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Staff Moderadora Meliizza

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Traductoras Kenza St.Barts

Joss

Nicejavier

Lore (:

Daniela

Micaelajo♥

Leen!

Ayrim

Snowsmily

Nikky

Triana R.

Correctoras Carol

GypsyPochi

GusFuentes

Anjhely

AriannysG

Isav

Mire★

Anakaren

Emmie

Lectura Final Pily & Daniela

Diseño Hanna Marl

Índice Agradecimientos Sinopsis

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Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Sobre el autor

Agradecimientos Gracias a Dios por todas mis bendiciones. A mi maravilloso hijo y esposo por su incondicional amor. Con gratitud a mi familia y amigos por su infinito apoyo.

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Sinopsis 5

No sabía cómo iba a superar la pérdida de Peter —el chico con el que se suponía que iba a pasar mi vida. Perderlo fue como perder una parte de mi alma. No sabía si podría volver a empezar de nuevo. O confiar de nuevo. Pero luego el caliente y sexy como el pecado, Cory "Sr. Problema" Knights volvió a entrar al cuadro. Él era el mejor amigo de Peter y mi peor enemigo… Estancada y sola... en medio de una tormenta mortal, luchando por sobrevivir, era el último lugar donde pensé que vería a Cory de nuevo. Pero resultó ser una experiencia que nunca olvidaré…

1 Traducido por Kenza St.Barts Corregido por Carol

6 Peter se veía tan hermoso cuando yacía de espaldas, con los ojos cerrados. Como si estuviera soñando. Sus labios se curvaron en una sonrisa sutil. Mis ojos siguieron los rasgos perfectos de su hermoso rostro. Sus pestañas eran gruesas, negras y largas contra su hermosa piel pálida. Pestañas tan hermosas que harían sentir celosa a cualquier chica. Tenía pómulos cincelados suaves y parecía un ángel de la tierra. No. Él se parecía más a una sexy dios griego. Mi corazón se apretó con angustia cuando me incliné sobre él para presionar mis labios con los suyos. Una pesadez centrada en mi pecho. Sus labios eran tan... fríos. Oh, Dios. Tan. Frío. Helado. Frígidos. Rígidos. No calientes, suaves y acariciables como solían ser. Pero eso no debería sorprenderme, ¿debería? Peter se encontraba muerto. Ese dulce aroma de la colonia que siempre derretía mi interior cada vez que se acercaba a mí ya no se encontraba allí. Fue reemplazado por una extraña mezcla de líquido para embalsamar y lo que sea que utilizaron para preservarlo para su gran día. El brillante ataúd de roble se encontraba alineado con un interior de color crema y él se veía tan inmaculado en su oscuro traje gris y corbata azul mientras su cabeza reposaba en la suave almohada de raso. Tragué duro, lágrimas calientes rodaban por mis mejillas. Las primeras de muchas a caer en las próximas semanas y meses. Dios, lo extrañaba mucho. Me dolía el corazón por él. Para hablar con él de nuevo. Para preguntarle qué pasó esa noche. Por qué realmente bajó cuando había salido con sus supuestos amigos, Cory y Daniel. ¿Por qué habían sobrevivido mientras él moría de frío? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Yo solo tenía veintidós años. Los dos lo teníamos. Era una locura pensar que la vida podría terminar tan pronto, cuando en realidad no habíamos empezado a vivir.

Sabía que la vida podría lanzar algunas locas bolas en curva y siempre había que tener el bate en la mano, pero nunca pensé que iba a ser eliminado así. Nunca pensé que Peter estaría fuera de juego tan pronto. Había parecido tan... inmortal. Como si tuviera todo su futuro por delante. Esto solo me enseñó una cosa: que cada día era un regalo. Un regalo para abrir y disfrutar plenamente. Cuando te despiertas por la mañana y te das cuenta de que aún podías respirar, era para ser considerado un valioso presente. Algo que nunca volvería a dar por sentado de nuevo. Alguna vez.

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Me enteré de que nada está prometido para mí. No fue lo que me pasó, pero lo que pasaba en mi interior era lo que tenía el control sobre ello. Me hubiera gustado que fuera más fácil ponerlo en práctica que decirlo. Yo era un desastre emocional. Hecho trizas. Era inconsolable en estos momentos. Se dice que el tiempo cura las heridas, pero creo que se necesitaría un infierno de mucho tiempo, autoanálisis y terapia para superar lo sucedido. ¿Cómo iba a mirar hacia adelante a un futuro sin Peter en él? Quién fuera que dijo que era mejor haber amado y perdido, obviamente no conocía el insoportable dolor de corazón de que la única persona que amas más que nada en el mundo, sabiendo que nunca serás capaz de agarrarlos o hablarles de nuevo. Mi corazón no se rompió cuando me enteré de la muerte de Peter, se hallaba partido en mil millones de pedazos minúsculos y no sabía si alguna vez tendría el valor de volver a juntar lo que me quedaba. Peter me entendía. Entendía lo que era ser… diferente. Crecí sin saber quién era mi verdadero padre, y tuve problemas con mis curvas y encajando en el instituto. Era extremadamente alto, pesado pero firme y musculoso. El capitán del equipo de fútbol Rexton High, con un promedio perfecto de 4.0. Las chicas se desmayaban encima de él en los pasillos de sus casilleros. Bueno, era una de ellas, pero no pensaba que tendría una oportunidad con él hasta que me pidió salir. Me encontraba sorprendida. Mi garganta se había cerrado en aquel momento. No podía hablar. ¿Por qué yo? ¿Por qué me había elegido a mí cuando podía tener a Mandy, la reina del baile, o cualquiera de las preciosas animadoras? ¿Por qué me eligió a mí siendo tan simple y desaliñada? Peter venía de una buena familia. Una adoptada. Algo como yo. Solo que fueron mis extraños abuelos que me cogieron cuando mi madre murió, lo que había dejado otro agujero en mi alma. El padre de Peter era algún pez gordo, fiscal asistente y miembro prominente de la comunidad. Había adoptado todos sus hijos desde que no podía engendrar por su cuenta como Peter me contó una vez. Sus palabras, no las mías.

Las lágrimas cegaron mis ojos mientras me abrazaba para sofocar el violento temblor dentro de mí. Nostalgia, miraba el cuerpo de Peter. Sus hermosos labios. El tipo que me había dado mi primer beso. Mi primer beso de verdad en los labios. Me acordé de todo como si fuera ayer. Fue un poco extraño. Estábamos con un grupo de amigos después del partido. Cory y su novia se encontraban también con nosotros.

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Cory era su buen amigo y un tipo del que primero me había enamorado, en cierto modo me sacudió. De hecho, tenía mi corazón puesto en Cory primero, fantaseando con él todos los días en clase de Bio. Era pecaminosamente sexy y caliente. Pero también era intocable. Se hallaba seriamente involucrado con una chica de la universidad en ese tiempo y casi renuncié a cualquier posibilidad de estar con él. Había oído que incluso la embarazó y que iba a ser papá pronto. Esos rumores nunca fueron probados. Tiendo a no creer los rumores de todos modos, ya que había sido la destinataria de falsos y estúpidos rumores sobre mí por enemigos de mi escuela. Enemigos que eran amigos al principio. Aprendí rápidamente que los que te murmuraban los chismes, murmuraran sobre ti. Pero eso era otra historia. Juré no dejar que los enemigos entraran en mi piel o en mi cabeza. Ellos no valían mis pensamientos o mi tiempo. De todos modos, no podía estar con Cory realísticamente, pero su amigo, Peter siempre tenía sus ojos en mí. De hecho, le había oído decir una vez a Peter que se mantenga lo más lejos posible de mí. Eso realmente picó mi autoestima como ácido. Yo no podía entender por qué, pero me sentí como si Cory no pensara que era lo suficientemente buena para él o Peter. Al diablo lo que pensó Cory. Había conseguido superarlo. Más o menos. De acuerdo, había atormentado mi interior y me desgarró en pedazos el pensar en la audacia que Cory tenía entonces. Pero entonces Peter me acababa de pedir para pasar el rato conmigo una noche después de que nos habíamos ido de soda y pizza después de un juego. Entonces me acompañó a casa. Me cogió la mano. Se sentía extraño. Nunca había sostenido la mano de un chico antes. No de esa manera de todos modos. Su mano era más suave de lo que imaginaba, pero fuerte. Me cosquilleó el interior mientras caminábamos a casa bajo la luz de la luna esa noche. Entonces... Bueno, me sorprendió cuando llegó a la puerta y me dijo que había disfrutado de mi compañía y quería ver más de mí. Me hallaba pasmada. ¿El capitán del equipo de fútbol de Rexton High me quería? Mi corazón martilleaba con fuerza en mi pecho cuando estuvo tan cerca de mí. Pensé que me iba a desmayar de todas las sensaciones vertiginosas dentro de mí. Mariposas explotaron en mi vientre. Me acarició la mejilla con el dedo suave y apoyó los dedos en la barbilla

acercándome más a él. Todavía podía sentir el cálido aliento en mis labios. —¿Estás bien? —había preguntado Peter. —Sí, ¿por qué? —le contesté, sin aliento. Dios, era tan vergonzoso. Esto no era para nada como me imaginaba que sería. Solo sabía que esa noche me gustaría tener mi primer beso real. Por lo menos esperaba que fuera el caso.

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—Bueno, te ves nerviosa. No te preocupes, no muerdo. —Su sonrisa de niño me derretía por dentro—. ¿Puedo darte un beso de buenas noches? —me preguntó en voz baja de la nada. No creo que sea algo a lo que tenía que dar permiso. Por lo menos eso no era lo que había leído en las novelas románticas. Quiero decir, por lo general solo pasaba, ¿verdad? Al menos eso era lo que había leído en las novelas románticas. Quiero decir, normalmente solo ocurre ¿no? Tal vez se sentía igual de torpe como yo me había sentido esa noche, pero era tan popular, me imaginé que lo había hecho un montón de veces con otras chicas. Ahí me encontraba yo, con dieciséis años y a punto de conseguir mí primer beso. Penable, lo sé. Pero no era exactamente tan segura como las otras chicas de mi clase. Ellas ríen y hablan de los distintos tamaños de algunos de los chicos de la escuela, a donde la entrepierna del chico se refiere. Y como se atragantaron cuando se lo habían llevado a la boca por primera vez. Mi cara interna del muslo palpitaba ante la idea. ¿Podría Peter pedirme qué...? ¿Le dé una mamada, también? ¿Realmente los chicos conseguían ese tipo de placer de las chicas en la escuela o eran solo rumores? Había oído que algunos de ellos lo hicieron entre las clases en Rexton High, pero quién sabía. Un montón de cosas pasaban en mi escuela. ¡Mierda! Había hasta redes de prostitución y drogas que circulaban. No era la mejor escuela del mundo, pero era a la que tenía que asistir. Realmente no encajaba ahí. Incluso había pensado con un tinte de paranoia si Peter se encontraba simplemente conmigo y quería joderme para poder decirles a los chicos que lo hizo conmigo, pero esos pensamientos se desvanecieron. Confiaba en Peter. Realmente lo hacía. Había algo que conectaba con él. Había tomado las cosas con calma siempre conmigo. Nunca me había presionado, ni siquiera a tener relaciones sexuales hasta que yo me sintiera realmente preparada. Qué caballero, pensé. —¿Supongo que puedes besarme? —le había dicho esa noche. —¿Supones? —Levantó una ceja. —Sí. —Puse los ojos. ¿Qué otra cosa podía decir? Como si hubiera ensayado los movimientos, ladeó la cabeza e inclinó la mía en la dirección opuesta y así, deslizó su lengua caliente dentro de mi boca. Los dos estábamos asustados en el momento. Me di

cuenta por el temblor y siempre que se sentía nervioso iba a rastrillar su mano por el pelo castaño claro, al igual que en varias ocasiones. ¡Guau! No era como yo había pensado que sería en absoluto. Sentí mucho que decir, pero era torpe. Nada que ver con las chispas volando y cosas que había leído. Pero fue un buen beso y mi primer beso real. Tal vez era yo la que era una mala besadora y él realmente tenía que trabajar duro conmigo. Realmente no sabía entonces. Pero había tenido un montón de chicas con las cuales compararme. Yo no tenía.

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Otro chico de comparación. Tal vez fue así como los besos eran y todo el mundo exageraba lo maravilloso que era. O tal vez él no era realmente mi verdadera alma gemela. Quiero decir que no era como si hubiera practicado besos ni nada. Y yo no lo había hecho con nadie todavía. Peter se había alejado sin aliento. Yo también me encontraba sin aliento, porque pensé que iba a asfixiarme si no me hubiera separado a tomar aire. Pero después de esa noche que en realidad fue mejor; al menos tenemos la mecánica del beso. Después de unas semanas de —citas— progresamos a hacer otras cosas. La primera vez que lo vi con sus calzoncillos bajados, me quedé de piedra. Quiero decir, realmente aturdida. Una vez más, no tenía ninguna experiencia de vida real en ese punto para comparar con alguien, pero podía asegurar que no iba a caber en cualquier lugar dentro de mí. Hubo una noche cuando le dije que no me sentía dispuesta a llegar hasta el final y parecía un poco decepcionado, pero trató de ocultarlo. Estábamos en el parque cerca de mi casa en la noche. Fue bastante tranquilo ya que éramos los únicos allí. —Entiendo —me había dicho—. Tal vez podamos tomar las cosas con calma. —Bajó la cabeza para darme un beso en la mejilla y algo vino a mi. Moví la cabeza para que nuestros labios estuvieran alineados. Quería sentir la suavidad de sus labios en los míos y el calor de su lengua dentro de mi boca. Era extraño, pero le tomé cariño a sus besos. Me sentía como si le estuviera perdiendo esa noche y no quería que terminara de esa manera. En poco tiempo estábamos en beso francés y una cosa llevó a otra. Había deslizado su mano caliente bajo mi blusa y hacia arriba, hacia mi sostén. Me sentía nerviosa como el infierno y temblé de nuevo. Apartó la mano y me estremecí. —¿Por qué te detuviste? —jadeé. —No quiero que hagas nada de lo que te arrepientas, Kate —dijo, mordiéndose el labio.

—No voy a arrepentirme de esto —le susurré, todavía sin aliento. No podía asegurar el por qué se sentía tan nervioso entonces. Quiero decir que no era como que sería su primera vez. Los dos teníamos dieciséis pero aún así... Yo pensé que sería utilizada para esto. Tal vez era yo la que lo ponía nervioso. Ni siquiera sabía si eso era una mala señal o una buena. Bajo la luz de la oscura luna, nos sentamos un rato en el banco del parque hablando. Acerca de todo tipo de cosas.

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—Hace frío, ¿por qué no nos dirigimos de nuevo al coche? Voy a encender el calentador. Pensé que era muy dulce de su parte. Escalofríos estallaron por mis brazos y en cualquier lugar expuesto de mi cuerpo. Peter era quien siempre se daba cuenta de las cosas. Tenía muchas ganas de llevar nuestra relación al siguiente nivel. Realmente lo hice. No sabía por qué se sentía tan condenadamente nervioso. ¿Tenía miedo de fastidiarlo? ¿O tal vez no le gustaba? Sabía, o al menos me enteré de que otras chicas de la escuela lo hacen con sus novios. Renunciar y perder su virginidad antes de la graduación. Realmente me preocupé por Peter, y no quería perder nada especial. Luego nos fuimos a su coche para que me pudiera llevar a casa. Antes de que llevara el auto a la carretera, hablamos de un montón de cosas como la escuela, el fútbol, los chicos del equipo y lo que los demás estarían haciendo el próximo sábado. Encendió la radio y tenía la estación en un programa de radio. Sonaron todas estas viejas canciones que mi madre solía escuchar de vuelta en el día. Había una canción que siempre se fijaba en mi mente. La melodía era hermosa. Era una balada genial. Más tarde me enteré que se llamaba The Search is Over por algún grupo llamado Survivor. Era nuestra canción. Siempre la recordaré. A continuación, las palabras simplemente se deslizaron fuera de su boca. —¿Alguna vez...? —¿Qué? —pregunté, mi corazón golpeando con fuerza en mi pecho. —¿Sabes…? —Sus mejillas encendidas y una tímida sonrisa tocó sus labios—. ¿Ido debajo de la mesa? —¿El qué? ¿Qué mesa? Echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. Mi reacción parecía divertirle. Su risa no diluida, era profunda, cálida y rica. Su risa era contagiosa y en poco tiempo, me atrapó. A pesar de mí misma, me reí. De acuerdo, entonces supe que se hallaba tan desorientada sobre algunas cosas. Pero le resultó un tanto divertido. —Lo siento, Kate. Te quiero mucho, chica —dijo, acariciando la barbilla con el dedo, enviando escalofríos de placer por mi espina dorsal—. Dios, eres tan inocente —susurró—. Pero tú sabes lo que es

una mamada, ¿no? —continuó. Me dio una sonrisa cariñosa. Sus ojos eran convincentes, magnéticos. Siempre me hizo sentir bien. —Oh —dije. Una oleada de calor recorrió mi sangre. No podía sacar mis ojos de su entrepierna. Oh, Dios, me sentía tentada. Su cosa se encontraba dura y prácticamente de pie. ¿Tenía ese tipo de efecto en él? Me encontraba pasmada. —Realmente me preocupo por ti, Kate —murmuró mientras se acercó más a mí—. ¿No tienes idea de lo que me haces? —Me preocupo por ti, también, Peter.

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—Mira, si no quieres... Antes de terminar, acerqué su cara a la mía y deslicé mi lengua dentro de su boca y lo besé con suavidad. Mi vientre hormigueaba con mariposas y mi muslo interno pulsaba como loco. Sentí la puesta común de humedad entre mis piernas. Supe entonces que me sentía dispuesta a dar un paso más allá. Sentí que era correcto. Quería que fuera él. Metió la mano bajo mi blusa de nuevo y deslizó su mano por debajo de mi sujetador, yo palpitaba de deseo mientras jugaba con mi pezón tenso, pellizcando y apretando, frotando y acariciando. Su mano se movió a la hinchazón de mi otro pecho y empezó a acariciar y jugar con mi otro pezón. Moví mi mano hasta la cremallera de sus pantalones y la bajé mientras se movía en el asiento para que me diera un mejor acceso. Llegué en el interior de sus calzoncillos y tiré de su virilidad a cabo y medida que continuamos a besarnos con avidez. —Oh, Dios —gimió con placer—. Dios, me enciendes, Kate. Deslizó su mano dentro de mis bragas y en poco tiempo nos estábamos acariciando los puntos calientes del otro. —¡Joder, estás tan mojada, Kate! —Lo siento —murmuré, no sabía que más decir. —No, Kate. No lo estés —susurró con voz ronca—. Esa es una buena cosa. Tú disfrutas de esto, ¿no? —Sonrió en mis labios mientras continuamos dándonos placer mutuamente. Me acarició entre las piernas cuando mis muslos internos se congestionaron con placer erótico. Fue una locura. No podía creer lo encendida que me encontraba. Realmente tenía una técnica con la mano. Peter guió mi mano a la erección y ahuecó su mano sobre la mía, deslizándolo hacia arriba y abajo de su duro eje. Echó la cabeza hacia atrás en él apoya cabeza y gimió, respirando fuerte y más rápido. Trabajé mi mano arriba y abajo, y en poco tiempo mudó su mano a mi cabeza y me guió hasta donde se encontraba su entrepierna.

—Actúa como si fuera un helado. —Se quejó en su garganta—. Solo chúpalo. ¿Actuar como si fuera un helado?

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Bajé la cabeza hacia su erección y abrí mi boca y deslicé mi lengua por la parte superior, sobre la humedad de sus fluidos sedosos y lamí. El sabor era como una mezcla de crema salada y jabón. Olía a limpio y fresco como si acabara de ducharse con jabón irlandés. Chupaba y lamía en su virilidad mientras convulsionaba de placer mientras su otra mano tocó las yemas de mis pezones. No tenía la menor idea de cómo se convirtió en esto. Mis pezones se hallaban tan sensibles al tacto y el dulce despertar recorrió mi cuerpo. Me sentí tan... madura. Estaba siendo un tanto íntima con un chico con el que me sentía tan caliente. Entonces... —Ouch —gruñó. —¿Qué? —Me detuve. Pude probar la humedad de su sexo en mi lengua, pero no me atreví a tragar. Sostuve su agua en mi boca sin saber qué hacer. Las chicas en realidad no se tragan los fluidos, ¿verdad? Cogí un pañuelo y discretamente me limpié la boca mientras descargaba el exceso de líquido de la boca. —No hay que usar dientes, bebé —gimió, con los ojos todavía cerrados—. No uses tus dientes. Siempre recuerdo esa conversación que habíamos tenido en el medio de nuestra primera sesión caliente de besos reales. —Bueno, cariño, ¿qué quieres que haga? ¿Quitarme los dientes para dar una buena mamada? Sus ojos se abrieron tan rápido, que era casi divertido. Tenía una expresión de asombro en ellos y en poco tiempo inclinó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada profunda. Los dos terminamos riendo. El estado de ánimo del sexo se había ido un poco para entonces. Pero él me había instruido cómo debería hacerlo la próxima vez que... lo hicimos. —Recuerda cubrir los dientes con los labios —me había dicho. Supuestamente era lo que querían los chicos. La mejor manera de dar un buen golpe con el trabajo y mantener sus dientes, también. Así que después de esa noche, había practicado rizando mis labios sobre los dientes. Sabía que sonaba bastante raro, pero funcionó. Practiqué deslizando mi dedo dentro y fuera de mi boca y encontré la diferencia que hizo a mi nueva habilidad. Me reí entre dientes ante el recuerdo. Pensé que solo estaría con Peter. Habíamos estado tan íntimos. Estábamos tan cómodos hablando de cualquier cosa y todo. Habíamos compartido todo tipo de cosas. Me enseñó todo tipo de cosas nuevas. Siempre compartió pequeños secretos de “chico” conmigo. Nunca había hablado tan íntimamente de nada con nadie antes de con Peter.

Yo podría desnudar mi alma a él y sin preocuparme por eso. Habíamos puesto de manifiesto nuestras más profundas fantasías, las más oscuras con los demás. Dios, echo de menos a Peter. Mi vida nunca volvería a ser la misma sin él.

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Nos habíamos puesto de acuerdo para vernos en secreto para no alimentar los rumores estúpidos en los pasillos de Rexton. Lo siguiente que supe fue que fui invitada a su casa de lujo en los suburbios. Más como una mansión, en realidad. Era locamente intimidante. Tenía una criada y todo, y suelos de mármol. Esto era tan diferente a mi educación en el proyecto de vivienda de interés social. Peter realmente tuvo suerte con sus padres adoptivos. Supongo que se podría decir que también tuve suerte. Sus padres me aceptaron como su novia. Su papá realmente me había tomado el gusto y a menudo me preguntaba cómo estábamos. —Sabes, Peter se siente realmente serio acerca de ti. Eres la primera chica que realmente trae a casa para presentarnos. Quería decir “¿En serio?” En cambio, le contesté—: Bueno, Peter es grande. Realmente nos llevamos bien. Me sentí estúpida al decir eso, pero no sabía qué más decir. No era la persona más elocuente del mundo. A veces, cuando me pongo nerviosa, mis palabras salían todas confusas e incoherentes. Me sentí como un concursante en un concurso para atornillar su respuesta a la pregunta por un juez. Solo que no había jueces aquí. Y yo no era la reina de belleza. Un año más tarde, estábamos en una especie de noviazgo. Rara vez nos vimos el uno al otro sin embargo. Trabajaba mi culo como loca tratando de ahorrar lo suficiente para la universidad y se encontraba jugando algún partido de fútbol. Pero me dijo que quería vivir conmigo algún día. Casarse conmigo. Sabía lo prematuro que era entonces, pero así fue como nos habíamos sentido el uno del otro. Éramos constantes después de todo. No había otra chica o chico involucrado en nuestra relación. Estaba segura. Volviendo al momento presente. Mis párpados pesaban por las lágrimas mientras miraba el interior del ataúd de mi aspirante a futuro esposo. Mi único y verdadero amor y que nunca sería. Cuando Peter murió, mi sueño de tener un “feliz para siempre” murió con él. Mi vida nunca volvería a ser la misma. Una mano en mi hombro me hizo volver a la realidad. Me di la vuelta para ver a Jasper, su hermano allí. Tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar. Al igual que los míos. No dijo nada. Solo me apretó el hombro. Momentos como estos no requieren palabras. Debido a que no había palabras para describir lo que todos sentimos. Jasper se alejó después de tomar una última mirada a su hermano antes de que

el ataúd fuera cerrado, dejándome solo con mis pensamientos, mi dolor y mi culpabilidad. —¿Le gustaría tomar asiento, señora? —El ujier me susurró. —Oh. Um. Sí. —Mi voz era tan ronca que era irreconocible para mí.

