HISTORIA URUGUAYA

TOMO 2 - VOLUMEN 1

ARTIGAS Y EL FEDERALISMO EN EL RIO DE LA PLATA

EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL LA REPUBLICA

Ediciones Banda la República

Oriental

ADVERTENCIA

Con Oscar H. Bruschera y Tabaré Melogno hemos profundizado en el tema: "El Cielo Artiguistai', "Artigas". Su significación en la Revolución y el proceso institucional iberoamericanos". En esta oportunidad, presentemos un trabajo de síntesis con particular énfasis en la significación de Artigas en el federalismo del Río de la Plata. liacemos constar nuestro agradecimiento a la colaboración recibida del Prof. Carlos Pamizza Pons y de la Srta. Miriam Spivak, que tuvo a su cargo el mecanogratiado y cuidado de los originales. Y, particularmente, el Prof. Heber Raviolo y sus colaboradores de "Ediciones de la Banda Oriental", que han hecho posible esta publicación.

El Autor 5

CAPITULO 1 LA REVOLUCION EN EL PLATA

LA JUNTA DE MAYO Integración y tendencias Los hombres que integraron, el 25 de mayo de 1810, la denominada "Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, a nombre del Señor Don Fernando VII", conocida como "Junta de Mayo", eran una calificada representación del patriciado porteño que, de tiempo atrás, esperaban el "momento" -como diría Saavedra en sus "Memorias"-para tomar el poder. Cornelio de Saavedra representaba los cuerpos de milicias criollas; Manuel Belgrano, Juan José Castelli y Juan José Paso, el grupo de los "intelectuales", imbuidos en las ideas de la "!lustración"; Juan Larrea y Domingo Matheu, al sector de comerciantes, de tiempo atrás vinculados al tráfico con los ingleses; Martín de Azcuénaga y Manuel Alberti, estaban por su prestigio personal, como veterano militar y clérigo, respectivamente; Mariano Moreno, por su reconocido talento como primer abogado de la ciudad y sus relaciones con los ingleses, pieza clave en el juego de intereses políticos y económicos de la Revolución.

En la formación de la Junta habían confluido dos corrientes: la "criolla", integrada por la inmensa mayoría del pueblo y la casi totalidad de los cuerpos de milicias, encabezada por Saavedra y los demás jefes: Martín Rodríguez y Domingo French; y la "ilustrada", constituida por el grupo de los "intelectuales"-Belgrano, Castelli, HIpólito Vieytes, los hermanos Rodríguez Peña, Paso y otros- a la que se sumarían bien pronto algunos anhelosos partidarios del "libre comercio" (con los ingleses) como Incháurregui, Larrea y Matheu.

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"Los primeros buscaron el apoderamiento del gobierno -dice el historiador José María Rosa-por una marcha de las milicias sobre la Fortaleza (sede del Virrey); los segundos no querían un levantamiento popular que los hubiera dejado de lado; fueron quienes idearon el "congreso vecinal" o "cabildo abierto" de la "parte más sana y principal" del vecindario. Esas dos corrientes las encontraremos después del 25 de mayo en la manera diferente de entender la Revolución. Para los "criollos" fue de afinnación nativista contra funcionarios a quienes se acusaba de "afrancesados' o "aportuguesados' (todavía no se sabía mucho de la influencia inglesa). "Femandearon' con convicción: defender "los derechos de Femtutdo VII" era tomar campo por una causa popular en España y América -por lit Monarquía Nacional- que no significaba depender de la metrópoli, pues gobernar en nombre del monarca deseado y ausente era gobemau con independencia de las Juntas o Consejos que pudieren formarse en la península. Entre los "ilustrados" había, en cambio, un propósito de "independencia" -de ruptura y segregación de la Monarquía Nacional- que venía de antiguo y se escondió después del 25 de mayo tras "la máscara de Fentamdo": una "independencia' protegida por Inglaterra y reducida a las apariencias".

La tradición, .sin embargo, ha creído ver en laspersonalidades deSaavedra y Moreno, las cabezas de dos partidos o tendencias en la Junta: la una, conservadora ), la otra, radical, democrática, progresista. En verdad, no hubo tales tendencias: el dinamismo y el vigor intelectual de Moreno marcaron decisivamente la gestión del gobierno revolucionario. Los acontecunientos posteriores -en diciembre de 1810-hicieron centro de la oposición de casi todos al activo Secretario de la Junta y se rodeó rnornentánearnente a Saavedra contra él; de ahí la mentada hipótesis de lasjacciones "rnorenista"Y "saavedrista", anticipada desde el ntornenro rni.smo de constituirse la Junta.

Pero claro que más allá de discrepancias sobre el alcance y significado de la "independencia' --dentro o fuera de la Monarquía Nacional, representada por Fenuutdo V II, prisionero de Napoleón-las tendencias de la "gente principal" -del "patriciado', como gustó llamarse-de Buenos Aires, coincidían en un prognuna común: "gobierno propio' y "comercio libré'. En la ejecución de este doble programa político y económico, el patriciado porteño atribuía, con razón, gran importancia a la acción de Inglaterra y sus representantes en el Plata. Eran conscientes de que Inglaterra, por las exigencias lógicas de su interés nacional, habría de tutelar el destino de estas Provincias y de interponer su poderosa influencia para ampararlas del revautchismo peninsular y de las conocidas ambiciones de Portugal. Contaban para ello, de tiempo atrás, con el entusiasta apoyo de los comerciantes británicos residentes en la ciudad y con los vínculos esutblecidos con el embajador inglés ante la Come portuguesa en Río de Janeiro, Percy Clúnon Sidney Smythe, vizconde de

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Strangford. Inglaterra, paciente y pertinaz, iría penetrando, a lo largo del siglo XIX, el proceso histórico de la región basta instrumentalizar las ambiciones ses locales para el logro de una conveniente segregación de las comunidades platenses que, impedidas de formo los "Estados Unidos del Plata", serían paces para obstaculizar y condicionar su expansión imperial. El "Plan de Operaciones" Belgrano fue nombrado por la Junta en "comisión secreta'" para redactar un plan de acción revolucionaria. El 15 de julio el Vocal presentó el ternario de los puntos fundamentales a estudiar y el día 18, en votación secreta, la Junta resolvió encomendar al Secretario Moreno el "Plano de Operaciones que el gobierno provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata debe poner en práctica para consolidar la grande obra de nuestra libertad e independencia'. Mientras durara la comisión del Secretario, éste quedaría "exento de las penurias de contribuir al desempeño de sus funciones" informándose al público que ello era debido u "una indisposición corporal".

Comparto la opinión de José María Rosa, de que Belgrano debía de haber Ya comenzado a trabajar en el "Plano" y entregó a Moreno sus apuntes o borradores, seguramente referidos a los aspectos económicos, que revelan nurcha.r de las ideas y el estilo del antiguo redactor del "Sernanaria de Comercio ". El primer capítulo está destinado a instaurar el "terrorismo''. Recomienda observar "la conducta más cruel y sanguinaria con los enemigos de la causa... la menor setniprueba de hechos, palabras, etc., contra la causa debe castigarse con la pena capital, principalmente si se trata de sujetos de talento, riqueza, carácter y alguna opinión". En cambio, a los amigos debían disimulárseles los delitos que no fueran concernientes "al sistema... pues en tiempo de revolución no debe de castigarse sino la inlidencia y rebelión'. Se completa el terrorismo rnontarado en la Banda Oriental una oficina de "seis u ocho personas de nuestra entera satisfacción que escriban cartas anónirnas, fingiendo o suplantando nombres... para sembrar la discordia y el desconcierto... cuidfutdose de indisponer los ánimos del populacho contra los sujetos de más carácter y caudales pertenecientes al enemigo". El segundo capítulo se refiere a la propag:utda. La "Gaceta' debería dar noticias "muy halagüeñas, lisonjeras y atractivas... reservando en lo posible los pasos adversos y desastrados, porque aunque algo se sepa... a lo menos la mayor parte de la gente no la conozca". La base de la propaganda sería "el ministerio de Ferrando'', "circunstancia la más bnportante para llevarla siempre por delante, tanto en la boca corno en

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los papeles públicos y decretos... pues es un ayudante a nuestra causa el más soberbio, aun cuando nuestra obra y conducta desmientan esta apariencia... nos da un margen para fundar cierta gestión y argumentando, así en las cortes extranjeras como en España.. podremos hacer dudar de cuál de ambos partidos es el verdaderamente realista... además para atraernos las voluntades de los pueblos, tampoco nos sería oportuna una declaración contraria". El tercer tema es la insurrección popular. Allí se afirma que "Los pueblos nunca saben ni ven sino lo que se les enseña y muestrá'. Para promover el levantamiento popular en la campaña oriental debía recurrirse "a los desertores, delincuentes, la gente vaga y ociosa y otras muchas que... luego se apartarán como miembros corrompidos que han merecido aceptación por la necesidad". Este levantamiento sería acaudillado por dos "sujetos" de gran prestigio en la masa rural, a quienes era necesario ganar "por cualquier interés o promesas": el capitán de dragones José Rondeau y el capitán de milicias José Amigas, "personas de talento, opinión, concepto y respeto". Estos actuarían apoyados por "los hermanos y primos de Artigas, un Valdenegro, un Baltasar Vargas, un Benavídez, un Ojeda, etc....sujetos que por lo conocido de sus vicios son capaces de todo y tienen opinión popular adquirida por hechos temerarios". Prosigue el "Plano" afirmando que "hay hombres de bien, si cabe en los ambiciosos el serlo, que quieran sin derramamiento de sangre sancionar las verdaderas libertades de la patria... como tienen talento, algunas virtudes políticas y buen crédito, son de temer: y a éstos sin agraviarlos, debe separárselos; porque unos por medrar, otros por mantenerse, cuales por inclinación a las tramas, cuales por ambición de los honores, y el menor número por el deseo de la gloria, o para hablar con más propiedad, por la vanidad de su nombradía, no son propios por su carácter para realizar la grande obra de la libertad americana en los primeros pasos de su infancia". En materia de política exterior, Moreno recomienda proceder con Inglaterra en fonna "benéfica... proteger su comercio, aminorarle sus derechos, tolerarla, aunque suframos algunas exacciones... los bienes de Inglaterra deben ser sagrados". La supone favorable a la revolución porque "a la corte inglesa le interesa que América o parte de ella se desunan o dividan de aquella metrópoli [España] y formen por sí una sociedad separada donde la Inglaterra pueda extender más sus miras mercantiles y ser la única por el señorío de los mares". La ayuda británica para el triunfo de la revolución debía gestionarse "con reserva y disimulo" procurando obtener del gobierno inglés una "declaración pública de neutralidad" en el conflicto entre las autoridades penisulares y las provincias americanas, que permitiese comprarles armas "por su justo precio", si no fuese posible un "tratado secreto" de apoyo. En retribución se pagarla, además de los beneficios comerciales, con la isla Martín García para que fuese "una pequeña colonia o puerto franco para su comercio". Respecto de España, debía de enviarse "actas o representaciones de los cabildos de esta capital e interiores, expresando que se desvelan para conservar

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los dominios de esta América para el señor Femando VII... para entretener y dividir las opiniones en la misma España, haciendo titubear y aparentar por algún tiempo hasta que nuestras disposiciones nos vayan poniendo a cubierto". El documento continúa, luego, estudiando la organizapión del Estado: "la Constitución debe afianzar a todos el goce legítimo de los derechos de la verdadera libertad, en práctica y quieta posesión, sin consentir abusos: entonces resolverá el Estado americano el verdadero y grande problema del contrato social". En el orden económico -más propio de Belgrano que de Moreno- el "Plano" es enemigo de "las fortunas agigantadas en pocos individuos... que sirven de mina a la sociedad civil... con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un Estado... y en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad". Para concluir con ellas propone la confiscación de capitales "luego de consolidar el Estado sobre bases tijas y estables", que "parecerá duró para una pequeña parte de individuos, pero aparecen después las ventajas públicas que resultan con el fomento de las fábricas, artes, ingenios y demás establecimientos en favor del Estado y de los individuos que las ocupan en sus trabajos". La confiscación de "500 a 600 millones de pesos"-, calculaba, "si bien descontentarán a 5.000 o 6.000 individuos, las ventajas habrán de recaer sobre 80.000 o 100.000" trabajadores que encontrarán asegurada su labor. Parte del dinero confiscado iría a solventar expediciones militares para conseguir la independencia, conquistar Río Grande y anarquizar Brasil, y el remanente sería empleado por el Estado para "la fomentación de las artes, agricultura, navegación, etc:". El Estado tendría el monopolio del comercio exterior. Las minas no serían explotadas durante diez años por particulares "sino por cuenta de la Nación" bajo pena capital y confiscación de bienes "como delito de lesa Patria". Los últimos capítulos del "Plano" tratan de los medios para insurreccionar Brasil y conquistar Río Grande. La insurrección sería promovida por agentes "mandados en clase de comerciantes" que distribuirían ejemplares de la "Gaceta—, impresos en portugués, y harían "los elogios más elevados de la felicidad, libertad, igualdad y benevolencia del nuevo sistema y del envilecimiento del anterior". Después de algún tiempo de ese proceder, menudeando "los pasquines escritos en portugués" se estaría en condiciones de que "entren nuestras tropas en tres o cuatro trozos según lo requieran las circunstancias". No se debería "tocar todavía hasta su debido tiempo, la libertad de los esclavos, sino disfrazadamente ir protegiendo a aquellos que sean de sujetos contrarios a la causa". Sublevado Brasil, se aprovecharía la circunstancia para anexar Río Grande; haciendo comprender a sus habitantes "que el mismo delito de rebelión contra su monarca los obliga a aceptar nuestras disposiciones", pues en caso contrario "los abandonaríamos retirando nuestras tropas a la frontera' y de paso "saquearemos los pueblos y las haciendas". Más adelante sería abolido el idioma portu-

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gués "remitiéndose maestros que enseñen castellano y los mismos sacerdotes para los mismos fines". El largo documento no es, como lo calificara la historiografía liberal, un "aborto disfonne y bestial de un malvado o un imbécil" ni tampoco "el documento político más profundo y completo que se ha escrito en el país", al decir de algunos revisionistas argentinos. El autor o autores del "Plano" no fueron genios, pero tampoco malvados o imbéciles. Compartimos, en este sentido, el juicio de José María Rosa: "Esa república perfecta levantada con el terror, el engaño y la ayuda británica, para que reúnase lit virtud y se extinguiera el vicio, gobernada por filósofos y en la que el pueblo se limitaría a obedecer ciegamente -maridaje de Rousseau, Quesnay, Maquiavelo y Jorge Cutning-no es mi 'aborto disforme': exactamente piensan así y pensarán todos los 'doctrinarios' del mundo, cambiando los autores y las ayudas foráneas según los tiempos y los lugares". Por lo demás, el documento es profundamente contradictorio entre la finalidad de crear una república " tisiocráticá', dueña de su economía, y el medio elegido: la protección británica. Pero ésta es la contradicción de todos los jóvenes discípulos, directos o indirectos, de Miranda. O Belgrano creyó sinceramente que podía valerse del poder británico para fundar una independencia absoluta política y económica o fingía creerlo para fomentar la protección inglesa. Pero aún en este aspecto, el desenfadado programa de beneficios y ventajas a otorgarse a Inglaterra a cambio de su protección y ayuda, contrasta con lit clara idea que tenía Moreno respecto de la política imperialista inglesa. En artículo de la "Gaceta' expresaba: ..... la vergonzosa e ignominiosa esclavitud en que lrt_glaterra tiene a Portugal... si Portugal entrase a profundizar con más política cuál es el abatimiento en que Inglaterra lo tiene por causa de su ali:umza, presto hallaría la refünada maldad de sus miras ambiciosas... sus fines no son sino chuparle la sangre extenuíutdolo de tal suerte que... tal vez sus colonias :americanas se conviertan en inglesas algún día'. El pl:ut revolucionario habría de guiar la conducta de Moreno durante los meses siguientes de su actuación en la Junta, contribuyendo a su fuma de "robesperri
La gestión de la Junta Al instalarse la Junta. se hallaba rodeada, en la propia ciudad de Buenos Aires, por fuertes centros contrarrevolucionarios. Uno de ellos estaba constituido por el Cabildo, integrado mayoritariamente por comerciantes vinculados directamente con Cádiz y su sistema. Otro, lo formaban los jerarcas desplaza-

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dos, el ex-Virrey y los miembros de la Real Audiencia, con vínculos y prestigio en las provincias del interior y en la temible rival: Montevideo. Moreno rápidamente desbarató toda posible acción de estos focos de resistencia. Cuando se supo que la Audiencia, en combinación con Cisneros y los miembros del Cabildo, había jurado secretamente al Consejo de Regencia y había pedido a las autoridades del interior que hicieran lo mismo, se les citó a una reunión en la Fortaleza en la tarde del 22 de junio. Allí, sorpresivamente, y a pretexto de poner a salvo sus vidas, el ex-Virrey y los Oidores fueron embarcados en la balandra de un corsario inglés con destino al puerto de Las Palmas, en la Gran Canaria. Estas medidas se completaron, prohibiéndose al obispo Benito Lue y Riega la concurrencia a ta Catedral, confiándose la gobernación de la diócesis al Cabildo eclesiástico y derogando la disposición del Reglamento aprobado el 25 de mayo por el Cabildo, por la cual este cuerpo se reservaba la facultad de reasumir el mando para el caso de destitución de los miembros de la Junta por mal comportamiento. Finalmente, el 17 de octubre, los capitulares "regentistas" eran confinados también en fuertes de la frontera de Buenos Aires. La Junta porteña era consciente de que su autoridad carecía de prestigio y arraigo en los pueblos del interior. A la existencia en muchos de ellos de fuertes núcleos de "empecinados" --como se denominaba a los partidarios del "regentismci' peninsular-se unía el resentimiento de los "patriciados" locales por la subordinación de sus Cabildos a los Gobernadores y Tenientes Gobernadores, directamene designados por Buenos Aires y por los ruinosos efectos, en sus intereses, provocados por el Auto virreinal de libre internación de mercaderías (inglesas) de 1809. Asimismo, sabía del sincero sentimiento popular de lealtad a Fernando VII y adhesión a la guerra de la Independencia de la Nación y defensa de la Monarquía legítima, que se libraba en la península contra el invasor Napoleón y el repudiado "rey úatrusci"José 1, despectivamente llamado "Pepe botellas", que, además, se extendía a condenar todo lo francés como sinónimo de "herejía' y "regicidio". Los principales focos contrarrevolucionarios habrían de manifestarse en Montevideo, Córdoba, Paraguay y el Alto Perú (actual Bolivia). Con la ciudadpuerto de antigua rivalidad en la otra orilla, la Junta ensayó una gestión diplomática que no obtuvo finalmente ningún resultado. (Véase Capítulo 11). En Córdoba, la resistencia fue aplastada militarmente, siendo fusilados sus principales dirigentes --el ex-Virrey Liniers, el gobernador Gutiérrez de la Concha, el asesor Rodríguez, el jefe de milicias, Coronel Allende y el tesorero Moreno- el 26 de agosto, en el paraje conocido por "Cabeza del Tigre—, a excepción del Obispo Orellana que fue eximido de la pena capital a ruego de los vecinos de aquella ciudad. . En el mismo mes de agosto eran interrumpidas las relaciones con Montevideo y su jurisdicción y Manuel Belgrano era comisionado para organizar el ejército que debía actuar sobre la Banda Oriental. Pero, poco después, Belgrano

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marchaba sobre el Paraguay, que, el 24 de junio, se había pronunciado por el Consejo de Regencia. Las tuerzas porteñas encontraron una fuerte resistencia de parte de las milicias paraguayas, que triunfaron en Paraguarí (19 de enero de 1811) y en Tacuarí (9 de marzo de 1811). Sin embargo, la prudencia de Belgrano logró un arnisticio-el 10 de marzo -y su retiro del territorio paraguayo fue saludado con efusión por los principales jefes patricios, Yegros y Cavañas. Al poco tiempo -el 14 de mayo- se instalaba un gobierno interino, integrado por el ex-gobernador Velazco, el capitán Zeballos y el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, que la historiografía recuerda como Dr. Francia, como gustó llamarse. El 20 de junio, un Congreso General, instituía una Junta de Gobiemo presidida por Fulgencio Yegros y compuesta por Francia, el capitán Pedro Juan Caballero, el presbítero Francisco Javier Bogarín y Fernando de la Mora, que poco después -el 12 de octubre- suscribía con Buenos Aires un tratado de confederación. En el Alto Perú, las fuerzas 'juntisWS', al mando de Castelli, triunfarían en Suipacha (7 de noviembre de 1810), pronunciándose seguidamente todos los centros importantes por la Revolución. Simultáneamente con la conducción política y militar de la Revolución, el infatigable Moreno escribía en la "Gaceta de Buenos Aires', cuya primera edición aparece el 7 de junio de 1810 y que, desde entonces, con algunas interrupciones y cambio de denominación, se publicaría hasta 1821. En ella, explicaría sus ideas sobre los alcances de la revolución y su significado, en artículos de brillante estilo. 1 ,

LA "JUNTA GRANDE" La oposición tradicionalista La cabeza visible de la política de la Junta era Moreno y contra él confluirían diversos sectores de la oposición tradicionalista. En primer lugar, se contaban los españoles europeos y sus dependientes, que nunca habían creído de buena fe la proclamada lealtad de la Junta a Fernando VII y que mantenían una permanente actitud conspirativa, que habría de culminar en la conjuración de Alzaga En segundo lugar estaban muchos criollos que-según el memorialista Ignacio Núñez- "los unos habían abrazado la causa sin saber ni calcular cuál debía ser su paradero y que, por consiguiente, se espantaban con una mucha revolucionaria; y los otros, que aíro cuando lo supiesen o calculasen, querían, a precaución, que la revolución marchase enmascarada: el doctor Moreno encaminaba la nave a un punto detenninado y sin hipocresía hablaba y escribía sobre ti¡ sobenmía del pueblo, sobre despotismo y tiranía, sobre esclavitud y libertad, sobre patria e independencia, haciendo circular también una traducción del 'Contrato Social' de Juan lacobo Rousseau".

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En tercer lugar, eran adversos a Moreno "los cuerpos militares y principalmente los jefes de estos cuerpos", según el mismo memorialista. Este sector hacía público su descontento, en las tertulias familiares y en las peñas de los cafés, agudizado a partir del decreto-de directa redacción de Moreno- del 6 de diciembre de 1810, suprimiendo honores a la persona del Presidente de la Junta y Comandante en Jefe, Coronel Comelio Saavedra. Con estos sectores de la opinión porteña, coincidirían las tendencias y temperamentos de los diputados del interior, que habían ido llegando a la ciudad. Por un lado, les disgustaba el "centralismo" de la Junta, que si bien en Moreno -como vimos-obedecía a un propósito de dirección unitaria y centralizada del proceso revolucionario, en los hechos se concretaba en la subordinación de todos los autonotnismos al interés portetiista; y por otra parte, el "radicalismo" de los "chisperos" juveniles partidarios de Moreno, hijos de las principales familias de la ciudad- que, sin penetrar por cierto los objetivos políticos del Secretario de Gobierno, adoptaban las exterioridades del vestir y del lenguaje de los modelos revolucionarios franceses, con posturas pseudo-intelectuales de " filosofistno" racionalista, contrario a las tradiciones morales y a la religión católica, corroborando así la tacha de "herejes" con que el sentimiento provinciano caracterizaba a los "porteños". Por lo demás, no debe dejar de señalarse que Moreno -a quien ya en 1809 recomendara con entusiasmo el 'British Committee of Merchants" de Buenos Aires a Lord Strtmgford-estaba lejos de ser un hombre enteramente dúctil al "consejo' y la "tutela paternalista" de la diplomacia británica, atenta siempre a obtener el mejor provecho para sus intereses. Es significativo, en este sentido, el voto del vocal Larrea en la conferencia del 18 de diciembre, acompañando, sin ninguna salvedad, la propuesta incorporación de los diputados del interior que le constaba era decisiva para eliminar políticamente a Moreno, teniendo presente la permanente línea de conducta de dicho Vocal, siempre coincidente y servicial con las directivas y orientaciones inglesas.

La conferencia del 18 de diciembre En reunión plenaria de sus miembros-excepto Belgrano y Castelli, al frente de los ejércitos enviados al Paraguay y el Alto Perú, respectivamente- y de los diputados de las ciudades del interior-en total nueve, porque faltaron los de Swt Luis, San Juan y La Rioja-la Junta Provisional Gubernativa decidió, por el voto mayoritario de los participantes, que los mencionados diputados del interior se integraran al cuerpo. Moreno-contra cuyas orientaciones iba dirieida la moción triunfante- luego de objetarla por entender, entre otros argumentos, que los diputados debían reunirse en Congreso General y no integrar el Ejecutivo revolucionario, manifestó que "decidida la pluralidad y sentado el concepto de un riesgo inminente contra la tranquilidad pública si no se acepta esta medida, debía conformarse con ella". El único que mantuvo, sin transigen-

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cia alguna, su voto contrario, fue el Secretario de Hacienda, Dr. Juan José Paso. Surge así el cuerpo que la historiografía tradicional ha denominado la "Junta Grande—. Moreno presentó renuncia de su cargo de Secretario de Gobierno, que no le fue aceptada y en el que permaneció hasta el 25 de enero de 1811, fecha de su partida en misión diplomática ante las Cortes del Brasil y de Inglaterra, falleciendo en el vi:ye, frente a la bahía de Río de Janeiro, el 4 de marzo.

Las "juntas Principales y Subordinadas" La presencia y la acción de los diputados provincianos en el gobierno revolucionario, tiene su primera expresión institucional en el "Reglamento de Juntas Principales y Subordinadas para el Gobierno y Administración de las Provincias", del 10 de febrero de 1811. En el origen de este Reglaunento propiciado por el Cabildo de Córdoba y redactado por el diputado cordobés, el Deán Dr. Gregorio Fumes-se enfrentan dos conceptos esenciales: por una parte. el hispánico tradicional de la Nación, a partir de la "soberanía particular de los pueblos" -cornunas vecinales- corto fundamento del Estado, resultante de la coordinación de las voluntades de carta comuna, en un pacto tácito y recíproco; y por el otro, el racionalista-de origen francés-introducido por los Borbones y consagrado en la Instnrcción de Intendencias de 1782 para el virreinato del Plata, que ordena el Estado en tina gradación jerárquica descendente de autoridades, a partir de la autoridad .suprema, desde el gobierno central al provisional .y al local. Producida la caída del réginten virreinal, los pueblos creyeron llegada la hora de reasiunir la soberanía particular, propia y originaria de cada uno, a jálta de autoridad legítima que representara la Nación, ausente y prisionero de Napoleón, Fernando VII. Pero el patriciado porteño rnantuvo en todos sus térrnino.s el cuadro político y adrnini.stralivo de las Intendencias, manteniendo, además. la "capúalidad" de Buenos Aires .v abrogándose de rnás en rnás, el carácter de "gobierno supre.ino >'. De ahí la reacción provincialista carta ve< más unánime contra su gestión, que el 18 de diciembre procuró abrirse cantina con el marco institucional. Sin enihargo, corito veremos, tales aspiraciones no hallarían la consagración plena anhelada, en el Reglamento del 10 de febrero de 1811.

En la capital de cada Provincia se fonnaría una Junta Principal, integrada por el Gobernador-Intendente, designado por el gobierno central y que la presidiría, y cuatro vocales electos por el vecindario. En cada ciudad o villa de las que tenían derecho a enviar diputados, se instalaría una Junta Subordinada,

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compuesta de tres miembros: el Comtuidinite de Annas, designado por Buenos Aires que la presidiría y dos vocales, electos por el vecindario. La elección de los vocales se practicará Por los vecinos españoles -es decir, blancos europeos), americanos-en cada "cuartel" o barrio de la ciudad o villa respectiva, convocadospor losAlcaldes de Barrio, que eltgrrían un "elector"; los electores. a su vez, reunirlos en la .Sala del Cabildo del lugar procederían a elegir los rnienibros vocales de la Junta que correspondiere. GI régimen duraría hasta que el Congreso General esuibleciera la orgnuiizrición definitiva de las PTovincias del Plata. Lasprovincias eran todavía, en 1811. las establecidas en la lnstrncción de 1782, a saber: BnenosAires, que comprendía el territorio ale la aclual provincia de este nombre y las tenencias de gobierno de Santa Fe 1' Corrientes, las Comandancias militares ate mire Ríos y Misiones i, la cainpaña oriental, fuera de la jurisdicción del gobierno de Montevideo; Córdoba con el territorio de su actual jnrid'dr cción, Mendoza, San Juan, ,San Iais v La Rioja: .Salta del Incumán, que integraban la actual provincia de este nombre, Tncranán, .htjuy, .Santiago del Estero v Catamarca; el Paraguay; las cuatro del Alto Perú: Charcas o La Plata; Potosí: Cochabatnba),LaPa,^; vlosgobiernossubordinadosdeMojosy Chiquitos. Corno puede apreciarse, el Regliunento consagra una solución tritnsaccional entre el centralismo porteño y el afán de liegetnonía de los patriciados locales de ]lis ciudades cabezas de provincia: por un lado, obteníiun la coparticipación del ~_,obicnio de la Provincia con el Gobentador designado por Buenos Aires y por el otro Indo, in:uiteními bajo su mando las ciudades y villas subalternas. Pero, poco a poco, comenzaron a llegar ala Juntut Grwide las "represcnuic'iones' de Iris ciudades y villas, tnmitenidas en condición de subordinadas a Iris respectivas capitales de provincia, frustradas en sus esperanzas de gobierno propio y autiínoino. Mendoza pltwterufa el establecimiento de una Provincia-Intendencia coi] las jurisdicciones de las tres ciudades-Mendoza, San Juan y San Luis--- separíuidolas de Córdoba y bitio su capitalidad; Jujuy, la separación de Salta y que se le permitiera tener su Constitución propia, gobertiátidose por un "pretor" y el Cabildo y que se aboliera el régimen de Intendencias, reetnplaz`udolo por una conlcderación donde cada ciudad "jure runisutd y mutua cooperación coi] las demás del reino'. La "Íuntu Grrundé' no hizo lugar alas objeciones de los pueblos, sin dar arg wncutos para el rechazo que quedó en redactar Deán Fwnes, pero que nunca Hizo. Gtn carta particular a su lienmwo Anibrosio, sin etnbrugo, expresaría que lit iniciativa federalista de los jujetios era un "pensmniento bárbaro—.

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Otros aspectos institucionales El 20 de abril de 1811 se dictó el decreto sobre Libertad de Imprenta, aboliéndose los juzgados de prensa con censura previa a la publicación y se les reemplazaba por "Juntas de censura', integradas por laicos y eclesiásticos, encargados de secuestrar los libelos difamatorios o calumniosos, previo unjuicio para oír los descargos de los responsables, "después de la publicación". Fra una copia textual del similar aprobado por las Cortes Generales v Extraordinarias del Reino, reunidas en Cádiz, el 10 de noviembre de 1810. 1 ct necesidad de no aparecer menos "liberal" que las instituciones peninsulares de la repudiada Regencia obligaba a repetir la obra de ésta, sin mencionar la fuente, desde luego, v sin importar .si en el Plata había imprenta, que no las había fuera de la oficial! El 21 de junio se dictó el "Reglamento provisorio para los recursos de segunda suplicación, injusticia notoria, queja, nulidad y otros extraordinarios" que, antes de la ruptura del orden virreinal, eran material del Consejo de Indias y que ahora serían de competencia de la Junta Grande, que formaría de su seno una "sala de j usticia' de cinco miembros para su consideración. Se repetía tatnbién el modelo de las Cortes de Cádiz, que estando el Consejo de Indias bajo control de los franceses, había creado una comisión a manera de tribunal especial. El 1° de setiembre se declaró abolido el tributo a la Corona de los indígenas, que había sustituido al trabajo obligatorio, para los naturales de las reducciones del Alto Perú. Pero el decreto no tendría aplicación, ya que para esa fecha el Alto Perú había sido dominado por las fuerzas "regentistas" apoyadas por el Virrey de Lima, después de la derrota del ejército de Castelli en Huaquí (20 de junio de 1811).

La oposición a la Junta Grande La "gente principal" porteña siempre había sentido desprecio por los provincianos, pese a las frases laudatorias para los "diputados del interior" que había manifestado, el 29 de diciembre de 1810, el Cabildo próximo a cesar. Esta repulsa le era particularmente dolorosa al Deán Funes y de ahí su afán por atraerse las simpatías del "Club" de los jóvenes "inorenistas" del Café de Marcó y de los jefes y oficiales del Regimiento de la Estrella, que comandaban domingo French y Antonio Luis Berruti, como jefe y segundo jefe, respectivamente. Por lo demás, Saavedra, que contaba con el apoyo de la mayor parte de los regimientos que se mantenían en Buenos Aires -con excepción del "de la

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Estrella'- y la casi totalidad del pueblo, después del 18 de diciembre de 1810 se había dejado conducir por Funes, hombre de talento pero que no era revolucionario. De ahí que sin comprender nada de los acontecimientos, se sintiera profundamente afectado por la resistencia que, ya en enero de 1811, se formalizó contra él, antes de que partiera Moreno para su misión diplomática, interpretada por el "Club", el regimiento de French y los miembros del Cabildo, instrumentados por la logia masónica que dirigía el Dr. Julián Alvarez, en una común reacción contra los provincianos.

La 'facción"porteñista--encabezada por los del "Club "-promovióreunione.s el 23 de enero de 1811, víspera de la partida del ,Secretario y de la elección de su reemplazante, donde .se habló de Moreno corno "el único sabio y el mejor ciudadano ". Pero el 25, se reunió la Junta para proveer la suplencia delSecretario de Gobierno en misión diplomática: Funes aceptó la tesis de los porteñislas de que la fácultad de llenar las vacantes correspondía exclusivamente a los miembros de la antigua Junta de Mayo. Votaron Saavedra, Azcuénaga, Larrea, Matheu y Paso, en ausencia de Alberti, enfermo, y de Belgrano y Castelli, en comisión al frente de los ejércitos del Paraguay y del Alto Perú. Fue electo, porunanimidad, Hipólito Vieytes, de notoria vinculación con el grupo porleñista. Poco después, enfebrero, al producirse elfallecimiento deAlberti, el Cabildo tornó injerencia en el problema, dirigiéndose a la Junta para que se proveve.se la vacante y se nombrara reemplazantes a los ausentes Belgrano y Castelli. La oposición de algunos regidores, redujo el petitorio a la provisión de la vacante de Alberti. French puso sobre las armas a su regimiento y marchó a la Fortaleza a presenciar la elección; si demoraban en salir, el regimiento debía fórinar en la Plaza al grito de "¡Viva nuestro coronel French, nuestro sabio y mejor ciudadano Moreno y la Libertad!". El elegido fue, naturalmente, porteñi.sta: Nicolás Rodríguez Peña.

Contemporáneamente con estos acontecimientos, el grupo de civiles pertenecientes al Club del Café de Marcó -entre ellos todos los estudiantes del Colegio de San Carlos, hijos de las familias de la "gente principal y decenté' de la ciudad-empezaron a distinguirse por una divisa blanca y celeste en el ojal del frac o anida al sombrero, a la manera de la "tricolor" de los revolucionarios. franceses. Todos acabaron detenidos y conducidos a la Fortaleza. El memorialista Ignacio Núñez -que estaba entre ellos-narra cómo fueron interrogados y después puestos en libertad por orden de Azcuénaga que les pidió "orden y compostura'.

Julián Alvarez, dirigente de la masonería anglófila e integrante; entre los mayores, del Club, concibió entonces la idea de transformarlo en una entidad aparentemente literario pero la real naturaleza política, con el objeto de "re-

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anünar el e.ipíriln arnortignado de la Revolución v extenderlo ilustrando a los he» nbre.s .sobre .sus verdaderos intereses". Ya tenían escarapela y una "inarsellesa ", en la "Marcha Patriótica" atribuida a Esteban de Luca. La noche del 21 de marzo de 1811, de angustia por la posible invasión de lasjiierzas' "regenlislas" (le Francisco Javier de Ello -instalado en Montevideo conw Virrey del Plata por designación de la Regencia peninsular v que había declarado la „uerru a la Junta el 12 de jébrero-N, la resolución (le la Junta Grande del dio anterior; de conjifinar a los españoles solteros, sejiindó la llamada "Sociedad Pairiólica y Literaria ". Cerca de irescienlas personas, "entre eclesidsfico.s, abogados, coniereianles, artesanos, algunos inililares y no pocos de los que podían llamarse ociosos de la Revolución", dice Núñe, se reunieron en el Cejé de Marcó. Lct reunión fue aghalla e irregular, porque la concurrencia inuy inquieta se subdividió "en círculos inds o menos numerosos" y no se oían las arengas de los iniciadores. No obstante, se dio por fondada la entidad, que pronto pasó a reunirse en su local propio de la calle de la Catedral (San Martín) entre la de la Merced (Cangallo) )Y la de la Piedad(Bartolomé Mitre).

Elttreutnto, lit Junta había convocado el 20 de marzo "a todos los habitantes entre los 18 y 25 tusos" a empuñar las armas en defensa de la Patria, frente a los rumores de la invasión de Ello. Y al día siguiente-21-ordenaba la internación a Córdoba de cuatrocientos españoles europeos solteros, con lit sola excepción de los muy ancianos o impedidos. El día 23 el Cabildo se interesó por la anulación de lit medida. A la noche se reunió la "Sociedad Patriótica" y Julián Alvarez leyó un discurso sobre conciliación de españoles europeos y americanos "que abrirá el camino que nos conduce ala intnortulidad": habló de la generosidad que consistía en "hacerlos entrar [a los españoles europeos] por los senderos de la razón y de su propio bien'. No eran precisamente las ideas de Moreno -ctnnenul acertadamente José María Ros
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Los sucesos del 5 y fide abril "A las once de la noche del sábado 5 de abril -dice el bistoriador Rosase sabe que grupos de quinteros y arrabaleros, casi todos con su caballo, se juntan en diversos lugares de la periferia de la ciudad: el más umneroso al oeste en los corrales de Miserere, pero hay otros en los pagos de Palenno y inahnderos de¡ :dio (le Sam'lilnno. En silencio iban rumbo a la Plaza de hl Victoria, cuyo :tubito llenan a tneditmoclte ante el Jesconcierto de los jóvenes de la Sociedad Patriótica-que ven materializado 'al pueblo' que invocaban- y el tetnor de los vecinos principales contra ti¡ 'chusma' de las orillas'.

"Era ima calase hoy desaparecida, fiel al pafriofisino local v rebelde a la 'ari.ítnc ruciu' qae la dominaba -dice Vicente Fidel LrípeZ-. Los 'orilleros' tenían caballo, hogar t' medios propios de subsistencia en las orillase barrios emhrinnarios de la ciudad, unidos por espíritu de cuerpo a .su medio soo ial v poco sirfipálicos a las clases dirigentes cavas casas ocupaban las calles del urbano centró ". 1:1 propósito que los movilizaba era sustituir la Junta por el gobierno -únie de Saavedra, que inantenía aún su prestigio en la inasa popular: sus dirigen0 (es cr:m los Alcaldes de barrio de la periferia, sobre todo Tomás Grigera, Alcalde "Je las Quintas'. y el doctorJoaquín Camtptua. abogado de prestigio en las orillas. Tomás Grig era era un vecino ajlncado que ejerciú en .sus pagos, según Vicente Fidel López, "una especie ole patriarcado bondadoso v responsable ". Lo descr¡he con "la figura característica ale los hombres de las orillas: alto v rlelr;arlo, de cabellos v barbas negras, ale ojos benignos pero retraídos entre (los cejas hasfanle poblarlas. Sus modos de hablar v sa.s conceptos, siempre gravesv.seniencinsos, revelaban el hábito que había contraído de resolverlas confienrlas de. sus convecinos con máxima de rnoi'al v buena lee .según las entendrá". El Di: Joaquín Campana había esutdiado derecho v recibirlo el tíuilo en la Universidad de Chile. Era nacido en Montevideo en I7 X3 v había españolizado el apellido irlandés de su padre, Canipbell. Plegarlo a la Revolución de Mayo, no compartía el desprecio hacia el pueblo de los rniembros del "Chib".

Los capitulares alamnados acudieron a la Fortaleza a reunirse am los tnietnbros de la Junta, y una vez allí turbas corporaciones resolvieron lltunar a Sala a Grigera paran interrogarle sobre la concentración nocturna de pueblo en la plaza. l~l Alcalde se limitó a inamifestarque "el pueblo tiene que pedir cosas interesantes a la Patrio'. Entretanto, el regúniento de Húsares de Martín Rodríguez se había plegado al nnovitniento, con otros jefes, oficiales y tropa de guarnición

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en la ciudad. Por último, y ante la presión de algunos individuos que penetraron a la Sala exigiendo que se dejara de preguntar a Grigera y que los regidores se reunieran en el Cabildo para oír el petitorio del pueblo, se resolvió que así se procediera. A las tres de la mañana del 6 de abril, se instalaban en la Sala de Acuerdos del Cabildo porteño. Allí recibieron de manos del Dr. Campana un petitorio suscrito por numerosos vecinos, encabezados por los Alcaldes de Barrio. Como el documento solicitaba la aprobación de los jefes militares, se citó a Juan Ramón y Marcos Balcarce, jefes de la "Caballería de la Patria" -antiguos "Blandengues"- Juan Florencio Terrada, de los "Granaderos", Juan Bautista Bustos de los "Arribeños", el ya citado Rodríguez, de los "Húsares" y otros jefes que firmaron el petitorio. Entonces el Cabildo, en silencio, lo aprobó y nombró una Comisión para presentarlo ante la Junta Grande.

Las principales cláusulas del petitorio eran: 1°) Saavedra tendría en toda su plenitud el mando político y militar, por ser "el depósito del Poder Ejecutivo en muchas personas inconveniente-; 2°) Los españoles europeos de cualquier clase y condición serían expulsados, siempre "que no acreditasen de manera fehaciente su lealtad al gobierno"; 3°) En lo sucesivo no se nombrarían Presidentes de Juntas Provinciales a quienes no fuesen vecinos de la respectiva Provincia; 4°) Se enjuiciaría a Belgrano ---en esos momentos al frente del Ejército sobre la Banda Oriental-por cargos contra su expedición al Paraguay; 5°) Se formaría un "Tribunal de Seguridad Pública" encargado de "velar contra los adversarios del sistema político'; 6°) Los Alcaldes de barrio deberían contar con los elementos necesarios para "el arreglo de sus cuarteles, especialmente el de quintas". Saavedra se negó a aceptar la responsabilidad del mando único y manifestó que renunciarla a toda función, incluso al grado de Brigadier General que se le había otorgado; en consecuencia, los peticionantes aceptaron el mantenimiento de la Junta Grande, pero con la sustitución de Vieytes, Azcuénaga, Larrea y Rodríguez Peña --de la facción porteñista-por Francisco Chiclana (que estaba ausente y no aceptaría), Atanasio Gutiérrez, español europeo de vieja residencia, de conocida adhesión al "juntismo". Juan Alagón, vecino de arraigo y el Dr. Joaquín Campana, intérprete del movimiento "orillero". En lo sucesivo, no se nombraría vocales ni se haría variación en la forma de gobierno "sin que ocurra con voto expreso del pueblo"; el Regimiento de la Estrella sería disuelto y confinados French, Berruti, Posadas, Donado y los cuatro vocales separados; se dejarían sin efecto los despachos de Brigadieres Generales extendidos desde el 25 de mayo, salvo los de Saavedra, Antonio González de Balcarce y Francisco del Rivero, héroe del pronunciamiento popular de Cochabamba, en el Alto Perú, por la "causa americana".

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Todo se acató y se puso en cumplimiento inmediato, bajo la enérgica impulsión del Dr. Campana, que asumió la secretaría de Gobierno de la Junta. Únicamente se modificó la solicitada expulsión de los europeos, por un impuesto proporcional a sus fortunas o rentas, quedando encargado el Alcalde Grigera de informar sobre todo aquel que fuera de "lealtad sospechosa". El 9 de agosto concluía el proceso a Belgrano, con un fallo que consignaba que el ilustre patriota se había "conducido con un valor, celo y constancia dignos del reconocimiento de la patria—. El gobierno de la "Junta Grande' parecía, al fin, consolidado. Pero las consecuencias de la derrota del ejército del Alto Perú, en Huaquí o Desaguadero (20 de junio) y las derivadas de la compleja situación en la Banda Oriental, sobre Montevideo, promoverían una nueva reacción del "porteñismo" que, en setiembre de 1811, culminaría con un nuevo cambio institucional y de hombres en la dirección política de la Revolución.

EL "PRIMER TRIUNVIRATO" La crisis de setiembre de 1811 Ya en los primeros días de agosto de 1811 se conocerían en la capital, casi sitnultáneamente, la invasión portuguesa de Diego de Souza a la Banda Oriental en apoyo de Ello y la derrota de Huaquí. La Junta dispuso el cese de Castelli y González de Balcarce en la jefatura del ejército del Alto Péru, designado para sustituirlos a Saavedra y al diputado tucumano Manuel Molina; Funes, José Julián Pérez y Juan José Paso se embarcaron para Montevideo para negociar con Ello un armisticio. Quedaron en la vicepresidencia, en ejercicio de la Junta, Domingo Matheu, yen la Comandancia de Armas, Francisco Ortiz de Ocampo. Durante el decisivo mes de setiembre, el cuerpo queda privado de sus mejores hombres, bajo la orientación siempre decisiva y enérgica del Dr. Campana, centro ahora de todos los odios del "porteñismo".

"La oposición aprovechada se alza prepotente con humos de arrogancia" -dice el historiador argentino Juan Cnmer. "Han vuelto a aparecer las cucardas azules v blancas, el café ha recobrado nueva animación. Junto a la juventud ilustrada aparecen también los Sosa y los García, al lado de Francisco Paso (pertenecientes a un sector de los suburbios). Son varios los elementos que juegan la partida de las conveniencias políticas".

Los acontecimientos se precipitan en pocos días. El 13 fue presentada al Cabildo una "petición del pueblo", suscrita por dieciocho vecinos de las "principales familias" de la ciudad, en la que, fundándose en la peligrosa situación

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exterior. se entendía indispensable un Congreso general de vecinos "donde los sabios y ancianos de todas las clases de este gran pueblo, traten de restablecer por todos los medios posibles los únicos resortes que puedan poner en movimiento al espíritu público que hoy con unto dolor vemos paralizado'. La Junta, por intennedio del Dr. Caunpatna, increpó al Cabildo y negó la autorización para lit reunión solicitada. El 16. otra petición -esta vez acompañada por un calificado núcleo de importantes vecinos- solicita al Cabildo nada menos que la destitución y prisión del Dr. C
La instalución del "Primer "Triunvirato" En lit noche del 22 al 23 de setiembre de 1811, se entablaron tratativas entre lit desarticulada Junta y los ¡eles de la oposición portenista, decidiéndose l
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El mismo día los miembros del Poder Ejecutivo tomaron posesión de sus cargos, esuusdo presentes únicaunente Manuel de S;uratea y Feliciamo Antonio Clúclana, hallándose aún el Dr. Juan José Paso en la Banda Oriental. De inmediato designaron los tres secretarios: José Julian Pérez, de Gobierno; Vicente López, de Hacienda; y Bernardino Rivadavia, de Guerra, el verdadero "hombre fuerte' del momento y que poco a poco habría de convertirse en el conductor del nuevo gobienio.

