DEPARTAMENTO DE ÁREA COMUN FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

DOCUMENTO DE APOYO A LA DOCENCIA TEXTO BÁSICO PARA EL CURSO

ELEMENTOS DE LÓGICA FORMAL Y LÓGICA DIALÉCTICA CÓDIGO 2411 Profesor Luis Humberto Choc Boch Compilador

DOCUMENTO DE APOYO A LA DOCENCIA

TEXTO BÁSICO PARA EL CURSO ELEMENTOS DE LÓGICA FORMAL Y LÓGICA DIALÉCTICA CÓDIGO 2411

Profesor Luis Humberto Choc Boch Compilador

DEPARTAMENTO DE ÁREA COMUN FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Mayo de 2017

INDICE PRIMERA PARTE: LÓGICA FORMAL 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

Objeto y significado de la Lógica. D. P. Gorski, P. V. Tavants et al Qué es la lógica, su relación con la realidad objetiva. M. M. Rosental Las Leyes Fundamentales de la Lógica. D. P. Gorski, Tavants et al El concepto. R. Ortiz Amiel La definición. D. P. Gorski, P. V. Tavants et al El juicio o proposición I. M. Copi (Adaptación) El razonamiento. T. Barreiro de Nudler El razonamiento deductivo: validez e invalidez. T. Barreiro de Nudler 9. Las Falacias

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SEGUNDA PARTE: LÓGICA DIALÉCTICA 1. Esencia y contenido de la Lógica Dialéctica, P. V. Kopnin 2. La Dialéctica como Lógica y como Teoría del Conocimiento. A. G. Spirkin 3. El Pensamiento como Objeto de la Lógica Dialéctica. P. V. Kopnin 4. Dialéctica de lo abstracto y lo concreto y de lo lógico y lo histórico. F. V. Konstantinov 5. Formas del pensamiento y papel que desempeñan en el proceso cognoscitivo. F. V. Fonstantinov 6. La práctica como base del conocimiento y criterio de verdad. F. V. Konstantinov 7. Interrelación de las Formas del Pensamiento. P. V. Kopnin 8. El concepto como reflejo de lo universal en los fenómenos. P. V. Kopnin 9. El Juicio, célula fundamental del pensamiento. P. V. Kopnin 10. Clasificación de los Juicios. P. V. Kopnin 11. El razonamiento como forma de aprehensión de nuevos conocimientos. P. V. Kopnin

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TERCERA PARTE: LECTURAS COMPLEMENTARIAS 1. Leyes del desarrollo de los conceptos en las ciencias sociales y naturales. G. A. Kursanov 2. Historia de la Lógica Dialéctica

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PRESENTACIÓN Las autoridades de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala asumen el compromiso académico de propiciar desde diferentes modalidades del quehacer facultativo, el fortalecimiento de la realización de uno de altos fines de la facultad, como es facilitar aprendizajes a través de la docencia. Con tal propósito, con la Coordinación del Profesor Luis Humberto Choc Boch, se procedió a preparar la presente compilación que incluye trabajos de distintos filósofos cuyos aportes en la esfera de la Lógica, han trascendido a través del tiempo. En tal virtud, y como una expresión de la producción de documentos de apoyo a la docencia, se publica este compendio de temas que se estudian en el curso Elementos de Lógica Formal y Lógica Dialéctica. Hasta antes de la aparición de este documento, existían los temas tratados, en diferentes folletos, opúsculos y separatas los cuales se han publicado en diferentes momentos de la historia de este curso. En el cuerpo de esta obra, Se ha reunido el contenido de los textos: Apuntes de Lógica, Elementos de Lógica, Separatas de Lógica Dialéctica, Material para Comprobación de Lectura y Lecturas de Apoyo para el curso Elementos de Lógica Formal y Lógica Dialéctica. En cada uno de los temas se ha procurado registrar el nombre del autor y la obra de la cual se obtienen los mismos. La estructura de la obra responde a su interés pedagógico. La disposición de las partes de este compendio, se ha hecho, de tal manera que puedan coincidir tanto como sea posible, con el orden que guardan los temas en el Programa del Curso, así como en la Planificación Docente. Así, la Primera Parte versa sobre los temas que se abordan en la Primera y Segunda Unidad del Programa del Curso; todo lo cual comprende al área de Lógica Formal. La denominada Segunda Parte comprende los temas que se estudian en la Tercera Unidad del Programa, tales contenidos pertenecen al área de Lógica Dialéctica; y la Tercera Parte del compendio, denominada Lecturas Complementarias, tiene dos temas también relacionadas con la materia. Ello, con el propósito de ofrecer a estudiantes y docentes, los elementos indispensables para el aprendizaje de la Lógica. Se tiene el anhelo de que los actores principales del hecho educativo, encuentren en la presente compilación, una herramienta específica para la realización del curso Elementos de Lógica Formal y Lógica Dialéctica. Anhelamos que este aporte sea de utilidad real y llene las expectativas que animan su elaboración y publicación, esperando haber contribuido de esta manera con el progreso educativo en la enseñanza y el aprendizaje de la Lógica. La presente obra bien podrá utilizarse en cursos similares en nuestra universidad, o en otras. En la preparación de este compendio se contó con el apoyo de ayudantes de cátedra del curso Elementos de Lógica Formal y Lógica Dialéctica. También, fue valioso el aporte de César Chajón, quien se ocupó del diseño y diagramación de la obra. Del propio modo, se expresa el reconocimiento a la Coordinación del Curso 2014-2017, por mostrar decidido interés para la realización de este documento. El Compilador Guatemala, mayo de 2017

LÓGICA FORMAL

PRIMERA PARTE LÓGICA FORMAL

1 OBJETO Y SIGNIFICADO DE LA LÓGICA D.P. Gorski, P.V. Tavants y otros

D.P. Gorski, P.V. Tavants y otros Lógica, Capítulo I Editorial Grijalbo, México, D. F. pp. 11-37

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PRIMERA UNIDAD OBJETO Y SIGNIFICADO DE LA LOGICA D.P. Gorski, Tavants et al 1. El proceso del pensar y las formas del pensamiento La cognición o conocimiento es un proceso en virtud del cual el mundo circundante se refleja en la conciencia del hombre. Al influir éste, mediante su actividad práctica, sobre la realidad material, entra en conocimiento de las distintas partes que la componen, descubre las leyes de la naturaleza y de la sociedad. El proceso de la cognición empieza con las sensaciones. Las sensaciones constituyen el reflejo de las distintas propiedades de los objetos y de los fenómenos del mundo material (colores, sonidos. olores, etc.) que actúan directamente sobre nuestros órganos de los sentidos. En la percepción, los objetos y los fenómenos se reflejan en conjunto. La percepción del objeto, así como la sensación de sus distintas propiedades, se efectúan en el momento en que el objeto actúa sobre los órganos de nuestros sentidos. Cuando recordamos un objeto o un fenómeno cualquiera, surgen en nuestra memoria las imágenes de los objetos anteriormente percibidos. Estas imágenes se denominan representaciones. Las sensaciones, las percepciones y las representaciones constituyen el grado sensorial del conocimiento. En este grado de conocimiento reflejamos las propiedades de los objetos percibidas a través de los sentidos. Ahora bien, estas propiedades pueden ser generales o individuales, esenciales o accesorias necesarias o casuales. Las sensaciones, percepciones y representaciones, por sí solas, no nos permiten aún diferenciar las propiedades generales de los objetos de las propiedades particulares, las esenciales de las accesorias, las necesarias de las casuales. De ahí que en el grado del conocimiento no nos sea posible descubrir entre los objetos y los fenómenos relaciones necesarias, sujetas a determinadas leyes. En el proceso de la cognición pasamos de reflejar la realidad de manera inmediata y, por imágenes, a reflejarla por medio del pensamiento; pasamos al grado lógico del conocimiento. ¿Cuáles son los rasgos fundamentales del pensamiento como reflejo de tipo especial, sui generis, del mundo circundante? 1. El pensamiento es, ante todo, un proceso de cognición generalizada de la realidad. En el proceso del pensar formamos conceptos en los que se reflejan, de manera peculiar, los objetos y los fenómenos de la realidad. La formación del concepto está vinculada a la extracción de lo general, a la separación de los rasgos esenciales del objeto de entre el conjunto delas propiedades generales. Estos rasgos esenciales llevan al conocimiento de lo que se halla sujeto a ley, de lo que es necesario en las relaciones que existen entre los objetos. 2. El pensamiento constituye un proceso en virtud del cual es reflejada la realidad. En el transcurso de dicho proceso el hombre se da cuenta constantemente de la objetividad de lo

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Primera Parte: Lógica Formal

pensado, compara el contenido de lo pensado con la realidad. Los pensamientos que surgen en nuestra mente, como reflejo de las relaciones de los objetos entre sí y de las relaciones entre los objetos y sus propiedades, necesitan ser comprobados; su veracidad ha de ser fundamentada. Esto significa que el acto de formular juicios es inherente al pensar humano. La aclaración y la fundamentación de lo que haya de verdadero o de falso en los pensamientos, la diferenciación de los pensamientos en verdaderos y falsos, se realiza a través de la actividad práctica del hombre, a través de su trabajo. Según C. Marx, el trabajo es una actividad deliberada, útil. Esto significa que la actividad práctica, de trabajo, del hombre no se realiza a ciegas, de manera caótica, sin ninguna clase de plan, sin proponerse la consecución de determinados objetivos. La actividad deliberada del trabajo presupone la existencia de determinados fines. En el proceso del trabajo se ponen a prueba los conocimientos, las hipótesis y la experiencia anterior, es decir, todo lo que sirve de base para la actividad deliberada del hombre. La propia actividad práctica del trabajo a hecho sentir al hombre la necesidad de establecer comparaciones y a dicha actividad se debe la capacidad del ser humano de confrontar el contenido de sus pensamientos con la realidad, de formar juicios y delimitar con precisión la verdad y el error. Si los principios que sirven de base a un proceso de trabajo están en consonancia con la realidad, los fines propuestos se alcanzan. Los fines no se alcanzan si tales principios son falsos. En el proceso de la actividad práctica se comprueba, se precisa y se amplía nuestro saber 3. El pensamiento se caracteriza por la capacidad de cognición mediata de la realidad. Esto significa que, gracias al pensamiento, se llega a conocer no sólo lo recogido directamente a través de los órganos de los sentidos; el pensamiento también nos permite juzgar acerca de hechos que no son objeto de precepción inmediata, pero que guardan cierta relación con otros hechos percibidos como inmediatos. Al ver humo. Concluimos que ha de haber fuego, aunque no lo veamos directamente en el momento dado. En este caso, nos apoyamos en los conocimientos obtenidos por la experiencia anterior, o sea en el principio que dice: “Donde hay humo, hay fuego”. La utilización de los conocimientos adquiridos con anterioridad y comprobados en la práctica nos exime de comprobar directamente todo pensamiento. Al analizar el contenido de estos conocimientos anteriores y al relacionar con él los nuevos hechos captados, podemos inferir un nuevo conocimiento sin recurrir a la experiencia directa. De esta suerte, en el proceso del pensar hacemos constantemente uso de raciocinios. 4. El pensamiento se halla inseparablemente unido al lenguaje. Este no sólo fija los resultados de la actividad cognoscitiva del hombre, sino que es, además, requisito indispensable para la formación de los pensamientos y medio de expresión de los mismos.

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Ya Engels señaló el enorme papel que correspondió al leguaje en la génesis del pensamiento y en la formación del cerebro humano. “Primero el trabajo-escribió Engels-, y luego, junto con él, el lenguaje articulado, constituyeron los dos estímulos capitales bajo cuya influencia el cerebro del antropoide se trasformó paulatinamente en el cerebro del hombre…”

Objeto y significado de la lógica.

El lenguaje no sólo ejerció una influencia inmensa en la génesis del pensamiento como forma especial de reflejar la realidad. Igualmente grande es el papel que le corresponde en el proceso de la formación de los pensamientos de cada individuo. En su teoría sobre los dos sistemas de signalización, I. P. Pavlov descubre la formidable importancia de la palabra para el pensamiento del hombre. Para el hombre actual en posesión del lenguaje, se hallan vinculados a la palabra no sólo pensamientos (conceptos, juicios, etc.), sino también sensaciones, percepciones y representaciones, ningún acto cognoscitivo se realiza al margen del prensar. Las sensaciones, las percepciones y las representaciones se manifiestan siempre como algo comprendido, como algo situado en una determinada relación con respecto a toda la experiencia anterior del hombre.

Tales son los rasgos fundamentales del pensamiento como proceso que refleja la realidad.

El pensamiento, lo mismo que el proceso de la reflexión sensorial de la realidad, se verifica en determinadas formas. Las formas principales del pensamiento son el concepto, el juicio y el raciocinio. Los conceptos, los juicios y los raciocinios, tanto por su contenido como por su forma, constituyen un reflejo de la realidad material en el cerebro del hombre. Tomemos, por ejemplo, el siguiente raciocinio: Todos los hidrocarburos son combinaciones orgánicas. Algunos hidrocarburos son gases. Luego algunos gases son combinaciones orgánicas. En este raciocinio, no sólo el contenido de los juicios es un reflejo fiel de la realidad, sino que su propia relación refleja la que existe entre los objetos del mundo circundante. 2. Objeto de la Lógica El objeto de la Lógica1 en cuanto ciencia es el pensamiento humano. Pero la Lógica formal no estudia todos los aspectos y leyes del pensamiento. El pensamiento es también objeto de estudio de algunas otras ciencias, como son el materialismo dialéctico y la psicología. La psicología estudia el pensamiento desde el punto de vista de las causas y condiciones que hacen posible el funcionamiento y el desarrollo normal del pensar en el desenvolvimiento individual del hombre. Su objetivo estriba en descubrir las causas y las condiciones del desarrollo del pensamiento en una u otra dirección, así como las causas de toda alteración en el desarrollo y en el funcionamiento normales del pensar. La psicología investiga, además, la influencia de las emociones, de la voluntad y de otros fenómenos psíquicos sobre el pensamiento. El materialismo dialéctico da solución a los problemas que plantean las relaciones entre el pensar y la realidad material, el origen y el desarrollo del pensamiento y sus distintas formas (concepto, juicio, raciocinio); explica las leyes del desarrollo del conocimiento, investiga los problemas de la verdad, de las relaciones existentes entre los grados sensorial y lógico del conocimiento; esclarece el problema de la fuente y los métodos de comprobación de nuestro conocimiento, etc. 1

El término “lógica” procede del griego “logos”, que significa discurso, razón, regularidad.

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Primera Parte: Lógica Formal

El materialismo dialéctico incluye la Lógica dialéctica o ciencia de las leyes más generales del desarrollo del conocimiento, ciencia del método dialéctico, único método científico de conocimiento. La aplicación del método dialectico es lo que determina, en cada etapa del desarrollo de la ciencia, que la realidad quede reflejada en mayor o menor grado y puedan resolverse las contradicciones que surgen en la marcha de la ciencia y de la vida social. La aplicación de este método condiciona y determina la previsión científica. La aplicación del método dialéctico permite superar las “simplificaciones” de la realidad que se produce al aplicarse métodos propios de las ciencias especiales y de la Lógica formal (por ejemplo, métodos de clasificación, métodos de determinación de la relación causal entre los fenómenos, etc.) La Lógica estudia nuestros pensamientos (conceptos juicios, raciocinios) solamente desde el punto de vista de su estructura, es decir, desde el punto de vista de su forma lógica. Descubre las leyes y reglas cuya observancia es indispensable para alcanzar la verdad por medio de un conocimiento inferido. Como quiera que la Lógica estudia los pensamientos del hombre tan sólo desde el punto de vista de su forma lógica, se la denomina Lógica formal. Las formas del pensamiento (conceptos, juicios, raciocinios) son objeto de estudio no sólo de la Lógica formal, sino, también de la Lógica dialéctica, Ahora bien, desde el punto de vista de la forma lógica (es decir, desde el punto de vista de la estructura) los conceptos, los juicios y los raciocinios son estudiados solamente por la Lógica formal, la cual, en este caso, hace abstracción de los cambios y del desarrollo de conceptos, juicios y raciocinios; es decir, considera las formas del pensamiento como preparadas, como formadas de antemano. Examinemos ahora qué es la forma lógica del pensamiento, qué se entiende por conocimiento inferido y por qué la observancia de las leyes de la Lógica es condición indispensable para alcanzar la verdad por medio de la deducción, por medio del raciocinio. a) Concepto de la forma lógica La forma lógica del pensamiento es, sencillamente, la estructura del pensamiento. No es difícil advertir la forma del pensamiento confrontando entre sí pensamientos de diferente contenido.

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He aquí, por ejemplo, juicios distintos por su contenido:



1. Todos los capitalistas son explotadores. 2. Todas las setas son plantas. 3. Todos los triángulos son figuras geométricas.

Se advierte fácilmente que existe algo común en la estructura de estos juicios. Cada uno de ellos tiene un sujeto (en Lógica, el sujeto se representa por lo general por la letra S), que indica cual es el objeto del pensamiento. El sujeto del primer juicio es “los capitalistas”; el del segundo, “las setas”; el del tercero, “los triángulos”; cada uno de dichos juicios posee, además, un predicado (P), el cual nos dice qué propiedad se afirma en el juicio con respecto al objeto del pensamiento. En el primer juicio, el predicado es “exploradores”, en el segundo, “plantas”; en el tercero, “figuras geométricas”.

Objeto y significado de la lógica.

La relación que existe entre el objeto del juicio y el carácter recogido en el predicado, es una relación de pertenencia: el carácter pertenece al objeto; esa relación viene expresada, en los ejemplos dados, por medio de la palabra “son”. Vemos, pues, que los tres juicios a pesar de su diferente contenido concreto, poseen una misma estructura, la cual puede expresarse mediante la fórmula: “Todos los S son P”. Examinemos los siguientes raciocinios: 1. Todos los banqueros son explotadores. Estos hombres son banqueros. Luego estos hombres son exploradores 2.

Todos los gases se disuelven en el agua El nitrógeno es un gas Luego el nitrógeno se disuelve en el gas.

3.

Todos los mamíferos respiran por medio de pulmones. Los denticétidos son mamíferos Luego los denticétidos respiran por medio de pulmones.

Estos raciocinios tienen algo de común en su estructura: todos constan de tres juicios, de los cuales los dos primeros constituyen premisas y el último está formado por conceptos contenidos en los juicios iniciales. En los juicios iniciales, de estos raciocinios hay un concepto general que falta en el juicio final (este concepto es, en el primer raciocinio, “los banqueros”, en el segundo “los gases”, en el tercero “los mamíferos”, y así sucesivamente. Este rasgo común que se da en la estructura de raciocinios distintos por su contenido concreto constituye su forma lógica. Así, pues, la forma lógica de un pensamiento nos viene dad por su estructura, es decir, por el tipo de relación que existe entre las partes de su contenido concreto. Las formas lógicas de los juicios y de los raciocinios se anotan generalmente, por medio de fórmulas, con las cuales se expresa la estructura de nuestros pensamientos. Las fórmulas desempeñan en la Lógica, lo mismo que en las otras ciencias exactas (matemáticas, química, física, etc.), un papel esencial. Mediante fórmulas podemos expresar de manera concisa la dependencia general que existe entre determinados objetos. En la fórmula se refleja de manera general una determinada correlación (resultado) y el camino que conduce a la obtención de dicho resultado. En Mecánica, por ejemplo, la fórmula f = ma, que expresa la dependencia existente entre la fuerza, de una parte, de otra de masa y la aceleración del cuerpo, establece cierta correlación entre determinadas magnitudes e indica, a la vez, cómo puede obtenerse la correlación dada. Esta fórmula nos dice, por ejemplo, que para calcular la fuerza que actúa sobre un cuerpo de movimiento uniformemente acelerado hay que multiplicar la masa de dicho cuerpo por su aceleración. El mismo significado tiene las fórmulas en la Lógica. Muchas de las reglas de esta ciencia, como veremos más adelante, se expresan por medio de fórmulas.

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Primera Parte: Lógica Formal

Las leyes y las reglas de la Lógica se formulan no para un determinado pensamiento concreto, sino para un conjunto de pensamientos concretos que poseen una misma forma lógica. Así, para todos los juicios concretos de la forma “algunos S son P”, será válida la siguiente regla lógica: si el juicio “algunos S son P” es verdadero, será también verdadero el juicio “algunos P son S” (por ejemplo, del juicio “algunos metales son líquidos” puede obtenerse la conclusión: “algunos líquidos son metales”). Otro ejemplo. La Lógica formula la siguiente regla acerca de uno de los tipos de raciocinio: siendo verdadero el juicio de forma lógica “si S es P”, tenemos que S1 es P1”, y si es verdadero que “S es P”, será forzosamente verdadero el juicio “S1 es P1”. Esta regla es válida, cualquiera que sea el contenido de los juicios, siempre y cuando que dichos queden incluidos en la forma lógica indicada. Tomemos, por ejemplo, el juicio verdadero siguiente: “si el triángulo ABC es isósceles, los ángulos de su base son iguales”. Se sabe, además, que el triángulo ABC es isósceles. De donde se deduce que es verdadero el juicio: “en el triángulo ABC los ángulos de la base son iguales”. Razonando según este esquema, obtendremos siempre un resultado verdadero independiente de que apliquemos nuestros razonamientos a los triángulos, a los animales, a los ríos o a otros objetos cualesquiera. Las leyes y reglas de la Lógica se asemejan a las leyes y reglas de la gramática, en el sentido de que unas y otras poseen un amplio campo de aplicación. Las reglas gramaticales de un idioma son observadas por todas las personas que lo hablan cualquiera que sea el objeto de que traten y el tema de su conversación. Esto se debe a que las reglas gramaticales se formulan, no con referencia a palabras y proposiciones concretas, sino en relación con una multiplicidad de unas y otras que poseen la misma forma gramatical. Las reglas de la gramática sólo pueden formularse como resultado de la abstracción de lo particular y concreto en los recursos de expresión lingüística de nuestros pensamientos y como resultado de la extracción de las correspondientes formas gramaticales. Así, por ejemplo, las reglas de la declinación se establecen, de una vez por todas, para numerosas palabras que poseen una determinada forma gramatical. También, al formular las leyes y reglas de la Lógica, hacemos abstracción de lo particular y lo concreto. Pero mientras que al formular las reglas y leyes de la gramática nos movemos en el campo de la expresión lingüística de nuestros pensamientos, al formular las leyes y reglas de la Lógica abstraemos lo particular y lo concreto de los propios pensamientos. Esto explica por qué las leyes de la Lógica y de la gramática poseen un campo de aplicación tan extraordinariamente amplio. La gran semejanza de las leyes de la Lógica con las de la gramática no es casual. Se explica por la íntima relación que existe entre el pensamiento y el lenguaje.

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El lenguaje constituye, ante todo, el medio por el que se da forma y expresión a los pensamientos. Todo pensamiento, al surgir, se envuelve inexcusablemente en un ropaje material, formado por vocablos y frases, que, al fijar el contenido específico de nuestros pensamientos, actúan como hechos del lenguaje, es decir, como palabras y proposiciones.

Objeto y significado de la lógica.

La palabra (nos referimos al léxico significativo) denota siempre un objeto o grupo de objetos que permiten distinguirlos de todos los demás. Este conjunto de caracteres generales diferenciales, propio de la palabra y que sirve para distinguir unos objetos de otros, constituye el significado (lexicológico) de la palabra. Ahora bien, puesto que el significado de la palabra refleja los rasgos generales y diferenciales de los objetos designados con la palabra dada, ese significado constituye de por sí un concepto (aunque a menudo sea de lo más simple, puesto que podemos distinguir unos objetos de otra no sólo por sus caracteres esenciales, sino también por los accesorios). Precisamente porque el lenguaje se halla directamente vinculado al pensamiento, constituye el medio fundamental de relación entre las personas, el medio de intercambio de pensamientos entre los seres humanos. Al hablar de la semejanza de las leyes de la Lógica y de las leyes de la gramática, en el sentido de que unas y otras poseen un extenso campo de aplicación, hay que señalar también que media entre ellas una diferencia importante que estriba en lo siguiente. Las leyes de la gramática solamente son iguales para las personas que hablan un mismo idioma, pues cada lengua posee su estructura gramatical específica, sus propias reglas gramaticales. Las leyes de la Lógica, en cambio, son iguales para todas las personas. Basta con señalar esa diferencia que media entre las leyes de la Lógica y las de la gramática para convencerse de que estas dos disciplinas no son idénticas. Sin embargo, muchos filósofos burgueses contemporáneos, idealistas, que se denominan positivistas, las identifican. Pretenden demostrar con ello que las leyes de la Lógica, lo mismo que las leyes de la gramática, no son las mismas para todos los hombres. Desde su punto de vista, las leyes de la gramática pueden establecerse de un modo convencional (lo cual es completamente falso, ya que el desarrollo del lenguaje constituye un proceso histórico natural independiente de la voluntad y del deseo de los individuos); de ahí que consideren también que las leyes de la Lógica pueden inventarse y transformarse a voluntad. Tales filósofos comparan las leyes de la Lógica con las leyes de los juegos de cartas, que realmente pueden establecerse y modificarse a voluntad de los jugadores. En relación con las leyes de la Lógica, el jefe de la escuela de los positivistas contemporáneos, R. Carnap, ha formulado lo que se llama “principio de la tolerancia” (“Toleranzprinzip”), según el cual cada individuo puede crear la Lógica que quiera. Otro positivista, A. Ayer, que identifica las leyes de la Lógica con las de la gramática, pretende demostrar también que aquéllas no poseen un carácter objetivo, sino que se crean con arreglo a la voluntad y a los deseos de los hombres. Escribe: “la cuestión está, no en que el mundo se halle estructurado de tal suerte que haya de ser falsa una de las dos proposiciones que se excluyen entre si, sino en que el hombre expresa sus pensamientos de tal manera que la combinación (relación) de cualquier proposición con otra que la excluya carece de sentido”. El carácter reaccionario de tales afirmaciones salta a la vista. Los positivistas se esfuerzan por socavar las bases objetivas del conocimiento científico. Al declarar que las leyes de la Lógica son fruto de la arbitrariedad, atribuyen a la ciencia un carácter convencional, pues no hay ciencia que esté en contradicción con las leyes de la Lógica, sino que toda ciencia se halla de acuerdo con ellas. 19

Primera Parte: Lógica Formal

b) Concepto de conocimiento inferido En el proceso del conocimiento científico, al resolver un problema práctico, nos vemos obligados a menudo a apoyarnos no en la experiencia inmediata, sino en el saber anteriormente adquirido. Confrontando entre sí proposiciones verdaderas conocidas, podemos descubrir nuevas verdades, dar una base a otras proposiciones cuyo carácter verídico no se halle aún establecido, etc. En el proceso de la investigación científica, para obtener un nuevo conocimiento, se recurre al raciocinio.2 Así, por ejemplo, los astrónomos obtienen nuevos datos acerca del movimiento y estructura de los astros comparando entre sí hechos diversos obtenidos por medio de las observaciones astronómicas. Todas las ciencias utilizan este procedimiento de obtener nuevas verdaderas partiendo de otras ya logradas y comprobadas en la práctica. Al enseñar una proposición, desconocida aún por sus alumnos, el profesor argumenta y demuestra empleando otras proposiciones anteriormente demostradas. Así procede cada vez que explica, por ejemplo, los teoremas geométricos. La obtención de un conocimiento nuevo partiendo de proposiciones conocidas es un proceso que observamos no sólo en la actividad científica, en la labor docente, y, en general, en la esfera del trabajo intelectual. También las personas dedicadas al trabajo físico -obreros y campesinos-, infieren unas cosas de otras y, basándose en su propia experiencia y en su saber, prevén los resultados de las operaciones que realizan, las ordenan y dirigen. En el proceso del razonamiento lógico no recurrimos de manera inmediata a la práctica y a la experiencia. Sin embargo, al llevar a cabo dicho proceso nos basamos en proposiciones cuya verdad ha sido ya establecida y comprobada en la práctica. De esta manera utilizamos indirectamente la práctica para probar el carácter verdadero de una u otra proposición, para obtener nuevas verdades partiendo de proposiciones ya demostradas. Conocemos, por ejemplo, las siguientes proposiciones verdaderas: “todas las sustancias albuminoideas contienen nitrógeno” y “esta sustancia no contiene nitrógeno”. De estas dos proposiciones inferimos un nuevo conocimiento sin necesidad de recurrir a la experiencia inmediata, a saber “esta sustancia no es albuminoide”. Ahora bien, también en este caso se utiliza la práctica, aunque de manera indirecta, pues sólo ella ha podido demostrar en última instancia el carácter de verdad de las proposiciones iniciales. El conocimiento obtenido de verdades preestablecidas sin recurrir de manera directa a la experiencia, a la práctica, aplicando las leyes de la lógica a proposiciones verdaderas y demostradas, se llama conocimiento inferido.

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El objetivo fundamental de la Lógica como ciencia estriba, precisamente, en el estudio de las leyes de las relaciones que existen entre los pensamientos en el proceso que se sigue para obtener un conocimiento inferido. Esto significa que los capítulos principales de la Lógica como ciencia son los que tratan del raciocinio y de la demostración. 2

Se suelen emplear, como términos sinónimos, “razonamiento” e “inferencia”. N. del T.

Objeto y significado de la lógica.

Además de este objetivo fundamental, la Lógica posee otros objetivos. Así, por ejemplo, estudia procedimientos lógicos, como son, entre otros, la definición, la división, la clasificación y los modos de determinar la relación causal entre los fenómenos de la realidad circundante. Son, además, objeto de estudio de la Lógica formas del pensamiento como los conceptos y los juicios. c) La observancia de las leyes de la Lógica como condición indispensable para alcanzar la verdad. Estudiamos las reglas y las leyes de la Lógica porque su observancia constituye una condición indispensable para alcanzar la verdad por inferencia. En el proceso del razonamiento, la verdad sólo se obtiene si se cumplen las dos siguientes condiciones: 1) las proposiciones iniciales (premisas) han de ser verdaderas. 2) en el proceso del raciocinio, estas premisas verdaderas han de relacionarse con sujeción a las leyes y reglas de la Lógica. “Si las premisas de que partimos son verdaderas -–escribió F. Engels en el Anti-Dühring— y aplicamos acertadamente a dichas premisas las leyes del pensar, el resultado tiene que corresponder a la realidad. Examinemos dos casos de razonamiento erróneo: 1. Todos los metales son cuerpos duros El mercurio no es un cuerpo duro Luego el mercurio no es un metal 2.

Todos los mamíferos tienen un corazón de cuatro cavidades Las proceláridas tienen un corazón de cuatro cavidades Luego las proceláridas son mamíferos

En el primer ejemplo hemos llegado a una conclusión falsa (“el mercurio no es un metal”), a pesar de haber observado las reglas de la Lógica, porque una delas premisas (“todos los metales son cuerpos duros”) es errónea. En el segundo ejemplo, ambas premisas son verdaderas, pero se infringe la regla Lógica de que la conclusión ha de seguirse necesariamente de las premisas. Obtenemos, así una conclusión falsa, puesto que las proceláridas –el albatros, el petrel, etc.-son aves, y no mamíferos. Así, pues, si se infringe, aunque no sea más que una de las condiciones arriba indicadas, la conclusión puede resultar falsa. Los ejemplos aducidos ponen de manifiesto otra cosa a saber: que si bien la observancia de las leyes de la Lógica es condición indispensable para la obtención de la verdad mediante el raciocinio (el segundo ejemplo lo atestigua), esta condición por sí misma es insuficiente; han de darse, además, premisas verdaderas. 21

Primera Parte: Lógica Formal

d) Definición de la Lógica como ciencia Después de aclarar lo que es la forma lógica y en qué consiste el proceso del conocimiento inferido; después de haber visto que la observancia de las leyes y de las reglas de la Lógica es condición indispensable (aunque no suficiente) para obtener la verdad por medio de raciocinio, podemos ya definir la Lógica como ciencia. La lógica es la ciencia de las formas del pensamiento estudiadas desde el punto de vista de su estructura, la ciencia delas leyes que deben observarse para obtener un con conocimiento inferido, la Lógica estudia también los procedimientos lógicos generales utilizados para el conocimiento de la realidad. No es posible considerar la Lógica como parte del materialismo dialéctico, como parte de la filosofía marxista-leninista. El materialismo dialéctico, la Lógica dialéctica, como hemos dicho, estudia también el pensamiento, pero lo hace desde otro punto de vista. Sin ser parte de la filosofía marxista-leninista, la Lógica, al mismo tiempo, se halla más enlazada que ninguna otra ciencia especial con la filosofía, con la teoría del conocimiento, por ende, con la con la pugna entre materialismo e idealismo. Ello es así porque la propia comprensión delas leyes y formas del pensamiento se hace imposible sin resolver previamente el problema fundamental de la filosofía, es decir, sin dilucidar la cuestión de qué es lo primario y qué lo secundario: la idea, el pensamiento, o la naturaleza, la realidad material que nos circunda; si no se responde ante todo a la pregunta de si el mundo que nos rodea es o no cognoscible. En contraposición al idealismo, el materialismo afirma que la naturaleza, la materia, es lo primario, y la idea, el pensamiento, lo secundario; afirma que el pensamiento surge tan sólo al llegar a una determinada dase del desarrollo de la materia y que el mundo y las leyes que lo rigen son cognoscibles. En consonancia con dichos principios filosóficos básicos, el materialismo concibe las leyes de la Lógica no como normas eternas dadas por Dios, sino como leyes históricas que surgen en una determinada fase de desarrollo del mundo material. Según la concepción materialista, las leyes de la Lógica no son principios apriorísticos, independientes del mundo material, no son normas convencionalmente establecidas por los hombres, sino el reflejo en la mente humana de determinadas relaciones existentes entre los objetos y los fenómenos del mundo material. No es posible exponer y estudiar la Lógica formal desde el punto de vista de la metafísica y del idealismo, dando de lado a la solución materialista de los problemas filosóficos. Así, por ejemplo, sólo el materialismo dialéctico permite determinar con el debido fundamento cuáles son los límites de aplicabilidad de las leyes de la Lógica formal en las distintas esferas del conocimiento y de la actividad humana. 3. Las leyes de la Lógica y de las otras ciencias especiales Cada faceta del mundo que nos rodea es objeto de estudio de una determinada ciencia especial: astronomía, biología, física, química, matemática, historia, etc. la astronomía, por ejemplo, estudia el movimiento de los cuerpos celestes, la estructura y el desarrollo del universo, la biología, la naturaleza viva, y así sucesivamente. 22



Cada ciencia tiene su objeto propio de estudio. Esto no significa, sin embargo, que un mismo

Objeto y significado de la lógica.

grupo de cosas no pueda ser objeto de estudio de ciencias distintas. El hombre, por ejemplo, puede ser y es objeto de estudio por parte de la anatomía, de la fisiología, de la antropología, de la etnografía, etc.; el átomo lo es de la física y de la química. El pensamiento humando, como se ha indicado ya, es estudiado por el materialismo dialéctico, por la Lógica y por la psicología. Los objetos materia de estudio de las ciencias poseen diversas facetas, se presentan en relaciones distintas, satisfacen múltiples necesidades de la actividad social e histórica del hombre. De ahí que las diferentes partes de un mismo objeto puedan ser estudiadas por ciencias distintas. En el proceso de cognición, cada ciencia descubre leyes distintas que rigen en un determinado campo de la realidad. Ahora bien: ¿qué relación existe entre las leyes de la Lógica y las leyes de las otras ciencias especiales? Las leyes de la Lógica y las de las otras ciencias especiales poseen numerosos rasgos esenciales comunes. He aquí algunos de ellos: 1. Las leyes de la Lógica, lo mismo que las de las otras ciencias especiales, tienen un carácter objetivo: no son fruto de la voluntad y del deseo de los hombres, sino un reflejo exacto de los vínculos y relaciones existentes entre los objetos y los fenómenos de la realidad. 2. Las leyes de la Lógica, lo mismo que las de las otras ciencias especiales, son utilizadas por el hombre en su actividad práctica. 3. Todas las leyes de una ciencia, cualquiera que ella sea, son reflejo de determinados vínculos y relaciones esenciales existentes entre los objetos, y así sucesivamente. Al mismo tiempo, las leyes de la Lógica se diferencian de manera esencial delas leyes de otras ciencias especiales. Observemos tan sólo lo siguiente: Cada ciencia posee un determinado campo de investigación. Las leyes de una ciencia especial cualquiera, actúan solamente en este campo de la realidad, determinada y limitada. Las leyes de la astronomía, por ejemplo, conciernen a los cuerpos celestes y al universo en su conjunto, pero no rigen el desenvolvimiento de los organismos vivos. Las leyes de la biología, a su vez, no son aplicables a la naturaleza inorgánica, etc. La peculiaridad de las leyes de la Lógica estriba en que poseen un campo de aplicación muy amplio. Las leyes que determinan la obtención de un conocimiento inferido se observan en toda ciencia, trátese de las matemáticas, de la física, de la historia o de cualquier otra disciplina. No es difícil convencerse de ello, aunque no sea más que recurriendo al análisis del lenguaje. Las ilaciones lógicas que se dan en el proceso de inferencia de un conocimiento hallan su expresión en determinadas palabras, por ejemplo, en las conjunciones “si…entonces”, “porque”, “o…o”, etc. expresiones semejantes las hallamos en las ciencias más diversas. Esto significa que las ilaciones lógicas, las reglas en virtud de las cuales unos principios se derivan de otros o unos los fundamentamos a través de otros, rigen de un modo general para ciencias diversas, son comunes para razonamientos de distinto contenido concreto. El campo extraordinariamente amplio de aplicación de las leyes de la Lógica se explica por el hecho de que estas leyes reflejan facetas y relaciones de los objetos del mundo material tan simples

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Primera Parte: Lógica Formal

que se dan en todas partes. Si tomamos un objeto de la realidad, independientemente de su cualidad determinante, y hacemos abstracción delas circunstancias de tiempo y desarrollo, siempre podremos establecer –cualquiera que sea dicho objeto—que tales o cuales caracteres pertenecen o no al objeto, que tal o cual propiedad no puede pertenecer y a la vez no pertenecer a un mismo objeto. Esto último lleva en si el contenido objetivo de la ley de contradicción, que impide afirmar y negar al mismo tiempo algo acerca de una cosa. Esta ley es válida en relación con todo pensamiento que refleje los objetos en su determinación cualitativa, cualquiera que sea su contenido concreto. Tenemos, pues, que el campo de aplicación de las leyes de la Lógica en sumamente amplio; pero esto no significa que sea ilimitado. El principio de la dialéctica materialista acerca del carácter concreto de la verdad conserva su validez en relación con las leyes de la Lógica lo mismo que con respecto alas leyes de las otras ciencias especiales. Las leyes de las ciencias especiales se formulan con sujeción a determinadas condiciones concretas, por lo que el cambio de estas condiciones exige que se introduzcan ciertas correcciones en la formulación de la ley. Así, por ejemplo, la laye física que establece la dependencia que existe entre el volumen de una masa de gas y la presión a temperatura constante (ley de Boyle-Mariotte) presupone determinadas condiciones en las que se manifiesta dicha dependencia (se da, por ejemplo, dentro de los límites de una presión relativamente baja). El principio físico de que el agua hierve a los 1000 C., es verdadero en determinadas circunstancias, por ejemplo, bajo una presión atmosférica normal. Si tales condiciones o circunstancias cambian, la ley de BoyleMariotte ha de precisarse. Y el punto de ebullición del agua será otro. Las leyes y las reglas de la Lógica no constituyen, en este sentido, ninguna excepción. Existe, por ejemplo, la siguiente regla de la división lógica: las partes de la división han de excluirse recíprocamente. Según esta regla son inamisibles divisiones como, por ejemplo, la siguiente: “la industria se divide en pesada, ligera, y de maquinaria”, pues la industria dedicada a la construcción de máquinas constituye una rama de la industria pesada y debe considerarse, por tanto, como parte de esta última. En la división formulada en las palabras: “hay grasas de origen mineral, vegetal y animal”, las partes de la división se excluyen mutuamente, ya que el conjunto de las grasas se distribuye en tres grupos, de tal manera que ninguno de ellos se halla contenido en otro. Sin embargo, esta regla de la división lógica es válida siempre y cuando existan entre los objetos líneas diferenciales bien marcadas, las cuales son siempre relativas, y no es posible atenerse a ella cuando tales líneas diferenciales no se dan.

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En biología no es raro encontrarse con que resulta imposible dividir una clase de objetos de manera que las partes de la división se excluyan recíprocamente. Entre los invertebrados, por ejemplo, existen muchos grupos de animales que carecen de un legar rigurosamente determinado en el sistema de clasificación. Tales son los apendicularios, las ascidias y otros invertebrados inferiores. Los zoólogos consideran a los flagelados –comprendidos entre los organismos más elementales- como representantes del reino animal, mientras que los botánicos los incluyen en el reino vegetal; ello es así porque dichos organismos poseen a un tiempo y en el mismo grado rasgos animales y vegetales. En casos semejantes pierde, como es notorio, su validez la regla de la división lógica acerca de la exclusión recíproca de sus partes. Así, pues, a pesar de que el campo de aplicación de las leyes de la Lógica formal es extraordinariamente amplio (abarca todas las ciencias), en determinadas condiciones estas leyes pierden su validez (por ejemplo, en los casos en que no podemos hacer abstracción del desarrollo, del cambio de los objetos estudiados). De ahí que en Lógica no baste con establecer las reglas y leyes aplicables a contenidos concretos por diversos que ellos sean, sino que, además deban investigarse desde todos los puntos de vista las condiciones de aplicabilidad de dichas reglas y leyes, lo que se hace estudiando el contenido concreto de los objetos de que se trata.

Objeto y significado de la lógica.

La aplicación formal de las leyes de la Lógica haciendo caso omiso de los límites de su aplicabilidad -o de otro modo, considerándolas como leyes absolutas- lleva a la tosca deformación del objeto estudiado. El carácter limitado del campo de aplicación de las leyes de la Lógica formal (congruentemente con ello, el carácter limitado de la Lógica formal como ciencia) no ha de comprenderse de manera que sea posible, por ejemplo, que uno se contradiga a si mismo cuando razona acerca de los objetos d que se mueven o se desarrollan. Así, al examinar el juicio; “el movimiento es continuo y discontinuo” desde el punto de vista de su forma, llegamos a la conclusión de que este juicio es contradictorio, aunque por su contenido sea verdadero. En cambio, desde el punto de vista de los métodos de la Lógica formal aplicados al análisis de nuestros pensamientos, todo pensamiento contradictorio por su forma ha de ser falso. En casos semejantes, los métodos de la Lógica formal pierden su vigencia, razón por lo cual vemos, en estos casos, obligados a analizar el pensamiento en cuanto al significado de su contenido concreto, ahora bien, el análisis de lo esencial del contenido de un juicio semejante nos permite valernos de él como si se tratara de una verdad, a pesar de su forma. En lo sucesivo, podemos utilizar este juicio como una verdad a pesar de su forma contradictoria. Por ejemplo, al negar el juicio: “el movimiento es continuo y discontinuo”, obtenemos este otro: “no es verdad que el movimiento sea continuo y discontinuo”. A estos dos juicios podemos ya aplicarles la ley de la contradicción en virtud del análisis de sus formas. Realmente, estos dos juicios no pueden ser verdaderos a un mismo tiempo, lo que significa que, en este caso, caracterizamos las relaciones entre juicios utilizando las reglas de la Lógica formal. Los clásicos del marxismo-leninismo han hablado repetidamente del carácter limitado de la Lógica formal. Han indicado que la aplicación de sus métodos, de sus reglas y leyes, se halla relacionada con el examen de los objetos estudiados en un mismo plano en el tiempo: estos métodos, leyes y reglas se aplican a los objetos (o más exactamente, a los pensamientos que los reflejan) cuando se los considera cualitativamente determinados, haciendo abstracción del tiempo y del desarrollo. En el proceso de la investigación científica recurrimos inevitablemente a esta abstracción del desarrollo y del tiempo. La “simplificación” de la realidad que resulta de aplicar las leyes y los métodos de la Lógica formal, sin embargo, se elimina utilizando en tal proceso las leyes de la dialéctica, de la Lógica dialéctica. Hemos visto ya que la Lógica formal estudia nuestros pensamientos desde el punto de vista de su estructura (de la forma Lógica) y expresa las reglas de los raciocinios y demostraciones, las reglas de las operaciones Lógicas, aplicables a contenidos concretos de la más diversa naturaleza. Más adelante, sin embargo, al exponer las teorías relativas a las diversas formas del pensamiento, trataremos repetidamente de problemas que no son objeto de estudio de la Lógica forma. Nos referimos a ellos porque su exposición permite esclarecer más profundamente la naturaleza de las formas del pensamiento y poner al descubierto el proceso –complejo y multifacético- del pensar. Así, por ejemplo, en los capítulos dedicados al concepto, se examinarán no sólo los problemas relacionados con el estudio de la extensión del concepto, de las correlaciones de extensión entre conceptos, sino que se estudiarán también los problemas concernientes a las notas esenciales y al criterio de su esencialidad, a la comparación como condición indispensable para que se reflejen en el pensamiento los caracteres esenciales del objeto y para que se formen los conceptos; se tratarán los

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problemas que se refieren a la elucidación de la esencia del objeto por medio de la definición, etc. todos estos problemas son objeto de estudio de la Lógica dialéctica, ya que se hallan relacionados con los que tratan de la esencia de los objetos y la formación de los conceptos. En los capítulos acerca de los razonamientos inductivos y de la hipótesis nos encontramos también con varios problemas cuyo estudio no entra en el objetivo de la Lógica formal. Los relativos, por ejemplo, a la observación, al experimento y a la causalidad, son, ante todo, materia de la Lógica dialéctica. El concepto científico de la observación y de la experimentación lo da el materialismo dialéctico, al esclarecer el lugar que corresponde a estos métodos de conocimiento científico en la obtención de nuevos conocimientos, al relacionarlos con los distintos grados de nuestro conocimiento en su desarrollo, al aclarar el papel que corresponde a la actividad práctica como base del conocimiento y del criterio de la verdad en los métodos de observación y de experimentación. La causalidad, como teoría concerniente a uno de los nexos universales de la realidad material vista en relación con las categorías de la dialéctica materialista, con el proceso de nuestra cognición y con el método dialéctico marxista, constituye un problema del materialismo dialéctico. En el capítulo dedicado a la hipótesis se examinan asimismo problemas que no están comprendidos entre los de la Lógica formal, la cual estudia solamente la forma lógica, la estructura lógica de la hipótesis como proceso complejo del pensamiento y revela cuáles son los razonamientos que utilizamos al proponer y comprobar las hipótesis. Varios de los problemas tratados en dicho capítulo caen dentro de la Lógica dialéctica. Tales son, por ejemplo, entre otros, los que se refieren a la hipótesis como forma del desarrollo de la ciencia, a la relación existente entre la hipótesis y la práctica, al desarrollo de la hipótesis en lo tocante a la teoría de la relación entre la verdad absoluta y la verdad relativa. Con el fin de aclarar con mayor precisión cuál es el objeto de la Lógica forma, cuáles son sus problemas y el carácter específico de sus métodos se han acotado con las notas correspondientes aquellos lugares que tratan de cuestiones que rebasan los límites de la Lógica formal. 4. Importancia del estudio de la lógica como ciencia El estudio de la Lógica como ciencia nos permite conocer las leyes, reglas y procedimiento de nuestro pensamiento, o cuáles tiene carácter objetivo. Su conocimiento nos permite desarrollar conscientemente el proceso del pensar y alcanzar un mayor grado de perfección en la esfera del pensamiento. El conocimiento de las leyes de la Lógica ayuda a rebatir las ideas erróneas con que a veces nos enfrentamos en discusiones y polémicas de toda suerte. Supongamos, por ejemplo, que alguien quiere demostrar que la hemoglobina es una combinación albuminoidea, presentando como argumento los siguientes juicios: “todas las combinaciones albuminoideas contienen nitrógeno” y “la hemoglobina contiene nitrógeno”. La proposición demostrada (“la hemoglobina es una combinación albuminoidea”) no se sigue de dichos argumentos con necesidad lógica, lo que resulta evidente para quien conozca las reglas de la Lógica concernientes a los razonamientos de este tipo. 26

El estudio de la Lógica habitúa a determinar el sentido exacto de las palabras y oraciones empleadas al expresarse.

Objeto y significado de la lógica.

Pensamientos distintos poseen, a veces, una misma expresión verbal, y recíprocamente, pensamientos iguales se expresan a veces de manera distinta. Así, por ejemplo, en las oraciones: “Como tarea para hacer en casa nos indicaron que termináramos la solución de este sistema de ecuaciones” o “el investigar la solución de este sistema de ecuaciones fue muy difícil, los conceptos expresados por las palabras “la solución de este sistema de ecuaciones” tienen distinto sentido. En la primera oración las palabras indicadas significan el proceso de solución de un sistema de ecuaciones; en el segundo, indican el resultado del proceso de solución (como conjunto de raíces de un sistema de ecuaciones). El estudio de la Lógica desarrolla la capacidad para discernir las diferencias existentes entre pensamientos que posean una misma expresión verbal. El conocimiento de la teoría de la Lógica y de los procedimientos del análisis Lógico, la aptitud para considerar el pensamiento no sólo desde el punto de vista de su contenido, sino también desde el punto de vista de su estructura, es decir, de su forma lógica, ayudan a evitar la falta de claridad, las inconsecuencias y contradicciones en que se incurre al razonar. Todos estos errores de construcción de los pensamientos pueden pasar desapercibidos a la persona que no ha aprendido a analizar sus pensamientos ni los pensamientos de los demás. La Lógica ayuda a descubrir los errores y a comprobar el propio pensamiento cuando se procede a la obtención de un conocimiento inferido, cuando se hace uso de la demostración lógica. En la historia dela ciencia se han obtenido con frecuencia resultados erróneos por haber incurrido cabalmente en errores lógicos en el curso de la demostración. Así, por ejemplo, desde la antigüedad, los matemáticos se esforzaron por demostrar el postulado de Euclides acerca de las líneas paralelas sin recurrir a otras proposiciones demostradas en las que, directa o indirectamente, se utilizara dicho postulado. El camino que parecía más natural era el siguiente: excluir de los “principios” de Euclides las proposiciones en que directa o indirectamente” es decir, a través de otras proposiciones” se utilizaba el postulado de las líneas paralelas y tratar de demostrarlo a base de las proposiciones restantes. Todas las demostraciones de este tipo eran erróneas. El error era, casi siempre, de carácter lógico y consistía en que una u otra parte de la demostración se utilizaba una premisa equivalente al postulado que se trataba de demostrar.

El estudio de la Lógica es, sobre todo, de gran importancia para las matemáticas.

El desarrollo de las matemáticas hizo que se plantearan problemas cuya solución exigía el perfeccionamiento de los recursos lógicos usados en la demostración, a consecuencia de los cual surgió, a principios del siglo XX, una nueva disciplina, la Lógica matemática. 5. Esquema de la evolución histórica de la Lógica El interés por esclarecer científicamente las formas lógicas del pensamiento se manifiesta desde que nace la ciencia. Tradiciones lógicas se establecen, independientes las unas de las otras, en Grecia, en China y en la India. En Grecia, los problemas lógicos fueron planteados por primera vez en los siglos V y IV antes de nuestra era. En China y en la India, un poco más tarde. Como quiera que en el proceso del pensamiento, concepto y palabra, juicio y oración, lógica y gramática guarden muy estrechos vínculos y se condicionan mutuamente, en los primeros tiempos del desarrollo de la Lógica como ciencia, sus problemas y los de la gramática se hallan entrelazados, constituyendo una esfera indiferenciada de conocimientos.

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La Lógica surge y se desarrolla en el crisol de la filosofía y es considerada como parte de la teoría del conocimiento. Es, pues, muy natural que haya sido siempre palenque de enconadas luchas entre el materialismo y el idealismo. Ya los pensadores de la China antigua se ocupaban de los problemas lógicos concerniente a la clasificación de los nombres y a las relaciones existentes entre los nombres y las cosas que éstos significaban. En las escuelas de los antiguos filósofos chinos se analizaban los métodos de enseñanza, los de demostración y de inferencia de proposiciones, y se discutían también los problemas de la relación entre el saber empírico y el especulativo. El proceso del sistema de la Lógica en la filosofía india corresponde a los siglos IV y V de nuestra era. En el siglo VII, Darmakirti escribió un breve manual de Lógica (Una gota de Lógica), al que Darmottara, en el siglo IX, agregó sus comentarios. La Lógica india contenía una teoría del raciocinio bastante desarrollado. Fue Demócrito (que vivió hacia los años 460-370 antes de nuestra era), en la antigua Grecia, quien inició las investigaciones científicas en el terreno de la Lógica. Fundador de la teoría atomística, Demócrito estudió los problemas de la inducción, extendiéndose, sobre todo, en la analogía y en la hipótesis, así como en la definición de los conceptos. Partía, para ello, del estudio experimental de la naturaleza. Por primera vez en la historia de la Lógica, Demócrito trató de formular la ley de la razón suficiente, considerándola como principio universal, aplicable no sólo y no tanto a nuestro pensamiento cuando al propio mundo material: “Nada hay que surja sin causa, todas las cosas surgen en virtud de alguna razón y de la necesidad”. Sócrates (hacia los años 469-399 antes de nuestra era) y Platón (hacia el año 427-347 antes de nuestra era) se ocuparon también de los problemas de la Lógica. En numerosos diálogos de Platón se estudian estos problemas en relación con la teoría de metafísica e idealista del filósofo griego acerca de las ideas. En Platón hallamos n intento de clasificación delas categorías (de los géneros superiores de ideas) así como un ensayo de formulación de algunas leyes lógicas. En sus teorías lógicas, Sócrates y Platón se manifestaron en contra de la corriente materialista de la filosofía y de la Lógica, defendida por Demócrito y por otros filósofos materialistas. El pensador que, por primera vez, estudió y expuso en la antigüedad los problemas de la Lógica en toda su amplitud y profundidad, fue Aristóteles (384-322 antes de nuestra era), cuyos trabajos son considerados, con plena razón, como el punto culminante de la filosofía antigua. Basándose en la ciencia de su época y después de haber examinado y reunido los dispersos conocimientos acerca de las formas del pensamiento, acumulados antes de él, Aristóteles estudió en sus obras de manera profunda y completa los problemas esenciales de la Lógica. Los resultados por él obtenidos son los que siempre han servido de base a nuestra ciencia.

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Los escritos de Aristóteles sobre Lógica fueron agrupados por sus comentadores bajo la denominación de Organon o instrumento (del conocimiento). En el Organon aristotélico entran las Categorías, Sobre la interpretación, Los Primeros Analíticos, los Segundos Analíticos, los Tópicos y la Refutación de los sofismas. Se encuentran, además, elementos de sus teorías lógicas en otras obras de Aristóteles: en la Metafísica, en la Física, en los tres libros Sobre el alma y el tratado de Retórica.

Objeto y significado de la lógica.

En las Categorías se hallan expuestas las bases de la teoría del concepto; en la obra Sobre la Interpretación se expone la teoría del juicio; en los Primeros Analíticos y los Segundos Analíticos se estudia detalladamente la teoría del raciocinio y de la demostración; en los Tópicos se describen las categorías y procedimientos lógicos fundamentales utilizados por el pensamiento razonador. Refutación de los sofismas se expone el problema relativo a las fuentes de los raciocinios y demostraciones falsas y a los medios que permiten descubrir los vicios lógicos. Importantes principios de la Lógica de Aristóteles figuran en su principal obra filosófica que recibió más tarde el nombre de Metafísica. Es precisamente en ella donde Aristóteles examina las principales leyes lógicas del pensamiento por él descubiertas; la ley de la identidad, la ley de la contradicción y la ley de la exclusión de tercero. Por primera vez en la historia de la filosofía antigua (si se prescinde de Demócrito, cuyas obras lógicas no han llegado a nosotros), Aristóteles enfoca el pensamiento del hombre como objeto de estudio especial y detallado. Para Aristóteles, la Lógica es la ciencia de la demostración, de los medios para la fundamentación dela verdad. Su Lógica se basa en la rigurosa diferenciación entre lo verdadero y lo falso, conceptos que define con un criterio materialista. La verdad, según Aristóteles, es la adecuación del pensamiento a la realidad; por el contrario, el error surge cuando la realidad se refleja en el pensamiento deformada, alterada. Desde el punto de vista de Aristóteles, el nexo de los pensamientos en el proceso nuestros razonamientos y de la demostración no es arbitrario, sino que está determinado por los vínculos existentes entre las propias cosas. De ahí que las leyes y reglas de la Lógica tengan una fundamentación objetiva en las relaciones del propio ser. Aristóteles descubrió leyes necesarias del pensamiento independientes de la voluntad y del deseo de los hombres. Leyes cuya observancia es obligada en el proceso de la demostración y de la fundamentación de la verdad. Aristóteles, como creador de la Lógica, proponíase defender los principios del conocimiento científico contra la sofística de diversas escuelas socráticas de su tiempo. En la antigüedad consagraron grandes esfuerzos a la investigación lógica de estoicos, quienes aproximaban la Lógica a la retórica y a la gramática. Estos pensadores se ocuparon sobre todo de desarrollar la teoría de los raciocinios condicionales y disyuntivos. Tampoco Epicuro (que vivió hacia los años 341-270 antes de nuestra era), eminente materialista de la antigüedad, pudo substraerse a los problemas de la Lógica. En contraposición a los idealistas, Epicuro y los epicúreos se dedicaron al estudio de la lógica del conocimiento experimental. En la Edad Media, la lucha entre el materialismo y el idealismo en el campo de la Lógica se libró, sobre todo, en torno al problema de la naturaleza de los conceptos universales (“universalia”). Los denominados realistas –Anselmo de Canterbury (1033-1109), Tomás de Aquino (1225-1274), continuando la línea idealista de Platón, afirmaban que los conceptos universales existen realimente al margen e independientemente de las cosas singulares, constituyendo como la esencia sobrenatural de éstas últimas. Los nominalistas –Roscelino (hacia 1050-1112), Duns Escoto (hacia 1265-1308), Guillermo de Occam (hacia 1300-1350), Buridán (siglo XV) y otros -, por el contrario, consideraban que tenían existencia real únicamente los cuerpos singulares de la naturaleza y reducían a menos nombre el sentido de los conceptos universales. Semejante modo de concebir la naturaleza de los conceptos universales es, evidentemente, erróneo; pero se halla más cerca de la verdad que las teorías místicas y teológicas de los realistas. Los nominalistas, según palabra de Marx, representaban la tendencia materialista en la filosofía medieval y llevaron a cabo una obra hasta cierto punto positiva en la lucha contra el imperio absoluto

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de la escolástica idealista, con lo cual prepararon el terreno para el renacimiento del materialismo en los siglos subsiguientes. Fueron de suma importancia para la elaboración de las bases materialistas de la Lógica las obras de los grandes pensadores progresivos del siglo XVII, sobre todo de Francisco Bacon (15611626), fundador del materialismo y de las ciencias experimentales de la época moderna, quien expuso en su famosísimo Novum Organum las bases de la Lógica inductiva. Bacon se oponía a la Lógica de Aristóteles deformada por la escolástica medieval por haber dejado de ser, en la interpretación de los escolásticos, instrumento de cognición. Hay que añadir a esto que el progreso de las ciencias experimentales y de la técnica de la experimentación científica, como consecuencia del desarrollo del modo de producción capitalista en el seno del propio feudalismo, exigía métodos de conocimiento científico más perfeccionados. Fue un gran mérito de F. Bacon el haber investigado lo problemas de la inducción científica, desde el punto de vista Bacon, estriba en descubrir las relaciones de causalidad que existen entre los fenómenos de la realidad circundante. Bacon elaboró una teoría sobre los métodos que permiten determinar la relación de causalidad existente entre los fenómenos, a saber: el método de la semejanza, el método de la diferencia y el método conjunto de la semejanza y de la diferencia, así como el método de los cambios concomitantes. En el siglo XIX, Herschel, Whewell y John Stuart Mill continuaron investigando los problemas de la inducción científica. Contra la escolástica en general y contra la Lógica escolástica medieval en particular, sostuvo una denodada lucha el gran filósofo francés Renato Descartes (1596-1650). En su pugna contra la Lógica de Aristóteles desfigurada por los escolásticos Descartes formuló cuatro reglas a las que es preciso atenerse en toda investigación científica. En ellas se señala que sólo puede admitirse como verdadero lo que se reconoce como evidente y está comprobado (demostrado); que es indispensable dividir, en el proceso de la investigación, lo complejo en cuantas partes sea posible, ascender de lo simple a lo complejo, de la más evidente, e investigar el objeto de todos sus detalles y pormenores. A pesar de que el método de Descartes se basa en una concepción mecanicista de la realidad y en una teoría racionalista del conocimiento, fue sumamente progresivo desde un punto de vista histórico, pues iba dirigido contra la escolástica, contra el acatamiento ciego de las autoridades, contra la supeditación de la ciencia a la fe. Arnaud y Nicole, discípulos de Descartes, escribieron en 1662 una Lógica o arte de pensar (“Lógica de Port-Royal”) con el propósito de depurar la Lógica aristotélica de las deformaciones escolásticas. El gran pensador alemán G. Leibniz (1646-1716) estudió los problemas de la Lógica en relación con las matemáticas y la demostración matemática. Leibniz aplica a la Lógica el método matemático e intenta dar a esa ciencia la estructura de un cálculo matemático (“característica universal”). Da, por primera vez, una fórmula precisa a la ley de la razón suficiente, inicia las investigaciones relativas, descubre las propiedades analíticas de los juicios de relación (propiedades lógicas de las relaciones), con lo que amplía la teoría acerca de los medios de la inferencia deductiva, etc. 30

Contra la lógica que partía de posiciones materialistas se levantó Manuel Kant (1724-1804). Este pensador infundió nueva vida a la teoría idealista de las ideas innatas, dándole una forma

Objeto y significado de la lógica.

original, con lo que separó por completo las formas y leyes lógicas de su contenido declarándolas “apriorísticas” (es decir, anteriores a la experiencia), normas absolutamente invariables con las que, según él, el entendimiento ha de concordar su actividad. Lo verdadero o falso, según Kant, no estriba en la adecuación o falta de adecuación de las ideas y los objetos a la realidad, sino en la concordancia de las representaciones entre sí. De esta suerte, Kant confería a la Lógica un carácter eminentemente formalista. Hegel (1770-1831), desde el punto de vista de la dialéctica idealista, critica detenidamente el formalismo kantiano, sin dejar al margen los problemas de la Lógica, y se manifiesta rotundamente en contra del intento de proclamar las leyes de la Lógica formal como método universal de conocimiento. Aunque Hegel no estimaba debidamente la importancia de la Lógica formal, su crítica del formalismo y de la metafísica, así como su análisis de los problemas de la dialéctica del pensamiento y de la Lógica dialéctica, encierran un valioso contenido racional, fecundo para el esclarecimiento de las leyes y formas del pensamiento. Hegel, sin embargo, no podía llegar a concebir una Lógica dialéctica científica porque se apoyaba totalmente sobre posiciones idealistas. La Lógica dialéctica en su forma científica fue creada por Marx y Engels. Partieron para ello de toda la historia del conocimiento del saber práctica, que generalizaron, así como de la crítica de la dialéctica idealista hegeliana. V. I. Lenin definía así la Lógica dialéctica: “La Lógica es la teoría, no de las formas externas del pensamiento, sino de las leyes del desarrollo , es decir, del desarrollo de todo el mundo de contenido concreto y de su conocimiento; o sea, el resultado, la suma, la conclusión de la historia del conocimiento del mundo”.3 Al desarrollo de la Lógica como ciencia contribuyó de modo importante la obra de los grandes materialistas rusos Lomonosov y Radíschev, así como la de los ideólogos demócratas revolucionarios del siglo XIX (Herzen, Bielinski, Chernishevski, Dobroliubov, Pisariev, Shelgunov, etc.), la de los naturalistas (como Seshenov y Timiriazev, entre otros) y la de los lógicos (por ejemplo, Karinski), que lucharon todos ellos contra la concepción idealista de las leyes y de las formas del pensamiento, defendieron el materialismo en la Lógica. Hasta las décadas del 80. y el 90. del siglo XIX, los sabios burgueses de Occidente no aportaron nada sustancial en el terreno de la Lógica formal.

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V.I. Lenin, Cuadernos Filosóficos, Ed. Rusa, Moscú, 1947, Pág. 66.

2 QUÉ ES LA LÓGICA, SU RELACIÓN CON LA REALIDAD OBJETIVA M.M. Rosental

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QUÉ ES LA LÓGICA. SU RELACIÓN CON LA REALIDAD OBJETIVA M.M. Rosental Se ha definido la lógica como la ciencia que trata de las formas y leyes del pensar. Esta definición, expresa fielmente la esencia, los fines específicos y los objetivos de la lógica, su diferencia respecto a otras ciencias. La lógica se destacó muy pronto como esfera independiente de investigación, es más antigua que muchas otras ciencias. La antigua procedencia de la lógica es no solo una prueba de que esta cuenta con un imponente “tiempo de servicio”, sino, además, de su importancia, de lo necesario que resulta a cualquier otra ciencia al conocimiento, al pensar en general. Cuanto más se ha separado el hombre del mundo de los animales, cuanto más ha ido dominando las fuerzas de la naturaleza y cuanto más profundo ha sido su conocimiento de esta última, tanto mayor atención ha dispensado al pensar y a sus leyes. El pensamiento, el conocimiento, constituyen un proceso complicadísimo que solo puede ser comprendido como resultado de un estudio y de una investigación especiales. El pensamiento constituye una esfera de investigación tan independiente como cualquier otro sector del mundo material estudiado por ciencias como la física, la química, la biología, la matemática, etc. El objetivo específico de la lógica –investigar el pensamiento, las formas que éste adquiere en el proceso de su movimiento, las leyes de pensar- Coloca a eta ciencia en una posición especial. Toda ciencia constituye un proceso del pensar, del conocimiento. El hombre no puede existir sin entrar en conocimiento del mundo que le circunda. Ello explica el hecho de que la lógica como ciencia del pensamiento y de las leyes del pensar surgiera y comenzara a cultivarse en un estado relativamente inicial del desarrollo de las ciencias. Más, sería absurdo inferir de ello que la loica se anticipa a todas las ciencias y al pensar en general. Leibniz se burló ingeniosamente de quienes consideran que el hombre, antes de estudiar la lógica no era capaz de pensar. Esto significaría, dice Leibniz, rebajar en exceso la naturaleza y suponer que el hombre era una criatura bípeda a la que Aristóteles convirtió en un ser racional. No menos razón tenía Hegel cuando decía que para pensar rectamente no es de necesidad obligatoria conocer la lógica, como tampoco es necesario conocer la fisiología de la digestión para aprender a tomar alimentos. El hombre aprende a pensar ante todo bajo la acción de la naturaleza, de la cual es parte y “corona”. Si en sus pensamientos el hombre no reflejara acertadamente la naturaleza, no podría existir. Si en sus relaciones mutuas los hombres no pensaran con rectitud lógica, no se comprenderían unos a otros. La naturaleza fue el primer “manual de lógica”, del pensar lógico del hombre. También en la actualidad desempeña este papel, dado que es imposible estudiar e investigar conscientemente el conocimiento y las formas lógicas del pensar sin referencia constante a la naturaleza, pues el pensar es un reflejo de esta última. Lo dicho no redunda, ni mucho menos, en detrimento de la importancia de la lógica para el pensar, de su significado como ciencia del pensamiento acertado y verdadero. El mismo Leibniz indico que sin la ciencia que lo investiga en lo que tiene de esencial y en sus leyes, el pensar seria como contar con los dedos. Saber en qué consiste el proceso de pensar, cuales son las formas y las leyes del pensamiento, por medio de que procedimientos se ha de pensar y se ha de estructurar el conocimiento para explicar con acierto la realidad que nos circunda, es de primerísima importancia para la actividad consciente del pensamiento humano. Para que surgiera la lógica como ciencia del pensar, era necesario que el pensamiento humano hubiera alcanzado un determinado nivel, se requería una experiencia, importante en el conocimiento de la naturaleza. A base de esa experiencia se fue creando la lógica, desde sus primeros pasos, como

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generalización del proceso del pensar y del conocimiento de distintas esferas del mundo real. Sin dicha experiencia de cognición, no habría sido posible la lógica como doctrina concerniente a las leyes y formas del pensar. En este sentido, la lógica es resultado y generalización del desarrollo del conocer. Al mismo tiempo, el antiguo origen de la lógica es una prueba de que el conocimiento mismo de la naturaleza por parte de las ciencias concretas, se halla en estrecha dependencia respecto a la comprensión de lo que es el conocimiento, el pensar, de cuál es la estructura del pensamiento, de cuáles son sus elementos componentes, los principios y reglas de la unión, las conexiones de los elementos del pensar, las leyes de su movimiento, etc. La lógica surgió, en efecto, como ciencia que investiga el pensar y sus leyes con el fin de ayudar a la razón humana a entrar en conocimiento de las leyes de la naturaleza y subordinarlas a los intereses del hombre. Por más que se diferencien las ciencias entre sí, por específicos que sean sus respectivos campos de investigación, todas tienen algo de común. Ese elemento común estriba en que todas las ciencias son conocimiento. Tanto si estudiamos los fenómenos de la naturaleza inorgánica como los de la naturaleza orgánica, los grandes cuerpos celestes o las más pequeñas partículas de la materia, la vida de las plantas y de los animales o la vida de la sociedad humana, el estudio, la investigación, transcurren siempre según formas comunes a todo acto de conocimiento y se hallan subordinados a ciertas leyes generales que no deben vulnerarse. Incluso los razonamientos acerca de las cosas con que nos encontramos todos los días, se han de efectuar observando necesariamente las reglas y los principios elementales a base de los que se estructura todo pensar, comunes a toso pensamiento. Cuando quiero decir algo acerca de una cosa dada, lo hago en una determinada forma lógica. Por ejemplo, al decir: “Esto es un tintero” enunciamos un pensamiento que consta de determinados elementos relacionados entre sí por una determinada estructura. En lógica esta forma de pensar se llama juicio. Todo cuanto decimos acerca de las cosas fenómenos o acontecimientos, lo expresamos por medio de juicios. Así como un juicio consta de elementos sencillos del pensar, las enunciaciones más complejas se componen de varios juicios. Entre los juicios, se dan determinadas relaciones al margen de las cuales es imposible, estructurar correctamente los enunciados, realizar inferencias acertadas, llegar a una conclusión verdadera. Cuando razono diciendo “A es mayor que B, B es mayor que C, por consiguiente, A es mayor que C” empleo una determinada forma de lógica del pensar denominada inferencia. En la inferencia dada, existen determinadas relaciones entre varios juicios. La conclusión a que llego partiendo de los dos primeros juicios: “por consiguiente A es mayor que C”, no es arbitraria, sino sujeta a leyes obligada. La sujeción a leyes de mi conclusión, su carácter obligado, posee unas bases firmes y ello confiere a la lógica un significado universal, vigente para todo acto de pensar. Tenemos, pues, que cualquier pensamiento, el proceso de todo pensar se realiza en determinadas formas lógicas, según determinadas leyes. En cada ciencia, el proceso del pensar, del conocimiento, tiene sus peculiaridades, sus procedimientos, que pueden ser considerados como procedimientos, concretos, “Peculiares” de la representación de los fenómenos por el pensamiento. La lógica es la ciencia que trata del procedimiento general del pensar y del conocer, procedimiento en el que, como indico acertadamente, Hegel “todos los procedimientos particulares han sido superados y han quedado envueltos”.

