Esta traducción fue hecha sin fines de lucro. Es una traducción de fans para fans. Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro. También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales y ayudándolo a promocionar su libro. ¡Disfruta la lectura!

Anna Banana

Anna Banana Sofí Fullbuster Mel Cipriano Moni EyeOc *~ Vero ~* Vanessa VR

MaryJane♥ Aimetz NnancyC Juli aa.tesares ♥…Luisa…♥ CrisCras

Alessa Sofi Mel M Nnancyc Alessa Melizza

Nats perpi27 Danny_McFly Amy Ivashkov Anelynn Mel Markham

Alaska Lalu Cris Vanessa VR Aimetz Tsuki

Luna St. Clair Juli CrisCras

Melody Hamort Deydra Eaton Zafiro B. C. Fitzwalter Lalu♥

Amy Maca Sofi Juli Melii

Mel Cipriano Sofí Fullbuster

Francatemartu

Sinopsis

Capítulo 23

Capítulo 1

Capítulo 24

Capítulo 2

Capítulo 25

Capítulo 3

Capítulo 26

Capítulo 4

Capítulo 27

Capítulo 5

Capítulo 28

Capítulo 6

Capítulo 29

Capítulo 7

Capítulo 30

Capítulo 8

Capítulo 31

Capítulo 9

Capítulo 32

Capítulo 10

Capítulo 33

Capítulo 11

Capítulo 34

Capítulo 12

Capítulo 35

Capítulo 13

Capítulo 36

Capítulo 14

Capítulo 37

Capítulo 15

Capítulo 38

Capítulo 16

Capítulo 39

Capítulo 17

Capítulo 40

Capítulo 18

Capítulo 41

Capítulo 19

Capítulo 42

Capítulo 20

Simple Perfection

Capítulo 21

Sobre la Autora

Capítulo 22

La vida afuera de su casa es una nueva experiencia para Della Sloane. Los oscuros secretos de su pasado son algo que quisiera compartir con nadie. Nunca lo entenderían. Nadie nunca se acercaría lo suficiente para averiguarlo. Además, siempre había la posibilidad de que ella se volvería loca mucho antes de lo que esperaban… Woods Kerrington nunca había sido de los que se sienten atraídos por las mujeres frágiles. Ellas parecen ser demasiado trabajo. Él no estaba para el trabajo, sólo para el placer. Una noche llena de diversión traviesa había sido exactamente lo que tenía en mente cuando puso sus ojos en la pequeña chica caliente que no sabía cómo bombear gas y necesitaba un poco de ayuda. Lo que él no sabía es que ella era tan frágil. La chica despreocupada que decía lo que pensaba y no le importaba lo que el mundo pensara de ella era más frágil de lo que él jamás podría imaginar…

1 Hace tres años… Traducido por Anna Banana Corregido por Alessa Masllentyle

Eres mi rayo de sol, mi único rayo de sol. Me haces feliz cuando el cielo está gris. Cariño, nunca te has imaginado cuanto te amo. Por favor, no te lleves… por favor, no te lleves mi rayo de sol. No dejes de cantar ahora, cariño. No ahora. Lamento haberme ido. Sólo quería vivir un poco. No estoy tan asustado como tú. Necesito que cantes. Por favor, canta para mí. No hagas esto. No te vayas con él. No es real. ¿No lo ves? Él nunca lo fue. Murió hace dieciséis años atrás. Debí haberle dicho a alguien sobre ti. Todo es mi culpa. Necesitas ayuda y yo no te la conseguí. Quizás estaba asustado después de todo… asustado de que te apartaran de mí. —Della, cariño, dame tus manos. Tengo que limpiarlas. Della, mírame. Vuelve a mí. Se ha ido, vas a estar bien. Tenemos que limpiarte. Se han llevado su cuerpo y es hora de salir de esta casa para siempre. No tienes que volver. Por favor, Della, mírame. Di algo. Parpadeé, eliminando los recuerdos y miré a Braden, mi mejor amiga. Acababa de limpiar la sangre de mis manos con una toalla húmeda, las lágrimas rodando por sus mejillas. Debería levantarme e ir a limpiarme sola, pero no podía. Necesitaba que ella lo hiciera por mí. Siempre supe que algún día esto iba a pasar. Tal vez no de la manera en que sucedió hoy. Nunca había imaginado a mi madre muerta. La mayoría de los días cuando soñaba despierta con este momento, me sentía culpable. Aunque eso no

impedía que volviera a pensarlo. La culpa no era suficiente como para dejar de imaginar mi libertad. Había pensado que alguien se daría cuenta de que mi madre no estaba del todo allí. Que se darían cuenta de que no era una niña rara que quería quedarse en casa todo el día y se negaba a salir al mundo real. Quería que lo hicieran… pero al mismo tiempo no quería. Porque obtener mi libertad significaba perder a mi madre. Tan loca como sabía que estaba, ella me necesitaba. No podía dejar que se la llevaran. Ella había estado tan asustada… de todo.

2 Hace cuatro meses… Traducido por Anna Banana Corregido por Sofí Fullbuster

Cuando Braden me dio su viejo coche y me dijo que saliera y viera el mundo, ninguna de las dos pensó en el hecho de que yo no sabía cómo llenar un tanque. Sólo había tenido mi licencia de manejar por tres meses. Y sólo había conducido un coche por cinco horas. Bombear gas no había sido algo que tuviera que saber hasta ahora. Metí la mano en mi bolso y saqué el teléfono. Llamaría a Braden y vería si podía darme instrucciones de cómo hacerlo por teléfono. Se encontraba de luna de miel y odiaba interrumpirla. Cuando me dio sus llaves temprano hoy por la mañana y me dijo: “Ve a explorar. Ve y encuentra tu vida, Della” yo estaba tan sorprendida por su gesto que no pensé en preguntarle nada más. Simplemente la abracé y vi como regresaba con su nuevo marido, Kent Fredrick, y se metía en la parte trasera de una limosina. El hecho de que no supiera bombear gas nunca pasó por mi cabeza. Hasta ahora. Mi tanque estaba tan vacío que tuve que estacionarme en una estación de servicio en un pequeño pueblo de playa en medio de la nada. Riéndome silenciosamente, escuché la voz de Braden—: No estoy disponible. Si quieres ponerte en contacto conmigo, te sugiero que cuelgues y me envíes un mensaje de texto. Su buzón e de voz. Seguramente estaba en un avión. Tendría que aprender a hacerlo por mi cuenta. Salí del pequeño Honda Civic color rojo. Por suerte, me detuve con el tanque de gas en el lado correcto. Había una pequeña puerta en la que sabía que la

boquilla debería ser puesta. Había visto a Braden hacerlo muchas veces. Podía hacerlo. Tal vez. Mi primer problema era que no sabía cómo abrir esa pequeña puerta mágica. Estaba allí. Podía verla, pero no tenía manija. Me quede viéndola por un momento, y luego observé a mi alrededor para ver si había alguien cerca. Necesitaba ayuda. Tomó dos años completos de asesoría para que pudiera hablar con extraños. Ahora lo hacía muchas veces. En realidad, Braden tenía más que ver con ello que el psicólogo que visité una vez por semana. Me empujó hacia el mundo y me enseñó cómo vivir. Tenía la cita, “Lo único que tenemos es temer al miedo mismo,” de Franklin D. Roosevelt pegado en mi espejo de baño. La leía todos los días o por lo menos lo hice durante los últimos tres años. Silenciosamente recité la cita en mi cabeza y me cuerpo se relajó. No tenía miedo. No era mi madre. Era Della Sloane y estaba en un viaje por carretera para encontrarme a mí misma. —¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? —Un acento profundo me sorprendió y volví mi cabeza para ver un tipo sonriéndome desde el otro lado de la bomba de gas. Sus ojos oscuros parecían brillar de humor mientras me observaba. No tenía mucha experiencia con los chicos, pero tenía la suficiente. Lo suficiente como para saber que, incluso, cuando eran guapos como éste, eso no los hacía una buena persona. Perdí mi virginidad con un chico sureño de voz suave, con una sonrisa que hacía que las bragas cayeran por todas partes. Fue la peor experiencia de mi vida. Pero éste podía ser útil. No estaba ofreciendo sexo. Estaba ofreciéndose a ayudarme. Por lo menos, eso yo creía. —No puedo… Yo, uhm… Mira, nunca he… —Dios, ni siquiera podía decirlo. ¿Cómo podía una chica de diecinueve años explicar que no sabía cómo bombear gas? La risa burbujeó en mi pecho y cubrí mi boca. Iba a pensar que estaba loca. Me tragué la risa lo que mejor que podía y le sonreí—. No sé cómo bombear gas. Sus elegantes y oscuras cejas se levantaron y me estudió por un momento. Supongo que estaba tratando de decidir si yo hablaba en serio o no. Si supiera. Había tantas cosas de las que no tenía ni idea. Braden había estado tratando de educarme en los caminos del mundo, pero ahora ella estaba casada y era momento de que averiguara las cosas por mí misma, sin ella como mi muleta. —¿Cuántos años tienes? —preguntó, y noté cómo sus ojos escanearon lentamente mi cuerpo. No me veía como una adolescente. Mi cuerpo se desarrolló completamente a los dieciséis años. Comprendí que trataba de averiguar mi edad. —Tengo diecinueve, pero no he manejado en mucho tiempo y esta es la primera vez que tengo que bombear gas. —Suspiré y luego reí. Eso sonaba ridículo, incluso para mí—. Sé que suena difícil de creer, pero es verdad que necesito un poco de ayuda. Si pudieras ayudarme sobre cómo hacerlo, entonces

podría hacerlo. —Miré de nuevo hacia su camioneta de lujo. Era brillante y negra. Coincidía con su alto y musculoso cuerpo, su piel aceitunada y cabello oscuro. Él era uno de esos tipos hermosos y peligrosos. Me di cuenta de ello por la sonrisa en su rostro. Cuando dio la vuelta por la esquina, me di cuenta de que era mucho más alto de lo que había pensado en un principio. Pero bueno, yo medía un metro cincuenta y tres. El ajuste perfecto de sus vaqueros y botas de cuero marrón oscuro hacían maravillas con sus piernas. Comprendí demasiado tarde que estaba comiéndolo con la mirada y levanté mi vista para encontrarme con la suya. Tenía una sonrisa bonita. Todos sus dientes perfectos y blancos enmarcados por un rostro que parecía no haber visto una máquina de afeitar en los últimos días. Su aspecto desaliñado no encajaba con su camioneta. —Necesitas abrir la puerta pequeña primero —dijo, golpeándola con sus nudillos. La forma en que sus labios se curvaron seductoramente alrededor de sus palabras me hizo no prestar atención a sus instrucciones. Estuve a punto de pedirle que lo repitiera cuando caminó alrededor de mí y abrió la puerta del conductor. Se agachó, dándome una perfecta vista de sus vaqueros ajustándose sobre su firme trasero. Realmente me gustó esa vista. La puerta mágica que al comienzo me desconcertó se abrió de golpe sorprendiéndome. Grité y di la vuelta para verla ahora abierta. —¡Oh! —exclamé con emoción—. ¿Cómo hiciste eso? Su cálido cuerpo se colocó detrás de mí y pude oler pasto y algo más rico…tal vez cuero. Los aromas seductores me envolvieron. Viendo que no iba a perder otra oportunidad, ya había perdido varias en mi vida, me moví un poco hacia atrás, lo suficiente para que mi espalda tocara su pecho. —Presioné el botón para la puerta del gas. Está en tu coche, debajo del tablero. —No se retiró cuando invadí su espacio personal. Al contrario, bajó su cabeza para susurrar en mi oído. Su voz era baja y ronroneaba deliciosamente. —Oh —fue todo lo que pude pensar en decir como respuesta. Una risa vibró en su pecho haciendo que mis hombros retumbaran. — ¿Quieres que te enseñe cómo poner gas en el coche? Sí, eso sería genial pero también lo era estar de pie así. Logré asentir pero afortunadamente su cuerpo no se movió. Tal vez la cercanía le gustaba tanto como a mí. Esto realmente era una mala idea. Debería retirarme. Los chicos como él no trataban bien a las mujeres. ¿Por qué tenían que oler bien y ser tan guapos? —Vas a tener que dejar que pase, cariño. —Su cálido aliento sopló contra el pelo cubriendo mi oreja. Traté de no temblar mientras volvía a asentir para retirarme rápidamente hasta apoyar mi espalda contra el coche para que pudiera pasar.

Nuestros pechos se rozaron levemente mientras maniobraba para pasar, sosteniendo mi mirada. El color café cálido con reflejos dorados en ellos ya no parecía divertido. Tragué saliva y bajé la mirada. Una vez que estuvo lejos de mí, decidí que era hora de verlo bombear gas. Necesitaba recordar que esto era una lección. Una que necesitaba desesperadamente. —Tienes que pagar primero. ¿Tienes una tarjeta o dinero en efectivo? —Su voz había vuelto a la normalidad. No más susurros sexys en mi oído. Dinero. Me había olvidado del dinero. Asentí, inclinándome hacia el coche para tomar mi bolso y sacar mi billetera. Agarré mi tarjeta y me puse de pie para entregársela. Sus ojos estaban en mi trasero en esta ocasión. La idea de que estuvo observado mi trasero me hizo sonreír. —Aquí —le dije, entregándosela mientras sus ojos se movían sobre mi cuerpo. Tomó la tarjeta y me guiñó un ojo. Sabía que lo atrapé mirándome y lo estaba disfrutando. Este era un mujeriego, del tipo que una chica inteligente se mantenía lejos. Sin embargo, yo no era tan inteligente. Le había dado mi virginidad a un hombre como él. Ocurrió en el apartamento del mejor amigo del chico. Su “mejor amigo” era en realidad una chica que estaba locamente enamorada de él. Eso no terminó bien. Estaba estudiando mi tarjeta de débito. —Della. Me gusta ese nombre. Te queda. Es sexy y misterioso. En ese momento me di cuenta que no sabía su nombre. —Gracias, pero ahora tu llevas la delantera. No sé tu nombre. Sonrió. —Woods. Woods. Era único. Nunca había escuchado el nombre Woods. —Me gusta. Te queda —le contesté. Pareció que iba a decir algo más, pero su sonrisa se volvió seria y levantó la tarjeta. —La lección número es cómo pagar. Vi y escuché atentamente mientras explicaba cada paso para bombear gas. Era difícil no distraerme por la forma dominante en la que se movía. La tristeza se apoderó de mi cuando puso la bombilla de vuelta en la máquina y tomó el pequeño pedazo de recibo. No quería que este momento terminara, pero tenía un viaje por carretera al cual volver. Después de tanto tiempo, necesitaba tiempo para encontrarme a mí misma. No podía detenerme ahora sólo porque un chico llamó mi atención en una gasolinera. Eso sería una tontería. —Muchas gracias. La siguiente parada no será tan difícil —le dije, tomando tarjeta y el recibo torpemente, tratando de meterlos en el bolsillo de mis pantalones cortos.

—Cuando sea. ¿Estás de vacaciones aquí? —preguntó —No. Simplemente estoy de pasada. Estoy en un viaje por carretera a ningún y hacia todas partes. Las cejas de Woods se estrecharon y me estudió por un momento. —¿En serio? Eso es interesante. ¿Sabes cuál es tu destino? No tenía idea. Me encogí de hombros. —Nop. Supongo que cuando lo encuentre lo sabré. Nos quedamos un momento en silencio. Comencé a caminar cuando la mano de Woods tocó mi brazo. —¿Cenarías conmigo antes de volver a la carretera? Estará oscureciendo en una hora. ¿No te detendrás en un pueblo antes para conseguir un lugar para pasar la noche? Tenía razón. Este era un pequeño pueblo, elegante y costero. Parecía ser una opción segura. Realmente no me preocupaba la seguridad. Finalmente estaba viviendo. Había tirado la preocupación al viento. Miré al extraño delante de mí. Él no era seguro. En lo absoluto. —Cenar suena bien. Tal vez después puedes decirme cuál es mejor lugar para conseguir una habitación para pasar la noche.

3 Traducido por Sofí Fullbuster Corregido por Mel Markham

Mantuve al pequeño auto rojo en el espejo retrovisor. Tenía a Della siguiéndome justo afuera del pueblo hacia un restaurante mexicano que hacía comida realmente buena. Y era una oportunidad que no le daría a nadie que conociera. Esta noche tomaría un descanso del estrés en el que mi vida se había convertido. Mi padre estaba presionándome más y más para probarme a mí mismo. No estaba seguro de que más quería de mí. No, eso no era cierto. Conocía sus planes para mí. Esperaba que me casara. Aunque no con alguien de mi elección. Ya había escogido con quién quería que me casara: Angelina Greystone. Toda mi vida, papá había planeado tener el apellido Kerrington unido al Greystone. Había mantenido sus ojos en el objetivo. Cada año pasábamos una semana en Hawái con los Greystone y papá siempre me animaba a conocer más a Angelina. Para que pasáramos tiempo juntos. Demonios, nos juntaron tantas veces cuando éramos jóvenes que terminamos teniendo sexo a los quince. Había pensado que era su primera vez hasta que me acosté con una virgen y me di cuenta de que Angelina había estado mintiendo. Yo podría haber sido virgen ese año, pero ella de seguro no lo era. Jodió mi visión de la rubia bonita. Entre más crecía, y más glamurosa se convertía, más quería alejarme de ella. Tenía garras y quería clavarlas profundamente en mí. Sabía que llegaría el día en el que cedería para hacer feliz a mi padre, pero yo lo postergaría tanto como pudiese. O lo había estado haciendo hasta que Angelina se había mudado al sur. Ahora vivía en la casa de playa de sus padres y mi padre la obligaba a fastidiarme constantemente. Necesitaba alejarme de toda la mierda que venía con ser un Kerrington y, con suerte, disfrutar de esta pequeña chica ardiente que tenía el cuerpo de una Diosa del sexo y el rostro de un ángel.

Parecía asustadiza al principio, pero luego una salvaje y despreocupada chica había emergido, y no era de rechazar invitaciones sexys. Ese cuerpo y esos grandes ojos azules habían sido todo lo que necesitaba. Mejor aún, ella no era del tipo que se quedaba. Yo conseguiría una traviesa distracción sin compromisos. Sólo se iría. El recuerdo de ese creído trasero respingado en esos pequeños pantalones cortos que apenas lo cubrían, me tenían removiéndome en mi asiento para ajustar mi excitación. Della Sloane era lo que necesitaba esta noche. Entré en el aparcamiento de ‘El Mexicano’ y aparqué en el lugar más alejado del edificio, de modo que si alguien pasaba conduciendo por allí, no notaría mi camioneta. Sin interrupciones esta noche. Iba a echar un polvo. Del tipo de polvo caliente y sin compromisos. Salí de la camioneta y observé a Della mientras salía de su auto. No llevaba sujetador debajo de su camiseta de talle alto. Sus tetas levantaban la tela, burlándose. Maldita sea, esta iba a ser una gran noche. Estaba más que seguro de que ella quería esto también. Casi había presionado su trasero contra mi polla después de que había abierto su depósito de gasolina. Sabía lo que hacía y lo hacía bien. —Buena elección. Me encanta lo mexicano —dijo, sonriéndome. Observé sus caderas mecerse seductoramente mientras caminaba hacia mí. Estaba a punto de olvidar la comida y sólo ir directo a la habitación del hotel. Su oscuro cabello caía justo debajo de sus hombros en suaves rizos naturales. También estaba más que seguro que esas largas pestañas eran cortesía de los buenos genes y no las había sacado de un producto de maquillaje. Conocía de pestañas falsas y están lucían auténticas. —Me alegra —respondí, caminando hacia delante y poniendo una mano en la parte baja de su espalda para guiarla al interior.

***

Una vez que la comida fue pedida, Della bebió un sorbito de su margarita y me sonrió. —Así que, Woods, ¿qué haces para vivir? No iba a responder eso honestamente. No me gustaba darle a una mujer demasiada información de mi vida a menos que hubiera planeado mantenerla cerca. —Trabajo en gestión.

Della no frunció el ceño o lució perturbada porque hubiera evadido su pregunta. Siguió sonriendo y bebiendo la dulce bebida amarilla. —Obviamente, no estás listo para las preguntas personales. Estoy bien con eso. ¿Qué si me dices que te gusta hacer? —Golf, cuando tengo tiempo, y llevar a chicas calientes a comer comida mexicana —contesté con una sonrisa de suficiencia. Della lanzó las manos a la parte trasera de su cabeza y se rió. Estaba tan libre de inhibiciones. No trataba de impresionarme. Era refrescante. Sus ojos centellearon cuando me miró de nuevo. —¿Cuál es tu mayor miedo? Guau. Turno de las preguntas raras. —No creo que tenga algún miedo — respondí. —Seguro. Todo el mundo tiene miedos —dijo antes de lamer la sal alrededor del vaso. ¿Ella tenía miedos? No parecía que los tuviera. —Volverme como mi padre —dije antes de que pudiera evitarlo. Esa era demasiada información. Más de lo que había admitido a cualquier persona. Una expresión ausente se asentó en su rostro mientras miraba por encima de mi hombro. —Eso es raro. Mi temor es convertirme en mamá. Sus grandes ojos azules parpadearon rápidamente y la sonrisa regresó a su rostro. A dónde sea que haya ido mentalmente, había regresado. Pensar en su madre no era algo que le gustaba hacer y lo entendía. —¿Qué te gusta hacer? —le pregunté, queriendo cambiar de tema a algo más ligero. —Bailar en la lluvia, conocer gente nueva, reír, ver viejas películas de los ochentas, y me gusta cantar —respondió, luego me sonrió antes de beber otro sorbito. A este paso, iba a emborracharse si no la observaba de cerca.

* * *

Dos margaritas más tarde y presionaba su pecho contra mi brazo mientras se reía de todas mis bromas. Iba a detenerla ahora porque ya estaba un poco borracha. No la quería totalmente bebida. —¿Estás lista para buscar esa habitación de hotel tuya y dejarme ponerte en una linda y cálida cama? —pregunté, sonriéndole y deslizando una mano entre sus

piernas. Se congeló al principio, pero luego se relajó, abriéndolas lentamente así podía mover mi mano lo suficientemente arriba como para sentir la humedad en sus bragas. Me deseaba tanto como yo la deseaba a ella. Esa fue la confirmación que necesitaba. Froté la punta de mi dedo en su empapada entrepierna y tembló contra mí. Se movió contra mi mano y cerró los ojos mientras su boca se abría ligeramente, luciendo dichosa. Maldita sea, era sensible. —¿Esto es lo que quieres? —susurré en su oído mientras deslizaba un dedo al interior de sus bragas y sentía su húmedo y caliente deseo sin ninguna barrera. —Sí —suspiró—. Pero sólo si prometes hacerme venirme. Joder. Saqué rápidamente la mano de sus bragas y agarré la billetera. Puse bruscamente un billete de cien dólares en la mesa. No teníamos tiempo para esperar la cuenta. Quería hacer exactamente lo que me hacía prometer. En cuanto a lo de hacerla correrse, me aseguraría de que se desmayase por la cantidad de orgasmos que intentaría darle. Nunca le lances a un Kerrington un reto como ese. Iríamos más allá de eso. No iba a ser capaz de conducir su auto así. Luego resolvería cómo entregárselo de nuevo. No tenía tiempo para pensar en eso ahora mismo. Abrí la puerta de mi camioneta y la empujé al interior con más fuerza de la que había pretendido. Sus grandes ojos azules se ampliaron con sorpresa y me detuve para respirar profundamente y pensar esto mejor. Tal vez no debería hacer esto. ¿Ese nervioso destello en sus ojos era realmente inocente? Su cuerpo me decía una cosa, pero sus ojos decían algo distinto. Empujó su labio inferior en su boca y lo mordió. Quería probar esa boca. No fui hasta mi asiento. Lo haría más tarde. Subí a la camioneta y cerré la puerta detrás de mí antes de coger cada lado de su cabeza e inclinarla. Mi boca cubrió la suya y dejé que su sabor se hundiera lentamente en mi interior. Cada pequeño gemido que salía de su boca golpeaba directamente en mis venas. La plenitud de su labio inferior mientras se movía con inocente hambre contra mi boca estaba volviéndome loco. Me forcé a retroceder y mirar hacia sus caídos ojos. —¿Estás segura de que quieres esto? Porque si no, necesitamos detenernos ahora. —Nunca nos veríamos de nuevo. Necesitaba saber que no era tan inocente como lo era su toque. No estaba en contra de una cosa de sólo una noche si la chica sabía lo que le esperaba. Necesitaba que lo supiera.

—Yo… —dijo, luego hizo una pausa y tragó duramente. Esa no era la respuesta que esperaba. Comencé a alejarme, pero se estiró y agarró mi camisa—. No, espera. Quiero esto. Lo necesito. Por favor, no te detengas. Aún no estaba seguro. No sonaba segura. —¿Este es tu primer rollo de una noche? —pregunté, pensando que esa podría ser la razón detrás de la forma en la que actuaba. Sacudió la cabeza y una pequeña y triste sonrisa tocó sus labios. —No. El último que tuve salió mal. Realmente mal. Quiero que me hagas olvidarlo. Quiero saber qué se siente. Nada más. Sólo hazme sentir bien. No era virgen. Eso era bueno. Un mal rollo de una sola noche haría a cualquiera sentirse inseguro de hacerlo de nuevo. Podía hacerla olvidarlo. —Te haré sentirte realmente bien, cariño —le aseguré. Luego me estiré y agarré el bordillo de su pequeña camiseta y la tiré por encima de su cabeza. No llevaba sujetador. Lo sabía, pero verla desnuda aún era impresionante. —Oh —chilló y cayó sobre sus codos, lo que sólo empujó sus pechos más cerca de mí. Era un hombre de tetas. No había ninguna duda de eso y estaba malditamente seguro de que había muerto e ido al cielo. —Esas nenas son jodidamente increíbles —juré antes de bajar la boca para empujar uno de sus redondos, y de un dulce rojo, pezones en mi boca. —Oh, sí —lloriqueó. Sonreí en mi interior. Generalmente, no me gustaban los lloriqueos, pero este no era practicado. Era auténtica. Cada llanto que salía de su boca sonaba como si realmente quisiera hacerlos. Llené mis manos con sus pechos y pasé el mismo tiempo en cada uno, provocándolos y chupándolos. Estaba malditamente seguro de que podría hacer esto toda la noche, sin cansarme. —¡Ah! Por favor, te necesito dentro de mí. Quiero correrme —suplicó Della. Quería hacerla correrse demasiado, pero si no dejaba de decir esas sucias demandas, iba a venirme primero en mis vaqueros. Alcancé la cintura de sus pantalones cortos y los bajé junto con sus bragas. Los lancé al suelo antes de extender sus piernas con mis manos. Estaba goteando. Joder, sí. La sexy esencia de su excitación encontró mi nariz y gruñí con apreciación. Necesitaba probarla. Quería que ese orgasmo que pedía ocurriera en mi boca primero. Toqué la lisa piel y froté un dedo en su centro. Della se sacudió incontroladamente contra el asiento de cuero. —Voy a besarte aquí —la previne antes de presionar los labios en el hinchado clítoris que sobresalía, necesitado de atención.

—Oh, Dios mío —gimió y agarró la parte trasera de mi cabeza con ambas manos. No pude evitar sonreír. Lamí suavemente al principio, y luego empecé a hacerlo con más seriedad. Era realmente deliciosa. Había probado a muchas mujeres, pero esta era dulce. Presioné la punta de mi nariz contra su clítoris mientras deslizaba la lengua en su interior. Sus manos se hicieron puños en mi cabello mientras gritaba mi nombre. Adoraba escucharla decirlo. Probablemente más de lo que debería para un rollo de una noche que nunca vería de nuevo. El recordatorio de que no la vería de nuevo me hizo sentir un poco agitado. Necesitaba más. Comencé a lamerla con más intensidad. Hasta que ese primer orgasmo estalló en mi boca y gritó mi nombre una y otra vez. Era la primera vez que había estado a punto de correrme en mis vaqueros desde la secundaria. Presioné un beso más en su delicada carne antes de reacomodarme y desabrochar mis pantalones. Debería esperar hasta que estuviéramos en la habitación del hotel, pero necesitaba conseguir algo de alivio primero. Si sólo iba a conseguir una noche con esta chica, entonces iba a disfrutarla una y otra vez. Joderla haría que me sintiera lo suficientemente estable como para conducir hasta el hotel más cercano que pudiera encontrar. Abrí la guantera y saqué uno de los condones que guardaba allí. Rasgué el sobre y lo deslicé en mi polla antes de mirarla. Me observaba de cerca. Su rosada lengua salió y humedeció sus labios. Gemí y empujé una de sus piernas encima de mis hombros así podía moverme entre sus piernas cómodamente. —¿Qué pasa si alguien nos ve? —preguntó, todavía jadeando por los gritos de su orgasmo. Me reí. Ahora estaba pensando en eso. —Las ventanas están tintadas, está oscuro, y no hay luces a nuestro alrededor, y también estamos a gran altura en esta cosa. Nadie va a vernos. Me dio una sexy sonrisa y dejó caer sus manos encima de su cabeza, haciendo que sus tetas se sacudieran. Esto no iba a durar mucho. Estaba malditamente cerca. Presioné la cabeza de mi polla en su entrada y comencé a empujar lentamente. Estaba apretada. Jodidamente apretada. Dios, no, por favor no dejes que sea virgen. Las chicas que lucían como ella no eran virgen a su edad. Estaban destinadas a ser folladas. —Estás apretada —jadeé. Asintió y gimió, abriendo sus piernas más ampliamente. —No soy virgen — me recordó.

Cierto. Entonces, ¿por qué quería reducir la velocidad y hacerlo más fácil para ella? Se encontraba caliente y lista. La preocupación de que fuera virgen estaba jodiéndome. Golpeé en su interior y ambos gritamos. Estaba increíblemente apretada, pero no mentía; no había ninguna barrera. No era virgen; sólo tenía un coño del cielo. Maldita sea, era increíble. Me deslicé fuera de ella, y se estiró para agarrar la manija de la puerta, preparándose para que golpeara nuevamente en su interior. —Duro… por favor… de nuevo —resolló. No me lo tuvo que decir dos veces. Me las arreglé para entrar en su interior incluso más duro esta vez y sus tetas se balancearon preciosamente. Estaba malditamente seguro de que nunca las olvidaría. Iba a correrme. Esto era demasiado. Deslicé una mano entre sus piernas y froté mi dedo en su clítoris varias veces, hasta que jadeaba y suplicaba. —¿Te gusta? Eres una chica sucia. Pidiéndome que te folle más duro —susurré contra su oído mientras utilizaba la humedad saliendo de su interior para lubricar su hinchado clítoris. —Oh, Dios, Woods. Oh, Dios. Voy a correrme de nuevo —gritó y empujé su pezón en mi boca, chupándolo mientras jugaba con su clítoris. Explotó debajo de mi toque y agarré la parte trasera del asiento y el tablero para sostenerme mientras me deslizaba en su interior dos veces antes de seguirla.

4 Traducido por Mel Cipriano Corregido por Mel Markham

Poco a poco abrí los ojos y me quedé mirando al techo. La habitación de hotel estaba en silencio. Me encontraba sola. También me sentía aliviada. No estaba segura de cómo podría enfrentar a Woods después de anoche. Yo era un montón de cosas, pero puta no era una de ellas. Pensando en los eventos de la noche anterior me sentí como algo muy parecido a una puta. No sabía lo que me había poseído... a menos que fuera el tequila. Tal vez mi coraje para tomar lo que quería había venido con un poco demasiado de alcohol, pero no me había emborrachado. Sabía exactamente lo que hacía. Woods era caliente, desbordaba carisma, y ¿mencioné que era caliente? Yo ni siquiera sabía su apellido. Me cubrí la cara con las dos manos y comencé a reír. Había tenido sexo salvaje con un hombre que acababa de conocer. ¿Qué clase de locura es esa? Al menos había usado condón cada vez que lo habíamos hecho: en la camioneta, en la ducha, en la mesa, y, finalmente, en la cama. Después del cual me había desmayado. Quería saber lo que era el buen sexo. Ahora, sabía lo que era el sexo demoledor. Misión cumplida. Una cosa era segura. Nunca olvidaría a Woods. Aquel era un viaje para experimentar la vida, y con Woods había logrado experimentar una de las cosas buenas de ella. Estirándome, me puse de pie y miré alrededor de la habitación, buscando mi ropa. Espera... mi coche. Necesitaba mi coche. Mi equipaje se encontraba en mi... Uh, mi equipaje se encontraba a los pies de la cama. ¿Qué? Lo había dejado en el coche. Saqué la sábana de la cama y la envolví a mí alrededor. Luego, me acerqué a la ventana y abrí la cortina. Me tomó menos de un minuto encontrar el coche rojo de Braden estacionado en el frente. Woods se había ido y me había traído mi equipaje.

Mi corazón se calentó ante su consideración. Si iba a tener sexo con un extraño al azar, por lo menos, había elegido a uno que no dejaba a una chica completamente abandonada.

Presente… Me senté en la oficina de mi actual jefe, Jeffery Odom, esperándolo. Me había enviado un mensaje esta mañana, pidiéndome que fuera a trabajar temprano, y que me encontrase con él allí. No podía decir lo que estaba mal. Hacía un par de semanas había comenzado coquetear conmigo y luego había pasado a algo más. Me había preocupado que esto pudiera ser un problema. Yo era camarera en el bar. También estaba allí sólo por un corto tiempo. En este viaje para encontrarme a mí misma, había tenido que parar y conseguir un trabajo hasta que tuve suficiente dinero para un par de semanas de viaje. Me gustaba Dallas. Era muy divertido. Jeffery era sexy y mayor. Me hacía sentir especial. Al menos, cuando estaba en la ciudad. En un principio, él sólo había estado allí una vez por semana, pero después de unos momentos coquetos entre nosotros, empezó a aparecer más y más. Sobre todo a la hora de cierre. Él esperaba en su coche y me enviaba un mensaje de texto para que me encontrara con él, afuera. Sin embargo, ese romance secreto estaba empezando a ser molesto. No era como si quisiera algo serio. Sólo necesitaba otros quinientos dólares, y estaría de vuelta en la carretera. Siguiente parada, Las Vegas. La puerta de su oficina, finalmente se abrió y el ceño fruncido en su rostro me alertó de que no era una visita de diversión. Podría estar yéndome a Las Vegas antes de lo que esperaba. —Siento haberte llamado aquí tan temprano, Della —dijo, caminando hacia el otro lado de su escritorio y sentándose. Eso fue todo muy correcto y frío teniendo en cuenta que había estado tomando una ducha con él hacía sólo tres noches antes de finalmente ceder y tener sexo con él. No respondí. No estaba segura de qué decir. Jeffery se pasó una mano por el pelo. —Creo que es mejor si te mudas más temprano que tarde. Lo nuestro se ha vuelto demasiado serio, y los dos sabemos que no va a durar. De acuerdo. Así que, consiguió lo que quería y ahora ni siquiera iba a dejarme hacer mis últimos quinientos antes de irme. Él sabía que yo estaba cerca de partir. Bastardo. —Está bien —le contesté y me levanté. No necesitaba esto. Podría detenerme en Las Vegas y conseguir otro trabajo. —Della —dijo, también poniéndose de pie—. Lo siento.

Me reí. Lo sentía. Seguramente no tanto como yo. Creí que íbamos a ser amigos. Me dirigí a la puerta y me di cuenta de que esa era otra de esas experiencias que quería encontrar. Había estado acostumbrada. Vivía la vida. No era un golpe tan grande para mi ego si lo pensaba de esa forma. La puerta se abrió antes de que pudiera llegar a ella, y una alta y elegante pelirroja entró con un gruñido de rabia... dirigido a mí. —¿Es ella? ¿Esta es tu puta? Mírala, se ve como una maldita zorra. ¿La encontraste en uno de esos repugnantes clubes de strippers a los que vas? Ella se ve como una stripper. Dios, Jeff, ¿cuán bajo puedes caer? Escuché sus palabras, pero no estaba segura de haber entendido lo que decía. Estaba confundida. Lo único que podía asegurar era que esta mujer me odiaba. Algo feroz. No sabía por qué, pero lo hacía. —Es suficiente, Frances. La despedí como tú lo pediste. Déjala salir. Esto es entre tú y yo —le dijo Jeffery a la pelirroja enojada. Miró hacia mí, y pude ver la disculpa en sus ojos. Me detuve de nuevo en ella y el temperamento que hervía fuera de control cuando lo miraba. —¿La despediste y crees que eso arregla las cosas? —volvió su mirada de odio hacia mí—. ¿Por lo menos te preocupa haber estado follando con el padre de mi hijo por nacer? ¿No te importó en absoluto que no sólo fuera casado, sino que también vaya a ser padre pronto? Espera... ¿qué? ¿Acaba de decir “casado”? La miré y me di cuenta que no era una broma de mal gusto. Entonces volví la cabeza hacia Jeffery. La verdad estaba allí, en su rostro. Estaba casado. Me había hecho una adúltera. Oh. Mierda. —¿Estás casado? —eso salió más como un rugido que una pregunta. Él asintió y sus hombros se hundieron como si estuviera derrotado. Di un paso hacia él y me detuve. Si lo tenía más cerca, iba a matarlo con mis propias manos. —¡Lo sientes, hijo de puta! ¿Por qué tú...? ¿Cómo pudiste…? ¡Tienes una ESPOSA y ella está embarazada! No puedo creer que hayas hecho esto. Soy tan estúpida. ¡Tan increíblemente estúpida! Todas las escondidas no eran porque no querías que los demás empleados supieran. Era por ella. —Señalé a su esposa—. Espero que te quemes en el infierno —escupí, luego me di vuelta y me dirigí a la puerta. Antes de que pudiera abrirla y largarme de allí, me detuve. Había alguien

más a quién tenía que decirle algo. Miré de nuevo a la pelirroja. Su ira se había desvanecido. Su rostro se encontraba ahora surcado de lágrimas. —Lo siento. Si hubiera sabido que estaba casado, no habría estado con él. Te lo juro. —Entonces salí por la puerta y la cerré detrás de mí. Cuando di un paso atrás en la barra, mis ojos se encontraron con Tripp. Él sacudió la cabeza y suspiró. —Tenía miedo de que te engancharas con él, pero no estaba seguro. No quise decir nada por si me equivocaba y terminaba ofendiéndote. Supongo que no sabías que era casado. Me sentí sucia y mal. Me acerqué y me senté en el taburete frente a él. —No tenía ni idea. Y ahora me siento muy mal. Quería hacer este viaje por carretera, pero ahora sólo quiero ir a casa. Tripp era el camarero de jueves a domingo. Era alto y desgarbado, y tenía el pelo castaño y corto. También tenía una mirada privilegiada. Era difícil de explicar, pero algo sobre Tripp no encajaba allí. Parecía tan fuera de lugar como yo me sentía. Habíamos pasado muchas noches hablando mientras cerrábamos la barra. No sabía mucho de Tripp, pero se había convertido en mi amigo. —Dijiste que querías ver el mundo. Vivir —me recordó mis palabras. Me encogí de hombros. —Ya no tanto. Tripp miró hacia la puerta, luego metió la mano en su bolsillo y sacó su teléfono. —Te diré algo. No te vayas a casa todavía. Date un poco de tiempo para recuperarte de esto y luego sal a la carretera de nuevo. Pasa algún tiempo en un pequeño pueblo y toma las cosas con calma. De la forma en que lo explicaba, sonaba bien, pero no estaba segura de hacerlo. —Voy a llamar a mi primo. Él tiene un poco de influencia en la localidad costera en la que crecí. Es pequeño, y un lugar muy agradable. Nada como Dallas. Mi primo puede conseguirte un trabajo, y luego puedes decidir si estás lista para salir a la carretera de nuevo. Tiene amigos en lugares altos. —Tripp me guiñó un ojo. Antes de que pudiera protestar, o encontrar una razón por la que eso era una mala idea, Tripp marcaba el número de su primo. —Hola, Jace. —Sí, ya sé que ha pasado un tiempo. La vida es una locura. —No, tienes que venir a Dallas, y separarte de esa chica a la que tu mamá dice que te controla y que no puedes ver bien.

Tripp rió y pude ver la felicidad en sus ojos. Amaba al primo con el que hablaba, y parecía que hasta lo extrañaba. —Escucha. Necesito un favor. Tengo una amiga. Ella ha pasado por cosas duras aquí y necesita un lugar para escapar. —No, sé que tienes una chica. No te estoy pidiendo que estés con ella, idiota. Puede quedarse en mi casa. Alguien podría también darle un cierto uso. Sólo habla con Kerrington. Pídele que le dé un trabajo. Sólo necesita algo de tiempo. —Sí. Ella lo es. —Estoy seguro de que va a estar contento. —Genial. Gracias, hombre. Yo te llamo en un rato. Voy a darle la información que necesita, y te la enviaré. Tripp sonrió mientras deslizaba el teléfono de nuevo en su bolsillo. —Todo está listo. Vas a tener un trabajo bien pagado, y te puedes quedar en mi apartamento, gratuitamente. He estado necesitando enviar a alguien para comprobarlo. Contigo allí, puedes encargarte de las cosas. Eso me ayudará. Luego, el mejor bonus, vas a vivir cerca de una de las más bellas playas del sur. Ve a buscarte a ti misma en la luz del sol, Della.

5 Traducido por Moni Corregido por NnancyC

Paseé de un lado a otro frente a mi escritorio. De vez en cuando miraba abajo al anillo en el centro de él. Sabía lo que significaba. También sabía que quería lanzarlo tan lejos en el maldito océano como podía. Esta era la insinuación no tan sutil de mi papá. Había ido a verlo ayer para preguntarle cuando ascendería de la gerencia para tomar mi lugar como vicepresidente de Kerrington Country Clubs. Esta fue su respuesta. Tenía que casarme con Angelina. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! No quería casarme con ella. Me haría miserable. Al fin me había rendido el mes pasado y tuve sexo con ella de nuevo. Se había presentado en mi casa en nada más que un diminuto camisón rojo, se puso de rodillas y me chupó la polla. Entre tener a mi polla mamada y el whisky que había tomado, la había follado varias veces esa noche. El problema fue que la única manera en que pude venirme fue imaginando los hermosos ojos azules de Della Sloane mirándome. Los gemidos de placer practicados de Angelina me apagaban. Ella practicaba para fingirlo. No le gustaba el sexo. Lo usaba. Conocía muy bien su tipo. No me interesaba. Yo no era mi padre. No podía casarme por dinero y conexiones y luego tener a una mujer al lado. Siempre me enojó que el jodido matrimonio de mis padres no pareciera afectarlos. Arruinaba completamente mi cabeza. Si iba a atarme a una mujer y serle fiel por el resto de mi vida por el bien de mi lugar legítimo en el negocio familiar, no estaba seguro de si quería hacerlo. Que se joda toda esta mierda. Mi papá siempre me controlaba.

Un golpe en la puerta detuvo mi pasar constante y mi discusión silenciosa. Tomé el anillo y lo guardé en el bolsillo. No necesitaba que esto se sepa. Y que Dios me ayude si era Angelina. —Adelante —dije en voz alta y me senté detrás del escritorio. Jace, mi mejor amigo desde el internado, abrió la puerta y entró a la habitación. —Hola, creí que te nos unirías en el campo por una ronda esta mañana pero nunca llegaste. Necesitaba hablar con alguien sobre esto pero no me sentía seguro de estar listo. Jace me diría que deje la ciudad y que los deje arreglar esta mierda ellos solos. Él ha estado rebelándose contra los deseos de su padre por años. —Estuve ocupado. —Esa fue mi única respuesta. Jace asintió. —Sí, me imaginé. —Se acercó y se sentó frente a mí—. Necesito pedirte un favor. Eso me llamó la atención. Jace no me pedía favores a menudo. Me incliné en el asiento y esperé. Era mejor que esto no sea sobre sacar del trabajo temprano a su novia, Bethy, quien era también una de las chicas del carrito de bebidas. Teníamos prisa por las tardes y la necesitaba. —Tuve una llamada de Tripp —comenzó. Tripp era su primo mayor. Se había graduado un par de años antes que nosotros pero habíamos tenido un año increíble juntos en el internado antes de que se fuera. No lo había visto desde que empacó y dejó la ciudad hace cinco años. —¿En serio? ¿Cómo está? —pregunté con curiosidad. Siempre me ha caído bien Tripp. Él tampoco había querido atarse a las demandas de sus padres así que se fue. Nunca miró hacia atrás. Jace se encogió de hombros. —Bien, creo. Sonaba feliz. Está en Dallas ahora. Necesito ir allá y verlo. No vino a Boston esta navidad con el resto de la familia. No espero que venga pronto. El tío Robert no está feliz con él. No me imaginaba que Robert Newark estuviera feliz con su único hijo. Se suponía que él heredaría la prestigiosa firma de abogados Newark & Newark localizada en el corazón de Manhattan. Su abuelo había construido la empresa desde el principio. Pero Tripp no quería ser abogado. Quería viajar por el mundo. —De todos modos, hay una amiga suya. Se metió con su jefe en el bar y descubrió que está casado. No lo sabía y necesita salir de la ciudad y recuperarse de esa mierda. Él me preguntó si puede enviarla aquí. Dijo que era una excelente mesera. Era muy trabajadora y nunca llegaba tarde. También dijo que es hermosa y

que los hombres aquí le darían buenas propinas. La está dejando quedarse en su casa ya que está vacía todo el tiempo, pero ella necesita el trabajo. Siempre podía necesitar una buena mesera. —Por supuesto. Sólo envíala conmigo cuando llegue a la ciudad. Le conseguiremos un uniforme y la pondremos a trabajar. Jace se veía aliviado. —Gracias. Odiaba pedírtelo, pero él sonaba preocupado por ella. Ya me ha llamado dos veces hoy para hablar sobre ella y asegurarse de que tuviera todo listo para su llegada. No quería decepcionarlo. ―Entiendo. No importa. Y dile a Tripp que dije que la próxima vez que quiera un favor me llame. Me encantaría saludarlo.

***

Jace no se había marchado hace mucho cuando la puerta de mi oficina se abrió y entró Angelina. Se echó el cabello rubio y largo sobre el hombro y me sonrió. Era esa sonrisa seductora practicada. Me aburría. Su lengua salió y se lamió los labios mientras se paseaba hacia mi escritorio. —Te he extrañado. No te he visto o escuchado de ti desde la semana pasada. Creí que nos habíamos divertido en el hoyo dieciséis. Había aceptado tomar la última ronda del día la semana pasada con Angelina. Sabía que me quitaría a papá de encima y la satisfaría. Lo que no esperé era que ella se frotara contra mí y tentara a mi polla todo el tiempo. La última vez que deslizó sus manos por el frente de mis pantalones cortos y dijo que quería ser follada la incliné y coloqué sus dos manos contra un árbol y luego la follé desde atrás. De esa manera no tenía que ver su expresión fingida de placer. Ella hacía esto para conseguir que me case con ella. Su papá quería esto y ella hacía lo que él quería. Nada más. Después de que me había corrido terminé el juego y la esquivé desde entonces. —He estado ocupado —respondí con frialdad. No entendió la indirecta. En vez de eso, se metió entre mis piernas y se inclinó sobre mí dándome una vista directa de su blusa. No tenía mucho en la parte de las tetas. No estaba seguro de qué me mostraba. Si me casaba con ella le iba a conseguir un aumento de pechos.

—Demasiado trabajo y poca diversión —dijo con voz arrulladora, cayendo de rodillas y frotando su mano sobre mi polla desinteresada—. Puedo acabar con eso —prometió y comenzó a desabrochar mis pantalones. Me había sentido mal la última vez que había dejado esto ir más lejos. La usaba. Claro, ella también me usaba pero eso no significaba que tenía que caer tan bajo. Estaba mal. No la quería. Si me casaba con ella sería porque me obligaban. No había razón para seguir con esto. Necesitaba tiempo para pensar todo. —Basta, Angelina. Tengo trabajo que hacer. Ahora no. —Resistí el impulso de empujarla a un lado. Eso sería muy frío. —Puedes trabajar y puedo hacer que se sienta bien. Mostrarte lo que puedes tener por el resto de tu vida. Los dos sabíamos que al momento en que dijera “Acepto” el sexo entre nosotros se convertiría en una tarea. Ella inventaría razones por las que no podría y descansos en el trabajo para mamadas serían cosas del pasado. —No me tomes por tonto, Angelina. Soy un hombre inteligente. Sé lo que estás haciendo y por qué. Al minuto en que nos casemos esta fachada que estás poniendo desaparecerá. Sus ojos brillaron con resentimiento. Sólo era honesto. Era hora de que ella lo fuera también. —Sólo porque mi papi quiere que me case contigo no significa que esa sea la única razón por la que quiero casarme. Me gustas. ¿Qué mujer no lo está? La diferencia entre otras mujeres y yo es que soy lo suficientemente buena para ti. Nos complementamos el uno al otro. Puedes pelear contra esto y tratar de aferrarte a tu estilo de playboy pero no voy a ir a ninguna parte. Quiero ese anillo en mi dedo que sé que tu papá compró y quiero tu apellido. El sexo podría ser increíble para nosotros sí sólo lo permitieras. No siempre seré la puta con la que fantaseas. Deberías disfrutar esa parte mientras puedas. ―Se puso de pie y alisó su falda—. Sabes dónde encontrarme cuando estés listo para admitir que esto es perfecto. Tú y yo.