Rivadavia es en la historia de los pueblos del Plata, ano de los hombres más negativos para el desarrollo independiente de los destinos nacionales v populares, Mariano Moreno va había dicho de él que ".sostiene ¡in estudio abierto sin ser abogado; va usurpa el aire de los sabios, .sin haber frecuentado sus amas; unas veces aparece de regidor que ha de durar pocos momentos; otras veces .se presenta cotizo ¡in comerciante acaudalado, de vastas negociaciones, que no entiende ni tiene fondos suficientes para .sostener: v todos estos papeles son triste ejécto de la tenacidad con que afecta ser grande en todas las carreras, cuando en ninguna de ellas ha dado hasta ahora el primer paso ". Y el Libenador San Martín, le expresaba a O'Higgin.r, en carta del 120de octubre de 1827, al tornar conocimiento de la renuncia de Rivadavia a la absurda "Presidencia de laRepríblica"unilariade1826: "Yo he despreciado tanto.su.sgroseras inipo.staras, corno su innoble persona". Las personalidades extranjeras que lo conocieron, también recibieron una impresión lamentable de este triste personaje: el canónigo Maslai perrali futuro Pío IX-que lo trató en Buenos Aires, en 1823, corno integrante ele la misión pontificia de monseñor Muzzi, .se asondrró v divirtió con la que llamó, su "nauseabunda soherana pro.sopopeya": LordPonsonbv.letonióporellado hnrnorí.slico en 1827, diciendo de él: "E's'te presidente sudamericano que tiene figura de Sancho Panza, pero ni la mitad del juicio de nuestro viejo amigo Sancho "; 1' Jorge Canning, el sagaz político inglés, diría al cónsul británico en Buenos Aires, Parish, que habiendo conocido a Rivadavia en Londres, en su estadía entre 1824 t' 1825, advirtiera discretanienle al gobernador Las Heras, "lo inconveniente que resalta para el prestigio de ese gobierno poner sus as'unto.s en manos de una persona semejante ". "Rivadavia llegó a ser la figura r'epres'entativa de la clase vecinal porteña", dice rnnv bien el historiador José María Rosa. "Además de una energía avasalladora, cirro solo parangón puede encontrarse en Moreno v Rosas, tenía el prestigio de un talento enciclopédico que le valió el renombre de 'Padre de las Lnce.s'entre .sus contemporáneos, aunque nunca escribió ¡in libro, dictó rala cátedra ni redactó un artículo de periódico; v sus discursos, cartas particulares v decretos de gobierno revelan hinchazón de estilo .v desorden de conocirnienio.s generales. Pero era hombre de gran vanidad que .se irasttntaba en sus inenores,yestos, ademanes), palabras v atinó a imponer a .sus conternporáneo.ssu altístino concepto de sí rnlsrno".

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El "Reglamento Provisorio" El 22 de octubre la "Junta Conservadora" sancionó -en texto de evidente redacción del Deán Funes-el "Reglamento orgánico", conocido tradicionalmente como "Reglamento provisorio". El Reglamento está dividido en tres Secciones una para cada uno de los tres poderes de la concepción de Montesquieu: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. El Legislativo recae en la "Junta Conservadora", constituida por la reunión de los diputados de las que, por primera vez en un documento legislativo, son denominadas "Provincias Unidas del Río de la Plata". Se la declara "Conservadora de la soberanía de Fernando V11 y de las Leyes, con el derecho de resistir aquéllas que se opongan a la libertad de los pueblos; la declaración de guerra, la paz, la tregua, tratados de límites, de comercio, nuevos impuestos, creación de tribunales o empleos y el nombramiento de individuos del Poder Ejecutivo, en caso de muerte o renuncia de los que lo componen, son asuntos de su privativo resorte, precediendo el informe o consulta del Poder Ejecutivo". Se confería el tratamiento de "Alteza", concediendo solamente el de "Excelencia" al Ejecutivo; declaraba la inviolabilidad de sus diputados con de que, en caso de delitos, sus miembros serían juzgados expresa reserva una comisión interior, nombrada por la propia Junta. El Poder Ejecutivo tiene a su cargo la defensa del Estada; la organización de los ejércitos; el sosiego público; la libertad civil, la recaudación e inversión de los fondos del Estado; el cumplimiento de las leyes y la seguridad, en sus personas y bienes, de todos los súbditos; el nombramiento de los empleos militares y civiles, la supresión de los inútiles y las reformas en el sistema administrativo convenientes a la utilidad común. Queda además encargado de la celebración del Congreso General de los diputadas de las Provincias, a la mayor brevedad posible "y en los términos que permita el estado de las circunstancias ". El Ejecutivo nombraría sus secretarios, juzgando su conducta política. Se le prohibe interferir en la labor del Poder Judicial, no pudiendo conocer en causa alguna ni mantener arrestado a ningún individuo más de cuarenta y ocho horas sin someterlo a juez competente. Finalmente se establece la responsabilidad del Ejecutivo ante la Junta Conservadora y se limita a un año la duración del mandato de sus miembros. Por último, se declara independiente al PoderJudicial, debiendo éste ajustar sus resoluciones a las leyes generales, las municipales y bandos de buen gobierno.

La reacción porteñista El Triunvirato pasó el "Reglamento" en consulta al Cabildo, desoyendo protesta de la "Junta Conservadora"; el Cabildo, a su vez, convocó a "los dipu-

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tados del pueblo" -los dieciséis elegidos en Buenos Aires el 19 de setiembre- y éstos el 30 de octubre dictaminaron, aconsejando "tener por nulo e insubsistente" el Reglamento, pues los diputados "de los Pueblos" (la Junta) sólo tenían la representación "para la que fueran elegidos", que era "formar en su oportunidad el Congreso General". Y como la Junta Conservadora había reaccionado el mismo día suspendiendo en sus funciones al "Poder Ejecutivo", se limitaron a consignar "la impresión que le hace la noticia"... El 7 de noviembre, el Triunvirato, considerando que "la tolerancia de la capital, y la que ella por su influjo consiguió de los demás pueblos, fue el único título que autorizó a los dichos diputados para gobernar hasta el momento... que decidió el pueblo de la Capital a reclamar la reintegración de sus derechos transigidos... declara a los diputados sin más carácter que el de apoderados de sus respectivos pueblos, y tiene por "nula y disuelta la Corporación de la Junta Conservadora que jamás ha existido", sin ni siquiera mencionar el "Reglamento". Y para evitar en adelante equívocos, la misma resolución suprimía "las voces distintivas de Legislativo y Ejecutivo dándose el único título de "El Gobierno Superior Provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII". Los secretarios Pérez y López presentaron renuncia de sus cargos el día 16; y entonces el Triunvirato, entendiendo que dos secretarías eran suficientes, designó a Rivadavia en la de Gobierno y Relaciones Exteriores y al montevideano Dr. Nicolás Herrera, en la de Guerra y Hacienda.

El "Estatuto Provisional" El 22 de noviembre y en sustitución del ignorado "Reglamento orgánico", el Triunvirato -o mejor dicho su poderoso Secretario de Gobierno- sancionaría el "Estatuto Provicional del Gobierno Superior de las Provincias Unidas del Río de la Plata a nombre de Fernando VII". Era un breve texto de nueve artículos que ponía todos los poderes en manos del "Gobierno Superior". Los triunviratos durarían arto y medio en susfunciorzes, renovándose uno cada seis meses y presidiría el cuerpo el menos antiguo. Los designaría una "Asamblea General" formada por el Cabildo de Buenos Aires, un representante por cada pueblo, y "un número considerable de ciudadanos elegidos por el vecindario de esta ciudad capital según el orden, forma y modo que prescribirá el gobierno en un reglamento que se publicará a la brevedad posible ", Los triunviros, que serían reemplazados en caso de ausencia por el Secretario de Gobierno, tendrían todo el poder, tanto ejecutivo como legislativo, menos en los "grandes asuntos de Estado que por su naturaleza tengan un influjo directo sobre la libetrad y existencia de las Provincias Unidas", en los

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cuales deberían tornar "acuerdo expreso" de la Asarnblea. Los Secrelarios.serían inarnovibles. Los asuntos judiciales corresponderían a los tribunales, pero en los recursos de segundasuplicación intervendría el Triunvirato asociado "a dos ciudadanos ale probidad v luces". El Triunvirato duraría hasta el "Congreso General de las Provincias Unidas", ante quien .serían responsables los triunviros y secretarios. .Si en año v Medio no se hubía reunido éste, responderían ante la Asamblea General.

I ,a "Astunblea General" fue re.I:unentada el 19 de febrero de 1812. La foran:uí:m los iniernbros del Cabildo, los apoderados de las ciudades -una vez que el Cabildo porteño hubiera aprobado sus actas- y cien vecinos de Buenos Aires. No era un cuerpo penn:mente: sólo se reuniría cada seis meses para ele.gir el triunviro reetnplaz:mte del que debía cesar y entender en "los gnmdes:4suntos" que el Cobiento Superior quisiera someterle; no podría sesionar "Inás de ocho día;', salvo que el Triunvirato quisiera prorrogar sus sesiones. Tanto los vecinos como los apoderados de los pueblos debían renovarse en cada reunión semestral.

La gestión del triunvirato Al día si-_uiente de promulgado el "Fstatuto', el t1un:mte -'Cnsbierno Superior smtciontí dos reglmnentos mías: sobre libertad de imprenta y sobre seguridad individual. El primero modificaba el sancionado el 20 de abril ale 1811 a inspiración del Deán Funes, reiterando la rnavoría de sus principios y ".unta protectora de la libertad de Imprenta" ale nueve miembros que utendertún las denuncias .v si hallaba delito en el impreso denunciado debía sorneler al autor a la jrt.sticia ordinaria. El fallo era apelable ante olrosnueve ciudadanos, cuya decisión era definitiva. El acusado. sería absuelto si obtenía un tercio de votos a .su favor El .segundo, en .sus principales disposiciones, establecía que nadie podía ser penado ni expatriado .sin previo proceso; nadie .sería arrestado sin "indicios vehementes o ,serniplena prueba de crimen ", debiendo ser.sometido a juez dentro de los tres días del arresto; la casa de un ciudadano se declara "sagrado inviolable ", debiendo mediar orden escrita del juez para .su allanamiento; todo individuo tendría libertad para permanecer o abandonar el territorio del Estado v todos los habitantes estarían protegidos en .sus derechos por el gobierno; jinalrnente el reglamento establece que "sólo en el remoto v exlraordinurfo caso ¿le comprometerse la tranqnilidatl pública o la .seguridad ale la patria, podrá este gobierno suspender este Decreto, mientras dure la necesidad,

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dando cuenta inmediatamente a laAsamblea General, con justificación de los motivos v quedando responsable en todo el tiempo de esta medida ". Ambos textos responden en forma casi literal a .sus modelos emitidos por las Cortes de Cádiz y sus contemporáneos venezolanos, constituyendo la priuteraJórmula de .sucesivos cuerpos legales que desde entonces se repetirían en el Río de la Plata. Constituyen una expresión más del culto al racionalisrno legalista propio del liberalismo romántico, pero que, en los hechos, no superahan, en cuanto a efectiva vigencia de las garantías de la persona, las añejas normas del Derecho indiano. Por lo demás, todas y cada una de sus normas Jueron desconocidas y atropelladas por los dirigentes del patriciado oligárquico que las redactó, toda vez que así convino a sus intereses n a su cálculo político.

El Estatuto y sus reglamentos anexos fueron aprobados por el Cabildo de Buenos Aires y jurados en esta ciudad y en las del interior con exaltadas expresiones de congratulación. Otro aspecto de la gestión del gobierno fue la reforma militar. Se creaba el Estado Mayor General, para cuya jefatura fue designado el Coronel Francisco Javier de Viruta, y se instituían Comisarios de Guerra, encargados de atender el abastecimiento y pago de haberes de los cuerpos militares; se refundían los cuatro regimientos bonaerenses en dos, distinguidos con los números 1 y 2, respectivamente, que se denorninavíwt, "indistintamente"' de —Patricios—; y aludiéndose a la "imposibilidad" de Saavedra, se designó para el cotntutdo del número 1, a Belgrano y pava el número 2 a Ortiz de Ocwnpo.

Saavedra se hallaba en Salta, destituido de todo cargo público y .sin recibir respuesta a .sus reiteradas reclamaciones. El prestigioso jefe era temido por Rivadavia por su injhtencia en los vecindarios del interior y en la propia oficialidad y• tropa del cuerpo de Patricios que él fundara; v de ahí la internación dispuesta y la reorganización de los regimientos mencionados. La reibrma militar y la disposición que obligaba a suprimir una larga trena que acoslmmbraban a usar los oficiales y tropa, determinaron en la noche del 6 de diciembre de 1811 la .sublevación de lossubojiciales y tropa pertenecientes al printitivo regimiento de Patricios. El amotinamiento jte dominado después de .sangrienta lucha, siendo ajusticiado tan grupo de los .sublevados. Rivadavia atribuyó la responsabilidad del rnotín a los diputados provincianos de la disuelta Junta Grande residentes en la ciudad y dispuso el 16 de diciembre su ".salida dentro de las veinticuatro horas para .sus respectivas provincias". Funesfue detenido bajofuerte custodia, Jó»rtándosele causa que. se prolongó largamente.

En enero de 1812 y completando el proceso de centralización en que se hallaba empeñado, Rivadavia impulsó la disolución de las Juntas Provinciales y Subalternas designando gobernadores-intendentes de Provincias y tenientesgssbernadures; de acuerdo con la Instrucción de Intendencias de 1782, con ¡ige-

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ras variantes. También se creó el Gobierno-Intendencia de la Provincia de Buenos Aires. El "Reglamento de Institución y Administración de Justicia" fue sancionado el 23 de enero de 1812. Sus cincuenta y seis artículos poco nuevo establecen: se limitan a cambiar nombres, fijar el horario y traje de los jueces. Se sustituye la "Real Audiencia' por la "Cámara de Apelaciones" compuesta de tres letrados y dos "vecinos sin esta calidad, todos empefiados en sostener la libertad de la patria'. La novedad era que se suprimía su amovilidad, designándolos en adelante por dos años "que podrán continuar si el gobierno lo creyese necesario'. Otra novedad eran los llamados "Tribunales de Concordia", integrados en cada ciudad por el síndico procurador y dos regidores, que tratarían de avenir a las partes antes de llegar a pleito. Pese a la sanción del "Reglamento de Justicia", el 2 de abril el gobierno creaba la "Comisión de Justicia', presidida por el Intendente de Policía, encargada de actuar sin atenerse a fórmulas procesales de ningún orden, en la vigihmciade las "orillas'...

La comisión procedería " de buena fe y sin más propósito que .servir a la patria.., a escarmentara los delincuentes, a los malvados, a los fascinerosos... no se dejar(! arrastrar por principios de humanidad"; podía aplicar todos los correctivos: desde ahorcaren el primer árbol que encontrase, a condenar "por vago" a ".servir a la patria en los ejércitos de línea" a todo quien quisiese, sin inás formalidad que comunicarlo al gobierno. La comisión tuvo un colaborador eficacísirno en el Capitán José de Alcaraz cuyo nombre se perpetuaría en los suburbios como sinónimo del coraje prepotente y de arbitrariedad policíaca. Alcaraz era "quinteto-orillero rico" que se rozaba con las gentes del centro y no se consideraba el igual .sino el enemigo de sus convecinossin vinculaciones ni instrucción. Sin embargo, este personaje que daba latizagos, estaqueaba, jilsilahü, ahorcaba, degollaba o mandaba al regimiento sin remordimientos a los padres de jilttilia que "daban trabajo", no era ¡in malvado sino un fanático que entendía cumplir un deber político y una misión de paz, y regeneración ,social. Su temible carrera duró hasta el advenimiento de los gobiernos populares en 1820.

En materia económica hubo también importantes cambios. El 2 de octubre se declaraba libre de todo derecho la entrada de carbón de piedra-que en gran cantidad traía un buque inglés- en perjuicio del carbón de leña y las tnaderas nacionales; en el tnismo mes se derogaban los "derechos de círculo' establecidos en la Ordenanza de Cisneros parra todos aquellos buques que hubiesen hecho escala en puertos españoles libres de la dominación francesa, que eran, en su inmensa mayoría, ingleses; el 23 de noviembre se pennitió la extracción de moneda metálica en los buques a razón de cincuenta pesos por tripulante y

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pasajero; el 24 de diciembre fueron rebajados una tercera parte de los derechos de círculo "a los géneros y frutos que se despachan por el comercio extranjero—. Por suprimir y rebajar derechos al comercio extranjero el gobierno, falto de recursos, se vio obligado a una rebaja general de los sueldos y pensiones...

Por esta época, empezó a funcionar ta "British Commercial Rooms", entidad que reemplazó al "Committee of Brilish Merehants". La "British Cornrnercial ". también dirigida por el sagaz Alex Mackinnon, gestionaba ante el gobierno la rebaja de las tarifas aduaneras y la concesión de ventajas a los comerciantes ingleses y se ocupaba de fijar los precios de las compras v ventas del comercio exterior, constituyendo un verdadero oligopolio de exportadores. .Si sus cornunicacinnes al gobierno no eran atendidas: solía ocurrir que se presentara a apoyarlas el comandante de la escuadrilla inglesa... En 1812 la crisis econórnica v financiera interna llegó a .ser tan grande que produjo la rebaja general de precios: la British Cornmercial debió rebajar el precio de los géneros introducidos para competir con la producción local en pleno colapso. Como los lienzos de algodón nativo cayeron a 2.75 reales la vara, se fijó el algodón inglés a 1.75; v corno los ponchos de Catamarca valían 7 pesos, los corrjéccionados en Yorkshire .se cobraron a 3... A principios de 1812 la situación de los productores nativos era angustiosa y el Consulado propuso subir los aforos a las importaciones para defender los productos locales, "paralizados y entorpecidos que ni aún son sombras de lo que fueron anteriormente ". "Nada habremos conseguido con romper el monopolio de Cádiz --decía el Consulado- si nos sujetarnos a otro más cruel )' descarado; porque aquél al menos engrosaba aquí la caja de la correspondencia pero los extranjeros todo lo hacen para sí y sólo atesoran para enriquecer a .su país v con tal ruindad que aún hacen ahorro del medio real que daban al aguador porque loan hecho venir barriales, carretillas y quienes las sirven para el abasto de .sus aguas". Pese al drarruítico cuadro de la realidad que presentaha la petición del Consulado, el gobierno nada modificó en su política "liberal "...

El 11 de setiembre de 1812 las angustias financieras obligaron a suprimir la rebaja de una tercera parte en los derechos de círculo y para compensar a los productores, en la misma fecha se dictó una resolución autorizando el pedido de la "British Commercial" y del Comandante de la Estación Naval Británica para permitir a los ingleses consignar directamente sus mercaderías y comprar por su cuenta los productos de exportación, suprúniéndose así la obligación de emplear un consignatario del país que regía desde la Ordenanza de Cisúeros de 1809.

Las rejórrruts de Rivadavia cubrieron, asimísrno, los más diversos aspectos. Su genio, que al decir del historiador Vicente López, "tenía más de poético.v de

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lírico que de administrativo", encontró cauce en la "Gaceta Ministerial" que llenó de decretos, bandos, disposiciones, reglamentos y recomendaciones, refiirinando ejército, clero. inagi.siratura, administración, policía, leves punitivas, aranceles de aduana, valor de la moneda, dando instrucciones a loscoinisario.s de guerra en 32 columnas nutridas, ordenando que los vecinos arreglaran las veredas, cambiando el nombre de las calles-para suprirnir, poseído de "manía" liberal, los nombres de los santos-estableciendo una lotería, dando carta de ciudadanía, de numera especial a residentes ingleses, fomentando la inmigración, fundando un Instituto para enseñar materias tan dispares como "el Derecho Piíhlico, la Economía Política, IaAgricultura, el Dibujo, Lenguas etc., etc.", suprimiendo el estanco de tabacos, para lávorecer la introducción de tabaco inglés, aholiendo la entrada de negros esclavos, ordenando escribir la historia ' jilo.sófica" de la Revolución, fundando ¡in Museo de Historia Natural y rnuchas cosas más. "Muchas de estas refórma.s-en realidad casi indas, expresa el historiador José María Rosa, al que .seguimos en esta enianeración-izo pasaron del papel..poryue no había medios para hacerlas viable.sy las preocupacionesde la hora hicieran que .se postergasen para una época menos difícil que la de enion ces. Pero .sirvieron para aumentar el prestigio del talento enciclopédico de Rivadavia, especialmente entre los contertulios del café de Catalanes, lectores constantes de la "Gaceta Ministerial ". Un decreto obligó a su lectura dominical en las iglesias para instridr a las señoras. Pero, pese a loas con.siderando.N oficiales, la trata de negros siguió como artes, el Instituto no pudo crearse porque no se disponía de fondos para alquilar un local, pagar a loas profesores v adquirir los implementos de enseñanza; el director del Museo de Historia Natural solo pudo .ser puesto en posesión del decreto y no encontró las colecciones que se le ordenaba exhibir. Tampoco vinieron los inmigrantes pese a las enfáticas declaraciones de ".ser la población el principio de la industria .v el fitndarnemo de la felicidad de los Estados".

La Asamblea de Abril de 1812 I_a "Asamblea General", prevista en el "Fslatuto Provisional", se instaló el 4 de abril, saludada con honores militares y repiques de c.unp.ma... La integraban, por BuenosAire.s, treinta y tres diputados v los inienihros del Cabildo; 'Y por las ciudades del interior, monerosos porteños del partido gobernante o provincianos residentes, que en algunos casos, incluso, .susiiniían con diversos pretexio,s a otros elegidos direcianienie por loas Cabildos v vecindario.sde las re.spectivasjitrisdicciones. Entre éstos se comahan Valentín Gónie< v Bruno Francisco de Rivarola, designados por el Triunvirato en repre.sentación de la Banda Oriental, pese a que el territorio de la misma estaba por entonces bajo jurisdicción del "regemisino" montevideano, presidido por el

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Capitán General José Ga.tpar de Vigodet. (!) El ~-,obieriio solicitó "con preferencia ala elección" de sustituto del triunviro Dr. Jutun José Paso, que había cumplido su mandato, que la Asamblea lo invistiera del carácter de "Supremo" sin decir el objeto. Según Fray Cayetarto Rodríguez -en carta a Agustín Molina- era para "la aprobación de la independencia de Caracas y establecer la nuestra'. Pero Ia Asamblea el día 6-por moción de Rivarola-resolvió que a ella le correspondía el carácter de "supretnti ' y la declaración de la independencia, Sin embargo, el día antes había elegido sustituto del Dr. Paso a Juan Martín de Iueyrredón y por hallarse éste ausente, había designado suplente al Dr. José Miguel Díaz Vélez. El gobienno felicitó a ha corporación por la elección de Pueyrredón y sin tomar en cuenta al suplente Díaz Vélez dispuso que ocupara el cargo el secretario Rivadavia. Pero el in ¡sino día 6, en que la Asamblea se declaraba "suprema", el gobierno la disolvió "por ser nula, ilegal y atentatoria a los derechos de los pueblos, contra la autoridad de este Gobiento y contra el Estatuto Constituciottaljurado, reconocido y sancionado por la voluntad de las Provincias Unidas... comprometiendo de mi modo criminal los intereses sagrados de la patrio'. Ordenaba a los asambleístas "que se retiren sin otro carácter que el de simples ciudadanos, so las penas establecidas en el bando del 3 del corriente" (que podían llegar "al último suplicio').

La disolución de la Asamblea .se debía al terrninante veto del ministro inglés en Río. LordStrangford, a una "independencia prematura". El Triunvira= to qnertá jugar ante el embajador inglés la carta de la "independencia" cuando lo considerase oportuno. El Gobiento dio a publicidad un tnmtitiesto, justitictundo sus actitudes y anunciando la convocación de una nueva Asamblea y levantó la suspensión que había hnpuesto al Cabildo de Buenos Aires por haber adherido sus miembros a la declaración de "supremacía" de la Asamblea de abril.

Iniciativa para un Congreso General El desprestigio y la oposición crecían en la opinión bonaerense y de las provincias. Con el propósito, entonces, de dar una satisfacción al público, Rivadavia inspiró una circular a los Cabildos anunciando la próxitna convocación del Congreso General de las Provincias. Por su parte, el Cabildo de Buenos Aires acordó expresar al gobierno que "era indispensable nombrar sin pérdida de instantes una comisión de personas ilustradas y de conocido patriotismo, que se encargue de preparar las tnaterias

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que deben tratarse en el Congreso Nacional y forme al mismo tiempo un proyecto de Constitución digno de someterse a la discusión y examen de los represcrtuurtes de ¡lis Provincias Unidas'. Pocas ciudades eligieron sus diputados a la Asamblea extrordiruuia; se ernpcz:rron a mover los antiguos turunbleístas de abril y las elecciones no salieron a Busto de Rivadavia. Frav Cavetano Rodríguez escribía por entonces a Agustín Molina acerca de la elección riel representarte de Tucurndn: "Procuren por Dios nombrar un apoderado de su Pueblo que tenga cabeza y les haga honor Denle instrucciones conlplela,s e irrjündanle pensamientos liberales para que la mezquindad de ideas no haga bastardear nuestro sistema. Aquí unos tontos (bien que pocos, pero tienen manejo) creen todavía y lo persuaden que los Pueblos interiores deben .ser cupidos de Buenos Aires y que entre ellos no deben niand.ar sino las baYonetas haciendo entrar pordonde quiera la Capilal. Maldito sea este modo de pensar tan contrario a las ideas que .se han desplegado en los papeles ptíblico.s r que han engolosinado a los Pueblos. Nada. Cada Pueblo es ruta parte. Puevredón piensa así por fortuna ".

Recién el 21 de setiembre el gobierno acusaría recibo de las sugestiones del Cabildo de Buenos Aires, acepuutdo que el Alcalde de primer voto representara a dicho cuerpo y que los asambleístas disueltos en abril pudieran formar paute de la pró xirntt Asamblea que se reuniría en octubre.

La conspiración de Alzaga En junio de 1812 se supo que las Cortes Generales y Extraordinarias del Reino habían jurado la tan esperada Constitución de .las- Españas, compuestas por las Provincias de Europa, Africa, América y Asia. Para muchos de la clase principal porteña, sobre todo los comerciarnes que lormab
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por la ciudad. Alzaga no era hombre querido por su carácter adusto y orgulloso e inmensa fortuna. Se ordenó la captura de Alzaga y los demás comprometidos. En un principio aquél consiguió escapar, pero su asociado Francisco Lacar direcuunente acusado por el esclavo Ventura- fue detenido y habiendo confesado "ser verdad lo que había dicho Ventura' fue fusilado la tntuñama del 3 de julio y su cadáver colgado en una horca de lit Plaza de la Victoria para "público escarmiento'. Entre quienes fueron fusilados y ahorcados estuvieron, además de Alza~_a, Fray José de has Antenas, Superior de los Bethletnitas encargados del hospital, sacerdote y filántropo de gran prestigio; el riquísiano comerciante Franciso de Tellecbea-con cuya hija única casaría Pueyrredón ; el coronel Felipe Sentenacli, profesor de la escuela de inaternáticas y héroe de la resistencia alas Invasiones Inglesas y veintinueve inás; el cura Calvo y otros, fueron desterrados.

El verdadero trasfondo de la "conspiración" y de la tremenda represión que desató Rivadavia sobre Alzaga y sis amigos, queda evidenciado por la publicación de documentos reservados norteamericanos e ingleses. .Se traía de que Alzaga había procurado .sobornar al enviado portugués Coronel Juan Rademaker para que éste obtuviera de las autoridadesde Río de Janeiro una contraorden para impedir el retiro de las tropas portuguesas de la Banda Oriental, mediante la entrega de un millón de pesos. También existe evidencia de haber sido .sobornado el propio Conde das Galveas, ministro de Juan VI. Así .surge de las comunicaciones del cónsul norteamericano Miller a .su gobierno, del 16 de julio de 1812 y de Lord Strangford al Foreign Office, de 1814, respectivamente. Rademaker habría informado al gobierno, tanto de la propuesta de soborno de Alzaga como de una comunicación de la princesa Carlota Joaqnina donde constaban los nombres de los conjurados. Puede injérirse -corno lo hace el historiador José María Rosa-que Rivadavia, al saberqne Alzaga corrompía a los portugueses v no pudiendo acusarlo direciainente, habría creado la leyenda del negro Ventura. Así, por un lado, se deseinharazaba de Alzaga v los ricos comerciantes españoles, v por el otro, daba satis/hcción a los exaltados "patriotas liberales" -opositores al gobiernocon un jacobino baño de sangre. Se robustece la conjetura, porque Pneyrredón ~regi¿n el relato dejado por Rivadavia a Florencio Varela-creía en la jtdsedad del complot v habría querido renunciar Por otro lado la inesperada marcha de Rademaker por esos días, que equivale a una fisga, v su caída en desgracia con la Corte portuguesa, robustece la suposición.

La "seinama de sangré' dio al gobierno el apoyo de los radicales de la "Sociedad Patriótico' y de sus periódicos hasta entonces de oposición, e hizo que muchos españoles partidarios de la causa americana, se apresuraran a sacar sus cautas de ciudadanía. Entre ellos, Domingo Matheu, que se había olvidado de hacerlo pese a su vocalía en la Junta de Mayo, y Benito González de Rivadavia.

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padre de Bernardino...

La política exterior Poco después de haberse conocido en Buenos Aires la derrota de Huaquí, se supo que los portugueses habían invadido la Banda Oriental. Al mismo tiempo llegaba un enviado de la princesa Carlota Joaquina, Felipe Comucci, para explicar que "estos dominios no volverían al yugo español aun cuando Femardo VII recuperase su trono'. Contucci tnamilestú a Vedia y Alvarez Thomas comisionados de la Junta Grande-que el gobierno portugués estaba dispuesto a otorgar socorros para la guerra con Ello y a detener el avance de sus tropas en la Batida Oriental, siempre que "Buenos Aires se obligase públicamente a que el Congreso General de las provincias trataría y resolvería los derechos sucesorios de la princesa Carlota—, presmrta "reina del Río de la Plata' corno "legítima heredera de su hermano'. Contucci aseguraba la conformidad inglesa al proyecto. La Junta Grande había rechazado la proposición, contra el parecer del Deán Funes. Hacia fines de agosto, llegaba, a su vez, Manuel de Sarratea, que venía de entrevistarse con Lord SVangford en Río, trayendo la "sugestión" del embajador inglés para que se llegara a un "arreglo' con Elfo... Simultáneamente, la escuadra montevideana bombardeaba la ciudad. Este bombardeo produjo un gran efecto psicológico. Por mayoría de votos la Junta Grande aceptó la sugestión de Strartgford, trasmitida por Sarratea, para tratar con los representantes de Elío. Los delegados tnontevidearros, José Acevedo, Antonio Gartias y Miguel Sierra, fueron alojados en el Fuerte y agasajados con un banquete...

Los montevideanos exigían condiciones ntuy duras: que se abandonara el sitio de Montevideo, retirándose las tropas a Buenos Aires. Elío tendría jurisdicción en toda la Banda Oriental; la Junta reconocería ,ser "parte integrante ", de la rnonarquía española .y elegiría sus diputados a las Cortes de Cadiz. Campana había querido resistir las exorbitancias; pero bajo presión del Cabildo y luego de una reunión con los jefes militares y Sarratea, se aceptaron las condiciones del annisticio, aunque dejando a Elío solamente la jurisdicción de Montevideo "y lo que alcance un tiro de cañón de las murallas". Sin embargo, los representantes de Elfo no retiraron ninguna de sus bases, que finalmente fueron aceptadas como "preliminares", a someterse al criterio del ejército sitiador de Montevideo. Se formó una comisión, acompañada por Sarratea a título de consejero, para convencer a Rondeau y Artigas. El 7 de setiembre los coma-. sionados convinieron con Elío un armisticio mientras discutían con los jefes sitiadores. La fuerte oposición de los orientales a este "arreglo' hizo fracasar la

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negociación, por cuanto Elío se negó a modificar las bases "preliminares", siguiendo las hostilidades. En Buenos Aires los opositores harían propicia la oportunidad para forzar la destitución del secretario Campana y la creación del primerTriunvirato. Tocaría a este gobierno finalizar las gestiones con Elío. Con tal objeto el Secretario, doctor José Julián Pérez, había salido de Buenos Aires para Montevideo el 27 de setiembre. Una vez en la Banda Oriental, hizo saber a Rondeau que debía levantarse el sitio. Pero como hubo protestas, reunió en la quinta de "La Paraguaya" una asamblea de vecinos orientales y oficiales del ejército, donde expuso la necesidad poiítica y militar de que abandonaran la Banda a Ello y se resignaran a su autoridad. La intervención de Artigas para que se aceptara, por ahora, fa proposición de Buenos Aires, permitió que el 14 de octubre de 1811 quedara levantado el sitio. Rondeau se puso en marcha para embarcarse hacia Colonia seguido por unos trescientos civiles orientales; los demás quedaron junto a Artigas, que se negó a acompañar a Pérez en sus gestiones ante Elío, por considerar inconciliables aquellos tratados "con las fatigas del pueblo oriental". El 20 se concretaría en el Fuerte montevideano, entre Pérez, Acevedo y Gartias, el armisticio, que repetía y agrandaba los "preliminares". Se producía entonces la elección de Artigas como"Jefe de los Orientales" y la emigración del "Exodo". (Véase Capítulo III). Sarratea, Paso y Chiclana-y el secretario Rivadavia-hablan ido al gobierno para cumplir el propósito de Strangford de un arreglo con Elío. No lo hacían por anglofilia o españolismo pero necesitaban la paz externa porque sentían que el enemigo no estaba afuera sino adentro: en las orillas de Buenos Aires y en el creciente prestigio de Artigas. De allí la necesidad de la paz, aunque no a todos satisfacía el arreglo con Elfo impulsado por Strangford a través de Sarratea: Chiclana desconfiaba de la protección inglesa y tampoco le agradaba regresar al dominio español; Paso y Rivadavia quedaban convertidos en los verdaderos árbitros de la situación. Por entonces, Juan Martín de Pueyrredón desde la jefatura del maltrecho ejército del Perú .-donde había sustituido a Saavedra, ahora confinado en Jáchal- en su correspondencia con el gobierno expresaba también, como Chiclana, su desconfianza ala ayuda británica y no quería volver "ni con el perdón ni el mando" al régimen español. Tenía otra aspiración y así lo hacía saber el 14 de octubre al Triunvirato:

"Yo' creo que no debemos perder tiempo y mandar un enviado secreto ala Francia. Miren ustedes que esta nación es la que puede apoyar nuestra liberlad con verdadero interés. Las demás no miran más que el suyo propio. Y si no díganme ustedes, ¿qué es lo que han hecho los ingleses por nosotros hasta aquí? Mediten ustedes bien en esto y determinen con buen criterio".

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P ueyrredón seguía la política napoleónica expresarla por el Duque Bassamo al ministro nortctunericamo Jonathan Russell: reconocer y apoyar la independettcia de las colonias españolas, sirviéndose de los Estados Unidos, enemigos de htglaterra. No hay pruebas de que Pueyrredó n tuviera contacto con agentes tramceses, pero el 9 de diciembre de 1811 insistía ante Chicltuta: Era partidario del envío de un agente confidencial a Francia, que podía ser "Manolito Sarratea o Belgrano o alguno que tenga .sus cualidades y posea su idioma, pues los franceses estiman en mucho cuanto concuerda con su modalidad y cultura". Dice que el objetivo de Napoleón era contbatir a Inglaterra y España enAmérica y por lo tanto protegería la independencia de los americanos con más empeño que Inglaterra y sin pedir en retribución nada más que la destrucción de .sus enemigos y el título de "Protector de la Libertad Americana ": "armas, millones, todos nos lo dará porque a él no le cuestan más que fiar".

La respuesta delTriurtvirato fue relevarlo en febrero de 1812 de la jefatura del Ejército del Norte y hacerlo triunviro en abril en reemplazo de Paso. El tnotnento para la misión a París pareció llegarle en setiembre cuando se supo que Estados Unidos había declarado la guerra a Inglaterra, y Napoleón se lanzaba a la campaña definitiva contra Rusia con la que se esperaba se hiciera dueño omnipotente del mundo... Gnretamto, el vigilante Strangford, comprendiendo lo inconveniente que era para la policía inglesa de "scatu quo' en el Plata, la presencia de tropas portuguesas en i:t Banda Orienutl, había presionado a la Corte de Río para que enviara un comisionado a Buenos Aires... Hasta le indicó el nombre: el Coronel Juan Rademaker, de toda su confianza. El mismo día de su llegada, 26 de mayo de 1812, Rademaker, suscribía con el Secretario de Gobierno, el montevideano Dr. Nicolás Herrera, el tratado que establecía el cese de hostilidades y el retiro de tumbos ejércitos "a los límites que se reconocían como tales antes de empezar las marchas'". En conocimiento el general Diego de Souza de los términos de este armisticio, puso trabas a su cumplimiento sosteniendo que la comunicación de Rademadcer no era una "orden' sino una "infonnación'; después que "los límites que se renocían como tales antes de empezar las marchas" eran los fijados por el convenio del 20 de octubre (es decir, el río Uruguay y los tres puertos sobre la margen occidental). En fin, todos los pretextos posibles para demorar su retiro de la Banda, que sólo empezaría, muy lentamente, el 13 de julio, cuando desde Río de Janeiro lo presionaron. Rademaker, por su parte, no hizo mucho por apurarlo. Es lógico pensar que el motivo de la actitud de De Souza se hallara en la espera de los resultados de las gestiones de Alzaga y sus amigos, que ya hemos comentado.

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Batalla de Tucumán 17126 de Icbrcro de 18 12, Be1grauto recibía de Pteyrredón los restos dcl ejército dcl Perú que venía en retirada hacia Tucutn;ut, en la posta de Yataslo, >0 Iceuas al norte de esta ciudad. Be/grano venía de enarbolar la bandera blanca v celeste en la batería que denontinan "independencia" en la costa del Paraná, .sobre Rosario. Antes llahtü propuesto al gobierno tina escarapela que unijicara las divisas usadas por los distintos regimientos. En Buenos Aires, en momentos ele recibirse la propuesta (le llelgrano, se conocía que el Congreso de Caracas habtü declararlo la independencia de Venezltela, el i ele julio (te 1811. Esta circunstancia que labia inflamado a los jóvenes intelectuales v a los miembros (te la "Sociedad PLariórica ", decidió al gobierno. Para captar las simpatías de este rnlc:leo 1epresentativo cte. la "gente decente' de Buenos Aires, ti ordenar el l8defebrero que se corljecciorterr una "escarapela 'nacional'tle las Provincias Unidas del Río de la Plata" color "azul celeste y blanco", de uso ohligurorio para las llevarla lanihién cualquier paisano como distinción trapos, pero "pudiendo actual (te nuestro sistema ". Era una manifestación de independencia, aunque el gobierno no se comprometía con una declaración jórmal que Stranglóal consideraba "prematura".. 7br/os creyeron que la declaración de la independencia seguiría a la "escarapela". Belgrano fue el prirner crédulo: se entusiasmó tanto que elevó la escarapela a "bandera nacional"; en la Sociedad Pan iórica, los "recitados sohre la independencia ntenudearonsobre los tiltbnosdíasdefbretv: la Asamblea.(:onvocadaenabril,.retleclarartü, ".tul)reina"preci.varnerttel)aruproc:lamar la trascendental resolución

Al gobierno le disuustuon estas inamilcstaciones, y el] especial el izamtfculo de la bandera, porque quería usar la declaración de lit independencia corno un artnaamte Lord Stramglórd: si el inglés no ayudaba, habría independencia; si se inosiraba propicio, poda seguir "fem;utdcwtdd'. Por ello ordenó a Belor;no el d de tnau'zo, que "hiciese pasar por un rapto de enlusiastnd' el suceso de la bandera blanca y celeste enarbolada, ocultándola cuidadosiunentc. Corno el
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que había hecho el Triunvirato el 29, alegre por "las aclamaciones y vivas del pueblo que se complacía de la señal que ya nos distingue de las demás naciones". El Triunvirato contestó por medio de un oficio que revela la pluma y el estilo de Rivuduvia: "Esta superioridad, que hace el centro o punto en que gravitan los grandes negocios que el .sistema de relaciones que han de fbrmur o afirmar a la dignidad de un Estado o unos pueblos informes v derramados a distancias inordinadus, pero que con justicia y oportunidad se han avanzado y esfuerzan en constituirlo, no pueden contenerse sino en el punto de un celo enérgico pero prudente... EL gobierno deja a la prudencia de VS. mismo la reparación de tamaño desorden, pero debo prevenirle que ésta .será la última vez que sacrificará hasta tan alto punto los respetos de su autoridad y los intereses de la nación que preside y forma, los que jamás podrán estar en oposición a la uniformidad y orden. V.S. a vuelta de correo dará cuenta exacta de lo que haya hecho en cumplimiento de esta superior resolución".

Be1grano respondió acongojado el 18 de julio. Explicó que había izado la bandera, tanto en Rosario como en Jujuy, para "exigir a V.E. la declaración respectiva... en mi deseo que estas Provincias se cuenten como una de las naciones del globo"; pero no dictando la independencia al gobierno no le cabía otra conducta que recoger la bandera "y la desharé para que no haya ni memoria de ella... si acaso me preguntan responderé que se reserva para el día de la gran victoria... y como está muy lejos, todos lo habrán olvidado'. En este tnisrno mes de julio había iniciado sus marchas el ejército limeño del Alto Perú, fuerte de más de tres mil bornbres, a las órdenes del brigadier Pío Tristán, que ya el 1° de agosto dejaba Tupiza y se acercaba a la quebrada de Humahuaca. El Triunvirato, espantado, había ordenado a Belgrano retirarse a Tucumán y de allí a Córdoba, preocupado por defender exclusivamente a Buenos Aires, pero Belgrano, desobedeciendo órdenes, se había detenido en Tucumán, después de haber practicado la táctica de "tierra atrasada" en Jujuy, seguido de un verdadero éxodo popular juieño. El 24 de setiembre dio la batalla a Tristán derrotándolo. Vicente Fidel López califica peyorativamente a Tucumán, "la más 'criolla' de cuantas batallas se han dado en territorio argentino"."Es exactísimo: faltó prudencia, previsión, orden y no se supieron aprovechar las ventajas: pero en cambio hubo coraje, arrogancia, viveza, generosidad... y se ganó", dice acertadamente José María Rosa.

EL "SEGUNDO TRIUNVIRATO" La oposición al primer Triunvirato La gestión del primer Triunvirato, bajo la dirección de Rivadavia, había

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enfrentado ala vez a los pueblos del interior, sometiéndolos ala prepotencia de un reciente centralismo porteño, y al grupo radical de los liberales: los "jacobinos", según la expresión de la historiografía tradicional. En este ambiente, habían comenzado a actuar dos sociedades políticas, que harían cerrada oposición y crítica al gobierno: la "Sociedad Patriótica" y la "Logia Lautaro".

La "Sociedad Patriótica" había sido autorizada por un prolijo decreto del gobierno e inaugurada en acto solemne, el 13 de enero de 1812, con un vibrante discurso del Dr Bernardo Monteagudo. El muevo tribuno de la "Sociedad Patriótica" había llegado afines de octubre o principios de noviembre de 1811 con los dispersos del ejército del Alto Perú. Nacido en Tucumán en 1789, estudiaba teología en la Universidad de Charcas, cuando se produjo en esta ciudad el movimiento de 1809. Participó en él y fine incorporado a las nlillciasjnntistas como subteniente; al capitular los juntislas estuvo preso, pero quedó liberado después de la victoria de Suipacha. Castelli lo incorporó corno secretario v su influencia-en aquellos momentos subidamente volteriana-fue grandeentre los oficiales jóvenes y las.sitnpatíaspopularesdelAltiplano daría elrnatizantirreligiosaqueenajenó a los porteños. Monteagudo era orador de notables aptitudes y escritor de estilo incisivo; además (le .su facilidad de expresión y dotes de simpatía personal, demostraría, una vez pasados los arrebatas juveniles, que .sabía comprender la realidad v era capaz de explicarla. Su figura descuella, sin duda, sobre los "pensadores" de pensamientos ajenos de la generación porteña de Mayo. Llegaría a ser un "intelectual " en el verdadero sentido del vocablo. Pero años más tarde. Por entonces era redactor de la "Gacela". Transformado este periódico en "Gaceta Ministerial del Gobierno de Buenos Aires", por decreto del 25 de rnarzo de 1812, fundó el "Mártir o Libre ", que, .sin motivo aparente, dejó de publicar el 25 de mayo de aquel mismo año. Pero Monteagudo se mantuvo en el periodi.stno militante, a través (le "El Grito del Sud", órgano de la ".SociedadPatriótica ". La "Sociedad" .sería clausurada el 29 de febrero de 1812 y restablecida en rnavo .siguiente bajo la presidencia de Monreagudo, dos meses después de la llegada (le ,San Martín y sus compañeros, jitndadores de la "Logia Lautaro ". El 9 de marzo de 1812 había llegado de Londres la fragata inglesa "George Canning ", rravendo a su bordo al teniente coronel de caballería, José de San Martín y los oficiales Francisco Vera, José Zapiola, Francisco Chilavert, Carlos de Alvearv Balbastro, AntonioArellano v el Teniente de Guardias valonas, barón (le, Holrnberg. .San Martín, nacido en Yapevñ de Misiones el 25 de febrero de 1778. era hijo del capirán español Juan de San Martín, teniente gobernador de ese departamento misionero. A los ocho años pasó con sus padres a España, educándose en el Seminario de Nobles de Madrid; a los doce ingresó al ejército corno cade-

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te del re•girniento "Murcia" recibiendo su bantisnio de f Lego en la ,guerra de AlYi<:u. li.stuvo en el Rosellón, en la guerra contra la República Francesa de 1793: licego combatió contra Inglaterra y Portugal V en 1808. producida la guerra contra Nupoleón. tomó parte en la victoria de Bailén. Combatió despnés a las órdenes de Bere.sford en Albuera, v finalmente, se encontraba en Cádiz en 1811. 7énía 34 años, era teniente coronel v gozaba de consideración, "no obstante .ser americano". Inesperadamente el 19 de setiembre, dejó su importante cargo en la "Isla De León" pidiendo "retiro para pasar a Liina": pera se énibarcó .secretamente para Londres, donde su amigo el escocés Lord Mac DujJ; que combatía voluntariamente en España, le había conseguido pasuporte N, recomendaciones. A pocos días (le .su llegada a BuenosAires, .San Martín inició la orqanización de. su célebre regbniento de -granaderos inoniado.s": vientre mayo vjanio (le 1812, instiruyó la "Logia Laniaro", entidad .secreta de igual nombre a la faulada por el venezolano Francisco Miranda en 1797, en Londres, y en la que juera iniciado con sus compañeros. Atraídos por loslaopó.sitos ele liberali.snio jiwernidad. y las ventajas de tina protección en la carrera rnilitaro política, podían iniciarse quienes libremente lo quisieran y jiiesen, desde luego, adinitidos por el Consejo Supreno. Pero la dirección la tuvieron exclusivamente los masones. La incorporación de Monteagudo y otros miembros de la "Sociedad Patriótica", convirtieron a ésta en ruta forma ostensible de la logia a fin de mover la opinión pública.

