traducido por Katita Corregido por MaryJane♥

Chloe dio un paso atrás automáticamente. Justin era la última persona que esperaba encontrarse al salir del cuarto de baño. Pero aún así, aquí estaba más grande que la vida y en su cara. Y sorpresa, sorpresa, quería hablar. Inmediatamente después del accidente de John, por un tiempo no había empezado a pensar que tal vez, sólo tal vez Justin Pinnix podría tener un poco de humildad en algún lugar muy dentro de él pero después de lo que fue testigo hace unos minutos, ella sabía que su evaluación original estaba en lo cierto. Justin era simplemente un jugador y los jugadores sólo tenía una cosa en la cabeza: a sí mismos. Al infierno con todos los demás. Ella apretó los labios. ―No tengo nada que decirte ―murmuró e hizo un movimiento para caminar a su alrededor. No había olvidado la forma en la que intervino en la cafetería y al instante poniéndose del lado de Cathy, mientras Chloe estaba cubierta de salsa de pasta y fideos húmedos, ella fue puesta en ridículo, pero era la mano de Cathy la que sostuvo. No importaba. No necesitaba a alguien como Justin de todos modos. Cathy podía tener al capullo, los dos se entendían, obviamente, el uno al otro. Justin se acercó y la agarró del brazo. ―Espera un minuto ―le dijo, tirando de ella a un punto muerto―. ¿Dónde crees que vas? ―Él la miró fijamente a su mano y levanto esa linda cabecita de ella por la barbilla inclinándola hacia arriba y haciendo que sus ojos se encontraran, lo primero que notó fue que la chispa de fuego con la que se había encariñado tanto estaba de vuelta. Él escondió una sonrisa. Eso era exactamente lo que había estado esperando. Ella tiró de su brazo, queriendo nada más que distancia de ese simio llamado hombre. Pero Justin fue implacable y mantuvo firmemente su agarre. No fue doloroso pero no fue indulgente tampoco. ―Déjame ir ―le susurró furiosamente.

Justin la acercó más a él y bajó la cabeza. El familiar aroma del jabón antibacterial con la que la escuela equipaba los baños llenó su nariz. Incluso enojado y mirando a una tigresa preparándose para atacar, pensó que parecía adorablemente linda. Justin tomó aire y valientemente luchó contra el impulso de besar la mueca de su rostro. Dominándose a sí mismo, echo hacia atrás ese impulso salvaje. ―Dije ―él habló anormalmente tranquilo―, que tenemos que hablar. Ahora, podemos hacerlo aquí ―indicó el espacio vacío en el pasillo y luego miró hacía el reloj―, donde los estudiantes van a salir en, oh, unos cinco minutos, o podemos ir a otro lugar más privado. Tu elección, pero de cualquier manera, Chloe Miller, vamos a hablar. Chloe profundizó el ceño. ¿Quién era este idiota para decirle lo que debía y no debía hacer? Él no era su padre. No tenía ningún derecho en absoluto. ―¡Te dije que me dejes ir! ―ella prácticamente le gritó―. No tengo absolutamente nada que decirte. Se sacudió de nuevo y esta vez, casi se liberó de él. No estaba siendo muy cooperativa y, francamente, después de la forma en que su día había ido, no podía culparla. Trató de decirse a sí mismo que debía dejarla ir, y seguir su camino, pero él simplemente no podía hacerlo, no ahora de todos modos. No después de la forma en que la vio conversar con Troy. Esta era su oportunidad, probablemente su única oportunidad. Tenía que sacar el máximo provecho y hablar con ella. Él tenía que saber qué era lo que odiaba tanto. ¿Por qué ni siquiera podía darle una oportunidad? ―Muy bien ―dijo, y se inclinó lo suficiente para que pudiera recogerla y tirarla sobre su hombro―. Traté de ser amable y de darte opciones, pero ya que estas siendo tan testaruda al respecto, supongo que vamos a hacerlo a mi manera ahora. ―¡Hey! ―El bolso de Chloe cayó al suelo cuando de pronto tuvo su cabeza hacia abajo. Ella hizo una bola con el puño y lo golpeó con fuerza―. ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Bájame, Neandertal! Justin se inclinó y recogió su bolso del suelo, sosteniendo su cuerpo firme para que no se tambaleara de su hombro. Los extremos del pelo de Chloe hacían cosquillas en la parte posterior de la pierna. ―No puedo hacer eso, cariño. ―Él se puso de pie, balanceando su bolso sobre su otro hombro―. No hasta que hayamos tenido nuestra conversación. ―¡Ugh! ―Ella le dio un golpe con su puño en la espalda de nuevo―. No me llames así, y, ¿por qué tienes que ser tan idiota? ¡Tan jodidamente irritante! Entonces... entonces... ―Dio una patada de frustración, dando sólo al aire―. ¡BA. JA. ME, Justin!

Podía sentirlo caminando ahora, su cuerpo balanceándose ligeramente con su andar. Su mano estaba posada sobre su trasero, manteniéndola en su lugar en su hombro. ―Preferiría no hacerlo ―respondió airadamente y apretó su nalga―, la vista desde aquí es fenomenal. ―Te voy a dar fenomenal ―murmuró Chloe cuando salieron de la escuela. Vio la acera de hormigón y sintió el revoltijo cuando corría por las escaleras, llevándola como si no pesara más que una muñeca de papel. El momento en que su andar se suavizó y vio la hierba, ella lo mordió. ―¡Ay! ―ladró Justin, se detuvo y la bajo frente a él. Estaban fuera de la escuela ahora y había menos posibilidad de que ella huyera―. Me mordiste ―acusó, frotándose las marcas de los dientes en la espalda. Estaba bastante seguro de que habría un moretón desagradable mañana. Chloe se limpió la boca con el dorso de la mano. Después de estar boca abajo durante tanto tiempo, su cabeza le daba vueltas vertiginosamente. ―Maldita sea, sí, lo hice y si vuelves a maltratarme así otra vez, haré más que morderte, te lisiaré, maldito loco. Ella intentó coger su bolso pero Justin saltó hacia atrás, apretándolo contra su pecho. ―No tan rápido. Obtendrás esto de vuelta, después de nuestra conversación. Ella dejó caer su brazo. ―No puedes estar hablando en serio. ―Tan en serio como un ataque al corazón. Chloe entrecerró los ojos. Él parecía estar firme sobre tener esta conversación con ella, pero, ¿por qué? ¿Por qué ella y por qué ahora? Puso sus manos en las caderas y frunció el ceño. ―Si quieres hablar con alguien tan desesperadamente, entonces, ¿por qué no vas a hablar con tu pequeña y rubia novia porrista? Parecía como si tuviera mucho que decirme a mí hace unos minutos. Sólo de pensar en ese episodio en la cafetería y recordando lo que Cathy y sus libertinos le habían hecho a Chloe tenía todo su cuerpo tensado. La imagen de ella siendo empujada sólo alimentó su ira. Justin cerró los ojos, deseando nada más que para cerrar la puerta a las imágenes y dijo fríamente: ―No tengo nada más que decir de ella. ―Sí, claro. ―Chloe se rió sarcásticamente. Ella agarró el extremos de los pantalones y los subió una pulgada―. Uh-oh. Mejor me pongo estos arriba, la mierda está profundizando aquí y ahora. Él echo la cabeza hacia atrás y levantó una ceja. ―¿Qué demonios se supone que significa eso? ―Esto significa que no creo una palabra de lo que sale de tu boca. ―Dejó caer las manos a los costados―. Sabes, lo entiendo. Realmente lo

hago. Ustedes dos se hicieron el uno para el otro. Cortados por la misma tijera barata. Ella es una perra, tú eres un hijo de puta: Son perfectos juntos, y me voy de aquí. ―Chloe comenzó a alejarse de él a pesar de que él todavía tenía su bolso. Si Justin quería una mochila de color rosa tan desesperadamente, podía tenerla. Estaba tan hecho aquí. ―Hey, espera un segundo ―la llamó―. No puedes decir algo así y simplemente alejarte de mí. ―Acabo de hacerlo ―dijo rotundamente, sintiéndose de repente muy cansada, ella podía oír el sonido del silbato de la pista en la distancia, podía oír una alarma de auto apagarse en el estacionamiento de la tienda de comestibles al otro lado de la calle y ella oyó un pájaro en un árbol en algún lugar por encima de ellos piando. Pero fue la siguiente palabra de su boca la que ella oyó más fuerte. ―¿Por qué? ―preguntó finalmente. ¿Por qué? ¿Se suponía que era algún tipo de pregunta con trampa? Con la espalda aún hacia él, ella le contestó con una pregunta propia. ―¿Por que qué? ―¿Por qué me odias tanto? ―Oyó sus pasos mientras se acercaba a ella y sintió sus manos descansando sobre los hombros―. En el segundo en el que pusiste los ojos en mí, decidiste que no te gustaría. Todo lo que quiero saber es: ¿por qué? Esta vez fue el turno de Chloe a tensarse. Tenía sus razones y eso es lo único que importaba. A pesar de que Erica estaba siendo una perra en ese momento, todavía era su familia. Se dio la vuelta, girando sobre él. ―Sabes por qué ―le dijo―. Es por lo que eres. Lo que haces. Duermes con las chicas, tomas su virginidad y luego te deshaces de ellas. Eres uno de ellos, un jugador, y no puedo soportar a los jugadores. Ellos te utilizan hasta que consiguen lo que quieren y luego se lavan las manos. Frunció los labios. Estaba cansado de ser acusado de cosas que ni siquiera había hecho. Era el momento de llegar al fondo de esto. ―¿Con quién he supuestamente dormido, Chloe? ¿Cuál virginidad yo supuestamente he tomado? Me gustaría saber, porque seguramente no recuerdo estar ahí. Ella bufó y rodó los ojos. Figúrate. ―Si no puedes recordarlo, entonces eso es aún peor. Quería tirar de su pelo. ¿Qué otra cosa podía decir para hacerla creer en él? ―No puedo recordarlo, Chloe, porque no fue así ―dijo entre dientes―. Yo no voy por ahí haciendo un hábito de desflorar vírgenes, ese no es mi estilo. Tengo un poco más de respeto por mí mismo que eso. ―¡No te atrevas a mentirme! ―Lo apartó de ella y envolvió sus brazos alrededor de su cintura―. ¿Qué hay de Erica? Mi prima. ¿Estás tratando de decirme que no te acostaste con ella y luego la echaste al día siguiente? Justin respiró pesado y lento.

