Página

1

Página

2

Créditos Moderación Nayelii & Boom

Traductoras Nayelii Boom Abby Galines Agus901 Any Díaz Crys JesMN Loby Gámez Pachi15 ChiviSil

Correctoras Nayelii Osma Loby Gámez Flor212 Crys

Recopilación Nayelii & sttefanye

Diseño

Página

3

Jane’

Página

4

Índice Sinopsis

14

1

15

2

16

3

17

4

18

5

19

6

20

7

21

8

22

9

23

10

24

11

25

12

Epílogo

13

Sobre la autora

Sinopsis

Página

5

Ella odia los bebés. Él acaba de tener uno. Ella odia los mentirosos. Está segura de que él es uno. Nunca duerme con un hombre más de una vez. Él solo ha tenido sexo con una mujer en toda su vida, y ahora ella se fue. Él tiene fronteras. Ella tiene ninguna. Él reza antes de cada comida. Ella silenciosamente espera que él deje de hacer eso. La fe es lo que me ha quedado cuando todo se me ha quitado, dice él. ¿Qué quedará cuando ella sea desvestida, desnuda, completamente cruda? Ella no tiene idea. ¿Qué si no hay nada?

1

Página

6

H

ay cinco de ellas. Hice mi tarea. Cinco hermanas. Las vigilé por semanas antes de incluso soñar con acercarme a ellas. Sé a dónde van y a quién ven. Conozco sus agendas de trabajo. Incluso sé cuándo tienen sus períodos. Sí, podría haber mirado en su basura una o dos veces, tratando de averiguar tanto como pudiera antes de hacer mi movimiento. Y no fue fácil, con toda la seguridad que tienen. Es como si caminara en la Casa Blanca a veces. Pero lo hice. Ahora finalmente sé lo suficiente para decirles que estoy aquí. Mis hermanas biológicas son las fáciles. Se llaman a sí mismas Star y Wren, pero cuando las conocí eran Jessica y Jenny. Ahora tienen el apellido Vasquez. Pero siempre serán Taggerts, no importa cuánto viajen, cuan famosas se vuelvan, o cuanto cambien. No importa cuánto dinero hagan, siempre seguirán siendo mis hermanas. Mi sangre. Las otras son más que un misterio. Está Peck, y es la baterista. Acaba de casarse con Sam Reed, la estrella del reality TV y jugador retirado de fútbol profesional, y están a punto de tener un bebé. Ella tiene realmente un mal impedimento del habla, y lucha para hablar en público. Solo escucharla tratar de hablar en la TV me hace estremecerme por ella. Bueno, más por mí que por ella. Pero todavía. Entonces está Lark. Es la tecladista. También es una autoproclamada friki de los gérmenes y usa largos guantes hasta el codo donde sea que vaya. Pero tengo la sensación de que los guantes son sobre algo más que solo los gérmenes. Y tengo una sensación más grande de que no quiere que nadie lo sepa. No es una friki de los gérmenes. Algo le pasó y lo esconde detrás de la tela y el color. Puedo sentirme relacionado. Escondo mi pasado también. Lo escondo realmente bien. Tan bien que ni siquiera estoy seguro de quién soy la mayoría de los días. Luego está Finch. Fin. Finny, la llaman. Es la guitarrista principal en su banda. También es famosa por sus aventuras de una noche. Es tan famosa por ellas como lo es por su música. Y su música es malditamente fabulosa. Es pequeña, pero curvilínea, y mirar su trasero sacudirse mientras camina por la calle me hace querer meter mi lengua en todos sus lugares húmedos cada vez que la veo. Pero tengo que empujar mis deseos a un lado. Tengo una imagen que he cultivado. Una cara que mostrar al resto del mundo, y es la cara que tengo que mostrar a mis hermanas así ellas me dejarán entrar.

7 Página

Plancho mi camisa de botones y la sacudo en frente del espejo del motel. Gasté mis últimos treinta dólares en esta habitación, solo así podría alistarme para ir a ellas. Me pongo mis jeans y deslizo mis pies en unos zapatos. Compré toda esta cosa estúpida en Goodwill por menos de cuatro dólares. Entonces gasté ocho centavos lavándolo en la lavandería. Abotono mi camisa y me pongo una corbata azul, la cual ya está amenazando con ahorcarme. Recojo mi bolsa de lona y miro alrededor de la habitación para asegurarme de que no olvidé nada. Nada aquí es mío. Entro al baño y agarro el jabón gratis y los paquetes de champú. No tengo idea de cuándo veré una ducha otra vez, así que podría necesitarlos. Puedo lavar mi cabello en el baño de una parada de descanso, si llega a tanto. Los meto en el bolsillo frontal de mi bolsa de lona. Ahora es tiempo de ir y encontrar a mis hermanas. Sé dónde viven. Las he visto ir y venir por semanas, así que conozco sus horarios tan bien como ellas. No están de tour justo ahora desde que Peck está a punto de tener un bebé. Espero a que los residentes entren a su edificio de apartamentos, y me deslizo a través de las puertas justo antes de que se cierren. Finjo que pertenezco aquí, incluso aunque este ostentoso edificio con su portero presumido no es nada como de dónde vengo. Camino al lado de una de las residentes del edificio y finjo hablarle, así el portero pensará que estoy con ella. No quiero que me detenga. La mujer me mira con interés. Le gusto. Puedo decirlo. Pero estoy en una misión. La ignoro cuando sigue hablando. Conseguí lo que quería de ella, lo cual era entrar en el edificio. Ella es reemplazable y es consciente de eso. Sale del elevador en su piso y lanzo un suspiro de alivio. Subo unos niveles más, me detengo afuera de su puerta, y dejo caer mi bolsa al suelo. Me fuerzo a parar y respirar hondo. La puerta se abre y es como caer atrás en el tiempo. —Jess —suspiro. Ella se sobresalta y se tambalea en la puerta. Estiro una mano para atraparla, pero se quita en el último minuto. Le sonrío. —Hola —digo. Cierra la puerta en mi cara. El flujo de aire frío me golpea duro y me fuerzo a no lanzar la puerta abierta y perseguirla dentro de la habitación. Golpeo. Nadie viene a la puerta. Sé que está ahí. No hay otra salida, no de la que sea consciente. Golpeo otra vez e, inclino mi frente contra el frío metal. —Por favor —susurro. La puerta se abre y estoy a punto de entrar a trompicones en la habitación. Me agarro del marco de la puerta y miro al rostro de Jess. —Hola —digo otra vez, como un idiota. —Vete —dice. Entonces se agacha bajo mi brazo y me pasa hacia el pasillo, golpeando la puerta cerrada detrás de ella. —Espera —llamo—. ¿Podemos hablar? Ella se da la vuelta para enfrentarme y apunta con dedo a mi nariz. —¿Hablar? ¿Hablar? —grita la última palabra—. Después de todo este tiempo, de repente quieres ¿hablar? Asiento. —Sí. Por favor.

8 Página

—No. —Se da la vuelta y camina por el corredor. —Vamos, Jess… Se vuelve a voltear y avanza hacia mí tan rápido que retrocedo, mi espalda chocando con la puerta. —Mi nombre es Star. Y sabrías eso si hubieras regresado alguna de las cartas que te envíe por años, idiota. —¿Qué cartas? —Nunca recibí ninguna carta. —Te escribí cada día por un año, pedazo de mierda, excusa de hermano. Bueno, al menos reconoce que soy familia. Eso es un comienzo. —Nunca recibí ninguna carta —digo. Levanto mis manos como rindiéndome a los policías. Ella se congela. Pero entonces deja salir un siseo de aliento y comienza a negar. —Jódete —dice. Se da la vuelta y se aleja. La sigo, pero me deja de pie en el pasillo. Las puertas del elevador se cierran detrás de ella, y pienso en correr por las escaleras así puedo interceptarla, pero tengo la sensación de que eso no me ayudará. Bueno. La jodí. Camino de regreso a su puerta y me siento en el suelo y cruzo las piernas. Esperaré. No puedo rendirme en esto. Tengo demasiado en juego. Si espero aquí, ella tendrá que hablarme eventualmente, ¿cierto? Dos horas después, el elevador suena y escucho pisadas por el pasillo. Me siento. Sin embargo no es ella. Mi corazón se aprieta en mi pecho, porque es Jenny. —¿Jen? Me amontono a mis pies, mi trasero dolorido de sentarme en el suelo. Jenny se congela y me mira. —¿Tag? —Entonces desvía su mirada y mira mi bolsa de lona, sus ojos deslizándose de lugar a lugar. —Soy yo, Jenny —digo suavemente. Ella mete su llave en la cerradura y oscila la puerta abierta, entonces me hace señas para que la siga. Mi corazón se regocija. Estoy en la jodida puerta. Hasta ahora todo bien. Pone sus cosas en el mostrador de la cocina. —¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta. Luce como si tiene el peso del mundo sobre sus hombros. —Quería ver cómo llevan las cosas —digo en voz baja—. ¿Están bien? Ella bufa. —¿Estás preguntando eso ahora? ¿Después de todo este tiempo? —Sus ojos estrechos—. ¿Por qué te importa? —Eres mi hermana, Jenny —le recuerdo. Necesito que recuerde eso. Las necesito. —Mi nombre es Wren. Wren Vasquez. El nombre de mi padre es Emilio y el nombre de mi madre es Marta. Tengo veinticuatro años y mis hermanas son Star, Finny, Lark, y Peck. No tengo un hermano. Ya no. —Se da la vuelta y toma una bebida fría del refrigerador. Ella no me ofrece una, pero estoy bien con eso. —Wren —digo. Su nuevo nombre suena extraño en mi lengua—. Ha sido un largo tiempo —le digo.

9 Página

Mirar su rostro es como ver a mi madre a los ojos. Son tan parecidas que es perturbador. —Luces como mamá —digo. Sus ojos se llenan con lágrimas y las pestañea. —Tag —suspira—. Maldición. ¿Por qué ahora? —Estoy en problemas. —No quería decir eso, pero lo hice—. Montones de problemas. En casa. —Froto mis manos por mi rostro. —¿Qué tipo de problemas? —Del realmente malo. —Miro a todos lados menos a ella—. Estaba esperando que pudiera ser capaz de quedarme contigo por unos cuantos días tal vez. —Unos cuantos días… o solo el tiempo suficiente para conseguir que confíes en mí y me des dinero así puedo ocuparme de algo en casa. Aguanto la respiración y espero una respuesta. Pero nada viene. —¿O quizás solo lo suficiente para ahorrar unos dólares? —Necesito poner el hecho de que necesito dinero directamente en su cara. —A Star no le gustará —dice. Hago una mueca. —Ya la vi. Sus ojos se estrechan en mí. —¿Qué pasó? —Ella me dijo bastante claro que me jodiera. Se ríe. —Eso suena como Star. —¿Así que, puedo quedarme? —Sostengo el aliento. Necesito esto. En realidad lo necesito. —Pon tus cosas en la antigua habitación de Peck —dice, señalando a la puerta por el pasillo. Su teléfono suena y ella sonríe—, tengo que ir al hospital —dice, mientras vuelvo al pasillo después de dejar mi bolsa. —¿Hospital? ¿Estás bien? Ella mueve una mano ligeramente en el aire. —Estoy bien. Pero Peck está teniendo un bebé. Necesitamos llegar ahí. —Me señala que la siga. —¿No quieres que te espere aquí? —Hombre, sé que eres mi hermano, pero no estoy dejándote solo en nuestro apartamento. —Entiendo. —Asiento y la sigo a la puerta. Al último minuto, se da la vuelta para enfrentarme. —Si lastimas a Star, o a alguien más en mi familia, te haré arrepentirte. ¿Entiendes? Mi corazón tartamudea, pero asiento. Van a odiarme cuando todo esto termine. Ella está en silencio en el taxi de camino al hospital. Envía muchos textos y hace unas cuantas llamadas, maldiciendo cuando no consigue respuesta. Charla un poco conmigo pero no dice mucho en realidad. Finalmente, paga al conductor y salimos. Paso una mano por mi cabello. Se ríe. —Luces bien —dice.

10 Página

—¿Estarán tus padres adoptivos aquí? Asiente. —Sí. Te gustarán, sin embargo. Son increíbles. Nos detenemos en el escritorio de recepción y nos envían a maternidad, donde Jenny —quiero decir Wren—, pregunta por la habitación de Peck. Ellos nos señalan una sala de espera, y entramos, pero está vacía, excepto por Jess —quiero decir Star—, y un hombre en silla de ruedas. Star se levanta de un salto cuando me ve. —¿Qué está haciendo él aquí? Wren la mira fijamente. —¿Dónde carajo habías estado? He estado buscándote por todas partes. —Ella sostiene su teléfono y apunta hacia Star. —¿Por qué lo trajiste? —pregunta Star—. Él no pertenece aquí. Wren pone sus manos en sus caderas. —Sí, lo hace. La gente empieza a salir por el pasillo y reconozco algunas de las chicas de Fallen From Zero, la banda a la cual mis hermanas pertenecen. Reconozco también a los padres adoptivos de Star y Wren. Los he visto en fotos públicas. Su padre me mira pero no dice nada. Sin embargo, él sabe quién soy. Eso es obvio. Star se levanta y sale por el pasillo. Está molesta. —Bien, eso fue bueno —dice Wren mientras se deja caer en una silla. Ella apunta al chico en silla de ruedas y, luego a mí. —Oh, este es nuestro hermano, Tag. Tag, él es Josh. Josh trabaja en la tienda de tatuaje de los Reeds que te estaba comentando. Ella había mencionado a los Reeds antes, cuando estaba balbuceando sobre nada en el taxi. Estrecho su mano. —Gusto en conocerte —digo. Tiene tinta en sus nudillos y prácticamente en todas partes. —¿No vas a ver al bebé? —pregunta Josh. —¿Está aquí? —chilla Wren. Josh asiente y sonríe. Wren grita y se levanta, luego corre por el pasillo. Me siento con Josh durante un minuto. El silencio nos envuelve como una manta de lana caliente. Es pesado y opresivo. —¿De dónde eres, hombre? —pregunta finalmente. —Del pasado —digo—. Y al parecer debí haberme quedado ahí. —Pero necesito esto. Necesito a mis hermanas de muchas maneras. —¿Qué te trae a Nueva York? Me encojo de hombros. —Necesitaba un cambio. —Y un montón de dinero para pagarle a una chica y así conseguir al bebé. —¿Así que, pensaste que buscar a tus hermanas perdidas era la solución? Me río, pero no sale bastante sincero. —Era ahora o nunca, ¿sabes? Necesitaba estar en la ciudad. Simplemente no esperaba estar en este desastre. —Algunos lo llaman bebé. Algunos lo llaman desastre. — Él levanta sus manos como si estuviera sosteniendo dos cosas, baja una y levanta la otra.

11 Página

—Sí, Wren me ayudó a llegar aquí. Los bebés son muy especiales. Un regalo de Dios. —Encuentro a las personas que confían en Dios piadosas. Por lo tanto, soy uno. O por lo menos quiero que piensen que soy así. Mi fe está en terreno inestable. Pero él no necesita saber eso. —Voy a buscar a Star—dice de repente. Comienza a rodar por el pasillo y me quedo en mi asiento. Mis hermanas tienen que buscarme para poder irnos, así que espero. —Nos vemos más tarde, hombre —le digo. Espero. Y espero. Y espero... y cuando nadie regresa, me preocupo de que se hayan ido sin mí. Me levanto y me dirijo por el pasillo, mirando por las puertas hasta que veo a Josh en su silla de ruedas dentro de una habitación. Golpeo la puerta y meto mi cabeza dentro. —¿Puedo acompañarlos? —pregunto. Me estremezco, preocupado de que digan que no. Star se sienta y dice: —No, no puedes. —Oh, detente Star. —Wren hace señas para que entre en la habitación y hace presentaciones. Sam Reed, que reconozco de la TV, se ve curioso. Y Peck no parece que apreciara mi presencia en lo absoluto. Después de unos minutos de incómodo silencio, Peck bosteza. Josh dice: —Voy a ir a casa para que ustedes puedan descansar. —Sam toma a su bebé de Josh, quién había estado sosteniéndolo. —¿Dónde se va a quedar él? —pregunta Star, asintiendo hacia mí. Wren suspira. —Se va a quedar en la antigua habitación de Peck durante unos días. —¡No, desde luego que no! —Star salta a sus pies y golpea sus manos en sus caderas—. ¡No! Wren cierra sus ojos y masajea su frente. —La habitación está vacía. Él no tiene a dónde ir. —Y, ¿por qué eso es nuestro problema? —¡Porque comparte nuestro ADN! —le grita Wren. El bebé se sobresalta y Sam le gruñe a ambas. Pero en el interior, me regocijo porque ha pasado mucho tiempo desde que alguien asumió por mí. —Deténganse —advierte Sam. —¿Por qué no consigue una habitación en un hotel? —pregunta Star, su tranquila voz alzándose. —¡Porque no tiene dinero! —susurra-silba Wren de nuevo. —Dinero. —Star deja escapar—. De eso se trata. Sí. Me había pillado en dos segundos. —Irá a casa con nosotros. Y se acabó. —Wren aprieta sus dientes. —Entonces yo no. —Star la mira fijamente. Wren suspira. Mira a nuestra hermana. —Si eso es lo que quieres. —Bien. —Star se inclina y besa a Peck en la frente, susurra algo en su oreja y luego besa la mejilla de Sam—. Nos vemos mañana. —Entonces Star sale de la habitación.

Sam asiente sutilmente a Josh y Josh la sigue, rodando por su camino. —Eso no salió muy bien —digo—. Debería ir y alcanzarla. —Mejor no —advierte Peck. Apunto con mi pulgar la dirección por la que se fue. —Pero se está yendo. —Déjala ir —dice Sam—. Josh se hará cargo de ella. Él ha estado cuidándola toda la noche. Wren sonríe. —Oh, desde luego que sí —dice. Sam comienza a contarnos sobre Star bailando en un piano, tan borracha que apenas podía caminar. Mi conciencia me molesta un poco, desde que me enteré que causé eso. —Star nunca se había emborrachado así —dice Wren tranquilamente. Se ve preocupada. —Josh se hará cargo de ella —dice Sam otra vez. Él no parece preocupado en lo absoluto. De hecho, él le guiña un ojo a su esposa y ella le sonríe, rodando sus ojos. —Me siento mal que no venga a casa. Y que todo sea por mi culpa —digo tranquilamente. —Irá a casa cuando esté lista —dice Peck. La pregunta es, ¿estará lista a tiempo para que arregle todo y regrese a casa? Las necesito para que me quieran y confíen en mí. También las necesito para que me den dinero, y no puedo hacer nada de eso si no están alrededor.

Página

12

***

No he visto a Star desde que llegue aquí. Se ha negado a regresar al departamento, y solo han pasado tres días desde que llegué. Pero Wren ha estado aquí. Todo lo que me tomó fue rememorar. Bam. La tengo. —¿Te acuerdas de la casa amarilla en la calle Chestnut? —le pregunto. Wren parpadea, sus ojos con furia. —Sí, la recuerdo. Era la casa donde vivíamos cuando mamá y papá murieron. —Papá te enseñó a montar esa vieja bicicleta rosa en la acera del frente. —Lo recuerdo. —Su voz era gruesa y apretada—. Eso era antes... —Antes de morir. —Termino por ella tranquilamente. Fuerzo una risa—. Te raspaste tu rodilla cuando te caíste de la bicicleta y te querías bajar, pero papá no te dejaba. Ella se ríe. El sonido es acuoso. —Me hizo regresar y permanecer en ella hasta que pudiera manejarla alrededor de la cuadra. —Luego no podían hacerte entrar para la cena. —le recuerdo. Mi aliento se traba ante la mirada de devastación en su rostro. Pero sigo—: Querías quedarte afuera toda la noche. —El alumbrado público se encendió y quería seguir manejando. —Papá se sentó en el porche y contó tus vueltas alrededor de la cuadra. Una lágrima cae finalmente sobre sus pestañas y mi intestino se tuerce. —Los extraño —susurra. —Tienes una buena familia —le recuerdo. No como la que tengo.

13 Página

—No al principio —dice abruptamente. Entonces luce como si quisiera retractarse. Suelto el tenedor que estoy sosteniendo y cae con un ruido en la mesa. —¿Qué? —Nuestra primera familia de acogida... —Niega—. No importa. —Dime —digo. —No quieres saber. —Claro que sí. —No puede ser tan malo como el infierno que yo pasé—. Dime. —Él era un pedófilo, y ella no tenía idea. —Cierra sus ojos—. Star pasó por la peor parte de ello. De repente quiero vomitar. —¿Qué? Ella asiente. Es un gran cambio. —Los servicios sociales nos sacaron de allí y nos fuimos a una casa de grupo. Era mejor. —Me sonríe—. Luego conocimos a Marta y Emilio, nos adoptaron a todas nosotras. —No sabía —respondo difícilmente. Apenas puedo respirar, mucho menos hablar. No es de extrañar que me odie. —Star te escribió todo el tiempo. Pensaba que regresarías y nos rescatarías. — Se ríe, pero no hay humor en ello. Ninguno en absoluto—. Por eso no está aquí. Todavía está dolida. —Si hubiera sabido… Pero levanta una mano y me hace señas para que me detenga. —Eras un niño. —Me alegro de que no terminaran adonde fui. —Dejo escapar. Quiero morder mi boca nuevamente tan pronto como sale. Pero se cuelga en el aire entre nosotros. Ella parpadea sus grandes ojos marrones hacia mí. —¿Por qué? —No era bueno. —Toso en mi puño—. Él no era bueno. —Él era nuestra familia —Se apresura a recordarme. —Había una razón por la qué papá no hablaba con él. Piénsalo. ¿Te acuerdas que papá nunca tenía nada bueno que decir acerca de él? Niega. —No realmente. Pero hay mucho que no recuerdo. —No era bueno, gentil o generoso. Y no es mi familia. O el tuyo, si es que importa. —Me levanto y empiezo a limpiar la mesa—. Solo pensar en él me da asco. —¿Qué pasó? —pregunta detrás de mí. —No quiero hablar de ello. —¿Por qué no? Respiro profundo. —El estado le pagaba para mantenerme. —No digo más, con la esperanza de que ella haga sus propias horribles conclusiones—. Era como su siervo. Cuidaba de sus hijos pequeños y mantenía su casa limpia. —Y tomaba los golpes de los que eran más pequeños que yo. —No eras el único niño, por lo menos —dice. Está buscando un final feliz, pero puedo asegurarle que no hay. No en casa de mi tío. Ella suena tan optimista que casi odio romper su ilusión.

14 Página

—Me encargaba de todos. Cocinaba, limpiaba, cambiaba pañales y llevaba a los niños al autobús. Los cuidaba de las fiebres y los calmaba cuando tenían pesadillas. —Tiemblo al pensar en ello—. Y luego me enviaban a mi habitación, cuando terminaba mis tareas, mientras ellos eran una familia y yo no tenía ninguna. —No sabíamos que... —Nadie lo sabía. —Me encojo de hombros y fuerzo una risa que no siento. Solo volver a aquellos días en mi cabeza hace que mi piel se erice—. Cuando tenía diecinueve años, conocí a un hombre que trabajaba en una iglesia. Tenía una hija, y ella hizo todo mejor. Me ayudaba. Teníamos la misma edad. Julia. —Solo pensar en Julia hacía que mi corazón se acelerara con un latido. Ella es el por qué regresé. Es por eso que estoy aquí. —Eso es bueno —dijo Wren. Fuerzo mis recuerdos a la parte de atrás de mi mente. —¿Recuerdas cuando Star y tú decidieron construir una casa del árbol? — pregunto. La fuerzo a volver a los recuerdos, y voy con ella. Y soy feliz por un momento, mientras disfruto el brillo que es mi familia. De pronto, me doy cuenta que he tomado demasiado. Mis emociones están a flor de piel. No están escondidas en el fondo de mi alma donde suelo mantenerlas. Están flotando justo debajo de mi cordura, y se están asomando. —Necesito ir a la cama —dice Wren. Presiona su cerveza contra mí. La abrió pero nunca bebió nada. Ya había tomado un paquete de seis o algo así. No estoy ebrio, pero estoy perdiendo mis inhibiciones, y estoy lo suficientemente sobrio para saberlo. Empujo la cerveza de nuevo hacia ella. —No puedo —dice con una risa—. No es posible. —Entrecierra sus ojos hacia mí, e inmediatamente me preocupo. ¿Dije algo que no debí decir? ¿Mentí? ¿Ella lo sabe?—. Quiero darte algo —dice. Escarba en su bolso y saca una libreta del banco con cobertura azul de cuero. Lo desliza hacia mí—. Hice esto para ti hoy. —¿Qué es? —pregunto. Pero por dentro, mi corazón está saltando. Parpadea. —Como que revolví tu billetera para conseguir la información para la cuenta. —Oh. —Inmediatamente me pregunto que más encontró. —En realidad no estaba husmeando. Solo intentaba averiguar cómo arreglar esto para ti. —Está bien. —Mi corazón golpeando. Acaba de hacer todos mis sueños realidad y ni siquiera lo sabe. Cree que solo hizo una buena acción. —Quiero que te quedes. Quiero que te quedes lo suficiente para que Star pueda al menos hablar contigo, una vez que supere el dolor. Pero entiendo si no puedes. —Su voz es tranquila pero fuerte—. Sin importar que, quiero que cuiden de ti. Quiero que sepas que eres amado. Mi corazón salta en mi garganta. No se suponía que sucediera de este modo. Se supone que las engañara para amarme. No se suponía que solo lo hicieran. Empujo el libro bancario hacia ella. —No, no puedo tomarlo —digo. —No es mucho. Son solo ahorros. —Viene hacia mí y pone su mano en la cima de mi cabeza. Sacude mi cabeza y besa mi frente, justo como nuestra madre solía

15 Página

hacer. Era más como ser asaltado con afecto cuando mamá lo hacía, y todos lo amábamos tanto. Así que tenerla haciéndolo trajo lágrimas a mis ojos—. Estoy feliz de que estés aquí —me susurra. Luego va a su habitación y cierra la puerta suavemente tras ella. Dejo caer mi cabeza en la mesa y contengo un sollozo. No puedo llorar. No he derramado una lágrima desde que fui a vivir con él, al menos no donde alguien pudiera verme. Abro la libreta del banco y veo un conjunto de cheques en blanco con mi nombre en ellos. Y hay un total escrito en la parte de arriba del registro. Puso cincuenta mil dólares en una cuenta para mí. Para mí. Santa mierda. Cincuenta mil dólares… Apoyo mi cabeza en la mesa fría y ruedo mi frente a través de la superficie. Si fuera un mejor hombre, no lo tomaría. Pero no lo soy. Estoy desesperado. Una llave suena al otro lado de la puerta y levanto mi cabeza, limpio bajo mis ojos, e intento fingir que mis emociones no me están golpeando en el rostro, como un rayo en una tormenta de verano. Probablemente esté fallado, pero lo intento. La puerta se abre y entra Fin. Está usando un pantalón de cuero que abrazan su trasero y una chaqueta de cuero negra. Es ruda. Y hermosa. Y estoy algo ebrio. Tropieza con el felpudo y se sostiene de la pared. Ríe. Oh, infierno. Ella también está algo alegre. —Oye —dice mientras arroja sus llaves al mostrador con un estrépito. —Oye —murmuro en respuesta. Giro la libreta blanca en mis manos, intentando decidir si puedo tomarla. —¿Dónde están todos? Asiento hacia el cuarto de Wren. —Wren acaba de ir a la cama. Lark aún no está en casa. Y Star sigue en el departamento de Josh. Asiente y se quita la chaqueta de cuero. Usa una camiseta delgada, sin sujetador. Sus pezones se presionan duros contra la tela transparente y debo forzarme a no mirar. Se inclina y mira dentro del refrigerador. —¿Qué le sucedió a toda la cerveza? Tomo mi lata y bebo lo que queda. —La bebí —murmuro. Consigue una botella de agua y se sienta frente a mí. —¿Mala noche? Niego. —Buena noche. ¿Tú? —Arqueo una ceja hacia ella. Se encoge de hombros. —Tan buena como otras. Estoy algo ebria. —Sostiene su pulgar y dedo índice cerca de un centímetro separados. Río. —Oh, bien. Yo también. Va a su habitación y regresa con una guitarra. La observo mientras va al sillón y se deja caer en él. Acomoda la guitarra acústica en su regazo, así está hacia arriba. Una melodía suena en el aire y baila frente a mí. —Eso es muy bueno —digo. Estoy atraído a la música casi tanto como a la chica. Me levanto y voy a la sala de estar—. ¿Puedo sentarme?

16 Página

Se encoge de hombros. Me dejo caer en el otro extremo del sillón y la observo. Rasguea y canturrea, rasguea un poco más y luego se detiene y escribe algo. —¿Estás escribiendo música? —pregunto. —Algo así —murmura. —Es realmente bueno. ¿Tiene letra? —Sí —dice, mientras mastica la punta de su lapicera. Un mechón de cabello negro cae en su rostro y lo sopla a un lado. Lo alcanzo y lo cepillo hacia atrás cuando cae otra vez. Se sobresalta, y sale de su trance musical, me mira—. ¿Quieres escuchar la letra? —pregunta, su voz tranquila, casi temerosa. —Sí. —No puedo pensar en nada que me gustaría más. Empieza a cantar. Es tentativa, cautelosa y tan jodidamente hermosa que me roba el aliento. Canta sobre los corazones rotos, la vergüenza, lujuria, amor, dolor, y bajo todo eso… hay belleza. Solo… pura belleza. Cuando deja de tocar, me doy cuenta que ni siquiera he respirado, así que tomo una respiración y lleno mis pulmones adoloridos. —Eso fue asombroso —suspiro. —¿Cuán ebrio estás? Niego. —No mucho. —Deberías beber otra. —Mueve su cabeza hacia la cocina. —¿Por qué? Me mira duro. —Porque quiero descubrir qué te motiva. Ni siquiera estoy segura si me motivo. Como que solo existo. Desde que recibí la llamada de Julia diciendo que no quería nuestro bebé, que quería salir, he sentido como si alguien hubiera pulsado el botón de pausa en mi vida. —¿Qué te emociona a ti, Finny? —pregunto. Ríe. Pero es un sonido adorable y me encuentro sonriendo. Y no es solo porque estoy ebrio. —El sexo —dice—. El sexo me emociona. Me ahogo con mi propia saliva. —¿Disculpa? Ríe. —Me gusta tener sexo, Tag. Mucho sexo. —Está bien… —digo lentamente. —Vas a ponerte todo santo conmigo y decirme que las chicas buenas no tienen sexo con extraños al azar, ¿verdad? —Niega y me apunta con un dedo—. Pero tengo noticias para ti. Puedo hacer lo que quiera con mi cuerpo. Puedo follar a quien quiera. Me estremezco con su elección de palabras. —Oh, acabas de darme la mirada —dice. —¿Qué mirada? —La de estoy juzgándote. —No lo hice. —Sí, lo hiciste. Crees que es malo que a una mujer le guste el sexo. Niego. —No dije eso.

17 Página

—Sí, lo hiciste. Tu lenguaje corporal lo dijo. —Comienza a rasgar la guitarra otra vez. —En serio, no me importa con quien tengas sexo. —Me preocupa un hilo suelto en mi pantalón. No me gusta esta conversación—. Creo que iré a la cama. — Pongo mis manos en mis rodillas y comienzo a levantarme. —¿Quieres algo de compañía? —pregunta. Me congelo. —¿Qué? —Tengo dos reglas —declara. Comienza a contar con sus dedos—. La primera, no duermo con nadie más de una vez. Y la segunda, tienes que salir de mi cama cuando terminemos. Frunzo el ceño. —¿Dónde está la diversión en eso? —Um, tu pene… mi vagina… muchas embestidas. Divertido. Ahí está la diversión en eso. Niego. Solo he estado con una mujer en mi vida, y me dejó hace meses. Pero estar con ella creó una conexión. Y la conexión no está necesariamente en las sesiones de embestidas pene-vagina, como lo puso Finny tan desapasionadamente. Era en los tranquilos momentos después del sexo. Era cuando ella apoyaba su cabeza en mi pecho y pasaba sus dedos atrás y adelante por mi cabello. Era cuando despertábamos atrapados juntos con sudor entre nosotros. Era el latido de su corazón mientras yacía encima de mí. Era la forma en la que se envolvía alrededor, envolviendo mi corazón con el mismo calor que envolvía mi pene cuando estaba dentro de ella. —Estás pensando en sexo, ¿no? —pregunta Finny. —No en realidad —admito—. Estaba pensando en la intimidad. Ríe otra vez. —El sexo es mucho mejor que la intimidad. Niego. —No te creo. —Te lo probaré. —Pone la guitarra a un lado y se pone sobre sus rodillas. Muerde su labio inferior mientras camina en sus manos y rodillas los centímetros de sillón entre nosotros. Caigo en el sillón cuando ella trepa a mi regazo. —¿Qué estás haciendo? —Si tienes que preguntar, lo estoy haciendo mal. —Sonríe, y eso me hace querer sonreír con ella. Tomo sus hombros y la empujo hacia atrás. —¿Qué hay de mis hermanas? —¿Qué hay de ellas? —Muerde mi labio inferior. Luego lo chupa dentro de su boca para calmar la picadura, y se dispara directo hasta mi pene—. No suelo pedirles permiso cuando quiero follar a alguien. Apunto a mi pecho. —¿Tú quieres follarme a mí? Ríe y muele su coño contra mí. —Creo que esa parte es obvia.

18 Página

—¿Por qué? —pregunto. Sostengo su rostro así puedo evitar que me bese, y la miro a los ojos. Se extiende y presiona sus pechos contra mí. —Porque estás aquí —responde. —Oh —digo. ¿Ese es su único requisito? Se sienta. —Creí que estaba obteniendo una vibra de ti… —dice dudosa, buscando mi rostro—. ¿Estaba equivocada? —¡Demonios, no! —Tiene razón. Ya me ha intrigado. Y es hermosa. Tan hermosa. Pero esto no puede suceder. Solo no puede. Sonríe. —Entonces quieres follarme. Maldición. El calor de sus palabras se dispara directo a mi pene. La beso. No puedo evitarlo. Su coño está caliente y solo está al otro lado de mi cierre y huele tan malditamente bien. Mi cabeza está algo mareada, pero mi pene no. Está listo. Tiro mi cabeza hacia atrás cuando un pensamiento viene a mi mente. —¿Es raro que seas la hermana de mis hermanas? —Amigo, no estamos emparentados —dice—. Pero si te sientes raro sobre ello… —Vuelve a sentarse, y siento inmediatamente la pérdida. Se escabulle de nuevo a su lado del sillón. —No te vayas —protesto. Ella sonríe y pasa sus pulgares bajo los tirantes de su camiseta, entonces de repente tira de ellos hacia abajo por debajo de sus pechos. Ella mira hacia la habitación de Wren y se muerde su labio inferior. Pero no puedo mirar a su rostro. Todo lo que veo son tetas. Tetas; redondas, perfectas y hermosas, con sus perfectos pezones duros. Lamo mis labios. Quiero probarlas. —Me voy a la cama —dice. Me lanza una mirada sobre su hombro mientras camina lejos de mí. Va a su habitación y deja la puerta entrecerrada. Arrastro una mano a través de mi cabello. ¡Joder! Ajusto mis genitales porque estoy tan duro que apenas puedo ponerme de pie. Regresa a su puerta y se apoya en el marco de la puerta. Está desnuda. Completa y jodidamente desnuda. —¿Vienes? —pregunta en voz baja. Asiento. Me levanto y voy hacia ella, porque siento como si es un imán y yo soy metal y me está tirando hacia ella sin siquiera intentarlo. Entro en la habitación, cierro la puerta detrás de mí, y ella se sienta en el borde de la cama. Engancha sus dedos en las tiras de mis jeans y me acerca. —Espera —digo. Pone su frente contra mi estómago y puedo sentir su respiración contra mi polla, calor a través de la tela. ¡Dios! Me está encendiendo. Nunca he tenido relaciones sexuales informales, sin embargo. —Así que, ¿no abrazas? —pregunto. Ni siquiera debería de estar aquí, pero ella está aquí y está besando el botón de mis jeans. —No. Abrazos no. —¿Qué pasa si quiero abrazar?