6 Traducido por eyeOc Corregido por Alessa Masllentyle

Me estacioné en la estación de servicios donde conocí a Woods sólo hace cuatro meses atrás. Había sido el comienzo de mi viaje. Cuán irónico era que las instrucciones que Tripp me había dado me dejaran de vuelta aquí. No estaba siquiera segura de sí Woods vivía en esta ciudad. Me había llevado a la ciudad para comer y encontrar un hotel. A lo mejor sólo había estado conduciendo por aquí ese día también. O a lo mejor lo podía ver otra vez. ¿Qué si está casado? No, no iba a pensar eso. No iba a juzgar a todos los hombres por Jeffery. Eso era injusto. Mira a Tripp como ejemplo. Él no era nada como Jeffery. Me había dado las llaves de su condominio para estar gratis mientras lo mantuviera limpio. También me consiguió trabajo. Miré hacia el papel en mi mano. Tripp me había dado el número de teléfono de Jace y me dijo que lo llamara una vez que estuviera instalada. Me consiguió una cita con el Sr. Kerrington. Salí hacia la carretera y seguí los últimos dos giros antes de estacionarme en una unidad de condominios que tenían vista al océano. Miré la dirección que Tripp me había dado. Seguramente éste no era su condominio. Esta ciudad era lujosa y estos condominios tuvieron que haber costado una fortuna. ¿Cómo Tripp es dueño de uno? La perturbadora sospecha de que Tripp no pertenecía al trabajo de bartender y manejar una Harley-Davidson regresó a mí. Era algo más de lo que dejaba que la gente de Dallas supiera. Saqué el celular de mi bolsa y tecleé el número de Tripp. Sin respuesta. Luego tecleé el número de Jace. Sonó tres veces y una chica contestó.

―Hola. ―Arrastró la palabra. ―Um, sí, soy, uh, Della Sloane. La amiga de… ―¡Tripp! ―Chilló en el teléfono―. Hemos estado esperándote. Estoy tan contenta de que llegaste a salvo. ¿Ya estas instalada en el departamento de Tripp? Estaba muy segura que dijo que Jace era un chico. ―Un, no, no exactamente. Acabo de llegar y este lugar es muy fino. Me temo que estoy en el condominio equivocado. La chica se rió en el teléfono. ―No, estás en el lugar correcto. Estoy asumiendo que no conoces tanto a Tripp. Créeme, linda, él puede pagar ese lugar y más. Oh, por cierto soy Bethy. La novia de Jace. Él está afuera. Me agradaba. Era muy amigable. ―Si estás segura de que estoy en el lugar correcto iré a encontrar su casa y desempacar mis maletas, necesito a Jace para contactar al Sr. Kerrington para reunirse conmigo. ―Oh, no hay razón para llamarlo. Le dijo a Jace que te mandara con él tan pronto como estuvieras lista. Necesita nuevos meseros. ¿Tienes pluma y papel a la mano? Necesitas tomar nota de estas instrucciones.

***

Este era posiblemente el lugar más agradable en donde me había quedado. Tripp lo hizo sonar como si me necesitara para quedarme aquí y arreglar las cosas. Obviamente alguien limpiaba este lugar regularmente. Estaba en una condición inmaculada. Desempaqué mis maletas y después fui afuera al balcón para mirar el Golfo de México. Era hermoso aquí afuera. Tripp tenía razón. Esta era una experiencia que necesitaba. Podía trabajar y disfrutar el estar en este condominio. Sería como las vacaciones a la playa que nunca tuve mientras crecía. Siempre veía televisión y me preguntaba si la arena era tan blanca y el agua era tan azul. Lo era. Sonriendo, me senté en el diván y estiré las piernas enfrente de mí. Esto era agradable. Saqué el teléfono de mi bolsillo y marqué el número de Braden. ―¡Ya era hora! ¿Dónde estás? ¿Todavía en Dallas? ―La voz alegre de Braden me hacía extrañar mi hogar un poco. A lo mejor sólo la extraño a ella. No era como si hubiera dejado mucho atrás. Excepto por las personas que siempre

murmurarán sobre mí y querrán chismes. ―Nop. No más en Dallas. Resulta que Jeffery es casado. Escuché su fuerte inhalación de aire mientras dejaba que eso se asentara. ―Oh, no. ―Respiró―. ¡Della, eso es terrible! Lo siento mucho. ¿Dónde estás ahora? ¿Quieres que vaya por ti? Lo estás haciendo bien, ¿verdad? No teniendo pensamientos extraños… ―Su voz se apagó a lo último. Sabía que odiaba preguntarme eso pero honestamente, ¿si Braden no podía checarme de esa manera entonces quién podía? Sabía todo o la mayoría de ello. Nadie sabía todo. No podía compartir mis problemas con todo el mundo. Algunas cosas estaban destinadas a mantenerse en secreto. ―Estoy bien. Estoy de vuelta en Florida, quedándome en un condominio que pertenece a Tripp, es el bartender del fin de semana, te conté sobre eso. De cualquier forma, me consiguió un trabajo en su ciudad natal y me dio un lugar para quedarme. Tiene vista al Golfo. Estoy sentada en el balcón mirando a la hermosa playa blanca en este momento. ― ¡Oooooooh! Eso suena increíble. ¡Qué suertuda! Me encantaría visitar el Golfo de vuelta alguna vez. Y este chico Tripp suena realmente agradable. A lo mejor una vez que vuelvas al ruedo, puedas regresar a Dallas y agradecerle. ―Se burló. ―Tripp es sólo un amigo. No va a pasar. Quiero decir, le agradeceré, pero mandaré una tarjeta y algo de dinero, o algo por correo. ―Estás en lo correcto. Te presioné para comenzar a salir y mira lo que pasó. Ésta es tu oportunidad de vivir la vida. No hay razón para quedarse atada a un chico. Tienes el mundo para explorar. ―Eso es correcto. E intento hacer eso justo después de que disfrute la luz del sol y la arena por un rato más. ― ¿Cómo es el nuevo trabajo? ―No estoy segura todavía. Necesito ir y conocer al jefe. Me está esperando. Es en un club campestre así que eso debería ser una experiencia divertida. Muy diferente al bar ―dije. ―Muy diferente. Ve y consigue ese trabajo, luego me llamas y me cuentas sobre eso. No puedo esperar. Nos despedimos y terminamos la llamada. Braden era siempre mi manera de seguir en contacto. Recordando cosas. Todo lo que he pasado y todo lo que he vencido.

La noche que conocí a Braden había cambiado mi vida. La única persona que había conocido era a mi mamá. Ella no me dejaría atender a la puerta para recibir paquetes o nuestras provisiones. Tenía que esconderme en mi closet y estar callada hasta que la persona en la puerta se fuera. Braden había estado fascinada conmigo como yo lo estaba con ella. Me hizo preguntas que no había sido capaz de contestar por un largo tiempo. No podía decirle a nadie sobre mi mamá. Aun cuando era una niña entendía eso. Alejando los recuerdos, pues no quería pensar sobre eso ahora mismo, me levanté y me dirigí a la recámara que había reclamado como mía. Había dos recámaras pero una tenía una cama king size de dosel y un fabuloso jacuzzi. Tomé esa habitación. Saqué mi falda más nueva. Un pequeño estampado cheurón rosa y un top sin mangas que había comprado para acompañarlo. Después de cepillar mi cabello y aplicar algo de maquillaje, me puse un par de zapatillas rosas descubiertas de la parte del talón y me dirigí a la puerta. Tenía un trabajo que conseguir.

7 Traducido por eyeOc Corregido por Meliizza

Odiaba la administración. Esto era como mi padre me debilitaba. Sabía que odiaba esta parte del trabajo y que no merecía el estar haciéndolo. Usaba esta tortura para hacer que accediera a casarme con Angelina. Y funcionaba, maldita sea. Empujé las puertas de la cocina para lidiar con el último drama, encontrando a mi jefe de meseros, Jimmy, con las manos en sus caderas mirando a la nueva mesera, Jackie o Frankie o algo así, no podía recordar. Se encontraba cruzando los brazos sobre su pecho y mirando a Jimmy de vuelta. —¿Qué demonios está pasando aquí? Te necesito afuera, sirviendo a los clientes y no aquí peleando. ¿Alguien quiere explicarme o solo despediré sus tristes traseros? ―demandé, en un tono que sabía no podría ser escuchado fuera de estas paredes. ―Puedo decirte que está mal. Ella. Contrataste a una floja. Toma un descanso para fumar cada diez minutos y si tengo que servir a otra de sus mesas porque dejó la orden ahí por más de cinco minutos me voy a patear su trasero. ¿Me oíste? O se va ella o yo. No despediría a Jimmy. Dirigía la cocina por mí. Era también el favorito de los miembros femeninos. No tenían idea de que él prefería los miembros masculinos. Era un secreto que manteníamos, así obtenía propinas más grandes. Giré mi atención a la chica nueva. ―Creí que lo había dejado muy claro cuando te contraté que no había descansos para fumar. Jimmy dice cuando alguien toma un descanso. Es el jefe aquí. La chica dejó salir un suspiro, después se quitó su delantal y lo arrojó al piso. ―No puedo trabajar con este tipo de condiciones de esclavitud. Una chica

necesita un descanso y solo porque no soy tan rápida como él, se enoja. Bueno, que se joda. Me voy de aquí. ―Se giró y salió de la cocina. Bien. No tuve que despedirla o lidiar con las lágrimas femeninas. El único problema era que necesitaba una nueva mesera. Ahora. ―Me alegro que se fuera, pero necesitamos encontrar un reemplazo ―declaró Jimmy. ―Trata de manejarlo hasta que pueda conseguir a alguien que te ayude. ―Me dirigí a la puerta y mientras hacía mi camino a la oficina, el sonido de tacones me alertó de que era seguido. Por favor, Dios, ahora no Angelina. No me encontraba de humor. Al menos que quisiera ir a servir a los clientes, necesitaba que me dejara en paz. Giré para decirle, cuando mis palabras se congelaron en mi lengua. No era Angelina. Era Della. Se hallaba aún más apetecible de lo que recordaba y recordaba mucho. Casi cada maldito día la recordaba muy bien. Normalmente, mientras permanecía en la ducha. Su cabello oscuro lucia más largo, acomodado a un lado y extendiéndose holgadamente sobre su hombro. Se encontraba usando un ajustado top blanco que no dejaba mucho a la imaginación con esos pechos que tenía. Además vestía con una falda corta y un par de tacones que hacía que sus piernas delgadas y bronceadas lucieran aún más sexys. ¿Qué hacía aquí? ―¿Woods? ―preguntó y levanté la mirada fijándome en cada detalle de su cuerpo para encontrarme con su mirada sorprendida y confusa. ―Della ―contesté. ¿No había venido a buscarme? ¿Por qué se veía tan sorprendida? ―¿Qué estás haciendo aquí? ―preguntó, mientras una sonrisa complacida comenzaba a formarse en sus labios. Nunca le dije mi apellido. A propósito. No quería que el sexo ocasional se convirtiera en algo más. Aunque en los últimos cuatro meses me había pateado a mí mismo por no darle mi número. Me preguntaba dónde se encontraba y si alguna vez la volvería a ver. Ahora, aquí se encontraba. En mi club. ―Mi padre es dueño de este lugar ―contesté y miré su cara. Sus ojos se ampliaron y miró a su alrededor como si lo estuviera mirando por primera vez. ―¿Eres el Sr. Kerrington? ―preguntó. ―Depende. Mi papá también es el Sr. Kerrington. Normalmente soy Woods.

Della dejo salir una suave risa. ―No puedo creer esto. Creo que se supone que me tengo que reunirme contigo para hablar sobre un trabajo. Tripp me ha enviado. Tripp. ¿Esta era la chica? ¿A la que ayudaba? ¡Mierda! ¿Qué comentó Jace sobre lo que le había pasado? Consiguió fastidiar a su jefe o algo así. Demonios, no podía recordarlo. No preste tanta atención. ―Sí, ese sería yo ―contesté, había muchas razones de por qué esta era una mala idea. No necesitaba este tipo de distracción. Necesitaba encontrar una manera para lidiar con mi papá y Angelina. Ver a Della cada día iba a joder mi cabeza. ―¿Espero que esto esté bien? Quiero decir, él nunca dijo “Woods”. Siempre se refirió a ti como Sr. Kerrington. ―El tono nervioso en su voz me sacó de mi batalla interna. ―Uh, si, uh, solo vamos a mi oficina, puedes llenar el papeleo y podemos discutir donde encajarías mejor. Lejos de mí. Muy, muy lejos. Necesitaba poner su sexy trasero en otro continente. Pero estaba a punto de darle trabajo. Aquí, en mi club. Así podría torturarme con el recuerdo de nuestra increíble y alucinante noche de sexo. Ah, demonios. No esperé a que me alcanzara y caminara a mi lado. Tenía miedo de no ser capaz de controlarme al olerla, ya que, en minutos la tendría presionada contra la pared, con mis manos por todo su cuerpo. En vez de eso, caminé delante de ella y no miré atrás. La única razón por la cual sabía que me seguía era por el sonido de sus tacones. Una vez que finalmente llegué a la puerta de mi oficina, la abrí y me hice a un lado para que pudiera entrar. Contuve la respiración hasta cuando estuvo lejos de mí. ―Woods, pareces realmente infeliz con esto. Lo siento. No sabía. Ni siquiera sabía que esta era la ciudad a la que Tripp me enviaba. Me dio instrucciones y me mando en este rumbo. Me sentía desesperada por irme así que lo hice. Puedo conseguir trabajo en otro lado si esto es raro para ti. El pequeño ceño fruncido de preocupación que se formó en su nariz me hizo derrumbarme. No podía hacer esto. No podía ser duro o frío con ella. Le iba a dar el maldito trabajo, cualquier trabajo que quisiera e iba a mantenerme malditamente lejos de ella. A lo mejor debía proponerle a Angelina. Eso podría alejarme de cometer el error de perseguir a Della en cada oportunidad que tuviera.

―Lo siento. Está bien. Acabo de tener algunos problemas con los empleados y tengo drama en la cocina con que lidiar. Me sorprendiste. Pero tienes un trabajo aquí, sí lo quieres. Solo dime en lo que eres buena. ―Aparte de joder mi cerebro. Della se enderezó y mis ojos bajaron a sus pechos. El contorno de sus pezones endurecidos, mando a mí ya dura polla una completa atención. Mierda, estaba excitada. Se encontraba recordando también. ―He estado trabajando en un bar en Dallas como mesera. Ese es el tipo de trabajo que normalmente consigo. Son fáciles y las propinas son buenas así no tengo que quedarme allí por mucho tiempo. Asentí. Eso es. Viajaba por el mundo. No echaría raíces en Rosemary. No quería una relación. Quería una aventura. ―¿Quieres un trabajo de mesera aquí? Es una multitud más fácil que un bar y acabo de perder a una mesera justo antes de que llegaras. No la colocaba lejos de mí. No, la ponía justo aquí, bajo mi maldita nariz. Era un jodido idiota. ―Gracias, eso estaría perfecto. ¿Necesitas que comience en este momento, ya que acabas de perder a una mesera? Aprendo rápido ―aseguró. No, la necesitaba de vuelta en el condominio de Tripp, para poder calmarme de una puta vez. Un golpe en la puerta me interrumpió antes de que pudiera contestar y Jimmy metió su cabeza. ―Se está saliendo de control. ―Sus ojos encontraron a Della y le dio una sonrisa—. Bueno, no eres del tipo todo sexy. Por favor, dime que estas aquí por trabajo. Della sonrió y asintió. ―Perfecto. ¿La puedo tener? ―preguntó Jimmy, abriendo más la puerta. Quería decirle no, que no había terminado con ella aún. Seguía considerando acostarla sobre mi escritorio y subir esa falda para ver que tenía debajo. ―Seguro. Adelante, tómala. Tiene experiencia así que no debería ser difícil que aprenda. Della se levantó y me sonrió de vuelta una vez más. ―Gracias por esto. ―Entonces se fue con Jimmy, quien cerró la puerta detrás de él. Recosté mi cabeza en contra del asiento de cuero y dejé salir un suspiro derrotado.

Necesitaba recordar que Della se iría pronto. No era alguien que se quedaba en un lugar. No podía perder todo por lo que he trabajado por querer estar enterrado en su pequeño y apretado coño otra vez. Era tiempo de enfocarme en Angelina. A lo mejor, teniendo ese amortiguador entre nosotros evitaría cometer un error. Porque Della Sloane podría causar que lo perdiera todo. Y luego se iría. Tan dulce como sabia y tan perfecta como se sentía, no podía dejar que mi deseo por ella cambiara mi vida. Angelina haría a mi papá feliz. Seria vicepresidente y esta mierda de administración quedaría atrás. Era mi única opción. Tenía que serlo.

8 Traducido por * ~ Vero ~ * Corregido por Alaska Young

—No TOQUES esa comida, Della. Es de tu hermano. Es su favorita. Ya lo sabes. ¿Por qué siempre tratas de tirarla a la basura? ¿Por qué, Della? ¿Por qué le harías eso? Sé una buena chica, Della. Dulce y buena. —Pero, mamá, huele mal. Es vieja y hay moscas… —¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! Vete a tu cuarto. No te queremos aquí. Todo lo que haces es quejarte. Vete a tu cuarto. Vete a tu cuarto. —Mamá, por favor, sólo... vamos a prepararle un nuevo plato. Este se ha vuelto viejo. Está haciendo que toda la casa huela mal. —Él quiere que lo dejes. Vendrá a comerlo. Sólo tienes que ir a tu habitación, Della. Ve a cantar una canción bonita. Una que todos podamos disfrutar. No quería cantar una canción. Quería tirar la comida echada a perder. Negué con la cabeza y comencé a protestar cuando ella me agarró por el cuello y comenzó a sacudirme. —Te dije que cantes, Della. Deja la comida de tu hermano en paz. Es suya, maldita sea, chica. Mocosa egoísta —gritó con ese tono alto al que le temía. Empujé sus manos y luché por aire. No podía respirar. Me iba a ahogar. Un hilo de algo húmedo me tocó la mejilla y miré la sangre lloviendo sobre mí. Era su sangre. La sangre de mi mamá. Mirando hacia mis manos vi que también estaban cubiertas. Me giré para gritar por ayuda, pero no había nadie allí. Estaba sola. Siempre sola.

Me senté en la cama cuando un grito atravesó mi pecho. Abriendo los ojos miré mi desconocido entorno. Los grandes ventanales frente a mí mostraban los primeros rayos del sol de la mañana bailando a través de las olas del océano. Agarré el edredón con las manos y respiré hondo varias veces. No había vuelto a

casa. Me encontraba segura. Todo estaba bien. Mi cuerpo temblaba mientras me sentaba en silencio y miraba la belleza en la que me hallaba inmersa. No sabía si mis recuerdos eventualmente desaparecerían o si algún día me consumirían. Hasta entonces, necesitaba vivir. Cada vez que pensaba en volver a casa y rendirme sobre este viaje para descubrirme a mí misma tenía sueños para recordarme el por qué debía hacer esto. Mi tiempo era limitado. Apartando las mantas me dirigí al baño para tomar una ducha. El sudor que cubría mi cuerpo a causa de la pesadilla aferró la camiseta a mi piel húmeda. Cada mañana, durante los últimos tres años había despertado así. *** Era el final del segundo día de trabajo y no había visto a Woods desde que salí de su oficina. Comenzaba a pensar que me evitaba. Tal vez eso era lo mejor. Él era mi jefe y yo ya tenía una idea de lo mal que salir con tu jefe podía llegar a ser. Supongo que Woods se aseguraba de que pusiéramos el pasado donde necesitaba estar. Considerando que Woods me dio mi primer orgasmo lo hacía un poco difícil, pero yo podía lograrlo. Me sentía lista para disfrutar de la vida, para no preocuparme por las cosas que no podía tener. Esto se suponía que era un viaje divertido y sin angustias. Ya era hora de conseguirlo. Jeffery realmente puso un gancho en mis planes. Y también me enseñó que los hombres pueden ser unos cerdos. Necesitaba recordar eso. Una atractiva morena con una sonrisa sincera bajó del coche de lujo estacionado al lado del mío. Su atención se centraba en mí. Hice una pausa mientras ella cerraba la puerta de su coche y se dirigía hacia mí. No se vestía como los miembros femeninos de nuestra edad que yo había visto cuando fui al comedor. Llevaba un par de descoloridos y desgastados vaqueros ceñidos que colgaban bajo en sus caderas y una apretada camiseta de Corona. Los zapatos de tacón rojos en sus pies parecían difíciles de caminar. —Tú debes ser Della. Eres exactamente igual a como Tripp te describió. Soy Bethy —dijo en una voz burbujeante y ofreció su mano para que se la estrechara. La sacudí, aliviada de que se trataba de una amiga de Tripp. —Sí, soy Della. Es un placer conocerte —le contesté. Quería hacer amigos aquí. No me gusta ser solitaria. —Siento que no haber estado antes para darte la bienvenida. Las cosas han sido un poco locas. Woods y Jace son mejores amigos. ¿Conociste a Woods, verdad?

Sólo asentí. —Bueno, Woods ha estado en mi casa con Jace tratando de decidir qué hacer sobre... bueno, no importa. Probablemente no se supone que debería hablar de su vida privada con otras personas. Además, dudo que te importe oírme me divagar. De hecho, vine aquí por una razón —Hizo una pausa y me volvió a dedicar una sonrisa amplia—. Tendremos una pequeña fiesta durante esta noche en lo de Jace. La próxima semana comienza la temporada de vacaciones de primavera. Se extiende desde el primero de marzo hasta finales de abril. Este lugar se llena de gente. Quiero que vengas. No, insisto en que vengas. Hay gente que necesitas conocer. Cuanta más gente conozcas, mejor. Ojalá Blaire estuviera aquí. Ella es mi mejor amiga y la amarías. Ella y su prometido están fuera tratando con la familia. —Suspiró y se puso las manos en las caderas—. Así que, ¿vienes? Había planeado ir de nuevo al condominio de Tripp y dar un paseo por la playa y tal vez leer un libro. Pero ella tenía razón. Necesitaba conocer gente. —Por supuesto. Me encantaría. ¿En dónde y a qué hora? Bethy chilló y aplaudió. —¡Sí, estoy tan contenta! Bien, si quieres ve a cambiarte y ven a lo de Jace alrededor de las ocho. Ah, y él vive... ¿tienes un bolígrafo? —Metí la mano en mi bolso y saqué un recibo de la tienda de ayer por la noche y un bolígrafo, y luego se los di. Garabateó las direcciones y me las entregó. —¡Nos vemos dentro de poco! —gritó, luego se dio la vuelta y se dirigió a su coche. La vi alejándose antes de caminar hacia mi coche y subirme. No podía conseguir sacar su comentario sobre Woods "encargándose de…" fuera de mi cabeza. Ella tenía razón, no debería haber estado hablando de su vida personal, pero tenía curiosidad. A pesar de que no debería tenerla.

***

Encontré el lugar correcto. Autos aparcados por todas partes. Esto era un poco intimidante, pero entonces también era otra experiencia. Hacía este viaje para cosas como esta. Aparqué mi coche y salí con la esperanza de haberme vestido apropiadamente. Estuve dividida entre vestirme para adaptarme a los socios del club con los cuales llegué a ponerme en contacto durante los últimos dos días o vestirme para parecerme a Bethy. Me decidí por algo intermedio. Con una falda de

mezclilla azul, botas de cuero negro, y una clásica camiseta de Bob Marley esperando que funcionara. Antes de que pudiera llamar, la puerta se abrió y Bethy agarró mi mano y me jaló hacia adentro. —¡Estás aquí! No pude responder porque ella comenzó a gritarle a alguien que dejara de comer salsa sobre la alfombra blanca. La dejé llevarme a través de la casa llena de gente hacia la entrada trasera. —Lo siento, es tan loco. No es tan malo aquí —dijo, mirándome. Un par de chicos se encontraban sentados alrededor de una fogata con cervezas en las manos. Parecía que era nuestro destino. —Chicos, esta es Della. Amiga de Tripp. —Me sonrió y luego señaló a un chico atractivo que me recordó tanto a Tripp que no me sorprendí cuando dijo—: Ese es Jace. —Luego señaló a un chico con largos rizos rubios y una sonrisa traviesa—. Ese es Thad. —Me guiñó un ojo y decidí que me gustaba. Tenía esa mirada de "sólo por diversión" en él—. Y este es Grant, que nos sorprendió al aparecer. Pensamos que otra vez estaba desaparecido —Grant era por lejos el más apuesto del trío. Su cabello oscuro se escondía detrás de las orejas y tenía un brillo en los ojos. La sonrisa sexy que enviaba hacia mí era extremadamente tentadora. —Hola, Della, ¿por qué no vienes a compartir mi asiento? Incluso te dejaré probar mi cerveza —arrastró las palabras. Pensé en decirle que no, pero luego me sorprendí a mí misma y le regresé la sonrisa antes de caminar hacia él. —¿Vas a moverte o se supone que tendré que sentarme en tu regazo? —le pregunté con la esperanza de que el tono chistoso de mi voz no sonara estúpido. La sonrisa de Grant se convirtió en una más amplia. —Infiernos sí, quiero que te sientes en mi regazo —respondió. Intentaba decidir si Braden pensaría que era un audaz y divertido movimiento o si parecería una puta. No podría decirlo. Ella siempre fue mi juez en lo que debía y no debía hacer. La cual era una de las razones por las que me mandó a descubrir la vida por mí misma. Seguí mis intenciones. Ya había actuado como una pícara. Pasé por encima de sus piernas apoyadas en la barandilla de hierro que rodeaba la parte exterior de la fogata y luego me senté en el regazo del desconocido. —Él no estará aquí mucho tiempo, nena. Quizás quieras venir a este regazo. Nunca dejo este lugar —dijo Thad desde el otro lado del fuego.

El brazo de Grant se envolvió alrededor de mi cintura y me atrajo contra su pecho. —Nunca se sabe, Thad. Podría haber encontrado una razón para quedarme un rato. Sabía con demasiada certeza que estaba enloqueciendo. —Grant, juega limpio. Es una amiga de Tripp —lo regañó Bethy. Me pregunté si ella ahora pensaba que era una especie de puta barata. —No te pongas toda tensa en mi regazo ahora, cariño. Recárgate y ponte cómoda —susurró Grant en mi oído. Su suave acento sureño me hizo sentir cálida. Me gustaba este tipo. Me las arreglé para relajarme y hacer lo que dijo. —Aquí, puedes tener mi cerveza. Conseguiré otra la próxima vez que alguno uno de estos tontos se levante por otra ronda. Realmente no me importaba la cerveza. Pero tampoco quería ser grosera, así que la tomé. —Gracias. —No hay de qué. Me sorprendió que sus manos no fueran a mis piernas sino que una se mantuviera alrededor de mi cintura y la otra descansara sobre el brazo de la silla. Me gustó eso. Él no asumía que era fácil sólo porque me senté en su regazo. —Háblanos de Tripp. No lo hemos visto por mucho maldito tiempo —dijo Thad. No sé mucho de Tripp. Hablábamos en las noches que trabajamos juntos, pero nunca nos pusimos muy profundos con nuestras historias de vida. —Está bien. Las mujeres vienen desde muy lejos sólo para sentarse en el bar y coquetear con él. Tiene unas seguidoras dedicadas. Disfruta de su trabajo, pero después de ver este lugar no tengo ni idea de por qué se queda en Dallas. Thad posó sus ojos en Jace y ambos parecían solemnes. Ellos, obviamente, sabían por qué Tripp no se encontraba aquí y eso les molestaba. Lo extrañaban. No los culpo. Tripp era un gran tipo. —Así que, ¿por qué has venido corriendo hasta aquí desde Dallas? — preguntó Grant mientras su mano se deslizaba hacia arriba y cubría mi estómago. Su pulgar se hallaba terriblemente cerca de rozar la parte inferior de mi seno izquierdo. No sabía si esto estaba bien o si simplemente debería dejarlo. —¡Woods! Ya era maldita hora. —Las palabras de Jace me sorprendieron y ahora no sabía si estaba bien sentarme en el regazo de Grant. No esperaba que Woods estuviera aquí.

Miré hacia él y mi corazón tartamudeó cuando sus ojos oscuros se centraron en mí... o Grant... o en ambos. —No sabía que habías vuelto a la ciudad —le dijo Woods a Grant, pero sus ojos se desplazaron de nuevo hacia mí. —Sí, llegué anoche. Puede que me quede por un tiempo. —El acento burlón en su voz no parecía divertir a Woods. Vi como éste se acercó a mí y me tendió la mano. —Della, ¿vendrías conmigo, por favor? Tan atractivo como Grant era, el tono de mando oscuro de Woods era demasiado difícil de resistir. Puse mi mano en la suya y me levanté del regazo de Grant. Empecé a decirle algo pero Woods me jaló hacia el interior de la casa sin decir una palabra a nadie. —¿A dónde vamos? —pregunté, poniendo mi cerveza en la primera mesa que pasamos antes de que me hiciera derramarla. Woods no respondió. Asintió hacia la gente que lo saludó pero luego empezó a hacer caso omiso de ellos. Tuve que correr para mantener su ritmo rápido. Fuimos por un pasillo y abrió la puerta de la última habitación de la izquierda y me empujó adentro antes de cerrar la puerta tras de sí. Comenzaba a preocuparme de haberlo hecho enojar cuando se acercó hasta presionarme contra la pared. Las emociones en sus ojos castaños me confundieron. No parecía enfadado. Parecía confundido, desgarrado y tal vez encendido. —Lo siento —dijo finalmente mientras colocaba sus manos contra la pared a cada lado de mi cabeza—. Creo que pude haber estallado. No esperaba una disculpa. —Está bien —le contesté necesitando más que una explicación. —Quiero volver a estar en tu interior, Della. Quiero una excusa para subir tu falda, para que muestres tu culo sexy y sumergirme en el coño más apretado en el que he estado dentro. Vaya. Woods bajó la cabeza hasta que su aliento cálido se encontraba contra mi oído. —Es realmente una mala idea. Tener sexo contigo es todo en lo que puedo pensar, pero que es una mala idea. Aléjame y deja la habitación. Es la única manera en que puedo evitar tocarte.

La noche que pasamos juntos fue una con la que todavía soñaba cuando mis sueños eran buenos. ¿Cómo iba a marcharme cuando él lo ofrecía de nuevo? ¿Por qué lo querría? Me gustaba Woods. No sólo era sexy y muy bueno en hacerme sentir deseada. Él era considerado y muy querido por todos. Era uno de los chicos buenos. Yo necesitaba afecto. Había vivido la mayor parte de mi vida sin él. El sexo me hizo sentir cerca de alguien aunque sólo sea por un rato. Había perdido mi virginidad con un hombre que me sostuvo y acarició. Yo quería tanto ser tocada. Quería sentirme cerca de alguien. Fue un error. El tipo no había sido cariñoso y atento de la forma en que Woods era. Tener a Woods tocándome era tan diferente. Ansiaba la forma en que me hacía sentir. Moví mis manos a su pecho y las puse contra los duros músculos bajo la camisa que había lamido a fondo, cada maravillosa ondulación. —¿Qué pasa si no quiero irme? ¿Qué pasa si quiero que levantes mi falda? —le pregunté, mirándolo a través de mis pestañas. Era una pregunta sencilla. Una honesta. —Maldita sea, bebé —murmuró justo antes de que su boca cubriera la mía. La desesperación en su beso hizo cosquillas entre mis piernas. Nuestras lenguas bailaron y saborearon hasta que los dos estábamos presionando nuestros cuerpos más cerca, mientras que nuestras manos luchaban con la ropa entre nosotros. Me las arreglé para sacarle la camisa tirando de ella por encima de su cabeza y luego cubrir uno de sus pezones oscuros con mi boca y chuparlo. Mis bragas fueron bajadas y rápidamente salí de ellas mientras él las tiraba sobre mis botas. —Mantendrás estas botas puestas. Lo quiero todo fuera menos las botas — gruñó mientras sacaba mi camiseta y luego hacía un rápido trabajo con mi sujetador. Tan pronto como me tuvo desnuda volví a besar su pecho. El pecho de Jeffery no se veía así. Nunca había tocado un pecho así salvo el de Woods. Sus manos rodearon mi cintura, me levantó y me apretó contra la pared al estrellarse contra mí. —¡WOODS! ¡SÍ! —grité cuando el dolor placentero me tragó y envolví mis brazos alrededor de su cuello para sostenerme. —Mierda sí... mierda sí... maldita sea, Della, nena, he fantaseado con esto desde la última vez que estuve por aquí. Es como una especie de maldita utopía. No quiero salir nunca. La respiración de Woods era pesada mientras se inclinaba sobre mi cuerpo y hundía la cabeza en mi cuello. —Tan bueno —gimió.

—Lléname, entonces podrás hacerlo de nuevo —le prometí, deseando que se moviera. Ansiaba el orgasmo que sabía que me podía dar. Ese momento en el que no podía decir donde terminaba yo y él comenzaba. Los malos recuerdos no estaban allí para atormentarme durante ese nirvana. Era mi único momento de alivio. Tenía la intención de obtener una gran cantidad de ellos esta noche. No me importaba nada más. Sólo Woods podía hacerme sentir. Woods dejó escapar un gruñido loco antes de comenzar a bombear dentro y fuera de mí. Lamió un camino por mi cuello y me mordió en el hombro y justo por encima de mi pecho varias veces. Lo miré, desesperada por estar tan perdida en él como fuera posible. Su lengua trazó un camino hasta mi pezón y tiró varias veces antes de meterlo en su boca. Me sentía tan cerca de llegar. Mis piernas empezaron a debilitarse por el orgasmo inminente. Woods, lo notó y las agarró, acercándose aún más para usar la pared buscando soporte. Sus ojos se levantaron y en el momento en que se encontraron con los míos mi placer explotó y grité su nombre hasta que fue un gemido. —Uhh, mierda, Della, uuuh, Dios, sí. —La liberación de Woods sacudió su cuerpo con tanta fuerza que envió una segunda oleada de placer a través de mí. Me las arreglé para aferrarme a él con fuerza y apoyé la cabeza en su pecho. Nuestra respiración era dura y pesada. Sonaba como si hubiéramos corrido una maratón. Me sentía como si acabara de correr una maratón, pero hubiera logrado alcanzar el cielo en el proceso. La mano de Woods recorrió mi cabello y mi espalda una y otra vez mientras nos quedamos allí. Era un gesto tranquilizador de él que sólo hizo que me gustara más. Nunca había tenido un abrazo hasta que Braden me sostuvo la noche en que encontré a mi madre muerta. Woods me dio algo que nadie más me había dado. Busqué afecto en otros. No sólo Woods podría darme eso sino que lograba que todo lo demás se desvaneciera. ¿Si en la noche pudiera llevarlo a casa conmigo tendría mis pesadillas? ¿Podría él agotar mi cuerpo con la capacidad de traerme placer hasta que todo lo que pudiera recordar fuera él?

9 Traducido por Vanessa VR Corregido por Alaska Young

La llevaré a casa conmigo esta noche. Necesitaba más de esto. Quería saborearla de nuevo y pasar horas rodando esos dulces pezones rojos con mi lengua. Era como el crack. Había tomado toda mi fuerza de voluntad dejarla la última vez que lo hicimos. Ahora necesitaba sacarla de mi sistema o al menos morir en el intento. Ella se acurrucó más profundamente en mis brazos y su suave suspiró de satisfacción me hizo endurecerme otra vez. Maldición, era todas las clases de dulce. No debería estar haciendo esto, pero mi cuerpo tenía otras ideas. Con suavidad salí de su interior antes de volver a estar completamente duro. Tendría que cambiarme el condón pronto. —¡Woods Kerrington voy a patearte el trasero si estás haciendo lo que creo que estás haciendo! Tienes que salir de aquí. Angelina acaba de aparecer. —El gruñido de rabia de Bethy no se perdió cuando golpeó la puerta. ¡Diablos! No quiero tratar con Angelina en estos momentos. Quería cambiar mi maldito condón y hundirme de nuevo en Della. Della se alejó de mi abrazo y frunció el ceño. —¿Quién es Angelina? ¿Quién era Angelina? ¿Le miento? No, no podría. Pero decirle la verdad significaba que no conseguiría volver hacer esto. Tenía que encontrar una manera de explicarlo de modo que no termine con... lo que empezamos. —Por favor, Woods, respóndeme —dijo mientras dejaba caer sus piernas al suelo y se alejaba de mí. Sentí frío sin ella. Me puse los pantalones. Ella tenía los brazos cruzados sobre su pecho protectoramente. Sólo me hizo querer separarlos para que no estuvieran bloqueando mi vista.

—¿Woods? —estaba esperando. No podía hacerlo. No podía mentirle sólo para lograr seguirla follando. ¡MALDITA SEA! ¿Por qué tenía que ser tan honorable? —Ella pronto será mi prometida. —Las palabras hieren físicamente cuando salen de mi boca. La idea de casarme con Angelina y nunca tener esto otra vez casi me hace tirar toda esta mentira con mi padre por la puerta y decirle que se vaya a la mierda. Pero no podía. Era mi futuro y Della me dejaría pronto. No desperdiciaría mi futuro por un par de semanas de las folladas más calientes de mi vida. —¿Lo será pronto? —preguntó, tomando su sujetador. Quería ayudarla a ponérselo pero sabía que no querría que lo hiciera. No después de aclarar esto. —Le pediré matrimonio mañana por la noche durante el evento de Caridad Delamar en el club. Los ojos de Della se abrieron ampliamente y con torpeza comenzó a tratar de ponerse el sujetador y a colocar más distancia entre nosotros. —Oh, Dios mío —susurró y metió su camisa sobre la cabeza. Observé impotente cuando se ponía la falda y la ajustaba—. Oh, Dios mío, lo hice otra vez —murmuró y sacudió la cabeza con incredulidad. Cuando se dirigió a la puerta, entré en pánico. Esto no podía ser. —Della, espera. Déjame explicarte —le rogué y negó con la cabeza. —No, no lo hagas. Lo entiendo. Soy una follada fácil. Estás a punto de atarte a una chica por el resto de tu vida así que me usaste. Una última noche de diversión. —Dejó escapar una risa dura—. Soy un blanco fácil. Eso lo sé. Felicitaciones por tu futura boda. Espero que ella diga que sí. No podía encontrar las palabras para mejorar las cosas cuando abrió la puerta y se encontró cara a cara con una Bethy muy enojada. —¿Estás bien? No, no lo estás. Ven conmigo —le dijo a Della, en un tono suave. Entonces me disparó una mirada—. No puedo creerlo —dijo bruscamente. Las vi alejarse de mí. Me subí la cremallera de los vaqueros, agarré mi camisa, y me deslicé en ella. El trozo de tela rosa que le había arrancado bruscamente en mi locura por estar en su interior yacía olvidado en el suelo. Estaba caminando en esa minifalda sin bragas. Maldición. Recogí el último recuerdo que tendría de saber lo bien que se sentía Della Sloane y lo metí en mi bolsillo. *** Grant me encontró en el pasillo. Le debía una disculpa también. No es que estuviera con el ánimo de dársela. Probablemente sería el próximo en darse cuenta

de lo increíble que se sentía Della. Mi sangre se calentó cuando las imágenes de Grant tocándola destellaron en mi mente. —¿Qué demonios estás haciendo? Pensé que le pedirías matrimonio a Angelina mañana por la noche. Jace dijo que ya tienes el anillo. Dejé escapar un suspiro de frustración. —Lo tengo. Es un poco más profundo de lo que parece. Me enganché con Della hace unos cuatro meses, cuando pasaba por la ciudad. Ella es memorable. —No le diría lo buena que era porque no tenía duda de que intentaría salir con ella y sabía que el corazón de Grant se encontraba demasiado maltratado para volver a enamorarse. —¿Así que necesitabas una probada más? ¿La chica sabía lo que pasaba? Si lo hacía entonces eso es genial. Pero si no lo hacía entonces eres un lamentable imbécil hijo de puta. —La última parte salió en una voz suave mezclada con una enojada amenaza. —Soy el hijo de puta —le contesté, y lo empujé al pasar a su lado mientras Angelina se dirigió hacia mí. Tenía que lidiar con ella ahora. —Te he estado buscando por todos lados. ¿Dónde estabas? —preguntó. Empecé a mentir cuando decidí que ella no necesitaba pensar que esto era un cuento de hadas. Necesitaba la verdad. —Teniendo un muy caliente sexo salvaje. Si te pido que te cases conmigo mañana en el evento benéfico entonces necesitaba tener un recuerdo más afectuoso. La mayoría de las chicas se hubieran estremecido, pero sabía que Angelina no lo haría. Por su parte también era una transacción comercial. —Espero que fuera uno bueno porque no permitiré eso una vez que esté usando ese anillo —dijo entre dientes. —Fue increíble —le contesté y me dirigí a la puerta principal—. Vamos.

10 Traducido por Vanessa VR Corregido por Lalu♥

No quería volver a salir al balcón con Bethy. Vi a Grant caminar hacia nosotros y sólo quería irme. Esta vez dolía. Con Jeffery sólo estaba asqueada. Pero con Woods... era doloroso. Había sido diferente. O por lo menos, creí que era diferente. La forma en que me tocaba y me deseaba me había dado esperanza. Era una tonta en pensar que el sexo era la respuesta a mis problemas. Eso había sido muy egoísta. Woods no me estaba dando afecto puro. Mi corazón todavía dolía. Había querido eso tanto. Sentí los bordes de mi visión comenzar a empañarse y sabía que necesitaba estar sola. Esto no era algo que alguien tuviera que ver. No quería que estas personas pensaran que era un bicho raro también. —Sólo quiero estar sola, si no te importa —le dije a Bethy y forcé una sonrisa de disculpa antes de dirigirme afuera al frío aire nocturno. No miré atrás y no traté de encontrar mi auto. No estaba en condiciones de conducir. Necesitaba un lugar oscuro y tranquilo. Un lugar seguro. Necesitaba un lugar seguro. La palabra "seguro" mantenía un coro en mi cabeza mientras mi visión se volvió cada vez más borrosa. Me las arreglé para encontrar una casa que parecía vacía y me senté en la parte trasera de espaldas a la calle. Separé mis rodillas y metí la cabeza entre ellas. Podría superar esto. Era sólo un síntoma de mi trauma. O al menos eso es lo que los médicos seguían diciéndome. No vayas afuera, Della. Es peligroso. Tu padre está muerto porque fue afuera. Quédate aquí donde es seguro. Conmigo. Estaremos a salvo juntas. Solo nosotras dos. Sentí las lágrimas llenar mis ojos mientras las palabras de mi madre comenzaron en mi mente. Intenté tanto reprimir los recuerdos. Pero cuando estaba emocionalmente agotada regresaban. No se limitaron a esconderse en mis sueños.

Shhh, Della querida. Sé que quieres andar en bicicleta, pero muchas cosas malas te pueden pasar afuera. Sólo estas a salvo aquí. Recuerda eso. No podemos salir o cosas malas pasarán. Vamos a cantar una canción, ¿de acuerdo? Una que es feliz. Una que está a salvo. —No, no, no, mamá. No vas a hacerme esto. Soy más fuerte que tú. Puedo vencer esto —dije mientras alejaba los recuerdos. Yo no era mi madre. Quería vivir la vida. Quería enfrentar el peligro y quería conocer todas las emociones que iban junto a eso. Me senté ahí por mucho tiempo y me quedé mirando la luna. Era algo que solía hacer por mucho tiempo. Sabía que en la noche podría alejarme de la seguridad de la casa y ver a Braden. Podría montar su bicicleta por las calles oscuras y respirar el aire fresco. El cielo de la noche se había convertido en mi amigo. Por último, me limpié el rostro con el dorso de la mano y me puse de pie. Estaba bien. Atravesaría de esto sola. Braden no había estado aquí para decirme que respirara y hacerme reír mientras envolvía sus brazos alrededor de mis hombros. Esta vez había sido solo yo. Estaba orgullosa de mí misma.

***

Permanecí despierta la noche anterior pensando en empacar y marcharme, pero al final decidí que había acabado con la carrera. No podía correr cada vez que me pusiera en contacto con el dolor o un problema se cruzara en mi camino. Era el momento de que reaccionara igual que el resto del mundo y enfrentara los problemas. Sin embargo, quizá necesitaba encontrar otro trabajo. Mi jefe tal vez no quiera que trabajara para él nunca más. Sólo le preguntaría. Me gustaría caminar directo hacia él, ser muy profesional, y preguntarle si todavía tenía un trabajo o si necesitaba buscar otro. Eso sería muy fácil. Si pudiera evitar recordar cómo se veía su rostro cuando se corrió. Maldición. Eso sería un problema. Tenía que parar de pensar en Woods de una manera sexual. Era mi jefe. Nada más. Entré por la parte trasera de la casa club y me dirigí a su oficina. Quizá podría afrontar esto de inmediato. Acabar de una vez con esto así no perdería más tiempo pensando en ello. Llamé a la puerta y esperé. No hubo respuesta. Mierda. Devolviéndome, caminé por el pasillo hacia la entrada de la cocina cuando Woods entró en el edificio. Sus ojos se clavaron en mí y me detuve. Simplemente volver a verlo era

difícil. Dejé que nuestro sexo se convirtiera en más de lo que era. Me permití creer que lo necesitaba. Mentalmente sacudí la cabeza para despejarme. —Hola, señor Kerrington. Lo estaba buscando. Tengo que asegurarme de que todavía tengo un trabajo o si lo prefiere renuncio y busco uno en otro lugar. — Eso sonó muy bien y sin tonterías. Estaba impresionada. Algo que no estaba segura de entender brilló en los ojos de Woods. Dio un paso más cerca y se detuvo. —Tienes un trabajo aquí todo el tiempo que quieras — contestó. —Gracias. Aprecio esto. —No esperé una respuesta. En su lugar, me dirigí a la entrada de la cocina y nunca miré hacia atrás. Cuando las puertas giratorias se cerraron detrás de mí, dejé escapar el aliento que estuve conteniendo. Lo hice. Tuvimos nuestro cierre. No son necesarias más palabras. Lo podía ignorar y él podía ignorarme. —¡Oh Dios voy a trabajar contigo en lugar de Jimmy hoy! Me vuelve loca por las mañanas. —Una chica que sólo había visto una vez, mi primer día, me sonrió mientras entraba en la cocina con el delantal atado a la cintura. —Della, ¿verdad? —preguntó y levantó su cabello largo y castaño en una cola de caballo. —Sí y tú eres... —Miré hacia abajo a su credencial—, Violet —le contesté. Ella se rió —Te vi, hiciste trampa. Pero está bien solo nos vimos una vez antes. Tomaré las mesas del lado derecho, de la siete a la catorce. Tu toma las del lado izquierdo, de la uno a la seis. El lado derecho es el grupo más difícil esta mañana. Un montón de clientes habituales. ¿No quieres que te tire a los perros por ahora? —Gracias —respondí. —No hay problema. Quiero que te quedes. No podemos mantener a chicas buenas. *** Me las arreglé para sólo olvidar una cosa y fue la mantequilla de manzana para las tostadas de la mesa tres. Por suerte, habían sido buenos con el error y aun así me dieron una propina de veinte por ciento. No está mal. En Dallas rara vez veías propinas de veinte por ciento de hombres mayores de sesenta años. Estaba a punto de cobrar y terminar mi turno cuando Violet entró sonriendo. —Conseguiste una mesa caliente. Tres de los cuatro fabulosos están sentados en su mesa habitual, la número dos. Woods no está con ellos así que van

a coquetear contigo y Grant está ahí hoy para disfrutarlo. Son tan deliciosos a la vista. Tengo que correr. Mis mesas están despejadas y Jimmy estará aquí para el turno del almuerzo. Ella saltó por la puerta y yo estaba atascada ahí mirando hacia el comedor. No estaba lista para enfrentar a Grant o a cualquiera de ellos por el momento. Anoche estaba aún demasiado reciente. Quería correr de nuevo. Tenía que parar esto. Agarré mi bandeja y la jarra de agua helada y me dirigí a ellos. Thad, Grant, y Jace estaban hablando y no prestando atención a mí acercándome. Bien. Los ojos de Grant se levantaron para encontrarse con mi mirada y sonrió con esa sonrisa sexy y pequeña tan suya. —Estoy muy contento de verte aquí esta mañana —respondió. Él lo sabía. Mierda. ¿Todos lo sabían? —Este es mi trabajo —le contesté—. ¿Qué puedo traerles de beber? —Aseguras que ese uniforme luzca bien —respondió Thad inclinándose hacia adelante con la mirada en mi pecho y no en mi rostro. —Cállate —dijo Grant y le lanzó una mirada de disgusto—. Quiero un poco de café negro. —Café para mí también, pero necesito dos de crema y una de azúcar — respondió Jace. —Un vaso de leche —dijo Thad. —Ponlo en un maldito chupón porque está actuando como si necesitara uno —dijo Jace, rodando los ojos. —Seré un bebé si ella quiere que lo sea, a los bebés les gustan los pechos — respondió Thad con un guiño. —Eres un imbécil. —Negó Jace con la cabeza. No esperé más comentarios. Me dirigí a la cocina a preparar sus bebidas. Estaba segura de que Thad no era alguien con quién quisiera perder el tiempo. Era lindo, pero tuve la sensación de que podría volverse molesto. Cuando regresé a la mesa Woods se había unido a ellos. Mantuve la sonrisa educada y serví a los otros chicos sus bebidas. —Sr. Kerrington, ¿qué puedo traerle a usted, señor? Me las arreglé para mirarlo cuando le pregunté, pero no me perdí las cejas de Grant disparándose.

