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GAONA OLMOS, A. , "Alberdi y dos diplomáticos paraguayos", en Revista Todo es Historia, Bs. As., septiembre 1984, N° 209.

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El dibujante H. Beas Marengo ha reconstruido el rostro del joven Alberdi (izquierda) y el Alberdi de la madurez, apasionado por el destino nacional.

El trabajo que publicamos hoy debió aparecer en el No. 206, dedicado a Alberdi en el centenario de su muerte. Debido a diversos problemas no pudo llegar a tiempo pero su importancia justifica que lo demos ahora al conocimiento de nuestros lectores, prolongando el homenaje al precursor de la Constitución en nuestras páginas.

Resultan suficientemente conocidos los antecedentes de la guerra de la Triple Alianza, para que nos ocupemos de un tema ya tratado con cierta amplitud (11. Importantes testimonios existentes en los archivos de Buenos Aires -varios publicados y otros inéditos- demuestran la colaboración de algunos hombres del gabinete porteño con la revolución florista, y la absoluta pasividad observada por Mitre frente a un conjunto de

hechos que, sucediéndose unos a otros, en medio de complejas negociaciones diplomáticas y enfrentamientos bélicos de diversas facturas, culminarían el 1o de mayo de 1865 con la firma del tratado secreto suscripto con Uruguay y Brasil. Dejando de lado parcializados enfoques sobre la guerra, es preciso hacer notar que, como en todbs los hechos históricos, no hay un origen, una sola causa que los determine, sino

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que existen una multiplicidad de factores que deben ser ponderados con rigor, para obtener una visión realista que nos acerque, lo más ajustadamente posible, a esos acontecimientos pretéritos que intentamos analizar, alejándonos de las simplificaciones esquemáticas, a las que ¡nos tienen acostumbrados los¡ que han desarrollado los aspectqs políticos y económicos de esa gueáa, con criterios marcadamente idediógicos, y casi siempre alejados del verdadero quehacer historiográfido. No vamos a volver sobre puntos largamente transitados en la historia de ese viejo conflicto, pero sí debemos señalar que luego del Pacto de San José de Flores, y hasta 1864, las relaciones de la Argentina con el Paraguay fueron extremadamente cordiales. La guerra con el estado oriental y la actitud del Brasil, cambiarían abruptamente un pacífico entendimiento, enfrentando a dos países hermanos en una implacable lucha, con resultados singularmente trágicos. Cuando Solano López hizo conocer sus propósitos de impedir por cualquier medio la penetración brasileña en el Plata, asumiendo la defensa del l,lruguay agredido cuya independencia había garantizado (2), no actuó únicamente por solidaridad con la república oriental, sino en claro resguardo de la soberanía de su propio país. La invasión del Uruguay era el primer paso de un plan, largamente madurado por los diplqmáticos del Imperio, para destruir al Paraguay y constituirse en potencia hegemónica. Mitre no resultaba un obstáculo para tales propósitos. Sus ideas contrarias al régimen lopizta, lo llevarían a sul1ordinar la política argentina a todas las iniciativas del Brasil, y sus co.Iaboradores más cercanos estrecharían vínculos con los agentes de ese país para coordinar las bases de una acción futura (3). Como acertadamente señala Nabuco: "Mitre sentía instintivamente que todo el Río de la Plata se hallaba interesado en la victoria del Brasil, que era al mismo tiempo el triunfo de la civilización" (4). Como nuestro · propósito es examinar la actuación que le cupo a Alberdi en la defensa de la causa del Paraguay, no vamos a detenernos en el estudio de hechos y circunstancias que ya examinaron con sólida hermenéutica y rigor crítico Efraim Cardozo, Horton Box, Germán Tjarks y otros autores (S), pero sí queremos puntualizar que la actividad pública del pensador tucumano contra la Triple Alianza, desarrollada en su campaña europea a partir de 1864, estuvo determinada no sólo por los antecedentes del conflicto, sagazmente analizados en sus folletos (6), sino también po~ las perceptibles

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Gral. M Paragua hacer na Sr. Leal que tra! Nosotro estamos alianza solución sino del pueblos (11). Se mucho< del Ros; conveni1 brasileñ:

derivaciones que el mismo tendría en el futuro de las naciones rioplatenses. En abril de 1844, Alberdi publicó en "EL Mercurio" de Santiago de Chile un agudo análisis sobre la política "expansionista del imperio" y alertó sobre el "peligro que esa amenaza, por su pertinacia y sentido de la continuidad, significaba para las repúblicas vecinas de contornos geográficos aún no bien definidos"(?). Esa obra: "El Imperio del Brasil y las Repúblicas Americanas", representó el comienzo de una continua preocupación por los problemas geopolíticos de esta parte del continente, que sería desarrollada en varios trabajos posteriores y puesta de manifiesto con elocuencia a partir de 1865 con sus célebres folletos sobre la guerra. Pero si ya en 1844 tuvo Alberdi muy en claro la teoría de "las fronteras en movimiento" que llevaba a la práctica Brasil, recién a partir de 1864 advertiría que la política de Mitre futura estrategia de poder compartido respondía peligrosamente a las entre ambas naciones. Sarmiento le decisiones de ltamaraty en la cuestión escribía a Elizalde el 5 de febrero de oriental, y que ésta se convertiría en el 1865: "Acabo de estar con el señor detonante de un conflicto de Varnhagen, ministro plenipotenciario previsibles consecuencias, cuyo único del Brasil, y hablando de las cosas de beneficiario resultaría el Imperio. En por allá me ha dejado traslucir que el diciembre de 1864 le escribía a su Emperador estaría dispuesto a amigo Francisco Villanueva: "La abandonar la garantida independencia actitud del Brasil en el Plata es es- del Uruguay, permitiendo que se anexe candalosísima y las noticias que dan a la República Argentina, si ésta aquí a la connivencia de Mitre no le procurase apartar la cuestión de amor hacen mucho honor" (8). Al propio que mantiene entre el Imperio y diplomático paraguayo Gregorio la República: que está resuelto a llevar Benítez le hacía notar las tendencias adelante la guerra del Paraguay que es innobles adoptadas "por los gabinetes guaraní, dejando entender que el de Río 'de Janeiro y Buenos Aires". Imperio aceptaría compensaciones de Indudablemente, Alberdi no creía en la territorio en el Paraguay, .quizá aparente neutralidad del gobernante entendía el Paraguay mismo; y que porteño, y menos aún en la falta de un cree que la misión Paranhos tiene ese entendimiento previo . en los sucesos objeto. La ocasión es bellísima para desencadenados por la revolución deshacernos de los .bárbaros del florista. No estaba desacertado: los P a r a g u a y , d o m i n á n d o 1o s , pertrechos que los . revolucionarios aborreciéndolos y disolviendo ese llevaron al Uruguay provenían del monstruoso Estado ... " (JO). Estas no Arsenal de Buenos Aires, el Gral. resultaban oponiones aisladas; había Flores fue llevado en una nave de un consenso no explicitado, entre los guerra argentina, y fue a despedirlo el hombres de Buenos Aires, de llevar la propio Ministro de Guerra y Marina, .. guerra al Paraguay, para derribar un Gral. Gelly y Obes. Por otra parte, gobierno que resultaba la antípoda de resultaban notorias las simpatías de sus propias convicciones políticas. Si Elizalde y todo su grupo de liberales hasta Germán de Elizalde, hermano ilustrados con los revolucionarios. La del Canciller, se permitía hacer proclamada neutralidad no pasaba de sugerencias sobre los hombres que una mera ficción desmentida a cada ocuparían los puestos en el gabinete paso por actitudes concretas a favor de paraguayo, una vez derrocado aquéllos, y eran tan evidentes que el López ... Ministro inglés en Montevideo, En los hombres que rodearon· a William Letssom, escribía a su Mitre, además de una clara gobierno "No tengo duda que la· subordinación a los propósitos del conducta del gobierno de la Brasil, hubo una extremada Confederación Argentina, en todo lo imprudencia y una falta total de que concierne a la invasión de este país perspectiva sobre la actitud que por el general Flores, es desleal hasta el observaría el Paraguay en la guerra extremo (9). La idea dominante era que civil que asolaba la república oriental. la alianza con el imperio del Brasil era Tan convencidos estaban del quietismo. inevitable, y que ella tendría paraguayo, que Elizalde le escribía a insospechados beneficios en una Saraiva: "He visto la carta de _Y.E. a.l