19 Página

—¿Qué pasa si solo quiero follarte? —Levanta su rostro y me mira—. No tiene que ser más que eso. Solo una vez. —Tus reglas —murmuro. —Sí. ¿Estás dentro o fuera? —Yo nunca... —Froto una mano por mi rostro. —¿Tú nunca…? —Espera por mi respuesta mientras desabrocha el botón de mis jeans. —Nunca… he tenido sexo con alguien a quien no amo. —Ahí. Lo dije. He estado con una mujer. Eso es todo. Y ella está ahora con otra persona. —Hay una cierta alegría en el sexo sin ataduras —dice en voz baja. Levanta el borde inferior de mi camiseta y sus labios tocan mi tierna piel. Mi pene palpita. Echo mi cabeza hacia atrás y gimo. —Finny —gruño. —Puedes decir que no —dice en voz baja. Pero sus manos agarran mi culo y me acerca, sus labios bailando sobre mi piel. —Lo estás haciendo jodidamente difícil. Investiga mi polla con la punta de sus dedos, contorneando mi bulto. —Sí —dice en una risa—. ¿Recuerdas? Es fácil conmigo. No hay actuaciones repetidas. No te pediré flores. O promesas. Ni siquiera te pediré que me abraces después. —¿Qué pasa si quiero? —Es difícil pensar con ella tan cerca de mí. —¿Querer qué? —murmura contra mí. Reemplaza sus pequeños besos con la punta de su lengua, y lame sobre mi estómago. Mi polla salta. —¿Qué pasa si quiero abrazar? —pregunto. Se congela. Sus ojos encuentran los míos. —¿Por qué? Porque necesito abrazar de verdad. Necesito a alguien que actúe como que me quiere, incluso si es solo por un minuto. —No sé por qué —eludo. Pero lo quiero más que ella llevando mi polla a su boca. Lo quiero más que estando dentro de ella. Mi existencia es un ser solitario. Y si se está ofreciendo a tomar un poco de esa distancia durante un minuto o dos, me la llevaré arriba con ello. Pero no puede ser solo mi polla golpeando su vagina. Tiene que ser algo que pueda sentir—. No sé por qué… pero lo necesito. Ella asiente. —Te daré veinte minutos. —¿Qué? —Después de que me folles, dejaré que te quedes veinte minutos. Tómalo o déjalo. Baja lentamente mi cremallera. —Lo tomo —susurro con fiereza. Empuja mis jeans y mi bóxer en un movimiento, y entonces rompe un envoltorio de condón con sus dientes y lo rueda por mi longitud. Aprieto los dientes y trato de no correrme en su mano. Ha pasado un buen tiempo desde que hice esto. Y nunca he hecho esto. No así. No con alguien que no quiero. —¿Estás segura? —pregunto. Ella estaba contenta—. ¿Sigues borracha? Niega.

20 Página

—No —Anda como un cangrejo, desnuda sobre la cama, y me tiende sus brazos—. Deja de ser una chica —dice. Señala mi polla—Eso —dice, y luego señala a su coño, que es rosa, bonito y perfecto y justo en frente de mí—. Va aquí. Asiento y caigo encima de ella. Estoy de repente completamente sobrio. Y embelesado. Envuelve sus piernas alrededor de mí, tomando el control mientras me acerca. —Espera —digo—. Reduce la velocidad solo un poco. Se queja y deja caer sus brazos sobre la cama. —No eres uno de ellos, ¿verdad? —¿Uno de qué? —pregunto, mientras quito el cabello de su rostro. —Uno que quiere sacudir mi mundo. Uno que quiere enseñarme como de impresionante puede ser hacer el amor. Una de esas estúpidas personas. —No, no soy uno de ellos —digo. Miro fijamente a sus ojos mientras me presiono contra su calor, deslizándome en su humedad. Presiono dentro de ella lentamente, asustado de hacerle daño. Asustado de poder hacerlo mal. Asustado de no complacerla. Su respiración se traba y agarra mi cabello en sus puños. —Más —dice. Sacude mi cabello, castigándome sin palabras por ir demasiado lento. Agarro sus puños y presiono sus manos en la cama, sujetándola en su lugar con la mía. No quiero que se haga cargo. —Para —ordeno. Me quedo quieto dentro de ella. Tira de mi culo con sus pies, pero me niego a moverme—. Para —digo otra vez. Inclino mi cabeza y muerdo su hombro y se queda mirándome. Se congela, y veo algo moverse en sus ojos. Algo necesitado y vulnerable y con ganas. —No voy a dejar que me uses como usas al resto de ellos —digo, y sacudo mis caderas, deslizándome en su interior. Ella lucha con mis manos sujetándola, y solo la aprieto con más fuerza. Se ríe. —Así que, ¿quieres hacerme el amor? —Rueda sus ojos. Niego, y luego tomo su pezón en mi boca. Está caliente, duro y dulce contra mi lengua. Ella inclina su cadera, intentando hacer que me mueva. —No, quiero follarte. —Estoy hundido tan profundo como puedo ir dentro de ella, y un grito sale de su garganta, haciéndome cosquillas en mi oreja—. Quiero follarte —digo otra vez. Lo saco y lo deslizo dentro de nuevo, tan profundo como puedo ir. Si digo quiero follarte cien veces más, quizás lo creeré. Ella menea sus dedos. —Déjame tocarte —dice. Niego. —No. —¿Por qué no? —Porque tú quieres tomar el control, y no quiero dártelo. —Bombeo mis caderas. Ella se arquea para encontrarme, dándome todo de ella. —Quieres estar al mando —dice en una risa, y casi me empuja fuera de ella. Me meto en profundidad y paro de moverme.

Página

21

todo.

—No. —Niego—. Tan solo quiero que no me utilices como a los otros. Eso es

—Quieres ser especial. —Deja caer su voz a un ronroneo—. Eres especial, cariño, como el resto de ellos. Salgo de ella y le doy la vuelta, entonces golpeo su culo mientras me hundo en ella desde detrás. —¿Me acabas de pegar? —Para de moverse. Pero sus manos están cerradas en las sábanas, así que sé que no está enfadada. Ella está encendida. Todavía. Arquea su espalda y empuja contra mí, tomándome todo, y tengo que apretar los dientes y trabajar duro para no correrme. Deslizo mi mano debajo de su cadera y encuentro su coño. En cada película porno que he visto, el chico va directo al clítoris. Así que, voy por ello. Ella está tan húmeda que está resbaladiza, y froto. Pone su mejilla en la cama y se queda mirando hacia un lado. Sé que he encontrado el punto justo cuando cierra sus ojos y su espalda se arquea. Empuja su trasero de vuelta a mi encuentro. Está tan tensa que apenas puedo dejar de disparar mi carga en su interior. Paro y giro su espalda. —Le vas a dar a una chica un latigazo cervical con todo este voltear hacia atrás y delante —dice en una risa. —No. Solo un orgasmo —digo. Espero. Empujo sus piernas abiertas, y la miro. Ella se ríe. —Oh, vas a hacerme volverme loca, ¿verdad? Levanto la mirada y suelto un suspiro. —¿Te burlas de cada hombre con el que estás así? Su sonrisa se desvanece. —No es de extrañar que nadie vuelva por segunda vez —digo. Salgo de ella, cierro sus piernas y la giro. Ella se sienta y su mandíbula cae abierta. —Quién coño te crees… Señalo mi pecho. —Soy el chico que te estás follando —digo. —Bueno, no más —gruñe. —Ningún hombre en su sano juicio puede tomar toda esa boca —le digo. —Mi boca solo es increíble —argumenta—. ¿Quieres probar eso? —Pero ella ya casi está alcanzando su bata, así que tengo la sensación de que no va a pasar. —¿Puedo decirte algo? —Mi corazón está latiendo como loco. —Por favor, ilústrame —replica, su tono es puro ácido. —Quise tener sexo con esa chica que escribió la hermosa canción y que luego subió a mi regazo. Era hermosa, sexy e interesante. —Y prometió que me abrazaría después. Ella asiente. —Entonces encontraste cómo soy realmente. —No. Es solo eso. Me hace callar, y mira hacia la puerta como si estuviera asustada de que alguien nos pudiera oír, así que trato de estar callado. —Es solo eso —susurro con fiereza—. No descubro cómo realmente eres. He descubierto cómo quieres ser para el resto. —Niego—. No importa. Agarro mis jeans y los sacudo.

22 Página

—Espera —dice en voz baja—. No entiendo. Cierro mis ojos y respiro profundo. —Es como si estuvieras actuando. Estás trabajando muy duro para mantenerte fuera, para que no pueda acercarme a ti en absoluto. Eso es todo. —Yo no… —¿Por qué querías follarme? Su voz es pequeña. —Porque estabas aquí. Asiento. —No hay nada malo con una mujer a la que solo le gusta tener sexo. —Estoy de acuerdo. Camina por delante y agarra sus caderas. Levanto el borde de su bata y miro su culo. —La huella de mi mano está en tu culo —digo. Inclino mi cabeza y la muerdo, y deja de respirar. —No puedo creer que me mordieras. —Yo tampoco. —Río y pellizco la curva de su trasero—. ¿Quieres intentarlo otra vez? —le pregunto contra su piel. Se gira y trepa en mi regazo, sentándose a horcajadas. Aprieta mi polla en su mano y después me posiciona en su calor. Aguanto mi respiración mientras se desliza por en mi pene, tomándome dentro. Sus brazos se envuelven alrededor de mi cuello y chupa mi lóbulo de la oreja entre los dientes, mordisqueando suavemente. Lamo el lateral de su garganta y muerdo su piel más suave. Su coño palpita. —¿Te gusta eso? —pregunto. No contesta, pero un jadeo se le escapa cuando inclino mi cabeza y tomo su pezón suavemente entre los dientes. Observo su cuerpo, escucho sus gemidos y me doy cuenta lo que hace como tan solo prestar atención. —Me gusta tu polla —dice ella. Mira mis ojos, mientras se eleva y baja. —Me gusta tu coño —digo. Me gusta mucho. Demasiado, porque mis bolas ya están tratando de subir por mi garganta. —Entonces deberías echar un vistazo más de cerca. Deja de moverse y levanta las cejas, esperando que esté de acuerdo. La levanto de mi polla y nos doy la vuelta. Sus piernas caen abiertas y se muerde el labio inferior entre sus dientes. Su coño brilla mojado y la extiendo abierta con mis pulgares. Me inclino hacia abajo y soplo en su clítoris. —¿Estoy lo suficientemente cerca? —pregunto. Sus caderas se mueven, y envuelve sus dedos en mi cabello, tirando mi cara más cerca. Lamo su clítoris y observo su reacción. Cierra los ojos con fuerza, pero no está haciendo esos ruidos felices. Encuentro su clítoris y chupo fuerte. Gime. La tengo. Deslizo dos dedos en su núcleo y los doblo, buscando por el sensible punto del que he leído en un libro. Sé cuándo lo encuentro, porque tengo que mantener sus caderas en la cama. Golpea contra mi mano y tengo que aferrarme con fuerza a su clítoris para no parar. De repente, se queda inmóvil y un chillido irrumpe de su garganta, justo cuando su coño empieza a temblar alrededor de mis dedos. La hago aguantar, trabajándola hasta que me empuja.

Página

23

Sus piernas son como fideos cuando las cierro y la volteo boca abajo. Cubro su cuerpo con el mío desde los hombros hasta los pies y entrelazo nuestras manos. Me mira, sorprendida, pero luego se suaviza y deja que me abra paso adentro. Grita cuando meto mi longitud en ella en una estocada apresurada. —Soy sensible después de correrme —susurra. —Seré gentil —le susurro de vuelta. Beso suavemente su hombro desnudo y sus brazos se ponen piel de gallina. La tomo lentamente y con cuidado, y es suave como el algodón debajo de mí. Gira su cabeza y me besa, su mirada encontrando la mía cuando se echa atrás y hay algo en sus ojos que no entiendo completamente. —¿Estás bien? —pregunto. Arquea su espalda y empuja en mi contra y sé que está bien. —¿Puedes hacer que me corra en esta postura? —¿Puedo? —pregunto. La levanto de rodillas y tiro su culo hacia atrás, sosteniéndola fuerte en sus caderas, tirando de ella hacia mí, golpeando fuerte, más fuerte, más fuerte. —Jesús —jadeo—. Te sientes tan bien. No puedo aguantar. —No todavía —dice ella. Me mira por encima del hombro y sus labios se separan—. Estoy cerca —respira. Asiento y me meto en ella, envolviendo mis dedos en el cabello de su nuca. Le doy un tirón y grita. Uso el cabello para girarle la cabeza. Quiero ver su rostro. —¡Ahora! —grita de repente. Me corro fuerte dentro del condón, en lo profundo, mis dedos curvándose con la fuerza de mi orgasmo, mientras se estremece, ordeñándome, llevándome cada vez más lejos. Me detengo y su coño tira hasta que se calma. Me deja deslizarme fuera y caer contra el colchón. Caigo encima de ella, aun no preparado para dejarla ir. Rueda y caigo a su lado, pero me hala para poner mi cabeza bajo sus pechos. Sus manos se deslizan en mi cabello, y sostiene mi cabeza en su pecho, sus dedos frotando suavemente el cuero cabelludo. —Tienes veinte minutos para acurrucarte —dice ella. —Acurrucarse es para idiotas. Bosteza. —Debes irte de mi habitación en diecinueve minutos y medio. —Cállate —le digo, parando—. Necesito un poco de comodidad post-coital. Se ríe y mi cabeza se mueve en su pecho. —¿Esto es acurrucarse? Beso su ombligo y pongo mi cara en su suave piel. Acaricia mi cabello, sus dedos jugando contra mi cuero cabelludo. Levanto la cabeza, apoyando la barbilla en la suave piel de su vientre. —Esta es la mejor parte —le digo. Resopla. —Sigue diciéndote eso a ti mismo.

*** El tiempo pasa, y sigue frotando mi cuero cabelludo. Ha pasado mucho más de veinte minutos y, no me ha echado todavía. Pero después sus manos se cansan y pesan contra mi cabello. No me muevo de inmediato. Estoy disfrutando de esta

Página

24

calma. No hay nada más pacífico que estar con una mujer que acaba de tener un orgasmo o dos. No quiero renunciar a esto. Esta es la parte que importa. Un sonido suave de resoplido escapa de su boca y sé que está dormida. Me incorporo con cuidado. Tengo cosas qué hacer. Necesito hacer las maletas. Y tengo que salir de aquí antes de que todos se levanten. La cama se mueve cuando ruedo, y se estira por mí. Aprieto mis labios en la parte de atrás de su mano y la sostengo mientras se calma. Después me levanto y me pongo la ropa. La miro mientras yace allí completamente desnuda. Es tan hermosa. Es pequeña, curvilínea y su largo cabello negro está extendido por toda la almohada. Recuerdo la manera que se sentía cuando tiré su cabeza atrás y mi polla se sacude. Mierda. Tengo que salir de aquí ahora o nunca lo haré. Le pongo las mantas encima y bajo la vista su rostro suave. En un diferente tiempo, en un diferente lugar... podría invitarla salir. Podría tratar de convertirlo en algo real. Pero no puedo. No ahora. Subo la cremallera de mis jeans, salgo de su habitación y corro directamente a la de Lark, quien está llegando por la puerta principal. Sus cejas se levantan. —Debes haber ido a la puerta equivocada —dice. Apunta mi habitación—. Tu habitación es en esta dirección. —Bueno saberlo —murmuro y voy hacia allí. Empaco mis cosas lo más rápido que puedo, después saco la cabeza por el pasillo. El apartamento está a oscuras excepto por una luz en la cocina. Llevo mi bolsa de lona a la sala, y bajo la mirada a la mesa de la cocina. La libreta del banco. Es por la cual he venido aquí. Tengo que llevármela. No puedo hacer lo que tengo que hacer sin ella. La recojo y la deslizo en mi bolsillo trasero. Ella quería que la tenga, así que no está mal. ¿Verdad? Me detengo fuera de la puerta de Finny y dudo un minuto. —Deberías irte —dice Lark desde su propia puerta. Me asusta, y mi respiración se acelera. Asiento. —Lo sé —le digo en voz baja. —Es mejor así. Asiento de nuevo. —Lo es. La puerta de Lark se cierra y respiro profundo. Es hora de irme. Tengo que ir a buscar a mi esposa e hijo.

2

Página

25

M

e paro al otro lado de la puerta y lo escucho hablar con Lark. Estoy todavía desnuda y puedo oler su sudor en mi cuerpo. Agarro mi bata y me la pongo, la seda deslizándose contra la piel a la que él acaba de darle piel de gallina. He estado con muchos hombres, pero nunca tuve uno que tomara el control sobre mis sentidos, no como él hizo. Cuando puso su cabeza sobre mi pecho, me encontré alcanzándolo, necesitando acurrucarme con él tanto como él quería acurrucarse conmigo. Y eso no es normal. Quería hacerlo justo como a todos los demás, pero eso no pasó. Él fue diferente, y no me gusta que lo fuera. —Deberías irte. —Escucho a Lark decir a través de la grieta en la puerta. Alcanzo la perilla, pero no puedo forzarme a girarla. —Lo sé —dice. Su voz es ronca y erosionada, quiero ir a él y preguntarle a dónde va. —Es mejor de esa manera —dice Lark. —Lo es —murmura él. Escucho pisadas y el arrastrar de maletas mientras la puerta principal se abre. Presiono mi oreja en la puerta de mi habitación hasta que escucho la puerta principal cerrarse. Entonces abro mi puerta. —Oh, Finny —suspira Lark—. ¿Qué hiciste? Aprieto la bata cerrada alrededor de mi cuerpo desnudo, y doy un paso al pasillo. —¿Se fue? —susurro. No quiero que Wren me escuche. —Sí. —Lark se inclina contra la pared e inclina su cabeza como cansada—. Se fue. Mi corazón se salta un latido. —Está bien. —Fuerzo un encogimiento de hombros despreocupado que no siento. —¿Qué hiciste? Miro al suelo. —Nada. —Lanzo mis ojos a los suyos—. ¿Él, cómo, se fue? Ella asiente. —Como que tomó su bolsa y se fue. —Oh. —Mi corazón cae y no sé por qué—. Está bien.

Página

26

—¿Tuviste sexo con él? —Me mira duro. —Bueno, sí… —Probablemente necesito explicar… Ella se apresura a castigarme. —Él no es solo un chico al azar. No. Él no lo es. —Lo sé. —Lo sé de la forma difícil—. ¿Él en realidad se fue? —Miro hacia la puerta principal como si va a volver a entrar. Ella asiente. —Sí. Tomó la chequera de Wren. —Oh, joder. —Pongo mis dedos sobre mi boca—. ¿Ella sabe? Lark niega. —No todavía. —Estrecha sus ojos hacia mí—. ¿Por qué él, Finny? —Solo para ver si podía, creo. —Mi voz es tan baja—. Algo no estaba bien con él. —Es su hermano. —Lo sé. —Pongo una mano en mi pecho—. No está relacionado conmigo, sabes. Levanta una mano para impedir mi objeción. —Lo sé. —¿Vas a decirles que follé con él? Deja salir un suspiro y niega. —¿Qué bien haría eso para alguien? No haría a nadie ningún bien en absoluto. Pero todavía no puedo creer que él solo se fuera así.

3

Página

27

D

os meses más tarde. Sostengo la mano de Julia entre la mía, y limpio su frente con un frío y húmedo paño. —¡Te odio! —me grita. Ha estado haciendo esto durante aproximadamente una hora y estoy bastante acostumbrado a ello para ahora—. Me alegra nunca tener que verte de nuevo después de hoy. La enfermera de parto me mira. Saben acerca de nuestra loca situación. Pero sigo teniendo esperanza de que Julia vaya a cambiar de opinión, que va a querer tener algo que ver con nuestro hijo después de hoy. Nuestro tiempo juntos está terminado, pero el suyo no tiene por qué estarlo. Otra contracción desgarra su cuerpo y aprieta mi mano tan fuerte que hago un gesto de dolor y separo sus dedos. —Nos falta poco —dice la enfermera. Julia se relaja en la cama cuando la contracción ha terminado y parpadea sus ojos verdes. —¿Puedo conseguirte algo? —le pregunto. Niega. —Solo asegúrate que no lo pongan sobre mí cuando salga, ¿de acuerdo? No quiero verlo. Aparto su sudoroso cabello de su rostro. —¿Estás segura? —Estoy segura —dice en voz baja—. Va a ser muy duro. —Todavía podemos hacer esto —le digo—. Podemos hacerlo juntos. Niega. —No es lo que quiero, Tag. Quiero que tenga lo mejor de todo y no puedo darle eso. Tampoco puedo, pienso. Si no fuera por el dinero de mi hermana, no sería capaz de hacer nada por él en absoluto. Julia vino a mí cuando descubrió que estaba embarazada. Estaba tocando el cielo con las manos de entusiasmo, pero ella no lo estaba. En absoluto. —Ellos pueden darle todo, Tag —había dicho—. Nosotros podemos darle nada.

28 Página

—Podemos hacer esto —le había dicho. Puse mis manos juntas como si estuviera rezando—. Por favor. Solo di que lo intentarás. —La familia adoptiva dijo que me darían dinero suficiente para ir a la universidad —se apresuró a explicar—. Puedo salir de aquí. Eché un vistazo a la diminuta casita de campo de su padre. Como el pastor de la iglesia, se le concedía una pequeña casa. Así fue como nos conocimos. Su papá me estaba asesorando sobre la responsabilidad. Julia sorbió. —Quiero que tenga mucho más que esto. La familia adoptiva... lo quieren tanto. Estaba en un viaje de misión cuando Julia descubrió que estaba embarazada por primera vez. Había enviado un mensaje a México, pero había tomado un par de semanas para reunir suficiente dinero para el pasaje para llegar a casa. Mi viaje de misión no se suponía que terminara por algún tiempo, pero había venido a casa inmediatamente después de escuchar las noticias. Nunca debería haberme ido en primer lugar. —Lo quiero —le dije. Golpeé mi puño en mi pecho—. No puedes darlo en adopción sin mi permiso. —Podría solo haber tenido un aborto y nunca habrías sabido —dijo en voz baja. —Pero no lo hiciste. Y ahora lo sé. Y ahora lo quiero. No puedes darlo en adopción cuando tiene un padre que lo quiere. Comenzó a llorar. —Pero tengo sueños. Y van a pagar para que vaya a la escuela. Me gustan. Y dijeron que lo podemos visitar, que podemos comprobarlo. —Estaba suplicándome. —¿Cuánto dinero? —Estás quebrado, Tag. ¿Importa? Cualquier cosa que le pueden dar es mejor que lo que podamos nosotros. ¿No puedes ver eso? Estaba equivocada. Podía amarlo. —Lo quiero —repetí. —Y yo quiero ir a la universidad. Quiero ser mejor que... esto. —Hizo un gesto a la habitación a su alrededor. Mi bebé no era más grande que una manzana en ese punto. Y ella quería darlo en adopción. —¿Qué si te doy la misma cantidad de dinero? —pregunté. Se burló. —¿Dónde conseguirías esa cantidad de dinero? Mis hermanas. Jenny y Jessica. Son adineradas. —Lo conseguiré. —¿Por qué tienes que hacer esto tan difícil? —suspiró—. Solo permítele tener una buena vida. —Lo haré. —Conmigo. Sus ojos se pusieron grandes y amplios. —¿Vas a firmar los papeles? —No. Voy a conseguirte el dinero. Su rostro cayó. Odiaba decepcionarla, pero no iba a dejarlo ir. —Esto no se siente correcto —dijo.

Página

29

mío.

Crucé la habitación para estar delante de ella e incline su rostro hacia el

—Nada de esto se siente correcto. Debemos ser una familia. Dio un paso atrás, creando una amplia brecha entre nosotros. —Te fuiste. —¡Me dijiste que me fuera! —Dijiste que lo necesitabas. —Fue por la Iglesia —me apresuré a decir. —A veces pienso que amas a tu religión más que a mí. —Puedo cambiar —intenté. Negó. —Es demasiado tarde. Julia me saca de mi ensoñación cuando grita y aplasta mis dedos. Su vientre ondula y se mueve, y la enfermera me dice que puedo bajar la mirada. No he visto ninguna parte de Julia en meses, así que no me siento del todo bien sobre mirar hacia su vagina, pero la atracción es demasiado fuerte. Sus piernas están separadas y lo observo mientras se desliza hacia el mundo. La enfermera lo agarra y lo levanta para ponerlo en su vientre. —No —dice Julia. Cierra sus ojos y aparta la mirada. Una lágrima corre por su mejilla. —Julia, por favor —digo. Si lo ve solo una vez, va a cambiar de opinión. Estoy seguro de ello. —Apártalo. Él está llorando ahora, y el sonido es música para mis oídos. Me acerco al moisés donde lo están limpiando y bajo la mirada hacia su perfecto pequeño rostro. Tiene mi coloración y mi cabello. —¿Quieres sostenerlo, papá? —pregunta la enfermera. Mira de lado a Julia. Pero Julia todavía está mirando en la otra dirección. —Sí, por favor —digo. Lo tomo de ella y lo jalo hacia mi pecho—. Hola, Benji. —Tiene solo unos minutos de nacido, y ya estoy enamorado de él. No puedo imaginar cómo Julia podría desistir a esto—. ¿Estás segura, Julia? —le pregunto. —Estoy segura —dice firmemente. Sigue negándose a mirar. Nos trasladan a una habitación diferente, una lejos de Julia. Al parecer, es lo que hacen en situaciones de adopción y eso es cómo están tratando esto. Paso la noche con mi hijo en su propia habitación, y no tengo idea de dónde está Julia. Una enfermera entra en la habitación y dice: —A la madre del bebé le gustaría verte. Está a punto de ser dada de alta. — Miro hacia la cuna de Benji—. Lo vigilaré. Adelante —dice suavemente. Da una palmadita a mi hombro. Me da el número de habitación de Julia y voy allí. Está vestida con un pantalón holgado y una gran camiseta, y tiene un bolso sobre su hombro. —¿Te vas? —pregunto. Asiente y una lágrima se desliza por su mejilla. —Julia... —Quiero abrazarla, pero no sé si tengo el derecho. —No lo hagas más duro —dice en voz baja—. ¿Tienes el dinero? Meto la mano en mi bolsillo y saco el cheque por cuarenta mil dólares. Utilicé el resto de los originales cincuenta mil para comprar algunas cosas del bebé, y

30 Página

pagué a un abogado para ocuparse de las cosas legales así Julia podía ceder sus derechos y yo podía obtener la custodia. Y para finalizar el divorcio. —Gracias —dice mientras toma el cheque. —¿Vas a estar bien? —Hubiera sido más fácil si hubiera ido a una familia diferente —dice—. De esta manera, siempre sabré que está contigo y que no está conmigo, y él lo sabrá también. —Me aseguraré de que sepa que lo amas. —Mi corazón está rompiéndose. Asiente. —Hice esto porque lo amo. No puedo darle todo lo que necesita. Y no estoy cien por ciento segura de que puedas tampoco. —Me mira—. ¿Vas de regreso con tus hermanas? —Dudo que me reciban en este momento. Como que cerré esa puerta. Asiente. —Cuida de él, ¿de acuerdo? —Su voz se quiebra y no puedo soportarlo más. Voy hacia ella y la jalo hacia mis brazos. Cae contra mí y me deja sostenerla por un minuto, hasta que solloza en silencio. —Cuando estés lista para verlo, ¿me llamarás? —No lo haré. —No sabes cómo te sentirás en un par de años a partir de ahora. Asiente. —Sé bueno, Tag. Entonces veo a su nuevo novio de pie fuera ante la puerta. Está yéndose con él. Me está dejando con un bebé recién nacido, y va a ir a la universidad como si nada de esto alguna vez sucedió. Está siguiendo con su vida, y consigo conservar la belleza que hemos creado juntos. Vuelvo a la habitación de Benji y la enfermera me lo pasa, es como una pelota de fútbol envuelta apretadamente. Mi teléfono suena en mi bolsillo, y cambio de posición a Benji así puedo sacarlo. Mi corazón late más rápido pensando que podría ser Julia. Tal vez cambió de opinión. —¿Hola? —¿Tag? —dice una voz masculina. —¿Sí? —Es Josh, y voy a casarme con tu hermana Star en unos días. Nos encantaría que pudieras estar aquí. —S-sí —digo rápidamente. Aclaro mi garganta—. Sí —digo de nuevo. Luego mi corazón cae—. Espera. No tengo dinero para llegar allí. Ríe. —No te preocupes, nosotros nos encargaremos de ello. —Necesitaré un billete de autobús. —¿Cuándo puedes venir? —¿Hoy? —Me encargaré de los billetes. Dame tu nombre completo... Le doy toda la información.

Página

31

—Estaré viajando con mi hijo —le digo, haciendo una mueca interiormente. Una pausa. —¿Tu hijo? —Sí. ¿Eso está bien? —Infiernos sí, está bien —dice con una risa—. Star estará tan feliz de verte. —¿Está enfadada conmigo? —le pregunto. Simplemente me fui con cincuenta mil dólares del dinero de Wren. —No por lo que sé. Pero tiene una vagina, así que podría cambiar en aproximadamente diez minutos —dice con una risa entre dientes. Algo me dice que mi hermana lo abofetearía si le escuchara decir eso. Y otra me dice que a él no le importaría. —Nos vemos cuando llegues aquí, hombre —dice Josh. —Está bien —respondo, finalmente soltando la pesada respiración que he estado conteniendo. Meto mi teléfono de regreso en mi bolsillo. Solo tiene un par de días del servicio que le quedan, así que estoy contento de que me contactara ahora. Bajo la mirada hacia Benji. —Nos vamos a Nueva York, pequeño amigo. Vamos a Nueva York para enfrentar a mi familia, para enfrentar el pasado, y para huir del futuro.

4

Página

32

H

an pasado dos meses desde que él se escabulló como un ladrón por la noche. Dos meses desde que me folló, y luego me folló otra vez. Y tiene el coraje de aparecer con un niño. No me gustan los bebés, ni incluso los bebés que son parientes de dos de mis personas favoritas. Y particularmente no un bebé que le pertenezca. Star lo empuja a mis brazos y lo sostengo en frente de mi pecho con los brazos extendidos, intentando mantenerlo tan lejos de mí como sea posible mientras aguanto su cabeza. Se retuerce, sus pequeños pies sacudiéndose mientras estruja su cara. Star descansa su cabeza en mi hombro y lo mira como si fuera la mejor cosa que alguna vez haya visto. Mira al bebé de nuestra hermana Peck de la misma manera. Star extiende una mano en su propio vientre de embarazada y vomito un poco en mi boca. Intento devolvérselo a su padre, pero está hablando con el nuevo marido de Star, Josh, y ni siquiera nota mi lucha con su engendro demonio. —Me va a vomitar, ¿verdad? —pregunto. Miro a todos lados menos a eso. Deja salir un llanto y su padre finalmente le echa un vistazo. Benjamin “Tag” Taggert Jr. tiene el mismo ceño fruncido en su rostro que su hijo. Toma al bebé y lo empuja a su pecho. —¿La miserable mujer pequeña se negó a sostenerte? —dice, hablándole al bebé. Sus ojos se encuentran con los míos y alejo mi mirada. Acurruca el bebé en la curva de su brazo y le mete una botella en la boca. El chico se calla inmediatamente. Gracias a Dios. —No me negué —murmuro. Me vuelvo y le susurro a Star—. ¿Me llamó pequeña? —Pone sus ojos en blanco Tengo que luchar con mi humor. Si no lo hago, dejaré que mis emociones se hagan cargo y le abofetearé o patearé en las bolas o algo igual de estúpido. Se ríe. —No te morderá. Todavía no tiene dientes. —No le gustan los bebés —dice Wren. Se ríe y su hermano pone los ojos en blanco. —¿Cómo no te pueden gustar los bebés? —pregunta—. Son un regalo de Dios. Resoplo. No puedo evitarlo. Star me da una mirada y murmura: —Lo siento.

33 Página

Sé que su hermano quiere que todo el mundo piense que es religioso. Que cree en Dios y bendiciones y rezos e intervenciones divinas y todas esas tonterías. Pero me folló e hizo cosas locas con mi coño durante bastante tiempo, así que sé el fraude que es. Star se casó hoy. Tag apareció de ninguna parte con un bebé en un cochecito, y estuvo aquí para ver a Star casarse. Star lo permitió. No estoy segura si habría sido tan generosa, considerando que se fue hace dos meses con cincuenta mil dólares del dinero de Wren. —Así que, ¿dónde están quedándose, chicos? —le pregunta Star. Mira nerviosamente alrededor. —Todavía no estoy seguro. —Bueno, no vas a tener ningún problema encontrando un hotel, desde que Wren te dio todo ese dinero —dice. Se encoge. —Por supuesto —murmura. Alarmas suenen en mi cabeza. —Hombre, ¿te gastaste cincuenta mil dólares? Star lanza una mirada. —Ahora no, Finny —dice. —Te lo explicaré todo —se apresura a decir, hablando directamente a Wren y Star—. Lo prometo. Star le sonríe. —Después. Asiente y se ve aliviado. —Por supuesto. —Sus ojos se encuentran con los míos y aparto la mirada, rompiendo el contacto. Enhebra sus dedos a través de los de Josh y dice: —Tu bebé quiere un trozo de tarta. —Batea sus pestañas hacia él. Apena está embarazada de seis semanas, pero ya está explotando la cosa del bebé. Josh se ríe. —Puedo captar la indirecta. ¿Alguien más? —Mira alrededor del grupo. Estamos todos sentados en la mesa de la recepción de Josh y Star, ocupando espacio mientras la gente deambula a nuestro alrededor. Star y Josh se tiraron a la fuente hace unos minutos, así que ellos tuvieron que ir a cambiarse la ropa realmente rápido. Star vino viéndose más desaliñada que cuando se fue, y Josh tenía una sonrisa de mierda en su rostro. Alguien tuvo suerte, y no fui yo. —Tomaré un trozo —dice Wren. Lark levanta su mano también. Está llevando sus guantes largos hasta el codo como siempre. Rosa, para emparejar con su vestido. —Yo también —digo. Josh rueda lejos y Star lo observa con deseo en sus ojos. La palmeo en el hombro. —Volveré ahora mismo. Lo prometo. —Envuelvo mis manos alrededor de mi boca—. ¡Con pastel! —susurro-grito. Ríe. —¿Eres feliz? —le pregunta de repente Tag—. ¿Realmente feliz?

34 Página

Star asiente. —Más allá de feliz. —Tiene una sonrisa deseosa en su rostro. —Bien. Apoya su codo en la mesa y coloca su barbilla en su palma. Asiente hacia el bebé. —¿Era el por qué necesitabas el dinero? Tag asiente. —Era él. —¿Necesitas más? —pregunta. Me ahogo en mi propia saliva. —Lo siento —jadeo, mientras Wren me golpea en la espalda. —No, tuve cuidado de todo lo que necesitaba para cuidarlo. Gracias. Me ofrecería a devolvértelo, pero no tengo un trabajo todavía. —Sus mejillas se enrojecen. ¿Está avergonzado? Wren se encoge de hombros. —No es como si lo perderemos. Se ríe. —Todavía, no quiero ser una carga. Entonces debería pensar seriamente en ir a casa. Está respirando mi aire. Eso es una carga por sí mismo. —¿Dónde está su madre? —demando. —No estoy seguro. —Baja la vista a su hijo—. Ojalá lo supiese. —Lanzo un suspiro. —Vendrás a casa esta noche con nosotras —dice de repente Wren—. La habitación de Star sigue vacía. Y también la de Peck. Tenemos bastante espacio. Niega. —No puedo tomar ventaja. —Pero esperanza aflora en sus ojos. Puedo verlo. Me pregunto si sabe eso. Me pregunto si le importa. ¿No puede tomar ventaja? ¿Cómo huir con cincuenta mil dólares mientras su polla todavía estaba húmeda de haber estado dentro de mí no fuera suficiente? —¿Hola? —grito—. ¿Tal vez deberías preguntarles a las otras personas que viven allí? —Me señalo a mí misma. Mi corazón está tamborileando en mi pecho como una pelota de ping-pong en una crista. Lark, Wren y yo compartimos apartamento. No creo que necesitemos más compañeros de habitación. Particularmente no quien jodió mi cerebro. Particularmente no quien alcanzó lo más profundo dentro de mí de lo que nadie hizo. Particularmente no quien me asusta. —Es nuestro hermano —regaña Star—. No está en discusión. —Entonces deberías llevártelo a casa contigo. Star pone los ojos en blanco. —Estoy en mi luna de miel. —Se inclina más cerca de mí y susurra en mi oreja—: Y estoy bastante segura de que Josh tiene algo con juguetes sexuales para discapacitados por la luna de miel, y quiero probarlo. —Eww —gimo—. Demasiada información, Star. Se ríe y mira hacia Tag. —Estará bien. Lo prometo. —Me da una mirada malvada—. ¿Verdad, Finny? Joder no, no estaré bien.

Página

35

él?

—No hay promesa. —Sacudo mi pulgar hacia el bebé—. ¿Está llevando eso con

Tag se ríe. —No voy a ningún lado sin él. —Su mirada se bloquea en mí. La mesa se tranquiliza, porque hay una fuerza y convicción detrás de sus palabras. Un hombre aparece y se para junto a mi hombro. —¿Te importaría bailar? —pregunta. No lo conozco, pero es guapo y tiene las suficientes pelotas como para preguntar. Debería incluso follarlo. He experimentado un poco de periodo de sequía desde esa noche con Tag. Es como si mi vagina estuviese rota. Miro el rostro de este hombre. Espera. ¿Realmente lo follé? Todos se confunden después de un rato. ¿Quién sabe? —Me encantaría —digo. Levantándome y siguiéndolo a la pista de baile. Mi noche está de repente pareciendo que podría tomar un giro para mejor. Me empuja más cerca, demasiado rápido. Me pongo rígida y no capta la indirecta. —No te acuerdas de mí, ¿verdad? —pregunta, su aliento cálido moviéndose sobre mi oreja. Ahora lo recuerdo. Podría olvidar sus nombres y rostros, pero nunca olvido la manera en que huelen. Este huele como spray corporal y cebolla. —Te comí como una hora esa noche —dice. Su sonrisa es como una cosa buena. Pero no lo fue. Duró una hora porque él fue jodidamente malo en eso. Aprieto mis dientes. —Recuerdo. —No me devolviste las llamadas. Le dije que no quería su número y no le di el mío. Tuvo que haberlo conseguido de alguien más. —Esperé escuchar de ti —dice. Me empuja a sus brazos como si esperase provocar una respuesta. —No estoy buscando una relación —digo gentilmente. Luego fuerzo mis hombros y lo miro a los ojos—. Y no eres realmente mi tipo. Se encoge. —Fui tu tipo cuando estaba follándote. Niego. —No realmente. Solo estabas allí. Para de mecerse al ritmo de la banda. —¿Fui una follada fácil? —Su voz se inclina al final de su comentario, y la gente se vuelve para mirarnos. Realmente no fue tan fácil, porque tuve que pretender que me gustaba durante un rato hasta que le enseñé cómo navegar en las profundidades. No pensé que supiese lo que era un clítoris antes de esa noche. —De nada —digo con poca seriedad. Da un paso atrás y resopla un sonido loco. No es una risa, y me recuerda a un camello que una vez acaricié en el zoológico. Si él me escupiera también… —¿En serio? —dice, su voz alzándose—. ¿Me usaste?

