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Sinopsis

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oey de diecisiete años de edad necesita un escape de ciertos dramas personales: como la depresión de su madre y cuidar de sus cuatro hermanos menores. Ella encuentra la distracción perfecta en un acuerdo

de "enemigos íntimos con beneficios" con el irritablemente caliente capitán de fútbol, Matt, durante su viaje de estudios a París. No hay posibilidad de enamorarse de alguien cuya única ambición en la vida es quedarse en su rústico pueblo y un día hacerse cargo de la tienda de neumáticos de sus padres. Pero lejos de casa y las responsabilidades personales, su sonrisa arrogante y actitud fácil comienzan a crecer en ella a medida que exploran juntos la seductora ciudad de París. Una vez que están de vuelta en casa, Zoey se encuentra a sí misma enviándole mensajes de texto para una cita secreta cada vez que necesita un escape. A pesar de que ha sido explícitamente clara de que lo está utilizando para una cosa, siempre que Matt la toma en brazos, él actúa más como si fuera una cita-cita en lugar de una cita para enrollarse en el asiento trasero, asegurándose de que ha comido, o deteniéndose a colorear con su hermana pequeña antes de salir. A pesar de sus mejores esfuerzos por mantener su arreglo solamente en algo físico, Zoey comienza a darse cuenta —con miedo y disgusto— que se está enamorando de él. Cuando las cosas se desmoronan con su madre dejándole ver a Matt su vida real, requiere más valor del que ella tiene, pero si fuera lo suficientemente valiente como para dejarlo, él podría ser la única persona que puede ayudarla. Bound Together es una novela romántica Juvenil Adulta contemporánea de 53.000 palabras contada en capítulos alternados entre los puntos de vista de Zoey

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y Matt.

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Índice

Capítulo 1

Traducido por josemix Corregido por Laurence15

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e senté en la cama, aturdida y cansada. Mi mente registró que sólo tenía unos pocos días para mi viaje de estudios a París y esa onza de entusiasmo que necesitaba fue lo que me impulsó a salir de la cama.

Me puse lo más cercano que encontré, un par de pantalones vaqueros y una camiseta gris arrugada que estaba en el suelo, y recogí mi cabello en un desordenado moño en la parte superior de mi cabeza. Abrí las puertas mientras caminaba por el pasillo, evitando la habitación de mis padres. —Ty, Charlie, Pete y Cora. Hora de ir a la escuela. —Corrí por las escaleras, pasando por encima de ropa suelta y juguetes tirados casi por instinto. Un oso de peluche abandonado me guiñó con su ojo de vidrio. Hice todo lo posible por levantar de la mesa los deberes de la noche anterior y dividirlos en las mochilas que colgaban detrás de la puerta, pero dejé pasar la lista de palabras de ortografía de Pete. Puse un montón de platos, el cereal y la leche en la mesa, y fui a las escaleras a llamarlos una vez más. Mis tres hermanos

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menores y mi pequeña hermana salieron uno por uno. Cansados y con el cabello desordenado se sentaron en las sillas.

—Pete. —Levantó la mirada entre bocado y bocado de Cap'n Crunch 1 genérico de marca—. He consultado la lista de ortografía. Deletrea invención. Se tragó el cereal toscamente y limpió la leche que rodaba hacia abajo por su barbilla. —I… v. —Tómate tu tiempo. Pronuncia “innnvención” —insinué. Comenzó de nuevo, y yo fui a empacar los almuerzos mientras Pete la deletreaba correctamente. —Ty, esta noche te vienes directamente a casa. Me vendría bien un poco de ayuda, todavía tengo que empacar. —Mi hermano de catorce años y segundo al mando, asintió. —Hoy hay una fiesta de cumpleaños en la sala de juegos después de la escuela, Zoey —dijo Charlie—. Necesito cinco dólares para la pizza. —Está bien. —Fui hasta la chaqueta Carhartt2de nuestro padre que colgaba de la puerta y busqué en sus bolsillos por todo el dinero suelto que pudiera encontrar—. Aquí. —Puse la montaña de monedas delante de Charlie—. Tienes que estar en casa a las seis. No me gusta que camines después del anochecer. Terminé los emparedados de mortadela y llené botellas de agua para todos, después me encargué de trenzar el cabello de Cora. Vivíamos bastante cerca de la escuela así que caminábamos. Nuestro pueblo era tan pequeño que las escuelas primarias, intermedias y secundarias estaban todos en una fila en la misma calle. Dejé a Pete y a Cora en la escuela primaria, después a Charlie y a Ty en la escuela intermedia. Mientras me dirigía a la escuela secundaria escuché un chillido y me di la vuelta. Morgan me agarró de los brazos y empezó a saltar arriba y abajo.

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—¿Qué? —La miré fijamente. 1

Cap'n Crunch: Es una línea de productos de maíz dulce, avena y cereal para el desayuno introducido en 1963. 2 Carhartt: Es una firma de moda norteamericana que empezó diseñando en Detroit, y lo hizo con ropa de trabajo.

—¡Los padres de Brandon van a estar fuera de la ciudad esta noche! Y él va a hacer una fiesta en su casa. —¿Y? —Por lo que será épica, y él me invitó personalmente. —Puso la mano en su pecho—. Creo que fue a causa de mi nuevo mechón azul. —Morgan pasó los dedos por el único mechón azul que resaltaba su rostro del resto de su deslucido cabello rubio. Me tomó en un danzante abrazo. —Sabes que no soy una amante de los abrazos. —Me alejé fuera de su alcance. Morgan puso los ojos en blanco. —No soy muy buena dando abrazos, así que espero que lo compenses —dije, apretándola en un torpe abrazo. Se encogió de hombros fuera de mi medio abrazo. —Está bien, Zoey. Vas a venir conmigo, ¿verdad? —¿Esta noche? —Sí, esta noche. Es noche de viernes. No me digas que tú tampoco puedes. Tus hermanos y tu hermana van a estar bien sin ti por una noche. —Tú pensarías que sí, pero cuando voy a casa y encuentro a una gata embarazada repleta de pulgas y a las muñecas Barbie dentro del microondas al igual que el viernes pasado… entonces dirías algo diferente. Ella comenzó a caminar y me llevó junto a nuestro casillero.

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—Tú vienes, no trates de salir de ésta. Estoy segura de que Jordan irá también — dijo, tratando de tentarme—. ¿Qué pasa con ustedes dos de todos modos? Giré la cerradura, introduciendo la combinación para que el casillero se abriera. —Realmente no hay nada.

—Tierra llamando a Zoey. —Ella agitó la mano frente a mi cara, rompiendo mi concentración de inspeccionar mis libros de texto—. Ustedes tuvieron sexo — susurró en voz tan alta que algunas cuantas cabezas se giraron en nuestra dirección. —Gracias por decirle eso a la mitad de South Lake High. —Miré por encima del hombro, viendo quiénes podrían haber escuchado, entonces decidí que no me importaba. Ella agachó la cabeza detrás de la puerta de nuestro casillero, fingiendo que ésta nos proporcionaba la privacidad que necesitábamos para tener esta conversación. —¿Él no es tu novio? —Ah, ¿Jordan? Que yo sepa, no. —Me reí y cerré el casillero—. Él es, no sé, un objeto brillante que me distrae de mi apestosa vida. —Dios, Zoey, a veces me doy cuenta de que estás emocionalmente enferma. —Lo que sea, Morgan. Jordan no es exactamente un buen partido si no te has dado cuenta. En ese momento, Jordan se acercó, con sus vaqueros caídos, camiseta sucia colgando de su cuerpo larguirucho y una patineta pegada en la parte trasera de la mochila que colgaba de su espalda. —¡Hola, mamacita! —dijo, estrechándome a su lado. Me alejé de manera gentil. —Hola —repliqué. —No es buena dando abrazos. —Se inclinó Morgan para recordárselo.

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—Eso está bien. Se me ocurren un par de cosas que me gustan más que los abrazos. —Me guiñó un ojo. —Tengo que ir a clase. —Me di la vuelta y caminé hacia mi clase avanzada de Estudios Globales, dejándolos mirando detrás de mí. Deliberadamente evité el

contacto visual con cualquiera de mis compañeros de clase cuando entré al salón, sabía con seguridad que ellos no se molestaban conmigo tampoco. Me senté en mi asiento habitual en la fila de atrás y saqué mi cuaderno de notas. El señor Rhinehart entró justo cuando la campana sonó y cerró la puerta tras él, dejando al deportista Matt Parker, capitán del equipo, en el pasillo. Yo ni siquiera entendía la razón por la que estaba en esta clase; desde luego, no estaba en el menú normal de clases para los jugadores de fútbol. Ésta era la única clase en la que no me sentía como si destacara. Podía levantar la mano y responder a preguntas y la gente no pensaría que soy un bicho raro. Matt frunció el ceño y tocó la puerta. Creo que nunca lo había visto llegar tarde. El señor Rhinehart se volvió y abrió la puerta. —Gracias por honrarnos hoy con su presencia, señor Parker. Tome asiento. La sección normal de asientos de primera fila de Matt estaba ocupada, así que se dirigió a la parte trasera de la sala y se sentó a mi lado. Me miró una vez antes de dejar caer sus ojos en la mesa frente a él. Hoy llevaba una camiseta, al igual que todos los jugadores de fútbol lo hacían cuando tenían un partido. Una vena destacaba en su cuello y me pregunté si le había pasado algo, tal vez había estado en una pelea o algo así. Tal vez Chelsey Martin lo había engañado otra vez. Sea lo que sea… no me importaba. Mi atención regresó al señor Rhinehart. Nos íbamos a París en dos días, y no podía esperar a salir de este pueblo y ver algo, aunque fuera sólo durante ocho días. Sería una buena práctica para mi familia aprender a sobrevivir sin mí para cuando me fuera a la universidad el próximo año. Por más que traté de recordarles a todos que yo no iba a estar ahí para siempre, no creo realmente que se hayan dado cuenta de lo que dije. —En lugar de tener una clase regular hoy —dijo Rhinehart—. Vamos a hablar

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de la mesa y los pantalones de color caqui demasiado apretados se movieron en

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acerca de su asignación ya que estaremos en el extranjero. —Se sentó en el borde lugares equivocados. Eww—. Como ustedes saben, éste es un curso de colocación de nivel universitario. Hemos pasado los últimos meses aprendiendo la cultura, la política, el arte y las condiciones sociales y económicas que han dado forma al

mundo en que vivimos hoy en día. Su tarea mientras estemos allá aparte de tener diversión —Sonrió a la clase—, es traer la historia viva. Van a encontrar un tema que deseen estudiar y escribir un documento de diez páginas, tendrán dos semanas después de que hayamos regresado. Para ello, lo harán en parejas de dos. Se movió por la habitación, señalando a las personas que estaban sentadas al lado del otro mientras se iba acercando. —Bobby y Brian. Amanda y Stephanie. —Continuó por el pasillo, acercándose a la parte trasera de la sala. Miré alrededor, y la única persona cerca de mí era Matt. Me preguntaba si podría cambiar rápidamente de asiento. No significaba que posiblemente trabajaría con Matt. Mi mente se puso borrosa cuando vi que el señor Rhinehart se movía en cámara lenta hacia nosotros. No, esto no puede suceder. No era así como había planeado pasar mi Euro-aventura, siendo niñera de algún deportista demasiado mimado—. Zoey y Matt —dijo pasando entre nosotros. Yo sabía que mi rostro se contorsionó ante los sonidos de nuestros nombres pronunciados juntos, pero no me importaba, aunque él o Matt pudieran ver mi expresión de disgusto. Matt me miró y luego volvió su mirada hacia el Sr. Rhinehart. —Ah, ¿señor Rhinehart? —Él dejó de caminar y se volvió hacia nosotros—. Es sólo que no sé si... Zoey y yo deberíamos ser compañeros en esta tarea. —Dijo mi nombre como si no nos conociéramos y sólo estuviera recitando lo que señor Rhinehart había dicho un momento antes. Habíamos ido juntos a la escuela desde el primer grado, lo que lo convierte en un idiota—. Tal vez yo podría estar con Brian y ella con Stephanie —sugirió. —Ustedes dos son adultos. Empiecen a actuar como tal. —Y con eso, se dio la vuelta y se dirigió hacia la parte delantera del salón—. Tienen treinta y siete

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Tú. Tienes. Que. Estar. Bromeando. Conmigo. Me di cuenta de que Matt no

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minutos para planificar su tarea —dijo mirando el reloj.

estaba contento de que nos pusieran juntos, y eso sólo empeoró las cosas. Evité mirarlo a los ojos, aunque me di cuenta de que me estaba mirando. Busqué dentro de mi mochila una pluma. Mi mano encontró algo con una extraña forma en la

parte inferior y lo saqué. Era el inhalador de Pete. ¿Cómo diablos llegó esto aquí? Tenía la esperanza de que Pete estaría bien sin su inhalador por la mañana. Podría llevárselo a la hora del almuerzo. —¿Zoey? —dijo en voz baja, rompiendo mi concentración del inhalador—. ¿Estás... bien? Dejé caer el inhalador en mi bolso y respiré profundamente.

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—Lo que sea. Vamos a terminar con esto.

Capítulo 2 Traducido por Aria25 Corregido por Laurence15

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oey Marshall me estaba mirando como si estuviera enfermo. ¿Y eso que estaba sosteniendo era espray de pimienta? Lo metió de nuevo en su bolso.

—Así que, um, ¿has tenido alguna idea para el trabajo? —pregunté. Ella continuó mirándome por lo que pareció demasiado tiempo. Aparté mis ojos de ella y abrí mi libro de Historia Europea—. ¿Deberíamos sólo hacer una lluvia de ideas juntos? —ofrecí. No dijo nada y empezó a picar la uña de su pulgar. Motas de pintauñas morado cayeron sobre el suelo de baldosas debajo de su escritorio. ¿Cuál demonios era su problema? Íbamos a ir a Europa, no a detención. ¿Por qué estaba siempre tan malditamente malhumorada?—. Escucha, entiendo que no estés contenta de trabajar conmigo. Sé que no somos exactamente amigos. Pero no es como si tuviéramos opción en este momento, ¿verdad? —Ella miró hacia mí como si quisiese decir algo, pero cerró la boca. Abrí mi cuaderno en una hoja de papel blanco. —He tenido algunas ideas, así que supongo que empezaré yo. Influencia griega

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en el Impresionismo Francés. Napoleón Bonaparte. El rey Luis. —Escribí cada idea y alcé la mirada hacia ella por una respuesta. Miró a la página, parpadeando a las palabras que yo había escrito. Pasé las páginas de mi libro de texto—. ¿Bienes importados y la moneda? —ofrecí. No dijo nada, así que lo escribí en el papel. Ella había vuelto a inspeccionar la uña de su pulgar. El esmalte morado

estaba casi desprendido. La observé pelar la pintura de su uña y dejarla caer al suelo en pequeñas motas. Parecía estar a un millón de millas de distancia, distraída o pensando en algo. Oscuros círculos ensombrecían sus ojos, pero aparte de eso, su piel era perfectamente clara y blanca como la porcelana—. ¿Ibas a gasearme antes? —¿Huh? —Miró hacia a mí repentinamente. —Ese bote de espray que sacaste de tu bolso. —Señalé hacia la mochila a sus pies. Se retorció en su silla y le dio una patada más lejos debajo de su escritorio. —No —se burló—. Ése es el inhalador de mi hermano. No sé qué está haciendo ahí. —Así que, ¿tienes alguna idea para nuestro papel? —Levanté la hoja para traer su atención al trabajo. Entrar en una conversación con ella probablemente no era una buena idea. —Lo que sea que quieras hacer está bien conmigo. Siempre podemos simplemente averiguarlo cuando lleguemos ahí. —Sacó un cuaderno de dibujo y un lápiz de carbón de su mochila y empezó a dibujar líneas oscuras en la página. Vi las líneas volverse una serpenteante y anudada rama mientras dibujaba. —Recuerden, reunión pre-viaje obligatoria mañana a las once a.m… en mi sala de clases. Traer a un padre —gritó el Sr. Rhinehart cuando la campana sonó. Tenía Entrenamiento Avanzado de Peso después como abono de gimnasio. Todo nuestro equipo de futbol universitario estaba en la clase. Se trataba básicamente de una hora de hacer el tonto con pesas. Fui al vestuario y me quité la camiseta. Miré al espejo. Mis bíceps se estaban haciendo enormes. Los flexioné en el espejo

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y fui atrapado por Justin mientras él doblaba la esquina. —Bonitas armas, hombre. —Gracias. —Saqué una camisa de mi casillero, la olí, y luego la arrojé sobre mi cabeza. Esta mañana había empezado muy mal. Había tenido un encuentro con Chelsey en el pasillo justo antes del primer periodo. Había roto con ella anoche,

pero hoy me informó que me había engañado la semana pasada con Dave Cook, quien hace auto anotaciones3 en mi equipo. No importaba, yo fui quien puso fin a las cosas con ella, así que no debería de importarme. —Hey hermano, siento lo de Chelsey. He oído lo que pasó —dijo Justin, sin mirarme ya que los dos nos estábamos cambiando. Debió haber escuchado su versión del porqué habíamos terminado, la que hacía ver como que ella rompió conmigo. —No es gran cosa —dije. —Ella estaba buena, pero era un poco molesta —dijo Justin—. Sin embargo, tenía buenas tetas. Le di una mirada de sólo déjalo. —¿Qué? —Sostuvo sus manos en alto en señal de rendición—. Las tenía. —Él no estaba mintiendo, la chica tenía grandes pechos, pero eso no venía al caso. No sabía por qué estaba con ella y cuando ya no pude recordarlo, pensé que era el momento de ponerle fin. Llegamos a la sala de pesas y manipulamos el equipo de música. Animal I Have

Become de Three Days Grace sonó por los altavoces montados en las esquinas. Justin y yo fuimos a las barras de pesas y las cargamos con cuarenta y cinco mientras el resto de los chicos se apostaban alrededor de la habitación en grupos de dos y tres. —Así que sales de viaje el domingo, ¿no? —preguntó, poniéndose en posición primero. Me paré detrás de él.

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—Sí. Él respiró hondo y sacó la barra, bajándola a su pecho. Dejó escapar un suspiro, empujando la barra hacia arriba. Solo hizo ocho repeticiones antes de que tuviera 3

Safety: Es una anotación en futbol americano que vale dos puntos y se produce cuando un ofensivo es tacleado en su zona de TD.

que ayudarlo a volver a acumular el peso. Se sentó y bajó del banco. Nos cambiamos de posición. El entrenador Dicky vino hacia nosotros, su gorra de béisbol blanca con la pantera azul bajo sobre su frente. —No trabajen demasiado duro hoy, los quiero frescos para el partido de esta noche. —Palmeó mi hombro. Me incliné hacia atrás en el banco y empujé la barra hacia arriba, cerrando los codos antes de bajar el peso hacia mí. Hice quince repeticiones, soplando mi aliento fuera mientras bajaba la barra cada vez, luego re-acumulé el peso yo mismo. —Maldición. Eres un animal, hombre. —Justin golpeó mi espalda cuando me senté. Hicimos unas cuantas series más, luego hicimos estiramientos en las colchonetas antes de ir a las duchas temprano. El entrenador más o menos esperaba que holgazaneáramos los días de partido. —Sabes, creo que es mejor que tú y Chelsey ya no estén juntos —dijo Justin desde el otro lado del vestuario. Miré hacia él—. París es un país romántico, ya sabes —dijo. —Es una ciudad… no un país —le corregí. —Lo que sea. Sólo quiero decir que ahora no estarás atado… eres libre para salir con quién quieras en este viaje. No estaba planeando enrollarme con alguien, sólo pensé que sería mi oportunidad de salir de este pueblo y ver el mundo, antes de que me quedara atrapado después del instituto para hacerme cargo de la tienda de neumáticos de

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mi padre. —Me han emparejado con Zoey Marshall en nuestro trabajo mientras estamos ahí. —¿Zoey quién? —preguntó Justin.

—Esa chica gótica, siempre viste de negro, no habla mucho. Se sienta con Morgan en la comida. Creo que podría estar saliendo con Jordan Redding. —Me pregunté interiormente cómo sabía tanto acerca de una chica que supuestamente nunca había notado. —¿Está buena? —preguntó Justin. Pensé en ello por un segundo. Yo nunca había notado su apariencia, pero ella se veía mejor sin un montón de maquillaje, como Chelsey siempre llevaba. Tenía el pelo largo y oscuro y ojos brillantes azul cielo, pero sabía la respuesta correcta, la respuesta de acuerdo con Justin sería no. —No, no realmente. —Negué con la cabeza. —Bueno, a quién le importa, ¿sabes? Lo que pasé en los viajes escolares se queda en los viajes escolares. —Rió. Solo que yo sabía que no pasaría nada entre Zoey y yo en París. Tendríamos suerte si pudiéramos sobrevivir a la semana y conseguir hacer nuestro trabajo.

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Ella emitía señales muy claras… y esas señales eran que me fuera a la mierda.

Capítulo 3

Traducido por magdaa. Corregido por Laurence15

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urante el almuerzo troté hasta la escuela primaria y le dejé el inhalador de Pete a la enfermera. No tenía tiempo suficiente para comer, así que agarré una bolsa de pretzels mientras volvía y me dirigí al cuarto

período, Cálculo. Escuché a la Sra. Ashby hablar monótonamente acerca de funciones y líneas tangentes mientras trataba de masticar mi pretzel lo más silenciosamente posible y pensaba sobre la asignación con Matt. Había pensado que iba a tratar de que yo hiciera todo el trabajo, pero me sorprendió cuando sacó sus libros y empezó a anotar sus ideas. Su letra era realmente ordenada también, con letras pequeñas y perfectamente formadas. La Sra. Ashby me oyó metiendo la mano en la bolsa, y su cabeza giró desde el pizarrón blanco hasta el fondo del salón donde estaba sentada. —Zoey, sin comida en clase. Lo sabes. Tragué el pretzel.

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—Sí, lo siento, no comí durante el almuerzo. —Es tu responsabilidad planear mejor tu tiempo para que puedas comer durante el período del almuerzo. Guárdalo —dijo sin simpatía en la voz.

Sabía que no servía explicar la razón por la que no pude comer durante el almuerzo, así que empujé un pretzel en mi boca, luego cerré la bolsa y la metí en mi mochila. **** Luego del colegio tenía una hora antes de que los niños salieran de la escuela. Éste usualmente era el momento en que iba a la habitación de mi mamá para despertarla. Mi papá trabajaba desde las dos hasta medianoche en la fábrica de chapas de metal, así que significaba que no lo veíamos durante la semana. Y dependiendo del tipo de día que mi mamá estaba teniendo determinaba si iba a estar levantada, caminando por la casa sin un propósito, o si iba a ser un zombie apenas saliendo de la cama para comer y bañarse. Después de estos últimos años de verla alejándose de nosotros, hubiera preferido sólo dejarla en su cuarto, pero los chicos se preocupaban si ella no estaba fuera de su cama cuando volvían. Dejé mi mochila cerca de la puerta y me saqué a patadas mis Converse. Estaba inquietantemente silencioso en la casa, y temía entrar en su habitación. No me gustaba el sentimiento de entrar en la casa y no saber lo que me iba a encontrar. Aunque a este punto, ya prácticamente había dejado de tener esperanza de que se recuperara y no iba a seguir siendo la que tratara sin ayuda de sacarla de esto. Ella necesitaba querer conseguir ayudar, y mi papá necesitaba preocuparse lo suficiente para involucrarse también; había pasado a través de esto tantas veces antes e hice lo mejor para actuar como si no me importara. Podía oír que su televisión estaba prendida a través de la puerta cerrada. Puse mi mano en la perilla. —¿Mamá? —Abrí la puerta lentamente. Ella estaba sentada en la cama. El aire

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estaba viciado y el cuarto estaba oscuro por las empolvadas cortinas cerradas. —Hola, pequeña —dijo. Su pelo estaba fibroso, y traté de recordar si se había bañado ayer. Fui hacia la ventana y abrí las cortinas, asegurándolas en los broches. —Los niños estarán pronto en casa. Ven y levántate. Te haré algo de café.

—¿Qué haría sin ti? —preguntó mientras yo dejaba la habitación. —Um, ¿criar a tus hijos? —pronuncié tan bajo así ella no podía oírme. Odiaba estar ahí. Fui hacia la cocina e hice mi rutina sin pensar. Tiré el café de varios días de la cafetera y puse más en una limpia, luego preparé el aperitivo para después de la escuela de los niños, hoy había apio y mantequilla de maní, aunque fueran a quejarse. Y pronto la casa se llenó con los ruidos de los chicos otra vez y me relajé un poco. Me ocupé juntando el traje de fútbol de Ty y pilas de ropa sucia para la lavandería de mañana, ayudé a Cora a buscar a su hamster desaparecido hasta que se dio cuenta de que lo había dejado en su bola de plástico toda la noche y lo pusimos de vuelta en su jaula. Y luego era tiempo de empezar la cena. Era viernes, el cual había denominado “Noche Espectacular de Espaguetis". Era más fácil tener la cena establecida según los días, acortando el tiempo en lugar de gastar en planear la comida. Vacié la caja de pasta en agua hirviendo y le puse manteca a seis rodajas de pan blanco. Cuando estuvo listo, comimos sin Charlie, aunque no estaba sorprendida de que hubiera ignorado mi toque de queda a las seis en punto, él me recordó muchas veces estos últimos meses de que yo no era su mamá. Cerca de las siete, cuando él no estaba todavía en casa, envié a Ty a buscarlo a la sala de juegos. Ellos aparecieron un poco más tarde, luego de jugar algunos juegos más, estoy segura. Colapsé en el sillón para mirar una película de princesas de Disney con Cora antes de que fuera la hora de dormir. Ella tomó un baño cerca de las ocho, luego se acurrucó con mamá en su cuarto antes de que entrara para apagar las luces a las nueve. ¿Por qué era yo la que hacía todo el trabajo pesado mientras mamá elegía a alguien cuando quería ser una madre?

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Fui a mi cuarto y me dejé caer en la cama. Normalmente mantengo mi habitación bastante limpia, pero pilas de ropa y libros estaban invadiendo el pequeño espacio que tenía de piso. Doblé la almohada plana a la mitad en vez de tratar acomodarla para que se levantara y cerré los ojos. Mi celular vibró sobre mi mesita de luz y lo levanté. Era Morgan.

—¿Hola? —Ey Zoey, justo nos estamos yendo del juego para ir a lo de Brandon. ¿Estás lista o qué? —Uhh. —Traté de buscar evasivas. —Vamos a pasarnos por ahí a buscarte. ¿Cierto, Brian? —Lo escuché gemir en el otro extremo. Había completamente olvidado la fiesta esta noche. Traté de recordar si actualmente había aceptado ir. Sabía que probablemente podía ir si quería... no sé... no sonaba divertida. No tenía nada en común con los chicos que iban a estar ahí. No entenderían mi vida, así que pensé que era mejor no involucrarlos. De esa manera nunca tendría que explicar cosas sobre mi familia, nunca tendría que estar avergonzada por esto. Esto no me definía. No era quien yo era. Nunca siquiera había dejado que Morgan entrara. No quería que viera mi casa desordenada, a mí en "modo de mamá", y arriesgarla a que vea cómo era realmente mi mamá. Era mejor de esta manera. Me alejaría de todo esto el año que viene. Escuché gritos viniendo del pasillo. —Espera, Morgan. —Me dirigí al cuarto de Charlie y Pete, donde estaban seguramente otra vez peleando sobre de quién era el turno para jugar a la Nintendo DS. Encontré a Pete acurrucado en posición fetal en la litera inferior, esforzándose en respirar—. ¡Me tengo que ir! —grité antes de colgarle a Morgan. —¿Dónde está su inhalador? —le grité a Charlie. —Dijo que lo dejó en la escuela —dijo Charlie en un elevado tono de voz, sus

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ojos suplicándome para que hiciera algo que lo arreglara. —Bien, está bien —dije para tranquilizarlos a ellos como también a mí. La respiración de Pete era fuerte y entrecortada, y tiré de él para que se sentara. Traté de calmarlo, pasando mi mano arriba y abajo de su espalda pero él tenía muchas dificultades para respirar. Sostuve mis manos en una taza imaginaria bajo

su nariz, recordando el juego que había inventado el año pasado cuando se había acabado la medicación para el inhalador—. Huele el chocolate caliente —le dije. Él respiró por la nariz—. Y sopla en caso de que esté caliente. —Sopló un poco de aire a mis manos—. Bien. Huele el chocolate caliente. —Respiró otra vez, con menos esfuerzo esta vez. Mi teléfono estaba vibrando otra vez al lado de mis pies. Lo pateé hacia Charlie. —Contesta por mí y sostenlo al lado de mi oreja. —Charlie hizo lo que le dije. Mantuve mis manos formando una taza en frente de Pete—. Ey Morgan, lo siento. Pete tuvo un ataque de asma. No voy a poder salir esta noche. Ella estaba decepcionada, pero no sonaba enojada. Estoy segura de que la promesa de salir con Brandon era parte de la razón. Después de leerles un par de historias, y de asegurarme de que la respiración de Pete era completamente normal otra vez, volví a mi cuarto y escavé en el armario buscando una maleta. Aunque no empaqué mucho, calculando que iba a tener que esperar hasta que terminara de lavar la ropa mañana. Mi celular estaba vibrando otra vez, y me arrastré sobre mis manos y rodillas para contestarlo. Era un mensaje de Jordan.

Estoy afuera. Déjame entrar. Fui hacia mi ventana, y el auto de Jordan realmente estaba aparcado en la calle frente a mi casa. ¿Qué estaba haciendo aquí? Miré al reloj, eran las once.

¿Esto es una llamada para tener sexo? Le mandé. Jaja. Quizás. Escribió. Baja. Decía su siguiente mensaje.

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Dado que no había manera de que lo dejara entrar, le texteé, Ok. Apreté enviar y troté por las escaleras hacia fuera de la casa. Abrió la puerta del lado del pasajero para mí mientras caminaba hacia el auto. Subí y él no perdió nada de tiempo en acercarse y darme un beso. Podía decir que él había estado bebiendo.

—Vaya, Jordan, ¿babeando mucho? —Lo empujé de vuelta a su asiento. Me sonrió estúpidamente—. ¿Cómo estuvo la fiesta de Brandon? —pregunté. —Estuvo genial. Aunque te extrañé. —Puso su mano sobre mi rodilla. —Querías alguien para tener sexo mejor dicho. —Resistí el impulso de alejar su mano. —Así que, ¿qué es lo que pasa entre nosotros, Zoey? —Su frente se arrugó con concentración mientras me estudiaba. La mirada en su cara me decía que me estaba viendo doble. Pestañeó y sacudió su cabeza. —¿A qué te refieres? —pregunté, como si no tuviera idea de lo que estaba hablando. —¿Por qué tuvimos sexo el fin de semana pasado? —susurró, aunque estábamos solos en su auto sin ninguna oportunidad de que alguien nos oyera. La verdad era que no tenía idea de la razón por la que habíamos tenido sexo. Supongo que estaba pretendiendo ser una chica normal de diecisiete años la noche del viernes anterior, y si eso significaba tomar un poco y besar a un chico de mi clase, eso era exactamente lo que quería hacer. No había esperado que llegáramos hasta el final, pero había sido como un extraño juego de gallinas, y ninguno de nosotros quería ser el que parara. Había sido todo lo que había asumido que mi primera vez iba a ser: torpe, incómodo, y un poco doloroso. Lo que era probablemente lo mejor de todos modos, dado que nunca había tenido ilusiones de estar enamorada mi primera vez. Había calculado que era mejor tener esa incómoda primera vez con alguien que no importara. Recorrió su mano por mi muslo.

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—Fue mi primera vez, no quería decírtelo antes, pero quiero que lo sepas —dijo. —Eso es lindo —dije. No tenía intención de contarle que él era mi primera vez también. No quería que pensara que significaba algo. Levantó mi mano y juntó sus dedos con los míos.

—No puedo parar de pensar en ti. —Respiró en mi cuello. —¿No puedes parar de pensar en mí o en el sexo? —pregunté. —Bueno, eso fue divertido. —Se movió hacia mi oído. —¿Para qué viniste aquí? —Me gustas, Zoey. —Siguió besando mi cuello. —Ni siquiera me conoces, Jordan. —Lo empujé por un segundo—. Además, no tengo tiempo para un novio justo ahora. —Me miró por un segundo antes de caer sobre mí otra vez—. Jordan, ¿me escuchaste? —Sí. Eso es genial, sólo pensé que todavía podíamos, ¿tú sabes? —Recorrió sus dedos hacia arriba por mi muslo. El reloj en el tablero decía 11:27. —Mi papá va a volver del trabajo pronto. Miró al reloj y sonrió. —Prometo que seré rápido. —Hmm. Tan tentador como suena, voy a pasar. Aunque gracias. —Tiré de la manija, abriendo la puerta y el aire frío de la noche pareció tener un efecto para traerle algo de sentido. —¡Diviértete en tu viaje, Zoey! —gritó mientras cerraba la puerta. Trepé por las escaleras hacia mi cuarto, y como seguía levantada, decidí que bien podría esperar a mi papá. Pero luego recordé que era viernes y él siempre salía a tomar con los tipos después del trabajo los viernes. Todavía no estaba cansada, así

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que me senté en frente de mi computadora portátil, accedí a Facebook y me desplacé a través de fotos de gente divirtiéndose y las actualizaciones de los planes para el fin de semana. Tipeé el nombre de Matt Parker en la barra de búsqueda y apreté enter. Ni siquiera sabía por qué lo estaba buscando. Su foto apareció. Estaba en su uniforme

blanco de fútbol, sosteniendo una pelota por la cintura, una gran sonrisa extendiéndose en su cara con su pelo rubio y profundos ojos azules. Él tenía la mirada de Todo héroe Americano de un pequeño pueblo a la perfección, sus rasgos de chico perfecto eran difíciles de no notar, especialmente en una secundaria llena de chicos con pelo grasoso y acné. Me alegró de que tu vida sea

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tan malditamente perfecta, pensé. Cerré mi computadora.

Capítulo 4 Traducido por Kimikon Corregido por Paaau

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stá bien, así que lo estropeé. Durante nuestro pre-partido de calentamiento, tacleé a Dave Cook. Dave era reserva; apenas lo suficientemente bueno para estar en el equipo, y hoy lo chicos de reserva

estaban imitando la ofensiva del equipo contra el que estaríamos jugando hoy. Estábamos ejecutando un juego de práctica, vi mi oportunidad y la tomé. Corrí a toda velocidad hacia él y golpeé su trasero en el suelo, justo enfrente de donde las porristas estaban calentando. La boca de Chelsey se abrió en una perfecta O. Eso me valió un sermón del entrenador; Dave era un compañero de equipo, yo era el capitán, tenía que dar un buen ejemplo, lo que sea. En lugar de decirle al entrenador que Dave había dormido con mi novia, me disculpé diciendo que no era mi intención golpearlo tan fuerte. Pero demonios, se sintió bien. —¿Rabia de esteroides? —preguntó Justin cuando corrí de vuelta al grupo. Ahora, en la fiesta de Brandon Sullivan, estaba reviviendo esa tacleada en mi mente mientras observaba a Dave colocar su mano en la parte baja de la espalda de Chelsey y coquetear con ella justo enfrente de mí. Habíamos ganado el juego contra Westfield, así que al menos el entrenador estaba feliz con el juego.

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Era gracioso ver cómo, cuando los padres de alguien estaban fuera de la ciudad, no importaba si eras amigo de ellos en la escuela o no, todo el mundo estaba aquí. Vi a Morgan, la amiga de Zoey, y escudriñé la habitación buscándola, pero ella no parecía estar aquí. Chelsey caminó hacia donde estaba parado en la cocina.

Ella paseó sus dedos con manicura por mi pecho. —Hola, Matty —dijo, mi nombre como una reverencia—. Vi lo que hiciste en el campo por mí hoy. —No hice eso por ti. —Miré hacia el frente, por encima de su cabeza. —Querías pelear con Dave por mi honor y pienso que eso es dulce. —Sacó su brillo labial de su bolso y pasó el tubo por sus ya brillantes labios. Odiaba esas cosas, yo quedaba todo pegajoso cuando nos besábamos y olía como a sandía horas después. Odiaba la sandía. Ella no me escuchaba en lo absoluto. —Chels, terminé contigo, ¿recuerdas? Ella alzó la mirada encontrándose con mis ojos por primera vez. —¿Por qué terminaste conmigo? —Puso mala cara, empujando sus labios hacia afuera, viéndose ridícula. Ni siquiera me lo podía explicar a mí mismo, mucho menos a ella. Seguro, el capitán del equipo de fútbol debía salir con la capitana del equipo de porristas. Pero no sé, ya no podía pretender ser ese chico perfecto. Poco a poco, él se estaba alejando de mí. Me estaba agrietando. Ella todavía estaba mirándome, esperando que respondiera. —Sólo necesitaba algo de espacio. —Bueno, si alguna vez te sientes solo. —Ella colocó su mano sobre mi pecho. Me alegré de estar en la banca hoy. Dejarla sentir lo que no iba a tener. Me giré y me alejé caminando. Me senté en un sofá y froté mis sienes. La molesta canción de hip hop que sonaba a todo volumen en los altavoces me estaba dando

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dolor de cabeza. Dos chicas de segundo año que reconocí vagamente de la escuela, vinieron y se sentaron una a cada lado mío. —Hola, Matt —dijo la rubia—. Soy Lindsay. Y ésta es Sara. —Señaló con la cabeza hacia la morena a mi otro lado.