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Gral. Mitre, y el alcance que tiene. El Paraguay no hace, ni hará, ni puede hacer nada. A este respecto he hecho al Sr. Leal declaraciones muy explícitas que trasmito al gobierno imperial. .. Nosotros y con nosotros todó el país, estamos persuadidos que nuestra alianza es la condición no solo de la solución de las dificultades presentes, sino del progreso y bienestar de los pueblos del Río de la Plata y el Brasil" (11). Se acercaba la definición de mucho de lo conversado en las Puntas del Rosario en junio de 1864 sobre la conveniencia de una alianza argentinobrasileña para llevar la guerra al Paraguay; secreto celosamente guardado por sus protagonistas, y que quedaría definitivame nte al descubierto con la carta enviada por Elizalde a Saraiva del 29 de mayo de 1865, donde le decía: "Cuando nos vimos por primera vez en Montevideo, éramos hombres de Estado que se acercaban a discutir bajo una nueva luz los negocios de su país. A los pocos días nosotros hicimos alianza, y a los pocos meses la alianza existía entre los hombres pensadores de ambos países. Me ha tocado la fortuna de escribir después la Alianza, que había hecho de antemano, y teniendo por colega a .un representante, el más genuino de V.E. como lo es mi distinguido amigo el Sr . Octaviano, de J!~Odo que puedo decir que he firmado la alianza con V.E . Pero hoy es preciso ser más que aliados, es preciso ser hermanos y que argentinos, brasileños y orientales seamos una misma cosa. Nosotros vemos ya al Brasil como a nuestro propio país, y de esta gran idea nacen todos nuestros medios de proceder" (12). Fatal equivocación, que suponía una inexistente hermandad repudiada, a excepción de unos pocos, por las mentes más lúcidas de Buenos Aires y la mayor parte de las provincias. La percepción de Alberdi sobre la política del Imperio había sido correcta, y sus juicios a Villanueva y a Benítez en 1864 adquieren una especial relevancia al compararlos con documentos recientemente conocidos, que van a perfilar con nitidez las instancias previas al brutal holocausto. Su idea era que el Paraguay "pelea por. el noble principio de las nacionalidades, por el equilibrio no solo del Plata, sino de toda la América del Sud, pues siendo todas sus repúblicas, excepto Chile, países limítrofes con Brasil, cada victoria del Paraguay es victoria de todas ellas, cada triunfo del Brasil es pérdida que ellas hacen de la palanca del poder americano" (13). Pero si Alberdi pudo definir con agudeza los aspectos esenciales de la política imperial, .su defensa del Paraguay representa la afirmación de un principio, madurado en antiguas reflexiones, sobre el papel que cada una de las repúb.licas tenía en el Río de la

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Plata. Sus trabajos, no fueron la simple labor de un intelectual que intentaba analizar críticamente los objetivos de una diplomacia de peligrosos contornos, sino que iban más allá, y en ellos subyace la defensa de la propia Nación Argentina, de sus verdaderos intereses, de una vieja tradición que arranca con Pedro de Mendoza, y se afirma en los esfuerzos llevados a cabo por Solano López para poner término a la guerra entre Buenos Aires y la Confederación Argentina en 1859. . Pero si las ideas de Alberdi, contrarias a la Triple Alianza, han sido materia de múltiples estudios y encendidas polémicas que continúan hasta ahora, permanece prácticamente ignorada su relación con el que fuera Encargado de Negocios del Paraguay

· en París y Londres, Cándido Bareiro, y la íntima vinculación que tuviera con el militar y diplomático Gregorio· Benítez. Ello ha dado pie, a multitud de versiones sobre los verdaderos trabajos llevados a cabo por Alberdi en Europa durante la guerra, todas ellas generalizadoras, y en su mayor parte desacertadas. Después de los brevísimos trabajos publicados sobre el tema por Carlos Centurión y Juan O'Leary, fue Jorge Mayer quien dió a conocer algunas pocas cartas intercambiadas entre los agentes paraguayos yAlberdi, entre los años 1865 y 1867, en su· conocido libro "Alberdi y su Tiempo". Inexplicableme nte, y aunque el interés por las obras del escritor tucumano ha sido grande, pudiendo registrarse una enorme

Universidad de Belgrano

PROGRAMA DE ACCESO A LA UNIVERSIDAD para el año 1985 Sin exámenes ni cursos de ingreso. El programa prevé que el alumno afirme su acierto en la elección de la carrera que emprenderá, entre otras:

PROFE SORAD O Y LICENC IATURA EN HISTOR IA.

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relevante bibliófilo que fue D. Jorge Furt. Y debemos hacerlo· para disipar algunos equívocos y una suerte de leyenda tejida en torno a susposeedores. A excepción del Dr. Jorge Mayer, quien no aprovechó debidamente sus ricos materiales, y de algunos investigador es que actualmente están trabajando en él, nadie tuvo la inquietud de buscar entre sus papeles, olvidando un repositorio que contiene documentos de ·inestimable valor para conocer la intimidad de Alberdi y la realidad de muchas de sus actitudes. Se utilizó como pretexto las negativas de sus poseedores a facilitar su consulta. Esto lo dice muy claramente el Dr. Oliver: "Advierto formalmente no haber podido consultar el Archivo inédito de Alberdi -cuyo inventario obra en mi _poder propiedad del señor Carlos . . . Furth (sic) debido a que me fue bibhograf¡a sobre todas Y_ cada u~a de reiteradamente negado; pero negado las facet~s de su larga v¡~a, nadie se a mí, no a otros que sin la menor pre_ocupo . cono:er Y d¡vulg~r . un transcripción de su contenido lo ep1stol~no nco. en. n~tl~Jas, utilizaron para alimentar la fantasía observac~ones, co~f¡dencJas mtJmas, ·alberdiana" .(1?) Sin llegar a tales sugerencias, :xpres¡~mes de dolo~ p~r extremos, Alicia Vidaurreta escribió supuestas mgrautudes, anahs1s. sobre Alberdi y el Paraguay, penetrantes sobre el curso de la guerra, excusándose de no haber podido Y fundam:n!~lmente para aclar~r. consultar el Archivo.(IS) Además de forma de~mitJva la .supuesta traic~:m ellos, muchos otros autores han escrito de Alberd1 a su patna. Una ~cu.saciOn . desde ditirámbicas apologías hasta que fue l~nzada por los dJano~ inconsistentes ataques sin haber visto B.uenos ~¡res. en 1~65, Y ·contmuo jamás documentos por demás vigente a~os _despues d: ~u mu~:te importantes. Todos los argumentos cuando, Sarmiento pubhc~ en. El que puedan esgrimirse sobre el Cen~or 1~ :~rta que ;\~berdi enviara a particular resultan irrelevantes frente Bem_tez p1~1endole hicie!a c<;>nocer al al hecho de que los actuales poseedores Manscal Lopez los trabajos ejecutados del Archivo, Ricardo Rodríguez y en f.~vor del ~~~aguay 0 4>·. Esta Etelvina Furt de Rodríguez, cuestlon de !a tra¡c¡on de Alberdi, que continuando con la tradición de Furt, fue _debatida en su . mom_ento, han facilitado su consulta y lo asumiendo el pr. Da.vid Pena la continúan haciendo, a todo aquél que defens.a de aquel, cobro n_uevamente muestre interés en el mismo; y que en actu~hd~~ hace algul!os anos con la la estancia "Los Talas", donde pubhcac10n de un virulento alegato celosamente lo conservan sus anÍialberdiano, debid<;> a la pluma del propietarios, no existe la menor Dr. J_uan Pablo Ohver (IS), Y ~os constancia de esas pretendidas pos tenores y desacertados comentariOS f 1" 1 · que el Dr. Miguel A. Scenna hiciera en n~ga ¡vas p;ra a~a Izar 0 a qu·e h Idos trabajos suyos publicados en cieramos re erencia. "Todo es Historia" (16). Lo más extraño de todo esto es que ninguno de La relación los dos se tomó el trabajo de investigar Alberdi-Bareiro en el Archivo de Alberdi la correspondencia con los diplomáticos Después de haber cesado en sus paraguayos para establecer la exactitud de tal aserto, dejándose funciones como Ministro de la llevar ambos por viejas y elementales Confederación Argentina, Alberdi acusaciones, desprovistas de todo continuó residiendo en París, donde temporariamente atendió diversos fundamento. asuntos de la Legación que requerían urgente consideración . Allí, El Archivo Furt probablemente a principios del año 1864, conoció a üindido Bareiro, · Antes de entrar en el análisis Encargado de Negocios del Paraguay específico del tema que nos ocupa, en Londres y París, y al Capitán Ore.debemos referirnos brevemente al gorio Benítez, Secretario de la LegaArchivo del Dr. Alberdi que a SoU ción, . manteniendo con ambos una mue&tiipasat'a ·a• su hijd'ty que;(tilego de_~:;_;, attüsta-d estrecha, co-rtada' · a:bruptac algunás vicitudes, fuera adquirido en mente con/el primero hacia fines de 1944 por ese profundo humanista y 1866, y continuada con Benítez hasta