36 Página

—¿De nada? —digo de nuevo, pero esta vez lo acabo en una pregunta. Oye, sé que algunos chicos están felices por conseguir en la bolsa a una Zero. Este chico aparentemente está esperando más de una noche con ésta guitarrobajista de la banda. —Estás bastante jodida. ¿Sabes eso? Dime algo que no sepa. Sonrío con la mirada. —Gracias. —Me gusta mi vida jodida. No necesito particularmente que a él le guste también. —¿Todo bien? —pregunta una voz profunda por encima de mi hombro. Me giro y encuentro a Tag de pie detrás de mí. Debe de haber estado bailando con Lark porque está inquieta a su lado. —¿Estás bien, Finny? —pregunta Lark. —¿Qué se siente saber lo puta que es? —El hombre suelta. Sonríe—. ¿O eres tú el siguiente en la línea? —le pregunta a Tag. Tag se tensa, y creo que me va a preguntar acerca de este tipo. Pero no lo hace. Toda su atención está en el imbécil. —Ten un poco de respeto, hombre —dice en voz baja. Miro sus manos mientras las flexiona, apretando y liberando sus puños. —A la mierda el respeto —suelta el imbécil. Tag ajusta su chaqueta. —Te agradecería si moderaras tu vocabulario. No hay necesidad de decir blasfemias. —A la mierda tu blasf… —deja de hablar. Principalmente porque Tag le dio un puñetazo en la mandíbula. Su cabeza cae hacia atrás mientras se estremece. Sucedió tan rápido que ni siquiera lo vi venir. Simplemente veo su reacción. —Dije que moderaras tu vocabulario alrededor de las damas. —Tag se rasca la barba en su mentón. —¿Dama? Dama mi culo… —Una vez más su cabeza cae hacia atrás. Esta vez comienza a sangrar, su nariz goteando sangre sobre sus labios. Tag mete la mano en su bolsillo en busca de un pañuelo y lo atasca en la nariz del hombre. —¿Necesitas ayuda para encontrar la salida? —pregunta en voz baja, inclinándose hacia él. El imbécil niega. —No —murmura, pero es por vía nasal. —Debes pedirle disculpas a la dama —dice Tag. Da un paso atrás por lo que el tipo me puede hacer frente. Levanto mis manos para restarle importancia a la disculpa. —Eso no es realmente necesario… —Sí, lo es —dice Tag. Levanta una ceja en dirección al hombre. —Lo siento —murmura alrededor de su pañuelo. —Lo siento por... —Tag espera con una mirada expectante. Mira a Tag con una pregunta en su mirada. No tiene idea de lo que se supone debe lamentar. Tag lanza su mano en el aire. —Lo siento por ofender a la dama... —Espera con expectación. —Lo siento por haberte ofendido.

37 Página

Tag sonríe y le da una palmada en el hombro. —Que tengas una buena noche —dice. El hombre se aleja. Veo a los Reeds dándole el alcance al final de la pista de baile para escoltarlo hasta la salida. Ahora recuerdo cómo lo conocen. Es un cliente suyo. Ups. Levanto la vista y me doy cuenta de que todos en la pista de baile nos están mirando. La banda comienza a tocar de nuevo. Tag me tiende una mano. —¿Hazme el honor? —dice. —Cierra tu boca —susurra Lark con fiereza. Cierro mi mandíbula. Pone una mano en el centro de mi espalda y me empuja hacia Tag. Me tropiezo en él y coloca una mano en mi cadera. Toma mi otra mano en la suya y empieza a guiarme en un baile. Lark va de buena gana a bailar con otra persona. Se inclina para mirarme a los ojos. —¿Estás bien? —Estoy bien. —Aparte del hecho de que no puedo respirar. El único hombre que me ha defendido de esa manera es Emilio, mi padre adoptivo. Iría a los confines de la tierra, pero es el único hombre que alguna vez lo ha hecho—. ¿Por qué hiciste eso? —le pregunto. —¿Hacer qué? —Me mira. Es extraño cuánto de su atención tengo. Casi desconcertante. —¿Por qué le pegaste? Sus anchos hombros se desplazan en un pequeño encogimiento de hombros. —Estaba siendo grosero. —¿Porque me llamó una puta? Hace una mueca y sé que toqué un nervio sensible. —Su lenguaje era inapropiado. Solo lo ayudé a darse cuenta de ello. —¿Así que alguien refiriéndose a mí como una puta te ofende? —digo, recuperando mi sonrisa cuando lo veo estremecerse de nuevo. —No era necesario que se expresara de esa manera. —Me hace dar una vuelta lejos de él y luego me acerca de nuevo. El hombre tiene algunos serios movimientos, eso es seguro. —Oh. —Eres mejor que eso —dice en voz baja—. No dejes que la gente te hable como si fueras menos de lo que eres. Mi corazón salta. No fui lo suficientemente, al parecer, para hacerlo quedarse. —¿Qué? —Eres valiosa. Digna. Adorada. Todo el mundo es valioso. Digno de respeto. Resoplo. Definitivamente no quiero ser adorada. Amo a mi familia, pero no amo a nadie más. No puedo. El amor te hace vulnerable. Le da a la gente el poder de hacerte daño. Como él. —Eres absoluta y malditamente linda también —dice con una sonrisa. —¿En serio acabas de llamarme linda? —Me río. No puedo evitarlo—. Y dijiste malditamente. —Malas palabras no siempre son necesarias para hacerse entender. —¿Tienes miedo de ir al infierno? —le pregunto en una carcajada. Suelta algunas bombas y consigue la llave a las puertas de fuego. —Solía estarlo —dice—. Ahora no estoy tan seguro.

38 Página

Me doy cuenta de lo tenso que está en mis brazos. —Lo siento —le digo—. No debería haberme burlado. Levanto la vista hacia él. Tiene el cabello oscuro cayendo sobre su frente en una ola. Sus ojos son casi negros a la luz menguante, y están mirando directamente a los míos. Sé que son de color marrón, pero ahora son oscuros. Y calientes. —Te perdono —dice con una pequeña sonrisa. —La próxima vez, voy solo a burlarme de tu copete. —Señalo hacia su cabello. Se ríe en voz alta y echa su cabeza hacia atrás. Lo observo, maravillada por el hombre que puede reírse sin restricción. —Tenemos que hablar —dice en mi oreja. Un delicioso escalofrío se arrastra por mi columna vertebral. —No, no lo haremos. —Sostengo firmemente su mano, la cual está envuelta alrededor de la mía. Me sostiene apretadamente. —Sí lo haremos. —¿Qué hiciste con el bebé? —pregunto, cuando de repente me acuerdo de su hijo. Ríe. —Tu madre lo tiene, y me dijo que saliera a bailar. No iba a aceptar un no por respuesta. —Por lo general no lo hace —me quejo. Miro alrededor y la encuentro abrazando al niño mientras lo alimenta con una botella. Me guiña el ojo. —Tu familia es bastante fabulosa. —Sí, lo son. —Estoy de acuerdo. Mi familia es impresionante. —Tienes suerte —dice, su voz ronca—. No todo el mundo es tan afortunado. —Fuiste adoptado por un tío, ¿no? —Recuerdo vagamente la historia. El tío no quería a sus hermanas, por lo que Tag fue allí solo. —Sí. —Está rígido como una tabla ahora. —Entonces tenías suerte también. No dice nada. —¿Así que vas a casa con nosotros? —Hago una mueca de dolor cuando me doy cuenta de cómo sonó eso—. Quiero decir —me tropiezo al hablar—, quiero decir, ¿vas a utilizar la antigua habitación de Star de nuevo? Él asiente. —Por esta noche, por lo menos. —Me mira—. No te importa, ¿verdad? —Siempre y cuando prometas no hacer pis en la tapa del inodoro o dejes el asiento arriba. —Haré mi mejor esfuerzo. —Se ríe—. ¿Podrás sobrevivir con mi presencia por un día o dos? Me encojo de hombros. —Lo intentaré. Será difícil. —Gracias por tu sacrificio. —Se ríe de nuevo. Es una cálida risa y mis entrañas se derriten. Habla de nuevo y está justo al lado de mi oreja—. Lo siento si mi partida te hirió. Tuve que encargarme de algo, y no podía explicarlo en el momento. Pero ahora quiero decirlo. ¿Puedo? —Él espera con expectación. —Tal vez...

Página

39

La música se detiene y levanta mi mano a sus labios. Pone un tierno beso en mis nudillos, y mi vientre se retuerce. —Gracias por el baile —dice, sus labios flotando sobre mi piel, su aliento cálido y húmedo. —Gracias por pegarle al imbécil. —De nada. —Enreda sus dedos con los míos y me lleva de nuevo a mis padres. Luego toma a Wren para ir a bailar. Lo observo mientras se ríe con ella, y sus mejillas están de color rosa y me imagino que lo está molestando por golpear al tipo. Pero luego mira en mi dirección y sus ojos se encuentran con los míos. Debe estar molestándolo acerca de mí, si está buscándome de esa manera. Me guiña el ojo, y mi corazón me traiciona con un pequeño tirón. ¿Qué mierda es eso? Otro hombre se acerca y me pide bailar. Me levanto y le digo en voz baja: —¿Acaso te follé y simplemente no lo recuerdo? Niega. —Todavía no —dice con una sonrisa. Me río y dejo que me lleve a la pista de baile. Pero puedo sentir los ojos de Tag en mí y ni siquiera desabrocho el botón superior de la camisa del chico. No corro mis dedos debajo de su cuello. No rozo accidentalmente su polla. No hago nada. Debido a que Tag me está mirando, y por alguna razón me siento rara al tenerlo viéndome coquetear con un tipo cualquiera. Justo en este momento. Justo en este segundo. La idea me irrita, porque puedo hacer lo que quiera con mi cuerpo. Es mío y no tengo que dejar que nadie me juzgue. Ni una sola alma. Estoy más allá de irritada cuando el baile termina, porque podría haber llevado a éste a casa conmigo. Tag ya está irrumpiendo en mi juego. Tengo que arreglar eso. Empezando de inmediato.

5

Página

40

F

lexiono mi mano, estirando mis dedos porque duelen. No había golpeado a nadie en mucho tiempo. Sin embargo, no pude evitarlo. Él fue muy grosero y desconsiderado. Quería empujar sus dientes bajo su garganta, pero no pude, no con ella mirando. Ya es bastante malo que le pegara. La asustaría si viera realmente cuanto caos existe en lo profundo de mi alma. Si ella se encontrara con la profundidad de mi rabia, no me miraría del mismo modo. Ninguno de ellos lo haría. Me siento junto a Emilio, el padre adoptivo de Finny. Él sostiene su puño como si quisiera golpear su puño contra el mío, como a menudo hacen los hombres, así que suavemente toco el mío con el suyo. —Buen trabajo —dice en voz baja. No digo nada. —Si no lo hubieras hecho, yo iba a hacerlo. Levanto la vista hacia él, pero todavía sigo sin hablar. —Lucharía hasta la muerte por mis hijas. —Su voz es baja y áspera. —Me alegro de que Star y Wren te tengan. —Es verdad. Tan alegre. Estoy agradecido de que ellas no terminaron donde yo lo hice. Porque donde terminé fue mucho peor. —¿Cómo está tu mano? —pregunta. Doblo mis dedos otra vez. —Viviré. —Se siente bien, ¿verdad? —Observa mi rostro de cerca. —En realidad no. No me gusta pelear. —Me inclino hacia delante, equilibro mis codos sobre las rodillas, y dejo que mis manos cuelguen. Mira discretamente sobre la sombra de una cicatriz en mi ceja superior y luego se desliza a través de mi barbilla, que es un entrecruzado de telarañas de todas las veces que aterricé en mi rostro. —Correcto —dice en voz baja. Observo a Fin mientras baila. Es elegante y muy hermosa. Y muy fuera de mi liga. —¿Vas a casa con las chicas esta noche? –pregunta Emilio. Me encojo de hombros. —Ellas me invitaron. —Lo miro, finalmente, y lo encuentro estudiándome atentamente—. No te importa, ¿no?

Niega. —Mis chicas son mujeres fuertes. Pueden cuidar de sí mismas. Mis ojos vuelven a la pista de baile y aterrizan en Finny de nuevo, donde está en los brazos de otro hombre. Él la está mirando como si quisiera tenerla para el desayuno. O un bocadillo de medianoche. —No dejes que las aventuras de una noche de Finny te molesten —dice. Alzo mi cabeza. —¿Qué? Él asiente hacia ella. —Ella a veces los trae a casa, pero los echa poco después. No creo que alguna vez tuviera a uno pasando la noche. —Niega. —¿Eso te preocupa? —No —dice—. Me preocuparía si alguna vez uno pasara la noche. —¿Qué quieres decir? Emilio niega. —No importa. Me pregunto si él se sentiría tan indiferente sobre ello si supiera que fui una de sus aventuras de una noche y que exactamente no me echó de su cama al final de la noche. Se levanta y va a buscar a Marta para bailar. Ella pone a Benji en su cochecito por mí. Está profundamente dormido, pero comienzo a mecerlo con mi pie. Emilio lleva a Marta a la pista de baile. Ella se ríe y le permite atraerla cerca. Me pregunto qué significaba cuando dijo que él se preocuparía si ella sí dejaba a uno pasar la noche. Raro.

Página

41

***

Benji me despierta en medio de la noche en cuatro ocasiones. Estoy con los ojos borrosos y tambaleándome cuando huelo el café empezar a prepararse. Levanto mi cabeza y miro alrededor. ¿Café? ¿Hay café? Lanzo las mantas, me pongo una camiseta y unos jeans. Probablemente sería prudente ir a la cocina en ropa. Inmediatamente me pregunto si Fin estará levantada y si sigue en su pijama. ¿Es inquietante que me encantara verla en su pijama, luciendo toda arrugada y con ojos somnolientos? Probablemente. Camino hacia la cocina y Wren grita: —¡No te metas entre Finny y la cafetera! Me detengo y froto mis ojos. —¿Eh? Fin camina hacia mí, disparándome dagas con sus ojos. Doy un paso a un lado y la dejo caminar junto a mí. Está usando pantalón holgado de pijama con la parte superior enrollada, y una camisola delgada con tirantes delgados. E, infierno santo, no está usando sujetador. Aparto la mirada. Mi polla ya está prestando atención. Nunca la he visto recién despierta. Maldita sea, es bonita. Tropieza ciegamente hacia la cafetera y se detiene frente a ella. Llena la taza, y mi boca se hace agua. Quiero café también, pero está tomando su propio tiempo para llenar su taza. —No toques mi café —murmura mientras se menea pasándome, arrastrando los pies. Ya estoy llegando por una taza, pero me detengo.

42 Página

—¿Qué? —Me escuchaste —espeta, pero no me mira. Regreso la taza. Wren se levanta de su lugar en el sofá y pisa fuerte en la habitación. Toma una taza y la llena para mí, entonces la presiona en mis manos. —Gracias —murmuro. Es todo lo que puedo hacer para sacar las palabras. Por lo general no hablo hasta que haya terminado una cafetera. —No bebería eso si fuera tú —dice Lark mientras entra en la habitación. Ya estoy soplando a través del labio de la taza. Levanto la vista. —Ella te acuchillaría mientras duermes, amigo —dice Lark—. Es una perra sobre su café. —Haré más —digo. Voy a la mesa de la cocina y me siento. Hay un periódico allí, así que lo abro e inmediatamente veo una imagen de las Zero. Son fotos indiscretas de la boda, obviamente tomadas desde un árbol o un edificio alto cerca del lugar. Me detengo y leo todos los artículos sobre la boda de Star, los Reeds, que estaban presentes, y todos los chismes de celebridades de ellos. Algunos de ellos son absurdos. Otras partes son cómicas, e incluso más, son simplemente tristes. No pueden tener mucha privacidad. —Oh, mierda —dice Wren mientras mira por encima de mi hombro a las fotos. Me saca el periódico de mi mano—. Tienen fotos de ellos. ¡Esos idiotas! —Me alegro de que ninguno tenga una foto de Josh de pie en el altar —dice Lark. —¿Él no quiere que nadie lo sepa? —pregunto. Todas ellas niegan. —Eso fue todo para Star. Una especie de cosa privada —explica Wren. —¿Ella estará enfadada por esto? —Probablemente no —responde Lark—. Sé que no voy a decirle. —¿Por qué no? —pregunto. Todas las chicas se miran la una a la otra y sonríen. —Debido a que están ocupados echándose un polvo —espeta Finny—. BowChicka-wow-wow. El calor se arrastra hasta mi rostro. —Oh. De repente, Benji llora desde la otra habitación. —¿Puedo tomarlo? —pregunta Wren. Miro mi taza medio llena de café. —Puedo hacerlo. —Exhalo un suspiro y comienzo a levantarme. Pero Wren ya va hacia mi habitación. Entra y la escucho arrullar a Benji. Me hace sonreír. Pero él no va a estar feliz hasta que su estómago esté lleno. Estoy completamente seguro de eso. Consigo una botella de la nevera y la meto en el microondas. Todavía estoy sacudiéndola cuando Wren regresa a la cocina cargándolo. Ella me saca la botella y va a sentarse en el sofá, con mi hijo en brazos. La dejo alimentarlo, y la miro, sus ojos grandes y amplios. —Luce muy bien en ti —le grita Finny. Wren voltea hacia Finny por encima de su hombro. Me río.

43 Página

—S0lo porque a ti no te gusten los niños no significa que todos sean malos — dice Wren—. Este es algo lindo. —Sonríe en el rostro de mi hijo. —Eso se ve mejor desde aquí —canta ella. —Él no es un eso —digo. Ella resopla. —Sí, sigue diciéndote eso. —Espero que no te mantuviese despierta anoche —le digo. Solo lloró durante uno o dos minutos cada vez, pero aun así era ruido cuando ellas estaban tratando de dormir. Vine a casa anoche con Lark, y Fin todavía estaba bailando con un tipo en la fiesta cuando nos fuimos. No me debería molestar, no puedo entender por qué lo hace. No es mía. Nunca lo fue. Me mira y su frente se arruga. No dice nada. Suena el timbre y Lark pone los ojos en blanco. —Diez dólares a que son flores de quiero-meterme-en-tus-pantalones-denuevo. —¿Eh? —Me levanto y voy hacia la puerta. Fin va a su habitación, cerrando la puerta de su dormitorio. Abro la puerta de la entrada, y encuentro a un hombre de pie sosteniendo flores. Mira alrededor del borde del ramo y me frunce el ceño. —¿Qué quieres? —pregunto. —Estaba buscando a Finch... —Espera, dejando su voz colgar allí en el aire. —¿Por qué la quieres? —Traje flores. Lo fulmino con la mirada y él se encoge un poco hacia atrás. —¿Por qué? —Ella no está aquí en este momento —grita Lark detrás de mí. —¿Puedo dejar las flores? —pregunta el hombre. —Seguro —responde Lark. Viene y las toma de él. Luego cierra la puerta en sus narices. —Eso no fue muy agradable. Fin abre la puerta de su dormitorio y asoma la cabeza. —¿Se ha ido? —Sí. Puedes salir. —Seriamente necesitamos hablar con el portero. Dejan entrar a cualquiera en el edificio. —Me mira con furia. Ellos en realidad no me dejaron entrar esa primera noche. Me colé delante de ellos. Regresa a la cocina y se sirve otra taza de café. Luego arranca la tarjeta del clip de las flores, la lee, pone los ojos en blanco, y la arroja a la basura. —Las dejaré en el Hogar de Ancianos. Les gusta. —Se encoge de hombros y va a su habitación. Cierra la puerta. —Consigue un montón de flores —explica Wren—. Ese tipo en particular ha estado trayendo flores cada dos semanas durante los últimos cuatro meses. Ella las lleva al Hogar de Ancianos y se las da a los residentes que no tienen visitantes. ¿Entonces no durmió con este tipo recientemente? El embrague que está apretando mi corazón se alivia un poco.

Página

44

—Eso es amable, que ella lleve flores al Hogar de Ancianos. Wren resopla. —Nadie comete el error de llamar a Finny amable en su cara. Lark hace un ademán de pandilla exagerado y dice: —Ella tiene una reputación que proteger. Me río. Fin es diminuta. Como una pequeña bola de fuego latina. Pero no la veo como particularmente temible. —Tú te ríes, pero ella es dura. Suena el timbre de nuevo y miro alrededor. —¿Debo atenderla? Ponen los ojos en blanco, pero voy a la puerta de todos modos. La abro para encontrar a un repartidor de flores de pie allí con un enorme jarrón de rosas. Hay por lo menos tres docenas. ¿Cuántos hombres trajo ella a casa en los últimos dos meses? Tomo las flores y las pongo al lado de las otras. Fin sale de su habitación. Está usando jeans, una sudadera con capucha, y tiene el cabello recogido en un moño desordenado. —Bueno, mierda —dice cuando ve el segundo jarrón de flores—. No puedo llevar tantas flores por mí misma. Wren se pone de pie. —Tag puede ir contigo para ayudarte. —Mira a mi hijo—. Él está dormido. —No importa —dice Fin—. Haré dos viajes. —No me importa —digo rápidamente. Me mira, su ceja arqueada. —¿Seguro? Quiero hablar con ella de todos modos. —Sí, estoy seguro. Déjame conseguir mis zapatos. —Voy a mi habitación y deslizo mis pies en mis zapatos. Entonces me lanzo al baño a lavarme los dientes—. ¿Estás segura de que no te importa cuidarlo? —le pregunto a Wren cuando vuelvo. Ella apenas me conoce, después de todo. Sonríe. —Siempre y cuando tú vuelvas —dice. —Prometo volver. —Recojo el jarrón de flores más grande, después de ponerme el abrigo—. ¿Lista? —le pregunto a Fin. —Una mejor pregunta es si tú estás listo o no —murmura Lark—. Ella solo tuvo dos tazas de café. Creo que correré el riesgo.

6

Página

45

M

is rodillas tiemblan mientras entro al lugar donde vive mi madre. Parte de la razón es porque Tag sigue intentando hablar conmigo. —No tenía ninguna expectativa —digo con un suspiro. —Lo sé, pero... —Su voz se detiene. —Amigo, está bien. He follado contigo. No esperaba que te casaras conmigo. Deja salir una respiración pesada y aprieta el puente de su nariz. Odio totalmente venir a visitar a mi madre, porque nunca sé lo que encontraré estando aquí. Pero al mismo tiempo me encanta venir, porque hay una parte que desea más. Quiero una familia. Quiero tener a alguien para llamarlo mío. Pero probablemente nunca será aquí. No en ningún momento de todos modos. Camino hasta el mostrador de informaciones y la recepcionista me saluda por mi nombre. —¡Finch! —grita—. ¡Me alegro tanto de verte! —¿Cómo está ella hoy? —pregunto en voz baja. Tag está de pie a mi lado en silencio, viéndolo todo. —No está teniendo un gran día —admite la recepcionista. Hace una mueca—. Lo siento. Siempre espero que tenga un buen día. Pero raramente lo hace. —Está bien —digo—. Solo entraré por un momento. —Apunto hacia las flores—. ¿Puedes asegurarte que alguno de los residentes que nunca recibe flores tenga estas? Ella sonríe. —Por supuesto. Ya sé a quién dárselas. Tag pone sus flores sobre el mostrador también. —Puedes regresar a casa. Gracias por ayudarme —le digo. —Iré contigo —dice. —No necesito a un acompañante. Él me mira. —No quiero ser tu acompañante. Pero puede que necesites un amigo. —Iguala el paso a mi lado. —No necesito nada —murmuro. —Está bien —dice—. Entonces lo necesito yo. —Me mira fijamente. —Eres simplemente un mojigato, ¿verdad? ¿Vas a rezar por mí después? Entrecierra sus ojos.

46 Página

—¿Necesitas que rece por ti? —Nunca en tu vida —espeto. Asiente. Cruzamos la residencia hasta la sección donde se encuentran los pacientes de salud mental. Las puertas están cerradas y tenemos que tener acompañantes especiales para llegar a esa parte del edificio. Si mi madre no fuera tan homicida, esto podría ni siquiera ser necesario. Me detengo en su puerta y miro por la pequeña ventana. Está sentada en una silla leyendo un libro. Se ve tan normal. Pero no lo es. Nunca lo ha estado y nunca lo estará, no importa cuánto desee que sea así. Toco la puerta y espero a que me diga que entre. He sido golpeada en la cabeza con libros, lápices y otras diversas cosas desde que era una niña, simplemente por irrumpir en su habitación. Me he vuelto un poco cautelosa. Me dice que entre y miro a Tag. Está parado estoicamente en la puerta, pero no intenta unirse. —Hola, mamá —digo, mientras entro en la habitación. La puerta suena al cerrarse detrás de mí. A veces mi madre sabe quién soy. A veces no. Nunca lo sabré hasta que esté aquí. —Hola —dice. Sus ojos se estrechan hacia mí—. ¿Qué haces aquí? Me siento en el borde de su cama. —Quería venir a saludar. A ver si necesitas algo. —Necesito algunas revistas. Y chocolate. Y necesito que la enfermera deje de robar mi papel higiénico. —Me aseguraré de eso y traeré algo de chocolate. —O, ¿eres tú la que robaste mi papel higiénico? —Su rostro se transforma en un gruñido. De repente salta de la silla y vuela hacia mí, sus pequeños puños agitándose. La agarro por sus muñecas. He estado deteniendo a mi madre desde que puedo recordar. Autodefensa en su excelencia. Lucha y logra golpearme en la boca. Echo mi cabeza hacia atrás, pero ya puedo saborear el sabor cobrizo de la sangre que inunda mi lengua. Se gira, toma un lápiz de una mesa cercana y viene hacia mí, blandiéndolo como un cuchillo. Me quedo paralizada. Mi madre ha intentado matarme más veces de las que puedo contar. Esta vez no es diferente. Me muevo hacia la izquierda y ella clava la punta del lápiz en la parte suave y llena de mi brazo. Hago una mueca de dolor y trato de poner mis brazos alrededor de ella. De repente, una voz resuena. —¡Detente! —grita Tag. Cruza la habitación, sus avances rápidos y determinados. Envuelve sus brazos alrededor de mi madre, bajando sus manos. El lapicero emite un ruido al caer en el piso. Ella lucha. Grita. Se agita. Su rostro se contorsiona lleno de rabia, afectada por la furia de la mujer que era hace un momento. —¡Fuera! —me grita él. —No la lastimes —advierto, y salgo a buscar a una enfermera. La enfermera agarra una ampolla de medicamento de un armario cerrado y corre hacia la habitación. Inyecta una jeringa en el hombro de mi madre, y ésta cae flácida en los brazos de Tag. Él la levanta y la acuesta en la cama.

47 Página

—Sería mejor si no vinieras por unos días, Finch —dice la enfermera—. Ha estado un poco débil esta semana. —Vale. Intento cerrar la puerta de la habitación en mi corazón donde persiste la esperanza. Esperanza que ella algún día sea capaz de amarme. Mi madre murmura algo para sí misma mientras lucha con el sueño. —¿Algo pasó para que la provocara? —pregunto. La semana pasada, pensó que su vecino le había robado su cartera y estuvo frenética por días. —Nada pasó, Finch. Lo sabes. Sabes que no es tu culpa. Y que no es a ti a quien ha atacado, específicamente. Asiento. Lo sé. Pero eso no me hace sentir mejor. —Deberíamos irnos —dice Tag gentilmente. Miro a mi madre. Parece vieja y frágil. Suave. Y gentil. Luce más como mi madre. No como una paciente psiquiátrica. Tag toma mi mano en las suyas y le da un apretón. Bruscamente mis ojos vuelan hacia él, y sus ojos verdes me miran. Me evalúa de cerca. Tan cerca que mi piel se vuelve demasiado apretada y trato de apartar mi mano de la suya. Pero me sostiene firmemente y me dirige hacia la puerta. Cuando se cierra detrás de nosotros, me detengo para mirar a través de la pequeña ventana y veo cómo la enfermera se mueve con prisa, limpiando y enderezado el desastre que mi madre acaba de hacer. Aún respiro con dificultad. No debería. Respiro profundo y exhalo a través de mis labios. Estoy lista para irme. Más que lista. Debí haber escuchado cuando me dijeron que estaba teniendo un día difícil. No debí haberla visitado. Es mi culpa que haya intentado apuñalarme. Tag se detiene en el pasillo y me empuja junto a él. Se inclina contra la pared, con sus rodillas dobladas para que así pueda mirarme a los ojos más profundamente. Es mucho más alto que yo. Mucho, mucho más alto. Levanta nuestras manos enlazadas entre nosotros y endereza sus dedos. Mi palma descansa en las suyas, y sus dedos se enredan con los míos. Me sostiene de esa manera. Trato de alejarme, pero él no dice nada y no me suelta. —¿En serio? —Silencio —dice—. No hables. Quiero intentar algo. —No vas a rezar por mí, ¿verdad? —No en este momento. A menos que quieras. Y si es así, lo haré. Pero no. — Inhala y exhala lentamente, y me doy cuenta que ha igualado su respiración con la mía. Me mira fijamente a los ojos. Mi respiración se detiene, pero él se mantiene respirando lentamente y coincido con su ritmo—. Alguien me enseñó esto cuando era más joven. Cuando mi tío me daba una paliza, me enfadaba que hiperventilaba cada vez que entraba a una habitación. —No estoy hiperventilando. —Creo que sí, sin embargo. —Se ríe. Respira de adentro hacia afuera, mirándome fijamente a los ojos, y me siento relajada. Pero luego tira de mi brazo y me caigo contra él, apoyando mis manos en su pecho para sostenerme. —¿Qué coño fue eso? —pregunto mientras me enderezo.

48 Página

No me suelta, sin embargo. Me tira contra él y envuelve sus brazos alrededor, sosteniéndome cerca. Estoy tiesa como una tabla, pero él está suave, cálido y se siente tan fuerte. —Solo por un minuto —susurra—. Sesenta segundos —Él comienza a contar suavemente—. Uno. Dos. Tres... Sus palabras son casi tan calientes como su cuerpo. Me sostiene firmemente, y me dejo derretir ante él, solo por un segundo. Pongo el costado de mi rostro sobre su corazón y escucho su latido constante y relajante. Cuando se da cuenta que no tiene que sostenerme tan fuerte, levanta una mano y la mueve de arriba abajo gentilmente en mi espalda. Me muevo más cerca de él. —Treinta. Treinta y uno. Treinta y dos… Cuando llega a sesenta, estoy sin huesos y me tambaleo con mis inestables piernas como si fuera un potro recién nacido cuando me empuja hacia atrás. Agarra mis codos y me mira. —¿Estás bien? Bueno, lo estaba hasta que me sostuvo. Ahora me siento... extraña. Siento que alguien ha tomado mis entrañas y las ha puesto justo debajo de la superficie de mi piel. —¿Tu madre es enferma mental? —pregunta. Asiento. —¿Siempre ha sido violenta? No quiero responder, pero mi boca ha decidido que tiene mente propia. La traidora. —Sí. —Ahora que esto salió, me lanzo a explicar—. Ella no siempre fue así. A veces era impresionante. Cocinaba, jugaba conmigo y me llevaba a muchos lados. —No sé por qué siento que él debería saber todo esto. O por qué quiero decirle—. Pero luego sus buenos días se volvieron menos frecuentes que los malos. —Y los malos eran realmente malos—. Ahora ella está aquí, donde pueden controlarla con medicamentos. —Y le detienen de intentar matar personas. Como a mí. Comienza a dirigirme por el pasillo, pero se detiene delante de una puerta de baño. Es del tipo con una sola cabina, y entra. Él me hace señas para que lo siga. —¿Qué? —pregunta. —¿Puedo ver tu hombro? —¿Por qué? —Miro hacia mi brazo. No estoy sangrando. —Tu madre te apuñaló con un lapicero. —Oh. —Había olvidado la pelea. Y la posterior calma después de la tormenta. Me quito mi sudadera y tiro mis hombros hacia atrás. —Consiguió buena parte de ti —dice. Las puntas de sus dedos hacen un camino sobre mi hombro y me estremezco. —He tenido peores. —Estoy seguro de que sí. Lo miro. Moja una toalla de papel y limpia las gotas pegajosas que salen de la pequeña herida. —No fue muy profundo —dice. Inhalo. —Eso es lo que ella decía. Sus mejillas enrojecen, pero una sonrisa aparece en las esquinas de sus labios.

49 Página

—¿Por qué haces eso? —pregunta, negando. —¿Hacer qué? —Desviarte con humor cuando alguien intenta cuidarte. —Hombre, me has conocido durante medio segundo —le recuerdo, mi ira incrementándose. —Dile eso a alguien que nunca ha estado dentro de ti —dijo lentamente, mirándome a los ojos. Mi corazón se tambalea. —Estoy lista para ir a casa. Camina junto a mí para tirar la toalla húmeda. Su brazo roza mi seno y él se congela. —Lo siento —dijo, ruborizándose. —Lo hiciste solo para rozar mi seno. Esto es el truco más viejo del libro. Se ríe. —Pero nunca lo he hecho antes. —Mentiroso. Él arquea sus cejas y me mira. —Nunca he tocado un seno que nadie me ha pedido tocar. —Así que soy tu primera. Calor se desliza hasta sus mejillas otra vez. No es virgen. Él tiene un hijo, por amor a Cristo. Por no mencionar que me folló bien aquella noche. Caminamos tranquilamente hacia la salida, y algunos de los residentes nos agradecen por las flores. Los saludo y sigo caminando. Cuando llegamos a la calle, hago una mueca de dolor y le pregunto: —No le dirás a mis hermanas lo que pasó hoy, ¿cierto? Él parece confundido. —¿Por qué no quieres que sepan? Me encojo de hombros. —Ellas se preocupan. —Ellas deberían. Podría haberte lastimado, y muy feo. Asiento. No es nada a lo que no esté acostumbrada. —Vamos a hacer un trato, ¿vale? —Me observa con mirada esperanzada—. Si me traes contigo cuando vengas a visitar, no le diré a nadie. Ruedo mis ojos. —Te dije que no necesito a un acompañante. —No tengo que pasar el rato contigo —contradice—. Puedo ir a visitar a los otros residentes. Me gusta hablar con la gente. —Se encoge de hombros. —¿Eso es todo? ¿No intentas ser el caballero que se hace el fanfarrón tratando de salvar a la damisela? Suelta la respiración. —Caballero, sí. ¿Fanfarrón? No en este momento. —Empuja mi hombro con el suyo—. Tráeme contigo. Por favor. Junta sus manos como si estuviera rezando. —Vale. —Pero una sonrisa tira de la comisura de mi boca—. ¿Esto significa que tenemos una cita? —Esta vez empujo su hombro. —¿Quieres que sea una cita?

Página

50

¿Lo quiero? Hace dos horas habría dicho joder, no. ¿Pero hoy... después de lo que él hizo por mí con mi madre? ¿Y después de eso? —Quizás —digo tranquilamente. —Entonces es una cita. Mi piel se siente muy apretada y mi corazón salta con un latido. —Lo pensaré —susurro.

7

Página

51

F

in y yo regresamos al apartamento, y encuentro a Benji dormido en su cuna. Wren lo tomó de Peck, quien también tiene un nuevo bebé. No tenía más que un paquete de pañales, algo de fórmula y algunas mitades de conjuntos de ropa que la enfermera me entregó en una de esas bolsas de pañales de regalo. Y sin dinero para comprar nada. Voy a tener que encontrar un trabajo. Rápido. Pero para encontrar un trabajo, también voy a tener que encontrar a alguien para cuidar de Benji. Tengo que hacer un montón de planes y averiguar qué voy a hacer en el futuro. Entro en el baño, abro la ducha y pienso. Benji. Trabajo. Dinero. Niñera. ... Finch. Me detengo, apoyo mis manos sobre el mostrador y miro mi reflejo. Finch es un problema que no anticipé. Antes de Finny, solo había dormido con una mujer toda mi vida. Nunca ha habido otra para mí, por lo que me sorprendió por completo cuando solo al mirar a Finch me dejó sin aliento. Todavía puedo sentirla envuelta alrededor de mí. Luego cuando la sostuve en el centro de vida asistida… Los sesenta segundos que la sostuve en mis brazos parecieron prolongarse por un parpadeo. Un parpadeo que sacudió mi mundo. Sabía que había algo poderoso entre nosotros. Solo que no me di cuenta cuán poderoso. La jalé contra mí, teniendo esperanza de que ayudara a calmarla, a centrarla en sí misma. Excepto que no fue de acuerdo al plan cuando la sostuve en mis brazos. Y ahora estoy desnudo en el baño poniéndome duro una vez más ante la idea de sostenerla en mis brazos. Estábamos en un pasillo público. Acababa de ser apuñalada por su madre. Y estaba duro como el acero entonces, y duro como el acero ahora.