―¿Erica? ¿La chica que estaba en tu casa? ―Sí ―replicó Chloe, una solitaria lágrima se deslizó por su mejilla. Ella la limpio furiosamente, enojada consigo misma porque dejar a Justin llegar a ella tan fácilmente, una vez más. Estaba cansada de llorar, cansada de ser la débil―. Robaste su inocencia. Le rompiste el corazón y ahora... ahora... Las lágrimas empezaron a desbordarse. Pensó en Erica. Pensó en ella misma y pensó en todas las otras chicas por ahí como ella. La presa se rompió libremente y no pudo detenerlo. Sus hombros empezaron a temblar y el peso de todo la empujo hacía abajo. Justin no pudo contenerse por más tiempo. Empujó a Chloe en sus brazos y la abrazó con fuerza. ―No dormí con tu prima ―le dijo sinceramente, meciéndola lentamente en sus brazos―. Te lo juro, Chloe, no lo hice. Ni siquiera conozco a la chica. Su llanto golpeó algo profundo en su pecho. Lo vio entonces. Vio la verdad del asunto. No era su prima lo que le causaba ese dolor, o incluso él, para el caso. Era Chloe la que estaba sufriendo. Ella era la que estaba sangrando y ahora tenía una buena idea de por qué. Apretó los ojos cerrados. Dios lo ayudará si alguna vez se topaba con la persona responsable de su dolor. ―Shh ―susurró en su pelo, acariciando con una mano su espalda―. Hay algo más en esta historia, ¿no es así, Chloe? Algo que no me estás diciendo. ―Ella negó con la cabeza hacia atrás y adelante sobre su pecho, tratando de negarlo, pero no puede decir las palabras―. Shh ―volvió a decir, abriendo de nuevo sus propios ojos y deseando poder robar su dolor―. Sácalo. Sólo déjalo ir, cariño ―le instó suavemente. Pensó en la forma en la que Cathy la había tratado, pensó en la manera en que sus subordinados la habían empujado a su alrededor en la cafetería e incluso recordaba cómo sus amigos se reían de ella, también. Por no hablar de que el tipo que estaba bastante seguro de que ya había hecho una serie de ella. Él casi apostaba que el tipo y el pasado que Cathy mencionó era la razón por la que Chloe había construido estos muros en su contra. ―No voy a dejar que nadie te haga daño otra vez ―le prometió en ese mismo momento―. ¿Me escuchaste, Chloe? Nunca más.

Capítulo 22 Traducido por Keyla Hernández. Corregido por MaryJane♥

Cuando las lágrimas finalmente cesaron, Chloe se apartó del pecho de Justin. No podía creer que lo había hecho de nuevo. Se dejó caer en frente de él. Ella le hizo ver a su débil lo que era inaceptable. Él era la última persona que ella quería que la viera tan débil. Sollozando, usó el dorso de la mano para secar sus mejillas y recuperar lo que quedaba de su compostura. ―Mira ―comenzó y sollozó de nuevo, incapaz de encontrarse con la mirada tenue de Justin―. Lo siento, sólo balbuceo como un bebé por todas partes. Yo no sé lo que es que me hace tan condenadamente emocional en estos días, pero… ―Agitó la mano con ligereza en el aire y sacudió la cabeza―. ¿No podemos olvidar que todo esto pasó? Justin la vio dar un paso atrás y tratar de retirarse. Oh no, no lo hará, no esta vez, pensó para sí mismo. ―Chloe ―llamó y esperó pacientemente a que lo mirara. En lugar de mirar hacia arriba, sin embargo, se mantuvo constantemente su mirada desviada lejos de él―. Chloe, mírame ―le ordenó una vez más, esta suavemente. Cuando todavía no levantaba la cabeza, tomó la iniciativa y dio un paso hacia delante, agarrándole suavemente la barbilla con los dedos y tirando de su mirada para encontrarse con la suya. Sus ojos abrumados de tormenta le devolvieron la mirada. Esos ojos penetrantes contaron una historia de dolor, pérdida y una gran cantidad de daño que se mantenía encerrada en su interior. Su intestino se apretó con fuerza. No le gustaba verla así. ―Chloe ―comenzó una vez más―. Creo que los dos sabemos que ninguno de nosotros nunca va a ser capaz de olvidar lo que ha pasado aquí. Tienes un montón de algo que pasa en esa cabecita tuya, algo que ha vagado por ahí demasiado tiempo. Habla conmigo, déjame ayudarte. ―¡No lo hagas! ―interrumpió Chloe y le advirtió. Ella trató de tirar la cabeza hacia atrás de su mano y cuando Justin no soltó su agarre sobre ella, sintió la ira viniendo de vuelta y ella le dio la bienvenida con los brazos abiertos. Podía manejar la ira, sino que era el llanto y la frustración los que realmente llegaron a ella―. No trates de calmarme. No soy una de tus

groupies que se van a sentar aquí y alabarte por todas partes. Pero, ¿qué voy a hacer Justin Pinnix, es decirte que me quites las malditas manos de encima, o si no…? Justin sonrió. Ahí está el fuego con el que estaba muy familiarizado, señaló. ―¿O si no qué, Chloe? ―Levantó la ceja en cuestión. De hecho, estaba empezando a disfrutar de esta pequeña broma entre ellos―. ¿Qué crees que vas a hacer? Ella no tenía que pensar en ello. Lo sabía. Sabía exactamente lo que iba a hacer. ―Esto ―gruñó ella, levantando la rodilla y conectando con su ingle. El dolor le golpeó, robando el aliento de su pecho. Él la soltó al instante y no tuvo más remedio que caer de rodillas, agarrando su entrepierna con ambas manos. ―Maldita chica ―dejó escapar en gran medida―. ¿Qué es lo que te hice para que tengas que hacer eso? Chloe se agachó y agarró su mochila. Estaba envuelta flojamente alrededor de su muñeca. ―Te di una advertencia razonable ―le dijo―. Sólo que no lo escuchaste, tal vez la próxima vez, lo harás. De pie de nuevo, ella se dio la vuelta, con el pelo rebotando alrededor de sus hombros con el movimiento y se dirigió a la escuela. Su día había ido de mal en peor a francamente horrible. Cathy, a ella le podía hacer frente. Erica, ella se ocuparía de Justin, pero no estaba segura de qué hacer con él. Se puso nerviosa y eso era algo que no podía permitir. No de Justin, no de cualquier tipo. ―Chloe ―llamó Justin débilmente desde su posición en el suelo―. No hemos terminado aún de hablar. ―El dolor en sus testículos palpitaba pero viendo a Chloe deambular fuera, sus caderas balanceándose fue suficiente para atraer a cualquier hombre para recoger su orgullo de la tierra e ir tras ella. Lo oyó llamar detrás de ella, pero se negó a dar la vuelta. ¿Por qué no acaba de conseguir una pista que la dejara en paz? Cuando lo oyó llamar a su nombre otra vez, ella lo lanzó rápidamente apagado, hizo un cambio de sentido y se dirigió hacia el estacionamiento. Después de que el día que tuvo, Chloe decidió que no estaba dispuesta a volver a sus clases, no hoy de todos modos. Tenía que salir de este lugar, lejos de estas personas. Sus emociones se sobrecargaron, rayando en el borde de un colapso. Sólo necesitaba un poco de espacio para obtener la compostura y averiguar lo que su próximo paso iba a ser porque la escena que tuvo lugar esta mañana en la cafetería, ella nunca permitiría que sucediera otra vez. ¡Nunca más! Cathy pudo haber conseguido sus patadas con rapidez, tratando de degradarla. Erica puede pensar que ella había llevado el talón, abriendo