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1884. La correspondencia con los agentes paraguayos muestra con claridad las diferencias abismales que los separaban, acusando con nitidez los rasgos de la personalidad de cada uno de ellos. Bareiro, no tenía especiales condiciones diplomáticas y su nombramiento en París se debió a escrúpulos que tuvo Benftez en ponerse al frente de la Legación cuando· cesó en ella el Dr. Carlos Calvo. Sus cartas a Alberdi resultan apasionados relatos, llenos de críticas, nutridos· de suficiencia, y desprovistos de todo examen serio del gravísimo conflicto que sostenía el Paraguay con la Triple Alianza. Además, su poca capacidad para explicar los objetivos de la política de su país está claramente demostrada en los reiterados pedidos que efectuara a Alberdi para que éste leyera sus notas, le aclaran conceptos, ayudándolo en una labor que lo superaba largamente. En una interesante nota enviada a Alberdi le hacía llegar la traducción de otra reci~ida del Foreing Office, que decía: "Señor Encargado de Negocios del Paraguay. Como el Gobierno de S. M. tiene motivos para temer que los intereses británicos del Río de la Plata estén amenazados por el estado de cosas de aquellos lugares, tengo el honor de rogarle se sirva recomendar a su gobierno que de las instrucciones necesarias para que se respeten las personas y las propiedades de los súbditos británicos ... Rusell" Bareiro le agregaba: "considero inútil decirle que cuento con su amistosa e inteligente dirección para la contestación de esta nota que creo me proporciona una brillante oportunidad para llevar al conocimiento del gobierno británico algunas nuevas verdades importantes como la de que algunos vapores ingleses del Río de lá Plata, han estado haciendo el oficio de transportes del enemigo con tolerancia de los agentes británicos" Naturalmente que no era desconocida, a Bareiro y a los diplomáticos destacados en el Río de la Plata, la permanente actividad que en contra del Paraguay desarrollaba el Ministro inglés Edward Thornton, y la estrecha relación mantenida por éste y William Lettsom con los enviados del Imperio, relación cuyos peligros para el Paraguay había ya advertido, en 1864 el representante de Francia en Montevideo, Martín de Maillefer, que, si bien no estaba totalmente convencido de la ingerencia del gobierno británico en el conflicto, observaba la notable intimidad existente entre los agentes ingleses y brasileños, a pesar de las interrumpidas relaciones ·entre ambos países, y puntualizaba: "Inglaterra trata con singulares miramientos las insostenibles pretensiones del Brasil... y patrocina abiertamente la revolución" .(19) Por supuesto que a esta opinión no se le debe dar otro alcance que el referido

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a una eventual actitud de colabora- constantes en toda la correspondención entre Thonrnt on y los liberales cia, surge a cada instante el valor que de Buenos Aires, movido el primero daba a las opinione s de Alberdi, coquizás por afinidades ideológicas an- mo estimaba la colabora ción que éste tes que por intereses concretos señala- podía darle .Empero dos por su gobierno. Y esto es así de- algunos proyectos de, a excepción de notas o comenbido a que, dejando de lado fanta- tarios sobre ciertos trabajos que le siosas especulaciones sobre la planifi- hacía llegar Bareiro, cación británica de la guerra del Pa- berdi que lo aparte denada hace Alun quehacer raguay, nada hace suponer que se ha- puramente intelectu al. ya considerado entonces el intento de Es variada y extremadamente. colaborar en el derrocamiento de So- compleja la labor desarrollada por los lano López. Las investigaciones de dos jóvenes diplomáticos paraguayos Tate,(20) quien revisó escrupulosa- que, sin mayor experiencia tratan mente la documentación británica, re- infructuo samente de interesar a las futan un viejo concepto, sustentado potencia s para evitar que la guerra por muchos investigadores que v~eron la mano de Gran Bretaña en el continúe con su secuela de males conflicto. Y esto es válido, aún cuan- irreparables, y por ello insisten, do resulta evidente que su política se mantien en trabajos as entrevis tas, vio notablemente favorecida a la fi- solicitan algún pronunciamiento eficaz ·nalización de la guerra en 1870, cuan- que pueda dar lugar a una mediación do sus banqueros delinearon la que ponga fin al conflicto, pero todos estructura económica que tendría el los esfuerzos se estrellan frente a la \continuará invariable hasta la muerte Paraguay. Bareiro, que no tenía un invariable frialdad de las cancillerías del primero en 1884. El intercambio de de París y Londres que permane cen profund o conocimiento del criterio la correspo ndencia entre ambos con que los gabinetes europeos ob- ajenas al drama y sólo preocupadas comenzará en 1864 y continua rá por la suerte de los ciudadan os de sus servaban una guerra que en principio durante 20 años. Después de la muerte les resultaba extraña, informa ba a respectivos países. Alberdi, a pesar de de Alberdi , Benítez continu ará Alberdi, con metódica regularidad, sus amistades europeas, resulta en esos preocupándose por la memoria de su sobre las gestiones que desarrollaba años nada más que un amigo de cierta amigo, como lo demuest ran las cartas en las cancillerías; sus entrevistas con relevancia al que se le pide consejo, y enviadas a su hijo Manuel que y la defensa ha mostrad o en todo moment o su Lord Clarendo n, las opiniones de contra la acusación de traidor que Drouyn de Lhuys. Le hacía llegar pe- solidaridad con el Paragua y, más que riódicos donde periodistas a sueldo eso no puede pretenderse por cuanto ~~~~~ Sarmiento en "El Censor" e' de los gobiernos en guerra escribían a carece de toda influencia y, por otra Pero favor de uno u otro bando, y parte, no se encuentra dispuesto, a biografía si es de sobra conocida la constantemente- solicitaba su consejo. realizar ninguna otra gestión que :escasas del publicista tucumano, son En octubre de 1866, le escribía: "No aquella de hacer o ir su voz señalando a sobre las referencias que se tienen Gregorio Benítez, y aún en el se si Ud. conoce las revelaciones que los responsables de la situación Paraguay , si exceptuamos un no tuvo que hacer Paranho s para defen- rioplatense. exhaustivo trabajo que dedicara a la La amistad de Bareiro y Alberdi der su conducta en el Plata y es por esto· que adjunto a Ud. el extracto no fue más allá de un conocimiento amistad de ambos Idalia Flores de que ha dado la Gaceta de Colonia. relativamente estrecho, que se vió ac- Zarza,(22) nada se ha escrito sobre él. Estoy haciendo lo posible para obte- cidentalmente fortalecido por una Benítez había nacido en Villarica el 25 ner una copia auténtica del discurso identidad de opiniones sobre los de mayo de 1834; a la edad de 17 pasó de Paranho s para cuando Ud. lo crea propósitos de la Triple Alianza, .a revistar en el Batallón N° 1 del materia de una nota para dejar es- aunque diferían profunda mente en el campamento de Paso de la Patria, al tablecido hasta la evidencia la enfoque sobre la actuación de López. mando del Coronel Vicente Barrios, neutralidad de Mitre y la imparciali- Por otra parte, el agente paraguayo no alcanzando el grado de Capitán. dad de Thornthon".(21) En· muchas tenía conciencia de las enormes Luego de desemp eñarse como de sus notas a Alberdi, criticaba du- limitaciones de su país ni de los escribiente y secretario privado de márgenes que se había impuesto Francisc o Solano López, cuando ram~te la conducc ión de l.a guerra por parte de López, señalando que Alberdi en su campaña. La situación ocupaba éste el Ministerio de Guerra y hacía uso de ese lenguaje "sólo con con Benítez y su propio juicio sobre los Márina, lo acompañ ó en la mediación los amigos" . Sus juicios sobre el de- -resultados que ya en 1868 estaban a la de paz entre Buenos Aires y la sarrollo de la guerra eran pesimistas, vista; debiero n ser factore s Confederación Argentina, donde el y si bien tenía conciencia de la in- fundamentales para qÚe, llamado por futuro mariscal, se convirtió en tervención de muchos factores en el ·López, no retornar a al Paragua y. verdadero artífice del Pacto de San estallido y posterior continuación de Huyó a Buenos Aires, donde estuvo. José de Flores. En 1860 fue designado la misma, atribuía al jefe paraguayo refugiado ·hasta la finalización de la como Secretario de la Legación en la mayor responsabilidad de lo que guerra, trabajan do eficazmente para París y Londres y dos años después ocurría en el Río de la Plata, sin im- ·interceptar la correspondencia de su comisionado ante el Rey de Prusia, portarle considerar demasiado el ori- antiguo amigo Benitez con Asunción. país al que volvería en 1864 con expresas instrucciones de su gobierno. gen de los hechos, resultando muchas Precisamente desde la capital del de sus opiniones desproporcionadas estado prusian o empeza rá la con relación a los acontecimientos. Alberdi - Benítez correspondencia regular con Alberdi, a En muchas de sus cartas le comenta a quien le irá inform ando .Alberdi, en forma fantasiosa, sobre La relación de Juan B. Alberdi el armame nto de que dispone para con Gregorio Benítez es diferente. Es detalladamente sobre la cuestión enviar al Paragua y y la ayuda que le una amistad hasta el fin, que no se oriental y los demás sucesos ocurridos ha solicitado el Gral. Saa, quien tiene interrum pirá por una ocasiona l en el Plata, comentándole la política intención de ponerse a las órdenes del discrepancia de opiniones, y que a llevada a cabo por el Imperio en apoyo Mariscal. Aunque sus juicios son pesar de sus diferencias personales, a la revolución florista y los planes que percibía respecto del Paraguay. Desde .