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Me senté detrás de la familia inmediata de Peter en la segunda fila. No muy lejos de mí, alcancé a ver a Cory Knights. El último chico en ver a Peter con vida. El último en hablar con él. El último en saber lo que realmente pasó. El último chico con el que quería hablar. Su hermoso rostro parecía sombrío con tristeza. Me dio una débil sonrisa discreta. El tipo de media sonrisa que una da en un escenario como este. Dolor amargo brillaba en sus ojos pero su piel irradiaba. Mi corazón sucumbió en mi pecho y mi respiración se detuvo momentáneamente. Tuve que respirar. De repente necesitaba aire. Volví la cabeza y fingí que no lo vi. Pero no podía ignorar los fuertes latidos de mi corazón golpeando en mi pecho. No me atrevía a reconocer a Cory después de esa noche. Incluso si tenía los más penetrantes ojos oscuros y sensuales que jamás había visto, al igual que Peter. Cory sabía algo que yo no sabía sobre esa noche y no iba a dejarme saber. Había dejado eso claro. ¡Que le den a Cory! Cory negó mi única oportunidad de tener un cierre mediante la cumplimentación de algunos detalles sobre esa noche que Peter murió, pero él no lo haría. Bueno, yo no iba a dejar que me roben mi dignidad en el funeral de Peter. Ningún chico nunca me había hecho sentir de la manera en que Peter hizo. Está bien, así que no era elegible para cualquier concurso de belleza o Next Top Model de América porque mis muslos se encontraban en el lado pesado y me llevé un poco más de peso. Ni siquiera era popular en nuestra escuela secundaria. La gente rara vez se fijaba en mí. Pero Peter lo hizo. Se interesó en mí en un momento en el que era más vulnerable y me hizo sentir muy amada. Se suponía que íbamos a compartir un futuro juntos. Me eligió a mí. Tan popular como era él, Peter me eligió a mí. Nadie podía entender por qué, pero ese era su problema ¿no? No mío. Me sentía tan feliz con él. Entendió por qué quería esperar antes de intimar. Esperó tanto tiempo, a diferencia de muchos otros chicos de la escuela secundaria. Fue mi primer amor verdadero real. Mi primera experiencia con la intimidad... y ahora mi primera verdadera muerte de alguien cercano a mí. Era demasiado pequeña para recordar cuando mi madre murió. ¿Y mi padre? No tenía idea si se encontraba vivo o muerto. Nunca lo conocí. Mis abuelos me criaron casi todo lo que podían con sus ingresos fijos. Yo quería hacer una buena vida por mí misma, por mi propio bien y por el suyo. Mi sueño sería cuidar de ellos en su vejez como ellos se habían hecho cargo de mí cuando yo era joven y vulnerable en mi corta edad.

Me cuadré de hombros y tomé una respiración profunda, mi pecho subía y bajaba drásticamente. Iba a conseguirlo a través de la actualidad. Incluso si fuera la última cosa que podía hacer. Por el bien de Peter. Por mi propio bien.

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Subrepticiamente volví la cabeza ligeramente y todavía podía ver a Cory por el rabillo de mi ojo mirando hacia mí. El calor de su mirada era tan intenso que casi me ahogó. Empecé a sentirme como si no pudiera respirar de nuevo. ¿Por qué me miraba de esa manera? ¿Esperaba que hablara con él después de lo que pasó? Después de los rumores que salieron después de que Peter... falleció. No, no voy a entretener a cualquier pensamiento que me pudiera arrastrar abajo. Mentalmente metí toda noción del miedo o la traición de mi mente por el momento. Me negaba a ponerme nerviosa sobre nadie. No odio a Cory tampoco. Me niego a odiarlo. El odio es como beber un vil veneno y esperar que la otra persona se enferme. Pensamientos venenosos no entrarían en mi mente hoy o cualquier otro día. Apreté los ojos mientras el coro comenzó a cantar Amazing Grace y me imaginaba lo que podría haber sido. Fue entonces que mis latidos se restauraron a un ritmo normal. Me gustaría salir de esto porque el fracaso no sería una opción para mí. Peter siempre compartió algunas palabras poéticas locas conmigo. Dios, echaba de menos sus textos. El texto decía cosas como: Siempre estoy contigo. No importa donde esté. Recuerda que Estoy solo a una llamada o un texto de distancia. Voy a estar allí. Nunca creería esas palabras otra vez de nadie. Su último texto para mí fue: Estoy con Cory y los chicos Sigue siendo hermosa Haces que sea tan fácil amarte Haces que sea tan fácil estar... contigo Te veré pronto. Lágrimas calientes rodaron por mis mejillas más rápido de lo que podía detenerlas. Metí la mano en mi bolso para coger un pañuelo para secarme los ojos y limpiarme la nariz. Necesitaba todo el centro de la potencia y la fuerza emocional del universo que tenía para ofrecerme. Y lo necesitaba como si fuera para ayer.

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—Queridos amigos. —El joven pastor comenzó mientras se encontraba con su traje negro en el podio—. Nos hemos reunido hoy para pagar nuestro último tributo de respeto a lo que era mortal de nuestro ser querido fallecido y amigo, Peter Brentwood. Para los miembros de la familia que lloran su pérdida, en especial les ofrecemos nuestra sincera y profunda simpatía. Que podamos compartir con ustedes la comodidad ofrecida por la Palabra de Dios en Juan 14 versículo uno a tres para un tiempo como este: “No dejen que sus corazones se preocupen. Crean en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Y si así no fuera, yo les hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para ti. Y si me fuera, prepararé lugar, vendré otra vez, y te tomaré que usted también puede… Estar donde estoy... El resto del sermón y el servicio fueron un borrón para mí. Todo se volvió oscuro en mi vida después de eso. Todo.

2 Traducido por Kenza St.Barts Corregido por GusFuentes

18 Seis meses más tarde… —¿Estás segura que vas a estar bien ? La tormenta se supone que golpea por la tarde. —La abuela gritó desde el porche mientras se acurrucaba en su bata de franela rosa. Se puso de pie en la puerta para despedirme. Dios la bendiga. Siempre me encontraba preocupada por si algo me pasara y siempre quería protegerme. Pero yo la amaba tanto. Y al abuelo, también. Si no fuera por ellos, estaría saltando de casa de acogida a otra. Una huérfana. Una niña abandonada que nadie quería. Les debía la vida. —Sí, voy a estar bien, abuela —le dije mientras arrastré mi maleta en el maletero de mi viejo '98 Escort y lo cerré de golpe. Era de plata y oxidado en el fondo, pero era por lo que había ahorrado y trabajado duro. Mi primer y único coche. Lo compré de segunda mano y siempre me llevó a donde tenía que ir. Era lo que me podía permitir... por ahora—. Mi trabajo en la escuela comienza el martes, pero tenía que conseguir las llaves de mi nuevo apartamento mañana. Debería estar bien. Además voy a parar en un motel por si los caminos se ponen mal. —El viaje desde Buffalo a Nueva York es muy largo. Me gustaría que hubieras encontrado un trabajo de enseñanza en las inmediaciones. En broma rodé los ojos y sonreí. —Abuela, voy a estar bien. En serio. Además todos los buenos puestos de trabajo están en la ciudad. —Vi la mirada de desesperación en su rostro, y añadí―: No es más que un contrato de un año. Estoy segura de que voy a encontrar algo cerca después de que termine. Una sonrisa de alivio tocó sus labios y ella los apretó juntos, dándome una cálida mirada de apreciación. Mientras Betsy (sí, le coloque un apodo a mi coche) seguía calentándose, subí los escalones del porche, la nieve crujía debajo de mis botas y le di un abrazo a la abuela. Un buen abrazo de oso. Sus ojos comenzaron a empañarse con lágrimas de nuevo. No quería verla llorar. Sería la primera vez que la dejaría por tanto tiempo.

Había asistido a la universidad cerca y había planeado hacer mis estudios de posgrado allí, también. Pero el dinero no crece de los árboles. Necesitaba un trabajo. Un trabajo real. Una carrera que pague más que mi trabajo a tiempo parcial en el hotel cambiando ropa de cama en el servicio de limpieza. Un trabajo que dio lugar a tomar aspirina antes de subir a la cama por la noche después de padecer dolor de espalda, flexión y de estiramiento, por el cambio de un centenar de camas de huéspedes.

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—Te amo, ahora entra antes de coger un resfriado desagradable, abuela. —Fruncí el ceño en broma. Blancas bocanadas de aire partieron mis labios debido a la fría temperatura. —Espero que Betsy esté lista para ese largo viaje. —Se burlaba de mí. Gruñí. —Ella va a estar bien. No te preocupes, abuela. Inclinó la cabeza hacia un lado y sonrió, aunque sus ojos tenían un toque de melancolía. Pude ver que tenía miedo. Pero no había nada que pudiera hacer para quitarlo. Nada. Realmente no tenía necesidad de llevar ese sentimiento conmigo mientras me dirigía por mi largo viaje a la ciudad. El viaje desde Buffalo a Nueva York, por lo general, dura seis horas como máximo, pero debido a la carretera helada y nieve que sopla, me tomaría el doble de tiempo para hacerlo. Eran las ocho de la mañana de un sábado. La ventisca no debía comenzar hasta las primeras horas de la noche. Por aquel entonces, debería estar en mi nuevo apartamento cálido justo a las afueras de la gran ciudad. Había visto el lugar de antemano. Fue un alquiler de unos de los profesores de la nueva escuela. Ellos habían rentado sus propiedades, pero querían a alguien de confianza en la unidad. Por supuesto, empaqué un equipo de emergencia en el maletero de mi coche, incluyendo un termo con café humeante, una manta gruesa, botellas con agua, linterna, botiquín de emergencia, barras de energía, ropa extra, pala pequeña, raspador y quitanieves. Ah, y una vela en una lata vacía con fósforos. Siempre me dijeron que llevara una para encenderla y mantener el calor por si acaso me quedaba atrapada en una tormenta de hielo. Era mejor que correr el riesgo de intoxicación por monóxido de carbono al dejar el coche en marcha para mantenerme caliente. También llevaba un silbato. Bien, eso fue idea de la abuela, pero fue un buen consejo. Si alguna vez necesitaba llamar la atención tan solo debería soplar con todo mi aliento y tener la esperanza de que alguien en algún lugar pudiera oírme en peligro. Llevaba una bufanda roja gruesa alrededor de mi cuello y sombrero a juego, un regalo de Peter. Significó mucho para mí. Pensé que era la cosa más ridícula que me había comprado la

Navidad pasada, pero lo apreciaba ahora. Era lo último que iba a comprar para mí. No era el mejor comprando regalos, pero era genuino y tenía un buen corazón. Siempre tenía buenas intenciones. Dios lo tenga en la gloria. Mi cabello rubio oscuro sopló en mi cara mientras raspaba el último pedazo de hielo de mi parabrisas. Sabía que la abuela y el abuelo me querían ayudar, bendigo sus corazones, pero les prohibí hacer nada extenuante. La última cosa que necesitaba era que tuvieran un ataque, mientras palean nieve o raspan el hielo.

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Había movido la nieve de su camino de entrada más temprano esa mañana. Todavía podía oír las palabras de la abuela—: Mí querida, cariño. Tú haces mucho por aquí. Mírate palear toda esa nieve. Te mereces un buen hombre que cuide bien de ti. Rezo para que encuentres felicidad, cariño. ―Estoy segura de que ella había querido decir, de nuevo, al final de la frase. Un destello de soledad me apuñaló en el corazón cuando ella había pronunciado esas palabras. ―Voy a estar bien —le había dicho—. En serio. En poco tiempo las ruedas de mi coche molieron la nieve en la carretera, llevándome hacia mi destino. Coches estacionados en las calles se veían cubiertos de blanco debido a la caída de nieve durante la noche anterior. No había muchos coches conduciendo esta mañana, lo había previsto ya que el aviso de tormenta severa aún estaba en vigor. No culpé a los demás conductores de mantenerse fuera de las carreteras hoy en día, a menos que fuera absolutamente necesario. Por suerte, acababa de obtener mis nuevos neumáticos de nieve de mi viejo coche. Había llenado mi tanque en la gasolinera local y me encontraba lista para ir. De todos modos, me encontraba decidida a llegar a mi destino con seguridad. Lo tenía todo cubierto. No podía esperar a llegar allí. Me iba a encontrar perdiendo el trabajo. Y olvidar todo el dolor y los recuerdos de mi ciudad natal. Iba a comenzar de nuevo. Pensé acerca de Peter y lo que él habría hecho si le hubiera dicho que me mudaba lejos para enseñar. Pensándolo bien, probablemente me habría quedado en la ciudad solo para estar con él y tomar cualquier trabajo que pudiera conseguir, mientras que esperaba por abrir mi propio campo. Lágrimas calientes me escocían los ojos de nuevo. Tuve que parpadear para alejarlas y tragarme el nudo en mi garganta. Habían pasado seis meses desde que Peter había muerto en extrañas circunstancias y el tiempo realmente no había alejado los recuerdos. Una hora más tarde, me dirigí a la carretera llena de nieve dura a través de una zona rural cerca de la cabaña del país. De acuerdo con mi GPS esta sería la mejor ruta a tomar. Encendí la radio y modifiqué el

volumen para tener compañía cuando me di cuenta que me había olvidado de empacar el maldito cargador de móvil del coche. ¡Mierda! —Advertencia de tormenta de nieve severa todavía está en efecto para más tarde esta noche —anunció el locutor de radio—. Vientos de más de treinta y cinco millas por hora y una baja visibilidad también jugará en vigor. Si usted no tiene que estar fuera hoy, quédese en casa y esté cómodo junto a la chimenea.

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—Sí, claro —murmuré para mí misma—. Como si algunas personas tienen una opción. El limpiaparabrisas se movió de ida y vuelta en mi ventana empujando la nieve que soplaba de lado a lado. La tormenta no iba a llegar hasta otras ocho horas o algo así, pero parecía como si hubiera llegado antes de lo previsto. Eso no era inusual en estos días con toda la mierda que pasa con el medio ambiente, las condiciones meteorológicas se han vuelto cada vez menos y menos posible de predecir con exactitud. A veces era un éxito o desacierto con los meteorólogos. Secretamente esperaba que fuera un error y la tormenta volara sobre el área en lugar de paralizarla. Entrecerré los ojos en la carretera, en busca de una tienda o el centro comercial más cercano, donde con suerte pudiera encontrar un cargador para mi celular. Me mordí el labio inferior, mi corazón latiendo fuerte y rápido en mi pecho. Necesitaba tener un celular de trabajo o estaría jodida si la tormenta de nieve golpeaba antes de lo previsto. Tenía una lista de control y todo lo que no podía entender era cómo me las arreglé para perder mi cargador. Mierda. Tenía tantas cosas en la mente, que debía de ser eso. ¡Oh, Dios! La última cosa que necesitaba era estar varada en medio de la nada bajo alguna tormenta peligrosa, sin medios de comunicación para llamar a la AAA o emergencias. Había leído acerca de una mujer que fue sorprendida en la tormenta y que habían encontrado su cuerpo al día siguiente, congelado en el banco de hielo. Había muerto de hipotermia. Sola. También había sido robada por algunos idiotas vagabundos que debieron haber encontrado su cuerpo primero. Era una locura y muy deprimente. El informe dijo que ella debería haberse quedado en su coche porque era más fácil encontrar un automóvil que un cuerpo en los bancos de nieve durante una tormenta si el personal de emergencia conducía por ahí. Mi cuerpo temblaba por dentro ante el pensamiento. Me estremecí pensando en lo que me podría suceder. Mis abuelos. Dios, que habían pasado por muchas cosas ya. Morirían de pena si algo así me pasara. Tengo que dejar de pensar en cosas terribles. Mantener una actitud positiva. Lo necesitaba para mi propia supervivencia. —Todo sucede por una razón. —La abuela siempre me sermoneaba. Le sonreí a los sentimientos cálidos de sus pensamientos.

Ella quería que siempre valorara cada momento como un regalo de la vida y no importaba lo mucho que planeáramos las cosas, deberíamos darnos cuenta que a veces el destino tenía una mano en nuestro camino y eso se sentía bien. No fue lo que me pasó a mí, si no lo que sucedió en mi interior lo que me hizo notar que tenía el control sobre la situación. No entraría en pánico. No flaquearía. Me mantendría en calma y abierta.

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No sería atrapada muerta en esta tormenta. Sí, claro. Mi mente regresó al año pasado en este tiempo, a principios de diciembre con Peter. Siempre me enviaba los textos románticos más extraños sin importar si estábamos lejos o cerca. —Hola, chica fantástica. —Una vez me mandó—. No puedo dejar de pensar en ti. Eres la cosa más caliente en este lado del cielo. Sigue siendo tú... tu sacudes mi mundo... Soy muy afortunado de tenerte en mi vida. —Siempre firmaba—. Amor de mi vida. Mi corazón se revolcó dentro de mi pecho ante esas palabras escalofriantes. Amor de mi vida. Me había acostumbrado tanto a sus textos diarios que dejó un profundo vacío en mi existencia cuando dejaron de venir. Me habían quemado algunas de sus palabras en mi memoria para recuperar en días como este, cuando me sentía sola. —¡Oh, Dios mío! Te extraño tanto, Peter —gemí al pensar que nunca iba a recibir más mensajes de él otra vez. Jamás. Mi voz se interrumpió cuando dije su nombre. No lo había pronunciado en mucho tiempo. Era demasiado doloroso. Demasiado loco pensar que nunca sería capaz de responder de nuevo. Antes de darme cuenta, me deslizaba sobre un maldito parche de hielo en el camino. ¡Mierda! —El pensamiento y la conducción —debe estar en contra de la ley. Ni siquiera me encontraba concentrada en la carretera, cuando mi mente se dirigió por el carril de la memoria. Ahora me hallaba jodida. Apreté el freno, y solo empeoró la situación. ¡Slam! Mi corazón dio un vuelco en el pecho. Mi coche se había bloqueado en un banco de nieve y se deslizó fuera de la carretera. Perdí el control. Me iba a morir.

3 Cory 23

Traducido por Nicejavier Corregido por AriannysG

—Sabes que no te corresponde decirle a Kate lo que pasa ¿verdad? —gritó mi hermano Evan. Estábamos sentados en la guarida de la casa familiar. Era el sexto aniversario de la muerte de Peter, la noche en que estuvimos con él. El secreto que quema dentro de nosotros, los eventos de esa noche aún está con nosotros. —Solo la estoy llamando para contactarla. Ver si lo está haciendo bien. ¿Es eso un crimen? —le respondí a la vez que me recosté por la chimenea con el teléfono en mi oído. La verdad era, que tenía más en mi mente que contactarla. Vi el dolor en los ojos de Kate esa noche cuando tuvo que identificar sus restos junto con su hermana. La imagen siempre será acido para mi herida. Kate también me había dado la espalda en el funeral de Peter. Descubrí, que seguía enojada conmigo. Vamos ¿Quién la culparía? Pero ella realmente necesitaba saber la verdad. El problema, era que eso podría destruir a muchas personas que estuvieron envueltas esa noche. Personas con reputaciones que proteger. Todos sabíamos, que la gente, los funcionarios no se detendrían ante nada para mantener a los denunciantes en secreto. No le temía a nada, solo que Kate no saliera herida en el proceso. Solo esperaba el momento perfecto en que las cosas se pusieran en orden. Pero hasta entonces… —¿Tuviste suerte? —preguntó Evan. —No contestó. —Tal vez la debiste de llamar en privado. Estoy seguro de que aún piensa que los hermanos Knight somos más que problemas. —Sí, claro. —¿Piensas que nos culpa por lo que le pasó? ¿A Peter?

Me encogí de hombros tratando de ocultar mi decepción. ¿Por qué diablos me importaba lo que Kate pensara de mí? No era porque éramos cercanos o algo. —¿Por qué no tratas con el número de su abuela? —No. No creo que sea una buena idea, ¿verdad? —Sabes que estás en lo correcto. La investigación sigue en pie. Mejor déjala en paz, hermano. —Evan tomó un sorbo de su agua embotellada. Era temprano un sábado por la mañana y la nieve empezaba a caer suavemente.

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Salté sobre mis pies muy enojado. No sabía lo que amargó mi estado de ánimo de repente. Solo me encontraba tan enojado ahora mismo. Kate Samuels. ¿Por qué diablos está esa chica dominando todos mis putos pensamientos? Es como si estuviera poseído por ella o algo. La he conocido desde que estuvimos en secundaria. La conocí antes que Peter. Congeniábamos en clase laboratorio en noveno grado.

de

Bio.

Fuimos

compañeros

de

Tenía un tipo de atracción por ella entonces, pero ella no lo supo. Salía con Jacqueline al momento del último año. ¿Me pregunto que estará haciendo ahora? Jackie en serio sabía cómo mover el trasero. Podría saber todo tipo de trucos. Los retorcidos pensaban que causaba que mi ingle se estremeciera. Sí, todo eso era físico, pero Kate tenía un efecto diferente sobre mí. Era muy extraño. De cualquier forma, no era el chico indicado para Kate. Lo sabía en ese entonces. Tenía muchos problemas. Aún los tengo. Ella luce tan diferente a las demás chicas. Tranquila, muy educada. Mantenía su cabeza en sus libros y sus pensamientos para ella misma. Era muy dulce e inocente. No durmió con nadie como las otras chicas que conocía en ese entonces. Por eso era que se encontraba muy enojado cuando Peter fue por ella. Él quería la primera elección. Nos metimos en eso un rato y me sentía muy refrescado. Luego, vino hacia mí para hacer las cosas correctamente. Le dije que abandonara a Kate. Pienso que fue ahí cuando escuchó nuestra conversación en la cafetería una tarde, y desde ese entonces, las cosas no habían ido bien. Si ella solo hubiera sabido que trataba de escatimar su corazón roto para después. ¿Por qué diablos me preocupaba tanto por esta chica? Ella tenía algún tipo de puro e inalterable agarre sobre mí. Un tormento interior empezó a roerme desde ese día. Sabía que me culpaba. Sabía que quería más detalles sobre lo que pasó esa noche. La

prensa había dicho sobre una fiesta de fraternidad que había salido mal. Pero fue más que eso. Mucho más. Si solo supiera cuántos demonios se descubrirían si la verdad se sabía. Dudo que entendiera. —¿A dónde vas? —preguntó Evan. —Parece que la tormenta va a caer pronto, voy a llenar el tanque. —Tomé mis llaves del mostrador. —Buena idea. No queremos que la línea de gas se congele en nosotros otra vez.