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Uno de los investigadores contemporáneos de la denominada lógica de las relaciones, Ch. Serrus, escribe acerca de la esencia de la lógica científica: “A lo sumo, el lógico, puede codificar los procesos que los sabios utilizan espontáneamente y descubren”.

Qué es la lógica, su relación con la realidad objetiva.

Lo que hay de verada en estas palabras es que la lógica investiga los procesos de conocimiento tal como se dan en las ciencias concretas y saca de ello conclusiones que conciernen al conocimiento en general. Más, si la lógica circunscribiera a cumplir dicho objetivo, no sería más que una descripción de las formas de pensar y su significado como fundamentos lógicos de las ciencias y del conocimiento científico quedarían sumamente limitado. Semejante concepción dela lógica como ciencia, implica la incomprensión del hecho de que, a través del análisis de las formas del pensar, la lógica versa sobre las leyes generales de la realidad objetiva, sobre las leyes de las cosas y de los fenómenos mismos y tan solo en la medida en que sus principios y leyes tienen valor general para el conocimiento científico. Naturalmente la lógica investiga procesos del pensar que no se relacionan directamente con las cosas mismas y sus propiedades. Por ejemplo, investiga el proceso del movimiento del pensar que va del fenómeno a la esencia, de lo externo a lo interno, o el proceso del movimiento que va de las verdades relativas a la verdad absoluta, etc. (en este caso se trata de problemas de la lógica dialéctica). Pero incluso tales procesos “puros” del pensar solo pueden ser comprendidos vistos en indisoluble conexión con las funciones en virtud de las cuales se refleja el mundo real. También en este caso la realidad objetiva, que existe independientemente de la conciencia, constituye la base de la lógica, del movimiento del pensar. ¿Por qué es tan importante aclarar este aspecto de la lógica o, mejor dicho, su esencia? Porque solo comprendiendo la verdadera relación entre las formas lógicas y las leyes del pensar por una parte y as formas objetivas del mundo real por otra, sólo comprendiendo que las primeras son reflejo y expresión de las segundas, cabe aclarar plenamente la esencia y el significado de la lógica como ciencia. Toda la adulteración de la lógica emprendida por los idealistas contemporáneos (que prosiguen la llevada a cabo por la vieja filosofía idealista), el empequeñecimiento del verdadero papel de dicha ciencia, que es limitada “el análisis lógico” del lenguaje de la ciencia, se desprenden precisamente, de la tergiversada concepción de este problema radical principal de la ciencia lógica. Las formas y categorías lógicas, las leyes del pensar, constituyen un reflejo del mundo real y no recursos que permiten ordenar la realidad, creados por la mente humana. Las categorías del pensar no son un instrumento del hombre, sino la expresión de la sujeción a leyes de la naturaleza y del hombre. El reconocimiento de que la lógica del pensar es un reflejo de la lógica de la naturaleza, señala la divisoria entre la lógica científica y la anticientífica, idealista. Para esta última, la lógica, lo mismo que el conocimiento en general, sirve para dividir el mundo real, objetivo, del pensar humano. Para ella, las formas del pensar son el mundo subjetivo en el que no hay ni un ápice del contenido objetivo extraído del mundo real. De semejante concepción acerca de la esencia del conocimiento, de las formas del pensar, los idealistas intentan deducir la tesis de que existe un tipo “Superior” de pensamiento, incluso de concepción del mundo. Para muchos de los antiguos pensadores griegos, si no para la mayoría, era algo que se entendía por sí mismo el concebir el pensar, la naturaleza de las formas lógicas, como reflejo del mundo real. Es muy importante dejar este hecho bien sentado, pues en la filosofía helénica y en la filosofía antigua en general, se encuentran los orígenes del desarrollo de la ciencia lógica. Naturalmente, en la antigua filosofía griega, hubo un Sócrates y un Platón como también un Demócrito y un Heráclito, es decir ya en ella se dio la lucha entre las dos orientaciones fundamentales y hostiles de la filosofía. Mientras Platón trataba el conocimiento en sentido idealista considerando el cuerpo como tumba del alma Leucipo y Democrático, según testimonio de Aristóteles, “en su estudio del universo seguían por el

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contrario el mejor método: Partir solo de lo que está presente en la misma naturaleza, como es en realidad” Las palabras de Aristóteles acerca del “mejor método” de Demócrito contienen una estimación de sus propias concepciones sobre este problema. El fundador de la lógica como ciencia investigo las formas y leyes del pensar como reflejo de relaciones objetivas reales de las propias cosas. Para demostrar que Aristóteles entendía acertadamente las categorías del pensamiento, el concepto, el juicio y el raciocinio, cabe aducir sus propias palabras. “El concepto –escribe- en ningún caso es causa de la existencia de la cosa, sino que la cosa se presenta en cierto modo como causa de la veracidad del concepto...” Además, Aristóteles entendía las categorías – según él, diez- como “géneros de enunciación” y también como géneros fundamentales del ser. Acerca de los juicios decía que “tiene razón quien considera lo separado (es decir lo separado en la realidad objetiva), como separado y lo unido como unido e incurre en error aquel cuya opinión se contrapone a las circunstancias reales”. El que percibamos las leyes lógicas como ciertos axiomas se explica no porque sean apriorísticas e inherentes, desde siempre, a la razón, ni porque los hombres, puestos de acuerdo, hayan concluido una especie de convención acerca de las leyes y reglas del pensar. Su valor universal, que nos obliga a tenerlas en cuenta, se explica por el hecho de que dichas leyes son fieles reflejos de la naturaleza, de los vínculos y relaciones de las cosas y de los fenómenos reales. El hacer practico que sitúa al hombre frente a esos vínculos y relaciones de las cosas, se graba en la conciencia en forma de determinadas leyes lógicas y formas del pensamiento. La actividad practica del hombre, al repetirse miles de millones de veces, se graba en la conciencia humana como figuras de la lógica. Esas figuras poseen carácter axiomático, precisamente (y solo) gracias a haberse repetido miles de millones de veces. Para la ciencia y para el hacer basado en los conocimientos científicos, no es de ningún modo indiferente lo que sean los átomos, los electrones, el espacio, el tiempo y demás objetos de la investigación científica: el que sean fruto de una arbitraria construcción mental o que existan en realidad independientemente del procedimiento de descripción o del idioma en que los expresamos. Ahora bien, solo la filosofía puede dar respuesta a dicha cuestión, pues ella es la que generaliza los datos que proporcionan todas las ciencias e infiere sus conclusiones partiendo del análisis de los datos aludidos, del análisis de todo el hacer práctico del hombre, cosa que no puede hacer ninguna otra ciencia. Por esta razón, toda ciencia necesita vitalmente estar relacionada con la filosofía, con una filosofía, desde luego, científica, fundamento teórico general de todo conocimiento. Esta conexión con la filosofía es, sobre todo, indispensable para la lógica, es decir, para la ciencia del conocimiento, del pensar y de sus leyes, sin partir de una determinada solución de los problemas concernientes a lo que es el conocer, a lo que es aquello de que se tiene conocimiento, a cuál es el contenido del pensar, a que constituye el contenido de las formas lógicas, a qué relación se da entre las leyes del pensar y del conocer, y las leyes de la naturaleza, etc. Todos estos problemas los soluciona la filosofía y la lógica como parte de esta última. Los filósofos del pasado, en su mayoría, daban respuesta a tales cuestiones, no las eludían. Unos las resolvían con un criterio idealista; otros con un criterio materialista.

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La esencia de la solución materialista a los problemas iniciales de la lógica señalados, puede formularse mediante algunas proposiciones, a saber 1) el pensamiento es un reflejo del mundo objetivo, que existe con independencia de la conciencia; de este mundo extrae su contenido reelaborándolo en

Qué es la lógica, su relación con la realidad objetiva.

formas ideales, mentales; 2) las formas lógicas –conceptos, juicios, razonamientos, etc. -, constituyen formas del reflejo y reproducción en el pensamiento humano, de las conexiones objetivas de las cosas; al margen de dichas conexiones, aquellas no pueden ser comprendidas; 3) a consecuencia de la naturaleza misma del pensar, la teoría del conocimiento solo puede ser científicamente fundamentada si se investiga el proceso del conocer y sus formas en conexión indisoluble con la lógica objetiva del mundo real. De estas proposiciones básicas acerca de la naturaleza de la lógica es posible y necesario inferir también el concepto verdadero acerca de la esencia y objetivos de la misma. La gran función de la lógica estriba en que, siendo este reflejo de los vínculos y relaciones objetivos de las cosas, proporciona el método del pensar, del conocer, el método que permite al hombre orientarse en la realidad efectiva. Los idealistas quieren destruir el puente que une la lógica y –utilizando un concepto de la vieja filosofía la ontología, la doctrina del ser. Mas, dicho puente es indestructible. La fuerza de la lógica radica exclusivamente en esa unión con el ser, con el mundo real. No es posible, por ende, aceptar el planteamiento del problema acerca de lo que es la lógica en el sentido de si es la “lógica de los descubrimientos” en la ciencia. Es un error ver el objetivo de la lógica solo en la comprobación de las proposiciones y verdades científicas, aunque sea este un objetivo de su incumbencia. Limitaríamos y reduciríamos desmesuradamente el papel de la lógica formal, para no hablar de la dialéctica, si viéramos su principal objetivo en dicha comprobación. La lógica formal es, ante todo, un método de indagación de nuevos resultados, de progreso, de lo conocido a lo desconocido, y lo mismo, solo que en un sentido mucho más eminentes, es la dialéctica, que, además, rompiendo los estrechos horizontes de la lógica formal, encierra ya el germen de una más amplia del mundo. Y, en efecto la lógica formal permite buscar nuevos resultados nuevas verdades, es decir, cumple el papel de método de investigación ¡Que no diremos de la lógica dialéctica, que constituye la lógica en un sentido más elevado! A nuestro juicio, cuando se trata de este problema general, que afecta a los cimientos mismos de la lógica, no es admisible contraponer, como a menudo se hace, la lógica formal a la lógica dialéctica, afirmar que las leyes de la primera son aplicables solo al pensar mientras que las leyes de la segunda son aplicables, además a la realidad. Esta fuera de toda duda que, entre la lógica formal y la lógica dialéctica, existe una enorme diferencia incluso cuando subrayamos ciertos rasgos de principio, generales de la lógica como ciencia del pensar. Dicha diferencia estriba, entre otras, en el grado de abstracción de las formas del pensar respecto al contenido. Pero la diferencia no se da de ningún modo en el sentido de que la esfera de aplicación de una lógica sea el pensamiento y la de la otra lógica sea la realidad o bien en el sentido de fenómenos del mundo objetivo y en el otro sí. Cuando intentamos aclarar la esencia y el significado de la lógica, independientemente de la lógica a que nos retiramos, independientemente de la profunda diferencia que existe entre los niveles lógicos del pensar, debemos subrayar de manera necesaria, la unidad que constituyen las formas y leyes del pensamiento con la realidad objetiva. Solo en virtud de dicha unidad, la lógica puede cumplir y cumple la alta misión que le incumbe como teoría del conocimiento. La lógica como ciencia es una doctrina acerca del pensamiento y sus leyes. El pensamiento, sus formas, sus leyes, constituyen el objeto específico de la lógica. Es este objeto suyo lo que la distingue de las otras ciencias. Al subrayar que las formas lógicas han de ser estudiadas en intima conexión con los

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vínculos y relaciones de las cosas vínculos y relaciones de los cuales aquellas son, de uno y otro modo, un reflejo, no queremos afirmar, ni mucho menos, que la lógica tenga como esfera propia de investigación el mundo real, objetivo, y no el pensar. Más, la cuestión está en que el pensamiento, el conocimiento, posee como contenido ese mundo real y fuera de él no hay modo de comprender ni la naturaleza del pensar ni las leyes de su funcionamiento. El mundo de la lógica es el mundo real, efectivo, comprendido por la mente en formas ideales; en esta tesis se encierra la esencia de la lógica. Cuando operamos con formas y leyes del pensar, dejamos de dirigirnos casa vez a la “lógica de la realidad” no porque esta quede excluida del objeto de la lógica como ciencia, sino porque tales formas y leyes han sido verificadas ya miles de millones de veces en la práctica como formas en que se refleja la realidad y a través de ellas entramos nosotros en conocimiento de la misma. Pero cuando queremos comprobar la veracidad de nuestros razonamientos lógicos, no encontramos nunca un procedimiento más seguro que verificarlos con la lógica objetiva de las cosas. Pues la lógica “subjetiva” es la forma mental e la objetiva. Las formas mentales son copias espirituales de la lógica objetiva, pero reelaboradas, transformadas por el pensamiento. Tales formas poseen un aspecto objetivo y un aspecto subjetivo y no es posible estudiar el primero desconectado del segundo. Existe una diferencia radical entre la concepción científica de la esencia y papel de lógica en el conocimiento y la manera de entender esta ciencia y sus objetivos por parte de los idealistas contemporáneos. Al reducir los objetivos de la lógica a la aclaración de las proposiciones de la ciencia, al “análisis lógico” de las proposiciones, palabras, etc. Los neopositivistas desposeen a la lógica de su función principal de su misión como teoría del conocimiento y de sus leyes de los procedimientos de investigación que permiten a la ciencia penetrar más hondamente en el mundo objetivo, descubrir nuevas facetas y leyes del mismo. De este modo, el idealismo contemporáneo rompe con las tradiciones progresivas del desenvolvimiento histórico de la lógica como ciencia tradiciones consistentes en que la lógica se había creado y se desarrollaba como doctrina acerca de los procedimientos y métodos del pensar del modo como la realidad se refleja. Aristóteles su lógica como doctrina acerca del método de conocimiento del mundo. Bacon desarrollo su lógica inductiva como método de la interpretación de la naturaleza” Descartes expuso su lógica en el libro titulado “Discurso del método”, donde se propuso crear un procedimiento para encontrar la verdad con ayuda del cual los hombres pudieran “convertirse en dueños y señores de la naturaleza” La “Ciencia de la lógica”, de Hegel, constituye, como es sabido, una doctrina acerca del método, en la cual se investigaba –aunque bajo forma tergiversada a la manera idealista- la capacidad de la razón humana para pensar acerca de los fenómenos en consonancia con la naturaleza dialéctica de los mismos. Como quiera que las formas lógicas y las leyes del pensar son reflejo de la realidad, la lógica es un método de investigación del mundo real, el método del pensar verdadero acerca de dicho mundo. De esta serte se hallan relacionados entre sí dos aspectos del problema: 1) El de la esencia de las formas del pensar investigadas por la lógica, y 2) el de la comprensión subsiguiente del fin y objetivos de la lógica como ciencia.

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D.P. Gorski, P.V. Tavants et al Lógica, Capítulo XVI, México, D. F. Ed. Grijalbo, 1968 pp. 304-316

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LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA LÓGICA D.P. Gorski, P.V. Tavants et al Caracteres generales de las leyes fundamentales de la Lógica Tenemos que aclarar, ante todo, qué se entiende en la Lógica formal por ley lógica. La Lógica formal estudia los pensamientos desde el punto de vista de su forma (estructura) lógica. Para poner de manifiesto la estructura de unos u otros pensamientos hemos utilizado determinados signos (símbolos). Los signos (S, P, M y demás) utilizados en las fórmulas que expresan la estructura de los pensamientos se denominan variables lógicas. En los pensamientos de contenido concreto se presentan siempre como conceptos que pueden referirse a toda clase de hechos o fenómenos. En los juicios “todos los cirujanos son médicos”, “todos los fiscales son abogados”, “Todos los planetas son cuerpos celestes”, la variable S (la fórmula de estos juicios es: “todos los S son P”) se halla representada por los conceptos de contenido concreto “cirujanos”, “fiscales”, “planetas”, y la variable lógica P lo está por los conceptos “médicos”, “abogados”, “cuerpos celestes”. Las palabras “todos”, “algunos”, “ninguno”, “es”, “no es”, “si…”, “o…o”, que se dan en las fórmulas se llaman constantes lógicas. Figuran siempre no sólo en las fórmulas, sino también en los pensamientos de contenido concreto. Tomemos el ejemplo siguiente: Anotemos el modo Bárbara (AAA) dándole el aspecto del siguiente juicio condicional: “si todos los M son P y todos lo S son M, todos los S son P”. Sustituyamos M, P y S por los conceptos “metales alcalinotérreos”, “metales bivalentes” y “estroncio”. Obtendremos el juicio condicional verdadero que dice “si todos los metales alcalinotérreos son bivalentes”. Cualesquiera que sean los conceptos de contenido concreto que coloquemos en lugar de M, P y S, en la fórmula transcrita, obtendremos siempre un juicio condicional es verdadero. (Como vimos en el capítulo VI, el juicio condicional es verdadero cuando se refleja en él, de manera justa, la dependencia condicional de un objeto, que se supone existe en la realidad, respecto a otro). Tales concatenaciones de pensamiento que llevan siempre a la formación de juicios verdaderos, cualquiera que sea la sustitución que se haga de las variables lógicas por pensamientos de contenido concreto, se llaman leyes de la Lógica formal. Estas leyes son muchas. Es necesario distinguir entre leyes y reglas de la Lógica formal La conversión de los juicios particulares afirmativos nos proporciona un claro ejemplo para ver la diferencia que existe entre las reglas y las leyes lógicas. La regla de conversión de los juicios particulares afirmativos dice: si el juicio de forma “algunos S son P” es verdadero y está demostrado, será también verdadero y estará demostrado el juicio de forma “algunos P son S”. En cambio, la ley de conversión de los juicios particulares afirmativos se formulará de la manera siguiente: el juicio condicional de forma “si algunos S son P, algunos P son S”, verá verdadero cualquiera que sea el contenido concreto de los conceptos con que se sustituya a las variables lógicas. La diferencia entre las reglas y las leyes lógicas es esencial. En efecto, en ciertas sustituciones de S y P en la fórmula “algunos S son P” podemos obtener no sólo juicios verdaderos, sino también falsos. Si ponemos, en lugar S y P respectivamente, los conceptos de “tiburones” y “mamíferos”, obtendremos el juicio falso “algunos tiburones son mamíferos”. Ahora bien, un juicio falso no puede ser nunca premisa de un raciocinio, argumento de demostración. Esto significa que el juicio “algunos tiburones son mamíferos” no puede ser utilizado como premisa y razonamiento inmediato de conversión. No es posible, pues, aplicar la regla de la conversión de los juicios particulares afirmativos al juicio falso “algunos tiburones son mamíferos”. En cambio, la ley de conversión de los juicios

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particulares afirmativos es siempre válida. El juicio “si algunos S son P, algunos P son S”, expresa siempre una verdad, cualquiera que se el contenido concreto de S y P. Resulta ello evidente si se emplea los conceptos de “tiburones” y “mamíferos” en lugar de S y P. Realizando tal sustitución, obtenemos el juicio condicional verdadero “si algunos tiburones son mamíferos, algunos mamíferos son tiburones” (y realmente, desde el momento que admitimos que algunos tiburones son mamíferos, de ello se sigue también que algunos mamíferos son tiburones). Toda la ley lógica puede convertirse en regla lógica Entre las numerosas leyes de la Lógica formal, se destacan cuatro como fundamentales: ley de identidad, ley de contradicción, ley de tercero excluido y ley de razón suficiente. Se las distingue como fundamentales por el especial papel que desempeñan en la Lógica. Constituyen las leyes más universales y sirven de fundamento a las distintas operaciones lógicas, a los razonamientos y demostraciones. Es necesario tener en cuenta que la ley de razón suficiente no es una ley rigurosamente formal (no es posible expresarla mediante una fórmula que contenga constantes y variables lógicas). La ley de razón suficiente constituye la expresión más general de los fines de cualquier demostración y del papel que corresponde a la demostración para fundamentar la verdad. Las leyes de identidad, de contradicción y de tercero excluido fueron descubiertas por Aristóteles. La ley de razón suficiente como ley especial de la Lógica quedó formulada por el gran pensador alemán Leibniz. Las leyes básicas de la Lógica formal (se trata de las tres primeras leyes), así como las reglas lógicas sin excepción, son válidas en relación con pensamientos preparados, formados. Únicamente podemos utilizar dicha leyes como determinadas reglas del método cuando al estudiar una u otra esfera de los objetos podemos abstraernos de sus transformaciones de su desarrollo. Hemos subrayado ya que los pensamientos reflejan el mundo material que nos circunda por su forma, y no sólo por su contenido. Las leyes fundamentales de la Lógica también constituyen un reflejo en la mente del hombre, de determinadas relaciones entre las cosas. La ciencia y la actividad práctica multisecular del hombre confirman el criterio de que las leyes de la Lógica reflejan determinados vínculos de la realidad material, y por esto lo defienden los materialistas en su pugna contra los idealistas. Frente a los materialistas, consideran los idealistas que las leyes de la Lógica no constituyen un reflejo del mundo material en el pensamiento humano. Hay idealistas que afirman que la naturaleza, el hombre, su pensamiento y las leyes en virtud de las cuales se estructura el pensamiento han sido creados por un principio sobrenatural e inmaterial (“espíritu”). Otros idealistas creen que las leyes de la Lógica son fruto de la libre creación humana y tiene el carácter de normas que establece el hombre arbitrariamente. Esta concepción idealista, anticientífica, de las leyes de la Lógica, se desprende da la afirmación de los idealistas según la cual el pensamiento, la conciencia (“el espíritu”) es lo primario, y la materia lo secundario, y se considera que el pensamiento (“el espíritu”) lo que crea la naturaleza que nos rodea. En contraposición a los idealistas, los materialistas afirman, de acuerdo absoluto con los datos de la ciencia y del hacer práctico multisecular del hombre, que la materia, la naturaleza que nos rodea, es lo primario, mientras que el pensamiento, la conciencia, es lo secundario; que el pensamiento surge únicamente en determinada fase del desarrollo del mundo material, y tanto por su contenido como por su forma depende del mundo material, del que es un reflejo. Según la concepción materialista del mundo, la comprobación del saber se verifica en la práctica. Al infringir las leyes de la Lógica, el pensamiento pierde su precisión, su vigor, su valor demostrativo, y se hace incoherente y contradictorio.

Las leyes fundamentales de la lógica.

Ley de identidad La ley de identidad puede expresarse por medio de la fórmula “A es A” en la cual la variable lógica A denota un pensamiento cualquiera. En lugar de A puede colocarse un pensamiento de cualquier contenido concreto sin que dejemos de tener nunca un juicio verdadero. Así, si sustituimos A por concepto “vegetal”, obtendremos el juicio verdadero “un vegetal es un vegetal”. Si en vez de A utilizamos el juicio “(El) es estudiante”, obtendremos asimismo una verdad. “(El) es estudiante” es “(El) es estudiante” (hay que leer este pensamiento de la manera siguiente: el pensamiento “(El) es estudiante” es precisamente dicho pensamiento). En la ley de identidad se expresa que un pensamiento es idéntico a sí mismo si los objetos que refleja no se transforman en el momento en que lo utilicemos o si podemos abstraernos de sus cambios. Al hablar de la identidad del pensamiento consigo mismo es necesario referirse a la identidad de su extensión (es precisamente dicha identidad la que tiene en cuenta la Lógica formal). Esto significa que en vez de la variable lógica A en la fórmula “A es A”, pueden usarse pensamientos de distintos contenidos concreto si poseen una misma extensión. En la fórmula “A es A” podemos sustituir la primera A por el concepto “animal que tiene blando el lóbulo de la oreja”, y la segunda por el concepto “animal capaz de producir instrumentos de trabajo” (desde el punto de vista de la Lógica formal estos dos pensamientos se consideran unívocos, no distintos, puesto que su extensión es la misma: los caracteres reflejados en dichos conceptos convienen sólo a la clase de personas), y obtenemos el juicio verdadero “el animal que tiene blando el lóbulo de la oreja es el animal capaz de producir instrumentos de trabajo. A pesar de que la Lógica formal tiene en cuenta solo la extensión de los pensamientos al determinar su identidad, y hace abstracción de las propiedades gracias a las cuales se pone de manifiesto que las extensiones son iguales, en ciertos casos la ley indica no resulta aplicable (cuando esto ocurre no podemos decir acerca del pensamiento expresado que es igual así mismo). Se produce este caso cuando el objeto del pensamiento se transforma de tal manera que sus cambios afectan no sólo a sus propiedades sino también a su extensión. Supongamos que el presidente de una asamblea pone a votación una propuesta y al ver que nadie vota “en contra” y que nadie se abstiene de votar, expresa dos veces el pensamiento de que todos los presentes están de acuerdo con la moción dada. Supongamos que lo expresa por primera vez cuando se ha verificado de votación, y por segunda vez pasado cierto tiempo. El pensamiento expresado por el presidente en dos momentos distintos puede no resultar idéntico a sí mismo, si entre esos dos momentos alguno de los asistentes ha dejado de estar de acuerdo con la moción votada. Al analizar pensamientos expresados en momentos distintos, sólo podremos hablar de su identidad (es decir: que resultará de ellos una verdad si se sustituyen en la fórmula “A es A”), en caso de que, entre tanto, no haya cambiado su extensión. A menudo, con el tiempo, su extensión cambia, y entonces no es posible identificar pensamientos relativos a unas u otras clases de objetos, expresados en momentos distintos. En el proceso del desarrollo histórico, nuestros conceptos se transforman y evolucionan no sólo porque penetramos con mayor profundidad en la naturaleza de una misma clase de objetos, sino porque se modifican los propios objetos que se estudian y aparecen objetos nuevos pertenecientes a la misma clase. Por esto no podemos identificar el pensamiento “país que construye el socialismo”, expresado supongamos, en 1930, con el mismo pensamiento expresado en 1956, puesto que su extensión se ha modificado. En 1930 el único país que construía el socialismo era la U.R.S.S. en 1956 lo construyen varios. Vemos, por tanto, que la ley de identidad es válida sólo dentro de determinados límites. La ley de identidad puede formularse brevemente como sigue: los pensamientos son idénticos entre sí, si poseen la misma extensión; todo pensamiento enunciado es idéntico a sí mismo si su extensión permanece invariable.

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A veces identificamos impropiamente pensamientos porque nuestros conceptos no son precisos, no están definidos. De ahí que sea absolutamente necesario cuidar de la exactitud y de la de limitación de los conceptos que utilicemos. Sirve de ejemplo el error que se comete por infracción de la ley de identidad, el de “introducción de un cuarto término”. Para evitar errores de este género es necesario precisar siempre con exactitud la extensión de los conceptos, sobre todo cuando nos ocupamos de conceptos complejos. Y para precisar la extensión de los conceptos tenemos que analizar su contenido. Ley de contradicción La ley de contradicción dice: dos juicios, en uno de los cuales se afirma algo acerca del objeto del pensamiento (“A es B”) mientras que en el otro se niega lo mismo acerca del mismo objeto del pensamiento (“A no es B”), no pueden ser a la vez verdaderos (siempre y cuando el carácter B se afirme o niegue acerca del objeto del pensamiento A, considerado en un mismo tiempo y en una misma relación). Examinemos los siguientes pares de juicios: “Este río es un afluente del Volga” y “este río no es un afluente del Volga”. “Ningún virus filtrable posee estructura celular” y “todos los virus filtrables poseen estructura celular”

“Todos los pájaros son animales vertebrados” y “algunos pájaros no son animales vertebrados”.



“Ningún metal es líquido” y “algunos metales son líquidos”.

“Si se somete el hierro al calor, su volumen aumenta” y “han sometido el hierro al calor, pero no ha aumentado de volumen”. En cada uno de estos grupos bimembres, lo que se afirma en un juicio se niega en otro, y por esto los dos juicios no pueden ser verdaderos al mismo tiempo. Esto es aplicable por igual a los dos primeros grupos de juicios y a los tres últimos. En el primer juicio del tercer grupo se afirma que la propiedad de “ser vertebrado” es propia de todos los pájaros, y en el segundo se niega. Lo mismo ocurre con el cuarto grupo de juicios. En el primer juicio del quinto grupo se afirma que de un antecedente dado se sigue un determinado consiguiente, y en el segundo se niega lo mismo. Si dos juicios tienen determinada formas lógicas y sabemos que un mismo carácter P se afirma y se niega acerca del objeto del pensamiento en el mismo sentido y en relación con un mismo tiempo, no pueden ser a la vez verdaderos cualquiera que sea su contenido concreto. Pueden servir de ejemplo de tales formas lógicas los que a continuación se indican: “Este S es P” y “Este S no es P”. “Ningún S es P” y “Todos los S son P”. “Todos los S son P” y “Algunos S no son P”. “Ningún S es P” y “Algunos S son P”. “Si S1 es P1, S2 es P2” y “S1 es P1, pero S2 no es P2”. 46

Pueden hallarse muchas formas semejantes en relación con los juicios compuestos. Aquí nos limitaremos a examinar las del juicio condicional.

Las leyes fundamentales de la lógica.

Cuando los juicios se dan en un contexto, es decir en relación con otros juicios, para resolver el problema de si se contradicen entre sí, no basta, por lo común, el análisis de sus formas. Al observar, por ejemplo, que los juicios tienen las formas: “Este S es P” y este “S no es P”, no es posible decidir aún si se contradicen entre sí y que no pueden ser verdaderos al mismo tiempo. En tal caso, los meros recursos de la Lógica formal resultan insuficientes. No podemos limitarnos al simple análisis de la forma, sino que debemos recurrir al examen del contenido concreto de los juicios en cuestión. El juicio “este hombre es futbolista” y “este hombre no es futbolista” pueden ser al mismo tiempo verdaderos si en el primer caso nos referimos a una época (cuando dejó de jugar fútbol). Así mismo, los juicios “A es capaz” y “A no es capaz” pueden ser al mismo tiempo verdaderos, dado que, el primero puede referirse a la capacidad de A para el estudio de las ciencias y el segundo a su falta de capacidad para el cultivo del arte. La ley de contradicción es de gran importancia para pensar correctamente. En los razonamientos deductivos, dicha ley permite fundamentar la existencia de necesidad lógica en la inferencia de la conclusión. Por ejemplo, cuando se trata de objetos que existen en la realidad de la veracidad de un juicio afirmativo universal, siempre se pueden deducir (como se aplicaba) la veracidad de un juicio particular afirmativo. Así, tenemos que si es verdad que “todos los estudiantes son escolares” lo será también que “algunos estudiantes son escolares”. Demostremos que la conclusión se sigue de las premisas con necesidad lógica. Demostremos partiendo del contario. Supongamos que no se da la necesidad lógica, es decir, que podemos obtener como conclusión un juicio contradictorio al inferido anteriormente. Es decir: “ningún estudiante es escolar”. Ahora bien, es imposible obtener esta conclusión de una premisa verdadera que tenga por forma “todos los S son P” y “ningún S es P”. Si un juicio de forma “todos los S son P” es verdadero, no puede serlo “ningún S es P”. Será, por consiguiente, verdadera su negación: “algunos S son P” (“algunos estudiantes son escolares”). Esto significa que el juicio “algunos estudiantes son escolares” se sigue necesariamente del juicio “todos los estudiantes son escolares”. Hacemos uso de la ley de contradicción, no sólo en las demostraciones, sino también en las refutaciones. Para refutar una tesis se demuestra otra, incompatible con la primera. Ambas no pueden ser verdaderas al mismo tiempo (han de subordinarse a la ley de contradicción). Y si la segunda tesis ha sido demostrada y es verdadera, no puede serlo la primera (por la ley de contradicción). Para que nuestros pensamientos no sean contradictorios es necesario observar la ley de contradicción. V. I. Lenin indicó que dado por supuesto que el pensamiento lógico es correcto, “no ha de haber contradicción lógica ni en el análisis económico ni en el político”. No ha de haber contradicción formal en ningún razonamiento ni en ningún sistema científico. Estas contradicciones destruyen el sistema. Si en alguna disciplina matemática arquitecturada deductivamente se encuentra una contradicción formal, su sistema deja de existir como rigurosamente

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científico. Resultará posible deducir de él cualquier juicio, falso o verdadero. Esto explica que uno de los problemas capitales de las teorías deductivas estribe en fundamentar la ausencia en ellas de notas contradictorias. En la lógica matemática se han concebido métodos para demostrar que los sistemas deductivos se hallan exentos de contradicciones. La ley de contradicción se expresa habitualmente mediante la fórmula A y -A, en la que A denota un juicio cualquiera; A, un juicio que niega al anterior, y el trazo largo sobre toda la expresión, la negación del juicio compuesto “A y -A”. La fórmula se leerá, pues, como sigue: el juicio A y su negación no pueden ser verdaderos al mismo tiempo. Si en dicha fórmula A se sustituye por un juicio de contenido concreto, cualquiera que sea, tanto si es verdadero como si es falso, obtendremos necesariamente un juicio compuesto verdadero. Sustituyamos A por el juicio verdadero “el Oká es afluente del Volga”. Como consecuencia de dicha sustitución, tendremos el juicio compuesto verdadero “no pueden ser verdaderos al mismo tiempo el juicio “el Oká es afluente del Volga” y el juicio que lo niega “el Oká no es afluente del Volga”. Pongamos ahora en lugar de A el juicio falso “todos los metales son duros”. La fórmula nos dará, en consecuencia, el juicio compuesto verdadero “No pueden ser verdaderos al mismo tiempo el juicio “todos los metales son duros” y el que lo niega, “algunos metales no son duros”. La ley de contradicción constituye un reflejo en nuestra mente de determinados aspectos de la realidad; refleja el hecho de que una u otra cosa o su propiedad no pueden, al mismo tiempo, ser y no ser, existir y no existir, cuando al examinar las cosas, hacemos abstracción de sus cambios, de su desarrollo. Ley de tercero excluido La ley de tercero excluido se formula de la siguiente manera: de dos juicios que se niegan, uno es necesariamente verdadero. Así, en los siguientes grupos bimembres de juicios, uno de éstos es necesariamente verdadero: “Este hombre es profesor de Lógica” y “este hombre no es profesor de Lógica”. “Todos los pintores fueron arquitectos” y “algunos pintores no fueron arquitectos”. “Ningún planeta tiene atmósfera” y “algunos planetas tiene atmósfera”. “Si un número es divisible por 10, también lo es por 5” y “un número es divisible por 10, pero no es por 5”.

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En relación con cualquier juicio compuesto, es posible formar otro que lo niegue, y uno de ellos habrá de ser necesariamente, verdadero. Si cada uno de dos juicios tiene formas lógicas determinadas, uno de ellos será necesariamente verdadero cualquiera que sea su contenido concreto. Se da por supuesto que uno de los juicios niega al juicio dado, referido a un determinado lugar y tiempo. Pueden servir de ejemplos de dichas formas: “Este S es P” y “Este S no es P”.

Las leyes fundamentales de la lógica.

“Todos los S son P” y “Algunos S no son P”. “Ningún S es P” y “Algunos S son P”. “Si S1 es P1, S2 es P2” y “S1 es P1 pero S2 no es P2”. Los pares de juicios de la forma lógica dada se subordinan a la ley de tercero excluido. Cotejando las tablas de las formas de los juicios, compuestas para la ley de la contradicción y para la ley de tercero excluido, vemos que existen juicios que se subordinan a la ley de contradicción: pero que no se subordinan a la de tercero excluido. Todos los juicios, en cambio, subordinados a la ley de tercero excluido se subordinan, también a la ley de contradicción. Así, los juicios que tiene las formas lógicas “ningún S es P” y “todos los S son P” están sujetos a la ley de contradicción (no pueden ser verdaderos al mismo tiempo); pero no lo están a la ley de tercero excluido: no es necesario que uno de ellos sea verdadero (ambos pueden ser falsos, por ejemplo: “todos los planetas tienen satélites” y “ningún planeta tiene satélite”. La ley de tercero excluido es de gran importancia para el pensar. Sirve de base de muchos razonamientos y en la de la demostración del contrario (demostraciones indirectas). En toda demostración indirecta, al aceptar como verdad una proposición contradictoria respecto a la tesis que se demuestra, entramos en contradicción con juicios cuya veracidad ha sido averiguada. Al averiguar la falsedad de la proposición que contradice a la tesis, inferimos la veracidad de la tesis demostrada, valiéndose de la ley de tercero excluido. La ley de tercero excluido y la de contradicciones son la base de la negación. Se entiende por negación una operación gracias a la cual, cambiando de determinada manera tan sólo la forma de un juicio de partida verdadero, se obtiene un juicio falso; al contrario: cambiando de determinada manera únicamente la forma de un juicio de partida falso, se sigue un juicio verdadero. Si el juicio verdadero tiene la forma “todos los S son P”, su negación (juicio falso), tiene la forma “algunos S no son P”. Si el juicio verdadero es de forma “Si S1 es P1, S2 es P2” su negación (juicio falso) es “S1 es P1, pero S2 no es P2” (negando, por ejemplo, el juicio verdadero “si se calienta el aire, la columna de mercurio del termómetro sube”, obtenemos el juicio falso “se ha calentado el aire; pero la columna de mercurio del termómetro no ha subido”). En este caso nos apoyamos en la ley de tercero excluido. Si las formas de los juicios se niegan mutuamente, uno de ellos (por la ley de tercero excluido). Si las formas de los juicios se niegan mutuamente, uno de ellos (por la ley de tercero excluido) será verdadero. Ahora bien: ya hemos aclarado que es posible aplicar la ley de contradicción a los grupos bimembres de juicios a los que pueden aplicar la ley de tercero excluido. Y la ley de contradicción nos dice que tales juicios no pueden ser verdaderos al mismo tiempo. Por tanto, si uno de dichos juicios es verdadero, el otro será falso. A veces, la ley de tercero excluido se formula de la siguiente manera: de dos juicios que se niegan entre sí, uno es necesariamente verdadero, y el otro es falso; no hay tercero. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que esto unifica la ley de contradicción y la ley de tercero excluido, por lo que no es exacta. La fórmula de la ley de tercero excluido en su contenido exacto, es: “A o -A”, significando A un juicio cualquiera y -A su negación; la conjunción “o” tiene en este caso sentido no disyuntivo. Dicha fórmula puede leerse de la manera siguiente: de dos juicios –A y su negación (-A)— no es necesariamente verdadero. Nada dice la fórmula acerca de cómo es el segundo juicio, verdadero o falso (puede ser lo uno y lo otro). Uno de los juicios es necesariamente falso si sabemos que los juicios A y su negación (-A) no puede ser verdaderos al mismo tiempo, es decir, si sabemos que a los juicios A y A puede aplicarse la ley de contradicción.

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Primera Parte: Lógica Formal

La fórmula “A o A” dará siempre un juicio compuesto verdadero si sustituimos A por un juicio de contenido concreto, cualquiera que sea (tanto verdadero como falso). Sustituyamos A por el juicio verdadero “todos los líquidos son elásticos”. Como resultado de la sustitución, obtendremos el juicio compuesto verdadero: “de los dos juicios, “todos los líquidos son elásticos” y del que lo niega, “algunos líquidos no son elásticos”, uno es verdadero” Sustituyamos ahora A por el juicio falso “todos los vegetales tienen coloración verde”. Como resultado de tal sustitución. Obtendremos así mismo un juicio compuesto verdadero, a saber “de los dos juicios “todos los vegetales tienen coloración verde” y del que lo niega “algunos vegetales no tienen coloración verde” uno es verdadero”. La ley de tercero excluido constituye un reflejo en el pensar humano del simple hecho de que una cosa o su propiedad, cuando hacemos abstracción de su desarrollo, de su transformación, existe o no existe, es o no es. Ley de razón suficiente

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La ley razón suficiente se formula así: Para considerar que una proposición es completamente cierta, ha de ser demostrada, es decir, han de conocerse suficientes fundamentos en virtud de los cuales dicha proposición se tiene por verdadera. Supongamos que un niño, al oír un relato de su maestro, encuentra que le son desconocidas varias proposiciones. Se entera, por ejemplo, de que los antiguos egipcios sabían construir instrumentos de música excelente; de que ciertas ondas ultrasónicas matan a los organismos vivos más simples; de que si se produce un terremoto en el Asia Central las ondas a que da origen llegan a Moscú a los pocos minutos. El niño tiene derecho a dudar de la veracidad de estas proposiciones mientras no sean demostradas, explicadas y fundamentadas. Tan pronto como se hayan demostrado, no bien hayan sido aducidas suficientes razones que confirmen su veracidad, no es posible dudar por más tiempo. Toda proposición demostrada es infaliblemente verdadera. En la ciencia y en la actividad cotidiana no es posible aceptar nada como artículo de fe (como exige, por ejemplo, la religión), sino que es necesario demostrarlo y fundamentarlo todo. Aunque el proceso de la demostración de unas u otras proposiciones no recurrimos a su comprobación práctica, es necesario apoyarse en verdades comprobadas en la práctica o que, a su vez, se demuestran por otras verdades directamente comprobadas. Esto significa que, el fundamentar la veracidad de unas proposiciones u otras, nos apoyamos, en último término, en la práctica. En la ciencia pueden existir proposiciones verdaderas (en calidad de hipótesis) cuya demostración todavía no se ha obtenido (en matemáticas, por ejemplo, frecuentemente se formulan teoremas que solo llegar a demostrarse transcurridos muchos años). La ley de razón suficiente constituye un reflejo de la interrelación existente entre los objetos y los fenómenos del mundo circulante. En la realidad unos y otros se hallan relacionados de tal manera que, a menudo, el conocimiento de uno de ellos puede servir de fundamento para el conocimiento de otro. Por ejemplo, el saber que de un lugar sale humo nos permite afirmar que en dicho lugar existe o ha habido un proceso de combustión. De ahí que al fundamentar la veracidad de una y otra proposición por medio de otras proposiciones, nos apoyamos en las relaciones necesarias de los propios objetos que en ellas se reflejan. Al comienzo de este capítulo se indicó que las leyes fundamentales de la Lógica poseen una esfera de aplicación extraordinariamente amplia. En efecto, cualquiera que sea el pensamiento que utilicemos en el proceso de razonamiento (por ejemplo, un juicio, un concepto, etc.), ha de conservar su identidad durante todo el proceso de dicho razonamiento (ley de identidad). Podemos formular un

Las leyes fundamentales de la lógica.

juicio que niegue a otro, cualquiera que sea; se aplicarán en este caso, la ley de contradicción y la ley de tercero, excluido. Todo juicio utilizado en la demostración ha de ser demostrado, fundamentado, y no puede ser aceptado por un acto de fe (ley de razón suficiente). La observancia de estas leyes constituye una condición necesaria de la exactitud y de la claridad del pensamiento, así como de su rigor lógico y de su carácter demostrable.

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4 EL CONCEPTO Ortiz Amiel, Rodolfo

EL CONCEPTO Ortiz Amiel, Rodolfo,

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EL CONCEPTO Ortiz Amiel, Rodolfo Concepto es la síntesis mental de las características esenciales de una clase de objetos. Entendemos por clase, un conjunto cuyos elementos tienen, por lo menos una propiedad o característica común, por ejemplo, la clase de las ciencias, la clase de los hombres, la clase de las relaciones d producción etc. Pudiera ocurrir que una clase estuviera constituida por un solo elemento en cuyo caso recibe el nombre de clase singular, por ejemplo, la clase cuyo único elemento es la ciudad de Guatemala, o la que tiene como elemento a Miguel Ángel Asturias, o la que sólo tiene al Volcán de Pacaya, etc. El concepto puede referirse a cualquier clase de objetos: cosas concretas, números, pensamientos, relaciones sociales… Y aun podría darse el caso de que se refiriera a entidades imaginarias. En este caso, el concepto sintetiza características de diferentes objetos, pero ya no se refiere a ninguna entidad existente; por ejemplo, el concepto de sirena sintetiza características de mujer y de pez, pero ya no corresponde a ningún ser realmente existente. La clase a que se refieren los conceptos imaginarios, no tienen ningún elemento y recibo por esto el nombre de clase vacía o clase nula. Ejemplos de clase vacía son los seres fantásticos creados por la fantasía, como los dragones o los centauros, pero también pudieran ser objetos cuyas características son posibles porque en realidad ninguno de ellos existo: supongamos una clase constituida por todos los alumnos de económicas que simultáneamente estudian ingeniería; si en la realidad no hay ningún estudiante que reúna estas características, esta sería una clase vacía. En un sentido amplio, el concepto puede referirse también cualidades, acciones relaciones como el concepto de lo grande, de lo dulce, de pensar de actuar y lo designado por expresiones como “porque”, “aunque”, “todos”, “y”, etc. Las expresiones que sirven para formular los conceptos y que son el nombre de la clase correspondiente, reciben el nombre de “términos”. De tal manera que son términos, todas las expresiones que hasta aquí hemos, usado para ejemplificar conceptos y clases. Serian términos también, en cuanto se refieren a conceptos y clases, los siguientes: mercancía, clase social, filosofía investigación científica, burguesía, modo capitalista de producción etc. Características esenciales son las propiedades que los objetos deben necesariamente poseer para ser considerados como pertenecientes a una clase, es decir, las notas distintivas que hacen que un objeto sea lo que es. Por ejemplo, para que algo sea considerado como un cuadrado, es indispensable que sea un paralelogramo rectángulo y que tengo sus cuatro lados iguales. Cada una de estas propiedades será, por lo tanto, una característica esencial. Otro Ejemplo: la capacidad de satisfacer una necesidad y la capacidad de poderse cambiar por otras cosas son características esenciales de la mercancía. Características accidentales son las propiedades que poseen los objetos, pero que no son necesarias para pertenecer a su clase y corresponder a un concepto. En los ejemplos dados anteriormente, no sería forzoso que los lados del cuadrado tuvieran una longitud determinada o que la mercancía fuera un producto agrícola o industrial; estas serían, entonces, características accidentales. Comprensión es el conjunto de las características esenciales que están contenidas en el concepto y que corresponden a las propiedades de los elementos de una clase que son necesarias para que

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Primera Parte: Lógica Formal

pertenezcan a ella. A la comprensión también suele llamársele contenido o intensión del concepto. Extensión de un concepto es el conjunto de objetos a los cuales se refiere dicho concepto, es decir son los elementos de la clase correspondientes. Según esto hay conceptos que tienen una extensión infinita, otros la tienen finita; hay conceptos cuya extensión comprende un solo elemento y conceptos cuya extensión es nula (en el caso de la clase vacía). Relación recíproca entre la comprensión y a extensión. La extensión y la comprensión se encuentran en una relación inversa, esto es, que cuando la comprensión aumenta la extensión disminuye y cuando la comprensión disminuye la extensión aumenta. Veamos por ejemplo la siguiente serie de conceptos:

Ciencia, ciencia formal, matemática, matemática elemental, aritmética.

En este caso la comprensión va aumentando al pasar de un concepto a otro de la serie, porque cada uno tiene las características del anterior, más otras que le son propias. Sin embargo, la extensión se va limitando porque indudablemente son menos las ciencias formales que las ciencias en general, así como son menos las matemáticas que las ciencias formales y son menos las matemáticas elementales que las matemáticas en general, y por último, es menos extensa la aritmética que las matemáticas elementales. Clasificación de los conceptos. Una de las clasificaciones de los conceptos es la que se hace de acuerdo con su extensión, así; Singulares o individuales: cuando se refieren a una clase singular es decir que poseen un solo elemento, como Martín Lutero o la Catedral de Nuestra Señora de Paris. Generales: cuando la clase a que se refieren poseen más de un elemento, es decir que la extensión del concepto está constituida por varios objetos, ya sean pocos o muchos, finitos o infinitos. Por ejemplo: átomo, ley jurídica, estudiante-trabajadora, etc. En muchos casos, los conceptos generales tienen una relación de contención de unos en otros. Decimos entones que el de mayor extensión es genérico respecto al de extensión menor y que este es especifico respecto al primero. O sea que entre ellos hay una relación de género a especie. Esta relación es relativa, porque un mismo concepto puede ser genérico respecto a otro de menor extensión, pero a la vez puede ser específico respecto a otro de mayor extensión. Por ejemplo: estudiante de Económicas, es genérico, respecto a estudiante de Económicas de primer ingreso, pero es específico respecto a estudiante universitario. Cuando la extensión de un concepto está contenida en la extensión de otro concepto, entonces la comprensión del concepto de mayor extensión de árbol está contenida en la extensión de planta, entonces todas las características esenciales de las plantas, deben estar contenidas en la comprensión de árbol.

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El concepto.

EJERCICIOS: a)

Indicar una característica esencial y una accidental de cada uno de los siguientes conceptos:

1. Universidad 6. Herramientas 11. Madre 2. Pez 7. Ley científica 12. Circulo 3. Ciencia 8. Agua 13. Río 4. Fuerza de trabajo 9. Verde 14. Materialismo 5. Filosofía 10. Átomo 15. Tristeza b) A continuación, se dan cinco conceptos y para cada uno de ellos, una lista de propiedades de los objetos correspondientes. Cuando la característica sea esencial escriba una E y cuando sea accidental escriba una A dentro del paréntesis correspondiente. 1. Hombre

Ser de raza blanca (

) Ser capaz de producir instrumentos (

2. Molécula

Estar compuesta por átomos (

) Ser mamífero (

)

) tener 2 átomos ( ) Poseer extensión ( )

3.

Isla

4.

Categoría filosófica

5.

Idealismo subjetivo

c)

Indicar la comprensión de los siguientes conceptos: (para hacer en casa y revisar en clase)

Porción de tierra ( Ser un concepto (

) Estar en medio del mar (

) Estar rodeada de agua (

)

) Tener la mayor generalidad ( ) Reflejar una forma de existencia (

)

Corriente filosófica ( ) Formulado por Berkeley ( ) Reduce las cosas a complejos de sensaciones (

)

1) Materia Prima; 2) Trabajador directo; 3) Consumo; 4) Estructura económica; 5) Producto (desde el punto de vista económico). d)

Ordenar los siguientes conceptos de manera que vaya aumentado la extensión:

1. 2. 3. 4. 5.

Medida, coñac, líquido, licor Instrumento, instrumento musical, violín, instrumento de cuerdas. Americano, escuintleco, centroamericano, guatemalteco. Ser humano, físico intelectual, científico. Animal, ave, vertebrado, águila.

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Primera Parte: Lógica Formal

e)

Colocar los siguientes conceptos en orden de comprensión creciente:

1. 2. 3. 4. 5.

Animal pequeño, animal, mosca, insecto. Filosofía, teoría, idealismo subjetivo, idealismo. Europeo, español, hombre, madrileño. Fenómeno psíquico, amor profundo, pasión, amor Trabajador, persona, carpintero, obrero.

f) Indicar si los siguientes conceptos son singulares o generales. En estos últimos indicar respecto a que son genéricos y respecto a que son específicos. 1. Profesional universitario 2. Antigua Guatemala 3. Mueble 4. Obrero 5. Calzada “Raúl Aguilar Batres” 6. Periódico 7. Río Usumacinta 8. Niño 9. Satélite 10. Novela

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5 LA DEFINICIÓN D.P. Gorski y P.V. Tavants et al

D.P. Gorski, P.V. Tavants et al Lógica, Capítulo México, D. F. Ed. Grijalbo, 1968 pp. 68 a 77

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LA DEFINICIÓN D.P. Gorski, P.V. Tavants et al. La definición es una de las operaciones lógicas de mayor importancia, a la que se recurre constantemente tanto en la ciencia como en la vida ordinaria. Por medio de esta operación lógica, indicamos cual es la esencia de los objetos definidos y los distinguidos de tos los que se les parecen. Así tenemos que al definir el lenguaje como medio gracias al cual los individuos se comunican entre sí, intercambian sus pensamientos y llegan a conocerse recíprocamente, concretamos la esencia del lenguaje como fenómeno social y lo diferenciamos a la vez de todos los demás fenómenos sociales. Podemos decir que la definición es una operación lógica por medio de la cual concretamos los rasgos esenciales del objeto definido y al mismo tiempo lo diferenciamos de todos los objetos que le son parecidos. Al abarcar en la definición los rasgos esenciales de un objeto fijamos también el contenido del concepto correspondiente. Obsérvese que pueden ser objeto de definición tanto las cosas materiales y los fenómenos del mundo circundante como el reflejo de dichas cosas en la mente del individuo (por ejemplo, el reflejo diverso de la realidad en forma de conceptos, juicios, etc.), y también los signos que enuncian nuestros pensamientos o que representan los objetos del mundo material (frases, letras, etc.). La definición “el oxígeno es un elemento cuyo peso atómico es igual a 16”, se refiere a un objeto material (un determinado gas), el cual, a diferencia de todos los elementos existentes, tiene un peso atómico igual a 16. En cambio en la definición “concepto singular es aquel cuya extensión representa una clase que consta de un solo objeto” se refiere, no a un objeto material, sino a una especie de conceptos. La definición “letra es un signo escrito que sirve para representar determinado sonido del lenguaje se refiere a un signo que denota un objeto material (sonido del lenguaje) En cada definición científica se resuelven do problema: a) se fijan los rasgos esenciales – o esencia- del objeto definido; b) se diferencia el objeto definido de los objetos que le son semejantes. Las definiciones que no tienen un sentido rigurosamente científico se utilizan a cada paso en relación con los objetos individuales, a fin de diferenciarlos de otros objetos. Así ocurre que se indican los rasgos específicos de una persona a la que hay que buscar entre grupo de ellas (en una reunión, en una velada, en una sala de lectura, etc.) En estos casos suelen darse los rasgos que permiten diferencia a dicho individuo entre los demás. A veces, basta señalar para ello un rasgo si se sabe que en el grupo de personas nadie más lo posee. Si se sabe que tal rasgo lo poseen varios individuos, se indican otras señales, otros caracteres, que, tomados en conjunto, pertenezcan solo a la persona buscada. A veces, utilizamos también esta clase de definiciones en la ciencia como procedimiento auxiliar que nos permite separar primero el objeto de otros objetos, a fin de descubrir algo, en el proceso de estudio, sus rasgos esenciales.

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Primera Parte: Lógica Formal

En botánica y en zoología se da a menudo una descripción inicial (Definición) de las plantas y de los animales recién descubiertos, a fin de diferenciales de otras plantas y animales y más tarde se pasa a su estudio circunstanciado para descubrir sus rasgos esenciales. Solo como resultado de un estudio semejante, puede el investigador formular una definición científica en el sentido estricto de la palabra; es decir, solo entonces la definición resolverá los dos problemas indicados más arriba. Examinemos ahora con más detalle los problemas que se resuelven en el transcurso de la definición. 1. Diferenciación del objeto definido con respecto a otros objetos Empecemos por un ejemplo concreto. Supongamos que se trata de definir el cuadrado. El cuadrado posee los siguientes caracteres “figura geométrica plana”, “figura de cuatro ángulos”, “figura de cuatro lados” “lados iguales y ángulos rectos”, “diagonales iguales, perpendiculares entre si, que se dividen en dos partes iguales en el punto de su intersección” “lados paralelos dos a dos”, etc. Es evidente que algunos de los caracteres enumerados no son exclusivos del cuadrado, sino que se dan también en otras figuras geométricas planas (por ejemplo, los caracteres, “figura geométrica plana”, “figura de cuatro ángulos, “figura de cuatro lados”, etc.) Algunos caracteres, sin embargo, son propios exclusivamente del cuadrado. Tales son, por ejemplo “lados iguales y ángulos rectos” “diagonales iguales y perpendiculares entre sí que se dividen en dos partes iguales en el punto de su intercesión”. Una de estas dos últimas características nos permite distinguir el cuadrado de todos los demás cuadriláteros planos. Y si sabemos que el cuadrado es asimismo una figura plana cuadrangular, podremos diferenciarlo de todos los demás objetos que existen en la realidad. Pero ni en la vida práctica ni en la investigación científica nos planteamos el problema especial de diferencias un objeto de aquellos con los cuales resulta imposible confundirlo. En ninguna circunstancia se correrá el peligro de confundir el cuadrado con un tranvía, con el mar, etc. En cambio, puede sernos necesario – y a menudo lo es – diferencias una figura geométrica, una ciencia, un elemento químico, etc. De otra figura geométrica, de otra ciencia, de otro elemento químico, etc. De ahí que, al definir un objeto, cualquiera que sea necesitamos por una parte indicar el carácter (o conjunto de caracteres) que nos permite diferenciarlo de toso los objetos que le son parecidos y por otra, indicar el conjunto de objetos con respecto a los cuales tiene sentido diferencia el objeto dado. Las definiciones en las que se indica el conjunto de objetos de entre los que es preciso diferencias el objeto definido y el carácter gracias al cual se distingue el objeto definido de los que se le parecen, se denominan definiciones mediante el género y la diferencia especifica. He aquí un ejemplo de este tipo de definición: “El cuadrado es un paralelogramo que tiene los lados iguales y los ángulos rectos”.

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Con esta definición diferenciamos los cuadrados de todas las otras especies de paralelogramos (genero) mediante una propiedad que pertenece solo al cuadrado y no a las otras especies de paralelogramos. En el proceso de la investigación, puede sernos necesario distinguir el cuadrado de todos los demás cuadriláteros. En este caso, el género de la definición, será no paralelogramo, sino cuadrilátero, y la definición del cuadrado será: El cuadrado es un cuadrilátero” y la definición del cuadrado será: “El cuadrado es un cuadrilátero cuyas diagonales son iguales, perpendiculares entre si y se dividen en dos partes iguales por el punto de su intersección”.

La definición.

A menudo, en la diferenciación especifica no entra solamente un carácter, sino varios. Se debe ello a que con frecuencia resulta imposible designar un carácter que por sí solo diferencie el objeto definido de todos los demás objetos y ponga de manifiesto su esencia. De ahí la necesidad de designar varios caracteres. Puede servirnos como ejemplo de este tipo de definiciones, a la siguiente: “Se denominan clases, amplios grupos de personas que se distinguen por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por sus vínculos (en su mayor parte, fijados y regulados por leyes con los medios de producción por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo, y consiguientemente por la forma medida en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen. Las clases son grupos de personas, de los cuales puede apropiarse el trabajo del otro gracias al distinto lugar que ocupan en un determinado régimen económico social”. Es costumbre considerar aparte en la lógica, una variedad de definición genética (de la palabra griega “génesis” que significa “origen”) En las definiciones genéticas se indica el procedimiento de formación u origen del objeto definido, propio y exclusivo del objeto dado. Este procedimiento de formación es lo que constituye la diferencia específica del objeto. Las definiciones de este tipo son corrientes en matemáticas. Por ejemplo “la circunferencia es una línea curva cerrada, formada en un plano por el movimiento del punto B del segmento de la recta AB alrededor del punto fijo A”. Es necesario señalara aun otra variedad de definición. Extraordinariamente difundida, que se obtiene indicando el nombre especifico del objeto. Así, asignando nombres propios a las personas a las ciudades, a los libros, etc. Nos resulta posible diferenciarlos entre sí. Claro es que, definiendo los objetos de esta manera, no ponemos de manifiesto sus rasgos esenciales, por lo que las definiciones de este tipo no son definiciones en un sentido rigurosamente científico. 2. Explicación de la esencia del objeto definido Supongamos que tenemos estas dos definiciones:

1. “El hombre es un animal capaz de producir instrumentos de trabajo” 2. “El hombre es un animal racional”

Desde el punto de vista de la diferenciación del hombre con respecto a los animales esas definiciones son idénticas, pues una y otra permiten distinguir al hombre de todos los demás animales. Sin embargo, desde el punto de vista del otro problema que la definición resuelve, la segunda definición es inadmisible. La solución de este segundo problema requiere que se halle una diferencia específica de tal naturaleza que ponga de manifiesto y fije en grado máximo los rasgos más característicos y esenciales del objeto. Para el hombre como animal social un carácter de este rango es la capacidad de producto instrumentos de trabajo. Fue Precisamente gracias al trabajo como el hombre se diferenció del reino animal. La actividad de trabajo del hombre hizo que aparecieran en él las cualidades que solo el posee (el lenguaje articulado, el alto desarrollo de los órganos de los sentidos, intelecto, etc.). De ahí que la definición verdaderamente científica sea la primera. De las definiciones científicas se exige que pongan de manifiesto en grado máximo el contenido del concepto correspondiente al objeto definido. Esto solo se logra si la definición abarca los caracteres

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del objeto que son exponentes de su esencia. Por medio de su esencia, de sus caracteres más esenciales, es como quedan determinados todos los demás caracteres del objeto. 3. Errores de la definición. Reglas de la definición Si cumplen los dos requisitos de la definición arriba mencionado, esta será correcta. Los errores se producen cuando deja de cumplirse, aunque solo sea uno de los requisitos indicados. Antes de pasar al análisis de los posibles errores de la definición observemos que el concepto que corresponde al objeto definido se llama en Lógica, concepto determinado o definiendum. El que nos sirve para poner de manifiesto el contenido del objeto definido, es concepto determinante o definiens. Errores de la definición al diferenciar el objeto definido de todo los demás objetos El primer requisito de la definición estriba en diferencia, de entre todos los objetos, el objeto definido. Si este requisito se cumple, la extensión del concepto “cuadrado” coincide con la del concepto, “rectángulo de lados iguales”. Así, en la definición: “el cuadrado es un rectángulo de lados iguales”, la extensión del concepto “cuadrado, coincide con la del concepto “rectángulo de lados iguales. Si no se cumple con este requisito, pueden cometerse dos errores: 1). La extensión del concepto determinante puede ser mayor que la del concepto determinado. En este caso el concepto determinado se relaciona con el determinante como la especie al género. Examinemos la definición: “el diámetro es una recta que une dos puntos de la circunferencia”. En este caso, la extensión del concepto “diámetro” constituye una parte de la extensión del concepto “recta que une dos puntos de la circunferencia” (en la extensión del concepto determinante no entran solo todos los diámetros, sino también las cuerdas). El error cometido en este caso se explica por el hecho de que el carácter “que une dos puntos de la circunferencia” no es general, y, por ello, mediante dicho carácter no es posible diferenciar el diámetro de las demás cuerdas. Tal definición se denomina en lógica demasiado amplia. 2). La extensión del concepto determinante puede ser más reducida que la del determinado. En este caso, el concepto determinado se relaciona con el determinante como el género a la especie. He aquí un ejemplo de este tipo de definición: “la lente es un instrumento óptico limitado por dos superficies convexas”. En esta definición, el concepto “lente” se relaciona con el de “instrumento limitado por dos superficies convexas” En esta definición, el concepto “lente” se relaciona con el de “instrumento limitado por dos superficies convexas” como el género a la especie.

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Para ser distintivo, el carácter diferenciación especifica hade pertenecer a cada uno de los objetos del conjunto dado, y no ha de pertenecer a ningún otro objeto del mismo género. En nuestro ejemplo, en cambio, el carácter indicado pertenece solo a una parte de las lentes (ya que existen, por ejemplo, lentes bicóncavas) y no podemos, por consiguiente, mediante dicho carácter, distinguir todo el conjunto de lentes de los demás objetos, sino solo una parte (las lentes biconvexas). Tal definición se denomina demasiado estrecha.

La definición.



Errores de la definición al determinar la esencia del objeto definido.

1) Puede producirse en la definición un círculo vicioso. Este error presenta dos variantes:

a) El objeto se define por medio de un concepto que, a su vez solo resulta comprensible a través del concepto determinado.

Así, se define la rotación como movimiento alrededor de un eje obtenemos una definición viciosa, pues el eje se define, a su vez por medio de la rotación (eje es la recta alrededor de la cual se produce un movimiento de rotación).

b) El concepto determinado y el determinante resultan, en esencia, idénticos, aunque vengan expresados por palabras diferentes. Estas definiciones se llaman tautologías.

Pueden servir como ejemplo de definiciones tautológicas: “materialista es el hombre de concepciones materialistas”, “es cómico todo lo que es gracioso” (las palabras “cómico” y “gracioso” expresan un mismo concepto). Es evidente que si, al definir, incurrimos en un círculo vicioso, no explicamos la esencia del objeto definido, sino que nos limitamos a repetir en el concepto determinante lo que ya sabíamos acerca del objeto a determinar. 2) En vez de conceptos científicos, en calidad de concepto determinante se toma, a veces metáforas literarias o comparaciones alegóricas. Afirmaciones como “el violín es el rey de la orquesta”, “los niños son las flores de la vida”, “la repetición es la madre del saber”, no pueden considerarse definiciones porque no nos dan a conocer los rasgos esenciales de los objetos. Errores de la definición por no cumplir ninguno de los dos requisitos de la misma. Estos errores se cometen con frecuencia en las denominadas definiciones negativas, nombre que se da a aquellas en que entra un concepto negativo en calidad de diferencia especifica. Examinemos la definición: “el bejuco es una planta que no se encuentra en las zonas frías”. La esterilidad de esta definición se debe, ante todo, a que en ella no se diferencia, el bejuco de las demás plantas, pues no se señala el carácter propio y exclusivo de los bejucos. Se menciona solo una propiedad que no poseen; pero hay muchas otras plantas que tampoco la tienen. Por otra parte, tampoco se explica el contenido del concepto “bejuco”; en la diferenciación específica se indican caracteres que no pertenecen a los bejucos y no se señalan los que le son propios. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que en matemáticas y en algunas otras ciencias las definiciones negativas son a veces admisibles, lo que suele ocurrir cuando necesitamos delimitar conceptos sumamente amplios. Con frecuencia se encuentra, por ejemplo, la siguiente definición de líneas paralelas: líneas paralelas son aquellas que se hallan en un mismo plano y no se encuentran por más que se prolonguen en sus dos direcciones.