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Berlín le escribirá el 23 de octubre de· 1864: "Graves son las noticias que el vapor francés nos ha traído de la actitud bélica asumida por el Brasil en los asuntos domésticos de la República Oriental, y no dude Ud. que esta desgraciada circunstancia forzará al Paraguay a abandonar su política de paz y de conciliación que hasta aquí ha creído deber adoptar en las contiendas de sus vecinos. La protesta que Ud. se sirve referirme hecha por el gobierno paraguayo contra toda ocupación brasilera de los territorios vecinos viene sino a confirmar al menos a dar fuerzas a mis anteriores aserciones. Como lo dice Ud.perfectamente es quimérico esperar el retroce¡¡o de Flores por temor al Brasil desde que es agente ostensible a instrumento especial de la política tradicional e histórica de ese gabinete en el Río de la Plata. En efecto es singular y. extraño que el ilustrado gobierno argentino no vea motivos de inquietud en la invasión de los Estados del Plata por fuerzas brasileñas ! ! ! Cuando que por el contrario debía en el interés mismo de su propio país combinar su fuerza moral y material éon la de sus vecinos a fin de rechazar al enemigo común ... " .(23) Al día siguiente le escribirá nuevamente desde Berlín: "En los diarios de Buenos Aires he visto que el gobierno del Sr. Gral. Mitre se opondría al Paraguay en el caso que éste fuese provocado por el Brasil a una lucha. No se hasta que grado puede ser razonable y sensata esta bizarra predicción,porque es.de suponer que no debe escapar a la penetración del ilustre General Mitre que una connivencia con el Brasil sería siempre muy peligrosa para los intereses vitales de los estados del Plata, y en particular los de Buenos Aires, pues entonces contribuirá muy directamente a la introducción y establecimiento sino de la dominación al menos de la influencia preponderante del Brasil en el Río de la Plata. No obstante parece razonable que la mayor parte de las Provincias que forman la Confederación Argentina tendrá que hacer causa común con el estado del Plata que primero entrase en una guerra abierta con el vecino imperio porque además de sus intereses primordiales, es de notoriedad pública la muy justa antipatía que la raza diseminada en ese vasto imperio ha sabido inspirar y alimentar con los hispanoamericanos por sus antecedentes tradicionalmente hostiles a sus vecinos. Fácil es valorar las consecuencias que tendrá la política atribuida tal vez oficiosamente al Sr. General Mitre, en el caso que se le antojare al Brasil hacer prácticas las amenazas del ultimátum ·Saraiva, porque es incontestable que entonces el Paraguay se vería forzado a hacer efectivas a su vez sus · enérgicas

declaraciones· del 30 de agosto, en sostemm1ento de la autonomía de hi vecina República Oriental cuya existencia política y comercial considera indispensable para la conservación y prosperidad de los demás estados mediterráneos americanos y le aseguro a Ud. que está enérgicamente decidido a emplear con ese fin todos los elementos con que felizmente cuenta" .(24) Alberdi coincidirá con su amigo paraguayo explicándole que la actitud argentina no es representativa del país sino de unos. pocos hombres que al frente del gobierno se han complicado en una revolución que ocasio!}ará indudables perjuicios a las naciones rioplatenses. Todavía no está seguro de una participación argentina, y sólo verá tenqencias en los liberales porteños, que los vinculan ideológicamente a los grupos liberales del Imperio; tendencias que se traducirán en planes concretos para eliminar a López y llepaso los muchos sm;esos ocurridos en var "la civilización al Paraguay". El 8 de diciembre de 1864, Gregorio ese año, y todos los que seguirán hasta Benítez vuelve a escribir a su amigo, el final de la guerra, pero sí es imdesde Berlín: "Ud. sabe que siempre portante puntualizar que a través de he adherido y adhie¡:o a su respetable esa nutrida correspondencia se puede juicio sobre las tendencias innobles de seguir no solamente las alternativas de la política adoptada por los gabinetes una franca, abierta y leal amistad, sino de Río de Janeiro y Buenos Aires en la todo un proceso político que tantas guerra civil queasuela·· a la vecina consecuencias tendría para el futuro de República Oriental, de consiguiente no la Argentina y el Paraguay, y que hoy soy extraño a los fundamentos de sus podemos apreciar claramente. Benítez patrióticas aserciones de que. los tuvo cabal conciencia del peligro que mismos acontecimientos preparan y representaba el imperio del Brasil, que realizarán una inteligencia cordial con en 1844 Alberdi había ya preanunlas provincias sensatas de la ciado, y desde Europa hizo constantes Con federación Argentina y la esfuerzos para obtener una mediación República del Paraguay. En efecto esta que permitiera evitar la tragedia, sin buena inteligencia, es tanto más resultado alguno. El gabinete británico necesaria y conveniente entre aquellos mostraba una aparente frialdad y .se lipaíses vecinos y hermanos cuanto que mitaba a recibir las inquietudes del sin ella no podrían estar diplomático paraguayo, sin ir más allá suficientemente garantidos sus de las formalidades de práctica. La respectivos intereses primordiales que prescindencia de Francia era poco meson idénticos con respecto a la política nos que absoluta. Sólo su amigo Altradicional alimentada contra ellos en berdi se arriesgaba en una lucha que la capital de la antigua colonia serviría como fundamento para la acuportuguesa... Pero ahora que el sación de Elizalde y su grupo. En 1868, Paraguay se ha decidido a usar su solo al frente de la Legación y con influencia moral y material en magros recursos (que lo llevaron a veno b se q u i o de l•o s i n ter es es der cuanto había de valor) difundía infundamentales de los países vecinos y sistentemente los trabajos de Alberdi hermanos garantizando al mismo en favor de la causa del Paraguay, y lo tiempo los suyos es natural que sea tenía diariamente informado de las nomucho más engorrosa ·la realización de ticias que le llegaban, las que aderezalos dorados sueños atribuidos a los ba con un optimismo bastante alejangabinetes en cuestión.(25) Finalizará su do de la realidad de los hechos que correspondencia desde la capital ocurrían en territorio paraguayo, donprusiana el 15 de diciembre, diciéndole de la guerra estaba arrinconando que la actitud de los hombres de progresivamente a López. Buenos Aires va contra los intereses Cuando Alberdi comenzó su de la Nación Argentina, y que la campaña a favor del Paraguay los coincidencia con los propósitos del folletos se publicaron en forma anóBrasil no va más allá de ese estrecho nima, aunque nadie ignoraba que círculo porteño, como se lo señalaba salían de su pluma. Benítez trató de Alberdi. vencer sus escrúpulos insistiendo para Sería reiterativo por demás, conti- que los firmara "porque no podrán nuar con la lectura de las cartas de tener jamás la misma importancia de Benítez, donde fue reflejando paso a los que salgan bajo la autoridad de

