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Valentine's Arrangement

Kelsie Leverich

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Kelsie Leverich

Staff

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Moderadora: Annabelle

Traductoras: slightaddiction

Anelynn

Juli_Arg

Monikgv

Majo_Smile ♥

Cris_Eire

Dannita

*~ Vero ~*

becky_abc2

Elle87

Aria Obispo

Chachii

Jo

Dunadae

CrisCras13

Madeleyn

Mery St. Clair

Annabelle

Correctoras: Lalu ♥

Violet~

ladypandora

Vericity

Carolyn♥

Verito

Tamis11

Zafiro

Melii

Jui_Arg

itxi

Revisión y Lectura Final: Annabelle

Diseño: Mery St. Clair

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Capítulo 1

Kelsie Leverich

Índice

Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Agradecimientos Sobre el Autor

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Sinopsis

Ronnie Clark, un arriesgada artista tatuadora con grandes esperanzas de salir huyendo del abandonado pueblo militar a donde siguió a su ex prometido, se encuentra contando los días para que San Valentín se termine. Ronnie no es buena para el romance. No le gustan las flores, ni las citas, y definitivamente, no se enamora —ya no más. Luego de que su prometido se acostase con una soldada durante despliegue, juró que nunca se enamoraría de nuevo, especialmente de un soldado. El Sargento de Primera Clase, Kale Emerson, se encuentra en casa por su receso de servicio en Iraq, pero sólo tiene una cosa en mente— regresar a su despliegue para terminar de guiar a sus soldados a las misiones correspondientes. Lo último que quiere es una relación, pero sexo casual, esa es otra historia. Y cuando conoce a la renombrada tatuadora Ronnie Clark, quejosa, franca, y del tipo de mujer que no tiene ningún tipo de contemplación, es en ella, en lo único que puede pensar. Pero cuando Kale se da cuenta que acaba de conocer a su igual en una impresionante mujer que está completamente en contra del amor, ¿será suficiente el sexo? Y si no lo es, ¿será capaz de convencer a Ronnie que los famosos corazones y flores no son tan malos después de todo, incluso si se trata de un soldado?

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Página | 6 Traducido por slightaddiction Corregido por Lalu♥

Tres días más y esta mierda de corazones y flores habría acabado. Tres días más y las cajas de chocolates rellenos de cosas que definitivamente no deberían ser emparejados con chocolate estarían fuera de las repisas, los cursis globos “Se Mío” se desinflarían, y esos malditos gorilas rellenos, sosteniendo corazones gigantes, cantando “Wild Things” serían puestos en descanso. Era casi Día de San Valentín en la parte norte del estado de Nueva York y el ambiente típico acromático en Fort Drum fue remplazado con tonos rosas y rojos; completado con anuncios de amor y decoraciones de ventanas llenas de bebes regordetes sosteniendo flechas. Era la semana del infierno personal de Ronnie Clark. Sin necesidad de decirlo, Ronnie no era gran fan de toda esa mierda sentimental y tierna de las muestras de afecto; de hecho, esa era una forma de decirlo cortésmente. Se hacía tarde, y Ronnie escuchaba el suave tic de la segunda manecilla de su reloj mientras suavemente presionaba la aguja sumergida en tinta negra en la cadera de alguna mocosa enferma de amor que finalmente se había conseguido un Soldado. Pensarías que estas chicas aprenderían, ¿cierto? Los Soldados son solitarios, y sí, se veían malditamente bien en uniforme, pero los jóvenes y solteros son peligrosos. Ellos caen duro y rápido te atrapan con sus ojos de cachorros enamorados y con promesas de un para siempre. Estas chicas lo saben también; lo están buscando, y una vez que lo encuentran, es un anillo al dedo, una ceremonia oficiada por un juez, y más a menudo que lo contrario, tinta a juego declarando su amor el uno por el otro. Bla bla bla… —Bien Kara, ya casi termino con este medallón. ¿Estas segura de que quieres que ponga el nombre de Craig debajo? Los nombres no son divertidos de cubrir y cobro el doble por hacerlo. Te estoy dando tu oportunidad ahora —dijo, mientras limpiaba la tinta en la cadera de Kara, untándola por todo el medallón Céltico. Las marcas no era la cosa de Ronnie, pero en esta ciudad, tenía suerte si pasaba una semana entera de

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trabajo sin quedar atrapada haciendo al menos uno. —Sí, estoy segura. —Entrecerró los ojos en dirección a Ronnie antes de volverlos hacia su ansioso esposo nuevo, quien le sostenía la mano. —No digas que no te lo advertí —dice Ronnie en voz baja. Oh, cómo desearía simplemente poder golpear algo de sentido en esta chica. Página | 7 Seguro, Craig era caliente en todos los sentidos, e incluso Ronnie tenía una imagen de él sin su uniforme rogando ser traído a la vanguardia de su mente, pero él no era digno de un tatuaje. Ningún hombre lo era. Ningún hombre era así de permanente. —Tu consulta de bosquejo de las 6:30 está aquí —dijo Harold, apareciendo su pequeño trasero en el cuarto de Ronnie. Ronnie unto un poco de ungüento sobe la carne recientemente marcada. —Dile que estaré ahí dentro de poco, solo estoy terminando el último error de esta chica. —¡Ronnie! —Harold amonestó, pero sabía muy bien que Ronnie decía y hacia lo que quería, y ni siquiera él podía detenerla. Ella era demasiada buena artista como para dejarla ir, de todas formas. Era la mejor que había visto en su vida. Ronnie elevó la cabeza y levantó sus cejas, desafiándolo. Él solo sacudió su cabeza y se alejó. —De acuerdo, mantenlo limpio pero no te metas mucho con él. — Cubrió el tatuaje de la chica con un vendaje no adherente y lo pegó antes de girarse para limpiar todo—. Harold te cobrará —Se levantó de su silla y se dirigió fuera de la habitación sin siquiera mirar atrás. Muchos la llamarían grosera, pero le gustaba más pensarlo como ‗realista‘. No endulzaba nada y no iba a pretender que le caías bien si no lo hacías. Ronnie se paseó al frente de la tienda de tatuajes. Tenía un último cliente esta noche y luego podría quitarse sus tacones e irse a casa. Por supuesto, iba a casa para nada, y no porque su prometido todavía estuviera desplegado en el extranjero, sino porque su prometido ahora era un ex-prometido y su arreglo de vivir en solitario era ahora irreversible. Aparentemente su prometido tenia problemas manteniéndolo en sus pantalones mientras ella no estaba, y la médico de su equipo, da la casualidad, fue la afortunada de ayudarlo con su pequeño, y sí quería decir pequeño, dilema. De acuerdo, tal vez estaba siendo un poco dura con él… nah. Lo mierda de todo el asunto, bueno aparte de su prometido durmiendo con otras, era que se había enterado por otra persona. Su mejor amigo, quien también estaba desplegado con él, la llamó y le contó

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lo que estaba pasando. Cuando ella confrontó a su prometido, él ni siquiera lo negó, solo actuó como si ella pudiera olvidarlo. Estaba a mitad de camino al otro lado del mundo, ¿cómo podía pensar que él esperaría tanto tiempo? Maldito imbécil. —¿Kale Emerson? —dijo Ronnie, escaneando la sala de espera. Sólo habían dos personas allí, uno era el interno de Harold, quien estaba Página | 8 esperando para hacer su trabajo nocturno de perra, y el otro era un jodidamente apuesto imitador del Capitán América. Era alto, ancho, y sus bien definidos brazos se veían abultados bajo el fino material de su camisa. Su cabello castaño arena se encontraba corto, apenas lo suficiente para pasar tus manos a través de él, y por supuesto tenía que tener ojos azules que parecían aferrarse a los de ella con una fuerza que la mantuvo captiva. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió vulnerable. *** Kale Emerson se dio la vuelta cuando una melodiosa voz canto su nombre. De pie junto al mostrador, estaba una bomba morena en los más sexys tacones morados que jamás había visto en los pies de una mujer, haciéndola casi tan alta como él. Sus piernas no tenían fin y su cabello casi negro colgaba por debajo de sus hombros, encorvándose ene las puntas. A Kale le gustaría decir que lo primero que vio fueron sus profundos ojos marrones, pero mentir no era su fuerte, así que ayúdenlo si esos labios no fueron la primera cosa que atrapó su atención en esa hermosa cara. Eran carnosos, rellenos, de color cereza, y se partieron en una sonrisa cuando sus ojos finalmente se fijaron en los de ella. Kale se paseó hasta el mostrador y extendió su mano —Hola, soy Kale. Tengo una cita con Ronnie —La mujer observó la mano pero no hizo movimiento para estrechársela. —La estas mirando —dijo ella, francamente. —¿Tú eres Ronnie? —Culpable. Vayamos atrás. Podemos hablar en la sala de diseño. Kale siguió a Ronnie a través del estrecho pasillo, bordeado de dibujos enmarcados de ángeles y dragones crípticos, junto con otras cosas. Todo el lugar olía a antiséptico, pero Kale todavía podía captar el toque de vainilla y almizcle que flotaba en el aire por donde Ronnie pasaba. Ella vestía una camisa negra ajustada que caía bajo en una V profunda en su espalda, exhibiendo un tatuaje de un delicado atrapa sueños que empezaba en la base de su cuello y terminaba en la curva de su columna vertebral. El tatuaje completo estaba hecho en tonalidades de

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negro; el único color eran las cuentas turquesas colgando en el atrapa sueños. Era asombroso; tuvo que abstenerse de estirar la mano y trazarlo con sus dedos. —Justo aquí —Ronnie se detuvo frente a una puerta que dirigía a una gran sala e hizo un gesto para que entrara. —Las damas primero —dijo, estirando su mano hacia el espacio abierto en la puerta. Las gruesas cejas negras de Ronnie se arquearon y sus labios carnosos se curvaron en una sexy sonrisa —No soy una dama —dijo ella, luego se volvió hacia la habitación y se deslizó dentro. Kale la siguió, pasando el sofá negro y la pantalla plana de TV hasta el fondo de la habitación, donde una gran mesa de cristal con sillas de escritorio de cuero negro ocupaba la pared de fondo. Ronnie se sentó en la mesa cruzando sus piernas, su zapato se deslizo de su talón, haciendo que colgara de sus dedos. Maldición, esos tacones eran ardientes. Kale había vuelto a casa desde Irak por seis días completos. Todavía tenía que dormir con una mujer, y ésta, sentada en frente a él se estaba volviendo tentadora. Kale vivía solo. No tenía familia con quien ir a casa, así que volver a Fort Drum para para descansar y relajarse era la única opción. Si lo hubiera tenido a su manera, habría permanecido con su equipo y seguido al frente de sus tropas, pero ese no era el caso, así que fue obligado a tomar su permiso. Había esperado hasta después de los días festivos, permitiendo a sus hombres con familias y niños volver a sus casas para Navidad y Año Nuevo, dejándolo con la única opción de volver a casa ahora. Ya habían pasado seis días, quedaban ocho más, y luego de regreso al poso de arena. Kale no podía esperar. Las mujeres eran el único beneficio que conseguía al salir de ese país. Habían pasado ocho meses desde que había estado en los Estados Unidos, y habían pasado ocho meses desde que había tenido sexo. El sexo casual era el fuerte de Kale. Él no hacia relaciones o compromisos, solo sexo. Kale no tenía tiempo para preocuparse de poner a alguien por encima de él; infiernos, ni siquiera tenía tiempo de ponerse a sí mismo por delante. Sus soldados venían primero, siempre había sido así. Él amaba su país y amaba su trabajo, y para él, una mujer simplemente no encajaba en esa ecuación. Ninguna mujer con quien hubiera estado había sido capaz de cambiar su opinión, pero eso no lo detenía de necesitar una mujer debajo de él de vez en cuando. Ahora era uno de esos momentos, y quería que Ronnie fuera esa mujer. —Muy bien, vamos al grano —dijo Ronnie, deslizando un bloc de

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dibujo frente de ella desde el centro de la mesa—. ¿Qué tienes en mente? Su voz rompió a través de su montón de nieve mental y lo trajo de vuelta a la realidad. —Quiero un tatuaje conmemorativo. —De acuerdo. Kale se reclinó en su silla —Quiero un poema, la oración de un Página | 10 soldado. Lo quiero tatuado en mi espalda y quiero que parezca como si mi piel se rasgara, revelando las palabras. Ronnie escribió notas en su bloc. —Y quiero que los nombres de mis hermanos caídos vengan después de la oración. Ronnie miró a Kale y una emoción que no acababa de entender cruzó por su rostro. No era lástima, ¿era admiración? —Eso es hermoso —dijo ella en voz baja. Kale no sabía la primera cosa sobre esta mujer, pero asumió que no tiraba halagos muy a menudo—. ¿Cómo dice el poema? —preguntó, sus ojos volviendo al bloc de dibujo preparada para escribir. “Señor, te pido coraje. Coraje para enfrentar y Vencer mis propios miedos y Coraje para ir a donde Otros no lo harán. Te pido fuerza Fuerza de cuerpo para proteger a otros y Fuerza de espíritu para guiar a otros. Te pido dedicación. Dedicación a mi trabajo, a hacerlo bien. Dedicación a mi país, Para mantenerlo a salvo. Dame, Señor, certeza, Para aquellos que confían en mí

Libros del Cielo Y compasión para aquellos,

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Valentine's Arrangement Que me necesitan, y Por favor Señor, A pesar de todo, quédate a mi lado Y que mis hermanos caídos Caminen contigo ahora, Señor. Amén.”

Kale aclaró su garganta después de que terminó los nombres de sus soldados caídos, y frotó su mano en la parte de atrás de su cabeza. Sus ojos se encontraron y el humor de Kale cambió de nuevo. Una mirada hacia ella y no podía pensar en nada más que tocarla. Sí, al parecer había pasado mucho tiempo desde que se sintió como un niño de doce años que acababa de ver su primer par de senos. —Puedo tener esto listo para ti mañana, ¿cuándo te gustaría empezar? —preguntó Ronnie mientras cerraba su bloc y se levantaba. Kale también se puso de pie, su cuerpo inclinándose un poco más cerca de lo que pretendía, provocando que ella diera un paso atrás de inmediato. —Mañana estará bien —Kale introdujo sus manos dentro de los bolsillos de sus pantalones para impedirse agarrar su diminuta cintura y tirarla contra él. Ese pensamiento siguió tentándolo y estaba malditamente listo para hacerlo. —De acuerdo. —Entrecerró sus grandes ojos marrones hacia Kale, confundiéndolo. Ronnie caminó de vuelta a la puerta y se detuvo, girándose con una mano en la cadera—. Ya puedes dejar de cogerme mentalmente. Los ojos de Kale estuvieron a punto de estallar. —¿Perdón? Ronnie rodó sus ojos —Dejemos esto claro, Soldado. No voy a dormir contigo. Puedes sacarlo de tu linda cabecita, y sugiero que lo hagas antes de que clave una aguja en tu piel —Se dio la vuelta de nuevo, con sus sexys tacones haciendo clic fuera de la habitación. *** Santa mierda, él era sexy. ¿Y la forma en que la estaba mirando? Amenazaba con hacer que Ronnie se deshiciera ahí mismo en la sala de

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diseño. Estaba acostumbrada a hombres que la miraran boquiabiertos. Trabaja en una industria de hombres y había sido sujeto de más de su parte justa de patéticos fanáticos de líneas cliché y ojos recorredores, pero la forma en que Kale la miraba era diferente, no sabía por qué, pero era diferente. Él no se avergonzó al mirarla, pero no fue vulgar u ofensivo. Simplemente fue… caliente. Pero era un soldado y Ronnie, tan segura Página | 12 como el infierno, no lo hacía con soldados, ya no. —Ya que es un tatuaje grande, necesito que seas mi última cita del día. ¿Puedes estar aquí mañana en la noche a las 7:00? —Ronnie preguntó cuando Kale finalmente salió del pasillo. —Estaré aquí. —La miró a los ojos, inquebrantable e inafectado por la pequeña amenaza que le dio en la otra habitación. Antes de que Kale caminara alrededor de la recepción, se detuvo al final del pasillo y se inclino cerca de Ronnie. Su cuerpo se sacudió a la atención en el momento en que el calor de su aliento golpeó su cuello. Estuvo a punto de escupirle algunas palabras, que incluso avergonzarían a su madre, que vive en un tráiler e insulta como marinero, cuando su mano tocó la parte baja de su espalda. —Que conste, encanto, no te estaba jodiendo mentalmente, pero gracias por poner esa imagen en mi cabeza —Él se alejó y su actitud de niño lindo, corte limpio y ‗sí señor‘ titubeó un poco. Las esquinas de su boca se inclinaron ligeramente en una imperativa sonrisa, pero no duró demasiado—. Nos vemos mañana en la noche. —Su tono ahora era formal, como si no acabara de causar piel de gallina a lo largo de un lado de su cuello. Demonios, mañana será interesante.

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Página | 13 Traducido por Monikgv y Dannita Corregido por Lalu♥

Kale estacionó su camioneta en el BW3 cerca de las cinco. A su cocina le faltaba comida y con sólo una semana por estar en Estados Unidos, realidad no veía el punto en hacer las compras. Mataría por una comida hecha en casa como la que su abuela solía hacer, pero tenía en la cocina tenía las habilidades de un niño de 10 años. Si no podías meterlo en el microondas, no lo comía. Sin más que decir, había estado comiendo la mayoría de sus comidas fuera. El bar no se encontraba muy lleno, colocó un asiento frente de la pantalla plana que transmitía el juego de la Liga Nacional de Hockey de los Kings versus los Flyers, y ordenó por una cantidad increíblemente grande de alitas y una cerveza. —Vaya, si no es el Sargento de Primera Clase Emerson, —una voz dulce y amistosa dijo detrás de él. Se dio la vuelta para ver a Meagan, una chica con la que salió unas cuantas veces antes de irse a Iraq, de pie cerca detrás de él. Él se levantó y tiró de ella en un abrazo de oso. Siempre le gustó Meagan. Ella era una chica dulce, nunca agresiva ni molesta, y que respetaba su estado civil. Además de eso, era una sexy rubia con suaves curvas y un puñado de senos desbordantes. Parecía que había perdido peso mientras él estuvo fuera, pero no iba a mencionarlo, sabía mejor que eso. Además, pensó que le gustaba un poco más gruesa. —Hola Meg, ¿cómo has estado? —le preguntó cuando la soltó. Ella sonrió tímidamente y dio un pequeño paso hacia atrás. —Genial, ¿y tú? ¿Cuándo volviste? —Hace una semana. —¿Y no me has llamado? —Ella colocó sus manos en su cintura, fingiendo enojo. —Lo siento, Meg. —Él se encogió de hombros, genuinamente apenado. Debió haberla llamado. No sabía por qué ni siquiera lo había

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pensado. Tal vez entonces sus noches habrían estado llenas con el calor de esta mujer en su cama. La idea normalmente lo habría hecho preguntarle justo en ese momento, pero algo lo detuvo; la idea de la posibilidad de tener un lienzo de arte en la forma de una sensual bomba morena con mala actitud en su cama. Ya saben lo que dicen de la caza. Meagan arrugó la nariz y se río. —Está bien, sólo estaba bromeando Página | 14 contigo. —Se inclinó hacia él, le dio un casto beso en la mejilla, y le puso una mano en el pecho. Olía muy bien y él pudo sentir el calor de su mano a través de su camisa—. Mi amigo me está esperando. Sólo quería saludarte. Fue bueno verte, Kale. Me alegro de que estés en casa. Cuídate de vuelta. —Ella deslizó su mano hacia su pecho—. Deberíamos reunirnos mientras estás aquí. Se dio la vuelta y mientras veía sus caderas sacudirse lejos, pensó que deberían hacerlo, después de todo. *** Kale entró en la tienda de tatuajes y por supuesto, Ronnie estaba de pie en el escritorio de la recepción luciendo increíble. Cualquier pensamiento anterior de llamar a Meagan esta noche se borró de su mente. No importaba si le tomaba el resto de su licencia convencerla, él iba a tener a esta mujer. Ella lo miró y caminó alrededor del escritorio. Su cabello se encontraba recogido en lo alto de su cabeza en una bola, y estaba usando un par de vaqueros que parecía que habían sido pintados en su piel desde la cadera hasta los tobillos—y esos malditos tacones. Eran negros esta vez con clavos a los lados, pero tan sexys que le provocaron lo mismo que los otros a su imaginación, si no peor. —Bien, llegaste a tiempo —dijo sin el menor asomo de una sonrisa—, Vamos. Se dio la vuelta y se dirigió por el pasillo. Él sólo se quedó allí de pie como un idiota y la miró. Sus caderas se movían de un lado al otro dulcemente, y maldita sea, si él pensaba que esos tacones hacían que sus piernas se vieran increíbles entonces iba a tener que buscar en el diccionario Webster para encontrar una palabra que describa la manera en la cómo hacen que su culo se vea. Ni siquiera estaba seguro de que tal palabra existiera. Ella se dio la vuelta, su expresión impasible se volvió irritada. —De acuerdo Soldado, ¿sólo vas a quedarte allí a gastar mi tiempo o vas a querer un poco de tinta?

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Kale bajó la cabeza y sonrió cuando siguió detrás de ella. No podía

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evitar gustar de su mala actitud. Era refrescante. Ella era vivaz y muy posiblemente iba a ser un gran dolor de culo, pero eso lo excitaba. Oh sí, esto será divertido. ***

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¿Por qué tenía que venir aquí luciendo como un anuncio con pies de soy sexy? En serio, todo el asunto de niño bonito usualmente no funcionaba con Ronnie, de hecho nunca funcionaba con ella, pero Kale seguro sabía cómo llevarlo a cabo con sólo la cantidad justa de chico malo para tentarla. Lucía un gorro en la cabeza y su rostro hoy estaba desaliñado. Cuando se quitó la chaqueta y una simple camisa negra—que de casualidad era su cosa favorita en un hombre—descansaba debajo. Nada decía sexy como una agradable, ajustada camisa negra pegada al pecho de un hombre, abrazando sus gruesos brazos. Sus vaqueros estaban gastados y mostraban la cantidad justa de sus enormes muslos, pero lo suficientemente holgados para que no pareciera que necesitaba combinarlos con unas botas de vaquero. Señor, ayúdala cuando se quite la camisa. Ronnie entró en su habitación, con Kale siguiéndola de cerca. Ella podía sentir su presencia como una capa de aire pesado rodeándola. Estaba segura de que si se daba la vuelta él chocaría contra ella. Se detuvo en el mostrador en la pared del fondo y esperó hasta que sus pasos cesaron antes de darse la vuelta para mirarlo. Justo como ella lo sospechaba, él se encontraba justo al alcance de un brazo. Maldito soldado. —Puedes quedarte en aquella silla mientras me acomodo —dijo, dándose la vuelta para no estar frente a él. —¿Eres así sarcásticamente.

de

amable

con

todos

tus

clientes?

—preguntó

—Siempre —respondió con su propia dosis de veneno detrás de sus palabras. Después de que acomodo su área de trabajo, tomó el papel de transferencia del tatuaje que dibujó y se volvió hacia Kale. —Quítate la camisa. Kale levantó la camisa sobre su cabeza y Ronnie hizo lo posible por no mirar su estómago desnudo. Ella podía sólo imaginar cómo lucía y no había manera en el infierno que permitiría que la viera mirando, no importa cuánto quería hacerlo.

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—De acuerdo, date la vuelta, —dijo Ronnie. Una vez que Kale se posicionó contra la silla, con su espalda hacia Ronnie, ella lenta y cuidadosamente colocó el papel de transferencia sobre su cálida piel y presionó ligeramente. Los músculos en su espalda se flexionaron cuando sus dedos rozaron su espalda. —Dale un vistazo. —Ella se alejó un poco en la silla para permitir que Página | 16 Kale se levantara y mirara en el espejo. —Sí, luce genial, —dijo, mirando en el espejo que iba desde el suelo desde el pequeño espejo que sostenía en sus manos. —Bien. Acuéstate y ponte cómodo. —Ella quería su cuerpo acostado para no estar tentada de mirarlo, bueno más tentada de lo que ya estaba. Verlo sin camisa, provocaba que se lo imaginara quitándose el resto de la ropa. Mierda. No se suponía que pensara en él así. —¿Muy mandona? —Bromeó Kale ligeramente, mirándola sobre su hombro mientras inclinaba su pecho contra el respaldo de la silla. Ronnie sólo le entrecerró los ojos, sin darle la satisfacción de participar en su pequeño juego de bromas. —Está bien, está bien. —Suspiró Kale en derrota y descansó la frente sobre sus brazos. Ronnie lo ignoró mientras se ponía sus guantes y continuaba con las preparaciones finales. Mientras más pronto empiece, más pronto acabaré. Ella ya sabía que iba a necesitar un trago luego de esto. —Entonces, ¿cuántos tatuajes tienes con este? —Dijo Ronnie finalmente, rompiendo el silencio que se extendía entre ellos. —Este es el primero. —Virgen de tatuajes, ¿huh? De acuerdo Soldado, veamos de qué estás hecho. —Ella extendió la mano izquierda sobre la parte inferior de su espalda y lentamente bajó la máquina de tatuajes en su piel. La aguja perforó su carne, y ella fácilmente movió la máquina a través de su espalda estática. Treinta minutos en el tatuaje y ella no le había dicho otra palabra. Él se quedo tendido quieto como una estatua, permitiéndole hacer su trabajo más fácilmente. Su cabeza seguía presionada contra su brazo, así que ella no podía ver sus ojos, pero sí podía escuchar sus calmadas respiraciones, incluso sobre el zumbido de la máquina de tatuajes. —¿Sigues ahí dentro? —Ella lo miró por el rabillo del ojo mientras frotaba la tinta fuera de la sección de piel en la que estaba trabajando. —Ah, tiene corazón después de todo —dijo Kale, moviendo su

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cabeza hacia un lado para mirarla, al sonreír un profundo hoyuelo apareció en su mejilla. Sí ella tenía corazón, sólo que no uno que estuviera interesada en compartir con alguien. —Aunque no es particularmente grande —le sonrió—. Sólo quería Página | 17 asegurarme de que no te habías desmayado. —Ni siquiera cerca —dijo él. Podía sentir sus ojos en ella al trabajar, y silenciosamente deseó no haberle dicho nada. Era más molesto tenerlo mirándola. —¿Cuánto tiempo has estado haciendo tatuajes? —Genial, aquí viene la pequeña charla. En serio no debió haberle dicho nada. Ronnie suspiró. —Desde que tenía veinte. —Entonces, ¿eso cuánto tiempo ha sido? —¿Tu mamá no te enseñó que es de mala educación preguntarle su edad a una dama? —Mi madre murió cuando estaba pequeño, y además, no creí que fueras una dama. —Él arqueó sus cejas y ese maldito hoyuelo hizo su reaparición. Ronnie se echó hacia atrás y lo miró. Sin lástima en sus ojos; ella no le estaba ofreciendo eso por ningún medio. Diablos, su mamá pudo haber muerto también cuando ella era una bebé. Ronnie había estado sola desde que tenía la edad suficiente para subir al autobús de la escuela. No, no había nada en sus ojos más que diversión. Él estaba jugando sus cartas de todos modos, eso era seguro. Ella limpió suavemente la carne de su espalda con una toalla limpia y húmeda, luego regresó la aguja a su piel. —He estado tatuando desde que dejé la escuela de arte hace seis años y seguí a mi amor de secundaria de un lugar a otro hasta que se enlistó. Manejé una hora en cada trayecto hasta Austin, Texas cada día por dos años practicando para una de las mejores artistas de tatuajes en el maldito estado. Me enamoré de esto y lo he estado haciendo desde entonces. —En el vecindario, ¿huh? Yo estuve allí hace unos años. Y eso se suponía que le importara, ¿por qué? —Entonces este amor de secundaria te trajo a Drum, ¿qué hace él? —La mandíbula de Kale se apretó firmemente mientras Ronnie pasaba la aguja por su costado, cerca de sus costillas. Los hombres podían ser tan maricas cuando tatuaban sus costillas. Ella ni siquiera había parpadeado un ojo cuando se tatuó la suya.

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—Aparentemente él jode cualquier maldita cosa que tenga vagina, y por lo visto sin importar que luzca como un hombre —espetó Ronnie, en realidad sin querer compartir sus problemas con su ex, sólo se le salió. Ronnie miró a Kale por el rabillo del ojo. Su rostro se encontraba impasible mientras la miraba de lado. —¿Te importaría detallar? —Nop, —dijo, disparándole una mirada helada. Su rostro no se alteró ni una vez. Ronnie rodó los ojos y negó con la cabeza mientras se inclinaba sobre su espalda, continuó trabajando, y suspiró en derrota. —Mi novio de la secundaria se convirtió en mi prometido. Nos mudamos a Drum hace cerca de un año. Él se fue a Afganistán hace seis meses y ha estado jodiendo a su equipo médico femenino durante los últimos tres. Ahora yo sólo espero que su lamentable culo regrese para poder vender la casa y así yo pueda largarme de este pueblo. —Sus últimas palabras fueron más para ella misma que para él. Ronnie de nuevo limpió suavemente la espalda de Kale y se apartó. Mientras admiraba su trabajo, Kale se apartó de la silla e inclinó su cuerpo hacia ella. Su estómago se estremeció cuando sus ojos azules encontraron los de ella, rompiendo en ellos con una fiereza que era cruda y poderosa. Ella quería apartar la mirada, necesitaba apartar la mirada, pero no pudo. —Él se comprometió contigo y luego te dio la espalda a ti y a tu confianza. Eso no es un hombre; es un cobarde y un pedazo de mierda. Ronnie parpadeó y trago con fuerza, sin saber que decir. *** Ven, esto es un claro ejemplo de por qué Kale no tenía relaciones serias. Eran lo suficientemente difíciles de por sí y más aún si añadían trabajos de campo, las medianoches, y los despliegues de ultramar, con eso las relaciones pasaban de difíciles a imposibles. Él había visto los problemas que algunos de sus hombres habían tenido que manejar y no era pan comido. Las esposas se iban de las casas, sin importarles la vida que dejaban mientras que sus soldados se quedaban viviendo día a día en un infierno. Los soldados luchaban por su país, sus familias, sus hermanos, y ellos se sentían orgullosos como la mierda de hacerlo, pero hacían todo eso mientras desean como el infierno que al llegar a casa estuvieran con la gente que amaban. Luego tenías los pedazos de mierda, como el ex de Ronnie, quien tomó el camino de un marica y colapsó cuando las cosas se pusieron un

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poco difíciles y esperaba que fuera comprensible. Pura mierda. Una vez que te comprometes con alguien, estás comprometido. Debes poner a la otra persona antes de ti y no cagarla. Es por eso que Kale se mantenía casual. Ser casual era simple. El sexo era simple; era solo sexo. Siempre se aseguraba de que las mujeres con las que estaba supieran que era solo eso, solo sexo. No lo malinterpreten, las Página | 19 trataba bien; pero él no quería que esto siguiera adelante, ni darles una idea de algo más. Kale nunca quería algo más. Kale sostuvo la mirada de Ronnie como si estuviera pegado a ella. Su rostro se suavizó, y el dolor y la traición que sentía moldearon los caminos en su expresión. Él no dijo nada, no era de su incumbencia y sabía que no era un particular tema de conversación que ella estuviera dispuesta a tener. En cambio, se dio la vuelta y puso sus brazos sobre el respaldar de la silla, dejando que el silencio llenara los huecos de tensión en la sala. Kale sintió que Ronnie se movía más cerca de él y entonces sintió el delgado látex de sus guantes rozar su suave piel mientras sus dedos tocaban su espalda. Él quería que esos guantes estuvieran fuera de sus manos para así poder sentir el calor de la piel de ella sobre su piel. Quería que ella lo tocara, que de verdad lo tocara. —Entonces ¿Cómo va a eso? —preguntó Kale, tratando de cambiar el ambiente que parecía sofocar la habitación, y también para desviar sus pensamientos, ya que de lo contrario formarían una tienda de campaña en sus jeans. —Se ve genial —dijo ella, con satisfacción en su voz. —Me dijeron que eras de las mejores. Tengo que admitir que estaba un poco sorprendido cuando vi que la renombrada Ronnie Clark era una mujer. —¿Por qué? ¿No creías que una mujer podría tener el titulo? —No. Me sorprendió porque los hijos de puta que me enviaron a ti me dijeron que la persona que hacia los tatuajes era descarada, directa, o impresionante, pero no me dijeron que era mujer. Estoy bastante seguro que de ese pequeño detalle se les escapó de las mentes. Los compañeros de la unidad de Kale tenían tatuajes increíbles, y cuando ellos le dijeron que fuera con Ronnie Clark a la tienda de tatuajes No Regrets, sabían demasiado bien que esta mujer le daría a Kale una buena competencia; Kale sabía que esos estúpidos le habían tendido una trampa. —Los halagos no te hacen ganar ningún punto, Soldado. Kale se rió para sí mismo. No tomaba su carnada, sin embargo, no

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era algo que esperaba de ella. —No necesito puntos. —Básicamente podía sentir a Ronnie poniendo los ojos en blanco y él disfrutaba ondular sus plumas. —Estoy segura que no. Estoy segura de que las chicas han de hacer filas para tener la oportunidad de saltar a la cama del viviente Capitán Página | 20 América. —Capitán América, ¿eh? —Kale se rió. —No te hagas ilusiones. Yo soy más fan de Hulk. —¿Así que te gustan los superhéroes de comics? —Soy una artista de tatuajes femenina con una fascinación por los héroes de ficción, me atrapaste —dijo despreocupadamente. —Eso es un poco ardiente —Kate miró por encima de su hombro. Un mechón de su cabello cayó suelto de la pila en la parte superior de su cabeza y estos velaban su rostro, pero él podía ver claramente la irritación en la mueca de sus labios cuando ella lo miró a través de las sedosas hebras. —Sí, justo por eso decidí escoger ese nerd hobby de obsesionarme con los comics. Kale se rió de sus respuestas monótonas. Esta mujer era una galleta dura de romper. —Está bien, así que eres una sexy listilla que puede tatuar mejor que cualquier otro hombre de estos alrededores, y tiene una debilidad por los superhéroes, y le gusta usar sexys zapatos de tacón para trabajar. ¿Qué más? Ronnie levantó su vista de su espalda y la estrechó. Él tuvo que reprimir una risa. —¿Estás escribiendo un maldito libro? —susurró ella. —Nah, más como una lista. Vamos ¿Qué más tienes para mí? — Incita él. —Tengo la sensación de que voy a arrepentirme de esto —dijo ella, sacudiendo la cabeza de un lado a otro mientras hacía girar la aguja en la espalda de Kale. Él se dio una proverbial palmadita en la espalda. Estaba ganando. —Soy fan secreta de Crepúsculo —murmuró. Kale se rió fuerte y Ronnie apartó la mano de él. —Maldita sea Emerson, mantén tu coño quieto o voy a dejar ese tatuaje así. Kale tomó una respiración profunda. —Lo siento. No me esperaba eso de ti… en lo absoluto. Los superhéroes de comics, sí. Lo entiendo, son

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tipos rudos, pero ¿los vampiros brillantes? No me lo esperaba. —Sí, y es mejor que no lo repitas —dijo ella con una sonrisa forzada en los labios. *** —Está bien, es tu turno, ¿Cuál es tu historia? —preguntó Ronnie mientras deslizaba su mano por el costado de Kale. Los ojos de ella bajaron rápido hacia su mano cuando sintió el más pequeño de los temblores en el cuerpo de él. —¿Qué es lo que quieres saber? —La voz de él era baja, confirmándole que el temblor que Ronnie había sentía no era producto del tatuaje. —¿Cuánto tiempo has estado en el ejército? —Desde que tenía diecinueve años. Ronnie vio a dónde iba eso. —Jaja y ¿Cuánto tiempo ha sido eso? —Van a ser diez años en marzo —dijo él con la voz un poco forzada cuando ella presionó la aguja en su columna vertebral. Levantó suavemente la aguja y limpió la carne sangrante. Sus músculos se encontraban flexionados bajo su toque y estos eran firmes y gruesos. Necesitaba que él siguiera hablando, cualquier cosa que distrajera a su mente traidora de ir a donde ella no quería ir. Fue como si lo hubiera dicho en voz alta porque el cuerpo de él se tensó y los dedos de ella se congelaron. No iba a ser capaz de terminar el trabajo con él ya que se movía así a cada toque que ella le daba. —Está bien ya está —dijo Ronnie, separándose y volviéndose hacia el mostrador. —¿Has terminado?¿En serio? Ha pasado que, ¿una hora? Ronnie se quitó los guantes después de que botó la aguja utilizada, y se volvió para mirar a Kale. Él había dado la vuelta y estaba sentado en el borde de la silla con su glorioso y desnudo pecho en su línea de visión. —No lo he terminado todo. Solo he terminado por esta noche. Vuelve mañana y entonces podemos terminarlo —Ella le dio un espejo, Kale se puso de pie y miró su espalda en el espejo de cuerpo completo que estaba en la parte posterior de la puerta. La visión frontal de todo su cuerpo estaba frente a ella, y ahora sí permitió que sus ojos se deslizaran sobre la profunda V de sus caderas, sus

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hombros anchos, sus gruesos brazos y los tensos abdominales. Sintió cómo su rostro se sonrojaba y se dio la vuelta. —Mic, ya casi termino aquí. ¿Estás listo? —gritó ella desde su cuarto, tratando de distraerse. —Maldita sea, Ronnie. Esto se ve increíble. Kale bajó el espejo, se lo entregó y luego miró su reloj. —Todavía es muy temprano, ¿qué te parece si te invito una copa? Ronnie suspiró y cerró los ojos. Al parecer, iba a tener que dejárselo bien claro. —Mira Soldado, ¿te acuerdas que te dije acerca de pensar en follarme? Bien, la misma regla se aplica si tu intención es follarme. —Muy bien cariño, era solo una copa —dijo Kale inexpresivamente, con los ojos molestos. —Sí, bueno, de todos modos yo siempre voy con Mic a tomar unas cuantas copas los viernes por la noche —Ronnie caminó alrededor de Kale y le colocó un gran venaje en la espalda. Su cuerpo estaba inmóvil y rígido, no reaccionó ante ella como lo hizo hace un momento y ella no podía dejar de pensar que lo había molestado. Kale pasó su camisa por la cabeza y cogió su chaqueta de la silla. Él le sonrió, pero el hoyuelo en su mejilla jamás se formó. Ella arriesgó su dignidad y lo miró a los ojos. Una vez más, no se vieron afectados. —Nos vemos mañana —dijo él y entonces se dio la vuelta y se marchó. *** —Dos botellas de Patron y otros dos de Buds —dijo Mic al camarero cuando Ronnie se sentó junto a él en su bar habitual en el edificio al lado de la tienda de tatuajes. Estaba lleno de olorosos ancianos que habían fumado su camino hasta un trasplante de pulmón y habían bebido tanto que habían olvidado el significado de sobriedad. Era una multitud ruda, y el ambiente era aún más rudo, lo que significada que los soldados no se les permitía venir aquí por cortesía de la publicación del Comandante. Tal y como a Ronnie le gustaba. —¿Todo bien Ángel? ¿Qué te pasa esta noche? Pareces un poco apagada. —Sí, y él no tenía ni idea de cuán apagada estaba en realidad Ronnie. —Mic, sabes que odio que me llames ‗Ángel‘, definitivamente no soy un Ángel —Ronnie cogió rápido la botella que le dejó el camarero y se inclinó hacia atrás. —Ah, ¿piensas que un buen Ángel se estaría juntando con mi

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lamentable trasero? Nah, tú eres mi pequeño Ángel oscuro. Ella se rió y tomó un trago de su cerveza. Mic es uno de los tatuadores con los que ella trabajaba en Not Regrets, y probablemente era su mejor amigo de allí. Claro, era gordo, calvo y tan viejo como para ser su padre, pero trabajaba tanto como Ronnie y podía aguantar tanto Página | 23 como ella. Le encantaba eso de él. —¿Vas a hablar o voy a tener que comprarte una maldita botella de Patron para ti sola primero? —preguntó Mic. —¿Qué demonios quieres que te diga? No estoy apagada esta noche, tú solo estás delirando. —No tires esa mierda conmigo, Ronnie. Te conozco mejor que eso y si tengo que adivinar, creo que estás más terca que tu humor normal debido al chico que tatuaste antes de que cerráramos. ¿Estoy en lo correcto? —Mic bajó su cabeza y miró a Ronnie. —Probablemente, considerando que todo lo que hizo ese chico durante todo rato fue coquetear conmigo y comerme con los ojos como si fuera un dulce dejado allí para su placer visual —Ronnie siseó, a pesar de que la forma en como él la miraba no era nada comparado a lo que dijo. Él la miró como si quisiera devorarla, y eso fue ardiente. —Todos los hombres te miran de esa manera Ronnie; mierda, incluso yo te miro de esa manera —Mic le movió sus pervertidas cejas de anciano y ella puso los ojos en blanco—. Estás acostumbrada a eso. Algo me dice que te gustó que te mirara así y es por eso que esta noche estás en modo extra perra. ¿A quién estaba engañando? Calro que le gustó. Y si fuera honesta, le gusto verlo también. —No voy a tener esta conversación contigo —Ronnie levantó sus gruesas cejas y se quedó mirando a Mic, tratando de mandarlo a mierda. —Excelente intento —Se rió Mic—, es hora de volver al camino, Ángel. Has estado sola desde hace tres meses y no has salido con nadie. Eres joven y hermosa. Has estado dando círculos alrededor de todos estos cabrones. Este soldado que has provocado puede ser capaz de ayudarte a pasar un buen rato. —Sí, y eso es todo lo que él está buscando. Un poco de sexo mientras está descansando y relajándose aquí, alguien con quien aliviar su nostalgia de un cuerpo caliente, y alguien que le haga olvidar todo. Entonces él sería feliz de esa manera. Mic terminó su cerveza y la deslizó por la barra. —¿Y qué hay de malo en eso?