—¿Disfrutando la fiesta? —pregunté. Cada una se deslizó hacia mí. —Está bien —dijo Lindsay. Empezó a jugar con mi cabello, frotando su mano por la parte de atrás de mi cuello. Sara pasó su mano por mi brazo bajo la manga de mi camisa. Envió un escalofrío a través de mi cuerpo y junto con la forma en la que su amiga estaba haciendo cosquillas en mi cuello, debió haberse sentido bastante bien, así que, ¿por qué no podía relajarme y disfrutar de la atención? Tomé una respiración profunda y eché un vistazo alrededor de la habitación. Todo estaba sucediendo a mí alrededor mientras flotaba por encima de todo, desconectado. Los ojos vidriosos en las caras de mis compañeros de equipo, el grupo en la cocina tomando body shots4 del estómago de Bree Hohman. Todos ellos lucían tan malditamente felices y de pronto, no lo pude soportar más. Tenía que salir de ahí. Me levanté y escapé de sus manos. —Me tengo que ir. —Hombre, era estúpido. Me dirigí hacia mi camioneta sin despedirme de nadie. No quería que nadie intentara sacarme conversación o me hiciera sentir extraño por irme ahora, justo cuando las chicas calientes de cursos inferiores estaban listas para desnudarme. Conduje en silencio, sin siquiera querer que el sonido de la radio invadiera mi espacio. Mis padres estaban durmiendo cuando llegué a casa. Tomé un trozo de pizza fría del refrigerador y me dirigí a mi habitación. Pasaba por la foto de John en la pared todos los días, pero por alguna razón, esta noche me detuve en frente de ella y tragué toscamente el pedazo de pizza. Miré su cara y me pregunté por qué no podría haber sonreído en la foto. Él estaba

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en su uniforme azul de Marino, su gorra blanca tiraba hacia abajo con una expresión seria en su rostro. Si conocías a John, entenderías lo fuera de lugar que lucía esa expresión en su cara. Él siempre estaba sonriendo, mostrando sus deslumbrantes dientes blancos a amigos y extraños por igual. 4

Body shot: Trago del cuerpo.

Pasé una mano por mi cabello recién cortado. Me dije a mí mismo que me lo había rapado para no tener que arreglarlo, pero sabía que la verdadera razón era que así me vería más como él. Pasé mi mano a través de mi cabeza una y otra vez, sintiendo el espinoso cabello contra mi palma. Cuando miraba en el espejo o pasaba delante de una ventana, era como si él estuviera de vuelta aquí conmigo, aunque fuera por el más breve momento. Mis padres nunca más hablaron sobre él. Sentía como si ni siquiera pudiera decir su nombre a su alrededor y los odiaba por eso, por llevarse esa parte de él lejos de mí. Fui a mi habitación y arrojé la pizza sin comer al cesto de la basura bajo mi escritorio. Me senté en mi escritorio y abrí mi cuaderno. Lo abrí en la lista que había hecho con Zoey hoy. Giré la página y empecé a escribir.

Voy a Paris Con una chica llamada Zoey Ya no sé qué pensar sobre mi vida Fútbol. Fiestas. Práctica. Padres. Todo se siente falso. Mi mandíbula duele por sonreír Quiero sentir de nuevo, quiero vivir. Pero en lugar de ello, giro mi cabeza hacia otro lado. Arrugué el pedazo de papel y lo arrojé a la basura. Descansé mi cabeza en mis manos y las rocé varias veces sobre mi cabello. Se estaba convirtiendo en un hábito. La muerte de John dejó un enorme agujero dentro de mí. Y los dolores de cabeza

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casi diarios lo hacían difícil de olvidar. Nunca antes los tenía. Hubo dos partes distintivas en mi vida: El yo antes de su muerte y el yo que él dejó tras de sí después. Parecían dos personas diferentes. Había muerto por una herida de bala en la cabeza y sabía que era retorcido, pero cada vez que mi cabeza comenzaba a palpitar, pensaba en cuánto debió haber sentido al morir. Nadie sabía sobre los dolores de cabeza y para todos los espectadores de afuera, yo seguía siendo Matt,

manteniendo un respetable promedio de B, capitán del equipo de fútbol y el novio de la chica más popular de la escuela, bueno, hasta ayer. Tenía cuidado de no hacer nada que pudiera hacer que mis padres se preocuparan. Sabía que mi mamá no podría manejar nada más, así que jugué el rol que se esperaba de mí, el hijo que ella necesitaba que fuera. No podía desplomarme, ese era su trabajo. Y por los últimos cuatro meses, también había tratado de ser el novio perfecto, pero ahora no podía mantener el esfuerzo, especialmente con una chica como Chelsey, esa chica realmente era difícil de mantener. Comenzó como una buena distracción, pero luego se convirtió en otra actuación que tenía que mantener y se volvió demasiado. Mis dolores de cabeza se volvieron más intensos y ya no podía fingir más con ella. Había requerido todo de mí el mantener el estatus de la imagen perfecta en la que había trabajado tanto por lograr. En el exterior, nunca sabrías que apenas sabía cómo vivir en un mundo donde mi hermano no existía. John no había vivido en casa durante los últimos dos años de su vida. Primero, intentó con la universidad, reprobó después de darse cuenta de que volverse basura e infringir sustos de embarazos no estaba para nada en el plan de estudios. Luego, se unió a la marina y fue enviado a Afganistán. Sólo lo había visto una docena de veces en los últimos dos años, entonces, ¿por qué parecía como si una parte de mí se hubiera ido? Una parte que nunca recuperaría. Miré por mi puerta abierta al antiguo cuarto de John. El cuarto que mi madre había convertido en una habitación de invitados de aspecto genérico hace seis meses, sólo unos meses de su muerte. Había una maleta en el suelo y me imaginé que mi mamá había empezado a empacar por mí. Caminé a través del pasillo y encendí la luz. La habitación incluso había sido pintada de un crudo blanco. Ya

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no olía a él. Encontré toda mi ropa para el viaje doblada en pilas ordenadas sobre su vieja cama. Abrí la maleta negra de rueditas en el suelo y empecé a meter todo dentro. Ocho pares de boxers prolijamente doblados, ocho pares de medias enrolladas juntas, camisas blancas, jeans, un par de caquis que casi arrojé a un lado, luego

decidí dejarlos en caso de que fuésemos a algún lugar bonito. Había una Guía de

Viajes Frommer encima de mis camisas. Pasé las páginas. Sabía que debería apreciar las cosas que hacía por mí, pero sólo quería ser capaz de hablar… de no

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ser un maldito robot familiar que actúa como si nada estuviese mal.

Capítulo 5 Traducido por AariS Corregido por Paaau

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speré a que mi padre llegara a casa anoche, así que cuando mi alarma se disparó a las ocho, todavía estaba exhausta. Le había recordado a mi padre la reunión pre-viaje que teníamos esta mañana. Me había dado un billete

de veinte para gastar y me dijo que tendría que ir a la reunión por mí misma, que dudaba que él o mi madre estuvieran despiertos aún. Y tenía razón. Fui la primera en levantarme, pero Cora no se quedó muy por detrás de mí. Nos sentamos a la mesa, comiendo cereales juntas. —¿Quieres ayudarme con la colada hoy? —pregunté, cortando un plátano en sus Cheerios. —Claro —dijo. Sonaba tan adulta. A la vez me gustaba y no me gustaba. Después del desayuno, llenamos el automóvil de mi padre con seis cestas de lavandería en el maletero y el asiento trasero, y nos dirigimos a la lavandería S&J. Había pasado prácticamente todos los domingos aquí desde que tenía trece. Sólo que ahora no estaría aquí este domingo: Estaría en París, responsable de nadie salvo de mí misma. Difícilmente podía esperar.

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Cora me ayudó llevando el detergente para la ropa y la bolsa de monedas de veinticinco mientras yo arrastraba las cestas dentro. Nos apoderamos de tres lavadoras de tamaño comercial en la parte delantera y metí la ropa dentro mientras ella usaba el taburete para llenarlas con monedas de veinticinco. Las lavadoras comerciales eran más caras, pero no el doble que las lavadoras

regulares, así que todavía era más barato hacer cargas gigantes en éstas en vez de usar seis máquinas separadas. Mezclé todos los colores con imprudente abandono. No es de extrañar que la mayoría de nuestra ropa saliera viéndose grisácea. —Disculpa, pero puede que quieras considerar separar los blancos —dijo una voz masculina tras de mí. Sin mirar detrás de mí, contesté: —Sí, y cuando debas usar partes inferiores de trajes de baño porque no tienes ropa interior, lo harás de esta manera. —Me levanté y me di la vuelta, de repente cara a cara con Matt Parker. Increíble—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Enderecé los hombros y empujé el pelo fuera de mi cara. —¿Quieres decir, además de sonrojarme ante tu total falta de filtro? —Entrecerré los ojos—. Recogiendo un edredón que mi madre ha limpiado. —Se movió más allá de mí, hacia el mostrador de servicio. Pero no antes de mirarme de una forma que me hizo estremecer. Estaba imaginándome en la parte inferior de mi bikini.

Bicho raro. —Vamos, Cora, tenemos veintitrés minutos para disfrutar de nosotras en los encantadores confines de la sala de espera de la lavandería. —Me siguió y tomó un viejo libro para colorear de la mesa de los niños. —¿Tienes algunos lápices de colores, Zoey? —preguntó, mirándome. —Creo que tengo un bolígrafo en mi bolso. —Se lo ofrecí mientras miraba a Matt recoger el blanco y esponjoso edredón de plumas del mostrador. Inclinó la cabeza hacia mí antes de salir a la luz del sol. Abrí mi libro de cálculo para mirar la tarea de la próxima semana. Sólo porque

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algunos de nosotros estaríamos perdiendo la escuela por el viaje, no significaba que no teníamos que mantenernos al tanto de las tareas escolares mientras estábamos fuera. Esperaba adelantar antes de irme, en vez de intentar atestarme

con todo mientras estaba con jet lag5. Mi teléfono vibró en mi bolso y Cora me lo tendió. Tomé el teléfono del fondo de mi bolso. —¿Hola? —Ey, Zoey. —Era Morgan. Ni siquiera me había molestado en comprobar el identificador de llamadas, ella era prácticamente la única persona que me llamaba. —Ey, Morgan. ¿Cómo estuvo la última noche en casa de Brandon? —In-creíble. Todo el mundo estaba allí. Apestó que no pudieras venir. ¿Está bien Pete? —preguntó. —Oh, sí. Lo superamos. Eso me recuerda, sin embargo, su inhalador está aún en la escuela —dije para mí misma más que para ella—. Oh, ¿adivina qué? Jordan vino anoche. —¿Qué? ¿Después de la fiesta? Desapareció pronto. Me alejé de Cora. —Sí, estaba buscando un poco de dulce, dulce amor. —¿Sí, y cómo funcionó eso para él? —Podía decir que estaba sonriendo. —Lo desilusioné dulcemente, Morgan, tú me conoces. —Miré hacia atrás para comprobar a Cora. Todavía estaba coloreando con mi bolígrafo negro. —Te conozco demasiado bien, Zoey. Cada vez que un chico se interesa por ti, encuentras un modo de renunciar a ello. —No es cierto.

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—Umm, es cierto y lo sabes. ¿Qué hay de malo en Jordan? Parecía gustarte mucho el fin de semana pasado… Es decir, antes de que tú comenzaras a gustarle.

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Jet lag: Una mezcla de cansancio y otras síntomas provocados por un viaje en el que cruza distintas franjas horarias.

Siempre tienes que tener el control, Zoey. No estoy diciendo que sea malo, es simplemente cómo eres. Nunca dejas que nadie se acerque. Me quedé en silencio en el otro extremo. —Quiero decir, míranos a mí y a ti: Somos mejores amigas, pero ni siquiera he estado dentro de tu casa, nunca.

Supongo que había notado eso. Suspiré. —¿Hemos terminado? —Hemos terminado. Siguiente tema —dijo—. ¿Qué vas a hacer más tarde? —Estoy en la lavandería ahora mismo. En un rato más tengo una reunión en la clase del Sr. Rhinehart. Ugh, y escucha esto: Estoy emparejada con Matt Parker para la tarea en París. —Sí, eso suena terrible —se burló—. Es un bombón. No podía creer lo que estaba oyendo. Es cierto que Morgan flotaba fácilmente entre los círculos sociales en la escuela y realmente no pertenecía a ningún grupo sobre otro, pero incluso ella debería darse cuenta de que el santurrón chico deportista y yo no teníamos nada en común. —Morgan —suspiré, sacudiendo la cabeza. Mi voz sonaba cansada. —Necesitas relajarte. Divertirte, enrollarte con el jugador estrella de fútbol en París, lo que sea, Zoey. Sólo deja de ser toda dramática. Todo esto es bueno: Te vas a ir a París por una maldita semana y estás emparejada con un chico caliente. ¿A quién querrías, a Albert Price? —bromeó. Albie era el hazmerreír de la escuela. Tenía veinte kilogramos como máximo,

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insistía en llevar pantalones de chándal a la escuela y hablaba innecesariamente de beicon a cualquiera que quisiera escucharlo. No era mi intención, pero comencé a reírme. Morgan se unió a mí.

—Ahí, eso está mejor —dijo. —Sí, supongo que sí. Cora me dio un golpecito en la rodilla. —Nuestras máquinas han terminado —dijo, señalando nuestras lavadoras. Le asentí con la cabeza.

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—Tengo que irme. Nos vemos, Morgan.

Capítulo 6 Traducido por carosole Corregido por Paaau

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a única razón por la cual no estaba trabajando en la tienda de mis padres este sábado era debido a que accedí a hacer los mandados de mi mamá antes de irme de viaje. Hasta ahora, he ido a la tintorería, la farmacia, al

correo y luego a la lavandería donde había tenido un encuentro incómodo con Zoey. Llevé todo adentro, puse las pastillas de mi mamá en la encimera y luego abrí el refrigerador. Empecé mirando a la nada y pensé en la manera en que se veía Zoey inclinada, metiendo una pila de ropa en la lavadora. Su lavadora se debió haber roto, porque estaba lavando lo suficiente para todo el mes. Me levanté y dejé que el refrigerador se cerrara. Fui a mi habitación y organicé los papeles para el viaje una última vez. Tenía mi pasaporte, un sobre con números de teléfono importantes y algo de dinero, mi libreta de vacunación y algunas otras cosas que mamá metió. Nuestro itinerario de viaje estaba doblado en la cima de la pila. Mi teléfono sonó desde la otra habitación y corrí para agarrarlo. Era Justin.

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—Hola, hombre, ¿qué hay? —¿Tienes tiempo para un juego de basquetbol más tarde? Nos encontraremos en el Bryant Park —dijo Justin. Le eché una mirada al reloj.

—Sí, ¿a qué hora? —A las tres. —Genial, te veo allí. —Colgué el teléfono y me dirigí a recoger a mi mamá para el encuentro del pre-viaje. *** Todos los demás tenían un padre con ellos, pero yo estaba acompañado por ambos, mi mamá y mi papá, en la primera fila del aula. El Sr. Rhinehart pasó una hoja de papel a cada padre con su número de teléfono internacional y un itinerario detallado día a día. Se detuvo frente al escritorio de Zoey y presionó sus labios en una línea. —¿Dónde están tus padres? —preguntó. Ella se encogió de hombros. —No pudieron venir —dijo. —Zoey. —Soltó un profundo suspiro que siseó entre sus dientes, y todos giraron sus cabezas para ver su intercambio—. De alguna manera, esto no me sorprende. ¿Siquiera les dijiste? —preguntó. Se enderezó y lo miró directamente. —Por supuesto que les dije. Ellos. No. Pudieron. Venir —dijo ella, haciendo énfasis en cada palabra. Él ajustó el agarre de los papeles en sus manos. —Bueno, sin padres, no hay viaje. —Pasó su escritorio y le entregó un folleto a la

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madre de Jared, que estaba sentada detrás de ella. Zoey se levantó de pronto, topándose contra la parte superior de la mesa. —¿Qué diablos? ¡No puede hacer eso! —Tomó los papeles de sus manos—. Sólo deme uno. Se lo daré a mi papá cuando llegue a casa.

Él le quitó los papeles. —No es así de fácil. Siempre hablo con los padres antes de este viaje, calmo sus preocupaciones y explico el itinerario. Zoey continuó mirando directamente al Sr. Rhinehart. —Bueno, confíe en mí, mis padres no estarán preocupados y probablemente perderían al instante el papel que les diera. El Sr. Rhinehart se removió, incómodo. —Zoey, esto no está en discusión. Ve a casa, consigue un padre y regresa. — Todos los ojos estaban puestos en ellos ahora y él lo sabía. Pasó a Zoey, repartiendo papeles. Ella parecía indiferente. Se quedó de pie mirándolo entregando papeles y luego le siguió el ritmo. —Esto es una porquería. No puede hacer eso, no puede quitarme esto. Hice todas las colectas, pagué por todo. —De hecho parecía nerviosa, algo que nunca había visto en ella. Respiró profundamente—. No creo que lo entienda, mis padres no van a venir. Él la estudió durante un minuto y asintió. —Siéntate, Zoey. Hablaremos después. Volvió a su escritorio y se sentó, pareciendo aburrida. La hora pasó con el Sr. Rhinehart hablando sobre los consejos del viaje. No pude evitar echar un vistazo hacia tras a Zoey, tratando de averiguar porque dijo que sus padres no vendrían. Capturé solo pedazos de lo que el Sr. Rhinehart estaba diciendo… riñoneras, generalmente seguro, pero los carteristas en las zonas

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turísticas, enchufes adaptadores, intercambio de dinero. Aplaudió con sus manos, llamando mi atención de vuelta al frente. —Y eso es todo, en su mayoría. Nuestro lugar de encuentro en el aeropuerto será frente a la taquilla de Air France a las siete y cuarto.

Zoey fue la primera en salir del salón. Sonreí cuando vi el rostro de Sr. Rhinehart sonrojarse. Ella debió haber olvidado que él le dijo que se quedara después. Tal vez estaría haciendo la tarea por mi cuenta después de todo. *** Unos minutos antes de las tres, estacioné y salí de mi camioneta con un balón bajo mi brazo y caminé para unirme a los chicos que estaban jugando alrededor de la cancha. —Mat-ty —llamó Justin, lanzando un balón directamente a mi cabeza. Me agaché en el último segundo en vez de atraparla, por lo que él tendría que correr tras de ella—. Carajo. —Pasó corriendo junto a mí. Hice rodar el balón extra que estaba sosteniendo en mi mano hacia el lateral y me uní a los chicos en la cancha para escoger equipos. Bryce, Jake y Conner estaban en el equipo de básquetbol de South Lake y Tim en el equipo de fútbol JV. —Oye, amigo, esas chicas de segundo año estaban anotando anoche. ¿Por qué te fuiste? —preguntó Justin, corriendo de regreso.

Por supuesto que se dio cuenta de eso. Los otros chicos me miraron, esperando oír mi respuesta. —Sí, me tuve que ir. —Bueno, sólo digamos que te lo perdiste. Alguien tuvo un final feliz al término de la noche. —Sonrió. —Bien por ti. —Empujé el balón en su pecho. Nos dividimos en equipos y yo quedé con Jake y Connor. No quería estar en el

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equipo de Justin de todas formas, de esa manera, podía detenerlo dándole codazos en las costillas para que me lanzara el balón. —Somos pieles —dijo Bryce, sacándose su camisa por sobre la cabeza. Tim le lanzó el balón, y lo atrapó fácilmente en el aire pasando el balón entre sus

piernas, exhibiéndose. Bryce y yo fuimos a la línea de tiro libre e hicimos un tiro cada uno para ver qué equipo conseguía el balón primero. Los dos fallamos en nuestro primer tiro, pero Bryce hundió el segundo y Justin corrió tras el balón para conseguir rebotarla. Él palmeó el balón y dribló una vez, forzándose a bajar piernas, y luego se dirigió a la cancha. Lanzó un tiro y falló. Salté y agarré el balón, sosteniéndolo a mi lado mientras Bryce y Justin me encerraban. Me agaché hacia un lado para alejarme de ellos y driblé hacia el centro de la cancha, dándome más espacio. Y luego, de pronto, Bryce estaba en mí. Cuando fui a la derecha, él fue a la derecha y cuando fui a la izquierda, él también. No podía tirar, así que driblé hacia el centro, tratando de conseguir un poco de espacio. Miré sus pies, tratando de predecir el camino que seguiría y acerté. Corrió en puntas de pie y salté junto a él para lanzar. Fallé. Jugamos durante un rato más y luego tomamos un descanso en los banquillos una vez que empatamos veintiuno a veintiuno. Bebí de una botella de Gatorade y sequé el sudor de mi frente con la manga de mi camiseta. El sol de la tarde estaba sobre nuestras cabezas. —Miren a esos imbéciles. —Justin señaló a un grupo de skaters sobre la pista de skate. Le echamos un vistazo a la rampa y a algunas pequeñas barandillas. Nuestra ciudad intentaba estar a la moda. Era frecuentado, en su mayoría, por drogadictos y sus novias—. Oye, Matt, ¿No es esa Zoey Marshall, tu amante parisina? Miré y vi a Zoey sentada en el césped con sus piernas cruzadas, mirando a los chicos con skate.

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—F… Para, Justin. —Lo empujé desde el final del banco. —¿Estás tocando eso? —preguntó Bryce. —Uh, no. —Negué con la cabeza. Volví a mirar a Zoey. Ella estaba mirando a Jordan en la rampa. Me pregunté si después de lo que pasó en la clase de Rhinehart, ella estaría en el aeropuerto en la mañana.

Capítulo 7 Traducido por Susanauribe Corregido por Caamille

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emonios, Matt Parker parece sexo en pies —dijo Morgan, resguardando sus ojos del sol. Seguí su mirada a través del parque y lo vi salir de su SUV y caminar hacia las canchas

de básquetbol. Estaba usando pantalones cortos de mezclilla y una camiseta de Interpol negra desvanecida. Tal vez su gusto musical no era completamente trágico—. ¿Zoey, estás mirando? —Me codeó en el costado sin quitar sus ojos de él. —Lo veo —dije. Se movió a un lado y una bola pasó por su cabeza. —¿Viste eso, bebé? —gritó Jordan, regresando mi atención a él. Estaba junto a la baranda de la cual había intentado colgarse y había fallado toda la tarde. —Lo siento, me lo perdí —dije. Miró y atrapó lo que había estado mirando. Unos cuantos chicos se habían quitado sus camisetas, pero para mi decepción, Matt no era uno de ellos. Jordan caminó hacia nosotros y se sentó, tomando un sorbo de mi Coca Cola dietética. —¿Qué tienen ellos que yo no tenga? —preguntó, inflando su pecho.

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Morgan lo miró con una ceja alzada, su boca retorcida. —Veamos, para empezar, pectorales, vello nasal cortado, atletismo de verdad… —No importa. —Jordan alzó su mano frente al rostro de ella. Sacó un cigarrillo de su bolsillo y lo encendió, luego sopló el aire en dirección a Morgan.

Ella movió una mano frente a su rostro, limpiando la nube de humo y luego tomó el cigarrillo y le dio una calada. —Zoey va a estar con ese chico. —Señaló a Matt con el cigarrillo. Puse mis ojos en blanco. Morgan algunas veces en serio estaba loca. —Voy a… todavía tengo que empacar —dije, poniéndome de pie y quitando césped de mis jeans. Los dejé con Jordan mirando entre Matt y su propio bícep flexionado, una mirada de confusión en su rostro. Miré una vez para observar a Matt lanzando y fallando. Supongo que no era tan suertudo después de todo. ***** Después de meter la mayoría de las cosas que poseía en nuestra dañada maleta negra, me senté en mi escritorio y escribí un itinerario detallado de la rutina de la próxima semana. El martes Ty tenía práctica con la banda después de la práctica de fútbol y no estaría en casa hasta las nueve, Cora tenía natación el miércoles, Charlie debía jugar fuera, no sentado frente a sus vídeo juegos después de la escuela y Pete necesitaba recordatorios para estudiar sus palabras de deletreo y un diorama para el jueves para su clase de estudios sociales. Charlie necesitaba que compraran sus medicinas para el DFA y debía tener su ensayo sobre Egipto para el jueves, ya que tenía un reporte oral de un libro el viernes y en la primaria había conferencias de padres y profesores la noche del martes. Las posibilidades de que todo esto se cumpliera al irme eran inexistentes. Traté de no pensar en eso mientras bajé trotando las escaleras para hacer macarrones con queso para la

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cena.

Capítulo 8 Traducido por Miranda. Corregido por Caamille

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legamos al aeropuerto, y supuse que me dejarían en la acera, pero mi papá se puso en doble fila en la rampa cubierta y le tomó veinte minutos encontrar un sitio para aparcar simplemente para que pudieran

acompañarme adentro. Eran casi las siete y veinte y esperaba que el grupo todavía estuviera esperando en el mostrador de Air France. Estábamos a punto de cruzar las puertas deslizantes del aeropuerto cuando un alboroto en la zona del bordillo llamó mi atención. Zoey estaba siendo acosada por una niña pequeña, la misma que había estado con ella en la lavandería. Zoey se puso de rodillas, retirando el cabello salvaje del rostro de la niñita y le hablaba con una voz baja que no pude entender. Se levantó y le dio a su papá una hoja de papel, que él dobló y metió en su bolsillo trasero. Parecía como si estuvieran discutiendo sobre algo, y cuando me acerqué, oí a Zoey decir algo sobre quedarse en casa. —Pete tiene la entrega de un diorama y Charlie un resumen de un libro y mamá… ni siquiera debería irme.

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Su papá sacudió la cabeza y le dio la mochila. —Nos arreglaremos, Zoe, tienes que ir. Zoey parecía insegura, pero se puso la mochila. —Papá, no olvides que al inhalador de Pete casi no le queda jugo.

—Lo recargaremos. Deja de preocuparte y ve a divertirte. La niñita todavía estaba llorando y se envolvió más fuerte alrededor de las piernas de Zoey. Y justo en ese momento, las ruedas de mi maleta se toparon con la desigual acera, llamando la atención de Zoey. Se limpió los ojos con el dorso de su mano, y rápidamente miró a otro lado. Le dio a la niñita un último beso y pasó las puertas delante de mí sin una sola mirada hacia atrás. Por desgracia mis padres todavía me estaban siguiendo. Eran tan jodidamente vergonzosos a veces. Vi al grupo dirigirse hacia el mostrador, y caminé delante de mis padres. Era hora de que mi mamá cortara el cordón. Zoey llegó un segundo antes que yo. Me pregunté si el Sr. Rhinehart la retaría por lo de ayer, pero se veía extrañamente feliz para un domingo por la mañana. Era bastante sorprendente dado que el día por delante de nosotros involucraba dos aviones y dieciséis horas en total de viaje hasta que aterrizáramos en París. Mi mamá habló con el Sr. Rhinehart por un segundo, después me dio un abrazo. Mi papá sacudió mi mano y me dijo que tuviera cuidado, y se giraron para irse, gracias a Dios. Después de pasar por toda la seguridad, nuestro grupo estuvo durante una hora y media esperando para embarcar vagando alrededor de la zona de descanso que habíamos cogido. Un grupo de chicos fue a buscar su último bocado de comida rápida americana en una semana, pero yo bajé mi gorra y escuché música hasta que finalmente llegó la hora de embarcar. Me deslicé en el asiento al lado de la ventanilla, haciendo mi camino entre Cho, el atleta matemático, y Zoey, que estaba en el medio. Saqué mi iPod y rebusqué hasta que encontré la lista de reproducción Zen que había creado para el vuelo. No me gustaba mucho volar y pensé que esto podría ayudar. Además, no quería averiguar si la altitud causaría estragos en mis dolores de cabeza.

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Abrí la cortina de la ventanilla e incliné mi cabeza contra el vidrio frío mientras veía al gentío cargar maletas en la bodega del avión. Estaba a punto de escuchar en mis audífonos cuando oí a Zoey trazando profundas respiraciones a mi lado. Miré y vi que sus ojos estaban cerrados y su pecho subiendo y bajando ordenadamente. Estaba cogiendo aire por la boca y expulsándolo por la nariz.

—Mirar fijamente, ¿es demasiado? —preguntó, atrapándome. Me dejé un audífono puesto, haciendo que el otro colgara. —Lo siento, sólo… No te gusta volar, ¿eh? —¿Qué te dio esa idea? —Está bien, a mí tampoco es que me encante —admití. Luego tragó y cuando habló de nuevo, su voz era más suave. —No, es sólo que nunca he estado en un avión antes. La miré un segundo para asegurarme de que no estaba jugando conmigo, pero parecía estar diciendo la verdad. —En ese caso, deberías cambiar tu sitio conmigo. —Su ceja se alzó, pareciendo confusa—. Es bastante mejor ser capaz de ver lo que está pasando, confía en mí. Te ayuda a sentirme más en control. —Desabroché mi cinturón de seguridad—. Vamos, toma el asiento de la ventanilla. —Me quedé medio de pies delante de mi asiento. Si no se levantaba pronto iba a parecer un idiota agazapado aquí sin ninguna razón. Desabrochó su cinturón de seguridad y nos deslizamos con torpeza alrededor del otro, intercambiando sitios en el espacio reducido entre los asientos. Sentí mi entrepierna rozarse con su espalda, pero fingí no darme cuenta. Vi a Zoey mirando fuera de la ventana y examinando los alrededores. Estábamos justo sobre el ala, de modo que nos bloqueaba la vista, pero aun así podíamos ver que el gentío estaba a punto de acabar de llenar la bodega del avión con maletas. Zoey me miró de nuevo y levantó una esquina de su boca. Pensé que podría ser

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una sonrisa, pero no era algo que estaba acostumbrado a ver en ella, así que era difícil de decir. —Es normal estar asustado de volar —dije—. Mucha gente lo está. —Busqué en mi mochila y saqué un paquete de chicles de canela—. ¿Chicle? —Le tendí el paquete. Sacudió la cabeza.

—No estoy asustada de volar —dijo. Miré a sus manos agarrando los extremos de los reposabrazos. Relajó los dedos y movió sus manos a su regazo. ¿Cuándo iba a dejar este papel de chica dura? —Ten. —Le tendí el chicle—. Tus oídos probablemente se taparán cuando despeguemos. El chicle ayuda. Me miró sospechosamente, pero tomó uno. Lo desenvolvió pero estudió el chicle cuidadosamente antes de metérselo en la boca. ¿Creía que estaba tratando de envenenarla? —¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? —preguntó. —¿Eh? —pregunté, masticando mi propio chicle—. ¿Cómo se supone qué debo actuar? Somos compañeros, ¿verdad? Dejó de masticar y me miró a los ojos. Sus ojos eran de la más fina sombra de azul, con pizcas de gris alrededor de los bordes. —Sí, supongo —dijo. Continúo masticando el chicle. ¿Por qué estaba mirando su boca? Miré de nuevo a sus ojos. Podía decir que se estaba asustando. Me giré para mirar hacia adelante—. Simplemente imaginé que estarías acostumbrado a personas atendiéndote, eres Matt Parker —acabó. —Y tú eres Zoey Marshall —dije lentamente, no seguro de adónde iba esto, pero no dio más detalles—. Sólo estaba tratando de ayudar. A mí tampoco me gusta volar. En vez de responder, giró su cabeza para mirar afuera de la ventana y se olvidó de mí. Me puse los audífonos de nuevo y me incliné hacia atrás, cerrando mis ojos para relajarme con el sonido de gongs y campanas. Hombre, iba a ser una semana

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larga.

Capítulo 9 Traducido por magdaa Corregido por Caamille

C

uando alcanzamos nuestra altura crucero, me alejé de la ventana y me relajé en mi asiento. Era aterrador y genial observar el despegue. Mi estómago estaba muy agitado y mis oídos se habían tapado, como Matt

había dicho. Había resuelto mi tarea de cálculo la siguiente hora hasta que estuve bastante somnolienta. Pero por suerte, había terminado todos los problemas del capítulo siete. Me estiré y traté de ponerme cómoda, pero me conformé apoyando mi mejilla en la ventana, a pesar de que estaba forzando el cuello. Lo que daría por una de esas pequeñas almohadas para el cuello que había visto que tenía Amanda Hughes. Y mientras estaba en el tema de Amanda Hughes, supongo que ahora era un momento tan bueno como ninguno para finalmente afrontar el hecho de que iba a estar durmiendo con ella en el hotel. La había ignorado todo el semestre, incluso después de que nos enteramos que íbamos a compartir una habitación. Podía decir que quería hablar sobre todo y coordinar los trajes y los artículos del tocador antes de que nos fuéramos, pero seguí alejándola y desapareciendo de la clase tan pronto la campana sonaba. Y por suerte ahora me encontraba sentada

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tres filas detrás de ella. No era tan mala, sólo anormalmente alegre para alguien con la cara aplastada. No sabía por qué tenía que estar tan malditamente feliz. Cerré mis ojos y esperé dormir algo para pasar un par de horas de este vuelo. *****

Cuando desperté, mi boca estaba seca por estar abierta. Tragué y abrí mis ojos, preguntándome cuánto tiempo había pasado. Mi cabeza estaba descansando en el hombro de Matt. ¡Mierda! Me senté en mi propio asiento. Quizás estaba durmiendo también y no lo había notado. Nop, estaba definitivamente despierto. Y ahora me estaba mirando. —Lo siento. Me dormí, supongo. —Está bien. —¿Cuánto tiempo estuve dormida? —Um, cerca de una hora, supongo —dijo, mirando su reloj. —Me podrías sólo haber empujado —dije. —No me molestaba —dijo, mirándome. Nuestros ojos se encontraron un momento, y se sentía muy íntimo en el espacio cerrado. Ambos miramos hacia otro lado. Fuera de la ventana, el sol estaba brillando en el cielo, así que probablemente había dormido más que una hora. Él había estado escribiendo en su anotador, manteniéndolo cerca de su regazo en vez de bajar la bandeja, como si no quisiera que nadie viera lo que estaba escribiendo. Cerró su anotador y lo metió en el bolsillo del asiento. Mis ojos se quedaron en sus manos. Sus uñas estaban limpias y recortadas, sus dedos largos y finos. Pestañeé alejando el sueño y me enderecé. —Así que ahora que estás levantada, ¿deberíamos hablar acerca de nuestro trabajo? — preguntó.

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—Uh, seguro. Alcanzó su anotador otra vez y pasó a través de las hojas hasta la que habíamos empezado en clase. Se inclinó hacia mí. —¿Alguno de estas suena bien para ti? —preguntó. Leí la lista otra vez, pasando mi dedo por la hoja. Nada me llamaba la atención.

—Sí, todavía no tengo ideas. Deslizó el anotador hacia él y nos sentamos en silencio por un par de segundos. —¿Qué quisiste decir antes cuando dijiste que yo era “Matt Parker”? —preguntó, haciendo comillas en el aire. Había notado eso, ¿eh? Quizás no era el denso idiota que siempre pensé que era. —No me digas que no notas el grupo de prostitutas que te siguen a todos lados. Sin mencionar a los profesores que te dan descansos y una buena parte del colegio que te idolatra. Frunció el ceño. —Esas cosas realmente no me importan —dijo, moviéndose en su asiento. —Lo dudo. —Realmente no me conoces, Zoey. —Sé que eres el capitán del equipo de fútbol. —Y el de lucha —agregó. —Y tu amigo Justin es un pequeño sapo cachondo. —Ningún argumento en contra de eso. —Sonrió—. ¿Pero cómo es eso algo mejor que tú saliendo con ese fumador de marihuana, Jordan? —No estoy saliendo con él —casi resoplé—. Las relaciones en la secundaria son estúpidas. Lo siento, sin ofender a lo que tú y Chelsey tienen. —Lo miré. —No, ya no estamos juntos.

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Hm. Así que supongo que esos rumores de ella engañándolo eran verdad. Eso debe haber sido un soplo a su ego. Ella era la chica más codiciada del colegio. Alegre, rubia y delgada. Nunca le he hablado. La semana pasada, había visto a su amigo Justin follando su casillero después de que había pasado por el pasillo, lo

que no era una reacción poco común los días que usaba su uniforme de animadora. —¿Así que lo que estás diciendo es que hay más de ti aparte de jugar fútbol con tus amigos neandertales? —pregunté. —Algunos días desearía que no lo hubiera. —Pasó su mano a través del cabello varias veces, pareciendo hundido en sus pensamientos. Pasé más tiempo de lo que me gustaba admitir analizando su comentario y preguntándome qué podría significar. —¿Hay más de ti aparte de tratar de ser invisible en el colegio? —preguntó, sacándome de mis pensamientos—. ¿Cuáles son tus pasatiempos? —¿Pasatiempos? —me burlé. —Sí, esas cosas que haces en tu tiempo libre —aclaró. Me tuve que concentrar para inventar algo. —Bueno, si tengo tiempo supongo que me gusta dibujar o quizás tomar un baño. —¿Es serio? —Su rostro estaba quieto. Giré mis ojos. —Wow, suena divertido. No sabía por qué me molestaba en tratar de hablarle. No nos dijimos nada durante el resto del vuelo. Hicimos escala en New Jersey y cambiamos de avión. De mala gana sucumbí a los avances de Amanda y almorcé con ella en un caro lugar chino en la zona de

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comidas del aeropuerto. Azotó su itinerario y alineó sus resaltadores multicolores en el centro de la mesa entre nosotras, hablando con entusiasmo mientras me concentraba en mi arroz frito. La observé barajar a través de las páginas de búsqueda que había tachado en

contra de su itinerario y el esquema de su papel. Parecía que Matt iba a tener un perfil más bajo para pasar el tiempo de lo que había asumido. Ella paró de hablar y me miraba expectante. Tragué una mordida del rollito de huevo. —Escucha, Amanda, probablemente estaré con Matt la mayor parte del tiempo. Ni siquiera hemos pensado en qué hacer para el trabajo. —Oh. —Miró hacia abajo y giró su tenedor-cuchara en sus fideos chow mein. ***** En el viaje a París me senté entre un hombre de mediana edad y una mujer en el fondo del avión. Matt estaba siete filas por delante de mí. Podía ver la parte de arriba de su cabeza sobresaliendo de las otras. Tuvo el asiento de la ventanilla esta vez y no me sentí tan mal de habérselo tomado en el vuelo anterior. Pesqué la barra de chicle que me había dado antes de que abordáramos de mi bolsillo para

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el largo viaje sobre el Atlántico.