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Primera Parte: Lógica Formal

Hemos visto, pues los errores que se cometen cuando no se observan los requisitos a que ha de atenerse toda definición. Estos requisitos esenciales o reglas de la definición son los siguientes: 1. La definición ha de ser proporcionada, es decir, la extensión del concepto determinado ha de ser igual a la del determinante. 2. No ha e haber en la definición circulo vicioso. 3. La definición ha de ser precisa, clara; ha de estar exenta de ambigüedades: En calidad de conceptos determinantes hay que tomar no metáforas ni comparaciones alegóricas, sino conceptos rigurosamente delimitados por una u otra ciencia. 4. La definición no ha de ser negativa. (Sin embargo, como hemos visto, este requisito no siempre puede ser observado. Con respecto a el se toleran excepciones en determinados casos). 4). Definiciones no evidentes En la vida corriente y en la ciencia utilizamos muy a menudo las denominadas definiciones no evidentes. Su particularidad estriba en que el objeto se define, no por medio de sus propiedades diferenciales, sino por su relación con otros objetos. Por ejemplo, puede definirse al cero como un número que adicionado al número a da a (o-a=a). En este caso, el cero se define, se delimita de todos los demás números, registrando una determinada relación suya respecto al número a. Las ecuaciones matemáticas, las desigualdades, etc., constituyen definiciones no evidentes. Por ejemplo, en la ecuación x= x² -2, x se define como un número igual al cuadrado de sí mismo menos 2. Resolviendo esta ecuación no es difícil hallar cual es este número x, y así la definición no evidente se transformará en definición evidente. Utilizamos, asimismo, definiciones no evidentes cuando, por ejemplo, al leer un libro necesitamos determinar el significado de un término que nos es desconocido, lo que logramos analizando el contexto. Mediante dicho análisis establecemos diversos lazos y relaciones de significado entre el término desconocido y otras palabras cuyo sentido conocemos. Este caso es frecuente al traducir de un idioma extranjero al idioma propio. He aquí otro ejemplo de definición no evidente. Supongamos que hace falta hallar a alguien entre varios. Nos dicen que es el más alto de todos el más viejo, etc. Esto será también una definición no evidente, ya que en calidad de caracteres diferenciales no se nos dan propiedades especificas del individuo, sino una determinada relación de el con los demás individuos. Hay definiciones no evidentes rigurosamente científicas, y otras que sirven solo para diferenciar unos objetos de otros. Podemos, por ejemplo, describir a una persona que nos sea conocida, de la siguiente manera: “fue el primero que intervino en la reunión de ayer”, por medio de esta definición es posible distinguir a este individuo de todos los asistentes a la reunión, cualquiera que sea un hombre y solo uno puede intervenir el primero. 66

El primer requisito de la definición queda así cumplido: pero tal definición no es científica, pues no pone de manifiesto los rasgos esenciales del objeto definido.

La definición.

EJERCICIOS: a). Determine en las siguientes definiciones, el definiendum, el definiens, el género próximo y la diferencia específica: 1. 2. 3. 4. 5.

Plusvalía es el valor que el obrero crea más allá del valor de su fuerza de trabajo. Consumo individual es el consumo directo de los valores de uso por los individuos. El trabajo es la base de toda la vida social. La herramienta es un producto de la cultura material. Lucha de clases es el enfrentamiento que se produce entre dos clases antagónicas cuando estas luchan por sus intereses de clase.

b). A continuación, se dan dos columnas de conceptos para construir definiciones. La primera contiene los géneros y la segunda las diferencias específicas. Seleccione un género y una diferencia y defina los conceptos que aparecen más abajo. GÉNEROS DIFERENCIAS ESPECÍFICAS Ley Proviene directamente de la naturaleza Sustancia

Rige el intercambio de mercancías.

Agentes de la producción

Se refiere a los fenómeno y leyes del mundo

Sistema de conceptos Tienen una función de organización, vigilancia y control en el proceso de trabajo. Individuos Participan de una u otra manera en el proceso de producción de bienes materiales. 1. Materia bruta 2. Agentes de la producción 3. Trabajadores no-directos 4. Ley del valor 5. Ciencia Indicar que error se comete en las siguientes definiciones o si son correctas. 1. Abuela es respecto de una persona, la madre de su padre o de su madre. 2. Acéfalo es algo a lo cual le falta la cabeza. 3. Discreción es algo que adquiere una persona cuando ya es demasiado vieja para que le sea de alguna utilidad.

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Primera Parte: Lógica Formal

4. “Prejuicio” es estar por debajo de aquello por encima de lo cual no podemos estar. 5. Huérfano es un niño que no tiene padres vivos. 6. Leche es el líquido perlático que proviene de las apacibles esposas de los toros. 7. Sano es un individuo que no sufre de enfermedades contagiosas. 8. Hojas son los pulmones de las plantas. 9. Pastor es el individuo que a la vez sirve a las ovejas de médico y de policía de maestro y de entretenedor. 10. Sueño significa un estado durmiente del organismo

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6 EL JUICIO O PROPOSICIÓN I.M. Copi (Adaptación)

Irving M. Copi Introducción a la Lógica, Capítulo V Editorial Universitaria de Buenos Aires. Argentina, 1964 EUDEBA/FILOSOFÌA pp. 129-140

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EL JUICIO O PROPOSICIÓN Ortíz Amiel, Rodolfo. Adaptación de Lógica de Irving M. Copi El juicio es la relación de un concepto llamado sujeto (afirmativa o negativamente) con otro concepto, llamado predicado. La proposición es una relación entre términos. Un término sujeto, se vinculó (afirmativa o negativamente) a un término predicado. Así como anteriormente hablábamos de conceptos y términos, indistintamente, por su correspondencia uno con otro, aquí podemos usar también indistintamente, la palabra “juicio” o proposición” para referirnos a la misma entidad lógica. Por la mayor generalidad en su uso emplearemos, en adelante, la palabra “proposición”. Las proposiciones son verdaderas o falsas; en esto difieren de las preguntas, las órdenes y las exclamaciones. Solo es posible afirmar o negar proposiciones. Una pregunta puede responderse, una orden darse y una exclamación proferirse, pero ninguna de ellas puede ser afirmada o negada ni se las puede juzgar como verdaderas o falsas. La gramática divide las formulaciones dadas en el lenguaje a las proposiciones, las preguntas, las ordenes y las exclamaciones en oraciones declarativas, interrogativas, imperativas y exclamativas. Estas nociones son familiares. Es necesario distinguir entre las oraciones declarativas y sus significados. Dos oraciones declarativas, que constituyen claramente dos oraciones distintas porque están compuestas de diferentes palabras dispuestas de manera también diferente, pueden tener el mismo significado. Por ejemplo: Juan ama a María María es amada por Juan Son dos oraciones diferentes, pues la primera contiene cuatro palabras mientras que la segunda contiene cinco. La primera comienza con la palabra “Juan”, mientras que la segunda comienza con la palabra “María”, etc. Sin embargo, las dos oraciones tienen exactamente el mismo significado. Se acostumbra usar la palabra “proposición” para designar el significado de una oración declarativa (o sea el juicio correspondiente). La diferencia entre oraciones y proposiciones se pone de manifiesto al observar que una oración declarativa forma siempre parte de un lenguaje determinado, el lenguaje en el cual es enunciada, mientras que las proposiciones no son propias de ninguno de los lenguajes en los cuales pueden ser formuladas. Las tres oraciones. Llueve Il pleut Es regnet

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Primera Parte: Lógica Formal

Son diferentes, por cierto, pues la primera esta en castellano, la segunda en francés y la tercera en alemán. Sin embargo, tienen todo un mismo significado. Este significado común es la proposición de la cual cada una de ellas es una formulación diferente. Al lógico le interesan las proposiciones, más que las oraciones que las formulan. Las proposiciones categóricas son consideradas como aserciones acerca de clases, que afirman o niegan que una clase este incluida en otra sea total o parcialmente. Las clases pueden estar relacionadas entre sí de diversas maneras. Si todo miembro de una clase es también miembro de otra clase, se dice que la primera está incluida o contenida en la segunda. Si solamente algunos miembros de una clase son también miembros de otra, se dice que la primera está contenida parcialmente en la segunda. Naturalmente, hay también pares de clases que no tienen ningún miembro en común, como la clase de todos los triángulos y la clase de todos los círculos. Las proposiciones categóricas afirman o niegan estas diversas relaciones entre las clases. Hay cuatro formas típicas de proposiciones categóricas, que son las ilustradas por las cuatro proposiciones siguientes: 1. 2. 3. 4.

Todos los políticos son mentirosos. Ningún político es mentiroso. Algunos políticos son mentirosos Algunos políticos no son mentirosos.

La primera, es una proposición universal afirmativa. Es una aserción acerca de dos clases, la clase de todos los políticos y la de todos los mentirosos, y afirma que la primera clase está incluida o contenida en la segunda; esto significa que todo miembro de la primera clase es también miembro de la segunda. En este ejemplo, el término sujeto “políticos” designa la clase de todos los políticos, y el término predicado “mentirosos” designa la clase de todos los mentirosos. Toda proposición universal afirmativa puede describirse esquemáticamente así:

Todo S es P

Donde las letras “S” y “P” representan el término sujeto y el término predicado, respectivamente. El nombre “universal afirmativa” es apropiada porque la proposición afirma que hay una relación de inclusión entre las dos clases y, además, que la inclusión es completa o universal, es decir, que todos los miembros de S son también miembros de P.

El segundo ejemplo:

Ningún político es mentiroso.

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Es una proposición universal negativa. Niega universalmente de los políticos que sean mentirosos. Hace una aserción acerca de dos clases en el sentido de que la primera clase está incluida de la segunda –totalmente excluida-, lo que equivale a decir que no hay ningún miembro de la primera que sea también miembro de la segunda. Toda proposición universal negativa puede escribirse esquemáticamente de la siguiente manera:

El juicio o proposición.



Ningún S es P

Donde, nuevamente, las letras “S” y “P” representan los términos sujeto y predicado. Es adecuada la denominación de “universal negativa”. Porque la proposición ruega que haya una relación de inclusión entre las dos clases y además, lo niega universalmente, ya que ninguno de los miembros de S es miembro de P.

El tercer ejemplo:



Algunos políticos son mentirosos.

Es una proposición particular afirmativa. Como es obvio, lo que se afirma en este caso es que algunos miembros de la clase de todos los políticos son (también) miembros de la clase de todos los mentirosos. Pero no afirma esto de los políticos universalmente: no se dice universalmente de todos los políticos que son mentirosos: sino de algún político o de algunos políticos en particular. Esta proposición no afirma ni niega que todos los políticos sean mentirosos: no se pronuncia sobre la cuestión. No afirma literalmente que algunos políticos no sean mentirosos, aunque en ciertas circunstancias especiales pueda interpretarse que lo implica. La interpretación literal, mínima, de esta proposición es que la clase de los políticos y la clase de los mentirosos tienen algún miembro o algunos miembros en común. Para mayor precisión adoptaremos aquí la interpretación mínima. La palabra “algunos” es un poco indefinida. ¿Significa “al menos uno”, o “al menos dos”, o “al menos cien? ¿O cuántos? Para mayor exactitud, se acostumbra considerar que la palabra “algunos” significa “al menos uno”, aunque esto se aparte de uso ordinario. Así, una proposición particular afirmativa, se escribe esquemáticamente:

Algún S. es P.

Esta proposición se interpreta como afirmando que al menos un miembro de la clase designada por el término sujeto “S” es también miembro de la clase designada por el término predicado “P”. Es apropiado el nombre de “particular afirmativa” porque la proposición afirma la existencia de una relación entre las clases, pero no lo afirma de la primera clase universalmente, sino sólo parcialmente de algún miembro o de algunos miembros en particular, de la primera clase.

El cuarto ejemplo:

Algunos políticos no son mentirosos. Es una proposición particular negativa. Este ejemplo, como el anterior, es particular en el sentido de que no se refiere a los políticos universalmente, sino solamente a algún miembro o a algunos miembros en particular de esta clase. Pero, a diferencia del anterior, no afirma que los miembros particulares de la primera clase o los que se refieren estén incluidos en la segunda clase; esto es precisamente lo que se niega. Una proposición particular negativa, que se escribe esquemáticamente:

a. Algún S no es P.

Afirma que al menos un miembro de la clase designada por el término sujeto “S” está excluido de la clase designada por el término predicado “P”.

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Primera Parte: Lógica Formal

Se ha sostenido tradicionalmente que todos los razonamientos deductivos podían analizarse en términos de estas cuatro formas típicas de proposiciones categóricas y sobre ellas se construyó toda una elaborada teoría. No todas las proposiciones categóricas de forma típica son tan simples y directas como los ejemplos considerados hasta ahora. Aunque los términos sujeto y predicado de una proposición categórica de forma típica deben designar clases, pueden ser expresiones sumamente complicadas en vez de palabras aisladas. Por ejemplo, la proposición:

Todos los candidatos al cargo son hombres de honor y de gran integridad.

Tiene como términos sujeto y predicado, respectivamente, las expresiones “los candidatos al cargo” y “hombres de honor y de gran integridad”. EJERCICIOS Identificar los términos sujeto y predicado, respectivamente, las expresiones “los candidatos al cargo” y “hombres de honor y de gran integridad”. 1. Todas las sustancias que tienen la facultad de dar colaboración azul al papel rojo de tornasol son ácidos. 2. Algunas obras de teatro escritas hacen más de dos mil años, son hoy en Broadway un resonado fracaso. 3. Algunos hombres que nunca trabajaron un solo día en toda su vida son prósperos dirigentes de sindicatos obreros. 4. Ningún filósofo ha sido más sabio que los autores de la constitución. 5. Todos los veteranos son miembros o ex miembros del ejército o la marina, que estuvieron en servicio activo durante la guerra. 6. Algunos hombres muy ricos son miembros del Senado de los Estados Unidos. 7. Algunos muebles agrietados y gastados, por los cuales hasta los comerciantes están dispuestos a pagar grandes sumas de dinero, no son genuinas antigüedades. 8. Ningún ácido, con excepción del sulfúrico, es capaz de disolver el oro. 9. Algunas obras de arte de extraordinario valor son pinturas cuyos creadores las vendieron por unos centavos. 10. Algunas dirigentes del gobierno y de la industria que han alcanzado el éxito y que tienen una vasta instrucción no son graduados universitarios. 74

El juicio o proposición.

CALIDAD, CANTIDAD Y DISTRIBUCIÓN De toda proposición categórica de forma típica se dice que tiene una “calidad” y una “cantidad”. La calidad de una proposición es afirmativa o negativa según que la inclusión de clases sea afirmada o negada por la proposición. Así, la universal afirmativa y la particular afirmativa son ambas afirmativas en calidad, mientras que la universal negativa y la particular negativa son ambas negativas. Se acostumbra usar letras “A”, “E”, “I”, ”O” como nombres de las cuatro formas típicas de proposiciones categóricas, la universal afirmativa, la universal negativa, la particular afirmativa y la particular negativa, respectivamente. El uso de las letras como nombre proviene, según se presume, de las palabras latinas “Affirmo” y “Nego”, o sea afirmo o niego. La cantidad de una proposición es universal o particular según que la proposición se refiere a todos o solamente a algunos de los miembros de la clase designada por el término sujeto. Así las proposiciones A y E son universales en cantidad, mientras que las proposiciones I y O son particulares. Observemos que los nombres “universal afirmativa”, “universal negativa”, “particular afirmativa” y “particular negativa”, describen inequívocamente las cuatro formas típicas mencionando primero su cantidad y luego su calidad. Toda proposición categórica de forma típica comienza con una de las palabras “todos”, “ningún” y “algunos”. Estas palabras indican la cantidad de la proposición y son llamadas “cuantificadores”. Los dos primeros indican que la proposición es universal, el tercero que es particular. Además de expresar la cantidad universal, el cuantificador “ningún” sirve para indicar la calidad negativa de la proposición E. Entre los términos sujeto y predicado de toda proposición categórica de forma típica aparece algún tiempo del verbo “ser” (acompañado por la palabra “no” en el caso de la proposición O). Este sirve para conectar el termino sujeto con el termino predicado y es llamado “cópula”. En las formulaciones esquemáticas dadas en la sección precedente sólo aparecen las formas “es” y “no es”, pero según cómo esté formulada la proposición, puede ser más apropiado el uso de otros tiempos del verbo “ser”. Por ejemplo, en las proposiciones:

Algunos emperadores romanos eran monstruos. Algunos soldados no serán héroes.

Los símbolos “eran” o “serán” sirven de cópula. El esqueleto o esquema general de una proposición categórica de forma típica consta de cuatro partes: primero, el cuantificador: luego el término sujeto; luego, la cópula, y finalmente, el término predicado. Podemos escribir así este esquema:

Cuantificador (término sujeto); cópula (término predicado).

En la interpretación basada en las clases, los términos sujeto y predicado de una proposición categórica de forma típica designan clases de objetos y se considera que la proposición misma se refiere a estas clases. Claro está que las proposiciones pueden referirse a las clases de diferentes maneras. Pueden referirse a todos los miembros de una clase o solamente a algunos de ellos. Así, la proposición:

Todos los diputados son ciudadanos.

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Primera Parte: Lógica Formal

Se refiere o trata de todos los diputados, pero no de todos los ciudadanos. Afirma que cada miembro de la clase de los diputados es un ciudadano, pero no afirma nada acerca de todos los ciudadanos. No afirma que cada ciudadano sea un diputado, pero tampoco lo niega. Se ve, pues, que toda proposición A de esta forma:

Todo S es P.

Se refiere a todos los miembros de la clase designada por su término sujeto “S”, pero no se refiere a todos los miembros de la clase designada por su término predicado “P”. Para caracterizar las diversas maneras en que los términos pueden aparecer en las proposiciones categóricas se usa el término técnico “distribución”. Una proposición distribuye un término si se refiere a todos los miembros de la clase designada por ese término. Como hemos visto, el término sujeto de una proposición A está distribuido en (o por) está proposición, mientras que su término predicado no está distribuido en (o por) ella. Examinemos las otras proposiciones categóricas de forma típica para ver cuáles términos están distribuidos en ellas y cuáles no lo están.

Una proposición E, tal como:



Ningún atleta es vegetariano.

Afirma de cada atleta que no es vegetariano. Se excluye la totalidad de la clase de los atletas de la clase de los vegetarianos. Una proposición E se refiere a todos los miembros de la clase designada por su término sujeto y, por tanto, lo distribuye. Por otra parte, al afirmar que la totalidad de la clase de los atletas está excluida de la clase de los vegetarianos afirma también que la totalidad de la clase de los vegetarianos está excluida de la clase de los atletas. La proposición dada afirma claramente de cada vegetariano que no es un atleta. Una proposición E se refiere, por consiguiente, a todos los miembros de la clase designada por su término predicado; en este caso, decimos entonces, que también distribuye su término predicado. Las proposiciones E distribuyen tanto su término sujeto como su término predicado.

En lo que respecta a las proposiciones I la situación es diferente, así:



Algunos soldados son cobardes.

No hace ninguna afirmación acerca de todos los soldados, ni tampoco acerca de cada cobarde. De ninguna de esta de esas clases se dice que está totalmente incluida, o totalmente excluida, de toda o de parte de la otra. Ni el término sujeto ni el término predicado está distribuido en las proposiciones particulares afirmativas. La proposición particular negativa, O, es similar a la anterior en que no distribuye su término sujeto. Así, la proposición: 76

Algunos caballos no son de pura raza.

No dice nada acerca de todos los cabellos, sino que se refiere a algunos miembros de la clase designada por el término sujeto. Dice de esta parte de la clase de todos los caballos que está excluida

El juicio o proposición.

de la clase de todos los animales de pura raza, esto es, de la totalidad de esta última clase. Respecto de los caballos particulares a los que se refiere, dice que ningún miembro de la clase de los pura raza es alguno de esos caballos particulares. Cuando se dice de algo que está excluido de una clase, la referencia se dirige a la totalidad de esta clase, del mismo modo que, cuando se excluye a un hombre de un país, todas las partes de este país son inaccesibles para él. La proposición particular negativa distribuye su término predicado, pero no distribuye su término sujeto. Podemos resumir estas observaciones sobre la distribución de la manera siguiente: las proposiciones universales, tanto afirmativas como negativas, distribuyen sus términos sujetos, mientras que las proposiciones particulares, afirmativas o negativas, no distribuyen sus términos sujetos. De este modo, la cantidad de cualquier proposición categórica de forma típica determina si su término sujeto está distribuido o no lo está. Las proposiciones afirmativas, sean universales o particulares, no distribuyen sus términos predicados, mientras que las proposiciones negativas, universales o particulares, distribuyen sus términos predicados. Así, la calidad de cualquier proposición categórica de forma típica determina si su término predicado está o no distribuido. El diagrama siguiente resume la información anterior y puede ser de utilidad al estudiante para ayudarle a recordar cuál es la distribución de los términos por las proposiciones.

EJERCICIOS Simbolizar las siguientes proposiciones, indicando la distribución de sujetos predicados, indicar de qué tipo son y hacer el diagrama correspondiente. 1.

Muchos naturalistas declaran renunciar a la filosofía.

2.

Ningún científico puede prescindir de conceptos universales.

3.

Muchos filósofos afirman que espíritu y materia son simples palabras carentes de sentido.

4.

La contradicción es de carácter universal.

5.

Toda ciencia es un sistema de conocimientos acerca del mundo.

6.

Algunos estudiantes no son trabajadores.

7.

Ninguna solterona es una hermosa muchacha.

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Primera Parte: Lógica Formal

8. Todos los marineros que han navegado por los siete mares son hombres de considerable experiencia.

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9.

Algunos maestros del género del cuento son muy pobres como novelistas.

10.

Algunos piratas no eran pillos.

11.

Algunos dirigentes políticos no son hombres de sano juicio.

12.

Todos los compuestos de plata son buenos conductores de la electricidad.

13.

Algunas mezclas que contienen arsénico no son venenosas.

14.

Ningún fabricante de municiones es un sincero opositor de la guerra.

15.

Algunos pintores retratistas del siglo XVIII eran almas mercenarias que no tenían escrúpulos en pintar lo que se pedía de ellos en vez de pintar lo que realmente veían.

7 EL RAZONAMIENTO Thelma Barreiro de Nudler

Thelma Barreiro de Nudler Lógica Dinámica, Capítulo Editorial Kapelusz, Buenos Aires, Argentina

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EL RAZONAMIENTO El razonamiento inductivo Telma Barreiro de Nudler EL RAZONAMIENTO Un razonamiento es un conjunto de afirmaciones o juicios relacionados de manera tal que se supone que uno de ellos (llamado conclusión se desprende o infiere del o los otros (llamados premisas). La pretensión de que la conclusión se deriva de las premisas se manifiesta a través de expresiones especiales como: por lo tanto, luego, por consiguiente, etc.4 En cuanto al número de premisas no existe un límite máximo; puede haber una, dos o más premisas. Ejemplos: Todas las abejas son insectos; luego, algunos insectos son abejas. Agripina fue la madre de Nerón; como es sabido, Nerón cometió el horrible crimen de matar a su madre; por consiguiente, Agripina engendró al que había de ser su verdugo. EJERCICIOS:

Determinar cuáles de las siguientes expresiones son razonamientos y cuáles no:

1.

Llegó y no saludó. Estaba enojado.

2.

Llegó y no saludó porque estaba enojado.

3.

Todos los seres vivientes son mortales, por lo tanto, yo moriré.

4.

Si César no hubiera cruzado el Rubicón, no habría conquistado Roma. Pero es sabido que César alcanzó el máximo poder entre los romanos. Por consiguiente, César cruzo el Rubicón.

5. Argentina tiene poca población en relación a su territorio. Brasil también, y lo mismo ocurre con Perú. Por consiguiente, todos los países de Sud-américa tienen poca población en relación a su territorio. 6.

Llovía, Llovía y Llovía. Los campos se mojaban. Los animales acudían a refugiarse bajo los árboles. Era de noche.

7.

si vienes, iré contigo; pero si no vienes, iré sola.

8.

Si hubiera tenido dinero, habría ido al cine o al teatro. No fue al cine, tampoco fue al teatro. Luego, es claro que no tenía dinero.

4 etc.

En la lógica suelen usarse signos especiales para indicar la inferencia: una raya horizontal que separa las premisas de la conclusión,

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Primera Parte: Lógica Formal

Forma y contenido de un razonamiento:

Consideremos los dos razonamientos siguientes



1. Todos los gigantes son malhumorados.



Polifemo es un gigante. Polifemo es malhumorado

2. Todos los gnomos son alegres.



Doc es gnomo Doc es alegre

Ambos razonamientos tienen un contenido y completamente diferente: 1) se ocupa del malhumor de los gigantes; y 2) de la alegría de los gnomos. Sin embargo, los razonamientos tienen algo en común de la siguiente manera:

Todos los F son G.



X es F. X es G.

Como puede observarse, algunos términos de nuestros razonamientos (como, por ejemplo, todos) han permanecido iguales, pero otros han sido reemplazados por letras. Estas letras, según veremos, se denominan variables; por el momento podemos imaginar que representan simplemente espacios que, una vez vueltos a llenar, permiten obtener otra vez un razonamiento. Pero hasta tanto no se llenan nuevamente, es decir, hasta tanto no se sustituyan las letras por palabras, no tendremos sino una forma de razonamiento.5 La determinación de la forma o estructura de un razonamiento es esencial, como se verá luego, para establecer su validez o invalidez. Por ocuparse del examen de formas, nuestra disciplina suele denominarse lógica formal. EJERCICIOS: Cada uno de los razonamientos que figura en la columna de la izquierda, tiene la misma forma que el razonamiento que figura a su lado, en la columna de la derecha. Determinar, en cada caso, cuál es esa forma:

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1. Todos los atenienses son griegos.

2. Todos los mamíferos son vertebrados

Todos los griegos son europeos Todos los atenienses son europeos

Todos los vertebrados son animales con sangre Todos los mamíferos son animales con sangre

5 Las palabras que se emplean para efectuar dicha sustitución pueden elegirse arbitrariamente, aunque deben respetarse ciertas restricciones formales, como la categoría lógica de las variables. Así en lugar de x puede ponerse cualquier término, siempre que sea el nombre de un individuo y, en lugar de F o G, cualquier término que designe un atributo de un individuo (como ser gigante, ser alegre, etc.). para señalar esta diferencia en la categoría de las variables se usan letras de distinto tipo.

El razonamiento.

2. Si hiciera calor me sentiría feliz

2. Si en la luna hubiera vida, habría atmósfera

No me siento feliz No hace calor

En la luna no hay atmósfera. En la luna no hay vida



3. Iríamos al cine o al teatro.

3. Estudiaría física o filosofía

No fuimos al cine Fuimos al teatro

No estudió física Estudió filosofía

Tipos de Razonamiento: Hay diversos tipos de razonamiento. Básicamente, pueden dividirse en razonamientos deductivos e inductivos. Razonamiento deductivo. Es todo razonamiento en que se exige que la conclusión se siga o se desprenda necesariamente de las premisas; supuesta la verdad de las premisas, la conclusión debe ser forzosamente verdadera en virtud de la sola forma del razonamiento.6 Ejemplos: Razonamiento Todo parisiense es francés. Todo A es B. Todo parisiense es europeo. Todo B es C. Todo parisiense es europeo. Todo A es C.

En ambos ejemplos la conclusión se desprende necesariamente de las premisas por la sola fotma de razonamiento.

Todos los dioses griegos Todo A es B Eran vengativos. Apolo fue un dios griego x es A Apolo era vengativo

x es B

Razonamiento inductivo. A diferencia del razonamiento deductivo la conclusión no se sigue necesariamente de las premisas. En rigor, este tipo de razonamiento, no pretende ofrecer garantías formales para la validez de la inferencia, de modo que supuesta la verdad de las premisas no queda asegurada la verdad de la conclusión.

6 Tradicionalmente, se distinguía el razonamiento deductivo del inductivo señalando que en el primero se pasa de lo general a lo particular y en el segundo de lo particular a lo general. Pero no siempre es así; hay razonamientos deductivos en que la cantidad de los juicios no juega un papel significativo. Ejemplo: Si estudias, aprobarás. Por consiguiente, aprobarás. Además, de este modo no se pone de manifiesto la diferencia esencial entre ambos tipos de razonamiento que radica, como lo señalamos en el texto en la forzosidad del nexo que une las premisas y la conclusión.

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Primera Parte: Lógica Formal

Ejemplo: París es populoso X es A La conclusión no se desprende necesariamente Roma es populosa X es A de las premisas. Praga es populosa X es A Copenhague es populosa X es A Todas las capitales europeas son populosas. Todo x es A EJERCICIOS: Determinar cuáles de los siguientes razonamientos son deductivos y cuáles son inductivos: 1.

El cobre se dilata con el calor. Lo mismo ocurre con el hierro y el mercurio. Por consiguiente, todos los metales se dilatan con el calor.

2. La ballena es un animal mamífero. Moby Dick es una ballena. Por lo tanto, Moby Dick es un mamífero. 3.

Tanto Leonardo de Vinci, como Galileo, Darwin y Einstein fueron hombres modestos. En consecuencia. Todos los grandes científicos son hombres modestos.

4.

Ningún insecto es ave. Pero algunos animales que vuelan son insectos. Luego, algunos animales que vuelan no son aves.

5.

Perro que ladra no muerde. Pluto ladra. Por consiguiente, Puto no muerde.

6.

Roberto Arlt recreó en sus obras temas y personajes que reflejan el ambiente de Buenos Aires, Jorge Luis Borges, David Viñas, Julio Cortázar y Ernesto Sábato hicieron lo mismo. Esto significa que todos los escritores argentinos modernos tocaron en sus obras la temática porteña.

El razonamiento inductivo: Tradicionalmente, se reserva el nombre de razonamiento inductivo para aquel razonamiento en el que a partir de cierto número de casos particulares se pasa a la correspondiente generalización, extendiendo la propiedad que se predica en las premisas con respecto a ciertos objetos o entidades de una clase dada a todos los objetos o entidades pertenecientes a esa misma clase. Inducción completa (o perfecta) e inducción incompleta (o imperfecta) Cuando en las premisas de un razonamiento inductivo se incluyen todos los casos particulares de la generalización correspondiente, se dice que la inducción es completa o perfecta.7

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7 No debe confundirse el razonamiento inductivo, tal como lo hemos expuesto, con una forma especial de inferencia utilizada en matemática llamada inducción completa o matemática, que se ajusta a un esquema formal diferente y que, al igual que la deducción, garantiza la conclusión sobre la base de las premisas.

El razonamiento.

EJEMPLO: María y Pedro tienen cuatro hijos: Marta, Pablo, Jorge y Raúl. Marta es rubia Pablo es rubio Jorge es rubio Raúl es rubio . Todos los hijos de María y Pedro son rubios. Cuando en las premisas de un razonamiento inductivo se incluyen sólo algunos de los casos particulares de la generalización correspondiente, se dice que la inducción es incompleta o imperfecta. EJEMPLO: El cisne 1 es blanco El cisne 2 es blanco El cisne 3 es blanco El cisne 4 es blanco Todos los cisnes son blancos. EJERCICIOS: a.

Indicar en qué casos es completa y en qué casos es incompleta la inducción.

1.

La luna es el único satélite natural de la tierra. La luna carece de atmósfera. Todos los satélites naturales de la tierra carecen de atmósfera.

2.

El oro es maleable El cobre es maleable El plomo es maleable La plata es maleable Todos los metales son maleables.

3.

Juan es egoísta Pablo es egoísta Ricardo es egoísta Armando es egoísta Todos los hombres son egoístas.

4.

La República Argentina no ha explotado aún todas sus riquezas naturales Lo mismo ocurre con Brasil Y con Paraguay Ningún país sudamericano ha explotado aún todas sus riquezas naturales.

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Primera Parte: Lógica Formal

5.

Hubo dos guerras mundiales La primera guerra mundial fue cruenta La segunda guerra mundial fue cruenta Todas las guerras mundiales han sido cruentas.

b. Indicar qué tipo de modificaciones en la conclusión o qué tipo de datos en lo concerniente a las premisas habría que introducir en los razonamientos por inducción incompleta del anterior ejercicio para transformarlos en razonamientos por inducción completa. Valoración crítica de ambos tipos de inducción Si analizamos los dos tipos de inducción observaremos que ambos presentan aspectos positivos y negativos. La inducción completa es raramente practicable; en efecto, ella resulta inaplicable si la generalización inductiva tiene un número infinito o indeterminado de casos particulares, como es el caso, por ejemplo, de todos los cisnes son blancos. Por otra parte, aunque la inducción completa puede ofrecer garantías de que, si las premisas son verdaderas, la conclusión también lo será -y en este aspecto se aproxima más a la deducción que a la inducción propiamente dicha-, esta seguridad en la inferencia se debe a que la conclusión no proporciona, en realidad, un conocimiento nuevo o más amplio del que brindan las premisas, rasgo que también comparte con el razonamiento deductivo. La inducción incompleta, en cambio, enriquece o amplía el conocimiento, pues la conclusión afirma más de lo que afirma en las premisas. Pero, precisamente por eso, este tipo de razonamiento no puede garantizar que, supuestamente la verdad de las premisas, la conclusión también será verdadera: sólo puede establecer la conclusión con mayor o menor probabilidad. EJERCICIOS: ¿Puede demostrarse por inducción completa o perfecta qué?

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A.

¿Todos los niños son alegres?

B.

¿Todos los graduados de la Universidad de Buenos Aires del año 1910 han fallecido?

C.

¿Todos los frutos del único árbol que hay en el jardín de mi casa son sabrosos?

8 EL RAZONAMIENTO DEDUCTIVO: VALIDEZ E INVALIDEZ Thelma Barreiro de Nudler

Thelma Barreiro de Nudler Lógica Dinámica Editorial Kapelusz, Buenos Aires Argentina.

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EL RAZONAMIENTO DEDUCTIVO EL SILOGISMO CATEGÓRICO Telma Barreiro de Nudler EL RAZONAMIENTO DEDUCTIVO: VALIDEZ E INVALIDEZ Así como una proposición puede ser verdadera o falsa, un razonamiento puede ser inválido (correcto) o inválido (incorrecto). La validez de un razonamiento deductivo no depende que las proposiciones componentes sean verdaderas. Un razonamiento puede ser correcto y contener una o varias afirmaciones falsas. Ejemplo: Todo insecto es mamífero. Toda mosca es insecto. Por lo tanto, toda mosca es mamífero. La validez del razonamiento deductivo depende de su estructura o forma. Con respecto a esto debe señalarse lo siguiente: 1. Un razonamiento deductivo depende de su estructura o forma. Con respecto a esto debe señalarse lo siguiente. 2. Su estructura es correcta solo cuando garantiza que nunca será posible construir un razonamiento (con esa forma) tal que de premisa verdadera conduzca a una conclusión falsa. 3. Es decir, que una forma o estructura correcta permite inferir correctamente la conclusión (es decir, el producto obtenido), también lo será. 4. Por lo tanto, si un razonamiento tiene premisa verdadera y conclusión falsa, podemos determinar, sin más análisis, que es inválido, pues estructura lo es (ya que no cumple con la condición fijada en II). Ejemplo: Todo hombre es mortal. Todo mortal es un ser vivo. Por lo tanto, todo ser vivo es hombre. (Este razonamiento tiene una forma inválida). 5. Pero la forma o estructura correcta no puede garantizar la verdad de la conclusión si se parte de alguna afirmación falsa (una premisa o varias). Así puede ocurrir, como en el ejemplo dado al comienzo de este parágrafo, que la falsedad de la conclusión (Toda mosca es mamífero) sea imputable a la falsedad de algunas premisas (Todo insecto es mamífero). 6. Una forma o estructura correcta de razonamiento deductivo es, pues, como una maquina perfecta: de lo (verdadero, es este caso) se obtiene lo bueno (verdadero). Pero es imprevisible que puede obtenerse de lo malo. La máquina no puede responsabilizarse por la calidad del producto si se ha empleado mala materia prima. 7. Ahora bien, todo razonamiento deductivo que presenta premisas y conclusión verdaderas, ¿es, por ese solo hecho, valido? No, pues ello puede deberse a una casualidad, al contenido particular de las afirmaciones que aparecen en ese razonamiento. Pero la validez, como vimos no depende de los contenidos, si no de la estructura o forma lógica, y puede ocurrir que esa misma estructura, que esta ocasión, por casualidad, permitió inferir de verdad, verdad, falsedad. Ejemplo (el siguiente razonamiento presenta premisas verdaderas y conclusión verdadera): Todo pájaro tiene plumas. Ningún gato es pájaro. Por lo tanto, ningún gato tiene plumas. Pero su estructura: Todo M es P. Ningún S es M. Por lo tanto, ningún S es P, es inválida, como lo muestra el siguiente razonamiento de premisas verdaderas y conclusión falsa: Todo hombre tiene sangre. Ningún perro es hombre. Por lo tanto, ningún perro tiene sangre. 8. Por consiguiente, para determinar la validez de un razonamiento deductivo será necesario poseer criterios independientes de la cuestión relativa a la verdad de las proposiciones que lo constituyen. La elaboración y estudio sistemático de tales criterios que permitan decidir la valides de los

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Primera Parte: Lógica Formal

razonamientos deductivos teniendo en cuenta exclusivamente sus características formales son, precisamente, el objeto de la lógica. EJERCICIOS: 1. Las siguientes formas son inválidas. Encontrar razonamientos que tengan esa estructura y que tenga. 1) premisas verdaderas y conclusión verdadera, 2) premisas falsas y conclusión falsa; a.

Todo F es G Todo H es G Todo H es F

b.

Todo F es G Algún G es H Algún H es F

2. Las siguientes formas son válidas. Tratar de hallar razonamientos que posean esa estructura y que tengan: a) premisa verdaderas y conclusión verdadera; b) premisas falsas y conclusión falsa y conclusión falsa, c) premisas verdaderas y conclusión falsa. NOTA: uno de los tres ejercicios propuestos es imposible de realizar. ¿Cuál es? a.

Ningún F es G Algún H es G Algún H no es F

b.

Ningún G es F Todo G es H Algún H no es F

EL SILOGISMO CATEGÓRICO El silogismo es un tipo especial de razonamiento deductivo, consta de tres proposiciones (dos premisas y la conclusión). Es, por ende, una inferencia mediata. El silogismo puede ser de diversos tipos. En el presente tema nos ocuparemos del silogismo categórico, que es el constituido por proposición categórica. En el silogismo categórico, que denominaremos en adelante simplemente silogismo, interviene exactamente tres términos cada uno de los cuales aparece en dos proposiciones: el termino mayor que figura en la conclusión (como predicado) y en una de las premisas; el termino menor, que figura en la conclusión (como sujeto) y en una de las premisas, y el término medio, que figura en ambas premisas, pero no en la conclusión. Simboliza, respectivamente, el termino mayor, menor y medio con las letras P, S Y M. 90



El razonamiento deductivo: Validez e invalidez.

Esquema de un



P es M (o M es P)





M es P (o S es M)

Silogismo



S es P

Orden de las premisas La premisa que contiene el término mayor (llamada premisa mayor) se enuncia primero y la premisa que contiene el término menor (llamada premisa menor), después de ella. La validez de la inferencia no se altera por variar este orden, pero él es fundamental para distinguir las figuras del silogismo, como se verá más adelante. Por eso, aunque un silogismo válido puede presentarse, de hecho, en cualquier contexto oral o escrito, ordenado de otra forma, conviene reducirlo a la forma dada cuando se trata de realizar su análisis lógico. EJERCICIOS: A.

Dado los siguientes silogismos, determinar cuál es su término medio (M), su término mayor (P) y su término menor (S); su premisa mayor, su premisa menor y su conclusión:

1.

Toda mujer es inteligente. Todo ser es inteligente es mortal. Todo mortal es mujer.

2.

Todos los mamíferos son animales que toman leche. Todos los gatos son mamíferos. Todos los gatos son animales que toman leche.

3.

Algunos hombres son trabajadores. Todos los hombres son fuertes. Algunos seres fuertes son hombres.

B.

En los siguientes silogismos se ha alterado el orden de las premisas y/o de la conclusión. El ejercicio consiste en ordenarlas en forma correcta.

1.

Algún gran artista es también un buen deportista. Ningún gran científico es Un gran artista. Por tanto, algún buen deportista no es gran científico.

2.

Ningún europeo es americano. Por consiguiente, ningún francés es americano; ya que todo francés es europeo.

3.

Todo hombre de acción es audaz. Puesto que todo hombre de acción es ambicioso y todo ambicioso es audaz.

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Primera Parte: Lógica Formal

4. Todos los adolescentes son jóvenes. Algunos jóvenes son idealistas, por lo tanto, algunos adolescentes son idealistas. Figura del silogismo La figura de un silogismo está determinada por la posición que ocupa su término medio (y, por lo tanto, la función que desempeña) en las premisas. Las figuras, que son cuatro, se ordenan del siguiente modo: MP PM MP PM SM SM MS MS 1ra. 2da. 3ra. 4ta. EJERCICIOS: Dado los siguientes silogismos, determinar a qué figura pertenece:

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1.

Todo mamífero es vertebrado. Todo perro es vertebrado. Todo perro es mamífero.

2.

Algún ciprés es muy viejo. Algún árbol es ciprés. Algún árbol es muy viejo.

3.

Todo hombre es inteligente. Todo Hombre es mortal. Todo mortal es inteligente.

4.

Algunos jóvenes son alegres. Algunos ancianos son jóvenes. Algunos ancianos son jóvenes.

5.

Toda es recta es infinita. Algunas líneas son rectas. Algunas líneas son infinitas.

6.

Toda ave es ovípara. Algún ovíparo es insecto. Algún insecto es ave.

El razonamiento deductivo: Validez e invalidez.

Modo del silogismo El término modo se refiere al conjunto formado por los tipos de las tres proposiciones integrantes del silogismo (incluyendo también la conclusión). En esta acepción de “modo” que adoptaremos en adelante, existen 64 modos posibles para cada figura. Teniendo en cuenta, nuevamente, que existen cuatro figuras, el número de combinaciones posibles entre el modo y figura será de 256 (64 x 4 = 256). Si conocemos el modo y la figura de un silogismo podemos decir que conocemos su forma o estructura lógica, así, por ejemplo, si sabemos que un silogismo es de la 1a. figura y del modo AAA, conocemos su estructura de hecha, explicita, es: Todo M es P. todo S es M; por lo tanto, todo S es P. EJERCICIOS: A.

Dado los siguientes silogismos, determinar a qué modo corresponden:

1.

Todo mamífero es vertebrado. Todo perro es mamífero. Todo perro es vertebrado.

2.

Ningún cuerpo es una figura. Todo prisma es un cuerpo. Ningún prisma es una figura.

3.

Todo número natural es divisible por sí mismo. Todo número natura es número. Todo número es divisible por sí mismo.

4.

Todo pez es nadador. Algún vertebrado es pez. Algún vertebrado es nadador.

5.

Todos los estudiantes son estudiosos. Algún joven no es estudioso. Algún joven no es estudiante.

B.

Abstraer la forma o estructura lógica de los silogismos dados en el ejercicio anterior.

C.

Hacer explicitas las siguientes formas o estructuras silogistas (utilizando las letras S, P y M).

1. 2. 3. 4.

3a. figura, AAA. 2a. figura, AEA. 3a. figura, IEO. 4a. figura, OAO.

93

Primera Parte: Lógica Formal

Las reglas del silogismo La lógica tradicional ha enumerado una serie de reglas que un silogismo no debe violar para ser válido.8 Estas reglas pueden enunciarse y enumerarse de diferente modo. Uno de estos modos es el siguiente: Regla 1

Todo silogismo consta de tres términos.

Ejemplo:

“Cervantes” es un nombre de nueve letras. El manco de Lepanto es Cervantes El manco de Lepanto es un nombre de nueve letras.

Este “silogismo” consta de cuatro términos: Cervantes (el hombre); “Cervantes” (el nombre); el manco de Lepanto, y un nombre de nueve letras.

Regla 2

El término medio no debe figurar en la conclusión.

Regla 3 El término medio debe estar distribuido o tomado en toda su extensión por lo menos una vez. Ejemplo: Todo niño es alegre. Todo pájaro es alegre. Todo pájaro es niño. El término medio (alegre) no está tomado en su toda su extensión en ninguna de las dos premisas. Regla 4

Ningún término puede estar tomado en toda su extensión en la conclusión si no lo está en la premisa respectiva.

Ejemplo: Todo hombre es inteligente. Todo hombre es mortal. Todo mortal es inteligente.

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El término menor (mortal) está tomado en toda su extensión (distribuido) en la conclusión –universal– y no está en la premisa respectiva (la premisa menor), donde figura como predicado de un juicio afirmativo.

Regla 5

De dos premisas negativas no puede obtenerse (válidamente) conclusión.

Regla 6

De dos premisas particulares no pude obtenerse (válidamente) conclusión.

Regla 7

Dadas dos premisas afirmativas, la conclusión deber ser afirmativa.

8

Ilustramos el enunciado de algunas de estas reglas con ejemplos de violación de las mismas.

El razonamiento deductivo: Validez e invalidez.

Regla 8

La conclusión sigue la parte más débil (se entiende por parte más débil la particular con respecto a la universal y negativa con respecto a la afirmativa).

Ejemplo: Todo pez es nadador. Algún vertebrado es pez. Todo vertebrado es nadador.

(La conclusión es universal y debió ser particular, pues una de las premisas es particular. Este silogismo viola, además, la regla 4).

EJERCICIOS: A.

Los siguientes silogismos violan la regla 3. Explique por qué.

1.

Toda ave es ovípara. Algún ovíparo es insecto. Algún insecto es ave.

2.

Algún joven es alegre. Algún anciano es alegre. Algún anciano es joven.

3.

Todo hombre es mortal. Todo pez es mortal. Todo pez es hombre.

B.

Los siguientes silogismos violan la regla 4. Explique por qué.

1.

Todo hombre es mamífero. Todo hombre es mortal. Todo mortal es mamífero.

2.

Algunos argentinos son mentirosos. Todos los argentinos son americanos. Todos los americanos son mentirosos.

3.

Ningún adolescente es adulto. Todo adulto es realista. Ninguna persona realista es adolescente.

C. Dado los siguientes nueve silogismos determinar si son válidos o inválidos. Si son inválidos, especificar qué regla o reglas violan y por qué. 1.

Ningún triángulo es círculo. Todo isósceles es triángulo. Ningún isósceles es círculo.

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Primera Parte: Lógica Formal

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2.

Todo número par es divisible por dos. Todo número par es número. Todo número es divisible por dos.

3.

Algunas aves son golondrinas. Todos los cisnes son aves. Algunos cisnes son golondrinas.

4.

Algunos jóvenes son neuróticos. Todos los neuróticos son argentinos. Algunas personas agresivas son jóvenes.

5.

Toda manzana es sabrosa. Alguna ciruela es sabrosa. Alguna ciruela es manzana.

6.

Ningún envidioso es buen amigo. Algún actor es envidioso. Algún actor no es buen amigo.

7.

Ningún mamífero es invertebrado. Todos los moluscos son invertebrados. Ningún molusco es mamífero.

8.

Todos los dioses son omnipotentes. Ningún filósofo es omnipotente. Algún filósofo es Dios.

9.

Todos los ricos tienen fortuna. Algunas manzanas son ricas. Algunas manzanas tienen fortuna.

D.

Con los silogismos que están más abajo, hacer lo siguiente:

a) b) c) d)

Ordenarlos en forma típica. Indicar su modo y figura. Simbolizarlos indicando las distribuciones de sujetos y predicados. Examinar si son válidos o no. En caso de ser inválidos, indicar qué regla violan.

1.

Todos los moralistas son reformadores. Algunos filósofos son moralistas. Por lo tanto, algunos reformadores son filósofos.

2.

Algunos buenos jueces no son sanos. Todos los deportistas son sanos. Por lo tanto, todos los deportistas son buenos jueces.

9 Las Falacias

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LAS FALACIAS FALACIAS NO FORMALES

A. Definición La falacia no formal es un razonamiento inválido que pretende su validez a partir de elementos psicológicos y no lógicos; esto es, a través de la intimidación, la amenaza, el insulto, la apelación a los sentimientos humanos, a la retórica, se pretende validar el razonamiento, cuando las únicas razones que se deben atender para la validez de un razonamiento, tienen que ser lógicas. Son, además, falacias no formales, porque constituyen razonamientos no formales; no faltan a las leyes formales, sino a contenidos. Lo anterior quiere decir que, en lógica falacia es un razonamiento y no tiene la connotación de mentira o engaño que a veces se le da. Esto es, falacia es una operación mental, que consiste en aducir elementos ajenos a la lógica y sustituirlos por elementos gramaticales, que, al ser usados inapropiadamente, nos llevan a cometer errores en la argumentación. B.

Su división

Las falacias no formales se pueden dividir en: 1. Falacias atingencia 2. Falacia de ambigüedad A. Falacias de atingencia Estas falacias se cometen cuando no existe ninguna atingencia lógica, aunque si psicológica, entre las premisas y la conclusión. La verdad o falsedad de las premisas, no tiene ninguna relación lógica con la verdad o falsedad de la conclusión; pero si existe un nexo entre premisa y conclusión, aunque es de carácter psicológico. En otras palabras, la conclusión no tiene nada que ver con lo que se dice en las premisas, en términos lógicos. Ejemplo 1. Se da el caso de que la drogadicción es perniciosa y un elemento antisocial, lo cual puede ser comprobado como verdadero. Pero, no constituye ningún elemento de juicio para condenar a alguien por tal delito. Se puede probar que este elemento de juicio es verdadero, pero no se sigue que alguien acusado de ello sea culpable. Esto sucede a menudo cuando en los juicios se prueba lo negativo que constituye determinado delito y se pretende que, por ello, algún acusado es culpable de dicho delito. Aquí la conclusión es inatingente, porque del hecho que un delito sea negativo a la sociedad, no se sigue que el acusado sea culpable. Sin embargo, la conexión psicológica está establecida. Se trata de impresionar, ya sea al jurado o al juez de lo inconveniente que resulta el delito para la sociedad y por ello se debe castigar al acusado. La conexión lógica sería establecer la culpabilidad del acusado con relación al delito que se le acusa y no derivar la culpabilidad de lo negativo del delito. Ejemplo 2. El agua es indispensable para todo ser humano; por tanto, debe ser económicamente factible el que todo habitante de la ciudad tenga agua potable en su casa.

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Primera Parte: Lógica Formal

Aunque es verdadero el juicio de que todo ser humano necesita agua para sobrevivir, de ello no se deriva, aunque sea laudable el hecho, que debe ser económicamente factible. La factibilidad de un proyecto, en términos económicos, no se fundamenta en la bondad de él. La conexión lógica debió establecerse en términos económicos; pero, la relación que se trató de establecer es de carácter psicológico, es decir, entre la necesidad de todo ser humano de proveerse de agua y la factibilidad económica de un proyecto. La conclusión es inatingente, lógicamente, con la o las premisas. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 1.

Las falacias no formales de atingencia más comunes son Argumentum ad hominem Ofensivo Argumentum ad hominem Circunstancial Argumentum ad baculum Argumentum ad ignorantiam Argumentum ad misericordiam Argumentum ad populum Argumentum ad verecundiam La causa falsa La pregunta compleja Argumentum ad hominem (Argumento dirigido contra el o hombre)

En términos generales, esta falacia se comete cuando la refutación lógica de las ideas o razones cede su lugar al insulto y a la calumnia dirigido a la persona que expone argumentos. Esto naturalmente, evidencia una falta de conexión lógica entre la conclusión y las premisas, aunque sea retórica o psicológicamente persuasivo. Esto no quiere, decir, sin embargo, que lo expuesto por el interlocutor sea válido, sino únicamente se trata de señalar que la forma de la contra argumentación, no es en ningún modo válido. Es una falacia. Ejemplo 1. La propuesta del aumento salarial hecha por el diputado de la oposición, no puede de ninguna manera ser aceptada, pues lo que él trata de hacer es recaudar la mayor cantidad de votos posibles. Ejemplo 2. Los que proporcionen reformas a la carta de los derechos civiles, no saben lo que hacen, lo único que sé es que son unos románticos trasnochados, unos quijotes que pretenden componer el mundo. No se dan cuenta que los hombres no somos iguales. En el primer ejemplo, no se analiza lo que se ha expuesto sobre la posibilidad del aumento salarial, sino que se recurre al subterfugio para rechazar la propuesta. No hay análisis de ideas o razones, que sería la conexión lógica esperada, sino que se argumenta una razón que no aclara o rechaza las ideas sobre el aumento salarial. Lo expuesto no quiere decir que la propuesta del aumento salarial sea adecuada, verdadera o no, sino que no existe conexión lógica entre la refutación y la tesis sustentada.

100

En el segundo caso, se recurre al insulto dirigido contra la persona y no se analiza lo que se ha expuesto con respecto a los derechos civiles. La conexión lógica podría quedar establecida si se analizaran las ideas sobre los derechos civiles y desde ese ángulo, contra argumentar, pero nunca recurrir al insulto para tratar de lograr la desaprobación de la propuesta.

Las Falacias.

El argumentum ad hominem tiene dos variables importantes cuando a una persona se le insulta directamente, en lugar de demostrar la falsedad de sus ideas, se comete una falacia argumentum ad hominem ofensivo; pero si en lugar de refutar ideas o razones, se aducen elementos circunstanciales en que se encuentra el interlocutor, entonces se comete la falacia argumentum ad hominem circunstancial. En ambos casos, sin embargo, no se puede decir que, por el hecho de haber sido insultado el ponente, lo que él dice sea válido, o si, por haber sido humillado por sus condiciones sociales, psicológicas o económicas, lo que él ha expuesto sea válido. Lo único que puede hacer válido o inválido un argumento, es la relación lógica entre las premisas y la conclusión. Ejemplo 1. La exposición de Fulano de Tal acerca de los alcohólicos Anónimos contiene una serie de falsedades y calumnias, porque todos sabemos que él mismo ha sido un alcohólico y nunca se le puede creer, en su sano juicio, a un alcohólico. Ejemplo 2: Las tesis de Giordano Bruno de que Dios y la naturaleza son una misma realidad, no tienen ningún sentido, pues éste era simplemente un filósofo, un teórico sobre Dios. En el primer caso, tenemos un ejemplo de la falacia argumentum ad hominem, pues se pretende ofender a la persona exponente, en lugar de analizar sus tesis sobre los Alcohólicos Anónimos, de hecho, éstas ni se toman en cuenta. En el ejemplo dos, se aduce una circunstancia del ponente, en este caso el ser filósofo, para “demostrar” la falsedad de las tesis de Giordano Bruno. Esto señala una falta de conexión lógica entre la conclusión “las tesis no tienen ningún sentido” y la premisa. La conexión es, sin embargo, psicológica; está dirigida a la persuasión, no a la demostración. A veces, estas dos falacias al igual que las otras, se cometen simultáneamente. Tal caso podría haber acontecido en el ejemplo dos, si, a la vez que se aduce la circunstancia de ser “filósofo”, se le añade el de un pobre e ignorante filósofo; entonces estaríamos en presencia de una falacia doble: la ofensiva y la circunstancial. Esto no sucede casos en que se cometen dos o tres o todas las falacias en un solo argumento. En este caso de falacias múltiples, para tipificarlas, es preciso analizarlas y señalar las diferentes instancias en que se cometen las falacias específicas. 2.

Argumentum ad baculum (Apelación a la fuerza)

Esta clase de falacia se comete cuando en lugar de la conexión lógica de la demostración, hacemos uso de la amenaza, ya sea velada o abierta, a fin de lograr la validación del argumento. Esta falacia se comete cuando, por lo regular, se han agotado o no se tiene la capacidad para vislumbrar ideas o razones para refutar un argumento. Es una salida fácil para “derrotar” al adversario. Ejemplo 1. La tesis de Darwin sobre la creación y evolución del mundo, no pueden ser ciertas y se pide que las rechace, pues los religiosos están dispuestos a llevarlo, incluso, a la hoguera. Ejemplo 2. El derecho de gentes de Victoria está plagado de falsedades; de ahí que es mejor evitar su propagación, si no se quiere ver en problema.

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Primera Parte: Lógica Formal

La validez o invalidez de las tesis darwinianas acerca de la creación y evolución del mundo, no tiene nada que ver con el hecho del peligro al castigo. Sin embargo, la amenaza ha sido hecha a fin de “invalidar” las tesis de Darwin, aunque éstas no han sido examinadas. La conclusión no tiene atingencia lógica con las premisas. En el segundo caso, el derecho de agentes de Victoria no es analizado o refutado, si no que se amenaza con “problemas”. Esto no quiere decir, sin embargo, que el derecho de gentes de Victoria sea válido. Únicamente se señala que el recurso que se ha utilizado para “refutarlo” no es lógico, es psicológico; es decir, la amenaza toma el lugar del recurso lógico para lograr, no la refutación, sino la persuasión a una determinada acción, mediante la coacción a través de la amenaza, lo cual hace que la conexión lógica entre la conclusión “el derecho de gente de Victoria es falso” y la premisa “debe evitarse su propagación por falso y ahorrarse así problemas” no se da. 3.

Argumentum ad ignorantiam (Argumento por ignorancia)

Esta falacia se comete cuando se pretende establecer la verdad de un enunciado, a partir del hecho de no poder demostrar su falsedad, o, al contrario, de catalogarlo como falso, porque no se ha podido establecer su verdad. La falta de conexión lógica se evidencia cuando se afirma no conocer la verdad de algo y por ello, entonces, es falso: o, en caso contrario, se alega ignorancia con respecto a la falsedad de algo y, por lo tanto, se concluye que es verdadero. La conexión psicológica se establece en que, por el hecho de no conocer la verdad, entonces se concluye la falsedad. La conexión lógica deseable es que si no se conoce la verdad de algo entonces no conocemos si es verdadero o falso. Sí somos ignorantes con respecto a algo, no tenemos derecho a enunciar la verdad o falsedad de ese algo. Pero en esta falacia se pretende establecer la conexión sólo puede ser psicológica. Ejemplo 1: La tesis de la curvatura del Universo de la Teoría de la Relatividad, no ha podido ser demostrada; por lo tanto, es falsa. Ejemplo 2: El teorema de las paralelas siempre ha sido válido dentro de la geometría euclidiana; por lo tanto, no puede ser inválido. En el primer caso, la demostración de la curvatura del Universo puede llevarse algún tiempo para poder ser demostrada; no sabemos, sin embargo, actualmente, sí es válida o no, plenamente; pero, de ello no se infiere que sea falsa, ni tampoco que sea verdadera. La conexión lógica adecuada es que como no sabemos si es verdadera o falsa, entonces no podemos decir si es verdadera o falsa; está sujeta a comprobación. En el hecho de que el teorema de las paralelas lo aceptemos como válido dentro del sistema de Euclides, no quiere decir que no pueda ser inválido en un futuro, ni tampoco válido; simplemente, la conexión lógica sería que hasta ahora y dentro de los límites del sistema euclidiano, el teorema es válido. La enseñanza práctica del estudio de esta falacia reside en que debemos emitir juicios, siempre y cuando conozcamos de lo que estamos hablando; no podemos emitir juicios acerca de cosas que no conocemos. 102



Esta falacia tiene como una excepción: en el campo jurídico, todo encausado es inocente hasta

Las Falacias.

que no se demuestre su culpabilidad. Es un principio jurídico aceptado universalmente, pues es el acusador el que debe demostrar la culpabilidad y no el acusado demostrar su inocencia. Es más difícil demostrar la inocencia que la culpabilidad, además, si adoptáramos el principio contrario, de que todo ser humano debe probar su inocencia, posibilitaría el hecho de que cualquier persona podría, impunemente, acusar a cualquiera sin tener ninguna responsabilidad posterior; traería el caos dentro de la vida civil del hombre. Aunque, siempre caería en este tipo de falacia. 4.

Argumentum ad misericordiam (Llamado a la piedad)

Esta clase de falacia se comete cuando se pretende validar o demostrar una tesis a través de los sentimientos de las personas. La conexión psicológica está en que se pretende que las personas acepten, tanto, éstos no pueden utilizados como recursos de demostración. La lógica exige demostración, no persuasión. Ejemplo 1. Las pruebas de la existencia de Dios de Santo Tomás son válidas; pues él era un santo varón, que sufrió calvario durante su enclaustramiento. Ejemplo 2. Martín Lutero fue un pobre perseguido religioso y mártir, de ahí que sus noventa y cinco tesis son válidas. Estos dos ejemplos son falacias ad misericordiam, porque se pretende validar ciertas tesis, las pruebas de la existencia de Dios y las noventa y cinco tesis de Lutero, tratando de despertar sentimientos de simpatía o de piedad hacia ellos. Las tesis expuestas por los interlocutores no son válidas o inválidas por las razones apuntadas, la persecución, la vida religiosa, etc. La conexión psicológica está en tratar de despertar sentimientos para lograr la aceptación lógica -la demostración- de la tesis. Puede haber persuasión, más no demostración. 5.

Argumentum ad populum (Argumento dirigido al pueblo, a la galería)

La falacia argumentum ad populum es el arma favorita de persuasión del político, el demagogo, el vendedor, etc. Y consiste en que se pretende validar ciertas tesis –la bondad de un producto, la ineficacia de una medida legislativa, una plataforma política, etc. -, a partir de la persuasión y no de la demostración. Se trata de lograr el asentimiento popular mediante llamados emocionales a la masa y no a través de razones lógicas. La inatingencia entre las premisas y la conclusión reside en que la bondad de un producto o la validez de una plataforma política, no reside en su rechazo por parte de la masa. La conexión lógica está en que la bondad de un producto reside en su composición química, disposiciones físicas, etc.; o la validez de una plataforma política reside en sus ideas en sí mismas, las cuales es necesario atacar, refutar o aceptar mediante la demostración. Si esto no existe, entonces tenemos una conexión, pero psicológica, una persuasión acerca del uso de tal o cual producto o la aceptación o rechazo de alguna idea, basándonos en la aceptación general. Ejemplo 1. La tesis sobre la creación del mundo debe ser aceptada, pues no podemos ir en contra de las creencias populares que son ancestrales y deben ser respetadas. El rechazo a esta tesis representaría insultar nuestras sanas costumbres.

103

Primera Parte: Lógica Formal

Ejemplo 2. Los productos modernos de belleza son fisiológicamente adecuados, porque hacen lucir bellas y atractivas a las mujeres. Además, si queremos estar a la moda, los productos de belleza son indispensables. La tesis de la creación del mundo es válida o inválida, independientemente que sea aceptada dentro de un conglomerado social como una verdad revelada. Esto no quiere decir, sin embargo, que dicha tesis sea inválida; únicamente se señala que la conexión lógica que se pretende establecer entre las premisas y la conclusión, no es válida y, por tanto, es de índole psicológica. El que dicha tesis tenga una aceptación popular, ya sea actual o históricamente, no valida ni tampoco inválida una tesis. Estas razones son lógicas para demostrar una tesis, aunque no son bastante persuasivas para lograr su aceptación como un recurso psicológico. En otro caso, los productos de belleza son adecuados o inadecuados fisiológica o médicamente, independiente de que sean usados por la mujer moderna. Es decir, no tiene que ver un enunciado con el otro. Del hecho de que toda mujer moderna los utiliza para lucir mejor o volverse más atractiva, no tiene ninguna relación fisiológica o médica, de ahí que, en su totalidad, no existe una conexión lógica entre premisas y conclusión. Tal parece como si se tratara de explotarla vanidad femenina a fin de lograr la aceptación del producto, y esta conexión sí es de carácter psicológico y, por tanto, no tiene nada que ver con la lógica, a no ser dentro del estudio de las falacias. No se trata de demostrar, entonces, sino más bien, de persuadir; es el campo de la retórica, las ventas, la política, y en general de la persuasión de la masa a partir de elementos psicológicos –como la vanidad o las creencias populares en estos casos-., para que las tesis sean aceptadas. 6.

Argumentum ad Verecundiam (Apelación a la autoridad)

Esta falacia se comete cuando se apela la autoridad de algún personaje erudito en un campo especifico, para “demostrar” una tesis o argumento atingente a otro especializado. Únicamente se trata de hacer valer la autoridad de ese personaje, que puede ser una autoridad en su campo, pero en el del argumento que se está tratando. Ejemplo 1. Con los trabajos sobre física que Einstein realizó, especialmente con su Teoría de la Relatividad, ha demostrado ser uno de los sabios más grandes de nuestra historia; por ello, sus opiniones sobre política internacional, como la creación de un organismo mundial de gobierno, tienen que ser verdaderos. Ejemplo 2. La tesis de Copérnico sobre el sistema heliocéntrico, fueron condenadas por algunos teólogos, por contradecir escritos bíblicos; por tanto, deben ser inválidas. En estos casos, tanto los trabajos de Einstein como los de Copérnico, no son recursos lógicos como para validar o invalidar tesis, ya sea de política, tal ejemplo de Einstein, o de teología, como el de Copérnico. Los teólogos, en el caso de Copérnico, por muy eruditos que sean en su campo o en los escritos de la escritura, no tienen autoridad en ese campo. De igual manera, la erudición de Einstein en física, no constituye ningún elemento válido para validar sus tesis políticas. 104

Esta falacia también se comete cuando se recurre a la autoridad de alguien, aunque sea versado en la materia, para validar ciertas tesis en el campo especifico que se está tratando. Una tesis es válida

Las Falacias.

independientemente de la autoridad que la enuncie. En otros términos, algo es cierto o no, sea cual fuere la opinión de los dialogantes. Esto no quiere decir que la autoridad no sea un recurso dentro de la discusión de teorías o hipótesis; pero sólo como un elemento de juicio que ayude a la demostración y no como punto de partida de ésta. La demostración sólo es lógicamente válida en sí misma. 7.

La Causa Falsa

En varias ocasiones tratamos de establecer relaciones causales, únicamente a partir de la observación de unos hechos que son anteriores a otros, o que se presentan en forma concomitante; a unos les asignamos el carácter de causa y a otros el de efecto. Sin embargo, el hecho de la concomitancia y la relación anterior-posterior no constituyen suficientes elementos de juicio necesarios como para establecer una relación causal. Ejemplo 1. Pasteur asistió, en una ocasión a la “cura” de un rebaño de vacas que estaban enfermas de ántrax. Los campesinos sometieron a los animales al proceso doloroso de infringirles heridas en todo el cuerpo, a fin de que, por medio de la sangre; les saliera el mal. De estos animales, muchos sanaron, por lo tanto, supusieron que el procedimiento era adecuado para la cura del mal. Sin embargo, años más tarde se llegó a demostrar que la “cura” era simplemente estadística. Los que sanaron lo hubieran hecho de todas maneras, aunque no los hubieran sometido al tratamiento, pues la única cura sólo es posible mediante el tratamiento en contra del microbio que causa tal enfermedad. Ejemplo 2. En algunos casos de dolor de cabeza, los médicos receta, en ciertos pacientes, cápsulas que contienen únicamente azúcar; y los pacientes logran alivio. Esto quiere decir que el dolor de cabeza tiene sus razones psicológicas, pero no físicas. Los pacientes, sin embargo, creen que son las cápsulas la causa de su curación. En el primer caso, podemos observar que la práctica de los campesinos, que era ancestral, les había dado “resultado” y creían que era, efectivamente, la causa de la cura. Así se había hecho. No obstante, ese procedimiento no tenía que ver en ningún caso, con la cura de los animales que lograban salvarse, pues como se observó posteriormente, al no realizar ese procedimiento de curación, algunos animales se curaban; con ello quedó demostrado que no había ninguna relación causal entre la cura y el tratamiento. Esa relación sólo había sido establecida a partir de una sucesión de un hecho anterior –el tratamiento- y un posterior –la cura-, pero, realmente, dicha relación no existía en tanto causal. Ciertas enfermedades tienen su punto de origen en razones puramente psicológicas, tal es el caso de ciertos dolores de cabeza. Para los pacientes, sin saberlo, cualquier medicamento les sería suficiente para haberse curado. Ellos establecen la relación causal en base únicamente a un hecho anterior y otro posterior. El azúcar no tiene ningún efecto terapéutico en la fisiología de los dolores de cabeza, que es lo que se busca; aún el mismo paciente; pero si tiene su efecto psicológico. En último caso, no es el azúcar la causa del alivio del dolor de cabeza, sino la actitud psicológica que se tiene con respecto a las cápsulas, es decir, la relación causal que el enfermo establece entre cápsula y alivio. 8.

La pregunta compleja



Esta falacia se comete cuando se exige, en una pregunta, una respuesta categórica de un “si” o

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Primera Parte: Lógica Formal

“no”, cuando en realidad, ya sea que se conteste con alguna de estas opciones, la respuesta siempre es la misma. Esto sucede porque la pregunta que se está formulando es compleja –supone otras preguntas anteriores- y se toma como simple. Ejemplo 1. ¿Es usted un revolucionario progresista o un reaccionario conservador? Ejemplo 2. ¿Prefiere adherirse a nuestras exigencias a darse por despedido? Parece que, en ambos casos, la respuesta está insinuada de algún modo, en la pregunta misma, pues no deja otras opciones reales o razonables. En el primer caso, falta dilucidar preguntas como: ¿Es un conservador realmente reaccionario? ¿Es un revolucionario realmente progresista? ¿Qué es un reaccionario?, y otras por el estilo. Sin embargo, las respuestas a estas preguntas están ya como dadas en la pregunta y por ello se le llama pregunta compleja; necesita aclaraciones; pero, en esta falacia, se le toma como una pregunta simple que exige, igualmente, una respuesta simple: sí o no. Lo mismo acontece en el ejemplo dos, pues la opción no es muy satisfactoria. Es necesario aclarar y llegar a un acuerdo con respecto a las exigencias y no plantear un ultimátum. Por esta razón, la pregunta compleja, necesita aclaraciones para poder contestar; en una sola pregunta se quiere formular una alternativa que no es real. En una pregunta compleja, se plantea una alternativa simple. Por ello, es una falacia de pregunta compleja. C. Ejercicio. Determinar si los siguientes razonamientos son válidos o falaces; si esta último es el caso, señalar de qué clase es y en que consiste la falacia.