—Café negro, por favor. —Apenas me miró mientras lo dijo y volvió a hablar con Jace. —¿Están listos para ordenar? Grant se inclinó hacia delante y estaba agradecida de tener alguien en quién enfocar mis ojos. Me sentía tonta tratando de no mirar en la dirección de Woods. —No sé ellos, pero me muero de hambre —respondió—. Tráeme una hamburguesa, mediana, cargada, y asegúrate que Juan le ponga esa salsa especial. —Lo mismo para mí —intervino Thad. Forcé mi atención en la dirección de Jace y Woods. Jace me miró. —Bethy me hizo un desayuno tardío así que estoy bien con el café. La idea de mirar a Woods hizo daño a mi estómago. Odiaba sentirme incómoda en torno a él ahora. Pero era mi jefe. Así que sostuve mi sonrisa falsa y lo miré. —¿Y para usted? Woods, finalmente encontró mi mirada, pero sólo brevemente. —Nada, gracias, tengo una cita para almorzar. Con su prometida, sin duda. Asentí y me dirigí a la cocina. —Quiero aprovechar eso —dijo Thad mientras me alejaba. —Cállate —replicó Grant. Cuando le llevé el café a Woods conseguí alejarme sin más interacción con él. Jimmy entró tranquilamente y solté un suspiro de alivio. —Jimmy, te daré la mitad de mis propinas hoy si cambias las secciones conmigo en este momento. Jimmy arqueó una de sus cejas perfectamente depilada y me miró como si estuviera loca. —Muchacha, no tomaré la mitad de tus propinas. ¿Qué hay de malo en la sección en la que estás? No quería hablarle de Woods. Lo pensé un segundo y luego dije—: Esos tipos me ponen nerviosa y no me gusta esperar en la mesa del señor Kerrington. Por favor. —Terminé con una súplica final. Puso los ojos y se ató el delantal. —Está bien. Podemos cambiar de lado, pero tendré de la uno a la siete. Tienes de la ocho a la catorce. Todavía eres nueva y necesitas ganar dinero con más mesas. Asentí. —Por supuesto, muchas gracias.

—Creo que me vas a gustar. Ya era hora de que Woods contratara a otro servidor con el que me guste trabajar. Su elogio era agradable. Me gustaba la sensación de encajar.

11 Traducido por MaryJane♥ Corregido por CrisCras

Me paré en la ventana de mi oficina y vi cómo se alejaba el auto rojo de Della. Podría engañarme a mí mismo y decir que fue una coincidencia haber venido para mirar por la ventana al mismo tiempo que se iba. Pero conocía su horario. Sabía que su turno terminó, y patéticamente vine a verla llegar a su auto e irse. Me había preocupado un poco que se fuera sin decir una palabra después de anoche. Cuando hoy entré en la casa club y había venido caminando hacia mí llamándome Sr. Kerrington y asegurándose de que todavía tenía un trabajo, me sentí tan condenadamente aliviado que no había sido capaz de pedirle disculpas correctamente antes de que se marchara. Entonces decidí que era lo mejor. No hay necesidad para nosotros de seguir fingiendo que podría haber más que esto. Ella me estaba cortando y yo tenía que dejar que lo hiciera. Por el bien de ambos. Era la mejor manera para que yo no cediera y rogara por algo que no podía tener. La puerta se abrió detrás de mí sin un golpe y no tuve que mirar para ver quién era. Sólo una persona podría entrar en mi oficina sin un golpe primero. —Hola, papá —dije sin darme la vuelta para mirarlo. Lo idolatraba desde que era un niño. Ahora, una parte de mí lo odiaba. —Woods. Vine a asegurarme de que estuvieran todavía firmemente en su lugar para esta noche. Howard y Samantha estarán aquí esta noche. Están pensando en este anuncio. Decepcionar a Howard Greystone no es algo que pretendo hacer. Él sabía que no quería esto, pero seguía aquí reafirmando la importancia de la misma.

—Nada ha cambiado. —Esas tres palabras eran mucho más profundas de lo que sabía que él entendía. Nada cambió. Él todavía controlaba las cosas. Yo todavía no podía soportar la idea de estar casado con Angelina y a él todavía no le importaba una mierda. —Bueno. Tu madre ya está planeando la boda con Samantha. Han estado planeando esta boda desde que los dos eran jóvenes. Esto no es sólo asegurar nuestro futuro y el éxito de lo que tu abuelo construyó, sino que también está haciendo a tu madre muy feliz. A ella le encanta Angelina. Todo esto va a funcionar para mejor. Ya lo verás. Deja tus propias ideas sobre no casarte. —La diversión en su voz me confundió. No había nada gracioso en el hecho de que mis padres esperaran que sacrificara mi felicidad por ellos. —Por lo menos alguien está feliz —dije sin emoción. —Cuando estés casado y sentado en tu nueva oficina con vistas al hoyo dieciocho con el título de vicepresidente en tu puerta, serás feliz. Ahora mismo estás enfurruñado como un niño que no está siguiendo su camino. Sé lo que necesitas para tener éxito, y Angelina Greystone es tu respuesta. No podía mirarlo. La rabia quemaba un agujero en mi estómago, sin duda reflejándose en mis ojos. Los pasos de mi padre se alejaron de mí y la puerta se cerró detrás de él. No estaba seguro de si alguna vez sería capaz de perdonarlo por ello. O tal vez era a mí a quien nunca sería capaz de perdonar. ¿Qué hombre cedía el otro control de su vida? ¿Su futuro?

***

Angelina casi había dado la vuelta a toda la sala de baile mostrando el anillo que había colocado en su dedo delante de todo el mundo hace más de una hora. Ella brincaba de emoción y toda la habitación se lo creía. Se podría pensar que estábamos locamente enamorados. Yo no era tan buen actor. Prefería estar en el bar y beber chupitos de whiskey. —Es muy guapa. Si vas a quedar enganchado, al menos escogiste belleza y dinero. Sin duda, eso es algo. Te ves preparado para asesinar a cualquiera que se acerque a ti —dijo Jace mientras tomaba el lugar junto a mí en el bar. Angelina era hermosa de una manera clásica fría. Era elegante, refinada y manipuladora. —No puedo estar feliz de haberme convertido en el títere de mierda de mi papá —le contesté, y escuché el insulto en mis palabras. Tal vez ya bebí demasiado.

—Así es —concordó y tomó mi whisky y se lo terminó antes que yo— . Probablemente deberías aislarte. —Probablemente, pero entonces tendría que soportar estar sobrio. Jace dejó escapar un suspiro. —No iba a hablar de esto, ¿pero que pasó anoche con Della? Cogí mi vaso vacío y lo sacudí hacia el camarero. —Nada —mentí. Jace sonrió. —Eso no es lo que dijo Bethy. Al parecer, no tenías tu camisa y tus pantalones estaban desabrochados. Infiernos. Imagino que Bethy tuvo que decirle los detalles. —Conocí a Della hace cuatro meses. Tuvimos una noche, una noche realmente fantástica. Entonces volvió a entrar en mi vida y he perdido mi maldita cordura. Eso es lo que pasó. Jace dejó escapar un silbido. —Mierda. No tenía ni idea. Todo esto era una mierda, el matrimonio, mi padre, el trabajo que debía ser el mío sin putas ataduras. Mi vida era una mierda. Luego estaba Della. Dulce, sexy y divertida Della, y no podía tocarla. Ahora se encontraba fuera los de límites para mí. —No creo que me vaya a olvidar de su sabor. —Mi lengua borracha estaba suelta. Era una buena cosa que Jace fuera el único cerca para escucharme. —¿El trabajo con tu padre vale la pena todo esto? —preguntó Jace. Sabía que él pensaba que era un débil hijo de puta. No era lo suficientemente fuerte como para liberarme. —No soy Tripp. No puedo dejar todo atrás. A diferencia de él, quiero esta vida. Quiero ese trabajo. Es mío, maldita sea. Jace asintió y extendió la mano para tomar el whisky que acababa de ser servido y estaba a punto de bajar. —Te dije que estabas aislándote. Vamos a salir de aquí por unos pocos minutos. El fresco aire nocturno podría hacerte recuperar la sobriedad suficiente para ir a hablar con los clientes y actuar como si en realidad quisieras este trabajo y estuvieras dispuesto a ceder el control de tu vida. Empecé a seguirlo. Salir de aquí sonaba muy bien. —¿Dónde está Bethy? — le pregunté, buscando a su otra mitad. —Está con Della en la cocina. No quería venir esta noche, y me preguntó si me importaba si trabajaba en su lugar. ¿Della se encontraba en la cocina? Hice una pausa fuera de la sala de baile y miré por el pasillo hacia la puerta que conducía a la cocina. Della estaba allí. Tenía que disculparme. Explicarme. Algo.

—Tengo que ir a buscar a Della. Tiene que entender —le dije, volviendo a dirigirme a la cocina. La mano de Jace se cerró sobre mi hombro. —No, hombre. Esa es una mala idea. Estás comprometido y Della es tu empleada. Dibuja una línea y permanece detrás de ella. —Ya dibujé la maldita línea cuando puse el anillo en el dedo de Angelina. Sólo quiero explicárselo. Ella no entiende. —La había follado y luego le había dicho que estaba comprometido y ella había corrido. No podía seguir imaginando la expresión de su cara. Me mataba. —¿Crees que va a servir de algo? ¿Qué vas a lograr? Deja a la chica. Él no lo entendía. Sacudí la cabeza y me dirigí a la cocina. —Creo que a Tripp le gusta. Creo que ella será la razón de que vuelva a casa. Él podría no haber pensado bien cuando la envió aquí, pero tenía otras razones. Nunca dejaba a nadie vivir en su apartamento antes. Ella es diferente. Me detuve. Mi pecho dolía y mi estómago se sentía como si estuviera siendo retorcido. ¿A Tripp le gusta Della? Él era libre de viajar por el mundo con ella. No tenía responsabilidades o metas en la vida. Él sólo quería ser. Al igual que Della. Me apoyé en la pared y me quedé mirando las puertas de la cocina. ¿De qué serviría que le explicara esta mierda? Nada. Todavía era lo mismo. Yo no era el hombre que ella buscaba. Queríamos dos cosas diferentes en la vida, y el sexo increíble no duraba para siempre. Las puertas de la cocina se abrieron y mi coordinadora del evento, Macy Kemp, llegó caminando con su mano firmemente entrelazada alrededor de la muñeca de Della tirándola mientras caminaba hacia mí. Abrí la boca para decirle que dejara ir a Della pero Macy empezó a hablar. —El cantante es alérgico a los mariscos. Nadie me dijo esto, Woods. Nadie. Le habría advertido de las salsas y ensaladas si hubiera sabido. — Sacudió la cabeza y maldijo—. Acaba de salir en una ambulancia, pero el idiota va a estar bien. Lo he arreglado, por lo que debe estar bien. —Comenzó a caminar de nuevo y arrastró a Della detrás de ella. La mirada de pánico en el rostro de Della me sacó de mi confuso estado borracho. No me gustaba ver a Della molesta, ¿y por qué demonios Macy la llevaba de esa manera? —¿Qué estás haciendo con Della? —exigí. Macy miró a Della y luego me sonrió. —Necesitamos un nuevo cantante. La banda no puede tocar sin uno. Estaba en modo completo desastre cuando la encontré cantando en el baño mientras se lavaba las manos. La niña puede volar.

No era una buena elección de palabras. Mis pantalones de repente se ajustaron más y el rostro de Della se sonrojó. No podía apartar la mirada de ella. — ¿Vas a cantar? —le pregunté. Se encogió de hombros. —Sí, va a cantar. ¿Qué parte de “la oí cantar y necesito un cantante” no entendiste? En primer lugar, tengo que conseguir que se cambie en algo más apropiado. No hay tiempo. Dile a tu padre que la banda se pondrá en marcha en diez minutos. —Macy continuó su camino y Della caminó rápidamente detrás de ella. —Ella va a cantar en lo que es, básicamente, tu fiesta de compromiso —dijo Jace detrás de mí. Me había olvidado de que seguía allí de pie. —No es mi fiesta de compromiso —gruñí. —Acabas de comprometerte y toda la habitación está hablando acerca de tu próxima boda. Así que es muy, muy cerca. —Cállate, Jace.

12 Traducido por MaryJane♥ Corregido por Vanessa VR

Si habría alguna manera posible de poder salir de esto sin dejarlo, lo haría. Había cantado toda mi vida, en mi casa. Pero eso fue para escapar de mi madre y de mi realidad. No delante de la gente. Me encantaba cantar y el espejo y cepillo para el cabello habían sido mis compañeros la mayor parte de mi vida mientras le cantaba a mi público imaginario. Esa había sido fantasía. Nunca había estado segura de que mi canto era siquiera digno. Mi madre amaba escucharme cantar, pero nunca fue una buen juez de nada. Abrí la boca para explicarle esto a la señora que se presentó a sí misma como —Macy Kemp, Coordinadora del evento del club Kerrington— pero no me había permitido decir mucho. En cambio, informó a la cocina que iba ser utilizada en otro lugar y comenzó a arrastrarme detrás de sí. Esperaba que Woods detuviera esta locura cuando nos vio, pero no lo hizo. Parecía tan confundido como yo me sentía, pero no detuvo esto. Miré hacia abajo al plateado vestido corto y ceñido, que vestía. La parte trasera era descubierta y el escote caía bajo en la parte delantera. Me sentí desnuda. En más de un sentido. —No van a mirarte mucho. Están demasiado ocupados en sus pequeñas manadas elitistas. Sólo canta así tendrán música y podrán bailar, si quieren —me informó Macy mientras me empujaba por las escaleras hacia los miembros de la banda escépticos. No podía decir que les echaba la culpa. —¿Eres nuestro reemplazo? —preguntó uno de ellos con un siseo de irritación en su voz. —Por lo menos van a estar mirando su cuerpo y no oyendo lo mal que sonamos —gruñó otro y sacó la correa de la guitarra por su cabeza.

—¿Qué puedes cantar, dulce? —preguntó un hombre mayor con una cabeza calva. No quería estar aquí. No pedí esto. Encontré cada una de sus enojadas y molestas miradas con una de las mías. Los había oído antes. No eran muy buenos. ¿Quiénes se creían que eran para tratarme como si estuviera aquí para arruinar sus vidas a propósito? Si su cantante hubiera prestado atención a sus alergias, esto no habría sucedido. Pasé junto a cada uno de ellos antes de volverme para observar quién condescendientemente me preguntó qué podía cantar. —Puedo cantar cualquier cosa que me pongas —le respondí, luego salí al escenario como la diva que no era. La melodía familiar de Adele, “Someone Like You” empezó a sonar y me sentí aliviada porque conocía la letra y a la vez enferma del estómago debido a que la popularidad de la canción llamó la atención de los invitados. Había estado esperando ser ignorada. Me uní al piano con las primeras letras melancólicas. En lugar de mirar hacia el salón de baile, centré los ojos en el pianista del grupo. La aprobación en sus ojos brilló con entusiasmo y alivio cuando canté cada línea. Cómo cuando crecía en mi habitación, bloqueé todo lo demás a mí alrededor y me perdí en las letras y la música. Esta había sido mi manera de hacer frente a la locura de mi vida. Ahora hacía frente a la realidad de mi vida. Cambiamos a “Aint No Other Man”, la versión de Christina Aguilera. Que despertó al salón con la melodía divertida. Hasta ahora me las había arreglado para no hacer contacto visual con Woods a pesar de que sabía exactamente donde se encontraba. Podía sentir sus ojos en mí. —¿Puedes armonizar? —me preguntó el guitarrista. Asentí y volvió a mirar a los demás miembros y asintió. Lady Antebellum, “Just A Kiss” se puso en marcha. Hicimos con éxito el puente cuando miré a través de la habitación para ver a Woods bailando con una elegante rubia alta. Sabía que tenía que mirar hacia otro lado. Verlo y tener una imagen de él con ella en mi cerebro, me volvería loca. Pero no pude. Ella le sonreía y hablaba mientras él miraba por encima de su hombro a la nada realmente. Parecía frío. Nada como el hombre con el que estuve. Esta vez debió sentir mis ojos en él, porque volvió la cabeza hacia mí y nuestras miradas se encontraron. Cada palabra parecía como si estuviera

cantándola para él. No lo hacía. No podía ser. Pero se sentía de esa manera. Cuando la canción llegó a su fin, quité mis ojos de él y me juré a mí misma que no volvería a mirarlo. Una hora más tarde había dominado todo lo que tocaron. Incluso las canciones de Bruno Mars. El pianista me dio una palmada en la espalda y me sonrió mientras salía del escenario. —Los mataste, dulce —dijo el bajista calvo. —Cada vez que desees unirte a nosotros eres bienvenida. Claro que no puedes cantar duetos con JJ —dijo el guitarrista. Supuse que JJ debía ser el cantante principal. Lancé una última sonrisa por encima de mi hombro. No iba a quedarme. Necesitaba estar sola. Ver a Woods sostener a su prometida fue difícil. Era hermosa y perfecta. Estaba a salvo en sus brazos. Comprendía lo que sentía. Algo sobre estar con Woods te hacía sentir segura. La envidiaba.

***

Las vacaciones de primavera estaban en pleno apogeo en Rosemary y Bethy no exageró. Este lugar estaba lleno de gente. Trabajé cinco días a la semana y la mayoría de los días trabajaba dos turnos. El dinero era bueno y me encantaba trabajar con todos. Ver a Woods era más fácil ahora. Nos las arreglamos para tratarnos con amable indiferencia. Dolía a veces, cuando pensaba que me miraba y me giraba hacia él para encontrar que no lo hacía, después de todo. No estaba segura de por qué me torturaba con ello. No debería mirarme. Estaba comprometido. Mi cuerpo, sin embargo, quería que me mirara porque no era consciente de hasta qué punto estaba fuera de los límites de Woods. Hoy por fin era libre del trabajo y también Bethy. Planeamos pasar un día en la playa. Me emocioné por pasar el día bajo el sol. Estaba más caliente ahora que cuando llegué hace un par de semanas. Bethy quería que fuera a su apartamento para ir a la playa porque ella estaba en la playa privada del club. Menos personas. Invité a Violet a unirse a nosotros después de su turno de almuerzo y Bethy mencionó invitar a otro chica de carrito llamada Carmen, que hoy también tenía el día libre. Eché un vistazo a mi último texto mientras salía de los apartamentos donde vivía Bethy.

Abajo en la playa. ¡Te tengo un lugar guardado! Me giré hacia atrás y tomé mi bolsa de playa, luego salí del coche. Al mirar hacia arriba al edificio frente a mí, me asombré. Este lugar era súper selecto. Se hallaba en la propiedad del club y sabía después de trabajar aquí por un par de semanas que este lugar tenía que costar una fortuna. El sueldo de chica del carrito de Bethy ni siquiera empezaba a cubrir el costo de esto. Lo que significaba que tenía un trato porque trabajaba allí o Jace ayudaba con el alquiler. Tal vez un poco de ambas cosas. Caminé hacia el paseo marítimo y, después, a la arena caliente. Había más gente de lo que esperaba afuera. Me puse las gafas de sol y luego busqué a Bethy. La vi cuando se puso de pie y empezó a agitar los brazos en el aire. Sonriendo, me dirigí hacia las dos toallas de playa de colores brillantes que había. Entonces me di cuenta de Jace al otro lado de Bethy mientras ella se sentó de nuevo. Miré a su alrededor y vi otra toalla, pero estaba vacía a pesar de que obviamente alguien la usaba. —Me alegra que vinieras. —Bethy me miraba fijamente—. Esta toalla es tuya. Thad tiene esa que está detrás de nosotros. Está fuera en el agua. Thad. Podía tratar con Thad. Prefería a Grant pero Thad estaría bien. Por lo menos no era Woods. Pero luego dudé que viniera aquí para tumbarse en la playa durante las horas de trabajo. —Gracias por invitarme —le dije mientras ponía mi bolsa en el suelo y sacaba mi protector solar. Ya me había puesto una capa antes de salir del apartamento, pero este sol era intenso. Sentí la necesidad de ponerme más ahora que me encontraba aquí. —No me lo agradezcas todavía. No esperaba que Thad se uniera a nosotros. Puedes estar deseando no haber venido. Espero que te deje en paz. Sonreí, pensando que Thad rara vez dejaba en paz a ninguna mujer. Tomando mi protector, lo puse en mi bolsa. Me hundí en la suave y esponjosa toalla rosa y amarilla que Bethy trajo para tumbarme. —Nunca he nadado en el océano —le dije mientras me frotaba la loción en la piel y veía a la gente en el agua—. Pensé que todavía podía estar demasiado fría, pero ellos parecen estar disfrutando. Bethy dejó escapar una pequeña risa. —Está congelada. No voy acercármele hasta mediados de mayo. Pero a un montón de gente le gusta de esa manera. Si nunca lo has hecho, ve a probarlo.

Eso era algo que quería hacer. Era una parte de la vida que quería vivir. También quería hacer surf pero incluso con mi inexperiencia estaba muy segura de que requería olas mucho más enérgicas para surfear. Esas olas no eran muy altas. —Ve y pruébalo. No dejes que te detenga —instó Bethy. Le sonreí y me puse de pie para caminar la corta distancia hasta la orilla del agua. El primer chorro de agua que cubrió mis pies se sintió sorprendentemente frío. Me las arreglé para ahogar mi grito y me obligué a pararme allí. Mis pies se hundían lentamente en la arena mojada y después de un par de minutos el agua no estuvo tan fría. Me adentré aún más y tuve que detenerme de nuevo una vez que el agua se estrelló en mis pantorrillas. —Es más fácil si entras de una vez y recibes el impacto inicial —dijo una conocida voz profunda detrás de mí. Supongo que Woods venía a la playa de vez en cuando. Observé sobre mi hombro para mirarlo. Me alegré de la seguridad de mis gafas de sol. —¿Es así? —pregunté. Se encontraba de pie en la orilla con un par de pantalones cortos blancos y sin camisa. Su piel ya oscura parecía aún más bronceada contra sus pantalones cortos blancos. Eso era injusto para todas las mujeres en esta playa. Tenía que usar más ropa. —Es la única manera de hacerlo. Sigues entrando lentamente y nunca lo harás. ¿Por qué hablaba conmigo? Actuó como si no existiera desde la noche en la habitación cuando me dijo que estaba comprometido. ¿Por qué ahora? Miré de nuevo hacia el agua y traté de no pensar en la forma en que sus abdominales brillaban bajo el sol gracias al bronceador. Era un hombre comprometido ahora. Pensamientos sucios de él estaban prohibidos. —¿Quieres que vaya contigo? —preguntó, y su voz se oía más cerca. Me giré para verlo caminar varios pasos más en mi dirección. ¿Qué hacía? —Probablemente no sea una buena idea. Voy a hacerlo sola —me las arreglé para decir. —¿Alguna vez has estado en el océano? —preguntó mientras su brazo rozaba mi hombro. Ahora estaba demasiado cerca. —No —dije entre dientes, deseando que retrocediera. Lejos, muy lejos.

Oí a Woods tomar aliento rápidamente y levanté la mirada hacia él. Sus ojos estaban en mi cuerpo. A pesar de que tenía gafas de sol oscuras podía sentir su ardiente mirada en mí. No era bueno. Realmente, no era bueno. —Maldita sea, nena. ¿Dónde está el resto de tu traje de baño? ¿El resto de mi traje de baño? Volví mi atención a mi cuerpo para asegurarme de que estaba bien cubierto. ¿Qué quería decir? No faltaba nada. —Éste es mi traje de baño —le contesté. La cabeza de Woods bajó y su boca se hallaba demasiado cerca de mi oído. —Ese top apenas te cubre —susurró. Molesta, lo miré. —Si no te gusta, entonces no mires —le contesté y comencé a moverme más adentro en el agua. Conseguir distancia de él era más importante que ajustarme a la temperatura fría. —No dije que no me gustara. Maldición, me encanta. Ese es el problema. Dejé de moverme. ¿Por qué diría eso? ¿Acaso no le importaba lo que me hacía? —No puedes decirme cosas como esa. Está mal —le contesté enfadada. Woods se acercó a mí otra vez y esperé. Este era un enfrentamiento que él quería tener. Iba a dejar que lo tuviera. —Tienes razón. No debería. ¿Pero preferirías que mintiera? Te he hecho un montón de cosas Della pero no te mentí. No quiero mentirte. Podría decirte que no me preocupo por ti o que no te quiero, pero eso sería una mentira. ¿Quieres la verdad? Porque la verdad es que en lo único que puedo pensar es en estar contigo de nuevo. Trato de no mirarte porque lo único que puedo pensar es en llevarte al primer armario que pueda encontrar y besar cada centímetro de tu cuerpo. — Respiraba con dificultad y su mandíbula se movía de un lado a otro. ¿Por qué? Si me quería, entonces ¿por qué se comprometió con otra persona? Sacudiendo la cabeza, crucé los brazos sobre mi pecho protectoramente. —No lo entiendo. Sonrió y negó con la cabeza. —Nadie lo hace. Pero me gustaría explicártelo. Por favor. Simplemente toma una copa conmigo. Necesito que entiendas esto. Su táctica era diferente, pero era él mismo. Me quería para una diversión. Alguien que lo entretuviera por un momento y luego iba a encontrar otra. No era esa chica. Negué con la cabeza y comencé a salir del agua. Quería la seguridad de la playa.

—¿No dejarás que te explique? —gritó. Lo miré de nuevo. —El anillo en tu dedo es la única explicación que alguna vez necesitaré.

13 Traducido por Aimetz Corregido por NnancyC

Había pedidos que tenía que hacer que Juan, el chef a cargo, colocó en mi escritorio ayer. Llamadas de teléfono que tenía que devolver y una prometida determinada a conseguir que decida una fecha para nuestra boda. ¿Hacía alguna de esas cosas? No. Me torturaba a mí mismo en su lugar. Della necesitaba un bikini más grande y Thad estaba a punto de perder el uso de ambas manos. Rechinando los dientes, alejé la mirada de Thad que frotaba bloqueador solar en la espalda de Della y en sus hombros. Thad consiguió que entrara al agua con él. Me senté allí y observé cada agonizante segundo. Su risa con estridentes carcajadas y la necesidad de Thad de seguir tocándola, tenían una ira celosa corriendo por mis venas. No tenía derecho de estar celoso. Tuvimos sexo caliente. Eso fue todo. No conocía nada más sobre ella. Pero quería. Quería saber de dónde era. Obviamente del sur. Quería saber si tenía hermanos y hermanas. ¿Quién le dio aquellos ojos azules que vi mirarme fijamente con placer? ¿Le gustaba bailar? ¿Dónde aprendió a cantar así? Me tenía completamente jodido en el evento Delamar. Había tantas cosas que nunca tendría la oportunidad de conocer. —Tus hombros se están tornando rosados. Pensaba que con tu tez estarías acostumbrada al sol —dijo Thad y no pude evitar a mis ojos desviarse hacia atrás y mirar sus hombros. Tenía razón; estaban rosados. Me paré y caminé hasta la tienda de alquiler. —Dame una sombrilla —le dije al joven que contraté hace sólo dos semanas antes de que las vacaciones de primavera llegaran. —Sí, señor. —Asintió—. ¿Quiere que también la ponga en la arena por usted, señor?

No. Quería hacerlo yo mismo. —Lo tengo. Gracias. Tomé la sombrilla. Mis ojos fijos en Della cuando me giré para caminar de regreso. Curiosamente me observaba. Thad le decía algo al oído pero ella no le prestaba atención. Su enfoque completo se hallaba en mí. —Muévete —le pedí a Thad dándole un poco de tiempo en realidad para seguir mi orden antes de empujar el poste de la sombrilla en la arena y comenzar el movimiento circular que tardaba en cavar lo suficientemente profundo para quedarse fija y no volarse lejos. —La sombrilla no va a llegarte desde ahí —dijo Bethy con una sonrisa. —No la conseguí para mí. —¿Oh, la conseguiste para mí? ¡Qué dulce! Pero estoy trabajando en mi bronceado —respondió Bethy completamente disfrutando. —Entonces muévete. Los hombros de Della están rosados. —Listo, lo dije. Quería que lo admitiera así que lo hice. Dejé que Della pensara sobre eso por un minuto. —¿La conseguiste para mí? —preguntó Della. Podía oír la sorpresa en su voz y no levanté la mirada hasta que tuve la sombrilla segura. —Sí. —Fue mi única respuesta antes de que me acercara y recogiera mi toalla. Era hora de irme. Ella no me quería aquí y yo no debería estar. —Gracias —gritó cuando empecé a irme. Asentí sin mirarla. —¿Te vas? —preguntó Jace. —Tengo algo de trabajo que hacer. —No olvides el viernes por la noche en el Sun Club —dijo Bethy sonriendo a Jace, quien se rió entre dientes y sacudió la cabeza. Era el cumpleaños de Jace y Bethy decidió celebrarlo con una noche de fiesta en el único club de la ciudad. Ella alquiló el lugar con un poco de ayuda de Grant quien era amigo del dueño. Era solamente para invitados. —No me lo perdería —le contesté.

***

Una noche de beber, bailar y karaoke no era algo que le interesaba a Angelina. Pero al menos cumplí con mi deber y la invité. Rápidamente dijo que no

y se excusó diciendo que necesitaba volar a Nueva York para arreglar su vestido de novia. Eso tomaría unos días así que estaba dentro. Bethy terminó todas las decoraciones. Chupitos habían sido pegados a la parte de atrás de un trozo de madera deletreando la palabra veinticuatro. Había una pequeña luz en cada vaso así que el efecto fue jodidamente genial. Hablé con algunas personas mientras pasaba pero buscaba en la sala a Della. Iba a intentar hablar con ella una vez más esta noche. Verla reír y hablar con Thad y Grant como si fueran viejos amigos iba a matarme. Deseaba esto demasiado. Sabía que no miraba a uno de ellos pero conseguían conocerla. Grant dijo algo sobre Della queriendo aprender a jugar golf y me sentí inmediatamente celoso porque supiera algo personal de ella. Algo que yo no sabía. —Sabes Woods, una vez que te comprometes se espera que aparezcas con tu prometida a eventos —dijo Bethy mientras se detuvo delante de mí y me tendió un trago de algo que parecía whisky. —Tuvo que ir a Nueva York —respondí y tomé el vaso de su mano. —Hmmm, interesante —dijo con acento cansino, luego se alejó. Me bebí el trago y coloqué el vaso en la barra. Della salió del baño de damas y tomé un minuto para apreciar sus diminutos pantalones vaqueros cortos y esas botas que le vi puesta una vez. Sabía exactamente cómo se veía en nada más que las botas. La blusa de encaje negro que llevaba era sin tirantes y cuando levantaba los brazos incluso un poco, una pequeña porción del estómago se mostraba. La chica seguro sabía cómo vestir para volver loco a un hombre. —Deja la lujuria, hermano. Ya sellaste tu destino —dijo Grant con una sonrisa mientras se acercaba a mí. —No estoy casado todavía —murmuré y le lancé una mirada molesta antes de regresar a observar a Della. —No, pero lo estarás. Si querías a Della más que el trabajo de VP ya la tendrías. Tomaste esa decisión y te conozco lo suficiente para saber que estás clavado con ella. —Es más complicado que eso. Grant cruzó los brazos sobre su pecho y me miró. —¿En serio? ¿Cómo es eso? No quería explicarle cómo me sentía por Della. Esto no era asunto suyo. Él de todas las personas, debería saber lo que se siente querer a alguien que sabes es una muy mala idea. Estuvo allí, lo hizo y consiguió quemarse. Él no sabía que yo lo

sabía. Pensó que era un gran secreto. Nada con Nannette era un secreto. Nunca. Su antigua hermanastra era todo tipo de jodida maldad. Lo supo la mayor parte de su vida. Esta cosa que tenía con Della era diferente pero igual de imposible. —Sabes cuán complicadas las cosas pueden ser, Grant. Sé que sí —dije en voz baja sólo para sus oídos. Los ojos de Grant se estrecharon entonces sonrió, aunque no era algo divertido. Más como algo asqueroso. —¿Quién te contó? —preguntó. Nadie me dijo. Lo vi pasar. No hay mucho que pasé en el club que no vea o escuche hablar. —Nadie más sabe. Lo vi. No creo que alguien más lo hiciera. El rostro de Grant parecía agriarse. —Se terminó. Asentí. —Eso imaginé. Nadie puede permanecer cerca de ella por mucho tiempo. Permanecimos en silencio y ambos miramos a Della. Cuando sus ojos finalmente se voltearon y se encontraron con los míos, decidí hacer mi movimiento. Hablaríamos esta noche. No iba dejar que me botara otra vez. No esta vez.

14 Traducido por Aimetz Corregido por Alessa Masllentyle

No debería haberlo visto, pero no hubiera podido seguir fingiendo que no me miraba fijamente. En un momento de debilidad me encontré con su mirada fija y vi la tristeza en sus ojos. Tenía secretos escondidos dentro. Sabía qué se sentía. La parte estúpida de mí quería llegar y ayudarlo. Afortunadamente la parte racional de mi inteligencia sabía que andaba por aquí y que necesitaba moverme. Él querría explicar otra vez. No necesitaba su explicación. Lo entendí. Ésta noche era para divertirse con gente nueva. No correr a buscar un hueco oscuro para esconderme dentro si mi locura comenzaba a superarme completamente. Sólo tomé un par de pasos antes de que su gran mano estuviera alrededor de mi brazo. —Por favor, Della. No. Sólo quiero hablar. Otra vez con la tristeza. Incluso se reflejaba en su voz. Sufriendo de alguna manera. He sufrido por tanto tiempo sola, que identificar el dolor en otros era fácil para mí. Me sentí atraída a él de alguna extraña manera perversa. —¿Qué quieres, Woods? —pregunté sin mirarlo. —Hablar. Sólo quiero hablar. Él quería hablar. Bien. Podíamos hablar si esto le daría algún tipo de cierre. Tal vez, aliviar esa tristeza en sus ojos que me atormentaban. —De acuerdo. Pero hablemos aquí. —Estar a solas con él no iba a suceder. —Me parece bien —respondió. Finalmente me di la vuelta y lo miré fijamente. Era realmente hermoso. A veces era fácil de ignorar.

Pero de cerca, cuando estaba completamente enfocado en mí, era más difícil. Había visto esos ojos brillando con pasión. Conocía a lo que sabía su boca y había escuchado sus gritos de placer. Nunca lo haría otra vez, pero esos recuerdos eran difíciles de olvidar. —Ven siéntate conmigo —dijo, tirando suavemente mi brazo hacia una mesa vacía en la esquina. Tomé el asiento de enfrente poniendo la protección de la pequeña mesa de cóctel entre nosotros. Tenía algo que quería decir y cuanto antes lo dijera, más pronto me podría alejar de él. —¿Qué es lo que quieres hablar conmigo? —pregunté. Woods recorrió su pulgar sobre su labio inferior cuidadosamente y arrastré mi mirada lejos de su cara. No quería mirar esos labios y recordar. —Acerca de la otra noche. Trataba de ser honesto contigo, y metí la pata. No debería haberte dejado ir sin explicártelo todo. Sabía que esto era la única cosa que teníamos que hablar. Todavía no alivia el dolor que vino con él. Había sido tan abierta y libre con él. Y no, no había sido honesto. —Si hubieras sido honesto, no habrías tenido sexo conmigo antes de decirme que estabas a punto de comprometerte. No sabía que estabas en una relación. ¡Y menos una tan seria! ¿Volviste con ella cuando nosotros... la noche que nos… conocimos? Apoyó ambos codos sobre la mesa y se inclinó hacia adelante. —No. No lo estaba. No es una relación real, Della. No cómo crees que es. Es un negocio. La compañía de su padre fusionándose con la de mi padre. No somos exclusivos... o no hasta que le di el anillo. ¿Una transacción de negocios? ¿Qué? —No entiendo —le contesté finalmente. Woods soltó una suave risa amarga. —No, porque es jodido. Mi abuelo construyó el Club Kerrington. Ha tenido éxito aquí, pero no está en las grandes ligas. Si el nombre de Greystone se une con el nombre Kerrington abriría puertas para mi padre… y para mí, que no podían ser abiertas antes. ¿Greystone? ¿Dónde había oído eso antes? —¿Tu prometida es una Greystone? —pregunté, tratando de entender lo que me decía.

—Sí, es la única heredera del nombre Greystone. Su padre y el mío lo ven como una solución ganadora para ambos. Un día controlaré no sólo Kerrington sino el imperio de Greystone también. Guau. Entonces, la gente realmente se casa por razones tan superficiales como ésta. ¿Es ese el por qué parecía triste? —¿Te hace feliz? —pregunté, mirando su rostro por cualquier señal de respuesta en vez de escuchar sus palabras. —No. Pero también quiere este acuerdo —respondió. El arrepentimiento grabado en su rostro hirió mi corazón. No me gustó que hubiera tenido sexo conmigo sin decirme todo esto, pero aun así no quiero que esté tan triste. Sólo tenemos una vida y eso era todo. Lo sabía mejor que nadie. Había perdido la primera parte de mi vida encerrada. Él perdería la última parte en una situación muy similar. Su corazón podría ser encerrado. Sin utilizar. —¿Esto es lo que quieres? —finalmente pregunté. No respondió de inmediato. En cambio, me miró intensamente. Mi corazón aceleró su ritmo y me di cuenta de que siempre sería así cerca de Woods. Se había conectado con él y no podía parar eso. Había tratado. —Sí, y no. Quiero lo que he crecido sabiendo que sería mío. Quiero tomar el lugar que me corresponde en el negocio de mi familia. He trabajado duro para ello. Pero… no quiero a Angelina. Sus ojos dijeron más de lo que deberían. Bajé mi mirada y vi mis manos descansando en mi regazo. Tenía que tomar una decisión. Podía continuar tratando de alejar a Woods o podía perdonarlo. Podía ser su amiga. Nada más. Me dio un trabajo cuando lo necesitaba. Lo dejaría pronto. Llegará el día que me vaya de todos modos. Hasta entonces, tal vez podría compartir recuerdos y momentos con Woods. Juntos podemos encontrar la felicidad en la vida. Nuevas experiencias. Su último sabor de libertad y mi primera experiencia. Levantando los ojos, me encontré con su mirada fija. Esperaba algo de mí. — ¿Podemos ser amigos? ¿Incluso después de todo lo demás? Podríamos simplemente sólo comenzar de nuevo —sugerí. Los músculos del cuello de Woods se movieron cuando tragó. Me preguntaba si lo había leído mal… si él necesitaba sólo un cierre y nada más. Pero sus ojos decían algo diferente. —Eso me gustaría. Sonriendo, extendí mi mano hacia él. —Hola, soy Della Sloane. Una torcida sonrisa tocó la cara perfecta de Woods y deslizó su mano en la mía. —Woods Kerrington. Es agradable conocerte Della.

Su toque cálido me causó temblar, aparté mi mano y me levanté. —Voy a buscar un trago. Guárdame un baile esta noche Asintió. —Sin duda. Bethy me encontró en el bar. Había planeado tomar un profundo aliento calmado después de obtener lo suficiente de Woods para pensar en esto. Pero en cambio me las arreglé para sonreírle como si nada. —¿Puedo preguntar sobre qué era el apretón de manos? —dijo Bethy, sentándose en el taburete a mi lado y ordenando dos tragos de limón. —Estamos empezando de nuevo. Esta vez sé que está comprometido y vamos a ser amigos. Bethy asintió, pero pude ver la incredulidad en sus ojos. —Realmente lo somos. Nada más —le aseguré. El barman deslizó dos de las bebidas amarillas pálidas en nuestro camino. —Creo que tú lo crees. Pero Woods no quiere a Angelina. Si soy escéptica sobre él manteniéndolo amigable entre los dos, verás que tengo razón. Bethy incluso sabía que no quería casarse con Angelina. No entendía esto. ¿Sería tan malo que no se fusione su nombre con el de ella? —Parece que está sacrificando su felicidad por el dinero y la ganancia. No creo que vaya a terminar bien tampoco. Bethy se tomó su trago y luego limpió una gota de su labio inferior con la yema de su dedo pulgar. —Será un desastre. Va a ser miserable. Pero cree que esto es lo que quiere de la vida. Nadie puede convencerlo de lo contrario. En su mundo de dinero y poder es lo que lo hacen. Es por eso que Tripp se alejó. No quería jugar a ese juego. ¿Tripp? También había tenido ese tipo de ultimátum. Pero se había ido. Había huido. No sacrificó su felicidad. Él estaba viviendo. No había ninguna jaula manteniéndolo dentro. Las jaulas eran asfixiantes. Odiaba la idea de Woods viviendo en una. —Yo estoy de paso. Mientras estoy aquí creo que podemos ser amigos. Me cae bien. Quiero llegar a conocerlo. Cuando tenga que recordarlo un día no quiero que sea sólo el sexo. Quiero conocer al hombre. ¿Eso está mal? Bethy tomó mi trago de limón y me lo entregó. —No. No lo está. Ahora bebe. Necesito a alguien para el karaoke y esa eres tú. Sacudí mi cabeza. —Oh, no. No soy yo.

Bethy asintió. —Sí, tú. He oído acerca de tus increíbles habilidades vocales. Es hora de escucharlas. Vamos hazlo por mí. Por favor. Tomé el vaso y bebí rápidamente el trago amargo.

15 Traducido por Lalu Corregido por Aimetz

Grant tomó el asiento de Della cuando ella se alejó. —Supongo que eso significa que han hecho las paces —dijo Grant, poniendo su cerveza en la mesa. —Somos amigos —le contesté. No muy seguro de que fuera a funcionar, pero iba a asegurarme de que así fuera. —Amigos —respondió y asintió como si estuviera de acuerdo. La expresión de su cara parecía con gracia, aunque dijo—: Buena suerte con eso. Su comentario me molestó, pero tenía razón. Necesitaba toda la suerte que pudiera conseguir. Evitar que mis sentimientos fluyan cerca de ella iba a ser difícil. —Gracias. Grant rió. —Parece que piensas como yo, eso es tan imposible. Empecé a responder cuando Bethy subió al escenario. —Es hora del karaoke. Ahora que todos hemos tenido un poco de licor libre, podemos cantar. Sin embargo no te preocupes, no voy a hacerte venir aquí. Tienes una canción entera para beber suficiente hasta llegar aquí. Della ha accedido a cantar primero porque no tiene que estar borracha para hacerlo. Cambié mis ojos a Della que miraba hacia Bethy como si quisiera meterse debajo de una mesa. Quería ir salvarla de esto, pero no pensaba ir a cantar. —Yo me encargo —dijo Grant y saltó. Lo vi deambular hacia Della y dijo algo que la hizo mirarlo fijamente. Estúpido hijo de puta. ¿Qué hacía? Della deslizó su mano en la suya y se acercaron al escenario juntos. Iba a cantar con ella. No había cantado frente a una multitud desde la secundaria.

Della parecía aliviada de no estar allí sola. Las letras de "Picture" de Sheryl Crow y Kid Rock aparecieron en la pantalla. Iba con una canción de Kid. No es de extrañar, a él siempre le gustaba cantar canciones de Kid Rock. El sonido familiar comenzó a sonar través de los altavoces. La voz de Grant se unió a la canción y me permití mirar a Della. Ella lucía impresionada con su canto. La mayoría de las personas lo hacían. Hasta que oían a Rush Finlay cantar. Rush y Grant fueron hermanastros por unos pocos años. Pero había sido suficiente para unirlos. Nunca entendí por qué Rush no cantaba más, sabiendo que eso enloquecía a las chicas cuando era más joven. Quizás fue el hecho de que no quería ser su padre. No quería ser comparado con él. El padre de Rush era el famoso baterista de Slack Demon. Sin embargo a Grant no le había importado usar sus habilidades vocales para atraer a las chicas. Della comenzó su parte de la canción y la habitación quedó en silencio. Era increíble. Había estado completamente anonadado cuando abrió la boca para cantar en el baile Delamar. Esta fue una de las cosas que quería saber más de ella. Tenía que haber sido cantante durante mucho tiempo. —Iré a por ella. Voy a hacer un movimiento. Tu culo está comprometido. Por lo tanto, puedes seguir enojado y todo eso, pero aun así haré un movimiento. Es caliente y vale completamente la pena una patada en el culo —me informó Thad. Lo miré mientras se sentaba frente a mí y se encogió de hombros antes de mirar hacia arriba al escenario. Ella era demasiado inteligente como para meterse con Thad. No era su tipo. —Si es que no termina en la cama de Grant está noche. La está mirando como si estuviera listo para estar en ella. Vi a Grant terminar la canción y darle un abrazo. Mis puños se apretaron con fuerza. ¿Qué hacía? —Amigo, te ves como si necesitaras recordar que tienes tu culo estúpido comprometido —dijo Thad, levantándose. Las manos de Della descansaban en los brazos de Grant un poco demasiado cómodo. La mirada de Della abandonó el rostro de Grant y sus ojos me encontraron. Inmediatamente sus manos cayeron y se apartó de Grant después de que él le destellara una sonrisa más. Luego dio media vuelta y abandonó el escenario.

La observé mientras se abría paso entre la multitud. Se dirigió hacia la entrada trasera que conducía a los baños. No pensé en ello demasiado. Me paré y la seguí. Ya había desaparecido en el baño cuando llegué allí, así que esperé. No estaba seguro de lo que iba a hacer. No habíamos acordado convertirnos en amigos como para otra vez empujar su espalda en ese pequeño cuarto y tomarla contra la pared, eso no era una buena idea. Estaba seguro de que ella no estaría dispuesta. Eso me ardía como ácido en la garganta. La había tenido. Podría haberla tenido más. Mirando fijamente a la puerta, decidí que era una mala jugada. Otro error. No debería estar aquí. Quería conocer a Della y esta no era la manera de hacerlo. Me empujaría lejos si intentara algo. Aceché por el pasillo alejándome de la tentación. —¿Woods? —La voz de Della me detuvo. No podía volver allí. La miré por encima del hombro. —Oye, lo hiciste muy bien allí. Sheryl Crow es difícil de cantar. Se sonrojó. —Gracias. Fue muy divertido. Me puse nerviosa cuando Bethy me lo pidió pero me alegro de haberlo hecho. —También estoy feliz de que lo hayas hecho. Se acercó a mí. —¿Qué tal bailar ahora? Quería bailar con ella. Quería que quedara en mi memoria. Esa experiencia. Le tendí la mano y colocó la suya en la mía. Me quedé mirando su pequeña mano y sentí como mi pecho saltaba. La tensión que me rodeaba sólo se hizo más fuerte cuando cerré mi mano alrededor de la de ella y la llevé a la pista de baile. Podía sentir los ojos en mí pero ahora no importaba una mierda. Podían mirar. Podían juzgarme. Esto era lo que quería y le dije—: Sí. —Iba a pasar tiempo conociendo a Della. Si no, lo lamentaría por el resto de mi vida. Jimmy había tomado el micrófono y había comenzado a cantar "Wanted" de Hunter Hayes. Estaba agradecido por una canción más lenta. Eso significaba que la tendría en mis brazos. Della deslizó sus manos por mis brazos y se quedó allí. Los deslizó detrás de mi cuello y la presioné cerca de mí. —Hueles bien —dijo en voz baja. Casi me perdí lo que dijo, habló en voz muy baja.

—No tan bien como tú hueles, confía en mí —le respondí y se tensó mientras mis manos se apretaron en su cintura—. Es la verdad, Della. Te lo he dicho antes, hueles increíble. No te pongas tensa porque estoy siendo honesto. Se relajó un poco. —Está bien tienes razón. No hay nada malo en pensar que tus amigos huelen bien. —El tono burlón de su voz era lindo. —¿Hay una regla que dice que ya que somos amigos no puedes envolver tus manos alrededor de mi cuello? Della se detuvo un momento y luego sus manos se deslizaron hacia arriba y sobre mis hombros. —No soy lo suficientemente alta como para que vayan más allá. Incluso en estas botas. —Esto está bien —le aseguré, y la atraje hacia mí—. ¿De dónde eres Della Sloane? Se echó a reír. —Se podría buscar fácilmente en mi hoja de vida que tú tienes para saber esa información. Tenía razón. Podía. —Pero quiero oírlo de ti. No quiero leer tu archivo. Della inclinó la cabeza hacia un lado y me estudió un momento. —Macon, Georgia. Me había imaginado Alabama o Georgia. Su acento era fuerte. —¿Tienes hermanos o hermanas? Una mirada melancólica tocó su cara y negó con la cabeza. —No. —Así de simple “no” sonaba como mucho más. No me decía algo. —No pareces ser hija única. El viajar por el mundo sin preocupaciones se parece más a algo que el bebé de una familia haría. Della sonrió, pero era un secreto que no iba a decirme. Me pregunté si alguna vez conocería esos secretos. —No estoy libre de preocupaciones. Ni siquiera cerca. Espero que un día pueda saber lo que se siente. En este momento estoy tratando de encontrarme. Tú sabes lo que quieres de la vida, yo no lo sé. No tengo ni idea. ¿Lo que yo quería en la vida? ¿Lo sabía? ¿Era incluso ahora lo mismo de antes? —Sé mucho menos de lo que crees. Sonrió. —¿Es eso cierto? Besar esos pequeños labios sexys era tentador. Oh tan tentador. —¿Cuándo es tu cumpleaños? —le pregunté en lugar de responder a su comentario. Della suspiró y apartó la vista de mí. —Seis de Abril. ¿Cuándo es el tuyo?