Capítulo 10 Traducido por Aria25 Corregido por Majo

D

espués de aterrizar y conseguir nuestro equipaje, nos metimos en un transbordador para el viaje de treinta minutos a la ciudad de París. Mi cabeza palpitaba y entre el parloteo feliz de mis compañeros de clase y

los cambios de dirección del conductor, lo único en lo que me concentré fue en no vomitar mientras íbamos disparados por la autopista a la ciudad. Abrí los ojos cuando la furgoneta llegó a su parada final. Nuestro hotel era un simple edificio de nueve pisos de piedra pálida con una puerta en forma de arco, toldos en las ventanas y suelo de madera oscura en el vestíbulo. El señor Rhinehart nos recordó que teníamos un par de horas para descansar en el hotel, o hacer turismo cerca antes de la visita al Museo Nacional de Historia y luego una cena en grupo esta noche. Después de un rápido proceso de registro, Bobby y yo encontramos nuestra habitación. Era una pequeña habitación de esquina con dos camas estrechas, un armario y una televisión de pantalla plana montada en la pared. La alta ventana se elevaba con cortinas blancas transparentes. Me planté en la cama junto a la ventana, sin siquiera molestarme en quitarme los zapatos.

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—Así que voy a salir un poco —dijo Bobby. Solté un gruñido y agité una mano a ciegas por encima de mi cabeza, esperando que él entendiera que eso quería decir: “genial, hasta luego.”

Oí a la puerta abrirse y sonidos de risas y conversaciones mientras Bobby se reunía con los demás en el pasillo. *** Los golpes en mi cabeza se intensificaron y me sacaron de mi sueño. Abrí un ojo y luces multicolores pasaron ante mis ojos, incluso después de que los cerrara otra vez. A veces dormir me ayudaba a librarme del dolor de cabeza, pero hoy no. El vuelo y el jet lag debían haber sido una perfecta combinación para la migraña. Me di cuenta de que los golpes no venían de dentro de mi cabeza, pero en vez de eso eran contra la puerta. Bobby debió haber olvidado sus llaves, me levanté y tropecé hacia la puerta, la abrí y volví a caer sobre la cama. —Um, ¿hola? Alcé la mirada y vi a Zoey de pie en la puerta abierta. La luz inundando desde el pasillo creaba un halo a su alrededor. —Cierra la puerta —dije en mi almohada. Oí la puerta hacer clic con suavidad y estuve agradecido. —Vamos, todos van al museo. No me moví. —¿Qué, el grande y fuerte Matt Parker tiene demasiado jet lag para salir? Gemí y me di la vuelta sobre mi costado en posición fetal. —¿Qué pasa? —preguntó, su voz más suave que antes. —Migraña —respondí, sin abrir los ojos.

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—Oh. —Dudó por un segundo—. ¿Cualquier cosa que pueda hacer? —Mis medicinas. Están en mi mochila. —Hice un gesto hacia la maleta que había dejado caer en el extremo de mi cama. La oí acercarse y abrí los ojos para verla agacharse y abrir mi maleta. Hizo a un lado mis bóxers cuidadosamente y cavó entre los montones de camisetas hasta que encontró el frasco de pastillas.

—¿Es éste? Asentí y tendí la mano. —Gracias. —Apreté mi mano alrededor del frasco y luego dejé que colgara lánguidamente de la cama, reuniendo la energía para realmente abrirlo. —¿Necesitas que te consiga un poco de agua o algo así? —Eso sería genial —susurré. Empujó mis hombros hacia atrás hasta que yací en la almohada. —Sólo trata de relajarte. Ya vuelvo. Unos pocos minutos pasaron y Zoey tocó suavemente la puerta. Salí de la cama para ir a abrirla. Me quedé allí, estabilizándome contra el marco de la puerta, entrecerrando los ojos por la luz. Ella puso su mano alrededor de mi cintura y me guió de vuelta a la cama. Me senté, inclinándome contra el cabecero para apoyarme. Abrió el frasco de pastillas y me dio una, luego trajo la botella abierta de agua a mis labios. Cerré los ojos y tragué la pastilla. No sabía qué había causado el repentino cambio en Zoey, o por qué estaba siendo agradable, pero no iba aquejarme en estos momentos. —Gracias, Zoey. —Incliné mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos otra vez. —En cualquier momento. —Supongo que tienes que irte ahora —dije, sin mirarla a los ojos. —No puedo simplemente dejarte aquí solo. Yo estaba callado, tratando de averiguar lo que ella quiso decir.

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—Ya le he dicho al Señor Rhinehart que no te sentías bien y que nos encontraríamos con todos más tarde. Pero si no me quieres aquí, probablemente puedo alcanzarles. Abrí los ojos otra vez. Zoey estaba sentada junto a mí en la cama, sus ojos azules llenos de preocupación.

—Quiero que te quedes —dije suavemente. —Bien, entonces. —Se puso de pie y se acercó al borde de la cama y me quitó los zapatos y los puso cuidadosamente al lado de mi maleta. Me deslicé hacia abajo en la cama y puse mi cabeza en la almohada. Me sentía como una mierda, mi cuello estaba rígido, mis palmas estaban frías y sudorosas y estaba nauseabundo. Realmente esperaba no vomitar en frente de ella. Se sentó frente a mí en la cama de Bobby y me miró. —Gracias por cuidar de mí —dije. —Está bien, estoy acostumbrada a ello. No tenía la capacidad cerebral para intentar interpretar lo que eso significaba. En su lugar, me concentré en mi respiración, pero la habitación continuó girando, y pese a que los dolores de cabeza normalmente me ayudaban a sentirme más cerca de John, simplemente me sentí solo y lejos de casa. Sabía que ella no era el tipo de preocuparse por mantener las apariencias, así que supe que no me juzgaría por bajar la guardia en este momento y así lo hice. —¿Zoey? —dije sin abrir los ojos. —¿Sí? —susurró. —¿Puedes venir a tumbarte conmigo? Ella dudó. —Por favor. Creo que ayudará. —Tendí una mano hacia ella. Sentí el cambio en la cama cuando ella se sentó a mi lado en el estrecho colchón

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y a regañadientes se acostó junto a mí. Mantuvo su cuerpo rígidamente en equilibrio en el borde de la cama, para que no nos estuviéramos tocando, pero después de unos segundos, me acerqué más cerca.

Al segundo en que la sentí contra mi cuerpo, una relajada calma se apoderó de mí. Acurruqué mi cuerpo alrededor de ella y me sentí anclado por la forma en la

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que nuestros pechos subían y bajaban juntos, deteniendo la sala de girar.

Capítulo 11

Traducción SOS por Susanauribe y Dai Corregido por Majo

B

ueno, esas fueron las dos horas más extrañas que he pasado en mi vida, en los brazos de Matt en una habitación en París. Sólo espera hasta que Morgan escuche esta historia. No hubo nada sexual al respecto, había sido

como cuidar de uno de mis hermanos. Dios sabe que Charlie me ha pedido dormir en su habitación incontables veces desde que éramos niños. Tuvo un miedo intenso de los monstruos en segundo grado. Eso era todo, Matt estaba en su momento más débil, aunque estaba un poco sorprendida porque me hubiera dejado verlo en su momento más vulnerable. Había sido una especie de mamá, nada más. Al menos me sentí segura por primera vez en este viaje. No estaba acostumbrada a sólo ser responsable de mí. Y más o menos me gustó cuando cerró sus ojos mientras pasaba mis dedos por su cabello para masajear su cráneo. Se había levantado en un estado de ánimo completamente diferente, con ojos brillantes y listo para ver la ciudad. Siguió disculpándose por haberme hecho perder nuestra primera excursión del día, pero honestamente no me importaba tanto la verdad.

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Después de que nos registramos para salir del hotel, me había ido sola para alejarme de Amanda y caminé de un lado a otro por el bloque de nuestro hotel. El miedo de perderme me retuvo de ir muy lejos, pero me senté junto a una fuente y me enamoré más de los detalles de este lugar que se sentía tan completamente diferente a casa. Palomas engreídas con patas rosadas bailaron a

mis pies y todas las personas eran geniales sin intentarlo con sus camisas confeccionadas y jeans entallados. París tenía un factor de genialidad, un aire que te retaba a intentarlo y volverte un parisino. Con encantadoras tiendas a lo largo de las calles de adoquines desiguales cuyos nombres eran cosas como Brasserie y Patisserie. Y había gran abundancia de cafeterías en las aceras donde personas estaban entre botellas de vino, cigarrillos y conversaciones que sonaban más fascinantes en su francés acentuado. Para el momento en que regresé al lobby del hotel para encontrarme con el Sr. Rhinehart y el grupo, mis pies estaban adoloridos y el jet lag me había atrapado. Ni siquiera noté que Matt no estaba hasta que el Sr. Rhinehart me dijo que fuera a buscar a mi compañero. Aunque París, hasta ahora, estaba sobrepasando mis expectativas, me sentí media inútil vagabundeando por las calles sin un propósito. Pero cuando Matt me necesitó, sentí la llamada familiar de ser necesitada y muy fácilmente me refugié en sus brazos. Pensé que las cosas podrían ser un poco extrañas entre nosotros una vez que nos despertáramos y nos retiráramos de los miembros del otro, pero extrañamente no lo fue. Ambos queríamos limpiarnos del viaje y cambiarnos antes de que fuéramos a encontrarnos con todos para cenar, así que había ido a mi habitación a ducharme mientras él hacía lo mismo. Sequé mi cabello con la diminuta secadora de cabello de Amanda y me puse un poco de rímel. No sabía por qué estaba haciendo un esfuerzo mayor al que hacía en casa, no era como si fuera a una cita o algo así, eso sería gracioso. Me puse mis zapatillas negras de ballet y bajé al lobby para encontrarme con Matt. Él estaba esperando en las puertas abiertas usando un suéter gris ajustado y jeans oscuros.

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Ese chico definitivamente había crecido tomándose sus vitaminas de los Picapiedras. Cuando me vio, su rostro se iluminó. Lucía mucho mejor que antes, su piel brillaba de manera saludable. Lo pasé en la puerta. —Bueno, hola para ti también —dijo detrás de mí, riéndose. —¿Listo? —pregunté

—Sí, ¿sabes a dónde vamos? —Eso creo. —Estudié el mapa que tomé en el lobby y di vuelta dirigiéndome a la izquierda en la calle de piedra. Caminamos en silencio, registrando nuestros alrededores—. Escucha, si vamos a trabajar juntos, hay unas cosas que deberías saber —dije. Él me miró, esperando a que continuara. Necesitaba entender que esta cosa de acurrucarse esta tarde fue completamente aleatoria y que no iba a pasar de nuevo. —No actuaremos como turistas estúpidos sin rumbo en la ciudad, así que si trajiste tu mochila, simplemente vas a tener que dejarla en la habitación. Esto es un arreglo de negocios; haremos nuestra investigación para que podamos dividirnos el trabajo y eso es todo. Planeo ver Notre Dame, La Basílica del Sagrado Corazón, El Louvre, y por supuesto, la Torre Eiffel, tú puedes hacer lo que quieras. —Iré contigo. El Sagrado Corazón sería genial —dijo. Lo miré, sorprendida de que siquiera supiera que era. —Bueno, simplemente no quiero que te hagas ideas extrañas en base a lo que sucedió antes. No nos enrollaremos —terminé, moviendo mi dedo en su dirección. Se rió entre dientes. —Tanto como aprecio tu ayuda de hoy, no tienes que preocuparte por eso. Parecía demasiado petulante sobre ciertas cosas, tenía una sonrisa desvanecida todavía en sus labios. No estaba segura de por qué, pero de repente estaba un poco molesta de que él pensara que era graciosa la idea de nosotros

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enrollándonos. ¿No fue él quien me pidió que durmiera con él? Me miró y la sonrisa de sus labios se desvaneció. —Dios, si estás tan preocupada por nosotros, te daré un silbato para violaciones. —Aceleró su paso para adelantarme.

—Hey, aquí estamos —grité. Paré frente al café. Matt regresó, pero directamente me

pasó, yendo hacia

nuestro grupo reunido en pequeñas mesas. Disfruté la atención del mesero que parecía estar en sus veinti algo. Hizo un espectáculo para ayudarme a sentar en mi silla y poner la servilleta en mi regazo mientras me hacía una serenata con palabras francesas de las que no tenía idea su significado. Matt y yo tomamos los dos últimos asientos al final de la mesa. —¡Sintiéndose mejor, veo! —El Sr. Rhinehart le sonrió a Matt. Sonaba entonado. Noté el vaso de vino medio vacío frente a él—. Y, Zoey, gracias por cuidarlo. Asentí. Unos cuantos tenían vasos de vino frente a ellos también, y vi a mis compañeros con nuevos ojos, no estaban simplemente hablando de manera animada de su viaje al museo, estaban mareados. Abrí mi menú y volteé las páginas, buscando por algo que reconociera. Llegué al final del menú sin encontrar nada en inglés. Le di la vuelta, pero estaba en blanco. Nadie más parecía estar luchando con su menú. Tal vez sólo necesitaba soltarme y seguir la corriente, ordenar algo atrevido. ¿Cuán malo podría ser? Pasé las páginas de nuevo y escaneé los nombres: apéritifs, repas. Luego leí las palabras de debajo, tratando de que tuvieran sentido. Poulet suace forstière... pates

orcchiette. Courgettes... poisons... copeaux de comté. Todo estaba en francés y no había fotos en el menú, como en casa en Applebee's. El mesero vino y las personas comenzaron a decir sus órdenes en el extremo lejano de la mesa. No había nada peor que quince adolescentes americanos asesinando el idioma francés. Mis oídos se sentían como si fueran a caerse. Estaba más que un poco avergonzada de ser vista con tales novatos. Traté de no ser obvia mientras miraba alrededor del restaurante tratando de ver lo que las otras

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personas tenían en sus platos, pero no ayudó. No conocía estas palabras. El mesero estaba detrás de mi hombro. Rápidamente escaneando las palabras de nuevo, me conformé con señalar la primera cosa que vi, y él se inclinó sobre mi hombro y asintió, luego escribió algo en su petaca de papel.

Cuando nuestra comida llegó, cada plato que fue puesto frente a cada uno se veía mejor que el anterior. Pero mi emoción y hambre rápidamente se desvaneció cuando el mesero puso algo frente a mí que no reconocí. Había pequeños trozos de pimientos troceados y guisados y un tipo de carne rancia. Podía notar que Matt se estaba riendo con su servilleta. Me observó tomar el desastre con mi tenedor y pretender un mordisco. Sé que hice una cara de asco, como Cora cuando tragaba remedio para la tos. Me acabé la mitad de mi agua y miré soñadoramente al plato de Amanda con una pizza delgada y echa en leña burbujeando con queso derretido. Daría mi ovario izquierdo por un trozo. Alcancé la canasta de pan y tomé el único trozo que sobraba, la rebanada final. Matt llenó su plato del pan con pasta y lo deslizó hacia mí. —Posiblemente no podría con todo esto. Ten un poco. Eran noddles gruesos con tomates cherry y queso. Se veía genial. —No gracias, estoy bien. —Recogí mi tenedor en un débil intento y lancé un trozo del montón humeante en mi plato. —Vamos, tengo un estómago débil, no puedo verte comer eso. —Empujó el tazón de pasta hacia mí. —¿Qué es? —pregunté, hundiendo mi tenedor en el suave centro de la pasta de carne en mi plato. Negó con su cabeza. —No quieres saberlo. Dejando mi orgullo a un lado, moví el plato el resto del camino hacia mí y metí el tenedor. Había una suave salsa cubriendo los noodles, era dulce como vino

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blanco y salado al mismo tiempo, con atisbos de ajo y pimiento negro. Matt todavía me estaba mirando, pero no me importaba. Metí tenedores llenos de pasta en mi boca y pronto terminé cada bocado de mi plato. Alcé la mirada y Matt estaba ahora comiendo su menguante plato de pasta.

—¿Quieres más? —preguntó con un noodle colgando de su boca. —No gracias, esto estaba realmente bueno, sin embargo. Él asintió y sorbió ruidosamente el fideo, haciendo que desapareciera entre sus labios. Mientras lo veía comer me di cuenta por primera vez de que sus labios lucían realmente besables: carnosos y suaves. Se limpió con la servilleta, sacándome de mi concentración. Morgan tenía razón sobre él, e imaginé que no había nada malo con mirar. Me hubiera gustado ser lo suficientemente valiente para ordenar una copa de vino, pero después de la catástrofe ordenando carne, bebí mi agua y me quedé callada. Después de una cena tranquila, nuestro grupo regresó al hotel, pero en vez de entrar, la gente se dispersó en pequeños grupos después de que el Sr. Rhinehart nos dijera que el toque de queda era a las once de la noche, pero que no nos fuéramos solos. Yo no tenía ganas de pasar más tiempo del que ya había pasado con mis ruidosos compañeros de clases. Ya me sentía suficientemente avergonzada por ser americana. Me senté en el borde de una fuente frente a nuestro hotel. Extrañaba a mis hermanos y hermanas y me preguntaba cómo les estaría yendo sin mí. —Hey —dijo Matt detrás de mí. Saqué mi pie descalzo de la fuente y me giré hacia él. —Pensé que te habías ido con Bobby y ellos.

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—Nah. Supongo que no tenía ganas. —Oh. —Estaba de pie torpemente delante de mí, traté de no percatarme de que estaba cara a cara con su entrepierna—. ¿Quieres sentarte? —En realidad, me preguntaba si querrías tomar un helado. Todavía debes estar hambrienta y vi un lugar justo una calle abajo.

—Uh, seguro. —Traté de sonar tranquila y despreocupada, pero eso sonó demasiado perfecto para mí. Caminamos calle abajo hacia una pequeña tienda con un letrero pintado a mano que decía “Helados de crema”. Era lo suficientemente grande por el contrario a la tienda con el refrigerador y la vieja caja registradora. —¿Pistacho? —lo desafié. —¿Si no lo pido yo, quién más lo hará? —Sonrió. Él se sentía mal por el helado de pistacho. Mi sonrisa se desvaneció casi con la misma rapidez. ¿Es por eso que estábamos juntos ahora; porque si él no me hubiera ofrecido salir esta noche, sabía que iba a estar sola y se sentía de cierta forma culpable porque yo estuve con él hoy? No necesitaba su lástima. Se acercó al mostrador y pagó por los dos; luego inclinó su copa hacia la mía. —Salud. —No tenías que pagar por mí. —Me apresuré detrás de él. —Lo sé. Pero tú me compraste una botella de agua antes, así que ahora estamos a mano. Bueno, supongo que era justo. No tiene sentido hacer una gran cosa de ello. Caminamos de regreso al hotel, comiendo nuestros helados. —Bueno, ¿qué debemos hacer? ¿Es todo por hoy? —le pregunté una vez que llegamos al vestíbulo del hotel. —Podríamos planear nuestro tema para el ensayo —sugirió Matt.

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—Oh. —¿Habría sido iluso que pensara que Matt Parker en realidad quería salir conmigo? —O no. —Él tomó un bocado y me sonrió. —Creo que mi compañera de cuarto, Amanda, trajo algunos juegos. Podría subir y conseguir una baraja de cartas o algo así.

Él asintió con la cabeza. —Te acompaño. Cuando llegamos a mi habitación, lo dejé en el umbral sosteniendo los dos helados mientras rebuscaba en la habitación. Lancé mi sujetador de encaje negro del respaldo de una silla al otro lado de mi cama, esperando que no lo hubiera visto. —¿Cartas? —pregunté, levantando la baraja. —O podría enseñarte cómo mi hermano y yo solíamos jugar a esto. —Levantó un juego de Scrabble. —¿Scrabble? —Mis abuelos jugaban Scrabble. —Vamos, te gustará. Me encogí de hombros, puse el juego bajo mi brazo y lo seguí hacia el vestíbulo. Pusimos el juego en una pequeña mesa en la calle fuera del hotel, iluminado sólo por las cadenas de luces blancas de Navidad que estaban por encima de nosotros. Dimos vuelta todas las fichas. —¿Así que dijiste que juegas a esto con tu hermano? —pregunté. —Solía hacerlo. —Sonrió como si estuviera recordando algo bueno—. Si tienes ganas de ello, la forma en que jugábamos era que cada uno tomaba nueve fichas en vez de siete como las reglas dicen y sólo puedes deletrear palabras pervertidas. —Levantó la vista para ver mi reacción—. Éramos algo inmaduros… no tenemos que… —¿Estás bromeándo? Scrabble Pervertido suena mucho mejor que el tradicional.

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¿Por qué nueve fichas? —pregunté. —John decía que hacía más fácil el formar mejores palabras. —¿John es tu hermano? —pregunté. Él asintió, pero bajó la mirada, de repente fascinado por sus fichas.

—¿Así que sólo son ustedes dos, entonces? ¿No hay otros hermanos? Sus dedos dejaron de reorganizar las fichas, pero sus ojos aún seguían abatidos. —En realidad sólo soy yo ahora. John falleció el año pasado. —Oh, lo siento, no sabía. —Mis manos se sentían torpes sobre la mesa, quería extender la mano y tomar la suya, pero era mala en ese asunto. Ni siquiera podía imaginar perder a uno de mis hermanos. Ellos eran mi vida. Nos quedamos en silencio durante unos segundos, Matt mirando hacia la mesa. Cuando me miró, sus ojos estaban llorosos. —Vamos a hacer algunas palabras pervertidas en honor a John —le dije. Él sonrió. —Hagámoslo. Escogí nueve fichas. Apenas cabían en la pequeña bandeja. Obviamente fue diseñada para sostener siete. Después de estudiar sus fichas por un minuto, Matt fue el primero, poniendo la palabra MILF6 horizontalmente en el centro del tablero. —¿Puedes hacer eso? —pregunté. —Oh sí, jergas, acrónimos, todo vale. Mientras sea pervertido. —¿Reglas de John? —pregunté, levantando una ceja. Él sonrió y asintió con la cabeza. Pensé que sólo con palabras pervertidas sería más difícil, pero resulta que me

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llegaron de forma más natural que las palabras comunes. Puse horizontalmente “INGLE”. —Bien. John estaría orgulloso. —Se estiró para completar las fichas en su bandeja—. Así que tienes una hermana, ¿verdad? 6

MILF: Son las siglas de “Mother I’d like to fuck”. En español: madre con la que me gustaría tener sexo.

Me acordé que nos había visto a Cora y a mí en la lavandería. —Sí. Y tres hermanos pequeños. —Wow. Familia grande. —Sí. —Mi pensamiento exacto fue: ¿quién demonios tenía cinco hijos hoy en

día? Su siguiente palabra fue “CORRERSE”, luego puse “SEMEN”. —Muy buena. —Chocó su puño con el mío por arriba de la mesa. —Así que, ¿por qué no quieres pasar el rato con los chicos esta noche? Él se quedó en silencio y reorganizó sus fichas. —No lo sé, supongo que siento como si tuviera que fingir ser alguien que no soy en torno a un montón de gente. Ellos esperan que yo sea feliz todo el tiempo y estoy cansado de fingir. Asentí. Lo entendía. Yo no encajaba la mayor parte del tiempo. Sabía que me estaba haciendo un cumplido aún sin decirlo. Él no tenía por qué fingir alrededor de mí. —Vagina va con “v” ¿no? —preguntó, con una expresión de concentración en su rostro. —Que yo sepa sí. —¿Podemos ponerla con “b”? —preguntó. —Bagina —probé en voz alta. Nos partimos de risa—. Eso no suena bien.

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—Aquí. —Volvió la bandeja hacia mí—. Ayúdame. —Estudié las fichas en su bandeja, luego las reorganicé y escribí la palabra “DESNUDO”—. Eres buena en esto. —Sonrió y tomó las fichas para ponerlas en el tablero. —Sí, no sé lo que se dice sobre mí —le dije, pero calada en su elogio.

Capítulo 12

Traducido por Lorenaa Corregido por Majo

P

ara nuestra segunda mañana en Paris, anticipé que Zoey no estaría en funcionamiento completamente hasta que tuviese su café. Nos conseguí una mesa en un pequeño rincón del vestíbulo del hotel, y llevé los platos

con todo a nuestra mesa. Cruasanes de chocolate, pasteles con mermelada pegajosa de naranja en el centro, yogurt con pasas y baguettes de queso suave. Zoey se deslizó en el asiento frente a mí, sus ojos escanearon la mesa. Le pasé una taza de café justo cuando la camarera venía con la cafetera. —¿Café? —preguntó. —Oui. —Levanté la taza de Zoey. Cuando estuvo llena de vapor y crema espumosa, me senté frente a ella. Se quedó sin palabras mientras observaba su café. —Uh, gracias. —Se recuperó, tomando la taza. Después del desayuno, nuestro grupo se puso en camino para una caminata de veinte minutos hasta Notre Dame. Las calles eran empinadas y tortuosas con

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edificios de piedra y tiendas adornadas con toldos que cubrían las ventanas. Bobby y Carson iban al frente del grupo, practicando francés con palabras pervertidas y partiéndose de risa por las combinaciones que podían hacer con ellas. Como queso y polla. Eso me hizo extrañar el tiempo que pasamos Zoey y yo

solos. Ella era reservada, y había un cierto grado de tristeza en su interior que se sentía familiar, confiable para mí. Un poco después, Zoey y yo nos encontrábamos a varios pasos del grupo. Caminábamos en silencio hacia el río, y pronto Notre Dame entró en nuestra vista: dos torres altas alzadas contra el brillante cielo azul. Después de las rondas de fotos de la clase en los escalones de piedra exteriores, el señor Rhinehart finalmente nos condujo dentro. Tan pronto como entramos a la penumbra de la catedral, mi cabeza se alzó con apreciación. Tenía un aire mágico y antiguo a la vez. Un profundo silencio cayó sobre nuestro grupo. El señor Rhinehart se paró en la cola para comprar nuestros boletos de tarifa de grupo y asegurarnos nuestros guías de audio para el tour en inglés. A pesar de que se parecía más a un monumento histórico que a una iglesia actual. Nos tomó veinte minutos llegar allí, y cuando cruzamos el río y vimos las dos torres alzándose al cielo azul, fue mejor verlo en persona que en las fotos de los libros de Historia. Después de Notre Dame, Zoey y yo compramos comida rápida, comiendo pizza en un banco del parque. Aparentemente aquí ordenabas una pizza por persona. Cada uno, Zoey y yo, obtuvimos una de tomate y albahaca. Ella no quería tomar ningún riesgo ordenando por su cuenta, así que simplemente repitió mi orden. La pizza era fina y ligera con una rica salsa de tomate y no mucho queso, no formaba un círculo perfecto como las de casa, pero aprecié sus imperfecciones. Estaba deliciosa. —Zoey, sólo quería decirte que anoche estuvo genial. Me sentí muy bien hablando de John como si aún fuera real. Le pedí una vez a Chelsey jugar al

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Scrabble Pervertido conmigo antes y no quiso, me dijo que madurara. —Supongo que simplemente me gustan las palabras sucias más que a la mayoría de las chicas. —Bueno, gracias de todas formas.

—Cuando quieras —dijo y metió el último trozo de pizza en su boca. Tan pequeña como era, la chica podía comer. —Entonces, Zoey, cuéntame algo que la mayoría de gente no sepa sobre ti. —¿Qué? —preguntó, masticando el trozo de pizza. —No lo sé, simplemente algo para que nos podamos conocer mejor. Quiero decir, hemos estado yendo juntos al colegio toda nuestra vida, pero realmente no sé nada sobre ti. Tragó la pizza y se quedó mirándome sin expresión alguna en su rostro. —Está bien… yo empezaré. —Me limpié la boca—. ¿Qué quieres saber sobre mí? — pregunté. Me estudió, y de repente me sentí cohibido bajo su mirada. ¿Tenía salsa de tomate en mi barbilla? —¿Qué querías decir en el avión cuando dijiste que desearías que en tu vida no hubiese nada más aparte del fútbol? Pasé la mano por mi pelo. —Ah, siguiente pregunta. Puso los ojos en blanco. —¿Cómo murió tu hermano? Hombre, no se contuvo. —Preferiría hablar de él que de su muerte.

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Ella asintió. —Vale, entonces cuéntame algo sobre él. —Él era tres años mayor que yo y básicamente lo alababa mientras crecía. Era como su sombra, pero nunca se enfadó por eso. Era marine, y cuando regresó de la instrucción básica estaba instruido. Eso fue cuando yo empecé a trabajar fuera.

Siempre quise ser como él y ahora que no está aquí… es como si ya no supiera lo que estoy haciendo, desde hace un año todo el mundo espera que lo supere, y mis padres ya no hablan sobre él. Lo siento, no sé ni porque estoy hablando sobre esto… no quiero ser tan deprimente. —Yo no soy toda rayos de sol y arcoíris por si no lo habías notado. —Tienes razón, Zoey Marshall. —Y tú no eres tan malo como me imaginaba. —Me apretó el hombro. —¿Gracias? —Vamos, tenemos que volver —dijo, levantándose y limpiándose las migas de su regazo. —Hey, no me dijiste nada sobre ti. —Simplemente pregúntame algo. ¿Qué quieres saber? —me preguntó. Lo pensé por un segundo, intentado salir con algo que la hiciese reír. —¿De verdad estabas usando un bikini cuando te vi en Laundromat? Me miró como si fuese un pervertido. —¿Eso es lo que quieres saber? Levanté mis manos en señal de rendición. —¿Qué? Soy un chico, simplemente tenía curiosidad. —Bueno, para tu información, sí. Las partes inferiores del bikini pueden pasar por ropa interior. Me imaginé que era mejor que no llevar nada.

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Lo consideré y asentí. Tenía la esperanza de que ella no pudiese notar que se me estaba enrojeciendo el cuello debajo de mi polo.

*****

Después del viaje en grupo, donde había apreciado el método de Zoey: escabullirse por delante para ver las cosas buenas, y luego de otra cena larga donde Zoey me tuvo ordenando por ella, estábamos pasando el tiempo en el lobby del hotel intentando pensar en qué hacer con nuestras horas restantes de libertad antes del toque de queda que el señor Rhinehart había impuesto. Bobby estaba tratando de convencer al grupo para ir a una discoteca calle abajo donde estaba seguro que nos dejarían entrar. —¿Vendrás, verdad? —preguntó Bobby, mirándome. Realmente no me importaba, pero no quería que la gente pensara que era incapaz después de saltarme la salida en grupo de la noche anterior. —Claro. —Miré hacia Zoey, sentada sola en el asiento de la ventana dibujando en su cuaderno—. ¿Quiénes van? —le pregunté a Bobby. —Solo tú, yo, Amanda y Stephanie. Están arriba arreglándose. —Se rió. —¿Deberíamos preguntarle a Zoey? —Señalé hacia ella. —No. Quiero que esta noche sea divertida. Además, hay dos chicas más nosotros dos. Es perfecto. —Voy a preguntarle, no simplemente pasar por su lado sin invitarla. Probablemente ni vendrá. —Me paré y caminé hacia ella, con la esperanza de que viniese. —¿Grandes planes? —preguntó sin levantar la mirada cuando me acerqué. —Ven conmigo. —Me senté a su lado, intentando ver que había estado

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dibujando, pero apartó el libro antes de que pudiese ver que era. —Bobby no me quiere allí —dijo cerrando el libro y dejándolo a un lado. Miramos hacia él a través del vestíbulo. Él nos frunció el ceño. —Olvídate de Bobby, quiero que vengas.

—¿Por qué? —me retó. Caray, esta chica no acepta nada sin argumento. —Porque no quiero ser el único fingiendo alrededor de la gente feliz. —Le sonreí. Amanda y Stephanie aparecieron en la escalera, riendo con blusas de tubo y faldas cortas, ilustrando mi punto. —Oh, no voy a fingir nada. —Y eso es lo que me gusta de ti. Vamos, Zoey. —La tomé de las manos—. Aparta tu libro. —Ella entrecerró los ojos—. Será divertido. Cruzamos el vestíbulo y alcanzamos a los otros. —Zoey viene con nosotros —dije. —Usando eso no viene —dijo Stephanie, arrugando la nariz. Pensé que Zoey se veía bien con vaqueros y camiseta, pero antes de que incluso Zoey o yo supiésemos lo que estaba pasando, las chicas se la llevaban escaleras arriba por los codos. Aparecieron quince minutos después y difícilmente reconocí a Zoey. Usaba un top negro y una falda pequeña y su pelo largo oscuro estaba rizado sobre sus hombros. Se veía mucho más caliente que Amanda y Stephanie, a pesar de que a ellas les habría tomado el triple de tiempo arreglarse. Aparté la mirada y volví a comprobar mi billetera, contando mi dinero otra vez, aunque sabía que tenía cuarenta y seis euros. Caminamos sobre una milla y alcanzamos le Secret, y pagamos para entrar. Nos mantuvimos juntos como un grupo incomodo en el bar mientras estábamos fuera

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de ambiente. Después de gritar sobre la música para saber lo que querían las chicas, Bobby y yo volvimos con las bebidas. Habían dos plantas con música diferente, la planta principal era más como un salón y la segunda planta tenía música alta de baile con luces y láseres destellando desde el techo. Había básicamente dos tipos de personas allí, turistas como nosotros y chicos sórdidos intentando cazar turistas.

Amanda y Stephanie se tomaron de la mano y se dirigieron a la pista de baile, intentando montar un espectáculo. Bobby las miraba boquiabierto. Él no tendría ninguna oportunidad con ellas de vuelta a casa, pero esa era la cosa divertida de los viajes, podías forjar nuevas relaciones y ser alguien diferente del que eras en casa. Bobby se unió a las chicas en la pista de baile, dejándonos a mí y a Zoey juntos, bebiendo nuestras bebidas. Estaba demasiado ruidoso para hablar, pero lo intenté de todas formas. —¿Lo estás pasando bien? Ella asintió. Lo intenté otra vez. —¿Te gusta bailar? Ella se encogió de hombros. Eso era un no. Quería decir algo inteligente, como “cuando en Roma” y tomarla de la mano. Pero tomé un sorbo de mi cerveza en vez de eso. Stephanie se dirigió hacia nosotros con una sonrisa que mostraba sus dientes. Tomó mi mano. —Vamos. —Y me empujó hacia la pista de baile. Miré hacia atrás a Zoey, pero dejé que Stephanie me llevara a la pista de baile. Stephanie balanceaba sus caderas delante de mí, golpeando mis caderas con las suyas. Creo que quería ser sexy, pero sólo parecía forzado. No era bueno bailando así que estaba parado cambiando mi peso de un lado a otro. Stephanie tomó mis manos y las puso alrededor de su cintura. Sonriéndome. Yo no estaba sintiendo esto realmente. Miré hacia atrás para comprobar a Zoey, pero no estaba donde la dejé. Mis ojos escanearon la habitación, buscándola. ¿Se había ido? Miré más allá

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de la cabeza rebotando de Stephanie y vi a Zoey al otro lado de la pista siendo acosada por un semental italiano con la camisa demasiado desabotonada. Él tenía sus manos sobre ella. Moví a Stephanie a un lado así podía ver mejor, pero ella confundió mi toque con atención y se dejó caer contra mí, triturando mis rodillas. Estaba a punto de ir a arrancar esas manos crepitantes que estaban sobre

ella, pero entonces me di cuenta de la expresión en su cara. A ella no le disgustaba. La canción cambió a una lenta, y salí de las garras de Stephanie antes de que me empujara otra vez. Caminé hacia Zoey y Rico Suave. —Zoey, vamos, creo que deberíamos irnos. —Puse mi mano sobre su codo. —¿Acaso eres el único que puede tener acción en este viaje? Un poco hipócrita, ¿no crees? —Ella señaló hacia Stephanie, quien estaba observándonos mientras hacía pucheros. —Zoey, ni siquiera conoces a este tipo, pareciera que tuviera veinticinco. —Fabien, Matt. Matt, Fabien. —Nos presentó. Me dio un guiño y empujó a Zoey más cerca. Definitivamente podría con él. —No seas aguafiestas. —Con un gesto de su mano me despidió. Sentí a Stephanie tirando de mi brazo. —¿Vas a volver? —Miré hacia Zoey una última vez. Parecía tan despreocupada, moviéndose al ritmo de la música, sonriendo tímidamente a su pareja de baile italiana. —Ah, sip. —Dejé que Stephanie me tomara del brazo y tirara de mí hacia ella.

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Comprobé mi reloj y me di cuenta que teníamos quince minutos para irnos antes del toque de queda. Los reuní a todos y nos dirigimos hacia fuera a la fría noche. Empezó a llover cuando comenzábamos el camino de vuelta. —¿Quién era el tipo alto, oscuro y guapo? —le preguntó Amanda a Zoey. —Fabien.