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su nombre", pero esta cuestión resultaba irrelevante pues Alberdi en ningún momento negó la paternidad de todos ellos. Había quizás un prurito de cautela, respecto a las violentas acusaciones de que era objeto y entonces prefirió la publicación de los folletos sin que se hiciera mención alguna a su autor. Una precaución ingenua, si se quiere, pero que a la mentalidad formalista de Alberdi le resultaba por lo menos una medida de prudencia que no era conveniente alterar. Siempre trató por todos los medios de que no se malinterpretaran sus trabajos a favor de la causa del Paraguay, y le sugirió a Benítez que en ningún caso lo mencionara en su correspondencia. Sus enemigos estaban al acecho y no perderían la menor oportunidad para ponerlo en evidencia. Así, cuando en agosto de 1866 cayó en manos de las fuerzas aliadas documentación que Benítez enviara al mariscal López, donde hacía referencia a su desinteresada colaboración, Alberdi le envió . una nota que rezumaba irritación y desagrado, por haber visto involucrado su nombre en la correspondencia secuestrada. No conocemos la carta, pero debió haber sido extremadamente severa a juzgar por el tono de la respuesta de Beilítez, donde le decía " ... no me puedo permitir decirle que Ud. tiene la culpa de que su nombre se haya encontrado en mi carta que ha tenido la desgracia de ir a parar a mano del General M ... pero tampoco me puede agradar el que se me eche la culpa de ese hecho y sobre todo que Ud. me reproche, mi amigo, de haber hecho alusión a Ud. contra su pedido especial... Por lo demás creo que Ud. tiene en el incidente que lamentamos dos faces que le conciernen, una desagradable y la otra me parece bastante favorable para Ud. esta última es la prueba autorizada

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que hoy tienen sus adversarios políticos que le han calumniado por haber usado su perfecto derecho y libertad para ádoptar la alianza del Paraguay, de preferencia a la del Brasil adoptada por ellos, de que las relaciones con el Paraguay o los paraguayos han tenido desde el principio el más completo desinterés material". (26) Este enojoso asunto, quedó imnediatamente superado, continuando con la cordial amistad mantenida hasta entonces. A diferencia del pesimismo y la causticidad de Bareiro, Benítez era quizás demasiado ingenuo en muchos de sus juicios, y veía triunfos imaginarios donde no iba quedando sino exterminio y desolación. Cuando en 1867 se produce el bloqueo de Humaitá, y se estrecha el cerco que atenazaría al Paraguay, López intenta vanamente hacer la paz con Mitre. Lo tratado en Yataytí-Corá no pasa de ser un planteo irreal que se estrellará con la frialdad del gobernante porteño, que supeditó toda resolución a lo que decidieran los aliados. Al informar a Alberdi sobre posibles negociaciones para obtener la finalización de la guerra, Benítez tuvo como respuesta una poca meditada reacción: "¿.De temor de qué podía López haber ofrecido la paz? ¿.De una escuadra que no avanza y que está casi podrida? :.De un ejército que no ataca' porque no puede? Ya es una mengua para los aliados el que en vez de un boletín de ataque o de victoria envíen noticias de negociaciones de paz". (27) Naturalmente, no estaba informado debidamente de los cambios ocurridos en el territorio paraguayo, donde las fuerzas de López iban retrocediendo cada vez más. Las cartas de Alberdi reflejan obstinadamente su preocupación sobre la defensa de la fortaleza de Humaitá; empero sus juicios no pasaban de ser meras especulaciones sobre lo que debían hacer el Mariscal en la emergencia. Cuando en 1868 tuvo conocimiento de que la escuadra imperial había forzado el paso y navegaba aguas arriba con destino a la Asunción, sus esperanzas se ensombrecieron, y junto a su amigo Benítez observó con desagrado que la situación del Paraguay se hacía más difícil. Pero volvería el optimismo, alentado quizás, por la confianza que despertaban en él los informes que le daba su. amigo, aunque tales expectativas resultarían efímeras ante la contundencia de las noticias que suministraban La Gazette, La Patrie, y aún el Etendart; donde colaboraba Espilly, amigo de ambos, sobre el inexorable avance de los ejércitos aliados. Resulta curioso observar cómo, después de todas las referencias optimistas sobre el curso de los acontecimientos, Benítez pasará abruptamente a darle cuenta de las noticias desfavorables que le llegaban de América. Alberdi continuará insistien-

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do ante Benítez sobre un vuelco de los acontecimientos favorable al Paraguay. No nos detendremos en los esfuerzos de Alberdi paraconvenceraBenítez· de que refutara la campaña llevada a cabo por el ministro norteamericano Charles Washburn, que denunciaba en Buenos Aires los horrores del gobierno de López, ni la fracasada gestión del agente paraguayo en EE.UU. para lograr que el presidente Grant mediara en el conflicto. Sí lo haremos en la campaña periodística que continuó Alberdi con el constante apoyo de Benítez, a quien interesaba la divulgación de los escritos del escritor tucumano que, ya sin pruritos de ninguna t;specie, se encontraba activamente del lado del Paraguay. Aunque Gregorio Benítez, se encontraba prácticamente desconectado de su gobierno, entiende, a sugerencia de Alberdi, lo importante que resultará imprimir nuevamente los folletos de éste sobre la guerra, con algunos comentarios adicionales, para su distribución en Buenos Aires, Santiago de Chile, Lima, Guayaquil y las más importantes ciudades de América, sin descartar, por supuesto las capitales europeas. Este intento, hecho en 1869 no era más que una última esperanza de obtener una reacción favorable al Paraguay, que estaba siendo aniquilado progresivamente. Así publicó Benítez "El Imperio del Brasil ante las democracias de América" obra en la que Alberdi volverá con su vieja tesis de 1844 sobre los planes expansionistas del Brasil y la diferencia casi ancestral que lo separaba de las restantes naciones rioplatenses; y lo absurdo de las noticias sobre la pretendida reconstrucción del antiguo Virreinato de .Buenos Aires bajo una tutela brasileña, advirtiendo sobre la modificación de los contornos geográficos que pretendía el Imperio. Con notable claridad escribía Alberdi: "Ni una ni otra idea pueden recibir su ejecución de la mano del Brasil, por una razón que es imposible desconocer, y es que el Virreynato de Buenos Aires fue constituido por España para contener las usurpaciones de los portugueses en los países del Plata, hoy más que nunca necesarios al Brasil si ha de continuar gobernado por dinastías de origen europeo. ¿.Gastaría su oro y su sangre el Brasil para reconstruir la monarquía que se erigió para servir de barrera contra él mismo?". (28) Aunque Benítez se preocupó por la mejor difusión de los folletos del tucumano, la propaganda europea de Mitre, que astutamente manejaba Balcarce, sumado al franco desinterés de las potencias europeas, terminaría por desmoralizar a aquél antes que a Alberdi, que continuaría insistiendo para lograr una mediación de los gobiernos de Londres o París hasta que las evidencias irrefu-

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tables de la imposibilidad de una intervención terminaron por convencerlo de que toda insistencia resultaba ya una pérdida de tiempo. Ni las supuestas simpatías de Napo!eón III por Solano López servirían para algo, y fuera de convencionales expresiones de comprensión por los sucesos del Paraguay, Benítez no obtendría otro resultado en sus agotadoras gestiones ante el gabinete francés. La correspondencia de ambos se hará más esp"ciada a partir. de 1873, luego de las malogradas gestiones del empréstito solicitado por el gobierno títere de Asunción, y en el que interviniera con poca fortuna Máximo Terrero, y continuará regularmente mes a mes hasta la llegada a Buenos Aires de Alberdi, en 1878, en oportunidad de ser elegido diputado por Tucumán. En la capital argentina, donde estaban superados aparentemente los rencores que lo habían separado de Mitre y Sarmiento, pretendería con escasa fortuna servir a su país en cualquier función en la que se lo estimara necesario. · No duraría mucho su tranquilidad y ante el hostigamiento virulento y constante del diario de Mitre, que incluso sacaría a relucir una carta de Alberdi a López y Planes, con tres faltas de ortografía para impedir la edición de sus obras completas· dispuesta por el presidente Roca, y su· nombramiento como ministro en París, volvió a Francia, rechazando una eventual designación diplomática en Chile. Gregorio Benítez, cuando finalizó la guerra continuó al servicio de su· país, donde el Barón de Rio Branco había instalado esa ficción de gobierno que formaron José Díaz de Bedoya, Carlos Loizaga y Cirilo Antonio Rivarola, viejos legionarios, y representantes conspicuos de los intereses del Imperio. Se le encargó la fiscalización de las cuentas del empréstito contrata-