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1. Durante el proceso contra Galileo, acerca del movimiento de la Tierra alrededor del sol, el encausado nunca logró demostrar su inocencia; por esa razón fue declarado culpable. 2. Las intenciones de bruto, al asesinar a César, nunca quedaron plenamente establecidas; por lo tanto, no fueron buenas. 3. El código napoleónico es un absurdo jurídico, pues no se esperaba otra cosa de un pequeño e ignorante corso. 4. La teoría sobre el calórico es válida, pues siempre respondió a los problemas que se plantearon en el siglo pasado; como, por ejemplo, la acumulación de calor que se dan en las piezas metálicas que se rozan entre si. 5. La teoría de la generación espontánea tiene que ser falsa, pues sus defensores son unos demoniacos, enemigos de Dios. 6. La eliminación de subsidios para la industria y el transporte siempre resultan perjudiciales especialmente en un sistema democrático, donde los votos cuentan para la elección de nuevas autoridades. 7. Actualmente, todos los pueblos cultos del mundo piensan que la Teoría de la Relatividad es válida; por lo tanto, debe ser válida. 8. La teoría sobre la justicia distributiva debe ser válida, ya que favorece a los pobres, menesterosos y desvalidos de la tierra. 9. El principio de la ley internacional que enuncia la no intervención en los asuntos de otros países

Las Falacias.

debe ser aplicado especialmente a aquellos países que no tienen fuerzas suficientes como para intervenir militarmente en los destinos de otros países. Pero, las naciones poderosas si pueden intervenir, pues poseen la fuerza militar y económica para hacerla. 10. No existe ninguna persona en su sano juicio, inteligente y culta, que acepte, en esta época moderna, la teoría sobre la creación ex-nihilo. 11. La gran mayoría de gente, en el tercer Mundo, es analfabeto y no conoce nada de economía o de sociología; por lo tanto, las medidas económicas o sociales nunca podrán algo bueno ahí. 12. Hasta ahora no se ha logrado demostrar plenamente la teoría de la evolución de Darwin. El eslabón perdido no es más que un ardid para evadir la cuestión. Por lo tanto, es una doctrina falsa. 13. Los científicos piensan que la cuestión es simple: o creemos que el mundo tiene cuatro dimensiones o nos declaramos unos ignorantes e irresponsables. 14. Platón sostenía, en sus años de juventud, que el movimiento no existía en el mundo de las ideas. Pero, en sus escritos tardíos, admite la existencia del movimiento en ese mundo. Por lo tanto, como no sabemos exactamente lo que pensaba, entonces sus doctrinas son falsas. 15. Las Sagradas Escrituras nos dejan entrever que la Tierra es el centro del Sistema Solar, por lo tanto, así debe ser. B. Falacias de ambigüedad A.

Definición

En general, las falacias de ambigüedad se cometen cuando los términos, frases o construcciones gramaticales, cambian de significado o posición en el transcurso del razonamiento, volviéndose ambiguo y poco claro; pero que, sin embargo, de alguna manera encuentran una cierta relación psicológica que los hace persuasivos. B. 1. 2. 3. 4. 5. 1.

Clasificación: El equívoco La anfibología El énfasis La composición La división El equívoco

Esta falacia se comete en varias instancias; una, cuando un término que tiene dos acepciones se le usa en una sola acepción; otra, cuando se usan términos que son relativos al contexto en que se están usando y se les toma en forma absoluta. En ambos casos, la confusión de los términos da una significación especial al razonamiento, haciéndolo falaz. Ejemplo 1: El pez martillo debe ser muy industrioso, pues sabe usar herramientas. Ejemplo 2. Aristóteles fue un filósofo genial; por tanto, pudo haber sido un gobernante igualmente genial.

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Primera Parte: Lógica Formal

El término martillo, en el primer caso, está siendo usado en una sola acepción: como herramienta, cuando, realmente, tiene dos; ya que, el pez martillo se designa así por la forma que tiene la cabeza y no porque utilice la herramienta martillo. Aunque Aristóteles haya sido un filósofo genial no quiere decir que hubiera tenido que ser un gobernante genial. La genialidad de Aristóteles es relativa estrictamente a su profesión y no a otra. En ambos casos, los términos martillo y filósofo genial, están siendo utilizados en diferentes contextos y acepciones, o cual genera un razonamiento ambiguo y poco claro. Se han equivocado los términos. 2.

La anfibología

Esta falacia se comete cuando se estructura el razonamiento de tal manera que su interpretación es ambigua; puede interpretarse de una y otra forma y no existe manera de aclarar cuál es la forma adecuada; por lo tanto, no se sabe exactamente lo que se está diciendo. Ejemplo 1. El género hombre comprende a la mujer. Ejemplo 2. Aristóteles le dijo a platón que era un buen filósofo. En el primer caso, no existe manera para averiguar si estamos queriendo decir que la clase mujer se encuentra en el género humanidad o si los hombres saben interpretar lo que las mujeres quieren decir. Para ello, se debió estructurar la proposición así: la mujer forma parte del género humanidad. O, en el otro caso. Los hombres interpretan adecuadamente a las mujeres. En segundo caso, no se sabe exactamente si Aristóteles se estaba refiriendo a sí mismo o a platón. 3. Énfasis La falacia por énfasis se comete en el caso de destacar ciertos aspectos de la redacción del razonamiento o proposición, mediante las bastardillas o entre comillas, con lo cual se le da un significado diferente a que si no se utilizaran dichos recursos tipográficos. Ejemplo 1. Los filósofos creen ser unos “sabios”. Ejemplo 2. Descartes creyó “demostrar” la existencia de la res extensa.

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En estos casos, lo que los términos significan cambia totalmente el entrecomillarlos, pues llegar a expresar, precisamente, lo contrario a lo que normalmente connotan. Sabio, al ser entrecomillado, significa que no son sabios; y, demostrar, expresa que no logró la demostración. Se han enfatizado los términos de tal manera que entendemos otros significados.

Las Falacias.

De igual manera acontece cuando los anuncios destacan ciertos aspectos para llamar la atención. Tal el caso, por ejemplo, al enunciar un viaje por Q. 1000.00 alrededor del mundo; pero, en letras más pequeñas, se hace la aclaración que ese es el precio únicamente del enganche. 4.

La composición

Este tipo de falacia se comete en dos instancias: una, cuando la o las propiedades de las partes de un todo se le asignan a ese todo; la otra, cuando se pretende predicar un mismo atributo colectivo como distributivamente a una misma clase de objetos. Ejemplo 1 La pirámide está formada por triángulos; por lo tanto, la pirámide es un triángulo. Ejemplo2 Los chinos inventaron la pólvora; por lo tanto, cada uno de los chinos inventó la pólvora. En el primer caso, si bien es cierto que los triángulos entran en la estructuración de la pirámide, no por ello se infiere que la pirámide sea un triángulo. En el otro ejemplo, el atributo “inventar la pólvora” se está predicando, falazmente, tanto en sentido distributivo –cada uno de los chinos- como colectivo –los chinos, en general-. Esta clase de falacia se conoce también como falsa generalización, lo cual señala que no podemos predicar con verdad acerca de un conjunto a partir de la verdad o falsedad de algunos casos o elementos de una clase. Esta falacia conduce, muy a menudo, a los prejuicios entre naciones y grupos étnicos. Por lo regular, se tienen prejuicios acerca de grupos de personas o colectividades, partiendo de juicios acerca de uno o unos de sus miembros. Esta forma de pensar no tiene una base lógicamente admitida, pues lo que se predica de la parte, no forzosamente se tiene que predicar del todo. Este hecho viene a constituir una enseñanza práctica en la formación del pensamiento lógico. 5.

Falacia por división

La falacia por división se comete por razones inversas a la de composición. En este caso se pretende que lo que se predica del conjunto, necesariamente debe predicarse de la parte. El razonamiento se base en esta relación es inválido, ya que podemos predicar sobre un conjunto, pero ese predicado no se aplica necesariamente a una de las partes. Otro tipo de falacia por división, consiste en pretender que lo que se aplica colectivamente, también se predica distributivamente; al contrario de la falacia por composición, donde la relación que se trata de establecer es de aplicar lo distributivo en lo colectivo. Ejemplo 1 Los números naturales son infinitos; por lo tanto, el número dos es infinito. Ejemplo 2 El número de alumnos de esta clase es de cuarenta; Julio es alumno de la clase, por lo tanto, es cuarenta.

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Primera Parte: Lógica Formal

Las falacias en estos ejemplos son evidentes. Si bien es cierto los números naturales son infinitos en conjunto, esto no quiere decir que una de sus partes –el numero dos- sea también infinito. Lo mismo acontece, en el segundo ejemplo, lo que se predica colectivamente –el número cuarenta alumnos. –no se aplica distributivamente a sus miembros. –Julio-, ya que éste no podría ser cuarenta.

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LÓGICA DIALÉCTICA

SEGUNDA PARTE LÓGICA DIALÉCTICA

1 ESENCIA Y CONTENIDO DE LA LÓGICA DIALÉCTICA P.V. Kopnin

P.V. Kopnin Lógica Dialéctica, Capítulo II México, D. F. Editorial Grijalbo, 1966 PP. 77-87

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TERCERA UNIDAD Esencia y contenido de la Lógica Dialéctica P.V. Kopnin La historia de la lógica demuestra que, mediante el análisis del proceso cognoscitivo, de sus diversas partes y aspectos, puede determinarse el objeto de la lógica formal y el de la dialéctica. La lógica apareció como ciencia del conocimiento de sus leyes y formas. Al principio, el proceso cognoscitivo, el pensamiento, no estaba desarrollado aún y la ciencia que lo estudiaba no se dividía en partes, pero después, a medida que progresaba el propio conocimiento, que iban apareciendo en sus diversas partes, la lógica se dividió en dos ciencias. La lógica formal estudia con detalle y profundidad un solo aspecto en las formas de pensamiento: las leyes y las formas de deducción de un juicio a partir de otros ya formados. Claro está que el objeto de la lógica formal, como resultado de ello se hizo más restringido y al mismo tiempo más amplio. La lógica formal, al estudiar tan solo ese aspecto en el proceso del pensamiento, descubrió en él nuevas propiedades y relaciones que antes desconocido. Se trata de un proceso corriente para toda ciencia que se independiza. La ciencia concentra su atención en su aspecto a fin de comprenderlo con mayor profundidad, descubrir en él nuevas propiedades, relaciones y leyes. La lógica formal del siglo XX ha estudiado con mucha mayor plenitud y profundidad el proceso deductivo de un razonamiento que la lógica de los siglos XVIII y XIX. Contribuyó a ello la circunstancia de haber restringido el objeto de su investigación y de haberse hecho más formal todavía. En la precisión del objeto y del contenido de la lógica dialéctica se parte de la crítica a la lógica formal en su aspecto clásico tradicional. Se ha señalizado que la lógica formal como método de conocimiento es limitada y constituye, en comparación con la dialéctica, una etapa inferior. Incluso la lógica formal es ante todo método para el hallazgo de nuevos resultados, para progresar de lo conocido a lo desconocido, y es mismo es la dialéctica, aunque en un sentido más eminente, pues rompe el estrecho horizonte de la lógica formal y contiene el germen de una concepción del mundo más amplia. La lógica formal y la dialéctica, como métodos del conocimiento de la realidad guardan entre si la misma relación que las matemáticas elementales y las superiores. La lógica formal considera los contornos formales, guiándose por lo más habitual o por las más frecuentemente salta a la vista y a ellos se limita. La lógica formal es como la teoría filosófica del pensamiento, es limitada. Muchos de sus representantes eran idealistas en la solución del problema fundamental de la filosofía, divorciaban el pensamiento del mundo material, las formas de pensamiento de su contenido (por ejemplo, Kant y los kantianos) y partían de la concepción idealista de la verdad y su criterio. Los representantes de la lógica formal eran, por regla general, metafísicos y consideraban que las formas del pensamiento eran series de tesis tomadas al margen de su dinámica en el proceso del desarrollo del conocimiento.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

La dialéctica, como ciencia, está llamada, primero, a descubrir las leyes más generales del desarrollo del mundo objetivo, y, segundo, poner de manifiesto su importancia como leyes del pensamiento, sus funciones en el avance del pensamiento. En este último caso, la dialéctica cumple funciones de lógica y se convierte en lógica dialéctica. La lógica dialéctica integra el contenido de una concepción del mundo; su misión radica en crear una teoría filosófica de las leyes y formas del pensamiento, en consonancia con el nivel moderno del conocimiento científico. La dialéctica, como ciencia, estudia tanto la dialéctica objetiva como la subjetiva; cuando investiga las leyes de la dialéctica desde su ángulo subjetivo (como leyes del pensamiento) actúa como lógica dialéctica. La lógica dialéctica, aplicando las leyes de la dialéctica al estudio del pensamiento y sus formas, nos muestra porqué vías y en que formas capta nuestro intelecto la verdad objetiva. Como ciencia de la verdad, la lógica dialéctica revela, ante todo, el contenido del método filosófico de conocimiento de la verdad, sus exigencias fundamentales referentes al modo de cómo ha de enfocar el hombre los fenómenos del mundo objetivo para que los resultados del conocimiento sean un reflejo profundo y completo de la esencia del objeto del pensamiento. Basándose en el conocimiento de las leyes más generales de desarrollo de los fenómenos, la lógica dialéctica estructura las tesis metodológicas que constituyen el punto de partida del estudio de cualquier objeto, descubre el funcionamiento de las leyes de la dialéctica en el conocimiento de la verdad. Las leyes de la dialéctica reflejan el mundo objetivo, al devenir de sus fenómenos; el hombre que conoce la importancia de estos fenómenos, los utiliza en sus conocimientos ulteriores y la transformación de la realidad. La misión de la lógica dialéctica consiste en mostrar el funcionamiento de las leyes de la dialéctica en el proceso de aprehensión de la verdad objetiva. Para conocer efectivamente un objeto es precio abarcar y estudiar todas sus facetas, todos sus vínculos y sus eslabones intermedios. No llegaremos jamás a conocerlo de una manera completa, pero esta exigencia de universalidad nos pondrá el abrigo de los errores y del dogmatismo. Este en primer lugar. En segundo, la lógica dialéctica exige que el objeto sea considerado en su devenir, desde el ángulo de su automovimiento de su cambio. Tercero, toda la práctica humana ha de incluirse en la definición completa del objeto, tanto como criterio de la verdad, como exponente práctico de los nexos del objeto con lo preciso para el hombre. Cuarto, la lógica dialéctica enseña que la verdad es siempre concreta. La lógica dialéctica no se limita a esas exigencias tan sólo. De todas las leyes de la dialéctica y de sus categorías se deducen determinadas exigencias frente al pensamiento, por ejemplo, el vínculo objetivo de la esencia y el fenómeno se deduce la tesis de que el proceso del conocimiento ha de pasar del conocimiento del fenómeno al conocimiento de la esencia, del conocimiento de la esencia de primer grado al segundo grado, etc. La lógica dialéctica pone de manifiesto el valor de la dialéctica como medio para demostrar la verdad.

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La idea de que un mismo método filosófico no puede servir simultáneamente de medio para descubrir y de medio para demostrar es características de las diferentes doctrinas de la filosofía. Esta idea parte, en última instancia, del reconocimiento de que la lógica formal es la única ciencia de la demostración, y que su aparato, sus leyes y formas constituyen el único medio lógico de la demostración. No existe, ni puede existir ninguna otra ciencia ni ningún otro método de demostración. La lógica

Esencia y contenido de la lógica dialéctica.

formal, al considerar absoluta la teoría y absoluto el método de la demostración, cae en la metafísica, en el olvido del papel de la dialéctica, en el proceso de demostración del conocimiento científico. No podemos, claro está, subestimar la importancia, de la lógica formal y su doctrina sobre la demostración. La misión de la dialéctica no es la de suplantar a la lógica formal en la doctrina de la demostración, sino en procurar aquello que es esta última no puede hacer. Para los positivistas modernos la lógica formal es el método de demostración y las metodologías de las ciencias particulares, el método de obtención de nuevos resultados. Además, el método y la demostración el método del conocimiento, según los positivistas de hoy en día, se excluye recíprocamente. Las metodologías particulares son el método de investigación científica y la lógica formal, el método de la demostración; no existe ningún otro método general de conocimiento ni de demostración. Mas esa división el método de obtención de nuevos resultados y en medios de demostración es incorrecta, ya que se basa en la incomprensión de los fundamentos objetivos del método de la demostración y sus vínculos con el avance de la verdad. Ciertos criterios de la dialéctica divorciaban y oponían entre si el método de la investigación y el método de la demostración, reduciendo la dialéctica a la simple demostración de tesis conocidas. Han existido numerosos aficionados a presentar la dialéctica, sus leyes y categorías como un medio de selección de hechos, ejemplos e ilustraciones para demostrar sus tesis conocidas anteriormente. Pero ya se ha demostrado que ni siquiera la lógica formal constituye un simple medio demostrativo, pues también sirve para obtener nuevos resultados. El nexo entre el modo de descubrir la verdad y el modo de demostrarla no es casual; se basa en la misma idea de coincidencia entre el contenido de las leyes del pensamiento y las leyes del mundo objetivo. El proceso de la demostración de la verdad, lo mismo que el proceso de su descubrimiento, transcurre de acuerdo con las leyes inherentes al mundo objetivo. La demostración de la verdad está indisolublemente vinculada al proceso de obtención y constituye el factor supeditado a él. Para demostrar la veracidad de cualquier postulado teórico, es necesario exponer el camino seguido por nuestro pensamiento hacia el postulado, analizar los hechos que poseen, las leyes y los medios de su elaboración, el método de estructuración de las teorías. El proceso de obtención de la verdad no puede representar diciendo: primero se descubre y luego se demuestra. El proceso del descubrimiento engloba su demostración y viceversa; demostrar una teoría equivale a desarrollarla, equivale a completarla y concretarla. Por ejemplo, los reflejos condicionados en la teoría de Pávlov constituyen un método de estudio de la actividad nerviosa superior, un método explicativo de los procesos nerviosos. Gracias a este método, Pávlov pudo poner en manifiesto las leyes de la actividad nerviosa superior, pero el método de los reflejos condicionados le sirvió, al mismo tiempo, como medio para la demostración: recurría a él para comprobar la veracidad o falsedad de una u otra teoría. Por medio de los reflejos condicionados refutó Pávlov la aseveración de Kóler relativa a que los animales meditaban sus premisas y demostró la veracidad de otra tesis teórica: los perros no tienen conciencia en la realidad. En todo conocimiento científico existe esa unidad entre el descubrimiento de lo nuevo y su demostración o la refutación de una teoría, es errónea la afirmación de que el experimento no es más que un medio para demostrarla veracidad de una teoría o un método tan sólo para descubrir nuevos fenómenos y formular nuevas hipótesis. Al enunciar alguna nueva tesis teórica, simultáneamente, refutamos algo viejo y demostramos algo nuevo.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

La lógica formal es limitada como método de conocimiento y como medio de demostración. Apoyándose en sus leyes y formas cabe establecer la concordancia o la no concordancia de un juicio con otros; es decir, la lógica formal sirve como instrumento para demostrar la certeza de los juicios, pero no su veracidad objetiva. Como ciencia de la demostración, la lógica formal elabora criterio que nos permite juzgar si un juicio se deduce o no se deduce forzosamente de un sistema de otros juicios. Estos criterios son importantes en la estructuración de una teoría y su demostración. Si una teoría incluye en sí contradicciones lógica de según las leyes de la lógica formal son inadmisibles, no puede pretender la veracidad objetiva, ni tampoco la categoría científica. Sin embargo, el cumplimiento de todos los requisitos de la lógica formal tampoco es una prueba de que la teoría es verídica objetivamente. Por ello, el aparato lógico, de la lógica formal como medio de demostración no cumple más que una función imprescindible: comprueba el conocimiento científico desde el punto de vista de su corrección lógica. El estudio de un objeto en su automovimiento y en medio de sus conexiones no sólo conduce a la verdad, sino también a su demostración. La práctica tiene peculiar importancia en la demostración; al margen de ella no se puede resolver, en general, el problema de la veracidad o falsedad de toda teoría. La unidad de la teoría y la práctica es la tesis metodológica más importante, tesis que le sirve de hilo conductor a la investigación del objeto y en el establecimiento de la veracidad de conocimiento obtenido. Como se sabe, la tesis científica se considera demostrada si se deduce de vías lógica de otras tesis cuya veracidad había sido establecida anteriormente. Pero el problema de la veracidad de una tesis científica, que sirve de argumento en la demostración, y el de la justeza de la propia deducción lógica, no puede resolverse si no se pasa de la esfera del pensamiento a la esfera de la actividad práctica. ¿Es objetivo el contenido de nuestro pensamiento?, ¿Conocemos las auténticas, propiedades del objeto o bien nuestra mente se hace ilusiones y su mueve en la esfera de representación subjetivas, desvinculadas de las propiedades y de las leyes propias del mundo objetivo? Estas preguntas quedarán sin respuestas si se rediseña el papel de la practica en la demostración de la verdad. Cómo teoría del método de obtención y demostración de la verdad, la lógica dialéctica enfoca a su modo las formas del pensamiento, cuyo estudio ha constituido siempre el objeto de estudio de la lógica. En el estudio de las formas del pensamiento parte, ante todo, de la solución del problema fundamental de la filosofía. El conjunto de todas las facetas del fenómeno, de la realidad y sus relaciones reciprocas es lo que forma la verdad. Las relaciones de los cuerpos constituyen el contenido principal de la lógica, con la particularidad de que esos conceptos vienen a ser un reflejo del mundo objetivo. La dialéctica de las cosas, crea la dialéctica de las ideas y no viceversa.

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La lógica (el movimiento del pensamiento) es el reflejo de lo histórico (el movimiento de los fenómenos de la realidad objetiva). El problema de la relación entre lo lógico y lo histórico es el más importante en la lógica dialéctica. Para poder reflejar la plenitud y profundidad la dialéctica objetiva, las propias formas del pensamiento han de ser dialéctica: móviles, flexibles, interdependientes. La dialéctica estudia los vínculos entre las formas del pensamiento, su subordinación en el avance del pensamiento hacia la verdad. La lógica dialéctica por oposición a la vieja lógica, puramente formal, no se contenta, como ésta, con enumerar y colocar incoherentemente unas junto a otras, las formas en que mueve el pensamiento. Por el contrario, derivan estas formas la una de la otra, las subordina entre sí en vez de coordinarlas y desarrollar las formas superiores, partiendo de las inferiores.

Esencia y contenido de la lógica dialéctica.

La lógica dialéctica basa la solución de este problema en el principio de la unidad de lo abstracto y lo concreto con el pensamiento de lo teórico y lo científico; mediante el paso del pensamiento de lo abstracto a lo concreto se consigue una verdadera objetividad del conocimiento. El principio de la unidad de lo abstracto y lo concreto ocupar lugar especial en la lógica dialéctica; sobre él se basa todo el sistema estructural, de los conceptos, de los razonamientos, de las teorías científicas, de las hipótesis, no es otra cosa que el proceso de ascensión de lo abstracto a lo concreto. Finalmente, la lógica dialéctica analiza la estructura de las formas del pensamiento y se esfuerza por descubrir la dialéctica de las interrelaciones entre lo singular, lo particular y lo general en las formas del pensamiento cómo reflejo de las relaciones del mundo objetivo. Así, pues, la lógica dialéctica es la ciencia de la verdad y de las vías de su consecución; es la ciencia que nos da a conocer las leyes y las formas de la trayectoria del pensamiento por el camino de la aprehensión de la verdad y su demostración. La lógica dialéctica es opuesta a la lógica formal, pero no es en el sentido de que la solución dada por ella a los problemas que trata de la lógica formal sea diametralmente distinta. La lógica dialéctica, por ejemplo, no hace ninguna indicación sobre las reglas a seguir con los distintos tipos de los juicios, ya que el estudio de estas reglas es el objeto tan solo de la lógica formal, lo mismo que no formula reglas para sumar, restar, extraer la raíz cuadrada, para escribir correctamente diversas palabras, etc. Todo ello constituye el objeto de ciencias especiales. Es imposible que dos juicios como, por ejemplo: “Todas las flores son plantas, el clavel es una flor” se deduzca, según la lógica formal “el clavel es una planta”, y según la lógica dialéctica “el clavel es un animal”. La lógica formal es la única que establece las reglas de la deducción de un juicio partiendo de otros. Anteriormente formulados; la dialéctica no posee ninguna regla sobre ello, ya que no se trata de su objeto. Las reglas establecidas por la lógica formal son correctas, lo mismo que lo son, las reglas de sumar. Están confirmadas por la práctica. Pero la lógica dialéctica es opuesta a la formal en el sentido de que las leyes de la lógica formal se basan en el reflejo de un aspecto de los fenómenos; su estabilidad cualitativa, su identidad recíproca, según un rasgo determinado y las leyes de la dialéctica, en cambio, reflejan los múltiples aspectos de los fenómenos, su movimiento, donde el reposo no constituye más que un factor de la estabilidad cualitativa. Al estudiar las formas del pensamiento, la lógica formal abstrae de su contenido concreto; la lógica dialéctica, en cambio, al estudiar el proceso de desarrollo de los conceptos, los juicios, etc., no se abstrae ni puede abstraerse, de su contenido, ya que el margen del contenido resulta inexplicable el propio proceso. La lógica formal estudia, desde un determinado punto de vista, conceptos ya dados, formados; la lógica dialéctica, por el contrario, tiene por objeto, especialmente, el estudio del proceso de formación de los conceptos, los juicios, las teorías, etc.

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2 LA DIALÉCTICA COMO LÓGICA Y COMO TEORÍA DEL CONOCIMIENTO A.G. Spirkin

A.G. Spirkin

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LA DIALÉCTICA COMO LÓGICA Y COMO TEORÍA DEL CONOCIMIENTO A.G. Spirkin La dialéctica como ciencia de las formas y leyes generales de desarrollo de mundo objetivo forma unidad inseparable con la lógica y con la teoría del conocimiento. Esta unidad tiene como base objetiva la unidad de las leyes del ser y el pensar. La dialéctica, desarrollada sobre un fundamento materialista, proporciona solución científica a problemas que antes eran aislados en sectores apartados de la dialéctica: la lógica y la gnoseología (conocimiento). El materialismo dialéctico no necesita ninguna filosofía colocada sobre las otras ciencias. De la filosofía anterior queda “la doctrina del pensamiento y de sus leyes, la lógica formal y la dialéctica”. Y la dialéctica incluye lo que ahora se llama teoría del conocimiento, gnoseología, la cual debe examinar la materia que trata también históricamente, estudiando y generalizando el origen del desarrollo del conocimiento, el paso del no saber al saber. La dialéctica es la teoría del conocimiento del materialismo. Y esta última es la lógica, que representa “la doctrina no de las formas exteriores, del pensamiento sino de las leyes de desarrollo de todas las cosas materiales, naturales y espirituales, es decir, el desarrollo de todo el contenido concreto del mundo y del conocimiento del mismo, o sea el balance, la suma, la conclusión de la historia del conocimiento del mundo”. De la naturaleza misma del pensamiento entendido como criterio materialista, siempre relacionado con el objeto, se deriva inevitablemente que la elaboración de la teoría del conocimiento, de la lógica dialéctica, es posible solo en la vinculación inseparable con el estudio del mundo material. La lógica dialéctica no trata del pensamiento como tal, sino de las formas y leyes del pensamiento, enriquecidas con un contenido generalizado, en su relación con el mundo objetivo, o formas fundamentales de existencia y leyes de desarrollo del mundo objetivo en su relación con el pensamiento. De la naturaleza misma del pensamiento entendido dialécticamente se desprende la necesidad del examen histórico del contenido, las formas y las leyes del pensamiento sobre la base del desarrollo de la práctica social. A la lógica dialéctica le corresponde el estudio de la manera como la dialéctica del ser (de la naturaleza y la sociedad) se refleja en la dialéctica del pensar, en la expresión de la dinámica y el desarrollo de los objetos y fenómenos del mundo objetivo y de la contradicción, como motor del desarrollo, en la lógica de los conceptos, de las categorías. La lógica dialéctica es la aplicación de todas las proposiciones fundamentales del materialismo dialectico al pensamiento como reflejo científico de la realidad en la conciencia del hombre. Del pensamiento dialécticamente interpretado se desprende la necesidad del examen histórico concreto del contenido, las formas y las leyes del pensar sobre la base del desarrollo de la práctica social; la necesidad de poner en claro la manera cómo de unos conceptos se deriva de otros, en qué relación se encuentran entre sí las leyes, las categorías y otras. La lógica dialéctica revela todo el conjunto de las relaciones entre la teoría y la práctica en su aparición y desarrollo histórico, las relaciones entre las distintas formas y fases del pensamiento científico a lo largo de su desarrollo. La lógica dialéctica no es otra cosa sino la historia y el proceso de conocimiento a lo largo de su desarrollo. La lógica dialéctica no es otra cosa sino la historia y el proceso del conocimiento en su elaboración lógica.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

Junto a la lógica dialéctica existe la lógica formal, la cual estudia las leyes de relación entre las premisas y las conclusiones y las leyes de demostración. Mientras la lógica dialéctica es la teoría de la aparición y desarrollo histórico de las formas lógicas de pensar en unidad con su contenido, y por ello revela sus contradicciones internas, la lógica formal se aparta del desarrollo histórico del pensar, lo toma como algo dispuesto y formado, prescinde de la contradicción interna del objeto de conocimiento como fuerza motriz de desarrollo del mundo y del conocimiento. Mientras que en la lógica formal las contradicciones son concebidas como opuestos que aparecen consecutivamente y son incompatibles entre sí, la lógica dialéctica estudia el modo de pensar en el que los contrarios son dados simultáneamente, es decir, tal como existen en el objeto que se piensa. La lógica dialéctica estudia todo el proceso de desarrollo del conocimiento en su conjunto, mientras que la lógica formal se limita a un aspecto determinado. Por esta razón no se ve desplazada por la lógica dialéctica, que se limita a restringir su campo de acción. En el proceso de conocimiento, las leyes de la dialéctica y de la lógica formal actúan simultáneamente. Pero las leyes lógico formales son insuficientes para el conocimiento científico, el cual espontánea o conscientemente, se guía por la dialéctica materialista. La lógica dialéctica ha tomado de la lógica formal tradicional, como método y la teoría del conocimiento en una etapa de desarrollo anterior, todo cuanto había en ella de relativamente verdadero. Los resultados positivos, que alcanzó la lógica formal en el sentido filosófico, pasaron a formar parte, en su aspecto esencial, de la lógica dialéctica y fueron elaborados por ella. Por ello conviene diferenciar la actitud de la lógica dialéctica frente a la lógica formal tradicional, de su actitud ante la lógica formal moderna. En el primer caso la lógica dialéctica y formal constituyen dos etapas en el desarrollo de la doctrina sobre el pensamiento: la inferior y la superior; la lógica dialéctica viene a ser la negación de la lógica formal que le antecedió como método y teoría del conocimiento. Entre la lógica dialéctica y lógica formal contemporánea existe la misma relación que entre la filosofía y una rama especial de conocimiento científico: sus objetos son distintos y cada una de ellas estudia con plenitud y profundidad su objeto; la filosofía proporciona un método filosófico general del conocimiento y la otra estudia exhaustivamente un solo aspecto del pensamiento. La historia de la lógica y su estado actual demuestra que la división de la lógica en la dialéctica y formal no se debe a que una se dedicó al estudio de formas superiores de pensamiento y la otras a inferiores. Sin que las diversas facetas del complejo proceso del conocimiento pasaron a ser objeto de análisis de las dos ciencias. La dialéctica estudia todas las formas del pensamiento, descubre su contenido objetivo, muestra el paso de las formas del pensamiento inferiores a superiores, en el proceso del conocimiento de los fenómenos de la realidad; también la lógica formal investiga todas las formas del pensamiento (tanto simples como complejas), pero lo hace desde un solo punto de vista especial, que ya no es filosófico, es decir, estudiar las reglas y las formas de deducción de juicios ya formados.

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3 EL PENSAMIENTO COMO OBJETO DE LA LÓGICA DIALÉCTICA P.V. Kopnin

P.V. Kopnin Lógica Dialéctica. Capítulo IV México, D. F. Editorial Grijalbo, PP. 127-138

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EL PENSAMIENTO COMO OBJETO DE LA LÓGICA DIALÉCTICA P.V. Kopnin 1.

Lugar de la dialéctica en el estudio del pensamiento

El pensamiento es estudiado por las más diversas esferas del conocimiento científico, con la particularidad de que cada ciencia lo estudia desde un ángulo determinado: la fisiología de la actividad nerviosa investiga el sustrato nervioso del pensamiento; la psicología, el proceso de pensar en el hombre y su vínculo con otras propiedades psicológicas; la lingüística analiza el pensamiento en relación con el estudio de sus formas de expresión en la lengua. Aunque no toda la ciencia tiene por objeto inmediato el estudio del pensamiento, cada una de ellas, sin embargo, se enfrenta al estudio del pensamiento, con el estudio de las leyes de su evolución, al tomar conciencia de sus resultados. Las matemáticas analizan el proceso del pensamiento matemático, plantean el problema de la estructura y las peculiaridades de las demostraciones aritméticas: la física no puede mantenerse al margen del pensamiento físico, de la estructura y el desarrollo de las hipótesis y las teorías físicas. En mayor o menor grado esto se refiere a todas las demás ciencias que no pueden dejar de ocuparse, en una u otra medida, de estudiar el pensamiento. La madurez de una ciencia se determina, en particular, por el grado en que conoce sus resultados y el método que emplea para conseguir y demostrar la verdad. En este sentido toda ciencia, además de su objeto, trata de autoconocerse, condición indispensable para una aprehensión más profunda y fructífera de las leyes que estudia. Y como la ciencia incluye también el autoconocimiento, no como fin, sino como medio de obtener conocimientos objetivos y verídicos acerca de su objetivo, está vinculada al estudio del pensamiento. Sin embargo, entre todas las ciencias que estudian el pensamiento, ocupa un lugar especial la filosofía, precisamente la filosofía científica moderna: el materialismo dialectico. Este enfoca el pensamiento de un modo sustancialmente distinta de cómo lo hacen las demás ciencias. La dialéctica estudia el pensamiento desde el ángulo de su relación en el mundo objetivo, estudia las leyes de su movimiento hacia la verdad objetiva. Las ramas especiales del conocimiento científico exploran un aspecto aislado del pensamiento, una ley particular de su desarrollo, las peculiaridades de ciertos tipos y formas de pensamiento, de algunas etapas de evolución; tratan de aprender en el pensamiento algunas facetas y leyes del mundo objetivo. El materialismo dialectico estudia la naturaleza del pensamiento como tal, su relación con el mundo objetivo que le ha dado vida, las diferencias entre el pensamiento y otros fenómenos de la realidad y las leyes generales que determinan su desarrollo. Ninguna sola rama especial del conocimiento científico, por mucho que profundice en el estudio del pensamiento puede resolver el problema de la naturaleza del pensamiento como fenómeno social, determinar todos los aspectos de su relación con la materia, poner al descubierto las leyes generales de su movimiento y de sus formas en el proceso de obtención del conocimiento verdadero. La teoría del pensamiento, creada por la lógica dialéctica, no puede ser suplantada ni por los datos que obtiene sobre el pensamiento, ramas especiales del conocimiento científico, ni por el conjunto de todos ellos. La dialéctica al estudiar al pensamiento, no pretende obtener la compilación de datos sobre el mismo, sino elaborar su propia teoría, sus propios conceptos, acerca de este fenómeno, que reflejan precisamente aquello que constituye en el pensamiento el objeto de la filosofía. La lógica dialéctica posee sus propias nociones acerca del pensamiento, nociones que expresan su esencia gnoseológica. No se pueden sustituir en ningún caso los conceptos filosóficos sobre el pensamiento por conceptos fisiológicos, psicológicos, lingüísticos y otros.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

La misión de la lógica dialéctica no es la de recopilar datos de otras ciencias, sino elaborados y utilizarlos en la solución de sus propios problemas, con el fin de crear su propia teoría y sus propios conceptos. Además de los conceptos que la filosofía ha elaborado sobre la naturaleza del pensamiento y las leyes más generales de su desarrollo sirven de métodos para que las ciencias especiales estudien los diversos aspectos del mismo. 2. Naturaleza pensamiento: lo material y lo ideal, lo objetivo y lo subjetivo, lo filosófico y lo psíquico Al determinar el pensamiento, la dialéctica materialista extrae de él lo básico y esencial, es decir, aquello que diferencia el pensamiento y su movimiento:

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De otros fenómenos de la realidad. De otras formas de reflejo.

Para esclarecer la esencia del pensamiento es preciso considerarlo en su forma madura, es decir, el pensamiento científico actual. La definición del pensamiento presupone su análisis desde algunos aspectos generales más importantes. La definición más general del pensamiento derivada de la teoría de reflejo Leninista, es la siguiente: el pensamiento es el reflejo de la realidad objetiva por medio de abstracciones. El reflejo de la realidad constituye el contenido del pensamiento, siendo la abstracción la forma de este contenido. Cuando consideramos el pensamiento de la ciencia moderna, se alza ante nosotros, en primer lugar, un conjunto de diversas abstracciones, mediante las cuales se refleja en el pensamiento el mundo objetivo. La actividad del pensamiento está relacionada con la creación de una determinada imagen cognoscitiva. La existencia de esta imagen y sus peculiaridades, destacan el pensamiento entre otros fenómenos de la realidad. Por ello el estudio de la naturaleza del pensamiento se ha de comenzar por la definición de la esencia de la imagen cognoscitiva, por el esclarecimiento de sus relaciones con aquello de lo que es imagen. La imagen cognoscitiva y el objeto que refleja no es una cosa y la misma: saber distinguirlos, reconocer que el objeto reflejado existe independientemente de su imagen cognoscitiva, constituye una premisa indispensable de la lógica materialista. La imagen cognoscitiva y el objeto en ella reflejado forman una unidad de contrarios. Son únicos, ya que la imagen es una copia del objeto, una fotografía del mismo, pero son contrarios, ya que uno respecto del otro guarda la misma relación de lo ideal y lo material. La imagen cognoscitiva como reflejo, como fotografía del objeto no es su copia material. La copia material o el modelo material del objeto poseen propiedades propias de los cuerpos materiales. Un modelo de barco se diferencia del barco, propiamente dicho, más son diferencias en una esfera común: tanto el uno como el otro son cuerpos materiales, aunque uno es menor que el otro y se emplea con fines distintos. Si examinamos ahora el contenido de nuestros pensamientos acerca del barco, veremos que éstos, siendo su imagen, no son copia material, su modelo. Lo común entre el contenido – nuestro pensamiento – y su objeto es distinto que entre la copia material (el modelo) y el objeto representado. La unidad entre el contenido del pensamiento y el objeto que refleja consiste en que el pensamiento refleja las propiedades del mismo, pero no posee ninguna medida de estas propiedades. Un modelo de barco puede ser experimentado en un laboratorio, se pueden estudiar en él las propiedades del barco en cuestión. Pero una representación mental del barco no puede navegar ni siquiera en las condiciones de laboratorio.

El pensamiento como objeto de la lógica dialéctica.

Por muy diferente que sea el contenido del pensamiento acerca del objeto entre las diversas personas, no pasa a ser una imagen ideal del objeto diferente por principio no sólo del propio objeto, sino también de todas sus copias materiales: no posee ni puede poseer sus propiedades, sino que la refleja tan sólo. El modelo del objeto reproduce las propiedades del objeto de un modo material y la imagen cognoscitiva de un modo ideal, en la conciencia del hombre pensante. Entre el contenido del pensamiento del objeto que refleja hay una diferencia de principio, que se conoce como la diferencia entre lo material y lo ideal. Lo ideal está relacionado con lo material, pero no es una y misma cosa. “lo ideal ---escriba C. Marx---, no es cosa que lo material transplantado a las cabezas del hombre y transformados de ella”. La diferencia entre lo material y lo ideal es absoluta en el sentido que la imagen ideal del objeto jamás puede poseer las propiedades del objeto que representa: su misión se reduce únicamente a representarlas. La imagen cognoscitiva no ha de considerarse como un objeto ideal especial que existe a la par e independientemente del objeto: no es lo más que la imagen ideal del mismo. No hay dos objetos: uno material, que existe al margen de nuestro pensamiento y el otro ideal que existe dentro de él. Hay un solo objeto; el pensamiento no crea su propio objeto material o ideal: crea la imagen del objeto material. Así, pues, la imagen cognoscitiva que nos proporciona nuestro pensamiento no es una cosa material o ideal especial, no es el símbolo de esta cosa, sino su reflejo en la consciencia del hombre, la imagen ideal de lo material. Para expresar la relación entre la imagen cognoscitiva y el propio objeto, la filosofía ha elaborado las categorías de lo material y lo ideal, por medio de las cuales establece, por un lado, la unidad entre la imagen cognoscitiva y el objeto y, al mismo tiempo, su diferencia desde el principio. Mas la lógica dialéctica no se limita a caracterizar el pensamiento en sus relaciones con el objeto representado. Es preciso analizar con mayor profundidad y detalle la imagen cognoscitiva creada por el pensamiento, sus relaciones, por un lado, con el objeto y, por otra, con el hombre que lo crea. Con este fin, la filosofía ha elaborado los conceptos de lo subjetivo y lo objetivo, de sujeto y de objeto. Estas categorías hacen más concreta nuestra noción sobre el pensamiento como imagen ideal de lo material. Sujeto y objeto son categorías importantísimas de la gnoseología marxista, diferentes de las categorías de lo ideal y lo material. No puede identificarse el sujeto con lo ideal, ni el objeto con lo material. El sujeto es el individuo que conoce y modifica el mundo material que lo rodea. El idealismo reduce el sujeto al pensamiento al “yo”. Para el materialismo dialectico, el sujeto es el hombre social con toda su actividad racional, incluido el pensamiento. El sujeto no es algo ideal, no es la imagen del objeto, sino que es el hombre material de carne y hueso, con cerebro pensante dotados de medios de producción y ligado a determinadas relaciones sociales: el pensamiento no es más que un aspecto del sujeto y no todo su contenido. El materialismo anterior al marxismo, en particular el de Fuerbach, ha observado justamente que el sujeto no es el pensamiento sino un ser material (el hombre), que es parte de la naturaleza. Mas esta forma del materialismo no comprendía las peculiaridades del hombre como sujeto y su diferencia de otras formas de movimiento de la materia, no comprendía su naturaleza social y, por ellos, la interacción entre sujeto y el objeto de la naturaleza era interpretada de un modo unilateral: la naturaleza actúa sobre el hombre, debido a lo cual la naturaleza se refleja en la conciencia humana. El concepto de objeto, no es idéntico al concepto de materia. Los filósofos burgueses tratan de sustituir el concepto de materia, cuyo contenido expresa claramente la solución materialista del problema fundamental de la filosofía, por el concepto de objeto, que lo abarca todo: tanto los objetos del mundo material, que existe al margen de nuestra conciencia, como los resultados de la actividad pensante del

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hombre, que pueden servir de objeto para las investigaciones teóricas del sujeto. Las cosas del mundo material son el objeto de la actividad del hombre. Este, además, puede establecer diversas interrelaciones con el objeto: 1) prácticas, y 2) Teóricas. La práctica introduce las cosas del mundo material en la esfera del sujeto y las convierte en objetos. Llamamos práctica a una interacción del sujeto y el objeto durante la cual remodifican tanto el objeto como el sujeto. El hombre conoce las cosas del mundo real porque influye sobre ellas en el proceso de su actividad práctica. La relación del hombre con los objetos de la vida real es reciproca: el hombre actúa sobre la naturaleza y los objetos de esta última actúan sobre él. El pensamiento viene a ser la relación teórica entre el sujeto y el objeto durante la acción práctica del hombre sobre la naturaleza; las propiedades de las cosas materiales se reflejan en la conciencia humana. En el proceso del pensamiento, el sujeto no modifica el objeto; se limita y reflejarlo, aprehende sus propiedades y leyes. La relación teórica entre el sujeto y el objeto – resultado de ella es tan sólo el conocimiento de este último, pero no su cambio – se origina y subsiste a base de la práctica. El pensamiento no separa al sujeto del objeto (al hombre de la naturaleza) sino que los une. Esta unión consiste en que, gracias al pensamiento, se crea una imagen subjetiva del mundo objetivo. ¿Por qué decimos que el pensamiento es subjetivo? Porque, primero, pertenece siempre al hombre como sujeto. No existe un pensamiento objetivo desvinculado de la actividad del sujeto, del hombre. El pensamiento objetivo como algo que existió antes del hombre e independientemente de él, es una ficción creada por el idealismo objetivo, el secreto de esta especulación de la filosofía idealista radica en divorciar el pensamiento de su portados (el sujeto) y de su fuente objetiva (la naturaleza), en convertir en el pensamiento en algo independiente, absoluto. Segundo, el resultado del pensamiento no es la creación del propio objeto como tal, dotado de todas sus propiedades, sino la creación tan solo de una imagen ideal del objeto. En el pensamiento nos enfrentamos siempre con la imagen ideal del objeto propiamente dicho. Tercero, el objeto se refleja en el pensamiento con diverso grado de plenitud, correspondencia y profundidad en el grado de su esencia. El carácter de la imagen cognoscitiva depende de muchos factores. La forma en el que objeto existe en el pensamiento depende del sujeto, de la situación que el hombre ocupa de la sociedad. Como V.I. Lenin “Si se considera la relación del sujeto con el objeto en la lógica, también ha de tomarse en consideración las premisas generales de la existencia del objeto concreto (la vida del hombre) en la situación objetiva). El pensamiento no puede ser otra cosa que la imagen subjetiva del mundo objetivo. No puede rebasar los límites de la subjetividad en el sentido de que siempre pertenece a un sujeto, al hombre como ser social, y crea tan sólo la imagen y no el propio objeto del material dotado de todas sus propiedades. El pensamiento es subjetivo ya que en su desarrollo tiende a crear una imagen ideal que refleje al objeto con la máxima plenitud y fidelidad. El pensamiento aspira a ser subjetivo para tener un contenido adecuado al objetivo, para poner de manifiesto las propiedades del objeto tal y como existen en el margen del pensamiento. La dialéctica materialista descubre las leyes generales que presiden la dinámica del pensar en el proceso de aprehensión de la verdad objetiva, las leyes del tránsito de una imagen cognoscitiva a otra más completa y profunda. Las leyes del movimiento de la imagen cognoscitiva del objeto, las leyes del pensar, son comunes a las leyes que presiden el movimiento del propio objeto, ya que el pensamiento se mueve en la esfera de su contenido objetivo. Sin embargo, también entre ellas hay diferencias, la trayectoria del propio objeto, está vinculada a los cambios de su naturaleza material; una forma de movimiento de la materia puede transformarse en otra bien un objeto en otro, dotado de propiedades materiales. El devenir del pensamiento lleva a la situación de una imagen cognoscitiva por otra, al paso de no saber al saber, de un conocimiento unilateral y poco profundo del objeto a otro profundo y completo.

El pensamiento como objeto de la lógica dialéctica.

Sin embargo, el conocimiento de las leyes que regulan la dinámica de los propios objetos de la realidad, constituye el punto de arranque en la comprensión de las leyes que mueven nuestro pensamiento, pero estas, a su vez, son un reflejo de las leyes de la dinámica de los propios objetos. Las categorías de lo material y lo ideal, de los subjetivo a lo objetivo, caracterizan el pensamiento en su relación con los objetos de la realidad, pero no se refieren a otros aspecto importante: la relación entre el pensamiento y el cerebro que constituyen un factor en la solución del problema fundamental de la filosofía, esta relación no puede explicarse con las categorías de lo material y lo ideal, de lo objetivo a los subjetivo, o sea, no puede decirse que el pensamiento es la imagen ideal de lo material, del cerebro, ya que el pensamiento no es ni la imagen, ni el reflejo del cerebro, sino de los objetos del mundo exterior. La relación entre el pensamiento y el cerebro no puede considerarse como la imagen subjetiva del mundo objetivo: El cerebro, junto con el pensamiento pertenece al sujeto, al ente social. Con relación al pensamiento que origina el cerebro, subrayémoslo no constituye un objeto de conocimiento, ni de actividad práctica. Para expresar las relaciones entre el pensamiento y el cerebro, como sustrato material, la filosofía ha elaborado las categorías de lo psíquico y lo fisiológico. La fórmula general de la solución del problema relativo a las relaciones reciprocas del pensamiento (lo psíquico) y el cerebro (lo fisiológico) es la siguiente: lo psíquico no es la imagen ideal o subjetiva de lo fisiológico, sino su propiedad. No puede decirse que la imagen que nos proporciona el pensamiento es la propiedad del objeto. El concepto de “Átomo” no constituye una propiedad del mismo átomo, sino tan solo una imagen mental, el reflejo de algunas propiedades del átomo, lo psíquico en general y el pensamiento, como una de sus formas constituye la propiedad de lo fisiológico. Por consiguiente, la relación entre el pensamiento y el cerebro equivale a la relación entre las propiedades de la materia y la materia propiamente dicha. Podría preguntarse: ¿Constituye el pensamiento una propiedad ideal o material de la materia? Semejante planteamiento es falso, ya que las propiedades de la materia no pueden dividirse en materiales e ideales. Las categorías de “lo material” y “lo ideal” se han creado para expresar la relación del pensamiento con el mundo exterior reflejado por él y no para expresar las relaciones entre el objeto y su propiedad (el cerebro y el pensamiento). ¿Qué significa “propiedad ideal”? lo ideal es filosofía es todo cuanto existe como reflejo de un objeto material que tiene existencia objetiva. Pero el pensamiento como propiedad de la materia, lo mismo que todas sus demás propiedades, existe en la realidad; no se trata de una propiedad reflejada del cerebro, sino que es la propia propiedad, la calidad esencial del cerebro como forma especial de existencia de la materia. La división de las propiedades de las formas y tipos de la materia en ideales y materiales carece de sentido científico ya que su aplicación sucesiva nos conduce al dualismo. El monismo del materialismo dialectico parte del principio de que sólo existe la materia, en diversas formas y clases, dotada de diversas propiedades. El pensamiento no existe como algo fuera de la materia, como un principio espiritual, sino que es una propiedad de la materia, pero una propiedad organizada de forma especial, cuando no existe esta forma de la materia tampoco existe esta propiedad. La materia posee muchas propiedades distintas, ya que sus formas y clases son múltiples. El pensamiento, como es natural, difiere cualitativamente de otras propiedades de la materia, pues se trata de una propiedad especifica. Pero entre el pensamiento y las demás propiedades de la materia hay algo en común (tanto unas como otras son cualidades de la materia, pertenecen a determinadas clases y formas de la misma). No obstante, de lo común se diferencian cualitativamente unas de otras: el pensamiento como propiedad de la materia no puede reducirse a sus propiedades físicas, químicas, biológicas y otras. Por ejemplo, el recambio orgánico de las sustancias y la herencia, son propiedades generales de materia viva; el pensamiento se distingue cualitativamente, como propiedad de la materia, de estas otras propiedades. Y se diferencia, primero, porque se trata de algo que no es inherente a

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toda la materia viva, sino tan solo a una forma suya como cerebro humano; segundo, el pensamiento cumple una función distintamente distinta que el metabolismo o la herencia. Llamamos propiedades de la materia a la manifestación de las peculiaridades de alguna de sus formas (o clases) con relación a otros fenómenos en el proceso de su interacción. El metabolismo constituye un tipo especial de interacción de la proteína viva con el mundo exterior en el proceso de esta interacción se revela una propiedad de la proteína viva: su capacidad de autoreproducir su composición química. El hombre entabla relaciones con los objetos del mundo exterior y en esta interacción se manifiesta la propiedad de su cerebro: la propiedad de pensar, es decir, la capacidad de crear una imagen ideal, de reflejar de un modo especial las peculiaridades del mundo exterior. La peculiaridad cualitativa, singular del pensamiento, como propiedad del cerebro, radica en su capacidad de reproducir la calidad exterior en las imágenes de una forma conceptible. Esto es lo que diferencia al pensamiento como propiedad de la materia de todas sus demás propiedades. Los mal entendidos en la interpretación de la naturaleza del pensamiento, cuando se plantea de un modo abstracto, la cuestión de sí el pensamiento es ideal o material, independiente del aspecto en que este se considere, se debe a que no se hace distinción entre las relaciones del pensamiento y el cerebro, y las relaciones entre su contenido y los objetos del mundo real, reflejados en él, la cuestión de lo material y lo ideal está justificada cuando se trata de hallar la solución del problema fundamental de la gnoseología, es decir, la relación que existe entre nuestro pensamiento, su contenido, y el mundo real. No obstante, el concepto de lo ideal se aplica en la relación entre el pensamiento y el cerebro, y se pretende resolverlo en el marco del problema fundamental de la gnoseología surge, como es natural, la confusión, ya que estas relaciones rebasan el marco del problema dado. La relación entre el pensamiento y el cerebro no es problema específicamente filosófico, sino, fundamentalmente científico natural. Las propiedades del cerebro no pueden dividirse según las categorías de la gnoseología en materiales e ideales, el pensamiento no es la imagen ideal del cerebro que piensa. Podemos, claro está, convertir el cerebro en objeto de nuestro pensamiento, más esta sería una relación gnoseológica distinta que la relación entre el pensamiento y el cerebro que lo engendra. El materialismo vulgar identifica el pensamiento como propiedad de la materia con otras propiedades suyas, no ve la peculiaridad cualitativa del pensamiento. Pero, como todo materialismo, está en lo cierto al considerar que el pensamiento con relación al cerebro es una propiedad y no puede ser ninguna otra cosa. Su error radica en que resuelve erróneamente el problema de las peculiaridades de esta propiedad de la materia, en que no comprende su diferencia radical de otras propiedades. En opinión, del materialismo vulgar, el pensamiento como propiedad de la materia, no se distingue en principio en otras propiedades, de otras formas de interacción: el proceso del pensamiento y sus resultados se identifican con otras formas de interacción y sus resultados. Pero de hecho es el cerebro, únicamente, quien posee la capacidad de crear imágenes ideales de la realidad en interacción con los objetos del mundo exterior. Las demás formas de la materia no obtienen este resultado durante su acción reciproca con los objetos del mundo exterior. Toda propiedad de la materia expresa una determinada forma de movimiento de la materia. Las peculiaridades de las formas de movimiento de la materia cuya propiedad es el pensamiento, se estudian por todo un conjunto de ciencias dedicadas al cerebro. En este aspecto la fisiología de la actividad nerviosa superior desempeña un papel importante. El materialismo dialectico no estudia las leyes concretas, especificas, de otra forma del movimiento de la materia de ello se ocupan diversas ramas especiales del conocimiento científico. El materialismo dialectico tiene por objeto de estudio de las leyes más generales del movimiento, propias de todas las formas de la materia, por ello el pensamiento, como propiedad de una forma determinada de la materia, no constituye el objeto de la fisiología sino de otras ciencias. La filosofía, en este caso, se limita a resolver el problema general de las relaciones entre el pensamiento y la materia pensante,

El pensamiento como objeto de la lógica dialéctica.

dejando a otras ciencias todos los detalles relativos al esclarecimiento de esta relación y, en particular, de las formas de movimiento de la materia cuya propiedad es el pensamiento. El materialismo dialectico estudia las leyes de la dinámica, del desarrollo del pensamiento como una forma determinada de conocimiento de la realidad. 3.

Naturaleza social del pensamiento, papel del llamado “pensamiento mecánico”

Como es natural, el pensamiento depende del órgano del pensamiento, el cerebro, pero no solo de él. El propio órgano del pensamiento, el cerebro humano, esta mediatizado por la práctica social. La naturaleza biológica del hombre, en general y de su cerebro, en particular, se ha modificado y se modifica por la acción de la práctica social: el cerebro y sus órganos sensoriales no son solamente resultado de la evolución biológica, sino también de los cambios sociales. El pensamiento es una forma de actividad específica del hombre, es una actividad espiritual, teórica. Carlos Marx, en la ideología alemana, divide la producción en material y espiritual. Esta última es el pensamiento humano, la producción de ideas: “Al principio la producción de ideas, representaciones, la conciencia –escribe Marx- estaba directamente entrelazada con la actividad material y en la relación material de los hombres, en el lenguaje de la vida real. La formación de las representaciones, el pensamiento, la relación espiritual es todavía producto directo de la relación material de los hombres. Más adelante la producción espiritual se separa de la material, la producción de las ideas adquiere relativa independencia. “A partir de ese momento, la conciencia puede imaginarse verdaderamente que es otra cosa que el conocimiento consciente de la practica existente, que se puede representar verdaderamente alguna cosa sin representarse algo efectivo; a partir de ese momento la conciencia puede emanciparse del mundo y pasar a construir la teoría “pura”, la teología, la filosofía, la moral, etc.”. Más la independencia, la autonomía del pensamiento como actividad espiritual frente a la relación practica del hombre con el mundo objetivo es relativa; en cualquier caso el pensamiento no es otra cosa que el conocimiento consciente de ser; su contenido sigue siendo el mundo objetivo. La relativa independencia del pensamiento permite, por una parte, la separación del pensamiento de las necesidades de la práctica social, lo que da origen a ciertas ilusiones, a teorías especulativas, extremadamente alejadas de la realidad; por otra parte, a esa misma independencia relativa se debe el carácter activo y creador del pensamiento. La gnoseología estudia el pensamiento como un proceso de actividad espiritual del hombre, dirigido a la obtención de nuevos resultados. El desarrollo del pensamiento equivale al desarrollo de la imagen cognoscitiva, al movimiento del no saber al saber. El pensamiento pierde su valor y cualidad principal si no procura nuevos resultados en el proceso de su movimiento. La fuerza fundamental que dirige el desarrollo del pensamiento es, en fin cuentas, la práctica, pero solo en fin de cuentas. El pensamiento posee su lógica interna de desarrollo, vinculada a la práctica, pero relativamente independiente. Además, el pensamiento, a base de su lógica interna, puede desarrollarse bien en los límites de conceptos, teorías, etc., anteriormente formados, es decir, sin haber conseguido de hecho resultados nuevos por principio, bien rebasando los límites de las teorías y conceptos anteriores, creando nuevas teorías y conceptos. Solo en este segundo caso es cuando se produce el verdadero desarrollo del pensamiento, la obtención de resultados nuevos, hecho que constituye la esencia cognoscitiva del pensamiento. La lógica formal, al poner de manifiesto las leyes y las formas en que se deduce un juicio de conocimientos formados con anterioridad, estudia la dinámica del pensar en los límites del conocimiento científico ya alcanzado. De acuerdo con sus leyes y formas pueden deducirse los efectos del contenido de teorías y conceptos ya existentes, en el caso de admitirlos como verdaderos.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

El desarrollo del pensamiento posee su lógica y leyes propias. Está vinculado a la formación de teorías y conceptos nuevos, el avance de las ideas, es decir, a la superación de las antiguas representaciones teóricas generales, a la formación de una nueva calidad. Existen formas estrictamente determinadas para deducir los efectos de los conocimientos anteriores establecidos, pero mientras que la teoría no se modifica, no podemos por motivos puramente formales, convertir una teoría en otra superior a ella, basada en un nivel nuevo, más elevado, de desarrollo de la práctica, en una nueva experiencia del conocimiento de la realidad. Dicho en otras palabras, el desarrollo de la teoría no sólo comprende el avance de los conceptos ya conocidos, sino también su superación, es decir, la formación de teorías sustancialmente nuevas, basadas en nuevas experiencias del conocimiento y de la práctica.

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4 DIALÉCTICA DE LO ABSTRACTO Y LO CONCRETO, Y DE LO LÓGICO Y LO HISTÓRICO F.V. Konstantinov

F.V. Konstantinov Fundamentos de Filosofía Marxista, Capítulo X Editorial Grijalbo, México D. F. 1965 PP. 313-319

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DIALÉCTICA DE LO ABSTRACTO Y LO CONCRETO Y DE LO LÓGICO Y LO HISTÓRICO F.V. Konstantinov Para comprender cómo capta el pensamiento teórico la esencia de los fenómenos, es decir, cómo refleja el objeto en la conciencia, hay que examinar las siguientes categorías de la dialéctica materialista: lo abstracto y lo concreto, lo lógico y lo histórico. El conocimiento del objeto en todos sus aspectos es concreto, en tanto que el de un solo aspecto es abstracto. La posibilidad de alcanzar un conocimiento concreto se da en virtud de que el objeto mismo es una unidad de lo diverso, es decir, unidad de diferentes aspectos, propiedades, etc. Así, por ejemplo, la palabra muestra en el lenguaje distintos aspectos: fonético (es determinada combinación de sonidos), semántico (significa algo, tiene un sentido), gramatical (se une a otras palabras en la oración, de acuerdo con ciertas reglas), etc. La misión de la ciencia estriba precisamente en poner al descubierto en su unidad toda la diversidad y variedad de aspectos del objeto. La posibilidad del conocimiento abstracto radica en que los aspectos y las propiedades particulares del objeto son relativamente independientes y tienen un carácter específico; de ahí que en el proceso cognoscitivo pueda destacarse un solo aspecto o atributo y prescindir de todos los demás. Al estudiar las palabras, por ejemplo, podemos fijar nuestra atención en su valor semántico, como hace la rama de la lingüística llamada semasiología. La percepción sensible, viva, nos da un conocimiento concreto del objeto, ya que lo capta en toda la diversidad de sus propiedades y aspectos. Pero el conocimiento concreto-sensible no pone al descubierto la esencia del objeto, razón por la cual el proceso cognoscitivo se eleva desde esta fase concreta-sensible al dominio de las abstracciones. Sin embargo, la formación de éstas no pone fin a dicho proceso; se hace necesario alcanzar un conocimiento concreto, multifacético. Y nuevamente la ciencia se eleva desde ciertas abstracciones aisladas a lo concreto. Pero esto no significa una vuelta a lo concreto-sensible, sino una reproducción de lo concreto en el pensamiento, que es la forma superior de conocimiento “Lo concreto es concreto porque es la síntesis de innumerables determinaciones, siendo la unidad de lo diverso. En el pensamiento se presenta, por ello, como un proceso de unificación; como resultado y no como punto de partida, aunque en realidad es el punto de partida y, por consiguiente, lo es también de la percepción y de la representación. Por el primer camino, la representación se evapora toda ella hasta convertirse en una determinación abstracta; por el segundo, en cambio, las determinaciones abstractas conducen a la reproducción di lo concreto por medio del pensamiento.” Los metafísicos consideraban que la distinción de ciertas determinaciones abstracta» constituía el punto final de la investigación científica y reducían todo el proceso del pensamiento abstracto a la formación de las abstracciones más sutiles. La economía política al analizar los fenómenos partía del todo único, vivo y concreto, dado a nosotros en las sensaciones y percepciones. Y al analizar este todo concreto destacaba algunas abstracciones: el trabajo, la división del trabajo, el valor de cambio, etc. Sus investigaciones tenían un carácter limitado, ya que veía en la formación de determinadas abstracciones el remate mismo del conocimiento. Dicha economía política atendía fundamentalmente al análisis, a la descomposición del todo, único, vivo y concreto, en aspectos aislados, por lo cual no daba un conocimiento del objeto en su totalidad concreta

Sin embargo, lo que los antiguos economistas consideraban como resultado final de la

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

investigación fue utilizado en indagaciones ulteriores. Después de analizar y generalizar un inmenso material basado en hechos, distinguió la abstracción más elemental, la abstracción que refleja la relación más simple, más habitual y fundamental; la relación que se da millares y millares de veces en la sociedad burguesa: el cambio de mercancías. De esta relación abstracta y elemental fue elevándose a lo más concreto y complejo. El conocimiento concreto del objeto no es resultado de una suma mecánica de las abstracciones formadas en diversos momentos y por distintas circunstancias, sino que surge del desarrollo de lo abstracto, mediante su enriquecimiento con un nuevo contenido que refleja el objeto cada vez más amplia y profundamente. En virtud del movimiento de lo abstracto a lo concreto se forman nuevas abstracciones que son la prolongación lógica de las precedentes. Las abstracciones aisladas se unifican en el conocimiento concreto merced a un principio general o a una idea única que expresa la ley fundamental que rige el movimiento del objeto. Así, el rasgo esencial en la definición del imperialismo es el que lo caracteriza como capitalismo monopolista; todos los demás derivan de este rasgo que constituye su propia esencia y todos ellos se unen y pueden entenderse exclusivamente gracias a él. El ascenso de lo abstracto a lo concreto no solamente se produce en la economía política, sino que es ley universal del progreso del conocimiento humano. Así, por ejemplo, nuestro saber acerca del origen de la Tierra y de los demás planetas del sistema solar ha avanzado también siguiendo la trayectoria de lo abstracto a lo concreto en la esfera del pensamiento. Las primeras hipótesis cosmogónicas propuestas por la ciencia moderna tenían un carácter muy abstracto, ya que ponían al descubierto y elevaban a términos absolutos un solo aspecto del complejo y multifacético proceso de formación de los astros planetarios. Las hipótesis de Kant y Laplace, por ejemplo, partían únicamente de las leyes de la mecánica. Las hipótesis cosmogónicas actuales dan una idea más concreta del origen de la Tierra. Basándose en los datos proporcionados por la astronomía, la mecánica, la física, la química, la geología y otras ciencias, tratan de esclarecer en todos sus aspectos y en su conjunto, sintetizando orgánicamente innumerables abstracciones, el complejo proceso de la génesis de los planetas, esforzándose, con este motivo, por reproducir lo concreto en toda su plenitud. Por supuesto, las abstracciones surgen como síntesis de los datos de los sentidos y su aparición va precedida del conocimiento concreto-sensible. Para la dialéctica materialista, lo abstracto y lo concreto son dos factores del proceso de aprehensión de la esencia del objeto. Lo abstracto es él medio para alcanzar lo concreto. Lo general es algo inerte e incompleto, “pero es sólo una etapa hacia el conocimiento de lo concreto, pues nunca conocemos a éste plenamente. La suma infinita de conceptos generales, leyes, etc., da lo concreto en su plenitud” Lo concreto pensado es el conocimiento más profundo y más rico en contenido acerca de los objetos. Supera al conocimiento abstracto, ya que no sólo refleja un aspecto esencial del objeto, sino diferentes aspectos esenciales en sus relaciones mutuas; es decir, aborda el objeto en todas sus facetas. Y supera asimismo al conocimiento concreto-sensible, puesto que no refleja las determinaciones superficiales, externas, del objeto en su conexión inmediata, asequible a la percepción sensorial, sino los aspectos esenciales en sus relaciones también esenciales. 140

Así, pues, la lógica dialéctica considera que lo concreto es, a la vez, punto de partida y de llegada en el proceso cognoscitivo. Lo Concreto-sensible es el punto de arranque en el conocimiento;

Dialéctica de lo abstracto y lo concreto, y de lo lógico y lo histórico.

lo concreto, reproducido por el pensamiento, es el resultado obtenido por el conocimiento, y las abstracciones aisladas son el medio para alcanzar dicho resultado. Para comprender las leyes que rigen en el desarrollo del conocimiento, o sea su dialéctica, es indispensable que se esclarezcan las relaciones mutuas entre lo histórico y lo lógico, en el proceso de adquisición de un conocimiento concreto sobre determinado objeto. Por histórico se entiende el movimiento del propio objeto real; por lo lógico el reflejo de lo histórico. Lo histórico es el primario; lo lógico, lo derivado. La historia no sigue a la lógica, sino que es esta la que refleja los jalones fundamentales de la historia. En el proceso de desarrollo de un objeto se dan casualidades, zigzags, desviaciones en uno u otro sentido con respecto a la vía fundamental. Lo lógico no repite lo histórico en todos sus detalles, si no que se reproduce en forma de abstracciones lo más importante, lo que constituye su esencia, basándose para ello en el estudio de toda la riqueza del proceso real de devenir. Lo lógico y lo histórico forman una unidad, pero no son idénticos; coinciden en lo fundamental, en lo esencial. Lo lógico es lo histórico mismo, pero liberado de las contingencias de la forma histórica. Así, por ejemplo, en El Capital, Marx pone al descubierto a través de las categorías lógicas el proceso de desarrollo, es decir, de nacimiento y formación de las relaciones capitalistas de producción; con ello, Marx hace abstracción de las peculiaridades del nacimiento y desarrollo del capitalismo en determinados países. La misión de la ciencia estriba en reflejar la conexión histórica fundamental que se observa entre los fenómenos a lo largo del desarrollo de un objeto dado. “Lo más seguro en las cuestiones de las ciencias sociales y lo más necesario para adquirir realmente el hábito de abordar de un modo certero este problema sin perderse en un fárrago de minucias o entre la enorme diversidad de los conceptos en lucha; lo más importante para estudiarlo desde un punto de vista científico es no olvidarse de la concatenación histórica fundamental, analizar esta cuestión desde el punto de vista de cómo ha surgido el fenómeno en la historia, cuáles son las fases principales por que ha pasado en su proceso de desarrollo y, partiendo de este, punto de vista de su desarrollo, ver en qué se ha convertido, en la actualidad, dicha cuestión.” La unidad de lo lógico y lo histórico, concebida de modo materialista, es el principio rector en la estructuración de una ciencia y en el establecimiento de su sistema de categorías. El orden de sucesión y el movimiento de los conceptos científicos deben reflejar la concatenación histórica fundamental de los fenómenos estudiados por dicha ciencia. Lo lógico es el reflejo sintético y corregido de lo histórico en el sentido de que refleja el desarrollo de la realidad ajustado a leyes y de que explica la necesidad de ese desarrollo. Y, para ello, puede y debe alejarse a veces de la historia real del objeto, toda vez que este puede dejar de ser típico en uno u otro sentido. Así, por ejemplo, al descubrir la esencia y las etapas fundamentales de la revolución socialista, la teoría puede apartarse en algunos puntos del orden en que se suceden sus elementos en determinado país, toda vez que éstos expresan las peculiaridades de la revolución en el país de que se trate. Pero esta desviación del reflejo lógico respecto de la trayectoria literal de la historia se produce de acuerdo con las propias leyes históricas y sobre la base de una síntesis de muchos fenómenos similares y del descubrimiento de la esencia de ellos.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

El método histórico sin el lógico es ciego; a su vez, el método lógico sin el histórico es estéril. Así, al descubrir el proceso histórico real en virtud del cual fueron transformándose los oídos, las mandíbulas, los dientes, los pies, el modo de andar, etc., de nuestros ascendientes. Todos estos fenómenos guardan relación con el proceso de formación del hombre; sin embargo, no basta describir los cambios citados para que se revele ante nosotros la verdadera historia del origen del hombre. En efecto, no se puede comprender la historia de su origen si no se comprende también qué es el hombre mismo. Análogamente, sin poner al descubierto la esencia del capital no podemos reflejar la historia de las relaciones burguesas de producción. Pero, al mismo tiempo, no podemos captar la esencia de un objeto si desdeñamos su historia real. El método lógico se basa en el estudio del proceso real de desarrollo del objeto y se plantea el objetivo de descubrir su esencia. Ahora bien, para lograr esto hay que abordar el fenómeno en el punto de su desenvolvimiento, en el que “el proceso llega a su plena madurez y adopta su forma clásica”. Así, por ejemplo, comprenderemos mejor la esencia del hombre si analizamos al ser humano civilizado de nuestros días y no al salvaje. De modo análogo, la esencia del capitalismo puede ser captada investigando las relaciones capitalistas ya maduras. Por supuesto, el estudio de lo anterior facilita la investigación de lo posterior, pero el resultado del desarrollo permite conocer a su vez, no menos profundamente, las fases anteriores. En una forma ya madura, podemos descubrir con toda nitidez y precisión lo que anteriormente sólo se presentaba en germen. De un modo u otro, la forma superior de desarrollo contiene todo lo inferior. Al analizar la esencia di la forma superior del movimiento, descubrimos también de una manera u otra las fases precedentes, es decir, su propia historia. Así, por ejemplo, las relaciones capitalistas, en su estado de madurez, resumen toda la historia de su origen y desarrollo. El principio de la unidad de lo lógico y lo histórico debe aplicarse igualmente al estudio del proceso de conocimiento. La teoría de un objeto contiene asimismo la histeria de esta teoría. Si ignoramos cuál es la esencia de la teoría científica actual, toda la historia pasada del pensamiento científico nos parecerá una cadena de continuos errores y no acertaremos a ver cuál es el hilo conductor del proceso histórico. La verdadera historia de la física actual sólo podemos escribirla situándonos en el nivel a que se halla la ciencia actual; de la misma manera, la historia científica de la filosofía solamente puede elaborarse partiendo de la conquista filosófica más elevada: el materialismo dialéctico e histórico. La tesis de que el estudio de la esencia del objeto revela también, en cierto grado, su propia historia, no puede llevar a la conclusión de que lo lógico excluya o haga superfluo el estudio del proceso histórico. Por el contrario, el método dialéctico exige necesariamente que se examine en todos sus detalles la historia real del objeto. Si no se estudia la historia del objeto no puede formularse ninguna teoría acerca de él. Es misión de toda investigación científica poner al descubierto la historia del objeto, es decir, su desarrollo. La concepción dialéctica es una concepción verdaderamente histórica. Sin estudiar la historia de un proceso no se puede reflejar lógicamente su esencia. “El desarrollo lógico no se halla obligado en absoluto a mantenerse en un terreno puramente abstracto. Por el contrario, necesita de las ilustraciones históricas y de su permanente contacto con la realidad.”