su gran boca y diciendo a todos sus secretos, pero ninguno de ellos ha tenido la oportunidad de conocer la verdadera Chloe. La misma chica que había estado en el infierno y de regreso, y aún así encontró la manera de sobrevivir. Pero ellos, venga, mañana sabrían lo que era para cumplir con el sobreviviente, la verdadera Chloe Miller. Se reunirían cara a cara y le recordará quien es ella, y estaba tan malditamente segura de ello. Justin la vio levantar el dedo hacia él y tuvo que reír. Incluso después de su despido flagrante de él, todavía quería ir tras ella. ―Tengo que ser un masoquista ―murmuró para sí mismo, observando a Chloe montando en su auto. Sabía exactamente lo que iba a hacer. Se esforzó por ponerse en pie de un salto y miró una vez de vuelta en la escuela antes de dar la vuelta y tomar el mismo camino hasta el aparcamiento que Chloe había tomado. Él iba a seguirla. Los muros que Chloe había construido a su alrededor eran gruesos como el granito, pero estaba decidido a romperlos de alguna manera, de alguna maldita manera. Nadie debería tener sobre sus hombros lo que fuera que estaba albergando en su interior. Esos pequeños destellos de su pasión, su gran determinación que él había visto, simplemente le impresionan. Quería conocerla, quería saber qué era lo que la hacía explotar. Por extraño que pareciera, él quiere y ella lo sabe también. Y si eso no era malditamente así, entonces no sabía lo que era porque nunca había deseado nada como esto con cualquier otra persona en su vida. Ni siquiera con Cathy. Sólo con Chloe. Al llegar a su auto, abrió la puerta, se deslizó en el asiento, puso rápidamente la llave en el contacto y arrancó el auto cuando vio a Chloe ya retirarse de la plaza de estacionamiento. Golpeando la palanca de cambios en marcha atrás, él se retiró de la plaza de aparcamiento y aceleró para ponerse al día con ella. ―Puedes correr, Chloe ―murmuró en voz baja―, pero no te puedes ocultar, no de mí, de todos modos. Ya no más. Chloe no estaba segura de a dónde estaba yendo, sólo conducía y conducía, sin pensar en nada y, sin embargo, pensaba en todo. Una hora más tarde se encontró estacionada en el estacionamiento del hospital. Durante mucho tiempo, se quedó sentada en el auto, con la mirada perdida en la señal de emergencia de color rojo y blanco. Al principio no se dio cuenta de por qué estaba allí, pero cuanto más tiempo permanecía allí sentada, más claro eso parecía. Tenía que hablar con John. Quería asegurarse de que él entendía que lo sentía, que realmente lo sentía. Ella no esperaba su perdón, pero tenía que saber que lamentaba lo que había hecho y si ella hubiera podido hacer algo para cambiar lo que había pasado lo habría hecho. Salió del auto y poco a poco se abrió paso en el interior del enorme edificio en forma de cuadrado. Fue como un déjà vu cuando ella caminó

hacia adentro. Las señales, los sonidos, los olores, eran exactamente iguales. Dio la vuelta en la esquina y entró en la sala de espera. La estación de medicina estaba en el medio de la habitación con una enfermera. Sintiéndose más segura de sí misma, se dirigió en esa dirección. Recordó lo difícil que había sido para ella llegar a él por última vez. Si John todavía estaba en terapia intensiva, es probable que no la dejaran verlo. Ella frunció el ceño. Ahora que tomó una decisión, y estaba allí, realmente quería, al menos, verlo. ―Señorita, ¿necesita ayuda con algo? Chloe levantó la vista y una señora mayor con una sonrisa gentil estaba mirando. No se había dado cuenta de que estaba parada en el centro estaba perdida en sus pensamientos hasta que la enfermera le habló. ―Umm ―comenzó, retorciéndose las manos con nerviosismo―. Quería ver a un amigo. ―¿Sabes en que cuarto está? Chloe negó con la cabeza y tiró de su camisa manchada de salsa de tomate. La enfermera le sonrió cálidamente y le dio unas palmaditas en la mano que tenía colocada en el mostrador. ―Bueno, ven aquí niña. ¿A quién te gustaría ver? ―Ella se sentó en su computadora y comenzó a escribir un par de cosas―. Vamos a ver si puedo conseguir un número para ti. Chloe se tambaleó hacia delante, agradecida por la calidez de la mujer. ―John ―susurró―. John Rhodes ―dijo de nuevo, un poco más fuerte esta vez. Hace apenas unos minutos, estaba tan segura de lo que iba a hacer, y ahora que estaba de pie aquí, no estaba muy segura de nada. ¿Y si John no quería verla? ¿Y si él le gritaba a ella? O peor aún, ¿y si él la echaba de su habitación? Francamente, no podía culparlo si hiciera alguna de esas cosas. Después de lo que le hizo a él, no se merecía su atención y mucho menos su bienvenida. ―Habitación 304. ―La enfermera tomó la palabra, con lo que llevo a Chloe de vuelta al presente―. Si subes el ascensor y giras a la izquierda ―señaló con la mano―, su habitación será la última de la derecha. Chloe asintió y respiró hondo. ―Gracias, señora. ―Se muy bienvenida, niña. ―La enfermera le sonrió una vez más, recordándole a una abuela amorosa dulce. Nunca había conocido a ninguno de los suyos, porque ambos pasaron a mejor vida antes de que ella naciera. Pero esta señora era todo lo que ella imaginaba una abuela con su sonrisa, sintió una especie de calma sobre ella. La relajo y se preparo para ir a ver a John.

Dando un paso atrás, se volvió hacia los ascensores y se dirigió hacia adelante, moviendo un pie delante del otro. Era obvio que estaba fuera de la UCI1 desde que fue capaz de ir directamente a su habitación, y eso era algo bueno, se dijo. Una cosa muy buena que significaba que estaba en vías de recuperación y que esperaba que el pudiera volver a la escuela pronto. Chloe presionó el botón que la llevaría hacia arriba. De pie de nuevo, vio los números iluminarse mientras el ascensor subía. Apretó una mano en su estómago, con la esperanza de resolver las mariposas que bailaban alrededor de su vientre. Finalmente, la puerta se abrió con un gemido y ella entró. Volviéndose, presionó el pequeño botón que ahora la iba a llevar hasta el tercer piso de John. La puerta se cerró lentamente, y ella sintió su aliento engancharse. No sabía por qué estaba repentinamente tan nerviosa. Sólo una de las dos cosas iba a suceder. Sería aceptar su disculpa o maldecir al salir de la habitación. De cualquier manera, una vez que saliera de aquí, al menos podría absolver a sí misma que había hecho todo lo posible, teniendo en cuenta las circunstancias. Cambiándose nerviosamente, se pasó la mano por el pelo y arrugó la nariz cuando sintió la rigidez de la misma, desde la comida y la bebida que habían sido derramados anteriormente. Tan pronto como salió de ese lugar, su próxima parada era encontrar a Erica. Ya era hora de que los dos tuvieran una conversación. Erica había empezado y ahora Chloe estaba lista para terminarlo. Las puertas del ascensor se abrieron y una vez más, Chloe se encontró perdida en sus propios pensamientos. Con la cabeza todavía abajo, no estaba prestando atención a dónde iba y de repente choco de frente contra algo, o más bien a alguien. Tropezando hacia atrás, se abrió paso por la pared y se estabilizó. El "oomph" muy femenino que escuchó hizo creer que era una chica. ―Lo lamento tanto. ―Se disculpó, dándose la vuelta y le tendió la mano para ayudar a la víctima inocente de pie de nuevo. En el segundo en que los ojos de Chloe se encontraron con la chica, sabía que había cometido un grave error al venir aquí. Los ojos enojados que le devolvieron la mirada, no era nada más que pura furia irradiante. La mano de Chloe quedó colgando en el aire y su boca se abrió por completo, no era capaz de pronunciar una sola palabra. ¿Cómo pudo haberse olvidado tan fácilmente de ella entre todas las personas? Pero la hermana menor de John no parecía tener ese problema. Después de lo que se enteró que Chloe le había hecho a su hermano y después de haber sido suspendida por ella, tenía un montón de cosas que ella quería decir comenzando con el dorso de sus puños. Alana se irguió en una posición de pie y la boca torcida en una mueca malvada.

―¡Estás tan muerta!

