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A todas nuestras maravillosas traductoras y traductores, les damos un inmenso agradecimiento, porque con este proyecto se superaron a sí mismos y terminaron en un tiempo record. Su trabajo es invaluable, ¡gracias por ser como son! Muchísimas gracias también a todo el increíble staff de corrección, ¡son geniales chicas! Y un especial agradecimiento a todos los lectores que nos siguieron incansablemente de principio a fin. ¡Disfruten la lectura!

>AndreaN >Caty >cowdiem

>Marie Annabeth >Melo >Rania Belikov >Sawi

>Clo

>Steffanie Mirella

>cYeLy DiviNNa

>Sheilita Belikov

>Dani

>Tara Belikov

>dark heaven

>vampirabriin

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>veroniica >Virtxu >+DaRkGiRl+ >♥♥Clooooooo♥♥ >*!!!BellJolie!!!*

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>Alec Lentner

>Andrea

>Kanon ♪♫♪

>Andy_Parth

>María José

>Cyely DiViNNa

>Selene

>Ellie

>Tibari

> Ginabm

>Vanille

>Haushiinka

>Virtxu

>Ellie

>AndreaN

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>Virtxu

Pág. 7 Pág. 23 Pág. 52 Pág. 82 Pág. 95 Pág. 113 Pág. 135

Capítulo 8

Pág. 152

Capítulo 9

Pág. 172

Capítulo 10

Pág. 187

Capítulo 11

Pág. 202

Capítulo 12

Pág. 216

Capítulo 13

Pág. 235

Capítulo 14

Pág. 259

Capítulo 15

Pág. 285

Capitulo 16

Pág. 298

Capitulo 17

Pág. 314

Capitulo 18

Pág. 332

Capitulo 19

Pág. 351

Capitulo 20

Pág. 372

Capitulo 21

Pág. 394

Capitulo 22

Pág. 411

Capitulo 23

Pág. 428

Capitulo 24

Pág. 447

Capitulo 25

Pág. 470

Capitulo 26

Pág. 496

Capitulo 27

Pág. 512

Sobre la autora

Pág. 533

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Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7

Dimitri dio a Rose la última opción. Pero eligió mal... Después de un largo y desgarrador viaje al lugar de nacimiento de Dimitri en Siberia, Rose Hathaway, finalmente ha vuelto a St.Vladimir's con su mejor amiga, Lissa. Es casi la graduación, y las chicas no pueden esperar a que comience su vida real más allá de las puertas de hierro de la Academia. Pero el corazón de Rose todavía sufre por Dimitri, y sabe que está ahí fuera, en alguna parte. No pudo matarlo cuando tuvo la oportunidad. Y ahora sus peores temores están a punto de hacerse realidad, Dimitri ha probado su sangre, y ahora es presa de ello. Sólo

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que esta vez, no va a descansar hasta que Rose se una a él... para siempre.

Traducido por Caty y Rania (En Cosas de Caty y Nenas Belikov) Corregido por Ellie

H

ay una gran diferencia entre amenazas de muerte y cartas de amor, incluso si la persona que las escribe aún reclama que te ama. Aunque, considerando que

una vez traté de matar a una persona que amé, tal vez yo no tenga derecho a juzgar. La carta de hoy ha llegado perfectamente sincronizada, no es que hubiera esperado menos, ya la he leído cuatro veces y, aunque ya se me hacía tarde, no pude evitar leerla por quinta vez.

Mi querida Rose, Uno de los pocos inconvenientes de ser despertado es que ya no necesitamos dormir, por lo tanto ya no soñamos. Es una lástima, porque si yo pudiera soñar, soñaría contigo. Soñaría con tu olor y cómo se siente tu la fiereza de tus labios cuando nos besamos. Sin sueños, tengo que conformarme con mi propia imaginación, que es casi igual de buena. Puedo imaginar todas esas cosas a la perfección, al igual que cómo será cuando tome tu vida de este mundo. Es algo que

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negro cabello de seda entre mis dedos. Soñaría con la suavidad de tu piel y

lamento tener que hacer, pero tú has hecho que mi decisión sea inevitable. Te negativa a unirte a mí en vida y amor eternos no me deja otra elección, y no puedo permitir que alguien tan peligroso como tú siga viviendo. Además, incluso si fueras convertida en contra de tu voluntad, ya tienes tantos enemigos entre los Strigoi que uno de ellos te mataría. Así que, si debes morir, será por mi mano. Y de nadie más. Sin embargo, te deseo lo mejor el día de hoy cuando tomarás tus pruebas, no es que necesites suerte. Si en realidad están haciendo que las tomes, y no tengo ninguna duda de que lo están haciendo, es una pérdida de tiempo para todos. Eres la mejor del grupo, y para esta noche ya llevarás tu marca de La Promesa. Por supuesto, eso significa que serás aún más desafiante cuando nos reunamos otra vez... y definitivamente voy a disfrutarlo. Y nos reuniremos de nuevo. Con la graduación, serás expulsada de la Academia, y una vez que estés fuera de los guardianes, te encontraré. No hay lugar en este mundo donde puedas esconderte de mí. Te estoy vigilando. Con Amor,

Dimitri. A pesar de sus ‚buenos deseos‛, realmente no encontré la carta Traté de no permitir que sus palabras me afectaran, aunque era casi imposible no sentir escalofríos por algo como esto: ‚No hay lugar en este mundo donde puedas esconderte de mí‛. Y yo no lo dudaba. Sabía que Dimitri tenía espías. Desde que mi antiguo instructor/amante se convirtió en un malvado vampiro no-

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inspiradora, así que la arrojé sobre la cama y salí de la habitación.

muerto, también se había convertido en una especie de líder entre ellos, algo que por cierto yo aceleré, al apresurarme a matar a su antigua líder. Yo sospechaba que muchos de sus espías eran humanos, que estaban observándome, esperando el momento en que yo saliera de la escuela. Ningún Strigoi puede evitar la guardia de veinticuatro horas. Aunque los humanos pueden hacerlo, y recientemente nos enteramos de que muchos estaban dispuestos a servir a los Strigoi a cambio de la promesa de ser convertidos algún día. Esos humanos consideran que la vida eterna vale la pena a cambio de corromper sus almas y matar a otros para sobrevivir. Esos humanos me hacían sentir enferma. Pero los humanos no eran lo que hacía que mis pasos vacilaran mientras caminaba a través del césped verde brillante por el toque del verano. Era Dimitri. Siempre Dimitri. Dimitri, el hombre que había amado. Dimitri, el Strigoi que quería salvar. Dimitri, el monstruo que muy probablemente tendría que matar. El amor que habíamos compartido siempre quemaba dentro de mí, por muy a menudo que yo me dijera que siguiera adelante, por más que el mundo entero pensara que había continuado sin él. Él estaba siempre conmigo, siempre en mi mente, siempre haciendo que dudara de mí misma. —Parece que estás lista para enfrentarte a un ejército. Salí de mis oscuros pensamientos. Estaba tan obsesionada con campus, ajena al mundo, y no me había dado cuenta de la presencia de mi mejor amiga, Lissa, que se unía a mi paso, con una sonrisa burlona en su rostro. Que ella me haya sorprendido era extraño, ya que compartíamos un lazo psíquico, y eso siempre me mantenía al tanto de su presencia y sus sentimientos. Tenía que haber estado

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Dimitri y su carta, que había estado caminando alrededor del

muy distraída para no haberla notado, y si existía una distracción real, esa sería alguien que quiera matarme. Le dí a Lissa lo que esperaba fuera una sonrisa convincente. Ella sabía lo que había ocurrido con Dimitri, mi ex tutor y ex novio, quien había sido convertido en Strigoi y ahora quería matarme después de que yo traté de matarlo pero fallé. Aún así, las cartas que recibía de él cada semana la preocupaban, y ella ya tenía suficiente con lo que lidiar, sin tener que añadir a mi acosador no-muerto a la lista. —De cierta forma, estoy por enfrentar a un ejército —señalé. Era tarde, pero el final del verano aún mantenía el sol alto en el cielo de Montana, bañándonos con una luz dorada mientras caminábamos. Yo lo adoraba, pero para un Moroi, un pacífico y viviente vampiro, Lissa eventualmente se volvería débil por ello y se incomodaría. Ella sonrió y echó su cabello platinado sobre un hombro. El sol iluminaba su pálido color hasta darle un brillo angelical. — Supongo. No creí que realmente estarías tan preocupada. Yo podía entender su razonamiento. Incluso Dimitri había dicho que esto era una pérdida de mi tiempo. Después de todo, yo había ido a Rusia y me había enfrentado a Strigois de verdad, y había matado a muchos de ellos por mi cuenta. Tal vez no debería tener miedo, pero de repente toda la habladuría y las expectativas ¿Qué pasaría si no podía hacerlo? ¿Qué pasaría si no fuera tan buena como yo creía que lo era? Los guardias que me retarían aquí no eran Strigoi, pero eran muy calificados y habían estado luchando por mucho más tiempo que yo. La arrogancia podría meterme en muchos problemas y, si fallaba, lo haría frente a todas las personas que se preocupaban por mí. Toda la gente que tenía fe en mí.

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de la gente me estaban presionando. Mi corazón latía muy rápido.

Otra cosa también me preocupaba. —Estoy preocupada acerca de cómo estas calificaciones afectarán mi futuro —le dije. Era la verdad. Las pruebas eran el examen final para un novato guardián como yo. Aprobarlas garantizaba que podría graduarme de la Academia St. Vladimir y tomar mi lugar con los guardianes verdaderos que defendían a los Moroi. Las pruebas decidían básicamente a qué Moroi sería asignado el guardián. A través de nuestra conexión, sentí la compasión de Lissa... y su preocupación. —Alberta cree que hay una buena probabilidad de que aún podamos estar juntas... que aún serás mi guardiana. Yo hice una mueca. —Creo que Alberta dijo eso para mantenerme en la escuela. —Había abandonado la escuela para ir a cazar a Dimitri hace unos meses y luego regresé... y eso era algo que no se vería bien en tu expediente académico. También estaba el pequeño detalle de que la reina Moroi, Tatiana, me odiaba y que probablemente tendría alguna influencia sobre a quién yo fuera asignada. Pero esa era otra historia—. Creo que Alberta sabe que la única forma en que me dejarían protegerte es si soy la última guardiana sobre la tierra. E incluso si así fuera, mis probabilidades aún serían muy pocas. Delante de nosotros, la multitud se escuchaba más fuerte. Uno transformado en una arena de lucha de alguna clase, como algo de la época de los gladiadores romanos. Las gradas habían sido transformadas de simples asientos de madera a bancos lujosamente acolchonados, con techos de tela para proteger a los Morois del sol. Había banderas rodeando el campo, con sus colores brillantes

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de los muchos campos de deportes de la escuela se había

azotándose con el viento. No podía verla todavía, pero sabía que había algún tipo de barrera construida cerca de la entrada del estadio para que los novatos esperaran ahí, con los nervios de punta. El mismo campo había sido convertido en una carrera de obstáculos con trucos peligros. Y por el sonido estruendoso de los aplausos, sabía que muchas personas ya estaban ahí para presenciar el evento. —No desistiré en mis esperanzas —dijo Lissa con firmeza. A través de nuestra conexión, yo sabía que lo decía en serio. Era una de las cosas maravillosas acerca de ella, su fe inquebrantable y su optimismo. Hacía que las pruebas más terribles parecieran nada. Era un fuerte contraste con mi reciente cinismo—. Y tengo algo que podría ayudarte hoy. —Ella se detuvo y buscó en el bolsillo de sus jeans, sacando un anillo de plata con piedras pequeñas que parecían piedras preciosas. No necesitaba de ninguna conexión para entender lo que ella me estaba ofreciendo. —Oh, Liss... no lo sé. No quiero ninguna, ehh, ventaja injusta. Lissa entornó sus ojos. —Ese no es el problema, y tú lo sabes. Este está bien, te lo juro. El anillo que ella me ofrecía era uno de encanto, con una infusión extraña del raro tipo de magia que ella ejercía. Todos los Moroi tenían control sobre uno de los cinco elementos: tierra, aire, había sido olvidado durante siglos. Pero Lissa y algunos otros recientemente habían conseguido dominarlo. A diferencia de los demás elementos, que son más de naturaleza física, el espíritu estaba vinculado con la mente y con todo tipo de fenómenos psíquicos. Nadie lo comprendía del todo.

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agua, fuego, o espíritu. El espíritu era el más raro... tan raro que

El hacer encantos con el espíritu era algo con lo que Lissa apenas había comenzado a experimentar... y ella no era muy buena en eso. Su mejor habilidad de espíritu era la de curación, así que ella seguía tratando de hacer hechizos de curación. El último había sido un brazalete que había quemado la superficialmente de mi brazo. —Este funciona. Sólo un poco, pero te ayudará a mantener lejos a la oscuridad durante la prueba. Ella lo dijo a la ligera, pero ambas conocíamos la seriedad de sus palabras. Todos los dones del espíritu tenían un costo: una oscuridad que se manifestaba ahora como ira y confusión, y que finalmente llevaba a la locura. Una oscuridad que a veces me transmitía a través de nuestra conexión. A Lissa y a mí nos habían dicho que con encantos y su curación, podríamos combatirla. Eso también era algo que aún no teníamos dominado. Le lancé una pequeña sonrisa, conmovida por su preocupación, y acepté el anillo. Este no quemó mi mano, lo que tomé como una señal prometedora. Era pequeño y sólo entró en mi dedo meñique. No sentí nada en lo absoluto mientras lo deslizaba en mi dedo. En ocasiones eso sucedía con los encantos de curación. O podría significar que el anillo era totalmente ineficaz. De cualquier manera, no habría ningún daño. —Gracias —le dije. Sentí la alegría extenderse a través de ella, y

Levanté mi mano delante de mí, admirando la forma en que las piedras verdes brillaban. Las joyas no eran una gran idea en la clase de desafíos físicos que yo estaría enfrentando, pero iba a tener guantes cubriéndolo.

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continuamos caminando.

—Es difícil de creer que después de esto, habremos terminado y estaremos libres en el mundo real. —Lo dije en voz alta, sin considerar realmente mis palabras. A mi lado, Lissa se congeló, y yo inmediatamente me arrepentí de haberlo dicho. ‚Estar libres en el mundo real‛ significaba que Lissa y yo íbamos a llevar a cabo una tarea con la que ella, infelizmente, había prometido ayudarme hace un par de meses. Mientras estuve en Siberia, me enteré de que podría existir una forma de convertir de nuevo a Dimitri en un dhampir como yo. Era bastante improbable, y posiblemente una mentira, y considerando la obsesión que él tiene con matarme, no me hacía ilusiones en cuanto a tener alguna opción excepto matarlo si llegaba al punto de tener que elegir entre él y yo. Pero si había alguna forma en la que yo pudiera salvarlo antes de que eso pasara, tenía que encontrarla. Desafortunadamente, la única oportunidad de convertir este milagro en una realidad era a través de un criminal. Y no se trataba de cualquier criminal tampoco: Víctor Dashkov, un Moroi de la realeza que había torturado a Lissa y había cometido todo tipo de atrocidades que habían convertido nuestras vidas en un infierno. La justicia había entrado en acción, y Victor estaba encerrado en prisión, lo que complicaba las cosas. Ahora sabíamos que mientras él estuviera destinado a una vida tras las rejas, no vería ninguna razón en compartir lo que sabía a cerca de su medio-hermano, la Strigoi. Yo había decidido, probablemente sin lógica alguna, que Víctor tal vez nos entregaría la información si nosotros le ofrecíamos la única cosa que nadie más podía darle: su libertad. Esta no era una idea a prueba de tontos, por más de una razón. Primero, yo no sabía si funcionaría. Esa era una razón bastante

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única persona que una vez había supuestamente salvado a un

grande. Segundo, no tenía idea de cómo propiciar un escape de prisión, eso sin contar que no sabía dónde estaba su prisión. Y, finalmente, estaba el hecho de que estaríamos liberando a nuestro enemigo mortal. Eso era lo suficientemente devastador para mí, sin contar lo que le haría a Lissa. Aún así, sabiendo lo mucho que la idea la afectaba, y créanme que lo hacía, ella había jurado solemnemente ayudarme. Yo le había ofrecido liberarla de su promesa docenas de veces durante los últimos meses, pero ella se mantenía firme. Por supuesto, considerando que no teníamos idea de cómo encontrar la prisión, su promesa podría no ser importante al final. Yo trataba de llenar el incómodo silencio entre nosotras, explicándole que realmente me refería a que seríamos libres para celebrar su cumpleaños a lo grande la próxima semana. Mis intentos fueron interrumpidos por Stan, uno de mis instructores. —¡Hathaway! —Ladró, acercándose desde el campo—. Gracias por unirse a nosotros. ¡Venga aquí ahora! Los pensamientos sobre Víctor se desvanecieron de la mente de Lissa. Ella me dio un rápido abrazo. —Buena suerte —susurró—. No es que la necesites. La expresión de Stan me decía que nuestra despedida de diez segundos, fue diez segundos demasiado larga. Yo le agradecí a Lissa nuestros amigos en las graderías, mientras yo me apresuraba detrás de Stan. —Tienes suerte de no haber estado entre los primeros —gruñó él—. La gente incluso estaba empezando a apostar acerca de si ibas a presentarte o no.

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con una sonrisa, y entonces ella se marchó para encontrarse con

—¿De verdad? —le pregunté alegremente—. ¿Como están las probabilidades? Porque aún estoy a tiempo de cambiar de opinión y apostar en mi contra. Hacerme de un poco de dinero. Sus ojos entrecerrados me dieron una advertencia que no necesitaba palabras mientras entrábamos al área de espera adjunta al campo, debajo de las graderías. Yo siempre había estado asombrada en los años pasados por todo el trabajo que requerían estas pruebas, y no estaba menos impresionada ahora que las veía de cerca. Las barracas en la que los novatos esperábamos fueron construidas de madera, con un techo que la completaba. La estructura se veía tan fuerte como si hubiera sido parte del estadio desde siempre. Había sido construida con una rapidez remarcable, y sería desmontada de la misma forma, una vez que las pruebas terminaran. Una puerta de cerca de tres personas de ancho daba una visión parcial de lo que pasaba en el campo, donde una de mis compañeras de clase esperaba ansiosamente a que llamaran su nombre. Todo tipo de obstáculos esperaban allí, retos pensados para probar el equilibrio y la coordinación de los estudiantes mientras esquivaban a los guardianes adultos que estarían escondidos alrededor de objetos y en las esquinas. Pasillos de madera habían sido construidos al final del campo, creando un oscuro y confuso laberinto. Redes e inestables plataformas estaban repartidas alrededor de otras áreas, diseñadas para ver qué tan aptos éramos

Algunos de los otros novatos estaban amontonados en la puerta, esperando obtener alguna ventaja al ver a los que iban primero que ellos. Yo no. Yo saldría sin saber qué iba a pasar, dispuesta a enfrentarme con cualquier cosa que ellos prepararan

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para luchar bajo condiciones difíciles.

para mí. Estudiar el campo ahora, simplemente me haría pensar demasiado y asustarme. Calmarme era lo que necesitaba ahora. Así que me recosté contra una de las paredes de la barraca y observé la gente a mi alrededor. Parece que yo realmente fui la última en presentarme, y me preguntaba si alguien había perdido dinero al apostar en mi contra. Algunos de mis compañeros de clase estaban reunidos en pequeños grupos. Algunos estaban haciendo estiramientos y otros ejercicios de calentamiento. Otros estaban con los instructores que habían sido sus mentores. Esos profesores hablaban intensamente con sus estudiantes, dándoles consejos de último minuto. Yo escuchaba constantemente palabras como ‚concéntrate‛ y ‚mantén‖la‖calma‛. Verlos hizo que mi corazón se encogiera. No hace mucho tiempo, así era como me imaginaba este día. Me imaginaba a Dimitri a mi lado, mientras él me decía que me tomara esto en serio y que no perdiera mi calma cuando saliera al campo. Alberta había hecho una buena labor como mentora desde que regresé de Rusia, pero como capitana, ella estaba afuera en el campo, ocupada con todas sus responsabilidades. Ella no tenía tiempo para venir y sostener mi mano. Mis amigos que hubieran podido venir a ofrecerme su apoyo, Eddie, Meredith, y otros, estaban envueltos en sus propios miedos. Yo estaba sola. Sin ella o Dimitri, o, bien, cualquiera, sentí un sorpresivo ataque aquí conmigo. Así es como se suponía que fuera. Cerrando mis ojos, me permití imaginarme que él estaba realmente aquí, a unos pocos centímetros mientras hablábamos. —No te preocupes, camarada. Yo puedo hacer esto con los ojos vendados. Infiernos, a lo mejor de hecho debería hacerlo así. ¿Tienes algo

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de soledad fluyendo a través de mí. Dimitri debería haber estado

que pueda usar? Si eres amable conmigo, hasta podría dejarte amarrármelo. —Dado que esta fantasía hubiera tomado lugar después de que dormimos juntos, había una fuerte posibilidad de que él me hubiera ayudado luego a quitarme esa venda… entre otras cosas. Yo

podía

imaginarlo

perfectamente

sacudiendo

exasperadamente su cabeza ante ese comentario. —Rose, lo juro, algunas veces pienso que cada día que paso contigo es mi propia prueba personal. Pero yo sé que él habría sonreído de cualquier forma, y la mirada alentadora y llena de orgullo que me hubiera dado mientras me dirigía hacia el campo, hubiera sido todo lo que necesitaba para pasar las pruebas… —¿Estás meditando? Abrí mis ojos, sorprendida por esa voz. —¿Mamá? ¿Qué estás haciendo aquí? Frente a mí estaba Janine Hathaway, mi madre, quien era unos pocos centímetros más baja que yo, pero tenía la suficiente fuerza en su interior para luchar contra alguien del doble de mi tamaño. La mirada peligrosa en su bronceado rostro retaba a cualquiera que la desafiara. Ella me dio una sonrisa torcida y puso una mano en su cadera.

—No lo sé. —Admití, sintiéndome casi culpable por dudar de ella. Ella y yo no hemos tenido mucho contacto durante los años, y fueron sólo los eventos recientes, la mayoría de ellos malos, los que comenzaron a restablecer la conexión entre nosotras. La mayor parte del tiempo, no sabía qué sentir por ella. Yo oscilaba entre un poco de

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—¿Honestamente pensabas que no iba a venir a verte?

necesidad infantil por su madre ausente y el resentimiento adolescente por su abandono—. Pensé que tenías, ya sabes, cosas más importantes que hacer. —No había nada que pudiera hacerme perder esto —dijo ella firmemente. Ella inclinó su cabeza hacia la puerta, haciendo que sus rizos rojizos se balancearan—. A tu padre tampoco. —¿Qué? Me apresuré hacia la puerta y eché un vistazo al campo. Mi vista no era fantástica, gracias a todos los obstáculos en el camino, pero era lo suficientemente buena. Allí estaba: Abe Mazur. Él era realmente fácil de encontrar, con su barba y bigote negro y con su bufanda verde esmeralda anudada alrededor de su camisa de vestir negra. Yo incluso podía entrever el brillo de su arete de oro. Debía de estar derritiéndose en este calor, pero al parecer se necesitaba algo más que un poco de sudor para calmar su llamativo sentido de la moda. Si mi relación con mi madre era incipiente, mi relación con mi padre simplemente no existía. Lo conocí en mayo, e incluso así, no fue hasta que regresé que me enteré que era su hija. Todos los dhampirs tenemos un padre Moroi, y él era el mío. Yo aún no estaba segura de cómo sentirme al respecto. La mayor parte de su pasado era un misterio, pero había bastantes rumores de que estaba fuera del tipo rompe-rodillas, y a pesar de haber visto pocas evidencias de esto, no me sorprendería. En Rusia era conocido como Zmey: La serpiente. Mientras lo miraba anonadada, mi mamá se acercó a mi lado. — Él va a ponerse feliz de que hayas llegado a tiempo —dijo—. Estaba

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envuelto en negocios ilegales. La gente también actuaba como si

organizando una gran apuesta acerca de si te ibas a presentar o no. Puso su dinero a tu favor, si eso te hace sentir mejor. Yo gruñí. —Por supuesto. Claro que él tenía que ser el organizador de la apuesta. Debería haberlo sabido tan pronto como… —Mi mandíbula cayó abierta—. ¿Está hablando con Adrian? Síp. Sentado junto a Abe estaba Adrian Ivashkov, mi casi-novio. Adrian era un Moroi de la realeza, y otro usuario del espíritu como Lissa. Él había estado loco por mí (y‖a‖menudo‖sólo‖‚loco‛)‖ desde que nos conocimos, pero yo sólo tenía ojos para Dimitri. Después de fallar en Rusia, yo regresé y le había prometido a Adrian una oportunidad. Para mi sorpresa, las cosas habían salido... bien entre nosotros. Incluso fantásticas. Él me había escrito una propuesta de por qué salir con él era la decisión correcta. Incluía cosas como ‚Dejaré los cigarrillos a menos que de verdad, de verdad, necesite uno‛, y ‚Prepararé sorpresas románticas cada semana, como: un picnic repentino, rosas o un viaje a París, aunque no realmente ninguna de las anteriores, porque ahora no serían una sorpresa‛. Estar con él no era como había sido estar con Dimitri, pero supongo que dos relaciones no pueden ser exactamente iguales. Eran dos hombres diferentes, después de todo. Yo todavía me despertaba en mitad de la noche, sacudida por la pérdida de Dimitri y de nuestro amor. Me atormentaba a mí misma por haber fallado Aún así, esa desesperación no significaba que mi vida romántica había terminado… algo que me tomó un tiempo aceptar. Adrian me hacía feliz. Y, por ahora, eso era suficiente. Pero eso tampoco significaba que yo lo quisiera cerca del pirata mafioso de mi padre.

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en Siberia al intentar matarlo, y liberarlo de esta existencia no-viva.

—¡Él es una mala influencia! —Protesté. Mi madre resopló. —Realmente dudo que Adrian pueda influenciar tanto a Abe. —¡No Adrian! Abe. Adrian está intentando comportarse mejor. Abe lo arruinará todo. —Además de dejar de fumar, Adrian había jurado dejar de beber, entre otros vicios, en su propuesta. Yo bizqueé entre la multitud de las graderías para verlo a él y a Abe, tratando de adivinar qué tema podría ser tan interesante—. ¿De qué están hablando? —Creo que esa es la menor de tus preocupaciones en este momento. —Janine Hathaway no era otra cosa más que práctica—. Preocúpate menos por ellos y más por ese campo. —¿Crees que estén hablando sobre mí? —¡Rose! —Mi mamá me dio un ligero golpe en el brazo, y yo arrastré mis ojos de vuelta a ella—. Tienes que tomarte esto en serio. Mantén la calma y no te distraigas. Sus palabras se parecían tanto a lo que imaginé que diría Dimitri, que una pequeña sonrisa se instaló en mi cara. No estaba sola después de todo. —¿Qué es tan gracioso? —Me preguntó ella con cautela.

principio, pero entonces se relajó, abrazándome brevemente antes de retirarse—. Me alegra que estés aquí. Mi madre no era del tipo afectivo, y la sorprendí fuera de guardia. —Bien —dijo ella, obviamente aturdida—. Te dije que no me lo perdería.

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—Nada —dije yo, dándole un abrazo. Ella estaba rígida al

Yo miré de nuevo hacia las graderías. —Abe, por otro lado, no estoy tan segura. O... espera. Una extraña idea se me ocurrió. No, no tan extraña, de hecho. Turbio o no, Abe tiene conexiones… algunas lo suficientemente extensas como para mandarle un mensaje dentro de prisión a Víctor Dashkov. Abe le había pedido información sobre Robert Doru, el hermano controlador del espíritu de Victor, como un favor para mí. Cuando Víctor le envió un mensaje de vuelta diciendo que no tenía ninguna razón para ayudarle a Abe, rechacé demasiado pronto a mi padre y me apresuré con la idea del escape de prisión. Pero ahora… —¡Rosemarie Hathaway! Fue Alberta quien me llamó, su voz sonando fuerte y clara. Era como una trompeta, una llamada a la batalla. Todos los pensamientos sobre Abe y Adrian, y sí, incluso Dimitri, se desvanecieron de mi mente. Creo que mi madre me deseó buena suerte, pero las palabras exactas se perdieron mientras me apresuraba hacia el campo donde me esperaba Alberta. La adrenalina corría por mis venas. Mi pulso se aceleró de nuevo. Toda mi atención estaba ahora en lo que tenía adelante: la prueba que

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finalmente me convertiría en una guardiana.

Traducido por Alec, Vampirabriin, Veroniica, Rania, Caty y Sheillita Corregido por Ellie

M

is pruebas pasaron en un remolino borroso.

Pensarías que, como eran la parte más importante de mi educación en St. Vladimir, recordaría todo con detalles perfectos y cristalinos. Y aún así mis pensamientos anteriores se hicieron realidad. ¿Cómo podía esto calificar lo que ya había vivido? ¿Cómo podían estas peleas ridículas compararse a una horda de Strigois invadiendo nuestra escuela? Donde tenía que hacerle frente a las abrumadoras posibilidades, sin saber si aquellos a los que amaba estaban vivos o muertos. ¿Y cómo podía temer a una pelea con uno de los instructores de la escuela después de haber peleado contra Dimitri? Él había sido

No es que quisiera restar seriedad a las pruebas, eran serias. Los graduados fallaban todo el tiempo, y me negaba a ser uno de ellos. Era atacada por todos lados por guardias que habían defendido Moroi desde antes de que yo naciera. La arena no era

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letal como dhampir, pero aún más como Strigoi.

plana, lo que complicaba todo, la habían llenado con trampas y obstáculos, vigas y pasadizos que probaban mi balance, incluyendo un puente que dolorosamente me recordaba la última vez que vi a Dimitri. Lo había empujado después de clavarle una estaca de plata en el corazón, una estaca que se había salido mientras él caía al río que estaba abajo. El puente de la arena era un poco diferente del de madera sólida sobre el cual Dimitri y yo habíamos peleado en Siberia. Este estaba desvencijado, una mala construcción de piso de madera son sólo pasamanos de cuerda como apoyo. Cada paso hacía que el puente entero se balanceara y temblara, y hoyos en las tablas me mostraban donde mis compañeros (desafortunadamente para ellos) ya habían descubierto puntos débiles en la madera. El examen que me asignaron en el puente fue probablemente el peor de todos. Mi meta era alejar a un ‚Moroi‛ de un grupo de ‚Strigois‛ que lo perseguían. Mi ‚Moroi‛ era Daniel, un nuevo guardián que había venido con otros a la escuela para reemplazar a los que habían sido asesinados en el ataque. No lo conocía bien, pero para este ejercicio, estaba actuando completamente dócil e indefenso, aun un poco asustado, como cualquier Moroi que yo cuidara se comportaría. Se resistió un poco a pasar por el puente, y usé mi voz más calmada y persuasiva para lograr que caminara delante de mí. Aparentemente, estaban probando las habilidades con las personas el recorrido, sabía que los guardianes actuando como Strigoi se acercaban. Daniel caminó y yo lo seguí, aun calmándolo mientras todos mis sentidos continuaban alerta. El puente se balanceó fuerte, diciéndome con una sacudida que nuestros perseguidores nos

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tanto como las habilidades de combate. No muy atrás de nosotros en

habían alcanzado. Vi hacia atrás y conté tres ‚Strigoi‛ siguiéndonos. Los guardianes que los interpretaban estaban haciendo un buen trabajo, moviéndose con tanta destreza y rapidez como los verdaderos Strigoi. Nos alcanzarían si no nos apresurábamos. —Lo estás haciendo bien —le dije a Daniel. Era difícil mantener el tono correcto en mi voz. Gritarle a un Moroi lo podía poner en shock, demasiada gentileza los haría creer que no era real—. Sé que puedes ir más rápido. Necesitamos tomarles ventaja, se están acercando. Sé que puedes hacerlo. ¡Vamos! Seguramente pasé la parte de convencimiento de la prueba, porque él realmente apresuró el paso, no tanto como para compararse con la de nuestros perseguidores, pero era un comienzo. El

puente

se

movió

fuertemente

de

nuevo.

Daniel

gritó

convincentemente y se congeló, aferrándose a las cuerdas. Adelante de él vi a otro guardia/Strigoi esperando en el lado contrario del puente. Creo que su nombre era Randall, otro nuevo instructor. Estaba atrapada entre él y el grupo a mi espalda. Pero Randall se quedó inmóvil, esperando en la primera tabla del puente para poder sacudirlo y dificultárnoslo. —Sigue —apuré, con la mente girando—. Puedes hacerlo.

—No te preocupes, yo me encargo de él, sólo muévete. Mi voz fue más dura esta vez, y Daniel avanzó, empujado por mi orden. Los siguientes instantes requerían un cronometraje perfecto de mi parte. Tenía que vigilar a los Strigoi de ambos lados y mantener a Daniel en movimiento, todo mientras monitoreaba en

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—¡Pero hay un Strigoi ahí! ¡Estamos atrapados! —gritó Daniel.

qué parte del puente estábamos. Cuando estábamos a casi tres cuartos del camino, grité en un susurro: —¡Agáchate sobre tus piernas y brazos ya! ¡Apúrate! Él obedeció, deteniéndose al instante. Inmediatamente me arrodillé y susurré: —Te voy a gritar, ignórame —y en una voz mas fuerte dije— ¿Qué estás haciendo? ¡No podemos detenernos! Daniel no se movió, y de nuevo hablé en un susurro: —Bien, ¿ves donde las cuerdas conectan la superficie con los pasamanos? Agárralas, agárralas tan fuerte como puedas y no las sueltes, no importa lo que pase, enrédalas al rededor de tus manos si tienes que hacerlo. ¡Hazlo! Él obedeció, el reloj seguía avanzando y no desperdicié otro segundo. En un movimiento, mientras seguía agachada, me volví y rompí la cuerda con una navaja que me habían dado junto a mi estaca. La hoja estaba filosa. Gracias a Dios, los guardias que hacían las pruebas no jugaban, la navaja no cortó las cuerdas al instante, pero las corté tan rápido que los Strigoi a cada uno de nuestros lados no tuvieron tiempo de reaccionar. Las cuerdas cedieron en el momento en el que le recordaba a Daniel que se sujetara, las dos mitades del puente se balancearon hacia un lado de las maderas acarreadas por el peso de la gente sobre ellas. Bueno, las nuestras sí lo hicieron por lo menos. Daniel y no lo estaban. Dos cayeron y uno logró apenas sujetarse de un peldaño, resbalándose un poco antes de asegurar su agarre. La caída era de 2 metros, pero me habían dicho que la tomara en cuenta como de 15, una distancia que nos mataría a Daniel y a mí si caíamos.

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yo estábamos preparados. Los tres perseguidores a uno de los lados

Contra todas las probabilidades, él continuaba aferrado a la cuerda. Yo también estaba colgando, y una vez que las cuerdas y la madera estaban descansando de lleno en la estructura, empecé a subirla como si fuera una escalera. No fue fácil trepar sobre Daniel, pero lo hice, dándome una oportunidad más de decirle que resistiera. Randall, que había estado esperando frente a nosotros, no se había caído, tenía los pies en el puente cuando corté las cuerdas, y le había tomado tanto por sorpresa como para que perdiera el equilibrio, pero era rápido para reponerse y ahora estaba aferrado a las cuerdas, tratando de trepar a la superficie sólida de arriba. Estaba mucho más cerca que yo, pero logré agarrar su pierna y detenerlo. Lo jalé hacia mí, pero mantuvo su agarre en el puente y luchamos, sabía que probablemente no podría hacerlo caer, pero era posible seguirme acercando. Por último dejé, caer el cuchillo que tenía en la mano y logré extraer la estaca de mi cinturón, algo que puso a prueba mi equilibrio. La posición desgarbada de Randall me dio una posibilidad para alcanzar su corazón y la tomé. Para las pruebas teníamos estacas con puntas redondas, que no perforarían la piel pero que podían ser usadas con suficiente fuerza para convencer a nuestros oponentes de que sabíamos lo que hacíamos, mi posición era perfecta, y Randall, accediendo a que ese hubiera sido un golpe mortal, aflojó su agarré y se soltó del puente.

que trepara. Nos tomó bastante tiempo, pero su comportamiento no estaba fuera de personaje de cómo un Moroi asustado actuaría. Sólo estaba agradecida de que no hubiera decidido que un verdadero Moroi perdería su agarre si hubiera caído.

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Eso me dejó con la dolorosa tarea de presionar a Daniel para

Después de ese reto vinieron muchos más, pero seguí luchando, nunca disminuyendo la marcha o dejando que el cansancio me afectara. Entré en mi modo de combate, con mis sentidos enfocados en los instintos básicos. Pelea, esquiva, mata. Y mientras estaba sintonizada a estos, tenía que ser innovadora y no caer en la rutina, de otra manera no sería capaz de reaccionar a una sorpresa como la del puente. Lo manejé todo, peleando sin más pensamientos que completar las pruebas frente a mí. Traté de no pensar en mis instructores como personas que conocía. Los traté como Strigoi. No escatimé en golpes. Cuando por fin terminó, casi no me di cuenta, estaba simplemente parada en el medio del campo sin más atacantes. Estaba sola. Lentamente, empecé a notar los detalles del mundo. Multitudes

en

las

gradas,

apoyando.

Algunos

instructores

asintiendo a otros mientras se acercaban. El ruido de mi corazón. No fue hasta que una Alberta sonriente jaló mi brazo que me di cuenta que había terminado, la prueba por la que había esperado mi vida entera terminó en un abrir y cerrar de ojos. —Vamos —dijo, poniendo su brazo alrededor de mis hombros y guiándome hacia la salida—. Necesitas un poco de agua y sentarte. Confundida, la dejé sacarme del campo alrededor del cual la tendrían que tomar un descanso para repara el puente. Alberta me regresó al área de espera y me sentó en una banca. Alguien más se sentó a mi lado y me dio una botella con agua. Volteé y vi a mi mamá. Tenía una expresión en su rostro que nunca antes había visto: orgullo puro y radiante.

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gente aún gritaba mi nombre. Tras nosotros, oí a gente decir que

—¿Eso era todo? —pregunté al fin. Me sorprendió con una risa de verdadera sorpresa. —¿Eso era todo? —repitió—. Rose, estuviste ahí afuera por casi una hora, pasaste esa prueba con colores brillantes, probablemente es una de las mejores pruebas que esta escuela jamás ha visto. —¿En verdad? Me pareció... —fácil no era la palabra correcta—. Fue muy rápido, eso es todo. Mi mamá apretó mi mano. —Estuviste asombrosa, estoy orgullosa de ti. La realización de todo realmente me llegó entonces, y sentí una sonrisa propia inundar mis labios. —¿Qué pasará ahora? — pregunté. —Ahora te conviertes en un guardián.

Había sido tatuada varias veces, pero ninguna de esas veces se comparaba a la ceremonia y bombos que ocurrieron mientras obtenía mi marca de la promesa. Antes,

había

recibido

marcas

molnija

por

matar

en

circunstancias trágicas e inesperadas: combatiendo Strigois en Spokane, el ataque y rescate de la escuela, eventos que eran causa de modo habíamos perdido la cuenta, y mientras los artistas de tatuajes de los guardianes trataron de contar cada muerte, finalmente me habían dado una marca en forma de estrella, que era manera elegante de decir que habían perdido la cuenta.

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pena, no celebración. Después de todas esas muertes, de cierto

Los tatuajes no son un proceso rápido, aún si estás recibiendo uno pequeño, y mi clase entera de graduación tenía que tenerlos. La ceremonia tuvo lugar en lo que normalmente era el comedor de la academia, una habitación que podían transformarse en algo tan grande y elaborado como lo que encontraríamos en la corte real. Los espectadores, amigos, familia y guardianes, llenaban el lugar mientras Alberta nos llamaba por nombres de uno en uno y leía nuestras puntuaciones mientras nos acercábamos al tatuador. Las puntuaciones eran importantes, se publicarían y, junto con nuestras calificaciones generales, influirían nuestras asignaciones. Los Moroi podían pedir ciertas calificaciones de sus guardianes. Lissa me había solicitado a mí, claro, pero ni aún las mejores calificaciones del mundo

compensarían

todas

las

marcas

negras

de

mal

comportamiento en mi expediente. Aunque no había Moroi en esta ceremonia, aparte de los pocos que habían sido invitados como huéspedes por los nuevos graduados. Todos los demás eran dhampir: guardianes establecidos o los que se convertirían en guardianes como yo. Los invitados se sentaron en el fondo, y los guardianes graduados cerca del frente. Mis compañeros y yo estuvimos de pie todo el tiempo, tal vez como un tipo de examen de resistencia final. No me importó, había cambiado mis ropas rotas y sucias por unos simples pantalón y sweater, un conjunto que se veía elegante porque el aire del salón se había vuelto denso con tensión, todas las caras llenas de felicidad por nuestro éxito, pero también llenas de ansiedad por nuestros papeles mortales en el mundo. Vi con ojos brillantes mientras mis amigos eran llamados, sorprendida e impresionada por muchas de las puntuaciones.

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pero reteniendo algo de solemnidad. Fue una buena elección,

Eddie Castile, un amigo cercano, obtuvo una puntuación particularmente alta en ‚protección Moroi uno a uno‛. No pude contener una sonrisa mientras veía al tatuador darle a Eddie su marca. —Me pregunto cómo logró pasar a su Moroi por el puente — murmuré. Eddie tenía muchos recursos. A mi lado, otra amiga mía, Meredith, me lanzó una mirada cuestionante. —¿De qué hablas? —su voz también era un murmullo. —Cuando nos siguieron por el puente con un Moroi. El mío era Daniel —ella seguía luciendo confundida—, con Strigois a cada lado. —Yo crucé el puente —susurró—. Pero sólo yo era perseguida, me tocó pasar a mi Moroi por un laberinto. Una mirada de un compañero cercano nos cayó, y yo oculté una mueca. Tal vez yo no era la única que había pasado por la prueba en confusión. Meredith confundía los hechos. Cuando me llamaron, oí algunos suspiros mientras Alberta leía mi puntuación. Tenía las más altas de la clase por mucho. Estaba algo feliz de que no hubiera leído mis calificaciones académicas. Definitivamente hubieran opacado algo de la gloria del resto de mi en matemáticas e historia... bueno, esas sí estaban deficientes, particularmente porque parecía que siempre estaba yendo y viniendo de la escuela. Mi cabello estaba recogido fuertemente en un moño, con cada cabello rebelde sostenido por pasadores para que el artista no

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actuación, siempre me había ido bien en mis clases de combate, pero

tuviera nada que interfiriera en su trabajo. Me agaché para darle una mejor vista y oírlo gruñir de sorpresa. Con mi nuca cubierta en marcas, tendría que ser cuidadoso. Normalmente, un nuevo guardián proveía un lienzo en blanco. Este tipo era bueno, y aun así logró plasmar delicadamente la marca de la promesa en el centro de mi nuca. La marca de la promesa se veía como una ‚S‛ grande y estirada con terminaciones curveadas. La puso entre las marcas molnija, dejando que las rodeara como en un abrazo. El proceso dolió, pero mantuve mi cara sin expresión, resistiéndome a moverme. Me mostraron los resultados finales en un espejo antes de que me cubriera con un vendaje para que sanara limpiamente. Después de eso, regresé con mis compañeros y vi cómo el resto de ellos recibía sus tatuajes. Requirió seguir de pie dos horas más, pero no me importó, mi cerebro aún estaba lidiando con todo lo que había pasado hoy. Era una guardiana. Una verdadera guardiana dedicada al bien. Y con eso venían las preguntas. ¿Qué pasaría ahora? ¿Mis puntuaciones serían suficientes para rebasar mis notas por mal comportamiento? ¿Me convertiría en la guardiana de Lissa? ¿Qué pasaría con Victor? ¿Qué pasaría con Dimitri? Me removí inquieta mientras me golpeaba de lleno el impacto de la ceremonia. Esto no se trataba sólo de Dimitri y Victor, esto se trataba de mí, del resto de mi vida. La escuela había terminado. No habría más profesores viendo cada movimiento y corrigiéndome si me alguien. Los Moroi y los dhampir más jóvenes me verían como una autoridad. Y nunca más tendría el lujo de practicar combate un minuto e irme a mi habitación al siguiente. No había más eso de saltarse las clases, estaría en deber todo el tiempo. La idea era incomodante, la presión era casi demasiada, siempre había pensado en la graduación como libertad. Ahora no estaba tan segura. ¿Qué

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equivocaba. Todas las decisiones las tomaría yo cuando protegiera a

nuevo giro tomaría mi vida? ¿Quién lo decidiría? ¿Y cómo vería a Victor si me asignaban a alguien además de Lissa? A través del salón, vi los ojos de Lissa entre la audiencia, ardían con un orgullo que igualaba el de mi mamá, y sonrió cuando nuestras miradas se encontraron. Quita esa mirada de tu cara —me regañó por nuestra conexión—. No deberías verte tan ansiosa, hoy no. Necesitas celebrar. Sabía que tenía razón, podía manejar lo que venía. Mis preocupaciones, que eran muchas, podían esperar un día más, particularmente porque el humor exuberante de mi familia y amigos aseguraban que celebraría. Abe, con esa influencia que siempre parecía tener, había preparado un pequeño salón de banquetes y una fiesta para mí, que parecía más adecuada para un debut real, y no para imprudentes Dhampir humildes. Antes del evento, me cambié una vez más. Ropa de fiesta más bonita ahora parecía más apropiada que el conjunto formal de la celebración molnija. Me puse un vestido color verde esmeralda de manga corta y colgué mi nazar alrededor de mi cuello, aunque no combinara. El Nazar es un pequeño colgante que parecía un ojo, con diferentes tonos de azul que ‚rotaban‛. En Turquía, de donde venía Abe, se cree que ofrecen protección. Se la había dado a mi madre hace años, y ella a su vez me la había dado a mí.

mi pelo en oscuras y largas ondas (porque mi tatuaje vendado no iba con el conjunto para nada), casi no me parecía a alguien capaz de luchar contra monstruos, o incluso lanzar un puñetazo. Lo que no era del todo cierto, me di cuenta un momento después. Mirándome en el espejo, me sorprendió ver una mirada embrujada en mis ojos

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Para el momento me había puesto el maquillaje y acomodado

marrones. Había dolor en ella, dolor y pérdida que incluso los mejores vestidos y el maquillaje no podían ocultar. Lo dejé pasar y me eché hacia atrás, y tan pronto como di un paso fuera de mi habitación, me choqué con Adrian. Sin decir una palabra, me atrapó entre sus brazos y me asfixió con un beso. Me cogió totalmente por sorpresa. Era sabido. Las criaturas no-muertas no podían sorprenderme, pero un impertinente Moroi real sí podía. Y era un verdadero beso, uno que casi me hacía sentir culpable por hundirme en él. Había tenido muchas preocupaciones con Adrian al principio, pero muchas de ellas habían desaparecido con el tiempo. Después de verlo coquetear descaradamente y no tomar nada en serio durante tanto tiempo, nunca había esperado ver tanta devoción de él en nuestra relación. Asimismo, no esperaba encontrar que mis sentimientos eran cada vez mayores hacia él... parecía tan contradictorio, teniendo en cuenta que todavía amaba a Dimitri y estaba tratando de inventar maneras imposibles para salvarlo. Me reí cuando Adrian me soltó. Cerca de allí, unos pocos Moroi jóvenes habían estado mirándonos. Dhampirs y Moroi juntos no era raro a nuestra edad, ¿pero una Dhampir notoria junto con el sobrino-nieto preferido de la reina Moroi? Eso era un poco complicado, sobre todo desde que se conocía ampliamente cuánto la Reina Tatiana me odiaba. Hubo pocos testigos de mi último de Adrian, pero la palabra de ese tipo de cosas siempre corre. —¿Les gustó el espectáculo? —Les pregunté a nuestros observadores. Al darse cuenta de que habían sido descubiertos, los chicos Moroi rápidamente siguieron su camino. Me volví a Adrian y

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encuentro con ella, cuando ella me gritó que me mantuviera alejada

le sonreí—. ¿Qué fue eso? Era un beso algo grande para ser dado en público. —Eso —dijo con grandilocuencia—, fue tu recompensa por patear muchos culos en el entrenamiento. —Hizo una pausa—. También fue porque te ves totalmente caliente con ese vestido. Le di una mirada irónica. —Recompensa, ¿eh? El novio de Meredith le dio unos pendientes de diamantes. Él agarró mi mano e hizo un indiferente encogimiento de hombros mientras comenzamos a caminar hacia la fiesta. —¿Quieres diamantes? Yo te daré diamantes. Te colmaré de ellos. Maldita sea, te conseguiré un vestido hecho de ellos. Pero va a ser muy corto. —Creo que me conformo con el beso, después de todo —le dije, imaginando a Adrian vistiéndome como una modelo de traje de baño. O una bailarina de barra. La referencia a la joyería me trajo a la memoria recuerdos no deseados. Cuando Dimitri me tenía cautiva en Siberia, llevándome a una calmosa complacencia con sus mordeduras, él también me había colmado de joyería. —Sabía que eras una chica mala —continuó Adrian. La brisa del caliente verano le rizaba el pelo castaño, que tan laboriosamente peinaba cada día, y con su mano libre, distraídamente trató de volverlo a su lugar—. Pero no me había dado cuenta de lo mucho

—¿Eso significa que vas a ser más agradable conmigo? —Me burlé. —Ya estoy siendo agradable contigo —dijo con altanería—. ¿Sabes lo mucho que deseo un cigarrillo ahora mismo? Pero, no. Yo valientemente sufro a través de la nicotina retirada... todo por ti.

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que lo eras hasta que te vi abandonando a los guardianes ahí fuera.

Pero creo que verte por ahí fuera me hará ser un poco más cuidadoso a tu alrededor. Ese loco padre tuyo también me hace volverme más cauteloso. Gemí, recordando cómo Adrian y Abe habían estado sentado juntos. —Dios. ¿De verdad tienes que salir con él? —Hey,

él

es

impresionante.

Un

poco

inestable,

pero

impresionante. Nos llevamos muy bien. —Adrian abrió la puerta del edificio que estábamos buscando—. Y es también un chico malo a su manera. Quiero decir, ¿qué otro tío lleva pañuelos como esos? Se habrían reído a carcajadas de él en esta escuela. No Abe. Él golpearía a alguien casi tan gravemente como tú lo harías. De hecho... —la voz de Adrian se volvió nerviosa. Le di una mirada de sorpresa. —De hecho, ¿qué? —Bueno... Abe dijo que yo le gustaba. Pero también me dejó en claro lo que me haría si alguna vez te hería o te hiciese alguna cosa mala. —Adrian hizo una mueca—. De hecho, me describió gráficamente lo que me haría. Entonces, justo de igual forma, cambió al azar a algún otro tema feliz. Me gusta el tío, pero me da miedo. —Él está fuera de lugar. —Llegué al alto en frente de la fiesta del cuarto. A través de la puerta, oía el rumor de las conversaciones. significaba que debía hacer una gran entrada digna de un invitado de honor—. Él no tiene derecho a amenazar a mis novios. Tengo dieciocho años. Soy adulta. No necesito su ayuda. Yo puedo amenazar a mis novios por mí misma.

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Al parecer, éramos de los últimos en llegar. Supuse que eso

Mi indignación divirtió a Adrian, y me dio una sonrisa perezosa. —Estoy de acuerdo contigo. Pero eso no quiere decir que no voy a tomar su ‚consejo‛ en serio. Mi cara es demasiado bonita para arriesgarla. Su cara era bonita, pero eso no me impidió sacudir mi cabeza por la exasperación. Alcancé la manija de la puerta, pero Adrian me tiró de nuevo hacia él. —Espera —dijo. Él me llevó a sus brazos una vez más, nuestros labios se encontraron en otro beso ardiente. Mi cuerpo se apretó más al suyo, y me encontré confundida por mis propios sentimientos, y comprendí que estaba llegando a un punto donde yo podría querer más que sólo un beso. —Bien —dijo Adrian cuando nosotros finalmente nos habíamos separado—. Ahora podemos ir. Tenía el mismo tono ligero en su voz, pero en sus ojos verde oscuro, yo vi encenderse la pasión. Yo no era la única que quería algo más que besos. Hasta ahora, nosotros habíamos evitado hablar sobre sexo, y en realidad él había sido muy bueno sobre no presionarme. Creo que él sabía que yo aún no estaba preparada después de Dimitri, pero en momentos como estos, podía ver lo difícil que era para Adrian

Eso ablandó algo dentro de mí y me puse de puntillas, y le di otro beso. —¿Qué fue eso? —preguntó unos momentos después. Sonreí. —Tu recompensa.

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contenerse.

Cuando finalmente llegamos a la fiesta, todos en la sala nos saludaron con gritos alegres y sonrisas orgullosas. Hace mucho tiempo, yo habría estado feliz de ser el centro de atención. Ese deseo se había desvanecido un poco, pero ahora, puse confianza en mi cara y acepté las alabanzas de mis seres queridos, con arrogancia y felicidad. Levanté mis manos triunfales, ganando más aplausos y aprobación. Mi fiesta pasó casi tan borrosa como mis pruebas. En realidad, nunca te enteras de cuántas personas se preocupan por ti hasta que todas se juntan para apoyarte. Eso me hizo sentir humilde y casi un poco llorosa. Guardé esto para mí misma, sin embargo. No podía comenzar a llorar en mi propia fiesta de victoria. Todo el mundo quería hablar conmigo, y me sorprendió y estaba encantada de cada nueva persona que se me acercaba. No era algo frecuente que yo pudiera tener a todas las personas que más amaba en un solo lugar, y con inquietud comprendí que esta oportunidad tal vez no vendría otra vez. —Bueno, tú finalmente conseguiste una licencia para matar. Ya era tiempo. Me di vuelta y me encontré con los divertidos ojos de Christian Ozera, quien anteriormente era una molestia, pero que se había convertido en un buen amigo. Tan bueno, de hecho, que en mi no esperaba. Yo estaba sorprendiéndolos a todos hoy. —Wow, wow —dijo él, ruborizado—. Es lógico. Tú eres la única chica que se emociona con la idea de matar. Yo ni siquiera quiero pensar en lo que sucede cuando tú e Ivashkov están solos.

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estado emocionado, me extendí y lo abracé, algo que él claramente

—Hey, mira quién habla. Tú estás ansioso por salir de aquí ahora mismo. Christian se encogió de hombros en acuerdo. Era una regla estándar en nuestro mundo: Los guardianes protegían a los Morois. Los Moroi no se involucran en las batallas. Aunque después de los recientes ataques Strigoi, muchos Moroi, aunque estaban muy lejos de ser una mayoría, habían comenzado a argumentar que era el momento de que los Moroi se reforzaran y comenzaran a ayudar a los

guardianes.

Usuarios

del

fuego

como

Christian

eran

particularmente valiosos porque quemar era una de las mejores maneras de matar a un Strigoi (junto con la estaca y la decapitación). La campaña para enseñar a un Moroi a luchar estaba ahora estancada deliberadamente por el gobierno Moroi, pero eso no había impedido a algunos Moroi practicar en secreto. Christian era uno de ellos. Parpadeó con asombro, mirando a su lado. Había alguien con él, alguien de quien apenas me había percatado. Jill Mastrano estaba cerca de él como una sombra. Una estudiante Moroi de primer año, que pronto será una estudiante de segundo año, Jill se había presentado como alguien que también quería pelear. De hecho, ella se había convertido en algo así como la aprendiz de Christian. —Hey Jill —dije, dándole una cálida sonrisa—. Gracias por

Jill se sonrojó. Estaba decidida a aprender a defenderse, pero ella se ponía nerviosa, cuando estaba junto a otros, particularmente alrededor de ‚celebridades‛ como yo. La confusión era su reacción nerviosa. —Tenía que hacerlo —ella dijo, cepillando su largo pelo rubio de su cara. Como siempre, era una maraña de rizos—. Yo… quiero decir que estuviste genial en las pruebas. Todo el mundo

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venir.

estaba asombrado. Escuché a uno de los guardianes diciendo que nunca había visto nada como tú, y cuando Christian me preguntó si quería venir, por supuesto que tenía que hacerlo. ¡Ah! —Sus ojos verdes se iluminaron—. Yo ni siquiera te he felicitado. Lo siento. Felicitaciones. A su lado, Christian luchaba por mantener un rostro serio. Yo no hice ningún intento parecido y, riéndome, le di un abrazo también. Yo estaba en peligro de volverme cálida y difusa. Probablemente conseguiría revocar el estado que tenía como un duro guardián si seguía haciendo esto. —Gracias. ¿Están los dos listos para acabar con un ejército de Strigoi ya? —Pronto —dijo Christian—. Pero podríamos necesitar tu refuerzo. —Sabía tan bien como yo que los Strigois estaban muy fuera de su liga. Su magia de fuego me ayudó mucho, pero, ¿lo podría hacer él por su cuenta? Pero esa es otra historia diferente. Él y Jill aprendían a utilizar la magia de manera ofensiva, y cuando yo había tenido un poco de tiempo entre las clases, les enseñaba algunos movimientos de combate. La cara de Jill se apagó un poco. —Eso ya no pasará una vez que Christian se vaya. Me volví hacia él. No era una sorpresa que él se marcharía. Todos nosotros lo haríamos. —¿Qué será de ti? —Le pregunté.

ustedes. Mi tía Tasha dice que vamos a tener una ‚charla‛ sobre mi futuro. —Él hizo una mueca. Independiente de cuáles fueran sus planes, parecía que no eran los mismos de Tasha. La mayoría Moroi reales se marchaban a colegios de élite. No estaba segura de lo que Christian tenía en mente.

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Se encogió de hombros. —Voy a la Corte con el resto de

La práctica habitual después de la graduación de los nuevos guardianes era ir a la Real Corte Moroi y conseguir sus asignaciones. Nosotros teníamos un par de días de permiso. Por la mirada Christian, vi a su tía a través del salón, y gracias a eso vi que ella estaba hablando con Abe. Tasha Ozera estaba casi en sus treinta años, con el mismo pelo negro y brillante y ojos azul claro que Christian tenía. Sin embargo, su hermoso rostro se veía estropeado, por algunas terribles cicatrices a un lado, por el resultado de las lesiones infligidas por los propios padres de Christian. Dimitri se había convertido en un Strigoi en contra de su voluntad, mientras que los Ozera habían elegido esto a propósito para conseguir la inmortalidad. Irónicamente, esto les costó la vida cuando los guardianes los cazaron. Tasha se había hecho cargo de Christian (cuando él no estaba en la escuela) y era una de los principales dirigentes en el movimiento de apoyo a los Moroi que querían luchar contra los Strigoi. Cicatriz o no, yo la admiraba y seguía considerándola hermosa. Y por la actitud de mi caprichoso padre, estaba claro que él también lo pensaba. Él le sirvió una copa de champaña y le dijo algo que la hizo reír. Ella se inclinó hacia adelante, como si fuera a decirle un secreto, y él se rió en respuesta. Mi mandíbula cayó. Incluso desde esta distancia, era obvio que ellos estaban coqueteando.

hacia Christian y Jill. Christian parecía indeciso entre burlarse de mi incomodidad y su propio rechazo al ver a la mujer que consideraba su madre ser cortejada por un tipo mafioso. Un momento después, la expresión de Christian se suavizó cuando miró de nuevo a Jill y continuó su conversación.

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—Dios santo —dije, con un escalofrío, girándome de nuevo

—Oye, tú no me necesitas —dijo él—. Encontrarás a otros aquí. Tendrás tu propio club de superhéroes antes de darte cuenta. Me encontré a mí misma sonriendo de nuevo, pero mis agradables sentimientos desaparecieron de repente, substituidos por un ataque de celos. Sin embargo, no eran míos. Eran los celos de Lissa, que yo sentía a través del lazo. Desconcertada, miré alrededor y la vi al otro lado del salón, dándole a Christian una mirada mortal mientras él hablaba con Jill. Vale la pena mencionar que Christian y Lissa solían salir. Más que eso. Ellos habían estado profundamente enamorados, y honestamente, aún lo estaban. Desafortunadamente, eventos recientes habían herido su relación, y Christian había terminado con ella. Él la amaba, pero había perdido su confianza en ella. Lissa se salió de control cuando otra usuaria del espíritu llamada Avery Lazar, había tratado de controlarla. Eventualmente detuvimos a Avery, y ella estaba actualmente encerrada en una institución mental, según lo último que escuché. Ahora, Christian conocía las razones del horrible comportamiento de Lissa, pero el daño estaba hecho. Lissa había estado deprimida al principio, pero su pena se convirtió en rabia. Ella decía que ya no quería tener nada que ver con él, pero el vínculo la desmentía. Siempre estaba celosa de había pasado mucho tiempo últimamente. Yo sabía, de hecho, que no había nada romántico entre ellos. Jill lo idolatraba como a algún maestro sabio, nada más. Si ella estaba enamorada de alguien, era de Adrian, quien siempre la trataba como a una hermanita pequeña. De hecho, todos lo hacíamos, realmente.

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cualquier chica con la que él hablara, particularmente Jill, con quien

Christian siguió mi mirada, y su expresión se endureció. Dándose cuenta de que tenía su atención, Lissa inmediatamente se dio la vuelta y comenzó a hablar con el primer chico que encontró, un dhampir bien parecido de mi clase. Ella canalizó ese encanto coqueto que se les daba tan bien a los usuarios del espíritu, y pronto, ellos dos estaban riéndose y conversando de una manera muy similar a Abe y Tasha. Mi fiesta se había convertido en algún tipo de servicio de citas rápidas. Christian me miró de nuevo. —Bueno, parece que ella tiene bastante con qué mantenerse ocupada. Puse mis ojos en blanco. Lissa no era la única que estaba celosa. Al igual que ella se ponía histérica cuando él estaba con otras chicas, Christian se molestaba cuando ella hablaba con otros chicos. Era insoportable. En lugar de admitir que aún tenían sentimientos el uno por el otro y tratar de arreglar las cosas, estos dos idiotas seguían mostrando más y más hostilidad entre ellos. —¿Podrías parar y tratar de hablar con ella como una persona racional algún día? —Gruñí. —Claro —dijo él amargamente—. El mismo día que ella comience a actuar como una persona racional...

cabello. —Sería un desperdicio de buen cabello —dijo Christian—. Además ella ha dejado su actitud perfectamente clara.

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—Oh, Dios mío. Ustedes dos van a lograr que me arranque mi

Comencé a protestar y a decirle qué tan estúpido era, pero él no tenía intenciones de quedarse para escuchar el mismo discurso que ya le había dado una docena de veces. —Vamos Jill —dijo él—. Rose necesita seguir atendiendo sus invitados. Él se alejó rápidamente, y estuve medio tentada de golpearlo hasta hacerle entender las cosas cuando una nueva voz habló. —¿Cuándo vas a arreglar eso? —Tasha estaba parada al lado mío, sacudiendo su cabeza ante la retirada de Christian—. Esos dos necesitan volver a estar juntos. —Lo sé. Tú lo sabes. Pero ellos parecen incapaces de metérselo en sus cabezas. —Bueno, será mejor que te apures —dijo ella—. Si Christian se va a la universidad al otro lado del país, será demasiado tarde. — Había un seco, y exasperado, tono en su voz cuando mencionó la partida de Christian a la universidad. Lissa iba a asistir a Leigh, una universidad cerca de la Corte, gracias a un trato que hizo con Tatiana. Lissa podría asistir a una universidad más grande que a las que los Moroi usualmente asistían, a cambio de pasar tiempo en la Corte y aprender a desenvolverse entre la realeza.

que arreglarlo? Tasha sonrió. —Porque tú eres la única lo suficientemente fuerte para hacerlos ver la razón.

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—Lo sé —dije exasperada—. Pero, ¿por qué soy yo la que tiene

Decidí dejar pasar la insolencia de Tasha, sobretodo porque, que ella estuviera hablando conmigo, significaba que no estaba hablando con Abe. Mirando alrededor del salón, me quedé tiesa de repente. Ahora él estaba hablando con mi madre. Pedazos de su conversación se filtraban a través del ruido. —Janine —dijo él seductoramente—, no has envejecido un sólo día. Podrías ser la hermana de Rose. ¿Recuerdas aquella noche en Capadocia? Mi mamá realmente soltó una risita tonta. Nunca antes la había escuchado hacer eso. Decidí que no quería volverlo a hacer. —Por supuesto. Y recuerdo lo dispuesto que estabas a ayudarme cuando se rompió el tirante de mi vestido. —Dios santo —dije yo—. Él es incansable. Tasha me miró confundida hasta que vio a que me refería. — ¿Abe? En realidad es bastante encantador. Yo gruñí. —Discúlpame. Me dirigí hacia mis padres. Yo aceptaba que ellos hubieran tenido un romance, uno que dio como resultado mi concepción, pero eso no quería decir que estuviera dispuesta a verlos revivirlo. Ellos estaban recordando alguna caminata en la playa cuando los demasiado cerca a ella. —Oye. ¿Puedo hablar contigo?