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La investigación científica no llega a su término cuando la lógica o el pensamiento descubren la esencia de un proceso en su estado de madurez. Lo lógico no es más que un medio para conocer lo histórico. Sólo nos brinda el principio que debe presidir una investigación multifacética. Cuando el conocimiento de la esencia del objeto sirve de fundamento a su exposición histórica, se vuelven, comprensibles y encuentran explicación todas las particularidades, contingencias y desviaciones

Dialéctica de lo abstracto y lo concreto, y de lo lógico y lo histórico.

históricas; se esclarece asimismo el papel de ellas en el desarrollo necesario del objeto y, por último, el conocimiento de la historia se presenta pictórico de vida y de fuerza. Pero cuando falta un principio unificador, los pormenores históricos se convierten en un cúmulo de casualidades, en un montón de hechos grises. Sólo la unión de lo lógico y lo histórico permite comprender cabal y profundamente el movimiento, el desarrollo ajustado a leyes y rico en contenido de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento.

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5 FORMAS DEL PENSAMIENTO Y PAPEL QUE DESEMPEÑAN EN EL PROCESO COGNOSCITIVO F.V. Konstantinov

F.V. Konstantinov Fundamentos de Filosofía Marxista, Capítulo X Editorial Grijalbo, México. D. F, 1965 pp. 320-326

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FORMAS DEL PENSAMIENTO Y PAPEL QUE DESEMPEÑAN EN EL PROCESO COGNOSCITIVO F.V. Konstantinov Las formas del pensamiento constituyen uno de los factores o medios cognoscitivos más importantes; en ellas, el hombre refleja el hecho de que la naturaleza en constante movimiento se halle sujeta universalmente a leyes. El proceso lógico en virtud del cual se traza un cuadro científico del universo se cumple en los juicios, razonamientos, hipótesis, teorías, conceptos, categorías, etc. El problema fundamental de la lógica dialéctica consiste en estudiar la formación y el desarrollo de las formas del pensamiento, y en esclarecer el papel que desempeña la práctica en el desenvolvimiento de dichas formas. La dialéctica investiga en todos sus aspectos las formas del pensamiento, pone al descubierto su contenido objetivo y señala sus relaciones mutuas en el proceso de adquisición de un conocimiento verdadero sobre el mundo. Una de las formas del pensamiento es el juicio; gracias a él conocemos diferentes aspectos, propiedades y relaciones de los objetos. El juicio es un pensamiento en el que se afirma o se niega algo de algo. En él se expresa la dialéctica de lo singular y lo general. Por ejemplo, en el juicio “el oro es metal”, “el oro” es lo singular y “metal” es lo general. En el proceso cognoscitivo se pasa de un juicio a otro, y de cierto nivel de conocimiento a otro, más elevado. Las diversas formas del juicio son eslabones o factores aislados de ese proceso. El conocimiento se mueve de lo singular a lo general a través de lo particular. El juicio sigue la misma trayectoria de desarrollo: del juicio singular se pasa, a través del particular, al juicio universal. En el juicio singular se establece la relación entre determinados fenómenos. El desarrollo ulterior del conocimiento conduce a la formulación de un juicio en el que se refleja la ley que rige la relación entre algunas formas particulares de movimiento (juicio particular); por último, en el juicio universal conocemos la ley universal del desarrollo. Así, la ciencia estableció primeramente que los átomos de un elemento aislado el radio, por ejemplo, podían descomponerse en partes integrantes más simples; he ahí un Juicio singular. Más tarde, se formuló el siguiente juicio particular: algunos de los elementos conocidos hasta hoy es decir, todo el grupo de elementos más pesados poseen la propiedad de la radiactividad natural. En nuestros días, la ciencia ha alcanzado tal nivel de desarrollo que puede formular el siguiente juicio universal: todo elemento químico en determinadas condiciones puede transformarse en otro elemento. En el proceso cognoscitivo tiene una enorme importancia el razonamiento. Llámese razonamiento a la forma discursiva por medio de la cual obtenemos un conocimiento nuevo, partiendo de otro, ya establecido. Por ejemplo, el hombre no ha medido directamente la distancia que separa a la Tierra de otros astros; sin embargo, puede conocerla mediante el proceso de razonamiento. La base objetiva de la posibilidad de pasar de lo conocido a lo desconocido es la sujeción a leyes en la naturaleza y en la sociedad. La concatenación de los fenómenos, ajustada a leyes, reviste un carácter universal; de ahí que, basándonos en el conocimiento de ella, podemos establecer conclusiones acerca de fenómenos que no hemos observado directamente, pero que se hallan sujetos a la acción de leyes conocidas. El hombre no puede percibir los átomos en forma sensible; sin embargo, el razonamiento que parte de leyes ya conocidas le permite saber que todos los átomos se componen de electrones, protones y neutrones.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

Los razonamientos adoptan múltiples formas: unos conducen a conclusiones que proporcionan un conocimiento cierto, y otros, a conclusiones que dan un conocimiento más o menos probable. La historia de la filosofía ha conocido diversos intentos de presentar determinada operación discursiva como la única vía para alcanzar nuevos conocimientos. Los empiristas como Bacon, Locke y otros consideraban que dicha vía era la inducción, es decir, el proceso discursivo que va de lo particular a lo universal, de ciertos hechos singulares a una conclusión general. Los racionalistas como Descartes y otros exageraban, por el contrario, el papel de la deducción o proceso discursivo que va de lo universal a lo particular, extendiendo una tesis general a determinados casos particulares. Tanto la concepción de los empiristas como la de los racionalistas se caracterizaban por su unilateralidad. No hay ninguna rama de la ciencia en que se emplee exclusivamente el razonamiento inductivo o bien el deductivo. La lógica dialéctica señala el nexo, la unidad existente entre las diversas clases de inferencia en el proceso de conocimiento de la realidad. La inducción y la deducción se complementan mutuamente. “En vez de exaltar unilateralmente la una a costa de la otra, hay que procurar poner a cada una en el lugar que le corresponde, lo que sólo puede hacerse si no se pierde de vista que ambas forman una unidad y se complementan mutuamente. En el proceso cognoscitivo, el hombre observa algunos casos particulares que después generaliza para formular así una conclusión general. Tal es el proceso inductivo. La generalización obtenida de este modo se extiende a nuevos fenómenos, hechos y casos. En ello consiste la deducción. Así, por ejemplo, al estudiar algunos elementos químicos, Mendeléiev descubrió la relación existente entre el peso atómico de los elementos y sus propiedades químicas. Ello le llevó a formular la ley periódica de los elementos, de la cual extrajo algunas conclusiones particulares (siguiendo un razonamiento deductivo) para ciertos elementos singulares: es decir, predijo las propiedades de nuevos elementos, aún no descubiertos, rectificó los pesos atómicos de otros poco estudiados, etc. Así progresa la ciencia a lo largo de un proceso en el que la inducción y la deducción se relacionan y complementan mutuamente. La deducción no puede prescindir de la inducción: para deducir algo de lo general, hay que obtener esto último previamente. En el hombre no existen las ideas innatas. Por otra parte, la inducción presupone necesariamente la deducción. La inferencia inductiva por sí sola no proporciona un conocimiento cierto. No basta observar que cierta propiedad se repite en una serie de objetos para ver esto como una prueba de que dicha propiedad se presenta necesariamente y con sujeción a leyes en todos los objetos de una clase dada. Hay que comprobar la generalización obtenida de la inducción, extraer de ella las conclusiones adecuadas y verificar estas últimas en la práctica. De ahí que sólo la interdependencia de la inducción, la deducción y la práctica pueda dar un conocimiento cierto. La ciencia no conduce de inmediato a un conocimiento seguro de la esencia, de la ley que rige el desarrollo de los fenómenos. La vía que conduce a ese conocimiento pasa a través de la formulación de hipótesis o supuestos y de su comprobación en la práctica. Al investigar un fenómeno, el hombre de ciencia propone cierta explicación, es decir, formula una hipótesis acerca de las relaciones del fenómeno, sujeta a leyes. Indagaciones posteriores le llevan a descubrir nuevos hechos, bien entendido que algunos puedan contradecir la hipótesis formulada. Surge entonces la necesidad de una nueva explicación, o sea de una nueva hipótesis. De este modo, pasando de una explicación a otra más exacta, el hombre de ciencia llega a establecer una ley. 148

En 1896, Becquerel descubrió la radiación del uranio y de sus combinaciones. Más tarde, se descubrió el mismo fenómeno en las sales de otros elementos y fue aislado uno nuevo, el radio.

Formas del pensamiento y papel que desempeñan en el proceso cognoscitivo.

Estos hechos, incomprensibles al principio, no podían ser explicados por las causas conocidas hasta entonces. Con este motivo, E. Rutherford y F. Soddy emitieron la hipótesis de que los átomos de los elementos radiactivos estaban haciendo explosión y desintegrándose en partes; los rayos radiactivos no eran sino los fragmentos que saltaban con la explosión. La hipótesis de la desintegración radiactiva marcó el comienzo de nuevas investigaciones. Su comprobación condujo al descubrimiento de nuevos fenómenos que ya no encajaban en esta hipótesis. Surgieron entonces nuevas hipótesis que vinieron a completar y corregir la que había sido emitida por Rutherford y Soddy hasta que, finalmente, se formuló la teoría científica cuya tesis fundamental dice que todo elemento puede transformarse en otro en determinadas condiciones. La hipótesis es una de las formas en que se manifiesta el progreso del conocimiento científico hacia la verdad objetiva. Hasta determinado momento, las teorías de Copérnico y Darwin, así como la ley periódica de Mendeléiev, no pasaban de ser hipótesis científicas. Más tarde, la práctica comprobó su veracidad objetiva, convirtiéndolas en sólidas teorías científicas. En nuestros días, las ciencias naturales se hallan rodeadas por verdaderos bosques de hipótesis. La subestimación del papel creador de la hipótesis en el conocimiento siempre ha sido el corolario inevitable de la limitación de horizontes propia del modo empirista de enfocar la realidad. Según los positivistas, que niegan a la ciencia la capacidad de captar la esencia de los fenómenos, la hipótesis es el veneno de la ciencia y la peste de la razón. Y sostienen asimismo que la ciencia no debe emitir hipótesis acerca de los fenómenos, sino limitarse a registrar los hechos. Pero, en verdad, las hipótesis hacen que la investigación del objeto sea una investigación ordenada a un fin y conducen al descubrimiento de las leyes de la naturaleza y la sociedad. Lomonosov comparaba la hipótesis con el impulso que hace posible “alcanzar conocimientos a los que no pueden llegar las mentes ruines que se arrastran en el polvo”. Al ponerse a observar, hay que saber a donde se mira y qué es lo que se busca. La hipótesis nos señala la dirección a seguir. Cierto es que muchas hipótesis no se vieron comprobadas por los hechos, pero esto no puede esgrimirse como argumento contra la necesidad de que sean utilizadas en el conocimiento. Las hipótesis ya fenecidas contribuyeron inmensamente al desarrollo de la ciencia al despejar el camino de la verdad. La hipótesis puede servirnos de ejemplo para comprender claramente cuál es el nexo que une a los factores sensible y racional en el proceso cognoscitivo: partimos de los hechos, de las observaciones, y nos elevamos hasta el pensamiento abstracto, es decir, generalizamos, formulamos hipótesis; después, para comprobarlas, volvemos de nuevo a los hechos, a las observaciones y experimentos.

El concepto es la forma del pensamiento que refleja la esencia de los fenómenos.

Así, los conceptos de “número”, “electrón”, “punto”, “figura” y “proletariado” reflejan lo que hay de general y esencial en gran cantidad de fenómenos. Lo general, que se expresa en los conceptos humanos, no es un producto de la razón; existe objetivamente en los fenómenos y objetos singulares. Con ayuda de los conceptos, podemos abarcar una multitud de cosas distintas percibidas por los sentidos. Consiguientemente, para formar un concepto hay que estudiar previamente un gran número de fenómenos, hechos y objetos singulares. El concepto se forma como resultado de un largo proceso de conocimiento y, en cierto sentido, como resumen de su propio desarrollo.

El proceso de formación de los conceptos no se reduce a comparar distintas percepciones y

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

separar los rasgos comunes y similares en diversos objetos. No basta distinguir lo general para formar un concepto. Comparando las faenas de labrar la tierra, forjar el hierro, pescar, etc., y descubriendo en todos esos procesos el rasgo común de que en ellos “se aplica un esfuerzo físico”, no podemos formar el concepto científico de trabajo. Este rasgo general no es esencial para el trabajo. También los animales se procuran el alimento con ayuda de ciertos esfuerzos físicos. Pero el trabajo es una actividad sistemática del hombre social tendiente a transformar los objetos de la naturaleza mediante determinados instrumentos. La esencia de un objeto se pone al descubierto fijando en todos sus aspectos sus vínculos y mediaciones, esclareciendo el Jugar que le corresponde y la función que cumple en un sistema dado. Para formar un concepto se utilizan los métodos de investigación científica más diversos: la observación, la experimentación, los distintos tipos de razonamiento considerados en su unidad, la creación y comprobación de hipótesis, etc. Dentro de este proceso ocupan un lugar muy importante el análisis y la síntesis. El análisis o descomposición mental de un objete en sus partes integrantes para descubrir los elementos irás simples de un todo complejo, es indispensable en toda indagación científica. Gracias al análisis, podemos distinguir y comprender los aspectos esenciales del objeto de que se trate. Si no conociéramos cuáles son los elementos de que se compone la sociedad, jamás podríamos captar su esencia, ni esclarecer la relación entre sus partes integrantes. Pero el estudio del objeto no se reduce a su análisis. Si se desmesura la importancia del análisis y se le convierte en el único método de investigación, se llega a una concepción metafísica de la realidad, es decir, a la fragmentación del objeto en elementos singulares, aislados unos de otros y desvinculados entre sí. Los conceptos obtenidos exclusivamente por medio del análisis revisten un carácter unilateral y carecen de profundidad. El pensamiento científico presupone la unidad del análisis y de la síntesis; gracias a ella, lo concreto es reproducido en el pensamiento. “El pensamiento no consiste sólo en la aglutinación de elementos afines para formar una unidad, sino que puede también consistir y consiste en descomponer analíticamente los objetos del conocimiento en los elementos que los forman. Sin análisis, no hay síntesis.” La unidad del análisis y de la síntesis es uno de los postulados más importantes del método dialéctico. La síntesis proporciona un conocimiento del objeto en cuanto es un todo único. Pero dicho conocimiento, en primer lugar, sólo se alcanza sobre la base de un análisis anterior y, en segundo lugar, sólo debe unirse en el pensamiento lo que se halla unido en la realidad, es decir, objetivamente. El concepto científico no incluye en su contenido todos los rasgos particulares del objeto. Pero, al mismo tiempo, el concepto no se halla desligado de toda la riqueza de lo individual y lo particular. Capta lo singular, lo particular, al reflejar plena y profundamente las leyes que rigen el desarrollo del objeto. Si el concepto tratara de abarcar la totalidad de los rasgos particulares y singulares dé un objeto, no iría más allá que las sensaciones y percepciones en el conocimiento de la esencia. El movimiento, el desarrollo de la realidad, solamente puede reflejarse en conceptos que también se hallan en desarrollo. “Los conceptos humanos no son inmóviles; están en perpetuo movimiento, se transforman los unos en los otros y se penetran recíprocamente, pues de otra manera no podrían reflejar la realidad viva.” 150

Muchos filósofos idealistas contemporáneos admiten la mutabilidad, la flexibilidad, de los conceptos, pero interpretándola en un sentido sofístico. Estos sofistas consideran que esa mutabilidad

Formas del pensamiento y papel que desempeñan en el proceso cognoscitivo.

es fruto del libre arbitrio del sujeto pensante; es decir, conciben el movimiento de los conceptos al margen del movimiento de las cosas. Ahora bien, ¿para qué necesitamos modificar los conceptos, si no logramos con ello reflejar más exactamente la materia en movimiento? La transformación del concepto no es un fin en sí mismo, sino un medio para penetrar más profundamente en la esencia de los objetos en desarrollo. La dialéctica materialista señala cuál es la fuente objetiva del movimiento conceptual y considera que la flexibilidad de los conceptos científicos refleja la multiformidad y el desarrollo del mundo material. El movimiento de los conceptos tiene por base la solución de las Contradicciones entre los hechos recién descubiertos y los conceptos vigentes. El primer concepto científico de átomo fue establecido por la química del siglo XVIII, al señalar que los átomos de un mismo elemento químico tenían las mismas propiedades y eran indivisibles. Este concepto desempeñó un papel muy importante en la ciencia. Sin embargo, la actividad científica posterior descubrió nuevos hechos (descubrióse, por ejemplo, el electrón) que no encajaban en el concepto vigente de átomo. Los nuevos hechos condujeron a una transformación del concepto del átomo y de otros conceptos físicos. El proceso de desenvolvimiento de los conceptos se efectúa en dos direcciones: por un lado, los viejos conceptos se ahondan, se precisan y se elevan a un nivel superior de abstracción; por otro, nacen nuevos conceptos. La gente no abandona inmediatamente los conceptos anteriores que se han hecho habituales. Y no es raro que al transformarse los viejos conceptos haya hombres de ciencia que pierdan la brújula y lleguen incluso a abrazar posiciones anticientíficas. El cambio de contenido de los viejos conceptos y la formación de otros nuevos conduce a divergencias y contradicciones entre conceptos distintos y en el seno de un mismo concepto. Con este motivo, hay que distinguir rigurosamente las contradicciones conceptuales que reflejan contradicciones objetivas y las que tienen su origen en la confusión, en la incapacidad de pensar consecuentemente y con rigor lógico. En tanto que las primeras impulsan el progreso del conocimiento, las segundas constituyen una traba para él. Llámanse categorías los conceptos más generales que reflejan las propiedades esenciales del universo y las leyes fundamentales que lo rigen. Cada ciencia tiene sus propias categorías. Así, por ejemplo: la física emplea las de masa, energía, materia, campo, etc.; la economía política dispone también de categorías específicas: mercancía, valor, trabajo abstracto y concreto, etc.; la dialéctica tiene asimismo sus categorías propias: cualidad, cantidad, esencia, fenómeno, contradicción, etc. A diferencia de las categorías de otras ciencias, las de la dialéctica reflejan las leyes y propiedades más generales de los fenómenos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Por esta razón, en la investigación de cualquier objeto es indispensable saber manejar acertadamente las categorías de la dialéctica. Las categorías son conceptos muy generales. Cada una de ellas abarca un inmenso círculo de fenómenos. Así, por ejemplo, la categoría de materia abarca todos los objetos y fenómenos que existen independientemente de la conciencia. Pero ello no implica que las categorías sean magras abstracciones, pobres en contenido. Las categorías científicas consideradas en su vinculación mutua, reflejan de modo profundo y en todos sus aspectos el desarrollo, sujeto a leyes, de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

Al resumir en cierto grado el conocimiento y reflejar las propiedades y leyes más importantes del mundo exterior, las categorías representan peldaños en el progreso cognoscitivo. Así, por ejemplo, las categorías de movimiento, causa, efecto, contradicción, cualidad, esencia, ley y otros son los puntos nodales que permiten orientarse en la red compleja y multiforme de los fenómenos de la realidad. Las categorías generalizan toda la experiencia cognoscitiva anterior. El hombre utiliza el conocimiento contenido en las categorías para formular nuevos juicios, razonamientos y conceptos. Sin las categorías el hombre no podría enlazar ni siquiera dos hechos simples. Así, el juicio “esta casa es mayor que la otra” se basa en nuestra experiencia anterior, fijada en la categoría de cantidad. Las categorías, gracias a las cuales unificamos los datos de la percepción sensorial, han surgido como una síntesis de la experiencia sensible. Hay que aprender a emplear con acierto las categorías y a servirse de ellas en el conocimiento científico del universo.

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6 LA PRÁCTICA COMO BASE DEL CONOCIMIENTO Y CRITERIO DE VERDAD F.V. Konstantinov

F.V. Konstantinov Fundamentos de Filosofía Marxista, Capítulo X Editorial Grijalbo. México, D. F. 1965 pp. 326-332

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LA PRÁCTICA COMO BASE DEL CONOCIMIENTO Y CRITERIO DE LA VERDAD F.V. Konstantinov El conocimiento surge sobre la base de la actividad práctica humana s respondiendo a las necesidades de ella. Llámase práctica a la actividad sensible-material de los hombres en virtud de la cual se transforman los Objetos, fenómenos y procesos de la realidad. La práctica, como base del conocimiento, entraña una relación mutua entre el sujeto (el hombre) y el objeto (la cosa material), que tiene por resultado directo la transformación del objeto. Así, por ejemplo, el hombre transforma el suelo con ayuda de sus instrumentos de trabajo: remueve la tierra, la abona, etc. A consecuencia de ello, se eleva la fertilidad del suelo. Pero la práctica no sólo transforma el objeto, sino también al sujeto. En efecto, el hombre se desarrolla en el trabajo. La práctica comprende muchos aspectos. Base de toda ella es la producción de bienes materiales: alimentos, ropa, instrumentos de trabajo, etc. También figuran dentro de la práctica otras formas de actividad social como la lucha de clases, los movimientos de liberación nacional y las revoluciones que conducen a una transformación material del mundo; la práctica incluye asimismo la actividad humana en el campo de la educación pública, la sanidad, la experimentación científica, etc. El proceso cognoscitivo forma parte de la actividad teórica humana. La teoría es una generalización científica de la práctica y constituye, a su vez, un reflejo de la realidad en la conciencia de los hombres. La teoría por sí sola no puede modificar la realidad. Podemos trazar planes ideales tendientes a transformar el mundo y podemos realizar revoluciones en la esfera del pensamiento, pero con ello no lograremos que el mundo cambie. La elevada y activa misión del conocimiento, del pensamiento, de la teoría, radica en que puede señalar la vía que conduce a una transformación del mundo. Pero las ideas no pueden cobrar vida si no se despliega una actividad práctica. La actividad teórica de los hombres no es una actividad autónoma, independiente; brota y se desarrolla sobre la base de la práctica. Para quela actividad práctica se fecunda se requiere un conocimiento de la realidad, es decir, que ésta se refleje en el cerebro humano. La práctica es la base de la teoría y la fuerza propulsora de su desarrollo. Las exigencias de la práctica, sobre todo las de la producción, señalan la dirección que ha de seguir la ciencia y hurón avanzar a ésta. “Si en la sociedad aparece una necesidad técnica, ella impulsa a la ciencia más que decenas de universidades”. Ahora bien, no sólo la práctica en general, y la actividad productiva en particular, impulsa el desarrollo del conocimiento. También se opera el proceso inverso; es decir, los éxitos del conocimiento teórico promueven, a. su vez, transformaciones prácticas. De este modo, cambia la relación entre la ciencia y la producción; “la ciencia se convierte cada vez más en una fuerza productiva directa, y la producción en la aplicación tecnológica de la ciencia actual”. Pero en esta unidad y acción mutua del Conocimiento y la práctica, la primacía sigue en manos de esta última. La ciencia, la teoría, surge de las necesidades de la práctica y como una síntesis de ella. La astronomía nació al calor de las necesidades del comercio y de la navegación, y las diversas ramas de la física surgieron para satisfacer las crecientes necesidades de la técnica de la producción. El siglo del vapor dio origen a la teoría del calor, a la par que la introducción de los motores eléctricos exigió que se crease una teoría detallada de la electricidad. Los conceptos y las teorías surgen y se desarrollan sobre la base de la práctica. El hombre fija su atención, ante todo, en los objetos y aspectos que, desde

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un punto de vista práctico, le son más útiles y necesarios en la vida. La práctica indica, asimismo, cuál es el aspecto del objeto que debe destacarse como fundamental y esencial. Un concepto biológico tan importante como el de especie nació sobre la base de la actividad práctica en la agricultura y la ganadería. Los hombres fijaron su atención, ante todo, en tas plantas y los animales que tenían para ellos una utilidad práctica y agruparon los individuos o ejemplares aislados en grupos homogéneos, atendiendo a determinados rasgos objetivos. Posteriormente, empezaron a agrupar las plantas y los animales no sólo por su semejanza, sino también por su origen. De este modo surgió el concepto genético de especie. El conocimiento no se limita a registrar los resultados de la práctica. Para iluminar el camino que ha de seguir la práctica debe preverse el futuro. Basándose en la práctica actual, el conocimiento abre nuevas perspectivas al progreso de la producción, de la cultura, etc. Si la teoría no pudiera aportar esto, perdería todo su valor. También puede la ciencia formar conceptos de fenómenos que aún no han surgido. Así, por ejemplo, mucho antes de que apareciera el comunismo ya se había forjado el concepto de formación comunista. Pero esto no significa en absoluto que dicho concepto careciera de fundamento, es decir, que no se basara en la práctica. Toda la actividad práctica del desarrollo social, junto con las tendencias fundamentales del desenvolvimiento del capitalismo y la experiencia de la lucha de clases del proletariado, ha servido de base al surgimiento de la teoría de la sociedad comunista. Los agnósticos negaban la posibilidad de conocer el mundo aduciendo la falta de un firme criterio de la verdad. Muchos filósofos han buscado este criterio en la claridad y distinción de las ideas y los conceptos, en su significación general o en la experiencia colectiva. Pero el conocimiento no puede ser criterio de la verdad de sí mismo. El criterio de la verdad ha de buscarse fuera del conocimiento, o sea en la práctica. “El problema de si al pensamiento humano se le puede, atribuir una verdad objetiva no es problema teórico, sino práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica es un problema puramente escolástico.” Mediante la práctica, el hombre demuestra la veracidad objetiva de sus conceptos. El problema de si el agua se compone efectivamente de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno sólo se resuelve al descomponer prácticamente el agua, ¿Son verdaderas nuestras ideas acerca de la estructura del átomo y la energía que encierra? La práctica de los experimentos científicos y del empleo de la energía atómica en diferentes •amas de la ciencia y la técnica han comprobado la verdad objetiva de la teoría física sobre la estructura del átomo y sus propiedades. La concepción de la práctica como criterio de la verdad s£ distingue de la concepción pragmatista. El pragmatismo niega que exista la verdad objetiva y sienta la tesis de que lo verdadero es lo útil, lo ventajoso. Cada hombre puede considerar que una tesis es verdadera o falsa según que sea útil o no para él. “Nuestra obligación de investigar la verdad constituye parte de nuestra obligación general de hacer lo que tenga resultado provechoso.”

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Ciertamente, el conocimiento es útil y representa una poderosa fuerza. En nuestro siglo de inmensos progresos técnicos nadie pone en duda la importancia del conocimiento en la vida humana. Pero sólo cuando es verdadero es efectivamente útil para la sociedad. Lo veracidad del conocimiento no depende de su utilidad; en cambio, sí depende de su veracidad, es decir, de que refleje exactamente la realidad, toda su inmensa significación práctica.

La práctica como base del conocimiento y criterio de verdad.

En cuanto criterio de la verdad de nuestros conocimientos, la práctica es superior a la percepción sensible y al pensamiento abstracto, al mismo tiempo que conjuga la dignidad de ambos. La percepción sensible posee la dignidad de lo real inmediato, pues refleja el objeto tal como es; pero, por sí sola, no puede descubrir ni demostrar la necesidad ni la sujeción a leyes de las relaciones observadas. Observando un sólo caso de transformación del agua en vapor, no podemos deducir la ley que rige este proceso, es decir, su necesidad. La misión del pensamiento estriba en aprehender la necesidad. “El conocimiento teórico debe mostrar el objeto en su necesidad, en sus relaciones multifacéticas.” Y el pensamiento científico, teórico, basándose en los datos de la percepción sensible, cumple esta función. O sea conoce las relaciones ajustadas a leyes, pero esto lo logra a costa de una pérdida de su relación inmediata con la realidad, rescindiendo en cierta medida de ella. La práctica conjuga en sí lo real inmediato, la certidumbre, y el conocimiento de la necesidad, ya que por un lado es una actividad humana sensible y material y, por otro, el hombre comprueba y aplica en ella sus conceptos, teorías, etc. Así, por ejemplo, el experimento científico surge siempre como la encarnación práctica de una construcción teórica que debe comprobar. La aplicación práctica de las ideas siempre introduce modificaciones en ellas, es decir, las corrige y desarrolla. Al comprobar o rechazar una idea, la práctica sirve de base al nacimiento de otra. Así discurre continuamente el proceso de desarrollo del conocimiento sobre la base de las relaciones mutuas entre la teoría y la práctica. La correspondencia entre el experimento y diversas construcciones teóricas, puesta de manifiesto en las ciencias naturales de nuestra época, ejemplifica brillantemente la conexión entre la teoría y la práctica. La investigación experimental de los fenómenos tiene enormes ventajas, comparada con la simple observación. I. P. Pavlov las enseñó brevemente con estas palabras: “La observación recoge lo que la naturaleza le ofrece, mientras que el experimento toma de ésta lo que desea.” El experimento permite que el investigador intervenga activamente en la marcha del proceso estudiado. Y al experimento se recurre habitualmente para verificar una hipótesis, que puede ser confirmada o rechazada por él. Tanto en un caso como en otro, el experimento contribuye a desarrollar la ciencia. Si confirma la hipótesis, ésta se afianzará y se enriquecerá a veces con un nuevo contenido; si, por el contrario la rechaza, la hipótesis rechazada se convertirá en material de nuevas construcciones, más profundas, que servirán de base para realizar nuevos experimentos. Así, por ejemplo, el experimento de Michelson, que echó por tierra la hipótesis del éter, dio impulso a la creación de la teoría especial de la relatividad.

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7 INTERRELACIÓN DE LAS FORMAS DEL PENSAMIENTO P.V. Kopnin

P.V. Kopnin Lógica Dialéctica, Capítulo V Editorial Grijalbo, México. D. F. 1966 pp. 189-199

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INTERRELACIÓN DE LAS FORMAS DEL PENSAMIENTO P.V. Kopnin Al estudiar las formas del pensamiento, su estructura y función gnoseológica, la lógica ha determinado hace ya mucho tiempo, como fundamentales, las siguientes formas: concepto, juicio y raciocinio. A lo largo de toda la historia de la lógica, los investigadores centraron su atención en el estudio de las diferencias entre formas, de su lugar en la trayectoria del pensamiento hacia la verdad. Una forma del pensamiento se oponía con frecuencia a otra, se aislaba, se consideraba como la principal, la primaria. Durante mucho tiempo se ha considerado en la lógica que el concepto antecedía al juicio y al razonamiento, que el juicio es el vínculo de los conceptos y el razonamiento, el resultado de la suma, de la unión de los juicios. Esta concepción era muy grata a los racionalistas, sobre todo ya que reconocían la existencia de ideas innatas y acabadas, anteriores a la experiencia e independientes de ella, en la forma de conceptos, sencillísimos y primordiales, que constituyen la base de todo nuestro saber, de todos los juicios y razonamientos. Kant se pronunció contra la idea de que el concepto era el punto de partida del conocimiento, la forma primaria del pensamiento; para él, la lógica antigua pecaba por “tratar antes de conceptos determinados y claros que de juicios y razonamientos”. Kant opinaba que los conceptos eran el resultado de los juicios y los razonamientos. Los juicios originan un concepto claro, y los razonamientos un concepto acabado. “En efecto -escribe Kant-, para que haya un concepto claro, es preciso que yo conozca algo con precisión, como indicio de un objeto, y esto es, precisamente, un juicio”9. Para Kant el juicio no es un concepto claro, ya formulado, sino un acto a través del cual se forma el concepto. Un concepto acabado solo es posible a través del razonamiento, ya que este es un juicio a través de un carácter meditado (término medio). Muchos lógicos alemanes, entre ellos A. Trendelenburg -para quien el juicio es también la forma primaria del pensamiento, anterior al concepto y al razonamiento10 han desarrollado esta idea de Kant sobre las relaciones recíprocas entre las formas del pensar. Muchos representantes de la lógica alemana reconocen -y este es su rasgo distintivo- que el juicio constituye la base de todas las formas del pensamiento; debido a ello sus tratados de la lógica empiezan, por regla general, con la doctrina del juicio. Esta concepción tiene cierto sentido, aunque se basa en la interpretación idealista de la esencia de las formas del pensamiento, en la idea de que el objeto de la realidad se crea durante el juicio. Para Hegel, que planteó y trato de resolver el problema de las relaciones reciprocas entre las formas del pensamiento, los conceptos, los juicios y los razonamientos se distinguen por el carácter de su vínculo entre lo universal, lo singular y lo particular. En el concepto estos factores no se fraccionan, sino que aparecen unidos; en el juicio se descomponen; los conceptos se fraccionan en sus partes integrantes, lo singular y lo universal figuran como el sujeto y el predicado unidos por una cópula. En el razonamiento se reconstruye la unidad de lo singular y lo universal: “El concepto, como tal, tiene sus momentos como eliminados en la unidad; en el juicio esta unidad es algo intrínseco o, lo que es lo mismo, un extrínseco, y los momentos están, si relacionados, pero están puestos como extremos independientes. En el silogismo las determinaciones del concepto están como los extremos del juicio, y al mismo tiempo está puesta la unidad determinada de ellos. “Por lo tanto, el silogismo es el concepto totalmente opuesto11” 9 10 11

M. Kant, “Obras”, t. II, Gossotsekguiz, Moscú, 1940, pág. 32. A. Trendelenburg, “Investigaciones Lógicas”, Moscú, 1868, pág. 221-232, 2ª. Parte, cap. XIV Hegel, “Ciencia de la Lógica”, Hachette, Buenos Aires, t. II, pág. 357.

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El desarrollo del juicio conduce al razonamiento, que no solo supone, sino que argumenta el nexo de lo singular y lo universal. El razonamiento viene a ser la unidad del concepto y el juicio. La idea hegeliana de que el razonamiento o silogismo se encuentra en indisoluble vínculo con el juicio y el concepto, que todas las formas del juicio se presuponen recíprocamente y pasan de una a otra es correcta, pero está deformada por la base idealista objetiva de la lógica hegeliana. La finalidad del desarrollo del pensamiento desde el concepto al razonamiento, a través del juicio, consiste en que el concepto retome sobre una nueva base a sí mismo y, enriquecido por las definiciones, pase del campo subjetivo al objetivo. En forma de razonamiento disyuntivo el concepto se convierte en objeto. Para Hegel las formas del pensar se desarrollan en una sola dirección: desde el concepto al razonamiento a través del juicio. De por si se entiende que este esquema erigido en absoluto, es artificioso y no refleja el vínculo efectivo ni las transiciones de las diversas formas del pensar en el proceso real y concreto del conocimiento. K. D. Ushinski expone en sus obras ideas muy certeras sobre esta cuestión. Para Ushinski el juicio es el concepto, pero en el proceso de su formación. “El juicio –escribe- no es más que el concepto, peor en el proceso de su formación todavía. El juicio definitivo se convierte en concepto. A base del concepto y una representación especial, o bien de dos o más conceptos, puede formarse un nuevo juicio; pero una vez acabado, volverá a transformarse en concepto y se expresa con una sola palabra: por ejemplo: “Este animal tiene las pezuñas bifurcadas y cuernos en el testuz; rumia los alimentos”, etc. Todos estos juicios, juntos, forman el concepto de un animal de pezuña hendida y rumiante. Podemos fraccionar cada concepto en sus juicios componentes, cada juicio, a su vez, en conceptos, el concepto de nuevo en juicio,12 etc. Estas manifestaciones de Ushinski, no contiene, claro está, una solución completa del problema de las relaciones reciprocas entre el juicio y el concepto; sin embargo, se esbozan aquí ciertas vías para su correcta solución. La idea fundamental de Ushinski respecto a que el concepto y el juicio podríamos añadir también, el razonamiento, están indisolublemente unidas entre sí y que en el proceso del devenir del conocimiento se transforman unos en otros, es correcta; esta transición, además no tiene carácter unilateral; no es solamente el juicio el que se convierte en concepto, sino también el concepto en juicio. El problema de las interrelaciones y por consiguiente de la esencia de las diversas formas del pensar no será resuelto correctamente mientras que la lógica no abandone la idea de que existe una forma esencialísima de pensamiento. No debe plantearse la cuestión de que es lo primero y lo más importante: el juicio, el concepto o el razonamiento. Semejante planteamiento del problema, es anticientífica. La riqueza del contenido de nuestro pensamiento se manifiesta en las formas más diversas; cada una de ellas está íntimamente relacionada con la otra, la presupone, la completa y se transforma en ella a medida que se van desarrollando nuestros conocimientos sobre el mundo exterior.

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El juicio y el razonamiento desempeñan, indudablemente, un papel inmenso en la formación de los conceptos. Para encontrar en los fenómenos lo universal que se refleja en los conceptos, es preciso abarcar el objeto en su conjunto, exponer toda una serie de juicios sobre sus diversos aspectos. Lo esencial en el fenómeno no puede determinarse sin todo un gran papel al análisis –es decir, al paso de lo concreto, de lo dado en los sentidos a lo abstracto, y en síntesis, el paso de lo abstracto a lo concreto nuevo. Que es un conjunto de definiciones abstractas. El proceso analítico es inconcebible sin la inducción y la deducción. El concepto que se forma lleva en sí, en forma peculiar, todos aquellos 12

K. D. Ushinski, “Obras”, Academia de Ciencias Pedagógicas de la RSFR, Moscú, ed. Rusa, t, 8, pág. 447.

Interrelación de las formas del pensamiento.

juicios y razonamientos que participaron en el proceso de formación del concepto. El concepto es un nódulo, la síntesis de las más diversas ideas: el balance de un largo proceso de conocimiento. Por otra parte, el razonamiento no puede existir sin conceptos ni juicios, lo mismo que el juicio sin conceptos ni razonamientos. El razonamiento está constituido por un sistema de juicios y la manifestación de cada juicio presupone un concepto. Así, el juicio “El estado es el instrumento de opresión de una clase por otra” es inconcebible sin los conceptos de “clase”, “opresión”, “instrumento”, etc. Así, pues, para la formación del razonamiento, para la obtención de conocimientos nuevos por mediación de razonamientos, se parte de juicios y conceptos ya formados. El juicio o el concepto obtenido por medio del razonamiento sirven de punto de partida para la formación de nuevos razonamientos que conducen a nuevos conocimientos. Sin embargo, para resolver el problema de las reciprocas relaciones entre el concepto, el juicio y el razonamiento, n o hasta con indicar su unidad, su reciproco vinculo y sus mutuas transiciones. Es preciso, además, poner de manifiesto el carácter específico de cada uno de ellos, las diferencias que hay entre ellos. En la lógica está arraigada la opinión de que el concepto se diferencia del juicio por el hecho de no ser ni verídico ni falso, ya que nada afirma ni nada niega. Esta concepción es errónea pues elimina el problema del valor cognoscitivo de los conceptos que se convierten en formas vacuas. Suele adjudicarse esta concepción a Aristóteles, pero la verdad es que Aristóteles no se refería a conceptos como formas del pensamiento, sino a términos como medio de expresión del pensamiento. En su lógica no hay oposición entre el juicio y el concepto, sino la comparación entre dos formas de manifestación, de discurso. Una cosa es cuando los términos aparecen vinculados por medio de un predicado y otra cuando este vínculo no existe. Aristóteles no diferenciaba las formas del pensamiento de las formas discursivas. La lógica posterior aplico la característica dada por Aristóteles a las formas discursivas del pensamiento. Todo cuanto decía Aristóteles sobre los términos fue aplicado, sin objeción alguna, a los conceptos y a su contenido. Sería extraño que el concepto, como reflejo de la esencia no tuviera ninguna relación con la verdad. Si el concepto no fuera la forma del conocimiento verídico, la trayectoria del conocimiento desde el juicio al concepto sería un paso atrás, significaría retroceder de un conocimiento provisto de contenido a formas vacuas y sin contenido, es decir, tal como presentan a los conceptos. También es erróneo considerar en que la forma del raciocinio no es ni verdadero ni falsa, sino correcta o incorrecta. La corrección de la forma del pensamiento descansa en la veracidad del juicio que es el conocimiento básico. La diferencia efectiva entre las distintas formas del pensamiento radica en como reflejan la realidad objetiva, en el carácter específico de ese reflejo. En la forma del juicio no solo reflejamos los aspectos generales y esenciales del objeto, sino todos, cualesquiera que sean. Así, por ejemplo, en los juicios “el oro es de color amarillo”, “el otro pesa más que el agua”, “el oro es un elemento químico”, “el oro es un metal”, etc. Se reflejan diversos caracteres del oro, más próximos o más lejanos de la esencia del propio objeto. Para el juicio no es obligatorio, ni mucho menos que su predicado releje lo universal del objeto. Pero tan pronto como el juicio, en su trayectoria, llega al punto en que el contenido de su predicado refleja lo general y lo esencial del objeto, el juicio se convierte en concepto.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

Por ello, el razonamiento que proviene del concepto se diferencia del razonamiento que proviene del juicio, ya que este no se ha convenido aun en concepto. Cuando se habla de razonamiento procedente de conceptos, se tiene en cuenta que una de las premisas es el concepto convertido en juicio. El predicado de este juicio no se refiere a un rasgo cualquiera del objeto, sino a u rasgo suyo esencial y especifico. Por ello, el juicio, obtenido como resultado del devenir del concepto, es el principal y, como es sabido, la existencia de un juicio principal cambia las condiciones del razonamiento: en la 2ª figura del silogismo puede haber conclusión de dos juicios afirmativos. Pero cuando el razonamiento se basa en un juicio corriente y no en un concepto, estas formas pese a la veracidad de sus premisas, no abocan a conclusiones verídicas. Debido a que el concepto refleja los rasgos generales y esenciales del fenómeno, resulta más estable y constante si se le compara con el juicio, que refleja toda clase de propiedades, vínculos y relaciones, incluso las casuales, las exteriores. El concepto debe responder a la pregunta: “que objeto es este y cuál es su esencia”. El juicio, en cambio, responde a la pregunta “qué rasgo en general, son los inherentes al objeto, que aspectos, propiedades y caracteres le distinguen” Los conceptos, los juicios y los razonamientos cumplen diversas funciones en la trayectoria del pensamiento. El juicio sirve para establecer estrictamente un resultado determinado en la dinámica del pensamiento y el concepto resume todo cuanto se sabe del sujeto, reduciendo numerosos juicios a uno solo. En este sentido, el concepto viene a ser como una peculiar reducción de juicios, conservando, al mismo tiempo, lo más esencial de su contenido; afianza lo ya conseguido y constituye un peldaño para la sucesiva trayectoria del pensamiento. El razonamiento es una forma de movimiento intelectivo que va de unos juicios y conceptos a otros; expresa el proceso de obtención de nuevos resultados en el pensamiento. El razonamiento representa la dinámica, el paso del pensamiento de unos juicios y conceptos a otros, el contenido de un conocimiento a otro a base de un tercero. Las diferencias entre los juicios, los conceptos y los razonamientos en las formas de expresión de los conocimientos verdaderos condicionan, asimismo, las diferencias en el vínculo de lo singular y lo universal en ellos; Hegel había fijado justamente su atención en este hecho. En el juicio se manifiesta claramente el vínculo entre lo general y lo singular, entre el sujeto y el predicado. En el concepto, la atención se centra en lo universal que es lo que se destaca, dejando de lado lo singular.

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En el razonamiento ponemos de manifiesto, mostramos como, por que, sobre qué base lo singular dado se vincula con lo universal, que constituye lo particular a través del cual se establece el nexo entre lo singular y lo universal; el nexo de lo singular (oro) con lo universal (elemento químico) a través de lo particular (metal). Por ello lo particular aparece claramente tan solo en el razonamiento; en el juicio permanece oculto tras la cópula “es” y en el concepto no solo no figura lo particular, sino ni siquiera lo singular, ya que toda la atención se fija en el contenido del concepto, en lo general y lo esencial que se descubre en el objeto, y no en los propios objetos que tienen por propiedad inherente eso general. En el concepto se hace caso omiso de aquello a través de lo cual se llega a conocer la esencia del objeto.

Interrelación de las formas del pensamiento.

No es correcto destacar una forma del pensamiento en calidad de primaria y principal, ya que no existe ninguna sucesión estrictamente histórica en su formación. Desde el comienzo, el pensamiento humano maduro ha actuado en las formas hoy existentes: juicios, conceptos y razonamientos. Si falta una de ellas. El pensamiento no puede funcionar normalmente, ya que el proceso intelectivo incluye obligatoriamente: 1. El establecimiento, la fijación de las propiedades y caracteres del objeto; 2. Recopilación de los conocimientos anteriores, reducción de los juicios en conceptos; 3. Formas de transición del conocimiento antes alcanzado a otro. ¿Puede tener lugar el proceso del pensamiento si se excluye uno de esos factores? Al parecer, no. Por esto, la idea de que el pensamiento existía antes en conceptos o juicios y que después paso la humanidad al pensamiento con todas sus formas, juicios conceptos y razonamientos, es errónea. A nuestro juicio. En el desarrollo histórico de las formas del pensamiento pueden destacarse dos etapas: 1. El pensamiento no fraccionado en sus diversas formas y 2. El pensamiento maduro, en el cual se destacan diversas formas que cumplen funciones específicas en la trayectoria hacia la verdad. El proceso de evolución de desarrollo de las diversas formas del pensar ha proseguido sucesivamente, lo mismo que su complicación y la aparición de nuevas modificaciones. La diferenciación del pensamiento en diversas formas significa, al mismo tiempo, su distanciamiento más definido de otros medios de actividad cognoscitiva humana. El pensamiento que no tiene formas, no se ha determinado todavía, no se ha diferenciado de la actividad laboriosa ni del conocimiento sensorial. Los datos de la lingüística y de la psicología confirman la tesis de que el pensamiento en un principio no estaba disgregado en formas específicas. Así, por ejemplo, según A.A. Potebnia y otros lingüistas, la forma primaria del lenguaje no era la proposición constituida por diversas palabras, sino “una forma primitiva de la palabra-proposición13”. La definición de la forma que constituye la célula fundamental del pensamiento, tiene importancia de principio para la lógica, para la teoría de las formas del pensamiento. La dialéctica enseña que la investigación debe iniciarse por lo más sencillo lo más frecuente y masivo; lo sencillo, además debe contener en forma embrionaria toda la multiplicidad y las peculiaridades características de lo complejo, de lo desarrollado. Tal es el método general de la investigación científica y este método es el que debe aplicarse al estudio de las formas del pensamiento. La forma madura del pensamiento científico está representada en la teoría. La ciencia viene a ser sistema de teorías, que tratan del objeto que estudia dicha ciencia. La misión de la dialéctica al estudiar las formas del pensamiento, consiste por lo tanto, en descubrir las leyes que regulan la aparición, la estructura y el desarrollo de las teorías científicas. Todas las demás formas del pensar deben ser consideradas como factores de la construcción y desarrollo de la teoría científica. En el modo como enfoca la lógica formal y la dialéctica las formas del pensamiento hay diferencias de principio. La lógica formal toma por objeto de investigación no la teoría científica, sino el razonamiento lo restante (el concepto y el juicio) le interesa en tanto en cuanto es necesario para comprender la estructura del razonamiento y el proceso de deducción de un juicio de otros. La concepción de la lógica formal sobre las formas del pensamiento es unilateral, limitada por el estrecho marco de su teoría de la estructura, las reglas y las formas deductivas. La dialéctica considera todas las formas del pensamiento desde un punto de vista ms amplio, desde las posiciones de las leyes que presiden la construcción y el desarrollo de las teorías, gracias a las cuales la ciencia alcanza la verdad objetiva y concreta. En este caso, el propio razonamiento y el 13

A. A. Potebnia, “Anotaciones sobre la gramática rusa”, Jarkov, 1888, t. 1-11, pág. 76.

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proceso deductivo no son más que un factor subordinado en la creación y el desarrollo de la teoría científica. Determinar la célula fundamental del pensamiento significa hallar la célula fundamental en la construcción y el desarrollo de la teoría científica. Esta función la cumple el juicio que constituye las formas sencillas y generales del pensamiento. El proceso del pensar comienza siempre y cuando se separan algunos caracteres y propiedades de los objetos y fenómenos del mundo material. Cuando se forman abstracciones, aunque sea elemental. El juicio es la forma más sencilla e importante de abstracción que constituye, al mismo tiempo, el rasgo distintivo de lado del proceso del pensamiento. Cualquier abstracción contiene un juicio que se encuentra en todas partes; en los conceptos, en los razonamientos y en las teorías, etc. Todo conocimiento si existe en la realidad pasa otro hombre, tiene forma de juicio o de sistema de juicios. Incluso un simple relato de los resultados de una contemplación viva, sensorial, se produce en forma de juicio. El pensamiento humano, ya en la etapa inicial de su desarrollo, que se manifestaba en la palabra proposición, incluía en si, como factor indispensable, el juicio. No hay pensamiento si no existe el acto atributivo, cuya expresión es el juicio. La teoría científica es un sistema, un conjunto de juicios, agrupados según un principio único. En el juicio y su contradicción están implícitas todas las peculiaridades características de la teoría científica. Al enjuiciar una teoría, planteamos ante todo, el problema de su veracidad o falsedad, es decir, de su relación con el objeto representado. De todas las formas (juicio, concepto y razonamiento) esta peculiaridad del pensamiento correspondencia con el objeto, se observa con la máxima calidad en el ejemplo del juicio, yo que en el razonamiento y en el concepto aparece muy velada. En el razonamiento destaca sobre todo la corrección (consonancia entre un juicio y otro); en el concepto existe por cuanto todo concepto es juico, por cuanto adopta en la definición la forma del juicio. Todas las formas del juicio deben examinarse, por una parte, en su relación con el juicio, como célula elemental del pensamiento y por otra en su relación con la teoría como forma madura del pensar, como un peculiar objetivo de su devenir. Todas las formas por grados en la trayectoria del juicio son, al mismo tiempo, factores de la estructuración y el desarrollo de la teoría científica. Así, el concepto es un juicio cuyo predicado expresa la idea de lo universal en el fenómeno. Los conceptos son imprescindibles en el avance de nuestro pensamiento hacia la teoría científica, ya que en ellos se concentran los conocimientos acerca de las diversas facetas esenciales del objetivo. La teoría como conocimiento sintético de este objeto, es imposible sin los conceptos. El razonamiento es la forma de mediatizaron de los juicios, el modo de conseguir nuevos conocimientos a base de juicios anteriormente establecidos. Con ayuda de los razonamientos se pasa de unos juicios a otros. En la construcción y el desarrollo de las teorías, el razonamiento argumenta los juicios y conceptos que los integran, constituye la vía por la cual se pasa de una teoría a otra más perfecta.

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M.N. Alexéiev plantea en Dialéctica de las formas del pensamiento el problema de las interrelaciones entre ellas y define su celular fundamental. Alexéiev tiene razón, indudablemente en el sentido de que cada forma de pensamiento presupone otras formas y “les sirve de premisa14”. Sin embargo, disentimos de la concepción de dicho autor en los siguientes aspectos: Primero, en cuanto a su afirmación de que el “concepto, históricamente, fue anterior al juicio15”, que es para Alexéiev la hipótesis más probable. Para argumentar semejante afirmación, el autor parte del principio de que 14 15

M. N. Alexéiev, “Dialéctica de las formas del pensamiento”, Universidad de Moscú, 1959, pág.267. Ibídem, pág. 101.

Interrelación de las formas del pensamiento.

“el concepto es algo más simple que el juicio16”, que su forma no establece el desdoblamiento de los caracteres, como tiene lugar en el juicio. El primer lugar, ha de rechazarse categóricamente la idea de que hayan existido, en alguna etapa de desarrollo del pensamiento humano conceptos, pero no juicios ni razonamientos. Semejante suposición anula la correcta idea de M-N. Alexéiev respecto a que las formas del pensar no pueden existir unas sin otras, que la existencia de una presupone a la existencia de las otras. Imaginemos por un momento que el hombre haya pensado en un principio solo en conceptos, sin formular ni juicos ni razonamientos. Cabe hacer la pregunta: ¿cómo ha formado estos conceptos sin juicios ni razonamientos? No resiste ninguna crítica la argumentación de Alexéiev en defensa de sus tesis de que el concepto históricamente, es anterior al juicio. En el juicio los indicios están escindidos, separados y en los conceptos reunidos, y esto, según el autor citado, demuestra que concepto antecede al juicio. Sin embargo, ¿Por qué se ha de considerar la unión como forma primaria y no secundaria? Es muy posible que el juicio como escisión de caracteres nazca de la representación, donde aparecen unidos, y que el concepto sea su síntesis superior donde se une lo que aparecen separado en el juicio. W. Wundt, por ejemplo, considera que: “Frases tales como –“cielo azul”- -“brilla el sol”- no se han originado, claro está, por el hecho de que al principio los conceptos separados del cielo y de azul, del sol y de su brillo se hubieran reunido y vinculado exteriormente, sino, por el contrario: la contemplación directa del cielo azul y del brillante sol han dado el primer impulso a la fuerza fraccionadora del pensamiento, que sigue descomponiendo ahora en dos conceptos, recíprocamente relacionados, cuanto constituía un todo en la concepción17. El juicio puede fraccionar tanto la representación como el concepto, y el concepto a su vez, unir sobre una nueva base lo que está fraccionado por el juicio. Mas esto no constituye un argumento para afirmar que el plano histórico una forma del pensamiento antecede a otra. Son dignas de atención las ideas de M.N. Alexéiev sobre la célula fundamental del pensamiento. Considera que esta célula es el concepto: “El concepto –escribe- es la forma más general del pensamiento: las propiedades del concepto –su volumen y contenido, sus modos, etc.- pueden encontrarse también en el juicio, en su sujeto y predicado, y también en el razonamiento, en sus términos, mayor, menor y medio. El concepto es la forma más abstracta, directa e incondicional del pensamiento. Siendo universal para el pensamiento, el concepto es, al mismo tiempo, lo más simple y lo menos desarrollado entre las formas del pensar18. En su obra no se demuestra que el concepto es la célula fundamental del pensamiento, sino que se declara simplemente. Por ejemplo, el autor afirma que el concepto es la forma más abstracta, directa e incondicional del pensamiento. Pero esto debe demostrarse, siquiera sea mediante su comparación con el juicio. Si recurrimos a los hechos, veremos que las abstracciones primarias, las más simples, tienen forma de juicios, ya que toda abstracción se caracteriza por referir la propiedad o el carácter excluido a algún objeto. La abstracción surge al principio como una idea sobre la propiedad o el carácter del objeto. La circunstancia de que las propiedades del concepto, el volumen, el contenido y los modos, se encuentren también en el juicio, en su sujeto y predicado, carecen de todo valor, esencial para determinar la célula fundamental del pensamiento. De por sí, esto no demuestra nada, ya que puede afirmarse lo contrario: en el juicio, en su sujeto y predicado están implícitas las peculiaridades características del concepto (volumen y contendido), por lo cual el juicio ha de ser la célula del pensamiento. 16 Ibídem. 17 W. Wundt, “Sistema Filosófico”, San Petersburgo, 1902, págs. 29-30. 18 M. N. Alexéiev, Dialéctica de las formas del pensamiento, pág. 276.

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Es difícil admitir que el concepto sea la forma más simple y menos desarrollada del pensamiento, según afirma Alexéiev. Para que la representación se convierta en concepto sele debe descomponer, por lo menos, en sus partes integrantes y trasladar los resultados de este al lenguaje de los pensamientos, es decir, exponer una serie de juicios. El concepto sintetiza estos juicios en una unidad nueva, distinta de la que existía en la representación. Debido a ello, el concepto, como forma sintética del pensamiento, es más complejo, incluso por su estructura, que las formas anteriores a él: juicio y razonamiento. El concepto no puede ser la forma más sencilla y menos desarrollada del pensamiento siquiera desea porque se presenta siempre como una abreviatura del juicio. Por este motivo, incluso al concepto más sencillo le anteceden, además de la experiencia sensible, algunos juicios y razonamientos. El defecto principal de la teoría de Alexéiev, en cuanto a la determinación de la célula fundamental del pensamiento, consiste en que toma por forma superior y madura el razonamiento, y no la teoría científica. El modo como enfoca la solución del problema, de hecho, no se diferencia en nada del modo tradicional, basado en el método analítico: el razonamiento se considera como un todo complejo y se fracciona en juicios, y estos últimos en células elementales: los conceptos, mejor dicho, términos. Pero esta teoría se ve limitada por las tareas que plantea la estructura formal de la deducción. La dialéctica en cambio, se plantea su propia misión con relación a las formas del pensamiento poner de manifiesto su papel en la trayectoria del pensamiento hacia la conquista de conocimientos profundos, objetivamente verídicos, sobre el mundo exterior. De aquí que enfoque de distinto modo las formas del pensar, que determine de diferente manera la célula fundamental y su forma madura, superior. Para la dialéctica lo fundamental no es descomponer el todo en partes, dejando así al descubierto los ladrillos que lo componen. Sino mostrar a base de que elementos y de qué modo se origina y se desarrolla ese todo, que papel desempeñan estos elementos en su formación y desarrollo. Para la dialéctica, por lo tanto, la célula fundamental del pensamiento no es el termino (o el concepto), sino el juicio, y su forma madura no es el razonamiento, sino la teoría científica.

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8 EL CONCEPTO COMO REFLEJO DE LO UNIVERSAL EN LOS FENÓMENOS P.V. Kopnin

P.V. Kopnin Lógica Dialéctica. Capítulo V Editorial Grijalbo, México, D. F. 1966 PP. 228-243

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EL CONCEPTO COMO REFLEJO DE LO UNIVERSAL EN LOS FENÓMENOS P.V. Kopnin El conocimiento científico tiene por fin la aprehensión de la esencia del fenómeno, de la ley de su dinámica y desarrollo, el hombre necesita conocer las leyes de la naturaleza y de la sociedad para que su actividad práctica sea eficiente. El conocimiento de la ley, de la esencia de los fenómenos, se manifiesta en forma de conceptos y categorías. Se ha subrayado en reiteradas ocasiones que el concepto genérico es el reflejo de la esencia de la ley de la naturaleza y de la sociedad. El concepto19 no es el punto de partida del conocimiento sino su resultado. La formación del concepto viene a ser el producto de un largo proceso de conocimiento, el balance de una determinada etapa de desarrollo del saber, la expresión concentrada de conocimientos ya conseguidos. En oposición al idealismo, el materialismo dialéctico considera que el concepto es una forma peculiar de reflejo de los objetos, de las cosas del mundo material y de las leyes de su movimiento. Los conceptos son objetivos por su contenido, incluso los conceptos más abstractos tienen sus analogías, sus prototipos en el mundo objetivo. En el concepto se refleja el contenido encerrado en las cosas. El idealismo, que niega el contenido objetivo de los conceptos humanos, especula particularmente con los conceptos matemáticas y lógicos: estos conceptos, según los idealistas, son un juego del intelecto o bien simples acuerdos convencionales. Poincaré considera que los conceptos geométricos provienen de las honduras de nuestro espíritu y que la experiencia no es más que la ocasión que obliga a que se manifieste ese concepto. El idealismo interpreta erróneamente uno de los conceptos básicos de las matemáticas; el concepto de número, que se deduce ya de las tesis de la lógica (logística), ya de la intuición (intuicionismo). Para Wundt, los conceptos matemáticos se obtienen cuando nos abstraemos de todos los elementos de la representación que tienen su origen en el objeto.20 Así, pues, en el concepto de número perdura únicamente el nexo entre los diversos actos del intelecto, al margen de todo contenido. Otros manifiestan que, en general, el origen del número es misterioso y consideran inútil buscar su procedencia. Los filósofos y los científicos materialistas progresistas antiguos abogaban ya por una interpretación materialista de los conceptos en general de los conceptos matemáticos en particular. Así, el gran matemático ruso Lobachevski dio una interpretación materialista a la esencia de los conceptos matemáticos, poniendo de manifiesto los vínculos entre los conceptos de la geometría y el movimiento de la materia. Lobachevski decía que el hombre aprehende en la naturaleza del movimiento y todo... “Los conceptos, por ejemplo, los geométricos, son un producto artificial de nuestra mente, estando tomados de las propiedades del movimiento...”21 19 W. Wundt “Teoría general sobre el método matemático, Nuevas ideas en las Matemáticas”, Ed. Obrazovanie, San Petersburgo, Primera recopilación, 1917, pág. 57. 20 El término concepto se emplea en lógica en dos sentidos. Primero, como reflejo de lo universal y lo básico en el objeto. En ese plano, el concepto aparece como una clase especial de juicio, como una forma especial de conocimiento que pretende ser verídico. Pero en lógica, el concepto se considera, además como una significación cualquiera del término. En este sentido, el concepto viene a ser el miembro, la parte del juicio (sujeto y predicado). En este caso nos referimos al concepto no como a una significación especial del término, sino como una forma de aprehensión de la esencia de los fenómenos. 21 N.N. Lobachevski, “Nuevos principios en la Geometría con la teoría completa de las paralelas”, Obras completas, t. 2 Ed. Nacionales de literatura técnica y teórica, Moscú Leningrado, 1949, pág. 158-159.

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Ya se ha dado a conocer el carácter objetivo de los conceptos matemáticos de número y figura, que son el reflejo de los nexos y las relaciones de las cosas y los objetos del mundo material. Al principio existen las cosas dotadas de una forma determinada y luego aparecen los conceptos geométricos de esas cosas. Incluso la propia operación del cálculo matemático demuestra el considerable desarrollo del entendimiento humano. La ciencia sabe que el hombre en las primeras fases de su desarrollo, no tenía el concepto de número abstracto y que el cálculo no estaba vinculado a palabras especiales los números, sino a ciertos objetos concretos, a caracteres que distinguen un, individuo de otro. A la pregunta de cuántos animales tenía en su rebaño, el hombre de aquel entonces no respondía con un número determinado, sino enumerando los objetos; tengo una oveja con una mancha negra en un costado, una oveja con dos manchas, etc. Los conceptos matemáticos son el reflejo de las relaciones cuantitativas y de las formas espaciales de los objetos del mundo material, vienen a ser copias unilaterales de los fenómenos de la realidad objetiva. Para obtener estos conceptos se precisa un gran poder de abstracción. Los conceptos de otras esferas de la ciencia son también formas de reflejo de la realidad. Así, tras el concepto biológico de especie, según ha demostrado K. A. Timiriázev, se halla implícita la realidad objetiva, ya que refleja un grupo de seres parecidos entre sí que se diferencian de otros grupos de seres más parecidos a ellos.22 Algunos idealistas establecen netas diferencias entre los conceptos sobre los fenómenos de la naturaleza y los conceptos sobre los fenómenos de la vida social. Se inclinan a reconocer que el concepto de la naturaleza corresponde a los hechos y equivale a sus sensaciones; en cambio los conceptos sobre los fenómenos de la vida social no se infieren siquiera de los hechos comprendidos. En relación con lo dicho resulta interesante analizar los razonamientos de Ralph Winn en su artículo Naturalismo filosófico.23 Winn divide, en primer lugar, todos los conceptos en naturalistas y no naturalistas. Los primeros están basados en los hechos y los segundos en la fantasía. Denomina naturalista a su filosofía porque trata tan sólo con conceptos deducidos de hechos firmemente establecidos. A diferencia de los conceptos sobre la naturaleza, los sociales no se deducen del estudio de la vida, sino que se crean al margen de ella. “La naturaleza física -escribe Winn-, tal como es, antecede a los conceptos humanos siempre que estos últimos no sean una fantasía o un error. Pero la sociedad se mueve con frecuencia por conceptos y, en este caso, los conceptos son verdaderamente apriorísticos con relación a la realidad, (una realidad cultural)24 Winn considera que, en un principio, se originó el concepto de dinero y solamente después el propio dinero; que sin este concepto, el dinero no existiría. Por lo que se refiere a su certeza o falsedad, sino a la posibilidad de su realización en la vida. Su capacidad de realización está determinada por el grado de su atractivo para los individuos y los grupos. “Las ideas escribe Winn- han de apelar, por otra parte, mis a los sentimientos que a la razón. Deben prometer (no es obligatorio que lo cumplan en la realidad) satisfacer las necesidades o los deseos humanos.25 Los comentarios sobran. Winn se refiere a 172

22 K.A. Temiriazev. “El método histórico en la biología”. Ed. Academia de Ciencias de la URSS M.L. 1943, páginas 60-75. 23 Ralp Winn, “Philosophic Naturalism” Twentieth Century Philosophy, N.Y. 1947, páginas 50-75 24 Ibidem páginas 253. 25 Ibidem

El concepto como reflejo de lo universal en los fenómenos.

los conceptos que difunde la venal prensa burguesa. Estos conceptos no son verdaderos, efectivamente: sus propagandistas pretenden engallar a los pueblos del mundo con promesas que jamás se cumplen. Claro está que estos conceptos influyen durante cierto tiempo sobre los hombres, pero los pueblos no tardan en convencerse de que son falsos. Ejercen una acción verdaderamente eficaz sobre los hombres los conceptos que reflejan con certeza la vida social. Los conceptos de las ciencias sociales: mercancía”, valor, “producción’, formación económicosocial”, ‘capitalismo”, “pueblo”, etc... expresan determinadas relaciones sociales. El trabajo es una abstracción, un concepto, pero una abstracción “que en el proceso social de la producción se realiza cotidianamente”26 La relación entre el concepto y el mundo objetivo tiene un carácter complejo y contradictorio. Entre el concepto y los objetos del mundo material no hay identidad. El concepto del objeto y el propio objeto no son una y la misma cosa. Las cosas, los objetos del mundo material existen en la realidad antes e independientemente de los conceptos humanos. El concepto no posee la realidad objetiva que es inherente a las propias cosas. Los conceptos son objetivos por su contenido únicamente, por su origen, pero son subjetivos por la forma de su existen en nuestra mente, en nuestra conciencia. Entre el concepto y la propia cosa no hay tampoco identidad en el sentido de que la cosa tiene un contenido más rico que cualquier concepto que se tenga de ella. Ningún concepto puede abarcar toda la riqueza del objeto, del acontecimiento, del hecho, etc. concreto. Engels, poniendo de manifiesto la complejidad de las relaciones entre el concepto y el objeto, escribía: “...El concepto de la cosa y su realidad se mueven a la par, parecidas a dos asíntotas que se aproximan constantemente la una a la otra, pero que, sin embargo, nunca coinciden. Esta diferencia entre ambos es, precisamente la diferencia debido a la cual el concepto no es la realidad directa e inmediata y la realidad no es el concepto directo de la misma. Por el motivo de que el concepto posee la naturaleza básica del concepto y que, por consiguiente, no coincide de un modo directo e inmediato con la realidad, de la cual se le debe abstraer primeramente, por este motivo es siempre, y a pesar de todo más que una ficción.27 Así, pues, el concepto, por una parte, no es idéntico a la realidad y, por otra, tampoco es una ficción con respecto a ella, sino que viene a ser su copia. El concepto y los fenómenos de la realidad constituyen la misma unidad que ofrece la imagen, la copia del original con el original propiamente dicho. Carece de consistencia la opinión tradicional arraigada en la lógica de que el predicado “verdadero” o “falso” no es aplicable a los conceptos; esta opinión conduce de hecho a la negación del contenido objetivo de los conceptos, su significación objetiva. Tiene validez con relación a los términos, pero no a los conceptos.