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—Sí. Lo bueno es que papá no te deja manejar las cosas aquí mientras él no está. —Sonreí. Bromear él uno al otro no era nada nuevo aquí. Evan frunció el ceño. —Lo que sea. —Levantó la botella de agua hacia sus labios otra vez—. ¿Quieres que vaya contigo? Ya sabes, en caso de que te pierdas, hermano. Levanté una ceja y moví la cabeza. —Sabes que si pierdes tu trabajo del día, pierdes la comedia. Lanzó una almohada del mueble hacia mí, pero fui más rápido y agaché mi cabeza a tiempo. —También, el básquetbol no es un área que deberías probar. —No eres gracioso, Cory. —No estoy tratando de serlo. Tomé mi fina sudadera con capucha termal, la puse encima de mi camiseta y abrí la puerta al garaje. Pensé que no tenía mucho que llevar, solo iba a la gasolinera bajando la colina. Cerca de veinte minutos después, sí, eso me tomó ir hacia donde necesitaba ir, pensaba que se suponía que tenía cinco minutos de distancia. Aún no había buscado la gasolinera. Las gomas estuvieron tan arruinadas. Había hielo y nieve por todas partes. La nevada también empezaba a intensificarse. Lo bueno, era que sabía conducir en cualquier tipo de condición climática. Pero solo podía ir tan lejos con menos de un cuarto de tanque. Cuando fui a la gasolinera se encontraba cerrada. ¡Mierda! Miré el calibre de la gasolina en el tablero. Nada bueno. Acabo de utilizar la mayor parte del gas que queda en el tanque. Necesitaba llegar a otra estación rápido. El todoterreno consume mucho combustible. Apagué el calentador para conservar energía hasta llegar a la estación, siempre que habría. Tenía un importante encuentro el lunes en la mañana y no podía permitirme no tener combustible en la máquina para entonces. No había mencionado que papá esperaba que recogiera a la abuela en la

parada del autobús en la noche. Eso, si Greyhound1 no se retrasaba o cancelaba debido a las condiciones del tiempo. Ella insistió en tomar el autobús. El abuelo trabajó para Greyhound por décadas antes de irse arriba. Se sentía muy cómoda viajando así entre los estados. Volar no era algo que ella haría. Tenía un severo caso de aerofobia. Todo mundo tiene miedos, nos había dicho cuando éramos jóvenes, todo era cuestión de la actuación a pesar de que nuestros miedos importan. Claro, eso realmente nunca aplicó para la abuela. La amo con locura, pero en ocasiones ella podría ser un poco contradictoria.

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La única cosa que a la que le temía la estaba conociendo, había encontrado a la chica correcta pero la dejé irse. El todoterreno pulverizaba a través de las calles sin limpiar hacia mi destino. Encendí el limpiaparabrisas para limpiar la intensa nieve que caía en el parabrisas. Debía de encontrar una maldita estación de gas pronto. Pensaba en llamar a Evan pero rechacé la idea. Ese pequeño idiota podía ridiculizarme por llamarlo desde la carretera diciéndole que me traiga el otro vehículo. De ninguna forma le iba a dar esa satisfacción. Cuando conduje más lejos del pueblo las calles lucían desiertas, casi. Excepto por la nieve cubriendo los carros a la orilla de la carretera. Las ráfagas de viento eran fuertes y rápidas. Una ventisca era una de las peores condiciones para conducir. Por lo general, el conductor no tenía ninguna visibilidad, pero podía manejarlo. Solo tenía que llenar este tanque como ayer. Mis ojos captaron algo cuando pasé por un banco de nieve. Un pequeño vehículo se hallaba atascado. ¡Mierda! El conductor había patinado fuera de la carretera. Giré mi jeep y me dirigí hacia ellos a ver si podría ayudarlos. Estarían esperando horas antes de ver un vehículo de emergencia o la Asociación automovilística estadounidense, remolque de camión en un día como hoy. Alrededor de este cuello de los bosques, los motociclistas podrían quedarse varados hasta catorce horas antes de que la ayuda les llegara. En ocasiones era demasiado tarde. Se podría ver eso en las noticias todo el tiempo en esta temporada. Apagué el motor y salí del vehículo dando un portazo. Fui a la parte trasera de mi vehículo abriendo la puerta para buscar mi pala y mis cables de puente. Era bueno que tuviera mis botas de trabajo pesado puestas. Tenía que caminar por la nieve escurridiza que había caído y la nieve se endurecida si había caído antes. Fue un desastre de mierda.

1

Operador interestatal de servicios de autobuses de los estados unidos.

A pesar de que tenía más de ciento ochenta y tres centímetros, esta precipitación era alta, alcanzado debajo de mis mulos. Debía de haber más de noventa y dos centímetros de nieve aquí. Podía imaginarme un niño perdiéndose en esta nieve. Esperaba que no hubiera niños en ese carro que quedó en la zanja de nieve. Era un Escort plateado de cuatro puertas. El conductor parecía estar desplomado sobre el volante. No tenía idea de si me había escuchado, pero levantó la cabeza antes de llegar a ella y empecé a juguetear con sus engranajes revirtiendo las ruedas de su coche pero no llegué a ningún lado con eso.

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—¡Oye! —grité—. ¡Para! —Su escape se encontraba cubierto de nieve, probablemente ella no lo sabía. Podría morir por envenenamiento de monóxido de carbono si no apagaba el arranque y salía del carro. Se dejó caer sobre el volante como si estuviera exhausta de lo que había tratado de hacer. —¡Mierda! —Probablemente ya estuviera envenenada por el gas. Tan pronto como pude me acerqué. Le di un golpe en la ventanilla y le indiqué que apagara su motor. Traería mi pala y podría ayudarla a salir de ahí. Me quede inmóvil en el lugar. La chica lucía familiar… ¡Oh, Dios, era Kate!

4 Cory 28

Traducido por Daniela Corregido por Mire★

—¿Estás bien? —pregunté, después de que me las arreglé para conseguir abrir la puerta del conductor. Dios, se veía tan fuera de sí. El shock de descubrir a Kate en este accidente me golpeó con fuerza. Me tomó por sorpresa. Apagué el motor inmediatamente antes de atenderla. —¿Kate? —La agonía de verla así hizo que su nombre se clavara en mi garganta. Una guerra de emociones rugía dentro de mí. Los sentimientos encontrados aumentaron dentro de mi sangre, pero me agarré de algún pedazo de control que tenía—. Kate soy yo, Cory. No te preocupes. Voy a ayudarte, ¿está bien? —Le froté los hombros y le levanté la barbilla, parecía aturdida. Solo de pensar en ella sentada aquí, solo Dios sabiendo cuánto tiempo, herida y con dolor hizo que mi estómago se apretara firmemente. Me di cuenta de la herida sobre su ojo derecho. Probablemente se golpeó la cabeza durante el impacto. Me acerqué a la caja de pañuelos cerca del sostenedor de vasos en su coche y cogí un montón para presionar en la herida y detener el sangrado. Dios, su piel era cálida pero se hallaba húmeda. ¿Por qué diablos fue Kate?, de todas las personas, estando aquí en el medio de la nada en un día de tormenta como el de hoy. ¿Estaba loca? No podía creer que viajara sola en esta tormenta de nieve. Pero no era mi lugar juzgarla en este momento. No podía creer mi suerte en toparme con ella aquí. Moví mi mano al panel de la puerta y traté de bajar sus ventanas para que todo el aire del interior salga. Por supuesto, no pasó nada. Me di cuenta que apagué su motor. Me moví de su lado y agarré la pala y empecé a cavar la nieve que se encontraba alrededor de su tubo de escape. Mis manos se encontraban casi adormecidas con una sensación de picazón. ¡Grandioso! Dejé mis guantes en el coche. Eso fue muy inteligente. Supongo que a veces la gente hace cosas estúpidas cuando

va a ayudar a alguien que lo necesita. Como asegurarse que ellos mismos estén bien. La última cosa que necesitaba era congelarme. Pero realmente no me preocupaba por mí mismo en estos momentos. Tener a Kate segura era mi única preocupación ahora. Una sensación de pesadez luchó en mi estómago. Mi pecho se sentía como si fuera a estallar. ¡Oh, Dios! No podía creer que Kate se encontraba aquí. Claramente se encontraba lesionada y podría morir en mis brazos. Metí la mano en mi bolsillo y saqué mi teléfono. ¡Mierda!

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No hay servicio. —Kate —grité, tratando de mantener su conciencia—. No vas a morir aquí Kate. ¿Vas a estar bien? Ella gimió. Bueno, eso era algo. Por lo menos fue capaz de hacer un sonido. Sus ojos aún permanecían cerrados, mientras se inclinaba hacia atrás en el reposacabezas. No quería sacarla del coche todavía. No quería que se muriera de frío. Dios, no quería perderla. No ahora. No después de verla por primera vez en seis meses. ¡Imagínense eso! De todas las veces de ver a Kate de nuevo, ella apenas sabía que yo me encontraba aquí. Ni siquiera sé si sabía dónde se encontraba. Como un fanático obsesivo, seguí revisando mi teléfono celular para ver si había señal. La pantalla del teléfono decía: "Sin servicio". ¡Mierda! —Vamos —murmuré. El latido del mi corazón se aceleró con fuerza en el pecho. Seguí abrazando a Kate para asegurarme que se hallaba bien y si mantenía la temperatura tanto como sea posible. Me hubiera gustado tanto ver a Kate de nuevo. Pero no de esta manera. ¿Cuáles eran las probabilidades de encontrarme con ella de esta manera? Llámalo una coincidencia, el destino o una predestinación, pero sea lo que sea nunca se sabe cuándo dos vidas podrían chocar y cambiar para siempre. Tuve una sensación nauseabunda de que esto iba a ser uno de esos momentos y la sensación me dejó intranquilo. Siempre fui un chico con control y que podía pensar en una manera de salir de cualquier cosa y todo. ¿Pero esto? ¿Cómo podría el destino jugar con algo tan cruel como esto? Me hubiera gustado estar en ese vehículo y no Kate. Pensé que no podría vivir conmigo mismo después de hoy, si algo le sucedía. Apreté los dientes, la ira hervía a través de mí. Todo este tiempo la llamaba a su celular. ¿Por qué no contestaba su teléfono? Tal vez ella ya se había estrellado. ¡Oh, Dios! ¿Qué pasa si llegué demasiado tarde?

Momentos más tarde, Kate parecía volver en sí después del vigorizante aire fresco que la rodeo. Bien. Eso era casi tan bueno como administrarle oxígeno. Había una botella de agua en el asiento del pasajero a su lado así que me acerqué para agarrarlo. Giré la tapa para abrirla, incliné su cabeza hacia abajo y se la acerqué a los labios. Sus ojos se abrieron. Sus grandes y hermosos ojos marrones me vieron momentáneamente antes de beber de la botella. El agua se derramó de sus labios. Sus ojos salvajes se suavizaron sutilmente. Me sentí aliviado de que sus ojos se iluminaran un poco. —¿Estás bien, Kate?

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Una expresión confusa tocó su cara, preguntándose qué demonios hacía allí con ella.

probablemente

Asintió con la fuerza que le quedaba. —Sí —murmuró, su voz sonaba ronca y agrietada. Una pesadez se centró alrededor de mi pecho de nuevo. Odiaba verla así. Miré a la pantalla de mi teléfono celular de nuevo. Aún no había servicio. Por lo visto, parecía que la electricidad fue golpeada en el área por la tormenta de nieve. Volví mi atención a Kate. Mi sangre bombeaba duro y rápido por mis venas. Lamentablemente la sangre también se apresuró a mi área de la entrepierna. Sí, fue una idea brillante vestirme con pantalones vaqueros ajustados y una sudadera fina en un día como hoy. Hablando de un mal momento. Lástima que no podía controlar la respuesta automática en mi cuerpo como podía controlar otras cosas. Solo esperaba que ella no lo viera. No quería que se hiciera ideas equivocadas ni nada. Kate se hallaba indefensa y necesitaba ayuda en estos momentos, no a un tipo que se encontraba sinceramente excitado por su cercanía. El viento colaba a su dulce aroma de perfume en mis fosas nasales. Eso no ayudó. Kate se hallaba allí, delante de mí. ¿Qué se supone que debía hacer ahora? Llevaba un suéter azul de corte bajo que abrazaba su piel. Dios, su escote se veía hermoso. ¿Por qué no podía haber estado más cubierta hoy? Mientras me acerqué a desabrochar su cinturón de seguridad, la calidez de su cuerpo provocó una reacción caliente en mi área de la ingle. Rápidamente me alejé después de deshacer el cinturón de seguridad. ¿Por qué tenía este loco efecto en mí? Y precisamente ahora. —Mi cabeza —gruñó mientras apretaba la mano a la frente. —Tuviste un accidente y te saliste de la carretera —dije en voz baja, tratando de ocultar mis emociones. La nieve y el viento soplaban con fuerza, mechones de su cabeza volaron a su cara e instintivamente me acerqué para quitar los rizos sueltos de su vista, pero me agarró la mano para detenerme.

—Está bien —dijo, su voz más aguda ahora. Bueno. Por lo menos se encontraba consciente. Sus grandes ojos marrones se clavaron en los míos. Parecían superficiales. Ilegibles. —Gracias —susurró. —¿Por qué? —Por ayudarme. Por salvar mi vida —murmuró. —Solo hice lo que tenía que hacer. Incluso no tenía ni idea de que estuvieras en este coche cuando vi que se salió de la carretera.

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Ella miró hacia abajo. Sus labios se apretaron. Sus grandes ojos marrones estudiaron la parte superior de mi cuerpo. —¡Oh, Dios mío! ¿No tienes frío? Entra. —Su abrumadora preocupación por mí, me tomó por sorpresa. Herida y, sin embargo, se encontraba preocupada por mí. Había una tensión quebradiza entre nosotros. Podía sentirlo en mi estómago. Una tensión tácita más su cálida bondad interior surgió en este día frío. —Es térmico. Me mantiene caliente —me referí a mi delgada sudadera—. Solo se ve como si fuera delgada. Pero no te preocupes por mí. Tenemos que asegurarnos que estás bien. —Voy a estar bien, Cory. Los vellos de mi piel se erizaron. Por la forma en que susurró mi nombre, sin aliento al final de la frase. Era la primera vez que había pronunciado mi nombre desde la muerte de Peter. Era la primera vez que me había reconocido durante los últimos seis meses. —Mira, tenemos que conseguir ayuda. Evidentemente, tienes un poco de humo de monóxido de carbono. —¿Cómo? —Deberías haber quitado la nieve de tu tubo de escape antes de retroceder. Probablemente no te diste cuenta de que la nieve lo había cubierto y después manejaste por la pila de nieve... quiero decir, que te resbalaste por la pila de nieve. Puso los ojos como si estuviera enojada y apoyó la cabeza en el reposacabezas, el aire frío seguía soplando en el interior del coche. Hacía demasiado frío para ella, mis ojos contemplaban su pecho inconscientemente. Sus pezones se endurecieron como piedras a través de su camiseta. ¡Mierda! Deja de mirar, Cory. Moví mis ojos por el interior del coche. —Está bien. La mayoría de los conductores tienen el mismo error. Se olvidan de comprobar su tubo de escape para asegurarse que esté limpio para que los humos no regresen al interior de su vehículo. ¿Dónde te diriges?

—A la ciudad. Alarmado, le respondí con una voz fuerte pero no intencional. —¿Hoy? ¿Sola? ¿Estas…? —¿Loca? —Terminó por mí, levantando la cabeza de nuevo—. Probablemente. Pero no todos pueden permitirse un pasaje de avión en estos días. —Eso no es lo que quise decir, Kate.

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Me miró y me dio una mirada en blanco. No, era más de dolor y sufrimiento crudo. Realmente no podía culparla. La última vez que habíamos hablado, después de la muerte de Peter, realmente la menosprecié. Me encontraba enfadado por muchas cosas y probablemente me desquité con todo el mundo a mí alrededor. Había un oscuro secreto que juré no decir y me partía el alma en pedazos el saber que Kate no podía saber la verdad. Toda la verdad. Debido a que esto tenía que ver con ella más de lo que podía saber. Dios, esto lo arruinaba completamente. ¿Por qué no podrían ser diferentes las cosas entre nosotros? Está bien, no me encontraba listo para ella cuando nos conocimos inicialmente porque sabía que era una buena chica y yo estaba... bueno, muy mal. No quería dejarle cicatrices. La dejé sola. Pero ahora me preguntaba si había hecho lo correcto. Como un ladrón en la noche, Peter entró en escena y me apuñaló por la espalda, tomando a la única chica con la que quería algo. La chica que había planeado tomarla en serio después de que mis días salvajes hubieran terminado. Pero, ¿quién sabía que él iba a invitarla a salir en primer lugar? Sin embargo, Kate no me creería si le dijera eso. Y definitivamente se pondría de su lado si supiera toda la verdad a cerca de él. Pensaría que estoy hablando mal de los muertos. Tratando de cambiar los hechos. Pero nada podría estar más lejos de la verdad. Ahora la única cosa en mi mente era, ¿qué demonios protegía para no decir nada acerca de esa noche? Como si pudiera leer mi mente, levantó sus ojos a los míos. Una expresión en blanco vistió su rostro. ¿Qué demonios pensaba? ¿Seguía enfadada conmigo acerca de la muerte de Peter? ¿Me echaba la culpa por lo que pasó esa noche y por no decirle la verdad? Dios, sus ojos siempre me hipnotizaban. Kate no era como las otras chicas. Era dulce e inocente, al menos hasta que comenzó a ver a Peter. El resentimiento se grababa en mi sangre por lo que le hizo, lo que la llevó a creer en él. Jódete Peter. La sola visión de sus inocentes y confiados ojos hizo que mi sangre hirviera. Fue fácil engañarla. —¿Tu celular tiene servicio? —pregunté, sin mirarla. No quería ninguna otra reacción en mi cuerpo por estar viéndola. —Um... ¡Oh, mierda! —¿Qué pasa?

—El cargador de mi teléfono celular. Lo dejé en casa. Trataba de encontrar una tienda abierta para comprar otro. No tengo mucha batería. —Está bien. —No, no estaba bien, pero no quería que se sintiera mal para que sepa cómo eso era malditamente peligroso para nosotros en estos momentos. Podríamos morir congelados antes que la ayuda viniera.

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—Mira. ¿Por qué no vienes a mi jeep? —le dije, notando que su tanque de gasolina se hallaba prácticamente vacío—. Es a pocos pasos de distancia. Mi coche es más visible para los equipos de emergencia. Me miró indecisa al principio. Se mordió su labio rojo inferior por completo. Cristo, mi pene saltó. Sus deliciosos labios siempre me encendían. Me encantaban las mujeres con labios carnosos y sensuales. Llevaba este lápiz labial rojo brillante en sus labios y mis sentidos condujeron a lo salvaje. Me preguntaba cómo sabrían en mí… Luché conmigo mismo. Tuve que mantener mis sentimientos bajo control. Sí, díganselo a mi cuerpo. Este no era el momento ni el lugar. Teníamos que volver a un lugar seguro, ahora. La tormenta de nieve se hizo más fuerte. Los fuertes vientos y la nieve que soplaba nos rodearon. Teníamos poco visibilidad. Las ráfagas de viento deben haber estado golpeando a cuarenta kilómetros por hora o algo así. Fue tan loco. En ese momento oí el sonido del gran árbol cayendo hacia el coche. ¡Mierda! El árbol se venía abajo y nos iba a aplastar. Miré a la línea de teléfono por encima de las ramas. ¿Era así como nos iba a juntar nuestro destino? El árbol comenzó a inclinarse y caer. El peso solo nos aplastaría junto al coche. —Kate —grité. Estiré la mano y la agarré, tirando de ella desde el coche. Ella miraba hacia atrás de mí hasta que miró al árbol que caía. Sus ojos se abrieron en estado de shock, me apretó y soltó un grito infernal. —¡No pasa nada! ¡Solo tienes que moverte! El choque fue fuerte y el suelo a nuestro alrededor se estremeció. Parecía que todo había terminado para nosotros.

5 Kate 34

Traducido por Daniela & Leen! Corregido por Carol

¡Oh Dios! Pensé que estábamos muertos. Fuimos arrojados hacia atrás por la fuerza del impacto. Acostados de espaldas, ligeramente enterrados en la nieve, el alto árbol casi nos hace perder nuestras extremidades. Examiné el lugar para ver a Cory. Y el miedo se apoderó de mí. ¿Cory estaba muerto? —¿Cory? —lo llamé, una ráfaga de aire visible salió de mis labios hacia el ambiente frio. El frio quebradizo cosquilleaba en mi piel. Temblé incontrolablemente. No podía controlarme. Dios, cómo Cory logró estar parado hace unos momentos con esta glacial temperatura vistiendo su delgada y térmica… ¿Cómo la llamó, sudadera? Cory se encontraba acostado sobre su espalda hundido en la nieve, sus ojos se encontraban cerrados. ¡Jesús! Todo ese aspecto era tan familiar que envió un escalofrió por mi columna y no tenía nada que ver con el frio del aire. Lucía justo como Peter acostado en su ataúd. No. Detente, Kate. El miedo cerró el conducto de aire en mi garganta. Cerré mis ojos por un momento, y tomé una respiración profunda antes de abrirlos otra vez. Mi corazón latía con violencia y fuerza, destrozando mis costillas, luché para mantener el control. Mis labios se cerraron, aprisionaron un sollozo, que de otra manera se hubiera escapado de mis labios. No. Cory no estaba muerto. No podía estarlo. No. Por favor, Dios. No

Llegué a su duro, firme y musculoso pecho que se destacaba muy bien bajo su fina y térmica sudadera. Dios, lucía tan en forma. Cory era un chico guapo. Simplemente impresionante a la vista. El punzante dolor en mi corazón no se iba. Dios, veía como Peter. Cory era sexy, incluso en un día congelado como hoy. Tenía los ojos negros más sexis que haya visto en algún chico, con las pestañas largas y negras. Su profunda y exquisita voz, siempre causaba alguna reacción en mi cuerpo. Una reacción muy agradable. Cuando me llamó después del accidente, pensé que soñaba.

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—¿Cory? —volví a llamarlo, mi voz era débil contra las frías ráfagas de viento. Mi cabello golpeaba en mi rostro y tomé los rizos sueltos metiéndolos detrás de mí oreja que ardía. Sabía que podía congelarme pero no pensé que podría suceder tan pronto. A penas podía sentir mis orejas, o mis dedos. Sacudí su cuerpo. Mis ojos viajaron desde su cara a su negro cabello corto. Y tracé el contorno de sus hermosos y altos pómulos, sus perfectos labios definidos y su sexy barba de varios días de su mejilla. Cory era hermoso. También era reconocido por ser emocionalmente inaccesible. Me había gustado primero, antes de que conociera a su amigo Peter. Pero Cory nunca me dio la hora y Peter me pidió que saliéramos. El viento soplaba junto con la esencia de su colonia, mi nariz capturó el aroma. Olía al perfume Old Spice. Realmente sexy y caliente. Ese aroma siempre me volvía loca. La nieve soplaba tan fuertemente en mi cara que me perdí de ver cómo abría sus ojos. —¡Oh Cory! Cuanto me alegro que estés bien —le dije en voz alta, tratando de hacer que suene por encima del ruidoso viento. Cory sostuvo la parte posterior de su cabeza con una mano y se puso de pie rápidamente. —¿Estás bien? —me preguntó. —Sí. ¿Y tú? —Salgamos de aquí. Ahora. —Saltó sobre sus pies como si nada le hubiera pasado. Silenciosamente, le agradecí al universo por ahorrarme la horrible tragedia de perder a alguien cercano a mí otra vez. Bueno, más o menos cercano. Cory era alguien que conocía, no mi alma gemela o algo así. Demonios, salvó mi vida, pero si no fuera por eso, aun seguiría enojada con él. Cerré los ojos con fuerza y traté de bloquear mis reflexiones negativas en mi cabeza. Todavía me encontraba desgarrada y afligida por la muerte de Peter. Nada iba a quitarme ese sufrimiento. Por lo menos aún no. Cory tomó mi mano. —Vamos, vayamos a mi jeep.