Página

52

Finch es una cosa diminuta. Su largo cabello oscuro estaba recogido en la parte superior de su cabeza en ese informal moño y que cuelga sobre sus hombros cuando lo libera. En mi mente, todavía puedo verlo extendido sobre su almohada. Amo pasar mis dedos a través de su cabello. Pero desde que estaba sujeto en un moño cuando la sostuve, me permití pasar mis dedos arriba y abajo sobre su columna vertebral en su lugar. Había medio esperado su bofetada, pero ni siquiera estoy seguro de que se haya dado cuenta de la manera en que me afectó. Estoy seguro de que era solo algo que haría. Una fácil mierda. Correcto. Tenía esperanza que no notara la forma en que me afectó. Va a pensar que tengo malas intenciones y no lo hago. No tengo ninguna intención en absoluto. O al menos no lo hacía. Ahora mi única intención será permanecer por completo lejos de Finch Vasquez. Porque siento una conexión con ella. Y las conexiones son escalofriantes y peligrosas y te hacen estúpido. No puedo permitirme ser estúpido. Tengo a Benji para cuidar y no puedo dejar que nada afecte el hecho de que actualmente tenga un techo sobre su cabeza, algo de fórmula para poner en su estómago y pañales para cubrir su trasero, pero... …Podría perderlo todo si no tengo cuidado. Y eso significa que tengo que tener mucho cuidado con Finch. Empujo los pensamientos de ella a un lado, porque pertenecen detrás de una puerta con la etiqueta de Felicidad y esa puerta ha sido firmemente cerrada para mi vida entera. Nunca me ha sido obsequiada la llave y dudo que alguna vez lo sea.

8

Página

53

H

ay un rápido golpeteo en la puerta principal y salto para ir a mi habitación, pero con la misma rapidez la cerradura gira y la puerta se abre. Peck y Star entran en la habitación, están llevando montones y montones de bolsas de compras. Peck tiene un carrito con su bebé, y Wren va inmediatamente a sacarlo de allí. —Si t-tomas a Sammy, va a d-despertar con hambre —advierte Peck. Miro a mi alrededor a toda la basura. —¿Están haciendo comidas a domicilio de nuevo? Star niega. —Nos fuimos de compras para el bebé. —Sonríe. —Apenas estás embarazada —regaño. —No es para mí, imbécil —dice Star—. Es todo para Tag y su bebé. Agito mi mano sobre los montones y montones de cosas. —¿Compraron todo esto para esa pequeña cosa ahí dentro? —Lanzo mi dedo pulgar hacia la habitación de Tag. —Bueno, Tag no tenía nada con él. Pensamos que podría usar algunas cosas. —Se encoge de hombros Star —¡Espera un minuto! —grito—. ¿No se supone que estás en tu luna de miel? ¿Por qué carajos estás de compras en lugar de jodiendo a ese increíblemente marido sexy tuyo? Hace un gesto de dolor. —Oh, Dios mío —suspira—. Mi vagina ya está dolorida. No podría ir una vez más en ese columpio. —Sonríe—. Bueno, no hasta esta noche, de todos modos. —¿Así que el columpio fue un éxito? —pregunto. —¡Oh infierno, sí! Puedes hacer algo de mierda loca con esa cosa. Al revés. Boca arriba. Hacia atrás. Adelante. Lo que sea. Sammy empieza a llorar, y Peck tiende sus brazos para tomarlo de Wren. —Te a-advertí —dice ella. Luego se sienta y levanta su camisa. Él hace un poco de zumbido dulce cuando encuentra su desayuno. Wren se frota la cabeza—. Sé rápido en ello, amigo —dice ella—. Tía Wren quiere jugar contigo. —Suelta la teta de Peck el tiempo suficiente para sonreírle a Wren. Luego gira la cabeza y se sumerge de nuevo. Un ruido suena de la habitación de Tag. —¡Oh, otro bebé! ¡Voy a buscar a ese! —grita Wren.

54 Página

—Totalmente hay muchos niños en este apartamento —me quejo. Wren regresa cargando a Benji, y tiene la parte posterior de su mano presionada contra la frente de él. —¿Se siente caliente para ti? —pregunta. Ella lo baja como si quisiera que lo cargue. —Oh, infierno no —digo. —Tómalo. Siente su frente —insiste. A regañadientes, lo tomo de ella y lo pongo en mi regazo. Él me mira y de inmediato empieza a llorar. —Ella me hace sentir de esa forma también —le dice Star. —Aquí, tómalo tú. —Lo extiendo hacia Star. Ella tiene la fiebre del bebé, así que supongo que lo agarrará, pero se levanta y comienza a ordenar las bolsas de las cosas de bebé en cambio—. Hooo-laaaaa —lloro. Todo el mundo me ignora. Me siento un poco tambaleante con él en mis brazos y tengo miedo de que lo vaya a dejar caer, así que lo acerco más. Él instala su pequeña cabeza en mi hombro y lo miro por encima de mi hombro. El peso de él en mis brazos se siente incómodo. —Se siente caliente —digo—. No crees que se esté enfermando, ¿verdad? Star desenvuelve pequeños pijamas y mantas y luego los lleva para ponerlos en la lavadora. —¿No deberías preguntarle a Tag si quiere esas cosas? —digo. —Es solo un poco de basura usada que mi vecino estaba tirando. —Me sonríe Star mientras vuelve a entrar en la habitación. Oculta todos los envases vacíos en el bote de basura, enterrándolos profundamente—. Y no es como si él no lo necesitara. No creo que tenga mucho. —A excepción de cincuenta mil dólares de Wren —le recuerdo. —Utilicé eso para conseguir a Benji de Julia —dice una voz profunda detrás de mí. Salto, y el bebé salta también. Le acaricio la espalda para calmarlo. —¿Quién es Julia? —pregunta Star. —Su madre —responde Tag. Está usando un jean, una camiseta, y no tiene zapatos o calcetines. Frota una toalla sobre su cabello mojado, frotándolo enérgicamente. —¿Dónde está? —pregunta Star. —No tengo idea. —Se sienta a mi lado en el sofá y le sonríe a su hijo—. Pensé que no te gustaban los bebés —me dice. —No me gustan —me quejo. Pero el bebé está tan quieto y tranquilo. Lo sostengo, porque quiero escuchar la historia sobre la madre del hijo de Tag. —Bueno, a los bebés les gustas —dice. Luego pellizca la punta de mi nariz con la punta de su dedo. Llego y me tapo la nariz. No puedo creer que acabe de hacer eso. Atrapo a mis hermanas mirándose las unas a las otras con expresiones de asombro. —Cállense —le digo a todas. Peck retira su bebé de su teta y cambia de lado, todo debajo de una manta que Star le alcanzó de su bolso. —¿Así que ella no va a v-volver? —pregunta Peck. Niega.

55 Página

—No. Star le pregunta en voz baja: —¿Quieres que lo haga? —Quise. Incluso después de todo lo que pasó, quería que ella volviera. Pero siguió adelante. Fue mi culpa, creo. —¿Entonces tú solo le ofreciste cincuenta mil dólares y ella te dio el bebé? — pregunto. —No. —Se rasca la cabeza—. Había un poco más que eso. Pero para hacer una larga historia corta, no tengo dinero y tengo a Benji. —Se encoge de hombros. Mira a Benji, que está empezando a inquietarse en mis brazos—. ¿Te parece caliente para ti? Benji todavía está inquieto, así que Tag se levanta y va a buscar una botella. Espero que tome el bebé, pero solo calienta la botella y luego me la da. Lo miro como si estuviera perdida, porque lo estoy. Tag ajusta a Benji en mis brazos para que él esté recostado un poco, y mete la botella en su boca. Tag me sonríe. —Tuve que descifrar todo esto también —dice—. Todavía estoy aprendiendo. —Particularmente no quiero aprender —me quejo. Ríe. —Le gustas —dice en voz baja. —Bueno, eso es uno de nosotros. —Lanzo de vuelta. Trato de mantener mi actitud distante, pero me encuentro que me gusta el pequeño. La pierna de Tag está presionada a lo largo de la mía, y mi hombro toca su brazo. Podría moverse un poco. Hay espacio en su otro lado. —Te trajimos algunas cosas para el bebé —le dice Star—. No parecía que tuvieras mucho. Él suspira. —No tengo mucho. Pero realmente no tenías que hacer eso. Ella agita una mano a través del aire. —Oh, no era nada. Solo algunas cosas que mi vecino estaba tirando. —Mentirosa —dice él. Ella sonríe. —Lo que sea. Ellos se sientan y hablan en voz baja mientras termino de alimentar a Benji. Cuando la botella está vacía y sus ojos están pesados, Tag lo ajusta en mi hombro y levanta mi mano para mostrarme cómo hacerlo eructar. —¿Va a vomitarme encima? —pregunto, entrando un poco en pánico. Peck le lanza una toallita para eructos y la desliza entre mi camiseta y el rostro de su hijo. Me relajo un poco. Entonces el pequeño chico deja escapar el mayor eructo que he oído. Estoy a punto de sentarlo de vuelta, así puedo darle algunos graves reconocimientos por ese eructo enorme, pero antes de que pueda moverlo lo suficientemente lejos, me escupe. Cosa blanca vuela fuera de su boca y en mi camisa. —¡Eww! Tómalo. Tómalo ahora. Tag se ríe mientras sostiene sus brazos, y le paso a Benji. Me levanto para irme a cambiar.

Página

56

—¡Un poco de vómito no te hará daño! —grita a mi espalda. Pero lo que me preocupa más que nada no es el hecho de que me acaba de vomitar encima. Es el hecho de que no me importa tanto como debería.

9

Página

57

C

amino de un lado al otro con Benji en mis brazos. No tengo ni idea de qué hacer con él. Tiene fiebre, está rojo e inquieto. No lo he conocido por mucho tiempo, pero nunca ha estado tan inquieto antes. Lo mezo suavemente en mi hombro, y solo llora y llora. No quiere tomar el biberón y no necesita cambiarse el pañal. Lo he verificado ya. Wren ha estado fuera toda la noche. Imagino que ha salido con las otras, ya que nadie está aquí menos yo. Estoy solo, mi hijo está enfermo y no tengo ni la más remota idea de qué hacer. De repente, la puerta de entrada se abre y Fin se precipita en el apartamento. La acompaña un hombre y tiene una mano en su culo. Se congela cuando me ve. Él no. La gira hacia él para que cubra la boca de ella con la suya. Rabia nubla mi vista. Es rápido e inesperado y no tengo ni idea de dónde viene. Esto me asusta. El tipo que tenía su mano bajo su camiseta se congela cuando le cubre la mano con la suya. —Para —sisea ella. Le quita la mano de debajo de su ropa y lo empuja lejos. Él gruñe y la empuja de vuelta. Se aleja y arregla su ropa. —Hola —dice tranquilamente hacia mí—. ¿Qué pasa? Miro a Benji. —No tengo idea. No para de llorar. La miro por ayuda, pero mira fijamente a Benji con su ceja levantada. —¿Quién es éste, Finch? —pregunta el tipo. —Silencio —sisea. Él abre la boca para decir algo, pero ella señala hacia la puerta. —Puedes irte —dice. —¿Qué? —gruñe él. —Fuera —dice. Camina hasta la puerta, la mantiene abierta y hace una rápida seña de “muévete” con su mano. Él repone su cabeza, aprieta su mandíbula y después pone firmes sus hombros y se va. Se gira en el último momento. —¿Me llamarás? —pregunta. Cierra de golpe la puerta en su cara.

58 Página

El llanto de Benji es cada vez más fuerte. —No sé qué hacer —digo. —¿Le has tomado la temperatura? —No tengo termómetro. —¿Dónde están sus cosas? Señalo hacia mi habitación. Mientras paseo de un lado al otro, seguramente haciendo una marca en la alfombra, entra en mi habitación y vuelve con la pañalera encima de su hombro. —Vámonos —dice impacientemente. Agita su mano en el aire. —¿Adónde? —Al hospital, estúpido. —Gesticula delante de mí otra vez—. Muévete. Mi corazón salta a mi garganta. —¿Crees que necesita ir al hospital? —No tengo ni idea de lo que necesita —dice impacientemente. Agarro su cochecito y lo pongo dentro. No para de gritar. Llora todo el camino por el pasillo, en el ascensor y sus suspiros se transforman en ruidos cuando entramos en el taxi. Se queda dormido pero solo dura unos instantes. Luego llora otra vez. —Nunca me he sentido tan inútil —digo. Paso la mano por su pequeña cabeza. Es tan bonito. Y ni siquiera puedo cuidar de él. —Lo pondrán bien en el hospital —asegura. La silla del bebe está en el medio del asiento de atrás y ella está en un lado mientras que yo estoy en el otro. —Ellos lo examinarán ahí aunque no tuviera dinero, ¿verdad? —pregunto en voz baja. Mis entrañas se retuercen. Odio incluso hacer la pregunta porque decirlo en voz alta es como afirmar todas las malas cosas que mi tío me ha contado toda la vida. Nunca valdría nada. Nadie confiaría en mí. Nadie podía contar conmigo. Ni siquiera podía cuidar de mi hijo. No soy nada. —Lo examinarán —dice. Le permite a Benji enrollar sus pequeños deditos alrededor de su dedo—. De una manera u otra —susurra—, lo examinarán. Tomo aliento y dejo caer mi cabeza contra el asiento del taxi. —Probablemente no es nada —dice en voz baja. —¿De verdad piensas eso? —susurro, más para mí mismo que para ella. —Por supuesto. —Me sonríe y cubre mi mano con la suya encima de la barriguita de Benji—. ¿Sabes dónde están tus hermanas? Saca su teléfono y empieza a teclear. —No, pensé que podrían estar contigo. —Me fui pronto para volver al apartamento. Su rostro se colorea un poco más y no me mira. Las ha dejado para volver al apartamento con un hombre. —¿Ése era tu novio? —Sé que no lo es. Pero quiero escuchar esto. Desconectará mi mente de Benji. Resopla. —Dios, no.

59 Página

—¿Quién era? Se encoje de hombros. —Solo un chico. —¿Un chico? —Un chico. —Asiente. —¿Tu cita? Niega y hace un gesto. —Alguien que he conocido esta noche. —¿Traes a casa un chico que acabas de conocer? —digo sin pensar. Me arrepiento nada más salir de mi boca. —Sí. No juzgues. —¿Por qué? Finalmente me mira. Su ceño se frunce. —¿Por qué, qué? —¿Por qué traes a casa un chico que acabas de conocer? ¿Y por qué estaban sus manos por todas tus partes si acabas de conocerlo? —Porque has estado dos meses en mi cabeza, Tag. Y ahora estás de vuelta y estoy preparada para salir adelante. Así que déjame salir adelante, ¿vale? Sus ojos miran fijamente los míos y puedo sentir un zumbido eléctrico moviéndose entre nosotros como un cable eléctrico. —Oh —digo—. Ya veo. —No juzgues —advierte. Levanto mis manos en rendición. —No lo hago. —Sí, lo haces. Para. Su voz es cortante y fría en un instante. —No lo hago. —Lo haces. —No, de verdad… —Pero en mi cabeza lo hago. Lo hago. De verdad. Y no me gusta lo que hago. No quiero que desee a otro. Quiero que sea mía. Me sobresalta cuando agarra mi barbilla y gira mi rostro hacia ella. —Me gusta tener sexo, Tag. Supéralo. Me encrespo. —Es perfectamente normal para una mujer que le guste follar. Me gusta el sexo. No necesito defenderlo, sobre todo a ti, viendo como tampoco me has resistido. —Deja mi ir cara, pero no deja de mirar mis ojos—. No juzgues —dice bajito. —No estaba juzgando —digo de nuevo. Gruño involuntariamente. No debería decir esto en voz alta, pero lo haré. No puedo aguantarlo—. Estoy… celoso. — Aprieto mis ojos muy cerrados. Se sorprende. —¿Por qué? También podría ser honesto. —Me molesta. —¿Por qué te molesta? —Sus palabras chorrean hielo y veneno. Elijo mis palabras con cuidado. —Porque una vez nunca será suficiente.

60 Página

El taxi se detiene en la entrada de urgencias y salgo, llevando la silla de Benji conmigo. Ella agarra el bolso y me sigue dentro del hospital. Nos dirigimos al mostrador y muy rápido nos atienden, después me quitan a Benji totalmente, prometiendo que sería solo por un momento y estaría con él de nuevo. No está y me he quedado con Finny, y me está mirando como si me fuera a romper. Y creo que es posible. Pero también me está mirando con una pregunta en sus ojos. Y no sé la respuesta. No sé nada con excepción que estoy asustado sin sentido. —Vamos. —Toma mi mano y me empuja hacia el baño. Mira furtivamente hacia la izquierda y derecha y después me empuja dentro—. Sesenta segundos — dice. Abre sus brazos y ni siquiera pienso cuando la empujo contra mí. Necesito esto. La necesito. Necesito a alguien para hablarle de la sensación de impotencia que tenía. Esta vez cuando la abrazo mi pene no se pone duro. Pero sí la uso. Uso su calor y su suavidad y escucho su dulce voz mientras cuenta hasta sesenta. Se termina demasiado pronto. Da un paso atrás y estoy como perdido. —Vamos a esperar por Benji —dice. Entrelaza sus dedos con los míos. —No estaba juzgando —digo en voz baja, mientras nos sentamos uno al lado del otro en la sala de espera. Suspira. —Vale. —De verdad no lo hice. Estaba pensando que puedo entender por qué consigues tantas flores. Su ceño se frunce. —¿Qué? —Porque eres muy bonita —hablo en tono bajo—. Si tú fueras mía en todas formas, no quisiera perderte tampoco. Pasa una mano por su brazo cuando se le pone la piel de gallina. —No tengo relaciones de pareja. —No tengo citas de una noche. —Entonces es un buen punto que seamos buenos amigos, ¿no te parece? — dice. La enfermera sale y me llama. Nos levantamos y caminamos hasta ella. —¿Eres la madre? —le pregunta a Fin. Fin empieza a negar, pero yo contesto: —Sí. No quiero volver a estar ahí solo. No en este momento. La quiero conmigo para suavizar el golpe de lo que sea que está mal con Benji. No puedo perder a Benji. Necesito a Fin para ayudarme a arreglar todo. Quiero descubrir por qué sesenta segundos abrazando a Fin fueron mejor que un único momento que alguna vez pasé con Julia, pero no podía hacerlo ahora. Ahora tenía que saber qué estaba mal con mi hijo. Cuando esté mejor, lidiaré con el resto.

10

Página

61

É

l parece absolutamente indefenso. Tag, quiero decir. No Benji. Benji se ve realmente cómodo. No está llorando en este momento. Le colocaron una intravenosa y algunas medicinas para bajarle la fiebre. Era solo una infección. Una simple. Los antibióticos deberían ayudar. Trabajaron mucho con su sangre y parece que mejorará. Tag está un poco más problemático. —¿Quieres dejar de pasear? —digo. —No estoy paseando —argumenta. Pero no deja de caminar. —Está bien, entonces deja de caminar enérgicamente de aquí para allá. Estás molestando. Se detiene y mira hacia la cuna. —En mi cabeza, estoy tratando de hacer planes —dice tranquilamente. —¿Planes para qué? Él se encoge de hombros. —Planes para su vida. Planes para cuidar de él. Para ser un buen padre el cual pueda satisfacer sus necesidades. Ni siquiera tengo un trabajo, Finny. Deja escapar un suspiro y luego frota sus ojos con las palmas de sus manos. —Es tarde —le digo—. Puedes pensar todo eso mañana. —Tengo que encontrar un trabajo. —Mañana. —Y alguien para cuidarlo mientras trabajo. —Amigo, tienes dos hermanas y ellas tienen tres hermanas y una madre. Creo que lo tendrás cubierto. Resopla. —No puedo pedirle a mi familia cuidarlo. No puedo seguir aprovechándome. —Agarra el borde de la cuna tan fuerte que sus nudillos se ponen blancos—. ¿No lo ves? —Deja escapar—. ¿Y si provoqué esto? —¿Qué quieres decir? Permanece ahí con los ojos cerrados fuertemente. —Estuve enfadado cuando regresé de mi misión religiosa y descubrí que Julia ya no quería seguir conmigo. Hice algunas cosas de las que me arrepiento. Dije algunas cosas de las que me arrepiento. —¿A ella? —Probablemente se lo merecía. —A Dios —dice—. Se las dije a Dios.

62 Página

Oh. Ahora lo entiendo. —¿Y tú crees que Dios está molesto y te está castigando? —Creo que no estuve agradecido por los regalos que me ha dado. —Tonterías. Levanta su cabeza de un tirón. —¿Qué? —Tonterías —digo de nuevo. Levanto mis manos cuando comienza a hablar—. Oh, espera, dije una grosería. ¿Crees que algo terrible va a pasarme? —No es divertido. —Cuando esté tratando de hacerte reír, lo sabrás. —Me preocupa que mi poca fe pueda causar una reacción en cadena —dice en voz baja. —Aún tienes fe, ¿verdad? —No entiendo del todo la fe. Ahora no. Pero respeto el hecho de que él la tenga. Asiente. —Por supuesto. —Se estremece—. Pero estaba enojado. Y dije algunas cosas que no debí haber dicho. —Entonces, desmiéntelas —le digo, encogiéndome de hombros. Parece confundido. —¿Qué? —Dios no es un hombre vengativo, idiota. Él es benévolo. Es todo sabedor también, por lo que conoce tu corazón. Desmiente lo que sea que hayas dicho y puedes estar en paz con ello. —¿Crees en Dios? —me pregunta. Mira fijamente a mis ojos. Arrastro mi dedo de arriba abajo en una grieta en la pared. —Solía pasar mucho tiempo con el predicador y su esposa en nuestro pequeño pueblo. Cuando mi mamá se salía de control, me llevaban a casa con ellos. Por lo tanto, sí, conozco a Dios. —¿Creerás que soy estúpido si yo creo? —Mira mi rostro de cerca. —Amigo, ya lo estoy pensando. Él sonríe. —Cuando todo lo demás me fue arrebatado, mi fe me sostuvo. Si la abandono, me sentiría como si estuviera abandonando una parte de mí. Me encojo de hombros. —Entonces no lo hagas. —Suena mi teléfono y lo miro—. Tus hermanas están en camino. —Me levanto de donde estoy sentada—. Probablemente debería irme. —No —dice rápidamente. —¿Qué? —No te vayas. Por favor. —Él inclina su cabeza y me sonríe—. Por favor —dice otra vez. Mi corazón salta. —¿Por qué quieres que me quede? —Aguanto la respiración. Él se encoge de hombros. —Me gustas. —¿Te gusto? ¿Cuántos años tienes, doce? Así que, ¿qué viene ahora? ¿Me monto en la manilla de tu bicicleta? Sonríe.

63 Página

—¿Sería eso tan malo? No. No, no sería tan malo. Sería algo impresionante. —Ya tenemos una cita planeada, e implica visitar la enferma en el asilo —le recuerdo. No quiero que piense que soy una chica normal. Quiero que recuerde que no soy una chica normal y nunca lo seré. —Algo para desear —dice con una sonrisa. —No beso en la primera cita, solo para que lo sepas —digo. Hago una mueca tan pronto como sale de mi boca. No debí haber dicho eso. —Oh, me besarás —dice con confianza. Mi corazón salta. —¿Eso crees? —Sí. Tengo habilidades locas. Benji comienza a moverse en su cuna, así que me levanto y voy hacia él. Pongo mi mano sobre su estómago y me mira, calmándose inmediatamente. Sus grandes ojos parpadean mientras agita sus manos y pies. —¿Te sientes mejor, Benji? —le pregunto. Comienza a patear de nuevo. Tag camina detrás de mí, y puedo sentirlo desde la parte posterior de mi cabeza hasta mis pies. Coloca una mano en mi cadera y pone su mentón encima de mi cabeza, mirando hacia la cuna. —Estaba tan preocupado —dice—. Estoy muy contento de que volvieras a casa cuando lo hiciste. Mi estómago se retuerce cuando pienso con quién llegué a casa y lo que iba a hacer. —Yo también—concuerdo. No me avergüenzo. No desde hace tiempo. Pero me pregunto cómo sería tener una familia propia y también a un hombre. Empujo ese pensamiento a un lado. Pongo mi mano sobre la suya. —Ese chico... —Cierro mis ojos firmemente y contengo mi respiración, tratando de tranquilizar mis entrañas—. Acabo de conocerlo. No ha habido nadie para mí desde... esa noche. —Lo miro—. Nadie. Sonríe. —Está bien. —Besa mi mejilla, prolongándolo apenas. Quiero que también me diga que tampoco hay nadie para él, pero no siento como si tuviera derecho a preguntar. —¿Adivina qué? —susurra. —¿Qué? —susurro nuevamente. —No ha habido nadie para mí tampoco. —Besa la punta de mi nariz. Mi estómago da un salto. —¿Ni siquiera cuando volviste a ver a Julia? Niega. —Nuestra relación terminó antes de que incluso llegara aquí la primera vez. — Me lanza una sonrisa peculiar—. Y tenía a esta pequeña morena en mi mente todo el tiempo cuando me fui. Mi corazón se calienta. —Así que, ¿cuándo vamos a nuestra cita? —pregunta. Cepilla mi cabello a un lado para que no le haga cosquillas en su rostro. Su aliento cálido roza mi cuello y

64 Página

mis brazos se ponen con piel de gallina. Mis pezones se ponen duros y me alegro de que esté detrás de mí para que no pueda verlos. —Cuando tenga más flores —digo con una risa que no siento. No hay humor en ello en lo absoluto. Ninguno. Se endereza detrás de mí. —Está bien —dice. La puerta de la habitación de repente se abre y Wren y Star entran. Se detienen en la entrada, estupefactas cuando lo ven de pie detrás de mí con su barbilla en mi hombro. Lo empujo para que se retire. Lo hace, y siento su pérdida de inmediato. —¿Todo bien aquí? —pregunta Star. Sus ojos van de él a mí y viceversa. —Benji está mejor —digo. Miro hacia la cuna—. Era sólo una infección. Star sonríe. —Oh, gracias a Dios. —Ella camina hacia la cuna y mira en ella. De repente, cubre su boca—. Creo que voy a vomitar —dice, y sale corriendo de la habitación. —Iré y me aseguraré de que esté bien —dice Tag y la sigue. Wren me mira por un rato demasiado largo, sus ojos llenos de censura. —¿Qué demonios estás haciendo, Finny? Señalo la cuna. —Estaba enfermo —digo—. Solo intentaba ayudar. —Eso no es a lo que me refiero y lo sabes. —Apunta con un pulgar hacia la puerta—. Estabas nada más que abrazada a mi hermano hace un momento. —No lo estaba —protesto. Pero era algo como eso. Y me gustó. No me gusta que me haya gustado, sin embargo. Soplo un entrecortado sonido de protesta a través de mis labios. Me estrecha sus ojos. —No creo que esté sentimentalmente disponible, Finny —dice tranquilamente. —Bien, porque yo no tengo sentimientos. Resopla. —Díselo a alguien que no te conozca, perra. —Me mira fijamente—. Siempre me he preguntado qué tipo de hombre llegaría a ti. Me burlo. —No ha llegado a mí, loca. —Oh, definitivamente ha llegado a ti. No podría decir si está bromeando o no. —¿Qué te hace decir eso? —Lo dejaste abrazarte, Finny. Nunca permites que te abracen. —Su voz es suave—. ¿Por qué dejaste que te abrazara si no te gusta? —¡Él no preguntó! —Dejo escapar. Señalo al niño—. ¡Solo estábamos mirando a Benji! Su voz se vuelve más suave. —Él no estaba mirando a Benji, Finch. Te estaba mirando a ti. Esnifo. —No lo hacía. —Puedes mentirte a ti misma. Pero no puedes mentirme a mí. No digo nada, porque no hay nada que decir.

65 Página

—Gracias por cuidar de él esta noche —dice—. No creo que haya tenido a nadie cuidando de él en mucho tiempo. —No hice nada. La puerta se abre y Tag y Star regresan a la habitación. Wren detiene su parloteo, gracias a Dios. —¿Estás bien? —le pregunto a Star. Asiente. —Solo tenía que echar mis galletas. —Coloca una mano sobre su vientre—. Estar embarazada es repugnante. —Ella mira a Tag—. ¿Julia estuvo muy enferma? Él se encoge de hombros. —No lo sé —dice en voz baja—. No estuve allí. —Bueno —digo—, ya que aquí todo está bajo control, me voy a casa. Tag frunce el ceño. —¿Está ese chico esperándote? —¿Qué chico? —pregunta Wren. Ella mira de él hacia mí y viceversa. —Nadie está esperando por mí —digo y fuerzo una risa—. Los veo luego, chicos. —Salgo por la puerta, y me detengo para tomar una respiración. La puerta se abre detrás de mí, y Tag se estrella conmigo. —Lo siento —dice—. Estaba tratando de atraparte. —Me sostiene por mis codos. —¿Necesitas algo? —Solo quería decirte... Meto una mano en el bolsillo de mi sudadera. —¿Qué? —Que definitivamente esperaré por ti —dice tranquilamente. Toco la pintura en la pared con mi uña. —Ya estás esperando a la madre de tu bebé —digo, tratando de sonar impertinente. Niega. —No. —¿Por qué no? Dirige su mirada hacia la entrada de la habitación de su hijo. —Ella no es quién creí que era. —Debo lucir como si no comprendiera porque añade—: Ella lo abandonó. La mujer que amaba nunca habría hecho eso. —Tal vez tenía una razón. —Ella no me eligió. Eso es todo lo que sé. —Un músculo en su mandíbula se sacude. Toma una respiración y se relaja un poco—. Cuando esté estable económicamente, voy a pedirte una cita real. Mi corazón salta. —¿Eso implica meter dos pajitas en un refresco? O, ¿me dejarás usar tu anillo de graduación? Sonríe. —Tendrás que esperar y ver. Se inclina y besa mi mejilla, su calor flota delicadamente sobre mi piel como la más dulce de las respiraciones, luego se despide y regresa con su hijo. Me hundo contra la pared, porque mis rodillas se vuelven débiles de repente. No me gusta este sentimiento. No me gusta para nada.

Página

66

11

Página

67

V

uelvo a entrar en la habitación y encuentro a mis hermanas con sus brazos cruzados frente a ellas, mirándome. Me tropiezo al detenerme. —¿Qué? ¿Hice algo mal? —¿Qué está pasando contigo y Finny? —pregunta Wren. Todavía está frunciendo el ceño. —Nada. ¿Por qué? —Cruzo la habitación y finjo estar ocupado mirando a mi hijo. —Finny no deja que nadie la sostenga —dice Wren vehementemente. —No estaba sosteniéndola —respondo—. Estaba solo de pie detrás de ella. — De hecho, estaba oliendo su perfume como un total pervertido, pero no voy a decirles eso. —De pie detrás de ella sosteniéndola —aclara Star—. ¿Le diste algún tipo de droga o algo? —¡No! No tengo que drogar a una chica para conseguir gustarle. —A Fin no le gusta nadie —me dice Wren. —Dile eso al chico que trajo a casa esta noche. A ella le estaba gustando él por todo el lugar —les digo de mal humor. —No —dice lentamente Star—. Ella iba a tener sexo con él. Levanto la mirada. —¿Cuál es la diferencia? Wren se ríe. —Oh, estás en un enorme problema. Star se une a ella en su alegría. —No tienes ni idea —dice. Están comenzando a ponerme de los nervios. —Explíquense, por favor. —Finny creció diferente de la manera en que lo hicimos nosotros —dice Star. —Todos crecen diferentemente. —No puedo decir a dónde está yendo con esto. Wren levanta una mano. —No, no entiendes. Ella creció muy diferente. —Señala de mí a Star y de vuelta a ella—. Nosotros tuvimos padres que nos amaron hasta que fallecieron. Finny nunca tuvo eso. No en realidad. Así que tiene un momento difícil acercándose a las personas.

68 Página

—Ya conocí a su madre —digo en voz baja. —¿Qué? —Star alarga la mano para agarrar una silla cercana como si fuera a caer—. ¿Conociste a su madre? —Comienza a sonreír y mira a Wren—. Él conoció a su madre. —Fue un accidente, en realidad —digo. —¿Qué pasó cuando conociste a su madre? Bueno, tuve que retenerla para evitar que matara a Fin, y entonces dejar a alguien darle medicina así se calmaría. Pero no puedo traicionar su confianza. Miento. —Fue solo una reunión normal. —¿Y cómo fue ella cuando estabas ahí? —¿Quién? —pregunto, tratando de sonar estúpido así ellas lo dejarán ser. —La mamá de Finny. ¿Cómo fue? Homicida. —Como mamá. —Seguro. —Asiente Star—. Estás mintiendo. —No lo estoy. —Lo estás. —¡No lo estoy! —digo un poco más fuerte. —Como sea —dice Star. Ella camina hacia el moisés—. ¿Puedo sostenerlo? —Si eso te hará dejar de interrogarme, sí. Con cuidado con la intravenosa, ella levanta a Benji y se sienta en la silla mecedora. Sosteniéndolo cerca. Lo mira por unos minutos de alegre silencio. Entonces finalmente levanta la mirada. —En verdad me alegra que estés aquí —me dice finalmente. Asiento. —A mí también. —Nos vamos de tour en dos semanas —dice—. Solo seis conciertos pequeños. —Está bien… —Queremos que vayas con nosotros. Necesitamos algo de ayuda con el armar y quitar el equipo. —Está bien —digo otra vez. —Se paga. —No necesito que paguen. Ya están poniendo un techo sobre nuestras cabezas. —Y Paul Reed dice que necesita algo de ayuda en su edificio de apartamentos. Algún tipo de trabajo de mantenimiento. ¿Estás interesado? —Diablos sí, estoy interesado. ¿Pero qué hago con Benji? —Cuando estemos de tour, Marta puede cuidarlo. Va con nosotros a veces. Va a cuidar el bebé de Peck también, así que uno más no importa. Cualquiera que diga que un bebé más no importa nunca ha tenido un niño alrededor. —¿Estás segura? Asiente. —Ya hablé con ella de eso. Y cuando estés trabajando para los Reed, tomaremos turnos para vigilarlo.

Página

69

—¿En serio? —La banda que estaba tan apretada alrededor de mi corazón se suelta un poco. Star me sonríe. —En serio. —Mira a mi hijo y entonces de regreso a mí—. Eso es para lo que es la familia. Para levantarnos cuando caemos. —O cuando fuimos derrumbados —dice Wren. Ella me mira duro. —Gracias —digo en voz baja—. Voy a organizarme y te pagaré, lo prometo. Star niega como si soy un niño atrapado siendo sucio. —Sabemos dónde vives, Tag. Una sonrisa tira de la comisura de mis labios. —Así que, ¿vas a pedirle a Finny salir en una cita? —pregunta Wren. —¿Crees que diga que sí? —Espero con aliento entrecortado. Star bufa. —Diablos, no. Mi corazón cae. —Va a decir que no. Va a decir que no sale en citas. Va a decirte que te jodas. E incluso podría intentar patearte en las bolas. Cubro mi paquete y hago una mueca solo de pensarlo. —Tal vez no le pregunte… Star sonríe. —No serás capaz de evitarlo. Ella es magnética. La voz de Wren es baja cuando dice: —Nadie merece un feliz por siempre más que ella. —Gracias por el consejo —digo. Mi mente ya girando con todas las formas en que puedo conseguir gustarle a Fin. Y todas las formas en que podría joderla así ella me patearía en las bolas. Este último es mucho más probable.

12

Página

70

T

ag y su vástago han estado aquí por dos semanas. Dos semanas con un bebé llorando en la noche. Dos semanas con un oloroso cesto de basura y un refrigerador lleno de botellas de fórmula. Dos semanas con una sobrecarga de lindura. Está bien, lo admito. El niño es lindo. Y Tag es malditamente lindo, también. Él es bueno y amable y un padre atento, o al menos trata de serlo. Abrazo mi almohada más fuerte y golpeo mi puño en ella. El niño ha estado llorando por un par de minutos y Tag no lo ha levantado. Me levanto y entro a la cocina. El sonido se vuelve más fuerte. Camino a su habitación y abro la puerta. —¿Puedes callar esa cosa? Me congelo cuando veo que la luz al lado de la cama está encendida pero Tag no está en la habitación. ¿Dónde está? Entonces escucho la ducha. Tag trabajó hasta tarde, trabajando para los Reed. Lo escuché cuando entró, y lo escuché decirle a Wren buenas noches. Debe haber ido directo a la ducha después. Camino al lado de la cuna y bajo la mirada. El rostro de Benji está todo rojo y está pateando sus brazos y pies. Pongo mi mano sobre su vientre y patea más duro, pero no deja de llorar. Lo tomo en mis brazos y lo acuno apretadamente. Wren dice que a los bebés les gusta ser acurrucados. A éste no, porque solo grita incluso más fuerte. Camino a la cocina y consigo una de sus botellas del refrigerador. La caliento realmente rápido, y él busca alrededor mientras la pego en su boca, y por último empieza a chupar. Está bien. Esto es agradable. Puedo alimentarlo y entonces acostarlo de nuevo. La casa está completamente en silencio, salvo por sus ruidos de succión y el sonido de la ducha corriendo en el baño. Escucho la puerta abrirse, y Tag entra en la habitación. Patina hasta detenerse y tengo que recordarme a mí misma respirar. Está usando una toalla. Y eso es todo. La esquina de la toalla está anudada en su puño. Sus largas piernas están desnudas excepto por un tatuaje en su pantorrilla, y su pecho está completamente expuesto. Agua gotea de su cabello húmedo a través de su pecho, y tengo un loco impulso de lamerlo. Santa mierda. Esto es malo. Miro a Benji y lo miro mientras devora ávidamente su botella. —Estaba llorando —explico.