El pronunciamiento del 18 de octubre El Triunvirato, acosado por esos centros de oposición, había convocado a 111 As:unblea el 23 de junio, posteri_futdola después con motivo de lit "conjuración de Alzag:C; pero, apremiado por la creciente presión de los lauturinos, dispuso su reunión para el 6 de octubre. Ese día, con las ceremonias de estilo, se instaló la Asamblea. El gobierno había maniobrado, de acuerdo con el Cabildo, para que la Asntnblea le fuera dócil. anulando poderes de representantes del interior y sustituyéndolos por individuos que suponía adictos. Sin embargo, lit Asamblea, ¿ti designar vocales dcl gobierno para sustituir a Sarratea, que había cumplido su mandato, y a Chiclama, por renuncia de éste ¿ti cargo, lo hizo en las personas del presbítero Luis C borrotuín y Manuel Obligado, de opinión independiente. Inesperadamente fracasaban los planes del gobienas inspirados por Rivadavia, en el propio seno ale lea Astunblea que esperaba conducir dócilmente para consolidar su poder. Por lo demás, ti¡ opinión se hallaba exaltada desde el día 5 por las nolicius de 111 victoria de'Pucum,ui, obtenidapor Belgrano desobedeciendo órdenes terminantes del'friunvirato, que le había ordenado no empeiiar combate al,gmto con las Tuerzas invasoras del "regentisinn' limeño y retirarse para cubrir ti% capital.

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tal este clima se produjo el pronunciamiento cívico y militar del 8 de octubre de 1812. El acta de acuerdo capitular (le aquel día, instrirve, pormenorizadamente, del orden de los sucesos, reproduciendo la escena-tipo de los movimientos de presión poli"tica en la es-capital virreinal: como en la inadrngada del 25 (te inavo (le 1810 v del 6 de abril de 1811, los piquetes militares ocupan la Plaza ele la Victoria v emplazan los cañones; se reúne el Cabildo v .se inician las deliberaciones v conferencias entre los jefes civiles Y rnilitares del inoviiniento v los regidores; al amanecer; el gentío se allega a la Plaza Y varios grupos ocupan los corredores de la casa capindar; los dirigentes redactan v hacen suscribir el "petitorio popular"; Jinalrnente, .surge el acuerdo final, donde .se consagra, bajoforinaspratocolares, el "petitorio", en este caso, en el término preciso "de veinle minutos", que fue el plazo otorgado porlos jejés del pronnnciarnienio...

De aquel ajetreo surgiría el nuevo gobierno-el segundo ""Friunviratsf'inlegrado por los lautarittos Juan José paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Alvarez Jonte. El patriotismo liberal 1',1 nuevo gobierno llegaba al poder bajo el sigilo de una nueva definición política de ras1os característicos de la ideología liberal. Sus inetltores de la "Sociedad Patriótico' y de la "Logia Lautauo' fonnulaban la idea de "Patria', en la doble coordenada de la "independencia' de la península y del ordenjurídico propio, o sea de la "Constitución' propia. Dueños del poder, del "Estado', se proponían construir la nueva —Patria— sobre las bases abstractas del triduo ideológico del liberalismo burgués: Libertad, Seguridad y Propiedad. Libertad, como la suma de "derechos imprescnpúbles e inalienables" del individuó en el ámbito de su actividad civil y en la de su entera y libre disposición y goce de los bienes, culto en hl producción corno en el comercio; Seguridad, como expresión de las garantías a la condición "principal" adquiridas por la estirpe, la fortuna y la cultura, esta úllitna entendida asno ti¡ conciencia de las -'luces del siglo' y generalmente blasonada por el título de —doctor—; y Propiedad, como "el sagrado inviolable' de su asiento en la tierra propia y del capiud, :estores de la renta y del lucro. Pero bajo esta común y susuuicial identidad ideológica, los "patriotas liberales' habrían de desarrollar conductas y tesituras políticas diferentes. Pana el :Mimo exaltado y ronlático del doctor Bernardo Monteagudo, la acción revolucionaria debía inamtener una total fidelidad a los principios de la libertad, aunque la "ignorancia' y la "incomprensión' de la-e masas populares exigieran su aplicxcion autoritaria y fuera preciso imponerlos por el terror. Para San Mautítl,

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hombre de razón práctica y sumamente desconfiado de las teorizaciones de los intelectuales, a los que llamaba "geómetras", el objetivo revolucionario era la creación misma de la "Patria" americana, afianzada en su independencia sobre la base de la unión continental y de una Constitución similar a la de Cádiz, cuyos principios admiraba. Para Carlos de Alvear el brillo de las ideas importadas, aturque no bien asimiladas, sería el norte que le arrastraría, en zigzagueturte conducta, a propiciar, ora soluciones radicales, ora fórmulas autoritarias. A poco de iniciada la marcha del nuevo gobierrio, el divorcio de orientaciones de estos tres hombres se iría haciendo más y más evidente y, en definitiva, predominaría Alvear que habría de imprimir al régimen sus rasgos más infecundos de centralismo autoritario y de desconocimiento de la realidad americana y de la voluntad de los pueblos.

Las comienzas del Segunda Triunvirato Los nuevos gobemantes procedieron de manera diversa frente a los inte_erantes del primer Triunvirato. Pueyrredón, que estaba oculto, se presentó a las autoridades para ser juzgado. Se le rntutdó a su estancia de Arrecifes y después a San Luis, donde pennanecería hasta 1816. Rivadavia fue arrestado mi tiempo, quedando libre antes de fui de año; irrinediattunente se afilió a la Logia y afrontó con padrinos- el juicio de residencia. Sarratea fue puesto al finando del ejército de operaciones en la Banda Oriental, porque el movimiento del 8 de octubre no había sido contra la influencia inglesa a la que estaba vinculado. Chiclarra, que era miembro de la Logia, fue confonnado con la gobernación de Salta, siguiéndosele juicio de residencia.

El advenimiento del segundo Triunvirato estuvo rodeado de un clima de euforía cívica. La "SociedadAnóninsa" celebró, al día siguiente del inoviiniento, el triunfo de sus hombres v de sus ideales. En su tribuna, se proclamó la necesidad de una Constitución permanente v definitiva, rechazándose la posibilidad ale una Carta Provisoria. Se dispuso, asintisnso, la publicación de las Cons= tituciones norteamericanas v venezolanas. El gobierno, haciéndose eco de este espíritu, publicó un "Manifieslo ", aludiendo al "Petitorio Popular" del 8 de octubre, a la libertad que había recobrado el pueblo, a sus esperanzas y tensores, a la garantía de sus derechos, a la privación de la .seguridad individual que debió .soportar, a la ineonducta del priuserTriunvirato por. su actitud con el ejército de Belgrano, sus rnaniobras en la Asatnhlea de Octubre, v por síltitno, que era su intención convocar a una Asainblea General, cuyo primer objeto. sería "poner líiniles a la obediencia del pueblo, estableciendo la garantía de sus derechos, Y fijando el sistema que debe regir a las Provincias Unidas". El gobierno también concedió premios por la victoria de Tucuindn. La "Saciedad Patriótica" invitó a un funeral por los caídos en la acción. A ésta le fite

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confiada la responsabilidad de colaborar en las tareas de la finara A.sarnblea General, para lo cual la "Sociedad" designó una concisión para redactar ara proyecto ele Constitución. La integraban el presidente de la "Sociedad", doctor I3ernardo Monteagudo, v los "ciudadanos" Juan Larrea, Francisco José Planes, Co.srne Argericlt p TomásValle, v como secretario el "ciudadano" Dongo. El gobierno, por su parte, nombró una Comisión Oficial integrada por Pedro .losé Agrello. Nicolás Herrera, Valentía Gómez. Pedro Sometiera, Manuel losé García, Hipólito Vieytesv Luis Chorroarín. que renunció, siendo sn.slituido por Gervasio Antonio de Posadas. Asbnisrno el gobierno, recogiendo la exaltación antiespañoli.sta, adoptó severas medidas contra los españoles europeos, y procedió a reorganizar la Policía, mediante un nuevo reglamento redactado porJoséMoldés, Hipólito Vieptes N, Juan Lari ea.

Dice el autor argentino Juren Crmter, caracterizando en sus rasgos generales la gestión del segundo Triunvirato: —La nueva política, preconizando liberalisino y refonna, a pesar de su presuntuosidad, careció de fórmulas originales. Calcó disposiciones, y en toda su tarea civilista adoptó un aire de suficiencia, pareja con su postura prepoleute. Las normas de la Colonia, los principios del Derecho romano, las nuevas pautas de las Cortes españolas y las ideas del lilosotismo francés, se alentaban y se sofocaban en una conjunción extraña. Las denominaciones a la nnrmerade la Francia revolucionaria: asrmnblea, directorio. cte.. chocaban con los decretos adoptados de los emitidos por las Cortes españolas. o las decisiones del gobiento rivadavirmo. Era una ideología extraña y una rara política, que proclrunaba los modelos ingleses y f nurceses, rennedrmdo al propio tiempo a los españoles, sin aludirlos. Nada presagiaba entonces ¿ti organismo impaciente, que debía cunnplir un progrruna riguroso y que adornnecido y librado a una facción, se enervaría, paran proslenutrse después ante el adveuiutiento de la Restauración en Furopa'.

La idea de Independencia 81 terna de la "Independencia' había sido objeto de numerosos "recitados" cn la "Sociedad Patriótica' durante el gobierno del primer Triunvirato. l-Iabía inspirado lit resolución de la Asamblea de abril de 1812, por lit que ésta se declaró "suprema' y determinó, a su vez, su disolución, porque Rivadavia querían jugar lit independencia corno cauta ante Strangford. Después, el prirnerTriunvirato había exteriorizado por lit prensa una aparente decisión independentista. 113 de junio había convocado una "asamblea extraordinaria', que no llegada a reunirse, para lijar las bases del futuro congreso nacional que, parecerla, iba a declarar la independencia. Belgrano, entusiasmado, había izado el pabellón azul y blanco en febrero, pero se había visto obligado a ocultarlo y destruirlo por la severa reprimenda del gobierno... En fin, el tema había sido llevado y raído, a

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influjos de la repercusión local de la declaración de Caracas de julio de 1811 y de las carnbiantes políticas de las facciones dirigentes porteñas. Ahora, los responsables del pronunciamiento del 8 de octubre se presentaban, nuevamente, como abanderados de la Independencia... La aparición de estos brotes de entusiasmo por la "lndependencia' encontrarían el importante obstáculo de la oposición de Inélaterra, manifestada, reiteradamente, por su embajador en Río de Janeiro, Lord Strangford. Desde el 25 de rnavo de 1810, Strang/ord temía una declaración de independencia. contraria a la política inglesa de Jóntentar el gobierno propio de los españoles americanos para que éstos gozaran de .sus derechos v de los beneficios de "la libertad ale corrtercio ", pero. sin entrar en "complicaciones" v adquirir una conciencia nacional que en el farro podría volverse contra Inglaterra, El 16 de junio de 1810 había felicitado a la Junta de Mayo "por la moderación con que .se han conducido VVSS.» N ,por los ".sentimientos de lealtad v amor asid Soberano que manifiestan»; les aseguraba que podían contar "con los senrónientos pacíficos de esta corte lla de Portugall siempre que la conducta (le esa Capital sea consecuente v. se conserve a nombre del señor Don Fernando VII v sus legítimos sucesores». Era las instrucciones a Manuel Anicelo Padilla para .su misión a Brtenos Aires, Strang¡ord expresaba "'lo loco y peligroso de toda declaración de independencia prematura». Y al infórrrutr a su gobiernosobre los resultados de esta misión, expresaba .sus temores respecto de que si no hubiera una .suficiente ayuda inglesa, la Junta .se viera obligada "a una prematura declaración de independencia inuv propablemerue bajo la garantía ale Francia... la cuestión ¿le .si esro.s países han de volverse ingleses o fancese.s es ahora el asunto del día». Tanto la "Junta de Mayo" corno la "Grande", habrán continuado fielmente las indicaciones del embajador inglés. Pero cuando se produjo e I levantantienio de las "orillas», la noche del 5 al 6 de abril de 1811, las cosas cambiaron. A la propuesta de mediación de Sirang/órd entre Buenos Aires y Montevideo, el ilu.srre docior.hran Carnparia, en nombre del gobierno, había contestado el 18 ele inavo, que "E.stas Provincias exigen manejarse por, sí mismasvsin los riesgos de avenltrrar sus caudales a la rapacidad de rrtano.s infieles»... promeliendo entrar en la coalición contra Napoleón ".siempre que .se re. eonozcasu independencia civil». Claro que con estas ideas. Canrliana no duró mucho en el gobierno v a partir de la instalación del prirnerT-iunvirato, volvió a aririonizarse el trono "con el diapasón que .se tocaba desde Londres por vía Río de Janeiro», contenta con gráfica expresión el historiador José María Rosa. En jrdio de 1812, el gobierno inglés instruía a Strang/órd para que mediara entre Buenos Aires v Montevideo, haciendo .saber a las autoridades porteñas que ".sólo nredianre el reconocimiento de su legítimo soberano Fernando VII v comribupendo bajo los auspicios de su rsornbre a los esfiterws que .se están

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haciendo en Enropa para conservarla integridad de la rnonarqnía española». tendría el apoyo (le Gran Bretaña. Y aconsejarle de paso que "una independencia nominal"obligaría ala clase gobernante de Bueno.sAires a "exponera se tras ¡in largo período de guerras civiles e insurrecciones internas, presa de sus propias facciones y conciudadanos ambiciosos ". Correspondió al segundo Triunvirato contestar la propuesta formulada por Stnungford, para mediar entre Montevideo y Buenos Aires. En ella, cuya redacción estuvo a cargo de Juan José Paso, ser rechazaba la mediación pues "aunque este gobierno no quiere prevenir el juicio de la Asamablea Generad que acaba de convocar, se atreve a anticipar a V.E. el seguro concepto de que 111 independencia de estas provincias no será nominal". Stramgford no contestó al gobierno portetlo, pero infonnó a Londres el 24 de diciembre de 1812 remitiendo lavtmta a su gobierno: "Me preocupa observar en este documento el primer indicio de una cont'esada delenninación por partede Buenos Aires de declararse independiente de su vínculo europeo... actualmente están ocupados en discutir la conveniencia de declarar su independencia antes o después de la Asamblea General. Paso, el actual jefe de gobierno, ha tnamifesutdo con frecuencia que Gran Bretuia ato podría proseguir la guerra en la península si se viera privada de las ventajas derivadas del cotnercio de Buenos Aires que ha sido pennitido en fonna tan liberal por el gobierno de esa ciudad". Sin embargo, en el seno de la "Logia Lautaro' la idea de independencia había ido perdiendo interés. Alvear, con el apoyo de los viejos masones, obtuvo, contra el parecer de San Martín, que la Asamblea no declarara la independencia. Esto determinó el alejtuniento de San Martín de la política, consagrando exclusivtunente sus esfuerzos a la actividad militar. No renunció a la Logia porque los deberes masónicos son irrenunciables: pasó a estar "en sueño', como se dice en el lenguaje masónico. El único triunviro titular que no era logista. Paso, convencido partidario de la independencia, con el voto de Frattcisco Belgrano, suplente de Rodríguez Petra. que tamapoco era afiliado de la entidad secreta, obtuvo que el 24 de octubre se convocara a los pueblos para elegir diputados a la Asamblea General, en cuyo documento se establecía corno fin de la referida congregación el de votar "ltt figura con que deben aparecer las Provincias Unidas en el gran teatro de las Naciones'. Asimismo, procuró que el gobierno declarara la independencia natos de la reunión de la Asamblea. El tema fue llevado a la "Sociedad Patriótico' -es decir, a 1
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otro cuerpo que declarara la independencia. Los trabajos conspirativos corrieron de cargo de sus hennanos Frmucisco e lldefonso y los hennanos Sosa, gente adincrada y de prestigio en las "orillas". El movimiento fue descubierto y los responsables fueron remitidos a la Guardia de Lujan. Poco después, la Astunblea, reunida el 31 de enero, reemplazaría a Paso por José Julián Pérez, miembro de la Logia. Como veremos, los ideales de '-IndependencitC y de "Constitución' que habían sido el lema del pronunciauniento del 8 de octubre de 1812 serían postergados por lit Asamblea General del auto XIII.

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CAPITULO II LA BANDA ORIENTAL EN EL AÑO X

MONTEVIDEO FRENTE A LA REVOLUCION DE MAYO Las noticias de Buenos Airea A1 producirse los acontecimientos que concluirían con la formación de la Junta de Mayo en Buenos Aires, el Gobierno Militar y Político de Montevideo era ejercido, en forma interina, por el Brigadier Joaquín de Soria y el Alcalde de lea. Voto, D. Cristóbal Salviiñacli, respectivmnente. Las noticias sobre dichos acontecimientos irían llegauido a Montevideo, eta torna sucesiva, a partir del 20 de mayo, produciendo una verdadera colimocitín. Se conoció, en primer lugar, la proclama de Cisneros del día 18 de mayo; dos días después, la información se completó por la correspondencia de algunos particulares, y, cuando ya había cesado como Virrey, se tuvo noticias de la insuilación de la Junta presidida por Cisneros, por el oficio de que fue portador el Capitán de Fragata Juan Jacinto de Vargas. Soria ordenó le adopción de medidas de vigoilauicia y el cierre del puerto para evitar que las noticias se propagaran al Brasil. El día 25, el Cabildo celebró una reunión para escuchar a Vargas, con lit asistencia de los Asesores de Flacienda y de Marina, Dres. Nicolás Herrera y Lucas José Obes. Vargas expuso allí los acontecimientos bonaerenses e insinuó ti¡ posibilidad del traslado del Virrey y de la Real Audiencia a Montevideo, si no era respetada en lit Capital su autoridad. Al día siguiente-26-ante ti¡ creciente inquietud del público, el Cabildo resolvió encomendar a Vargas llevar por respuesta al Virrey que estaba dispuesto "a tornar todas las medidas conducentes a lit conservación del orden y seguridad de los derechos sagrados del Sr. Don Fernando VII". Pero como el capi-

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tút V.ugas manifestó su imposibilidad devolver a Buenos Aires, porque abrigaba temores por su seguridad personal, se resolvió, para evitar la dispersión de rumores. que pasara a alojarse en un estancia de la familia de su esposa, Doña Antonia Viruta y Achucarro. Asimismo decidió dar un manifiesto "a los liabituttes del pueblo de Montevideo'; "Oíd las pretensiones que se atribuyen al Jele, examinadas con atención, ponedlas a la censura de sujetos que inerecan vuestro concepto y vuestra satisfacción y resolved que Montevideo, prudente y circunspecto, espere el resultado de la Capital para decidirse—. Recién cinco días después -el 31- se tuvieron noticias oficiales'sobre la instalación delaJinitapresididaporSaavedra. El poruidorfueelcapitánCisneros para el gobeniador Soria y el Cabildo de Montevideo y copias impresas de la circular de la Junta del 27 de mayo de 1810 convocando a los pueblos para elegir diputados que los represcritaram en la Capital. También traía un oficio dirigido a las autoridades montevideanas, en el cual lit Junta de Mayo exhortaba ala unión frente al peligro común de Portugal y esbozaba el fundtunento jurídico de su fundación:

—...pues no pudiendo ya sostenerse la :anidad constitucionalsino por rnedio de una representación que concentre los votos de los pueblos, atentaría contra el Estado cualquiera que resistiese este medio producido por la triste situación de la pertín.sida, v único para proveer legílinimnente una autoridad que ejerza la representación del Sr Fernando VII y vele .sobre la guarda de .sus augurios derechos, por una nueva inauguración que .salve las incertidumbres en que está envuelta la vedadera representación de la .soberanía ".

El I" de junio.se convocó a un Cabildo Abierto, con la asistencia de un núcleo de vecinos notables, que consideró la documentación y resolvió: a) el reconocimiento de la Junta; b designar una comisión encargada de precisar las condiciones del reconocimiento; y c) poner a consideración de un nuevo Cabildo Abierto las condiciones y la designación del diputado de la ciudad. Pero en la noche del I° al 2 de junio llegó a puerto el bergantín "Nuevo Filipino', procedente de Cádiz, a bordo del cual viajaba Don José María del Castillo, Contador del Consulado de Comercio, que había fraguado noticias lial.agtidoras sobre los sucesos de Espmñía y sobre la instalación del Consejo de Regencia. Al reunirse, el día 2, el Cabildo Abierto y tornar conocimiento de las nuevas noticias, resolvió, luego de breve deliberación, rever lo actuado el día anterior y reconocer el Consejo de Regencia, suspendiendo el reconocimiento de la Junta de Buenos Aires, mientas ésta no aclarara su posición frente a la nueva autoridad peninsular del Reino.

Nombres y tendencias Esta actitud de Montevideo no era únicamente el resultado de los últimos 50

acontecimientos, sino el fruto de su ya conocida rivalidad con Buenos Aires, claramente manifestada en 1803 cuando su clase principal se había divididocomo ahora- en dos bandos: el de los defensores del orden establecido y los innovadores. En el priníero de arribos bandos, debe señalarse a los jefes y oficiales del impornmte cuerpo de la Marina, encabezado por el Comandante del Apostadero Naval. Capitán de Fragata José María de Salazar. Su gravitación personal y su .irraigada convicción de que la Junta de Mayo propugnaba la independencia, bajo lit máscara de su lealtad al Rey Fernando, influyeron decisivwnente en el acuerdo del 2 de junio. Twnbién lo integraban un importante núcleo de barraqueros y acopiadores, exportadores de frutos del país y de "registreros" beneficiarios de la importación y del comercio negrero, como los Magariños, Vilardebó, Chopitea, Baffle y Carreó y otros, temerosos de perder los privilegios y ventajas que la Corona les había otorgado, en beneficio de Buenos Aires. Asimismo, los diversos grupos dé artestulos, que con la competencia de la importación inglesa, desde 1808, se veían disminuidos en su labor y gantutcias y los grandes terratenientes, avecindados en la ciudad, que venían en el gobierno de Montevideo y en la supervivencia del orden tradicional el tunparo de sus propiedades y la defensa de sus intereses. El segundo bando -adtora inclinado a reconocer la Junta de Buenos Aires- estaba integrado por un núcleo de abonados criollos, encabezados por Nicolás rlerera y José Lucas Obes; algunos clérigos, como José M. Pérez Castell:uto, Juan José Ortiz y Fray Benito Lamas; un núcleo de itnpornaltes hombres de ne.gocios y xaladerisnas, como Juan Tráptuú y Antonio Pereira, vinculados al tráfico con los ingleses y algunos militares criollos, como Juan Balbín y Vallejo y Prudencio Murguiondo. Pero es evidente que este bando se sintió inhibido por el hecho de que aceptar la Junta de Mayo significaba colocarse bajo el dominio político de Buenos Aires, el puerto competidor, sin la tutela protectora de ninguna otra autoridad superior. No escapaba al cáclculo de los recelosos 'juntistacs" montevideanos el hecho de que, bajo el régimen virreinal, cada vez que Buenos Aires había intentado sacar ventajas comerciales a expensas de Montevideo, ésta ]tabla tetudo la protección de las autoridades peninsulares. De allí su titnidez, sus vacilaciones y su tardía resolución que, tinahnente, obligaría a sus miembros a abandonar la plaza o a ser expulsados.

La misión Paso La Junta porteña, en conocimiento del rechazo de su autoridad por Montevideo, resolvió cornisionaral Dr. Juan José Paso, secretario de la corporación para soliviar la reconsideración de ud actitud. Para prevenir disturbios, al llegar Paso a Montevideo, el día t I dejunio, fue

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alojado en una casa de extramuros, El 13, el comisionado de la Junta se ¡lizo presente en el Cabildo. eníregarldo un oficio -seguramente de redacción de Mariano Moreno-donde se hacía la justificación de la legitimidad de la Junta. Luego de exponer los acontecimientos de mayo y los motivos que tuvo la Junut para considerar ilegítimo al Consejo de Regencia y negarle, por lo ¡mito. su reconocimiento, se exhortaba ala unión de las dos ciudades y al pronto envío de diputados a lea capital. El Cabildo, luego de oír a Paso, decidió convocar a una nueva reunión de Cabildo Abierto para delibero sobre el particular. El Cabildo Abierto tuvo lugar el 15 de junio, con una itsistericiit similar it lit de kls días 1 ° y 2 del mismo mes. La sesión se inició con la lectura pública de las credenciales de Paso y del oficio de la Junta porteña y luego se concedió el uso de la palabra al comisionado. La exposición de Paso excitó los ánimos de los notables concurrentes, prrnnoviéndosc una vivaz disputa, en lit que defendió lit posición —Juntista—. Pbro. José Miumel Pérez Castelliulo y la del reconocimiento del Consejo de Regencia, el Capitúl Salazar y el Dr. Mateo Magariños y Ballinas. Luego de r iri el ido Paso de la silla capitular, se resolvió que "entre bulto la Junta no reconociese la soberanía del Consejo de Regencia que había jurado el pueblo, no podía ¡ti debía reconocerse la autoridad de la Junta de Buenos Aires, ni admitir pacto alguno de concordia o unidad". A1 día siguiente, se hizo saber a Paso la resolución adoptada y se procedió a jurar, públiciunente, al Consejo de Regencia. ¡liso intentó hacer variar esta posici0n en una entrevista privada con los gobernantes montevideanos, Soria y Salvitilach a la que tunbién asistió el jefe del biuldo "regentista', Salaziupero sin éxito. Pocos días después, una nueva comunicación de la Junta, ratiticiuldo su adhesión a Fenlatldo VII y rechazando la acusación de independentista :lo cimibió el pauloriuna de la opinión montevideana. En esta circunstancia, los miembros de la facción "juntista" pensaron en recurrir a un golpe de fuerza para imponer lit adhesión de Montevideo al nuevo gobierno revolucionario porteño. Para ello, haciendo propicia la rivalidad existente entre las tropas peninsulares y las criollas de la guarnición de la ciudad promovieron el pronunciamiento de la Artillería lieerit y de las milicias del batallón de —Voluntarios del Río de la Plata" al mundo de los coroneles Juan Balbín y Vallejo y Prudencio Murguiondo, respectivaunerlte. Estos, el 12 de julio de tS10, se amotinaron en sus cuarteles e intimaron d las autoridades el cese de Mayor de Plaza, Capitút Ponce de León y el embauque de la Minina. Pero valiéndose de un ardid, el Cabildo invitó a los jefes, Bidbín y Murguiondo, a deliberar y una vez que llegaron a la Casa Capitular, fueron tornados presos y los cuarteles de sus respectivas unidades, rodeados por efectivos de la Mirilla y de otros cuerpos peninsulares, rendidos sin ofrecer resistencia. Poco después, algunos de los miembros de la facción juntistt de Montevideo huyeron de la ciudad. Desde entonces, Montevideo se traulstbnniuía en uno de los principales centros contrarrevolucimlarios en el Río de la Plata.

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LA UNIFICACION MONTEVIDEANA DE LA BANDA El frustrado reconocimiento de la Junta Las vi ¡las y pueblos de la cmnpmña de la B.unda Oriental, de acuerdo con lo dispuesto por la Real Instrucción de Intendencias de 1782, se hallaban dentro de tres jurisdicciones distintas, a saber: la del gobierno de Montevideo. en el Iítnite trazado desde su fundación; rode.utdo a éste, lit sur del río Ne.ro, se extcrndía la jurisdicción del gobienn) de Buenos Aires: y en el vasto ángulo constituido por los cauces del Uruguay y del río Negro, quedaban incluidos en el depan.unento de Yapeyti, del gobierno de Misiones. Al conocerse las noticias de los sucesos de mayo en Buenos Aires, I¿LS localidades comprendidas dentro de la jurisdicción de Montevideo, siguieron, en general. la tnistna conducta de la ciudad-puerto; en c.urtbio, las de las otras jurisdicciones, o bien pennanecieron expect.untes, o, en un primer tnotnento, no vaci l.uon en acatar la autoridad de la Junta porteña. El 1') de junio, fracasadas ya las negociacines con Buenos Aires, el gobernador Soria retnilió una circular a todos los pueblos de la Buda Orientad, conmittfutdolos a reconocer lit autoridad del gobierno de Montevideo. lista circular tenía su oriLen en un oficio reservado de Cisneros a Soria, en el que el depuesto tnmtdatario expresaba que su reconocimiento de lit Junta porteña le había sido inpuesto por ti¡ fuerza y autorizaba a Montevideo a exigir el reconocimiento del Consejo de Regencia, designando a Soria "único Jefe de la B.utda Oriental". ante ti¡ circul
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Medidas políticas y agilitares El ctunbiu de actitud de los pueblos que, en principio, habían adherido a la Junta de 0uenos Aires, determinó que se cumpliera lit vieja tlspiración anontevidcauta de unificar el territorio de la Banda bajo su mando. Pero Soria, asimismo, decidió el envío de una expedición naval para dominar lit costa entrerrituta y mantener, a través de los ríos, el enlace y coordinación de fuerzas con otros centros contrarrevolucionarios, como Córdoba y el Paragu.ty. Al frente de esta expedición iba el capitán Juan Angel Michelena. En sus Olas lonnabam oficiales criollos de verdadero prestigio: José Artigas, Rafael 1-lortiguera y José Rondeau. La Junta portefia encomendó al Comandante General de Entre Ríos, Díaz Vélez, ti¡ defensade lit zona; pero éste no pudo impedir que Micltelena ocupara, el 6 de noviembre, Arroyo de la China (Concepción del Uruguay) y casi de inmediato, Gualeguaychú y Guadeguay. Desde esta última, túe destacado Artigas hacia el interior, en persecución de efectivos "luntistas" y el entonces Capitán de Blautdertgues llegó hasta Nogoyá, replegfutdose luego sobre el Arroyo de ti¡ China. En esta zona permanecieron las fuerzas montevideanas hasta fines de enero de 1811, en que tinte ti¡ amenaza del Ejército de Observación porteño, atl mando de Martín Rodríguez, Micbelena se retiró, cumpliendo órdenes del nuevo Virrey Elío. Entreumto, el 7 de octubre de 1810, había llegado a Montevideo el nuevo gohentador, José Gaspar de Vigodel, poniendo fin al interinato de Soria y Salvauiach y al dominio político de Salazar.

Las medidas fiscales Producida la ruptura de la unidad administrativa del Río ale la Plata, Montevideo se vio obligado a solventar, sin auxilio de las Arcas Reales de la capital, los gastos de lit administración más las obligaciones extraordinarias del mtmtettitniento de las fuerzas movilizadas contra los rebeldes "juntistas" y del envío de socorros a Espacia, empeñada en la guerra de independencia contra Napoleón. lil 24 de angosto, Soria había comunicado al Cabildo las órdenes recibidas de España de remitir socorros en dinero y entonces se resolvió fijar ama "contribución extraordirtauitC, que fue recaudada casa por casa. Simultáneamente, Soria resolvió recurrir a la propiedad raíz, como fuente de recursos. El 23 de agosto se ordenó cl examen de las tierras realengas en poder de poseedores con títulos imperfectos o de ocupauttes precarios.

En el plazo perentorio de cnúrenta días los poseedores debían presentarse exhibiendo los justificativos de .sus trámites para la cornpra de sus tierras "en la inteligencia de que .se tratará con ellos el rnedio de otorgárseles sus re.spectivo.s títulos de propiedad o bien por anedio de una moderada composición, o en

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público remate, en los términos que según sus documentos gradúe el gobierno útil, en su beneficio y sin perjudicar los reales intereses, bien entendidos, que transcurso diclio término sin haberse presentado o expuesto lo que crean más útil, se procederá al beneficio, venta y remate de los dichos terrenos, caso de salir postor, sin que después le valga el título de posesión y otro alguno, ni los perjuicios que reclame por su expulsión o lawzauniento, lo que no sucederá ocurriendo como se previene, pues esta Com:wdauicia General le dispensará cuantas gracias sean compatibles con su situación y las de dichos poseedores...' Por su parte, Vigodet reiteró, bajo severas perlas, el 20 de octubre, los téminos del Bando. "Estas disposiciones de puro corte fiscalista -señalan Snla de Touron, Rodríguez y De la Torre-abandonaban en medio de una situación por demás convulsionada, los principios establecidos por el Real Acuerdo de 180.5 en la parte que se proponía fundar poblaciones, asentar a los dispersos y de alguna forma "pacificar' la caunpauia y gararitir lit frontera. Igualmente desechaban el línúte de cuarenta y ocho leguas que éste esuiblecía a los adquirentes. En c
El virrreinato de Elío El Consejo de Regencia, por Real Orden del 10 de agosto de 1810, había designado a Frwicisco Javier de Elío, Virrey de las Provincias del Río de la Plaut. El nuevo Virrey llegó a Montevideo el 12 de enero de 1811, a bordo de la fragata "Ifigenia'. 61 19 se ltizo presente ante el gobernador Vigodet y el Cabildo y prestó juraunento al Rey Fernando y al legítimo Gobienio y Soberanía de la Nación Fspauiola. Anterionnente, Elío había oficiado a la Jwita, a 1:1 Audielici:t y al Cabildo de Buenos Aires, reclamauido el reconocimiento de las Cortes

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Generales y Extraordinarias del Reino y de su propia investidura recibiendo una triple negativa. Replicó Plío, entonces, declarando "por rebelde y revolucionario el actual tinmico ,obiemo de Buenos Aires" y a sus componentes y defensores '-por traidores y rebeldes ir su Rey y ir la Patria'. A la declaratoria de guerra de este bando fechado el 12 de febrero de 1811, siguió el cierre de los puertos de la Banda Oriental a las procedencias de y para Buenos Aires (24 de febrero); el establecimiento del bloqueo de aquel puerto; el refuerzo de la guarnición de Colonia-donde fue enviado el brigadier Vicente Muesas-y la organización de cruceros para vigilancia del río. I.a sustitución de Del Pino por Muesas en la comandancia de la Colonia y el regreso de las fuerzas de Michelena, que operaban en la costa del Uru.guay, en el arroyo de la China, harían perder a Elío su autoridad en la zona vital de los ríos. Por lo demás, eran difíciles las circunstancias del Erario y Elío debió recurrir a nuevas contribuciones forzosas del comercio y del vecindario y al arbitrario de la regularización de los títulos por los ocup
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CAPITULO III LA REVOLUCION ORIENTAL

EL PUEBLO EN ARMAS El pronunciamiento de la campaña "Un puñado de patriotas orientales -narra José Artigas en su oficio del 7 de diciembre de 1811 a la Junta de Paraguay-, cansados ya de humillaciones, habían decretado su libertad en la villa de Mercedes; llena la medida del sufrimiento por unos procedimientos, los más escandalosos, del déspota que les oprimía, habían librado sólo a sus brazos el triunfo de la justicia; y tal vez hasta entonces no era ofrecido el templo del patriotismo ni¡ voto ni más puro, ni iníu glorioso, ni más arriesgado: en él se tocaba sin remedio aquella terrible alteniativa de vencer o morir libres, y para huir este extremo, era preciso que los pwiales de los paisanos pasasen por encima de las hayonetas veteranas. Así se verificó prodigiosamente, y la primera voz de los vecinos orientales que llegó a Buenos Aires fue acompañada de la victoria del 28 de febrero de 1811: día memorable que había señalado la providencia para sellar los primeros pasos de la libertad en este territorio, y día que no podrá recordarse sin emoción, cualquiera sea nuestra suerte—. —Los ciudadanos de la villa de Mercedes, como parte de esta proviticia, se declararon libres bajo los auspicios de la Junta de Buenos Aires, a quien pidieron los mismos auxilios que yo había solicitado; aquel gobierno recibió, con el interés que podía esperarse la noticia de estos acontecimientos; él dijo a los orientales-'oficiales esforzados, soldados aguerridos, arenas, inm¡iciones, dinero, todo vuela en vuestro socorro'-. Se ene in
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corrían de todas pautes a honrarse con el bello título de soldados de Ia patria, org¡utizímdose militarmente en los mismos puntos en que se hallaban cercados los enemigos, en términos- que en muy poco tiempo se vio un ejército nuevo, cuya sola divisa era la libertad". Componían ese "ejército nuevo', los hacendados, "poseedores de buenas suertes", muchos de ellos vinculados, por su posición, a la sociedad tnontevide
"El estado eclesiástico es el que rnrís daño nos hace, pites rne consta que en el confesionario la prirrtera pregunta que hacen es si el penitente es patriota o sarraceno, nombre que .se nos da a los verdaderos españoles que reconocemos el Congreso Nacional".

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También se refiere Salazar a los abogados, que "nos hacen un terrible dañó'. "Por rni parte no ctunozco uno que no esté contagiado de las perversas máximas de la Junta Revolucionaria", expesa en la misma oportunidad. El gobernador Vigodet, por su parte, diría, en oficio al obispo Benito Lue y Riega:

"En vano sacrificaría mis desvelos para restituir el orden v la tranquilidad perdidos en esta Banda Oriental v para sepultar hasta el más leve indicio de rivalidad, .si los pastores eclesiG.sticos se empecían en sembrar la cizaña, en encontrar los ánimos v en alterar el orden, persuadiendo la rebelión a las leves patrias ". "Qué doloroso me es decir a YS.L, que ésta es la conducta general de casi todos los párrocos v eclesiásticos seculares ), regulares, que sirven la cura de alrcuts en esta campaña; partidarios del error, lo difunden con desvergüenza audaz rntrv ajena de su sagrado carácter; inspiran el odio contra los buenos vasallos del rev; los amenazan contra nueva invasión de las tropas de esa ciudad v conspiran por todos los medios imaginables a hacer odiable el supremo gobierno de la nación... v a que sean despreciadas las providencias que emanen dé su .soberanía v de sus jefes, que en su nombre, regimos estos dominios; conducta luciferina!" lnforrna que ira recibido "reiteradas quejas de los vecinos", "de modo que las ovejas de la grey de YS.I. .se hallan entregadas a lobos carniceros".

Muy importante fue el papel desempeñado por las pulperías de campaña en la difusión de las ideas y en el contacto de los pobladores por ellas animadas. Centros naturales de la vida económica, las pulperías propiciaron la reunión de contingentes armados, y la concentración de recursos, tales como caballadas y :unas, e incluso, víveres. No menos originales que sus componentes humanos eran las annas y el modo de combatir de este "ejército nuevo—. Cada hombre aportaba su caballo y sus urnas, y así se formó un abigarrado muestrario que comprendíadesde las boleadoras y el lazo hasta los fusiles de cargar por la boca y alguna carabina, con.enonne predominio de las armas blancas, tales corno lanzas de tacuara, cuchillos enastados y sables. En los primeros encuentros lograron arrebatar al enemigo annas de fuego y algunos cañones, con los que autnentaron su poder combativo. En cuanto a la táctica, se concedió preferencia a la acción de la caballería, lo que contemplaba la idiosincrasia de los paisanos y les permitía desenvolverse con la mayor eficacia. Esta Imeste singular, de aun variada composición social, había surgido animada de un sentimiento esporntfmeo de lucha contra el régimen hispánico, que reconocía, en cada uno de los diversos estamentos que la integraban, una íntima motivación, propia y particular: para los hacendados, jefes divisionarios naturales de las mesnadas de cada pago, el obietivo de la Revolución estaba cifrado en la orgullosa convicción de su capacidad para el gobierno propio y el

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affm de romper las trabas monopólicas al libre disfrute de sus bienes; para los curas "patriotas', doctrinos y tribunos de la Revolución, el pronunciamiento estaba legititnxdo por la defensa de los principios tradicionales, conque la más ortodoxa teoría jurídica de los grandes teólogos hispanos, justificaba el derecho de los pueblos a subrogar al monarca ausente, como depositarios originarios de lit sobenmía, y por su deber de pastores espirituales de las masas campesinas, nucleadas en la causa de la libertad; para los paisanos, para los "hombres sueltos' de los campos --gauchos- o "tup:unxros'-, para los tapes misioneros. para los negros y zmnbos esclavos, para los grupos indígenas montaraces, en ¡'ni. la causa revolucionaria daba ocasión y cauce a su instintivo anhelo de rebeldía y de odio al "godo", expresión viva de mando y prepotencia. De ahí el rasgo ctuacterizamte del movimiento: su honda signifiación de ",,uerra social" de lea multifonne población campesina de la Banda contra el régimen amurallado en lit ciudad-puerto, de espíritu cosmopolita y mercantil, centro visible de la repudiada administración de los dominadores hispímicos. La estructura de la hueste revolucionaria estaba caracterizada, además, por ser una —hermandad- de contingentes diversos, identificados por ti¡ procedencia del lugar o "pago- de su vecindad y por lit respectiva lealtad de los hombres de cada mesnada ata "caudillo' regional. Cada "división" criolla constituía de por sí una entidad social propia: el jefe; sus capitanes, "vecinos establecidos' del lugar: sus lmnilias; sus capellanes; tras ellos, tenlo el mundo circundante del -señorío- rural de aquel jefe: el comerciante rústico, de pulpería volante; las "chinas' Ilevtutdo en sus carretas el hogar trashumante, nutrido de "gurises' y de "quitutderas", selváticas dantas del coraje criollo, reserva de lanceras o auxiliadoras del sediente o del herido en el combate; el baquetmo; el domador, el curandero y "mamo santa" de botica vegetal y tnilagrera y el barbero samgrador, cirujmur improvisado y hábil; el cacique cristiano y sus gentes, en fin. La "división" pues, constituía en sí misma una comunidad andariega, unimismada en una "integración vertical" cuya médula era el prestigio, la confianza y el pacto tácito de obediencia al "caudillo", señor del "común' lugareño. Pero el centro atractivo y coordinador de tata diversas voluntades y motivaciones no era una idea ni un progrtuna abstracto: era una voluntad superior, un prestigio y una conducta señera: era Artigas.

El caudillo José Artigas El 19 de junio de 1764 nacía en la ciudad de Montevideo-en el predio que hoy ocupan las tincas señ aladas con los números 1486-90 y 306-308-310 de las calles Colón y Cerrito, respectivamente-'-losef Gervasio, hijo legítimo de Martín losé Artigas y de Frutcisca Antonia Pascual Rodríguez'conocida por Fnutcisca Anto rúa Aznar-. Estaba vinculado por su linaje, a ftunilias fundadoras de la ciudad: los Artigus, los Carrasco, los Pasqual y los Ctunejo. Artigas debe haber pasado los primeros años en la ciudad y en lit chacra de

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sus padres, en el margen occidental del arroyo Carrasco. Tras un breve pasaje . por la escuela de prhneras letras del Convento de San Bentardhio, de los Padres Franciscanos, se decidió por la vida en campaña. Hubo de quebrantar para ello la disposición testamentaria de su abuelo materno Felipe Pasqual Aznar, quien había instituido una capellanía nombrmtdo "por primer capellán de ella a mi nieto José Gervasio Artigas". En 1778 su nombre aparece registrado en la Cofradía del Santísimo Rosario y luego, por un largo período, se abre una época indocumentada de su vida, de la que apenas se poseen algunas noticia. El Gral. Nicolás de Vedia -que fue su compañero de colegio- recuerda que:

"José Artigas era un muchacho travieso e inquieto v dispuesto a sólo usar de .su voluntad; .sus padres tenían establecimientos de campaña y de uno de éstos desapareció a la edad como de !4 años V va no paraba en .sus estancias. si no era una que otra vez, ocultándose a la vista de sus padres. Correr alegremente los campos, changuear v comprar ganados inavoresv caballadas, para irlos a vender a la frontera del Brasil, algunas veces contrabandear cueros secos, v siempre haciendo la pritr:erafigura entre los muchos compañeros, eran sus entretenimientos habituales ".

Hacia 1790 existen referencias de que vivía por el litoral del Uruguay, recooiendo ganados en los campos del Queguay, asociado "a un señor Chatré'. Vuelve Vedia a mencionarlo en sus "Apuntes". ".Se habrán pasado cosa de diez v seis a diez v ocho años, cuando después abrazó .su carrera de vida .suelta, lo vi por primera vez en una estancia, a orillas del BacacaV, circundado de muchos mozosalucinados que acababan de llegar con una crecida porción de animales a vender. Esto fiie a principios del uño 93. en la estancia de un hacendado rico, Ilaniado el Capitán Sebastián ". Entre los :ufos 1794 y 1796, hay noticias de sus andanzas por los territorios del norte del Río Negro y en las zonas limítrofes con el Brasil, haciendo corambre en el Cu:ueiin, en compañía de otros "cliarigadores', "conduciendo más de cuatro iníl animales y al mismo tiempo cogiendo ganado" al frente de "80 y untos hombres de annas, la más portuguesada..:' o, en fin, despertando la prevención del propio Gobernador Olaguer y Feliú, quien, en la capital, ha tenido "positivas noticias" de que está "para salir de la barra de Arapey Grande con el Arapey Chico..." una crecida tropa coi) destino "a la Est:uicia de Pintos, que está enfrente a la guardia de Batoví y que igu:d camino lleva otro ll:unado Pepe Arti,as contrabandista vecino de esta ciudad, conduciendo también dos inil :utiinales..:' La documentación glosada prueba que Artigas, como hijo de su tiempo, como morador de la pradera oriental, participó en faenas clandestinas y en el trajín del contrabando, en la zona norte de la Banda durante los años de su

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mocedad. Y si esta probanza, más la que fluye de una interpretación racional y lógica sobre los requerimientos ineludibles del medio en donde actuaba, no fuera suficiente, cabría agregar que, al ingresar al Cuerpo de Blandengues, se acogió a los beneficios de un indulto, donde estaba previsto especialmente este delito y justamente pretendía atraer a hombres diestros, buenos jinetes y que hubieran mudado "en el trajín clandestino" para formar aquel Cuerpo de Caballería destinado a celar la cunpaña. El 10 de marzo de 1797, Artigas, con muchos de sus compañeros de avetrturas, se enrolaba corno soldado en el Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Montevideo, haciéndose presente en el cuartel general de dicha unidad en Maldonado. Ya en agosto era comisionado al frente de una partida de 30 hmnbrespara contener las incursiones de los changadores portugueses y los malones indígenas. A su regreso de esta misión, en Montevideo, en enero de 1798, ya había sido designado-en octubre de 1797-Capitán del Regirniento de Milicias de Caballería. El nuevo Jefe de Milicias continuó, sin embargo, al inundo de los Blandengues, donde el 2 de marzo de 1798 se le designó Ayudante Mayor con el grado de Teniente, cuyo grado le sería confirmado por el Rey, en enero de 1799. A pescar de sus importantes y destacados servicios, recién alcanzaría el grado de Capitán el 5 de setiembre de 1810, que le fue conferido por el brigadier Joaquín de Soria, con carácter interino y hasta la suprema confirmación real. Cuando se prestó aprobación al plan del ilustre don Félix de Azaua. de 1'undau poblaciones en la frontera de la Barda con el Brasil, Arigas fue designado para actuar como Ayudante del sabio geógrafo, seguramente "por su mucha práctica de los terrenos y conocimientos de la canpañtC, como diría el SubInspector General, Sobretnonte, en oportunidad de recomendarlo parra una cornisió n. Azara le encargó proceder al deslinde y entrega de los solares en el recién fundado pueblo de Sur Gabriel de Batoví. Allí tendría oportunidad de vivir una aleccionante experiencia, con el asalto portugués a las guardias fronterizas de Santa Tecla y Batoví y la ocupación de las Misiones. De resultas de la guerra con España, el Capitán General de Río Grade del Sur movilizó sus fuerzas sobre el territorio español de la Banda, apoderándose de las guardias de Santa Tecla y Batoví, mientras el aventurero José Borges do Canto ocupaba los pueblos de Misiones en agosto de 1801. Había sido ocupada, asimismo, la villa de Melo, de la que fueron desalojados cuturdo los efectivos hispánicos de la Banda se disponían a continuar la liberación de los demás territorios, en cuya acción fueron detenidos por la noticia de haberse finnado la paz, en Badajoz. En las acciones militares de esa difícil guerra fronteriza le cupo actuación destacada a Artigas, que en marzo de 1803 regresó x Montevideo, permaneciendo casi todo el año "enfermo en su casar. A fines de abril de 1804 el Gobernador Pascual Ruiz Huidobro dispuso que tornara el mando de una partida de

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cincuenta hombres para atacar a los indios rebeldes que asolaban las esumcias del norte del Río Negro. En dicha campaña, Artigas chocó, reiteradamente, con el Comandante General de Misiones, Coronel 7ótnás de Roc:anora, conflicto que fue solucionado por la intervención del Teniente Coronel Francisco Javier de Vi:ma, que elogió la disposición y eficiencia de Artigas, como diría, "sin embargo de sus penalidades y mal estado de salud". Y en el oficio del 30 de junio de 1805 hacía saber que había concedido licencia para la plaza de Montevideo al Ayudante Mayor José Artigas "para restablecer su salud". Poco después era elevado el pedido de Artigas de retiro, por razones de salud, "con el goce de fuero militar y uso de uniforme de retirado, en premio de sus útiles sevicios". En esta época actuó como "oficial del Resguardo (aduanero) con jurisdicción del Cordón al Peñarol". El 23 de diciembre de 1805 contrajo matrimonio con su prima Rosalía Rafaela Villagrfut Amigas, invocando al solicitar la dispensa ante las autoridades eclesiásticas por el grado de consaguinidad que los unía, "el deseo de sacar de la especie de orfandad y pobreza en que se halla la expresada prima siendo hija de una madre viuda sin haberes ni auxilio seguros para su subsistencia... y que teniendo, casi al cumplir, treinta años de edad... es ya muy difícil que halle marido que la mantenga en los términos que el suplicante es capaz por su bienesuti". Al mfo siguiente nacía su hijo, José María, y luego dos niñas, Francisca Eulaliaen noviembre de 1807, y Petronila, en diciembre de 1809; ambas fallecerán a los pocos meses de vida y en tales circunstancias, Rosalía padeció un desequilibrio mental que la sumiría más tarde, definitivamente, en la endjertació n, hasta su muerte ocurrida el 10 de febrero de 1824, en el Hospital de Caridad de Montevideo, en circunstancias de extrema pobreza.