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Ella levanto la mano para señalarle al camarero que trajera otra ronda. Se volvió hacia Mic, quien la miraba esperando a que atacara. — ¿Sabes qué? —dijo ella—, no hay absolutamente nada malo en ello.

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Página | 25 Traducido por CrisCras13 & Chachi Corregido por Vericity

—¿Vuelves por más? —preguntó Ronnie mientras Kale entraba en la tienda justo a tiempo la noche siguiente. Una sonrisa tiró de los labios de Kale y Ronnie se sintió aliviada de que pareciera estar de buen humor. Temía que todavía estuviera molesto después de la última noche. —El dolor estimula, cariño —dijo Kale, encogiéndose de hombros mientras se quitaba el abrigo. Como la última noche, llevaba una sólida camiseta, pero esta era de un azul pálido, casi gris, y hacía que el azul de sus ojos fuera mucho más penetrante, como si realmente necesitara algo para hacerlo más jodidamente atractivo. Mantuvo sus ojos sobre ella mientras le evaluaba y esa pequeña sonrisa estúpida de gallito se mantuvo en su rostro, probablemente porque sabía que ella lo estaba mirando. En verdad estaba empezando a enfadarla. A la mierda. Caminó hacia él, manteniendo sus ojos en los suyos y una expresión impasible en su rostro. Pasó de largo, caminó hasta la puerta, y giró la cerradura. Kale elevó una ceja hacia ella. —Saca la cabeza de tu culo. —Ella hizo rodar los ojos—. Es sólo por esta noche y no seré capaz de oír a nadie entrar mientras estoy trabajando. Kale levantó las manos en señal de rendición, todo el rato intentando reprimir una carcajada. —No he dicho nada. Los ojos marrones de Ronnie ardieron, cálidos y furiosos, luego se convirtieron en rendijas. —No tienes que hacerlo. Se contoneó pasando junto a él, sus ojos eran unos desvergonzados mientras miraban cada uno de los movimientos de cada uno de los músculos de su cuerpo. Aún podía sentir sus ojos sobre ella mientras caminaba por el pasillo, y maldijo a sus malditas mejillas cuando sintió el calor elevarse hasta la superficie.

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Kale la siguió hasta su habitación y ya se estaba quitando la camiseta cuando se dio la vuelta para enfrentarla. Él estaba deliberadamente intentando ser sexy y maldita sea, estaba funcionando. —Sigue adelante y date la vuelta, organizaré el traspaso. Se dio la vuelta lentamente y ella dio un paso hacia él. El tatuaje Página | 26 inconcluso se extendía a través de la parte baja de su espalda y era hermoso. Movió su mirada apreciativa desde su espalda a sus estrechas caderas y hasta su trasero. Tuvo la urgencia de pasar sus uñas por la longitud de su espalda y enganchar los dedos dentro de la cintura de sus vaqueros. Maldita sea. En su lugar, frotó un algodón empapado en alcohol por su piel. Piel de gallina hormigueaba por los brazos de él y la envergadura de su espalda se ensanchó mientras respiraba con fuerza. —Mierda, eso está frío —jadeó. —No seas marica. —Continuó limpiando su espalda con la fría almohadilla empapada, disfrutando de ver los músculos flexionarse y apretarse bajo su toque. Otro urgente deseo la atravesó y se encontró queriendo pasar su boca sobre su espalda y soplar su cálido aliento sobre su piel, pero no lo hizo. Colocó el papel de transferencia sobre su espalda y lo alineó con el tatuaje que había hecho ayer. No era tan sexy como su deseo, pero el contacto aún hacía que el cuerpo de él se tensara. Presionó el papel contra su piel y luego lentamente lo terminó con éxito. Tan pronto como se apartó, Kale se giró y dio un paso hacia ella, cerrando la pequeña distancia que había entre ellos. Ronnie era alta. Estaba condenadamente cerca de medir un metro y setenta y ocho cuando llevaba sus tacones de diez centímetros, lo que era siempre, y Kale todavía la superaba con unos doce buenos centímetros. Tenía la cabeza inclinada hacia ella y la miraba fijamente; a los ojos, luego a su boca, luego de vuelta a sus ojos, y por un momento pensó que la besaría, o al menos tocaría, pero no lo hizo. Quería que la tocara, pero al mismo tiempo no quería. Era como si estar a su alrededor la hubiera convertido en un enloquecido caso perdido de hormonas. —¿Tienes un problema con el espacio personal? —preguntó ella, dando un infinitesimal paso hacia atrás. —No pensé que fuera un problema —dijo, su expresión seria e intensa. Joder. —Quizás no para ti —desafió, porque estaba segura como el infierno de que era un problema para ella. Si iba a mantener el control de esta

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pequeña situación en la que parecía haberse envuelto, entonces él iba a tener que mantener su distancia. Ya se había permitido a si misma pensar que tener una aventura con él estaba bien, y se arrepintió de pensarlo al segundo en que Mic puso esa idea en su cabeza. Ronnie había terminado con los hombres y con todo lo que venía con ellos; citas, sexo, romance, y definitivamente amor. Si tan solo pudiera soportar a las otras mujeres tal vez Página | 27 pudiera hacerse lesbiana, pero demonios, apenas le gustaba ser amiga de mujeres, así que esa idea estaba eliminada. Se apartó de él para preparar su área de trabajo, porque ni siquiera el estúpido pequeño ángel apoyado en su hombro podía ahogar las palabras malintencionadas del diablo-zorra posado en su otro hombro diciéndole que se inclinara y pasara sus manos a lo largo de la longitud de su cuerpo. Ah, infiernos. *** —¿Cuánto tiempo crees que te llevará terminar esta noche? — preguntó Kale mientras se sentaba en la silla, pero permaneció frente a ella. Ronnie se encontraba de espaldas a él, pero podía darse cuenta que todavía se sentía afectada por él y le encantaba. Le miraba de manera diferente esta noche. Aún era sarcástica, pero sus ojos eran un poco más suaves. Le dio un centímetro y él estaba determinado a tomar un kilómetro. —Casi he terminado. Sólo necesito añadir los nombres de los soldados caídos y terminar algo del sombreado. Diría que una hora. —Se sentó en su taburete y lo hizo rodar hacia él—. Gírate. Dejó vagar la mirada sobre ella una última vez, permitiéndole verlo admirándola. Quería que supiera exactamente qué era lo que estaba pasando por su mente. Hoy llevaba el pelo suelto, y no podía decidir si le gustaba más así que de la forma en que lo había llevado la noche pasada. Cuando lo llevaba suelto rozaba la parte superior de sus pechos y le provocaba visiones de él llenándose las manos con ellos, pero cuando lo llevaba recogido podía ver su largo cuello y su delicada clavícula. Era ganar de cualquier manera. Llevaba puesto un suéter de rayas grises y negras que colgaba de su hombro izquierdo y mostraba la parte superior de otro tatuaje, y estaba seguro de que continuaba hacia abajo por todo su brazo. Llevaba otro par de pantalones, que también podían haber sido pintados, pero estos eran de algodón negro, y por supuesto sus tacones ―jódeme‖ del día eran del mismo color rojo cereza que sus labios.

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Después de que la imagen completa de ella estuviera arraigada en su mente, se dio la vuelta y apoyó los brazos en el respaldo de la silla, manteniendo el rostro girado hacia un lado, apoyado en sus muñecas, así podía verla. Ronnie rápidamente se puso a trabajar en su espalda y la sensación de ardor de la aguja desgarrando su carne era una apagada distracción, Página | 28 pero por poco. A Kale le gustaba verla trabajar. Ella se mordió la comisura de su labio inferior y alzó la cabeza mientras se concentraba. Sus manos eran suaves pero precisas y habilidosas mientras movía cuidadosamente la pistola con elegancia por su espalda, como si estuviera escribiendo una sagrada carta de amor. Se lamía sus labios cereza cada vez que se echaba hacia atrás para admirar su trabajo y tarareaba en voz baja para sí misma en lo que parecía ser el zumbido más fuera de tono conocido por la humanidad. Cuando no estaba escupiendo fuego, la dureza alrededor de ella se suavizaba como si estuviera perdida en su pequeño mundo propio y eso le atraía incluso más. Le gustaba su espíritu, pero podía ver la calma bajo la tormenta que consumía a Ronnie, y estaba decidido a mantenerse a flote hasta llegar a ella. *** Oh, infierno, esto se estaba poniendo un poco intenso. Sentía el calor de la mirada fija de Kale y era malditamente afortunada de ser capaz de mantener una mano firme. Ronnie no habló con él. Hablar ralentizaría las cosas y necesitaba sacar al hombre de su silla, fuera de la tienda, y fuera de su mente. Ya sabía que esto último iba a ser jodidamente imposible. Sus ojos sobre ella eran como una droga y se estaba volviendo rápidamente adictiva. Llevaba sólo tres meses sobria de hombres, y habían sido seis meses desde que tuvo un éxito para disminuir la necesidad de su cuerpo. Sí, sacarle de su mente iba a ser difícil. —Estás terriblemente callada esta noche. —Su voz salió de su boca en un masculino ronroneo que hizo que sus muslos se presionaran juntos involuntariamente. —Sólo quiero terminar con esto. —Mordió las palabras para contener el grito que había en la parte superior de sus pulmones. —Ronnie —susurró, y la forma en que sus labios acariciaron su nombre enviaron un estremecimiento por su columna, uno que no podía ignorar. Uno que no bastaba para crear un camino de piel de gallina descendiendo por el centro de su cuerpo, pero que produjo un suave

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cosquilleo entre sus piernas. —Necesito un descanso; enseguida vuelvo. —Se puso de pie y salió de la habitación necesitando poner algo de distancia entre ellos. Ronnie se encaminó hacia la puerta trasera que conducía al callejón donde todo el mundo en la tienda se tomaba sus descansos de cada hora para fumar. No se detuvo en la habitación de diseño para coger su abrigo y el aire frío Página | 29 del invierno borró su calor corporal, haciéndola descender de las alturas mentales en las que parecía estar. Ronnie sólo se quedó allí de pie, respirando el penetrante aire que entraba en sus pulmones, permitiendo que la noche la calmara. Nunca antes había tenido esta tensión sexual tan cruda con nadie. Quizás era porque sabía que no podía permitirse ceder ante él, o quizás era porque, por primera vez desde que tenía diecisiete años, se estaba permitiendo pensar acerca de estar con otro hombre. Ronnie conoció a Brandon, su jodido ex novio, al final de su último año de la escuela secundaria cuando él viajaba en su moto, ganándosela en la parte de atrás de su moto con promesas de para siempre; justo como cada uno de los cuentos de hadas de las otras chicas del parque de caravanas terminaba. Lástima que Brandon venía del mismo barrio que Ronnie y sus antecedentes juveniles y su GED1 no le permitían entrar en una universidad pronto. Ronnie apenas pudo pagar su matrícula de la universidad para las clases de arte. Brandon estaba decidido a hacer algo de sí mismo. Estaba decidido a mandar a la mierda a esa ciudad de una parada y a hacer algo mejor con su vida, para darle a Ronnie algo mejor. Se dejó llevar por la idea de todo eso, estaba admirada por la ambición de Brandon. El ejército le hizo bien, también. En seis años era un sargento que rápidamente seguía ascendiendo de escalafón, pero sus raíces se apoderaron de él y retrocedió para ser como cualquier otro pedazo de mierda de hombre que creció en su barrio. Se dedicó a follar con otra y quién sabe si esa fue siquiera la primera vez. El ejército les había separado mucho durante el paso de seis años. Bueno, eso era lo que necesitaba; recordar exactamente por qué no había forma en el infierno de que se involucrara con un soldado otra vez, incluso si era sólo por sexo. Ronnie tomó una profunda respiración y frotó sus brazos arriba y abajo con sus manos para hacer que la sangre congelada en sus venas volviera a moverse otra vez. Tenía que dejar de ser una jodida niña y volver allí dentro para terminar su trabajo.

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GED: Desarrollo Educativo General (Siglas en Inglés).

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Ronnie empujó la pesada puerta para abrirla, su jersey cubriendo su mano mientras tomaba el frío picaporte. El cálido aire de la tienda picó en sus mejillas cuando entró. En el momento en que la puerta se cerró a sus espaldas, fue presionada contra ella, su espalda enderezándose contra la presión. Al instante un par de manos la agarraron por la cintura y al mismo tiempo, un par de labios se cerraron sobre los suyos. Ronnie no tuvo ni un Página | 30 segundo para procesar la cadena de acontecimientos que se estaban produciendo antes de que su mente se embotara mientras su sangre abandonaba su cerebro y fluía rápidamente a través de su cuerpo, enviando una loca sensación de completo placer a cada terminación nerviosa. Sus ojos se cerraron automáticamente y sus propias manos correspondieron el toque y rozaron el pesado pecho desnudo que estaba presionado contra ella. Sintió un estremecimiento desplegarse debajo de las yemas de sus dedos e hizo que su corazón diera un golpe sordo contra sus costillas. Kale estaba besándola. No, no sólo estaba besándola, estaba consumiéndola. Estaba tocándola en todas partes y cada forma en que sus manos se sentían sobre su piel era correcta, al menos ahora mismo; y decidió ignorar al molesto ángel que todavía estaba posado en su hombro, dejando que tomara el control el maldito demonio que estaba sonriendo con satisfacción. Ronnie separó los labios y rozó con su lengua el labio inferior de Kale, lo cual causó que el gemido más jodidamente sexy saliera de su garganta. El sonido la hizo arquear la espalda, presionando sus pechos con fuerza contra el pecho de él mientras sus manos rodeaban la parte trasera de su cuello, tirando de él para acercarlo más. Las manos de Kale se deslizaron por su cuerpo hasta ahuecar su trasero, levantándola del suelo. En algún lugar en el fondo de su mente, el atisbo de un pensamiento parpadeó, diciéndole que no debería estar haciendo esto, pero en éste momento no le importaba una mierda. Él era todo manos, boca y jodido deseo crudo; y ahora mismo, esto era lo que quería. Envolvió sus piernas alrededor de su cintura, y podía sentir un grueso bulto dentro de sus vaqueros, duro contra la fina tela de sus pantalones. Oh, había pasado un tiempo jodidamente largo desde que su cuerpo sintió la invasión de un hombre y estaba temblando ante la idea de ello, la idea de él en su interior. Estrechó las piernas alrededor de su cintura, empujando sus caderas contra las de él para poder sentirlo con más intensidad. Kale maldijo entre dientes y se inclinó hacia Ronnie, liberando sus manos debajo de ella y trasladándolas a sus pechos. Su peso la estaba aplastando contra la fría puerta, pero no le importaba, le dio la bienvenida. La sensación de este hombre devorándola

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era suficiente para hacerla olvidar su nombre, mucho menos iba a acordarse del hecho de que estaba empeñada en no hacer esto. Sus manos aferraron sus pechos con tanta fuerza que iba por la línea de lo doloroso; sólo que le gustó y quería más. Gimió en su boca, cerrando los labios alrededor de su lengua y succionando con fuerza. Cuando la Página | 31 liberó, le mordió el labio inferior. Kale movió su boca hacia la garganta de ella, justo debajo de la barbilla. —Me estás matando aquí, cariño. —Respiró contra su piel, enviando punzadas calientes de placer en cascada por todo su cuerpo hasta que se establecieron en la parte baja de su estómago. No respondió; no podía. Simplemente inclinó la cabeza hacia atrás y le permitió que la hiciera delirar con su boca. Lamió y chupó su delicada piel hasta que estuvo mareada. —Sala de diseño, ahora —ordenó ella, finalmente capaz de encontrar su voz a través del grueso muro de seducción que estaba nublando su capacidad de recordar cómo hablar. *** Kale no dijo nada. En cambio, apoyó sus manos contra la puerta, una a cada lado de la cabeza de Ronnie. Se apartó de su cuello y la miró a los ojos, buscando la más mínima duda. Sabía que esta mujer reaccionaba a él, pero estaba tan seguro como el infierno de que nunca habría imaginado que lo aceptara tan fácilmente. Cuando levantó sus cejas hacia ella, esperando que su pequeña dominación flaquease, ella le sostuvo la mirada con el par más hermoso de ojos marrones que alguna vez haya visto. Cuando estuvo seguro de que no iba a saltar de sus brazos cambiando de idea, los arrojó a su alrededor y se giró hacia la habitación de diseño. Ella tomó ese pequeño desliz de tiempo mientras no estaba enfocado en su cuerpo, y lo usó para pasar sus dientes a lo largo de su hombro. Su cabello cepilló a través de su mejilla y pudo oler la dulce esencia de su champú, pero con el calor de su cuerpo alrededor de su cintura, no podía enfocarse en ninguna otra cosa que en la necesidad de llevarla al sofá. Necesitaba tocarla, saborearla. Kale hizo su camino hacia la habitación de diseño, tanteando en la oscuridad hasta golpear la esquina del sofá. Bajó a Ronnie y no dudó en deslizarse encima de ella. Su cuerpo era pequeño debajo del suyo, independientemente de su altura, y se moldeó contra el cuero negro mientras presionaba sus labios en su hombro.

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Quería desnudarla y enterrarse dentro de ella hasta que gritase su nombre y él se desmayase del placer, pero sabía que no podría; al menos no todavía. Pero hacerla gritar su nombre, eso podría hacerlo ahora mismo. La boca de Kale trazó el lado de su cuello hasta que alcanzó su oreja. —Quiero sentirte —susurró, rozándola a través del fino algodón de su pantalón. Su respiración aumentó y lo tomó como un sí. Pasó sus dedos sobre su estómago plano, deleitándose en la sensación de su cuerpo temblando bajo su tacto. Deslizó la mano debajo de la cintura de su pantalón y bajó hasta llegar a la calidez que ansiaba. Maldijo para sí mismo cuando sintió el pequeño encaje que la cubría. Tuvo una urgencia de deslizar esos malditos pantalones por sus largas piernas, así podría mirar aquel tentador material que cubría muy poco de ella, pero sabía que estaba destinado a perder el control si sus ojos estaban involucrados. Su pulgar se deslizó suavemente sobre el encaje y pudo sentir cómo de lista estaba para él. Sonrió contra su cuello, amando la forma en que su cuerpo respondía al suyo. Empujó la lencería a un lado y suavemente deslizó los dedos en su interior. Contuvo el aliento cuando instantáneamente se apretó alrededor de él. Maldición, se sentía bien. Había pasado demasiado tiempo desde que sintió el cuerpo de una mujer de esta forma. La cabeza de Ronnie cayó hacia atrás y su cuerpo se sacudió contra su mano mientras giraba los dedos, encontrando el punto exacto que parecía llevarla hasta quedar sin sentido. Permaneció allí, acariciándole con la yema de los dedos, rogándole que temblase bajo él. Pequeños y suaves gemidos se escaparon de sus labios con cada golpe. El pecho de Kale se tensó y su determinación comenzó a irse cada vez más lejos. —Necesito probarte, y necesito hacerlo ahora —dijo Kale, levantado su cabeza del cuello de Ronnie para poder mirarla a los ojos, todo el tiempo manteniendo los dedos en su lugar. Fue aún más dentro, y frotó la palma de su mano contra ella. Gimió de nuevo, sólo que no fue suave y silenciosa esta vez, y sabía que ella estaba cerca. Detuvo sus dedos, manteniendo sus ojos en ella, esperando el permiso. —Por favor —susurró. —¿Por favor qué, bebé?

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—Sí. Ahora, por favor —rogó, y le encantó la forma en que ese duro culo de mujer rogó por él. Sin perder más tiempo, retiró sus dedos y arrastró sus manos por sus piernas hasta alcanzar los tobillos. —Odio verlos irse —dijo, deslizando los tacones rojos de su pie. Página | 33 Levantó el pie hacia su boca y lamió el camino desde el interior de su talón hasta sus dedos. Ella se rió suavemente y fue un sonido dulce, uno que le gustaba mucho que hiciera, y uno que estaba seguro, no hacía a menudo. Apoyó el pie sobre el suelo e hizo lo mismo con el otro hasta que ambos talones estaban libres y deslizó los pantalones desde sus caderas. —Tal vez pueda conseguir que mantengas esos tacones para mí alguna vez —dijo con una sonrisa firmemente plantada en su rostro. Ronnie lo fulminó con la mirada, sus ojos entrecerrándose, causando que Kale se riera. —Está bien, está bien —dijo, aunque estaba malditamente seguro de que lo iba a intentar. Esos tacones eran demasiado calientes para no verlos emparejados con su desnudo cuerpo. El pensamiento casi hizo que se los pusiera de nuevo, casi, pero la necesidad de tener su boca sobre ella ganó. Tiró la tela ceñida a su cuerpo y la miró usando la luz del pasillo para ayudar a sus ojos y, joder, esas piernas eran sexy antes, pero mirándolas ahora, desnudas y hermosas, lo tenía reconsiderando su imaginación porque esto era incluso mejor que en sus pensamientos. Eran largas, delicadas y cremosas. La idea de ellas alrededor de su cuerpo otra vez vino a su mente, pero habría tiempo para eso después. Un tatuaje en el costado de su tórax se asomaba por el borde de su suéter y continuaba hacia su cadera y su muslo; deseó haberse tomado un segundo para encender las luces, así podría admirar el arte cubriendo su hermoso cuerpo. —Kale —suspiró Ronnie, causando que quitase la mirada de sus piernas. El sonido de su nombre viniendo de su boca suplicante era el más sexy que alguna vez había oído. Todo acerca de esta mujer estaba causando la imperativa necesidad de extenderse a lo largo de su cuerpo y era difícil para él mantener el ritmo, pero lo iba a hacer aún si eso lo mataba. Pasó las manos por sus piernas deteniéndose en las rodillas para separarlas, de esta manera podría situarse entre ellas. Sí, el encaje que apenas la cubría estaba logrando justamente lo que esperaba, haciendo vacilar su control. Había pasado un largo tiempo desde que había estado con una mujer; la necesidad era casi dolorosa, especialmente con la

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belleza que era Ronnie con las piernas abiertas para él. Pero no era acerca de él; su necesidad de hacerle cosas a su cuerpo y hacerla estremecerse de placer era aún más importante. Kale metió los dedos en las finas tiras que estaban cubriendo sus caderas y quitó las malditas cosas con impaciencia. La visión de su maldita cercanía lo dejó atónito. Era hermosa. Su boca estaba sobre ella al momento siguiente. Fue implacable, acariciándola con su lengua, montándola hasta que estaba a punto de llegar y luego alejándose, yendo hacia abajo para comenzar todo de nuevo. —Kale... joder... ugh, no te detengas... —Ronnie soltó las palabras como si cada una fuera un esfuerzo. Su cuerpo estaba sacudiéndose. Él sabía que la había empujado lo suficientemente lejos, y estaba muriendo porque perdiese el control bajo su boca. Deslizó un dedo en su interior, encontrando el punto exacto que sabía la enviaría al bode mientras hacia círculos con su lengua en su clítoris. Las manos de ella volaron a su cabeza y sus uñas se clavaron en el cuero cabelludo mientras temblaba contra él y gritaba. Fue el momento más perfecto que había tenido desde que se fue de la guerra. Sintiendo a esta mujer perdiéndose a sí misma con él era exactamente lo que necesitaba. *** Santa mierda... Ese fue el orgasmo más asombroso que alguna vez había experimentado. La urgencia con la que Kale la devoró fue alucinante. Era como si estuviera hambriento de ella. Brandon nunca la había tocado así. Nunca la hizo sentir que si no estuviera con ella iba a explotar. Nunca la hizo sentir como si nunca fuese a conseguir lo suficiente de ella. Seguro como la mierda que nunca gastó su tiempo en hacer girar su mundo sobre el eje. Pero Kale… Era… Hizo… Joder, él era bueno; y sólo experimentó su boca. ¿Cómo sería si hubiese usado su cuerpo, si se presionaba en el interior de ella? Lo necesitaba. El pensamiento le hizo estremecerse y un gemido salió de su boca. —Maldita sea, cariño —dijo Kale, besando el camino hasta su estómago, empujando con los manos el suéter hacia arriba—. Sigues temblando. —Se aferró a su cintura, deslizando su brazo debajo de ella, y atrayéndola hacia su pecho mientras se recostaba a su lado. Ese simple toque, ese simple movimiento hizo que su cuerpo se congelara como si estuviera cubierto por agua glacial. —No —protestó, rogando que sus miembros se descongelasen así podría alejarlo.

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—¿Qué? —La voz de Kale estaba llena de preocupación; hizo que su estómago cayera. —No me toques. Esto no es… Sólo… No. —Finalmente encontró unos músculos que parecían estar trabajando y movió su cuerpo hasta que estaba presionada en la esquina del sofá. —No entiendo. —Kale se sentó dándole el espacio que tan desesperadamente necesitaba—. Creí que lo estabas disfrutando. Pensé que esto era lo que querías. —Había un filo en su voz, uno que ella no entendió. —Yo... —¿Ronnie? —Una voz llegó desde la otra habitación. —Mierda. Jordan... —susurró Ronnie con urgencia. Kale saltó del sofá cubriendo a Ronnie con su cuerpo. Se inclinó, recogió sus ropas del suelo y se las tendió. —¿Quién es? ¿Pensé que habías cerrado la puerta? —Kale estaba firme e inmóvil frente a ella mientras rápidamente se deslizaba en sus pantalones. —Lo sé, pero es la hija del jefe. Tiene una llave. —Ronnie se puso de pie y se puso sus tacos. Los ojos de Kale bajaron y sus labios se curvaron en la esquina. —Sí, los prefiero puestos. —Cuidado, soldado. —Ronnie, ¿todavía sigues aquí? —llamó la voz de Jordan, ahora cerca de la habitación de diseño, y Ronnie estaba agradecida de que Jordan no fuera buena coordinando tiempos. —¡Sí! —Se apresuró más allá de Kale hasta el pasillo maldiciendo la luz encendida en la sala de diseño antes de acercarse a Jordan corriendo. —Ahí estas. ¿Qué estás haciendo? ¿No me escuchaste? —preguntó Jordan, retrocediendo. —Mierda Jordan, asustaste la mierda fuera de mí. Estaba re– imprimiendo mi diseño. Pensé que estarías viniendo alrededor de las 10:00. —Son las 10:00 —dijo Jordan, mirando sobre el hombro de Ronnie a lo que supuso era su recientemente excitado imitador de Capitán América. Las cejas de Jordan casi llegaron a la línea del cabello mientras miraba de Kale a Ronnie. —Estoy casi lista. —Ronnie encontró en los ojos de Jordan a un león mirando su presa. Si Jordan no se iba a la mierda ya, y soltaba lo que

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Ronnie sabía que estaba a punto de decir, entonces atacaría. No estaba de humor para esto. —Bieeen —arrastró la palabra y siguió a Ronnie de regreso a la habitación. Jordan era una de las únicas mujeres a las que Ronnie soportaba a su lado. Diablos, era la única amiga mujer que tenía para esta materia. Era un par de años más joven que Ronnie pero era tan Página | 36 jodidamente genial. No era entrometida, chismosa o quejica como la mayoría de las mujeres. Era real. Era simple; sin tatuajes, sin piercings, su cabello era rubio natural y su rostro raramente estaba cubierto con maquillaje que no fuera rímel o sus locamente largas pestañas. No necesitaba nada de esa mierda de todas formas, tenía una belleza natural. Además del hecho de que era pequeñita como su padre, nunca imaginarias que Harold, el dueño de la tienda de tatuajes, era su papá. —¿Cuánto tiempo más vas a estar? Me puse mis tacones sólo para ti y estoy lista para sacudir el culo. Además tengo a Cameron todo dispuesto, así que está listo para pasar un buen rato. —Jordan entró y plantó su trasero en una de las sillas de la habitación de Ronnie. —¿Quién es Cameron? —preguntó Kale, entrando a la habitación después de Jordan. Había un tono ligeramente territorial en su voz que hiso acelerar el corazón de Ronnie. —No es asunto tuyo —dijo cansamente Ronnie, estrechando sus ojos a Kale. ¿Quién mierda se creía para meterse en conversaciones ajenas? Sólo porque tuvieron un momento, está bien, un muy caliente y sexy momento, en la habitación de diseño, no quería decir que podía soltar preguntas cada vez que quisiera. —Mi sexy como el infierno marido, ¡ese! —gritó Jordan. Si, ella realmente gritó y Ronnie se encogió. —Recién casados —le dijo Ronnie a Kale, sintiendo la necesidad de explicar el repentino estallido de felicidad femenina de su amiga. —Ah, no digo más. —Se echó a reír y ella no pudo dejar de sonreír. Kale retomó su posición contra el sillón mientras Ronnie se ponía un par de guantes. —Pero en serio, ¿cuánto tiempo? Estoy segura que hay una fila de un kilometro de distancia para entrar al Club Zero si llegamos pasadas las 11:00 y afuera se está congelando. —Está bien Jordy, lárgate déjame terminar entonces —espetó Ronnie. Jordan se puso de pie y sonrió dulcemente a Ronnie ganándose una rodada de ojos antes de darse media vuelta y marcharse.

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—Club Zero, ¿huh? —preguntó Kale, girando su cabeza para echarlo Página | 37 un vistazo a Ronnie desde un costado. —Sep —fue la única respuesta que le dio. Quería traer a colación lo que sea que había pasado en la otra habitación. Quería saber qué estaba ocurriendo en esa loca cabeza suya. Justo cuando pensó que había roto la superficie, ella revelaba una capa completamente nueva. Ronnie no habló con él, sólo clavó una aguja en su piel, trabajó en silencio y él no la presionó tampoco. Cuando terminó, le limpió su espalda suavemente y le frotó un ungüento espeso por toda la superficie de la misma. El toque suave sobre su piel cruda, andaba en la línea del puro placer y puro infierno al mismo tiempo Kale se giró hacia ella cuando sus manos dejaron su cuerpo y la expresión ilustre que estaba tallada en su rostro era nueva, y le hizo lucir incluso más hermosa. Estaba completamente radiante de satisfacción y alegría. —Todo listo, soldado. Echa un vistazo —dijo Ronnie, tendiéndole un espejo. Kale lo levantó y así pudo ver el reflejo de su espalda en el espejo de cuerpo completo detrás de la puerta. —Guau —fue todo lo que pudo decir. —¿Jodidamente increíble huh? —Ronnie luchó contra la sonrisa que se extendía hasta el final de sus ojos. —A falta de una mejor palabra, seh. —Kale la miró a los ojos mientras cuidadosamente cubría la sección que dejó escapar. Levantó el espejo de nuevo y estudió el arte que esta mujer incrustó en su carne. Las palabras del poema que significaban tanto para Kale en tantos niveles, parecían quemarse en el interior de su piel, tratando de ser arrancadas a la superficie. Era conveniente. Era triste e inspirador, y hermosamente preocupante. Tal y como Ronnie.

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Página | 38 Traducido por Elle87 Corregido por tamis11

—Así que ¿quién era el tipo sexi? —pregunta Jordan a Ronnie al se desliza dentro del taxi. —Un soldado en permiso. Sargento de Primera Clase Emerson. —Bajó la voz unas octavas imitando el tono socarrón de la voz masculina. Cameron se volteó en su asiento al lado del conductor pasado de peso y con incipiente calvicie. —¿El Sargento Emerson? Es un tirador experto. Está en la Compañía Bravo, creo. —¿Lo conoces? —preguntó Ronnie, no sabía por qué de pronto estaba interesada en lo que tenía que decir el nuevo esposo de Jordan. —No, pero he oído de él. Líder increíble, aunque la gente lo odia o lo ama. Te dice las cosas como son sin importarle un carajo quien eres. Si estás equivocado, estás equivocado, no importaría si fueras el jodido Presidente de los Estados Unidos. También se preocupa mucho por sus hombres. Mi amigo Rodrigo estuvo en su pelotón en Hood. Eso era inesperado. Nunca hubiera adivinado que el bien vestido, sin un pelo fuera de lugar, Kale Emerson era uno de los que erizaba las plumas en su cadena de comando. El hecho de que el Capitán América de la vida real no seguía un manual como había pensado al inicio, la excitaba un poco. El taxi llegó frente al club un poco antes de las 11:00 y justo como había predicho Jordan, había una cola esperando para entrar. De ningún modo se iba a quedar Ronnie en aquella fila para entrar con el maldito clima. Maldición no. Prefería irse a casa. —Acérquese un poco más a la puerta —le dijo Ronnie al conductor. Este hizo lo que ella le indicaba y Ronnie sonrió cuando vio al bajito y fornido mejicano revisando identificaciones. —Déjenos aquí. Ronnie abrió la puerta y el frío aire nocturno la golpeó. Se agarró a la mano de Jordan y tiró de esta y de Cameron a través de la hilera de personas que los maldecían mientras llegaban al frente.