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alcancé. Inmediatamente toqué el brazo de Abe. Él estaba parado

Él pareció sorprendido, pero se encogió de hombros. — Ciertamente. —Le dio a mi madre una sonrisa conocedora—. Seguiremos hablando más tarde. —¿Acaso no hay ninguna mujer a salvo aquí? —Nos detuvimos al lado de la mesa del ponche—. ¡Has estado coqueteando con cada mujer en este salón! Mi reprobación no parecía importarle. —Bueno, hay tantas mujeres adorables aquí... ¿eso es lo que querías decirme? —¡No! quería hablar contigo sobre amenazar a mi novio. No tenías derecho a hacer eso. Sus oscuras cejas se levantaron. —¿Qué, eso? Eso no fue nada. Simplemente un padre cuidando a su hija. —La mayoría de los padres no amenazan con desmembrar a los novios de sus hijas. —Eso no es cierto. Y, de todos modos, eso no es lo que realmente dije. Era mucho peor. Suspiré. Él parecía deleitarse en mi exasperación. —Piensa en ello como un regalo de graduación. Estoy orgulloso de ti. Todo el mundo sabía que serías buena, pero nadie sabía que serías tan buena. —Me guiñó un ojo—. Ciertamente no esperaban

—¿Qué propiedad? —El puente. Fruncí el ceño. —Tuve que hacerlo. Era la forma más eficiente. Dios, ese fue un desafío tremendo. ¿Qué hay de los demás

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que destruyeras su propiedad.

graduados? Ellos en realidad no lucharon en medio de esa cosa, ¿verdad? Abe negó con la cabeza, amando cada minuto de su conocimiento superior. —Nadie más fue puesto en esa situación. —Por supuesto que sí. Todos nos enfrentamos a las mismas pruebas. —No tú. Durante la planificación de las pruebas, los guardianes decidieron que necesitabas algo... extra. Algo especial. Después de todo, has estado afuera peleando en el mundo real. —¿Qué? —El volumen de mi voz llamó la atención de algunos otros. Lo bajé, y las palabras anteriores de Meredith volvieron a mí—. ¡Eso no es justo! Él no parecía interesado. —Eres superior a los otros. Dejarte hacer cosas fáciles no habría sido justo. Me había enfrentado a un montón de cosas ridículas en mi vida, pero esto estaba bastante cerca. —¿Así que me pusieron ese loco truco del puente en su lugar? Y si les sorprendió que lo cortara, entonces, ¿qué otra cosa en el infierno esperaban que hiciera? ¿De qué otro modo se suponía que debía sobrevivir a eso? —Hmm.

—Él

se

acarició

el

mentón

distraídamente—.

—Por el amor de Dios. Esto es increíble. —¿Por qué estás tan enfadada? Pasaste. —Porque me pusieron en una situación en la que ni siquiera sabían cómo salir. —Le di una mirada sospechosa—. ¿Y cómo sabes incluso sobre esto? Todo esto es asunto de guardianes.

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Honestamente, no creo que lo supieran.

Una expresión que no me gustó en absoluto se apoderó de su rostro. —Ah, bueno, estaba con tu madre anoche y... —Whoa, está bien. Alto allí —lo interrumpí—. No quiero oír lo que tú y mi madre estaban haciendo anoche. Creo que eso sería peor que el puente. Él sonrió. —Ambos están en el pasado, por lo que no hay necesidad de preocuparse ahora. Disfruta de tu triunfo. —Lo intentaré. Pero no me hagas más favores con Adrian, ¿de acuerdo? Quiero decir, me alegra que vinieras a apoyarme, pero eso es más que suficiente. Abe me dirigió una mirada astuta, recordándome que, debajo de esa fanfarronería, él era en realidad un hombre astuto y peligroso. —Estuviste más que feliz de que te hiciera un favor después de que regresaste de Rusia. Hice una mueca. Tenía un punto, notando que se las había arreglado para entregar un mensaje en una prisión de alta seguridad. Incluso si no hubiera conducido a nada, él seguía teniendo puntos. —De acuerdo —admití—. Eso fue bastante sorprendente. Y estoy agradecida. Todavía no sé cómo lograste eso. —De pronto, como un sueño que recuerdo un día después, me acordé de la idea Realmente no fuiste allí, ¿verdad? Él soltó un bufido. —Por supuesto que no. No pondría los pies en ese lugar. Simplemente puse a trabajar mi red. —¿Dónde está ese lugar? —Pregunté, esperando que sonara suave.

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que había tenido justo antes de mis pruebas. Bajé mi voz—.

No se dejó engañar. —¿Por qué quieres saber? —¡Porque soy curiosa! Los criminales convictos siempre desaparecen sin dejar rastro. Soy un guardián ahora, y ni siquiera sé nada sobre nuestro sistema penitenciario propio. ¿Hay una sola prisión? ¿Hay un montón? Abe no respondió de inmediato. Me estaba estudiando cuidadosamente. En su negocio, todo el mundo sospechaba de las segundas intenciones. Como su hija, probablemente era doblemente sospechosa. Estaba en los genes. Él debe haber subestimado mi potencial de locura, porque finalmente dijo: —Hay más de una. Víctor está en una de las peores. Se llama Tarasov. —¿Dónde está? —¿En este momento? —Él reflexionó—. En Alaska, creo. —¿Qué quieres decir con ‚en este momento‛? —Se mueve durante todo el año. En este momento está en Alaska. Después, estará en Argentina. —Él me dio una sonrisa maliciosa, aparentemente preguntándose cuán astuta era—. ¿Sabes por qué? —No, espera. La luz del sol. —Tenía perfecto sentido—. Alaska continua en el invierno. Creo que estaba más orgulloso de mi comprensión que de mis pruebas. —Cualquier prisionero que intente escapar, tendría un momento difícil. —En pleno sol, ningún fugitivo Moroi llegaría muy

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tiene luz del día casi continua en esta época del año, pero noche

lejos—. No es que nadie pueda escaparse en ese nivel de seguridad, de todos modos. —Traté de ignorar cuán premonitorio sonaba eso. —Parece que la han puesto muy al norte de Alaska entonces — le dije, con la esperanza de sonsacar la ubicación real de forma indirecta—. Consigues más luz de esa manera. Él se rió entre dientes. —Ni siquiera yo puedo decirte eso. Esa es información que los guardianes mantienen reservada y enterrada en su cuartel general. Me quedé helada. Cuartel general... Abe, a pesar de ser generalmente observador, no se dio cuenta de mi reacción. Sus ojos estaban viendo algo en la habitación. —¿Es esa Renee Szelsky? Vaya, vaya... ella se ha puesto hermosa con los años. Lo despedí con un gesto a regañadientes, en gran parte porque quería seguir este nuevo plan en mi mente, y porque no había ninguna Renee que yo conociera muy bien, lo que hizo que me afectara en una manera menos terrible—. Bueno, no dejes que te detenga. Ve a atraer más mujeres a tu telaraña. Abe no necesitó mucha insistencia. Sola, dejé que mi cerebro diera vueltas, preguntándome si mi plan en desarrollo tendría alguna posibilidad de éxito. Sus palabras habían despertado un los otros. Al otro lado de la habitación, me encontré con los ojos jade de Lissa otra vez. Con Christian fuera de vista, su estado de ánimo había mejorado. Ella se estaba divirtiendo y estaba entusiasmada con las aventuras que nos esperaban, ahora que éramos libres en el mundo. Mi mente volvió a la ansiedad que había sentido más

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nuevo plan en mi mente. No era mucho más loco que la mayoría de

temprano en el día. Podríamos ser libres ahora, pero la realidad nos alcanzaría pronto. El reloj seguía corriendo. Dimitri estaba esperando, observando. Me pregunté brevemente si todavía recibiría sus cartas semanales, ahora que me iría de la escuela. Le sonreí a ella, sintiéndome un poco mal porque arruinaría su estado de ánimo cuando le dijera que ahora podría tener una oportunidad muy real de ayudar a escapar a Victor Dashkov de

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prisión.

Traducido por Melo y Cyely Divinna Corregido por María José

L

os días siguientes fueron extraños. Los otros novatos y yo podríamos haber tenido la graduación más llamativa, pero no éramos los únicos en terminar nuestra

educación en el St. Vladimir. Los Morois tenían su propia ceremonia de graduación, y el campus se fue llenando de visitantes. Luego, casi tan rápido como llegaron, los padres desaparecieron, llevando a sus hijos e hijas con ellos. Los Morois ‚Reales‛‖pasaba‖el‖verano‖con‖sus‖ padres en haciendas de lujo, muchos en el hemisferio sur, donde los días eran más cortos en esta época del año. Los Morois ‚Normales‛‖ lo pasaba con sus padres también, en sus modestos hogares, posiblemente consiguiendo trabajos de verano antes de la universidad. Y, por supuesto, con la escuela en medio del verano, todos los visitar, por lo general dhampirs, permanecían durante todo el año, tomando optativas especiales, pero eran la minoría. El campus fue vaciándose cada día mientras mis compañeros y yo esperamos el día en que seríamos llevados a la Corte Real. Hicimos nuestra

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demás estudiantes la dejaban también. Algunos, sin familia a la cual

despedida de los demás, viendo a los Moroi pasar o a dhampirs jóvenes que pronto estarían siguiendo nuestros pasos. Una persona por la que estaba triste por su partida era Jill. La encontré mientras caminaba hacia el dormitorio de Lissa el día antes de mi viaje a la Corte. Había una mujer con Jill, presumiblemente su madre, y ambas llevaban cajas. La cara de Jill se iluminó al verme. —¡Hey, Rose! Me despedí de todos los demás, pero no pude encontrarte —dijo con entusiasmo. Sonreí. —Bueno, me alegro de que me encontraras. Yo no podía decirle que le estaba diciendo adiós también. Me había pasado mi último día en St. Vladimir caminando por todos los sitios conocidos, empezando por el campus de primaria, donde Lissa y yo nos conocimos por primera vez en el kinder. Exploré los pasillos y rincones de mis dormitorios, pasé por delante de mis aulas favoritas, e incluso visité la capilla. Me pasé también un montón de tiempo en áreas llenas de recuerdos agridulces, como las áreas de entrenamiento donde por primera vez había llegado a conocer Dimitri. La pista en la que antes me hacía dar vueltas. La cabaña en la que finalmente nos tuvimos el uno al otro. Había sido una de las noches más increíbles de mi vida, y pensar en ella siempre me había traído alegría y dolor. Aunque Jill no tenía por qué cargar con nada de eso. Me volví cuenta que ella no podía moverla mientras maniobrara con la caja. —Yo soy Rose Hathaway. Aquí, déjeme ayudarla. La tomé antes de que pudiera protestar porque estaba segura de que lo haría.

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hacia su madre y empecé a ofrecerle mi mano hasta que me di

—Gracias —dijo, amablemente sorprendida. Cogí el paso con ellas cuando comenzaron a caminar de nuevo—. Soy Emily Mastrano. Jill me habló mucho de ti. —Ah, ¿sí? —Pregunté, dándole a Jill una sonrisa burlona. —No mucho. Sólo que pasábamos el rato algunas veces. — Hubo una ligera advertencia en los ojos verdes de Jill, y se me ocurrió que Emily probablemente no sabía que su hija practicaba prohibidas formas de magia para matar Strigoi en su tiempo libre. —Nos gusta tener a Jill cerca —le dije, sin ponerla al descubierto—. Y uno de estos días, vamos a enseñarle a dominar ese pelo. Emily se rió. —Lo he estado intentando durante casi quince años. Buena suerte. La madre de Jill era impresionante. Las dos no se parecen entre sí mucho, al menos no por encima. El cabello lustroso de Emily era recto y negro, sus ojos azul profundo y largas pestañas. Se movía con una gracia esbelta, muy diferente a Jill, siempre consciente al caminar. Sin embargo, pude ver los genes que compartían aquí y allá, la forma de sus rostros y la forma de corazón de sus labios. Jill aun era joven, y cuando su rostro cambiara, algún día rompería corazones, algo que probablemente le era ajeno ahora mismo. Ojalá

—¿Dónde está su casa? —Le pregunté. —Detroit —dijo Jill, haciendo una mueca. —No es tan malo —se rió su mamá. —No hay montañas. Sólo carreteras.

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que su autoestima crezca.

—Soy parte de una compañía de ballet allí —explicó Emily—. Así que nos quedamos en donde podemos pagar las cuentas. —Creo que estaba más sorprendida de saber que la gente iba al ballet en Detroit, que de saber que Emily era una bailarina. Tenía mucho sentido, observándola, y realmente, con su altura y delgadez, los Moroi eran bailarines ideales en lo que humanos se refería. —Hey, es una gran ciudad —le dije a Jill—. Disfruta de la experiencia mientras puedas antes de que regreses a la aburrida rutina. —Por supuesto, el entrenamiento de combates y ataques ilícitos a Strigoi era poco aburrido, pero yo quería hacer que Jill se sintiera mejor—. Y no será tanto tiempo. —Las vacaciones de verano de los Moroi eran apenas de dos meses. Los padres estaban ansiosos por regresar a sus hijos a la seguridad de la Academia. —Supongo, —dijo Jill, no sonando convencida. Llegamos a su coche, y puse las cajas en el maletero. —Te enviaré correos electrónicos cuando pueda —le prometí—. Y apuesto a que Christian también. Tal vez incluso puedo hablar con Adrian sobre esto. Jill se iluminó, y me sentí feliz de verla volver a su normal sobreexcitación. —¿En serio? Eso sería genial. Quiero escuchar todo lo que sucede en la Corte. Probablemente llegarás a hacer todo tipo de cosas interesantes con Lissa y Adrian, y apuesto a que Christian

Emily no parecía darse cuenta del lamentable intento de corrección de Jill, y en su lugar me mostró una linda sonrisa. — Gracias por tu ayuda, Rose. Fue genial conocerte. —Tú‖también…‖¡umf!

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encontrará toda clase de cosas... sobre las cosas.

Jill se había arrojado hacia mí con un abrazo. —Buena suerte con todo —dijo—. Eres muy afortunada, ¡vas a tener una gran vida ahora! Yo le devolví el abrazo, no puedo explicar cuánta envidia me dio ella. Su vida era todavía segura e inocente. Ella se podría resistir a pasar el verano en Detroit, pero la estancia sería breve, y pronto estaría de vuelta en el mundo familiar y fácil de St. Vladimir. Ella no se fijaba en lo desconocido y sus peligros. Fue sólo después de que ella y su madre se habían ido, que me atreví a responder a su comentario. —Espero que sí —murmuré, pensando en lo que se avecinaba—. Así lo espero.

Mis compañeros de clase y Moroi escogidos volamos temprano al día siguiente, dejando las montañas rocosas de Montana detrás de las colinas de Pensilvania. La Corte Real lucía como la recordaba, con el mismo imponente, aire antiguo que St. Vladimir trató de difundir con sus altos edificios y la arquitectura de piedra intrincada. Pero la escuela también parecía querer mostrar un aire estudioso, mientras que la Corte era más ostentosa. Era como los propios edificios tratando de asegurarse de que todos sabíamos que se trataba de la sede del poder y la realeza entre los Moroi. El Tribunal Real quería que nos sorprendiéramos, y tal vez que nos

Y aunque yo había estado aquí antes, me sentí aun impresionada. Las puertas y ventanas de los edificios de piedra estaban cinceladas y enmarcadas con una bella decoración dorada. Estaban muy lejos de la brillantez que había visto en Rusia, pero me di cuenta ahora que los diseñadores de la Corte habían diseñado sus

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sintiéramos un poco intimidados.

edificios de acuerdo a la edad Europea de las fortalezas y palacios de San Petersburgo. San Vladimir tenía bancos y senderos en los cuádriceps y los patios, pero la Corte dio un paso más. Las fuentes y estatuas elaboradas de los gobernantes pasados adornaban el césped, las exquisitas obras de mármol que habían estado previamente escondidos por la nieve. Ahora, en pleno verano, eran brillantes y se exhibían. Y en todas partes, en cada lugar, había flores en los árboles, arbustos, caminos. Era deslumbrante. Era lógico que los nuevos graduados visitaran los tutores centrales de la administración, pero se me ocurrió que ellos tenían otra razón para traer aquí nuevos guardianes. Querían que mis compañeros y yo viéramos todo esto, para que nos sintiéramos abrumados y agradecidos de la gloria por la que estábamos luchando. Por los rostros de los nuevos graduados, yo sabía que la táctica estaba funcionando. La mayoría nunca había estado aquí antes. Lissa y Adrian habían estado en mi vuelo, y los tres nos agrupamos mientras caminábamos con el grupo. Era tan caliente como lo había sido en Montana, pero la humedad de aquí era mucho más gruesa. Yo estaba sudando después de sólo un poco de luz mientras caminaba. —Trajiste un vestido esta vez, ¿verdad? —preguntó Adrian.

que quieren que nosotros visitemos, aparte de la recepción principal. Aunque pueden darme el blanco y negro para eso. Sacudió la cabeza, y me fijé que su mano empezaba a avanzar hacia su bolsillo antes de dudar y echarlo hacia atrás. Podía haber venido progresando en dejar de fumar, pero estaba bastante segura

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—Por supuesto —le dije—. Ellos tienen algunas cosas de lujo

de que el deseo subconsciente de tomar un paquete de forma automática en el momento en que se encontraba al aire libre no se quitaba tan rápidamente. —Quiero decir para esta noche. Para la cena. Miré inquisitivamente a Lissa. Su horario en la Corte siempre había‖tenido‖una‖variedad‖de‖funciones‖que‖‚la‖gente‖promedio‛‖no‖ atendía. Con mi nuevo e incierto estado, no estaba segura de si yo iría con ella. Percibí su perplejidad por el vínculo y podría decir que ella no tenía ni idea sobre los planes de la cena especial. —¿Qué cena? —Le pregunté. —La que preparé con mi familia. —La‖ que‖ tú…‖ —me detuve abruptamente y me quedé mirándolo con los ojos abiertos, no me estaba gustando la sonrisa de suficiencia en su rostro—. ¡Adrian! —Algunos de los recién graduados mostraban curiosidad y seguían caminando a nuestro alrededor. —Vamos, hemos estado saliendo por un par de meses. La reunión con los padres es parte del ritual de citas. He conocido a tu madre. ¡Hasta conocí a tu atemorizante padre! Ahora es tu turno. Te garantizo que nadie de mi familia va a hacerte el tipo de sugerencias que tu padre me hizo a mí.

padre de Adrian antes. O, bueno, lo había visto en una fiesta. Dudaba de que él tuviera la menor idea de quién era yo, echando mi loca reputación a un lado. Yo no sabía casi nada sobre la madre de Adrian. En realidad hablaba muy poco de los miembros de su familia, bueno, de la mayoría de ellos.

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Yo realmente había tenido una especie de encuentro con el

—¿Sólo con tus padres? —Le pregunté con recelo—. ¿Algún otro miembro de tu familia del que deba saber? —Bueno... —la mano de Adrian tembló de nuevo. Creo que esta vez él quería un cigarrillo o algún tipo de protección frente a la nota de advertencia en su voz. Miré a Lissa, quien parecía muy divertida con todo esto—. Mi tía-abuela‖favorita‖podría‖pasarse‖por…‖ —¿Tatiana? —Exclamé. Por centésima vez, me pregunté cómo había tenido tanta suerte como para tener algo con un hombre relacionado con la líder de todo el mundo Moroi—. ¡Ella me odia! ¿Sabes lo que pasó la última vez que hablamos? —Su Majestad se había acercado a mí, gritando acerca de cómo yo era muy poca cosa para‖ estar‖ con‖ su‖ sobrino‖ y‖ cómo‖ tenía‖ grandes‖ ‚planes‛‖ para‖ él‖ y‖ Lissa. —Creo que ella está entrando en razón. —Oh, por favor. —No, en serio. —Casi parecía que estaba diciendo la verdad—. Hablé con mi mamá el otro día, y... no sé, tía Tatiana no parece odiarte tanto. Fruncí el ceño, y los tres empezamos a caminar de nuevo. —Tal vez ella admira tu reciente trabajo de guardiana —reflexionó Lissa. —Tal vez —dije. Pero realmente no lo creía. En todo caso, lo que

Sentí que de alguna forma, Adrian me traicionaba por haber preparado esta cena para mí, pero no había nada que hacer al respecto ahora. El único lado brillante era que yo tenía la impresión de que me estaba haciendo una broma acerca de su tía pasándose por aquí. Le dije que iría, y mi decisión lo puso de un estado de

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yo hiciera me hacía más despreciable ante los ojos de la reina.

ánimo tan bueno que no hizo muchas preguntas cuando Lissa y yo le‖ dijimos‖ que‖ íbamos‖ a‖ hacer‖ ‚nuestras‖ cosas‛‖ para‖ la‖ tarde.‖ Mis‖ compañeros de clase consiguieron un tour por La Corte y sus terrenos como parte de su adiestramiento, pero yo lo había visto todo antes y fui capaz de zafarme de ella. Lissa y yo dejamos nuestras pertenencias fuera de nuestras habitaciones y luego me dispuse‖a‖ir‖a‖la‖parte‖de‖atr{s‖de‖La‖Corte,‖donde‖la‖gente‖‚no‖tan‖ real‛‖vivía. —¿Vas a decirme ahora cuál es la otra parte de tu plan? — preguntó Lissa. Desde que Abe me había explicado acerca de la prisión de Victor, había estado haciendo otra lista mental de los problemas que tendría que afrontar al entrar en ella. Principalmente eran dos, que no tenía cuando había hablado inicialmente con Abe. No es que las cosas estuviesen realmente mucho más fáciles. En primer lugar, no teníamos idea sobre el lugar de Alaska en el que se encontraba. En segundo lugar, no sabíamos cómo eran las defensas de la prisión y el diseño. No teníamos idea de lo que teníamos que hacer para poder entrar. Sin embargo, algo me dijo que todas estas respuestas podrían encontrarse en una fuente, lo que significaba que en realidad sólo había un problema inmediato: cómo llegar a esa fuente. Afortunadamente, yo conocía a alguien que podría ser capaz de

—Vamos a ver a Mia —le dije. Mia Rinaldi era nuestra antigua compañera Moroi, una vieja enemiga, en realidad. También era un modelo de niña para un cambio total de personalidad. Había pasado de ser una intrigante

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ayudarnos con eso.

puta dispuesta a aplastar y dormir con cualquier persona en su búsqueda de popularidad, a ser una chica segura, con los pies en la tierra, dispuesta a aprender a defenderse a sí misma y a los demás de los Strigoi. Vivía aquí en la Corte con su padre. —¿Crees que Mia sabe cómo introducirse en una prisión? —Mia es buena, pero no creo que ella sea así de buena. Aunque probablemente puede ayudarnos a llegar a la inteligencia. Lissa gimió. —No puedo creer que hayas usado la palabra ‚inteligencia‛. Esto realmente se está convirtiendo en una película de espionaje. — Habló con ligereza, pero podía sentir la preocupación dentro de ella. El tono suave disimulaba su temor, la inquietud que aún sentía por la liberación de Victor, a pesar de la promesa que me hizo a mí. Los que no eran miembros de la realeza, trabajaban y hacían cosas ordinarias, vivían en apartamentos muy lejos del cuartel de la reina y de la sala de recepción. Yo había conseguido la dirección de Mia por adelantado, y salimos a través del terreno perfectamente cuidado, gruñéndonos la una a la otra todo el camino por el calor del día. La encontramos en su casa, vestida informalmente con pantalones vaqueros y una camiseta con una paleta helada en la mano. Sus ojos se abrieron cuando nos vio afuera de su puerta.

Me eché a reír. Era el tipo de respuesta que yo daría. —Me alegro de verte también. ¿Podemos pasar? —Por supuesto. —Se hizo a un lado—. ¿Quieres un helado?

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—Bueno, que me condenen —dijo.

Como si tuviera que preguntarlo. Tomé una de uva y me senté con Lissa y ella en la pequeña sala. El lugar estaba muy lejos de la opulencia de las casas de la Realeza, pero estaba limpio y resultaba acogedor, y sobre todo era muy querido por Mia y su padre. —Sabía que los graduados venían —dijo Mia, cepillándose los rubios rizos de su cara—. Pero no estaba segura de si estabas con ellos o no. ¿Incluso te graduaste? —Sí —le dije—. Tengo la marca de la promesa y todo. — Levanté mi pelo para que ella pudiera ver el vendaje. —Me sorprende que te dejaran regresar otra vez después de tus asesinatos múltiples. ¿O te dan más crédito por eso? Al parecer, Mia había escuchado el mismo cuento de mis aventuras que todos los demás. Eso estaba bien conmigo. No quería hablar de la verdad. No quería hablar de Dimitri. —¿Crees que alguien podría detener a Rose para que no haga lo que ella quiere? —preguntó Lissa con una sonrisa. Estaba tratando de evitar entrar en muchos detalles sobre mi paradero pasado, por lo que estaba muy agradecida. Mia se rió y tomó un gran trozo de helado de limón. Fue un milagro que no llegara a congelar su cerebro. —Cierto. —Su sonrisa se desvaneció mientras se tragó el durante unos momentos—. Y Rose quiere algo ahora. —Oye, estamos felices de verte —le dije. —Te creo. Pero también creo que tienes un motivo ulterior.

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bocado. Sus ojos azules, siempre sagaces, me observaron en silencio

La sonrisa de Lissa creció. Le hizo gracia verme atrapada en mi juego del espionaje. —¿Por qué dices eso? ¿Puedes leer que es así, o sólo asumes que Rose siempre tiene un motivo ulterior? Ahora Mia sonrió de nuevo. —Las dos cosas. —Se escabulló hacia delante en el sofá, dándome una mirada seria. ¿Cuándo se había vuelto tan perceptiva?—. Está bien. No tiene sentido perder el tiempo. ¿Necesitas mi ayuda con...? Suspiré, resignada. —Necesito estar dentro de la oficina principal de los guardianes. A mi lado, Lissa hizo una especie de ruido estrangulado. Me sentí un poco mal por ella. Mientras que ella puede ocultar sus pensamientos de mí en alguna ocasión, no había mucho que hiciera o dijera que fuera una verdadera sorpresa. ¿Yo? Continuamente la cegaba. Ella no tenía idea de lo que se avecinaba la mitad del tiempo, pero, honestamente, si estábamos pensando en sacar a un criminal de renombre de la cárcel a continuación, entrar en una oficina de seguridad no debería haber sido una sorpresa tan grande. —Wow —dijo Mia—. No pierdes el tiempo con las pequeñas cosas. —Su sonrisa tembló un poco—. Por supuesto, no puedes

—¿Me puedes meterme a mí -a nosotras- ahí dentro? —Le pregunté—. Eres amiga de algunos de los guardianes de aquí... Y tu papá tiene acceso a un montón de lugares.... —Yo no sabía exactamente el trabajo del Sr. Rinaldi, pero pensé que estaba relacionado con el mantenimiento.

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venir con cosas pequeñas. Podrías hacerlo tú misma.

—¿Qué estás buscando? —preguntó. Ella levantó una mano cuando yo abrí la boca para protestar—. No, no. No necesito más detalles. Sólo una idea general para poder resolver esto. Ya sé que no vamos allí sólo a recorrer el lugar. —Necesito algunos registros —expliqué. Sus cejas se levantaron. —¿Del personal? ¿Tratando de conseguirte algún trabajo? —Yo... no. —Huh. Eso no era una mala idea, teniendo en cuenta la situación precaria con la que me asignaron a Lissa. Pero no. Una cosa a la vez. —Necesito algunos registros acerca de la seguridad de algunos lugares de afuera, escuelas, casas reales, prisiones. —Traté de mantener una expresión normal cuando decía la última. Mia se encontraba considerando algunas cosas locas, pero incluso ella tenía sus límites—. Me di cuenta de que ellos... ¿deberían mantenerlos ahí? —Ellos lo hacen —dijo—. Pero la mayor parte es electrónica. Y, sin ofender, pero eso podría estar incluso más allá de tus capacidades. Incluso si pudiéramos llegar a uno de sus ordenadores, todo está protegido por contraseña. Y si se alejan, se bloquean los ordenadores. Supongo no te has convertido en un pirata informático desde la última vez que te vi. No, ciertamente. Y a diferencia de los héroes de las películas de no tenía amigos conocedores de tecnología que pudieran incluso tratar de romper ese tipo de encriptación y seguridad. Maldita sea. Miré con tristeza mis pies, preguntándome si había alguna posibilidad de sacarle más información a Abe.

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espías con las que Lissa estaba todo el tiempo tomándome el pelo,

—Pero —dijo Mia—, si la información que necesitas no es muy actual, ellos pueden tener copias en papel. Giré mi cabeza. —¿Dónde? —Tienen salas de almacenamiento masivo, escondido en uno de los

sótanos.

Archivos

y

archivos.

Aún

bajo

llave,

pero

probablemente sea más fácil que luchar contra las computadoras. Una vez más, depende de lo que necesites. ¿Cuán viejo es? Con Abe, me había dado la impresión de que la prisión de Tarasov estaba ahí hace algún tiempo. Seguramente había algún registro de ello en esos archivos. No me cabía duda de que los guardianes habían pasado a ser digitales hace un tiempo, lo que significaba que no podríamos encontrar pequeños detalles de la seguridad del lugar, pero me conformaría con un plano. —Podría ser lo que necesitamos. ¿Nos puedes hacer entrar? Mia estuvo en silencio durante varios segundos, y pude ver que su mente trabajaba. —Es posible. —Miró a Lissa—. ¿Es posible obligar a la gente a ser tus esclavos? Lissa hizo una mueca. —No me gusta pensar en eso así, pero sí, puedo. —Era otro de los beneficios del espíritu.

Muy bien. Vuelve a eso de las dos, y veremos qué podemos hacer. Las dos de la tarde para el resto del mundo significaba la mitad de la noche para los Moroi, quienes corrían con el horario nocturno. Estar a plena luz del día no parecía particularmente astuto, pero

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Mia analizó unos instantes más y luego hizo un gesto rápido. —

entendí que el planeamiento de Mia se basaba en el hecho de que también habría menos personas en torno a esa hora del día. Yo estaba tratando de decidir si deberíamos socializar más o irnos, cuando alguien interrumpió mis pensamientos. Mia se estremeció y, de repente, parecía incómoda. Se puso de pie para llegar a la puerta y una voz familiar llegó desde el pasillo hasta nosotras. —Siento‖llegar‖temprano,‖pero… Christian entró en la sala de estar. De repente, guardó silencio cuando nos vio a Lissa y a mí. Todo el mundo parecía estar congelado, por lo que parecía que era yo quien tenía que fingir que ésta no era una situación terriblemente difícil. —Hey, Christian —le dije alegremente—. ¿Cómo te va? Sus ojos estaban puestos en Lissa, y le tomó un momento arrastrarlos hacia mí. —Bien —echó un vistazo a Mia—. Puedo volver.... Lissa se puso en pie a toda prisa. —No —dijo ella, con la voz fresca como la de una princesa—. Rose y yo nos tenemos que ir de todos modos. —Sí. —Yo estuve de acuerdo, siguiendo su ejemplo—. demonios, yo no tenía idea de lo que iban a hacer. Y no estaba segura de querer saberlo. Mia había encontrado su voz. —Christian quería ver algunos de los movimientos que he estado practicando con los guardianes de la escuela.

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Tenemos... cosas... que hacer. Y no queremos interrumpir su... —

—Genial. —Me quedé con la sonrisa en mi cara mientras Lissa y yo nos trasladábamos hacia la puerta. Ella dio un paso alrededor de Christian. —Jill se pondrá celosa. Y no sólo Jill. Después de otra ronda de despedidas, Lissa y yo nos fuimos a correr por los jardines. Podía sentir la ira y los celos que irradiaba a través del enlace. —Es sólo su club de lucha, Liss. —Dije, sin necesidad de tener esta conversación—. Nada está pasando. Ellos van a hablar de dar de puñetazos y patadas, y otras cosas aburridas. —Bueno, en realidad eso fue muy lindo y dulce, pero yo no iba a glorificar el hecho de que Christian y Mia pasaran tiempo juntos. —Tal vez ahora nada está pasando. —Gruñó ella, mirando fríamente hacia delante—. Pero quién sabe qué podría pasar. Pasan mucho tiempo juntos, practican algunos movimientos físicos, una cosa‖lleva‖a‖la‖otra… —Eso es ridículo —dije—. Ese tipo de cosas no son en absoluto románticas. —Otra mentira, ya que era exactamente así como había comenzado mi relación con Dimitri. Una vez más, era mejor no hablar de eso—. Además, Christian no puede estar involucrado con cada chica con la que pasa el tiempo. Mia, Jill, no te ofendas pero en realidad no es un gran experto en mujeres. —Él es muy guapo —argumentó, esos sentimientos oscuros

—Sí —admití, manteniendo con cuidado los ojos sobre el camino—. Pero se necesita más que eso. Y, además, pensé que no te importaba lo que hiciera.

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todavía hervían en su interior.

—No —ella agregó, sin convencerse más de lo que me convenció a mí—. No, en lo absoluto. Mis intentos por distraerla habían demostrado ser bastante inútiles para el resto del día. Las palabras de Tasha volvieron a mí: ‚¿Por‖ qué‖ no‖ has arreglado esto?‛‖ Debido‖ a‖ que‖ Lissa‖ y‖ Christian‖ estaban siendo demasiado condenadamente irrazonables, tanto atrapados en sus propios sentimientos como enojados, aunque era como si estuvieran orinando sobre mí en el trayecto. Christian hubiera sido muy útil en mis aventuras ilícitas, pero tenía que mantener mi distancia por el amor de Lissa. Finalmente, la dejé con su mal humor cuando llegó la hora de la cena. En comparación con su situación romántica, mi relación con un playboy malcriado de una familia semi-real que me desaprobaba parecía francamente optimista. Qué triste y escalofriante se está volviendo este mundo. Le aseguré a Lissa que volvería a verla directamente después de la cena e iríamos a ver a Mia juntas. La mención de Mia no hizo feliz a Lissa, pero la idea de una posible ruptura logró distraerla un momento de Christian. El vestido que había elegido para la cena era marrón, hecho de un material ligero, de gasa, que era genial para el verano. El escote era decente, y las pequeñas mangas tipo casquillo le daban un toque de clase. Con el pelo recogido en una coleta baja que hizo un trabajo digno al ocultar el tatuaje en curación, casi parecía una novia apariencias, ya que era parte de un plan loco para traer a mi último novio de entre los muertos. Adrian me examinó de pies a cabeza cuando llegué a la casa de sus padres. Mantenían una residencia permanente aquí en la Corte. La pequeña sonrisa en su rostro me dijo que le gustó lo que vio.

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respetable, que sólo iba a mostrar cómo de engañosas pueden ser las

—¿Lo apruebas? —pregunté, dando vueltas. Deslizó un brazo alrededor de mi cintura. —Por desgracia, sí. Tenía la esperanza de que aparecieras en algo que te hiciera lucir como una zorra. Algo que escandalizaría a mis padres. —A veces es como si ni siquiera te preocuparas por mí como una persona —observé a medida que entrábamos—. Es como si estuvieras usándome sólo para escandalizar. —Es ambos, pequeña dhampir. Me preocupo por ti, y te estoy usando para escandalizar. Escondí una sonrisa mientras el ama de llaves de los Ivashkov nos llevaba hacia el comedor. La Corte en realidad tenía restaurantes y cafés escondidos dentro de sus edificios, pero los miembros de la realeza, como los padres de Adrian, considerarían de más clase tener una cena de lujo en su casa. Yo habría preferido estar fuera, en público. Tendría más opciones de escape. —Tú debes ser Rose. Mi evaluación de las salidas fue interrumpida cuando una muy alta y muy elegante mujer Moroi entró en la habitación. Llevaba un vestido largo de raso verde oscuro que inmediatamente me hizo sentir fuera de lugar, y que encajaba perfectamente con el color de los ojos de ella y Adrian. Su pelo oscuro estaba alzado en un moño,

—Soy Daniella Ivashkov —dijo—. Es muy agradable conocerte al fin. ¿Era en serio? Mi mano automáticamente sacudió la suya a cambio. —Encantada de conocerla también, Lady Ivashkov.

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y me sonrió con una calidez genuina cuando me cogió la mano.

—Llámame Daniella, por favor. —Se volvió hacia Adrian y chasqueó la lengua mientras le arreglaba el cuello, abotonándole la camisa—. Sinceramente, cariño — dijo—, ¿por lo menos podrías mirarte en un espejo antes de salir por la puerta? Tu pelo es un desastre. Él la esquivó al llegar a la cabeza. —¿Estás bromeando? Me paso horas delante del espejo para que se vea de esta manera. Ella dio un suspiro atormentado. —Algunos días no puedo decidir si tengo suerte o no en no tener ningún otro hijo. —Detrás de ella, los criados estaban colocando tranquilamente los alimentos en la mesa. El vapor se levantó de los platos, y mi estómago rugió. Tenía la esperanza de que nadie más lo escuchara. Daniella echó un vistazo por el pasillo más allá de ella—. Nathan, ¿podrías darte prisa? La comida se está enfriando. Momentos después, sonaron unos pesados pasos en el suelo de madera adornada, y Nathan Ivashkov irrumpió en la habitación. Al igual que su esposa, estaba vestido formalmente, el raso de la corbata azul brillaba junto a la crudeza del pesado abrigo de su traje negro. Me alegré de que hubiera aire acondicionado aquí, o se estaría derritiendo con esa tela tan gruesa. Las características de él que destacaban eran las que más recordaba: una distinguida cabeza con cabellos plateados y un bigote. Me pregunté si el pelo de Adrian se parecería al de él cuando fuera más viejo. No, yo nunca podría señal de algo gris o plateado. El padre de Adrian podría ser exactamente como yo lo recordaba, pero estaba claro que él no tenía idea de quién era yo. De hecho, parecía estar realmente sorprendido al verme.

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averiguarlo. Adrian probablemente se teñiría el cabello a la primera

—Esta es la, ah, amiga de Adrian, Rose Hathaway —dijo Daniella suavemente—. ¿Te acuerdas?, dijo que la traería esta noche. —Es un placer conocerlo, Lord Ivashkov. A diferencia de su esposa, él no se ofreció a ponernos en un primer nombre, lo que me alivió un poco. El Strigoi que había forzado a Dimitri, también se llamaba Nathan, y no era un nombre que quisiera decir en voz alta. El padre de Adrian me miró de arriba a abajo, pero no con la apreciación que Adrian había mostrado antes. Era más como si fuera una rareza—. Oh. La chica dhampir. Él no fue precisamente grosero, sólo estaba desinteresado. Quiero decir, no era como si él me hubiera llamado ‚puta de sangre‛ ni nada. Todos nos sentamos a comer, y aunque Adrian mantuvo su típica sonrisa de un diablo del cual cuidarse en su rostro, yo obtuve una vez más el ambiente de que él realmente, en verdad, quería un cigarrillo. Probablemente un fuerte licor, también. Estar cerca de sus padres no era algo que disfrutaba. Cuando uno de los criados nos sirvió el vino, Adrian parecía inmensamente aliviado, y no se echó para atrás. Le lancé una mirada de advertencia, que obviamente fue ignorada. Nathan logró devorar rápidamente sus balsámicos medallones de cerdo glaseados mientras que todavía parecía elegante y apropiado. —Entonces —dijo, la atención se centró en Adrian—, te vas a mantener en los barrios bajos con estudiantes de secundaria, ¿verdad? No tiene sentido el que sigas ahí. —No lo sé —dijo Adrian perezosamente. Sacudió la cabeza, sacudiendo su cuidadosamente despeinado cabello—. Me gusta salir con ellos. Piensan que soy más divertido de lo que soy.

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ahora que Vasilisa se ha graduado, ¿qué vas a hacer con tu vida? No

—No me sorprende —respondió su padre—. No eres nada gracioso. Es hora de hacer algo productivo. Si no vas a volver a la universidad, al menos debes comenzar a sentarte en algunas de las reuniones de la empresa familiar. Tatiana te consiente, pero puedes aprender mucho de Rufus. Yo sabía lo suficiente acerca de la política real como para reconocer el nombre. El miembro de mayor edad de cada familia solía ser su ‚príncipe‛ o ‚princesa‛ y mantenía una posición en el Consejo Real y era elegible para convertirse en rey o reina. Cuando Tatiana le había quitado la corona, Rufus se había convertido en príncipe de la familia Ivashkov, ya que era el mayor. —Es verdad —dijo Adrian inexpresivo. Él no estaba comiendo tanto como estaba empujando la comida alrededor de su plato—. Realmente me gustaría saber cómo mantiene a sus dos amantes en secreto delante de su mujer. —¡Adrian! —Daniella gritó, cubriendo de rubor sus pálidas mejillas—. No digas cosas como esas en nuestra mesa, y ciertamente no en frente de un invitado. Nathan parecía fijarse en mí otra vez y se encogió de hombros desdeñoso. —Ella no tiene importancia. —Me mordí el labio, reprimiendo las ganas de ver si podía lanzar mi plato de porcelana con un estilo frisbee y golpearlo en la cabeza. Decidí no hacerlo. No alcanzaría el impulso que yo necesitaba. Nathan se volvió de nuevo con su ceño fruncido hacia Adrian—. Pero tú sí. Y no voy a tenerte aquí sentado sin hacer nada, utilizando nuestro dinero para financiarlo.

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sólo arruinaría la cena, sino que el plato probablemente no

Algo me dijo que debería mantenerme al margen de esto, pero no podía soportar ver a Adrian rebajado por su molesto padre. Adrian podía sentarse y perder el dinero, pero Nathan no tenía derecho a burlarse de él por ello. Quiero decir, claro, yo lo hacía todo el tiempo. Pero esto era diferente. —Tal vez podrías ir a Lehigh con Lissa —le ofrecí— Seguir estudiando el espíritu con ella y luego... hacer lo demás que estabas haciendo la última vez que estuviste en la universidad... —Beber y saltarse las clases —dijo Nathan. —Arte —dijo Daniella—. Adrian tomó clases de arte. —¿En serio? —pregunté, volviéndome hacia él, sorprendida. De alguna manera, me lo imaginaba como un tipo de arte. Encajaba con su personalidad errática—. Entonces este sería perfecto. Podrías tomarlo de nuevo. Se encogió de hombros y terminó su segundo vaso de vino. — No lo sé. Este colegio probablemente tendría el mismo problema que el último. Fruncí el ceño. —¿Cuál era? —Tarea. —Adrian —gruñó su padre.

casualmente en la mesa—. Yo realmente no necesito un empleo o dinero extra. Después de que Rose y yo nos casemos y tengamos a los niños, sólo voy a vivir de su sueldo como guardiana. Todos se congelaron, incluso yo. Sabía perfectamente que era una broma. Quiero decir, incluso si albergara fantasías de

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—Está bien —dijo Adrian despreocupadamente. Apoyó el brazo

matrimonio y niños (y yo estaba bastante segura de que no lo hacía), el magro salario de un guardián nunca sería suficiente para mantenerlo en la lujosa vida que necesitaba. El padre de Adrian, sin embargo, claramente no pensaba que estaba bromeando. Daniella parecía indecisa. Y yo estaba incómoda. Fue un muy, muy mal tema para que apareciera en una cena como ésta, y no podía creer lo que Adrian había dicho allí. Yo ni siquiera creo que el vino fuera el culpable. Adrian gustaba mucho de atormentar a su padre. El terrible silencio creció cada vez más espeso. Mi instinto para llenar los huecos de la conversación estaba en su apogeo, pero algo me dijo que me quedara tranquila. La tensión aumentó. Cuando sonó el timbre, los cuatro casi saltamos de la silla. El ama de llaves, Torrie, se escurrió fuera para responder, y me dieron un suspiro de alivio mental. Una visita inesperada ayudaría a aliviar la tensión. O quizá no. Torrie se aclaró la garganta cuando regresó, evidentemente nerviosa, mientras miraba de Daniella a Nathan. —Su Majestad, la Reina Tatiana está aquí. De ninguna manera.

después, me uní a ellos. Yo no le había creído antes cuando Adrian dijo que Tatiana podría venir. Su rostro parecía muy sorprendido ahora también. Pero, efectivamente, allí estaba ella. Se deslizó en la habitación, elegante en lo que debía ser ropa casual para ella: pantalones a medida negros y chaqueta con una seda roja y blusa de

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Los tres Ivashkov se levantaron bruscamente, y medio segundo

encaje por debajo. Pocas joyas con broches que brillaban en su pelo oscuro y los ojos imperiosos mirando hacia abajo, a todos nosotros, como si estuviera apresurada. Incluso su propia familia seguía el protocolo. —Tía Tatiana. —Dijo Nathan, obligando lo que parecía una sonrisa en su rostro. No creo que lo hiciera muy a menudo—. ¿No quieres unirte a nosotros para la cena? Ella hizo un gesto con la mano despectivamente. —No, no. No puedo quedarme. Estoy en camino a reunirme con Priscilla, pero pensé en pasar por aquí cuando me enteré que Adrian había regresado. —Su mirada se posó sobre él—. No puedo creer que hayas estado aquí todo el día y no hayas ido a visitarme. —Su voz era fría, pero te juro que había un brillo divertido en sus ojos. Daba miedo. Ella no era alguien que yo consideraba cálida y difusa. Toda la experiencia de verla fuera de una de sus salas de recepción era totalmente irreal. Adrian le sonrió. Era evidente que estaba con la persona con la que se sentía más cómodo en la sala en este momento. Por razones que nunca entendí, Tatiana amaba y mimaba a Adrian. Eso no quiere decir que ella no amara a los miembros de su familia, era claro que él sólo era su favorito. Eso siempre me sorprendía, teniendo en cuenta lo sinvergüenza que era a veces.

verme —le dijo—. Además, dejé de fumar, así que ahora no vamos a poder ir juntos a fumar furtivamente detrás de la sala del trono. —¡Adrian! —reprendió Nathan, volviéndose de un color rojo brillante. Se me ocurrió entonces que podría haberse basado en un

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—Ah, pensé que tenías cosas más importantes que hacer que

juego que habla alrededor de cuántas veces exclama el nombre de su hijo con desaprobación—.‖Tía,‖discul… Tatiana levantó una mano de nuevo. —Oh, calla, Nathan. Nadie quiere oírte. —Casi me ahogaba. Estar en la misma habitación que la reina era horrible, pero casi valía la pena verla dándole una perra bofetada verbal al Señor Ivashkov. Se volvió de nuevo a Adrian, con su cara descongelada—. ¿Has de dejado de fumar? Ya era hora. ¿Supongo que esto lo hiciste tú? Me tomó un momento darme cuenta de que estaba hablándome a mí. Hasta ese momento, me gustaba cualquier tipo de esperanza de que ella pudiera no haberse dado cuenta. Parecía ser la única explicación para que no les gritara que sacaran a la rebelde puta de sangre.‖Fue‖impactante.‖Su‖voz‖no‖era‖acusatoria,‖tampoco.‖Estaba…‖ impresionada. —B... bueno, no fui yo, Majestad —le dije. Mi mansedumbre fue muy lejos de mi comportamiento en nuestra última reunión—. Adrian fue el que tuvo el, eh, la determinación de hacerlo. Así me ayude, Tatiana se rió entre dientes. —Muy diplomático. Deben asignarte a un político. A Nathan no le gustó la atención en mí. No estaba segura de lo que hice bien, para que fuera semi-agradable. —¿Van a hablar de negocios Priscilla y tú esta noche? ¿O simplemente tendrán una cena

Tatiana arrastró su mirada de mí. —Las dos cosas. Han habido algunas disputas entre familias. No en público, pero se está saliendo. La gente está haciendo ruido por la seguridad. Algunos están listos para empezar a entrenar ahora mismo. Otros se

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agradable?

preguntan si los guardianes pueden estar sin dormir —ella puso los ojos en blanco—. Y esas son las más dóciles de las sugerencias. No hay duda al respecto. Esta visita se había vuelto mucho más interesante. —Espero que encierres a los militantes —gruñó Nathan—. Nosotros luchando junto a los guardianes es absurdo. —Lo que es absurdo —dijo Tatiana—, es la lucha entre las clases reales. Eso es lo que queremos ‚encerrar‛ —su tono se hizo noble, muy de reina—. Somos los líderes entre los Moroi. Tenemos que dar el ejemplo. Tenemos que estar unidos para sobrevivir. La estudié con curiosidad. ¿Qué significaba eso? ¿Ella está de acuerdo o en desacuerdo con la postura de Nathan acerca de los Morois luchando? Sólo había mencionado que se estableciera la paz entre su pueblo. Pero, ¿cómo? ¿Era su manera de alentar el movimiento nuevo o de aplastarlo? La seguridad era una gran preocupación para todo el mundo después del ataque, y caía sobre ella averiguarlo. —Suena muy duro para mí —dijo Adrian, mostrándose ajeno a la gravedad de la cuestión—. Si aún deseas un cigarrillo después, voy a hacer una excepción. —Me conformo con que mañana vengas y realices una visita casa —echó una mirada a su copa de vino vacía—, y otras cosas — un destello de firme determinación cruzó su mirada, y aunque se marchaba tan rápido como había llegado, me sentí casi aliviada. Allí estaba la Tatiana de hielo que conocía. Él saludó. —Tomo nota.

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con propiedad —dijo ella con sequedad—. Deja los cigarrillos en

Tatiana nos dio al resto de nosotros breves miradas. —Que tengan una buena noche. —Esa fue su escueta despedida. Nos hizo otra reverencia, y luego se dirigió hacia la puerta principal. Mientras lo hacía, oí voces y murmullos. Había estado viajando con un séquito, me di cuenta, y había dejado a todos en el vestíbulo mientras vino a saludar a Adrian. La cena estuvo tranquila después de eso. La visita de Tatiana nos dejó a todos atónitos. Al menos eso significaba que no tenía que escuchar discutir más a Adrian y su padre. Daniella, sobre todo, mantuvo lo poco que había de conversación, tratando de indagar sobre mis intereses, y me di cuenta que no había dicho ni una palabra durante la breve visita de Tatiana. Daniella se había casado un Ivashkov, y me pregunté si encontraba a la reina intimidante. Cuando llegó el momento de que nos fuéramos, Daniella no dejaba de sonreír, mientras que Nathan se retiró a su estudio. —Tienes que venir más a menudo. —Dijo a Adrian, alisándole el cabello a pesar de sus protestas—. Y serás bienvenida en cualquier otro momento, Rose. —Gracias. —Dije, pasmada. Seguí estudiando su cara para ver si estaba mintiendo, pero no pensé que lo hiciera. No tenía ningún sentido. Los Moroi no estaban de acuerdo con las relaciones a largo plazo con los dhampir. Y en especial los Moroi de la Realeza. Y los antes no se les daba una indicación. Adrian suspiró. —Tal vez si él no está. Oh, maldita sea. Eso me recuerda. Dejé mi abrigo aquí la última vez. Yo quería salir demasiado rápido. —Tienes, como, cincuenta abrigos. —Comenté.

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Moroi Reales que tenían una relación con la Reina no hacían nada si

—Pregunta a Torrie. —Dijo Daniella—. Ella sabrá dónde está. Adrian se fue a buscar al ama de llaves y me dejó con su madre. Me había mostrado educada, hablado con delicadeza, salvo pequeños hechos intrascendentes, pero mi curiosidad era conseguir lo mejor de mí. —La cena fue realmente genial. —Le dije con sinceridad—. Y espero que usted no lo tomara a mal... pero, me refiero... bueno, parece estar de acuerdo con que Adrian salga conmigo. Ella asintió con la cabeza serena. —Lo estoy. —Y... —Bueno, tenía que decirlo—.‖Tat…‖digo‖la‖Reina‖Tatiana‖ parecía estar de acuerdo con eso también. —Lo está. Me aseguré de que mi mandíbula no cayera al suelo. —Pero... quiero decir, la última vez que hablé con ella, estaba muy enojada. Me decía una y otra vez que nunca nos permitiría estar juntos en el futuro o casarnos ni nada de eso. —Me encogí, recordando la broma de Adrian—. Me imaginé que iba a sentir lo mismo que Lord Ivashkov. Realmente no se puede querer que su hijo esté con una dhampir para siempre. La sonrisa de Daniella fue amable, pero irónica. —¿Piensas en

La pregunta me cogió totalmente por sorpresa. —Yo... no... quiero decir, no deseo ofender a Adrian, sino que yo no…‖ —…planeas‖ establecerte‖ en lo absoluto. —Ella asintió con la cabeza sabiamente—. Eso es lo que yo pensaba. Créeme, sé que Adrian no piensa sentar cabeza. Todo el mundo está saltando a

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estar con él para siempre? ¿Planeas casarse con él y asentarte?

conclusiones que ni siquiera han ocurrido. He oído hablar de ti, Rose, todo el mundo lo hace. Y te admiro. Y a partir de lo que he aprendido, estoy adivinando que no eres del tipo que dejaría de ser una guardiana para ser ama de casa. —Tiene razón —admití. —Entonces no veo el problema. Los dos son jóvenes. Tienen derecho a divertirse y hacer lo que quieran ahora, pero tú y yo sabemos que incluso si vieras a Adrian como alguien con quien pasar el resto de tu vida, no te vas a casar o establecer. Y no tiene nada que ver con lo que Nathan o cualquiera diga. Es el camino que debes seguir en el mundo. Es el tipo de persona que eres. Puedo verlo en tus ojos. Tatiana se ha dado cuenta también, y por eso se relajó. Tienes que estar ahí luchando, y eso es lo que vas a hacer. Por lo menos si realmente tienes la intención de ser un guardián. —Yo... —la miraba con asombro. Su actitud fue increíble. Ella era la primera de la Realeza que conocía que no se había asustado de inmediato y ni se había vuelto loca ante la idea de matrimonio entre una dhampir y un Moroi. Si otras personas compartían su opinión, harían que las vida de los demás fuera más fácil. Y tenía razón. No importaba lo que Nathan pensara. No hubiera importado si aun Dimitri estuviera alrededor. El resultado final era que Adrian y yo no estaríamos juntos por el resto de nuestras vidas porque siempre estaría en servicio como guardiana, nunca me establecería. poco triste también. Detrás de ella, pude ver que Adrian se acercaba por el pasillo. Daniella se inclinó hacia delante, lanzando su voz baja para mí. Había una nota nostálgica en sus palabras al hablar, como el tono de una madre preocupada. —Sin embargo, Rose. Mientras yo estoy de

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Al darme cuenta de las cosas, me‖sentí‖liberada…‖sin‖embargo,‖un‖

acuerdo con que ustedes salgan y sean felices, por favor trata de no

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romper demasiado su corazón cuando llegue el momento.

Traducido por elamela, cowdiem, AndreaN y Virtxu Corregido por Andy Parth

D

ecidí que sería mejor no mencionarle mi conversación con su madre. No necesitaba poderes psíquicos para sentir sus cambios de humor mientras caminábamos

de regreso a la casa de huéspedes. Su padre le había molestado, pero la aparente aceptación de su madre le había animado. No quería dañar eso permitiendo que Adrian supiera que estaba sólo de acuerdo con nosotros saliendo porque pensaba que era una cosa temporal, divertida. —¿Así que vas a irte con Lissa? —preguntó cuando alcanzamos mi habitación. —Sí, lo siento. Tú sabes, cosas de chicas —y por ‚cosas de chicas‛, quería decir allanamiento de morada. Adrian parecía un poco decepcionado, pero sabía que no tenía sus brazos alrededor de mi cintura, inclinándose para besarme. Nuestros labios se encontraron, y esa calidez que siempre me sorprendía se propagó a través de mí. Después de unos momentos dulces, nos separamos, pero la mirada de sus ojos decía que no era fácil para él.

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envidia de nuestra amistad. Me dio una pequeña sonrisa y envolvió

—Hasta luego —le dije. Me dio un beso rápido y, a continuación se alejó a su propia habitación. Inmediatamente busqué a Lissa, que permanecía fuera de su propia habitación. Estaba mirando fijamente una cuchara de plata, y a través de nuestra conexión, pude sentir su intento. Estaba tratando de infundirla con espíritu de coacción, de modo que quien la sujetara, se animaría. Me pregunté si lo quería para ella misma o era sólo un experimento al azar. No indagué en su mente para averiguarlo. —¿Una cuchara? —le pregunté con diversión. Se encogió de hombros y la colocó en el suelo. —Hey, no es fácil de conseguir una cosa de plata. Tengo que tomar lo que pueda. —Bueno, haría felices las cenas. Sonrió y puso sus pies sobre la mesa de ébano de café que estaba en el medio de la pequeña sala de estar de su habitación. Cada vez que la veía, no podía dejar de recordar los muebles negro brillante que habían estado en mi propia habitación-prisión, allá en Rusia. Había luchado con Dimitri con una estaca hecha de una pata de una silla de estilo similar. —Hablando de cenas... ¿Cómo estuvo la tuya? —No tan mal como pensaba —admití—. Nunca me di cuenta de realmente agradable. No tenía ningún problema con nosotros saliendo. —Sí, la he conocido. Es agradable... Aunque nunca pensé que era lo suficientemente agradable para estar bien con la escandalosa

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cuán imbécil era el padre de Adrian, sin embargo. Su mamá es

cita. ¿No creo que Su Real Majestad se presentara? —Lissa estaba bromeando, así que mi respuesta la abrumó. —Lo hizo, y... No fue horrible. —¿Qué? ¿Dijiste ‚no fue‛? —Lo sé, lo sé. Fue tan loco. Fue una visita muy rápida para ver a Adrian, y actuó como si lo nuestro no fuera gran cosa. —No me molesté en profundizar en la política del punto de vista de Tatiana sobre la formación Moroi para la batalla—. Por supuesto, ¿quién sabe qué hubiera pasado si se quedaba? Tal vez se habría convertido en su viejo yo. Hubiera necesitado toda una serie de cubertería de plata mágica entonces para evitar arrojarle un cuchillo a ella. Lissa gimió. —Rose, no puedes hacer ese tipo de bromas. Sonreí. —Digo las cosas que tienes demasiado miedo de decir. Esto la hizo sonreír a cambio. —Ha sido mucho tiempo desde que he escuchado eso —dijo en voz baja. Mi viaje a Rusia había fracturado nuestra amistad, lo que había terminado mostrándome cuánto realmente significaba para mí. Pasamos el resto del tiempo permaneciendo fuera, hablando de Adrian y otros chismes. Estaba aliviada al ver que había conseguido superar su estado de humor de antes por Christian pero, según avanzaba el día, su ansiedad crecía sobre nuestra misión pendiente

—Va a estar bien —le dije cuando llegó el momento. Estábamos regresando por los terrenos de la Corte, vestidas con pantalones vaqueros cómodos y camisetas. Era agradable estar libre del toque de queda de la escuela pero, de nuevo, estar fuera con la brillante luz del sol no me hacía sentir muy cubierta—. Esto será fácil.

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con Mia.

Lissa me cortó con una mirada pero no dijo nada. Los guardianes eran la fuerza de seguridad en nuestro mundo, y este era su cuartel general. El allanamiento de morada iba a ser cualquier cosa menos fácil. Mia parecía determinada cuando la alcanzamos, sin embargo, me sentí alentada por su actitud, y eso que llevaba todo negro. Es cierto, no haría mucho con la luz solar, pero hizo que todo se sintiera más legítimo. Me estaba muriendo por saber qué había pasado con Christian, y Lissa lo estaba también. Una vez más, era uno de esos temas que es mejor dejarlos sin explicación. Mia, sin embargo, nos explicó su plan, y yo honestamente sentí que había una probabilidad del 65 por ciento de que funcionara. Lissa estaba intranquila con su papel, ya que involucraba la compulsión, pero era un soldado de caballería y acordó hacerlo. Fuimos sobre todo en detalle un par de veces más y luego nos pusimos en camino hacia el edificio que albergaba las operaciones de los guardianes. Había estado allí una vez antes, cuando Dimitri me había llevado a ver a Victor en los calabozos junto a los guardianes, nunca había pasado mucho tiempo en las oficinas principales antes, y como Mia había predicho, estaban dotadas de poco personal a esta hora del día. Cuando entramos, nos encontramos inmediatamente con un área de recepción como las que encontrarías en cualquier oficina con un computador, archivadores y mesas a su alrededor. Probablemente él no tenía mucho que hacer a estas horas de la noche, pero estaba claramente en completa alerta aun. Detrás de él había una puerta, y llamó mi atención. Mia nos había explicado que era la entrada a todos los secretos de los guardianes, a sus registros

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administrativa. Un guardia severo estaba sentado en un escritorio

y las oficinas principales y las áreas de vigilancia que monitoreaban regiones de alto riesgo de la Corte. Severo o no, el tipo le dio una sonrisa a Mia. —¿No es un poco tarde para ti? No estás aquí por lecciones, ¿cierto? Ella sonrió de vuelta. Él debía ser uno de los guardianes con los cuales ella había trabado amistad durante su tiempo en la corte. — Nah, sólo vine con unos amigos y quería mostrarles el lugar. Él arqueo una ceja cuando nos vio a Lissa y a mí. Dio una ligera inclinación de cabeza a modo de saludo. —Princesa Dragomir. Guardiana Hathaway. Aparentemente, nuestras reputaciones nos precedían. Era la primera vez que había sido reconocida por mi nuevo título. Me asombró y me hizo sentir ligeramente culpable respecto a traicionar a un grupo al cual recién me había unido. —Este es Don —explicó Mia—. Don, la princesa tiene un favor que pedirte. —Ella miró significativamente a Lissa. Lissa tomó un aliento profundo, y sentí la quemazón de la magia de compulsión a través de nuestro lazo mientras ella focalizaba su mirada en él. —Don —dijo ella firmemente—, danos las llaves y los códigos de los archivos de registro que están abajo. Y luego asegúrate de que las cámaras en esas áreas estén apagadas.

continuaron sosteniendo los suyos, pude ver la compulsión tomándolo. Las líneas de su rostro se suavizaron en aceptación, y di un respiro de alivio. Mucha gente era lo suficientemente fuerte como para resistir la compulsión, particularmente la de un Moroi

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Él frunció el ceño. —Por‖qué‖yo…‖—pero cuando los ojos de ella

ordinario. La de Lissa era mucho más fuerte debido al espíritu, pero tú nunca sabías si alguien la iba a vencer. —Por supuesto —dijo él, poniéndose de pie. Abrió el cajón del escritorio y le dio a Mia un set de llaves que ella rápidamente me entregó—. El código es 4312578. Me forcé a memorizarlo, y él nos hizo señas hacia la poderosa puerta. Tras de ella, los corredores se expandían en todas direcciones. Él apunto a uno a nuestra derecha. —Ahí abajo. Tomen la izquierda al final, luego bajen dos pisos, y es la puerta a la derecha. Mia me dio una mirada para asegurarse de que había entendido. Asentí, y ella se giró de vuelta hacia él. —Ahora asegúrese de que la vigilancia está apagada. —Llévenos ahí —dijo Lissa firmemente. Don no pudo resistirse a su orden, y ella y Mia lo siguieron, dejándome sola. Esta parte del plan estaba todo a mi cargo, y me apresuré por el pasillo. Las instalaciones podían estar casi desocupadas, pero aún podía encontrarme con alguien, y no tendría ninguna compulsión para ayudarme a sacarme los problemas de encima. Las direcciones de Don eran claras, pero aun así no estaba hilera de archivadores apretados en un vestíbulo enorme. No podía ver su fin. Los cajones estaban apilados en un máximo de cinco, y la ligera luz fluorescente y el misterioso silencio le daban un aspecto escalofriante, casi embrujado. Toda la información de los guardianes antes de la era digital. Sólo Dios sabía cuán atrás llegaban estos

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preparada cuando apreté el código y entré en la cámara. Hilera tras

registros. ¿A los días medievales en Europa? Repentinamente me sentí intimidada y me pregunté si podría sacar esto adelante. Caminé hacia el primer archivador a mi izquierda, aliviada al ver que estaba rotulada. Leía AA1. Bajo ella estaba AA2 y así en adelante. Oh por Dios. Iba a tomarme varios archivadores para salir de las A. estaba agradecida de que la organización fuera tan simple como el orden alfabético, pero ahora entendía por qué estos archivadores llegaban al infinito. Tenía que retroceder más de tres cuartos hacia el fondo de la habitación para llegar a la T, y no fue hasta que llegué al archivador TA27 que encontré el archivo para la prisión Tarasov. Jadeé. El archivo era grueso, lleno de toda clase de documentos. Había páginas de la historia de la prisión y sus patrones de migración, así como planos para cada una de sus ubicaciones. Casi no podía creerlo. Demasiada información. Pero ¿Qué necesitaba? ¿Qué podía ser útil? La respuesta vino rápidamente: todo. Cerré el cajón y metí la carpeta bajo mi brazo. Bien. Hora de salir de aquí. Me giré y comencé a dirigirme a la salida a un trote ligero. Ahora que tenía lo que necesitaba, la urgencia de escapar me estaba presionando. Estaba casi ahí cuando escuché un suave click, y la puerta se abrió. Me congelé cuando un dhampir que no reconocí entró. Él también se congeló, claramente asombrado, y yo tomé como una pequeña bendición el que él no me hubiera puesto

—Tú eres Rose Hathaway —dijo él. Buen dios. ¿Había alguien que no supiera quién era? Me tensé, insegura de qué esperar ahora, pero hablé como si el encontrarnos aquí tuviera todo el sentido del mundo—. Así parece. ¿Quién eres tú?

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inmediatamente contra la pared y comenzara a interrogarme.

—Mikhail Tanner —dijo él, aún perplejo—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Estoy haciendo un recado —dije despreocupadamente. Indiqué el archivo—. El guardián en servicio aquí abajo necesitaba algo. —Estás mintiendo —dijo él—. Yo soy el guardián que cuida los archivos. Si alguien necesitara algo, ellos me habrían enviado a mí. Oh, mierda. Hablando acerca de los planes mejor trazados derrumbándose. Aunque, mientras estaba parada ahí, un extraño pensamiento me invadió. Su apariencia no era para nada familiar: cabello marrón rizado, altura media, en sus tardíos veintes. Bastante atractivo,‖en‖realidad.‖Pero‖su‖nombre…‖algo‖acerca‖de‖su‖nombre… —La Sra. Karp —jadee—. Tú eres‖ el‖ que…‖ tú‖ estuviste‖ involucrado con la Sra. Karp. Él se puso rígido, los ojos se estrecharon con cautela. —¿Qué sabes acerca de eso? Tragué. Lo que yo hice, o intenté hacer, por Dimitri no era sin precedentes. —Tú la amaste. Tú fuiste a matarla después de que ella…‖después‖de‖que‖ella‖se‖convirtiera. La Sra. Karp había sido una profesora nuestra hace unos pocos años. Ella había sido una usuaria del espíritu, y cuando los efectos para salvar su mente: convertirse en un Strigoi. Mikhail, su amante, había hecho lo único que él conocía para terminar ese malvado estado: buscarla y matarla. Se me ocurrió que estaba parada cara-acara con el héroe de una historia de amor casi tan dramática como la mía.