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do por Máximo Terrero -cónsul del .Estado y posteriormente mm1stro de Paraguay en Londres- con Baring Relaciones Exteriores, trabajando en Brothers por un millón de libras es- esas altas funciones con la misma dediterlinas, que "curiosamepte" nunca cación que había observado desde su . llegaron a Asunción, y así mantuvo un comienzo como escribiente del marisenojoso conflicto con aquél. Benítez lo cal López. removió del cargo, y Terrero junto con Calvo y la casa bancaria Robinson Fle- La acusación de traidor aming, socia de Baring en el negocio, le iniciaron pleito, del que Benítez puCuando Alberdi publicó en París do librarse muy trabajosamente. Al- su folleto "Las Disensiones de las Re'berdi intentó mediar en esa disputa de públicas del Plata y las maquinaciones intereses, pero las posiciones resulta- del Brasil" los diarios de Buenos Aires ron irreductibles, por lo que optó por lanzaron furibundas acusaciones, de desentenderse del problema. Después venalidad y traición. Resultaba inde diversas misione~ en las que Benítez concebible para la "Nación Argenti.demostró su acostumbrada responsa- na", órgano oficial dd gobierno, que bilidad, regresó al Parguay, donde se un p.rgentino defendiera al Paraguay, encontraría con la desagradable si- oponiéndose a su propio país ultraja tuación de ver su casa saqueada, éon- do en su honor por López, quien lo inCiscados sus papeles por orden del mi- vadiera sin previa declaración de nistro Juan B. Gill, quién luego lo hizo guerra. Su reacción no se hizo esperar, encarcelar y le confiscó su casa, acu- y en un nuevo folleto "Los intereses sándolo del fracaso del empréstito con argentinos en la Guerra del ParaBaring. (29) guay", puntualizó las razones de su Careciendo de medios y con algu- apoyo a una causa que estimaba justa, nos magros áhorros, Gregorio Benítez rechazando imputaciones indellegó a Buenos Aires yendo a vivir a mostrables, y sólo producto del resenuna humilde casa en el pueblo de San timiento marcado de los hombres del Martín, desde donde continuó su ·partido gobernante. Como señala A. correspondencia con Alberdi, que se Vidaurreta, la aparición de este nuevo encontraba a la sazón en la capital ar- folleto "desató una ola de insultos", gentina. Enl879 Alberdi le prologó su "Nuevamente se lo acusó de traidor, traducción del "Manual de Derecho de provocador de pasiones brutales y Internacional para el uso de los ofi- antinacionales, de consecuencia con la ciales en los ejércitos de tierra" que Política de la Confederación de Derfuera impresa por Pablo Coni, y lo qui, y de adhesión a los caudillos que ayudó económicamente en algunas si- se rebelaban contra la unidad natuaciones angustiosas, aunque nada cional. Los epítetos fueron de grueso pudo hacer para conseguir un trabajo, calibre -alguno irreproducible- a la que insistentemente le requería su ami- vez que se reconocía el talento de Algo. A pesar de la preocupación de Al- berdi, cualidad innegable, mientras se berdi por la situación de Benítez, sus lo calificaba como un delirante que no pedidos a antiguos amigos resultaron merecía sino el desprecio de sus coroinfructuosos y así se vio en una posi- patriotas". (30) No cayeron bien a Alción difícil para tratar de explicar lo berdi estos ataques, y se puso a refuinútil que habían resultado sus ges- tarlos punto por punto, volviendo tiones. Aún cuando Benítez había de- sobre sus viejas ideas respecto al singusempeñado cargos diplomáticos de no- lar papel que estaba representando el toria importancia, en Buenos Aires se Imperio en el Plata, y la inadmisible le cerraron todas las puertas y, a ex- subordinación de la Argentina a esos cepción de Alberdi, nadie quiso designios que nos resultaban extraños. · comprometerse con su amistad. Final- En carta a Villanueva puntualizaba mente en 1880, el Dr. Bernardo de Iri- con claridad su posición: "Entre el Pagoyen lo designó secretario de un Juz- raguay y la República Argentina, el rol gado de Paz de la Capital Federal, co- de cada ciudadano respectivo sería mo primer paso para un cargo de ma- muy claro, pero ¿,cómo ocultar que la yor importancia, acorde con la desta- guerra es entre el Brasil y el Paraguay, cada actuación que h.abía tenido como · y que nuestro país no tiene en ella sino diplomático. Benítez confiaba en el as- un papel secundario y de mero instrucendiente de Alberdi sobre Roca para mento del Brasil? En ella atacar y debímejorar su situación, pero no se pro- litar al Paraguay es fortificar al Brasil, dujo ningún cambio, y hasta su vuelta es decir debilitar a la misma República definitiva a Asunción continuó ejer- Argentina," cuyos territorios son tan ciendo el burocrático cargo, en el que codiciados por el Imperio vecino como redactaba sentencias, trataba de orde- los del Paraguay mismo". Un mes más nar viejos pleitos y se convertía en "un 'tarde volvía a escribirle: " ... si la verdadero experto en el derecho proce- guerra fuese entre el Paraguay y la Resal" Apenas pudo remediar su miseria pública Argentina, yo estaría contra el con los reducidos ingresos del cargo, Paraguay, con razón o sin ella. Pero pero sobrellevó dignamente su estada esta guerra no es de la República Aren Buenos Aires. En 1881, Benítez re- gentina, es del Brasil..." (31) Tanto en tornó al Paraguay, donde fue fiscal del sus escritos públicos como privados,

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Alberdi se afirmaría en esta convicción. Pero si se llegó a acostumbrar a los demoledores ataques provenientes de Buenos Aires, nunca pudo superar la inquietud que ellos le provocaron. Pensaba que aún sus más fieles amigos podrían suponer que había en sus escritos algo más que una simple postura intelectual. Al comentarle a Félix Frías todo lo que ocurría en Buenos Aires en 1866, y la gratuidad de las imputaciones que se le hacían, éste le contestará: "Felices los que como Ud. pueden contemplar desde lejos ¡tanto desacierto, tanto vicio, y tantas locuras! para los hombres de sano juicio y de buena intención se hace aquí muy amarga la existencia ... no sólo carecen de representantes y defensores las buenas ideas entre nosotros, sino que se expone así siempre a no ser comprendido el que comunica al público el fruto de sus estudios y sus desvelos, y oye en respuesta tales necedades, cuando no los ultrajes más insolentes ... " (32) Naturalmente, aunque muchos de sus amigos diferían con muchos juicios de Alberdi, jamás pusieron en duda su patriotismo ni la honestidad de su planteo que, por otra parte, no era sino la repetición de ideas expuestas en 1844, cuando ni remotamente se suponía la política que llevaría a cabo Brasil en el estado oriental. Cuando Alberdi después de muchos años retornó a Bs.As., donde se abrazó con Sarmiento y tuvo protocolares encuentros con el Gral. Mitre, pudo suponer ·que los viejos odios habían quedado superados. No fue así, y luego de algunos meses de relativa tranquilidad vio su nombre nuevamente envuelto en ataques lanzados por Mitre para evitar la edición de sus obras, los que se agudizaron cuando se conoció el propósito del Presidente Roca de nombrarlo Ministro en París. Alberdi, demasiado viejo y sin fuerzas, no respondió a las acusaciones. Pero la imputación de traidor volvería una y otra vez, en la oportunidad menos esperada. En 1886 Sarmiento puhlicó en "El Censor" la siguiente carta: "Señor Director de El Censor: Sírvase dar lugar preferente en sus columnas a la carta del traidor Juan Bautista Alberdi, cuyo original estará desde la publicación de su diario en la oficina de "El Censor" para satisfacción de los curiosos. El padre del Capitán Sarmiento inmolado en Curupaití, reCibió en Buenos Aires al Doctor Alberdi, con las deferencias que un Ministro de gobierno debe a sus adversarios personales. En prueba de su satisfacción me visitó en mi casa particular tres veces. Pero se trata ahora de suscitar odios contra Buenos Aires, y recordé que Alberdi fue el último mohicano chasqueado del odio ... " (33), agregando como prueba de la traición la carta enviada por Alberdi a Benítez el 28 de junio de