—¡Mis cosas! —grité, lista para regresar a mi carro. —Oh, no. —Tomó mi brazo de nuevo—. De ninguna manera volveremos cerca de tu auto de nuevo. Es demasiado peligroso. —Pero Cory, necesito mis cosas. Ira brilló en su hermoso rostro. ¿Se encontraba molesto conmigo? ¿Se arrepentía de rescatarme? ¿Se encontraba herido? Dejó escapar un suspiro. Sus deliciosos labios se apretaban en una línea fina.

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—Kate, olvídalo. —Pero… —Me quedé boquiabierta cuando miré hacia mi auto y vi que el árbol se había estrellado en el maletero del auto. No servía para nada. Aunque estuviéramos un poco más cerca, no seriamos capaces de abrirlo. Y ese árbol debía pesar más de mil toneladas o algo así. Exhalé y vi una ráfaga de aire dejar mis labios. Recordándome lo frio que se encontraba aquí afuera. Era inútil discutir sobre esto. Nos íbamos a congelar hasta morir. —Está bien —susurré, mientras me di la vuelta, derrotada. Mi ropa, mi esquipo de emergencia y todo se encontraba en mi auto. ¡Oh, Dios! ¿Cómo pude ser tan tonta? Debería haberlas puesto en el asiento detrás de mí. Pero de nuevo, ¿cómo se suponía que iba a saber que mi auto quedaría destrozado por una tormenta porque le cayó un árbol? Me estremecí cuando me moví junto a Cory, nuestras botas crujiendo en la nieve debajo de nuestros pies. Me sorprendí cuando me levantó y prácticamente me cargó a través de una pequeña colina de nieve, me bajó y continuó tomándome del brazo para llevarme hacia donde su todoterreno se encontraba parqueado en la carretera. Gracias a Dios él me vio, de lo contrario, estaría enterrada debajo de ese gran árbol, y aplastada dentro del carro. El shock de todo esto, lo que me podría haber pasado aún, no se registraba en mi mente. Temblaba incontrolablemente mientras me acercaba al auto de Cory tratando de sobrevivir. Cory se veía como si el frio no le afectara. ¿Qué pasaba con él? ¿No sentía nada? Atribuí eso a que todo su cuerpo musculoso mantenía el calor en su interior. Pensé que la grasa supuestamente mantenía a una persona caliente, pero probablemente los músculos eran más que suficiente. Sabía que tenía una tonelada de grasa en mis caderas para mantenerme en pie. Al menos en teoría. Me condujo al asiento de pasajero de su auto. Desde atrás tenía un aspecto persuasivo. Sus firmes y anchos hombros se acentuaban en lo que llevaba puesto y su firme trasero y angostas caderas causó un hormigueo entre mis piernas.

Me avergoncé por tener esos pensamientos sobre él, en un momento con esté. Pero, ¿quién podría evitarlo? Era deliciosamente guapo y estaba bendecido con increíbles proporciones. El acervo genético había sido muy bueno con él. Cory salvó mi vida. Sin embargo, todavía no podía entenderlo. Todo pasó tan rápido. Cory vino para rescatarme.

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Todo esto parecía un loco giro del destino ¿verdad? Me encontraba con un chico al que despreciaba, pero una parte de mí, en secreto quería que nos reconciliemos. Me encontraba tan encendida por Cory cuando nos conocimos en noveno grado. Él era tan encantador, fue el primer chico o estudiante que me habló. No era exactamente una chica extrovertida en ese entonces. Me había sentido como si no encajara, con mis frenillos que ahora ya no tenía, mis lentes, ahora sustituidos por lentes de contacto y mí andrajoso estilo de vestir de ese entonces. Las chicas se reían de mí disimuladamente en el pasillo de afuera de sus casilleros, pero las ignoraba. No era como si pudiera darme el lujo de enfrentarlas en ese entonces. Pero luego Cory, el popular capitán del equipo de futbol, caminó a mi casillero y se presentó. Él había visto a una de las chicas haciendo muecas detrás de mí. Lo que me gustaba de él en ese entonces, era que realmente no le importaba mucho todo ese asunto de la popularidad, a pesar de que lo querían mucho. No se sentía asustado de apoyar a que llevaba las de perder. Yo pensaba que eso era bastante genial. Algunos de los chicos pensaban que tenía algún truco o quería entrar en mis bragas. Pero definitivamente no fue así. Aunque no me lo pidió ni nada por estilo. Me encontraba con él en las prácticas después de la escuela y él salía con Peter en ese entonces. Peter tomó totalmente agrado conmigo y me invitó a salir el día siguiente. Me sentía indecisa de salir con él al principio, pero luego me di cuenta de que era sincero. No fue como si Cory haya mentido sobre mí diciendo que era fácil o algo así. Nos caímos bien y empezamos a vernos mucho y por supuesto, Cory se había distanciado de mí aún más. No podía entender por qué Cory me había ignorado cada vez que lo veía después de eso. No era como si me quisiera para sí mismo. ¿A quién le importaba si su buen amigo o compañero de equipo quería salir conmigo? Supuse que a él sí. Probablemente le molestaba más de lo que me había dado cuenta. La pregunta era, ¿por qué no había hecho nada al respecto? Había oído a Cory decirle a Peter que me dejara, como si fuese ayer. Eso rompió totalmente mi confianza en él. Las cosas nunca fueron las mismas entre nosotros.

Supongo que era verdad, es mejor ser bueno con la gente, sin importar lo que pase. Nunca se sabe si su ayuda se necesitará más adelante. La vida podría traer algunos trucos si no tenías cuidado. Uno nunca sabía. ¿Cory habría detenido su carro, aun sabiendo que era yo? Por supuesto que lo haría. No era como si fuéramos enemigos y estoy segura de Cory era alguien que haría lo correcto. Sabía que lo haría. Cualquiera podía estar vulnerable en cualquier momento y el karma era una perra para los indefensos.

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—Gracias —murmuré, mientras me ayudaba a subir al asiento del copiloto. El jeep era espacioso. Me había dado cuenta de la distinguida corona con la parte superior en negrita, en la parrilla delantera del vehículo. ¿Cory conducía un Cadillac Escalade? La siguiente pregunta que quemaba dentro de mí era: ¿Cómo demonios podía pagar uno? Había oído que le iba bien en su propio negocio, pero no me había dado cuenta de lo exitoso que era. No era como si alguna vez alardeará de ello. —Bonito —comenté. —Ni me lo digas —murmuró, con indiferencia. Dios, esta tensión entre nosotros me mataba. Cory se cerraba otra vez a mí. No es que estábamos hablando mucho que digamos. Cory encendió el motor y puso el calor al máximo. —Tenemos que descongelarnos. —Sí, lo sé. —Miré a mí alrededor en el interior, me quedé atónita. Impresionada. ¡Qué cambio de mi viejo golpeado paseo! Apoyé la cabeza en el reposacabezas de cuero suave y hundí la cabeza en la tela de lujo. ¿Esto era lo que se sentía tener dinero? —Lo estás haciendo muy bien, Cory. —¿Por qué? ¿Debido a mi coche? —Él arqueó una ceja. Bien, lo divertía ahora. Por lo menos no se encontraba enojado conmigo. —Sí, Cory —bromeé, rodando los ojos—. Debido a tu coche. Él me dio una mirada de diversión. Sus profundos ricos ojos marrones, iluminándose de nuevo. —No hagas nada estúpido como eso otra vez —murmuró. —¿Qué se supone que significa eso? —Venir aquí sola en un día como este. ¿En qué pensabas? —Su voz era profunda y sedosa, pero me di cuenta que refrenaba su ira. ¿Fue porque él tuvo que rescatarme? O, ¿y por qué demonios se importaba por mí?

—¿Qué hacías aquí? —le respondí. —Estaba a punto de llenar el tanque con gas antes de la tormenta. No quería que las líneas de gas se congelaran. —Cierto. Bien pensado combustible—. Está casi vacío.

—dije,

mirando

a

su

nivel

de

—Sí, no es broma. —Lo siento —murmuré—. Probablemente habrías llegado a la estación de gas ahora mismo de no ser por...

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—No lo digas, Kate. No te preocupes por eso, ¿de acuerdo? — Parecía ofendido ahora. Podía sentirlo. El duro bulto atorado en mi garganta me hacía difícil de tragar. —¿Tienes calor? Veo que dejaste de temblar. Avergonzada, murmuré—: Gracias por notarlo. Sí, estoy bien. —Bien. —Cory miró la pantalla de su teléfono celular y maldijo entre dientes—. Aún no hay servicio. ¿Por cuánto tiempo estaríamos varados aquí? ¿Podríamos morir aquí solos en la tormenta de nieve? No había nadie en kilómetros probablemente y el poder de la tormenta parecía haber noqueado la zona. El encapotado cielo gris no ayudaba. Emociones encontradas surgieron en mi interior. Una parte de mí se encontraba muerta de miedo de estar atrapada aquí en la ventisca, otra parte se sentía aliviada de que estaría con un fuerte, toma — control— Cory. El calor se precipitó a través de mi cuerpo en el pensamiento de que estemos aquí, solos. Solos contra los elementos. Las mariposas comenzaron a estallar dentro de mi vientre tomándome por sorpresa. ¿Por qué reaccionaba a Cory de esta manera? ¿Fue porque me salvó la vida? Y, oh sí, él puede ser un idiota a veces, pero era un tipo atractivo y caliente. No había dos formas de ello. Tuve que cambiar mi enfoque en otra cosa. Cualquier cosa. Sí, él era de un desmayo; digno ahora, sobre todo ahora. ¿Qué chica no se enamoraría de un hombre que arriesgó su propia vida y le hizo frente a condiciones inhumanas locas para rescatarla? Estaría loca si no sintiera nada por él. Mi mente todavía daba vueltas por la confusión. Mis pensamientos se desviaron volviendo al pasado cuando conocí a Cory. Dios, era guapísimo, justo como ahora, pero también era un jugador, ahora que lo recuerdo. Un chico malo que rompió muchas reglas, que vivía al borde a veces. Un misterioso hombre, emocionalmente inaccesible, con un tatuaje rudo en su espalda y bajo su brazo derecho. Cory conocía a todo el mundo y todo el mundo conocía a Cory. La popularidad no era la palabra. Este tipo podría hacer una llamada telefónica y las cosas podrían suceder. ¿Estancado? No hay problema,

él tenía un montón de ganchos para salir de una situación pegajosa. La gente le hacía favores todo el tiempo. No era el tipo de hombre con el que te metías tampoco. Tenía conexiones en todos los niveles desde la calle hasta con Wall Street. Era surrealista. Al menos eso es lo que había oído acerca de él y de lo que sabía de él. No era exactamente el tipo de persona que presumía o hablaba acerca de su negocio tampoco. Supongo que otras personas lo hacían por él. Me hubiera gustado que estuviera en contacto. Tal vez si, tal vez no.

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Cory siempre había sido el tipo del que se hace cargo de todo. Siempre fue conocido por aceptar cualquier reto y tenía miedo desde que lo conocí. Nada parecía molestarle mucho y siempre fue un hombre con una mente fuerte, lleno de recursos. Yo había oído una vez que se metió en problemas en la universidad con la piratería de algún sistema sofisticado. No sabía si era verdad o no, pero no me sorprendería. Siempre fue bueno con las computadoras, ordenadores, contraseñas y entendiendo esas cosas. Secretamente esperaba que él fuera capaz de hackear nuestra manera de salir de esta tormenta de nieve con vida. Me di cuenta ahora que no tenía nada en mí. Mi equipo de primeros auxilios se encontraba escondido en el maletero de mi coche, por no hablar de mis pertenencias. Mi ropa, barras de granola, botellas de agua. Esperaba que Cory tuviera esas cosas con él, pero lo dudaba ya que no había planeado hacer un largo viaje hoy. Solo un rápido viaje a la estación de servicio. ¿Quién se hallaba abastecido para esto? Durante una tormenta, tal vez no habría sido una mala idea. Nunca se sabe dónde o cuándo te quedarías varado. Mis pensamientos corrían peligrosamente cuando me senté en el coche de Cory con calefacción, mirando como los copos de nieve se estrellaban en el parabrisas. Tantas preguntas sin respuestas me atormentaban. Mis emociones parecían salirse de control. ¿Por cuánto tiempo estaríamos varados aquí? ¿Tendríamos suficiente combustible para seguir en camino? ¿Seríamos víctimas de nuestro propio aburrimiento o del silencio? ¿De qué hablaríamos? Éramos solo nosotros aquí, solos. Estábamos desnudos en nuestra propia inseguridad. Vulnerable el uno al otro. Probablemente debería renunciar a la idea de llegar a Nueva York por un tiempo. Mi corazón palpitaba en mi pecho ante la idea. Ahí va mi nuevo trabajo. Mi manera de salir, cuando se trataba de mi carga de deudas insuperables. Aspiré una profunda inspiración, mi caja torácica quemando. Probablemente me lastimé uno o dos músculos cuando me eché hacia atrás por la fuerza de la caída del árbol por las ráfagas de viento. ¿Estábamos esperando ayuda o esperando la muerte?

Cory tenía una mirada seria plantada en su diabólicamente hermoso rostro, su mandíbula parecía apretada. Su oscura y peligrosa mirada penetró en la blancura horrible como si pensara en qué hacer a continuación. Su celular se encontraba en el tablero de instrumentos. Podía leer la pantalla y el estómago se me hundido hasta las rodillas. Sin servicio. —¿Cuánto tiempo podemos durar con... el tanque de gasolina? — le susurré en voz baja, mi voz temblorosa. Mi tolerancia a las condiciones de frío era, por desgracia, muy baja.

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Suspiró profundamente, sus ojos se clavaron en el medidor de gas en el salpicadero. El nivel señaló cerca de la marca vacía. —Bueno, la buena noticia es que este motor puede funcionar ralentí2 durante un par de horas con un galón de gasolina. —Oh. ¿Y la mala noticia? —Probé nerviosamente, mordiéndome el labio inferior. Me di cuenta de que los ojos de Cory miraban mi boca. Por un breve momento se hizo un silencio palpable entre nosotros. ¿O una atracción magnética? Movió los ojos hacia mi cara y miró por la ventana, una expresión indescifrable cruzó su rostro. —Tenemos menos de un galón. —Oh, no. ¿Qué vamos a hacer? Hay que apagar el motor —atajé. —¿Y permitir que te congeles hasta la muerte? —Él arqueó una ceja. Me di cuenta de que él dijo "tú" no nosotros. —No, Cory. Pero si usamos todo el calor... —Relájate, Kate. Sé lo que estoy haciendo —dijo, mirando por la ventana del lado del conductor—. Podemos mantener el motor durante diez minutos cada hora... —¿Cada hora? —La alarma rosó mi voz. —Kate, tú sabes que no estamos exactamente en la mejor posición en este momento. —Lo sé, pero... —No tenemos otra opción. No te preocupes. Es seguro ejecutar el calor durante diez minutos y permitir que el calor circule en el coche. —Está bien —murmuré—. Confío en ti, Cory.

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Es el régimen mínimo de revoluciones por minuto (giros o vueltas por minuto) a las que se ajusta un motor de combustión interna para permanecer en funcionamiento de forma estable sin necesidad de accionar un mecanismo de aceleración o entrada de carburante.

—Gracias —dijo, con una frialdad en su voz cuando se volvió hacia mí. Su tranquilidad suavizó mi estado de ánimo un poco. Él parecía muy sincero y aliviado de tener mi confianza.

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Otro pensamiento me golpeó. Cuando le dije a Cory que yo confiaba en él, me pregunto si pensaba en que me refería en general. Mi estómago dio un vuelco al recordar una conversación que tuvimos hace seis meses, cuando Peter murió. Le pregunté qué hacían fuera en esa cabaña, la noche en que Peter murió y me dijo que no me iba a decir pero debía confiar en él. Yo, por supuesto, echaba humo y angustiada ante la pérdida de Peter. Le dije que no confiaba en él. Me arremetió contra él. Me comprometió a nunca hablar con él de nuevo. Le eché un vistazo a Cory mientras jugueteaba con su teléfono celular, tratando de ver si una señal subiría. Me pregunté si él pensaba lo mismo que yo. ¿Sostenía mis palabras de esa noche? ¿Seguía enfadado conmigo por tratarlo como lo hice? La tensión de estar varados allí solo hizo que mi vejiga se contraiga. ¡Oh, genial! La última cosa era que necesitaba era tener un par de bragas, un chico caliente a mi lado, sin baño a la vista y una vejiga débil. Salir a la calle, para hacer mis necesidades, no parecía ser una opción viable en este momento, ya que la ráfaga de viento hacía soplaba unos cincuenta kilómetros por hora en este momento, a juzgar por la forma en que la furgoneta temblaba como loco, era mejor no ir. Los copos de nieve arrancaron en el frío glacial. Podía asegurar que mi pis se congelaría medio de la corriente si lo intentaba. Me dio vergüenza al pensar que yo misma me abrazaba en su jeep, preguntándome hasta dónde llegaría nuestra vulnerabilidad. Podríamos estar aquí durante horas. No era algo inaudito encontrar conductores que habían quedado varados catorce horas en una tormenta de nieve de esta manera. Cory se recostó en el asiento del conductor, con los labios apretados en una delgada línea. ¿Qué pensaba en este momento? Me pregunté si él tenía la misma preocupación en su mente. ¿Cómo podríamos sobrevivir varados en medio de esta loca tormenta por Dios sabía cuánto tiempo? ¿Por cuánto tiempo podríamos sobrevivir así? Otra cuestión inquietante apuñalaba en mí. Dado que podríamos estar atrapados aquí solos durante horas, ¿ahora sería un buen momento para tener una conversación sobre el pasado?

6 Cory 43

Traducido por Snowsmily & Nicejavier Corregido por Emmie

Solo mirar a Kate me ponía duro como una roca. Hablar sobre los malos momentos y todo. Iba a enloquecer. Justo ahora, mis niveles de testosterona se hallaban probablemente fuera de los límites. ¿Por qué mi cuerpo reaccionaba tan sexualmente hacia Kate? Lo bueno era que se hallaba sentado, así que no es muy obvio. Había leído sobre el destino y de saber cuándo conocerías a la persona adecuada. No podías apartar tu mente de ellos. La verdad es que, no era la clase de chico que reaccionaba con cualquier chica de ese modo. Ninguna otra chica tenía el crudo efecto primario en mí como la dulce e inocente Kate. Todavía me negaba a creer que había intimado con… Peter. El pensamiento de él con ella provocaba que la ira ardiera a través de mi sangre como ácido. No tenía el maldito derecho a utilizarla de la manera en que lo había hecho. El problema es que, ella ni siquiera era consciente de ello. ¿Resultaría ser el chico malo, el cretino por decirle la verdad ahora que se hallaba muerto? Yo solo no la quería destrozada y amargada por el resto de su vida pensando que él era su único y verdadero amor. Bueno, podría haber estado enamorada, pero él seguro tenía otros planes en su mente. El verdadero lado de Peter no era tan inocente. Era otro lobo con piel de cordero, una falsificación de un buen chico, un gran maldito estafador. ¡Mierda! Podría sentir mi sangre hirviendo por la idea de lo que le hizo a ella a sus espaldas. La verdadera razón por la que murió fue porque su propio engaño lo atrapó. ¿Pero cómo le dirías eso a la chica quien pensaba que era todo para ella? No lo haces. Kate debería haber estado conmigo desde el inicio. De acuerdo, me encontraba tan jodido en ese entonces y no quería que saliera

herida. Pero al menos habría sido sincero con ella, justo como lo había sido con cualquier chica que había salido. —Han pasado diez minutos. —La suave voz de Kate me trajo de nuevo a la realidad—. ¿De… deberíamos apagar la calefacción ahora, para conservar energía?

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Claramente le aterraba quedarse sin gasolina y quedar atrapada en el frío glacial. Había planeado tenerlo en marcha por otros cinco minutos. No había pasado ni siquiera diez minutos todavía. Lucía tan vulnerable hecha un ovillo en el asiento del pasajero, sus piernas enrolladas y sus hombros encorvados. —¿Estás segura de que estarás bien? —pregunté. —Sí. Solo no quiero que nos quedemos sin combustible o algo. —No lo haremos. No por ahora. Solo no quiero congelándote sobre mí. No tenía idea de la clase de ideas que corrieron a través de mi cabeza. Era una locura. Esta chica me enloquecía de una manera sexual. Culpa se derramó sobre mí por tener esos pensamientos sobre ella pero era un chico de sangre caliente. No podía evitarlo. En un momento como este, haría a una chica gritar con una sobredosis orgásmica y rogar por más mientras deslizo mi pene dentro de ella. La idea de estar profundamente dentro de Kate endurecía mi pene como una roca ahora. ¡Justo lo que necesitaba! La dulce fragancia que utilizaba en ese momento era embriagadora. Tan sensual. ¿Iba a encontrarse con un chico cuando llegara a la ciudad? ¿Cuáles eran sus otros planes además de un nuevo trabajo ahí? Sus largas y torneadas piernas me desenfrenaban con pensamientos eróticos de lo que podía hacer con ellas. ¡Cristo! ¿Cómo se sentirían envueltas alrededor de mi cintura? Imaginé chupar sus labios, luego mover mi boca más abajo y tomarla entre sus piernas. Me preguntaba si ya había experimentado un orgasmo. Uno verdadero. Un orgasmo peculiar, estremecedor de pies que la dejaría entumecida con éxtasis más tarde. Quería hacer todas esas cosas con ella. —¿Qué estás pensando? —susurró en una voz baja que sonaba más como trabajadora de sexo telefónico, pero podía asegurar que esa no era su intención. Había apagado el motor y el coche se enfriaba cada vez más con cada minuto que pasaba. —No creo que en realidad desees saberlo justo ahora. —Pruébame. —Muy bien. Sinceramente quiero follarte. Quiero estar dentro de ti ahora mismo, Kate. Te quiero tan intensamente que está enloqueciéndome. —Una sonrisa con diversión tocó la esquina de mis labios. La mirada paralizada en su rostro no tenía precio.

Se encontraba en silencio. Sus ojos abiertos con asombro mientras registraban mi rostro. Bueno, eso probablemente hizo que su temperatura subiera un poco para mantenerla caliente. —¿Qué? —Su voz era casi inaudible. Rojo tiñó sus mejillas inmediatamente. ¡Oh, Dios! Realmente se avergonzaba por lo que había dicho. Esa no era mi intención, pero entonces ella quiso saber lo que se encontraba en mi cabeza y para todos los que me conocían, nunca fui un buen mentiroso. Le dije justo lo que pensaba.