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del espíritu empezaron a volverla loca, ella hizo lo único que pudo

—Pero nunca la encontraste —dije suavemente—. ¿Verdad? Él se tomó un largo momento para responder, sus ojos puestos en mí pesadamente. Me pregunté en qué estaba pensando. ¿Ella? ¿Su propio dolor? ¿O me estaba analizando? —No —dijo finalmente—. Tuve que detenerme. Los guardianes me necesitaban más. Él habló con esa manera calmada y controlada con la que los guardianes se destacan, pero en sus ojos vi dolor, un dolor que yo más que entendía. Dudé antes de abalanzarme a la única oportunidad que tenía de no ser descubierta y terminar en una celda en la cárcel. —Sé…‖ sé que tienes toda la razón de sacarme de aquí y entregarme. Deberías. Es lo que se supone tienes que tienes que hacer,‖ lo‖ que‖ yo‖ haría‖ también.‖ Pero‖ la‖ cosa‖ es,‖ esto…‖ —de nuevo asentí a la carpeta—. Bueno, más o menos estoy intentando hacer lo que tú hiciste. Estoy intentando salvar a alguien. Él permaneció callado. Probablemente podía adivinar a quién me‖ refería‖ y‖ asumir‖ que‖ ‚salvar‛‖ significaba‖ ‚matar.‛‖ Si‖ él sabía quién era yo, entonces sabía quién había sido mi mentor. Pocos sabían

de

mi

relación

romántica

con

Dimitri,

pero

yo

preocupándome por él podría ser una conclusión inevitable.

su voz se quebró un poco—. Intenté…‖ intenté encontrarla con mucho‖ esfuerzo.‖ Pero‖ cuando‖ ellos‖ desaparecen…‖ cuando‖ ellos‖ no‖ quieren‖ ser‖ encontrados…‖ —él sacudió su cabeza—. No hay nada que nosotros podamos hacer. Entiendo por qué quieres hacerlo.

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—No tiene propósito, sabes —Mikhail dijo finalmente. Esta vez,

Créeme, lo sé. Pero es imposible. Nunca lo encontraras si él no quiere encontrarte también. Me pregunté cuánto podría decirle a Mikhail, cuánto debería. Se me ocurrió entonces que, si había alguien más en este mundo que entendería por lo que estaba pasando, sería este hombre. Además, no tenía muchas opciones aquí. —La cosa es que creo que puedo encontrarle —le dije lentamente—. Él me está buscando. —¿Qué? —Las cejas de Mikhail se elevaron—. ¿Cómo lo sabes? —Porque, um, me envía cartas al respecto. Esa feroz mirada de guerrero apareció de inmediato. —Si sabes eso, si puedes encontrarlo... Deberías llevar un respaldo para matarlo. Di un respingo ante esas últimas palabras y otra vez temí lo que iba a decir a continuación. —¿Me creerías si dijera que hay una manera de salvarlo? —Querrás decir de destruirle. Negué con la cabeza. —No... Me refiero a realmente a salvarlo. Una manera de devolverle a su estado original.

—Puede‖ que‖ no‖ lo‖ sea.‖ Conozco‖ a‖ alguien‖ que‖ lo‖ hizo…‖ que‖ revivió de nuevo a un Strigoi. —Bueno, eso era una pequeña mentira. En realidad no conocía a la persona, pero yo no iba a entrar en la cadena de ‚conozco‖a‖alguien‖que‖conoce‖a‖alguien…‛

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—No —dijo Mikhail rápidamente—. Eso es imposible.

—Eso es imposible —repitió Mikhail—. Los Strigoi están muertos. No-muertos. Es lo mismo. —¿Y si hubiera una oportunidad? —le dije—. ¿Qué pasa si se pudiera hacer? ¿Qué pasa si la Sra. Karp, si Sonya, pudiera convertirse en Moroi otra vez? ¿Y si pudieran estar juntos otra vez? —También significaría que estaría loca otra vez, pero eso era un detalle técnico para más adelante. Se sintió como una eternidad antes de que respondiera, y mi ansiedad creció. Lissa no podían utilizar la compulsión para siempre, y Mia me dijo que fuera rápida. Este plan se vendría abajo si no conseguía esto pronto. Sin embargo, observándole deliberar, pude ver su rostro vacilar. Después de tanto tiempo, todavía amaba a su Sonya. —Si lo que estás diciendo es verdad, y no creo que lo sea, entonces voy contigo. Whoa, no. Ese no era el plan. —No puedes —le dije rápidamente—. Ya llevo gente —otra pequeña mentira—. Añadir a más puede arruinar las cosas. No lo estoy haciendo sola —le dije, cortando lo que me imaginé que sería su siguiente argumento—. Si de‖ verdad‖ quieres‖ ayudarme…‖ si‖ en‖ verdad‖ quieres‖ tener‖ una‖ oportunidad‖para‖traerla‖de‖vuelta… tienes que dejarme ir. —No hay manera de que eso pueda ser verdad —repitió. Pero

—¿Puedes correr ese riesgo? Más silencio. Estaba empezando a sudar ahora. Mikhail cerró los ojos por un momento y respiró hondo. Luego se hizo a un lado e hizo un gesto hacia la puerta. —Vete.

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había duda en su voz, y la aproveché.

Casi me hundí por el alivio y de inmediato cogí la manija de la puerta. —Gracias. Muchas gracias. —Podría meterme en un montón de problemas por esto —dijo con cansancio—. Y todavía no creo que sea posible. —Pero esperas que lo sea. —No necesitaba que respondiera, yo sabía que tenía razón. Abrí la puerta pero, antes de irme, hice una pausa y le miré. Esta vez, no ocultó el dolor y la pena de su rostro—. Si lo decías en serio... Si quieres ayudar... Podría haber una forma de que pudieras hacerlo. Otra pieza del rompecabezas se había desentrañado para mí, otra manera por la que podríamos salir del paso. Le expliqué lo que necesitaba de él y me sorprendí por lo rápido que estuvo de acuerdo. Realmente él era igual que yo, me di cuenta. Los dos sabíamos que la idea de traer de vuelta a un Strigoi era imposible... y, sin embargo, queríamos creerlo tan desesperadamente. Después de eso, me escabullí de vuelta. Don no estaba en su escritorio, y me pregunté qué había hecho Mia con él. No esperé a saberlo, y en su lugar me dirigí el exterior, hacia un pequeño patio que había establecido como punto de encuentro. Mia y Lissa estaban esperando allí, paseando. Sin distraerme con la ansiedad, me abrí al

—Gracias a Dios —dijo cuando me vio—. Creíamos que habías sido capturada.

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vínculo y sentí la agitación de Lissa.

—Bueno... Es una larga historia. —Una que no me iba a tomar la molestia de contar—. Tengo lo que necesitaba. Y... en realidad, ahora mucho más. Creo que podemos hacerlo. Mia me dio una mirada que fue a la vez irónica y melancólica. —Quisiera saber qué es lo que están tramando. Negué con la cabeza mientras nos alejábamos. —No —le

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respondí—. No estoy segura de que quisieras.

Traducido por cyely divinna, Gry, vampirabriin y Caty Corregido por Ellie

D

ecidí que sería mejor si Lissa y yo nos quedábamos despiertas hasta tarde cuando regresamos a su habitación,

estudiando

detenidamente

los

documentos. Ella tenía una mezcla de sentimientos cuando le hablé de mi encuentro con Mikhail, algo que yo no le había mencionado a Mia. La primera reacción de Lissa fue de sorpresa, pero había otras cosas también. El miedo a los problemas en los que me podría haber metido. Un poco de tibio romanticismo sobre lo que ambos, Mikhail y yo, estábamos dispuestos a hacer por las personas que hemos amado. Se preguntó si ella haría lo mismo si Christian se encontrara en esa situación. Ella decidió al instante que lo haría; que su amor por él era todavía fuerte. Entonces se dijo a si misma que a ella realmente no le importaba más, lo cual me habría molestado si yo

—¿Qué está mal? —preguntó. Suspiré en voz alta por la consternación sin darme cuenta mientras leía sus pensamientos. No queriendo que ella supiera que había estado hojeando su mente, le señalé los papeles extendidos

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no hubiera estado tan distraída.

sobre la cama—. Estoy tratando de darle sentido a esto. —No estaba del todo tan lejos de la verdad. El diseño de la prisión era complejo. Las celdas ocupaban dos pisos y eran pequeñas, con sólo un preso por celda. Los documentos no explicaban por qué, pero la razón era obvia. Era lo que Abe había dicho acerca de prevenir que los criminales se conviertan en Strigoi. Si yo hubiera estado encerrada en la cárcel durante años, podría entender la tentación de morder y matar a mi compañero de celda para convertirme en Strigoi y escapar. Las celdas se mantenían también ubicadas en el centro del edificio, rodeado de guardias, oficinas, ‚cuartos para ejercitarse‛, cocina y una sala de alimentadores. Los documentos explicaban la rotación de guardia, así como los horarios de alimentación de los prisioneros. Ellos eran escoltados al parecer, para que los alimentaran, fuertemente custodiados, y sólo se permite tomar muy poco de la sangre. Una vez más, eso mantenía a los prisioneros más débiles y les impedía volverse Strigois. Todo era buena información, pero no tenía ninguna razón para creer nada de eso, puesto que el archivo tenía cinco años. También era probable que en la prisión hubiera toda clase de nuevos equipos de vigilancia. Probablemente lo único con lo que podía contar era la localización de la prisión y el diseño del edificio. —¿Qué tan bien te sientes acerca de tus habilidades de

A pesar de que no había sido capaz de poder sanarme con el uso del espíritu, como lo había hecho el anillo que me dio aquella mujer que conocí con el nombre de Oksana, me había dado cuenta que mi temperamento y la oscuridad inducida se habían tranquilizado un poco. Lissa había hecho un anillo para Adrian

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encantamiento? —le pregunté a Lissa.

también, aunque no sabría decir a ciencia cierta si era eso lo que lo estaba ayudando a controlar sus vicios últimamente, vicios que por lo general lo ayudaban a controlar el espíritu. Ella se encogió de hombros y se volcó sobre su espalda. El agotamiento la vencía, pero ella estaba tratando de mantenerse despierta por mi causa. —Cada vez mejor. Me gustaría poder hacerlo tan bien como Oksana. —Tal vez algún día —dije vagamente. Trataba de no pensar en Oksana cuando dejé Siberia. Había ido con su guardián y quería mantener un perfil bajo. Además, yo no quería que Lissa estuviera allá ni ahora ni en cualquier momento, no después de mi terrible experiencia—. ¿Has sido capaz de hacer algo además de la curación? —Un momento después, me respondí a mi propia pregunta—. Oh, está bien. La cuchara. Lissa hizo una mueca, pero se convirtió en un bostezo. —No creo que haya funcionado tan bien. —Uhm. —¿Uhm? Volví a mirar los planos. —Estoy pensando si podrías hacer un poco más de encantos de compulsión, sería recorrer un largo camino para ayudarnos con esto. Tenemos que hacer que la gente vea lo que coacción no estaban cerca de los de su sobrina, había logrado un encanto de lujuria, ella podría hacer lo que yo necesitaba. Sólo necesitaba más práctica. Ella entendía los principios básicos, pero en el pasado había tenido problemas para obtener los efectos deseados. El único problema era que, al pedirle que hiciera esto, yo estaba haciendo que usara en exceso el espíritu. Incluso si los efectos

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queremos que vean —seguramente, si Victor, cuyos poderes de

secundarios no se presentaban de inmediato, lo más probable sería que regresaran a refugiarse en ella en el futuro. Ella me miró con curiosidad, pero cuando la vi bostezar de nuevo, le dije que no se preocupara. Yo le explicaría mañana. Ella no ofreció ningún argumento, y después de un rápido abrazo, cada una se retiró a su propia cama. No íbamos a dormir mucho, pero teníamos que conseguir lo que pudiéramos. Mañana sería un gran día.

Yo había llevado una variante de la indumentaria de los guardianes formales en blanco y negro de cuando fui al juicio de Victor. En situaciones normales como guardiana, llevaba ropa de calle. Pero para los eventos de lujo, querían que buscáramos tonos nítidos y profesionales. La mañana después de nuestra frenada audacia, tuve mi primera experiencia real en la modalidad de guardiana. Yo había llevado la ropa que usé en el juicio de Víctor, pero ahora tenía el vestuario de un guardián oficial, que se adaptaba exactamente a mi medida: un pantalón negro de bota larga, una blusa blanca de botones, y una chaqueta de traje negro que me encajaba perfectamente. Por cierto, no estaba destinado a ser sexy, pero la forma en que abrazaba mi estómago y las caderas, hacía espejo, y después de varios minutos de pensamiento, me había atado el cabello en un moño perfectamente trenzado que mostraba mis marcas molnija. La piel aún estaba irritada, pero al menos el vendaje‖se‖había‖ido.‖Me‖parecía‖muy…‖profesional.‖Hacía‖que‖me‖ acordara de Sydney. Era una alquimista, un ser humano que trabajaba con Morois y dhampirs para ocultar la existencia de los

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cosas buenas con mi cuerpo. Me sentí satisfecha con mi reflejo en el

vampiros al mundo. Con su sentido propio de la moda, que siempre parecía estar lista para una reunión de negocios. Aun quería enviarle un maletín para Navidad. Si alguna vez hubo un tiempo para mostrarme, hoy era el día. Después de las pruebas y la graduación, este era el siguiente paso más importante en convertirse en guardiana. Era un almuerzo al cual todo nuevo graduado asistía. Los Morois elegibles para nuevos guardias también asistían, esperando alcanzar a los candidatos. Nuestras notas de la escuela y las pruebas habían sido de conocimiento público ya, y esto era una posibilidad para que los Morois nos encontraran y pidieran por quién ellos quieran que los cuiden. Naturalmente, la mayor parte de los invitados serían reales, pero unos otros Moroi importantes también calificarían para ello. Yo realmente no tenía ningún interés en mostrarme y enganchar una familia elegante. Lissa era a la única que quería mantener a salvo. De todos modos, tenía que hacer una buena impresión. Yo tenía que dejar en claro que era quien debería estar con ella. Ella y yo entramos a la sala de baile real juntas. Era el único lugar lo bastante grande como para que entráramos todos nosotros, ya que más que sólo graduados de St. Vladimir asistían. Todas las escuelas americanas habían enviado a sus nuevos reclutas, y durante un momento, encontré el mar de blanco y negro su ropa más fina— animaba la paleta un poco. Alrededor de nosotros, la pintura mural de acuarela suave hacía las paredes parecer brillosas. Lissa no había llevado un vestido inflado o algo, pero ella parecía muy elegante en un vestido al cuerpo hecho de seda en color turquesa.

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bastante molesto. Los trozos de color —la Familia Real se vestía en

La Familia Real se mezcló con la facilidad social con la cual ellos habían sido criados, pero mis compañeros de clase se movían con inquietud. A nadie parecía importarles. No era nuestro trabajo el buscar a otros; ellos se acercarían a nosotros. Todos los graduados llevaban etiquetas metálicas grabadas. No había esas etiquetas adhesivas de ‚HOLA,‖ MI‖ NOMBRE‖ ES…‛ aquí. Las etiquetas nos identificaban de modo que la Familia Real pudiera venir y hacer sus preguntas. No esperaba que nadie excepto mis amigos hablara conmigo, entonces Lissa y yo nos dirigimos directamente hacia el bufete y luego ocupamos una esquina tranquila para comer nuestros canapés y caviar. Bien, Lissa comió el caviar. Esto me recordaba demasiado a Rusia. Adrian, por supuesto, nos buscó primero. Le di una sonrisa torcida. —¿Qué haces aquí? Sé que no estás eligiendo un guardia. Sin proyectos concretos para su futuro, se asumía que Adrian viviría simplemente en la Corte. Como tal, él no necesitaría ninguna protección exterior, aunque ciertamente lo necesitaría si él decidiera emprender su camino en el mundo. —Es verdad, pero yo podría echar de menos algunas fiestas — dijo él. Él sostenía una copa de cristal de champán en su mano, y me pregunté si los efectos del anillo que Lissa le había dado se fin del mundo, y la promesa de la cita había estado algo floja en esa área. Era sobre todo el fumar en lo que quería que se alejara—. ¿Se te han acercado un montón de personas esperanzadas?

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desvanecían. Por supuesto, la bebida ocasional realmente no era el

Sacudí mi cabeza. —¿Quién quiere a la imprudente Rose Hathaway, quien abandona todo sin aviso para hacer sus propias cosas? —La mayoría —él dijo—. Estoy seguro. Pateaste traseros en batalla, y recuerda, todos piensan que te marchaste para irte en una excursión de matanza de Strigois. Algunos podrían pensar que eso merece tu loca personalidad. —Él tiene razón —una voz de repente dijo. Alcé la vista y vi a Tasha Ozera estando de pie cerca de nosotros, una pequeña sonrisa en su cara con cicatrices. A pesar de la desfiguración, pensé que ella parecía hermosa hoy, más real de lo que yo la había visto alguna vez. Su pelo negro largo brillaba, y llevaba una falda naval y camiseta de encaje. Ella hasta tenía tacones altos y joyería, algo que yo estaba segura que nunca la había visto usar. Estaba contenta de verla; no había sabido de ella desde que había venido a la Corte. Un pensamiento raro vino a mí. —¿Te han dejado finalmente tener a un guardia? —La Familia Real tenía muchos modos tranquilos, corteses, de rechazar a aquellos que estaban en la desgracia. En el caso de los Ozera, su asignación de guardia había sido cortada en la mitad como alguna clase de castigo por lo que los padres de Christian habían hecho. Era totalmente injusto. Los Ozera se merecían los mismos derechos que cualquier

Ella saludó con la cabeza. —Pienso que ellos esperan que esto me calle sobre los Moroi luchando con dhampirs. Una clase de soborno. —Uno en el que no caerás, estoy segura.

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otra familia real.

—¡No! Esto me dará sólo a alguien con quién practicar. —Su sonrisa se descoloró, y echó miradas inciertas entre nosotros—. Espero‖que‖no‖te‖ofendas…‖pero‖puse‖una‖petición‖por‖ti,‖Rose. Lissa y yo cambiamos vistazos asustados. —Ah. —Yo no sabía que más decir. —Espero que ellos te den a Lissa —añadió Tasha de prisa, claramente incómoda—. Pero la reina parece estar segura de sus propias elecciones. Si este es el caso... —Está bien —dije—. Si no puedo estar con Lissa, entonces realmente prefiero estar contigo. —Era la verdad. Quería a Lissa más que a nadie en el mundo, pero si ellos nos mantenían separadas, entonces yo preferiría absolutamente a Tasha antes que alguna otra persona real snob. Por supuesto, yo estaba bastante segura que mis probabilidades de ser adjudicada a ella eran tan malas como las de ser adjudicadas a Lissa. Aquellos que estaban enojados conmigo por escaparme, se saldrían con la suya para ponerme en la situación más desagradable posible. Y aun si estaban concediéndole a un guardia, yo tenía el presentimiento que la preferencia de Tasha no sería alta prioridad tampoco. Mi futuro todavía era un gran signo de interrogación. —Hey —exclamó Adrian, ofendido porque yo no lo había Ustedes saben que me iban a asignar a una mujer de todos modos. Además, tienes que hacer algo con tu vida para ganar un guardián. —Quise decirlo en broma, pero una pequeña mueca me hizo pensar que podría haber herido sus sentimientos. Tasha, por su parte, pareció aliviada.

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nombrado como mi segunda opción. Negué con la cabeza hacia él—.

—Me alegro de que no te importe. Mientras tanto, haré lo que pueda para ayudarlas a ustedes dos. —Ella puso los ojos en blanco—. No es que mi opinión cuente para mucho. Compartir mis dudas sobre si me asignarían a Tasha parecía inútil. En cambio, empecé a darle las gracias por la oferta, pero se nos unió un visitante: Daniella Ivashkov. —Adrian —reprendió con suavidad, con una pequeña sonrisa en su cara—, no debes mantener a Rose y a Vasilisa para ti solo. —Se volvió a Lissa y a mí—. A la reina le gustaría verlas a ambas. Encantador. Ambas nos pusimos en pie, pero Adrian se quedó sentado, al no tener deseo de visitar a su tía. Tasha, al parecer, tampoco. Al verla, Daniella dio un seco gesto cortés. —Lady Ozera. —Ella se alejó, suponiendo que la seguiríamos. Me pareció irónico que Daniella pareciera dispuesta a aceptarme a mí pero sostenía el típico prejuicio de los Ozera. Supongo que su amabilidad no llegaba tan lejos. Tasha, sin embargo, hacía tiempo que había crecido inmune a ese tipo de tratamiento. —Que se diviertan —dijo. Miró a Adrian—. ¿Más champán? —Lady Ozera —dijo con grandilocuencia—, usted y yo somos dos mentes con un mismo pensamiento.

observado el aspecto de Tasha, pero sólo ahora realmente estaba prestando atención a algo—. ¿Es toda tu joyería de plata? —Le pregunté.

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Dudé antes de seguir a Lissa para ir con Tatiana. Había

Ella tocó distraídamente el collar de ópalos alrededor de su cuello. Sus dedos estaban adornados con tres anillos. —Sí —dijo ella, confundida—. ¿Por qué? —Esto va a sonar realmente extraño... Bueno, tal vez no en comparación con mis rarezas normales. Pero, ¿podríamos, um, pedir prestado todos esos? —Lissa me lanzó una mirada, adivinando mis motivos de inmediato. Necesitábamos más encantos, y estábamos cortas de objetos de plata. Tasha arqueó una ceja, pero como muchos de mis amigos, tenía una notable capacidad para rodar con ideas extrañas. —Claro — dijo—. ¿Pero puedo dártelos más tarde? Realmente no me gustaría substituir mis joyas ahora mismo en medio de la fiesta. —No hay problema. —Te las voy a enviar a tu habitación. En cuanto asentimos, Lissa y yo caminamos hacia donde Tatiana estaba rodeada de admiradores y los que le hacían la pelota* (N.T: esto sería como hacer de perrito pero el juego de palabras hace referencia a Suck= chupar. En el caso de vampiros se entiende ¿no?). Daniella tenía que estar equivocada al decir que Tatiana quería vernos a las dos. El recuerdo de ella gritándome por lo de Adrian todavía ardía en mi cabeza, y la cena no me había engañado en el repente. Sin embargo, sorprendentemente, cuando nos vio a Lissa y a mí, ella era toda sonrisas. —Vasilisa. Y Rosemarie. —Ella nos hizo una seña para que nos acercáramos, y nos separamos del grupo. Me acerqué con Lissa, mis

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pensamiento de que la reina y yo éramos mejores amigas de

pasos tentativos. ¿Nos iba a gritar en frente de toda esta gente? Aparentemente no. Siempre había nuevos miembros de la realeza para reunirse, y Tatiana presentó por primera vez a Lissa a todos ellos. Todo el mundo tenía curiosidad de la princesa Dragomir. Me presentaron a mí también, aunque la reina no se puso a de cantar mis alabanzas como lo hizo con Lissa. Sin embargo, ser reconocida en lo absoluto era increíble. —Vasilisa —dijo Tatiana, una vez que las formalidades se terminaron—, yo estaba pensando que debería visitar antes al Lehigh. Se están haciendo arreglos para que puedas entrar, oh, en tal vez una semana y media. Pensamos que sería un buen tratamiento para tu cumpleaños. Serena y Grant te acompañarán, por supuesto, y voy a enviar a algunos otros. —Serena y Grant eran los guardianes que habían sustituido a Dimitri y a mí como futura protección de Lissa. Por supuesto que irían con ella. Entonces, Tatiana dijo lo más sorprendente de todo—. Y usted puede ir también, si lo desea, Rose. Vasilisa apenas puede celebrar sin usted. Lissa se iluminó. La Universidad de Lehigh. El atractivo que le había hecho aceptar una vida en la corte. Lissa anhela tanto conocimiento como pueda obtener, y la reina le había dado la oportunidad. La perspectiva de una visita la llenó totalmente de entusiasmo y emoción, especialmente si podía celebrar su décimo de Victor y Christian, lo que era decir algo. —Gracias, Su Majestad. Eso sería genial. Había una gran posibilidad, yo lo sabía, de que podríamos no estar alrededor para esta visita programada No si mi plan de Victor funcionaba. Pero no quería arruinar la felicidad de Lissa, y yo apenas podía mencionar nada en esta multitud real. También me

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octavo cumpleaños allí conmigo. Esto fue suficiente para distraerla

sorprendió yo hubiera sido invitada en lo absoluto. Después de emitir la invitación, la reina no dijo nada más hacia mí, y siguió hablando con los demás a su alrededor. Sin embargo, había sido agradable —para ella, por lo menos—, dirigiéndose a mí, igual que lo había sido en la casa de los Ivashkov. No mejor ‚buena amiga‛, pero ciertamente no una perra loca delirante, tampoco. Tal vez Daniella había tenido razón. Seguí charlando como todo el mundo, haciendo bromas y tratando de impresionar a la reina, y pronto se hizo claro que yo ya no era necesaria. Echando un vistazo por la habitación, encontré a alguien con quien tenía que hablar, y humildemente me separé del grupo, a sabiendas de que Lissa podía valerse por sí misma. —Eddie —llamé, y llegué al otro lado del salón de baile—. Al fin estamos solos. Eddie Castilla, un viejo amigo mío, sonrió cuando me vio. Él también era un dhampir, alto, de rostro largo y estrecho que aún tenían una mirada linda y juvenil. Había domado su pelo de arena rubia oscura, para variar. Lissa había esperado una vez que Eddie y yo saliéramos, pero él y yo éramos estrictamente sólo amigos. Su mejor amigo había sido Mason, un chico dulce que había estado loco por mí y que había sido asesinado por los Strigoi. Después de su muerte, Eddie y yo habíamos adoptado actitudes de protección Vladimir, y su experiencia le había hecho un guardián serio y decidido, a veces un poco demasiado serio. Quería que tuviera más diversión, y estaba encantada de ver el brillo feliz de sus ojos color avellana ahora. —Creo que todos los reales en el cuarto han estado tratando de sobornarte —me burlé. No era del todo una broma. Yo lo había

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hacia los demás. Había sido secuestrado durante el ataque a St.

estado vigilando a lo largo del día, y siempre había habido alguien con

él.

Su

récord

era

estelar.

Sobrevivir

a

los

terribles

acontecimientos de su vida le ha dejado marcas, pero se reflejaba bien en sus habilidades. Tenía grandes clasificaciones de las pruebas. Lo más importante es que no tenía mi reputación imprudente. Era un buen partido. —Pienso de la misma manera. —Se echó a reír—. Realmente no lo esperaba. —Eres muy modesto. Eres la cosa más caliente en esta sala. —No comparado contigo. —Sí. Lo demuestra la fila detrás de mí tratando de hablar conmigo. Tasha Ozera es la única que me quiere por como soy. Y Lissa, por supuesto. Líneas de pensamiento arrugaron el rostro de Eddie. —Podría ser peor. —Va a ser peor. De ninguna manera, voy a recibir a cualquiera de ellos. —Nos quedamos callados, y una ansiedad repentina me llenó. Yo había venido a pedirle un favor a Eddie, y ya no parecía una buena idea. Eddie estaba al borde de una brillante carrera. Era un amigo leal, y yo había estado segura de que él me ayudaría con lo que fuera que necesitara... pero de pronto no me creía capaz de

—¿Cuál es el problema, Rose? —Su voz sonaba preocupada, esa naturaleza protectora entrando en acción. Sacudí mi cabeza. No podía hacerlo. —Nada. —Rose —dijo él, como una advertencia.

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pedírselo. Pero, al igual que Mia, Eddie era observador.

Miré hacia otra parte, incapaz de mirarlo a los ojos. —No es importante. De verdad. Encontraría alguna otra forma, alguien más. Para mi sorpresa, él se acercó a tocar mi barbilla y empujó mi cabeza hacia arriba. Su mirada encontró la mía, sin permitirme ningún escape. —¿Qué necesitas? Me quedé mirándolo durante un largo rato. Yo era tan egoísta, arriesgando las vidas y las reputaciones de amigos que me importaban. Si Christian y Lissa no estuvieran tan mal, estaría pidiéndoselo a él también. Pero Eddie era todo lo que me quedaba. —Necesito algo... algo que es bastante extremo. Su cara seguía seria, pero sus labios se estiraron en una sonrisa. —Todo lo que tú haces es extremo, Rose. —No como esto. Esto es... bueno, es algo que podría arruinarlo todo para ti. Meterte en problemas. No puedo hacerte eso a ti. Su media sonrisa se desvaneció. —No importa —dijo él con fiereza—. Si me necesitas, lo haré. Sin importar de qué se trate. —No sabes de qué se trata.

—Es algo ilegal. Traición incluso. Eso lo tomó por sorpresa por un momento, pero continuó resuelto. —Lo que sea que necesites. No me importa. Cuenta conmigo. —Yo había salvado la vida de Eddie dos veces, y sabía que él era sincero. Él se sentía en deuda conmigo.

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—Yo confío en ti.

Él iría a cualquier lugar que le pidiera, no por algún tipo de amor romántico, sino por amistad y lealtad. —Es ilegal —repetí—. Tendrías que escaparte de la Corte... esta noche. Y no sé cuándo podríamos regresar. —Era completamente posible que no regresáramos. Si teníamos un encuentro con los guardas de la prisión... bueno, ellos podrían tomar medidas letales para cumplir con su deber. Era para lo que todos nosotros estábamos entrenados. Pero no podía llevar a cabo este escape usando sólo la compulsión de Lissa. Necesitaba otro luchador que cubriera mi espalda. —Simplemente dime cuándo. Y eso era todo lo que hacía falta. No tenía que decirle todas las razones de nuestro plan, pero le dije el lugar de encuentro de esta noche y le dije lo que necesitaba llevar. Él nunca me cuestionó. Dijo que estaría allí. Nuevos miembros de la realeza se acercaron a hablar con él, y lo dejé, sabiendo que estaría allí más tarde. Era difícil, pero dejé mi culpa de lado por estar posiblemente arriesgando su futuro.

Eddie llegó, justo como lo había prometido, cuando mi plan se desarrolló más tarde esa noche. Lissa también lo hizo. De nuevo, noche quería decir ‚luz del día‛. Sentí la misma ansiedad que mayoría de la gente estaba dormida. Lissa, Eddie y yo seguíamos moviéndonos por los campos de la Corte tan cubiertos como podíamos, encontrándonos con Mikhail en una sección del compendio que abrigaba todo tipo de vehículos parqueados. Los garajes eran edificios grandes de metal, de aspecto industrial, ubicados en los alrededores de la Corte, y nadie más estaba afuera.

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cuando lo hicimos con Mia. La luz lo exponía todo, pero aún así, la

Entramos al garaje como nos indicó la noche pasada, y estuve aliviada de no encontrar a nadie más aquí. Él nos inspeccionó a los tres, pareciendo sorprendido por mi ‚equipo de ataque‛, pero no hizo preguntas ni tuvo más intentos de unirse a nosotros. Más culpa surgió dentro de mí. Aquí estaba otra persona arriesgando su futuro por mí. —Van a estar apretados —murmuró él. Forcé una sonrisa. —Aquí todos somos amigos. Mikhail no se rió de mi broma, en su lugar, abrió el portaequipaje de un Dodge Charger negro. Él no estaba bromeando acerca del espacio. Era uno de los nuevos, lo que era una pena. Un modelo más viejo hubiera sido más grande, pero los guardianes sólo usaban las mejores cosas por aquí. —Una vez que estemos lo suficientemente lejos, me detendré y los dejaré salir —dijo él. —Estaremos bien —le aseguré—. Hagamos esto. Lissa, Eddie y yo nos subimos al portaequipajes. —Oh Dios — murmuró Lissa. —Espero que nadie sea claustrofóbico. Era como un mal juego de Twister. El portaequipajes era lo hecho para tres personas. Estábamos apretados juntos, y el espacio personal no existía. Estábamos tan cerca como era posible. Satisfecho de que todos hubiéramos entrado, Mikhail cerró el portaequipaje y la oscuridad nos envolvió. El motor se encendió un minuto después, y sentí el auto moverse.

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suficientemente grande para un poco de equipaje, pero no estaba

—¿Cuánto crees que falte para que nos detengamos? — Preguntó Lissa—. ¿O para que nos mate el envenenamiento por inhalación de monóxido de carbono? —Ni siquiera hemos dejado la Corte aún —noté yo. Ella suspiró. El carro siguió avanzando, y no mucho después nos detuvimos. Mikhail debía haber alcanzado las puertas y estaba charlando con los guardas. Él me había dicho más temprano que se inventaría alguna u otra excusa para hacer alguna diligencia, y que no teníamos ninguna razón para creer que los guardias lo cuestionarían o revisarían el auto. La Corte no estaba preocupada por las personas que quisieran escaparse, como en nuestra escuela. La mayor preocupación aquí era la gente que entraba. Un minuto pasó, y me pregunté preocupada si habría algún problema. El auto se movió de nuevo, y los tres suspiramos de alivio. Ganamos velocidad, y después de lo que sospeché era una milla o algo así, el auto se parqueó en la orilla y se detuvo. El portaequipaje se abrió y salimos de él. Nunca me había sentido tan agradecida por el aire fresco. Yo me senté en el asiento del copiloto al lado de Mikhail continuó conduciendo sin decir una palabra más. Me permití a mí misma unos cuantos momentos más de culpa por las personas que había involucrado, pero después lo dejé ir. Era demasiado tarde para preocuparme ahora. También dejé ir mi culpa

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Mikhail, y Lissa y Eddie tomaron el trasero. Una vez acomodados,

por Adrian. Él hubiera sido un buen aliado, pero difícilmente podía pedirle ayuda para esto. Y, con eso, me acomodé y dirigí mis pensamientos al trabajo que teníamos frente a nosotros. Nos tomaría cerca de una hora llegar

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al aeropuerto y, desde allí, nosotros tres iríamos hacia Alaska.

Traducido por Ellie Corregido por Tibari

—¿S

aben lo que necesitamos? —Yo me sentaba entre Eddie y Lissa, en nuestro vuelo de Seattle a Fairbanks. Como la más baja,

marginalmente, y el cerebro de la operación, había quedado atascada en el asiento del medio. —¿Un nuevo plan? —preguntó Lissa. —¿Un milagro? —preguntó Eddie. Me detuve y los miré a ambos antes de responder. ¿Desde cuándo se habían convertido en los comediantes aquí? —No. Cosas. Necesitamos buenos aparatos si es que vamos a hacer esto. —Tomé el plano de la prisión que había estado en mi regazo durante casi todo nuestro viaje hasta ahora. Mikhail nos Habíamos tomado un vuelo comercial de allí a Filadelfia, y de allí a Seattle, y ahora a Fairbanks. Me recordó un poco a los locos vuelos que había tenido que tomar de Siberia para volver a los EEUU. Ese viaje también había pasado a través de Seattle. Comenzaba a creer que esa ciudad era una puerta hacia oscuros lugares.

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había dejado en un pequeño aeropuerto a una hora de la Corte.

—Pensé que los únicos instrumentos que necesitábamos eran nuestras agudezas —se mofó Eddie. Él quizás era serio acerca de su trabajo de guardián gran parte del tiempo, pero también podía encender su humor seco cuando estaba relajado. No es que estuviera totalmente tranquilo con nuestra misión aquí, ahora que conocía más (pero no todos) los detalles. Sabía que volvería a su estado de alerta en cuanto aterrizáramos. Se había mostrado sacudido de manera comprensible cuando le dije que liberaríamos a Victor Dashkov. No le dije nada a Eddie sobre Dimitri ni el espíritu, sólo le dije que liberar a Victor jugaba un papel más grande en el bien general. La confianza de Eddie en mí fue tan implícita que tomó mi palabra y no presionó más sobre el asunto. Me pregunté cómo reaccionaría cuando supiera la verdad. —Como mínimo, necesitamos un GPS —dije—. Hay sólo latitud y longitud en esta cosa. Ninguna dirección verdadera. —No debe ser difícil —dijo Lissa, girando una pulsera una y otra vez entre sus manos. Había abierto su bandeja y extendido las joyas de Tasha sobre ella—. Estoy segura de que incluso Alaska tiene tecnología moderna. —Ella también se había prendido una actitud divertida, aún con la ansiedad que irradiaba hacia mí a través de nuestro vínculo. El buen humor de Eddie se destiñó un poco.

—No. Absolutamente no. Si esto funciona como deseamos, nadie siquiera sabrá que estamos allí. —Un enfrentamiento físico era probable, pero esperaba minimizar las heridas graves.

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—Espero que no pienses en armas ni nada de eso.

Lissa suspiró y me entregó la pulsera. Estaba preocupada porque gran parte de mi plan dependía de sus encantos, literalmente y en sentido figurado. —No sé si esto funcionará, pero quizá te dará más resistencia. Tomé la pulsera y la puse en mi muñeca. Yo no sentía nada, pero raramente sentía algo con los objetos encantados. Le dejé a Adrian una nota que decía que Lissa y yo habíamos querido escapar para‖un‖‚tiempo‖de‖chicas‛‖antes‖de‖mi‖asignación‖y‖de‖la‖visita‖a‖la‖ universidad de ella. Sabía que se sentiría herido. El ángulo del ‚tiempo‖de‖chicas‛‖tendría‖algo de peso, pero se sentiría herido por no haber sido invitado en unas vacaciones osadas... si es que en realidad creía que estábamos en unas. Probablemente me conocía lo suficientemente bien como para saber que la mayor parte de mis acciones tenían motivos ulteriores. Mi esperanza era que él esparciría la historia entre los funcionarios de la Corte cuando nuestra desaparición fuera advertida. Tendríamos problemas de todos modos, pero un fin de semana salvaje era mejor que la fuga de una prisión. Y, honestamente, ¿cómo podrían empeorar más las cosas para mí? El único fallo era que Adrian podría visitar mis sueños y averiguar lo que pasaba realmente. Ésa era una de las más interesantes, y más ocasionalmente molestas, capacidades del espíritu. Lissa no había aprendido a caminar por los sueños, pero compulsión, ella había tratado de encantar la pulsera de una forma que bloquearía a Adrian cuando yo durmiera más tarde. El avión empezó a descender en Fairbanks, y miré fuera de la ventana hacia pinos altos y tierra verde. En los pensamientos de Lissa, leí cómo ella esperaba de alguna forma ver glaciares y bancos de nieve, a pesar de saber que era pleno verano aquí. Después de

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tenía una comprensión cruda del principio. Entre eso y la

Siberia, yo había aprendido a mantener una mentalidad abierta acerca de los estereotipos regionales. Mi preocupación más grande era el sol. Había sido pleno día cuando dejamos la Corte, y como nuestros viajes nos llevaron al oeste, el cambio de horario significaba que el sol permanecía con nosotros. Ahora, aunque eran casi las nueve de la noche, todavía teníamos un cielo azul, soleado y lleno, gracias a la latitud del norte. Era como una gigante manta de seguridad. Yo no se lo había mencionado a Lissa ni a Eddie, pero era probable que Dimitri tuviera espías por todas partes. Yo era intocable en St. Vladimir y en la Corte, pero sus cartas habían indicado claramente que él estaría esperando el momento en que yo abandonara esas fronteras. No conocía la extensión de su logística, pero humanos vigilando la Corte a la luz del día no me habría sorprendido. E incluso aunque me fui oculta en un baúl, había una fuerte posibilidad de que Dimitri estuviera ya en persecución. Pero la misma luz que mantenía a los presos, nos mantendría seguros a nosotros también. Tendríamos apenas unas pocas horas de noche que evitar, y si lográbamos nuestro cometido rápidamente, estaríamos fuera de Alaska en muy poco tiempo. Por supuesto, eso quizás no fuera algo tan bueno. Perderíamos el sol. Nuestra

primera

complicación

vino

después

de

que

teníamos dieciocho, pero ninguna de las compañías de alquiler de coches le alquilaría uno a alguien tan joven. Después de la tercera negativa, mi ira comenzó a crecer. ¿Quién habría pensado que seríamos demorados por algo tan estúpido? Por último, en un cuarto mostrador, la mujer nos dijo con indecisión que había un tipo a una milla del aeropuerto que probablemente nos alquilaría un

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aterrizáramos y tratáramos de alquilar un coche. Eddie y yo

coche si teníamos una tarjeta de crédito y un depósito lo suficientemente grande. Hicimos la caminata en un clima agradable, pero sabía que el sol comenzaba a molestar a Lissa para cuando alcanzamos nuestro destino.‖Bud,‖de‖‚Alquiler‖de‖Coches‖Bud‛,‖no‖pareció‖tan‖sórdido‖ como esperaba, y en verdad nos alquiló un coche cuando le dimos el suficiente dinero. De allí, conseguimos un cuarto en un motel modesto y repasamos nuestros planes otra vez. Toda nuestra información indicaba que la prisión funcionaba en un horario vampiro, lo que significaba que éste era su momento activo del día. Nuestro plan era permanecer en el hotel hasta el día siguiente,‖ cuando‖ la‖ ‚noche‛‖ Moroi‖ viniera,‖ y‖ dormir‖ algo‖ hasta‖ entonces. Eso le daría a Lissa más tiempo para trabajar en sus encantos. Nuestro cuarto era fácilmente defendible. Mi sueño estuvo libre-de-Adrian, por lo que estuve agradecida, ya‖que‖significaba‖que‖él‖aceptó‖todo‖el‖tema‖del‖‚viaje‖de‖chicas‛,‖o‖ bien que no podría abrirse camino a mis sueños por la pulsera de Lissa. Por la mañana, conseguimos algunas rosquillas para el desayuno y algo de café fuerte. Correr contra nuestro horario de vampiro nos sacaba un poco de lugar a todos.

Lissa cerca de las diez para ir a explorar. Compramos mi codiciado GPS y otras pocas cosas en una tienda de artículos deportivos en el camino y lo utilizamos para navegar por caminos rurales remotos que parecían no ir a ninguna parte. Cuando el GPS nos mostró que estábamos a una milla de la prisión, aparcamos al lado de un

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Aunque el azúcar nos ayudó a arrancar, y Eddie y yo dejamos a

pequeño camino de tierra y seguimos a pie a través de un campo de césped alto que se estiraba indefinidamente ante nosotros. —Pensé que Alaska era de tundra* —dijo Eddie, haciendo crujir los tallos altos. El cielo era azul y claro otra vez, con sólo unas pocas nubes que no hacían nada por mantener al sol lejos. Yo había comenzado con una chaqueta ligera, pero ahora la llevaba atada alrededor de la cintura, mientras sudaba. Ocasionalmente, una bienvenida ráfaga de viento soplaba, aplastando el césped y azotando mi cabello alrededor. —Supongo que no en todas partes. O quizá tenemos que ir más al norte para encontrarla. Ah, oye. Esto promete mucho. —Nos detuvimos frente a un cartel de alto, una valla de alambre de púas con un enorme letrero que decía: PROPIEDAD PRIVADA. SÓLO PERSONAL AUTORIZADO PERMITIDO. La inscripción era roja, para

acentuar

aparentemente

cuán

en

serio

lo

decían.

Personalmente, habría agregado un cráneo y unos huesos cruzados para realmente enfatizar el mensaje. Eddie y yo estudiamos la valla durante unos momentos, entonces nos miramos el uno al otro. —Lissa curará lo que sea que nos lastimemos —dije de manera optimista.

es divertido. Tirando mi chaqueta sobre los alambres hizo mucho por protegerme, pero aún así acabé con algunos rasguños y ropa enganchada. Una vez que estaba arriba, bajé de un salto, prefiriendo el duro aterrizaje antes que más rasguños al bajar. Eddie hizo lo mismo, haciendo una mueca ante el duro impacto.

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Subir a través de un alambre de púas no es imposible, pero no

Anduvimos un poco más lejos, y entonces la oscura línea de un edificio entró a la vista. Nos detuvimos al mismo tiempo y nos arrodillamos, buscando cubrirnos como pudiéramos con el césped. El archivo de la prisión había indicado que tenían cámaras por fuera, lo cual significaba que nos arriesgábamos a ser descubiertos si nos acercábamos más. Había comprado unos prismáticos de alto poder junto con el GPS, y los tomé ahora, estudiando el exterior del edificio. Los prismáticos eran buenos, realmente buenos, como deberían haberlo sido considerando su precio. El nivel de detalle era asombroso. Como tantas creaciones de los Moroi, el edificio era una mezcla de lo viejo y lo nuevo. Las paredes estaban hechas de bloques de piedra, grises y siniestros, y casi oscurecían totalmente la prisión, cuyo techo justo apenas podía verse. Un par de figuras se movían por encima de las paredes, ojos observando en vivo para complementar las cámaras. El lugar parecía una fortaleza, impenetrable e ineludible. Merecía estar en un precipicio rocoso, con un cielo negro siniestro detrás. El campo y el sol de aquí parecían fuera de lugar. Entregué los prismáticos a Eddie. Él hizo su propia evaluación y entonces hizo gestos a la izquierda. —Allí. —Concentrándome, apenas alcancé a ver un camión o desapareció de la vista. —Nuestra única forma de entrar —murmuré, recordando el plano. Sabíamos que no teníamos ninguna posibilidad de escalar las paredes ni acercarnos lo suficiente a pie sin ser vistos. Necesitábamos literalmente entrar por la puerta principal, y ahí es donde el plan se volvía algo tembloroso.

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una SUV subiendo hacia la prisión. Recorrió la parte trasera y

Eddie bajó los prismáticos y me echó un vistazo, con la frente fruncida. —Quise decir lo que dije antes, ¿sabes? Yo confío en ti. Cualquier razón que sea que tienes para hacer esto, sé que es una buena. Pero, antes de que las cosas empiecen a moverse, ¿estás segura de que esto es lo que quieres? Le mostré una risa dura. —¿Lo que quiero? No. Pero es lo que debemos hacer. Asintió. —Es suficiente para mí. Observamos la prisión un rato más, mirando a través de ángulos diferentes pero aún manteniendo un gran perímetro. El lugar era más o menos lo que habíamos esperado, pero tener una visión en 3D era útil. Después de cerca de media hora, volvimos al hotel. Lissa estaba sentada con las piernas cruzadas en una de las camas, todavía trabajando en los encantos. Los sentimientos que venían de ella eran tibios y felices. El espíritu siempre la hacía sentirse bien, incluso si tuviera efectos secundarios posteriores, y pensó que estaba progresando.

entramos. —¿Pero no contestaste? —No. Pobre tipo. Yo me encogí de hombros.

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—Adrian llamó a mi teléfono móvil dos veces —me dijo cuando

—Es mejor de esta manera. Le hicimos un resumen de lo que habíamos visto, y su humor feliz comenzó a caer en picado. Nuestra visita hacía que lo que íbamos a hacer más tarde ese día se hiciera más y más verdadero, y trabajar con tanto espíritu ya la había puesto en sus límites. Unos pocos momentos más tarde, la sentí tragarse su temor. Estaba decidida. Ella me había dicho que haría esto, y tenía intenciones de mantener su palabra, aunque temiera cada segundo que la llevaba más cerca de Victor Dashkov. El almuerzo llegó, y unas pocas horas más tarde, era momento de poner el plan en el movimiento. Era temprano en la tarde de los humanos, lo que significaba que la noche vampira estaría llegando a su fin pronto. Era ahora o nunca. Lissa distribuyó nerviosamente los encantos que había hecho para nosotros, preocupada de que no funcionarían. Eddie se puso su ropa formal de guardián blanco y negro mientras que Lissa y yo permanecimos en nuestra ropa normal, con unas leves modificaciones. El pelo de Lissa era de color marrón terroso, el resultado de una coloración temporal de cabello. Mi pelo estaba apretadamente atado debajo de una peluca roja rizada que me recordaba incómodamente a mi madre. Nosotras nos sentamos en el asiento trasero del coche mientras Eddie nos conducía por el camino remoto que habíamos seguido antes. A camino, conduciendo hasta la prisión, o mejor dicho, hasta el puesto de guardia. Nadie habló mientras estábamos de camino, pero la tensión y la ansiedad dentro de todos nosotros creció y creció. Antes incluso de que pudiéramos acercarnos a la pared exterior, nos topamos con un punto de control. Eddie detuvo el coche, y yo

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diferencia de antes, no nos detuvimos ahora. Permanecimos en el

traté de mantener la calma. Bajó la ventanilla, y el guardián de turno se agachó para quedar a la altura de sus ojos. —¿Cuál es su negocio aquí? Eddie entregó un papel, su actitud segura y despreocupada, como si esto fuera muy normal. —Dejar nuevos alimentadores. El archivo había contenido todo tipo de formas y papeles de negocios de la prisión, incluyendo informes y hojas de pedido de suministros... como alimentadores. Habíamos hecho una copia de una de las formas de pedido de alimentadores y la habíamos llenado. —No fui notificado de una entrega —dijo el guardián, no tan sospechoso como desconcertado. Escudriñó el papeleo—. Ésta es una forma vieja. Eddie se encogió de hombros. —Es sólo lo que ellos me dieron. Soy algo nuevo en esto. El hombre sonrió. —Sí, apenas pareces lo suficientemente mayor para estar fuera de la escuela. —Miró hacia Lissa y hacia mí, y a pesar de mi control estudiaba. Lissa me había dado un collar, y ella había tomado un anillo, ambos encantados con un pequeño hechizo de compulsión para hacer que otros pensaran que éramos humanas. Habría sido mucho más fácil hacer que la víctima llevara un encanto y así forzarlo a pensar que veían a humanos, pero eso no era posible. La magia era más dura de esta manera. Bizqueó, casi como si nos

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experto, me tensé. El guardián frunció el entrecejo mientras nos

mirara a través de una neblina. Si los encantos hubieran funcionado perfectamente, él no nos habría echado una segunda mirada. Los encantos eran un poco defectuosos. Cambiaban nuestras apariencias pero no tan claramente como habíamos esperado. Por eso habíamos cambiado nuestras apariencias: si la ilusión humana fallaba, aún tendríamos alguna protección de identidad. Lissa se preparó para trabajar en la compulsión directa, aunque habíamos esperado no tener que recurrir a eso con cada persona que encontráramos. Unos pocos momentos más tarde, el guardián dejó de observarnos, decidiendo aparentemente que éramos humanas después de todo. Exhalé y aflojé los puños. No me había dado cuenta de que los había estado apretando. —Espera un minuto, mientras yo llamo por esto —le dijo a Eddie. El guardián dio un paso lejos y recogió un teléfono dentro de su puesto. Eddie miró atrás hacia nosotras. —¿Hasta ahora vamos bien? —Fuera de la forma vieja —me quejé. —¿No hay forma de saber si mi encanto funciona? —preguntó

Lissa le había dado uno de los anillos de Tasha, encantado para hacerlo parecer bronceado de piel y con cabello negro. Ya que ella no alteraba su raza, la magia sólo necesitaba enturbiar sus facciones. Como nuestros encantos humanos, yo sospechaba que no proyectaba la imagen exacta que había esperado, pero debió haber alterado su apariencia lo suficiente para que nadie identificara a

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Eddie.

Eddie más tarde. Con nuestra resistencia a la compulsión, y sabiendo que había un encanto en el lugar, lo cual anulaba sus efectos en nosotros, Lissa y yo no podíamos saber con toda seguridad cómo aparecía él ante los otros. —Estoy seguro de que está bien —dijo Lissa de modo tranquilizador. El guardián volvió. —Dicen que pasen, y ellos lo clasificarán allí. —Gracias —dijo Eddie, tomando nuevamente los papeles. La actitud del guardián implicaba que asumía que esto era un error de oficina. Aún era diligente, pero la idea de alguien ingresando furtivamente alimentadores en una prisión eran apenas el tipo de cosas que uno esperaría... o que vería como un riesgo de la seguridad. Pobre tipo. Dos guardianes nos saludaron cuando llegamos a la puerta en la prisión. Los tres salimos y fuimos dirigidos hacia la prisión misma. Mientras que St. Vladimir y la Corte habían sido exuberantes y llenas de plantas y árboles, la tierra aquí era vacía y solitaria. Ni siquiera había césped, la tierra era sólo tierra dura. ¿Era siquiera les permitían salir fuera? Estaba sorprendida de que no hubiera un foso de algún tipo aquí fuera.

El interior del edificio era tan cruel como su exterior. Las celdas de propiedad de la Corte eran estériles y frías, todas las paredes de

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esto‖ lo‖ que‖ servía‖ como‖ ‚{rea‖ de‖ ejercicios‛‖ de‖ los‖ presos?‖ ¿Ni‖

metal y en blanco. Había esperado algo semejante. Pero quienquiera que hubiera diseñado Tarasov, había obviado la visión moderna y en lugar de ello había emulado la clase de prisión que uno quizás habría encontrado en Rumania en épocas medievales. Los muros duros continuaban por el vestíbulo gris, y el aire era frío y húmedo. Tenía que ser desagradable tener que trabajar en estas condiciones para los guardianes asignados aquí. Presumiblemente, querían asegurar una fachada que intimidara por todas partes, aún para los presos que ingresaban por primera vez por estas puertas. Según nuestro plano, había una sección pequeña de dormitorios donde vivían los empleados. Esperaba que esos fueran más agradables. Con decorado de la Alta Edad Media o sin él, pasamos por las ocasionales cámaras a lo largo del pasillo. La seguridad de este lugar no era de ninguna manera primitiva. Ocasionalmente oímos el pesado azotar de una puerta, pero en términos generales había un perfecto silencio misterioso que era casi más escalofriante que cualquier grito y chillido. Fuimos llevados a la oficina del alcaide, un cuarto que todavía tenía la misma arquitectura oscura pero que estaba llena de los accesorios administrativos usuales: escritorio, ordenador, etc. Parecía eficiente, nada más. Nuestros escoltas explicaron que íbamos Como esperábamos. El subordinado habría quedado atascado con el turno de noche. Esperaba que eso significara que estaba cansado y distraído. Probablemente no. Eso raramente les sucedía a los guardianes, sin importar cuál fuera su puesto.

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a ver el encargado, ya que el alcaide estaba todavía en la cama.

—Theo Marx —dijo el encargado, sacudiendo la mano de Eddie. Él era un dhampir no mucho más viejo que nosotros, y me pregunté si hacía poco tiempo había sido asignado aquí. —Larry Brown —contestó Eddie. Propusimos un nombre aburrido para él, uno que no destacaría, y lo usamos en el papeleo. Teo no habló con Lissa ni conmigo, pero nos echó la misma mirada desconcertada que el primer tipo, mientras que el encanto procuraba su ilusión. Otra demora siguió pero, una vez más, nos pasaron por alto. Theo volvió su atención a Eddie y tomó la forma de pedido. —Ésta es diferente a la usual —dijo. —No tengo ni idea —dijo Eddie, lleno de disculpas—. Ésta es mi primera vez. Teo suspiró y miró el reloj. —El alcaide no entrará a su turno hasta dentro de unas horas más. Creo que deberíamos esperar hasta que esté aquí para resolver lo que pasa. Sommerfield es muy organizado generalmente. Había unas pocas instalaciones Moroi en el país que reunían alimentadores, aquellos humanos en los márgenes de la sociedad que estaban contentos de gastar sus vidas consumiendo endorfinas de una de esas instalaciones, situada en la ciudad de Kansas. —No soy el único nuevo que acaban de recibir —dijo Eddie—. Quizá alguien más se confundió. —Típico —bufó Theo—. Bien, puedes tomar asiento y esperar. Puedo conseguir algo de café si quieres.

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de vampiro, y entonces los distribuían. Sommerfield era el nombre

—¿Cuándo conseguiremos alimentar? —pregunté de repente, utilizando la voz más quejosa y soñadora que pude. —Ha pasado tanto tiempo —Lissa siguió—. Dijeron que podríamos cuando llegáramos aquí. Eddie puso los ojos en blanco en lo que era una conducta típica de los alimentadores. —Estuvieron así todo el camino. —Puedo imaginarlo —dijo Teo—. Bah. Alimentadores... La puerta a su oficina estaba parcialmente entreabierta, y él miró a través de ella. —Oye, ¿Wes? ¿Puedes venir aquí? Uno de los guardianes de escolta metió la cabeza dentro. —¿Sí? Teo nos lanzó una mirada desdeñosa. —Lleva a estas dos abajo al área de alimentación para que no nos vuelvan locos. Si alguien está despierto, ellos pueden utilizarlas. Wes asintió y nos llevó fuera. Eddie y yo intercambiamos el más pequeño contacto visual. Su cara no dejó ver nada, pero yo sabía que y Eddie no quería enviarnos a la guarida del dragón. Wes nos dirigió por más puntos de revisión y puertas de seguridad a medida que nos adentramos más profundamente en la prisión. Me di cuenta de que cada capa de seguridad que cruzábamos para entrar, íbamos a tener que cruzarla otra vez para salir. Según el plano, el área de alimentación estaba situada en el

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estaba nervioso. Lograr dejar salir a Victor era trabajo nuestro ahora,

lado opuesto de la prisión. Había asumido que tomaríamos alguna ruta por los alrededores, pero en lugar de eso, atajamos por el centro del edificio, donde los presos eran mantenidos. Estudiar el plano me había dado algún sentido de la disposición, pero Lissa no se dio cuenta de a dónde nos dirigíamos hasta que pasamos un aviso que decía: ADVERTENCIA. AHORA ENTRANDO A AREA DE PRESOS (CRIMINAL). Pensé que ese cartel era algo extraño. ¿No se suponía que todos aquí dentro eran criminales? Dobles puertas pesadas bloquearon esta sección, y Wes utilizó tanto un código electrónico como una llave para cruzar. El ritmo de Lissa no cambió, pero sentía su aumento de ansiedad cuando entramos en un pasillo largo cubierto de celdas con paredes de barras. Yo no me sentí mejor que ella al respecto, pero Wes, mientras se mantenía siempre alerta, no demostró ningún signo de temor. Entraba a esta área todo el tiempo, me di cuenta. Conocía su seguridad. Los presos quizás eran peligrosos, pero pasarlos era una actividad rutinaria para él. Aún así, mirar dentro de las celdas casi hizo que mi corazón se detuviera. Los compartimentos pequeños eran tan oscuros y lúgubres como todo lo demás, conteniendo sólo el mobiliario básico. La mayor parte de los presos estaban durmiendo, gracias a Dios. Unos pocos nos miraron, sin embargo, mientras pasamos. Ninguno que estaban allí parecían personas ordinarias que te cruzarías en la calle, y me pregunté lo que habrían hecho para acabar aquí. Sus caras eran tristes, desprovistas de toda esperanza. Volví a mirar y me di cuenta de que algunos de los presos no eran Moroi; eran dhampirs. Tenía sentido, pero aún así me pilló desprevenida. Mi

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dijo nada, pero el silencio era casi más espantoso. Parte de los Moroi

propia clase tendría a criminales con los cuales necesitaría tratar también. Pero no todos los presos parecían benignos. Otros se veía que pertenecían definitivamente a Tarasov. Había una malevolencia cerca de ellos, algo siniestro que se sentía cuando encontraban tu mirada y no la soltaban. Inspeccionaban cada detalle nuestro, aunque por qué razón, no sabría decirlo. ¿Buscaban algo que quizás les ofreciera una posibilidad de escape? ¿Podrían ver a través de nuestras fachadas? ¿Estaban simplemente hambrientos? No lo sabía, pero me sentía agradecida de los guardianes silenciosos parados a lo largo del vestíbulo. Estaba también agradecida de no ver a Victor, y asumí que vivía en una parte diferente. No podíamos arriesgarnos a ser reconocidas todavía. Finalmente salimos del pasillo de los presos a través de otro conjunto de dobles puertas y alcanzamos por fin el área de alimentación. También se sentía como un calabozo medieval, pero las imágenes tenían que ser mantenidas para los presos. Decoración aparte, la disposición del cuarto de alimentación era semejante al de St. Vladimir, salvo que era más pequeño. Unos pocos cubículos ofrecían moderada intimidad, y un tipo Moroi de aspecto aburrido leía un libro en un escritorio, pero parecía listo para ponerse a dormir. Había sólo un alimentador en el cuarto, un desaseado torpe en la cara, mirando fijamente a la nada. El Moroi se estremeció cuando entramos. Claramente, éramos la cosa más emocionante que le sucedía en toda la noche. Él no tuvo ese momento de desorientación cuando nos miró; aparentemente tenía poca resistencia a la compulsión, lo cual era bueno saber. —¿Qué es esto?

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humano de edad madura que se sentaba en una silla con una sonrisa

—Dos nuevos acaban de entrar —dijo Wes. —Pero nosotros no pedimos nuevos —dijo el Moroi—. Y nunca conseguimos unos tan jóvenes. Ellos siempre nos dan a los viejos, los gastados. —No me preguntes a mí —dijo Wes, moviéndose hacia la puerta una vez que había indicado los asientos para Lissa y para mí. Estaba claro que acompañar a los alimentadores estaba por debajo de él—. Marx los desea aquí hasta que Sullivan se levante. Supongo que resultará ser un error, pero ellas se quejaban de necesitar una mordida. —Maravilloso —gimió el Moroi—. Bien, nuestra próxima comida es en quince minutos, así que puedo darle a Bradley allí un descanso. Él está tan ido, que dudo que advierta si otra persona da sangre en vez de él. Wes asintió. —Te llamaremos cuando sepamos qué pasa. El guardián nos dejó, y el Moroi recogió una tablilla con sujetapapeles con un suspiro. Tuve el presentimiento de que todos aquí estaban cansados de sus trabajos. Podía comprender por qué. Éste tenía que ser un lugar miserable para trabajar. Dame el mundo

—¿A quién se debe alimentar en quince minutos? —pregunté. La cabeza del Moroi dio un tirón arriba con asombro. No era la clase de pregunta que un alimentador haría. —¿Qué dijo usted? Lissa se paró y consiguió su mirada.

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libre en cualquier momento antes que esto.

—Conteste su pregunta. —La cara del hombre quedó floja. Fue fácil de obligar. —Rudolf

Káiser.

—Nadie

que

ninguna

de

nosotras

reconociéramos. Podría haber estado aquí dentro por asesinato o malversación, por todo lo que yo sabía. —¿Cuándo es el turno de Victor Dashkov? —preguntó Lissa. —En dos horas. —Altera el horario. Diles a sus guardias que ha habido un reajuste y que él tiene que venir ahora en vez de Rudolf. La mirada del Moroi se quedó en blanco, ahora pareciendo tan aturdido como Bradley el alimentador, realmente, pareciendo tomar un momento para procesar eso. —Sí —dijo. —Esto es algo que quizás suceda normalmente. No levantará sospecha. —No levantará sospecha —repitió en un solo tono. —Hazlo —le ordenó, su voz dura—. Llámalos, haz el cambio, y no quites tus ojos de mí. El Moroi obedeció. Al hablar por teléfono, él se identificó como Nosotras ahora no teníamos nada más que hacer que esperar. Mi cuerpo entero estaba duro por la tensión. Theo había dicho que teníamos cerca de una hora hasta que el alcaide volviera al turno. Nadie haría preguntas hasta entonces. Eddie simplemente tendría que matar el rato con Theo y no levantar sospechas detrás de un error de papeleo. Cálmate, Rose. Puedes hacer esto.

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Northwood. Cuando colgó, los arreglos habían sido hechos.

Mientras esperamos, Lissa obligó a Bradley el alimentador a entrar en un sueño pesado. Yo no quería ningún testigo, aunque fuera uno drogado. Igualmente, giré la cámara del cuarto ligeramente, así ya no podrían ver la mayor parte del cuarto. Naturalmente, tendríamos que tratar con el sistema entero de vigilancia de la prisión antes de irnos, pero por ahora necesitábamos que ningún personal de seguridad viera lo que estaba a punto de suceder. Acababa de sentarme en uno de los cubículos cuando la puerta se abrió. Lissa había permanecido en su silla cerca del escritorio de Northwood, para poder mantener su compulsión en él. Nosotros le habíamos instruido que yo sería el alimentador. Estaba encerrada, pero a través de la vista de Lissa, vi al grupo entrar: dos guardianes... y Victor Dashkov. La misma pena que ella había sentido al verlo en su juicio se disparó dentro de ella. El ritmo de su corazón se aceleraba. Sus manos temblaban. Lo único que finalmente la había calmado en el juicio fue la sentencia, sabiendo que Victor sería encerrado para siempre y que sería incapaz de lastimarla otra vez. Y ahora estábamos a punto de cambiar todo eso. Forzosamente, Lissa empujó su temor fuera de su mente para

Los guardianes al lado de Victor parecían alerta y listos para la acción, aunque realmente no necesitaban estarlo. La enfermedad que lo había plagado durante años, una que Lissa temporalmente había curado, comenzaba a aumentar otra vez. La falta de ejercicio y aire fresco parecían haber cobrado su cuota también, al igual que la limitada sangre que conseguían supuestamente los presos. Los

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poder mantener su control sobre Northwood.

guardianes lo mantenían con los grilletes puestos como una precaución extra, y el peso lo arrastró hacia abajo, casi haciéndolo arrastrarse. —Allí —dijo Northwood, señalando hacia mí—. Ése. Los guardianes dirigieron a Victor, pasando a Lissa, y él apenas le echó una segunda mirada. Ella trabajaba una doble compulsión: manteniendo a Northwood bajo su control y utilizando un toque rápido para hacerse insignificante ante Victor. Los guardias lo asentaron en una silla a mi lado y entonces retrocedieron, aún manteniéndolo a la vista. Uno de ellos comenzó una conversación con Northwood, notando lo nuevas y jóvenes que éramos. Si alguna vez hacíamos esto de nuevo, haría que Lissa pusiera un encanto sobre nosotras para parecer más viejas. Sentado a mi lado, Victor se inclinó hacia mí y abrió la boca. Alimentarse era tan natural, los movimientos eran siempre los mismos, que él apenas tuvo que pensar lo que hacía. Fue como si ni siquiera me hubiera visto. Excepto que, entonces... lo hizo. Se congeló, sus ojos bien abiertos. Ciertas características marcadas de las familias reales Moroi, y los ojos verde jade que corrían tanto entre los Dashkovs como los Dragomirs. La mirada lo caracterizaba, ese intelecto sagaz que conocía tan bien, volvió a su lugar. Me recordó a la mirada de algunos de los presos que habíamos pasado antes. Pero estaba confundido. Como las otras personas con las que nos

habíamos

encontrado,

mi

encanto

desordenaba

sus

pensamientos. Sus sentidos le decían que era una humana... pero la

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fatigada y dimitida desapareció, y la afilada mirada astuta que tanto

ilusión no era perfecta. Estaba también el hecho de que Victor, como un fuerte usuario de la compulsión no-espíritu, era relativamente resistente a ello. Y así como Eddie, Lissa y yo habíamos sido inmunes unos a los otros porque sabíamos nuestras identidades verdaderas, Victor experimentó el mismo efecto. Su mente quizás insistía en que era humana, pero sus ojos le dijeron que era Rose Hathaway, aún con mi peluca. Y una vez que ese conocimiento fue solidificado, la ilusión humana desapareció para él. Una lenta e intrigada sonrisa se extendió por su cara, mostrando sus colmillos. —Ah, bueno. Ésta quizás sea la mejor comida que yo jamás haya tenido. —Su voz fue apenas audible, cubierta por la conversación de los otros. —Pon tus dientes en algún lugar cercano a mí y será tu última comida —murmuré, manteniendo mi voz calmada—. Pero si deseas una oportunidad para salir de aquí y ver el mundo otra vez, harás exactamente lo que yo diga. Él me mostró una mirada inquisitiva. Respiré hondo, temiendo lo que tenía que decir a continuación:

* Tundra: bioma que se caracteriza por su subsuelo helado, falta de vegetación arbórea y suelos cubiertos de musgos y líquenes, que se extiende principalmente por el Hemisferio Norte. (N. del T.)