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—Vaya, Ronnie Clark. ¿Cómo andas? —El gorila le mostró una perlada sonrisa. Ronnie lo había tatuado unos meses antes después de que su mujer tuviera su primer bebé. Era uno de sus favoritos, un retrato de su esposa sosteniendo a su hijo recién nacido. —Estaría mucho mejor si saliera de este maldito frío congela culos, Página | 39 José —dijo tomando su mano mientras él la abrazaba de un costado. —Entra —le dijo con una sonrisa, dejándola pasar junto a sus amigos. —Gracias José —le gritó. —Cuando quieras. —Déjame adivinar ¿cliente tuyo? —preguntó Jordan mientras les ponían el sello del club. —Sip. Le dio un codazo a Ronnie. —Eres bastante útil ¿sabías? Ronnie rodó los ojos y fue directo hacia el bar. Después de la noche que había tenido, estaba a favor de ahogarse en una botella de autoconmiseración, preferiblemente en la forma de tequila. Ronnie se tomó uno de los tragos y luego recogió su cerveza, se encontró a Jordan sentada en uno de los taburetes del bar. —¿Dónde está Cameron? —preguntó, sentándose a su lado en la mesa que recorría el perímetro de la pista de baile. —Fue a buscar unas bebidas, también te trae una cerveza —dijo, echándole un vistazo a la que Ronnie tenía en la mano. —Bien. —Ronnie empinó la botella y terminó con su contenido en pocos tragos. La dejó sobre la mesa—. Necesito otra. —Le sonrió a Jordan, quien sacudió la cabeza. —Será una de esas noches, ¿eh? —¿Cuándo no es una de esas noches? Jordan rió. —Touché. Cameron regresó con tres cervezas y se las pasó a las chicas. Ronnie tomó un trago y luego se levantó, la sangre que corría por sus venas entumecía su cuerpo ligeramente, y sonrió burlona ante la sensación. —¿Qué estás haciendo? —Jordan soltó una risita y Cameron le acarició la nuca. —Voy a bailar —dijo Ronnie y se fue a pasear a la pista de baile. La música era una mezcla de remixes de tecno pop y rap. No le importaba lo que pusieran mientras no parara. Perderse en la música era lo

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segundo para Ronnie después de perderse en su arte; la transportaba a algún sitio donde no tenía que pensar en nada. Añade licor a la ecuación y estaba lista. Su cuerpo se movió con el ritmo y dejó que su mente se escapara. Se deshizo de los pensamientos conflictivos que tenía sobre Kale y lo que le había dejado hacerle en el cuarto de diseño, y todos los pensamientos Página | 40 sobre dejarlo hacer de nuevo. Sólo se movió. Era catártico. Después de un par de canciones, el cabello se le pegaba en la nuca y los puentes de sus pies comenzaron a gritar, pero no le importó un carajo. —Pero bueno, hola —dijo Jordan, deslizándose junto a Ronnie. Ronnie giró para enfrentarla. —Hola a ti. Intentó retener la risa que pugnaba por escapársele cuando vio a un tipo que no lucía mal, pero un poco escuálido, intentando bailar detrás de Jordan. El tipo siguió acercándose y justo antes de coger la cintura de Jordan para bailar con ella, Ronnie tomó su mano y tiró de ella. —¿Ves un cartel de ―toma uno‖ pegado en su trasero? No lo creo. Pídela bailar a una mujer antes de poner tus manos sobre ella. Y no, no quiere bailar contigo. —Las palabras salieron de la boca de Ronnie, azotando al chico y dejándolo con el rostro colorado mientras se escurría fuera de la pista. Jordan rió. —Ves, por esto es por lo que a Cameron nunca le importa si salgo contigo. Demonios, creo que los chicos te temen más a ti que a él. —Malditos soldados —ladró. —¿Cómo sabes que era un soldado? —Tenía un tatuaje de infantería en uno de sus antebrazos. —Que te dejen a ti lo de escoger tatuajes. Ronnie solo sonrió. Después de despedir a otro par de idiotas que intentaron bailar con ella y Jordan, agarró a Jordy por la mano y salió de la pista. —¿Estos tipos se enteran de nada? ¿Es que no nos pueden dejar jodidamente solas? La madre que los parió. —Se desplomó en la silla del bar junto a Cameron, que sostenía el fuerte. Él se rió y tiró de Jordan hacia su regazo. —¿Puedes decir más ―joder‖ en una oración? —Sí que puedo, joder —soltó Ronnie antes de beber de su ahora caliente cerveza—. Voy por otro trago, ¿quieren algo? —Nop, estoy bien —dijo Jordan, agarrando la mano de Cameron y

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tirando de él hacia la pista de baile. Ronnie se rió. Jordy básicamente estaba teniendo sexo con Cameron ahí mismo sobre la pista. Ella realmente quería a esa chica. Se abrió paso hacia el bar soltando unas cuantas miradas de ―vete al demonio‖ a unos tipos babosos cuando pasó por su lados. Por suerte, Página | 41 una imponente pelirroja se puso de pie justo cuando alcanzó el bar. —¿Puedo robarte el asiento? —preguntó Ronnie a la mujer. —Es todo tuyo —dijo esta antes de marcharse. Gracias a Dios, porque los pies de Ronnie necesitaban un intermedio. —¿Cuál es tu veneno? —dijo una voz cerca de su oído, haciendo que su piel ya caliente se pusiera más pegajosa por el calor de ese aliento. Se volvió en su silla para ver al muy sexy Sargento de Primera Clase Emerson de pie tras ella, con una desaliñada sonrisa en el rostro. Llevaba los mismos descoloridos vaqueros que antes, pero se había cambiado la camisa a una ceñida de color negro y llevaba las mangas recogidas hasta los codos. Era todo un niño bonito. Se obligó a apartar los ojos de él para evitar seguir mirando a su pecho y el modo en que las malditas camisas se apretaban sobre él. — Tequila. —Dos tequilas —le dijo a la chica del bar que llevaba un top de tubo y un par de vaqueros que estaban desafortunadamente cerca de mostrar sus partes femeninas. Ella sonrió, muy feliz de atenderlo. Se inclinó seductoramente sobre la barra y deslizó los dos tragos hacia Kale. —Aquí tienes —le guiñó un ojo. —¿En serio? —resolló Ronnie, alzando una ceja a la cantinera antes de agarrar su trago y tomárselo de una vez. La chica miró de Ronnie a Kale (quien probablemente en ese mismo momento estaba cogiéndose a Ronnie en su cabeza por el modo en que la miraba) antes de hacerle pucheros al próximo cliente. —¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Ronnie, quitándole el papel a su botella de cerveza. —Resulta, que este tatuaje que tengo en la espalda arde como el infierno, imaginaba que tomando algo adormecería el dolor. —Se inclinó hacia ella—. Además, la idea de verte bailar tuvo su parte de persuasión. Un escalofrío lascivo recorrió la espalda de Ronnie y ella esperó que Kale no lo notara. —Entonces qué, ¿ahora quieres hablar? —Hablar, no hablar, no me interesa —dijo él, moviendo su mano para llamar la atención de la cantinera y que le trajera otra ronda. Genial,

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Ronnie tendría que presenciar a la descerebrada hacer el ridículo nuevamente. Kale se acercó a ella lenta y deliberadamente. Podía sentirlo contra su lado. —Baila conmigo. —No voy a bailar contigo. —Baila conmigo —repitió, ofreciéndole la mano. —Mira soldado, no sé quién demonios te crees que eres, pero no puedes darme órdenes. Él se inclinó y recorrió con su nariz el lado de su cuello, eso la hizo enderezarse. —Bueno, desde ya estoy encontrando bastante difícil el no empujarte sobre esta barra y poner mi boca sobre tu cuerpo; me estás tentando y puede que lo haga. Así que, o bailas conmigo y me dejas intentar sacar de mi cabeza esa imagen tuya retorciéndote bajo mi cuerpo, o puedes marcharte conmigo ahora y reproducir esa imagen en tiempo real. La anterior mente clara de Ronnie comenzó a nadar en el recuerdo del cuerpo masculino aplastándola contra la puerta, besándola con impaciencia, y su cuerpo presionándola contra el sofá, luego su boca, su maldita boca sobre ella… demonios. —¿Y piensas que solo me iré contigo? ¿Por qué? —preguntó, tirando de su mente hacia el presente donde Kale se recostaba peligrosamente cerca. Podía oler el ligero aroma del jabón sobre su piel. —Porque sé que disfrutaste esa probadita de mí que tuviste en la tienda, y Dios sabe que yo disfruté probándote —sonrió con satisfacción—. Y porque puedo verlo ahora en tus ojos. Baila conmigo. La camarera deslizó los tragos frente a ellos, afortunadamente sin intentar coquetear, y Ronnie, una vez más, bebió el trago de una, dejando que el suave líquido recorriera su garganta. Se levantó y agarró su mano, ocasionando que ese jodido hoyuelo en la mejilla se hundiera más. —Mejor haces que no me arrepienta de eso —le dijo, guiándolo hacia la pista de baile. Al segundo de pisar la pista, Kale tiró de su mano, dándole vueltas hasta que estuvo contra él. Deslizó las manos por sus brazos y se aferró a su cintura. Sus manos llegaron a sus caderas y la sostuvieron temiendo que echara a correr. Deslizó un grueso muslo entre los de ella y comenzaron a moverse con la música. Ella no iba a mentir y pretender que no la estaba excitando con

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cada toque, pero sí iba a pretender frente a Kale… absolutamente. Ya era un engreído en el modo de mirarla, no necesitaba alimentarlo mucho más; pero demonios, sus manos se sentían bien sobre su cuerpo. Tuvo que refrenar su estremecimiento cuando él recorrió su espalda con una mano y agarró su nuca. No se atrevía a mirarlo porque estaba segura de que los ojos Página | 43 ―jódeme‖ estarían devolviéndole la mirada, y estaba replanteándose su voluntad para decir no. Entonces tenía que recorrer el cabello en la base de su cuello para tirar de él hacia atrás… maldición. Por supuesto, a eso siguió que él se inclinara y recorriera su cuello desde la clavícula hasta su barbilla. Ella gimió, maldita fuera si gimió. Sintió los labios de Kale tensarse en una sonrisa sobre su piel. —¿Te gusta mi boca en tu cuerpo? —susurró contra su piel, y aun cuando el calor de los cuerpos apelotonados que la rodeaban y el sudor bajando por su espalda, tuvo escalofríos. Kale la hizo girar de modo que su espalda quedara contra su pecho, envolviendo los brazos sobre su estómago. La abrazó con fuerza y deslizó sus dedos peligrosamente por su estómago. Ronnie también podía jugar este juego. Se quitó el pelo de la nuca y giró las caderas, presionando su trasero contra la ingle masculina moviéndose al compás de la música. Sintió su cuerpo elevarse contra la parte baja de su espalda y sonrió. *** Esta mujer era buena, sabía exactamente lo que le estaba haciendo y le gustaba. Quería presionarla, quería que deseara esto. Rayos, después del modo en que habían terminado las cosas en el cuarto de diseño, estaba contento de que lo dejara tocarla. Kale tomó la oportunidad que estaba frente a él y se inclinó hacia adelante. Presionó la boca en la nuca de Ronnie, haciéndola sacudirse contra él. Sonrió nuevamente, amando cuán fácilmente la afectaba, entonces deslizó su lengua y lamió la humedad que se acumulaba bajo la línea del cabello. Un espasmo recorrió a Ronnie y Kale tensó las manos en su estómago para mantenerla quieta. —Sabía que te gustaba mi lengua sobre ti —le susurró al oído. Ella se dio vuelta para enfrentarlo y poner las manos sobre su pecho.

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—¿Alguna vez dije que no me gustaba? —lo retó, y Kale aceptó gustoso. Enterró su nariz en la curva de su hombro y ella inclinó la cabeza, ofreciéndole un mejor acceso. Él sorbió su piel y la rozó con los dientes, pellizcando su hombro. Sabía muy bien —dulce y caliente. —Oye Ronnie, uh, siento interrumpir —la chica de antes, Jordan, estaba de pie detrás de Ronnie intentando suprimir una sonrisa burlona Página | 44 mientras miraba a Kale. Seh, esta chica seguro que tenía un modo de interrumpirlo—, pero tenemos que irnos. Ronnie se soltó de los brazos de Kale y volteó hacia su amiga. — ¿Qué? ¿Qué sucede? —Camero ha bebido demasiado esta noche. No debía haberlo emborrachado antes de dejar la casa, pero sabes cómo odia bailar… —Jordan… —dijo Ronnie, deteniéndola. —Es un desastre, tropezando con todo, y acabó derramando su cerveza sobre uno de los gorilas. Lo echaron, lo tienen al frente. Lo siento, pero tenemos que irnos. —Está bien, te veo afuera; tengo que pagar mi cuenta. —Ronnie giró y salió de la pista, Kale se apuró detrás de ella. —Puedo llevarte a casa —dijo, parándose a su lado. Ella le envió una mirada maliciosa y sacudió la cabeza. —No. De acuerdo, no iba a presionar su suerte con esa. —¿Tienes una cita para mañana en San Valentín? —preguntó mientras llegaban al bar. Ronnie entrecerró los ojos y rió. —Rayos no. —¿Qué? —Kale no entendía qué era tan gracioso para ella. —San Valentín es una broma, odio ese día. —¿Odias el Día de San Valentín? ¿No se supone que esa sea la festividad favorita de una mujer? —¿Te parezco la típica mujer? —preguntó. No, definitivamente no era como la mayoría de las mujeres, y eso era exactamente le gustaba de ella—. Odio todo al respecto —dijo—, los caramelos, las tarjetas, las flores y los jodidos globos. Oh, y el chocolate. Ni siquiera me hagas empezar a hablar del chocolate. ¿Quién arruina una perfecta pieza de chocolate poniendo dentro una baba con sabor de frutas artificiales? No, la única cita que tendré es con mi sofá, cervezas y Freddie Krueger2.

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Freddie Krueger es un personaje de películas de terror de origen norteamericano.

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—Vamos. ¿Qué daño puede hacer una pequeña cita? —Kale tiró de su sonrisa de por favor y le entregó a la cantinera un billete de cincuenta mientras ella venía con el recibo de Ronnie. Los ojos de Ronnie desaparecieron bajo sus pestañas, con una mirada penetrante, mientras arrancaba la cuenta de las manos de la Página | 45 mujer y la empujó contra el pecho de Kale. —Quería pagar por… —No tengo citas y eso incluye tú pagando mi cuenta —dijo Ronnie, entregándole su tarjeta de crédito a la chica. Kale la miró, esperando su explicación. Nunca conoció a una mujer que rechazara bebidas gratis. —Estoy harta de esa mierda. Estoy harta de las citas y las relaciones y todo lo que viene con ellas —dijo. El teléfono de Ronnie se encendió en su bolso y ella lo sacó, llevándoselo al oído—. Jordan, me estoy apurando — dijo mientras respondía—. ¿Qué...? ¿Me estás jodiendo?... Jordan, está bien, no me pagarás el taxi… no, no lo harás, yo lo tengo… seh… está bien, adiós. —¿Qué fue eso? —preguntó finalmente Kale cuando Ronnie dejó el teléfono. —El idiota de Cameron estaba hablando mierda y el club amenazó con llamar a la policía, así que se fueron. —¿Te dejaron aquí? —Kale apretó la mandíbula mientras intentaba no enojarse, pero ¿quién demonios deja sola a una mujer en un club? Ese idiota debía tener más cuidado con las mujeres con las que está antes de emborracharse por completo. Las manos de Kale se apretaron en puños solo de pensarlo. —No es la gran cosa. Soy una chica grande. Puedo conseguir mi propio taxi. —Ronnie firmaba su recibo, así que Kale no podía verle los ojos y decir si estaba enojada o no con sus amigos dejándola tirada. Aunque lo molestaba, no pensó que eso fastidiara mucho a Ronnie. —Te voy a llevar a casa —le dijo, sin espacio para la discusión. —No lo harás. Mierda, ¿qué es lo que pasa contigo y la idea de que puedes darme órdenes? No soy uno de tus soldados que se van a poner en atención y decir ―sí, señor‖. —Dio media vuelta y se dirigió al frente del club. Kale la siguió de cerca, intentando decidir si debía o no alcanzarla. Ella tenía los cambios de humor de una mujer diagnosticada con trastorno bipolar que había perdido los estribos, y ya que le tenía mucho cariño a sus extremidades, se decidió en contra. Finalmente se detuvo a su alrededor cuando ella alcanzó la puerta.

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—Mira, no estoy intentando darte órdenes… y entiendo que te manejas a ti misma, pero me gustaría asegurarme de que llegas bien a casa. ¿Eso es mucho pedir? —Kale sabía que probablemente la estaba presionando demasiado, especialmente porque no podía ver su rostro; pero nunca dejaba a una mujer sola en la noche y no iba a empezar ahora. No le importaba si tenía que seguir al maldito taxi para asegurarse Página | 46 de que ella llegaba bien, lo haría. —En serio eres el mayor dolor en el culo ¿lo sabías? —dijo Ronnie, estrellando su mano contra el pecho de Kale para apoyarse mientras se quitaba los tacones. —Podría decir lo mismo de ti —dijo Kale mirándola fijamente. Ella se recostó hacia atrás sosteniendo los tacones en una mano y entrecerrando los ojos hacia él. —Iremos a por el jodido coche. No voy a caminar por el estacionamiento descalza y los pies me están matando. Kale intentó no sonreír, sabiendo muy bien que eso la molestaría, pero era una causa perdida. Parecía que esta mujer la estuviera pasando mal para decirle que no.

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Página | 47 Traducido por Jo & Annabelle Corregido por Juli_Arg & Violet~

Luz entraba desde la ventana a la habitación de Ronnie y a pesar de que no era un día particularmente soleado, la claridad cubría el espacio en un tenue brillo blanco que irritantemente causó que los ojos de Ronnie se abrieran. Se quedó en su cama y miró el techo rogando que su mente se cerrara y que unas pocas nubes en el cielo se formaran para que pudiera obtener otra hora o más de sueño. Una vez que fue evidente que esa particular opción estaba fuera de cuestión, Ronnie alcanzó la mesita de noche y tomó su teléfono. Eran sólo las nueve de la mañana y odiaba salir de la cama antes de al menos las 10:00 los domingos, pero parecía como si hoy fuera a hacer una excepción. Rodó fuera de la cama y sus muslos se sintieron tensos, recordándole instantáneamente su continuo baile la noche anterior. Su mente vagó a la manera en que las grandes manos de Kale se estiraban por su estómago mientras lentamente bajaban, estirándose de cadera a cadera hasta que la punta de sus dedos tocaba justo arriba del punto donde ella anhelaba ser tocada de nuevo. Luego pensó en su maldita boca. Era pecaminoso cuan buena era. Sus labios eran perfectos; su labio superior tenía un puntiagudo arco de Cupido y el inferior era tan sólo lo suficientemente lleno para un hombre. Y joder, él sabía cómo usarlos. La manera en que los pasaba por su cuerpo y la manera en que se sentían contra los suyos era lo suficiente como para hacer que el dolor entre sus piernas palpitara con el recuerdo. Maldición, ese hombre era frustrante—en más maneras que sólo una. Él sabía justo como empujarla también, y por sólo conocerlo de hace unos días eso era decir mucho. Ronnie no conseguía que sus plumas se agitaran muy seguido, requería una fuerte personalidad hacer eso y Kale claramente la tenía perfeccionada. La manera en que la miraba era algo completamente nuevo para ella. Estaba acostumbrada a tener hombres mirándola como si estuvieran seleccionando su corte de carne, pero Kale no lo hacía. Él todavía la

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miraba como si estuviera muerto de hambre, pero no la hacía sentir como un juguete sexual caminante. Era como si la valorara con sus ojos, como si estuviera mirándola para implantarla en su memoria. Era caliente, y era aterrador. Gracias a Dios, no pidió entrar cuando la vino a dejar la noche anterior. Estaba caminando en una fina línea con él y junta eso con lo que Página | 48 corría por sus venas y no estaba segura si hubiera despertado sola esta mañana —con ropa si ese era el asunto— si el hubiera preguntado. Llegó hasta su baño, deteniéndose cada pocos pasos para estirar sus piernas. La ducha la llamaba como una sirena y sus tensos músculos se flexionaron debajo de su piel con anticipación por el agua que golpeaba. Para el momento en que entró a la ducha, su baño se había vuelto un hirviente sauna, el agua lo suficientemente caliente para bullir su sangre. Apoyó su frente contra el húmedo azulejo y dejó que el agua caliente chocara contra ella. Usó este tiempo para enterrar el pensamiento de Kale lejos. El agua golpeó su espalda y cayó por su cuerpo y joder, se sentía bien, podría quedarse todo el día allí. Luego de que toda el agua caliente se hubiera ido, Ronnie salió sólo deslizándose de vuelta en su pijama. Se puso su par favorito de abultados, grises y agujereados pantalones y se metió una camiseta que había excedido su esperanza de vida, pero ella no podía soportar botarla. Sí, era una de las viejas camisetas de Brandon, pero era grande y cómoda y suave. Estaba tan usada que básicamente se podía ver a través del algodón que era tan delgado. Mientras cepillaba su cabello mojado, su teléfono se iluminó con una llamada entrante. —¿Hola? —contestó, sentada en el borde de su cama. —Finalmente respondiste tu teléfono. ¿Qué en el mundo has estado haciendo? He estado llamándote como por,una hora. —Estaba tomando una ducha. —¿Por una hora? —Prácticamente. ¿Qué necesitas, Jordan? —Nada. Sólo quería asegurarme de que llegaste a casa bien —dijo Jordan. —Sí, no gracias a Cameron —bufó Ronnie. No le importaba realmente una mierda que Jordan y Cameron se fueran sin ella. No era la primera vez que había tenido que arreglarse su ida a casa desde un bar, pero la molestaba un poco que Cameron se hubiera jodido así para empezar. Ronnie estaba dispuesta a pasar un buen momento, pero hay

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una línea que necesita ser dibujada en algún punto, y él la había pasado y estaba viniendo por una segunda vuelta. —Siento eso. Él estaba siendo un idiota, soltando su boca a uno de los chicos que intentaron bailar con nosotros. —¿Es por eso que amenazaron con llamar a la policía? —Sí, estaba esperándote junto a la puerta del club y ¿conoces a ese tipo grande que usaba la camiseta verde? Bueno, él caminó y se me insinuó otra vez mientras Cameron esperaba en el taxi. Cameron lo vio y salió con las armas en fuego. —Bueno maldición, ahora estoy molesta por haberme perdido eso — dijo Ronnie riendo, su ánimo cambiando cuando supo que la razón que se fueron en un apuro fue porque Cameron defendió a su mujer. Jordan rió con ella. —Sí, fue bastante caliente ver a mi hombre ponerse todo protector y territorial, pero aún así no obtuvo nada de sexo ebrio. —Mírate parándote por tu terreno. Estoy tan orgullosa. —Sí, y no fue una tarea fácil —rió ella—. Bien, así que lo que quiero saber es ¿qué infiernos hacía el chico tatuaje en el club… bailando contigo? —preguntó Jordan, cambiando el tema. Ronnie puso sus ojos en blanco y cayó hacia atrás en su cama. — Estaba acosándome. Él sabía que iba a ir allí —dijo inexpresivamente. —Bueno no parecía como si te importara mucho. —Jódete, Jordan. Jordan rodó con una risa muy aguda. —Bueno, así que ahora realmente sé que no te importa. ¿Y qué, sólo viene al club y se pone acaparador contigo y tú lo dejas? Eso no suena como tú Ronnie, a menos… —A menos que nada —interrumpió Ronnie. —… a menos que ya hayas jugueteado con él. Lo has hecho ¿no? ¿En el salón de diseños? ¡Sabía que actuabas extraño! —Fue un error, no llegó muy lejos de todas maneras —dijo Ronnie, forzándose a no dejar que su mente volviera allá de nuevo. —¿Por qué? Es hermoso, Ronnie. Sé que no es el típico bruto que pareces buscar. Y qué si no está tatuado de pies a cabeza y no se ve como si perteneciera en un traje naranjo. Se ve como un chico realmente agradable, podrías usar uno para un cambio. —Su voz era acusadora y rebosante de repulsión. Jordan y Ronnie no estaban exactamente de acuerdo cuando se trataba de su gusto en hombres.

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—Nunca dije que no fuera un chico agradable. Pero tienes razón, es un niño lindo, completamente no mi tipo, y es un soldado. No voy a ir por ese camino de nuevo. —No todos los soldados son mentirosos y traicioneros imbéciles como Brandon —dijo Jordan, ni siquiera intentando esconder el veneno en su voz Página | 50 por cómo se sentía sobre Brandon. —Ninguna mierda Jordan, pero los soldados también siempre se están yendo. No importa una mierda de todas formas. —Ronnie empujó las palabras hacia afuera entre sus dientes esperando que Jordan supiera no empujar más el tema. —Lo que digas —dijo Jordan molesta—. Bueno, voy a salir de aquí. Cameron me va a sacar así que necesito arreglarme, ¿te veo mañana en la mañana? —Síp, te veo mañana. —Está bien. Feliz día de San Valentín —dijo ella en una voz cantadita. —Jodidamente mátame —replicó Ronnie, poniendo sus ojos en blanco y sacudiendo su cabeza. Jordan sólo rió antes de que colgara el teléfono. Ronnie se sentó en su cama y miró alrededor de su habitación. Tenía un montón de ropa que lavar y probablemente no dolería pasar la aspiradora, pero joder. Su cocina estaba limpia como siempre, y gracias a la falta de órganos reproductivos masculinos que usaban su baño esos días, estos estaban también limpios. Podía retrasar lavar la ropa por otro día o más. Sip, no iba a hacer una mierda hoy. Este era el único día que Ronnie se quedaba en un completo y total encierro. Cerraba el colorido mundo exterior que se hallaba efusivo con amor y romance y flechas de Cupido, y se plantaba firmemente en frente de la TV envuelta en su manta. Ronnie no era una de esas mujeres que odiaban el día de San Valentín porque era tan deprimente y sólo le recordaba que estaba sola y que no tenía a nadie que la sacara o le comprara regalos o le trajera flores. No, a ella nunca le había importado una mierda ninguna de esas cosas para comenzar. Nunca se preocupó particularmente del día de San Valentín. No era nunca algo que ella insistía en participar. Pero ahora lo detestaba. Era un montón de basura. Es una excusa para que las mujeres se quejen y sean consentidas y sacudan sus pestañas por regalos brillantes en la esperanzada forma de diamantes. Es una excusa para que los hombres tuvieran una apertura para el sexo, y todo ese exagerado, forzado, sentimental romance es enfermizo. ¿Qué, sólo porque es cierto día eso significa que las máscaras caen y los hombres son de pronto

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considerados y románticos? Basura. Si no lo fueron los otros 364 días del año entonces odio decírtelo, no son sinceros y probablemente lo odian tanto como Ronnie lo hacía. La mayor parte del tiempo, a las mujeres se les regalaba un obsequio proverbial en forma de romance que estaba en vuelto en un lazo perfumado rosa, atado con una cinta que va a arder como un hijo de puta cuando lo sacas, y entonces estarían todas tristes y Página | 51 decepcionadas cuando no fuera lo que ellas esperaban. Era algo gracioso, y también era algo con lo que Ronnie no quería tener nada que ver. Era la hora del almuerzo y Ronnie había ordenado un par de pizzas. Puso Pesadilla en la Calle Elm y agarró una cerveza del refrigerador. Sin jugar, era mediodía. Ronnie apoyó sus pies en el otomano de cuero en frente de su sillón exponiendo sus uñas del pie frescas pintadas rojo vino y abrió una bolsa de Reese‘s minis. Eso es otra cosa que ella odiaba sobre San Valentín, las jodidas desapariciones en los abastecimientos de los dulces en un ritmo alarmante. Tuvo que parar en tres tiendas CVS el otro día para encontrar una sola bolsa. Ama jodidamente a los buitres. Justo estaba concentrándose en la película, llenando su boca con chocolate relleno de mantequilla de maní —ahora esa era una cosa que a ella le gustaba con su chocolate— y bebiendo su segunda cerveza cuando el timbre de la puerta sonó. Se levantó del sillón y fue a la cocina por su cartera. —Ya era hora —dijo mientras rebuscaba en su cartera por su billetera—. ¡Te estabas demorando bastante, unos pocos minutos más y hubiera sido gratis! ¡Es mejor que esté caliente! —gritó, caminando a la puerta delantera. Abrió la puerta preparada para darle al chico de la pizza un reclamo cuando su mandíbula cayó y su corazón martilleó tan duro contra sus costillas que quitó el aliento de sus pulmones. ¿Qué mierda hacía aquí él? Recostado contra el marco de su puerta viéndose como si hubiera salido de un aviso de American Eagle, estaba Kale. Estaba usando suficientes malditas capas para quedarse caliente en una maldita tormenta de nieve, pero se veía sorprendentemente bien. Tenía una camiseta de mangas largas roja bajo una sudadera con capucha gris y encima un blazer naval. Era casual, mierda ella ni siquiera sabía… ¿sexy tal vez? Sí eso básicamente lo resumía. Y esa maldita sonrisa ladeada estaba en su lugar, hoyuelo y todo protuberante en su rostro desaliñado. —Estará caliente, lo prometo —dijo, dando un paso dentro de su casa.

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—Kale. —Feliz día de San Valentín, Ronnie. —Le sonrió y ella quería maldecir el gran poder en el mundo que pensó que sería cómico que su mente quisiera lanzarle la puerta en la cara a este soldado pero que con el simple giro de sus perfectamente hechos labios, sus hormonas quisieran lanzar su Página | 52 cuerpo hacia él en su lugar. —No me gusta el día de San Valentín, te lo dije —le discutió, todavía molesta de que con cada centímetro que se acercara a ella, su cuerpo la traicionara aún más. —Sí, lo recuerdo —dijo inexpresivamente, como si no le importara o no fuera un asunto—. Todavía no lo entiendo, sin embargo. —Esta vez cuando habló su mandíbula se flexionó con la tensión de reprimir una sonrisa. —No necesitas entenderlo. —Sígueme la corriente —dijo él, finalmente permitiendo que sus labios se extendieran en esa sonrisa que deja caer las bragas, la que era partes iguales de juego y determinación. La hizo instantáneamente pensar en la manera en que él sonreía cuando la desvistió… Ella pestañeó con fuerza y volvió al presente. —El día de San Valentín es para románticos sin esperanza e idiotas patéticos. Es para gente queriendo todos los corazones proverbiales y flores de amor. Es falso y es basura. —No estoy de acuerdo. Ella cruzó sus brazos sobre su pecho. —De alguna manera eso no me sorprende. —Es un día que está dedicado a ese sentimiento que tienes cuando estas alrededor de ese alguien especial —dijo, dando un paso infinitesimal hacia ella—. Es un día donde puedes dejar todas las cosas a un lado y sólo sentir. No tiene que ser sobre flores o joyas o amor. Puede ser sólo sobre dos personas. —¿Y tú crees que necesita haber un día específico para eso? Ves, es una excusa. Kale bufó una baja y sensual risa que hizo que los interiores de Ronnie temblaran. —No, no creo que necesite haber un día específico para estar con alguien. Ronnie suspiró y sacudió su cabeza levemente mientras estaba de pie en frente de la puerta, bloqueando a Kale la entrada. —¿Qué infiernos quieres, Kale? —Estaba irritada y más que molesta.

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—A ti. —Eso fue todo lo que dijo antes de que cerrara el pequeño espacio de distancia entre ellos, deslizó su mano alrededor de su cuello y suavemente la atrajo a sus brazos. —Kale —comenzó Ronnie mientras sus labios inmediatamente encontraban su camino a su cuello. —¿Sí? —Él respiró contra su piel. La calidez de su respiración viajó todo el camino por su cuello y se posó agradable y cómodamente en el punto justo entre sus muslos. Ronnie se alejó de él un poco, sus músculos protestando— tensándose mientras su cuerpo vacilaba involuntariamente. Él inclinó su cabeza a un lado para mirarla, sus ojos azules poniéndose peligrosamente oscuros. Eran ojos que tenían el potencial de cegarla en sus desastrosos deseos, aún así era irónicamente encantador—lo que lo hacía aún más equivocado. —No podemos… —Ronnie, deja de pensar. Sólo siente. —Él caminó hacia adelante con ella todavía envuelta firmemente en sus brazos. Pateó la puerta cerrada con su pie y levantó el borde de la camiseta de Ronnie. Sus brazos se levantaron involuntariamente y él sacó la camiseta por la cabeza de Ronnie antes de que ella siquiera se diera cuenta de lo que estaba haciendo. —Maldición, eres hermosa —dijo él, sus ojos vagando sobre sus pechos desnudos. Ronnie olvidó que ni siquiera usaba un sostén. Él sacó una mano de la parte baja de su espalda y la levantó a su pecho, suavemente trazando su ya tenso pezón con su pulgar. Ella resistió la necesidad de dejar caer su cabeza hacia atrás y arquear sus pechos dentro de sus manos. No iba a ir allí con él, no podía. Pero entonces su mano dejó su pecho y se envolvió en la parte trasera de su cuello de nuevo, ella instantáneamente extrañó el sentir su gran mano palmeando su piel. Kale inclinó el cuello de ella hacia atrás y se agachó para apoyar su frente contra la de ella. —Te dije que dejaras de pensar —dijo él, y con su boca tan jodidamente cerca a la de ella hacía fácil que su mente finalmente dejara de pensar porque de pronto se volvió nublada con la necesidad de probarlo—. Puedo decir que quieres esto tanto como yo. No he sido capaz de sacarte de mi cabeza desde que te tuve en ese sofá. Y eso fue todo lo que tomó para que ella se levantara en la punta de sus dedos y lo besara. Sus labios se conectaron con la de él, suya dura y voraz. Un gemido vibró contra sus labios desde Kale mientras él acercaba su cuerpo más al suyo.

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Las manos de Ronnie ya se movían. Las deslizó dentro de su capucha y la empujó, junto con el blazer, por sus hombros. Él quitó sus manos de su cuerpo sólo lo suficiente para dejarlos caer al suelo. ¿Qué tenía este hombre que la tenía lanzando su precaución por la ventana y permitiéndose a si misma ser elevada en esa ráfaga? Iba más allá de su entendimiento, y en este momento en particular, no le Página | 54 importaba. Sus labios se movieron rápido contra los suyos. Era como si finalmente, hubiese desabrochado el cinturón de castidad que había apretado alrededor de su mente. Ya no podía negarle a su cuerpo lo que quería. No había tenido sexo sin compromiso desde, bueno nunca, y el único placer que había tenido últimamente provenía del interior de la gaveta en su mesita de noche. Con sólo pensar en tenerlo dentro, la hacía gotear de necesidad. —Diablos, cariño —suspiró Kale contra sus labios, mientras ella movía su lengua lentamente contra la suya. La estaba guiando cada vez mas dentro de la casa, y se dio cuenta de que él no sabía a donde se dirigía, pero de pronto, le costaba demasiado trabajo remover su boca de la suya como para indicarle. Había abierto una caja de Pandora. El timbre sonó, aparentemente, su pizza había llegado, y tarde. Los ojos de Kale se elevaron hasta la puerta. —A la habitación —dijo finalmente, otra vez atrayendo su atención a ella mientras se tropezaba de espaldas hasta la habitación. Asintió en dirección al pasillo. —Sí, señora. —La voz de Kale era rasposa y en su rostro se encontraba una sonrisa perversa, sus ojos brillaban con un hambre imperativa y un poco de victoria. Su boca se levantó aún más, y la tomó por debajo de su trasero para elevarla por encima de su hombro. Ronnie dejó salir un chillido de sorpresa, y quiso arrancar sus propias jodidas cuerdas vocales cuando escuchó el ridículo sonido que escapó de su garganta. Kale se rió, haciéndolo aún peor. —¡¿Qué demonios, Emerson?! —Te gustó —él acusó, con lo que ella imaginó era una sonrisa arrogante en su rostro. Kale palmeó su trasero encima de su hombro, haciéndola sobresaltarse. Demonios, cómo le gustó. Tan pronto como Kale estuvo en su habitación, la lanzó sobre la cama, causando que su cuerpo rebotara sobre el colchón. —Por favor, no te preocupes en ser delicado —siseó.

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—No te preocupes, cariño. No planeo serlo. Ronnie tragó con fuerza, con su mente y cuerpo jugando a jalar la soga con su conciencia, pero al oír a Kale decir cosas como esa, su cuerpo comenzó a tomar la iniciativa. Ronnie se apoyó en sus codos e intentó entrecerrar sus ojos hacia Página | 55 Kale, pero no tuvo sentido. Él ya se comenzaba a quitar la camisa, así que sus ojos perdieron las intenciones anteriores, y ahora se encontraban completamente enfocados en su pecho desnudo. Se quitó sus vaqueros y Ronnie dejó de respirar al ver la erección presionando contra sus calzoncillos. Se recostó de nuevo en la cama, y no pudo evitar la sonrisa que tomó la mayor parte de sus mejillas. —¿Te gusta lo que ves? —Kale permitió que su sonrisa jugara con las palabras. Um, demonios que le gustaba. Sus muslos eran gruesos, su cintura estrecha, y su pecho amplio. Definitivamente hermoso. Aunque, Ronnie no dijo nada. Admitirle que le gustaba lo que veía era casi como admitirle que lo había deseado desde la primera noche en que lo conoció. Y no había manera en el infierno que eso sucedería. Kale simplemente se rió, fue una risa baja y sexy, casi como si fuera intencional. Se dobló para quitarse sus bóxers y con un sólo movimiento grácil, se deslizó entre sus piernas. —Sube las caderas —dijo, tomando la pretina de su pantalón junto con las inoportunas pantis de algodón que se había puesto hoy, no era como si hubiese anticipado desnudarse con nadie, por el amor de Dios. Hizo lo que le pidió y con facilidad, él deslizó los pantalones fuera de sus piernas. Ronnie se encontraba desparramada en la cama, completamente desnuda, y con este irritantemente sexy hombre arrodillándose entre sus piernas. La sangre comenzó a circular caliente entre sus venas, rondando su cuerpo, y arremolinando su calor más debajo del estómago. Lo vio cuando Kale bajó la mirada, tomó en su mano su impresionante longitud y enrolló un condón sobre su dura carne. Se inclinó entre sus piernas, con todo su cuerpo fundiéndose con el de ella. El tono juguetón en sus ojos ahora se encontraba oscurecido con una cruda, sexy y poderosa intensidad, y ella pudo ver como el Sargento en Primera Clase tomaba posesión. Su cabeza se inclinó hasta los hombros de Ronnie, besando y chupando la sensible piel. Su olor era embriagar, un ligero aroma a bosque que hacía que se sintiera un poco mareada de manera en que sólo quería ser arropada por su esencia. Inclino su nariz contra su cuello, y respiró su aroma, pasando sus dientes contra la piel mientras lo hacía.

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Instantáneamente, sintió la cabeza de su erección flexionarse contra su entrada. Levanto las caderas, rogando la invasión, pero él permaneció quieto, sin moverse encima de ella. Ella gruñó desesperada, lo necesitaba ya. No creía poder esperar un minuto más. —Kale. —¿De pronto tan impaciente? —levantó su cabeza para mirarla, con un travieso brillo alumbrando sus ojos. Bajó la mano entre sus cuerpos y con su dedo encontró la molestia entre sus piernas. Fácilmente lo introdujo dentro de ella, con su resbalosa excitación envolviéndolo en su mojada calidez. —Mmm —él gimió, el suave zumbido cosquilleó su ruborizada piel al presionar sus labios contra la base de su garganta. —Kale —rogó Ronnie, incontrolablemente debajo de él.

con

su

cuerpo

removiéndose

No respondió. Fue como si su nombre saliendo de los labios de ella fuera la señal que había estado esperando. Retiró su dedo, y se empujó en su interior de una sola embestida, produciendo un agudo suspiro por parte de Ronnie. Sí, esto era lo que ella quería. Su interior se envolvió con fuerza alrededor de su dureza, y lentamente levantó las caderas mientras se mantenía bien profundo dentro de ella, para estirarla y que pudiese acomodar su longitud cómodamente en su interior. Al ella comenzar a mover las caderas junto con las suyas, aumentó la velocidad, hundiéndose en ella fuerte y duro, luego se separó, para volver a repetir el movimiento una y otra vez. Su boca volvió a posarse sobre la de ella. Era demandante y devorador, y todo menos delicado. Su lengua se empujó en su boca, intensificando el beso, clamándola, y Ronnie respondió, totalmente dispuesta. Sus manos se hundieron debajo de sus axilas para presionar sus dedos contra su espalda. Justo cuando sus dedos comenzaron a enterrarse en su piel, Kale jadeó y los músculos en su espalda se tensaron, pero sus caderas nunca dejaron de moverse. —Mierda, lo siento mucho —dijo Ronnie, quitando sus manos de la piel recientemente tatuada en su espalda. Kale atrajo sus caderas agonizantemente lento, jugando con ella mientras la sensación de él apartándose lentamente en su lugar le dejaba olas de increíble placer. Justo cuando sólo la puntita descansaba contra ella, Kale volvió a embestir con fuerza, golpeando ese punto en su interior que hacía que todos sus sentidos colapsaran. Gritó desquiciada, lanzando su cabeza hacia atrás.

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La lengua de Kale hizo un camino por su garganta mientras seguía sus embestidas, llevándola cada vez mas cerca al límite. —No me importa un poco de dolor, nena. Tócame en cualquier lugar que tu corazoncito quiera —murmuró cuando su boca llegó hasta su oreja. Santa mierda… estaba volviendo loco a su cuerpo. Dentro de ella crecía una enorme presión, así que se sostuvo en sus hombros, enterrando Página | 57 las uñas en su piel. —Sí, nena, déjate ir. Quiero sentir como te vienes a mí alrededor. — rodó sus caderas y volvió a embestir dentro de ella. Sus caderas se elevaron para unirse con las de Kale mientras un fuerte ataque de fuego se desató entre sus muslos, burbujeando en olas de calor. Kale colapsó encima de ella. Su respiración era rápida y pesada, combinando con sus propios jadeos, su pecho y estómago la bañaban en una fina capa de dulce humedad. Luego de algunos segundos, rodó a su lado y la atrajo contra su pecho. Su cabeza descansó en la base de su cuello y sus piernas se encontraban ligeramente enrolladas contra las suyas, con sus cuerpos completamente juntos. Una parte de ella quería quejarse, decirle que se alejara, pero sus ojos estaban pesados y su cuerpo exhausto. Su mente, por otra parte, se encontraba completamente eufórica, que combinándolo con la suave sensación de sus dedos acariciando con gentileza su cabello, provocaba que su cuero cabelludo cosquilleara y hacía que sus ojos se sintieran tan cansados que lentamente se iban cerrando. Su cuerpo experimentó cientos de distintas sensaciones, y no tenía la energía de protestar o ponderar las repercusiones que desatarían. Así que simplemente tomó un respiro, y permitió que su visión se apagara lentamente detrás de sus agotados párpados. *** Kale se despertó súbitamente al sentir un golpetazo en su brazo. No necesitaba abrir los ojos para saber que una hermosa, pero enojada Ronnie lo miraba fijamente. —Levántate. —golpeó su brazo de nuevo, y Kale simplemente sonrió. Abrió los ojos con dificultad y estiró los brazos que aún se encontraban apretados alrededor de Ronnie, mientras ella intentaba zafarse de su agarre. —Hola.