El concepto como Forma de conocimiento carece de elementos sensibles. Sabemos que el

26 27

C. Marx, “Contribución a la crítica de la economía política”, Gospolitizdat, 1952, pág. 15 C. Marx y F. Engels, “Cartas escogidas”, Gospolitizdat, 1953, pág. 482

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concepto “valor” no contiene ni un átomo de sustancia de la naturaleza, que no se puede captar directamente por los sentidos. El concepto no es una imagen sensible, directa, la copia de algunas cosas, de algunos fenómenos de la realidad. Cuando decimos que el concepto carece de elementos sensibles, lo decimos en un sentido estrictamente determinado, es decir, que el contenido del concepto no constituye una imagen sensorial de la realidad. Pero como el concepto existe realmente en forma de lenguaje, de palabra, el proceso de intercambio de conceptos no puede realizarse sin sentidos. Las palabras constituyen la base sensorial de los conceptos. Además, si examinamos el proceso del pensamiento en las formas de concepto de un hombre vivo, concreto, veremos que los conceptos están vinculados a las representaciones y a la percepción. El pensamiento en forma de conceptos está acompañado frecuentemente de imágenes sensoriales. El carácter peculiar del concepto como forma de reflejo de la realidad consiste, ante todo, en su universalidad. Sin embargo, lo general no agota, ni mucho menos, la esencia del concepto como forma de reflejo de la realidad. Así, por ejemplo, podemos encontrar un rasgo común para la cereza y la carne (“roja y jugosa”), pero este rasgo, sin embargo, no nos permite formarnos un concepto sobre la carne y la cereza. Para el sensualista, el concepto es la simple fijación de lo general. En el proceso del pensar en forma de conceptos, no agrupamos los objetos de acuerdo a un indicio general, sino que ponemos de manifiesto su esencia. El concepto no refleja todas las propiedades del objeto, ni todo el objeto tal como es, sino sus propiedades, aspectos, vínculos y relaciones esenciales, la ley de su movimiento y desarrollo. El concepto refleja su naturaleza universal. En el concepto se expresan elementos de la abstracción tales como el reflejo del fenómeno en su “aspecto puro”; el fenómeno aparece despojado de las formas casuales en que puede manifestarse una ley. Engels consideraba como un gran mérito de Sadi Carnot el haber construido una máquina de vapor en la cual descartaba del proceso fundamental todo lo secundario. Claro está que es imposible construir una máquina de vapor ideal, lo mismo que son irrealizables las líneas y las figuras matemáticas, pero esta abstracción, lo mismo que cualquier otra abstracción racional, tiene suma importancia para el estudio del fenómeno, para revelar sus leyes, pues permite examinar el proceso que se produce en la máquina de vapor en su aspecto puro, no deformado por las casualidades. En El Capital, también se analiza la “mercancía”, el “valor”, el “dinero”, primeramente en su aspecto puro, haciendo abstracción de toda clase de relaciones, incluidas las burguesas, cosa que le permite esclarecer la esencia de esos fenómenos y comprender en toda su profundidad las relaciones de producción burguesas y otras, poner de manifiesto las leyes económicas de su desarrollo. Sin embargo, del hecho de que en la forma del concepto se refleja lo universal no debe inferirse, ni mucho menos, que en el concepto se pierde todo vínculo entre lo general y lo singular. La universalidad del concepto tiene su propia base objetiva: la existencia en el propio mundo material de propiedades y nexos generales, de leyes objetivas de la realidad exterior. 174



El concepto como forma especial de juicio no refleja solamente lo universal, sino lo universal

El concepto como reflejo de lo universal en los fenómenos.

en relación con lo singular. Lo singular en una u otra forma se haya reflejado en el concepto, aunque como forma del pensamiento tienda más que a nada a reflejar lo universal. Lo singular existe, ante todo, en la génesis del propio concepto. Para formar un concepto se debe investigar una gran cantidad de fenómenos, hechos y cosas singulares. Los clásicos del materialismo han subrayado insistentemente la idea de que el estudio concreto de las diversas formas de la producción es indispensable para deducir las condiciones universales de la misma. Los populistas, por ejemplo, iniciaron su estudio con las siguientes interrogantes: ¿qué es la sociedad y qué es el progreso? Pero, ¿cómo se puede formar un concepto sobre la sociedad en general, sobre el progreso en general, si no se estudia concretamente ninguna formación económico-social? Lo singular (las cosas, los fenómenos, los hechos) constituyen el punto de partida en la formación del concepto. El vínculo entre lo universal y lo singular se conserva a lo largo de toda la existencia del concepto. En el concepto se piensa lo universal, refiriéndolo a determinadas cosas, fenómenos y hechos singulares. Sin este vínculo (la referencia de lo universal a lo singular) no hay concepto. El concepto se diferencia de otras formas de juicio por su predicado; en él se refleja lo universal. El concepto no es el predicado únicamente, sino todo el juicio. En la lógica burguesa, en particular en la kantiana, está muy difundida la opinión de que el concepto es el predicado de juicios posibles y se forma debido a que el predicado del juicio se extrae como algo independiente. Esta opinión es errónea y conduce al divorcio entre lo universal y lo singular, entre el concepto y el mundo objetivo. Cuando los conceptos se conciben sólo como predicados de juicios posibles, entonces no puede decirse en realidad si son verdaderos o falsos. Los conceptos considerados como predicados de juicios posibles, no pueden ser una forma de reflejo de la realidad, ya que en la vida real lo universal sólo existe vinculado a lo singular y en el concepto existe como por sí mismo, sin referencia alguna a lo singular. Resulta que el concepto refleja las propiedades del objeto, pero no se sabe de qué objeto. En el juicio el vínculo entre lo general y lo singular es evidente. Existe el predicado que es lo general; el sujeto, lo singular y la cópula que indica directamente que lo general, reflejado en el predicado, pertenece a lo singular reflejado en el sujeto. Por ejemplo, en el juicio: “el hierro es conductor de energía eléctrica”, el hierro es lo singular y la energía eléctrica, lo general. Más evidente aún es el vínculo de lo general con lo singular en el razonamiento, donde se ve también lo particular (término medio) a través del cual se establece el nexo. Todos los metales son conductores de energía eléctrica, el hierro es un metal, el hierro es conductor de energía eléctrica. Lo particular es el “metal”. A través de él se establece el vínculo entre el hierro y la capacidad de conducir energía eléctrica. En el concepto, como ya hemos indicado, este vínculo está velado, no aparece fraccionado en el sujeto, el predicado y la cópula. Cuando descubrimos lo universal en los fenómenos, centramos en ello nuestra atención como en lo básico, lo principal; por esta razón el predicado (lo universal) se extrae y domina estrictamente; el sujeto (lo singular), en cambio, se vela; también se deja de lado el nexo entre lo universal y lo singular. Este nexo está oculto de un modo especial en los conceptos, ya que en ellos muchos aspectos del objeto no nos interesan. Esa falta de interés hacia los diversos aspectos del objeto conduce, precisamente, a una cierta nivelación de los objetos en el concepto, a la pérdida por el objeto de su individualidad y carácter específico. Así en el concepto “la producción, en general”, expresamos nuestra indiferencia ante las peculiaridades, específicas de la producción en las diversas

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épocas históricas. En este caso, las formas singulares de la producción nos interesan en tanto en cuanto poseen una universalidad propia de todas las formas de la producción, vinculada y referida a sus formas singulares. El idealismo utiliza el carácter peculiar de los vínculos entre lo universal y lo singular en el concepto, su índole compleja y velada, para divorciar lo universal de lo singular y convertir el concepto en una esencia independiente, absoluta, separada de los objetos singulares de la vida real. El divorcio entre lo universal y lo singular en el concepto conduce a la separación de los conceptos del mundo exterior y constituye una de las fuentes gnoseológicas del idealismo. Se ha indicado que el idealismo no debía ser considerado como una vágatela, que no sólo tiene raíces clasistas, sino también gnoseológicas, por cuanto crece en el árbol vivo del conocimiento, del cual viene a ser un parásito. El idealismo toma un aspecto del complejo proceso del conocimiento, que tiene importancia en la realidad, lo deforma, lo aísla de otros aspectos y lo considera como absoluto. El proceso del conocimiento es complejo y contradictorio: engloba muchos aspectos diversos. Se comparaba esquemáticamente el proceso del desarrollo de nuestro saber con el movimiento, pero no en línea recta, sino curva, subrayando de este modo la complejidad de conseguir un conocimiento verídico. Cuando un segmento, un trozo de esa línea curva se conviene unilateralmente en una línea recta entera, independiente y se crea la posibilidad de separar el contenido de nuestro pensamiento del mundo exterior, el idealismo utiliza esa posibilidad. En un principio, la interpretación metafísica de la trayectoria del conocimiento se debía al atraso de la sociedad y del entendimiento humano, pero luego se alianza por los intereses de clase de las fuerzas reaccionarias de la sociedad. La historia de la filosofía demuestra que el idealismo vive a expensas de los aspectos más diversos del complejo proceso del conocimiento. El idealismo subjetivo de Berkeley, Hume y los machistas divorcia de las sensaciones de su fuente objetiva; el relativismo separa el carácter relativo de nuestros conocimientos de su objetividad y lo erige en absoluto; el apriorismo y el kantismo, divorcian el fenómeno de la esencia; el rastrero empirismo y fenomenalismo separan lo sensible de lo racional. Una de las fuentes gnoseológicas más importantes del idealismo es la separación de lo universal y lo singular separación que conduce al divorcio entre el contenido del concepto del mundo que existe objetivamente. En el proceso de formación de los conceptos se asciende al conocimiento de lo universal. El idealismo comprende esta ascensión como la existencia autónoma de lo universal, del concepto, su independencia frente a los fenómenos singulares. Así procedía el idealismo primitivo, y encontramos lo mismo, pero no en forma tan rectilínea, en el idealismo moderno. “El desdoblamiento del conocimiento humano y la posibilidad del idealismo (religión) están presentes ya en la primera abstracción elemental “la casa”, en general, y algunas casas.

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“El modo como enfoca el entendimiento (del hombre) cada cosa, el calco que hace de ella (concepto) no constituye un acto simple, directo, pasivo cristalino, sino complejo, dividido, en zigzag, que incluye la posibilidad de que la fantasía nos aparte de la vida; más aún: la posibilidad de transformación (de una transformación, además, imperceptible, inconsciente para el hombre) de la idea, del concepto

El concepto como reflejo de lo universal en los fenómenos.

abstracto en una fantasía (Dios= en última instancia). Ya que incluso la generalización más simple, la idea general más elemental (la “mesa” en general) encierra una cierta porción de fantasía.28 Vemos, pues, que el proceso de formación del concepto lleva implícita la posibilidad del idealismo, del divorcio entre lo universal y lo singular. En cada concepto existe un elemento de fantasía. Hablamos de la “mesa”, de la “casa”, del “árbol”, de la materia en general, aunque en realidad no existen, la “casa” en general, el “árbol” en general, sino casa y árboles singulares, aislados. Lo general en el concepto posee cierta independencia relativa, su propia vida y dinámica. El idealismo convierte esa independencia relativa de lo universal en algo absoluto, debido a lo cual el concepto y el pensamiento, en su conjunto, se separan del mundo objetivo. El concepto como reflejo de lo universal simplifica la realidad, la esquematiza, hace de ella algo tosco. Ello es preciso para conocer más profundamente el mundo, para que progrese la ciencia. W. Heisenberg, por ejemplo, escribe: “El estudio de la mecánica y de la óptica de Newton demuestra ya que la fuerza de ese desarrollo abstracto de la ciencia sobre la naturaleza descansa, ante todo, en su capacidad de abarcar de un modo simple las vastas esferas de la experiencia y de simplificar, unificar constantemente y cada vez más el cuadro de la naturaleza presentado por la ciencia. Los éxitos alcanzados en estos últimos altos nos demuestran con la máxima claridad que la física atómica ha conseguido brillantes resultados en este sentido. No podemos dejar de expresar nuestro entusiasmo por el hecho de que la infinita multiplicidad de los fenómenos de la naturaleza en la tierra en las estrellas pueda sistematizarse en un esquema tan sencillo de leyes. Por otra parte no debe olvidarse que esta unificación del panorama científico-natural del mundo ha costado muy cara: el progreso en la ciencia sobre la naturaleza se ha conseguido renunciando a presentar, con ayuda de las ciencias naturales, los fenómenos de la naturaleza en su directa vitalidad.29 Esta tesis es indiscutible, pero no debe olvidarse que por mucho que se simplifiquen los conceptos, por mucho que se esquematice la realidad vida, siempre conservan su vínculo con ella por su contenido. El concepto se aparta de la vida inmediata a fin de entenderla con mayor objetividad y, en este sentido, aproximarse más a ella: “Los conceptos lógicos son subjetivos mientras sigan siendo abstractos, en su forma abstracta, pero al mismo tiempo expresan también las cosas en sí. La naturaleza es concreta y abstracta y es fenómeno y esencia y momento y relación. Los conceptos humanos son subjetivos en su abstracción, en su separación, pero objetivos en su conjunto, en el proceso, en el balance, en la tendencia, en el origen.”30 Esta dialéctica es desdeñada por muchos pensadores, que debido a ello acaban por caer en el idealismo. La tesis de que los conceptos son el reflejo de la realidad objetiva no debe interpretarse de un modo primitivo y deformar para cada concepto su análogo directo en la naturaleza o en la sociedad. Es sabido que las necesidades internas del desarrollo científico crean conceptos que pese a estar vinculados y relacionados de una u otra manera con el mundo exterior, no tienen en él un análogo inmediato. Los conceptos científicos forman un determinado sistema; no se puede arrancar, extraer de él arbitrariamente algunos conceptos y busca en la realidad su directo modelo físico, ya que éste no se encuentra para todos.

El concepto comprendido como el reflejo de lo universal permite comprender certeramente

28 29 30

V.I. Lenin “Obras”, t.38, pág. 370 W. Heisenberg “Problemas filosóficos de la física atómica”, Ediciones de Literatura Extranjera, Moscú 1953, páginas 32-33. V.I. Lenin, “Obras” 1938, página 199.

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las interrelaciones del contenido y el volumen dentro del propio concepto. En lógica se entiende habitualmente por contenido del concepto el conjunto de rasgos esenciales (propiedades, relaciones) del objeto pensado en el concepto. Y por volumen el conjunto de objetos (pluralidad, clase, grupo), al que se extiende el contenido del concepto. La lógica metafísica interpretaba erróneamente tanto el volumen como el contenido del objeto, como algo estancado, invariable, separado de otros rasgos no esenciales. Segundo, deformaba el contenido del concepto, pues entendía por él una simple acumulación mecánica de rasgos. Además, manipulaba a su antojo con los rasgos que formaban el contenido del concepto: los añadían, los resaltaban, los hacían rebotar, como si fueran bolitas, de un concepto a otro. Tercero, muchos lógicos incluían en general todos los indicios del objeto en el contenido del concepto, conviniendo así el concepto en una mezcla ecléctica de lo esencial y lo secundario, de lo preciso y lo casual. También el volumen del concepto era considerado como una simple acumulación (cantidad) de objetos. Los defectos de la lógica metafísica se manifiestan con la máxima nitidez en la interpretación de los conceptos singulares. Es sabido que una de las primeras peculiaridades del concepto es su universalidad: el concepto siempre generaliza. Pero, ¿qué generaliza el concepto singular si su volumen está constituido por el pensamiento de un solo objeto? O bien no puede haber, en general, conceptos singulares, o bien aquello que calificamos con este nombre no se refiere a un solo objeto. En efecto, el volumen del llamado concepto singular no está constituido por la idea de un solo objeto, sino por etapas de desarrollo, por diversos aspectos de este objeto, en los cuales se encuentra lo universal. De hecho, no existen conceptos propiamente singulares: todo concepto generaliza algo y su volumen no es un pensamiento sobre el conjunto mecánico de las cosas. Al resolver el problema de las relaciones entre el volumen y el contenido del concepto, la lógica enuncia la ley de la relación inversa entre ellos. Ya en las obras de Porfirio encontramos la formulación de esta ley; “...el rasgo distintivo es aquello que hace más variada la especie (por el contenido) que el género. El hombre en comparación con el ser vivo tiene por suplemento el raciocinio y la mortalidad...”31 De acuerdo con esta ley, el aumento del volumen del concepto empobrece su contenido, y por el contrario, la profundización del contenido del concepto conduce a la disminución de su volumen. Semejante opinión acerca de las relaciones recíprocas entre el volumen y el contenido se debe a la superficial interpretación de la esencia del concepto y del proceso de su formación, a la idea errónea, puramente cuantitativa, de su volumen y contenido. El concepto era considerado como el reflejo tan sólo de los rasgos generales, similares. El proceso de formación del concepto se reducía a la exposición de estos rasgos generales, al paso de las definiciones sensiblesconcretas a otras abstractas, desvinculadas entre sí. Consideraban que el tránsito de las sensaciones y percepciones al concepto estaba formado por continuas negociaciones. El objeto se fracciona en rasgos sueltos, separados entre sí, y el proceso de abstracción se presenta como la resta de estos rasgos. Esta idea puramente cuantitativa del contenido del concepto y del proceso de su formación dio origen a la 178

31 Aristóteles, “Categorías”, Ed. De ciencias sociales y económicas, Moscú 1939, pág. 62, Kant formula del siguiente modo esta ley “El contenido y el volumen del concepto se hallan en relación recíprocamente inversa. A saber, cuanto más contenga bajo si el concepto, menos contiene en sí y viceversa” (M. Kant, “Lógica”, Petrogrado, 1915, pág. 88)

El concepto como reflejo de lo universal en los fenómenos.

creencia de que el volumen y el contenido del concepto se hallan en proporción inversa. Para ilustrar esta tesis se tornan dos conceptos, “animal” y “caballo” por ejemplo, y se indica que el concepto de animal se ha originado como resultado de la renuncia a los rasgos específicos del caballo, la vaca, etc., y de la promoción de rasgos propios a todos los animales. Por consiguiente, en el volumen del concepto “animal” está incluido un número mayor de objetos que el concepto “caballo” (en la clase animales no entran solamente caballos): y, por el contrario, el contenido del concepto “caballo” supera por la cantidad de caracteres al contenido del concepto “animal”. Así pues, todas las relaciones entre el volumen y el contenido del concepto se reducen a la relación entre la cantidad de los objetos y la cantidad de los caracteres, pensados en el concepto. A mayor cantidad de caracteres en el contenido, menor cantidad de objetos en el concepto. La ley de la relación inversa entre el volumen y el contenido no abarca más que el aspecto exterior cuantitativo y dista mucho de poner de manifiesto la esencia de las relaciones que existen en el concepto. El contenido de los conceptos no debe considerarse de un modo estático, al margen de su desarrollo y formación. La generalización es un proceso de ahondamiento en la esencia del objeto, es un proceso de enriquecimiento y desarrollo del contenido del concepto. “...El valor es una categoría que carece de sustancia sensible, pero que es más verdadera que la ley de la oferta y la demanda.”32 Algunos autores destacan tres etapas en la abstracción matemática. La primera es la aparición del concepto de número (identificación de los objetos, su separación de entre la infinita multiplicidad de las cualidades individuales) y la creación de símbolos para los números, es decir, cifras. Segundo, el paso de la aritmética al álgebra, donde no se opera con cifras, concretas, sino con símbolos literales, con la particularidad de que los resultados siguen siendo correctos también para el número correcto. El número concreto viene a ser lo particular con relación a los símbolos literales. En la tercera etapa del desarrollo de las matemáticas no sólo se hace abstracción de todo contenido numérico de los símbolos, sino también del contenido cuantitativo de las propias operaciones matemáticas. Este desarrollo de la abstracción matemática equivale al movimiento de lo particular a lo general. Si lo examinamos desde el ángulo de la idea tradicional sobre el volumen y el contenido de los conceptos, veremos que este movimiento supone un empobrecimiento del contenido. Pero, según observan justamente las matemáticas, la creciente abstracción de su ciencia no la ha apartado de la realidad ni ha empobrecido el contenido. Pero, según observan justamente los matemáticos, la creciente abstracción de su ciencia no la ha apartado de la realidad ni ha empobrecido el contenido de los conceptos matemáticos. Las matemáticas modernas con ayuda de conceptos tales como “pluralidad”, “grupo” y “espacio abstracto” dominan los proceso más sutiles de la naturaleza, reflejando profundamente la realidad “...Cabe afirmar-escribe el académico Kolmogórov- que el desarrollo actual de las matemáticas las aproxima a la realidad, les permite abarcar una mayor diversidad de fenómenos reales y estudiarlos con menor grado de esquematización de lo que podían hacer las matemáticas clásicas.”33 La teoría general de las cantidades infinitamente grandes proporciona la base para el estudio de todas las posibles formas matemáticas; los conceptos abstractos de las matemáticas modernas son 32 33 pág. 13

V.I. Lenin, “Obras”, t. 38, págs. 162-163 A. Kolmogórov, “Las matemáticas modernas”, Recopilación de artículos sobre la filosofía de las matemáticas, Moscú, 1936,

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más verídicos que los conceptos de las matemáticas clásicas. Algunos observan justamente que las matemáticas, después de haberse remontado cada vez más a las esferas superiores del pensamiento abstracto, han vuelto a la tierra, habiendo adquirido una importancia mayor en el análisis de los hechos concretos. La ciencia y la práctica demuestran que las abstracciones extremas permiten manejar mejor los hechos concretos. Si en el proceso de la generalización nos acercamos a la verdad, el contenido de nuestro concepto, por consiguiente, lejos de empobrecerse se enriquecerá, ya que el concepto, lo mismo que las formas del pensamiento, tiene por misión descubrir la verdad. Para la dialéctica la riqueza de contenido no es una simple cantidad de caracteres sino el grado en que se refleja en el concepto la naturaleza universal del objeto. En la percepción viva de un objeto cualquiera se observan numerosos caracteres, ya que los sentimientos abarcan el objeto en toda su inmediación. Pero esta abundancia en la percepción no revela la esencia del objeto. El contenido de la contemplación viva, la representación, desde el punto de vista puramente cuantitativo del concepto, es mucho más, rico que el concepto científico. Mas este enfoque puramente cuantitativo no refleja más que un solo aspecto. En el sentido cualitativo el contenido del concepto científico es más profundo, variado y verdadero que el contenido de las percepciones sensibles. En caso contrario el paso de la contemplación viva al pensamiento abstracto no supondría el progreso, sino la regresión en el desarrollo del conocimiento, no el avance hacia la verdad sino el alejamiento de ella. La misión del conocimiento no es la de reflejar todos los rasgos de todos los objetos. Lenin, en su trabajo El problema agrario y los “críticos de Marx”, condenaba violentamente al sociólogo Hertz, quien había emprendido el absurdo intento de introducir en los conceptos generales todos los caracteres particulares de los fenómenos singulares. Este intento, señala Lenin, demuestra que no ha comprendido la esencia elemental de la ciencia y de sus tareas. El número de caracteres en el concepto no determina su profundidad ni su contenido. Aunque el concepto no engloba los rasgos particulares, casuales, individuales del objeto, no está separado de la riqueza de lo individual y lo particular. Un concepto divorciado de lo particular y de lo individual se convierte en algo carente de todo valor cognoscitivo.

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Lo general no está aislado de la riqueza de lo particular y lo individual, sino que la encarna, pero no crea lo individual, como pensaba Hegel, ni tampoco incluye en su contenido todos los caracteres particulares de los diversos fenómenos. El concepto aprehende lo singular y lo particular, mediante el conocimiento de su naturaleza universal. La esencia del fenómeno (lo intrínseco) está indisolublemente vinculada y se manifiesta a través de casos particulares (lo extrínseco); al conocer lo intrínseco, conocemos también y con profundidad, lo extrínseco, lo comprendemos de un modo nuevo. Cuando se forma el concepto de “materia viva” no se renuncia simplemente a todos los rasgos particulares del organismo vivo (reproducción, movimiento, nutrición), sino que se encuentra algo tan general y esencial (la ley) de lo cual se infieren todas sus facetas particulares, individuales. En efecto, la reproducción, la nutrición, el movimiento, son elementos del proceso de auto renovación de las partes químicas integrantes de estos cuerpos que constituyen la esencia de la proteína viva. En este sentido, toda ley general de modificación de la forma del movimiento posee mucho más contenido que cada caso concreto, individual, de su manifestación. Lo general posee contenido, pero lo posee a su manera, no como lo singular. En lo general se halla implícito todo el contenido de lo singular, pero

El concepto como reflejo de lo universal en los fenómenos.

no en forma desplegada. El concepto de “mercancía”, por ejemplo, engloba en forma sumaria todas las contradicciones de la sociedad capitalista. Lo general, al reflejar la ley del movimiento, incluye los casos singulares de su manifestación. Sobre los problemas de la lógica dialéctica existen diversas opiniones entre los filósofos en cuanto a la esencia y la significación de la ley de la relación inversa entre el volumen y el contenido del concepto. B.M. Kédrov, en su trabajo Sobre el contenido y el volumen del concepto variable dice que la ley de la relación inversa se basa en un enfoque unilateral del concepto. “La dependencia entre el volumen y el contenido de los conceptos, vinculados por las relaciones del género, de la especie -escribe Kédrov-, puede tomarse como inversa únicamente en el caso de que los conceptos se consideren como estáticos, como algo ya dado, acabado, que se encuentra en relaciones invariables entre sí. En este caso constituyen, precisamente, el objeto de estudio de la lógica formal. “Y, por el contrario, si los conceptos se consideran como móviles, variables, en desarrollo, o dicho de otro modo, si no nos limitamos a estudiar el resultado del conocimiento, sino también el propio proceso del conocimiento, como la dinámica de nuestro pensar, como el paso del no saber al saber, la relación entre el volumen y el contenido de los conceptos se manifestará en un aspecto más profundo y de mayor contenido. Este caso será objeto de estudio por parte de la lógica dialéctica, que opera con conceptos móviles y variables.”34 El profesor Kédrov desarrolla este pensamiento apoyándose en datos científico-naturales abundantes y concretos. M.M. Rosental considera que esta ley de la lógica formal obligatoriamente aplicable siempre al problema se reduce al diferenciar lo singular de lo particular y lo general: no puede aplicarse cuando las generalizaciones van dirigidas a proporcionar un reflejo cada vez más profundo de la realidad, de la esencia de los fenómenos.” En opinión de este autor “...desde el punto de vista de la lógica dialéctica existe una directa dependencia entre el contenido del concepto, de los principios, de las leyes y el incremento de la generalización.”35 Para M.N. Alexéiev la ley de la relación inversa representa un aspecto del carácter contradictorio del concepto, revela su íntima naturaleza dialéctica: “La ley de la dependencia inversa es correcta desde cualquier punto de vista, aunque sea objeto de estudio de la lógica formal y no de la lógica dialéctica.”36 Queremos señalar una cierta contradicción en las concepciones de M.N. Alexéiev. Resulta incomprensible el por qué una ley que expresa la índole contradictoria del concepto no es objeto de estudio de la lógica Dialéctica. Como se deduce de las manifestaciones expuestas, el problema se plantea en forma tajante: bien la lógica dialéctica reconoce la relación directa entre el volumen y el contenido del concepto, bien la inversa. A nuestro juicio semejante planteamiento empobrece el enfoque de la dialéctica en la solución del problema dado. La cuestión no debe reducirse al reconocimiento de una de estas afirmaciones. Es poco probable, asimismo, que consigamos avanzar, si nos limitamos a reunirlas (entre el volumen y el contenido existen relaciones directas e inversas).

La dialéctica, que entiende de otro modo el concepto, destaca en él lo fundamental: el reflejo

34 35 36

Notas filosóficas VI Edición Académica de Ciencias de la URSS, Moscú, 1953, pág. 192 Ibidem Pág. 229 M.N. Alexéiev “Dialéctica de las formas del Pensamiento” Moscú, 1959 pág. 44

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de la naturaleza universal del objeto. Debido a ello no interpreta cuantitativamente, sino de distinta manera el volumen y el contenido del concepto. Pero cuando tratamos de precisar la relación directa o inversa que el volumen y el contenido, pasamos por fuerza a una representación cuantitativa de volumen y el contenido y de sus relaciones en el concepto. Entonces en cualquiera de los dos casos, ya si reconocemos que esta relación es directa, ya inversa, nuestra concepción estará limitada, porque el contenido y el volumen del concepto se consideran desde el ángulo cuantitativo por lo cual tanto una definición como otra serán unilaterales. La dialéctica plantea el problema del desarrollo del concepto y, en relación con ello, del cambio de su contenido no sólo por su cantidad, sino también por su calidad. Al mismo tiempo, no podemos dejar de lado el hecho de que las relaciones entre el volumen y el contenido de los conceptos en desarrollo son complejas y multifacéticas: el cambio del contenido puede influir del modo más diverso sobre su volumen.

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9 EL JUICIO, CÉLULA FUNDAMENTAL DEL PENSAMIENTO P.V. Kopnin

P.V. Kopnin Lógica Dialéctica, Capítulo V Editorial Grijalbo, México, D. F 1966 PP. 200-211

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EL JUICIO, CÉLULA FUNDAMENTAL DEL PENSAMIENTO P.V. Kopnin La lógica formal analiza el juicio en tanto en cuanto premisa del razonamiento, es decir, en relación tan sólo con la doctrina de la estructura de las demostraciones. La teoría aristotélica de los juicios, aunque contiene muchos elementos verídicos, materialistas, es limitada. La esencia de la doctrina de Aristóteles sobre el juicio puede reducirse a las siguientes tesis: 1) la verdad o el error existen sólo si hay afirmación o negación; 2) la afirmación o la negación de algo o sobre algo equivale a un juicio; 3) sólo con referencia al juicio cabe plantear el problema de la veracidad o la falsedad; 4) no significa algo, pero no son ni verdaderos ni erróneos y por ello no contiene ningún juicio; 5) el juicio es verídico, si en él aparece unido lo que está unido en la realidad, y separado lo que en ella está separado. El juicio es falso si en él está unido lo que en la realidad está separado y separado lo que en ella figura unido. Aristóteles, al analizar las formas del pensamiento, distinguía, en primer lugar, las formas en que se combinaban varios contenidos intelectivos de la significación de las palabras al margen de esta combinación. Y entre las formas del pensar en que se combinan contenidos intelectivos, separaba las formas que no tenían relación con la realidad (carnero-ciervo) y las formas en que se piensa obligatoriamente el ser o el no ser del que se combina. Aristóteles reconoce que en el sentido cognoscitivo la más importante es esta última; distinguía en ellas dos variantes: 1) la forma del pensamiento donde la relación con la realidad no se manifiesta como una afirmación o una negociación, no es, por consiguiente, ni verdadera ni falsa (pregunta, oración, etc.), y 2) el pensamiento como afirmación o negación directa es, forzosamente, ya verídico, ya erróneo.37 Los lógicos idealistas desvirtuaron la esencia materialista de la doctrina de Aristóteles sobre el juicio, la idea de que el juicio tiene carácter objetivo y que su veracidad o error están determinados por su correspondencia con la realidad. Los representantes de la lógica burguesa moderna critican también la forma aristotélica del juicio, vinculada e impregnada de su ontología (metafísica, según dicen, pero más valdría decir, materialismo).38 Los lógicos idealistas, que niegan el contenido objetivo del pensamiento, consideran el juicio como una forma pura, totalmente indiferente a todo contenido y no sólo al concreto. Formulan el concepto de la “función prepositiva”, que, según ellos, es una expresión que contiene una o varias variables; ésta se convierte en juicio cuando las variables se sustituyen por constantes. La función prepositiva “X es un hombre” se convierte en proposición, en juicio, cuando el término variable “X” es sustituido por uno permanente, “Sócrates”, por ejemplo: “Sócrates es un hombre”: juicio. Las funciones del juicio, según Russell, puede ser de tres clases: 1) verídicas con todos los significados del argumento o de los argumentos; 2) falsas con todos los significados; 3) verídicas con unos argumentos y falsas con otros. Califica a las primeras de funciones del juicio de la necesidad; las segundas, de 37 En la obra de A. S. Ajmanov, “Doctrina lógica de Aristóteles”, Ed. Mopi. Notas científicas, Moscú, 1953, t. XXIV, pág. 11, se analiza con todo detalle la esencia de la doctrina aristotélica sobre el juicio. 38 Uno de los representantes modernos de la lógica de las relaciones, Ch. Serrus, enjuicia del siguiente modo la idea aristotélica del juicio: “Hemos de señalar que “Ç” siempre significa para Aristóteles aquello que existe en cierta naturaleza y que expresado en palabras se refiere a un cierto sujeto. En efecto, la manifestación apofántica o juicio expresa la relación entre la substancia y su accidencia. Su paso ulterior a silogismo se produce por necesidad interna. Contiene en verdad luz y hace nacer la luz en las mentes ya que el juicio, precisamente es el que argumenta la veracidad de la conclusión. De aquí ese férreo nexo del pensamiento, totalmente impregnado de la antigua filosofía: el término medio es la causa de la conclusión, simultáneamente formal y eficiente (la naturaleza humana, para Sócrates, es la verdadera causa de la mortalidad).” Charles Serrus, “Experiencia de la investigación sobre el significado de la lógica”, Literatura Extranjera, Moscú, 1948, pág. 56

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funciones del juicio de la imposibilidad, y las terceras de funciones del juicio de la posibilidad. Así, por ejemplo, la función del juicio “X es un hombre y se llama John Smith” es una función de posibilidad, ya que es verídica para algunos significados de X y falsa para otros. Nadie, naturalmente, niega que el juicio tiene una determinada forma constante, verídica para diversas variables. Esta forma es la de sujeto-predicado (S-P), que posee muy amplio contenido. Desde este punto de vista, el concepto de función prepositiva tiene sentido. Pero no se trata de una forma pura. Aristóteles decía ya que reflejaba un determinado contenido objetivo: el nexo de los fenómenos del mundo exterior. Aristóteles no inventó la forma de juicio S-P, sino que estudiando las formas del ser y del pensamiento verdadero acerca de él, encontró que la forma de juicio S-P correspondía a la lógica objetiva de las cosas. La filosofía semántica, para la que el juicio es un acto simbólico de comunicación, se distingue particularmente por sus intentos de desvirtuar su contenido objetivo. Las comunicaciones, según los semánticos, son de diversa índole. En primer lugar, comunicaciones sobre lo visto y lo oído por uno mismo. Estas se consideran como las más seguras, las de mayor sentido existencial. Por ejemplo, el juicio “la longitud de esta habitación es de 15 pies”, puede comprobarse por la experiencia directa. Luego vienen las comunicaciones sobre las comunicaciones, es decir, comunicaciones acerca de lo visto y sentido por otros. Son menos seguras, pero también se pueden comprobar por vía experimental. Las menos importantes son aquellas que, en general, no se pueden comprobar por medios experimentales directos. Los semánticos consideran que toda comunicación es un acto simbólico. Así, por ejemplo, el juicio 2 x 2 = 4 es, según ellos, un mero acuerdo sobre los símbolos. Todos están de acuerdo con un significado de los símbolos, pero no con otros. Hoy día, la interpretación dada por Aristóteles a la esencia de los juicios, pese a su sana base materialista, no puede satisfacernos, no resulta suficiente. Aristóteles creó la doctrina de los juicios con vistas a su teoría del razonamiento, mejor dicho, silogística, y por ello se limitaba a pensamientos que pudieran servir de premisas para el razonamiento. El defecto de la concepción aristotélica de los juicios radica en su interpretación metafísica de la verdad. Para Aristóteles la verdad es algo estancado, dado de una vez para siempre. Delimitaba estrictamente la afirmación y la negación. La afirmación no es más que afirmación y la negación es sólo negación. El separarlas de este modo de las preguntas y los móviles impedía comprender correctamente las interrelaciones y las peculiaridades específicas de las diversas formas del pensamiento.

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Posteriormente, la lógica trató de superar los defectos de la concepción aristotélica sobre los juicios y, en particular, darle una interpretación más amplia. Podemos citar diversos lógicos extranjeros que han protestado contra la tradicional y estricta delimitación del juicio y las formas del pensamiento tales como la interrogación y el móvil. Figuran entre estos lógicos Lotze, Bolzano, B. Erdmann y otros para quienes el juicio es todo nexo entre las ideas, las representaciones. Pero al dar una interpretación idealista al pensamiento, deformaban la naturaleza de los juicios. Dirigían sus ataques contra el contenido materialista de la concepción aristotélica del juicio. El juicio, para ellos, no era más que el nexo entre conceptos o representaciones, sin relación alguna con el vínculo objetivo de las cosas del mundo material.

El juicio, célula fundamental del pensamiento.

Creemos, sin embargo, que por juicio se ha de comprender un contenido más amplio del que le adjudicaba Aristóteles. Juicio es toda idea relativamente acabada, que refleja las cosas y los fenómenos del mundo material, sus propiedades, sus vínculos y relaciones. Como el juicio puede reflejar verídicamente la realidad o deformarla, consideramos plenamente legítimo plantear el problema de su veracidad o error. Desde el punto de vista del contenido, el juicio se caracteriza por el hecho de que mediante él algo se establece, se comunica, se incita y se interroga acerca de los objetos y los fenómenos del mundo material que nos interesan. El juicio es un proceso de aprehensión del objeto por el intelecto. Las diversas formas del juicio constituyen los eslabones, los elementos de este proceso. Así, en unos juicios se recoge el conocimiento verídico ya conseguido acerca del objeto, y en otros, el probable; se supone tan sólo que el objeto posee o no ciertos caracteres y rasgos; en los terceros, los interrogativos, se inquiere la existencia de propiedades, caracteres o relaciones de algún objeto. La vieja lógica delimitaba estrictamente estas diversas formas de juicios y no consideraba la interrogación como un juicio (como un pensamiento que refleja la realidad y aspira a ser verídico). En la realidad, sin embargo, las diversas formas de juicios están recíprocamente vinculadas. El juicio probable, que surge durante el desarrollo del conocimiento, engloba los juicios verídicos que le han originado, y esto significa que también en él hay elementos fidedignos. Por otra parte, todo juicio verídico como pensamiento en desarrollo, contiene un cierto factor de probabilidad de aproximación. El juicio probable está directamente vinculado con otra forma: la interrogación. Al suponer algo en el objeto, planteamos un problema una tarea para la investigación que se resuelve en la ulterior trayectoria del juicio. La afirmación (de la negación) y la suposición dan origen a las interrogantes que impulsan al investigador a descubrir nuevas facetas y propiedades del objeto. Las preguntas tienen singular importancia en la ciencia. No puede haber una ciencia exenta de interrogantes, de problemas. La pregunta es una forma de conocer y explicar el objeto. El correcto planteamiento de la pregunta es fruto de una compleja actividad intelectiva dirigida a determinar la tendencia fundamental en el desarrollo del objeto, sus contradicciones. La solución de un problema presupone su análisis, el esclarecimiento de modo de resolverlo. La respuesta a una pregunta conduce al planteamiento de un nuevo problema. De esta manera es como se desarrolla el juicio: de pregunta a respuesta y de la respuesta a una nueva pregunta. Desde el punto de vista de la forma, el juicio se caracteriza por la estructura de sujetopredicado, que es general para todos los juicios.39 “En todos los siglos y entre los pueblos de todas las razas y de todos los grados de desarrollo intelectivo, la imagen verbal del pensamiento se reduce, en su forma más simple, a nuestra proposición de tres términos. Gracias a ello, comprendemos con la misma facilidad los pensamientos que el hombre de la antigüedad ha dejado en los monumentos escritos, que el pensamiento del salvaje y del hombre moderno”40 39 La tesis de que la pregunta y el móvil también tienen estructura de sujeto-predicado está argumentada por el autor en el artículo “Naturaleza del juicio y su forma de expresión en el lenguaje”. Recopilación, EL PENSAMIENTO Y EL LENGUAJE, Gospolitizdat, Moscú, 1957. 40 I. M. Séchenov, “Obras filosóficas y psicológicas escogidas”, Gospolitizdat, 1947, pág. 376

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Los elementos del juicio, sujeto, predicado y cópula, son elementos de un cierto pensamiento integral; por ello no se les puede identificar con los objetos, los fenómenos y sus propiedades, ni con las palabras. El sujeto del juicio y el objeto del juicio se diferencian el uno del otro como la idea del objeto y el propio objeto. El predicado del juicio no es la misma propiedad, ley, relación, etc., que existen al margen de nuestro juicio, sino su pensamiento. El vínculo entre el sujeto y el predicado en el juicio no es más que el reflejo de nuestra conciencia de los vínculos que existen objetivamente en la naturaleza. Tampoco es posible identificar el sujeto y el predicado del juicio con las palabras que los designan en el lenguaje. El sujeto y el predicado del juicio son las ideas que se tienen del objeto. En la historia de la lógica se encuentran casos de identificación de las partes del juicio tanto con las cosas del mundo objetivo como con las palabras. Esto último es característico de algunas formas del nominalismo. En la interpretación del juicio, el nominalismo, que desde su comienzo ha contribuido al desarrollo del formalismo en la lógica, llega inevitablemente a la afirmación de que, si el juicio está formado por nombres, y éstos son convencionales, el contenido del juicio, por consiguiente, carece de valor objetivo. La única que tiene valor es la forma del juicio como tal. La moderna filosofía burguesa del positivismo lógico defiende esta concepción de la esencia del juicio. Aunque el sujeto, el predicado y la cópula del juicio son pensamientos, no siempre puede considerarse el juicio como un conjunto de pensamientos (conceptos o representaciones). Los kantianos, por ejemplo, afirman reiteradamente que el juicio es la unión de conceptos o representaciones en la conciencia a base de categorías “puras”, “apriorísticas” del intelecto. En opinión de los kantianos, ni los pensamientos aislados, que constituyen las partes del juicio, ni los juicios, en su conjunto, tienen contenido objetivo, ni se refieren a los propios objetos del mundo material. Por el contrario, los neokantianos consideran que los propios objetos surgen de un cierto contenido durante la formación del juicio. Desde su punto de vista, el sujeto de todo juicio inicial (Urteil des Ursprungs) es “X”, del que se dice que es “R” o “a”. Natorp,41 por ejemplo, define el juicio como una ecuación; a la izquierda de la misma no figura el pensamiento sobre el sujeto, sino la incógnita “X” y a la derecha aquello que origina o produce el objeto durante el juicio. La lógica idealista afirma que el propio juicio es la realidad. Los representantes más destacados de esta concepción fueron Bosanquet y Husserl. Para este último, el verdadero juicio existe con anterioridad al hombre e independientemente de él.42 Reconoce la existencia de verdades que jamás han sido pensadas por nadie y que han existido siempre. La dialéctica materialista, dejando de lado toda clase de argucias idealistas, considera que el juicio es una forma de reflejo dela realidad en la conciencia del hombre e insiste en que el contenido del juicio tiene carácter objetivo. La finalidad del mismo es reflejar la realidad tal como es por sí misma. El contenido del predicado del juicio no se refiere al sujeto, sino al objeto que se refleja en el sujeto. El juicio, por lo tanto, no es un pensamiento sobre el concepto, sino sobre el objeto, que existe al margen del juicio (al margen del sujeto y al margen del predicado). En el juicio “el trigo es una gramínea”, el predicado “gramínea” no se refiere al concepto del “trigo”, sino a la propia planta de “trigo”. El contenido del predicado es multiforme. Existe, a nuestro juicio, la errónea opinión de que el contenido del predicado es el rasgo y el contenido del sujeto, el objeto. De este modo el vínculo entre el sujeto y el predicado, en el juicio, viene a ser el reflejo del vínculo entre el objeto y el rasgo.43 188

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P. Natorp, “Propedéutica filosófica”, Moscú, 1911, ed. rusa, Pág. 23 Edmund Husserl, “Investigaciones lógicas”, San Petersburgo, 1909, ed. rusa, I parte, pág. 110 P. V. Tavants, “El juicio y sus clases”, Academia de Ciencias de la URSS, Moscú, 1953, pág. 32

El juicio, célula fundamental del pensamiento.

Lo único general para todas las formas de juicio es que reflejan, de un modo directo o indirecto, los fenómenos del mundo material y sus relaciones. Estas relaciones son multiformes y las une únicamente el hecho de que son relaciones de objetos, de cosas, de fenómenos del mundo material. El predicado puede tener por contenido tanto un pensamiento acerca del rasgo, la propiedad, la relación, como un pensamiento sobre el móvil que incita al sujeto a obrar de una u otra manera, sobre la existencia de algún carácter, así como la pregunta, la indicación respecto a la índole de nuestro pensamiento en su trayectoria futura. Constituyen el contenido del juicio no sólo los nexos objetivos de los fenómenos, sino también nuestra actitud frente a ellos. Un sujeto pensante refleja activamente la realidad. Como señalaba Lenin, la conciencia no se limita a reflejar el mundo, sino que también lo crea. Esta observación no debe ser entendida al modo idealista, es decir, en el sentido de que la mente humana es capaz de originar, por sí misma, el contenido objetivo del mundo. Nuestros juicios no expresan un reflejo inanimado, fotográfico, de la realidad, sino creador y activo, en el que se incluye la previsión, la determinación del camino a seguir para transformar la realidad, etc. Lo subjetivo en el contenido de los juicios puede tener doble carácter. Primero, ser la causa de un reflejo deforme, fantástico y arbitrario de la realidad. En este caso, lo subjetivo aparta el pensamiento de un conocimiento objetivamente verdadero y profundo del mundo. Segundo, lo subjetivo, en el contenido del juicio, viene a ser el medio, la vía que permite poner de manifiesto lo objetivo en toda su veracidad, conocer no la superficie exterior de los fenómenos, sino su esencia, sus nexos legítimos. La forma de sujeto-predicado del juicio está relacionada con la función básica del juicio: reflejar el mundo objetivo tal como es en la realidad. La forma de sujeto-predicado demuestra que el juicio está dirigido a un objeto, a un fenómeno, a un hecho, al descubrimiento de sus propiedades, estados, relaciones, etc. Algunos lógicos idealistas sustituyen la forma del juicio “S es P” por la forma “a R b”, donde no hay ni sujeto, ni predicado, es decir, no se sabe lo que se dice de un objeto y de qué objeto se trata, sino que se presuponen dos objetos imaginados, absolutamente iguales entre sí, y entre ellos la relación pensada. Afirman, al mismo tiempo, que la verdadera realidad es la relación únicamente. El juicio, en este caso, se reduce tan sólo a establecer las relaciones entre los conceptos o los términos. Mediante el juicio acerca de las relaciones se crean los objetos. La interpretación dada por Charles Serrus al juicio, del cual excluye tanto el sujeto como la cópula, dejando solamente el predicado, es un ejemplo de cómo los representantes de la lógica de las relaciones deforman al modo idealista la forma del juicio.44 La idea básica de Serrus consiste en afirmar que el juicio está formado por el predicado tan sólo (“el pensamiento se desarrolla y se comprueba en el plan del predicado únicamente”), que el pensamiento no está dirigido, ni refleja ninguna clase de cosas que existen objetivamente, al situar el sujeto al margen del juicio, Serrus priva al juicio de su determinación objetiva y lo aísla del mundo exterior. 44 “Si la lógica de las relaciones renuncia decididamente al sujeto del juicio -escribe Serrus-, cosa que no puede hacer el positivismo, podrá admitir de inmediato sujetos relativos y sujetos sustanciales, es decir, sujetos extraídos del conjunto de relaciones ya conocidas y objetos más o menos amorfos, deducidos de las percepciones. Lo que rechaza es la relación seudoseñalada por la cópula. Incluso cuando existe la posibilidad de establecer la relación de género y especie, niega que esa relación proceda del sujeto, lo mismo que hizo A. Comte”. (Charles Serrus, “Estudio experimental del significado de la lógica”, Ediciones de Literatura Extranjera, Moscú, 1948, Pág. 167.

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En su lucha contra la forma de sujeto-predicado del juicio, Serrus no está solo. También Russell la ataca, diciendo que la forma de “sujeto-predicado” es un esquema lingüístico, al cual los hombres tienden a conferir una significación metafísica (res, ontológica). Considera que la ciencia moderna ha terminado con el punto de vista tradicional, con su esquema “S-P” de juicio. Opina que la fórmula de juicio “A R b” corresponde a las representaciones de la física moderna que, según dice Russell, renunció a la idea de la materia sólida a favor del concepto de la “línea mundial”, en la cual se incluyen diversos fenómenos vinculados entre sí por determinadas relaciones. Pero hemos dicho ya cuán opuestas son a los objetivos de la verdadera ciencia estas aspiraciones de los idealistas modernos de despojar el juicio de un contenido objetivo. Las críticas a la interpretación idealista de la fórmula “a R b” no significan en ningún modo que dicha fórmula carece por completo de sentido para la descripción de la estructura del juicio. Esta fórmula cumple su función en la lógica y puede existir a la par de otros medios descriptivos de la estructura del juicio. Lo erróneo es pretender presentarlo como algo absoluto que sustituye a la caduca forma de “S-P”. El juicio como forma de nuestro pensamiento constituye un todo orgánico. Las partes del juicio, tomadas por separado, no forman un juicio; una parte del juicio no puede aislarse de otras, ni ser considerada como absoluta. El sujeto de un juicio no puede ser sujeto sin predicado, ni el predicado ser tal sin sujeto. Ambos son inconcebibles si no están vinculados entre sí; gracias a este vínculo se convierten respectivamente en sujeto y predicado del juicio. Algunos lógicos consideran que los juicios son posibles sin sujeto o con el predicado tan sólo. Pero en la realidad, un juicio sin sujeto o sin ser cópula o sin predicado es imposible. Si hay predicado, ha de haber sujeto. Si en el juicio se establece un cierto contenido, debe indicarse, asimismo, el objeto del pensamiento al que pertenece o no pertenece este contenido. Tampoco cabe hablar de ninguna “cópula pura” sin sujeto ni predicado, ya que esto equivale, indudablemente, a reconocer el nexo entre las cosas, pero sin ellas. El vínculo entre el sujeto y el predicado no es exterior, sino intrínseco, orgánico. El juicio puede compararse con un ser vivo, en el cual el sujeto y el predicado son órgano de suma importancia que no pueden extirparse sin mortal detrimento del propio organismo.

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Históricamente, la forma del juicio se ha formado como el reflejo de la dialéctica del mundo objetivo. El nexo entre las partes del juicio, el sujeto y el predicado, refleja la dialéctica de las interrelaciones de lo singular y lo universal en el mundo exterior. Hegel comprendía esta dialéctica del juicio, que representaba para él la unidad de lo universal y lo singular. “Por lo tanto, el sujeto -escribe Hegel- puede ante todo ser considerado, frente al predicado, como lo individual frente a lo universal o también como lo particular frente a lo universal o bien como el individuo frente a lo particular; pues estos términos se hallan uno frente al otro sólo de modo, general como lo más determinado y lo más universal”.45 El juicio, según Hegel, está construido de la siguiente forma: lo singular es universal (el sujeto es predicado). Por una parte, lo singular es universal (el sujeto es predicado), pero, por otra, lo singular no es universal (el sujeto no es predicado), ya que cada uno de ellos tiene su propia existencia (lo singular es singular y lo universal, universal) y se diferencia del otro. Esta unidad y contradicción de lo singular y lo universal (del sujeto y del predicado) constituye la fuente del desarrollo, de la dinámica del juicio. 45

Hegel, “Ciencia de la lógica”, Hachette, Buenos Aires, pág. 308.

El juicio, célula fundamental del pensamiento.

“El sujeto es predicado -escribe Hegel-, es, en primer lugar, lo que expresa el juicio; pero, como el predicado no tiene que ser lo que es el sujeto, entonces hay una contradicción que tiene que resolver y traspasar a un resultado”.46 Los clásicos del materialismo han elaborado al modo materialista la tesis de Hegel sobre el juicio como unidad de lo singular y lo universal. Lenin indica que la proposición (juicio) representa la dialéctica del vínculo entre lo singular y lo universal, que refleja la dialéctica objetiva con las mismas cualidades (transformación de lo singular en general, de lo casual en preciso, los tránsitos, las mutaciones, el vínculo recíproco de los contrarios). Como ejemplo de juicios en los que se establece el vínculo de lo singular con lo universal, tenemos los siguientes: el oro es metal; el trigo es una gramínea. En estos juicios se establecen propiedades generales de objetos singulares o se incluye lo singular en clases de cosas. Este vínculo existe en el mundo objetivo y el juicio lo refleja. La tesis de que en el juicio nos encontramos con la dialéctica de lo singular y lo universal no puede entenderse en el sentido de que todos los juicios, absolutamente en todos, el predicado es algo más general que el sujeto. Así en el juicio: “Mi compañero de viaje resultó ser el estudiante Petrov”, el sujeto y el predicado no pueden considerarse como lo singular y lo general. Hegel, sin embargo, hacía coincidir todos los juicios con el esquema “singular-universal”, y los juicios que no se acomodaban a él los excluía de la serie de juicios. Según Hegel, la proposición singular se convierte en juicio sólo en el caso de que alguno de sus elementos se ponga en duda: “Para que lo sea -escribe Hegel- el predicado tiene que referirse al sujeto según la relación de las determinaciones del concepto, es decir, como un universal hacia un particular o un individual. Si lo que se expresa acerca del sujeto individual significa también sólo algo individual, entonces ésta es una pura proposición. Por ejemplo, si se dice: “Aristóteles falleció en el 73 año de su edad, en el 4º. año de la 115ª. Olimpíada” ésta es una pura proposición, no es un juicio”.47 Sería un juicio si la fecha de la muerte del filósofo, o su edad, o el propio hecho de su muerte hubieran sido puestos en duda. En el mundo objetivo no sólo existe el nexo entre lo singular y lo general, sino también otras formas de interrelación; todo está en relación con todo, cada cosa se halla recíprocamente vinculada en forma directa o mediata con cualquier otra cosa. Estas multiformes concatenaciones recíprocas se reflejan en el juicio, en las relaciones recíprocas del sujeto y el predicado. La meta principal del juicio, como forma del pensamiento, es revelar la esencia de las cosas, las leyes de su desarrollo y movimiento. La ley, sin embargo, es siempre algo general en relación con las diversas cosas singulares, por eso en el juicio, dirigido a conocer la ley que regula el movimiento de los objetivos singulares, el sujeto, que las refleja, es singular con relación al predicado, que refleja la esencia, la ley de la dinámica del fenómeno. Por esta razón el reflejo de los vínculos entre lo singular y lo universal en el juicio en forma de sujeto y predicado, es lo primario, lo que expresa la tendencia fundamental en el desarrollo del juicio: el movimiento hacia la comprensión de la esencia de los fenómenos, de la ley. Entre el sujeto y el predicado del juicio existe una compleja relación recíproca. Es indudable, primero, que entre ellos hay unidad; el predicado repite, en cierto sentido, al sujeto, y por ello todo juicio establece que el sujeto es predicado. Pero, al mismo tiempo, el predicado significa siempre algo distinto que el sujeto. Entre el sujeto y el predicado hay relaciones de unidad dialéctica, en las que se incluye la identidad y la diferencia. “El hecho -escribe Engels- de que la identidad lleve en sí misma la diferencia expresada en toda proposición, en la que el predicado es necesariamente distinto del sujeto. 46 47

Hegel, “Ciencia de la lógica”, t. 11, Hachette, Buenos Aires, pág. 316. Hegel, “Ciencia de la lógica”, t. 11, Hachette, Buenos Aires, pág. 311

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“El lirio es la planta, la rosa es roja” donde se contiene en el sujeto o en el predicado algo que el sujeto no cubre totalmente… Que la identidad consigo misma postula necesariamente y de antemano, como complemento, la diferencia de todo lo demás, es algo evidente de suyo”.48 Si el sujeto no constituye una tautología, su predicado debe ser diferente del sujeto, contener algo que no se piensa en el sujeto. El predicado del juicio refleja lo que hay en el objeto del juicio, más el juicio no refleja todo el objeto, sino una parte suya tan sólo; por ello cada nuevo juicio nos aproxima más y más al conocimiento del objeto. Generalmente, lo conocido antes del acto del juicio se refleja en el sujeto del juicio y el nuevo conocimiento, en el predicado del mismo. En este sentido, precisamente, podemos hablar de sujeto móvil y de predicado. A medida que nuestro conocimiento se desarrolla a merced a la adición del nuevo predicado, el contenido del predicado anterior se transforma en sujeto: 1. Una combinación desconocida produce ácido; 2. Este ácido es sulfúrico; 3. El ácido sulfúrico estaba diluido con agua, etc. No sólo el juicio en su conjunto, sino también sus diversas partes, el sujeto y el predicado, constituyen una unidad compleja: en la trayectoria del juicio, transmutan entre sí, se enriquecen; entre los diversos elementos, tanto del juicio, como del predicado, pueden existir múltiples formas de concatenaciones (conjunción, disyunción). Al desarrollarse nuestros conocimientos acerca del objeto, también los juicios se desarrollan, pasan unos a otros. Mas este desarrollo no debe ser comprendido como el aditamento mecánico de un nuevo término o concepto al sujeto o al predicado. Una parte importantísima del juicio es la cópula; la naturaleza de la cópula ha sido interpretada de distinta manera por los lógicos. Unos, por ejemplo, negaban la existencia de la cópula como término independiente del juicio y la diluían en el predicado. B. Erdmann, que compartía esta opinión, consideraba la cópula como un elemento del predicado.49 Los filósofos idealistas negaban todo contenido objetivo de la cópula. Así se comprendía la naturaleza de la cópula todavía en la lógica de Port-Royal y así se interpretaba y se sigue interpretando en las obras posteriores de los lógicos idealistas. Los idealistas, al asignar a la cópula la función de unir los conceptos o los términos, divorciaban el juicio del mundo objetivo. Tanto la teoría del volumen como la del contenido, pecan de esa falta. La función básica de la cópula del juicio consiste en reflejar relaciones entre el sujeto y el predicado del juicio que correspondan a los nexos que existen objetivamente entre los fenómenos, las cosas, etc. La cópula expresa, asimismo, el grado de exactitud del juicio en cuanto a su conocimiento de las relaciones objetivas. 192

48 49

F. Engels, “Dialéctica de la Naturaleza”, Ed Grijalbo, México, 1961, pág. 181. B. Erdmann, “Logik”, Halle, 1907.

El juicio, célula fundamental del pensamiento.

La cópula constituye una parte tan importante del juicio, que algunos lógicos la identificaban con el propio juicio. Y se comprende, pues como la función de la cópula es interrelacionarse con la realidad, constituye la médula del juicio; sin embargo, no debe rebajarse el papel de otras partes -el sujeto y el predicado-, ya que sin ellos tampoco puede realizarse el juicio. La cópula del juicio no puede expresar la existencia o la no existencia del objeto del pensamiento. La idea de la existencia o no existencia de un objeto en la vida real constituye el predicado de un juicio especial de existencia. De la existencialidad de la cópula cabe hablar sólo en el sentido de que indica la existencia o la ausencia en cierto objeto de aquello que se contiene en el predicado. Si afirmamos en nuestro juicio el nexo del objeto y sus prioridades (“El cobre es conductor de energía eléctrica”) la existencialidad de la cópula en el caso dado significa que la propiedad del cobre (conducir energía eléctrica), establecida en el juicio, existe de hecho. Y en este sentido únicamente es existencial la cópula. Se considera, tradicionalmente, que la cópula tiene dos formas: afirmativa y negativa. Pero en la realidad sus formas son mucho más variadas. Si tomamos el juicio de probabilidad “S es probablemente P” (“El vuelo de un hombre a otros planetas se realizará, probablemente, pronto”), vemos que en este juicio la cópula no es ni afirmativa, ni negativa, sino de una forma especial: la forma de la probabilidad. Existen también otras formas de cópula, la interrogativa, por ejemplo (“¿Irá usted a Crimea este verano?”) La cópula no se limita a la afirmación o a la negación, sino que es una clase general, especial, de predicación mediante la cual algunos pensamientos del juicio (sujeto y predicado) se vinculan entre sí en consonancia con el vínculo objetivo de los fenómenos y con la exactitud establecida por nosotros. Esto es inherente a todos los juicios, independientemente de la relación concreta del mundo exterior que constituye el objeto de nuestro pensamiento.

El problema más importante de la teoría del juicio es el problema de su veracidad.

La dialéctica, al plantear la cuestión de la veracidad de un juicio, no se considera obligada a establecer la certeza o la falsedad de cualquier juicio tomado por separado; esta misión la pueden cumplir, y la cumplen ramas concretas de la ciencia y la práctica. La lógica investiga y resuelve cuestiones de principio tan sólo; proporciona el método para resolver el problema de la veracidad de cualquier juicio, para determinar qué ha de comprenderse por veracidad de juicio, cuáles son las condiciones generales de su aprehensión, su criterio, etc.

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10 CLASIFICACIÓN DE LOS JUICIOS P.V. Kopnin

P.V. Kopnin Lógica Dialéctica, Capítulo V Editorial Grijalbo, México. D.F PP. 211-228

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CLASIFICACIÓN DE LOS JUICIOS P.V. Kopnin La clasificación de los juicos tiene enorme importancia para el esclarecimiento de su esencia y papal en el conocimiento de la realidad, permite aprehender como se reflejan en la conciencia del hombre las diversas facetas y relaciones de las cosas del mundo exterior. Los más eminentes lógicos y filósofos se han esforzado, y no poco, para resolver el problema de la clasificación de los juicos. En la lógica de Aristóteles hallamos la primera clasificación detallada; este filósofo dividía los juicos de acuerdo con ciertos caracteres. Los juicios que él define como de afirmativos o negativos. Es positiva opinión de Aristóteles de que tanto juicos negativos como los positivos son autónomos y legítimos. Para Aristóteles el juicio negativo refleja algo que existe objetivamente en la realidad: la falta, la ausencia de alguna propiedad, de algún estado del objeto. Según el carácter de sujeto, Aristóteles dividía todos los juicios en generales, particulares en indeterminados: La premisa –escribía- es una enunciación que afirma o niega algo de algo. Esta enunciación suele ser bien general, bien particular, bien indeterminada. Calificó de generales (los juicios), cuando (A), (por ejemplo) es inherente a todos o ninguno (B); particulares, cuando (A) es inherente o no inherente a algunos o no a todos (B); indeterminados cuando algo es inherentes o no a otro, sin que se indique si es inherente a (otro) en su conjunto o no, como por ejemplo (el juicio): los contrarios se estudian por una misma ciencia o bien: el placer no es un bien…50 Al analizar la clasificación aristotélica del juicio según el carácter del sujeto, salta a la vista su diferencia de la clasificación tradicional. El juicio particular en la lógica del estagirita es totalmente determinado y realmente particular “Sólo algunos S son P el sujeto de este juicio está determinado: a una parte del objeto le es inherente cierta propiedad y a otra no. Según el carácter del predicado los juicios, según Aristóteles, eran de realidad, de posibilidad y de necesidad. En el juicio de realidad se enuncia respecto a un cierto objeto lo que le es realmente inmanente (carácter, estado); en el juicio de posibilidad aquello que le puede ser inmanente, y, por fin, en el de necesidad aparece en calidad de predicado el pensamiento de lo que es necesariamente inmanente o no inmanente al objeto. El propio Aristóteles expone del seguimiento modo su calcificación general: “Todo juicio es o bien un juicio acerca de lo que es inmanente o de lo que es necesariamente inmanente o de lo que es posiblemente inmanente; y estos juicios son, en dependencia de si se adjudica (algo en ellos) o no se adjudica bien afirmativos, además, algunos afirmativos y negativos suelen ser generales, otros particulares y los terceros indeterminados”.51 Aristóteles trataba de esclarecer el valor cognoscitivo relativo de las diversas clases de juicios, Consideraba, por ejemplo, que el juicio general tenía un valor cognoscitivo superior al juicio particular, ya que conociendo lo general conocemos, en potencia, lo particular; si sabemos que en todo 50 51

Aristóteles, “Analítica”, Gospolitizdat. 1952, pág. 9-10. Ibídem, pág. 11.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

triángulo la suma de lo ángulos internos es igual a dos rectas, esto quiere decir que dicha propiedad la encontraremos también en una triangulo isósceles. Habitualmente, cuando se expone la teoría aristotélica de la clasificación suele olvidarse una división más. Nos referimos a su tesis respecto a las cuatro clases de proposiciones o juicios. La primera clase de juicio la definición (el concepto) es definida por Aristóteles como discurso que pone de manifiesto la esencia del ser. Por ejemplo “el hombre es un animal dotado de razón” (para Aristóteles la esencia humana radicaba en la facultad de pensar). La definición dice del objeto aquello que existe en él siempre y en todas partes: la causa formal del objeto. Consideraba que la definición (el concepto) era una clase de juicio, porque podía ser verdadera o falsa. En el juicio-concepto verídico se manifiesta lo que es objetivamente inherente al objeto en calidad de principio determinante suyo, aquello que convierte al objeto en lo que es realmente. En la segunda clase de juicio de pertenencia se afirma del objeto algo que, aunque le pertenece exclusivamente, no expresa su esencia. Por ejemplo “el hombre es un animal que posee el don de la palabra”. La tercera clase de juicio es el llamado calificativo. Su predicado es un concepto genérico con relación al sujeto, por ejemplo “el hombre es un animal”. Y, finalmente en la cuarta clase de juicio -de casualidad- el predicado, con relación al sujeto resulta casual. Por ejemplo: “el hombre está sentado”. Esta división aristotélica de los juicios permite esclarecer con mayor profundidad el papel de juicio en el conocimiento, demuestra que la ciencia ha de operar con juicios que pongan de manifiesto la esencia del objeto.

Este principio de clasificación fue desarrollado posteriormente por Hegel y Engels.

La clasificación Aristotélica sirvió de base a todas las divisiones sucesivas. Fue completada modificada, se le dio distinta interpretación, Pero perduró su principio. Esto se debe a que Aristóteles había tomado por base de la división caracteres esenciales. La clasificación aristotélica fue igualmente objeto de manipulaciones formalistas y deformaciones idealistas hecho que se manifestó con la máxima claridad en la lógica de Kant y sus discípulos.