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—Te quiero, Kate. ¿Es tan difícil de creerlo? —Me giré para enfrentarla. Adrenalina corría a través de mis venas. Sus labios se veían rojos como una fresa madura. Me pregunté si sabrían tan dulce como lucían. Me imaginé lamiendo su dulzura, deslizando mi ardiente lengua dentro de sus labios entreabiertos, buscando su propia lengua. Me preguntaba cómo se sentirían sus labios envueltos alrededor de mi duro pene palpitante justo ahora. El ardor de mi erección estaba volviéndome loco. Traté de resistir la necesidad de complacerme en este momento porque sabía que Kate probablemente se encontraba demasiado impresionada para hacer algo al respecto. Traté de desviar mis pensamientos mientras una ráfaga de espesa nieva caída duro en la carretera. Encendí las intermitentes. —¿Para qué es eso? —dijo, sin mirarme, su rostro todavía se veía rojo como un tomate. Tan oscuro como su labial. Podía ver su voluptuoso pecho, elevando y cayéndose fuertemente con cada respiración que tomaba. Si solo supiera cuan irresistible lucía justo ahora. Su cabello castaño por los hombros arrojado hacia un lado, acentuando sus altos pómulos y sus delicados rasgos faciales. Kate era tan sexy como el infierno y ni siquiera actuaba como si lo supiera. Era tan… modesta. Sí, esa era la palabra para describirla. Era tan modesta. —Por seguridad. En caso de cualquier vehículo de emergencia se acerque, de este modo podrían vernos. —¿Deberíamos intentar caminar y ver…? —No —respondí casi con dureza. —¡Pero podríamos morir en este coche! Pensé que probablemente la idea de yo toqueteándola en su siesta, lo cual nunca haría, atravesó su mente. Éramos, después de todo, los dos. Solos. Juntos. Varados. —Mi vehículo no se moverá ahora. Incluso si lo intentamos, nos quedaríamos sin combustible antes de que lleguemos a la estación, así que estamos mejor aquí por ahora.

Suspiró profundamente. Una expresión preocupada cubrió su hermoso rostro. —¿Qué estás pensando? —susurré. —Nada —respondió, demasiado rápido. —Nunca fuiste una buena mentirosa, Kate. —¿Perdón? —La actitud agresiva serpenteaba a través de su voz. —Mira, yo solo jugaba contigo hace unos minutos. No me atrevería a hacerte algo. No sin tu consentimiento.

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Ella se encorvó de hombros, miró hacia abajo y se abrazó a sí misma. —¿Kate? —¿Sí? —No bromeaba acerca de quererte. Realmente me preocupo por ti. Siempre me he preocupado por ti. Nunca jamás lo interpretes de otro modo. —Eso es divertido. Nunca me invitaste a salir. —¿Es eso lo que está confundiéndote? Ella no dijo nada. Se mordió sensualmente el labio inferior. Dios, eso me llevo a la maldita locura. —No hagas eso —espeté. —¿Hacer qué? —Lo que sea que estés haciendo con tus labios. No está ayudando. —Bueno. No me mires. Abrí mi boca para decir algo pero la cerré de golpe. La última cosa que quería hacer era entrar en una caliente discusión en esta fría tormenta. No con Kate. —Voy a establecer algunas reglas de seguridad para nosotros. —¿Reglas de seguridad? —Sí. Tenemos que salir de esto en una sola pieza y debemos ser muy inteligentes. Solo Dios sabe cuánto tiempo estaremos atrapados aquí. Hay una posibilidad de que nunca seamos encontrados hasta que pase la tormenta. Bolitas de hielo se estrellaban en el parabrisas casi rompiéndolo, las fuertes ráfagas de viento doblaban los demás arboles cerca de nosotros. Había pensado en tratar de mover el vehículo un poco más arriba, pero estaríamos en una mala posición. O peor, podríamos terminar en alguna zanja empujados fuera de la carretera por este tipo de tornado y viento pesado.

¡Por Dios! Esto era una locura. Nunca antes había visto una tormenta de nieve tan violenta. Era como si el ambiente estuviera reaccionando de alguna manera a algo inexplicablemente extraño. El resultado se vio sombrío, en el minuto en el que el cielo se oscureció. ¿Qué diablos pasaba con el medio ambiente? —Está bien, regla número uno. Arreglos para dormir. Ella giró su cabeza tan rápido hacia mí que era casi cómico. —¿A… Arreglos para dormir? —Inclinó la frente y me lanzó una mirada incrédula.

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7 Kate 48

Traducido por Triana R. y Leen! Corregido por GypsyPochi

—Relájate, Kate. No es lo que piensas. —La profunda y sedosa voz de Cory parecía alterada con diversión. —¿No es lo que pienso? —No. La verdad es que tenemos que conservar energía. Tenemos que tomar turnos para vigilar mientras el otro duerme y así sucesivamente. De esa manera no nos fatigaremos por estar sentados aquí estando alerta. El pensamiento de estar despierta mientras Cory dormía me asustaba. ¿Y qué si algo le pasaba al jeep o si algún loco se acercaba y golpeaba la ventana? Había leído en algún lugar que una de cada cuatro muertes en la temporada de invierno era de personas, sobre todo conductores quienes eran atrapados por una tormenta. Está bien, relájate Kate. Deja de ser tan melodramática. La última cosa que quería era que Cory pensara que era una cobarde. Aun así agradecía totalmente tener la camioneta de Cory como refugio a la horrible tormenta de nieve y las ráfagas de viento. Con este clima congelarnos podría pasar fácilmente por estar expuesto al crudo frío unos minutos. Miré boquiabierta y con horror la ventana del lado del pasajero. La tormenta cada vez se hallaba peor. Parecía como si las altas velocidades del viento soplaran la nieve por cualquier dirección incluyendo nieve del suelo y no solamente la nieve que caía. Llámenme loca pero cada vez la nieve caía con más fuerza y más rápido pensaba que podríamos quedar enterrados vivos en la camioneta. La visibilidad hacia afuera era incluso peor. ¿Cómo diablos alguien nos encontraría? Tenía que controlarme y reponerme. Me deshice de la idea de una muerte inminente. Todo pasa por una razón como mi abuela decía y le creía. Tenía que hacerlo. No había manera de que Cory hubiera terminado encontrándome y salvado mi vida para que acabáramos falleciendo en esta loca tormenta. Me negaba a creerlo.

—Bien —respondí—. ¿Regla número dos? Traté de desviar mis pensamientos a algo más positivo. Y justo en ese momento calor corrió por mi cuerpo y electricidad por mis venas. Mi mente volvió a lo que Cory me dijo minutos antes. Había sido explicito conmigo cuando le pregunté qué pensaba. ¿Realmente quería decir eso? Mientras una parte de mí se emocionaba otra se aterrorizaba. La parte de mí emocionada tenía más peso en mi corazón.

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No podía envolver mi cabeza con eso. ¿Cory me quería? ¿Cory malditamente caliente y popular Knights me quería? Los pliegues entre mis piernas se hincharon por el pensamiento. Pensamientos traviesos entraron a mí mente los cuales luché por ignorar. No podía. Quizás era la situación la que hablaba y no él. ¿Dos jóvenes varados en una camioneta caliente durante una tormenta? Por favor. Pero entonces de nuevo tenía que saber lo que Cory había estado escondiéndome todo este tiempo junto con Peter. Aún no había contestado mis preguntas. En realidad quería saber. Incluso si pensaba que podría lastimarme. Tenía que saber. Me mataba por dentro. Había demasiado que tenía que saber. Me desgarraba por dentro no ser capaz de tener… un cierre. —Regla número dos —continuó Cory, interrumpiendo mis pensamientos—. Estamos de acuerdo en beber agua de los botes de la parte trasera pero debe usarse todo, tomaremos turnos para ir a juntar nieve en los botes y calentarla para poder beberla después. Si es necesario. —Guau —dije, moviéndome en el asiento. El pensamiento pasó por mi cabeza. En serio teníamos que hacer algunas cosas básicas de supervivencia—. Siento que estamos en un campamento o algo así. —Como si alguna vez hubieras ido a acampar. —Se burló de mí, su expresión facial ilegible pero una pequeña sonrisa de diversión parecía tocar la esquina de sus labios. —Demonios. Claro que lo he hecho. —¿Qué? Acaso estás contando ese pequeño campamento de liderazgo al que fuiste donde el único inconveniente fue quedarte en un lindo hotel cerca de algún lago. Gruñí. —Para tu información, no se encontraba cerca del lago. Estaba… mmm… a bastante distancia del lago. —Está bien, eso se escuchó tonto. No me ayudaba mucho, ¿o sí? Sonrió y un pequeño hoyuelo hizo una hermosa marca en su piel suave. Dios, se veía tan infantil pero aun así guapo. Lo bueno era que al menos lo divertía aunque no intencionalmente.

—Chica, tienes un montón que aprender acerca de sobrevivir al aire libre. Pero no te preocupes, alguien te va a enseñar. —Bueno, me avisas cuando llegue. —Auch. —Fingió estar ofendido. —Te lo mereces. Quizás no tenga la misma experiencia que tú has tenido pero bueno… puedo sobrevivir por mí misma. —Claro, como presionar los frenos al conducir por una capa de hielo. —Levantó una ceja. Su suave expresión desapareció y rostro se colocó más serio.

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—¿Qué se supone que significa eso? —Hiciste la peor cosa que un conductor podría hacer con estas condiciones heladas. —¿Pisar el freno? —Así es. Si llegas a estar en una carretera congelada en el futuro, ni se te ocurra presionar los frenos. Incluso si tus instintos te dicen que lo hagas. —¿Por qué? ¿Qué se supone que hubiera hecho? —Se supone que deberías quitar tu pie del acelerador y cuidadosamente guiar tu coche al girar el volante a la dirección opuesta de donde estás derrapando. Suspiré profundamente. Está bien, en mi defensa, no era la mejor conductora. —Ahora sé que probablemente no te dijeron esto en esa encantadora escuela a la que fuiste pero… —No es divertido, ¡Cory! Además, ¿nosotros no vamos a la misma encantadora escuela? Bien, eso lo atrajo. Sus labios se presionaron en una delgada línea otra vez, movió su cabeza y rodó sus ojos. —Por cierto, ¿cómo está tu dolor de cabeza? —Oh, ¿qué se supone que significa eso? —Podrías relajarte de una vez, Kate. Te encontraban aturdida cuando te vi llenando a propósito tu coche con monóxido de carbono. Gruñí. —Ya estoy bien. Sólo un poco cansada. —Claro, eso es de esperarse. Pero ahora deberías de estar bien. —Oh, ¿ahora eres doctor? —Tengo la suficiente experiencia para saber que cuando respiras monóxido como lo hiciste, los dolores de cabeza y las náuseas deberían desaparecer una vez que te alejas del gas. Esa es la razón por la que abrí las ventanas y eventualmente te saqué del vehículo.

—Gracias —murmuré—. En serio, estoy agradecida por salvarme la vida, Cory. —Si bueno, lo puedo notar por tu expresión y está amigable conversación que estamos teniendo. —Sonrió. Giré mis ojos juguetonamente. No era fácil estar enojada con el adorable Cory, ¿o sí? —De todos modos, trata de no bloquear tu tubo de escape y de encender el gas mientras estés en el coche la próxima vez, ¿eh?

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Estreché mis ojos y formé una línea con mis labios mientras miraba a Cory. Comenzaba a meterse debajo de mi piel. Ahora sabía porque discutíamos tanto en la preparatoria. Siempre tenía que tener la última palabra. Siempre me provocaba. Pero entonces me dije, ¿no era esa una de las maneras en las que los chicos expresaban lo mucho que les gustabas? ¿Cuándo ellos te irritaban juguetonamente, tirando tu cabello para después disculparse? ¿Quién realmente sabía? Si le hubiera gustado a Cory todo este tiempo entonces tiene una rara pero linda manera de demostrar sus sentimientos. —Está bien, ¿regla número tres? —continué, tratando de volver a dirigir nuestra conversación de vuelta al tema principal. —Necesitamos quitar la nieve del parabrisas y de la camioneta para no quedar enterrados. Al menos una vez cada hora, por cierto la nieve está cayendo fuerte. —Encendió el motor y prendió el limpiaparabrisas. Las plumas del limpiaparabrisas iban de un lado a otro quitando la pesada nieve de nuestra vista, haciendo un sonido aplastante—. Ese será mi deber. —Pero quiero ayudar. —Demonios. Escucha, Kate, lo último que necesito es a ti congelándote o volviéndote a desmayar. —¿Perdón? —¿Cuándo fue la última vez que levantaste pesas? —Eso es tan machista, Cory. —Gracias por notarlo. Hago un puchero con mis labios. No era como si realmente pudiera limpiar esta camioneta tan rápido como Cory lo hacía. Y tenía que tener en cuenta que con las temperaturas descendiendo tan rápido como lo hacían, debía de asegurarme que no estuviera afuera por mucho tiempo. Pero, ¿qué pasaba con Cory? ¿Cómo podría resistir el hielo y el frio? ¿Acaso era un súper humano o algo así? Miré a escondidas su duro cuerpo, sus músculos sorprendentemente definidos en su sudadera térmica. Dios, se veía caliente. Y en forma. Podría probablemente presionarme sin ningún esfuerzo de su parte.

Mi mente se desvió por la línea traviesa y me pregunté cómo se sentirían sus fuertes brazos sobre mi cuerpo, abrazándome mientras me hacía apasionadamente el amor. Su perfecta musculatura sobre mi cuerpo. La esencia de su suave colonia me volvía loca. No podía soportarlo más. Necesitaba aire para respirar. Tan sólo pensar que estaría varada en este pequeño espacio con un chico caliente como Cory. Los dos solos. En medio de una tormenta de nieve mientras nuestro refugio era envuelto por la misma.

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—¿Estás suficientemente caliente? —me preguntó Cory, interrumpiendo mi fantasía privada. La verdad era que me sentía caliente en este momento pero probablemente no por la temperatura del coche. Más bien por la temperatura de mis intensas hormonas. —Um, sí. Estoy bien, gracias. ¿Y tú? —susurré. Esto era tan insoportable, ¿cómo iba a poder estar tan cerca de él por Dios sabe cuánto tiempo? —Sí, estoy bien —murmuró en voz baja. Se acarició su sexy barba de chico malo por un momento como si pensara en algo que decir. Apagó de nuevo el limpiaparabrisas y el motor para guardar la poca gasolina que teníamos. Ambos sabíamos en el fondo que si nos quedábamos completamente sin gasolina estaríamos muertos en minutos. No había nada más serio que verse congelado en el helado metal. Un tumba en forma de iglú. Teníamos que ser inteligentes acerca de todo esto. Excesivamente prudentes para poder mantenernos con vida. —Bien, ahora tenemos que mantener nuestra circulación, así que se algunos ejercicios y estiramientos que podemos realizar juntos ya que estamos aquí, ¿de acuerdo? Asentí, asombrada. Realmente tenía todo bajo control. Pero lo último que cualquiera de nosotros necesitábamos era el coágulo en alguna de nuestras extremidades por vernos obstaculizados en un vehículo por horas impías mientras esperábamos nuestro rescate. O porque cada vez que la tormenta iba a cejarnos para que pudiéramos irnos sin mover el vehículo peligrosamente en un negro hielo con muy poco gas. —Está bien —susurré. Casi no hablaba. Una parte de mí sentía curiosidad por cual tipo de estiramientos y ejercicios estaríamos haciendo... juntos. Oh, Dios. Hacía demasiado calor dentro de mi cuerpo de nuevo. Tuve que recuperarme de mis pensamientos y poner mi cuerpo bajo control. Me encontraba molesta. Sorprendida de la forma en que la cercanía de Cory conducía mis hormonas fuera de control. No podía entenderlo. Era como si nos hubiéramos acabado de conocer en noveno grado de nuevo. Todo de nuevo. Sólo que esta vez, no soy una tímida e insegura virgen que sufrió un ataque en manos de mis antiguos

cuidadores antes de que mis abuelos misericordiosamente me sacaran de allí. Cory y yo estábamos solteros… bueno, al menos esperaba que él todavía estuviera soltero, y éramos dos adultos maduros que se hallaban solos, sin ataduras y que podían tomar sus propias decisiones. Así que, ¿por qué me sentía en el interior como una colegiala asustada? Si supiera el por qué.

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—Vamos a tener que movernos continuamente —continuó Cory—. Puedo abrir el techo solar después para limpiar la parte superior del coche y rápidamente poner la tienda de azotea arriba. —¿La tienda de la azotea? —Sí. No me digas que nunca has visto una antes. —Umm. Sí, por supuesto que lo hice. —Me encojo de hombros. —Sí, claro. Es una terrible mentirosa, señorita Kate. —De todos modos, voy a mover los asientos alrededor, aplanarlos un poco para darnos más espacio para movernos, esto fácilmente podría ser un asiento para ocho. —Increíble —interrumpí, mis ojos observando el amplio interior de la lujosa camioneta. Era casi como estar en un avión de lujo o algo privado pero en miniatura. No es como que alguna vez haya estado en uno de esos aviones privados ni nada. Solo había visto un poco en Google, eso era todo. Pero apuesto a que Cory, con su exitoso negocio probablemente le haya parecido alguno de esos juguetes caros. Había artefactos por todas partes en el vehículo. Oscuras pantallas planas que bien podían ser monitores de televisión u ordenadores, ¿quién sabe? Los asientos de cuero suaves también tenían curiosamente ese familiar olor de cuero nuevo en él. Fresco e inmaculado. No me esperaba que un hombre que fuera a tener un simple paseo tuviera tan bien cuidado su coche por dentro. Al menos, no los otros chicos que conocía. Cory y yo realmente no habíamos contactado después de la secundaria. Era increíblemente rápido como los años pasan cuando no mantienes contacto con ellos. A pesar de que Peter salía con los otros chicos para tomar alguna cerveza en un bar de deportes de vez en cuando, rara vez hablaba de Cory en esos días. No tenía ni idea de cómo se había convertido en todo un éxito. Una parte de mí se sentía orgullosa de él. —Fue bueno que adquirieras esta enorme camioneta. —Sí, me transporta alrededor. Pero no siempre lo uso. —¿No? —Conduzco un coche más pequeño para trabajar, Kate. Esta camioneta fue comprada principalmente para cosas de la familia y llevar a mi equipo para la práctica del fútbol.

—¿La práctica de fútbol? —Sí. Entreno a esta pequeña liga. Un grupo de niños que han tenido un mal momento. Mi corazón se apretó. —Oh, Cory, eso tan amable de tu parte. ¿Estás ayudando a niños desfavorecidos? —aclaré.

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—Realmente no me gusta llamarlos así. Quiero decir, no es culpa de ellos que nacieran en esas circunstancias. No quiero que lleven esa etiqueta con ellos a través de sus vidas como si siempre estuvieran en desventaja. —Es cierto. Tan cierto —concordé. No había visto este lado profundo de Cory antes. ¿Había madurado mucho desde que se graduó de la escuela secundaria y en la universidad? Justo cuando pensaba que conocía al verdadero Cory. Es curioso cómo Peter nunca me contó ninguna de estas cosas antes. Entonces me di cuenta de las camisetas atrás mío y todo tuvo sentido. Eran camisetas de fútbol. Cory sería un buen padre algún día… Tragué saliva. Un bulto duro se atrapaba en mi garganta. Me invadieron emociones. Era una locura. No podía entender por qué me sentía de esa manera en ese momento. ¿Fue porque en el fondo, muy en el fondo de mi conciencia… en mi alma, en secreto esperaba esperanzada de que Cory y yo podíamos movernos más allá de las diferencias de nuestro pasado y… estar juntos? Bueno, estaba realmente fuera de mí aquí. Tuve que poner mis nervios y fantasías fugitivas bajo control. Era dudoso que Cory y yo pudiéramos estar juntos. Me parecía tan... inalcanzable en estos momentos. Y no podía soportar el dolor de amar a alguien de nuevo sólo para perderlo de nuevo para siempre. Me lo prometí. Tenía que aferrarme a eso. Tan locamente como sonaba en mi mente, era esencial para mi supervivencia emocional. —Es conveniente para ti que tengas todo este espacio para las cosas —dije, mirando alrededor otra vez. —Sí. Tengo que subir. Oh, y otra cosa, ¿puedes estar de pie en la furgoneta con la tienda de campaña que protege la caída de la nieve, una vez que la ponga arriba? Es importante mantener la circulación. —Guau. Uno podría pensar que nos quedaremos varados por siempre en esta tormenta de nieve, Cory —dije, en broma. —Tengo algunos productos no perecibles en la parte de atrás — continuó, con una sonrisa—. Y unas cuantas botellas de agua, pero eso es todo. Suelo abastecer todo el tiempo pero no he estado alrededor para poner cualquier provisión. —¿Quieres decir que tu criada no llegó a hacer ninguna compra? —corregí con humor. Me dio una mirada burlona, como si estuviera buscando mi cara. Luego rodó los ojos y negó.

—Sí. Lo que sea. Y para que conste, el personal de la casa de mi padre no es mi personal. Vivo solo, ¿recuerdas? —Sí, pero aun así, tienes una habitación en la casa de tu padre… um… mansión, ¿verdad? —Sonreí. —Me parece que estás tratando de decir que el hecho de que mi padre lo haya hecho a lo grande significa que lo he echado a perder. —Oye, no lo he dicho así.

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—Bueno, no siempre fue así —dijo con una profunda voz baja—. Mis verdaderos padres no tenían nada. Fue entonces cuando me enviaron a una casa de acogida. El servicio de menores nos llevó a mis hermanos y a mí lejos cuando nos encontraron viviendo fuera de nuestro coche. —Mierda, Cory. Lo siento mucho. Yo… no tenía idea. —Mi corazón estalló en un millón de piezas de cristal. Sentí su dolor. ¿Cómo era que había conocido a Cory desde la secundaria y ni siquiera sabía que era adoptado? La familia Knights parecía tan junta. Incluso se parecían. Tenía siete u ocho hermanos magníficos. Porque seguramente todos ellos vivieron juntos en ese coche, ¿Cómo pudieron? —No lo estés —respondió Cory con una suave voz. Miró fuera por la ventanilla del lado del conductor a las ráfagas de nieve que caían, podía ver el dolor brillar en sus hermosos ojos oscuros. Luego se giró hacia mí, como si hubiera recuperado el control de sus emociones y añadió—: Todo por lo que he pasado ha pasado por mí. Recuérdalo. Asentí, pensativa. Por supuesto que entendí eso. ¿Quién hubiera sabido que mi pequeña broma tonta habría abierto una herida profunda? —Si no fuera por el dolor y la mierda que había pasado, nunca habría tenido el incentivo para hacer todas las cosas que hago ahora. Incluyendo asegurarme de nunca estar atrapado en un aprieto o indefenso… nunca. —Su voz se fue apagando peligrosamente haciéndose baja. —Lo he oído —murmuré. Tenía que hacer algo para cambiar la conversación. Teníamos que volver al camino antes de que fuéramos a alguna parte que ninguno de nosotros quería ir. —Bueno, es mi turno —dije, mordiéndome el labio. Casi sin aliento—. Vamos a volvernos locos si no nos controlamos… Es decir si no mantenemos nuestras mentes ocupadas. Sus atractivos ojos oscuros bajaron por mi silueta por un momento antes de que se contuviera y desviara su vista de nuevo a mi cara. No podía mentir. Por lo menos mi cuerpo no podía mentir. Disfrutaba de la atención. La cercanía. Todo lo que estábamos viviendo. El montículo entre mis piernas comenzó a palpitar y sentí un cosquilleo. ¡Oh, Dios! ¿Por qué era Cory el que me encendía de esta manera?

—Estoy escuchando —dijo en una voz profunda, baja y Oh Mi Dios sexy. Demasiado sexy. —Vamos a jugar a las veinte preguntas o verdad o reto o algo así. —Me parece muy bien. Pero me gustaría añadir una regla. —¿Añadir qué? —Nada está fuera de límites —dijo con una voz grave que bajó enviando escalofríos por mi columna vertebral y una nueva ronda de mariposas estallaron en mi estómago.

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—¿No hay nada fuera de los límites? —repetí incrédula. ¡Oh, Dios! ¿Realmente quiero esto? ¿Vamos a profundizar… demasiado profundo en nuestros pensamientos, el pasado? ¿Significaba eso que se hallaba a punto de decir la verdad sobre lo que le sucedió a Peter? ¿Y por qué no quería que Peter saliera conmigo? Y Dios sabía cuántas otras cosas tenía embotelladas para “protegerme” como dijo en una ocasión. —Nada —repitió en un tono peligrosamente bajo. Vale, sobrevivir a la tormenta de hielo era una cosa, pero, ¿podríamos sobrevivir entre nosotros y nuestras emociones? —Es un trato. —Tragué saliva a la vez que mi corazón latía con fuerza feroz en mi pecho. No tenía ni idea en lo que realmente me metía.