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—Atácame.

Traducido por Dani Corregido por Virtxu

—N

o con tus dientes —añadí a toda prisa—. Lánzate hacia mí. Balancea tus grilletes. Lo que sea que puedas hacer.

Victor Dashkov no era un hombre estúpido. Otros habrían dudado o hecho más preguntas. Él no. Podría no saber exactamente qué estaba pasando, pero sentía que era su oportunidad de ser libre. Posiblemente, la única que tendría. Era alguien que había pasado gran parte de su vida tramando complicados complots, por lo que estaba a favor de deslizarse directo a ellos. Levantando sus manos tanto como era capaz, arremetió hacia mí, haciendo un buen espectáculo tratando de ahogarme con la cadena entre sus puños. Cuando lo hizo, solté un chillido detener al loco prisionero que insensatamente estaba atacando a una pobre niña. Pero cuando ellos lo alcanzaron para controlarlo, me levanté de un saltó y los ataqué. Incluso si ellos hubieran esperado que fuera peligrosa —y no lo hacían— los cogí tan sorprendidos que no tuvieron tiempo de reaccionar. Casi me sentí mal por cómo de injusto fue para ellos.

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espeluznante. En un instante, los guardianes estaban ahí para

Le pegué al primero con tanta fuerza que perdió su agarre sobre Victor y voló hacia atrás, golpeando la pared cerca de Lissa mientras ella obligaba desesperadamente a Northwood a que mantuviera la calma y no llamara a nadie en medio de este caos. El otro guardián tuvo un poco más de tiempo para reaccionar, pero todavía fue lento en soltar a Victor y girarse hacia mí. Usé el camino abierto y le di un puñetazo, forzándole a luchar. Él era grande y fornido, y una vez que me consideró una amenaza, no se contuvo. Un golpe en mi hombro envió punzadas de dolor a través de mi brazo, y respondí con un golpe rápido de mi rodilla en su estómago. Mientras tanto, su compañero estaba de pie dirigiéndose hacia nosotros. Tenía que terminar esto rápido, no sólo por mi propio bien, sino también porque ellos indudablemente pedirían refuerzos si les daba un momento. Agarré al más cercano a mí y lo empujé tan fuerte como pude contra una pared, golpeándolo en la cabeza. Él se tambaleó, aturdido, y lo hice otra vez, justo cuando su compañero me alcanzó. El primer guardián cayó al suelo, inconsciente. Odié hacer eso, pero parte de mi entrenamiento había sido aprender a diferenciar entre incapacitar y matar. Él debería tener sólo un dolor de cabeza. Eso esperaba. El otro guardián estaba mucho más a la ofensiva, sin embargo, él y yo dimos vueltas, consiguiendo algunos golpes y

—¡No puedo dejarlo fuera de combate! —Le grité a Lissa—. Lo necesitamos. Oblígalo. Su respuesta llegó a través del lazo. Ella podía obligar a dos personas al mismo tiempo, pero requería mucha fuerza. No estábamos fuera de esto todavía, y no podía arriesgarse a

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esquivando otros.

desgastarse tan pronto. La frustración reemplazó al miedo dentro de ella. —Northwood, ve a dormir —gruñó—. Ahí mismo. Sobre tu escritorio. Estás exhausto y dormirás unas horas. Desde la esquina de mi ojo, vi a Northwood desplomarse, golpeando con su cabeza el escritorio. Todos los que trabajaban aquí tendrían una conmoción cerebral por el tiempo que estuviéramos aquí. Me lancé sobre el guardián, usando todo mi peso para conseguir que estuviera en la línea de visión de Lissa. Ella vino hacia nuestra pelea. Él le echó un vistazo sorprendido, y eso era todo lo que ella necesitaba. —¡Detente! Él no respondió tan rápido como Northwood, sino que realmente dudó. Este tipo era más resistente. —¡Deja de luchar! —repitió con más fuerza, intensificando su voluntad. Fuerte o no, no pudo resistir contra tanto espíritu. Sus brazos cayeron hacia sus costados, y dejó de luchar contra mí. Di un paso hacia atrás para coger aliento y enderezar mi peluca en su lugar. —Sostener a este va a ser difícil —me dijo Lissa.

—Algo en el medio. —Entonces movámonos. Consigue la llave de Victor. Ella le exigió al guardián que le diera la llave de los grilletes. Él nos dijo que el otro guardián las tenía. Por supuesto, registré el cuerpo inconsciente —estaba respirando regularmente, gracias a

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—¿Difícil como cinco minutos o cinco horas?

Dios— y recuperé la llave. Ahora centré mi atención en Victor. Una vez que la pelea había comenzado, él se había salido del camino y simplemente observó silenciosamente mientras todo tipo de nuevas posibilidades indudablemente se formaban en su retorcida mente. Me‖acerqué‖y‖puse‖mi‖‚cara‖aterradora‛‖cuando‖levanté‖la‖llave.‖ —Voy a abrir las esposas ahora —le dije, en una voz a la vez dulce y amenazante—. Vas a hacer exactamente lo que te digamos que hagas. No vas a correr, comenzar una pelea, o cualquier forma de interferir con nuestros planes. —¿Oh? ¿Estás usando técnicas de compulsión también, Rose? —preguntó secamente. —No lo necesito. —Abrí los grilletes—. Puedo dejarte inconsciente tan fácilmente como a ese tipo, o hacerlo peor. No hace diferencia para mí. Las pesadas esposas y cadenas cayeron al piso. Aquella astuta y satisfecha mirada permaneció en su cara, pero sus manos gentilmente tocaron sus muñecas. Me di cuenta en ese momento que tenía verdugones y magulladuras en ellas. Esos grilletes no significaban comodidad, pero me rehusé a sentir lástima por él. Él echó un vistazo hacia nosotras. —Qué encantador —dijo pensativo—. De todas las personas dos... y, sin embargo, en retrospectiva, ustedes probablemente son las más competentes. —No necesitamos tus comentarios inútiles, Hannibal —solté—. Y no uses la palabra ‚rescate‛. Suena como si fueras algún tipo de héroe injustamente encarcelado.

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que podrían intentar rescatarme, nunca hubiera esperado a ustedes

Él arqueó una ceja, como si creyera que de verdad podría ser el caso. En vez de contradecirme, asintió hacia Bradley, quien de hecho estuvo durmiendo durante la pelea. En su estado drogado, la compulsión de Lissa había sido más que suficiente para dejarlo fuera de combate. —Dénmelo —dijo Victor. —¿Qué? —Exclamé—. ¡No tenemos tiempo para eso! —Y yo no tengo fuerza para lo que sea que tengas en mente — siseó Victor. Esa máscara agradable y omnisciente desapareció, reemplazada por una cruel y desesperada—. El encarcelamiento involucra más que barrotes, Rose. Nos privan de comida y sangre, tratando de mantenernos débiles. Caminar aquí es el único ejercicio que consigo, e implica bastante esfuerzo. A menos que de verdad planees arrastrarme fuera de aquí, ¡dame sangre! Lissa interrumpió cualquier respuesta que yo pudiera hacer. — Sé rápido. La miré con asombro. Estuve a punto de negárselo a Victor, pero a través del lazo sentí una extraña mezcla de sentimientos desde ella. Compasión y... entendimiento. Oh, ella todavía lo odiaba, absolutamente. Pero también sabía lo que era vivir con la sangre limitada.

humano prácticamente antes de que Lissa terminara de hablar. Aturdido o no, sentir dientes en su cuello era suficiente para que Bradley se despertara. Él se despertó asustado, pero pronto su cara cambió a placer por la alimentación, gracias a las endorfinas del vampiro. Un corto estallido de sangre era todo lo que Victor necesitaría, pero cuando los ojos de Bradley comenzaron a

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Gracias a Dios, Victor era rápido. Su boca estaba en el cuello del

ampliarse en sorpresa, me di cuenta de que Victor estaba tomando más que una bebida rápida. Salté hacia delante y tiré lejos a Victor del alimentador desparramado. —¿Qué demonios estás haciendo? —demandé, sacudiendo con fuerza a Victor. Era algo que quería hacer desde hace mucho tiempo—. ¿Pensaste que podrías drenarlo y convertirte en Strigoi justo en frente de nosotras? —Apenas —dijo Victor, estremeciéndose bajo el apretón que tenía sobre él. —Eso no es lo que estaba haciendo —dijo Lissa—. Sólo perdió el control por un segundo. Con su sed de sangre satisfecha, el comportamiento tranquilo de Victor había regresado. —Ah, Vasilisa. Siempre tan comprensiva. —No hagas suposiciones —gruñó ella. Les lancé a ambos una mirada enfadada. —Tenemos que irnos. Ahora. —Me di la vuelta hacia al guardián con la compulsión—. Llévanos al cuarto donde están todas las grabaciones de los monitores de seguridad. Él no me respondió, y con un suspiro, miré expectante a Lissa. Ella repitió mi petición, y él inmediatamente comenzó a dejar la por terminar todo esto y salir de aquí. A través del lazo, sentí su nerviosismo. Ella quizás haya defendido la necesidad de sangre de Victor, pero mientras caminábamos, se mantuvo tan lejos de él como podía. La comprensión absoluta de quién era él y lo que estábamos haciendo se movía lentamente en ella. Desearía poder consolarla, pero no había tiempo.

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habitación. Mi adrenalina estaba alta desde la pelea, y estaba ansiosa

Seguimos al guardia —Lissa le preguntó su nombre; se llamaba Giovanni— a través de más pasillos y puestos de control. Él nos trató de engañar con la ruta llevándonos alrededor de los límites de la prisión, no a través de sus celdas. Aguanté la respiración casi todo el tiempo, aterrorizada de que hubiéramos alertado a alguien. Demasiados factores estaban trabajando en contra de nosotros; no necesitábamos esto también. Nuestra suerte se mantuvo, sin embargo, y no nos encontramos con nadie, probablemente el resultado de hacer esto cerca del final de la noche y sin pasar por la zona de alta seguridad. Lissa y Mia había cogido a los guardianes de la Corte para borrar las grabaciones de seguridad ahí también, pero yo no lo había visto. Ahora, cuando Giovanni nos guió al espacio de vigilancia de la prisión, no pude evitar un pequeño jadeo. Los monitores cubrían las paredes, y consolas con complejos botones e interruptores situados enfrente de ellos. Computadoras cubrían los escritorios en todas partes. Me sentía como si este cuarto tuviera el poder de despegar hacia el espacio. Todo en la prisión estaba a la vista; cada celda, varios pasillos, e incluso la oficina de los guardianes, donde Eddie estaba sentado teniendo una pequeña charla con Theo. Los otros dos guardianes estaban aquí, y me pregunté si nos habían visto en los pasillos. Pero no, estaban demasiado concentrados en algo más: una cámara que había sido girada hacia una pared en Ellos estaban dirigiéndose hacia ella, y uno de ellos estaba diciendo cómo deberían llamar a alguien para que revise allí. Entonces levantaron la vista y nos vieron. —Ayúdala a reducirlos —le ordenó Lissa a Giovanni.

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blanco. Era la que yo había ajustado en la sala de alimentación.

Otra vez, hubo una duda. Habríamos estado mejor con un ‚ayudante‛‖ m{s‖ débil,‖ pero‖ Lissa‖ no‖ había‖ tenido‖ idea‖ cuando‖ lo‖ eligió. Como antes, eventualmente saltó a la acción. Igual que antes, la sorpresa fue lejos en el sometimiento a esos dos guardias. Yo era una extraña —inmediatamente despertando el interés de los guardias— pero todavía parecía una humana. Giovanni era su compañero de trabajo; no esperaban un ataque de él. Sin embargo, eso no los hizo fáciles de derrotar. Tener refuerzos fue un largo camino, y Giovanni era bueno en su trabajo. Dejamos a un guardia inconsciente bastante rápido, Giovanni usó una llave de estrangulamiento para brevemente sacarle el aire al tipo hasta que colapsara. El otro guardia mantuvo su distancia de nosotros, y me di cuenta de que sus ojos continuamente se deslizaban hacia una de las paredes. Esa tenía un extintor, un interruptor, y un botón redondo plateado. —¡Esa es una alarma! —exclamó Victor, justo cuando el guardia se abalanzó contra el botón. Giovanni y yo lo atacamos al mismo tiempo, deteniéndolo justo antes de que su mano pudiera rozar el botón y enviar a una legión de guardianes hacia nosotros. Un golpe en la cabeza también dejó fuera de combate a este guardián. Con cada persona que pudiera lastimar de esta prisión, un nudo de culpa y nauseas se apretaba buenos, y no pude menos que seguir pensando que estaba luchando en el lado de los malos. Ahora que nos quedamos sólo nosotros, Lissa sabía el siguiente paso.

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más y más fuerte en mi estómago. Los guardianes eran los chicos

—Giovanni, desactiva todas las cámaras y borra la última hora de grabaciones. Hubo una vacilación más grande de su parte esta vez. Conseguir que peleara con sus amigos había requerido mucha capacidad de compulsión de su parte. Ella estaba manteniendo su control, pero el cansancio crecía, y se le iba a hacer más difícil hacer que él siguiera obedeciendo nuestras órdenes. —Hazlo —gruñó Victor, yendo a pararse al lado de Lissa. Ella se estremeció con su proximidad, pero cuando su mirada se unió a la de ella, Giovanni cumplió la orden y comenzó a apretar interruptores en las consolas. Victor no podía competir con el poder de Lissa, pero su pequeña explosión de compulsión reforzaba la suya. Uno por uno, los monitores se volvieron negros, y luego Giovanni tecleó unas pocas órdenes en el computador que almacenaba las grabaciones de las cámaras. Luces rojas estaban parpadeando en las consolas, pero ahora no había nadie aquí que las notara. —Aún si él las borra, hay algunos que quizás sean capaces de recuperarlas del disco duro —Hizo notar Victor. —Es una posibilidad que tendremos que tomar —dije con de habilidades. Victor hizo rodar sus ojos. —Quizás, pero destruir ciertamente sí. Me llevó un momento pillar lo que él quería decir, pero entonces comprendí. Con un suspiro, agarré el extintor de la pared y

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irritación—. Reprogramar, o lo que sea, no está dentro de mi equipo

golpeé la computadora hasta que no fue nada más que una pila de fragmentos de plástico y metal. Lissa se estremeció con cada golpe y se mantuvo mirando hacia la puerta. —Espero que esto no haga mucho ruido —refunfuñó ella. —Parecía sólido —dije con seguridad—. Y ahora es tiempo de irnos. Lissa ordenó a Giovanni que nos llevara de vuelta a la oficina de los guardias en la parte frontal de la prisión. Él cumplió, llevándonos de vuelta a través del laberinto por el que habíamos pasado más temprano. Sus códigos y su tarjeta de seguridad non consiguieron pasar por cada puesto de control. —¿Supongo que no puedes obligar a Theo para que nos saque? —Le pregunté a Lissa. Su boca era una línea severa. Ella negó con la cabeza. —Ni siquiera sé cuánto más podré mantener a Giovanni. Nunca usé a alguien como marioneta antes. —Está bien —dije, tratando de tranquilizarnos—. Casi hemos terminado con esto. Pero íbamos a tener otra pelea en nuestras manos. Después de darles una paliza a la mitad de los Strigoi en Rusia, todavía me no me abandonaba. Y si corríamos hacia una docena de guardianes, ni siquiera mi fuerza iba a ayudarnos. Había perdido el rumbo en el proyecto, pero resultó que la ruta de regreso de Giovanni a la oficina principal no nos estaba llevando a través de los bloques de celdas después de todo. Otro cartel se leía

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sentía bien sobre mi propia fuerza, pero este sentimiento de culpa

sobre mi cabeza PELIGRO. AHORA ESTA ENTRANDO AL ÁREA DE PRISIONEROS (PSIQUIÁTRICOS) —¿Psiquiátricos? —pregunté sorprendida. —Desde luego —murmuró Victor—. ¿Donde más crees que mandan a los prisioneros con problemas mentales? —A hospitales —respondí, conteniendo una broma sobre todos los criminales que tenían problemas mentales. —Bueno, no siempre... —¡Detente! Lissa lo interrumpió y se detuvo abruptamente en frente de la puerta. El resto de nosotros casi pasamos sobre ella. Se movió bruscamente, tomando varios pasos hacia atrás. —¿Qué está mal? —pregunté. Ella se dio la vuelta hacia Giovanni. —Encuentra otro camino hacia la oficina. —Este es el camino más rápido —argumentó él. Lissa lentamente sacudió su cabeza. —No me importa. Encuentra otro, uno donde no nos crucemos con otras personas.

Bruscamente se dio la vuelta, y nos apresuramos para continuar. — ¿Qué está mal? —repetí. La mente de Lissa estaba muy enredada para que yo pudiera descifrar su razonamiento. Ella hizo una mueca. —Siento auras del espíritu allí detrás.

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Él frunció el ceño, pero su compulsión se mantenía.

—¿Qué? ¿Cuántas? —Al menos dos. No sé si ellos me sintieron o no. Si no fuera por el avance de Giovanni y la urgencia que nos presionaba, me hubiera detenido. —Usuarios del espíritu... Lissa había esperado tanto por otros como ella. ¿Quién iba a pensar que los encontraríamos aquí? De hecho... tal vez deberíamos haber esperado esto. Sabíamos que los usuarios del espíritu danzaban en la locura. ¿Por qué no terminarían en un lugar como este? Y, considerando el problema que habíamos pasado por aprender sobre esta prisión, no era nada asombroso que los usuarios del espíritu hubieran permanecido ocultos. Dudaba que alguien que trabajara aquí supiera dónde estaban. Lissa y yo intercambiamos miradas breves. Sabía cuánto quería investigar esto, pero ahora no era el momento. Victor ya se veía demasiado interesado en lo que habíamos dicho, entonces las siguientes palabras de Lissa estaban en mi cabeza: Estoy bastante segura que los usuarios del espíritu verían a través de mis encantos. No podemos arriesgarnos a descripciones reales para ser descubiertos—incluso si vienen de personas que están declaradas locas. Asentí con comprensión, apartando la curiosidad, y aún lamentándolo. Tendremos que revisar esto en otro momento, me dije, seguridad. Finalmente alcanzamos la oficina de Theo sin más incidentes, sin embargo, mi corazón martilleaba furiosamente todo el camino mientras mi cerebro continuaba diciéndome, ¡Ve! ¡Ve! ¡Ve!

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como, la próxima vez que decidamos irrumpir en una prisión de máxima

Theo y Eddie charlaban sobre políticas de la Corte cuando nuestro grupo entró. Eddie inmediatamente dio un salto y fue por Theo, reconociendo que era hora de irse. Él tenía a Theo en un agarre estrangulador tan eficiente como Giovanni se las había ingeniado más temprano, y estaba feliz de que alguien más estuviera

haciendo

el

trabajo

sucio

además

de

mí.

Desafortunadamente, Theo se las arregló para dar un buen grito antes de desmayarse y caer al suelo. Inmediatamente, los dos guardianes que nos habían escoltado antes arremetieron contra la oficina. Eddie y yo saltamos precipitadamente a la pelea, Lissa y Victor metieron a Giovanni adentro también. Para hacer las cosas más complicadas, poco después de que sometiéramos a uno de los guardianes, Giovanni salió de la compulsión y empezó a pelear contra nosotros. Peor, corrió a la pared donde descubrí —demasiado tarde— que había otro botón de alarma plateado. Él le dio un golpe con su puño, y un chillido penetrante llenó el aire. —¡Mierda! —Grité. Las habilidades de Lissa no estaban en la pelea física, y Victor no era mucho mejor. Estaba todo en mí y Eddie para terminar éstos últimos dos, y teníamos que hacerlo rápido. El segundo de los guardias de escolta cayó, y luego éramos sólo nosotros y Giovanni. contra la pared. No fue lo suficientemente bueno como para hacerme desmayar, pero el mundo giró y puntos negros y blancos bailaron ante mis ojos. Me congelé completamente por un momento, pero entonces Eddie estaba sobre él, y Giovanni prontamente ya no fue una amenaza.

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Él consiguió un buen golpe sobre mí, uno que golpeó mi cabeza

Eddie tomó mi brazo para estabilizarme, y luego los cuatro corrimos inmediatamente fuera del cuarto. Miré hacia los cuerpos inconscientes, otra vez odiándome por eso. Sin embargo, no había tiempo para la culpa. Teníamos que salir. Ahora. Cada guardián en esta prisión estaría aquí dentro de menos de un minuto. Nuestro grupo corrió hacia a las puertas principales, sólo para descubrirlas cerradas desde el interior. Eddie maldijo y nos dijo que lo esperáramos. Fue corriendo a la oficina de Theo y volvió con una de las tarjetas de seguridad con las que Giovanni a menudo había pasado en las puertas. Por supuesto, esta nos dejó salir, e hicimos una loca carrera hacia el auto de alquiler. Entramos en tropel, y estaba feliz de que Victor hubiera mantenido el mismo paso que todos nosotros y no hubiera hecho ninguno de sus molestos comentarios. Eddie pisó el acelerador y se dirigió de nuevo hacia el camino por el que habíamos llegado. Me senté al lado de él en el frente. —Te garantizo que el tipo de la puerta va a saber sobre la alarma

—le

avisé.

Nuestra

expectativa

inicial

había

sido

simplemente salir y decirle que había habido una confusión de papeleo después de todo.

Obviamente, el guardián dio un paso fuera de su caseta de guardia, agitando sus brazos. —¿Eso es un arma? —exclamé. —No voy a parar para averiguarlo. —Eddie apretó con fuerza el acelerador, y cuando el guardián se percató que seguíamos adelante

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—Síp. —Eddie estuvo de acuerdo, con una expresión severa.

a pesar de todo, saltó fuera del camino. Chocamos a través del brazo de madera que bloqueaba la carretera dejando un lío de astillas. —Bud va a mantener nuestro depósito —dije. Detrás de nosotros, oí sonidos de disparos. Eddie maldijo otra vez, pero a medida que nos alejábamos, los disparos se tornaban más débiles, y pronto, estuvimos fuera de rango. Él exhaló. —Si esos hubieran golpeado nuestros neumáticos o ventanas, entonces habríamos tenido bastante más por qué preocuparnos que de un depósito. —Van a enviar personas detrás de nosotros —dijo Victor desde el asiento trasero. Otra vez, Lissa se había movido tan lejos de él como podía. — Los camiones están probablemente saliendo ahora mismo. —¿No crees que supusimos eso? —solté. Sabía que él trataba de ser de ayuda, pero era la última persona a quien quería escuchar por el momento. Incluso mientras hablaba, miré con atención hacia atrás y vi las formas oscuras de dos vehículos acelerando sobre la calle tras nosotros. Estaban ganando rápidamente, sin dejar dudas de que los SUV’s pronto alcanzarían nuestro pequeño coche compacto. Miré hacia nuestro GPS. —Necesitamos cambiar de dirección, diseñado una ruta de escape de antemano, una que tomaba muchas y muchas vueltas torcidas en esas remotas calles secundarias. Afortunadamente, había muchas de ellas. Eddie hizo un viraje brusco hacia la izquierda y después, casi inmediatamente, a la derecha. Aún así, los vehículos perseguidores seguían con nosotros

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pronto —advertí a Eddie, no es que necesitara mi consejo. Habíamos

en el espejo retrovisor. No fue hasta unas pocas vueltas más tarde que la carretera detrás de nosotros quedó despejada. Un tenso silencio llenó el coche mientras esperábamos a que los guardias nos alcanzaran. No lo hicieron. Habíamos hecho demasiadas vueltas confusas, pero tomó casi diez minutos para que aceptara que realmente podríamos haber logrado salir de esto. —Creo que los perdimos —dijo Eddie, la admiración en su voz igualaba mis sentimientos. Su cara todavía estaba surcada con preocupación, sus manos agarraban el volante con fuerza. —No los perderemos hasta que lleguemos a Fairbanks —dije—. Estoy segura de que ellos lo registrarán, y no es tan grande. —¿A dónde vamos? —Preguntó Victor—. Si se me permite preguntar. Me retorcí en mi asiento a fin de que le pudiera mirar a los ojos. —Eso es lo que vas a decirnos. Por difícil que resulte creerlo, no hicimos todo eso sólo porque extrañábamos tu agradable compañía. —Eso es difícil de creer. Entrecerré mis ojos. —Queremos encontrar a tu hermano. Roberto Doru. Tuve la satisfacción de atrapar a Victor momentáneamente con Ese es un seguimiento a solicitud de Abe Mazur, ¿no es cierto? Debería haber sabido que él no aceptaría un no por respuesta. Por supuesto, nunca habría adivinado que estuvieras colaborando con él.

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la guardia baja. Luego, su apariencia astuta regresó. —Por supuesto.

Victor aparentemente no sabía que en realidad estaba emparentada con Abe, y yo no iba a decírselo. —Irrelevante —dije fríamente—. Ahora, vas a llevarnos con Robert. ¿Dónde está él? —Olvidas, Rose —reflexionó Victor—, que tú no eres la de la compulsión aquí. —No, pero soy la que puede atarte a la orilla del camino y hacer una llamada anónima de nuevo a la prisión con tu paradero. —¿Cómo sé que no obtendrás lo que quieres de mí y luego me devolverás de cualquier manera? —preguntó él—. No tengo razón para confiar en ti. —Tienes razón. Estoy segura como el demonio que no confiarías en mí. Pero si las cosas resultan bien, hay una posibilidad de que tal vez te dejemos ir después. —No, en realidad no la había— . ¿Es algo en lo que quieres arriesgarte? Nunca tendrás otra oportunidad como esta, y lo sabes. Víctor no tenía ninguna broma ingeniosa para eso. Anota otro punto para mí. —Entonces —continué—, ¿vas a llevarnos a él o no? Pensamientos que no podía leer se agitaron detrás de sus ojos. Sin duda estaba elaborando planes secretos sobre cómo podría escapar de nosotros antes de que incluso lleguemos a Robert. Era lo que yo probablemente hubiera hecho. —Las Vegas —dijo Victor al fin—. Tenemos que ir a Las Vegas.

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operar esto para su ventaja, probablemente averiguando cómo

Traducido por +DaRkGiRl+ Corregido por Ginabm

D

espués de la estupidez que le había hecho a Abe, sobre siempre ir a lugares remotos de mierda, debería estar emocionada por el anuncio de ir a la ciudad del

pecado. Tenía unas pocas reservas acerca de mi nuevo y épico viaje. Primero que todo, un lugar como Las Vegas era el último lugar donde hubiera esperado que un recluso medio-loco estuviera. De las pequeñas cosas que había oído. Robert había salido del radar y quería estar solo. Una ocupada y llena ciudad realmente no encajaba con esa descripción. En segundo lugar, las ciudades como esas eran perfectas áreas de alimentación para los Strigoi. Atestado, temerario. Bajo en inhibiciones. Muy fácil para las personas perderse, especialmente cuando muchos de ellos estaban a fuera en la noche. Parte de mí estaba segura que debía haber un truco por parte de ningún otro adelanto, Las Vegas se convirtió en nuestro próximo destino. De todos modos, no teníamos demasiado tiempo para discutir el tema, sabiendo que los guardianes deberían estar buscándonos en Fairbanks.

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Victor, pero él juró y volvió a jurar que era cierto. Así que, sin

Es cierto que el encanto de Lissa había alterado nuestras apariencias lo suficiente para que ellos no estuvieran buscando gente con nuestras descripciones. Ellos sabían cómo lucia Victor. Aunque, tan pronto como estuviéramos lejos de Alaska, mejor. Infortunadamente, teníamos un ligero problema. —Victor no tiene identificación —dijo Eddie— no podemos sacarlo en avión. Era verdad, todas las posesiones de Victor habían sido incautadas por las autoridades de la prisión. Y en medio de la desactivación de vigilancia y sacando a docenas de guardianes, difícilmente tuvimos tiempo para buscar sus cosas personales. La compulsión de Lissa era fenomenal, pero ella estaba exhausta al haberla utilizado tanto en la prisión. Además, los guardianes probablemente estarían vigilando el aeropuerto. Nuestro amigo Bud, el tipo de los carros de alquiler, dio la solución. Él no había estado emocionado de ver su carro de vuelta con los arañazos provocados por la conducción temeraria de Eddie, pero con el dinero suficiente habíamos callado finalmente los murmullos sobre: ‚Alquilar a un montón de niños‛. Fue Victor quien pensó en un plan alternativo y sugirió que se hiciera. —¿Hay cerca algún aeropuerto privado? ¿Con vuelos que

—Seguro —dijo Bud—, pero no será barato. —Eso no es un problema —dije. Bud nos miró de reojo. —¿Se robaron un banco o algo así?

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podamos alquilar?

No, pero estábamos empacando mucho dinero. Lissa tenía un fideicomiso que le daba dinero cada mes hasta que ella tuviera dieciocho años, así como tarjeta de crédito de límites altos. Yo tenía una tarjeta de crédito con los míos, con las sobras de cuando engatusé a Adrian para que financiara mi viaje a Rusia. Dejé de lado el resto de mis bienes, como la enorme cuenta bancaria que él me había creado. Pero, equivocada o no, había decidido tener una tarjeta a mano, sólo en caso de emergencia. Esta era ciertamente una emergencia, así que usamos la tarjeta para pagar el costo de viaje privado. El piloto no podía llevarnos a Las Vegas, pero él podía llevarnos a Seattle, donde sería capaz de conectarnos con otro piloto que supiera cómo seguir el resto del viaje. Más dinero. —A Seattle de nuevo —reflexioné, justo antes que el avión despegara. El pequeño jet tenía una serie de cuatro asientos, dos en cada lado, unos frente a otros. Me senté junto a Victor, y Eddie se sentó frente a él. Nos dimos cuenta que era la mejor configuración de seguridad. —¿Qué hay de Seattle? —Preguntó Eddie perplejo —No importa Los Jets no eran tan rápidos como los comerciales, y nuestro preguntándole a Victor sobre el papel de su hermano en Las Vegas, y finalmente obtuve la respuesta que esperaba. Victor nos lo habría dicho eventualmente, pero creo que él obtuvo una sádica emoción al prolongar la respuesta.

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viaje tomó gran parte del día. Durante el cual continúe

—Robert no vive en Las Vegas, propiamente —él explicó—. Él tiene una pequeña casa, una cabaña, supongo que a las afueras de Red Rock cañón, millas fuera de la ciudad. Ah. Ahora eso era más de lo que hubiera esperado. Lissa se puso rígida a la mención de la cabaña y sentí su inquietud mediante el vínculo. Cuando Victor la había secuestrado, él la había llevado a una cabaña en el bosque y ahí la había torturado. Le di una mirada tan tranquilizante como pude. Eran momentos como éste cuando deseaba que el vínculo funcionara de ambas formas, así podría enviarle verdadera comodidad. —¿Así que iremos allá? Víctor, resoplo. —Ciertamente no, Robert valora demasiado su privacidad. Él no dejaría que nadie entrara a su casa. Pero vendrá a la ciudad si se lo pido. Lissa me mira, Víctor puede estar poniéndonos una trampa. Él tiene demasiados seguidores, ahora que está afuera. Él puede llamarlos en lugar de a Robert para encontrarnos. Le doy un pequeño asentimiento, de nuevo deseando poder responderle por medio del vínculo. Ella había pensado en esto también. Era imperativo nunca dejar solo a Victor para que hiciera llamadas sin supervisión, y en realidad, el mismo plan de reunirnos de los hombres de confianza de Victor, era preferible estar en la ciudad que fuera en mitad de la nada. —En vista que he sido tan útil —dijo Victor—, tengo el derecho a saber ¿qué quieren con mi hermano? —Él miro a Lissa—. ¿Buscando lecciones del Espíritu? Tuviste que haber hecho una excelente investigación para encontrarlo

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en Las Vegas me hacía sentir mejor. Para nuestra propia seguridad

—No tienes ningún derecho de saber nuestros planes —yo digo agudamente—. Y de verdad, si quieres hacer el seguimiento de quién ha sido el más útil aquí, nosotros te superamos en la tarjeta de puntuación. Tienes un largo camino que recorrer para alcanzarnos después de lo que hicimos en Tarasov. —Victor sólo respondió con una pequeña sonrisa. Alguna parte del viaje se llevó a cabo en la noche, lo que significaba que era temprano en la mañana cuando aterrizamos en Las Vegas, en la seguridad de la luz del sol. Estaba sorprendida de ver qué tan atestado estaba el aeropuerto. El aeropuerto privado en Seattle había tenido una buena cantidad de aviones, pero el aeropuerto de Fairbanks había estado casi desierto. Esta zona estaba repleta‖ de‖ pequeños‖ Jets,‖ muchos‖ de‖ ellos‖ gritaban‖ ‚Lujo‛.‖ No‖ debería estar sorprendida. Las Vegas era el patio de juego de las celebridades y otra gente rica, muchos de los cuales probablemente no podían permitir rebajarse a viajar en vuelos comerciales con gente ordinaria. Aquí había taxis, ahorrándonos la odisea de otro carro alquilado. Pero cuando el conductor nos preguntó hacia a dónde nos dirigíamos, todos nos quedamos en silencio. Yo giré hacia Víctor.

—Sí —Él agregó. Había estado segura de que Robert querría encontrarse con unos extraños en algún lugar muy público. Un lugar en el cual él podría huir fácilmente. —La zona es un gran lugar. —Dijo el conductor—. ¿Tienen algún lugar en especial o sólo los dejo en la mitad de la calle?

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—Al centro de la ciudad ¿cierto? ¿La zona?

El silencio cayó sobre nosotros. Lissa me dio una significativa mirada. —¿Witching Hour? Lo consideré. Las Vegas era el lugar favorito por algunos Moroi. El sol brillante lo hacía menos atractivo para los Strigoi, y los casinos sin ventanas, creaban una cómoda atmósfera de oscuridad. La hora de las brujas era un casino-hotel del que todos habíamos escuchado. Si bien había un montón de clientes humanos, de hecho pertenecía a un Moroi, por lo que había una cantidad de características clandestinas para que fuera el lugar perfecto para vampiros. Alimentadores en cuartos traseros. Salas especiales únicamente para Morois. Un buen número de guardianes patrullando. Guardianes Negué con la cabeza y miré de reojo a Víctor. No podemos llevarlo ahí, de todos los hoteles en Las Vegas, el Witching Hour, era el último lugar al que iríamos. El escape de Víctor debió haber sido noticia de última hora en todo el mundo Moroi, llevarlo a Las Vegas, a la gran concentración de Morois y Guardianes, era la peor idea que podíamos tener en este momento. En el espejo retrovisor, el rostro del conductor lucía impaciente.

Él y yo estábamos en el asiento trasero, con Victor entre nosotros, y lo miré por encima —¿De dónde vino eso? —Pone distancia entre nosotros y el Witching Hour —Eddie repentinamente parecía un poco avergonzado—, y siempre me he

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Fue Eddie quien finalmente dijo: —The Luxor.

querido quedar ahí, quiero decir, si vienes a Las Vegas ¿por qué no quedarte en una pirámide? —No se puede criticar esa lógica. —Lissa dijo —The Luxor será —le dije al conductor. Viajamos en silencio, todos nosotros —bien, menos Víctor— mirando con admiración la vista. Aún durante el día, las calles de Las Vegas estaban llenas de personas. Los jóvenes y glamorosos caminaban lado a lado con parejas mayores de clase media, quienes probablemente habían ahorrado y ahorrado para poder hacer este viaje. Los hoteles y casinos que pasamos eran inmensos, llamativos e invitadores. Y‖ cuando‖ llegamos‖ al‖ Luxor… yup. Era como Eddie había dicho. Un hotel en forma de pirámide. Me quedé mirando al bajar del coche, tratando duramente de no dejar caer mi mandíbula como el turista deslumbrado que era. Pagué al conductor y caminamos hacia la entrada. No sabía cuánto

tiempo

nos

quedaríamos,

pero

definitivamente

necesitábamos un cuarto como base de operaciones. Entrar en el hotel fue como estar de nuevo en el club nocturno en San Petersburgo y Novobirsk. Las luces intermitentes y el abrumador olor del humo Y el ruido, ruido, ruido. Las maquinas en consternación o deleite y el bajo sonido de conversaciones colándose por el salón como zumbidos de abejas. Hice una mueca, todos esos estímulos habían tocado mis sentidos. Pasamos por las afueras del casino para poder llegar a la recepción, donde la asistente ni siquiera parpadeó ante la vista de

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tragamonedas sonando y sonando, fichas cayendo, gente gritando

tres adolescentes y un viejo entrando a una habitación juntos. Tuve que imaginar que, en ese lugar, ellos veían de todo. Nuestro cuarto era de tamaño medio, con dos camas dobles, y de alguna manera teníamos la suerte de una vista increíble. Lissa se paró en la ventana, fascinada por los lugares de interés, las personas, los carros que pasaban en la zona de abajo. Pero yo salté directamente el negocio. —Ok, llámalo —Le ordené a Víctor. Se sentó en una de las camas con las manos cruzados y la expresión serena, como si estuviera en unas verdaderas vacaciones. A pesar de la sonrisa de suficiencia, pude ver la fatiga en su rostro. Incluso con su alivio de la sangre, el escape y el largo viaje habían sido agotadores, y los efectos de su enfermedad fueron volviendo lentamente, lo que naturalmente hacía estragos en su fuerza física. Victor inmediatamente se acerco al teléfono del hotel, pero yo negué con mi cabeza. —Liss, déjalo usar tu celular, quiero grabar este número. Ella le pasó el teléfono de nuevo con cuidado, como si fuera a contaminarla. Él tomó el teléfono y me dio una mirada casi angelical.

tiempo que Robert y yo no hablamos. —No —Le espeto yo. La dureza de mi voz me sorprendió incluso a mí, y se me ocurrió que Lissa no era la única sufriendo hoy por el uso del espíritu. Victor se encogió de hombros y comenzó a marcar. Nos dijo en uno de los vuelos que tenía el número de Robert memorizado. Tuve que tener fe acerca de a quién estaba llamando.

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—¿No debería tener un poco de privacidad? Hace mucho

También tuve que esperar que el número de Robert no hubiera cambiado. Por supuesto, incluso si Victor no había visto a su hermano en años, él había sido encerrado sólo un corto tiempo, y probablemente

había

mantenido

conversaciones

con

él

de

antemano. La tensión lleno la habitación mientras esperábamos que sonara el teléfono. Unos momentos después, escuché una voz a través del altavoz del teléfono, aunque yo no podía distinguir las palabras exactas. —Robert —dijo agradablemente—. Es Victor. Este recibió una respuesta frenética en el otro extremo. Sólo pude oír parte de la conversación, pero era intrigante. Victor primero tenía que pasar demasiado tiempo tratando de convencer a Robert que estaba fuera de prisión. Aparentemente, Robert no estaba tan alejado de la sociedad Moroi para estar fuera de contacto sobre las noticias de actualidad. Victor le dijo que los detalles serían revelados más tarde y luego hizo su lanzamiento a Robert para que viniera a encontrarnos. Tengo el sentimiento que Robert vivía en el temor y la paranoia, que me recordó a la Sra. Karp cuando había estado en las etapas avanzadas de la locura del espíritu. Lissa fijó la mirada fuera de la ventana durante toda la llamada. Pero sus sentimientos se reflejaron sacaba los efectos del espíritu. La imagen del signo de Tarasov aparece brevemente en su mente. ADVERTENCIA. AHORA ESTA ENTRANDO AL AREA DE PRISIONEROS (PSIQUIATRIA)

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en mí: Miedo, de que esto podría ser su destino. O el mío también. Si

La voz de Víctor se volvió sorprendentemente halagadora mientras hablaba con su hermano, incluso gentil. Me acordé con inquietud de los viejos tiempos, antes de saber de los dementes planes de Victor sobre la dominación de los Moroi, él nos trataba con amabilidad y también había sido prácticamente un miembro de la familia de Lissa. Me pregunto si en algún momento él había sido sincero, o si todo había sido parte de un acto. Finalmente, después de casi veinte minutos, convenció a Robert para venir a vernos. Las palabras inteligibles al otro extremo del teléfono estaban llenas de ansiedad. Y en ese momento me convencí que Victor realmente estaba hablando con su hermano loco y no con uno de sus cómplices. Víctor concertó una cena-reunión en uno de los restaurantes del hotel y al final colgó. —¿Cena? —Pregunté cuando Víctor cerró el teléfono—. ¿No está preocupado por estar afuera de noche? —Es una cena temprana —él respondió—, cuatro treinta, y el sol no habrá bajado casi hasta las ocho. —¿Cuatro treinta? —Pregunté—. Buen Dios ¿Vamos a ordenar el especial de tercera edad? Pero tenía un punto en cuanto al tiempo y el sol. Sin la seguridad de Alaska, la luz del sol pasó casi sin escala. Me estaba puesta de este, incluso aunque fuera verano aquí. Desafortunadamente, una segura y temprana cena aún significaba que teníamos horas que pasar. Victor se recostó en la cama, con los brazos detrás de su cabeza. Creo que estaba intentando un aire despreocupado, pero mi suposición era que se

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empezando a sentir sofocada por la presión de la salida del sol y la

debía realmente al agotamiento lo que lo llevaba a buscar la comodidad de una cama. —¿Interesadas en probar su suerte escaleras abajo? —Él miró a Lissa—. Los usuarios del espirito son increíbles jugadores de cartas, no tengo que decirte lo buenos que son leyendo a la gente—. Ella no respondió. —Nadie deja este cuarto —dije, no me gustaba la idea de estar todos encerrados aquí, pero no podía arriesgarme a un intento de fuga o a Strigois acechando en los rincones del casino. Después de lavarse el tinte del pelo, Lissa acercó una silla a la ventana. Ella se negó a estar más cerca de Victor. Me senté con las piernas cruzadas sobre la segunda cama. Donde no había mucho espacio para que Eddie también se sentara, pero se mantuvo en posición vertical contra una pared. En la perfecta postura de un guardián, mientras miraba a Victor. No tenía ninguna duda que Eddie pudiera mantener esa posición por horas, sin importar cuán incomoda fuera. Todos habían sido entrenados para soportar duras condiciones. Él hizo un buen trabajo luciendo severo. Pero de vez en cuando, lo atrapaba mirando a Victor con curiosidad. Eddie había estado conmigo en este acto de traición, pero aún no sabía por qué lo había hecho. Habíamos estado allí un par de horas cuando alguien golpeó la mutuamente, ambos en rígida atención, las manos yendo a nuestras estacas. Habíamos pedido el almuerzo hace una hora, pero el servicio de habitaciones hace tiempo que había llegado e ido. Era aún temprano para Robert, además, él no sabía el número de la habitación. No hubo nauseas, sin embargo, no había un Strigoi en

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puerta. Me levanté de un salto. Eddie y yo nos reflejamos

nuestra puerta. Me encontré con la mirada de Eddie, pasando mensajes silenciosos sobre qué hacer. Pero fue Lissa quien actuó primero, levantándose de la silla dando unos pasos por la habitación. —Es Adrian. —¿Qué? —Exclame— ¿Estás segura? —Ella asintió. Los usuarios del espíritu usualmente sólo ven auras, pero podían sentirse entre sí cuando estaban lo suficientemente cerca... tal como había sido en la prisión, sin embargo, ninguno de nosotros se movió. Me dirigió una mirada seca. —Él sabe que estoy aquí —Ella señaló—. Él puede sentirme también. Yo suspiré, aún con mi mano en la estaca, y me dirigí a la puerta. Miré por la mirilla. De pie con una expresión divertida e inquieta estaba Adrian. No podía ver a nadie más, sin ninguna indicación de encontrar a un Strigoi, finalmente abrí la puerta. Su rostro se iluminó de alegría cuando me vio. Inclinándose, me dio un rápido beso en la mejilla antes de entrar al cuarto. —Ustedes realmente no pensaban que podían irse un fin de semana de fiesta sin mí, ¿verdad? Especialmente aquí, de todos los

Se quedó paralizado y fue uno de esos raros momentos cuando Adrian Ivashkov fue capturado total y completamente fuera de guardia. —¿Sabían...? —dijo él lentamente— ¿...que Victor Dashkov está sentado en su cama?

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lugares…

—Sí —dije— fue casi un Shock para nosotros también. Adrian arrastró la mirada de Victor y miró a su alrededor, dándose cuenta de Eddie por primera vez. Eddie había estado tan tranquilo que casi parecía parte del mobiliario. Adrian se volvió hacia mí. —¿Qué diablos está pasando? ¡Todo el mundo está en busca de él! Las palabras de Lissa sonaron a través del vínculo. Deberías decirle. Sabes que él no se irá ahora. Ella tenía razón. No tenía idea cómo nos había encontrado Adrian, pero ahora que lo había hecho, no había manera en que él se fuera. Miré dudosa a Eddie, quien adivinó mis pensamientos. —Vamos a estar bien —dijo—. Ve a hablar, yo no permitiré que nada suceda. Y soy lo suficientemente fuerte de nuevo para usar la compulsión si trata de hacer algo, Lissa agregó. Suspiré. —Muy bien. Estaremos de vuelta. Tomé del brazo a Adrian y lo llevé a fuera. Tan pronto como nos encontramos en el pasillo, empieza de nuevo. —¿Rose, qué

Niego con la cabeza. En nuestro tiempo aquí, he oído suficiente ruido de otros huéspedes en el vestíbulo para saber que mis amigos oirían nuestra conversación si hablábamos aquí afuera. En su lugar, Adrian y yo tomamos el elevador y bajo las escaleras, donde el ruido del casino cubriría nuestras palabras.

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es…?

Encontramos un rincón un poco fuera de forma y Adrian prácticamente me empujó contra la pared, su expresión oscura y su actitud ligera me molestaban a veces, pero lo prefería cuando estaba molesto, en gran parte porque temía que el espíritu añadiera una inestable ventaja. —Me dejaste una nota diciendo que te escapabas para una última fiesta de fin de semana, ¿y en lugar de eso te encuentro escondida con uno de los más notorios criminales? ¡Cuando dejé la Corte, era eso de lo que todo el mundo estaba hablando! ¿Ese tipo no trató de matarte? Respondí su pregunta con otra pregunta —¿Cómo nos encontraste? —La tarjeta de crédito —Él dijo— Estaba esperando que la usaras. Mis ojos se abrieron —¡Me prometiste que no estarías chismoseando! Desde que mis cuentas y tarjetas las había conseguido con su ayuda, sabía que él tenía acceso a los registros, pero le había creído cuando dijo que respetaba mi privacidad. —Cuando estabas en Rusia, mantuve esa promesa. Esto es diferente. Yo me mantuve revisando y revisando junto con la vuelo chárter, llamé y me enteré dónde estabas. La rápida llegada de Adrian aquí, después de todo no, era tan increíble si él hubiera estado monitoreando la tarjeta. Una vez que tuviera la información que necesitaba, podía fácilmente reservar un

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compañía y tan pronto como la actividad se hizo presente con el

vuelo. Un Jet sin escalas habría hecho nuestro viaje más rápido, y no un viaje multi-paradas. —No hay manera en que pudiera resistirme a Las Vegas —él continuó—. Así que pensé que te sorprendería y te mostraría como unirte a la diversión. Yo había utilizado mi tarjeta para la habitación. Me di cuenta de nuevo, acerca de delatar nuestra posición. No había nadie más ligado a mí o a las tarjetas de Lissa, pero la facilidad con que me había rastreado me puso nerviosa. —No debiste haber hecho eso —gruñí—, podemos estar juntos, pero hay límites que tenemos que respetar, y este no es tu asunto. —¡No es como si estuviera leyendo tu diario!, yo sólo quería encontrar‖a‖mi‖novia‖y…‖ Era un signo de sufrimiento de Adrian. Su mente ahora estaba empezando a retroceder y juntar las piezas. —¡Oh, Dios! Rose, por favor dime que ustedes no fueron los que lo sacaron de prisión. Están buscando a dos chicas humanas y un chico‖ Dhampir.‖ Las‖ descripciones‖ no‖ coinciden‖ en‖ absoluto….‖ —él gimió—, pero fuiste tú ¿cierto? de alguna manera irrumpiste en una prisión de máxima seguridad con Eddie. debió

haber

tenido

tanta

seguridad.

—Comenté

ligeramente. —¡Rose!, ese tipo ha jodido la vida de ambas. ¿Por qué lo pones en libertad?

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—No

—Porque…—Dudé. ¿Cómo explicarle esto a Adrian? ¿Cómo explicarle lo que con evidencias de nuestro mundo era imposible? ¿Y cómo explicarle qué meta en particular me había traído a esto? —Víctor tiene información que necesitamos. O, mejor, tiene acceso a alguien que necesitamos. Y esta era la única manera en que podíamos llegar a él. —¿Qué hay en la tierra que él pudiera saber, para que hagas esto? Yo tragué. Caminé entre prisiones y nidos de Strigoi. Pero decir lo que hice, enfrente de Adrian, me llenó de temor. —Porque podría haber una forma de salvar a los Strigoi. Para volver a la forma en que eran. Y Victor… Victor conoce a alguien que podría haber hecho esto. Adrian me miró durante varios segundos, e incluso en medio del movimiento y el ruido del casino, fue como si el mundo se quedara quieto y en silencio. —Rose, eso es imposible. —Puede que no. —Si hubiera una forma de hacerlo, lo sabríamos.

de ellos. —Eso no significa... Oh, ya veo. —Sus profundos ojos verdes destellaron. Y en este momento, estaba enojado—. Es por él ¿verdad? Este es tú último y loco intento para llegar a él, a Dimitri.

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—Involucra usuarios del espíritu. Y sólo hasta ahora supimos

—No es sólo por él —dije vagamente—, podría salvar a todos los Strigoi. —¡Pensé que eso había terminado! —Adrian exclamó, su voz era lo suficientemente fuerte para que las personas cercanas en las máquinas tragamonedas voltearan a mirar—. Me dijiste que todo había terminado. Me dijiste que podías seguir adelante y estar conmigo. —Lo dije en serio —le dije, sorprendida por la nota desesperada en mi voz—. Es algo que sólo encontramos. Teníamos que intentarlo. —¿Y luego qué? ¿Qué pasa si esta estúpida fantasía funciona? Liberas a Dimitri en algún acto milagroso, ¿y me botas así? —Él chasqueo sus dedos. —No lo sé —dije con cansancio—, estamos yendo un paso a la vez. Me encanta estar contigo. De verdad. Pero no puedo ignorar esto. —Por supuesto que no puedes. —Volvió sus ojos hacia el cielo—. Sueños, sueños. Camino con ellos; vivo con ellos. Me engaño con ellos. Es una maravilla que haya descubierto la realidad. —El extraño sonido de su voz me ponía nerviosa. Pude reconocer uno de sus locos lapsos, inducidos por el espíritu. Luego se giró hacia mí

—Necesito un trago. La pena que había sentido por él se convirtió en ira. —¡Oh, Dios!, eso lo arregla todo. Me alegro que en un mundo tan enloquecido como éste, tú todavía tengas tus viejos recursos.

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con un suspiro.

Su mirada me hizo dar un respingo. Él no lo hacía muy a menudo. Y cuando lo hacía, era una cosa poderosa. —¿Qué esperas que haga? —Él preguntó. —Podrías… Podrías… ¡Oh, Dios! Bueno, ahora que estás aquí podrías ayudarnos. Además, este tipo con el que nos vamos a encontrar es otro usuario del espíritu. Adrian no traicionó sus pensamientos. Pero pude sentir que había despertado su interés. —Sí, eso es exactamente lo que quiero, ayudar a mi novia a traer a su antiguo novio de vuelta. —Se dio la vuelta de nuevo, y le oí murmurar:— Necesito dos tragos. —Cuatro treinta —le grité—. Nos reuniremos con él a las cuatro treinta. No hubo respuesta. Adrian se perdió en la multitud. Regresé al cuarto, en una nube negra que tenía que ser obvia para todos. Lissa y Eddie eran lo suficientemente inteligentes para no preguntar, pero Victor, por supuesto, no tenía tales reservas. —¿Qué? ¿El Señor Ivaskhov no nos acompaña? Estaba tan ansioso acerca de tener su compañía.

pared cerca de Eddie—. No hables a menos que tengas que hacerlo. El próximo par de horas fueron un arrastre. Estaba segura que en cualquier momento, Adrian volvería de mala gana y se comprometería a ayudarnos. Podíamos utilizar su compulsión en caso que algo saliera mal, aunque no pudiera igualar a Lissa.

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—Cállate —dije, cruzando mis brazos e inclinándome contra la

Seguramente…‖seguramente, ¿él me amaba lo suficiente para venir en mi ayuda? ¿Él no me abandonaría? Eres una idiota, Rose, era mi propia voz la que me criticaba, no la de Lissa. No le diste ninguna razón para ayudar. Sólo le harás daño una y otra vez. Al igual que a Mason. Cuando las cuatro treinta llegaron, Eddie me miró. — ¿Deberíamos reservar una mesa? —Sí. —Estaba inquieta y molesta. No quería quedarme en este cuarto por más tiempo, atrapada con sentimientos oscuros que no se iban. Víctor se levantó de la cama, extendiéndose como si se levantara de una siesta. Aún, habría jurado que había un brillo ansioso oculto en la profundidad de sus ojos. En todos los sentidos, él y su hermano eran cercanos, aunque yo no le había visto ninguna muestra de amor o lealtad hacia nadie. ¿Quién sabe? Tal vez en alguna parte había un verdadero afecto por Robert. Formamos una especie de configuración de protección, conmigo en la parte delantera, Eddie en la espalda y los dos Moroi entre nosotros. Abrí la puerta y me encontré cara a cara con Adrian. Su mano estaba levantada, como si hubiera estado a punto de golpear. Él arqueó una ceja.

normal y relajada en su rostro. Aunque su voz sonaba un poco tensa. Yo sabía que él no era feliz con nada de esto. Pude verlo en la rigidez de su mandíbula y la agitación en sus ojos. Sin embargo, él estaba poniendo una buena cara a los demás, por lo que le estaba agradecida. Lo más importante era que había vuelto. Eso era lo que

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—Oh, Bueno —él dijo. Tenía la misma expresión tipo Adrian

importaba, y podía ignorar el olor a alcohol y el del humo a su alrededor. —Así‖que…. he oído que hay una fiesta, ¿les importa si me uno? Le di una débil sonrisa agradecida. —Vamos. Nuestro grupo, ahora de cinco integrantes, se dirigió por el pasillo hacia el ascensor. —Estaba limpiando en el Póker, ¿sabes? —Adrian agregó—, así que espero que esto sea bueno. —No sé si será bueno. —Reflexioné. Las puertas de ascensor se abrieron—. Pero creo que será memorable. Entramos al ascensor, para ver a Robert Doru. Y lo que podría

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ser la única solución de Dimitri.

Traducido por Clooooooo Corregido por Selene

R

obert Doru fue fácil de encontrar. No fue porque se pareciera a Victor. Ni siquiera fue

a causa de cualquier dramático reencuentro entre él y su hermano. Más bien, fue la mente de Lissa la que me avisó. Vi a Robert a través de sus ojos, un espíritu rodeado de un aura de oro en aquel restaurante, como una estrella. Verle le tomó por sorpresa, y ella tropezó brevemente. Los usuarios del espíritu eran demasiado raros de ver como para que ella se acostumbrase totalmente a ellos. Ver auras era algo que ella podía sintonizar desde adentro o hacia afuera, y justo antes de que volviera a la normalidad, ella observó que, a pesar de la brillante aura de oro que había visto en Adrian, también había una brillaron también, pero ellas temblaban y parpadeaban. Se preguntó si se trataba de un tipo de espíritu extraño, aún desconocido. Sus ojos se encendieron al ver como Victor se acercaba a la mesa, pero los dos no se abrazaron, no mostraron el más mínimo interés en tocarse. Victor simplemente se sentó junto a su hermano.

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sensación de inestabilidad en la misma. Las chispas de otros colores

El resto de nosotros nos paramos con cierta torpeza por un momento. Toda la situación era demasiado extraña. Sin embargo, esa era la razón por la que habíamos llegado, y después de varios segundos más, mis amigos y yo nos unimos a los hermanos en la mesa. —Victor... —Robert respiraba ruidosamente, con los ojos muy abiertos. Robert podría haber tenido algunos de los rasgos faciales Dashkov, pero sus ojos eran de color marrón, no verde. Sus manos jugaban con una servilleta—. No puedo creerlo.... He querido verte…y‖ahora,‖después‖de‖tanto‖tiempo… Victor puso una voz amable, la misma que por teléfono, como si estuviera hablando con un niño. —Lo sé, Robert. También te he echado de menos. —¿Te quedas? ¿Puedes volver a vivir conmigo? Una parte de mí quería ver que se trataba de una idea ridícula, pero la desesperación en la voz de Robert despertó un poco de compasión en mí. Permanecí en silencio, simplemente mirando el drama que se desplegaba ante mí. —Me gustaría‖ poder‖ hacerlo.‖ Sería‖ genial.‖ Los‖ dos…—Victor vaciló. Él no era estúpido. A pesar de mis vagas afirmaciones en el avión, él sabía que las probabilidades de que lo dejara ir no

La llegada del camarero nos sacó de nuestra nube, y tomó nota de lo que íbamos a beber. Adrian pidió un gin-tonic. No estaba segura de si pudo hacerlo porque se podía hacer pasar por alguien de veintiuno o fue lo suficientemente convincente con el espíritu como para hacerlo. De todos modos, yo no estaba muy contenta con

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existían—. No lo sé —dijo en voz baja—. No sé.

él. El alcohol silenciaba al espíritu. Estábamos en una situación precaria, y yo le necesitaba a pleno rendimiento. Por supuesto, teniendo en cuenta que había estado bebiendo antes, probablemente no importaba ahora. Después de que el camarero se fuera, Robert pareció darse cuenta de nuestra presencia. Sus ojos se posaron en Eddie rápidamente, luego en Lissa y Adrian, estuvo vagando por mi zona durante mucho tiempo. Me puse rígida, no me gusta el control, y mucho menos el escrutinio. Por último, se volvió hacia su hermano. —¿A quién has traído, Victor? —Robert todavía tenía que olvidar el aire se disipaba a su alrededor, su rostro iluminado por la sospecha, el miedo y la paranoia—. ¿Quiénes son estos niños? Dos usuarios del espíritu… —Su mirada se posó sobre mí otra vez. Estaba leyendo mi aura—. ¿Una Shadow-Kissed? Por un momento, admiré el uso del término. Entonces recordé lo que Mark, el marido de Oksana, también lo había usado. Robert se había unido una vez a una dhampir y ésta había muerto, acelerando drásticamente el deterioro de la mente de Robert. —Son amigos —dijo Victor sin problemas—. Amigos a quienes les gustaría hablar contigo y hacerte algunas preguntas. Robert frunció el ceño. —Estás mintiendo. Qué puedo‖ decir… contigo. Victor no negó la afirmación de amigo. —Sin embargo, necesitan tu ayuda, y fue lo que se les prometió. Era lo que habíamos acordado, permitirles verte.

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no parecen amigos. Están tensos. Ellos mantienen una distancia

—No deberías haber hecho promesas por mí. —La servilleta de Robert estaba ahora hecha jirones. Hasta se me pasó por la cabeza darle la mía. —Pero ¿no querías verme? —preguntó Victor en tono dulce, c{lido…‖su‖sonrisa‖parecía‖casi… real. Robert parecía preocupado. Confundido. De nuevo me recordó a un niño, y empecé a tener mis dudas de que este individuo hubiera transformado alguna vez a un Strigoi. Se salvó de responder debido a que llegaron nuestras bebidas. Ninguno de nosotros habíamos pedido aún nada del menú, para gran disgusto del camarero. Se fue, y yo abrí mi bebida sin verla realmente. Victor después nos presentó a Robert, tan formalmente como lo hubiera hecho durante una reunión diplomática. La cárcel no había embotado su sentido de la etiqueta real. Victor dio los primeros nombres solamente. Robert se volvió hacia mí, con el ceño fruncido aún patente en su rostro, y miró entre Lissa y yo. Adrian había dicho que siempre que se juntaban, nuestras auras demostraban estar más que relacionadas. —Un enlace... Ya casi he olvidado lo que era... Pero Alden. reviviendo el recuerdo. —Lo siento —dije, sorprendida al oír la simpatía de mis palabras. Esta no era la agresividad al interrogar que había imaginado—. Sólo puedo imaginar lo que debe‖ haber‖ sido‖ eso… perderlo…

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Nunca‖ olvidaré‖ a‖ Alden…— Sus ojos se abrieron, soñadores,

Los ojos antes soñadores se tornaron fríos y duros. —No.‖ No‖ puedes.‖ Es‖ como… nada que tú puedas imaginar. Nada. Ahora mismo... en este momento... tú tienes‖ la… tienes un mundo… un universo de los sentidos más allá del de los demás, la comprensión de otra persona que nadie puede tener. Perder eso... que te sea arrebatado... te haría desear la muerte. Wow. Robert había sido bastante bueno y contundente para matar la conversación, y todos los que estábamos allí sentados teníamos la esperanza de que el camarero apareciera en ese mismo momento. Cuando lo hizo, todos fuimos poco entusiastas a la hora de pedir alimentos y, a excepción de Robert, la mayoría de nosotros decidimos sobre la marcha. El restaurante servía cocina asiática, y pedí lo primero que vi en el menú: un simple rollo de huevo. Cuando terminamos el pedido, Victor continuó con mano firme con Robert, que parecía incapaz de manejar la situación —¿Vas a ayudarlos? ¿Vas a responder a sus preguntas? Tenía la sensación de que Victor estaba empujando Robert no sólo porque nos lo debía, sino más bien porque Victor es intrigante por naturaleza y en realidad se moría por conocer los secretos de todos y también sus motivaciones. Robert lanzó un suspiro. Cuando miró a Victor, su expresión de

una

fuerte

devoción,

e

incluso

idolatría.

Robert

probablemente no podía negarse a nada que le pidiera su hermano. Él era el tipo perfecto para jugar con los planes de Victor, y me di cuenta que posiblemente deberían estar agradecidos de que Robert hubiera crecido de manera inestable. Si hubiera estado en pleno control de sus poderes, Victor nunca habría molestado a Lissa la última vez.

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era

—¿Qué quieres saber? —preguntó Robert. Se dirigió a mí. Al parecer, se reconoce mi liderazgo. Miré a mis amigos en busca de algo de apoyo moral y no recibí respuesta alguna. En primer lugar, ni Lissa ni Adrian habían aprobado esta misión, y Eddie todavía no conocía el propósito de la misma. Tragué saliva y dirigí mi completa atención a Robert. —Escuchamos que liberó‖ a‖ un‖ Strigoi‖ una‖ vez.‖ Que… pudo devolverlo a él, o a ella, de nuevo a su estado original. La sorpresa brilló en el rostro por lo general sereno de Victor. Ciertamente no sabía de esto. —¿Dónde has oído eso? —exigió saber Robert. —De una pareja que conocí en Rusia. Sus nombres son Marcos y Oksana. —Mark y Oksana... —De nuevo, la mirada de Robert se deslizó por un momento hacia el suelo. Tuve la sensación de que pasó mucho tiempo, aunque no pasó mucho en realidad. —No sabía que todavía estaban juntos. —Ellos lo están. Están realmente bien —le miré con intensidad—. ¿Es cierto? ¿Hizo lo que dijeron? ¿Es posible?

—¿Cómo? —Era una mujer. Yo la liberé. Jadeé, aunque traté de que no se notara, sin atreverme a procesar sus palabras.

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La respuesta de Robert fue precedida por una pausa. —Ella.

—Estás mintiendo. —Fue Adrian quien habló, su tono de voz era áspero. Robert le miró con expresión divertida y burlona. —¿Y quién eres tú para decir eso? ¿Cómo puedes saberlo? Has lastimado y abusado tanto de tus poderes, que apenas si puedes tocar la magia. Y todas estas cosas que te haces a ti mismo... en realidad no ayudan, ¿verdad? El castigo del espíritu todavía te afecta... pronto no serás capaz de diferenciar la realidad de los sueños…‖ Las palabras sorprendieron a Adrian en un primer momento, pero él siguió como si nada. —Lo sé, incluso sin tener la necesidad de observar todos los signos físicos que evidencian que usted está mintiendo. Lo sé, porque lo que usted está describiendo es imposible. No hay manera de salvar a un Strigoi. Cuando se han ido, se han ido. Están muertos. Muertos. Para siempre. —Lo que está muerto no siempre permanece muerto... —Las palabras de Robert no iban destinadas a Adrian. Me miró a mí. Me estremecí. —¿Cómo? ¿Cómo lo hiciste? —Con una estaca. Ella fue asesinada con una estaca y, al

—De acuerdo —dije—. Eso es mentira. He matado a un montón de Strigoi con estacas, y créame, se quedan muertos. —No cualquier estaca. —Los dedos de Robert bailaron a lo largo del borde de la botella que sostenía—. Una Estaca especial. —Una Estaca encantada con el espíritu —dijo Lissa de repente.