Capítulo 23 Traducido por Cherry Kajan C. Corregido por *elis*

―¡Estas muerta! Por un minuto Chloe escucho las palabras que salieron de la boca de Alana, sus pies estaban pegados al suelo. No estaba segura de que decir o que debería hacer. Este era el último lugar donde quería causar una escena. Y realmente no quería pelear con Alana de nuevo, porque esta vez no se iba a dejar. Esta vez lucharía. Escuchó el gemido de la puerta del ascensor mientras se cerraban detrás de ella y eso la impulso a entrar en acción. ―Lo siento ―exclamó de repente y el resto de las palabras empezaron a salir de su boca como diarrea verbal―. Siento todo, ¿de acuerdo? Nunca imagine que nada de esto pasaría y si pudiera regresar el tiempo, lo haría ―le imploró a la joven chica que estaba mirándola fijamente―. Pero la verdad es que… no puedo. Todo lo que puedo hacer es disculparme contigo, con John, con su familia y con todos los demás que se vieron perjudicados. ―Chloe levantó su mano hacia Alana―. No lo merezco ni espero que me perdones, pero una miserable disculpa es todo lo que tengo para ofrecerte. Tómalo o déjalo. ―¿Tómalo o déjalo? ―Alana dio unos pasos a propósitos al espacio personal de Chloe―. ¿Es todo lo que tienes que decirme después de que casi matas a mi hermano? ―Alana comenzó a sentir como la furia crecía dentro de ella de nuevo. ¿Cómo se atrevía a mostrar su cara cerca de ella después de lo que había hecho? Empujo a Chloe contra la pared y dio unos pasos hasta enfrentar su cara―. Tienes el descaro, de venir aquí como si nada hubiera pasado. Debería de golpearte el trasero todos los días hasta el cansancio sólo por eso. Chloe mordió con fuerza el interior de la mejilla, tan fuerte que saboreo el amargo sabor a cobre de la sangre llenando su boca. Admiró esa clase de pensamiento, tenía un barco lleno de coraje dentro de ella y Alana estaba pasando por un mal rato culpándola por querer ser protectora con su hermano. Con eso dicho, tampoco se iba a quedar de pie aguantando su hostigamiento. ―Mira ―susurró Chloe―. Entiendo que estés enojada y entiendo que estas molesta así que voy a darte lo que considero es una advertencia justa. ―Se detuvo un momento, cerrando la mirada en la chica que tenía a

escasos centímetros de distancia, y dejo que la pausa dramática hiciera su efecto antes de continuar―. Puedes sacar tus manos de mí, ahora mismo, o voy a romperlas. Alana se echo a reír. Agarró el cuello de la playera de Chloe, y la amenazo con su puño, echó la cabeza hacia atrás y se rió. ―¿Estas bromeando verdad? ―Paró de reír, su expresión era ahora más de una sonrisa―. Te olvidas, que ya he visto como peleas, es penoso. No me preocupa una pequeña zorra como tú. ―Uno ―empezó Chloe, sus ojos brillaban con fuerza. Realmente le estaba dando todas las oportunidades que podía a la chica, pero ella estaba realmente empezando a presionar los límites. ―Dos. ―Alana levanto una ceja sarcásticamente y contó en voz alta también, lo que solo hacia enojar más a Chloe. ―Y tres… ―Alana Marie, ¿qué demonios crees que estás haciendo? ―La enojada voz de John cortó el ambiente tenso entre las dos chicas e instantáneamente Alana guardo silencio. De inmediato soltó la playera de Chloe, no antes de primero dispararle una mueca feroz, y se movió lejos de ella. Chloe giró en dirección a John y se sorprendió. A pesar de estar de pie en el vestíbulo usando uno de eso ridículas batas de hospital, y su mano conectada a una intravenosa puesta sobre un cilindro, tenía un aspecto cien veces mejor desde la última vez que lo había visto. Y sus mejillas tenían de vuelta un atractivo color rojizo, sus ojos casi parecían brillar con una vitalidad renovada y lucia justo como John, el viejo John que le dio un aventón y la dejo en la escuela sólo una horas antes del gran juego. ―¿Qué está sucediendo? Chloe se giró hacia el sonido de la nueva voz y vio a Justin de pie al final del pasillo del otro lado del recibidor, sus manos estaban dentro de sus bolsillos. Miró a Alana y luego a Chloe antes de regresar a John. ―¿Es lo que estoy tratando de averiguar? ―dijo John, moviéndose lentamente más cerca de las chicas. Justin también dio varios pasos largos, acercándose a las dos chicas que parecían estar listas para saltar y atacarse mutuamente en cualquier momento. La energía que brotaba de las dos era muy electrizante; casi chisporroteaba en el aire. ―¿Chloe? ―preguntó, moviéndose de manera que solo la estaba mirando a ella―. ¿Está pasando algo aquí? ―Oh, por favor ―Alana chasqueó los labios y se quejó―. ¿Por qué le estas preguntando a ella? Ni siquiera debería de estar aquí. No estaríamos aquí ―hizo énfasis―, si no fuera por lo que le hizo a John. Justin ignoro a Alana y siguió enfocado en la chica de pie frente a él. Podía ver como sus músculos se tensaban cuando Alana habló y supo que

si no las separaba pronto, alguien saldría lastimado y esta vez, no creía que fuera Chloe. ―¿Chloe? ―preguntó de nuevo y esta vez alcanzó las manos de ella que descansaban con languidez a sus costados―. ¿Qué pasa? Háblame. Alana no podía creer lo que estaba viendo. Justin estaba sosteniendo las manos de Chloe. Estaba hablándole dulcemente y ella era el enemigo. Había algo seriamente mal en esa imagen. Alargó la mano y sujeto a Justin por el hombro, haciéndolo girar bruscamente. ―¿Qué es lo que está pasando Justin? ―le pregunto con ojos acusadores. ―Alana, ahora no ―le dijo y se alejó de ella. No estaba entendiendo nada de esto. Alana quería algunas respuestas y las quería ahora. Agarró de nuevo a Justin y esta vez cuando lo jaló, él chasqueo la boca y apartó la mano de él, un poco más fuerte de lo que probablemente era necesario. ―¡Hey! ―John gritó y atrapó una mirada furiosa de Justin―. Amigo, es mi hermana a la que empujaste, te sugiero que te fijes. Antes de que Justin pudiera replicar y que otro argumento estallara entre los dos chicos, Chloe los interrumpió. ―Está bien ―gritó y levantó sus manos al aire en señal de rendición―. Eso es todo, me rindo y ―negó con la cabeza―, me voy de aquí. Había tenido suficiente, mucho más que suficiente. Todo lo que quería hacer era dar una simple disculpa. Quería poder decirle a John lo mal que se sentía por todo lo que había pasado. Incluso una cosa tan simple como esa, era imposible para ella últimamente. Nadie parecía poder entenderla, siempre era malinterpretada. Le pasó en su vieja escuela y ahora estaba pasando aquí de nuevo, por lo cual era exactamente de la manera en que era hoy en día. Alejándose de los otros, presionó el botón del ascensor repetidamente, diciéndose que no lloraría, ya había derramado suficientes lágrimas por este suceso, era hora de continuar. El ascensor sonó y las puertas chillaron al abrirse. Chloe entró dentro de la pequeña caja de metal sin mirar atrás. Había hecho todo lo que pudo para hacer las paces. Por lo menos había visto que John se había recuperado totalmente, al menos así podía tomar un consuelo de eso. Presionó el botón que la llevaría al primer piso y miro como las puertas se cerraban lentamente. Desde donde estaba en el ascensor, no podía ver a Justin, Alana o a John. Todo lo que podía ver era la blanca pared lisa. Ella estaba tan cansada y más que nada, solo quería llegar a casa. Pero justo antes de que las puertas se juntaran, podría jurar que oyó a John llamarla por su nombre. Sintiendo la ingravidez mientras el ascensor empezaba a descender, decidió que había sido sólo su imaginación. No había forma de que John la estuviera llamando. Él tenía que odiarla por lo que le había hecho. No, se dijo, debía de estar escuchando cosas.

John miró a Justin y apuntó hacia el ascensor en el que Chloe acaba de irse. ―¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué vino Chloe y luego simplemente se fue? Justin no dijo nada. No sabía si John estaba enterado o no sobre el altercado que Chloe y Alana habían tenido y tampoco sentía que este fuera un buen momento para decirle. Esa era una conversación de hermano y hermana que ellos debían tener. Ahora mismo, estaba más interesado en saber para donde estaba yendo Chloe. El seguía queriendo hablar con ella. Tenía esta persistente sensación de que había algo más molestándola que estaba dejando pasar. Inclinándose, presionó el botón del ascensor que lo llevaría hacia abajo. ―Mira, John necesitas hablar con tu hermana. No me voy a poner en el medio de esto. ―¿Alana? ¿Por qué necesito hablar con ella? ¿Por qué no puedes sólo decirme? Las puertas del ascensor se abrieron y Justin dio unos pasos hacia el elevador. Estaba impaciente de bajar antes de que Chloe se fuera. ―Pregúntale a ella ―gesticuló en dirección de Alana―. Te mando un mensaje luego hombre, pero ahora mismo me tengo que ir. Sin embargo, es bueno ver que estas mejor. Justin se adentró en el ascensor y las puertas automáticamente se cerraron, él podía oír a John gritándole a su hermana. Era obvio que John no guardaba sentimientos hacia Chloe y también era dolorosamente obvio que a él le seguía gustando ella de manera que lo ponía asombrosamente tenso. No estaba del todo seguro de cómo se sentía con estos nuevos sentimientos que estaba descubriendo, sólo sabía que necesitaba saber más de la siempre intrigante Chloe Miller. Las puertas del ascensor se abrieron y Justin salió, moviéndose hacia la salida con paso decidido. Ahora estaba en una misión, la cual iba a requerir que hiciera uso de cualquier habilidad innata que poseía, con el fin de encantar a Chloe. De una manera u otra, el la descifraría. Estaba completamente seguro de que podría manejarlo. Era de esos sentimientos extraños, de los que no estaba tan seguro. Justin salió corriendo. Después de que el ascensor solemnemente había sonado por detenerse en cada uno de los pisos, finalmente hizo su camino hacia afuera del hospital. Sin embargo su expresión decayó instantáneamente, cuando se dio cuenta que el carro de Chloe no estaba. Busco por el estacionamiento, pero no estaba por ningún lado. Pensó en ir a buscarla, pero en ese segundo sospechó, que incluso para él, eso estaba muy cerca del acoso. Sin embargo en su camino a casa, decidió tomar un pequeño desvió y casualmente paso por delante de su casa, diciéndose que sólo se estaba