—Incluso su nombre es caliente —dijo Stephanie. Caminé por delante, un poco avergonzado por haber intervenido entre Zoey y su ligue. —Hey, Parker espera. —Ella me alcanzó. —Hey. Caminamos juntos en silencio por unos cuantos minutos. El cielo se abrió y vertió agua sobre nosotros en forma de gotas grandes y húmedas. Alcé la mirada y dejé que el agua me golpeara la cara. Se sentía bien, refrescante. —Wow —dijo Zoey, levantando las manos delante de ella con las palmas hacia arriba, atrapando el agua. —Vamos. —Tomé su mano. No estaba seguro de porqué, pero había estado esperando tocarla toda la noche. Empecé a correr por el medio de la calle, tirando de ella. Nuestros pies pisaban torpemente los charcos mientras corríamos. Zoey apretó mi mano más fuerte y corrimos tan rápido como pudimos a través de la lluvia. Los otros rápidamente estuvieron lejos. Empujé a Zoey en una esquina de un callejón y la sujeté con su espalda contra la pared. Le agarré la cintura, empujándola debajo de un toldo, lejos de las corrientes de agua que vertía el cielo. Sus ojos se encontraron con los míos y me di cuenta de que le estaba apretando la cintura, aparté mis manos rápidamente. Di un paso lejos de ella. Estábamos parados de cara el uno al otro y nuestros pechos se rozaban sintiéndose pesados mientras recuperábamos el aliento. El agua caía por su cara aplastándole el pelo contra las mejillas. Tenía el top pegado contra su cuerpo y tenía la piel de gallina en los brazos. Ella aún se veía preciosa como siempre, sus ojos azules me cautivaban.

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—Hey, ¿qué están haciendo chicos? El señor Rhinehart nos va a reñir si llegamos tarde —gritó Bobby desde la calle. Zoey y yo nos apartamos y corrimos por el callejón detrás de ellos. Cuando alcanzamos el hotel, dejamos huellas blandas y húmedas por el vestíbulo. En vez de dirigirse al ascensor, Zoey giró hacia las escaleras.

—Voy por las escaleras —dijo. Los otros continuaron por el ascensor, mientras que yo seguí a Zoey por las escaleras. Empujó la puerta de incendios y empezó a subir las escaleras. Durante los dos primeros pisos, simplemente la seguí por detrás, pero cuando alcanzamos la puerta del tercero, me paré enfrente de ella antes de que pudiese abrirla. —¿Te divertiste esta noche? —Sí, ¿tú? —me preguntó. —Ir a clubs nocturnos definitivamente no es una actividad normal para mí, pero estuvo bien. —Intenté sonar guay. —¿Por qué no fuiste con ellos? —me preguntó—. A Stephanie le gustas, probablemente te podrías haber enrollado con ella si hubieses querido. Sacudí mi cabeza. —He acabado con las chicas de ese tipo. La sonrisa de suficiencia de Zoey me dijo que no estaba totalmente convencida. —Bueno, ésta es la mía. —Hizo un gesto hacia la puerta. Me aparté de enfrente de la puerta así podría pasar—. Buenas noches —dijo detrás de ellas. —Buenas noches. —Observé su culo mientras se alejaba. Sí, definitivamente

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estaría pensando en eso más tarde.

Capítulo 13

Traducción SOS por Susanauribe y Little Rose Corregido por Simoriah

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e acuerdo, tal vez fueron los efectos de París en mí o los vasos de vino que bebí anoche, pero Matt Parker se está metiendo bajo mi piel. Caminó junto a mí, proyectando su gran sombra junto a la mía más

pequeña. Se suponía que usáramos nuestro tiempo libre cada día para investigar sobre nuestro trabajo, pero dado que todavía no habíamos decidido, en su lugar usábamos el tiempo para explorar, comer, caminar por la ciudad y comer un poco más. Nuestro grupo visitó otro museo y luego Matt y yo tuvimos tiempo para caminar solos. Nos detuvimos y nos sentamos en un hermoso jardín, deseé tener mi cuaderno de bocetos. No me hubiera importado quedarme ahí todo el día, pero nuestra hambre ganó. Vagamos por la calle por unas cuantas cuadras hasta que encontramos un pequeño café metido en una estrecha calle lateral y nos sentamos en una de las mesas exteriores. Hoy Matt ordenó por mí sin que yo tuviera que pedírselo y luego vertió agua de una jarra en mi vaso. No confié en la manera en que me estaba mirando. Era un concepto extraño tener a alguien haciendo cosas por mí.

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Me sentía inútil. Estaba acostumbrada a tener el control y a cuidar de los demás, pero cada día lejos de mi familia me acostumbraba un poco más a eso. —Así que, ¿a qué universidades vas a aplicar para el próximo año? —pregunté. —No voy a hacerlo —dijo él.

Estudié su rostro, intentando interpretar el comentario. Quizás ya le habían ofrecido una beca completa en algún lugar y no tenía que aplicar. —¿Cómo es eso? ¿Tienes buenas notas, verdad? Y obviamente eres la estrella del equipo de fútbol de nuestra ciudad apestosa. —Sí, mis notas están bien. —Entonces, ¿por qué no irás a la universidad? —Voy a encargarme del taller de piezas de auto de mis padres en unos años, así que voy a comenzar a trabajar ahí de tiempo completo el próximo verano. Probablemente tomaré algunas clases de negocios en la universidad local. —Bueno, yo planeo salir de South Lake tan pronto como pueda. Voy a aplicar a State y a Central dado que ambas están a unas cuantas horas de distancia. —Eso es genial —dijo. —Entonces, ¿es eso lo que realmente quieres hacer? ¿Quedarte en South Lake toda tu vida? —El concepto me desconcertaba. Sabía que tener buenas notas en la escuela era mi boleto para salir de aquí. No planeaba terminar como una divorciada de cuarenta años limpiando mesas en IHOP7 local. Quería algo mejor, y nunca podría enamorarme de un chico que quería quedarse en nuestra ciudad de mierda sólo por diversión. No podía esperar a irme. —En verdad no importa, mis padres me necesitan y es el negocio familiar. ¿Qué se supone que haga? ¿Simplemente darles la espalda? Siempre se supuso que la tienda pasaría a mi hermano y a mí. No me atreví a decir nada que tuviera que ver con los planes que él y su hermano

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habían hecho, sabía que nunca hablaría de eso con él. —Así que, teóricamente, si fueras a la universidad, ¿cuál sería tu especialización? Él pensó por un minuto.

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IHOP: La casa internacional de los panqueques.

—Escritura creativa. Hm. Este chico me confundía, a veces parecía mucho más que un tonto de pueblo, pero en otros casos, como cuando dijo que planeaba quedarse en South Lake, no sabía qué pensar. Nuestra pizza llegó y comenzamos a comer, felices por la distracción. —Entonces, ¿realmente crees que serás feliz quedándote en South Lake? — pregunté. Él asintió. —Es por eso que quería hacer este viaje, para poder ver algo del mundo mientras aún pudiera. Hablaba como si estuviera encadenado a nuestro pueblo. Sólo que estaba segura de que se lo había auto impuesto. Terminamos nuestra comida y decidimos caminar de regreso al hotel en lugar de seguir vagabundeando sin sentido por la ciudad. Pasamos junto a una niñita que me recordaba a Cora, y me detuve momentáneamente para verla pasear un carrito de bebés de juguete en líneas dentadas, luego detenerse cada ciertos minutos para chequear a su muñeco bebé. Su cabello castaño se movía locamente alrededor de su rostro, justo como el de Cora lo hacía en la mañana antes de que lo mojara y lo trenzara. —Luce como tu hermana, ¿verdad? —dijo Matt, notándolo. Asentí y sentí un nudo elevarse en mi garganta. No podía preocuparme por los niños ahora. No tenía control de la situación. Además, estaría en casa en unos días, así que bien podía disfrutar mi tiempo aquí. Nos sentamos en el banco frente

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adonde la niña jugaba y Matt y yo la miramos hasta que estuvo demasiado alejada de nuestra vista. —Me gustó cuando te soltaste el cabello anoche. —Su voz sonaba suave, trayéndome de regreso al momento. Estábamos sentados cerca en el banco del parque y él me estaba mirando. Movió sus manos cuidadosamente hacia mi

cabello y me volví para mirarlo. Lo sentí liberar mi cabello de la banda de plástico que usaba todos los días. Mi cabello cayó alrededor de mis hombros. Se puso mi banda en la muñeca. Estaba estirada por el uso, pero parecía quedar perfecta en su muñeca. Me pasé los dedos por el cabello, intentando entender qué acababa de pasar. Se sentía como si algo hubiera cambiado entre Matt y yo, pero no entendía qué. Regresamos al hotel en silencio. Y cuando llegamos, fuimos al cuarto de Matt, dado que estaba bastante segura de que Amanda estaría en el mío haciendo su tarea. Me senté en el escritorio y Matt en la cama. Aunque había estado aquí cuando lo ayudé con la migraña, se sentía un poco extraño estar en el pequeño cuarto con él. Me sentí más torpe que de costumbre, más insegura de mí misma de lo normal. Ese comentario que hizo sobre mi cabello me descolocó completamente. Anoche, Stephanie estaba arrojándose sobre él, y apenas la notó, pero parecía prestar atención a todos los detalles sobre mí. Necesitaba comprobar su teoría para ver si estaba enloqueciendo. Estiré los brazos sobre mi cabeza, exponiendo una línea de piel desnuda en la cintura de mis jeans. No tenía una táctica cuando se trataba de seducción. Quería hacer algo que hinchara sus partes masculinas. Me quedé así con los brazos sobre mi cabeza, luciendo como una tonta torpe. Su expresión era más de estás bien que de tienes toda mi atención. Genial. Justo lo que necesitaba. Dejé caer mis brazos a

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los costados.

Capítulo 14

Traducido por AariS Corregido por Simoriah

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oey estaba actuando un poco extraña. Se sentó en el escritorio en mi habitación y hojeó mi guía de viajes mientras masticaba el extremo de un bolígrafo. El modo en que su boca abierta trabajaba alrededor del

bolígrafo me puso en trance. Maldita sea, ¿por qué estaba tan obsesionada con lo oral y estaba causando que mi deseo sexual entrara en acción? Extendí la mano y le quité el bolígrafo de la boca. —¿Puedes dejar eso? Distrae un poco. —¿Hmm? —Levantó la mirada hacia mí y me taladró con sus ojos azules. Tomé un libro de la mesa de noche y cubrí mi regazo. —¿Qué demonios es eso? —preguntó Zoey, apuntando a mi regazo.

Mierda. Me atrapó. Presioné el libro más cerca de mi estómago, esperando que ocultara mi entrepierna, pero negándome a mirar hacia abajo. Ella se estiró para tomar el libro y lo quitó de mi regazo. Pero en lugar de

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enfocarse en el bulto en mis jeans, estudió la portada del libro. Exhalé el aliento que había estado conteniendo. El flujo de sangre comenzó a circular de nuevo por mi cuerpo y me di cuenta de que ella aún estaba esperando una respuesta por el libro.

—¿Es tuyo? Asentí. —¿Lees poesía? Asentí otra vez. Se puso de pie y caminó a través de la habitación hasta la diminuta ventana, todavía sosteniendo el libro. Lo colocó en el alféizar y movió las cortinas a un lado para mirar por la ventana. —También la escribo. —Nunca le había contado eso a nadie antes. —Genial. —Se volvió y me sonrió de la forma en que lo hacía, elevando sólo una esquina de la boca, por lo que no podía decir si era una sonrisa—. ¿Me la enseñarás? —Um, probablemente no. En realidad no se la enseño a nadie. —Me removí bajo su mirada. Ella dio un paso hacia la puerta, casi probando su peso. No estaba convencido de que realmente quisiera irse. Y ese pensamiento me empujó hacia adelante—. Me divertí contigo hoy. —Extendí la mano, y chocamos las manos de forma incómoda. En realidad era sólo una excusa para tocarla, para ver si me lo permitiría, pero en el segundo que nuestras manos se tocaron y después se separaron, me di cuenta de lo débil que fue mi intento. —Yo también. —Me miró extrañamente. Luego bostezó y estiró los brazos por encima de la cabeza una vez más, lo cual me dio un buen vistazo de su estómago, que lucía suave y plano—. Bueno, supongo que debería ponerme en marcha. — Comenzó a pasar junto a mí en su camino hacia la puerta, y no estoy seguro qué me hizo hacerlo, pero estiré la mano y tomé su muñeca. —No te vayas.

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Se quedó de pie frente adonde yo estaba sentado en la cama y esperó que la soltara, sólo que no lo hice. Mi corazón se aceleró. ¿La mezcla de flirteo y disputas de toda la semana habían llevado a esto? ¿O había interpretado la situación entre nosotros completamente mal? Sabía que ella probablemente podía notar que quería besarla por el modo en que estaba mirando su boca, pero no se

estaba apartando de mí. Me puse de pie frente a ella, la diferencia de altura entre nosotros incluso más exagerada en esta corta distancia. La miré a los ojos. —¿Quieres que me quede? —susurró. Tragó y se mordió el labio inferior mientras esperaba que respondiera. Asentí. Nos quedamos así durante algunos segundos más, sólo que pareció como una eternidad. Sabía que me estaba tomando demasiado tiempo. No sé por qué, pero ella me intimidaba. ¿Debía simplemente inclinarme y besarla? ¿Qué quería ella que hiciera? ¿O se reiría y me apartaría de un empujón? No estaba seguro de si había interpretado esta situación completamente mal, lo cual era totalmente posible. Cansada de esperar, Zoey tiró de la hebilla de mi cinturón y plantó sus labios en los míos con firmeza. Una vez que nuestros labios se encontraron, me quedé atónito por un momento para confirmar que realmente estuviera besándola, pero me puse al tanto rápidamente y cubrí su boca con la mía. Era una buena besadora, justo como lo había imaginado mientras la miraba jugar con el bolígrafo en su boca. Era más frenética de lo que esperaba, y eso envió una ola de calor a través de mí. Me aparté de ella. —Espera. ¿Qué estábamos haciendo? —¿Quieres hablar? ¿Ahora? —Puso los ojos en blanco—. Por supuesto que quieres. Respiré profundamente, luego tiré de ella hasta el borde de la cama para sentarla conmigo. Rocé su mejilla con mis dedos, tocándola involuntariamente de nuevo.

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—Quiero decir que si nos enredamos… aún tendremos que trabajar juntos y puede ser raro. No deberíamos, ¿verdad? Sólo somos amigos. —No sabía que querrías diseccionarlo con todo detalle. Además, no somos amigos. Más como enemigos íntimos —dijo. —¿Enemigos íntimos?

—O enemigos íntimos con beneficios —añadió. Le di una mirada confundida. Empujó mis hombros hacia atrás sobre la cama, así que estaba tendido—. ¿Eso está bien para ti? —Se inclinó y me besó de nuevo sin esperar una respuesta. Sus labios eran cálidos y sabían a chicle de canela. Olvidé mi argumento previo y rodé encima de ella y la besé de vuelta, más profundamente esta vez.

*****

La larga hora de besos con Zoey no era suficiente, pero teníamos que reunirnos con el grupo abajo para un viaje en autobús a una bodega cercana para aprender acerca del proceso de elaboración del vino. Cuando ella dejó mi habitación para ir abajo, ni siquiera miró atrás. Y luego, en nuestra excursión a la bodega, caminó delante de mí con Amanda y Stephanie, a pesar de que sabía que en realidad no le agradaban. Zoey estuvo callada en la cena y no se sentó cerca de mí en el autobús de vuelta. Me preguntaba si se arrepentía de lo que había ocurrido antes o si sólo había sido una cosa de una sola vez. Era tarde cuando regresamos y en lugar de intentar salir en el poco tiempo que teníamos antes del toque de queda, me fui solo a mi habitación. Unos minutos después, oí un golpe en la puerta y encontré a Zoey parada allí. —¿Puedo entrar? —Se asomó alrededor de mí para ver si Bobby estaba dentro. Me hice a un lado. —Por supuesto. Entró y se sentó en mi cama. Caray, esto estaba haciendo un lío en mi cabeza, a

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veces parecía interesada en mí y otras veces me ignoraba completamente. No estaba seguro de lo que estaba pasando con nosotros, pero, de algún modo, eso sólo me hacía querer averiguarlo más. —Entonces, ¿qué pasa? —Me paré frente a ella.

—Pensé que podrías aprovechar un poco de compañía. —Puso las manos en mis caderas, y ese pequeño contacto envió rayos de calor a través de mi estómago, haciendo que todos mis sentidos prestaran atención plena—. Además, pensé que lo de antes había sido divertido. Tragué. Se deslizó aún más en mi cama y se acostó sobre la almohada. Aparentemente no íbamos a hablar, pero no iba a esperar una invitación formal. Me tendí sobre ella, cubriendo su cuerpo con el mío. Me sostuve sobre mis brazos, manteniendo la mayor parte de mi peso fuera de ella. —¿Soy demasiado pesado? —No —exhaló contra mi boca. Pude notar que se había cepillado los dientes. Maldita sea. ¿Por qué no había pensado en hacer lo mismo? Probablemente porque no sabía que vendría después de ignorarme el resto del día. Pasó las manos a lo largo de mis bíceps y presionó sus labios contra los míos. Le devolví el beso y abrí su boca. Su lengua era suave y firme a la vez y el modo en que se demoró alrededor de la mía me estaba poniendo caliente. Presioné mis caderas contra las suyas y ella envolvió una pierna alrededor de mi espalda, atrayéndome incluso más cerca. Dios, era sexy. Se contoneó para salir de debajo de mí y me empujó hacia abajo sobre mi espalda, montándome a horcajadas. Presionó sus caderas contra las mías y se inclinó para besarme. Llevaba el cabello suelto de nuevo y cayó alrededor de nosotros, creando una cortina. Ella levantó mi camiseta y pasó sus manos sobre mi estómago. —Maldición. —Levantó mi camiseta para inspeccionarme más a fondo.

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—¿Qué? —pregunté intentando sentarme para ver qué estaba mal. —Tienes unos abdominales bien marcados. —Oh. —Caí hacia atrás en la almohada—. ¿Te gusta? —bromeé. —Mucho. —Sonrió.

Acuné su mandíbula en mis manos. —Ven aquí. —Guié su boca de vuelta a la mía. La puerta se abrió y la luz entró a raudales en la habitación. Nos apartamos de un salto, sentándonos en la cama y enderezando nuestra ropa. Bobby se quedó en la puerta, luciendo arrogante. Encendió una lámpara. —La próxima vez, deja un calcetín en el pomo de la puerta, hombre, no tenía ni idea de que tenías a una… señorita aquí. No me gustó el modo en que dudó alrededor de la palabra señorita, pero no era algo de lo que iba a hablar ahora. —Está bien… ya me iba de todos modos —dijo Zoey. Se apresuró para salir de la habitación sin mirar atrás o decir adiós, dejándome mirando la puerta mucho tiempo después de que se cerrara. —¿Qué pasaba con eso? —preguntó Bobby, todavía mirándome. Desearía que se volviera; tenía una furiosa erección que tenía que acomodar. Me encogí de hombros.

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—No lo sé —admití.

Capítulo 15

Traducido por karliee_j Corregido por Simoriah

L

os días se convirtieron rápidamente en Matt y yo buscando maneras de estar juntos a solas. Encontrándonos en mi habitación después de que Amanda se fuera, o en la noche en su habitación cuando Bobby salía,

colándonos en los callejones en los laterales de los edificios durante nuestros paseos por la ciudad, o yendo por los pasillos desiertos de los museos que visitábamos para apartarnos del grupo, pero no parecía que tuviéramos tiempo suficiente. Siempre éramos interrumpidos antes de que alguno de nosotros pudiera saciar su necesidad. Fue realmente inesperada la forma en la que parecía necesitar de él, sus muy apetecibles labios, la manera en la que él temblaba cuando lo tocaba y cómo parecía estar fascinado al jugar con mi cabello. Él era definitivamente un divertido juguete. Mi propio romance europeo. Morgan se iba a morir cuando le contara que me había enrollado con Matt en este viaje. Fue justo como ella lo predijo. Tal vez ella sabía algo que yo no; que a los niños buenos como Matt les gustaba ir a barrios bajos de vez en cuando. Usé la antigua computadora del hotel para entrar a mi correo electrónico y enviar

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malas noticias sobre cómo estaba todo en casa, pero al final, mi curiosidad ganó.

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una nota a Ty a mitad de nuestro viaje. Casi temía entrar y encontrarme con

enviar. No esperaba recibir una respuesta tan rápido, debido a la diferencia de

Escribí una rápida nota preguntando qué estaba pasando en casa y presioné

horario, pero la respuesta de Ty llegó justo cuando estaba a punto de borrar todo el correo basura de mi bandeja de entrada.

Hermana, las cosas son raras sin ti. Mamá me fastidia y sigue olvidando cosas, como que necesitamos que empaque nuestro almuerzo. Estoy tratando de ayudar, pero tú eres mejor en esto que yo. ¿Cuándo regresas a casa? Pd. No te preocupes por Pete, le está yendo bien. Ty Sabía que era una reacción extraña, pero lágrimas empezaron a llenar mis ojos. Se sentía bien ser necesitada y extrañada. Y me tranquilizó escuchar que el asma de Pete estaba bajo control. Nunca perdonaría a mi madre si algo pasaba mientras yo no estaba ahí. Cuando estaba en casa en mi rutina diaria, a veces me sentía invisible, como si nadie realmente prestara atención a todo lo que hacía para mantener la casa en pie. Mi papá no tenía idea, ya que siempre estaba en el trabajo, y los niños sólo esperaban que siempre estuviera ahí. Pero ahora que estaba lejos, quizás ellos apreciarían todo lo que hice, más ahora que habían experimentado como era la vida sin mí. Amanda me encontró en el pequeño centro de negocios, encorvada sobre la computadora. —Vamos Zoey, tenemos que irnos. La seguí afuera donde el grupo esperaba y compartí una mirada de complicidad con Matt. Ambos sabíamos que nos enrollaríamos esta noche, y eso hizo que me emocionara mucho más continuar con esta aventura. Nuestro viaje estaba a más de la mitad y Matt y yo aún no habíamos decidido un

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tema para nuestro trabajo, pero tal vez se nos ocurriría algo genial en la próxima parada de nuestro tour. Pasé el rato con Amanda durante nuestro tour de tres horas de caminata sobre la arquitectura de la ciudad y escuché todo su parloteo acerca de lo lindo que era

Bobby. Ahóguenme. Era un enano pre-púber con una mirada furtiva. Pero ambos estaban cerca de un cuatro, así que, ¿quién era yo para juzgar?

*****

Regresamos al hotel, tomé la llave de mi habitación y me dirigí al lobby esperando que Matt tuviera la misma idea y se encontrara conmigo ahí. Pocos minutos después, Matt salió del elevador y sin perder ni un instante, caminó hacia mí y tomó mi mano. —¿Vamos? —preguntó, dirigiéndome hacia la puerta. Suprimiendo una sonrisa, liberé mi mano de la suya. Él evitó mirarme a los ojos, repentinamente avergonzado por haber violado nuestro acuerdo. Con él a mi lado, estar en una nueva ciudad no me intimidaba. Sentía que podíamos hacer cualquier cosa que quisiéramos. Y lo hicimos. Mientras que los primeros días habían sido calurosos y soleados, ahora se habían vuelto fríos y húmedos, me acurruqué bajo mi delgado y gastado cardigan e ignoré los repetidos intentos de Matt de darme su chaqueta. Pasamos horas caminando por Champs Élysées, que es esta gran avenida en Paris, llena de tiendas, cafés y cines. Llegamos al Arco del Triunfo, subimos las escaleras hasta llegar a la parte superior y miramos sobre la ciudad de Paris. Matt estaba muy callado, pero eso no me molestaba. Estuvimos ahí arriba por un rato, sólo mirando el cielo despejado y la ciudad que se extendía debajo de nosotros.

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Estábamos demasiado intimidados para regresar en metro, a pesar de que sabía que sería más fácil. Entonces, nos dimos la vuelta y regresamos por el mismo camino por el que habíamos llegado. Había tanto para ver a lo largo de la acera arbolada, que apenas notamos que habíamos recorrido tantas millas.

Después de caminar por un rato, paramos en un café, ordenamos capuchinos y nos sentamos en una mesa al aire libre. Cuando Matt se estiró para tomar su taza, me di cuenta de que aún usaba mi banda negra para el cabello alrededor de la muñeca, y aunque tenía más en mi habitación, yo aún llevaba el cabello suelto. Intenté no pensar en lo que podrían significar esas dos cosas. Ahora que ya no estábamos caminando, el aire frío me ponía la piel de gallina a través de mi camiseta de manga larga. No estaba acostumbrada a pasar tanto tiempo con alguien de mi edad y tener que armar una conversación. En casa, raramente tenía tiempo para tener un pensamiento coherente, la mayoría del tiempo me la pasaba gritándoles órdenes a mis hermanos para que hicieran algo o dejaran de hacerlo, y con Morgan, usualmente oía sus historias sobre su último enamoramiento. Por suerte, Matt y yo nos sentíamos lo suficientemente cómodos el uno con el otro que ninguno sentía la necesidad de charlar constantemente. Pero aun así, no habíamos dicho mucho en la última hora y estaba molestándome el hecho de que no pudiera pensar en una sola cosa que decir, especialmente ahora que estábamos sentados frente a frente y él no hacía más que mirarme. —Usando solo una palabra, ¿cuál fue la primera impresión de mí? —le pregunté. —¿Huh? Sabía que él me había oído, así que sólo esperé a que comprendiera lo que había querido decir. —¿Segura que quieres jugar este juego? —Me miró. —Sí, sólo suéltalo. —Hice sonar mis nudillos.

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—De acuerdo. —Se encogió de hombros—. Supongo que lo primero que me vino a la mente fue frío. ¿Frío? Envolví mi taza con las manos, intentado absorber algo del calor de ella. —Ya no pienso eso —agregó—. Pero por la forma en la que te distancias de la gente en la escuela, supongo que esa fue la impresión que tuve.

—Es justo —dije. —¿Qué hay de mí? —preguntó—. ¿Cuál fue tu primera impresión de mí? —Mimado —dije salir sin vacilar. —¿Mimado? —Pareció genuinamente sorprendido. —Sí. Trabajas para tu papá, manejas una linda camioneta, puedes hacer casi cualquier cosa que se te antoje en la escuela, o hacer que uno de tus seguidores lo haga por ti. —No iba a mencionar la vibra de héroe americano que emanaba de él, su ropa y piel perfectas. O la forma limpia y masculina en la que olía. —Hmm. —Lo consideró—. Mi papá me paga el salario mínimo y tengo que trabajar mucho más de lo que me gustaría, y esa camioneta era de mi hermano. Tuve que rogar a mis padres para que me permitieran conservarla y ahora tengo que pagarla. —Pasó una mano por su cabello—. Y en la escuela, supongo que es para guardar las apariencias, haciendo lo que todos esperan que haga. Entonces lo había juzgado mal una vez más. Tomé un sorbo de mi cappuccino. Tal vez era más seguro no hablar, así él dejaría de revelar cosas que me hicieran ver más como una perra y a él menos como el chico que había pensado que era.

*****

Esa noche, en la cena, recorrí el menú con los dedos hasta que encontré lo que estaba buscando: les entrees. Leí cada una cuidadosamente. No quería repetir mi horrible experiencia de ordenar en nuestra primera noche en Francia. Estudié el

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menú, concentrándome en las palabras individuales que componían el menú.

Endives au bleu et aux noix —sabía qué era eso. Definitivamente era una ensalada. No me podía equivocar con una ensalada, ¿verdad? Mi ensalada de endivias vino acompañada de queso azul por encima. El queso en Francia era toda una nueva experiencia. Era apestoso y rancio, pero de alguna

manera delicioso. La ensalada acompañada de una generosa ración de trozos de baguette fue la comida perfecta. La comida aquí se estaba convirtiendo rápidamente en mi cosa favorita de Paris. Bueno, eso y enrollarme con Matt. El cuerpo de ese chico era seriamente increíble y quería desesperadamente convertirlo en mi gimnasio personal. Lo miré a través de la mesa y lo observé meter un pedazo de baguette crujiente en su boca. Me distanciaba de él en público a propósito. No quería que nadie sospechara que pasaba algo entre nosotros con la cantidad de tiempo que pasábamos juntos, y bueno, con Bobby habiéndonos descubierto en el acto descaradamente. Supuse que era mejor no levantar más sospechas. Matt me miró e hizo señas hacia mi boca, luego tocó sus labios. Empezó a inclinarse sobre la mesa. Alcé la mano, deteniéndolo. —Parker, por favor… estamos en público. Presionó sus labios, suprimiendo una sonrisa. —No iba a besarte, Zoey —susurró, inclinándose hacia mí. La diversión en su rostro desapareció lentamente cuando se dio cuenta de lo que había querido decir—. Sólo estaba tratando de decirte que tienes un pedazo de espinaca en los dientes. Mis manos volaron hacia mi boca. —Oh. Me excusé de la mesa, dejando caer torpemente la servilleta de mi regazo cuando me puse de pie. Matt y yo nos inclinamos al mismo tiempo para recoger la servilleta y nos golpeamos accidentalmente en la cabeza. Sus ojos fueron a los

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míos y sonrió. Intenté esbozar una media sonrisa sin abrir la boca, con temor de mostrarle mis dientes llenos de espinaca de nuevo, y después huí hacia el baño. Ahora estaba acostumbrada a que el acto de cenar durara un par de horas, lo que sólo nos dejaba un poco de tiempo para pasar el rato cuando volvíamos al hotel. Bobby, Amanda y Stephanie, más unos pocos chicos iban a sentarse frente al río

Sena y a beber. Matt y yo nos unimos a ellos, pero caminé detrás del grupo junto con una callada chica llamada Shanea con la que nunca había hablado. ¿Por qué cambiar eso ahora? Estábamos envueltos en sudaderas, bufandas y chaquetas y con una carga de botellas de vino tinto barato. El río Sena era más parecido a un canal, tallado a lo largo de la ciudad. Nos sentamos en una barda de piedra frente al agua y miramos las luces centellantes que iluminaban un puente. Más adelante, en la distancia, la torre Eiffel sobresalía sobre todo lo demás alrededor. Me sentía libre aquí, como si pudiera ser o hacer cualquier cosa que quisiera. Era un sentimiento muy poderoso. Matt caminó hacia el lado en donde yo estaba sentada y me entregó una botella de vino. Bebí un largo sorbo mientras él se sentaba junto a mí. Sin decir nada, me acerqué más a él hasta que nuestras piernas se tocaron, tratando de entibiarnos. Puso su brazo alrededor de mí y me atrajo hacia él. Nos pasamos las botellas de vino hasta que nos terminamos las tres, y divididas entre los siete, todos sentíamos un zumbido de felicidad. En nuestro camino de regreso al hotel, caminamos zigzagueando a través de las calles y ellos cantaron el himno de nuestra escuela a viva voz. Yo no me sabía la letra. Estábamos sin aliento y sonrosados cuando logramos llegar al hotel. Yo quería un poco de tiempo a solas con Matt y sabía que él también por la manera en que permaneció en el lobby, pero no había nada que pudiéramos hacer, a menos que deseáramos ser obvios al respecto y pedirle a Bobby o a Amanda que nos concedieran algo de privacidad. Ambos nos acobardamos y nos fuimos por caminos diferentes. Me recosté en mi cama frustrada, para nada cansada y un poco mareada pensando en Matt y sus suaves labios. Pensé en todo lo que había

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aprendido de él hasta ahora en este viaje, y las piezas encajaron de una manera muy diferente a como esperé que lo hicieran.

Capítulo 16 Traducido por magdaa Corregido por Laurence15

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legamos al Museo de Louvre justo antes de que abriera, y por suerte, sólo había un par personas en la fila. Zoey y yo éramos un equipo eficiente, una vez que entramos, obtuve las entradas mientras que ella tomaba un

mapa y examinaba la distribución del lugar. Nos volvimos a encontrar un par de minutos después. —¿Hacia dónde vamos? —Había varias escaleras abriéndose hacía diferentes direcciones desde el vestíbulo de mármol en el que estábamos. Ella apuntó hacía la sala de exposiciones en el segundo piso justo sobre nosotros. —La Mona Lisa está ahí arriba. Podemos hacer nuestro recorrido hasta ahí. — Zoey me arrastró en la dirección opuesta a los grupos de personas que estaban subiendo a ver a la Mona Lisa. Me guió hacía una habitación larga llena de esculturas de mármol de tipos desnudos. Caminó delante de mí. Parecía más interesada en las esculturas que tenían sus partes colgando. Se paró en frente de uno y se tomó su tiempo estudiándolo antes de avanzar para demorarse con otro. Estaba a punto de dirigirme a la siguiente habitación en la exposición cuando noté que ella estaba

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señalando a una estatua de cuatro hombres grandes tallados en piedra caliza. Estaban desnudos, por supuesto. Ella se paró con asombro, su cabeza inclinada hacia atrás y la mandíbula abierta. Caminé hasta ella. —¿Disfrutando de la vista?

Me miró. —Sólo estoy tratando de entender lo que estoy mirando —dijo con cierta alegría en sus ojos. —Hablando artísticamente, por supuesto. —Um, no. Quiero decir, sus partes se ven como raras, ¿no? Me reí en voz alta antes de recuperarme rápidamente, recordando el ambiente silencioso. —Si estás así de interesada, podría darte una lección de anatomía más tarde — ofrecí, mi voz indiferente y abatida. Esperaba que me disparara una mirada ofendida, pero cuando giró su cabeza, una lenta sonrisa se estaba esparciendo por sus labios. —Lo tendré en mente. —Me dejó parado solo en frente del Satyres en Atlante, preguntándome qué demonios acababa de pasar. Pasamos varias horas caminando por el Lourve, aunque pudimos haber pasado muchas más. El Louvre hacía justicia a su reputación, era grande. Demasiado grande. Después de tres horas mi espalda dolía por pararme en todas las exhibiciones, así que vimos la obligatoria Mona Lisa (la cual era pequeña) y la Venus de Milo antes de que Zoey y yo nos escabulléramos fuera del grupo hacía un corredor vacío, corriendo por nuestra libertad antes de que el Sr. Rhinehart notara que no estábamos. Nos sentamos en el parque, yo estaba escribiendo en mi libreta y ella estaba dibujando. Ni siquiera trató de alejar el libro cuando la miré por encima. Era la

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niña pequeña que habíamos visto en el parque. La que se parecía a su hermana. Estaba más o menos contando los minutos hasta que se aburriera o se cansara o tuviera frío y pudiéramos volver al hotel. Sabía que debería estar usando cada minuto libre para disfrutar la ciudad de París, pero prefería besar a Zoey.

—Así que, ¿qué hay en la agenda para más tarde? —pregunté, apoyando mi libreta a un costado. No podía seguir concentrándome en escribir—. ¿Más Scrabble Pervertido? Se rió. —Sólo si llegamos a representar las palabras pervertidas. Casi me atraganté con aire. —Um, sí. ¿Podemos ir ahora? —supliqué. Se rió otra vez. Ésta definitivamente no era como Zoey. Cerró el bloc de dibujo y se paró. —Bien. Vamos.

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Estaba sobre mis pies antes de que pudiera terminar el pensamiento.

Capítulo 17 Traducido por DaniShadowHunter Corregido por Paaau

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os subimos al metro y la hora punta del mediodía significó que estaba completamente lleno. Había sólo un asiento vacío en el vagón al que subimos. Después de abrir puertas para mí todo el día, correr mi silla y

ordenar por mí, lo menos que podía hacer era cederle a Matt el asiento. —Preferiría estar parada —dije, señalándole para que lo tomara. Sabía que él estaba a punto de protestar, así que puse mis manos sobre su pecho y lo empujé abajo hacia el asiento. —Gracias —murmuró. Se agachó el resto del camino al asiento plegable del pasillo. Me acerqué a su lado, ubicando mis brazos a cada lado de sus hombros para tomar la barra detrás de su cabeza y así no perder el equilibrio. El vagón, atestado de gente, estaba vivo con energía, lleno con una cantidad improbable de atractivos y guapos parisinos. La tenue luz cada vez que el tren se hundía bajo tierra, las sacudidas y ruidos que hacían que me balanceara hacia atrás y adelante contra las rodillas de Matt que sobresalían en el pasillo en el que estaba de pie, me mantenían erguida, pegada a él.

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El tren dobló en una curva cerrada y me tambaleé hacia un lado, perdiendo momentáneamente mi equilibrio y Matt me alcanzó por detrás, enroscando sus dedos en la parte posterior de mi muslo para estabilizarme. Di un paso más cerca, de modo que estaba parada entre sus piernas. Sabía que estábamos totalmente cerca, brazos y piernas entrelazados, pero él mantuvo su mano confortablemente descansando contra mi rodilla, sosteniéndome en mi lugar.

El calor corporal alrededor de nosotros me calentó, y el color creciente en mis mejillas no era ayudado para nada por la joven pareja sentada al lado de Matt, que estaba besándose abiertamente. No era como un beso rápido, el tipo de PDA que veías allá de vuelta en casa, estaban completamente besándose. Creo que capté un vistazo de su lengua. Tenía que mirar a otro lado. Algo en mí estaba curiosa sobre cómo la gente aquí expresaba más abiertamente sus emociones, no tratando de ser todo correcto y bien educado. Como si supieran vivir más completos que nosotros. Me acerqué aún más a Matt, de modo que su rodilla se encontraba entre mis muslos. El efecto era sexi, mientras que al mismo tiempo, completamente inocente. Entonces, ¿por qué no podía alejar mi mente de pensamientos sucios? Tragó saliva por nuestra repentina cercanía, y luego me observó. —¿Estás segura que no quieres el asiento? Me siento como un cretino. No había forma en que me moviera. —Estoy bien acá. La pareja a su lado se detuvo por aire una sola vez, noté de soslayo. Y sólo fue para decir algo que sonó imposiblemente sexi en francés. Este viaje en metro sería la muerte para mí. Mi cuerpo entero estaba zumbando en el momento que me desenredé de Matt, veinte minutos después. Y por supuesto, en el camino de regreso al hotel, no tuve ningún alivio de la sangre subiendo a mis mejillas. La gente se besaba en parques, se recostaban juntos sobre mantas y saludaba a amigos en la calle con un beso en cada mejilla.