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hacerlo, puede devolvérsele a la vida.

Robert alzó los ojos hacia ella y sonrió. Era una sonrisa escalofriante. —Sí,‖tú… tú eres una chica inteligente, ingeniosa. Una chica inteligente, amable. Tierna y amable. Puedo verlo en tu aura. Miré fijamente a la mesa, mi mente en marcha. Una estaca encantada con el espíritu. Las estacas de plata estaban encantadas con los cuatro elementos principales Moroi: tierra, aire, agua y fuego. Con nuestro reciente descubrimiento de cómo los objetos encantados con el espíritu podían ser algo peligrosos, saber que una estaca encantada por el espíritu podía traer a los muertos a la vida al unirse‖ con‖ los‖ otros‖ elementos‖ principales‖ Moroi…,‖ era‖ realmente aterrador. ¿Pero, de‖ veras… eso podía restablecer a un Strigoi en una‖persona‖normal… de nuevo? Me sentí agradecida por la llegada de los alimentos debido a que mi cerebro estaba aún en lento proceso de aceptación de la información. El rollo de huevo proporcionaba una buena oportunidad para pensar. —¿Es realmente tan fácil? —Le pregunté por fin. Robert se burló. —No es nada fácil. —Pero usted acaba de decir... acabas de decir que necesitamos una‖estaca‖encantada‖con‖el‖espíritu… y entonces se puede matar a un Strigoi con él. —O bien, no-matar. Los aspectos técnicos son

Su sonrisa volvió. —Tú no. Tú no puedes hacerlo. —Entonces, ¿quién?... —Me detuve, el resto de mis últimas palabras quedaron estancadas en mis labios. —No. No.

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irrelevantes.

—Los Shadow-Kissed no tienen el don de la vida. Sólo los bendecidos por el espíritu —explicó—. La pregunta es: ¿Quién es capaz de hacerlo? ¿La chica tierna o el idiota borracho? —Sus ojos bailaron entre Lissa y Adrian—. Mi apuesta sería a favor de la chica tierna. Esas palabras fueron las que me sacaron de mi estado aturdido. De hecho, estaba aún más despejada que antes, sacándome de los pensamientos que una y otra vez me llevaban a Dimitri. —No — repetí—. Incluso si es posible, y no estoy muy segura de creerle, ella no puede hacerlo. Yo no se lo permitiría. Y en un giro de los acontecimientos casi tan asombroso como la revelación de Robert, Lissa giró hacia mí, la ira inundando nuestro vínculo. —¿Y desde cuándo es relevante que tú me digas lo que puedo o no puedo hacer? —Desde que no recuerdo que tú hayas tomado alguna vez entrenamiento de guardiana o hayas aprendido cómo usar una estaca contra un Strigoi —respondí tranquilamente, tratando de mantener mi voz calmada—. Tú tan sólo golpeaste a Reed y eso fue bastante difícil. —Cuando Avery Lazar había tratado de hacerse cargo de la mente de Lissa, había enviado a su hermano shadowkissed a hacer el trabajo sucio. Con mi ayuda, Lissa lo había golpeado y logró mantenerlo alejado. Había sido perfectamente

—Lo hice, ¿no? —exclamó ella. —Liss, lanzar un puñetazo no se parece en nada a matar a un Strigoi. Y eso sin contar el hecho de que tienes que acercarte a uno en primer lugar. ¿Crees que podrías conseguir darle un puñetazo antes de que te rompa el cuello? No.

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ejecutado, pero ella lo había odiado.

—Voy a aprender. —La determinación en su voz y en su mente eran admirables, pero lleva décadas aprender a enfrentarte a seres semejantes. Adrian y Eddie parecían incómodos en medio de este debate, pero Victor y Robert parecían intrigados y divertidos. No me gustó eso. No estábamos aquí para su entretenimiento. Traté de desviar el tema. Miré a Robert. —Si una usuario del espíritu trae de vuelta a un Strigoi, entonces esa persona se convertiría en shadow-kissed. No le señalé la conclusión obvia a Lissa. Parte de lo que había llevado a Avery a la locura (además del frecuente uso del espíritu) había sido crear lazos con más de una persona. Hacerlo, crea una situación muy inestable que rápidamente lleva a todas las personas involucradas a la oscuridad y la locura. Los ojos de Robert crecieron de ensueño mientras miraba más allá de mí. —Los lazos se forman cuando alguien muere, cuando el alma ha salido y se traslada al mundo de los muertos. Traerla de vuelta es lo que les convierte en Shadow-Kissed. La marca de la muerte queda sobre ellos. —Los ojos de Robert se posaron en los míos—. Del mismo modo que está en ti. Me negué a evitar a sus ojos, a pesar de la frialdad que

—Los Strigoi están muertos. Eso significaría que su alma debe ser traída del mundo de los muertos también. —No —argumentó—. Sus almas no siguen adelante. Sus almas permanecen... ni en este mundo ni en el otro. Está mal y es poco

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produjeron en mí sus palabras.

natural. Es lo que los hace lo que son. Matar o salvar a un Strigoi envía al alma a un estado normal. No hay lazo. —Entonces no hay peligro —dijo Lissa para mí. —Aparte de que un Strigoi te mate —señalé. —Rose... —Vamos a terminar esta conversación más tarde. —Le dirigí una mirada dura. Nos miramos durante un momento y luego se volvió hacia Robert. Todavía había una obstinación en el vínculo que no me gustaba. —¿Cómo encantas una estaca? —le preguntó—. Todavía estoy aprendiendo. Una vez más comencé a regañarla, pero luego me lo pensé mejor. Tal vez Robert estaba equivocado. Tal vez todo lo que realmente se necesita para convertir un Strigoi era una estaca infundida con el espíritu. Sólo dijo que una persona poseída por el espíritu tenía que hacerlo porque lo había hecho así antes. Supuestamente. Además, yo preferiría que Lissa se preocupara por encantar que por luchar. Si la parte del encanto sonaba demasiado difícil, ella debería renunciar a ello totalmente. Robert me miró y luego miró a Eddie. —Uno de ellos debe tener

—No puedes sacar una estaca en público —exclamó Adrian, en lo que fue una observación muy sabia—. Puede ser que sea extraño para los seres humanos, pero sigue siendo obvio que es un arma. —Tiene razón —dijo Eddie. —Podríamos volver a la sala después de la cena —dijo Victor.

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una estaca. Te lo mostraré.

Había algo que parecía perfectamente agradable y suave en su rostro. Lo estudié, esperando que mi expresión mostrara mi desconfianza. A pesar de su entusiasmo, podía sentir la vacilación de Lissa también. Ella no tenía interés en seguir cualquier sugerencia de Victor. Habíamos visto en el pasado cuán desesperadamente lejos Victor iría en el intento de cumplir con sus planes. Había convertido a su propia hija en Strigoi para que le ayudara a salir de la cárcel. Por todo lo que sabíamos, él estaba planeando lo‖mismo‖para… —Eso es —murmuré, sintiendo que mis ojos agrandarse mientras le miraba fijamente. —¿Eso es qué? —preguntó Victor. —Por eso es que convertiste a Natalie. Pensaste... tú sabías esto. Lo que Robert había hecho. Ibas a usar su fuerza como Strigoi y entonces ibas a hacer que él la convirtiera de nuevo. La ya pálida cara de Victor se volvió más pálida aún, y pareció envejecer frente a nuestros ojos. Su mirada con aire satisfecho desapareció, y miró hacia otro lado. —Natalie está muerta, y hace mucho tiempo de eso —dijo rígidamente—. No tiene sentido discutir sobre ella. Algunos de nosotros hicimos un intento para comer después de estábamos pensando lo mismo. Entre todos los pecados de Victor, el convertir a su hija en Strigoi era el más terrible de ellos. Era lo que realmente me había demostrado que él era un monstruo. De repente, me vi obligada a reevaluar las cosas. A reevaluarlo a él. Si él sabía que podría traerla de vuelta, aquello que hizo seguía siendo terrible, pero no tan terrible. Él seguía siendo malvado en mi mente,

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eso, pero mi rollo de huevo tenía mal gusto ahora. Lissa y yo

no hay duda. Pero si él hubiera creído que podía traer a Natalie de vuelta, eso significaba que de verdad creía en el poder de Robert. Todavía no había manera posible para que yo dejara a Lissa sola cerca de un Strigoi, pero esta historia increíble se había convertido en algo más creíble. No podía dejarlo ir sin más investigación. —Podemos ir a la sala después de esto —dije por fin—. Pero no por mucho tiempo. —Mis palabras fueron hacia Victor y Robert. Robert parecía haberse desvanecido en su propio mundo de nuevo, pero asintió con la cabeza a Victor. Le di a Eddie una rápida mirada y obtuve un rápido asentimiento de un tipo diferente por parte suya. Él comprendía el riesgo de llevar a los hermanos a un lugar privado. Eddie estaba diciéndome que estaría vigilante. No es que él no lo estuviera siendo ya. En el momento en que terminamos la cena, Eddie y yo estábamos rígidos y tensos. Él caminó cerca de Robert, y yo me quedé con Victor. Mantuvimos a Lissa y Adrian en medio de los hermanos, Aún así, incluso mantenerlos cerca era difícil mientras recorríamos el atestado casino. La gente se detenía en nuestro camino, caminaba a nuestro alrededor,‖ a‖ través‖ de‖ nosotros… era un caos. Dos veces, nuestro grupo se dividió por los turistas inconscientes. No estábamos muy tener a Victor o Robert corriendo entre la multitud de personas. —Tenemos que salir de esta multitud —le grité a Eddie. Me dedicó otro de sus rápidos movimientos de cabeza y me dio un empujón hacia la izquierda que me cogió por sorpresa. Dirigí a Victor en esa misma dirección, y Lissa y Adrian se hicieron a un

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lejos de los ascensores, pero yo estaba inquieta ante la posibilidad de

lado para mantenerse con nosotros. Yo estaba perpleja, hasta que vi que nos acercábamos a un pasillo con un signo de Salidas de Emergencia en él. Lejos del atestado casino, el nivel de ruido era mucho menos intenso. —Me figuro que probablemente haya escaleras por aquí — explicó Eddie. —Guardián Astuto. —Le dije con una sonrisa. Otro giro nos llevó a un armario de limpieza a nuestra derecha y por delante de nosotros una puerta con un símbolo de escalera. La puerta parecía conducir tanto al exterior como a los pisos superiores. —Brillante —le dije. —Subiremos como hasta el décimo piso —señaló Adrian. Fue la primera vez que había hablado en un rato. —No‖hay‖nada‖como‖un‖poco‖de‖ejercicio‖para… maldición. — Llegué a un alto frente a la puerta. Tenía una pequeña señal de advertencia diciendo que sonaría una alarma en caso de que la puerta se abriera. —Lo siento —dijo Eddie, como si fuera personalmente responsable.

entonces. Tendríamos que tener otro encuentro con la multitud. A lo mejor, el recorrido que hicimos había cansado a Victor y a Robert lo suficiente para hacer que un escape fuera poco tentador. Ninguno de ellos era joven, y Victor todavía estaba en mal estado.

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—No es culpa tuya —le dije, dándome la vuelta—. Regresemos

Lissa estaba demasiado tensa para pensar mucho acerca de ser conducida por ahí, pero Adrian me dio una mirada que claramente decía que pensaba que este plan era una pérdida de tiempo. Por supuesto, él pensaba que todo este asunto con Robert era una pérdida de tiempo. Yo estaba honestamente sorprendida de que viniera con nosotros a la habitación; hubiera esperado que él se quedara en el casino, con sus cigarrillos y otro trago. Eddie dio unos pasos hacia el casino por el pasillo. Y entonces me di cuenta. —¡Alto! —Grité. Él respondió al instante, deteniéndose en el estrecho espacio. A eso le siguió algo de confusión. Victor tropezó con Eddie por la sorpresa, y luego Lissa tropezó con Victor. El instinto hizo que Eddie llevara las manos a su estaca, pero la mía ya estaba fuera. La agarré tan pronto como las náuseas hicieron su aparición.

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Había Strigoi entre nosotros y el casino.

Traducido por Cowdiem. Corregido por Vanille.

Y

uno‖de‖ellos…‖uno‖de‖ellos… —No —respiré, incluso mientras saltaba hacia uno de los más cercanos a mí, una mujer. Parecía que había

tres Strigoi alrededor de nosotros. Eddie estaba en movimiento también, y ambos estábamos tratando de poner a los Moroi tras nosotros. Ellos no necesitaron más presión. A la vista de los Strigoi, los Moroi habían comenzado a retroceder, creando un cierto cuello de botella. Entre los reflejos instantáneos de Eddie y el pánico de los Moroi, estaba muy segura de que nadie había notado lo que yo ya había visto. Dimitri estaba entre ellos.

Una y otra vez, él había dicho en sus cartas que tan pronto como estuviera fuera de la seguridad de la guarda, él vendría por mí. Yo le había creído, y‖ aun‖ así…‖ ver‖ la‖ realidad‖ de‖ eso‖ era‖ una‖ cosa‖ totalmente diferente. Habían sido tres meses, pero en ese instante, un millón de recuerdos pasaron a través de mi mente con una nitidez tan clara como el cristal. Mi cautiverio con Dimitri. La forma

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No, no, no, dije, esta vez para mí misma. Él me había advertido.

en que su boca, tan, tan cálida, a pesar de su piel fría, había besado la mía. La sensación de sus colmillos enterrándose en mi cuello y la dulce‖dicha‖que‖lo‖seguía… Él se veía exactamente igual también, con esa palidez blanca de tiza y los ojos bordeados de rojo que se oponían tanto al suave cabello castaño largo hasta el mentón, y por otro lado a las hermosas líneas de su rostro. Él incluso traía abrigo largo de cuero encima. Tenía que ser uno nuevo, siendo que su abrigo anterior se había destruido bastante en nuestra última pelea en el puente. ¿De dónde los obtenía? —¡Salgan! —grité. Mis palabras eran para los Moroi, incluso mientras mi estaca se hundía en el corazón de la mujer Strigoi. La confusión momentánea con todos nosotros en el vestíbulo había sido perjudicial más para ella que para mí. Obtuve una buena línea de vista hacia ella, y estaba claro que ella no había esperado que yo fuera tan veloz. Había matado a muchos Strigoi porque ellos me habían subestimado. Eddie no tuvo mi suerte. Tambaleó cuando Victor lo había empujado al pasar, permitiendo al otro Strigoi, un chico, acercarse al frente para empujar a Eddie contra la pared. Sin embargo, esa era la clase de cosas que nosotros enfrentábamos todo el tiempo, y Eddie respondió maravillosamente. Inmediatamente se recuperó del golpe, capaz de embestir contra el Strigoi y atacarlo con todo. ¿Y yo? Mi atención estaba en Dimitri. Pasó por sobre la Strigoi caída sin ni siquiera mirarla. Dimitri había estado rondando en la parte de atrás, mandando a sus secuaces a la primera línea de batalla. Quizás era porque conocía a

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y con los Moroi completamente fuera de su camino ahora, Eddie fue

Dimitri muy bien, pero sospechaba que él no estaba sorprendido de que me hubiera desecho tan rápido del primero y que Eddie le estuviera dando al otro un momento complicado. Dudaba de que Dimitri se preocupara de si ellos vivían o morían. Ellos sólo eran distracción para que él se acercara a mí. —Te lo dije —dijo Dimitri, sus ojos divertidos y penetrantes. Él estaba observando todos mis movimientos, cada uno de nosotros subconscientemente imitando al otro mientras esperábamos por una apertura para atacar—. Te dije que te encontraría. —Sí —dije, tratando de ignorar los gruñidos de Eddie y el otro Strigoi. Eddie podía hacerse cargo. Sabía que él podía—. Recibí los memorándum. El fantasma de una sonrisa curvó los labios de Dimitri, mostrando los colmillos que de alguna forma gatillaron una mezcla de anhelo y desprecio en mí. Instantáneamente, empujé esos sentimientos a un lado. Había dudado antes con Dimitri, y casi morí por culpa de eso. Había rehusado que eso sucediera de nuevo, y la adrenalina bombeando a través de mi cuerpo sirvió como un buen recordatorio‖de‖que‖esto‖era‖una‖situación‖de‖‚mata o‖muere‛. Él hizo el primer movimiento, pero lo esquivé, casi habiendo sentido que venía. Ese era el problema con nosotros. Nos conocíamos el uno al otro demasiado bien, sabíamos los significaba que estábamos en un enfrentamiento igualado. Incluso en vida, él había tenido más experiencia que yo, y sus habilidades de Strigoi inclinaban la balanza. —Aun así, aquí estas —él dijo, aún sonriendo—. Estúpidamente dando un paso afuera cuando deberías haberte quedado en la

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movimientos del otro demasiado bien. Por supuesto, eso para nada

seguridad de la Corte. No podía creerlo cuando mis espías me lo dijeron. No dije nada, en vez de eso, intenté dar un golpe fuerte con mi estaca. Él vio eso venir también y dio un paso al lado. Que él tuviera espías no me sorprendía, aun a pleno día. Controlaba una red de Strigoi y humanos por igual, y había sabido que tenía ojos y oídos observando la Corte. La pregunta era: ¿Cómo demonios había llegado a este hotel en medio del día? Aún con observadores humanos en el aeropuerto o monitoreando las tarjetas de crédito como Adrian había hecho, Dimitri y sus amigos Strigoi deberían haber tenido que esperar hasta la caída de la noche para llegar aquí. No, no necesariamente, me di cuenta un momento más tarde. Los Strigoi ocasionalmente tenían formas de evitarlo. Camiones y furgonetas con cabinas completamente oscuras y selladas. Entradas bajo tierra. Los Moroi que querían darse un salto de casino desde el Witching Hour, sabían sobre túneles secretos que conectaban ciertos edificios. Dimitri habría sabido sobre todo eso también. Si él hubiera estado esperando por mí para salir de la guardia, habría hecho lo que sea con tal de encontrarme. Yo sabía mejor que nadie cuán ingenioso era. También sabía que él estaba tratando de distraerme con la conversación.

Trajiste Morois. Tú siempre habías tomado riesgos con tu propia vida, pero no esperé qué fueras tan desconsiderada con la de ellos. Algo me ocurrió entonces. Además del lejano zumbido del casino en el otro extremo del pasillo y los sonidos de nuestra pelea, todo lo demás estaba silencioso. Estábamos olvidándonos de un

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—Y lo más extraño de todo —él continuo—, no viniste sola.

sonido muy importante. Es decir, como, la alarma de la puerta de incendios. —¡Lissa! —Grité— ¡Sal de aquí ahora! Sácalos a todos de aquí. Ellos deberían haberlo sabido. Todos ellos debieron de saberlo. La puerta llevaba a los pisos superiores, y afuera. El sol aún estaba afuera. No importaba si la alarma atraía a los guardias de seguridad aquí abajo. Infiernos, eso podría asustar a los Strigoi. Lo que importaba era que los Moroi estuvieran seguros. Pero un rápido chequeo de nuestra unión me dijo el problema. Lissa

estaba

congelada.

Impresionada.

Ella

había

visto

repentinamente con quién estaba peleando, y la impresión de eso fue demasiado. Saber que Dimitri era un Strigoi era una cosa. Verlo, realmente, realmente verlo, bueno, eso era diferente. Lo sabía por experiencia propia. Incluso después de estar preparada, su apariencia aún me ponía nerviosa. Ella estaba cegada, incapaz de pensar o moverse. Sólo me tomó un latido de corazón darme cuenta de sus sentimientos, pero en una pelea con un Strigoi, un sólo segundo podía ser la diferencia entre la vida y la muerte. La conversación de Dimitri había funcionado, y a pesar de que lo vi y pensé que tenía mi guardia arriba, él la pasó y me empujó dolorosamente que perdí mi agarre en la estaca. Él puso su rostro justo en frente del mío, tan cerca que nuestras frentes se tocaron. —Roza…‖ —murmuró. Su aliento era cálido y dulce contra mi piel. Parecía como si debiera haber olido como a muerte o

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contra la pared, con las manos apretando mis brazos tan

descomposición, pero no era así—. ¿Por qué? ¿Por qué tienes que ser tan‖difícil?‖Podríamos‖haber‖pasado‖la‖eternidad‖juntos… Mi corazón retumbaba en mi pecho. Estaba asustada, aterrorizada de la muerte que sabía tendría que estar a sólo segundos. Y, al mismo tiempo, estaba inundada con la tristeza de haberlo perdido. Ver las facciones de su rostro, escuchar la misma voz‖ con‖ acento‖ que‖ incluso‖ ahora‖ me‖ rodeaba‖ como‖ terciopelo…‖ sentí mi corazón romperse nuevamente. ¿Por qué? ¿Por qué nos había pasado esto a nosotros? ¿Por qué el universo era tan cruel? Me las arreglé para cambiar el interruptor nuevamente, una vez más apagando el hecho de que él era Dimitri. Nosotros éramos depredador y presa, y yo estaba en peligro de ser comida. —Lo siento —dije a través de dientes apretados, empujando con fuerza, y fallando, para romper su agarre—. Mi eternidad no involucra el ser parte de la mafia de no muertos. —Lo sé —dijo. Puedo jurar que había tristeza en su rostro, pero más tarde me convencí a mi misma de que debía haberlo imaginado—. La eternidad será solitaria sin ti. Un grito muy agudo repentinamente resonó en mis oídos. Ambos hicimos una mueca. Los sonidos destinados a impresionar a los humanos eran como el infierno en la audición sensible como la puerta de incendios. Finalmente, esos idiotas (y, sí, no tengo ningún problema en llamar idiotas a mis amigos cuando están actuando como tales) habían dejado el edificio. Sentí la luz del sol a través del lazo y tomé la calma de eso mientras los colmillos de Dimitri se acercaban a la arteria que derramaría la sangre de la vida desde mi cuello.

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que teníamos. Sin embargo, no pude evitar sentirme aliviada. La

Deseé que la alarma lo distrajera, pero él era muy bueno. Me debatí una vez más, esperando poder usar la sorpresa en él, pero no estaba disponible. Lo que sí lo sorprendió fue la estaca de Eddie hundiéndose en el costado de su estómago. Dimitri gruñó de dolor y me dejó ir, girándose hacia Eddie. El rostro de Eddie era duro, decidido. Si ver a Dimitri lo perturbó, mi amigo no lo demostró. Por todo lo que sabía, Eddie ni siquiera estaba registrándolo como Dimitri. Probablemente, todo lo que vio fue a un Strigoi. Era la forma en que éramos entrenados. Ver monstruos, no gente. La atención de Dimitri estaba fuera de mí por el momento. Él quería llevar a cabo mi muerte. Eddie era simplemente una molestia que él necesitaba eliminar, de forma que pudiéramos continuar con el juego. Eddie y Dimitri se trenzaron en una danza similar a la que había estado con Dimitri antes, excepto que Eddie no conocía los movimientos de Dimitri como yo. Así que Eddie no fue completamente capaz de evitar que Dimitri lo tomara por el hombro y lo lanzara contra la pared. La maniobra había sido realizada para romper el cráneo de Eddie, pero Eddie se las arregló para moverse lo suficiente para que fuera su cuerpo el que tomara la fuerza del impacto. Aún dolía, pero estaba vivo.

mi perspectiva cambió. Cuando Dimitri había estado rondándome, a punto de morderme, me las había arreglado para superar ese impulso de pensar en él como Dimitri, la persona que una vez había conocido y amado. Continuamente forzada en una posición de víctima, con mi vida a punto de terminar, aun había continuado forzándome a ponerme en modo de pelea-pelea-pelea.

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Todo esto tomó lugar en milisegundos. Y, en esos momentos,

Ahora,‖viendo‖a‖alguien‖m{s‖luchar‖con‖Dimitri…‖ver‖la‖estaca‖ de‖ Eddie‖ serpentear‖ hacia‖ él…‖ bueno,‖ repentinamente,‖ perdí‖ esa‖ genial objetividad. Recordé por qué había venido aquí. Recordé lo que recién habíamos aprendido de Robert. Frágil. Aún era completamente frágil. Me había jurado a mí misma que si nosotros llegábamos a un punto en el cual Dimitri estuviera a punto de matarme y yo no hubiera aprendido más sobre cómo salvar a un Strigoi, lo haría. Lo mataría. Y esta era mi oportunidad. Entre Eddie y yo, podríamos derrotar a Dimitri. Podríamos terminar este estado de maldad, justo como él lo había querido una vez. Pero…‖hace‖menos‖de‖una‖hora,‖me‖habían‖dado‖una‖pequeña‖ pieza de esperanza de que un Strigoi pudiera ser salvado. Cierto, esa parte sobre un usuario del espíritu haciéndolo era absurdo, pero Victor lo había‖creído.‖Y‖si‖alguien‖como‖él‖había‖creído… No podía hacerlo. Dimitri no podía morir. No aún. Di un golpe con mi estaca, un golpe fuerte que arrastró la punta de plata contra la parte de atrás de la cabeza de Dimitri. Él dejó salir un rugido de rabia y se las arregló para girar y empujarme mientras aún estaba luchando contra Eddie. Dimitri era así de bueno. Pero la estaca de Eddie se estaba acercando al corazón de Dimitri, y la mirada de mi amigo no tenía lugar a dudas, concentrada en su

La atención de Dimitri viajaba entre ambos y, en un pequeño lapso, sólo de la mitad de un respiro de largo, vi a Eddie poner su estaca en la zona, listo para darle el golpe al corazón de Dimitri. Un golpe que parecía que podría tener éxito donde el mío había fallado.

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muerte.

Y eso fue porque, en un fluido movimiento, di un golpe con mi estaca, deslizándola por el rostro de Dimitri y golpeando el brazo de Eddie hacia un lado mientras lo hacía. Era un rostro hermoso. Odió marcarlo, pero sabía que Dimitri sanaría. Mientras hacía el ataque, pasé entre ellos, golpeándome contra Eddie de modo que él y yo nos tambaleamos hacia la puerta de incendios que aún estaba gritando en advertencia. El duro rostro de Eddie registró sorpresa, y por un momento estábamos en un punto muerto: yo empujándolo hacia la puerta y él empujando de vuelta hacia Dimitri. Vi la duda, sin embargo. La posición era mala, y Eddie estaba a punto de lanzarme contra un Strigoi, lo cual no era permitido por su entrenamiento. Sin embargo, Dimitri ya estaba evaluando su oportunidad. Su mano se había extendido y había aferrado mi hombro, tratando de tirarme hacia adentro. Eddie tomó mi brazo y me tiró hacia adelante. Grité por la sorpresa y el dolor. Se sintió como si fueran a partirme en dos. Dimitri era por lejos el más fuerte, pero incluso atrapada en el medio, mi peso jugaba un papel, y le presté mi fuerza a Eddie, lo cual nos ayudó a ganar algo de terreno. Sin embargo, fue un avance pequeño. Como caminar en miel. Por cada paso que daba hacia adelante, Dimitri me arrastraba de vuelta. Pero Eddie y yo estábamos haciendo un lento (y muy, muy, doloroso) progreso hacia la puerta gimiente. Unos pocos momentos

—Seguridad —gruñó Eddie, dándome un tirón. —Mierda —dije. —No puedes ganar —Dimitri siseo. Él se las había arreglado para poner ambas manos en mis hombros ahora y nos estaba superando.

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después, escuché el golpeteo de pasos y voces.

—¿Ah, sí? Estamos a punto de tener a todo el escuadrón de ataque Luxor aquí. —Estamos a punto de tener una pila de cuerpos aquí. Humanos —dijo él, restándole importancia. Esos humanos nos alcanzaron. No estoy segura de cuáles fueron sus impresiones. ¿Algún chico atacando adolescentes? Ellos nos

gritaron

que

nos

detuviéramos

y

los

enfrentáramos,

instrucciones que los tres ignoramos en nuestro épico partido de la guerra de los tirones. Luego, ellos deben de haber puesto las manos en Dimitri. Él aún me tenía agarrada, pero su agarre se aflojó lo suficiente para que un fuerte tirón de Eddie y un casi salto de mi parte, me liberaran. Eddie y yo ni siquiera miramos atrás, aunque ahora los guardias de seguridad nos estaban gritando a nosotros también. Ellos no eran los únicos gritando. Justo antes de que empujara la puerta para abrirla, escuché a Dimitri llamándome. Había risa en su voz. —No se ha terminado, Roza. ¿De verdad crees que hay algún lugar en este mundo donde puedas ir y que yo no pueda encontrarte?

—La

misma

advertencia,

siempre

la

misma

advertencia.

me inspiraron. Eddie y yo emergimos al brumoso aire del desierto, como también a la luz solar que todavía había, a pesar de que casi era de noche. Estábamos en el estacionamiento de Luxor, el cual no estaba lo suficientemente repleto como para escondernos. A través de comunicación no verbal, él y yo nos lanzamos hacia el ocupado Strip, sabiendo que nuestras habilidades físicas sobrepasarían las de

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Hice mi mejor esfuerzo para ignorar el miedo que esas palabras

cualquier perseguidor humano y que nos permitirían perdernos en los grupos de gente. Funcionó. Nunca vi cuántos nos seguían. Mi suposición fue que el grupo de seguridad estaba dedicando su atención al enorme tipo que estaba matando gente en su hotel. Las voces gritando detrás de nosotros se desvanecieron, y Eddie y yo finalmente nos detuvimos en frente de ‚New York, New York‛, y de nuevo, sin ni siquiera hablar, giramos inmediatamente para entrar en el hotel. Tenía una disposición serpenteante y estaba aún más lleno que el Luxor, y fácilmente nos filtramos dentro hasta que encontramos un espacio vacío en la muralla en el lado más alejado del casino del hotel. La carrera había sido pesada incluso para nosotros, y nos tomó un momento recuperar el aliento mientras estábamos de pie ahí. Supe que las cosas eran serias cuando Eddie finalmente se giró hacia mí, y la rabia iluminaba sus facciones. Eddie siempre era la imagen de la calma y el control, siempre, luego de su primera abducción por un Strigoi el año pasado. Lo había endurecido, haciéndolo más determinado a enfrentar cualquier desafío. Pero, oh, estaba enojado conmigo ahora. —¿Qué demonios fue eso? —Exclamó Eddie— ¡Lo dejaste ir! Puse mi mejor expresión de rudeza, pero él parecía estar

—¿Qué, te perdiste la parte donde lo estaba hiriendo con mi estaca? —¡Yo tenía su corazón! ¡Tenía un blanco y tú me detuviste!

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superándome hoy.

—La seguridad estaba en camino. No teníamos tiempo. Teníamos que salir de ahí, y no podíamos dejarlos vernos haciendo la matanza. —No creo que alguno de ellos quede como para reportar haber visto algo —replicó Eddie calmadamente. Él parecía estar tratando de recuperar su compostura—. Dimitri dejó una pila de cuerpos ahí. Lo sabes. Gente murió porque tú no me dejaste estacarlo. Di un respingo, dándome cuenta que Eddie tenía razón. Debería haber terminado ahí. No había dado un buen vistazo sobre el número de guardias de seguridad. ¿Cuántos habían muerto? No era relevante. Aún uno era demasiado. Y era mi culpa. Mi silencio hizo que Eddie presionara su ventaja. —¿Cómo tú, de entre toda la gente, pudo olvidar esa lección? Sé que él solía ser tu instructor, solía ser. Pero no es el mismo. Ellos nos han inculcado eso una y otra vez. No dudes. No pienses en ellos como una persona de verdad. —Lo amo —espeté, sin quererlo. Eddie no sabía. Sólo un puñado de personas sabía sobre mi relación romántica con Dimitri y lo que había pasado en Siberia. —¿Qué? —Eddie exclamó con un jadeo. Su rabia se había

—Dimitri…‖él‖es‖m{s‖que‖mi‖instructor… Eddie continuó mirándome fijamente por muchos pesados segundos. —Era —dijo al fin. —¿Huh?

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transformado en estupor.

—Él era más que tu instructor. Tú lo amabas. —La confusión momentánea de Eddie se había ido. Él estaba de vuelta en el guardián duro ahora, sin empatía—. Lo siento, pero está en el pasado, lo que sea que había entre ustedes. Tú tienes que saberlo. La persona que amas se ha ido. ¿El tipo que vimos recién? No es el mismo. Negué lentamente con la cabeza. —Yo…‖ lo‖ sé.‖ Sé‖ que‖ no‖ es‖ él.‖ Sé‖ que‖ es‖ un‖ monstruo,‖ pero‖ podemos‖ salvarlo…‖ si‖ podemos‖ hacer‖ lo‖ que‖ Robert‖ nos‖ estaba‖ diciendo… Los ojos de Eddie se ampliaron, y por un momento, estupefacto. —¿De eso es de lo que se trata? ¡Rose, eso es ridículo! No puedes creerlo. Los Strigoi están muertos. Se han ido de nosotros. Robert y Victor te estaban alimentando con un montón de mierda. Ahora sí me sorprendí. —Entonces, ¿por qué estás aquí? ¿Por qué te uniste a nosotros? Él levanto sus manos exasperado. —Porque tú eres mi amiga. Me he quedado contigo a través de todo‖ esto…‖ liberando‖ a‖ Victor,‖ escuchando‖ a‖ su‖ loco‖ hermano…‖ porque sabía que me necesitabas. Todos ustedes, para mantenerte a ibas a devolverlo. ¿Acaso suena loco? Sí, pero eso es normal para ti. Tú siempre has tenido buenas razones para hacer los que haces. — Suspiró—.‖Pero‖esto…‖esto‖es‖cruzar‖una‖línea.‖Dejar‖ir‖a‖un‖Strigoi‖ sólo por perseguir una idea, una idea que es imposible que funcione, es diez veces peor que lo que hicimos con Victor. Cien veces peor.

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salvo. Pensé que tenías una buena razón para liberar a Victor, y que

Cada día que Dimitri camina en el mundo, es otro día en que la gente va a morir. Colapsé contra la pared y cerré mis ojos, sintiéndome enferma del estómago. Eddie tenía razón. La había cagado. Me había prometido a mí misma que mataría a Dimitri si lo enfrentaba antes de que pudiéramos seguir la solución de Robert. Todo debería de haber‖terminado‖hoy…‖pero‖me‖había‖bloqueado.‖De‖nuevo. Abrí mis ojos y me enderecé, necesitando encontrar un nuevo propósito antes de romper en lágrimas en medio de este casino. —Tenemos

que

encontrar

a

los

otros.

Están

afuera,

desprotegidos. Era probablemente la única cosa que podía interrumpir el regaño de Eddie en ese momento. Los deberes instintivos irrumpieron. Proteger a los Moroi. —¿Puedes saber dónde está Lissa? Mi lazo siempre me había mantenido conectada con ella durante nuestro escape, pero no me había permitido a mí misma ninguna prueba más profunda que saber que ella estaba viva y bien. Expandí nuestra unión un poco más. —Al otro lado de la calle. En MGM. —Había visto el pero no me había dado cuenta de que Lissa estaba ahí. Ahora podía sentirla, escondiéndose en la multitud como nosotros, asustada pero no herida. Hubiera preferido que ella y los otros hubieran optado por esperarnos al sol, pero el instinto la había llevado al refugio de las paredes.

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gigantinorme hotel cuando habíamos entrado corriendo en este,

Eddie y yo no hablamos más de Dimitri mientras salíamos y cruzábamos la calle repleta. El cielo se estaba tornando melocotón, pero aún me sentía segura afuera. Mucho más segura que en el pasillo del Luxor. Con el lazo, siempre podía encontrar a Lissa, y sin ninguna vacilación, llevé a Eddie a través de los recovecos y giros del MGM (honestamente, las disposiciones de estos lugares se volvían más y más confusos) hasta que vimos a Lissa y a Adrian de pie cerca de una hilera de máquinas tragamonedas. Él estaba fumando. Ella me divisó, corrió y lanzó sus brazos alrededor de mí. —Oh, Dios mío. Estaba tan asustada. No sabía qué había pasado con ustedes chicos. Odio esta cosa unilateral del lazo. Forcé una sonrisa para ella. —Estamos bien. —En una dolorida forma —reflexionó Adrian, paseándose. No lo dudaba. En la adrenalina de la pelea, era fácil no darse cuenta de los daños y el dolor. Después, cuando la lujuria de la batalla terminaba, comenzabas a darte cuenta por lo que habías hecho pasar a tu cuerpo. Estaba tan agradecida de ver a Lissa bien que no me di cuenta lo que Eddie ya había notado.

El rostro feliz de Lissa se arrugó, e incluso Adrian se veía ceñudo. —Maldición —dije, sin necesitar explicación. Lissa asintió, los ojos amplios e inquietos. —Los perdimos.

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—Oigan, chicos, ¿dónde están Victor y Robert?

Traducido por Tara Belicov Corregido por Andrea

B

ien. Qué perfecto. Nos llevó un rato decidir cuál sería nuestro nuevo curso de acción. Nos movíamos alrededor de algunas

ideas débiles sobre la trayectoria de Robert y Victor, todas eventualmente las desechábamos. El teléfono de Robert era un móvil, y mientras que la CIA podía rastrear esa clase de cosas, nosotros verdaderamente no podíamos. Incluso si la dirección de Robert estuviera incluida en el directorio telefónico, sé que Víctor no le dejaría volver allí. Y mientras que Adrian y Lissa podían usar el aura de espíritu para localizarlos, nosotros sólo podíamos estar vagando sin objetivo fijo en la ciudad y esperar apenas encontrar algo. No, estábamos fuera también con esas dos ideas. No había y hacer frente a cualquier castigo que nos aguardara. Estábamos realmente jodidos. Con el acercamiento de la puesta del sol, y viendo que teníamos más de un criminal conocido para conseguir ponernos en apuro, mi grupo decidió de forma sobria que era hora de dirigirnos al

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nada por ahora que se pudiera hacer, pero odiaba regresar a la corte

Witching Hour, para hacer nuestros planes de ruta. Lissa y yo teníamos un alto potencial de que podíamos ser reconocidas ahí, pero las chicas fugitivas no pueden estar en la misma categoría que los fugitivos traidores. Decidimos tirar los dados (sin ninguna intención) y colgar guardia alrededor, algo que nos podía ayudar de más ataques de Strigoi antes de que saliéramos de las Vegas. El Witching Hour no era diferente a ningún otro casino de los que habíamos estado, a menos que tú supieras qué buscar. Allí, los seres humanos estaban demasiado interesados en el encanto de los juegos y en destacar, para notar que muchos de los otros que estaban eran uniformemente altos, delgados, y pálidos. ¿En cuanto a los Dhampirs? Los seres humanos no podían decir que nosotros no fuéramos humanos. Era solamente el sentido misterioso que tenían los Moroi y Dhampirs que nos dejaba saber quién era quién. Esparcidos por todas partes, estaban aplaudiendo, golpeteando, y ocasionalmente, grupos gimiendo donde estaban los guardias. Puesto que había demanda de guardias, sólo un puñado se podría asignar

a

tiempo

completo

de

un

lugar

como

este.

Afortunadamente, los números fueron reforzados por tener a alguien rico y poderoso de gran alcance que venía a jugar. Un emocionado Moroi chillaba sobre las máquinas tragamonedas o sobre la silenciosa ruleta, los guardias que estaban vigilando se

— ¿Ahora qué? —preguntó Lissa, casi gritando sobre el ruido. Era la primera vez que cualquiera de nosotras había hablado desde la decisión de ir allí. Nosotras estábamos en alto cerca de algunas de las mesas de veintiuno (Blackjack), a la derecha en el grueso de todo. Suspiré. Mi humor estaba tan oscuro, que incluso no necesitaba de ningún efecto secundario del uso del Espíritu. Perdí a Victor, perdí

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asomaban detrás de él, vigilando todo. Ningún Strigoi vendría aquí.

a Victor. Mis propias acusaciones mentales estaban en un lazo sin fin. —Encontraremos su centro de negocios y el libro de boletos fuera de aquí —dije—. Dependiendo de cuánto tiempo nos tome coger un vuelo, puede ser que nuevamente tengamos que conseguir un cuarto. Los ojos de Adrian estaban explorando de la acción alrededor de nosotros, retrasándose lo más posible a lo largo de una de las muchas barras. —Nada nos matará por pasar un poco de tiempo aquí. Yo estallé. — ¿De verdad? ¿Después de todo lo que ha sucedido, eso es todo lo que puedes pensar acerca de esto? Su mirada extasiada volvió de nuevo a mí y se convirtió en un ceño fruncido. —Aquí hay cámaras. La gente puede reconocerte. Conseguir pruebas de que tú estabas en este casino y no en Alaska sería bueno. —Es verdad —admito. Pienso que el típico aire hastiado de Adrian enmascaraba su disconformidad. Aparte de entender por qué realmente habíamos venido a Las Vegas, él también tuvo que correr dentro de los Strigoi. Dimitri entre ellos. Eso no era una experiencia fácil para cualquier Moroi—. Sin embargo, nosotros no teníamos ninguna coartada para cuando realmente estuviésemos en

—Siempre y cuando a Victor no se le ocurra aparecer alrededor de aquí, nadie podría hacer la conexión. —La voz de Adrian llegó a sonar amarga—. Lo que nos demuestra realmente qué tan estúpidos son todos. —Ayudamos a Victor a salir —dijo Lissa—. Nadie pensará que estamos tan locas como para dejarlo salir.

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Alaska.

Eddie permanecía silencioso, dándome una mirada fija. —Entonces está arreglado —dijo Adrian—. Alguien irá a reservar los tickets. Yo voy a conseguir una bebida y a probar mano en algunos juegos. El universo me debe alguna buena suerte. —Yo voy a conseguir los tickets —dijo Lissa, explorando en una dirección fuera de las áreas de la piscina, los baños, y el centro de negocios. —Yo voy contigo —dijo Eddie. Considerando que antes de que su expresión hubiera sido acusatoria, ahora parecía evitar mi mirada directa. —Bien —dije, cruzando mis brazos—. Déjenme saber cuándo lo han hecho, y nosotros los encontraremos—. Eso era para Lissa, significaba que ella me avisara por medio de su enlace. Convencido que estaba libre, Adrian se fue directo hacia la barra, yo estaba siguiéndole detrás. —Un Tom Collins —le dijo al cantinero Moroi. Era como si Adrian tuviera un diccionario mental de cócteles en su cabeza y apenas los revisaba uno por uno. Casi nunca lo vi beber la misma cosa dos veces. —¿Usted lo quiere clavado? —preguntó el camarero. Usaba una viejo que yo. Adrian hizo una mueca. —No. El camarero se encogió y se dio la vuelta para hacer la bebida. —Clavado —era el código de Moroi para poner un tiro de sangre en la bebida. Había un par de puertas detrás de la barra, unas que

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camisa blanca quebradiza y una pajarita negra y apenas parecía más

llevaban probablemente a donde estaban los alimentadores. Echando un vistazo hacia la barra, se podría ver al Moroi feliz, riéndose con bebidas teñidas de rojo. Algunos tenían el gusto de tener sangre con su alcohol. La mayoría, como Adrian, al parecer, no tomaban sangre a menos que fuera necesario. Al parecer, no tenía el mismo gusto. Mientras esperamos, un Moroi más viejo que se colocó al lado de Adrian echó un vistazo hacia mí y cabeceó con aprobación. — Usted se consiguió una buena —le dijo a Adrian—. Joven, pero así son mejores. —El sujeto, que estaba bebiendo vino rojo, o sangre pura, movió de un tirón su cabeza hacia las otras chicas que estaban colocadas en la barra—. La mayoría de éstas están muy utilizadas y gastadas. Seguí su encogimiento de hombros, incluso desde el principio, esto no tenía ninguna necesidad. Entre los seres humanos y los Moroi había varias mujeres Dhampir, vestidas muy atractivamente con vestidos de seda y de terciopelo que dejaban muy poco a la imaginación. La mayoría eran más viejas que yo. Lo que ellas no podían esconder era una mirada cansada en sus ojos, a pesar de su risa coqueta. Putas de la sangre. Me puse furiosa con el Moroi. —No se atreva hablar de ellas así, o yo le romperé esa copa de vino en su cara.

—Intensa y agresiva. —Usted no tiene ni idea —dijo Adrian. El camarero regresó con el Tom Collins—. Ella ha tenido algo así como un mal día.

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Los ojos del sujeto se ensancharon, y volvió a mirar Adrian.

El imbécil Moroi nunca volvió la mirada hacía mí. Al parecer, no tomó mi amenaza seriamente como debió hacerlo. —Todo el mundo tiene un mal día ¿Has escuchado las noticias? Adrian parecía calmado y divertido mientras que tomaba su bebida, pero estando tan cerca de él, lo sentía tensándose un poco. —¿Qué noticias? —Víctor Dashkov. ¿Sabes, ese individuo que secuestró a la muchacha Dragomir y conspiraba contra la reina? Él escapo. Las cejas se me levantaron. —¿Escapó? Eso es una locura. Oí que estaba en un lugar de máxima seguridad. —Estaba. Nadie sabe realmente qué sucedió. Supuestamente había‖ seres‖ humanos‖ implicados…‖ entonces‖ la‖ historia‖ consigue‖ ponerse extraña. —¿Cómo extraña? —pregunté. Adrian deslizó un brazo alrededor de mí, que sospeché era un mensaje silencioso para indicarme que lo dejara a él hablar. Sí, era eso,‖ porque‖ él‖ creyó‖ que‖ era‖ m{s‖ ‚apropiado‛‖ como‖ comportamiento de una puta de sangre, o porque estaba preocupado porque le pegara al individuo, no podría decir. —Uno de los guardias estaba adentro con él, aunque indicó que está confuso y que no puede recordar mucho. Lo oí de algunos reales que están ayudando con la investigación. Adrian rió, tomando un trago grande de su bebida. —Eso es conveniente. Suena como un trabajo interino para mí. Víctor tiene

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estaba siendo controlado. También dice convenientemente que todo

mucho dinero. Bastante fácil para sobornar a un guardia. Eso es lo que pienso que pasó. Había una suavidad agradable en la voz de Adrian, y una sonrisa levemente narcotizada regresó de la cara del otro individuo. Yo supuse que Adrian había tirado un poco de compulsión. — Apuesto que tiene razón. —Deberías decírselo a tus amigos reales —agregó Adrian—. Un trabajo interno. El individuo cabeceó con impaciencia. —Lo voy hacer. Adrian mantuvo su mirada algunos momentos más y después finalmente echó un vistazo sobre su Tom Collins. La mirada vidriosa del hombre se descoloró, pero sabía que Adrian había ordenando‖ la‖ idea‖ del‖ ‚trabajo‖ interno‛‖ de‖ forma‖ que‖ la‖ historia‖ pegaría. Adrian tragó el resto de la bebida y puso el vaso vacío en la barra. Estaba a punto de hablar otra vez cuando algo a través del cuarto pescó su atención. El hombre Moroi también lo estaba notando, y yo seguí la mirada de ambos para ver qué era lo que los tenía tan cautivados. Gemí. Mujeres, por supuesto. Al principio yo pensaba que eran Dhampirs, puesto que era la clase de caramelo que podía deleitar sus ojos aquí. Una doble mirada me reveló una sorpresa: Las ellas, colocadas en un espacio corto y similar, con vestidos escotados de lentejuelas. Cada una usaba solamente una joya de diverso color haciendo juego: revista con cobre, plumas y los Rhinestones del azul de‖pavo‖real…‖brillaban‖en‖su‖pelo,‖sonriendo‖y‖riendo‖mientras‖que‖ pasaban a través de la enorme muchedumbre, hermosas y atractivas de una manera diferente a mi raza.

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mujeres eran Moroi. Coristas Moroi, para ser exacto. Había varias de

Esto era una sorpresa. Yo notaba que los hombres Moroi miraban con cariño a las muchachas Dhampir más a menudo, simplemente porque era una Dhampir. Pero naturalmente los hombres Moroi estaban atraídos y enamorados de sus propias mujeres. Era cómo la raza sobrevivió, y aunque los hombres Moroi podían querer engañar alrededor con las Dhampirs, al final casi siempre terminaban con las de su propia clase. Las coristas eran altas y agraciadas, y con aspectos frescos, apariencia brillante que me hacían pensar que iban hacia su espectáculo. Apenas podía imaginarme lo que debería ser su brillante exhibición en su mayoría de baile. Podría apreciar eso, pero Adrian apreció claramente más, según su mirada, que permanecía con los ojos abiertos. Le di un codazo. —¡Hey! La última de las coristas desapareció a través de la muchedumbre del casino, hacia una puerta que decía TEATRO, como sospeché. Adrian volvió la miraba hacia mí, con una de sus sonrisa pícaras. —No hay nada de malo en mirar. —Él acarició mi hombro. El Moroi que se colocaba al lado de él cabeceó, estando de acuerdo. —Pienso que hoy puede ser que te admitan para una Dashkov y ese lío con la Dragomir…‖me‖entristece‖por‖el‖pobre‖Eric.‖ Era un buen Chico. Puse una mirada dudosa. —¿Conocía al‖ padre‖ de‖ Lissa… Eric Dragomir?

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demostración. —Movió su bebida alrededor—. Todo este negocio de

—Claro. —El Moroi gesticuló para que le rellenaran la bebida— . Yo era el gerente encargado de aquí hace unos años. Él estaba aquí todo el tiempo. Créanme, tenía aprecio por esas chicas. —Estás mintiendo —dije frescamente—. Él adoraba a su esposa. —Vi a los padres de Lissa juntos. Incluso desde una edad joven, podía ver que estaba loco de amor por ella. —Yo no dije que él hiciera alguna cosa. Como dijo su novio, no hay nada de malo en mirar. Pero mucha gente sabía que el príncipe Dragomir tenía un gusto por las fiestas, fuera dondequiera que fuera, especialmente si había compañía de hembras. —El Moroi suspiró y levantó su vaso—. Maldita vergüenza lo que le sucedió. Aquí esperamos que cojan a ese bastardo de Dashkov y que deje a la pequeña niña de Eric tranquila. No me gustaba la insinuación de este individuo sobre el padre de Lissa, y estaba agradecida de que ella no estuviera por los alrededores. Me hizo inquietarme un poco lo que recientemente habíamos descubierto sobre el hermano de Lissa. André, este también había sido un poco como el muchacho de las fiestas que engañaba a todos a su alrededor y rompía corazones. ¿Esa clase de cosa corría en la familia? Lo que había hecho André no era correcto, pero allí estaba la gran diferencia, entre un chico adolescente; explorando y las de un hombre casado. No quería admitirlo, pero hacia otras mujeres sin engañar. Adrian era una prueba. No obstante, yo no pensaba que a Lissa le gustara la idea de su padre flirteando con otras mujeres. La verdad sobre André había sido bastante difícil, y yo no quería que ninguna otra cosa rompiera las memorias angelicales de sus padres.

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incluso la mayoría de los individuos enamorados todavía miraban

Lancé a Adrian una mirada que decía que escuchar a este individuo por más tiempo, conseguiría un puñetazo. No quería estar aquí si Lissa venía a buscarnos. Adrian, siempre más astuto que lo que aparentaba, me sonrió. —¿Bien, mi caramelo, intentamos nuestra suerte? Algo me dice que vas a romper todas las probabilidades, como siempre. Le corté la mirada. —Atractivo. Adrian me guiñó y se levantó. —Fue agradable conversar contigo —le dijo al Moroi. —Contigo también —dijo el hombre. La dependencia de la compulsión desaparecía—. Debería vestirla mejor, sabe. —No estoy interesado en ponerle ropa a ella —Adrian indicó mientras que me dirigía lejos. —Cuidado —Advertí a través de los dientes cerrados fuertemente—, o puedes ser tú el que termine con una copa de vino en tu cara. —Yo estoy jugando mi parte, pequeña Dhampir. Una vía donde puedo estar seguro de que permanecerás fuera de problemas. Paramos cerca del casino en el sitio del póker y Adrian asintió con la cabeza. —Sin embargo, ese individuo tenía razón sobre la

Cerré fuertemente mis dientes. —No podía creer que dijera esas cosas sobre el padre de Lissa. —El cotilleo y los rumores nunca dejan de salir, tú, de toda la gente, deberías saberlo. No importa si estás muerto. Además, esa conversación era realmente para nosotros, lo cuál significó nuestra

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ropa.

ventaja. Que alguien diferente probablemente esté considerando ya la teoría del trabajo interno. Si ese individuo puede ayudar a hacerla circular aún más rápido, asegurando incluso que nadie piense en el mundo, que el guarda más peligroso podría haber estado involucrado. —Supongo. —Fuertemente, dejé salir mi genio hacia afuera. Siempre había sido muy pronto para disparar, y sabía que seguramente ahora había pedacitos de oscuridad. Estaba siendo espigador de Lissa, ya que en las veinticuatro horas pasadas había cosas peores de lo que habíamos temido. Cambié el tema, dirigiéndome a una tierra más segura—. Ahora estás siendo bastante agradable, considerando cómo antes estabas de enojado. —No estoy del todo feliz, pero he tenido algunos pensamientos acertados —dijo Adrian. —¿Oh? ¿Podrías aclarármelo? Aquí no. Hablaremos más tarde. Tenemos cosas más importantes ahora de qué preocuparnos. —¿Como el encubrimiento de un crimen y salir de esta ciudad sin ser atacados por Strigoi? —No. Como hacerme ganar dinero.

de un manojo de monstruos sanguinarios, ¿y en todo lo que tú piensas es en jugar? —El hecho de que estemos vivos quiere decir que debemos vivir —discutió—. Especialmente si nosotros conseguimos tiempo. —Tú no necesitas más dinero.

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—¿Estás loco? —Le pregunté a Adrian—. Acabamos de escapar

—Si mi padre me diera la vuelta. Además, es realmente sobre el goce del juego. —Por el disfrutar del juego —pronto comprobé lo que Adrian quería‖decir‖sobre‖‚engañando‛;‖si considerabas usar el engaño del espíritu. Porque había tanta energía mental atada dentro del espíritu, sus usuarios eran muy buenos en la lectura de la gente. Victor tenía razón. Adrian bromeó y se contuvo de pedir bebidas, pero podía decir que prestaba la atención más cercana a los otros. Y aunque él tenía cuidado de no decir cualquier cosa explícitamente, sus expresiones hablaban por él; confidente, incierto, molesto. Sin palabras, podía proyectar la compulsión y fanfarronear a los otros jugadores. —Estamos aquí atrás —le dije, sintiendo la llamada de Lissa. Él no pareció despreocupado. Yo tampoco estaba preocupada por su seguridad, considerando que había algunos guardias en el cuarto. Lo que me confirmó que había la posibilidad de que alguno de los oficiales pudieran notar la compulsión y nos lanzasen a todos fuera. Los usuarios del espíritu la manejaron lo más fuertemente posible, pero todos los vampiros la tenían hasta cierto punto. Usarlo era considerado inmoral, así que fue prohibida entre los Moroi. Un casino definitivamente era razonable que fuera vigilado por esto. El centro de negocios resultó estar cerca del cuarto de póker, y pregunté mientras caminábamos de regreso. —Conseguimos un vuelo por la mañana —dijo Lissa. Ella vaciló—. Habríamos podido salir esta noche, pero... No tuvo la necesidad de terminarlo. Después de lo qué nosotros habíamos hecho frente hoy, nadie quiso arriesgar la ocasión más

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encontré a Lissa y a Eddie rápidamente. —¿Cuál es el informe? —

leve de ir corriendo hacia un Strigoi. El ir al aeropuerto todavía requeriría un paseo en taxi, pero, eso significaría para nosotros el tener que arriesgarnos a salir en la oscuridad. Sacudí mi cabeza y los llevé hacia el cuarto de póker. —Tú hiciste lo correcto, nosotros hemos conseguido tiempo para matar ahora…‖¿Quieres‖conseguir‖un‖cuarto‖e‖ir‖a‖dormir‖un‖rato? —No. —Ella tembló, y sentía el miedo en ella—. Yo no quiero alejarme de esta muchedumbre. Y tengo miedo de lo que pueda soñar… Adrian pudo actuar como si a él no le preocupara el tener cuidado sobre los Strigois, pero esas caras todavía frecuentaban a Lissa, especialmente Dimitri. —Bien —dije, esperando hacer que se sintiera mejor—, el permanecer levantados nos permitirá regresar al horario de la Corte. También puedes mirar cómo Adrian consigue que nos saque de la seguridad del Casino. Como lo esperaba, el hecho de mirar a Adrian hacer trampa con el espíritu distrajo a Lissa, tanto de modo que ella pareciera interesada en intentarlo ella misma. Grandioso. La impulsé a juegos más seguros y recapitulé cómo Adrian había plantado la idea del trabajo interno en la cabeza del sujeto Moroi. Dejé hacia fuera la parte sobre el padre de Lissa. La noche pasó milagrosamente sin incidentes, del tipo de Strigoi o de seguridad, y un par de personas Eddie casi no me habló durante la noche entera. Dejamos el Witching Hour en la mañana. Ningunos de nosotros estaba feliz por haber perdido a Victor o el ataque, pero el casino nos había calmado a todos un poco, por lo menos hasta que llegáramos al aeropuerto. En el casino, nos habíamos inundado con

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incluso reconocieron a Lissa, lo que ayudaría a nuestra coartada.

las noticias de Moroi, aisladas del mundo humano. Pero mientras que esperábamos nuestro vuelo, no tuvimos esa ayuda, ya que había TV para ver, que parecían estar por todas partes. La historia que tenían en línea esa noche era todo sobre una matanza ocurrida en el Luxor, una que no había dejado ninguna pista para la policía. La mayor parte de los guardias del casino implicados habían muerto con los cuellos degollados, y no se encontró ningún otro cuerpo. Mi conjetura era que Dimitri había sacudido a sus camaradas afuera, donde el sol los volvería cenizas. Mientras tanto, Dimitri mismo se había ido lejos, dejando ningún otro testigo detrás. Incluso las cámaras no habían registrado nada, cosa que no me sorprendería. Si yo podía inhabilitar la vigilancia en una prisión, Dimitri podría manejarla en un hotel humano. Cualquier humor de mejora que hubiéramos alcanzado, desapareció inmediatamente, y no quisimos hablar mucho. Permanecía fuera de la mente de Lissa, porque no necesitaba la presión de las sensaciones amplificando las mías propias. No embarcamos en un vuelo directo a Philadelphia y después cogeríamos un vuelo corto nuevamente al aeropuerto cerca de la corte. Qué caras nos‖estarían‖esperando‖una‖vez‖allí…‖bien,‖eso‖era‖ probablemente la menor de nuestras preocupaciones. No estaba preocupada de que Strigois subiera a nuestro vuelo sueño muy necesario. No recordaba la última vez que lo hubiera hecho en este viaje. Dormí pesadamente, pero mis sueños fueron frecuentados por el hecho que yo dejara a escapar a unos criminales peligrosos Moroi y permitiera que un Strigoi caminara libremente y que matara a un manojo de seres humanos. No mantuve a ninguno de mis amigos como responsables. Este desastre caía todo sobre mí.

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en el día, y sin ser prisionera para mirar, me permití caer en un

Traducido por elamela Corregido por Ginabm

L

o cual fue confirmado cuando finalmente tropezamos de nuevo con la Corte Real. No era la única en problemas, por supuesto. Lissa

fue convocada por la reina para castigarla, aunque sabía que no sufriría ningún castigo real. No como Eddie y yo. Puede que estemos fuera de la escuela, pero estábamos técnicamente bajo la jurisdicción de los guardianes oficiales, lo que significaba que afrontábamos tantos problemas como cualquier empleado desobediente. Sólo Adrian escapó sin ninguna consecuencia. Era libre de hacer lo que quisiera. Y, realmente, mi castigo no fue tan malo como podría haberlo sido. Honestamente, ¿qué tengo que perder en este momento? Mis nadie me había querido como guardián excepto Tasha. Un loco fin de semana en Las Vegas, que era nuestra historia de portada, fue apenas suficiente para disuadirla de aceptarme. Era suficiente, sin embargo, para lograr que algunas de las posibilidades de Eddie retiraran sus peticiones para que él fuera su guardián. Aunque aún había suficientes que lo querían, de modo de que no estaba en

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posibilidades para proteger a Lissa ya habían sido muy pocas, y

peligro de perder una buena posición, pero yo me sentía terriblemente culpable. Él no dijo ni una sola palabra a nadie sobre lo que habíamos hecho, pero cada vez que me miraba, podía ver la condena en sus ojos. Y lo vi mucho en el siguiente par de días. Resultó que los guardianes tenían un sistema para tratar con aquellos que eran desobedientes. —Lo que hicisteis fue tan irresponsable que podríais muy bien estar de vuelta en la escuela. Demonios, en la escuela primaria, incluso. Estábamos en una de las oficinas del cuartel general de los guardianes, siendo gritados por Hans Croft, el tipo a cargo de todos los guardianes de la Corte y alguien que era instrumental en la asignación de guardianes. Era un dhampir de unos cincuenta años, con un tupido bigote gris y blanco. También era un imbécil. El olor del humo del cigarro siempre lo rodeaba. Eddie y yo estábamos sentados humildemente ante él, mientras se paseaba con sus manos detrás de su espalda. —Podríais haber conseguido matar a la última Dragomir, por no mencionar al chico Ivashkov. ¿Cómo creéis que la reina hubiera reaccionado a la muerte de su sobrino-nieto? ¡Y hablando sobre la oportunidad del momento! Te vas de fiesta mientras que el tipo que supieras, viendo que probablemente estaban demasiado ocupados jugando en las máquinas tragamonedas y usando sus credenciales con identidades falsas. Hice una mueca de dolor con la referencia de Victor, aunque supongo que debería haber sido relevado que estábamos fuera de

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trató de secuestrar a la princesa anda suelto. No es algo que

toda sospecha de su fuga. Hans leyó mi mueca como una admisión de culpabilidad. —Puede ser que se hayan graduado —declaró—, pero eso no quiere decir que sean invencibles. Todo este encuentro me recordó a cuando Lissa y yo habíamos regresado a St. Vladimir, y fuimos castigadas por la misma cosa: Nos escapamos imprudentemente y la puse en peligro. Sólo que, esta vez, no estaba Dimitri defendiéndome. Ese recuerdo hizo un nudo en mi garganta mientras recordaba su rostro, serio y hermoso, esos ojos marrones intensos y apasionados mientras intercedían por mí y convencía a los otros de mi valor. Pero no. Dimitri no estaba aquí. Éramos sólo Eddie y yo, enfrentando las consecuencias del mundo real. —Tú —Hans señaló con un dedo gordo a Eddie—. Puedes ser bastante afortunado de salir de esto sin demasiadas repercusiones. Claro, tendrás una marca negra en tu expediente para siempre. Y has echado a perder totalmente tus probabilidades de alguna vez tener una posición en la élite real con los otros guardianes para apoyarte. Obtendrás alguna asignación, sin embargo. Trabajando sólo con cierta pequeña nobleza, probablemente. Los miembros de la realeza de alto rango tenían más de un que la asignación de Eddie sería humilde, creando más trabajo y peligro para él. Lanzándole una mirada de soslayo, vi esa dura y decidida mirada en su cara de nuevo. Parecía querer decir que no le importaba si tuviera que proteger a una familia por sí mismo. O

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guardián, lo que siempre hacía la protección más fácil. Hans señaló

incluso a diez familias. De hecho, despedía la vibración que podrían dejarlo solo en un nido de Strigoi y se encargaría de todos ellos. —Y tú —La aguda voz de Hans sacudió mi mirada de nuevo hacia él—. Serás afortunada en tener siquiera un trabajo. Como siempre, hablé sin pensar. Debería haber tomado esto silenciosamente como Eddie. —Por supuesto que tendré uno. Tasha Ozera me quiere. Y estás demasiado corto en guardianes como para mantenerme sentada. Los ojos de Hans brillaron con amarga diversión. —Sí, estamos cortos de guardianes, pero hay otro tipo de trabajo que necesitamos hacer, no sólo protección personal. Alguien tiene que proveer de personal a nuestras oficinas. Alguien tiene que sentarse y proteger las puertas delanteras. Me quedé helada. Un trabajo de escritorio. Hans me estaba amenazando con un trabajo de escritorio. Todas mis horribles imaginaciones me habían involucrado custodiando algún Moroi al azar, alguien que no conocía y que, posiblemente, odiaría. Pero en todos esos escenarios, estaría fuera del mundo. Estaría en movimiento. Estaría luchando y defendiendo. ¿Pero esto? Hans tenía razón. Los guardianes eran necesarios para los trabajos administrativos de la Corte. Cierto, sólo alguien tenía que hacerlo. Pero siendo yo ese ‚alguien‛, era demasiado horrible para comprenderlo. Sentada todo el día durante horas y horas... como los guardianes de Tarasov. La vida de los guardianes tenía todo tipo de desagradables, pero necesarias, tareas.