asegurando que había llegado a casa a salvo después de todo el estrés emocional que recién había pasado. Sabía que no iba a poder dormir esa noche si por lo menos no se aseguraba que ella no se accidentaba en su camino a casa o algo así. No fue hasta que se estacionó enfrente de su casa que dejo salir un profundo respiro que había estado conteniendo. Ella estaba a salvo. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, Justin frunció el ceño. Totalmente avergonzado, presionó a fondo el pedal, acelero fuera del complejo y comenzó a regresar a casa. ¿Qué estoy haciendo? Se preguntó. Aquí estaba, siguiendo a esta chica que le había dejado claro en más de una ocasión que ella no quería nada con él. Había comenzado a perseguirla e incluso había ido tan lejos como para chequear si había llegado a casa. Esto no era para nada como él, No como el totalmente frío y sereno Justin Pinnix, para nada. Él no tenía que perseguir a las mujeres, especialmente a las que llenaban su coche con condones llenos de agua o que pusieran polvo picapica en sus calzoncillos. Las chicas normales acudían a él. Él tenía este súper-cool-magnetismo así que, ¿por qué estaba siguiendo a esta chica que no era precisamente normal? Reconocía que había una innegable atracción que tenía hacia Chloe. Mucho más que sólo un poco, que no podía ignorar. Tal vez era toda la imagen de querer algo que sabes que no puedes tener. Vaya, no lo sabía. Todo lo que pudo hondar era que había algo en ella de lo cual no podía estar alejado y si no podía averiguar que era pronto, lo iba a hacer un loco certificado. Dando vuelta en su calle, Justin imaginó a Chloe en su cabeza. Ella era lista. Demonios, cualquier persona que pudiera arreglárselas para meter todos esos condones llenos de agua en su carro sin que él lo supiera tenía grandes habilidades. Era indudablemente sexy; cuerpo torneado, piernas kilométricas, ojos que hablaban con el alma y ese cabello negro que se derramaba sobre sus hombros que sólo mejoraban su atractivo look exótico. Pero había más. Algo más a lo que no le podía poner el dedo encima. Ella no era como las otras chicas en la escuela, no como Cathy, o como Alana, de hecho, ella no era como cualquier otra chica que hubiera conocido. Ella trataba de estar frente a ti e irradiar su potente actitud pero cuando alguien se acercaba mucho, demasiado cerca de ella, instantáneamente se cerraba. Era como si ella hubiera levantado un escudo reforzado de hierro y no iba a permitir que nadie los atravesara. Justin estacionó su carro, apago el motor, y por un largo momento, sólo se quedó ahí, pensando en Chloe y en todas las veces que habían conversado. El tiempo en el porche se quedó más tiempo que cualquier otro. Esa fue la única vez que ella le revelo más cosas a él. Había sido herida, duramente. Estaba escrito por toda su cara. Que era lo que ella

había dicho, trato de recordar: Los de tu tipo son siempre los mismos. Se echó hacia atrás en su asiento, ¿a qué se refería con los de su tipo? Su tipo, ¿Cómo un jugador de futbol? ¿Un chico popular? ¿O que, sólo un chico en general? Entonces ella también dijo: tú nunca vas cambiar. ¿Qué se supone tiene que cambiar? Simplemente no tenía ningún sentido. Justin se sentía como si estuviera tratando de poner las piezas del rompecabezas en su lugar y hubiera perdido la mitad de las piezas. Recordó como ella había insistido en que él había dormido con su prima, incluso fue tan lejos como para acusarlo de haberle robado la virginidad. De hecho, se detuvo y se frotó la yema del pulgar pensativo sobre su labio inferior y reflexionó sobre eso. Fue cuando ella cambió de lado irrevocablemente. En un pestañeo, ella fue de una chica normal a un desastre emocional. ¿Fue eso? ¿Era la respuesta que estaba buscando? ¿Alguien había robado su inocencia? Sintió como sus intestinos se apretaban de horror. La imagen comenzaba a ser un poco más clara. Recordó una de las cosas que Cathy dijo, cosas acerca de su vieja escuela, nombres con los que la habían llamado. Zorra. Puta. Basura blanca. Fulana. Justin se pasó la mano por el pelo con inquietud. Algo malo le había pasado en su antigua escuela. Eso tenía que ser. Ya tenía una repugnante sensación acerca de eso que le había pasado y esperaba como el infierno que estuviera equivocado. Porque algo como eso sería difícil para cualquiera enfrentar, incluso para alguien que era tan dura como Chloe. Pensó en lo fuerte y confiada que había sido el primer día que la conoció en el pasillo en su camino a la clase de literatura. Y ella había sonreído mientras el recordaba como lo había puesto en su lugar cuando había dicho que estaba sentada en su lugar. Pero luego se puso serio. ¿Era solo una fachada? ¿Cuál había sido la realidad de todo? ¿Dónde empezó todo? El imaginarla tomando ventaja de esa manera era más de lo que quería pensar. Suspirando, Justin empujó la puerta para abrirla y salió de su coche. Mañana conseguiría su archivo de nuevo y descubriría a que escuela había asistido. Era tiempo de hacer una pequeña investigación por su cuenta. Estaba cansado de esos juegos de adivinanzas. Necesitaba algunas respuestas y las necesitaba ahora.

*** Chloe se sentó en la mesa del comedor frente a Erica, lanzándole una mirada de reojo. Aún no había podido encontrar a su prima sola. Era como

si cada vez que lo intentara, la mamá o el papá de Erica creían conveniente aparecerse y ella se veía obligada a dejarlo. Paleó otra considerable porción de patatas en su boca. Ni siquiera tenía hambre pero no podía apartar los ojos de su prima, así que comió de todas formas. De vez en cuando, Erica levantaba la vista de su plato de comida y sonreía tímidamente o levantaba una castaña ceja interrogante en su dirección. Era como si la estuviera desafiando a decir algo. ―Bueno ―habló la mamá de Chloe, ajena a las señales tacitas que volaban sobre la mesa y rompió el incómodo silencio de la habitación―, tengo buenas noticias que compartir. Chloe se congeló, sosteniendo en el aire una chuchara con guisantes y se giró en dirección a su madre. Su mamá estaba radiante. Una espiral de miedo se deslizó por su espalda. ―Hoy recibí una llamada de mi antiguo jefe. Me pidió que regresara ―chilló su madre―, como un bono por firmar, me está pagando alquiler por adelantado de todo un año en nuestro viejo complejo de apartamentos. Chloe no se podía mover. Se quedó ahí, perfectamente quieta, suspendida en algún lugar en las profundidades del tiempo. Esto no estaba pasando, se dijo. No puede ser. Erica no parecía tener ningún problema para hablar. ―Bueno esa es una maravillosa noticia, tía Jackie. ―Ella se giró hacia Chloe y sonrió con una sonrisa que retorcía las entrañas en un nudo marinero―. Y, prima, eso significa que vas a volver a tu antigua escuela y graduarte con tus viejos amigos. ¿No son esas buenas noticias? Chloe sintió un viento helado que le hizo cosquillas en la parte posterior de su cuello mientras su sangre se drenaba rápidamente de su rostro. Seguía mirando a su mamá, tratando de procesar lo que acababa de decir. Regresar… a su antigua escuela… enfrentar a todas esas personas, enfrentar a todos esos chicos. Enfrentar a Craig. De repente, Chloe se sintió mal del estómago y brincó abruptamente de su silla, casi tirándola al suelo en el proceso. ―Discúlpenme ―masculló, y cubrió su boca con la mano mientras se alejaba corriendo a toda prisa de la habitación.