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—¿Crees que podrías soltarme? —preguntó, de nuevo intentando salir de su cuerpo. Se rió, presionando sus manos contra su espalda baja y apretándola en un abrazo. Inclinó su cabeza y la besó en el lóbulo de su oreja, acariciándolo rápidamente con sus dientes antes de dejarla ir y rodar Página | 58 sobre su espalda. La poca luz entrando por la ventana, llevaba una suave calidez de tarde. Mierda, debieron haber dormido durante un par de horas. —De acuerdo —dijo Ronnie, sentándose, y abrazando la sábana para cubrir sus senos desnudos—. No podemos hacer esto otra vez. Tuviste tu diversión; yo tuve parte, así que ahora ya podemos ir cada quien por su lado. —¿Tuviste tu parte? —dijo, inclinando la cabeza hacia un lado para mirarla. Su rostro era imperturbable. Ella rodó los ojos. —Sí, mi curiosidad fue saciada. —¿Tenías curiosidad sobre mí? —la miró a sabiendas, y se dio cuenta de como las mejillas de Ronnie se tornaron ligeramente sonrojadas, una sonrisa satisfecha adornó su rostro. —En la palabra estaba se encuentra la clave; como en que ya no lo estoy. Mira, esto fue divertido, fue bueno… —Kale detuvo sus palabras al arquear sus gruesas cejas en su dirección, para nada convencido por su elección de adjetivo—. De acuerdo, fue jodidamente increíble —declaró. Sus ojos se relajaron y su boca volvió a ser esa sonrisa post-coital característica. —Pero… eso fue todo. No podemos hacerlo de nuevo. Kale se apoyó sobre sus codos. —Y cual es tu razón detrás de eso, porque hay más de algunas razones por las que creo que definitivamente deberíamos hacerlo otra vez. —Anoche te lo dije, yo no salgo con nadie. —¿Y quien dijo que estábamos saliendo? —Nadie lo dijo, pero tampoco soy una zorra que duerme con tipos diferentes cada noche. Un temblor posesivo corrió por las terminaciones nerviosas de Kale, tensándolo. —No dormirás con ningún otro tipo. Dormirás conmigo. —No. Yo… —Ronnie, lo entiendo. No eres femenina como otras chicas. Por suerte para ti, yo tampoco hago todo ese asunto de las relaciones.

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—Un hombre que no quiere comprometerse con una sola chica, que sorpresa. Le estaba lanzando en la cara sus problemas con su ex, y él no lo permitiría. —No tiene absolutamente nada que ver con eso. Soy un fiel Página | 59 creyente en el compromiso, y sé lo que implica y sé lo duro que puede llegar a ser. También sé que añadir el factor militar a esa ecuación lo hace muchísimo más complicado. No escojo evitar las relaciones porque no quiera estar con una sola mujer, escojo no estar en una relación porque cuando decida comprometerme, quiero poner a esa mujer por encima de todo, así como debe ser, y en este momento, no puedo hacerlo. En este momento, no estoy listo para hacerlo. Así que, comprometerme a una sola mujer no es el problema. —Estiró la mano dentro de las sabanas y haló otra vez el cuerpo de Ronnie, para que de nuevo, estuviese recostada a su lado. Acarició su estómago con el dedo índice, incendiando un camino de escalofrío sobre su piel desnuda. —¿Qué estas haciendo? —su voz se quebró un poco al intentar sacar las palabras a un volumen un poco más alto al de un susurro. —Intento recordarte cómo te hago sentir. Quiero que pienses en lo que te estarás perdiendo. Los ojos de Ronnie se oscurecieron, y su respiración era entrecortada, pero su cuerpo estaba relajado. Se sentía suave debajo de sus manos; como mantequilla derretida. —Sé cómo me haces sentir —dijo parpadeando con fuerza, y separándose de él. —Sólo voy a estar aquí por otros cinco días, Ronnie. No me preguntes por qué, pero me gusta estar junto a tu mala actitud y tu boca indecente. Eres entretenida. —Oh, me alegra tanto poder servirte de entretenimiento. Kale suspiró y sacudió la cabeza. Esta bendita mujer era exhaustiva, pero ya sabía que valía la pena. —Quisiera pasar contigo mis últimos días aquí. Sin nada de esas cosas molestas. —Su sonrisa regresó cuando vio que fruncía el ceño confundida, así que lo dijo de nuevo—: Prometo no traerte flores ni llevarte a restaurantes caros ni comprarte regalos, y prometo que no permitiré que te enamores de mí. —guiñó. —Ja, como si ese fuera a ser un problema. —rodó los ojos y le dio una risotada ruin. Se detuvo por un segundo, al parecer contemplando sus opciones. Sus senos desnudos hacían que la sabana subiera y bajara con

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su respiración, podía ver su pulso bombeando por entre la fina piel de su cuello, y se estaba acelerando. Sus ojos se movieron hacia el techo pensativamente, y se quedaron allí lo suficiente como para hacer sufrir a Kale. Cuando los dirigió de nuevo hacia él, el color chocolate pareció haberse derretido alrededor del Página | 60 borde, volviéndolos color miel. —De acuerdo, soldado, este es el trato. Podemos volver a hacer esto bajo las condiciones de que ambos entendamos que será SÓLO SEXO. Sin lazos, sin compromisos, sin salidas. Sólo sexo. —Es lo que mejor hago, cariño. —inclinó sus labios para una sonrisa de lado, la cual generó una de sus ahora esperadas respuestas, Ronnie rodó los ojos. —Entonces, ¿estamos de acuerdo? —preguntó ella. Parecía insegura con su propia parte del acuerdo, como si estuviese considerando la idea. —Sí. Ronnie, disfruto estar contigo, y definitivamente disfruto estar dentro de ti —ella apretó los labios y ladeó la cabeza, provocando que Kale quisiese morder esos carnosos labios suyos—. Una relación estrictamente basada en sexo es justo lo que necesito en este momento. —De acuerdo. —¿De acuerdo? —Sí. Está bien. Ahora, ya que tu horrible sincronización de romanticismo interfirió con mi hora de almuerzo, me gustaría comer. — Ronnie se levantó, permitiéndole tener a Kale la primera imagen de su glorioso cuerpo en forma vertical. Sólo podía pensar en una cosa que la hiciera ver aún más sexy en ese momento, y era la imagen de sus tacones rojo cereza. —Me estas jodiendo con la mente otra vez —advirtió, pasando una apretada camisa de un concierto de Black Crowes por encima de su cabeza. —¿Cómo sabes lo que estoy pensando? Ronnie sólo se rio al recoger sus pantalones del piso y colocárselos. Kale se levantó de la cama y caminó hasta el borde donde se encontraba su ropa desparramada sobre el piso. Vio como Ronnie lo miraba por el rabillo del ojo. —¿Ahora quien jode con la mente a quien? —dijo, burlándose de ella. Ronnie intentó cubrir sus mejillas sonrojadas al rodar los ojos, pero no pudo engañar a nadie.

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Kale sonrió con ternura y sacudió la aveza. —Ven, vamos a comer algo. —Primero que todo, nada de citas, ¿recuerdas? Segundo, mi trasero no sale de esta casa en San Valentín, especialmente para ir a comer. Si tengo que mirar a una pareja viéndose con ojos llenos de amor el uno al Página | 61 otro, probablemente me de un ataque. Kale sacudió la cabeza. —De acuerdo, bueno, ambos tenemos que comer en algún momento. —Tengo una cocina, ¿sabes? Viene equipada con cosas como un refrigerador, una hornillo… incluso un horno. Um, la Ronnie sarcástica era casi tan sexy como la Ronnie insolente. —De acuerdo, cariño. ¿Te importaría alimentarme? —preguntó, caminando hasta la puerta de la habitación, y mirando hacia atrás para que Ronnie lo siguiera. Ella suspiró. —Tu trasero lavará los platos.

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Página | 62 Traducido por Madeleyn Corregido por Carolyn ♥

Kale no había tenido una comida así desde hace un tiempo extremadamente largo y atrasado. Sentado en la barra, observó con diversión a Ronnie saltando alrededor de la cocina, preparando la cena y cocinando con facilidad. La escuchó hablar de su amor por el arte y de su trabajo, que por supuesto iban de la mano. Habló de sus amigos, había aprendido que todos eran hombres excepto por la pequeña rubia que conoció ayer, y por alguna razón ese pequeño hecho no le sentó demasiado bien. La manera fácil con la que ella sostenía una conversación con él mientras cocinaba era nuevo. Era refrescante verla con la guardia baja. Él todavía navegaba por aguas turbulentas, pero podía ver la calma más adelante, y estaba cada vez más cerca de llegar a ella. —¿Dónde demonios aprendiste a cocinar así? —preguntó Kale, cargando los platos en el lavavajillas. Era el turno de Ronnie para sentarse en el bar, bebiendo una cerveza y observándolo. —He estado cocinando desde que tenía la edad suficiente para llegar al borde del horno con un taburete. He tenido mucha práctica gracias a mi madre alcohólica que nunca estuvo lo suficientemente sobria como para mantenerse de pie. Tienes que probar mis macarrones con queso. —Jugueteó con sus manos, que descansaban sobre la barra. Sus ojos se encontraban fijos sobre sus manos como si estuviera perdida en su propia cabeza. Kale no sabía lo que era tener una madre, pero había tenido una gran abuela. Ella cuidó muy bien de él y disfrutaban haciendo lo que querían, sobre todo con la comida. No tenía idea de lo que era crecer sin nadie que te cuidara de la forma en la que tiene que hacerlo una familia. Pueden que hayan sido sólo él y su abuela, pero ella había sido suficiente. —¿Y qué hay de tu papá? —En el instante en que las palabras brotaron de su boca pudo sentir el ácido rodar en gruesas mortales capas, y de inmediato se arrepintió de preguntar.

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—No sé joder, ¿a quién diablos le importa? Kale se volteó. Sabía que había tocado una fibra sensible, y se maldijo a sí mismo cuando vio la forma en que los hombros de Ronnie parecían hundirse, sus ojos marrones tristes. —Lo siento, no fue mi intención… —No —interrumpió Ronnie antes de que pudiera terminar su disculpa—, no tienes que disculparte, así que no lo hagas. No lo conozco, demonios, ni siquiera estoy segura de que mi madre sepa quién es mi padre. —¿Alguna vez lo has visto? Ella negó con la cabeza y tomó un largo trago de su cerveza. —No la he visto ni he vuelto a hablar con ella desde que salí de ese lugar de mierda, hace seis años. No pretendo hacerlo tampoco. Maldición. Estaba empezando a ver que esta mujer tenía mucho más enterrado bajo la superficie de su dura piel tatuada. —Entonces, ¿a dónde vamos ahora? —Kale quería cambiar de tema, mover sus pensamientos en una dirección diferente a la que ahora había en su cabeza. Más que eso, quería tratar de colarse de nuevo en la hermética tranquilidad que Ronnie tuvo hace sólo unos minutos. Ella levantó la mirada hacia él y parpadeó. —¿Qué? Kale se secó las manos con el paño de cocina y se acercó unos pasos a la barra, apoyando sus codos en el granito gris oscuro. —Me contaste que estabas pensando en vender tu casa y mudarte. ¿A dónde? Ella suspiró. —Diablos, cualquier lugar menos este. No quiero estar en la misma ciudad con mi ex por más tiempo de lo necesario. Sigue mi consejo, nunca pongas tu nombre en una hipoteca con alguien. Ni siquiera estoy casada con Brandon y siento que estamos pasando por un maldito divorcio. Una vez que su lamentable culo regrese, oficialmente puedo poner la casa en venta y con suerte estaré bien lejos para cuando regresa a casa definitivamente. Bueno, una respuesta indirecta, y definitivamente pensamientos a una dirección más agradable. Plan B.

moví

sus

—Este… te he traído algo. —¿Qué quieres decir con que me trajiste algo? —Ella realmente se veía enojada, mierda no podía tener un jodido descanso. Kale levantó las manos rindiéndose al azote que Ronnie podría ser capaz de llevar a cabo.

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—Joder, Soldado. No quiero ningún regalo. —No es un regalo. —Él caminó fuera de la cocina hacia la entrada, donde yacía su desaliñada chaqueta en el suelo. Sacó un pequeño rectángulo delgado del bolsillo interior y lo llevó a la cocina, ocultándolo Página | 64 detrás de su espalda. Se paró junto Ronnie y trató como el infierno de no estallar en carcajadas por la forma en la que ella le daba una mirada de muerte con la boca fruncida y los brazos cruzados sobre su pecho. Extendió sus manos con el no regalo para que ella pudiera verlo. Quiso suspirar de alivio cuando sonrió ampliamente, incapaz de ocultar su diversión incluso si quisiera. —¿Estás hablando jodidamente en serio? —Se rió. —Tan serio como un ataque al corazón. Pensé que podría comprobar por mí mismo todo lo bueno que parece tener ese vampiro brillante. —¿Quieres ver Crepúsculo? —Ella no iba a comprar su intento de honestidad. —No —admitió—, pero recordé que me habías dicho que te gustaba, y pensé que podría ganar con esto si no me dejabas pasar de la puerta principal. Pero, evidentemente, no era necesario. —Él le guiñó un ojo y vio como saltó de su taburete y se paró terriblemente cerca de él. Su cuerpo se encontraba a sólo un suspiro de distancia. Ronnie tomó la película. —Muy listo, Soldado. Guardó sus manos en sus bolsillos y sonrió—. Mierda, estoy agradecido de que no dijeras que eras fan de Diario de una Pasión. Ronnie lo miró con una sonrisa, mordió la comisura de su labio inferior. ¿Cómo podría un movimiento tan pequeño causar una reacción tan fuerte en él? La forma en que sus ojos lo miraban a través de sus pestañas, la forma en la que su cabello largo caía sobre sus hombros mientras lo miraba, la forma en que sus dientes presionaban su labio. En un latido toda su sangre se dirigió hacia su ingle. —Oh por favor, dime que no. Ella se echó a reír. —Lo siento, no puedo. Kale la siguió hasta la sala de estar, se sentó en el mullido sillón, y estiró los brazos. Vio como Ronnie se inclinó para introducir el DVD. Su suéter excesivamente apretado se alzó un poco al inclinarse. Notó otro tatuaje justo por encima de sus pantalones, debajo del atrapa sueños e

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hizo una nota mental para explorar cada centímetro de su cuerpo hasta que pudiera encontrar el último rastro de arte en su piel. Kale nunca había sido un gran fan de los tatuajes en las mujeres. El ocasional tatuaje en la espalda o en el tobillo estaba bien. Estaba acostumbrado a ver incluso pequeños tatuajes en la parte interior de las muñecas de las mujeres, pero en su mayor parte, prefería que su piel fuera Página | 65 suave, clara y flexible. Pero Ronnie, por otro lado, estaba rompiendo todos los ideales normales de lo que era su "tipo". Se encontró con que quería estudiar su cuerpo, para trazar su dedo sobre cada línea de cada tatuaje que la cubría. Desde uno en el hombro derecho que viajaba todo el camino hacia el final de su brazo, al que cubría parte de su espalda, el que iba de sus caderas a su muslo, y el que estaba peligrosamente por encima de su trasero. Eran hermosos y eran aún más hermosos en su cuerpo. —¿Hola? —dijo Ronnie, mirándolo desde el otro lado de la habitación, al lado de la TV. —Lo siento, ¿qué? —Kale parpadeó para sacar la imagen del cuerpo desnudo de Ronnie de su mente, para concentrarse en Ronnie, que estaba delante de él. —Te pregunté si querías otra cerveza. Joder, no me ofrezco para servir a la gente a menudo, estás tentando tu suerte. —Bueno, en ese caso, será mejor aceptar tu oferta, mientras que todavía estés de buen humor. Cuando Ronnie volvió a la habitación, le dio una cerveza y se sentó en el otro extremo del sofá, tan lejos de Kale como podía sin tener sentarse en el suelo. La película era en realidad bastante buena, aunque Kale nunca lo admitiría. Al parecer, había comprado la tercera película de la serie, no tenía idea de que había más de una, así que Ronnie tuvo que gastar una buena parte del comienzo de la película para explicarle. En algún momento, a la mitad de la película, Ronnie dobló las piernas hacia un lado mientras se apoyaba en su brazo. Sus delicados pies se encontraban al alcance de los brazos de Kale, quien se moría por tocarla. Mordió el anzuelo y agarró el tobillo de Ronnie, atrayéndolo hacia él. Su cabeza se giró para mirarlo, pero no dijo nada, lo que conmocionó la mierda en su interior. Estaba esperando una patada en el culo. —No puedo estar tan cerca de ti sin tocarte —dijo. No se disculparía, la quería y tomaría cualquier cosa o parte que pudiera. Coloco sus piernas sopbre su regazo y ella silenciosamente lo observó con atención mientras tomaba su pie y comenzaba a frotar su empeine.

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—Mmm, sigue haciendo eso y podrás tocar todo lo que quieras — dijo ella cerrando sus ojos con un gemido, reposó su cabeza en el brazo del sofá. Kale lentamente frotó las plantas de sus pies, buscando todos los puntos que la hacían suspirar, y los que la hacían reír. Trabajó uno y luego el otro, viendo como su respiración se cortaba y como luego se relajaba Página | 66 cada vez más. —¿Este no es un truco para hacerme volver al dormitorio? —Tenía los ojos cerrados y su voz era suave y ronca. —Esa no es mi intención, pero estaría feliz de hacerlo —dijo Kale, haciendo su camino lentamente hasta su pantorrilla. —No creo que vaya a ser capaz de mover mi cuerpo. Esto se siente tan bien. —Arrastró las palabras mientras el sueño la atrapaba. Él continuó su masaje por unos pocos minutos más, y luego suavemente bajó sus pies al suelo y deslizó una mano alrededor de su cintura. Sus ojos se abrieron de golpe cuando empezó a tirar de ella hacia él. —Ven aquí —dijo él, rodeándola con sus brazos. Su cuerpo se encontraba rígido como si de repente ella ya no se sintiera tan segura al respecto—. Deja que te abrace. —Enterró la nariz en su pelo y respiró, vainilla y coco llenaron sus sentidos. Pasó un largo momento en el que Ronnie no dijo nada. Estaba congelada, sus ojos nunca se movieron de los suyos, pero poco a poco su cuerpo se relajó y permitió que Kale la abrazara. Al instante ambos cuerpos chocaron, ella acariciaba su pecho rítmicamente. Encajaba perfectamente junto a él, y la sujetó contra sí hasta que escuchó suaves ronquidos femeninos procedentes de ella. Kale se debatía entre pasar la noche con ella envuelta en sus brazos o no. Tener un cuerpo suave y cálido junto a él mientras dormía era algo que siempre le encantó, aunque el cuerpo siempre tenía que salir a primera hora de la mañana. Pero sabía que Ronnie no quería eso. Incluso si es sólo una necesidad física, algo que su cuerpo ansiaba, no sería así para ella. Todo parecía registrarse diferente para las mujeres, demonios cada hombre sabía eso. Pero a algunas mujeres les encantaría pasar la noche acurrucadas al lado de un hombre, aun cuando sabían que no eran nada más que dos cuerpos tocándose, él sabía que Ronnie no lo veía de esa manera. Estaba seguro de que acariciar estaba en la lista de las ―Cosas que no se pueden hacer‖. Kale la levantó fácilmente en sus brazos, apretándola contra su pecho mientras la llevaba a su dormitorio. Ella no se movió hasta que la

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acostó en la cama. Él pasó sus nudillos por su mejilla en una lenta caricia. —Buenas noches. —Buenas noches —dijo Ronnie, su voz era ronca y sexy por estar dormida. Ella le sonrió, una sonrisa de verdad, una que no había visto Página | 67 desde la noche anterior cuando ella apreció el tatuaje en su espalda. A él le gustaba. Funcionaba bien en ella. Kale le devolvió la sonrisa y se volvió para salir de la puerta del dormitorio. —Feliz Día de San Valentín —susurró al salir de la habitación, y estaba casi seguro de que la escuchó devolvérselo.

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Página | 68 Traducido por Anelynn Corregido por Zafiro

Dos más para irse. Los pies de Ronnie golpearon uno después del otro. Sintió el agradable tirón en sus muslos, esa sutil clase de delicioso ardor, y presionó el botón de la cinta de correr incrementando la inclinación. Tenía que alcanzar los 6.5 kilómetros hoy, ayer se tomó un paquete de seis cervezas, y maldita sea, casi destruyó toda la bolsa de comida chatarra; 6.5 kilómetros era lo mínimo. Correr era la manera en que Ronnie pateaba su propio trasero. Era también una forma de salir de su cabeza. Sabía que la mayoría de la gente corría para pensar, para oír nada más que la voz en sus cabezas, pero la última jodida cosa que Ronnie quería oír era su propia voz quejándose en su cabeza. No, correr era el escape de Ronnie, su soledad. Cuando corría se desconectaba, lo único encendido eran sus piernas. Se obligaría hasta que los músculos de sus piernas ya no pudieran soportar su peso, o hasta que sus pulmones gritaran en agonía, cualquiera que llegara primero. El único ruido que escuchaba era el sonido de sus pies golpeando el pavimento, o en este caso la banda de la cinta, y el sonido del piano instrumental tocando en la estación Pandora en su iPhone, arrullando su mente en el olvido. Para el momento en que disminuyó la velocidad de la cinta a los 7 kilómetros, una pesada capa de sudor cubría la cara y pecho de Ronnie. Prefería correr afuera, pero el frío clima invernal de Nueva York podía besar su trasero. No había manera en el infierno de que estuviera afuera más tiempo del necesario. Caminó otros 800 metros más, luego se bajó y se dirigió al salón de clases del gimnasio. Yoga era su segundo santuario de soledad, daba una clase en el gimnasio al público cada lunes a las 6:30 a.m. No era una persona

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madrugadora. De hecho odiaba despertarse temprano, pero la clase en la mañana de las 6:30 tenía el turno más pequeño y las mujeres más dedicadas. Algunas de ellas eran soldados pero la mayoría eran esposas de soldados. Las otras clases eran más tarde en el día y estaban completamente llenas con mujeres parlanchinas y muy chismosas quienes preferían meter sus narices en Ronnie, su camiseta sin mangas mostrando Página | 69 su escote y la manga de tatuajes en su brazo, que en hacer la clase. Contrariamente a sus sentimientos sobre la mayoría de la especie femenina, a ella realmente le gustaban las mujeres de su clase en la mañana. Demonios, tenía el máximo respeto por las esposas de los militares (aún por las que eran unas completas perras con ella), conociendo bien la mierda que esas mujeres tenían que pasar por sus familias. No la malentiendan, no asistía a las reuniones del FRG3 y al miércoles de vino con estas mujeres, pero aún así le caían bien. Ronnie pasó junto a la multitud de soldados con ojos curiosos que hacían su entrenamiento personal en el cuarto de pesas antes de detenerse de un golpe al alcanzar el área de pesas libres. Una espalda llena con un tatuaje muy familiar de poesía sentimental y piel desgarrada se encontraba frente de ella, con los brazos estirados hacia arriba, sujetando con ánimo una barra. Subió la mano hasta su cadera y se detuvo a ver el espectáculo. Los músculos en sus hombros se hinchaban y flexionaban mientras tiraba de su cuerpo arriba y abajo, haciendo que los músculos de su espalda se ondearan bajo la belleza de la tinta. Observar la envergadura de su espalda moviéndose debajo del tatuaje era fascinante. Su cuerpo estaba esculpido como si los mismos dioses lo hubiesen tallado a mano. Audazmente lo estudió, ingresando cada cuesta, curva y borde de él en su memoria, escondiéndolo para sus noches solitarias. Después de hacer una cantidad incontable de levantamientos, Kale liberó sus manos y la esa cayó al piso. Su cuerpo estaba bañado en sudor mientras alcanzaba su toalla. Cuando se volvió, sus ojos inmediatamente encontraron los de ella y le sonrió su favorita pero sorprendida sonrisa torcida. Se quedó plantada en su lugar, con la mano todavía en su cadera, y sus ojos aún apreciándolo mientras él daba unas pocas zancadas hacia ella. Grupo de Preparación Familiar (En inglés FRG- Family Readiness Group): es una organización conformada por miembros de familias, soldados y trabajadores civiles relacionados con una unidad en particular. 3

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—Hola —dijo, limpiando la transpiración de su cara. —Hola a ti —dijo ella, incapaz de apartar la mirada de su duro cuerpo cubierto en sudor parado peligrosamente cerca de ella. —¿Qué estás haciendo aquí? No te relacioné como del tipo madrugadora. Página | 70 —Sí, relacionaste correctamente. No soy madrugadora, pero enseño una clase de yoga cada lunes a las 6:30. —¿Yoga, eh? —Sí, ¿interesado? —En mirarte hacer Yoga, absolutamente. Los infames ojos en blanco de Ronnie se balancearon con toda su fuerza. —No, particularmente, idiota. Se rió entre dientes. —Uhm, no. Pero sin embargo, sentaré mi feliz trasero de ―idiota‖ en esta banca de pesas y alegremente te observaré participar —dijo él, rebotando sus cejas arriba y abajo. —Sí, estoy segura que lo harás. Jordan tomó ese momento para hacer su aparición. Corrió hacia ellos y se detuvo a lado de Ronnie. —Hola, Ronnie —miró a Kale, y su rostro se encontraba teniendo un debate físico entre sonreírle o fruncirle el ceño—. Realmente te está acosando, ¿no es cierto? —preguntó ella completamente seria. Era el turno de Kale para fruncir el ceño. —¿Qué? —Sí lo está —río Ronnie—. Te veré más tarde. —Le sonrió a Kale y él la siguió con una mirada que hizo que su ya sonrojado rostro tomara otro tono de rosa. —En serio, ¿Qué está haciendo aquí? —preguntó Jordan mientras entraban en el salón de clases. —¿Qué demonios crees que está haciendo aquí? Está ejercitándose. —¿Le dijiste que ibas a estar aquí? Estoy empezando a sentir vibras acosadoras de él, pero estoy casi dispuesta a ignorarlas por lo sexy que se ve todo caliente y sudoroso. ¿Viste la forma en la que te estaba mirando? Maldita sea, chica. —Jordan, para de correr tu boca… por favor. No, no le dije que iba a estar aquí, probablemente ya se encontraba aquí antes que yo, no es un acosador, y sí vi la forma en la que me miraba. Jordan giró la cabeza sobre su hombro para conseguir un último vistazo de Kale, quien ahora estaba sentado en la banca de las pesas.

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—Creo que me gusta —dijo Jordan cuando su cabeza se giró de regreso alineándose al frente con su cuerpo. —Acabas de decir que te daba vibras acosadoras. Decide tu maldita mente. —Bueno acosador o no, es sexy.

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Ronnie dio un vistazo sobre su hombro para ver la mirada fija de Kale quemándola. Él no sonrió ni le dio un guiño o algo más juguetonamente sexy, como ella esperaba que hiciera cuando se encontró con sus ojos. En su lugar, sólo siguió con su mirada fija, encerrándola con sus tormentosos ojos azules que parecían consumirla. Era intenso y caliente e hizo que Ronnie se sintiera poderosa. Después de que unas pocas últimas de sus habituales llegaran, Ronnie comenzó la clase. Estaba muy consciente de los ojos de Kale en ella a través de las ventanas hasta el piso que hacían de pared separando el gimnasio del salón de clases. Era caliente saber que la estaba observando, y hacía que su cuerpo estuviera en alerta máxima. Era intenso y estimulante. Hizo cada pose como si las estuviera haciendo para él, no era algo que hacía intencionalmente, pero era como si su cuerpo supiera que la estaba mirando y eso lo volvió a la vida. Pasó de la media luna al saludo de pie y mantuvo la pose. Era como si pudiera sentir el calor viajando desde la punta de los dedos de su pié extendido hasta las yemas de los dedos de su brazo extendido. Era la clase de Yoga más erótica que alguna vez haya enseñado y Kale ni siquiera estaba en la habitación con ella. Su cuerpo ardía pero no sólo por el ejercicio, sino también por la gruesa tensión que los unía a través de la lámina de vidrio. De vez en cuando, atraparía su mirada a través del reflejo en el espejo, el hambre en sus ojos era inconfundible y resultó ser la clase más sexy y más larga de su vida. Cuando la clase terminó y Ronnie estaba otra vez cubierta por una delgada capa de sudor, salió del salón de clases y le lanzó a Kale una mirada de complicidad. Él inmediatamente la siguió hasta el extremo opuesto de la pared trasera, hacia los vestuarios. *** Kale caminó detrás de Ronnie sabiendo exactamente lo que ella estaba tramando. Aunque no sería capaz de participar en los eventos que sabía que estaban por ser revelados, no podía evitar querer sólo ver lo que ella tenía bajo en su manga.

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Ronnie dobló la esquina al final de la pared del fondo y lo guió por un pasillo. Abrió la puerta y asomó su cabeza, luego agarró su mano y lo jaló hacia adentro. La puerta no estaba siquiera completamente cerrada antes que presionara su cuerpo contra el de él. La urgencia en la forma que lo tocaba lo tenía deseando poder arrancar la húmeda ropa de su cuerpo. Pero ellos no podían. No aquí. No en un edificio militar lleno de Página | 72 soldados. Aunque se encontraban en el vestuario de las mujeres, estaba seguro de que si cualquiera entrara estarían muy deseosos de hablar sobre el Sargento de Primera Clase que estaba tomando a una mujer en el cuarto de vestuario. Antes de que siquiera pudiera sacar una palabra en un jodido intento de protestar, ella tenía sus labios llenos cubriendo los suyos. Hundió las manos en la parte de atrás de su cuello y lo acercó para poder besarlo más profundamente. Cómo esta mujer pudo hacerlo olvidar todos los pensamientos coherentes que corrían a través de su cabeza estaba más allá de él, pero el sabor de su dulce aliento mezclado con el salado rocío en su cuerpo era embriagador. Torpemente deslizó las manos alrededor de su cintura y ahuecó su culo apretándola aún más contra él. Podía sentir su longitud creciendo en sus pantaloncillos y tener el cuerpo de Ronnie frotándose contra él no lo ayudaba. —Joder Ronnie, no sé cuanto más puedo soportar, cariño. —Tómalo todo. Estoy activando nuestra política de sólo sexo. Kale gimió mientras ella deslizó la mano entre sus cuerpos y la frotó contra su doloroso bulto. Demonios, no quería que se detuviera. El cabello de Ronnie se encontraba convenientemente atado en una coleta, con sus largas ondas colgando en su cuello, cepillando la cima de su espalda. Torció el cabello en su mano y suavemente tiró hacia atrás, sujetando su cabeza para que así su boca se separara de la suya. Ella dejó salir un gemido satisfecho y el hecho que le gustara el pequeño tirón hizo que una visión de las cosas que le gustaría hacerle, corriera a través de su mente. Oh, lo que podía hacerle a esta mujer. Con la cabeza de ella atrapada hacia atrás, tomó ese momento para arrastrar su lengua por el centro de su garganta, deliciosamente probando la dulce humedad salada que se aferraba a su piel. —No voy a tomarte aquí —susurró contra su carne. Liberó su cabello y su cabeza cayó así que ahora lo estaba mirando a los ojos. —¿Qué? —No haremos esto aquí —dijo, y aún cuando las palabras dejaron su boca, deseó no tener que decirlas.

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Ronnie estaba enojada, hacía pucheros y joder, era sexy, pero en contra de todos los códigos de hombres que había sobre no dudar cuando un hermoso bombón te empuja en un vestuario vacío queriendo sexo, simplemente no podía hacerlo. No sólo estaban las consecuencias de un Oficial no comisionado teniendo sexo en un edificio público del gobierno, razonamiento suficiente para no seguir adelante con esa Página | 73 pequeña tentación, el solo pensamiento de alguien entrando y viéndola así, hacía que le hirviera la sangre. No, nadie la iba a ver, excepto él; no iba a darles la oportunidad. —Pensé que follar espontáneo y al azar era lo que los hombres siempre soñaban en hacer. Kale no pudo evitar reír. Sí, eso era normalmente hasta su aliado. Ronnie dio un paso hacia atrás de él y suspiró. —Ahora estoy toda excitada. —Me haré cargo de eso esta noche. Créeme nena, estoy muriendo aquí también. —El la miró sus hinchados labios y sus generosos pechos y maldición casi dijo a la mierda, pero se forzó a permanecer fuerte. —No puedo verte esta noche. Trabajaré hasta tarde y luego voy a terminar una pieza de Mic. —¿Mic? —preguntó con un hipo de gruñido territorial formándose en la base de su garganta. —Sí, Mic. El tipo cincuentón calvo con panza cervecera y un cigarrillo permanentemente colgando de su boca… Kale se relajó. Oh sí, Mic. —¿Trabajas mañana? Quiero que vengas a un lugar conmigo. Ronnie levantó sus cejas. —Kale, pensé que habíamos discutido esto. No quiero ir a ninguna cita. —No es una cita. Conduciré hasta mi ciudad natal para visitar a mi abuela. Son cuatro horas de ida, y cuatro de venida, y sólo quiero que me hagas compañía por la carretera. —Una reunión familiar definitivamente no encaja en la parte de solo sexo de nuestra relación. Lo siento. —Lo sé, y no te reunirás con ella. Incluso puedes quedarte en el carro. Yo sólo quiero poner algunas flores en su tumba. ***

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Ronnie quería abofetearse en la cara por ser una estúpida perra. Este chico quien se había cruzado en su vida de manera totalmente molesta le pedía que lo acompañara a visitar la tumba de su abuela y ella estaba siendo completamente insensible. ¿Quería ir? Joder no. La idea de estar en un carro durante cuatro horas sonaba tortuosa, y pasar tiempo en un cementerio no estaba en su lista de actividades divertidas. Pero había Página | 74 una tristeza en los ojos de Kale que era inquietantemente hermosa y le decía que no quería ir solo. Maldición. —Joder… está bien, iré contigo pero tengo una reunión en la tienda a las 10:30 mañana por la mañana así que no podemos irnos hasta cerca del mediodía. El hoyuelo de Kale apareció. —Gracias. —Las palabras reflejaron su sonrisa mientras la cogió de nuevo en sus brazos. Su pecho desnudo y apretados brazos la sujetaron tan ajustadamente que exprimieron todos los pensamientos de su cabeza, dejando solo la necesidad que tenía por él. Deslizó sus manos sobre los fuertes ángulos de sus caderas y sobre las profundas montañas de su estómago. Levantó la cabeza, y pasó su lengua sobre la barba sin afeitar de su mentón, probando su salada piel. Gruñó y sintió su erección saltando de regreso a la vida contra su estómago. No podía dejar de probar su suerte una vez más, así que deslizó sus manos hasta sus pantaloncillos y agarró la gruesa longitud en su mano. —Nena… —Kale empezó a protestar y gentilmente sacó su mano fuera de sus pantaloncillos. Como era su costumbre, Jordan tomó justo ese momento para saltar atravesando la puerta, interrumpiéndolos una vez más. —Oh, umm… lo siento… Kale se agachó y susurró en el oído de Ronnie. —Ahora yo estoy excitado. —Te lo mereces por negarte —ella sonrió. —Está bien, cariño —se rió—. Te veo mañana. Después de que Kale saliera del vestidor, Jordan fijó sus amplios ojos y arqueadas cejas sobre Ronnie. —Ni siquiera lo digas. —Escupió Ronnie. —Está bien, está bien. —Entonces ¿qué pasa? Lucías como si estuvieras en una misión cuando entraste aquí. —Oh… sí… bueno… —Escúpelo Jordan —la reprendió Ronnie, pagando el fastidio que

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Valentine's Arrangement sentía por su frustración sexual en Jordan.