71 Página

—¿Te despertó? —Él corre una toalla extra por su cabello. Niego. —Estaba despierta. —No me di cuenta de que estabas aquí —dice. —Aparentemente. —Finalmente levanto la mirada hacia él y dejo a mis ojos vagar por su torso. Su rostro se colorea y gira hacia su habitación. —Debería ponerme algo de ropa —dice, su voz brusca. —No es mala idea —susurro. Cierra la puerta de su habitación detrás de él, y vuelve un minuto después. Está usando una playera y un pantalón de pijama. Sus pies están descalzos. —¿Quieres que lo tome? —pregunta. Alcanza como si va a tomar a Benji de mis brazos. Lo bloqueo girando ligeramente. —Casi está dormido. —Bajo la vista a su perfecta carita. Su boca está floja alrededor de la botella y la zangoloteo entre sus labios para conseguir que succione. Agarra otra vez y empieza a beber. —Eres bastante buena en esto —dice en voz baja. —La necesidad es la madre de la intención —digo con sarcasmo. Él sonríe. —¿No es invención? —Lo sé. —Le sonrío—. Es algo que mi papá solía hacer conmigo. Él decía esas frases con palabras faltantes y dichos. Conseguía que todas lo hiciéramos. —¿Tu padre real? Asiento. —Emilio. Tag me mira con curiosidad. Me encojo de hombros. —Él es el único padre que he tenido. Tag asiente. —Voy a ir y visitar a mamá mañana —digo en voz baja. Él frota sus manos juntas rápidamente. —¡Oh, una cita! ¿A qué hora? —Cuando sea que me levante. La botella cae de la boca de Benji y la pongo a un lado. Él está dormido. —¿Se suponía que eructe o algo? —pregunto. Se encoje de hombros. —A veces lo hace. A veces no. —Levanta sus brazos y pongo a Benji en ellos. Corro mi mano por su cabello, y siento una repentina y abrumadora urgencia de inclinarme y besar su gorda mejillita. Así que lo hago. Me inclino y persisto sobre su cabello con olor a bebé, respirándolo, con mis ojos cerrados. Entonces presiono mis labios en su frente y los sostengo ahí. Cuando levanto la mirada, encuentro a Tag mirándome. De repente agarra mi playera y me tira hacia él. Sus labios revolotean sobre los míos. —Dime que no te bese —susurra, sus ojos deslizándose por mi cara. —No me beses —digo. Sus labios se posan en los míos, duro. No hay nada suave o dulce sobre su beso. Es duro y caliente y lo beso de vuelta. Él succiona mi labio inferior, y yo

72 Página

muerdo el suyo. Lo beso hasta que algo de la pasión se desvanece y me quedo con la calidez y el deseo. —No debería haber hecho eso —susurra Tag, su cara cerca de la mía. Asiento. —Mala idea. —Trago tan fuerte que puedo escucharlo. Él levanta mi barbilla así tengo que mirarlo. Mis ojos se niegan a levantarse y miro a todos lados. —Ha sido un infierno tenerte alrededor por dos semanas y no ser capaz de tocarte —me dice. Finalmente lo miro. —¿Qué te está deteniendo de tocarme? —Quiero esperar. Hasta que sea correcto. Se inclina y presiona sus labios en mi frente, persistiendo ahí justo como hice con Benji. Siento el flujo caliente de aire de su nariz mientras me inhala, justo como hice con su hijo. Solo que no es afición o bondad lo que siento de él. Es calor. —Debería ir a la cama —digo. —Sí, deberías. —Buenas noches —susurro. —Buenas noches —responde. En vez de ir a mi habitación, voy a la de Lark. Abro su puerta y me deslizo dentro. Está acostada en su cama escuchando música con sus auriculares puestos. Caigo en la cama a su lado y finalmente dejo salir un aliento. Ella saca sus auriculares de sus orejas y me mira. —¿Has estado bebiendo? —No. —Pero siento como si lo he hecho. Levanta su mano a mi frente. —No tienes fiebre —dice. —No. —La miro, y una sonrisa rompe en mi cara. —Oh, mi Dios —exclama mientras se sienta—. ¿Conociste a alguien? He conocido a tantos que no puedo mantenerme al día con todos ellos. —Algo así. —Hago una mueca. Sus ojos se estrechan. —¿Qué quieres decir con algo así? —Tag como que acaba de besarme un poco —espeto. Sale rápido de mi boca como el viento a través de un túnel. —¡Qué! —grita. Cubro su boca con mi mano. —¡Silencio! —siseo—. Él te escuchará. Sonríe y empieza a susurrar. —Así que, ¿cómo estuvo? —Perfecto —digo. Mi corazón hace un pequeño baile en mi pecho. —Oh, Finny… —Luce triste de repente. —¿Qué? —Me estaba preguntando cuánto tiempo tomaría. Mi corazón viaja otra vez. —¿Qué quieres decir? —Lo vi saliendo a hurtadillas de tu habitación esa noche, Finny —dice en voz baja.

Página

73

—Oh. —Me olvidé de eso. —Y no te he visto traer a nadie más a casa desde entonces. —Sí —suspiro, haciendo una mueca—. Mejor me pongo a eso. —Te gusta. —No… —Arrastro la palabra. —Sí, lo hace. Entierro mi cara en mis manos. Gimo. —No sé. —La miro finalmente—. Dime qué debo hacer. Ella se recuesta a mi lado y ambas miramos al techo. Toma mi mano y la sostiene y no dice nada más. La suave textura de los guantes que siempre está usando se desliza por mi piel. Su respiración se vuelve suave y nivelada y me doy cuenta de que está dormida. Salgo de su cama y cuadro mis hombros. Voy a decirle a Tag que no puedo hacer esto. No puedo ser esa chica. Voy a su habitación y levanto mis nudillos para tocar. —No lo hagas —dice una voz a través de la grieta en la puerta. Me congelo. —¿No haga qué? —No toques mi puerta. —¿Por qué no? —Es una mala idea. —Está bien. —Giro para volver a mi propia habitación. La puerta se abre y él saca su cabeza. —He estado esperando que vengas y llames a mi puerta así puedes abofetearme por ese beso. —No iba a abofetearte. —Lo sé. —Pone su frente contra la puerta de su habitación—. Eso es lo que me asusta. Asiento, aunque no entiendo nada. Ni un poco. —Está bien. Voy a mi habitación y él cierra la puerta de la suya. Miro a su puerta cerrada por un momento. —¿Qué diablos fue eso?

13

Página

74

L

a música retumba en mis venas como un latido. Es rápido e intenso, y estoy tan malditamente caliente que me estoy convirtiendo en mí misma, y todo lo que estoy haciendo es bailar. Mi guardia de seguridad está de pie en el bar, fingiendo tomar un Jack & Coke, pero sé que solo es un refresco de dieta. No siempre necesito un guardia de seguridad, pero cuando salgo en una multitud y estoy sola, es mejor tener a alguien para ayudar por si las cosas van mal. La mirada de Jason recorre la habitación, y frunce el ceño cuando ve al hombre con el que estoy bailando un poco demasiado cerca. Él empieza a levantarse, pero niego. Estrecha sus ojos hacia mí en una pregunta silenciosa. No, no necesito que vengas y lo alejes de mí. Éste no es el que quiero. El que quiero huele a saliva de bebé y polvo de talco. —¿Quieres ir a mi casa? —pregunta el chico, su boca cerca de mi oreja. Niego. —¡Solo quiero bailar! Antes de Tag, le hubiera dicho que sí. Habría ido sin pensarlo dos veces. Tal vez hubiera ido dos veces. Quizás más si es bueno, pero ni siquiera hubiera tenido que pensarlo. Sí, es posible que llegara al orgasmo. Pero algo me dice que me sentiría vacía por dentro después de llegar a casa. Me ducharía fuera el olor y la sensación del sexo, y entonces rodearía mis brazos alrededor de mi almohada y me dormiría. La banda en directo para de tocar y todos aplaudimos. —Vamos a tomar un descanso de cinco minutos —dice alguien en el micrófono. —Gracias por el baile —digo sobre mi hombro. El chico agarra su pecho como si lo hubiera apuñalado, pero me voy. Voy hacia el bar para conseguir algo frío para beber. Jason, mi guardaespaldas personal, hace como que no me conoce, por lo que me inclino en su costado. —Así que, ¿vas a follarme alguna vez o qué? —Sonrío y bateo mis pestañas. Sonríe de lado en una especie de sonrisa. —No creo que mi mujer lo apreciaría, Fin, pero gracias por pensar en mí. — Rueda sus ojos y me saca la lengua. Jason está empujando los cincuenta, y ha estado felizmente casado durante veinticinco de esos años. Él murmura algo sobre

75 Página

una chica menor de edad mientras una mujer con poca ropa camina por delante de nosotros. —¿Cómo está Norma? —pregunto. —Está enfadada conmigo. Aparentemente, se suponía que debía ser un adivino o alguna mierda. Choco su hombre con el mío. —¿Qué se te olvidó hacer? Finge parecer ofendido. —¿Qué te hace pensar que fui yo? Bajo la vista, a su regazo. —Porque tienes testículos, hombre. Empuja sus rodillas juntas. —Deja de hablar de mis partes masculinas. —No dije querer lamértelas o algo, Jason —digo con una sonrisa. Baja la mirada, su nariz en mí. —¿Besas a tu madre con esa boca? Me congelo. Se da cuenta del error inmediatamente, porque llega a agarrarme cuando me alejo. —Lo siento, Finny. No quise decir eso —Me hace retroceder al taburete—. Quería decir a Marta. —Sí, beso a mi madre con esta boca —digo de vuelta. Agito mi dedo alrededor de la sala—. Y beso a otras personas también. Algunas personas les gustan mis avances. —Lo miro. Me gusta meterme con él pero, la verdad sea dicha, es como un viejo tío cómodo. Ha estado en mis detalles lo suficiente que parece de la familia. —¿Cuándo vas a sentar la cabeza, Finny? —Nunca —le digo, y trago lo último de mi agua. Alguien golpea ligeramente el micrófono en la parte delantera de la sala, entonces se aclara la garganta. Miro hacia el escenario. —Acabo de escuchar un rumor que alguien famoso está aquí —dice el dueño del club. Matiza su mano con sus ojos y empieza a escanear el área. Oh, mierda. Jason agarra mi brazo y se prepara para empujarme hacia la salida trasera. —Espera —digo. Levanto un dedo. No me deja ir. —Vas a conseguir que nos maten a los dos —me murmura—. Y Norma me cortará las pelotas si dejo que te hagan daño. —Pero se detiene y me deja ver lo que quieren. —Uno de los miembros de Fallen from Zero está aquí. Su guitarrista principal. Finch Vasquez —dice, buscando en la multitud. Entonces coloca sus manos juntas como si estuviera rezando—. Finny, la última vez que estuviste aquí, nos honraste con una canción. —Sostiene una guitarra—. ¿Nos harías el honor? —¿Qué piensas? —le murmuro a Jason. —Pienso que estás atrapada ahora —susurra de vuelta. Camina a mi lado, presidiendo como si fuera la persona más importante del planeta. Alguien llega a tocar mi camiseta, y él quita el brazo. Camino hacia el escenario y tomo la guitarra. Sujeto el micrófono lejos de mí. —Solo una canción —le digo.

76 Página

El dueño del club sonríe y asiente. —Solo una. —Se inclina y besa mi mejilla. —Tengo una condición —digo al micrófono. Me estiro y tomo un sombrero de la cabeza de un chico en la multitud—. Si quieren que toque, tienen que llenar este sombrero. Daré el dinero al refugio de gente sin techo en mi camino a casa. ¿Trato hecho? Espero escuchar sus respuestas entusiastas. El sombrero empieza a moverse por toda la sala, y la gente echa dinero en él. Veo a Jason vaciándolo y metiendo el dinero en su bolsillo, y entonces empieza a moverse otra vez. Me instalo en el borde de un taburete y equilibro la guitarra en mi regazo. Hago un punteo. —¡No puedo creer que Finny Vasquez esté tocando mi jodida guitarra! — presume el dueño del instrumento. Sonrío y empiezo a tocar. Tengo una nueva canción que acabo de escribir, así que podría probarla, ¿no? De repente doy una palma sobre las cuerdas y paro. —Mi hermana Peck acaba de tener un bebé hace dos meses —digo al micrófono—. Esto es por ella. Y empiezo a tocar otra vez. Algunas veces cuando veo a mi hermana con su bebé, los veo juntos. Sus ojos se llenan con tanto amor y alegría que me hace añorar. Nunca tuve eso. Ni por un momento. Hasta que conocí a Marta no conocía la definición del amor incondicional. En el primer minuto, Me pregunté cómo podías ser tan perfecta. En el segundo minuto, Me pregunté cómo podías ser tan pequeña. En el tercer minuto, Me pregunté cómo podías ser tan frágil. En el cuarto minuto, Me pregunté cómo podías ser tan pura. En el quinto minuto, Te vi respirar. En el sexto minuto, Te vi llorar. En el séptimo minuto, Te vi estirarte. En el octavo minuto, Te vi amar. Naciste sabiendo Que eras amado. Naciste sabiendo Que eras adorado. Naciste sabiendo Que serías querido. Y en este momento, Sus sueños se hicieron realidad, Porque ella era amada por ti.

Página

77

Repito el principio y el estribillo un par de veces, y cuando acabo, me disgusto un poco conmigo mismo, porque yo no nací sabiendo que era amado. De hecho, era todo lo contrario. Nací sabiendo que era odiado. Naciste sabiendo Que eras amado. Naciste sabiendo Que eras adorado. Naciste sabiendo Que serías querido. Y en ese momento, Sus sueños se hicieron realidad, Porque… ella… era amada por… ti. Mi voz se calla y espero. El público parpadea y luego empiezan a aplaudir. Algunas mujeres en la parte delantera se limpian sus ojos y alguien propone matrimonio. Saco un rotulador de mi bolsillo y lo sujeto sobre la guitarra, silenciosamente preguntando con mis ojos al dueño, si le gustaría que se la firmara. Aprieta su puño y grita. —¡Genial! —Así que la firmo con florituras. Me meto mi marcador de vuelta en el bolsillo de mis jeans y le entrego su guitarra. Intenta abrazarme, pero Jason se pone entre nosotros. El dueño de la guitarra sostiene sus manos como si estuviera rindiendo a la policía. Jason me lleva fuera del escenario y caminamos juntos de vuelta al bar, no puedo quedarme aquí ahora que todo el mundo sabe quién soy. Soy consciente de ello, y Jason también. Es híper consciente de ello, la manera en la que me agarra el brazo es una indicación. —Necesitamos largarnos de aquí —dice. Y aquí es cuando las cosas van ridículamente mal.

14

Página

78

M

e quedo con mi pie apoyado contra la pared y cruzo los brazos frente a mi pecho. Dios, es hermosa. La música viene de su boca y sale directo de sus dedos a la guitarra, es como si estuviera disparando directamente de su alma a la mía. Canta sobre bebés. Y que los bebés deben ser risa, luz y bondad, pero no creo que la mayoría de las personas se den cuenta de que está cantando acerca de la pérdida. Está cantando acerca de su propia vida, y todas las cosas que perdió. Mi instinto se aprieta por la expresión de su rostro. Dejé a mi propio hijo en casa con mi hermana Wren. Solo tiene un par de días, pero Wren quería sentarse y cuidarlo, así que me pidió que fuera a comprobar a Fin en el bar. Honestamente, esto huele a una trampa para juntarnos, pero es una trampa a la cual estoy gustoso de caer. Finny señala la guitarra con broche de oro, y espero a que despeje el escenario. Veo a la multitud de personas que las rodean, y observo a Jason mientras trata de conseguir meterse entre ellos y ella. Pero es solo un hombre. Supongo que cuando eres una famosa estrella de rock esto es lo que sucede, pero nunca esperé que sucediera tan rápido. Me abro paso entre la multitud, y Jason me ve y grita: —¡Ve hacia el otro lado! Asiento y me empujo a través de la multitud. Finny maldice cuando alguien agarra la manga de su camisa y lo rasga. Veo un destello de la costura de su sostén rosado, y mi visión se torna brumosa con rabia. Hago girar al chico que acaba de intentar quitarle su ropa para que me enfrente y le doy un puñetazo en la garganta. Cae como una piedra, por lo que paso por encima de él y voy por otro. Recibo un golpe repentino en mi propia mandíbula que hace que mis dientes tiemblen, luego veo que es una mujer. No puedo golpear a una mujer. El dueño del club y su seguridad están intentando ayudar también, y empujan al resto de la gente hacia atrás. Fin está en el suelo, y me doy cuenta de que estoy descansando sobre ella. —Umm —dice ella—, Tag... —¿Qué? —Apenas puedo recuperar el aliento, y mucho menos hablar. —Estás como que aplastándome.

79 Página

Me levanto en mis codos y bajo la mirada a su rostro. —Lo siento. Entonces me doy cuenta de cómo estamos recostados. Sus piernas están extendidas, y estoy descansando entre ellas. —Mierda —digo—. Lo siento. —Me apresuro a bajarme de ella. Se ríe y me tira hacia abajo. —Como que me gustó —dice con una risita. El calor se arrastra por mi rostro mientras mi polla se endurece. Mierda. No quise que eso sucediera. —Bueno, entonces si te gusto —dice ella cerca de mi oreja. Se ríe—. Pensé que eras inmune a mí por ahora. Nunca voy a ser inmune a esta mujer. —Para. Ella ríe. —No soy el que tiene presionando su polla en mi partes blandas, Tag —dice ella. Esta vez, logro levantarme. Sus ojos permanecen en mi polla. —Impresionante —murmura. Le extiendo una mano y ella la toma. La empujo para que esté de pie a mi lado. Es tan pequeña que apenas llega a mi hombro. Me estiro para ajustar su camisa, pero esta desgarrada todo el camino hasta su escote. Se puede ver su sujetador. Llevo mis manos detrás de mi cabeza y saco mi camisa de la manera en la que los chicos lo hacen, empujando la parte de mi espalda con mis dedos, y la deslizo sobre su cabeza. —Gracias —dice. Levanta el cuello de mi camisa hasta su nariz y respira profundamente—. Hueles muy bien. —De repente, mira a su alrededor—. ¿Dónde está Jason? Busca frenéticamente hasta que lo encuentra tirado en el suelo. Corre hacia él. —¿Qué pasó? —chilla. —Creo que ese hijo de puta rompió mi muñeca —dice mientras se agarra el brazo contra su pecho. Hace una mueca y ella se hunde a su lado. —Lo siento mucho. —Le oigo decir. —No es tu culpa que él fuera un imbécil. —Pone su cabeza contra la pared y se estremece—. Creo que tengo que ir al hospital. Ella asiente y lo ayuda a levantarse. —¿Debería llamar a Norma? Asiente. —Si no lo hacemos, nunca me lo perdonará. Voy a estar durmiendo en el sofá por un mes. Fin saca el teléfono de Jason de su bolsillo y lo molesta acerca de finalmente haberla dejado acercase a su polla. Él gruñe juguetonamente, y arruga su cabello con su mano buena. Para el momento en que llegamos al exterior, Norma está ahí esperando en la acera con el auto. —Puedo conducir —dice Jason. —Entra en el puto auto, Jason —dice Norma, mientras sostiene la puerta abierta. Ella besa a Fin rápidamente y me mira como si estuviera preguntándose

80 Página

quién soy y por qué estoy sin camisa. Me señala con un dedo—. Él es caliente, Finny —dice ella—. Buena atrapada. Veo la boca de Fin gesticular: Lo sé, ¿cierto? —¿Puedes llevarla a su casa? —me pregunta Jason. —Por supuesto. —Me apresuro a decir. Mira temeroso, así que trato de tranquilizarlo—. Estamos a pocas cuadras de su casa. —No dejes que nada le suceda. —Lo prometo. —Trato de asegurarle, pero todavía está preocupado, puedo decirlo. Creo que realmente se preocupa por ella. —¿Puedo ir contigo? —le pregunta ella—. ¿Por favor? —Está hablándole a Jason, no a mí. —Vete a casa, Finny. No puedo protegerte esta noche. —Te llamaré más tarde, cariño —dice Norma—. Lo prometo. —¿Lo juras? —Lo juro—dice Jason. —Bueno, no mueras —dice Fin—. Me siento muy mal. Le tomaría dos minutos a Norma encontrar un hombre mejor. Norma se ríe y se mete en el auto. Observo mientras sus luces traseras se desvanecen en la distancia. —Gracias por ayudar —dice en voz baja. Mi respiración hace nubecillas en el aire frío de la noche. —De nada. —Entonces, ¿qué estabas haciendo ahí? —Oh, mierda. —Recorro con la palma de mi mano sobre mi frente—. Vine a buscarte. He estado llamándote durante horas pero no respondías. Saca su teléfono de su bolsillo y se desplaza a través de los textos. —Me olvidé totalmente de que nos vamos de gira mañana —dice ella con un gemido. Asiento. No me olvidé. Wren dice que va a ser un viaje corto, pero todos nos iremos. Ella comienza a caminar rápidamente hacia su apartamento, sus tacones repiqueteando en el hormigón. Reposa sus manos en los bolsillos y la sigo. —Finny —digo, después de entrar en el ascensor de su edificio de apartamentos. —¿Qué? —Mira a todas partes menos a mí. —Pensé que íbamos a ir a visitar a tu madre esta mañana, pero cuando me desperté te habías ido. ¿Cambiaste de opinión? Ella niega. —No. Fui. —¿Tú sola? Asiente. —Se suponía que me llevarías contigo —le recuerdo. Respira profundo y la suelta. —Ella está malditamente loca, Tag. Totalmente demente. Como loca tipo encerrada-bajo-llave-para-que-no mate-a-nadie. No me gusta llevar a la gente a ver eso.

Página

81

Está actuando como si esta información fuera nueva para mí. Ya conocí a su madre. Sé con lo que está tratando. —¿Estaba bien hoy? Niega. —No. Era ella misma. —Su voz es tranquila y apenas puedo oírla. Descansa su cabeza contra la pared del ascensor y cierra los ojos. De repente, los abre y mira mi pecho desnudo. —Tag, ¿puedo decirte algo? Cruzo mis brazos, porque está mirando mi pecho como si quisiera comerme para la cena. —Supongo. —Eres jodidamente caliente —dice. Lame sus labios carnosos, y me encuentro poniéndome duro de nuevo. Entonces el ascensor se detiene, las puertas se abren, y sale. Me tomo un segundo y trato de recoger mi ingenio, porque está disperso como un puñado de monedas de diez centavos esparcidos por el suelo. Ella se da la vuelta y mantiene la puerta abierta. —Salte del interior —dice. Me sonríe. Me pregunto cómo es cuando no está ocultando su dolor detrás de su sexualidad. Supongo que no tendré la oportunidad de averiguarlo.

15

Página

82

C

uando no sé qué hacer o cómo comportarme, coqueteo. Es como lo he hecho siempre. Y viendo el rostro de Tag volverse de color rojo, funciona completamente. Él está pensando más en besarme que en lo de mi madre loca. Entro en la sala de estar y me detengo un momento. Todas mis cuatro hermanas están aquí. Peck está sentada con su bebé sobre sus rodillas, y su esposo Sam está sentado junto a ella en el sofá. Mi hermana Star está sentada en el regazo de su nuevo marido. Wren y Lark están compartiendo un sillón, y Emilio y Marta están de pie al lado de la encimera de la cocina. —¿Dónde diablos has estado? —exige Emilio. Miro alrededor a todos ellos. —Bailando —digo lentamente—. ¿Por qué? ¿Qué ocurre? Voy y consigo una botella de agua de la nevera. —¿Por qué no respondiste a nuestras llamadas, mija? —me pregunta Marta. Me encojo de hombros. —No podía oír el teléfono con la música. De repente, Emilio se da cuenta que Tag no está llevando una camiseta. —¿Qué ha pasado? —Nada —digo. Me siento sobre el brazo del sofá. Tag va y consigue una camiseta, y todavía está pasándosela sobre la cabeza mientras vuelve de nuevo a la habitación. Mientras sus más que magníficos abdominales desaparecen, veo un rasguño en su piel de color rojo, en carne viva e inflamada desaparecer debajo de la tela. ¿Estaba herido? Lo averiguaré cuando acabe el interrogatorio—. ¿Dónde está el enano? Wren señala con el pulgar hacia la habitación de Tag. —Está dormido. Benji duerme en su pequeño cochecito, por lo que he aprendido. —Su nombre es Benji —me recuerda Tag. —Benjamin Taggert tercero —dicen todas mis hermanas en unísono. Luego se ríen cuando Tag les refunfuña. —¿Por qué llevas puesta su camiseta? —me pregunta Emilio de nuevo. No va a aceptar un no como respuesta.

83 Página

—La suya fue destrozada por un fan demasiado entusiasmado —suelta Tag. Articulo la palabra traidor con los labios hacia Tag. —No fue nada… —Jason está de camino al hospital —sigue contando Tag. Si estuviera dos pasos más cerca de mí, golpearía a Tag en sus pelotas—. Estaba herido. Su esposa lo recogió. —¿Estás bien? —le pregunta Star a Tag. Agita su mano hacia ella quitándole importancia. —Estoy bien. Aparentemente, ella no vio la herida en su vientre. La que se esconde entre su escasa franja de vello rubio la cual lleva a sus más que impresionante partes inferiores. Emilio me da la espalda y empieza a hablar por teléfono. Probablemente está obteniendo de Jason la historia completa en este momento, porque él no cree que no fue nada. Pero lo fue. Esto es normal cuando estás en una banda famosa de rock. Nos acostumbramos a ello. Algunas veces los fans se ponen demasiados exuberantes. Esto sucede. Emilio cuelga el teléfono y va hacia Tag. Extiende su mano hacia él para darle la mano. Tag la mira fijamente por unos instantes y luego finalmente la toma en un apretón de manos. Sin embargo parece sorprendido. —Gracias por traerla a casa —dice Emilio. —No hay problema —murmura Tag. —Así que, ¿qué ocurre con la reunión de grupo? —les pregunto. Agarro una bolsa de patatas fritas de Lark y dejo caer un puñado de generosas y grasientas patatas sobre mi camisa. Me arrebata la bolsa otra vez. —Aléjate de mis patatas — gruñe juguetonamente. Tomo una, la lamo toda, y luego se la ofrezco a ella. —¿La quieres de vuelta? Ella simula que le da arcadas y después trata de ignorarme. —Así que, ¿la reunión? —insisto de nuevo. Emilio y Marta hacen contacto visual el uno con el otro durante unos minutos. —Es tu madre —dice Emilio. Miro de uno al otro. —¿Qué sucede con ella? —Está peor, Finny —dice Emilio, con la voz tan suave que me hace enfurecer. Resoplo. —Eso no es nada nuevo. —No —aclara Emilio—. Quiero decir, hirió gravemente a alguien esta tarde. Otro residente. Ellos quieren trasladarla a un pabellón con más seguridad. Meto otra patata en mi boca. —¿Y? Marta suelta un suspiro. —Así que mija, ellos necesitan tu consentimiento para trasladarla. Mi madre ha estado en un pabellón de cuidados por un largo periodo de tiempo desde que yo era una niña. Ellos tienen que mantenerla en un lugar donde

84 Página

puedan controlar su medicación. Normalmente, está bien. Aparentemente ahora ella tiene más cosas de qué preocuparse aparte de su enfermedad mental. —Tendrás que ir y tomar algunas decisiones relacionados con su cuidado — continúa él explicando. Me encojo de hombros. —¿Por qué yo? Marta se detiene junto mí y peina con su mano mi largo cabello. —Eres la única familia que le queda. —¿Entonces cual de ustedes va a ir? —Les sonrío. No tengo ganas de ir y ver a mi madre de nuevo. Estaba agitada hoy cuando la observé a través de la pequeña ventana de la puerta de su habitación. Se paseaba de un lado a otro de la habitación, retorciéndose las manos y murmurando para sí misma. —Esto es algo que tienes que hacer tú —dice Marta con delicadeza. —Contraten a alguien para que vaya y evalúe a mi madre—digo encogiéndome de hombros—. No hay problema. —Nosotros no podemos hacer esto por ti —dice Emilio—. Ellos quieren también hacer algo de terapia con tu madre y les gustaría que estés presente. —No. —¡Ni loca! —Finny… —No —digo de nuevo—. No voy a ir. Además, ninguno de ustedes puede ir conmigo, porque estamos ocupados con la gira. Y Jason está en el hospital. —Me encojo de hombros. Parece tan simple para mí. Alzo mi dedo en el aire—. Hablando de ello, si mi guardaespaldas está herido, ¿quién va a viajar conmigo cuando estemos en la gira? Emilio y Marta se miran el uno al otro, perplejos. —Podría ir y ayudar —dice una voz masculina desde el otro lado de la habitación. Alzo mi mirada y encuentro a Tag apoyado contra la pared, con su hombro enganchado en la puerta. —¿Harías eso? —le pregunta Star. Asiente. —Iba a ir de todas formas para estar como un encargado del equipo. —Sonríe triunfante. —¿Qué pasa con Benji? —dice Wren. Se encoje de hombros. —¿Qué pasa con él? Lo llevaremos con nosotros. —Señala a Marta—. Marta dijo que iba a cuidarlo mientras trabajaba. Ahora ella no tendrá que hacerlo. Él puede ir conmigo. —No —lo digo rápidamente, y la cabeza de Tag se gira para mirarme. Está desconcertado, pero no puedo tener a Tag siguiéndome a todas partes durante las seis fechas de la gira. —Puedo cuidar de ti —dice Tag. La habitación se queda en silencio. Podrías oír un alfiler caer, si a alguien se le ocurriera tirarlo. —No necesito a nadie para que cuide de mí —digo rápidamente. —Entonces está decidido. Emilio se levanta y desempolva las manos. —¡No está decidido! —espeto.

Página

85

Pero todos se están levantando de sus asientos. Esto no está decidido. —¿Por qué no me escuchan? —grito prácticamente. —Vas a ir a la gira y tienes que tener a alguien para protegerte —dice Emilio con firmeza—. Tag va a ir con nosotros. Marta ayudará a cuidar del niño. —Alza su mano para detenerme cuando quiero interrumpir—. Esto es todo lo que hay. Empaca tus cosas. Te vas de madrugada. Está usando la voz de padre de nuevo. Mierda, odio cuando hace eso. Emilio nos permite salirnos con la nuestra en muchas cosas, pero cuando sacaba la voz de padre, nosotras sabíamos que era mejor escuchar. —Pero… —¡No hay peros! —dice en voz alta—. Está decidido, Finny. Ve a empacar tus mierdas. —Señala hacia mi habitación. Me levanto, y pienso en tirarle la almohada que tengo sujeta con mis manos directamente en la cabeza, pero nunca lo haría. Siento demasiado respeto por Emilio. Pero maldita sea si no se me pasó por la mente. Emilio se ríe cuando paso pisando fuerte junto a él. —Ni siquiera lo pienses. Levanto mi dedo medio donde él no lo pueda ver, solo porque me siento desafiante. —¡Lo he visto! —grita. Cierro de un portazo la puerta de mi habitación detrás de mí y me apoyo con fuerza sobre ésta. Luego empiezo a empacar mis cosas, porque aparentemente voy a ir de gira y estoy llevando al hombre que tuve junto a mí una noche como mi guardia de seguridad personal. Después tengo que ocuparme de mi madre cuando regresemos. Qué asco mi vida.

16

Página

86

F

inny cierra de golpe la puerta de su habitación, y rasco mi cabeza. Peck y Star toman a sus esposos y se van a casa, Marta y Emilio pasan el rato en la cocina por unos minutos. Benji está agitándose, así que voy y consigo una botella. Ha estado dormido por un rato, y va a despertar con hambre. Emilio se inclina sobre el mostrador de la cocina sobre sus codos y me mira. Miro detrás de mí, porque no puedo pensar alguna razón por la que me mira como si me odia. Tozo en mi puño cerrado. —¿Está todo bien? —le pregunto. —Finny es especial —dice. Asiento. —Estoy seguro de que sí. —No, quiero decir realmente especial. Asiento otra vez, y meto la botella de Benji en el microondas. —Finny tiene miedo al compromiso —dice. —No lo tenemos todos —murmuro. Sus cejas se arquean, pero no responde a eso. —Cuidarás de ella mientras están de tour, ¿cierto? —pregunta. —Prometo hacer lo mejor. —Te creo. —Me apunta con un dedo—. Pero si lo jodes, si ella viene a casa con un solo rasguño en su cuerpo, te mataré con mis propias manos. —Sonríe, pero no hay humor en ello—, ¿me entiendes? Trago pasando el nudo en mi garganta. —Te entiendo. Sacudo la botella, esperando a que Benji empiece a llorar. —Hay dos cosas que deberías saber sobre Finny —dice. —Está bien… —Una, tienes que escuchar lo que no dice, si quieres descifrarla. Asiento. —Y dos, nunca te metas entre ella y una taza de café. Ella cortaría tus bolas. Eso ya lo sé, pero instintivamente doblo mi espalda un poco, y mis bolas se encojen. Él se ríe. —Llámame si necesitas algo —dice. Me golpea en el hombro y sigue a Marta a la puerta, después de besar a sus hijas para despedirse. —Buenas noches, Melio —le dice Wren.

87 Página

Él las saluda y se va. Benji hace un ruido desde la habitación, así que tomo la botella y voy a él. Miro a su cuna y veo que se ha librado de sus sábanas, y su piel está mojada y rosa. Lo levanto, hablándole mientras cambio su pañal, y salgo a la mecedora en la sala de estar para sentarme con él. Lark va a la cama, y Finny está todavía en su habitación, pero Wren sale a sentarse conmigo. —Así que… —dice Wren. —Así que… —¿Crees que puedes cuidar de Finny mientras estamos de tour? —Muerde su labio inferior, preocupada. —Haré mi mejor esfuerzo. —Trata de no enamorarte de ella, ¿está bien? Levanto mi cabeza. —No lo haré. —Oh, lo harás. Pero trata de no hacerlo, ¿está bien? —Puedo garantizarte que no estoy listo para una nueva relación, Wren. Ella lanza un suspiro. —Tampoco lo está Finny. Pero en serio, Tag, no te enamores de ella. Solo saldrás herido. La miro. Habla totalmente en serio. —Puedo manejarlo. Asiente, pero todavía luce preocupada. —No digas que no te advertí. Se levanta y va a su habitación. Vuelve cargando un recibo de depósito bancario. —Puse un poco más de dinero en tu cuenta —dice. Lo lanza a la mesa. —No quiero tu dinero, Wren. No ahora. Estoy trabajando para los Reed y estoy bien. En verdad lo estoy. Solo tengo que resolver las cosas. —Bueno, no quiero que a mi sobrino le falte algo mientras resuelves todo. — Se inclina y besa a Benji en la mejilla. Entonces empuja el costado de mi cabeza con el respaldo de su mano. Me recuerda tan malditamente a mamá y justo entonces lágrimas llenan mis ojos. —¿Luces como ella, sabes? —digo. Esnifando una lágrima. —Era hermosa —dice Wren suavemente. —Sí, lo era. Ella va a su habitación y cierra la puerta. Tan pronto como lo hace, la puerta de Finny se abre y entra en la habitación. —Saca tu camisa —sisea. —¿Qué? —Estoy sorprendido por su rudeza. —Estabas herido. Lo vi. —Señala mi estómago, donde Benji está descansando. Su boca está floja alrededor de la botella, así que la saco y lo recuesto en el sofá a mi lado. —Estoy bien —digo. Pero me levanto de todos modos. —Muéstrame. No me muevo, así que se estira, levanta el borde de mi camisa y la sube, exponiendo mi estómago.