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Era como si París estaba intentando romper mi voluntad.

Capítulo 18 Traducido por Maru Belikov Corregido por Caamille

—¿T

u habitación o la mía? —preguntó cuando llegamos al hotel. Siempre iba directo al grano. —No me importa. —Mientras que hubiera una cama,

cualquier lugar estaba bien para mí. —La mía, entonces. —Me jaló por el cuello hacia el ascensor. Tan pronto como las puertas se cerraron nos estábamos besando. Presionó la longitud de su cuerpo con el mío y me empujó de espaldas a la pared. Enredé mis manos en su cabello. Olía tan bien, como el jabón de hotel y algo más, como algo ligero y floral. Las puertas del ascensor se deslizaron y Zoey y yo nos apartamos. Sus mejillas estaban sonrojadas y sus labios estaban rosados. Tomó mi mano y me empujó por el pasillo. Trotamos hasta su habitación, nuestros dedos apenas tocándose. Deslizó la tarjeta en la puerta y la empujó abriéndola con su espalda mientras tiraba de mí por el cinturón. Se sentía algo mal estar solos en su habitación de hotel cuando se suponía deberíamos estar buscando lo del trabajo, pero mis manos se movían por sí solas, y de repente la empujé cerca, y mis manos se deslizaron por su espalda,

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ahuecando su trasero y empujándola hacia mí. Nos besamos torpemente por unos cuantos minutos de pie en el medio de la habitación. Zoey retrocedió y presionó sus palmas contra mi pecho, empujándome hacia su cama, luego levantó mi camiseta y la quitó por encima de mi cabeza. En realidad

estábamos a la misma altura conmigo sentado. Entrelacé mis dedos con los de ella y la empujé hacia adelante para que me besara. Trepó con sus manos libres de las mías y se subió encima de mi regazo, envolviendo sus brazos alrededor de mi espalda. Dios, se sentía bien contra mí. Levanté su camiseta, inseguro por si me detendría, pero sus manos buscaron por el dobladillo y me ayudó a quitarla por encima de su cabeza. Su sostén era negro con encaje y su piel era suave y sonrosada. Compartimos una mirada intensa por un segundo cuando su camiseta se había ido. Entonces, estaba de regreso besándome, sus labios húmedos y salados sobre los míos. Nos besamos así por unos minutos, con ella sobre mi regazo, y corrí mis manos a través de su cabello. Podía definitivamente acostumbrarme a pasar tiempo con Zoey. Nos movimos, así que estábamos acostados en nuestros lados, uno frente al otro y con nuestras piernas entrelazadas. No había ninguna parte de mí que no quisiera tocarla. Pasé mis manos sobre sus pechos y bajo su estómago y sentí su respiración acelerarse bajo mi toque. Esperaba que no se diera cuenta de la manera en que mis dedos temblaban cuando la tocaba. Las cosas estaban calentándose rápido y presionamos nuestros cuerpos frenéticamente, frotándonos y moviéndonos juntos. Mi corazón estaba latiendo tan rápido que sentía como si fuera a salir saltando fuera de mi pecho. Zoey empezó a desabotonar mis pantalones y trabajó con sus manos dentro de mi bóxer. Sus manos eran tan suaves, y cuando me tocó, sentí como si fuera a

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explotar.

Capítulo 19

Traducido por carosole. Corregido por Majo

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eslicé mis manos en sus bóxers e inhalé de repente ante mi descubrimiento. Él empezó a decir algo, una débil protesta contra mis labios.

—Shh. No hables. Ni siquiera pienses. —Lo besé para callarlo y lo empujé contra la cama. No quería que dijera algo que arruinara el momento. Por qué no podríamos tener solo está aventura divertida y olvidar todas nuestras inhibiciones, olvidar quieres éramos en casa. Cuando llevé mi mano más lejos, su necesidad de hablar pareció desaparecer. Me besó frenéticamente y llevó sus manos a mí, ahuecando mis pechos. Mi aliento se atoró en mi pecho. Usando solamente las puntas de sus dedos, lentamente y con cuidado, exploró el contorno de mi sujetador, haciéndome desear y esperar por él para que empujara el material hacia un lado. Creció mi exaltación en mi deseo por él y me dejé perder en el momento. Algo no se sentía del todo bien. No con él, esto se sentía enloquecidamente increíble. No, algo estaba mal en mí. Las cosas se estaban poniendo un poco

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blandas abajo, y no de una buena manera. Me alejé de él, me disculpé y fui al baño. No era bueno. La querida vieja tía Flo había llegado mucho antes de lo previsto. Debieron haber sido los vuelos o el cambio de hora los que influyeron en mi ciclo. Mierda.

Caminé fuera del baño con las piernas arqueadas y me dirigí al bolso de Amanda, pensé que no le importaría si tomaba algo prestado, considerando lo ansiosa que había estado de compartir ropa o maquillaje. Matt se sentó en la cama. —¿Qué estás haciendo? No respondí, pero en su lugar abrí la maleta de Amanda y empecé a revolver a través de sus ropas. —Vuelve. Te necesito —gimió y volvió a caer pesadamente en la cama—. Zoey… —Espera por favor. —Levanté un dedo. Satisfecha de que no había nada en su maleta, me moví a la bolsa de cosméticos y usé mis dedos alrededor de todos los compactos y delineadores, pero desafortunadamente estaba desprovisto de productos femeninos. —¿Qué está mal? —Un pequeño problema. Me miró como si estuviera preocupado. —Zoey, ¿qué es? Bien podría terminar con eso. Era como quitarse una curita, aunque podría ser más fácil si él tuviera hermanas. Por supuesto que sabía cómo funcionaba el cuerpo femenino —él había pasado educación sexual. Solo déjalo salir, Zoey. Estaba mirándome como si fuera una loca.

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—Empecé mi período. —Oh. —Pasó su mano por su cabello, como siempre hacía—. ¿Estás… bien?

¿Estaba bien? Era lindo. —Sí. Sólo que no tengo nada aquí.

Me estudió por un segundo hasta que comprendió lo que quería decir. —Oh. —Estaba diciendo mucho oh—. ¿Necesitas que vaya a conseguirte algunos… suministros? Tomé una respiración profunda, enderecé mis hombros y me tragué mi humillación. —Si pudieras… sería de gran ayuda. —Sí, no hay problema. —Se puso de pie más rápido de lo que habría creído posible, tirando su camisa por encima de su cabeza y comprobando los bolsillos, murmurando para sí mismo. Creí capturar la palabra farmacia. No era como si fuera contagiosa o algo así. Me dio un beso rápido en la mejilla y salió por la puerta. Cuando la puerta se cerró detrás de él, encerrándome dentro, me sentí completamente sola. Me puse unos pantalones de chándal y luego metí un montón de pañuelos descartables en mi ropa interior y caminé por la habitación, esperando a que Matt volviera con los productos. Le tomó cuarenta y cinco minutos. Lo dejé entrar en la habitación, más molesta que agradecida de que le llevó tanto tiempo, pero rápidamente desapareció cuando vi lo nervioso, entusiasmado y servicial que estaba tratando de ser. —No estaba seguro de cual agarrar. —Dejó una bolsa de papel marrón sobre la cama. Trajo tres cajas de tampones, uno para flujo ligero, uno para denso, y uno que tenía fragancia. Junto con eso un paquete verde llamado serviettes

hygènique, que parecían ser toallitas. —¿Es suficiente?

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—Uh, sí. Para seis meses. Sonrió, claramente satisfecho de sí mismo. Agarré una caja de tampones y me dirigí al baño. Cuando volví, él estaba acostado en mi cama mirando televisión. Pensé que se habría ido para el momento en que salí, aterrorizado por la crisis femenina.

—¿Todo mejor? —Palmeó la cama junto a él. Caminé tentativamente hacia él, luego me senté en el borde de la cama. Me tomé un minuto para entender por qué aún seguía allí, pero luego me di cuenta — quería su recompensa. Me acerqué más a él. —Acuéstate —dijo. Me acosté junto a él y empecé a besar su cuello. —Mmm. Eso se siente bien. —Me apretó más cerca. Olía a colonia Abercrombie, fresco y silvestre. Me abrí camino a su mandíbula, luego finalmente a su boca. Nuestro beso empezó suave al principio, pero una vez que mi lengua encontró la suya, volví a entrar en ello. Deslicé mi mano dentro de sus jeans. —Espera, Zoey. —Agarró mi muñeca, deteniendo efectivamente mi mano. —¿Qué está mal? —Nada, es genial. —Besó mi frente—. Es solo que probablemente no deberíamos, ¿sabes? —No, está bien… tengo algunos pañuelos descartables cerca. —Eso no es a lo que me estaba refiriendo. Saqué mi mano de sus jeans. —¿Qué es, entonces? ¿No soy lo suficientemente buena para ti? ¿Después de haber estado con Chelsey?

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—¿Qué? Por supuesto que no. Esa primera noche aquí, me dijiste que esto era un acuerdo de negocios. —Bajó la mirada y se re-abotonó sus jeans—. ¿Aún te gusto? —Me gusta tu cuerpo. —Deslicé mi mano bajo su camisa, acariciando su estómago—. ¿Cuál es el problema? Creí que estábamos de acuerdo con esta cosa de amigos con beneficios. —Estaba muy al tanto de que había dicho amigos en lugar de ami-enemigos esta vez, pero no me corregí.

—Supongo —dijo—. Pero, además, estás en tu… Era el hombre típico, que no podía siquiera decir la palabra “período”. —¿Qué, te doy asco? —Me alejé de él. —No —dijo con más entusiasmo del necesario—. Es que solo me siento mal porque no puedo devolver el favor. —Agarró mi mano y le dio un apretón—. Quiero asegurarme de que la chica con la que estoy está teniendo un buen momento. —Esa sonrisa arrogante de la que me había acostumbrado estaba de vuelta. —Estaba teniendo un buen momento hasta que tú nos interrumpiste con esta pausa publicitaria. —Lo golpeé con una almohada. La agarró y me la lanzó. Y antes de que supiera lo que estaba pasando, nos estábamos golpeando con almohadas y haciendo lucha libre en mi cama. Era como un juego de twister perverso, y yo estaba bastante flexible en esos pantalones de chándal. Me hizo cosquillas en la cintura y me tiró encima de él. Sus ojos estaban brillosos y felices, y me sonreía como un tonto. Maldición, era lindo. Iba a extrañar esto, y eso me

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asustó demasiado.

Capítulo 20

Traducido por Miranda Corregido por Simoriah

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oey casi me había provocado un infarto ayer. Cuando se había levantado de repente durante nuestra sesión de besuqueo, mi primer pensamiento fue que estaba registrando la habitación en busca de condones. Pero era

un producto totalmente diferente el que había estado buscando. Uno que, por alguna razón, accedí a recorrer la ciudad en su búsqueda. Me gustaba que Zoey no me presionara para ser quien todo el mundo pensaba que debía ser; pero al mismo tiempo me desafiaba de forma inesperada a ser quien quería ser, alguien que no era falso, pero que se sentía como un verdadero ser humano una vez más. Estaba bien ser normal con ella, hablar sobre John, incluso tener una migraña y que no se volviera loca. Si podía ver mi lado más oscuro, un lado que no había enseñado a nadie y aun así le gustaba, ¿qué significaba eso? Era nuestro último día completo en París, y como un presagio estaba lloviendo. El Sr. Rhinehart andaba de un lado a otro tratando de repartir una copia revisada

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del itinerario, uno que había creado para el “mal tiempo”, pero todo el mundo reía y las hacía una bola. La lluvia no iba a mantener a nadie dentro en nuestra última oportunidad de ver la ciudad. Algunos de nosotros fuimos a la Torre Eiffel, abriéndonos paso entre la multitud y tratando de evitar los evidentes timadores que buscan el dinero de los ricos turistas americanos. Cuando el viento se levantaba, el inconfundible olor de

la orina flotaba. La lluvia finalmente cesó, y el sol se abrió paso entre las nubes, secando la humedad alrededor de nosotros. Mientras nuestros compañeros iban a McDonalds y a Starbucks, Zoey y yo nos dirigimos al mercadillo abierto y compramos bollos franceses: un croissant y un muffin de pera y vainilla, después compramos una baguette y un trozo de queso suave y nos dirigimos hacia el parque. Nos sentamos en un banco para escuchar a un cuarteto de cuerdas callejero. Puse la comida en el suelo y giré a Zoey e intenté bailar con ella. Hizo un movimiento como si cortara su garganta, y la solté. Me conformé con sentarme junto a ella, escuchando la música mientras comíamos. Zoey miraba con nostalgia el puesto callejero que vendía sándwiches calientes prensados. Olían deliciosamente. —Matt, ve a pedirme algo —dijo, mirando la comida. —Tienes que dominar el pedir por ti misma, Zoey. Solo inténtalo. Yo tampoco sé qué estoy haciendo. —No, tú eres mejor. Lo haré mal y probablemente regrese con un zapato viejo. Además, en casa tendré que cuidar de mí misma más los niños, así que no importa… olvídalo. —¿Qué? Dilo. —Me gusta que me hagas cosas. Reí y sacudí la cabeza, pero luego me levanté y miré hacia el vendedor de calle.

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—¿Qué quieres? —Algo bueno y francés. —Trató de darme algunos euros. —No, lo tengo —dije. Regresé con dos paninis calientes de jamón y queso para nosotros. Desenvolvimos el empapado papel y miré mientras Zoey mordía el suyo, haciendo crujir el pan

crujiente, queso pegajoso saliendo por los lados. Ella gimió de verdad cuando

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mordí el mío.

Capítulo 21 Traducido por Nanami27 Corregido por Laurence5

H

abía sido una semana interesante e inesperada en muchos sentidos. Matt continuaba sorprendiéndome. Y si la vida me había enseñado algo, era que no me gustaban las sorpresas. Necesitaba saber qué

esperar y con qué podía contar. Creciendo como lo hice, anhelaba cosas que podía fácilmente clasificar, controlar y dejar atrás. Matt resultó ser ninguna de esas cosas. Sin embargo, me había gustado esta semana con él mucho más de lo que esperaba. Pero sabía que esto era toda una casualidad, era el encanto y misterio de París y que cada uno de nosotros estuviera fuera de su elemento lo que nos permitió enrollarnos. De regreso en South Lake, esto nunca habría pasado. Nos habíamos divertido, pero ahora ambos regresaríamos a nuestras vidas, las cuales, por cierto, no se cruzaban. Por lo que parecía conveniente que estuviera pasando mi última noche en París haciendo lo que mejor hacía: Cuidar de alguien más. Stephanie y Bobby habían dejado a Amanda en nuestra habitación en estado de ebriedad y totalmente mojada, así que tuve balancearla sobre el inodoro y mantener su cabello apartado del rostro. Fan-maldi-tástico.

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Terminado el vómito por el momento, apoyé la espalda de Amanda contra la pared del baño. —Quédate aquí —ordené, mientras me dirigía a responder una llamada de la puerta. Su cabeza cayó a un lado y se apoyó sobre su hombro.

—Mmm hmm —murmuró. Aparté el cabello de mi cara y abrí la puerta. Era Matt. Estaba sosteniendo dos croissants de chocolate. —¿Productos de panadería y Scrabble Pervertido? No pude evitar sonreír. —Puedes entrar, pero debo advertirte que Amanda se desmayó allí dentro. — Señalé con la cabeza al baño. —¿Está enferma? —Sí, Bobby y Stephanie la dejaron ebria para que yo lidiara con ella. —Él esperó en el marco de la puerta—. Probablemente no seré de mucha diversión esta noche. —Está bien, sólo estaba sentado y pensé en venir a buscarte. Me vendría bien la compañía. Me aparté de la puerta. —Entra bajo tu propio riesgo. Entró pasando a mi lado, y pude oler su colonia Abercrombie. Mi boca comenzó a hacerse agua y no estaba segura de sí era la promesa de productos de panadería o él. Me entregó los croissants, luego encendió el televisor y se dejó caer en mi cama. Ésta estaba deshecha por mi siesta de hace un rato, y de alguna manera parecía demasiado íntimo el recostarse en mis sábanas. Me quedé para allí torpemente,

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sosteniendo los pasteles. —Siéntete como en tu casa. Se dio la vuelta sobre su costado para mirarme. Puse los pasteles sobre el tocador, entonces fui a revisar a Amanda. En lugar de la posición sentada en la que la

había dejado, estaba acurrucada alrededor de la taza del inodoro, tirada en el piso del baño. —¿Estás bien? —La empujé con el pie. Ella asintió sin abrir los ojos—. Está bien, bueno, sólo voy a dejarte aquí por un momento, hasta asegurarme de que hayas terminado. Entonces, te traeremos un poco de agua y te acostaremos en la cama. Asintió de nuevo. —Gracias Zoey. —Salió todo en una sola palabra. Salí de nuevo y me senté en la cama de Amanda, frente a Matt. No sólo estaba ocupando toda mi cama, sino que había un detalle: Yo no me había acurrucado. Pensé que estaba atento a las noticias italianas, mirando a la presentadora de noticias de senos grandes, pero me sorprendió. —Apesta que esta semana haya terminado —dijo sin levantar la mirada del televisor. —Sí. Escucha, Matt… Con mi enferma allí dentro, probablemente no podamos hacer nada esta noche. Miró por encima de mí. —Está bien. No vine aquí para entretenerme. —Él no estaba captando la pista. Supongo que realmente era tiempo de hacer las cosas un poco más claras. Regresaríamos a Ohio y sentía la necesidad de establecer algunos límites. Matt se había vuelto cómodo muy rápidamente —la prueba A era cómo estaba acurrucado en mi cama ahora— y esto no volaría a casa. —Ven aquí. —Palmeó la cama junto a él. Era un cumplido que pensara que podía

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encajar los 15 centímetros de espacio entre él y el borde de la cama, pero eso no estaba sucediendo. —Estoy bien aquí. —Apoyé la espalda contra la cabecera de la cama y estiré las piernas.

Puso los ojos en blanco y se levantó. Se sentó a mi lado, llevó su mano hacia mi mentón y me miró a los ojos brevemente antes de inclinarse para besarme. Volteé la cabeza y sus labios se posaron en mi mejilla. —Matt. —Puse mi mano contra su pecho, empujándolo hacia atrás un poco, de manera que pudiera respirar aire libre de su colonia. Él me estudió mientras el televisor brillaba en el fondo. —Relájate, ¿quieres? ¿Por qué estás tan tensa? —Presionó mis hombros—. Dime qué sucede. —No vamos a hablar acerca de nuestros sentimientos, ¿verdad? —Me aparté—. La cosa es que esta semana fue divertida, pero honestamente no pensaste… —No, claro que no —interrumpió. Se deslizó lejos de mí—. Quiero decir, ¿te imaginas? ¿Nosotros juntos en los pasillos de South Lake? Me reí, tal vez demasiado fuerte. —Nunca va a suceder. Matt sonrió, pero no llegó a sus ojos azules. Se pasó la mano por el cabello. —¿Me ayudas con Amanda antes de irte? Asintió con la cabeza y me siguió al baño. Intenté poner en pie a Amanda, pero estaba muy colgante y descoordinada. Matt dio un paso a mí alrededor y la tomó en brazos. La llevó hasta su cama mientras su cabeza rebotaba como si estuviera desconectada de su cuello. La depositó en la cama, luego se apoyó contra el tocador y me vio enderezar sus piernas desnudas

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que asomaban de su minifalda. —¿Va a dormir en eso? —La ayudaré a cambiarse después de que te vayas. —No quise decirlo así, pero sabía que había sonado como que estaba esperando a que se fuera. —Muy bien entonces, supongo que me voy.

—Supongo que sí —le dije. —Adiós, Zoey. —Adiós. —Cerré la puerta detrás de él. Cuando se fue, agarré el lazo de cabello de mi muñeca y recogí mi cabello por primera vez en días. Ayudé a Amanda a meterse en su pijama y luego me alisté para ir a la cama. Los croissants puestos sin comer encima del tocador.

*****

El vuelo de vuelta a casa era deprimente, pero también emocionante en algunos aspectos. No podía esperar a ver a los niños, tocar el cabello rizado de Charlie, respirar el aroma de niño pequeño de Pete y jugar a la Barbie con Cora. Mi asiento no estaba cerca de Matt en nuestro vuelo de regreso, así que le había dado un golpe de puño y le había dicho que había sido divertido antes de abordar el avión. Él había mirado fijamente detrás de mí. Aterrizamos en una soleada y fría tarde de otoño, con jet lag y nostálgicos. Encendí mi celular y llamé a mi papá mientras esperábamos en el carrusel de equipaje. —¿Has vuelto? —Sí, Papá. ¿Puedes venir a buscarme? —Ojalá pudiera. Te hemos echado de menos por aquí. Sin embargo, tengo que ir al trabajo. Toma cuarenta minutos llegar al aeropuerto. No tengo tiempo antes

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del trabajo. —Oh, sí, está bien. Sólo… encontraré alguna otra cosa. —Miré a mí alrededor, hacia los felices reencuentros que mis compañeros de clase estaban teniendo con sus padres. Cerré el teléfono y saqué mi grande y negra maleta fuera del carrusel.

La rodé hacia las puertas, y me senté en un banco en las afueras. Probé con Morgan, pero fue directamente al correo de voz. Cerré el teléfono y miré la hora, entonces me di cuenta de que la escuela ni siquiera estaba abierta todavía. Supongo que solo tendría que esperar. —Oye —escuché decir a Matt detrás de mí. Me volví y estaba de pie allí, su maleta en la cadera—. ¿Necesitas un aventón o algo? Yo esperaba una ruptura limpia y no confundir las cosas una vez llegáramos a casa, pero no tenía muchas opciones. Asentí. —Vamos. —Me hizo señas para que lo siguiera. —¿Acaso tus padres no vinieron? —pregunté, recordando la mañana que nos fuimos para nuestro viaje. —Sí, pero no pudieron recogerme hoy, así que dejaron mi camioneta. —Oh. —Qué considerado de su parte. Anduvimos alrededor del lote por un tiempo antes de encontrar el SUV azul marino. Puso ambas maletas en la maletera, entonces nos metimos al interior. Estaba meticulosamente limpio adentro y olía como su colonia. Eso me recordó el estar cerca de él y me mareé un poco. Conducimos en silencio y cuando nos acercamos a la ciudad, lo dirigí a mi casa. Me avergoncé cuando se detuvo en mi miserable casa de azul claro con la pintura descascarillada, la fangosa grava en el camino de la entrada y el buzón torcido en el frente. —Es ésta.

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Aparcó en la calle y salió, sacando mi equipaje de la maletera. —Puedo ayudarte a meterla. Eso no iba a pasar. —Estoy bien —dije, tirando mi maleta de sus manos—. Gracias por el viaje.

Él asintió y metió las manos en sus bolsillos. Oí pasos golpeando el pavimento y me volví para ver a los niños corriendo hacia nosotros. Debían haber salido recién de la escuela. —¡Zoey ha vuelto! Me dejé caer de rodillas y los abracé. Matt me observaba siendo asaltada por Pete y Cora en el camino de la entrada, mientras Ty y Charlie lo miraban sospechosamente. Regresó a su camioneta. Lo miré de nuevo y vi que estaba riendo mientras se alejaba.

*****

Para la noche del domingo, estaba extrañando desesperadamente París, o al menos lista para volver a la escuela. Había olvidado cuán agotador era estar en casa. Nada había cambiado realmente, mi mamá apenas reconoció que estaba de regreso, y cuando papá no estaba trabajando, estaba tendido en el sofá, con el control remoto en una mano y una lata de cerveza en la otra. Mi pequeño momento de soledad llegó cuando pasé la tarde del sábado en la lavandería y luego recorriendo los pasillos de la tienda de comestibles. Morgan se había unido a mí por un corto tiempo mientras lavaba la ropa, y aunque quería decirle acerca de Matt, por alguna razón lo retuve. Eran las diez de la mañana del domingo, antes de que pusiera la casa en orden de nuevo. Había pilas de pijamas y calcetines abandonados, una montaña de bloques

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Lego bajo la mesa del comedor que limpiar y un pez muerto flotando en el tanque de peces de Pete que necesitaba un funeral de pez antes de ser tirado por el inodoro. Me dirigí a mi habitación, agotada y poco apreciada, me senté frente a mi computadora para revisar mi correo. No había nada más que basura. Entré a Facebook y vi que tenía una nueva solicitud de amistad. Hice clic en ella. Era de

Matt. Me incliné para mirar la pequeña imagen de él, de pie tan orgulloso con el balón metido bajo su brazo. Había escrito un mensaje. Necesito verte, había escrito. También había dejado su número de teléfono. Lo había enviado hace una hora. Cerré la computadora sin aceptar su solicitud de amistad, pero agarré mi teléfono y le envié un texto. Y aunque era poco más de las diez, le escribí:

K.8 Ven a buscarme. Después de que lo envié, tuve un mini ataque de pánico. Él probablemente quería decir que necesitaba hablar conmigo en la escuela mañana sobre nuestra asignación. Pero mi pánico no duró mucho, porque un par de minutos después me envió un mensaje diciendo que estaba en camino. Y entonces una nueva ola de sentimiento me inundó. Corrí al baño y me cepillé los dientes. Todos estaban metidos en la cama, así que me dirigí silenciosamente abajo por las escaleras y esperé junto a la puerta principal hasta que vi sus luces delanteras, corrí por el césped a su encuentro. Salté adentro. —Conduce —le ordené. Él obedeció y se alejó, con sus luces delanteras iluminando la calle llena de baches en la que vivía. —¿Hacia dónde? —preguntó cuando llegó al final de la carretera. —Gira a la derecha, iremos a la playa. Aceleró por la carretera principal, yendo en la dirección que le había dicho. Se

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sentía como mi conductor de huida de la escena del crimen. Mi prisa por escapar comenzó a desaparecer y me di cuenta de las cosas por primera vez. Había una canción de Coldplay tocando suavemente en el fondo y 8

K.: Forma moderna y resumida que se usa para decir Okay.

Matt lucía deliciosamente como siempre, en una camiseta descolorida manga larga y jeans. Parte de mí quería preguntar qué estaba mal y por qué necesitaba tanto verme esta noche, pero pensé que podría estar cruzando algún tipo de línea invisible. No quería ser muy íntima con él. Sabía que eso tendría consecuencias. Aparcó sobre la plataforma pública de botes de South Lake, en el borde de la ciudad. Miré al asiento de atrás y noté que había doblado los asientos y tendido una manta pulcramente doblada en el suelo con una sola vela alumbrando en la parte superior. Misterio resuelto. Tenía que conseguir algo. Pero espera, ¿estaba tratando de hacer esto romántico? Alejé el pensamiento y me metí en el asiento trasero. Necesitaba desesperadamente mantener mi perspectiva de que Matt no era mi novio. Él se arrastró detrás de mí y nos sentamos uno frente al otro en el suelo. Era tímido al principio, como si fuera extraño estar haciendo esto de nuevo en nuestro propio país. Y así era. Especialmente ya que estaba tratando de convertirlo en algo que no era. Estábamos completamente solos en la oscuridad y no había nadie que nos interrumpiera. Agarró mi mano y entrelazó sus dedos entre los míos. Noté que aún tenía mi lazo elástico negro de cabello alrededor de su muñeca. —¿Terminaste con tu…? —comenzó. —¿Periodo? Asintió. —No te gustaría saberlo. —Dime.

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—¿Por qué estás tan interesado en mis asuntos de chica? Liberó mi cabello de la cola de caballo y me acarició el cuello, pero no respondió. —Esto es todo, ya sabes. No podemos seguir encontrándonos. Después de esto, hemos terminado.

No respondió, sino que se sintió fascinado por besar la parte de atrás de mi cuello, levantando mi cabello fuera del camino. —Quiero decir, de regreso en la escuela mañana, volvemos a no conocernos el uno al otro, ¿verdad? —Lo que tú digas, Zoey. —Se rió entre dientes y tiró de mí hacia abajo,

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dejándome encima de él.

Capítulo 22 Traducido por DaniShadowHunter Corregido por Paaau

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espués de dejar a Zoey, me había dormido tan profundamente que cuando mi alarma se activó el Lunes por la mañana, resonó por diez minutos antes de que mi mamá viniera y la tirara contra la pared.

Estaba sorprendentemente bien recuperado de la diferencia horario y el jet lag. Tenía el primer periodo con Zoey y el Sr. Rhinehart nos dio el período completo para trabajar en nuestro trabajo. Zoey se veía aburrida y distraída.

Estaba

dibujando en su cuaderno de apuntes, dándole los toques finales a un dibujo de la Torre Eiffel. No sé qué había esperado, pero comenzaba a molestarme que ella actuara como si nada hubiera ocurrido entre nosotros en el viaje… O anoche. —Entonces, tengo una idea para el trabajo. —Ella dejó de dibujar y esperó a que continuara—. Cómo evitar verse como un turista Americano en París. Ella sonrió y asintió con la cabeza. —Suena bien. —Bueno, entonces pensé que podríamos dividirlo en diferentes secciones. —Abrí

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mi cuaderno y se las leí—. Vestimenta, comida, comportamiento, idioma y turismo. Cinco secciones, dos páginas cada una y tendremos diez páginas. —Suena como un plan. Dividimos todo el trabajo y usamos el resto del período para comenzar a escribirlo. Al menos, yo lo hice, creo que Zoey continuó dibujando. Cuando sonó

el timbre, ella dejó la clase antes de que pudiera colocarme mi mochila al hombro. Me dirigí al levantamiento de pesas y me cambié. —¡Ahí esta él! —exclamó Justin, golpeando mi espalda. —Hola, hombre —lo golpeé en la espalda y luego me lo saqué de encima—. ¿Qué me perdí esta semana? —Tuvimos nuestros traseros pateados por Dover la semana pasada, perro, es bueno que estés de vuelta. —Tiré mi camiseta sobre mi cabeza y cerré la puerta del casillero—. ¿Y cómo fue? ¿Conseguiste algún trasero? Caminé delante de él a la sala de pesas. —No hombre, fue bastante bueno de todas formas. —Genial —asintió él. *** La semana en la escuela pasó rápidamente. Cuando veía a Zoey en los pasillos o en la cafetería, ella observaba hacia otro lado o hacía lo mejor para desaparecer. —Tenemos que patear algunos traseros esta noche —dijo Justin una vez llegué a los vestuarios. —Estoy adentro —le di un golpe de puño y una sonrisa. Estábamos jugando contra Orable Tech esta noche, y él entrenador quería que nos tomáramos esta hora con calma. Nos dirigimos hacia afuera, caminamos alrededor de la pista y luego pasamos el resto del tiempo elongando. Me senté en

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el suelo frente al equipo, liderando las elongaciones mientras el entrenador hablaba sobre Oracle, sus desempeños pasados, sus tendencias y su rapidez. —Hay unos chicos buenos en este equipo —estaba diciendo él. Me incliné por la cintura tratando de alcanzar los dedos de mis pies, estirando, y el resto del equipo me siguió.

—Hay unos chicos gigantes en este equipo —continuó el entrenador—. Tienen a uno llamado Timsley y se rumorea que seguirá en la Universidad. Justin me contó que esa semana habían hecho ejercicios dirigidos a tirar a este chico, Timsley, abajo. Cambié el estiramiento, tirando mi tobillo detrás de mi trasero, elongando mis cuádriceps. Los muchachos me siguieron. —Muy bien, son todos tuyos, Matt. —El entrenador Dickey acomodó la visera de su gorra observándome y se adentró al gimnasio como solía hacer los últimos diez minutos de la práctica. Los ojos de los chicos fueron sobre mí. Cambié de pierna y tiré de mi otro tobillo detrás de mí. Recordaba el año pasado, cuando todo se veía mucho más fácil. Recordaba meterme en un círculo con los chicos y los chistes sobre tu madre estarían volando, pero ahora, ellos sólo me observaban, esperando que hiciera algo, cualquier cosa. Aplaudí, señalando que el estiramiento habían terminado y los muchachos hicieron un círculo a mí alrededor. Me boca se secó y mi mente estaba en blanco. El equipo estaba observándome, esperando que comenzara. Escudriñaron la mirada hacia el sol, mientras los segundos pasaban. Alguien aclaró su garganta. Sentí una gota de sudor correr por mi frente. Mi corazón se aceleró. Justin dio un paso adelante. —¡Los tres años pasados en contra de Oracle fueron un juego duro… Este año vamos a destruir a esos hijos de puta! Los chicos estallaron en aplausos antes de irse, dirigiéndose hacia las duchas. —Ey, gracias hombre —dije, una vez que Justin y yo habíamos quedado solos.

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—¿Estás bien? —preguntó. —Sí —asentí con la cabeza—. Debo estar todavía sufriendo el jet-leg creo. — Caminamos hacia las duchas sin decir nada más. En el juego esa noche, Timsley poseía todo lo que habíamos oído. Era una bestia: Fácilmente 1 metro 80 centímetros y 130 kilogramos.

Mi única táctica era

cargarme contra él y tratar de tomarlo de las piernas. La primera vez lo derribé,

lo cual se sintió muy bien. Fue justo frente al sector estudiantil y disfruté del sonido de los gritos mientras corría lejos. Pero después de esa primera vez, el captó mi estrategia y decidió que no sería derribado de nuevo por mí. Después de eso, intentar taclearlo fue como correr hacia un muro de ladrillos. En realidad, realmente dolió cuando chocamos y robó el aire de mi pecho. Él no estaba yendo a ningún lado. Cuando no pude derribarlo, sólo me agarré a su camiseta, intentando arrastrarlo hacia abajo. Escuché el silbato y lo dejé ir. Intenté alejarme, pero repentinamente, tenía un mal presentimiento con respecto al resto del partido. En el medio tiempo, nos estábamos manteniendo pero a penas. El equipo se veía bastante maltratado, con cejas ensangrentadas y camisetas llenas de césped. Observé a mí alrededor y divisé a mis padres en la tribuna. Mi madre me saludó. No la saludé en retorno. Escaneé los rostros en el sector estudiantil buscando a Zoey, aunque nunca la había visto en un partido antes. La segunda mitad del juego sólo se volvió peor. Tenía muy poco efecto en Timsley y aunque había tratado de mantener mi cabeza en el juego a medida que el reloj seguía, las peores cosas llegaron y más se alejaban de nosotros en el marcador. El entrenador Dickey estaba enfadado. Pretendí que no podía escuchar sus gritos desde el banco. Después del juego, no le dije nada al equipo. Arrojé mis almohadillas y fui el primero en las duchas. Me mantuve debajo del agua fría y respiré profundamente.

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Justin me siguió fuera de la ducha con una toalla alrededor de su cintura. —No te preocupes hombre, ese tipo era gigante. —Sí, supongo. —Estábamos vestidos para el momento en que el resto de los chicos habían terminado de ducharse.

—¿Vas a ir a casa de Summer hoy?”—Me empujó en el hombro—. Sus padres están fuera de la ciudad, todo el mundo va a ir. Ven. Agarré mi mochila, lo seguí al estacionamiento y condujimos en caravana hacia la casa de Summer. Nos detuvimos en una casa de dos plantas en un terreno arbolado, y juzgando por lo lejos que tuvimos que estacionar, el lugar estaba atestado. Entramos sin tocar. —Huele a cerveza aquí dentro —dijo Justin, olfateando el aire con avidez, frotando sus manos. Alguien me pasó un vaso de plástico rojo con cerveza, pero apenas llegué a la cocina, lo dejé sobre la mesada. Chelsey estaba ahí con Dave. Él estaba sentado sobre la mesada y ella estaba de pie entre sus piernas. Pensándolo, tomé el vaso de cerveza y tomé un trago. Observé a mí alrededor y reconocí un montón de gente de la escuela. En el otro lado del comedor, Zoey estaba hablando con Morgan. Ella vestía una sudadera azul con la capucha puesta. Sus ojos prácticamente brillaban contra el azul de su sudadera. A pesar de que estaba en un lugar público, en una fiesta, todavía lograba mantenerse aparte y demostrar su punto sobre no encajar. Parte de mí estaba celoso de que no tuviera que fingir, que siempre fuera ella misma, sin preocuparse sobre complacer a nadie. Risas en la cocina llamaron mi atención de regreso a la realidad. Justin estaba contando una historia sobre una estudiante de primer año a la que estaba cerca de ligar.

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—¿No es un poco joven, hasta para ti? —pregunté. Sus ojos se volvieron hacia mí. La sonrisa de Justin se tornó diabólica. —Si hay césped en el campo, juega a la pelota. —Los muchachos explotaron en risas.