—Mic llamó, ha estado intentando contactarte. —¿A las 7:45 de la mañana? No sabía que Mic sabía cómo funcionar tan temprano. ¿Qué quería? Página | 75

—Bueno, um… Ronie solo entrecerró sus ojos hacia su amiga; en serio necesitaba decirlo y ya. —Brandon ha estado llamando a la tienda y ahora ha comenzado a llamar al celular de Mic. —Su voz tenía una disculpa, como si sus palabras abrirían de tajo una vieja herida. Como que lo hicieron. —¿Cuándo carajo Brandon comenzó a llamar a la tienda? ¿Y por qué nadie me lo dijo? —Hace algunos días, pero Mic se encargó de eso. No quería que te molestaras y le dijo al hijo de puta que te dejara en paz de una maldita vez. Tenía bloqueadas sus llamadas en la línea de la tienda, pero ahora que él está tratando de contactarte a través de su celular, Mic pensó que deberías saberlo. —Jodido idiota. Bien, gracias Jordy. —¿Estás bien? —preguntó suavemente, y Ronnie odiaba que Jordan le tuviera lástima. Ronnie plantó una expresión de indiferencia en su rostro y se pavoneó hacia la puerta del cuarto de casilleros. —Sí, estoy bien. —Y lo iba a estar, aún si eso la matara, demonios. *** —Entonces quieres explicarme ¿porqué pensaste que era jodidamente inteligente ocultarme el pequeño hecho de que Brandon estaba explotando el teléfono de la tienda? —preguntó Ronnie mientras entraba tempestivamente en el cuarto de Mic. Todos los demás se habían ido, así que finalmente era seguro para que Ronnie desatara su furia. No podía creer que su mejor amigo le ocultara el hecho de que su ex prometido estaba llamando repetidamente. Y lo que la cabreaba aún más era que quería saber lo que Brandon quería. No quería que le importara, no quería darle la menor importancia, pero lo hacía. —No necesitas hablar con su trasero arrepentido, Ángel. ¿Posiblemente, qué podría el tener que decirte que jodidamente importe, de todas maneras? —Mic sacó el papel de traslado de la última parte de

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su pieza en la espalda fuera del cajón de su gabinete junto al mostrador, y lo cerró de golpe. —Bien la última vez que revisé yo todavía estaba a cargo de mis propias decisiones. Yo podría haberlo manejado. —Pero no yo no quería que tuvieras que lidiar con él si no tenías que Página | 76 hacerlo. Me encargué de eso. Si quisieras seguir en contacto con él entonces no habrías cambiado tu número de teléfono. —Mic se paró y pasó junto a Ronnie hacia el pasillo. Ronnie salió a la entrada. —¿Qué quería, Mic? ¿Qué dijo? —Su voz era suave y pudo oír la triste y patética súplica detrás de ella y quería gritar y llorar a moco tendido por dejar que Brandon la afectara una vez más. Mic se detuvo en seco y se giró hasta estar de pie justo en frente de ella. —No lo sé, Ángel. No pregunté y él probablemente no me lo habría dicho aún si lo hubiera hecho. —Era tu amigo también, Mic. —Renunció a ese título desde que el segundo en que te jodió. Te destruyó, maldita sea. Nunca podría ser amigo de alguien que te hiriera. —Sólo porque yo permití que me destruyera. Él era todo lo que conocía. Era todo lo que tenía. Antes que llegara, yo vivía con una mujer quien siempre se encontraba tan borracha que no podía recordar mi nombre. No tenía ninguna amiga. Ellas eran unas perras celosas quienes me trataban como a un bicho raro, o sucumbían en el tráiler de la basura drogadicta a la que estaban destinadas. Y los chicos, sólo querían follarme. Estaba sola. Completa y jodidamente sola. Suspiró y bajó la voz. —Entonces conocí a Brandon y él cambió todo para mí. Me dio esperanza de otra vida distinta a la mierda que me estaba enterrando viva. Luego me lo dio sólo para rasgarlo todo cuando folló a la primera mujer que le abrió las piernas. —Ronnie hundió su cuerpo contra el marco de la puerta, permitiendo que sostuviera su peso mientras se concentraba en retener las débiles lágrimas en la parte de atrás de sus ojos. —¿Lo amabas, Ronnie, o amabas la idea de él? Parpadeó con fuerza y trató de tomar aire por su ardiente garganta para poder llenar sus desinflados pulmones. Realmente nunca lo había pensado de esa manera. Lo amaba, ¿verdad? Lo hacía, sabía que lo hacía. Él era su familia. Su futuro. Pero al mismo tiempo, no temblaba cuando la tocaba, y nunca se derritió en sus brazos. Nunca ardió con dolor por él, un dolor que sólo fuera aliviado al sentirlo enterrado en su interior. Nunca lo ansiaba. No de la manera en que Kale la hacía sentir. Pero eso era sólo físico, no era lo que realmente importaba y por lo menos Brandon

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siempre estuvo ahí para ella… hasta ahora. —¿Sabes que creo, Ángel? —dijo Mic, atravesando su debate mental cuando fue obvio que no iba a contestarle. —Creo que lo amabas, realmente lo hago. Pero pienso que estabas envuelta en la idea de amarlo, la idea de alguien amándote, la idea de una vida con alguien, que nunca realmente te detuviste para asegurarte que él era con quien Página | 77 querías esa vida. Y voy a decirte ahora mismo, eres jodidamente mejor que él. Tenía razón. Realmente, nunca se detuvo a pensar si él era el único con quien quería pasar el resto de su vida. Solo que había estado con él por tanto tiempo que no sabía nada más. Lo amaba, treparon juntos del fondo del barril, pero si era jodidamente sincera consigo misma, no estaba enamorada de él, ya no. Su traición era lo que dolía, fue lo que rompió su corazón, no la pérdida de su amor, sino la pérdida de lo que su amor representaba. Seguridad. —¿Cuándo se pusiste tan filosófico? —Ah, cuando seas tan vieja como yo tendrás un muy buen entendimiento de todo tipo de mierda —Mic no era típicamente un hombre cariñoso, así que cuando se estiró y la atrajo en un abrazo fue torpe e incómodo, pero aún así fue justo lo que necesitaba para romper el hielo que se formó en su pecho. La alejó y cuando sus ojos se encontraron, ambos comenzaron a rodarlos entre carcajadas. —Vamos, Ángel, podemos terminar mi espalda otra noche, creo que tengo una botella de tequila escondida en el cuarto de diseño que está llamando nuestro nombre. —Maldita sea, te amo. —dijo ella, y lo siguió hacia el agradable líquido que le embotaría sus ideas, y hacia el cuarto que solo enviaría a su mente pensamientos de Kale.

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Página | 78 Traducido por Majo_Smile♥ & Dannita Corregido por Juli_Arg

El timbre sonó justo a las 12:00 en punto, justo a tiempo. Kale era bien puntual o demasiado ansioso, de cualquier manera a Ronnie le gustaba. Abrió la puerta y se sorprendió al ver a Kale usando una sudadera gris del Ejército y un par de pantalones vaqueros desgastados. Su rostro estaba desaliñado, lo cual prefería, y un gorro negro con la palabra Ejército en frente cubría su pelo corto. Esta era la primera vez que lo veía tan desarreglado, pero aún así lucía sexy en una forma arrogante de nisiquiera-me-esfuerzo. Se veía informal, acogedor y maldita sea, se veía bien. —¿Quieres que entre para que puedas desnudarme con las manos en vez de tus ojos? —bromeó Kale. —Ja, ja, gracioso. Vamos listillo —dijo ella, tomando su abrigo que se encontraba en el banquillo en la entrada. —Te ves hermosa por cierto. Ella miró sus típicos pantalones de elección, sólo que estos leggins eran de mezclilla oscuro descolorido y sus típicos tacones habían sido reemplazados por un par de botas negras hasta las rodillas, y sí, también eran altos. Arriba solo vestía un abrigo de botones negro sobre una blusa con una calavera de oro tachonado y alas de ángel en la parte posterior. No se sentía particularmente hermosa hoy, especialmente después de la epifanía emocional interna y los múltiples tiros de Patrón que tuvo que pasar la noche anterior, pero de igual manera, su pulso se aceleró al escucharlo. —Um, gracias. Kale esperó a Ronnie en el patio frontal mientras ella cerraba. Podía sentirlo a sus espaldas y una parte de ella quería tomar su oferta y lanzarlo dentro de la casa para desnudarlo. —¿Lista? —preguntó cuándo ella deslizó las llaves en su bolso. ¿Estaba lista para un viaje de cuatro horas para visitar la tumba de su

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abuela solamente para dar la vuelta y conducir cuatro horas de vuelta? Joder no. Pero por primera vez en mucho tiempo, se mordió la lengua. Quería hacer esto por él. —Síp. Kale abrió la puerta del lado del pasajero de una camioneta negra Página | 79 enorme y Ronnie estaba bastante segura que necesitaría un banquito para poder subir. Miró a Kale mientras se apartó para que pudiera subir. Ella no habría esperado cualquier cosa menos de un caballero del tipo Capitán América. —¿Cómo diablos me metí en esta maldita cosa la otra noche después de haber estado bebiendo? —Se aferró a la manija de ―oh mierda‖ y tiró de ella hacia arriba en la cabina. —Fue muy divertido —se rió entre dientes, cerrando la puerta y trotando hacia el lado del conductor. Ronnie miró el cuero gris oscuro que se extendía entre ellos, haciendo extremadamente fácil la posibilidad de deslizarse a su lado. — Asiento corrido, ¿eh? —Puedo ver hacia dónde va tu mente. —Kale levantó sus labios en esa sexy sonrisa de gilipollas con hoyuelo en la mejilla—. Todo a su tiempo, cariño, todo a su tiempo. Sí, claro, si seguía mirándola así, todo a su tiempo se convertiría en este momento. —Nunca me dijiste exactamente a dónde íbamos. Kale inició la camioneta, el motor rugiendo tan fuerte que sentía que retumbaba debajo de ella. —Montpelier. —¿Vamos a Vermont? —Sí señora. A mi ciudad natal, nacido y criado. —Kale jugueteó con el dial de calor mientras salía a la carretera en frente de la casa—. ¿Estás lo suficientemente caliente? —Sí, estoy bien. Él la miró como si estuviera comprobando que no hubiese escarcha sobre sus pestañas o algo así. —Sólo gira hacia arriba o hacia abajo si es necesario. Ronnie asintió. —Debe ser agradable estar a sólo cuatro horas de tu familia —dijo ella, tratando de poner en marcha una pequeña charla, lo que nunca fue su fuerte. Por lo general nunca se preocupaba lo suficiente como para querer saber nada de nadie, no tenía una maldita idea de por qué estaba comenzando ahora.

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Kale salió del barrio en dirección a la carretera interestatal. —No tengo familia, soy sólo yo. Muerto. Silencio. Ronnie sabía una cosa o dos acerca de no tener a nadie. —Háblame de tu abuela —dijo ella, tratando de llenar el espacio de Página | 80 aire sofocante que habitaba la cabina de la camioneta. —Bueno, ella me crió. Fue la única familia que tuve al crecer. Mi mamá quedó embarazada de mí cuando sólo tenía diecisiete años, su familia la repudió, por lo que se fue a vivir con mi papá y mi abuela. —Guau, diecisiete años. —Ronnie sabía de un montón de chicas que quedaron embarazadas a los diecisiete años. Infiernos, su escuela podría haber sido una guardería. —Sí, mi abue decía que era maravillosa como madre. Mi padre también era increíble. Murieron cuando tenía sólo dos años. Más silencio. Ronnie nunca fue buena con las condolencias. No era una persona compasiva, había tenido suficiente de su propia vida para sentir lástima, no necesitaba ni quería asumir la tormenta de mierda de los demás. Pero algo en la voz fuerte y firme de Kale, tiró en su pecho y no sabía cómo descifrarlo. De repente sentía más curiosidad acerca de este hombre. —¿Cómo murieron? —Accidente de auto. Mi abuela me vigilaba mientras mis padres salieron al cine. Algún idiota se pasó una luz roja, y se estrelló contra el coche de mi padre. Mamá murió en el acto, y mi padre murió esa noche en el hospital. —Lo siento. —Y era verdad. La vida le había jugado una mala pasada. —No lo hagas. No recuerdo la pérdida. Y tenía a mi Abue. Ella era la vieja señora resistente. Levantó a mi papá por sí sola antes de tener que ocuparse de la crianza de mi culo. —Debe de haber sido jodidamente fuerte, entonces —bromeó Ronnie. Kale la miró y su expresión vulnerable la hizo derretirse. Era tan calmado todo el tiempo, tan seguro de sí mismo. Esta pequeña grieta en su persona era refrescante. Él le sonrió. —Era increíble. —¿Entonces por qué el Ejército? —Ronnie era la reina de los cambios de tema cuando se trataba de conversaciones incómodas, y el conseguir

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toda la familia amistosa fue empujando de sus límites. —Me uní al colegio, bien con la intención de ir a la universidad. Mi abuela no podía permitirse el lujo de enviarme. Había jugado deportes en la escuela secundaria, pero no contaba con obtener alguna beca, así que me aliste inmediatamente después de la graduación. Abue estaba demasiado cabreada. —Sus labios se curvaron en una sonrisa mientras el Página | 81 recuerdo pasaba por su mente en ese mismo momento—. Ahora no me imagino haciendo otra cosa. Me encanta mi trabajo y me encanta mi Pelotón. —Sí, pero ¿qué pasa con todos los despliegues? —No voy a fingir que son la guinda del pastel, ni nada, pero si es donde me necesitan, estoy ahí. No tengo nada que perder, y mis soldados me necesitan. No estoy haciendo que cualquier bueno regrese aquí a los Estados Unidos. Tengo una obligación allá. Ronnie no podía creer que quisiera volver a Irak, pero le dio una inquietante sensación de orgullo. No podía envolver su cabeza alrededor de ello, pero sabía que era uno de los buenos, y sabía que necesitaban más hombres como él en el servicio. Ella le sonrió, y estaba segura de que parecía todo tan cursi como se sentía. Jodidamente fantástico. —¿Qué? —preguntó, volviendo a sí misma, puro coqueteo y seducción. Apartó sus ojos de él, sin querer que descubriera su momento de admiración. —Nada. —Ronnie se quitó sus botas y apoyó los pies sobre el salpicadero mientras tomaban la interestatal—. Entonces, ¿cómo es allá? —Como nada que vieras por aquí. Es miserable. El clima apesta a asno, la comida es horrible, y no importa donde duermes o quién duerma a tu lado, nunca logras descansar en verdad. —¿Y qué haces? —Ahora, ¿quién está escribiendo un libro? —bromeó Kale, aunque dio la impresión de que bromeaba para ocultar el hecho de que no tenía ganas de hablar sobre el asunto. —Lo siento, tengo curiosidad. No tienes que decirme —dijo ella, y se sorprendió por la sinceridad de sus palabras. No quería que él hablara de sus despliegues si no se sentía a gusto con ello. Kale suspiró y sus ojos azules fueron hacia la distancia mientras clavaba su mirada en la carretera. Ronnie estaba bastante segura de que había dado en el clavo con su intuición, y se arrepintió de preguntar.

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—Nah, no pasa nada. Soy un ingeniero de combate. Aunque cada despliegue ha sido un poco diferente. Vamos a misiones todos los días, algunos pueden ser unas pocas horas y algunos pueden ser de pocos días. Salir del alambre puede ser tan simple como hacer una misión de una patrulla de presencia, dando la mano a los civiles locales y repartiendo caramelos a los niños... Página | 82 Ronnie vio como Kale tomó una respiración profunda, aparentemente perdido en sus pensamientos. Sus ojos se volvieron hacia ella por un breve instante, pero fue el tiempo suficiente para que pudiera ver la mirada de emociones arremolinadas debajo de ello—la ira y el orgullo, el dolor y la pérdida, el honor y la determinación—que era como ver una nube en forma de embudo sobre el cielo azul claro. —Y en un abrir y cerrar de ojos, la misión puede convertirse en casas redadas y bolsas para cadáveres. —Sus manos se apretaron sobre el volante, y los músculos de su mandíbula se apretaron al tragar saliva. Ronnie pensó en el hermoso poema tatuado en su espalda. Y que mis hermanos caídos Caminen contigo ahora, Señor. Sabía que él hablaba de ellos, los tres hombres cuyos nombres tendría siempre incrustados en su carne. —Kale —dijo en voz baja, sin saber a dónde iría con esto, pero sabía que tenía que decir algo. Movió la cabeza hacia ella, sin mirarla por completo, pero aún haciéndole saber que escuchaba. Ronnie hizo algo completamente fuera de carácter, asustándose completamente, algo tan fuera de lugar con respecto a su pequeño acuerdo, que rezaba porque no lo lamentara más tarde. Desabrochando el cinturón de seguridad, se deslizó por el asiento hasta que su muslo se apretó contra Kale. En el instante en que su cuerpo le tocó, ella lo vio relajarse físicamente. Él exhaló un suspiro que ella no fue consciente que sostenía y rodó los hombros hacia delante. Sabía en ese momento que a pesar de que odiaba dejar siquiera una mancha del lado suave minúsculo que poseía en su interior a través de su deslizamiento, no lo lamentaría. Agarró su mano derecha, separándola de su agarre sobre el volante, y besó el interior de su palma. —Lo siento —susurró, y luego le besó la palma de la mano otra vez. Ella le soltó la mano y en vez de colocarla nuevamente en el volante, él la deslizó por su pelo y pasó el pulgar por su mejilla. —Gracias — susurró y la mirada que le dio hizo que su duro interior se volviera papilla

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durante un momento; hecho eso, ella se deslizó atrás sobre su lado de la camioneta. *** Página | 83

Kale inmediatamente extrañó el calor de Ronnie sentada a su lado. Ella no estuvo allí por más de sesenta segundos, pero el breve toque lo dejó con sensaciones fantasmas a lo largo de los lugares donde sus cuerpos se reunieron. Quería alcanzarla y tirar de ella hacia él, pero se habría quedado allí si hubiese querido, y no lo hizo. El resto del viaje transcurrió en silencio. Lo que con el pesado presagio del pasado de Kale flotando en el aire entre ellos, no había mucho que decir. Antes de darse cuenta, Ronnie tenía la cabeza apoyada contra la ventana, con los ojos cerrados y los pies apoyados de nuevo sobre el salpicadero, estaba dormida. —Puedo sentirte mirándome fijamente —dijo ella mientras Kale tomaba la rampa de la I-89 hasta la salida de Montpelier unas horas más tarde. —Pensé que dormías. Los párpados de Ronnie se abrieron, sus ojos marrones parpadeando a la vida. —¿Es aquí? —Ella se sentó encima y miró por la ventanilla del copiloto mientras se volvía hacia Dr. Memorial hacia el centro. Él estaba en casa. —Sí. —Huh —suspiró ella, sus palabras dando un encogimiento de hombros verbal. —¿Por qué fue el ―huh‖? Se inclinó hacia delante y tiró de sus botas. —No me esperaba que fuera tan acogedor... —¿Acogedor? Puso los ojos en blanco. —Sólo detente en algún lugar, me voy a mear en los pantalones. —Bueno, definitivamente no querría eso. —Kale paró en la siguiente gasolinera y se dirigió hasta la bomba. Vio como Ronnie saltó fuera, con gracia y potencia se acercó a las puertas. Cómo se las arregló para moverse tan rápidamente en tacones era algo que no comprendía, pero seguro como la mierda disfrutó mirando.

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Kale remataba el tanque cuando Ronnie apareció al otro lado de la camioneta con una bolsa de Sour Patch Kids4 y Snickers en una mano y dos refrescos Big Gulp5 bien metidas en el otro brazo. —¿Sour Patch Kids? ¿Cuántos años tienes, diez? —Bésame el culo, Emerson —escupió. —Con mucho gusto, cariño. —Curvó sus labios en la forma en que sabía que iba a obtener una reacción de ella, y funcionó. Ronnie le lanzó el Snickers, golpeándolo en el pecho antes de que cayeran en sus manos. —No digas que nunca te di nada —dijo entre dientes antes de saltar de nuevo en el camioneta. Kale negó con la cabeza y se rió en voz baja mientras ponía la tapa en el tanque de gas. Entró en la cabina, Ronnie le envío una mirada de ojos estrechos y le arrancó el snickers, tomando la mitad de él en su boca de un solo bocado. Él asintió con la cabeza y sonrió. —Gracias bebé —dijo en torno a la boca llena de nueces y chocolate, y luego se echó atrás a la carretera. Unos minutos más tarde, entraban en el cementerio. Kale no había vuelto a visitar la tumba de su abuela desde el día después en que la puso en el suelo, el día en que tuvo que salir para regresar a Fort Hood, donde se encontraba estacionado en ese momento. Incluso no tenía lapida aún. Eso fue hace tres años. Aparcó en el lado de la carretera que se enredaba en todas las direcciones alrededor del cementerio. Respiró hondo y apretó el ramo de lirios que había escondido antes de salir fuera del asiento trasero. Los Lirios eran las favoritas de abue. —Voy a estar de vuelta en un rato, no tomará mucho tiempo. — Abrió la puerta y antes de que tuviera un pie afuera, Ronnie también abría la suya. —Voy a ir contigo. —No tienes que… —Quiero or —dijo ella, saltando y cerrando la puerta antes de Kale tuviera otra oportunidad de objetar. Caminó alrededor de la camioneta y se paró frente a ella.

Sour Patch Kids: Son un caramelo blando, con un recubrimiento de azúcar ácida. Para niños. 4

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Big Gulp: Bebida en vasos grandes.

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—¿Estás segura? —Sí, quiero presentar mis respetos a la mujer que te crió. —Sus ojos sostuvieron los suyos y su expresión era suave y dulce, nada parecido a la forma en que normalmente lo miraba—. Incluso si eres un enorme dolor en el culo. —Voy a tomar eso como un cumplido viniendo de ti. —Sí, bueno, no te acostumbres. Estoy en modo raro hoy. —Me he dado cuenta. —Él extendió la mano y agarró su mano, enlazando los dedos a través de los suyos. Bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas y luego de regreso a él. Podía ver la cruz de indecisión en su rostro, arrugando su frente, entre los ojos, así que la atrajo hacia él, alejándose de la camioneta antes de que tuviera la oportunidad de cambiar de opinión. Kale caminó hacia el lugar donde la tumba de su abuela se hallaba, nunca tenía que mirar a su alrededor para asegurarse de que estaba en la sección correcta. Puede que solo haya estado allí dos veces después de lo que pasó, pero se había incrustado en su memoria. Yacía al lado de su madre y su padre. Las cosas tristes son siempre las más difíciles de olvidar. Llegaron a una gran lápida, una que Kale mismo había escogido cuidadosamente. Estaba marmolada maravillosamente sobre una piedra gris suave con una foto de su abuela cuando tenía veinticinco años grabada en el frente por encima de las palabras que hasta ahora, Kale nunca había visto. Marilyn Emerson Su cuerpo yace para descansar debajo de la tierra, su alma camina eternamente con el Señor, y su recuerdo sigue vivo para siempre en nuestros corazones. Kale sintió los dedos de Ronnie apretar su mano. Ella era hermosa. —Así era ella —dijo Kale, leyendo sobre las palabras por segunda vez. Soltó a Ronnie y dio un paso adelante, posando los lirios en el suelo helado junto a la piedra—. Hola Abue —susurró—. Lamento que me haya llevado tanto tiempo llegar hasta aquí. Te echo de menos. —Sacó un solo lirio del ramo, se levantó y se alejó, necesitando un poco de distancia para calmar la quemadura en la parte posterior de la garganta. Quienquiera que dijo que se hacía más fácil con el tiempo se equivocaba, la muerte nunca se hacía más fácil. El dolor desafila alrededor de tu corazón, entumeciendo el terreno del difunto habitado en tu pecho, pero nunca era más fácil. La pérdida era todavía una perdida— un dolor físico, un dolor que se extiende profundamente en tu interior y

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ahoga tu alma, para siempre en tu memoria sangrado. No, la muerte era todavía la muerte, la pérdida era todavía la pérdida y el dolor seguía siendo dolor. El tiempo no cambió eso. Tomó el pequeño paso hacia un lado y se detuvo frente a su madre y su padre, la lápida con una sola flor en la parte superior. Kale levantó sus manos frente a él y señaló las tres tumbas ante ellos. —Esta es mi familia. — Página | 86 Estos eran, estos eran cada uno que alguna vez había significado algo para él, y todos se encontraban aquí... idos. Se quedaron en silencio juntos por una interminable cantidad de tiempo que se midió sólo en cuestión de unos pocos minutos, pero fue el tiempo suficiente para reparar el dolor que se apoderó de él desde el momento en que entró en el cementerio. El ambiente en el coche cuando salieron del cementerio y se dirigieron de vuelta a la ciudad era tenso y más que un poco rígido, haciendo que Kale se preguntara si había tomado la decisión correcta al traer a Ronnie hasta acá. —De alguna manera te pareces a ella, ¿sabes? —Sus palabras atravesaron el pequeño espacio en la camioneta. —¿Qué? —preguntó Kale, saliendo de su propia cabeza. —Tu abue, tiene tus ojos. Kale se volvió hacia ella, pero tenía la cara hacia la ventana, ocultando cualquier emoción vulnerable que tenía de él. Kale entró en el aparcamiento de un gran edificio de ladrillo que se encontraba abarrotado de carros. El lugar estaba lleno, como siempre. Tenían la mejor pizza de la ciudad. Kale venía aquí todas las semanas mientras este crecía. Eran famosos por sus pizzas caseras y su cerveza. Tenían su propia cervecería y su propia marca de cerveza. Sin duda era la mejor cerveza que Kale había probado. Los propietarios recibieron varias ofertas para hacer comercial su marca pero ellos se negaron a venderla. Si tú querías su cerveza, debías venir hasta acá. —¿Qué es este lugar? —preguntó Ronnie cuando Kale estacionó la camioneta. Apagó el motor y después se metió las llaves al bolsillo. —Espero que tengas hambre. —Lo hiciste a propósito, ¿verdad? —¿El qué? ¿Invitarte a comer? Sí, lo hice a propósito. Mira Ronnie, es sólo pizza. Relájate, cariño. —Pero…

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—Quédate en la camioneta si quieres, pero voy a conseguir algo de comer. —Se bajó y se dirigió hacia la puerta del pasajero, abriéndola para Ronnie—. ¿Vienes? Ronnie puso los ojos en blanco y salió de la camioneta. —Buena chica. Ronnie lo inmovilizó con una mirada que le hizo reír y temblar al mismo tiempo. —Cuidado, Soldado. Entraron en el restaurante, y el aire caliente lleno del aroma de pan recién horneado llenó sus narices. —Mierda, ¿Está todo el maldito pueblo aquí o qué? —preguntó Ronnie, mirando por la habitación que estaba atestada de gente conversando y comiendo con avidez. —Algo así, vamos. —Kale llevó a Ronnie dentro del restaurante, buscando alguna mesa disponible cuando una voz tronó desde el otro lado de la habitación. —¡No me jodas! ¿Kale Emerson? —Kale giró hacia la voz a tiempo para ver a un tipo bajito y demasiado redondo acercándose a él con una gran sonrisa en su rostro. —¡Gordo Andy! —dijo Kale, abrazando al tipo. —Emerson. ¡Qué demonios amigo! No te he visto en años. ¿Cómo demonios has estado? Lo último que supe es que peleabas otra vez en Irak. —Sí. Estoy en casa para descansar y relajarme; sólo conduje hasta aquí para visitar a abue. Andy asintió con una mirada de complicidad antes de volver su atención a Ronnie, que miraba con cautela su pequeña reunión. —¿Y dónde recogiste a esta bella dama? —preguntó, y sin tratar de ocultar sus ojos errantes, miró a Ronnie de arriba abajo. —Ella… —comenzó Kale pero Ronnie se acercó a Andy y terminó la frase por él. —No me recogió de ningún lado, y no soy una dama. Las personas en serio deberían parar de llamarme de esa maldita manera. Mi nombre es Ronnie. En lugar de devolver la mordida de Ronnie, Andy se sacudió de la risa. —Oh, me gusta esta Emerson. Guerrera. Será mejor que te aferres a ella. Kale miró los ojos de Ronnie. Sí, él pensaba un poco en lo mismo. —Vamos hombre, Matt está aquí, y Trisha y Camie vendrán luego.

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Ven y siéntate con nosotros, será como en los viejos tiempos. Kale esperó a ver como Ronnie respondía. Él no quería colocarla en una situación en la que se viera obligada a conocer a algunos de sus amigos de la escuela secundaria. Sabía que eso no estaba en el acuerdo, demonios, sólo estaba contento de que ella viniera con él. No quería forzar Página | 88 su suerte. —No me importa dónde nos sentemos, siempre y cuando alguien me dé comida, y pronto —dijo Ronnie, llenando el incómodo silencio. Andy inclinó la cabeza hacia un lado. —La dama ha hablado. Vamos Ronnie, deja que Andy el Gordo te muestre la pizza que se hace aquí en Montpelier. Kale se sintió aliviado cuando Ronnie se limitó a sonreír y a seguirlo. Sin que él se diera cuenta ya habían pasado dos horas. Ronnie impresionantemente consumió sola cerca de una maldita pizza entera y había estado trabajando su magia rompiendo las pelotas a mis amigos y bebiendo cerveza como un hombre adulto. Esto la hacía incluso más sexy, si eso era posible. —Voy a tener que conseguir un barril de esta cerveza para llevar. En serio Kale, es jodidamente increíble. Mic se volvería como loco —dijo ella, poniendo su vaso vacío. —Díselo, cariño. Ronnie se puso de pie, tambaleándose un poco en sus talones, pero se recuperó rápidamente. —¿Estás listo para un juego de dardos? Kale se puso de pie a su lado y apoyó su cabeza cerca del oído de ella. —¿Estás lista tú para que te haga picadillo? Ella giró su cabeza hacia un lado haciendo que sus ojos conectaran con los de él, afinando el calor de sus ojos marrones en ardiente chocolate. —Depende de quién lo haga —dijo ella, insinuando cosas que Kale había estado soñando desde que tocó su cuerpo por primera vez. Sus ojos se nublaron y su voz se hizo más baja. —Oh, ese definitivamente seré yo. —¿Van a conseguir un poco más de cerveza y jugar a los dardos o van a quedarse allí parados teniendo sexo con los ojos toda la noche? —Que te jodan, Andy —dijo Kale, sin apartar la mirada de Ronnie. Ronnie apartó los ojos de él y los fijó en Andy. —Emerson está aquí sólo posponiéndolo, postergando el inevitable resultado del fracaso. El Gordo Andy se acercó y agarró a Kale por el hombro. —Parece que acabas de conseguirte un contrincante, pequeño amigo.

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—Eso hice —dijo él mientras observaba como las caderas de Ronnie se movían al ritmo del click de sus tacones mientras se dirigía a la parte trasera del bar, definitivamente estaba listo para el reto. Un par de rondas más tardes y con sólo una leve contusión en su ego, Kale se sentó a la mesa mirando a esta sexy mujer con completa Página | 89 diversión. —¡Oh sí! —dijo Ronnie arrastrando las palabras mientras caminaba de regreso hacia la mesa después de aniquilar a Matt en un juego de dardos. Estaba un poco achispada y jugaba borracha pero aun así era linda como el infierno—. ¿Quién diablos quiere probar suerte contra mí ahora? —Ronnie había retado a cada uno de ellos y había pateado sus lamentables traseros uno por uno. —¿Cómo demonios te hiciste tan buena con los dardos? —preguntó Matt, luciendo como un niño que acababa de recibir su caramelo para que luego se lo arrebataran. Ronnie se echó a reír y sacudió su cabeza. —Lo siento amigo, he estado en más bares y he tirado dardos con tantos hombres en mi vida de los que podría contar. Y encima que con mi mejor amigo Mic jugamos cada viernes por la noche, así que he tenido mucha práctica. Matt pasó su brazo por los hombros de ella y la atrajo hacia sí para darle un abrazo en forma de una llave de cabeza. —Bueno, parece que voy a comprar la siguiente ronda. Vuelvo enseguida. Mientras Matt liberaba a Ronnie de su gran abrazo de hermanos, una pareja de chicas entraron, una chica en particular miraba enojada a Ronnie, obviamente había visto el abrazo. —¿Soy yo o me parece que acabo de ser atacada con los apestosos ojos de esa Barbie de por allá? —preguntó Ronnie lo suficientemente alto que todos a su alrededor la escucharon, y Kale sabía que justo esa era su intención. Matt regresó con cuatro vasos de cerveza acuñadas entre sus manos. —Aquí tienen. —Hola bebé —dijo la rubia mientras caminaba hacia Matt que dejaba las cervezas en la mesa. Envolvió sus brazos alrededor de su cintura sin apartar los ojos de Ronnie. Dejemos que Trisha sea toda una reina del drama. Por suerte, Kale se dio cuenta que Ronnie no parecía demasiado preocupada por Trisha, al contrario, parecía divertida. Obviamente, Trisha pensó lo mismo. —¿Qué es tan gracioso? — preguntó Trisha cuando Ronnie negó con la cabeza y se rió.

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—Tú eres… —Matt ¿Quién es esta? —preguntó Trisha, escupiendo veneno mortal a Ronnie. —Esta es la chica de Kale. —No soy la… —¡¡Kale!! —gritó una voz desde detrás de Trisha, interrumpiendo a Ronnie. Kale estaba muy familiarizado con ese sonido chillón. Demonios, ese sonido estuvo hasta en sus sueños durante todo su último año en la secundaria. Eso le pasó por dormir con una animadora. Una pequeña y voluptuosa morena apareció y deslizó sus brazos alrededor de su cuello. Si no fuera porque Andy mencionó que Cammie vendría, él no la hubiera reconocido, aparte de su voz. Llevaba el cabello corto y liso hasta la barbilla y su figura estaba más llena y tenía más curvas. Era sumamente atractiva en la secundaria pero ahora estaba completamente sexy. —Hola Cammie. —La abrazó con torpeza. Podía ver a Ronnie por el rabillo del ojo que tenía los labios apretados en una línea, reprimiendo una sonrisa. Empezaba a entender por qué ella no tenía muchas amigas mujeres. La mujer no era muy amable. Cammie se apartó de él y lo miró como si estuviera admirando un raro artefacto perdido. —¡No puedo creer que estés aquí! Por Dios, ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Dos años? —Tres. —Es tan bueno verte, te he echado de menos. —Yo también Cam —dijo en voz baja. Miró a Ronnie que sólo observaba sin inmutarse, su sonrisa ya no estaba. Las mujeres se sentaron en una mesa al lado de ellos y fue el turno de Kale para reprimir su risa mientras veía como miraban amenazadoramente a Ronnie cuando ella se regresó a donde se encontraban sus amigos para seguir dándoles problemas. Ronnie ni siquiera las miró por segunda vez. Ella no le aguanta mierdas a nadie y era bastante claro que no iba a dejar que esas mujeres la intimidaran ni poco. Kale apartó su mirada de la mesa a tiempo para ver una musculosa figura amenazante de un pendejo de cabeza desgreñada dirigiéndose hacia su mesa. —Mierda, Andy. ¿Falta alguien más que haga acto de presencia que debería saber? —preguntó Kale con los dientes apretados mientras hacía contacto visual con Mason Muller, un pedazo de mierda caminante que hablaba demasiado y trataba a las mujeres como putas baratas. Kale y Mason habían tenido algunos roces en la escuela. El tipo traía problemas y Kale nunca tuvo mucha tolerancia para las escorias con

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agenda. Mason era el epitome de un mujeriego. Los ojos de Mason se arrastraron de Kale a Ronnie y Kale vio como sus labios se levantaron lentamente en las esquinas. Kale al instante se acercó a ella. Sabía que Ronnie no le daría ni la hora a ese pedazo de mierda, pero eso no quería decir que Mason no lo intentara. Era obvio que Ronnie podía defenderse ella misma y sabía muy bien que no se enamoraría de sus actos de baja calidad, pero no podía evitar el impuso que se extendió a través de él cuando Mason se acercó a ellos. Dio el último paso que lo separaba de Ronnie y le agarró su mano. La miró, sabiendo que su pequeña exhibición pública de afecto la molestaría, pero ella no tiró de su mano o lo insultó, o le escupió algún comentario como ―vete a la mierda‖. Ella sólo le ofreció una leve sonrisa y eso fue jodidamente hermoso. —Parece que he elegido la noche perfecta para salir a comer pizza —dijo Mason cuando se acercaba a la mesa. Cammie y Trisha miraron sospechosamente a Kale, obviamente recordaban lo que Kale sentía por él. —Mason —dijo Kale con calma, de manera uniforme, sin embargo, guardaba una amenaza en la única palabra que salió de sus labios. —Que tenemos aquí, al Chico de la Armada —respondió Mason, y Kale sintió la flexión de la mano de Ronnie en la suya y se dio cuenta que ella estaba mordiéndose su lengua. Mason lenta y deliberadamente se lamió los labios mientras asentía con la cabeza a Ronnie. —Hola —dijo él con lo que Kale asumió que Mason pensaba que era un saludo suave. Pronto sabría Mason con qué clase de mujer presionaba su suerte. Ronnie se echó a reír ante el intento de Mason o cualquier cosa que estuviera intentando hacer. Su risa era un sonido bajo y delicioso. Y después de eso así como así, ella se calló y miró con furia a Mason haciéndole parpadear por la sorpresa. —Hola jódete-a-ti-mismo —espetó ella. Todos los ojos brillaron con sorpresa hacia Ronnie. No muchas mujeres tenían las pelotas para hablarle así a Mason, pero tampoco no muchas mujeres eran como Ronnie. Mason movió su cabeza de arriba abajo en señal de aprobación. — Ah, sexy y bocazas, me gusta. Kale movió ligeramente a Ronnie detrás de él manteniendo su mano bien apretada a la suya. Kale no se enojaba con facilidad, pero tomaba

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todo de él para no tirarle un puñetazo a este estúpido y la mano de Ronnie en la suya fue una pequeña preventiva. Apretó los dientes. —Necesitas retroceder, Mason. —¿Necesito retroceder? —se rió Mason, y el sonido corrió a través de las orejas de Kale como uñas en una pizarra—. ¿Qué estás haciendo con Página | 92 este dulce pedazo de mierda como ella de todos modos…? —Levantó sus manos en frente de él, haciendo un gesto hacia Ronnie—. Esta mala chica necesita de un hombre que la pueda manejar. Kale estaba en una balanza pero cuando sintió el cuerpo tenso de Ronnie detrás de él, la balanza se inclinó. Con un movimiento grácil, Kale soltó la mano de Ronnie y golpeó la mandíbula de Mason haciéndolo caer al suelo. Kale se inclinó sobre él y lo agarró de su camisa, levantándole un poco la cabeza del suelo. Acercándose más hasta estar cara a cara con él, Kale le susurró de forma que sólo él pudiera oír. —En primer lugar, necesitas cuidar de tu maldita boca. En segundo lugar, ese dulce pedazo de culo de chica mala como la llamaste, es mía. —Kale abrió su puño de vuelta y le tiró un golpe más en la cara de Mason, dejando caer su cabeza hacia atrás contra el duro suelo. Kale se puso de pie dándole la espalda a Ronnie y a sus amigos. No tenía ningún derecho sobre Ronnie, no era suya y él tenía miedo de ver qué aspectos tendrían ahora los ojos de ella después de esto… Fue una grata sorpresa cuando se dio la vuelta y vio su mano encima de su cadera y una sonrisa plausible formándose en sus labios. Lo sorprendió aún más cuando tomó su bolso y caminó alrededor de la mesa para tomar su mano. Kale la entendió, el alto de su adrenalina todavía nadaba en su cabeza. Finalmente, se inclinó hacia ella y le susurró—: ¿Lista para irnos? Ella lo miró a través de sus pestañas y no dijo ni una palabra, sólo le guiñó. Eso fue todo lo que necesitó para llevársela de ahí hacia el estacionamiento. Ninguno de los dos dijo nada hasta que estuvieron en la camioneta y de camino en la carretera. Ronnie se recostó contra el asiento. —¿Seguro que estás bien para conducir? Por mi parte, estuve disfrutando demasiado de la cerveza. Ahora voy a tener que hacer viajes mensuales hasta aquí gracias a ti. —No vengas sin mí. —¿Por qué? —Sólo no lo hagas. Mason no es conocido por su habilidad de aceptar una indirecta de una mujer y después de lo que pasó allí, él estaría

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muy dispuesto a intentar algo contigo. Así que no vengas aquí sin mí. —Puede intentar todo lo que quiera, pero… —Ronnie, por favor. —Kale conocía que la reputación de Mason había estado basado en mucho más que sólo rumores, y la idea de que Mason estuviera cerca de Ronnie fue lo suficiente para hacerle ver rojo. Página | 93 —Está bien. Sólo bromeaba de todos modos. No tengo intención de conducir cuatro horas por una cerveza. Kale suspiró mientras su cuerpo se relajó, y la neblina carmesí se aclaró de su visión. —Siento haberte agarrado allí. —Eso no era cierto. No lo sentía. Nunca se arrepentiría de sujetar a esta mujer tan fuerte como ella lo dejara. —Puedo identificar una pelea de testosterona cuando lo veo. No hay problema. —Ella le guiñó un ojo y él entendió que sólo lo hizo para que Kale pudiera enviar su mensaje a Mason. ¿A quién engañaba? A Ronnie le hubiera encantado arremeter contra ese pedazo de mierda, él sabía que ella estaba conteniéndose. Ella había actuado bien. Una puñalada se disparó hacia su pecho como un centenar de diminutos cuchillos. Ella no lo dejó aferrarse a ella y tirarla hacia su lado porque quisiese que lo haga, sólo había actuado bien. —Bonito gancho derecho por cierto. Muy caliente, si me permites decirlo —dijo Ronnie, deslizándose de sus botas. Kale sonrió y le guiñó el ojo, haciendo a un lado su repaso mental. —Mierda, ya son las nueve, ¿Cuánto tiempo estuvimos allí? — murmuró Ronnie. Kale se rió cuando ella habló arrastrando las palabras. Normalmente las chicas borrachas lo molestaban muchísimo, pero con Ronnie, era bastante divertido. —Casi cuatro horas. —Bueno, mierda. Nunca me contestaste. ¿Estás bien para conducir? —Sí, cariño, sólo tomé tres cervezas y se necesita muchas más para que me afecten. —De acuerdo, porque voy a recostar mi cabeza aquí —Ella se desabrochó el cinturón de seguridad y apoyó su cabeza en el asiento que estaba al lado del regazo de Kale—, y voy a tomar una pequeña siesta. Él levantó la mano y pasó sus dedos por el cabello de ella. —Hazlo, nena. —Mmm —gimió, cerrando sus ojos y tirando de sus piernas arriba del asiento haciéndose un ovillo a su lado. Su blusa se detuvo de subir cuando

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ella metió sus brazos debajo de su cabeza y la piel suave y dulce hizo acto de presencia, mostrando su delicado tatuaje que viajaba por el costado de su cuerpo. Quería bajar sus dedos para así rozar la suave piel de su costado pero no lo hizo. Mantuvo sus dedos acariciando su cabello, acariciando su sien con su pulgar. Ella suspiró y se arropó aún más fuerte dejando que pequeños gemidos de satisfacción salieran de sus labios. Página | 94 —Esto no es parte de nuestro acuerdo, pero voy a dejarlo pasar — dijo ella, y Kale decidió tocarla así, hacerla suspirar y gemir, hacer que su cuerpo se relaje bajo sus dedos, era incluso mejor.