Capítulo 24 Traducido por Gaz Corregido por *elis*

A la mañana siguiente, Justin se detuvo en el estacionamiento de la escuela y aparcó su coche en su espacio habitual. Estaba arrastrándose después de permanecer más de la mitad de la noche, Googleando y Facebokeando de los bits de información que podía obtener de Chloe y su antigua escuela. No había sido capaz de llegar a tanto, solo que fue a Westbrook High, que estaba a sólo una hora de donde estaban ahora. Cuando el despertador comenzó a parpadear las tres a.m., ya no podía mantener los ojos abiertos y se vio obligado a renunciar su misión de investigación para la noche. Frustrado, cerró la portátil y cayó de bruces en las sabanas. Cuando el despertador sonó tres horas después, Justin sintió como si se hubiera desplazado a dormir. Bostezando ampliamente, se arrastró fuera de la cama y buscó a tientas su camino a la ducha. Estaba en la ducha cuando algo se le ocurrió de repente. Estaba formando espuma hasta el pelo y recordó a John hablándole de un primo que había ido a Westbrook. Lo único que recordó de esa conversación en particular fue porque ese primo estaba también en el equipo de fútbol y John continuó hablando sobre algún tipo de rivalidad familiar que los dos tenían para las mejores estadísticas. Echando la cabeza hacia atrás, dejó que los chorros llenos de vapor rociaran agua caliente sobre el cuero cabelludo cubierto de espuma de jabón. Ahora que por fin sabía algo, Justin pasó enérgicamente los dedos por el pelo, corriendo para enjuagar el champú Axe fuertemente perfumado. Tenía que llamar a John. Pensó que si ese primo estaba en el equipo de fútbol, entonces había una buena probabilidad de que supiera más o menos todo de esa escuela, incluyendo Chloe. Y si sabía de Chloe, entonces podía ser la clave para todas las respuestas que buscaba. Después de que salió de la ducha, Justin ni siquiera se molestó en secarse. En su lugar, rápidamente agarró la toalla del lavabo, y lo envolvió alrededor de su cintura. Cuando salió del baño, todavía había agua goteando de su torso desnudo. Combinando eso con el aire fresco que soplaba el aire acondicionado, escalofríos estallaron como una erupción

generalizada por toda la piel. Pero incluso eso no le perturba. Todo en lo que podía pensar, era conseguir el teléfono y ponerse en contacto con John. Encontró su teléfono todavía en los bolsillos de los pantalones vaqueros de la noche anterior. Lo recogió, lo abrió y ni siquiera se molestó en examinar el momento en que envió su primer texto a John. Estaba desesperado y tiempos desesperados requieren de medidas desesperadas. Consideró que esto se trataba de uno de esos momentos. Necesitaba saber que estaba pasando con Chloe. Se había convertido en un enigma y tenía la sensación de que no iba a tener una noche de buen descanso hasta que supiera lo que estaba pasando. Sólo esperaba que John pudiera ponerse en contacto con este primo suyo y cuanto antes, mejor, de lo contrario se iba a volver loco tratando de entender todo esto. Cuando Justin finalmente se bajó de su coche, miró su teléfono de nuevo para ver si tenía una respuesta de John. No había nada. Con un suspiro de frustración, empujó su teléfono en el bolsillo de atrás, agarró su libro del bolso del asiento del pasajero y cerró la puerta. No tenía más que se dio la vuelta cuando Cathy se puso delante de él. Ella sonrió con su habitual sonrisa seductora y puso una mano en el pecho. El significado del gesto no pasó desapercibido para él en absoluto. ―Llegas tarde ―respiró pesadamente, mirándolo por debajo de sus largas pestañas oscuras. Sus labios se fijaron en un mohín infantil y no pasó un tonto para ver cuál era su juego. En un momento, él había querido jugar a este juego con ella. El atractivo juego donde ella se frotaba contra él, bromeaba con su cuerpo y los ponía en un gran espectáculo. Pero ahora, con las pestañas postizas y sobre todo la forma en que ella escandalosamente los golpeó, todo parecía ridículo en retrospectiva. Justin tomó la mano de su pecho y la empujó lejos de él. ―No llego tarde ―dijo empujando más allá de ella―. La primera campana incluso no ha sonado. A Cathy le tomó alrededor de sesenta segundos para darse cuenta de lo que acababa de suceder. ¿Realmente la había rechazado? Había algo seriamente mal con esta imagen. Nadie, ni siquiera Justin, jamás la había rechazado antes. Puso sus manos en las caderas y miró con incredulidad mientras se alejaba de Justin. ―¡Hey! ―le gritó―. ¿Vas a caminar por delante de mí como si no estuviera? Justin no miró hacia atrás. Realmente aceleró el paso hasta su camino a la entrada de la escuela. Cathy fue la última persona con la que quería lidiar ahora. Ella mostró sus verdaderos colores ayer y de lo que veía, no había nada bonito acerca de ellos. No quería tener nada que ver con ella. Cathy resopló y pisoteó el pie, mirando cada poco de un niño petulante.

No podía creerlo. No podía creer que él estuviera realmente caminando lejos de ella. Cuando lo hizo ayer ella pensó que finalmente había llegado a sus sentidos. Casi en realidad comprendió que estaba tomando para la niña que jugaba a la damisela en peligro de rutina a la perfección, y ahora estaba dispuesta a perdonar y olvidar. La chica nueva no era una de ellas, y esperaba que Justin se diera cuenta de dónde estaban sus verdaderas lealtades. Esas lealtades deben estar con ella, como siempre. Eso es sólo la forma en que se supone que es. La jefa de animadoras y el mariscal de campo estaban destinados a estar juntos. Era la regla más básica en el manual social de la escuela secundaria. No se podía ir contra el sistema que había estado en vigor durante años. Eso fue una idiotez sin formato. Además, hoy era un nuevo día y esperaba que la vida volviera a la normalidad. Normal era ella y Justin. ―Hey ―gritó, persiguiéndolo. Esta vez, agarró a Justin por el brazo y tiró de él―. ¿Cuál es tu problema, Justin? ―Se acercó furtivamente contra él y lentamente trazó la barbilla con la punta pintada de su dedo―. Actuaste como un culo ayer cuando interrumpiste nuestra diversión con la chica nueva. Pero pensé en ello ayer por la noche y decidí que desde que te gustaba tanto y debido a nuestra larga historia en común que iba a estar bien y te perdone por ello. ¿No es genial? ―¿Me perdonas? ―exclamó Justin. Él la miró y soltó una carcajada sin humor. La chica era delirante―. ¿Estás jodidamente bromeando, Cathy? ―Él la apartó lejos de él por segunda vez y esta vez no fue amable al respecto. Él vio su expresión de sorpresa y sacudió la cabeza. Después de todo lo que le dijo ayer, ¿realmente pensaba que le importaba lo ella pensó? La primera campana sonó y lo sobresaltó. ―Mira, déjame solo, Cat. Ella fue a agarrarlo de nuevo, pero él dio un paso atrás, levantando las manos. ―¿Qué pasa con nosotros? ―le preguntó―. ¿Qué pensaran todos si no nos ven juntos? ―Piensa esto a través de tu cabeza dura, Cathy, no hay nosotros. Ahora, por favor. ―La miró con frialdad y susurró entre dientes―. Sólo mantente fuera como el infierno de mi camino. Al ver su boca colgando abierta como un pez dorado, Justin giró sobre sus talones y se hizo pistas hacia la escuela. Subió los escalones de dos a la vez cuando sintió que su teléfono vibraba en su bolsillo trasero. Ansioso, se detuvo y lo sacó para ver el nombre de John parpadeando en la pantalla. Con el teléfono en la mano, miró por el pasillo ahora casi vacío y oyó sonar el final de la campana. ―Al diablo ―murmuró y se dio la vuelta para regresar hacia su coche. Las clases podrían esperar. Al bajar las escaleras, abrió su teléfono―. Hey,

John ―dijo, mirando a ambos lados antes de cruzar el estacionamiento―. ¿Te sientes mejor? John se sentó en la cama y miró por la ventana. Se sorprendió cuando miró su teléfono para ver que recibió un texto de Justin esta mañana. Estaba contando las horas para que médico llegara porque la enfermera de la mañana había dicho que probablemente iría a casa hoy. No podía esperar. Estaba todo bien, pero estaba dispuesto a volver a su antigua vida. Estar encerrado en ésta ventana no hacía mucho por su psique. ―Sí, lo estoy haciendo bien ―le dijo a Justin―. Probablemente voy a ser liberado hoy. ―¿En serio? ―Justin parecía sorprendido. ―Sí, sólo tengo que esperar para que el médico venga y me suelte. ―Oh, bueno, eso es bueno, ¿verdad? ―Sí ―respondió John―. Debería estar de vuelta en la escuela para el final de la semana. ―Eso está muy bien hombre. Um, lo siento por lo de anoche. ¿Acaso Alana habló contigo? Acerca de Chloe, quiero decir. ―Sí, lo hizo ―dijo John, pasándose una mano por la cara. Él y su hermana tuvieron una larga conversación la noche anterior. Alana le había hablado de la pelea con Chloe y discutido con ella sobre eso. No debería haber atacado de esa manera. Él sabía que todo había sido una broma, simplemente salió terriblemente mal. No podía guardar rencor por eso. Era obvio que estaba bien ahora y antes de terminar la conversación, hizo que su hermana prometiera dejarlo ir. ―¿Están bien ahora? ―Sí, ahora lo estamos. ¿Cómo está Chloe, de todos modos? En cierto modo quería hablar con ella antes de que todo se fuera abajo ayer. ―Bueno, eso es algo de lo que quería hablar contigo acerca de… ―dijo Justin metiéndose a su coche―. ¿Estás sólo? ―Sí, por ahora, de todos modos. Mamá va a venir a las nueve y el médico a las diez o así. Probablemente voy a estar sólo durante una hora. ¿Por qué? ―Estoy en camino ―dijo Justin, encendiendo su coche. ―Está bien ―dijo John arrastrando las palabras, un poco más que confundido por el tono de su amigo. Algo estaba definitivamente para mal―. Hey, hombre, ¿está todo bien? Justin miró por el espejo retrovisor mientras retiraba el coche de la plaza de aparcamiento. ―No muy seguro, hombre, espero que puedas ayudarme a averiguar algunas cosas, sin embargo. Voy a estar allí en diez minutos. Antes de que John pudiera preguntarle nada más, la línea del teléfono se cortó. Suspirando, tiró su teléfono en la cama junto a él, sorprendiéndose de qué demonios estaba pasando con Justin. Su propia curiosidad comenzó ayer cuando le vio correr después de Chloe.