8 Kate 57

Traducido por Joss Corregido por Anjhely

Dos horas ya se habían desvanecido, mientras que el gas en el tanque lentamente se reducía a niveles peligrosamente bajos. Cada gota del indicador de gasolina amenazaba nuestra supervivencia. Era aterrador de ver. El granizo golpeó las ventanas del vehículo haciendo un fuerte sonido. Vimos como la nieve se amontonaba furiosamente. Era como si fuéramos a ser enterrados vivos por debajo de todo. Temí por Cory saliendo a la calle periódicamente en temperaturas bajo cero, orando, estaría bien. Durante ese tiempo, Cory ya había levantado la tienda de campaña en el techo y había colocado una escalera en el lateral. Cubriendo una buena parte del vehículo haciéndonos más visibles en el caso de que llegara la ayuda. Era una tienda de campaña azul brillante. No sé cómo se las arregló para conseguirla tan rápido. Era como si no hubiera nada que no pudiera hacer. Me encontraba totalmente maravillada con él. Se encontraba, de hecho, negándose a mi asistencia para ayudar a mover la nieve del coche. Insistió en hacerlo solo. De vez en cuando salía del coche para raspar la nieve fresca de la camioneta, especialmente del parabrisas, así no estaríamos enterrados vivos. Me encontraba completamente sorprendida por las habilidades e instintos de supervivencia de Cory y su fuerte, firme y musculoso cuerpo. Se podría decir que realmente se hacía cargo de sí mismo por su condición física y fuerza. Era para morirse de muchas maneras. También me habían sorprendido todas las cosas que había preparado en su vehículo. Mi corazón todavía se apretaba por las horribles condiciones que debió haber soportado como un niño que se veía obligado a vivir en el coche de la familia con sus hermanos y me había dicho que sus padres a veces se peleaban como unos verdaderos animales.

Su padre era un alcohólico que no ayudaba mucho. También un jugador compulsivo que había perdido mucho, incluso el hogar, con el tiempo. Había tanta angustia y depresión alrededor de Cory desde una edad tan temprana, sin embargo, su alma logró mantenerse viva. Uno nunca podría adivinar, que con su dulce humor, ingenio y encanto, había tenido una dura y malvada vida. Había desarrollado un nuevo respeto por mi viejo amigo y aliado.

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Había dicho que se comparaba con un soldado, siempre preparado. Siempre en alerta. La supervivencia siempre en su mente y en sus entrañas. Pero lo que me sorprendió fue cuando dijo: “La supervivencia mental es tan importante como la supervivencia física. Siempre recuérdalo. No dejes que nadie robe tu felicidad”. ¿Era por eso que no dejaba que nadie se metiera en su mente? ¿Sus pensamientos? ¿Sus emociones? Claro, siempre fue sincero, pero siempre contenido y no podía extraer información que no quería dejar salir. No importaba quién fuera. Era un tipo duro que nunca podría ser torturado para que hiciera confesiones de cualquier tipo. La idea me hizo estremecer. Cory era un guerrero en ropa elegante que había llegado a admirar. Me asomé por la ventana, con nerviosismo mordiéndome el labio, con la esperanza de que un vehículo de emergencia o cualquier otro coche apareciera entre la nieve y nos ayudara. Nada. Mi celular ya se hallaba muerto y ya que no podía usar el cargador de Cory, sabía que debería haber comprado un iPhone como todo el mundo, no podía usar el suyo. Sin embargo, no es que hubiera hecho una gran diferencia ahora. Una sensación de malestar descansaba en mi estómago al leer la pantalla de su iPhone: Sin servicio. ¿Cuánto tiempo durará todo esto? ¿Cuánto tiempo podríamos durar así? Solo teníamos comida enlatada en la parte de atrás. Ya habíamos comido una. Bueno, compartimos una lata de atún con algunas galletas secas. Aunque todavía tenemos algunas pequeñas botellas de agua, cerca de 1.500 milígramos de líquido para ser compartidos entre nosotros, Cory había ido y construido una pequeña fogata en un contenedor, sí, lo sé. Increíble, ¿no? De todos modos, se las había arreglado para derretir gran parte de la nieve y colocarla en recipientes vacíos para tener que beber más tarde, sobre todo si la tormenta empeoraba hasta el punto en que salir a la calle por un momento nos matara. La sola idea causó un bulto irregular en mi garganta. Para matar el tiempo, mientras que Cory se encontraba todavía fuera del vehículo, me entretuve ordenando a través de lo que nos quedaba. Había algunas barras de energía. Sí, realmente nos iría bien con ellas. Aun así, era mejor que nada. Incluso si no tenía el cuerpo

como el de Cory. Había dos latas de atún, unas galletas de trigo, sólo algunas pocas a la izquierda, y otras tres botellas de agua. Cory me había dicho en un tono serio que nada debía ser desperdiciado. “Incluso las migas pueden mantenerte con vida si es necesario”, había dicho. Eso significaría recoger cualquier cosa que cayera sobre el piso alfombrado de su camioneta. Mi corazón dio un vuelco en mi pecho de lo que realmente significaba para él. ¿Era así como su familia biológica tuvo que sobrevivir mientras habían vivido fuera de su coche?

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Me puse de pie en medio del vehículo donde el techo solar o lunar se abría hacia la tienda que Cory tan hábilmente había colocado sobre la parte superior del coche. Afortunadamente había suficiente espacio en la parte trasera ya que Cory había aplanado los asientos de felpa para que estuvieran puestos a cada lado de la camioneta dejando un espacio en el centro, al igual que bancos de cuero. Era una especie de íntima y acogedora sensación. Había tirado unas cuantas mantas viejas que había tenido arrojadas en la alfombra suave de su camioneta para que pudiéramos tomar turnos de siesta cada vez que nos sintiéramos cansados. Ninguno de nosotros había tomado una siesta hasta el momento. Era, después de todo, todavía de madrugada aunque a juzgar por el cielo nublado oscuro y la nieve que caía, no se podía decir qué hora del día o noche podía ser. Se sentía tan bien ser capaz de ponerse de pie y realmente conseguir un buen estiramiento. Abrí mis dedos que se sentían como si estuvieran entumecidos y con hormigueo y moví los dedos de los pies. Me había quitado las botas para sentirme más cómoda en el interior, sobre todo en los momentos en que Cory arremetía contra el calor, así nos calentaríamos mejor. —¿Estás bien, ahí dentro? —gritó Cory cuando regresó a la camioneta, al cerrarse la puerta del lado del conductor. Copos de nieve revolotearon cuando entró. —Sí, estoy bien —dije, en cuclillas desde el techo solar abierto y moviéndome hacia la parte delantera del espacioso vehículo—. Oh, Cory. Tienes nieve en el cabello. Vas a coger un resfriado. — Instintivamente, me acerqué y le rocé la nieve de su preciosa melena oscura. Me sostuvo la muñeca suavemente para detenerme. Y me quedé de piedra. Era como si el tiempo se hubiera congelado. Había una sensación eléctrica entre nosotros. Una atracción magnética sexual mientras sus ojos oscuros y seductores penetraban los míos. Escalofríos se dispararon por mi espalda, mis muslos internos pulsaron duro y rápido. No pude evitarlo. ¿Qué demonios se había apoderado de mí? Mis pezones se encontraban duros como piedra y dolían. Dios, dolían por ser tocado. Por ser golpeados por Cory. No podía dejar de mirarlo a los ojos. Me cautivé por ellos. Hipnotizada. Me encontraba en una especie de trance y no quería que se detuviera. Nunca.

Cory trazó el contorno de mi mandíbula con sus dedos suaves y largos. Su tacto suave me hizo cosquillas. Me acarició la barbilla enviando ondas de placer a través de mis venas. ¡Oh, Dios! No podía soportarlo más. Lo necesitaba. Lo quería dentro de mí. Ahora. Santo infierno. No tenía ni idea de dónde venían esos pensamientos traviesos y locos. Era como si hubiera alguna atracción magnética sexual incontrolable entre nosotros. Esto era inevitable, ¿no?

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Cory se acercó más a mí, retirando el pelo de mi cara, levantó mi barbilla hacia la suya y apretó sus labios en los míos mientras deslizaba su mano por mi espalda y mi culo ahuecando mis nalgas. Tan suave. Tan seductor. —Dios, eres tan hermosa, Kate —gimió con placer. Me estremecí de placer y arqueé la espalda a su contacto sexual. Su beso. Oh Dios mío. Su beso me hizo cosquillas en todo mi cuerpo. Me sentía aturdida por el placer en todas partes. Era como si su caliente y húmeda lengua y sus labios cargados sexualmente suaves fueran un elixir mágico derramándose en mi cuerpo. Su potencia sexual era intimidante. Cautivante. Mariposas explotaron dentro de mi vientre. Deslizó su lengua dentro de mis labios entreabiertos y acarició mi humedad. Dios, él sabía cómo besar. Me acarició al éxtasis con su caliente lengua húmeda y chupó mi labio superior. Nunca había dejado a nadie hacer eso antes. Se sentía... erótico. El calor de la expectación me llenó. Luego movió sus labios lentamente hacia un lado y chupó mi lóbulo de la oreja. Grité de erótico placer. Eso se sintió tan excitante. Luego se movió de nuevo a mis labios y besó el oleaje sensual de ellos, volviéndose a mí en una manera que nunca había sentido antes. ¡Oh, Dios! Nunca nadie me había besado así antes. Fuegos artificiales explotaron dentro de mí. Me encontraba caliente y muy cargada, mareada de la emoción. Cory debió haber leído mi mente mientras continuamos besándonos con avidez cuando deslizó su mano por debajo de mí y masajeó la zona por debajo de mi sujetador. En poco tiempo, su mano suave se deslizó debajo de la tela de encaje de mi sujetador y acarició mis pezones duros mientras apretaba mi pecho. —Oh, Cory —grité ronca y jadeante. Era una buena cosa que las ventanas de su camioneta estuvieran tintadas. No es que nadie estuviera cerca para ver lo que pasaba dentro. No tenía que abrir los ojos para saber que las ventanas se encontraban probablemente todas empañadas por nuestra apasionada sesión de besos. Mi coño palpitaba de deseo. Pensaba que iba a morir si no entraba en mí pronto. ¿Lo haríamos? ¿Por fin podríamos intimar después de tantos años de conocernos? Era consciente del hecho de que había conocido a Cory antes de que hubiese conocido a Peter. Fue

Cory quien me gustó mucho en la escuela secundaria, por lo menos al principio. Pero él no me mostraba algo de esta atracción entonces como ahora. Pero me había ignorado en ese entonces. En realidad no me dijo la verdadera razón para la excepción, solo que yo era demasiado inocente para él. Pero ahora, he tenido al menos una experiencia.

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Lo más loco es que esta pasión con Cory se sentía como mi primera vez. La emoción corrió por mi cuerpo por su toque erótico. Cory era un infierno de besador. Sabía cómo golpear todos los puntos calientes en una chica. Esto era lo que me había perdido durante la escuela secundaria y la universidad. Un matiz de celos disparó a través de mí al pensar que Cory había estado con otras chicas antes que yo. Que había dado placer a muchas, incluyendo a una universitaria embarazada, según los rumores, de todos modos. Sin embargo no me atreví a preguntar. —No tienes idea de lo que me haces, Kate —gimió Cory mientras seguía besándome enviando carreras de escalofríos a través de mi sangre—. Dios, me enciendes. Besó el hueco en la base de la garganta bajando hacia la punta de mis pezones después de que profesionalmente se deshizo de mi top y desabrochara el sujetador. Se hallaba encima de mí, sentí su dura y larga erección presionando en mi muslo. Un sentido de urgencia se apoderó de mi sangre. Lo quería tanto que dolía. Pero no sabía cómo expresarme sin sonar como una chica rápida. —Quiero cogerte, Kate —gimió en voz baja, deliciosamente sexy—. Te quiero ahora. —Yo también te deseo, Cory. —Oh Dios, me estremecí, sintiendo como si un orgasmo se acercaba y ni siquiera había estado dentro de mí todavía. ¿Qué tan loco era eso? ¿Era una de esas mujeres que se podrían venir por un hombre chupando sus pezones de la manera correcta? Estaba descubriendo algo sobre mí que nunca había experimentado antes. Pulsaciones recorrieron mi cuerpo mientras su lengua hacia círculos en mis pezones sensibles. Mis pliegues entre mis piernas empapados ahora. Pulsaba duro cuando lentamente movió sus labios hacia abajo, hacia mis labios vaginales hinchados. Mis labios aún se estremecieron sin control de su beso. La química entre Cory y yo era explosiva. No podía explicarlo de otra manera. ¿Qué le hacía a mi cuerpo que era indescriptible? Nunca había experimentar esto con Peter antes. La idea me paralizó. ¿Nunca había experimentado esto con Peter antes? ¿Pero no se suponía que Peter era el amor de mi vida antes de que muriera? Me aparté de Cory, sin aliento. —¿Qué pasa? —dijo en voz baja, atractiva. Su rostro húmedo por el sudor de nuestra sesión de besos en este climatizado y cerrado

espacio. Su rico, pelo negro tenía una humedad sexy y elegante. Se veía tan jodidamente hermoso. Era como una especie de dios griego o algo. Mis ojos se alzaron a sus altos pómulos y nariz perfecta, su piel suave y la forma en que sus deliciosos ojos de color chocolate enmarcados con oscuras pestañas largas brillaban cuando sonreía. Así que, ¿por qué había parado de ir más allá con él? Mi cuerpo se encontraba en llamas. Quería correr por la nieve para enfriarme, pero sabía que probablemente tendría un resultado perjudicial.

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¿Qué sentía? Quería a Cory. Pero no podía dejar de lado mis pensamientos y sentimientos por Peter. Apreté mis sienes con las manos y sostuve mi cabeza hacia abajo. ¿Qué sentía? ¿Culpa? ¿Confusión? Ahora no era el momento de ser mojigata. Tenía muchas ganas de Cory. Realmente las tenía. Dios sabía que mi cuerpo lo deseaba. Lo quería dentro de mí. Quería sentir sus fuertes y musculosos brazos alrededor de mi cuerpo para llevarme al borde del orgasmo y una y otra vez y llevar a mi cuerpo a lugares donde nunca había estado antes. Sabía que él podía hacer eso. ¿Qué era lo que me pasaba? ¿Por qué no había sentido esa tan... explosiva sensación erótica con Peter antes? ¿Por qué me siento de esta manera con Cory? —Cory... yo... La emoción hizo que mi garganta se cerrara. Agarré mi sujetador y la parte superior del piso del vehículo al lado de nosotros y me limpié las lágrimas de mis ojos. Las lágrimas calientes parecían arder en mis mejillas, mientras corrían por ellas. Sabía que se hallaba confundido acerca de lo que acababa de suceder. Los dos estábamos respirando pesadamente. Pero él había parecido más preocupado por lo que iba a suceder después, lo que no sucedió. *** Había pasado una hora y Cory y yo fingimos que lo sucedido no sucedió. Me di cuenta por su expresión que se encontraba enojado, no porque no pasó nada, sino porque estaba herido y no le iba a decir por qué. No le diría la verdad. No quería decirle por qué no podía hacerlo con él. Era demasiado doloroso pasar por estos momentos. Él aceptó, pero no se encontraba satisfecho con mi razón. Vi como hizo flexiones en medio de la camioneta en el suelo. Sus músculos se hincharon a través de su camisa. Era la encarnación de condición física en todos los niveles.

No pude evitar sentir como si estuviera sacando su ira haciendo todas estas flexiones. Se puso de pie, o más bien, se recuperó de un salto y se puso de pie a través del techo de la camioneta donde debía estar la luna que había sido bloqueada con la carpa en la azotea. Admiraba su fuerza. ¿Yo? Me sentí como una mierda de pollo en ese momento. Y no tenía idea de qué sentir. Lo dejé colgando justo ahora. Dejé a los dos colgando. —Tenemos que matar el tiempo —se dirigió a mí cuando terminó su estiramiento. Su tono de voz era plano y sin emociones.

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—Claro. ¿Qué quieres jugar? ¿Veinte preguntas? —Mi pulso era rápido y estruendoso. —Verdad o reto. —¿Verdad o reto? —Sí. Y sin ocultar cosas. Vamos a estar aquí mucho tiempo — dijo, mientras un músculo tembló en su mandíbula. Las palabras provocaron la furia de mi alma. ¿Estaba dispuesta a desnudar mi alma a Cory? ¿Desnudaría su alma para mí?

9 Cory 64

Traducido por Lore (: y Micaelajo♥ Corregido por Anjhely

—Bien, vamos a jugar verdad o reto —susurró Kate. Ella se había acordado pero parecía como si no estuviera muy segura. Pero, ¿qué había esperado? Era suficiente tiempo para detener esta cubierta y obtener lo que está realmente en nuestras mentes. Podríamos morir aquí juntos. El tanque de gas se hallaba prácticamente vacío. Sabía que no sería capaz de encender la calefacción más de diez minutos por cada hora que pasaba. Esto era muy arriesgado. Así que puede ser también, quemar tiempo y mantener nuestras mentes desde el número que va. Y llegar a lo que está realmente molestándola. Independientemente de si me encontraba dispuesta a escuchar la verdad o no. —Bueno, empecemos —dije mientras cruzaba mis piernas en el suelo junto a ella. Acaricié la barba en mi mentón, mis ojos miraban cuidadosamente sus hermosas facciones. Sus labios carnosos ligeramente abiertos y parecía apetecible pero tuve que mantener la calma. Tuve que recuperar el control de mis sentidos antes que colapsara o algo. —¿Verdad o reto? —dije enfáticamente, mirando en sus grandes ojos marrones. Pude ver que trataba de no retorcerse. Los giros en su cabeza deben haber sido hilados. Iba a dejarme entrar. ¿En su mente? ¿O iba a atreverse a hacer algo loco? Este era el momento en el que realmente íbamos a conocernos mejor el uno al otro. Y quizás perder todos esos sentimientos reprimidos que ambos habíamos tenido por años. Qué manera de matar el tiempo. Ella miró hacia abajo momentáneamente como si meditara qué hacer. El largo y frágil silencio estaba lleno de tensión. Tensión pura. Aspiró una profunda respiración. Traté de no echar un vistazo a la forma en que sus pechos subían y bajaban. Mi pene tembló solo al pensar en hace unos momentos, cuando mi lengua se hallaba sobre sus bonitos pezones rosados. Había algo en los pezones redondos duros de color rosa que me encendían. Disfruté viéndola arquear su espalda y

gemir de placer cuando chupé duro sus pezones. Dios, no tenía ni idea lo que me hizo. —La clave es responder a la pregunta antes de que acabe la tormenta —le pedí, tomándole el pelo. Me resistí a la tentación de sonreír. Después de todo, era su idea el matar el tiempo jugando un juego de la mente ¿no?—. En algún momento dentro de las próximas veinticuatro horas estaría bien… o veinticuatro segundos. Rodó sus hermosos ojos y frunció sus apetitosos labios. ¿Kate sabía si quiera lo caliente que era cuando hacía eso?

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—No tiene gracia, Cory —murmuró. Sabía que ganaba tiempo. Me hallaba deseosa de ver a donde iría con la verdad o reto. Ella sabía lo suficiente acerca de mí para saber que podría seguir profundo. Realmente profundo si lo quería. No tomé prisioneros. —Ya que estas teniendo un momento difícil… —Verdad —gritó ella. Entonces se mordió el labio inferior. ¡Oh mierda! No hagas eso. Murmuré en voz baja. Que solo lo hizo peor para mí. —Bien —sonreí—, verdad. —Me di cuenta que se sentía nerviosa por la sonrisa maliciosa que encontró su camino a mis labios. Una vez más, se sentó con sus piernas cruzadas en la alfombra del vehículo todoterreno. Sentada en el lado opuesto a mí. La nieve soplaba fuerte, haciendo un aullido sonó afuera pero ninguno de nosotros pensamos en eso. Teníamos otras cuestiones que atender ahora. —¿Quién fue tu primer amor? —pregunté. No sabía por qué empecé con esa pregunta pero se me acababa de ocurrir. Teníamos tiempo para matar y quería ver quien fue ese tipo. ¿Era realmente Peter o alguien más? Y, ¿qué edad tenía en ese momento? Ella siempre parecía un ratón de biblioteca y una buena chica y tenía en serio dudas desde el principio que pudiera tener chicos en su mente. No era como las otras chicas en noveno grado cuando nos conocimos. —Tú —susurró, volvió la cabeza para mirar por la ventana como si no quiera que viera la profunda reacción en sus ojos. Ella no sabía que no estaba tan preparado para eso. —¿Yo? —La sorpresa casi quitó las palabras de mi boca antes de hacer un sonido. Era una buena cosa que pudiera reenfocar mi energía tan rápido como lo hice. —Sí, tú. Ahora es mi turno —bromeó, tratando de hacer caso omiso al obvio impacto que su respuesta tuvo en mí. Dios, mi pene reaccionó a su respuesta. ¡Mierda! ¿El primer amor de Kate se trataba de mí? De ninguna maldita manera. —No tan rápido, Kate.

—Oh, no —disparó otra vez, pensé que debe haber sido una sonrisa de satisfacción la que le tocó los labios. Tenía todo resuelto, ¿verdad? Sabía que le dolía decirme la verdad. Probablemente no quería que supiera que su primer amor fui yo. ¡Mierda! ¿Kate se había enamorado de mí primero? ¿Ella me quería antes de Peter? ¿Estaba... con muerte cerebral antes?

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Sabía que yo le había gustado pero no tenía idea cuan profundo fue eso. Pensé que era solo una cosa de amigos. No la había invitado a salir porque realmente pensé que no me encontraba en eso de las citas, ni nada parecido. Eso fue hasta que Peter entró en escena. —Nunca dijiste que teníamos que elaborar nuestras preguntas. ¿Tenemos que hacerlo? Al menos cincuenta preguntas de verdad o reto para hacer, ¿cierto? —continuó, sus brazos cruzados sobre sus grandes pechos y su cabeza inclinada hacia un lado. ¡Joder! Estaba buena. Me tenía allí. —Bien —concedí. Dos pueden jugar este juego. —¿Verdad o reto? —me preguntó tan inocentemente como si nada fuera de lo común acabara de pasar. Arqueó una ceja y miró de manera tan… adorable lo que molestó a los diablos en mí desde que quiero saber más sobre el primer amor. Pero ella no iba a ir más lejos. Bien. —Verdad —grité. Me recosté en el asiento de cuero suave detrás de mí y levanté mi barbilla. Mis ojos nunca dejaron los suyos. Jugué a ser genial. Pretendiendo que nada me atemorizaba. La verdad era, que usualmente no me tomaban desprevenido. Pero lo que me había revelado… bueno, realmente fue directo a mi corazón. —¿Cuál es la cosa de la que más te has arrepentido? Miré a sus ojos. Sus hermosos y grandes ojos cafés tenían tanta alma y profundidad. Eran tan inocentes, conocedores, como cautivadores al mismo tiempo. Oh, Kate. Realmente debí hacerte mucho daño, ¿no? Pensé en todos los momentos en los que la aparté, decepcionándola cuando había querido pasar el rato conmigo. Incluso le dije que estábamos en diferentes lados de la vía y que debía encontrar otros amigos para pasar el rato. ¡Mierda! Eso debe haber picado ella todos estos años. —No haberte invitado a salir cuando te conocí —respondí tranquilamente. No tenía idea de dónde venía eso. ¿Pero era lo que se encontraba en mi mente? Lo dije en voz más baja de lo que había previsto.