88 Página

—Oh, no es malo —dice. —Solo un rasguño, creo. —Bajo mi camisa. Ella va al baño y vuelve con algo de antiséptico y algodón. —Déjame limpiarlo. Levanto mi mano por la botella. —Puedo hacerlo. Ella niega. —Lo haré yo. —Me señala que me quite la camisa, así que la saco por mi cabeza y la lanzo en el sofá a nuestro lado. Vierte antiséptico en el algodón y empieza suavemente a limpiar el área, pero quema demasiado. Siseo en voz alta. —Oh, deja de ser un bebé —regaña. Se inclina y sopla en ello, y supongo que está tratando de borrar el ardor. Pero la suave sensación de su aliento sobre mi piel comienza un nuevo tipo de dolor. Mi polla comienza a presionar contra mi cierre. —Puedo hacerlo —digo. Tratando de darme vuelta, pero ella agarra la hebilla de mi cinturón y me sostiene quieto. Cierro mis ojos y pienso en hamburguesas de queso. Verrugas. Hielo. Pero entonces mi hielo se convierte en una gota de agua derritiéndose y deslizándose por su piel en mi mente llena de lujuria. Oh, santo infierno—. Puedo hacerlo —digo otra vez. De repente, ella nota el bulto detrás de mi cierre. —Oh —dice, sus mejillas sonrojándose—. Ups. —Se ríe y empuja una curita en mis manos—. No, um, quería, um… causar eso. —Ella mueve una mano hacia mi polla—. Quiero decir, no podemos hacer eso otra vez. —Totalmente deberíamos —le digo, mi voz grave—. Quiero decir, si tú alguna vez dejas tu moratoria contra dormir con alguien dos veces. Ella asiente, su mirada una vez más cayendo a mi polla, la cual está todavía de pie en atención. —Tentador —ofrece. Me sonríe—. Podrías necesitar ayuda con eso. Ruedo mis ojos. —Puedo manejarlo, gracias. —Si tú lo dices. —Se gira y va a su habitación. En el último momento, se da la vuelta—. ¿A qué hora quieres irte en la mañana? Necesito ir a hablar con el doctor de mi madre antes de irnos, y supongo que vas conmigo. —Cuando sea que te levantes. Asiente. —Supongo que no podemos decir cuando sea que tú te levantes, desde, bueno… —Me sonríe. —Hermosa y graciosa —murmuro. Ella pone una mano en su pecho. ¿Acabas de llamarme graciosa? —Bate sus pestañas hacia mí. —Entre otras cosas. Se encoge de hombros. —Me gusta más graciosa. —Entonces entra en su habitación, la puerta suavemente cerrándose detrás de ella. —Sí, a mí también —murmuro a nadie. Creo que estoy en problemas. En grandes problemas.

17

Página

89

D

os tazas de café no son suficientes. Sin embargo, a Tag no parece importarle mi estado de perra. Camina solemnemente junto a mí por la acera. Respiro profundamente, porque es la primera vez que quiero contarle a alguien sobre mi madre. —La primera vez que mi madre intentó matarme, estábamos en una rueda de la fortuna en la feria del condado. Ella estaba en su ciclo, lo sé ahora. No lo supe entonces. Solo pensé que íbamos a tener un día divertido. Mi madre tenía días realmente bajos, pero de vez en cuando tenía un día arriba. Y cuando estaba arriba, estaba volando. Tenía imaginación, y quería ir de aventuras y reíamos y jugábamos. Tag camina conmigo y no dice nada. Solo escucha. —Pero tenía seis años la primera vez que intentó matarme. Me hundo en la memoria como si fuese ayer. —No quiero ir —le susurré, mientras estábamos en la cola de la rueda de la fortuna. Se agachó a mi lado. —¿Qué dijiste, cariño? —No quiero ir —dije de nuevo, esta vez más alto. Se volvió a poner de pie, todavía sosteniendo apretadamente mi mano. —Oh, todo el mundo sube a la rueda de la fortuna, cariño. —Abrió los brazos—. El mundo parece tan grande desde ahí arriba. Tiré de su mano de nuevo. —No quiero ir. Pero ella ya estaba pasando nuestras entradas al trabajador de la feria. Sacudió mi brazo y me empujó en la plataforma. La seguí, porque estaba apretando mi mano tan fuerte que dolía. Había una mirada frenética en sus ojos y supe que nuestro día arriba estaba acabado. Ella estaba bajando y golpeando fuerte. E iba a llevarme con ella. Conseguimos un asiento y el trabajador de la feria nos cerró la larga barra a través de nuestros regazos, pero mis piernas eran tan pequeñas que apenas me sostenían. El artilugio se sacudió mientras empezó a rotar y agarré la barra tan fuerte como pude. Mamá se inclinó sobre el borde para bajar la mirada. —Mira, bebé. Apreté mis ojos cerrados. No quise mirar.

90 Página

El asiento se sacudió de nuevo mientras más gente subía. —Mira —dijo de nuevo. Gritó esta vez y vi la gente en el cubo sobre nosotros mirarnos con el ceño fruncido. Quise decirles que estaba bien, pero no lo estaba. No iba a estar bien jamás. La sacudida paró y empezamos a movernos en un pequeño círculo. Apreté mis ojos cerrados. —Abre tus ojos —dijo mamá. El viento muy gentilmente sopló mi cabello hacia atrás y estaba encantada de que la hubiese dejado poner bonitos lazos rosas en mi cabello antes de dejar la casa esta mañana. —Dije que abrieras los ojos —gruñó. Apretó mi barbilla entre su pulgar y su índice y dejé salir un grito—. ¿Tienes miedo de caer? —preguntó. Sostuvo sus brazos a los lados y cerró sus ojos, su rostro contrario a lo que estaba pasando en su cabeza. Me confundía mucho cuando estaba así—. ¿Tienes miedo de caer? — preguntó de nuevo, esta vez más alto. —No —dije tranquilamente. Estaba mucho más asustada de estar en este cubo con ella. De repente agarró el frente de mi vestido y me levantó de mi asiento en su regazo. La barra estaba tan aflojada que no opuso resistencia del todo. Envolví mis brazos alrededor de su cuello. —Voy a enseñarte una lección importante de la vida, cariño —dijo, su voz cerca de mi oreja. —¡No! —Luché por agarrarla, pero hizo palanca alejando mis brazos de su cuello mientras me volvía hacia abajo. Me sostuvo por mi pie por la parte de atrás de la cesta y fallé intentando encontrar algo a lo que agarrarme—. ¡Mami! —grité. La gente debajo de mí empezó a enloquecer y la rueda paró por completo. —¡Esto es como se siente caer! —gritó mamá—. Recuerda lo que se siente, bebé, así nunca harás nada tan estúpido. —Levántame —supliqué. Sus manos flaquearon, resbaladizas con sudor, y me deslicé hacia abajo un poco. La rueda había parado y el hombre en el cubo debajo de nosotras tendió sus brazos como si fuese capaz de atraparme si ella me dejaba caer—. ¡Por favor! ¡Mami! ¡Levántame! Se rió. —Caer, bebé. Asegúrate de no hacerlo nunca. —¡No lo hare! —grité con lágrimas en los ojos. Observé mis bonitos lazos rosas caer de mi cabello y aterrizar en el césped debajo de nosotras—. Prometo que nunca jamás caeré. Finalmente, me levantó y me apresuré al borde del banco, intentando estar tan lejos de ella como podía. Lanzó su cabeza hacia atrás y rió. La rueda empezó a echarse para atrás y finalmente llegamos al fondo. Había dos policías esperando cuando nos bajamos y uno de ellos tomó mi mano y el otro le puso unas esposas a mi madre. Los siguientes tres meses conseguí quedarme con mi abuela. Estuve a salvo con mi abuela. Estaba feliz con mi abuela. Nadie intentó matarme cuando estaba con mi abuela.

91 Página

Pero cuando tuvieron a mi madre medicada regularmente, me mandaron de nuevo con ella. Esto pasó una y otra vez cuando tenía diez años y mi abuela murió. Entonces no tuve nadie que me tomase y estaba oficialmente en el sistema. Ese fue el mejor día de mi vida. El día que fui a un hogar de grupo porque no había ningún lugar más a donde ir. Ese fue el día en el que mi vida empezó. Pero ahí está una cosa que sé de seguro. Mi madre me enseñó una lección ese día. —No caigas jamás, bebé. Nunca, jamás caigas. —Así que no lo hice. Y no lo haré. No puedo. Nunca daré un paso más cerca del borde. Nunca me conseguiré en ese tipo de situación. Me sacudo a mí misma fuera de mi trance cuando Tag pone su brazo a mi alrededor en un callejón. —Sesenta segundos —dice. Me empuja en su contra y voy voluntariamente. Me sostiene apretadamente y disfruto cada segundo. No sé cuándo empecé a necesitar a este hombre, pero estoy aquí. Pasan los sesenta segundos y me retrasa, pero esta vez lo hace lentamente, al menos no me quiere dejar ir. —Mi madre está completamente loca —le digo, mientras doy un paso atrás en la calle y caminamos hacia las instalaciones de vida asistida. Dejó a Benji con Wren y estoy como agradecida. Estaría asustada de que mi madre lo hiriese. Asiente. —Suena como que lo está. Entramos y firmo el papeleo así administración puede moverla a la sección de guardería que tiene más seguridad. —¿Eso es todo lo que necesitas de mí? —pregunto, mientras empujo el portapapeles de vuelta al doctor a cargo. —Nos gustaría ofrecerte algo de terapia para ti y tu madre. Sé que esto no fue siempre fácil para ti. –Él es el psiquiatra responsable del tratamiento de mi madre. Niego. —¿Qué bien haría eso? —¿Honestamente? Para ella, probablemente nada. Para ti, tal vez ayudaría. —Estoy bien —digo. Asiente. —Déjame saber si cambias de opinión. Tag y yo salimos de ahí mientras dice: —¿No quieres verla? Niego. —No. —Lanzo un suspiro. Mira directo hacia mí y mira en mis ojos. —¿Sigues teniendo la esperanza de que te amará de la manera que necesitas ser amada? —No. Paré de esperar eso hace mucho tiempo. —No te creo —dice. Sus manos se deslizan en las mías y entrelaza nuestros dedos juntos. Cierro mis ojos y respiro profundamente, pero no aleja su mano—. ¿Te sientes como para tener un desayuno?

Página

92

café.

Asiento y vamos a un lugar pequeño especializado en waffles. Abre el menú. —¿Qué es bueno aquí? —pregunta. Me sonríe. —Obvio —digo—. Waffles. Pone el menú a un lado. —Entonces supongo que tendré waffles. —Levanta la vista a la camarera—. Y

—Igual —digo. —Así que, ¿tienes miedo a las alturas ahora? —pregunta mientras mezcla la crema en su café. —No, solo tengo miedo de caer. Me mira duro sobre el borde de su taza. —Explica. —Tengo que tener mis pies sólidamente plantados, eso es todo. Sus ojos se estrechan. —Te gusta el control. Asiento y le doy un pequeño encogimiento de hombros. —Sí. —Así que cuando estuvimos juntos… —Para y niega—. No te preocupes. —Sus mejillas se enrojecen. —Dilo —motivo. Mi corazón está palpitando como loco. —Cuando estuvimos juntos y te abofeteé el trasero, ¿te encendió o te apagó? Mis palmas empiezan a sudar, así que las limpio en mis jeans. —He tenido a hombres abofeteándome el trasero antes. El músculo de su mandíbula se estira. —No estamos hablando sobre ellos. Estamos hablando sobre tú y yo. Me acomodo e intento respirar. —Así que, ¿quieres saber si me encendiste? —Sí. —¿Por qué te importa? —Observo su rostro de cerca. —Porque estoy planeado hacerlo de nuevo un día, cuando estés lista para lo que quiero. Mi estómago me traiciona con una pequeña voltereta. —¿Y qué quieres? —Quiero esperar para conocerte. Y quiero llevarte a unas cuantas citas. Y quiero que te enamores de mí y mi hijo. Y luego, cuando ambos estemos seguros de que lo queremos, quiero follarte otra vez, pero esta vez será más. Mucho más. No puedo hablar. No esperé que pusiera sus cartas sobre la mesa así. Esperé que cubriese su mano y la protegiera, como haría yo. —No follo a nadie más de una vez. —Lo sé. Ese es el por qué no quiero eso. Quiero hacer que te enamores de mí. —Toma mi mano en la suya y arrastra su pulgar a través de la palma en suaves barridos. —No quieres mucho, ¿no? Niega, las esquinas de su boca sacudiéndose solo un poco. —Lo quiero todo. —¿Conmigo?

93 Página

Asiente. —Contigo. —¿Puedo pensar sobre ello? Niega. —No. Si lo piensas demasiado, huirás asustada. —Así que, ¿qué debería hacer? —Déjame amarte. —Se encoge de hombros—. Eso es todo. Me burlo. —Tú no me amas. Sonríe. —Todavía no. Pero quiero una cita contigo. —Aprieta mi mano—. ¿Vendrás a una cita conmigo, Finny? Miro alrededor del restaurante. —¿No estamos haciendo eso ahora? Sonríe. —¿Lo estamos? —Puede —susurro. La camarera llega con nuestros waffles y deja ir mi mano. Come en silencio, y yo también. Cuando acabamos, saca su cartera. —Lo tengo —digo. Saco una tarjeta de crédito de mi bolsillo. —Yo pago —dice. —Amigo, ¿sabes cuánto hice el último año? —Yo pago, Finny. Me contoneo contra el asiento. —¿Por qué? —No tengo mucho, pero gané lo que tengo y quiero gastarlo en ti. Así que déjame, ¿está bien? —Me mira fijo—. Déjame valorarte. Atesorarte. Disfrutarte. Tratarte de la manera en la que deberías ser tratada. Puedes confiar en mí, Finny. No te dejaré caer. Un bulto se forma en mi garganta y trago duro para pasarlo. —Gracias por el desayuno. —Es todo lo que puedo decir. Firma la cuenta y nos levantamos. Entrelaza sus dedos con los míos de nuevo y caminamos lado a lado por la calle. —¿Puedo alimentar a Benji cuando lleguemos a casa? —digo rápidamente. Mis mejillas se enrojecen cuando me sonríe. —No te gustan los bebés —me recuerda. Choca mi brazo juguetonamente con el suyo. —Me gustas. Y podría gustarme tu bebé. Tengo que gastar algo de tiempo con él para ver. Asiente. —Está bien —dice—. Puedes alimentarlo. Necesito empacar, de todas formas. Caminamos lado a lado, mano con mano y estoy asustada de estar enamorándome demasiado rápido. Juré que no lo haría, jamás caer, pero no se siente como una caída libre. Esto se siente elevado. Como tomar el viento y dejarlo llevarme.

Página

94

—¿Realmente me agarrarías si caigo? —le pregunto mientras entramos al ascensor. Me empuja contra sí, y sus labios se ciernen sobre los míos. —Te agarraría, o caería contigo para intentar levantarte. —No me traiciones, ¿está bien? —Pongo mi frente contra su pecho, así no puede ver la verdad en mis ojos. No quiero que vea cuánto quiero esto. Cuánto lo quiero. Cuánto quiero encontrar lo perfecto. —No lo haré. —Inclina mi rostro y sus labios tocan los míos, tentativos y lentos al principio, pero luego nos da la vuelta y me presiona contra la pared, sosteniendo mi rostro en sus manos. Sus labios son duros de repente y su lengua se desliza en mi boca. Sabe a sirope de waffles y calor. Está sin respiración cuando da un paso atrás y lo veo ajustar su pantalón. —¿Estás bien? —Parpadeo hacia abajo, a su incomodidad —Estoy bien. —Sonríe—. Se dará por vencido en un segundo. Me río a carcajadas. —Espero que no. Cuando la puerta se abre y salgo del ascensor, me sigue, luego me empuja contra la fachada, sus brazos alrededor de mí, su mano en mi vientre. Me sostiene y susurra en mi oreja: —Creo que estoy igual, Finny. Cubro su mano con la mía. —Yo también —susurro. Besa mi mejilla rápidamente y vamos dentro del apartamento. Va a romper mi corazón. Y voy a dejarlo, porque es la primera vez que estaría bien ser vulnerable, al menos con él.

18

Página

95

C

uatro días en un autobús de gira con una mujer con la que tengo un serio enamoramiento, y ahora mi cuerpo duele demasiado como para incluso intentar seducirla. —¡Sam! —exclamo desde el césped, donde estamos instalando su escenario—. ¿Dónde quieres esto? —Señalo al altavoz que estoy sosteniendo. —Sobre tu culo estaría bien —me grita. Sonríe, aunque, en realidad estoy bastante seguro de que está bromeando. Dejo el altavoz y espero por instrucciones. Se acerca a mí y me da una palmada en el hombro. —Podemos dejar que el equipo de instalación termine el resto de esto. —¿Seguro? Puedo continuar —le digo. Estoy mintiendo, pero aun así. —Bueno, yo no puedo. Planeo follar a mi esposa más tarde, y mi espalda no va a dejarme si no paramos pronto. —Bueno, hay está —digo. Mi rostro inundándose de calor. Me mira fijamente, sus ojos entrecerrados, y luego niega. —¿Qué? —Nada. —No, es algo. Dilo. —¿Qué está pasando contigo y Finny? —pregunta. Me encojo de hombros. —Nada. ¿Por qué? —Miro a todas partes excepto a él. —Porque —dice lentamente—, es mi familia, y quiero estar seguro que estás en ello por las razones correctas. —¿Y qué razones podrían ser aquellas? —La buena clase. No solo la quiero-conseguir-entrar-en-mis-pantalones clase. —Tengo buenas intenciones. Y las quiero-conseguir-entrar-en-mis-pantalones intenciones. Y las quiero-hacer-enamorarse-locamente-de-mí intenciones. Sus ojos están bien abiertos. —Maldita sea. Eres un bastardo dominado. —Tienes razón. —Tiene razón. Estoy dominado. La observé caminar junto a mí esta tarde, me guiñó el ojo una vez, y fue todo lo que podía hacer para no perseguirla, así podía besarla justo en ese momento y en ese lugar, delante de todo el mundo—. ¿Crees que tengo una oportunidad? Me siento en el altavoz y se sienta a mi lado.

96 Página

—Finny es un pájaro extraño —responde. Abro mi boca para protestar, pero me calla—. Espera —dice—. Finny es increíblemente talentosa como músico. Es feroz con esas cuerdas, pero tiene miedo de todo. —No actúa como si tiene miedo de todo. —Es una buena actriz, también. —Me señala con un dedo—. Pero mientras tengas buenas intenciones, dejaré a ambos en paz. Asiento. —No tienes de qué preocuparte. Mis intenciones son honorables. —Bueno, de la clase que le gustaría conseguir entrar en sus pantalones, también, pero todavía honorable. —Solo sé comprensivo con ella —dice. Aprieta sus labios—. Retiro eso. No seas comprensivo con ella. Si andas con cuidado con ella, nunca te dirá cómo se siente. —¿Cómo crees que se siente? —le pregunto. —Creo que le gustas mucho. —Señala sobre mi hombro—. No puede apartar los ojos de ti. Todas las chicas y Emily están de pie en el escenario, están probando los micrófonos y el equipo de escenario. Finny levanta su pulgar para indicar que su sistema está bien. Me mira, sonríe y pierdo un poco mi aliento. —Ya no estoy preocupado sobre tus intenciones —dice Sam en voz baja. —¿Por qué no? —Porque cuando te sonrió, te veías como el tipo más feliz en el mundo. —Me sonríe—. Felicidades. Marta da vuelta alrededor de la esquina y está empujando un cochecito doble. Sammy, de Sam de dos meses, se encuentra en un asiento y mi hijo está en el otro. Se detiene frente a nosotros. —He decidido quedarme con ambos chicos, así pueden descansar —dice. Mis cejas se alzan rápidamente. —¿Qué? Me sonríe. —Es puramente egoísta. Me gusta el pequeño hombre, le gusto, y creo que necesitas un descanso. —No puedo pedirte que hagas eso —objeto. —No estás pidiéndolo. Estoy contándotelo. —¿Estás segura? —Mi corazón salta en mi pecho ante la idea de una noche de sueño ininterrumpido. —Emilio y yo conseguimos una habitación de hotel así tendríamos espacio para las cunas. —Me guiña el ojo—. Disfruta de una noche sin bebés o padres en el autobús. Mi cara se calienta. Seguramente no está sugiriendo... —Amigo, creo que acaba de decirte que vayas a echar un polvo —dice Sam, inclinando su cabeza hacia la mía. —No lo hizo. Sonríe. —Totalmente lo hizo. Marta se vuelve para enfrentarme. —Totalmente lo hizo —dice. Me sonríe otra vez—. Puedo ser vieja, pero no estoy muerta.

97 Página

Me inclino y beso a mi hijo en la frente. Gira su cabeza como si quisiera amamantarse de mi mejilla, y lo dejo acariciarme con su nariz por un minuto. Dios, él tiene mi corazón. —Te veré mañana —le digo. Lo beso, demorándome en su tierna piel un momento más largo de lo que debería, lo sé—. ¿Me llamaras si necesitas algo? —le digo a Marta. —Por supuesto. —Se alza sobre la punta de sus pies y besa mi mejilla muy rápido. Luego dice en voz baja así solo yo puedo oírlo—: Finny tiene miedo de dormir con un hombre. Finny ha dormido con muchos hombres, pienso. —Dormir con un hombre es mucho más íntimo que tener sexo con uno. —Me mira con dureza—. ¿Sabes? —Entonces se aleja y lleva a mi hijo con ella. —Amigo, ¿puedes darme unos veinte minutos antes de venir al autobús? —me pregunta Sam. ¿En serio me está pidiendo que me mantenga alejado así puede hacer el amor con su esposa? Le sonrío. —¿Te toma veinte minutos? —No, hoy tomará dos, pero voy a darle veinte, si puedes mantenerte alejado. —Los tienes. —Bajo la mirada hacia mi reloj—. Comenzando ahora. Sam se acerca a Peck, susurra en su oreja, toma su mano en la suya, y la empuja hacia el autobús. Se ríe y pretende luchar, pero él no aceptará un no por respuesta. Finalmente, envuelve su brazo alrededor de ella y la guía, con ella riendo todo el tiempo. Finny parece tan condenadamente bonita de pie en el escenario que no puedo permanecer lejos de ella. Me acerco lentamente, y voy hacia ella. Está con Emily y Logan. No conozco a Logan muy bien, pero sé que es muy fácil hablar con él. Tiene un implante coclear que acaba de conseguir, pero tenía muy buen habla incluso antes de eso, por lo que entiendo. Me acerco a Finny y pongo mi mano en el centro de su espalda. Se inclina hacia mí sin siquiera pensar en ello, y eso hace que mi corazón se vuelva completamente loco. —¿Tienes planes para esta noche? —le pregunto. Presiono mis labios en su sien y permanezco allí. Sus ojos se cierran por un segundo. —No. ¿Tú? —Me mira fijamente con timidez. —¿Quieres ir a cenar conmigo? —Mi corazón se acelera por alguna razón. Levanta su brazo, ahueca mi rostro en su palma, y mira directamente a mis ojos. —¿No estás cansado? —No demasiado cansado para mostrarte cuánto quiero pasar tiempo contigo —admito—. Nunca demasiado cansado para eso. —Levanto su mano de mi rostro y presiono mis labios en su palma. El vello en sus brazos se levanta. —¿Qué me dices si vamos a conseguir pizza y la llevamos de regreso? —Su voz tiembla. —Está bien. —Me inclino cerca de su oreja—. Se supone que debemos dar a Sam y Peck veinte minutos, de todos modos. Lo prometí. Resopla. —No le tomará veinte minutos a Sam.

98 Página

Aparto mi cabeza así puedo bajar la mirada hacia ella. —¿Cómo lo sabrías? Se encoge de hombros. —Las chicas hablan. —Sus mejillas se ponen color de rosa. —¿Hablaste con ellas sobre mí? —Les dije exactamente cuán grande es tu pene y que se curva un poco a la izquierda. Mi corazón se detiene. —No lo hace. Da un empujo a mi hombro. —Estoy bromeando. La única que sabe de nosotros es Lark. Y eso es porque te atrapó saliendo de mi habitación. No le dije nada. Bueno, no sobre cómo tu polla me causó dolor o algo. Sonrío. —¿Te causé dolor? —Y dejaste tu huella de la mano en mi culo. —Se había ido antes de que incluso me fuera esa noche. Mira directamente a mis ojos. —Va a estar ahí para siempre en mi mente. Me inclino y la beso rápidamente. —En la mía también. —Así que, ¿pizza? Asiento, y desliza su mano en la mía. —Creo que hay un lugar como a dos cuadras de aquí. Vamos a caminar. — Extiende su brazo, toma la gorra de béisbol de mi cabeza, y la coloca sobre la de ella—. No quiero ser reconocida —explica. Parece tan condenadamente linda en mi gorra de béisbol que no creo que alguna vez la recupere. Me sonríe, así que agarro la visera y la desplazo en su cabeza. Su sonrisa se convierte en una sonrisa con dientes. —Realmente me gustas —digo. Su sonrisa se vuelve más grande. —Tú también me gustas. —¿Me harías un favor? —Depende de lo que sea —dice, su mirada escéptica. —No me hagas enamorarme de ti a menos que seas capaz de amarme de regreso, ¿de acuerdo? Inhala rápidamente, y siento pánico por un momento. Pero entonces se para sobre la punta de sus pies, me besa, y sé que siente lo mismo. Puedo decirlo. La prensa alrededor de mi corazón se afloja un poco. —Pizza —murmura contra mis labios. —Sí —murmuro contra su piel. De pronto, alguien patea la parte posterior de mi rodilla y me tambaleo. —¿Qué de…? —Me doy la vuelta y encuentro a Logan mirándome fijamente. —Emily y yo conseguiremos una habitación esta noche —dice—. Su madre y padre están en la ciudad y tienen a Kit. Asiento. —Está bien. Gracias por el aviso.

99 Página

Sonríe. —Diviértete. Trato de no sonreír demasiado. —No estamos precisamente allí todavía. —Ese es el por qué dije diviértete en lugar de ten un montón de sexo. —Da un empujón a mi hombro y camina junto a nosotros. —Así que, ¿solo somos tú y yo, y Sam y Peck en el autobús esta noche? —dice Finny. Hay un segundo autobús para los demás. —Eso parece. —¿Por qué no consiguen todos una habitación de hotel? —le pregunto. Se encoge de hombros. —Nos gusta el autobús. Se vuelve como un hogar después de haber estado viajando por un tiempo. —Espera un segundo. —Así que no vamos a estar solos esta noche —dice. —No. —Miro directamente a sus ojos el tiempo suficiente para hacer sus mejillas sonrojarse. Sonríe tímidamente hacia mí pero no dice nada más. Vamos, conseguimos pizzas y lucha conmigo así la dejaré pagar por ellas. —¡Todo el mundo va a comerlas! —me dice—. No solo nosotros. No voy a dejarte comprar para todos nosotros. La banda tiene un presupuesto para estas cosas. —Entonces déjame al menos comprar la mía. —Eres parte de la banda, tonto. Risa surge de mi garganta. —¿Acabas de llamarme tonto? —Tal vez. —Entonces comienza a reír también. Le doy tiempo para recomponerse mientras tomo su tarjeta y pago por las pizzas. Luego emprendemos el viaje de regreso hacia el autobús—. Estoy muy contenta de que estés aquí —dice ella. Mete su mano en mi bolsillo trasero. —Sigue con eso y voy a dejar de ser un caballero —advierto juguetonamente. Aprieta mi culo y salto, casi volcando las pizzas. —Vas a meterme en muchos problemas —digo. Pero le doy la bienvenida. Nunca me he sentido tan vivo. No hasta que empecé a pasar tiempo con ella. Volvemos al bus y abre la puerta. Subimos rápidamente las escaleras porque, honestamente, quiero dejar las pizzas así puedo agarrarla y empujarla contra mí. Pero cuando entramos al autobús, grita y se vuelve para enfrentarme muy rápidamente. —¡Oh, Dios mío, Sam! —exclama—. ¿En serio? Guarda esa cosa. Oh Dios mío. Oh Dios mío. Oh, Dios mío —repite para sí misma, sus manos sobre sus ojos mientras entierra su cara en mi pecho. —Lo siento —dice Sam—. No pensamos que estarían de vuelta durante unos minutos más. Sam y Peck se apresuran a ponerse de vuelta su ropa. Veo mucho más del culo de Sam mientras se vuelve para cubrir a Peck con su propia anchura. —Dijiste que necesitabas veinte. Te dimos treinta —le digo. Miro por la ventana delantera del autobús. A todas partes excepto a ellos, porque acabo de ver

Página

100

mucho más de Sam. De Peck solo pudimos ver la parte trasera, y una realmente bonita parte trasera era, pero Sam... Sam estaba enterrado profundamente. —Bueno, cuando no volviste después de veinte, decidimos hacerlo de nuevo. Demándame por estar emocionado de tener a mi esposa toda para mí. —Sam pasa su camisa sobre su cabeza y levanta su pantalón desde donde estaba colgado alrededor de sus tobillos. —Lo siento —dice Peck—. Realmente no viste ninguna cosa, ¿verdad? —Mira de mí a Finny y de regreso. —No vi ni una cosa —digo. No parece creerme. —¿Puedo hablar contigo un segundo? —le pregunta Finny —. ¿Afuera? —¿Estás bien? —le pregunto a Finny. —Creo que voy a estar marcada de por vida —susurra de regreso. Pero está sonriendo. Ella y Peck salen por la puerta del autobús. Sam alcanza la caja de pizza. —Amigo, ve a lavar tus manos —le digo, quitándole la caja. —¿En serio? Lo fulmino con la mirada. —En serio. Murmura todo el camino hasta el fregadero. —Si quiero comer con el coño de mi esposa en mis manos, debería ser capaz de hacer eso. —Puedes cuando sea tu propia pizza —digo de regreso. Ríe entre dientes. —Oye, no le dirás a Peck que viste algo, ¿no? Enloquecerá. —Ni una palabra —le digo. Pero sé que es un tipo afortunado.

19

Página

101

—O

h, Dios mío. —Todavía estoy cantando cuando la puerta del autobús se cierra detrás de nosotras. Peck me frunce el ceño. —Finny, no es como si nunca has visto un pene antes. —Nunca he visto un pene tan grande en una posición en la que podría estar parcialmente enterrado en tu vagina —espeto. Se ríe. —No le digas a Sam que viste su polla, ¿está bien? Va a tener un complejo. —Ese hombre no tiene nada de qué avergonzarse, Peck. ¿Cómo carajos te cabe todo eso ahí? Se ríe tan fuerte que resopla. —Bueno, es difícil, pero lo hacemos funcionar. Rompo en risas. Me río con tanta fuerza que me toma un minuto para calmarme. —Bueno, no puedo no ver eso, para que lo sepas. Se encoge de hombros. —Su polla es una cosa mágica. No estoy avergonzada. —Entrecierra sus ojos en mí—. Entonces, ¿qué es lo que querías? Juego con un hilo flojo en mi manga, tratando de componer mis pensamientos. —Creo que no quiero dormir con él. Se encoge de hombros. —Entonces no lo hagas. —¿Crees que le molestaría? —Mordisqueo mi labio inferior. —¿A quién le importa si a él le molesta, Finny? —me pregunta en voz baja—. ¿Te preocupa que lo único que quiera sea sexo? Respiro profundamente. —No, me preocupa que no sea todo lo que quiera. Sabría lo que tengo que hacer con él si solo quisiera sexo. —Oh —respira—. Así que eso es. De verdad te gusta. —Sí. —susurro. —¿Qué es lo que más te gusta de él?

102 Página

—Sabe sobre mi madre loca y a él no parece importarle. También sabe acerca de todos mis aventuras de una noche. Y todavía le gusto. Al menos creo que le gusto. ¿Crees que a él le gusto? —Creo que le gustas mucho —dice en voz baja—. Oh, Finny… —Comienza a parpadear frenéticamente. —¿Estás llorando? ¿En serio? —Le ofrezco mi manga y se seca los ojos con ella. —No puedo evitarlo. Estás enamorándote. La contradigo rápidamente. —No, no lo estoy. Me da una mirada incrédula. —Realmente no lo estoy —me apresuro a decirle. —Finny, estás actuando como una chica total —dice suavemente. —¿Es esto lo que hacen las chicas? —Me muerdo las uñas mientras espero su respuesta. —Esto es lo que la gente hace, tontita. Cuestionan las relaciones cuando son reales. Estás teniendo una relación real por primera vez en la historia. — Lloriquea—. Estoy tan feliz por ti. —Así que, ¿crees que Sam podrá mantener su pene en su pantalón de aquí en adelante? —le pregunto, tratando de aliviar un poco la tensión que está colgando alrededor de nosotras. Levanta los hombros. —Puede ser. Presentaré una solicitud por ti. —¿Así que cuán grande es tu vagina? —Lo suficientemente grande —dice en un resoplido exagerado. —Bueno, eso era evidente. Ríe. —Jódete, Finny. —Me gustaría devolver el sentimiento, pero Sam ya lo hizo. Tenía asientos de primera fila. Se ríe y vuelve a ir de nuevo al autobús. Agarra un pedazo de pizza y se desliza en el asiento de la cabina junto a Sam. Me meto junto a Tag y hago lo mismo. Pongo mi mano en su muslo y le doy un apretón. Su mano libre inmediatamente cubre la mía y la mantiene apretada. Lo miro para encontrarlo sonriéndome. —Así que, Sam —dice Tag, aclarándose la garganta. Sam levanta la vista. —¿Qué? —¿Cuánto dolió ese piercing? —dice con una cara seria. Pero no puedo controlar mi risa. Me río tan fuerte que me ahogo con un pedazo de salchicha y Tag tiene que golpearme en la espalda. —Amigo, podría colocarte un piercing —dice Sam—. Soy un perforador certificado en la tienda de tatuajes. —No voy a dejarte poner ningún agujero en mi polla. Me tapo la boca para no reírme en voz alta. —¿Me dejarías que yo lo haga? —le pregunto. Ni siquiera sé de dónde salió eso. Oh, mierda. Me mira fijamente a los ojos.

103 Página

—Te dejaría hacer casi cualquier cosa que quieras hacer, Finny —dice. Sacude un mechón de cabello de mis ojos—. Estoy bastante seguro de que nunca me harías daño a propósito. —No lo haría —digo. Sam hace un ruido de arcadas desde su lado de la mesa y Peck le da un codazo en el costado. —¿Qué? —Deja de darles un tiempo difícil —regaña—. Creo que es dulce. Peck hace que Sam se levante y dice: —Voy a alimentar a Sammy por última vez antes de ir a dormir. Sam limpia su boca. —Iré contigo. —¿Debo ir y alimentar a Benji? –pregunta Tag. Sam apunta a las tetas de Peck. —Amigo, tiene las botellas. —Oh —dice Tag, su cara se pone roja—. Me olvidé de eso. —Marta se hará cargo de Benji —le asegura Peck—. Lo miraré mientras estoy allí si quieres. Tag asiente. —Eso sería genial. Gracias. Ellos se van y Tag envuelve su palma alrededor de la parte trasera de mi cuello y me tira hacia él para besarme. —Así que, ¿cuánto tiempo crees que ellos estarán fuera? —No tanto. Sammy come rápido. —Abro la boca cuando se burla de mis labios con su lengua y suspiro en su boca. Me tiene sin aliento en cuestión de segundos—. Debería ir a la cama —digo, pero mi corazón se acelera. Mira hacia las diminutas camas literas en la parte trasera del autobús. No son más grandes que ataúdes. —¿Quieres la de arriba o la de abajo? —pregunto. —Vaya, Finny, ¿te me acabas de insinuar? —Pone una mano en su pecho y finge escandalizarse. Niego, y sonrío. —No, solo quería saber en qué cama debo meterme. —En la mía —dice rápidamente. Mi corazón golpea. —No creo. —Bien. Vas elegir una, y me meteré contigo. —Empieza a limpiar la pizza mientras voy a lavar mi maquillaje, cepillarme los dientes y cepillar el cabello. Me subo a la litera inferior y tiro de la cortina de privacidad detrás de mí. —Buenas noches, Tag —grito. La cortina se mueve y veo su cabeza. —¿Puedo entrar? —pregunta. Espera en la abertura para que decida. —Yo nunca... —Lo sé —dice suavemente—. Lo entiendo. —Me mira un tiempo demasiado largo y tengo que mirar hacia otro lado. Hay tanta deseo en sus ojos que no sé qué hacer con todo—. ¿Puedo entrar?

Página

104

Asiento y se aleja. Oigo sus jeans moverse ligeramente mientras se los saca, y luego se va y se lava los dientes. Vuelve a la cama y se sube a mi lado. Hay apenas espacio suficiente para uno, y mucho menos para dos. Se golpea la cabeza en el techo. —Ay —se queja. Ruedo de mi lado, tratando de hacer más espacio para él, pero es un tipo grande. —No creo que entres —le digo en una tonta, frenética risita. —Encajaré. Te lo prometo. —Se menea hasta que está de espaldas y luego levanta un brazo y me arrastra a su lado. Señala el lugar donde su hombro se encuentra con su brazo—. Tu cabeza va aquí. Recuerdo cuando tuvimos sexo y le dije dónde iba su polla. —Está bien —digo, y me instalo en el lugar, rebusco hasta encontrar el lugar perfecto para descansar mi cara—. Tengo miedo —susurro—. Nunca he hecho esto antes. —Mi corazón late con fuerza y mi piel está sudorosa. Besa mi frente, sus labios persistentes en un tiempo demasiado largo. —No voy a hacerte daño, Finny —susurra. Agarra mi pierna y tira de ella en su regazo, y puedo sentir su pene. Está duro. —¿Querías hac… —Empiezo a preguntar. Pero me hace callar. —Estoy haciendo exactamente lo que quiero hacer. Me sostiene cerca hasta que mis temblores se detienen y mi corazón desacelera su ritmo frenético. Me derrito contra él y cierro los ojos. —Nunca he hecho esto antes. Puede ser que sea mala en ello —susurro en la oscuridad. —Definitivamente no eres mala. Después de unos minutos, empiezo a bostezar. —Oye, Tag. —susurro. —Oye, Finny —susurra de vuelta. —Eres realmente bueno en esto —le digo. —Todo es por ti, Finny —dice—. Por ti.