Se dio cuenta entonces de que algo le molestaba. ¿Pero qué? Miró el reloj sobre la televisión que estaba montado en la pared. Suponía que iban a encontrarse en diez minutos.

*** Chloe cerró la cremallera de la última maleta. Ella sólo tenía una bolsa de lona más para ir. La mayor parte de su material fue almacenado por lo que no tenía un montón de maletas. Ella no podía creer que iba a volver. ―Hey ―Chloe apoyó la cabeza en el cabecero y le sonrió―. ¿Estás lista? ―le preguntó. Chloe no había visto a su madre tan feliz en meses. Se pega en su propia sonrisa falsa. ―Casi del todo. Tengo un cajón más y creo que debería hacerlo. ―¿Treinta minutos? ―Sí ―estuvo de acuerdo―. Puedo estar lista en treinta. ―Muy bien, y tal vez podamos pasar por Dairy Queen en el camino de regreso al viejo apartamento y obtener un banana split para compartir, por los viejos tiempos. Chloe tragó. Ella no estaba segura de poder soportarlo pero no quería derribar el estado de ánimo de su madre tampoco. ―Eso estará muy bien, mamá. Su madre se dio cuenta de su estado de ánimo y la empujó para abrir la puerta más amplia para que pudiera caminar ―Hum, ¿estás bien? Intentó reírse de ello. ―Mamá, estoy bien. Cuando su madre le dio esa mirada de que no estaba convencida, Chloe se puso de pie y se acercó a ella. ―Estoy bien ―insistió y le dio un abrazo―. Sólo estoy feliz por ti, ¿de acuerdo? Su madre le apretó con fuerza. Fue la primera vez en meses que había llegado a ella de esa manera. A decir verdad, había estado preocupada por su hija. Durante un tiempo, antes de perder su trabajo, ella le había parecido tan retirada. Se quedaba en su habitación todo el tiempo, y no quería hablar con ella sobre cualquier cosa. Había hablado con su hermano sobre ello y él había atribuido a alguna rebelión adolescente. Incluso dijo que Erica la había tenido de la misma manera. Así sintiéndola como este, la hizo sentir un montón más de cosas. Retrocediendo, miró a su hija y le levantó la mano, quitándole el pelo de la cara. Fue un gesto que ella solía hacer todo el tiempo cuando era una niña.

―Sólo voy a ir a terminar de empacar el auto. ―Está bien. ―Asintió con la cabeza y dio un paso atrás―. Tan pronto como termine, voy a estar abajo. ―Vio a su madre irse y caminó de nuevo hacia la cómoda. Ella sólo tenía un cajón de la izquierda para empacar. Podía hacer esto, se dijo con determinación. Fue tan sólo unos meses que tuvo que pasar. Craig y sus amigos habían roto el anterior, pero no dejaría que él lo hiciera de nuevo. Abriendo el cajón, sus ojos se dirigieron hacia abajo y cada músculo en el cuerpo de Chloe se tensó. Ella miró fijamente a la foto. Una fotografía que no tenía conocimiento de ser tomada. Sintiendo los pulmones en el pecho expandiéndose casi hasta el punto de combustión, mientras luchaba por respirar. No podía pensar. Con un nudo en la garganta ella ni siquiera podía hacer un sonido. Fue ella. Fueron ellos. Fue esa noche. La noche que cambió su vida para siempre

Capítulo 25 Traducido por Katita Corregido por Meellc

Justin entró en el hospital y estaba empezando a estar muy familiarizado con el entorno. Esta era su tercera vez aquí y John ya le había enviado un mensaje de texto con su número de habitación, por lo que estaba bastante seguro que ahora sabía a dónde iba. Al salir del ascensor miró su reloj para ver que ya eran las nueve menos cuarto. Rápidamente se dirigió por el pasillo y se detuvo en la última habitación de la izquierda, la 431. Empezó a abrir la puerta cuando escuchó a John hablando con alguien, así que en vez de caminar dentro, golpeó la puerta. ―Adelante ―gritó John. Abrió la puerta y vio una muy pequeña enfermera controlando la presión arterial de John, quien estaba parpadeando a la joven enfermera con el cabello rojo fuego con una sonrisa que conocía muy bien. Era esa sonrisa que estaba llena de la máxima confianza y decía: “Sabes que me quieres.” Justin se echó a reír, sólo John tendría las pelotas para ir a través de esto después de salir de la UCI. Fue entonces cuando supo que su amigo se sentía recuperado y que pronto estaría de vuelta en el campo de fútbol. ―Todo se ve bien ―le dijo ella―. No veo ninguna razón por la cual el Dr. Cary no debería dejarte ir a casa hoy. ―Todo está bien, dulzura, salvo que voy a dejar de ver tu lindo rostro todas las mañanas. La enfermera se sonrojó y le devolvió la sonrisa. ―¿Alguien te ha dicho cuán coqueto eres, John? John se levantó más arriba en la cama y se acarició la barbilla. Se podría decir que no se había afeitado en varios días. ―Todos los días. ―Sonrió―. En la escuela, todas las chicas me quieren y, a cambio, yo les doy el mismo trato. La enfermera puso el balón de la presión de la sangre de vuelta en su carro y se colocó las manos en sus caderas. ―John, ahora suenas exactamente como un jugador. ¿Cuántos corazones has roto hasta la fecha?

La risa de John llenó la habitación y tuvo que admitir que sonaba bueno escucharlo así después de saber que habían estado tan cerca de perderlo. ―Dulzura, puedo ser un jugador, pero no un rompe corazones. Amo a las chicas y ellas me aman. Todas se saben la partitura y déjame decirte que hay mucho de mí para dar la vuelta. Clásico de John, pensó Justin, mirando a la enfermera negar. ―Apuesto a que sí ―murmuró―. Asegúrate de cuidarte después de salir de aquí. No te ofendas cuando te digo esto, pero no quiero ver tu cara bonita aquí otra vez. John se rió. ―A pesar que iluminas mis mañanas, creo que he tenido suficiente de este lugar. Sin ánimo de ofender, pero no pienso volver aquí tampoco. ¿Sin embargo, segura que no quieres darme tu número? Te prometo que puedo hacer que valga la pena. La enfermera se detuvo en la puerta y miró hacia atrás por encima del hombro en la dirección de John. La mirada sensual le dio traería a un hombre de rodillas. ―Búscame cuando termines la universidad y luego tal vez hablaremos, niño grande. Hasta entonces. ―Su rostro se suavizó―. Cuídate. Ella salió de la habitación, dejando a John y Justin mirando embobados la puerta cerrada. ―Maldita sea ―murmuró Justin en voz baja. ―Puedes decir eso una vez más ―añadió John, volviéndose hacia su amigo―. Eso es una fina pieza de mujer justo allí. ―Maldita sea ―se repetía Justin, sólo por el gusto de hacerlo y se fue hacia el lado de la cama de John, tomando asiento en la silla vacía. ―Entonces ―dijo John, mirando a Justin. Su anterior actitud juguetona había desaparecido y fue reemplazada por una máscara de seriedad―. ¿Quieres decirme lo que está pasando, hombre? Justin se acomodó en su asiento. Confiaba en John para llegar al corazón del asunto. ―¿Puedo hacerte una pregunta? ―Claro ―dijo John, frunciendo el ceño―. Nunca me has preguntado si me podías hacer una pregunta antes, por lo que ahora me tiene preguntándome qué clase de pregunta estás queriendo hacer. Habla conmigo, hermano. ¿Qué pasa? Justin se inclinó sobre sus rodillas y miró al suelo. No estaba seguro de lo mucho que le quería decir todavía. Realmente quería algunas respuestas para sí mismo antes de entrar en detalles de algo que no estaba muy seguro. ―¿Te acuerdas de ese primo que me contaste que fue al instituto Westbrook?