Había esperado que ella no estuviera investigándolo. Me di cuenta, por la asombrada mirada de ciervo que me daba, que se sorprendió igualmente con mi respuesta como yo con la suya. —Un... yo... —Kate lucía asombrada. Dios, sus mejillas encendidas como cincuenta sombras de rojo o algo así. Resistí el impulso de sonreír. Por supuesto, en realidad no era tan gracioso. Esto era, después de todo, la verdad, ¿no?

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Sabía que ella realmente quería investigar más pero… era demasiado malo. Como he dicho, dos podían jugar su juego. Esta cosa de verdad o reto resultaba ser más interesante de lo que había imaginado. Vamos a poner todo esto fuera, Katie. Para ver donde nos lleva. Kate respiró profundo. No podía dejar de mirar fijamente sus suaves ojos cafés. Dios. Ella lucía tan adorable. Éramos solo Kate y yo en la parte de atrás de mi todoterreno. Solos. Juntos. El único sonido entre nosotros en este momento era el silencio. Me preguntaba si ella podía oír los fuertes latidos de mi corazón. El único sonido en el exterior eran las rugientes ráfagas de viento y ocasionalmente el golpeteo de los gránulos de nieve en la ventana del vehículo. Se encontraba oscuro afuera. La visibilidad era casi cero. Simplemente soplando nieve por todas partes bajo el cielo nublado. No había señal de ayuda en millas. Podríamos estar aquí para siempre. ¿Quién sabía realmente? Dentro del auto la temperatura empezó a caer en picada. Estábamos casi sin gasolina. —Aquí —dije, tirando de una de las mantas sobre el hombro de Kate. —Gracias, ¿qué pasa contigo? —dijo, tranquilamente. Kate se veía verdaderamente preocupada por mí y realmente llegó a mi corazón. —Estoy bien, gracias. Tengo mis músculos para mantener mi calor. Sonreí juguetonamente y miré cómo ella daba esa linda media sonrisa suya y rodaba sus ojos. Al menos ahora que se hallaba cubierta con la manta dejó de tiritar. Y, oh, si… no tendría que torturarme mirando los pezones erectos duros como una roca, parecían hacer una forma a través de su blusa ajustada. Podía decir que el frio había llegado a su piel. Literalmente. Quería agarrarla y abrazarla fuerte y compartir el calor del cuerpo con ella. Oh, si solo Kate supiera cómo me sentía sobre ella ahora mismo. Moriría por ella. Moriría si no escatimara su vida. No sabía lo que se apoderó de mí, de repente. Pero había tenido un par de escenas

retrospectivas del pasado, del día que nos habíamos conocido, el primer día en la escuela. Y cada día después hasta este punto. El momento en que nos llevó a desnudar nuestras almas, el momento crítico donde ambos jugamos en el borde de lo desconocido. Bien podríamos morir de hipotermia si las patrullas de rescate no nos encontraban pronto. Mis intermitentes todavía parpadeaban pero, ¿quién demonios sería capaz de vernos? Miré el teléfono sobre el tablero. Todavía no hay señal. ¿Se encontraba toda la ciudad sin energía ahora? —¿Estás seguro que no tienes frio? —murmuró Kate suavemente.

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—Estoy bien. —Medio mentira. Me sentía bien estar a solas con ella y si tuviera que morir con alguien… definitivamente escogería a Kate. Pero no sería bueno por mucho tiempo ya que mi temperatura corporal había caído. Pero no se lo diría. No quiero que se preocupe por mí ahora. Yo era un soldado de corazón. Probablemente podría durar más que algunos…hasta el amargo final. —¿Que hay en tu mente? —me preguntó Kate. Podía ver que la chispa se había ido de sus ojos. Miraba algo perdida. Temerosa, probablemente, sabía que solo tenía tanto tiempo antes que tuviéramos congelado nuestro culo. —¿Esa es una pregunta de verdad o reto que estas tratando de colar? —Levanté una ceja, tratando de restar importancia a la forma que me sentía en el interior y la posibilidad de levantar su ánimo. —Muy divertido. —Sonrío—. Quise decir. Fuera de registro o fuera del juego. —¿Realmente quieres saber Kate? —Sí —dijo en voz tan baja, que apenas podía escucharla. Suspiré. Debería decirle lo que realmente está en mi mente. —Me gustaría terminar lo que habíamos empezado —respondí en voz baja. —¿Te refieres a verdad o reto? —Levantó una ceja, su voz era suave y baja. ¿Estaba siendo arrogante o fingiendo inocencia? ¡Dios mío! Si solo supiera lo que realmente sentía por ella ahora mismo. —Sí. Lo que sea. ¿Verdad o reto? —Reto —respondió sin sudarlo, inclinando su cabeza hacia un lado. —Bésame. Kate me dio esa mirada sorprendida de nuevo. ¿Podrían sus ojos marrones hacerse un poco más grandes de lo que ya estaban? La respuesta fue afirmativa. Si pudiera verse a sí misma en el espejo. Su mandíbula cayó abierta. Me incliné más cerca de ella.

—Creo que se supone encontrarte con mis labios con tu hermosa boca abierta, Kate. Dejó escapar un suspiro. Tenía la cara roja como remolacha. —S… seguro —respondió con un débil intento de sonar valiente. Se inclinó más cerca de mí ahora y cerró los ojos. Dios, el aroma de su dulce perfume me volvía loco, fuera de mi mente. Me aparté. Luego abrió los ojos. —No. No en los labios —intervine. —¿Qué? —La boca de Kate se abrió de nuevo.

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Procedí a desabrochar mis pantalones, mi mirada sosteniendo la suya. —Mierda. No. —Kate meneó la cabeza y trató de levantarse pero su cabeza golpeó el techo del auto—. ¡Ay! —gritó. —¿Estás bien, Kate? —Me acerqué a ella. —Sí. Estoy bien. Volvamos al juego. —Se sentó mordiéndose el labio de nuevo. Dios, ella realmente me enciende cuando hace eso. Mi pene se encontraba más duro por un segundo, pero tuve que controlarme. Continué abriendo la cremallera exponiendo mi tatuaje de dragón en mi abdomen inferior. —Dame un beso allí. Justo debajo de mi ombligo. Justo en el tatuaje. Se sonrojó de nuevo. Podría decir que se sentía humillada. —¿Qué pensaste que quería decir, Kate? —Levanté una ceja con diversión. Rodó los ojos y bajó su cabeza a mis abdominales. Me había tomado desprevenido cuando hizo una pausa y miraba ansiosamente mi six-pack como si nunca hubiera visto a un hombre marcado antes. —¿Qué va mal? —pregunté. —Guau. Solo… guau. Nunca he visto un arte tan hermoso antes, y guau, tu six-pack… ¡Estás en forma! —¿Te gusta? —Me encanta —dijo, moviendo sus dedos sobre el diseño del dragón negro que serpenteaba a través de mis abdominales. Sus manos enviaron mi sangre alto. Su toque era como una poción mágica. Bajó sus labios para besar mis abdominales. Moví mi mano para levantar su barbilla. Bajé la cabeza a la de ella y presioné mis labios contra los suyos. Chupamos los labios del otro por un tiempo y luego deslicé mi lengua dentro de su boca húmeda y caliente. Besamos el infierno el uno del otro como animales hambrientos, devorando con avidez

mutuamente; suave, tierna, húmeda… estremecieron como el infierno por su tacto.

erótica.

Mis

labios

se

En poco tiempo Kate se hallaba encima de mí. Me agarró de la camisa y tiró de ella fuera. —Guao, espera —le sonreí—. ¿Segura que quieres…? —Es verdad o reto, ¿No? No dijiste donde puedo besarte — murmuró en mi cuello. A la mierda esto, me tomó desprevenido y muy poco me toma desprevenido. Esto no era tan como Kate. Era el frío en la camionera hablando.

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No podía controlarme por más tiempo. Mi erección me estaba volviendo loco, fuera de mi mente. —Oh, Kate —gemí de placer desgarrado a través de mí. Apreté mis labios en su cuello y chupé fuerte antes de pasar otra vez a sus pezones. En poco tiempo, tenía su ropa libre. No parecimos preocuparnos de que estábamos desnudos en este momento. Todo salió tan rápido. Me encontraba encima de ella en un abrir y cerrar de ojos. Descendiendo en su ombligo y besándola con avidez con una pasión altísima que nunca había sentido con ninguna otra mujer. Kate era diferente. No era más que… bella por dentro y por fuera. —Déjame conseguir un condón. —Mi voz era tan ronca que apenas la reconocí. Asintió, respirando pesado. Me moví hacia la guantera y saqué una caja, un montón de cuadrados envasados con condones dentro. —Guau, estás preparado. —Kate se apoyó en sus codos mirándome, sin aliento. Sonreí. —Podría ser valiente, pero no soy ningún tonto. Siempre he jugado a lo seguro. Ella parecía fundirse en una sonrisa y una mirada de aprobación. —Bien, porque quiero Cory. Lo quiero todo de ti. Inclinó la cabeza. Pude ver sus hermosos pechos redondos en la tenue luz de la linterna de emergencia con pilas que tenía en el coche. Se veía preciosa. No podía esperar para anidar mi cabeza en su suave vello púbico oscuro y deslizar mi lengua dentro de sus pliegues húmedos. Puse el condón sobre mi duro pene y volví sobre mis rodillas y usé mis piernas para extender la suya abierta cuando ella se puso de nuevo en la alfombra de la camioneta. —Dios, ¡Kate! Eres tan hermosa —dije en voz baja, admirando su hermoso cuerpo, su preciosos resplandor y su olor—. ¿Estás lista? Asintió, mordiéndose el labio. Se veía como un gatito nervioso. —Dios, Kate. ¿Esta no es la primera…? —No —replicó. —Yo solo… un poco de frío aquí, eso es todo.

—Sí. Voy a cambiar eso en un minuto —murmuré seductoramente—. Desearía que fuera nuestra primera vez, chica. —No sé por qué esas palabras salieron de mi boca, pero era la verdad. Odiaba que Peter tuviera el placer de tenerla. Tiempo. Ella debería haber sido mía desde el principio. Desearía que fuera para ambos nuestra primera vez. ¡Pero qué diablos! Sería mía y para siempre si tenía algo que ver con eso. Mi cuerpo vibraba con anticipación. Este era el momento que había esperado durante tanto tiempo. Para estar con Kate. Para llevarla a un delicioso orgasmo como nunca conoció antes.

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Seguí lamiendo y besando su cuerpo, lento y pausado mientras mis manos trazaron sus hermosas curvas. Su cuerpo se hallaba tan caliente. Mi sangre bombeaba duro y rápido. Quería tanto estar profundamente dentro de ella. Corrí mis dedos a través de su suave vello púbico y vi como se retorcía de placer. Dejó escapar un gemido y mi pene tembló. A ella le encantaba eso. Bueno. —Dios, ¡Kate! Estas tan mojada, chica —dije, mi voz baja y ronca. Reaccionó gimiendo y moviendo su cuerpo mientras deslizaba mis dedos dentro de su estrecha y húmeda vagina. Presionó sus manos sobre mi cabeza mientras bajaba mis labios a sus pliegues húmedos. Deslicé mi lengua hacia arriba y abajo, luego empujando dentro de ella y gritó. El espasmo de su cuerpo me excitaba. Ella gimió y gritó de placer cuando llevé mis manos hasta sus pezones y apreté duro antes de arrastrar los dedos hacia abajo a su dulce coño. Sus jugos sabían tan dulce. Dios, mi erección se encontraba hinchada ahora. La follé con mi lengua, entrando y saliendo mientras ella gimió y gimió incontrolablemente antes de que se viniera con un estremecimiento gritando mi nombre. Me subí sobre ella y cubrí su cuerpo con el mío. Apreté mis labios a los suyos ahora. Se lamió los labios como si disfrutara el sabor de sus propios jugos en mis labios. —Oh, cariño, eres tan dulce. Sabes tan bien, ¿lo sabías? —gemí. Ella parece fresca, limpia y tan condenadamente dulce que me enciende como un loco. Seguí chupando su cuello y sostuve sus brazos encima de su cabeza. Extendí sus piernas con las mías y ella curvó sus piernas alrededor de mi cintura. Se encontraba húmeda y lista para mí. Dios la amaba. Oprimí mis caderas contra las suyas y en poco tiempo, mi pene se deslizó dentro de su coño mojado. Estuve asombrado en como ella se había apretado alrededor de mi pene. Si no era virgen, seguro no era muy experimentada tampoco. Había estado con bastantes chicas para conocer un buen coño cuando veo uno. Kate estaba muy bien.

Empujé mi erección dentro de ella, bombeando duro y rápido gritando su nombre, la camioneta se balanceaba al ritmo de nuestro sexo. La experiencia en este cerrado espacio en medio de una loca tormenta de nieve fue indescriptible. El calor del cuerpo entre nosotros generaba suficiente calor para cocer al vapor el coche. Mis bolas golpeaban contra su piel haciendo un fuerte sonido de bofetada. Me encantó la forma en que molió sus caderas contra mi pene mientras la cogí con fuerza.

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—¡Oh, Dios! —grité mientras mi cuerpo entró en un mayor espasmo antes de que mis músculos se relajaran. Vibraba de la cabeza a los pies. Ambos nos venimos al mismo tiempo. ¿Cómo podría describirlo? El placer entre Kate y yo era… explosivo. Las pulsaciones continuaron creando tensión en mi cuerpo como la electricidad. Kate era la elegida. Había tenido muchas chicas antes de ella… pero no así. Kate era la elegida. Un profundo sentimiento de paz entró en mi alma al estar con ella. Llámalo destino o lo que sea. Pero fuimos hechos para estar juntos. Loco pensamiento, lo sé. Pero eso era lo que había sentido. —Kate. Te necesito. Te necesito en mi vida, como necesito el aire para respirar —susurré mientras besaba su frente y acariciaba su cuello con mis labios. Ella me apretó tan fuerte, sentí su oleada de energía con la mía. —Oh, Cory —susurró. La temperatura del coche volvió a aumentar. Vapor había empañado las ventanas. Disfruté la emoción de explorar su cuerpo y traer su placer. Era como si yo hubiera sido hecho para ella… para hacerla feliz. No tenía otra manera de describirlo, dulce Kate. Debo haber sido un maldito tonto por haberla dejado ir hace años. ¿Por qué no había hecho un movimiento en ella antes? Oh, sí. Casi se me había olvidado. Porque era un verdadero idiota entonces que trataba de averiguar mi vida y probablemente no la hubiera apreciado entonces como lo hago ahora. Sudor humedece nuestros cuerpos y me estiré para agarrar la manta así nosotros no terminaríamos por resfriarnos cuando la temperatura baje otra vez. Nosotros nos habíamos secado y agarré unas toallitas desde atrás que mi tía había dejado en la camioneta y nos limpiamos. Era tan… protector con Kate. No quería que nada malo le pasara. De repente, sentí un abrumador sentido de siempre protegerla. Pase lo que pase. Kate era una joya. Una mujer preciosa inestimable para ser atesorada, cuidada… adorada.

—Dios, te quiero tanto, Kate. Que duele. No sé por qué lo había dicho, pero lo hice. Los dos nos pusimos de espaldas mirando hacia arriba a través del techo solar a la ventana de plástico trasparente por encima de nosotros. Era dulce. El resplandor de hacer el amor nos capturó, nos había sedado. ***

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Mucho más tarde, no podía asegurar de cuánto tiempo estuvimos juntos, pero una buena cantidad de tiempo debe haber pasado. Ambos nos habíamos quedado dormidos. Me desperté primero para ver que todavía se encontraba oscuro afuera. Entonces, como si hubiera sentido que mis ojos se encontraban abiertos, Kate abrió sus hermosos ojos marrones y volvió la cabeza hacía mí. Todavía respiraba pesado de nuestra dura sesión de sexo y hacer el amor, con sus ojos bien abiertos. Una mirada se plasmaba en su rostro que no podía describir. ¿Era confusión? ¿Anhelo? No podría decir. —¿Qué hay en tu mente? —pregunté. —Yo… yo nunca me sentí de esta manera antes —susurró, sin aliento. Su mirada lejos de mí. Oh, no. No otra vez. —¿Qué pasa, Kate? —dije en voz baja. —Yo… yo… vine… —¿Qué? —Ahora era mi turno para apoyarme sobre mis codos—. ¿Qué quieres decir, con que tú nunca te has venido antes? —Yo… —Me di cuenta que ahora se sentía avergonzada. Ella tenía la manta cubriendo la parte delantera de su cuerpo, mientras se encorvo de hombros. —¿Quieres decir que…? Peter no podía… —Hizo lo mejor que pudo —dijo ella, mordiéndose el labio bastante lleno. Las lágrimas parecen brillar en sus ojos y miró hacia arriba como si pensara en qué decir a continuación. —Probablemente me iré al infierno por decir esto porque, Dios sabe que amaba a Peter. Es solo que… no me había sentido así antes… —Oye, hombre. Eso está bien. A veces es así. —Pero no debería serlo. ¿Debería? —Hola, Kate. Me gustaría tener todas las respuestas, pero… la única respuesta que tengo es lo que siento por ti y lo mucho que quiero estar contigo. Durante el tiempo que tenemos.

Kate me miró. Limpié una lágrima de su mejilla. —Realmente me preocupo por ti Kate. La verdad es que nunca me sentí así con ninguna chica antes. —¿No lo has hecho? —No. Y esa es la verdad. —Esto molestó el infierno de mí que el tarado de Peter no pudo ni siquiera darle placer como ella había merecido gozar. Kate realmente merecía lo mejor. No pude hacer nada de eso entonces… pero podría ahora. —Cory, quiero terminar nuestro juego de verdad o reto.

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Sonreí. —¿Ahora? ¿Estás segura? —Sí. Mi turno. ¿Verdad o reto? —Verdad —respondí. Dios, ¿dónde iba Kate con esto ahora? Sentí que ella aún tenía mucho sobre su pecho para sacar. —¿Qué pasó la noche en que Peter murió? Mi sangre se heló. Tenía que decir la verdad. Incluso si eso sería precisamente lo que haría que me odie.

10 Cory 75

Traducido por Leen! y Triana R. Corregido por Isav

—¿Estás segura que quieres escuchar toda la verdad? —Ofrecí una última vez para escapar del horror de la verdad de esa noche. Sobre el tipo que creía conocer. El chico del que pensaba estaba enamorado de ella. Sí, había querido decirle desde hace mucho tiempo. Pero al mirarla ahora. Al verla así... Realmente no quería arruinar su felicidad. Era increíble cómo un tipo como yo podría cambiar las cosas tan rápido. Estando tan cerca de Kate ahora—hacerle daño era la última cosa que quería hacer. —Sí —dijo ella, levantándose y poniéndose el resto de su ropa. Mi propio cuerpo ardía aún desde hacer el amor dulcemente con Kate. Aun no estaba dispuesto a ponerme toda mi ropa de nuevo. Solo tenía puesto mi bóxer de seda. Tomé una respiración profunda. Mi mandíbula apretada. Ella quería la verdad. Se merecía la verdad. Incluso si le hiciera daño y empañara su recuerdo de Peter para siempre. Pero, diablos, bien podríamos morir aquí hoy. Bien podría sacarlo todo a la luz y seguir adelante. Kate llevaba una cantidad abrumadora de culpabilidad por esa noche. Se culpaba y yo lo sabía. No quiero que tenga que cargar con eso y de paso arruinar cualquier oportunidad para ser feliz que pudiera tener. Esto no era ni siquiera era acerca de mí. Además, incluso si ella no me quería, todavía merecía saber la verdad para que pudiera seguir adelante y dejar de culparse por algo que no pudo controlar. —A Peter realmente le gustabas, Kate. De verdad lo creo. —¿Pero...? —Pero hay muchas cosas que no sabías sobre él —le dije, tratando de controlar mis emociones. —Espera un minuto. Dijiste que yo le gustaba. ¿No me amaba?

Volví mi cabeza, tratando de no mirarla fijamente a los ojos. Simplemente no podía soportar el dolor de lo que estaba por venir. ¡Mierda! No tenía idea de lo difícil que sería. —¿Qué sabes acerca de esa noche, Kate? Ella pareció dudar, su expresión facial se retorció de dolor. —Yo... —Ella enderezó los hombros y me miró a los ojos—. Sé que en parte la culpa fue mía. —No, no lo fue.

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—¿Cómo puedes estar tan seguro? —Porque... —Mira, Cory. Sólo escúpelo, ¿de acuerdo? Sé que algo salió mal esa noche cuando le dije a Peter que no me encontraba lista para casarme con él todavía. Sé que él se fue y probablemente fue a algún tipo de noche para chicos a pasar el tiempo y, probablemente, tonteo con otra chica. Lo llevé a hacer eso... —¡No, no lo hiciste, Kate! —Mi voz era más fuerte y más ruidosa de lo que había previsto. Kate parecía acurrucarse en una pelota. Kate se mordió el labio, su rostro parecía temblar. —¿Qué. Pasó? —dijo enfáticamente, su voz fría y uniforme. —Él estaba enojado esa noche, pero no fue a causa de todo lo que le habías dicho. —¿Qué quieres decir con eso? —Kate... —Cory, esto me está matando. Sólo dime lo que pasó esa noche. ¿Qué escondes? —La verdad, Kate. Peter... —¿Sí? —Peter tuvo una pelea con su padre esa noche. El rostro de Kate se tornó más preocupado. —¿Qué pasó? ¿Por qué no me dijeron eso? —Porque, era acerca de sus problemas personales por los que terminaron peleando. —¿Cómo cuáles? —Su papá, sabes el pez gordo ayudante del fiscal y todo eso. Bueno, él tenía esta imagen de su hijo que quería defender. Él era más poderoso de lo que piensas. Un pedazo de mierda con traje. —Cory. —Kate se quedó sin aliento. —Peter no era lo que él esperaba en un hijo. Peter sabía que él no podía estar a la altura de sus expectativas.

—¿Y? —Bueno, Peter tuvo suficiente. Le dijo que iba a estar con la persona que amaba y eso era todo. No iba a estar llevando una doble vida como su padre o su tío. —Espera un minuto. Su padre era agradable conmigo. ¿Estás diciendo que realmente me odiaba?

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—Oh, no. A su papá le agradabas —dije, mordiéndome el labio y evitando sus ojos. Mi mirada se desvió hacia la ventana y las ráfagas fuertes de viento y nieve que daban cada dirección. Al igual que mis pensamientos ahora mismo—. Hubieras sido una cubierta perfecta para su hijo ¡Dios Kate! yo no quiero tener que explicártelo en detalle. Por favor, sólo entiéndelo y sigamos adelante. No dejes que te torture así. —¿Qué estás diciendo, Cory? —El aliento de Kate era poco profundo ahora. Prácticamente podía oír su corazón latiendo fuerte y rápido en su pecho. ¡Cristo! ¿Por qué tengo que ser yo el que la rompa con esto? —Peter estaba enamorado de Bruce el del equipo de futbol. Ahí, lo dije. Y las palabras se sentían como ácido en mi lengua, porque le hacía daño a Kate con la verdad. No porque Peter era realmente gay y se encontraba en el armario, sino porque Kate realmente pensaba que él había querido estar con ella y sólo a ella. —¡Mierda! ¡Esa es una de las razones por las que se encontraba enojado cuando tomó tu virginidad, Kate! Kate se puso lívida, se veía como si estuviera congelada, en estado de shock. Abrió la boca para decir algo, pero las palabras no salían. —¡Kate! Kate, háblame. Di algo. Kate se abrazó, meciéndose hacia adelante y hacia atrás con nerviosismo, con una expresión aturdida en su cara. Parecía paralizada por el shock o algo así. Había vuelto la cabeza para mirarme y sus oscuros ojos perforaron los míos. La daga en su mirada me apuñaló directamente a través del corazón. Me mató a ver a Kate así. Pero tenía que hacerle saber que no era su culpa.