—Diez de diciembre. ¿Cuál es tu color favorito? Se rió. —Azul. Azul pálido. ¿Cuál es el tuyo? —Hace un mes habría dicho rojo, pero he cambiado de opinión. Ahora también me gusta el azul. —¿Por qué? —Arqueó una ceja y me miró. Estaba a punto de decirle que era porque tenía los ojos azules. Ella ponía tenso todo en mí otra vez. —Un hombre puede cambiar de opinión. Ahora me gusta el azul. —No le di tiempo para pensar en eso—. ¿Quién fue tu maestra de primer grado? —le pregunté rápidamente para distraerla. Della dejó de bailar y se alejó de mí. Sus ojos parecían casi vidriosos. ¿Dije algo malo? ¿Se había dado cuenta de por qué había dicho que el azul era mi color favorito? —Necesito un trago —dijo con una sonrisa nerviosa tambaleante y luego salió corriendo lejos de mí. ¿Cómo iba a molestarla preguntarle acerca de su maestra de primer grado? Había algo en lo profundo de sus ojos, diciendo una historia que me temía que nunca sabría.

16 Traducido por NnancyC Corregido por Aimetz

Era una pregunta simple. Dulce, realmente, que a él siquiera le importara. ¿A alguien alguna vez le había importado cosas tan insignificantes con respecto a mí? Nunca me habían hecho tales inocentes preguntas personales. Pero había preguntado sobre mi profesora y todo lo que podía ver era mi madre. Siéntate aquí, Della. No mires por la ventana. Tienes que hacer este trabajo. Para ser inteligente tienes que leer Shakespeare. Te recordará cuán peligroso el mundo puede ser. Sacudí la cabeza para despejar los recuerdos. No podía hacer esto aquí. No ahora. Está oscuro afuera, Della. Cosas malas están en la oscuridad. Cierra tus ventanas y puertas con llave y permanece oculta y encerrada. El monstruo bajo la cama te escuchará si te levantas. No mamá. Aléjate. —Della, no salgas otra vez esta noche. Lo malo está allí afuera esperando por ti. Quédate conmigo. Tu hermano se preocupa por ti. No quiere que te lastimen. Permanece a salvo en tu cama. —Della, ¿estás bien? —Brazos fuertes me atraían cerca. Fui de buena gana. Necesitaba alejarme de ella. No quería recordar esa noche. Sabía que lo haría si ella seguía en mi cabeza mucho tiempo. —La tengo. Muévete. —La voz de Woods envió calidez a través de mí. Me liberaban de los recuerdos. No me llevaban esta vez. La noche fresca rocío mi rostro y me di cuenta que estaba siendo cargada. Tomé una profunda respiración calmante y la opresión en mi pecho se fue. Woods me había sacado de ello. No había sido dejada para recordar sola.

Parpadeé varias veces y mis ojos volvieron a enfocarse. La oscuridad se había ido. Woods se sentó en un banco por el paseo de la playa y me mantuvo firmemente en su regazo. —Volviste —dijo con sencillez. Asentí. No estaba segura de que decir. No quería decirle lo que acababa de suceder. —Bien —dijo sencillamente y apartó el cabello de mi rostro con su mano libre. Todavía me sostenía acurrucada contra su pecho con su otra mano. —Gracias. La boca de Woods permaneció en una línea apretada. Estaba preocupado. Le había asustado. Comencé a sentarme derecha y me sostuvo más apretada. —No vas a pararte hasta que me cuentes algo. Mi estómago se hizo un nudo. Nunca le había contado a alguien más que Braden y ella sabía por qué. No podía decirle a Woods. No le hablaría sobre ello. —No tienes que contarme por qué eso acaba de suceder. ¿Pero sucede a menudo? Esta no era una pregunta justa. Decirle la verdad sin decirle sobre mi pasado únicamente le haría pensar que estaba loca. Tal vez así era. Nadie lo sabía con seguridad. Yo podría estar… ella estaba loca. Podría estarlo también. Era mi más grande miedo, que un día también perdería los estribos. Al igual que ella lo hizo. Quería vivir mi vida porque si ese día llegaba, quería haber vivido una vez. —Son desencadenados por determinadas cosas —le dije y me moví para salir de sus brazos de nuevo. Me soltó esta vez. Me sentí agradecida y todavía deseaba que hubiera luchado para sostenerme más tiempo. Debido a que necesitaba cariño de alguien después de que tenía aquellos episodios. Me ayudaba a recuperarme más rápido. —¿Lo desencadené yo? —preguntó. Me encogí de hombros y miré al golfo en lugar de a él. Su pregunta lo había desencadenado. No iba a decirle eso sin embargo. Nos sentamos en silencio por unos minutos. Sabía que su mente corría a través de toda clase de posibilidades y ninguna de ellas sería exacta. —Quiero conocerte, Della. No quiero dejar de hacerte preguntas. La próxima vez quizás puedes hacerme preguntas que a ti no te importe responderme. De esa forma no preguntaré las cosas equivocadas.

Quería conocerme. Mi pecho se sintió como si pudiera reventar. Las lágrimas escocieron en mis ojos y las parpadeé lejos. No podía llorar sobre él ahora. —Está bien —respondí con voz ronca. La mano de Woods alcanzó y cubrió la mía, sosteniéndola con firmeza en la suya. No me miraba. Sus ojos miraban fijamente hacia adelante a las olas chocando en la orilla. Cuando sus dedos se enlazaron a los míos, lo dejé. Ese simple toque era todo lo que necesitaba. Estar aquí con él alejaba toda la oscuridad. Todo el dolor y el miedo fue olvidado. Estaba bien. Se sentía bien. —¿Woods? ¿Está bien? —llamó la voz de Bethy y ambos nos giramos para mirar atrás a ella saliendo del club y dirigiéndose a nosotros. —Piensa que tuviste demasiada bebida —dijo Woods en voz baja a mi lado. Había olvidado lo que todos los demás pensaron de mí. —Estoy bien —le dije mientras nos alcanzaba. —Oh gracias a Dios. Estaba segura que te hice enfermar con aquellos chupitos de limón. Pueden ser devastadores si no estás acostumbrada a ellos. —Sólo se acaloró. Eso mezclado con el alcohol. El aire fresco la reanimó — explicó Woods por mí. El alivio de Bethy se reflejaba en todo su rostro. —Gracias, Woods. Puedo quedarme con ella si quieres volver adentro. La mano de Woods se apretó alrededor de la mía. —No, estoy bien justo aquí. Necesitaba un descanso también. Bethy lució preocupada pero finalmente asintió y volvió adentro. Una vez que se fue, levanté la mirada hacia Woods. Me observaba. — Gracias por tu ayuda esta noche. Si no hubieras intervenido en eso, podría haber estado muy avergonzada. El ceño de Woods estaba grabado con preocupación. —Estoy contento que estuviera aquí. Lo que está preocupándome es el hecho que estás viajando sola. ¿Qué pasa cuando estás por tu cuenta y esto… esto sucede? ¿Quién te ayuda entonces? Nadie. Me las arreglaba. —Habitualmente me alejo antes que me afecte duro y trato con ello. Woods atrajo mi mano más cerca de su pierna y en lugar de decir más o discutir conmigo sobre que era una mala idea, cambió su atención de vuelta a la oscura agua.

17 Traducido por Juli Corregido por Aimetz

—Tienes que volver a la fiesta de Jace y creo que yo voy a volver al apartamento. Estoy cansada. —La suave voz de Della interrumpió mis pensamientos. Quería tenerla aquí conmigo para que pudiera verla y asegurarme de que estaba bien. Pero sabía que esa no era una opción. —Te llevo. Grant y yo recuperamos tu coche del apartamento para ti más tarde. —No iba a dejarla sin su coche esta noche. Por mi propia cordura tenía que verla entrar a salvo. —No tienes que hacer eso. Estoy bien. De verdad —argumentó soltando mi mano y poniéndose de pie. Ella podría estar bien, pero yo no. —Te voy a llevar —repetí y me levanté frente a ella—. Por favor. Me preocuparé toda la noche si no me dejas hacerlo. Una sonrisa apareció en los labios color rosa y asintió. —Muy bien. Gracias. Toqué la parte baja de su espalda porque tenía que tocarla de alguna manera. El contacto me recordó que ella ahora estaba bien. La llevé a mi camioneta y la ayudé a subirse en el lado del pasajero. El recuerdo de lanzarla ahí dentro una vez, sólo sirvió para obsesionarme aún más acerca de mantenerla a salvo. No era mía y nunca lo sería, pero eso no cambiaba lo que sentía. Me había vuelto posesivo con ella. La quería a salvo y feliz. Esta noche me había dado un susto de muerte. Algo no estaba bien con Della. El deseo de solucionarlo por ella era fuerte e imposible de ignorar. ¿Qué pudo haberle ocurrido, para que quiera retirarse de esa manera? Había estado completamente indiferente. Como si sólo estuviese ida.

Una vez que estuve en el interior del camión, la miré para asegurarme de que se había abrochado el cinturón. Verla esta noche iba a perseguirme. No estaba seguro de cómo demonios se suponía que debía seguir adelante después de eso. —Gracias por tu ayuda. Espero que no te haya asustado tanto —dijo mirando por encima de mí. Tenía que responder, ¿pero que decía? ¿De nada y estás jodiendo completamente mi cabeza? No podría decir eso, pero tenía que decir algo. —Siempre te ayudaré, pero no voy a mentirte. Después de esta noche, estoy preocupado. No quiero dejarte sola en ese maldito apartamento. Quiero llevarte a mi casa y cuidar de ti. Tuve la oportunidad de echarle un vistazo rápido antes de mirar hacia atrás. Se mordía el labio inferior con nerviosismo. No dijo nada de inmediato. Esperé a que dijera algo. Cualquier cosa. Pero se quedó callada. Traté de no pensar en ello pero parecía imposible. Nunca iba a poder sacar la imagen de su cara de mi cabeza. —Tengo que aprender a vivir sola. Vivir sin ayuda. Es por eso que estoy en este viaje. Tengo que encontrarme a mí misma y hacer una vida por mí... —se interrumpió antes de terminar. ¿Quién le dijo que tenía que encontrar la manera de manejar esto sola y qué demonios le había pasado para que sea de esta manera? Me acerqué y tomé su mano en la mía. —Llámame. En cualquier momento. Si necesitas a alguien, llámame. Asintió. Su mano se volteó en la mía y la apretó. —Gracias. Estacioné en el frente del apartamento de Tripp deseando haber tomado una ruta más larga. Della deslizó su mano de la mía y abrió la puerta. —Tuve un baile divertido —dijo antes de salir de mi camioneta y cerrar la puerta detrás de sí. Esperé hasta que la vi entrar a salvo en el apartamento antes de alejarme.

***

Mi madre me había llamado ya tres veces esta mañana. Le había prometido ir a su casa de la playa para un almuerzo de domingo con los Greystone y al parecer no confiaba en que me presentara. Cuando mi celular comenzó a sonar en

el bolsillo, tuve la intención de ignorarlo. Ya me encontraba en mi maldito camino a su casa en la playa. Tenía que dejar de entrometerse de una maldita vez. El hecho de que podría ser Della me hizo sacar mi teléfono. El nombre de Jace iluminaba la pantalla. —Hola. —¿Dónde estás? —Yendo a la casa de playa de mis padres para el almuerzo. ¿Por qué? —Porque he ido a tu oficina y no te encontré allí. Pensé que quizás fuiste a jugar un partido de golf. —No. Hoy no. Jace se aclaró la garganta y supe que había algo más que quería decir. No se trataba sólo de que esté jugando al golf. —Yo, uh, acabo de hablar con Tripp. Se está yendo a casa. Creo que es por ella. Se refiere a Della. Mierda. —Está bien —contesté inseguro de lo que quería que le dijera. —Los dos se alojarán en su apartamento. No había pensado en eso. ¿Della compartiría un apartamento con Tripp? Demonios, no. —Creo que no estoy de acuerdo con eso —le dije con los dientes apretados. Jace suspiró profundamente. —Vamos, hombre. Estás comprometido. No puedes tenerla. Si Tripp la quiere, sabes que cuidaría bien de ella. Sólo vete y déjale tener su oportunidad. Esto podría traerlo a casa. Imágenes del perfecto cuerpo desnudo de Della extendido sobre una cama con Tripp, me dio ganas de ir a agarrarlo y lanzarlo contra la pared. Ella era mía. No, no lo era. ¡Maldita sea! —Tengo que irme —gruñí antes de colgar y golpear el teléfono contra la puerta del coche mientras dejaba escapar un rugido de frustración.

18 Traducido por Juli Corregido por Vanessa VR

El turno para el almuerzo los domingos era brutal. Pensé que sólo en Macon, Georgia toda persona viva asistía a la iglesia. Estaba equivocada. Esto era una cosa del sur. A exactamente las 12:05 p.m., se abrieron las compuertas y cada mesa en el comedor había sido llenada. Me pregunté por qué no me habían puesto en el turno para el domingo antes de ahora. Esto lo explicó. Era “sólo para profesionales”. Me apoyé en la pared de la cocina y me aparté el pelo de la cara. De alguna manera habíamos sobrevivido. La última mesa ya terminó y pagaba la cuenta. —Lo único bueno acerca de los domingos es la propina. Te juro que voy a dimitir todas las semanas cuando se acabe. Entonces cuento mi dinero —dijo Jimmy con un guiño y sacó el fajo de billetes que había metido en el bolsillo. —Fue una locura —concordé. Jimmy se echó a reír. —Sip. Lo bueno es que se acabó. Puedes ir a casa. —Casa. El apartamento de Tripp no era mi casa. Y hoy no estaba segura de si me quedaría allí por más tiempo. Tenía la esperanza de que mis propinas fueran muy buenas porque probablemente tenga que hacer las maletas y emprender camino. Tripp había llamado anoche para hacerme saber que venía a casa de visita. No sé si eso significaba que quería que me mudara. O si esperaba que compartiéramos el apartamento. Tenía pesadillas y muchas noches me despertaba gritando. Compartir el apartamento con Tripp no parecía la mejor idea. Pero dejar Rosemary tampoco sonaba atractivo. Me gustaba estar aquí. Me gustaba Bethy y Jimmy y me gustaba... Woods.

—Chica, deja de fruncir el ceño. Es hora de irnos —dijo Jimmy con voz burlona mientras caminaba a mi lado y tiraba el delantal en la canasta sucia. Logré una sonrisa y asentí. —Creo que necesito una siesta —le contesté, y me quité el delantal también. No lograría tomar una siesta. Había muchas posibilidades de que Tripp estuviera allí cuando regresara. Si no estaría esta tarde. —Tengo una cita caliente. No hay tiempo para dormir. Nos vemos mañana por la mañana —gritó Jimmy mientras salía de la cocina. Lo seguí. Una vez que me encontraba fuera de la casa club, me quité el moño que recogía mi cabello y lo dejé libre. Me daba dolor de cabeza. No estaba acostumbrada a tener el pelo recogido con tanta fuerza. El sonido de una puerta de coche cerrada fuertemente me llamó la atención y me di la vuelta para ver el camión de Woods estacionado en su espacio reservado. Su novia acechaba cerca de la parte trasera del camión con fuego en sus ojos. —Sólo una comida, Woods. ¿En serio? ¿No puedes fingir ser amable sólo por una maldita comida? ¿Qué es lo que te pasa? ¿Soy tan detestable para ti que ni siquiera puedes ser cortés conmigo delante de nuestros padres? —Su voz chillona era tan alta que se escuchaba en todo el estacionamiento. Esto no era asunto mío y tenía que entrar en el coche e irme. Pero no pude. Mis ojos quedaron fijos en Woods mientras salía de la camioneta. Se veía molesto. —Ya tienes lo que querías. Tú, y nuestros padres, ganaron. Cedí y accedí a esto. Pero no lo quiero. Nunca lo quise. —El tono aburrido en la voz de Woods era demasiado bajo para que lo escuchara. Si no hubiera estado tan centrada en él, no podría haber escuchado su dura respuesta. —¿En serio? Bueno, entonces no tienes que hacerlo. Porque todo lo que quiero es que esto que hay entre nosotros funcione y por mucho que quiera a un marido que sea un activo para el nombre Greystone, no quiero vivir con un hombre que me odia. Puedo hacer algo mejor que eso. Soy una mujer fantástica, Woods Kerrington. No te necesito —le espetó. Su cuerpo temblaba de ira. Sentí lástima de ella, porque tenía razón. Ninguna mujer se merecía esto. La expresión impasible en sus ojos parecía molesta. —Tienes razón. Lo siento. Simplemente tenía muchas cosas en mi mente. No debería haber actuado como lo hice en el almuerzo. Mi padre me saca de las casillas como nadie más puede hacerlo. Lo que dije y cómo me comporté no fue por ti, sino por él.

Mi corazón dolió. El destello de tristeza en sus ojos sólo había estado allí por un momento, pero lo había visto. Quería abrazarlo y hacer que la tristeza desaparezca. Pero no podía. No era mío para abrazarlo. Una mano elegantemente hecha de manicura descansó sobre su brazo. La rabia que la había hecho temblar hace apenas unos segundos desapareció. Sus hombros se habían relajado y su cuerpo se inclinaba hacia él. Su voz ya no era lo suficientemente fuerte como para escucharse en todo el estacionamiento y no oí lo que dijo. Sólo vi la aceptación en el rostro de Woods mientras asentía. Su brazo se deslizó alrededor de él y entraron juntos a la casa club. Abrí la puerta de mi coche y traté de no pensar en el sexo de reconciliación que probablemente van a tener en su oficina. No podía pensar en ello y mantener la calma. Mi atracción por Woods era una puerta que tenía que cerrar. Sólo era un amigo. El sabor amargo en mi boca mientras me alejaba y me dirigía hacia el apartamento sólo se hizo más fuerte. Sabía cómo se sentía ser tocada por Woods.

***

Una familiar Harley-Davidson se encontraba en el espacio al lado mío. Tripp se encontraba aquí. Tenía que decidir lo que iba a hacer y rápido. Tal vez me pediría que me fuera. Tal vez no tendría otra opción. Me dirigí a la puerta de la casa y empecé a abrirla cuando decidí que probablemente era mejor golpear. Ya no estaba aquí sola. Llamé a la puerta y esperé. Tripp abrió la puerta casi de inmediato, y su sonrisa se convirtió en un ceño fruncido. —Tienes la llave. ¿Por qué estás llamando? —preguntó, dando un paso hacia atrás para dejarme entrar —Bueno, ahora estás en casa. Me pareció extraño entrar en tu casa sin llamar —le contesté. Esto era incómodo. Tenía que salir. —Que haya venido a casa a visitar, no cambia nada. Tienes una llave, tus cosas están aquí, puedes entrar y salir cuando quieras. No dejes que el hecho de que esté aquí te moleste. ¿Así que quería que me quede? No me esperaba eso. En realidad no. —Pensé que podría empacar y emprender mi camino. He hecho el dinero suficiente como para irme de Dallas.

Tripp inclinó la cabeza hacia un lado y bajó las cejas mientras me estudiaba. —¿Te vas porque estoy aquí? Sí. —No —le contesté en su lugar. —¿Por qué no te creo? Porque le mentí. Me encogí de hombros. Tripp dejó escapar un suspiro y cerró la puerta. —Vamos ojos azules. Tú y yo tenemos que hablar y quiero hacerlo mientras estoy bebiendo una cerveza y mirando el Golfo. Lo seguí mientras caminábamos por el pasillo hacia la cocina. Se detuvo y tomó dos cervezas de la nevera y luego se volvió y me arrojó una. Por suerte, la atrapé. Tripp asintió hacia las puertas francesas que daban a la terraza con vistas al agua. Salí primero. —Toma asiento —dijo Tripp mientras se acercaba por detrás de mí. El calor de su cuerpo era sorprendente y rápidamente me moví para sentarme en una de las sillas que se encontraban alrededor de la mesa del patio. Tripp me sonrió como si pudiera leer mi mente y se sentó en la tumbona estirando las piernas delante de él y hacia atrás. —Dios, he echado de menos este lugar. No la gente, sino el lugar en sí. Eso era extraño. Todos los que conocí, extrañaban a Tripp. ¿Sólo se refería a sus padres o realmente no echaba de menos a nadie aquí? —¿Estás disfrutando? —preguntó, volviendo la cabeza para mirar por encima de mí. —Sí. Es un buen lugar —le contesté con sinceridad. Sonrió. —Sí, lo es. —¿Por qué estás en Dallas, entonces? —le pregunté. Había oído de todos los demás el por qué Tripp se fue, pero no sabía toda la historia. —Mis padres querían que fuera alguien que no era. Quería libertad. Así que me fui. No podía ser libre aquí. Pero había vuelto. —No voy a estar aquí mucho tiempo. La necesidad de viajar y experimentar la vida va a aparecer muy pronto. Renuncié al bar. Estoy seguro de que Jeff está jodiendo al nuevo camarero. No puedo seguir trabajando para ese hombre. Además, Dallas se estaba volviendo viejo.

¿Esa era su forma de decirme que podía quedarme? No estaba segura de si quería hacerlo. No me conocía. Yo tampoco lo conocía realmente. Si me quedaba aquí, él aprendería más acerca de mí de lo que probablemente quería saber. —Debería mudarme pronto de todos modos. He disfrutado quedarme en tu casa. Es muy agradable. —¿Estamos de nuevo en esto? No he venido aquí para echarte. No quiero que te vayas. Por lo menos no todavía. Sólo has estado aquí un par de semanas. Disfruta de la costa un poco más antes de irte. Te prometo que soy un buen compañero de cuarto. No ronco y no bebo de la caja de leche a menos que esté casi vacía y la esté terminando. Su broma me hizo sonreír. Ya era hora de que fuera sincera con él. No podía mentirle acerca de mi salida. Pensaría que no me gustaba y no podía dejar que piense eso. No después de que había sido tan amable conmigo. —No me voy porque me preocupe que vayas a ser un mal compañero — empecé y me detuve. ¿Qué decía ahora? ¿Cómo explico esto sin sonar loca? —Bueno. Entonces no hay problema —terminó por mí. Sin embargo, eso no era cierto. —Sí, lo hay. Yo soy el problema. No soy precisamente fácil para convivir. Yo... puede que no ronque pero tengo pesadillas. Podría... No, te despertarán. También tengo problemas de ansiedad. Puedo ocultarlo, pero si estamos viviendo juntos, entonces vas a terminar viéndome en mi peor momento. Yo, sólo no... Vivir conmigo no es algo que alguien quiere hacer. Confía en mí. Tengo que hacer mi camino sola. Ahí lo había dicho. Él podía leer entre líneas. Tripp se incorporó de su posición reclinada y puso los pies en el suelo. Vi como se inclinó hacia delante apoyando los codos en las rodillas y mirándome. Tragué saliva nerviosamente. No quería contestar a preguntas sobre esto. Si me hacía recordar demasiado, entonces le mostraría exactamente lo loca que podría estar. Empecé a contar ovejas en mi cabeza. Me ayudaba a luchar contra los otros pensamientos. —Si ese es el caso, entonces no tienes que vivir sola de todos modos. ¿Cómo se supone que lidiarás con esa mierda todo por ti misma? No lo harás. —Hizo una pausa y apretó los labios con fuerza. Me di cuenta de que elegía sus siguientes palabras con mucho cuidado—. Tengo mis propios demonios. Los que mantengo escondidos. Somos parecidos. Ninguno de los dos está preparado para permanecer en un solo lugar y queremos explorar el mundo. Creo que podríamos ser muy

buenos amigos. Es por eso que te di las llaves de mi casa y te traje aquí. ¿Quién dice que tenemos que viajar solos? Estoy cansado de estar solo todo el tiempo. ¿Por qué no dejamos que esto sea una prueba? Los dos nos quedamos aquí un par de semanas y vemos si podemos vivir con el otro. Dejé que sus palabras se asienten. Responder eso era difícil. No lo había estado esperando, y no estaba segura de lo que pensaba al respecto. ¿Quería que viajemos juntos? ¿No parecía muy íntimo? Apenas nos conocíamos. Pero entonces, si compartíamos un apartamento durante unas semanas, nos conoceríamos mucho mejor y él estaría muy seguro de que no podía hacer frente a mi mierda para entonces. No iba a pensar demasiado en esto. —Está bien. De acuerdo —le contesté. Una sonrisa apareció lentamente en su rostro. Todo eso cambiaría muy pronto. Posiblemente esta noche. —Además, advertencia: Jace es feliz si estoy en casa. Va a venir esta noche y va a traer a sus amigos. Espero que esté bien. Las cosas por aquí iban a ponerse mucho más sociales. Tendría que amoldarme.

19 Traducido por aa.tesares Corregido por Tsuki

Una "Fiesta de Bienvenida para Tripp" no era exactamente algo a lo que quería asistir. Eso era una pena. Me gustaba Tripp. Era un amigo. Mi amargura por el hecho de que estaba en casa y quedándose en su condominio con Della estaba anulando todo lo demás. Iba para que pudiera estar a solas y hablar con ella sobre esto. No quería que se sintiera como si tuviera que quedarse aquí si se sentía incómoda. Le daría un apartamento completamente amueblado para que se alojara, si lo deseaba. Ella no tenía que quedarse con Tripp. Llamé una vez y luego entré, nadie iba a ser capaz de oír por encima del ruido, de todos modos. El lugar estaba lleno. Escaneé entre la multitud en busca de Della. —Woods, ya era hora de que aparecieras —gritó Tripp por encima de la música que bombea a través del complejo sistema de altavoces del apartamento. Estaba sentado en el bar con Jace, Bethy, Thad y algunas mujeres desconocidas que estaban sentadas en el regazo de Thad. Della no estaba en ningún lugar de la habitación. Maldición. —Y él está de vuelta —dije con una sonrisa forzada. —Sólo de visita. No puedo quedarme mucho tiempo. Papá va a tratar de conseguir un traje de mono de mí si lo hago —bromeó. Sin embargo, las palabras estaban demasiado cerca para ser cómodas. Sabía lo que se sentía tener las garras de tu padre incrustados profundamente. —Estoy tratando de conseguir que se quede. Pero tiene en su cabeza que está sólo de visita antes de su próxima aventura —dijo Jace. Sabía que él estaba

tratando de aliviar mi mente acerca de Tripp estando aquí. Me di cuenta por el tono de su voz. En este momento sólo quería encontrar a Della. —¿Dónde está Della? —pregunté, incapaz de fingir que no estaba aquí por ella. Las cejas de Tripp se dispararon y su mirada se estrechó. Lo ignoré y miré directamente a Jace. Jace rodó los ojos y negó con la cabeza hacia mí. —Está en su habitación. ¿Por qué? —respondió Tripp. —¿Por qué está en su habitación? ¿Está bien? —pregunté mirando hacia atrás, hacia el pasillo que conducía a los dos dormitorios del apartamento. Ambas puertas estaban cerradas. ¿En cuál se estaba quedando? —Tenía una llamada telefónica y se fue allí para poder oír. Una vez más, ¿por qué te importa? —preguntó Tripp. No iba a contestarle. Esto no era asunto suyo. Estaba metiéndose. Él mismo lo dijo. —Woods y Della se conocieron cuando ella pasó por aquí hace un par de meses. Ellos uh... uh... se engancharon. Son amigos ahora. Es un poco protector — explicó Jace. —Estás comprometido —dijo Tripp, como si necesitara recordármelo. Nivelé la mirada con la de él. —No lo estaba cuando Della y yo nos conocimos. Y no me impide cuidar de ella. Tengo que asegurarme de que está bien —dije antes de pasar a través de la habitación hacia el pasillo. Abrí la primera puerta y las luces estaban apagadas. Cerré la puerta y abrí la siguiente. Della estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas y el teléfono presionado contra su oído. Sus ojos se alzaron para encontrarse con los míos y se abrieron con sorpresa. Ella estaba bien, y debería cerrar la puerta y marcharme. Pero no lo hice. Entré y cerré la puerta detrás de mí. —Uh, sí. Tengo que irme. Te llamo más tarde —dijo en el teléfono mientras me miraba con recelo—. Estoy bien. Simplemente acaba de entrar compañía y no quiero ser grosera. De acuerdo. Sí. Yo también te quiero. Adiós. Apretó el botón de colgar en su teléfono y lo bajó lentamente a su regazo. — ¿Woods? —el resto de la pregunta se quedó abierta.

—No estabas allí. —Asentí en dirección a la puerta—. Quería ver cómo estabas. Entendimiento cayó sobre su cara y me dedicó una pequeña sonrisa que hizo que mi pecho se sintiera apretado. —Gracias, pero ya sabes que no tienes que preocuparte por mí. Estoy bien. Realmente lo estoy. Ella no estaba bien. No estaba seguro de que alguna vez hubiera estado bien. Crucé la habitación y me senté a su lado en la cama. —He querido venir a revisarte desde el viernes por la noche. Ya sabes que puedes llamarme si alguna vez me necesitas. Volvió la cabeza un par de centímetros para poder mirarme a los ojos. — Estabas ocupado con tu novia este fin de semana. No tienes tiempo para preocuparte por mí. Sólo había estado con Angelina hoy en el almuerzo. —Casi no he visto a Angelina este fin de semana —contesté, odiando decirle su nombre a Della. Parecía incorrecto. Della bajó la vista para mirar sus manos. —Los vi a los dos cuando salí del trabajo hoy. —No dijo nada más. Volví a pensar en el desastre de almuerzo que habíamos tenido con nuestros padres y la pelea que habíamos tenido en el viaje hacia el club. Entonces me disculpé porque Angelina tenía razón. Nos estaba torturando a ambos por ser un idiota. —Almorzamos juntos —expliqué. No estaba seguro de por qué sentía la necesidad de explicarme, pero lo hice. —Pelean y se reconcilian. No entiendo cómo pueden ser felices, Woods. — Su honesta respuesta causó una opresión en mi pecho que dolía. —Yo tampoco. —No puedo dejar que me importes más. Tengo miedo de lo que siento por ti y no quiero salir lastimada. Ella estaba haciéndome difícil respirar. La suave súplica en su voz iba a romperme. —Nunca te haría daño —juré. Nunca podría hacerle daño. Sólo quería protegerla. —Pero lo haces. Cada vez que te veo con ella, duele. Eso no es culpa tuya. Es mía. Me importas demasiado y muy rápido. Y la noche del viernes no sirvió de nada. Solo hizo que me importaras más.

Apenas habíamos tenido la oportunidad de ser amigos. Y ella estaba poniendo espacio entre nosotros. No podía dejarle hacer eso. La necesitaba. Ella era el único punto brillante en mi vida en este momento. —¿Qué pasa con lo nuestro de ser amigos? —pregunté. Se encogió de hombros y luego apretó las manos con fuerza sobre su regazo. —No lo sé. No creo que pueda. Cuando estás... cuando eres dulce y cariñoso como lo fuiste la otra noche... nadie ha sido así conmigo. Al menos, no un hombre. Me parece que no puedo controlar mis emociones. Joder. No podía perder esta... esta cosa entre nosotros, pero tampoco quería herirla. Haría cualquier cosa para evitar lastimarla. —Quiero estar allí para ti cuando necesites a alguien. Por favor, no me alejes. Della dejó escapar una risa triste. —De eso se trata. No puedes estar allí para mí cuando necesito a alguien. Hace que mi corazón duela un poco más cada vez. Me iré pronto. Vamos a mantener las distancias hasta que me vaya. Por supuesto que no. Empecé a decirle simplemente eso cuando la puerta se abrió y Tripp entró en la habitación. —¿Estás bien? —le preguntó a Della sin mirar en mi dirección. No me gustaba la forma en que la miraba. La preocupación en sus ojos me molestó. —Solo estábamos hablando de mi pronta partida —respondió ella sin levantar la mirada. —No te irás —argumenté. Si quería tener esta conversación delante de Tripp entonces jodidamente la tendríamos. —No puedo quedarme aquí —respondió. —Sí puedes. —Ella no quiere, Woods. ¿Y por qué la urgencia de convencerla? —dijo Tripp dando un paso más en la dirección de Della. —Quédate malditamente fuera de esta conversación, Tripp. No sabes nada de ella. —Della se puso de pie y levantó las manos para que no dijera más. —Basta. Levanté la vista hacia ella y la tristeza en sus ojos tiró de mí. Me gustaba verlos centellear de risa. No así. —Es necesario que des un paso atrás y pienses en esta mierda que estás haciendo. El Woods que recuerdo no era un imbécil insensible. Della no se merece

esto. Estás comprometido. Lo que sientes por Della tiene que terminar. Se va conmigo en un par de semanas. Vamos a viajar juntos. Por qué no dejas ir esto, ¿eh? ¿Estaba saliendo con él? La negativa a creer que Della se iba a ir con Tripp golpeó en mi cabeza. Sin embargo, ahí estaba ella sin negarlo. Solo luciendo triste y abatida. Que esto se fuera a la mierda. No podía seguir haciéndome esto a mí mismo. Ella no se iba a quedar aquí. No teníamos un futuro. Y si no me casaba con Angelina, no tenía futuro en la empresa de mi padre. La mano de Tripp se deslizó sobre el hombro de Della y le dio un apretón. Eso era todo lo que podía manejar. Me puse de pie y salí de la habitación. No miré hacia atrás. No le dije adiós a nadie. Solo me fui.

20 Traducido por aa.tesares Corregido por Tsuki

—No deberías haberle dicho eso —dije sin darme la vuelta para mirar a Tripp. Me encogí para quitar su mano de mi hombro y me acerqué a la ventana. Woods había estado tan atormentado. Pude ver la indecisión en su rostro. Quería que me eligiera. Pero ¿por qué iba a ser la elección? No era una opción para ninguna persona. —Él está comprometido. No tiene ningún derecho a venir aquí y jugar con tus emociones así. Vi el dolor en tus ojos. Lo que sea que pasó entre ustedes dos todavía está allí y él no está dejando que se vaya. Eso no es justo para ti. Tal vez no era justo. Pero tampoco lo era para él. La elección había sido hecha por él. Y era infeliz y odiaba eso. Quería irme y saber que estaba feliz. —Es mi amigo —contesté. Esa era la única verdad de todo esto. Tripp dejó escapar un profundo suspiro. —Sí, él es mi amigo también... O lo era. Creo que está considerando asesinarme a la primera oportunidad que tenga. Pero podía dejar esto atrás. Podría haberte elegido a ti. —No soy una opción —contesté. Mis palabras fueron seguidas por un silencio. Me quedé mirando hacia el océano. Podía sentir la mirada de Tripp todavía en mí. Estaba pensando en mis palabras. No me expliqué. Las entendería muy pronto. —No todo el mundo te ve como tú lo haces. A veces nuestras imperfecciones son lo que nos hace especiales.

No le respondí. Porque estaba en lo cierto, ese era el caso de muchas personas. Sin embargo, no conmigo. No eran mis imperfecciones las que me preocupaban. Era el terror que retorcía todo en mi vida y que me mantuvo separada de todos los demás. En vez de decir algo más, la puerta se cerró suavemente detrás de mí. Me estaba dejando sola. Bien. Quería estar sola. —¿Sabes por qué te envié aquí? —la voz de Tripp me asustó y me di la vuelta. Estaba sentado en el borde de la cama. No se había ido. Negué con la cabeza. No tenía ni idea de por qué me había enviado. Apenas nos conocíamos. —Porque te veías tan perdida como me sentía yo. Había estado observándote durante semanas. Es difícil no verte. —Una sonrisa torcida tiró de sus labios—. Y no parecías saber dónde pertenecías. Yo tampoco. Desde que dejé atrás este mundo simplemente voy a la deriva. Estoy cansado de estar solo. Vi un alma gemela en ti y te envié aquí para retenerte hasta que tuviera las agallas para volver y enfrentar este lugar. —Hizo una pausa y se pasó una mano por el pelo—. Tenía planeado pasar tiempo contigo y conocerte mejor. Pero esto no es exactamente algo para lo que estaba preparado. Woods. —Negó con la cabeza—. Tenías que ir y mezclarte con Woods. De todas las personas. Alguien tan jodido como lo estaba antes yo. El problema es que no va a huir. Él quiere esta mierda de vida que nuestros padres nos imponen. Se está convirtiendo en un títere de mierda. Puedes hacerlo mejor que eso, Della. Me tragué el nudo nervioso alojado en mi garganta. No estaba segura de todo lo que Tripp tenía previsto decir, pero no quería oír más. Estaba en lo cierto. Woods no era alguien con quien tenía que perder el tiempo enamorándome. Pero olvidarlo y seguir adelante resultab más fácil decirlo que hacerlo. —Ésta noche sólo necesito dormir. No tengo mis ojos puestos en Woods, si eso es lo que estás pensando. Tuvimos sexo. Eso es todo lo que hay entre nosotros. Tripp se puso de pie. —Siento lo de esta noche. También yo. Lamentaba mucho muchas cosas. —Está bien. Estoy cansada. Asintió una vez y luego salió de la habitación. Me dejé caer en la cama y me cubrí la cara con las manos. Estaba más perdida ahora de lo que había estado hace tres semanas.

****

—¿Estabas fuera, Della? ¿Cómo pudiste? ¿Qué tengo que hacer para meterte en la cabeza que no se puede salir a la calle? Es peligroso estar allí fuera. —El chillido estridente de la voz de mi madre no era nada comparado con el dolor punzante de la correa de cuero que golpeaba a través de mis piernas. Sabía que no debía gritar de dolor. Sólo la ponía más furiosa. Salir a hurtadillas de la casa siempre la enviaba en picado. Mis rodillas se doblaron mientras la suave piel de detrás de mis rodillas se rasgaba por el continuo golpe del cuero. —Enfermedades. Hay enfermedades por ahí que puedes traer a esta casa. No sólo está siendo imprudente, estás siendo egoísta —gritó, y estaba agradecida de que amortiguara el sonido de mis gritos. Ya no podía aguantar más. El dolor era demasiado. A veces me preguntaba por qué volvía después de escaparme. ¿Por qué no corría? Seguir corriendo hasta estar libre de esto. De ella. Pero no podía. Ella me necesitaba. Nunca sería libre. No podía dejarla. Era mi madre. Todo lo que tenía. —¿Piensas en mí? ¡NO! ¿Piensas en tu hermano? ¡NO! Esto le molesta, que salgas de la casa. ¿Cómo pudiste? —gritó mientras otro grupo de arremetidas abría la parte posterior de mis piernas. Solía empezar a desear ser la niña que estaba muerta cuando los golpes eran tan malos. El dolor era demasiado. La escena cambió y mi madre ya no se cernía sobre mí con su enloquecida cara de miedo mientras me golpeaba. En cambio no había vida en sus ojos mientras yacía en un charco de sangre. Empecé a gritar. —Shhhh, Della, está bien. Te tengo. Shhhh. —La voz estaba muy lejos, pero lo oí. Las imágenes de la muerte de mi madre se desvanecieron lentamente mientras me concentraba más en la voz. Los sollozos eran míos. Los reconocí. —Eso es todo. Estás bien. Estoy aquí —dijo la suave voz. Abrí los ojos y logré enfocar la vista. Me di cuenta de que la voz era de Tripp. El miedo en su rostro dijo suficiente. Él me sostenía en sus brazos mientras me mecía diciendo palabras tranquilizadoras. No estaba preparado para lo que acababa de ver. Podía ver las preguntas en sus ojos. —Lo siento —me las arreglé para murmurar. Mi garganta estaba en carne viva por los gritos. Siempre era así cuando me despertaba de esta manera. Braden había sido la primera persona en experimentar esto conmigo. Mi psicólogo había dicho que era un terror nocturno. Que mi trauma se expresaba mientras yo dormía y mi guardia estaba baja. Por desgracia, nada de lo que había hecho había ayudado

con esto. Cuando dormía, mi madre siempre venía. Entonces los recuerdos venían con ella. —Silencio —dijo, poniendo el dedo en mi boca y moviendo la cabeza—. No lo hagas. No puedes tratar de pedir disculpas ahora mismo. No dije nada más. Me salí de su regazo y fui de nuevo al lado de la cama en el que dormía. Tripp no se movió. Se quedó dónde estaba. —¿Lo haces a menudo? —preguntó finalmente. —Sí —contesté. Porque sucedía casi todas las noches. Pero normalmente me despertaba por mi cuenta una vez que las imágenes de la noche en que me encontré a mi madre volvían a mí. —¿Y lidias con eso sola, todas las noches? —preguntó. Asentí. —Mierda —susurró, y se levantó—. Della, ¿por qué estás sola? ¡No deberías estar sola! ¿Cómo demonios lo has manejado todo este tiempo? —Se frotó las palmas de las manos sobre los ojos y luego se pasó las manos por el pelo en un gesto de frustración—. Eso fue intenso. ¿Sabes siquiera cuánto miedo da esa mierda? Dios, Della, no puedes quedarte sola. Tiré de las mantas hasta mi barbilla y me apoyé en el cabecero de la cama. Aquí fue donde Tripp se dio cuenta de que viajar conmigo era mucho más de lo que había pactado. Ya sabía eso, y sólo había sido cuestión de tiempo. —Estoy bien. Que alguien esté conmigo no hace que los sueños se vayan. Los tengo de todos modos. Voy a irme en la mañana. Tripp negó con la cabeza, se acercó y se sentó frente a mí. —Tú no vas a ninguna parte en la mañana. Cualquier cosa que esté pasando a través de tu cabeza te equivocas. Este no es un factor decisivo para mí, Della. No estaba preparado para ello. No estaba segura de creerle, pero asentí de todos modos. —En la mañana te llevo a jugar golf. Luego vamos a almorzar juntos. Es hora de que los dos nos vayamos conociendo mejor.

21 Traducido por NnancyC Corregido por Amy Ivashkov

No había logrado dormir. Me senté en el balcón toda la noche y miré las olas mientras enfrentaba varios hechos. Lo primero que al fin acepté era que nunca sería feliz casado con Angelina y tampoco lo sería ella. Lo segundo era que iba a tener que dejar ir mi sueño de hacerme cargo de Kerrington Club algún día. Mi papá no iba a perdonarme por no cumplir su orden y no casarme con una Greystone. Y luego, la razón que incluso me hizo enfrentar la verdad: Della. La quería. Tal vez no fuera para siempre, pero por la duración de tiempo que sea que tendría con ella, la quería. No podía dejar de pensar en ella y torturarme con la idea de no conseguir tenerla. Mi futuro estaba a punto de ser completamente deshecho debido a que Della Sloane estaba bajo mi piel y tenía que tenerla. Ya no podía ignorarlo. No era solo el sexo con ella. Lo había sido en el comienzo, pero no ahora. Me acerqué lo suficiente a ella como para ver más profundo. Sabía que era desinteresada y considerada. Ella no esperaba nada de mí y era simplemente feliz por estar viva. Estaba herida, pero todavía luchaba duro para superar eso. Sin drama. Era todo parte de su hermoso envase. ¿Alguna vez conocí una chica como aquella? El alivio que vino al aceptar que no iba a renunciar a algo que podría ser lo mejor que jamás iba a encontrar sólo por las órdenes de mi padre era increíble. Podía tomar una profunda respiración con facilidad. Tomé el teléfono y le pedí a Angelina que me encontrara en mi oficina a las once. Eso le daría tiempo para dormir y vestirse. Después de que terminara con ella, iba a encontrar a Della y a ponerme de rodillas y rogar si tenía que hacerlo.

Dejarla con Tripp anoche había sido la bofetada que necesitaba. Esta falsa relación que tenía con Angelina era ridícula. Ella también lo sabía. Ambos estábamos tan hambrientos de poder por tomar los lugares que nos pertenecían por derecho en los negocios de nuestros padres que estábamos dispuestos a renunciar al amor. Aunque Della no hubiera entrado en mi vida y no me hubiera obligado a alejarme de las demandas de mi padre, no sería capaz de caminar al altar y decir “Acepto”.

***

El rápido golpe en la puerta de mi oficina llegó antes de que Angelina abriera la puerta y entrara. Su largo cabello rubio estaba levantado en un moño francés con ondas sueltas formando una cascada desde la cima. Su vestido corto de lino púrpura no tenía ninguna arruga y estaba dispuesto a apostar que los tacones a juego costaban más de lo que una persona promedio hacía en seis meses. El anillo de diamantes en su mano izquierda se burlaba de mí mientras la luz del sol entraba a raudales por la ventana, reflejándolo por la habitación. Era tan perfectamente brillante y combinaba con la mano de la mujer que adornaba. Angelina siempre fue hermosa y elegante. Había sido criada para ser el peón de su padre. La joven que una vez me importó por lo que tenía debajo de toda esa fachada. —No hagas esto —dijo, poniendo rígida su columna e inclinándose para agarrar la parte trasera de la silla al lado de ella. No había dicho una palabra pero ella ya lo sabía. Esta sería la confirmación suficiente para ambos. —No podemos hacer lo que quieren de nosotros. Le dejé obligarme a tomar mis decisiones a este extremo, pero ya no. No puedo. Los ojos de Angelina destellaron con ira y asco. Ella no entendía. Había pensado que quizás me agradecería pero podía ver que no sucedería. La prepararon para lidiar con esto. ¿Por qué? Su padre encontraría a alguien más. Posiblemente alguien que pudiera amarla. Que simplemente no se casaría con ella por el apellido de su padre y su fortuna. —Estás cometiendo el error más grande de tu vida —dijo rechinando los dientes. Caminé hasta el otro lado de mi escritorio y me senté. —Casarme contigo habría sido el error más grande de mi vida. Nos odiaríamos el uno al otro. No puedo dejar que mi padre siga controlándome. Si no

me quiere tener en este negocio, entonces bien. Al menos tendré que tomar mis propias decisiones. Angelina rodó los ojos como si lo que estuviera diciendo fuera ridículo. — Escúchate. Este mundo es todo lo que alguna vez has conocido. Esta vida de la que estás tan dispuesto a deshacerte porque no quieres que te digan que hacer, es TODO LO QUE HAS CONOCIDO. Estás actuando como si casarte conmigo fuera la peor cosa que podrías hacer. Fuimos cercanos una vez, Woods. Fuimos amigos. Podríamos serlo otra vez si sólo aceptaras esto y te abrieras a ello. Éramos dos niños cuyos padres nos dejaban solos todo el tiempo. Compartimos la misma jodida vida. Ella tenía razón, fuimos amigos. Pero nunca la quise como algo más. —Ya que fuimos amigos una vez, me rehúso a dejar que nos obliguen a algo que no elegimos. Nunca te han dado otra opción. Desde que éramos niños tus padres te incentivaron a estar conmigo. Hay alguien allí afuera que te amará. Te querrá por como eres. No te conformes con menos. La vida es corta y estoy cansado de perderla. Levantó las manos y dejó salir un gruñido molesto. —Bien. Lo que sea. No voy a rogarte. No es como si no pudiera hacerlo mejor. Solo imaginé que casarme contigo sería lo mejor para mí. Me conoces y tenemos una historia. Pero no mantendré esto. Tengo orgullo y no me quedaré aquí y rogaré. —Deslizó fuera el diamante de su dedo y lo dejó de un golpe en el borde del escritorio—. Tenlo. Ambos sabemos que no lo necesito. Comencé a decir algo más. Pedirle disculpas o intentar aliviarla, pero no hubo nada más que pudiera decir. Necesitaba considerar que tuve suerte ya que no me lanzó algo a la cabeza. —Adiós, Woods. Espero que esto haya valido la pena para ti —espetó, y luego salió enojada de la oficina. Esperé hasta que ella tuviera tiempo, con certeza, de salir del edificio antes de irme. Tenía que encontrar a Della.

22 Traducido por NnancyC Corregido por Maca Delos

Apestaba en el golf. Cuando la bola salió volando una vez más hacia los árboles me giré y miré a Tripp, que se cubría la boca para silenciar su risa. Por lo menos encontraba graciosa mi extrema carencia de suerte con los movimientos de golf. Cuando me desperté a las siete esta mañana para acudir a la reserva que hizo en el campo, no había estado muy feliz. Pero después de la forma en que me ayudó a superar mi episodio la noche anterior, sentí como si se lo debiera. Así que me arrastré fuera de la cama y me vestí. Ahora, diecisiete hoyos y doce bolas perdidas después, pensaba que debería haberme quedado en la cama. Sí, quería aprender a jugar golf, pero no tan temprano, y ahora que sabía que era espantosa en ello no quería intentarlo otra vez. ―Renuncio ―dije, dándole el palo que usé. ―Estabas haciéndolo mejor. Ese último fue más alto ―dijo Tripp con una risita. ―Ahórratelo. Ambos sabemos que soy terrible en esto. ¿Puedo sólo verte terminar con el resto? Tripp deslizó el palo de vuelta en la bolsa. ―Podemos darlo por terminado. Lo intentaste con todas tus fuerzas. Tal vez necesitemos pasar un poco de tiempo practicando y trabajar en tu swing1 antes que probar con esto de nuevo.

1

Movimiento de golf a través del cual se lanza la bola.