―¿Cory? ―preguntó John, claramente confundido en cuanto a dónde quería llegar con esto. ―Sí, el que me dijiste que jugó al fútbol. ―¿Por qué me preguntas acerca de Cory ahora? Justin pasó la palma de la mano por su cara y levantó la cabeza para examinar a John con la mirada. ―Bueno ―dijo―, Chloe fue a Westbrook también. ―Como si eso lo explicara todo. ―¿Y? ¿Qué es exactamente lo que Chloe tiene que ver con Cory? Justin gimió. No sabía cómo decir esto sin dar demasiada información. Si no había nada que hacer con Chloe y él estaba leyendo demasiado en esta chica que no era capaz de sacar de su mente, entonces no quería agitar banderas rojas con John. Pero algo más profundo le decía que no había mucho más en la imagen cuando se trataba de ella que lo que estaba viendo en el exterior. Y en ahora, sólo necesitaba con urgencia respuestas para su propio bien, no otra cosa. ―¿Confías en mí, John? ―Por supuesto ―resopló―. Esa es una pregunta estúpida. Nos conocemos el uno al otro desde que éramos niños y confiaría en ti por encima de cualquier otro en mi vida. Pero eso me lleva de nuevo a la pregunta original, ¿qué tiene que ver Cory con Chloe, además, qué tiene que ver contigo? Justin dejó escapar un profundo suspiro. Todas las preguntas que John estaba pidiéndole eran realmente buenas preguntas, pero eran a las que no tenía respuestas... todavía. Esperaba sinceramente que una llamada telefónica a Cory le proporcionara algunas de estas respuestas. ―No lo sé ―dijo simplemente, no podía llegar a nada más que eso. John estudió a su amigo durante unos minutos antes de descansar contra la almohada. Aunque Justin no podía entender lo que estaba pasando dentro de su cabeza, John podía leer claramente su rostro. ―Ella te gusta ―dijo y luego agregó―: Sin embargo, es más que gustar, ¿no es así, hermano? En realidad te preocupas por ella, ¿verdad? Justin frunció el ceño. Bien, ahora la conversación estaba empezando a ponerse muy incómoda. No solía cuidar a las chicas. Gustarles, sí. Disfrutar de ellas, sí. Pero, ¿preocuparse? Eso no era exactamente su fuerte. ―¿Vas a darme el número o no? ―suplicó finalmente, no queriendo seguir en la dirección por la que iba la conversación. La sonrisa de Cheshire7 que apareció a través de los labios de John lo dijo todo. ―¿No es una mierda? Yo la quería para mí, pero no necesito ser un genio para ver que no era para mí de esa manera. ―John asintió con la

7

Chesire: El garo Chesire, personaje de Alicia en el País de las Maravillas.

cabeza, sin dejar de sonreír con complicidad―. Sí, hermano, te voy a dar el número de Cory, pero cuando la lleves al baile, quiero un baile con ella. ―¿Quién dice que la llevo al baile? ―Confía en mí en esto ―dijo John, tomando un pedazo de papel de la mesita a su lado. Anotó el número de Cory en el papel y se lo entregó antes de volver a usar sus propias palabras en su contra―. Sólo confía en mí.

*** Chloe se apoderó de la foto con las dos manos y se dejó caer lentamente al suelo. Sus ojos se cerraron para guardar en su memoria el recuerdo de esa noche inolvidable que comenzaba. ―Ahí estás, nena. Te he estado buscando por todos partes. No podía dejar de sonreírle tontamente. Craig Avery. Mi novio por seis meses. Era el hombre más caliente en Westover y era mío, todo mío. Todavía no puedo creer cómo alguien tan simple como yo consiguiera un tipo como él. No era una porrista, no era ni siquiera popular. Diablos, ni siquiera estaba en el equipo de debate. Era sólo yo. Nada llamativo, nada espectacular, y sin embargo, todavía me quería. Levanté el vaso de plástico rojo hacía mis labios y bebí otro sorbo del líquido que alguien, no podía recordar quién, había empujado antes en mi mano. ―Es una fiesta ―dijeron―. Bebe, disfruta y consigue un poco de felicidad con ello. ―Acepté la copa y me reí cuando se dieron la vuelta y empecé a bailar con un grupo de tres chicas que conocía que estaban en el equipo de las porristas. Tomé mi primer trago entonces y casi me ahogo cuando el líquido quemó mi garganta. ―Entonces ―dijo Craig, empujando mi flequillo detrás de mi oído―, ¿esta noche es la noche? Le ofrecí una sonrisa tímida. Durante las últimas dos semanas habíamos hablado que iba a pasar esta noche. Estaba totalmente enamorada de este chico, y que tomara mi virginidad me pareció bien. Se inclinó hacia abajo para que nuestros ojos estuvieran al mismo nivel. ―¿Estás segura? ―preguntó, al parecer preocupado por lo que estaba sintiendo―. Podemos esperar si no estás lista. Y fue entonces cuando me derretí por completo. Su preocupación me hizo masilla en sus manos.

―No ―dije en voz baja, sus labios se cernieron sobre los míos―. Quiero esto. Te quiero esta noche. Su sonrisa de respuesta era contagiosa. Sus labios cubrieron los míos y muy pronto me perdí en la pasión que sólo él podía incitar en mí. ―Buena respuesta ―susurró contra mis labios―. Muy buena respuesta. Nos vemos en el cuarto de Cory en treinta minutos, me aseguraré que todo esté listo, perfecto para nuestra noche especial. ―Está bien ―le respondí, aturdida por su presencia. Me sonrió y lo vi deambular fuera con su habitual y sexy andar confiado. Me lanzó una sonrisa mayor antes de desaparecer en la multitud de gente. Quedándome sola en un rincón, contuve la respiración y bebí el resto de la bebida. Quemó al bajar y cuando estaba acabada, una sensación de mareo me afectó. ―Oh. ―Me reí de mí misma. Esto debe ser lo que se siente conseguir una borrachera. Fue muy agradable, muy, muy agradable. Inmediatamente, puse el vaso vacío sobre el mostrador y me sentí queriendo mover el cuerpo al ritmo de la música. Bailé dos, quizás tres canciones antes de sentir a alguien detrás de mí y poner sus manos en mis caderas. Era un chico, eso lo sabía, debido al gran tamaño de sus manos en mis caderas. Y con el calor del alcohol corriendo por mis venas, no me importaba quién era. Me gustó la sensación de estar suelta, libre. Nuestros cuerpos continuaron moviéndose en sincronía con los demás como el ritmo de la música iba creciendo. No fue hasta que me atrajo hacia él y sentí su monstruosamente gran excitación presionando mi espalda que me di cuenta de lo que estaba haciendo. Me alejé de él, me di la vuelta y lo miré, era Timothy, uno de los amigos de Craig del equipo de fútbol. Estoy segura que el impacto se notó por toda mi cara, sobre todo por la sonrisa que me estaba dando. ―Me tengo que ir ―le dije rápidamente, recordando que Craig me estaba esperando arriba. Timothy no dijo nada, sólo siguió con una sonrisa que me hizo sentir escalofríos corriendo por mi espina dorsal mientras poco a poco me alejaba de él. No podía salir de ahí lo suficientemente rápido. Después de las maniobras a través de la multitud en la pista de baile, corrí por las escaleras queriendo a Craig. Quería desesperadamente sus brazos a mí alrededor, con la esperanza que su contacto limpiara los restos de las manos de Timothy en mi cuerpo. ¿Cómo pude haber hecho eso? ¿Cómo pude dejar que me tocara de esa manera? Tenía novio, al que me amaba con todo mi corazón. Uno al que, en pocos minutos, estaría dando mi virginidad. Deteniéndome frente a la puerta de Cory, tomé una respiración profunda para componerme. Estaba decidida a sacar de mi mente lo que

había pasado abajo. Timothy no importaba. Craig lo hacía. Él era todo lo que quería en estos momentos. Lentamente, abrí la puerta y entré en la completa oscuridad. ―¿Craig? ―susurré vacilante. ―Cierra la puerta bebé, y ven aquí ―respondió al otro lado de la habitación. Por un segundo me quedé atrapada allí, incapaz de moverme. Estaba lista para esto, ¿no? Quería esto, me lo dije de nuevo cuando otro par de manos cayeron sobre mis hombros. ―Chloe, ven aquí ―pidió Craig, con una voz un poco más dura que antes. Mi cabeza se levantó porque de repente me di cuenta que su voz todavía estaba al otro lado de habitación y las manos de otra persona estaban en mi hombros, empujándome hacia él. ―Craig, ¿qué? ¿Quién? ―Me atraganté con mis palabras. ―Tú me quieres, ¿verdad? ―dijo Craig y encendió la lámpara al lado la cama. Mis ojos se encontraron con los suyos antes de tomar una buena mirada alrededor de la habitación para ver otras tres personas cercanas, todos los amigos de Craig. Se puso de pie y me tendió la mano―. Confía en mí, Chloe. Vamos a hacer de esto una noche que nunca olvidarás. El teléfono empezó a sonar. Chloe se dio cuenta que había estado sonando durante varios minutos, antes de luchar para ponerse de pie. Empujando la foto en el bolsillo trasero se arrastró por la habitación hasta que el teléfono que estaba en la mesa junto a la cama. Con manos temblorosas, lo tomó y vio el nombre de Troy intermitente a través de la pantalla. Tragó saliva mientras trataba de aclarar su mente de los horribles recuerdos. Ya no quería pensar en lo sucedido. Iba a tener que fortalecerse si iba a volver a Westbrook y ver la cara de Craig otra vez. Pudo haberla roto una vez, pero estaría jodida si iba a dejar que lo hiciera de nuevo. Colocó el teléfono a su oreja, pulsó el botón de contestar y dijo: ―Hola.

FIN

Traducido, corregido y diseñado en:

White Liar - TJ Sin.pdf

*elis*. Ale_GE. val_mar. jhuli_eli. sttefanye. EtziadeIngle. TsuParthenopadeus. MaryJane♥. Meellc. Books for the heart. Staff de traducción. Moderadora. *~Vero ...

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