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Página | 95 Traducido por *~ Vero ~* Corregido por Itxi

Ronnie se despertó cuando el camión se detuvo. Mantuvo sus ojos cerrados, deseando que siguieran conduciendo, así no se tendría que mover. Sintió una mano acariciarle la cabeza, bajando por su cuello hasta su espalda, dando golpecitos suaves hasta que abrió sus ojos. —Hola —susurró Kale. Masajeó suavemente su espalda y permaneció allí por un largo segundo, disfrutando la aspereza de la yema de sus dedos contra la fina tela de su blusa. Las dos texturas causaron una fricción que se sintió fantástica. —Lamento despertarte, pero estás en casa. Ronnie gimió mientras se empujaba a si misma a levantarse, causando que la mano de Kale cayera hacia un lado. —No puedo creer que haya dormido todo el viaje. Siento no haber sido una buena compañera de viaje —bostezó y se agachó para agarrar sus botas, ni siquiera se molestó en ponérselas. —No te preocupes por eso. Vamos a llevarte a la cama, borracha. —Oh, qué demonios. No bebí demasiado. Kale levantó sus cejas especulando sobre su idea de que significaba para ella ―demasiado‖. Ronnie frunció el ceño. —Sí, tienes razón. Kale solo se rio y se bajó del auto, rodeándolo para abrirle la puerta. Saltó fuera y camino hacia su puerta delantera, buscando en su bolso las llaves mientras Kale la seguía de cerca. —Maldita sea. —¿Qué? —Creo que dejé mi teléfono en el portavasos de tu camioneta. No lo veo en mi bolso —dijo Ronnie, desbloqueando la puerta. —Iré a mirar. Kale se volvió y trotó hacia la camioneta mientras Ronnie empujó la puerta para abrirla. El cálido aire dentro de la casa envolvió su frio cuerpo

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mientras caminaba hacia adentro. Tiró su bolso y las botas al costado de la puerta y se dirigió directamente a su habitación. Quería deshacerse de su ropa y de la sudadera para poder acurrucarse en su cama y desmayarse. Por alguna desconocida razón, los viajes en auto la agotaban, aparentemente incluso si dormía todo el maldito tiempo. Ronnie dejó caer sus jeans, dando un paso fuera de ellos y Página | 96 pateándolos a un lado cuando escuchó cerrarse la puerta. — Acomódate donde quieras —le gritó a Kale, —voy para allá—. Se desabotonó la blusa dejándola caer al suelo y jadeó cuando sintió un suave toque correr por su espalda. Se quedó inmóvil dejando que cada terminación nerviosa se prendiera fuego mientras los dedos de Kale trazaban las líneas de su tatuaje. La suavidad de su tacto era tan ligero, tan cuidadoso, era como si estuviera sintiendo la suave presión de una tinta de aguja presionando contra su piel. Era como si estuviera tatuando su cuerpo de nuevo con la punta de su dedo, y la sensación era adictiva. Quería más, y lo quería en todos lados. Sus labios bajaron y se cerraron sobre su hombro, presionando suaves besos sobre su ahora caliente piel. Su mano bajo gentilmente sobre su brazo, siguiendo las direcciones de los tatuajes que corrían hacia abajo desde su hombro hasta el codo, provocándole piel de gallina en todas direcciones. Su cuerpo se presionó contra su espalda y pudo sentir su cálido pecho desnudo contra ella. Era difícil y acogedor, y le dio la bienvenida a la sensación mientras su peso se aplastó contra ella, su estómago moldeándose contra su espalda. Sus labios encontraron lentamente el camino hasta su cuello, tomando su tiempo para llegar allí, besando y lamiendo su suave piel a lo largo del camino. Ronnie inclinó la cabeza hacia un lado, dejándola caer hacia atrás para que descanse sobre su hombro. Pasó sus manos por sus brazos deteniéndose cuando le hacía cosquillas en las palmas, y luego entrelazó los dedos con los de ella, sin dejar de encender llamas en su piel. La manera en la que la tocaba era tan sincera que hizo que le doliera el corazón como si se rompiera en mil pedazos al mismo tiempo en el que trataba de pegarlos de nuevo. Apretó sus manos inclinando un poco más la cabeza. Kale levantó la cabeza de su cuello y sus ojos la miraron. Estaban llenos con necesidad, cruda, intensa necesidad, y eso la aterrorizaba. Kale dejó caer una de las manos de Ronnie y la dio la vuelta, tirando su cuerpo contra el suyo. —Me he estado muriendo por tocarte todo el día —susurró, arrastrando un dedo por su columna vertebral. El toque fue tan suave, la sensación casi insoportable. Cuando llegó al tirante del

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sujetador, lo desabrochó en un solo movimiento. Lentamente empujó los tirantes hacia abajo por los hombros, como si estuviera saboreando cada centímetro mientras caía por sus brazos antes de dejarlo caer al suelo. —Voy a besarte ahora, ¿de acuerdo? —su voz era silenciosa y baja, como si no supiera que respuesta iba a obtener. Ronnie solo pudo asentir con la cabeza como una idiota. La tenía en trance. Sus manos y sus ojos la miraban con una intimidad que la tenían petrificada, pero todavía quería eso más de lo que había querido algo nunca. Lo deseaba más de lo que nunca había deseado a nadie. —¿Estas segura? —preguntó cauteloso, sus labios separados solo un suspiro de los de ella. ¿Por qué le estaba preguntando si estaba segura? Nunca había pedido permiso antes. Pero incluso mientras la pregunta atravesaba su mente, ya tenía la respuesta. Esto era diferente, él lo sabía y ella lo sabía también. Se sentía diferente. Permaneció quieto, su boca sobre la de ella, sus dedos masajeando sus nudillos suavemente mientras mantenía agarrada su mano. Kale agarró su barbilla y le sostuvo la cabeza firmemente en su lugar mientras levantaba la mirada a sus ojos. —¿Ronnie? —preguntó, sus ojos formando nubes como una tormenta mortal alcanzando el horizonte. Al verlo tan amable con ella, tan preocupado, era casi imposible de soportar, pero a pesar de eso, solo tenía a este hombre por unos días más y no iba a desperdiciarlos contemplando toques suaves y miradas íntimas. No, solo iba a sentir; justo como le dijo el día de San Valentin. Solo sentir, y justo ahora quería sentirlo —contra ella, sobre ella, dentro de ella, todo. —Estoy segura —dijo, y antes de terminar la frase, la besó. Sus labios eras suaves y fáciles, como ningún beso que habían compartido. Era poderoso y abrumador y posesivo. Su boca se movió sobre la de ella con un propósito, lenta y cuidadosamente goteando todo lo que tenía en ella, como si estuviera dándole una parte de él; y la tomó de buena gana. Sus manos se perdían por su pecho desnudo y se agarraron en la parte posterior de su cuello. Kale gimió en su boca mientras ella presionó sus uñas en su carne, acercándolo más. Kale envolvió sus brazos alrededor de su cintura y le levantó los pies del suelo, llevándola a la cama. La bajo suavemente, nunca alejando su boca de la de ella. Cuando finalmente alejó sus labios, lo observó mientras se inclinaba

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sobre ella, tirando de sus bragas de encaje por sus piernas y sobre sus tobillos, dejándolas caer al piso con el resto de su ropa. Ronnie se levantó sobre sus codos para verlo entero mientras Kale se levantaba y se sacaba los jeans y los boxers. —Dios, eres perfecta —dijo, moviendo sus ojos por su cuerpo. Definitivamente podría pensar lo mismo de él. Sin decir otra palabra, Kale cuidadosamente se puso un condón y se subió a la cama, cerniéndose entre sus piernas. Necesitaba su boca sobre la suya, necesitaba saborearlo, perderse en su toque, porque perderse en su mirada se sentía demasiado peligroso. Presionó sus labios contra los de él esperando que sea reciproco. Le tomo un simple latido pero luego la besó. La besó como si fuera la primera vez, hambriento y apasionado; arrojando nada más que crudo deseo. Pero también la besaba con tanto anhelo que se sentía como si fuera la última vez, intenso y desesperado. Todas las emociones conflictivas golpeaban contra el tierno corazón de Ronnie ya dañado, curándolo solo para repetir la tortura otra vez y no sabía si podría soportarlo. Fue como si Kale hubiera leído su mente; era como si supiera exactamente lo que necesitaba para enterrar sus pensamientos, para ahogar los sentimientos que estaban subiendo hacia la superficie. Metió la mano debajo de ella y rodó sobre su espalda tirándola sobre él. Su erección estaba contra su culo y la agarró por las caderas, levantándola y rodando su espalda hasta que lo sintió debajo de ella. Lentamente se sentó, sintiendo centímetro por delicioso centímetro de él llenando su cuerpo, extendiéndose dentro de ella. —Dios, cariño —dijo, hundiendo sus dedos en sus muslos mientras se hundía hasta el fondo sobre él—. Ven aquí. Enredó los dedos en su pelo y tiró de ella hacia abajo encima de él. Su pecho se derrumbó sobre el de él, cada parte de su cuerpo tocándolo. Se echó hacia atrás lentamente, dejando que su longitud se deslizara casi completamente fuera de ella antes de mover sus caderas hacia delante nuevamente, tragándolo profundamente en su interior. Sus labios apretados contra los suyos, sus dientes tirando de su labio inferior y su lengua deslizándose con dulzura. Sus manos vagaron por su cintura, su espalda, sus pechos, y por todas partes. La estaba explorando con tanta ternura que hizo que su piel hormigueara con pinchazos de placer que se irradiaban por todo su cuerpo, haciendo que sus cuerpos estén más conectados. En un movimiento tan fluido que no registró hasta que todo terminó,

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Kale la tenía debajo de él. Estaba todavía dentro de ella y su cuerpo se hizo cargo del balanceo. Ronnie enganchó los pies alrededor de sus pantorrillas, para poder rodar sus caderas y encontrarse con las de él en cada embiste. Su gran cuerpo presionándola contra el colchón mientras sus labios seguían moviéndose contra los de ella, haciéndola marear mientras Página | 99 luchaba por sacar el aire de sus pulmones, pero al estar tan consumida por Kale se quedó sin aliento, y fue una sensación que invitó completamente. A medida que sus caderas se movían lentamente en un círculo, un inmenso placer comenzó a construirse entre sus muslos. Kale pareció darse cuenta de su cuerpo acelerado y tembloroso y poco a poco comenzó a aumentar su velocidad. Cada empuje la envió lejos hasta que no pudo soportarlo más. Y se dejó ir. Soltó su mente y su cuerpo para solo sentir, y fue increíble. Los labios perfectos de Kale suavemente acariciaban los suyos mientras un delicioso espasmo recorrió su núcleo. Gimió en su boca causando un sexy gemido en respuesta al sentir el placer de Kale bombeando en su interior. Se quedó quieto dentro de ella y plantó suaves besos en sus labios, mandíbula y cuello. —Eso fue increíble —dijo Ronnie sin aliento mientras Kale seguía atendiendo su sensible piel. —Sí, lo fue —susurró y lo sintió sonreír contra su cuello. Kale salió de ella y la tomó entre sus brazos. Casi vaciló, pero no lo hizo. Estaba exhausta, su cuerpo todavía estaba en espiral hacia abajo, y no tenía la maldita energía para protestar. Sí, era mejor que admitir que el sentimiento de ser acunada en sus fuertes brazos se sentía mejor que cualquier otra cosa que haya tenido en un largo tiempo. *** La mente de Kale lenta y aturdida volvió en sí mientras se despertaba debido al sol entrando por las ventanas, pero no estaba listo para abrir sus ojos. Respiró hondo y apretó sus brazos alrededor de Ronnie. Todavía estaba envuelta alrededor de él, sus miembros enredados con su piel desnuda. Era tan ligera y suave, y era realmente dulce cuando dormía, algo que solo sería verdad acerca de esta mujer cuando estaba dormida. Suavemente deslizó su cuerpo, tratando de no despertarla mientras salía de la cama. La miró, su cremosa y blanca piel de marfil cubierta en un arte colorido, su largo cabello casi negro derramándose alrededor de

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su cabeza en la almohada, sus carnosos labios entreabiertos, sus largas pestañas cepillando la parte superior de sus mejillas. Era una belleza impresionante. Kale silenciosamente entró al cuarto de baño y abrió la ducha. Cuando se metió, sus ojos inmediatamente miraron la repisa que contenía gel corporal, crema para afeitar, y una afeitadora de hombre —y eso lo Página | 100 enojó extremadamente. Casi se olvidó de que Ronnie había compartido su vida con alguien; que en un momento de su vida no había tenido miedo del amor y lo relacionado con él. Por primera vez en su vida, Kale pensó en cómo sería tener esta mujer cada día, para siempre. Pensó como sería dormir junto a ella todas las noches, hacerle el amor cada vez que quisiera, frotar sus pies y besar su cuello y por primera vez desde que estaba en el ejército, quería quedarse. ¿Quería todavía estar con sus hombres? Absolutamente. Pero por primera vez, algo era más importante que la misión. No quería irse; no quería dejar a Ronnie. Finalmente entendió el costo, y era peor de lo que había imaginado. Kale cerró la ducha una vez que el agua ya no estaba caliente. Rápidamente se vistió de nuevo con su ropa y salió de la ahora vacía habitación. Al doblar la esquina del pasillo, vio a Ronnie en la cocina preparando el desayuno. Llevaba un pequeño top camuflado y bragas de leopardo. Sabía que los llamaban shorts de niño pero seguro como el infierno que no se veía como nada que un niño usaría. Apenas cubrían su culo, no es que me estuviera quejando, y quedaban tan bajos en sus caderas que no le tomaría mucho trabajo empujárselos hacia abajo solo un poco y podría…—¿Panqueques? —Ronnie preguntó, mirándolo a los ojos mientras se dejaba caer en la silla. Brincaba alrededor del mostrador y se detuvo junto a él, soltando un montón de tortitas. —Si señora —la agarró por la cintura y la atrajo hacia su regazo, y le dio un rápido beso en el cuello. Se sentía un poco incómoda allí, como si hubiera sido forzada así que la dejó ir, sintió una sensación de hundimiento en su estómago. —Así que, ¿que hay en la agenda para hoy? —preguntó, esparciendo mantequilla de maní en su pila de tortitas, haciendo a un lado los sentimientos que estaban a punto de quitarle su tarjeta de hombre. —Bueno, tengo horario completo en la tienda y luego se supone que debo encontrarme con Jordan para ir de copas, ¿qué hay de ti? —Tengo una mierda de la que hacerme cargo para el trabajo antes de regresar al foso de arena. La mirada que brilló en los ojos de Ronnie fue breve y no tuvo la

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oportunidad de descubrir lo que era antes de que se endureciera de nuevo. Dos días más, solo tenía dos días más con ella. —Bueno, haz lo que quieras. Voy a saltar a la ducha y prepararme para el trabajo. ¿Te llamaré mañana? Página | 101 ¿Cuándo se invirtieron los papeles? ¿Cuándo de repente se había convertido en el que era echado por las mañanas? —Si —dijo antes de llenarse la boca con panqueques. Le sonrió y le guiñó un ojo pero sin encontrar su mirada. Tenía miedo de que le dijera lo que ya sabía bien — era solo sexo. Solo que ahora, era mucho más que eso.

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Página | 102 Traducido por Aria Obispo Corregido por LadyPandora

Después de un largo día tatuando su desafortunada parte de tatuajes en los traseros de la gente, que probablemente estarían quitándoselo con láser en menos de un año, Ronnie se encontraba cansada, hambrienta y lista para irse a la cama. Pero le había dicho a Jordan que se encontrarían para cenar y tomar una copa, y demonios, ¿a quién quería engañar? Nunca dejaba pasar una combinación de comida y licor. Se cubrió la barbilla y la nariz con la bufanda de lana mientras caminaba desde el aparcamiento hasta el Sidelines Bar & Grill. Estaba empezando a nevar, así que tuvo que aparcar en el quinto pino, y temió por la sensación helada en la nariz y los dedos. Sidelines siempre se encontraba lleno, especialmente los miércoles cuando tenía las ofertas de mitad de semana, cerveza a un dólar. El bar estaba más que lleno, principalmente de soldados y toda clase de idiotas. Ella habría estado mejor en su pequeño agujero de cuatro paredes, que en una barra negra llena de grandes moteros y viejos borrachos pervertidos, pero Jordan había escogido el lugar. Al menos tenía buenas hamburguesas. Cuando Ronnie abrió la puerta y entró, le rodeó el aroma a pizza y hamburguesas, y al instante su estómago retumbó. El bar estaba repleto de gente y todas las mesas estaban ocupadas. Ronnie esperaba que Jordan ya tuviera una mesa, porque ella no iba a estar esperando mucho para conseguir una. Justo cuando su cabeza recorría la barra de lado a lado, Jordan apareció, acercándose a ella. —Ven, nos vamos —dijo Jordan cuando alcanzó a Ronnie. —¿Qué? Acabo de llegar, ¿qué demonios? —Bueno, tengo ganas de comida Mexicana y margaritas, y este lugar está muy lleno, así que nos vamos. —La urgente desesperación en la voz de Jordan hizo que Ronnie se detuviera, como si fuera una pila de ladrillos.

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Ella entrecerró los ojos y descansó las manos en sus caderas. —Jordan, no me mientas. ¿Qué pasa? —Nada —mintió Jordan, pero ya que era una horrible mentirosa, miró alrededor. Si Jordan estaba mintiéndole era porque tenía una razón para hacerlo y Ronnie iba a averiguarla. Página | 103 —Apártate del camino, Jordy —dijo Ronnie, empujando a Jordan, apartándose de la entrada y adentrándose al bar donde se encontraban las mesas. No le costó más de un minuto mirar alrededor. Sentado al otro lado de la sala se encontraba Kale. Reconocería ese cabello color arena, ese chico pijo e imitador de Capitán América en una oscura habitación con gafas de visión nocturna. Era él y se encontraba con una mujer, una zorra rubia que hablaba en voz alta. Por supuesto, también tenía que ser hermosa. Gran sonrisa, cintura pequeña, ojos redondos y probablemente azules, y desde luego tenía unas grandes tetas por las cuales muchas chicas pagarían miles de dólares por tener, y Ronnie apostaba su teta izquierda a que esas eran reales. Jodidamente fantástico. Por supuesto, también parecía ser de su tipo. Pantalones ajustados y un suéter de color crema con un pañuelo largo y fino enrollado en el cuello. Ella era tan digna a modelo como él. La rubita estaba fastidiosamente sentada cerca de Kale y tenía la mano sobre su pecho. Ella estaba riendo, él le sonreía y al parecer estaba pasando un buen rato. Obviamente debían tener una relación bastante íntima. Ronnie podría asegurarlo por la simple forma en que sostenía su mano, y la forma en cómo ella tenía sus piernas en ángulo son su cuerpo, y en cómo se apoyaba sobre él mientras hablaban. —Ronnie, vámonos —dijo Jordan detrás de ella. Fue como si el nombre de Ronnie saliendo de la boca de Jordan hubiese golpeado la cabeza de Kale para que se girara. Su sonrisa decayó cuando sus ojos se clavaron en Ronnie, y al instante se puso en pie, con la preocupación grabada en todos los planos de su rostro. Comenzó a acercarse, pero Ronnie lo inmovilizó con una mirada que habría matado a un francotirador. Se detuvo en seco, sin apartar ni una sola vez sus azules y tempestuosos ojos de ella. —Maldito soldado —dijo entre dientes. Jordan enlazó su brazo con el de Ronnie y tiró con fuerza, tirando de los pies de Ronnie, los cuales parecían estar pegados con cemento. —Ven, Vamos. —Sí. Vayámonos. —Desvió la mirada de los ojos atormentados que la seguían, se dio la vuelta y se marchó.

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Kale sabía que esto pintaba mal. Cuando esa tarde Meagan lo llamó para cenar juntos antes de regresar a Iraq, debió haberle dicho que Página | 104 no. No quería cenar con Meagan, hubiera preferido estar con Ronnie, pero Meagan era una vieja amiga. Era muy buena y dulce, así que cenar con ella sonaba mejor que estar en casa solo. Lo último que quería era lastimar a Ronnie. Cuando alzó la mirada y la vio mirándolo, fue como si su mundo se volviera plano y se encontrara resbalándose por el borde. La había decepcionado. Ella pensó que hizo la única cosa que haría que le diera la espalda al amor para empezar. Tenía que hablar con ella. Tenía que hacérselo entender. Kale se giró hacia Meagan que seguía sentada en la mesa, le dio una débil sonrisa y se encogió de hombros. —Lo siento, Meg. Tengo que irme. Meagan se puso en pie y le sonrió, con los ojos llenos de comprensión. Le plantó un beso en la mejilla. —Ve por ella. —Eres la mejor, Meg. —Lo sé, lo sé. Kale se inclinó y la besó en la parte superior de su cabeza. —Gracias —dijo, poniendo un billete de cincuenta dólares sobre la mesa para pagar la cena, entonces se dio la vuelta y fue tras Ronnie. Sacó el teléfono del bolsillo y marcó su número mientras se dirigía a su camioneta. Se sorprendió cuando respondió antes de que el primer timbre hubiese terminado. Estaba totalmente preparado para dejar un sinnúmero de mensajes de voz y aventurarse a entrar en modo acosador, conduciendo a su casa, al estudio de tatuajes y a cualquier otro sitio donde pudiera estar. —Kale no—dijo ella, antes de que más palabras fueran dichas—. No tienes nada que explicarme. No hiciste nada malo. —Sorprendentemente sus palabras fueron tranquilas y calmadas. —Ronnie, ella… —No estamos juntos, Kale. No eres mío. Era sólo sexo ¿recuerdas? Sin sentimientos, sólo sexo. No pasa nada. —Puede que sus palabras dijeran que no pasaba nada, pero su voz decía otra cosa y la idea de que

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realmente le hubiera hecho daño era peor que el hecho de que ella le restara importancia. Tenía que verla, necesitaba aclarar este malentendido. Tenía que hacer las cosas bien entre ellos. Estaría aquí sólo un día más. —Voy para allá. —De ninguna manera —espetó. Ahora era la Ronnie que conocía y se alegraba de escuchar el fuego de nuevo en su voz—. Mira soldado, fue muy divertido, pero se acabó. De todas maneras, te vas en dos días. Terminemos nuestro pequeño acuerdo con la última noche. —Ronnie… interrumpidas.

—Volvió

a

intentarlo,

pero

sus

palabras

fueron

—Cuídate — susurró y entonces se cortó la línea. *** Cuando Kale llamó, Ronnie seguía en el aparcamiento, sentada en el auto de Jordan. Lo vio mientras corría a su camioneta y se metía dentro. Vio cómo su rostro se ensombrecía cuando le dijo que no pasaba nada y vio cómo su cuerpo se apoyó contra el respaldo de su asiento cuando colgó. Era demasiada mierda junta. No quería este drama y no quería esa sensación, la sensación de que volvía a ser traicionada; pero no, Kale no había hecho nada malo. Pero ella cometió un error al dejarse ir, al dejar que la noche anterior se convirtiera en algo que no era. No, Kale no era el que estaba haciéndolo mal, era ella. Él se iría dos días después y ella se había convertido en la chica con la que se acostó la noche de San Valentín. Ahora odiaba incluso más la jodida fecha. No creía que eso fuera posible, pero estaba equivocada. Jordan se giró en su asiento para mirar a Ronnie. —¿Estás bien? —Su voz fue cuidadosa y Ronnie la odió. —Sí, ¿Por qué no iba a estarlo? —A ver, mmm, veamos. Tal vez porque acabas de ver al chico con el que estás acostándote saliendo con otra mujer y tal vez porque otro hombre acaba de joderte. —¿Por qué cojones no señalas lo obvio? —Ronnie exhaló una profunda bocanada de aire frío y cruzó los brazos sobre el pecho—. Estoy bien. ¿Que si apesta haberlo visto con esa rubia? Si, tendría que estar muerta por dentro para decir que no me ha molestado. Pero puede tener citas, sexo, lo que sea, con quien quiera. No me pertenece y nunca lo

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hará. —¿Pero no quieres estar con él? Ronnie se rió. —No. Era sexy y entretenido, pero era un dolor en el trasero y un Página | 106 soldado muy niño lindo. No es mi tipo. Sólo fue sexo. Jordan la miró poco convencida, pero sabía que era mejor no llevarla hasta el límite. —De acuerdo, bueno, ¿ahora a dónde? Ronnie volvió la vista hacia donde Kale había aparcado su camioneta. Se había ido. Abrió la puerta y salió del coche de Jordan. —Me voy a casa. Hablamos mañana. —Cerró la puerta y se dirigió a su coche. Ahora estaba aún más agotada, y su apetito de pronto había desaparecido, lo único que quería hacer era acurrucarse en la cama y dormir.

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Página | 107 Traducido por Dunadae Corregido por Vericity

Kale se levantó la mañana siguiente tan cansado como estuvo al acostarse. No había dormido una mierda y sabía que tenía que ver con el cuerpo de cierta sarcástica mujer, o la falta de éste, tumbado junto a él. Hoy era su último día en los Estados Unidos hasta junio. Mañana se dirigiría a Siracusa para subirse a un avión de vuelta a Iraq y había un par de cosas que tenía que hacer antes de irse, y hablar con Ronnie era prioritario. Correría a hacer sus recados y luego se pasaría por la tienda de tatuajes. Si tenía preparado todo lo que necesitaba tendría más tiempo para ella, en caso de que ella quisiera pasarlo con él. —Martin —dijo Kale mientras entraba en el cuartel de la Compañía Bravo. Martin estaba asignado al destacamento posterior, al cuidado de las familias de la compañía, las instalaciones y el equipo mientras la compañía se desplegaba. —Sargento Emerson, ¿cómo le va, señor? —Estoy bien, Martin. Vine a ver cómo van las cosas aquí. ¿Están siendo atendidas todas las familias? —Sí, señor. Acabo de hablar con el líder del FRG6 esta mañana para confirmar que todo está bien. —¿Qué pasa con la mujer de Fishers? Tuvo un bebé el otro día. Fui a verla al hospital ayer y dijo que no tenía familia cerca para ayudarla. Asegúrate de le llevan comida las próximas semanas y canguros para los gemelos un par de días a la semana para que ella pueda descansar un poco. El SPC7 Fishers es uno de los jóvenes soldados de Kale con una joven

FRG: Family Readiness Group, grupo que se encarga de cuidar a las familias de los militares mientras estos están en batalla. 6

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SPC: Specialist, rango bajo del ejército.

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esposa y un par de gemelos de dos años. El chico dejó embarazada a su esposa unas pocas semanas antes un despliegue y ella acababa de tener a la bebé unos días antes. Kale le prometió a Fishers que se aseguraría personalmente de que ella estaba siendo cuidada y que la bebé estaba bien. Era una de las cosas más difíciles de los despliegues. Su soldado se perdió el nacimiento de su hija, ni siquiera la conocería hasta dentro de Página | 108 cuatro meses, y no había nada que Kale pudiera hacer excepto hacer fotos y asegurarse de que su esposa tenía la ayuda que necesitaba. —Le dieron hoy el alta y un par de miembros del FRG van a quedarse con ella unos días hasta que se recupere de la cesárea. Me aseguraré de que le preparen comida también. —Bien —dijo Kale, y estaba feliz de escuchar que Martin ya estaba ocupándose de ello. Un recado menos, otro por hacer. Kale fue al economato y llenó su carro con brownies y ding dongs y casi todas las cajas de golosinas Hostess que pudo encontrar y cogió un par de películas recién estrenadas, estaba harto de ver la mierda de copias iraquís que les compraba a estos. Después de pagar por todo y de gastarse otros ciento cincuenta dólares en tabaco y chicles para algunos de sus chicos, se dirigió a la oficina postal para mandar las cosas a su compañía, después iba a ir a No Regrets a ver a Ronnie. Con suerte ella querría verlo. *** —¿Qué pasa contigo hoy? —Le preguntó Mic a Ronnie mientras se sentaba en el sofá de cuero de la sala de diseño. Ronnie estaba sentada en la enorme mesa esbozando en su blog. —¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué diablos estás tan encima de mí últimamente? ¿Suelo lucir como un jodido rayo de sol? No. Si, Ronnie estaba de un humor particularmente agrio hoy, pero tenía derecho a estarlo. Había un manto de nieve fresca de ocho centímetros de grosor cuando se levantó, no le quedaba café, la cola en Starbucks era jodidamente ridícula, y su primera cita del día fue una no aparición. Estaba teniendo un día de mierda como poco y no iba a fingir que no era así. Mic se metió un donut en la boca. Ya era la una de la tarde pero en el tiempo de Mic, era por la mañana. —Está bien, solo comprobaba. Me gustaría mantener mi cabeza por

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favor, no hay necesidad de arrancarla con los dientes. Ronnie mantuvo sus ojos fijos en su dibujo. —Cállate, cómete tus donuts y déjame trabajar en paz. Mic estiró sus brazos y se levantó del sofá. —Está bien Ángel —dijo, y luego salió de la habitación dejando a Ronnie sola consigo misma. Ronnie tuvo un día lento. Por supuesto solo tenía dos citas programadas, aunque ahora había sido reducido a una, el día que le gustaría enterrarse en horas y horas de trabajo. Incluso tatuar corazones y cerraduras y amor en las cursis recién casadas de la Armada sería mejor que sentarse y pensar sobre… no, no iba a pensar una mierda sobre ello. —Hey —dijo Harold, asomando la cabeza en la sala de diseño—. Tu compañía del sistema de seguridad está al teléfono. Alguien se ha colado en tu casa. —¿Qué? —Ronnie saltó de su asiento y corrió fuera de la habitación. Sacó el teléfono del escritorio de recepción—. Soy Ronnie Clark. —Señorita Clarck, soy Andrea Thompson de First Choice Security… —Si, lo sé. ¿Qué está pasando? —interrumpió Ronnie. No le importaba quien era ella, solo quería saber qué cojones pasaba. —Si bien, se avisó de un allanamiento en su dirección a través de una ventana en el lado norte de la casa. La policía ha sido notificada y ahora mismo están de camino para investigar. Le sugerimos que espere a que la policía contacte con usted. —Gracias. —Dejó el teléfono de golpe en el recibidor. Y una mierda iba a esperar a que la policía contactara con ella. Ronnie se apresuró de vuelta a la sala de diseño y agarró su bolso. —Mic, cancela mi cita de hoy, diles que llamaré para volver a programarla. —¿Qué pasó? —gritó desde su cuarto. —Te lo haré saber cuándo lo averigüe. Salió pisoteando la nieve hacia su coche. Esta era la puta última cosa que necesitaba justo ahora. Le importaba una mierda si quien quiera que entrara en su casa se llevó las cosas de Brandon, le estarían haciendo un favor, pero si habían tocado sus cosas iba a perder el control. Ronnie se sorprendió al ver a los policías salir de su vecindario mientras ella entraba. ¿Por qué no la habían esperado, o al menos llamado?

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Llevó su coche al camino de entrada. Extrañamente considerando que había un supuesto allanamiento, nada parecía fuera de lo normal. Abrió la puerta del garaje para meter el coche y el corazón se le subió a la garganta instantáneamente. Apoyadas en el suelo junto a la puerta que llevaba a la casa había unas demasiado familiares botas de combate. Jodidamente fantástico. Página | 110 Ronnie apagó el motor y se sentó en el coche. Quizás debería simplemente irse, fingir que no había venido a casa. No estaba preparada para esto y estando desprevenida no era cómo quería manejar la situación cuando la situación finalmente llegara. Sin embargo, no parecía que tuviera muchas opciones porque en ese momento, la puerta se abrió y Brandon apareció. El corazón se le deslizo de su posición en la garganta a la boca del estómago cuando sus ojos encontrar los de ella a través del parabrisas y le ofreció esa dulce y ligera sonrisa suya que ella siempre adoraba. A regañadientes, abrió la puerta del coche y salió. Simplemente se quedó ahí cerca de su coche, mirando al hombre con el que creyó que pasaría el resto de su vida, el hombre que cogió su corazón y lo puso a través del quitanieves, salpicando los pequeños cachos en todas direcciones haciendo imposible encontrarlos todos. Era él. Estaba de pie ahí en con su camiseta color canela y pantalones ACU luciendo tan bien como ella recordaba. El tatuaje en su bíceps que ella le había ello unos años antes asomaba por la manga de la camiseta. Podía ver su pecho definido a través del tejido de algodón, sus chapas de identificación bajo el cuello, entre los músculos. Su pelo parecía recién duchado, dejando su oscuro cabello castaño pegado a su cuero cabelludo. Parecía su Brandon, solo que él no era su Brandon, ya no. —Hola Ron —dijo, su nombre deslizándose de su boca como lo había hecho cada día desde el día que lo conoció. Sonaba igual, sonaba igual que cuando ella era de él, cuando no la había jodido y traicionado, pero no era lo mismo ahora. —¿Qué estás haciendo aquí, Brandon? —He estado tratando de ponerme en contacto contigo para decirte que venía a casa de permiso, pero estabas esquivando mis llamadas. —¿Eso crees? No quería hablar contigo. No tengo nada que decir. —Creo que tenemos mucho que decir. Hay mucho de lo que necesitamos hablar. Ronnie caminó hacia la puerta, escupiendo hielo desde su fría mirada mientras empujaba a Brandon fuera de su camino para poder entrar.

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Él la siguió dentro. —¿Eres tú la persona que entró en la casa? —Mi llave no funcionaba —dijo detrás de ella mientras ella entraba en la cocina. —No, claro, cambié las cerraduras. —¿Cuándo pusiste un sistema de seguridad? —La semana que te fuiste a Afganistán. Era un sistema de seguridad o un perro, y ambos sabemos que no soy una persona de animales. —Lo siento Ron. —Sus palabras fueron bajas pero ella pudo escucharlo claramente, él estaba justo detrás de ella. Puso la mano en la parte baja de su espalda y ella se giró tan rápido que estaba sorprendida de no decapitarle el miembro. —¿Lo sientes? Bueno, es jodidamente tarde para eso. —¿Por qué? ¿Por qué tiene que ser muy tarde? Todavía te quiero. —No te atrevas a decirme que me quieres, Brandon. Si lo hicieras no me habrías engañado. No puedes llegar a casa y hacer como si nada. — Se quitó las botas y fue hacia su habitación esperando apartarse de él pero debería haberlo sabido mejor. Podía oír sus fuertes pisadas siguiéndola hasta que pararon justo en la puerta de su cuarto. No necesitaba darse la vuelta para saber que estaba apoyando su alto, delgado y perfectamente esculpido cuerpo contra la puerta. No necesitaba girarse para saber que la estaba observando cuidadosamente como siempre hacía cuando estaba enfadada. —No hagas esto Ron. Te quiero, lo sabes. Esa era la traca final. No iba a ser la chica mala por terminar las cosas. Era culpa suya. —Dime porqué. —Ronnie… —Su voz era suave y al menos tenía la decencia de parecer arrepentido. Dio otro paso dentro del cuarto Ronnie extendió las manos para detenerlo. —Solo dime porqué. Bajó su cabeza pero mantuvo sus ojos en ella. —No hay una razón. Simplemente pasó. Ronnie sacudió la cabeza y suspiró. Quería la verdad. Necesitaba saber la puta verdad. —Me merezco más que eso.

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—Mira, cometí un error. Acababa de salir de una misión. Estabamos en medio de un apagón y los teléfonos y servidores estaban caídos. Te estaba echando de menos y estaba jodido por no poder hablar contigo. —Los ojos de Ronnie se llenaron de lágrimas dificultándole la visión. Si parpadeaba, se derramarían y estaba decidida a que no la viera llorar. Ronnie nunca lloraba. Sus ojos grises recorrieron su cara, esperando por Página | 112 algo que ella no podía darle—. Simplemente pasó. Ronnie exhaló, su espalda temblando por el esfuerzo para contener el sollozo que pugnaba por salir. Caminó hacia la cómoda y sacó una sudadera. Antes incluso de darse cuenta de lo que estaba haciendo, se quitó la camiseta, quedándose en sujetador. Había estado con él tanto tiempo que su mente y su cuerpo seguían estando cómodos con él, incluso si su corazón no lo estaba. Paró mientras sentía el calor de la mirada de Brandon. Le devolvió la mirada y él la observaba con deseo en sus ojos, una mirada a la que ya no tenía derecho. Se puso la sudadera y las peludas zapatillas en forma de bota. Se dirigió hacía él, sin darle la satisfacción de mirarlo mientras pasaba de largo y entraba en el salón. Él era como un pequeño cachorro perdido siguiéndola de habitación en habitación mientras que ella sólo quería que se fuera. Se paró en frente de ella mientras se sentaba en el sofá. —Ronnie, joder, ¿vas a hablar conmigo? —¿Qué quieres que diga? —Cualquier cosa. Sólo dime lo que te pasa por la cabeza. Por favor. —Se sentó a su lado en el sofá, un poco más cerca de lo que a ella le hubiera gustado pero todavía lo suficientemente lejos para que no pudieran alcanzarse. Ella lo vio, el Brandon que siempre había conocido y amado. Vio al chico del lado erróneo de la línea, el chico malo con un gran corazón y grandes sueños. Era el chico que la había salvado de su vida vacía, el chico que había cogido nada y lo había convertido en algo. Él era su Brandon. Ronnie cerró los ojos mientras tomaba aire por la boca y lo expulsaba por la nariz. Cuando abrió los ojos, miró a Brandon. —Te quiero Brandon. —Las palabras estaban atascadas en su garganta pero tenía que sacarlas—. Llegaste a mi vida cuando más necesitaba a alguien, cuando necesitaba ser rescatada. Y me rescataste, te necesitaba y tu estuviste ahí. Pero ya no te necesito más. —Estaba sorprendida de lo calmada que sonaba su voz, especialmente porque por dentro estaba gritando, la ira y el dolor bullendo en su interior.