Bebí otro trago de cerveza, y me di cuenta de que los chicos en la cocina estaban observándome, preguntándome sobre el partido. —¿Qué pasó capitán? —preguntó Bryce, bebiendo de su cerveza. —Fuimos aplastados como el hijastro pelirrojo9 hoy —dijo Justin, aplastando una lata vacía en su mano. —Parece que París hizo a Parker más blando —dijo Bryce. —Parece que no vas a ser un marino como tu hermano —dijo otro. Miré a Justin, quién tenía una mirada ácida en su rostro sabiendo que el comentario estaba fuera de lugar, pero no dijo nada. Froté mis sienes, esperando que un dolor de cabeza no estuviera viniendo. Miré en dirección a Zoey y vi sus ojos azules puestos sobre mí, preocupados. Sin decir nada, abandoné la cocina. No sabía a dónde estaba yendo, sólo necesitaba salir de ahí. Me dirigí por la parte trasera de la casa y pasé por los dormitorios, ocupados por compañeros calientes. Probé con el baño, pero la puerta estaba cerrada. Me di la vuelta y estaba listo para desplomarme en el pasillo y perderme, pero sentí una mano sobre mi antebrazo, tirando de mí en la esquina. Zoey estaba metiéndome en un lavadero oscuro. Cerró la puerta detrás de nosotros, bloqueando toda la luz, excepto la que venía alrededor de las rendijas de la puerta. Colocó sus manos sobre mi pecho y me hizo caminar de espaldas, hasta que choqué con la lavadora. —¿Qué estás…? —Shh. —Puso un dedo sobre mis labios—. No hables —susurró cerca de mi

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oreja. Puso sus manos debajo de mi camiseta y pasó la punta de sus dedos por mi estómago. Envió un escalofrió a través de mí. Se puso en puntas de pie y me besó. Alcancé su rostro con mis manos, empujé su capucha y la besé profundamente.

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Hijastro Pelirrojo: Hace referencia, de forma despectiva, a un hijo indeseado, ya que es diferente al resto de sus hermanos y de los otros niños.

Estar en un lavadero oscuro con Zoey, era mucho mejor que estar afuera en la fiesta. Me sentía tan cómodo con ella y sí, me gustaba besarla, también. Mi corazón estaba golpeteando, pero en una buena forma. Me sentía vivo, desafiado, aceptado. No como me sentía en la fiesta con mis llamados amigos. —Zoey —dije entre besos—. Espera… Podemos… Ella dejó de besarme y sostuvo mi mentón, así estaba forzado a encontrarme con sus ojos. —Dije. No. Hables. —Entonces, ella volvió a besarme. No protesté. Me perdí a mi mismo en su atención. A ella no le importó lo que hice en la cancha, que no tuviera una salida ingeniosa con los muchachos en la cocina o que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Quiero decir, ella parecía sólo quererme para una sola cosa… pero, ¿Quién era yo para quejarme? Esta era una cosa que podía hacer bien. Esperanzadoramente. Zoey se deslizó en mi dirección y presionó su pecho contra mí. Todo estaba oscuro, pero sólo podía ver su sonrisa mientras envolvía sus piernas alrededor de mi cintura y me atrajo más cerca. Era como si el tiempo no hubiera pasado desde el viaje. Ambos recordábamos, o al menos, nuestros cuerpos sí. Bailé mi lengua alrededor de la suya, sintiéndola gemir mientras ella pasaba sus manos a través de mi cabello. Envolvió sus manos alrededor de mi cuello, y tiró de mí aún más cerca. Busqué en la oscuridad y me apoderé de su trasero, acercándola más, moldeando mis caderas contra ella. Sentí su aliento en contra de mi cuello. No había circulación de aire en la pequeña habitación y estaba comenzado a

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transpirar. Levanté su camiseta y me incliné para besarle el pecho, todo a lo largo de su sujetador, cuando todo lo que quería hacer era desabrochárselo, pero no era como si tuviéramos muchísima privacidad aquí… Alguien podría entrar en cualquier segundo. Y Zoey se sentía tan bien, no sabía cómo detenerme con ella. Debía estar perdiendo mi contacto con la realidad, porque cuando sus brazos se cerraron alrededor de mí, deseé que pudiéramos estar así por siempre.

Capítulo 23 Traducido por Lorenaa Corregido por Caamille

M

e aparté de Matt y me arreglé la ropa. Asomé la cabeza por la puerta abierta y confirmé que no había nadie alrededor. Miré hacia dentro para darle una última mirada a Matt.

—Nos vemos, colega. —¿Te tienes que ir… ahora? —gimió. Casi cambié de opinión, pero sabía que cuanto más tiempo pasáramos en esta lavandería más probabilidades teníamos que una de dos cosas pasara: Una, que alguien nos pillara y no quería lidiar con eso en este momento, o dos, que acabaríamos haciéndolo y por alguna razón ese pensamiento me asustaba. Sería como catapultar nuestra relación a un nuevo nivel para el que no estaba preparada. Me empujó por la cintura hacia él para un rápido beso en los labios antes de que desapareciera por el pasillo para encontrar a Morgan. No fue difícil de encontrar.

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Estaba sentada sobre el taburete del bar en la cocina, desafiando a algún chico para que tomara un chupito con ella, pero cuando me vio, rompió en una sonrisa descuidada. —¿Dónde diablos has estado? —Me levantó el cabello de los hombros y lo miró como si fuera un objeto extraño colgando de mi cara. Lo cual era, ya que raramente me había visto con el cabello suelto, pero por alguna razón, cada vez

que Matt estaba involucrado lo llevaba suelto—. Alguien ha sido traviesa. — Sonrió—. Cabello desordenado. —Lo volvió a levantar para mostrárselo al chico de su lado—. Pero Jordan está afuera fumando, así que, ¿dónde diablos has estado? —Shhh, baja la voz. —Aparté su mano lejos de mi cabello. La mirada en su cara me decía que no iba a rendirse fácilmente—. Bien, ven conmigo. —Probamente era el momento de acabar con ello. Morgan se bajó del taburete del bar y me siguió afuera por la puerta delantera. Nos sentamos en las escaleras y nos abrazamos las rodillas contra el aire frio de la noche. Morgan estaba mirándome, esperando que empezara. —Entonces, ¿estabas enrollándote con un hombre misterioso? —empezó. Miré alrededor para asegurarme de que no había nadie escuchándonos. —Algo así. Morgan aplaudió. —Oh, hombre, lo sabía. ¿Quién es? ¿Braydon? —¿Qué? No. —Braydon era uno de los amigos patinadores de Jordan. —Entones, ¿quién? —Me pegó con su rodilla. —Nunca lo adivinarías. —Sacudí mi cabeza. Su sonrisa se amplió—. Y si te lo digo, tienes que guardar el secreto. —Puedo hacer eso. —Asintió, mirándome expectante.

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—Así que, como que me lié con Matt Parker en el viaje. —¡Qué! —gritó, girando su cuerpo hacia el mío. —Shh, baja la voz, Morgan. Nadie puede enterarse. Puso las manos sobre su boca, y sus cejas se fruncieron. —¿Y sigue pasando? Ustedes dos…

—Uh, sip. En la lavandería, justo ahora. —¡Santa mierda, Zoey! El chico es una buena pieza de carne. —Su sonrisa tonta estaba de vuelta. Rompí en una sonrisa. —Lo sé, confía en mí. Nos sentamos en el aire de la noche. Dejando que la realidad se nos adentrara. —Están como… ¿qué? ¿Amigos… novios… qué? —Um, no. No somos nada. Terminó —dije, pero incluso noté que mi voz carecía de convicción. —Sí, claro. ¿Vas a renunciar a eso? —Sacudió su cabeza hacia la calle. Convenientemente Matt estaba caminando por el lado de la casa hacia su camioneta con su amigo Justin detrás de él, quien estaba intentando disuadirle para que se quedara. Pararon debajo de una farola de la calle y discutieron durante varios minutos. Derrotado, Justin se dirigió de vuelta hacia nosotras, mientras Matt continuaba calle abajo hacia su camioneta. —¿Qué hay? —Morgan le dio un asentimiento a Justin cuando caminó entre nosotras subiendo los escalones para entrar en la casa. Esperamos a que la puerta se cerrara otra vez, bloqueando los sonidos de la fiesta y dejándonos a Morgan y a mí en completo silencio. —Admitiré que fue divertido, y él es… bien parecido. —¿Bien parecido? El chico es ridículamente sexy. Necesito detalles. —Tomó mi

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hombro y me sacudió. —Realmente no hemos hecho mucho aparte de enrollarnos. —De cuánto mucho estamos hablando, vamos a concentrarnos en nuestra conversación de aquí. —Su dedo perforó el aire cuando ella dijo aquí.

Pensé en la tarde en París, había querido que las cosas fueran más lejos, pero entonces llegó un visitante que no era bienvenido y lo arruinó todo. —Fue bastante embarazoso la verdad. Habíamos empezado a… —Reí nerviosamente y sacudí mi cabeza. —¿Qué? —Morgan me miró. —Me llegó el período. —Cursilerías. —Sí, lo sé. Hizo una cara enseñando los dientes. —¿No sangraste sobre él o algo así? —Oh Dios, no. Realmente fue muy amable sobre eso y fue a conseguirme mis suministros. —Hmmm —dijo ella. —¿Qué? —No lo sé, Zoey. Eso suena como algo que un novio haría. —Psh. No. No te hagas ideas raras. Somos amigos que se lían, sólo eso. —Abrí mi boca para explicar que sólo me estaba devolviendo el favor por esa vez que le ayudé con sus migrañas, pero luego pensé que sería mejor no darle a Morgan más ideas sobre qué exactamente estaba pasando entre nosotros. Hablaba con Morgan mientras nos íbamos de la fiesta, y cuando llegamos a su

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Civic, tomé mi teléfono del posavasos. Tenía un mensaje. De Matt. Buenas

noches, había escrito. —¿De quién era? ¿Todo bien en casa? —preguntó Morgan, sacando cuidadosamente el auto del sitio en paralelo donde estaba aparcado. Lo borré sin contestarle.

—Sí, todo bien. No era nadie. Me miró sospechosamente, pero no me presionó por detalles.

*****

El lunes y el martes pasaron sin que Matt y yo intercambiáramos una sola palabra en clase. Tal vez pensó que mi prohibición de no hablar del asunto de la lavandería del último fin de semana del verano todavía estaba efectiva, pero por la razón que fuera, Matt me estaba evitando. Me senté en la parte de atrás, como normalmente lo hacía, y Matt regresó a la primera fila. Hice mi mejor esfuerzo en ignorarlo y actuar como si entre nosotros todo fuera normal. A pesar de que habíamos discutido un tema en nuestro trabajo, no lo llevamos muy lejos. Me dirigí a mi clase el miércoles, manteniendo mis ojos en el suelo mientras pasaba los escritorios de la primera fila. Quería evitar todo eso de “por qué me empujaste a la lavandería para liarnos el viernes pasado”, la conversación que probablemente íbamos a tener. Vi a Morgan en el pasillo y caminé con ella hacia nuestra taquilla. —¿Lo has visto otra vez? —me preguntó, moviendo sus cejas hacia mí. —No. Chelsey se colgó del brazo de Matt y trató de mantenerse mientras caminaban por el pasillo, y mis ojos los seguían. Usaba un conjunto realmente coordinado. Hoy era una falda corta, con leggins negros con lentejuelas y un suéter de rayas

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pegaba al pecho. Yo, por otra parte usaba lo que Morgan llamaba conjunto-soso,

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negras y blancas. Se veía muy suave y no era difícil notar la forma en que se le

camiseta de cuello V que era súper fina de tantos lavados, pero se aferraba a mí

un conjunto-soso gris. Miré hacia abajo a mis desteñidos vaqueros y mi vieja en los lugares correctos, así que igual estaba bien.

*****

Después de la escuela, Pete y yo caminábamos lado a lado por la acera desigual hacia la ciudad. Con Ty en la práctica de futbol, Charlie con sus amigos y Cora en las clases de natación durante las próximas dos horas, sólo éramos Pete y yo. Y por el honor de obtener una A en su examen de ortografía, ambos íbamos a comer para celebrarlo, a algún lugar con tiras de pollo por su petición. Y de bonus, no tenía que cocinar. Pete todavía era lo suficientemente joven para gustarle salir conmigo, mientras que mis otros hermanos consideraban un castigo ser vistos conmigo. Me sentí como si fuéramos observados y me giré hacia la calle justo a tiempo para ver la SUV de Matt detrás de nosotros. Bajó la ventanilla del lado del pasajero. —¡Hey! —nos gritó. Le di un asentimiento con la cabeza y traté de seguir caminando. Pete apretó mi mano. —¿Quién es ése, Zoey? —Si estás perdido, la interestatal está por allí. —Apunté con la cabeza sin encontrarme con sus ojos. Él se rio.

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—Espera un segundo. —Hizo la curva y aparcó, luego salió y corrió a encontrarse con nosotros en la acera—. Me estás hablando otra vez. —No era una pregunta. —Quizás. —Bueno esto merece una celebración. Que dices de Chick-fil-A. Yo invito.

—No puedo. Tengo a Pete esta noche. —Posé mi mano sobre la cabeza de Pete. Él se giró de adelante hacia atrás, mirando de Matt hacia mí. —Pues tráelo. Hombre, mujer y niño, será divertido. Le di mi mejor mirada de ¿qué?, estás bromeando. —Vamos, le enseñaré cosas de chicos. —Tiene ocho años. Tómatelo con calma. No quiero que lo conviertas en un idiota adicto al fútbol. —Whoa. Estoy ofendido. Tengo un lado sensible. —¿Sí? ¿Y dónde está? —Le di un puñetazo en el estómago, pero se apartó antes de que le pegara. Luego se abalanzó sobre mí, envolviendo sus grandes brazos alrededor de mi cintura y me levantó, elevando mis pies del suelo. Era como si lejos de las miradas indiscretas del colegio, no pudiese dejar de tocarme. Aparté el pensamiento de mi mente—. ¡Bájame! —Tienes una gran boca para ser alguien tan pequeña. ¿Vas a ser agradable ahora? Pete se rió por detrás de sus manos. —Sí —dije a través de mis dientes apretados. Me dejó sobre mis pies y continuó caminando como si nada hubiese pasado. Eché mi pie hacia atrás y le pateé el trasero, silbando mientras lo pasaba discretamente. Pete volvió a reír. Miré detrás de mí. Ellos habían parado de andar. —Soy Matt. —Estaba diciendo, inclinándose sobre una rodilla. Chocaron las manos.

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—Pete. —Escuché decir a mi hermano. Sentí que algo se empujaba dentro de mí, algo que no reconocí. —Vamos, prometí un Chick-Fit-A. Continué caminando hacia el centro.

Cuando llegamos al restaurante, fiel a su palabra, Matt pagó nuestra orden. Nos metimos en una cabina con Pete y yo por un lado, lo que dejaba a Matt enfrente de mí, observándome mientras intentaba comerme un sándwich de pollo. —¿Qué? —pregunté, limpiándome la boca con el dorso de mi mano. La boca de Matt se convirtió en una sonrisa torcida. —Nada. —Sacó una patata del cartón y la mojó con kétchup—. ¿Entonces, Pete, te gusta el fútbol? Pete asintió ampliamente, con la mitad de una tira de pollo colgando de su boca. Matt se echó a reír. —Tenemos que conseguir que tu hermana te traiga a algunos de mis partidos alguna vez. Y eso fue todo lo que le tomó. Pete se había convertido en el “club local de fans del héroe Matt”, la adoración en sus ojos por Matt era obvia. —Sí, Zoey. ¿Podemos ir? —preguntó Pete. —Tengo un partido este viernes —alentó Matt. —No lo sé. Tenemos que verlo. —Intenté pensar una razón por la que no podíamos, pero no había ninguna razón real. Comíamos en silencio durante unos minutos. Matt levantó una fritura francesa, curvada sobre sí misma y empapada en grasa. —Si supieses que vas a tener tu última comida, ¿qué querrías comer? —preguntó,

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estudiando la fritura. No estaba segura si la pregunta iba para mí, para Pete o simplemente era retórica, pero era algo oscura. Pete me sorprendió contestándola. —La mía sería mantequilla de cacahuete, plátano y sirope de chocolate en un sándwich que Zoey me haría. —Él me sonrió.

—¿Qué habría para ti? —me preguntó Matt. —Uh, supongo que algo realmente poco práctico, algo que no tuviese en casa. — Pensé en ello durante un segundo, tomando otro bocado de mi sándwich—. Había una tarta que se llamaba Muerte por Chocolate que comí una vez en un restaurante, a lo mejor eso. Matt lo consideró, luego dejó la fritura a un lado. —¿Qué hay de ti, Matt? —preguntó Pete. Mi hermano de ocho años no era conocido por sus habilidades en la conversación, eso debería decirte cómo adoraba a Matt. —El filete y las patatas de mi mamá —dijo sin ni siquiera pensarlo. —Nuestra mama no cocina —dijo Pete. —¿No? —preguntó Matt. —Vale, Pete termina, tenemos que irnos. —interrumpí. Ya era suficiente del tiempo familiar compartido. Recogimos nuestros papeles y servilletas usadas, y Matt llevó las bandejas a la basura en nuestro camino a la salida. Nos paramos incómodos en frente de los cristales de la puerta de salida del restaurante. —Bueno, gracias por la cena. No tenías que hacerlo. —No fue un problema —dijo Matt. —Di gracias, Pete. —Le pedí.

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Peter murmuró su agradecimiento, y Matt le devolvió un golpe de puño. —No hay problema, amigo. Tomé la mano de Pete y empezamos a andar por la acera. —Zoey, espera, caminaré con ustedes.

—Está bien, vamos a tomar el autobús. Tenemos que recoger a mi hermana de natación. Matt corrió para mantenerse a nuestro ritmo. —Los llevaré. No tienen que tomar el autobús. —Sus ojos eran dulces, suplicantes, sólo que no podía entender sus motivos. —No te molestes. Gracias, sin embargo. —Ya había hecho suficiente. Se paró enfrente de mí, bloqueando nuestro camino. —Es sólo que… tenemos que trabajar en nuestro trabajo. Me quedé mirándolo, incapaz de responder, pensando en una manera razonable de rechazarlo. —Sí, pero esta noche no es buena. —Pensé en cómo mi madre no había salido de la cama cuando nosotros nos fuimos más temprano. —Mañana entonces. Me pasaré. —Lo siento, le prometí a Cora que tendríamos una fiesta de té y colorearíamos. —Eso suena bien para mí. —Sonrió.

Mierda. ¿Se acababa de autoinvitar a mi casa? ¿Y cómo podría encontrar las palabras para rechazarlo? —Nos vemos, Pete. —Revolvió el pelo de Pete y se giró para andar hacia su camioneta sin esperar mi respuesta. —A las siete en punto —gritó detrás de él.

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Oh, demonios no. ¿Qué había hecho?

*****

Después de cenar a la noche siguiente, me destrocé a través de la casa, recogiendo artículos de ropa, juguetes y varias tazas y pocillos que habían dejado dispersos en los lugares más extraños. Todo el mundo estaba en casa esa noche, haciendo que el lugar se sintiese como un zoológico e incluso mi mamá decidió que iba a levantarse de la cama. Estaba en la cocina, intentando reorganizar los cajones. Aun no tenía ni idea de qué me había poseído para estar de acuerdo con que Matt viniese a casa. Quiero decir, necesitábamos trabajar en nuestro trabajo, pero ¿no había cafeterías o librerías para ir? ¿De verdad quería que Matt Parker viese mi vida hogareña? No. Entonces, ¿por qué le di la oportunidad? Me preguntaba por qué encontraba difícil rechazarlo. Quizás era por los recuerdos que compartimos en París, o el deseo de volver a la semana donde la decisión más difícil que debíamos tomar era qué pasteles queríamos tomar con nuestro desayuno, o podría haber sido por sus abdominales. Pero fuese lo que fuese, ese chico era como mi droga personal y era una adicta, a pesar de que sabía que esto sólo podía acabar en desastre. Puse en orden la casa, pero arriba, mi habitación parecía fuera de los límites, así que me las arreglé para tirar rápidamente la ropa sucia dentro del armario y despejar el escritorio de papeles viejos. Mi aplicación para la universidad del Estado estaba allí, completamente rellenada, pero olvidada. Sabía que debía estar emocionada por la universidad en otoño, pero cada vez que me imaginaba yéndome de aquí mi estómago se retorcía. Era más que simplemente por los niños. Me asustaba el pensamiento de que mi mamá empeorara y no hubiese nadie para mantener las cosas. Metí la aplicación de la universidad en la basura debajo de mi escritorio y corrí escaleras abajo.

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—Mamá. ¡Puedes sólo parar! —Agarré un puñado de bolígrafos que tenía y los metí de nuevo en el cajón donde estaba encorvada. —¿Qué problema hay ahora, Zoey? —preguntó, viéndose aburrida.

—Yo… Nada. —Tomé las envolturas, los cupones caducados y las cartas basura que ella había coleccionado encima del mostrador y los metí en la basura desbordada de al lado—. Un amigo que va a venir a estudiar. —Eso es agradable. —Cerró el cajón y se movió a otro, hurgando en el interior. —¿Mamá qué estás buscando? —Me paré enfrente de ella. Sería más rápido y fácil si simplemente me lo decía. —Oh, nada. Simplemente ha pasado un tiempo desde que vi estos cajones. Pensé que podía limpiarlos. ¿Tenía que elegir este momento para intentar hacer algo productivo? Me mordí la lengua para evitar sugerirle que volviera a la cama. Sabía que a los niños les gustaba cuando se levantaba. Pase un trapo empapado por todo el mostrador agrietado una última vez, asegurándome que todos los restos del pastel de carne de la cena habían sido removidos. Mamá se alejó, dejando el cajón rebosante de papeles abierto. Lo cerré de un golpe con mi cadera y fui a hacer una doble comprobación al salón que estaba todavía en orden. Oí la puerta de un auto y supe que él estaba aquí antes de que llegara a la puerta. Mi estómago se revolvía por los nervios y ocupé mis manos enderezando una manta que estaba en el respaldo del sofá. —¿Todavía vas a colorear conmigo, verdad Zoey? —Cora alzó la mirada desde donde estaba sentada en el suelo. —Sí. —Su golpe en la puerta captó la atención de ambas—. Mi amigo del colegio está aquí y va a colorear también —le expliqué, haciendo mi camino a través del salón hacia la puerta. No teníamos ningún tipo de vestíbulo o entrada, tan pronto

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como abriera la puerta delantera, Matt estaría en nuestro salón, cara a cara con mi loca familia y mi desastrosa casa. Esto era una mala idea. —Hola —dijo, esperando pacientemente en el escalón de la entrada con una sonrisa divertida. —Hola. —Me paré enfrente de él, bloqueándole la entrada.

—¿Puedo… entrar? —Sí. —Dejé caer mi brazo del marco de la puerta, y entró, viendo la habitación que nos rodeaba. De pronto estaba viendo la casa a través de sus ojos, la moqueta gris desgastada y nuestro sofá verde oliva que se hundía en el centro. ¿Por qué no había desplegado la manta para que por lo menos se viera más limpio? O mejor aún, ¿por qué no había tirado el sofá al armario del pasillo? Las esquinas no coincidían en absoluto y colgaban descuidadamente, casi tocando el suelo. Las paredes y los zócalos de la puerta principal ya no eran blancos, estaban marcadas con manchas marrones de zapatos por haberlas pateado demasiadas veces. ¿Por qué nunca habíamos pensado en limpiarlas? ¿O repararlas? Matt escaneó la habitación que nos rodeaba, entonces se acercó y se arrodilló cerca de Cora. —Hola. Soy Matt. —Le ofreció la mano. Ella alzó la mirada con curiosidad, luego de vuelta a mí. Intenté sonreír, pero no estaba segura de si tuve éxito. —Soy Cora —dijo con desconfianza, luego estrechó su manita. Él la sacudió y la dejó caer, sentándose a su lado. Parecía completamente fuera de lugar aquí, demasiado grande, demasiado pulcro y oliendo a colonia. ¿Qué estaba haciendo? —¿Quieres colorear? —preguntó ella. —Ésa es la idea —le contestó él, mirándome. Cora le alcanzó la caja de colores. —Puedes tomar el azul o el marrón. Esos son colores de chico.

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—Suena bien para mí. —Con gracia aceptó el rotulador azul oscuro y se inclinó para ayudar a Cora a colorear el dibujo de la princesa con el que estaba trabajando. —Vamos, Zoey —dijo Cora, recordándome que simplemente estaba ahí parada, mirándolos. Estaba completamente fuera de práctica al tener alguien en casa. No

estaba segura de que si le tenía que ofrecer algo para beber, pero entonces lo pensé mejor… teníamos leche o agua del grifo. Cerré mi boca y fui a sentarme a su lado en el suelo, empecé a hojear el libro de dibujos, esperando encontrar el dibujo perfecto para distraerme. Me conformé con una sirena y un caballito de mar. Primero coloreé todos los puntos del estómago del caballito de mar, observando a Matt de reojo. Estaba haciendo lo mismo, y cuando nuestros ojos se encontraron, sonrió y bajó la mirada para continuar ayudando a Cora a pintar su castillo. Matt parecía no notar las motas de polvo de las esquinas o los ruidosos portazos que venían desde arriba mientras mis hermanos luchaban o estaban acurrucados en el suelo. Él actuaba como si todo esto fuera la cosa más normal del mundo. Mi ritmo cardiaco estaba decidiendo volver a la normalidad, y entonces mi mamá decidió hacer una aparición con su albornoz rosa que era mullido, pero ahora estaba liso. —Zoey, no puedo encontrar los registros de inmunización de Cora. —Ella actuó como si no se hubiese dado cuenta de que Matt estaba sentado ahí. Él se enderezó, como si quisiese levantarse y presentarse. Le puse una mano en su brazo como advertencia. —¿Realmente los necesitas ahora? —Es sólo que los tenía, y luego los puse en algún lugar porque sabía que no debía perderlos, y ahora no los encuentro. —Estoy segura de que aparecerán. —Volví a colorear, esperando a que Matt no hubiese leído mucho en esto.

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Se arrastró a la cocina y empezó a abrir los cajones, golpeando las puertas de los armarios. —Espera, ahora vuelvo. —Me levanté para ir a la cocina. Mi mamá estaba cavando a través de los papeles de la basura. Fui hacia ella y le tomé las manos—. Mamá para. ¿Por qué estás buscando eso ahora?

No contestó. —Apuesto a que papá sabe dónde están, le preguntaremos cuando llegue a casa. —¡No, Zoey, no! —Se apartó de mí y abrió otro cajón—. Soy su madre, se supone que sé de esas cosas. —Mamá —dije, consiguiendo su atención otra vez. La giré de los hombros hacia mí y la sujete. Se estremeció en mis brazos, y sabía que iba a llorar antes de que las lágrimas empezaran a caer de sus ojos—. Vamos, mamá, vamos a tu habitación. Encontraremos cualquier cosa cuando papá llegue a casa —dije, aunque sabía que para mañana lo habría olvidado. Giré sus hombros hacia la puerta y me paré. Matt estaba en la puerta de la cocina mirándonos—. Vamos. — La guié hacia adelante, con la esperanza de sacarnos a todos de este incómodo momento lo antes posible. Él se hizo a un lado y me observó llevándola al comedor. —Quiero leer con Cora —dijo en voz baja cuando vio a Cora en el suelo del salón sin querer ir más lejos. Las lágrimas estaban cayendo completamente ahora y se las limpiaba con el dorso de la mano. Cora se levantó y tomó la mano de mamá para llevarla arriba. —Vamos, mamá, te leeré una historia. —La suave voz de Cora vino desde las escaleras. Me giré hacia Matt, que todavía estaba en la puerta de la cocina. —Lamento eso. —No, no hay problemas. —Él dio un paso más cerca de mí—. ¿Tu mamá está

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bien? —Sí, lo estará. Simplemente pasa por cosas como ésta a veces. No es gran cosa. — Me escuché a mí misma decir. Podía decir que mis mejillas estaban encendidas. —¿Estás segura de que todo está bien? —Dio otro paso más cerca de mí. Bajé la mirada y asentí—. ¿Supongo que hemos acabado de colorear?

—Sí, si eso está bien contigo. —Me senté en el sofá y puse mi cabeza entre las manos. El día de hoy me había extasiado, cocinar la cena, limpiar, y todo para nada. Matt todavía estaba viendo el monstruoso show qué era. Vino y se sentó a mi lado. —Entones,

¿podemos

trabajar en nuestro

trabajo, quizás?

—preguntó

acercándose a mí. —Sí, mis cosas están en mi habitación, las buscaré —dije, levantándome de pronto. —¿Puedo verla? —preguntó. Me giré para enfrentarlo. —¿Mi habitación? Él asintió. Ya había visto todo lo demás, así que no le veía el punto en tratar de esconderle mi habitación. —Es del tipo desastrosa. —No me importa —dijo. —Muy bien. —Me giré y me dirigí a las escaleras, con Matt detrás de mí. Llegamos arriba, y era muy consciente de que mis hermanos estaban jugando a videojuegos en la habitación de Charlie y Pete, y Cora y mamá estaban tumbadas en la cama. Sabía que mi mamá no diría nada al tener a un chico aquí arriba, era un suceso tan raro que nadie sabía cómo actuar. Lo llevé a mi habitación y cerré

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la puerta detrás de nosotros, encerrándonos en mi habitación con poca luz. Él se paró justo en la entrada y miró alrededor.

Capítulo 24 Traducido por NayeliR Corregido por Laurence15

L

a habitación de Zoey no era del todo lo que esperaba. Nada acerca de Zoey era como esperaba. Ella sacaba su persona ruda, pero viéndola con su hermanita y su mamá esta noche, empezaba a darme cuenta que no era

nada de eso. Era la única que se hacía cargo de todos. Miré alrededor de su habitación, captándolo todo. Tenía una cama doble con sábanas de color púrpura que estaban sin hacer, la habitación era estrecha con un pequeño vestidor y un escritorio, pero la característica principal de la habitación eran los cuadros de elefantes largos y pequeños, cubriendo la mayoría del espacio abierto de la pared. —¿Qué tienes con los elefantes? —pregunté, caminando alrededor del perímetro de la habitación para conseguir una mejor vista de los cuadros. —Solía estar en verdad en los elefantes. Mi mamá y yo solíamos cazar imágenes de ellos en revistas, libros y donde sea que podíamos. —Ella pasó un dedo a través de una foto de circo en blanco y negro con una mujer sentada sobre la espalda de un elefante—. Probablemente sólo debería quitarlos —dijo, dejando caer su mano.

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—No lo sé, me gustan. ¿Cora hizo éste? —Señalé a un más o menos esbozado elefante en marcador rosa. Su cabeza era más grande que su cuerpo. —Sí. Cuando tenía tres. —Zoey fue al escritorio y sacó su libro de Estudios Globales—. Así que, ¿debemos hacer esto? —Empujó fuera del escritorio la silla para mí, pero al contrario, me senté sobre la cama. Me hundí en sus pálidas

sábanas púrpura y noté que tenían pequeñas estrellas amarillas en ellas. Zoey parecía nerviosa, pero se sentó en la silla. Pasamos la siguiente hora alternando entre enfocarnos en las secciones de nuestro artículo y robando miradas de soslayo al otro. Seguía preguntándome qué estaba pensando. Era extraño estar solo en una habitación con Zoey y no estar moliéndonos uno contra el otro, pero también era interesante al mismo tiempo. Su mamá asomó la cabeza dentro para decir buenas noches, y parecía de hecho notarme por primera vez, sonriendo y diciéndonos que no trabajáramos demasiado duro. Ella no dijo nada acerca de nosotros estando solos con la puerta cerrada, o estando despiertos tan tarde en una noche escolar, como mi mamá solía hacer. Sólo sonrió y cerró la puerta detrás de ella. Zoey cerró su libro y estiró sus brazos sobre su cabeza. Me pregunté si estaba señalándome que estaba cansada y quería que me fuera. —Entonces, supongo que una vez que nuestro artículo esté listo el viernes, terminarás conmigo —pregunté, mirando hacia ella. Ella no respondió, en su lugar se concentró en empujar los libros de regreso a la mochila. —Escribiré mi mitad del artículo mañana en la noche y te lo enviaré. —Eso funcionará. —¿Te importaría imprimirlo también? Nuestros cartuchos de tinta están vacíos —dijo. Asentí, entonces puse mi espalda en su cama, descansando mi cabeza en su

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almohada. —¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó. —Poniéndome cómodo. —Sonreí hacia ella, sabiendo que eso la estaba molestando. Ella se puso de pie y lanzó la mochila a mi pecho—. Ouch. ¿Qué fue eso?

—Se está haciendo tarde —dijo, de pie sobre mí. Tomé su muñeca y tiré de ella hacia la cama, sabiendo que actuaría como que no estaba feliz con ello, pero sin discutir. Colapsó a mi lado, y después, vacilando por un segundo, se recostó y me dejó envolver mi cuerpo alrededor del suyo. E incluso aunque estaba de espaldas a mí, podía seguir diciendo que estaba tratando de no sonreír. Giré su cabeza gentilmente hacia la mía y besé su mandíbula. Ella estaba perfectamente quieta, dejándome trazar mi camino hacia su cuello, entonces se escabulló más cerca y giró hacia mí por lo que pude alcanzar su boca. Nos besamos lento y suavemente por unos minutos. Me alejé para mirarla, y ella abrió los ojos lentamente, soñolientamente. —¿Por qué te detienes? —susurró contra mis labios. Aparté el cabello de su cara. Ella lucía hermosa así, completamente relajada y feliz. —No contestaste mi pregunta de antes —vacilé—. ¿Qué pasa cuando nuestro artículo esté listo? ¿Terminaremos definitivamente? Ella rodó y miró directamente al techo. Estuvo quieta por un tiempo, no pensé que fuera a responder. —¿Qué si hacemos algún tipo de acuerdo? —Esperé para que continuara—. Decir que conseguimos un pase libre más. Puedes llamarme una vez más y yo puedo llamarte una vez más también. Entonces eso es todo. No más conexiones secretas. Quiero decir, probablemente estamos tentando al destino ya. Me sorprende que nadie lo descubriera. —Ella subió y se sentó a horcajadas sobre mí—. ¿Qué piensas?

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Sus muslos me presionaron sobre la cama, y amé la manera en que me atrapó bajo ella. —Ah. Sí, eso funciona. —La besé. Esperé que después de un par de reuniones como ésta, ella no fuera capaz de permanecer lejos de mí. Pero de alguna manera sabía que lo que sea que Zoey tuviera en su mente, lo lograría.

Escuchamos a sus hermanos riendo desde el pasillo y nos sentamos en la cama, de repente recordando que no teníamos completa privacidad. —Tienes suerte de tener tantos hermanos. Con John muerto, mis padres sólo se centran en mí. Quiero decir, ¿no te diste cuenta que era el único en clases que ambos padres vinieron a la reunión del viaje? —Sí, no tengo ese problema. Difícilmente veo a mi papá, con él trabajando por las noches y bueno mi mamá, sí, no tanto. Podía decir que ella no quería hablar de su madre, pero eso sólo me hizo más curioso. Lo dejé por el momento. —Entonces, ¿vendrás a mi juego este viernes con tus hermanos? Ella arqueó una ceja. —¿Y por qué diablos haría eso? —Nunca has estado en un juego antes, ¿cierto? —Nop —admitió, orgullosamente. —¿No piensas que deberías al menos ir a un juego de fútbol de preparatoria antes de graduarte? Ella me miró inexpresiva. —Una oportunidad única de verme verdaderamente pateando algunos traseros en el campo —dije. —¿No perdiste tu último juego? —preguntó.

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—Así que has estado poniendo atención. Tal vez si tuviera una mejor sección animando eso no tendría que pasar. —Realmente, contra Timsley, estoy seguro de que eso no habría hecho una diferencia. Sólo estaba agradecido de haber salido en perfecto estado. Pero sólo quería ver si podía conseguir que Zoey fuera. —Estoy segura que fans animando no es lo que te falta… he visto la manera en que chicas y chicos te miran con completa adoración.

—Te lo dije, en realidad no me importa todo eso. Ella se alejó y me escudriñó, revisando por signos de deshonestidad. —¿Probablemente nunca has estado en un baile de preparatoria, tampoco? — supuse, pensando en el semi-formal que se acercaba. Se movió y se incorporó, arrastrándose lejos de mí en la cama. —Esa es una suposición segura. —Ella osciló sus piernas sobre el costado de la cama—. Vamos, estoy cansada. —Me tendió mi mochila. Me levanté y la seguí dentro del pasillo. Se dirigió hacia las escaleras, pero me escabullí en la esquina. Miré dentro de la habitación de los chicos, y los vi acurrucados lado a lado en la litera inferior, mirando un video juego. —Buenas noches… gusto en conocerlos. Sus cabezas surgieron. La voz de Pete sonó sobre las otras. —¡Te veo en el juego! Zoey no lucía divertida, pero obedientemente giré y la seguí bajando las escaleras mientras trataba de reprimir una sonrisa. Estuvimos juntos en la puerta delantera abierta durante un par de largos segundos sin decir nada. Ella miró hacia mí, entonces agarró mi muñeca y jaló su elástico para cabello que yo seguía usando. Éste chasqueó suavemente contra mi muñeca. No importa lo que ninguno de nosotros dijo, estaba claro que esta cosa entre nosotros no había terminado.

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***

Caminé dentro de la escuela la mañana del viernes con Justin y vi a Chelsey de pie delante de nosotros esperando frente a mi casillero. —Se rumorea que Dave ya lo hizo con ella. Consiguió lo que quería —dijo Justin, bajo su respiración, señalando hacia Chelsey.