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Para Kant las formas del pensamiento en general, y del juicio en particular, son puramente lógicas, al margen de todo contenido objetivo. El juicio es la unión de representaciones en la conciencia: la objetividad del juicio se determina por la conciencia. Si las representaciones se refieren a la conciencia de un solo sujeto y se unen en ella, el juicio es subjetivo, pero cuando las representaciones se unen en la conciencia de un modo general, es objetivo el juicio es objetivo no solo porque refleja el mundo objetivo si no porque reflejan el mundo objetivo, sino porque tiene significación universal (universal y necesaria). La objetividad del juicio se logra haciendo coincidir las percepciones y la representaciones con las categorías del entendimiento, tales como unidad, pluralidad, totalidad, realidad negación, limitación, sustancia, causalidad, interacción, existencia, necesidad: “Si descomponemos todo nuestros juicios sintéticos, en cuanto alcanza su objetividad, veremos que nunca están constituidos solo por contemplaciones enlazadas, según suponen, en juicios por una simple comparación; serian imposibles

Clasificación de los juicios.

si a conceptos abstraídos de la contemplación no se le anexionara un concepto puramente intelectivo, con el cual se hacen coincidir aquellos conceptos y que solamente de ese modo se unen un juicos que tiene valor objetivo”52 A las doce categorías del entendimiento corresponden doce formas de juicios; a las categorías de unidad, plural y totalidad corresponden los juicios singulares, particulares y generales que no son pensamientos sobre los objetos del mundo material, sino tan solo una forma peculiar de la unión de los conceptos, extraídos de la experiencia una forma peculiar de su inclusión o exclusión, Es muy valiosa la indicación de Kant respecto a la diferencia entre juicios singulares y generales. Por su forma lógica los juicios singulares son idénticos a los generales, pero se diferencian por los objetos del pensamiento que abarcan. A las categorías de realidad, negación y limitación corresponde la división de los juicios, de acuerdo con su calidad en afirmativos y negativos e infinitos. En el juicio afirmativo el sujeto se incluye en la esfera del predicado, en el negativo esta al margen de ella y en infinito, se halla implícito en la esfera de un concepto que se encuentra fuera de la esfera de otro concepto. Con Kant, precisamente, nace la afirmación, defendida con tesón por lógicos idealistas (Sigwart, Wundt y otros) de que el juicio negativo no puede equipararse con el afirmativo pues no tiene contenido objetivo; su función es refutar las afirmaciones falsas, evitar que comentemos errores. Corresponden a las categorías de sustancias casualidad y acción reciproca las siguientes formas de juicios; categóricos, hipotéticas y disyuntivos. Los categóricos son juicios en donde las respuestas en donde las representaciones que los integran se relacionan entre sí como el sujeto y el predicado; en el hipotético, las representaciones se relacionan entre sí como el efecto y la causa y en el disyuntivo como una parte de la división con el concepto que se divide. La idea general de la doctrina kantiana -el juicio no es más que la relación entre representacioneses aplicada por Kant también a la interpretación de la esencia de los juicios categóricos, hipotéticos y disyuntivos. La relación entre los elementos de esos juicios es puramente lógica (de predicado y sujeto, de efecto y causa, de miembros de la división y conceptos que se divide), y no guarda ninguna relación con los nexos de los fenómenos del mundo material, con las “cosas en si” según Kant. Los discípulos de Kant (Herbart, Drobisch) han tratado de reducir todos los juicios a una sola forma hipotética, con el propósito de acabar con la independencia del juicio categórico. El juicio “S es P” adquiere en ellos la forma “Si hay S, hay P”. Los kantianos necesitan reducir todos los juicios a la forma hipotética para demostrar la tesis de que el pensamiento no procede de algo que tiene existencia determinada -cosas, fenómenos- ya que toda existencia es convencional y se crea por el propio intelecto en el proceso del conocimiento. El objeto del pensamiento no existe más que como condición. A las categorías de posibilidad, realidad y necesidad corresponden las siguientes formas de juicio: problemáticos, asertóricos y apodícticos. Según Kant, la razón, por su propio capricho, hace unos juicios problemáticos, otros asertóricos, y, los terceros, apodícticos. Estas diversas formas de juicios equivalen a los diversos grados del conocimiento de la necesidad del juicio y son del todo independientes con relación al objeto. “Así, pues -escribe Kant-, la determinación de la veracidad posible o real o necesaria se refiere únicamente al propio juicio, pero de ningún modo al objeto que se enjuicia”.53 52 53

M. Kant, “Prolegómenos”, Sozekguiz, Moscú, 1937. Pág. 69. Kant, “Critica de la Razón Pura”, Petrogrado, 1915, pág. 26.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

Kant separa las diversas formas del juicio no sólo del mundo objetivo si no también del lenguaje y de la preposición, que es la forma material de existencia de juicio. En opinión de Kant, el juicio problemático existe al margen de la proposición, ya que todo juicio expresado en una proposición es asertórico.54 La clasificación de Kant expuesta más arriba, sirvió de base a la clasificación tradicional admitida en todos los textos de lógica en la mayor parte de los cuales se conserva también la interpretación idealista kantiana de las formas de juicio. Por su origen, Kant dividía asimismo los juicios en a priori y a posteriori y según la relación del predicado con el sujeto, en analíticos y sintéticos. Sobre esta división, a la que Kant adjudicaba importancia, se basa la gnoseología kantiana. El juicio a priori según Kant, no depende ni de la experiencia presente ni pasada de los hombres. Sus rasgos característicos son la necesidad. La universalidad más estricta y la certeza. Entre los juicios a priori incluye, en primer lugar, los matemáticos. El juicio a posteriori es posible a través de la experiencia tan sólo; no es estrictamente indispensable, ni universal ni certero. “La experiencia -escribe Kant- no da nunca juicos con una universalidad verdadera y estricta, sino con una generalidad supuesta y relativa (por la inducción), lo que propiamente quiere decir que no se ha observado hasta ahora una excepción a determinadas leyes. Un juicio, pues pensado con estricta universalidad es decir que no admite excepción alguna, no se deriva de la experiencia, y tiene valor absoluto a priori”.55 Con su división de todos los juicios en a priori y posteriori, Kant pretende rebajar el conocimiento experimental. La gnoseología marxista no reconoce la existencia del conocimiento a priori, de los juicios a priori. Todos nuestros juicios proceden, en último termino, de la experiencia. Unos expresan directamente los resultados de la experiencia del sujeto pensante; otros no dependen de la experiencia directa del sujeto y tienen carácter axiomático, es decir, no vienen condicionados directamente por la experiencia del sujeto, sino por toda la experiencia de la humanidad. Claro está que toda experiencia aislada es relativa y limitada; la experiencia humana es definitiva. Por ello, los juicios surgidos de la experiencia se desarrollan a medida que se desarrolla la práctica. Las circunstancias de que unos juicios tengan carácter universal y necesario y otros carezcan de esa cualidad no se explica por el hecho de que unos surjan al margen de la experiencia y otros procedan de ella. El carácter del juicio depende, ante todo, de los fenómenos, de las leyes que refleja. Si el juicio refleja el vinculo universal y necesario de los fenómenos (la ley); el propio juicio tiene carácter universal y necesario; pero si los nexos que se reflejan en el juicio carecen de ese carácter de universalidad y necesidad, o bien si la universalidad y la necesidad de esos nexos no se ha establecido aún, el juicio no podrá ser universal y necesario.

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Así el Juicio “dos magnitudes que por separado son iguales a una tercera, son iguales entre sí” tiene carácter universal y necesario debido a que refleja el vinculo universal y necesario de los 54 55

Ibídem, “Lógica”, pág. 101. Kant “Critica de la razón pura”, Ed. Losada, Buenos Aires, pág. 147.

Clasificación de los juicios.

fenómenos en la realidad; por su origen también es experimental, ya que proviene de la experiencia, de la practica de numerosas generaciones humanas. Otro juicio, tomado de la experiencia “hoy ha hecho calor” no es universal ni necesario; puesto que refleja vínculos que no reúnen semejantes características. El carácter de un juicio depende, asimismo, del nivel y la riqueza de la práctica a base de la cual ha surgido. Los vincules reflejados en un juicio pueden ser, objetivamente, necesarios y universales, pero su necesidad y universalidad no ha sido aun reconocida. Los positivistas lógicos de hoy día critican la división kantiana de los juicios a priori y a posteriori niegan la existencia de juicios a priori. Su crítica del apriorismo de Kant no se mantiene desde posiciones izquierdistas, sino de las reaccionarias, partiendo de Hume. Niegan la existencia de cualquier juicio sobre el mundo objetivo de carácter universal y necesario. Los positivistas modernos están de acuerdo con Kant en que el juicio empírico, experimental, no puede pretender a la universalidad, a la necesidad. Juntamente con, el juicio a priori, los positivistas rechazan todos los juicios acerca del mundo objetivo que reflejan las leyes de mundo exterior. Kant divide, además, los juicios en analíticos y sintéticos. En los analíticos (afirmativos) el nexo entre el sujeto y el predicado se piensa en virtud de la identidad. Se trata de juicios explicativos; su predicado contiene lo que se halla ya en el concepto de sujeto. Por ejemplo: “Todos los cuerpos son extensos”. En el concepto de “cuerpos “está necesariamente contenido el carácter de la extensión. Kant califica de sintéticos aquellos juicios cuyo predicado se halla al margen del concepto de sujeto, aunque está vinculado a él. Se trata de juicios amplificativos cuyo predicado contiene algo que no es necesariamente pensando en el concepto del sujeto. Por ejemplo: “todos los cuerpos tienen peso “. Kant supone que se puede tener el concepto de “cuerpo” sin pensar en la calidad de su carácter “peso”

“¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en una u otra rama de la ciencia?

En la lógica posterior a Kant se ha debatido la legitimidad y el valor cognoscitivo de la división de juicios en analíticos y sintéticos. Los kantianos la defendían con ardor, pues constituye la base del sistema filosófico de Kant, que acabaría por desmoronarse si se rechazase la división de juicios a priori y a posteriori, analíticos y sintéticos. Numerosos filósofos y lógicos destacados han discutido la legitimidad de esa división. A. Trendelenburg adujo muchos argumentos certeros en contra de ella, demostrando su carácter convencional y subjetivo: “Algunos escribe conciben en el propio concepto un rasgo que en opinión de otros no hacen más que aparecer…. Para el físico, el pase es un rasgo tan analítico del concepto de cuerpo, como la extensión para el matemático. Lo que para una ciencia es una función nueva, pura otra no pasa de se tina simple descomposición. Una determinación subjetiva no puede servir de fundamento objetivo para clasificar los juicios”.56 Trendelenburg considera justamente que toda explicación lleva en si la una amplificación; desde este punto de vista todos los juicios son sintéticos, pero por otra parte en un juicio verdadero el predicado no puede contener nada que no exista en el propio objeto del juicio (no en el sujeto, sino en el objeto del juicio) y en este sentido todos los juicios son analíticos. 56

A. Trendelenburg, “Investigaciones de la Lógica”, Moscú, 1968, Parte II, pág. 259.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

M.I Karinski ha demostrado con toda razón que el error de la división kantiana de los juicios en analíticos y sintéticos deriva de la errónea interpretación idealista de la esencia del juicio. Kant negaba el hecho de que el juicio estuviera dirigido a reflejar en mundo objetivo, que el objeto del juicio fueran las cosas, los fenómenos de la realidad exterior y del predicado, el pensamiento acerca de las propiedades de esos objetos y su reciproca relación. Kant refería el contenido del predicado al sujeto, al concepto, pero no al propio objeto. Pero en la realidad, cuando afirmamos que los cuerpos son extensos, el carácter de la extensión no lo encontramos en el concepto del cuerpo, que constituye el sujeto del juicio, sino en los propios objetos. El juicio “el cuerpo tiene extensión” significa que “… los objetos que se caracterizan por rasgos relacionados con el termino cuerpo, pero dotados de otras muchas propiedades y relaciones, poseen también la propiedad de la extensión…57” No hay juicios analíticos donde el predicado sirva para explicar tan sólo el concepto que constituye el sujeto y no contenga una idea respecto a las propiedades y relaciones propias del objeto del juicio. Sin embargo, algunos juicios pueden calificarse de analíticos “… en el sentido -escribe Karinski- de que hasta con referirse al concepto que caracteriza directamente su sujeto en nuestra conciencia, para convencerse de su veracidad, pero de ningún modo en el sentido de que su predicado se atribuye a ese propio concepto”58 Hemos de confesar que incluso en el restringido y relativo sentido que admite Karinski la división de los juicios en analíticos y sintéticos, esta división no tiene importancia cognoscitiva. La lógica positivista burguesa de nuestros días ha conservado esta división de los juicios en los juicios analíticos y sintéticos, esta división no tiene importancia cognoscitiva ni ayuda a esclarecer con mayor profundidad la esencia del juicio. La lógica positivista burguesa de nuestros días ha conservado esta división de los juicios en analíticos y sintéticos, pero les da una interpretación algo distinta. Califica de analíticos los juicios que no se refieren a la realidad empírica, es decir, a nuestras sensaciones, sino tan sólo a las manipulaciones con las denominaciones (Wittgenstein incluye aquí tanto proposiciones de la lógica como de las matemáticas¸ Russell, por su parte, niega que la matemática esté constituida por puras tautologías): se llaman sintéticos aquellos juicios empíricos que operan tanto con hechos singulares como con las leyes que se deducen de estos hechos. Esta división se basa en la negación del valor objetivo no solo en los juicios analíticos sino también sintéticos. M. I. Karinski destacado lógico ruso, propuso una nueva clasificación de los juicios, distinta de la tradicional. En la lógica de Karinski afloran sensibles tendencias materialistas expresadas en su interpretación de la esencia del juicio. El juicio posee carácter objetivo y tiende a conocer otras cosas que existen objetivamente, cosas que no son creadas por el juicio, sino aprehendidas por él. Desde estas posiciones criticó a los lógicos (Sigwart, Mill) para quienes las representaciones, las sensaciones y los conceptos eran el objeto del juicio. Karinski atribuye gran importancia al análisis del predicado ya que éste contesta a la pregunta ¿Qué se aprehende en el objeto? Por ello basa la división de los juicios en el contenido del predicado: 202

57 M .I. Karinski, “Clasificación de las deducciones”, Trabajos elegidos de los lógicos rusos del siglo XIX, Academia de Ciencias de la URSS, Moscú, 1956, pág. 62 58 Ibídem.

Clasificación de los juicios.

“Los puntos de vista más generales y habituales al enjuiciar los objetos existentes pueden reducirse a tres: 1) podemos expresar en el juicio la convicción de que el objeto existe en la realidad, 2) podemos considerar el objeto tal como es en sí mismo, al margen de su relación con otros objetos, y 3) relacionado con otros objetos.59 En consecuencia con lo expuesto, Karinski divide los juicios en tres clases: 1. Juicios de existencias, en los cuales se afirma (o se niega) la existencia del objeto. Por ejemplo: “la ballena existe”. Con la particularidad de que también incluye en esa categoría los juicios que afirman (o niegan) la existencia del objeto en un lugar determinado y a un tiempo determinado: “En la actualidad la ballena habita en las aguas del Océano Pacifico”; 2. Juicios acerca de las propiedades, los estados y la composición de los objetos. Por ejemplo: “La molécula del agua se compone de dos átomos de hidrogeno y un átomo de oxigeno”; 3. Juicios sobre las relaciones entre los objetos. Por ejemplo: Moscú esta situado al este de Minsk”. Karinski dice que es imposible enumerar todas las relaciones que existen entre los objetos y que se reflejan en los juicios. Considera que las principales son de espacio, de tiempo, de dependencia, de identidad y de diferencia. Algunos lógicos tienen en muy alta estima la clasificación de los juicios hechos por Karinski. Es indudable que posee toda una serie de meritos y que complementa muy esencialmente la clasificación tradicional. Sin embrago, es bastante limitada y adolece de ciertos defectos. Su limitación se debe al enfoque metafísico en la solución general de los problemas lógicos. Lo mismo que la clasificación tradicional, no muestra el desarrollo de los juicios, no plantea el problema del valor cognoscitivo de las diversas formas de juicios. El principio en que se basa la división no permite plantear ni resolver el problema del relativo valor cognoscitivo de las diversas formas de juicios. El principio en que se basa la división no permite plantear ni resolver el problema del relativo valor cognoscitivo de los juicios, del desarrollo de los juicios. La lógica materialista no puede limitarse a rechazar la clasificación tradicional y la clasificación hecha por M. I. Karinski. Tampoco puede admitir la clasificación tradicional en su antigua forma e interpretación. Ha de ser completada de un modo esencial y reelaborada sobre una nueva base filosófica.60 Es indudable que la división de los juicios por el carácter del sujeto la cópula y el predicado, enunciada ya por Aristóteles, tiene valor positivo, sobre todo para entender tanto la estructura del 59 M. I. Karinski, “Lógica”, (Fragmento publicado en “Trabajos elegidos de los lógicos rusos del siglo XIX”, 1884-1885, pág. 184). 60 En la lógica soviética. P.V Tavants se ha ocupado con gran intensidad y buen éxito a elaborar y completar la clasificación tradicional Tavants divide todos los juicios en simples y compuestos. Los simples se dividen a su vez: -Por calidad de la cópula, en afirmativo o negativos; -Por la cantidad de volumen de sujeto, en singulares, particulares y universales; -Por el contenido del predicado, en juicios de existencia, de propiedad, de relación e inclusión -Por la modalidad, en juicios de realidad y necesidad. Figura entre los compuestos los condicionales y los incondicionales. Los juicios compuestos incondicionales son: 1) Copulativos, 2) disyuntivos 3) disyuntivos copulativos; 4) distributivos, y 5) exclusivos P.V Tavants, “El juicio y sus clases “, Ed. Academia de Ciencias de la URSS, Moscú, 1953).

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propio juicio como la estructura del raciocinio. No obstante, este principio de clasificación no es el único y posee un carácter limitado. Por regla general el empleo de este principio, se reduce, primero, a enumerar diversos tipos de juicio, indicando sus formas posibles, pero sin intentar establecer siquiera una relación entre ellas. Segundo, la división de los juicios por el carácter del objeto, del predicado y la cópula no planteaba el problema del desarrollo del los mismos en dirección al progreso de nuestros conocimientos, es decir, del conocimiento del fenómeno al conocimiento de la esencia: por esta razón resulta difícil determinar el relativo valor cognoscitivo de una u otra forma de juicio. Aunque en la clasificación tradicional los juicios podían estudiarse desde el punto de vista de su papel en el proceso del conocimiento, esta clasificación surgió por la necesidad de una teoría del razonamiento, pero no se orientó al esclarecimiento del papel que el juicio desempeña en el desarrollo del saber. Hegel, y en general la lógica dialéctica, no se plantea la tarea de clasificar las formas de pensamiento en la antigua acepción de este término, es decir, como una simple distribución por compartimientos de acuerdo con uno u otro indicio. La descripción y la clasificación de las formas de juicio, según el principio de la coordinación, corresponde a la lógica formal. Hegel trataba de mostrar, en cambio, el desarrollo del juicio y analizar con relación a ello, el valor cognoscitivo de cada clase de juicio. “Las diversas clases de juicios -escribe Hegel- no deben considerarse como alineados unos tras otros e iguales por su significación, sino, por el contrario, como un a fila sucesiva de peldaños, cuyas diferencias dependen del sentido lógico del predicado.61 Cada juicio expresa una determinada etapa en el desarrollo del conocimiento. Las formas fundamentales del Juicio son: 1) juico de existencia; 2) juicio de reflexión; 3) juicio de necesidad, y 4) juicio de concepto. Estos tipos fundamentales de juicios corresponden a las etapas principales en el desarrollo del espíritu que, según Hegel, son el ser, la esencia y el concepto. La categoría de la esencia es dividida por Hegel en reflexión y necesidad, por lo cual a la esencia le corresponde los juicios de reflexión y de necesidad. El juicio de existencia constituye la etapa inferior en la trayectoria de los juicios. Hegel lo califica de cualitativo: lo singular y lo universal (el sujeto y el predicado) en este tipo de juicio tienen carácter abstracto y su contenido es escaso. El juico de existencia expresa la toma de conocimiento con el objeto (por ejemplo, la rosa es roja). Hegel incluye en esta clase de Juicios las formas que en la clasificación tradicional se refieren a los juicios cualitativos: positivos negativos e infinitos. Pero Hegel no se limita a enumerar estos juicios, sino que intenta subordinarlos, inferir unos de otros, mostrar su trayectoria. Si en el juicio de existencia, lo mismo que en el juicio indeterminado de Aristóteles, el sujeto es cuantitativamente indeterminado y toda la atención se centra en la calidad de la cópula del juicio, en el de reflexión, por el contrario, el desarrollo se produce modificando la determinación cuantitativa del sujeto del juicio, cosa que nos permite conocer mejor los fenómenos de la realidad.

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El juicio de reflexión se diferencia del juicio de existencia no sólo por la determinación cuantitativa del sujeto, sino también por el contenido del predicado. El sujeto de los juicos de reflexión es una cosa singular en su relación con cosas similares a ella, y su predicado no es una propiedad, sino las relaciones esenciales, como, por ejemplo: “útil”, “dañino”, “provechoso”, “clástico”, etc. La determinación cuantitativa del sujeto depende de la determinación del grado en que dicho predicado es esencial y necesario para el sujeto. Según la necesidad que tenga el objeto dado de la propiedad dada, puede precisarse si es inherente a todos, a varios o a un sólo objeto. 61

Hegel, “Obras”, t. I, pág. 278.

Clasificación de los juicios.

Las formas del juicio de reflexión son singulares, particulares y generales (“esta planta es útil, algunas planas son útiles, todos los cereales son útiles”). Cuando se llega a una verdadera universalidad, lo general como la suma de lo singular, se convierte en universal; el juicio de reflexión se convierte en juicio de necesidad. “Cuando decimos; todas las plantas, todos los hombres, etc., es lo mismo que si dijéramos; planta en general, el hombre en general, etc.62 En el juicio de necesidad lo general se manifiesta como el género, obligatoriamente inherente a todos los juicios singulares. Algunos juicios singulares dependen de este género: Hegel incluye entre los juicios de necesidad aquellos que en la clasificación tradicional figuran en los de relación: categóricos, hipotéticos y disyuntivos. Como lo universal corresponde al concepto de sustancia, lo particular al de causalidad y lo singular al de acción reciproca, también las relaciones entre el sujeto y el predicado en el juicio puede ser bien relaciones de sustancialidad, bien de causalidad bien de acción reciproca. Sin embargo, el desarrollo de laos juicios no acaba en el juicio de necesidad, ya que en él queda sin solución el problema fundamental: en qué medida corresponde el predicado expresado en el juicio, a su fin, a su concepto. Este problema se resuelve en el juico de concepto. “Sería difícil creer –escribe Hegel- que el saber pronunciar juicios de existencia, como “la rosa es roja”, “la nieve es blanca”, etc., demuestre un gran poder judicativo. Los juicios de reflexión son más bien proposiciones. En el juicio de necesidad el objeto está sin duda en su universalidad objetiva, pero sólo en el juicio que hay que considerar se halla su relación con el concepto.63 El juicio de concepto constituye la forma superior del juicio. En calidad de predicado figura en él definiciones valorativas como “bueno”, “malo”, “verdadero”, “correcto”, ”bello”, ”deforme”. –según Hegel, por estas definiciones puede juzgarse en qué medida corresponde el objeto a su fin, al concepto, que se halla implícito en su esencia. Los juicios que en la clasificación tradicional figuran en la división de modalidad – asertóricos, problemáticos, apodícticos- son incluidos por Hegel en el juicio de concepto. El juicio asertórico (juicio real) no es más que una simple afirmación de que un predicado corresponde a su concepto (“la casa es buena”). No es suficiente, ya que se basa en una afirmación subjetiva, que admite siempre la posibilidad de una afirmación contraria (“la casa es buena” la casa no es buena”). Pero cuando existen dos afirmaciones opuestas, la propia afirmación se hace problemática. Por ello, el Juicio asertórico pasa a problemático (“la casa puede ser buena”). Los defectos del juicio asertórico, del problemático y, en general todas las formas anteriores de juicio, se superan en el juicio apodíctico, en el cual la afirmación o la negación de la correspondencia entre el objeto y el concepto se argumenta (“la casa construida de tal manera es buena”, el proceder de tal modo es correcto”). En la forma superior de juicio – el apodíctico- está claramente expresado el sentido del juicio en general (todo juicio entraña un razonamiento): por ello, de hecho, deja de ser juicio para convertirse en otra forma de pensamiento: el raciocinio. 62 63

Hegel, “Obras”, t. I. pág. 184. Ibidem, “Ciencia de lógica”, Hachette, Buenos Aires, pág. 349

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

Los clásicos del materialismo científico apreciaban de sobremanera la tesis hegeliana sobre el movimiento del juicio. Refiriéndose a él, Engels escribía: “Por muy seco que pueda parecer todo esto y por muy arbitraria que a primera vista se nos pueda antojar, aquí y allá, esta clasificación de los juicios, todo el que estudie a fondo el genial desarrollo del razonamiento en la “Lógica grande” de Hegel tendrá que reconocer la verdad interior y la necesidad a que esta clasificación responde”.64 El propósito de Hegel –mostrar el desarrollo de juicios- es correcto, mas su realización concreta no resulta satisfactoria en diversos lugares y adolece de serios defectos. Los principales son los siguientes:

1. Da una interpretación idealista a la esencia del juicio y su desarrollo; procura, por todos los medios, que su clasificación concuerde con las necesidades de su sistema idealista. En efecto, toda su clasificación de juicios, desde el principio hasta el final, está saturada de idealismo: a partir del juicio de existencia hasta el del concepto, desde la idea que los juicios están implícitos en la base de las cosas hasta la afirmación de que la meta y la verdadera realidad del predicado es el concepto.



2. El esquematismo es otro vicio orgánico de la clasificación hegeliana de los juicios. En beneficio de un esquema preconcebido. Hegel deforma el verdadero desarrollo del juicio. En Hegel, las transiciones de la mayoría de los juicios aparecen forzadas. Por ejemplo, la introducción del juico infinitamente negativo entre los juicios de existencia puede explicarse tan sólo por su deseo de introducirlo a toda costa en el esquema de la tríada.

En la clasificación hegeliana se adivinan los verdaderos momentos de desarrollo de los juicios. Por ejemplo, el juicio cualitativo antecede en esa clasificación al cuantitativo, el categórico al hipotético, etc. Esto corresponde al proceso del desarrollo histórico del pensamiento humano y sus formas. Según el testimonio de la lingüística, de la psicología, sobre todo, la infantil, y de la historia de la ciencia, se aprehenden al principio las peculiaridades cualitativas del objeto y después sus relaciones cuantitativas. Lenin señalaba: “Al principio aparecen momentáneas impresiones, luego destaca algo, más tarde se desarrollan los conceptos de calidad (determinación del objeto o del fenómeno)… y cantidad. A continuación, el estudio y la meditación dirigen el pensamiento a conocimiento de la identidad -la diferencia- la base -la esencia versus el fenómeno-, la casualidad, etc.65 La tesis de Hegel sobre el desarrollo de la forma del juicio expresa esta ley en el conocimiento de la realidad. Hegel, sin embargo, erige en absolutos estos momentos; el desarrollo de los juicios sigue una sola dirección: el juicio afirmativo pasa a negativo, el singular a particular y este último al general; lo categóricose convierte en hipotético y el hipotético en disyuntivo; el asertórico en problemático el problemático en apodíctico, etc. Pero en el proceso efectivo del conocimiento, estas transiciones tienen carácter multifacético: el afirmativo puede pasar a negativo y el negativo convertirse en afirmativo, el particular en general, el general en particular, el categórico en hipotético y al revés, el juicio posible transformarse en juicio real o necesario y éste último, a su vez, en real y posible.

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Considerar que todos los cambios que experimentan los juicios se realizan en una sola dirección equivale a deformar la acción recíproca y la trayectoria de los juicios en el proceso efectivo del conocimiento. Uno juicios categóricos sirven de base para la formulación de un juico disyuntivo 64 65

F. Engels, “Dialéctica de la Naturaleza”, Ed. Grijalbo, México, Pág. 190. V. I. Lenin, Obras, t. 38, págs. 314-315.

Clasificación de los juicios.

que contiene en forma al parecer esencial los categóricos precedentes. Pero el juicio disyuntivo no hace más que plantear el problema; su solución se expresa en el juico categórico, y antes de pasar del juicio disyuntivo al categórico se han de anunciar y comprobar varios juicios categóricos. En el desarrollo de los juicios hay una sola línea en el sentido de que el movimiento va dirigido a la profundización de la esencia del objeto. Las diferencias entre juicios que se encuentran a diverso nivel en el conocimiento del objeto no son puramente formales (diferencia en la forma de la cópula del sujeto o del predicado), sino también en el contenido. Para Hegel, el movimiento del juicio significa que se desarrolla su forma intelectiva con tal, que la forma afirmativa da origen a la negativa, la categórica a la hipotética, etc. Pero en la realidad no se produce el paso espontáneo de una forma de juicio a otra, si no que se desarrolla el conocimiento; éste adquiere un nuevo contenido y se expresa, por lo tanto, en una nueva forma de juicio.

3. El tercer gran defecto de la clasificación hegeliana de los juicios es su eclecticismo. Por una parte, Hegel basa la división de los juicios en su movimiento durante el proceso de aprehensión de la esencia del objeto. Era un principio completamente nuevo que la lógica no había empleado nunca para clasificar los juicios. Por otra parte, Hegel introdujo en su sistema de juicios toda la vieja y tradicional clasificación tal como existía, por ejemplo, en las obras de Kant. Además, como se sabe, en la clasificación tradicional los juicios se dividen de acuerdo con otros principios: por la forma del sujeto, la cópula y el predicado. Hegel, de hecho, no creó una clasificación sustancialmente nueva, sino que expuso de un modo nuevo la vieja, tratando de establecer los nexos y las transiciones entre los juicios de la antigua clasificación, por lo que la nueva exposición por causas comprensibles, aparece un tanto forzada.

F. Engels, partiendo del núcleo positivo de la clasificación hegeliana de los juicios la sometió a una radical elaboración materialista y determinó las fases principales en el desarrollo del juicio. Engels, tomó el pensamiento del Hegel sobre el desarrollo del juicio en el sentido de su avance al conocimiento de la esencia, pero aquello que es “ … el resultado de nuestros conocimientos teóricos del movimiento en general… en Hegel se nos muestra como un desarrollo de la forma discursiva del juicio en cuanto tal.66 El desarrollo de los juicos, según Engels, no se produce de acuerdo con un esquema inventado, confeccionado al margen de la trayectoria efectiva del conocimiento, sino tal y como transcurre en el proceso real del conocimiento científico. No es el desarrollo del conocimiento científico el que debe supeditase al esquema del desarrollo de los juicios, sino, por el contrario, este último debe estructurarse a base del conocimiento de los caminos por los que avanza el pensamiento en las diversas ramas de la ciencia. Como es sabido, en el proceso del conocimiento de la realidad objetiva partimos de la contemplación viva, sensorial, que nos procura el conocimiento de los objetos singulares, para pasar al conocimiento general, de la ley de la esencia del fenómeno, “En realidad -escribe Engels – todo conocimiento verdadero y exhaustivo consiste simplemente en elevarse, en el pensamiento de lo singular a lo especial y de lo especial a lo universal, en descubrir y lijar lo infinito en lo finito, lo eterno en lo perecedero”. “Y la forma de lo universal es la forma de lo cerrado dentro de sí mismo y, por tanto, de lo infinito; es la cohesión en lo infinito de las muchas cosas finitas”67 66 67

F. Engels, “Dialéctica de la naturaleza”, Ed Grijalbo, México, págs. 198-199. Ibidem, pags.198-199.

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En plena correspondencia con esta tendencia del proceso real del conocimiento, Engels divide todos los juicios en: 1) juicios de lo singular 2) de lo particular y 3) de lo universal. En el juicio de lo singular se sienta un hecho, como por ejemplo, “el frotamiento engendra calor”, “algunos elementos pueden descomponerse en partes integrantes más simples. El juicio de lo particular establece que una forma particular de movimiento de la materia puede convertirse, en determinadas condiciones, en otra forma de movimiento. Por ejemplo. “El movimiento mecánico se transforma en calor”. “Un grupo especial de los elementos más pesados conocidos por nosotros, posee como propiedad natural la radiactividad”. El juicio de lo universal expresa la ley universal del movimiento de los fenómenos: “Toda forma del movimiento de la materia puede convertirse en cualquier otra forma de movimiento”. “Cada elemento en determinadas condiciones, pude transformarse en cualquier otro elemento”. ¿Cuáles son, pues, las peculiaridades distintivas de la clasificación hecha por Engels? Dicha clasificación abarca todo el proceso de la dinámica de los juicios, desde el conocimiento de fenómeno al conocimiento de la esencia. A diferencia de la tradicional, en la clasificación de Engels; no se establece una diferencia formal entre los juicios, sino en función de su esencia. Los diversos juicios se encuentran en diversos niveles, en diversas etapas de conocimiento de las leyes que regulan las concatenaciones de los fenómenos. Por eso, la división en juicios de lo singular, lo particular y lo universal, enunciada por Engels, no debe confundirse en ningún caso con la división en juicios singulares, particulares y generales. La división tradicional de los juicios por su cantidad se basa en un factor formal: el volumen del sujeto. En el predicado del juico puede hacerse referencia a un carácter poco esencial del predicado, pero si se establece la presencia de ese carácter en todos lo objetos de una cierta clase, este juicio será general, aunque su valor cognoscitivo sea insignificante. Desde el punto de vista de la clasificación tradicional, los juicios de lo singular lo panicular y lo universal son generales (“toda frotación engendra calor”, Todo movimiento mecánico, en determinadas condiciones puede transformarse en térmico”, Cualquier forma de movimiento de la materia es capaz de convenirse en determinadas condiciones en cualquier otra forma de movimiento de la materia”), pero de esto juicios generales tan sólo el último es universal. Los sujetos de los juicios de lo singular, lo particular, y lo universal no se diferencian cuantitativamente (“Todos”, “algunos”, “uno”), sino por el contrario (“frotación”, ”movimiento mecánico”, ”cualquier forma de movimiento de la materia”); se relacionan entre si como lo singular -lo particular- lo universal. Al pasar del juicio de lo singular, a través del juicio de lo particular, al juicio de lo universal, no sólo se modifica el contenido del sujeto, sino también el contenido del predicado (“engendra calor”, “transformarse en determinadas condiciones en térmico”, “se convierte en cualquier otra forma de movimiento de la materia”). Esto demuestra que l sujeto y el predicado están indisolublemente unidos entre si y que interactúan en el proceso del desarrollo del juicio.

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A diferencia de la clasificación tradicional, los juicios de los singular, lo panicular y lo universal adquieren su cualidad sólo cuando se relacionan recíprocamente, En la clasificación tradicional, por ejemplo, el juicio singular es singular porque el volumen de su sujeto no incluye más que un solo

Clasificación de los juicios.

objeto; es un juicio singular y no depende de otros juicios. El juicio “esta mesa es roja” es singular independientemente de si existen los juicios “algunas mesas son rojas” o “todas las mesas son rojas”. Otras son las relaciones entre los juicios de lo singular, lo particular y lo universal. Un juicio es el juicio de lo singular solo si existe el juicio de lo particular y lo universal. Un mismo juicio, en relación con otros juicios, aparece como juicio de lo singular y en relación con otros, como de lo particular o universal. Así el juicio “la frotación engendra calor”, que es un juicio de lo singular en relación con los juicios: “la energía mecánica se convierte en térmica” y “toda forma de movimiento de la materia se convierte, en determinadas condiciones, en otra especial”, será un juicio de lo universal en relación con juicios tales como “la frotación del hierro produce calor”, “la frotación de los metales se transforma en calor”. Engels considera los juicios en su movimiento desarrollo; las diversas formas de juicios se conceptúan como elementos nodales, como etapas en el conocimiento de la realidad, Un solo y mismo juicio viene a ser el balance, el resultado del conocimiento anterior, siendo, al mismo tiempo, el punto de partida para el ulterior avance del pensamiento. El juicio de lo universal no debe considerarse como la forma de expresión de un conocimiento absolutamente culminado, ya que esta culminación es relativa. El paso de lo singular a lo universal a través de lo particular, significa que el juicio, en su desarrollo, va de lo simple a lo complejo. En lógica se califica habitualmente de simple el juicio que está constituido sólo por dos términos; el compuesto comprende varios juicios simples. En este caso, la diferencia entre el juicio simple y el compuesto es puramente formal. En un cierto sentido conviene conservar esta división de los juicios en simples y compuestos, pero teniendo bien en cuenta su limitación y convencionalismo, Tiene importancia para la teoría del razonamiento, para el estudio de los de los nexos entre los elementos del pensamiento en el sujeto y el predicado del juicio. Sin embargo, no se debe considerar esta división como absoluta. Si examinamos el juicio desde el ángulo de su contenido, y no de su forma, desde el punto de vista de su lugar en la trayectoria del conocimiento, veremos que un juicio que en lógica se llama habitualmente compuesto, puede resultar simple, y el simple, compuesto. Un juicio de la forma S es P1 y P2, puede tener menos contenido que cualquier otro juicio de la clase S es P. Desde el punto de vista formal, al analizar un juicio -tomado por separado-, partiendo del estudio de los vínculos estructurales exteriores del pensamiento y de su modo de expresión en el lenguaje, cabe decir si es simple o compuesto, qué vínculos existen dentro del sujeto o del predicado del juicio compuesto; de conjunción o disyunción. Pero cuando se trata de la división de los juicios en simples y compuestos por el contenido de su predicado, desde el punto de vista de cómo se refleja en ellos la esencia del objeto, hemos de considerar toda la cadena de desarrollo de los juicios sobre el objeto. Comparando únicamente los juicios que se encuentran en diversas etapas del conocimiento del objeto, podremos determinar su mutua relación. Así, el juicio de lo particular será compuesto en relación con el de lo singular y simple frente al de lo universal. Pero si tomamos un juicio aislado, suelto, arrancado del sistema, no puede resolverse la cuestión de si es simple o compuesto. Un juicio puede ser compuesto sólo en relación con cualquier otro juicio simple.

En la clasificación de los juicios de Engels se manifiesta claramente la unidad de lo histórico y lo

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lógico; la lógica del pensamiento refleja la historia del pensamiento (el conocimiento); la deducción de unos juicios a partir de otros refleja la sucesión histórica en la trayectoria del conocimiento de objeto. Al principio, los hombres supieron que la frotación produce calor, luego se descubrió que todo movimiento mecánico puede trasformase en calor y finalmente, se llego a conocer la ley de la conservación y la transformación de la energía. Las tesis de F. Engels sobre el movimiento de las formas de juicio no derogan ni sustituyen la clasificación tradicional; existen al margen de ella y han sido creadas Para otros fines. Engels no hizo la clasificación con vistas a las necesidades de la teoría del razonamiento, si no para entender la trayectoria del desarrollo de nuestro conocimiento. Demuestra que el juico se desarrolla a partir de lo más simple, en que se expresa el primer conocimiento del fenómeno, a lo complejo, que expresa el conocimiento sobre la esencia del fenómeno, es decir, desde juicios que fijan los resultados de la contemplación viva a conceptos científicos que dan a conocer las leyes que regulan el desarrollo de los fenómenos.

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11 EL RAZONAMIENTO COMO FORMA DE APREHENSIÓN DE NUEVOS CONOCIMIENTOS P.V. Kopnin

P.V. Kopnin Lógica Dialéctica, Capítulo V Editorial Grijalbo, México D. F 1966 pp. 275-287

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EL RAZONAMIENTO COMO FORMA DE APREHENSIÓN DE NUEVOS CONOCIMIENTOS P.V. Kopnin Al razonamiento le corresponde un papel ingente a la aparición y desarrollo de los juicios y conceptos. En el razonamiento es donde mejor se observa el carácter mediato y creador del pensamiento humano. La mayoría de los conocimientos que el hombre posee tiene carácter deductivo, es decir, se obtienen en el proceso del razonar. El estudio del razonamiento –de las reglas y formas de deducir en juicio de otros–, como se ha indicado ya anteriormente, constituye una tarea específica de la lógica formal. En esta cuestión la dialéctica no debe sustituir a la lógica formal. En esta cuestión la dialéctica no debe sustituir a la lógica formal. La esfera de la dialéctica es el estudio de la naturaleza gnoseológica del razonamiento, de su función en la dinámica del pensar hacia la verdad, del papel de la deducción en la formación y el desarrollo de las teorías científicas. En la solución de este importante problema no se puede seguir el falso y estéril camino de creación de silogismos dialecticos especiales o formas de razonamiento. La doctrina del razonamiento, al analizar el proceso real, vivo, concreto del conocimiento, debe estudiar aquellas formas de raciocinio que se encuentran en él, esclarecer su esencia, su lugar, sus vínculos recíprocos y también con otras formas del conocer. La dialéctica materialista puede dar una interpretación científica tanto a las formas simples del razonamiento, como a las complejas, poniendo de manifiesto su movimiento de lo simple a lo complejo. Entre los autores soviéticos está muy extendida la opinión de que la lógica dialéctica opera con formas de razonamiento especiales, estructuradas a base del principio del desarrollo y el cambio. Estas formas, sin embargo, n se describen ni se esclarece su estructura. Y, como es sabido, si no existe una estructura establecida ni descrita, tampoco existe la forma. Señalando la imperfección de las formas del razonamiento investigadas por la lógica formal, algunos autores afirman que cuando se infiere una deducción errónea, según las leyes de la lógica formal, según las leyes de la lógica dialéctica la conclusión es verídica. Sin embargo, el análisis lógico de los ejemplos educidos muestra que no admiten los criterios de la lógica formal, que también son erróneos desde el punto de vista de las leyes de esta última.68 Jamás debe olvidarse que la lógica formal, en las condiciones modernas, no constituye un método de conocimiento filosófico. Tampoco se presenta como la doctrina de la formación de los conceptos, de las tesis científicas que reflejan profundamente el mundo objetivo, ni establece reglas respecto a la manera de conseguir premisas verdaderas que permitan llegar a deducciones certera. Su misión 68 En un libro sobre lógica dialéctica se alega el siguiente ejemplo Premisa mayor: el precio de las mercancías de acuerdo con la ley del valor se determina por la cantidad de trabajo social necesario invertido en su producción. Premisa menor: el vino añejo es una mercancía. Deducción el precio de este vino se determina por la cantidad de trabajo necesario para su producción. El autor deduce que “esta conclusión contradice evidentemente la verdadera situación de las cosas, ya que el vino se vende a un precio que supera en mucho su verdadero valor”. Resulta que, en el silogismo dado de unas premisas verdaderas, según las reglas de la lógica formal se infiere una deducción falsa que contradice la verdadera situación de las cosas. Pero, en realidad, el silogismo citado, desde el punto de vista de la lógica formal, es falso: la lógica formal no conoce un silogismo en el cual, con semejante distribución de términos y con premisas de semejante calidad y cantidad, se infiera obligatoriamente una conclusión. Para que el silogismo dado sea un modo Bárbara de primera figura, donde la conclusión se infiere forzosamente, la primera premisa ha de estar formulada del siguiente modo: “Todas las mercancías tienen siempre precio, que concuerda, según la ley del valor, con la cantidad de trabajo social necesario invertido en su producción.” Mas esta premisa no es verídica, y por lo tanto la conclusión del silogismo donde figura esa premisa no corresponde a la verdadera situación de las cosas. No se trata en este caso de un fallo de las leyes y reglas de la lógica formal, sino de la falsedad de las premisas de las que se hace la deducción. Nadie ha demostrado todavía y cabe afirmar con seguridad que jamás lo podrá demostrar, que la lógica formal impulsa a los hombres a inferir conclusiones falsas de premisas verdaderas, aun observando estrictamente sus reglas. Engels decía. “Si nuestras premisas son correctas y les aplicamos también correctamente las leyes del pensar, la conclusión debe concordar con la realidad…” (F. Engels, Anti-Dühring. Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1960, pág. 449.

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es más simple: establece de qué modo y por medio de que formas se hacen deducciones correctas de las premisas verídicas. Muchos autores convierten, primeramente, la lógica formal y sus leyes en un método de conocimiento filosófico y demuestran, luego, la limitación de este método, explicando esa limitación por la imperfección de la teoría lógico-formal de la inferencia. La teoría del conocimiento deductivo y el método filosófico del conocimiento no son idénticos entre sí; lo uno no puede sustituir a lo otro. Claro está que la esencia, la naturaleza gnoseológica de la naturaleza del razonamiento puede interpretarse de distintas maneras y esto depende de las concepciones filosóficas generales del autor, pero la forma del raciocinio no cambia su naturaleza en dependencia de la explicación filosófica. La ciencia utiliza todas las formas raciocinio que aseguran la veracidad de la deducción en el caso de que las premisas sean verdaderas. El marxismo crea una teoría filosófica del razonamiento a base de los principios de la dialéctica materialista, pero no le incumbe establecer tipos especiales de razonamiento dialectico. Las formas deductivas son elaboradas por la práctica del pensamiento científico, pero no por la filosofía. Suele denominarse razonamiento una forma de pensar que ayuda a deducir nuevos conocimientos de otros establecidos anteriormente. El razonamiento es un proceso de mediatización y deducción de juicios, cuyo sistema constituye. Integran este sistema tres clases de conocimiento: fundamental (el contenido en las premisas del raciocinio), deductivo (que se obtiene como resultado del razonamiento), y argumentado (que determina las posibilidades de pasar de las premisas a la conclusión). En calidad de conocimiento argumentado tenemos los axiomas, las reglas, las definiciones, las leyes y otras tesis de carácter verídico o probable. El conocimiento argumentado determina la forma del raciocinio, el tránsito de las premisas a la conclusión; es siempre general con relación al conocimiento contenido en las premisas y en la conclusión. Por ello el proceso de raciocinio se realiza siempre a través de lo general y sobre su base, conociendo las leyes que regulan los nexos entre los fenómenos. La ciencia conoce, por ejemplo, las leyes que regulan los nexos entre las partes del organismo. Gracias a este conocimiento el científico puede deducir por la mandíbula de un animal desconocido como eran sus dientes y una vez determinados estos, inferir la calidad y la cantidad del alimento empleado por el animal, así como la estructura de su estómago e intestinos. Si las vísceras del animal estuviesen destinadas a digerir carne, sus mandíbulas estarían adaptadas para masticar sus garras para apresar y desgarrar, los dientes para cortar y desmenuzar, todo su sistema a perseguir, a dar alcance a la presa, y sus órganos sensoriales a la percepción de la misma. Las ciencias naturales no son las únicas que por la estructura de los restos fósiles de los huesos hacen deducciones sobre los tipos de las especies extinguidas; también las ciencias sociales determinan. Por los restos de los instrumentos de trabajo, como eran las formaciones económicosociales desaparecidas. La posibilidad del raciocinio del paso de lo conocido a lo desconocido se basa en la existencia de leyes objetivas en la naturaleza y la sociedad. El conocimiento de estas leyes permite pasar, asimismo, de lo particular a lo general y de lo general a lo particular, y del conocimiento de un grado de generalidad al conocimiento de ese mismo grado de generalidad. El hecho de que todo razonamiento transcurra a base de lo general confunde a los que incluyen todos los razonamientos llamados no silogísticos en la deducción. La inducción puede ser considerada como deducción, pues también el razonamiento inductivo se apoya en un determinado principio general que argumenta la conclusión del conocimiento de hechos aislados para llegar al conocimiento de todos los objetos de una clase. La analogía se apoya asimismo en lo general. El razonamiento está vinculado al mundo objetivo a través de sus partes. El principio del razonamiento, los axiomas, determinan el contenido objetivo de su forma. Tomemos como ejemplo un sencillo raciocinio de relaciones espaciales con premisas falsas: Moscú esta al sur de Kiev; Kiev

El razonamiento como forma de aprehensión de nuevos conocimientos.

esta al sur de Odesa, por consiguiente, Moscú esta al sur de Odesa. Este razonamiento es correcto por su forma, aunque la conclusión no corresponde a la realidad, ya que las premisas son falsas. La forma correcta del silogismo dado tiene por causa objetiva la veracidad del axioma en que se basa este razonamiento. En efecto, si A esta al sur de B y B al sur de C, A tiene que estar al sur de C, ya que esto refleja las relaciones espaciales existentes en el mundo objetivo. La corrección formal está al margen de la veracidad de las premisas, pero en relación directa con la veracidad del conocimiento condicionante. La forma del razonamiento está determinada por el contenido del principio implícito en su base, es decir, por la veracidad de un cierto juicio. La relativa independencia, autonomía dela corrección de las formas del razonamiento frente a la veracidad de las premisas tiene valor positivo, pues confiere al raciocinio un carácter activo, creador. Para alcanzar la verdad se deben hacer razonamientos correctos por su forma no solo a base de premisas verdadera, sino también falsas. El razonamiento no sería una fuerza activa en la aprehensión y la demostración de la verdad, si pudiera hacerse únicamente a base de premisas cuya veracidad fuese conocida de antemano. Como la forma del razonamiento no está ligada a un contenido determinado de las premisas, puede poseer diversos contenidos. No solo es correcta cuando se refiere a un cierto nexo concreto entre dos objetos, sino de los objetos en general, al margen de cualquier concreción. No debe inferirse de lo dicho que la forma del razonamiento es totalmente indiferente ante el contenido. Así, la forma del razonamiento de las relaciones espaciales permite hacer razonamientos solo sobre las relaciones espaciales existentes entre los más diversos objetos de la realidad. Se puede hablar no solo de la corrección de la forma del razonamiento, sino también de su veracidad objetiva. La infracción de la forma significa que la deducción no se hace en consonancia con el contenido del axioma, del principio, de la regla en que se basa la forma dada. El desarrollo de las formas del raciocinio está vinculado a los cambios en el contenido del conocimiento argumentado. Hasta que no fueron establecidos los axiomas de igualdad y no igualdad, comprobados por la práctica, no existía en la ciencia y en el raciocinio la igualdad y la no igualdad matemática; cuando no existía el axioma de la perfecta inducción matemática, tampoco había razonamiento de esta forma. El conocimiento de las relaciones más generales de los fenómenos condiciona la aparición en la vida real de nuevas formas de razonamiento y la precisión, la profundización de algunas tesis, de ciertos axiomas conocidos anteriormente, conduce al perfeccionamiento de sus formas viejas. Las formas que descansan sobre un principio dudoso se emplean con menos frecuencia y acaban desapareciendo. Así, pues, no solo varia el contenido de los razonamientos, sino también su propia forma; esta modificación no se produce porque se anulan unas y se establecen otras, sino porque las viejas formas se complementan con otras nuevas que surgen debido al descubrimiento de nuevas leyes, a la formación de nuevos axiomas verdaderos, de principios y reglas en que se basan, porque se perfeccionan las viejas formas gracias a una mayor precisión del conocimiento en que descansan. El desarrollo de las formas del raciocinio pude ilustrarse con el ejemplo del razonamiento a base de la inducción matemática. Euclides, por ejemplo, no conocía el principio de la inducción matemática. Este principio se formuló claramente por vez primera en el siglo XVII, en el teorema de los coeficientes binominales. Pero solo en el siglo XIX comprendieron los científicos que la inducción matemática era la propiedad fundamental de la serie numérica natural. El razonamiento no puede reducirse al proceso de inferir conocimientos de axiomas. Los axiomas, por si solos, no procuran ningún conocimiento nuevo; para ello es indispensable conocer las relaciones concretas contenidas en las premisas del raciocinio: “Estos enunciados tan pobres de contenido no tienen por si mismos ningún atractivo ni en la matemática ni en ningún otro campo. Para poder avanzar tenemos que añadirles contenidos reales, relaciones y formas espaciales tomadas de cuerpos reales.”69 69

F. Engels. Anti-Dühring. Editorial Grijalbo, S. A., México, D.F. 1964, págs. 26-27

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Los filósofos burgueses y los científicos idealistas procuran demostrar que cualquier rama concreta de la ciencia puede conocerse partiendo de juicios axiomáticos, con ayuda de principios axiomáticos deductivos. Russell, por ejemplo, considera que en las matemáticas puras se parte de unas determinadas reglas deductivas, que constituyen el principio de la lógica formal. “Las matemáticas puras en su totalidad—escribe Russell--, la aritmética, el análisis y la geometría, están construidas sobre las ideas primitivas de la lógica y sus proposiciones se deducen de los axiomas generales de la lógica, es decir, del silogismo y de otras reglas de la deducción”.70 Pero en la realidad no pueden obtenerse conocimiento verídico ni en matemáticas ni en ninguna otra ciencia partiendo de los axiomas únicamente, con ayuda tan solo de la lógica. Así, por ejemplo, para conseguir del axioma que dice “dos magnitudes iguales a una tercera son iguales entre sí” el conocimiento de que a = c precisa, además, el conocimiento concreto de que a = b y b = c. Por ello, el proceso del razonamiento está vinculado al mundo material no solo a través del juicio, que constituye el principio del razonamiento sino a través de las premisas. La veracidad de las premisas juntamente con la corrección del razonamiento constituye la condición imprescindible para obtener en la conclusión un juicio que refleja certeramente la realidad. La forma del razonamiento está vinculada a la práctica, hecho que ya había señalado Hegel. Pero la dialéctica materialista no deduce la práctica del razonamiento, como lo hacía Hegel, sino el razonamiento de la práctica. “Cuando Hegel intenta –escribe Lenin--, incluso a veces se esfuerza y brega por amoldar la actividad racional del hombre a las categorías de la lógica, afirmando que esta actividad es la –conclusión- (Schulb), que el sujeto (el hombre) desempeña el papel de un -miembro- en la –figura- lógica de la –conclusión-, etc., no se trata tan solo de un juego, de un golpe de fuerza. Hay en ello un contenido muy profundo, puramente materialista. Es preciso darle la vuelta: la actividad practica del hombre ha debido conducir la conciencia humana miles de millones de veces a la repetición de diversas figuras lógicas, a fin de que estas figuras pudiesen tener significación de axiomas.”71 El racionamiento es un elemento indispensable del carácter creador del trabajo humano. El trabajo no puede prescindir del razonamiento; el desarrollo del trabajo, de la práctica en general, significa también el desarrollo del razonamiento. El hombre, en el proceso de su actividad laboriosa, teniendo en cuenta las condiciones reales, produce (deduce) cosas y fenómenos que no existen en la naturaleza. Según palabras de Marx el trabajo vivo, al abarcar las cosas, parece que las resucita, que les da vida, las convierte de posibles valores de uso en efectivos. Las cosas existentes como resultado del trabajo (apresadas por el fuego del trabajo) adquieren funciones que están en consonancia con su idea y designación, se consumen racionalmente como elementos para la creación de nuevos productos, de nuevos objetos. En ello radica el carácter creador del trabajo humano, que se distingue radicalmente de la actividad laboriosa de los animales. Pero el proceso de transformación de las cosas, antes de verificarse en la realidad, se realiza en la mente del trabajador, idealmente. La peculiaridad específica del trabajo humano consiste en que el hombre posee en su conciencia, todavía antes de empezar su labor, los resultados de la misma. El hombre, apresa en su intelecto los medios de producción y el proceso de su transformación en producto definitivo del trabajo. El hombre, al manejar los medios de producción libremente, pero no por capricho, transforma especulativamente el objeto del trabajo en el producto que necesita. Este proceso de producción ideal de una cosa nueva con los medios de producción existentes no es ni más ni menos que un razonamiento. En el proceso efectivo de la producción de una cosa nueva, que se realiza con los medios de producción existentes, partimos, lo mismo que en el razonamiento que pretende reproducir en la conciencia el proceso de la producción, de los conocimientos que se poseen, de las imágenes de los 218

70 83-84. 71

Bertrand Russell. Principios matemáticos, Recopilación “Nuevas ideas en matemáticas”. No.1, San Petersburgo, 1913, págs. V.I. Lenin, Obras, t. 38, págs. 181-182.

El razonamiento como forma de aprehensión de nuevos conocimientos.

objetos y fenómenos de la realidad y del propio proceso del trabajo. En la mente del trabajador se verifica un complejo proceso de elaboración de representaciones, de acumulación de experiencias de trabajo y de conocimientos; su intelecto deduce mentalmente la cosa de las condiciones de su existencia. Por ello, todo razonamiento efectivo equivale a pasar de lo conocido a lo desconocido, del conocimiento efectivo a otro nuevo. Vemos, pues, que a esencia del raciocinio radica en la reproducción intelectiva de la cosa fuera de las condiciones de su existencia. El conocimiento de la cosa fuera de las condiciones de existencia de la cosa constituye la premisa del razonamiento; el conocimiento de la cosa nueva proporciona la conclusión, y el conocimiento de los vínculos lógicos de las cosas con las condiciones de su existencia argumenta la posibilidad del propio proceso deductivo, la posibilidad de inferir la cosa de las condiciones de su existencia. Cuando el científico se encuentra con un objeto cualquiera de la naturaleza establece mediante el razonamiento y apoyándose en la experiencia anterior del hombre, en todos los conocimientos de que dispone, los vínculos entre el objeto dado de la naturaleza y las condiciones de su existencia. Todo conocimiento es la reproducción mental de unos fenómenos a base de otros fenómenos; todo descubrimiento científico viene a ser el resultado de raciocinios que se basan en conocimientos ya existentes y otros de reciente adquisición, en fenómenos observados y experimentos realizados. Antes, la sociedad socialista no era más que una representación ideal, reproducida mediante complejísimos razonamientos debido a los conocimientos que se tenían sobre las leyes del desarrollo de la sociedad; más tarde apareció en la realidad gracias a las condiciones de la sociedad capitalista. Este proceso de reproducción mental de la sociedad socialista mediante el raciocinio y gracias al conocimiento de sus condiciones ha contribuido a la aparición real del socialismo partiendo de la sociedad capitalista. La capacidad de razonar, de inferir especulativamente las cosas de las condiciones de su existencia, debido al conocimiento de las leyes de su dinámica, constituye la gran conquista del hombre, pues convierte su actividad laboriosa en una actividad realmente fecunda. El proceso del raciocinio no puede identificarse con el proceso de la actividad laboriosa del hombre, sus premisas con las materias primas, la forma de razonar con el trabajo y la deducción con los productos acabados. Este enfoque vulgar del raciocinio nada tiene que ver con el marxismo. El raciocinio es un proceso que nace de las necesidades de la actividad práctica del hombre. Constituye la condición indispensable para esta actividad. Sin embargo, mientras que la actividad laboriosa constituye un proceso material, el razonamiento lo es ideal; este proceso (como reflejo de la realidad en la conciencia), aunque surge a imagen y semejanza de la actividad material, se diferencia de ella y posee sus propias peculiaridades específicas. La reproducción en el pensamiento de uno u otro fenómeno se diferencia por principio de su reproducción real en la práctica. El proceso de obtención de conocimientos nuevos partiendo de los ya conocidos no es idéntico, ni mucho menos al proceso de obtención de conocimientos nuevos partiendo de los ya conocidos no es idéntico, ni mucho menos, al proceso de obtención de cosas nuevas partiendo de los medios de producción existentes. La actividad práctica, además de exigir y originar el proceso de raciocinio, constituye asimismo el criterio de su veracidad. ¿Se ha deducido correctamente, desde el punto de vista teórico, discursivo, la cosa de las condiciones de su existencia? Solamente puede responder a esta pregunta la práctica, la deducción efectiva, practica, de la cosa partiendo de las condiciones de su existencia. La exactitud de nuestro modo de concebir un fenómeno concreto de la naturaleza se demuestra “reproduciéndolo nosotros mismos, creándolo como resultado de sus mismas condiciones y poniéndolo al servicio de nuestros propios fines”.72 Para resolver si el hombre tiene razón cuando dice que el agua se compone de dos átomos de hidrogeno y un átomo de oxigeno se ha de obtener prácticamente agua de estos dos gases. En la práctica histórico-social los nexos que se forman entre las ideas están en consonancia 72

C. Marx y F. Engels, Obras escogidas, t. II, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952. Pág. 345.

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

con los nexos de las cosas y sus propiedades en el mundo objetivo. La práctica humana, al repetirse múltiples veces, enjuicia nuestro pensamiento, responde a el razonamiento a los vínculos objetivos de los fenómenos. Los nexos, las vías, las formas, las figuras y los pasos correctos del pensamiento humano se afianzan y adquieren categoría de axiomas: los incorrectos, los que no conducen a un conocimiento verídico, los que no están respaldados por la práctica, se rechazan. Las formas del razonamiento, que surge como generalizaciones de la práctica anterior, se comprueban por la práctica sucesiva del hombre. Por la práctica, precisamente, se demuestra la veracidad de los axiomas implícitos en la base de las formas del razonamiento. El desarrollo de la práctica histórico-social conduce al desarrollo y al perfeccionamiento, a la complejidad del proceso del raciocinio. A medida que se desarrolla la actividad de producción humana. Se desarrollan los instrumentos de trabajo, haciéndose más variados y perfectos. Con medios de producción más variados y completos pueden crearse productos más complejos y múltiples. El propio proceso del trabajo se complica más, es decir, se complica la producción de nuevas cosas a base de los medios existentes. Se desarrolla asimismo el proceso de la producción intelectiva, teórica, de la cosa partiendo de los conocimientos existentes, de la experiencia acumulada. Los conocimientos iniciales, que se hacen más exactos y perfectos, permiten formular juicios, hacer deducciones acerca de procesos profundos, de leyes que presiden la naturaleza y la sociedad. Lo mismo que los potentes medios de producción modernos permiten fabricar complejísimos mecanismos, utilizar la energía del núcleo atómico, así también el enorme bagaje de los conocimientos científicos permite al hombre moderno, con ayuda del razonamiento, hacer atrevidas conjeturas, geniales vaticinios sobre fenómenos, acontecimientos y procesos que dominaran y gobernará prácticamente en el futuro.

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El pensamiento científico moderno tiene a su disposición formas de razonamiento que la ciencia de los siglos XVII y XVIII desconocía. Así, por ejemplo, en la física moderna se emplea en gran escala el método de la hipótesis matemática. La aparición de este método fue precedida de un determinado nivel de desarrollo de los conocimientos matemáticos y físicos. Por medio de los razonamientos reproducimos idealmente los procesos que nos son inaccesibles en la práctica directa y observamos su desenvolviendo. Nos convencemos de que el cuadro creado por nosotros es correcto cuando confirmamos experimentalmente algunos eslabones de la compleja cadena de los razonamientos. El razonamiento no solo es un producto de la práctica, sino que provoca, a su vez, la necesidad de la práctica, de los experimentos y las observaciones. El esclarecimiento del lugar que el raciocino ocupa en la actividad practica del hombre permite resolver correctamente el problema de su valor cognoscitivo y la índole del conocimiento deductivo. Numerosos lógicos burgueses consideran el razonamiento, en general, y el silogismo, en particular, como un proceso puramente analítico, que no proporciona, en fin de cuentas, ningún conocimiento nuevo en comparación con las premisas. El razonamiento, dicen, ayuda a esclarecer los conocimientos que se tienen pero no a obtener otros nuevos. Jevons, por ejemplo, escribe: “… el raciocinio no hace más que explicar y desarrollar los conocimientos contenidos en determinadas premisas y en determinados hechos. Ni en el pensamiento deductivo, ni en el inductivo podemos añadir nada a nuestro conocimiento encerrado en sí mismo, que se parece al conocimiento contenido en un libro que no se ha leído o en una carta sellada”.73 El lógico Kantiano ruso O.I. Vvedenski consideraba el raciocinio como un proceso puramente analítico. El vínculo lógico, según el, se regula tan solo por las lees de la contradicción del tercero excluido. La deducción en el silogismo ha de ser idénticas a las premisas, ya que solo puede explicarlas, pero no ampliar el conocimiento contenido en ellas. La teoría analítica del razonamiento se basa en la filosofía idealista y en el apriorismo y, en última instancia, conduce sin remisión al reconocimiento de que los conocimientos innatos existen en la forma de axiomas, reglas y leyes, a la idea, preconizada por 73

S. Jevons. Fundamentos de la ciencia. San Petersburgo, 1881, pág.118.

El razonamiento como forma de aprehensión de nuevos conocimientos.

platón, de que el conocimiento es el recuerdo. Al raciocinio se le reserva el poco envidiable papel de explicar y dar a conocer el contenido de los principios, los axiomas y las definiciones más generales. Al tiempo que se rebaja la significación del raciocinio en el conocimiento, se rebaja el papel creador del pensamiento en general. El razonamiento no sería una fuerza activa, ni contribuiría al trabajo de producir lo nuevo, si se limitase al análisis y a la explicación del contenido de la experiencia directa existente. Entre el conocimiento deducido, fundamental y argumentado del raciocinio existe una unidad y una interdependencia muy complejas. La conclusión, naturalmente, so es arbitraria, pues tiene una base suficiente en las premisas y en el conocimiento que argumenta el paso de las premisas a la conclusión. Por ello es indudable que existe un vínculo, una unidad entre las tesis de partida y la conclusión. La conclusión ha de inferirse de las premisas a base de unos principios y unas reglas determinadas. Pero a la par de esta unidad, hay también diferencias; la novedad, el desarrollo del conocimiento contenido en las premisas. Esta no verdad es evidente en la inducción incompleta, donde la deducción, por analogía, se aplica a los objetos y fenómenos no investigados, donde se establece la existencia en la cosa de un rasgo o una propiedad que no se había establecido en las premisas. Pero resulta menos evidente en la deducción, en otras formas del razonamiento, donde la conclusión se infiere obligatoriamente de las premisas. La novedad de la inferencia en el razonamiento deductivo no está evidente y, según expresión de un lógico extranjero, viene a ser como el acertijo de la princesa Turandot, que es imposible adivinar. En cualquier raciocinio el conocimiento nuevo deriva de las síntesis. En ella se une lo que estuvo desunido antes de la deducción. La ciencia, al hacer la síntesis de los conocimientos que se han obtenido antes en distinto tiempo y por diversos procedimientos, alcanza por medio del raciocinio nuevos conocimientos. Como ejemplo aduciremos los razonamientos de Eratósfenes (276-195 a. n. e.) para determinar la circunferencia de la tierra. Era bien sabido, y no solo por Eratósfenes, que, a principios del verano en Siena, alto Egipto, los rayos del sol iluminan por completo el fondo profundo de un pozo. Esta premisa, por si sola, no guarda ninguna relación directa con la determinación de la circunferencia de la tierra, pero unidad a otras tesis constituye una base para deducir que el sol, sobre Siena, se halla en el cenit en ese tiempo. Sin embargo, este conocimiento está muy lejos aún de establecer la circunferencia de la tierra. Pero si sabemos, además, que, en Alejandría, en este mismo tiempo, el sol se encuentra a 1; 50 del arco de la circunferencia con relación al poniente y que Alejandría y Siena están situadas en un mismo meridiano, aproximadamente, puede concluirse que la distancia entre ambas ciudades es igual a 1/50 del meridiano terrestre. Este nuevo conocimiento, unido al conocimiento de que la distancia entre Siena y Alejandría es igual a 5.000 etapas, establecida por los viajeros, permite determinar la circunferencia de la tierra en 250.000 etapas. Así, pues, Eratósfenes, gracias a la unión y la síntesis de conocimientos obtenidos en diversos tiempos y por diversos procedimientos, averiguo, mediante el razonamiento y al margen de la medición directa lo que antes se desconocía, es decir, obtuvo un conocimiento realmente nuevo. Por consiguiente, la esencia del razonamiento es la síntesis de conocimientos anteriores y no su análisis. Tan solo una síntesis peculiar y reciproca de las diversas premisas con el conocimiento implícito en la base de una u otra forma de raciocinio nos proporciona conocimientos nuevos: el verdadero razonamiento. Los raciocinios directos tienen casi siempre carácter analítico, pero incluso en ellos hay síntesis, pues la deducción se hace de un juicio (premisa) según una regla determinada, es decir, se une el contenido del juicio con el contenido del principio general de una forma determinada de inferencia (conversión, transformación, oposición, etc.) Si el razonamiento no permitiese obtener conocimientos nuevos, jamás podríamos determinar la distancia desde la tierra a otros cuerpos celestes, no conoceremos la composición de las estrellas, no seriamos capaces de resolver el problema de la existencia de la vida en otros planetas, etc, es

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Segunda Parte: Lógica Dialéctica

decir, la ciencia, en general, seria imposible. No se puede pasar del conocimiento de unos factores al conocimiento de otros y del conocimiento de los hechos al conocimiento de las leyes del mundo exterior por medio de raciocinio que no procuran nuevos conocimientos. Cada forma, cada figura del raciocinio expresa el nexo de los general, de lo singular y particular existente en el propio mundo objetivo. Hegel presto una gran atención al vínculo de lo general lo singular y lo particular. Consideraba que todo razonamiento era el nexo de los singular con lo universal a través de lo particular, no por ello la forma universal del raciocinio según Hegel se expresa por la fórmula: (S-P-U) (Singular-Particular-Universal). Junto a la idea de Hegel: “Todas las cosas son razonamiento, algo universal unido con lo singular a través de lo particular”, Lenin puso el signo W. B. Si esta idea de Hegel se interpreta al modo materialista, significa que las propias cosas constituyen la unidad de lo universal con lo singular a través de lo particular y que nuestro pensamiento refleja este vínculo objetivo en forma de conceptos y razonamientos: Marx en la Contribución a la crítica de la economía política muestra como se refleja en el pensamiento el vínculo objetivo de lo general, lo singular y lo particular en los fenómenos de la vida social. La producción se relaciona con el consumo como lo general con lo singular; por eso la producción (lo general) es el consumo (lo singular), ya que el individuo en el proceso de la producción desarrolla sus capacidades y, al mismo tiempo, las consume en el acto de la producción; además, la producción es el consumo de los medios de producción. Pero la producción no solo es consumo, sino que también el consumo (lo singular) es producción (lo general), ya que el consumo marca el objetivo a la producción. “La producción, la distribución, el intercambio y el consumo –escribe Marx—forman de este modo un verdadero silogismo, la producción constituye en él lo universal, la distribución y el intercambio, lo particular y el consumo, lo singular que remata el todo.” Analizando la forma M-D-M. Marx indica que los términos se relacionan de distinto modo con el D. en el primer caso la mercancía se relaciona con el dinero como una mercancía particular con otra universal, y el dinero, a su vez, se relaciona con la segunda mercancía como una mercancía universal con otra singular. “Por consiguiente, la formula M-D-M puede reducirse de un modo lógico abstracto a la forma de silogismo P-U-S, donde lo particular constituye el primer término extremo, lo universal el termino copulativo medio y lo singular el ultimo termino extremo.74” Así, pues, la relación de los conceptos en el razonamiento puede considerarse como el reflejo del vínculo entre lo singular, lo universal y lo particular en los fenómenos de la realidad. Incluso en un silogismo como “Toda las flores son plantas, las ros es una flor, la rosa es una planta”, nos encontramos con el nexo de lo singular (la rosa) con lo general (las plantas) a través de lo particular (la flor). Todo razonamiento refleja el vínculo de lo singular con lo general, y que el conocimiento argumentado se manifiesta siempre como lo general en relación con las premisas y la conclusión.