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—¿No me necesitas más? Eso es jodidamente conveniente, Ron. Así

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que, ¿se termina? —Brandon tenía mal genio y estaba empezando a encenderse. Ronnie sabía que no tardaría en unirse el suyo propio. Ambos eran bombas listas para detonar y cada uno sostenía el gatillo del otro. Siempre había sido así. —Si, se termina. —Su voz estaba al borde del grito mientras su Página | 113 paciencia se iba terminando—. Hace meses que terminó. Brandon hizo un ruido similar a un gruñido mientras sacudía su cabeza. —¿Cuántas veces, Brandon? —¿Qué? —preguntó parpadeando, y ella sabía que en ese momento él estaba pensando qué decirle, y que ese algo iba a ser una mentira. —No soy estúpida. ¿Cuántas veces me engañaste? Ni te atrevas a pensar en mentirme porque no funcionará. Brandon la miró y ella supo que estaba sopesando sus opciones, tratando de decidir que destino sería mejor, cuál sería la salida más fácil. —Quiero la verdad. Sabes que lo merezco. —Sólo otra mujer —dijo rápidamente. Ronnie apretó los labios y asintió. —¿Otra única vez u otra única mujer? —No respondió y no necesitaba hacerlo. La mirada en sus ojos lo decía todo—. Tienes que irte —dijo, poniéndose de pie y caminando hacia la puerta. Él se puso de pie pero no hizo ademán de seguirla. —No me voy a ir, Ron. —Brandon, ¿crees que si me quisieras de verdad me habrías engañado? ¿Crees que habrías necesitado a otra mujer si yo lo fuera para ti? Deja de fingir. Nos enamoramos jóvenes, nos convertimos en la red de seguridad del otro y nos permitimos quedarnos ahí. No me amas de la manera en la que deberías. —Le estaba gritando y se sentía bien. Se sentía bien dejar salir todo el dolor y la traición que había tomado lugar en su corazón. —Estás equivocada, Ron —dijo suavemente—. Te he amado desde que te conocí. Te quiero. —Lo sé. —La calma estaba regresando a su pecho pero traía consigo un montón de congoja fresca—. Sé que me quieres, pero no lo suficiente. No de la forma correcta. Ronnie sintió las putas lágrimas formándose de nuevo mientras la parte baja de su garganta ardía con la necesidad de dejarlas caer. Su

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pecho se constreñía y no podría contenerlas mucho más. Justo mientras se derramaban sobre sus pestañas inferiores, el timbre sonó. ¿Podía el puto día ir a peor? Aparentemente sí. Los dioses parecían haber abierto los cielos y la mierda de tormenta llego empapando a Ronnie de los pies a la cabeza, Página | 114 porque de pie al otro lado de la puerta estaba Kale. Los ojos de Ronnie bajaron cuando vio la mirada que cruzó su cara cuando abrió la puerta. —Ahora no es un buen momento, Kale. —No quería que él también la viera llorar. Se paró frente a ella y le alzó la barbilla con los dejos. —¿Qué ocurre? —Su voz era urgente y decidida mientras buscaba en su cara el más ligero indicio de la razón de sus lágrimas. Ronnie sintió a Brandon detrás de ella, tan cerca que su pecho rozaba su espalda. —¿Quién eres? —le preguntó Brandon, mientras observaba a Kale, y Ronnie supo que las cosas se iban a calentar. Brandon era protector, y tenía la impresión que Kale también lo era. —Soy el Sargento de Primer Clase Emerson. ¿Quién eres tú? —Kale se acercó incluso más a Ronnie pero ella suavemente lo empujó para que se echara para atrás. La miró pero su cara no decía nada. —Sargento Brandon… —¿Tú eres Brandon? —interrumpió Kale, sin necesitar oír su apellido, sabiendo exactamente quién era Brandon—. Tienes que estar bromeando. ¿Ronnie? —Apartó sus ojos de Brandon quien todavía estaba detrás de Ronnie y la miró. Una nueva corriente de lágrimas corrían por sus mejillas. Parecía como si hubiera abierto las putas compuertas y no dejaban de salir. Kale suavemente la sujetó por los hombros, mirándola a los ojos. —Ronnie, ¿estás bien? —dijo las palabras lentamente, como si las estuviera dejando ahogarse antes de pasar a la siguiente. Ronnie se soltó de su agarre y se secó la cara con el dorso de su mano. —Estoy bien. ¿Qué estás haciendo aquí? —Vine a verte. Necesitaba verte antes de irme. —Ronnie, ¿quién coño es este tío? —preguntó Brandon, dando un paso más cerca, su hombro presionando el de ella.

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—Brandon —advirtió Ronnie, lanzándole una mirada del infierno mientras se apartaba. —¿Podemos hablar? —preguntó Kale, devolviéndole de nuevo su atención. —Ronnie, mejor que empieces a hablar de una puta vez, ¿quién es Página | 115 este tío? —Los dientes de Brandon estaban rechinando, su cuerpo inmóvil al lado de Ronnie mientras miraba a Kale. Kale se movió a un lado así que estaba pecho con pecho con Brandon. Kale era más grande que Brandon, pero parados nariz a nariz tenían la misma altura. —Mira tío, puede que le hayas hablado así en el pasado, pero no le hablarás así de nuevo, ¿me escuchas? —La voz de Kale era calmada pero la amenaza bajo sus palabras era perfectamente clara. Ronnie había alcanzado su límite por un día. Era hora de una copa y un baño seguidos de su cama. —Los dos, fuera. —¿Qué? —dijeron ambos a la vez. —Brandon, vete. Hemos terminado. Hace meses que hemos roto y ahora lo sé. Vete. No me importa a donde vayas pero no te vas a quedar aquí. Podemos hablar más tarde sobre vender la casa. —Ronnie, yo no… —Brandon, ¿por favor? —rogó Ronnie, porque sabía que Brandon era incapaz de negarle algo que quería. Nunca pudo, era su debilidad. Brandon la miró y asintió. Cogió su bolsa de lona que estaba en la entrada y se dirigió al garaje. Esta se sorprendió al ver cómo de fácilmente se fue, como si no fuera él para nada, pero no iba a hacer preguntas. Se giró hacia Kale, sus ojos suavizándose cuando lo miró. —Solo vete —susurró. —No… —empezó Kale pero se detuvo cuando ella lo miró. —Ve —dijo otra vez, su voz ligeramente más fuerte que la última vez. Las lágrimas empezaron a derramarse de nuevo y ella quería abofetearse por ser una niña llorona. –Esto es exactamente lo que no quería, Kale. No quería ningún tío respirando sobre mí como un puto perro guardián. No quería que estuvieras aquí. No quería que la línea se desdibujara, y desde luego no quería la cruzaras. Nuestro acuerdo está terminado, solo vete. La miró, sin parpadear mientras tomaba una respiración profunda y soltaba el aire lentamente.

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—Está bien, cielo, me iré. —La atrajo a sus brazos antes de que ella se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Sus fuertes brazos se sentían bien mientras él la mantenía sujeta y ella le dejó. ¿Por qué las cosas que se sienten tan bien, son tan malas? Él la besó en la frente. —Adiós —susurró contra su piel, y el anhelo en su voz hizo que su pecho palpitara con dolor. Dio un paso atrás y cerró la puerta hundiéndose contra ella, y entonces todo se abalanzó sobre ella como un tsunami colosal.

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Página | 117 Traducido por Mery St. Clair Corregido por LadyPandora

Pequeños copos de nieve flotaban en el cielo, añadiendo una fina capa en el suelo ya blanco. Era temprano, poco después de las ocho de la mañana y el vuelo de Kale saldría en diez minutos. En diez minutos, estaría dentro de un avión, el primero de varios, hasta llegar a su destino de regreso a su pelotón, de vuelta a su misión. Eso era lo que siempre le había importado, lo que siempre fue su prioridad, pero ya no lo era más. Kale estaba sentando, esperando subir al avión y mirando distraídamente su iPad, pensando en lo mal que salieron sus últimas treinta y seis horas. Y ahora era demasiado tarde para arreglar la situación. La única mujer que le hizo querer más no quería tener nada relacionado con el amor, ni con un soldado. Una mujer mayor se sentó frente a él y puso sobre su regazo a quien él supuso era su nieto. El niño debía tener seis años o menos, y miraba fijamente a Kale como si fuera un enorme muñeco de GI Joe. —Hola, amiguito —dijo Kale, hablándole finalmente al pequeño. —¿Vas a morir? —preguntó el pequeño preguntándole a Kale cuál era su color favorito.

como

si

estuviera

—Rylan. No puedes preguntar cosas como esas —advirtió la mujer, pareciendo absolutamente mortificada. Kale sonrió. El niño hizo la pregunta más difícil de la manera más fácil posible. —No, no voy a morir. —Mi amigo en la escuela me dijo que los soldados siempre mueren —dijo el chico. Su rostro era fácil de leer, con ojos curiosos y esperanzadores. Kale tragó saliva, con un nudo en la garganta mientras las palabras salían de su boca. —Bueno, eso no es cierto. Los soldados no siempre mueren.

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—¿Así que no vas a morir? —preguntó una vez más, hablando de la muerte con una sonrisa en su rostro. —No, yo soy indestructible. ¿Te gustan los superhéroes? El niño asintió y su abuela sonrió disculpándose con Kale. —Bueno, yo soy algo así como el Capitán América. —Kale sonrió y Página | 118 no pudo evitar que una risa se le escapara de los labios cuando el chico echó sus brazos sobre el pecho y le lanzó una mirada desafiante de incredulidad. —Entonces, ¿dónde está tu escudo? —Él no necesita escudo, chico, pero es el Capitán América. Te lo aseguro —dijo una dulce voz detrás de Kale, haciendo que su cuerpo se pusiera de pie al segundo. Cuando Kale se puso de pie y se giró, se sorprendió al ver a Ronnie allí. Dios, era hermosa. —Hola, cariño. —Rodeó la silla y se puso frente a ella para darles un poco de privacidad del resto de la gente que esperaba el vuelo. Le sonrió e hizo que Kale quisiera tomarla allí mismo, con tal de poder sentirla y saborearla una última vez. Ella sacudió la cabeza. —Hola, soldado. Creo que no has aprendido nada de lo que te dije la primera vez. Necesitas dejar de pensar en follarme. Kale rió. —Lo siento, nena, no puedo hacerlo. La imagen está grabada permanentemente en mi mente y tengo pensado reproducirla muchas veces para ayudarme a pasar algunas noches solitarias —dijo en broma. Dejó que la mirada cayera en su boca, esos labios de cereza y se obligó a contener la necesidad de darle un beso. Se concentró en mirarla nuevamente a los ojos, porque la necesidad de besar sus labios era una tortura. —¿Qué estás haciendo aquí, Ronnie? —No podía dejarte marchar sin decirte adiós. No terminamos en buenos términos ayer y me odiaría a mí misma si te dejara ir sin despedirme. —Pudiste haberme llamado en lugar de conducir una hora y media hasta Siracusa sólo para decirme adiós. Quiero decir, no me malinterpretes, cariño, me alegra que lo hayas hecho, pero no hacía falta conducir hasta aquí con toda esa nieve en la carretera y… —Kale —dijo ella en voz baja.

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Él se detuvo y la miró. Se miraron el uno al otro, ninguno de los dos dijo nada, no había necesidad de palabras en ese momento. Todo estaba encriptado en sus miradas. Se vio a sí mismo en sus ojos, reflejando los sentimientos que lo carcomían por dentro. La única diferencia era que estaba seguro de que su pesar no igualaba el suyo. Su pesar era más, más y más profundo, ya que la perdía. Su mirada bajó, rompiendo el trance en Página | 119 el que Kale se encontraba. Vio cómo su pecho subió lentamente para luego caer pesadamente con un suspiro mezclado con derrota en sus pulmones. Cuando levantó la mirada hacia él, una fuerza magnética se hizo cargo de sus miembros y extendió la mano, la tomó entre sus brazos y la abrazó, y ella se lo permitió. Se derritió contra él y se sintió tan bien que dolía. Le dolía porque tendría que dejarla ir. Incluso si por algún milagro ella lo quisiera, él tendría que irse, tendría que marcharse. Pero primero, había algo que él necesitaba hacerle entender. —Oye, sobre la otra noche —dijo con la cara enterrada en su largo cabello. Ella no se movió, sólo continuó permitiendo que le abrazara. —Kale, dije que estaba bien. —No, no lo está. —Se apartó de ella para poder mirarle a los ojos—. Meagan es una vieja amiga. Estuvimos juntos en el pasado, pero fue antes del despliegue, antes de conocerte. Es sólo una amiga, nada más. Ronnie, fue algo pasajero. Créeme, yo quiero ser sólo tuyo; aún quiero ser sólo tuyo. No dijo nada, sólo sostuvo su mirada imperturbable, así que continuó—: No puedo dejarte creer que estuve con otra mujer, que me acosté con otra mujer. No me importa nuestro trato. No me importa si era sólo sexo, yo no te haría eso. Ella asintió y el cuerpo de Kale se relajó. —No tienes por qué darme explicaciones —dijo con cautela, su voz ligeramente rota. Kale sacudió la cabeza y suspiró. Ella seguía sin entenderlo. —Nuestro acuerdo fue la mejor cosa que me ha pasado —dijo, curvando gentilmente sus dedos alrededor de su barbilla. Él necesitaba ver sus ojos. Sus cejas se arquearon y le sonrió. —¿En serio? Kale se rió. —Por supuesto, pero el sexo fue increíble —dijo, sabiendo exactamente lo que ella estaba implicando—. Pero también porque pude

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tenerte. —Empujó a un lado el cabello sobre su hombro y esté cayó sobre su espalda. Suavemente pasó los nudillos por su cuello, extendiendo los dedos por la base, sintiendo su pulso acelerado golpeando contra la fina y delicada piel—. Quiero más. Quiero todo de ti, Ronnie. No sólo sexo. —Kale… —Comenzó a decir, pero él no le dejó terminar. Necesitaba Página | 120 hacerle saber cómo se sentía. —Deja de ser tan terca y escúchame —dijo con severidad, pero no pudo evitar sonreír al verla poner los ojos en blanco—. Eres exasperante, nena. Yo… —Sus palabras fueron interrumpidas por la voz de la azafata en el intercomunicador. Miró hacia atrás y vio que la gente comenzaba a abordar el avión. Eso era todo. Él se iría. Sin decir más, se giró hacia ella y la besó. La atrajo entre sus brazos, deslizó una fuerte mano por su cabello, la apretó contra él y la besó. Fue un beso desesperado y sexy y era el mejor momento que había tenido con esta mujer. Sus labios se acariciaron, su lengua se enredó lentamente con la suya. Le demostró todo lo que sentía por ella en ese beso y ella le correspondió, tomó cada gota que ella le ofrecía. Sus manos alrededor de su cintura mientras ella se aferraba a él, y probó sus lágrimas mientras caían silenciosamente por sus mejillas y entre sus labios unidos. Ella se apartó con demasiada rapidez. Él no pudo saborearla todo lo que quiso. Ella le miró y sonrió ligeramente, pero todo lo que él vio fue el dolor en sus hermosos ojos marrones. —Adiós, Kale —susurró. Entonces la observó alejarse. *** Podía sentir su rímel deslizándose por sus mejillas mientras se alejaba de la puerta de la terminal. Podía sentir el calor de la mirada de Kale en su espalda mientras le veía alejarse, mientras ella lo dejaba. Cerró su abrigo con la mano y se apresuró a salir del aeropuerto. El aire helado mezclado con los copos húmedos que aún flotaban en el cielo caía sobre su cabello y sus pestañas mojadas. Quiso maldecir al sentir el viento secando el maquillaje en sus frías mejillas. Odiaba llorar, y odiaba más haber llorado frente a Kale, de nuevo. Pero fue como si tuviera dentro una presa de angustia y el agua no dejara de desbordarse a su alrededor. Era un recordatorio de algo que no quería que ocurriera, lo que no debería desear, y lo que quería, independientemente de todo. Él era tan diferente a ella, su mundo tan diferente al suyo, pero encajaban como una llave y una cerradura. Dos piezas que se necesitan

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mutuamente para funcionar. Llegó hasta su auto y se deslizó dentro, rápidamente encendió el motor y sintió la calefacción. Bajó la visera y se miró en el espejo. Sus mejillas sonrojadas por el frío, con los ojos enrojecidos por las lágrimas, el labial casi desaparecido por completo de sus labios hinchados; era un jodido desastre. Se limpió los labios con el dedo, intentando eliminar los Página | 121 restos, pero lo único que hizo fue recordar los labios de Kale acariciando los suyos. Se sorbió la nariz y se limpió la humedad debajo de las pestañas e intentó eliminar las rayas negras que caían de sus ojos y evidenciaban su debilidad. Las lágrimas no dejaban de caer. Contrólate, joder. —Se dijo a sí misma antes de cerrar la visera y sacar el auto del aparcamiento. Él dijo que quería más. Dijo que la quería, todo de ella. Ella sacudió la cabeza, despejando las palabras de su mente. Él se había ido. Se marcharía y ahora debía regresar a su vida normal. Debería tomar esto como una lección que aprender. Te engañan una vez, la culpa es suya. Si te engañan dos veces, es tuya. Era una tonta al creer que su acuerdo funcionaría. La culpa es tuya, sí, definitivamente, la culpa era tuya.

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Página | 122 Traducido por Juli_Arg Corregido por Zafiro

—No importa si le creo o no —dijo Ronnie limpiando la tinta de la espalda de Mic mientras terminaba la última parte de su tatuaje. —Sí importa, Ángel. Un hombre merece saber si es perdonado. —¿Quién eres? ¿Dr. Phil? Él sabe que lo perdoné, no hizo nada malo para que tenga que perdonarlo de todos modos. Aún así, no cambia nada —dijo mientras frotaba la aguja hacia atrás y hacia adelante, mientras sombreaba el tatuaje. —No te entiendo. ¿Por qué te detienes? Dios, él seriamente la estaba poniendo de los nervios. —Nunca has estado con un soldado. ¿Sabes lo que se siente tener a la persona que te importa dejándote todo el tiempo? ¿Sabes lo que se siente preguntarte que están haciendo o dónde se encuentran o si están a salvo? El ejército es una gran vida, seguro de que los hombres son valientes y sus familias son fuertes, pero no puedo jodidamente hacerlo de nuevo. Me aferré a través de todo esto con Brandon, porque comenzamos este viaje juntos y porque pensé que era para mí, pero no voy a hacerlo de nuevo. No estoy interesada en enamorarme. No estoy interesada en romper mi corazón de nuevo. —A pesar de que estaba bastante segura de que ya lo estaba. —Te culpo, ya sabes. Nunca debí dejar que me dijeras que debía dormir con él. —Ronnie alejó el arma de tatuar y secó la espalda con fuerza un poco más de lo necesario. Mic tomó aire y habló entre dientes. —Eh, no puedes permanecer enojada conmigo para siempre. Lo superarás. Pero puede que no lo superes a él. —No hay nada que superar —dijo, tratando de convencerse a sí misma más que a Mic. —Sigue diciéndote eso, Ángel. Sigue diciéndote eso. Casi un mes había pasado desde que Kale se fue y Ronnie había recibido algunos e-mails suyos, pero eso era todo. No sabía cómo había

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conseguido su dirección de correo electrónico, pero lo hizo. Siempre fueron muy cortos y dulces, nada profundo o desalentador. Le escribió acerca de sus días y de sus hombres, nada demasiado detallado o demasiado personal. Le preguntaría acerca de sus días, sobre la tienda, y sobre su casa. Incluso se burlaría de ella y le preguntaría acerca de sus clases de yoga. Pero, todas las preguntas seguirían sin respuesta. Ella Página | 123 nunca respondió. No tenía sentido enredarse más en esto, lo que sea que "esto" era. Él se había ido, y ella estaba vendiendo la casa y mudándose. Un nuevo comienzo. Ronnie se encontraba en su habitación haciéndole un tatuaje recuerdo a un chico de dieciocho años que acababa de perder a su padre en Afganistán. Éstos eran los más difíciles de hacer. Eso la hizo pensar en Kale y cómo ella incrustó los nombres de sus amigos en su espalda. Eso la hizo pensar en la mirada en sus ojos cuando él le contó indirectamente sobre ellos. Maldita sea, le hacía pensar en él, y pensar en él era algo que trataba de no hacer. —Tienes flores —dijo Mic cuando entró por la puerta de su habitación y se apoyó contra el marco, su gran panza cervecera sobresalía como la de una mujer de nueve meses de embarazo. Los ojos de Ronnie se alzaron para mirar a Mic que sostenía una pequeña tarjeta blanca en sus manos. —¿Más jodidas flores? Envíalas a casa con Harold de nuevo. Sé que a su esposa le encanta el ramo de rosas semanal. Al menos todas las flores de disculpa de Brandon están anotando algunos puntos importantes para Harold —se rió Ronnie, y se sintió agradecida por la distracción. —Está bien —dijo él mientras se volvió y caminó por el pasillo—. Aunque estas no son rosas. Esperemos que a su esposa le gusten los lirios. — Ella apenas podía oírlo mientras él se alejaba de su habitación. ¿Dijo lirios? —Enseguida vuelvo —dijo Ronnie al chico en la silla y salió de la habitación hacia el área de recepción. Segura como la mierda, un gran ramo de lirios orientales mezcladas con lirios de agua se hallaban en el mostrador de recepción. Se acercó a Mic y le arrebató la tarjeta de su mano. —Déjame ver eso. —Tenía la sensación de que estos no eran de Brandon, y joder, tenía razón. Ronnie, No sé si no has estado recibiendo mis correos electrónicos o si sólo elegiste ignorarme. Pero, maldita sea Ronnie, te extraño. Extraño tu boca insolente y tu mala actitud. Echo de menos tus labios rojos y piernas sexy. Extraño que me grites mi mierda y te extraño rodando esos hermosos ojos marrones tuyos. Cambiaste algo en mi interior, algo que ni siquiera sé que quería, o sentía, pero lo hiciste, y ahora no puedo dar marcha atrás. Quiero

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irme por las ramas. Quiero darte las flores y los chocolates. Quiero llevarte a cenas elegantes y comprarte regalos. Quiero que seas mi San Valentín cada día, todos los días. Quiero tumbarte y hacer el amor contigo cada noche y despertar contigo todas las mañanas. Quiero todo de ti, no sólo nuestro arreglo, sino todo. Quiero todo de ti. Leyó la nota una vez más, luego la dejó caer en la basura y volvió a Página | 124 su habitación. Otro par de semanas pasaron. Las flores hacía tiempo que habían muerto, y gracias a Dios porque Ronnie estaba harta de verlas y oler su asquerosamente maravilloso dulce aroma. Ella no tenía el corazón para tirarlas a la basura por lo que simplemente permanecieron allí en el mostrador de recepción, marchitándose y arrugándose, muriendo, hasta que eventualmente Mic las sacó. Finalmente comenzaba a volver a la normalidad, bueno tan normal como podría ser para Ronnie. Había vendido su casa y cerraría el 4 de abril que estaba a sólo unos días de distancia. Tenía todo empacado y cargado en la plataforma del remolque de Harold, listo para ser trasladado a donde sea que el pequeño corazón de Ronnie deseara. El problema era que no sabía dónde. Sólo sabía que no podía quedarse aquí. No podía quedarse aquí y tratar de seguir adelante con su vida al mismo tiempo. No con Brandon regresando de Afganistán en un par de meses, y no con Kale volviendo aquí tampoco. Ella pudo haber hecho las paces con Brandon, pero eso no significaba que iba a ser fácil verlo a su alrededor. Incluso si no estaba enamorada de él, las heridas aún seguían demasiado recientes, demasiado profundas. Y Kale, no tenía ni jodida idea de cómo manejar eso, sólo sabía que era débil en cuanto a él se refería. Si realmente quería seguir adelante, para poner todo esto detrás, entonces tenía que irse. Lo malo de todo esto era dejar a sus chicos en la tienda. Toda su vida quiso una familia, ahora sabía que esa era la razón por la que se aferró a Brandon durante todos estos años, porque era la única familia que tenía. Pero se estaba dando cuenta de que tenía una aquí en la tienda de tatuajes con Harold y Mic e incluso Jordan. Jodidamente fantástico, ahora se estaba convirtiendo en una de esas mujeres cursis. Ronnie había terminado su última cita para el día y llevaba lo último de sus cosas al área de recepción. Su cuarto estaba vacío. Era como si nunca hubiese estado allí. Era inquietante, viéndolo desnudo y estéril. Alguien nuevo vendría y ocuparía su lugar. Llenarían las paredes con su propio arte; cubriendo el espacio en pequeños trozos de sí mismos. Seguirían adelante sin ella, ahora sólo tenía que seguir adelante sin ellos, sin Brandon, sin nadie. —¿Permiso? —dijo una ronca voz femenina cuando Ronnie entró en

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la recepción. Harold había abierto la puerta de entrada de la tienda para que el aire fresco de primavera entrara en la habitación, así que ni siquiera había oído a nadie llegar. Ronnie tiró la caja sobre el mostrador y la empujó fuera de su camino para poder ver al cliente. Sus pupilas se contrajeron y frunció el ceño. Esa Página | 125 maldita rubia de grandes tetas era incluso más bonita de cerca. Joder. Ronnie apoyó las manos en las caderas. —¿Te puedo ayudar? —Eres Ronnie, ¿verdad? —La última vez que vi, sí. La rubia suspiró y se acercó más al interior de la tienda, acercándose más a Ronnie. —Gracias a Dios. He estado intentando conseguirte todo el día. Las oscuras cejas perfectamente depiladas con cera de Ronnie llegaron a su cabello. Esta rubia era la última persona que Ronnie quería buscándola. —Está bien. ¿Cuál es tu nombre o debo llamarte Acosadora? La rubia parecía un poco irritada, pero plantó una sonrisa en su rostro indiferente de todos modos. —Lo siento, soy Meagan. Amiga de... —Kale, sí, lo sé. —Así es. —Esta chica estaba muy irritada, parecía como si Kale acariciara su punto débil—. Mira —dijo dando un paso más cerca de Ronnie, con los ojos en la zonificación como una mamá oso protegiendo a su cachorro—, en primer lugar, sólo quiero empezar diciendo que eres una completa idiota. Los ojos de Ronnie se abrieron como platos. —¿Perdón? ¿Quién demonios te crees para venir aquí y abrir tu maldita boca de esa manera? —Vengo aquí como amiga de Kale. Kale no se enamoraba. Él nunca ha estado en una relación, porque nunca se lo ha permitido a sí mismo. Entonces se enamora de ti, y vas y le rompes el corazón. ¿Sabes cuán asombroso es él? La idea de que esta chica Meagan supiera cuan increíble era Kale, en el dormitorio y en lo demás, hizo a Ronnie querer saltar por encima de la mesa y estrangularla. Sólo saber que ha estado con él, y que ha sentido su cuerpo duro y fuerte sobre ella, hizo que la bilis subiera a la parte posterior de la garganta de Ronnie. —Nunca he conocido a un mejor hombre, o mejor soldado, que él. A pesar de que no tuvimos una verdadera relación juntos, todavía me trató mejor que la mitad de los hombres con los que he estado. No pierdas tu oportunidad.

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¿Era por verdadero derecho ahora? —¿Sólo has venido aquí para decirme qué hacer o necesitas algo? —No, no he venido aquí para decirte qué hacer. Sólo pensé que deberías saber de antemano. —¿Antes de qué? —Antes de decirte que Kale estaba en casa. Kale estaba en casa. Estaba aquí. Sus terminaciones nerviosas volvieron a la vida mientras la sangre corría por sus venas. —¿Él está aquí? —preguntó ella, sólo para asegurarse de que había oído bien. Los ojos de Meagan se movieron hacia sus pies por un breve momento antes de elevarse volver a encontrarse con los de Ronnie, y en ese pequeño momento, Ronnie lo supo, supo que no era bueno. —Está herido. —Meagan dijo las palabras con fuerza, como si su fuerza de alguna manera lo haría mejor, pero no fue así. En ese mismo momento, el mundo de Ronnie cedió bajo sus pies y tuvo que apoyarse con las manos en el borde de la mesa para evitar desmoronarse en el suelo. Su peor temor acababa de materializarse fuera de sus pesadillas y dentro la realidad. Desde la primera noche que Brandon fue a Afganistán, soñaba que era herido, que lo perdía, que moría, y nunca lo volvería a ver. Siempre fue su mayor temor. Desde el día en que se despidió de Kale en Syracuse, su imagen era el centro de todo buen sueño y el nuevo enfoque de todas sus pesadillas. Su garganta constreñida le hacía casi imposible tragar. Su pulso estaba acelerado, y pequeñas gotas de sudor se formaron en la parte posterior de su cuello. —¿Qué pasó? ¿Está bien? —Está bien ahora, pero ha estado en el hospital durante las últimas semanas. —¿Qué pasó? —preguntó Ronnie con impaciencia. Ella necesitaba saber, necesitaba saber cuan mal estaba. —Su búnker fue alcanzado por una bomba en la carretera. Tenía esquirlas en el rostro y el muslo. Fue bastante grave. Tuvieron que realizar una cirugía para quitárselas y reparar algunos ligamentos de la pierna. Volvió a los Estados Unidos hace casi una semana y salió del hospital ayer. —¿Regresó hace una semana? ¿Cómo sabes todo esto? —preguntó Ronnie sonando como una novia celosa, pero no le importaba una mierda. Y si era sincera consigo misma, estaba celosa. Celosa de que Meagan lo haya visto. —Me llamó. Necesitaba a alguien para llevarlo a casa cuando fue

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dado de alta ayer. Créeme, yo era su segunda opción, pero ya que lo has estado ignorando, asumió que no querías tener nada que ver con él. —¿Dónde está él ahora? —preguntó Ronnie mientras agarraba el bolso de la caja de sus cosas que todavía permanecía en el escritorio. Meagan se dirigió hacia la puerta. —Está en su casa. Vamos, te llevo. Página | 127 —Mira, te agradezco que hayas venido aquí, y me hayas contado, y me hayas dicho quien era mejor mujer y quien no, pero no estoy lista para ir en coche contigo y llevar pulseras mejores amigas por siempre. Te seguiré en el auto. —Ronnie salió por la puerta y se dirigió hacia su coche, Meagan manteniendo su paso a su lado. Se echó a reír. —Puedo ver por qué le gustas. Ronnie volvió la cabeza y miró a la mujer que se preocupaba lo suficiente por Kale como para venir a buscarla. Mierda, ahora a Ronnie de alguna manera le gustaba. Maldita sea. —Sólo tengo que hacer una parada rápida primero.

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Traducido por Cris_Eire & becky_abc2 Corregido por Verito

Kale se encontraba sentado en el salón de su casa y el silencio era casi agonizante. La televisión sonaba de fondo, su iPod estaba puesto en orden aleatorio, y el ventilador que había traído de su cuarto se encontraba puesto. Aún así, estaba silencioso. Los sonidos eran tragados como si le hubiese dado al botón de silencio en sus oídos. En cambio, era como si estuviese viendo una película muda en su mente. Lo que él veía era todo cediendo a su alrededor, todo pasando en un único, momentáneo, instante. Entonces oscuridad. Recordaba unos segundos antes de la explosión. Estaba hablando con el enfermero que viajaba con ellos. A Kale en verdad le caía muy bien, él era joven—quizás unos veintidós. Tenía un fuego en él que Kale respetaba, un fuego que hacía que pusiera todo su corazón en su trabajo, un fuego que le recordaba a Kale a sí mismo. Él fue un maldito buen soldado. Ellos no estaban hablando de nada en particular, pero él recordaba la sonrisa en la cara de su soldado cuando repetía historias sobre su hija— historias que todos habían escuchado unas cien veces ya. Sin embargo, a él le gustaba escuchar las historias de sus soldados, escuchar sobre sus familias. Era algo que les hacía mirar hacia delante, algo por lo que sonreír; y en el agujero del infierno en el que se encontraban era algo invaluable. Pero así tan fácilmente como estaban charlando, tan fácilmente como estaban conduciendo bajo una carretera que habían patrullado de tiempo en tiempo, todo cambió. Él no recordaba ningún sonido. No recordaba el rugido de la explosión mientras estallaba en el vehículo, él no recordaba los gritos de sus hombres o el pop de las armas disparándose. Sólo había silencio. Un dolor de quemazón arrasaba la piel de su mejilla. Líquido caliente se escurría por su cuello, empapando la tela de su uniforme. Su cabeza se sentía como un sólido, pesado, bloque de hielo. Era un dolor abrasador, pero no tan abrasador como el del fuego. Era del tipo de quemazón que

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afectaba a cada final de cada nervio—un entumecimiento que se hundía profundamente, un entumecimiento que era tan frío, que dolía. Una niebla había aparecido en su visión, su ojo derecho viendo solamente un gruesa neblina gris. Cerró su ojo derecho, dejando su izquierdo abierto, y observó mientras unos pocos de sus hombres entraban en acción, asegurando el vehículo, atendiendo a aquellos que estaban Página | 129 heridos severamente. Su joven soldado, el enfermero que hablaba sobre su familia tan solo hacía unos minutos, estaba a su lado; su cabeza estaba dada la vuelta y sus ojos cerrados. Sus brazos se encontraban sobre su cuerpo como si no le perteneciesen, sangre cubriendo cada parte de su cuerpo. Esta no era la primera vez que el vehículo de Kale era dado por una bomba de carretera. Los IED pasaban prácticamente cada jodido día y él había sufrido más que su justa porción—sabía lo que tenía que hacer. Colocó sus manos debajo de él y se empujó hacia arriba, pero no llegó muy lejos. Una fuerte mano sujetó sus bíceps, sosteniéndole cuando un dolor desgarrador partió en dos su muslo, su peso corporal aplastando los músculos hasta que se sintió como si no quedase nada más de su pierna. El dolor viajó arriba por su muslo, por su abdomen, y hasta su cuello. Él miró hacia abajo a su pierna cuando el dolor rebotó en su cabeza, entonces su cuerpo cayó al suelo y todo se volvió negro. Las medicinas para el dolor que su doctor le prescribió le quitaron el afilado dolor de su muslo pero no hicieron una maldita cosa para adormecer su mente. Él habría amado haberse hundido en una ebria fiesta de licor para auto compadecerse hasta que las imágenes desaparecieran de su memoria, pero ese no era su estilo. No importaba cuan jodidas estuvieran las cosas en este momento, él no iba a irse hacia ese estado. Él estaba aquí. Él había conseguido sobrevivir. Él desearía como el infierno poder decir eso sobre todos ellos, pero no todos tenían tanta suerte. Mañana. Mañana les vería. Mañana daría frente a aquella pequeña niña que ya no tenía un papi. La pequeña que nunca más iba a correr a los brazos de su padre, la pequeña niña que nunca tendría la oportunidad de hacerle pasar el infierno cuando fuese adolescente, o que le tendría ahí para llevarla hacia el altar cuando se casase. Kale tendría que darle su pésame a una joven viuda demasiado joven para experimentar la pérdida de un marido. Mañana. Mañana él dejaría éste infierno sobre ellos y les diría las historias que le dijeron—él se aseguraría que sabrían que la última cosa que los soldados estaban pensando, eran ellos. El tiempo tras el que Kale estuvo inconsciente era un completo vacío. Él se adentraría y saldría, y como un cliché de película romántica como resultaba ser, la cosa en la que pensaba Kale cuando su mente

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trabajaba era en Ronnie. Cuando se despertó en el Centro Médico de Landstuhl en Alemania, sus pensamientos instantáneamente se dirigieron a ella; ahí fue cuando le mandó flores. Él sabía que tenía que dejarlo todo claro. Él tenía una segunda oportunidad y no la iba a desperdiciar. Pero nunca escuchó nada de ella. Él chequeó su email cada hora, incluso si le convertían en alguien patético, pero no le importó. Pero no había nada, y Página | 130 esa era respuesta suficiente para él. Cuando voló de vuelta a Estados Unidos, se quedó otra semana de reposo en el hospital. Él casi la llamó ayer cuando fue dejado en libertad. Diablos, quería verla, pero no quería que ella le viese de esta forma. No, si intentaría ganarse a esa mujer, haciendo que le recogiera del hospital con una cara destrozada y una pierna lesionada no era la forma de conseguirlo. Kale cambió su peso en el sofá. Definitivamente podría hacer uso de uno de esos reclinables del tipo de los viejos o vagos chicos. El suyo de cuero no era precisamente dirigido al confort de las lesiones de sus piernas. Echó su cabeza atrás contra el frio cuero y cerró los ojos justo cuando un golpe en la puerta retumbó en la sala. —¡Pase! —gritó. Escuchó la puerta abrirse, luego cerrarse, entonces el suave golpeteo de… ¿tacones? Su pulso comenzó a acelerarse cuando un conjunto de abejas aparecieron en su pecho. Él conocía el sonido de esos tacones—sabía a quién les pertenecían. Escuchó mientras golpeteaban por la entrada, parándose por unos latidos antes de que tomasen el último paso, trayéndola al salón, finalmente trayéndola a la vista. Ronnie se paralizó, su cuerpo volviéndose rígido cuando se le quedó mirando fijamente. Él no podía creerse que ella se encontraran en su salón. Se veía más hermosa que cualquier otra vez que la hubiese visto. Un ajustado vestido gris se pegaba a sus curvas y mostraba esas preciosas piernas suyas así como su tatuaje en el muslo. Él sonrió cuando miró hacia abajo y vio los brillantes tacones amarillos que estaban en sus pies. Se tomó su tiempo escaneando hacia arriba su cuerpo, sus ojos deteniéndose en su pelo que caía sobre sus hombros en ondas, luego en sus rojos labios que se habían fruncido. Finalmente, él dirigió su mirada a sus ojos. Ella pestañeó lentamente cuando se encontraron con los suyos. Dejó un montón de flores en la estantería de libros al lado de la entrada y comenzó a caminar hacia él. Kale se empujó a sí mismo arriba con sus manos, soportando todo el peso en una pierna mientras alcanzaba sus muletas.