Tuvo, .sin embargo, el Caudillo, otros hijos, de filiación natural, habidos de sus relaciones, anteriores y posteriores a su matrimonio con Rosalía Villagrán. En 1791 había nacido su primogénito, Manuel, cava rnadre, Isabel Sánchez o Velásquez, le daría tres hijas más: María Clemencia, en 1793; MaríaAgustina, en 1795; y María Vicenta, en 1814, habiendofallecido las dos primeras de corta edad. Otro hijo, Roberto, lo hubo de su relación con Marflde Borda, hacia 1813, en la época del .segundo sitio de Montevideo. Este, a su vez, sería padre de dos hijas. Matilde yAngelitaArtigas, corno resulta de la documentación conocida. Santiago y María, nacidos en Purificación, entre los años 1817 y 1819, jireron .sus Últimos vástagos, habidos con la paraguaya Melchora Cuenca.

Al producirse las invasiones inglesas, no acompañó, en su primer momento, la expedición organizada en Montevideo, para cooperar en la defensa de Buenos Aires, por cuanto el Cuerpo de Blandengues permaneció guareciendo varios puntos de la campaña oriental. Pero, poco después, Ruiz Huidobro le

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comisionó con pliegos para Liniers, al que alcanzó en los corrales de Miserere, participando en las acciones del Retiro y de la Plaza de la Victoria. Liniers, entonces, le confió el parte del triunfo obtenido sobre los ingleses; al cruzar el Río de la Plata en dirección a Colonia, se hundió la embarcación en que viajaba, perdiendo su equipaje y efectos personales, y alcanzando la costa a nado. Pivel Devoto, comentando su actuación en este período, dice acertadamente: --...desempeñó cometidos arriesgados y de confanza, formó filas entre los defensores de Montevideo hasta la rendición de la plaza, en que cayó prisionero. Pero Artigas no corrió la suene de sus compañeros. Más intrépido, se evadió de la ciudad para hostilizar a sus ocupantes al frente de una partida. Su actuación culmina cuando el Capitán General del Río de la Plata le confía, en términos de extraordinaria expresividad, la salvaguardia de los que, después de la rendición de Montevideo, parecían restos del dotnütio español en la Banda Oriental. Cuando vuelve a brillar el pabellón del Rey, otra vez Artigas recibe la misión de atacar alos contrabandistas". Durante la segunda invasión inglesa volvió a actuar a las órdenes del viejo Comandante del Regimiento de Blandengues, Cayetano Ramírez de Arellano, tnercciendo su expresa citación, por haberse comportado-con otros oficiales del Cuerpo— "con el mayor enardecimiento, sin perdonar instante de fatiga, autünautdo la tropa, sin embargo de que no lo necesitaba, por el ardor con que se arrojaban al fuego de los enemigos'. Por ese entonces, hacia agosto de 1807, ocupó la plaza de Comandante interino de la Colonia. Investigaciones modernas han comprobado que Artigas, en su calidad de Ayudante Mayor del Cuerpo de Blandengues, acumuló, en cierta época, a sus cometidos habituales de celar la campaña, proseguir el contrabando y conservar el orden público, otra investidura especial, como rnagistrado con coinpetertciat en materia de tierras fiscales. Elío, designado Gobentador interino de Montevideo, después de las invasiones inglesas, adicionó a este cometido el de Comandante General de laCaunpaña, con furtcionesjurisdiccionales, y también de policía y gobierno, en cuanto le competía velar "por la seguridad, tranquilidad y conservación- de los vecinos y hacendados. Cuautdo en tal carácter instituyó a Artigas, Comandante de la Partida Celadora encargada de actuar en la zona ubicada al norte del Río Negro, a fines de 1807, también le "facultó parra siernpré', parra que, cuando se le presentaren --algunos vecinos que se quieran establecer en los terrenos que hubiesen realengos'-, los pusiera en posesión legítima y les diera un certificado -o "conste" corno se decía entonces-, que oficiaba de título de dominio, acreditando la donación. El procedimiento no era el habitual. El interesado. en vez de seguir el fatigoso Várnite corriente de las denuncias, comparecía en audiencia oral ante el magistrado, quien, si el peticionante era acreedor a la gracia, le reconocía el derecho posesorio y le señalaba los linderos. Apenas cabe insistir sobre la excepcional importancia de este asunto. Por

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un lado revela la preocupación de Ello -legítimo continuador de una larga saga en la materia-por ensayar en el problema del "arreglo de los campos' los métodos ambiciosos y profundos de un ensayo colonizador, subdiviendo y poblando las tierras fiscales, en lugar de confiar sólo en la represión militar o policíaca para combatir el bandolerismo gaucho. Por el otro, encontramos otra vez a Artigas, comprometido en una sugestiva experiencia agraria. El papel de colaborador eficiente, de consejero eficaz y de discípulo que cosechaba sabias enseñanzas, que le tocó desempeñaren el proceso fundacional de Batoví, junto a Azara, se trueca aquí en el de directo responsable y ejecutor. Así se enlazan, en el problema agrario, su experiencia de funcionario y militar al servicio de la Corona, con la Ley de Tierras que aplicaría durante el breve ciclo de su gobierno de la Provincia. Planteada la ruptura de relaciones entre Montevideo y Buenos Aires, en 1810, Artigas, como sabemos, actuó en el Entre Ríos para sofocar los brotes " juntistas", retirándose luego a Colonia con su Compañía de Blandengues. El 15 de febrero de 1811, dos días después de publicado el bando de Elío declarando la guerra a la Junta de Buenos Aires, Artigas abandonó la causa "regentista" junto con el teniente Rafael Hortiguem y seis de sus hombres y del Cura párroco de Colonia, José María Enríquez Peña, pasando a ofrecer los servicios orientales al gobierno porteño de la "Junta Grande", ahora representativo de todas las Provincias. Quien iba a constituirse en el conductor e intérprete de la causa popular de la Revolución en el Plata, era una personalidad vigorosa, con un enorme prestigio en toda la vasta extensión de la pradera platense y sudatlántica, como lo destaca el Comandante del Apostadero Naval de Montevideo, José María de Salazar:

"Artigas era el coquito de toda la campaña, el niño mimado de los Jefes, porque para todo apuro lo llamaban, y se estaba seguro del buen éxito, porque tiene un extraordinario conocimiento de toda la campaña coma nacido y criado en ella, en continuas comisiones contra ladrones, portuguesas y además muy emparentado, y en suma, en diciendo Arúgas, en la campaña todos tiemblan. Este hombre insultado y agraviado Ise refiere a un incidente con el brigadier Muesas en Colonia] sale vomitando furias, desaparece; y cada pueblo por donde pasaba lo iba dejando en completa sublevación..."

Por su parte, Mariano Moreno, en su "Plan de Operaciones", habla recomendado se procurara obtener su incorporación y la de José Rondeau a la causa revolucionaria: "...así por sus conocimientos que, nos consta son muy extensos en la campaña, como porsus talentos, opinión, concepto y respeto..." en la seguridad de que "concediéndoles facultades, amplias concesiones, gracias y prerrogali-

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vas, harán, en poco tiempo, progresos tan rápidos que ames de .seis meses podría tratarse de formalizar el sitio de la Plaza Ide Montevideo)". Figura y personalidad de Artigas Algunos de sus contemporáneos nos han dejado la descripción de su figura y carácter moral, como el ya citado Nicolás de Vedia: " E.s Artigas de regular estatura, algo recio v ancho de pecho. Su rostro es agradable: su conversación afable y siempre decente; come parcamente, bebe a sorbos, jamás empina los vasos. No tiene modales agauchados, sin embargo de haber vivido siempre en el campo ".

En su "Diario de Viajé', Latrañaga también lo describe, en ocasión de entrevistarle en Paysandú, en junio de 1815. "...En nada parecía un general. Su traje era de paisano y muy .sencillo: pantalón y chaqueta azul, sin vivos ni vueltas, zapatos y medias blancos y un capoe de bayetón eran todas sus galas, v aun todo esto pobre y viejo. Es hombre de una estatura regular y robusta, de color baslame blanco, de rnuy buenas facciones, con la nariz aguileña, pelo negro v con pocas canas: aparenta tener unos cuarenta y ocho años, su conversación tiene atractivos, habla quedo v pausado: no es fácil sorprenderlo con largos razonamientos, pues reduce la dificultad a pocas palabras y lleno de mucha experiencia, tiene una previsión y un tino extraordinarios. Conoce mucho el corazón humano, principalmente el de nuestros paisanos y así no hay quien le iguale en el arte de manejarlos. Todos lo rodean y todos lo .siguen con amor, no obstante que viven desnudos y llenos de miseria a su lado...".

Por lo demás, un autor que contribuiría decisivtunente a imponer la'-leyenda negra' del caudillo, como Bartolomé Mitre, había anteriormente expresado una excelente valoración del carácter y personalidad de Amigas en un "Manuscrito' redactado en 1841, en Montevideo, donde decía: "Amigas era verdaderamente un hombre de hierro. Cuando concebía un provecto no había nada que lo deluviera en su ejecución, su voluntad poderosa era del temple de .su alma y el que posee esta palanca puede reposar tranquilo sobre el logro de .sus empresas. Original en .sus pensamientos como en sus maneras, .su individualidad marcada hería de un modo prof indo la mente del pueblo". "Activo pero silencioso, hablaba mi¿ poco v sus órdenes más terminantes se expresaban por el lenguaje mudo que pedía ?a vida o la muerte de los gladiadores. Sereno y fecundo en arbitrios, siempre se mostró superior al peligtn'.

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Y Carlos de Alvear, apasionado enemigo de Artigas, diría de él, interpretando, a través de su concepción de gentilhombre patricio, la enorme significación del caudillo sobre los hombres del pueblo: "Artigus fue el primero que entre nosotros conoció el partido que .se podía sacar de la brutal imbecilidad de las clases bajas, haciéndolas servir en apoyo de .su poder, para esclavizar las clases superiores y ejercer su poder .sin más leves que .su brutal voluntad".

Raíces del pensamiento artiguista Artigas, al asumir la conducción de la causa popular en la revolución, revela una concepción demasiado sistern&tica y clara como para atribuirla, exclusivamente, a su genial intuición o ala mera cooperación intelectual de sus secretarios y consejeros. Creemos que cabe considerar, como raíz de inspiración del pensamiento propio de Artigas a la fecunda corriente de ideas de la Ilustración española. Por lo demás, estos ideales habían recibido la rotunda continnación histórica de las revoluciones norteamericana y francesa, justamente en el período -1790-1810-étt que se inscribe la formación de la personalidad del Caudillo. Estos acontecimientos tuvieron, como es notorio, particular recepción en el Río de la Plaut, y, en especial, en Montevideo, la ciudad-puerto, tara esencialmente penetrada por el tráfago mercantil y el culto de las "novedades". La inquieta tninoría y el grupo principal de los activos hombres de negocios de su patriciado-al que Artigas estaba vinculado tanto por su linaje, como por su propia actuación-siguieron con atenta preocupación tales procesos, que inspiraron comentarios y rumores en tertulias y salones y llevaron a muchos a tornar partido por las opiniones, las ideas y las conductas del "siglo", conocidas y difundidas por los "papeles públicos', la correspondencia y las noticias de los viajeros. Si duda los hombres del patriciado montevideano, imbuidos del pensamiento de la ilustración, eran representantes e intérpretes de intereses a los que Artigas, sin desconocer, no estaba vitalmente comprometido y condicionado por ellos. Este fermento liberal que se percibe en su doctrina política y económica, no alcanzaría, sin embargo, por esta circunstancia de desapego y distancia de los intereses concretos del patriciado, al que por su origen pertenecía, a invalidar la aguda percepción por Artigas de sus contradicciones con la realidad de su tierra y de la historia, cuyas fonnas tradicionales prefirió por sobre los tnoldes institucionales y políticos que, con tanta miopía, transplantaría, en sus ensayos de organización, las minorías dirigentes de las urbes platenses. El pensamiento de Amigas presenta por ello, tiente al de éstas-sin perjuicio de su común raíz inspiradora- una superior adecuación a la realidad viva de la geografía y de los pueblos, de hondo sentido nacional americano, y hasta un cierto aire "restaurador" por su adhesión a la tradición y a la mejor herencia hispánica en

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América. He ahí la similitud y el parentesco del pensamiento artiguista con el de su época, pero también sus profundas diferencias. Ha sido señalado reiteadamente el significado que debió tener para Artigas su actuación y relación con el distinguido marino, geógmfo y economista español Don Félix de Azara. Este inteligente representante de las ideas del ilustre Melchor Gaspar de Jovellanos, que formularía tan agudas reflexiones sobre la realidad económica y social de estas tierras americanas en sus célebres "Memorias', debió influir, fecundamente sin duda, en el inquieto espíritu de Artigas.

La secuencia de los hechos que habrían de conmover radicalmente las bases institucionales y el cuadro de intereses económicos del Río de la Plata, en los años decisivos de 1805 a 1810, debieron permitir, asimismo, la conformación de una opinión clara y definida en el ánimo de Artigas. La violenta actitud de los grandes terratenientes de la Banda Oriental frente a las disposiciones del Real Acuerdo de 1805 sobre limitación y gravámenes a la propiedad rural; las gestiones y pronunciamientos de autoridades y comerciantes montevideanos respecto de las limitaciones impuestas a la libre comercialización de los géneros introducidos a la plaza, durante el período de la dominación británica; el divorcio institucional de 1808 con la capital virreinal, entroncado con las noticias alarmantes sobre la crisis de la monarquía, las pretensiones de Bonaparte y las aspiraciones de la Infanta Carlota; los acontecimientos en suma de 1810, que a través de la "Gaceta" de Buenos Aires y las noticias de los particulares, conmovían la opinión de Montevideo y de los pueblos de la Banda Oriental, constituyen jalones de un proceso demasiado importante y en muchos de cuyos avatares tuvo actuación el propio Artigas, como para suponer a éste ajeno e indiferente a los mismos. Su conducta durante el año X, al servicio del "regentismo" montevideano, probablemente se inscribe en una actitud de desconfianza a las decisiones políticas de la rival Buenos Aires, que debió primar en la opinión de muchos hombres representativos de la campaña oriental. Pero la creciente protesta del medio rural ante las medidas fiscales del gobierno montevideano; el cambio operado en la autoridad porteña el 18 de diciembre, con la incorporación de los representantes del interior, que abrió una expectativa legítima de mejor representatividad y respeto de los derechos de los pueblos, que pareció, incluso, concretarse en el Reglamento de Juntas principales y subalternas, del 10 de febrero de 1811; la conmoción provocada por las disposiciones coactivas de Ello sobre tierras y la subsecuente declaración de guerra a la Junta porteña; el destrato agraviante de Muesas a su dignidad personal, constituyen, por lo demás, motivaciones de entidad suficiente para explicamos su decisión de incorporarse a la causa revolucionaria. No puede desconocerse, tampoco, en este examen del proceso de integración del pensamiento y de la predisposición revolucionaria del Caudillo, la influencia que ejerció en su ánimo la prestigiosa personalidad del Cura párroco

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de Colonia, Dr. José María Enríquez de la Peña, encendido partidario de la Junta. Sobre este particular, resulta muy ilustrativa la carta que, algunos años después, le escribiera el Caudillo a dicho sacerdote: "Mi muy distinguido amigo y apreciable paisano: Tal vez no pasa un solo día sin que yo no recuerde aquellos buenos ratos que nos agradaban tanto: al fin, por nuestros sentimientos patrióticos, emprendimos igualmente nuestra marcha, que fue .seguida de nuestra .separación'". "Es muy mejor para algún día que nos veamos, la narración de nuestros trabajos desde aquel tiempo ". Diego pasa a relatar los acontecimientos hasta la fecha -enero de 1813. concluye: "Esta es mi historia en globo. Los pormenoresservirán en justiicarla más pero la premura del tiempo me impide relacionárselos a usted de quien me repito su .siempre amigo atento, q.s.m.b. JoséArtigas'".

La deferencia del trato y la evocación a los "buenos ratos" compartidos precediendo inmediatamente al recuerdo de la común decisión revolucionaria movida por el "patriotismo", penniten inferir, sin violentar los hechos, que el Caudillo otorgaba al sacerdote patriota una significación tal como para concederle -en medio de las más difíciles circunstancias y estrechado por el tiempo-el mérito de una pormenorizada relación de acontecimientos, que únicamente se explica si el corresponsal fue copartícipe de aspiraciones y reflexiones vividas en común con anterioridad al desarrollo de tales acontecimientos.

Artigas como militar Aspecto inseparable de la personalidad de Artigas fue su condición de militar. Su formación castrense se inició como es notorio, en los "Blandengues Veteranos de le Frontera de Montevideo' ", cuerpo de Caballería, con instrucción mixta, a pie y a caballo. "Las circunstancias que originaron la creación de este regimiento--dice el historiador militar Capitán Romeo Zina Fernández-,los medios en que debió actuar, la forma de combatir del adversario con el que tuvo que medirse le dieron características peculiares y muy propias; la guerra irregular, el conocimiento del terreno, su actividad ecuestre, la fatiga y privaciones de sus continuas campañas en la vigilancia de las fronteras, hicieron que se integrara con el único elemento apto para ese servicio, que eran los criollos y fue en este cuerpo, como en las mismas milicias, donde se formó el soldado de nuestras primeras unidades patrias". Pero los expertos coinciden en sefialer la excelencia de las aptitudes militares de Artigas, al estudiar, en particular, las campañas de los años XVI al XX contra los ejércitos portugueses. El plan de campaña, elaborado en el Salto en 1812 y puesto en aplicación en oportunidad de la invasión lusitana de 1816,

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lleva el concepto de la maniobra envolvente al campo estratégico, por primera vez en la historia militar de América. "He aquí una genial innovación de Artigas -afirma el Tte. Cnel. Edison Alonso Rodríguez- ya que, recién a partir de la guerra franco-prusiana de 1870, veremos concepciones similares". En sus planes estratégicos, Artigas emplea las operaciones por líneas exteriores, como en sus frustrados intentos de contrainvasión al Brasil, aplicando también, con gran eficacia, las maniobras por líneas interiores, como en sus operaciones contra los españoles y los porteños. Sus conceptos estratégicos y sus soluciones, por lo demás, no se ciñen a un esquema único sino que se adaptan a las circunstancias, mediante una audaz y fructífera combinación de los procedimientos técnicos. Hay, asimismo, una diferencia de concepto respecto de la defensa y cobertura del territorio oriental con el sistema estratégico español. Estos la fmidaron en un dispositivo disperso, urbano y perimetral, con fortificaciones en los puery tos naturales de ultramar más importantes -Colonia, Montevideo Maldonado- y destacamentos y guarniciones de débil efectivo, con misiones limitadas de carácter más bien policial. Este dispositivo estaba orientado en previsión de ataques por vía marítima, pero no protegía la extensa frontera terrestre de un modo eficiente y de ahí la creación del Cuerpode Blandengues. Artigas, en cambio, basaba su sistema defensivo en la concentración de sus fuerzas en una posición central, no dando excesiva importancia a las ciudades ni a la defensa costera, por carecer de los medios necesarios para llevarla a cabo. Orientaba sus medios hacia la defensa de las vías de infiltración, aplicando con acierto el principio de la economía de fuerzas. A1 no disponer de los efectivos necesarios, aplicó con gran acierto la defensa estratégica, para disponer así en otras partes del frente, de fuerzas suficientes para desarrollar una ofensiva que amenazara puntos esenciales del enemigo. Y por medio del movimiento, multiplicaba sus fuerzas para defender las líneas de invasión más favorable al enemigo. La adopción de cualquier otro sistema hubiera dificultado el empleo de la caballería, anna principal de los ejércitos artiguistas, y hubiera aparejado problemas de muy difícil o imposible solución, tales como la constitución de suficientes unidades técnicas, de artillería e ingenieros y la fabricación de cañones, pólvora, municiones, etc. Pero Artigas aplicó el principio de la ofensiva tanto en el plano estratégico como en el táctico. En el plano estratégico dirigía sus esfuerzos contra los puntos más sensibles del dispositivo enemigo, sus líneas de comunicaciones y sus retaguardias. En el aspecto táctico sus disposiciones tendían a preparar una batalla decisiva para lograr una victoria completa, destruyendo las fuerzas organizadas del enemigo. El tipo de batalla empleado por Artigas, en el cual dispone de todas sus fuerzas en condiciones de atacar al enemigo de frente, flancos y retaguardia, fue el tipo concebido y empleado por Napoleón, siendo su ejemplo histórico más semejante, la batalla de Castiglioni, en 1796.

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Indudablemente que la táctica aitiguista era la resultante de las circunstancias y del grado de preparación de sus fuerzas, empleadas, fundamentalmente en operaciones de guerrilla, escaramuzas y hostilización hasta llegar a la batalla como medio de decisión cuando las condiciones se presentaban favorables. El Gral. José María Paz, en sus "Memorias", ha descripto la táctica de los ejércitos artiguistas al hablar de la "guerra de montoneras":

"A presencia del enemigo y sin desmontarse, se despliegan en guerrillas y cuando han llegado a la distancia conveniente, echan pie a tierra, quedando uno con los dos caballos y avanzando el compañero de algunos pasos para hacer fuego, el que continuaba mientras se creía conveniente. Algunas veces se conserva a caballo uno, teniendo la rienda del caballo del que se ha desmontado. Si son cargados y se ven precisados a perderterreno, saltan en sus caballos con rara destreza y antes de un minuto han desaparecido; si, por el contrario, huye el enemigo, montan con igual velocidad para perseguirlo y entonces obran como caballería".

La modalidad escurridiza de esta forma de combatir, se vincula a la táctica de los indígenas. Se presta admirablemente para la guerra de guerrillas, para la lucha de recursos o para desgastar un ejército más numeroso. Constituye uno de los aspectos de la escuela artiguista, pero no la única manifestación. Artigas planea y lleva a cabo también operaciones regulares y con fuertes efectivos, "dando evidentes muestras de una gran capacidad militar -dice el citado experto compatriota-al hacer un acertado empleo de sus medios y de los principios de la guerra". Pero Artigas se vio obligado a aplicar las tácticas de las montoneras, durante la campaña contra los portugueses, por la falta de tropas instruidas que supieran maniobrar, carencia de jefes adaptados a otras formas y su inferioridad numérica.

LA MARCHA DE LA REVOLUCION Las primeras acciones El 28 de febrero de 1811, Pedro Viera y Venancio Benavídez, al tiente de un grupo de paisanos, luego del llamado "Grito de Asenció', contando con el apoyo del Alférez de Blandengues, Ramón Fernández, ocuparon en el mismo día, la villa de Mercedes y al siguiente, Santo Domingo de Soriano. Poco después, San Salvador o Dolores, se incorporaba al movimiento y Pedro Viera marchaba en dirección a Paysandú, mientras en Belén otra partida patriota, bajo la dirección del comandante Francisco Redruello y los hacendados Julián Laguna y Manuel Pintos Cameiro, se pronunciaban por la Revolución.

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La satisfacción con que fue recibida eti Buenos Aires la noticia de Asencio se vería contrarrestada, casi de inmediato, por la derrota de la flotilla revolucionaria al mando de Azopardo, frente a las fuerzas navales de Montevideo, a órdenes de Jacinto Romarate, el 2 de marzo, en el puerto de San Nicolás, sobre el Paraná. Este contraste. que amenazaba incomunicar a Buenos Aires con el Entre Ríos y la Banda Oriental, no logró, sin embargo. desanimar a los patriotas orientales que, el 11 de abril, desde Mercedes, eran proclamados por Artigas, de regreso de Buenos Aires, por la "carrera" de la "Bajada del Paraná", Arroyo de la China y Payswndú. Poco después, las fuerzas auxiliadoras porteñas, al mando de Be1grwno y Rondeau, cruzaban el Uruguay, acampando en las inmediaciones de Mercedes. Pero entonces Belgrano como consecuencia del cambio político operado el 5 y 6 de abril en Buenos Aires, fue llamado a responder por su campaña en el Paraguay y unajunta de guerra celebrada el día 22, designó a Rondeau general eh jefe y a Martín Galain como su segundo, continuando a Artigas como jefe de las milicias orientales. Entretanto, el 20 de abril, Benavídez se había apoderado del pueblo del Colla del Rosario y de las villas de Víboras y Espinillo. Casi simultáneamente, fuerzas reunidas por Manuel Antonio Artigas, los hermanos Quintetos y los henn.mos Vargas, desalojaban de Porongos (Trinidad) a la guamición adicta a Montevideo y el 21 de abril derrotaban a los "regentisu4s' en Paso del Rey, sobre el río San José, obligándolos a retirarse. AI día siguiente tomaban la villa de San José, la que, reconquistada por las fuerzas del comandante Joaquín Gtyón y Bustamante enviadas desde Montevideo, cayó definitivamente el día 25, ante las fuerzas revolucionarias, a las que se había incorporado Benavídez. En la acción fue gravemente herido Manuel Antonio Artigas, que falleció un mes después. En el Este, las fuerzas patriotas al mando de Manuel Francisco Artigas, obtuvieron en pocos días el dominio de extensas zonas. El 24 de abril, ocuparon Minas; el 28, San Carlos donde el capitán Juan Correa había logrado el apoyo del vecindario; el 29 ponían sitio a Maldonado, que se rindió el 5 de mayo, quedando el capitán Correa como comandante de dicho pueblo. Manuel Francisco Artigas envió entonces una partida .d mando del comandante Pedro Gervasio Pérez para tomar la Fortaleza de SantaTeresa; cumplida esta misión, la misma fuerza ocupó la villa de Rocha, e17 de mayo. Estos progresos de los revolucionarios, convencieron a Elío de su error inicial respecto de lo que había creído era la acción de "algunas partidas de ladrones" y que ahora amenazaba cercarlo entre los muros de Montevideo, y lo determinaron a cifrar todas sus esperanzas en una acción militar decisiva. Confió, entonces, el mando de las fuerzas regulares de la guarnición de la Plaza, aumentadas con efectivos de la marina y de milicias, al Capitán de Fragata José Posadas, que estableció su cuartel general en Las Piedras para esperar allí a los revolucionarios.

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Asinúsrno intentó atraer a Artigas ala causa "regentista ", imponiendo a don Antonio Pereira el envío de "un propio", que lo fue Manuel Villagrán, pariente v suegro riel caudillo, ofreciéndole a éste el perdón v el ernpleo que a discreción quisiera obtener Artigas acordó que Yrillagrán fiera oído en Junta de Guerra, la que resolvió remitirlo a Buenos Aires a disposición de la autoridad v en cana a Pereira rechazó la oferta, estimándola corno un "insulto que se hace a in¡ persona". Pero todas las esperanzas de Ello de desbaratar de un golpe la revolución oriental o de seducir o tomar preso a su Caudillo, quedarían disipadas luego de la derrota sufrida por Posadas, el 18 de mayo de 1811, en los campos de Las Piedras. !L! batalla, cornenzada a las once del día y concluida al ponerse el sol, fue desastrosa paralosmonleVÍdeanos, cuyasfuerzas, en total, eslinlóArllgas, en 1.230 hornhres, .siendo los efectivos orientales. aproxirnadwnenle, de unos 1.000; el recuento rae pérdidas dio 150 bajas, entre muertos y heridos, para los "regenlistas ", s, 482 prisioneros, incluidos 23 oficiales, entre los cuales el propio comandante en jefe, José Posadas. "Muy lejos tendríamos que ir a buscar en la historia para encontrar una batalla de tan completo resultado-dice el T. Cnel. Oscar Antúnez Oliveraprescindiendo claro está de la de Cannas, que fue establecida como modelo. Debemos remontamos a 1643, en cuyo ario Condé, con un dispositivo de batalla no am completo como el de Artigas, ya que dispone su ejército paralelo al del enemigo sin ninguna masa envolvente, obtiene una brillante victoria--en Rocroi-,aniquilando completamente al ejército español de Frmicisco de Mello; victoria que hizo a Thiers compararlo con Alejandro, uno de los pocos grandes generales de todos los tiempos". La Junta bonaerense confirió entonces a Artigas el grado de Coronel y decretó ascensos a los oficiales orientales por las victorias de San José y Las Piedras. Los'regentisuts', perdido el único ejército con que podían contar, quedaron encerrados en Montevideo y Colonia. Esta última, donde se hallaba Vigodet con alguna fuerza y una tlotillade barcos, ¡be abandonada por el jete "regentista", llamado por Elío después de Las Piedras, con destino a Montevideo, el 26 de mayo; al día siguiente, Benavídez ocupaba la ciudad, rendida por el Alcalde y su vecindario.

El primer Sitio de Montevideo Dueñas de la campaña las milicias artiguistas, desde el 20 de mayo inicia-

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ron el Sitio de Montevideo. A1 día siguiente, Artigas intimó a Elfo la rendición de la plaza, para evitar la "efusion de sangre y todos los padecitnientos que causa la discordia entre hermanos". Simultáneamente, se dirigió al Cabildo, en un oficio donde se resumesu pensamiento político de entonces: Comienza haciendo el elogio de la institución del Cabildo, "ninguna más honrosa ni más sagrada" de cuantas ha "creado la política", que permite atribuirle «el dulcísimo atributo de Padres de la Patria". A él se dirige porque de .su conducta dependerá el obtener «gloria eterna o eterno aprobio», en el juicio .severo de las «juturas generaciones». Yprosigue: «...constituido representante de un pueblo numeroso que le ha confiado sus votos, VE. puede salvarle del precipicio a que corre: y yo le hago el honor de creer que oirá con madurez . las proposiciones que, como jefe de las tropas prontas a asaltar esos antros, quiero dirigirle»... «desde el momento de su instalación la Excelentísima Junta Provisoria de estasprovincias demostró .su particular consideración hacia el pueblo de Montevideo, no olvidó un medio de atraerlo a su seno: pero distinciones y propuestasfiteron desatendidas» y un «Gobierno corrompido» se aplicó a extender la desoladora discordia, «afomentar la más criminal división entre españoles americanos y europeos», a mantener al pueblo en la ignorancia de «su miserable situación» a perseguir y vejar a los vecinos. «El comercio quieto, los frutos estancados, la Caja exhausta, todo se olvidaba por sostener un capricho". Vino así la declaración de guerra: pero, «¿a quién, Excelentísimo Señor? A los vasallos de nuestro arpado soberano Fernando VII, a los que defendemos la conservación de sus dominios, a los enemigos .sólo de la opresión de que huye la afligida España. El Mundo todo oirá con admiración ese rasgo antipolítico», sobre todo cuando el autor de esta orgullosa declaración debía pedir recursos para subsistir, «los cuales ofreció VE. por medio de una imposición general .sobre las propiedades de los vecinos, habitantes de su pueblo. Desgraciados forzados a prodigar el fruto de sus sudores para incienso del orgullo». Han sido inútiles estos aprestos porque los «habitantes todos de esta vasta campaña" se han puesto en marcha y victoriosos se disponen a liberar a «sus hermanos que gimen dentro de esos débiles muros»...
Elío desoyó la advertencia y ordenó el retiro inmediato del oficial mentario que había traído la propuesta de rendición. Por su parte, el Cabildo no

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parla-

contestó el oficio mencionado de Artigas ni tampoco otro que el jefe oriental le remitió algunos días después. En vista de estas actitudes, Artigas trasladó su cuartel general al Cerrito y estrechó el sitio. Elfo, por su parte. decidió eliminar de la plaza a los sospechosos de adhesión o simpatía con la causa de los revolucionarios y expulsó a nueve religiosos de la Orden Franciscana y treinta y una familias. El 1' de julio se incorporó al Sitio, Rondeau, al frente de 2.800 hombres, 12 ctuiones y 2 obuses, estableciendo su cuartel general en el Arroyo Seco, mientras Artigas trasladaba el suyo al Cordón. Se formalizó así la línea sitiadora sobre un frente que iba desde Punta Carretas hasta el Arroyo Miguelete, pasando por las Tres Cruces y el Arroyo Seco.

La primera invasión portuguesa La situación de Montevideo, después de Las Piedras, decidió a Ello, utifizamdo los buenos oficios del Jefe de la Estación Naval Británica en el Río de la Plaa, Pedro Heywood, a mandar a Buenos Aires al capitán Obregón, para gestionar un cese de hostilidades, gestión que fue rechazada. Asimismo, escribió a Heywood pidiéndole que tomara en custodia, con sus fuerzas, la plaza montevideana, para que los "juntistas' no la atacaran, ofrecimiento que quedó sin respuesta... El Virrey, entonces, se dirigió por intermedio de su secretario, Juan Bautista Esteller, al capitán General de Río Grande, Diego de Souza, solicitándole el apoyo de sus fuerzas contra los sitiadores. Autorizado por la Corte de Río, de Souza invadió el territorio oriental al frente de unos 5.000 hombres, diciendo en una proclama:

«No es con intención de conquistar vuestro país, que me determina a entrar en él: el objeto de mis operaciones tendrá .solamente en vista apaciguar las querellas de una revolución que desgraciadamente os inquieta .y os obliga a derramar la sangre de vuestras propios compatriolas». Invoca, ademús «tentativas premeditadas contra las Guardias portugue.sas», «operaciones que en vuestra campaña han sufrido los vasallos de Mi Augusto Señor» y coacciones con que ellos han sido constreñidos a entrar en la «guerra intestina que os devora». Promete la «más religiosa y segura protección» a las personas y a los bienes, .salvo que «por vuestra conducta os hiciéreis indignos de ella». Asegura que no sacar(! «ningunasubsistencia, ni aún para manutención de mis tropas», .sin compensación efectiva .y concluye que una vez lograda «una pacificación consolidada v permanente» entre los diferentespartidos, su ejército volverá a sus cuarteles.

El 23 de julio, la vanguardia portuguesa ocupaba Meto; el 5 de setiembre,

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ya reunidas todas las divisiones lusitanas, entraban en Santa Teresa, abandonada por su guanúción, y dos días después ocupaban Rocha, nunbién evacuada. Finalmente el 10 de octubre, el Gral. De Souza entraba en San Carlos; y dos días después se instalaba en la ciudad de Maldonado. Ya con anterioridad había enviado fuerzas hacia el Centro y el Litoral, con vistas a atacar ad ejército sitiador de Montevideo.

El armisticio de octubre En julio de 1811 la situación militar de la Revolución en el Plata se veía severarnente comprometida. Por una parte, el ejército del Alto Perú había sufrido ti¡ derrota de Huaquí (20 de julio), dejando abierto el ctunino de'I'ucurnfut a la contraofensiva "regentistti' de las fuerzas limeñas; por la otra, en la Banda Oriental, el avance portugués (19 de julio) tunenazabacerctual ejército sitiador de Montevideo y desde las Misiones, Paysandú y la costa entrerriuta, intercurnpir las comunicaciones a través del río Uruguay. Por lo demás, la escuadra montevideana, que había bombardeado Buenos Aires el 15 de julio, bloqueaba su puerto y cerraba el acceso de los ríos Paraná y Uruguay. Esta difícil circunstancia, determinaría a la Junta Grande (véase Capítulo 1) a enviar a Montevideo, el 11 de agosto, una comisión integrada por Juan José Paso, José Julifut Pérez y Gregorio Funes, para negociar un cese de hostilidades, en gestión que no obtuvo éxito. Bajo presión britíutica, trasmitida por Sarratea, se retutudauon las negociaciones en setiembre, concertíutdose un "tratado preliminar" sobre la base de la suspensión de hostilidades, la vigencia de ti¡ autoridad de Elío sobre la antigua jurisdicción de Montevideo en la Banda Oriental y el reconocimiento por la Junta Grtutde de la Monarquía Nacional española. Correspondería al primer Triunvirato-instituido el 28 de setiembre- culaninau lit negociación con Ello, suscribiéndose, tinalrnente, el Annisticio, el 20 de octubre, en Montevideo. Por el mismo el gobierno porteño reconocía ü Fernando VII l' .sus legítimos sucesores (ara. I) y la unidad indivisible de la Nación española, de la que eran parte integrante las Provincias del Plata, al igual que los reinos de la penín.sula ), las demás partes de América v la autoridad de las Cortes Generales.Extraordinarias Montevideo, por .su parte, reconocía al gobierno bonaerense y admitía que Buenos Aires suspendiera el envío de diputados a Cortes «hasta tanto no se reúna el Congreso General de las Provincias» (ara. 4). Elío se comprontetía a levantar el bloqueo de Buenos Aires v ríos inieriore.s, a gestionar el retiro de las tropas portuguesas de la Banda oriental y a oficiar
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Buenos Aires se comprometía a levantar el sitio de Montevideo; desocupando «enteramente la Banda Oriental del Río de la Plata hasta Uruguay, sin que en toda ella se reconozca otra autoridad que la del excelentísimo señor Virrey» (an. 6); los pueblos del arrovo de la China, Gualeguay y Gualeguaychtí, .situados en el Entre Ríos, quedarían igualmente sujetos al gobierno de Ello (art. 7); y convenía asimismo Buenos Aires, en remitir a España "a la mayor brevedad todos los recursos pecuniarios que permita el presente estado de las rentas), los que pudieran recogerse de la franqueza y generosidad de los habitantes» (art. 3). El art. 17establecía que «en el caso de invasión de una potencia extranjera se obligan recíprocamente ambos gobiernos a prestarse todos los auxilios necesarios para rechazar todas las fuerzas enemigas», previéndose así la eventual negativa portuguesa de evacuar los territorios ocupados. El resto de los artículos establece una amnistía general; la mutua devolución de prisioneros, de bienes y esclavos; el restablecimiento de las comunicaciones, correspondencia y comercio entre las jurisdicciones de ambos gobiernos; y el derecho para todo buque nacional o extranjero de entrar o salir libremente de cualquiera de ambos puertos del Plata.

LOS ORIGENES DE LA SOBERANIA ORIENTAL Los primeros Congresos Orientales El 8 de setiembre habían llegado a las líneas sitiadoras los comisionados del gobierno bonaerense para consultar con Rondeau y Artigas el texto de acuerdo preliminar suscrito en Buenos Aires el día 7. Se resolvió entonces convocar a una junta del vecindario oriental en el Cuartel General establecido a media legua de la plaza, en la panadería de Vidal (ubicada en la manzana que hoy delimitan las calles Lorenzo Fernández, Pedernal, Joaquín Requena yYaguarí). La reunión debió celebrarse en la noche del 10 u 11 de setiembre, con asistencia de más de un centenar de hombres representativos del pueblo oriental, entre ellos Larrañaga, el canónigo Ortiz y los jefes y oficiales de las divisiones artiguistas. Allí los diputados de Buenos Aires, expusieron las causas que obligaban al armisticio y al rctiro del ejército sitiador, pero al decir del memoralista Carlos Anaya:

«Ninguna de ellas hizo fuerza contra los compromisos muy positivos en que .se hallaba el Pueblo Oriental: el vecindario se comprometía a sostener el sitio personalmente, interín el ejército salía al encuentro del que mandaba Souza, jefe portugués en marcha para el campo sitiador, con otras mil razones que hizo conocer el riesgo de los representantes en qtíerer llevara cabo la misión de que estaban encargados; resolviendo retirarse a Buenos Aires a participar

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los inconvenientes con que habían tropezado, después de hacer responsable al General en Jefe .sobre aquel no cumplimiento. Los habitantes y el ejército mismo, reposaban en la confianza de que el Gobierno general reconsideraría las cosas v acaso desistiendo de ello, continuaría engrosando las operaciones del Sitio". Anaya tal vez se equivoca respecto del compromiso de los comisionados de marchar a Buenos Aires para trasmitir la queja de los orientales, porque casi inmediatamente restablecieron contactos con Elfo, que, al fracasar, determinaron la renovación de hostilidades. La significación de esta reunión radica en que ella fue la primera vez que el vecindario en armas oyendo a los hombres "notables y de consejo" exteriorizó su voluntad colectiva. señaló una conducta y reclamó por sus derechos. Ajustado el acuerdo preliminar del 7 de octubre, con Elío, por el comisionado porteño Dr. José Julián Pérez, y sin que sus cláusulas fueran conocidas, trascendió en el campo oriental el objeto de la misión del Dr. Pérez; y entonces fue diigida una representación a Rondeau, manifestándole "ser la voluntad general -según narra Artigas en su citado oficio al gobierno paraguayo- no se procediera a la conclusión de los tratados sin anuencia de los orientales cuya suerte era la que iba a decidirse—. Se promovió, entonces, una nueva reunión del vecindario, convocada por Rondeau y en la que estuvo presente el Dr. Pérez y que tuvo lugar el 10 de octubre en la quinta conocida por de "La Paraguayá' (ubicada en la actual esquina de 8 de Octubre y Garibaldi).

Arligas, en el pormenorizado oficio del 7 de diciembre de 1811 a la Junta paraguaya, afirma que los orientales expresaron que sus «puñales eran la única alternativa que ofrecían al no vencer»: y por lo tanto, que se levantase el Sitio de Montevideo «.sólo con el objeto de tornar una posición militar más ventajosa para poder esperar a los portugueses» y que en el resto respondiese el propio Artigas «del féliz resultado de sus afanes». El mismo, conciliando. su «opinión política» con el «imperio de la subordinación», que estaba obligado como militar, aceptó el levantamiento del Sitio, pero se negó «absolutamente desde el principio a entender en unos tratados que consideré .siempre inconciliables con nuestras fatigas, muy bastantes a conservar el germen de las continuas disensiones entre nosotros y la Corte del Brasil i, muy capaces, por sí solos de causar la dificultad en el arreglo de nuestro sisteina continental". Seguidamente los orientales lo declararon. su general en jefe y "protestaron no dejar la guerra en esta Banda, hasta extinguir de ella a .sus opresores o morir dando con su .sangre el mayor triunfo a la libertad».

Procedieron, entonces, los orientales, en esta asamblea popular -como di78

rían algún tiempo después, en oficio al gobierno porteño de 1812-, considerando roto el vínculo "nunca expresó' con la autoridad de Buenos Aires y sin aceptar la de Montevideo, a celebrar "el acto solemne, sacrosanto siempre de una constitución social, erigiéndonos una cabeza en la persona de nuestro dignísimo conciudadano Don José Artigas para el orden militar de que necesitábamos—. Esta designación de Artigas como "Jefe de los Orientales" -Como dio en llamársele desde entonces- habría que adquirir toda su significación política el 23 de octubre, en la asamblea espontáneamente congregada en las márgenes del río San José, sobre el Paso de la Arena. Allí, el pueblo oriental, como diría el propio Artigas, "después de la ratificación de los tratados de octubre, él pudo constituirse y se constituyó, si no bajo las fonnas más o menos propias, al menos bajo las más legales', siendo la prúnera resolución el repudio del annisticio; la segunda, continuar la guerra por sí, y la tercera, la decisión de abandonar el suelo patrio. Surgía así a la vida política, en los primeros actos de ejercicio de su soberanía, una entidad social autoconsciente de su carácter y de su destino, el "pueblo reunido y turnado", como dirá Bauzá, y se daba "un gobierno inmediato' en la persona de su caudillo José Artigas.

La emigración De acuerdo con las cláusulas del Armisticio, Rondeau abandonó la Banda Oriental con su ejército y algunas familias orientales, embarcándose en el puerto del Sauce (actual Juan Lacaze) con dirección a Buenos Aires. Por su parte, Artigas, designado por el Triunvirato, "Teniente Gobernador del Departamento de Yapeyü', en las Misiones, se dirigió con sus tuertas hacia el Norte. Esta marcha de los orientales se convirtió de pronto en un movimiento de emigración de todo un pueblo--que los paisanos llamaron "la redota", es decir, "la derroai' y que Clemente Fregeiro denominaría el "Exudo del Pueblo Oriental"- y que el mismo Jefe de los Orientales trató de evitar: "Un mundo entero me sigue, retardan mis marchas y yo me veré cada día tnás lleno de obstáculos para obrar; ellos me han venido a encontrar, de otro modo yo no los habría admitido".