20

Página

105

M

e despierto temprano en la mañana con la sensación del autobús moviéndose. Es solo un bamboleo gentil, pero aun así parpadeo abriendo mis ojos y miro por la pequeña ventana. El sol esta apenas sobre el horizonte. Finny se ríe en mis brazos y la miro. —Son como conejos—susurra, acercándose así puede hablar silenciosamente en mi oreja. —¿Qué son como los conejos? —Froto una mano por mi rostro e intento despertarme. —Sam y Peck. —Oh. ¿Eso son ellos? —Follando. Otra vez —Rueda sus ojos y presiona sus labios contra mi barbilla—. Buenos días. —Frota su cabeza contra mi cuello. Mi pene está duro y tengo personas a cuatro pasos de mí haciéndolo como si no se hubieran visto en un año. Peck comienza a hacer soniditos silenciosos que me hacen querer meter mis dedos en mis orejas y cantar lalalalalala. Finny se levanta y se sienta a horcajadas, su pecho frotándose contra el mío. —¿Quieres que aleje tu mente de ello? Sostengo su rostro en mis manos y la miro a los ojos. —¿Qué tienes en mente? Me besa suavemente. Sabe mañanero y asombroso, todo eso envuelto en un pequeño cuerpo. —Eso funcionará —murmuro, cuando finalmente levanta su cabeza. Mi cerebro se siente como papilla y me doy cuenta que estoy borracho de besos. Los ruidos de Peck crecen y luego suben, cierro mis ojos fuerte, intentando ahogar los sonidos. Pero Finny grita como si estuviera en un juego de pelotas y se endereza un poco en el pequeño espacio así puede aplaudir. —¡Demonios sí! —dice—. ¡Buen trabajo, Sam! Finny abre un poco la cortina de nuestro lado y Sam abre la cortina del suyo, y chocan los cinco en el medio. La cabeza de Peck sale tímidamente. —Lo siento —dice, sus mejillas rosas—. No sabíamos que estaban despiertos. —Bueno, es algo difícil dormir con todo ese ruido —dice Finny—. Y el movimiento. —¿El autobús estaba moviéndose? —pregunta Peck a Sam.

106 Página

—Infierno sí, el autobús estaba moviéndose —dice con una risa. Luego cierra la cortina otra vez. —¿Cómo crees que hicieron esto en un espacio tan pequeño? —susurro en la oreja de Finny. Mueve sus caderas un poco y dice: —Creo que podríamos hacerlo funcionar. Ríe cuando tomo sus caderas para mantenerla quieta. Si sigue con eso, nos avergonzará a ambos. Se estira entre nosotros y envuelve sus dedos alrededor de mi pene. Siseo. —Silencio —susurra. —No, Finny —Tomo su mano e intento detenerla. Mueve su mano atrás y adelante y mueve su calor contra mi pene—. No hagas eso tampoco —digo. Ruedo, así la vuelco en el pequeño lugar a mi lado y nos enfrentamos de lado. Deslizo mis dedos bajo su camiseta para poder ahuecar su cadera desnuda. Me besa y se dispara directo a mis pies, mi corazón comienza a latir erráticamente. Levanto mi cabeza y gimo. —Debería levantarme. Se estira y mete la mano en mis calzoncillos, envolviendo su pequeño puño apretado alrededor. —Algunas partes de ti ya están levantadas —dice con picardía. —Finny —me quejo en voz baja. No quiero que Sam y Peck me escuchen rogar. —Necesito tanto venirme —susurra en mi oreja. Me congelo. —¿De verdad? Asiente. —Bueno, maldición —digo—. Déjame ayudarte. —No… —dice lentamente, mirándome a los ojos—. No estamos preparados. Deslizo mi mano por su costado, levantando lentamente su camiseta. —¿Esto está bien? —Levanta su camiseta sobre sus tetas en respuesta a mi pregunta. —Tan bonita —gimo, y entierro mi cabeza en su piel suave, dejando besos aquí y allá. Entonces, ahueca su teta en su mano y tira de mi cabeza hacia su pezón erguido. Toma una rápida respiración cuando lo lamo con mi lengua. Le doy una rápida chupada, y el sonido de su respiración casi me tiene viniéndome en mi pantalón. Mordisqueo, beso, y chupo hasta que está retorciéndose en mis brazos. Sus pezones han sido besados fuertemente, y se presionan contra mi pecho cuando la tiro contra mí. —¿Puedo tocarte? —pregunto. Merodeo la cinturilla de sus pantalón, mi palma plana contra su vientre, mis dedos apuntando hacia su calor. —Por favor —dice. Deslizo mis dedos dentro de sus bragas y hago mi camino entre sus labios inferiores, encontrándola dulce caliente, húmeda y resbaladiza. Me besa mientras encuentro su clítoris, muerde suavemente mi labio inferior y deja de moverse cuando encuentro el punto correcto. —¿Justo allí? Asiente.

Página

107

Froto un pequeño círculo, guiado por el movimiento de sus caderas. Luego la siento tirar de la cinturilla de mi bóxer. Me quedo inmóvil por un segundo, queriendo ver qué va a hacer. Sostiene la cinturilla con una mano y se escupe en la otra, cuando envuelve sus dedos resbaladizos alrededor de mi pene. Mi boca se abre y tengo que recordarme no hacer ruido. Me empuja para comenzar a mover mis dedos contra su clítoris cuando balancea sus caderas. Me besa, sofocando mis respiraciones ásperas. Solo pasan segundos y ya estoy listo para venirme, pero me contengo. Su respiración es rápida contra mis labios, y hace un ruidito. Aumenta ligeramente más fuerte, pero estoy bastante seguro de que solo ella y yo podemos escucharlo. Es el sonido más dulce que he escuchado. De pronto, ahueca mi rostro con la mano que no está envuelta alrededor de mi pene y me mira a los ojos. Luego se corre en mis manos. Me vengo en su pequeño puño, y frota la cabeza de mi polla con esto y sigue bombeando, mientras tiembla y se estremece en mi agarre. La froto, poniéndome flácido mientras su cuerpo se relaja un poco. —Vaya —dice, cuando ambos nos calmamos. —Sí. —Entierro mi rostro en su hombro, besando su clavícula y subiendo por su cuello hacia su rostro—. Vaya —digo como un idiota. De pronto, escuchamos aplaudir desde la otra cama. —¡Demonios, sí! —grita Sam. Hace un par de silbidos, y siento a Finny enterrar su rostro en mi pecho. Toco la parte de atrás de su cabello y le pregunto si está bien. Niega contra mí y me doy cuenta que está riendo. —Al menos nosotros no balanceamos el autobús —dice en voz alta. —No todos pueden ser tan asombrosos como yo —alardea Sam. —No lo sé —me susurra Finny—. Eso fue bastante asombroso. Arregla sus bragas y rueda sobre mí para salir de la cama. Vuelve con las manos húmedas por acabar de lavárselas y me pasa una toalla húmeda. Me limpio rápidamente y la tira en el cesto. Vuelve a subir a la cama y pone su cabeza en mi pecho. —¿Podemos volver a dormir? —pregunta. Asiento y la acerco a mí. —No tenías que hacer eso —le digo. —Lo sé. —Besa el rastrojo de mi barbilla—. Eso fue lo que lo hizo tan increíble. Se acomoda contra mí. Nuestros latidos chocan. Finalmente tengo esa llave para la puerta de la felicidad, y está justo aquí, bostezando frente a mí.

21

Página

108

T

ag está aún debajo de mí y está roncando suavemente. Me quito de encima de él despacio, intentado no despertarlo. Se mueve y detengo mis movimientos hasta que se calma de nuevo. Abro la cortina y de nuevo vuelvo al diminuto espacio. Me ducho muy rápido y me pongo algo de ropa con la que me vea presentable. Le dejo una nota así no se sorprenderá cuando despierte y descubra que me he ido. Le digo dónde estaré y espero que vaya y me encuentre. Después dejo el autobús y voy al hotel de la esquina. Sé cuál es la habitación en la que están Marta y Emilio y llamo con suavidad a su puerta. Marta me da la bienvenida y la veo mecer cuidadosamente al bebé de Peck sobre su hombro. —Alguien quiere a su mami, ¿eh? —le pregunto. —Estoy tratando de hacerlo esperar porque sé que ella querrá alimentarlo. Sammy está chupándose sus pequeños puños. Estiro mis brazos para cargarlo. Viene hacia mí y le pongo un chupete en su boca, pero no obtendrá nada de ello. Se está poniendo más y más inquieto. Le escribo un mensaje a Peck rápidamente y le digo que si no viene y alimenta a su bebé rápidamente, voy a darle un biberón. Estaré ahí, me contesta. —Ella está en camino —le digo a Marta. Echo un vistazo alrededor y veo a Benji dormido en su cuna portátil—. ¿Has conseguido dormir algo anoche? Ella bosteza. —No mucho. Uno o el otro se despertaba la mayor parte de la noche. —Sin embargo me sonríe—. ¿Cómo estuvo tu noche? —Buena —le digo enigmáticamente. —¿Ah, sí? —pregunta. Sonriendo ampliamente—. ¿Cómo de buena? —Nosotros no hicimos nada —le susurro, mis mejillas enrojeciéndose. —Creo que estás mintiendo, mija —me dice—. Creo que hiciste de todo. Me sonrojo. —Sí, nosotros como que hicimos algo… —Entrecierro mis ojos cerrándolos con fuerza—. Y fue maravilloso. Ella solo me sonríe. —¿Dónde está Melio? —le pregunto. Asiente hacia la habitación. —Está durmiendo. Ayudó con los nietos anoche.

109 Página

Sonrío. —¿Lo hizo? —Ha decidido que quiere ser llamado Melio en vez de abuelo. Me encojo de hombros. —Eso concuerda. Se encoje de hombros también. —No creo que a alguien le importe. Sus chicas nunca le llamaron papá. Fue siempre Melio. —Sí, pero sabe que es nuestro padre en nuestros corazones. —Lo sabe. —Sonríe. Benji comienza a revolverse, así que voy a buscarlo, lo agarro y le cambio su pañal. Estoy toda patosa ya que no lo he hecho mucho, pero Marta me ayuda. Calienta un biberón, me siento y lo alimento. —Creo que voy a ir a la iglesia —lo digo de repente. Sonríe. —No me digas… —¿Qué piensas? —Pienso que la iglesia es importante para Tag, incluso si no quiere hablar de ello justo ahora, así que es probablemente una buena idea. —Vi una en la esquina y ya que es domingo… Asiente. —Bien. Déjame cambiarme de ropa y te acompaño. Mi corazón se encoge ante la idea de que venga conmigo. —Soy aconfesional —digo—. ¿Crees que importaría? Me da unas palmaditas en la parte superior de mi cabeza mientras camina. —Creo que lo que importa es lo que está en tu corazón, mija. Las lágrimas se acumulan en la parte de atrás de mis párpados e incluso no sé por qué. Marta vuelve a salir justo cuando Benji eructa con fuerza en mi oreja. —¿Estás preparada? —me pregunta. —¿Estás segura de querer ir? —Estoy segura —dice. Bien, no estoy completamente segura, pero creo que esto es lo que necesita Tag. Y voy a intentar dárselo. Agarro la bolsa de Benji justo cuando Peck llega para alimentar a Sammy. Lo toma y se sienta. Le contamos a donde vamos y me mira fijamente por unos minutos. Luego asiente. —Me reuniré con ustedes tan pronto como consiga alimentarlo. Siento como que voy a llorar de repente. Marta y yo bajamos la calle juntas y me siento solemne y decidida a entrar por las puertas de la iglesia. Nos deslizamos en un banco y permito que la sensación de purificación de la iglesia caiga sobre mí. Espero que Tag se despierte a tiempo para reunirse con nosotras, pero estaría bien si no lo hace, porque tengo a su hijo en mis brazos y estamos en el único lugar donde necesita que estemos.

22

Página

110

A

lguien sacude mi dedo del pie y pateo, mi rodilla choca con el techo de la litera y me quejo. —Hombre, levántate —dice Sam—. Tenemos que ir a un sitio. —¿Qué? —Levanto mi cabeza—. ¿Dónde está Finny? —Echo un vistazo alrededor, todavía tratando de orientarme. —Levántate, hombre —dice de nuevo. Está mirando su teléfono y escribiendo un mensaje—. Tenemos que irnos. —¿Ir adónde? Me sonríe como un idiota. —Ya lo verás. Me levanto, me visto, y salimos del autobús juntos. —Por este camino —dice Sam mientras señala hacia abajo por la calle. —¿A dónde vamos? —le pregunto. Me sonríe de nuevo. —Ya lo verás. Algo está ocurriendo, pero no tengo idea de qué será. —Así que, ¿cuál es el problema contigo y la religión? —me pregunta. Me encojo de hombros, y el calor surge en mis mejillas. —No hay problema. Es solo que… no importa. —No, cuéntame. Emilio se nos une en la calle, y dice: —Cuéntame también. Tengo curiosidad. Meto con fuerza mis manos dentro de mis bolsillos. —Cuando no tenía nada y sentía como que estaba en este pozo de oscuridad, mi fe me sostenía. La fe es lo que me queda cuando todo lo demás me ha sido arrebatado. Emilio asiente y me da unas palmaditas en el hombro. —Lo suficientemente bueno —dice. Subimos las escaleras de una pequeña iglesia la cual está a unas pocas cuadras de la avenida, y puedo oír la música del órgano sonando dentro. Mi corazón aumenta con amor, porque la religión es la única cosa que me sostuvo durante bastante tiempo. Sin embargo estoy aun confundido acerca de por qué estamos yendo a la iglesia, hasta que entramos y veo a Finny sentada junto a Marta en un banco, y sosteniendo a mi hijo en sus brazos.

Página

111

Me sonríe y es como si mi corazón estallara de felicidad. —¿Qué estamos haciendo? —le susurro mientras me deslizo a su lado. —Estamos yendo a la iglesia —me susurra. Beso a Benji en la frente y él patalea sus pequeños pies. Emilio se sienta al otro lado de Marta y Sam se sienta en un banco detrás de nosotros. Unos minutos más tarde, Peck y su bebé se nos unen, y muy pronto el resto de ellos llegan también. Star y Josh, Logan y Emily llegan con su niña. Emily pone una mano sobre su vientre de embarazada y Logan baja la mirada hacia ella, y no parecen disgustados de estar allí. Lark y Wren llegan, y Wren viene y me besa en la mejilla. Luego Star acaricia el lado de mi cabeza y sé que estamos bien. Vamos a estar bien. —¿Por qué están todos aquí? —le susurro a Finny. Ahueca con su mano un lado de mi rostro y me dice: —Esto es lo que la familia hace, Tag. Mi corazón hace esa cosa de resquebrajarse y tengo que limpiarme los ojos. —Pero nadie aquí es religioso, ¿verdad? Ella me sonríe. —¿Eso importa? —No creo —digo, más para mí que para ella. Durante la siguiente hora, escuchamos el sermón sobre la importancia de ser bondadoso, y observo cómo Sam y Logan inclinan sus cabezas durante la plegaria, viéndose tan respetuosos y serios, estoy desconcertado por todo esto, pero esto se siente bien. Hacen la llamada al altar, y paso lentamente mis palmas sudorosas sobre mis muslos. —Deberías ir —me susurra Finny. —¿Quieres ir conmigo? —le pregunto. Asiente. Tomo a Benji de sus brazos y vamos agarrados de la mano con mi hijo en mis brazos delante de la iglesia. Me dejo caer sobre mis rodillas y Finny se arrodilla junto a mí y toma mi mano. El padre dice unas pocas palabras y miro por encima a Finny. —Voy a preguntarle a tu padre si puedo pedirte que te cases conmigo —le digo. Ella parpadea con fuerza, pero asiente. —Está bien —susurra, y aprieta mi mano—. Él puede decir que no. Él sería un idiota sino lo dice, creo. Me río. Oímos cómo el padre ora por nosotros, y una sensación de paz se cierne sobre mí. Perdí mi fe un poco cuando Julia me dejó y luego quiso dar nuestro bebé en adopción. Pero la he encontrado de nuevo. Y esto es todo porque Finny me ha guiado de nuevo a ella. —Diré que sí —susurra, mirándome por el rabillo del ojo, con la cabeza aun inclinada. Mi corazón late deprisa.

23

Página

112

S

alimos de la iglesia y encontramos a Jason con algunos otros miembros de seguridad de pie en las escaleras. Está llevando un yeso en su brazo, pero parece bien y sano. Me lanzo hacia él. —¿Cuándo has venido? —Acabo de llegar. No podía dejarte ir a la iglesia sin mí, ¿no es así? —Me alegro de que estés de vuelta en el trabajo. —De verdad lo hago. Él es como de la familia. Toma mi mano y deja un fajo de billetes enrollados en mi palma, después cierra mis dedos. —Nunca te di el dinero que ganaste aquella noche en el bar. Por los sin techo. Había olvidado completamente eso. Observo la caja de donaciones en la pared de la pequeña iglesia y meto el fajo de dinero dentro. Emilio me guiña el ojo y asiente con aprobación. —Ese ha sido un gesto maravilloso —dice Marta. Asiento. Mi corazón sigue en mi garganta por la manera en que todos han aparecido en la iglesia por Tag. Mi familia es fantástica. Y algún día espero que él sea una parte importante de ella. Star señala a distancia. —Mira, ahí hay una feria de atracciones —grita. Aprieta los hombros de Josh—. ¿Podemos ir? Puedo ver una montaña rusa a lo lejos y una noria, mi corazón se detiene. —Adelántense, chicos —dice Tag. Su mano aprieta la mía—. Volveremos al autobús. —Vengan con nosotros, Finny —dice Star. Mira de mí a Tag y de vuelta. —Podemos ir —digo bajito. Me levanto de puntillas y traigo la cabeza de Tag hacia mí—. Puedo manejar esto. —No tienes que manejar nada —me dice—. Podemos simplemente volver al autobús. —Cuidare a los bebés si todos quieren ir —se ofrece Marta. Niego. —Nos lo llevaremos. —Sostengo a Benji cerca de mí—. Pueden venir también. —Espero que vengan. Nadie más que Tag sabe sobre mi incidente con mi madre.

113 Página

El me mira fijamente. —¿Estás segura? Asiento. —Estoy segura. Estaré bien. Caminamos mano a mano hacia la feria de atracciones y Emilio paga las entradas para cada uno. Compramos algodón de azúcar y entramos en la casa encantada, tomándonos el tiempo para mirarnos en el gran espejo, sorprendiéndonos por la manera que nuestros cuerpos se distorsionan. Miramos los animales y reímos cuando Sam pisa estiércol de vaca. Nos subimos a unas pocas atracciones y después nos dirigimos hacia la noria. —Nos vamos a saltar esta —dice Tag—. Sigan adelante. Pongo mis pies firmes. —Me subo a esta —digo. Haré esto. No estaré estancada en un terrible recuerdo durante el resto de mi vida—. Puedo hacer esto. Tag mira en mis ojos. —No tienes por qué hacerlo. —Lo hago —digo firme. Tag pasa nuestras entradas y entramos en la pequeña cabina. Paso dentro y Tag se estira para quitarme a Benji. —Quiero sostenerlo —digo. No intenta quitármelo pero parece preocupado. —Lo mantendré seguro —me apresuro decir—. Prometo que no dejaré que le pase nada. La comprensión de la verdad de esto se deposita muy dentro de mí. Tengo una necesidad instintiva de protegerlo. No sé de dónde vino o cómo empezó, pero moriría por proteger a este niño que ni siquiera es mío. Mis entrañas de repente paran de agitarse tanto. La cabina se mueve y nos elevamos un poquito, parando cuando Emilio y Marta eligen una detrás de nosotros. Nuestra familia ocupa casi toda la atracción, porque somos muchos. Luego empezamos movernos. Aprieto a Benji mas fuerte y ni siquiera me doy cuenta que estoy llorando hasta que siento su pequeña camiseta ponerse húmeda. —¿Estás bien? —pregunta Tag. Asiento. El viento sopla mi cabello cuando damos la vuelta y una sensación de paz me inunda. —Creo que lo he entendido, Tag —digo. —¿Qué has entendido? —Quita mechones de cabello de mi rostro. —Esto es como se siente caer —digo. Limpia la humedad de mis mejillas. —Creo que te amo, Finny —dice en voz baja. —Es como se siente caer —repito. Me apoyo contra el asiento y sé que nunca dejaría que le pase algo a Benji. Nunca lo atormentaría o heriría y sé que podría ser una buena madre para él—. Quiero casarme contigo —digo—. Quiero decir, realmente pronto. Sonríe y mira por encima del borde de la atracción. Miro también. —Emilio —grita. Emilio levanta la vista—. ¿Tengo tu permiso para pedirle a Finny que se case conmigo?

114 Página

Emilio mira a Marta, ella solo le sonríe y asiente. Él ahueca sus manos en su boca y responde: —¡Si le preguntas y no te patea las bolas puedes tomar eso como un sí! —Me sonríe. Me siento de nuevo y miro a Tag. Sus ojos están brillantes con lágrimas. —Entonces, ¿vas a patearme en las bolas si te pido que te cases conmigo? — dice. Le sonrío. —Intenta y lo veremos. —¿Quieres casarte conmigo, Finny? —Baja la mirada hacia Benji—. Bueno, con nosotros. —Sonríe—. Somos como un paquete. —No te tendría de otra manera —le digo. —Así que, ¿eso es un sí? Siento que mi corazón va explotar en mi pecho. Asiento. —Es un sí. —¿Cómo están tus bolas, chico? —grita Emilio desde la cabina debajo de nosotros. —¡Ella dijo que sí! —grita Tag de vuelta. Aplausos irrumpen a nuestro alrededor. Cuando salimos de la atracción, Emilio y Marta se llevan los niños de vuelta al hotel. Pasamos unas pocas horas caminando por la feria, con el equipo de seguridad siguiéndonos. Hay un montón de personas curiosas que nos sigue con cámaras y sé que le va tomar algo de tiempo a Tag acostumbrarse a esta vida. Estamos bajo un constante escrutinio e incluso las cosas más pequeñas son tomadas fuera de contexto. Tiro del brazo de Tag. —¿Podemos subirnos a la noria otra vez? Quita el cabello de mi rostro. —Te daré todo lo que quieras —me dice. Suspiro. —Estoy bastante segura de que estoy enamorada de ti. Nos besamos, alguien ovaciona y hace una foto. —Ninguna privacidad —gruñe Tag—. ¿Siempre es así? Asiento y hago una mueca. —Bastante. ¿Quieres volver al autobús? —gruño silenciosamente al pensar en el apretado autobús. —O podemos conseguir una habitación de hotel —comenta Tag—. Podrías dejarme abrazarte toda la noche. —¿Van a estar involucradas las vaginas y los penes? Gime. —Esto absolutamente por ti. Descanso mi frente en su pecho y respiro profundo. —Quiero una habitación —digo, pero nunca había estado tan nerviosa antes. Había tenido sexo con un montón de hombres y nunca, ni una sola vez, había estado tan asustada.

***

115 Página

Mis manos tiemblan cuando desbloqueo la puerta de la habitación del hotel con la tarjeta. Tag me sigue dentro. Marta se había quedado con Benji y no aceptaría un no por respuesta cuando Tag protestó. Había deslizado mi mano en la suya y le dije que Benji estaría bien por una noche más. Tag tomó un largo respiro y lo dejó ir. Sus manos están situadas en mi espalda baja mientras caminamos dentro de la habitación y paso dentro mirando alrededor. —Bonita habitación —dice. —Sí, lo es. —Estoy de acuerdo. Señalo con mi pulgar hacia el baño—. Voy a darme una ducha. ¿Estará bien eso? Asiente y sonríe. —¿Necesitas algo de ayuda? —Sus oscuros ojos se dilatan y se oscurecen más. Escondo mi rostro dándome la vuelta y alejándome. —Creo que puedo apañármelas. Comienzo a cerrar la puerta del baño y me llama. —Finny… Miro atrás. —¿Sí? —¿Porque me has llevado a la iglesia hoy? —pregunta cautelosamente. Me encojo los hombros. —Pensé que solo lo necesitabas. —Lo hacía. De verdad lo necesitaba. —Restriega sus manos por el rostro y gime—. No he tenido una familia en mucho tiempo. Creo que me gusta la tuya. Asiento. —Son maravillosos. —¿Podríamos Benji y yo ser parte de esto? —pregunta en voz baja—. No tenemos realmente ninguna otra. Salgo del baño. —¿Qué hay de tu tío? —Murió el año pasado. El mejor día de mi vida —gruñe bajo en la garganta—. Me odió con una pasión. Me siento a su lado. —¿Por qué dices eso? Se encoje de hombros. —No era su hijo. Como era nuestro tío estuvo obligado a intentarlo, sin embargo, y me eligió a mí. Y durante los años todo lo que pude hacer fue agradecer a Dios que me recogió a mí y no a Jessica y Jenny. —Star y Wren —le corrijo. Sonríe. —¿De quién fue idea tener nombre nuevos? Pienso en el pasado. —Empezó con Peck. Emilio se mantuvo llamándola el “jodido pájaro carpintero” por sus golpeteos. Y después ella preguntó si podría cambiarlo legalmente cuando cambió su apellido. Puesto que ella lo hizo, lo hicimos todas. Todas queríamos marcar nuevos comienzos. Star es Starling. Wren eligió su

116 Página

nombre porque suena muy parecido a Jen. Y Lark fue la última. Alguien le había dicho que lark1 era una broma y también un pájaro, y a ella le gustaba. Era clavado. Gira su rostro hacia mí. —¿Cuál era tu nombre real? —pregunta. —No importa. Ese nombre ya no es quién soy. —¿No quieres decírmelo? Suspiro. —Era Madelyn. Maddie es como me llamaba mi madre. Me mira fijamente como si memorizara mis rasgos. —Solía tener pesadillas con caer todo el tiempo. Me despertaba en el medio de la noche y gritaba por Emilio. Él venía quejándose por ahí lo suficiente para convencerme que nadie se atrevería a hacerle daño a una de sus chicas o tendrían que darle cuenta a él, y que podía volver a dormir que él iba a protegerme siempre. Así que una noche le conté que soñaba con caer y él dijo que necesitaba ser un pájaro porque un pájaro no cae. Miramos por la ventana, vimos un pinzón 2 y me convertí en Finch. —Te encaja. Todavía se me hace difícil acostumbrarme a llamar a mis hermanas por sus nuevos nombres, sin embargo. Esto puede que me cueste algo de tiempo. —En secreto, creo que les gusta saber que estas aquí y que conoces sus pasados. Te quieren. —Si hubiese sabido sobre Star y lo que le pasó… —Su voz se apaga al mismo tiempo que aprieta los puños. Beso su mejilla. —No había manera de saber. —Lo giro para encarame—. Y ella está feliz ahora. Realmente feliz. —Va a ser madre —dice con una lenta exhalación. —Loco, ¿verdad? —Me río. La habitación se queda en silencio—. ¿Puedo preguntarte algo? Quita un mechón de cabello de mi rostro. —Me puedes preguntar lo que quieras. —¿Cómo conociste a Julia? Se deja caer en la cama y se apoya contra la cabecera, estirando sus piernas a lo largo de la cama. Palmea su regazo y me acuesto boca arriba con la cabeza encima de sus piernas. Saca mi cabello de debajo de mí y comienza a pasar los dedos a lo largo de él. Suprimo un gemido porque se siente tan bien. —Cuando tenía diecinueve años, conocí a un predicador en nuestra comunidad. Él mantenía un programa extraescolar para niños que no tenían mucho dinero o no tenían una buena vida en casa o lo que sea. Conocí a Julia vagamente de la escuela, y él era el padre de Julia. Bueno, me ofreció una cuerda salvavidas y la tomé. —Señala a su barbilla―. Cuando me presenté con la barbilla rota, me llevó a cosérmela. Y cuando tuve un ojo negro, me dio una bolsa de hielo. Y me dejaba hablar mientras él escuchaba, escuchaba de verdad. Y me enseñó sobre religión, fe y redención, y todas las facetas de la religión que eran tan 1 2

Lark: Alondra traducido. Pinzón: Finch traducido.

117 Página

necesarias para mí como respirar para entonces. Cuando no tenía nada, seguía teniendo fe. —¿Dónde está él ahora? —Murió justo después de que Julia y yo nos casáramos. Me alzo de repente. —¿Estás casado? Niega rápidamente. —No más ―se apresura a decir—. Nos divorciamos justo antes de que naciera Benji. —¿Por qué se divorciaron? Se encoge de hombros. —Éramos demasiado jóvenes, y ella quería ir a la universidad, así que no quiso a nuestro bebé. —¡Pero es su madre! —Sí. —Pero, ¿ella lo abandonó…? —Hizo lo que pensó que sería mejor para sus intereses. No estaba preparada para ser madre. —¿Estabas preparado para ser papá? —pregunto. Asiente. —Lo estaba. Recuerdo a mi padre. Era genial. Lanzaba la pelota conmigo, y me hacía poner corbatas en los eventos sociales. Me enseñó lo que significa ser un marido y un padre, por lo que fue muy difícil vivir con mi tío. Mi tío era la antítesis de mi padre. Él era malvado y miserable y no pudo amar a nadie. —¿Y quieres ser el tipo de padre que fue tu padre? —Pongo mi cabeza en su pierna y lo siento suave debajo de mí. —Sí, eso espero. —Entonces, ¿para qué era el dinero? —Antes de que él naciera, Julia había hecho planes con una familia para adoptar a Benji. Yo estaba lejos, en el viaje de la misión de la que te hablé, y ella no tenía a nadie a quien recurrir. La familia adoptiva prometió que la harían pasar a la universidad, lo que es bastante común en situaciones de adopción, particularmente cuando los padres son jóvenes. Ella en tenía su cabeza de ir a la universidad, y no quería dejarla. Así que prometí que conseguiría el dinero y se lo daría a cambio de Benji. Por eso vine a encontrar a Star y Wren. Me doy la vuelta para mirarlo un poco, apoyando mi cabeza en mi palma sobre su regazo. —Así que, ¿todo eso fue una trampa? ―Esa parte todavía me molesta. —En realidad no. Quiero decir, quería verlas. Pero también necesitaba el dinero, y eran mi única oportunidad. —Eres el padre de Benji. ¡No deberías haber pagado por él! Se avergüenza. —Lo sé. Pero realmente quería que fuera feliz. La amaba. Mis tripas se tensan. —¿Sigues… enamorado de ella? Niega como si estuviera decidiendo.

118 Página

—Creo que parte de mí siempre tendrá sentimientos por ella, pero no es… bueno… da igual. Me siento y le miro. —¿No es qué? ―Cuando Julia y yo nos casamos, recuerdo que estaba delante del juez de paz y pensaba, ¿estoy haciendo lo correcto? Pero lo hice de todas maneras, porque la amaba y quería pasar mi vida con ella. Pero una vez que nos casamos, no fue como esperaba. A menudo estaba silenciosa, y no importaba lo que hiciera, no conseguía mejorarlo. Así que gasté todo mi tiempo intentando asegurarme que ella fuera feliz. Era agotador. —Entonces te fuiste. Asiente. —Fui al viaje de la misión con la iglesia, ella cayó en los brazos de alguien y quería dejar nuestro matrimonio. Pero para entonces estaba embarazada de mi bebé. —Si apareciera hoy y quisiera intentarlo otra vez, ¿qué le dirías? —Aguanto mi respiración y espero su respuesta. —Le diría que estoy locamente enamorado de esta pequeña linda polluela llamada Finny que ha llenado todos los espacios rotos de mi corazón. Mi respiración flaquea. Esa es la cosa más bonita que he escuchado nunca. —¿Quieres ser madre? —pregunta en voz baja. —Realmente nunca me gustaron demasiado los bebés —admito. Es verdad. No hay necesidad de esconderlo. —Oh —dice. Deja salir un suspiro pesado. —Pero quiero al tuyo. Así que si me estás preguntando si podría amarle como una madre amaría un hijo, la respuesta es sí. Puedo. —¿Alguna vez te has sentido engañada por tu adopción? —pregunta. Resoplo. —Me siento engañada de que tenga una madre que es mentalmente inestable. Pero, ¿adopción? No. No hay engaños ahí. —Respiro profundo—. Marta me ha demostrado que una madre puede amar a un niño que no comparta su ADN. Sin cautela y sin prejuicio. Ella es mi madre, la amo y ella me ama a mí. Esto es todo al respecto. Espero que con quienquiera que te cases sea lo mismo para Benji. Me levanto de la cama porque me estoy sintiendo un poco perdida después de esta conversación. —Finny —dice en voz alta mientras me dirijo al baño. Dudo, sigo sintiéndome inexperta y expuesta. —¿Sí? ―Sé que esto ha ido muy rápido, pero quiero estar contigo y ver a dónde va esto. —Yo también —susurro. No sé si me oye o no. —Finny —dice de nuevo. Me giro, pero esta vez me encuentro con sus ojos—. ¿Qué pasa? —pregunta. —Solo me estoy sintiendo muy… triste de repente. —Pensé que eras feliz —se apresura a decir mientras se pone de pie. —Estoy…

119 Página

—Pero dijiste con quienquiera que me case.--Se agacha para que pueda mirar a mis ojos. —Quienquiera que llegue a ser la madre de Benji será una mujer afortunada — le digo, luego voy al baño y cierro la puerta. Enciendo la ducha y miro mi reflejo en el espejo mientras el agua se calienta. ¿Qué pasa si no estoy predestinada a ser la madre de Benji? ¿Qué pasa si Tag nunca me ama como amó a Julia? ¿Qué pasa si… el mundo sigue girando y quiero bajarme? —Así se siente caer —digo al espejo. Mi reflejo me devuelve la mirada. De repente, la puerta se abre de golpe y doy un paso atrás en el pequeño baño para esquivar el golpe. —¿A qué te referías cuando dijiste eso? —exige saber Tag—. ¿Me estás diciendo que no quieres estar conmigo? —Realmente nos acabamos de conocer… —Nos conocimos hace meses —corrige. —No, follamos hace meses —digo. Se congela. —¿Es por eso que no puedo sacarte de mi mente? ¿Porque solo follamos? ¿Es por eso que me diste lo que necesitaba hoy cuando me llevaste a la iglesia? ¿Es por eso que estás en mi cabeza y en mi corazón, y tan malditamente profunda en mi alma? —Me tira fuerte hacia él—. Dime que me vaya —gruñe. —No puedo —susurro. Entonces acerco su cabeza y lo beso. Es un crujido lleno de miedo y deseo atormentado de dientes y lenguas, y mi respiración tartamudea en mi pecho. Lo empujo—. No puedo pensar cuando hacemos esto — me quejo—. No puedo pedirte que te vayas pero no puedo decirte que me beses, tampoco. No tengo ni idea de qué hacer contigo. —Solo ámame —dice—. ¿O ese es el problema? ¿Soy simplemente desagradable? Si es el caso, solo dímelo. Ahueco su rostro en las palmas de mis manos y miro a sus ojos marrones. —No eres desagradable. Tan solo no estoy segura si valgo. —¿Qué? —Cubre mi mano con la suya en su mejilla. —¿Qué pasa si no soy suficientemente buena para ser esposa y madre? —Eres suficientemente buena. Mejor que buena. Lo eres tanto que haces que mi corazón se pare solamente de mirarte. —Aprieta mis caderas—. Luego te toco y pierdo la razón. Se aclara su garganta. —Esa primera noche cuando tiraste tu top y te sentaste en frente de mí con tus tetas fuera y sin vergüenza, pensé que te quería entonces. Y cuando me llevaste a la iglesia y trajiste a toda tu familia para apoyarme, supe entonces que te necesitaba. Cuando lloraste en el hombro de mi hijo en la noria, lo abrazaste y protegiste, supe entonces que lo amabas, porque fue la cosa más bonita que he visto jamás. Pero ahora, en este segundo, te quiero y te amo y no puedo vivir sin ti, Finny. Si me dices que me vaya, lo haré. Pero por favor, dime que me quede. Lo entiendo si no te sientes tan fuerte como yo todavía, pero solo dame tiempo para amarte.

Página

120

—¿Por qué viniste a esta habitación de hotel? —Odio necesitar saberlo, pero lo hago. —Porque quería sostenerte toda la noche. —¿Esa es la única razón? Él mira directamente a mis ojos. —Sí. —¿No tenías expectativas de dormir conmigo? Sonríe. —Tenía la esperanza de que llegaría a dormir contigo, Finny, no mentiré. Pero si no estás lista, me conformo con lo que me des. Entonces lo beso, y me besa de vuelta. Es suave, tierno y lento. Entonces giro mi espalda, me saco la camiseta sobre mi cabeza, y le pido sin palabras que desabroche mi sujetador, simplemente mirando sobre mi hombro hacia él. Sus labios tocan mi hombro mientras maneja el broche. Los tirantes caen y dejan al sujetador caer sobre mis brazos. Pateo mis zapatos, tiro de mis calcetines, empujo mi pantalón junto con mis bragas y salgo de ellas. El chirrido de la cortina de la ducha cuando tiro es fuerte. Mis rodillas se tambalean, y Tag palmea mi cadera desnuda para estabilizarme. Inmediatamente pego mi rostro en el rociador, y cierro los ojos, porque sus ojos rastrillan arriba y abajo mi cuerpo, me siento más desnuda y expuesta de lo que he estado nunca. —¿Vas a entrar? —pregunto en voz baja.