Chelsey estaba sin perder tiempo en el rastreo de nuevo. Estaba inclinada sobre mi casillero en su uniforme de porrista. —¡Hola, Matty! —dijo cuando nos acercamos. Justin vio la áspera mirada en mi cara, luego desvió su mirada hacia la sonrisa dentada de Chelsey. —Estás por tu cuenta. —Él me dio un golpe de puño y caminó por el pasillo. —¿Emocionado por el juego de esta noche? —preguntó. Abrí mi casillero y agarré mi libro de Estudios Globales. —Seguro. —Yo también. Estoy usando mis shorts de lunares rosas de la suerte. —Sonrió—. ¿Recuerdas esos, cierto? —Tengo que ir a clases, Chels. —Me eché la correa de la mochila al hombro y giré para irme. —Espera, Matt. —Chelsey agarró mi mano, deteniéndome—. Sólo me preguntaba… ¿estás planeando ir al semi-formal? —Sonrió hacia mí, sosteniendo aún mi mano. —Chelsey. —Ladeé mi cabeza, tratando de pensar en una forma de librarme de ella. —¿Sí, Matt? —preguntó, esperanzada. —Me engañaste, ¿recuerdas?

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Zoey escogió ese momento para caminar por ahí, mirando desde mi cara hacia la

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—Pero eso fue un error. —Le dio a mi mano un apretón.

ver decepción en los ojos de Zoey antes de que agachara su cabeza. Dejando a su

mano de Chelsey en la mía. Rápidamente la dejé caer. Me pregunté si acababa de cabello caer en su cara y caminando hacia clase.

Me dirigí a clase y puse nuestro artículo en la esquina del escritorio del Sr. Rhinehart. Zoey no miró en mi dirección, incluso cuando me incliné para dejarle saber que nuestro artículo salió en verdad bien. Ella asintió solamente una vez mientras miraba directamente al Sr. Rhinehart. Entonces se inclinó hacia atrás y aseguró su cabello en un apretado moño. Al primer descanso en la cafetería, Chelsey se escabulló a mi lado en el banco y pasó los dedos por mi muslo. Me deslicé fuera de su alcance, por lo que nuestras piernas no estaban tocándose más, y mordí mi barra de granola, haciendo mi mejor intento para ignorarla. Zoey estaba cruzando el patio, de pie bajo el árbol de roble con sus amigos. Estaba demasiado lejos para escuchar de lo que estaban hablando, pero todos estaban riendo… excepto Zoey. Tenía que sentarme aquí mirando a Jordan poner sus sucias manos sobre ella. Él serpenteó su brazo alrededor de su cintura y apretó los dedos en su espalda baja para guiarla hacia él. Odié viéndolo tocarla. Lo odiaba. Él se inclinó hacia su oído y susurró algo que la hizo golpear fuerte su brazo. Zoey se deslizó fuera de su alcance. Al menos ella nunca hizo eso conmigo. Sonreí, y Justin estaba mirándome extrañamente. —¿Qué te está distrayendo? —preguntó él. —Nada —mentí.

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***

En el almuerzo estaba en la fila, esperando para pagar por mi queso a la parrilla y papas fritas, y pude ver a Justin deslizándose en nuestra cabina habitual en la esquina. Entregué a la mujer del almuerzo uno de cinco y después me dio mi cambio, ella guiñó un ojo y colocó una manzana en la esquina de mi bandeja. —Aquí… chico en edad de crecimiento. Toma esto.

—Uh, gracias. —Giré a nuestra mesa y choqué con Chelsey. —Matty, siento que no lográramos hablar más temprano. Cambié mi peso, balanceando la bandeja con una mano. —Sí, escucha, ahora no es un buen momento. —Señalé hacia la mesa—. Los chicos me están esperando. —Bueno, es sólo que no conseguimos hablar del baile. —Colocó su mano tímidamente en mi antebrazo—. ¿No me quieres a tu lado cuando estés siendo reconocido en el banquete? Vi a Zoey caminar dentro de la cafetería con Morgan, y otra vez Chelsey estaba tocándome. Zoey frunció los labios, sus ojos estrechándose mientras nos miraba, pero siguió caminando. —¿Puedes quitar tu mano de mí? —pregunté. Chelsey hizo un puchero, pero cumplió—. No te llevaré al baile. Y justo ahora, voy a sentarme con mis amigos. —Caminé alrededor de ella y me dirigí hacia Justin y unos cuantos chicos de nuestro equipo universitario. Eso definitivamente sorprendió a Chelsey y sus amigas críticas, quienes siempre comentan sobre lo que la gente estaba vistiendo o sus golpes desafortunados. Chelsey permanecía inmóvil donde la dejé en el medio de la cafetería. Puse mi bandeja en la mesa, entonces caminé a través de la habitación hacia donde Zoey estaba sentada. Sus amigos cayeron en silencio cuando me acerqué a su mesa. —Hey. ¿Puedo hablar contigo un segundo? Zoey me miró, pero parecía reacia o incapaz de responder. Morgan la codeó a su

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lado. —Mar-ci —dijo ella a través de dientes apretados, sonriéndome. Zoey pestañeó hacia mí varias veces. —Uh. Seguro. Hablar. —Miró alrededor a sus amigos, con indiferencia en su cara.

—Quiero decir sólo tú y yo. Sólo tomará un segundo. —Le dirigí mi sonrisa más deslumbrante. No tuvo efecto. —Lo que sea que tengas que decir, sólo dilo. —¿Estás segura de que quieres que todos tus amigos escuchen lo que voy a decir? Sus mejillas comenzaron a ruborizarse. Empujó su bandeja atrás y se levantó de la mesa. Una vez que estuve seguro que estaba siguiéndome, caminé hacia las puertas abiertas de la cafetería y me detuve justo afuera de ellas. Podía decir que habíamos atraído algo de audiencia en nuestro camino a través de la cafetería, y aquellos que notaron a Zoey y a mí juntos estaban estirando sus cuellos para mirarnos a través de la entrada. —¿Qué estás haciendo? —siseó Zoey. No me di cuenta que estaba molesta. —Yo sólo no quería que consiguieras la idea equivocada… acerca de mí y Chelsey, quiero decir. —¿Qué? ¿De eso se trata esto? ¿Es por eso que hiciste una escena arrastrándome a través de la cafetería? —Pensé que estabas molesta y sólo quería explicar que Chelsey y yo no hemos vuelto. Me divertí contigo la otra noche. —Matt… no me importa lo que pasa entre tú y Chelsey. —Ella lo dijo lentamente, asegurándose que se entendía. —No me hablaste durante Estudios Globales. Ni siquiera me miraste. Algo estaba

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definitivamente molestándote. —Sí, el hecho de que sigas insistiendo o tratando de ser amigos en la escuela. Se está haciendo un poco raro para mí. Era más fácil cuando estabas en tu círculo con los deportistas y yo estaba en mi círculo. —No te entiendo, Zoey. Pensé que estábamos divirtiéndonos juntos.

Ella separó los pies y puso las manos en sus caderas. —Estábamos. Hasta que te volviste todo pegajoso. Seguiremos divirtiéndonos

fuera de la escuela si tú sólo no me hablas dentro de la escuela. ¿Entiendes? —No —dije—. Hasta luego. Mi almuerzo se está enfriando. —Giré y la dejé de pie ahí. Me dirigí a través de las puertas de la cafetería, y la habitación silenciosa volvió a la vida con la gente inclinándose a través de las mesas para hablar y mirar entre Zoey y yo. Me escabullí lentamente en el asiento al lado de Justin. Quedaban cerca de cuatro papas fritas en mi bandeja. —¿Qué diablos fue eso, hermano? —Nada. Sólo tenía que hablar con ella de una tarea —dije. Él me miró y sonrió. Sabía que eso no era del todo convincente, pero hice poco al

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tratar de cubrirlo.

Capítulo 25

Traducido por Maru Belikov Corregido por Majo

M

e odiaba por ello, pero me sentí un poco molesta conmigo misma por haber sido una perra con Matt. Él era un chico dulce, lo que era exactamente el por qué no debería pasar el rato alrededor de alguien

como yo. Pero él parecía incapaz de mantenerse lejos, y no podía explicar por qué sugerí que podíamos vernos solo dos veces más —cada vez a nuestra elección. Supongo que no estaba muy dispuesta a dejarlo libre, incluso aunque las cosas se estaban volviendo más complicadas cada día. Lo que era el porqué, mientras metía a los niños en sus camisetas y chaquetas, todavía no podía creer que en realidad iba a ir al juego. Corrí de regreso arriba, dejando a los niños reunirse en la puerta de enfrente. —Zoey, vamos. Nos perderemos el saque inicial —me gritó Ty. —Un segundo —grité desde la parte superior de las escaleras. Dentro de mi habitación, tiré de mi moño y cepillé mi cabello, mirando en el espejo para asegurarme que había sacado todo los ganchos. Lancé el cepillo en mi cama y

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troté por las escaleras—. Lista —declaré. Para qué, no tenía idea.

***

El juego en realidad no fue lo que esperaba. Primero que todo, estaba sorprendida al descubrir que tenías que pagar para entrar. Quiero decir, teníamos el descuento en la entrada por ser estudiantes, lo que era solo dos dólares cada uno, pero después de pagar por los cinco, eso más o menos me dejó sin nada. Ahora tenía más sentido la razón por la que inconscientemente me salté esta tradición escolar. Hicimos nuestro camino a las gradas y nos sentamos en algo llamado la sección estudiantil. No sabía cómo funcionaba todo esto, pero afortunadamente mis hermanos parecían tener un gen de chico que los hacía instantáneamente saber qué hacer. Los seguí hacia las gradas, sosteniendo las manos de Cora. Nos sentamos cerca de un grupo de chicos que reconocía de la escuela, pero a los que nunca les había hablado. Ellos lucían lo suficientemente indefensos, solo esperaba que mantuvieran su lenguaje limpio alrededor de los niños. El juego empezó y busqué por Matt en el campo, y lo encontré. Él era el número treinta y seis, y lucía confiado y atlético ahí afuera en el campo, moviéndose con los otros chicos, golpeando a los jugadores del otro equipo y trotando por el campo. Pero rápidamente me aburrí y pasé las siguientes tres (sí, ¡tres!) horas alternando mis nalgas para tratar que mi trasero no se quedara dormido. Pensé sobre todas las cosas que podría haber terminado en casa, desde quehaceres hasta aplicaciones de universidad, o un agradable baño de burbujas, pero mis hermanos se estaban divirtiendo, y sabiendo esto era definitivamente el primer y último juego al que los traía, estaba feliz de saber que lo estaban disfrutando. Intenté descifrar el marcador, y pensé que estábamos ganando, pero no podía estar segura. Parecía ser la única que estaba confundida. El público saltaba, vitoreaba o dejaba salir un colectivo gruñido, aparte de eso nunca podía decir si lo que estaba pasando en el campo era bueno o malo.

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Cuando los últimos segundos del juego terminaban, nos levantamos y estiramos, entumecidos por estar sentados en las gradas de metal e hicimos nuestro camino fuera del campo. —¡Matt! ¡Matt! —gritó Pete, moviendo los brazos por encima de su cabeza. Matt trotó por las bandas para alcanzarnos.

—¡Hey! Vinieron al juego. Él lucía lindo en su uniforme, abultado en todos los lugares correctos. Su casco estaba bajo su brazo y su cabello estaba mojado con sudor en sus sienes. Él sonrío hacia mí, y sabía que todo estaba olvidado con respecto a nuestro incómodo momento en la cafetería. Choqué mi hombro contra el suyo. —¿Qué vas a hacer mañana? —preguntó. Sacudí mi cabeza. —Nada. ¿Tú? —Deberíamos juntar nuestro trabajo ya que hay que entregarlo el lunes. —¿Es ése tu pase libre? —No. Esto es solo para nuestro trabajo, lo juro. —Alzó sus manos en señal de rendición, pero esa sexi sonrisa en su cara era malditamente difícil de ignorar. —¡Mat–ty! —Justin vino detrás de él e intentó hacerle una llave de cabeza, pero Matt fue muy rápido, agachándose bajo su brazo y empujándolo lejos—. Oye, un grupo de nosotros irá a lo de Bree mañana. Si ayudamos a su hermano mayor a empujar el muelle fuera del lago, él nos comprara cerveza. —Suena genial, pero en realidad estoy tratando de hacer planes con Zoey. Justin de repente pareció notarme a mí y cuatro pequeñas versiones de mí mirando de regreso a él. —¿Okey? —dijo, confundido—. Nos vemos, entonces. —Y trotó hacia los vestuarios.

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Matt se giró de regreso a mí. —¿Debería recogerte… de esa manera no tienes que tomar el autobús? —Puedo solo enviarte por correo mí parte del trabajo. Puedes copiar y pegarlo, de esa manera todavía puedes hacer la cosa de lago-cerveza.

—Oh. Está bien. Eso también funcionará. —Traté de buscar decepción en su voz, pero no pude encontrar nada—. Nos vemos. —Él se giró y trotó detrás de Justin, dejándome de pie allí, mirando a su trasero mientras trotaba lejos. —¿Lista, Zoe? —Cora jaló mi mano. —Oh, sí. Vamos. —Y dirigí a la tropa de regreso a casa.

***

La anticipación por usar mi pase libre con Matt fue casi mejor que hacerlo en realidad. Continuaba imaginando cosas en mi mente y sabía que era estúpido pensar en él de esa manera. Ambos pronto seguiríamos nuestro camino. Pero eso no me detuvo de pensar sobre sus grandes y callosas manos que temblaban cuando me tocaba, y la manera en que su aliento se sentía en mi cuello o la dulce manera en que fue con mi hermana pequeña. El Matt que pensé que conocía de la escuela siempre estaba listo con una sonrisa creída y fácil risa, nada parecía agobiarlo. Solo que yo si lo había visto de verdad, allí había otro lado de él que mantenía escondido de todos los demás. Un lado que solo me mostraba a mí. No tenía sentido, apenas nos conocíamos. ¿Pero no habría hecho la misma cosa dejándolo venir? Si Morgan se enteraba, se volvería loca. Pero ahora lo que necesitaba era ayuda para entender esto. Era hora de una intervención. Más tarde llamé a Morgan y le dije que nos encontráramos en la cafetería que trabajaba veinticuatro horas al día.

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Morgan estaba esperando en la mesa con dos tazas de café negro con una pila enorme de paquetes de azúcar enfrente de ella. Me deslicé cerca de ella. —Escúpelo. —Sonrío ella. Vacié tres bolsitas de azúcar en mi café, luego lo revolví, pensando por dónde empezar.

—Matt parece estar… todavía interesado en mí. Es raro, porque pensé que solo era el viaje, la diversión y el sexi ambiente de París, ¿sabes? Ella asintió, dándome ánimos. —No sé qué está pasando ahora. —Levanté mi café y lo llevé a mis labios. —Okey, analicémoslo. ¿Cuándo fue la última vez que lo viste? Soplé mi café y tomé un trago. —La otra noche. —¿Pasó… algo? —Solo estábamos trabajando en nuestro trabajo, luego lo vi en el juego esta noche. Llevé a mis hermanos —agregué rápidamente. —Hm. Apuesto a que sé lo que está pasando aquí. —Tamborileó su dedo en la mesa, su uña repiqueteando—. Los chicos son muy predecibles, Zoey. —Asintió ella, evadiendo mi pregunta no hecha—. Ustedes no han ido muy lejos aún, ¿cierto? Me encogí de hombros. —Un chico como Matt no se va a alejar de un reto sin terminar. Él probablemente está acostumbrado a obtener lo que quiere —dijo ella. No la estaba entendiendo. —Él no lo ha obtenido todavía —dijo, menos sutil. —Ah. —Asentí con entendimiento.

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la evolución, ¿sabes? —Morgan tomó un ruidoso trago de su café, succionando

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—Él quiere tu jugo de dama. Está como arraigado en los hombres, como parte de

semillas, hacerlo con tantas mujeres como sea posible. Es prácticamente un

por encima del borde de la taza—. Ellos tienen esta necesidad de esparcir sus instinto. No podemos realmente culparlo, ¿sabes?

El detuvo las cosas ese día en París, no yo. Pero Morgan sabía mucho más sobre sexo y chicos adolescentes que yo. Ella todavía estaba mirándome, esperando por mi respuesta a su teoría. Me encogí de hombros. —Supongo. Eso tiene sentido. Ella sonrió, claramente orgullosa de sí misma. —Así que, ¿le vas a permitir disfrutar de esta fantasía? Miré hacia mi café mientras mi estómago daba vueltas inquietamente.

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—Indecisa.

Capítulo 26 Traducido por ateh Corregido por Simoriah

E

staba dolorido y cansado y tenía tarea que hacer, pero eso no significaba que mis padres me dejarían no trabajar esta noche. Durante la semana, la tienda estaba abierta hasta las nueve, aunque por lo general era bastante

tranquilo. Me senté en el mostrador, inclinado sobre mi libro de Física. Las campanas de la puerta sonaron, y un tipo en overol se detuvo y admiró una exhibición de aceite de motor que mi mamá había pasado la tarde organizando en una formación piramidal. Se acercó al mostrador, luciendo confundido. —¿Puedo ayudarte? —pregunté cuando se acercó. —¿John? —Entrecerró sus ojos hacia mí. —No, soy Matt. —¿John todavía no regresa de Afganistán? —Toqueteó la parte superior de su cabeza. Sus apagados ojos marrones se movieron sobre mí, registrando nuestras similitudes, esperando que respondiera.

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—Ah. Él… —Mis palmas empezaron a sudar y mi corazón golpeó irregularmente en mi pecho—. Brandon… hazte cargo —llamé al otro ayudante que teníamos en la tienda. Se paró frente a mí mientras yo huía hacia la parte trasera, justo a tiempo detrás de las filas y filas de polvorientas partes de autos, y me escondí en el baño. Me deslicé hacia abajo, con la espalda contra la puerta, y tomé profundas respiraciones lentas y constantes.

No salí por casi media hora, hasta que pude estar seguro de que se había ido. Quien sea que fuese, había conocido a mi hermano, pero no lo suficiente para saber sobre su muerte. Brandon no me hizo preguntas. Había oído al tipo preguntar por John y prácticamente había hecho una mueca al mismo tiempo que yo. Me fui poco después de eso, pero conduje en círculos por toda la ciudad porque sabía que aún no podía ir a casa, o mis padres me fastidiarían por dejar la tienda antes de cerrar. Eventualmente, me encontré en la calle de Zoey sin realmente quererlo. Me detuve y estacioné y sostuve el celular en la mano. Quería llamarla, pero no quería utilizar mi pase gratis. Todavía estaba mirando mi celular, decidiendo qué hacer, cuando lo sentí vibrar. Lo abrí. Había un mensaje nuevo de Zoey.

¿Dónde estás? ¿Quieres jugar? decía. Esperé durante lo que pareció un tiempo semi-razonable, luego le respondí con, Sí, estoy aquí. Sal. Vi a Zoey espiar por la ventana de su habitación para asegurarse de que en realidad estuviera aquí. Salió por la puerta del frente unos minutos después, sacudiendo la cabeza con una pequeña sonrisa satisfecha en su rostro. —¿Muy acosador? —preguntó, deslizándose en el asiento junto a mí. —Estaba en el vecindario. —De hecho era la verdad. Salí hacia la calle—. ¿Hambrienta? ¿Deberíamos ir por algo de comer? Ella frunció el ceño. —Esto no es una cita. Es un enrolle, Matt.

¿verdad? —Le sonreí, tratando de mantener la compostura. —Algo así.

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—Lo sé. —Me recuperé—. Entonces, ésta es tu última llamada de cueros10 oficial,

10

Llamada de cueros: Reunión para sexo casual, en inglés “booty call”.

—¿Ocurrió algo? ¿En casa, me refiero? —Mantuve mis ojos en el camino, dándole espacio. Zoey negó con la cabeza. —Sólo necesitaba una distracción. Podía haber llamado a Morgan… pero entonces recordé tus abdominales… y ellos ganaron. —Es bueno saberlo. —No podía evitar sonreír. Zoey era exactamente la distracción que yo también necesitaba. Me usaba para olvidar las partes malas de su vida y yo la usaba para recordar las partes buenas de la mía. Sin siquiera pensar, nos conduje al acceso al lago, y el atardecer se estableció detrás de nosotros. Mi camioneta rebotó en los baches y pozos mientras hacía mi camino por la carretera de tierra a lo largo del lago. Me detuve en un lugar parcialmente oculto bajo los algarrobos y apagué el motor. Entonces todo se puso realmente silencioso. Me limpié las manos en los jeans para secarlas. No me gustaba que ésta fuera una de las últimas veces que pasaría el rato con ella. —¿Vamos? —Hizo un gesto hacia el asiento trasero. Justo como la Zoey que había llegado a conocer, ella no perdía tiempo en poner las manos a la obra. Gateó a la parte de atrás sin esperar mi respuesta y yo, por supuesto, la seguí. Nos sentamos con las piernas cruzadas en la parte trasera respirando el aire viciado, escuchando el silencio. Tanto como quería besarla, sabía que tan pronto lo hiciera, empezaría el principio de nuestro fin. —Entonces, ¿por qué me enviaste el mensaje? ¿Ocurrió algo más temprano? Ella bajó la mirada y levantó el dobladillo de sus deshilachados jeans.

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—Es sólo… mi mamá —dijo suavemente—. Mi mamá ocurrió. Puse los dedos bajo su barbilla y la levanté para encontrar sus ojos. Lucía vulnerable en ese momento, como nunca la había visto antes. Sabía que me lo habría dicho si preguntaba, pero no quería que tuviera que revivir lo que sea que fuera que hubiera sucedido en su casa, al igual que yo no hubiera querido revivir lo que había sucedido en la tienda una hora atrás. Deslicé los dedos por su

garganta, bajando por la parte trasera de su cuello y tiré de ella hacía mí, besando sus labios suavemente. Al principio no respondió, pero luego de repente, estaba encima de mí, derribándome, metiendo la lengua en mi boca y presionando su cuerpo contra el mío. Su respiración era caliente en mis labios y cuello, haciendo que mi corazón latiera más rápido. La sostuve por la cintura y dejé que ella se superpusiera a todo lo demás, todos mis pensamientos y sentidos estaban consumidos por Zoey. Detestaba su silencio, su negativa a decirme qué había pasado, su concentración en sólo obtener una cosa de mí. Bueno, eso no lo detestaba tanto. La sangre empezó a precipitarse de mi cabeza a mi entrepierna, dificultándome el formar pensamientos coherentes. Especialmente con la forma en que estaba trazando sus dedos a lo largo de mi muslo. La cara interna de mi muslo. Necesitaba tomar el control de la situación rápidamente, o terminaría antes de empezar. La puse sobre su espalda y me recosté sobre ella. Levanté su camisa y sentí sus pechos bajo mis palmas. Zoey gimió y metió sus manos en mis boxers. Gah. Me estremecí. Sus movimientos no eran para nada tímidos… ella

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sabía qué hacer.

Capítulo 27

Traducido por Yanli Corregido por Nanis

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att estuvo realmente muy tranquilo. Él no estaba haciendo ruidos como Jordan cuando yo había hecho lo mismo que estaba haciendo ahora. Nuevamente, Jordan habría sido vergonzosamente ruidoso y

hecho muecas realmente feas. Matt parecía mucho más en control, demasiado en realidad. No era como si fuera a exigirle que me llamara puta, pero una indicación amable de que estaba haciendo esto bien era todo lo que estaba buscando. —¿Estás… disfrutándolo? —Oh Dios, sí —gruñó, y eso hizo mi corazón latiera más fuerte que antes si era posible—. Solo estoy... concentrándome —agregó. —¿En? —pregunté en voz alta. —Sabes... no en... —Bajó la mirada hacia su regazo.

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—Eso es un poco el punto. Quiero que lo hagas. —Oh. —Puso su mano en la parte posterior de mi cuello y me guió para darme un beso. Después de unos minutos le temblaban los hombros y se echó hacia adelante, luego sonrió contra mis labios. Justo como Morgan predijo, las cosas terminaron bastante rápido después de eso. Después de limpiarse con uno de sus calcetines y tirarlo por la ventana, nos

arrastramos hasta la parte delantera y él encendió el camión. Cambió la velocidad a avanzar, pero con su pie todavía firmemente en el freno. Luego se inclinó y me besó en la mejilla. —Gracias. —Me sonrió estúpidamente. Miré hacia el frente y permanecimos en silencio en el regreso a casa, preguntándome qué demonios estaba haciendo con Matt Parker, y estuve de regreso a mi casa unos minutos después. No le dije a Matt, pero mi mamá estaba peor que nunca. Cora se había dislocado la muñeca esa tarde después de la escuela por escalar a la rama más alta del árbol en nuestro patio por una apuesta. Había caído y yo había pasado un par de horas en la sala de emergencias con ella. Cuando llegué a casa, todo el mundo estaba de mal humor y a la espera para la cena, mi mamá la peor de todos ellos. Después de lidiar con todo eso, necesitaba la distracción que sabía que sólo Matt podría proporcionar. He intentado no pensar en el hecho de que sugerí vernos sólo otras dos veces más y había usado uno de esos. Tenía la sensación de que sería útil tenerlo alrededor por todo el año. Pero no lo quería haciéndose una idea equivocada sobre las cosas. Sabía que las cosas entre nosotros eventualmente necesitarían volver a como estaban antes de nuestro viaje a París. Las cosas en casa estaban yéndose de las manos y a veces me preguntaba cómo alguna vez iba a salir de esta ciudad.

* * *

—Brian me pidió ir al baile. —Morgan sonrió, caminando a mi lado por el

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pasillo—. Deberías venir, sería como una cosa de grupo. Al menos no seguía con los delirios de Jordan y yo juntos. —No lo creo, Morgan. En este punto, quiero mantener mi récord perfecto de nunca haber asistido a un baile de la escuela secundaria. —Puedes tomar prestado un vestido mío.

—No, eso no es a lo que me refiero. —La miré, preguntándome cómo en el mundo es que ella interpretaría mi falta de interés en los eventos sociales organizados de la escuela. —Es nuestro último año, Zoe. Necesitamos experimentar todo lo posible antes de que todo esto termine. Sólo que ella no entendía que eso era exactamente por lo que estaba esperando, que todo esto termine.

* * *

—¿Qué obtuviste en Cálculo? —preguntó Matt, inclinándose hacia mí en Estudios Globales. —Una A. —Me vendría bien un poco de ayuda para los exámenes parciales. ¿Podrías venir el domingo? —¿Es esto entonces, tu turno oficial... de la última vez? —No. —Él sacudió su cabeza, haciendo una mueca—. Mi mamá estará en casa. Esto realmente sólo será tarea de Cálculo. La última vez... tendremos que asegurarnos de que no haya ninguna supervisión de padres. Así que estaba claramente interesado en lo que Morgan había dicho que él estaba. Eso explicaba por qué seguía alrededor de mí. ¿Y por qué no lo estaría? Era un

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chico. Estoy segura de que Jordan estaría todavía haciendo lo mismo si estuviera interesada en absoluto en él. —Uh, está bien. Seguro. Calculo. —Cariño. —Le dio la vuelta a mi mano y escribió su dirección en mi palma.

Apreté mi puño cerrado cuando él terminó. ¿Por qué se sentía extrañamente como si me hubiera marcado como suya? Después de la escuela, me dirigí a la escuela primaria, pero estaba momentáneamente distraída por lo que vi en el campo de fútbol. Matt estaba liderando el equipo en un simulacro. Estaban ataviados en sus cascos y almohadillas, pero habría reconocido a ese pavoneo engreído en cualquier lugar. Corrían desde un extremo del campo, abordando un gran saco de boxeo al final. Matt era rápido, más rápido que los otros chicos. Ellos trotaban hacia él, palmeándole el trasero a su paso. No pude evitar sonreír y retrasar mi paso para observar unos segundos más. En ese momento alzó la mirada y me sorprendió observando. Me protegí los ojos del sol y le devolví la mirada. Me miró por unos segundos demasiado largos, hasta que otro jugador del equipo chocó contra él, dejándolo a un lado. Él trotó para unirse con los demás. Tenía una extraña sensación extendiéndose por todo mi estómago. ¿Cómo se suponía que iba a decirle a Matt que nuestra fachada de actuar como si no nos conociéramos en la escuela y luego pasar el rato en la noche me estaba dando latigazos y dejándome totalmente confundida? Posiblemente no podría admitirlo. Era la que había dicho la última palabra, pero él había estado totalmente de acuerdo. Yo había dejado claro que esto era todo lo que quería, todo lo que podía manejar. Sólo que ahora no estaba tan segura. Tenía un chico que me gustaba, hermanos que me amaban y una mamá que me necesitaba. ¿Pero qué quiero yo? Si no estaba cuidando de nadie más, no sabía qué hacer, cómo sólo ser yo y estar bien conmigo misma.

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***

El domingo a la una y diez, me lancé a la calle de Matt, donde cada casa parecía la misma y los árboles jóvenes en comparación con mi lado de la ciudad. Comprobé dos veces la dirección que había escrito y desaceleré frente a su casa. Era una casa de un piso limpia y ordenada con impecable césped verde y paredes de color

beige, como todas los demás. Estacioné el auto de mi papá en la calle, no queriendo arruinar el aspecto con su vieja y descolorida Dodge. Lancé mi mochila sobre mi hombro y me encaminé por la acera bordeada de arbustos perfectamente delineados. Toqué el timbre y esperé. Su casa estaba impecablemente limpia y olía a detergente de lavandería. No vi a ninguno de sus padres, aunque dijo que estarían en casa. Al principio sentí envidia de lo limpio que estaba, pero comencé a cambiar de parecer cuando miré más de cerca y vi las líneas perfectas en la alfombra blanca de la aspiradora, las impecables encimeras, el fregadero brillante y el aspecto absolutamente silencioso con blanco y beige. Se sentía como si nadie viviera aquí. Tomaría mi desorden, viviría en casa cualquier día y llena de gente que me amaba que habitaciones que no estaba segura de que debía entrar; menos estropear las líneas dejadas por la aspiradora. Después de conseguir algo de limonada, la cual puso directamente en los posa vasos en la mesa de café en la sala familiar, nos sentamos y abrimos nuestros libros de Cálculo. Empecé con el material que probablemente estaría en el parcial y escribí una ecuación. Señalé con la punta de mi lápiz cuando hablé. —X es la variable independiente, Y es la variable dependiente y B es la intersección Y. ¿Lo entiendes? —Él pareció confundido, pero asintió. Después hablé más de líneas tangentes, ecuaciones, funciones y límites, pude notar que su interés fue decayendo. Estaba mirando hacia la página mientras hablaba, pero la mirada en sus ojos era lejana.

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—¿Matt? —Lo siento. No estaba escuchando. Cerré mi libro. —Tengo otras cosas que debería estar haciendo hoy. No importa. Me sostuvo por los hombros, impidiéndome levantarme.

—Lo siento, Zoey. Quédate. Por favor Quédate. —Sus ojos me suplicaron silenciosamente. Me recosté en el sofá, y retiró sus manos que me sostenían en mi lugar. —¿Por qué estás tan distraído? De repente se levantó y tiro de mí de la mano. —Ven conmigo. Caminó por el pasillo lleno de fotografías de él y su hermano mientras crecían, retratos de cuando eran gorditos y sin cabello, fotografías de deporte y retratos de la escuela, terminando con una foto de John en un uniforme de la Marina. Me detuve delante de la imagen. La semejanza entre Matt y John era innegable. La misma mandíbula cuadrada, brillantes ojos azules, la misma manzana de Adán. Matt giró y regresó a mi lado. —Ustedes se parecen. —Sentí que asentía a mi lado y luego lo observé mientras pasaba la mano a través de su cabello de nuevo. —¿Quieres ver mi habitación? —preguntó. No respondí, pero le dejé alejarme de la foto. Pasamos por la habitación de sus padres, su principal característica una colcha rosa cuidadosamente metida alrededor de la cama. Matt me llevó a su habitación; estaba llena de pilas de libros, CDs y camisetas dobladas alineadas en el piso. Si no lo hubiera sabido mejor, habría pensado que se acababa de mudar y todavía estaba desempacando. —¿Qué pasa con esas cosas? —Me senté en su cama de tamaño matrimonial con

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un edredón azul marino que era suave y descolorido. Se sentó a mi lado. —La mayor parte era de John. Mi mamá volvió su habitación en una de huéspedes, y yo no quería que tirara nada suyo.

Encima de su mesa de noche estaba una botella de vitaminas y una sección del periódico plegada. Miré con más atención, obituarios. Lo recogí. —¿Un poco oscuro, no crees? Me lo quitó. —Me gusta leer los obituarios y tratar de averiguar lo que no te están diciendo. Como por ejemplo, no mencionan la causa de muerte, si fue SIDA o suicidio. A veces entenderías partes de su vida, como éste. —Señaló a un cuadrado de cinco centímetros y leyó—: Finalmente sucumbió después de una larga batalla contra el cáncer. —Bueno, John fue un héroe de guerra, por lo que estoy segura de que se leyó bien. —Él no tuvo un obituario publicado. Mi mamá quería mantener todo tranquilo, fingir que nunca sucedió. Pensé en eso por un momento. Tal vez eso hizo la muerte más fácil de aceptar, pero parecía que todo lo que Matt quería hacer era mantener viva la memoria de su hermano. Quería preguntar qué más perdió acerca de este hermano, pero su lenguaje corporal era rígido e inseguro, como si tuviera algo más grande en su mente. Contuve la respiración. Prácticamente podía verlo tratando de averiguar cómo poner en palabras lo que estaba pensando. —Así que estaba pensando en mi último pase para verte, y quería proponer algo diferente. Esperé.

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—Puede que no te guste, pero sólo escúchame. Realmente sé que no te gustará. —Tomó una respiración profunda—. Ven conmigo al baile. Apreté mis dedos sobre sus labios. —Deja. De. Hablar. —Me reí, con inquietud, sacudiendo la cabeza.

—Lo digo en serio —balbuceó retirando mis dedos, eso sonó más como: lomdigo-

mserioo. —Shh. No. Es la idea más estúpida que he escuchado. Tomó mi mano y la retiró de su boca. —Sólo escúchame, Zoey. Me senté de nuevo y esperé. Esto sería bueno. —Como lo señalaste una vez, soy el capitán de los equipos de fútbol y de lucha libre. Tengo una imagen que mantener. Se espera que vaya al baile. —Puse mis ojos en blanco, pero continuó—. Y no tengo una cita. No quiero llevar a alguien para sólo tener que intentar simular para un acto. Si te llevo, puedo ser yo mismo, ambos tendremos diversión e incluso contaría como mi último pase libre oficial, entonces puedes terminar de verme. Exhalé fuertemente, cayendo de espalda contra la pared. ¿Por qué era tan difícil decirle que no? —No tengo nada que ponerme —dije, sin encontrarme con sus ojos. —Nos encargaremos de eso. No hay problema. ¿Deberíamos ir al centro comercial?

—preguntó, sentándose más recto.

—Dios mío. Allí es donde dibujo la línea. Cálmate. Probablemente Morgan puede prestarme algo. —Genial. Entonces, ¿vendrás? —Qué pasa con las entradas... cabello... uñas... ramilletes... no tengo dinero para

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—Conseguiré los boletos, por lo que está cubierto. Sólo lleva el cabello suelto

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nada de eso.

necesitamos. No te preocupes por eso. Son algo sin sentido si me preguntas. —

como me gusta. ¿Ramilletes? —Frotó los dedos en su rodilla—. No los Tomó mi mano y la miró—. Uñas —dijo en voz alta, como pensando—. Espera aquí. —Se levantó y salió corriendo de la habitación.

Cuando regresó, tenía dos botellas de esmalte de uñas. —¿Rosa o rojo? Lo miré tratando de averiguar lo que estaba pensando. —Eso es todo lo que pude encontrar en el baño de mi mamá. Matt estaba esperando mi respuesta, allí de pie sonriéndome. No era buena en pintura de uñas, pregúntale a Cora. Lo miré directo a los ojos. Eran de un azul cristalino y brillaban intensamente hacia mí. —Cualquiera que te guste más —dije en voz suave. Miró entre las dos botellas, como si estuviera considerándolo por primera vez. Vigorosamente sacudió el rosa, luego desenroscó la parte superior. Alzo la mirada, estudiándome durante un segundo antes de jalar mis pies a su regazo. —Vamos a comenzar con los dedos de los pies. Tienen que coincidir, ¿no? No contesté. Descansé mis pies en sus muslos. Él mordió su labio en concentración. Sus dedos parecían demasiado grandes sosteniendo el pequeño pincel, pero sumergió la brocha y cuidadosamente extendió el esmalte en mis uñas de los pies. Tuve una sensación extraña en mi pecho mientras lo miraba trabajar. Hice un esfuerzo para no tirar de él e inventar una excusa para salir de la casa. Pasó a mi otro pie, y su mamá hizo una aparición en la puerta. A pesar de que la puerta estaba en su mayor parte abierta, la empujó abriéndola por completo. —¿Matt? —Nos examinó a ambos—. Preséntame a tu amiga. —Sus ojos viajaron

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a lo largo de mis piernas, que se extendían en el regazo de su hijo. Matt pegó la brocha en la parte posterior de la uña y enderezó sus hombros. —Ésta es Zoey. —Hola. —Traté de sonreír, pero se sentía mal.

—Hola. —Luego se volvió a Matt—. Ten cuidado de que no se derrame ese esmalte.

—Se dio la vuelta y se fue.