222 74

C. Marx, Contribución a la crítica de la economía política. Moscú, 1952, pág. 200.

LECTURAS COMPLEMENTARIAS

TERCERA PARTE LECTURAS COMPLEMENTARIAS

1 LEYES DEL DESARROLLO DE LOS CONCEPTOS EN LAS CIENCIAS SOCIALES Y NATURALES G.A. Kursanov

G.A. Kursanov

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LEYES DEL DESARROLLO DE LOS CONCEPTOS EN LAS CIENCIAS SOCIALES Y NATURALES G.A. Kursanov El análisis del desarrollo histórico de los conceptos científicos, desde que hicieron su aparición hasta la actualidad, nos lleva al convencimiento de que las leyes que determinaron la aparición en líneas generales del pensamiento conceptual conservan, en principio, su importancia durante todo el desenvolvimiento ulterior de los conceptos. Un papel decisivo en grado creciente además, continúa desempeñando la práctica histórico-social que, por sí misma, se desarrolla continuamente, se hace cada vez más compleja y multiforme, se enriquece con nuevos factores que surgen a medida que progresan, en última instancia, las fuerzas productivas de la sociedad. Este desarrollo de la práctica, como fuerza motriz rectora de todo el proceso del conocimiento, transcurre en los tres sentidos principales que se dan a continuación. En primer lugar, sobre la base del progreso de las fuerzas productivas se perfecciona y desarrolla continuamente toda la actividad de producción material del hombre, la esfera de la producción material es decisiva en la vida de la sociedad humana. La ampliación y el ahondamiento de esta esfera decisiva de la actividad humana implican la aparición y el desenvolvimiento de nuevas fuerzas productivas, incluido el perfeccionamiento mismo del hombre, el cambio y el desarrollo de los nuevos tipos de relaciones económicas entre las personas, llegando incluso hasta su transformación radical y cualitativa. Este progreso de la actividad de producción material de hombre influye de un modo determinante sobre los demás aspectos de la vida de las personas, y también, lógicamente, sobre la totalidad del proceso del conocimiento humano y sobre el progreso de la ciencia, que a su vez, adquiere importancia cada vez mayor en la vida social del hombre. En segundo lugar, el desarrollo de la práctica social implica, desde el instante en que surge la sociedad de clases, el reforzamiento continuo y el amplio desenvolvimiento de la luchas de clases y ante todo, de la lucha de las masas populares por su liberación, contra la explotación y luego por la creación de una sociedad nueva, socialista y comunista, la práctica social, como actividad y lucha de las masas populares, no sólo ejerce una influencia decisiva sobre el desarrollo de los distintos aspectos del conocimiento del mundo, sino que determina la aparición y el desarrollo de teorías nuevas, de nuevas ramas de la ciencia de nuevas ideas y nociones científicas. Es indudable que el desenvolvimiento mismo de la actividad y la lucha de las masas populares, se produce sobre la base del desenvolvimiento de las relaciones económicas entre las personas, lo que es testimonio del nexo entre las diferentes facetas de la práctica social del hombre en todo el proceso de su desarrollo. En tercer lugar, se perfecciona y progresa incesantemente el experimento científico, como importante instrumento del conocimiento humano. No hay punto de comparación entre los primitivos planteamientos mecánicos de Arquímedes, los experimentos de los alquimistas de la época de Paracelso, y hasta los ensayos de Foucault y Popoy, y los modernos experimentos científicos basados en las técnicas más avanzadas y perfectas de la industria actual, con las que se penetra tanto en los más íntimos y sutiles fenómenos del micromundo en los gigantescos espacios del universo. El brillante desarrollo de las técnicas del experimento moderno no sólo asegura el progreso continuo del conocimiento científico, como uno de sus factores más importantes, sino que modifica también radicalmente el carácter y el contenido de una serie de ramas del conocimiento científico. El lanzamiento de los primeros satélites artificiales de la tierra, la creación de cometas y planetas artificiales, el comienzo del estudio

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Tercera Parte: Lecturas Complementarias

experimental del espacio cósmico, iniciando con los primeros vuelos históricos del hombre en las naves Vostok, todo ello significa una nueva etapa en el conocimiento del mundo y la transformación de la astronomía, de ciencia puramente observativa, en experimental. Es lógico que todo ello determine también la aparición de nuevos conceptos y la correspondiente modificación del contenido de los anteriormente creados, pero que han adquirido un nuevo sentido en el incesante proceso de desarrollo del conocimiento del mundo. El multifacético progreso de la práctica social del hombre asegura que aquélla cumpla su misión como factor del progreso del conocimiento, como fuerza motriz decisiva del proceso cognoscitivo. Al mismo tiempo, el progreso de la práctica social implica el continuo desarrollo de las necesidades del individuo social, que exigen su satisfacción con ayuda de los más diversos medios, entre los que se cuentan los resultados de la actividad cognoscitiva. El conocimiento no existe para el conocimiento, ni la ciencia para la ciencia; la conquista de la verdad se produce en última instancia, no en nombre de esta misma verdad, sino en nombre de los fines prácticos y de los intereses del hombre, para la satisfacción de sus necesidades sociales en desarrollo. En ello consiste el significado y la importancia objetiva de todo el proceso del conocimiento del mundo por el hombre, independientemente del hecho de que se comprenda o se ignore este sentido por parte de ciertos individuos, comprendidos los creadores de las teorías, ideas, conceptos, etc., científicos. Se pone aquí de manifiesto el papel extraordinariamente importante de la práctica como finalidad del conocimiento humano, con la particularidad de que las condiciones históricas y e correspondiente nivel del desarrollo histórico de la sociedad determinan el grado en que la sociedad comprende los fines que, objetivamente, se plantean ante el conocimiento. De ello se deduce que sobre la base de la nueva práctica histórica -precisamente en la época de la construcción socialista y comunista- el hombre plantea ante el conocimiento teórico, consciente y científicamente, fundamentados, tanto los objetivos inmediatos como los estratégicos, que se deducen las necesidades objetivas e históricas del individuo mismo. La gran realidad histórica de la planificación de las investigaciones científicas en las condiciones de la sociedad socialista no sólo expresa el nuevo nivel de desarrollo de la práctica social del hombre, sino también el contenido cualitativamente nuevo de toda la vida social de las personas, cuando el progreso mismo de la sociedad se basa en leyes objetivas, descubiertas científicamente, y en la regulación consciente y planificada del desenvolvimiento económico y social de la sociedad en su conjunto. La unidad de la teoría y la práctica alcanza aquí su expresión suprema. Es indudable que todo ello es un factor nuevo, de importancia decisiva, para el progreso del conocimiento científico del mundo, para la aparición de nuevas teorías y conceptos científicos, para la modificación y el desarrollo profundo de su contenido interno.

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La práctica social de los hombres, en continuo desenvolvimiento, se hace cada vez más compleja, rica y multifacética, se desarrollan y adquieren nuevo contenido todos sus aspectos más importantes, que se manifiestan, en su unidad interna, como el proceso histórico único de la actividad social del individuo. Pero la unidad de todo el proceso de la práctica histórico-social se manifiesta en la acción concreta y determinada de sus aspectos cualitativamente distintos, cada uno de los cuales –bajo la importancia determinante, en última instancia, de la actividad productora -material- ejerce directamente la máxima influencia en las correspondientes facetas del proceso cognoscitivo. De ahí que se estima necesario analizar la manifestación concreta del papel decisivo de la práctica humana en el desarrollo de los conceptos científicos de las ciencias sociales, naturales y matemáticas. Al mismo tiempo, conservan siempre su importancia las leyes determinantes generales en el desarrollo de todas las ramas de los conocimientos humanos en el desarrollo de cada disciplina científica. Pero

Leyes del desarrollo de los conceptos en las ciencias sociales y naturales.

la manifestación de estas leyes generales es distinta en los diversos aspectos del proceso cognoscitivo único, es decir, en las diferentes ramas de la ciencia. Es precisamente este enfoque dialéctico del problema el que consideramos como único correcto, partiendo del contenido mismo del proceso real del conocimiento, de su carácter dialéctico como proceso único y, al mismo tiempo, multifacético. En este sentido, carece de fundamento la concepción neokantiana, con su delimitación de principio y contraposición de las ciencias naturales sociales como matemáticas e ideográficas, cuyas raíces han de ser buscadas en la negación, por la moderna filosofía burguesa, de las leyes objetivas del desarrollo de la sociedad humana. Igualmente, carentes de fundamento son las tendencias de algunos historiadores de las matemáticas a enfrentar en principio los conceptos y categorías matemáticas a todas las demás tesis y formas científicas del conocimiento. Semejantes tendencias implican el elevar a absoluto lo específico de la abstracción matemática y la negación de la esencia gnoseológica única de todas las formas y tipos del conocimiento humano, como proceso único, que determina la acción de los factores económicosociales generales decisivos, y que cuenta con leyes generales principales. El conocimiento y la necesidad, de él derivada, del análisis del carácter específico de los conceptos y categorías matemáticas no implican, ni mucho menos, que se deben elevar a la categoría de absoluto y contraponerlos a los conceptos y categorías de las demás disciplinas científicas, sin mencionar ya el profundo nexo que existe entre las matemáticas y numerosas disciplinas científicas fundamentales, nexo que se hace cada vez más profundo, complejo y multiforme. Pero será también un enfoque simplista, y por tanto erróneo, el nivelar la singularidad cualitativa, lo específico de los distintos aspectos del proceso cognoscitivo y la negación de las peculiaridades de las ciencias sociales y naturales, lo que tiene a veces lugar en trabajos que en modo alguno pueden ser llamados marxistas. El gran principio del carácter concreto de la verdad, formulado por Hegel y elevado a tan gran altura por Lenin, exige necesariamente el análisis de las leyes generales del proceso del conocimiento, en su manifestación concreta y cualitativamente determinada durante el desarrollo de las diversas ramas de saber. Según ha demostrado el breve análisis anteriormente realizado, del proceso de la aparición y de los primeros peldaños del desarrollo del pensamiento conceptual, el papel decisivo de la práctica social no implica en modo alguno la negación del papel activo del raciocinio humano en el saber, el papel activo del propio sujeto cognoscente. Por el contrario, esta labor activa del hombre, como creador de teorías y conceptos científicos se desenvuelve, precisamente, sobre la base de su práctica histórico-social, y en todos los rasgos más importantes viene determinada por ella. En su actividad práctica, el hombre plantea al conocimiento la consecución de ciertos objetivos, determina las tendencias principales en el desarrollo de proceso cognoscitivo, se preocupa de que el proceso del conocimiento cuente con los medios necesarios para su realización. Si en los primeros peldaños del desarrollo social estos objetivos tenían un carácter espontáneo, y a veces confuso e indefinido, a medida que tenía lugar el progreso histórico, el sentido consciente y activo del proceso cognoscitivo se define más cada vez y alcanza su máximo nivel en la planificación del desarrollo del conocimiento científico del mundo. En ello consiste la diferencia fundamental entre la comprensión marxista-leninista del papel activo del raciocinio humano en el saber y la hipóstasis idealista del “yo” subjetivo, que “crea” tanto la ciencia como el mundo, partiendo del “juego libre de las fuerzas

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Tercera Parte: Lecturas Complementarias

espirituales”, de la “tendencia inmanente al conocimiento” o del “principio de la tolerancia”, según el cual “cada uno puede construir su lógica como quiera”, es decir, construir “libre” y arbitrariamente sistemas de conceptos y categorías, la separación metafísica del “yo” que busca el saber y los factores objetivos históricos del desarrollo del conocimiento, así como su elevación al absoluto, llevan, inevitablemente, a la comprensión anticientífica e idealista del proceso de conocimiento, que tiene lugar realmente en todo el conjunto de las relaciones sociales y depende por completo de la acción decisiva de los factores materiales y sociales. El papel activo de la razón en el conocimiento continúa desarrollándose e intensificándose incesantemente, lo que está vinculado, lógicamente, a la manifestación de una ley importante en el progreso del conocimiento: la de la independencia relativa de la ciencia como forma de la conciencia social. En efecto, desde que se hizo su aparición la filosofía como universal del saber, se desarrollan sin cesar aspectos concretos del conocimiento, lo que conduce a la formación de disciplinas científicas aisladas que incluyen toda una serie de categorías y conceptos adecuados. Ya Aristóteles hacía notar que cada ciencia precisa su propio sistema de conceptos y de principios originarios, lo que venía a expresar el nivel del conocimiento del mundo alcanzado por aquel entonces. Conviene señalar que corresponde precisamente a Aristóteles el mérito inmortal de la generalización y sistematización de las distintas ramas del conocimiento, bajo la forma de numerosas disciplinas científicas concretas: la física, la zoología, la botánica, la psicología, la lógica, y la “primera filosofía”. Ello implicaba la creación de un arsenal considerable de elementos y formas lógicas del pensamiento, sin lo que el ulterior progreso del conocimiento, en general y de los conceptos científicos en particular, era ya imposible. La ley más importante en el desarrollo de los conceptos, la sucesión histórica, alcazaba inevitablemente una manifestación cada vez más clara y consecuente. Al mismo tiempo, la existencia de este “artesanal lógico” del conocimiento exigía del mismo raciocinio humano una actividad incomparablemente mayor, el saber utilizar los conocimientos adquiridos, el establecer nexos entre los conceptos, en el desarrollo histórico de cada disciplina científica, y los conceptos de otras ciencias las limítrofes, sobre todo. Son incomparablemente mayores las exigencias que se plantean ante el raciocinio humano en lo que atañe a la definición y formulación rigurosa de los conceptos más importantes, sin lo que resulta inconcebible cualquier sistema científico del saber. Se extiende y hace más compleja esfera en que operan los mismos conceptos en el proceso del pensamiento científico, en que operan los conceptos en el sistema de juicios, silogismos, teorías, hipótesis y demostraciones científicas, históricamente, no es casual, sino lógico, el hecho que, en determinadas etapas del desarrollo del conocimiento, se elabore el órganon lógico del pensamiento, lo que viene a testificar convincentemente la fuerza y la actividad del raciocinio humano y demuestra, simultáneamente, la necesidad de intensificar el papel activo del sujeto en el conocimiento, quien debe estar encauzado y dirigido por las exigencias lógicas del órganon de las ciencias correspondiente a la etapa histórica concreta del conocimiento. Conviene señalar aquí de un modo especial que el hecho mismo de que se plantee la cuestión de elaborar un órganon lógico del pensamiento es testimonio de la existencia de una ley extraordinariamente importante en el desarrollo del conocimiento; de su autonomía relativa y, simultáneamente, de la enorme fuerza activa y creadora del mismo raciocinio humano. Esto fue, precisamente, lo que sucedió en la historia de la ciencia y así se plantea también, en principio, el problema en la actualidad, lo que tiene una gran importancia para comprender la lógica interna del desarrollo de los conceptos científicos, que intervienen como elemento importantísimo en cualquier sistema del saber. 232



El planteamiento del problema acerca de los fundamentos lógicos de la investigación científica

Leyes del desarrollo de los conceptos en las ciencias sociales y naturales.

se produjo siempre en los períodos cruciales del desenvolvimiento de la ciencia, cuando, por una parte, se acumulaba un material rico y multiforme que daba origen a las ideas correspondientes y cuando, por otra, existía la necesidad imperiosa de señalar nuevos caminos al desarrollo fecundo del conocimiento del universo. Es natural que la elaboración positiva de los principios lógicos de la ciencia se produjera siempre en la historia del pensamiento humano sobre la base de las ideas filosóficas progresivas; así sucedió en la Edad Antigua, así ocurrió en la Edad Moderna, esas mismas leyes rigen también en la actualidad. Al mismo tiempo, no hace falta centrar especialmente la atención en las concepciones idealistas y teológicas de la ciencia, puesto que son ajenas a la esfera del conocimiento científico del mundo y se basan en una concepción del mismo. El inigualado Organon del gran Estagirita es un grandioso monumento lógico de la Edad Antigua. El Organon ofrece la cristalización lógica de todo el proceso del saber de su época que en el siglo IV a n. e. llegó a alcanzar sus más altos resultados en la Antigua Grecia, la cual había absorbido los logros más profundos y esplendorosos del progreso de los conocimientos científicos en Egipto, Asiria, Babilonia y la India. Al mismo tiempo, descubiertas por el genio de Aristóteles, adquirieron el significado de cánones en toda investigación científica y en la construcción de sistemas científicos en un futuro de muchos siglos. Por su estructura lógica los Elementos de Euclides, escritos un siglo después, “geometrización”, de las grandes ideas del Organon, o más exactamente, su “variante geométrica”. Como es natural, con una variante parcial no se agota, ni mucho menos, toda la riqueza de las ideas lógicas del Organon. Sin embargo, la inmortalidad de los Elementos del Euclides sirve también para demostrar la inmortalidad del Organon de Aristóteles. La nueva época histórica y el gigantesco impulso alcanzado por el conocimiento científico del mundo condujeron, lógicamente, a la aparición de nuevas idas lógicas y a la tendencia a crear nueva síntesis lógica de la ciencia, el Novum Organum. Ello halló su encarnación tanto en la lógica racionalista de Descartes como en la lógica inductiva de Bacon, a la que, por cierto, no le son extraños los métodos racionales del conocimiento. Desde el punto de vista histórico, parece importante señalar que ambas líneas de la nueva lógica -tanto el racionalismo como el método inductivo- tuvieron su origen fructífero en las ideas del genio científico de Leonardo Vinci. Por una parte, Leonardo desarrolla los principios de la veracidad matemática de la ciencia, que alcanzan la importancia de sus fundamentos lógicos, y, por otra, se precisamente Leonardo quien proclama el principio de la investigación experimental, inductiva, como principio fundamental de las ciencias naturales que niega todos los razonamientos escolásticos como hueros y estériles. De ahí que se pueda decir, con gran fundamento, que tanto Descartes como Bacon derivan de Leonardo en cuanto al desarrollo de sus ideas acerca de los principios lógicos de la ciencia. El Nuevo Organon de Bacon responde a la tentativa de crear un sistema, elaborado en todos sus aspectos, de la lógica de la ciencia de la nueva época. Esto último se pone claramente de manifiesto en las características estimaciones que hace Bacon de su Organon: “gran resurgir de la ciencia”, “verdaderas indicaciones para la interpretación de la naturaleza”, instrumento para la búsqueda de la verdad. El principio lógico interno del Organon de Bacon consiste en la fusión del método racional y de los datos experimentales, lo que conduce a la creación de una lógica nueva, inductiva, como lógica de las ciencias auténticas que garantizan la “verdadera interpretación de la naturaleza”. Esto último no sólo significa la creación de un sistema de experimentos y observación metódicamente realizaron, sino también el descubrimiento de las causas de los fenómenos que se estudian. De ahí también la forma lógica: las tablas de Bacon, generalizadas posteriormente por Mill como métodos especiales

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de la investigación inductiva. Una de las expresiones más claras de todas estas ideas es el aforismo de Bacon: la lógica como arte del descubrimiento puede crecer junto con el descubrimiento mismo. En este aforismo se abarca la idea profunda de la unidad de la lógica y del proceso del conocimiento, que se desarrolló y adquirió nuevo contenido mucho más tarde, en la lógica dialéctica de Hegel. Los grandes principios del Organon de Bacon no fueron aplicados eficientemente en la creación científica del mismo Bacon, quien continuó prisionero de las nociones escolásticas de la filosofía de la naturaleza. El secreto de su Silvia silvarum se descubre a través del prisma de la filosofía de la naturaleza de Aristóteles, con sus imágenes y nociones materialistas ingenuas y, al mismo tiempo, irreales. Los principios de Bacon triunfan con los grandes frutos que las ciencias naturales experimentales alcanzan con los siglos XVII-XVIII, que no sólo son extraños a las generalizaciones teóricas, sino que sin estas últimas resultan inconcebibles. La mecánica de Galileo, las grandes investigaciones y descubrimientos de Newton, los trabajos físicos de Hooke, los resultados obtenidos en astronomía por Herschel, y, en gran parte, las actividades científicas de Lomonósov, todo ello se basa, en última instancia, en los principios de la lógica inductiva del Organon de Bacon, que, en los fructíferos resultados del conocimiento científico de la naturaleza, lograron su verdadera vida e importancia racional. En este aspecto, nos parece extraordinariamente importante el hecho notable que sigue a continuación. Los científicos de esa época formulación conscientemente y se basaron en sus investigaciones en determinados principios lógicos que, en su fundamento, no eran otra cosa que principios de la lógica inductiva. En los principios matemáticos de la filosofía natural de Newton (Philosophiae naturalis principia mathematica) figuran Regulae philosophandi especiales, en las que se formulan los principios y las reglas de las investigaciones científicas fructíferas. Estos principios y reglas están encauzados a investigar las causas de los fenómenos, a la búsqueda de las casusas y las propiedades generales determinantes de los distintos cuerpos de la naturaleza, que permiten darle una expresión matemática y fijar los principios matemáticos de los procesos la naturaleza, que se convierten en principios matemáticos de la filosofía naturalista. Conviene señalar que la hypothesis non fingo newtoniana no está dirigida en modo alguno contra las hipótesis científicas, y sí únicamente contra las hipótesis infundamentadas, apriorísticas, que carecen de base experimental o matemática alguna. En este mismo plano hemos de señalar también el notable trabajo de J. Herschel, Reflexiones sobre el estudio de la filosofía natural, en el que se formulan asimismo una serie de principios y reglas de investigación científica basados en las ideas de Bacon y, en parte, en las reglas de Descartes, que no se deben contraponer simplemente a la inducción.

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En esta misma trayectoria general del desarrollo de los principios lógicos, en su vinculación orgánica con el proceso mismo de la creación científica, se encuentran las ideas de Lobachevski, que condujeron a la aparición de las geometrías no euclidianas y a una nueva etapa de la historia de las matemáticas. La filosofía idealista lanzó la leyenda de que el hecho de que hayan creado geometrías no euclidianas viene a probar, precisamente, la “libertad de elección” y la arbitrariedad en el desarrollo de los teoremas y conceptos matemáticos. Esta leyenda carece por completo de fundamento científico alguno. Al crear su nueva geometría, Lobachevski plantea un problema lógico, basado en el reconocimiento de la primacía del mundo físico objetivo. En primer lugar somete a crítica las tesis iniciales de la geometría de Euclides, desde el punto de vista de su correspondencia o no con la “naturaleza de las cosas”; en segundo lugar, mantiene consecuentemente la idea de que los fundamentos de las matemáticas deben ser “verdades indudables para nosotros, nuestros primeros conceptos acerca de la naturaleza de las cosas” y, precisamente, “éstos han de ser los fundamentos de la geometría”; en tercer lugar, se desarrolla ideas profundas acerca del nexo de las propiedades geométricas de los

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cuerpos naturales con sus propiedades físicas y se anticipa a algunos de los importantes, resultados de la teoría de la relatividad, basados lógicamente en este importantísimo principio cognoscitivo. No cabe la menor duda de que para la creación de las geometrías no euclidianas tuvo una enorme importancia la exigencia de la lógica interna del desarrollo de las mismas matemáticas: resolver la contradicción, surgida históricamente entre el postulado v y los demás postulados y axiomas de la geometría de Euclides, o, citando a Lobachevski, se hacía necesario tapar “la brecha lógica” en las líneas paralelas. Pero este aspecto, propiamente lógico, no excluye, sino que prevé la primacía de aquellos fundamentos de la ciencia que vienen determinados por su “correspondencia con la naturaleza de las cosas”. Todo ello demuestra claramente la falta de fundamento de las naciones kantianas acerca del apriorismo de los conceptos geométricos que se derivan del reconocimiento del apriorismo del espacio y de la posibilidad de la “metafísica pura”. Al mismo tiempo, ello demuestra las enormes posibilidades creadoras del raciocinio humano en la creación y construcción de nuevos sistemas científicos, haciendo uso de los necesarios nexos y relaciones lógicas entre los antiguos y los nuevos conceptos. En el caso que se considera, se trata de la naturaleza de los conceptos geométricos y fue aquí especialmente importante el nuevo concepto de las paralelas, fundamento lógico de las nuevas geometrías, no euclidianas. Históricamente, la siguiente etapa en el desarrollo del “organon lógico de las ciencias” reside en el pensamiento de la tarea de crear un órgano nuevo, dialéctico, basado en su totalidad en la lógica dialéctica y en el que culmine el desarrollo de las ideas lógicas en el pensamiento mundial filosófico y científico. Hemos de señalar aquí las grandes idas de Hegel, quien, por vez primera en la historia de la filosofía mundial, elaboró una lógica dialéctica y creó de este modo un órganon dialéctico en el “imperio lógico de la mente pura”. Esto último no permite adoptar en la forma dada en sistema del “órganon” hegeliano, lo que, sin embargo, no resta en modo alguno importancia a sus ideas de la lógica dialéctica. Pero la construcción en la época actual de un nuevo órganon lógico exige que se generalicen los logros supremos del conocimiento científico del mundo, que se generalice la historia del conocimiento del mundo y en particular las grandes conquistas de la ciencia moderna, que ponen al descubierto profunda y dialécticamente la dialéctica objetiva de la realidad material. Este órganon podría denominarse, según ha propuesto el filósofo rumano A. Joja, Novum Organum Dialecticum. Podemos aquí señalar, en sus rasgos más generales, en qué ha de basarse la creación de este órganon, lo que desde el punto de vista creador es tarea de toda una generación científica. La construcción del Novum Organum Dialecticum, nuevo testimonio del colosal poder creador del raciocinio humano, se basa en los principios determinantes de la teoría del conocimiento del materialismo dialéctico. Por eso, naturalmente, hay que comenzar por el papel decisivo de la práctica, claro está que, en su sentido más amplio, universal.

I. El principio que sirve de punto de partida a la construcción de los sistemas científicos es el reconocimiento del papel determinante de la práctica -en toda la diversidad de sus facetas y manifestaciones-, en el conocimiento científico: a) como fundamento y fuerza motriz del conocimiento; b) como finalidad principal del proceso del conocimiento; c) como criterio único de la verdad objetiva del conocimiento.



II. La esencia de todas las tesis teóricas de los sistemas científicos viene determinada por el reflejo en ellas de las propiedades, vínculos y relaciones de las cosas del mundo material. El panorama científico del mundo lo crea el hombre como objeto que busca el conocimiento, pero no a priori, no como resultado del “libre juego de las fuerzas espirituales”, sino como

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consecuencia del reflejo, objetivamente cierto, en su conciencia de las leyes y propiedades de la materia en continuo movimiento.



III. El sistema científico es un nexo de ideas, principios, conceptos y categorías, armónico y en gradual desarrollo, que ofrecen la expresión concentrada de las propiedades, rasgos y relaciones esenciales de los objetos materiales y que, en última instancia reflejan las necesidades de la práctica humana.



IV. El sistema científico posee la diversidad de los nexos lógicos internos de todos los componentes teóricos: de los conceptos, de los juicios, de los silogismos, de las demostraciones y de las demás formas lógicas. Las diversas formas y tipos de estos nexos lógicos han de ser analizados especialmente en la lógica de la ciencia.



V. Los sistemas científicos creados por el hombre no pueden ser considerados como herméticos y perfectos, son siempre la expresión de una etapa histórica concreta del conocimiento de la materia infinita y en eterno desarrollo. De ahí que la tarea más importante del análisis lógico de la ciencia sea el poner de manifiesto la esencia dialéctica de los sistemas científicos y el descubrimiento de las sendas del progreso del conocimiento científico del mundo. Consideramos esta tesis extraordinariamente importante, ya que expresa directamente la acción de la ley que se analiza y el desarrollo del conocimiento científico del mundo transcurre de acuerdo con la lógica interna, inmanente, que el nexo histórico y lógico de los conceptos, teorías e ideas en la dinámica general del complejo y contradicción proceso cognoscitivo. La acción de esta ley viene determinada en última instancia. Según se ha señalado más de una vez, por todo el conjunto de las relaciones sociales y la importancia decisiva de la práctica histórico social del hombre, tomada en toda la diversidad de sus diferentes aspectos.

Todas estas importantísimas tesis, basadas en los principios de la teoría del conocimiento del materialismo dialéctico, permiten enfocar del único modo correcto la comprensión de las leyes del desarrollo de los conceptos científicos, como elementos determinantes en el sistema de las distintas disciplinas científicas que expresan los diversos aspectos del proceso cognoscitivo único. Todos los conceptos científicos, al igual que las demás formas lógicas del pensamiento humano, son el resultado de la repetición, billones de veces en la práctica del hombre, de las propiedades objetivas del mundo material. Los conceptos y categorías más importantes, creadas por el hombre en el proceso del desarrollo de los conocimientos, reflejan aspectos aislados, etapas necesarias en el desenvolvimiento del mismo mundo material, en el progreso de la práctica humana. De ahí que se conviertan en jalones necesarios en la senda de la cognición, en puntos del conocimiento. Lenin dice que los conceptos y las categorías son “jalones de separación, o dicho de otro modo, del conocimiento del mundo, los puntos nodales de una malla (de fenómenos naturales. (N. del T.) que ayudan a conocer la naturaleza y a dominar” Lenin subraya que estas circunstancias del conocimiento, estos puntos nodales, no son otra cosa que la expresión generalizada y concentrada de la práctica humana. Los puntos nodales en la dinámica del conocimiento son “La práctica del hombre y la historia humana”. La totalidad del proceso del conocimiento del mundo es una serie continua de conceptos y categorías importantísimas como puntos nodales del conocimiento. Los conceptos se manifiestan en el proceso del conocimiento como “estimaciones de aspectos aislados, de “ráfagas” aisladas…” en la corriente general del conocimiento del mundo. Al mismo tiempo, cada punto nodal del conocimiento, cada concepto, es la expresión generalizada y concreta de todo el desarrollo precedente de la práctica humana y del conocimiento, no sólo como resumen del estadio precedente, sino también como necesarias gradaciones cualitativas

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de todo el desarrollo ulterior del conocimiento. Aquí se ve también claramente la sucesión histórica en el desarrollo de los conceptos. Las nociones científicas se crean y desarrollan directamente en las disciplinas científicas correspondientes: las matemáticas, la física, la economía política, etc. La lógica marxista debe descubrir, pues, el contenido de los conceptos apegándose en el correspondiente material científico, sobre la base de las conquistas supremas de la ciencia. En contraposición a la filosofía y a la lógica idealistas burguesas, enemigas de la ciencia, enemigas del conocimiento científico del mundo, la filosofía y la lógica marxistas se basan en los más altos logros de la ciencia, en el profundo conocimiento de las leyes objetivas del mundo material, la lógica marxista es la expresión concentrada de todo el proceso histórico del desarrollo de los conocimientos humanos, determinado por las necesidades y el desenvolvimiento de los multiformes aspectos de la práctica del hombre. Dice Lenin que la “lógica es… el balance, el conjunto, la conclusión de la historia del conocimiento del mundo” y a continuación, está de acuerdo con Hegel en que lo lógico es el “Balance de la experiencia de las ciencias”. Al poner de manifiesto la unidad de la lógica dialéctica y del conocimiento científico, Lenin menciona en su famoso cuadro aquellas disciplinas científicas que, ante todo, determinan el contenido de los conceptos y categorías lógicas, a saber, la historia por separado, la historia de las diversas ciencias por separado, la historia del leguaje, de la psicología, etc., es decir, toda la rama del saber, sólo bajo esta condición, las formas y categorías lógicas se saturan de contenido objetivo del conocimiento del mundo, sólo sobre la base de las conquistas históricas de la ciencia, verificadas y confirmadas en la práctica, adquieren un sentido Los verdaderos conceptos científicos se crearon durante el proceso de la prolongada y ardua trayectoria del desarrollo de los conocimientos. Fueron siempre fruto del profundo estudio de las propiedades y relaciones de los correspondientes objetos materiales, y únicamente en determinada etapa del progreso de la ciencia, el genio creador del hombre formuló los conceptos más importantes, que permitían, a su vez, penetrar aún más profundamente en el mundo material infinitamente complejo. Este proceso del desarrollo de los conceptos científicos responde al de la modificación de su contenido. El contenido de los conceptos viene completamente determinado por el contenido, es decir, por las propiedades y los rasgos, por el carácter de los vínculos y relaciones de las mismas cosas materiales, por el propio mundo material en desarrollo. Desde el aspecto gnoseológico propiamente dicho, la cuestión del contenido del concepto de su cambio y desarrollo en el proceso del conocimiento del mundo por hombre es un problema de correlación de forma y contenido en el conocimiento. Su resolución de principio en la teoría del conocimiento y de la lógica viene totalmente determinada por el carácter correspondiente de la concepción filosófica del mundo. En sus cuadernos filosóficos, Lenin manifiesta acerbamente en contra de la lógica idealista y de su separación metafísica entre la forma y el contenido de conocimiento, fustiga implacablemente y pone al descubierto el vacío y la falta de contenido de sus conceptos y categorías. La lógica idealista y metafísica-formal eleva el absoluto las formas del conocimiento, las transforma en dogmas muertos, privados de contenido. Los conceptos actúan como forma y esencias absolutamente ideales, carentes de todo contenido real, desligados de las cosas materiales. Señala Lenin: que las formas lógicas sin contenido “son todte Formen… “incapaces de acabar la verdad”. Aquí, la forma negativa y abstracta del concepto se contrapone a su naturaleza real, a la naturaleza de los conceptos sustanciales, saturados

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del contenido de las mismas cosas materiales. Pero en la lógica idealista no sólo está presente la negación general de la dependencia del contenido del concepto respecto del contenido de las cosas materiales, sino la tergiversación y suplantación de este último por el “contenido”, subjetivo y arbitrario, del mismo conocimiento abstracto. A partir, cuanto menos, de Kant, se inicia el desarrollo del apriorismo de las formas del conocimiento, propagado en la moderna gnoseología y filosofía burguesa de las matemáticas. Las formas cognoscitivas se saturan a priori de un contenido que las envuelve en una razón mental, independientemente del contenido de las cosas materiales. Este contenido se manifiesta como ideal y subjetivo y, en última instancia transforma las formas cognoscitivas en esquemas muertos, desprovistos de contenido real, por lo que pierden su significado cognoscitivo. La lógica del idealismo trascendental y del “realismo” trascendental –dos caras de una misma medalla—satura los conceptos con un contenido inmanente al conocimiento mismo, mientras que éste, a su vez, es el conocimiento de la esencia ideal de las cosas, por lo que el contenido de los conceptos viene determinado por el contenido ideal de la conciencia misma (con la que, como es natural, se determina también la esencia ideal de las cosas). La lógica idealista objetiva –la lógica hegeliana, el husserlianismo, las modernas tendencias neorrealistas, todas las variedades de la llamada lógica “substancial” o “de las cosas” –deduce el contenido de las formas cognoscitivas de ellas mismas, como esencias ideales que existen objetivamente y que forman un mundo especial, transcendente respecto de las cosas reales. Este mundo ideal lo construye la conciencia humana mediante la objetivación e hipótesis artificiales de las formas cognoscitivas, creadas por el mismo sujeto cognoscente. Ahí está el punto lógico de fusión de los puntos de vista idealista subjetivos e idealistas- objetivos, y, en ambos casos, el contenido de los conceptos viene determinado por la conciencia misma, por el propio sujeto cognoscente, fuera y al margen del contenido objetivo de las cosas materiales. En todas las tentativas de determinar el contenido de las formas cognoscitivas independientemente del contenido del mundo material, hay inevitablemente un círculo lógico bajo una y otra forma, ya que, al mismo tiempo, es siempre necesario deducir el contenido de la conciencia -en sus distintas formas cognoscitivas- de su propia esencia ideal. La gnoseología marxista resuelve el problema del contenido de los conceptos como formas del conocimiento desde posiciones radicalmente opuestas; su solución se basa, al igual que en todas las cuestiones de lógica y de la teoría del conocimiento, en la teoría del reflejo. El contenido es el factor determinante, él prescribe la forma, y el conocimiento como forma viene determinado por la existencia como su contenido, por lo que el contenido de las formas cognoscitivas está condicionado al contenido de la existencia material. Lenin desarrolla esta idea en su aplicación a todos los conceptos y categorías lógicas. Señala que las formas subjetivas, cognoscitivas –conceptos, juicios, etc---, deben estar saturadas con el contenido de las cosas materiales. Únicamente bajo esta condición adquieren un significado real como conceptos científicos. De ahí lo principal que de ello deduce; el progreso de los conceptos científicos, que significan al desarrollo y la modificación de su contenido responde al reflejo del proceso continuo y complejo del desenvolvimiento de la misma realidad material, de su contradictorio contenido.

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El punto de vista opuesto -el apriorismo Kantiano, por ejemplo- conduce a la negación de la dinámica de los conceptos, transformados aquí en abstracciones hueras y muertas. En efecto, “en Kant -dice Lenin- la abstracción vacía de la cosa en si en lugar del Gang, Bewegung vivo los conocimientos nuestros de las cosas son más y más profundos”. Sobre la base del desarrollo profundo y multilateral de la práctica social del hombre tiene lugar incesantemente el desenvolvimiento de todo el proceso de conocimiento del mundo, en este proceso en desarrollo, el conocimiento científico, incluidos

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los conceptos teóricos, avanza de acuerdo con las leyes internas, determinadas también, en última instancia, por la influencia decisiva de todo el conjunto de los factores sociales; este movimiento de las formas del conocimiento humano responde al cambio y desarrollo de su contenido como reflejo del contenido continuamente variable del mundo material infinito; finalmente, en todo este proceso se pone de manifiesto la importancia creadora de la labor activa del mismo sujeto cognoscente, que expresa el papel dinámico de la razón humana en el conocimiento. Basándonos en las tesis teóricas generales que se acaban de enunciar pasaremos a analizar las leyes de desarrollo de los conceptos de las ciencias sociales, naturales y matemáticas.

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2 HISTORIA DE LA LÓGICA DIALÉCTICA Spirkin A.C.

Spirkin A.C. Materialismo Dialéctico y Lógica Dialéctica Editorial Grijalbo S. A. México D. F 1969 Colección 70, Número 53

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HISTORIA DE LA LÓGICA DIALÉCTICA Spirkin A.C. El pensamiento dialéctico es de un origen antiquísimo. Ya el pensamiento primitivo se hallaba presidido por la conciencia del desarrollo, de la dialéctica. La filosofía del Oriente antiguo y la de Grecia crearon modelos no superados de teorías dialécticas. La dialéctica griega, basada en la percepción sensorial viva del cosmos material, va desde sus primeras manifestaciones formuló toda la realidad como algo en proceso de formación, como algo que incluye contrarios en su seno, como algo que se mueve eternamente y tiene existencia en sí. Todos los filósofos en absoluto del primer periodo de la época clásica griega mantenían el carácter general y eterno del movimiento al mismo tiempo que se representaban el cosmos como un todo perfecto y hermoso en forma de algo eterno y que permanece en reposo. Era la dialéctica universal del movimiento y del reposo. Los primeros filósofos clásicos griegos enseñaban también la mutabilidad general de las cosas como resultado de la transformación de un elemento fundamental (tierra, agua, aire, fuego y éter) en otro. Era la dialéctica universal de la identidad y la diferencia. Siguiendo adelante, todos los primeros filósofos clásicos griegos concebían el ser como materia sensorialmente percibida, viendo en ella unas u otras leyes. Los números de los pitagóricos, por lo menos en la época inicial, son completamente inseparables de los cuerpos. El logos de Heráclito es el fuego mundial que se enciende y se apaga rítmicamente. El pensamiento en Diógenes de Apolonia es el aire. Los átomos de Leucipo y Demócrito son cuerpos geométricos, eternos e indestructibles, que no están sujetos a ningún cambio, pero de ellos se compone la metería percibida sensorial. Toda la primera filosofía clásica griega enseña la identidad, la eternidad y el tiempo: todo lo eterno transcurre en el tiempo, y todo lo temporal contiene en si una base eterna, de donde se deriva la teoría de la rotación eterna de la materia. Todo ha sido creado por los dioses; pero los propios dioses no son sino la generalización de los elementos materiales, de tal modo que en última instancia, el cosmos no fue creado por nadie ni por nada, sino que surgió por sí mismo y surge constantemente en su existencia eterna. Así, ya en los primeros tiempos de la filosofía clásica griega (siglo VI y V a. de n. e.) se meditaba sobre las categorías fundamentales de la lógica dialéctica, aunque, bajo el imperio del materialismo espontaneo, permanecía lejos del sistema de estas categorías y de la separación de la lógica dialéctica como una ciencia especial. Heráclito y otros filósofos de la naturaleza dieron las formulas del devenir eterno como unidad de contrarios. Aristóteles consideraba como primer dialéctico al eleata Zenón (A. 1.9.10, Diels). Precisamente los eleatas fueron los primeros en enfrentar netamente la unidad y la multiplicidad, o el mundo concebido o el mundo sensorial. Sobre la base de la filosofía de Heráclito y de los eleatas, en un ambiente de creciente subjetivismo, en Grecia, surgió como algo lógico la dialéctica puramente negativa de los sofistas, los cuales en la mutación constante de cosas eternas y de conceptos veían la relatividad del saber humano y reducían la lógica dialéctica hasta un nihilismo completo, del que tampoco se salvaba la moral. Por lo demás, conclusiones de la dialéctica para la vida sacaba ya Zenón (A. 9. 13). En este ambiente es como Xenofonte presenta a su Sócrates, el cual trata de dar la doctrina de los conceptos puros, pero sin el relativismo sofista, buscando en ellos los elementos más generales, dividiéndolos en géneros y especies, sacando de ahí obligatoriamente conclusiones morales y valiéndose del método del dialogo: “La propia palabra decía, tuvo su origen

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en que los hombres, al cambiar opiniones en las asambleas, dividen los objetos en géneros…” (Memor. IV 5, 12). En ningún caso hay que reducir el papel de los sofistas y de Sócrates en la historia de la lógica dialéctica excesivamente ontológica de los primeros clásicos, condujeron a un vertiginoso movimiento del pensamiento humano con sus contradicciones eternas, con sus incansables búsquedas de la verdad en una atmosfera de encarnizadas disputas en persecución de categorías del pensamiento cada vez más sutiles y exactas. Este espíritu de la heurística y la teoría de preguntas y respuestas de la dialéctica comenzó desde entonces a penetrar en toda la filosofía antigua y en toda la lógica dialéctica que le era propia. Este espíritu emana de los diálogos de Platón, con su intensa actividad pensante, de las diferencias de Aristóteles, de la lógica formalista de los estoicos e incluso de los neoplatónicos, los cuales, como toda su inspiración mística, penetraban hasta el fondo de la heurística, en la dialéctica de las categorías más sutiles, en la interpretación de la vieja y sencilla mitología, en la sistemática rebuscada de todas las categorías lógicas, sin los sofistas y sin Sócrates no se puede concebir la lógica dialéctica antigua ni siquiera allí donde no tiene nada de común con ellos por su contenido. El griego era un hombre siempre dispuesto a hablar, a discutir, un equilibrista de la palabra. Así era su lógica dialéctica, surgida sobre la sofística y el método socrático del diálogo dialéctico. Prosiguiendo el pensamiento de su maestro e interpretando el mundo de los conceptos o ideas como una realidad especial independiente, Platón entendía por dialéctica no solo la división de los conceptos en géneros netamente diferenciados (Soph. 253 D y sig.) y no solo la búsqueda de la verdad con ayuda de preguntas y respuestas (Crat. 390 C), sino también “el conocimiento de lo relativamente existente y de los verdaderamente existente” (Phileb. 58 A). Esto creía posible alcanzarlo solo con ayuda de la reducción de las partes contradictorias en lo integral y común (R. P. VII 537 C). Magníficos modelos de este género de lógica dialéctica idealista antigua tenemos en los diálogos de Platón Sofista y Parménides. En el primero de ellos encontramos precisamente la dialéctica de las cinco categorías dialécticas fundamentales: movimiento, reposo, diferencia, identidad y ser, como resultado de lo cual este último es interpretado por Platón como la separación coordenada que se contradice por si misma activamente. Cualquier cosa es idéntica a sí misma y a todas las demás, y diferente a sí misma y a todas las demás, y también en estado de reposo y movimiento por sí misma y con relación a todo lo demás. En Parménides esta lógica dialéctica es llevada al grado máximo de detalle, de sutileza y sistematización. En un principio se da la dialéctica de lo único como unidad absoluta e inseparable, y luego la dialéctica del todo único- separado tanto en relación a si mismo como en relación a todo lo demás de lo cual depende. Las reflexiones de Platón sobre las distintas categorías de la lógica dialéctica aparecen en todas sus obras; podemos indicar si quiera sea la dialéctica del devenir puro (Tim. 47 E-53 C) o la dialéctica de la unidad cósmica, que se encuentra por encima de la unidad de las distintas cosas en su conjunto, y también por encima de la propia oposición del sujeto y el objeto (R. P VI, 505 A5511 A). No en vano Diógenes Laercio (III, 56) consideraba que el inventor de la dialéctica había sido Platón.

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Aristóteles, que insertaba las ideas platónicas dentro del marco de la propia materia, convirtiéndolas así en formas de las cosas, y que además incorporaba aquí la teoría de la potencia y la energía (lo mismo que algunas otras teorías análogas) elevo la lógica dialéctica hasta su nivel más

Historia de la lógica dialéctica.

elevado, si bien este apartado de la filosofía no lo llama lógica dialéctica, sino “primera filosofía”. El término de “lógica” lo conserva para la lógica formal, y por “dialéctica” entiende la doctrina de los juicios y conclusiones probables o apariencias (Anal. Prior 11, 24* 22 y otros lugares). La significación de Aristóteles en la historia de la lógica dialéctica es inmensa, su doctrina de los cuatro principios -material, formal (más exactamente, de sentido, eidético), motriz y de finalidades interpretada de tal modo que todos estos cuatro principios existen en cada cosa completamente separados e idénticos con la propia cosa. Desde el punto de vista moderno se trata, sin duda, de la unidad de los contrarios por mucho que Aristóteles llevase a primer plano la ley de la contradicción (más exactamente, la ley de la no contradicción) lo mismo en el ser que en la conciencia. La teoría de Aristóteles acerca de la fuerza motriz primaria que piensa por sí misma, es decir, que es para sí sujeto y objeto, no es sino un fragmento de la misma lógica dialéctica. Cierto, Aristóteles examina sus famosas diez categorías por separado y de manera puramente descriptiva. Pero en su “primera filosofía” todas estas categorías son interpretadas con un criterio bastante dialéctico. Finalmente, no se puede rebajar la circunstancia de que el mismo llama dialéctica al sistema de conclusiones en la región de las hipótesis probables. Aquí, en todo caso, Aristóteles da la dialéctica de la formación, por cuanto la propia probabilidad solo es posible en el campo de la formación. Lenin dice: “La lógica de Aristóteles es petición, búsqueda, acceso a la lógica de Hegel, y de ella, de la lógica de Aristóteles (que, por doquier, a cada paso, plantea precisamente la cuestión de la dialéctica), han prescindido de todas las búsquedas, fluctuaciones y métodos de planteamiento de los problemas” (obras, t. 38, pág. 366.) En los estoicos, “solo el sabio es dialéctico”, la dialéctica es definida por ellos como “la ciencia de dialogar acertadamente acerca de los juicios por medio de preguntas y respuestas” y como “ciencia de lo verdadero, lo falso y lo neutral”. Si consideramos que en los estoicos la lógica se dividía en dialéctica y retórica, su concepción de la lógica dialéctica no era ontológica en absoluto. Contrariamente a esto, los epicúreos entendían la lógica dialéctica como “canónica”, es decir, de manera ontológica y materialista (Diog, L. x 30). No obstante, si tomamos en consideración no la terminología de los estoicos, sino su doctrina real del ser, en lo fundamental nos encontramos con la cosmología de Heráclito, es decir, con la doctrina de la eterna formación y de a transformación reciproca de los elementos, la doctrina del logos-fuego, de la jerarquía material del cosmos, y la diferencia principal de Heráclito se presenta en la teleología insistentemente aplicada. De este modo, en la doctrina del ser de los estoicos también encontramos no solo materialistas, sino partidarios de la lógica dialéctica. La línea de Demócrito-Epicuro-Lucrecio tampoco se puede entender en modo alguno de una manera mecanicista. La aparición en ellos de cada cosa partiendo de los átomos es también un salto dialéctico, por cuanto cada cosa posee una cualidad que la diferencia por completo de los átomos de los cuales procede. Se conoce también la equiparación antigua de los átomos a las letras: la cosa integral viene de los átomos de la misma manera como la tragedia y la comedia surgen de las letras. Está claro que los atomistas concebían aquí la dialéctica del todo y de las partes. En los últimos siglos de la filosofía antigua, la dialéctica de platón adquirió particular desarrollo. Plotino tiene un tratado especial sobre la dialéctica (Ennead. 1 3); y conforme el platonismo se va desarrollando hasta fines del mundo antiguo, tanto más sutil, escrupulosa y escolástica se hace la lógica dialéctica. La jerarquía neoplatónica fundamental del ser es completamente dialéctica: lo único, que es la unidad absoluta de todo lo existente, que funde en si todos los sujetos y objetos y que por ello es inseparable en sí; la separación numérica de este único; el complemento cualitativo de estos primeros

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números, que representa la identidad del sujeto universal y del objeto universal (tomada de Aristóteles) o mundo de las ideas; el paso de estas ideas a la formación, que es la fuerza motriz del cosmos o alma mundial, o cosmos; y, finalmente, la reducción gradual en su contenido de sentido de la esfera cósmica, empezando por el cielo y acabado en la tierra. En el neoplatonismo es también dialéctica la doctrina misma de la gradual y constante efusión y división del único inicial, es decir, lo que en la filosofía antigua y medieval se suele llamar emanacionismo (Plotino, Porfirio, Yámblico, Proclo y otros muchos filósofos de los siglos III a VI). Aquí nos encontramos con un sin fín de concepciones dialécticas productivas, pero todas ellas, debido al carácter específico de la época, son presentadas a menudo en forma de reflexiones místicas y de una sistemática escrupulosamente escolástica. Dialécticamente tiene valor, por ejemplo, la concepción del desdoblamiento de lo único, el reflejo recíproco del sujeto y el objeto en el conocimiento, la doctrina de la movilidad eterna del cosmos, de la formación pura, etc. Como resumen de la lógica dialéctica antigua, hay que decir que en ella fueron meditadas casi todas las categorías principales de esta ciencia sobre la base de la relación consciente hacia el elemento de la formación. Pero ni el idealismo ni el materialismo de la antigüedad pudieron hacer frente a esta tarea debido a su espíritu contemplativo, a la fusión de a idea y la materia en unos casos y a la separación de las mismas en otros; debido a la primacía de la mitología religiosa en unos casos y al relativismo ilustrador en otros; debido a la débil conciencia de las categorías como reflejo de la realidad y a la incapacidad constante para comprender la acción creadora del pensamiento sobre la realidad. En medida considerable esto se refiere también a la filosófica medieval, en la que la mitología anterior fue sustituida por otra mitología, aunque también aquí la lógica dialéctica seguía trabada por un ontologismo demasiado ciego. El predominio de las religiones monoteístas en la Edad Media desplazó a la lógica dialéctica al campo de la teología, utilizando a Aristóteles y el neoplatonismo para crear la doctrina escolástica del absoluto personal. En el sentido del desarrollo de la lógica dialéctica esto era un paso adelante, ya que la conciencia filosófica se acostumbraba gradualmente a sentir su propia fuerza, aunque fuese surgida de lo absoluto interpretado con un criterio personalista. La doctrina cristiana de la trinidad (por ejemplo, en los capadocios Basilio el Grande, Gregorio Nazianzin, Gregorio Nisski y, en general, en numerosos padres y maestros de la iglesia, por ejemplo, San Agustín) y la doctrina árabe-judía del absoluto social (por ejemplo, en Ibn Roshd y la Kabbala) se construían preferentemente según los métodos de la lógica dialéctica. El símbolo de la fe, afirmado en los dos primeros concilios universales (325 y 381) proclamaba la substancia divina expresada en tres personas con la identidad completa de esta substancia y de estas tres personas y con su completa diferencia, y también con el desarrollo independiente de las mismas personas: el seno inicial del movimiento eterno (el padre) la ley desmembrada de este movimiento (el hijo o Dios-verbo) y la eterna formación creadora de esta ley inmóvil (espíritu santo). En la ciencia hace ya tiempo que se ha puesto en claro el vínculo de esta concepción con la lógica dialéctica de Platón y Aristóteles, de los estoicos y del neoplatonismo. Donde más profundamente se encuentra expresada esta lógica dialéctica es en el tratado de Proclo Elementos de teología y en las llamadas Areopagiticas, que constituyen una compilación cristiana del proclismo y tuvieron gran significación en toda la lógica dialéctica medieval.

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Esta lógica dialéctica, basada en el pensamiento religioso-místico, llegó hasta Nicolás de Cusa, quien construyó su doctrina precisamente sobre la base de Proclo y las areopagiticas. Tales son las teorías de Nicolás de Cusa sobre la identidad del saber y el no saber, sobre la coincidencia

Historia de la lógica dialéctica.

del máximo y el mínimo, sobre el movimiento eterno, sobre la estructura trinitaria de la eternidad, sobre la identidad del triángulo, el círculo y la esfera en la teoría de la divinidad, sobre la coincidencia de los contrarios, sobre cualquiera en cualquiera, sobre la reducción y el desenvolvimiento del cero absoluto, etc. Además, en Nicolás de Cusa el neoplatonismo antiguo y medieval se junta a las ideas de los primeros gérmenes del análisis matemático, ya que en el concepto de lo absoluto se pone la ideal de la formación eterna, y el propio absoluto empieza a entenderse como integral peculiar y que lo abarca todo o, en dependencia del punto de vista, como diferencial. En él figuran, por ejemplo, conceptos tales como ser posibilidad (posse-fieri). Esto es el concepto de eternidad como formación eterna, como posibilidad eterna de todo lo nuevo y de lo nuevo que es su auténtico ser. De este modo, el principio infinitesimal, es decir, de lo infinitamente pequeño, determina la característica del ser del propio absoluto. Tal es también, por ejemplo, su concepto de possest, es decir de posse est, o concepto de potencia eterna que engendra todo lo nuevo, de tal suerte que esta potencia es el último ser. Aquí, la lógica dialéctica con un matiz infinitesimal se convierte en una concepción muy neta. Con relación a esto hay que recordar a Giordano Bruno, panteísta a la manera de Heráclito y materialista prespinoziano, que también enseñó la unidad de los contrarios, la identidad del mínimo y el máximo (comprendiendo este mínimo también de manera semejante a la teoría del infinitamente pequeño que entonces aparecía), la infinitud del Universo (interpretando de un modo completamente dialéctico que su centro se encuentra en todos los sitios, en cualquiera de sus puntos), etc. Filósofos como Nicolás de Cusa y Giordano Bruno seguían aún hablando de la divinidad y de la unidad divina de los contrarios, pero estas concepciones ya adquieren en ellos un matiz infinitesimal; y al cabo de cien o de ciento cincuenta años aparece ya el auténtico cálculo de los infinitamente pequeños, que representa una etapa nueva en el desenvolvimiento de la lógica dialéctica. En la Edad Moderna, en relación con la formación capitalista en ascenso y en dependencia de su filosofía individualista, en el periodo de la dominación del análisis racionalista metafísicamente matemático (Descartes, Leibniz, Newton, Euler), que operaba con variables, es decir con funciones y magnitudes que se forman infinitamente, fue una región de la lógica dialéctica que maduraba si cesar, aunque no siempre se tuvo conciencia de ello. Porque lo que en matemáticas se denomina variable, en filosofía es el punto de vista de formación de la magnitud; y como resultado de esta formación surgen unos u otros valores límites, que en el sentido completo de la palabra resultan la unidad de contrarios del argumento y la función, sin hablar ya de la formación misma de las magnitudes y de la transición de las mismas al límite. Es necesario tener en cuenta que, a excepción del neoplatonismo, el término de “lógica dialéctica” o no se empleaba en absoluto en sistemas filosóficos del Medievo y de la Edad Moderna que por su esencia eran dialécticos, o se utilizaba en un sentido cercano a la lógica formal. Así, por ejemplo, los tratados del siglo IX de Juan de Damasco Dialéctica, en la teología bizantina, y De la división de la naturaleza, de Juan Escoto Erigena, en la filosofía occidental. Las teorías de Descartes sobre el espacio heterogéneo, de Spinoza sobre el pensamiento y la materia o sobre la libertad y la necesidad, o de Leibniz sobre la presencia de cada monada en cualquiera otra monada, contienen indudablemente unas construcciones dialécticas muy profundas, aunque sus autores no hablan para nada de lógica dialéctica. Toda la filosofía de la Eda Moderna fue también paso adelante hacia la comprensión de lo que es la lógica dialéctica. Los empíricos modernos (F. Bacon, Locke, Hume), a pesar de todo su espíritu metafísico y de dualismo, gradualmente, de una manera o de otra, enseñaban a ver en las categorías un reflejo de la realidad. Los racionalistas, a pesar de su subjetivismo y de su metafísica formalista,

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enseñaban a encontrar en las categorías cierto movimiento autónomo. Hubo incluso intentos de ciertas síntesis de lo uno y de lo otro, pero no podían verse coronados por el éxito por el excesivo individualismo, dualismo y formalismo de la filosofía burguesa de la Edad Moderna, que había surgido sobre la base de la iniciativa privada y del enfrentamiento demasiado acusado del “yo” y el “no yo”, en el cual la primacía correspondía siempre al “Yo” en oposición al “no-Yo”, que se entendía como algo pasivo. Los éxitos y los reveses de tal síntesis en la filosofía pre kantiana pueden ser ilustrados con el ejemplo de Spinoza. Las primeras definiciones de su Ética son perfectamente dialécticas. Si en la causa coinciden en si esencia y existencia, esto es la unidad de contrarios. La substancia es lo que existe por sí mismo y se representa a través de sí mismo. Es también la unidad de contrarios: el ser y la noción sobre él determinada por el mismo. El atributo de substancia es lo que la mente concibe en ella como su esencia. Es la coincidencia en la esencia de lo que en ella es esencia y de su reflejo mental. Los dos atributos de la substancia-pensamiento y extensión- son una misma cosa. La cantidad de atributos es infinita, pero en cada uno de ellos se refleja toda la substancia. Indudablemente, lo que aquí encontramos no es otra cosa sino lógica dialéctica. Y, sin embargo, la doctrina de Spinoza adolece de una excesiva ceguera ontológica, habla con demasiada imprecisión del reflejo y comprende demasiado poco el reflejo inverso del ser en el propio ser. Y sin esto resulta imposible construir una lógica dialéctica correcta y sintomáticamente comprendida. La forma clásica para la Edad Moderna de la lógica dialéctica la proporciona el idealismo alemán, que empezó con su interpretación negativa y subjetivista en Kant, y que a través de Fichte y Schelling pasó al idealismo objetivo de Hegel. En Kant, la lógica dialéctica no es sino la denuncia de las ilusiones de la razón humana, deseosa de alcanzar obligatoriamente el conocimiento integral y absoluto. Considerando que el conocimiento científico, según Kant, solo es el conocimiento que se apoya en la experiencia sensorial y se basa en la actividad del raciocinio, y el concepto supremo de razón (Dios, el mundo, el alma, la libertad) no posee estas propiedades, la lógica dialéctica, siempre siguiendo a Kant, no revela las contradicciones inevitables en que la razón se confunde en su deseo de alcanzar la integridad absoluta. Sin embargo, esta interpretación puramente negativa de la lógica dialéctica por Kant tuvo la enorme significación historia de que descubrió en la razón humana su necesaria contradicción. Y esto condujo posteriormente a la búsqueda de la superación de estas contradicciones de la razón, lo cual sirvió de base a la lógica dialéctica ya en el sentido positivo.

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Debemos señalar también que Kant empleó por primera vez el término mismo de “lógica dialéctica”: tal era el sentido independiente que atribuía a esta disciplina. Pero lo más interesante es que también Kant, lo mismo que toda la filosofía mundial, sin el mismo advertirlo, se mantuvo bajo la impresión del inmenso papel que la lógica dialéctica cumple en el pensamiento. A pesar del dualismo, a pesar de su metafísica, a pesar de su formalismo, sin él mismo advertirlo, utilizó con gran frecuencia el principio de la unidad de los contrarios. Así, en el capítulo “Del esquematismo de los conceptos puros de la razón” de su obra fundamental, Critica de la razón pura, se pregunta súbitamente: ¿de qué manera estos fenómenos sensoriales se someten al raciocinio y a sus categorías? Porque está claro que entre el uno y los otros debe existir algo común. Lo que hay de común, que él llama aquí esquema, es el tiempo. El tiempo relaciona el fenómeno que transcurre sensorialmente con las categorías del raciocinio, es decir, es empírico y apriorístico. Kant cae aquí en la confusión, naturalmente, porque según su doctrina fundamental el tiempo no es en absoluto algo sensorial, sino apriorístico, de tal manera que este esquema no proporciona en absoluto ninguna unificación de lo sensorial y del raciocinio. Es indudable, sin embargo, que lo no consciente para sí mismo es aquí para Kant el tiempo de formación en general; y en la formación, indudablemente, cada categoría surge en cada momento

Historia de la lógica dialéctica.

y en ese mismo momento desaparece. Así, la causa de un fenómeno dado, que caracteriza su origen, obligatoriamente, en cada momento de este último se manifiesta de manera diferente y diferente, es decir, constantemente surge y desaparece. De este modo, la síntesis dialéctica de la sensoriedad y del raciocinio, justamente en el sentido de la lógica dialéctica, fue construida de hecho ya por el propio Kant, aunque los prejuicios metafísicos dualistas le impidieran dar una concepción clara y sencilla. De los cuatro grupos de categorías, la calidad y la cantidad, indudablemente, se funden dialécticamente en el grupo de categorías de relación; el grupo de categorías de modalidad es solo una precisión del grupo de relación obtenido. Incluso dentro de los distintos grupos, las categorías son dadas por Kant según el principio de la triada dialéctica: la unidad y la pluralidad se funden en la unidad de esos contrarios, que Kant denomina integridad en cuanto a la realidad y a la negación, es indudable que sus síntesis dialéctica es la limitación, por cuanto para esta última es necesario fijar algo y hace falta tener algo rebasa esta realidad para delimitar la frontera entre lo afirmado y lo no afirmado, es decir, delimitar lo afirmado. Finalmente, incluso las famosas antinomias de Kant (por ejemplo: el mundo es limitado e ilimitado en el espacio y en el tiempo), en última instancia son también salvadas por el propio Kant con ayuda del método de la formación: el mundo realmente observado es finito; sin embargo, no podemos encontrar este fin den el tiempo y el espacio; por esta razón el mundo es no finito y no infinito, y lo único que existe es la búsqueda de este fin según la exigencia regulativa de la razón. La Crítica de la síntesis del juicio es también una síntesis no consciente de la Crítica de la razón pura y de la Crítica de la razón práctica. Fichte facilitó al momento la posibilidad de la lógica dialéctica sistemática con su interpretación de las cosas en si como categorías también subjetivas, desprovistas de toda existencia objetiva. Esto era ya subjetivismo absoluto, y por tanto, no era dualismo, sino monismo, con lo que se facilitaba la separación sistemática y armónica de unas categorías partiendo de otras y acercaba la lógica dialéctica al monismo anti metafísico. Bastaba introducir en este espíritu absoluto de Fichte la naturaleza- lo cual encontramos en Schelling- y también la historia- como encontramos en Hegel- para que surgiese el sistema del idealismo objetivo de Hegel, el cual, dentro de este espíritu absoluto, proporcionaba una lógica dialéctica irreprochable por su monismo, que abarcaba todo el campo de la realidad, desde las categorías puramente lógicas, pasando por la naturaleza y el espíritu, hasta la dialéctica categorial de todo el proceso histórico. La lógica dialéctica hegeliana, sin referirnos a las demás regiones del conocimiento, aunque, según Hegel, también son movimientos de unas u otras categorías creadas por el mismo espíritu mundial, es una ciencia desarrollada sistemáticamente en la cual se da un cuadro completo y sustancioso de las formas generales del movimiento de la dialéctica. Hegel tenía toda la razón, desde su punto de vista, cuando dividía la lógica dialéctica en ser, esencia y concepto. El ser es la primera y más abstracta definición del pensamiento. Se concreta en las categorías de calidad, cantidad y medida (entendiendo por esta ultima la cantidad determinada cualitativamente y la calidad limitada cualitativamente). Hegel comprende su calidad como el ser inicial que después de su agotamiento pasa al no ser, y la formación como síntesis dialéctica del ser y no ser (por cuanto en cualquier formación el ser surge siempre, pero en ese mismo momento se destruye). Después de agotar la categoría del ser, Hegel examina ese mismo ser, pero ya oponiéndolo a sí mismo. De manera natural, de aquí nace la categoría de esencia del ser, y en esta esencia, Hegel siempre de completo acuerdo con sus principios, encuentra la esencia por sí misma, su aparición y la síntesis dialéctica de la esencia inicial y el fenómeno en la categoría de realidad. Con esto se agota su esencia. Pero la esencia no puede permanecer apartada del ser. Hegel estudia el grado de la lógica dialéctica en el que figuran las categorías que contiene en si por igual el

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ser y la esencia. Es el concepto. Hegel era idealista absoluto y por esta razón es en el concepto donde encuentra la expansión máxima del ser y de la esencia. Examina su concepto como sujeto, como objeto y como idea absoluta; la categoría de su lógica dialéctica es la idea y lo absoluto. Además, el concepto hegeliano se puede interpretar como lo hizo Engels, de un modo materialista: como naturaleza general de las cosas, o, como lo hizo Marx, como ley general de la producción, o, como lo hizo Lenin, como conocimiento. Y entonces este apartado de la lógica hegeliana pierde su carácter místico y adquiere un sentido racional. En general, no obstante, todas estas categorías que se mueven por si misma han sido estudiadas por Hegel, con tanta profundidad y de manera tan completa que, por ejemplo, Lenin, al terminar sus apuntes de la Ciencia de la Lógica hegeliana, dice: “En esta obra Hegel, la más idealista de todas, es en la que hay menos idealismo y más materialismo. ¡Es ˂contradictorio˃, pero es un hecho!” En Hegel tenemos la cumbre de toda la filosofía occidental en el sentido de la creación de la lógica de la formación, cuando todas las categorías lógicas son tomadas invariablemente en su dinámica y en su generación recíproca, y cuando las categorías, aunque producto exclusivo del espíritu, como tal principio objetivo en el que se hallan representadas la naturaleza, la sociedad y toda la historia. De entre la filosofía del siglo XIX anterior a Marx, un gran paso adelante fue el que dieron los demócratas revolucionarios rusos -Belinski, Herzen, Chernishevski y Dobroliúbov-, cuya teoría y práctica revolucionaria no solo permitió pasar del idealismo al materialismo, sino que los condujo a la dialéctica de la formación, ayudándoles a crear las concepciones más avanzadas en diversas regiones de la historia de la cultura. Lenin escribe que la dialéctica de Hegel fue para Herzen “el álgebra de la revolución”. La profundidad con que Herzen comprendía la lógica dialéctica, por ejemplo, en relación con el mundo físico, se advierte en estas palabras suyas. “la vida de la naturaleza es desarrollo constante, desarrollo de lo simple abstracto, no completo, espontáneo, a lo completo concreto, complejo, desarrollo del germen del desmembramiento de todo lo que se encierra en su concepto, y de la eterna aspiración a llevar ese desarrollo hasta la correspondencia completa, dentro de lo posible, de la forma con el contenido: esto es la dialéctica del mundo físico.” También Chernishevski enunció profundas ideas sobre la lógica dialéctica. Atendidas las condiciones de su tiempo, los demócratas revolucionarios no pudieron más que acercarse de lleno a la dialéctica materialista.

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