Hablaba como si fuéramos a jugar golf juntos en el futuro. No quería pasar por esto de nuevo, si podía evitarlo. No quería sonar grosera, así que simplemente mantuve la boca cerrada. Volvimos al carrito y Tripp nos condujo de regreso a la casa club. Sin pensar en ello, comencé a buscar la camioneta de Woods. Podía decirme a mí misma que era porque quería asegurarme de que no estuviera aquí y así no tener que verlo. Pero estaría mintiendo. Era una masoquista. ―Maldición ―murmuró Tripp antes de estacionar el carrito en el primer lugar vacío reservado para ellos. Lo miré para ver qué andaba mal cuando mi mirada se fijó en Woods. Se dirigía hacia nosotros. ―Luce como si estuviera en una misión ―dijo Tripp en voz baja después de salir del carrito. Woods saludó a Tripp con un asentimiento pero sus ojos se dirigieron a mí inmediatamente. Observé cómo pasó de Tripp. Se detuvo enfrente de mí. ―Tenemos que hablar ―dijo. ―Ya hablaron bastante anoche, hombre. ―El tono de Tripp sonaba como una suave advertencia. Woods lo ignoró. ―Ya no estoy comprometido. Angelina se acaba de ir y se terminó. Yo lo terminé. ―Extendió la mano y la deslizó en la mía―. Por favor, ven a hablar conmigo. ¿Había roto su compromiso? Me sentí como si siguiera durmiendo. ¿Por qué haría eso? Él quería lo que un matrimonio con Angelina le daría. ¿Por qué terminaba eso? ―No entiendo ―respondí. Mi voz casi un susurro. Una sonrisa sexy tiró de las comisuras de la boca de Woods. ―Es por eso que necesitamos hablar. Miré a Tripp, quien sólo se encogió de hombros. Tenía planes de almorzar con él hoy. No podía cancelarlo. Tenía que decirme algo en vez de solo hacer un gesto. ―Nosotros… Tripp y yo se supone que almorzaremos juntos ―dije, todavía mirando a Tripp. Él miró de mí a Woods, luego negó con la cabeza con una pequeña sonrisa. ―No voy a meterme en medio de esto. Ve con él. Si acaba de romper con Angelina entonces tiene algo más que decir de lo que pensé ―dijo, y luego su completa

atención fue a Woods―. No eres un títere. Ya era hora, maldita sea ―dijo, después se alejó. Woods sonreía cuando lo volví a mirar. ―¿Almuerzas conmigo? Lancé una mirada, pasando de él al restaurante del club. No quería entrar allí con el jefe y almorzar. No podía dejar a uno de mis compañeros de trabajo servirme. Pero también quería hablar con Woods. No estaba comprometido. Mi corazón comenzó a latir más fuerte dentro de mi pecho. Woods era libre. ―No estaré cómoda comiendo allí. ¿Podemos hablar primero, después buscar algo para comer en algún otro sitio? ―Lo que sea que quieras. ―Me presionó contra él y luego señaló con la cabeza hacia su camioneta―. Vamos a dar un paseo. Una vez que entramos en la camioneta, Woods no encendió el motor. Me repasó. Sus ojos marrones oscuros estaban serios, pero la tristeza no estaba allí. ―Lamento cómo actué anoche. No debí hablarte de esa manera. Sentía pánico y perdí la cabeza. Me moví en el asiento y descansé el hombro contra el cuero, así lo enfrentaba. ―¿Por qué sentías pánico? Woods levantó una ceja como si pensara que esta pregunta no necesitaba respuesta. Como si se entendiera. ―Porque Tripp hablaba de llevarte lejos. Oh. ―Quiero que entiendas algo. Esto tiene que quedar muy claro. Nunca amé a Angelina. Nunca quise estar comprometido con ella. Lo hice porque tenía la llave para lograr lo que pensé que siempre quise. Pero tú cambiaste eso. Me di cuenta de que deseaba otras cosas. No quería ser controlado. Y quiero una oportunidad contigo. Aunque no planees quedarte mucho tiempo. Aunque no seas alguien de compromisos, quiero este tiempo contigo. ¿La idea de perder su libertad no había sido motivo suficiente para que se negara a cumplir las órdenes de su padre? ¿Me había tomado para hacerle frente a su padre? ¿Por mí? No entendía. ―¿Qué pasa si llegas a conocerme y te das cuenta de que no valgo la pena? ¿Todavía estarás feliz de soltar todo? La sonrisa de Woods regresó y asintió. ―Sí. Como Tripp dijo allí afuera: no soy un títere. Ya era hora de ponerle un alto a todo eso. Tenía razón. Vivir bajo control no era vivir en absoluto. Sabía todo eso muy bien. Pero no quería ser el único motivo por el que renunciara a lo que era legítimamente suyo. La presión de valer la pena era demasiada.

―Estoy de acuerdo. No poder tomar tus propias decisiones en la vida no es justo. Supongo que solo quiero asegurarme de que no soy la única razón por la que hiciste esto. Porque honestamente, vas a descubrir muy pronto que no soy más que un desastre del que ya tuviste un vistazo fugaz la otra noche. Las cejas de Woods bajaron sobre sus ojos cuando me frunció el ceño. No le gustaba que dijera eso pero él no conocía la verdad sobre mí. Tampoco iba a contarle. ―No me gusta escucharte hablar de ti de esa manera ―dijo con voz áspera. Giré mi cuerpo de vuelta en el asiento. ―Podemos discutir eso en otro momento. Me muero de hambre. ―Quería hacerle más preguntas como “¿qué sucede con tu trabajo ahora?” o “¿tu padre te despedirá?” o “¿tienes planes de hacer algo más?” Pero ya que me negaba a hablar sobre mí y mi futuro no podía esperar que él se sincerara sobre el suyo. Podríamos ir a comer y simplemente ver lo que sucedía después. Él podría darse cuenta de lo que hizo antes de que los días hubieran concluido y regresar corriendo a Angelina, rogándole que le perdonara. No había necesidad de una conversación profunda ahora mismo. Sólo quería disfrutar de pasar tiempo con él y no sentir culpa por querer un hombre tomado.

23 Traducido por ♥…Luisa…♥ Corregido por Amy Ivashkov

Della estuvo comiendo su sándwich en silencio. Estuvo más bien concentrada en su comida desde que había llegado a la mesa. Me costó mucho comer porque mirarla era más entretenido. Se limpió la boca con una servilleta y levantó los ojos para encontrarse con los míos. Un rubor teñía sus mejillas y sus ojos brillaron. —Me estaba muriendo de hambre. El golf me dejó agotada y no estoy segura de por qué, porque soy terrible en ello —explicó mientras bajaba la servilleta sobre su regazo. —¿Hoy es tu primera vez jugando al golf? —pregunté, tratando de alejar mis celos inmediatos ante el hecho de que Tripp la había llevado al golf hoy. —Sí. Quería aprender a jugar y Tripp quería que fuera con él hoy, así que fui. Pero creo que he perdido tantas de sus pelotas de golf que se arrepiente. Esta vez me reí. Sabía que Tripp no se arrepentía de un solo minuto. Sólo esperaba que tuviera suficientes recuerdos para mantenerlo por el resto de su maldita vida porque esa era su única oportunidad de estar a solas de esa manera. —Sólo necesitas un buen instructor —le contesté. Della se pellizcó los labios en un gesto pensativo. Luego sacudió la cabeza. —No, no tengo remedio. No planeo hacerte perder el tiempo. La oportunidad de llegar a envolver mis brazos alrededor de ella y enseñarle a hacer un swing y luego dar un paso atrás para mirarle el culo mientras lo hacía no era una pérdida de tiempo. Sin embargo, mantuve ese pensamiento para mí mismo.

—Ya lo veremos —dije. La camarera nos trajo la cuenta y coloqué el dinero suficiente para pagar la comida y una propina decente antes de ponerme de pie y alargar mi mano hacia Della. Estaba cansado de estar en público con ella. Quería estar a solas. Había muchas cosas que quería decir, pero primero necesitaba abrazarla. Había pasado demasiado tiempo. —¿Adónde vamos ahora? —preguntó mientras se ponía de pie a mi lado. —A mi casa. Quiero que la veas. Especialmente la vista. ¿Está bien? Della asintió y traté de ser bueno. Sin embargo era difícil. La imagen de ella desnuda en mis sábanas no se alejaba. Yo la quería allí. —Me encantaría ver tu casa. Caminamos hacia mi camioneta. Della se subió en el asiento del copiloto y ni siquiera fingí que no le estaba mirando el culo en esos pantalones cortos blancos que llevaba puestos. No había una línea que marcara la ropa interior y la idea de que no tuviera nada debajo me hizo ponerme a sudar. Tenía que pensar en otra cosa. Cualquier otra cosa o iba a estar duro como una roca y muy incómodo. —¿Por cuánto tiempo estará Tripp en la ciudad? —Eso debería servir. Recordarme a mí mismo que compartía un apartamento con otro hombre. Uno que definitivamente la deseaba. —No lo dijo exactamente. Creo que estaba listo para mudarse de Dallas y regresar aquí antes de su próxima aventura. —La forma en que hablaba sobre la vida de Tripp como si fuera algo completamente lógico me recordó que ella llevaba una vida muy similar a la suya. Una que yo no entendía. Pero si mi padre me despidiera estaría tan perdido como él. Dejar la ciudad con Della no sonaba como una mala idea. Mi teléfono sonó en mi bolsillo y sabía sin contestar que era mi padre. Le tomó a Angelina más de lo que esperaba contarle que el compromiso había terminado. Su gran plan estaba arruinado. Metí la mano en mi bolsillo y apagué el teléfono. Lidiaría con él más tarde. En este momento quería centrarme en Della. Enfrentar a mi padre pondría un freno importante en mi estado de ánimo. No quería eso hoy. —¿Trabajas esta noche? —pregunté. Porque si lo hacía llamaría y cambiaría su turno. —Este es mi día libre —respondió, sonriendo—. ¿No haces tú los horarios?

Los hacía, pero la semana pasada había sido un infierno. No podía recordar qué día le había dado libre. —Sólo quería asegurarme —contesté antes de girar hacia la división de ladrillo que llevaba a mi casa. Había sido la primera casa de mis padres. Mi abuelo los había dejado vivir aquí hasta que mi padre había ganado lo suficiente para comprar la casa que mi madre realmente quería. Cuando mi abuelo falleció dejó la casa para mí. Incluso algo tan pequeño enojó a mi padre. Él quería un control completo sobre mí. Lo que realmente necesitaba era que mi abuelo me hubiese dejado parte del club. Él no lo había hecho. —¡Woods! Es hermoso —dijo Della con asombro mientras me detenía debajo de la casa. En realidad no lo era. No en comparación a la de mis padres o a la mayoría de las casas nuevas en Rosemary. Pero tenía carácter. —Gracias. Della abrió la puerta de la camioneta y saltó antes de que pudiera ayudarla. —Es como una de esas casas de playa que se ven en las películas. Las grandes contraventanas para huracanes y el porche. Esto es simplemente perfecto. El oírla elogiar mi casa hizo que me dieran ganas de llevarla al piso de arriba, a mi habitación, aún más. Me encantaba este lugar. Era la única cosa que era mía. —No puedo esperar a ver el interior. Podría vivir en tu porche. La vista debe ser perfecta. Ella podría vivir en mi porche si quería. Incluso la dejaría entrar y dormir en mi cama. Sin embargo no le dije eso. Demasiado, demasiado pronto. Ahora que teníamos algunos momentos compartidos y algo de sexo caliente tenía que construir sobre eso. Quería construir sobre eso. —Vamos arriba. Te enseñaré lo perfecta que es la vista. Della me siguió por las escaleras y abrí la puerta dando un paso atrás y dejándola pasar al interior primero. No había pensado mucho en la decoración antes, pero sabiendo que Della estaba aquí y revisándolo todo odiaba el hecho de que no hubiese cambiado mucho desde que mis abuelos me dejaron la casa. Mi abuela había decorado y habían vivido aquí los últimos años de su vida. Cuando fue diagnosticada con cáncer terminal vendieron su enorme mansión en Mar y se mudaron aquí. Después de que ella falleció mi abuelo se mudó a la casa de mis padres y vivió allí durante tres meses antes de morir de un ataque al corazón.

Me gustaba la calidez del lugar. No había pasado mucho tiempo pensando en cambiar las cosas. No era como si me entretuviera aquí. He trabajado mucho como para tener ese estilo de vida. Della pasó la mano por el gastado sofá de piel pálida y se dio la vuelta lentamente, mirando los detalles que mi abuela había tenido mucho cuidado de dejar atrás. Había amado pintar. Ver los cuadros que había pintado sobre ese porche mientras disfrutaba de los últimos años que tenía en la tierra siempre me daba una sensación de paz. —Las pinturas son hermosas. Tan brillantes y alegres —dijo Della mientras se paraba frente a una que era la favorita de mi abuelo. Cuando traté de dársela se negó a aceptarla. Dijo que la quería aquí en este lugar. —Es un hoyo del campo de golf—dijo. Me impresionó que lo hubiese reconocido. —El favorito de mi abuelo. Su único hoyo en uno fue en ese agujero. Es el decimoquinto. Della sonrió. —Y lo tienes aquí en la pared. —Mi abuela lo pintó. Pintó todos estos. Los ojos de Della se agrandaron y empezó a mirar a su alrededor a los otros cuadros en la pared. —Tenía mucho talento. Tuve que estar de acuerdo. Lo tenía. Sin embargo, renunció a sus sueños por los de mi abuelo. Siempre oí amargos comentarios de mi madre acerca de no ser como mi abuela. Pero nunca vi a mi abuela mal. Era tranquila y reservada, pero controlaba mucho más de lo que nadie llegaría a entender. Ella había tenido el corazón de mi abuelo. Tan frío e insensible como muchos asumieron que era, lo había poseído. Y lo había cuidado. —No es lo que esperaba... no de un chico soltero —dijo casi en un susurro— . Me encanta. —Ven a ver la vista —le dije, abriendo las puertas que daban a la terraza. Della salió y se dirigió directamente a la barandilla. La brisa del mar atrapaba su pelo y este bailaba alrededor de sus hombros. Me gustaba verla aquí. Di un paso atrás hacia el interior y fui a buscar una botella de vino y dos copas.

24 Traducido por ♥…Luisa…♥ Corregido por Maca Delos

—Ten —dijo Woods, caminando detrás de mí. Me volví hacia él y estaba sosteniendo una copa de vino tinto. Lo acepté y esperé que mi falta de experiencia en el departamento de vino no fuese demasiado evidente en mi rostro cuando le di un sorbo. Estaba segura de que era caro, pero no sería capaz de notar la diferencia entre un vino barato o bueno. Apenas bebía. —Gracias —me las arreglé para responder sin sonar tan insegura como me sentía. —Ven, siéntate. Podemos ver la vista igual de bien desde aquí —dijo señalando dos tumbonas. Me acerqué para dejarme caer en el espeso cojín acolchado y estiré las piernas. Woods deslizó su tumbona más cerca de la mía con la pierna y luego se dejó caer sobre ella. Movió el brazo que nos separaba. Si me movía un centímetro nos rozaríamos. Era tentador. —No te pregunté si te gustaba el vino tinto —dijo. Probablemente estaba notando mis pequeños sorbos. Me estaba fijando en que sí me gustaba. No estaba segura de cómo me afectaría, sin embargo. —No estaba segura de sí me gustaba o no. Realmente no lo he bebido mucho en el pasado. Pero este es bueno.

Él sonrió y bebió un trago. Realmente no debería mirarle, pero los músculos de su garganta se movían al tragar y era fascinante. Woods dejó la copa sobre la mesa en el otro lado de la silla pero no me quitó los ojos de encima. —Había planeado ser bueno esta noche. Pero no puedo. No si me miras así —dijo Woods mientras tomaba la copa de mi mano y la ponía al lado de la suya—. Creo que voy a estar bien si puedo hacer esto. Sólo una pequeña probada. Ha pasado mucho tiempo y parece que no puedo pensar en otra cosa salvo en lo mucho que deseo besarte. —Rozó mis labios con su dedo—. Y las muchas partes de ti que quiero tocar —dijo, deslizando una de sus manos alrededor de mi cintura. Entonces la deslizó aún más abajo, hasta que estuvo ahuecando mi trasero—. Demonios, nena, no llevas nada de ropa interior bajo esos pantalones cortos. El recordatorio de la delgada tela siendo la única barrera allí para absorber la humedad que sus palabras causaban me preocupó. No quería una mancha de humedad en mis pantalones cortos. Eso sería humillante. —Ven aquí —ordenó, pasándome la mano por la cintura y subiéndome a su regazo. No quería estar a horcajadas. ¿Qué si ya estaba mojada ahí abajo? Su mano se cerró sobre mi muslo y me estremecí, incapaz de impedir que moviera mi pierna por encima de su regazo, hasta que mi entrepierna se cernió sobre él. Iba a arruinar estos pantalones. Las manos de Woods se metieron en mi pelo y tiró de mi cabeza hasta que sus labios cubrieron los míos. En el momento en que su lengua se metió en mi boca y se movió contra la mía, dejó de importarme el posible fiasco en mis pantalones, al que tendría que hacer frente más tarde. Sólo quería más de él. Me sostuvo la cara con una mano y luego pasó la punta de su talentosa lengua sobre la parte superior de mi boca, haciendo que me hundiera en él. La dura cresta de su erección presionó firmemente contra el dolor ardiente que estaba vivo y listo. Sabía lo bien que se sentía Woods dentro de mí y mi cuerpo estaba gritando por más. —Tan dulce —murmuró contra mis labios. Entonces su atenta boca comenzó a burlarse de mi mandíbula hasta que dejó que se abriera contra mi cuello. El calor de su aliento hizo que mis pezones palpitaran. Woods movió su mano entre mis piernas hasta que encontró la evidencia de mi excitación—. Ya estás mojada —dijo contra mi cuello y luego lamió la piel de allí suavemente—. ¿Sabes lo increíblemente sexy que es que tus pantalones cortos estén mojados? —No respondí. No podía. Estaba conteniendo la respiración, a la espera—. No creo que lo sepas —dijo sin dejar de besar mi cuello—. Della, esta noche no se iba a tratar de sexo —dijo, mirándome a través de sus pestañas. Su boca estaba tan cerca de mi escote que quería meter mi pecho en su cara y rogar—. Sólo quería una probada. El problema es que se me olvidó tu embriagador aroma.

Quiero estar dentro de ti, nena. Aquí mismo. Quiero arrancar esos pantalones de tu cuerpo y deslizarme dentro de ti. —Estaba dispuesta a aceptar cualquier cosa si él me tocaba un poco más. Un pequeño gemido se me escapó y ni siquiera me importó que le estuviese mostrando lo débil y necesitada que estaba—. ¿Estás sufriendo? —preguntó mientras se estiraba y tiraba de la parte delantera de mi camisa hacia abajo, para luego hacer lo mismo con el sujetador, hasta que ambos pechos estuvieron libres—. Soy un hombre de pechos y los tuyos son un jodido paraíso. Tan redondos y suaves. —Le dio un beso a uno de mis apretados pezones y luego sacó la lengua y la pasó lentamente a lo largo de la punta—. Pequeñas y redondas cerezas. Hechas para ser chupadas —susurró antes de abrir la boca y hacer precisamente eso. No podía dejar de agarrar su cabeza desesperadamente y sostenerlo ahí. No quería que se detuviera. Podía sentir todo el camino hacia abajo, entre mis piernas. Cada tirón de mi pezón traía deliciosas oleadas de placer a través de mí. La mano de Woods se deslizó hacia la parte delantera de mis pantalones y levanté las caderas para darle mejor acceso. Cubrió mi suave montículo y gimió cuando sus dedos encontraron mi resbaladizo calor. Estaba empapada, y en cualquier otro momento me habría preocupado. Ahora sólo necesitaba más. Dos de sus dedos encontraron mi hinchado clítoris y comenzó a frotarlo con un ritmo constante que coincidía con la forma de chupar de su boca sobre mi pezón. Echó la cabeza hacia atrás y pasó de un pecho al otro. Era lo máximo que dejaría que alejara la cabeza. La magia que sólo Woods parecía capaz de causar comenzó a construirse y separé más mis muslos. Pellizcó mi clítoris al mismo tiempo que mordía mi pezón, y la dicha que había estado esperando estalló a mi alrededor. Tiré de su pelo y grité su nombre mientras todo mi cuerpo se estremecía por el violento orgasmo. —Ah, Dios —jadeó con voz entrecortada y envolvió sus brazos alrededor de mi cuerpo para sostenerme contra su pecho. Me desplomé contra él. La respiración de Woods era tan pesada como la mía y solté las manos, que todavía tenía llenas de su cabello. —Lo siento —me las arreglé para soltar. —¿Por qué? —preguntó él con la boca apretada contra mi cuello. —Por tirarte del pelo. Una suave risa vibró en su cuerpo y lamió la tierna carne que había mordisqueado antes. —No lo sientas. Eso fue ardiente. Tan jodidamente caliente. Cada vez que desees tirar de mi pelo mientras estás gritando mi nombre, hazlo.

Sentí su erección debajo de mí y mi complacido cuerpo palpitante saltó en respuesta. No habíamos terminado. Eso había sido un aperitivo. Sacudí las caderas contra él, saboreando el placentero dolor que creaba. Las manos de Woods detuvieron mis movimientos y me mantuvieron quieta. —No. Me quedé helada. ¿Estaba lastimándolo? Contuvo el aliento y luego me levantó y me bajó de su cuerpo. Tal vez había sido demasiado ruidosa y nos iba a llevar al interior. —Tengo mucho trabajo que hacer. Debería llevarte a casa. ¿Qué? ¿A casa? ¿Eh? Me quedé sentada mientras él se levantaba y se ajustaba a sí mismo antes de agarrar nuestras copas de vino. No me había movido para seguirlo. Todavía estaba procesando lo que estaba sucediendo. Bajó la mirada hacia mí y lo que parecía una mueca de dolor cruzó su rostro. Antes de que pudiera preguntarle qué le pasaba, bajó las copas y se agachó para acomodar mi sujetador y mi camisa en su lugar. Luego tomó mi mano y me levantó. —Tengo que llevarte de regreso. —Fue todo lo que dijo antes de volver a tomar las copas de vino y entrar. Como en piloto automático, le seguí. Puso ambas copas en su bar y luego agarró las llaves. Me miró, sonrió y asintió hacia la puerta. Realmente nos estábamos yendo. De acuerdo. Mi estómago se sentía enfermo. Había hecho algo mal. ¿Había visto lo mucho que ansiaba su toque? ¿Eso le asustaba? Me asustaba a mí lo desesperadamente deseosa que estaba por su toque. Me asustaba que me hiciera sentir consuelo en una forma en la que nadie más había sido capaz de lograr. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para que estuviera cerca de mí por más tiempo. Volver al condominio solo significaba una noche más con los sueños de los que quería escapar. Recuerdos que me controlaban. Quería lo que Woods podía darme. Pero no lo conseguiría. Él se estaba deshaciendo de mí.

25 Traducido por CrisCras Corregido por Sofí Fullbuster

Una vez que la tuve a salvo en la camioneta, tuve que planear una explicación. La confusión en sus grandes ojos azules había sido obvia. Pero cada vez que lo intentaba, no podía pensar en una forma de decirlo sin asustarla. Yo también estaba asustado de que pudiera discutir conmigo, y todo lo que me iba a tomar venirme abajo era una pequeña mirada suplicante de ella. Mi polla todavía palpitaba dolorosamente, y el hecho de que supiera que no llevaba unas malditas bragas y estaba empapada por ese orgasmo que le había dado solamente me ponía más duro. Lanzarla a mi cama y follarla hasta que la tuviera gritando mi nombre otra vez y diciéndome que ese pequeño coño suyo era mío había sido la única cosa en la que podía pensar mientras la tocaba. Pero entonces se había corrido en mi regazo y sabía que era el momento de demostrar, tanto a mí como a ella, que era capaz de ser desinteresado. Esta noche había sido sobre ella. No lo que ella podía hacer por mí, sino solo sobre su placer. No quería que esta relación estuviera construida sobre el sexo. Había más allí con Della. Me gustaba estar a su alrededor. Quería protegerla. Me tenía tan atado que no podía pensar claramente. Llevarla de regreso al apartamento de mierda de Tripp iba a matarme. No quería que durmiera allí con él en la habitación de al lado, pero tampoco podía trasladarla a mi casa. Esto estaba moviéndose demasiado deprisa, y una chica como Della saldría corriendo. No quería que ella huyera. Perseguiría su trasero en caso de que lo intentara, pero no quería que lo intentara. Quería que se quedara porque quería quedarse conmigo.

Ser el tipo de hombre con el que una chica se quedaría era más difícil de lo que pensaba. —¿Hice algo mal? —preguntó Della, interrumpiendo mis pensamientos. Ya estaba deteniéndome en el apartamento de Tripp. Había estado tan desgarrado sobre qué decirle, que no había dicho nada. Mierda. Estaba preocupada. Aparqué la camioneta y la miré. El ceño en su frente me preocupó. No era mi intención hacerla fruncir el ceño. Extendí la mano y alisé la piel fruncida con mi pulgar. —No, en absoluto. Estuviste perfecta. Su ceño no desapareció. No se lo creía. Debería haberle explicado esto. Simplemente no podía encontrar las palabras correctas. —Está bien. Si estás seguro —dijo lentamente y extendió la mano hacia la manija de la puerta. —Espera, lo tengo. Te acompañaré hasta la puerta —dije, abriendo mi puerta de un tirón y rodeando la camioneta para abrir su puerta. Todavía me miraba frunciendo el ceño, con una mirada de confusión en su rostro. Era adorable. Tomé sus manos y la ayudé a bajar. Mis ojos se centraron en la mancha de humedad que era muy visible en la entrepierna de sus pantalones cortos. Mirando alrededor, busqué la Harley de Tripp y la encontré estacionada junto al coche de Della. Infiernos, no. Él no iba a ver esto. La evidencia de su coño mojado era solo para mis ojos. Metiendo la mano en la camioneta agarré una sudadera del asiento trasero. —Ponte esto —dije, pasándola por encima de su cabeza antes de que pudiera protestar o siquiera preguntar. Metió los brazos por las mangas obedientemente y cayó hasta la mitad de sus muslos. Cubriéndola completamente y a sus pantalones cortos. Dejé escapar un suspiro de alivio. —¿Por qué llevo tu sudadera? —preguntó, estudiándome como si pensara que podría haberme vuelto loco. Deslicé la mano alrededor de su cintura y la acerqué más a mí, luego bajé la cabeza hasta que mi boca estaba junto a su oído. —Es la casa de Tripp, y ese pequeño y dulce punto húmedo en tus pantalones cortos no son para los ojos de nadie excepto para los míos. Cuando entres, cámbiate en algo suelto y holgado. Y por lo más sagrado, por favor, ponte bragas y un sujetador. Della asintió. La dejé ir y dio un paso atrás. Olía demasiado bien. Verla empequeñecida por mi sudadera no estaba ayudando. Estaba empeorando mi

polla hinchada. —Ve dentro. Tengo que quedarme aquí. Si voy hasta la puerta no seré capaz de marcharme. Metió las manos en los bolsillos delanteros de la sudadera. —Está bien. Te, uh, te veré mañana, entonces —tartamudeó, luego se dio la vuelta y caminó hacia el apartamento. Esperé hasta que estuvo a salvo en el interior antes de volver a mi camioneta y marcharme. Debería haberla acompañado a la puerta, pero sabía que verla en el apartamento de Tripp sacaría al hombre de las cavernas que había dentro de mí incluso más y la seguiría al interior y nos encerraría en su habitación. Esta había sido la única manera de dejarla ir. Ya era hora de que tratara con mi padre.

***

Mi madre me recibió en la puerta con el ceño fruncido. No preguntó cómo estaba ni intentó mantener una pequeña charla. Solo señaló hacia la sala y dijo—: Tu padre está en su oficina. —Luego se alejó sin otra palabra. La mayoría de mi vida, mi madre solo era cariñosa si yo estaba haciendo exactamente lo que ella quería de mí. Siempre que fallaba o la disgustaba, me permitía saber cómo se sentía exactamente respecto a mí. Debería haberlo superado ya. Era un hombre de veinticuatro años. Buscar la aprobación de mi madre era una cosa de mi pasado. Sin embargo, su amor con condiciones era difícil de tragar a veces. Llamé a la puerta de la oficina de mi padre y luego la abrí. No tenía sentido esperar a que me dijera que entrara. Estaba enfadado conmigo, de cualquier modo. Se encontraba sentado en su escritorio con el teléfono en la oreja cuando entré. Sus ojos me miraron con desaprobación a través de las gafas que solo llevaba cuando leía. —Por supuesto. Estoy de acuerdo. Woods acaba de entrar en mi oficina. Hablaré con él y te diré a dónde vamos desde aquí —dijo en el teléfono antes de colgar e inclinarse hacia atrás en su silla para estudiarme con una mirada de desprecio. La amargura de saber que mi abuelo le había dado el título de vicepresidente y lo trasladó a la gran oficina el año en que se graduó de la universidad estaba siempre allí. Actuaba como si tuviera mucho que demostrarle, cuando había trabajado en ese club más de lo que él lo había hecho. Él nunca se

había ensuciado las manos o tratado con empleados. Sin embargo, esperaba que yo pagara mis cuotas. —Espero que estés aquí para explicarme por qué tirarías todo en lo que hemos trabajado porque crees que vas a ser infeliz. Eso es mentira, hijo. Ningún hombre de sangre roja sería infeliz con una mujer como Angelina Greystone. No había trabajado por nada. No iba a decirme con quién tenía que casarme. Apreté los dientes y contuve las maldiciones e insultos. No me facilitarían las cosas ahora. —No la amo. Ni siquiera me gusta mucho. No podría pasar por ello. Lo siento, pero por mucho que desee el empleo con el que me crie pensando que sería mío, no arruinaré mi vida y la de ella. Mi padre se inclinó sobre sus codos, que descansaban sobre el escritorio. — El amor no hace un buen matrimonio. No es para siempre. Te deja. Cuando la realidad se establece y la realidad se pone difícil, el amor te abandona y te quedas sin nada. Te casas con alguien que quiere las mismas cosas que tú. Que no está esperando amor sino éxito. Angelina entiende esto. Tú no. Cuando mi abuela estuvo enferma, fui a visitar a mis abuelos cada vez que pude. Un día me había sentado en el porche con mi abuelo mientras veíamos a mi abuela pintar uno de sus muchos cuadros. El amor y el afecto en su rostro eran inconfundibles. Se había girado hacia mí ese día y me había dicho—: No te pierdas el amor con una buena mujer, hijo. No importa lo que te diga tu viejo, el amor es real. Yo nunca habría tenido éxito en mi vida sin esa mujer de ahí. Ella ha sido mi columna vertebral. Ha sido mi razón para todo lo que he hecho. Un día tu deseo de hacerte un nombre por ti mismo comenzará a alejarse. Ya no será tan importante. Pero cuando estás haciéndolo por alguien más, alguien por quien moverías cielo y tierra, entonces nunca perderás el deseo de tener éxito. No puedo imaginar este mundo sin ella en él. Ni siquiera quiero. No había pensado en esas palabras otra vez hasta ahora. El hombre que había levantado a mi padre era similar a él de muchas maneras. Pero había una diferencia. Mi padre lo hacía todo por él mismo. Su deseo de triunfar era egoísta. No había amor en su trabajo. Mi abuelo había construido este negocio por amor a la mujer con la que se casó. Lo había visto con mis propios ojos. No quería ser mi padre. Quería ser mi abuelo. —Tenemos que estar en desacuerdo —dije finalmente, sabiendo que la mención de sus padres solo le enfurecería. Él siempre pensó que mi abuelo tomó malas decisiones, incluso aunque era el hombre que construyó este club.

Mi padre sonrió y negó con la cabeza. —No, hijo, no lo hacemos, porque estoy a cargo aquí. Si eliges no hacer lo que es mejor para este club y para tu futuro, entonces no estás listo para hacerte cargo de nada. No puedo ascenderte si no puedo confiar en que tomes decisiones inteligentes. Tu trabajo en el club está a salvo por ahora, pero eso no significa que no venga alguien en quien pueda confiar más para hacer tu trabajo. No solo no iba a darme la posición por la que había trabajado tan duro, sino que estaba amenazando la posición que tenía actualmente. Quería decirle que le jodieran y marcharme. Antes de que esto acabara, podría terminar haciendo precisamente eso. Sin embargo, por respeto al hombre que había construido esto con el deseo de cedérselo a cada generación del nombre Kerrington, me quedaría. A ese hombre le respetaba. Al que estaba frente a mí no le respetaba. Si me presionaba demasiado, me iría. Me preguntaba si me echaría siquiera de menos entonces.

26 Traducido por Nats & Sofí Fullbuster Corregido por Alaska Young

Me puse un chándal y una camiseta antes de regresar al salón y hablar con Tripp. Prefería quedarme en esta habitación y pensar en todo. Seguía intentando averiguar qué ocurrió y qué hice mal con Woods. Me daba todo tipo de señales mixtas. O bien estaba disgustado por mi culpa y había decidido no acostarse conmigo o estaba dispuesto a deshacerse de mí. No lo sabía. Pero entonces me hizo usar su camiseta y me dijo que me pusiera ropa más holgada. No estaba segura de qué pensar sobre eso. Tan pronto como tuve ese orgasmo en su regazo había hecho lo imposible por alejarme de él. De camino aquí me convencí de que grité demasiado fuerte y lo lastimé tirando de su cabello como una mujer loca. Entonces quizás se sentía tan avergonzado como yo por la mancha de humedad en mis pantalones y era por eso que quería que me cambiara. No quería que Tripp me viera y supiera que él fue la causa de eso. Alcancé su sudadera y me la puse. Olía a Woods. Me gustó eso. Había querido oler más de él esta noche. El rechazo que estuve esperando evitar se estaba asentando. Podía hablar con Tripp. No le diría exactamente qué ocurrió pero podía obtener su opinión de chico sobre las cosas. Los ojos de Tripp se alzaron del libro que leía y me sonrió. —Con ropa de Kerrington ya. Mierda, el hombre se mueve rápido —bromeó. Suspiré y me dejé caer en el sofá frente a la silla en la que se encontraba sentado. —No es lo que parece. Confía en mí. —La deflación en mi voz fue un poco más obvia de lo que pretendía.

—Oh-oh. ¿Qué ocurre? —preguntó Tripp, dejando su libro en la mesilla junto a él e irguiéndose en el asiento. Pensé cuidadosamente en mis palabras. No quería contarle demasiado, pero quería su opinión. —Woods cortó las cosas con Angelina y fuimos a hablar de ello —comencé. Tripp asintió. Ya sabía mucho, pero aún seguía debatiéndome sobre qué decirle—. Almorzamos juntos y me explicó que no era feliz con ella. No quería que le dijeran con quién casarse. Luego volvimos a su casa. Quería mostrármela y me encantó. —Me detuve y me mordí el labio un momento para pensar en mis próximas palabras. —Nunca lleva chicas a su casa. Era de sus abuelos, así que es su límite de espacio. Solo he estado ahí un puñado de veces. Eso captó mi atención. —Los cuadros de su abuela siguen por todas las paredes. Son preciosos. Las cejas de Tripp se dispararon. —¿Te contó sobre ella? Asentí y Tripp cruzó las manos sobre su pecho mientras sonreía. — Maldición, chica, ¿qué le has hecho a Kerrington? Bueno, eso era lo que me preguntaba también. —Creo que pudo haber decidido que llevarme allí fue un error. Yo… nosotros… las cosas se calentaron un poco en el porche y luego se detuvo y me trajo de vuelta. Dijo que tenía cosas que hacer. Solo así. Sin otra explicación. Fue raro. Tripp frunció el ceño y se quedó en silencio por un momento. —Ustedes han tenido, uh, tenido sexo antes, ¿no? Es lo que tengo entendido. Asentí. —Y hoy no ocurrió —continuó. —No, estaba realmente preparado para deshacerse de mí. Tripp se frotó la barbilla y luego sacudió la cabeza. —No sé qué diablos pasa. Eso no suena como el tipo que conozco. —Se inclinó, descansando los codos sobre las rodillas—. ¿Estás bien? ¿Te molestó? Me sentía confundida y un poco herida, pero estaba bien. Sonreí. —Estoy bien. Simplemente no estoy segura de lo que ocurrió. Sigo pensando que hice algo mal. Tripp extendió la mano y tiró de la manga de la sudadera de Woods. — ¿Cuándo conseguiste esto?

No había forma de que le dijera el por qué Woods me hizo ponérmela. Eso era demasiado vergonzoso. —Um, cuando me trajo aquí. Me la dio antes de obligarme a entrar. Tripp tenía una pequeña sonrisa en sus labios. —¿Vio mi moto? Asentí. —¿Qué dijo cuándo te la dio? —Um, dijo que entrara y me pusiera ropa holgada. Tripp se echó a reír y se recostó en su asiento. Una vez terminó se fijó en mis pantalones de chándal y luego me miró. —Hiciste lo que te dijo. Asentí de nuevo. —Le gustas. Puede que esté un poco asustado y haciendo cosas estúpidas, pero le gustas. La ropa holgada es porque no quiere que te mire y me imagine cosas. Kerrington se ha vuelto posesivo. Nunca lo había visto antes, pero es divertido como el infierno. Creo que le enviaré un mensaje diciéndole que vamos a nadar y ver lo rápido que trae su celoso culo hasta aquí. —¡No, no lo hagas! Creo que iba a enfrentar a su padre. Tripp sonrió. —Bromeaba. Es gracioso. Se quedó en silencio y yo odiaba el silencio incómodo. Sin embargo, me sentí aliviada de que pensara que Woods actuaba raro porque se sentía posesivo conmigo. Quizás era malo querer eso, pero me hizo sentir hormigueante y cálida. —Supongo que debería planear un viaje solo cuando me vaya fuera. No lo sabía con certeza todavía. —Eso depende de cuándo te marchas y de si Woods está realmente interesado en algo más conmigo. Si esto es solo una aventura para él entonces puede que esté lista para huir muy pronto.

***

Anoche me desperté gritando con Tripp sosteniéndome de nuevo. Estaba jodiendo mi sueño y el suyo. No lo culparía si decidía marcharse pronto solo para poder dormir sin las interrupciones nocturnas. Mis ojos se sentían hinchados por el llanto añadido de esta vez. A veces los gritos se mezclaban con los sollozos. Esta

noche había sido una de esas noches. Me pasé una hora en el baño intentando cubrir la hinchazón con maquillaje. No sabía si ayudaría. —Chica, tengo a ocho mujeres que vinieron aquí solicitándome, si no tomaría la mesa seis por ti —dijo Jimmy con los ojos abiertos mientras entraba en la cocina. —¿Qué pasa con la seis? —pregunté, atando el delantal. —No sé cuánto sabes, pero Woods cortó con esa molesta heredera Greystone. Mi conjetura es que su papá está enojado. De todos modos, la heredera, su tensa madre y la señora Kerrington están sentadas en la seis. No puede salir nada bueno de esa reunión. Oh, no. No quería lidiar con esas tres. Pero no tenía opción. Éramos sólo Jimmy y yo para el turno del desayuno. Tendríamos más ayuda para el turno del almuerzo. —Te asusté. Mierda. Lo siento. Es bueno. Tú no las molestaste, Woods lo hizo. Simplemente sírveles la comida y todo debería estar bien. Tenía razón. Ni siquiera sabían que existía. Además, no estaba segura de lo que ocurría con Woods. Ayer me confundió por completo. —Puedo hacerlo —le aseguré a Jimmy, tomando la bandeja de aguas para la mesa cuatro. Cuando tuve la mesa servida y las órdenes tomadas me dirigí a la mesa seis. Las tres mujeres parecían estar en una profunda conversación. Estuve a punto de pasarlas y darles unos cuantos minutos más antes de interrumpirlas. Pero eso podría molestarlas y no quería añadirme a este drama. —Buenos días —dije más en un chillido que un saludo. Fantástico. La señora Kerrington me disparó una mirada molesta. Nunca la había conocido, pero la reconocí por esos oscuros ojos marrones que me miraban. No había duda de que era la madre de Woods. —Agua con gas. —Agua con gas marca Evian con hielo —dijo Angelina. —Lo mismo —dijo sin mirarme la tercera mujer, que tenía que ser su madre. Me dirigí rápidamente hacia la cocina y respiré profundamente. Eran igual que el resto de clientes. No había razones para entrar en pánico. Preparé sus bebidas y regresé para servirlas.

—Sólo necesita tiempo. Nunca le gustó que le dijeran qué hacer. No es por ti, querida. Es un hombre y es tan impredecible como todos. El chico quiere plantar su semilla salvaje. —La madre de Woods se encontraba estirada sobre la mesa acariciando la mano de Angelina mientras lo decía. —No creo que sea eso. Realmente no le gusto. Dijo que seríamos miserables juntos. Y quizás tenga razón. Quiero cosas que él no. Obviamente. La señora Kerrington suspiró. —Sí. Bueno, su padre está muy decepcionado con él. Esperábamos que pensara en algo más que en sí mismo esta vez. Pero es un niño mimado. Siempre se ha salido con la suya. Es mi culpa, por supuesto. Debería haberle dicho que no más a menudo. Deposité el agua enfrente de ellas e intenté ser lo más invisible posible. —Traiga una bandeja de fruta, por favor, y asegúrese de que el kiwi esté incluido. Asentí una vez antes de marcharme. Quería escuchar más, pero entonces sería mejor que no lo hiciera. Quería discutir con ellas. Woods no era egoísta. No era algún chico teniendo una rabieta. Era un hombre adulto cansado de ser controlado y manipulado. ¿Y quién creía Angelina que era? Quería cosas diferentes, obviamente. Como si fuera tan noble. Zorra. Di un portazo y dejé escapar un gruñido agravado. —Vaya, dulce. Te ves lista para desgarrar a alguien —dijo Jimmy mientras pedía la orden de su bandeja. —La madre de Woods es exasperante. Y esa… esa, ugh… Dios, me alegra que no se vaya a casar con esa mujer. Es simplemente… Quiero abofetearla. Jimmy empezó a reírse cuando la puerta detrás de mí se cerró y sus ojos se agrandaron. Casi tenía miedo de darme la vuelta. —Tengo que darte la razón en ambas afirmaciones. —La sexy voz de Woods era divertida. Me giré y lo observé completamente. Su oscuro cabello estaba peinado de forma desordenada y sus vaqueros abrazaban perfectamente sus caderas. La blanca camisa Oxford que llevaba sólo hacía que su tez aceitunada destacara incluso más. —Lo siento —me las arreglé para decir mientras mi ritmo cardíaco se aceleraba. Me quedé mirando su mano y pensando en cómo se sintió cuando la deslizó bajo mis pantalones cortos ayer.

—No lo hagas. Dije que concordaba contigo. —Alcé los ojos para encontrarme con los suyos. Pensaba que era divertido que no me gustara su madre o su ex novia. Podía verlo en sus ojos. —Buenos días —dijo, y echó un vistazo detrás de mí hacia el personal de cocina, que sabía que eran más un público atento de lo que parecían. —Buenos días —contesté. —Les llevaré su fruta —dijo, acercándose para tomarla. Ni siquiera la había pedido todavía. —Esa no puede ser de ellas; no la he pedido —dije cuando se volvía hacia la puerta con la fruta que incluía el kiwi. —Es de ellas. Mi madre raramente ordena otra cosa para el desayuno. Esta gente lo sabe. Luego salió por la puerta. —La orden para la mesa cuatro está lista —gritó Harold desde los fogones. Fui y conseguí la comida. Intenté no mirar por encima hacia la mesa en la que sabía que Woods estaba con Angelina. Podía escucharlo hablar, y por el rabillo del ojo pude ver que se había sentado con ellas. Mi estómago se anudó con el pensamiento. Me las arreglé para copiar correctamente las órdenes de los clientes de la cuatro. Luego me costó toda mi fuerza de voluntad no regresar corriendo a la cocina para esconderme de ver esto. Pero a pesar de que Woods les había llevado la comida, yo era la camarera. Necesitaba asegurarme de que no necesitaban nada. Especialmente desde que Woods se sentó con ellas. —¿Puedo traerles algo más? —le pregunté a su madre directamente. Él se había sentado junto a Angelina y no podía mirarlos. —Más agua con gas, pero esta vez sin tanto hielo, y añádele algunas frambuesas. —Su tono era molesto y no sabía si era debido a Woods o a mi servicio. Asentí y volví a la cocina. Jimmy me esperaba con las manos en las caderas. —¿Qué diablos fue todo eso? —preguntó. No estaba segura de a qué se refería. —¿El qué? —pregunté confusa. Jimmy ondeó la mano hacia la puerta y de nuevo a mí. —¿La loca mierda que vi pasando entre tú y el jefe? Por favor, no me digas que eres la razón por la

que Woods se ha rebelado contra sus padres. Esto no terminará bien —dijo entre dientes, recogiendo su bandeja. Ya no estaba segura de lo que era. Negué. —No lo creo. —Esa era la mejor respuesta que tenía. —¿No lo crees? —preguntó con una mirada incrédula en su cara—. De verdad, chica, si fueras la razón, lo sabrías. No estoy seguro de qué pensar sobre todo esto o de ti, pero te avisaré: es un Kerrington. Ten cuidado. Jimmy caminó por la cocina y le observé alejarse. Actuaba como si ser un Kerrington fuera una cosa mala. Nada sobre Woods que hubiera visto era malo. Preparé el agua con gas con menos hielo y frambuesas frescas y luego se la llevé a la madre de Woods. Me negué a mirarlo. Su conversación cesó cuando me acerqué, y el silencio en la mesa era incómodo. No me quedé por allí. Fui a tomar los pedidos de bebidas de los que acababan de sentarse en la mesa uno y me centré en atender a mis otros clientes. Cuando regresé al comedor diez minutos más tarde, Woods se encontraba de pie y yéndose con la mujer. Odiaba que me molestara. ¿A esto se refería Jimmy? Él nunca dejaría de ser una parte de ellos. Eventualmente volvería a ella. Me las arreglé para terminar mi turno, y una vez que mi delantal fue arrojado al cesto de la ropa sucia estuve lista para salir de aquí. —El señor Kerrington llamó y pidió que lo vieras en su oficina antes de que te vayas, Della —dijo Juan desde la parte trasera. Oh, mierda. —Gracias —respondí y me dirigí hacia la oficina de Woods. ¿Lo había arruinado con su mamá? Odiaba este sentimiento. Odiaba querer complacerlo y ni siquiera estar segura de si lo hacía. Y odiaba que se hubiera ido con ella. ¿A dónde fueron? ¿La besó? ¿Se disculpó? ¿Se volvió a comprometer? ¿Me diría que decidió que lo que sucedió ayer fue un error? Tal vez se había ido por la respuesta que le di en el porche y mi incapacidad para controlarme. Golpeé la puerta y esperé. Esperaba que no estuviera aquí y pudiera irme antes, entonces la puerta se abrió y Woods se estiró, tirándome al interior antes de cerrarla de golpe y bloquearla detrás de él con un ligero clic. Entonces estaba sobre mí. Sus manos apretadas firmemente en mi cintura y mordiendo hambrientamente mi labio inferior. No había nada de dulzura en su lengua mientras invadía mi boca.

Se estiró hacia abajo, agarrando mi pierna y levantándola para envolverla alrededor de su cintura, luego ahuecó mi trasero y continuó asaltando mi boca con deliciosos golpes de su lengua. Envolví los brazos alrededor de su cuello y me aferré a él. Esto no era lo que había esperado, pero me sentía tan perdida en el placer que no me importaba. —¿Cambiaste esos pantalones cortos por unos holgados ayer? —preguntó Woods mientras su boca viajaba hacia mi cuello. —Sí —respondí sin aliento. —¿Tripp no vio ese húmedo y dulce lugar? —Sus obscenas palabras hicieron que lloriqueara y me contoneará más cerca de él. —No, utilicé tu sudadera y un par de pantalones de chándal el resto del día —le aseguré. —Bien —gruñó, y envolvió sus brazos alrededor de mi espalda, llevándome hacia su escritorio y sentándome en él—. Necesito probarlo. Ahora. Antes de que pudiera entender lo que decía, levantó mi falda, agarró mis bragas y las tiró lo suficientemente fuerte como para que el sonido de la tela al ser rasgada me asustara. Sacó las rasgadas bragas de mi cuerpo y las lanzó al suelo. Luego tomó mis pies, flexionando mis rodillas, y los empujó contra el borde del escritorio, dejándome completamente abierta. Estaba jadeando con anticipación mientras caía sobre sus rodillas y comenzaba a mordisquear la cima de mis muslos. No podía evitar retorcerme mientras respiraba entrecortadamente. Finalmente, su lengua se movió sobre mi húmedo centro y habría saltado si no fuera porque sus manos se encontraban sujetando mis caderas. Comenzó a empujar su lengua dentro y fuera de mí, haciendo que me apretara codiciosamente contra él con cada entrada, como si pudiera mantenerlo allí siempre. —Había olvidado cuán maravilloso sabías —murmuró contra mi clítoris antes de empujarlo en su boca y chuparlo. —Oh, Dios, Woods. Oh, Dios —gemí. Mis caderas comenzaron a retorcerse involuntariamente. No podía controlarme a mí misma. Su boca se movió por el interior de mi muslo y dejé caer mi cabeza con frustración. El latido entre mis piernas era casi doloroso. —Woods, por favor —supliqué. Alzó la cabeza y la mirada en su rostro me dijo que estaba tan encendido como yo. Me encantaba que probarme le hiciera eso.