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conservaban a un puñado —éramos demasiado valiosos—, pero

En verdad, me di cuenta entonces de que estaba en el mundo real. El miedo se estrelló contra mí. Había asumido el título de guardián cuando me gradué pero, ¿había realmente entendido lo que significaba? ¿Había estado jugando a hacer ‚creer‛‖ que‖ disfrutaba de los privilegios e ignoraba las consecuencias? Estaba fuera de la escuela. No habría ninguna detención de esto. Esto era real. Esto era la vida y la muerte. Mi cara debe haber delatado mis sentimientos. Hans dio una pequeña y cruel sonrisa. —Eso es cierto. Tenemos todo tipo de maneras para domar a alborotadores. Por suerte para ti, tu destino final aún está siendo decidido. Y, mientras tanto, hay un montón de trabajo que necesita ser hecho por aquí y en el que ustedes dos van a ayudar. Ese ‚trabajo‛ durante los próximos días resultó ser trabajo manual de sirvientes. Honestamente, no era demasiado diferente de la detención, y estaba bastante segura de que acababa de ser creado para dar a los delincuentes como nosotros algo horrible que hacer. Trabajamos doce horas al día, de las cuales la mayoría la pasábamos al aire libre transportando rocas y tierra para construir algún nuevo y bonito patio para un conjunto de casas de la ciudad real. A veces éramos puestos en la limpieza de puestos, fregando suelos. Sabía que tenían trabajadores Moroi para este tipo de cosas momento. Aun así, era mejor que el otro trabajo que Hans nos daría: ordenar y archivar montañas y montañas de papeles. Eso me dio una nueva apreciación de la información que iba digital... y de nuevo me hizo preocuparme por el futuro. Una y otra vez, me

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y, probablemente, estaban dándoles unas vacaciones en este

quedé pensando en esa primera conversación con Hans. La amenaza que esto podría ser mi vida. Que nunca sería un guardián —en el sentido verdadero— para Lissa o cualquier otro Moroi. A lo largo de mi formación, siempre habíamos tenido un mantra: Ellos son lo primero. Si hubiera realmente y verdaderamente echado a perder mi futuro, tendría un nuevo mantra: A es lo primero. A continuación, B, C, D... Los días de trabajo me mantuvieron lejos de Lissa, y el personal de recepción de nuestros respectivos edificios también nos mantuvo separadas. Era frustrante. Podía seguirle la pista a través de la conexión, pero quería hablar con ella. Quería hablar con alguien. Adrian permaneció lejos también, y no me molestó en los sueños, haciéndome preguntar cómo se sentía. Nunca habíamos tenido nuestra ‚conversación‛ después de Las Vegas. Eddie y yo a menudo trabajábamos juntos, pero no estaba hablándome, me dejaba durante las horas siendo atrapada con mis propios pensamientos y culpa. Y, créeme, tenía un montón de cosas para intensificar mi culpa. Alrededor de la Corte, la gente realmente no se daba cuenta de la gente que estaba trabajando ahí. Así que si estaba adentro o afuera, siempre estaban hablando como si no estuviera allí. El principal tema era Victor. El peligroso Victor Dashkov anda suelto. ¿Cómo podía haber pasado? ¿Tenía poderes que nadie sabía? La aparecería en la Corte y trataría de matar a todos en sus sueños. La teoría del ‚trabajo interno‛ corría descontrolada, y continuó manteniéndonos fuera de toda sospecha. Por desgracia, eso significaba que un gran número de personas se preocupaba ahora por los traidores de dentro de nuestro centro. ¿Quién sabía quién podría estar trabajando para Victor Dashkov? Los espías y los

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gente estaba asustada, algunos incluso convencidos de que

rebeldes podían estar acechando la Corte, planeando todo tipo de atrocidades. Sabía que todas las historias eran exageradas, pero no tenían importancia. Todas provenían de un núcleo de verdad: Victor Dashkov estaba caminando por el mundo como un hombre libre. Y sólo yo, y mis cómplices, sabíamos que era todo debido a mí. Ser vista en Las Vegas había proporcionando una coartada para la fuga de la prisión y había hecho que lo que hicimos pareciera aún más temerario. La gente estaba horrorizada de que habíamos dejado a la princesa Dragomir escaparse mientras había un hombre peligroso suelto... ¡el hombre que la había atacado! Gracias a Dios, todo el mundo decía que la reina nos había sacado de allí antes de que Victor nos encontrara. El viaje de Las Vegas había sólo abierto una nueva línea de especulación, una que me implicaba personalmente. —Bueno, eso no me sorprende de Vasilisa —escuché que una mujer decía mientras estaba trabajando al aire libre un día. Ella y algunos amigos estaban paseando hacia el edificio de los alimentadores y ni siquiera me vio—. Ella se ha escapado antes, ¿verdad? Esos Dragomirs pueden ser de los salvajes. Probablemente irá directamente de nuevo a la primera fiesta que pueda encontrar, una vez que capturen a Victor Dashkov. —Estás equivocada —dijo su amiga—. Eso no es por qué se fue. con ella, la chica Hathaway. Escuché que ella y Adrian Ivashkov fueron a Las Vegas para fugarse. La gente de la reina apenas llegó allí a tiempo para detenerlos. Tatiana estaba furiosa, sobre todo desde que Hathaway declaró que nada mantendrá a ella y a Adrian alejados.

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Ella es realmente bastante sensata. Es esa dhampir que siempre está

Whoa. Eso era una especie de shock. Quiero decir, supuse que era mejor que la gente pensara que Adrian y yo nos estábamos escapando a que ellos me acusaran de ayudar e incitar a un fugitivo, pero aún así... Estaba un poco sorprendida de cómo esa conclusión había ocurrido. Esperaba que Tatiana no hubiera escuchado sobre nuestra supuesta fuga. Estaba bastante segura de que arruinaría cualquier progreso que ella y yo hubiéramos hecho. Mi primer contacto social real llegó en forma de una improbable fuente. Estaba excavando la tierra en un elevado arriate y sudando como loca. Se acercaba la hora de acostarse para los Moroi, lo que significaba que el sol estaba fuera en la gloria del pleno verano. Nosotros, al menos, teníamos un sitio bonito mientras trabajábamos: la gigante iglesia de la Corte. Había pasado mucho tiempo en la capilla de la Academia, pero rara vez había visitado esta iglesia desde que fue colocada lejos de los edificios principales de la Corte. Era Ortodoxa Rusa, la religión predominante de los Moroi, y me recordó mucho a algunas de las catedrales que había visto cuando estuve en Rusia, aunque no tan grande. Estaba hecha de hermosa piedra roja, sus torres coronadas con cúpulas verdes, las cuales a su vez estaban cubiertas con cruces de oro.

terrenos de la iglesia, en uno de los cuales estábamos trabajando. Cerca de nosotros era uno de los sitios más asombrosos de la Corte: una gigantesca estatua de alguna antigua reina Moroi que era casi diez veces mi estatura. Otra estatua la emparejaba, y era de un rey que se encontraba de pie enfrente de los terrenos. Nunca podía recordar sus nombres, pero estaba bastante segura de que habíamos

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Dos jardines marcaban los límites lejanos de los extensos

oído de ellos en una de mis clases de historia. Habían sido visionarios, cambiando el mundo Moroi de su tiempo. Una figura apareció en mi periferia, y asumí que era Hans viniendo a darnos otra terrible tarea. Mirando hacia arriba, me quedé asombrada al ver que era Christian. —Imagino que —le dije— sabes que te meterás en problemas si alguien te ve hablando conmigo. Christian se encogió de hombros y se sentó en el borde de un muro de piedra parcialmente completado. —Lo dudo. Tú eres la que se meterá en problemas, y realmente no creo que las cosas puedan ponerse peor para ti. —Verdad —gruñí. Se sentó allí en silencio durante unos instantes, mirándome excavar pila tras pila de tierra. Finalmente, preguntó: —Está bien. Entonces, ¿cómo y por qué hiciste eso? —¿Hacer qué? —Sabes exactamente qué. Tu pequeña aventura. —Tomamos un avión y volamos a Las Vegas. ¿Por qué? Hmm. Pensemos —hice una pausa para limpiarme el sudor de mi frente—. Porque ¿dónde más vamos a encontrar hoteles temáticos de piratas

Christian se burló. —Rose, no me digas estupideces. No fuiste a Las Vegas. —Tenemos los boletos de avión y los recibos de hotel para demostrarlo, por no mencionar a la gente que vio a la princesa Dragomir jugar a lo grande a las máquinas tragamonedas.

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y camareros que no fichan mucho?

Mi atención estaba en mi trabajo, pero sospeché que Christian estaba sacudiendo su cabeza con exasperación. —Tan pronto como escuché que tres personas habían ayudado a escapar de la prisión a Victor Dashkov, supe que tenías que ser tú. ¿Los tres fueron? No lo pongo en duda. No muy lejos, vi a Eddie tensarse y echar un vistazo alrededor con inquietud. Hice lo mismo. Podía haber estado desesperada por un contacto social, pero no con el riesgo de escucharnos sin querer en las partes peligrosas. Nuestros crímenes divulgándose harían el trabajo de jardín parecerse a unas vacaciones. Estábamos solos, pero todavía entoné mi voz baja y ensayé una cara honesta. —Escuché que eran humanos contratados por Victor. —Esa fue otra teoría corriendo salvaje, al igual que ésta:— En realidad, creo que se volvió Strigoi. —De acuerdo —dijo Christian sarcásticamente. Me conocía demasiado bien como para creerme—. Y también escuché que uno de los guardianes no tiene recuerdos de lo que le hizo atacar a sus amigos. Jura que estaba bajo el control de alguien. Nadie que tenga ese tipo de compulsión podría probablemente hacer que los demás vieran a humanos, mimos‖o‖canguros… Me rehusé a mirarlo y golpeé con fuerza la pala en la tierra

—Lo hizo porque piensa que los Strigoi pueden ser restaurados a su forma original. Mi cabeza se disparó hacia arriba, y miré fijamente a Eddie con incredulidad, asombrada de que había hablado. —¿Qué estás haciendo?

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dura. Me mordí el labio para no decir cualquier réplica enojada.

—Decir la verdad —respondió Eddie, nunca dejando su trabajo—. Es nuestro amigo. ¿Crees que va a denunciarnos? No, el rebelde Christian Ozera no nos iba a denunciar. Pero eso no quería decir que quería que supiera esto. Es un hecho de la vida: Mientras más personas saben un secreto, más probable es que se filtre. Como era de esperar, la reacción de Christian no fue muy diferente de la de todos los demás. —¿Qué? Eso es imposible. Todo el mundo sabe eso. —No de acuerdo con el hermano de Victor Dashkov —dijo Eddie. —¿Pararás de hablar? —Exclamé. —Puedes decírselo, o yo lo haré. Suspiré. Los ojos azul pálido de Christian estaban mirándonos, de par en par y sorprendidos. Como la mayoría de mis amigos, él comenzó a rodar ideas locas, pero esto fue traspasar la línea. —Pensé que Victor Dashkov era hijo único —dijo Christian. Sacudí mi cabeza. —No. Su padre tuvo una aventura, por lo que Victor tiene un medio hermano ilegítimo. Robert. Y él es un usuario

—Sólo tú —dijo Christian—. Sólo tú encontrarías algo como esto. Ignoré lo que parecía ser el retorno de su cinismo habitual. — Robert afirma haber sanado a un Strigoi, mató la parte no muerta de ella y la trajo de nuevo a la vida.

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del espíritu.

—El espíritu tiene límites, Rose. Puede ser que hayas sido traída de nuevo, pero los Strigoi se han ido. —No sabemos sobre el alcance completo del espíritu —señalé— . La mitad de esto sigue siendo un misterio. —Sabemos de St. Vladimir. Si pudiera restaurar a un Strigoi, ¿no crees que un tipo como él habría estado haciéndolo? Quiero decir, si eso no es milagroso, ¿Qué es? Algo así habría sobrevivido en las leyendas —argumentó Christian. —Tal vez. Tal vez no —Me volví a atar mi cola de caballo, reproduciendo en mi mente nuestro encuentro con Robert por centésima vez. —Tal vez Vlad no sabía cómo. No todo eso es tan fácil. —Sí —asintió Eddie—. Esta es la parte buena. —Oye —me disparé hacia él de nuevo—. Sé que estás enojado conmigo, pero con Christian aquí, realmente no necesitamos a nadie más haciendo comentarios sarcásticos. —No sé —dijo Christian—. Para algo como esto, en realidad puede ser que necesites a dos personas. Ahora explica cómo este milagro es supuestamente hecho. Suspiré. —Añadiendo el espíritu a una estaca, junto con los

Los hechizos del espíritu eran todavía un nuevo concepto para Christian también. —Nunca pensé en eso. Supongo que el espíritu sacudiría las cosas‖ con‖ fuerza…‖ pero‖ no‖ puedo‖ imaginar‖ que‖ estaques‖ a‖ un‖

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otros cuatro elementos.

Strigoi con una estaca encantada de espíritu y que sea suficiente para traerlos de nuevo. —Bueno... Esa es la cosa. De acuerdo con Robert, no puedo hacerlo. Tiene que ser realizado por un usuario de espíritu. Más silencio. Había puesto a Christian sin habla una vez más. Al final, dijo: —No sabemos de muchos usuarios de espíritu. Y mucho menos alguno que pueda luchar o estacar a un Strigoi. —Sabemos de dos usuarios de espíritu. —Fruncí el ceño, recordando a Oksana en Siberia y a Avery encerrada lejos... ¿dónde? ¿Un hospital? ¿Un lugar como Tarasov? —No, cuatro. Cinco, contando a Robert. Pero sí, ninguno de ellos puede realmente hacerlo. —No importa, porque no puede ser hecho —dijo Eddie. —¡No sabemos eso! —La desesperación de mi propia voz me sorprendió. —Robert lo cree. Victor incluso lo cree. —Vacilé— Y Lissa también lo hace. —Y quiere hacerlo —dijo Christian, atrapándolo rápidamente— . Porque haría cualquier cosa por ti.

—¿Porque no tiene la capacidad o porque no la dejarás? —Ambos —exclamé—. No voy a dejarla en ninguna parte cerca de un Strigoi. Hasta... —Gemí, odiando revelar lo que había descubierto en nuestro tiempo separadas a través de la unión—.

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—No puede.

Consiguió hacerse de una estaca y está tratando de encantarla. Hasta el momento, no ha tenido mucha suerte, ¡gracias a Dios! —Si esto fuera posible —comenzó Christian lentamente—. Podría‖cambiar‖nuestro‖mundo.‖Si‖pudiera‖aprender…‖ —¿Qué? ¡No! —Había estado tan ansiosa por conseguir que Christian me creyera, y ahora deseaba que no lo hubiera hecho. El único atractivo de salvación en todo esto era que ninguno de mis amigos pensaba que era posible, ninguno de ellos había considerado ningún pensamiento de Lissa realmente tratando de luchar con un Strigoi—. Lissa no es ninguna guerrera. Ningún usuario de espíritu que conocemos lo es, al menos que encontremos uno, preferiría que…‖—Hice una mueca de dolor— Preferiría que Dimitri muriera. Eso finalmente hizo a Eddie dejar de trabajar. Tiró abajo su pala. —¿En serio? Nunca hubiera imaginado eso —dijo con sarcasmo para rivalizar con el mío. Me di la vuelta y caminé a grandes pasos hacia él, con mis puños apretados. —Mira, ¡no puedo aguantar esto más! Lo siento. No sé qué más decir. Sé que lo eché a perder. Dejé a Dimitri escaparse. Dejé a Victor escaparse. —¿Dejaste

a

Victor

escaparse?

—Preguntó

Christian,

Lo ignoré y continúe gritándole a Eddie. —Fue un error. Con Dimitri…‖ fue‖ un‖ momento‖ de‖ debilidad.‖ Fracasé‖ en‖ mi‖ formación.‖ Sé que lo hice. Ambos lo sabemos. Pero sabes que no tenía intención de los daños que causé. Si eres realmente mi amigo, tienes que

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sorprendido.

saberlo.‖Si‖pudiera‖devolverlo… —Tragué, sorprendida al sentir mis ojos ardiendo—. Lo haría. Juro que lo haría, Eddie. Su rostro estaba completamente calmado. —Te creo. Soy tu amigo,‖y‖sé‖que…‖Sé‖que‖no‖querías‖que‖las‖cosas‖resultaran‖como‖lo‖ hicieron. Me hundí en el alivio, sorprendida de cómo verdaderamente había estado preocupada por perder su respeto y su amistad. Mirando hacia abajo, me sorprendió ver mis puños apretados. Los relajé, incapaz de creer que había estado tan molesta. —Gracias. Muchísimas gracias. —¿Qué es todo este griterío? Ambos nos volvimos y vimos a Hans dirigiéndose hacia nosotros. Y parecía cabreado. También me di cuenta entonces de que Christian había prácticamente desaparecido en el aire. Así como así. —¡Este no es el tiempo social! —Gruñó Hans—. Ustedes dos todavía tienen otra hora pendiente hoy. Si se van a distraer, entonces tal vez deberían estar separados —le hizo señas a Eddie—. Vamos. Hay algún archivo con tu nombre en él. Le lancé una mirada simpática a Eddie mientras Hans se lo el papeleo. Continué mi trabajo, con mi mente girando en las mismas preguntas que había tenido toda la semana. Había querido decir lo que le dije a Eddie. Deseaba tanto que este sueño de Dimitri siendo salvado fuera verdad. Lo quería más que nada, excepto Lissa arriesgando su vida. No debería haber dudas. Debería sólo haber

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llevaba lejos. Sin embargo, estuve aliviada de que no iba a hacer yo

matado a Dimitri. Victor no hubiera escapado. Lissa no habría tenido una segunda idea de las palabras de Robert. Pensando en Lissa, me empujé a su mente. Estaba en su habitación, haciendo algún empaquetamiento de última hora antes de ir a la cama. Mañana era su visita a Lehigh. Como era de esperar, mi invitación de ir con ella había sido revocada a la luz de los recientes acontecimientos. Su cumpleaños —algo que había sido horriblemente pasado por alto en este lío— era este fin de semana también, y no me parecía bien estar apartada de ella durante esto. Deberíamos haber estado celebrándolo juntas. Sus pensamientos se agitaron, y estaba tan consumida por ellos que un repentino golpe en la puerta la hizo saltar. Preguntándose quién podría estar visitándola a esta hora, abrió la puerta y se quedó sin aliento al ver a Christian de pie allí. Fue surrealista para mí también. Parte de mí todavía seguía pensando que estábamos en nuestros dormitorios de la escuela, donde las reglas, teóricamente, mantenían a los chicos y las chicas fuera de las habitaciones de cada uno. Pero no estábamos más allí. Éramos técnicamente adultos ahora. Debe haber ido directamente a su habitación después de verme, me di cuenta. Era asombroso sentir cómo rápidamente la tensión se incrementó entre ellos. Un puñado de emociones estalló en el pecho

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó. Las mismas emociones estaban en su rostro. —Quería hablar contigo. —Es tarde —dijo fríamente—. Además, creo recordar que no te gusta hablar.

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de Lissa, la habitual mezcla de ira, pena y confusión.

—Quiero hablar de lo que sucedió con Victor y Robert. Eso fue suficiente para asustarla además que su ira. Lanzó una ansiosa mirada al pasillo y luego le hizo señas para que entrara. — ¿Cómo sabes sobre eso? —Siseó, cerrando precipitadamente la puerta. —Acabo de ver a Rose. —¿Cómo conseguiste verla? Yo no puedo verla. —Lissa estaba tan frustrada como yo por cómo nuestros superiores nos habían estado manteniendo separadas. Christian se encogió de hombros, con cuidado de mantener una distancia de seguridad entre ellos en el pequeño salón de estar de la habitación. Ambos tenían sus brazos cruzados a la defensiva, aunque no creo que se dieran cuenta de cómo eran reflejados cada uno. —Me colé en su campo de prisioneros. Tienen tierra para excavar durante horas. Lissa hizo una mueca. Por la forma en que nos habían mantenido separadas, no había sabido mucho acerca de mis actividades. —Pobre Rose. —Lo está manejando. Como siempre. —Los ojos de Christian se volvieron hacia el sofá y su maleta abierta, donde una estaca de plata yacía encima de una blusa de seda. Dudé que la camisa

—Una cosa interesante para llevar a una visita de la universidad. Lissa cerró precipitadamente la maleta. —Ese no es tu asunto.

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sobreviviera al viaje sin un millón de arrugas.

—¿De verdad lo crees? —Preguntó, ignorando su comentario. Dio un paso hacia adelante, al parecer, con su ansia haciéndole olvidarse de querer mantenerse alejado. Incluso por lo distraída que estaba por la situación, Lissa inmediatamente empezó a ser consciente de su nueva proximidad, la forma en que olía, la forma en‖que‖la‖luz‖brillaba‖en‖su‖pelo‖negro…‖—¿Crees que podrías traer de vuelta a un Strigoi? Volvió su atención de nuevo hacia la conversación y sacudió su cabeza. —No sé. Realmente no lo sé. Pero siento como... siento como que tengo que intentarlo. Si nada más, quiero saber qué es lo que el espíritu en una estaca hará. Eso es lo suficiente inofensivo. —No de acuerdo a Rose. Lissa le dio una sonrisa arrepentida, se dio cuenta de lo que estaba haciendo, y rápidamente la dejó caer. —No, Rose no me quiere yendo a ninguna parte cerca de esta idea, aunque quiere que esto sea real. —Dime la verdad. —Su mirada la quemó— ¿Crees que tienes alguna posibilidad de estacar a un Strigoi? —No —admitió—. Apenas si podría lanzarle un golpe. Pero... como dije, siento como que debería intentarlo. Debería tratar de

Christian reflexionó esto durante unos momentos y luego hizo un gesto hacia la maleta de nuevo. —¿Vas a Lehigh por la mañana? Lissa asintió con la cabeza. —¿Y Rose ha sido cortada del viaje?

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aprenderlo. Estacar a uno, quiero decir.

—Por supuesto. —¿Te ofreció la reina dejarte llevar a otro amigo? —Lo hizo —admitió Lissa—. En particular, me sugirió a Adrian. Pero‖ est{‖ enfadado…‖ y‖ no‖ estoy‖ realmente‖ segura‖ de‖ si‖ estoy‖ de‖ humor para él. Christian pareció complacido con esto. —Entonces llévame. Mis pobres amigos. No estaba segura de cuanto más sorprendidos podrían estar hoy. —¿Por qué diablos te llevaría? —Exclamó. Toda su ira regresó con su presunción. Era un signo de su agitación que había jurado. —Porque —dijo, con el rostro en calma—, te puedo enseñar

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cómo estacar a un Strigoi.

Traducido por veroniica y elamela Corregido por cYeLy DiviNNa

—P

or el infierno que tú puedes —dije en voz alta sin dirigirme a nadie. —No, no puedes —dijo Lissa, con una

expresión que hacía juego con mi propia incredulidad—. Sé que has estado aprendiendo a luchar con fuego, pero no has hecho ningún estaqueo. La cara de Christian se mostraba inflexible. —Lo hice... un poco. Y puedo aprender más. Mia tiene algunos amigos guardianes aquí que le han estado enseñando combate físico, y he aprendido algo de ello. La mención de él y Mia trabajando juntos no hacía mucho para mejorar la opinión de Lissa. —¡Apenas has estado aquí una semana! algún maestro. —Es mejor que nada —dijo—. ¿Y dónde más vas a aprender? ¿Rose?

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Lo dices como si hubieras estado entrenando durante años con

La indignación y la incredulidad de Lissa se vieron un poco atenuadas. —No —admitió—. Nunca. De hecho, Rose me llevaría a rastras si me cogiera haciendo esto. Maldita sea que lo haría. De hecho, a pesar de los obstáculos y el personal que me mantenía bloqueada, me sentí tentada a marcharme a allí ahora mismo. —Entonces, esta es tu oportunidad —dijo. Su voz se volvió irónica—. Mira, sé que las cosas no están... muy bien entre nosotros, pero eso es irrelevante si vas a aprender esto. Dile a Tatiana que quieres traerme a Lehigh. A ella no le va a gustar, pero te dejará. Te mostraré lo que sé en nuestro tiempo libre. Luego, cuando regresemos, te llevaré con Mia y sus amigos. Lissa frunció el ceño. —Si Rose lo supiese... —Es por eso comenzaremos cuando estemos lejos de la Corte. Ella va a estar muy lejos de ti para hacer cualquier cosa. Oh, por el amor de Dios. Me gustaría darles a ellos algunas lecciones de lucha, comenzando con un puñetazo en la cara de Christian. —¿Y cuando volvamos? —Preguntó Lissa—. Se dará cuenta. Es inevitable con el vínculo.

tierra, seremos capaces de salirnos con la nuestra. Quiero decir, ella sabrá, pero no podrá interferir. Mucho. —Tal vez no sea suficiente —dijo Lissa con un suspiro—. Rose tenía razón acerca de que no puedo esperar aprender en unas semanas lo que le tomó a ella años.

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Él se encogió de hombros. —Si ella todavía está en servicio de

¿Semanas? ¿Ese era su línea del tiempo en eso? —Hay que intentarlo —dijo, con un tono casi suave. Casi. —¿Por qué estás tan interesado en esto? —Preguntó Lissa con suspicacia—. ¿Por qué te preocupas tanto acerca de traer a Dimitri de vuelta? Quiero decir, sé que te gustaba, pero no tienes que tener la misma motivación aquí que la que tiene Rose. —Él era un buen tipo —dijo Christian—. ¿Y si hubiera un modo de convertirlo otra vez en dhampir? Sí, eso sería increíble. Pero es más que eso... más que sólo él. Si hubiera una manera de salvar a todos los Strigoi, eso cambiaría nuestro mundo. Quiero decir, no es que prenderles fuego no esté bien después de que hayan ido matando en sus juergas, ¿pero si pudiéramos detener esas matanzas en primer lugar? Esa es la clave para salvarnos. A todos nosotros. Lissa se quedó muda por un momento. Christian había hablado con pasión, y había una esperanza radiante fuera de él que ella no había‖esperado.‖Eso‖fue…‖conmovedor.‖ Él se aprovechó de su silencio. —Además, no sabrías qué hacer sin ninguna orientación. Y me gustaría reducir las probabilidades de que te maten, porque incluso aunque Rose quiera negarlo, sé que vamos a seguir adelante con esto. Lissa se quedó callada una vez más, sopesando la situación. dónde se dirigían. —Nos marcharemos a las seis —ella dijo al fin—. ¿Puedes verme abajo a las cinco y media? —Tatiana no se emocionaría cuando oyera sobre la elección del nuevo huésped, pero Lissa estaba

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Había escuchado sus pensamientos y no me gustaba en absoluto a

bastante segura de que podían tener una charla rápida por la mañana. Él asintió con la cabeza. —Estaré allí. De vuelta en mi habitación, estaba totalmente horrorizada. Lissa iba a tratar de aprender a estacar Strigois —a mi espalda—, y ella iba a conseguir que Christian la ayudara. Los dos se habían estado gruñendo el uno al otro desde que rompieron. Me debería haber sentido halagada de que esconderse de mí hiciera que ellos volvieran a estar juntos, pero no lo estaba. Estaba enojada. Consideré mis opciones. Los edificios dónde Lissa y yo nos hospedábamos no tenían el tipo de seguridad toque-de-queda que habían tenido nuestros dormitorios de la escuela, pero el personal de aquí había recibido instrucciones de avisar a alguien de la oficina de los guardianes si me volvía demasiado social. Hans también me había dicho que me mantuviera alejada de Lissa hasta nuevo aviso. Reflexioné todo por un momento, pensando que podría valer la pena Hans arrastrándome de vuelta de la habitación de Lissa. A continuación, finalmente tuve un pensamiento de un plan alternativo. Ya era tarde, pero no demasiado tarde, y salí de mi habitación por la puerta que estaba al lado de la mía. Llamé a la puerta, esperando que mi vecina estuviera todavía despierta. Ella era una dhampir de mi edad, una recién graduada de una había visto hablando por uno antes durante el día. Ella abrió la puerta unos instantes después y, afortunadamente, no parecía que estuviera en la cama. —Hey —dijo ella, comprensiblemente sorprendida. —Hey, ¿puedo enviar un mensaje con tu móvil?

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escuela diferente. Yo no tenía mi propio teléfono móvil, pero la

Yo no quería utilizar su teléfono con una conversación y, además, quizás Lissa me colgara. Mi vecina se encogió de hombros, entró en la habitación y regresó con el teléfono. Había memorizado el número de Lissa y le envié la siguiente nota: Sé lo que van a hacer, y es una MALA idea. Voy a patear sus traseros cuando los encuentre. Le di el teléfono de vuelta a su dueña. —Gracias. Si alguien contesta, ¿me lo harías saber? Ella me dijo que lo haría, pero yo no esperaba que me contestara. Obtendría mi mensaje de otra manera. Regresé a la sala y a la mente de Lissa, tenía que estar ahí cuando su teléfono sonara, Christian se había ido, y ella leyó mi mensaje con una triste sonrisa. Mi respuesta llegó a través del enlace. Ella sabía que yo estaba mirando. Lo siento, Rose. Es un riesgo que tendré que tomar. Estoy haciéndolo.

La noche me daba vueltas, todavía estaba enojada por lo que Lissa y Christian iban a hacer. Pensé que jamás me quedaría dormida, pero cuando Adrian vino a mí en un sueño, se hizo evidente que el agotamiento de mi cuerpo había derrotado a la

—¿Las Vegas? —le pregunté. Los sueños de Adrian siempre se producían en diferentes lugares a su elección. Esta noche, estábamos en el Strip, muy cerca de donde Eddie y yo nos encontráramos con Lissa y él en el MGM Grand. Las luces brillantes de neón de los hoteles y restaurantes brillaban en la oscuridad, pero todo el lugar estaba misteriosamente

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agitación de mi mente.

en silencio comparado con la realidad. Adrian no había traído los coches o la gente de Las Vegas. Era como un pueblo fantasma. Él sonrió, apoyado en un poste cubierto de papel con anuncios de conciertos y servicios de acompañantes. —Bueno, realmente no tuvimos la oportunidad de disfrutar de ella mientras estuvimos allí. —Verdad —me quedé a unos metros de distancia, con los brazos cruzados sobre el pecho. Yo llevaba unos vaqueros y una camiseta,

junto

con

mi

Nazar.

Adrian

había

decidido,

aparentemente, no vestirme esta noche, lo cual agradecí. Yo podría haber acabado como una de esas coristas Moroi, con plumas y lentejuelas—. Pensé que me estabas evitando —todavía no estaba del todo segura de dónde estaba nuestra relación, a pesar de su actitud impertinente de vuelta en el Witching Hour. Él soltó un bufido. —No es por mi elección, pequeña dhampir. Esos guardianes están haciendo todo lo posible para mantenerte en solitario. Bueno, más o menos. —Christian logró colarse para hablar conmigo antes —le dije, con la esperanza de evitar el problema que tenía que estar en la mente de Adrian: que yo había arriesgado la vida para salvar a mi ex-novio—. Él va a tratar de enseñarle a Lissa a estacar Strigois. Esperé a que Adrian se uniera a mi indignación, pero parecía que lo vaya a intentar. Lo que me sorprende es que él en realidad le vaya a ayudar con esta loca teoría. —Bueno, es lo suficientemente loco como para atraerlo a él... y al parecer puede vencer el odio que últimamente se profesaban mutuamente.

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tan relajado y sardónico como de costumbre. —No me sorprende

Adrian ladeó la cabeza, haciendo que algunos de sus cabellos cayeran sobre sus ojos. Un edificio con palmeras de neón azul emitió un brillo misterioso por su rostro mientras él me daba una mirada de complicidad. —Vamos, ambos sabemos por qué lo está haciendo. —¿Porque él piensa que su grupo después de la escuela con Jill y Mia lo califica para enseñar esas cosas? —Porque le da una excusa para estar cerca de ella, sin hacer que parezca que dio el primer paso. De esta manera, él todavía puede parecer viril. Cambié un poco de posición para que las luces del cartel de publicidad gigante sobre máquinas tragamonedas no me brillara en los ojos. —Eso es ridículo —especialmente la parte acerca de Christian siendo varonil. —Los chicos hacen cosas ridículas por amor —Adrian alcanzó con su mano el bolsillo y sacó un paquete de cigarrillos—. ¿Sabes cuánto quiero ahora mismo uno de estos? Sin embargo, sufro, Rose. Todo por ti. —No te vuelvas romántico conmigo —le advertí, tratando de ocultar mi sonrisa—. No tenemos tiempo para eso, no cuando mi mejor amiga quiere ir a cazar monstruos. —Sí, pero ¿cómo va ella a encontrarlo a él? Eso es un tipo de

—Es cierto —admití. —Y ella no ha sido capaz de encantar de todos modos aún la estaca, así que hasta que ella lo haga, todas las habilidades de kung fu en el mundo no importarán.

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problema —Adrian no necesitaba detallar en el ‚él‛.

—Los Guardianes no hacen kung-fu. ¿Y cómo sabes tú lo de la estaca? —Ella me pidió ayuda un par de veces —explicó. —¿Eh? Yo no sabía eso. —Bueno, tú has estado muy ocupada. No es que incluso hayas tenido un pensamiento para tu pobre anhelante novio. Con todas mis tareas, no me había pasado una enorme cantidad de tiempo en la cabeza de Lissa, sólo lo suficiente para ver si está bien. —Hey, yo les hubiera hecho caso cualquier día —había tenido tanto miedo de que Adrian estuviera furioso conmigo después de lo de Las Vegas, sin embargo, aquí estaba, liviano y juguetón. Un poco demasiado liviano. Quería que se centrara en el problema en cuestión—. ¿Cuál es tu opinión sobre Lissa y los encantamientos? ¿Está cerca de conseguirlo? Adrian distraídamente jugó con los cigarrillos, y estuve tentada de decirle que siguiera adelante y cogiera uno. Este era su sueño, después de todo. —No lo tengo claro. No me he tomado los encantamientos de la misma forma en que ella lo hace. Es raro teniendo los otros elementos allí... hace que sea difícil manipular el espíritu. —¿La estás ayudando de todos modos? —le pregunté con

Sacudió la cabeza, con diversión —¿Qué piensas? Dudé. —Yo... no sé. Tú la ayudaste con lo del espíritu, pero ayudarla con esto significaría... —¿...ayudar a Dimitri?

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recelo.

Asentí, sin confiar en mí misma para dar más detalles. —No —dijo Adrian al final—. Yo no la estoy ayudando, más que nada porque no sé cómo hacerlo. Exhalé con alivio. —De verdad lo siento —le dije— Por todo... Por mentir acerca de dónde estaba y qué estaba haciendo. Fue un error. Y no entiendo... bueno, yo no entiendo por qué estás siendo tan amable conmigo. —¿Debo ser malo? —Adrian me guiñó un ojo—. ¿Es eso lo que te gusta? —¡No! Por supuesto que no. Pero, quiero decir que estabas tan enojado cuando viniste a Las Vegas y te enteraste de lo que estaba pasando. Yo solamente pensé... no sé. Pensé que me odiabas. La diversión desapareció de su rostro. Se acercó a mí y apoyó las manos en mis hombros, sus ojos de color verde oscuro me miraban seriamente. —Rose, nada en este mundo podría hacer que te odie. —¿Ni siquiera intentar traer a mi ex-novio de la muerte? Adrian me agarró, e incluso en el sueño, podía oler su piel y colonia. —Sí, voy a ser honesto. ¿Si Belikov estuviera caminando alrededor en este momento, vivo como solía estar? Habría algunos no vale la pena perder el tiempo pensando en eso. Él no está aquí. —Yo todavía... Todavía quiero que lo nuestro funcione —le dije dócilmente—. Todavía lo intentaría, aunque él estuviera de vuelta. Tengo dificultades para dejar que alguien que me importa se vaya.

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problemas. No quiero pensar lo que pasaría con nosotros si... bueno,

—Lo sé. Tú hiciste todo lo que hiciste por amor. No puedo estar enojado contigo por eso. Fue una estupidez, pero así es como es el amor. ¿Tienes alguna idea de lo que yo haría por ti? ¿Para mantenerte a salvo? —Adrian... No podía mirarlo a los ojos. De pronto me sentí indigna. Él era tan fácil de subestimar. Lo único que podía hacer era apoyar la cabeza contra su pecho y dejar que envolviera sus brazos a mí alrededor. —Lo siento. —Pidiendo perdón, mientes —dijo dándome un beso en la frente—. No sientes el haberlo amado. Eso es parte de ti, una parte que tienes que dejar ir, sí, pero todavía es algo que te hizo lo que eres ahora. Una parte que tienes que dejar ir... Adrian estaba en lo cierto, y eso era un una maldita cosa difícil de admitir. Yo había tenido mi oportunidad. Yo había tenido mi oportunidad de salvar a Dimitri, y había fracasado. Lissa no llegaría a ninguna parte con eso, lo que significaba que realmente tenía que tratar a Dimitri de la manera en que todos los demás lo hacían: Él

—Maldita sea —murmuré. —¿Qué? —preguntó Adrián. —Odio cuando tú eres el cuerdo. Ese es mi trabajo. —Rose —dijo tratando de mantener a la fuerza un tono serio—. Puedo pensar muchas palabras para describirte, ‚sexy‛ y ‚ardiente‛

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estaba muerto. Tengo que seguir adelante.

están en la parte superior de la lista. ¿Sabes lo que no está en la lista? ‚Cuerda‛. Me eché a reír. —Está bien, bueno, entonces mi trabajo es ser el menos loco. Él lo consideró. —Eso lo puedo aceptar. Yo llevé mis labios hasta los suyos, y aunque todavía había algunas cosas inestables en nuestra relación, no había ninguna duda en la forma en la que nos besábamos. Besarse en el sueño se sentía exactamente igual que en la vida real. El calor floreció entre nosotros, y sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Me soltó las manos y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura, acercándonos. Me di cuenta de que era la hora de empezar a creer lo que decía. La vida seguía adelante. Dimitri quizá se había ido, pero yo podía hacer algo con Adrian, al menos hasta que mi trabajo me llevara lejos. Eso era, por supuesto, asumiendo que tuviese uno. Maldición, si Hans me mantuviera en el servicio de escritorio aquí y Adrian continuara con su perezoso camino, podríamos estar juntos para siempre. Adrian y yo nos besamos por un largo rato, presionándonos cada vez más cerca. Por fin rompí las cosas. Si tenías sexo en un sueño, ¿eso significaba que lo hiciste realmente? Yo no lo sabía, y desde luego no iba a averiguarlo. No estaba preparada para eso

Di un paso atrás, y Adrian lo entendió. —Búscame cuando consigas algo de libertad. —Esperemos que sea pronto —le dije—. Los guardianes no me pueden castigar por siempre.

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todavía.

Adrian me miró de forma escéptica, pero dejó que el sueño se disolviera sin más comentarios. Volví a mi cama, y a mis propios sueños.

La única cosa que me impidió interceptar a Lissa y Christian cuando se reunieron temprano en el hall de la entrada al día siguiente fue que Hans me llamó a trabajar incluso antes. Él me puso a trabajar con el papeleo, en las bóvedas, irónicamente, permitiéndome archivar y pensar en Lissa y Christian mientras los miraba a través de mi vínculo. Lo tomé como una señal de mis habilidades multitarea que yo era capaz de ordenar alfabéticamente y espiar a la vez. Sin embargo, mis observaciones fueron interrumpidas cuando una voz dijo —No esperaba encontrarte aquí de nuevo. Parpadeé fuera de la cabeza de Lissa y levanté la vista de mis papeles. Mikhail apareció ante mí. A la luz de las complicaciones que se produjeron después del incidente con Víctor, casi me había olvidado de la participación de Mikhail en nuestro ‚escape‛. Puse los archivos abajo y le di una pequeña sonrisa. —Sí, es extraño cómo funciona el destino ¿eh? Ellos en realidad me quieren aquí.

según he oído. Mi sonrisa se convirtió en una mueca. —Cuéntame —miré a mí alrededor, aunque sabía que estábamos solos—. No estás en problemas, ¿verdad? Negó con la cabeza. —Nadie sabe lo que hice.

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—Por supuesto. Tú tienes una buena cantidad de problemas,

—Bien —al menos una persona había escapado ilesa de este desastre. Mi culpa no podría manejar que él fuera atrapado también. Mikhail se arrodilló de forma que él estaba al mismo nivel que yo, apoyando los brazos sobre la mesa y me senté. —¿Tuviste éxito? ¿Valió la pena? —Esa es una pregunta difícil de contestar. —Él arqueó una ceja— Hubo algunas... cosas no satisfactorias que sucedieron. Pero encontramos lo que queríamos saber, o, bueno, pensamos que lo hicimos. Contuvo su respiración. —¿Cómo restaurar a un Strigoi? —Eso creo. Si nuestro informante estaba diciendo la verdad, entonces sí. Excepto, incluso si él era... bueno, no es tan fácil de hacer. Es casi imposible, de hecho. —¿Qué es? Dudé. Mikhail nos había ayudado, pero él no estaba en mi círculo de confianza. Sin embargo, incluso ahora, viendo su mirada angustiada, la que yo había visto antes, el dolor de la pérdida de su amada todavía lo atormentaba. Probablemente siempre lo haría. ¿Estaría haciendo más daño que bien diciéndole lo que había aprendido? ¿Esta efímera esperanza le haría más daño?

demás, y yo no pensaba que lo haría, se reirían de ello de todas formas. No habría ningún daño allí. El verdadero problema vendría si le contaba a alguien sobre Victor y Robert, pero en realidad no le tengo que mencionar su participación a él. A diferencia de Christian, al parecer no se le había ocurrido a Mikhail que el escape de la prisión tan publicitado en las noticias Moroi había sido llevado a

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Finalmente, me decidí a decirle. Incluso si le contaba a los

cabo por los adolescentes a los que él había ayudado a salir a escondidas. Mikhail probablemente no podía dedicar ningún pensamiento a nada mas que no involucrara salvar a su Sonya. —Se necesita un usuario del espíritu —le expliqué—. Uno con una estaca encantada de espíritu, y luego él... o ella... tiene que estacar al Strigoi. —Espíritu... —ese elemento era todavía extraño para la mayoría de los Moroi y los dhampirs, pero no para él—. Como Sonya. Sé que el espíritu se supone que los hace más atractivos... pero te juro que nunca lo necesitó. Era hermosa por sí misma —como siempre, el rostro de Mikhail adquirió esa misma mirada triste que tenía cada vez que la Sra. Karp era mencionada. Realmente nunca lo había visto verdaderamente feliz desde que lo conocí y pensé que estaría muy guapo, si alguna vez realmente sonriera. De repente pareció avergonzado por su lapsus romántico y volvió a los negocios—. ¿Qué usuario de espíritu podría hacer una estaca? —Ninguno —le dije rotundamente—. Lissa Dragomir y Adrian Ivashkov son los dos únicos usuarios del espíritu que incluso conozco —bien, además de Avery Lazar, y estaba dejando a Oksana y a Robert fuera de esto—. Ninguno de ellos tiene la habilidad de hacerlo, sabes eso tan bien como yo. Y Adrian no tiene ningún interés en esto de todos modos.

Lissa lo está? —Sí —admití—. Pero se necesitarían años para aprender a hacerlo. Si no más tiempo. Y ella es la última de su estirpe. No puede ser arriesgada así como así.

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Mikhail estaba atento, enterándose de lo que no dije. —¿Pero

La verdad de mis palabras lo golpeó, y no podía evitarlo, pero compartí su dolor y su decepción. Como yo, había puesto mucha fe en este gran último esfuerzo para reunirse con su amor perdido. Acababa de afirmar que era posible... sin embargo, improbable. Creo que hubiera sido más fácil para ambos aprender que todo había sido un engaño. Suspiró y se levantó. —Bueno... agradezco que vayas tras esto. Siento que tu castigo se por nada. Me encogí de hombros. —Está bien. Valió la pena. —Espero que... —su rostro se volvió vacilante—. Espero que termine pronto y no afecte a nadie. —¿Afectar qué? —pregunte bruscamente, cogiendo el filo de su voz. —Simplemente... bueno, los guardianes que desobedecen las órdenes a veces se enfrentan a largos castigos. —Oh. Eso —se estaba refiriendo a mi miedo constante de ser atrapada a un trabajo de escritorio. Traté de actuar frívolamente y no mostrar cuánto me asustaba esa posibilidad—. Estoy segura de que Hans se estaba tirando un farol. Quiero decir, ¿realmente me haría hacer esto para siempre sólo‖porque‖me‖escapé‖y…

relampagueó en los ojos de Mikhail. Había escuchado hace mucho tiempo cómo había tratado de seguirle la pista a la Sra. Karp, pero la logística realmente nunca me había golpeado hasta ahora. Nadie habría ayudado en su búsqueda. Habría tenido que hacerlo por sí mismo, rompiendo el protocolo, y volviendo a escondidas cuando

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Me detuve, mi boca colgando abierta cuando un destello sagaz

finalmente perdió las esperanzas de localizarla. Habría estado en muchos problemas, como yo yendo con Mia. —¿Es que...? —tragué—. ¿Es eso por lo que...? ¿Por lo que trabajas aquí abajo en las bóvedas ahora? Mikhail no respondió mi pregunta. En su lugar, miró abajo con una pequeña sonrisa y señaló mi pila de papeles. —‚F‛‖viene‖antes‖ que‖‚L‛ —dijo antes de volverse y salir. —Maldición —murmuré, mirando hacia abajo. Tenía razón. Al parecer, no podía poner en orden alfabético tan bien mientras veía a Lissa. Sin embargo, una vez que estaba sola, eso no me impidió volver a su mente. Quería saber qué estaba haciendo... y no quería pensar en cómo lo habría hecho. Probablemente sería considerado peor que los actos de Mikhail ante los ojos de los guardianes. O que un similar, o peor, castigo podría estar para mí en el almacén. Lissa y Christian estaban en un hotel cerca del campus de Lehigh. El centro del día vampiro significaba la tarde para los humanos de la universidad. El tour de Lissa no comenzaría hasta su mañana del día siguiente, lo que significaba que tenía que aguardar su tiempo en el hotel ahora y tratar de ajustarse a un horario humano. Los ‚nuevos‛‖guardianes‖de‖Lissa,‖Serena‖y‖Grant,‖estaban‖con‖ Tatiana había permitido a Christian ir también y no había sido apenas tan opuesta como Lissa había temido, lo que de nuevo me hizo preguntarme si la reina era realmente tan horrible como siempre había creído. Priscilla Voda, una cercana consejera de la reina que a ambas, a Lissa y a mí, nos gustaba, estaba también acompañando a Lissa mientras miraba alrededor de la escuela. Dos

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ella, junto con tres extras que la reina había enviado también.

de los guardianes adicionales se quedaron con Priscilla, el tercero se quedó con Christian. Cenaron en un grupo y luego se retiraron a sus habitaciones. Serena estaba en realidad quedándose con Lissa en la suya, mientras Grant se quedaba afuera de guardia en la puerta. Mirar todo esto provocó un dolor agudo en mí. Ser guardiana era para lo que había sido entrenada. Lo que había estado esperando toda mi vida para hacer por Lissa. Serena era un perfecto ejemplo de guardiana de distancia, estando allí, pero no allí mientras Lissa colgaba alguna de sus ropas. Un golpe en la puerta inmediatamente disparó a Serena en acción. Su estaca estaba en la mano, y caminó a grandes pasos hasta la puerta, mirando afuera a través de su mirilla. No podía dejar de admirar su tiempo de reacción, aunque parte de mí nunca creería que alguien pudiera proteger a Lissa tan bien como yo podía. — Vuelve —le dijo Serena a Lissa. Un momento después, la tensión en Serena se desvaneció un poco, y abrió la puerta. Grant estaba de pie allí, con Christian a su lado. —Está aquí para verte —dijo Grant, como si no fuera evidente. Lissa asintió con la cabeza. —Uhm, sí. Ven y entra. Christian entró cuando Grant retrocedió. Christian le dio una cabeza hacia Serena. —Hey, uhm, ¿te importaría darnos algo de privacidad? —Tan pronto como las palabras salieron de su boca, Lissa se volvió de un brillante rosa—. Quiero decir... Nosotros solo... sólo necesitamos hablar de algunas cosas, eso es todo.

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significativa mirada a Lissa, haciendo una pequeña inclinación de

Serena mantuvo su rostro casi neutro, pero estaba claro que pensaba que iban a hacer algo más que hablar. Las citas de los adolescentes comunes usualmente no eran un chisme caliente en el mundo Moroi, pero Lissa, con su fama, atraía un poco más la atención con sus asuntos románticos. Serena habría sabido que Christian y Lissa habían salido y roto. Por lo que sabía, ahora estaban de nuevo juntos. Lissa invitándolo en este viaje lo sugería sin duda. Serena miró alrededor con cautela. El equilibrio de la protección y la privacidad siempre era difícil con los Moroi y los guardianes, y las habitaciones de un hotel como éste lo hacía aún más difícil. Si estuvieran en un horario vampírico, con todo el mundo durmiendo durante las horas de sol, no dudaba de que Serena hubiera entrado al vestíbulo con Grant. Pero estaba oscuro afuera, e incluso una ventana de un quinto piso podía ser responsabilidad de un Strigoi. Serena no estaba entusiasmada de dejar su nuevo cargo solo. La habitación de hotel de Lissa tenía una amplia sala de estar y un área de trabajo, con una habitación adyacente accesible a través de unas puertas francesas de cristal. Serena asintió con la cabeza hacia ellos. —¿Qué tal si sólo entro ahí? —una idea inteligente. Preveía privacidad, pero la mantenía cerca. Entonces, Serena se dio cuenta de las implicaciones, y se ruborizó—. Quiero decir... a menos

—No —exclamó Lissa, creciendo su vergüenza más y más—. Eso está bien. Nos quedaremos aquí. Simplemente estamos hablando. No estaba segura para quién era esa ventaja, para Serena o para Christian. Serena asintió con la cabeza y desapareció en el dormitorio con un libro, que me recordó extrañamente a Dimitri.

252

que‖ustedes‖quieran‖entrar‖allí‖y‖yo…

Cerró la puerta. Lissa no estaba segura de cómo de bien viajaba el ruido, por lo que encendió la televisión. —Dios, eso fue lamentable —gimió. Christian parecía totalmente a gusto mientras se inclinaba contra la pared. No era del tipo formal por ningún medio, pero se había puesto ropa de vestir para la cena antes y aún la llevaba. Se veía bien en él, no importaba cuánto se quejara siempre. —¿Por qué? —Porque‖ cree‖ que‖ estamos…‖ piensa‖ que‖ estamos…‖ bueno,‖ ya‖ sabes. —¿Y? ¿Cuál es el gran problema? Lissa rodó sus ojos. —Eres un chico. Por supuesto que no te importa. —Hey, no es como si no lo estuvimos. Además, mejor para ella que piense eso a que sepa la verdad. La referencia a su pasada vida sexual inspiró una mezcla de emociones, vergüenza, ira y deseo, pero rechazó dejar esa demostración. —Muy bien. Vamos sólo a acabar con esto. Tenemos un gran día, y nuestro sueño va a estar tan chiflado como esto. ¿Dónde empezamos? ¿Me quieres conseguir la estaca? —No hay necesidad todavía. Sólo deberíamos practicar algunos centro de la habitación, arrastrando una mesa fuera del camino. Lo juro, si no fuera por el contexto, observándolos a los dos intentando un entrenamiento de combate por si mismos habría estado muerta de la risa. —Está bien —dijo—. Así que ya sabes cómo dar un puñetazo.

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movimientos defensivos básicos —se enderezó y se movió hacia el

—¿Qué? ¡No lo sé! Frunció el ceño. —Pusiste fuera de combate a Reed Lazar. Rose lo mencionó, como unas cien de veces. Nunca la he oído tan orgullosa de algo. —Le di un puñetazo a una persona una vez en mi vida — señaló—. Y Rose me estaba dirigiendo. No sé si podría hacerlo de nuevo. Christian asintió con la cabeza, pareciendo decepcionado, no en sus habilidades, sino porque tenía un carácter impaciente y quería lanzarse de lleno en las cosas realmente duras de la lucha. Sin embargo, demostró ser un maestro sorprendentemente paciente, mientras repasaba el fino arte de dar puñetazos y golpear. Muchos de sus movimientos eran en realidad cosas que había recogido de mí. Había sido un estudiante decente. ¿Estaba en los niveles de guardián? No, no ni mucho menos. ¿Y Lissa? Era inteligente y competente, pero no estaba diseñada para el combate, sin importar cuánto profundamente quería ayudar con esto. Dar puñetazos a Reed Lazar había sido una cosa hermosa, pero no parecía ser nada que alguna vez llegaría a ser natural para ella. Afortunadamente, Christian comenzó con un simple regate, y viéndose como uno de sus oponentes. Lissa era sólo una principiante en esto pero se habilidades instructivas, pero siempre había pensado que los usuarios del espíritu tenían una especie de instinto sobrenatural sobre lo que otros podrían hacer a continuación. Dudé si funcionaría en un Strigoi, sin embargo.

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presentó como una gran promesa. Christian parecía notarlo por sus

Después de un poco de eso, Christian finalmente volvió a la ofensiva, y ahí es cuando las cosas fueron mal. La amabilidad de Lissa, su naturaleza de sanación no encajaba con eso, y se negó realmente a dar golpear con toda su fuerza, por temor a hacerle daño. Cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando, su irritable temperamento comenzó a aumentar. —¡Vamos! No te detengas. —No lo hago —protestó, dándole un puñetazo en su pecho que no se acercaba a desplazarlo. Se pasó una mano por su pelo con irritación. —¡Lo haces! Te he visto golpear una puerta más duro de lo que me estás golpeando. —Esa es una ridícula metáfora. —Y —agregó—, no estás apuntando a mi cara. —¡No quiero dejar una marca! —Bueno, a la velocidad a la que vamos, no hay peligro de eso —murmuró—. Además, puedes curarlo. Me divertían sus peleas, pero no me gustaba su casual estímulo de utilizar el espíritu. Todavía no había sacudido mi culpa del daño a largo plazo que la fuga de la prisión podría haber causado.

movió hacia él. Apretó sus dedos con su otra mano y luego lentamente le demostró cómo hacer girar un puñetazo hacia arriba tirando su puño hacia su cara. Estaba más interesado en mostrar la técnica y el movimiento, por lo que sólo lo rozó contra él.

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Yendo hacia adelante, Christian la agarró de la muñeca y la

—¿Ves? Un arco hacia arriba. Haciendo el impacto justo ahí. No te preocupes por hacerme daño. —No es tan simple... Su protesta se extinguió y, de repente, ambos parecieron darse cuenta de la situación en la que estaban. Apenas había ningún espacio entre ellos, y sus dedos estaban aun envueltos alrededor de su muñeca. Se sentían calientes contra la piel de Lissa y estaban enviando electricidad a través del resto de su cuerpo. El aire entre ellos parecía espeso y pesado, como si pudiera sólo envolverlos y tirar de ellos juntos. Desde la dilatación de los ojos de Christian y la súbita toma de aliento, estaba dispuesta a apostar que estaba teniendo una reacción similar al estar tan cerca de su cuerpo. Volviendo en sí, soltó su mano precipitadamente y dio un paso atrás. —Bueno —dijo bruscamente, aunque todavía claramente nervioso por la proximidad—, supongo que no eres realmente seria con lo de ayudar a Rose. Eso lo hizo. A pesar de toda la tensión sexual, la ira encendió a Lissa por el comentario. Apretó su puño y cogió a Christian con la guardia totalmente baja cuando lo hizo girar hacia fuera y le dio un puñetazo en la cara. No tenía la gracia de su puñetazo a Reed, pero le dio duro a Christian. Por desgracia, perdió su equilibrio en la maniobra y se tropezó adelante hacia él. Los dos se cayeron al suelo lámpara cercana. La lámpara se atrapó en la esquina de la mesa y se rompió. Mientras tanto, Lissa había aterrizado sobre Christian. Sus brazos instintivamente fueron a su alrededor, y si el espacio entre ellos antes había sido pequeño, ahora era inexistente. Se miraron

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juntos, golpeando el suelo y derribando una pequeña mesa y una

fijamente a los ojos del otro y el corazón de Lissa estuvo golpeando ferozmente en su pecho. Esa sensación eléctrica y tentadora crepitó alrededor de ellos de nuevo, y todo el mundo para ella pareció centrarse en sus labios. Tanto ella como yo nos preguntamos más tarde si podrían haberse besados, pero en ese momento, Serena salió precipitadamente fuera del dormitorio. Estaba en estado de máxima alerta de guardián, el cuerpo tenso y listo para enfrentar a un ejército enfrentar a un ejército de Strigois con su estaca en la mano. Se detuvo estridentemente cuando vio la escena ante ella: lo que parecía ser un interludio romántico. Obviamente era raro, con la lámpara rota y la marca roja inflamada del rostro de Christian. Fue bastante embarazoso para todos, y el modo de ataque de Serena se desvaneció en confusión. —Ah —dijo de forma vacilante—. Lo siento. La vergüenza inundó a Lissa, así como auto-resentimiento por estar tan afectada por Christian. Estaba furiosa con él, después de todo. Rápidamente, se apartó y se sentó y, en su estado nervioso, sintió la necesidad de dejar claro que no había en absoluto nada romántico en lo que paso. —No... no es lo que piensas —balbuceó, mirando cualquier lugar excepto a Christian, quien estaba poniéndose de pie y parecía justamente tan mortificado como Lissa—. Estábamos luchando. contra los Strigois. Y atacarlos. Y a estacarlos. Así que Christian estaba ayudándome, eso es todo... —había algo lindo en ella divagando, y me recordó al encanto de Jill. Serena se relajó visiblemente, y mientras que había dominado esa cara en blanco en la que todos los guardianes destacaban, estaba

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Quiero decir, practicando lucha. Quiero aprender a defenderme

claro que se divertía. —Bueno —dijo—, no parece como si estuvieras haciendo un muy buen trabajo. Christian se volvió indignado mientras se acariciaba su mejilla herida. —¡Hey! Lo hacemos. Le enseñé esto. Serena seguía pensando que todo esto era divertido, pero un serio, considerado, destello estaba empezando a formarse en sus ojos. —Eso parece que fue más afortunado que otra cosa —vaciló, como si estuviera al borde de una gran decisión. Finalmente dijo—: Mira, si ustedes son serios con esto, entonces necesitan aprender a hacerlo de la forma correcta. Les mostraré cómo. No. De ninguna manera. Estaba seriamente a punto de escaparme de la Corte y hacer autostop hasta Lehigh para realmente enseñarles como lanzar un puñetazo —con Serena como mi ejemplo— cuando algo me sacudió lejos de Lissa y regresé a mi propia realidad. Hans. Tuve un sarcástico saludo en mis labios, pero no me dio la oportunidad. —Olvídate de los archivos, y sígueme. Has sido convocada. —Yo…‖¿qué?‖—altamente inesperado—. ¿Convocada a dónde?

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Su rostro era sombrío. —Para ver a la reina.

Traducido por Marie Annabeth y Gry Corregido por cYeLy DiviNNa

L

a última vez que Tatiana había querido gritarme, ella simplemente me había llevado a uno de sus salones privados. Esto había hecho un ambiente extraño, como

si nosotros estuviéramos en la hora del té, excepto que las personas por lo general no gritaban a otras personas durante la hora del té. Y no había ninguna razón para creer que esto sería... diferente hasta que me di cuenta que mi escolta me conducía a los edificios principales de negocios de la Corte, el lugar a donde era conducido el gobierno real. Mierda. Esto era más serio de lo que yo había pensado. Y, de verdad, cuando finalmente fui introducida en el salón donde Tatiana me esperaba... bueno, yo casi llegué a un punto de los guardias que iba conmigo me mantuvo adelante. El lugar estaba lleno. Yo no sabía por seguridad en cuál salón estaba. Los Moroi actualmente se mantienen en el salón del trono auténtico para su rey o reina, pero yo pensaba que esto no era así. Este salón era todavía pesadamente decorado, transmitiendo un sentimiento de la realeza

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muerto y no podía entrar. Sólo un leve toque en mi espalda de uno

del viejo mundo, con el moldeado y minuciosamente tallado arreglo floral y candelabros brillantes de oro sobre las paredes. Había velas de verdad, encendidas en ellos también. Su luz se reflejaba en las decoraciones metálicas del salón. Todo brillaba, y sentí como si hubiera caído en un escenario de producción. Y de verdad que bien podría serlo. Porque después de observar un momento, me di cuenta de dónde estaba. Las personas del salón estaban divididas. Doce de ellas sentadas en una mesa larga sobre un estrado en el que claramente quisieron decir era el punto de atención del salón. Tatiana estaba sentada en la mitad de la mesa, con seis Moroi por un lado y cinco Moroi por el otro. En el otro lado del salón simplemente habían puesto hileras de sillas —que todavía se elaboraban y rellenaban con cojines de satén— que estaban también llenas de Morois. La audiencia. Las personas que estaban sentadas a los lados de Tatiana eran consejeros. Ellos eran los más antiguos Morois, quienes de verdad tenían un aire real. Once Moroi representaban a las once familias reales. Lissa no tenia dieciocho años —aunque ella estuviera a punto de tenerlos, me di cuenta en un principio— y por lo tanto no tenía ningún voto aún. Alguien estaba sentado ahí por Priscilla Voda. Yo miraba al Consejo, los príncipes y las princesas del mundo Moroi. El miembro de mayor edad de cada familia reclamaba el titulo real y

Algunas veces, los mayores cedían el puesto y se lo daban a alguien de la familia que sentía que era el más capaz, pero los seleccionados tenían casi siempre más de cuarenta y cinco. El Consejo elegía al rey o la reina Moroi, una posición que se ocupaba hasta la muerte o el retiro. En raras ocasiones, con el suficiente

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un lugar de asesoramiento al lado de Tatiana.

apoyo de las familias reales, un monarca podía ser removido a la fuerza de su cargo. Cada príncipe o princesa en el Consejo era asesorado por un consejo de familia, y mirando hacia atrás a la audiencia, me di cuenta de varios grupos de miembros de familia sentados juntos: Ivashkov, Lazar, Badica... Los de las filas de atrás parecían ser observadores. Tasha y Adrian se sentaron juntos, y yo sabía a ciencia cierta que no eran miembros del Consejo Real o consejos de familia. De todos modos, viéndolos, me sentí un poco más a gusto. Me quedé cerca de la entrada al salón, moviéndome inquieta de un pie a otro, preguntándome si estaban almacenando quejas en mi contra. No había terminado de ganarme humillaciones públicas; al parecer yo las había ganado delante de los más importantes en el mundo Moroi. Maravilloso. Un desgarbado Moroi con el pelo blanco dio un paso adelante, alrededor del lado de la larga mesa, y se aclaró su garganta. Inmediatamente, el zumbido de la conversación murió. El silencio llenó el salón. —Esta sesión del Real Consejo Moroi se encuentra ahora en sesión —él declaró—. Su Majestad Real, Tatiana Marina Ivashkov, preside —él dio una reverencia leve en su dirección y luego discretamente retrocedió hacia atrás a un lado de la sala, estando como si ellos mismos fueran parte de la decoración. Tatiana siempre se vestía de gala en las fiestas en donde yo la vi, pero para un acontecimiento formal de este tipo, ella realmente canalizaba la mirada de una reina. Su vestido era de seda azul marino de manga larga, y llevaba una corona brillante de piedras

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parado cerca de algunos guardias que se alineaban en las paredes

azules y blancas sentadas encima de su cabello minuciosamente trenzado. En un desfile de belleza, yo habría descrito tales gemas como piedras falsas. En ella, no puse en duda por un momento que eran verdaderos zafiros y diamantes. —Gracias —dijo. Ella también estaba usando su voz real, resonante e impresionante, llenaba el salón—. Vamos a continuar nuestra conversación de ayer. ¿Espera... qué? ¿Ellos habían estado hablando de mí ayer también? Me di cuenta entonces que había envuelto mis brazos alrededor de mí en una especie de postura protectora, e inmediatamente los había dejado caer. No quise parecer débil, no importaba lo que tenían reservado para mí. —Hoy escucharemos el testimonio de una guardiana recién graduada —la mirada aguda de Tatiana se posó sobre mí. El salón entero también lo hizo—. Rosemarie Hathaway, haga el favor de presentarse. Lo hice, manteniendo mi cabeza alta y una postura confiada. Yo no sabía exactamente dónde pararme, entonces escogí el centro del salón, directamente frente a Tatiana. Si yo iba a ser exhibida en público, deseé que alguien me hubiera dicho que llevara el uniforme de guardiana blanco y negro. Lo que sea. Yo no mostraría ningún miedo, aún en vaqueros y una camiseta. Di una pequeña y preparándome para lo que vendría. —Por favor, ¿podría decir su nombre? —preguntó. Ella ya lo había hecho por mí, pero aun así lo hice. —Rosemarie Hathaway.

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apropiada reverencia y luego la miré a los ojos directamente,

—¿Cuántos años tiene? —Dieciocho. —¿Y durante cuánto tiempo ha tenido dieciocho? —Pocos meses. Ella esperó un par de momentos para dejar esto claro, como si esto fuera una información importante. —Señorita Hathaway, entendemos que, alrededor de aquel tiempo, usted se retiró de la Academia St. Vladimir. ¿Esto es correcto? ¿De qué se trataba esto? ¿No era por el viaje a las Vegas con Lissa? —Sí —no ofrecí a más información. Oh, Dios, yo esperaba que ella no entrara en lo Dimitri. Ella no debería haber sabido acerca de mi relación con él, pero era imposible saber qué información podría extenderse por aquí. —Usted fue a Rusia a cazar Strigois. —Sí. —¿Como un tipo de venganza personal después del ataque a St. Vladimir? —Eh... sí.

movimiento en el salón. La gente se movió inquieta, y echaron un vistazo a sus vecinos. Strigoi siempre inspiraba miedo, y alguien que los buscaba activamente a ellos era todavía un concepto insólito entre nosotros. De una manera extraña, Tatiana pareció muy contenta por esta confirmación. ¿Iba a ser esto usado como más municiones contra mí?

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Nadie dijo nada, pero mi respuesta definitivamente causó un

—¿Nosotros asumiríamos entonces —siguió ella—, que usted es uno de los que creen en los ataques directos contra los Strigoi? —Sí. —Muchos tuvieron reacciones diferentes al atentando en San Vladimir —dijo ella—. Usted no es el único dhampir que quería devolver el golpe contra los Strigoi, aunque usted fuera seguramente la más joven. Yo no tenía conocimiento acerca de otras personas en juergas de vigilantes, bueno, aparte de algunos dhampirs imprudentes en Rusia. Si esa era la historia acerca de mi viaje, estaba dispuesta a creer que estaba bien conmigo. —Tenemos informes tanto de guardianes como de Alquimistas en Rusia que tuvieron éxito —esta era la primera vez que yo había oído que los Alquimistas fueran mencionados en público, pero desde luego ellos serían un tema común entre el Consejo—. ¿Puede usted decirme a cuántos asesinó? — Yo... —la miré con sorpresa—, no estoy segura, Su Majestad. Por lo menos... —me devané el cerebro—, siete —podrían haber sido más. Ella pensaba lo mismo. —Eso podría ser una estimación modesta comparada a lo que nuestras fuentes dicen —ella observó grandiosamente—, sin matanzas tu misma? —A veces lo hice. A veces tenía ayuda. Había... algunos dhampirs con los que trabajé de vez en cuando —técnicamente, yo había tenido la ayuda de un Strigoi también, pero no iba a mencionar esto.