Matt reanudó el pintado de mis uñas una vez que se había ido. Cuando hubo terminado con los dedos de los pies, pintó las de mis manos a juego. Se tomó su tiempo, asegurándose de mantenerse en las líneas. Me recordó la vez que él había coloreado con Cora. Su frente arrugada en concentración, y él encorvado sobre mi mano. Algo me dijo que le gustaba la distracción, no tener que pensar en otra cosa. No quería decirle que el esmalte probablemente no duraría todo el camino hasta el próximo fin de semana sin cuartearse, pero probablemente Morgan podría retocarlo. —Así que, esta cosa del baile... Si voy contigo. ¿Qué significa eso? —No lo sé. ¿Qué quieres decir? —¿Hemos terminado después de eso? Es decir, las cosas van a volver a la normalidad, como eran antes. —Si eso es lo que quieres, entonces sí. —Hm. —Lo consideré—. ¿Qué quieres tú? Él se encogió de hombros y usó la excusa de una segunda capa de esmalte en mis uñas para mantenerse mirando hacia abajo. Juro que había pintado sobre la misma uña por lo menos seis veces. —Básicamente mi amiga Morgan tiene esta teoría, de que los chicos ven el sexo como un reto y por eso todavía me miras. Nosotros no lo hemos hecho aún. —¿Aún? —Hizo una pausa y se encontró con mis ojos bajo sus pestañas.

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Le di un manotazo en el brazo. —Sólo estoy intentando probar la validez de su teoría. Digamos que un chico y una chica están tonteando. Básicamente, ¿él va a quedarse hasta que alcance el evento principal?

Termino de pintar y enroscó la tapa mientras pensaba. Se inclinó hacia atrás y descansó contra una almohada, como si fuera la conversación más natural del mundo. —Probablemente sea cierto para un montón de chicos, pero no todos. —Explícate. Se pasó la mano a través del cabello. —Sí, Justin, otros chicos que conozco, seguro. Es el proceso de pensamiento en general. Si estás preguntando acerca de mí, entonces no. —¿Por qué “no”? Se tomó su tiempo, pensando en cómo responder, profundizando en sus pensamientos. —Tuve la oportunidad de hacerlo con Chelsey, pero no lo hice. —¿Por qué no? —Me sentía como un disco rayado haciéndole todas estas preguntas y esperando que no leyera en ello que me importaba más de lo que lo hacía. —Sólo sabía que significaría algo diferente para ella de lo que lo haría para mí, y no quería tener que lidiar con eso. Entendí ambas cosas, tanto lo que dijo como lo que no. No quería confundir o lastimar a Chelsey, ya que ella era material de novia, mientras que yo era sólo una chica, por lo que no tenía tales escrúpulos sobre qué significaría el sexo entre

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nosotros. Sería divertido, así de simple.

Capítulo 28 Traducido por Nanami27 Corregido por Nanis

M

organ estaba atacando a Zoey en el pasillo. Ella se rió y aplaudió mientras Zoey la miraba. Eso podía significar solo una cosa, Zoey le había hablado del baile. Intenté no sonreír mientras Morgan lanzaba

sus brazos alrededor del cuello de Zoey, abrazándola, antes de que Zoey la apartara. Sabía que Justin me fastidiaría si le dijera a quién iba a llevar y simplemente no estaba dispuesto a escucharlo, o a defender a Zoey bajo su escrutinio. No es que hubiera cambiado de opinión acerca de llevarla. Simplemente no tenía ganas de decirle a nadie sobre eso ahora. Como de costumbre, Zoey me evitó en los pasillos toda esa semana. La única vez que se inclinó para hablar conmigo en clase, pensé que iba a decir que había cambiado de opinión sobre el baile, pero en su lugar, dijo que se encontraría conmigo en frente del gimnasio a las nueve de la noche del viernes, después de mi partido. Todavía no le había dicho a Justin a quién iba a llevar, pero hoy era el día. Todos me verían con ella el viernes, y no es que estuviera avergonzado de ser visto con ella, era solo que estaba demasiado acostumbrado a hacer lo que todos

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esperaban que hiciera. Llevar a Zoey al baile sería cualquier otra cosa menos lo esperado. En el almuerzo, sin embargo, no pude evitar decirle a Justin por más tiempo, ambos estábamos de pie en la fila para comprar boletos. Ya había escuchado de

Justin que iba llevar a Samantha Avery, una hermosa estudiante de tercer año de porristas JV. Pero solo para sacar conversación, le pregunté: —Así que, ¿a quién vas a llevar? —Sam —dijo él, sonriendo—. ¿Tú? El momento de la verdad. Me aclaré la garganta. —Zoey. —¿Quién? —Esa chica con la que fui a París. —Interesante elección. —Asintió con la cabeza lentamente, mirándome—. Ella realmente se metió bajo tu piel, ¿eh? —Me estudió. —Algo así. Sé que es discreta. No tendré que preocuparme por impresionar a nadie. —Y probablemente estará lo suficientemente agradecida de que estés elevando su estatus social por devolver amablemente algunos favores. Me reí, pero nada podría estar más lejos de la verdad cuando se trataba de Zoey. Pero no le expliqué eso a Justin.

* * *

El día del baile compartí miradas de complicidad con Zoey durante Estudios

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Globales. Nos dieron nuestro artículo, habíamos conseguido una A y el Sr. Rhinehart incluso había escrito en la portada: ¡Interesante premisa! La anticipación de esta noche me ponía nervioso y emocionado. Sería mi última vez saliendo con Zoey, lo cual apestaba. Pero siempre me divertía cuando estaba con ella. Esperaba que nuestra primera aparición pública no fuera incómoda y

nos divirtiéramos. Me preguntaba si bailaríamos. Me preguntaba qué usaría Zoey y si estaría dispuesta a ir a la fiesta de Justin conmigo después. Había traído mi pantalón de vestir, camisa y corbata a la escuela en mi bolsa de lona, ya que después del partido me ducharía y cambiaría antes de encontrarme con Zoey. La jornada escolar transcurrió lentamente, e incluso durante el partido, no pude concentrarme en ello. Ganamos fácilmente contra West Branch, veintiuno a tres, lo que fue genial. En las duchas, me relajé, finalmente me estaba alistando para ver a Zoey. Dejé al agua caliente rodar bajo mi espalda. Me imaginé a Zoey en un vestido negro y no pude dejar de pensar en la idea de que usaría sus zapatillas Converse con él. Pero sabía que llevaría su cabello suelto como le había solicitado. Miré a mi muñeca. Todavía tenía su elástico negro del cabello. Después de secarme con la toalla, revisé mi bolsa de lona por última vez, para asegurarme de que todavía tenía nuestros boletos metidos en el bolsillo lateral y me apresuré a vestirme, así no mantendría esperando a Zoey. Tuve que volver a anudar mi corbata tres veces; seguía terminando demasiado larga o demasiado corta. Para salir directo a su encuentro, pasé por el gimnasio y miré adentro. Estaba todo decorado con serpentinas y globos, como para que supuestamente olvidáramos que era el lugar donde rodábamos aros y corríamos en círculos cuando hacía demasiado frío. El DJ estaba tocando una canción pop de mierda, pero realmente nadie estaba bailando todavía, de todos modos. Las luces se encendieron bajas y había incluso una bola de discoteca colgando del techo haciendo que todo luciera brillante. Metí mis manos dentro de mis bolsillos y me dirigí hacia la puerta. Estos negros y relucientes zapatos de vestir ya se sentían incómodos, pero todo valdría la pena cuando viera a Zoey. Sabía que era extraño,

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Di un paso afuera, así estaría esperando en las escaleras frontales cuando ella

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pero estar con ella siempre me hacía sentir mejor.

a esperar. La gente comenzó a filtrarse dentro, pasando por mi lado en las

subiera. Me apoyé contra las barandillas con las manos en los bolsillos y me puse escaleras. Casi no los reconocí, en sus trajes y vestidos. Los chicos de secundaria me chocaban la mano al pasar, luego sus manos se cernían en la espalda baja de

sus citas, o en los hombros. Pronto, ese sería yo con Zoey, y esperaba ser lo suficientemente hombre para ser visto con ella como mi cita. Seguí comprobando el reloj que casi nunca usaba. Zoey se estaba demorando. Mi pie se había quedado dormido y en lugar de seguir parado ahí como un idiota de pie, entré al baile. No podía perderme los premios deportivos que entregaban antes de que el baile arrancara en pleno. Y por primera vez, comencé a preocuparme porque ella no fuera a aparecer. Probablemente había cambiado de

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opinión sobre este baile y de verme por última vez.

Capítulo 29

Traducido por Yanli Corregido por Nanis

L

a noche del baile, hice una cena temprana, luego fregué la bañera y tomé un largo baño de burbujas, y en general, me tomé mi tiempo de chica, algo que no hacía prácticamente nunca. Encendí velas a lo largo del borde

de la bañera, lavé mi cabello y afeité mis piernas. Estaba en mi habitación dando los últimos toques en mi maquillaje cuando un grito que hiela la sangre interrumpió el proceso. Corrí a la planta baja hacia la cocina de donde los gritos venían. Charlie estaba encorvado sobre el fregadero de la cocina, sosteniendo su brazo. —¿Qué pasó? —Tiré de su brazo acercándolo para inspeccionar. —Estaba tratando de conseguirle a mamá jugo, pero se me cayó el vaso. Había vidrios regados por la encimera. Debió golpear el mostrador y destrozarse con el impacto, enviando los fragmentos a volar. Charlie estaba enloquecido, tirando de su brazo lejos de mí. Por ahora, habíamos llamado la atención de Cora.

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Ella no reaccionaba bien a la sangre y comenzó a llorar. —Ty, llévate a Cora para arriba. Todo está bien, Cora —dije en mi voz más calmada.

Mierda. ¿Cómo sabes cuándo un corte necesita puntos de sutura? No podía llamar a Morgan, estaría en el baile.

Mi mamá no sabe, y yo no tenía tiempo para verlo en Google, con nuestra conexión a Internet increíblemente lenta. Sostuve el antebrazo de Charlie para inspeccionarlo. El corte era pequeño, pero profundo y había estado rezumando sangre por los últimos minutos. —Vamos, vamos a la sala de emergencias. —Carajo. Esto significaría que habíamos estado allí dos veces en dos semanas. Esperaba que no lo vieran como abuso infantil. Ayudé a Charlie a ponerse una pequeña banda, el único tamaño que teníamos sobre el corte, tratando de mantener la piel junta y reducir el sangrado. Ni siquiera me molesté en cambiarme el vestido negro que Morgan me había prestado, sino que tiré mi andrajosa sudadera gris sobre él y me deslicé en mis Chuks sin desatarlos. Charlie y yo caminamos hacia el final de la cuadra y misericordiosamente no tuvimos que esperar mucho por el autobús. De camino, traté varias veces de llamar a Matt. Él no contestó. Sabía que había terminado su partido en ese momento. Él debía haber ido al baile. Lo imaginé esperándome en su traje y odiaba que pensara que le estaba plantando. Tal vez podríamos superar la sala de emergencia rápidamente, o tal vez nos dejaría ir sin puntos, sólo con un vendaje más firme. No hubo tal suerte. Estuvimos esperando por una hora para que Charlie consiguiera cuatro puntos de sutura. Eran casi las once cuando llegamos a casa. Conseguí para Charlie un vaso de leche y galletas y le ayudé a ponerse la pijama, teniendo cuidado de no golpear su brazo. Me preguntaba si Matt todavía estaría allí, y si se estaba divirtiendo, siguiendo adelante y olvidándose de mí, o si sólo se había ido después de que no llegué. Supongo que necesitaba saber. Además quería explicarle lo sucedido y que no lo había abandonado.

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y corrí a la escuela. Escuché la música que venía desde el gimnasio antes de

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Olvidé ponerme las sandalias de tiras que había planeado usar, salí con mis tenis

luces de emergencias desde las alturas poniéndolo todo en sombras. Siempre se

siquiera abrir la puerta de la escuela. Los pasillos estaban a oscuras, con sólo las sentía extraño estar en la escuela después de horas. Me volví hacia el gimnasio y di un paso fuera del camino de un grupo de chicos persiguiéndose mutuamente a

través de las puertas abiertas del gimnasio. Me acerqué a las puertas lentamente. Esperando poder detectar a Matt, si estaba aún aquí, antes de entrar, o posiblemente encontrar a Morgan y tener a alguien con quien caminar por el gimnasio. Me sentí realmente fuera de lugar aquí parada en mi vestido de fiesta arrugado mientras todo el mundo a mi alrededor bailaba y reía sin preocupaciones en el mundo. No me llevó mucho ver a Matt. Estaba de pie en el extremo del gimnasio, enfrente de mí, apoyándose de espaldas contra la pared. Tomé una respiración profunda y comencé a dar un paso adelante, pero luego seguí su mirada a un grupo de chicas bailando delante de él. Miré más cerca y vi a Chelsey seductoramente sacudiendo las caderas de lado a lado mientras desfilaba hacia Matt. Él estaba inclinado hacia atrás, con un pie apoyado contra la pared detrás de él, y Chelsey aprovechó su posición a su favor. Ella se dejó caer delante de él, restregándose a lo largo de su cuerpo mientras lo hacía. Mi corazón palpitó erráticamente. Mis palmas comenzaron a sudar y mis dedos se entumecieron. Era una reacción estúpida, pero en ese momento, mi cuerpo me traicionó. Chelsey continuó su danza, rosando su pecho con el suyo mientras se movía alrededor de su cuerpo. Su expresión era ilegible, pero no hizo nada para detenerla. Sus amigos notaron lo que estaba sucediendo y comenzaron a gritarle bajo sus palmas ahuecadas. Matt miró de Chelsey hacia ellos y luego a mí. Tan pronto como nuestros ojos se encontraron, sentí como si me hubiera atrapado haciendo algo mal. Y como un genio, me volví y corrí fuera del gimnasio. Pude notar que Matt estaba detrás de mí sin siquiera mirar atrás. Sus pisadas uniéndose a las mías, y pude oír prácticamente la rabieta de Chelsey. Una vez que estuve fuera, me fui en la dirección opuesta de la casa. No estaba lista para ir a

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casa. Caminé por el estacionamiento, iluminado sólo por las lámparas fluorescentes de la calle. —¡Zoey, espera! —gritó Matt detrás de mí. Rápidamente me superó y trotó rodeándome para detenerse delante de mí, bloqueando mi camino. No frené a tiempo y me estrellé directo contra su pecho.

Opfh. —¿Te detendrás? —Me tomó por los hombros. Podía oler su colonia, encendiendo mis sentidos, haciéndome marear. —¿Cuál es el punto? Esto no tiene sentido. —Hice gestos con mis brazos entre nosotros, causando que sus manos cayeran alejándose de mí—. Solo vuelve allí con Chelsey y tus amigos, donde perteneces. Me di la vuelta para alejarme, pero Matt agarró mi muñeca y me frenó. —De ninguna manera, no tienes que decir eso. Me dejaste plantado esta noche. Me había olvidado de que esto era lo que él habría asumido. Eso no significaba que lo que vi con Chelsey ahí estaba bien, especialmente cuando se suponía que debía ser su cita de esta noche. Una pareja nos esquivó, riendo mientras se colaban del baile a un auto en el otro extremo del estacionamiento. De repente recordé que estábamos en un estacionamiento, donde nadie podría vernos. Me negué a creer que realmente había comenzado a enamorarme de él. Éramos demasiado diferentes. ¿Además, no había dicho siempre que las relaciones de la escuela eran estúpidas, y ahora aquí estaba teniendo una pelea pública, haciendo una escena fuera de un baile? Ni siquiera sabía quién era yo ahora. —¿Qué es eso? —Matt apuntó hacia mi sudadera. Bajé la mirada y vi que había sangre seca y yodo en mi manga por sostener la mano de Charlie mientras lo inyectaban y lo cosían. —Tuve que llevar a Charlie a que le pusieran puntos. No te dejé plantado. —Oh. —Su voz era suave.

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emociones que no esperaba. Y lo miré más atentamente: la blanca camisa

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Los latidos de mi corazón se aceleraron en mi pecho. Me inundó una ola de

holgadamente en su cuello y las mejillas sonrojadas por el congestionado

desabotonada, las mangas enrolladas hasta los codos, la corbata atada gimnasio. Tomé una respiración profunda.

—Y, luego, cuando finalmente llego aquí, veo a mi cita recibiendo un baile erótico de esa puta. —Sacudí mi cabeza—. ¿Sabes qué? Ni siquiera importa. Todo esto es estúpido, me refiero a, ¿qué estamos haciendo incluso? Eres un lugareño, siempre vas a ser un lugareño, y yo me voy después de este año. Él se mantuvo firme, viéndome fijamente con una mirada en sus ojos que nunca había visto, respirando trabajosamente por la nariz al tiempo que una vena se destacaba en su cuello. —¿Me estás diciendo que realmente vas a dejar a esos niños? ¿A tu mamá? Traté de decir algo, pero las palabras se atascaron en mi garganta. —Vi las solicitudes para la universidad en tu habitación, las que se suponía iban a ser enviadas para ahora. —Él sacudió su cabeza—. Deja de actuar como algo que no eres, estás demasiado asustada para hacer algo, Zoey. Te escondes en tu caparazón en la escuela, tienes miedo de sentir algo por mí. Actúas como una mártir, cuidando de todo el mundo por ti misma. Ofreces una buena actuación, pero tú tampoco saldrás nunca de este pueblo.

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Me di la vuelta y huí de él, y esta vez, me lo permitió.

Capítulo 30 Traducido por ateh Corregido por Nanis

L

as siguientes dos semanas pasaron en un borrón de escuela, prácticas de fútbol y noches que pasé trabajando en la tienda. Zoey y yo hicimos iguales esfuerzos para ignorarnos el uno al otro, lo que de hecho no era

muy difícil, considerando toda la práctica que habíamos tenido a lo largo de los años. El único problema era que no parecía seguir encajando en mi vida. Había sido estúpido pensar que esta cosa entre Zoey y yo llevaría a algo real. Pero sin ella alrededor para entretenerme, las cosas me succionaban más de lo normal, además mis dolores de cabeza estuvieron de regreso con toda su fuerza. La comida parecía de mal gusto, me distraía durante el fútbol e incluso Justin no me podía hacer reír. Zoey faltó los siguientes dos días de escuela, lo que hizo más fácil que no tuviera que verla, aunque nada la removía de mis pensamientos. Después de la práctica de fútbol, tomé una ducha fría de treinta segundos y me fui con la ropa aferrada a mi piel todavía húmeda. Necesitaba salir de allí… no podía soportar un minuto más de las risas y bromas; los chicos que alguna vez fueron mis compañeros de equipo y amigos ahora sólo se sentían como intrusos. Era molesto estar alrededor

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de gente que pensaba que me conocían tan bien, sólo que no lo hacían. Se suponía que fuera a trabajar, pero mi camioneta parecía no ir en esa dirección. Conduje alrededor por un tiempo y terminé en el cementerio. No había estado en la tumba de John desde el funeral. Estaba demasiado acobardado para ir a verlo ahora, y simplemente me senté en la camioneta. Saqué algunas servilletas de la guantera y traté de escribir algunas cosas, pero nada salió adecuado.

Para el tercer día en que Zoey había faltado, me pregunté si algo había ocurrido, y encontré a Morgan en el primer descanso. Estaba de pie con Jordan bajo el árbol de roble, el mechón de cabello una vez azul ahora estaba recién teñido de rosa brillante. Los dos se volvieron y se quedaron mirándome mientras caminaba a través de la cafetería hacía ellos. —Hola, Morgan. —Hola —dijo sospechosamente. —¿Me preguntaba si sabías dónde estaba Zoey? —Las cejas de Morgan se levantaron, y Jordan se veía como si alguien le hubiera quitado el almuerzo—. Yo sólo… tenemos un proyecto juntos en Estudios Globales —mentí. —Oh —dijo ella, viéndose más tranquila—. Dijo que su mamá ha estado enferma. Pero puedo darle un mensaje si lo necesitas. Asentí. —Está bien, gracias. No había faltado a la práctica de fútbol en cuatro años, pero después de la escuela, me excusé con el entrenador Dickey diciendo que tenía una migraña y tenía que perderme la práctica, entonces conduje a la casa de Zoey. Cuando llegué, casi me acobardé. Parecía más triste de lo normal, más achaparrada y vieja. No había notado eso antes. Subí los desvencijados escalones de entrada y me di cuenta de la pintura descascarada de la puerta principal. Golpeé y esperé unos minutos, sintiendo que

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estaba siendo vigilado. Era probablemente Zoey, maldiciendo en voz baja porque había venido. Y justo cuando pensé que nadie iba a responder, la puerta se abrió un poco. Zoey presionó su cara contra el espacio abierto y me miró. —¿Sí?

—Hola. —No se movió para abrir la puerta o invitarme a pasar. Entonces así es como iba a ser. —¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó. —No estabas en la escuela. Y Morgan dijo que tu mamá había estado enferma. ¿Todo está bien? —Sólo vete, Matt. —Se movió para cerrar la puerta, pero metí mi zapato en el marco de la puerta. —Espera, Zoey. —Lo siento… no puedes ser el héroe y salvar el día esta vez. —Cerró la puerta y saqué el pie justo a tiempo para que no lo aplastara. La puerta se cerró abruptamente en mi cara, pero no pude borrar de mi mente la mirada vacía en los ojos de Zoey, el sonido fracturado de su voz. Necesitaba ayuda y de nuevo estaba atrapado tratando de pensar en una manera para que me dejara entrar. Apreté los puños a los costados y regresé a la camioneta. Prendí el motor y arranqué a toda velocidad, inseguro de a dónde ir. Cuando llegué a mi casa, el auto de mamá estaba en la entrada. Mierda. Entré a la cocina y puse mi maleta en la cocina. —¿Qué estás haciendo en casa? —preguntó. —Me estaba sintiendo mal por un dolor de cabeza, así que el entrenador me dejó salir de la práctica. —Dejó de cargar el lavaplatos y sólo me miró—. Mamá, tenemos que hablar.

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—¿Qué pasa? —Ven, siéntate. —Le tomé la mano y la senté a la mesa de la cocina. Le di la vuelta a una silla y me senté a horcajadas frente a ella. Se secó las manos en lo vaqueros y esperó a que empezara. No estaba seguro de si estaba nerviosa o sólo se estaba secando.

—No me digas que metiste en problemas a una chica, Matthew. —No, mamá, no es nada de eso. Sus hombros se relajaron visiblemente. —De acuerdo. Tomé una respiración profunda. —¿Por qué ya nunca hablamos de John? —Pude decir que no era lo que quería escuchar y estaba luchando contra el impulso de cargar de nuevo el lavaplatos. Se removió en su asiento. Tomé su mano—. ¿Mamá? No respondió, pero leí la expresión en su cara. Recordar era demasiado difícil. —No quiero actuar como si no fuera de esta familia. Ni siquiera quiero olvidarlo. Asintió. —Puedo intentarlo, si eso es lo que necesitas. Nos sentamos en silencio por unos minutos, sin separar nuestras manos. —¿Recuerdas esa vez cuando tenía diez y me caí de la bicicleta después de intentar llevarle el ritmo a John y sus amigos e intentó darme puntos de sutura en lugar de decirles? Asintió. —Siempre fue un poco imprudente. —Tan pronto lo dijo, su sonrisa se desvaneció un poco. —Sólo me alegro de que quisieras ir al baño antes de que realmente cosiera mi

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frente con hilo rosa. Probablemente tendría una cicatriz de Frankenstein si no nos hubieras descubierto. Me apretó la mano y luego la dejó ir. —Mamá, también hay algo más. —Tragué—. Hay una chica.

—Así que hay una chica. —Sí. Pero es complicado. Quiero estar con ella, pero está tratando de lidiar con unas cosas familiares… No sé cómo ayudarla… o si al menos debería. Asintió. —Es complicado para los chicos de tu edad saber lo que las chicas necesitan que seas. Sólo quieren sentirse especiales… como que les importan a alguien. Como si alguien notara quiénes son, sepan qué necesitan y den un paso al frente en el momento preciso. Pensé en lo que Zoey necesitaba, incluso si era demasiado orgullosa como para pedirlo. —¿Qué clase de cosas familiares? —preguntó, interrumpiendo mis pensamientos. —Su mamá necesita ayuda. De la misma clase que tú necesitaste luego de que John… —Me detuve ahí para elegir mis palabras con más cuidado. Me aclaré la garganta y empecé de nuevo—. ¿Podrías ayudarme para que viera a tu médico? Entrecerró los ojos, estudiándome. —¿Estás seguro de que debes involucrarte en esto? —No. Pero tengo que tratar de ayudar. —De acuerdo. —Se puso de pie y buscó en su bolso, entregándome una tarjeta de presentación—-. Ésta es la tarjeta del doctor Lowenstein. Llamó a la oficina del doctor y debido a una cancelación, pasó a tener una cita disponible esa tarde, si podíamos estar allí en la próxima media hora. Lo sentí

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como una señal. Ahora si sólo pudiera hacer que Zoey me escuchara. Sabía que era el momento de contarle mi secreto.

* * *

Diez minutos después estaba golpeando la puerta de Zoey por segunda vez ese día. Esta vez abrió completamente la puerta, mirándome. Si era posible, parecía más agotada que hace media hora. Su cabello caía suelto de su cola de caballo, y no dejaba de mirar nerviosamente detrás de ella, como si estuviera esperando a que su mamá viniera corriendo a la habitación en cualquier momento. —¿Ahora qué? —demandó. —Hay algo que nunca te dije. —Por mucho que me encantaría compartir un momento contigo ahora mismo, Matt… no puedo. —El sarcasmo se deslizó fuera e hizo un movimiento para volver a cerrar la puerta en mi cara. Di un paso hacia adelante pasándola antes de que tuviera la oportunidad. Miré alrededor. La casa estaba tan extrañamente tranquila que me pregunté si había alguien en casa. Comparada con la luz del sol de afuera, la casa estaba a oscuras y necesitada de una limpieza. Escuché un suave gemido desde el pasillo y me encontré con los ojos de Zoey. Para alguien que normalmente estaba en control, pude ver de inmediato que algo andaba mal. Su cara mostraba vergüenza, fracaso y pena. La voz apagada de su mamá vino desde el pasillo. —Zoey, no hay nadie aquí, ¿verdad? Sus ojos se movieron de mí al pasillo. —Sólo un segundo, mamá. Voy para allá. —Entonces se volvió hacia mí—. ¿Por

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qué estás aquí? ¿Para verme fracasar? ¿Para observar el drama? Te voy a hacer palomitas… vas a tener un asiento en primera fila. Caminé hasta ella y la agarré de los hombros, tirando de ella hacia mí. Pensé que pelearía conmigo, pero me dejó abrazarla.

—Shh —susurré contra su cabello. Metió la cabeza bajo mi barbilla—. No tienes que hacer todo sola, Zoey. Vine a ayudar. —Se quedó quieta en mis brazos, sin apartarse, pero tampoco envolvió los brazos a mi alrededor. Nos sentamos en el sofá, frente a frente—. Dime por qué no has ido a la escuela. Bajó la mirada y jugó con las uñas. Conocía a Zoey y sabía que detestaba admitir una debilidad. —Mi mamá realmente está perdiendo la razón… y no podía dejarla sola. La miré más de cerca y me pregunté si siquiera se había bañado en los últimos días. —¿Las cosas se han puesto peor? —pregunté. —Sí —susurró. —Zoey, hay algo que nunca te dije. —Matt, lo siento… no puedo hacer esto. No tengo tiempo para hablar de nosotros en este momento. Negué con la cabeza. —No, no es eso. Nunca te conté acerca de cómo murió John. —Levantó la mirada y sus ojos azules traspasaron los míos con confianza—. Se suicidó. —Nunca antes había dicho esas palabras en voz alta y casi se atoraron en mi garganta—. No pudo vivir con él mismo luego de las cosas que había visto y hecho en Afganistán. —Zoey alcanzó mi mano y la apretó—. Si lo hubiera sabido tal vez habría sido capaz de hacer algo, para tratar de llegar a él de alguna manera, nunca voy a dejar de preguntarme si…

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—No es tu culpa, Matt. Asentí. —Lo sé. Pero, necesitamos ayudar a tu mamá, ¿de acuerdo? Asintió.

—Después de que John… muriera, mi mamá era una ruina. Fue con este doctor. —Saqué la tarjeta de mi bolsillo—. Y realmente ayudó. Consiguió alguien con quien hablar y algunas medicinas que la ayudaron a lidiar con todo. Zoey se retiró. —¿No crees que hemos intentado eso? Mi mamá ha estado con drogas antes… nunca han funcionado. —No soy un experto, y no sé si va a funcionar… sólo sé que ayudó a mamá. Tal vez no intentaron con las drogas correctas o la dosis adecuada antes… pero podemos decirle todo al doctor. —¿Podemos? —Tu mamá tiene una cita. —Miré al reloj—. Y tenemos que irnos si queremos lograrlo. Se puso de pie repentinamente, alejándose de mí. No sabía si estaba enojada conmigo por involucrarme o si me iba a agradecer por la ayuda. Pero sus hombros cayeron y soltó el aire que había estado reteniendo. —De acuerdo. —Se encogió de hombros, como si hubiera renunciado a invocar la energía para discutir, el esfuerzo era demasiado. —De acuerdo. —Me levanté y saqué las llaves del bolsillo. Minutos después, había vestido a su mamá y le puso el abrigo, y dejó una nota para los niños, quienes estarían de regreso de la escuela en cualquier momento. Conduje hasta la oficina del doctor y esperé en la camioneta mientras estaban adentro.

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secreto y sólo esperaba que esto le sirviera a su mamá. Con el fantasma del pasado

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Lo que sea que haya pasado con Zoey y conmigo, me alegraba que supiera mi

Zoey viviera con la sombra de su madre, cuando no tenía por qué ser así. No

de John persiguiéndome, sabía que no había manera de vivir y no quería que quería que tuviera los mismos arrepentimientos que yo tenía acerca de lo que debería haber hecho.

Capítulo 31

Traducido por Mona Corregido por Nanis

M

i mamá estaba mejorando cada día. El brillo en sus ojos estaba de vuelta, y los últimos días, se había levantado para preparar el desayuno de los niños y mandarlos a la escuela. Y cuando llegábamos

a casa de la escuela, se había levantado y duchado, haciendo galletas snickerdoodle11 o chocolate caliente para tomar un aperitivo. Tenía a mi mamá de regreso, aunque no podía evitar sentirme como que había quedado prácticamente inútil. Solía pensar que mi familia me impedía ser una adolescente normal, pero si lo que Matt dijo era verdad, estaba impidiéndome a mí misma lo que quería. Y ahora que no tenía tareas interminables, comidas por preparar o niños que cuidar, me forzaron a afrontar aquella realidad. Yo no había sido quien quería ser. Aparté a las personas y me mentí sobre lo que realmente quería. Sabía lo que tenía que hacer. Levanté mi teléfono y esperé a que el sonido se detuviera y la voz familiar que necesitaba oír llegara del otro extremo.

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—Hey… ¿puedes venir? Unos minutos más tarde, estaba abriendo la puerta de la calle e invitaba a pasar a Morgan. Ella presionó su palma sobre mi frente. 11

Snickerdoodles: Son un tipo de galletas de azúcar hechas con crémor tártaro y bicarbonato de sodio, rebozadas en azúcar y canela.

—¿Te sientes bien? Ni siquiera aparté su mano. —Me siento mejor de lo que me había sentido en mucho tiempo. Y esto es desde hace un tiempo. —Tomé su mano y la llevé por la escalera a mi habitación. Nos sentamos sobre mi cama y me sinceré con mi mejor amiga sobre todas las cosas que había mantenido ocultas. Matt contándome su secreto me había dado el coraje para contar el mío. Le dije a Morgan sobre mi mamá y todas las presiones de cuidar de mis hermanos, que nunca envié mis solicitudes a la universidad porque tenía miedo de estar lejos de casa y que por casualidad me había enamorado de Matt a lo largo del camino. Ella solamente esperó, escuchando silenciosamente, y me atrajo en un abrazo cuando terminé. La dejé sostenerme, compensando todos los abrazos de los que me había privado durante los años. Tal vez estaba mejorando en esta cosa de los abrazos también. —No es muy tarde, tú sabes. —Morgan se retiró y se sentó con las piernas cruzadas sobre mi cama. No sabía si quiso decir que no era muy tarde para que fuera tras Matt y le dijera como me sentía realmente o que todavía tenía tiempo para conseguir entregar mis aplicaciones para la universidad, o tal vez ambos. No pensaba que las cosas podrían volver al modo en que estaban entre Matt y yo, él sabía demasiado sobre mí y mi vida de familia. Aunque tuviera un sincero aprecio por él y siempre lo haría, nunca más sería divertido y despreocupado entre nosotros y no sabía cómo manejar esto. Había pasado tanto tiempo diciéndome que no quería algo serio y que las relaciones de la escuela secundaria eran estúpidas, que realmente había comenzado a creerlo. Él me había ayudado a salvar a mi mamá y estaba bien

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tenerla de vuelta, así que no tenía arrepentimientos sobre nuestro pequeño arreglo. Acompañé a Morgan hacia fuera un poco más tarde y cuando volví, mi mamá me llamó desde la cocina.

—Tienes una carta. —Ella hizo señas a la mesa, donde el correo se encontraba en una pila ordenada. Hojeé hasta que lo vi. Un sobre de la universidad a la que nunca había aplicado. Caminé, entumecida hasta mi habitación, sosteniéndola en frente de mí sin abrirla. Revolví la cesta de basura bajo mi escritorio, donde esperaba encontrar la aplicación a la universidad que había echado de lado hace unas semanas. No estaba más allí. Me senté sobre mi cama y rasgué el sobre para abrirlo y deslicé la carta rápidamente hacia fuera.

* * *

Antes de que incluso supiera lo que estaba haciendo, corría. Mis brazos y piernas bombeando con fuerza, propulsándome hacia la escuela. Alcancé el campo de práctica sin aliento, sin siquiera darme cuenta del enfriamiento en el aire que advertía que el invierno se acercaba. No me había molestado en ponerme una chaqueta, pero ahora mismo, con la adrenalina corriendo por mis venas, no necesitaba una. Divisé a Matt sobre el campo y observé que el juego del equipo estaba a la mitad. Él abordó a uno de sus compañeros de equipo, luego cuando la jugada había terminado, extendió una mano y ayudó al tipo a ponerse de pie. Algunos de los chicos me notaron parada al margen y se detuvieron a darme una mirada, obviamente preguntándose qué estaba haciendo aquí. Vi a Justin darle un puñetazo en el hombro a Matt para conseguir su atención. Matt se giró hacia mí. Se sacó el casco. Su entrenador hizo sonar su silbato y los dejó tomar un descanso para tomar agua, y Matt trotó hacia mí. Se detuvo frente a mí, luciendo mucho mejor de lo que lo había hecho en un tiempo, con los ojos

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brillantes y claros. —Hey —dije, mirando hacia abajo a mis pies. —Hola. —Él miró directamente hacía mí, haciendo que los nervios bailaran alrededor de mi estómago. Él estaba tranquilo. Saqué la carta de mi bolsillo trasero y se la mostré.

—Entré en State. —Una esquina de su boca se elevó en una sonrisa—. Lo que es extraño, porque nunca envié mi aplicación. —La vi en tu basura y la envié por ti. —Se encogió de hombros, luego la tomó de mis manos y la miró más cerca—. ¿Acabas de recibir tu carta? Asentí, tratando de descifrar lo que él quería decir. —Me dieron la mía la semana pasada —dijo él. Mi boca se abrió y lo miré, confundida—. Voy a tomar el control de la tienda con el tiempo, pero hablé con mis padres y les dije que quiero estudiar escritura creativa. En ese momento me sentí orgullosa de que él hubiera tomado el control de su destino, y en parte, había tomado el control del mío también cuando lo necesité. Podía ver a los chicos alineados en la parte posterior del campo y a su entrenador de un lado al otro, esperando a que su jugador estrella regresara al campo. —Bien, solamente quería agradecerte, por todo. —Tomé una imagen mental de sus rasgos cincelados, sus brillantes ojos azules y su cabello, que parecía haber dejado crecer, y luego me volteé para dejarlo ir. —Hey Zoey —gritó—. Nunca conseguí usar mi último pase. —Me di vuelta y lo afronté otra vez. Me tomó un segundo registrar lo que él quería decir—. Sólo que esta vez, vamos a hacer las cosas a mi manera. —¿Ah sí? —lo desafié. —Sí. —Él dio un paso hacia mí y cerró el espacio entre nosotros. Se inclinó y me besó, rozando sus labios suavemente contra los míos al principio, luego trayendo sus manos a mi mandíbula e inclinándola para encontrar su boca y el beso se hizo más profundo. Sentí su lengua empujar por delante de la mía con una urgencia

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que sólo nuestro tiempo separados podía haber traído. Estaba vagamente consciente de los aplausos del equipo de fútbol mientras nos miraban. Cuando nos separamos, Matt sonreía, su sonrisa arrogante hacia mí. —Debes estar lista a las siete para la cena el sábado por la noche.

Asentí, no confiando en que mi voz no titubeara. —Ah, y Zoey. —Él estiró su mano hasta la parte de atrás y tomó la goma elástica de mi cabello, liberándolo para que cayera alrededor de mis hombros—. Lleva tu cabello suelto. Regresó trotando al campo ante los aplausos de su equipo y ni siquiera intenté reprimir mi sonrisa cuando volví a casa caminando.

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Fin.

Acerca del autor Eliza Jane ama todas las cosas románticas y canaliza su pasión escribiendo ficción para jóvenes adultos. Su primera novela fue Losing It en octubre del 2012.

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No hay más información disponible acerca de la autora.

Créditos Mona

AariS

Aria25

Ateh

Carosole

Dai

Josemix

Karliie_J

Kimikon

Little Rose

Lorenaa

magdaa

Maru Belikov

Miranda.

Nanami27

Mona

Susanauribe

NayeliR

DaniShadowHunter

Yanli

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Laurence15 y Paaau

Caamille

Laurence15

Majo

Nanis

Paaau

Simoriah

PaulaMayfair

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196

¡Visítanos!

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