—¿Te vas a correr en mi boca? —preguntó, sacando su lengua y moviéndola sobre mi entrada, por mi hinchado clítoris. —Lo necesito —jadeé. —¿Este lindo y pequeño coñito necesita correrse? —preguntó, dándome una larga lamida con su lengua. Me retorcí y lloriqueé. —No puedo decir que no a eso. Es demasiado malditamente dulce —dijo roncamente mientras se estiraba y cubría mi boca con su mano antes de empujar mi clítoris en su boca y meter dos dedos en mi húmeda entrada. Estos bombearon en mi interior mientras su lengua golpeaba mi clítoris y lo chupaba. Mi grito fue silenciado por su mano. No se detuvo hasta que mi tembloroso cuerpo no pudo soportar más atención en mi sensible carne, y lo empujé lo suficiente hacia arriba como para ponerlo sobre mí, así podía envolverme a su alrededor. Me las arreglé para no tirar de su cabello, pero grité y lamí su mano. ¿Terminé demasiado fuerte? —Trataba de hacer esto sólo para ti. Intentando mostrarte que eres especial, pero joder, nena, quiero estar dentro de ti. Creo que estoy a punto de explotar — dijo Woods contra mi hombro. ¿Qué? ¿Estaba tratando de hacerme sentir especial? ¿Es por eso que me dejó así ayer? No lo pensé demasiado. Ya me encontraba lista para más. Mis temblores se habían calmado. Desabroché sus vaqueros y los tiré hacia abajo junto con sus bóxers rápidamente. —Por favor, ahora. Te necesito dentro de mí —supliqué. Quería esa proximidad. Gimió y alcanzó el bolsillo de sus pantalones, sacando un condón. Sus ojos encontraron los míos y sonrió. —Lo puse allí antes de llamarte. No era mi intención, pero también sabía que no podría ser capaz de detenerme. Me sentía tan aliviada de que tuviera uno que no me importó. Lo deslizó en su dura longitud y luego abrió mis piernas, mirándome. Sabía que temblaba. —Es tan malditamente lindo —susurró y movió un dedo a lo largo de la tierna carne. Lo observé, totalmente fascinada mientras sostenía su gruesa polla en su mano y presionaba la punta en mi entrada. Siseó cuando se deslizó lentamente en mi interior—. Tan apretada —jadeó. Alcé las caderas para tomarlo más profundamente, y se deslizó hasta que estuve totalmente llena. Me moví contra él. Estaba siendo tan dulce y relajado conmigo. No acostumbraba a eso.

Decidí que necesitaba un empujón. Había decidido que esto era lo que quería y no estaba segura del por qué. No había controlado mis reacciones con él. Tiré la camisa por encima de mi cabeza y desabroché mi sujetador mientras él permanecía en silencio, observando mi pecho desnudo. Sabía que eran su debilidad. Sus ojos se ampliaron con excitación. Los cubrí y comencé a girar mis pezones entre mis dedos mientras seguía congelado en mi interior. Sentí su polla temblar y eso solo me hizo sentir más poderosa. —¿Te gusta esto? —pregunté, arqueando la espalda y tirando más fuerte de mis pezones. —Oh, sí. Joder, sí —respondió antes de que su boca cubriera un pezón y sus caderas comenzaran a moverse dentro y fuera. Extendí aún más las piernas y dejé caer mis manos, dejando que mi pecho sobresaliera hacia él. —Más duro, Woods. Lo necesito más duro —rogué y observé cómo el controlado placer en sus ojos se derrumbaba y una salvaje mirada tomaba su lugar. Sus manos agarraron mis caderas y comenzó a golpear en mi interior mientras sus ojos observaban cada movimiento de mis tetas. —¿Es lo suficientemente duro para ti? —preguntó en un estrangulado susurro. —Más, más duro —respondí. Salió de mi interior y me giró sobre la mesa. —Agárrate de la mesa —me ordenó, y sus manos tiraron hacia atrás de mis caderas un segundo antes de que estuviera llenándome de nuevo con un duro empujón—. ¿Es lo suficientemente duro para ti, cariño? —preguntó mientras golpeaba dentro de mí por atrás. Me aferré a la mesa y lancé la cabeza hacia atrás. Estaba tan cerca de otro orgasmo y sabía que esta vez sería más intenso. Tenerlo en mi interior siempre lo hacía más increíble. Un ruidosa bofetada me sorprendió y luego un púnzate dolor me recorrió antes de que su mano comenzara a acariciar el área en mi trasero que había azotado. Oh. Me gustaba eso. —Maldita sea, tu culo luce bien con la marca de mi mano en él —gruñó. Me empujé hacia atrás e hizo lo mismo con la otra nalga. Lloriqueé y apreté las paredes de mi vagina, presionándolo aún más fuerte. —Joder, nena —gritó en respuesta. —Voy a correrme —chillé cuando el éxtasis comenzaba a bombear en mis venas. La mano de Woods amortiguó mis gemidos mientras su cuerpo temblaba

detrás de mí y gemía mi nombre una y otra vez, su polla sacudiéndose en mi interior varias veces. Permanecimos así por unos segundos, hasta que nuestros cuerpos comenzaron a relajarse mientras salíamos de nuestra neblina. Su mano cayó de mi boca y sentí un rastro de besos en mi espalda. —Tan bueno. Siempre es así contigo, Della. Sus palabras hicieron que mi pecho doliera. Se sentía de la misma forma para mí, pero era uno de los tres tipos con los que había dormido, así que no tenía mucho con quién comparar. Salió de mi interior lentamente, haciéndome jadear. Luego su boca estaba en mi trasero. Besando la punzante piel que había golpeado hacía unos segundos. Si continuaba así de dulce iba a aferrarme a él y a no dejarlo ir nunca dejarlo ir. —Tan perfecta —dijo contra mi acalorada piel. Lo miré por encima de mi hombro. Se encontraba de rodillas y besando mi trasero. Sonreí. —Me gustó. No tienes que seguir besándolo. Me sonrió y me dio una rápida lamida. —Me gusta ver mi mano aquí. Estás marcada. Me reí y se levantó, pasando sus manos por mi cuerpo. Las puso sobre mis pechos y sostuvo su peso en ellas. —Necesito marcarlos como míos también. Aunque aún no sé cómo hacerlo —dijo contra mi oído. Disfruté de su toque y dejé caer la cabeza sobre su hombro. —Mmm —respondí. —No puedo azotarlos. Tal vez necesito morderlos —dijo roncamente, haciéndome temblar. —Te gustará. ¿Quieres que los muerda? —Dejó escapar un suspiro—. Eres tan sexy, Della. Estoy tan jodido que no puedo pensar bien. Ahora mismo sólo quiero deslizarme en tu interior y quedarme allí. Vas a matarme, niña. Sonriendo, giré entre sus brazos. —Sigue hablando así y voy a comenzar a pedir más —le dije. Woods arqueó una ceja. —¿Ya quieres más? Asentí. Dejó salir una pequeña maldición. —Sólo tenía un condón aquí. Y era sólo por si acaso. Un golpe en la puerta de Woods nos detuvo.

—¿Woods? —dijo la voz de Tripp desde el otro lado de la puerta. Woods alcanzó mi desechado sujetador y comenzó a vestirme. Le habría ayudado, pero fue demasiado rápido. Cuando me puso mi camisa y bajó mi falda, comenzó a abrocharse los vaqueros. —¿Sí? —dijo, pasándose las manos por su cabello y guiñándome un ojo. Caminó hacia la puerta y la abrió. Tripp entró, sus ojos encontrándome y luego dirigiéndose hacia Woods. —Ya me voy —dije con una sonrisa demasiado forzada. Podía ver en los ojos de Tripp que sabía exactamente lo que habíamos estado haciendo aquí. —Te llamaré más tarde —dijo Woods cuando lo pasaba. Asentí, pero mantuve los ojos en la salida.

27 Traducido por CrisCras Corregido por Meliizza

Observé a Della marcharse y me pregunté si hice lo incorrecto permitiendo que Tripp nos viera de esta manera. Su cabello había estado revuelto, sus labios hinchados, y la apariencia de satisfacción femenina rezumaba de ella. Quería que Tripp viera que era mía. Que quería ser mía. Pero tal vez esto fue un error. No pensé en la reacción de Della ante esto, o en cómo se sentiría. —Supongo que eso aclara su confusión de ayer —dijo Tripp después de cerrar mi puerta y entrar. ¿Qué quiso decir? —¿Qué confusión? Tripp se encogió de hombros y se hundió en una de las sillas de cuero que había frente a mi escritorio. Luego enarcó una ceja. —No hicieron nada en esta silla, ¿verdad? Rodé los ojos y me senté en el borde del escritorio. —¿Qué quisiste decir con ese comentario? ¿Qué confusión? —La parte en la que ayer la abandonaste como a una patata caliente y la dejaste completamente confundida e insegura de sí misma. Aún así, se sentó obedientemente en unos pantalones de chándal y tu maldita sudadera todo el día, e incluso durmió con ella. ¿Ella durmió con mi sudadera? Empecé a sonreír, y cuando el hecho de que Tripp sabía en qué dormía ella se registró en mi cerebro, fruncí el ceño en su lugar. —¿Cómo demonios sabes con qué duerme? —pregunté, poniéndome de pie. Tripp inclinó la cabeza hacia un lado y me miró fijamente. Ni siquiera intentó defenderse.

—¿De verdad la conoces? ¿O solo estás jugando con ella? Porque ya la han jodido una vez desde que la conozco y creo que tú podrías tener el poder de romperla. La sangre comenzó a hervir en mis venas. Iba a darle una paliza. ¿Y quién demonios la había jodido? —Es posible que quieras tener cuidado con lo que dices. Me importa una mierda quién eres o quién demonios se supone que soy yo. ¿Y qué quieres decir con que ya la han jodido antes? —Entonces el recuerdo de Jace sentado en mi oficina, diciéndome que se involucró con su jefe volvió a mí. ¿Qué dijo exactamente? Tripp levantó ambas manos. —Tranquilízate y escúchame. Maldita sea, ¿cuándo te volviste tan impulsivo? —Dime qué sucedió con su antiguo jefe. El de Dallas. Tripp frunció el ceño. —El bastardo jugó con ella. Estaba casado y su esposa embarazada. Della no lo sabía porque él no llevaba un anillo y nunca venía al bar. Era nueva. Él aparecía tarde por la noche y le coqueteaba un poco. Luego iba a recogerla y venía más a menudo. Era un bar grande. Nadie preguntaba. Lo vi acostarse con camareras antes, pero no sabía con seguridad si era eso lo que sucedía con Della. Hasta que su esposa apareció. Della se encontraba furiosa, más que molesta. Por eso la envié aquí. Él no tenía el poder de romperla. Pero creo que tú sí lo tienes. Su antiguo jefe había estado casado. ¡Maldita sea! No es de extrañar que fuera tan cuidadosa manteniéndose alejada de mí cuando estuve comprometido. Se preocupaba de que la historia se repitiera. Yo era un idiota. —No le haré daño —prometí. No lo haría. —Ella sería fácil de romper. No me gustaba que continuara diciendo eso. —¿Qué quieres decir? —¿La había visto tener un ataque de pánico? —Grita de noche. Cada maldita noche, grita como si alguien estuviera golpeándola. Es malditamente atemorizante. Tampoco se despierta. Nada de lo que hago la calma. Grita hasta que acaba. Luego se despierta. A veces no lo hace. A veces vuelve a tumbarse y sigue dormida. Simplemente me siento allí, horrorizado, y la observo. Intento abrazarla y calmarla cuando se despierta, pero nunca ayuda. Tiembla, y me rompe el corazón. No puedo hacerlo mejor. Todo lo que sé es que tiene alguna mierda jodiendo su cabeza. No sé qué y no sé por qué, pero está allí y le hace daño. Así que, si estás en esto por un polvo, entonces con mucho gusto

pelearé contigo. Porque esa chica no es del tipo con el que jodes. Ella no es lo suficientemente fuerte para eso. Iba a vomitar. Mi estómago se apretaba tan estrechamente que no podía moverme. Gritaba por la noche. El terror congelado que vi esa noche en la fiesta fue bastante aterrador. Se aferraba a mí desesperadamente. Me preocupaba poder tratar con eso sola. No sabía que tenía pesadillas. Me dolía el pecho y me ardían los ojos. Odiaba esto. Odiaba saber que algo la atormentaba. Quería arreglar esto. Arreglarlo todo por ella. Me di la vuelta y me dirigí a la puerta. Iba a encontrarla. Íbamos a hablar de esto. Estaría allí la próxima vez que se despertara gritando. Tripp podía no ser capaz de consolarla, pero estaba seguro de que yo si lo haría. Haría que desapareciera. Tenía que hacerlo. No sabía si podría vivir con ella herida de esa manera. —¿A dónde vas? —preguntó Tripp. —A encontrarla —respondí. —¿De verdad crees que es la manera de manejarlo? ¿La conoces en absoluto? Asústala y correrá. Necesitas detenerte y pensar sobre esto. Si quieres ayudarla, entonces bien. Me alegro. Necesita a alguien. No me quiere, y honestamente, no sé si yo podría manejarlo. Tengo mis propios demonios. Pero te quiere. Sostuvo esa sudadera tan estrechamente anoche cuando se despertó y enterró su rostro en ella como si estuviera intentando olerte, eso es lo que me preocupaba. No podía imaginarme que ella te importara lo suficiente como para hacerle frente a esta locura. Es ardiente. Se suponía que eso era por lo que permanecías en esto. Pero si te preocupas por ella lo suficiente como para quedarte a pesar de que tiene problemas y no es fácil, entonces bueno. Estoy aliviado. Me volví para mirarlo. —Seré todo lo que necesite que sea. No puedo alejarme, lo intenté. Estoy enganchado. Y ahora mismo estoy a punto de perder la cabeza porque no sé cómo ayudarla. Sólo necesito encontrarla y sostenerla durante el resto del maldito día. Necesito saber que está bien. Tripp caminó hacia mí. —No sé si está lista para que lo sepas. No creo que confíe en que la quieras cuando descubras que tiene problemas. Grandes problemas emocionales. Tienes que facilitar esto. No vayas a decirle que sabes y esperes que ella lo maneje. Estará furiosa conmigo por decírtelo y aterrorizada de ser herida cuando salgas corriendo. Así que se te adelantará. Correrá lejos. Es la forma en que lidia con las cosas. Odiaba esto. Tenía razón, pero lo odiaba. —¿Qué hago? —pregunté, necesitando que alguien me lo dijera. No podía perderla.

—Te llamaré esta noche cuando se vaya a dormir. Ven y duerme en el sofá. Cuando empiece a gritar, tú estarás allí. Verá que no estás asustado y podrás demostrarle que no vas a salir corriendo. Está bien. Podía hacer eso. Podía esperar hasta esa noche. Pero todavía iba a encontrarla ahora. Aunque sólo fuera para abrazarla. No le diría por qué. Simplemente necesitaba asegurarme de que estuviera bien, por mi cordura.

***

Tripp abrió la puerta y retrocedió para dejarme pasar. Permanecía sentado en el aparcamiento cuando me llamó hace dos minutos para decirme que ella ya dormía. No sabía cuánto tomaría para que los gritos comenzaran, y no quería que Tripp fuera el que la sostuviera cuando se despertara esta vez. Nunca más. —¿Ya te encontrabas aquí? —preguntó. —Sí. —¿No acabas de traerla a casa del trabajo hace apenas dos horas? —Sí. Tripp se rió entre dientes y negó con la cabeza. —¿Te marchaste, siquiera? —No. Parecía divertido. —Hay una almohada y una manta en el sofá. Me voy a la cama. Es tarde y necesito dormir algo. La última noche fue dura. No tenía que preguntar por qué. Sabía qué quería decir con dura y me volvía loco al pensar en el hecho de que yo no había estado allí. Que sufrió y que yo no tenía ni idea. —Gracias —respondí. —No me agradezcas. Todavía no has pasado por esto. Puede que me odies cuando haya acabado. —No tenía ni idea de lo que decía. La abracé cuando había estado completamente desprotegida y congelada en la fiesta. Vi la mirada en blanco en sus ojos, y me asustó, pero no quise salir corriendo. Quería protegerla. Esto sólo hacía que el instinto que ella sacaba de mí empeorara. Me tumbé en el sofá y miré al techo. No me sentía seguro de si sería capaz de dormirme. No sabiendo que en cualquier momento ella iba a estar sufriendo. Mi pecho se comprimía por la idea, y tenía que tomar profundas respiraciones para aliviar la presión.

¿Qué le sucedió para causar esto? Mi mente volvió al primer día que la vi. Se hallaba tan condenadamente sexy y adorable tratando de descubrir la manera de cargar combustible. Pensé que era sólo un poco de diversión sin preocupaciones para distraerme. No había estado preparado para la forma en que sabía, sin embargo. Y el olor. Dios, olía tan malditamente bien. Me volví un poco loco esa noche. Cada vez que la llevaba a un orgasmo, necesitaba hacerlo otra vez. Seguí pensando en el hecho de que se trataba de algo de una noche y luego ella se habría ido. Así que había querido más. Nunca hice tanto sexo oral en una noche durante toda mi vida. Pero no fui capaz de conseguir suficiente de ella. Luego, finalmente se quedó dormida por el cansancio y me obligué a dejarla allí. Cerré los ojos mientras el dolor se deslizaba a través de mí. ¿Se despertó gritando esa noche también? ¿Y sola? ¿La había follado y dejado para que tratara con su dolor? No podía tumbarme aquí. Me senté y enterré la cabeza en mis manos. Desde el comienzo cometí errores con ella. Asumía las cosas incorrectas. Ni una sola vez pareció débil y frágil hasta esa noche en el club, cuando tuvo ese ataque de pánico y se derrumbó completamente. Fue el primer vistazo de lo que ella mantenía tan bien escondido. No podía quedarme más tiempo aquí. Necesitaba verla dormir. Necesitaba estar allí en el momento en que gritara. Caminé hacia su puerta y la abrí. Esperé hasta que mis ojos se adaptaran a la oscuridad, antes de entrar y cerrar la puerta detrás de mí. Ella se acurrucaba en la cama en una pequeña bola. Como si estuviera protegiéndose a sí misma. Mi sudadera se la tragaba, pero la abrazaba con fuerza contra ella como dijo Tripp. Verla en mi sudadera de esa manera tenía a mi hombre de las cavernas golpeándose en el pecho. Era mía. Ella lo sabía. Quería subirme a la cama y abrazarla. Quería sentir tanto que enterrara la nariz en mi ropa, yo podría ayudarla con facilidad. Podía olerme. Permanecía allí por una razón. No podía sentarme. Estaba inquieto. Me quedé de pie en la esquina con los brazos cruzados sobre el pecho y la observé dormir. Se encontraba tan tranquila. Era difícil creer que tuviera problemas durmiendo. Un pequeño gemido vino de ella y mi cabeza se alzó de golpe, atento. Estudié su rostro y esperé. Empezó a retorcer puñados de mi sudadera, luego un extraño ruido comenzó en su garganta. Crucé la habitación de inmediato. Justo cuando me senté en la cama a su lado, dejó salir un grito que helaba la sangre y su cuerpo se sacudió y se retorció en la cama. La alcancé y luchó contra mí. Sus ojos se hallaban estrechamente cerrados, pero lloraba y luchaba contra mí con una fuerza

sorprendente. Cada sonido que salía me desgarraba. Odiaba saber que se sentía perdida en algún terror desconocido y que no podía salvarla. La estreché con fuerza contra mi pecho y empecé a susurrarle suaves palabras al oído. Le prometí que no iba a ir a ninguna parte y le supliqué que volviera a mí. Le dije que era hermosa y que cuidaría de ella, que sólo necesitaba que abriera los ojos y me mirara. Otras palabras brotaron de mí mientras mis ojos ardían y mi corazón se aceleraba. Sus gritos continuaron, pero dejó de luchar contra mí y se fue acercando. Enterró su cabeza en mi hombro e inhaló profundamente, luego lloró con alivio. Sus brazos se envolvieron alrededor de mi cuello y me sostuvo mientras se subía a mi regazo. Los gritos se convirtieron en pequeños sollozos y luego cesaron por completo. Sentí la humedad de mis lágrimas en el rostro. Las limpié rápidamente antes de que pudiera verme, luego pasé mi mano suavemente por su cabeza y empecé a susurrarle que me encontraba allí. Que la tenía y que estaría bien. —¿Woods? —Se ahogó en un sollozo y continuó abrazándome tan fuerte como yo la abrazaba. —Sí, nena, te tengo. Estás bien —dije suavemente contra su oído. La tensión de su cuerpo se liberó y se derritió contra mí con un profundo suspiro. —Creo que mi sueño acaba de mejorar —murmuró y apoyó la cabeza en mi pecho. Me quedé esperando que dijera algo más, pero no lo hizo. Se quedó acurrucada en mis brazos y en cuestión de segundos su respiración más profunda me confirmó que dormía profundamente. Me acomodé de nuevo en su cama y mantuvo su agarre sobre mí. La solté el tiempo suficiente para tirar de las mantas sobre nosotros. Luego la envolví en mis brazos otra vez y permití que mis ojos se cerraran. Se encontraba bien. Estaba a salvo.

28 Traducido por perpi2 Corregido por NnancyC

El calor y el delicioso aroma de la sudadera con capucha de Woods se sentía más fuerte de lo que era cuando me dormí. Me acurruqué más cerca y el cuerpo duro y los brazos envueltos a mí alrededor hicieron que me detuviera. Tomé otra respiración profunda y me di cuenta que no era la sudadera de Woods lo que estaba oliendo. Abrí los ojos y miré hacia arriba para ver la barbilla sin afeitar de Woods. Estaba en la cama conmigo. También completamente vestido. Como yo. Recordé la noche anterior y estaba segura que me metí en la cama sola. —Buenos días —dijo con su voz profundamente sexy, sorprendiéndome. Sus ojos aún permanecían cerrados. —Um... buenos días —contesté, mirándolo. Una sonrisa apareció en sus labios, abrió los ojos y movió la cabeza para poder mirarme. —Te sientes verdaderamente bien en la mañana —dijo, deslizando la mano alrededor de mi cintura. Él también lo hacía. ¿Pero de dónde salió? —Uh, gracias. Um, ¿qué estás haciendo aquí? —pregunté. El humor en sus ojos fue reemplazado por algo más. Me preguntaba si herí sus sentimientos. ¿Olvidé algo? ¿Estaba desmayada ahora? Oh Dios... —Vine anoche luego de que te fueras a dormir —dijo. El alivio me inundó. No me desmayé y olvidé algo. Estaba bien. Pero ¿por qué regresó? —¿Por qué?

—Porque quería estar aquí cuando tuvieras una pesadilla. Debo ser yo quien te sostenga, no Tripp. ―La comprensión lentamente apareció en mi cabeza y empecé a alejarme de él. Sus brazos se apretaron a mí alrededor y no podía moverme—. No lo hagas —dijo simplemente—. Déjame terminar. Me quedé inmóvil en sus brazos. Mi cuerpo completamente rígido. Vino a ver a mi locura. ¿La vio? No me desperté. ¿Me dejaba ahora? ¿Vio cuán demente era? Odiaba a Tripp. Le contó. Ayer nos vio juntos y le advirtió que estaba loca. —Tripp se preocupó por mis intenciones contigo. Vino a mi oficina ayer para hablar conmigo sobre ello antes de que nos sorprendiera juntos. Quería ver cuán serio era con respecto a ti. Fue ahí para advertirme. Lo convencí de que era más serio contigo de lo que lo que jamás fui con otra chica y me contó acerca de tus pesadillas. Quería estar aquí. No podía soportar la idea de él sosteniéndote. De que pasaras por eso y yo no estuviera aquí para ti. No te enfades conmigo, cariño. Por favor, no quiero que nunca duermas sin mí a tu lado de nuevo. No puedo soportar la idea de que trates con esto sola. Las lágrimas inundaron mis ojos, hundí el rostro en su pecho y dejé escapar un pequeño sollozo. Sus palabras eran tan dulces y honestas. Estuvo aquí. Me vio y quería estar aquí otra vez. ¿Por qué? ¿Acaso no lo asustó? —No llores. No puedo soportar verte llorar. Sólo quiero hacerte feliz. Sus palabras se albergaron en mi corazón y supe en ese momento que me había enamorado de Woods. Podía ser estúpido de mí parte amar a alguien, pero lo hacía. Lo amaba. No podía decirle, sin embargo. Él no lo sabía todo acerca de mí, y decirle que lo amaba era injusto. Pero lo hacía. Lo amaba tanto. Me sequé las lágrimas de los ojos antes de mirarlo nuevamente. —¿Por qué quieres permanecer cerca de mí? Has visto lo estropeada que estoy. ¿Por qué no huyes? Woods me acunó el rostro en su mano y presionó un beso en la punta de mi nariz. —Por esto. No entiendes por qué alguien te querría. ¿Tiene alguna idea de cuántas Angelinas conocí? Esperan atención y lealtad. Utilizan su belleza para controlar. Pero tú... tú no tienes una maldita pista de lo increíblemente hermosa y deseable que eres. No eres calculadora y egoísta. Y me haces querer ser mejor. Estaba completamente acabada. Este hombre tenía el poder de destruirme. Me acerqué a él y me senté a horcajadas sobre su regazo. Alcancé el dobladillo de su camisa y tiré de ella por encima de su cabeza antes de sacarme la sudadera. Quería sentir su piel contra la mía.

Presioné mi pecho desnudo contra el suyo y gemí de placer. Su pecho subía y bajaba con fuerza y apretó las manos en mi cintura. Pero no se movió. Me dejó hacer esto. Me aparté lo suficiente para rozar mis pezones por sus duros pectorales mientras miraba nuestra acalorada piel tocarse. —Bebé —gruñó cuando su mano me apretó la cintura. —Se siente bien, ¿no? —pregunté, incapaz de apartar los ojos de nuestros pechos. Me arqueé hacia adelante y corrí mis pezones sobre los suyos. El aliento rápido que inhaló entre dientes me hizo sonreír. —Asombroso —respondió. Lo amaba. Dejé que eso se absorbiera mientras pasaba las manos por sus anchos hombros y abajo por sus brazos. Quería besarlo por todas partes. Quería conocer su cuerpo mejor que el mío. —¿Puedo darte un beso? —le pregunté mirándolo. —Por favor —respondió. Le di un beso en la tetilla derecha y sus manos subieron para agarrar mi cabeza. Él no esperaba eso. Pensó que quería un beso. No entendió lo que pedí. Seguí besándolo mientras bajaba por su cuerpo y lamía cada ondulación apretada de su estómago. Cuando mis manos encontraron sus vaqueros los desabroché y bajé la cremallera. Luego los bajé y Woods levantó las caderas lo suficiente para que desciendan por su trasero. Continué llevándolos aún más abajo por sus piernas hasta que yacían en un montón en el suelo. Sonriendo para mí misma, comencé a besar mi camino hasta sus piernas musculosas disfrutando de cada estremecimiento de su cuerpo mientras lamía la parte interior de su muslo. Entonces llegué arriba y tomé la erección que estaba vertical en completa atención de mis manos. —Della. — Woods respiró inestablemente. No levanté la mirada hacia él cuando abrí la boca y lo deslicé adentro hasta que la cabeza de su polla rozó la parte posterior de mi garganta. —Dulce, JODER —gritó y su mano tiró suavemente mi cabello únicamente volviéndome más decidida a volverlo loco. Despacio, pasé la lengua por su carne sensible. Su cuerpo temblaba bajo mis caricias y me encantaba. Apreté la boca sobre la cabeza de su polla de nuevo y lo tomé profundamente, entonces lo dejé deslizarse completamente afuera de mi boca con un pequeño estallido antes de llenarme con su dura carne palpitante otra vez. —Della, bebé, ven aquí. Voy a venirme —dijo con voz entrecortada.

Quería que se viniera. Quería esto con él. Ahuequé sus pelotas en mis manos y comencé a masajearlas suavemente y apretarlas mientras chupaba más fuerte en la punta de su pene antes de tomarlo tan profundamente como pude hasta que me atraganté. —Joder, mierda, oh, oh —gimió. Le gustaba oírme atragantarme. Lo hice otra vez, y su mano se apretó en mi cabello y echó la cabeza hacia atrás. —Voy a venirme en esa preciosa boca —advirtió. Lo tomé aún más profundo y dejé que el nauseoso ruido durara más tiempo esta vez, antes de retroceder. Con un rugido me agarró la cabeza aún cuando lanzó su liberación en mi boca. Nunca dejé que un hombre me hiciera eso antes. Pero me encantó. Me encantaba sentir que su cuerpo temblaba y escuchar sus palabras de elogio. Una vez que me tragué todo, recorrí con la lengua la cabeza roja de su suave polla, me agarró y me apartó de él con una sonrisa. —Me vas a matar pero va a ser la muerte más dulce que cualquier hombre haya conocido jamás. Entré en sus brazos cuando me envolvió en un abrazo. Hundió la cabeza en la curva de mi cuello y hombro, y dejó escapar un suspiro tembloroso. —No me dejes, Della. Aquellas palabras significan más de lo que él podía alguna vez saber.

29 Traducido por perpi27 Corregido por Tsuki

No iba a ser capaz de terminar cualquier trabajo hoy. Mi mente estaba en encontrar la manera de convencer a Della de mudarse a mi casa. Hoy. No podía tratar con ella en casa de Tripp más tiempo. Eso, y el recuerdo de mi pene enterrado tan profundo en su garganta que estaba jodidamente teniendo arcadas. Maldita sea. Nunca había tenido una mamada como esa. Había sido completamente diferente a cualquier otra que había experimentado. Della no se había preocupado por terminar de una vez o lo que seguía. Me había chupado con total desenfreno. Había tratado de detenerla cuando se había atragantado la primera vez, pero luego ella lo había hecho de nuevo y me rompí. Cuando me vine en su boca, tenía miedo de que la hubiera empujado demasiado lejos, pero entonces había tratado de chuparme un poco más. Dios. Estaba duro como una piedra otra vez. Ese recuerdo iba a guardarse con fuerza para el resto de mi vida. Tenía que encontrarla. Trabajaba en el turno del almuerzo y me había quedado escondido aquí. Tenía miedo de que no fuera capaz de controlarme a mí mismo si sentía como si estuviera siendo humillada o si alguien miraba su culo. Me dirigí a mi coche cuando vi a Della de pie en su coche hablando con Bethy, que parecía que acababa de salir del trabajo, también. Amaba a Jace como un hermano, pero no confiaba en Bethy. Era un poco demasiado salvaje y no sabía si me gustaba la idea de que anduviera con Della. No me extrañaría de ella que tratara y juntarla con un tipo. Bethy necesitaba saber cómo estaban las cosas, y que Della era mía.

Me acerqué a ellas y tiré a Della en mis brazos, lo que la hizo chillar en sorpresa. Inclinó la cabeza hacia atrás y me sonrió. —Oye tú. No te vi en el almuerzo. La mirada juguetona de sus ojos tenía mi palpitante polla ya dura. —Tuve que trabajar un poco. Terminé ahora. —Oh —dijo, sin moverse de mis brazos. Me acerqué a ella y la dejé sentir la prueba de mi excitación contra su espalda. —Así que, ésta es la razón por la que no vas pasar por la cosa de Greystone —dijo Bethy. No era una pregunta. Estaba afirmando algo que ya había sospechado. —Sí, lo es. Bethy sonrió y asintió con la cabeza. —Bien. Lo reconoces —miró de nuevo a Della—. Bueno, no creo que a nadie le importaría si traes al jefe. Desde que se distrae contigo, todo debería estar bien. Estás invitada y él también. Della asintió con la cabeza, y Bethy meneó sus dedos en un adiós antes de irse. —¿De que hablaba? —le pregunté. Se giró en mis brazos y dio un paso más cerca, por lo que mi erección estaba rozando su estómago. Maldita sea, era una bromista. —El personal del club hará una fogata el sábado por la noche. Es algo que hacen al final de la temporada de vacaciones de primavera, antes de que llegue la temporada de verano. ¿Quieres ir? Sabía sobre las fogatas del personal. Había tenido que ir a rescatar a varios ex empleados de la cárcel en el pasado, por exhibicionismo en la playa durante una de estas hogueras. No estaba dispuesto a dejarla ir sin mí. —Si quieres ir, voy a ir contigo. Ella frunció el ceño. —¿Crees que está bien que ellos sepan que estamos saliendo? Dado que eres el jefe. Pude ver directamente hacia abajo a su camisa y su generoso escote me estaba distrayendo. —Va a estar bien. Ellos necesitan saber que eres mía. Se movió contra mí y picardía brilló en sus ojos. —Della, cariño, si no quieres ser follada en el armario más cercano tendrás que parar. Della inclinó la cabeza hacia un lado. —Me gustan los armarios.

Infierno. Tomé su mano y la arrastré riendo a la parte posterior del cobertizo de los carros. Saqué las llaves para abrir el armario de suministros. Era agradable y frío porque era donde guardábamos las cervezas para el carro de las chicas. Hablaríamos de mudarse de donde Tripp más tarde. Luego, de hacerse la prueba y conseguir alguna forma de control de natalidad. Quería sentir a Della sin malditas barreras.

****

Las únicas cosas que Della tenía que mover entraban en dos maletas. Tripp me había dicho que se iba en una semana más o menos y que ella estaría sola otra vez pronto, pero eso no alivió mi mente. Dormiría sola allí. No estaba dispuesto a dejarla dormir sola. Alguna vez. Finalmente accedió a vivir conmigo, pero me decía que me iba a arrepentir. Ambos habíamos sido analizados ayer y estábamos limpios. Sin embargo, la recomendación de la píldora que se le había dado a Della decía que lo mejor era esperar siete días hasta que tuviéramos relaciones sexuales sin protección. Sólo la idea de que podría deslizarme dentro de ella sin preocuparme, hacía difícil concentrarme. Me senté en el porche esperando a que Della volviera del trabajo. No le estaba programando más turnos de noche. Odiaba que no estuviera conmigo. Además, no me gustaba que, sentada en el comedor, la miraran. Me hacían enojar. Era mejor si permanecía alerta en nosotros. Lo último que necesitaba era que mi padre averiguara sobre Della y le echara la culpa por el hecho de que no me casaría con Angelina. Mi teléfono sonó interrumpiendo mis pensamientos y lo saqué de mi bolsillo, para ver el nombre de Jimmy en la pantalla. Mierda. Estaba trabajando ésta noche también. No llamaría a menos que algo hubiera salido mal. Me puse de pie listo para volver al club. —Hola. —Woods. Hola, soy Jimmy. Tengo un problema en mis manos. Es Della. Estaba corriendo hacia la puerta al oír su nombre. —¿Qué pasa? —le exigí mientras abría la puerta de mi camioneta y me metía dentro.

—No lo sé, hombre. Ella se asustó o algo así. No puedo explicarlo. Estaba trabajando y todo estaba bien. Entonces, algunos adolescentes entraron. Drew Morgan y su equipo. Tenían un torneo de tenis hoy. Creo que uno de ellos la acorraló en su camino al baño. No estoy seguro, pero ella no reacciona y está en la esquina de atrás, fuera del baño de mujeres. Estoy cuidándola, pero no puedo lograr que me responda. Hace sonidos de sollozos a veces, pero aparte de eso no dice nada. Mi corazón se sentía como si estuviera a punto de salirse de mi pecho. — Quédate con ella. No permitas que nadie se le acerque. Estaré allí en menos de cinco minutos. Sólo quédate con ella, Jimmy. Dile que ya voy, ¿bien? Dile que estoy en camino. —Lance el teléfono en el asiento y me apresuré al club. Estaba asustada. Iba a golpear al niño que la alteró. Nunca la debí haber dejado allí. Entrando en el estacionamiento, los neumáticos chirriaron y dejé la camioneta encendida mientras cerré la puerta de golpe en el parque y me fui corriendo hacia la entrada trasera. Vi la espalda de Jimmy mientras él bloqueaba la vista a cualquiera. Pasé delante de él, me incliné delante de ella y la agarré en mis brazos. —Está bien, cariño. Te tengo. Vuelve a mí, ¿si? —dije mientras caminaba de vuelta a la privacidad de mi camioneta con ella. Cuando me volví para abrir la puerta con mi espalda, vi que Jimmy estaba allí mirándonos. —No le digas a nadie acerca de esto —le advertí. Él sólo asintió antes de que diera la vuelta y la llevara a la camioneta. Me senté en el asiento del pasajero y la arropé contra mi pecho. —Vuelve a mí, bebé. Nadie va a hacerte daño. Te tengo —la tranquilicé, apretándola contra mi pecho—. No debería haberte dejado, y lo siento. Pero ahora estoy aquí. Estás bien. Sus amplios ojos vacíos parpadearon lentamente y luego el reconocimiento que en ellos apareció cuando se centró en mí, era de alivio. Sus brazos rodearon mi cuello y se agarró fuertemente. —Lo siento. Lo hice otra vez. Lo siento mucho. Me iré. Te lo prometo. —Sus palabras ilegibles no tenían sentido hasta que dijo que se iría. Apreté mi agarre sobre ella. —No te vas a ir a ningún lado, o te perseguiré en busca de tu culo. Yo soy el que lo siente. No estaba aquí cuando me necesitabas. Debería haber estado aquí. Cuéntame lo que pasó. No te abandonaré de nuevo. Te lo juro. Sollozó y presionó su rostro contra mi cuello. —Esto va a suceder de nuevo. Siempre va a suceder. No puedo hacer que se detenga. He intentado, pero no

puedo. No debería estar trabajando aquí. Es un lugar muy agradable para una persona demente. —No lo hagas —le solté, tirando de ella hacia atrás para que me mirara a la cara. Quería que me viera cuando le dijera esto. Necesitaba que me creyera—. No estás loca. Eres hermosa y divertida. Eres desinteresada y de gran corazón. Eres una gran trabajadora y no esperas nada de nadie. No. Estás. Demente. —Tomé su cara entre mis manos—. No quiero nunca, y digo NUNCA, escucharte llamándote así de nuevo. ¿Me entiendes? Dirás que eres cualquiera de esas cosas que dije, pero nunca una loca. —La puse en mis brazos y la abracé. No confiaba en mí mismo para decir algo más en este momento. Mis emociones corrían demasiado cerca de la superficie. —Estaba éste chico. Era un par de años más joven que yo. —Hizo una pausa y respiró hondo—. Dijo que quería encerrarme en una habitación y hacerme cosas. Esto… —se detuvo y la oí tragar saliva—, no es que me diera miedo de verdad. Fue cuando amenazó con encerrarme en una habitación. Mis mie... mis miedos aparecieron. El pánico se apodero de mí. Tenía miedo de estar encerrada. ¿Por qué? ¿Alguien le había hecho esto? Aparté el cabello de su rostro, y le di un beso en la parte superior de su cabeza. —Vamos a casa. Entonces, ¿quieres decirme algo más? Ayúdame a entender, así puedo ayudarte ¿Por favor? No respondió de inmediato, pero finalmente asintió. —Si tú quieres — respondió.

30 Traducido por Danny_McFly Corregido por Tsuki

Woods me habría llevado dentro si yo lo hubiera dejado. Él se movía sobre mí con tanto cuidado que si yo no lo amara, estaría molesta. Estaba preocupado por mí y se merecía entender algo de esto. Tal vez no todo, pero necesitaba saber algo. —Tenía un hermano mayor. Sólo he visto fotos de él y mi padre. No me acuerdo de ellos. Era demasiado joven cuando ocurrió todo. —No estaba segura de que si le decía esto, no iba a enviarme a otra picada, pero tenía que intentarlo. Se sentó a mi lado, puso su brazo alrededor de mi espalda y me atrajo hacia su pecho. Era como si supiera que lo necesitaba para esto. Su mano se entrelazó con la mía y la apretó. Yo iba a estar bien. Él estaba aquí conmigo. —Un día fueron a hacer los mandados. Yo era una recién nacida y mi madre me estaba amamantando. No fuimos con ellos. Nunca volvieron. Fueron fusilados junto con varias otras personas en un supermercado local. Un tipo estaba enfadado o algo, y disparó a diez personas antes de que él mismo se disparara. Mi padre y mi hermano habían estado de pie en la fila para pagar, cuando él caminó dentro. Ellos fueron los dos primeros muertos. —Esa era la historia que había oído muchas veces de mi madre mientras explicaba los peligros si salíamos. Yo los sabía muy bien. Me enterré de nuevo en los brazos de Woods y mantuve mi mente lejos de desenfocarme y perderme en mis recuerdos. —Te tengo. Estoy aquí —me aseguró. Su otra mano encontró la mía y la sostuvo también. —La madre de mi madre había estado mentalmente enferma. Yo nunca la conocí. Ella estaba en un hogar especial. No teníamos otra familia. Mi padre había

crecido en hogares de acogida. Ninguno de ellos tenía hermanos. Mi abuela había perdido contacto con la realidad poco después del nacimiento de mi madre. Su padre no la había visto en mucho tiempo. Mamá fue criada por la madre de su padre, que murió cuando ella tenía dieciséis años. Ella y mi padre se reunieron en una casa de acogida cuando tenían diecisiete. Por las fotos que teníamos podía ver a una mujer sana y buena madre. Mi hermano parecía amarla. Ella parecía feliz. Pero nunca conocí a esa mujer. Nos trasladamos después del asesinato de mi padre y mi hermano. Ella nos trasladó desde una pequeña ciudad de Nebraska para una aún más pequeña en Georgia. Mis primeros recuerdos fueron en esa casa en Macon. Los ojos salvajes de mi madre y los ajustes de griterío eran todo lo que sabía de la vida. Ella podía ser muy dulce a veces, pero en otras ocasiones era aterradora. Hablaba con mi hermano mucho. Por años, no entendí con quién estaba hablando. Éramos sólo nosotras dos. Pero ella lo veía, creo. Cerré los ojos ante el recuerdo de mi madre hablando con mi hermano muerto, como si estuviera allí. El plato de comida con sus bocadillos favoritos que dejaba sin comer y con moho en la mesa. Una vez que llegaba a estar tan podrida había sido incapaz de ir a la cocina sin tener náuseas. Ella finalmente lo tiraba a la basura y hacía un poco más. —¿Nadie veía que ella no se sentía bien? —preguntó Woods mientras trazaba círculos con su pulgar en mi mano. —No. Nadie nos veía para nada. Nadie sabía que yo existía. Nunca salíamos de casa. Nunca. Mi madre creía que el peligro estaba fuera. Ella se mantenía a salvo. Woods contuvo el aliento y yo esperé las preguntas. Las que yo había respondido un millón de veces desde su suicidio. —¿De dónde conseguiste comida? —Había una tienda de comestibles que la entregaba. Ella llamaba y ordenaba. —¿De dónde sacaste el dinero? —Mi padre tenía una buena póliza de seguro. Mi madre vendió la casa en Nebraska y utilizó sus ganancias para comprar una más pequeña en un lugar más barato para poder pagar en efectivo. —¿La escuela? —Fui educada en casa. —¿Nunca dejaste tu casa? ¿Nunca?

Esto era lo que para la gente parecía muy difícil de aceptar. Era una idea extraña para ellos, lo que había sido mi realidad. —Mi madre sufría de un caso severo de agorafobia2. Debido a que la enfermedad mental venía de familia, hizo su caso mucho peor. La muerte de mi hermano y mi padre la disparó y se volvió desesperada por protegernos. Hasta la medida de quitarme la vida. Yo no sabía nada del mundo hasta que tuve edad suficiente para salir a hurtadillas por la noche. Braden, mi mejor amiga y la razón por la que estoy en esta búsqueda de experimentar la vida, vivía al lado. Tenía curiosidad acerca de nosotras, porque ella y sus padres se habían dado cuenta de que nunca salimos de la casa. La noche que me escapé por primera vez, ella me vio porque había estado observando mi casa por la noche, en su cama, para ver si alguna vez salíamos. Estaba convencida de que éramos vampiros y quería demostrárselo a sus padres. No llegué muy lejos. Sólo me paré frente a mi casa, miré hacia la luna y toqué la hierba. Las cosas simples que siempre había querido hacer. Braden salió y habló conmigo esa noche mientras seguía pensando que posiblemente era un vampiro. Nuestra amistad creció a lo largo de los años y mi escabullimiento cambió y se volvió más intenso a medida que fui creciendo. Braden sabía más de mí que nadie. Ella era la única persona que realmente sabía que yo existía. También sabía que me preocupaba perder a mi mamá si alguien alguna vez lo descubría. Así que guardó mi secreto. No pude decir nada más. Necesitaba parar. Esto era suficiente. Lo otro era demasiado oscuro y dolía demasiado. —¿Dónde está tu mamá? —Está muerta. Él no respondió. Sus brazos se apretaron sobre mí. —No puedo hablar más ésta noche. Eso es suficiente. Él no discutió. Se limitó a seguir sosteniéndome. Nos sentamos en silencio por un largo tiempo, hasta que mis ojos se pusieron pesados, y poco a poco me fui quedando dormida.

2

Es un trastorno de ansiedad que consiste en el miedo a los lugares donde no se puede recibir ayuda, por temor a sufrir una crisis de pánico.

31 Traducido por Danny_McFly Corregido por Aimetz14

No había palabras. Había sostenido a Della toda la noche y no se había despertado gritando ni una vez. Ahora que sabía el horror que había vivido, me preguntaba qué estaba soñando que la hizo gritar. Sabía que tenía que ver con su madre. Había más en la historia de lo que me había dicho, pero por el momento eso era todo lo que ella quería que yo supiera. Era suficiente. La vi dormir tranquilamente a mi lado al salir el sol, y la luz del día por la mañana temprano comenzó a bailar en el agua. Tenerla en mi habitación y en mi cama era perfecto. Nada había sido tan perfecto. Pero mi pecho estaba apretado y mi corazón se sentía pesado. Della había sufrido tanto dolor y abuso emocional que no estaba seguro de cómo ayudarla a curarse. Se agitó en mis brazos y besé la punta de su nariz. Era mía. Iba a cuidar de ella. Quería ayudarla a olvidar todo el dolor y la oscuridad en sus ojos. Sus largas pestañas revolotearon mientras sus ojos se abrieron, y me miró. —Buenos días —le dije mientras se estiraba en mis brazos con una sonrisa soñolienta. —No creo que haya dormido tan profundamente en mucho tiempo —dijo ahogando un bostezo. —Es porque soy malditamente cómodo —bromeé. —Estoy de acuerdo. Toda esta suavidad es cómoda —dijo, y sonrió con malicia hacia mí. —¿Suavidad? Te voy a mostrar suavidad —dije y la voltee boca arriba para presionar mi mañanera erección contra la entrepierna de sus bragas—. No hay nada suave sobre eso.

Hizo un ronroneo y abrió sus piernas para que yo encajara cómodamente entre ellas. —No, nada suave en absoluto —estuvo de acuerdo y levantó sus caderas para frotarse contra mí. Podía sentir la seda húmeda de sus bragas a través de mi ropa interior y gemí de placer. Ya estaba mojada. —Iba a levantarme y hacerte el desayuno —le dije mientras seguía frotando su húmedo coño contra mi polla. —Mmm, eso es dulce. ¿Por qué no me haces el amor primero? —dijo, tratando de alcanzar el borde de mi camiseta con la que la había vestido la noche anterior, antes de llevarla a la cama. También me tomé la libertad de quitarle el sujetador porque no podía ser cómodo para dormir. Esta mañana los dos globos redondos rebotaron libremente en mi cara y me olvidé del desayuno y mis buenas intenciones. Incluso las palabras "hacerme el amor" me habían sorprendido al principio, pero ya no importaba. Della estaba en mi cama y estaba desnuda. Comenzó a quitarse sus bragas cuando decidí ponerme al día y me quite mi camisa, para luego sacar mis boxers y arrojarlos a un lado. Della abrió las piernas y sonrió con picardía hacia mí. —Mételo sin nada. Puedes sacarlo —dijo, levantando sus caderas invitándome. Sacarlo no siempre era seguro, pero jódeme porque no me importaba en este momento. Quería estar dentro de ella sin barreras y el néctar dulce goteando de su apertura era más de lo que podía manejar. Abrí más sus piernas y me sumergí. Los dos gritamos de placer mientras la llenaba en un movimiento rápido. El calor era tan suave y firme a mí alrededor. Nunca me había sentido así antes. Estaba tan cerca de llegar que tuve que quedarme quieto. —Woods, esto se siente tan bien. Te sientes tan bien. Te necesito cerca. Tan cerca —jadeó mientras su pecho subía y bajaba debajo de mí. Me agaché y froté con mi dedo el jugo de su coño sobre su clítoris, para estimular. Comenzó a resistirse debajo de mí y yo entraba y salía de ella lentamente. Una vez que se perdió y las paredes de su calor se empezaron a apretar yo iba a tener que sacarlo. Yo estaba demasiado cerca. La sensación me estaba matando.

—Sólo así. Oh, Woods, sí, frota, sí, Oh Dios Mío, sí. —Sus plegarias y gritos se detuvieron justo antes de que ella se estremeciera debajo de mí y gritara mi nombre. Me moví en ella una vez más antes de sacudir hacia fuera y venirme en todo su estómago. Ver mi esperma agrupado arriba en su estómago plano sólo hizo que mi pecho se apretara más fuerte. Mía. La marqué de nuevo. Ella era mía. Poco a poco me levanté y luego fui por una toalla caliente para limpiarla. Cuando regresé, estaba mirando mi desorden y sonriendo. Empecé a limpiarlo y se rió. —¿Qué es tan gracioso? —le pregunté. Me encantaba escuchar su risa. —Nunca he tenido a un hombre viniéndose en mí de esa manera antes. Creo que me ha gustado mucho. La idea de otro hombre viniéndose en alguna parte cerca de ella me molestó. No quería imágenes visuales de Della y algún otro chico. ¿Con cuántos chicos podía haber estado? Perdió la mayor parte de su vida encerrada por su madre. —Te ves molesto. ¿Qué he dicho? Terminé de limpiarla, y luego la miré. —No has dicho nada malo. Es que... es que no me gusta pensar en ti y otro chico. Se incorporó sobre los codos. —Sólo he estado con tres contándote a ti. Dos más de lo que me haría feliz. Pero no era justo molestarme. Me había acostado con más mujeres de las que podía contar. —Tú fuiste mi segundo si eso ayuda. ¿Su segundo? ¿Qué diablos...? ¿Qué significaba eso? Ah, infierno. No quería pensar en esto. Había tenido relaciones sexuales después de nuestra primera vez juntos. Con Angelina. Pero jódeme si no era difícil de tragar. Ella había ido a Dallas y se conectó con su jefe casado allí. ¿Por qué me había alejado esa noche? Porque ella era una aventura de una noche. Una aventura de una noche que voló por completo mi mente, pero aún así. Había hecho lo que ambos esperábamos que hiciera. ¿O ella lo había hecho?