Esta columna, de más de 4.000 personas, de las márgenes del San José siguió a las puntas del Arroyo Grande: de allí, al Arroyo Monzón y luego al Cololó: cruzó el río Negro por el Paso Yapevú, entre el 12 y 13 de noviembre: siguió a Pa.vsandtí, cruzando el Quegaay y el arroyo Quebracho y después el Chapicuy: y, a principios de diciembre de 1811, acampó en el Davrndn. Los orientales intentaron, ¡in tiempo después, instalarse en la corta entrerriana del Arroyo de la China y a principios de 1812, cruzaron el Unogaal' para situarse en el Salto Chico Occidental, donde permanecerían hasta

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abril; por entonces, se trasladaron ala desembocadura del Ayuí donde permanecieron hasta fines de setiembre, en que iniciaron el regreso ala tierra oriental. Vinculaciones con el Paraguay y el Litoral Mientras en la Banda Oriental se desarrollaban los acontecimientos comentados, el gobierno paraguayo, amenazado también por la posible penetración portuguesa en su territorio, adoptaba sus medidas defensivas y se dirigía al gobierno bonaerense, pidiéndole armas y municiones, de acuerdo con el pacto federal del 12 de octubre de 1811, recientemente suscrito. El gobierno porteño contestó el 20 de noviembre de 1811, en forma cortés, prometiendo el auxilio solicitado y haciendo saber que había instruido aArtióas para obrar en "armonía y concierto con las fuerzas al mando de V.S." Y al día siguiente, informaba al Jefe Oriental de esta correspondencia y le hacía saber que consideraba "de suma importancia" su coordinación con las fuerzas paraáuayas. Artigas se dirigió, entonces, el 7 de diciembre de 1811, al gobierno del Paraguay, comisionando al efecto al capitán José Francisco Arias.

Las instrucciones de Arias, le prevenían informar, a las autoridades paraguayas de la situación, y «consecuencias que debe producir»; destacar la « Utilidad recíproca que resultaría de un plan combinado de operaciones entre ese ejército y las tropas del Paraguay haciendo ver que los vecinos orientales «.re consideran unos con los paraguayos en todas sus relaciones» y, finalmente, solicitar auxilios, sobre todo «tabaco, yerba mate y lienzos», ya que «este ejército padece las necesidades que produce una campaña penosísima».

La misión Arias no obtuvo resultados salvo en lo referente a auxilios materiales-yerba mate, tabaco, etc -, de los que fue portador el capitán Francisco Bartolomé Laóuardia, que llegó al campamento oriental en los primeros días de marzo, desde donde informó del caluroso recibimiento brindado y del estado nülitar de las fuerzas artiguistas. Pero la misión Laguardia y las reiteradas comunicaciones con el gobierno paraguayo, no rendirían los resultados que Artióas esperaba. De ahí el envío, en misión confidencial, del doctor Andrés Campana, que en agosto de 1812, informaba a Miguel Barreiro del recelo de las autoridades paraguayas respecto de la verdadera posición de Artigas y de sus fuerzas, que temían fueran utilizadas por Buenos Aires contra aquella provincia. Por lo demás, los avances portugueses sobre el río Apa y el Fuerte Borbón, decidieron al Paraguay a entra en, negociaciones de paz, que los lusitanos fácilmente arLnitieron, por haberse suscrito el tratado Rademaker-Herrera, el 26 de mayo de 1812, con el gobierno de Buenos Aires.

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La pernartencia oriental en la costa entrerritma, fue, asimismo, oportunidad propicia pirra estrechar relaciones políticas entre Artigas y varios hombres representttivos de la zona, como ser Eusebio Hererlú, Ricardo López Jordán. Zapata, el correntino Elías Galván y los jefes guarartíes de las Misiones, acaudillados por el propio hijo adoptivo del Jefe oriental, Andrés Guacararí y Amigas, el célebre "Andresito". De este modo, y sobre los objetivos comunes del rechazo de los portugueses y la defensa de los intereses populares de la Revolución, se irían gestando las bases de lo que habría de ser, en el futuro, el "Sistema de los Pueblos Libres" o Liga Federal.

El conflicto con el centralismo porteño La gravitación creciente de los intereses porteñistas en la conducción de la Revolución traería aparejada una variación sustancial en las relaciones de la autoridad bonaerense y el Jefe de los Orientales. Entretanto, en Montevideo, el 18 de noviembre de 1811, Ello declaraba abolido el Virreianto y regresaba a Europa, quedando José Gaspar de Vigoder como Capitán General y Gobernador. Vigodel, haciéndose eco de una vieja aspiración montevideana, decretaría, el 24 de mayo de 1812, la creación del Consulado de Comercio, que sería ratificado, el 3 de junio de 1813, por la Regencia peninsular. Y el 24 de setiembre .siguiente, se juraría la Constitución del Reino de España e Indias, sancionada por las Cortes de Cádiz.

El conocimiento por parte del gobierno de Buenos Aires de la correspondencia y relaciones entre el Jefe Oriental y el gobierno paraguayo, así como la evidencia de que aquél adoptaba planes operativos que excedían los simples cometidos militares, coincidía-a partir de la instalación del primer Triunvirato- con la tendencia que hacía de la preeminencia de Buenos Aires, el eje de todo su esquema institucional y político. Imbuidos sus miembros de la típica mentalidad liberal, procuraron instalar las libertades civiles en todo el territorio, pero sin abandonar el concepto de la autoridad que reconocía en la existencia de un poder central omnipotente, la condición indispensable para la existencia misma del Estado. Por consiguiente, veían en toda expresión de autonomismo un ataque desquiciador de la integridad nacional, aunque la coordinación de las autonomías provinciales, fuera, a la postre, la única modalidad capaz de integrar el cuerpo político de la nación. Mientras subsistió el peligro portugués, las fuerzas orientales significaron un antemural que garantizaba la retaguardia de BuenosAires; pero, quebrados, por la influencia británica bajo la experta conducción de Lord Stramgford, los objetivos de la Corte Lusitana, y resuelta la evacuación de la Provincia Oriental por las fuerzas del General Diego de Souza, una vez firmado el tratado

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Rademaker-Herrera (24 de mayo de 1812) disminuía la importancia de Artigas como elemento resistente de la invasión, y Buenos Aires quedaba con las manos libres para retornar el comando de las operaciones de la Batida, en el previsible y cercano nuevo pleito con los "regentistas" de Montevideo. El conflicto, a partir de entonces, se haría inevitable. Las concepciones políticas del artiguismo estaban todavía en agraz, pero en el proceso del conflicto con Sarratea ¡ríanse precisando y tointuido carácter hasta su formulación doctrinaria en el año XIII. De ahí la importancia de su análisis, que trasciende, por supuesto, de lo episódico y de un mero antagonismo entre dos personalidades, al plano de las definiciones políticas. El 14 de julio de 1812, Manuel de Sarratea, con el rango de "General en Jefe del Ejército de Oriente y Capitán General de la Banda Oriental del Paraná", instalaba su cuartel general en el Salto Chico occidental. Dos días después, Artigas le reconocía junto con su ejército, y simultáneamente renunciaba a su grado de "Coronel de Milicias Patrióticas", señalando que, en adelante, sólo ostentaría el de Jefe de los Orientales. Sarratea no aceptó la devolución de los despachos militares de Artigas, que, por entonces y sin abandonarsus recelos, optó por mantenerlos. Pero el conflicto estalló cuando Sarratea dispuso el orden de las marchas para retomar al territorio oriental, en el cual las divisiones orientales quedaban incluidas dentro del titulado "Ejército de Operaciones de Orienté" y sujetas directamente al General en Jefe, sin que las órdenes debieran pasar por intermedio de Artigas, su comandante directo. Esto significaba la práctca disolución del Ejército Oriental y el desconocimiento flagrante de Artigas como su Jefe inmediato, por lo que éste reaccionó, con una serie de enérgicos oficios, en los primeros días de agosto de 1812, en los que define lo que, cronológicamente habría de ser el fundamento de laorientalidad corno entidad política autónoma:

"...iban ya a recoger el fruto de sus trabajos cuando los tratados de octubre separaron de ellos el auxilio poderoso que la capital, generosamente, les había presentado. Respetada la necesidad que pudo haberlos impulsado, nunca pudo haber una sanción tal que exigiera de ellos el sacrificio indecoroso de unir por sí los eslabones a la cadena que rompieron sus esfuerzos los más grandes. Ellos se creyeron un pueblo libre con la soberanía consiguiente y en la alternativa de doblar la rodilla ante el tirano que habían oprimido o entregarse a la desolación o a la muerte, se decidieron por esta última proclamándome su General en Jefe" ... "Yo no veo en esto Sr. Excelentísimo, .sino unos hombres que, abandonados a sí solos seforman y reúnen por sí, contrayendo las obligaciones mutuales que les prescribe el objeto mismo que se proponen llenar Yo admití la honra con que me distiguieron, me comprometía guiarlos hasta el fin y eché sobre mí los deberes que son anexos al todo..." "...Yo, no por mí, por ellos soy constituido jefe suyo; trasmito a las divisiones, que forma las deliberaciones de VE. pero hasta aquí llega el término de mi

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obediencia, porque yo no soy establecido su tirano para reclamar y exigirla suya". ...Por su parte "ha de respeta,, las resoluciones justas" de sus cornpaisanos, que con el "ardor más imponente" reclaman la ocupación de Montevideo. Cambió, entonces, Sarratea su táctica y mediante halagos y ascensos atrajo a varios jefes orientales, como Ventura y Santiago Vázquez, Pedro José Viera, Baltasar Vargas, Eusebio Valdenegró y Rafael Hortiguera. También se pasaron al Cuartel porteño, los presbíteros Manuel Calleros y Santiago Figueredo y algunas figuras civies del patriciado oriental, como Joaquín Suárez, su padre, Bernardo Suárez del Rondelo, el poeta Bartolomé Hidalgo y unas cuantas familias de origen montevideano. En particular, la actitud de algunos de estos hombres en quienes había depositado su confianza y hasta su afecto, resintió el animo de Artigas, y "desde entonces, quizás, tuvo predilección por los gauchos -dice el memorialista Ramón de Cáceres-, pues le he oído decir que había encontrado más virtud en ellos que entre los hombres de educación". En tilas orientales cundió el disgusto y la indignación: el 24 de agosto tuvo lugar una reunión, instigada por Miguel Barreiro, Fernando Otorgués, José Llupes y Nicolás de Acha, que propuso a Artigas la ruptura con las autoridades bonaerenses y la constitución de una Junta de gobierno propia. Pero esta conducta de losjefes fue severamente reprimida porArtigas, que ordenó el arresto de los promotores. Pocos días después, sin embargo, Artigas autorizaba a los jefes divisionarios a dirigirse mediante dos oficios-fechados el 27 de agosto de 1812-al Triunvirato y al Cabildo de Buenos Aires, confiarlos a un comisionado prestigioso Manuel Martínez de Haedo-expresando el sentir del Ejército popular.

En el texto de dichos oficios se define con precisión y claridad el carácter soberano y autónomo del pueblo oriental y de su ejército y la condición de "aicciliar" del ejército boanaerese. Dicen las jefes orientales: "El pueblo oriental es éste. El reunido y armado conserva sus derechos y sólo pidió un auxilio para disfrutarlos en sus hogares de una manera bastante a su mejor éstabilidad" La única culpa de los orientales había sido oponerse al "orden de las marchas" dispuesto por Sarratea, porque "creíamos de necesidad marchar y rnantenernos reunidos", mucho más viendo que en el "anhelo por separarnos llegaba hasta el término de no admitir nuestro sacrificio en la campaña presente, .si no accedíamosa ello ". Esta exclusión era irritante e injusta, prescindiendo de si no contrariaba "las condiciones que deben tenerse en el sistema de confederación"y también de la dudosa legitimidad de una autoridad depediente del "Gobierno Superior de las Provincias Unidas", porque este rango había sido otorgado "debido a la política" y 'por la necesidad de girar con más acierto el resorte de las relaciones extranjeras": pero no autorizaba descono-

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cer los derechos de los pueblos, ni mucho menos a sustituir por los "auxiliadores" la liberación de la propia tierra, tarea que, primordialmente, incumbía a los propios auxiliados. Y concluían, planteando tajantemente el nudo de la cuestión: "si el pueblo de Buenos Aires quiere destruir por .sí la tiranía en los pueblos de América y constituirlos a su modo, o si presenta un auxilio a los pueblos, con el que reclaman su libertad y puede constituirse". Poco después -a mediados de setiembre- las fuerzas de Sarratea completaban el cruce del Uruguay, seguidos por algunas familias orientales. Rondeau, a su vez, con la vanguardia, cruzaba el Río Negro, por el paso de Mercedes, dirigiéndose a poner sitio a Montevideo. Pero éste sería iniciado el 1° de octubre de 1812, por contingentes orientales, al mudo de José Eugenio García Culta, incorporándose Rondeau recién el día 20. Algunos éxitos obtenidos por destacamentos montevideanos en el choque con los sitiadores, decidieron a Vigodet a buscar un encuentro decisivo, antes que el grueso de las fuerzas de Sarratea se uniera a las de Rondeau. libró el 31 de diciembre de 1812 la acción del Cerrito, que concluyó con la victoria de las fuerzas sitiadoras. Entretanto, Artigas había escrito a hombres de su confianza en Buenos Aires --el Dr. Bruno Francisco de Rivarola y el Capitán Felipe Santiago Cardozonarrándoles el curso de las desavenencias con Sarratea. El portador de las misivas fue el Teniente Vicente Fuentes, de sólido carácter y buen criterio. Rivarola aconsejaría a Artigas, dirigirse al Gobierno, dando cuenta de los hechos y sohcitando que se enviara "uno o dos sujetos imparciales, para que yendo allí, examinen y conozcan de este negocio" y que, a mayor abundamiento, incluyera copias de los oficios y órdenes que se le hubieren despachado, —para que en vista de todo se le haga justició'. .

Artigas, entonces, ofició al gobierno, manifestando que se habría sofocado toda desavenencia si .sin dividir a los orientales se les hubiera permitido marchar con él a su frente, corno su "jefe inmediato "; no obstante han sido "tratados corno delincuentes". Sin embargo, a todo pondría "un velo", respetando "la dolorosa situación de la Patria"-se refiere a la invasión de las fuerzas del general Tristán por el Norte-, para lo cual, .si .se creía conveniente "algunas tropas orientales podrían acudir a las urgencias del Tucumán".

Mientras se cursaba esta correspondencia entre el Caudillo orienta] y sus amigos, se producía en Buenos Aires la revocación de autoridades ocasionada por el pronunciamiento cívico-militar del 8 de octubre de 1812. El segundo "Triunvirato", ahora aliviado de la tensión en el frente del Norte, por la victoria de Belgrano en Tucumán, comisionó, entonces, a Carlos de Alvear para buscar

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una conciliación con Arúgas. El comisionado porteño no llegó a entrevistarse con el Jefe Oriental y la situación se hará aún más crítica, con el encarcelamiento del Teniente Fuentes y la subsiguiente fuga de éste, que puso a Artigas en antecedentes de la animosidad que existía contra él, en la sede gubernamental y en los ambientes políticos porteños. . Entonces, Artigas, sin vacilar, cortó las comunicaciones de Sarratea y su parque, instalando su Cuartel General en la costa del Yí. Desde el mismo, dirigió un enérgico oficio al General porteño-que él mismo denominaría luego la "precisión del Yí'"-donde luego de recapitular los hechos desde el Armisticio de Octubre de 18 11 hasta la fecha-25 de diciembre de 1812- le conmina a repasar "el Paraná dejándome todos los auxilios suficientes. Sus tropas, si VE. gusta, pueden igualmente hacer esa marcha retrógrada. Si solos continuamos nuestros afanes, no nos lisonjearemos con la prontitud de coronarlos; pero al menos gustaremos la ventaja de no ser tiranizados, cuando los prodigamos en odio de la opresión". Sarratea, por su parte, buscó la mediación de algunos respetables vecinos y jefes orientales para que procuraran un avenimiento con Artigas. Ramón de Cáceres, Felipe Pérez, Sebastián Rivero, Juan de Medina, José Agustín Sierra y Toinás García de Uiiga, se hicieron presentes en el Cuartel General de Artigas y allí ajustaron el 8 de enero de 1813, lo que dio en llamarse el "acta o pacto del Yf '.

Sarratea dimitiría el finando, depositándolo en Rondeau, hasta la definitiva resolución de la Superioridad; y luego se retiraría a Buenos Aires, conjuntamente con Eusebio Valdenegro, Ventura Vázquez y José Pedro Viera; también se retiraría el Vicario General del Ejército, Pbro. Santiago Figueredo. Todas las divisiones, inclusa el Regimiento de Blandengues y las fuerzas de guarnición en los pueblos de la campaña, quedarían bajo las órdenes deArtigas, "debiendo trasmitirse precisamente por este conducto las comisiones al fin de la campaña presente ". Las tropas venidas de BuenosAires "serían declaradas Ejército Auxiliador" y considerando que es igual el servicio que prestan éstas y las milicias, sería también igual el socorro de cualquier clase que se suministrara. Artigas dejaría expedito el paso del parque y comisaría de guerra de Sarratea. La transacción se publicaría, con toda la solemnidad, en uno y otro ejército, y se impondrían las penas correspondientes a cualquiera que procurara renovar un "resentimiento pasado".

El jefe porteño intentó suavizar las exigencias de Artigas, en especial la de su remoción del mando y en dilatar su cumplimiento, argumentando que no tenía poderes bastantes para ratificar por sí mismo el "pacto del Yi'. Artigas entonces, resolvió apurar los acontecimientos, dando órdenes a Fructuoso Rivera para que se apoderara de las caballadas del ejército auxiliador y se cortara el abasto de haciendas para dichas tropas y el vecindario de extramuros. Una

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junta de jefes del ejército porteño, resolvió aconsejar el abandono del sitio ante la falta de recursos indispensables para continuarlo; pero antes encargó a Rondeau y French procurar una conciliación con Artigas. Este accedió x todo cese de hostilidades con la condición de que se activara en Buenos Aires la remoción de Sarratea; enviándose dos oficiales -uno por parte del general porteño y otro por la suya- para que gestionaran ante la Superioridad dicha resolución. ' Con este propósito, el Caudillo oriental designó comisionado ante el gobierno bonaerese a Tomás García de Zúñiga. En las instrucciones que le fueron expedidas se reiteran las exigencias del "pacto del Yi, agregándose ahora a la nómina de "indeseables' para los orientales, el nombre de Francisco Javier de Viana. pero el art. 8" de las mismas, define, en apretada síntesis, todo el programa político del artiguistno: "La soberanía particular de los pueblos será precisamente declarada y ostentada, como objeto único de nuestra Revolución".

La doctrina contenida en estas líneas parte del .supuesto de que aquella retrover.sión de la soberanía a.su fuente, proclamada corno dogma en el Cabildo Abierto del 22 de rnavo, excluía la pretensión hegemónicade la capital v el reconocimiento de que cada uno de "los pueblos"-así, con esa connotación objetiva, *N• no en el concepto abstracto de "el pueblo "-habían recuperado el goce de sus derechos primitivos. Por eso cuando BuenosAires firmó los tratados de octubre "vulneró" los derecho.ssagradosdel pueblo oriental, decidiendo por sí y• .sin anuencia de los interesados, sobre su porvenir v destino; y también por esotue legítima la conducta del pueblo oriental al alzarse contra esta decisión arbitraria y resolver porsí v sin que nadie osara denegarle competencia, que era preferible la miseria v el dolor del F.vodo, a someterse a la tiranía "que vetamos agonizante ". La patria peregrinante se dio una tregua, esperando que condiciones más propicias le permitieran contar con los brazos de los "atcviliadores ", para recuperarla tierra perdida: pero lo.s precedimiento.s de Sarratea en el Avuí "descorrieron el velo" v mostraron en Buenos Aires v sus representantes, el propósito de "sostener usan tiranía nueva ", tan usurpadora como los antiguos mandones de la Regencia, del derecho particular que los pueblos adquirieron con su "regeneración política". La doctrina presuponía ¡in segundo estadio: el de ver cónto los pueblos, .sin abdicar de .su "soberanía particidar", se integraban en el conjunto de la Nación; pero ese punto era materia a dilucidar en la ardua empresa de su organización: entre tanto, era preciso garantir la legitimidad de la gesta revolucionaria), consolidar el objetivo que había alzado a los orientales, mediante una definición que reconociera .sus inalienables derechos v les permitiera "constituir.se" .según su voluntad, y no según "el modo de Buenos Aires".

171 mismo día en que García de Zútiiga partía a cumplir su misión -2 de febrero- Sarratea lanzó un bando declarando a Artigas "traidor a la patria' y

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prometiendo el indulto a todo desertor del ejército porteio que se hubiera amparado en las tropas artiguistas, en cuanto se acogiera a las órdenes de Femando Otorgués. Y en la misma fecha, escribía a Otorgués "con la esperanza de que cortará usted de raíz la fatal desunión que tanto nos aflige' y autorizándolo para adoptar las medidas que considerara mejores para castigar al "rebelde enemigo de la Patria José Artigas'. Simultáneamente el montevideano Santiago Vázquez enviaba un par de pistolas a Otorgués, incitándolo a asesinar al Caudillo oriental... Entretanto, la Asamblea General había dispuesto comisionar al Dr. Pedro Pablo Vidal con el propósito de solucionar el diferendo entre Artigas y Sarratea; gestionar su reconocimiento por los orientdes y el envío de diputados por los mismos. Cuando el Dr. Vida¡ llegó a la línea sitiadora, el conflicto con Sarratea había ¡lecho crisis: el 21 de febrero, intimado por sus propios jefes subalternos, apoyados por la vanguardia artiguista, al mando de Otorgues, Sarratea había designado el mando en Rondeau y emprendido viaje hacia Buenos Aires. El día 26, el ejército oriental se incorporaba a la línea sitiadora.

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CAPITULO IV LA ASAMBLEA GENERAL DEL AÑO XIII

INTEGRACION Y TENDENCIAS Instalación Alas 9 de la mañana del 31 de enero de 1813, quedó instalada la Asamblea =aunque no se hallaban presentes todos los diputados— cumpliéndose así con lo dispuesto en la convocatoria del 24 de octubre de 1812, que obligaba a empezar las sesiones "en todo el mes de enero". El juramento se hizo en la Catedral, omitiéndose la fórmula de lealtad a Fernando VII; inmediatamente, los diputados pasaron al local del Consulado de Comercio, donde había funcionado la "Sociedad Patriótica". Allí recibieron, a su vez, el juramento de lealtad de los miembros del Gobierno-pues la Asamblea se había declarado "Soberana—- y de las jerarquías eclesiásticas, de los tribunales y de los empleados civiles y militares. A pesar del decreto de la ASamblea que ordenaba tres días de iluminación v festejos, no hubo jervor popular ni los empleados mostraron entusiasmo por prestar el juramento. Hubo que amonestar a muchos .y ordenar a los Alcaldes de Barrio que recogieran las firmas de los padres de familia, casa por casa. De acuerdo con lo dispuesto, también debían prestar el juramento los Ejercitos. Belgrano así lo hizo, al recibo de la pertinente comunicación, en las márgenes del río que desde entonces pasó a llamarse del "Juramento", Rondeau, en la línea sitiadora de Montevideo, lo postergó, aceptando la sugestión de Artigas, hasta que concluyeran las deliberaciones del Congreso "de las Tres Cruces", haciéndolo, finalmente, el 8 de abril de 1813, conjuntamente con las milicias orientales.

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El mismo día 31 de enero de 1813, fue elegido Presidente de la Asamblea, Carlos de Alvear. Se estableció que el cargo duraría un mes, creándose el de Vicepresidente; Secretarios fueron Hipólito Vieytes y Valentín Gámez. También el 31, se votó que residía en la Asamblea" la representación y ejercicio de la soberanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata", dándose el tratamiento de "Soberano Señor". El 10 de marzo, se decretó que sus miembros eran inviolables "y no pueden ser aprehendidos ni juzgados sino en los casos y términos que la misma Soberuta Corporación determinará". Esta resolución era copia casi textual del decreto de inviolabilidad de los diputados de las Cortes de Cádiz, del 28 de noviembre de 1810 y el artículo 128 de la Constitución española de 1812. Entre los integrantes de la Asamblea, vendrían a dibujarse tendencias políticas o "facciones" como se les llamó entonces, que según Matías Zapiola, eran: los "conservadores", compuesta por Alvear y seis mías; los "independientistas", formada por los amigos de San Martín, en número de cuatro; los indecisos, o como los llana Zapiola, los "esclavos", a los que la Logia no daba parte "en el secreto porque se dejan llevar con el que puede más y no tiene más interés que el de su comodidad", en número de once; y finalmente, el citado memorialista señala a dos más, como "hijos del gobierno teocrático, de quienes jamás se puede aguardar la libertad del país, según son sus principios". La facción advearista, impedido-como se verá-el ingreso de los diputados orientales que hubieran reforzado el bando sanmutiniano, fue la que predominó en los debates de la Asamblea y terminó por arrastrar a sus posiciones a la mayoría de los indecisos o "esclavos', siguiendo, dócilmente, las "sugestiones" y "consejos' del gabinete inglés, trasmitidos por el sagaz Lord Strangford y sus atentes. De ahí el tono cauteloso y dirigido a reformas intentas para satisfacer las proclamadas consignas liberales ante la opinión y el enmascaramiento de la "Independiente" y la postergación de la "Constitución". El funcionamiento de la Asamblea, por lo demás, no fue continuo. A partir de su instalación el 31 de enero, hubo sesiones liaste el 8 de setiembre de 1813; el 1° de octubre se reiniciaron hasta el 18 de noviembre de 1813; luego hubo un tercer período, desde el 21 de enero al 8 de febrero de 1814; uno muy breve del 25 al 31 de agosto del mismo año; y el quinto y último, fue del 5 al 30 de enero de 1815, a partir de cuya última fecha la Asamblea no volvió a reunirse, quedando disuelta, simultáneamente con la caída del Director Supremo Alvear, el 15 de abril de 1815.

LA INDEPENDENCIA Y LA ORGANIZACION CONSTITUCIONAL Apariencias de Independencia Con relación a la idea de "Independencia , existían en la Asamblea concep-

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tos diversos acerca de su alcance y significado. Pero la razón fundamental que condujo a los hombres de la Logia, inspirados por Alvear, a no declarar la Independencia, fue, como se sabe, el temor de perder el imprescindible apoyo» nglés, agravado en el año 14 con la restauración de Femando VII que podría implicar un cambio de frente de Inglaterra y la reinstalación del régimen hispánico. Esta última hipótesis tenía fuertes visos de realidad, como quedaría de manifiesto al recomendar Lord Strangford la realización de negociaciones inmediatas con el restaurado Fernando, verdadero motivo de la misión que le sería confiada, entonces, a Belgrano y Rivadavia. Gervasio Antonio de Posadas-Director Supremo del Estado, desde el 22 de enero de 1814- lo explicaría en carta de diciembre del mismo año, al propio Fernando VII:

"Los pueblos enviaron sus diputados y forrnada una Asamblea numerosa en esta Capital... dictó aquellos decretos que estimó conducentes a contener el desenfreno de la inaltitud Y conservar el orden en cualquier circunstancia... Felizmente... .se ha rectificado la opinión... a Vuestra Majestad toca acelerar este momento venturoso con un rasgo de aquella generosidad heroica que distingue a los herederos del trono de Carlos Y..".

La Asamblea adoptaría, sin embargo, una serie de medidas que, siendo propias de un Estado independiente no tenía, sin embargo, el alcance de una definición categórica y concreta de independencia. E13 de febrero de 1813, dispuso que dentro de 15 días, fueran "removidos de los empleos eclesiásticos, civiles y militares. todos los europeos residentes en esta ciudad, que no hubieran obtenido en este ténnino el título de ciudadanía', y dentro de tres meses, los que habitaran en otras localidades de las Provincias Unidas. Pocos días después, se decretó que la Asamblea otorgaría las cartas de ciudadanía, previo depósito por los interesados de los documentos justificativos de una decidida adhesión a la causa americana. Más adelante, el 4 de agosto, se aprobó la moción de Monteagudo por la que se creaba un "Registro Cívico' en todos los Cabildos, en el que serían inscriptos los nombres de los ciudadaums "beneméritos de su distrito, cuya vida baya sido o fuere en lo sucesivo sacrificada por amor a la libertad de la Patria—. El 13 de an=o de 1813, se autorizó al Ejecutivo a "usar el mismo sello de este cuerpo soberano" con la sola diferencia de que la inscripción del círculo sea "Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata—, en vez de la usada por dicha corporación: "Asiunblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata".

No se conoce la fecha en que la Asamblea había adoptado corno sello el distintivo de las manos cruzadas, pica, gorro frigio, laureles y .sol naciente sobre un campo inferior de plata Y superior de amr, que es hoy el Escudo

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Argentino, pues las actas se perdieron como consecuencia de los disturbios posteriores a la derrota de Rasas en la Batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852. Muy probablemente, dicho sello fuera el encargado por el PrimerTriunvirato a un artista peruano radicado en Chile, en 1812, "con alegorías republicanas" en momentos de entusiasmo independentista. No hay constancia tampoco de la aprobación por la Asamblea de la bandera, pero la misma consintió el uso del pabellón de dos listas azules y una blanca en el centro. No fue enarbolado ni en la sede de la Asamblea ni en la Fortaleza, en la última de las cuales continuó izado el pabellón español hasta el 22 de enero de 1815, en cuya fecha se arrió por orden de Alvear sin ponerse ningún otro.

Belgrano utilizó, a partir del 25 de mayo de 1813, una bandera "blanca en que mandé pintar las armas de la Soberana Asamblea General Constituyente que usa su sello". En el sitio de Montevideo y en los cuerpos militares de Buenos Aires, se usaría, en cambio, la azul y blanca. El 6 de marzo de 1813, la Asamblea encargó a su diputado Vicente López y Planes que "trabajara su canción'"; y el 14 de mayo, el secretario de la Gobernación-Intendencia comunicaba la letra de la "Marcha Patriótica", "aprobada por decreto soberano del 11 del corriente... para que se cantase al empezar los espectzlculos públicos". Como el 11 de mayo no sesionó la Asamblea, el decreto debió ser del Triunvirato.

Vicente López debió trabajar sobre la base de la aceptada por el Cabildo el año anterior, que fuera cantada el primero de noviembre con asistencia del Segundo Triunvirato, en momentos de entusia.sino independentista. Pese a los arreglos, la "Marcha Patriótica',' siguió independentista, tal vez para no chocar a la opinión pública que la venía escuchando desde el primero de noviembre de 1812. Y además, monárquica: "ved en trono a la noble igualdad", "sobre alas de gloria alza el pueblo, trono digno a su Gran Majestad", "Ya su trono dignísimo alzaron, las Provincias Unidas del Sur".

El 5 de mayo de 1813, se dictó la ley que declaraba día de 'Tiesta cívica" el 25 de mayo. Tampoco en esto era original la Astunblea: el año 11, la Junta Grande había solemnizado el 25 de tnayo con Te Deum, lurninarias y paseo del estandarte real y el de 1812, con Te Deum, iguales luminarias y supresión del paseo del estandarte, con funciones de gala en la Casa de Comedias.

Los proyectos de Constitución Cuatro fueron los proyectos constitucionales que, en el estado actual de las

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investigaciones, se sabe existieron: el de la Comisión Oficial, designada por el gobierno en noviembre de 1812; el de la Sociedad Patriótica; el que lleva como fecha la del 27 de enero de 1813; y el titulado "Plan de una Constitución Liberal Federativa", suscrito con las iniciales "FS.C:'. Instalada la Asamblea, el gobierno elevó los proyectos de la Comisión Oficial y de la Sociedad Patriótica. La Asamblea, a su vez, designó una comisión para que proyectara la Constitución, la que no llegó a expedirse.

El proyecto de la Comisión Oficial está inspirado en la Constitución española de1812. Establecía que el Estado, denominado "Provincias Unidas del Río de la Plata", era "una República libre e independiente"; y le fijaba su territorio en la comprensión del antiguo Virreinato. Mantenía la organización local anterior El Poder Ejecutivo -tornado de la Constitución francesa de 1795-.sería ejercido por un "Directorio" de tres miembros, los que no podrían .ser de una misma provincia; durarían .seis años, reemplazándose uno cada dos; .serían electos por el "Consejo de Estada" de diez miembros: dos eclesiásticos, tres rnilitares v 5 civiles elegidos por el Congreso. El Poder Legislativo, que residía en el Congreso, era bi-carnerah un reducido "Senado" de un senadorporprovincia y una ",Sala de Representantes" por dos años, ambos elegidos porAsarnbleas provinciales. El Poder Judicial, independiente, lo formaban rota "COrte Suprema", un "Tribunal Superior" en cada provincia, jueces letrados en las ciudades), alcaldes legos en "los pueblos ". El sistetna electoral establecía "asambleas de parroquia" que designaban electores para forrnar las "asanthleas de partidos" (municipio), y éstas, "asambleas provinciales". ,Se jijaba la edad cívica en I S años; y como causales de .suspensión de la ciudadanía la de ser jornalero, pedo, o sirviente a sueldo y la de no saber leer o escribir; esta última para después de doce años de vigencia de la Constitución. F-'l proyecto de la .Sociedad Patriótica estaba inspirado en la Constitución francesa de 1795 yen la norteamericana de 1787. Denomina al Estado "Provincias de la América del Sur que .se han reunido con las del Río de la Plata ", tal vez en la esperanza de una unión sudamericana. Sustituye la organización de los cabildos locales por "pre/éctos" a la manera fancesa. "El Ejecutivo" lo tiene un presidente, acompañado de un vise-présidente, elegido por tres años por las "asambleas electorales"; habría cuatro ministros: Interior, Relaciones Exteriores, Hacienda y Guerra. El "Legislativo ", .sería hi-cartera!; en el "Judicial" .se establecía el juicio por jurado. ;El sistema electoral era de dos gratlo.s, con las denominaciones francesas: asambleas primarias que elegían "asanthlea.s electorales". El haber nacido en las Provincias Unidas daba la condición de "ciudadano americano "; bahía también. "ciudadanos naturalizados". pero no podían serlo los nativos de España "hasta que ésta reconozca la independencia". Fijaba la edad cívica en 20 años y se establecían idénticas causales de suspensión de la ciudadanía que las del proyecto oficial.

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El proyecto fechado el 27 de enero de 1813, es una pieza sustancialmente igual al proyecto de la Comisión Oficial. Es muy probable, por lo tanto, que haya sido redactado por un miembro de la misma y hasta, quizás, "podría considerársele un texto definitivo de la Comisión antedicla, con refundiciones del de la Sociedad Patriótica—, como opina el Dr. Emilio Ravignani. El cuarto proyecto es el único de inspiración federal. Como se ha dicho aparece suscrito con las iniciales "F.S.C.", lo que lleva a opinar al académico uruguayo Ariosto González que podrían corresponder a Felipe Santiago Cardozo, "diputado artiguista al Congreso de 1813, que trabajó un proyecto de Constitución". Este autor señala su fuente en el Acta de Confederación norteamericana de 1777, en la Constitución Federal de 1787 y en la de Massachusetts.

El proyecto consta de sesenta y cuatro "Artículos de Confederación y Perpetua Unión" y de una nota sobre los "Puntos principales de la Constitución provincial". Organiza un Poder Legislativo bi-cameral dividido en Senado y Sala de Representantes, electo el primero por las Provincias y la otra, por los pueblos, proporcionalmente a la población. El Poder Judicial es independiente y se confía a una Corte Suprema y a jueces territoriales. El Poder Ejecutivo "se compondrá de un Presidente, que ejercerá su oficio durante el término de dos años, debiendo .ser removido en ese término preciso, .sin que por ningún motivo o causa .sea reelegido". Cada Provincia designa su candidato y el cargo se saca "en suerte ". Luego se consagra en forma detallada y minuciosa los derechos de las Provincias.

Organización de los poderes La Asamblea, si bien no llegó a sancionar ninguna Constitución, aprobó una serie de "Estatutos", "Reglamentos" y disposiciones que, en su conjunto, configuraron un esquema de organización de los poderes públicos. El 8 de febrero de 1813, fue aprobado el "Reglamento de policía interior de la Asamblea ", de evidente adaptación del similar de las Cortes de Cádiz. En él se fijaban la atribuciones del Presidente, de los Secretarios y el orden de las .sesiones y de los debates. Poco antes se había establecido que el cargo de diputado no era incompatible con los empleos civiles, militares o eclesiásticos pudiéndose optar por el sueldo del empleo o por la dieta, que se fijó en mil quinientos pesos anuales, luego rebajada a mil.

El 8 de marzo se aprobó un decreto que establecía que "los diputados de las Provincias Unidas son diputados de la Nación en general, sin perder por esto la denominación del pueblo al que deben su nombramiento". Con esta disposi-

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ción se procuraba diluir en la representación de una Nación todavía inexistente ti¡ verdadera condición de los diputados de "procuradores de ciudades y pueblos', que había inspirado su elección por los vecindarios y vinculado a sus aspiraciones e intereses regionales y locales, la significación de sus mandatos, señalados en las respectivas "instrucciones'. No convenía al propósito centrafzador de la Logia y a su afán de predominio político, el mantenimiento de estas diputaciones ligadas a las "soberanías particulares de los pueblos", capaces de engendrar el temido "sistema federal"... Los reiterados reclamos de ciudades y pueblos, en torno de sus propias representaciones obligaron a reconocer a los pueblos "el derecho incontestable para solicitar la remoción o revocación de los poderes de sus diputados, siempre que se invocaran causas justificadas" pero debiendo las renuncias ser presentadas ante IaAsamblea, con fundamentación de causa. Pero más adelante se otorga carácter permanente a las Asambleas Electorales de los pueblos, con el fui de evitar por este medio variaciones de tendencias perjudiciales a la influencia de la Logia. Respecto del Poder Ejecutivo, la primera reglamentación fue dictada el 19 de febrero, al tiempo de reemplazarse a Paso por el Dr. José Julián Pérez.

.Se derogaba la denominación de "provisorio ", llamándose en adelante "Supremo Poder Ejecutivo "; la duración de sus miembros sería de seis meses. La Asamblea nombraría los sustitutos en casos de vacancias mayores de seis días; en las menores supliría al titularauserue un .secretario, que sólo votaría "cuando haya discordia entre los dos miembros existentes del gobierno ".

El 27, se sancionó el "Estatuto del Supremo Poder Ejecutivo Delegado", nuevo nombre que sé daba al "Triunvirato". Repetía las disposiciones del 19 sobre duración y elección de sus miembros. Establecía que era "inviolable" y sólo será juzgado o removido por la Asamblea General Constituyente en caso de traición, cohecho, malversación de caudales públicos o violación de sus soberanos decretos". Le daba las siguientes facultades: "ejecutar puntualmente las leves y decretos.soberano.r y gobernar el Estado; mandar el ejército, armada y milicia; nombrar embajadores y cónsules, jueces criminales y civiles menos los del ,Supremo Poder Judiciario, generales, secretarios del Estado, ofrciales del ejército y milicias nacionales y demás empleados; presentar a los obispos y prebendados de todas las iglesias del Estado; formar los reglamentos y ordenanzas para la ejecución de las leves; administrar las rentas del Estado y ejercer .superintendencia sobre las fábricas de moneda; proveer a la seguridad interior y defensa exterior, distribuir sus fuer
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paz, alianza y comercio, los de tregua, neutralidad y otras convenciones". Pero las declaraciones de guerra, tratados de paz, alianza y comercio, debían .ser propuestas, discutidas y decretadas por la Asamblea General Constituyente. Facultaba asimismo, al Poder Ejecutivo para ".suspender en caso de invasión o inminente peligro de ella, de sublevación u otro atentado grave contra el Estado, el decreto de seguridades individuales, dando cuenta a la Asamblea General Constituyente dentro de las veinticuatro horas" Y estándose a la resolución de ésta. Estas disposiciones .son un arreglo del artículo 171 de la Constitución de Cádiz. Esto explica la concesión al gobierno de enviar y recibir embajadores, que eran propias del Rey, cuyo juramento e imagen omitidos, continuaba sien(lo, sin embargo, reconocido y mencionado en la correspondencia diplomática y bajo cuya advocación se manejarían las relaciones con los agentes ingleses y luego las gestiones de las auioridades ante el propio Fernando VII, poco tiempo después. Lo rnistno cabe decir con relación a la facultad de "presentar obispo.s v prebendados de todas las iglesias" .sin haber sido confirmado por el Pontífice el "patronato eclesiástico ". Sólo es original la disposición sobre suspensión de garatuías individuales y la atribución al Poder Ejecutivo de .ser juez "en todas las causas civiles y criminales de todos los empleados menos de los del Supremo Poder Judicial", que nunca tuvo vigencia

Reformas Judiciales En el —Reglamento de institución y administración de justiciri' promulgado por el Primer Triunvirato, se había establecido la siguiente sentencia, de inspiración rivadaviana: "No hay felicidad pública, sin una buena y sencilla administración de justicia". Tan relumbrante aforismo, de evidente filiación liberal sufriría, como tantas otras grandes frases de aquel tiempo y de aquellos hombres, el más flagrante desconocimiento en la realidad cotidiana de la vida civil. Las diversas facciones del patriciado porteño y en particular la que obtuvo el predominio en la Asamblea, ante la severa oposición de los pueblos a su gestión, sólo pudieron mantenerse gracias a la suspensión de garantías individuales y a la delegación de facultades extraordinarias en el Ejecutivo. Pero el aspecto en que se manifiesta mejor el divorcio entre la "mitología' liberal, inspiradora de aquellos hombres, y el quehacer político de los trtistnos es el ordenamiento que dieron a la administración de justicia. Obsesionados por borrar has instituciones tradicionales del régimen indiano, de profundo arraigo popular y secularmente afianzadas por la altiva conciencia oral bispáutican y atribuyéndoles, por mera refracción de los mitos liberales, el carácter ineludible de "despóticas" a las tnistnas, sustituyeron las "justicias" de Alcaldes y Tribunales del orden tradicional por las esquemáticas formas del derecho importado. Desde luego, que este nuevo ordenamiento de la administración de justicia buscaba consagrar, a través de una muevan jurisprudencia, la atiruación

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y defensa de sus intereses y privilegios del grupo social dominante y suprimir magistraturas y usos judiciales que amparaban a las comunidades locales del desborde del poder central. El 21 de mayo de 1813, se votó la ley que probibía "el detestable uso de los tormentos adoptados por la tirana legislación española para el esclarecimiento de la verdad e investigación de los crímenes", ordenándose que por manos del verdugo se quemaran en la Plaza de la Victoria "los instrumentos destinados a ese efecto".

La disposición fue tomada de la adoptada el 22 de abril de 1811 por las Cortes de Cádiz, que establecía la abolición 'para siempre de los tormentos en todos los dominios españoles". Como en la cárcel de la ciudad no había "esposas" ni "perrillos" (tapabocas), debió quemarse simbólicamente una silla, porque a ella se amarraban los reos sometidos a interrogatorios coactivos. Corno se circuló la orden alas ciudades del interior, éstas contestaron que no podían destruir instrumentos de tortura, porque no los había... Los "cepos" no se destruyeron, sin duda por ser modalidades americanas no conocidas por los constituyentes de Cádiz. Posterionnente, las Cortes de Cádiz suprimieron los azotes, horca "y toda pena infamante ": el Triunvirato prohibió el 9 de octubre de 1813, la "práctica bárbara de imponer a los niños la pena de los azotes... impropia para quienes se educan para ser ciudadanos libres y se ven abatidos, vejados y oprimidos por una pena corporal tan odiosa y humillante ". Los azotes a mayores se dejaron...

El 9 de agosto, quedó suprimido el juramento enjuicio por "servir de apoyo a la malicia y salvaguardia a la debilidad", manteniéndose solamente como "obediencia a las leyes y a las autoridades constituidas". El 6 de setiembre, se dictó el "Reglamento de la Cámara de Apelaciones", que pese a su nombre organizaba la justicia en todas las instancias. Sus principales disposiciones fueron:

Los alcaldes de hermandad conocerían, además de los casos criminales propios de su competencia, en "pequeños diferendos" de no más de $ 50, "guardando las formas esenciales del juicio ", y pudiéndose asesorar con "hombres de buena razón y conducta ". Se apelaba ante los alcaldes ordinarios. Los alcaldes ordinarios entendían en segunda instancia en asuntos inferiores a $ 50 y en primera en los mayores de esa cantidad. De estos últimos se apelaba al gobernador de la provincia, si era ciudad capital, el que sentenciaba con dictamen de su asesor letrado; si era ciudad subalterna, ante el teniente gobernador, que resolvía con asesoramiento de dos hombres buenos. En tercera instancia entenderían las Cámaras de Apelaciones de Buenos Aires o Charcas -cuya Audiencia era sustituida según la jurisdicción-. Se

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compondrían de cinco letrados (en 1811, y en la legislación indiana eran tres letrados y dos legos), que "durarán mientras dure su buena conducta" (en 1811 duraban un período de dosaños). Cada Cámara tendría un "agente" que cumpliría las funciones de los antiguos fiscales. Se creaba, asimismo, un "Supremo Poder Judicial" para entender en los recursos de "segunda suplicación, nulidad e injusticia notoria" de las sentencias definitivas, y de ':fuerza" en las eclesiásticas. Hasta tanto se organizara, el conocimiento de estos casos pertenecía a la Asamblea.

OTROS ASPECTOS DE LA OBRA DE LA ASAMBLEA Reformas Sociales Los hombres de la Asamblea del ario XIII, hijos del "filantropismo de la Ilustración, se abocaron, desde el comienzo de las sesiones del cuerpo, a la consideración de varios problemas de orden social. En este aspecto de su labor, también actuaron por reflejo e imitación del modelo de Cádiz, y muchas veces debieron enfrentar enojosas incidencias con el interés del extranjero o de los particulares afectados. El 2 de febrero, se sancionó la "libertad de vientres", declarando libres a los hijos de esclavos nacidos después del 31 de enero de 1813, "día consagrado a la libertad por la feliz instalación de la Asamblea General Constituyente". Era copia de la ley de las Cortes de Cádiz, del 10 de enero de 1812. La disposición fue completada, el día 4, con la que declaraba libres a "los esclavos que de cualquier modo se introduzcan desde este día en adelante, por el solo hecho de pisar el territorio de las Provincias Unidas". Pero no tuvo larga vida:

Strangford, a nombre de Brasil, protestó, el 27 de noviembre, por esta declaración que favorecía la fuga de esclavos brasileños e impedía el traslado al territorio de las Provincias Unidas de propietarios brasileños con sus esclavos, cono era el caso de la Banda Oriental desde la invasión de 1811. El 27 de diciembre, el gobierno porteño, investido de 'facultades extraordinarias", suspendió el decreto, expresándole a Strangford que lo hacía "como una prueba irrefragable de la ,sinceridad con que desea conservar y promover la buena inteligencia entre ambas posesiones a influjo de la respetable interposición de VE.: y querrá hacerlo así entender a los ministros de esa Corte y a los de Su Majestad Británica ".