24

Página

121

M

aldita sea si no se ha llevado mi corazón. Mis rodillas están débiles y mis manos se están sacudiendo mientras me quito la ropa. Me observa desde la ducha, sus ojos estrechados. Recoge el champú y llena su palma y luego empieza a enjabonarlo en su cabello. Sus ojos están cerrados cuando entro detrás de ella y atraigo la parte baja de su espalda para descansar encima de mis caderas. Mi polla está tan dura que puedo clavar clavos con ella, pero quiero tomarme mi tiempo. Quiero saborearla. La volteo y empujo sus manos de su cabello, reemplazándolas con las mías. —Déjame —digo cuando empieza a protestar. Sus manos caen planas en mi pecho y me deja enjuagar su cabello, dejando salir un gemido porque se siente bien. Inclino su cabeza hacia atrás, bajo el spray y observo el jabón surcar su cuerpo, justo donde mi lengua se está muriendo por ir. La beso, nuestras bocas juntándose bajo el agua hasta que no puedo respirar. Levanto mi cabeza y tomo el spray en mi rostro. Sus labios tocan la parte de abajo de mi barbilla mientras se dirige hacia mi oreja, tomando pequeños y maravillosos mordisquitos en mi mandíbula. La beso de nuevo. No puedo conseguir suficiente. —Te necesito —digo. Me mira. —Te quiero —le digo. Mira fijamente mis ojos y puedo sentir su respiración subir. —Te amo. Sus mejillas se colorean. —Necesito estar limpia —dice. Sonrío. —No me dejes detenerte. —Podría necesitar un poco de privacidad… Mi polla está dura entre nosotros y la presiono entre sus piernas. —¡Tag! —grita—. Necesito estar limpia. La empujo hacia atrás y la giro para que enfrente la pared. —Después —digo cerca de su oreja. Atraigo la parte baja de su espalda y extiendo las mejillas de su culo con mis pulgares—. ¿Estamos seguros? —le pregunto, luego muerdo gentilmente su hombro. —¿Seguros?

122 Página

—Fui puesto a prueba. ¿Y tú? Asiente y coloca las palmas contra los azulejos de la bañera. —Justo después de ti y yo… Sí. Fui puesta a prueba. Quiero preguntarle. Necesito preguntarle. Pero no lo haré. Porque rompería mi corazón al saber. Aparentemente lee mi mente. —No ha habido alguien desde ti, Tag. —¿El chico que llevaste a casa…? —Me besó. Nada más. —¿Cualquier oportunidad de que pueda dejarte embarazada? —Animo su calor resbaladizo con la cabeza de mi polla y se traga el aliento. —¿Estás pidiendo permiso para dejarme embarazada? ¿O estás descartando el embarazo como una opción? —Mira por encima de su hombro y ríe. Pienso sobre eso un momento. —Amaría verte embarazada. Con mi hijo. Nuestro hijo. Tu vientre grande e hinchado y tus tetas llenas. Estarías llena de nosotros. Empuja la parte baja de su espalda hacia mí. —Tag… —No te estas encendiendo, ¿verdad? —No puedo estar embarazada. Al menos no hoy —dice—. Pero… Me congelo. —¿Pero qué? —Nunca lo he hecho sin un condón. Nunca. Jamás. Estoy asustada. —Cuidaré de ti, Finny. Lo prometo. —Apunto con mi polla hacia su calor y espero—. ¿Confías en mí? —le pregunto. —¡Sí! —grita. —Dime que estás preparada para esto. Para mí. Para nosotros. —Espero, preparado en su calor. —¡Sí! —dice en voz alta. Envuelvo mi brazo alrededor de su cintura y me disparo dentro de ella. Me toma todo de mí, y jadea mientras me hundo hasta las bolas. Su calor se envuelve alrededor y me sostiene, acogedor y apretado. —Maldita sea, se siente bien —digo. Palmeo sus pechos, levantando el peso gentil de ellos en mis manos y provoco sus pezones en puntos afilados con alargados empujes. Toma una mano de su teta y la mueve a sus labios bajos y deslizo mis dedos contra la piel resbaladiza. Está resbaladiza y húmeda y no es por la ducha. Es por cuanto me quiere. Esto. Nosotros. Encuentro su clítoris y lo rodeo, intentando ser gentil, pero cubre mis dedos con los suyos y me muestra cuan duro debería ser. —Dios, Finny —gruño cerca de su oreja y luego atraigo el lóbulo de su oreja entre mis dientes—. No puedo esperar. Ahueca la parte de atrás de mi cuello en su palma. —Está bien. Ven, Tag. Salgo de ella, su calor sedoso tentándome a bombear dentro, pero no puedo. Tengo que darle placer. La giro y empujo su espalda contra la pared. Luego me dejo caer a mis rodillas en frente de ella, levanto una pierna sobre mi hombro y lamo su hendidura

123 Página

húmeda, rápidamente encontrando su clítoris y provocándolo con la succión de mi boca. Echa su cabeza para atrás contras los azulejos y cierra los ojos. Su cadera se sacude al mismo tiempo que mi legua, y sé cuándo está cerca. Deslizo dos dedos dentro de su vagina resbaladiza y grita. Sus dedos entrelazados en mi cabello y tira. —Lo siento —dice—. No te gusta eso, ¿verdad? Tomos sus manos y las entierro en mi cabello. Muéstrame cómo me quieres, Finny. Guíame. Ámame así puedo amarte de vuelta. Tira y encuentro un ritmo con sus manos. Su pared vaginal se aprieta alrededor de mis dedos cuando se corre y lamo una y otra vez, su cuerpo se estremece y tiembla mientras exprimo cada gota de su orgasmo fuera de ella, hasta que sigue y empuja mi cabeza lejos. —Mi turno —digo. La levanto y envuelve sus piernas alrededor de mis caderas mientras me hundo en ella. Es tan caliente y dulce y sé que voy a disparar mi carga, así que empujo su espalda contra los azulejos así puedo empujarla más fuerte. Necesito tomarla. Necesito que sea mía. —Hazme venir así —dice ella. —Dime cómo —digo. La beso, cubriendo sus gritos con mi boca, tomándola dentro de mí como gasolina. —¡Más fuerte, Tag! —urge. Curvo mis brazos entre sus rodillas y la sostengo así puedo golpear dentro de ella. —Dios, eres tan hermosa cuando te corres —digo, justo cuando sus ojos se cierran y sus espasmos empiezan a ordeñarme. Estoy al borde ahora—. ¿Puedo venirme dentro de ti? ¿Puedo, Finny? ¿Puedo venirme dentro de ti? Por favor di sí. Oh, Dios, por favor di que… —¡Sí! ¡Hazlo, Tag! Golpeo en ella una última vez y me vengo profundo dentro de ella mientras su orgasmo me chupa más profundo, más lejos, todavía más profundo, hasta que no puedo unirme más completamente. Hasta que no puedo hacer nada más que llenarla. Nunca me vine tan fuerte, tanto, o tan poderosamente. Esta mujer, me llena. Y me vacía. Y me completa, mientras toma una pieza a la vez. No sé cómo explicarlo. —Dios, te amo —le digo. Me besa, y coloco sus piernas abajo así puede estar de pie. —Me siento tan débil como el agua —dice, riendo nerviosamente. —Quédate ahí. Te limpiaré. Enjabono un paño y empiezo a limpiarla por todas partes, cuando sisea: —Cuidado —advierte—. Soy una pequeña necesitada. —Así que tomo especial cuidado en ser gentil entre sus piernas. —¿Te hice daño? —Me levanto y la beso. —No. —Respira contra mis labios—. Fue perfecto. Lavo mi orgasmo fuera de ella y la limpio completamente y luego me limpio a mí mismo. Apago el agua y la envuelvo en una toalla y tiro una alrededor de mis caderas. Ella deshace las mantas de la cama y trepa entre las sábanas desnuda, me deslizo detrás de ella, acercando su espalda, así encajamos como dos cucharas en el cajón. —¿Estás bien? —Beso su hombro.

Página

124

—Sí. —Voltea su cabeza y besa el interior de mi brazo, donde su cabeza está descansando—. Estoy bien. Bostezo y cierro los ojos y caigo de inmediato en una hibernación perfecta, con la mujer que amo en mis brazos.

25

Página

125

C

uando está quieto, levanto las sábanas y salgo de la cama. Vuelvo a mirar cuando se mueve, y cubro su brazo con mi mano hasta que se tranquiliza otra vez. Cuando está tranquilo, me levanto y me visto, poniéndome mi piyama y bata. Luego me coloco mis zapatillas y salgo al pasillo. Sé dónde está la habitación de Marta y Emilio, así que voy allí y golpeo la puerta suavemente. Sé que no están dormidos porque tienen dos bebés con ellos. Emilio sale por la puerta, su cabello en punta como un halo alrededor de su cabeza. Está meciendo a Benji en sus brazos. —Oye, Finny —dice—. ¿Necesitas algo? Da un paso al costado así puedo pasar. —No en realidad —digo. Los vellos de mi brazo se levantan, y los froto para calmarme—. ¿Está despierta Marta? Él niega. —¿La necesitas? —Inclina su cabeza—. ¿Estás bien? —Estoy bien. Solo necesito hablar. Eso es todo. Señala una silla y se sienta junto a mí, aun meciendo a Benji en sus brazos. —¿Qué sucede, Finny? —Me mira con dureza—. Será mejor que comiences hablar antes de que patee el trasero de ese chico. —Empieza a levantarse, pero me apresuro a sentarlo otra vez. —Tag no hizo nada —le digo. Mis mejillas se sonrojan—. Bueno, no hizo nada malo. Sus cejas se disparan hacia arriba. —Pero… —dice rápido. —Pero nada —digo tranquilamente. Me encojo de hombros. —A la mierda con nada —grita—. Te conozco, Finny Vazquez, y sé que tienes algo en mente, así que será mejor que lo digas. Benji está molesto, así que lo alcanzo y lo tomo en mis brazos. Se acomoda de inmediato y lo sostengo cerca. —Bueno, seré maldito —dice Emilio—. Finalmente te tienen. Suspiro pesadamente. —Los dos me tienen, Melio. —Bajo la mirada a la carita perfecta de Benji—. Estoy bastante segura de que los amo. Asiente. —¿Tienes tiempo para que tu padre te cuente una historia?

126 Página

—Si, por favor. —Benji sopla un pequeño sonido mientras succiona su chupete. Melio me pasa el biberón con el que debía estar alimentándolo, y lo meto en su boca. Sus labios rosados se cierran alrededor de este y luce tan feliz. Tan bien cuidado. Tan feliz —Había una vez, un pajarito llamado Finny —comienza. Me sonríe. Sus ojos suaves—. Y tenía estas perfectas plumas, un pico perfecto y era inteligente. Voló por sí sola, sin necesitar sostener las plumas de nadie. Siempre fue independiente, y el papá pajarito siempre estaba preocupado, porque le gustaban mucho los chicos pajarito. Ruedo mis ojos. —Pero el papá pajarito nunca se preocupó por la pajarita Finny. Se preocupaba más por todos los corazones que rompía mientras saltaba de nido en nido. —No creo que me guste esta historia —me quejo. —Veras, Finny tenía miedo de quedarse en un nido demasiado tiempo, porque creía que ponerse cómoda haría su nido inestable, y que quizás caería. —Golpea sus palmas juntas—. ¡Splat! No más Finny. —Apestas, Emilio. —Pero el padre pájaro, sabía que era el miedo que mantenía a Finny moviéndose de nido en nido, y que cuando encontrara al indicado, estaría dispuesta a sentarse en el nido un poco más. El padre pájaro se preocupó más por sus otros pajaritos, pero nunca por Finny. Era fuerte, autentica y confiable como el día es largo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y los míos hicieron lo mismo. —Puedes parar ahora —bromeo. Limpio mis ojos con mi manga. Él niega. Aparentemente aún no ha terminado. —Entonces, aunque el papá pájaro amaba y confiaba en Finny, siempre quiso un poco más para ella. Quería que tuviera un nido propio, pero para que eso sucediera, tendría que encontrar otro pájaro que evitara que cayera. —El papá pájaro evitaba que cayera —corrijo. —Pero el papá pájaro sabía que no era suficiente. Necesitaba su propia familia, su propio pajarito para amar y necesitaba a alguien que la hiciera sentir a salvo para siempre. —Golpea su mano contra la mesa de café—. ¡Bam! —grita. Benji y yo nos sobresaltamos. —Maldición, odio cuando haces eso —murmuro. —Bam —dice otra vez, más suavemente—. Se encontró con un cierto chico pájaro, y este pajarito la golpeó directo del cielo. Pero cuando está cayendo a una muerte trágica, la atrapa para evitar que caiga. Pero Finny… bueno, es lenta en confiar, entonces le tomó algo de tiempo. —Melio —murmuro. —Finny es inteligente, leal, amable, amorosa y todas esas cosas que un papá pájaro podría querer en un pajarito. Y estoy malditamente feliz de que hayas encontrado a Tag, Finny, porque ese chico te ama y lo necesitas. —Asiente hacia Benji en mis brazos—. Y serás un infierno de madre. —Mira a Benji—. Harás cualquier cosa para evitar que ese pequeñito caiga. Una lágrima caliente se desliza por mi mejilla. —¿Crees que pueda hacer eso?

127 Página

Asiente. —Sé que puedes. Y tú también, así que levanta tu culo y hazlo. Resoplo una risa y contento una lagrima. —Apestas tanto, Melio. Tiende su brazo. —Aquí, dame a ese pequeñito así puedes volver y enamorarte un poco más. Niego. —Creo que lo llevaré conmigo, si eso está bien contigo. —Lo miro y veo orgullo en sus ojos. —Si crees que eso es lo mejor —dice. —Oye, ¿Melio? —¿Sí, Finny? —¿Me amaste menos porque no era tuya? Niega rápidamente y ríe. —Fuiste mía desde el momento que puse mis ojos en ti, tontita. —Se levanta y besa la cima de mi cabeza—. Voy a la cama antes que el otro enano despierte. Río. —Gracias, Melio —digo—. Te amo. —También te amo, Finny. Tomo la bolsa de Benji y me lo llevo con sus cosas por el pasillo, y entro a la habitación. Tag despierta y levanta la vista. —¿Qué sucede? —Nada —digo—. Quería buscar a Benji y traerlo aquí. No te importa, ¿cierto? Sonríe en su almohada. —¿Importarme? Lo amo. Se levanta y me ayuda a armar una cuna portátil para él, y la deslizamos en el espacio abierto del armario. Dejo la puerta casi cerrada así seré capaz de escucharlo, y casi poder verlo. Ahora dormirá por un par de horas, creo. —Gracias por traerlo —dice Tag. Me sorprende cuando empuja la parte de arriba del piyama sobre mi cabeza y baja mi pantalón hasta mis tobillos. Salgo de ellos. —¿Supongo que me quieres desnuda, eh? Sonríe y vuelve a empujarme a la cama con él, acurrucándonos juntos otra vez. Lo siento presionarse duro contra mi espalda, me da un empujoncito y se desliza dentro de mí. —Tenemos un bebé muy cerca —le recuerdo. Pero ya me estoy arqueando, intentando tomarlo más profundo. —No habrá un momento donde no haya un bebé muy cerca, Finny —me informa. Empuja las sábanas hacia abajo y frota un círculo en el centro de la mejilla de mi culo. Luego levanta su mano y me golpea. —¿En verdad acabas de golpearme? —Sí. Río. —Tienes pelotas —susurro.

Página

128

—Casi tan grandes como las tuyas —responde—. Te amo, Finny. —Sale de mí y me coloca de espalda. Se desliza dentro de mí, presionando tan profundo que me empuja hacia adelante en la cama. —Yo también te amo —digo en un gemido, porque se siente correcto dentro de mí. Saciados, aún cubiertos de sudor pegajoso cuando escuchamos a Benji despertar. Comienza a quejarse, entonces Tag se levanta y lo trae a la cama para que se acueste con nosotros por un rato. Juego con sus pies y el patea con sus deditos. —Es tan perfecto —respiro. —Igual que tú. Se inclina sobre Benji y me besa, y nada nunca se sintió tan correcto.

Epílogo

Página

129

F

inny se coloca sus jeans, tirándolos por la cintura mientras salta dentro de ellos. —Si no te mueves, me voy sin ti —advierte. Me mira, pero sus ojos están todavía calientes por lo que acabamos de hacer. Mueve su muñeca para mirar a su reloj—. Le dije a Lark que estaríamos ahí hace cinco minutos. Levanto mi cabeza en mi palma y la miro. —Dime otra vez ¿por qué vamos a la tienda de tatuajes? —Porque voy a tener “Tag es un idiota caliente” tatuado en mi trasero — responde. Rueda sus ojos y golpea mi brazo así que mi cabeza cae—. ¡Levántate! — grita. En realidad no puedo evitar retrasarla. No es a menudo que tenemos a alguien cuidando a Benji durante el día. Ambos tuvimos el día libre hoy, así que Marta se ofreció a cuidar a Benji por nosotros. Entonces una cosa llevó a la otra, y terminamos en la cama toda la mañana. Ella acaba de recordar que prometió ir con Lark a la tienda de tatuajes. Le sonrío, pero me levanto para comenzar a vestirme. —¿Me dijiste por qué vamos? ¿O me perdí esa parte cuando estabas desgarrando mis ropas fuera? Niega. —No te dije. No es mi secreto para contar. Es el de Lark. Está bien, ahora estoy realmente curioso. —Pero… Ella me señala con su lindo dedito. —Si no estás vestido en dos minutos. Estoy pateándote en las bolas. Me río, pero ahora sé que habla en serio, así que termino de vestirme y cepillo mis dientes y cabello. Trato de domar mi mechón de cabello, pero a Finny no parece importarle. Vagamente la recuerdo sosteniéndose apretadamente de ese mechón de cabello esta mañana mientras la comía. Ella tiene una cosa por tirar de mi cabello. No me importa, porque tengo una cosa por golpear su trasero. Ella también tiene una cosa por amarme, y no me importa eso tampoco. No sé dónde estaría justo ahora si no la hubiera conocido. Estaba bastante perdido cuando vine a la ciudad hace unos meses, y caí justo en su cama, y ella cayó en mi corazón y en mi mente. Se enterró justo en mi alma y no quiero nunca dejarla salir por aire.

130 Página

Anoche, me desperté para encontrar su lado de la cama vació. Fui a buscarla para asegurarme de que estaba bien, y la encontré de pie al lado de la cuna de Benji, mirándolo dormir. Ella tenía su mano sobre su espalda y estaba contando el número de veces que su pecho subía y bajaba. Caminé detrás de ella y envolví mis brazos a su alrededor. Se inclinó en mí de la manera que siempre hace, y descansó su cabeza en mi pecho. —Así es como se siente caer —me dijo. Entonces se dio vuelta en mis brazos y me besó, y estuve de acuerdo con ella. Es como caer una y otra vez, cada día. Para Finny, caer se ha convertido en un buen recuerdo, y hacemos uno nuevo cada día. Cada vez que la veo, caigo una y otra vez. Si alguien me hubiera dicho que elegiría caer a propósito, lo habría llamado loco. Finny se convirtió en una madre para mi hijo. Aceptó ser mi esposa, aunque todavía no hemos puesto una fecha. Ella es mi todo. Con ella y Benji, puedo hacerlo todo. He estado trabajando para los Reed, manejando su edificio de apartamentos, y nos mudamos a un apartamento ahí hace un par de meses. Tenemos nuestro propio espacio, y nos encanta tener a otra gente con niños cerca. Hay siempre uno u otro de los Reed alrededor, o sus hijos, o sus esposas. La vida aquí no es aburrida, eso es seguro. Entro en la sala de estar, y encuentro a Finny de pie con la puerta principal abierta y está señalándome. —Tus bolas están en problemas —me murmura mientras camino pasándola. La agarro y la tiro contra mí. —Sabes que no harías nada para lastimarme —digo. La beso y se derrite contra mí. Su mano a centímetros debajo de mi cintura, y entonces la siento agarrar mis bolas. Me congelo. Ella aprieta un poco demasiado duro para el confort. —Finny —advierto. —Te amo, pero odio llegar tarde —dice, sus labios todavía tocando los míos. Su agarre se vuelve una caricia, y tiro hacia atrás tan pronto como me libera. Uno, porque estoy poniéndome duro otra vez. Y dos, porque ella está en un humor. Se vuelve para caminar frente a mí, así que golpeo su trasero lo suficientemente duro para hacerla gritar. —Te enseño a fingir golpear mis joyas familiares —le murmuro. Ajusto mi entrepierna y entro en el elevador con ella. Me mira desde la pared opuesta, pero hay una sonrisa detrás de sus ojos. Y calor. Y amor. Siempre amor. —¿Hablaste con Julia anoche? —pregunta mientras salimos a la calle. Asiento. —Lo hice. —¿Y? —¿Y qué? —Meto mis manos en mis bolsillos. —Y mejor me dices qué tenía que decir —me espeta. Sonrío. —Ella dijo que venía este fin de semana. Quiere llevarlo al parque. Julia nos llamó cuando Benji estaba a punto de cumplir dos meses. Quería verlo, y estaba completamente en contra. Pero Finny habló con ella, y sintió que Julia era sincera en su deseo de ser parte de la vida de Benji. Ella no quiere la

131 Página

custodia, y no quiere incluso llevarlo por una noche aquí y allá, pero quiere ver fotos y quiere visitarlo cuando sea que se lo permitamos. Este fin de semana, ella va a llevarlo al parque por unas horas. Finny frota mi brazo. —Él estará bien —dice—. Los niños necesitan el amor de sus padres. —Luce triste de repente—, créeme. Ella no ha visto a su madre en un mes. Cada vez que iba de visita, la violencia subía. No era solo contra ella, era contra todos. Están tratando con medicinas nuevas, y está ayudando algo, pero Finny no va a volver hasta que ella pueda hacerlo con seguridad. O al menos espero que no lo haga. Me encantaría que su madre mejore, solo por el bien de Finny, pero no estoy seguro de que vaya a pasar. Finny decidió ir a terapia, sin embargo, y está tratando con los recuerdos de su madre, y el futuro con su madre de la mejor forma que sabe. Lark está de pie en la acera mirándonos cuando damos vuelta a la esquina. —Llegan tarde —dice. Finny lanza un pulgar en mi dirección. —Culpa a Tag. Es insaciable. —Eww —dice Lark y entonces finge vomitar. Me río y abro la puerta para ellas. Entramos en la tienda de tatuajes, y Lark tropieza directamente con el nuevo artista. Él la atrapa por los hombros y la estabiliza, y en silencio le pregunta con sus ojos si está bien. Sus cejas arqueadas y ella asiente. Él la deja ir y ella ajusta sus ropas. Su rostro se vuelve roja. Los ojos de Finny se encuentran con los míos y ella sonríe. El nombre del nuevo artista es Ryan Shepherd, y lo conocí hace dos semanas cuando tuvimos una fiesta de “Bienvenida a los Hermanos Reed”. Ryan es un artista de la NYU, y fue a la escuela con Logan. Es realmente bueno en lo que hace, lo cual es poner arte permanente en los cuerpos de las personas. Él es también profundamente sordo. Finny y todas sus hermanas puedes hacer señas, así que ellas pueden hablar libremente con él, pero yo… no mucho. Me apunté para tomar una clase empezando la próxima semana. Es el infierno ser el único en la familia que no puede hablar el lenguaje. Paul Reed sale de la parte trasera de la tienda, junto con su esposa Friday. —Mira quien está aquí —dice Friday. Ella nos mira y entonces a Lark—. ¿Qué podemos hacer por ustedes? Lark juega con una hebra suelta de sus guantes largos. —Quiero conseguir un tatuaje —dice Lark. Mira a sus pies en vez de a ellos. —¿Tienes algo en mente? —dice Friday. Lark se inclina, acuna sus manos alrededor de su boca y habla en la oreja de Friday. Y maldita sea si la curiosidad no está matándome. Los ojos de Friday miran brevemente hacia los guantes de Lark y entonces hace una mueca. —Oh, me temo que no puedo hacer eso. Ese tipo de aplicación es un arte por sí misma. —Ella mira a Ryan—. Ryan puede, sin embargo. —Mueve su mano alrededor hasta que él la mira—. Lark quiere consultar contigo sobre un tatuaje — dice, hablando y señalándole al mismo tiempo. Él señala algo en respuesta.

132 Página

—¿Por qué tú? —repite ella—. Porque eres jodidamente increíble en lo que ella quiere. Sus ojos recorren el cuerpo de Lark de la cabeza a los pies, y veo sudor brillar en su frente. —Quizás debemos volver en otro momento —murmuro a Finny. Finny me mira. —¿Sabes el coraje que le toma a ella hacer esto? —me sisea—. Cállate. — Arrastra una mano por su garganta como que está cortando su cuello. Estoy bastante seguro que lo hizo por mí. Ryan señala algo. —¿Cómo diablos se supone que sepa? —le dice Friday. Ella señala a Lark—. Pregúntale a ella. Él levanta sus manos. Friday levanta sus manos y las sostiene en frente de él como alistándolo. —Habla con ella. Ella podría incluso hablarte. Él señala algo realmente rápido. Friday rueda los ojos. —Sí, ella puede hacer señas, idiota. Él señala algo a Lark y ella sonríe suavemente. Él gesticula al mismo tiempo, y estoy suponiendo que él está preguntando si ella hace señas también. Ella levanta sus dedos a un centímetro de su pulgar y asiente vacilantemente. Él le señala la parte trasera de la tienda y ella lo sigue, su cabeza inclinada y sus pasos tentativos. Él tira una cortina oscura alrededor de ellos, y mi instinto protector se pone en alerta. —¿Deberíamos ir con ella? —pregunto a nadie en particular. Empiezo a caminar en esa dirección, pero Finny agarra mi codo. —Déjalos —dice. —¿Por qué exactamente estamos aquí? —pregunto. —Apoyo moral —dice Finny. Paul tira de una silla y se sienta a horcajadas. —¿Quién hizo ese tatuaje en tu pierna? —me pregunta. Miro a la parte trasera de mi pantorrilla. Tengo una cruz antigua ahí. Lo conseguí cuando tenía veinte. —Algún chico en una tienda de tatuajes —respondo. Él bufa. —Solo algún chico en una tienda de tatuajes, ¿eh? Asiento. —Deberías dejarme enlazarte —ofrece Paul—. Lo que quieras. Mi última cita fue cancelada. Friday levanta su mano. —Estoy libre también. —Mira a Finny—. Podría apuntarte. Ella sonríe. —Diablos, sí. —Va con Friday al otro lado de la tienda, y comienzan a hablar sobre diseños con sus cabezas juntas. —Así que, tengo una idea —le digo a Paul. Él me sonríe. —No lo digas.

133 Página

Él y yo nos sentamos juntos mientras hace un boceto de algo. —Eso es —digo, cuando lo tiene listo. Friday tiene que venir y aprobarlo, pero le hice prometer no decirle a Finny lo que es. Y Finny no me dijo lo que era el suyo. Nos sentamos en lados opuestos de la habitación, y Friday trabaja en Finny mientras Paul trabaja en mí. —¿Crees que Lark está bien? —pregunto, mirando hacia la parte trasera de la tienda—. ¿No deberíamos ir a comprobarla? Paul sonríe. —Ella está bien. —Creo que a él le gusta demasiado. ¿Viste la manera en que estaba mirándola? Paul se ríe. —No tienes qué preocuparte por ése. —¿Por qué? ¿Es gay? —pregunto. Ahora estoy confundido. Friday se ríe desde el otro lado de la tienda. —Dios, no. Él es hetero. Pero… —Su voz se desvanece. —¿Pero qué? —pregunto. Hago una mueca mientras Paul golpea un lugar particularmente sensible. —Él solo sale con chicas sordas —me dice Friday. Bueno, eso no es lo que esperaba escuchar. —¿Por qué? —Él nació en una familia sorda. Padres sordos. Abuelos sordos. Solo sale con chicas sordas. —Oh. —¿Por qué eso no me hace sentir mejor?— ¿Estás seguro de que ella está bien? —Oh, por el amor de Dios —grita Friday. Ella pone su máquina al lado y acecha la parte trasera de la tienda en esos súper altos tacones que usa. Sacude la cortina para dejarlos saber que está ahí. Ryan la tira al lado y la invita a entrar. Ella solo se ha ido por un minuto o dos pero cuando sale, está pestañeando de vuelta sus lágrimas. Se aclara la garganta—. Ella está bien. —¿Lo prometes? —pregunta Finny. Agarra el brazo de Friday y la hace mirarla. —Lo prometo —dice ella. Su voz es cruda y desgastada. —Está bien. —Finny suelta un suspiro y Friday vuelve a trabajar. Todos están callados hasta que Lark sale de la parte trasera de la tienda. —Eso es todo lo que pudimos hacer hoy —dice ella, tiene sus guantes hasta sus codos pero puedo ver claramente la envoltura de plástico extendiéndose desde la manga de un brazo. Ryan la sigue fuera y aprieta el hombro de Lark. Ella le sonríe. —¿Así que, cómo es Ryan? —susurra Finny. Lark lo mira otra vez. —No hables de él como si no estuviera aquí —dice, y señala mientras habla. Sus mejillas ruborizadas—. Y, es muy agradable. Él le sonríe, pero no señala nada. Finny me mira y sostiene un dedo en sus labios. Aparentemente no se supone que haga un comentario sobre esos dos mirándose el uno al otro. —¿Qué están consiguiendo, chicos? —pregunta Lark.

Ella viene a mirar el mío. El mío no está terminado. Paul todavía tiene que ensombrecerlo.

Página

134

—Oh —suspira. Entonces va a mirar el de Finny y hace lo mismo. —Ustedes chicos significan tanto el uno para el otro —dice con una risa—. Incluso los consiguieron en el mismo lugar de sus cuerpos. Finny termina primero, así que viene para dejarme ver su nueva tinta. Ella lo tiene en su hombro, justo donde me gusta besarla más. —Es tú, yo y Benji —dice—. Ustedes son mi latido del corazón. Incluso más importante para mí que mi música, y he tenido una aventura amorosa con la música por un largo tiempo.

Ella se inclina y mira en el lugar donde Paul está trabajando. —¿Puedo ver el tuyo? Paul se sienta hacia atrás así puede mostrarle. No está terminado aún, pero está lo suficientemente cerca. —Vaya —dice. Me besa, y sé que lo ama tanto como yo. —Siempre va a ser tú, Benji y yo. —Al menos que quizás fuéramos tú, Benji y yo y… uno más… —Deja que su voz se corte. Mi corazón empieza a galopar. —¿Estás…?

Página

135

Ella levanta sus manos para detenerme. —Oh, Dios, no. Era solo una idea… Espera con una mueca en su cara. —Una realmente increíble idea —le digo. —Friday dejó espacio para otro nombre —dice. Me sonríe y me besa otra vez. Nada me gustaría más que casarme con ella y tener más niños, particularmente ahora que tengo los medios para mantenerla. —No puedo trabajar una máquina con ustedes dos besándose —gruñe Paul. Finny le saca la lengua a Paul y va a hablar con Friday. El estómago de Lark gruñe ruidosamente. —Tengo hambre. —Pone una mano sobre su vientre. Paul ríe. —Mejor consigues algo de comida, porque él no puede irse todavía. Lark mira a Ryan. —¿Quieres algo de almuerzo? —pregunta, señalando mientras habla. Él se encoge de hombros y se levanta como si dijera, ¿por qué no? Entonces se van juntos, y Finny y yo miramos de uno al otro y sonreímos. —Él no sale con chicas que escuchan —dice Paul otra vez—. Es su regla. Finny se ríe. —Tenía reglas también. Creo que las rompimos todas cuando Tag y yo estuvimos juntos. —No pongas tus esperanzas en esto —dice Paul. Pero está sonriendo también. Y Friday… bueno, ella luce como si estuviera conspirando. —Quédate fuera de esto, Friday —gruñe Paul. Ella gira su espalda hacia él y lo ignora, lo cual creo que es normal para ella. Paul finge quejarse, pero por dentro creo que está sonriendo también. Y yo también.

Sobre la autora

Página

136

Tammy Falkner vive en una granja en una encantadora, en expansión ciudad rural en Carolina del Norte con su marido apicultor y una casa llena de chicos, unos cuantos perros, y un gato o dos, o cinco, ¿quién tiene tiempo de contar? Como la mitad del equipo de Lydia Dare, ha coescrito diez libros, incluyendo las series Westfield Wolves y Gentlemen Vampyre. Es una gran fan de Regency England, a menudo se pregunta qué otros tipos de mágicos, míticos y extrañas criaturas podrían vivir e interactuar dentro de la alta sociedad. Explorando la teoría de que los Fae pueden caminar entre Regency England y sus propias tierras, Tammy pasa tanto tiempo como es posible con los Lord y señoras de la sociedad, los carruajes tirados por caballos, y elegantes bailes. Ahora añade a eso algunos faeries, un poco de asesinato, un poco de caos, un gnomo de jardín molesto y tienes sus emocionantes nuevas series. Espera que disfrutes de su mundo tanto como ella lo hace. También escribe como Lydia Dare.

Página

137

8. While We Waited - Tammy Falkner.pdf

While We Waited - Tammy Falkner.pdf. 8. While We Waited - Tammy Falkner.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu. Displaying 8. While We Waited ...

2MB Sizes 5 Downloads 179 Views

Recommend Documents

IABS Tammy Shimek.pdf
Page 1 of 1. 11-2-2015. Information About Brokerage Services. Texas law requires all real estate license holders to give the following informaƟon about. brokerage services to prospecƟve buyers, tenants, sellers and landlords. TYPES OF REAL ESTATE L

Tupper Tammy Mall Mary.pdf
Page 1 of 1. Tupper Tammy & Mall Mary - A Recruiting Game for Parties. This is a great visual to show the power of the 25% commission and the 10% volume ...

While waiting.pdf
Page 1 of 1. Minnesota Urolith Center, University of Minnesota Page 1 of 1. Minnesota Urolith Center UNIVERSITY OF MINNESOTA. College of Veterinary ...

WE invitational Concert 8 2014.pdf
There was a problem loading this page. Whoops! There was a problem loading this page. Retrying... WE invitational Concert 8 2014.pdf. WE invitational Concert ...

Saving time while mastering the details
such as monthly and quarterly reports of all the agency's business, aggregated for industries or ... changing results on tablets vs. laptops. “Before, I would log on ...

pdf-12104\people-weekly-magazine-jim-tammy-faye-baker ...
Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. pdf-12104\people-weekly-magazine-jim-tammy-faye-baker-oh-lordy-lordy-september-18-1989-from-people.pdf. pdf-12104\people-weekly-magazine-jim-tammy-faye-baker-oh-lordy

The Reed Brothers 01 - Tall, Tatted and Tempting - Tammy Falkner.pdf ...
Page 3 of 164. Sinopse: Ela está fortemente fechada. Mas ele pode ser a chave. Logan Reed é alto, tatuado e. tentador. Kit é uma mulher com um olhar ...

Watch Tammy and the Bachelor (1957) Full Movie Online.pdf ...
Watch Tammy and the Bachelor (1957) Full Movie Online.pdf. Watch Tammy and the Bachelor (1957) Full Movie Online.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In.

Striking While the Iron's Hot
Used Analytics in conjunction with. AdWords to test, optimize, and track campaigns. • Maximized their marketing spend based on data from Google products.

prayer focus while circling campus - FLAG Church
6. SPIRIT OF TRUTH TO PREVAIL IN CLASSROOM DISCUSSIONS. 7. THE HOLY SPIRIT TO HAVE SPACE TO MOVE IN THE DORMS. 8. USE PSU FOOTBALL TEAM CHAPELS TO CHANGE LIVES. 9. ALL PSU CAMPUS MINISTRIES TO FLOURISH. 10. GUIDE STUDENTS ACADEMIC AND RELATIONSHIP DE

balanced scorecard modification while applying ... -
performance indicators of internal company processes co-creating value for individual ... The first degree of relationship management marketing is a strategy of a.

8:00 8:07 8:15 8:15 8:15 8:30 8:37 8:37 8:45 8:52 9:00 ...
BRETT DEWERFF/LOGAN MUSEL. 9 *. VIBES/XYLO. 3:50. 4:00. CLARINET ENSEMBLE. MENUETTO-Chloe, Jessi,. Marie, Serena, McKrina. 6. 4:15. 4:15. ABIGAIL LESEMANN. (TRUMPET SOLO). 8. MRS. WELLS. 4:05. 4:15. ALEXIS BRILEY. (CELLO SOLO). 10. ----. 4:05. 4:15.

Tammy Falkner - Saga The Reed Brothers - 05.5 - Only One.pdf ...
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Tammy Falkner ...

3.5 Finally Finding Faith - Tammy Falkner.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. 3.5 Finally ...

prayer focus while circling campus - FLAG Church
USE PSU FOOTBALL TEAM CHAPELS TO CHANGE LIVES. 9. ALL PSU CAMPUS MINISTRIES TO FLOURISH. 10. GUIDE STUDENTS ACADEMIC AND ...

SAVING CHILD MIGRANTS WHILE SAVING OURSELVES.pdf ...
hurricane and earthquakes more than a decade ago pales in comparison with the. very real ... SAVING CHILD MIGRANTS WHILE SAVING OURSELVES.pdf.

While Shepherds Watched Their Flocks.pdf
Page 1 of 1. While Shepherds Watched Their Flocks. Nahum Tate using a Yorkshire carol. 1. 0. 3. 0. a. of. ed. 1. 2. peared. born. seat. 0. Ap. Is. All. 0. 0. shin. Da. on. 2 2. 1. 1. ing. vid's. the. 3. 3. shep. vid's. their. 3. 1. ser. Da. watch'd.