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embargo, todavía es un número impresionante. ¿Realizaste las

—¿Ellos estaban cerca de su edad? Tatiana no dijo más, y como si hubiera recibido una señal, una mujer junto a ella hablo. Creí que ella era la princesa Conta. —¿Cuándo mató a su primer Strigoi? Fruncí el ceño. —En diciembre pasado. —¿Y usted tenía diecisiete años? —Sí. —¿Realizó aquella matanza usted misma? —Bueno... sobre todo. Un par de amigos me ayudaron con la distracción. Tenía la esperanza de que ellos no fueran a presionar por más detalles. Mi primera matanza ocurrió cuando Mason había muerto, y aparte de los acontecimientos que rodearon a Dimitri, aquel recuerdo me atormentaba más. Pero la Princesa Conta no quería demasiados detalles. Ella y los demás —que pronto se unieron en los interrogatorios— en su mayoría querían saber de mis matanzas. Ellos ligeramente estuvieron interesados en saber cuáles otros dhampirs me habían ayudado, pero no quería entrar en cuándo había tenido ayuda lo que me pareció desconcertante. El resto de mis detalles académicos fue mencionado: mis grados excepcionales de combate, cómo yo había sido uno de las mejores cuando Lissa y yo nos habíamos escapado en nuestro segundo año de estudiantes, y la rapidez con que había recuperado el tiempo perdido la mejor de mi clase otra vez (al menos en cuanto a la lucha se refería). Ellos

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Moroi. Ellos también pasaron por alto mi expediente disciplinario,

hablaron también de cómo había protegido a Lissa siempre cuando nosotras estábamos solas en el mundo, y finalmente concluyó con mis excepcionales puntajes de prueba. —Gracias, Guardiana Hathaway. Usted puede marcharse. La voz desdeñosa de Tatiana no dejaba lugar a dudas. Ella me quería sacar de allí. Yo estaba más que deseosa por obedecer, dando otras reverencia, y luego me apresuré hacia fuera. Eché un vistazo rápido a Tasha y Adrian cuando lo hice, y la voz de la reina resonó hacia fuera cuando abrí la puerta. —Esto concluye nuestra sesión de hoy. Nos reuniremos de nuevo mañana. No me sorprendió cuando Adrian me alcanzó a los pocos minutos. Hans no me hubiera mandado a regresar y trabajar después de la sesión, así que había decidido leer acerca de la libertad. —Bien —dije deslizando la mano en Adrian—. Ilústreme con su Real sabiduría política. ¿Qué fue todo eso? —No tengo idea. Soy la última persona en preguntar acerca de materia política —dijo él—. Yo ni siquiera voy a esas cosas, pero Tasha me encontró en el último minuto y me dijo que fuera con ella. Supongo que consiguió saber que estarías allí, pero estaba tan confundida —ninguno de los dos había dicho nada, pero me di comercio, restaurantes, tiendas, etc. Me estaba muriendo de hambre, de repente. —Tuve la impresión de que esto era parte de algo que ya habían estado hablando, ella mencionó su último período de sesiones.

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cuenta que yo lo llevaba hacia uno de los edificios que ocupaba el

—Estuvo cerrado. Desde la mañana. Nadie sabe lo que están discutiendo. —¿Entonces por qué hacen esto público? —no me pareció justo que la reina y el Consejo puedan tomar y elegir lo que ellos quieren compartir con los demás. Todo debería haber sido público. Él frunció el ceño. —Probablemente porque ellos van a celebrar una votación en breve, y esto será público. Si tu testimonio juega algún papel, entonces el Consejo puede querer asegurarse que otro Moroi lo atestiguó, de modo que todo el mundo entienda la decisión cuando esta venga —hizo una pausa—, pero ¿qué se yo? Yo no soy político. —Lo haces sonar como que ya está decidido —me quejé—. ¿Por qué tener un voto total? ¿Y por qué yo tendría que ver en algo con el gobierno? Él abrió la puerta a una pequeña cafetería donde vendían comida rápida para el almuerzo, hamburguesa y emparedados. Adrian había sido educado en restaurantes de lujo y alimento gourmet. Creo que él lo preferiría, pero también sabía que no me gustaba estar en la pantalla o que se nos recuerde que yo no era un miembro Real de una familia de elite. Aprecié que supiera que hoy quería algo ordinario.

miradas curiosas y susurros de los clientes del restaurante. En la escuela, nosotros habíamos sido una fuente de especulación, ¿pero aquí en la Corte? Éramos la principal atracción. Las imágenes eran importantes en la Corte, y la mayoría de las relaciones dhampirMoroi se llevaban a cabo en secreto. Nosotros siendo tan abiertos — especialmente teniendo en cuenta las conexiones de Adrian— era

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Sin embargo, el estar juntos nos habíamos ganado unas pocas

escandaloso y chocante, y la gente no era siempre discreta con sus reacciones. Yo había oído todo tipo de cosas desde que regresé a la Corte. Una mujer me había llamado desvergonzada. Otro había especulado en voz alta acerca de por qué Tatiana simplemente no había ‚tratado conmigo‛. Afortunadamente, la mayor parte de nuestra audiencia se concentraba con miras en nuestro mundo, haciendo que fueran fáciles de ignorar. Había una pequeña línea de pensamiento en la frente de Adrian cuando nos sentamos en una mesa. —A lo mejor están votando para que seas guardiana de Lissa después de todo. Estaba tan asombrada que no pude decir nada durante varios segundos, cuando la camarera se apareció de repente. Finalmente balbuceé mi pedido y luego miré fijamente a Adrián con los ojos muy abiertos. —¿En serio? —la sesión había sido un examen de mis habilidades, después de todo. Eso tuvo sentido. Excepto...— No. El Consejo no iba a molestase en sostener reuniones sobre la asignación de un guardián —mis esperanzas se cayeron. Adrián se encogió de hombros reconociéndolo. —Es verdad. Pero esto no es una asignación de guardia ordinaria. Lissa es la última de su estirpe. Todo el mundo, incluyendo a mi tía, tiene un interés especial en ella. Dándole a alguien como tú que es tan... —le ...polémica, podría molestar a algunas personas. —Y es por eso que en realidad me querían allí, para describir lo que he hecho. Convencer a la gente en persona que soy competente —incluso mientras decía las palabras, todavía no me atrevía creer en ellas. Era demasiado bueno para ser verdad—. Simplemente no

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di una mirada peligrosa cuando se agarró de una palabra—,

puedo imaginármelo, ya que parecen estar en tanto problemas con los guardianes. —No sé —dijo él—. Esto sólo es una suposición. ¿Quién sabe? Tal vez ellos realmente piensan que la cosa de Las Vegas era simplemente una travesura inofensiva —había un tono amargo en su voz sobre esto—. Y yo te dije que la Tía Tatiana te vendría encima. Tal vez ella quiere que tú seas la guardiana de Lissa ahora, pero tiene que hacer una demostración pública para justificarlo. Era una idea sorprendente. —¿Pero si realmente consigo venir con Lissa, qué vas hacer? ¿Volverte respetable y venir a la universidad también? —No lo sé —dijo él, con sus ojos verdes pensativos mientras tomaba su bebida—. Tal vez lo haré. Eso fue tan inesperado, y mi conversación con su madre regresó a mi mente. ¿Qué pasaba si yo era la guardiana de Lissa en la universidad y él estaba con nosotros durante los próximos cuatro años? Yo estaba bastante segura que Daniella había pensado que nosotros nos separaríamos este verano. Yo pensaba lo mismo... y me sorprendí al sentir que podría conseguir quedarme con él. Dimitri siempre dejaba mi corazón lleno de dolor y nostalgia, pero yo aún quería a Adrian en mi vida.

—No estoy segura de lo que yo haría contigo si fueras respetable. Él llevó mi mano a sus labios y la besó. —Tengo algunas sugerencias —me dijo. Yo no sabía si eran sus palabras o el sentir su boca sobre mi piel lo que envió temblores a través de mí. Estuve a punto de preguntar lo que esas sugerencias eran cuando nuestro interludio fue interrumpido... por Hans.

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Sonreí abiertamente hacia él y descansé mi mano sobre la suya.

—Hathaway —él dijo, con una ceja arqueada mientras permanecía de pie sobre nosotros—. Usted y yo tenemos algunas ideas muy diferentes sobre‖la‖definición‖de‖‚castigo‛. Él tenía razón. En mi mente, castigo implicaba cosas fáciles como azotamientos y hambre. No presentación. En cambio, contesté: —Usted no me dijo que volviera después de ver a la reina. Me dio una mirada exasperada. —Yo tampoco le dije que se fuera de cita. Vamos. De regreso a las bóvedas. —¡Pero tengo un HDA que está viniendo! —Tendrá su hora de almuerzo en otro par de horas como el resto de nosotros. Traté de reprimir mi indignación. Ellos no me habían estado dando de comer cortezas de pan y agua durante los detalles de mi trabajo, pero la comida no había estado mucho mejor. En ese mismo momento, la camarera regresó con nuestra comida. Agarré el emparedado antes de que ella dejara los platos y lo envolví en una servilleta. —¿Puedo tomarlo para llevar? —Si se lo puede comer antes de que nosotros regresemos —su voz era escéptica, y la bóveda estaba muy cerca. Claramente, él

A pesar de la expresión de desaprobación de Hans, di a Adrian un beso de despedida y una mirada que le dijo que tal vez nosotros seguiríamos con nuestra conversación. Él me dio una sonrisa feliz, sabiendo que sólo lo vi durante un segundo antes de que Hans me ordenara la distancia. Fiel a mis expectativas, me las arreglé para obtener el emparedado antes de que llegáramos a los edificios de los

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subestimaba mi habilidad de consumir el alimento.

guardianes aunque realmente sentía un poco de nausea para la siguiente media hora más o menos. Mi almuerzo era casi a la hora de la cena para Lissa, en el mundo humano. Volviendo a mi castigo miserable, me animé un poco en la alegría que la atravesaba corriendo nuestro enlace. Ella había pasado el día entero en su viaje de campus de Lehigh, y era todo lo que había esperado que podría ser. Le gustaba todo. Amaba los bellos edificios, los jardines, los dormitorios... y sobre todo las clases. Un vistazo al catálogo de cursos abrió un mundo de materias que la educación superior, incluso en St. Vladimir, no nos habría ofrecido. Quería ver y hacer todo lo que la escuela tenía que ofrecer. Y aun cuando ella lamentaba que yo no estuviera allí, todavía estaba excitada sobre el hecho de que era su cumpleaños. Priscilla le había dado alguna elaborada joyería y había prometido una cena de lujo esa noche. Esto no era exactamente el tipo de celebración que Lissa había esperado, pero la emoción de su décimo octavo cumpleaños todavía era embriagadora, especialmente cuando miró alrededor hacia la escuela de ensueño a la que asistiría pronto. Confieso que sentí una punzada de celos. A pesar de la teoría de Adrian sobre por qué la reina me había llamado hoy, sabía —al igual que Lissa— que las probabilidades de que me fuera a la universidad con ella eran todavía probablemente inexistentes. estar excitada sobre ello si yo no iba estar con ella todo el tiempo. Infantil de mi parte, lo sé. Yo no tenía mucho tiempo para ponerme de mal humor, sin embargo. Una vez que todas las giras se hicieron, el séquito de Lissa volvió al hotel. Priscilla les dijo que ellos podrían limpiar a fondo por una hora o antes de ir a la cena. Para Lissa, esto quiso decir más

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Alguna pequeña parte de mí no podía entender cómo Lissa podría

tiempo de práctica, de lucha. Mi estado de ánimo melancólico de inmediato se volvió furioso. Las cosas se pusieron peor cuando me di cuenta que, al principio del día, Serena había contado a Grant sobre Lissa y el deseo de Christian de defenderse. Él al parecer pensó que esto era una buena idea también. Esto figuraría. Lissa tenía dos guardias progresivos. ¿Por qué no podía haber llegado a alguna persona pesada, de la vieja escuela, que se horrorizara ante la idea de que un Moroi siquiera pensara en luchar contra un Strigoi? Así que, mientras yo me sentaba impotente e incapaz de hacer entrar en razón a golpes a cualquiera de ellos, Lissa y Christian ahora tenían dos instructores. Esto no sólo significa más oportunidades de aprendizaje, también quería decir que Serena tenía

un

compañero

competente

para

demostrar

ciertos

movimientos. Ella y Grant, discutiendo y explicando maniobras, mientras Lissa y Christian se miraban con los ojos muy abiertos. Por suerte (bien, no para Lissa), ella y yo pronto notamos algo. Los guardias no sabían la verdadera razón por la que Lissa estaba interesada en los enfrentamientos. ¿Ellos no tenían ni idea —¿y cómo podrían tenerla?— que ella quería ir a la caza y estacar a un Strigoi con la débil esperanza de devolverle la vida. Ellos pensaron que ella sólo quería aprender la defensa básica, algo que les pareció

Grant y Serena también hicieron a Lissa y a Christian practicar el uno con el otro. Sospeché que había un par de razones para esto. Una era que Lissa y Christian no tenían la habilidad de causarse mucho daño el uno al otro. La segunda razón consistía en que esto divertía a los guardianes.

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muy prudente. De modo que fue lo que ellos le enseñaron.

Eso no divirtió a Lissa y a Christian. Todavía había tanta tensión entre ellos, tanto sexual como enojo, que ellos se ofendían por estar en contacto cercano. Grant y Serena pararon a los dos Moroi de hacer más que lastimarse en la cara, pero los ataques simples a menudo significaban rozarse el uno contra el otro, los dedos que se deslizan contra la piel en el calor de la acción. De vez en cuando, los guardianes hacían a alguien jugar de Strigoi, poniendo a Lissa o Christian en la ofensiva. Los dos Moroi le dieron la bienvenida a esto hasta cierto punto; después de todo, los ataques directos consistían en lo que ellos querían aprender. Pero, cuando Christian (jugando a Strigoi) embistió contra Lissa y la empujó contra una pared, aprender la ofensiva de repente no parecía una idea tan buena. La maniobra los presionó directamente el uno hasta el otro, sus brazos sosteniendo los suyos. Ella podía olerlo y sentirlo y fue dominada por la fantasía de él sosteniéndola ahí mismo y besándola. —Pienso que ustedes dos deberían volver a defensa básica — dijo Grant, interrumpiendo sus sentimientos traidores. Él sonó como si estuviera más preocupado de ellos haciéndose daño el uno al otro que la posibilidad de que pudieran comenzar a besarse. Lissa y Christian necesitaron un momento para registrar sus palabras, sin mencionar la parte del uno y el otro. Cuando lo entrenamiento. Los guardias se lanzaron a más ejemplos de cómo evitar a un atacante. Lissa y Christian habían visto esto tantas veces que sabían la lección de memoria, y su atracción más temprana cedió el paso a la frustración. Lissa era demasiado cortés para decir algo, pero después de quince minutos de Serena y Grant mostrando cómo bloquearlos con

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hicieron, ambos evitaron el contacto con sus miradas y volvieron al

los brazos y esquivar a alguien alcanzándole, Christian finalmente habló. —¿Cómo estacan a un Strigoi? Serena se heló en las palabras de Christian. —¿Dijiste estacar? En vez de estar sobresaltado, Grant se rió entre dientes. —No pienso que esto sea algo de lo cual tengas que preocuparte. Tienes que concentrarte en escaparte de un Strigoi, no acercarte más. Lissa y Christian intercambiaron una mirada inquieta. —Ayudé a matar a un Strigoi antes —indicó Christian—. Usé el fuego en el ataque de la escuela. ¿Dices que eso no está bien? ¿Que yo no debiera haberlo hecho? Ahora Serena y Grant intercambiaron vistazos. Ah, pensé. Aquellos dos no eran tan progresivos como pensé. Ellos venían desde un punto de vista de defensa, no ofensa. —Por supuesto que deberías —dijo Grant por fin—. Lo que hiciste fue asombroso. ¿Y en una situación similar? Seguro. Uno no querría estar indefenso. Pero eso es... tienes tu fuego. Si esto se tratara de ti luchando contra un Strigoi, tu magia va a ser el camino a seguir. Ya sabes usarlo, y te mantendrá a salvo de su acercamiento. —¿Y yo? —Preguntó Lissa—. No tengo ninguna clase de magia así.

ello sea un problema —dijo Serena ferozmente—. No te dejaremos. —Además —añadió Grant con diversión—, no es como si estuvieran llevando estacas a todos lados —yo habría dado lo que sea para que ellos miraran en su maleta entonces.

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—Nunca estarás lo suficientemente cerca de un Strigoi para que

Lissa mordía su labio y rechazó hacer contacto visual con Christian otra vez, por miedo de dar a conocer sus intenciones. Esto no iba de acuerdo con su loco plan. Christian, otra vez, tomó la delantera. —¿Puedes al menos darnos una demostración? —Él preguntó, intentando, y teniendo éxito, para parecer alguien que sólo busca lo sensacional y emocionante—. ¿Es difícil hacerlo? Parece que sólo tienes que apuntar y golpear. Grant resopló. —Apenas. Hay un poco más de ello que eso. Lissa se inclinó adelante, abrazando sus manos juntas cuando siguió el ejemplo de Christian. —Bien, no te preocupes por enseñarnos. Sólo muéstranos. —Sí. Veamos —Christian se movió agitadamente al lado de ella. Cuando lo hizo, sus brazos se rozaron, y al instante ellos se movieron aparte. —No es un juego —dijo Grant. Sin embargo, él buscó su abrigo y sacó su estaca. Serena lo miró incrédulamente. —¿Qué vas a hacer? —ella preguntó—. ¿Estacarme? Él dio aquella pequeña sonrisita suya y rebuscó en el cuarto con sus ojos agudos. —Por supuesto que no. Ah. Allí están —él fue hasta probó su anchura. Era gordo y densamente lleno de alguna clase de relleno denso. Volvió a Lissa e hizo gestos para que ella se pusiera de pie. Al asombro de todo el mundo, él le dio su estaca. Trabando su cuerpo en una posición rígida, él agarró la almohada con fuerza entre sus manos y la puso a unos pies delante de él. —Vamos —él dijo—. Apunta y golpea.

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un pequeño sillón que tenía una almohada decorativa. Lo levantó y

—¿Estás loco? —preguntó Serena. —No te preocupes —dijo él—. La princesa puede permitirse los imprevistos. Demuestro un punto. Golpee la almohada. Lissa vaciló sólo unos momentos más. Un entusiasmo que pareció excepcionalmente intenso la llenó. Yo sabía que ella había estado preocupada por aprender esto, pero su deseo de ello parecía mayor que antes. Presionando sus dientes, ella anduvo adelante y torpemente trató de empalar la almohada con su estaca. Ella era cautelosa, temiendo hacerle daño a Grant, pero no había ninguna necesidad de preocuparse. Ella no se desplazó hasta él, y todo lo que logró con la estaca fue enganchar levemente la tela de la superficie. Intentó unas veces más, pero sólo consiguió un poco más. Christian, siendo quién es, dijo: —¿Eso es todo lo que puedes hacer? Fulminándolo con la mirada, ella le dio la estaca. —Hazlo mejor. Christian estaba de pie, la sonrisa desapareció cuando estudiaba la almohada críticamente y evaluaba su golpe. Mientras lo hacía, Lissa echó un vistazo alrededor y vio el humor en los ojos de los guardianes. Incluso Serena se había relajado. Ellos mostraban su punto, demostrando que estacar no era una cosa fácil de aprender.

Christian finalmente hizo su movimiento. Realmente perforó la tela, pero la almohada y su relleno demostraron ser demasiado para abrir camino. Y, otra vez, Grant no fue sacudido en absoluto. Después de más intentos fracasados, Christian se sentó otra vez y devolvió la estaca. Era algo divertido ver que la actitud creída de

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Yo estaba contenta, y mi opinión de ellos se elevó.

Christian se derribaba un poco. Incluso Lissa disfrutaba de ello, a pesar de su propia frustración sobre cuán difícil era eso. —El relleno es demasiado resistente —se quejó Christian. Grant dio su estaca a Serena. —¿Qué, piensas que el cuerpo del Strigoi va a ser más fácil de pasar? ¿Con músculos y costillas en el camino? Grant regresó en su posición y, sin vacilar, Serena golpeó con la estaca. La punta pasó del otro lado de la almohada, poniendo un alto delante de Grant, diminutas piezas mullidas del relleno fueron a la deriva hacia la tierra. Ella se sacudió y lo estacó como si hubiera sido la cosa más simple en el mundo. Tanto Christian como Lissa miraron fijamente con asombro. — Déjame intentar otra vez —dijo él.

Cuando Priscilla los llamó a la comida, no había una almohada entera en aquel cuarto de hotel. Dios, ella iba a estar sorprendida cuando tuviera la cuenta. Lissa y Christian seguían golpeando con la estaca mientras los guardias miraban con aire superior, confiando en que su mensaje estaba siendo entregado. Estacar Strigois no era fácil. Lissa lo consiguió finalmente. Ella se dio cuenta que, de algún entenderlo desde el principio. Seguramente, ella había oído que yo hablaba de alinear el tiro para ponerlo directo al corazón y pasar las costillas, pero esto era más que el conocimiento. Mucho de ello era la fuerza, fuerza que ella físicamente no tenía aún. Serena, aunque aparentemente menuda, había gastado años aumentando sus músculos y podía pasar aquella estaca prácticamente por cualquier

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modo, perforar una almohada —o un Strigoi— no era sobre

cosa. Una hora de lección no daría a Lissa esa clase de fuerza, y ella se lo susurró a Christian cuando el grupo salió a la comida. —¿Te estás rindiendo ya? —él preguntó, su voz igualmente baja cuando ellos se montaron en el asiento trasero del SUV. Grant, Serena y un tercer guardia estaban allí también, pero ellos estaban metidos en una discusión. —¡No! —Lissa dijo—. Pero tengo que, entrenar antes de que yo pueda hacerlo. —¿Como levantar pesas? —Yo... no lo sé —los demás todavía se hablaban el uno al otro, pero el tema de Lissa era demasiado peligroso para ella, para arriesgarse a que los escucharan. Se inclinó cerca de Christian, acobardada otra vez cuando su proximidad y familiaridad la afectaron. Tragando, ella trató de mantener su cara impasible y atenerse al tema—. Pero no soy lo bastante fuerte. Es físicamente imposible. —Suenas como si te estuvieras rindiendo. —¡Oye! Tú tampoco lograste atravesar ninguna de esas almohadas tampoco. Él enrojeció ligeramente. —Casi pasé aquella verde.

—Sólo necesito más práctica. —No tienes que hacer nada —disparó ella, luchando por mantener su voz tranquila a pesar de su cólera—. Esta no es tu lucha. Es la mía.

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—¡Había apenas algo en ella!

—Oye —él se rompió, sus ojos brillaban como diamantes azules claros—,‖est{s‖loca‖si‖piensas‖que‖voy‖a‖dejarte‖ir‖sola‖y‖arriesgar… Él se calló y realmente mordió su labio, como si eso fuera suficiente para que parara de hablar. Lissa le contempló, y nosotras dos comenzamos a preguntarnos cómo él la habría terminado. ¿Qué no arriesgaría él? ¿A ella misma poniéndose en peligro? Eso suponía. Incluso sin la conversación, él dijo mucho con su expresión. Por los ojos de Lissa, le vi beber en sus rasgos y tratar de esconder sus emociones. Por fin, él se sacudió lejos y rompió aquel espacio íntimo entre ellos, yéndose tan lejos de ella como él podría. —Bien. Haz lo que quieras. No me preocuparé. Ninguno de ellos habló después de esto, y ya que era la hora de comer para mí, volví a mi propia realidad y le di la bienvenida a mí almuerzo, sólo para ser informada por Hans de que tenía que seguir trabajando. —¡Vamos! ¿No es hora de comer? Tienes que alimentarme — exclamé—. Esto está más allá de ser sólo cruel. Al menos lánzame algunas migas. —Realmente te alimenté. O, pues, te alimentaste cuando ingeriste aquel bocadillo. Quisiste tu tiempo de almuerzo entonces.

Cerré de golpe mis puños contra la cantidad interminable de papel delante de mí. —¿Puedo al menos hacer algo más? ¿Pintar edificios? ¿Arrastrar rocas? —Lo siento, pero no —una sonrisa se enroscó en las esquinas de sus labios—. Hay mucha clasificación que necesitamos hacer.

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Lo conseguiste. Ahora sigue trabajando.

—¿Cuánto más? ¿Cuánto más va a castigarme? Hans se encogió de hombros. —Hasta que alguien me diga que pare. Él me dejó en paz otra vez, y me incliné atrás en mi silla, tratando de no tirar la mesa delante de mí. Pensé que esto me haría sentir momentáneamente mejor, pero también significaba que yo tendría que rehacer el trabajo que ya había hecho. Con un suspiro, volví a mi tarea. Lissa estaba en la comida cuando la encontré mediante la conexión. Podría haber sido técnicamente en honor a su cumpleaños pero, realmente, era toda una conversación Real con Priscilla. No era ninguna forma de pasar un cumpleaños, me decidí. Yo tendría que arreglar esto apenas ganara la libertad. Tendríamos una verdadera fiesta, y yo sería capaz de darle mi regalo de cumpleaños: las magníficas botas de cuero que Adrian me había ayudado a conseguir en la escuela. Estar en la cabeza de Christian podría haber sido más interesante, pero ya que no era una opción, volví a mi propio yo, recordando mi conversación más temprana con Adrian. ¿Iba finalmente este castigo a terminarse? ¿Iba un decreto real oficial a reunirnos a Lissa y a mí por fin, a pesar de la política normal de los

Tratar de entenderlo se parecía a estar en la rueda de un hámster. Mucho trabajo. Ningún progreso. Pero me hizo pasar por la conversación de la comida, y antes de que lo supiera, el grupo de Lissa se levantaba y se dirigía hacia la puerta del restaurante. Estaba oscuro ahora, y Lissa no podía sentir menos que la rareza de estar en una lista humana. En la escuela o en la Corte, esto sería el medio del

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guardianes?

día. En cambio, ellos se dirigían ahora a su hotel y se acostarían. Bien, probablemente no en seguida. Yo sin duda sabía que si Lissa y Christian pudieran terminar su enfado, estarían de vuelta apuñalando más almohadas. Tanto como yo quería que ellos volvieran a salir otra vez, no podía pensar en que ellos estaban mucho más seguros separados. O tal vez no. El grupo había salido del restaurante después de la hora de comida normal, entonces todo estaba vacío cuando salieron. Los guardias no habían aparcado exactamente en la parte trasera, pero no estaban cerca de la entrada principal tampoco. Ellos se habían encargado, sin embargo, de aparcar al lado de una de las lámparas de la calle que iluminaban el lote. Excepto que no estaba encendida ahora. La luz estaba rota. Grant y el guardia de Priscilla lo notaron en seguida. Era la clase de detalles que fuimos entrenados para notar: algo extraño, algo que podría haber cambiado. De un salto, dos de ellos tenían una estaca y bordeaban a los Morois. Sólo se necesitaron segundos para que Serena y el guardia encomendado a Christian lo siguieran. Era algo más de por lo que fuimos entrenados a hacer. Estar de guardia. Reaccionar. Seguir a sus colegas.

De repente, había Strigois en todas partes. No estoy completamente segura de dónde vinieron. Tal vez habían estado detrás de los coches o en los bordes del aparcamiento. Si yo hubiera tenido la vista de un ojo de ave de la situación o hubiera estado allí yo misma con mi ‚alarma de náusea‛, podría

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Ellos eran rápidos. Todos ellos eran rápidos. Pero no importó.

haber tenido un mejor sentido de todo esto. Pero yo miraba la escena por los ojos de Lissa, y los guardias salían de su modo de bloquearla del Strigoi que pareció haber aparecido del aire. La mayor parte de las acciones eran un aspecto borroso para ella. Sus guardaespaldas la empujaban alrededor, tratando de mantenerla a salvo cuando las caras blancas con ojos enrojecidos aparecieron en todas partes. Ella vio todo esto por una neblina llena del miedo. Pero, dentro de poco, nosotras dos podríamos ver a la gente morir. Serena, tan rápida y fuerte como había estado en el cuarto del hotel, estacó a un varón Strigoi limpiamente por el corazón. Entonces, a cambio, un Strigoi femenino saltó hacia el guardia de Priscilla y rompió su cuello. Lissa era distantemente consciente del brazo de Christian alrededor de ella, presionándola contra el SUV y protegiéndola con su propio cuerpo. Los guardias restantes también formaban todavía un anillo protector tan bien hecho como ellos podían, pero eran distraídos. Su círculo vacilaba, y ellos se caían. Uno tras otro, los Strigois mataron a los guardias. No era por falta de la habilidad de parte de los guardias. Ellos eran simplemente superados en número. Un Strigoi arrancó la garganta de Grant con sus dientes. Serena era azotada con fuerza contra el asfalto, aterrizando con su cabeza y sin ningún movimiento. Y, el horror de horrores, no pareció que los Strigoi evitaran a los Moroi parecía como si ella pudiera ser una de ellos— vio fijamente con los ojos muy abiertos cuando un Strigoi rápida y eficazmente rasgó el cuello de Priscilla, haciendo una pausa para beber su sangre. La mujer Moroi no tuvo tiempo para registrar la sorpresa, pero al menos no hubo ningún verdadero sufrimiento. Las endorfinas

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tampoco. Lissa —empujaba con tanta fuerza contra el SUV que

atenuaron el dolor cuando la sangre y la vida fueron drenadas de su cuerpo. Las emociones de Lissa cambiaron en algo más allá del miedo, algo que apenas parecía algo en absoluto. Ella estaba en shock. Entumecida. Y con una certeza fría, difícil, ella sabía que su muerte venía y la aceptó. Su mano encontró a Christian, apretándolo fuertemente, y dando vuelta hacia él, ella tomó un poco de la comodidad sabiendo que lo último que vería en la vida era el hermoso, azul cristalino de sus ojos. De la mirada de su cara, sus pensamientos estaban a lo largo de temas similares. Había calor en sus‖ojos,‖calor‖y‖amor‖y… Total y completo asombro. Sus ojos se ensancharon, concentrándose en algo detrás de Lissa. En aquel mismo momento, una mano agarró el hombro de Lissa y la azotó alrededor. Aquí es, una pequeña voz dentro de ella susurrado. Aquí es donde muero. Entonces, ella entendió el asombro de Christian. Ella afrontaba a Dimitri. Como yo, ella tenía aquel sentido surrealista de él todavía siendo Dimitri pero no siendo Dimitri. Todos sus rasgos eran los mismos... y aún tan diferentes. Ella trató de decir algo, pero lograr sacarlas. El calor intenso de repente llameó detrás de ella, y una luz brillante encendió los rasgos pálidos de Dimitri. Ni Lissa ni yo teníamos que ver a Christian para saber que él había producido una pelota de fuego con su magia. El choque de ver a Dimitri o el miedo

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mientras las palabras se formaron en sus labios, ella sólo no podía

por Lissa habían puesto a Christian en acción. Dimitri bizqueó ligeramente a la luz, pero entonces una sonrisa cruel enroscó sus labios, y la mano que se apoyaba en su hombro se deslizó hasta su cuello. —Apágalo —dijo Dimitri—. Apágalo o ella muere. Lissa finalmente encontró su voz, a pesar de su falta de aire. — No lo escuches —dijo con voz entrecortada—. Él va a matarnos de todos modos. Pero, detrás de ella, el calor murió. Las sombras cayeron a través de la cara de Dimitri otra vez. Christian no la arriesgaría, aunque ella tuviera razón. Parecía que apenas importaba. —Realmente —dijo Dimitri, su voz agradable entre la severa escena—, necesito que ustedes dos se mantengan vivos. Al menos durante un tiempo más. Sentí que la cara de Lissa se movía a un ceño fruncido. Yo no habría estado sorprendida si Christian lo hiciera también, juzgando por la confusión de su voz. Él no podía manejar hasta un comentario creído. Él sólo podría preguntar lo obvio: —¿Por qué? Los ojos de Dimitri brillaron. —Porque los necesito como carnada

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para Rose.

Traducido por *!!!BellJolie!!!* Corregido por Andy Parth

E

ntonces, en mi mente el pánico se alejó, levantándome, correría hacia Lehigh —a pesar de estar a millas y millas de distancia—, parecía un plan totalmente sólido. Más

tarde, con un latido de mi corazón, supe que estaba fuera de mi alcance. Muy, muy fuera de mi alcance. Mientras saltaba fuera de la mesa y salía de la habitación, sentí un deseo repentino de Alberta. Yo la había visto entrar en acción en St. Vladimir y sabía que podía hacerse cargo de cualquier situación. En este punto de nuestra relación, ella respondería a cualquier amenaza que le llevara. Los guardianes de la Corte todavía eran desconocidos para mí. ¿A quién podía acudir? ¿Hans? El tipo me odiaba, él no me habría creído, no como Alberta o mi madre. por

los

pasillos

tranquilos,

rechacé

todas

esas

preocupaciones. No importaba. Yo lo haría creer. Me gustaría encontrar a alguien que pudiera. Cualquiera que pudiera tener a Lissa y Cristian fuera de esto. Solo tú puedes, una voz susurró en mi cabeza. A ti es a quien Dimitri quiere. No hice caso del pensamiento que en gran parte era mi distracción, y choqué con alguien al dar vuelta en la esquina.

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Corriendo

Di un grito ahogado que sonó como ‚Oomph‛ cuando mi cara se estrellaba contra el pecho de alguien. Miré hacia arriba. Mikhail. Habría sido relevado, cuando yo estaba demasiada bombeada, llena de adrenalina y preocupación. Lo agarré por la manga y empecé a tirar de él hacia la escalera. —¡Vamos, tenemos que ayudar! Mikhail se quedó, sin moverse en contra de mi agarre. Frunció el ceño, con tranquilidad en la cara. —¿De qué estás hablando? —¡Lissa! Lissa y Christian. Ellos han sido capturados por Strigois —por Dimitri—. Podemos encontrarlos. Puedo encontrarlos. Pero tenemos que darnos prisa. La confusión de Mikhail creció. —Rose... ¿Cuánto tiempo has estado aquí? Yo no tengo tiempo para esto. Dejándolo, huí por las escaleras hasta la planta principal del complejo. Un momento después, oí sus pasos detrás de mí. Cuando llegara a la oficina principal, esperaba que alguien me castigara, y dejaría mi castigo a un lado, a excepción…‖de‖que‖nadie‖parecía‖incluso‖notarme. La oficina era un caos. Los guardianes se iban corriendo, el llamado ya estaba hecho, y las voces se elevaban a niveles

—¡Hans! —llamé, empujándome entre la multitud. Estaba al otro lado de la habitación y acababa de colgar, una llamada del celular—. Hans, yo sé dónde están. En donde los Strigoi se llevaron a Lissa y Christian. —Hathaway, no tengo tiempo para su... —su ceño se frunció—. Usted tiene ese vínculo.

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frenéticos. Ellos lo sabían, me di cuenta. Ellos ya lo sabían.

Me miró con asombro. Había estado preparada para que me despidiera con fastidio. Había estado lista para que una larga pelea lo convenciera. Le hice un gesto apresurado. —Yo lo vi. Vi todo lo que pasó —ahora me frunció el ceño—. ¿Cómo lo saben ustedes? —Serena —dijo con gravedad. —Serena est{‖muerta… Negó con la cabeza. —No, todavía no. A pesar de que ciertamente ella sonaba así en el teléfono. Lo que sucedió, sólo lo llevó a hacer esa llamada. Tenemos alquimistas yendo a buscarla, y…‖para‖limpiar. Le repetí los acontecimientos, recordando cómo había sido golpeada Serena contra el asfalto. Había sido un duro golpe, y cuando ella no se movía, asumí lo peor. Sin embargo, si hubiera sobrevivido —y al parecer fue así— Yo apenas podía formar una imagen mental de ella arrastrándose con el teléfono celular de su bolsillo‖con‖las‖manos‖ensangrentadas… Por favor, por favor que esté viva, pensé, sin saber a quién le estaba rezando. —Vamos —dijo Hans—. Te necesitamos. Ya hay equipos

Hubo otra sorpresa. Yo no esperaba que él me creyera tan rápidamente. Un nuevo respeto por Hans se apoderó de mí. Podría actuar como un idiota, pero él era un líder. Cuando veía algo activo, él lo utilizaba. En un movimiento rápido, se apresuró hacia la puerta,

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formados.

varios guardianes le seguían. Luché para mantenerme a su ritmo y vi que Mikhail también venía. —Estás haciendo un rescate —le dije a Hans—. Eso es... Raro — dudé incluso al decir las palabras. Ciertamente no queremos desalentar esto. Pero rescatar a un Moroi no era normal. Cuando los Strigoi se los llevaban, eran considerados a menudo como muertos. El rescate que se había hecho después del ataque de la Academia había sido una rareza, una que había tenido demasiada persuasión. Hans me lanzó una mirada irónica. —Ella es la princesa Dragomir. Lissa era preciada para mí, valía más que cualquier otra cosa en el mundo. Y para los Moroi, me di cuenta, también lo era. La mayoría de los Moroi capturados por Strigoi podrían ser considerados muertos, pero ella no era una de la mayoría de los Moroi. Ella era la última en su linaje, la última de una de las doce antiguas familias. La pérdida no sólo sería un golpe a la cultura Moroi. Sería una señal, un presagio de que los Strigoi nos derrotaban de verdad. Por ella, los guardianes se arriesgarían a una misión de rescate. De hecho, parecía que correría el riesgo de muchas cosas. Corte estaban almacenados, vi a más grupos de guardianes llegando junto con los Moroi. Reconocí a algunos. Tasha Ozera estaba entre ellos y, como ella, los demás eran usuarios del fuego. Si habíamos aprendido algo, era lo valioso que era para nosotros que ellos participaran en una pelea. Al parecer, la controversia de que los Moroi fueran a la guerra estaba siendo ignorada en este

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Cuando llegamos a los establecimientos donde los vehículos de la

momento, y me sorprendió lo rápido que ese grupo había sido convocado. Los ojos de Tasha se encontraron con los míos, su rostro era grave y severo. Ella no me dijo nada. Ella no tenía por qué. Hans estaba gritando órdenes, dividiéndolos en grupos y vehículos. Con cada poco de autocontrol que pude, esperé pacientemente cerca de él. Mi naturaleza inquieta quiso saltar y exigir saber qué podía hacer. Él me lo diría, estaba segura. Él tenía un papel para mí, yo sólo tenía que esperar. Mi auto-control también estaba siendo probado con Lissa. Después de que Dimitri se la llevara, mi mente era un Déjà vu. Yo no podía volver, todavía no. No podía soportar verlos —ver a Dimitri—. Sabía que tendría que hacerlo una vez que comenzara a dirigir a los guardianes pero, por ahora, estaba fuera. Sabía que Lissa estaba viva. Eso era lo único que importaba, por el momento. Aún así, yo estaba tan herida y llena de tensión que cuando alguien me tocó el brazo, casi me volví contra él, con mi estaca. —Adrian... —respiré—. ¿Qué estás haciendo aquí? Se quedó mirándome, y su mano rozó mi mejilla suavemente. Yo sólo había visto una mirada tan seria, severa, en su rostro un par de veces. Como de costumbre, no me gustaba. Adrian era una de esas personas que siempre tenía que estar sonriendo.

Negué con la cabeza. —Sucedió... No sé, ¿hace diez minutos? — el tiempo no importaba para mí—. ¿Cómo pudieron saber todos tan rápido?

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—Tan pronto como escuché la noticia, yo sabía dónde estarías.

—Fue por radio a través de la Corte tan pronto como se enteraron. Tienen un sistema de alerta inmediata. De hecho, son recursos para la reina. —¿Por qué? —de alguna manera me molestó. Tatiana no estaba en peligro—. ¿Por qué desperdiciar recursos en ella? —un guardián cercano me dio una mirada crítica sobre eso. Adrian se encogió de hombros. —¿Los ataques de los Strigoi son relativamente cerca? Ellos lo toman como una amenaza para la seguridad de nosotros. Relativamente

era

la

palabra

clave.

Lehigh

estaba

aproximadamente una hora y media de la corte. Los guardianes estaban siempre en alerta, aunque con cada segundo que pasaba, me hubiera gustado que se movieran más rápido y estar en alerta. Si Adrian no hubiera aparecido, yo estaba bastante segura de que hubiera perdido la paciencia y empezaría a decirle a Hans que se diera prisa. —Es Dimitri —dije en voz baja. No había estado segura de si debía decirle a alguien eso—. Él es el que los capturó. Los está usando para llevarme ahí —la cara de Adrian se hizo más oscura—. Rose,‖no…‖Puedes…‖—él se calló, pero yo sabía qué quería decir. —¿Qué alternativa tengo? —exclamé—. Tengo que ir. Ella es mi

—Es una trampa. —Lo sé. Y él sabe que yo lo sé. —¿Qué vas a hacer? —una vez más, yo sabía exactamente lo que me quería preguntar Adrian.

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mejor amiga, y yo soy la única que les puede llevar a ella.

Miré hacia abajo a la estaca que había tirado anteriormente. — Lo que tengo que hacer. Tengo que... tengo que matarlo. —Bien —dijo Adrian, el alivio le inundó sus rasgos—. Me alegro. Por alguna razón, me irritó. —Dios —solté—. ¿Estás ansioso por librarte de cualquier competencia? Adrian se quedó serio. —No. Sólo sé que mientras él esté aún con vida o, bien, en esa clase de vida, entonces tú estarás en peligro. Y no puedo soportarlo. No soporto saber que tu vida está en peligro. Y es que, Rose, nunca estarás a salvo hasta que él se haya ido. Quiero que estés a salvo. Necesito que estés a salvo. Quiero que estés segura. No quiero que nada te suceda. Mi brote de cólera desapareció tan rápidamente como había llegado. —Oh, Adrian, lo siento... Dejé que me llevara a sus brazos. Descansé mi cabeza contra su pecho, sentí su ritmo cardíaco y la suavidad de su camisa, me dejé llevar por un momento breve y fugaz en la comodidad. Sólo quería hundirme en él allí mismo. Yo no quería ser consumida por esos sentimientos de miedo: miedo por Lissa y temor a Dimitri. Sentí frío por todas partes cuando un escalofrió cayó sobre mí. No importaba lo que pasara, perdería a uno de ellos esta noche. Si rescatábamos a final feliz para esta historia, nada que pudiera salvar mi corazón de ser aplastado en pedazos. Adrian me rozó la frente con los labios y luego se inclinó hacia mi boca. —Ten cuidado, Rose. Pase lo que pase, por favor, por favor ten cuidado. No te puedo perder.

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Lissa, Dimitri moriría. Si él sobrevivía, ella iba a morir. No había

Yo no sabía qué decir a eso, la forma de responder a toda esa emoción que brotaba de él. Mi propia mente y mi corazón se inundaron con sentimientos encontrados, tantos que apenas podía formar un pensamiento coherente. En su lugar, llevé mi boca a la suya y lo besé. En medio de toda la noche, la muerte —la muerte que ya había pasado y la que estaba por venir—, el beso parecía más poderoso que cualquier cosa que él y yo hubiéramos compartido alguna vez. Estaba vivo. Yo estaba viva, y yo quería seguir así. Quería dejar a Lissa atrás, y regresar de nuevo a los brazos de Adrian, volver a sus labios por toda la vida… —¡Hathaway! ¡Dios mío!, la necesito para que nos guíe. Salí abruptamente de Adrian y vi a Hans mirándome. La mayoría de los SUV’s estaban llenas. Ahora era mi turno de actuar. Adrian me dio una mirada de despedida, y forzó una sonrisa que creo que se suponía que decía que fuera valiente. —Ten cuidado —repitió—. Tráelos de vuelta y también tráete de vuelta tú. Asentí rápidamente y después seguí impaciente a Hans a la SUV. La sensación más extraña se apoderó de mí como me deslizaba en el asiento trasero. Esto me había pasado así como cuando Víctor había secuestrado a Lissa, que casi me congeló. Entonces, también, había viajado en un todoterreno negro similar, que Dimitri se había sentado a mi lado —él maravilloso, valiente Dimitri que había sido hace mucho tiempo. Sin embargo, esos recuerdos se grabaron tanto en mi mente y como en mi corazón, que yo podía imaginar cada detalle: el modo en que había retirado mi pelo detrás de mis oídos, la mirada feroz en sus ojos marrones mientras pisaba el acelerador hasta que llegáramos a Lissa

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dirigiéndome hacia la ubicación de Lissa con los guardianes. Sólo

rápidamente. Había estado tan decidido, tan dispuesto a hacer lo correcto. Este Dimitri —Dimitri el Strigoi— también estaba determinado. Pero de una manera muy diferente. —¿Vas a ser capaz de hacer de esto? —Hans preguntó desde el asiento delantero. Una mano suave me apretó el brazo, y me sorprendió al ver a Tasha a mi lado. Yo ni siquiera había notado que viajaba con nosotros—. Estamos contando contigo. Asentí con la cabeza, queriendo ser digna de su respeto. De la forma de un guardián, mantuve las emociones fuera de mi cara, tratando de no sentir el conflicto entre los dos Dimitris. Tratando de no recordar que la noche en que había pasado lo de Lissa y Victor había sido la misma noche, en la que Dimitri y yo habíamos caído presos de la lujuria y el encanto. —Diríjanse hacia Lehigh —les dije con voz fría. Ahora ya era un guardián—. Voy a dirigirlos en cuanto nos acerquemos. Llevábamos en la carretera unos veinte minutos cuando sentí al grupo de Lissa detenerse. Dimitri había elegido un escondite, aparentemente no muy lejos de la universidad, lo que era más fácil para nosotros encontrarlos que si se hubieran mantenido en movimiento. Por supuesto, tuve que recordarme a mí misma que necesitarían mis instrucciones hasta que estuvimos más cerca de Lehigh, me armé de valor y entré en la cabeza de Lissa para ver qué estaba pasando. Lissa y Christian no estaban lesionados o siendo atacados, además de ser capturados y arrastrados. Se sentaron en lo que parecía una sala de almacenamiento, un cuarto de almacenamiento

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Dimitri quería ser encontrado. Sabiendo que los guardianes

que no se había utilizado en un largo tiempo. Todo cubierto por una capa pesada de polvo, tanto que era difícil distinguir algunos de los objetos apilados en los viejos estantes. Algunas herramientas, tal vez. Libros aquí y allá, así como cuadros. Una bombilla desnuda era la única luz en la habitación, dando una sensación áspera y sucia. Lissa y Christian se sentaron en sillas de madera con el respaldo recto, con las manos atadas en la espalda con una cuerda. Por un momento, el Déjà vu me golpeó de nuevo. Recordé el invierno pasado, cuando mis amigos y yo habíamos sido atados a sillas y capturados por Strigoi. Habían bebido de Eddie, y Mason había‖muerto… No. No pienses así, Rose. Lissa y Christian están vivos. Nada les ha ocurrido todavía. Nada les pasará. La mente de Lissa estaba en el aquí y ahora, pero un Déjà vú me dejó ver que todo el edificio era parecido al que me habían llevado —un viejo y abandonado almacén—, lo que hacía un agradable refugio para los Strigoi con sus prisioneros. Había cuatro Strigoi en la sala, pero por el que Lissa se preocupaba sólo era uno realmente importante. Dimitri. Comprendí su reacción. El verlo como un Strigoi había sido duro para mí. Surrealista, incluso. Me adapté un poco, simplemente por todo el tiempo que había pasado con él. Aún así, incluso me tomaba por estaba en un total shock. El cabello marrón oscuro de Dimitri hoy estaba suelto alrededor de su barbilla, una vista que yo había amado siempre en él. Se paseaba rápidamente, utilizando un plumero alrededor. Por una gran parte del tiempo, estaba de espaldas a Lissa y Christian, lo que lo hacía mucho más preocupante para ella. Sin ver su rostro,

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sorpresa a veces verlo así. Lissa no estaba preparada en absoluto y

casi podía creer que era el Dimitri de antes. Él discutía con los otros tres, mientras caminaba hacia atrás y adelante a través del pequeño espacio, la agitación irradiaba de él en una ola casi palpable. —Si los guardianes realmente vienen —gruñó un Strigoi—, entonces debemos de estar afuera. —Era un hombre alto, desgarbado, pelirrojo que parecía haber sido un Moroi cuando se transformó. Su tono implicaba que no creía que los guardianes en realidad irían, sin embargo. —Están viniendo —dijo Dimitri en voz baja, haciendo que su acento encantador me doliera el corazón—. Yo lo sé. —¡Entonces déjame salir allí y ser útil! —dijo bruscamente—. No nos necesitas para cuidar a estos dos —su tono era despectivo. Desdeñoso, incluso. Era comprensible. Todos en el mundo sabían que los vampiros Moroi no se resistían, y Lissa y Christian estaban vinculados con firmeza. —No los conozco —dijo Dimitri—. Son peligrosos. Ni siquiera estoy seguro de que sea una protección suficiente. —¡Eso es ridículo! En un movimiento suave, Dimitri dio la vuelta. Y le tiró un golpe a unos metros, sus ojos cada vez con mayor furia y shock. Y

—Permanecerás aquí tú y los guardianes, mientras yo te lo diga, ¿entiendes? —él miró hacia atrás y cuidadosamente tocó su cara, pero no dijo nada. Dimitri miró a los demás—. Y se quedarán también. Si los guardianes llegan al interior, se les necesitará para algo más que servicios de vigilancia.

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volvió a caminar como si nada hubiera sucedido.

—¿Cómo sabes? —preguntó otro Strigoi de pelo negro que pudo haber sido humano. Una rareza entre los Strigoi—. ¿Cómo sabes que vendrán? Los Strigoi tenía una audiencia asombrosa, pero con sus disputas, Lissa tenía una breve oportunidad de hablar con Christian sin ser detectada. —¿Puedes quemar mis cuerdas? —murmuró con voz casi inaudible—. ¿Al igual que con Rose? Christian frunció el ceño. Cuando él y yo habíamos sido capturados, era lo que había hecho para liberarme. Me había lastimado como el infierno y, como consecuencia, había creado ampollas en mis manos y muñecas. —Lo notarán—suspiró de nuevo. La conversación no llegó más lejos, porque Dimitri se movió precipitadamente y se volvió hacia Lissa. Ella jadeó con el movimiento repentino e inesperado. Rápidamente, acercándose, se arrodilló ante ella y la miró a los ojos. Ella se estremeció a pesar de sus mejores esfuerzos. Nunca había estado tan cerca de un Strigoi, y el hecho de que se tratara de Dimitri era mucho peor. Los anillos rojos alrededor de sus pupilas parecían arder en ella. Sus colmillos parecían a punto de atacar. Su mano salió y agarró su cuello, inclinando su rostro para que pudiera obtener una visión aún mejor a sus ojos. Sus dedos se clavaron en su piel, no era suficiente para cortar su respiración, era

—Sé que los guardianes vendrán, porque Rose nos está observando —dijo Dimitri—. ¿No es verdad, Rose? —Aflojando un poco su control, pasó la punta de sus dedos sobre la piel de la garganta‖de‖Lissa,‖tan‖suavemente…‖sin‖embargo,‖no‖había‖duda‖de‖ que él tenía el poder para romper su cuello.

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lo bastante para tener contusiones después. Si había un después.

Era como si me estuviera mirando a los ojos en ese momento. Mi alma. Incluso me sentí como si estuviera acariciando mi cuello. Sabía que era imposible. El vínculo existía entre Lissa y yo. Nadie más podía verlo. Sin embargo, en ese momento, era como si no existiera nadie más, sólo él y yo. Era como si no estuviera Lissa entre nosotros. —Tú estás ahí, Rose —una media sonrisa despiadada jugó en su boca—. Y no abandonarías a ninguno de ellos. Tampoco eres tan tonta como para venir sola, ¿verdad? Tal vez tendrías que, pero ya no. Salí de su cabeza, incapaz de mirarlo a los ojos —y verlos devolverme la mirada. Ya fuera mi propio miedo o un reflejo del de Lissa, descubrí que mi cuerpo también estaba temblando. Me obligué a detenerme y traté de frenar mi corazón acelerado. Tragué, y miré alrededor para ver si alguien se había dado cuenta, pero todos‖estaban‖preocupados‖discutiendo‖la‖estrategia…‖a‖excepción‖ de Tasha. Su fría mirada azul me estudió, su rostro reflejaba la preocupación. —¿Qué has visto? Sacudí mi cabeza, incapaz de mirarla. —Una pesadilla —

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murmuré—. Mi peor pesadilla hecha realidad.

Traducido por Sawi Corregido por Virtxu

N

o tenía un número preciso de cuántos Strigoi estaban en el grupo de Dimitri. Gran parte de lo que había visto a través de Lissa estaba difuminado por la

confusión y el terror. Los Guardianes, como lo esperábamos, habían simplemente hecho su mejor suposición acerca de cuántos enviar. Hans esperaba que una abrumadora cantidad nos hiciera perder el elemento sorpresa. Había enviado tantos guardianes como pudo, razonablemente, sin despejar la Corte. Es cierto que la Corte estaba protegida por salas, pero aún así no podía dejarse indefensa por completo. Contar con los recién graduados ayudaba. La mayoría de ellos habían sido dejados atrás, lo que nos permitía a los guardianes con experiencia ir a nuestra partida de caza. Lo que nos dejaba con cuarenta, o algo así. Eso era tan inusual como un gran grupo de enviados en parejas, tal vez en grupos de tres, como mucho, a las familias Moroi. Esta gran fuerza tenía el potencial de crear una batalla que rivalizaba con el ataque a la Academia. Sabiendo que escabullirnos a través de la oscuridad no funcionaría, Hans detuvo nuestra escolta cerca de la bodega en la que los Strigoi se encontraban. El edificio estaba situado en una vía

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Strigoi trabajando juntos. Los Guardianes eran normalmente

de servicio que cortaba la carretera. Esta era una zona industrial, un camino apenas desierto en el bosque, pero todas las empresas y fábricas estaban cerradas a esta hora de la noche. Salí de la camioneta, dejando que la cálida noche se envolviera a mi alrededor. Era húmeda, y la humedad en el aire se sentía especialmente opresiva cuando ya estaba sofocada por el miedo. De pie a un lado de la carretera, no sentía nauseas. Dimitri no había informado a los Strigoi por ahora, lo que significaba que nuestra llegada era aún, algo así como una sorpresa. Hans caminó hacia mí, y le di la mejor estimación que pude de la situación, en base a mi limitada información. —¿Pero puedes encontrar a Vasilisa? —Preguntó él. Asentí. —Tan pronto como esté en el edificio, el vínculo me llevará directamente a ella. Se dio la vuelta, mirando hacia la noche mientras los coches pasaban veloces junto a la carretera. —Si ellos nos están esperando fuera, podrán escucharnos y olernos mucho antes de que los veamos. —Los faros de un coche que pasaba iluminaron su rostro por un momento, el cual estaba pensativo—. ¿Dices que allí hay tres capas de Strigoi? —Por lo que puedo decir. Hay algunos con Lissa y Christian, y Dimitri haría en esta situación. Seguramente lo conocía lo suficiente, incluso como Strigoi, para calcular su estrategia—. Luego, otra capa dentro del edificio, antes de llegar a la bodega. No estaba segura, pero no se lo diría a Hans. La asunción la había hecho basándome en mis instintos, en representación de lo

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también algunos fuera. —Hice una pausa, tratando de pensar lo que

que yo haría y en lo que pensaba que Dimitri haría. Supuse que sería mejor si Hans se preparaba para tres olas de Strigoi. Y eso fue exactamente lo que hizo. —Entonces entraremos con tres grupos. Tú lideraras el grupo encargado de la extracción. Otro equipo acompañará al tuyo y finalmente se separarán. Ellos lucharán contra los que estén en el interior, dejándolos cerca de los cautivos. Eso‖sonaba‖tan…‖militar.‖Extracción. Cautivos.‖Y‖yo…‖una‖líder‖ de equipo. Tenía sentido debido a la conexión, pero siempre, en el pasado, ellos sólo usaban mi conocimiento y me dejaban al margen. Bienvenida a lo que es ser un Guardián, Rose. En la escuela, habíamos llevado a cabo todo tipo de ejercicios, siguiendo cuantos diferentes escenarios con Strigoi se imaginara nuestro instructor. Sin embargo, cuando levanté la vista hacia el almacén, todos los ejercicios parecieron una broma, un juego que de ninguna forma estaba a la altura del que estaba a punto de enfrentar. Durante medio segundo, la responsabilidad de todo esto parecía desalentadora, pero empujé rápidamente a un lado esas preocupaciones. Esto era para lo que había sido entrenada, para lo que había nacido. Mis propios miedos no importaban. Ellos son primero. Era hora de demostrarlo. —¿Qué vamos a hacer si no podemos acercarnos sigilosamente a ellos? —Le pregunté. Hans tenía razón sobre los Strigoi

Una sonrisa casi maliciosa parpadeó en su rostro y explicó su plan al grupo al mismo tiempo que dividía nuestros equipos. Su enfocada táctica era audaz y temeraria. Mi tipo de plan. Y, así, nos separamos. Un análisis más profundo nos podría haber dicho que estábamos en una misión suicida. Tal vez lo

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detectándonos con antelación.

estábamos. Y, honestamente, no importaba. Los Guardianes no abandonarían a la última Dragomir. Y yo no abandonaría a Lissa ni aunque hubiera un millón de Dragomirs. Así que, con una entrada sigilosa descartada, Hans optó por un ataque en pleno. Nuestro grupo entró de nuevo en las ocho camionetas y nos encaminamos por la calle a una velocidad ilegal. Tomamos todo el ancho de la carretera, aprovechando que no había tráfico en sentido contrario. Dos camionetas tomaron la delantera lado a lado y, detrás de ellas, dos filas de tres. Llegamos hasta el final del camino, nos detuvimos con los neumáticos chirriando frente a la bodega y salimos de nuestros coches. Si el sigilo y la lentitud no eran una opción, les sorprenderíamos siendo rápidos y furiosos. De hecho, algunos de los Strigoi estaban sorprendidos. Claramente habían previsto nuestra entrada, pero había sucedido tan rápido que tuvieron sólo un momento para reaccionar. Por supuesto, cuando eres tan rápido y mortífero como un Strigoi, un momento es todo lo que necesitas. Un grupo de ellos se abalanzaron hacia‖ nosotros,‖ y‖ Hans‖ y‖ su‖ ‚Equipo‖ exterior‛‖ cargaron‖ con‖ ellos, los Guardianes se ubicaban entre mi grupo y el otro que se dirigía hacia el interior. Los Moroi usuarios del fuego habían sido asignados al grupo exterior, por temor a incendiar el edificio si

Mi equipo se movió alrededor de la batalla, ejecutando inevitablemente a algunos Strigoi que no habían caído en la distracción

del

primer

equipo.

Con

buena

y

practicada

determinación, ignoré las náuseas que barrieron a través de mí al estar cerca de los Strigoi. Hans me había estrictamente ordenado no detenerme a menos que cualquier Strigoi se pusiera directamente en

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estaban dentro.

mi camino, y él y otros Guardianes estaban detrás, cubriendo cualquier amenaza que viniera a mí. Él no quería que nada me retrasara de guiarlos hasta Lissa y Christian. Luchamos nuestro camino hasta el almacén, entrando en una sucia sala bloqueada por Strigoi. Había acertado en mi suposición de que Dimitri tendría capas de seguridad. Un cuello de botella se formó en el pequeño espacio, y por unos momentos las cosas fueron caóticas. Lissa estaba tan cerca. Era como si estuviera llamándome, y ardía de impaciencia mientras esperaba que el pasillo se despejara. Mi equipo estaba en la parte de atrás, dejando que el otro grupo luchara. Vi Strigois y Guardianes cayendo por igual y traté de no distraerme. Pelea ahora, sufre luego. Lissa y Christian, tenía que concentrarme en ellos. —Allí —dijo Hans, tirando de mi brazo. Una brecha se había formado frente a nosotros. Estaba aún llena de Strigoi, pero estaban lo suficientemente distraídos para que mis compañeros y yo nos deslizáramos a través de ella. Bajamos por el pasillo, el cual se abría en un gran espacio vacío que componía el corazón del almacén. Unos trozos de basura y escombros era todo lo que quedaba de la mercancía que un tiempo atrás había sido guardada aquí. Abrimos las puertas de la habitación, pero ahora no necesitaba el vínculo para decirme dónde estaba Lissa. Tres Strigoi hacían Dimitri me había superado. No me importaba. Mi grupo era de diez personas. Los Strigoi gruñeron, vigorizándose en anticipación mientras nos abalanzábamos hacia ellos. A través de una señal tácita, la mitad de mi grupo se encargó de ellos. El resto de nosotros tiramos la puerta abajo.

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guardia‖fuera‖de‖una‖puerta.‖Así‖que…‖cuatro‖capas‖de‖seguridad.‖

A pesar de mi intensa concentración en llegar a Lissa y Christian, un pequeño pensamiento estaba siempre bailando en la parte trasera de mi cerebro. Dimitri. No había visto a Dimitri en ninguno de los Strigoi que habíamos enfrentado. Con toda mi atención en nuestros atacantes, no me había deslizado en la mente de Lissa para verificar la situación, pero estaba totalmente convencida de que él aún estaba en la habitación. Se habría quedado con ella sabiendo que vendría. Estaría esperando para enfrentarme. Uno de ellos morirá esta noche. Lissa o Dimitri. Después de haber alcanzado nuestro objetivo, no necesitaba protección adicional. Hans enterró su estaca en el primer Strigoi que encontró, empujándome al pasar y saltando al enfrentamiento. El resto de mi grupo hizo lo mismo. Entramos al cuarto y, si había pensado que esto era un caos antes, no era nada comparado a lo que nos enfrentábamos ahora. Todos nosotros —Guardianes y Strigoi— apenas y cabíamos en el cuarto, lo que significaba que estábamos peleando muy, muy cerca. Una hembra Strigoi —a la que Dimitri abofeteó antes— vino hacia mí. Peleé en piloto automático, apenas consciente de mi estaca atravesando su corazón. En esta sala, llena de gritos y muerte chocando, había sólo tres personas en el mundo que me importaban: Lissa, Christian y Dimitri.

amigos contra la pared más alejada. Nadie peleaba contra él. Estaba de pie con sus brazos cruzados, un rey supervisando su reino mientras sus soldados combatían contra el enemigo. Sus ojos se fijaron en mí, con expresión divertida y expectante. Aquí era donde todo terminaría. Ambos lo sabíamos. Me empujé entre la multitud, esquivando a un Strigoi. Mis colegas se empujaban hacia la lucha a

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Los había encontrado por fin. Dimitri estaba con mis dos

mi lado, despachando a quien quiera que se pusiera en mi camino. Los dejé luchar, moviéndome hacia mi objetivo. Todo esto, todo lo que había pasado, me llevaba a este momento: el enfrentamiento final entre Dimitri y yo. —Eres hermosa en batalla —dijo Dimitri. Su fría voz llegó hasta mí con claridad, incluso sobre el rugido del combate—. Como un ángel vengador que viene a entregar la justicia divina. —Es curioso —dije, cambiando el agarre de mi estaca—. Eso es más o menos por lo que estoy aquí. —Los ángeles caen, Rose. Casi lo alcanzaba. A través del vínculo, sentí un leve aumento de dolor de Lissa. Un ardor. Nadie le había hecho daño todavía. Pero cuando vi sus brazos moviéndose por el rabillo de mí ojo, comprendí lo que estaba sucediendo. Christian había hecho lo que ella le había pedido: había quemado sus cuerdas. La vi moverse para desatarlo a cambio, y luego mi atención regresó a Dimitri. Si Lissa y Christian estaban libres, entonces mucho mejor. Haría su huida más fácil, una vez que acabáramos con los Strigoi. Si es que acabamos con los Strigoi. —Me diste un montón de problemas para llegar hasta aquí —le

Él se encogió de hombros, indiferente. Casi estaba allí. En frente de mí, un Guardián luchaba contra un Strigoi calvo. Esa falta de cabello no era atractiva con su piel blanca tiza. Me moví a su alrededor.

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dije a Dimitri—.‖Muchas‖personas‖morir{n…‖tuyas‖y‖mías.