11 Kate 78

Traducido por Ayrim Corregido por Anakaren

¡Oh, Dios! ¿Dónde estoy? ¿Cuánto tiempo he estado fuera? ¿Cuánto tiempo he estado aquí? ¡Ouch! Mi cabeza me está matando. Me hallaba acostada en una cama estrecha en una habitación con aire caliente. Me sentía débil, paralizada. ¿Estaba fuertemente sedada? ¿Me encontraba muerta? Mis párpados se sentían demasiado pesados para abrirlos, pero oí el sonido del pitido de una máquina y el zumbido de lo que sonaba como aire acondicionado, pero no podía ser eso. Me sentía demasiado caliente. Mi cuello se encontraba asegurado en algún tipo de soporte. El aroma a desinfectante de pino flotaba más allá de mi nariz, ese olor característico de producto de limpieza de hospital. ¿Me hallaba en una cama de hospital? Me devanaba los sesos tratando de averiguar lo que pasó. ¿Por qué estaba allí? Llevé mi mente a la deriva de nuevo. Traté de mover mi mano, pero sentí una sensación de pinchazo en una de las venas en mi mano derecha. Había una vía intravenosa insertada. Los líquidos deben de estar corriendo a través de mi sangre ahora mismo. Líquidos cálidos. Probablemente sal, agua o algo. Eso fue lo que me dieron antes, cuando estuve en un hospital con un caso grave de meningitis. Mi mente se quedó en blanco como si hubiera caído en una nada. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Estaba muerta? ¿Me estaba muriendo? Silencio. Oscuridad. Momentos pasaron antes de ser consciente de mi entorno de nuevo. Tal vez fueron horas las que transcurrieron. ¿Quién sabe? Gemí,

pero no creí que nadie estuviera en la habitación para escucharme. Mis párpados se hallaban todavía pesados y permanecieron cerrados. Debo haber estado drogada. Tal vez con morfina o algo así. El miedo se apoderó de mi garganta y no la soltó. Me encontraba atrapada en el interior de mi ser y mis pensamientos. Mi culpa. La culpa siempre fue una carga pesada de llevar. Pero, ¿por qué había sentido ese tan horrible ataque de culpabilidad? ¿Qué había hecho o que no había hecho?

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Piezas de imágenes salpicaban toda la pantalla oscura de mi mente. Peter. ¡Oh, Dios! Peter se había ido. Estaba muerto. Mi corazón se apretó con el recuerdo. ¿O había simplemente pasado? Sentí que las lágrimas brotaban dentro de mis párpados. Peter se encontraba de pie inclinado sobre mí... Miré y miré a mí alrededor. Grité pero nadie me escuchó. Me encontraba en un ataúd y él miraba por encima de mí. Luego cerró la puerta. Grité y di un golpe duro en la madera, pero no pasó nada. Se encontraba oscuro. Oscuro, frío como el hielo. Me sentía entumecida. Sin vida. ¿Por qué Peter me había encerrado ahí dentro? ¿Por qué? Mientras sentía que el aliento era succionado fuera de mis pulmones, la puerta del ataúd se abrió de nuevo. Esperaba encontrar a Peter, pero no era él. Era Cory. Cory Knights. Cory me salvó de ser enterrada viva. Cory. Cory. Cory. Mi mente se quedó en blanco. Vacío de nuevo. Momentos más tarde, volví a estar consciente otra vez. Desperté, pero mis párpados aún se encontraban cerrados y apretados como si estuvieran sellados. Como si nunca fuera capaz de volver a abrirlos más. Como si nunca volvería a ver de nuevo. Esta vez las imágenes de estar sumergida en un río helado cruzaron mi mente. Me estaba ahogando, congelando, perdiendo la conciencia. Una mano salió de la nada. Grité por Peter, pero fue Cory quien me sostuvo.

¡Agárrate a mí, Kate! Te tengo. Entonces… Me encontraba bajo el agua, el pelo pegado a mi cara. No podía ver ni respirar. Me había ido. Cory se hallaba conmigo bajo el agua, también. Tenía los ojos cerrados. Él se había ido, también. Peter estaba

allí bajo el agua. Él ya se encontraba en el fondo del lago congelado. Esperándonos. Esperando... Entonces oí las sirenas... Oscuridad. Ella está volviendo, doc escuché un susurro de voz. Era una voz masculina. Sentí una sonda en el lóbulo de mi oreja.

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La temperatura vuelve a la normalidad, ahora dijo la voz masculina. Su voz se había acentuado con un acento sureño. Bien gritó una voz de mujer. Es una persona afortunada. ¿No es así? Sí acordó la voz masculina. Por lo general, en casos como éste, la congelación y otras lesiones localizadas provocan daños en los tejidos profundos. ¿Daño de tejido profundo? ¡Oh, Dios mío! ¡Pude haber muerto! Las partes del cuerpo continuó la voz de la mujer.

afectadas

suelen

ser

amputadas

Mi corazón se congeló. Mi respiración se detuvo. ¿Amputadas? ¿Tendrían que amputármelas? ¡Jesús! ¡No! Si alguna vez en mi vida iba a sentir que el miedo me estrangulaba con una mano y absorbía el aliento vital de mí, ese era el momento. ¿Amputación? Todo parecía mucho más en perspectiva ahora. Mis problemas no eran nada antes, comparado con esto. La pérdida de un ser querido mata el alma, ¿y la pérdida de una extremidad...? Impensable. Sin embargo, muchos de mis amigos que sirvieron en el extranjero han vuelto héroes, menos sus extremidades. ¡Oh, Dios! No tenía nada de qué quejarme antes. Nada. Oí el sonido del papeleo, y el suave sonido de un pitido continuo y olí la bebida de café recién hecha en Starbucks, probablemente perteneciente a uno de los miembros del personal en mi habitación. Ese calmado sonido arrullador del lejano pitido. Había cosas pegadas a mi piel, como marcadores o algo. Probablemente estaba enganchada a una máquina de electrocardiograma

Mi brazo izquierdo tenía una gran presión en él. Un material suave estranguló mi brazo. Su presión arterial sigue siendo entre noventa y sesenta dijo la voz masculina. La mujer suspiró y dio instrucciones al hombre a seguir vigilando y volver a tomar la presión arterial de nuevo una vez que la segunda bolsa de fluidos se acabara. ¿Alguna noticia de su amigo? La voz masculina sonó preocupada.

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Él falleció al llegar, ¿no? Oh, no. ¿Murió por salvarla? Eso es triste el acento sureño del hombre hizo que mi sangre se cortara. Estoy segura de que a él le importaba, quienquiera que fuese. Pero ese tono de voz lastimoso no funcionaba en mí, en estos momentos. La había cagado, a lo grande. No lo necesito para hacerme sentir peor. Eso no era simplemente triste, fue... trágico. Impensable. ¿Qué? grité, pero no he logrado hacer un sonido. Cory... ¿Se ha ido? Empecé a agitarme, batallando por moverme en la cama, pero me sentía atada. Mis miembros se sentían pesados. Luché para forzar la apertura de los ojos, pero no tenía la fuerza suficiente para hacerlo. ¿Cory está muerto? ¿Cory Knights? No. No. No. Sentí que mi corazón se apretaba de nuevo. Esta vez más fuerte, como si el bombeo de la última gota de sangre atravesara mis tensas arterias. ¿Cory está muerto? Un intenso aleteo latía dentro de mi pecho. Mi cabeza sentía una sensación extraña de pesadez como si tuviera toneladas de presión en el interior y estuviera a punto de explotar. Mi respiración se había vuelto más dificultosa. ¿Cory estaba muerto? ¡Oh, Dios! Yo lo maté. Él trataba de salvar mi vida y yo... yo lo arrastré hacia abajo conmigo. Al igual que a Peter. Era responsable de su muerte también, ¿no? De alguna manera, debo de haberlo sido. De repente, no me importaba si había perdido una extremidad o dos. ¡Siempre y cuando no hubiera perdido a Cory, también! Haría cualquier

cosa por tenerlo de vuelta. Para empezar todo de nuevo. Para decirle que entendí que él sólo trataba de abrirme los ojos a la verdad. ¡Mierda! Me quería morir ahí mismo. Quería que me desconectaran las máquinas.

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No podía seguir así. No sabiendo que Cory... Peter... No. Cory. Quería a Cory de vuelta. Él sólo trataba de decirme la verdad. Por primera vez, me di cuenta. No sé cómo, pero sabía en mi interior cuando estuve a centímetros de la muerte que Peter no era para mí. Peter no me había amado. No de la manera que Cory lo había hecho. Cory arriesgó su propia vida. No. Él dio su propia vida... sólo para salvarme. A pesar de que lo había maldecido y me fui corriendo hacia la tormenta. ¡Oh, Dios! ¿Qué había hecho? Las lágrimas se hincharon dentro de mis párpados y la pesadez se volvió insoportable. Humedad corría por mis mejillas. Por primera vez, fui capaz de abrir mis pesados párpados. Pero todo era borroso. El médico y la enfermera se encontraban en la sala de paginación para obtener ayuda. Me encontraba histérica. Habían ordenado más analgésico para calmarme. La enfermera había inyectado algo en la pequeña bolsa de fluidos que llevaba a cuestas la cual estaba infundiendo cosas en mis venas. Caí a la deriva rápidamente…

12 Kate 83

Traducido por Nikky Corregido por GypsyPochi

—Oh, bueno. Estás despierta —la voz calmante, suave de mi abuela me saluda cuando abro mis ojos. Me sentí extrañamente fuerte hoy. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado, pero me sentí más viva. Al menos físicamente. Mi espíritu se encontraba todavía en los vertederos. Cory estaba muerto. Yo me hallaba muerta, por dentro. Ella se sentó en la silla de visita al lado de mi cama con su vestido de lana negra largo hasta los tobillos, su favorito. El único que siempre había usado. Sus ojos se veían cansados. Tenía su rostro pálido. ¿Cuánto tiempo había estado sentada allí a mi lado? Esperando. A la espera de que me despertara. Traté de aspirar un bocado de aire, pero mis pulmones ardían. Era como si estuviera sumergida en las aguas heladas de nuevo. Pero no lo estaba, ¿o sí? Así era como se sentía el dolor. Pero no quería hablar de eso con ella aun. No ahora. No me encontraba lista para pronunciar esas palabras en voz alta. Cory estaba muerto. —Sí —me las arreglé para exprimir las palabras a través de mis labios hinchados. Se habían sentido tan tiernos. Sabía que tenía que haber parecido una gigantesca cabeza de sandía o algo así—. Oh, abuela —murmuré. El dolor se apoderó de mi garganta. —Shh. No digas una palabra, cariño —dijo mientras se acercaba a mí, acariciando mi frente como lo hacía cuando era pequeña. Su toque era terapéutico. Calmante—. El doctor llegará enseguida. Te estás sintiendo bien. Debo llamar a la enfermera para conseguirte algo. Estiré mi mano para tocar su muñeca mientras ella seguía curando mi oreja, mis miembros todavía se sentían más débiles que lo habitual.

—Estoy bien. Solo estoy... cansada —dije mientras presionaba el botón en el lado de la baranda para ajustar el ángulo de la cama de modo que yo estuviera levantada un poco más. Los ojos grises de la abuela parecían tristes, llenos de desesperación y, probablemente, Dios sabía cuántas noches tenía sin dormir preocupada por mí. —¿Cuánto tiempo has estado aquí? —susurré.

84

La abuela miró al abuelo que se encontraba sentado en otra silla en la esquina de la habitación, con los ojos cerrados, se había quedado dormido. Me alegré de que ambos pudieran estar aquí conmigo. Si no fuera por ellos no habría tenido a nadie a mi lado, esperando por mi recuperación. La abuela suspiró profundamente. Se veía cansada. ¡Oh, Dios! Me había metido un poco con una gran cantidad de personas cercanas a mí, ¿no es así? Primero Peter, luego Cory, ahora mis abuelos que tenían que preocuparse de mí. Si no hubiera sido tan estúpida, como para salir sabiendo que había una tormenta. El problema era, que la mayoría de los meteorólogos de hoy apenas podían predecir con una precisión del cien por ciento en estos días. No con los cambios ambientales que pasan en el mundo. Realmente pensé que podría conducir a Nueva York antes de que el ojo de la tormenta golpeara. Chico, yo era estúpida. Y no solo tenía que pagar un precio, Cory también tenía. Con su vida. —Bueno, tu abuelo y yo no hemos dejado tu lado desde que estas aquí. Hemos estado tomando turnos trayéndote la sopa caliente de pollo hecha en casa y hablando contigo. Solo como el doctor había sugerido. Ella es una buena mujer, la Doctora... ¿Cómo era su nombre? Languini creo. Dr. Languine. Doctora agradable. Y luego está aquel enfermero. Un hombre. Bien, nunca había visto uno de esos antes... no mientras crecía... —Se balancea hacia adelante y hacia atrás y mientras se lleva las manos a su regazo. Sonreí por la forma en que la abuela había hablado sobre la doctora y el enfermero. Era tan anticuada en algunos aspectos, Dios bendiga su corazón. Ella no acostumbraba a ver demasiadas doctoras o cirujanos atrás en su día y todavía tenía un poco de pensamiento retrógrado sobre las mujeres estando en casa criando a sus hijos para que los niños crecieran correctos. Sí, en otro mundo tal vez. Trabajar no era un más una opción. Le tomó dos ingresos para hacerlo en estos días. Pero trata de decirle eso a la querida abuela. —Sí, estoy segura de que ella es agradable. El calor en mí se desvaneció rápidamente cuando un escalofrió recorrió mi sangre al pensar en Cory en algún lugar de la morgue. Sus hermanos, su padre, todos ellos me culparían de su muerte. Por su muerte tratando de salvar mi vida. —¡Oh, Dios mío! —grité sosteniendo mi cabeza. Lágrimas escocían mis ojos y se derramaban sobre mis mejillas. Una vez más.

Nunca iba a ser capaz de vivir así de deprimida. Había odiado a Cory por no hacer un movimiento por mí la primera vez cuando tuve un flechazo con él en el noveno grado. Lo había odiado por dar un paso cuando Peter me invitó a salir. Lo odie recientemente cuando me enteré de que... Peter no estaba con alguien como yo. Pero sin embargo él no me lo había dicho entonces. ¿Lo habría escuchado? Cory dio su vida para salvar la mía.

85

—¿Qué ocurre, querida? —La abuela se levantó de la silla y se sentó a mi lado junto a la cama inclinándose hacia mí, abrazándome. —Vas a estar bien querida. Vas a estar bien. —No, abuela. No, nunca voy a estar bien, —grité, meciéndome hacia adelante y hacia atrás en la cama como un paciente en la sala mental. Mi cabeza fue oprimida y la pesadez resurgió. Justo en ese momento un golpe en la puerta sonó. No me había molestado en mirar hacia arriba. Realmente no me importó ver al doctor o a cualquiera de las enfermeras. Solamente no me preocupé por nada. No iba a hablar con nadie. Entonces... Oí que me llamaban. Era una voz familiar. Una sensación escalofriante se deslizó por mi espina dorsal. Alucinaba otra vez ¿Lo estaba? Olí el café recién hecho de Starbucks y un delicioso aroma de colonia cara como la que Cory tenía el día que... —Hola. ¿Todo bien? ¿Debo llamar a la enfermera? Levanté mi mirada y mi corazón saltó en mi garganta. —¿Cory? —grité—. ¿Tú estás... estás aquí? ¿Estás... estás vivo? —Bueno, eso espero, o alguien me debe una seria explicación — dijo con su profunda voz suave y sexy que envía pulsos de electricidad a través de mis venas. ¿Cory se encontraba vivo? Pero... —Bueno, querida. Por supuesto, él está vivo. —La abuela intervino—. Él fue quien nos llamó aquí al hospital. —La abuela miró sorprendida por mi reacción. —Pero... —soñaba. Sabía que lo estaba. Iba a despertarme y todo habría terminado—. Pero... el doctor. La enfermera. Ellos... ellos dijeron que habías muerto tratando de salvarme. —Mi voz temblaba en mi garganta. Apenas podía mantener mi cuerpo quieto. ¿Qué pasaba?

—¿Lo hice? —Cory alzó una ceja. Su hermosa altura, estructura muscular se puso sobre mí mientras colocaba la bandeja con café sobre la mesa lateral. Él sabía que me gustaba un Starbucks doble y eso es lo que tenía en la bandeja. ¿Qué pasaba? ¿No se suponía que se hallaba muerto? No es que me estuviera quejando. Solo quería asegurarme de que no alucinaba o soñaba con todo esto.

86

El abuelo siguió roncando fuerte. La abuela se levantó y le dio un suave manotazo con el periódico en la mesa de al lado—: Levántate, Ernie. Vamos a dar un paseo. Aww, la abuela quería darnos a Cory y a mí una posibilidad de entender qué diablos pasaba. ¿Qué les había dicho Cory? La abuela estaba tan dispuesta a darnos privacidad. Cory miró con amor a mis ojos. Sus hermosos ojos oscuros y atractivos me sostuvieron fijamente la mirada y el placer recorrió mi cuerpo de nuevo. El recuerdo de su suave piel y los músculos firmes sobre mí, que me llevó a alturas eróticas, hace días en medio de la tormenta en su camioneta. ¡Ah, Dios! Lo amé. Quise estar con él. Sólo él. Pero me encontraba confundida, sobre todo en estos momentos. —Ahora —dijo Cory con una encantadora sonrisa con hoyuelos en su cara mientras se sentaba a mi lado. Pasó su mano por mi espalda y temblores de placer bailaban a través de mi vientre, un calor se apoderó de mí. Sí. Él era real. Esto era real. No soñaba. Lo sentí a él, de nuevo— . ¿Quién te dijo que estaba muerto? —preguntó Cory, con total naturalidad como si fuera divertido. —Escuché al doctor y la enfermera diciendo DOA 3 que él... tú moriste salvándome. Cory arrugó su atractiva y oscura frente, luego una sonrisa tocó sus labios. —Sí, ahora lo entiendo. No fui yo, Kate. Un tipo que pasó conduciendo por ahí y nos vio en el lago. A mí tratando de sacarte. Él vino a dar una mano pero le dije que fuera a conseguir ayuda. Lo hizo, pero luego regresó. Él debe haber estado en los setenta. —¿Setenta? —Mi voz punzante— ¿Un anciano? —Bueno, no era tan viejo... pero sí, era lo bastante mayor para ser el viejo de mi viejo, pero creo que era su hora. En realidad no se veía muy bien, era un buen hombre tratando de darme una mano, pero yo le dije que se quedara atrás. No quería tener que rescatar a dos al mismo tiempo. Una víctima era suficiente. —Cory terminó. Se inclinó más cerca de mí. Dejé escapar un profundo suspiro de alivio, pero más que eso. Mi corazón latía con normalidad. La presión en mi cabeza no era tan insoportable ahora. 3

Dead On Arrival. En lenguaje técnico de urgencias médicas "muerto al llegar"

—¡Oh, Dios! ¡Cory! —Lloré en su pecho, serpenteando mis brazos alrededor de su cintura. Pensé que lo había perdido. Cory estaba vivo. ¡Gracias a Dios! Conseguí lo que tantas personas no tenían-una segunda oportunidad para hacer las cosas bien. Y esa segunda oportunidad era algo por lo que yo no iba a meter la pata. —Escucha, lo siento por estar fuera de línea de vuelta al coche... yo no debería tener... —¡Cory No! No fue tu culpa. Tenías razón. Yo quería la verdad y necesitaba la verdad, incluso si la verdad duele.

87

—Sí, la verdad duele... pero también es lo único que puede hacerte libre, Kate. No me iba a cruzar de brazos y dejar que te culparas por una vida que tú probablemente no habrías tenido con Peter de todos modos. Él realmente se preocupaba por ti, sin embargo. Quiero decir, que le gustabas, Kate. Eres muy dulce. En todos los sentidos. — Su voz se apagó en una voz baja y sensual. —¡Oh, Cory! —Sí —dijo mientras sostenía mi mano y me daba un cálido abrazo que envió nueva energía a través de mí. —Quiero que nosotros, tú sabes... empezar de nuevo. Quiero decir, quiero llegar a conocerte más. Para estar... contigo. —Allí, lo dije. Quería estar con Cory. No me importaba si me iba a rechazar o no. Tengo una segunda oportunidad para decirle lo que sentía y que era de oro. —Sí, yo también quiero estar contigo, Kate. No quiero nada más en este mundo que amarte, cuidar de ti, acariciar cada centímetro de ti como te merecías ser acariciada, Kate. —Su voz se tambaleó por la fuerte emoción. Nunca vi a Cory como esto en todos los años que lo conozco. —Quiero eso también, Cory —dije mirándolo a los ojos y viendo la profundidad de su hermosa alma, sus ojos solidarios. La atracción sexual era sólo un lado de él. La manera loca en que podía llevar mi cuerpo a la fuerte subida de alturas eróticas era sólo una parte de él. Quería más de Cory. Estar con él y por él. Siempre. —Primero vamos a beber el café antes de que se enfrié. —Se inclinó para agarrar los dos vasos de Starbucks y me dio el mío. —Gracias —dije mientras me lo entregaba. Nuestros dedos se tocaron y sensaciones eléctricas de placer se dispararon a través de mí. Nunca me sentí así con Peter antes. Nunca. Estaba destinada a estar con Cory y lo sabía ahora. Estaba agradecida por una segunda oportunidad para hacer lo correcto. En este momento tenía una cuestión candente que movía mi curiosidad —¿Cory?

—Sí —dijo dirigiéndose a mí, el amor brillando en sus ojos. —¿Cuánto... cuánto tiempo llevo aquí? ¿En el hospital? —Un año y medio. —¿Qué? —Casi se me cayó el café en mi regazo cuando mis manos se habían debilitado. Él agarró la copa a tiempo—. ¿Perdí un año de mi vida sin saberlo? Él sonrió, esa picara sonrisita sexy que hacia sus miradas infantiles tan adorables.

88

—Relájate, chica. Deberías conocerme a estas alturas. —Hice rodar mis ojos. Luego se redimió cuando levantó mi mano a sus dulces suaves labios y presionó sus labios en mi piel. Me estremecí de placer. Oh, como lo quería para explorar mi cuerpo otra vez, con su oferta, los labios mágicos como lo hizo cuando nos quedamos allí juntos. —Te quiero, Kate. Era demasiado estúpido antes para darme cuenta de ello. Quiero pasar mi vida contigo. —Eso es genial. —Sonreí con dulzura—. No puedo imaginar mi vida sin ti Cory… siempre quiero estar… contigo.

Fin

ACERCA DEL AUTOR 89

Ann King disfruta leer y escribir provocativas historias de amor y seducción con un final feliz. Disfruta dejarse llevar por la dulzura, la leche chocolatada y las fantasías románticas que hacen que tus dedos se enrollen y tu corazón sonría. Ella ama oír de sus lectores. Eso realmente hace su día. Puedes mandarle un mail a [email protected] o seguirla en Twitter. Su usuario es: annking_author Gracias por leer With You. Si disfrutaste leer este romance, por favor comparte esta buena noticia con otros lectores. Puedes escribir una reseña en la tienda donde compraste este libro o puedes puntuarla en Goodreads.com. Para más deliciosas lecturas de Ann King, únete a su lista de contactos en annking171@yahoo. Otros provocativos romances eróticos:   

31 Ways to Catch a Billionaire (serie) Claimed by the Billionaire (serie) Falling for her Fake Boyfriend (serie)

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