No podía pensar en eso. Salí de la cama y me dirigí de nuevo al baño para calmarme. No era su culpa. Me estaba convirtiendo en un bastardo posesivo, y ella no se merecía eso. Una pequeña mano me tocó el hombro. —¿Estás bien? Me di la vuelta, y ella estaba de pie completamente desnuda con un gesto de preocupación en su frente. Había despertado feliz y yo lo había arruinado con mi necesidad de poseerla. ¿Qué estaba mal conmigo? La atraje hacia mí hasta que sus pechos rozaron el mío. —Lo siento. Soy un imbécil. Tengo todos estos pensamientos idiotas sobre alguien más... sobre algunos... mierda. Ni siquiera puedo decirlo. Della se acercó más, pasó sus manos por mi pecho, y las enganchó detrás de mi cuello. —Nadie ha estado dentro de mí sin un condón. Sólo tú. Cuando esta semana haya terminado, tú serás el único hombre que me haya llenado con su semen. El hombre de las cavernas que llevaba dentro se golpeaba el pecho ante la idea de liberarme dentro de ella y dejarme venir en el pequeño agujero apretado con el que estaba obsesionado. Quité el cabello de su rostro y levanté su barbilla hasta que pude presionar mis labios firmemente contra los suyos. Esta chica me iba a consumir.

32 Traducido por Amy Ivashkov Corregido por Sofí Fullbuster

El resto de la semana, Woods me llevó a trabajar y se sentaba en una mesa vacía mientras lo hacía. Cuando mi turno terminaba, me pedía que le dijera algo que yo siempre había querido hacer, pero nunca tuve la oportunidad. Cada día lo hacía posible. Habíamos andado en bote, dado un paseo en helicóptero, saltamos en parapente, y comimos ostras crudas. Rara vez se iba de mi lado. El sexo era asombroso y parecía ser cada vez mejor y más intenso. Ya no estaba teniendo pesadillas. Me dormía profundamente, y despertaba relajada y descansada al día siguiente. Esa noche era la hoguera del personal y nos esperaban allí. Todavía no estaba convencida de que ir con Woods fuera una buena idea. Aparte de Bethy y Jimmy, nadie más sabía que estábamos saliendo. No me había topado con alguien más en nuestras citas. Me vestí con mi bikini y me coloqué un vestido a juego. No estaba segura de ser lo suficientemente valiente como para nadar, pero Bethy le dijo a todo el mundo que al menos nos mojaríamos los pies. Estaba preparada para eso y más. Woods estacionó su camioneta y la bordeó, determinado a que no pudiera abrir la puerta de un auto por mí misma. En realidad, era lindo. Su mano se deslizó en la mía y la sostuvo. Eso fue todo. Si cualquier miembro del personal sentía curiosidad por nosotros, Woods estaba a punto de dejar todo muy claro. —¿Seguro que no quieres darte la vuelta y correr? —pregunté, sonriéndole. —Nop.

—Me pueden tratar de manera diferente —contesté, pensando que podría causarle malos pensamientos a otros trabajadores. —Los despediré. Me detuve y lo miré. Estaba sonriendo. Le golpeé el brazo. —Eso no es gracioso. —Sí, sí lo es. Además, si te molestan, los voy a despedir. Nota mental: no le digas si alguien te molesta. El olor de la leña y el sonido de la música llenaron el aire a medida que entrábamos en la reunión. Algunos bailaban. Otros tostaban algo sobre el fuego, y otros jugaban vóleibol a la luz de la luna. —¿Tienes sed? —preguntó Woods, llevándome hacia el barril que estaba colocado en los bloques. —No me gusta mucho la cerveza de barril. Una vez me enfermé —le dije. Frunció el ceño. —¿Cuánto bebiste? —Lo tomé de un embudo, así que no estoy segura. Las cejas de Woods se dispararon. —¿La tomaste de un embudo? Era uno de mis puntos en la lista para hacer: “Ir a una fiesta y beber un montón de cerveza”. No sabía cómo hacerlo con un embudo, pero no fue difícil probarlo. Braden me advirtió que me enfermaría, pero lo intenté de todos modos. —Seh. Fue una decisión idiota. Fiesta de fraternidad —expliqué. Había estado en esa fiesta cuando me encontré con el chico al que le di mi virginidad. Tres citas más tarde me habló de sexo. Era tan ingenua y estúpida. —Estás aquí —dijo Bethy, sonriendo mientras caminaba con una taza grande en su mano—. Bebe. La cerveza es gratis. Sacudí la cabeza. —Della no bebe cerveza de barriles. ¿Hay algo más para beber aquí? — preguntó Woods. Bethy asintió, se acercó a un refrigerador y me tiró una botella de agua. Perfecto. —Gracias —le dije, y me saludó antes de volver a caminar hacia donde la gente bailaba. Jace salió y envolvió sus brazos alrededor de ella. —¿Estás en contra de que beba cerveza de barril? —preguntó Woods. Sacudí la cabeza y tomé un sorbo de agua.

—Genial, necesito algo. —Se acercó allí y me quedé donde estaba. No lo iba a seguir a donde quiera que vaya. Me estaba involucrando demasiado en lo que a él se refería. No quería ser co-dependiente. Mi psiquiatra me habló sobre eso. Ella dijo que necesitaba trabajar duro en ser independiente, y que eso podría ser difícil para mí después de la vida que había vivido. —Hola, Della, ¿verdad? —preguntó un chico que no reconocí, con un leve farfullo. Asentí. No estaba segura de quién era, o cómo conocía mi nombre. —Nelton, soy el profesor del club de tenis —dijo con un guiño. Asentí y miré a Harold desde la cocina, hablando con Woods. —Encantada de conocerte —contesté. —Te he estado mirando. No estoy seguro si estás disponible o no. —Se acercó un paso más y me las arreglé para moverme a la derecha sin que se viera como si estuviera tratando de alejarme de él. —Oh —fue todo lo que dije. No estaba segura de si tenía que anunciar que estaba en una relación con Woods o no. —¿Eres amiga del señor Kerrington? Vi que llegaste con él. —¿Puedo ayudarte, Nelton? —dijo Woods antes de moverse detrás de mí. Dejé escapar un suspiro de alivio. No quería responder a eso. —No, señor. Estaba conociendo a Della. —La mano de Woods se deslizó por mi estómago y la dejó extendida allí como un gesto posesivo. Nelton no se lo perdió. Abrió mucho los ojos y asintió. —Fue bueno conocerte, Della —dijo—. Nos vemos señor Kerrington. — Luego, se alejó. —No te puedo dejar sola por tres minutos —dijo antes de morder mi oreja. —Tu profesor de tenis es espeluznante —le dije. Woods se rió entre dientes. —Estoy de acuerdo, pero los pumas lo aman. Sé que es un hecho que duerme con varios de ellos, pero los mantiene felices, así que no dejo que se vaya. No es bueno para los negocios. No estaba segura de qué eran los pumas, pero no pregunté. Necesitaba ir al baño. Miré a mí alrededor y no había baños en ningún lugar. Encontré a Bethy y decidí preguntarle. —Necesito preguntarle a Bethy algo. Ya vuelvo —le dije antes de apresurarme hacia ella. No quería decirle que tenía que ir al baño. Prefería preguntarle a Bethy.

Ella me vio acercarme, se salió de los brazos de Jace, y se acercó a mí. —Oye, ¿estás bien? —Sí, sólo necesito ir al baño. ¿Dónde lo hacemos aquí? Bethy sonrió y asintió hacia el agua donde la gente estaba chapoteando y nadando en las olas. —¿En el abismo? —pregunté confundida. Asintió. Mierda. Estaba en problemas. Volví hacia Woods, que me estaba observando de cerca. Iba a tener que decirle, tan frustrada y avergonzada como estaba. Quizás podría caminar por la playa y luego hacer pis. Nadie podría verme entrar y saber lo que estaba haciendo. Una chica gritó que tenía que ir al baño y corrió hacia el agua. Eso fue asqueroso. Me detuve frente a Woods y sentí mi cara calentarse. Hablar de funciones corporales con los chicos no era algo que se me diera bien. —¿Qué está mal? —preguntó. Agaché la cabeza y respiré hondo. —Tengo que hacer pis. No dijo nada al principio y luego se echó a reír. —¿Por eso corriste a buscar a Bethy? Asentí. —¿Por qué no me dijiste? Mantuve mi cabeza abajo. —Por esto. Se rió más fuerte y entrelazó sus dedos con los míos. —¿Te dijo a donde ir? Asentí otra vez. Me atrajo hacia él. —¿Quieres que te lleve a casa? Quería. No quería utilizar el océano. Pero tampoco quería que nos fuéramos. —Tal vez pueda caminar a la playa y utilizarla, así nadie me ve —sugerí. —¿Puedo ir contigo? —preguntó. Negué con la cabeza. De ninguna manera. Eso era muy malo. —Déjame llevarte a casa.

Podría hacer esto. —Estaré de vuelta en un minuto —le aseguré. —No me gusta la idea que entres en el agua sola, en la oscuridad —dijo Woods apretando su agarre en mi mano. —Pero necesito hacer pis. Estaría de vuelta pronto y me movería si todos lo hicieran. Woods no dejó ir mi mano. —No me gusta. Le fruncí el ceño. —Pero tengo que ir —le dije. —Entonces te llevo alguna parte. O voy a la playa también, o te llevo a un baño. Lo pensé y decidí que no iba a ser capaz de ir al agua y hacer pis. Suspiré derrotada. —Llévame a un baño. Sonrió. —El baño más cercano al que puedo llevarte está en casa. —Entonces llévame a casa.

33 Traducido por Amy Ivashkov Corregido por Meliizza

Della me había pedido que esperara por ella en la camioneta. No quería que fuese adentro así ella podría ir al baño. Estuve de acuerdo con eso. No había manera de dejarla entrar sola en el agua oscura, pero podía hacer esto. Sin embargo, después de varios minutos en los que Della no regresó, decidí ir a verificar las cosas. Había tenido tiempo suficiente para hacer pis. Cuando mi pie golpeó el escalón más alto escuché la voz aguda y familiar de Angelina. Mierda. Su auto no se encontraba allí. ¿Qué hacía en mi casa? Abrí la puerta y entré en la sala de estar. Della se quedó ahí con los brazos cruzados de forma protectora sobre su pecho, apoyada contra la pared, mientras Angelina le seguía tirando preguntas. —¿Qué mierda estás haciendo en mi casa? —rugí, mientas pasaba al lado de Angelina y agarraba a Della para poder protegerla. Era un milagro que Angelina no le hubiese causado otro ataque de pánico. Pasé la mano por su espalda para calmarla, mientras miraba a Angelina, quién observaba con atención. —¿Ésta es la razón? ¿Tiraste tu futuro por ella? Trabaja como camarera en un club, Woods. ¿Qué demonios estás pensando? Mírala. Ella es… ella es… nada. Nada de ella encaja contigo. ¿La estás follando como una forma de rebelarte? Della se estremeció en mis brazos y yo estaba realmente cerca de no importarme que Angelina fuera una mujer. Quería hacerle daño. —Ten mucho cuidado con lo que dices. Es mi casa en la que entraste. Voy a conseguir que encierren tu trasero en una cárcel hasta que tu padre llegue y pague tu fianza. Della se encontraba rígida en mis brazos. Deslicé mi dedo bajo su barbilla y levanté su rostro para poder ver sus ojos. Ella estaba conmigo. Bien.

Miré de nuevo a Angelina. —Tienes que irte. Nunca vuelvas a dar un paso en mi casa. Y aléjate de Della. Si hablas con ella o le haces daño, te arrepentirás. Angelina siseó y se echó el pelo sobre su hombro. —No me amenaces, Woods Kerrington. No estoy asustada de ti. Esta… esta farsa que estás teniendo con ella —señaló a Della con su larga uña—, es ridícula. Todavía me habría casado contigo. Todo lo que tenías que decirme era que necesitabas sacarla de tu sistema. Della se estremeció en mis brazos otra vez, y yo ya había tenido suficiente. —Sal. De. Aquí. Ahora —grité. —Bueno, tengo que llamar a alguien para que me recoja. Mi padre me dejó acá. Pensé que podría esperarte y hablar contigo. Pero ella vino en vez de ti. —Tienes tu teléfono. Deja mi casa y llama a alguien para que te recoja. Te quiero fuera de aquí. Angelina se dio la vuelta y sus tacones resonaron en mi piso de madera. Cuando la puerta se cerró detrás de ella, tomé a Della, la llevé a mi habitación y me senté con ella en la cama. —Mírame —dije, necesitaba ver su rostro. Levantó los ojos hacia mí, y la confusión y el dolor que esperaba ver no se encontraban allí. En lugar de eso se encontraba… enojada. —¿Ibas a casarte con esa perra? ¿En serio? ¿En qué pensaban tus padres? Ella es horrible, Woods. Eres mucho mejor que eso. No puedo… Cubrí su boca con la mía antes de que pudiera decir algo más. Me hallaba tan malditamente aliviado al oír la ira en su voz en vez de dolor, sólo tenía que asegurarme de que ella estuviese bien. Della me devolvió el beso con igual vigor y luego me empujó. —Todavía necesito ir al baño —dijo y se puso de pie. Sonreí mientras ella corría al baño. Entonces el hecho de que mi padre iba a saber de Della, hizo que cualquier humor que estuviera allí despareciera. Odiaría esto. La odiaría. Si había una forma de callar a Angelina, lo haría. Sólo que no sabía cómo. Ella era una mujer despechada. La habían abandonado y ahora se encontraba furiosa. Agarré mi iPhone y lo apagué. Si llamaba esta noche todavía no me encontraba listo para tratar con él. Me aseguraría de que Della estuviera lejos cuando tuviera esa conversación. Si me empujaba demasiado, empacaría y me iría.

Della tenía una lista de lugares que quería ver y yo me aseguraría de que los viera todos. La puerta del baño se abrió y ella salió con un bikini amarillo que apenas contenía sus tetas. Como el que había usado ese día en la playa, haciendo que cada hombre a su alrededor babeara. La observé mientras caminaba hacia mí. —¿Sabes qué día es hoy? —preguntó. Mis ojos se hallaban en su pecho. Sus tetas rebotaban mientras caminaba. —Sábado —contesté. Levantó la mano, desató la correa del bikini y la dejó caer al suelo, sus pechos al descubierto. No parecía que fuéramos a volver a la hoguera. —Han pasado siete días desde que tomé la primera pastilla —dijo, mientras ponía los pulgares en los costados de su bikini, y poco a poco los deslizaba por sus piernas. Habían pasado siete días. ¿Cómo demonios olvidé eso? Tiré mi camiseta por encima de mi cabeza, me paré, la agarré y luego la arrojé en la cama. —Yo preocupándome de la loca de mi ex, y tú sales del baño, desnudándote. Mierda, mujer, eres cada maldita fantasía que he tenido. Levantó las manos encima de su cabeza y se agarró del cabecero. —Quiero que te vengas dentro de mí. Una y otra vez —dijo, abriendo las piernas y arqueando la espalda juguetonamente. Me saqué mis shorts y me subí encima de ella. —La primera vez va a ser más rápido porque no puedo esperar. Necesito esto. Iremos lento y fácil la siguiente vez, lo juro. Se lamió los labios lentamente. —Entonces fóllame duro. Iba a estallar antes de estar dentro de ella si seguía ese pequeño acto de niña traviesa que se porta mal. Levantó sus caderas y me estrellé contra ella en un movimiento fuerte. —¡Sí! Oh Dios, sí —gritó y no me preocupé por nada más. Quería un chico malo y yo estaba dispuesto a desatarlo. La idea de venirme dentro de ella hacia que mis bolas se contrajeran de sólo pensarlo. No iba a ser capaz de detenerme esta noche. La iba a follar por toda la casa. Me deslicé dentro y fuera, una y otra vez, mientras se retorcía debajo de mí. Pedía más y gritaba mi nombre. Sus uñas arañaban mi espalda, y yo sabía que sus

marcas estarían allí mañana. Eso me volvió más loco. Quería sus marcas por todo mi cuerpo. Tan profundas como marcaría su coño en ese momento. Della levantó sus rodillas y apretó mis caderas con sus piernas. —Me voy a venir —jadeó—. Oh, Dios. Ahora, yo, ahhhh —gritó y me clavó las uñas en la espalda mientras se aferraba de mí. Dejé que me apretara hasta que exploté en su interior. Mi cuerpo temblaba mientras me metía dentro de ella una última vez, y dejaba que mi semilla inundara sus paredes. Quería gritar en señal de triunfo sabiendo que esto era mío. Nadie de mi familia podría hacerme salir de esto. De ella.

34 Traducido por Anelynn Corregido por Mel Markham

Bebía café mientras me sentaba afuera, en el pórtico de Woods, y observaba las olas romperse contra la arena. Me había prohibido ir a trabajar hoy. Dijo que tenía que encargarse de su papá y tenerme ahí lo estresaría. Le preocupaba que saliera lastimada. Después de la noche que pasamos, me encontraba muy débil para hacer algo más. Así que, había aceptado, y me quedé aquí. Si trabajar en el club iba a ser un problema, necesitaría conseguir un trabajo en algún otro lugar. Pero eso no era algo con lo que quisiera lidiar hoy. La intensidad de anoche seguía conmigo. Había perdido la cuenta de cuantos orgasmos tuve, pero sabía que Woods se había corrido dentro de mí cinco veces. Cada vez había sido memorable. Tomé mi píldora, fue lo primero que hice esta mañana antes de cepillar mis dientes. Si íbamos a empezar a tener sexo así no podía perderme ninguna. No podía tener hijos. Ese sería un destino horrible para darle a un niño. Una madre quien estaba destinada a volverse loca en algún momento. Ningún niño necesitaba una vida como la que yo tuve. Juré que nunca le haría a alguien, lo que mi madre me hizo, pero no podía estar segura. No si me quebraba mentalmente. Mi madre no había sido una mala persona. Sólo estaba enferma. Me sacudí el miedo porque estaba siendo cuidadosa. No quedaría embarazada. Mi celular timbró y me estiré para tomarlo. El nombre de Braden destellaba en toda la pantalla. No había hablado con ella en más de una semana. Había estado tan envuelta en Woods que no me tomé el tiempo de llamarla. —Buenos días —dije en el teléfono.

—Buenos días, extraña quien ya no llama a su mejor amiga. ¿Cómo estás? — replicó ella. —Estoy bien. —El significado detrás de esa simple palabra era poderoso. Braden se echó a reír. —Bien, ¿eh? ¿Cómo de bien? ¿Cómo que él es súper caliente y te da múltiples orgasmos? O ¿bien como que nunca has tenido mejor sexo? O ¿bien como que te vas a casar con él y tener niños? Había estado sonriendo hasta la última oración. Mi sonrisa desapareció y mi corazón golpeteó contra mi pecho. Casarme con él y tener niños… nunca podría casarme con él. Él sabía eso. Le había dicho que estaba loca y que podría quebrarme mentalmente en cualquier momento. ¿Siquiera me amaba? No lo creía. Pero yo lo amaba. Lo amaba más que a nada. Y no podía casarme con él. Ese sería el final tarde o temprano, porque yo no podía casarme con él. Él quería tener niños. No necesitaba una esposa quien, con el tiempo, iba a volverse loca. Oh, Dios. ¿Qué estaba haciendo? —Della, ¿estás bien? —preguntó la voz de Braden. Podía escuchar la preocupación en ella—. Mierda. Della no pensé antes de decir eso. Maldición cariño, lo siento. No quería decir eso. Piensa en el chico y en el sexo caliente. Piensa en todo lo que necesitas decirme. Concéntrate. Quédate conmigo. —Ella trabajaba duro para regresarme al camino. El problema es que no estaba fuera de este. Era muy consciente de la verdad. Los hechos. Me permití olvidarlos. —Lo amo. No puedo amarlo —dije silenciosamente en el teléfono. La puerta detrás de mí se abrió y me volví para ver a un hombre que sólo había visto una vez antes. Había sido en el baile, cuando había ido a cantar. Era el padre de Woods. —No digas eso, Della. Puedes amarlo. Mereces esto. No eres tu madre. Puedes ser feliz. Eso es lo que he querido para ti por tanto tiempo. ¿Él también te ama? —la voz de Braden me preguntó en la otra línea. Levanté la mirada hacia el padre de Woods mientras él se acercaba y tomaba asiento enfrentándome. ¿Por qué se encontraba aquí? Se suponía que estaba con Woods. —No puedo. No lo sé. —le dije, incapaz de apartar la mirada de los duros y fríos ojos frente a mí. —Sí puedes. Puedes tener bebés. Ellos serán hermosos y especiales como tú. No pienses que no puedes. —Tenía que detenerla. Podía sentir la oscuridad comenzando a acercarse. Visiones de mi madre y sus ojos salvajes mirándome fijamente. El teléfono cayó de mi mano.

—Vamos a mantenerlo simple. —El hombre me miraba fijamente, con repulsión en su voz—. ¿Cuánto dinero va a tomar para hacer que te vayas y nunca pongas un pie de vuelta en esta ciudad otra vez? Di tu precio y es tuyo. Della, Della, vamos a cantar una canción. Della, Della, ven a comer con tu hermano. Su comida se está enfriando. Te está esperando. Della, ¿viste la camisa favorita de tu hermano en el cuarto de lavado? Él dijo que tú la tomaste y está muy molesto. No va a comer Della. No va a comer. Tenemos que hacerlo comer. ¿Saliste, Della? Tu hermano dijo que sí. Dijo que te escabulliste cuando yo dormía. Él te ve. Sólo quiere protegerte. Yo no lo protegí, pero él me está ayudando contigo. ¿No quieres estar segura, Della? No puedes salir allá afuera. Della, dijo que me esperaba. Me ama, Della. Tú no me amas. Quieres desobedecerme y correr por ahí en la oscuridad de la noche. Él no me desobedece. Desearía haberse quedado conmigo. Ahora me está esperando. Dijo que comería su comida si voy con él. Della, ¿cómo voy hacia él? ¿Qué tengo que hacer? ¡Mami! ¡NO! ¡Mami! ¡NO! —mis lloriqueos no alivian el dolor. La sangre está en todos lados. En una piscina alrededor de su cuerpo. La dejé, y ella fue hacia él. No debería haberla dejado. No debería haberla dejado. Parpadeé varias veces. Estaba en el piso. Toqué la cálida madera debajo de mí y lentamente cedí. Yacía en el pórtico. Confundida miré alrededor y vi mi teléfono tirado en el camastro a mi lado, y mi taza de café en la mesa junto a ésta. El Sr. Kerrington había estado aquí. Había estado en el teléfono con Braden. Mierda, Braden, me estiré por mi teléfono y tenía varias llamadas perdidas de ella, y dos de Woods. No había estado fuera por mucho tiempo. Había pasado sólo una hora después de la última vez que revisé. Bien. Eché un vistazo hacia atrás, a la puerta, y me pregunté qué iba a hacer con lo del Sr. Kerrington. ¿Lo había soñado o fue real? ¿Me dejaría sólo así? ¿Había llamado a Woods? Comencé a ponerme de pie cuando escuché la puerta principal abrirse y entonces Woods vino corriendo hacia la sala y directo hacia mí. Rápidamente me levanté, justo a tiempo para que él entrara corriendo al pórtico y me jalara en sus brazos. —¿Estás bien? No contestabas. Llamé y no contestaste. ¿Por qué estabas en el piso? ¿Pasó? ¿Tuviste un ataque de pánico? ¿Por qué? Ven aquí. —Él balbuceaba mientras se sentaba en el camastro donde había estado sentada antes y me sostuvo en su regazo. Cepilló mi cabello hacia atrás, quitándomelo de la cara, y presionó un beso firme y duro en mis labios.

—Me diste un susto de muerte, Della. ¿Por qué no contestabas, nena? ¿Estás bien? No quería decirle la verdad, pero no quería mentirle tampoco. De todas maneras, no estaba segura si su padre había estado aquí, así que no iba a decirlo. —Hablaba con Braden y dijo algo que desencadenó un recuerdo. Ella no quería hacerlo, sólo pasa a veces. Creo que me desmayé. Desperté en el piso. Ha llamado más veces que tú. Necesito devolverle la llamada, probablemente está enloqueciendo. Woods me jaló a sus brazos. —Maldición. Odio que hayas pasado por eso sola. No puedo soportarlo. Joder —gruñó mientras me sujetaba con fuerza. No podía seguir haciendo esto. Se molestaba por mis problemas. Ya estaba jodida y sólo iba a empeorar. Era inevitable. ¿Podría él manejar eso? No. Sabía que no podría. También sabía que quería niños. —No siempre puedes estar conmigo, Woods. Tienes que aceptar que esto pasará algunas veces cuando no estés cerca. Woods dejó salir un suspiro derrotado. —Puedo hacer eso. No quiero que jamás estés sola cuando eso pase. Voy a encontrar una cura. Voy a encontrar a los mejores malditos doctores que puedan ayudarte con esto. Podemos vencerlo. Te lo prometo. —Sonaba tan determinado. No había sido honesta con él. No le había explicado que este era sólo el comienzo de mi locura. La mirada en mis ojos reflejaba lo que sentía. ¿Eso significaba que me amaba? ¿Lo había dejado enamorarse de mí, completamente ciego de a quién amaba?

35 Traducido por Anelynn Corregido por Mel Markham

Della había hablado con Braden y aseguró que todo iba bien, que no era su culpa, y entonces se fue a acostar para tomar una siesta. Parecía cansada. Algo no iba bien. No sabía que tomase una siesta durante el día. Y cuando me contó sobre su episodio no me lo dijo todo. Podía ver algo en sus ojos. Una duda. Me paré en la puerta de la habitación y la observé dormir. Se encontraba encorvada en una bola, lo que hacía a menudo. Verla en el suelo cuando entré fue como una patada en el estómago. Temía, mientras manejaba a casa, que esto fuese lo que había sucedido. No me sentí seguro de ello hasta que la vi ahí, luchando por levantarse. Odiaba la idea. Odiaba que incluso tuviera las malditas cosas. Le iba a conseguir ayuda. Inmediatamente. Mi padre también estuvo ausente hoy. No pude encontrarlo para así lidiar con él. No era justo que necesitase dejar a Della aquí, sola, cuando podría haber estado en el club conmigo. Ya no iba a hacerle esto. Esa era probablemente la razón de que hubiera tenido ese maldito ataque de pánico, de todas formas. Pensaba que la escondía de mi papá y que ella era el problema. Debería haberlo pensado. Un golpeteo en la puerta interrumpió mis pensamientos y cerré la puerta de la habitación, así quien sea que fuera no despertara a Della antes de que fuera a abrirla. Tripp se encontraba de pie al otro lado de la puerta, con las manos metidas en la parte de enfrente de sus vaqueros. Abrí la puerta y retrocedí un paso para dejarlo pasar. —Tripp —dije, saludándolo.

—Vine a decir adiós. Es tiempo de que deje este lugar y encuentre algún otro. Mi padre vino a verme ayer y no fue bueno —explicó. Entendía eso. Tal vez irme era mi única respuesta. Era la de él. —¿A dónde irás? —pregunté. Se encogió de hombros. —Todavía no lo sé. Lo sabré cuando lo encuentre. Asentí y eché un vistazo por el pasillo. —Te invitaría a tomar algo, pero Della está dormida. Tuvo una mala mañana y no quiero molestarla. —Entiendo. Quería decirle adiós también, pero no tengo que hacerlo. Solo díselo por mí. No me gustaba que pensara que necesitaba decirle algo a ella, pero asentí. No necesitaba comportarme como un idiota por eso. —Lo haré. —¿Va a quedarse entonces, supongo? —Sí. —¿Y tu papá está bien con eso? Escuché que Angelina lo sabe ahora. Como que salió el rumor. Mierda. —No he hablado con mi padre. —Necesitas hacerlo. Antes de que llegue a ella primero. Tenía razón, evidentemente. Necesitaba asegurarme de que mi padre se quedara malditamente lejos de Della. —Lo haré. —¿Es tu para siempre? ¿Vale la pena para tirar todo por la borda? Sabía que preguntaba como un amigo quien tomó una decisión similar, pero con un diferente resultado. —Lo es. Nadie más. Es todo lo que alguna vez querré. Tripp sonrió. —No puedo creerlo, Woods Kerrington de verdad se ha enamorado. La palabra enamorado me sorprendió, pero solo porque no la había dicho aún. Era extraño para mí. No había pensado en esa palabra, pero tenía razón. Estaba enamorado. Miré hacia la puerta de la habitación y pensé en Della durmiendo tranquilamente allí, en mi cama. La amaba. Amaba saber que se encontraba ahí. Que era mía. Que podía cuidar de ella. —Sí, la amo —dije simplemente.

Tripp me pegó en la espalda. —Bien. Lo necesita. Entonces abrió la puerta y salió. No miré atrás para verlo irse o para despedirlo con la mano. Fui a la puerta y me quedé allí, al otro lado de esta. Puse las manos en cada lado del marco y descansé mi cabeza contra esta. La amaba. La amaba con algo tan feroz que no podía siquiera nombrarlo. Lo que sea que necesitaba hacer para ayudarla, lo haría. Sería feliz. Pasaría cada segundo de mi vida haciéndola sonreír. Necesitaba encontrarle un doctor. Ese era el primer paso, conseguirle ayuda. La perilla se giró y la puerta se abrió lentamente. Dejé caer las manos a mis costados mientras los ojos de Della se trababan con los míos. Su cabello se hallaba despeinado por dormir y todavía se veía cansada. —¿Me amas? Escucharla decirlo hizo que mi corazón se disparara. Lo sabía. —Sí. Más que a la vida. En vez de lanzarse a mis brazos y decirme que también me amaba, dejó caer el rostro en sus manos y sollozó. Esto no era lo que esperaba. —¿Della? —pregunté mientras el pánico comenzaba a tomar su lugar en mi pecho esta vez. —No puedes amarme. Mereces a alguien mejor. No a mí —sollozó, levantando la vista hacia mí. Sus ojos se encontraban llenos de lágrimas mientras varias se derramaban por su rostro. —No hay nadie mejor que tú, Della. Sacudió la cabeza. —No, no, no. ¿No me ves? No soy estable. A largo plazo… después… en la vida podría volverme como mi madre. Tú no puedes amarme. ¿Su madre? No se iba a volver como su madre. ¿Por qué siquiera pensaría eso? —Lo eres para mí, nena. Solo tú. No vas a ser como tu madre. Eres especial, única, y vamos a conseguirte ayuda. Pero estaré a tu lado todo el tiempo. Nunca te dejaré. Lo juro. El rostro manchado de lágrimas de Della se alzó. Estiré el brazo para limpiar las lágrimas de sus mejillas y la jalé más cerca, así podía besarla. —No quiero destruirte —susurró. —Perderte sería lo único que me podría destruir.

Cerró los ojos firmemente. —¿Pero qué pasa si me vuelvo loca? Tenía que hacerle ver que no iba a permitir que eso pasara. No era su madre, maldita sea. —No lo harás. No te dejaré. Della sorbió por la nariz y sacudió la cabeza. —No puedes controlarlo. Sí podía. Encontraría una jodida forma de controlarlo. —Eres mía. ¿Me escuchas? Eres mía, Della Sloane. Cuidaré de ti. Nada va a alejarte de mí. Nada.

36 Traducido por Mel Markham Corregido por Juli

Pasé lo que quedaba del día de ayer acurrucada en el regazo de Woods mientras nos sentábamos en el porche delantero y observábamos el océano. No hablamos mucho. Simplemente nos sostuvimos al otro. Intentaba creerle mientras me tranquilizaba cada tanto con palabras. Hoy había programado la alarma porque tenía el turno del desayuno en el trabajo y no me iba a perder otro día porque Woods creyera que necesitaba consentirme. Era una chica grande y podía lidiar con las cosas. Me llevó al trabajo y me besó muchas veces antes de dejarme así podía ir a prepararme en la cocina. Él tenía trabajo que hacer en su oficina y me prometió que trabajaría allí y no iba a estar encima de mí. Tuve que rogarle mucho, pero aceptó. Entré en la cocina para ver a una hermosa rubia con una gran barriga de embarazada hablando con Jimmy. Él frotaba su estómago y arrullaba al bebé. Ella alzó la mirada para encontrar la mía y una sincera sonrisa tocó sus labios. Me sentí instantáneamente curiosa. —Hola —dijo y su voz me recordó a la miel caliente. Era suave, pero tenía un acento sureño. No estaba segura de qué parte del sur era. Mi mirada atrapó el gran diamante en su mano. Debe ser un miembro de aquí. Pero ¿por qué se encontraba aquí en la cocina, con Jimmy? —Hola —respondí. Jimmy me miró y sonrió. —Me alegra que hayas vuelto, chica. Ayer fue un desastre sin ti. Le devolví la mirada, pero mi interés estaba de regreso en la rubia.

—Della, esta es Blaire. Es mi mejor amiga, la que huyó y me dejó por otro hombre. Uno por el que no puedo culparla porque es una pieza caliente. Blaire esta es Della. Ella podría o no estar acostándose con el jefe. —¡Jimmy! —dijimos ambas al mismo tiempo. No podía creer que hubiese dicho eso. Ni siquiera sabía quién era esta Blaire. —¿Woods, verdad? ¿Ese jefe? —preguntó Blaire con una sonrisa traviesa. Me gustaba. —Por supuesto, Woods. La chica tiene buen gusto. No se va a acostar con ese hombre viejo. —¿Puedes dejar de decir “acostar”? —Podía sentir mi rostro calentarse. —Jimmy no debería haberme dicho nada, pero siendo que lo hizo, puedo decir, Woods es un gran chico. Si de hecho estás…. Um… acostándote con él, elegiste a uno bueno. No podía creer que estuviéramos hablando de eso. Forcé una sonrisa. — Gracias. La rubia me miró como si estuviera realmente feliz de saber que podría estar haciéndolo con Woods. Me pregunté si eran amigos. Casi sentí celos hasta que recordé su gran estómago y gran diamante. Estaba tomada. Muy tomada. —Si no tengo a este bebé esta semana, quizás podamos salir juntas y almorzar. —Bajé la mirada a su barriga y luego la levanté a su rostro. Era muy probable que diera a luz en cualquier minuto. Era pequeña, excepto por esa pelota de baloncesto en su estómago. —De acuerdo. Eso suena genial —respondí. —Della Sloane —una dura voz dijo mi nombre y me giré para ver a un oficial de policía parado en la entrada de la cocina. —Sí, señor —respondí. La última vez que un oficial de policía vino en mi búsqueda no terminó bien. El miedo que venía siempre con ese recuerdo me dejó congelada en mi lugar. No me gustaban los oficiales de policía. —Tiene que venir conmigo, señorita Sloane —dijo mientras mantenía la puerta abierta para que saliera. Podía sentir todos los ojos de la cocina en mí. Quería esconderme de ellos, pero no me podía mover—. Señorita Sloane, si no viene voluntariamente tendré que ir en contra de los deseos del señor Kerrington y arrestarla aquí en el recinto del club.

¿Arrestarme? Mi corazón latió acelerado con el recuerdo de esposas cerrándose en mis muñecas mientras el oficial leía mis derechos. Tenía que luchar con esto. Este no era el momento para salir de mi zona. No podía tener un ataque de pánico ahora. Tenía que evitar perder la cabeza. —¿Por qué la están arrestando? Seguro como el infierno que no creo que Woods sepa de esto —dijo Jimmy enojado, dando un paso delante de mí. —El señor Kerrington sí sabe. Él es quien me envió aquí a escoltar fuera del edificio a Della Sloane y arrestarla una vez que estuviera en el estacionamiento. De todas formas, si no viene voluntariamente, la arrestaré a ella y a todos los que se interpongan. Iba a arrestar a Jimmy por intentar ayudarme. Tenía que ir. No creía que Woods supiera de esto. Algo estaba mal y Woods me encontraría. No tendría un ataque por esto. No lo tendría. —Está bien, Jimmy —dije, lo rodeé y fui hacia la puerta. No miré hacia atrás mientras salía por la puerta y me enfocaba en salir del edificio. Estuve tentada a gritar por Woods, pero no lo hice. No podía hacer que mi boca se moviera. Me congelaba lentamente. Una vez que estuve cerca del coche de policía, el oficial me empujó, causando que me tropezara. Evité caerme y agarré el frente del coche. Comenzó a decirme que tenía derecho a guardar silencio y dejé de escucharlo. Intenté no pensar en las esposas de metal cerrándose en mis muñecas. Si pensaba mucho en eso, me perdería. El oficial abrió la puerta trasera, puso su mano en mi hombro y me empujó. Quise decirle que dejara de lastimarme, que iría de buena gana, pero no pude. Las palabras no salían. Había olvidado cómo usarlas. El terror empezaba a hacerse cargo. Quería a Woods. Tenía miedo. Las lágrimas se deslizaron silenciosamente por mis mejillas y me centré en Woods. En su cara esta mañana, cuando me despertó con sus besos. Lo amaba. Nunca le dije que lo amaba. Tenía que decírselo. El coche se detuvo frente a la casa de Woods. Me sentí aliviada. No iba a la cárcel. No sabía por qué me hallaba aquí, pero el alivio alejó todo lo demás. Dos Mercedes negros estaban estacionados en la entrada. El lado del conductor se abrió primero y el padre de Woods bajó. Tropecé en el camino de baldosas y logré sostenerme antes de caer y el policía sosteniendo mi brazo tiró de la articulación.

—Gracias, Josiah, por ayudarme a manejar este asunto con delicadeza —le dijo el señor Kerrington al oficial. Soltó mi brazo y asintió. Le entregó un juego de llaves al señor Kerrington antes de rodearme y entrar en su coche. Nos quedamos en silencio mientras el policía se iba, dejándome esposada. —Hola de nuevo, señorita Sloane. Espero que esta vez pueda permanecer coherente el tiempo suficiente para que le explique lo que está a punto de ocurrir —dijo, dando un paso hacia mí. —Después de nuestro último encuentro, cuando perdiste el conocimiento, revisé tus antecedentes. Encontré que mi hijo está tirando por la borda su futuro por una mujer que está demente. O al menos lo estará pronto. Aparentemente corre por tu familia. Ya estás mostrando señales de inestabilidad. Se supone que debes ver a un psiquiatra tres veces a la semana, pero huiste sin decir nada hace seis meses. Has estado en la cárcel por el asesinato de tu madre, en el cual fuiste declarada inocente porque corroboraron tu coartada. Sin embargo, tu registro de locura está aquí. No puedo dejar que el heredero del nombre Kerrington pierda su vida en alguien como tú. No eres lo suficientemente buena para mi hijo. Sacó un brazalete de diamantes que debe haber costado una fortuna. —Y para asegurarme de que no vuelvas a pisar Rosemary Beach nunca más, tengo evidencia de que robaste este brazalete a una cliente. Se le cayó mientras cenaba con nosotros y tú lo trajiste aquí y lo escondiste en tu maleta. Ella está dispuesta a perdonarte y dejarlo estar si dejas la ciudad. El oficial que te trajo a mí tiene esto registrado, te arrestará y la víctima de este robo presentará cargos si no dejas la ciudad inmediatamente. Señaló al otro Mercedes sedan negro estacionado en la entrada. —Tus bolsos están dentro. Confío en que entrarás voluntariamente al auto y dejarás que te lleven a algún lugar lejos de aquí. No importa a dónde. Sólo vete. Me quedé allí, sopesando mis opciones. No tenía mi teléfono. No estaba segura dónde se encontraba. Lo había dejado en la casa esta mañana. Todavía tenía las esposas puestas y era muy probable que fuera a la cárcel por un crimen porque me tendieron una trampa. ¿Dónde estaba Woods? —Si amas a mi hijo y creo que en ese cerebro inestable que tienes crees que lo haces, lo dejarás en paz. Déjalo ir. No necesita esto o a ti. Necesita a alguien que pueda darle niños saludables. Alguien a quien no necesite cuidar. ¿No quieres eso para él? Lo hacía. Quería todo eso para él. Asentí. —Bien. Entonces entre al coche y váyase señorita Sloane.

Levanté la mirada hacia la casa que representaba al hombre que amaba y una lágrima cayó por mi cara. Esto era lo correcto. Era tiempo de que me fuera. —¿Puedo pedirle una cosa? Por favor, dígale que me fui porque era lo mejor para él. No porque no lo amara. Porque sí lo amo. Quiero que sea feliz y quiero que tenga lo mejor en la vida. Sé que no soy lo mejor. El señor Kerrington no respondió. Sólo se quedó de pie sosteniendo la puerta trasera del coche abierta, esperando a que entrara. —Por favor, no quiero que crea que no lo amo. No se merece eso —rogué. —A Woods no le importará el que te hayas ido. Deja de engañarte, chica. Eres sólo una distracción para él. En mi corazón sabía que eso no era cierto, pero mis emociones no podían resistir otro golpe. Estaba demasiado cerca de derrumbarme. Traté de tragar el nudo en mi garganta. —Bien, pero ¿qué pasa con mi auto? —pregunté mientras caminaba hacia el sedán con las manos todavía detrás de mí. —Volverá a ti. Pero por ahora, te irás en esto. Necesitamos asegurarnos de que no te robes nada más antes de liberarte. Le dejaré la llave de las esposas a Leo, tu conductor. Una vez que estés segura de a dónde irás, te las quitará. Es por su seguridad, por supuesto. No respondí. Sólo me subí. Cuando la puerta se cerró de golpe detrás de mí, apoyé la cabeza en la ventana, incapaz de recostarme por culpa de mis manos. Observé cómo se desvanecía Rosemary en la distancia mientras se alejaba de la pequeña ciudad conduciendo. —¿A dónde, señorita? —preguntó Leo desde el asiento delantero. —Macon, Georgia —respondí. Era tiempo de que volviera a casa.

37 Traducido por Melody Hamort Corregido por Juli

Mi madre llamó y dijo que mi padre quería verme. Estaba listo para esta conversación, así que mientras Della trabajaba, fui a verlo. Excepto que él no se encontraba en casa. Mamá me dijo que tomara asiento y que me prepararía un desayuno mientras lo esperaba. Luego de dos horas de escuchar las preocupaciones de mi madre sobre mi futuro, y decirme los deseos de mi abuelo, me puse de pie. No iba a quedarme más tiempo. Della saldría de su segundo turno pronto, e iba a estar allí cuando lo hiciera. No tenía más tiempo que perder. Mi teléfono sonó por quinta vez consecutiva y miré hacia abajo para ver el número de Blaire en la pantalla. No había hablado con ella desde que dejó Rosemary con su prometido y ahora mismo no era el momento. Tenía otra mierda con la que lidiar. La llamaría más tarde. Apagué mi teléfono y lo metí de nuevo en el bolsillo. —Él estará aquí en unos pocos minutos más, cariño. Sólo dale tiempo. Es un hombre ocupado. Déjame ver si puedo encontrarlo. —Comenzó a llamarlo cuando oí una de las dos puertas de entrada abrirse y cerrarse, y luego el clic de los zapatos de vestir de mi padre sobre el suelo de mármol. —Está aquí. —Sonrió. El alivio en su rostro era obvio. Estaba cansándose de entretenerme. El sentimiento era mutuo. —Lamento llegar tarde. Tenía un asunto que atender. Problemas con el personal que pasaste por alto, pero ahora está arreglado. Necesitamos discutir tu futuro y decidir qué es exactamente lo que quieres con tu vida. Entiendo que Angelina no lo es. Estoy preparado para aceptarlo. Pero necesitamos hablar. No estaba seguro si confiaba en su fácil aceptación a mi rechazo sobre casarme con Angelina. Él había estado forzándolo desde que tenía diez. Miré a mi

madre, que me daba una sonrisa falsa mientras retorcía sus manos nerviosamente en su regazo. Algo pasaba. Debían tener otra futura esposa en la fila. Esa era la única razón por la que siquiera estaría listo para considerar algo más. —¿Podemos discutir negocios en mi oficina y dejar a tu madre relajarse y disfrutar el resto de su día? Lo seguí por el pasillo hacia su oficina. Tenía exactamente treinta minutos antes de que Della saliera del trabajo. Podría darle veinte minutos y luego me iría. Necesitaba hablar rápido. —¿Cigarro? —preguntó mientras se detenía en el humidificador3 que mi madre le había dado como regalo de bodas. Desde entonces, tenía una habitación construida en la casa para su gran colección de cigarros, pero mantuvo algunos aquí por conveniencia. —No —respondí y me paré junto a la ventana en lugar de sentarme frente a su escritorio como si fuera un niño que necesitaba dirección. —Muy bien. Yo tampoco necesito uno. Esperaré a disfrutar uno esta noche. Douglas Mortimar estará aquí para la cena. Espero que te nos unas. —Douglas Mortimar era uno de los grandes inversores en el club. Tenía un hoyo entero dedicado a él en el campo de golf. Nunca había sido invitado a reuniones como esta. —¿Por qué? —pregunté, todavía no preparado para confiar en él. No podía recordar a Mortimar teniendo una hija. Si no me equivocaba, él tenía un hijo que era mucho más grande que yo y que venía en los veranos con su familia. —Quieres una parte más grande en este negocio, y estoy dándotelo. Esa no era la respuesta correcta. —Ve al punto. ¿Qué es lo que necesitas de mí? Sé que Angelina te contó sobre Della. No soy tan estúpido como para creer que ella se guardaría esa pieza de información. Es una perra vengativa, lo cual es una de las razones por las que no quiero estar atascado con ella el resto de mi vida. Por lo tanto, ahora sabes sobre Della. Abordemos eso primero, ya que es lo que realmente impulsó esta reunión. La mandíbula de mi padre se apretó y supe que había arruinado completamente su trampa cuidadosamente trazada. Esta reunión fue para atraerme y mostrarme todo lo que podía tener, luego me golpearía con un ultimátum con respecto a Della. Necesitaba entender que nada venía antes que ella. Que si no podía aceptarla, me iría. El Club Kerrington quedaría en manos de

3

Contenedor para mantener los cigarros frescos.

un pariente lejano, o incluso en las del hijo de Mortimar ya que papá lo amaba tanto. —Sé sobre tu pequeña aventura. La he conocido. Ella no es exactamente lo que uno llamaría mentalmente estable. ¿Qué quería decir con que la había conocido? ¿Cuándo? ¿Cómo la “conoció”? Me moví a través de la habitación y puse ambas manos sobre el escritorio en el que se encontraba sentado y miré hacia sus calculadores ojos. — ¿Qué quieres decir con eso? —gruñí. Mi padre no se inmutó. Me disparó una mirada enfadada con una expresión de indiferencia. —Significa exactamente lo que dije. No está bien mentalmente y tú eres consciente de ello. De todos modos, hice un poco de investigación sobre ella y va mucho más profundo de lo que creo que sabes o entiendas. Lucía demasiado calmado. Algo andaba mal. —¿Cuándo la conociste? —Pasé por tu casa ayer a la mañana. Estaba sola y apenas había dicho una palabra cuando se puso completamente catatónica. No respondió. Sólo se sentó ahí, mirando al espacio. Eres un hombre inteligente, hijo. ¿Realmente no piensas que hay un futuro con esta chica? Ayer. Regresé a casa y ella encontraba en el suelo. Mierda. —¿La dejaste allí, en el suelo, así? ¿No pensaste en llamarme? Mi padre encogió sus hombros. —No iba a tocarla. Podría haber colapsado sobre mí como hizo con su madre. Hice un poco de investigación. La dejó así. El odio hirvió a través de mí mientras miraba a este hombre que ni siquiera conocía. Me crió pero no lo conocía. —¿Te dijo que la policía la encontró con sus manos cubiertas de sangre? Se hallaba sentada junto al cuerpo muerto de su madre meciéndose hacia delante y hacia atrás, sin responder y con sangre en sus manos. La única razón por la que no fue encerrada es porque tenía una coartada. Su vecina dijo que había estado fuera con ella toda la noche. Aparentemente, ella fue la persona que llamó al nueve-unouno. Mi estómago se revolvió. Della había encontrado el cuerpo de su madre. Mierda. No me dijo eso. Tampoco me dijo que había sido una sospechosa en la muerte de su madre o cómo murió. Había tanto que no sabía. —No sabía que había encontrado a su madre. Mierda. —Tropecé hacia atrás y me hundí en la silla detrás de mí. No es de extrañar que estuviera tan jodida. Vivió con una mujer loca, encerrada lejos del resto del mundo. Luego se volvió lo suficientemente fuerte para escapar, y tuvo que volver a casa para encontrarla

muerta. Sangre en sus manos. Mierda. Tenía que irme. Necesitaba abrazarla. Podría estar bien, pero yo no. ¿Cuánto tuvo que soportar en tan poco tiempo? —Tengo que irme —dije, poniéndome de pie y dirigiéndome a la puerta. —Como padre tengo que tomar decisiones que son lo mejor. Recuerda eso cuando pienses que estoy controlando tu vida. Estoy ayudándote a convertirte en el Kerrington para el que fuiste creado. No miré hacia atrás. No me importaba lo que quería o quién pensaba que debería ser. La imagen de mi abuelo mirando a mi abuela con tanto amor en sus ojos volvió a mí. Dijo que no podía imaginar un mundo sin ella en él. Entendía eso ahora. No era hijo de mi padre. Era hijo de su padre. El sórdido y jodido bastardo que era mi padre no era algo que había sido heredado de sus padres. Ellos habían sido la razón de que yo encontrara felicidad en mi vida. Mi abuelo me había enseñado qué buscar.