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—No siéntate —demandó ella. Su voz era tan dulce como recordaba. Kale hizo como ella dijo, bajando su cuerpo hacia el sofá, haciendo una mueca cuando un sordo dolor atravesó su muslo. —Ronnie, estoy tan agradecido—. —Ni te atrevas —dijo ella, parándose justo a una zancada de él. Estaba lo suficientemente cerca que podía oler su dulce aroma, pero aún lo bastante lejos como para alcanzarla y agarrarla. —Ni puedo creerte, joder. —Ella golpeó sus manos contra su cadera, profundizando el ceño. —Ronnie… —Kale lo intento de nuevo, pero ella le cortó en seco otra vez, su enfado mostrándose en su rostro. —¿Por qué coño no me dijiste que estabas herido? —gritó ella, su voz rompiéndose y tragando con fuerza presionando sus labios juntos mientas cerraba sus ojos y tomaba una inspiración—. ¿Por qué no me dijiste que estabas de vuelta? —Ella abrió sus ojos y se centraron en el profundo hundimiento que recorría desde su ojo izquierdo bajando a su mandíbula. Era profundo y ancho, y el cicatrizado ya era evidente. Él sabía que era horrible, sabía que su cara nunca volvería a ser la misma, y sabía que su ojo nunca volvería a ser normal, pero cuando Ronnie le miró, él de alguna forma no se sintió como un monstruo. —Maldita sea, cariño. No llores. Estoy bien. —Hizo un intento por levantarse de nuevo pero Ronnie alzó su mirada y le hizo volver a sentarse con una mirada que le hizo paralizarse. —Estoy jodidamente enfada contigo ahora mismo. —Lo siento —dijo él. Ella estaba enfadada, ¿pero por qué? ¿Porque él estuviese herido, sobre que no se le dijera? Él no había escuchado nada de ella y ahora se encontraba frente a él como si buscase derramar sangre y no sabía el por qué. Pero él lo sentía, estaba arrepentido por las lágrimas que corrían por su precioso rostro, y él se arrepentía por el dolor en sus ojos, y se arrepentía por ser el causante de éstas. —Siento como si ni pudiera respirar. Me siento como… —Sus palabras se callaron y ella cerró sus ojos. Se sintió como si un millón de latidos pasaron por su pecho hasta que los volvió a abrir. Ella silenciosamente cerró el hueco que había entre ellos. Sus ojos se abrieron sorprendidos mientras ella se sentaba en su regazo, aferrándose a su cintura. Las manos de ella agarraron su cara y en un repentino movimiento sus labios se estrellaron contra los de él, sacando todo el aire de sus pulmones. Los labios de ella eran suaves y dulces, sus lágrimas se mezclaban con su sabor.

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El dolor en su muslo que ella produjo cuando se sentó sobre él valió la pena por sentir su cuerpo presionado contra el de él. Su cuerpo ansiaba esto; la ansiaba como un drogadicto pasando el periodo de necesidad. Él la necesitaba; él necesitaba sentirla—ahora más que nunca. Las manos de Kale se apretaron contra su cintura y se aferró a ella como si fuese a desvanecerse frente a sus ojos. No estaba seguro que no lo hiciera—esto Página | 132 parecía demasiado bueno para ser real. —Te he echado de menos —susurró él contra sus labios mientras continuaba besándola. Un sollozo se trabó en su garganta y se presionó contra él más fuerte, sus manos agarrando la tela de su camiseta. Ella le estaba besando como si fuese un hombre moribundo, y si lo era, sería una buena forma de irse. *** Las palabras la atravesaron, escociendo su interior y calentándolo al mismo tiempo. A quién estaba intentando engañar, también lo había extrañado. No estaría allí ahora si no lo hubierse hecho. Él habitaba aquel pequeño espacio de su corazón que seguía abierto—era pequeño, pero aún así, él había logrado encogerse hasta caber, y por mucho que intentase negarlo, de ignorarlo, ya no podía hacerlo más. La boca de Kale estaba tan ansiosa, sus respiraciones entraba a su boca mediante ráfagas en calientes y cortas. Su respiración era cálida, y él sabía demasiado bien. Justo como ella recordaba. Recorrió los dedos por su cabello y suavemente tiró hasta que los labios de ella ya no se encontraban contra los suyos, y sus ojos al mismo nivel que los tormentosos ojos frente a ella. Su mirada era peligrosa. Se la tragaba; haciéndola sentir como si diese vueltas en un agujero negro que lideraba a un sitio al que nunca antes había ido. Pero tan terrorífico como era, también era tentador. Ella se sostendría en el borde y se tiraría en ese negro agujero si significaba estar ahí con él en ese momento. Movió su mirada hasta el lado en su rostro donde una ancha, y roja cicatriz subía por su mejilla en una desigual línea que iba desde su ojo a su mandíbula. Ronnie puso suavemente la punta de su dedo bajo su ojo, encima de la cicatriz. La mandíbula de Kale se cerró con fuerza y cerró sus ojos mientras los dedos de ella seguían el curso bajando por el borde de su cara. El pecho de Ronnie se apretó con fuerza, su corazón latiendo con un dolor tan desconocido para ella que jadeó por aire. Su garganta

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quemaba, y sintió un dolor físico que se aferró a su cuerpo cuando un sollozo la atravesó. Ella lo sostuvo, tragándose la ira y el miedo que formaron sus lágrimas no caídas. —¿Estás bien? —preguntó Kale con gentileza. Sus fuertes brazos agarrándola desde atrás y empujándola cerca de él, así el pecho de ella se apoyaba contra el suyo—. Yo estoy bien —él susurró en su oído cuando Página | 133 su cabeza a encontró el camino hacia el hueco en su hombro, su frente se apoyó sobre su mandíbula, justo debajo de su cicatriz. —Podría haber sido distinto, podrías haber… —Pero no fue así. Estoy aquí. Estoy bien —dijo él, besando su cabeza. —¿Cómo diablos puedes decir eso? No puedes ni andar, y tu cara… tú ojo—-. —Porque estás aquí. Estoy bien porque tú estás aquí ahora. Sí, ella estaba allí ahora, y tenía que asegurarse a sí misma que él estaba tan bien como ella quería que se sintiera. Inclino su cabeza hacia arriba y rozó sus labios sobre la línea de su mandíbula. Presionó las palmas de sus manos sobre su pecho y se alzó a sí misma, dejando suaves besos de pluma a lo largo de la cresta que se extendía por su mejilla. El cuerpo de él se tensó cuando cambió su peso encima sus piernas y Ronnie notó que se había apoyado sobre su pierna mala. —Maldita sea, Kale. Lo siento. —Se levantó de su regazo y comenzó a levantar su pierna para quitarse, pero los dedos de él se hundieron sobre la piel entre sus muslos y su cadera, empujándola de nuevo sobre él. —No tengo ningún problema con el dolor, nena —dijo él, repitiendo las palabras de la primera vez que durmieron juntos, una sonrisa apareció en el rostro de Ronnie al recordar. Con mucho cuidado, volvió a sentarse encima de él, tratando de mantener la mayor cantidad de su peso fuera de su pierna. —Puedo ver eso. Apretó su agarre sobre su cuerpo y la empujó hacia abajo sobre él hasta que estuvo completamente en su regazo. —Lo digo en serio. Quiero sentir tu cuerpo sobre el mío, así que ni siquiera pienses en levantarte. —Ese destello pícaro apareció en sus ojos azules, haciéndola sonreír, de forma molesta haciendo que su corazón latiese con fuerza dentro su pecho—. No estaba seguro de si alguna vez tendría la oportunidad de sentirte de nuevo, no voy a malgastarla ahora a causa de mi maldita pierna. Ronnie rodó sus ojos. —Es verdad, cariño. Pensé en ti cada día. Pensé sobre estar hundido en tu dulce cuerpo...

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Ronnie resopló y lo golpeó en el pecho con el dorso de su mano. Kale se rió. —Oh, no pienses que no quería —en su rostro se extendió su sonrisa ladeada y sus ojos brillaron—, pero también pensé en modos de hacerte mía. Necesitaba que fueses mía. —Kale, te dije lo que sentía, te dije lo que quería. —Lo sé, nena. Es lo que yo quería también… hasta que te tuve, pero entonces necesité más. Tú no lo entiendes. Nunca he tenido una relación con una mujer antes. Nunca la había deseado. Nunca había encontrado a alguien que me hiciese quererla, hasta que te conocí. Nunca había valido la pena hasta que apareciste tú. —Kale… Él puso los dedos sobre sus labios para detenerla, pero solamente la mirada en su rostro absorbió las palabras de sus cuerdas vocales. —No lo hagas. Sólo déjame tenerte ésta última noche. —Su mano rodeó la parte trasera de su cuello y él la empujó a su boca antes de que tuviese la oportunidad de decir nada; no que lo hubiese hecho de todas formas. Él fue tan dulce cuando la besó, sus labios apenas rozando los de ella. Ronnie se tambaleó hacia él cuando su mano viajo por su pierna, avanzando agonizantemente lento desde su rodilla hasta su muslo. Sus dedos jugaron con el borde de su vestido provocándole escalofríos en su piel, burlándose de ella cuando deslizó la punta de sus dedos bajo el borde. Ella se retorció en su regazo, había pasado dos meses desde que había estado con él y extrañó la manera fácil con que sus manos la tocaban y la hacían estar húmeda entre sus piernas. Un gemido ronco brotó en su garganta y se escapó por sus labios, el sonido hizo que los dedos de Kale se empujaran contra la piel de sus muslos—era casi doloroso pero aparentemente a ella no le importaba el dolor porque le gustaba jodidamente. Apreciaba la forma que él respondía hacia ella. Sus manos viajaron por debajo de su vestido y lo deslizó sobre sus caderas, su cabeza se apartó tan bruscamente de ella, que se echó a reír. —¿Qué demonios es esto? —Su perfecta boca se elevó en una sonrisa contenta, sus ojos la veían como si fuera un brillante juguete nuevo en la mañana de Navidad—. ¿Sin ropa interior? Ronnie se mordió el labio inferior, tratando de no tener una combustión con la mirada que él le estaba dando. —¿Has visto lo ajustado que es este vestido? Nada de líneas de ropa interior en esta chica —dijo intencionalmente moviendo sus caderas contra las de él, se estaba presionando contra él justo en…

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—Maldita sea, cariño —dijo él subiendo su vestido por encima de sus caderas, poniéndolo sobre su trasero—. Soy un afortunado hijo de puta. Sus labios se estrellaron contra los de ella, consumiéndola y poseyéndola. Su lengua separo sus labios, enredándose con la suya y explorando cada espacio de su boca. Ella también necesitaba esto, lo necesitaba tanto como él lo necesitaba, no se había dado cuenta de Página | 135 cuánto justo hasta ahora, quería que la poseyera, quería que la reclamara como suya, que tomará todo lo que tenía para ofrecer… y más. —Dios te eché de menos —le dijo mientras le quitaba el cabello del hombro y presionaba sus labios sobre la curva de su cuello—. No puedo ni siquiera comenzar a decirte cuanto te he echado de menos, cada día pensaba en tocarte y probarte dijo mientras dejaba besos a lo largo de su clavícula hasta el centro de su garganta, haciendo que ella alzará la barbilla para darle mejor acceso. Sus manos deslizaron hacía arriba su vestido mientras el mordisqueaba la barbilla. —También te he echado de menos —admitió susurrando en voz tan baja que no estaba segura que él la haya escuchado, pero lo hizo. Se separó sus tempestuosos ojos azules, nublados por el deseo, que rápidamente se despejaron mientras estudiaba su rostro. —¿Lo hiciste? Quería reír o darle un jodido puñetazo en el brazo, o incluso llorar ante la desesperación de sus palabras. El deseo y anhelo que tenían, era su culpa. Le había dejado creer que no quería más, que no lo quería. Estaba tan preocupada en proteger su corazón que olvido proteger el de él, estaba demasiado ocupada negándolo, tratando de convencerse que no era más que sexo pero en lo profundo sabía la verdad—y demonios, eso dolió. —Háblame, nena —su mano abandono su espalda y se cerró alrededor de su muñeca, tirando suavemente su mano para ponerla sobre su pecho. Los ojos de ella siguieron su mano, mientras él llevaba sus nudillos a su boca, rozándolos y besando cada uno de sus dedos. La ternura con la que la trataba hizo un nudo en su garganta, atrapando cada palabra que había esperado decir. La forma en que la miraba era casi aterradora, ni siquiera Brandon tenía ese efecto en ella. Nunca fue capaz de quitarle la capacidad de hablar por el toque de sus labios o el calor de su mirada. No, no era casi aterrador, era mucho más que eso. —Ronnie —su mano se envolvió alrededor de su cuello masajeando con su pulgar la piel debajo de su oreja—. ¿Estás bien? —sus labios acortaron la distancia sobre los suyos rápidamente antes de centrar sus ojos en ella otra vez, intentando abrigarla con una promesa tranquilizadora.

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Ella se distrajo levantando el borde de su camisa por encima de su cabeza, tenía una expresión de sorpresa en su rostro, que hizo que tirará la cadena de su cursi corazón. Ella deslizo su uña por su estómago desnudo hasta su pecho duro, un temblor lo atravesó mientras ella lo lamía. —Pude haber perdido esta oportunidad —ella levanto la cabeza de su pecho y sostuvo su mirada con un poco de vulnerabilidad—. Pude haber perdido la oportunidad de decirte… de estar contigo de nuevo —la humedad lleno sus ojos, mientras sentía un escozor en la garganta ¿Qué diablos estaba mal con ella? Bueno, tenía una idea de lo que podía ser… Ronnie estaba en una montaña rusa emocional, en los últimos minutos había estado subiendo y bajando, una y otra vez. Eso era jodidamente cansado. —Pero no lo hiciste —dijo Kale trayéndola de regreso a la realidad—. Estoy aquí. Sí, él estaba aquí y ella no iba a esperar más tiempo. Se bajó de su regazo mirando como los ojos de Kale seguían cada uno de sus movimientos, se puso de pie entre sus piernas quitándose el vestido, luego con las manos en la espalda se desbrochó el sujetador y lo dejo caer al suelo. —Eres muy hermosa —suspiro Kale bebiendo la vista de su cuerpo desnudo frente a él. Se inclinó sobre él, enganchó sus dedos sobre el comienzo de sus shorts y se los bajo junto con sus bóxers, su erección saltó libre. Se los bajo hasta sus tobillos, y él levanto los pies para que pudiera quitárselos por completo, ella se levantó de nuevo aún entre sus piernas y cuando volvió a mirarlo, su corazón golpeó tan fuerte contra sus pulmones que tuvo que esforzarse para tomar aire con fuerza para poder respirar. Kale siguió su mirada hacía bajo a su pierna destrozada. —Lo sé — suspiró. Ella lo miro a los ojos un instante, su pecho estaba agitado con la necesidad de calmarse para que poder respirar correctamente. Su muslo parecía que había pasado por una picadora de carne. Ella había pensado que el lado de su cara estaba mal, pero nada se comparaba. No podía imaginar el dolor que sintió—la lastimaba solo de mirarlo. No sabía cómo había sobrevivido la pierna a esa lesión, cómo había sobrevivido él. No sabía qué decir; así que no dijo nada, solo se arrodillo entre sus piernas, la cara de Kale se encontraba estoica, observándola con atención.

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Deslizó suavemente sus manos desde las pantorrillas hasta sus rodillas, cuando ella llego al inició de sus muslos lo miró a los ojos. La respiración de él era entrecortada, su mandíbula estaba flexionada pero sus ojos—se encontraban tranquilos, suaves y un poco tristes. Poco a poco y con cuidado deslizo su mano izquierda sobre su muslo, la punta de sus dedos rozaron marcas y montes que sobresalían de su piel, los músculos de su Página | 137 pierna se flexionaban bajo su tacto. Recorrió su mano derecha hacía la parte interna de su muslo hasta que sus uñas rozaron la base de su pene. La cabeza de Kale cayó hacia atrás, apoyándose contra el respaldo del sillón. Ella echó la cabeza hacia delante, luchando contra las lágrimas que se formaron en sus ojos conforme iba viendo la evidencia de la horrible verdad de lo que él había vivido. Presionó sus labios en la base de sus cicatrices que ya habían comenzado a formarse en la piel curada. Besó los montículos y crestas de la piel inflamada, con cada beso provocaba que el cuerpo de Kale se relajara. Una humedad que no se había dado cuenta corrió por su mejilla y salpicó en el muslo de Kale. —Bebé —susurró, el temblor de su voz hizo que por un momento su estómago decayera. Ella levantó la cabeza. —Lo siento mucho —lloriqueó, el sonido fue tan extraño para ella, la compasión en su voz la asombro. Odiaba que esto le hubiese pasado. Quería besarlo y alejar el dolor, alejar esa horrible pesadilla. —No lo hagas —su mano ahuecó un lado de su cara mientras su pulgar frotó sus labios—. Yo no lo hago… —su pulgar se movió hacia su mejilla, limpiando las lágrimas mientras caían. Ronnie se levantó delante de Kale completamente expuesta a él, nunca se había sentido más hermosa en su vida. Se inclinó hacia delante en el sofá, gimiendo silenciosamente mientras él presionaba sus piernas. Sus grandes manos se aferraron a su cintura y la atrajo más cerca, sus dedos trazaron el tatuaje de su cadera y su otra mano se deslizo entre sus piernas y con su dedo comprobó su humedad. Un profundo gemido salió de su pecho mientras hundía otro dedo en su intimidad. Ella dejo caer la cabeza hacia atrás y no estaba segura de que sus piernas pudieran soportarla. Justo cuando pensaba que sus rodillas se rendían, Kale envolvió su brazo alrededor de su cintura, sosteniéndola firmemente, manteniéndola ahí mientras él retorcía sus dedos dentro de ella, llegando a su centro haciendo que se apretará contra sus dedos. Y justo cuando estuvo a punto de estallar, él se apartó. Sonrió a través de sus ojos, sabiendo exactamente lo que acababa de hacerle —Ven aquí —dijo suavemente, tirando de ella hacía sus

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piernas—. Quiero sentir cuando te vengas alrededor de mí. —Movió su miembro contra su entrada y estuvo a punto de llegar en ese momento. Ella quería sentirlo también, quería sentirlo tan profundamente que no pudiera pensar con claridad, no podía esperar más, levantó sus caderas, la punta de su longitud golpeo en su entrada, y sintió una gota caliente de su excitación al ella comenzó a bajar su caderas lentamente. Página | 138 La mano de Kale sostuvo la suya, deteniéndola. necesitamos un condón.

—Espera,

Apoyó su frente en la de él, todo su cuerpo temblaba por la necesidad de sentirlo dentro. —Está bien, estoy tomando la píldora —su voz sonaba temblorosa. —¿Estás segura? —preguntó él, pero aflojo su agarre. Asintió con la cabeza y se comenzó a deslizarse lentamente sobre él permitiendo que su cuerpo se acomodara al intruso. Kale suspiro y relajo su cuerpo, presionándose contra el sillón. —Demonios, bebé, te sientes tan bien —dijo mientras se presionaba con más fuerza, guiando sus caderas de la manera correcta. Ronnie se acurruco en su pecho, sus senos se presionaban contra los bellos de sus músculos. Él se sentía bien también—mas que bien. Tan ardiente, tan... aquí. Las manos de Kale sostuvieron el rostro de Ronnie y la beso. La sensación de sus labios encendió un fuego que recorrió todo su cuerpo, directo a su centro. Movió un poco las caderas permitiendo que él entrara más fácilmente en su interior, fue cuidadosa en no dejar caer su peso sobre la pierna lastimada mientras balanceaba su cuerpo atrás y adelante. *** Kale se colgó de Ronnie mientras su cuerpo se aceleraba, dejándolo entrar en su cálida profundidad. Treinta minutos antes había estado atrapado en sus pensamientos, envuelto en el silencio que se extendía alrededor, pero ahora estaba demasiado consumido por esta desconcertante mujer; y agradecía la distracción—más que eso, estaba agradecido por ella. Podía sentir el deseo desenfrenado goteando de ella, añadiendo una delgada capa de seda entre sus piernas, encerrándolo en su dulce miel. Dios, era perfecta. No sabía que podía sentir algo así—y no se refería al sexo.

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La cicatriz a lo largo de su cara estaba latiendo junto con el ritmo de su corazón y su pierna estaba gritando un dolor insoportable pero ninguno de los dos hizo mella en la manera en que su cuerpo se sentía al tener a esta mujer encima de él de nuevo. Su interior se apretó contra su miembro, apretándolo con fuerza mientras ella bajaba sus caderas, presionándolo profundamente dentro de ella. Joder. Página | 139 Sus labios se sentían suaves y dulces mientras la besaba. Quería sentirla venirse con él en su interior y él lo haría pero ahora lo único que quería era que ella estuviera debajo de él—lo deseaba condenadamente mal. Quería cubrir su delgado cuerpo con el suyo y presionarla contra el sofá. Quería su boca sobre la de ella y en todas partes. Quería probarla, olerla, besarla. La levantó, su cara estaba desencajada cuando su erección abandono su cuerpo. —¿Qué estás haciendo? —le preguntó, su voz sonaba entrecortada y ronca mientras la ponía a lado en el sofá. —Estoy tratando de conseguir mi cuota de ti —dijo mientras apretaba los dientes y se ponía sobre ella—. Aunque no estoy seguro de que eso sea completamente posible. —Sabía que no lo era. Nunca tendría suficiente de ella. Pero si esta era la última vez que tenía con ella, se iba a asegurar que lo recordara. Sus labios encontraron los suyos de nuevo, y la beso como si fuera un hombre hambriento, lo cual no estaba demasiado lejos de la verdad. Nunca se había sentido con más hambre en su vida, hambre de ella. Rozó sus labios una vez más antes de comenzar a descender por su cuerpo, tomandose su tiempo en sus senos, arremolinando su lengua en sus pezones. Cuando estuvo satisfecho de la atención que les prestó, continuó bajando por su cuerpo, dejando besos húmedos al hacer su camino. Sus labios trazaron un camino sobre la piel sensible encima de su hueso púbico, el estómago de Ronnie tembló ante la sensación. —Kale —suplicó, y le encanto la forma en que su voz sonó al rogarle. La podría mantener así para él toda la noche si no la necesitara tan jodidamente. —Lo sé, cariño, lo sé. Bajo su cabeza, presionando su boca sobre sus suaves pliegues, respirando e intentando de memorizar su dulce esencia. Estaba muy húmeda, goteando por la excitación. Lenta y deliberadamente retorció su lengua en la apertura de su clítoris. Ronnie se estremeció y arqueó su espalda, puso sus manos sobre su vientre para mantenerla quieta.

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Tenía un sabor muy dulce, y él quería saborear cada gota—tenía que hacerlo. Lentamente, rodeó su clítoris con la lengua pasando por todos los otros lugares que sabía la harían retorcerse. Sus piernas cayeron a un lado y no pudo evitar la tentación de explorar con sus dedos la suavidad de la piel entre su trasero y sus muslos. Gimió y se apretó contra su boca, ajustando la velocidad de su cadera. Página | 140 Sintió como su cuerpo se aceleraba; sus respiraciones eran cortas y jadeantes, y sus manos volaron hasta su cabello. Él sonrío contra su entrada y metió su lengua. —Oh… Kale… por favor… Sacó su lengua remplazándola con sus dedos y lamiendo a su alrededor. Se mantuvo ahí lamiendo, succionando y soplando mientras sus dedos encontraron su centro, acariciándolo una y otra vez... Sus músculos internos se apretaron alrededor de sus dedos mientras el clímax la atravesó, suaves gemidos entrecortados se convirtieron en gritos. Saco los dedos a medida que las convulsiones se iban disminuyendo. —Kale por favor —susurró y él sabía exactamente lo que ella necesitaba, porque él también lo hacía.

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Traducido por Annabelle Corregido por Melii Ronnie podía darse cuenta de que a Kale le costaba bastante levantar su cuerpo para posarlo sobre el suyo. Podía ver la vena punzar en su cuello mientras apretaba los dientes con fuerza—y sus bíceps levantando todo su peso mientras el dolor irradiaba por su cuerpo. Pero también podía ver la determinación en sus ojos. Iba a poseerla de esta manera incluso si muriera en el intento—ella sólo esperaba que eso no ocurriera. Cuando su pesado cuerpo por fin la cubrió, quiso suspirar por la elación que sintió recorriendo por entre sus venas. Él le sonrió, con su hoyuelo perforando profundamente su mejilla sin afeitar. —Hola, mi amor. Ronnie no pudo resistirse al rodar los ojos. —Hola, tú. Te tomó bastante —se burló juguetona, intentando aligerar la situación que revoloteaba entre ellos al verlo luchar. —Sí, lamento eso. —Le guiñó y luego bajó sus labios hasta que sintió su dureza presionarse contra su sensible entrada. Ronnie subió las rodillas, abriéndose para él, prácticamente rogándole que la penetrara. Pero en vez de hacer eso, él levantó las caderas, para que ya no lo sintiera allí. Su labio inferior inmediatamente hizo un puchero al sentir el frío aire de su ausencia. Kale se inclinó, rozando sus dientes contra su labio inferior. —Puedo tomarme un tiempo, si quieres, hacerte esperar un poquito. —¡No! Kale simplemente se rió y embistió. Con solo un suave movimiento, ya se encontraba dentro de ella y todo se sentía bien de nuevo. Ronnie levantó los brazos, envolviéndolos por entre sus brazos y alrededor de sus hombros, presionándolo contra su cuerpo. —Gracias — sonrió.

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—Cuando quieras, cariño. Los ojos azules de Kale mantuvieron su mirada, y ella vio como el tono juguetón que los envolvía se desvaneció. Joder. No quería que se desvaneciera; no creía poder soportar que le lanzaran otro latigazo de emociones. Los pasados treinta minutos habían sido suficientes. Ahora, Página | 142 simplemente quería perderse en él. —Oye —dijo, tomando su rostro entre sus manos, cuidando de no poner demasiada presión en su mejilla derecha—. No más cosas serias, ¿de acuerdo? Sólo disfrutemos uno del otro. La frente de Kale cayó hasta su hombro, con sus manos a cada lado de su cabeza, sosteniendo su peso. —No puedo hacer eso —dijo contra la curva de su cuello. —¿Qué? Kale levantó la cabeza, con sus ojos buscando los suyos. —Si fuera cualquier otro momento… cualquier otra mujer, y con gusto dejaría de lado todas esas cosas serias y te cogería hasta que no pudieras enfocar la vista, pero tú no eres cualquier mujer. —Ronnie no dijo nada. ¿Qué podría decir? Apretó los músculos alrededor de la gruesa longitud que se encontraba inmóvil en su interior, y movió las caderas. Lo deseaba—lo necesitaba. —Por favor, Kale… —dijo, moviendo las caderas de nuevo. Un gruñido salió de su pecho y Ronnie casi pudo ver como su resolución se debilitaba. Lentamente, demasiado lentamente, llevó sus caderas hacia atrás. Cuando sólo la punta de su dureza estaba por salir, volvió a embestir dentro de ella, sacando el aire de sus pulmones. Se quedó allí, haciendo círculos con su cadera, y moviéndose cada vez más en su interior. Ella ya se encontraba súper sensible, y cada pequeño movimiento que hacía la tenía temblando desde adentro. Su boca volvió a encontrar el camino hacia la de ella. La besó suavemente, con su lengua apenas entrando a su cálida boca. Le prestó especial atención a su labio inferior, halándolo gentilmente con sus dientes, y moviendo su lengua alrededor. Era muy cuidadoso. Sus manos, su boca, su cuerpo—definitivamente no había dejado de lado la seriedad, y ahora Ronnie se sentía contenta por ello. Sentirlo de esta manera era… sanador. —Me has arruinado, cariño —dijo, acariciando con su pulgar la delgada piel en la base de su garganta. Sus palabras la abrazaron y al mismo tiempo la elevaron y la mantuvieron en el aire. Tener ese poder sobre él daba miedo, sí, pero estaría mintiéndose a sí misma si dijera que lo le gustaba. Saber que sentía tanto por ella que pondría por encima su felicidad que la de él; que ella

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tenía el poder de mantenerlo o destruirlo—eso era lo que ella quería. ¿Acaso no es lo que todos quieren? Ser amado con tanta pasión por alguien que sostienes su mundo en tus manos, que tú eres el indicado de mantenerlo a salvo. Era jodidamente aterrorizante. Pero ella no quería arruinarlo. Para nada. La boca de Kale se movió hasta su cuello, justo debajo de su oído, y todos los pensamientos que nublaban su mente desaparecieron. En todo lo que podía pensar era en su cuerpo, la forma en que su boca calentaba su piel, y la manera en que su esencia la envolvía. Estaba perdida; finalmente se había perdido en él. *** —Podría ser así todos los días, ¿sabes? Podría hacerte eso cada día —dijo Kale, cuando finalmente rodó fuera de Ronnie, y la atrajo contra su pecho. Estaba agotado, y podía darse cuenta que ella también. Su cuerpo temblaba, sacudiéndose por los intensos espasmos de su orgasmo. Se había vendió tan fuerte a su alrededor, que su cuerpo exprimió cada parte mientras la embestía. Y él saboreó cada momento. No quería quitarse de encima. No quería abandonar su cuerpo; dejar la calidez que se aferraba a él—pero tuvo que hacerlo. Sin la sensación de esta mujer removiéndose debajo, su pierna gritando de dolor tomó el espacio de sensaciones que ella había estado habitando. Una de las oscuras cejas de Ronnie se levantó. —Bastante engreído, ¿no? —Nena, no necesito ser engreído, sólo te lo estoy diciendo cómo es. —Ajá, está bien. —Rodó los ojos y se acurrucó contra su pecho. Kale se encontraba algo sorprendido de que aún estuviera en sus brazos, que estuviera permitiéndole sostenerla de esa manera. Pero la tomaría de cualquier forma en que pudiese tenerla, así que no había manera de que se quejaría. La sostendría hasta la mañana si ella se lo permitiese. —Podría ser así, cariño. No todo es tan malo. Al hablar, su boca desprendió un cálido aliento contra su hombro. — ¿Cómo puedes saberlo? Nunca antes has estado en una relación. —Tú me trajiste hasta aquí. Pero si estar en una relación significa que puedo experimentar esto todos los días —colocó su mano sobre su costado y la movió por toda la longitud de su cuerpo, luego levantó su mano y la colocó sobre su pecho, sobre su corazón—, y sentir esto todos los

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días, entonces estoy dentro. —Y yo quiero más —desafió. Ronnie suspiró. —Eres un soldado, Kale. —Levantó la cabeza de su cuello para mirarlo. Sus ojos oscuros se encontraban líquidos, desnudos—. Te irás de nuevo, y yo no sé si podré soportar eso, especialmente ahora. — Página | 144 —Es más que eso, Kale. Miró su rostro y luego recorrió la piel maltratada con su pulgar. Que se haya lastimado le afectaba mucho más de lo que él creía, más de lo que nunca esperaría. Los dedos de Kale acariciaron su cabello, haciéndola cerrar los ojos. —Es mi trabajo, bebé, es quien soy. Es mi mundo, un mundo del que me muero por que seas parte. Sus ojos se abrieron, y se quedó mirándolo fijamente. Mantuvo su mirada durante segundos, horas, demonios, cuando lo miraba de esa manera—como si estuviese rota y necesitara que la repararan—el tiempo se detenía. —Ahora lo quieres —murmuró, exponiendo su miedo. La hacía vulnerable, e incluso muchísimo más hermosa—. Hasta que ya no lo hagas, entonces, ¿donde me dejaría eso? Sus brazos se apretaron con fuerza a su alrededor, y encerró el rostro en su cabello, besando la cima de su cabeza, y deseando con todas sus fuerzas que esta terca mujer lo escuchase. —No lo entiendes, cariño. Nunca he querido a nadie de la forma en que te quiero a ti. Ella se inclinó sobre sus codos y él la siguió. —Las relaciones son difíciles, Kale. Nos sabes en lo que te meterás. Kale vio la calma. Una sonrisa adornó sus rostro… ya casi la tenía. — Tendrás que guiarme en el camino, pero aprendo rápido. Vamos, toda esta mierda de flores y corazones no será tan mala, lo prometo. Ella sonrió. —¿Qué es tan gracioso? Sus dientes tiraron de su labio inferior, intentando sin éxito de oprimir una sonrisa. —Te traje flores. Kale miró el estante sobre su hombro. —Ah, lo hiciste, ¿verdad? ¿Qué fue eso? ¿Un bouquet de mejórate pronto? —No. —Lo golpeó en las costillas, pero no pudo evitar reírse de su comentario sabelotodo. Se levantó, llevó su sensual cuerpo desnudo hasta el mesón, y tomo las flores.

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Valentine's Arrangement —Demonios, cariño, ¿estás mientras ella caminaba de vuelta.

intentando

matarme?

—preguntó

Se detuvo frente a él y apoyó una mano en su cadera. — ¿Jodiéndome con la mente otra vez? —Nena, no necesito cogerte con mi mente —dijo, moviendo las Página | 145 cejas de arriba abajo—. Pero hablando en serio, cariño, mi salud es medio cuestionable en estos momentos, y contigo moviendo tú sexy trasero por toda mi sala en nada más que unos tacones sensuales, me enviará a la tumba antes de tiempo. —Cierra la boca, soldado. —lanzó el bouquet contra su pecho y él se rio. —Sabía que algún momento iba a hacer que te los dejaras puestos para mí. Ronnie resopló y rodó los ojos, quitándose los tacones y volviendo a su lado en el sofá. —Ah, no te dije eso para que te los quitaras… —Kale lloriqueó. Le guiñó un ojo, y tomó la tarjeta del tallo plástico, abriéndola. Yo no hago todo eso de las flores, ¿recuerdas? Pero también quiero más… *** Kale la miró y una preciosa sonrisa se extendió por su rostro, Ronnie se ruborizó. —¿Quieres más? Ella asintió y se acercó aún más hacia él, de manera que su cuerpo se encontraba completamente presionado al suyo. La sonrisa en sus ojos valía la pena todo el dolor al que se enfrentaría; ella sólo esperaba que tuviera razón, y que no rompiera su corazón. —¿E ibas a hacerme sudar durante todo este rato? —preguntó Kale, con la sonrisa aún firme en su rostro, con hoyuelo y todo. —No era mi intención, Pero cuando vi tu rostro, y tu pierna, simplemente me dejé llevar, estaba tan feliz de que te encontraras bien, de que— La haló sobre su cuerpo y la besó. Fue un beso profundo, con su lengua lentamente invadiendo su boca. Ella envolvió sus manos alrededor de su cuello e intensificó aún más el beso, todo su cuerpo volviendo a la vida mientras las manos de Kale acariciaban de arriba a abajo su cuerpo con bastante entusiasmo.

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—Así que más, ¿eh? —preguntó cuando finalmente se separó para tomar aire. —Si estás dispuesto a enfrentarte al reto. —Dios, esperaba que en verdad fuera así. Ahora ella estaba completa y jodidamente dentro. Ya no había vuelta atrás. —Bebé, estoy dispuesto desde hace meses —murmuró contra su cuello al dejar un camino de besos. Ronnie ladeó la cabeza, queriendo que alcanzara todos los lugares en los que su cuerpo rogaba. —Bueno, parece que puedo decirle a Harold que no necesitará una artista nueva para la semana que viene. Se separó para mirarla. —¿De qué estas hablando? —Hoy fue mi último día en la tienda. Vendí la casa. —¿Vas a mudarte? —interrumpió. —Iba a hacerlo… Kale se movió ligeramente debajo de ella, y Ronnie intentó ajustar su peso para que no se estuviese presionando contra su muslo, pero sus intentos fueron fallidos, ya que los brazos de Kale la mantuvieron firme en su lugar. —¿A dónde? —Aún no había decidido esa parte. —Bien, te mudarás para acá —dijo, con una sexy sonrisa de lado abriéndose paso en sus mejillas sin afeitar. Ella podría acostumbrarse a esa sonrisa, pero no cada jodido día, ¿cierto? —¿Qué? Eso es jodidamente loco, Kale. Él se encogió de hombros. —Na. Estaba completamente loco. —¿Estas bromeando? Es la idea más estúpida que alguna vez he escuchado. —Aunque, debía admitir lo tentadora que era… Kale se rió, probablemente porque su rostro se encontraba en shock. —¿Por qué? Estoy seguro que podremos inventar un buen acuerdo. Se movió debajo de ella otra vez, y Ronnie claramente podía sentirlo endureciéndose contra su cuerpo. Su propia sangre bombeó con más velocidad entre sus venas cuando sintió la punta de su dureza restregándose contra su humedad. —Sí, porque el último acuerdo terminó muy bien —dijo con sarcasmo, intentando recuperar el aliento. La mano de Kale se deslizo desde su espalda desnuda hasta su nuca. Sus dedos jugaron gentilmente con los mechones de su cabello,

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encendiendo escalofríos en todo el camino hasta su cuello. Su cabeza se inclinó hacia adelante, besando un camino hasta su oído, haciendo que toda si sensible piel volviese a cosquillar. Cuando alcanzó su oreja, la besó suavemente, y luego susurró—: Creo que terminó increíblemente bien. Sus brazos se moldearon alrededor de ella, con todo su cuerpo fundiéndose al de él, ajustándose uno con el otro como una llave a una Página | 147 cerradura. Se rió para si misma. Nunca más molestaría a otra mujer por querer ese tatuaje en sus cuerpos. Ronie miró a los transparentes ojos azules de Kale—su propio Capitán América—y sonrió—: Sí, yo también lo creo.

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Agradecimientos Hay tantos a los que me encantaría agradecer. Mi familia, mis amigos, mis chicas del salón, mis clientes, mi vecina, mi cafetera… la lista sigue y sigue. ¡Gracias, gracias, gracias! Quiero agradecerle a mi esposo, mi héroe, por apoyarme mientras perseguía este sueño. Siempre te amaré. Quiero agradecerle a mi mamá, quien es una de mis mejores amigas, por siempre estar allí para mí. Y quiero agradecerle a mi papá, por quien ruego que nunca lea este libro, ya que sería demasiado incómodo, y por pasarme el amor por la lectura y la escritura. Los amo a ambos. Voy a enviarles un enorme agradecimiento a mis amorosas bellezas del salón, Stacey y Heather, por leer capítulo tras capítulo y rogar por más. Stacey, tú me animaste cuando dudé de mi misma, y amas a mis personajes tanto como yo los amo. Gracias, amor. Significa mucho más para mí de lo que alguna vez te imaginarás. Heather, mi demonio de escenas sexuales, gracias por tu sucio aporte y consejo. Saben que las amo, chicas, ¡y ahora es tiempo de unos tragos! Quiero agradecerles a todos los asombrosos bloggers y reseñistas que le dieron una oportunidad a mi libro y me apoyaron. Tener una comunidad que ama leer tanto como yo que me respalde en este alocado viaje ha sido invaluable. Son los mejores. ¡Besitos! Y por último, pero no menos importante, debo agradecer a nuestros miembros del servicio y a sus familias. El sacrificio que hacen ambos por nuestro país, por nuestra libertad, es sorprendente e inspirador. Siendo una esposa del ejército, he tenido la fortuna de conocer algunos de los mejores hombres que alguna vez haya conocido, y mujeres que se han convertido en mis amigas para toda la vida, incluso cuando no nos hablamos todos los días.

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Sobre el Autor

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Soy esposa y mami de dos adorables cabezas de chorlito, estilista de día y escritora de noche. Mi alocada vida gira en torno a mi familia (incluyendo dos perros y un gato), y la mayoría del tiempo, de hecho, todo el tiempo, es un enorme desastre—¡pero me encanta! Beber mucho vino y leer un montón de libros ayuda, ¡lo prometo! Mi pasión es la escritura. Es en lo único que pienso cuando desierto en las mañanas, lo que pienso cuando empaco almuerzos y baño a los niños, y en lo único que pienso cuando cierro los ojos al llegar la noche. Pregúntenle a mis amigos, familia, y clientes—¡estoy segura que ya están hartos de escucharme hablar de ello todo el tiempo! Un libro puede teletransportarte a otra vida, a otro mundo. Puede levantar tus pies de la tierra, hacer que te enamores, romper tu corazón, y sanar tu alma. Por esas razones es que amo leer, y por esas razones amo escribir. Me encantaría escuchar de ustedes. Pueden escribirme [email protected] o visitar mi blog: KLeverich.blogspot.com

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