De este modo y frente al reclamo del poderoso, abatía el pendón de su proclaunado humanitarismo el patriciado porteño Claro que las resoluciones del 2 y 4 de febrero de 1813 habían sido adoptadas, bajo la máscara del humanitarismo

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y del respeto a la libertad del hombre, por la urgente necesidad de dotar al ejército -con los "libertos" -del número suficiente de plazas con qué cubrir las deficiencias de la recluta, resistida por los paisanos y "mozos" de los pueblos de las provincias. En definitiva, la Asamblea misma debió derogar el decreto. sobre esclavos ingresados al territorio de las Provincias Unidas; y las impriosas exigencias de una economía primitiva y asfixiada por la competencia ruinosa de la introducción de efectos manufacturados del exterior, obligarían al desuso de la proclamada "libertad de vientres" y al mantenimiento de la esclavitud del negro por muchos años... El primero de setiembre de 1811, la Junta Grande había suprimido el "tributo' que pagaban "los indios, nuestros hermanos". La Asamblea, el 12 de marzo de 1813, resolvió suprimirlo nuevamente, agregando " la mita, yanaconazgos, encomiendas y servicios personales de los indios bajo todos los respectos" por copiar la ley de las Cortes de Cádiz del 13 de marzo de 1811. Se publicó el decreto-que consideraba a los indios como "hombres perfectamente libres y en igualdad de derechos a todos los demás ciudad :unos"-en guaraní, quichúa y afinarán "para la común inteligencia".

No había en el territorio bajo jurisdicción de la Asamblea mitas, yana conazgos, encomiendas ni servicios personales indígenas, que apenas si se mantenían en algunas regiones altoperuanas para servicios eclesiásticos... La proclamada igualdad de derechos civiles y cívicos de los indios, en los hechos, traería aparejada la paradojal consecuencia de privarlos del estatuto legal de tutela y amparo que les otorgaran las Leyes de Indias en su célebre Libro Sexto. Por una parte, la "igualdad ante la ley" poco o nada podía significar para quienes marginados en la selva o en las desérticas llanuras, vivían el orden propio de sus comunidades: o para aquellos que, habiéndose incorporado a las formas de vida del blanco, habían caído en una verdadera condición servil que, ahora, no encontraba ni siquiera amparo en una legislación tutelar de su desigualdad social, ante la abstracta "igualdad" de los textos liberales... Menos aún tendría vigencia la condición de "ciudadanos" ya que dentro del sistema liberal-burgués calcado de Europa, los indígenas "peones, jornaleros, sirvientes a sueldo" o simplemente aservilizados de las más diversas numeras, tendrían "suspendidos" los derechos cívicos por los textos constitucionales sancionados por los amos patricios...

Los títulos de "condes, marqueses y barones' quedaron extinguidos el 21 de mayo de 1813, porque "un pueblo libre no puede ver delante de la virtud, brillar el vició". Pero por una curiosa contradicción al poco tiempo se dispuso que la denominación de "español", que señalaba en los documentos de familia -bautismos, matrimonios, cte.- a los "blancos" por contraposición a "indios", "castas", cte., fuera reemplazada por "noble"...

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Los únicos perjudicados por la ley fueron el "marqués de Yavi", Juan Fernández Campero, y el "Barón de Holmberg", ambos plegados ala revolución y pertenecientes a las filas del ejército... También dos".

fueron

abolidos

el

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de

agosto,

los

"mayorazgos"

y

"vincula-

"Vinculado" era en el derecho indiano el bien de familia con prohibición de enajenarse: si la prohibición era de todos los bienes de la familia y a dicho patrimonio lo administraba el hijo mayor, recibía el nombre de "mayorazgo ". Es posible que el único mayorazgo de todas las Provincias Unidas fuera el de la familia Brizuela y Doria de La Rioja. Pero como las Cortes de Cádiz habían abolido todos los "privilegios señoriales" el 6 de agosto de 1811, también la Asamblea del Río de la Plata haría lo mismo...

Y como una reacción contra "estas reliquias del despotismo antiguó", fue sancionada, el 26 de octubre de 1813, la ley que prohibía exhibir "en las fachadas de las casas y demás parajes públicos, armas, jeroglíficos ni distinciones de nobleza que digan relación a señaladas familias que por este medio aspiran a singulizarse de los demás". Reformas Económicas En este aspecto, la Asamblea actuó inspirada por la concepción librecambista que profesaba la mayoría de sus miembros. Pero esta política no sólo tenía fundamento en razones ideológicas sino que, además, estuvo directamente influida por las relaciones de negocios de varios de sus más influyentes integrantes con los agentes del comercio inglés, interesados en obtener ventajas y beneficios para la introducción de efectos y extracción de frutos del país y de oro y plata, amonedados y en lingotes. De ahí que una de las primeras medidas económicas sancionadas, fuera la ley de acuñación del 13 de abril de 1813. Sin alterar "la misma ley y peso que ha tenido la moneda de oro y plata en los últimos reinados de D. Carlos N y su hijo D. Fernando VII", se dispuso la acuñación de las nuevas piezas, sustituyendo en elles la imagen real por el sello de la Asamblea, con la leyenda "En unión y libertad" y en el reverso, un sol, con la orla "Provincias Unidas del Río de la Plata", en las de plata; las onzas de oro, tenían igual reverso pero en el anverso, adomaban al sello cuatro banderas, dos cañones y un tambor. El 23 de junio siguiente, se aprobó la libre exportación de las monedas de oro y plata y de los lingotes de los mismos metales, sujeta al pago de un "derecho de extracción" de 6 112 y 2 112 sobre las monedas de plata y oro, respectivamente, y del 12 112 y 8 112 sobre lingotes de plata y oro, a su vez.

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En la discusión de la ley, propuesta por el diputado por lujuy, presbítero Vidal, y calurosamente apoyada por Hipólito VievtesyTomásAntonio Vallepoderoso industrial y saladerista, el primero, y gran terrateniente el segundoypor Juan Larrea, de estrecha vinculación con el comercio inglés, sólo se hizo seguir la oposición del presbítero Ramón de Anchoris, que señaló la inconveniencia de un reconocimiento oficial a la permanente extracción de oro y plata que practicaba el comercio extranjero y sus clientes de la intermediación porteña en desmedro de la economía del interior, obligada a trocar su modesta producción artesanal, porfalta de dinero, por mercancías importadas de precio cada vez más caro. Pero los poderosossustentadoresde la tesis librecambista prevalecieron y se consagró la ley de libre extracción de moneda .v lingotes metálicos.

Otra medida fue la modificación de la inscripción del papel sellado: el 10 de mayo, la Asamblea aprobó que se continuaran usando los sellados por los valores emitidos durante el régimen virreinal, con la sobreimpresión de una leyenda que decía "Valga para el año 4° y 5° de la Libertad". Asimismo, declaró extinguidas las temporalidades, o sea el régimen particular de adjudicación y administración de los bienes que pertenecieron a losjesuitas antes de su expulsión en 1767; formó el catastro de las tincas del Estado; regularizó el sistema de sueldos y pensiones; y fijó la contribución general inmobiliaria, señalando que debían pagarla "todos los pueblos de las Provincias Unidas, guardada proporción en ellos, a excepción de la provincia entrerriana, por los perjuicios recibidos y los emigrados de Jujuy y Salta" por similares consideraciones. También aprobó, obligada por las exigencias del creciente presupuesto, varias "contribuciones extraordinarias", con carácter de empréstitos forzosos, por montos de quinientos mil pesos, seiscientos mil y quinientos mil. Los capitalistas quedaban obligados a prestar la suma que se les fijaba, por un año; Buenos Aires debía contribuir con quintas partes y el resto se impondría entre los de las "demás ciudades y pueblos unidos". Una Comisión Extraordinaria, integrada por Alvarez lonte y Ugarteclre partió al interior para proceder a la recaudación de los empréstitos y persuadir a los pueblos sobre la inconveniencia del federalismo... La Comisión actuó en Córdoba y Tucumán, donde mantuvo grandes conflictos de competencia con las autoridades locales y levantó grandes resistencias por su labor inquisitorial sobre los particulares y por la exacción de la contribución extraordinaria. El 7 de mayo de 1813, por moción de Larrea, se sancionó la ley de minería. Se fundamentaba en la necesidad de una explotación racional de los yacimientos, cuyos beneficios fiscales permitirían equilibrar el presupuesto del Estado: pero, en la realidad, se escondía el propósito de posibilitar su explotación por extranjeros, concediéndose franquicias -declarándose libres de derechos los útiles que se introdujeran con tal finalidad- y se establecía un tribunal de minería para la plata de Potosí y "en los demás minerales que se creyera necesario

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por el Poder Ejecutivo'. Relaciones con la Iglesia y el Clero La crisis de la monarquía nacional de 1810 afectó a la Iglesia de Indias, troto en la relación con el Estado como a la de susjerarquías entre sí y también el clero residente en América. En el Río de la Plata la mayoría de los sacerdotes wnericanos participó o admitió el tnovitniento juntista. Pero la obstinada resistencia del Obispo de Buenos Aires, Dr. Benito de Lué y Riega, al pronunciamiento de Mayo y a lit Junta, determinaron su práctico extratiamiento de las funciones episcopales y crearon una oposición entre la jerarquía eclesiástica y el gobierno, que encontraría solución transitoria a la muerte de dicho prelado, acaecida el 22 de marzo de 1812. Al ser designado, de acuerdo con las reglas del Concilio deTrento, Vicario y Administrador Apostólico de la Diócesis de Buenos Aires, el Dr. Diego Estutislado de Zavaleta, por el Cabildo Eclesiástico, las relaciones entre el Estado y la Iglesia se hicieron más normales, por cmuno el nuevo prelado, de vasta ilustración y cultura, era uno de los sacerdotes patricios afectos al régimen. Las autoridades porteftas habían procurado valerse, en todo momento, del clero, en particular de los párrocos, para la propaganda y difusión de la causa revolucionaria. La "Gaceta'era leída los días festivos depués de la misa, y el primer-Triunvirato había ordenado que en los sermones- se comentara o se hiciera referencia a la Revolución e incluso que, en la misa, se rogara "Pro pia s
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obispos de las Provincias Unidas reasuman sus primitivas facultades ordinarias". Las tres diócesis del territorio donde tenía jurisdicción efectiva la Asamblea -Buenos Aires, Córdoba y Salta- dependían de la arquidiócesis de La Plata o Charcas en poder de los ejércitos "regentistas"; por esta ley se les quitaba esa dependencia. Algunas otras medidas como la que dispuso la separación de la administración de los hospitales de las comunidades religiosas y la que recomendó a los párrocos benevolencia para las dispensas matrimoniales, en razón de fomentar la población, agregadas a la actitud general displicente con la religión, que ostentaban los hombres del régimen, de modo especial los jefes y oficiales de los ejércitos que ocupaban localidades del interior -con la notoria excepción de Belgrano, fervoroso católico práctico-irían creando el general desprestigio del gobierno y de la Asamblea, ya que, entre el pueblo, la condición de "porteño" se identificaría con la de "hereje '. En éste, como en otros tantos aspectos, el racionalismo liberal daba sus naturales frutos, aislando del consenso público y de la comprensión de las masas a la oligarquía patricia, empeñada en imponer su propia visión y su rígido programa de la Revolución.

Otras reformas La Asamblea también introdujo refonnas en el escalafón militar y en la formación profesional castrense, en los institutos y planes de enseñanza y en tnateria de salud pública. En éstos, como en otros tantos aspectos ya señalados, las reformas revelan una confusión entre el afán de ostentación y de "tnagnitlcenciai', con la ingenua confianza, tan característica del liberalismo, en la creación de nuevas instituciones para encauzar la realidad.

El escalafón militar agregó, coma un grado más alto, el de "Brigadier General" v corno intermedios, entre "Capitán" y "Teniente Coronel ", el de "Sargento Mayor" v entre "Coronel" y "Brigadier", el de "Coronel Mayor". Se creó el "Instituto Militar" para la formación de oficiales v.se reglamentó el uso de uniforme v de los distintivos de las diversas armas, cuerpos y grados. Tantbiénsediocardctermilitaral 'Instituto Médico"creadoporel.segundo Triunvirato, que había .sustituido al antiguo Protvrnedicato de la época virreinal. El conocimiento de la vacuna anlivariólica determinó'la designación del Dr. Saturnino Segurola para su dirección y aplicación obligatoria a los niños, confiándose a la Policía la vigilancia del cumplimiento de la misma para combatir el rnal que, por entonces, hacía estragos entre la población. ,Se dispuso la integración de una Carnisión para la formación del plan general de estudios: pero mientras no se despachara dicho plan se ordenó la unificación del Colegio de San Carlos v del seminario, en un solo cuerpo. Po.steriorrnente se reglamentaron las condiciones para serMaestro en las escuelas conventuales, entre las que no faltaban las de profesión pública de adhesión al gobierno,..

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CAPITULO V EL CONGRESO DE ABRIL

CONVOCATORIA E INSTALACION Sede e integración La circular de convocatoria y reglamento electoral, expedida por el segundo Triunvirato, el 24 de octubre de 1812, para la elección de la Asamblea General, disponía: "Arl. S°-Las votaciones serán públicas y en voz alta del rnodo digno de un pueblo virtuoso y libre, así corno deben ser las .sesiones de la Asamblea; circunstancia indispensable que comprenderá los poderes o instrucciones". «Art. 6°-Esta capital tendrá cuatro diputados por su rnayor población e importancia política: las dernds capitales de provincia nombrarán dos y uno cada ciudad de .su dependencia, a excepción del Tucunuín, que podrá a discreción concurrir con dos diputados a la Asarnblea ". La situación de la Banda Oriental, en el momento de la convocatoria, era muy particular, atento al conflicto entre Artigas y Sarratea, por lo que fue necesario establecer un régimen especial para su representación en la Asamblea. Sarr
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Asmnblea hasta unto fueran resueltas las solicitudes planteadas por la tnisión García de 7útiiga. Al mismo tiempo, le hacía saber que había invitado a todos los pueblos de la Banda para reunirse, por medio de sus diputados, el día 3 de abril, en su alojamiento, sito por entonces en la casa quinta de Manuel José Sainz-de Cavia, en el pardje denominado "Las Tres Cruces" (en la actual intersección de Av. Italia y Morales, en predio que parcialmente ocupa el Hospital Británico).

La convocatoria de Artigas-yue conocernos por las circulares enviadas a San Carlos v Santa Lucía-ordenaba que "lo inás breve posible", se congregaran los "vecinos de cada jurisdicción" a efectos de elegir el diputado que habría de representarlos. Se recomendaba que la elección se verificara con el "mayor orden a fin de que nada falte a la legalidad» y se indicaba que los electos debían «reunir las calidades precisas de prudencia, honradez y probidad». No .se señalaba el objeto del Congreso, el que sería «prevenido al Diputado que fuere bien electo, una vez que se verifique su llegada».

Poco se conoce acerca de las elecciones de diputados para el Congreso, así corno de su integración. De los congresales fnnantes de las actas, solunente se conoce el nombre de los pueblos que representaban cuatro de ellos: Francisco A. de Busstunamte, representaba a San Carlos: Rtunón de Cáceres, investía la triple representación de Colonia, Canelones y de los "Ciudadanos en Annas'": Manuel del Valle representaba a San Juan Bautista: y Manuel Martínez de Haedo, a Santo Dorningo Soriano, por subrogación del titular electo, Miguel Bonifacio Gadea.

Respecto de la condición social ale los integrantes del Congreso, cabe señalar que pertenecían al .sector socio-económico inás poderoso, preáoininando los hacendados, muchos de ellos con actitudes vacilantes en el período inrnediatamente anterior. Así figuran entre los firmantes de las actas: Manuel Pérez, saladerista v dueño de grandes extensiones de campo entre los ríos Yí y Negro, poblador de Aiguá y su hijo, León Pérez; Juan José Durán, de la familia De la Cuadra-Durán, uno de los inás importantes terratenientes de la Randa y tainbtén salaáeri.sra; Manuel Martínez de Haedo, hijo del gran terrateniente Francisco Martínez de Haedo, que porpartición ale bienes detentaba el Rincón de las Gallinas; Pedro Casavalle, salaáeristay dueño de una jabonería, yerno de Manuel Vázquez de España .y Petrona Palacios, grandes terratenientes entre el Yí y el Negro y entre el Tacuarembó y el Corrales; Felipe Flores, colono de Alzáybar, entre el Arroyo Grande .y el Sarandí, denunciante de tierras al norte del río Negro y participante en el Exodo con 15 esclavos, padre del futuro general Venancio Flores, etc.

No es posible, tampoco, establecer la plena representación de todos los pue-

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blos por entonces existentes en la Banda, advirtiéndose una neta mayoría de congresales vecinos de Montevideo y sujurisdicción y de las localidades del sur del río Negro. "Es juicioso imaginar que no pudieran llegar, impedidos por la disumcia y las inclemencias del tiempo-anota acertadamente Aurora Capillas dc Castellanos- los representantes de los pueblos situados al norte del río Neero'.

LAS RESOLUCIONES DEL CONGRESO La "oración inaugural" El Congreso celebró dos sesiones: el 5 y el 20 de abril de 1813. La primera estuvo destinada a interiorizarse del motivo de la convocatoria y a deliberar y resolver sobre aspectos de la misma. La segunda estuvo consagrada a la fonnación de un gobierno encargado de la administración dejusticia y demás aspectos de la administración y economía del país. La sesión del día 5 se inició con una exposición de Artigas -la "oración inaugural", corno él la llamó--destinada a informara los diputados del motivo de su congregación: En la primera parte de su discurso, Artigas recuerda los acontecimientos pasarlos, destacando los sacrifcios sufridos por los orientales y exhortándolos a mantener su constancia V energía. Al referirse a la asamblea allí congregada, expresa que es la segunda vez que el pueblo oriental hace uso de .su soberanía, aludiendo evidentemente, a las asambleas de .setiembre y octubre de 1811. En el acto v considerando que la Jitente de su autoridad es el pueblo, hace entrega de ella a sus representantes: «Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberaria^ Luego prosigue: «La Asamblea tantas veces anunciada empezó .sus se.sione.s en BuenosAires. .Su reconocimiento nos ha sitio ordenado. Resolversobre este particular ha dado motivo a esta congregación, porque yo ofendería altaulenle vuestro carácter y el mío, vulneraría enormemente vue.stro.s .sagrados derechos, .si pasase a decidir por mí una materia reservada solamente a vosotros». Y luego plantea el ternario del Congreso: 1) decidir .si se reconoce a la Asamblea antes de que el gobierno bonaerense adopte resolución frente a las reclamaciones presentadas por la misión García de 7iíñiga; 2) estudiar si debe proveerse mayor número de diputados por esta Banda y 3) crear un gobierno que restablezca la economía del país. Luego de recordar el conficto con Sarralea, llega a la conclusión de que cínicamente la Constitución servirá de garantía al derecho de los pueblos: «Es nun• veleidosa la probidad de los hombres, sólo el freno de la Constitución

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puede afirmarla. Mientras ella no exista, es preciso adoptar las medidas que equivalgan ala garantía preciosa que ella ofrece». Y continúa: «Si somos libres, .si no queréis deshonrar vuestros ajúnes casi divinos, v si respetáis la memoria de vuestros sacrificios, examinad.si debéis reconocer la Asamblea por obedecimiento o por pacto. No hay un solo motivo de conveniencia para el primer caso que no sea contrastable con el segundo, y al fin reportaréis la ventaja de haberlo conciliado todo con vuestra libertad inviolable». Al mismo tiempo, previene que «esto, ni por asomo se acerca a una .separación nacional: garantir las consecuencias del reconocimiento no es negar el reconocimiento y bajo todo principio, nunca .será compatible un reproche a vuestra conducta, en tal caso, con las miras liberales y fundamentos que autorizan la rni.sma instalación de la Asamblea». El discurso se cierra con una invitación a la meditación, a la responsabilidad de no hacer frustrúneos los trabajos de quinientos veintinueve días-los corridos desde el 23 de octubre de 1811 hasta el 4 de abril de 1813, en que está fechado el documento-en el curso de los cuales, dice «visteis restar sólo los escombros), ruinasporvestigios de vuestra opulencia antigua»: «Ellosfonnan la base del edificio augusto de vuestra libertad. Ciudadanos: hacernos respetar es la garantía indestructible de vuestros afanes ulteriores por con.servarlas^

Así les habló Arugas a los congresales, expresando sus puntos de vista, para que, como dice un documento de época, "ellos determinasen, pues él estaba pronto a ejecutar lo que ellos dispusiesen, y los dejó libremente, saliéndose'. 1:1 respeto a la soberanía del pueblo oriental por la Asamblea de Buenos Aires como exigencia a plantear ante ésta, por un lado; pero también, por el otro, el respeto de Artipas a la soberanía de su pueblo, ante cuyo órgano representativo declina su autoridad, constituyen las dos básicas fuinhunentaciones del discurso. A1 mismo tiempo, el principio de la unidad nacional rioplatense consolidada mediante la Constitución como freno para precaver la veleidad de los (sombres; y el pacto como garantía preconstitucional e inmediata, que articulando la confederación interprovincial rioplatense, armonizara la soberanía particular de sus pueblos con la unidad global de las partes en el todo nacional.

El pacto federal Para considerar el delicado tema de la fonna de reconocimiento de la Asaünblea, el Congreso decidió que el mismo fuera previamente estudiado por una comisión especial, integrada por León Pérez, Juan José Durán y Pedro Fabián Pérez. Estos, "después de una bien meditada discusión sobre la decisión de tan importante objeto", propusieron ocho condiciones para el referido reconocimiento, que fueron aceptadas por el Congreso.

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Las condiciones daban forma al «reconocimiento por pacto», por el que abogaraArtigas, ratificándose y ampliándose las pretensiones expresadas, oportunamente, por intermedio de García de ZáRiga. Las cinco primeras, reproducen con variantes de matiz o de adecuación al momento histórico, las instrucciones de éste: pública satisfacción a los orientales por la conducta arbitraria y despótica de Sarratea y su plana mayor, y declaración de que Artigas y sus tropas «han garantido la seguridad de la Patria», «como verdaderos defensores del sistema de libertad proclamado en América»; que no se levantará el sitio de Montevideo ni se desmembrará la fuerza rnilitar ocupada en él, ni se sustituirá el Jefe del «Ejército auxiliador»; que continuarán suministrándose por BuenosAires, los «auxilios que sean posibles para el fin del asedio»; y que se restituirá el armamento de los Blandengues que condujeron consigo los expulsados con Sarratea. Las cláusulas sexta y séptima desarrollan la definición autonomista de «la sobéranía particular de los pueblos», corno objeto de la Revolución, y desembocan en la necesidad de celebrar un verdadero pacto confederativo: 6° «Será reconocida y garantida la confederación ofensiva y defensiva de esta Banda con el resto de las Provincias Unidas, renunciando cualquiera de ellas a la subyugación a que se ha dado lugar por la conducta del anterior gobierno». 7° «En consecuencia de dicha confederación se dejará a esta Banda en la plena libertad que ha adquirido corno Provincia compuesta de PueblosLibres; pero queda desde ahora sujeta a la Constitución que emane y resulte del Soberano Congreso general de la Nación y a sus disposiciones consiguientes, teniendo por base la libertad".

En el pacto confederativo se concretan para el artiguismo, "las medidas que equivalgan a la garantía preciosa que la Constitución ofrece"; era la seguridad contractual, por medio de la cual se prevendrían los orientales de nuevas arbitrariedades como las sufridas en el año XII; era, en fin, el instrumento político con el que se podría esperar, sin sobresaltos, el coronamiento de la obra de la Asamblea, mediante la sanción de un texto constitucional para las Provincias Unidas, que los orientales concurrirían a fijar por medio de sus representantes y cuya aceptación final se reservaba, siempre que tuviera por "base la libertad", es decir la plena autodeterminación de los pueblos. El pacto del 5 de abril, ilustra admirablemente, por lo demás, sobre el concepto artiguista de la representación de la soberanía en tres grados: primero, en la base, "los pueblos", es decir, las ciudades, villas y pueblos de la Banda, concurrentes por el voto de sus diputados, a formular la voluntad oriental expresada en estas cláusulas; en segundo lugar, "Provincia compuesta de pueblos libres", es decir, la integración de la soberanía provincial por la aquiescencia unánime de las diversas voluntades particulares de cada uno de los pueblos reunidos en el Congreso de Abril; y en tercer lugar, " la Confederación ofensiva

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y defensiva de nuestra Batida con el resto de las Provincias Unidas", consumada, precisamente, en el instante de su acuerdo en torno a los méritos del pacto que se proponía al Gobierno de Buenos Aires. Por fin, la reiteración de la unidad rioplatense en el acatamiento a la Constitución a dictarse por el soberano Congreso, pero en el entendido -nueva e indispensable reserva-de que esta "Constitución y sus disposiciones consiguientes", o sea, las leyes, tendrán por base la libertad, la libre determinación, la "soberanía particular" de los pueblos, que constituye el "objeto único de la Revolución". Con ello transforma a la Provincia en el juez que detennina o aprecia el ajuste del texto básico y sus leyes subsiguientes al principio de la libertad, es decir, de su autodeterminación, en un todo compatible con la estructura confederativa del pacto, que implicaba el mantenimiento de la soberanía, reservada en el comienzo de la cláusula y, por lo tanto, la permanencia dentro de la Confederación o el apartamiento de ella, siempre transitorio, desde luego, porque el definitivo ajuste de la unidad plural de la Nación era en el pensamiento de Artigas, un objetivo indeclinable. Sobre estas bases, pues, el pueblo oriental prestó el reconocimiento a la autoridad de ta Asamblea.

La elección de diputados La cláusula octava de las condiciones aprobadas el 5 de abril establecía: «En virtud de que en la Banda Oriental existen cinco Cabildos y veintitrés pueblos, se ha acordado deban reunirse en Asaniblea General, cinco diputados, cuyos nombramientos, según la espontánea elección de los pueblos, recayó en los Ciudadanos Don Dárnaso Larrañaga y don Mateo Vidal, por la ciudad de Montevideo; Don Dárnaso Gómez de Fonseca, por la de Maldonado y .su jurisdicción; Don Felipe Cardozo, por Canelones y su jurisdicción; Don Marcos Salcedo, por San Juan Bautista y San José; Dr Don Francisco Bruno de Rivarola, por Santo Dorningo Soriano y pueblos de su jurisdicción ".

En total, seis personas en cinco diputaciones; y entre ellas, con la única excepción de Felipe Santiago Cardozo, que era militar, cinco sacerdotes. En el correr de los acontecimientos futuros únicamente se mantendrían enteramente fieles a la causa artiguista, Rivarola y Cardozo, el último de los cuales sería detenido por el Directorio porteño y confinado en La Rioja por seis años, habiendo el fiscal solicitado pena de muere "por su correspondencia sediciosa"... Tanto en la forma como en el número, la elección de diputados orientales a la Asamblea General, se apartaba, totalmente, de lo establecido en el reglamento electoral del 24 de octubre de 1812. De acuerdo con éste, en la Banda Otiental, podrían enviar diputados, Montevideo y Maldonado, admitidos como cabe-

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zas de jurisdicción en el ordenamiento virreinal que continuaba vigente para el concepto político de Buenos Aires. A las demás villas y pueblos de la Banda Oriental debíaseles considerar incluidos en la cuádruple representación de Buenos Aires, dentro de cuya jurisdicción se pretendía perpetrarlos. Pero el artiguismo, también en este aspecto, actuó, conscientemente, con prescindencia del criterio bonaerense y mantuvo, para la elección de los diputados orientales, el sistema tradicional del derecho hispánico e indiano. En efecto: en el mismo la elección de diputados a Cortes se hacía por aquellas ciudades y pueblos que, por contar con el órgano comunal del Cabildo, eran reputadas de suficiente importancia como para tener "voto a Cortes". En todos los casos, el diputado representaba al centro urbano y a su respectiva, jurisdicción. De ahí, entonces, que hubiera dos diputados por Montevideo, como cabeza de Provincia y uno por Maldonado, Canelones y Santo Domingo Soriano, respectivamente, que tenían Cabildos; el restante por San Juan Bautista y San José, conjuntamente, porque en estas villas funcionaban "medios Cabildos". Pero, asimismo, el artiguismo con esta representación, entendía defender la existencia soberana y autónoma de la Provincia Oriental, creada por sí y ante sí, precisamente en el Congreso de Abril, luego de la gestación del Exodo, el exilio del Ayuí y el combatiente retomo posterior. Esta representación de sus pueblos era, por eso, exigida como una de las condiciones del pacto de "confederación ofensiva y defensiva de esta Banda con el resto de las Provincias Unidas", que debía regir las relaciones entre las Provincias en la etapa posterior a la ore.mización constitucional.

LAS INSTRUCCIONES DEL AÑO XIII Los textos Los diputados orientales fueron provistos del respectivo pliego de instrucciones para orientar su gestión en la Asamblea General. De este importante documento, han llegado hasta nosotros dos textos o versiones escritas: el que pudiéramos denominar "texto clásico", en 20 artículos, firmado por el propio Artigas y el adjunto a las instrucciones del diputado santafesino ante el Congreso de Oriente (junio de 1815), donde consta que es copia de las que se dieron a los diputados orientales en 1813, en 21 artículos. También se conocen las instrucciones dadas por Santiago Domingo Soriano a su representante ante el propio Congreso de Abril y que constan de I S artículos. Estos textos tienen muchas semejanzas y algunas diferencias, que iremos comentando al estudiar el "clásico".

El autor y las fuentes Durante algún tiempo la historiografía tradicional discutió acerca de quién 111

debía ser considerado el "autor" del documento. Entendemos que se trata dé un debate ocioso, pues si bien la redacción es de Miguel Barreiro, secretario de Artigas en aquel entonces, su contenido corresponde claramente al pensamiento del Caudillo oriental como se desprende de la simple confrontación de los documentos anteriores y posteriores, que guardan una continuidad y coherencia totales con las Instrucciones del Año XIII, a pesar de que su redacción fuera de la mano de distintos secretarios. En cuanto a las fuentes materiales o "textos modelos" utilizados para la redacción de las Instrucciones, son los de varios documentos norteamericanos, en las versiones españoles incluidas en la obra de Manuel García de Sena, "La independencia de la Costa Firme justificada por Thomas Payne treinta años ha—, publicada en Filadelfia, en 1811. En esta publicación se incluyen, fragmentariamente, los artículos de crítica constitucional que Thomas Payne escribió bajo el título de "Common Sense" y como apéndice, los textos íntegros de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos; los Artículos de Confederación y Perpetua Unión de 1777; la Constitución federal de 1789 y las constituciones estaduales de Massachusetts, Nueva Jersey, Pensilvania y Virginia y una relación de la de Connecticut.

El contenido institucional y político Un análisis sistemático del guir tres aspectos fundamentales:

contenido

de

las

Instrucciones

permite

distin-

1°) La organización general de las Provincias; 2°) Los temas de interés general de las Provincias, que complementan y amplían las disposiciones anteriores; 3°) Los problemas particulares de la Provincia Oriental. Dentro del primer rubro, corresponde señalar la aspiración de la independencia, la forma republicana de gobierno y la organización federal. En artículo 1° de las Instrucciones impone a los diputados orientales proponer en la Asamblea General la declaración de la "independencia absoluta de estas colonias, que ellas están absueltas de toda obligación de fidelidad ala corona de España y familia de los Borbones y que toda conexión política entre ellas y el Estado de España es y debe ser totalmente disuelta". Ya hemos visto (Capítulo 1) que la idea de Independencia se había abierto camino en el seno de los propios dirigentes del patriciado porteño y el segundo Triunvirato se había erigido bajo el lema de "Independencia y Constitución'. Pero razones de política internacional habían aconsejado cambiar de actitud a los dirigentes porteños: para las Provincias Unidas hubiera sido una imprudencia temeraria obligar a una definición a Inglaterra, aliada de los gobiernos de España y "tutora" de los hispano-americanos. Se formó así, en el seno de la Asamblea General, una corriente mayoritaria de opinión, inspirada por el pro-

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pro Presidente del cuerpo, Carlos de Alvear, que sus adversarios llamarían -'de los esclavos' o "esclavista'. (Véase Capítulo IV). Las instrucciones orientales aparecieron así, en este aspecto, como de un radicalismo inconveniente e inoportuno y, sin duda, debieron gravitar en la decisión de no admitir en la Asamblea a los diputados artiguistas. Respecto de la forma de gobierno, las instrucciones propugnan el establecimiento de la República (ara. 20.)

Para el artiguismo la República era, natural y lógicamente, la únicaforma de gobierno capaz de conciliar, encauzándolo en normas de Derecho, el profundo sentinúento libertario e igualitario de la .sociedad de su tiempo -hijo riel temperamento primario del gaucho, superpuesto a la altiva independencia individual de la herencia hispánica-con el principio de autoridad y de disciplina social. .Se restauraba así, en aquella circunstancia, la antigua tradición del Derecho público español y americano que, gestado en la peripecia de la Edad Media, se manifiesta vigorosamente en tiempos de los fundadores de pueblos en América: las comunas originarias, marco jurídico y social de las nacientes comunidades americanas, eran .sentidas y vividas por sus pobladorescomo «repúblicas» y así denominadas en las actas de sus primeros acuerdos capitulares, frente a cuya autonomía de decisión, erigida en auténtico fuero, incluso se detenía la propia voluntad regia, mediante la cláusula del «obedecer y no cumplir, Pero este radicalismo republicano encontraría adversarios tenaces en figuras principales del patriciado porteño e incluso, representativos de la sociedad de Montevideo. Hombres corno Alvear, Belgrano, Rivadavia, formados en las ideas del siglo; convencidos de la imposibilidad práctica de organizar el Estado .sobre otra base que no fuera el de una minoría selecta y calla; sugestionados por el prestigio de la monarquía británica y por la eficiencia de sus grandes políticos; acosados finalmente, porta creciente insurrección de las masas del interior; concluyeron desechando laforma de gobierno republicana y proyectaron seriamente la institución de una monarquía constitucional, corno fórmula capaz de asegurar el orden, aquietar a los díscolos, y, naturalmente, otorgar al patriciado porteño, la posición que consideraba requería su papel hegeniónico en la dirección del Estado.

La definición republicano-democrática del artiguismo queda explicitada al establecer —el objeto y fin del gobierno que será conservar" la igualdad, libertad y seguridad de los ciudadanos y de los pueblos' (ara. 4) y sobre cuyas bases debería organizarse tato el gobiemo nacional como el provincial y ambos se ejercerían a través de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, "eres resortes que jamás podrán estar unidos entre sí y serán independientes en sus facultades' (aras. 5 y 6). ,

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Muy fresco estaba en el recuerdo de la reciente experiencia política, la concentración de poderes ejercida por el primer «Triunvirato», desde la promulgación del «Estatuto Provisional», del 22 de noviembre de 7811, y su consecuente denominación de «Gobierno Superior» de las Provincias Unidas, que, de hecho, continuarla ejerciendo el .segundo «Triunvirato», surgido del movimiento del 8 de octubre de 1812.

"El despotismo militar seré precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable el derecho de los pueblos" (art. 18), en cuya fórmula -un tanto utópica- se encuentra la resonancia del entrentamientó con Sarratea y demás "engalonados" -al decir de Artigas- y por la cual su, remite al texto jurídico de mayor jerarquía-la Constitución- sujetar la espada al derecho popular. El artículo tercero declara que se "promoverá la libertad civil... en toda su extensión imaginable". Esto implica afirmar que el hombre tiene, por su sola calidad de tal, fueros tan inalienables que condicionan la legitimidad de los fines del propio Estado, sin perjuicio de que en el mismo concepto se involucraban los fueros -igualmente inalienables-de los conglomerados regionales autónomos, frente a cualquier tentativa de avasallamiento por parte de un tiránico poder central. Respecto de la organización de las Provincias Unidas Artigas buscó la fórmula de unidad, que no implicara, como el centralismo porteño, la negación de la libertad y seguridad de los pueblos, ni tampoco el dislocamiento en pequeños Estados impotentes, sino que expresa: "No admitirá otro sistema que el de confederación para el pacto recíproco con las Provincias que forman nuestro Estado" y en consecuencia del pacto, la Provincia Oriental entraría con las demás en una liga de amistad "para la defensa común, seguridad de su libertad y para su mutua y general felicidad"; contrayendo la recíproca obligación de asistencia "contra toda violencia o ataques", "cualquiera sea el pretexto" (art. 10). La cláusula tercera, también constituye otra de las bases para la libertad, al promover "la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable". Ello no implica "la libertad de cultos" -principio ajeno en un todo al clima espiritual del Caudillo y de su pueblo- sino que es sinónimo de "libre determinación", de autonomía provincial en lo religioso. El contenido queda aclarado por su relación con el art. 7° de las condiciones para el reconocimiento de la Asamblea, donde la Provincia se reserva la libertad política y de gobierno interior, principio reafirmado en la "Convención de la Provincia Oriental" suscrita entre Artigas y Rondeau, el 19 de abril de 1813. Es decir que, en las Instrucciones, se reclama que el régimen de confederación garantice, no solamente la autodeterminación provincial en materia política, sino también en la religiosa o eclesiástica, con el propósito de impedir que el poder central porteño detentara, también en esta materia, la plenitud de las

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atribuciones estatales del Patronato, y se atribuyera la provisión de los curatos y las rentas eclesiásticas, invadiendo así la autonomía provincial. Clara confirmación de que esto era así, se encuentra en un hecho de que la misma definición fue recogida, sin salvedades, en las Instrucciones de Santo Domingo Soriano, que dicen: "Promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable. No admitirá otra religión que la católica que profesamos". No vieron incompatibilidad entre ambas cláusulas los redactores de las Instrucciones de Soriano, porque, naturalmente, no la había entre promover la libertad de detenninación provincial en materia civil y religiosa o eclesiástica -aspecto institucional de garantía para la autonomía de la Provincia- y afirmar la religión católica, como la fe tradicional de los pueblos, frente al "deísmo" y al "flantropismó' de los porteños, que tenían resonancia de "herejía" para la conciencia sencilla de los vecinos y pobladores del interior criollo. Clara ratificación de lo mismo, el texto santafesino, expresa: "No admitirá otra religión que ta católica, que profesamos". En cuanto a la expresión "en toda su extensión imaginable" debe expresarse como equivalente a señalar que dicha libertad no tendría otro límite que el más extremo que fuera compatible con el mantenimiento de la insoslayable unidad nacional de los pueblos de la cuenca platense. Autores clásicos como Bauzá y otros posteriores, han afirmado que las Instrucciones recogen diversos estadios de la experiencia norteamericana: primero, las garantías confederativas del pacto; luego, la consolidación institucional definitiva, vertebremdo las unidades autónomas del Estado federal en el marco de la Constitución. Pero el artiguismo se muestra más celoso que su modelo en el atán de garantizar laplena autonomía regional: " la Provincia retiene su soberanía, libertad e independencia y todo poder, jurisdicción o derecho que no es delegado expresamente por la Confederación a las Provincias Unidas, juntas en Congreso—. Este propósito limitativo se aprecia también en el ara. 7°: "El Gobierno Supremo entenderá solamente en los negocios generales del Estado. El resto es peculiar al gobierno de cada provincia". La Constitución deberá asegurar a cada una de ellas "de las violencias domésticas, usurpación de sus derecltos, libertad y seguridad de su soberanía" y prestar toda su atención para "preservar a la Provincia las ventajas de la libertad y mantener un gobierno libre, de piedad, justicia, moderación e industria" (ara. 20). Asimismo, establece las garantías. La Provincia tendrá el "derecho de sancionar la Constitución general de las Provincias Unidas que forme laAsamblea Constituyente" (ara. 16), por cuanto en ella quedarían establecidas la legítima competencia de los órganos centrales y el radio de actividad propia de cada Provincia. Además, 'reclama la potestad "para levantar los regimientos que necesite, nombrar oficiales y reglar lamilicia", de modo que no puede violarse "el derecho de los pueblos para guardar y tener armas" (ari. 17).

Históricamente había sido la «autonomía militar», el «reconocimiento de

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su calidad de pueblo en armas»-como dice Pivel Devoto-la primera manifestación de la orientalidad naciente y la experiencia había enseñado que, en ella, .se habían apoyado los ulteriores logros políticos. Por eso el principio tiene, aparte de su valor reivindicativo de un fuero provincial, el carácter de una verdadera garantía. Por fin, complementa las garantías, la norma según la cual el sitio de resistencia del gobierno, "precisa e indispensablemente", ha de ser fuera de Buenos Aires (Art. 19). El texto santafesino concreta las soluciones institucionales, estableciendo que el Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas "se compondrá de un solo individuo, ejerciendo éste su oficio por el término de un año, debiendo ser elegido por los Pueblos, y sorteado de entre los que nombren, a fin de que turne por todos los individuos de las Provincias Unidas el tal empleo, y no se haga hereditario a los de una sola, que exija la preferencia, pues todos deberán ser iguales" (Art. 14); y que el Poder Legislativo, integrado por una Sala de Senadores y otra de Representantes, también sería elegido por los Pueblos (Art. 15). El régimen de organización interna de las Provincias, surge implícito de los principios formulados para las Provincias Unidas como conjunto. Vale decir: cada Provincia tendría su Constitución territorial (Art. 16) y un gobierno propio, pues cada una de ellas debería formarlo sobre las bases-comunes con el central- de "conservar la igualdad, libertad y seguridad de los ciudadanos y de los pueblos"; y el gobierno de cada provincia respetará también corno central, la tripartición de poderes "que jamás podrán estar unidos y serán independientes en sus facultades" (Arts. 5 y 6). Del examen e interpretación coherente de las disposiciones mencionadas, se desprende que, en las Instrucciones, se proponen dos sistemas, para dos etapas distintas y la una previa a la otra: la Confederación, por pacto, y el Estado Federal, por la futura Constitución que emanare de la Asamblea. La primera, que se formalizaría en el pacto de confederación, para el logro de objetivos htmediatos: la lucha por la independencia y la defensa común, con garantías para el respeto de la "soberanía particular" de los pueblos, que habría de durar hasta la segunda, en "que concluida la guerra -como estipularía Arúgas en el frustrado pacto con Buenos Aires-,por ittternedio de los comisionados Amaro y Candiotti, en abril de 1814; la organización general, fije y concrete los recursos, uniendo y ligando entre sí, constitucionalmente, a todas las Provincias—. El conocimiento de las dificultades planteadas en la práctica al sistema confederativo, condujeron a Artigas a prever la superación de esta etapa, en el sosiego de la paz, que habría de seguir a la lucha por la independencia, mediante una aglutinación más coherente de la unidad plural. Pero, al mismo tiempo, advirtió, claramente, que en el Río de la Plata, los propósitos hegemónicos de

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Buenos Aires y su puerto, y la ideología e intereses de su "clase principal", obligaban ú extremar las precauciones para contener todo desborde del poder central, para lo cual proyectó cercenar sus facultades y quitarle competencias que le son normalmente inherentes, en defensa de la "soberanía particular" de las "Provincias compuestas de pueblos libres". Mientras que en el modelo tenido en cuenta-los "Artículos de Confederación y perpetua Unión' de Filadelfia, de 1777- el problema era recomponer una autoridad central que contuviera las diferencias de las partes en beneficio del todo, en el Río de la Plata lo fundamental era salvaguardar los tueros provincianos del despotismo del poder central. Y aquí reside la fundamental originalidad del Caudillo, capaz de adaptar en cada caso la fórmula jurídica del modelo a la peculiaridad de la situación histórica concreta.

Aspectos económicos En el aspecto económico se hallan propuestas de soluciones que complement:ut las fónnulas políticas del sistema federal, al punto que serían imposibles las últimas sin las bases de las primeras y serían ciertamente inútiles las primeras si faltaran estas últimas. "Ninguna Lisa o derecho se imponga sobre los artículos exportados de una Provincia a otra" -cotnienza el artículo 14- consagrando la libertad de comercio interprovincial. El conglomerado político de las Provincias Unidas debía ser también una unidad económica, a la que no podría dividirse con aduanas interiores que gravasen el tráfico, o con "trabas' -como dice mejor el texto suttafesino-,pues éstas podrían ser fiscales, como también administrativas, o portuarias, o policiales. "Ninguna preferencia se dé por cualquier regulación de comercio o renta a los puertos de una Provincia sobre los de otra"', continúa el citado artículo 14. Junto a ti¡ estipulación de la igualdad portuaria, se establece una clara derogación del privilegio de Buenos Aires, en sus dos pilares: el resultante de la vigente "regulación de comercio' que lo hacía único puerto de ultrumu y el de administrador único de la renta aduanera, que, siendo de carácter nacional, era ntanejada en beneficio esencialmente local.

El privilegio portuario generaba el privilegio rentístico; y éste, cerrando el círculo, colocaba el aparato estatal al servicio de la clase usufructuaria unilateral del comercio exterior Abatir ambos era condición indispensable para el desarrollo del comercio en el interior, liberado de Buenos Aires; pero el progreso del núsrno interior requería, aderncís, ¡in repartimiento equitativo de los recursos fiscales que lo habilitara pura crear centros propios de vida .y poder

"Ni los barcos -concluye el artículo 14- destinados de esta provincia a otra serán obligados a entrar, a anclar, o pagar derechos en otra'.

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Alberdi comenta el significado de esut abolición de privilegios y de la igualdad portuaria: «Arrojada la metrópoli europea en 1810, bajo la iniciativa revolucionaria (lela Provincia de BuenosAires y conservada la clausura de los ríos de institución colonial, pronto hizo nacer ésta una nueva Metrópoli dentro del rnisrno territorio: la cual monopolizó, en nombre de la República independiente, la navegación 'v el gobierno general del país, por el mismo método que había empleado la Espana. La República de las Provincias Unidas del Río de la Plata, .siguió siendo colonia de su Capital después de haberlo sido de España. Para conservar el régimen colonial de navegación interior, Buenos Aires o necesitó mas que una cosa, a saber: que no existiese un gobierno general elegido directamente por las Provincias enclaustradas o bloqueadas. La misma clausura de los ríos. heredada del régimen español, le daba los medios de conseguir esto; o lo que es igual, de mantener a las Provincias en coloniaje doméstico y republicano. La clausura de los ríos y el bloqueo constitucional de sus numerosos puertos traía a Buenos Aires, único puerto habilitado de toda la Nación, todo el comercio de las Provincias: y con el comercio, traía toda la renta, todo el gobierno de hecho interior y el poder exterior de esas Provincias a manos del gobierno local de Buenos Aires»

"No pennita se baga ley para esta Provincia sobre bienes de extr
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poniéndose las correspondientes aduanas", dicen los artículos 12 y 13. El ""regentismo "retenía el puerto ultramarino de Montevideo; luego, para liberara la Provincia del monopolio porteño, debían habilitarse puertos mayores, sucedáneos del montevideano. Pero, además, aquí el artiguismo recogía las aspiraciones del interior, formuladas de tiempo atrás, en sus afanes de emancipación de la red de intereses del círculo mencuttil montevideano. Pero el artículo 12, continúa: "que se oficie al comandante de las fuerzas de S.M.B. sobre la apertura de aquel puerto [Maldonado, extensible al caso de Colonia], para que proteja la navegación o comercio de su nación". Es lógica la mención al intermediario británico, porque éste traía las manufacturas extranjeras y porque éste era el mejor comprador de los cueros. Esta línea la reiterará Artigas en 1815, cuando reglamente las condiciones del comercio exterior y en 1817, cuando negocia y firma el Tratado de Comercio con Inglaterra. No cabe duda, sin embargo, que la doctrina económica del artiguismo está regida por ta preocupación de crear condiciones para el desarrollo productivo del interior, con independencia de los centros portuarios y litoraleños más evolucionados, y de que la aduana y una adecuada política fiscal, debían ser instrumentos pare promoverlo. La versión santafesina, en este aspecto, no deja lugar a dudas: "Que todos los dichos derechos, impuestos y sisas que se impongan a las introducciones extranjeras serán iguales en todas las Provincias Unidas, debiendo ser recargadas todas aquellas que perjudiquen nuestras artes o fábricas, a ¡-ni de dar fomento a la industria de nuestro territorio". Es la concepción opuesta al libre cambio: la del ""proteccionismo', la de la aduana como insrumento fiscal de amparo a las industrias del país, tiente a los efecto competitivos de la importación. Y esto no se contradice con la aperturade los puertos a las naves y mercancías inglesas. El Río de lit Plata sólo podía vincularse por el intermediario inglés al mercado mundial; lo que no equivalía en el pensamiento de Artigas, distinguiéndose dé l patriciado mercantilista de su tiempo, a que debiera abrirse el mercado interno a todo tipo de manufacturas, sin discriminación.