38 Traducido por Mel Markham Corregido por Sofí Fullbuster

Para el momento en que Leo estacionó en la entrada de la casa de Braden, mis muñecas estaban a carne viva y tenía tantas ganas de ir al baño que mi estómago se acalambró. —Eso es todo —dije a través de los dientes apretados mientras los tensaba firmemente por el dolor. Él abrió la puerta y salió, luego abrió mi puerta y no esperé a que alguien me cogiese y me sacara. Me dolía demasiado para eso. No dijo nada mientras abría las esposas en mi espalda. Sentí ganas de llorar de alivio cuando mis manos cayeron inertes a los lados. Se movió para abrir el maletero y puso mis maletas en el suelo. Con un pequeño asentimiento, se metió en el auto y se alejó. Fui a levantar las bolsas, pero un agudo dolor se disparó por mis brazos. Decidí que mis maletas se podrían quedar aquí fuera, por ahora. Caminé hacia la puerta y miré hacia la casa que había ayudado a decorar a Braden antes de que se casara. Su marido se la compró para ambos cuatro meses antes de la boda, así Braden podía arreglarla para que se mudaran una vez estuvieran casados. Fue romántico. Me había quedado en su casa y deseé que algún hombre me amara así algún día. No estaba destinada a ser amada de esa forma. No podía. Mi deseo de querer eso fue egoísta. Estirándome, presioné el timbre y esperé. Cuando la puerta se abrió, no era Braden, quien había esperado que estuviera aquí así podría lanzarme a sus brazos y llorar. En su lugar, estaba Kent, su esposo.

—¿Della? —preguntó, sus ojos ampliándose con sorpresa. —Hola, Kent —dije con voz cansada. Mi vejiga pedía ser liberada—. ¿Puedo usar tu baño? Dio un paso hacia atrás y me dejó entrar. —Uh, por supuesto, sabes dónde está. Pasé junto a él y decidí que tomaría un minuto para reponerme después de haberme aliviado.

***

Una vez que terminé, me quedé de pie frente al espejo y miré mis hinchados ojos rojos. Me veía tan patética como me sentía. Lavé mis muñecas con agua y jabón y luego las sequé. La delicada piel picaba, pero al menos se sentían limpias ahora. Caminé de nuevo hacia la entrada para ver a Kent entrando con mis maletas. Sus ojos encontraron los míos y la simpatía y la preocupación en ellos sólo me hicieron sentir aún más patética. —Gracias. Me temo que no tengo auto. No conseguí que me lo devolvieran. Aunque voy a encontrar una forma para que lo hagan. Kent bajó las maletas y asintió hacia la cocina. —Vamos. Vamos a conseguirte algo de beber y de comer si tienes hambre. Llamé a Braden. Está volviendo a casa del trabajo. Miré el reloj. Ni siquiera eran las tres en punto aún. Braden estaría en la escuela todavía. Era maestra de tercer grado. Me senté en uno de los altos taburetes de la barra que Braden y yo encontramos en una boutique por una ridícula cantidad de dinero. Pero a ella le encantó y Kent no le dijo que no. —Sé que no soy Braden. Pero puedes hablar conmigo si lo necesitas —dijo Kent mientras me preparaba un té helado. Ni siquiera me preguntó qué quería. Ya lo sabía. Con Braden habíamos sido un paquete. Kent la amaba y pasó por alto el hecho de que pasaba demasiado tiempo dedicada a mí. Una vez dijo que era una de las razones por las que la amaba. —Prefiero decirlo una sola vez. No estoy segura de poder decirlo dos veces —dije mientras él ponía un vaso frente a mí. Sabía que lo entendía. Me había visto tener más de un problema. No estaba segura de si Braden alguna vez le dio detalles. Una vez, pensé que no compartiría nada con nadie, pero ahora que sabía

lo que se sentía amar a alguien y querer compartir todo con ellos… creía otra cosa. Estaba bien con eso. Si le decía, era su historia también. Tenía todo el derecho. —Si hay alguien al que haya que moler a golpes, sólo dímelo. El hecho de que Kent estuviera tan preocupado por mí alivió mi mente. No estaba segura de a dónde iba a ir ahora, pero necesitaba una semana o más antes de seguir con mi vida de nuevo. No me sentía lista para estar sola. Todavía no. La puerta del frente se abrió y los tacones de Braden hicieron clic por el pasillo mientras corría hacia nosotros. —¡Della! —gritó y me puse de pie. Las lágrimas llenaban mis ojos. Necesitaba verla. —En la cocina, Bray —respondió Kent. Braden llegó corriendo a la cocina y se me escapó un sollozo cuando la vi correr directamente hacia mí. Sus brazos se envolvieron a mí alrededor y me aferré a ella. Me había enviado a este viaje para encontrarme a mí misma y, sin embargo, encontré mucho más. Quería ser capaz de expresarle que esto no era sólo un corazón roto. Había hecho recuerdos para toda una vida, recuerdos que no cambiaría por nada en el mundo. Pero justo ahora, sólo necesitaba que me sostuviera mientras ambas llorábamos. Ella ni siquiera sabía por qué lloraba, sólo me sostuvo y lloró. La había extrañado muchísimo. Llegué al lugar correcto. Este era mi hogar. Incluso con los recuerdos que me atormentaban, aquí era donde pertenecía. Braden era mi hogar. Era todo lo que tenía. —¿Por qué no vamos a la sala y ustedes dos se sientan en el sofá y lloran todo lo que quieran? —dijo Kent con voz suave. Braden asintió pero no me soltó. Soltamos unos cuantos sollozos antes de retroceder lo suficiente como para mirarnos. —¿Estás bien? —preguntó. Asentí y luego sacudí mi cabeza. —No lo sé. Estoy perdida y confundida. Braden se agachó y sujetó mi mano. —Vayamos a la sala y pongámonos cómodas. No me sentía lista para hablar ahora pero ambos se merecían una explicación. Necesitaba decirles exactamente lo que ocurrió en Rosemary. Y quizás podrían ayudarme a descifrar qué iba a hacer con mi vida ahora. Mis viajes se acabaron. Necesitaba vivir mi vida aquí. Donde estaba segura de mi entorno y no podía herir a nadie más.

***

Empecé explicando cómo ocurrió todo en la estación de gas y luego cómo terminé ahí una vez más por culpa de Tripp. Luego les dije sobre cómo perdí mi corazón con Woods y cómo lo volvería a hacer de nuevo. Cuando terminé, Braden se secaba los ojos de nuevo. —Odio a ese hombre. Quiero estrangularlo. ¿Cómo pudo hacerte eso? ¿Y Woods lo sabe? Sacudí la cabeza y me detuve. No tenía idea de si Woods lo sabía o no. ¿Pesaba que lo había abandonado? ¿Importaba? —No importa. No puedo quedarme con él. Sabes eso más que nadie. ¿Qué sucederá cuando me rompa y pierda la cordura? No quiero que Woods me ame y se quede con la sombra de una mujer igual que yo me quedé con mi madre. Tiene una vida frente a él por lo mucho que ha trabajado. No puedo ser lo que necesita. Estoy tratando ser quién yo necesito. No soy lo que ningún hombre necesita, Braden. Sabes eso.

39 Traducido por Mel Markham Corregido por Juli

El horario del almuerzo había terminado hace diez minutos. No llegaba tarde todavía. Aparqué la camioneta y me dirigí dentro. No había visto a Della en seis horas y eso ya era malditamente demasiado. No la vería de nuevo hasta dentro de dos turnos. No importa cuando ruegue. Empujé la puerta de la cocina y todos se congelaron. Normalmente mi entrada no se notaba mucho. Estaban acostumbrados a que entrara y saliera. Jimmy registraba las entradas. Me miró y ladeó la cadera. —¿Ahora apareces preocupándote por la falta de ayuda por aquí? Vas y arrestas a la maldita mejor ayudante que tuve desde que Blaire trabajó aquí. Luego no hay explicaciones ni se te ve por aquí. ¿Arrestar su ayudante? ¿Qué ayudante? —¿De qué estás hablando? —pregunté, buscando a Della. Tal vez ella pudiera explicarme este arrebato a lo reina del drama. —Oh, no lo sé, Woods. Quizás el hecho de que la po-po apareció y arrestó a la pequeña y dulce Della y la asustó de muerte después de que tú no hagas nada. Dejaste que se la llevaran y no te preocupaste por el hecho de que hoy tenía que trabajar dos turnos. Agarré la primer cosa que pude alcanzar, lo cual era el frente de la camisa de Jimmy. —¿Qué acabas de decir acerca de Della y la policía? Deja de parlotear y jodidamente explícate —le grité. La sangre corría hacia mi cabeza y latía en mis sienes. Sabía que algo iba mal, pero nada de lo que Jimmy dijo tenía sentido. —La policía vino y se llevó a Della justo después de que llegara aquí esta mañana. ¿No lo sabías? Dijeron que el señor Kerrington quería que la escoltaran

fuera del edificio antes de que la esposen. Estaba asustada, hombre. Realmente asustada. Solté la camisa de Jimmy y me tambaleé hacia atrás. El maldito controlador egoísta había arrestado a mi Della. Ella estaba asustada. Iba a necesitarme y yo no estaba allí. —¡Joder! —grité, salí hecho una furia de la cocina y empecé a correr. Tenía que encontrarla. —Fue Josiah Burton quien la arrestó —gritó Jimmy detrás de mí. Iba a ir tras Burton primero. Fui a la escuela con Josiah y no sería la primera ver que lo golpee como loco. Sin embargo, sería la primera vez que me acusaran de agresión a un oficial. —Si sabes algo, llámame —respondí y abrí la puerta para ir a la estación de policía y hacia el lamentable policía en esta ciudad que podía ser comprado. Por último iría a ver a mi padre. Él no sería tan fácil de amenazar.

* * *

No me registré en el escritorio principal cuando llegué a la estación. —Tiene que registrarse, señor Kerrington —dijo Margaret Fritz mientras pasaba junto a ella sin una palabra. El oficial adjunto Josiah Burton se encontraba en su oficina cuando llegué, entré sin golpear y cerré la puerta de golpe detrás de mí. La trabé en caso de que necesitara tiempo para matarlo. Me di la vuelta para mirar al hombre al que sabía le habían pagado para cumplir las órdenes de mi padre. —Será mejor que empieces a disculparte, hijo de puta, o la última cosa que haré antes de que me encierren será volar tu lamentable cabeza —gruñí. Josiah se levantó de su escritorio, sus ojos pequeños y brillantes dando vueltas en sorpresa. —Hice lo que tu padre me dijo que hiciera. Cubrí todo. El papeleo está hecho y archivado; no puede volver a la ciudad. Me aseguré de eso. Cálmate. Está hecho. No hay razón para ponerse tan demandante. Pensaba que sabía sobre esto. Forcé que la intensa necesidad de arrancarle la cabeza bajara y lo miré, decidiendo exactamente como jugar eso. Necesitaba más información.

—¿Cuándo la arrestaste? Josiah sacudió la cabeza. —No lo hice. Como tu padre me pidió sólo la esposé y la puse en la parte trasera del coche patrulla. Asustarla un poco. Luego llevarla a él. Mi pecho estaba a punto de explotar. La habían asustado a propósito. Mi padre pagaría por esto. Cada minuto que estuvo asustada lo pagaría diez veces más. —¿Dónde se encontraba mi padre? ¿A dónde la llevaste? Josiah frunció el ceño. —A tu casa. La llevó a mi casa. —¿Está todavía allí? —No, hombre. Te lo dije, hice todo el papeleo. Fue advertida de no volver o la arrestaría y fue enviada a dónde demonios Leo tuvo que llevarla. —¿Por qué no puede volver? —pregunté convirtiendo mis manos en puños. Josiah empezó a responder y se detuvo. Me estudió un minuto y luego su mandíbula cayó. —No sabías. Él hizo esto y tú no lo sabías. Joder —dijo, recostándose en su silla—. Oh, hombre, Woods. Creí que sabías. Creí que estaba loca y tenías miedo de lo que podía llegar a hacer. Iba a deshacerme de ella por ti. Tu padre dijo que era peligrosa. Un caso mental. Incluso la maltraté un poco. No lo sabía… por favor, dime que esta chica tiene la cabeza jodida y que lo que hice estuvo bien. Cerré mis ojos fuertemente tratando de no pensar en la parte que dijo sobre maltratarla un poco. Necesitaba golpear a alguien. —¿Cómo la maltrataste? — pregunté en voz baja y tranquila. —Sólo la sacudí con fuerza por el brazo innecesariamente y puse las esposas un poco apretadas. Agarré el frente de su uniforme y lo levanté de su asiento. —Incluso si estuviera loca, es una mujer. Ninguna mujer necesita ser tratada de esa manera. Nunca. —Tomé una respiración profunda—. Es la mujer que amo. —Lo lancé a su silla de nuevo y golpeé la pared. No me disculpé o esperé para ver si tendría que lidiar con cargos en mi contra. Abrí la puerta e hice mi camino de regreso a mi camión, ignorando las preguntas mientras pasaba. Leo. Tenía que encontrar al maldito Leo.

* * *

Leo no se encontraba en la ciudad. Mis padres se habían ido en un avión a Nueva York después que dejé la casa. Nadie sabía nada. Me quedé en mi porche mirando hacia el océano mientras llamaba a Della por centésima vez sólo para ir al buzón de voz. —Es Della. No puedo responder mi teléfono ahora, pero déjame un mensaje y te contactaré. Bip. —Soy yo de nuevo. Te has ido. No estuve allí y te lastimaron. Dios, bebé, saber cuán asustada debes haber estado y no estuve allí. Necesito encontrarte. Donde sea que estés. Necesito encontrarte, Della. Llámame. Déjame saber que estás bien. Bip. Luego, tono de marcación. Dejé caer mi teléfono en la mesa y me agarré de la barandilla frente a mí. Iba a dormir sin mí esta noche. Sus pesadillas volverían y yo no estaría allí. ¿Alguien estaría allí? ¿Estaba sola?

40 Traducido por Deydra Eaton Corregido por Melii

Mi teléfono no estaba. Había desempacado todas mis cosas y mi teléfono no se encontraba ahí. Woods no me podría llamar. Tal vez eso era lo mejor. Decirle que no era buena para él no había funcionado antes. Su padre forzaba mi mano y le demostraba a Woods la verdad. Yo no valía la pena. La idea de que su padre le hubiera mentido a Woods para hacerle creer que lo abandoné voluntariamente, o que en realidad había robado algo, dolía. No quería que pensara que haría cualquiera de esas cosas. No fui capaz de volver a dormir después de despertarme a mí, Braden y a Kent gritando la otra noche. Me senté y pensé en lo que tenía que hacer a continuación. A dónde tenía que ir. Cómo debía vivir mi vida. ¿Veré alguna vez a Woods de nuevo? Me libró de caer dormida de nuevo y dejar que otro mal sueño viniera a atormentarme. Todo estaba demasiado fresco justo ahora. Un rápido golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos y Braden abrió la puerta y entró sosteniendo una taza de café. —Pensé que podrías estar despierta —dijo, sonriendo y tendiéndome la taza. —Gracias —dije y tomé la taza. Después de tomar un sorbo, miré a Braden—. Lamento lo de la otra noche. Braden frunció el ceño. —No tienes por qué disculparte. Yo lamento que tengas esos malditos sueños. Lamento que no pueda hacer nada para que desaparezcan. Lamento que encontraras alguien a quien amar y todo se viniera abajo. Lo siento por toda la mierda con la que has estado lidiando. Pero tú no tienes nada por qué disculparte, Della Sloane. Nunca lo tendrás.

Tener a Braden me había salvado. A nadie le importaba hasta Braden. De alguna manera, me gané la lealtad de esta persona de gran corazón a la que nunca le podría agradecer lo suficiente. —¿Crees que terminaré como mi madre? —pregunté, porque era mi mayor temor. Sobre todo ahora. —No. No lo creo. Creo que tu madre sufrió un trauma mientras tenía a un recién nacido y eso se mezcló con la depresión post-parto que sufría en ese momento. Recuerda que eso fue encontrado en sus registros. Tenía problemas y luego perdió a su marido y a su hijo tan trágicamente. No había nadie ahí para ella. Ninguna familia. Nada. Sólo tenía esta pequeña bebé y sí, no pudo más. La mayoría de los humanos lo haría en su posición. Si hubiera habido una familia para ver cómo se encontraba y ver su espiral fuera de control, entonces creo que ella hubiera mejorado. Que tu vida habría sido muy diferente. Pero no pasó de esa manera. Ella estaba sola y se perdió. Eso no te sucederá a ti. Porque me tienes a mí y jamás te dejaré sola. Tienes una familia. Quería creerle. Quería que hubiera una razón para que mi madre no hubiese sido capaz de volver a mí. Que no hubiese sido solamente inevitable. —¿Y qué sobre mi abuela? Se encontraba en un asilo mental —le recordé. Ese hecho me perseguía. —¿Siquiera sabes por qué? ¿Alguna vez has investigado sobre eso? No sabes por qué o si al menos es verdad. Tu madre te dijo esto y no se hallaba mentalmente ahí, Della. Creo que has vivido creyendo algunas cosas que no son ciertas. Te aterrorizan. Pero con toda honestidad, Della, si fueras a perder la cabeza, cariño, lo habrías hecho cuando entramos en lo de tu madre con la navaja en su mano y los cortes en sus muñecas. No te derrumbarás. Lo lograste a través de eso y eres lo suficientemente valiente como para aprender a vivir. Puedes hacerlo, Della. Puedes vivir una vida plena y feliz. Una que tu madre merecía, pero que le fue arrebatada con engaños. No dejes que tus miedos te alejen de ello. Por favor. Quería eso. Quería vivir. Por el padre y el hermano que nunca conocí y por mi madre, que le fue arrebatada una vida de felicidad. Quería vivir por ellos. Y quería vivir por mí. —¿Por qué no lo llamas? No tenía que preguntarle a quién se refería. Sabía a quién se refería. Ella quería que llamara a Woods. Yo quería una vida con él. Lo amaba. Pero, ¿cómo podría interponerme entre él y su padre? Su padre me odiaba. Estaría entre él y su familia. Si Woods me quería más que a la vida para la que había nacido tener,

entonces me encontraría. No iba a confundirlo al llamarlo. Necesitaba tiempo para decidir si perder a su familia para tenerme valía la pena. —Creo que esperaré. Sabe de dónde soy y sabe tu nombre. Si realmente quisiera encontrarme, podría hacerlo con bastante facilidad. Hay mucho en juego para Woods. No estoy segura de que valga la pena todo eso. Braden puso su brazo alrededor de mis hombros y apoyó su cabeza contra la mía. —¿Cuántas veces tengo que decirte que eres especial? Cualquier persona que te conoce y no quiera llegar a conocerte y ser parte de tu vida es estúpida. Lo vi cuando era sólo una niña. Sonreí. —No. Tú creíste que yo era un vampiro y querías ser mi amiga para que no te comiera. Braden se rió entre dientes. —Bueno, eso también. Pero muy pronto descubrí que no eras un chupasangre y aún así me agradaste. Nos sentamos en silencio por unos minutos, perdidas en nuestros pensamientos. —Me voy a tomar el día libre hoy. Vamos de compras —dijo finalmente Braden. —De acuerdo. Eso suena bien. —Lo que sea que me sacara de esta casa y mi mente de Rosemary… y Woods.

41 Traducido por Zafiro Corregido por Melii

No había dormido en toda la noche. Pero me había dado cuenta de algunas cosas. Si Della fue forzada a salir sin tiempo para pensar en ello, se me ocurrió que el único lugar al que regresaría era Georgia y su amiga Braden. Esa era la única persona a la que sabía que estaba unida. Había llamado a Josiah a las seis de la mañana y lo tuve realizando una búsqueda de Braden, mujer alrededor de veinte años en Macon, Georgia. Eso era todo lo que sabía. A los diez minutos tenía un nombre, un número de teléfono y dirección. Braden Fredrick vivía en Macon, Georgia, con su esposo Kent. Llamé al número que Josiah me dio y me mandó al correo de voz dos veces. Llamé a Josiah nuevo. —Dame un número de Kent Fredrick. Tiene que trabajar en algún lugar. Debe haber un número de trabajo. —Está bien. Dame un segundo —respondió Josiah sin dudarlo. Oí el golpeteo de las teclas—. Ah, aquí está. Es un abogado. Fredrick y Fredrick. Parece que su padre es el otro Fredrick. 478 - 555 a 5515 Escribí el número. —Gracias —le dije y colgué para marcar el nuevo número. —Fredrick y Fredrick licenciados en leyes. ¿Cómo puedo dirigir su llamada? —Necesito hablar con Kent Fredrick —contesté. —Espere un segundo. Creo que su línea está ocupada. Oh, espere. Está libre. Sólo un momento y lo transferiré. Esperé mientras la música clásica sonaba en la línea. No podía estar quieto. Caminé de un lado a otro a través de mi porche trasero. Estaba cerca.

—Kent Fredrick —dijo la voz de un hombre. —Kent. Es Woods Kerrington… —Ya era hora señor Kerrington. No me gusta ver a mi esposa molesta y cuando Della está molesta, mi esposa también. Sabía dónde encontraba. Me detuve, casi temeroso a la esperanza. —¿Sabes dónde está Della? —Sí, está en nuestra casa. Llegó ayer en un completo desastre. Tu padre necesita su culo pateado. Y el jurado aún está deliberando sobre ti. Estaba allí. Empecé a moverme. Comencé a caminar por el porche y luego eché a correr mientras golpeaba los escalones e iba a mi camioneta. —¿Está bien? ¿Está herida? —Josiah puede haberme conseguido este número, pero si la lastimó no me importaría un carajo. —Sus muñecas están en carne viva porque la dejaron esposada durante cinco horas mientras viajaba en un coche. Pero aparte de eso, sólo su corazón. Está rota. Pero bueno, Della siempre ha estado un poco rota. Della y rota en la misma frase me pusieron ansioso. Necesitaba buscarla. — Estoy en camino. No dejes que se vaya. —¿Vienes aquí a buscarla? —Sí —le contesté. —Bueno, no estoy tan seguro de estar de acuerdo contigo llevándola a cualquier lugar cerca de ese miserable culo de tu padre. ¿Quién dice que no la volverá a lastimar? Della no tiene ningún familiar. Braden es eso para ella. Y cuando me casé con Braden, conseguí a Della también. Sabía que iban juntas. Esas dos son muy unidas. Yo protejo lo que es mío. Agarré el volante. —Della es mía. No nos equivoquemos al respecto. Estaré ahí en cinco horas. —Colgué el teléfono y conecté la dirección de Fredrick en el GPS.

* * *

Luego de tres horas conduciendo mi teléfono sonó y el nombre de mi padre iluminó la pantalla. Pensé en enviarlo al correo de voz y cambié de opinión. Ya era hora de que me ocupara de ese hombre. No iba a llevar a Della de regreso allí. No

podría. Él no iba a aceptarla y yo no iba a vivir sin ella, así que no había futuro para mí en el Club Kerrington. —¿Qué? —dije, decidiendo que no merecía un saludo apropiado. Lo dejaría hablar y luego le diría lo que había decidido. —¿Dónde estás? Me llamaron del club diciendo que no te presentaste esta mañana. Están teniendo problemas por estar faltos de personal en el comedor, y dos de los carros no están trabajando. —Entonces arréglalo. Es tu club. No me importa lo que suceda en el lugar. Te aseguraste de ponerme completamente en tu contra cuando enviaste a Della lejos. La lastimaron, idiota hijo de puta. Y ahora me has perdido. No quiero tener nada que ver contigo, mi madre, quien te ayudó, o ese club. No puedes controlarme. No voy a dejarte. Estoy alejándome de todo. Tengo la sangre de mi abuelo en las venas y puedo hacer algo con mi vida. No te necesito. Nunca lo hice. —No esperé su respuesta. Presioné finalizar y sonreí a la carretera frente a mí. Estaba yendo a buscar a la única persona que me hizo querer vivir y construir una vida para nosotros. No sería la mimada y privilegiada vida en la que me había criado, pero sería una llena de amor y hasta Della, eso era algo que me había perdido. Mi teléfono comenzó a sonar de nuevo y el código de área de Macon, Georgia apareció, pero era un nuevo número. Ninguno de los dos que había guardado en mi teléfono. —Hola. —¿Es Woods Kerrington? —Una voz femenina preguntó al otro lado del teléfono. —Sí, lo es —le contesté. —Es Braden Fredrick. Tengo que hacerte unas cuantas preguntas antes de permitir que vengas disparado de regreso en la vida de Della. No estoy tan convencida como mi esposo de que es algo bueno que vengas aquí. Sonreí al escuchar el protector tono en la voz de la mujer. Della tenía una campeona y amaba a esta desconocida mujer por esa sola razón. Cualquiera que protegía a mi Della tenía mi total respeto. —Está bien. Pregúntame lo que necesitas —le respondí. Hizo una pausa. —¿Por qué estás viniendo aquí? —Porque no puedo vivir sin Della. No quiero. Ella es la razón por la que me levanto en las mañanas.

Silencio. Me preguntaba si iba a decir más. Esperé. —Está bien. Buena respuesta. Me podrías gustar. ¿Crees que Della está loca o, posiblemente, podría volverse loca? —No. Es brillante y llena de vida. Tiene problemas por superar, pero va a mejorar. Pretendo ayudarla y creo que un día cercano no va a lidiar con cualquiera de las cosas que la atormentan. Hubo un suspiro de alivio en el otro extremo. —Última pregunta. ¿Por qué amas Della? Ni siquiera tuve que pensar en ello. —Hasta que Della entró en mi vida, no entendía la idea del amor. Nunca había estado enamorado y experimenté muy poco amor en mi vida. Pero lo vi una vez. Mis abuelos se amaron hasta el día de su muerte. Pensé que era un mito. Entonces conocí a Della. Se metió bajo mi piel y luego empezó a abrir emociones en mí que no sabía que existían. No hay pretensiones con ella. No tiene idea de que es hermosa y es completamente desinteresada. Pero incluso si no fuera todas esas cosas, su risa y la mirada en sus ojos cuando es realmente feliz es lo único que me importa en la vida. Un suave sollozo en la otra línea me sorprendió. —Está bien. Ven a por ella. Estoy de acuerdo. Sonreí al pequeño hipo en la otra línea. —Casi estoy ahí.

42 Traducido por B. C. Fitzwalter Corregido por Juli

Braden había tenido que ir a una reunión en su escuela. No lo mencionó sino hasta después del almuerzo, salió corriendo de aquí bastante rápido luego de que sonara la alarma de recordatorio. Consideré tomar una siesta o al menos intentar hacerlo, no estaba segura si dormiría bien esta noche, tampoco. Odié el pensamiento de que tal vez haya despertado a Braden y a Kent con mis gritos. Miré el reloj. Habían pasado casi veinticuatro horas desde que llegué aquí. Ni una llamada de Woods. Él era un hombre listo y si hubiera querido comprobar y ver que me encontraba aquí, ya lo habría hecho. Dolió. Quería que le importara. Quería que me amase lo suficiente. El timbre de la puerta sonó y me quedé paralizada en la cocina. No estaba segura de sí debía abrir la puerta. Ellos no me habían dicho nada sobre esto. Además, era mediodía y Braden y Kent normalmente estaban en el trabajo a esta hora. Algunos días Kent trabajaba desde casa, como lo hizo ayer cuando llegué, pero hoy no se encontraba aquí. Ni siquiera había un coche afuera. El timbre sonó de nuevo. Quienquiera que fuese, seguía insistiendo. Caminé por el pasillo y luego por el vestíbulo. Sería capaz de ver quién era a través de las ventanas a ambos lados de la puerta. Woods estaba de pie observando ansiosamente la puerta con las manos metidas en los bolsillos. Estaba aquí. ¿Por qué se encontraba aquí? —Vamos, Della, sé que estas ahí. Por favor abre la puerta, nena —rogó, y fue seguido de un golpe en la puerta.

Estaba aquí por mí. Di un paso hacia adelante y tomé el picaporte. Se hallaba ahí; quería verme. No había llamado, sino que simplemente había venido por mí. Empecé a abrir la puerta y Woods la empujó el resto del camino mientras entraba a la casa como una exhalación. Sus ojos se enfocaron en mí, y me tomó atrayéndome dentro de sus brazos. —Me he estado volviendo loco —murmuró contra mi cabello—. No podía dormir, no podía comer. Lo siento. Realmente lo siento. Te juro que nunca voy a perdonarlo. Jamás. —Continuó abrazándome y prometiéndome cosas. Deslicé mis brazos alrededor de su cintura y descansé mi cabeza en su pecho. Había venido. Eso era todo lo que me importaba—. Te amo, Della. No puedo perderte. Sólo a ti Della, eso es todo lo que necesito. Sólo a ti. Vamos a encontrar una vida juntos. Una nueva. Que sea nuestra. Una que podamos crear. Iba a renunciar a su familia y al club. ¿Podía dejarlo hacer eso? —No quiero que renuncies a todo aquello por lo que trabajaste —dije contra su pecho. —Perdí mi tiempo. No puedo vivir una vida donde otro hombre controle cada uno de mis movimientos. Te lastimó, Della. Te asustó, nena, y no puedo olvidar eso; no puedo superarlo. Está muerto para mí. Esa vida está muerta para mí. Sólo te necesito a ti. Quería a Woods. Extendí mi mano y la pasé por su cabello y por la barba en su rostro. —Te extrañé. —Estuve en el infierno desde que entré a esa cocina y me dijeron que te habías ido. Nunca más. Lo juro. Necesitaba escucharlo todo. Había venido aquí listo para dejar su vida atrás y comenzar una nueva conmigo; necesitaba saber en lo que se metía. No había sido completamente honesta con él; debería saber a cerca de mi madre y cómo la encontré, y saber sobre mi abuela y el hecho de que posiblemente podría heredar la locura de mi madre. —Deberías escuchar todo primero. Sobre cómo mi mamá murió y cómo podría terminar loca, también. No puedo dejarte tomar esta decisión sin que sepas todo lo que hay por saber sobre mí. Todas esas cosas que oculté y no las compartiría con nadie, necesito compartirlas contigo ahora. Luego puedes decidir si lo valgo. Woods se inclinó, tocando mi boca con la suya y rozando mis labios con los suyos varias veces.

—Nena, estoy tan alejado de aquello que podrías decirme cualquier cosa y no tendría problemas con eso. Pero si te hace sentir mejor, entonces dímelo, quiero saberlo todo. Quiero que seas capaz de decirme todo y que tengas fe de que no me iré a ningún lado. Si iba a hacer que esto funcionase, entonces tenía que creer en él. Esto era una parte de mí que necesitaba saber. Era tiempo de que hablase de eso. —Hubo una fiesta. Una que iban a tener los chicos de la secundaría. Braden planeó durante una semana escaparse conmigo para ir allí. Iba a estar con su prima de Mississippi; lo tenía todo planeado. Me sentía entusiasmada. Nunca había estado cerca de otras personas. —Cerré los ojos fuertemente, porque sabía que decírselo podría llevarme muy posiblemente a tener un ataque. Quería ser lo suficientemente fuerte para contar esta historia, al menos a Woods. —Tómate tu tiempo —me dijo, apretándome fuerte. —Me sentía nerviosa. Mamá me había atrapado escabulléndome muchas veces durante los últimos meses. Cada vez terminaba mal. La mayoría de las veces me azotaba con un cinturón de cuero. Le aterrorizaba que yo me fuera. Y había estado hablando más con mi hermano. Él le decía que la extrañaba y quería que fuera con él. Eso me asustaba; sabía que la única forma en que podía ir con él era… muriendo. —Hice una pausa y respiré profundo—. Nos escabullimos esa noche sin problemas, fui a mi primera fiesta. Tuve mi primer encuentro con el sexo, no lo hice yo, sino otra pareja; estaban haciéndolo en el baño cuando fui a buscar uno libre para usar. Me fascinaron. Habían estado aferrados uno al otro con tanta fuerza, y yo quería eso. Quería estar así de cerca con alguien. El sexo y la idea de ello me intrigaron luego de ver aquello. Esa fue la parte fácil de recordar, fue la única cosa brillante esa noche, odiaba pensar en esta última parte. —Habíamos regresado tarde a casa. Eran alrededor de las tres de la mañana y me sentía más feliz de lo que alguna vez me sentí. Un chico me había besado y me encantó. Fue real. Había vivido... Pero entonces llegamos a casa. Braden nunca entró conmigo. Ella siempre esperaba fuera hasta que me encontraba segura dentro. Las luces estaban encendidas en toda la casa, podíamos ver la luz de mi habitación encendida desde el jardín delantero, y esa fue nuestra primera señal de que algo andaba mal. Mi madre normalmente se quedaba en la oscuridad, esperando por mí con un cinturón cuando descubría que había salido de la casa. — Sentí mi cuerpo temblar. Mi respiración haciéndose más pesada y más dificultosa. No iba a dejar que mi miedo ganara. Iba a superar esto. Reuní toda la fuerza que pude y miré a Woods.

—Braden no se fue cuando abrí la puerta. Me siguió dentro y se quedó de pie en la puerta. Ambas lo sabíamos. El silencio nos lo decía. No llegué lejos. La casa era pequeña y caminé desde la sala de estar hacia el pasillo. La sangre... su sangre. —Respiré profundo—. La alfombra del baño la absorbía; la vi y lo supe. Fueron sólo unos pasos pero se sintieron como una milla desde ese lugar en el pasillo hasta la puerta del baño. Ella yacía ahí, muy quieta en el suelo de baldosas. Sus muñecas estaban abiertas, y sobre el charco de sangre a su alrededor había una navaja. Me perdí en ese momento; comencé a gritar y sostuve su mano en un intento de traerla de regreso. Pero la verdad era que quería ir con mi hermano… y lo hizo. Woods me presionó más duro contra su pecho. —Oh, cariño. Lo siento tanto. Por todo. Estoy malditamente apenado. No había terminado. Quería que así fuera, pero no lo había hecho. Había llegado hasta aquí y tenía que seguir. —Braden escuchó mis gritos y corrió hasta el baño. La miré y le dije que mi mamá se había ido. Fue ahí cuando me desconecté de todo. No recuerdo la llamada al 911 ni la llegada de los paramédicos, estaba perdida en un mundo donde mi madre seguía viva y no podía alcanzarla. Finalmente, cuando regresé a la realidad, Braden se encontraba a mi lado, limpiándome, enjuagando la sangre de mis manos. Luego me cambió en ropas limpias y se quedó a mi lado, sosteniendo mi mano mientras respondía preguntas; hubo muchas preguntas, y se negó a irse de mi lado. Cuando todo terminó, me mudé a la casa de al lado para vivir con ella y sus padres durante los siguientes años. Estaba determinada a que viviera con ellos. Estaba segura que se preocupaban por lo sucedido. Braden me había tenido en secreto de ellos durante todos esos años y les asustaba. No los culpaba. Nunca me acogieron, podía verlo en sus ojos; esperaban que me quebrase. A veces los entiendo porque yo hago lo mismo. Esperar... —No lo digas. ¿Me escuchas? No te atrevas a decirlo. No vas a quebrarte. Eres la persona más fuerte que alguna vez conocí. Estoy admirado por todas las cosas por las que atravesaste y el hecho de que aún puedas iluminar una habitación cuando entras a ella. Cuando te veo, veo vida. Veo alegría. Veo mi futuro. Yo era su futuro. Él era el mío. Si tuviera una vida con Woods por la que esperar, sabía que podría luchar con cualquier oscuridad que intentara alcanzarme. Antes de Woods, no sabía por qué seguía viviendo; en mi búsqueda para encontrarme a mí misma, me había encontrado con mucho más. Ahora sabía por lo que quería vivir. Entendía el amor; lo había encontrado.

* * *

Woods rechazó la oferta de Braden de que nos quedáramos. Ella discutió al respecto y me sorprendió. Woods me hizo traer mis dos maletas; no nos fuimos muy lejos porque aún no me sentía lista para dejar a Braden. En el momento en que la puerta se cerró detrás de él, Woods tiró al suelo la maleta que había traído conmigo y se dirigió hacia a mí para cargarme. Me cargó hasta la cama tamaño King que se posicionaba en el centro de la habitación. —Necesito que hagas algo —dijo Woods mientras se quitaba la camisa y la arrojaba al suelo para luego comenzar a desabrocharse sus vaqueros. —De acuerdo —respondí, mirando sus manos en lugar de su rostro. Amaba verlo bajar sus vaqueros y verlo libre. —Cuando esté profundamente enterrado dentro de ti, necesito que me digas que me amas. El vulnerable pedido me hizo darme cuenta que nunca se lo había dicho, me senté y coloqué mis manos en su pecho mientras se inclinaba sobre mí. —Sabes que te a... —No aún. Cuando esté en tu interior. Dímelo entonces —dijo con su dedo sobre mis labios para evitar que lo dijera. Me quité la camiseta y él trabajó rápidamente con el resto. Sus manos tomaron mis rodillas y separó mis piernas de modo que me tenía abierta para él—. Necesito besarte ahí. Creo que me ha extrañado —susurró, y bajó su cabeza hasta que estuvo entre mis piernas. Me sacudí debajo de él y enterré las manos en su cabello gritando su nombre cuando su lengua se deslizó hasta mi centro y luego comenzó a hacer círculos alrededor de mi hinchado clítoris—. ¿Ves? Me extrañó —susurró sonriéndome antes de enterrar dos dedos dentro de mí y luego lamiendo mis jugos, que fluían libremente por el intenso placer que su lengua causaba. —Sí, muchísimo —concordé y mantuvo su cabeza quieta cuando metió mi clítoris en su boca y comenzó a chupar. Estaba tan cerca del orgasmo pero lo quería a él dentro—. Te necesito dentro de mí —jadeé, haciendo que volviera sobre mi cuerpo para que me llenara. Lentamente Woods dejó un sendero de besos por mi estómago, mi pecho y mi cuello, hasta que sus labios se cernían sobre los míos. Dejó caer varios besos mariposa en mi boca. Separé mis piernas para que él pudiera entrar entre ellas. La cabeza de su erección rozaba mi centro y me volvía loca.

Se sostuvo sobre mí y bajó sus caderas hasta que lentamente se hundió dentro de mí. La sensación de sentirme completa me abrumó. Woods me hacía un todo. Sanaba todo lo que estaba mal conmigo. Tenerlo así de cerca era todo lo que alguna vez necesitaría. Comenzó a mover sus caderas adelante y atrás mientras sus brazos se tensaban a cada lado de mí. Subí mis manos por sus brazos y me aferré a los abultados bíceps para poder sentirlo moverse bajo mi toque. Mirando arriba, mis ojos se posaron sobre los suyos. —Te amo —dije sin reservas porque eran las palabras más sinceras que habían sido dichas de mi boca. Woods se detuvo y su garganta trabajó cuando tragó fuerte. Extendí mis manos y corrí mis uñas suavemente por su cuello. Cada parte de él me fascinaba. —Te amo. Nunca te dejaré y te juro, cariño, que jamás estarás sola. Sus palabras estuvieron atadas con emoción. Levanté mis ojos desde el punto en su cuello para ver lágrimas no derramadas en sus ojos. Levanté mis piernas sobre sus caderas y las envolví firmemente alrededor de su cuerpo, entonces deslicé mis brazos alrededor de su cuello y lo atraje más cerca de mí. No tenía que explicarle lo que necesitaba. Él lo sabía. Estaba segura en este momento que también lo necesitaba. Nuestros cuerpos se movieron uno contra el otro. Era como si nos hubiéramos convertido realmente en uno. Esto era una conexión más profunda de lo que alguna vez conocería. —¿Esto es hacer el amor? —le pregunté cuando mi orgasmo se comenzó a construir. —Cada vez que estoy dentro de ti es hacer el amor, nena. Cada jodida vez. Sonriendo, besé su hombro y me sostuve fuerte de él mientras las olas de placer comenzaron a explotar en mi cuerpo. El cuerpo de Woods se tensó, luego se sacudió antes de soltar un gemido y llenarme con su liberación. Cuando se relajó, rodó a un lado y me arrastró con él. Me miró con tal devoción que mi garganta se cerró. No quería que este momento pasara. Nunca. Si pudiera estar siempre así de cerca de él, mi vida estaría completa. Woods comenzó a besarme de nuevo cuando su teléfono sonó. Frunció el ceño y observó el aparato a un lado de nosotros en la cama. Podía ver el nombre de Jace en la pantalla. —Es Jace. —Miré la hora en el teléfono. Era la una de la madrugada—. ¿Por qué está llamando tan tarde? Atiende.

Woods se inclinó sobre mí y lo levantó, luego presionó el botón en el teléfono. —¿Hola? —Vi cómo toda la emoción dejó su rostro. No dijo nada. Obviamente Jace hablaba porque Woods escuchaba, pero no respondía. No podía decir de qué se trataba a partir de la expresión en su cara—. Sigo aquí —le aseguró Woods a Jace, pero eso fue todo lo que dijo. Nada más. Luego cortó la llamada unos segundos más tarde. Se sentó ahí, observando al teléfono en su mano. No podía leer su rostro. Sin embargo, algo andaba mal. Actuaba extraño. —¿Qué es lo que quería? —le pregunté. Woods negó con la cabeza. —Nada. No quería nada. Sólo tenía que decirme que mi papá murió por un ataque al corazón hace treinta minutos.

Woods tenía su vida perfecta trazada para él. Levantar los rangos de la empresa familiar. Casarse con la joven rica de los sueños de sus padres. Pretender que la riqueza y privilegios eran lo que siempre había querido. Entonce,s una chica llamada Della llegó a la cuidad, una hermosa imperfecta desconocida que capturó su corazón y le abrió los ojos a un nuevo futuro. Woods está listo y dispuesto a sacrificarlo todo por ella cuando la repentina muerte de su padre lo deja cuidando de su madre y administrando un negocio. Della está decidida a ser fuerte para Woods, incluso mientras se está cayendo silenciosamente en pedazos. No importa qué tan lejos huya de su hogar, los fantasmas de su pasado nunca han dejado de atormentarla. Luchando para ocultar sus verdaderos sentimientos de Woods, Della teme que no pueda ser su roca sin arrastrarlo con ella hacia la oscuridad. ¿Pero es lo suficientemente fuerte como para dejar de lado lo último que la sostiene junta?

Abbi Glines puede ser encontrada saliendo con estrellas de rock, paseando en su yate los fines de semana, haciendo paracaidismo o surfeando en Maui. Está bien, quizá ella necesita mantener su imaginación sólo enfocada en su escritura. En el mundo real, Abbi puede ser encontrada acerrando a niños (que siempre suelen parecer que no le pertenecen a ella) a todos sus eventos sociales, escondida bajo las sábanas con su MacBook con la esperanza de que su marido no la descubra viendo Buffy en Netflix de nuevo, y escabulléndose en Barnes & Noble para pasar horas perdida en libros.

Abbi Glines-Saga Perfection-01-Twisted Perfection.pdf

Sofi. Juli. Melii. Luna St. Clair. Juli. CrisCras. Mel Cipriano. Sofí Fullbuster. Francatemartu. Page 3 of 209. Abbi Glines-Saga Perfection-01-Twisted Perfection.pdf.

3MB Sizes 2 Downloads 191 Views

Recommend Documents

Leif-Abbi Glines.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Leif-Abbi Glines.Missing:

El chico Malo - Abbi Glines.pdf
Page 3 of 351. Abbi Glines. El chico malo. Serie Chicos Vincent 01. Page 3 of 351. El chico Malo - Abbi Glines.pdf. El chico Malo - Abbi Glines.pdf. Open. Extract.

Descargar leif abbi glines pdf
atar y desatar.descargaradobe photoshop cs5 para windows 7 gratis.descargar photoshop cs3 crack gratis. descargarel virtual dj para. linux.como descargar bbmparalg optimus.descargar juego pou para pc windows 7.donde descargar peliculas de youtube.Pdf

Abbi Glines - 1.Twisted Perfection.pdf
Page 2 of 32. PROGRAMACIÓ TRIMESTRAL Escola del Mar, curs 2017-18. 5è. 2. SEGON TRIMESTRE. Numeració i càlcul. - Nombres decimals: part sencera i ...

Abbi Glines - 1.Twisted Perfection.pdf
Whoops! There was a problem loading more pages. Retrying... Whoops! There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Abbi Glines - 1.Twisted Perfection.pdf.

01 Existence - Abbi Glines.pdf
Page 3 of 164. Pá. gin. a. 5. AGRADECIMIENTOS. DE LA AUTORA. Tengo que comenzar agradeciendo a mis hijos, que. toleraron la casa desordenada, la falta ...

01 Existence - Abbi Glines.pdf
Mayara. Revisão Final: Silvia Helena. Leitura Final e Formatação: Estephanie. Page 3 of 222. 01 Existence - Abbi Glines.pdf. 01 Existence - Abbi Glines.pdf.

01 Existence - Abbi Glines.pdf
Revisão Final: Silvia Helena. Leitura Final e Formatação: Estephanie. Page 3 of 222. 01 Existence - Abbi Glines.pdf. 01 Existence - Abbi Glines.pdf. Open.

Abbi Glines-2.5 Leif .pdf
Ceaseless (Existence #3) to. release on 9/18/12. Find the link for the. download at the end of the. novel. Page 3 of 251. Abbi Glines-2.5 Leif .pdf. Abbi Glines-2.5 ...

Descargar leif abbi glines pdf
... virtual dj para. linux.como descargar bbmparalg optimus.descargar juego pou para pc windows 7.donde descargar peliculas de youtube.Pdf glines descargar.

Abbi Glines - 3 Ceaseless.pdf
Annabelle. Danny_McFly. Akires. Lunnanotte. Liz Holland. BlancaDepp. Lizzie. Majo_Smile ♥. Deeydra Ann'. sweet_writer. Vane-1095. Pau_07. Rominita2503.

El chico Malo - Abbi Glines.pdf
Loading… Page 1. Whoops! There was a problem loading more pages. Retrying... El chico Malo - Abbi Glines.pdf. El chico Malo - Abbi Glines.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu. Displaying El chico Malo - Abbi Glines.pdf.

El chico Malo - Abbi Glines.pdf
Ashton, que tiene en Sawyer al. novio perfecto, no puede evitar. sentirse irresistiblemente atraída. por él? Page 2 of 3. Page 3 of 3. Page 3 Mark Scheme Syllabus Paper. Cambridge IGCSE – October/November 2014 0606 23 ... El chico Malo - Abbi Gli

Abbi Glines-1.Existence.pdf
Page 3 of 168. Abbi Glines-1.Existence.pdf. Abbi Glines-1.Existence.pdf. Open. Extract. Open with. Sign In. Main menu. Displaying Abbi Glines-1.Existence.pdf.

Abbi Glines-2.Predestined.pdf
Page 1 of 180. Página. 1. Page 1 of 180. Page 2 of 180. Página. 2. Page 2 of 180 ... of 180. Abbi Glines-2.Predestined.pdf. Abbi Glines-2.Predestined.pdf. Open.

3 Forever Too Far de Abbi Glines.pdf
Staff. Moderadora: Anna Banana. Traductoras: Kenni Tiago. karlamirandar. Vaviro78. Chubasquera. Acl. Jessy. ♥...Luisa...♥. Elena89. kary_ksk. IzarGrim. mitzi.

9. Until the end - Abbi Glines.pdf
Page 2 of 277. Esta traducción fue hecha sin fines de lucro. Es una traducción de fan para fans. Si el libro llega a tu país, apoya al autor comprando su libro.

Just for now (Sea Breeze 4) - Abbi Glines.pdf
Luna West. Issel. AntyLP. yure8. Jasiel Odair. Niki. CrisCras. mirygpe. Nikky. Janira. MaryJane♥. sashas4. Aimetz Volkov. Mary. nicole vulturi. Kellyco. Drys.

1. Take a Chance Abbi Glines.pdf
... apoya al escritor comprando su libro. También. puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales y. ayudándolo a promocionar su libro.

Just for now (Sea Breeze 4) - Abbi Glines.pdf
Paltonika. Mel Markham. Mire☆. Juli. francatemartu. Page 3 of 209. Just for now (Sea Breeze 4) - Abbi Glines.pdf. Just for now (Sea Breeze 4) - Abbi Glines.pdf.Missing:

twisted perfection abbi glines is_safe:1.pdf
... fargo s02e06 spanish español hdtv xvid newpct torrent. Page 2 of 2. twisted perfection abbi glines is_safe:1.pdf. twisted perfection abbi glines is_safe:1.pdf.

Abbi Niles, Serie Amor al Extremo.pdf
There was a problem previewing this document. Retrying... Download. Connect more apps... Try one of the apps below to open or edit this item. Abbi Niles, Serie ...

1 Fallen Too Far de Abbi Glines.pdf
Liz Holland. Akires. Lucia A. Deeydra Ann. Chachi--. Elle87. Noely. ♥...Luisa...♥. LilikaBaez. Majo_Smile ♥. Annabelle. Macasolci. Joha Quinto. Danny_McFly.