i868, que decía: " ... Con motivo del expreso que va Ud. a despachar para el Paraguay, permítame recordarle mi deseo: que haga Ud. conocer del Sr. Mariscal López mis trabajos de prensa . sobre esta guerra del Plata, y la mira que me ha guiado en ellos. Yo sospecho que no conoce ni lo uno ni lo otro, si he de estar al juicio que formó de mi carta impresa que le mandó usted, titulada: "Las dos guerras del Plata y su filiación". El la calificó según usted me ha dicho, como una mera defensa de mi persona. Tenía razón: no es otra cosa que mi defensa. Pero ¿,por qué escribir esa defensa? Esto es lo que deseo que él sepa. Porque el representante del Paraguay (el señor Bareiro) a quien tocaba defenderme de los golpes que yo recibía hacía tres años, por mis escritos favorables a la verdad que protege el Paraguay, no lo hizo; ni una palabra. Lejos de eso, usted sabe que un día M. Espilly me hizo un cumplimiento por la prensa y el señor Bareiro le escribió en el acto que no repitiese tales elogios porque a mi no me gustaban. Como vi que en tres años de debates yo recibí mil ataques que quedaron sin respuesta, y que el señor Bareiro, que en el público pasaba por promotor de mis escritos anónimos, no recibió jamás el menor arañazo de la prensa de Buenos Aires y de Río de Janeiro, creí tener el derecho de sospechar de la lealtad del señor Bareiro para conmigo. Entonces y por esa causa tomé sobre mí la tarea ridícula de defenderme a mi mismo en la mencionada carta impresa, y me alejé en seguida del señor Bareiro. Me interesa que el señor Mariscal López sepa todo esto, por conducto de usted, que es testigo de todo ello. Mi interés en esto, como en mis escritos, no es personal ni privado. Se refiere en todo a la política venidera de nuestros países y a sus convenciones mutuas y solidarias. Tenga usted la bondad de repetirle lo que cien veces he dicho a usted y al señor Bareiro a este respecto; yo no quiero ni espero del señor mariscal, ni empleos, ni dineros, ni condecoraciones, ni suscripciones de mis libros. Todo lo que yo quiero me' lo ha dado ya en parte: es hacer pedazos con su grande y heroica resistencia, el orden de cosas que formaba la ruina de mi propio país; y para lo venidero, todo lo que quiero de él, es una política tendiente a formar una liga estrecha de mutuo apoyo con el gobierno argentino, que representa la verdadera causa de las provincias, para poner a raya las aspiraciones del Brasil y de Buenos Aires, respecto de los países interiores en que hemos nacido él y yo" (34). Esta es la famosa prueba de la traición, secuestrada al enviado paraguayo Emilio Gill, y conservada cuidadosamente para darla a conocer como prueba de los servicios prestados por Alberdi a López. Benftez puso en claro cómo había sido interceptada la correspondencia,

revelando la misión que llevaba Gill ante el Mariscal López, en carta enviada al mismo diario el 14 de enero de 1886. Refutaba las acusaciones contra su amigo e incriminaba a Sarmiento por la posesión ilegal del documento. Indudablemente, la carta de Alberdi no prueba absolutamente la traición pretendida, sino que resulta el fiel reflejo de sus actividades en París a favor del Paraguay, pero aunque sus términos no admiten otra interpretación, el leit-motiv de la traición ha continuado vigente hasta ahora, habiéndolo reflotado el Dr. Oliver en su citado trabajo, que no se limita a enjuiciar las ideas de Alberdi sino le adjudica actividades y trabajos, producto de su imaginación. Dice Oliver: "En tal forma se convirtió Alberdi en Agente secreto y encargado principal de la propaganda del gobierno paraguayo; informante de la política y movimientos revolucionarios preparados contra el gobierno argentino; en consejero y abogado 1de la legación paraguaya en París y Londres; gestor de las mismas ante particulares: astilleros, fabricantes de armas, periódicos y ante los gobiernos europeos, todo facilitado en sumo grado por las conexiones o relaciones públicas allí adquiridas mientras fue Ministro de la Confederación Argentina en París y Londres", agregando más adelante que: "no se ha publicado aún, salvo excepciones, la copiosa correspondencia mantenida durante la guerra entre Alberdi y los agentes paraguayos, incluso con el propio Solano López, a través de Bolivia" (35). Por supuesto, y como es su costumbre en el libro que citamos Oliver no funda sus atropelladas y temerarias afirmaciones; aunque hace un indiscriminado uso de la cita trunca, y acomoda párrafos de documentos para pretender demQstrar hasta la saciedad que Alberdi no presenta ningún aspecto positivo, 53

r~ no puede probar ni una de las gestiones imaginarias que le atribuye. Lo grave del falaz razonamiento de Oliver estriba en que ha inducido a error involuntario a otros autores como Scenna que, tomando sus referencias como exactas, no trepidó en condenar sin hesitación la campaña de Alberdi en favor del Paraguay. Si bien creemos que las explicaciones de Benítez, en su cana reproducida por él en los "Anales diplomáticos", resultan más que suficientes y que del texto de la nota incriminada de Alberdi no surge ninguna circunstancia desdorosa para éste, debemos rechazar enfáticamente juicios categóricos que sólo encuentran sustento en la fantasía o la parcialidad de sus autores. Del examen escrupuloso de la correspondencia de Alberdi con Cándido Bareiro y Gregorio Benítez no surge la más mínima evidencia de que haya procedido como lo indica Oliver. Ni fue agente secreto de López, ni gestor de la legación del Paraguay ante astilleros, fabricantes de armas, o banqueros, ni interpuso influencia ~lguna aate los gobiernos europeos para volcar el apoyo de éstos a favor del Paraguay. Si bien su figura era respetada en Europa, carecía de toda influencia para negociar cosa alguna. A su amigo Villanueva le había escrito comentándole que estaba alejado de todo contacto con los hombres públicos y vivía su reclusión en Calvados, sumergido en la meditación, y ejercitando la pluma en diversos trabajos, muchos de los cuales sería su voluntad no publicar. Pero si resulta temerario cuanto expone Oliver sobre la actividad que atribuye a Alberdi, es una verdadera sorpresa descubrir el ignorado papel que habría tenido como informante de la política y movimientos revolucionarios preparados contra el gobierno argentino. Contrariamente a lo que Olíver supone, el que informaba diariamente a Alberdi sobre los sucesos del Plata era Benítez, que aún cuando estaba largas temporadas sin recibir noticias de su gobierno, le hacía llegar sus personales apreciaciones y muchos de los informes de algunas agencias· .que trasmitían noticias del centro del conflicto. Es lamentable que Oliver no haya consultado por desinterés el Archivo Fun, porque de tal manera no hubiese cometido tantos errores al elaborar su trabajo, especialmente en su análisis sobre Alberdi y el Paraguay. Y decimos que resulta lamentable, porque en la nutrida correspondencia con los agentes paraguayos, hubiera podido observar que éstos eran los informantes de Alberdi y no a la inversa, y que a excepción de algunos comentarios que efectuara éste por informaciones recibidas accidentalmente en París, todos los datos de que disponía sobre la marcha de la guerra le eran suministrados por sus