Aspectos particulares de la Provincia Oriental En el "pacto federal"" del día 5 o sea, el acta de reconocimiento de la Asamblea General, sé declaró erigida la Provincia Oriental, compuesta de los pueblos entonces existentes en la Banda Orientad. Y el artículo 8 de las Instrucciones, correlativamente, dice: "El territorio que ocupan estos pueblos de la costa oriental del Uruguay hasta la fortaleza de Santa Teresa, forma una sola Provincia, denominante la Provincia Oriental". Pero el artículo 9, agrega: "'Los siete pueblos de Misiones, los de Batoví, Santa Teresa, San Rafael y Tacuarembó, que hoy ocupan injustamente los portugueses, y a su tiempo deben reclamarse, serán en todo tiempo territorio de esta Provincia'-.

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En esta reivindicación se advierte el papel que Artigas asignaba a la tierra misionera en su concepción geo-política del territorio de I:1 Provincia, extendido sobre el flaico vertebrador del Río Uruguay y en el epicentro de las comuilicaciones con el Río Grauide, el Paraguay y las provincias del litoral. Como legítima herencia hispánica, se postulan los límites de San Ildefonso con el Brasil lusitaulo, cuyo trazado había modificado de facto el avance portugués de 1801, nunca convalidado por la Corona española. Cabe recordar aquí, la habilitación de los puertos de Maldonado y Colonia -ya comentada en cuanto integran el prograuna económico de las Iiistruccioties-como una innportante reivindicación de la Provincia Oriental,

LOS TRATADOS CON RONDEAU La negociación y el contenido de lo, documentos El 6 de abril de 1813, el segundo Triunvirato, en acuerdo secreto, resolvió expresar a Rondeau su extrañeza por haber demorado el reconocimiento y jura de la Asauriblea General, por el ejército a sus órdenes, "bajo el grave ftnidatiento que el coronel Artigau jamás podía acreditar la personería pública y representación legítima para convoca a los pueblos de la otra Batuda, pues en tiempo se había circulado por el Supremo Gobienio la convocatoria y órdenes consiguieiites" ~. Pero, para inwlifesta "la buena fe que preside las deliberaciones de la patria', se instruyó minuciosauriente a Rondeau para que enhiblaua negociaciones con Artigas, tendientes a resolver las diferencias pendientes. Artigas-que el día 7 había comunicado a la Asamblea General los docuinentos del i de abril-dispuso que las fuerzas orientales prestaran el jurwnenlo de la Aswnbea al día siguiente-8 de abril-en unión del ejército auxiliador, lo que así se practicó, con las solemnidades de estilo. Por su paute, Rondeau, el 16. hizo saber al Jefe Oriental que el gobierno porteño lo había autorizado a tratar con él, lo relativo al "asunto de sus solicitudes y las del pueblo oriental". Artigaus recogió con satisfacción este comunicado y contestó, al día siguiente, que los esfuerzos de la Provincia "tuvieron que atender un doble objeto y le fue preciso establecer nuevas garantías para la consolidación de su libertad. Por fortuna, llegó el período de la organización del Estado,y él hará brillar su constitución. Mientras ella no exista esta Provincia cree precisa sus primeros pasos, y en consecuencia yo tengo la honra de incluir a V.S. los adjuntos papeles que hacen el objeto de sus miras, y son el tratado que vanos a concluir V.S. y yo'. El día 19 celebraron el acuerdo Artigas y Rondeau. El mismo está formado por tres documentos -los "adjuntos papeles", de que hablaba el Jefe Oriental- suscritos por separado, con un encabezamiento común. In dicho cncabezaniento o procinio, luego de enumerarse has facultades de Rondeau y la calidad liabilitwte de Artigas, como Jefe de los Orientales, se

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expresa que el último "expuso las pretensiones de las divisiones que militan bajo su conducta y las de la Provincia Orieritnl" y que, después de "conferidas y debatidas", se acordó el pertinente ajuste "que se remite al examen y confirmación del Supremo Gobienio'. Lo.r dos primeros tratadas-»Pretensiones de la Provincia Oriental» v "Pretensiones de las 7i'opas Orientales»-se referen, extensamente, a la materia militarvsus implicaciones políticas, desenvolviendo las cláusulas de las In.siruccione.s al comisionado García de Z,ríñiga v las primeras cinco del acta riel J de abril.El tercero -o "Convención de la Provincia Oriental ". copio .se le ltanta-iriter-e.safmdarnentaltrieüte,por.sucontenidodedefiniciónpolítica. "La Provincia Oriental entra en el rol de las demás Provincias Unidas. Ella es fina parte integrante riel Estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata ". El pacto con las demás Provincias, es una "estrecha e indisoluble conféderación ofensiiavdefensiva",endonde,naturalrnente, "todas lasprovincias tienen igual dignidad, iguales privilegios v derechos". Lct Provincia Oriental, compuesta de pueblos libres, quiere que se le deje gozar (te su libertad, pero queda .sujeta "a la Constitución que organice la soberana representación general del Estado v a .sus disposiciones con.siguiertte.s, teniendo por base inrnutable, la libertad civil ". Y la tercera y última cláusula, reivindica, atento a la "población de la Banda ", la representación por cinco diputaciones, en cavo número correspondían (los por Montevideo "como cabeza de Provincia".

Es evidente que en esta negociación, Artigas actuó dando fiel cuinplúniento de las resoluciones del Congreso de Abril, concretando en el pacto confederativo "nticinras ¡la constitución] no exista, las medidas que equivalgan ala garantía preciosa que ella ofrece—, corno Había expresado en su "oración inaugural" de la sesión del S de abril. Pero los términos del acuerdo sobrepasaban, sin ninguna duda, las racullades de Rondeau, de acuerdo con los instrucciones que le remitiera el Gobienio. Este remitió los documentos ala Asamblea, el 4 de mayo, tbnnul:udo observxciOnes.

En priniertérnnno, impugnaba la autonomía militar de los orientales, negando la facultad de Artigas de disponer el arreglo de las divisiones de .su finando, del modo que juzgare más conveniente, pues ello suponía "una exclusión diametralmente opuesta al ejercicio de lasfacnitades que leson especialnienteprivativasal Poder Ejecutivo". Y en .segundo lugar, respecto de la confederación, expresaba que el Jefé Oriental ".se avanza a formular proposiciones que no es tiempo oportuno de prninovei: .sin haber consultado la expresión general, ni está al alcance de este

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Gobierno, entrar en contestaciones que deben elevarse al voto y a la .sanción de los que constituyen la integridad de la representación nacional". Dichas objeciones eran congruentes con el concepto centralizador y supremo del régimen porteño y ya el Triunvirato se había adelaucutdo a prevenirlas, cuando, en las instrucciones a Rondeau, había especificado que "la organizacieín del Estado corresponde a la Asamblea' y que no debía permitirse que, en las concesiones que se hicieren a Artigas' se altere el orden establecido en las Provincias Unidas'". La Asamblea no se pronunció sobre el tema; pero la impugnación del Triunvirato, sin duda contribuyó al rechazo de los diputados orientales.

EL "GOBIERNO ECONOMICO DE CANELONES" Instalación y sede El 20 de abril de 1813, en el alQjaaniento de Artigas, en el paraje ya señalado de "LasTres Cruces", se reunió una asamblea popular, integrada-como dice el acta-por los "vecinos emigrados de Montevideo por su adhesión al sistema aunericauco, los habitantes de sus extramuros y gran parte de los que residen en los diferentes pueblos de la campaña—. La reunión comenzó en una exposición de Artigas, sobre "los desórdenes, abusos y excesos que en la campaña se notaban con grave detrimento de la tranquilidad pública y equidad social, cuyos males no podía obviar ni su instituto ni sus atenciones, por estar actualmente del todo ocupado en el principal objeto de hostiliar la plaza enemiga'. Oída atentamente la exposición del Caudillo-continúa el acta--por la "multitud de ciudadanos que estaban reunidos por sí en representación de la Provincia, después de una reflexiva y bien meditada conferencia, acordaron por el mayor número de votos, que convenía a la Provincia Oriental y que era su voluntad irrefragable, el que se estableciese un cuerpo municipal que entendiese en la administración de la justicia y demás negocios de la economía interior del país".

El acta denomina "cuerpo municipal" al que era un verdadero Gobierno Provincial, sin duda, por la integración que .se le dio, "compuesto de los misrno.sindividuos que componen un Ayuntamiento de ciudad, cuya punta se ha seguido para la distribución de los respectivos empleos", según diría Bruno Méndez al comunicar su instalación, el 8 de mayo, a la Asarnblea General. En etcto: sus miembros, adernd.s de .sus funciones como integrantes del Gobierno, fueron investidos, individualmente, de tareas específicas: Tornas García de Zúñiga y León Pérez, fueron juece.sgenerales; Juan José Duran, juez de economía; el Dr. José Revuelta, juez de vigilancia yasesorsuplente; Santia-

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,So Sierra, depositario general: Juan Méndez y Francisco Pld, protectores de pobres, el Di: Bruno Méndez, evpositorgerteral tl asesor: Miguel Barreiro, .secrelario: y José Gallegos, escribano público de la corporación. Artigas fue designado "gobernador tnilitar y sin ejemplar presidente' del cuerpo, queriéndose, sin duda, significar-corno dice Pivel Devoto-que se le confería —una gracia especial para precaver que ni el agraciado ni otros pidas lo mismo alegando aquél precedente a su favor", en clara reacción con el sistetna de turnos del Triunvirato porteño. la caudillo, sin embargo, luego de las prinneras providencias, no ejerció la presidencia del Gobierno, que recayó en el Vicelresidente, Dr. Bruno Méndez. El acta agrega que la instalación del gobierno provitscial se efectuó -'sin perjuicio de las ulteriores providencias que para esto rnistno ernamen de la Asamblea Soberana del Estarlo con acuerdo de los respectivos diputados de esta Provincia—. Lar Asanblea no dio respuesta ala comunicación de la instalación del Gobierno Económico de la Provincia, tnarcasdo, con su silencio, su tácito desconocitniento, acorde con la no ratificación de los tratados con Rondeau y el rechazo ulterior de los diputados orientales. El Gobierno se instaló en la villa de Guadalupe de los Cartelones, pues no convenía "tener estos consejos dentro del propio bullicio de las antas' -;orno diría Méndez en su citado oficio a la Asmnblea- y aunque se componía de once tnietnbros, sesionaba con asistencia diaria de sólo cuatro, para facilitar el despacho de los asuntos.

La Independencia provincial En consecuencia del carácter adquirido de "Provincia compuesta de pueblos libres", el Gobierno Económico exigió de todas las autoridades dos y Comisionados-el juramento de la Independencia, según tan texto adaptado dela Constitución esta tual de Massachusetts, que decía: "; Juráis que esta Provincia por derecho debe .ser un Estado libre, soberano e independiente y que debe .ser reprobada toda adhesión, .sujeción y obediencia al ReY, Reina, Príncipe, Princesa, Empecador y Gobierno Español y a todo otro poder extranjero cualquiera que sea, v que ningún Príncipe e-xiranjero, persona, prelado, Estado, potentado tienen ni deberán tener jurisdicción alguna, .superioridad, preerninencia, autoridad, ni otro poder en cualquier materia civil o eclesiástica dentro de esta Provincia, excepto de la autoridad i• poder que es o puede .ser conferida por el Congreso General de las Provincias Unidas?" -

Corresponde destacar, pues, que la primera vez que el Pueblo oriental por decisión y expresión de sus autoridades legítimas- declaró su Indepert-

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dencia, fue en aquel uso augural de 1813, en el mismo acto que atinnaba su indeclinable voluntad de integrar --en el réguirnen federal- las Provincias Unidas del Río de la Plata.

La gestión del Gobierno Económico Durante los siete meses de su actuación, el Gobierno Económico -ya que cesó al instalarse nuevas autoridades por el Congreso de Capilla Maciel, en diciciribre de 1813-abarcó, en una tarea modesta pero constante, la reorganización político-administrativa de los pueblos, erigiendo Cabildos y Jueces, por el voto popular; la administración de justicia, que loe declarada gratuita y con claro deslinde de competencias entre el fuero civil y el milico; el abastecimiento de los ejércitos; la recaudación de los tributos; el estímulo a la agricultura y la recuperación de la ganadería; la administración de los bienes de emigrados y su puesta en explotación, pera servir al bien de la Provincia, dando razón a su nombre bislórico, pues la preocupación mayor fue atender los asuntos económicos, preferentemente los referidos al medio rural. No se excluyen, sin embargo, los tópicos políticos en su gestión: colaboró con Artigas en el perfeccionamiento de los poderes de los diputados orientales; convocó tamibién- conjuntamente con el Jefe Oriental y además de la convocatoria de Rondeau -al Congreso de Capilla Maciel, circulando instrucciones para el buen orden del acto electoral de los congresales; abrió correspondencia en materia de relaciones exteriores; recomendó a los curas párrocos animar en sus sermones y pláticas, el espíritu patriótico; intervino en favor del diputado oriental Felipe Santiago Cardoso. El 7 de setiembre, expresaba al Jefe de los Orientales que "la medida que ha tornado de desprenderse de todos los asuntos políticos y sólo preocuparse en las atenciones militares, ha sido muy plausible—, lo que pennite inferir que, a partir de esa fecha, asumió la plenitud de los cometidos políticos, hasta entonces compartidos con Artigas, como Gobernador y sin ejemplar presidente del cuerpo. Por la signiticación intelectual del autor y por cuanto indica como orientación política de aquel primer Gobierno patrio, corresponde destacar el encargo hecho al Dr. José Pérez Castellano, para que "le ilustrase con algunos apuntamientos de agricultura sin perjuicio de continuarlos, corno lo tiene ofrecido por el bien general de la Provincia".

Este encargo dio ocasión al .sabio sacerdote patriota --que desde hacía cuarenta años se dedicaba a efectuar ensavos agrícolas en su quinta de Mignelete-para ordenar. sus experiencias y redactar sus —Observaciones .sobre Agricultura". que terminó recién en febrero de 1814, pero cava publicación debió esperar hasta 1848, en que fue editado por orden de Manuel Oribe, por la Imprenta del Cerrilo. Según explica Pérez Castellano en el prólogo, iban corridos ocho meses en

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que vivía ".sepultado en el último rincón de la chacra", "llorando la desgraciada suerte de todos los habitantes honrados de la campaña", cuando recibió la prinrerasugestión del Gobierno para que recogiera.sus "aprrntamientos.suelto.s" que pudieran .servir al fomento de la agricultura y alivio de aquellos que se empeñaran "en tan laudables ejercicios". Alguna vez. dice el propio Pérez Castellano, pensó en "hacer una cartilla de hortelanos y aún creo que le empecé a poner por obra" para que los que se "dedicasen al trabajo de huertas y arboledas por estos contornos, tuviesen un directorio que los encaminase, con ahorro de gastos y del tiempo ". Su propósito se vio actualizado por la sugerenciadelGobierno. "Sacandofi4erzasdefaquezas-agregatomé laplunlay empecé a escribir sin plan, empezando por lo primero que se me ocurrió corno rnús necesario a un labrador que .son los cercos: pues éstos .son puntualmente los que primero vencían y violaban los soldados para hacer de las propiedades cultivadas, un campo raso ".

El proyecto de Constitución Provincial Cabe atribuir al Gobierno Económico 0 a uno de sus miembros-casi seguramente el Dr. José Revuelta-el proyecto de Constitución para la "Provincia Oriental del Uruguay'", fechado en el "cuarto año de la Independencia de la América del Sur", o sea 1813, a contar de 1810. Fue localizado en los archivos españoles, por haber sido remitido a la autoridad peninsular, por el Encargado de Negocios en Río, Andrés Villalba, el 2 ¿le abril de 1815, expresando que era rrn texto que "dicen hecho para las Provincias del Uruguay que están bajo la dominación de Artigas", aunque presurne,con acierto, que su redacción es anterior Lo enviaba, creyendo que el Caudillo pudiera entonces -1815-ponerlo en vigencia. Y tampoco en esta presunción estaba muy desencarninado el diplomático español, ya que, como veremos, Artigas pensó celebrar un Congreso en Mercedes, por aquel año, para constituir la Provincia.

El texto-cuyo modelo es la Constitución de Massachusetts, del 2 de marzo de 1780, incluida en la ya mencionada obra de García de Sena -Comienza estableciendo el pacto constitutivo de la "Provincia Oriental del Uruóuay", por decisión de los diputados de los pueblos que enumera, veintitrés en total. El proyecto comprende una parte doómútica-de declaración de principios (Capítulo 1)--y una parte orgánica-de orgmrización de los podres del Estado (Capítulos 1l a V). Se consagran como "derechos naturales, esenciales e inajermables" el derecho a la vida, la libertad, la propiedad y la obtención de la seguridad y felicidad. Ex un deber del gobierno asegurarlos y proteger el cuerpo político. Si fracasa en estos objetos, el pueblo "tiene derecho a alterar el Gobierno" o sea a cambiar

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su forma y organización. El enunciado de las fórmulas concretas, derivadas de estos principios rectores, incluye la libertad de escribir y de imprenta; la prohibición del fuero militar; el principio de la igualdad ante la ley de los hombres v de las corporaciones y la legitimidad de las distinciones basadas en "los servicios hechos al público" que son por naturaleza intransferibles a terceros; el derecho de los pueblos a guardar y llevar armas, para su defensa común y el de juntarse pacíficamente y "representar al gobierno para la reforma de los abusos". En materia de religión, el proyecto establece el "deber de todos los hornbre.s en sociedad de adorar públicamente al Ser Supremo, Gran Creador y Conservador del Universo ", del rnodo que a cada uno le mande su conciencia, pero "con tal que no turbe la paz pública ni embarace a los otros en .su culto religioso de la Santa Iglesia Católica". En materia de educación, establece el derecho del pueblo y el deber de la legislatura de "hacer a. sus expensas los establecimientos públicos de escuelas para la enseñanza de los niños y su educación, de suerte que se tendrá por ley fundamental y esencial que todos los habitantes nacidos en esta Provincia, precisamente, han de saber leer y escribir". Es la primera obligación de los padres, poner "a sus hijos en la escuela, antes de darles otro giro", "a fin de que logren la enseñanza de los derechos del hombre y de que se instruyan en el pacto social, por el cual todo el pueblo estipula con cada ciudadano y cada ciudadano con todo el pueblo", con el fin de preservar "la piedad, religión y moralidad de todos los habitantes". La justicia debe ser libre y gratuita. .Se consagran las garantías del proceso; la imparcialidad de los jueces; el derecho a la defensa: el principio de la plena prueba, para la condena enjuicio penal; las garantías contra pesquisas injustas v la violencia "sobre la persona, su casa, sus papeles o sus posesiones "; y la necesidad de la previa orden judicial para privar de la libertad a cualquiera, fundada en indicios o elementos de juicio bastantes, de libre apreciación por el magistrado.

En la parte dogmática también se incluye la división tripartita de Poderes como una garantía de la libertad, pues su fin es que "el gobierno sea de leyes y no de tiranos", en cuya definición puede advertirse el eco de la raigal tradición del Derecho hispánico, que afirmaba: "En Castilla antes hubo leyes que Reyes'. Y en la parte orgánica, se traduce el principio en los clásicos Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial --judiciario—-, dice el proyecto.

El Poder Legislativo se organiza en dos Salas: el Senado y la ,Sala de Representantes. El Senado, de carácterpennanente, con duración de un quinquenio, estaría compuesto de siete miembros, elegidos indirectamente por una "Asamblea General" de tres electores por pueblo, designados por el voto de

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"todos los ciudadanos". La Sala de Representantes, que actuaría de modo esporádico, .sería designada, anualmente, por los pueblos, a razón de tres representantes cada uno. El .Senado tiene las facultades legislativas típicas y también debía prestar su acuerdo o venia al Ejecutivo, para asuntos de importancia y prestarle .su asesoramiento, en una tarea equivalente a un Consejo de Estado. En "los negocios importantes de la Provincia ", el Senado actuaba conjuntamente con los ".sesenta delegados de los Pueblos" o sea la Sala de Representantes, sin cuyo requisito no podrían ser válidamente considerados y resueltos. El .Senado y la Sala de Representantes, actuarían, también, corno un solo cuerpo, para fijar la fecha de las elecciones de Senadores y Representantes nacionales que actuarían, poda Provincia, "en la Corte de la Confederación" v para confeccionar la nómina de candidatos para titular del Ejecutivo de las Provincias Unirlas; igualmente, para designar el Gobernador de la Provincia.

En la parte dogmática, se había establecido que las elecciones serían "libres y públicas' y que todos los "habitantes teniendo las cualidades que se establecieron en su forma de gobierno' tendrían igual derecho para ser electores y elegibles. Sin embargo, para los cargos legislativos y del Ejecutivo se requiere poseer una "propiedad dentro de la Provincia cuyo valor sea de $ 6.000 como mínimo y bienes muebles de hasta $ 3.000".

El Poder Ejecutivo .se confiere a ¡in Gobernador de Provincia de nombramiento anual. Tiene derecho de veto; al ejercerlo provoca nueva deliberación, debiendo reiterar su voluntad los dos órganos legislativos para que el proyecto observado, quedare sancionado. Debe requerir acuerdo del Senado para asuntos importantes de milicias y en el orden financiero, para la fijación de los gastos públicos y su inversión. El Poder Judicial estaría a cargo de los Cabildos, aunque se autoriza al Legislativo a "erigir y constituir tribunales de justicia que se hayan de tener en los pueblos de la Provincia ". Los Cabildos se auxiliarían con 'jueces anunciadores ", que son verdaderos 'Jueces de instrucción criminal". En caso de condenas a muerte, cabía un recurso final ante el Senado, que podría conminar la pena. Los Cabildos, a los que el proyecto califica de " verdaderos órganos de los pueblos", serían elegidos "en pública plaza y en voz alta", y ejercerían sus tradicionales funciones municipales.

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CAPÍTULO VI LA UNIFICACION DEL PODER CENTRAL

El Directorio" La concentración del poder en un órgano unipersonal venía siendo reclamada por Monteagudo desde mediados del Culo 1812. Alvear tomó la idea cota decisión quizás influido por el modelo de Bonaporte y su carrera, que pasando por el Consulado, llegó al Imperio... Pero esa carrera necesitaba la gloria miliitar. Para ello pensó ocupar la jefatura del ejército sitiador de montevideo, próximo a caer y luego pasar al frente del Alto Perú, para vencer también allí :t las fuerzas del "regentismo limeño—. La propaganda magniticaría esos triunfos y le daría la base necesaria para su propósito político. Esta aspiración de Alvear encontraba buen ambiente entre sus adeptos-los "patriotas pensadores", como dice él mismo en sus "Narraciones" -convencidos de la necesidad de una Dictadura-formalmente legalizada-para poner coto al artiguismo independiente localista y plebeyo, que amenazaba extenderse desde la Batida Oriental al resto de las Provincias Unidas.

.Sin embargo, la opinón de la Logia Lantaro estaba dividida afines de 1813. Cieno es que el mayor obstáculo a este propósito se habla eliminado con el retiro ale .San Martín, destinarlo a reemplazar a Belgrano, derrotado en Vilcapugio )' Avoinana (Alto Perú) y acampado, con su ejército en franca desorganización, entre Salta y Tucuman. Alvear, que aparentaba mantener buenas relaciones con San Martín, lo acompañó en la salida de la ciudad. "Ya cayó el hombre ", dijo satsfecho al volver del puente de Márquez. Obtuvo entonces que la mavoría de la Logia aceptara su proyecto de creación de ¡in Directorio unipersonal. ' Más difícil era conseguir candidato para el cargo, de .suficiente confianza canto para que lo ocupara transitoriarnente, hasta que él mismo, ganadas

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las palmas militares, pudiera desempeñarlo. Descartados Juan Larrea, por su condición de español y el Dr Valentín Gómez por su investidura eclesiástica, Alvear logró imponer la candidatura de su tío, Gervasio Antonio de Posadas, sobre el cual ejercía una total influencia. El propio Posadas, que no se consideraba con aptitudes para el cargo, confiesa en .sus "Memorias", que .se .sujetó '.a cargar la cruz hasta lograr una oportunidad de .soltarla con decoro, para que gravitase .sobre otros hombros". Acordada la creación del Directorio, la Comisión Permanente convocó a la Asamblea que se hallaba en receso, con el pretexto de considerar la nota de protesta de Str rngford sobre la liberación de esclavos que pisaran territorio las Provincias Unidas. El 21 de enero de 1814 se reunió la Asamblea, procediendo a elegir nueva mesa y a derogar el incómodo decreto: asimismo, dio entrada al mensaje del Segundo Triunvirato que proponía el régimen unipersonal. En sesiones del 21 y 22 de enero, se debatió el tema, aprobándose finalmente la unificación del Poder Ejecutivo, y se eligió el titular del nuevo caro, recayendo el nombramiento "por universalidad de sufragios', en Posadas. Se dispuso postergar la toma de posesión del cargo basta el día 31, con el propósito aparente de preparar la ceremonia, pero, en realidad, para ganar tiempo para que la Logia concluyera el estudio de las disposiciones que debían regir el nuevo régimen.

El "Estatuto del Poder Ejecutivo" El 26 de enero se sancionaron las disposiciones que daban nueva torna al Poder Ejecutivo. Dicho Poder, con "todas las facultades y preminencias" del Estatuto del 27 de febrero de 18/3, estaría a cargo de un "Director Suprerno de las Provincias Unidas", que recibiría el tratamiento de "Excelencia", tendría escolta militar, usaría banda-blanca en el centro, azul a los costados-terminada en borla de oro .v residiría en la Fortaleza. Duraría dos años en sus funciones y disfrutaría de "una pensión competente que baste a sostener el decoro de la Suprema Autoridad" (después se le votarían $15.000 anuales). Lo acompañarían tres Secretarios de Estado. Habría también un "Consejo de Estado ", de nueve miembros, para que "la prudencia, la .sabiduría y el acierto presidan las deliberaciones del gobierno y hagan la felicidad de las Provincias a su mando ". Su presidente sería nombrado por la Asamblea y supliría al Director en caso de "enfermedades graves"; el secretario y los demás vocales serían designados por el Director; durarían dos años .v podían .ser reelectos. Los Secretarios de Estado .serían consejeros natos mientras desempeñaran sus funciones. El Director podría nombrar dos ".supernumerarios", cuando lo hallare conveniente para "el mejor servicio del

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Estado ", facultad ésta que equivalía a dejar en sus manos la formación de la mayoría del Consejo... El Consejo debía ser consultado, necesariamente, en todas las negociaciones de paz, guerra o comercio "con las Cortes extranjeras". Este informaría los dictámenes "que tuviera a bien pedirles [el Director] en los negocios de mayor gravedad", y podía proponer "aquellos proyectos que concibiere de utilidad y conveniencia del Estado ". En la misma sesión, fue nombrado presidente del Consejo de Estado, Nicolás Rodríguez Peña. El 31 de enero, en sesión solemne de la Asamblea, Posadas juró el cargo de Director Supremo y tomó posesión del mismo. Designó, entonces, Secretarios de Estado, en el Departamento de Gobierno, a Nicolás Herrera; en el de Guerra, a Francisco Javier de Viana y en el de Hacienda a Juan Larrea. El nuevo Director procedió luego a completar la integración del Consejo de Estado-que presidió Rodríguez Peña y componían ya como consejeros natos, los tres Secretarios de Estado- con José Valentín Gómez, José Miguel de Azcuénaga, Angel Monasterio, Vicente Anastasio de Echevarría y Manuel José García, a la vez secretario del cuerpo. Oportunos cambios en los mandos militares aseguraron el dominio de la situación política para la facción alvearista.

Posadas, Director Supremo

Al asumir el cargo, Posadas pronto advirtió la resistencia popular y el malestar de algunas prominentes familias del patriciado porteño, por la preponderancia de Alvezu en el nuevo régimen, a lo que se sumaba la peligrosa situación intemacional militar. Se imponía un apaciguamiento: con ese objeto dirigió un nnensaje a la Asamblea proponiendo una "ley de olvidó" o amnistía, que pusiera fin a todos los juicios de residencia pendientes sobre hombres de destacada actuación, entre los cuales se contaban algunos integrantes de su propio régimen. La Asmnblea sancionó la ley del 8 de febrero de 1814, excluyendo, sin embargo de la misma, a Comelio Saavedra y a Joaquín Campana... Estas medidas conciliatorias no lograrían, sin embargo, aquietar la hostilidad de las facciones ni disminuir la oposición de las Provincias. Posadas intentó, entonces, dar satisfacción al creciente sentimiento de autonomía de los pueblos del interior, creando nuevas Provincias. El Segundo Triunvirato había creado ya-el 29 de noviembre de 1813-la provincia de Cuyo, con las jurisdicciones de Mendoza, San Juan y San Luis, reduciendo la demarcación de Córdoba a las jurisdicciones de su capital y de La Rioja.

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El 7 de rnaro de 1814, el director Posadas disponía "que todos los Pueblos de nuestros territorios con sus respectivas jurisdicciones que se hallan en la Banda Oriental del Uruguay NI oriental seplenirional del Río de la Plata, forinendesde liov en adelante una de las Provincias Unidas, con denoninación de Oriental del Río de la Plata, que .será regida por un gobernador intendente con las fácultade.s acordadas a los jefes de .su clase ". Por decreto de JO de setienióre de 1814, los territorios de Entre Ríos v Corrientes eran .separados de la Provincia de Buenos Aires y constituidos en sendos gobiernos intendencias. Concepción del Uruguay sería la capital de Entre Ríos: la ciudad de Corrientes, la de esta úlihna, anexándose los territorios misioneras. p'inalrnente, el 8 de octubre de 1814, era dividida en dos la intendencia de -Salta del Tucumán: provincia de Thcimtán y provincia de Salta. La primera comprendía: Tucionán, .Santiago del Estero y bulle de Catarnarca: la segunda: -Salta, Jujuy. Oren y Santa María, con sus jurisdicciones.

Pero toda esta nueva estructuración era impotente pari alcanzar la adhesión de los pueblos, donde se difundieron con general rechazo el decreto del 11 de febrero de 1814 declarando a Artigas "traidora la Patrio'. Las incidencias posteriores con el Caudillo oriental y su creciente prestigio en las provincias unidas a las que tendría lugar luego de la caída de Montevideo en poder del ejército porteño, al mando de Alvear, determinarían, en definitiva, el fracaso de Posadas y su renuncia del cargo.

La situación interna A1 asumir Posadas, la situación interna era particulannente difícil en el orden iniliusr. Después de las derrotas deVilcapugio y Ayolnuina, el segundo Triunvirato había comisionado a San Martín para auxiliar al ejército del Norte que, al manado de Belgraulu, venía replegándose hacia Tucumán, en un campo atrincherado que denominó " la Ciudadelri', y comenzó una enérgica tarea para disciplinar la tropa e instruir los oficiales, a las espera de los pertrechos y auxilios que insistentemente pedía a Buenos Aires y nunca llegaron... En la desguarnecida frontera del norte :amenazada por las fuerzas limeñas del generad Pezuela, designó jefe de vanguardia a Manuel Donego, quien con dos destacamentos, uno al marido de Pedro José Saravia y otro a cargo de Martín de Güernes, dispuso una guerra de incursiones, escaramuzas y sorpresas para impedir el avance enemigo. Cumplían esta "guerra de guerrillas' los gauchos salteños, -hombres extraordinarios, diestros, altivos e incansables', según conste-_na el general español García Camba. Y la presencia de un jefe extraordinario: Güeines.

Hijo de un alto funcionario y nieto de ¡in general español, Martín Miguel de 132

Guetnes, había nacido en Salta en 1783, iniciando su carrera militar como cadete en el cuerpo del "Fijo" de la guarnición de BuenosAires; en él luchó contra los invasores ingleses en 1806 v 1807. Al estallarla revolución de 1810, se (rallaba con licencia en .su ciudad natal. Adhiriendo al movimiento de mayo, corito teniente, formó ¡in cuerpo de caballería con el que tornó parte en la victoria de Suipacha; pero disgustado con Balcarce, .se separó del ejército. Fue posteriormente repuesto después de la derrota de Huaquí, con el grado de capitán v al fi-ente de su partida de caballería ayudó a Pueyrredón en su retirarla. Belgrano, que no atinó a comprender .su carácter y la naturaleza de su hueste gaucha, pidió su traslado a la Banda Oriental, donde estuvo un tiempo, trabando relación con comandantes deArligas. San Martín lo reintegraría al ejército del Norte, en diciembre de 1813, con el grado de teniente coronel. La población humilde de Salta, tanto urbana corno rural, erafervientemente patriota: no ocurrió lo mismo en la "clase principal", dominada por el elerrrento mercantil, donde sólo lasfamtlias de arraigo a la tierra estaban con los revolucionarios. El avance de las fuerzas limeñas a Salta produjo un éxodo de la población patriota, que escapó a la campaña llevándose hasta los badajos de las cantpanas para que los enemigos no celebrasen .sus triunfos. Sus hombres formaron las partidas de Gñetnes >, Saravia, al mando superior de Dorrego en un principio v luego del propio Guetnes.

El caudillo salteño mantuvo con extraordinaria eficacia el sitio de Salta. •Pezuela, que intentaba un avance contra Tucutnán a fin de aliviar la presión que se hacía sobre Montevideo, se vio detenido en Jujuy por la resistencia de los gauchos. Posterionnente, la pérdida experimentada por sus fuerzas en Santa Cruz, donde el general "juntistd' Arenales ganó el combate de la Florida: la derrota de la escuadra montevideana por Guillenno Brown (16 de mayo de 1814) y sobre todo la noticia de la rendición de Montevideo el 23 de junio, le hicieron renunciara su proyecto. A fines de junio empezarían retroceder, abandonando Salta y Jujuy. Pero ya no estaba San Martín al frente del ejército. Había anunciado su propósito de irse, disgustado porque no le llegaban auxilios de Buenos Aires, cuando el 25 de abril tuvo un vómito de sangre, retirándose dos días después a una estancia de Córdoba, desde donde pedirla su relevo y que se le nombrara gobernador-intendente de Cuyo, a lo que accedió Posadas el 10 de agosto de 1814.

La enfermedad de San Martín era real, pero no grave; pero el verdadero motivo de .su retiro debió ser-como agudamente señala José Ma. Rosa-una orden .secretísima y de cumplimiento obligado emanada de la logia y tendiente a dejar vacante la jefatura del ejército del Norte para el ambicioso Alvear apenas éste .se ciñera los laureles de Montevideo...

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Por lo demás, el futuro Libertador había comprendido ya la práctica imposibilidad de llegara Lima por el Alto Perú, v había concebido suplan de formar "un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza para pasar a Chile >> acabar allí con los godos (.../ pasaremos por el mar a tomar Lima: ése es el camino y no éste", como diría en carta a Rodríguez Peña. En la .segunda quincena de julio, Rondeau era nombrado jefe del Ejército del Perú.

Ala situación antedicha se sumaba el conflicto con las fuerzas federales del Entre Ríos, de inspiración arúguista, que derrotaban en el paso de Gualeguaychú al coronel Hilarión de la Quintana y en El Espinillo, desbarataban las tropas porteñas del Barón de Holmberó.

La política exterior El panorama de los acontecimientos en el exterior, no era menos difícil. Al triunfal ingreso de las fuerzas aliadas de Gran Bretaña y Portugal en el territorio español -señalado por la victoria de Salamanca en julio de 1812- se sumaría en 1813, la coalición europea de Prusia y Austria que, después de los desastres de Rusia, retendrían a Napoleón en Alemania sin poder prestar apoyo a sus tropas de España. El triunfo de Wellington en Victoria, el 21 de junio de 1813, obligaría, a su vez, al rey José I a abandonar la península; y Napoleón, comprendiendo que la liberación de España era un hecho, procedió a reconocer los derechos de Femando VII al trono hispánico, el 11 de diciembre de 1813. en el tratado de Valencay. El segundo Triunvirato ante esta situación, había decidido enviar a Manuel de Sarratea a Londres.

En las instrucciones impartidas al comisionado, .se le prevenía que a su paso por Río de Janeiro tornara contacto con Lord Strangford, procurando convencerlo de la conveniencia para Inglaterra en designar agentes en el Río de la Plata, cuyo carácter quedaría reservado mientras subsistieran los coinproinisos de aquella Corte con el gobierno de Cádiz. Una vez en Londres, abriría negociaciones mercantiles otorgando a Inglaterra la condición de nación "indas favorecida", a cambio de auxilios para la lucha "contra loas tiranos de Cádiz o al menos una autorización para la venta de armas por particulares"; procuraría impedir la ayuda inglesa a las autoridades peninsulares para el envío de fuerzas expedicionarias al Río de la Plata; rechazaría cualquier negociación o medida que tendiera al reconocimiento de la Regencia hispánica, pues "el ánimo firme y resuelto de estas Provincias es manejarse separadamente de estos Dranos" y para el caso extremo de que Inglaterra insistiera en su propósito de mediación, podrían aceptarse condiciones que implicaran el cese de hostilidades entre el gobierno de la Península

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y los de America. El territorio de la Banda Oriental "convulsionado por los anarquistas" de Artigas, podría quedar en la jurisdicción de la Regencia, a cambio del autonomismo de Buenos Aires y del resto de las Provincias. En Río de Janeiro Sarratea mostró sus instrucciones a Strangford que le dio su aprobación. El tono burnilde del Triunvirato distaba rnuclto de la arrogancia de la nota del 3 de noviembre de 1812. No se hablaba de independencia y por lo tanto podía negociarse. El 18 de diciembre de 1813, Strangford escribe al gobierno inglés refiriéndose a la misión de Sarratea: "Ultirnarriente ha ocurrido ¡in cambio grande y evidente en el tono ysentbnientos del gobierno de BuenosAires. /Jebe atribuirse tanto a las pérdidas, desastres experimenrado.spor el ejército al triando del Belgrano corno al éxito y brillante resultado de la campaña en la península /...) Estas consideraciones han influido podero.sanrente para crear ¡¿no disposición inuchó ntds pacífica del gobierno de Buenos Aires. En la actualidad desea ardientemente que no .sea demasiado tarde para .solicitar con éxito la intervención y protección de Gran Bretaña mediante la cual nosólo sería posible obtener condiciones tales que aseguren sus personas y bienes contra vengarrza.sfiitura.s de España, sino también garamizary asegurar el cumplinuento de esas condiciones cuando se concedan 1 ... 1. Mr de Sarralea procedió a imponerme el tenor de las instrucciones que lleva: alcanzar los beneficio de la paz), tranquilidad casi a cualquierprecio, excepto la sionisión incondicional a España; reconocer la unidad e integridad de los dominios españoles y la obligación de todos los españoles de este hemisferio a unirse con sus hermanos de Europa en la obediencia al único v mismo Soberano, Fernando VI/".

Por su parte el embtklador inglés hizo propicia la presencia e instrucciones de Sarratea en Río, para tenniuar con las hostilidades a Montevideo. Lo puso en contacto con el embajador español ante aquella Corte, Don Juan del Castillo y Catrroz, al que el enviado porteño mostró sus larnentables instrucciones. Entre los tres elaboraron las bases de un annisticio: el ejército sitiador de Montevideo se retiraría, dejando la Banda Oriental bajo la,jurisdicción de Vigodet como en octubre de 1811; Buenos Aires enviaría diputados a las Cortes de Cádiz para negociar el arreglo final, tarnbién se gestionaría el retiro de las fuerzas de Pezuela al territorio del Perú.

Stransford mandó las bases de armisticio a Buenos Aires por intermedio de Saturnino Rodríguez Petra, al que se le pagaron ochenta libras esterlinas por la comisión. Estas llegaron encontrándose Posadas en el ejercicio del Directorio. Este aprobó su texto, teniendo en cuenta que el 22 de marzo de 1814, Fernando VII había entrado en la península y corría la noticia de haber comenzado los preparativos de una gran expedición para la reconquista de las

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provincias americanas. Fueron enviados para negociar con Vigodet, Valentín Góme< y Vicente Anastasio de Echeverría, que el 29 de marzo estaban en Montevideo en un buque de guerra inglés. Conjérenciaron con los delegados de Vigodet, primero en el buque español "Mercurio" .surto en la bahía, y en una casa de Montevideo. No hubo acuerdo, porque Vigodet siguió el temperamento aconsejado por el Cabildo montevideano, que rechazaba el armisticio en razón de que "El coronel Artigas, congo tan altamente ultrajado por losmandarines de la Capital, luego que llegase a .su saber la .sanción de nuestro armisticio, pondría en activo ejercicio todo su poder e influencia para hostilizarlo, aunque no tuviese otro objeto que el de vengarse de sus enemigos o de aquellos que no habían contado con él para semejante acomodamiento. De consiguiente tendríamos que emprender una nueva guerra contra este jefe y .sus confederados, en la cual se aniquilaría con exceso nuestro ejército /... /". Y agregaban que era inconveniente concertar un cese de hostilidades que entorpeciera rápida carrera del general Pezuela" e implicara la desocupación del Alto Perú poniendo "en posesión a los rebeldes de las pingues riquezas de aquellas provincias". Finalmente, Vigodet .solicitaba que se invitara aArtigas a la negociación, suspendiéndose entre tanto toda conferencia. Los delegados porteños no aceptaron la invitación de Artigas ni tampoco el contraproyecto de acuerdo que les presentó Vigodet el 12 de abril v que consistía, lisa .v llanamente, en el reconocimiento por Buenos Aires de !a "Constitución política de la monarquía española y de las autoridades designadas en la Constitución y que hayan sido nombradas por la Regencia del Reino", con la única garantía de ¡in indulto general. Posadas lanzó un manifiesto el primero de mayo de 1814, informando a la opinión del ftaca.so de las negociaciones con Montevideo, en cuya redaccción -le mano del montevideano Dr. Nicolas Herrerase trasluce el despecho con que se había recibido el respeto otorgado por Vigodet a Don José Artigas que se menciona como "un caudillo disidente" y sin disipar el equívoco que había .subsistido en toda la negociación sobre la verdadera actitud de Buenos Aires respecto de la integridad de la monarquía nacional. Poco después, la caída de Montevideo haría inútil toda negociación.

El impacto de la restauración europea El patriciado porteño, que como todos sus coetáneos de América, había logrado, en la crisis de la monarquía nacional de 1808-1810, la oportunidad para conquistar el poder político, inspirado por las nuevas ideas liberales que habían abatido el "antiguo régimen", sufriría un grave impacto al naufragar el nuevo orden en Europa y, en particular, con la restauración de Fernando VII. Este síncope del liberalismo desconcertó a los dirigentes porteños, que debieron afrontar entonces una profunda contradicción entre los objetivos reales y el fundamento teórico erigido frente al régimen virreinal. En efecto: habían fun-

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dado el desconocimiento de los órganos peninsulares representativos de la Monarquía en su condición de súbditos americanos de Fernando V II, con iguales derechos que los españoles europeos para constituir, por sí y entre sí, órganos propios de gobierno durante la ausencia del Rey legítimo, prisionero de Napoleón; y ahora el retorno de Fennmdo al trono invalidaba toda razón de ser para lit continuidad de sus órganos propios de gobierno. Pero, además, motivada su segregación del orden hispanoamericano, por el deseo de gobierno propio y de directa participación en el comercio mundial, progresiv:mnente habían ido formándose a la idea de una "Patria' nueva, constituida según los modelos del Estado liberal. Y esta construcción, fundada en la naturaleza racional universal "del Hombre y del Ciudadano", se derrumbaba ahora estrepitosamente en las propias fuentes de su ideario político: Francia e Inglaterra. Paradojalmente la caída del "intruso Bottapané' -en definitiva, la úl ica concreción histórica real de la Revolución Francesa y de su filosofismo liberalimplicaba el restablecimiento del "antiguo régimen", fundado en el "Ic_,itilnislnci' de los monarcas europeos: y la propia Gran Bretaña, madre del libre cwnbislno y del régimen representativo constitucional, modelo prestigioso y esperanza de amparo a sus afiunes de crear el nuevo Estado, adhería, conducida por lit lógica de sus internases, al concierto monárquico europeo y respaldaba al rcst:turado Femando VII. Por su piarte el rey Femtmdo-que había rehusado jurar la Constitución de Cádiz de 1812 como condición para ser restituido al trono- había entrado en la península, de incóVnito, el 22 de marzo de 1814, y favorecido por la capitulación del emperador francés de Fontainebleau, el 11 de abril, que dejaba a I:spiuia libre de toda agresión exterior, había expedido desde Valencia, el 4 de mayo un Real decreto estableciendo las bases de la restauración: monarquía absoluta, con lit soberanía firmemente restituida en manos del Rey y restablecimiento de la administración peninsular y americana en la forma centralizada y jerárquica anterior a la Constitución de 1812, que era atmlada como expresión de intolerable insurgencia... y para concretar el efectivo dominio de la corona sobre los "rebeldes" súbditos americanos, ordenaba la formación en Cádiz de una expedición de reconquista de las provincias del Plata. Por lo demás, el p:moranna de la revolución en América era desolador. Entre fines de 1814 y comienzos de 1815, todos los movimientos revolucionarios estaban en plena derrota: en Chile, había concluido en Rmtcagua el período de lit "Patria Vieja' y miles de emigrados cruzaban los Andes huyendo de la represión; en Quito, era sofocado el breve pronunciamiento; en Venezuela, se eclipsaba lit estrella de Bolívar y éste se refugiaba en la isla de Jamaica, como huésped del gobernador inglés; en México, triunfaban las fuerzas de la reacción; y en el norte de las Provincias Unidas amenazaba la invasión del ejército limeño, dueño del Alto Perú. En el Brasil, la Corte de Río parecía predispuesta a cooperar con el Rey Fernando en su expedición de reconquista... en el orden intento, los pueblos bajo la dirección de Artigas amenazaban con la -'anarquía', exten-

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diendo lit "infección' federad. Correspondería a Satratea fonnular desde Londres la abjuración del credo liberal de los que él mismo llain
La reconciliación con Fernando VII Sarratea desde Londres aconsejaría al Director Posadas ganar la confianza del rey Fernando, usando deferencia y respecto hacia él pero sin enviar comisionados a España. "Evidentemente -comenta el historiador inglés John Street- pensaba que su país estría más a salvo pidiendo la protección y la mediación de Gran Bretaña que la clemencia del déspota". Pero, por su paute, adelantándose a su gobierno, se dirigió el 25 de mayo de 1814 al rey Fernando, expresándole "los sentimientos de amor a su Real persona de los gobernantes y pueblo del Río de la Plata, Y finalizaba la extensa 138

presentación al monarca, en la que se titulaba "Vasallo de su majestad y diputado del Gobienno de Buenos Aires para la conciliación con la metrópoli", manifestando: "Permítante Vuestra Majestad concluir asegurándole, con el mayor respeto, que los males que devoran ü Vuestras Américas no han venido del espíritu de deslealtad que sus enemigos pintan: que,.si el cielo no hubiera oído ni el de la insubordinación en aquellos países..." Seguidamente echaba la culpa de todo lo ocurrido ü los liberales de Cádiz, ahora en desgracia, y agregaba: "No es extraño que aquellos pueblos (de Arnérica al verse acometidos cruelmente y sin oírlos, ü nombre del Rey más amado y más benigno que ha subido al trono de España, desconociesen por verdaderos representantes de V.M.A los que tan mal irritaban su paternal carácter, y no lo es que, citando se protegían en la península doctrinas preñadas de anarquía, hallasen ocasión algunos espíritus turbulentos para hacerlas resonar por América".

Entretanto, en Río de Janeiro, Lord Strangford recibiría la noticia de la caída de Montevideo en manos del ejército porteño como un hecho adverso a los esfuerzos británicos en pro de una reconciliación entre el restaurado Femando y los gobiernos hispanoamericanos y se apresuró a recomendar al Director Posadas que hiciera público que tal hecho no aminoraba sus intenciones de reconciliación con la Corona, aconsejándole enviar diputados a la Península para ofrecer la paz y reiterar su fidelidad al rey legítimo. Y al informar al gabinete inglés, pidiendo aprobación de esta gestión, le decía:

"He considerado mi deber tratar de persuadir ü este gobierno /de Buenos Aires/ que aproveche la sintuación creada por la restaración del rey de España al trono de sus antepasados para enviar ü ese monarca diputados encargados de poner ü .sus plantas la expresión inequívoca de .su deseo de retornar ü .su fidelidad y de .su ferviente anhelo de que sean relegados al olvido todos los pasados actos de resistencia de los que fueron depositarios de su auloridad durante su cautiverio. En consecuencia, he indicado al Dr. Peña /Saturnino Rodríguez Peñalcuyo nombre ha de recordar VE.- que se dirija ü BuenosAires con una carta ü ese gobierno... Esta carta ha sido escrita no .sólo con el consentimiento sino hasta cierto punto ü pedido del Encargado de Negocios Español y tengo la .satisfacción de sülter que se ha dirigido ü .su Corte, respecto de la misma, en términos de la más viva aprobación y gratitud".

Estas recomendaciones y consejos encontrarían todavía resistencia en Buenos Aires, dentro del círculo alvearista que rodeaba a Posadas. En efecto: estos no se resignaban a admitir el renunciamiento de se programa, para recorrer el

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espinoso sendero del "arrepentimiento" ante el rey Fentando, cuya fidelidad habían proclamado como fundamento teórico y escudo externo de su audaz toma del poder. Y buscaban con insistencia la protección de Gran Bretaña: ya en mayo, el agente consular norteamericano Sktples infonnaba a su gobiento que Alvear y sus acólitos habían conversado con él varias- veces, en presencia del Director Supremo, sobre las consecuencias que el nuevo orden europeo acarrearía en las provincias de américa. En dichas conversaciones-proseguíahabía obtenido la impresión de que ellos creían que aún si las Provincias Unidas pudieran retener su independencia de España, no estaban en una situación adecuada pana gobernarse por sí rnistnas. Estaban, además, convencidos de que los británicos eran los más seguros defensores del país tanto contra la "anarquía federal"" arti,-uisk: como contra una restauración absolutista. Alve:u mismo lo había dicho: "Estoy seguro y usted puede convencerse que lo que yo digo es el sentimiento de todos aquellos que pueden tener aluna influencia en este país, que lttglaterra podría tornar posesión de todas las provincias hispwtownericanas, por lo menos hasta Panwna, sin disparar un fusil"". Pero en agosto de 1814, se había impuesto definitivamente la idea de lit reconciliación con Fernando VII. El 25, Posadas se dirigió a la Comisión Permanente, solicitando la convocatoria de lit Asaunblea General para considerar "graves e importantes negocios". Y el día 29, la Asamblea aulorizaha a Posadas para negociar con la Corte de España, sujetando todo lo que se acordare a la posterior consideración del cuerpo y autorizándolo, a la vez, para que, en cualquier caso de agresión contra el Estado, dispusiera todo lo relativo a su defensa. Posadas, entonces, contestó a Lord SVangford la mencionada comunicación del 15 de julio, expresando:

"...loas pueblos de la Unión han peleado por susderechos: ellos no han sido loas primeros en entrar en lucha; pero no pueden verla concluida sin asegurar su libertad". Se enviaría una diputación al re v Fernando, pero no "para obtener un perdón vergonzoso de culpas que no se han cometido, ni para contentarse con un olvido hnrnillante de las ocurrencias pasadas". Se trataba de conseguir la seguridad de las pretensiones de estos pueblos compatibles con los derechos de la Corona v el cese de la guerra civil en Arnérica. El Director Supremo concluía, solicitando el apoyo v la garantía de Gran Bretaña.

El tono del oficio, era, sin duda, digno y cauteloso, pero el verdadero estado de ámirno del Director nos revela José Rondeau en sus "Memorias": "Qué importa que el que nos haya ale mandar .se llame rey, emperador, mesa, banco o taburete? Lo que nos conviene es que vi vanro.s en orden y que disfrutemos tranquilidad v esto no lo conseguiremos mientras seamos gober-

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nudos con personas con quien nos familiaricemos Contundo con lit venia de la Asamblea General, Posadas consultó al Consejo de Fstado sobre el envío de dos diputados a Espuria para felicitar al Rey y obtener lit paz para estas provincias "sin perjuicio de su libertad y sus derechos'. El 13 de setiembre, el Consejo de Estado prestaba su acuerdo para el envío de los diputados propuestos: Manuel Belgrano y Pedro Medrano, el último de los cuales sería sustituido luego por Bernardino Rivadavia. Entre tanto, José Gaspar de Vigodet, desde Río de Janeiro, transcribía a Posadas un oficio del Ministro de Relaciones Exteriores del Rey Fernando, el Duque de San Carlos, que decía:

".Su Majestad Católica, hállase resuelto a enrnendar agravios; hacer conocer cómo la pretendida Constilución ríe la Monarquía promulgada en Cádiz por las llamadas Corles, el 19 de muro de 1812, fue obra de personas que ninguna provincia de la Monarquía tenía poderes para hacerla; Y los que .se suponía diputados por América Latina habían sido su mayorr parle elegidos en Cádiz". Y concluía "Ojala que como SM ha visco ama gran parte de sus vasallos de Europa, pudiese ver los de América. No dudo !tallará en ellos como ha hallado en Esparta. los mismos españoles ríe todos los .siglos. pródigos de .sus vidas citando .se traía de la honra, de lafélicidad de sus legítimos soberanos v en apego a los usos .s, costumbres de sus mayores".

Sarratea en Londres En la capital inglesa, el comisionado porteño presenciaría el progresivo empeoramiento de las circunstancias para lit causa e intereses de Buenos Aires, entre cuyos dirigentes todavía perduraba, corno vimos, la ilusión del apoyo ingles. Inútiles fueron los esfuerzos de Sarratea por entrevistarse con el Ministro Castlercagh. En el Foreign Olfice le recomendaron esperar un tiempo hasta que se aclarara el panorama. Pero éste se oscurecía cada vez más en el Parlamento, Castlereag expresaría que los "rebeldes" americanos no podían merecer la aprobación de Inglaterra; el 5 dejulio de 1814, se firmaba el tratado entre España e inglaterra por el cual ambas naciones "estrechaban su amistad y alianza' y Fernando prometía a Inglaterra un "arreglo para proteger y extender el comercio sin dilación'. Era evidente, pues, que Inglaterra, habiendo obtenido del rey Fernando cuanto le interesaba del Nuevo Mundo, no tendría ya razón alguna para apoyar a los americanos, I-:unpoco pudo Sarratea comprar armas una resolución del gobiento inglés del 28 de agosto, prohibía vender anuas a los hispanoamericanos. No le quedab;t, en realidad, nada que hacer. La estadía en Londres hizo comprender a Sarratea muchas cosas desconoci-

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das por el patriciado poteño. "Comprendió su patria al sentirse lejos de elladice con acierto José Ma. Rosa-.Inglaterra no le despertó una admiración sevil, sino una emulción. Reflexionó sobre el apoyo que podían prestar los ingleses y el precio a pagarles; pensó en la 'Constitución', el mito de los intelectuales sud americanoscomprendió la diferencia entre la realidad y las palabras, entre el pueblo y las teorías. De esa lección de cosas que le dejó la vida inglesa con su derecho no escrito, pero real y vivo, y la reflexión sobre los motivos que llevaban a Inglaterra a interesarse en una revolución ajena, surgieron los notables consejos que lizo llegar a Buenos Aires".

"En el negocio incoado -escribe a Posadas el 27 de marzo de 1815de.scubro los medios de concluir nuestros negocios por nosotros mismos, con nuestros propios elementos, sin que tengamos que confesarnos deudores del favor de ningún gobierno europeo. Si alguno más adelante quisiera obligar nuestra gratitud y hacer algo a favor nuestro; nos vendrá muy bien sin duda... Mi lord Castlereagh nos ha honrado la otra noche en el debate de la Casa de los Comunes con el honorífico título de 'rebeldes' y declarado formalmente que jamás se prestaría a proteger a los de esta clase que traten de sacudir el yugo de .sus legítimos soberanos. Su Señoría y yo no tenernos las mismas nociones sobre lo que es rebeldía: yo considero al rey Fernando corno un rebelde puesto que .se ha .sublevado contra los pueblos y no a éstos que sólo se ocupan de repeler la agresión ". "Si es preciso pelear [contra una posible invasión española] -escribe a Alvear el 3 de abril-espero que lo harán ustedes de modo que aumente algunos grados la reputación que ha adquirido Buenos Aires... que se saquen elementos de todo el país; .se levante un grito general y que todo el mundo que ha nacido en ese .suelo concurra a defenderlo, porque sino, ignominia y ultraje es lo único que está reservado para sus hijos... salvemos la tierra y luego lavaremos nuestros trapos sucios". "No hemos hecho una Constitución -contesta el 9 de enero de 1815 una duda de Manuel José García-porque esta obra no hay quien la pueda desempeñar en el país. Caracas hizo su Constitución y lo mismo Santa Fe de Bogotá], Cartagena y Cundinamarca. No es mucha vanidad decir que allí también se habría pedido dar una Constitución como las citadas, .si se hubiera ocurrido al cuño de cuya marca se resienten todas incluso la de España... sustituir instantáneamente las instituciones de un país, cualquiera que ella sea, por un orden de cosas enteramente diverso de aquel con que .se han creado, y que por consiguiente está identificado a .su modo de vivir, con sus gustos, costumbres y aún preocupaciones, es lo mismo que derribar en un solo día todos los edificios de una población para que .sus habitantes, quedándose al raso los sustituyan por otros más perfectos... Sólo abren raíces y adquieren aquel grado de durabilidad necesaria las constituciones que van formandose los pueblos de un modo insensible y al paso que .se forman, crecen y suceden las generacio-

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nes. Tales instituciones están niveladas con la naturaleza de la sociedad que las forma, varían .según sus relaciones políticas, sus opiniones o ideas, su riqueza, luces, comercio, artes, etc. y se van inoculando en las generaciones que se educan en ellas". En el espíritu del dirigente porteño, admirador de Inglaterra y amigo de Strangford, despectivo para con la "chusma' federal y enemigo de Artigas, se había producido una profunda transformación, que señalaría su personalidad en el futuro con los rasgos mejores de una lúcida conciencia americana.

ALVEAR EN EL DIRECTORIO La situación interna y la renuncia de Posadas Mientras el General Pezuela iniciaba en agosto de 1814 su retirada hacia el Alto Perú, hostigado sin tregua por las partidas de Güemes, José Rondeau había asumido la jefatura del ejército porteño, estableciendo su cuartel general en Jujuy. Rondeau sabía que su nombramiento era precario, pues Alvear, que acaba de quitarle sus laureles de Montevideo, no tardaría en reemplazarlo para conducir la "marcha gloriosa" a Lima.

La "marcha triunfal" no era una simple fanfarronada de Alvear. La situación de los ejércitos limeños en el Alto y Bajo Perú .se había hecho difícil. El 3 de agosto, había estallado en Cuzco una insurrección criolla dirigida por el anciano cacique Mateo García Pumakagua -brigadier de los Reales ejércitos por su anterior actuación contra Tupac-Amará- que rápidamente se extendería, triunfando en La Paz y Arequipa. Alvear quería hacer propicia esta situación para unir sus fuerzas con los insurrectos y las partidas del General Arenales triunfantes en .Santa Cruz de la Sierra, para con ellos llegar a Lima y deponer al Virrey Abascal.

Entretanto, en las tropas establecidas en Jujuy, cundía el descontento por la reincorporación de españoles europeos procedentes de la guarnición del rendido Montevideo y por haberse reestablecido el uso de las banderas españolas, quizás a causa de las negociaciones entabladas con Fernando V II. En ese clima moral llegó la noticia de que Alvear se disponía a sumir el comando en jefe del ejército, determinando que los principales jefes de cuerpos hicieran, el 8 de diciembre, una "Presentación" ante Rondeau, expresando que su actitud obedecía al propósito de impedir "los progresos de la intriga, de 1:r subversión y del desorden" y para evitar la amenaza "de una completa y la más horrorosa disolución". El 17, mientras Rondeau "dormía tranquilo sin el menor recelo de esta novedad inesperada", estalló un motín .

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que arresto a los oficiales alvearistas y desconoció la autoridad de Alvear como jefe. Este, que había llegado a Córdoba, debió retroceder a Buenos Aires, donde entró el 21. "a oscuras y como escondido" dicen las "memorias de un contemporáneo. La sublevación del ejército en Jujuy vendría a colmar la medida de las dificultades para el Director Posadas, decidiéndolo a presentar su renuncia. Con ese motivo, solicitó de la Comisión Permanente de la Asamblea que convocara al cuerpo, el que se instaló el día 5, recibiendo el 9 la renuncia de Posadas. Ion la misma, el Director no daba a conocer sus verdaderos motivos, fundándola en su "edad avanzada y achacosa- -tenía 54 años- y en la necesidad de retirarse a su casa "a pensar en lanada del hombre y meditar consejos que dejar a sus hijos-, por herencia'.

Los verdaderos motivos eran, en realidad, además de la sublevación de Jujuy el creciente disgusto de la opinión pública por el envío de Belgrano v Rivadavia a complementar a Fernando VII, los triunfos artiguistas en Misiones, Corrientes, Entre ríos v Randa Oriental y sobre todo, la decisión adoptada en la Logia, de que Alvear asumiera el mando para tomar decisiones firmes sin temor de las consecuencias.

La Asamblea aceptó la renuncia de Posadas y pasó a elegirle sucesor "por el tiempo preciso que le falta al Director saliente para llenar los dos años prescriptos por la ley". Fue nombrado Alvear por "una pluralidad excedente de sufragios", dice el acta. Prestó juramento al día siguiente, recalcando las "grandes y peligrosas circunstancias en que se (talla América—. Los tres secretarios de estado. Nicolás Herrera, Francisco Javier de Viana y Juan Larrea, fueron confirmados en los departamentos de Gobierno, -guerra y hacienda.

La .situación era penosa. Fuera de la Logia -v no en su totalidad- la Asamblea, el Consejo de Esiado N el Ejército acampado en el cercano paraje "de los Olivos"-v este baslante dudoso-la autoridad de Alvear era desconocida o desacatada en lodo el país: Arligas y los federales triunfaban en varias provincias y el mismo día que Alvear juraba las finerzas porteñas eran derrotadas en Guayabos Fuctuoso Rivera; el ejército del Norte o del Perú, no le obedecía: la provincia de .Salla, obligaba a renunciar al gobernador porieño Hilarión de la Quintana en Tucuman, el prestigio (te¡ gobernador Bernabé Arao-- apenas si mantenía una unión débil con el gobierno central; en Cuyo, la ilustre personalidad del Gral. .San Mariín no lograba contener un fuerte sentimiento de antonomía. Córdoba v Santa Fe, no tardarían en plegarse al artiguismo. 'Era nata fcción el poder supremo en enero de 1813 -dice José Ma. Rosa-. Ni en Buenos Aires, corvo elemento popular le tuvo una antipatía

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que no se borró jamás, contaba estaba en el ejército de los Olivos".

Alvear

con

partidarios.

Su

única

fuerza

Gestión de Alvear En los últimos meses de 1814, la "Gaceta" daba noticias de los acontecimientos de España, haciendo suponer la existencia de una guerra civil entre los "liberales', partidarios de las Cortes, y los "serviles" que seguían a Fernando. Estas noticias tendientes a impedir alarmas y alejar el temor una invasión peninsular a las Provincias Unidas, debieron ser, finalmente desmentidas: el 1 de enero de 1815 se confesó la verdad: no había revolución alguna en España y los —liberales- llenaban las prisiones. Asimismo se transcribía el terrible bando del monarca contra quienes no acataban su poder: "todos los cabecillas serán pasados por las armas sin darles más tiempo que el preciso para morir cristianamente". A fin de mes se supo, además, que en Cádiz se aprestaba una expedición de 12,000 hombres, en sesenta navíos, para reconquistar el Río de la Plata. La primera reacción de Alvear ante la noticia de la expedición española fue enviar a Nicolás Herrera a Montevideo para entregar la plaza a Artigas, después de retirar todo el armamento y dejarlo afrontar solo el ataque español. La entrega se concretaría el 26 de febrero de 1815. Pero además Alvear, comisionó al Cnel. Elías Galván y al Cap. de Navío Guillermo Brown para que ofreciera a Artigas " la independencia absoluta" de la Banda Orienta¡, siempre que dejara Entre Ríos y Corrientes bajo la hegemonía de Buenos Aires. También procuró la cooperación del Paraguay frente a la amenaza de la expedición española, escribiendo con tal motivo al Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, sendas cartas en enero y marzo de 1815. Pero el "Supremo' paraguayo no accedió a estos requerimientos, manteniendo inllexible su posición de estricto apartartamiento respecto de los problemas de "las provincias de abajo". Asimismo realizó Alvear algunos sondeos con los Estados Unidos, según resulta de los conceptos contenidos en comunicaciones del agente consular Thomas Lloyd Halsey al Secretario de Estado James Monroe, de febrero de 1815. Después de informarle de la serie de crisis que afectaba al país, Halsey formula apreciaciones favorables sobre Alvear y concluye aconsejando ayudar a las Provincias Unidas, pues si por abandono sucumbieran, podrían ser cerrados sus puertos al comercio extranjero y "muy especialmente contra la bandera de los Estados Unidos". Sin embargo, el gobierno norteamericano no adoptó ninguna decisión sobre este particular. En el orden interno, habrían de sobrevenir nuevas dificultades. Apenas llegado al gobierno, Alvear había decretado la directa subordinación a su

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autoridad de las tuerzas de Cuyo, Córdoba, Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos. Para congraciarse con Ocampo, gobernador de Córdoba, y con San Martín, de Cuyo, los había ascendido en la misma fecha a "coroneles mayores", grado intennedio entre coroneles y brigadieres generales. Pero San Martín, sin duda resentido con Alvear, el 20 de enero pidió licencia por cuatro meses , para pasar a Rosario de Santa Fe a "restablecerse de sus dolencias'.

Cuando en Mendoza se supo que el gobierno había concedido licencia "ilimitada" a San Martín y nombrado en su reemplazo el Cnel. Gregorio Perdriel, el 15 de febrero aparecieron pasquines en las calles invitando al pueblo u un Cabildo Abierto que tendría lugar el día siguiente para impedir el reemplazo del gobernador titular. A pesar de los esfuerzos de San Martín, los vecinos se reunieron en la sala capitular en forma numerosa y San Martín debió prometerles "que no haría uso de .su licencia". Los Cabildos de San Juan y San Luis, hicieron idénticos pronunciamientos. Los vecinos pidieron a Alvear que revocara el nombramiento de Perdriel, pero aquél no accedió y cuando Perdriel se presentó en Mendoza pura asumir el cargo el 22 de abril, se produjo un alzamiento popular, apoyado por las tropas adictas u San Martín y obligaron al reemplazante ü abandonar la ciudad.

Por entonces, como veremos ya había caído Alvear.

La solicitud de protectorado británico La amenaza de la expedición reconquistadora y el influjo creciente del artiguismo en las provincias, determinaron que Alvear resolviera ofrecer las Provincias Unidas como colonia inglesa. El 28 de enero de 1815 partía secretamente para Río de Janeiro, el secretario del Consejo de Estado, Dr. Manuel José García, con dos oficios de Alvear dirigidos uno a Lord Strangford y el otro al gabinete inglés. El primero decía: "D. Manuel García, mi consejero de Estado, instruirá a V.S. de mis últimos designios con respecto a la pacificación y futura suerte de estas provincias. Cinco años de repetidas experiencias han hecho ver de ¡in modo indudable u todos los hombres de juicio y opinión. que este país no está en edad ni estado de gobernarse por sí mismo, y que necesita uno muno exterior que lo dirija y contenga en la esfera del orden untes que se precipité en los horrores de la anarquía. Pero también ha hecho conocer el tiempo la imposibilidad de que vuelva u la antigua dominación, porque el odio u los españoles, que ha excita-

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do su orgullo y opresión desde el tiempo de la conquista, ha subido de punto con los sucesos v desengaños de su fiereza durante la Revolución. Ha .sido necesaria toda la prudencia política y ascendiente del gobierno actual, para apagar la irritación que ha causado en la masa de estos habitantes el envío de Diputados al Rey. La sola idea de composición con los españoles los exalta hasta el fanatismo, y todos juran en público y en secreto morir antes que sujetarse a la Metrópolis. En estas circunstancias, .solamente la generosa Nación Británica puede poner un remedio eficaz a tantos males, acogiendo en sus brazos a estas provincias, que obedecerán su gobierno y recibirán sus leyes con el mayor placer, porque conocen que es el único medio de evitar la destrucción del país, a que están dispuestos antes que volver a la antigua servidumbre, y esperan de la sabiduría de esa Nación una existencia pacífica y dichosa. Yo no dudo asegurar a VE. sobre ni¡ palabra de honor, que éste es el voto y el objeto de las esperanzas de todos los hombres sensatos, que son los que forman la opinión real de los Pueblos: y si alguna idea puede lisonjearme en el mando que obtengo, no es otra que la de poder concurrir con la autoridad y el poder a la realización de esta medida, toda vez que se acepte por la Gran Bretaña. Sin entrar en los arcanos de la Política del Gabinete Inglés, yo he llegado a persuadirme que el proyecto no ofrece grandes embarazos en la ejecución. La disposición de estas provincias es la más favorable, y su opinión está apoyada en la necesidad y en la conveniencia, que son los estímulos rnú júertes del corazón. Por lo tocante a la Nación inglesa, no creo que pueda presentarse otro inconveniente que aquel que ofrece la delicadeza del decoro nacional por las consideraciones debidas a la alianza y relaciones con el rey de España. Pero yo no veo que este .sentimiento de pundonor haya de preferirse al grande interés que puede prometerse la Inglaterra de la posesión exclusiva (te este continente; y a la gloria de evitar su destrucción de una parte tan considerable del Nuevo Mundo, especialmente si se reflexiona que la resistencia a nuestras solicitudes lejos de asegurar a los españoles la reconquista de estos países no haría más que autorizar una guerra civil interminable, que los haría inútiles para la Metrópoli en perjuicio de todas las Naciones Europeas. La Inglaterra, que ha protegido la libertad de los negros en la costa de Africa, impidiendo con lafuerza el comercio de esclavatura a sus más íntimos aliados, no puede abandonar a su suerte a los habitantes del Río de la Plata en el acto mismo en que se arrojan a sus brazos generosos. Crea VE. que yo tendría el mayor sentimiento si una repulsa pusiese a estos Pueblos en los bordes de la desesperación, porque veo hasta qué punto llegarían .sus desgracias y la dificultad de contenerla, cuando el desorden hala hecho ineficaz todo remedio. Pero yo estoy muy distante de imaginarlo, porque conozco que la posesión de estos países no es estorbo

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ala Inglaterra para expresar sus sentimientos de afección ala España, en mejor oportunidad, y cuando el estado de los negocios no presente los resultados funestos que tratan de evitarse. Yo deseo que VE. se digne escuchar a mi enviado Dr Manuel García, acordar con él lo que VE. juzgue conducente y rnanifestarle sus .sentimientos, en la inteligencia que estoy dispuesto a dar todas las pruebas de sinceridad de esta comunicación y tomar de consuno las medidas que .sean necesarias para realizar el proyecto, si en el concepto de VE. puede encontrar una acogida feliz en el ánimo del Rey y de la Nación".

El segundo oficio, dirigido a Lord Castlereagh, a su vez, decía "Estas Provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer a .su Gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas .se abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés, y yo estoy dispuesto a sostener tan justa .solicitud para liberarlas de los males que la afligen. Es necesario que se aprovechen los momentos. Que vengan tropas que impongan a los genios díscolos (evidente alusión a Artigasj y un jefe autorizado que empiece a dar al país las formas que sean del beneplácito del Rey y de la Nación, a cuyos efectos espero que V E. fue dará sus avisos, con la reserva y prontitud que conviene para preparar oportunamente la ejecución".

Una vez en Río, García, ocultándose de Belgrano y Rivadavia que estaban allí, desde hacía cincuenta días, solicitó una audiencia "reservada" en la embajada inglesa Dado ese carácter, Strangford lo recibió el domingo 26 de febrero, por la noche. El embajador leyó el oficio de Alvear y aconsejó a García cambiar el pedido de coloniaje por un "memorial" solicitando que "Su Majestad Británica, cediendo a las súplicas del infortunado pueblo le haga conocer su destino"... que no era otro que la reconciliación con Fernando-VIL

Según el informe de García a Alvear del 27 de febrero, el "mernorial" habría .sido entregado ese día, pero el ejemplar que se conserva en el archivo del Foreign Office tiene fecha 3 de marzo y la copia mandada a Buenos Aires 4 de marzo. El original, después de historiar la revolución, dice: "En estas tentativas se han sostenido los gobiernos provisionales del Río de la Plata hasta que S.M. Británica, cediera a la súplica de su infortunado pueblo y le hiciera conocer su destino"; en la copia para Buenos Aires, en vez, dice: "A cuya sombra (de S.M.B.) se acogieron desde luego, para que quisiese indicarles su destino". Menciona el original "las repetidas y patéticas peticiones que se han hecho al Gobierno de S,M. Británica ": en la copia se agregaba: "sin embargo del silencio que ha guardado

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en todas nuestras insinuaciones". Finalmente, la copia de Buenos Aires contiene párrafos demasiado expresivos: 'Todo, hasta la esclavitud, es preferible a la anarquía. En tales circunstancias una sola palabra de la Gran Bretaña bastaría a hacer la felicidad de mil pueblos y abriría una escena gloriosa al nombre inglés v consolarte a la humanidad", que no contiene el original donde se dice que "afín el más tiránico gobierno mantendrna .su mejor esperanza de prosperidad que la desordenada voluntad del populacho". Cómo se explican estos cambios? García, .sin duda, debió modificar el memorial del 27 en el sentido de la nota del 3 de marzo que hizo seguir a Londres; pero para satisfacer a Alvear v los .suyos .v aparecer cumpliendo su misión remitió la copia del 4 de marzo con los párrafos de solicitud de coloniaje que el embajador rechazaba...

Entretanto, Belgrano y Rivadavia supieron por Strangford de la presencia de García en Rí de Janeiro, lo que les extrañó sobremanera. Pero el 3 de marzo se vieron con García, que les informó de su misión. Rivadavia escribió entonces a Alvear: "Ya hemos hablado largamente con García. Pero lo que me ha pasmado sobre todo es el pliego para Inglaterra v el otro idéntico para Strangjord, aun más. Yo protesto que he desconocido a usted en .semejante paso. Este avanzado procedimiento nos desarma del todo... ¿Es posible que no se haya podido esperar a nuestras noticias? ¿Se ha podido creer que dejaríamos de dar los pasos convenientes a las circunstancias v lo que la situación del país reclamaba, o que ignorásemos cuáles eran, o el modode practicarlas:" No hay remedio mi amigo: o ustedes nos han hecho una gran injusticia, o nuestro Herrera .se ha olvidado de las instrucciones" (se refería a las "Instrucciones reservadas" con autorización para gestionar el protectorado de cualquier potencia),

Ya que Belgrano y Rivadavia seguían a Londres, García entregó a éste el pliego para Lord Castlereagh, se quedó con el documento...

MISION DE BELGRANO Y RIVADAVIA EN EUROPA Las instrucciones públicas y secretas Los comisionados designados por Posadas siguiendo el consejo de Strangford para presentar a Fernando VII "los votos de felicidad de sus súbditos de este hemisferio oy recibir de su Real Mano el deseado don de una pacificación sólida y equitativa", eran portadores de un doble juego de

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instrucciones: públicas y reservadas. Por las prirneras, Relgrano v Rivadavia, debían ir a Río de Janeiro, v ..con acuerdo" de Strangford, pasar a Londres v ¿le allí a Madrid, a felicitar a Fernando VII "a nombre de las Provincias Unidas por.sn feli< re.stituciórt al trono de los mayores, asegurándole con toda la expresión posible, de los .sentimientos de arnor v fidelidad de estos Pueblos a su Real Persona"; infbrrnarle "la conducta generosa v pucífic de .sus gobiernos, la fiera agresión de los inandone.s intrusos de la Península... .sin otro motivo que haberse negado estas Provincias a reconocer las supuestas Cortes v los gobiernos peninsulares que no había constituido v que consideraban ilegale v usurpadores de la soberanía"; harían .saber al Rey que no .se restituía la tranquilidad "por eficaces que .sean las intenciones de este gobierno... .si no : e tiene por base dejar a los americanos urea garantía de seguridad"', pues "los Pueblos abandonados a la desesperación tornarán un.partido foresto para la Nación... v el corazón generoso del monarca verá con dolor a los españoles despedazarse entre sí". En consecuencia, "harían v aceptarían proposiciones .sobre bases de justicia que exarninada.spor las Provincias en Asamblea de sus representantes puedan admitirse sin chocar con la opinión de los Pueblos... v que sean confórines a los sentimientos piadosos v paternales del monarca". Las reservadas -redactadas por Nicolás Herrera, con conocimiento del Consejo de Estado- estaban incluidas en .sobre lacrado v fueron entregada dnicantente a Rivadavia para que rompiera el lacrado v tornara conocimiento de su contenido una vez llegado a Londres, ".sin dar cuenta a .su .socio". Rivadavia procedió en la fbrina indicada; pero .su carta a Alvear .sobre la misión de García, en la que expresa: ";Herrera se ha olvidado de las instrucciones?.. detnnestra que conocía su contenido posiblemente desde Buenos Aires. El apartamiento de Be1grano del conocirniento de estas instrucciones reservadas, dernuestra que el ilustre patriota había .sido incluido en la misión exclusivamente para prestigiarla con su personalidad. Las instrucciones reservadas establecían que Rlvadavia debía pasar .solo a Madrid a cumplir la misión ante Fernando VII, con las dos terceras partes de los cuantiosos fondos recibidos, mientras Relgrano quedaría en Londres con la tercera parte del dinero, sintpletnente para infórrnar a Biteno.s Aires de las novedades. Respecto (le la misión ante Fernando VII, se establecía que ella era únicamente una maniobra simulada, siendo el verdadero objeto "la m,lependencia política o al menos la libertad civi de estas Provincias". "Como eso debía ser ora del tiempo v la política ", en Madrid, Rivadavia entretendría a Fernando VII "todo lo que pueda .sin eotnprnrniso de la buena fe de la misión "; v sólo en idfno caso liaría ver "con destreza" que "los antericunos no entrarán jatnd.s por partido alguno" que no fuera: o "la venida

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ale ¡in príncipe de la Casa Real de España a mandar en soberano este continente bajo las formas constitucionales que establezcan las Provincias": o "el vínculo o dependencia ala Corona de España, quedando la administración de todos sus ramos en manos de los americanos". Las instrucciones luego establecían que "convertirá el Diputado toda su atención a las Cortes extranjeras para .sacar algún partido ventajoso que asegure la libertad civil .sin detenerse en admitir tratados políticos v de comercio que puedan estimular la auibición, porque el fin es conseguir una protección respetable de alguna Potencia de primer orden... La Inglaterra, la Rusia, la Francia, la Alemania y los Estados Unidos, deben fijar la atención del Diputado para el desetripeño de esta parte la más delicada de .su comisión ". Sin embargo, Rivadavia, antes de ir a España, debería estudiar en Londres la posibilidad de "conseguir que la Nación inglesa quiera mantlar un Príncipe de .su Casa Real o de alguna de .sus aliadas para que se corone en esta parte del inundo bajo la constilucián que fijen los Pueblos o bajo otras forrna.s liberales". Si veía posibilidades "omitirá .su viaje a España), sólo trataría con la Inglaterra". Mnipoco iría a Madrid "si la Inglaterra quiere protegernos por otro medio que no sea precisamente la venirla de un príncipe y el establecimiento de una dinastía en este continente"; entonces "entraría en negociaciones sin detenerse en conceder condiciones .sobre comercio y cualesquiera prerrogativas que no connprotnelan la libertad pública". ,Si no quisiese Inglaterra, pero encontrase "alguna otra potencia que pueda .sostenerse con su fuerza física o moral" entraría a negociar con ella.

Los comisionados en Río de Janeiro El 12 de enero de 11315, llegaban los comisionados a Río, donde no encontraron la acogida esperada. El Príncipe Regente y la Princesa Carlota se negaron a recibirlos, actitud que Rivadavia consideró como una "ofcusa"; los atendió el Encargado de Negocios español ante aquella Corte, Andrés Villalba, que coincidió con ellos en lo impolítico del envío de la expedición reconquisladora en momentos que Buenos Aires enviaba sus comisionados al Rey y les aconsejó que apresuraran su viaje, para lo cual les ofreció embarcaren una corbeta de guerra espatiola que estaba pronta para zarpar. El diplotnfitico español les intmifestó, además, que era deseable no realizar gestión alguna ante la Corte de Río ni ante Strangford, argumentando que no podría "menos de desagradar a Su Majestad el que en nuestras disensiones domésticas torne parte, ni tcng
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Villalba de la misión de Belgrano y Rivadavia y lo harían saber al jete oriental, que, desde entonces estuvo en conocimiento de los planes monárquicos porteños. (Véase Capítulo VII) Belgrado y Rivadavia rechazaron el ofrecimiento de Villalba y prosiguieron sus gestiones en Río, enrevistándose con Strangford, que los trató con frialdad e insistió únicamente que dieran cumplimiento de su misión ante Ferntuldo V II. Finalmente, el 16 de marzo de 1815, Rivadavia y Belgramo siguieron viaje a Inglaterra, a bordo de la fragata de guerra inglesa "Inconstant'...

Las gestiones en Inglaterra Los comisionados porteños arribaron a Londres, en mayo de 1815. Allí se encontraron con Sarratea, que se hallaba empeñado, por entonces, en lo que él llamearía, en su correspondencia confidencial, el "negocio de Italiri'. Este consistía en un plan para coronar como rey del Río de la Plata, Chile y Perú, al infante Francisco de Paula, hijo menor de Carlos IV, residente en Roma.

Carlos IV, con la reina María Luisa, el ministro Godoy y los infantes menores, vivían en Roma, como huéspedes del Papa y sustentándose con una pensión que había venido sirviéndole Napoleón y ahora pagaba Fernando VII. Sarratea había concebido el proyecto de obtener de Carlos IV, mediante dinero a darse a Godoy, una abdicación de .sus dominios en el Río de la Plata, Chile y Perú, en favor de su hijo menor Francisco de Paula. Para legitimar la titularidad de Carlos IV a la corona de España e Indias, .se argüiría que su abdicación en Aranjuez en favor de Fernando VII y su posterior ratificación en Bayona, habían sido actos de f Berza. Por lo tanto Carlos IV estaría en condiciones corno titular de la Corona de Indias de ceder una parte de ellas a Francisco de Paula. El plan no era fácil: pero de cualquier inanera era más patriótico que ¡in príncipe inglés o un protectorado ruso o norteamericano. Sarratea había encomendado al conde de Cabarrús -hijo del ministro Godoy y verdadero autor del proyecto- que hablara con la reina María Luisa y su padre y ganara la aceptación de Godoy para el plan, con la seguridad de una .suculenta pensión vitalicia. Un hecho previsible determinó que María Luisa v Godoy aceptaran el proyecto y que el mismo Carlos IV le pareciera viable: el 1 ° de marzo de 1815 Napoleón había reaparecido en Francia, fugado de la isla de Elba y en una marcha de veinte días -durante los cuales se le pasaron cuantas tropas fueron a detenerlo- había llegado a Paría. Esto reanimó las esperanzas de Carlos IV de obtener el apoyo del Emperador para su restauración en España y Godoy expresó a Cabarrús que Inglaterra ya no podría

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entorpei;er el proyecto y le pidió que la nueva monarquía a instaurarse se comprometiera a fijar una pensión .suficiente a los reyes padres .v a él.

Belgrano y Rivadaviá adhirieron, de inmediato y con entusiastno, al plan para establecer la independencia con el infame Francisco de Paula en el trono de Buenos Aires. Rivadavia redactó la nota de abdicación de Carlos IV y Belgrano el proyecto de Constitución del que se denominaba «Reino Unido de la Plata, Perú v Chile». El nuevo Reino tendría el escudo blanco y azul sancionado por la Asamblea del ario XIII, con modificaciones: las dos manos en vea de estrecharse v .sostener la pica y el gorro frigio, elevarían las tres flores de lis de los Borbones: estaría orlado, en vez de laureles, por un jaguar y una vicuña: la bandera sería la celeste y blana de Belgrano. El propio Rivadavia dibujó el modelo del escudo para conocitniento de Carlos lV y del futuro rev. La Constitución declaraba la inviolabilidad del rey y a él confiaba el poder ejecutivo asistido por ¡in ministerio formado por nobles: con este fin se crearían títulos de duques, condes y marqueses para ser otorgados a personalidades criollas. Todos los duques, la tercera parte de los condes (elegidos por ellos) la cuarta parte de los marqueses v la tercera parte de los obispos (éstos elegidos por el rev) Jbrntarían la Cántara Alta del Poder Legislativo. La Cámara Baja de Representantes del Común, integrada por propietarios, completaría dicho Poder Habría «libertad de cultos y conciencia, (le imprenta, inviolabilidad de laspropiedadesyseguridad individual».

Llevando estos documentos y un formal compromiso de pasar pensiones vitalicias a los reyes padres y a Godoy, partió el conde de Cabarrús para Roma a principios de junio. Pero la derrota de Napoleón, en Waterloo, el día 16, hizo fracasar el proyecto: Carlos IV lo rechazó, no contando ya con el apoyo previsto de Napoleón. Cabarrús, entonces, concibió la idea de raptar al infante Francisco y llevarlo secretamente a Buenos Aires, donde sería coronado. Pero Sarratea se opuso.

Negociación de Rivadavia y Cabarrús en España Cuando en Buenos Aires se supo el desembarco de Napoleón, renacieron por un momento las esperanzas de conseguir la independencia sin la intervención de Fernando VII. Corría abril de 1815: Alvear y el partido de la Logia habían caído; Artigas en el litoral, San Martín en Cuyo y Güetnes en Salta, partidarios de la independencia sin protectorados extranjeros, se

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(tallaban triunfantes. Los poderes de Rivadavia y Belgrano fueron-revocados el 19 de julio, porque «después del regreso de Napoleón a Francia y conocidos los principios antiliberales de Fernando VII habían cesado las causas que detertninaron la misión». Al expedirse esta orden ya habían terminado los Cien Días de Napoleón. Belgrano se volvió inmediatamente; pero Rivadavia no .se creyó en la obligación de hacerlo. Había comenzado una negociación con el ministro español, Don Pedro de Cevallos, por intermedio de un comerciante, Don José de Gandazaegui, para «calmar -.según sus palabras- las insurrecciones de S.M. uniéndolos al paternal gobierno del legítimo .soberano».

El proyecto de Rivadavia era que Feriando VII enviara un infante -que podía ser Francisco de Paula- como Virrey, dejautdo para más adelante el otorgamiento de una Constitución. Sarratea, que no había abandonado el proyecto de coronar al infante Francisco bajo una Constitución, rechazó la idea de Rivadavia por no haber «garauttía para las Provincias Unidas». Se produjo, entonces, una ruptura de amistad que habría de prolongarse para siempre, con graves imputaciones recíprocas.

Sarratea escribía a Buenos Aire que Rivadavia «ha descubierto un apetito desordenado para meterse en lo que no le importa... habla de irse a París a llevar un proyecto ridículo... está lleno de vanidad, de presunción y de nulidad. No me admira que quiera irse a París porque aquí debe secarse por el maldito prurito de hacer el fantasmón v meterse en camisa de once varas».

Rivadavia consiguió en París, en mayo de 11316, un pasaporte para ¡legar a Madrid. Desde París informó al gobierno de Buenos Aires que era llamado por Fernando VII a escuchar «las Paternales Disposiciones del Monarca y ver las- luces de su ministerio». En marro, .sin embargo, había ido Cabarrús a Madrid, a gestionar del ,gabinete español la coronación del injimte Francisco de Paula. Cabarrús entrevistó a Ceballos: el proyecto fue desechado porque .significaba la independencia v por lo tanto <,concluir la revolución en el sentido de los revolucionarios». Rivadavia llegaría después, logrando entrevistara Cevallos, que en ¡in principio le acogió con cordialidad. No venía a comunicar la independencia, .sino a «.suplicar una gracia». El ministro español le pidió .sus proposiciones), el comisionado porteño contestó que «las esperaba el Monarca, pues lo contrario sería dictarle condiciones». Pero poco después, el tono de las relaciones cambió, porque Cevallos le advirtió que su almibarado

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lenguaje no condecía con la guerra y las operaciones de corso que hacía Rrown contra los buques españoles. Finalmente. las autoridades peninsulares le ordenaron a Rivadavia, el 16 de julio de 1816, abandonar el territorio español en el término perentorio de 24 horas, Nadie .sabía que el 9 de julio el Congreso General de las Provincias Unidas; ienniddén Tucumán, habrá declarado la independencia...

Rivadavia volvió a París. permanecería en Europa, como ta 1820.

Confirmado por Juan Martín de agente confidencial en Londres y

Pueyrredón, París bas-

155

INDICE CAPITULO I: LA REVOLUCIONEN EL PLATA LA JUNTA DE MAYO

Integración y tendencias El "Plan de Operaciones" La gestión de la Junta LA "JUNTA GRANDE" La oposición tradicionalista La conferencia del 18 de diciembre Las "Juntas Principales y Subordinadas" Otros aspectos institucionales La oposición a la Junta Grande Los sucesos del 5 y 6 de abril EL "PRIMER TRIUNVIRATO" La crisis de setiembre de 1811 La Instalación del "Primer Triunvirato" El "Reglamento Provisorio" La reacción porteñista El "Estatuto Provisional" La gestión de Triunvirato La Asamblea de Abril de 1812 Iniciativa para un Congreso General La conspiración de Alzaga La política exterior Batalla de Tucumán EL "SEGUNDO TRIUNVIRATO" La oposición al primer Triunvirato El pronunciamiento del 8 de octubre El patriotismo liberal Los comienzos del Segundo Triunvirato La idea de independencia

7 9 12 14 15 16 18 18 21 23 24 26 26 27 28 32 33 34 36 39 40 42 43 44 45

CAPITULO B: LA BANDA ORIENTAL EN EL AÑO X MONTEVIDEO FRENTE A LA REVOLUCION DE MAYO Las noticias de Buenos Aires Nombres y tendencias La misión Paso LA UNIFICACION MONTEVIDEANA DE LA BANDA El frustrado reconocimiento de la Junta Medidas políticas y militares

49 50 51 .53 54

Las medidas fiscales El virreinato de Elío

54 55

CAPITULO IIl: LA REVOLUCION ORIENTAL EL PUEBLO EN ARMAS El pronunciamiento de la campaña El caudillo José Artigas Figura y personalidad de Artigas Raíces del pensamiento artiguista Artigas como militar LA MARCHA DE LA REVOLUCION Las primeras acciones El primer sitio de Montevideo La primera invasión portuguesa El armisticio de octubre LOS ORIGENES DE LA SOBERANIA ORIENTAL Los primeros Congresos Orientales La emigración Vinculaciones con el Paraguay y el Litoral El conflicto con el centralismo porteño CAPITULO IV: LA ASAMBLEA GENERAL DEL AÑO XIII INTEGRACION Y TENDENCIAS Instalación 89 LA INDEPENDENCIA Y LA ORGANIZACION CONSTITUCIONAL Apariencias de Independencia Los proyectos de Constitución Organización de los poderes Reformas Judiciales OTROS ASPECTOS DE LA OBRA DE LAASAMBLEA

57 60 66 67 69 71 73 75 76 77 79 80 81

90 92 94 96

Reformas Sociales

98

Reformas Económicas Relaciones con la Iglesia y el Clero CAPITULO V: EL CONGRESO DE ABRIL Otras reformas CONVOCATORIA E INSTALACION

100 102 103

Sede e integración 105 LAS RESOLUCIONES DEL CONGRESO La "oración inaugural" El pacto federal La elección de diputados

107 108 110

LAS INSTRUCCIONES DEL AÑO XIII Los textos El autor y las fuentes El contenido institucional y político Aspectos económicos Aspectos particulares de la Provincia Oriental , LOS TRATADOS CON RONDEAU La negociación y el contenido de los documentos EL "GOBIERNO ECONOMICO DE CANELONES" Instalación y sede La Independencia provincial La gestión del Gobierno Económico El proyecto de Constitución Provincial CAPITULO VI: LA UNIFICACION DEL PODER CENTRAL El "Directorio" El "Estatuto del Poder Ejecutivo" Posadas, Director Supremo La situación interna La política exterior El impacto de la restauración europea La reconciliación con Fernando VII Saratea en Londres ALVEAREN EL DIRECTORIO La situación intenta y la renuncia de Posadas ' Gestión de Alvear La solicitud de protectorado británico MISION DE BELGRANO Y RIVADAVIA EN EUROPA Las instrucciones públicas y secretas Los comisionados en Río de Janeiro Las gestiones en Inglaterra Negociación de Rivadavia y Cabarrus en España

111 111 112 117 119 120 122 123 124 125

129 130 131 132 133 136 138 141 143 145 146 149 151 152 153

Este libro se terminó de imprimir en el mes de abril de 1998 en Mariano Más - Perú 555. Buenos Aires.

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