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amigos. A tal punto, que muchas de de lado del extranjero cuando la invalas ideas erróneas que sustentará Al- sión anglofrancesa al Plata. Recuérberdi sobre el posible triunfo de Ló- dense los reproches de Mitre al Barón pez, obedecieron a las optimistas noti- de Mackau por haber negociado con cias que Benítez le trasmitió. Rosas; o la ardorosa defensa de SarEn lo que se refiere a las activida- miento de los derechos de Chile a los des imaginarias ante astilleros y fabri- territorios patagónicos y otros conocicantes de armas, no atinamos a supo- dos episodios. También podríamos ner cuál es la fuente de información agregar que aún desde el punto de vista que tiene el Dr. Oliver, porque en el formal, y siguiendo las definiciones del Archivo Furt, donde está la totalidad gabinete de Mitre, nunca podría conside las casi setecientas cartas intercam- derarse traidor al Dr. Alberdi. Las biadas con los diplomáticos para- prolijas especificaciones sobre lo que guayos, no existe el menor testimonio era traición, contenidas en la Memoria que aún sugiera la certeza de una acti- del Ministerio del Interior, corresvidád de Alberdi en tal sentido. Por pondiente a los años 1867 y 1868 lo deotra parte para analizar con seriedad la muestran inequívocamente • actitud de Alberdi, no debe desvinculársela de un contexto histórico <;ecular, donde la política agresiva del Hrasil había tenido un papel preponderan- NOTAS te. En efecto Paraguay, era el país herl.mano, con el que hasta hace poco Efraím Cardozo. "El imperio del Brahabíamos sido una sola entidad jurídico-política; al que nos unían tra- sil y el Río de la Plata, Bs. As. 1961, Jo- . Nabuco. "La Guerra del Paraguay" dición, cultura, idioma, religión; hasta aquín Bs.As. 1977, Pelham Horton Box. "The indestructibles vínculos familiares. El origins of the paraguayan war. University Brasil, por el contrarie representaba al of lllinois 1930. Germán O.E. Tjarks. enemigo concreto. Heredero de la vieja "Nueva Luz sobre el origen de la Triple tradición colonialista de Portugal, Alianza" en Revista Histórica "1° l. Año 1, había hostigado permanentemente a octubre diciembre de 1977. 2.los estados que constituían el VirreinaContrariamente a lo afirmado porScen to del Río de la Plata, saqueado las misiones jesuíticas, y planificado la ane- na con obsesiva reiteración, en su excelente sobre la guerra de la Triple Alianza, xión de extensas porciones de territo- trabajo publicado en "Todo es Historia" en los merio. Los conflictos con Brasil venían de ses de septiembre y octubre de 1978, López lejos, y lo que ocurría con el Paraguay había garantizado la integridad del territono era sino la continuidad de la políti- rio oriental, en el Tratado firmado con José ca del Imperio, que a través de hábiles M. Da Silva Paranhos el 12 de febrero de gestiones diplomáticas, y la entrega de 1858, en la ciudad de Asunción. 3.ingentes sumas de dinero, además de Tjarsks, German, obra citada. condecoraciones y otros "honores" 4.había terminado por convencer a los Nabuco J. ob. cit. pag. 68 porteños y sus aliados de unirse a su s.causa. A esta altura de las investigaAdemás de los citados en la nota 1, ciones y con el conocimiento cabal de pueden consultarse: Herrera Luis Alberto. cómo trabajó la diplomacia brasileña, El Drama del 65- La culpa mitrista. Bs, As. no puede admitirse la tesis de la agre- 1965 2 volúmenes León Pomer. La Guerra sión sufrida por la Argentina mediant( del Paraguay: Gran negocio. Bs. As. 1968 la invasión paraguaya a Corrientes. Nick Tate. "Britain and Latín America in Todo fue producto de un plan, y Al- the 19 th Century: te case of Paraguay" lbero-Amerikanisches Archiv, Bonn Jg. 5 berdi en 1844, vio ya con claridad Helft 1, 1979. Luis Alberto de Herrera. La cuáles eran los propósitos geopolíticm Diplomacia Oriental en el Paraguay. que llevarían a cabo los Braganza. Su Montevideo 1919. posición en 1865, no era la reacción 6.Reunidos bajo el título "El Imperio del despechada hacia Buenos Aires por habérsele negado un pago de sueldos, co- Brasil ante las Democracias en América: mo con notable ligereza sostiene Oli- colección de los últimos escritos dados a luz ver, sino la culminación de un pensa- por D.J .B. Alberdi, ex-ministro de la ReArgentina en París y Londres (Paris miento. La forma práctica de señalar a pública 1869) la provincia portuaria que su causa no 7.era la causa de la Nación. Y por su- - - · Alicia Vidaurreta, Alberdi y el puesto Alberdi no estaba sólo. Los le- Paraguay, en Revista Histórica, N° 9 julio-vantamientos del interior eran repre- diciembre de 1981 pág. 161. S.sentativos de toda una posición frente Epistolario: 1855-1881 Editorial al conflicto, a punto tal que Rawson, en carta al gobernador de Córdoba · Andrés Bello Santiago de Chile, pág. 383. 9.-. Mateo Luque, le decía " ... combatir la Tjarks, Germán ob. cit. pág. 144. rebelión es combatir al Paraguay en 10.nuestro propio suelo ... " (36). Finalibidem, pág. 170. mente debemos recordar que los mis11.mos que acusaron de traidor a Alberdi. ibidem 12.se habían opuesto a su país poniéndose

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An original Tkarjs. 13. Jm Repúbli Brasil. 1886, p¡ 14.

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Archivo Rufino de Elizalde, borrador original, Legajo 8, folios 81-82, cit. por Tkarjs. pág. 171. 13.Juan B. Alberdi. Las disensiones de la República del Plata y las maquinaciones del Brasil. Obras Completas P VI. Bs. As. 1886, pág. 304. 14.Véase Gregorio Benítez. Anales diplomático y militar de la Guerra del Paraguay, P 11, Asunción 1906. 15.El Verdadero Alberdi- Génesis del liberalismo económico argentino. Buenos Aires. 1977. 16.Argentinos y Españoles, en "Todo es Historia" marzo de 19-78, N° 130. 17.0iiver, obra citada, pág. 14. 18.A. Vidaurreta, ob. cit. pág. 174, nota 23 19.citado por Pomer, en Conflictos en la · Cuenca del Plata. Bs. As. 1984, pág. 204. 20.Nick Tate, ob. citada. 21.Archivo y Biblioteca Furt.- Legajo Bareiro. 22.Juan Bautista Alberdi y la defensa del Paraguay en la guerra contra la Triple Alianza, Bs.As. 1976 23.Archivo y Biblioteca Furt. Legajo Benítez. 24.ibidem

LUIS SOLER CANAS Hoy tenemos que despedir a uno de los más antiguos colabóradore s de TODO ES HISTORIA. el periodista y escritor Luis Soler Cañas. Su primer artículo en nuestra revista fue publicado en el N° 1 (mayo de 1967) y versaba sobre las "academias" de baite del viejo Buenos Aires. Luego nos entregó esporádicam ente otras notas. siempre alrededor de personajes y tradiciones de la ciudad porteña. Pues Soler Cañas fue un erudito de Buenos Aires. su lenguaje y sus curiosidades históricas. . Periodista profesional, trabajó en "Clarín", . "Mayoría" y otros diarios, habiéndose iniciado en "Tribuna", el órgano nacionalista que en 1945/46 apoyó a Perón. Nacionalista y peronista. Soler

nperiodel América: adosa luz de la Retres (París

Cañas fue consecuente con sus principios y en muchas oportunidade s renunció o se excluyó de organismos académicos que podrían haber dado renombre a sus trabajos. Era una trabajador empeñoso y humilde, serio y sin ansia de figuración. En sus memorias. Manuel Gálvez tuvo recuerdos muy cordiales hacia Soler Cañas: "lo que debo a ese muchacho, es enorme". escribió el novelista. Falleció el 13 de setiembre último. La Dirección de TODO ES HISTORIA despide con tristeza y nostalgia a este buen amigo, cuya figura está asociada a los primeros tiempos heroicos de la publicación. F .L.

INGLES y otro s idiomas

di y el 1° 9 julio-Editorial

NO SE OTORGAN TITULOS OFICIALES

lg. 383.

144.

4'··· ~-

25.BOX, Pelham Horton. Los Orígenes ibidem de la Guerra de la Triple Alianza, Bs. As. 26.1958 ibidem CARDOZO; Efraim. El Imperio del • 27.Brasil y el Río de la Plata, Bs. As. 1961. Archivo General de la Nación. Museo CORRESPONDENCIA ENTRE ELIHistórico Nacional, legajo 32, St. André 31 ZALDE Y MITRE. Universidad de Buenos de octubre de 1867. Vidaurreta ob. cit. Aires. Documentos para la Historia Ar28.El Imperio del Brasil ante las De- gentina. Bs. As. 1960. mocracias de América, en Obras completas, FURT, Jorge. Biblioteca y Archivo, P VI, pág. 295. donde se custodia el archivo inédito del Dr. 29.Juan Bautista Alberdi. En él se encuentran A. Vidaurreta, obra cit. pág. 217. 281 cartas remitidas por C. Bareiro, y 401 30.cartas enviadas por Gregorio Benítez. A. Vidaurreta, ob. cit. MA YER, Jorge. Alberdi y su Tiempo, 31.Academia Bulnes, Alfonso, Epistolario de Juan Sociales, Nacional de Derecho y Ciencias 2 volúmenes, Bs. As. 1973. B. Alberdi. 1855-1881, pág. 205. NABUCO, Joaquín. La Guerra del 32.Paraguay. Universidad de Belgrano, Bs. Archivo Furt. Legajo Félix Frías As. 1977. 33.Reproducido en Benítez, Gregorio, ob. OLIVER, Juan Pablo, El Verdadero cit. apéndice. Alberdi. Bs.As. 1977 · 34.PEI'iA, David. Alberdi, los Mitristas y ibidem la guerra de la Triple Alianza. Bs. As. 1965. 35.PLA, Josefina. Los Británicos en el 0iiver, ob. cit. pág. 530 Paraguay. 1850-1870, Asunción 1984. 36.POMER, León. La Guerra del ParaFrías, Luis Rodolfo: Córdoba entre la guerra y la rebelión, en Revista Histórica, guay: gran negocio. Bs.As. 1968 PAño 11 N° 5, pág. 129-130. POMER, León. Conflictos en la Cuenca del Plata, Bs.As. 1984. TATE, Nick, Britain and Latín AmeriBIBLIOGRAFIA can in the 19th Century: the case of Paraguay 1811-1870. lbero-Amerikanisches BENlTEZ, Gregorio. Guerra del Para- Archiv, Bonn 1979 guay. Asunción 1919. TJARKS, Germán. Nueva luz sobre el BENITEZ, Gregorio, Anales Diplo- origen de la Triple Alianza, en Revista Hismático y militar de la Guerra del Paraguay. tórica - Instituto Histórico de la OrganizaAsunción 1906. .:ión Nacional. T 0 1 N° 1.

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