—No importa —dijo Dimitri. Se puso tenso cuando me acerqué—. Ninguno de ellos importa. Si mueren, entonces obviamente no valían la pena. —Presa y depredador —murmuré, recordando lo que me había dicho mientras me mantenía prisionera. Llegué hasta él. Nadie estaba entre nosotros ahora. Esto era diferente a nuestras peleas anteriores, en las que habíamos tenido mucho espacio en el cuarto para medirnos el uno al otro y planear nuestro ataque. Estábamos aún muy juntos en la habitación, y para mantener nuestra distancia de los otros, cerramos la brecha entre nosotros. Esta era una desventaja para mí. Los Strigoi superaban a los

Guardianes

físicamente;

más

espacio

nos

ayudaba

a

compensarnos con más capacidad para maniobrar. No tenía necesidad de maniobrar aún, sin embargo. Dimitri estaba tratando de desesperarme, esperando que yo hiciera el primer movimiento. Él mantenía una buena posición, una que bloqueaba mi llegada a su corazón. Podía hacerle algún daño si lo cortaba donde fuera con la estaca, pero él probablemente me golpearía, un golpe que vendría lleno de poder en esta proximidad. Así que traté de esperar, también. —Toda esta muerte es por ti, lo sabes —dijo él—. Si me hubieras‖ dejado‖ despertarte…‖ estar‖ juntos…‖ bueno,‖ nada‖ de‖ esto‖ y todos tus amigos estarían a salvo. Ninguno de ellos habría muerto. Es tu culpa. —¿Y qué pasa con la gente que tuve que matar en Rusia? — demandé. Él cambió su peso un poco. ¿Era eso una invitación?— Ellos‖no‖estarían‖a‖salvo‖si‖yo…

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habría pasado. Aún estaríamos en Rusia, uno en los brazos del otro,

Un sonido de colisión a mi izquierda me sobresaltó. Christian, ahora libre, había estrellado su silla contra un Strigoi que peleaba contra un Guardián. El Strigoi se deshizo de Christian como si fuera una mosca. Christian voló hacia atrás, chocando contra una pared, y aterrizó en el suelo con una mirada aturdida. A pesar de mí misma, eché un vistazo y vi a Lissa corriendo a su lado. Y, para mi sorpresa, ella tenía una estaca en su mano. Cómo la había obtenido, no tenía ni idea. Tal vez la había recogido de un Guardián caído. Tal vez ninguno de los Strigoi había pensado en registrarla cuando la trajeron. Después de todo, ¿Por qué en toda la tierra un Moroi tendría una estaca? —¡Deténganse! ¡Manténganse fuera de su camino! —les grité, volviéndome hacia Dimitri. Dejar que esos dos me distrajeran me había costado. Dándome cuenta que Dimitri estaba a punto de atacarme, me las arreglé para esquivarlo sin siquiera ver lo que estaba haciendo. Resultó que estaba yendo por mi cuello, y mi imprecisa evasión me había salvado de grandes daños. Aun así, sus manos tomaron mis hombros, empujándome casi tan lejos como había ido Christian. A diferencia de mi amigo, sin embargo, yo tenía años de entrenamiento que me enseñaron a recuperarme de algo como esto. Había perfeccionado mucho mi equilibrio y mis habilidades de recuperarlo. Me tambaleé sólo un poco, pero

Sólo podía rezar para que Christian y Lissa me hubieran escuchado y no hicieran nada estúpido. Tenía que concentrarme en Dimitri, o haría que me mataran. Y si yo moría, Lissa y Christian de seguro morirían. Mi impresión, mientras luchábamos nuestro camino hacia adentro, era que los Guardianes superaban en número a los Strigoi, aunque eso a veces no importaba. Sin embargo,

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rápidamente recuperé mi posición.

esperaba que mis colegas hubieran acabado con nuestros enemigos, dejando que yo hiciera lo que tenía que hacer. Dimitri se rió de mi esquivada. —Estaría impresionado si no fuera algo que un niño de diez años pudiera hacer. Ahora, tus amigos…‖bueno,‖ellos‖también‖pelean‖en‖un‖nivel‖de‖diez‖años‖de‖ edad. ¿Y para un Moroi? Eso es realmente bueno. —Sí, bueno, ya veremos cuál será tu evaluación cuando te mate —le dije. Hice un pequeño avance para ver cuánta atención estaba prestando. Él lo esquivó con gracia, tan elegante como un bailarín. —No puedes, Rose. ¿No lo sabes ya? ¿No lo has visto? No puedes derrotarme. No puedes matarme. Incluso si pudieras, no eres capaz de hacerlo. Dudarás. De nuevo. No, no lo haría. Eso era lo que él pensaba. Había cometido un error al traer a Lissa aquí. Ella incrementaba la apuesta, su juego, en todo. Ella estaba aquí. Ella era real. Su vida estaba en juego, y por eso…‖por‖eso,‖no‖dudaría. Dimitri se debió haber cansado de esperar por mí. Se adelantó de nuevo, con una de sus manos yendo a por mi cuello. Y de nuevo lo esquivé, dejando que mi hombro tomara la peor parte del golpe. Esta vez, él tomo mi hombro. Me tiró hacia él, con el triunfo flameando en sus ojos rojos. En la clase de espacio en que nos matarme. Tenía lo que quería. Al parecer, sin embargo, él no era el único que me quería. Otro Strigoi, tal vez pensando que ayudaba a Dimitri, se empujó contra nosotros y me agarró. Dimitri descubrió sus colmillos, dándole al otro Strigoi una mirada de puro odio y furia.

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encontrábamos, esto era probablemente todo lo que necesitaba para

—¡Es mía! —siseó Dimitri, golpeando al otro Strigoi de una forma que él claramente no esperaba. Y esa fue mi oportunidad. La breve distracción de Dimitri hizo que aflojara su agarre sobre mí. La misma proximidad que lo hacía a él tan letal para mí, me hacía igual de peligrosa. Estaba cerca de su pecho, cerca de su corazón. Y tenía mi estaca en la mano. Nunca seré capaz de decir con certeza cuánto tiempo tomó lo que ocurrió a continuación. En cierto modo, lo sentí como un latido de corazón. Al mismo momento, era como si nos hubiéramos congelado en el tiempo. Como si todo el mundo se hubiera detenido. Mi estaca se movía hacia él, y mientras los ojos de Dimitri se fijaban en mí una vez más, creo que él finalmente creyó que lo mataría. No dudé. Esto estaba pasando. Mi estaca estaba allí… Y luego no lo estaba. Algo me golpeó con fuerza en mi lado derecho, empujándome lejos de Dimitri y desviando mi ataque. Tropecé, apenas evitando golpear a alguien. Aunque siempre trataba de permanecer atenta respecto a todas las cosas a mi alrededor en una pelea, dejé mi guardia baja en esa dirección. Los Strigoi y los guardianes estaban a mi izquierda. La pared, Lissa y Christian, estaban a mi derecha.

camino. Creo que Dimitri estaba tan sorprendido como yo. Estaba igualmente sorprendido cuando Lissa fue hacia él con la estaca en su mano. Y como un rayo a través del vínculo, leí lo que ella muy, muy cuidadosamente me había escondido estos últimos días: ella había logrado encantar la estaca con espíritu. Esa era la razón por la que había estado tan excitada durante las últimas sesiones de

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Y fueron Lissa y Christian los que me empujaron fuera del

práctica con Grant y Serena. El saber que tenía la herramienta que necesitaba había alimentado su deseo de utilizarla. Ocultarme esa información era una hazaña igual de buena que encantar la estaca. No es que importara justo ahora. Con una estaca encantada o no, ella no lograría acercarse a Dimitri. Él lo sabía también, y su sorpresa inmediatamente cambió a una brillante diversión, casi indulgente, la forma en que miras a un niño haciendo algo adorable. El ataque de Lissa fue torpe. Ella no era lo suficientemente rápida. Lo suficientemente fuerte. —¡No! —grité, saltando hacia ellos, aunque estaba casi segura que tampoco llegaría lo suficientemente rápido. De repente, un muro de ardientes llamas apareció frente a mí, y apenas y tuve tiempo de pensar en evitarlo. El fuego se disparaba desde el suelo, formando un anillo alrededor de Dimitri, manteniéndome alejada de él. Fue desorientador, pero sólo por un momento. Sabía que esto era obra de Christian. —¡Detente! —No sabía qué hacer, si debería atacar a Christian o saltar sobre el fuego—. ¡Nos quemarás vivos! —El fuego estaba bastante controlado, Christian tenía mucha habilidad, pero en una habitación de este tamaño, hasta un fuego controlado era mortal. Incluso los otros Strigoi retrocedieron.

Lo escuché gritar, podía ver su mirada de agonía, incluso a través del fuego. El cual comenzó a consumir su abrigo, y el humo comenzó a salir del incendio. Algún instinto me decía de debía parar‖ esto…‖ y‖ aun así, ¿Qué importaba? Había venido a matarlo. ¿Importaba si alguien más lo hacía por mí?

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Las llamas se acercaban a Dimitri, creciendo más y más fuerte.

Y entonces fue cuando me di cuenta que Lissa estaba aún en la ofensiva. Dimitri estaba distraído, gritando mientras las llamas envolvían su cuerpo. Yo gritaba también…‖ por‖ él,‖ por‖ ella…‖ era‖ difícil de decir. El brazo de Lissa traspasó las llamas, y de nuevo, surgió dolor a través del vínculo, un dolor más fuerte que el que había sentido cuando Christian quemó sus sogas. Sin embargo, ella continuó, ignorando la agonía del fuego. Su alienación estaba bien. Ella tenía la estaca dirigida hacia el corazón. La estaca entró, atravesándolo. Bueno, algo así. Al igual que cuando practicaba con la almohada, ella no tenía la fuerza suficiente para llevar la estaca hasta donde tenía que ir. La sentí endurecerse, tomando toda la fuerza que tenía. Empujando todo su peso en ello, empujó de nuevo, usando ambas manos. La estaca entró más. Aunque aún no era suficiente. Este retraso le hubiera costado la vida en una situación normal. Esta no era una situación normal. Dimitri no tenía forma de bloquearla, no con el fuego comiéndoselo lentamente. Logró una pequeña lucha que hizo salir la estaca, deshaciendo el poco progreso que ella había logrado. Haciendo una mueca, lo intentó de nuevo, empujando la estaca de nuevo en su anterior posición.

Entonces, entré en sentido, sabiendo que necesitaba detener esto. Lissa se iba a quemar por completo si seguía tratando estacarlo. Ella carecía de la habilidad. Además, sólo necesitaba estacarlo o dejar que el fuego terminara con él. Avancé. Lissa me vio en su periferia y envió una explosión de compulsión hacia mí. ¡No! ¡Déjame hacerlo!

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Aún así, no era suficiente.

La orden me golpeó con fuerza, un muro invisible que me obligó a detenerme. Me quede allí, aturdida, por ambas, la compulsión y la comprensión de que ella la había usado en mí. Sólo me tomó un momento sacudírmela de encima. Ella estaba muy distraída para poner todo su poder en la orden, y yo era bastante resistente a la compulsión, de todas formas. Sin embargo, ese ligero retraso me había impedido llegar hasta ella. Lissa midió su última oportunidad, sabiendo que no tendría otra. Una vez más, luchando contra el dolor abrasador del fuego, canalizó todo lo que tenía en empujar la estaca todo el camino hasta el corazón de Dimitri. Su ataque aún era torpe, aún necesitaba un poco más de conocimiento y empuje que un Guardián entrenado habría logrado con un solo golpe. Torpe o no, la estaca finalmente lo hizo. Atravesó su corazón. Y mientras lo hacía, sentí magia fluir por nuestro lazo, la magia familiar que había sentido tantas veces cuando ella realizaba una curación. Salvo‖que…‖esta‖era‖un‖millón‖de‖veces‖m{s‖poderosa‖que‖todo‖ lo que había sentido antes. Me congeló tan claramente como lo había hecho su compulsión. Sentí como si todos mis nervios fueran a explotar, como si hubieran sido golpeados por un rayo. De repente, una luz blanca nació a su alrededor, una luz más caer el sol en la mitad de la habitación. Chillé, mi mano se alzó instintivamente para proteger mis ojos mientras daba un paso atrás. Por los sonidos de la habitación, todos estaban teniendo una reacción similar.

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potente que el brillo del fuego. Era como si alguien hubiera dejado

Por un momento, fue como si ya no hubiera ningún vínculo. No sentí nada viniendo de Lissa, ni dolor, ni magia. El lazo estaba tan incoloro y vacío como la luz blanca que llenaba la habitación. El poder que ella había usado, había superado, inundado y abrumado nuestro vínculo, adormeciéndolo. Entonces la luz simplemente despareció. No disminuyó. Sólo…‖ se fue en un parpadeo. Como un interruptor siendo accionado. Había silencio en el cuarto, a excepción de unos pocos murmullos de malestar y confusión. Esa luz debió de haber sido tóxica para los sensibles ojos de los Strigoi. Era bastante dura para mí. Estrellas bailaban delante de mis ojos. No podía concentrarme en nada que no fuera la imagen residual de ese brillo que quemaba a través de mi visión. Por fin, bizqueando un poco, pude ver vagamente de nuevo. El fuego había desaparecido, aunque las manchas negras en la pared y el techo marcaban su presencia, como también un poco de humo persistente. En mi opinión, allí deberían haber muchos más daños. No pude desperdiciar mi tiempo en ese milagro, sin embargo, porque había otro teniendo lugar frente a mí. No sólo un milagro. Un cuento de hadas. Lissa y Dimitri estaban ambos en el suelo. Sus ropas estaban su hermosa piel donde el fuego la había afectado más. Sus manos y muñecas estaban particularmente mal. Podía ver manchas de sangre donde las llamas habían consumido por completo su piel. Eran quemaduras de tercer grado, si es que recordaba mis clases de fisiología correctamente. Sin embargo, ella no parecía sentir ningún dolor, ni las quemaduras afectaban el movimiento de sus manos.

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quemadas y chamuscadas. Fuertes parches rojos y rosas marcaban

Ella acariciaba el cabello de Dimitri. Mientras se sentaba en algo parecido en una posición vertical, él estaba en una posición desgarbada. Su cabeza descansaba en su regazo, y ella pasaba sus dedos sobre su cabello en un movimiento suave y repetitivo, como el que se hace para consolar a un niño, o incluso un animal. Su cara, estropeada por los terribles daños del fuego, estaba radiante y llena de compasión. Dimitri me había llamado un ángel vengador, pero ella era un ángel misericordioso mientras lo miraba y le cantaba suaves palabras de consuelo, palabras sin sentido. Con el estado de su ropa y lo que había visto en el fuego, había esperado que se hubiera convertido en cenizas, una especie de ennegrecida y esquelética pesadilla. Aun así, cuando él movió su cabeza, dándome una primera visón completa de su cara, vi que estaba completamente a salvo. Ninguna quemadura marcaba su piel, una piel que era tan cálida y bronceada como el primer día que lo conocí. Capté sólo una mirada de sus ojos antes de que él cubriera su cara con la rodilla de Lissa. Vi un color café profundo, la profundidad en la que había caído tantas veces. No unos anillos rojos. Dimitri…‖no‖era‖un‖Strigoi.

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Y estaba llorando.

Traducido por MarieAnn, Cowdiem, cYeLy DiviNNa y dark heaven Corregido por Ellie

T

oda la sala parecía contener la respiración. Sin embargo, incluso ante los milagros, los

guardianes —o Strigoi, para el caso— eran difíciles de

distraer. Las peleas que se habían detenido se reanudaron aún con mucha más furia. Los guardianes tenían las de ganar, y aquellos de ellos que no estaban comprometidos con el último superviviente Strigoi de repente saltaron hacia Lissa, tratando de alejarla de Dimitri. Para sorpresa de todos, ella se aferró a él con fuerza e hizo algunos intentos débiles para combatir las aglomeraciones a su alrededor. Ella era feroz y protectora, otra vez poniéndome en la

Dimitri se aferraba a ella tan atentamente, pero tanto él como Lissa fueron superados. Los guardianes finalmente los forzaron a separarse. Hubo gritos confusos cuando los guardianes trataron de determinar si deberían matar a Dimitri. No habría sido difícil. Él no podía hacer nada ahora. Apenas podía soportar la barricada que lo tiró a sus pies.

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mente a una madre que defiende a su hijo.

Eso

me

despertó.

Había

estado simplemente

mirando,

congelada y estupefacta. Sacudiendo mi aturdimiento, me lancé hacia delante, aunque no estaba segura hacia quién me dirigía: Lissa o Dimitri. —¡No! ¡No! —Grité, ya que algunos guardianes venían con estacas—. ¡No es lo que piensan! ¡El no es Strigoi! ¡Mírenlo! Lissa y Christian estaban gritando cosas similares. Alguien me agarró y tiró de mí hacia atrás, y me dijo que deje que los demás manejaran esto. Sin pensarlo, me di vuelta y golpeé a mi captor en la cara, descubriendo demasiado tarde que era Hans. Cayó un poco hacia atrás, pareciendo más sorprendido que ofendido. Atacarlo fue suficiente para atraer la atención de los otros, sin embargo, y de pronto tuve mi propio grupo de guardianes para combatir. Mis esfuerzos no sirvieron, en parte porque era superada en número y en parte porque no podía encargarme de ellos de la misma manera que había atacado a un Strigoi. Cuando los guardianes me sacaron, me di cuenta entonces que Lissa y Dimitri ya habían sido retirados de la habitación. Quise saber dónde estaban, gritándoles que yo tenía que verlos. Nadie me escuchó. Me arrastraron lejos, fuera del almacén, pasando por una cantidad preocupante de cuerpos. La mayoría era Strigoi, pero me di cuenta de algunas de las caras del regimiento de guardianes en la había terminado, y había ganado nuestro lado, pero a un costo muy alto. Los guardianes sobrevivientes estarían haciendo la limpieza ahora. No me habría sorprendido si los alquimistas se hicieran presentes, pero, por el momento, nada de eso era mi preocupación.

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Corte. Hice una mueca, aunque yo no los conocía bien. La batalla

—¿Dónde está Lissa? —Seguí exigiéndoles cuando yo fui empujada dentro de una de las SUV. Dos guardianes se deslizaron conmigo, quienes se sentaron en cada lado. Yo no conocía a ninguno de ellos—. ¿Dónde está Dimitri? —La princesa ha sido llevada a un lugar seguro —uno de los guardianes dijo secamente. Él y el otro miraron fijamente hacia delante, y me di cuenta que ellos no iba a responder la pregunta acerca de Dimitri. Él bien podría no existir para ninguno de ellos. —¿Dónde está Dimitri? —Repetí, hablando más alto con la esperanza de que pudiera obtener una respuesta—. ¿Está con Lissa? Conseguí una reacción. —Por supuesto que no —dijo el guardián que había hablado antes. —Está... ¿Él está vivo? —Fue una de las preguntas más difíciles que yo había preguntado alguna vez, pero tenía que saber. Odiaba admitirlo, pero si yo estuviera en el lugar de Hans, no habría estado buscando milagros. Yo me habría puesto a exterminar todo lo que se percibiría como una amenaza. —Sí —dijo el conductor por fin—. Él... eso... está vivo. Y eso fue todo lo que podría salir de ellos, no importaba lo mucho que argumente y pidiera ser liberada del coche, y créanme hice mucho de eso. Su capacidad para ignorarme fue muy de que ellos sabían lo que había sucedido. Todo había ocurrido tan rápido. Lo único que estos dos sabían era que les habían ordenado que me escoltaran al exterior del edificio. Yo tenía la esperanza de que alguien que conociera pudiera unirse a nosotros en nuestra SUV. Nop. Sólo más guardianes

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impresionante, de verdad. Para ser justos, ni siquiera estaba segura

desconocidos. Ningún Christian o Tasha. Ni siquiera Hans, por supuesto, que era comprensible. Él probablemente tenía miedo de que lo golpee accidentalmente otra vez. Cuando estábamos embarcados y en camino, finalmente renuncié a mi acoso y me hundí en el asiento. Otros SUV habían salido con nosotros, pero no tenía idea de si mis amigos estaban en ellas. El vínculo entre Lissa y yo todavía estaba entumecido. Después del shock inicial en el que yo no sentí nada, recuperé poco a poco una ligera sensación de ella, diciéndome que estábamos conectadas y que ella aún estaba viva. Eso era todo. Con todo ese poder que había explotado a través de ella, era casi como si el vínculo se hubiera frito temporalmente. La magia entre nosotras estaba frágil. Cada vez que trataba de utilizar el enlace para ver cómo estaba, era como si mirase algo demasiado brillante, y era cegada. Solamente tenía que asumir que se restablecería pronto, porque yo necesitaba su visión sobre lo que había pasado. No, información aparte. Necesitaba saber qué es lo que había pasado y punto. Aún estaba un poco en shock, y el largo camino de vuelta a la Corte me dio tiempo para procesar los pocos hechos de los cuales tenía conocimiento. Inmediatamente quise saltar hacia Dimitri, pero necesitaba comenzar por el principio si realmente

Primero: Lissa había encantado una estaca y me había ocultado la información. ¿Cuándo? ¿Antes del viaje a la Universidad? ¿En Lehigh? ¿Mientras estábamos cautivas? No importaba. Segundo, a pesar de sus intentos fallidos con la almohada, ella había

lanzado

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quería analizar lo que había ocurrido.

la estaca directo al corazón de Dimitri. Había sido difícil, pero el fuego de Christian lo había hecho posible. Hice una mueca, recordando las quemaduras que Lissa había sufrido durante esa penosa experiencia. Había sentido el dolor de ellas antes de que el lazo se hubiera cortado, y también había visto las marcas en ella. Adrian no era el mejor sanador del mundo, pero afortunadamente su magia sería suficiente para ocuparse de las heridas. El‖ tercer‖ hecho‖ y‖ final‖ aquí… bueno…‖ ¿era‖ un hecho? Lissa había estacado a Dimitri y había usado la misma magia que ella habría‖ usado‖ para‖ sanar… y, ¿entonces? Esa era la gran pregunta. ¿Qué había pasado, además de lo que se sintió como una explosión nuclear de magia a través de nuestro lazo? ¿De verdad había visto lo que‖pensé‖que‖había‖visto?‖Dimitri‖había… cambiado. Él no era más Strigoi. Lo sentí en mi corazón, aun cuando sólo había logrado darle un pequeño vistazo. Había sido suficiente para permitirme ver la verdad. Las características de Strigoi se habían ido. Lissa había hecho todo lo que Robert había jurado que necesitaba para restaurar a un Strigoi, y realmente después de toda esa‖magia… bueno, era fácil de creer que todo era posible. Esa imagen de Dimitri vino hacia mí, aferrándose a Lissa con lágrimas corriendo por su rostro. Nunca lo había visto tan vulnerable. De alguna forma, no creía que los Strigoi lloraran.

rápidamente para evitar llorar también. Mirando alrededor, me sintonicé de nuevo con mis alrededores. Fuera del auto, el cielo estaba iluminado. Era casi el amanecer. Los guardianes que estaban conmigo tenía signos de cansancio en sus rostros, sin embargo, las expresiones de alerta en sus ojos nunca decayeron. Había perdido el sentido del tiempo, pero mi reloj interno me dijo que habíamos

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Algo en mi corazón se retorció dolorosamente y parpadeé

estado de camino por un buen rato. Deberíamos estar casi de vuelta en la Corte. Tentativamente, toqué el lazo y me di cuenta que estaba de vuelta, pero aún frágil. Era como si pestañeara apagándose y prendiéndose, aun restableciéndose a sí mismo. Eso era suficiente para tranquilizarme, y di un suspiro de alivio. Cuando el lazo se había manifestado por primera vez años atrás, había sido tan extraño… irreal. Ahora que lo había aceptado como parte de mi vida, su ausencia hoy se había sentido poco natural. Viendo a través de los ojos de Lissa, en la camioneta en la que viajaba, inmediatamente deseé poder ver a Dimitri con ella. Ese único vistazo en el almacén no había sido suficiente. Necesitaba verlo de nuevo, necesitaba ver si este milagro de verdad había sucedido. Quería beber de esos rasgos, ver al Dimitri desde hace tanto tiempo. Al Dimitri que amaba. Pero él no estaba con Lissa. Christian estaba ahí, sin embargo, y él miro hacia ella cuando se agitó. Ella había estado dormida y aún se sentía mareada. Eso, combinado con el efecto posterior del poder abrasador de antes, mantenía nuestra conexión brumosa. Las cosas se salían de foco para mí a cada momento, pero en general, podía seguir lo que estaba pasando. —¿Cómo te sientes? —Preguntó Christian. Su voz y sus ojos imposible que ella no lo notara. Pero ella estaba un poco preocupada ahora. —Cansada. Agotada.‖ Como… no lo sé. Como si hubiera sido lanzada por un huracán. O atropellada por un auto. Elige algo horrible, y así es como me siento.

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mientras él la observaba estaban llenos de tanto cariño que parecía

Él le dio una pequeña sonrisa y delicadamente tocó su mejilla. Abriéndome a mí misma a los sentidos de ella, sentí el dolor de sus quemaduras y que él estaba acariciando la piel cercana a una, a pesar de ser cuidadoso de mantenerse lejos de ella. —¿Es horrible? —ella le preguntó—. ¿Se ha derretido toda mi piel? ¿Me veo como un extraterrestre? —No —dijo él, riendo un poco—. No es para tanto. Estás hermosa, como siempre. Se necesita mucho más para cambiar eso. El dolor pulsante que ella sentía le hizo pensar que había más daño del que él estaba admitiendo, pero el cumplido y la forma en que él lo había dicho habían hecho bastante para tranquilizarla. Por un momento, toda su existencia se focalizó en el rostro de él y la forma en que el sol naciente estaba empezando a iluminarla. Luego, el resto de su mundo se estrelló a su alrededor. —¡Dimitri! ¡Necesito ver a Dimitri! Había guardianes en el auto, y ella los miró mientras hablaba. Igual que conmigo, ninguno de ellos parecía dispuesto a reconocer lo que había pasado. —¿Por qué no puedo verlo? ¿Por qué se lo llevaron? —esto iba dirigido a cualquiera que pudiera responder, y al menos, Christian

—Porque ellos creen que él es peligroso. —No‖lo‖es.‖Él‖solo… me necesita. Está herido por dentro. Los ojos de Christian repentinamente se abrieron como platos, su rostro llenándose de pánico. —Él‖no‖est{…‖¿no‖est{s‖unida‖a‖él,‖ cierto?

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lo hizo.

Supuse por la forma en que su rostro se veía, que Christian estaba recordando a Avery y cómo el estar unida a muchas personas la había empujado hasta el límite. Christian no había estado ahí para la explicación de Robert sobre el alma yendo al mundo de los muertos y cómo un Strigoi restaurado no quedaba unido. Lissa negó con la cabeza lentamente. —No... Sólo sé. Cuando yo... Cuando lo sané, tuvimos algo, y lo sentí. Lo que tenía que hacer... No puedo explicarlo —se pasó una mano por el pelo, frustrada porque no podía poner su magia en palabras. El cansancio empezaba a alcanzarla—. Era como que tenía que hacer una cirugía en su alma —dijo al fin. —Ellos

piensan

que

es

peligroso

—Christian

repitió

suavemente. —¡No lo es! —Lissa miró alrededor al resto de los ocupantes del coche, los cuales miraban hacia otra parte—. No es más Strigoi. —Princesa —comenzó uno de los guardianes con inquietud—, nadie sabe realmente lo que pasó. No se puede estar seguro de que…‖ —¡Estoy segura! —ella dijo, con la voz demasiado fuerte para el pequeño espacio. Había un aire regio, al mando de ella—. Lo sé. Yo lo salvé. Lo traje de vuelta. ¡Sé con cada parte de mí que ya no es

Los guardianes parecías incómodos, sin estar hablando. Creo que ellos estaban confundidos, lo cual era justo y, realmente, ¿cómo no iban a estarlo? No había ningún precedente de esto.

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Strigoi!

—Shh —dijo Christian, poniendo la mano sobre la suya—. No hay nada que puedas hacer hasta que estamos de vuelta en la Corte. Sigues estando herida y agotada, está escrito todo sobre ti. Lissa sabía que él tenía razón. Ella estaba herida y exhausta. Esa magia la había destrozado. Al mismo tiempo, lo que ella había hecho por Dimitri había creado un vínculo con él, no uno mágico, sino psicológico. Ella realmente era como su madre. Se sentía desesperada por protegerlo y estar con él. —Necesito verlo —dijo. ¿Ella lo necesitaba? ¿Y qué hay de mí? —Lo harás —dijo Christian, sonando más cierto de lo que yo sospechaba que estaba—. Pero sólo trata de descansar ahora. —No puedo —dijo ella, incluso mientras bostezaba. Una sonrisa parpadeó al otro lado de sus labios y pasó el brazo alrededor de ella, tirando de ella tan cerca como el cinturón de seguridad lo permitiera. —Trata —le dijo. Ella apoyó la cabeza contra su pecho, y su cercanía era un tipo de curación en sí misma. La preocupación por Dimitri todavía corría por ella, pero las necesidades de su cuerpo eran más fuertes por el momento. Por fin, se sumió en el sueño en los brazos de Christian, al

Veinte minutos más tarde, nuestro convoy regresó a la Corte de Justicia. Pensé que esto significaba libertad inmediata, pero mis guardianes se tomaron su tiempo para salir, en espera de alguna señal o instrucciones que nadie se había molestado en decirme. Resultó que estaban esperando a Hans.

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apenas oírlo murmurar: —Feliz cumpleaños.

—No —dijo con firmeza, poniendo una mano sobre mi hombro mientras yo salía fuera del coche y trataba de correr en la distancia…‖bueno,‖yo‖no‖estaba‖segura‖de‖dónde…‖de‖dónde estaba Dimitri—.‖Espera…‖ —¡Tengo que verlo! —Exclamé, tratando de forzar el paso. Hans era como una pared de ladrillos. Teniendo en cuenta que había luchado en realidad con muchos más Strigoi que yo esta noche, habría pensado que estaría cansado—. Tienes que decirme dónde está. Para mi sorpresa, Hans lo hizo. —Encerrado. Lejos, muy fuera de tu alcance. O de alguien más. Yo sé que él solía ser tu profesor, pero es mejor si está alejado por ahora. Mi cerebro, cansado de las actividades de la noche y alterado por la emoción, tomó un momento para procesarlo. Las palabras de Christian volvieron a mí. —No es peligroso —le dije—. No es un Strigoi. —¿Cómo puedes estar tan segura? La misma pregunta que le había hecho a Lissa. ¿Cómo podemos responder a esa realidad? Sabíamos ya que había tenido dolores increíbles para descubrir cómo transformar un Strigoi, y cuando había completado los pasos, había sido una bomba atómica de apariencia de Dimitri no era suficiente? En su lugar, mi respuesta fue como la de Lissa. —Sólo lo sé. Hans negó con la cabeza, y ahora pude ver que realmente estaba agotado. —Nadie sabe lo que está pasando con Belikov. Aquellos de nosotros que estábamos allí... bueno, no estoy seguro de

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magia. ¿No era suficiente prueba para cualquier persona? Sino, ¿la

lo que vimos. Lo único que sé es que él encabezaba a los Strigoi hace un rato, y ahora está en el sol. No tiene ningún sentido. Nadie sabe lo que es. —Es un dhampir. —Y hasta que lo sepamos —continuó, haciendo caso omiso de mi comentario—, Belikov tiene que permanecer encerrado mientras lo examinamos. ¿Examinar? No me gustaba el sonido de eso. Hacía parecer a Dimitri como un animal de laboratorio. Hizo que mi temperamento estallara, y casi empecé a gritar a Hans. Un momento después, me metí bajo control. —Entonces tengo que ver Lissa. —Ha sido llevada al centro médico para tratamiento, el cual ella necesita mucho. No puedes ir allí —agregó, anticipando mi siguiente respuesta—. La mitad de los guardianes están ahí. Es un caos, y tú estarás en el camino. —Entonces, ¿qué demonios se supone que debo hacer? —Ve a dormir un poco —él me lanzó una mirada irónica—. Sigo pensando que tienes una mala actitud, pero después de lo que vi allí... bueno, te diré esto: Sabes cómo luchar. Te necesitamos... misma. Y eso fue todo. El despido de su voz era claro, y mientras los guardianes se apresuraban alrededor, era como si yo no existiera. Cualquiera que fuera el problema que habíamos tenido antes, parecía olvidado. No hablaríamos más de esto. Pero, ¿que se supone que debía hacer yo? ¿Hans estaba loco? ¿Cómo iba a dormir? Tenía

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probablemente para más que papeleo. Ahora ve y cuida de ti

que hacer algo. Tenía que ver a Dimitri, pero no sabía a dónde lo habían llevado. Probablemente a la misma cárcel en la que habían metido a Victor, la cual era inaccesible para mí. También necesitaba ver a Lissa, pero ella se encontraba en el centro médico. Yo no tenía ningún poder aquí. Necesitaba llamar a alguien con influencia. ¡Adrian! Si iba a Adrian, a lo mejor él podía tirar de unas cuerdas. Él tenía sus conexiones con la realeza. Infiernos, la reina lo quería, a pesar de sus formas flojas. Por mucho que me mató aceptarlo, me daba cuenta de que conseguir ver a Dimitri de inmediato iba a ser casi imposible. ¿Pero el centro médico? Adrian podría ser capaz de meterme ahí para ver a Lissa, aunque estaba muy concurrido y caótico. El enlace todavía era borroso, y hablar con ella directamente me permitiría respuestas rápidamente acerca de Dimitri. Además, quería ver por mí misma que se encontraba bien. Sin embargo, cuando llegué a la vivienda en que Adrian se quedaba en la Corte, fui informada por el portero que Adrian ya se había ido hace poco a, irónicamente, el centro médico. Gemí. Por supuesto, él ya estaría allí. Con sus habilidades de curación, ellos lo habrían sacado de la cama. Débil o no, definitivamente podría ayudar. —¿Estaba usted ahí? —el portero me preguntó mientras empecé

—¿Qué? —Por un momento pensé que estaba hablando del centro médico. —¡La batalla con los Strigoi! El rescate. Hemos estado escuchando toda clase de cosas.

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a alejarme.

—¿Ya? ¿Qué has escuchado? Los ojos del chico eran anchos y excitados. —Ellos dicen que casi todos los guardianes murieron. Pero que usted capturó a un Strigoi y lo trajo de vuelta. —No, no... Hubo más lesiones que muertes. Y lo otro... Por un momento, no podía respirar. ¿Qué había sucedido? ¿Qué había ocurrido realmente con Dimitri? —Un Strigoi fue cambiado de nuevo a dhampir. El portero me miró fijamente. —¿La golpearon en la cabeza? —¡Estoy diciendo la verdad! Vasilisa Dragomir lo hizo. Con su poder espiritual. Difunde esa información. Lo dejé con la boca abierta. Y así, no tenía más opciones, no había nadie más a quien pedir información. Volví a mi cuarto sintiéndome derrotada pero demasiado excitada para dormir. Al menos, eso es lo que inicialmente pensé. Después de un rato, me senté en la cama para tratar de hacer un plan. Sin embargo, al poco tiempo, sentí que caía en un profundo sueño. Me desperté con un sobresalto, confusa y dolorida en partes de mi cuerpo que no me di cuenta que había usado en la lucha. Miré el vampiro, era tarde en la mañana. Después de cinco minutos, me había duchado y puesto en ropa no-rota y no-manchada-con-sangre. Así de fácil, estaba fuera de la puerta.

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reloj, asombrada de cuánto tiempo había dormido. Con el tiempo

La gente salió a su trabajo diario, sin embargo, cada pareja o grupo que pasé parecía estar hablando de la batalla en el almacén, y acerca de Dimitri. —Sabes que ella puede curar —oí que un chico Moroi decir a su esposa—. ¿Por qué no Strigoi? ¿Por qué no a los muertos? —Es una locura —replicó la mujer. —Nunca he creído en esto del espíritu de todos modos. Es una mentira para ocultar el hecho de que la chica Dragomir nunca se ha especializado. No oí el resto de la conversación, pero otros que había pasado tenían temas similares. La gente estaba convencida de que, o bien todo era una estafa, o estaban relacionando ya a Lissa como a una santa. De vez en cuando, había oído algo raro, como que los guardianes habían capturado a un grupo de Strigoi para experimentar. En todas las especulaciones, sin embargo, nunca oí el nombre de Dimitri salir o que supieran realmente le estaba sucediendo con él. Seguí el único plan que tenía: Ir a la construcción de guardias en que estaba la cárcel de la Corte, aunque no estaba segura de lo que haría realmente cuando llegara ahí. Ni siquiera estaba del todo segura de que era ahí donde todavía estaba Dimitri, pero parecía el lugar más probable. Cuando pasé a un guardia en el camino, me tomó unos segundos darme cuenta de que lo conocía. Llegué a un

—¡Mikhail! —Él miró hacia atrás y, al verme, se acercó—. ¿Qué está pasando? —Pregunté, aliviada al ver una cara amiga—. ¿Han soltado a Dimitri? Negó con la cabeza. —No, todavía están tratando de averiguar lo que sucedió. Todo el mundo está confundido, a pesar de que la

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alto y me di vuelta.

princesa juró arriba y abajo después de que ella vio que él no era más un Strigoi. Había maravilla en la voz de Mikhail, e ingenio también. Tenía la esperanza de que fuera cierto, que podría haber una oportunidad para que su amada sea salvada. Me dolía el corazón por él. Esperaba que él y Sonya pudiesen tener un final feliz al igual que... —Espera. ¿Qué dijiste? —Sus palabras llevaron mis cavilaciones románticas a su fin—. ¿Dijiste que Lissa lo vio? ¿Quieres decir después de la pelea? —De inmediato recurrí a nuestro lazo. Iba aclarándose gradualmente, pero Lissa estaba dormida, por lo que no podría saber nada de ella. —El preguntó por ella —explicó Mijail—. Así que la dejaron verlo, vigilado, por supuesto. Me quedé, mi mandíbula casi cayendo al suelo. Dimitri estaba viendo visitantes. Estaban en realidad dejándolo ver visitantes. El conocimiento iluminó el ambiente oscuro que se había estado construyendo en mí. Me di la vuelta. —Gracias, Mijail. —Espera, Rose... Pero no me detuve. Corrí a la construcción de los guardianes de mantenimiento a una carrera de velocidad completa, ajena a las miradas que recibí. Estaba demasiado excitada, muy fortalecida con con él, regresó a la forma en que suponía debía estar. —No puedes verlo. Yo literalmente me detuve cuando el guardián de turno en frente de la recepción me detuvo.

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esta nueva información. Puedo ver a Dimitri. Finalmente puedo estar

—¿Q... qué? Necesito ver a Dimitri. —No visitantes. —Pero Lissa... eh, Vasilisa Dragomir vino a verlo. —Él preguntó por ella. Lo miré con incredulidad. —Tiene que haber preguntado por mí también. El guardián se encogió de hombros. —Si lo hizo, nadie me lo dijo. La ira que había retenido anoche por fin despertó. —¡Entonces anda a buscar a alguien que lo sepa! Dimitri quiere verme. Tienes que dejarme entrar ¿Quién es tu jefe? El guardián me frunció el ceño. —No voy a ninguna parte hasta que mi turno haya terminado. Si usted tiene autorización, alguien le hará saber. Hasta entonces, a nadie sin un permiso especial se le permite ir allá abajo. Después de tomar una porción justa de la seguridad Tarasov, me sentía bastante segura de que fácilmente podía despachar a este tipo. Sin embargo, sentí la misma confianza de que, una vez que llegara a las profundidades de las celdas de la cárcel, tendría que correr con muchos más guardias. Por un segundo, sacarlos parecía agitación en el enlace me hizo entrar en razón. Lissa se acababa de despertar. —Está bien —le dije. Alcé la barbilla y le di una mirada altiva—. Gracias por la ‚ayuda‛. —No necesitaba a este perdedor. Iba por Lissa.

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muy razonable. Era Dimitri. Haría cualquier cosa por él. Una leve

Ella se estaba quedando casi en el extremo opuesto del suelo de la Corte de la zona de espera, y cubrí la distancia con un trote ligero. Cuando por fin llegué a ella y abrí la puerta de su habitación, vi que había estado lista casi tan rápido como yo. De hecho, podía sentir que había estado muy cerca de irse. Estudiando su cara y manos, me sentí aliviada al ver que casi todas las quemaduras habían desaparecido. Unas pocas manchas rojas quedaron en sus dedos, pero eso era todo. Eso era obra de Adrian. Ningún médico pudo haber hecho que esto ocurra. En una camiseta sin mangas de color azul pálido, con su pelo rubio recogido, ella no parecía haber pasado por esa terrible e importante experiencia hace menos de veinticuatro horas. —¿Estás bien? —preguntó. A pesar de todo lo demás que había pasado, nunca había dejado de preocuparse por mí. —Sí, estoy bien. —Físicamente, por lo menos—. ¿Tú? Ella asintió con la cabeza. —Bien. —Te ves bien —le dije—. Ayer por la noche... Quiero decir, estaba bastante asustada. Con el fuego... —No podía terminar. —Sí —dijo ella, apartando la mirada de mí. Parecía nerviosa e incómoda. —Adrian ha sido bastante bueno en curar a la gente herida.

Tendría sentido si quería ir más de prisa al centro médico y ayudar también.

Salvo

que...

más

sondaje

sorprendente—. ¡Vas a ver a Dimitri! —Rose...

me

dio

una

verdad

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—¿Es ahí donde vas? —Hubo agitación e inquietud en el enlace.

—No —dije con impaciencia—. Es perfecto. Voy contigo. Estuve ahí, y ellos no me dejaron entrar... —Rose... —Lissa parecía muy incómoda ahora. —Me dieron algunas mentiras acerca de que había preguntado por ti y no por mí, y que por eso no podían dejarme entrar, pero si vas, ellos tendrán que dejarme. —Rose —dijo con firmeza, finalmente rompiendo mi charla—. No puedes ir. —Yo... ¿qué? —Repetí sus palabras, por si acaso yo no escuché bien—. Por supuesto que puedo. Tengo que verlo. Sabes que tengo. Y él necesita verme. Ella movió la cabeza, luciendo, pero también benévola. —Ese guardián tenía razón —dijo—. Dimitri no ha estado preguntando por ti. Sólo por mí. Todo mi afán, todo ese fuego, se heló. Estaba estupefacta, confundida más que nada. —Bueno... —Recordé cómo se había aferrado a ella en su última noche, la desesperación en su rostro. Odiaba admitirlo, pero tenía sentido que él no haya hecho más que preguntar por ella al principio—. Por supuesto que él querría verte. Todo es tan nuevo y extraño, y tú eres la única que lo salvó. Una vez

—Rose, no puedes ir. —Esta vez, la tristeza en la voz de Lissa se reflejó en el vínculo, inundándome—. No es sólo que Dimitri no pidió verte. Pidió específicamente que tú no fueras a verle.

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que él mejore un poco, él querrá verme también.

Traducido por flochi Corregido por Tibari

L

o que realmente apesta de estar psíquicamente vinculado a alguien es que te das cuenta de cuándo te est{n‖ mintiendo…‖ o,‖ en‖ este‖ caso,‖ no‖ mintiendo.‖ Aún‖

así, mi respuesta fue inmediata e instintiva. —No es verdad. —¿No? —Me mostró una mirada aguda. Ella también sabía que podía sentir la verdad de sus palabras. —Pero‖ eso…‖ no‖ puede…‖ —Yo no me quedaba sin palabras muy‖ a‖ menudo…‖ y‖ ciertamente‖ no‖ con‖ Lissa.‖ Frecuentemente‖ en‖ nuestra relación, yo había sido la asertiva y debería explicarle por qué las cosas suceden del modo en que lo hacen. En algún lugar del camino, sin darme cuenta, Lissa había perdido esa fragilidad.

lazo revelaba cuánto odiaba decirme cosas desagradables—. Él me pidió…‖me‖dijo‖específicamente‖que‖no‖te‖dejara‖ ir.‖Que‖no‖quiere‖ verte. La miré de manera suplicante, mi voz sonó casi infantil.

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—Lo siento —dijo ella, su voz amable pero todavía firme. El

—Pero ¿por qué? ¿Por qué diría eso? Por supuesto que él quiere verme.‖Debe‖estar‖confundido… —No lo sé, Rose. Todo lo que sé es lo que me dijo. Lo siento tanto. —Se acercó a mí como para abrazarme, pero me alejé. Mi cabeza todavía dando vueltas. —Iré contigo de todas maneras. Esperaré arriba con los otros guardianes. Entonces, cuando le digas a Dimitri que estoy ahí, cambiará de parecer. —No creo que debas —dijo ella—. Parecía realmente serio acerca‖de‖que‖no‖fueras…‖casi‖frenético.‖Creo‖que‖saber‖que‖tú‖est{s‖ ahí podría perturbarle. —¿Perturbarle? ¿Perturbarle? ¡Liss, soy yo! Él me ama. Me necesita. Se estremeció, y me di cuenta de que le había estado gritando. —Sólo me baso en lo que él dijo.‖ Es‖ todo‖ tan‖ confuso…‖ por‖ favor.‖No‖me‖pongas‖en‖esta‖posición.‖Sólo…‖espera‖a‖ver‖qué‖pasa.‖ Y‖si‖quieres‖saber‖qué‖est{‖sucediendo,‖siempre‖puedes… Lissa no terminó. Pero sabía lo que estaba sugiriendo. Estaba ofreciendo dejarme ver su reunión con Dimitri a través del lazo. Fue un gran gesto de su parte —no es que ella pudiera detenerme si yo ‚espiada‛.‖ Eso‖ era‖ lo‖ mejor‖ que‖ ella‖ podría‖ hacer‖ para‖ hacerme‖ sentir mejor. No es que realmente pasara. Todavía todo esto era una locura. Negándome el acceso a Dimitri. ¡Dimitri supuestamente no quería verme! ¿Qué demonios? Mi reacción instintiva era ignorar todo lo que ella había dicho e ir junto a ella, exigiendo acceso cuando

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quería hacerlo—, pero aún así, a ella no le gustaba la idea de ser

llegara. Aunque los sentimientos a través del lazo me pedían que no lo hiciera. Ella no quería causar problemas. Tampoco podía entender los deseos de Dimitri, pero sentía que debían ser cumplidos hasta que la situación pudiera ser evaluada mejor. —Por favor —dijo ella. Esas palabras lastimeras finalmente me quebraron. —Está bien. —Me mató decirlo. Era como admitir la derrota. Piensa que es como un retiro táctico. —Gracias. —Esta vez me dejé abrazar—. Prometo que conseguiré más información y averiguaré qué está pasando, ¿de acuerdo? Asentí, todavía desanimada, y caminamos fuera del edificio juntas. Con una severa renuencia, me separé de ella cuando el momento llegó, dejándola marcharse al edificio de los guardianes mientras me dirigía hacia mi cuarto. Tan pronto como ella estuvo fuera de mi vista, inmediatamente me deslicé en su cabeza, mirando a través de sus ojos mientras ella caminaba sobre la hierba perfectamente cuidada. El lazo estaba un poco brumoso todavía, pero volviéndose más claro a cada minuto. Sus sentimientos eran un lío. Se sentía mal por mí, culpable por haberme rechazado. Y, al mismo tiempo, estaba ansiosa por visitar a quería—. Ella tenía un sentimiento de responsabilidad por él, un impulso ardiente de protegerlo. Cuando llegó a la oficina principal del edificio, el guardián que me había detenido asintió con la cabeza y después hizo una rápida llamada telefónica. Unos momentos más tarde, tres guardianes entraron y le indicaron a Lissa que los siguiera a las profundidades

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Dimitri. Necesitaba verlo —pero no del mismo modo que yo

del edificio. Todos parecían inusualmente sombríos, incluso para los guardianes. —No tiene que hacer esto —uno de ellos le dijo—. Sólo porque él‖sigue‖preguntando… —Está bien —dijo con un aire frío y digno de cualquiera de la realeza—. No me importa. —Habrá muchos guardianes alrededor igual que la última vez. No necesita preocuparse por su seguridad. Les lanzó una mirada severa a todos ellos. —Nunca estuve preocupada desde el principio. Su descenso a los niveles más bajos del edificio trajo recuerdos dolorosos de cuando Dimitri y yo habíamos visitado a Victor. Ése había sido el Dimitri con el que había estado en perfecta unión, el Dimitri que me entendía por completo. Y después de la visita, se había enfurecido por las amenazas de Victor hacia mí. El Dimitri que me había amado tanto que estaba dispuesto a hacer lo que fuera por protegerme. Una puerta protegida por una tarjeta electrónica finalmente permitió el acceso al nivel de contención, el que consistía en su mayoría en un largo pasillo con celdas alineadas. No tenía el era austero y el aire industrial recubierto de acero no inspiraba exactamente sentimientos cálidos y difusos. Lissa apenas podía caminar por el pasillo debido a que estaba tan atestado de guardianes. Toda esa seguridad para una persona. No era imposible para un Strigoi salir de barras de acero, pero

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sentimiento deprimente que había tenido Tarasov, pero este lugar

Dimitri no era un Strigoi. ¿Por qué no podían ver eso? ¿Estaban ciegos? Lissa y su escolta siguieron su camino a través de la multitud y se detuvieron frente a la celda de él. Era como si el frío sólo estuviera en esta área de la prisión, sin más mobiliario que el absolutamente necesario. Dimitri estaba sentado sobre una estrecha cama, sus piernas dobladas hacia él y apoyado en una esquina del cuarto, dándole la espalda a la entrada de la celda. No era lo que había esperado. ¿Por qué no estaba golpeando las barras? ¿Por qué no exigía que lo liberaran diciéndoles que no era un Strigoi? ¿Por qué se estaba tomando esto tan tranquilamente? —Dimitri. La voz de Lissa era suave y gentil, llena de una calidez que se destacaba en comparación con la crudeza de la celda. Era la voz de un ángel. Y como Dimitri se giró lentamente, era obvio que él pensaba lo mismo. Su expresión se transformó ante nuestros ojos, yendo de la desolación al asombro. No era el único asombrado. Mi mente podía estar ligada a la de Lissa, pero al otro lado de la Corte, mi propio cuerpo casi deja de respirar. La visión que había tenido de él la noche pasada había sido —a mí— fue impresionante. Era una maravilla. Un regalo. Un milagro. En serio. ¿Cómo alguien podía pensar que era un Strigoi? ¿Y cómo fue posible que yo creyera que el Dimitri que había estado conmigo en Siberia era éste? Se había limpiado desde la batalla y usaba vaqueros y una sencilla remera negra. Su cabello marrón

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sorprendente.‖Pero‖esto…‖esta‖vista‖completa‖de‖él‖mirando‖a‖Lissa‖

estaba atado en una cola corta, y una débil sombra en su mandíbula mostraba que necesitaba afeitarse. Probablemente nadie le dejaría acercarse a una máquina de afeitar. A pesar de todo, casi le daba un aspecto‖m{s‖sexy…‖m{s‖real,‖m{s‖dhampir.‖M{s‖vivo. Sus ojos como los conocía. Su piel mortalmente blanca —ahora se había ido— había sido alarmante, pero esos ojos rojos habían sido lo peor. Ahora eran perfectos. Exactamente lo que solían ser. Cálidos, marrones y de largas pestañas. Yo podría mirar en ellos por siempre. —Vasilisa. —Él respiró. El sonido de su voz hizo a mi pecho encogerse. Dios, había extrañado oírlo hablar—. Volviste. Tan pronto como comenzó a acercarse a las barras, los guardianes alrededor de Lissa comenzaron a cerrarse a su alrededor, listos para detenerlo en caso de que efectivamente intentara atravesarlas. —¡Retroceded! —dijo ella bruscamente con un tono majestuoso, mirando a todos alrededor suyo—. Dejadnos algo de espacio. — Nadie reaccionó de inmediato, y puso más fuerza en su voz—. ¡Lo digo en serio! ¡Retroceded! Sentí el más leve hilo de magia atravesar nuestro lazo. No fue una gran cantidad, sino que estaba apoyando sus palabras con un poco de compulsión inducida por el espíritu. Ella difícilmente podría controlar un grupo tan grande, pero la orden tenía suficiente Dimitri. Volvió su atención hacia él, su comportamiento cambiando instantáneamente de feroz a amable. —Por‖ supuesto‖ que‖ volví.‖ ¿Cómo‖ te‖ encuentras?‖ ¿Ellos…?‖ — Lanzó una mirada peligrosa a los guardianes en el pasillo—. ¿Te están tratando bien?

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fuerza para hacerlos alejar un poco y crear un espacio entre ella y

Él se encogió de hombros. —Bien. Nadie me ha lastimado. —Si él fuera como su antigua persona, nunca habría admitido que alguien lo había lastimado—. Sólo un montón de preguntas. Tantas preguntas. —Sonaba cansado, de‖ nuevo…‖ muy‖ diferente‖ de‖ un‖ Strigoi‖ que‖ no‖ necesitaba‖ descansar—. Y mis ojos. Ellos siguen examinando mis ojos. —Pero, ¿cómo te sientes? —preguntó ella—. ¿En tu mente? ¿En tu corazón? —Si la situación entera no hubiera sido tan seria, me habría divertido. Era como sacado de la línea interrogadora de un terapeuta…‖ algo‖ de‖ lo que ambas, Lissa y yo habíamos experimentado bastante. Yo había odiado responder esas preguntas, pero ahora realmente quería saber cómo se sentía Dimitri. Su mirada, que había centrado su atención en ella, ahora se alejaba y se nublaba. —Es…‖es‖ difícil de describir. Es como haber despertado de un sueño. Una pesadilla. Como si hubiera estado viendo a alguien más actuar‖a‖través‖de‖mi‖cuerpo…‖como‖si‖estuviera‖en‖una‖película‖o‖ una obra de teatro. Pero no era alguien más. Era yo. Todo eso era yo, y ahora aquí estoy, y el mundo entero ha cambiado. Siento como si estuviera reaprendiendo todo. —Pasará. Te acostumbrarás a ello, una vez que te establezcas en sentía segura de hacerla. Él inclinó su cabeza hacia los guardianes reunidos. —Ellos no lo creen así.

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tu vieja persona. —Era una suposición de su parte, pero ella se

—Lo harán —dijo rotundamente—. Sólo necesitamos más tiempo. —Un pequeño silencio se sintió, y Lissa vaciló antes de decir sus siguientes palabras—. Rose... quiere verte. La actitud soñadora y taciturna de Dimitri se quebró en un latido de corazón. Sus ojos enfocados nuevamente en los de Lissa, y alcancé mi primer vislumbre de verdadera e intensa emoción por parte de él. —No. Cualquiera menos ella. No puedo verla. No la dejes venir aquí. Por favor. Lissa tragó, insegura de cómo responder. El hecho de que tenía audiencia lo hizo más duro. Lo mejor que pudo hacer fue bajar más su voz, así los otros no podrían escucharla. —Pero…‖ ella‖ te‖ ama.‖ Ella‖ est{‖ preocupada‖ por‖ ti.‖ ¿Lo‖ que‖ pasó... con nosotros siendo capaces de salvarte? Bueno, mucho fue gracias a ella. —Me salvaste. —Yo‖ sólo‖ fui‖ la‖ última‖ pieza.‖ El‖ resto…‖ bueno,‖ Rose‖ lo‖ hizo,‖ um, mucho... Es decir, como, organizar una fuga de la cárcel y liberar fugitivos. Dimitri le dio la espalda a Lissa, y el fuego que brevemente celda y se apoyó contra la pared. Cerró sus ojos durante unos pocos segundos, tomó una profunda inhalación y luego los abrió. —Cualquiera menos ella —él repitió—. No después de lo que le hice.‖Hice‖muchas‖cosas…‖cosas‖horribles.‖—Giró sus palmas hacia arriba y las miró un momento, como si pudiera ver sangre—. Lo que le‖ hice‖ a‖ ella‖ fue‖ lo‖ peor‖ de‖ todo…‖ especialmente‖ porque‖ era‖ ella.‖

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había iluminado sus rasgos se apagó. Caminó hasta un lado de la

Fue‖a‖salvarme‖de‖ese‖estado,‖y‖yo…‖—Sacudió su cabeza—. Le hice cosas horribles. Cosas terribles a otros. No puedo mirarla a la cara después de eso. Lo que hice fue imperdonable. —No lo es —dijo Lissa rápidamente—. No eras tú. No realmente. Ella te perdonará. —No.‖No‖hay‖perdón‖para‖mí…‖no después de lo que hice. No la merezco, ni siquiera merezco estar cerca de ella. Lo único que puedo‖hacer…‖—Caminó de vuelta hacia a Lissa, y para asombro de todos nosotros, se arrodilló ante ella—. La única cosa que puedo hacer —la única redención que puedo intentar— es retribuirte por haberme salvado. —Dimitri —comenzó a decir inquietamente—.‖Te‖dije… —Sentí ese poder. En ese momento, sentí cómo trajiste mi alma de vuelta. Te sentí sanándola. Es una deuda que nunca podré pagar, pero juro que pasaré el resto de mi vida intentándolo. —Alzó la vista hacia ella, esa mirada embelesada otra vez en su rostro. —No quiero eso. No hay nada que pagar. —Hay mucho que pagar —sostuvo él—.‖Te‖debo‖mi‖vida…‖mi‖ alma. Es el único modo por el que puedo estar más cerca de redimirme‖por‖todas‖las‖cosas‖que‖hice.‖Todavía‖no‖es‖ suficiente…‖ pero es todo lo que puedo hacer. —Él juntó sus manos—. Juro, que haré. Te serviré y protegeré por el resto de mi vida. Haré todo lo que me pidas. Tienes mi lealtad por siempre. Otra vez, Lissa iba a decir que no quería eso, pero entonces un pensamiento inteligente vino a su mente. —¿Verás a Rose?

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lo que sea que necesites, cualquier cosa —si está en mi poder— lo

Él hizo una mueca. —Cualquier cosa menos eso. —Dimitri… —Por favor. Haré lo que sea por‖ ti,‖ pero‖ si‖ la‖ veo…‖ doler{‖ demasiado. Ésa era probablemente la única razón que podría haber para que Lissa dejara el tema. Eso y la mirada desesperada y desanimada en la cara de Dimitri. Fue una que ella nunca había visto antes, una que yo nunca había visto antes tampoco. Él siempre había parecido tan invencible ante mis ojos, y este signo de vulnerabilidad no lo hacía parecer más débil para mí. Simplemente lo hacía más complejo.‖Me‖hizo‖amarlo‖m{s…‖y‖querer‖ayudarlo. Lissa sólo pudo hacer un pequeño asentimiento como respuesta antes de que uno de los guardianes a cargo dijera que tenía que irse. Dimitri todavía estaba arrodillado cuando la escoltaron hacia fuera, mirando fijamente tras ella con una expresión que decía que era lo más cercano a cualquier esperanza que él hubiera tenido en este mundo. Mi‖corazón‖se‖retorció‖por‖tanto‖dolor‖y‖celos…‖y‖un‖poco‖de‖ira‖ también. Era yo a la que debería haber mirado de esa manera. ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo se atrevía a actuar como si Lissa fuera lo verdad, pero era yo la que dio la vuelta al mundo por él. Era yo la que había arriesgado su vida continuamente por él. Y lo más importante, era yo la que lo amaba. ¿Cómo podía darle la espalda a eso?

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más grande en este mundo? Ella había hecho mucho para salvarlo,

Ambas, Lissa y yo, estábamos confundidas y trastornadas mientras ella abandonaba el edificio. Ambas estábamos angustiadas por el estado de Dimitri. A pesar de cuán enojada me sentía por su rechazo a verme, me sentía horrible de verlo tan alicaído. Eso me destruyó. Él nunca había actuado de esa manea antes. Después del ataque a la Academia, ciertamente había estado triste y había sufrido esa pérdida. Éste era un tipo de desesperación diferente. Lo que él sentía era una profunda sensación de depresión y culpabilidad de la que no podría escapar. Lissa y yo estábamos conmovidas por eso. Dimitri siempre había sido un hombre de acción, alguien listo para levantarse tras una tragedia y pelear la siguiente batalla. ¿Pero esto? Esto era diferente a lo que siempre habíamos visto antes en él, y Lissa y yo teníamos ideas completamente distintas sobre cómo resolverlo. Su acercamiento suave y comprensivo era para seguir hablando con él mientras también persuadiría calmadamente a los oficiales de la Corte de que Dimitri ya no era una amenaza. Mi solución a este problema era ir con Dimitri, sin importarme lo que había solicitado que quería. Había entrado y salido de una prisión. Entrar en una celda de la cárcel sería pan comido. Estaba segura de que, una vez que me viera, cambiaría de idea sobre toda esta cosa de la redención. ¿Cómo podía pensar realmente que yo no lo perdonaría? Le amaba. Le entendía. Y tan bueno, mi método aún no estaba del todo claro, pero tenía la sensación de que implicaría un montón de gritos y golpes en las puertas. Lissa sabía que yo había observado su encuentro con Dimitri, así que no se sintió obligada a venir a verme, no cuando ella sabía

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pronto‖como‖convenciera‖a‖los‖oficiales‖de‖que‖él‖no‖era‖peligroso…‖

que todavía era útil en el centro médico. Ella había escuchado que Adrian casi colapsa por toda la magia que manejó al ayudar a los dem{s.‖ Era‖ tan‖ atípico‖ de‖ él,‖ tan‖ desinteresado…‖ tomó‖ decisiones‖ sorprendentes, a cambio de un gran precio de su propia vida. Adrian. Ése era el problema. No había tenido oportunidad de verlo desde que regresamos tras la pelea en el depósito. Y, aparte de lo que había oído sobre él sanando a otros, realmente no había pensado en él en absoluto. Había dicho que si Dimitri realmente podía ser salvado, no significaba el fin de Adrian y de mí. Sin embargo, Dimitri apenas había vuelto hace veinticuatro horas, y ya estaba‖yo,‖obsesionada‖sob… —¿Lissa? A pesar del hecho de que ya me había retirado a mi propia mente, una parte de mí todavía estaba distraída con Lissa. Christian se encontraba fuera del centro médico, apoyado contra la pared. Por su postura, parecía como si hubiera estado allí durante un tiempo esperando‖por‖algo…‖o, más bien, alguien. Ella se detuvo, e inexplicablemente, todos los pensamientos de Dimitri se desvanecieron de su mente. Oh, vamos. Quería que esos dos se arreglaran, pero no teníamos tiempo para esto. El destino de

Christian no parecía estar malhumorado, sin embargo. Su expresión era curiosa y preocupada mientras la contemplaba. —¿Cómo te estás sintiendo? —preguntó él. No se habían hablado desde el viaje de regreso, y ella había estado incoherente en su mayor parte.

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Dimitri era mucho más importante que tontear con Christian.

—Bien. —Ella tocó su cara distraídamente—. Adrian me sanó. —Supongo que es bueno para algo. —Bien, quizás Christian sí se estaba sintiendo un poco malhumorado el día de hoy. Pero sólo un poco. —Adrian es bueno para muchas cosas —dijo ella, aunque no pudo evitar una pequeña sonrisa—. Estuvo trabajando toda la noche aquí. —¿Qué hay de ti? Sé cómo eres. Tan pronto como estuviste levantada y rondando por aquí, seguro que estuviste junto a él. Ella sacudió su cabeza. —No. Después de que me curara, fui a ver a Dimitri. Todo el júbilo desapareció del rostro de Christian. —¿Has hablado con él? —Dos veces. Pero sí. Lo hice. —¿Y? —¿Y qué? —¿Cómo es? —Es como Dimitri. —Ella de repente frunció el ceño, Dimitri. —¿Qué, todavía tiene algo de Strigoi en él? —Christian se enderezó, sus ojos azules destellando—. Si aún es peligroso, no tiene sentido‖estar‖cerca…

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reconsiderando sus palabras—.‖ Bueno…‖ no‖ exactamente‖ como‖

—¡No! —ella exclamó—.‖ No‖ es‖ peligroso.‖ Y…‖ —Se adelantó unos cuantos pasos, devolviéndole la mirada—. ¡Aunque lo fuera, no es de tu incumbencia decirme lo que puedo o no puedo hacer! Christian suspiró dramáticamente. —Y yo que pensaba que Rose era la única que se metía en situaciones estúpidas, independientemente de si podrían matarla. La ira de Lissa ardió con más intensidad rápidamente, probablemente debido a todo el Espíritu que había estado usando. —¡Hey, no tuviste ningún problema en ayudarme a estacar a Dimitri! Me entrenaste para eso. —Eso fue diferente. Ya estábamos en una mala situación, y si las cosas se ponían peor... bueno, yo podía haberlo incinerado. — Christian la miró de la cabeza a los pies, y había algo en su mirada... algo que parecía más que una simple evaluación objetiva—. Pero no tuve que hacerlo. Estuviste asombrosa. Tuviste éxito. No sabía si podrías, pero lo hiciste... y el fuego... No dudaste en absoluto, pero debió haber sido terrible... Hubo un temblor en su voz mientras hablaba, como si ahora estuviera evaluando las consecuencias de lo que podría haberle pasado a Lissa. Su preocupación y admiración la ruborizaron, y ella inclinó su cabeza —un viejo truco— para que los mechones de pelo su rostro. No había necesidad de hacerlo, ya que Christian estaba mirando deliberadamente el suelo. —Tenía que hacerlo —dijo ella finalmente—. Tenía que saber si era posible. Él alzó la mirada.

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que habían escapado de su coleta cayeran hacia delante y ocultaran

—¿Y‖estuvo…‖bien?‖¿En‖serio‖no‖hay‖ningún‖rastro‖de‖Strigoi? —Ninguno. Estoy segura. Pero nadie lo cree. —¿Puedes culparlos? Es decir, te ayudé con esto y quise que fuera‖ verdad…‖ pero‖ no‖ estoy‖ seguro‖ de‖ si‖ yo‖ alguna‖ vez‖ en‖ serio, realmente, creería que alguien puede volver de eso. —Él apartó su mirada una vez más, su mirada detenida sobre una planta de lilas. Lissa podía oler su esencia, pero la distante y preocupada mirada de su rostro le dijeron a Lissa que sus pensamientos estaban distantes de la naturaleza. Tampoco estaban en Dimitri, me di cuenta. Él estaba pensando en sus padres. ¿Qué hubiera pasado si había usuarios del Espíritu cerca cuando los Ozera se convirtieron en Strigoi? ¿Qué pasaba si hubiera habido una forma de salvarlos? Lissa, sin adivinar de lo que yo me había dado cuenta, comentó: —Ni siquiera yo estaba segura de creerlo tampoco. Pero cuando sucedió, bueno... lo sabía. Lo sé. No hay ningún Strigoi en él. Tengo que ayudarlo. Tengo que hacer que otros se den cuenta. No puedo permitirles‖ que‖ lo‖ encierren‖ para‖ siempre…‖ o‖ peor.‖ —Sacar a Dimitri fuera del depósito sin que los otros guardianes lo estacaran no había sido fácil para ella, y se estremeció al recordar esos primeros segundos después de su cambio cuando todos habían estado gritando que lo mataran.

—¿Qué quisiste decir con que era como Dimitri pero sin ser como Dimitri? Su voz tembló un poco cuando habló. —Él‖est{…‖triste.

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Christian se volvió y la miró a sus ojos con curiosidad.

—¿Triste? Parece que él debería estar feliz de ser salvado. —No... no lo entiendes. Se siente terrible por todo lo que hizo como un Strigoi. Culpable, deprimido. Se está castigando a sí mismo porque no cree que pueda ser perdonado. —Mierda —dijo Christian, claramente cogido desprevenido. Unas

pocas

chicas

Moroi

que

pasaban

por

ahí

miraron

escandalizadas ante su insulto. Ellas se apresuraron, susurrando entre sí. Christian las ignoró—.‖Pero‖él‖no‖pudo‖evitarlo… —Lo sé, lo sé. Ya lo hablamos con él. —¿Rose puede ayudar? —No —dijo Lissa sin rodeos. Christian esperó, aparentemente esperando que ella se explicara. Su molestia creció cuando ella no lo hizo. —¿Qué quieres decir con que ella no puede? ¡Sería capaz de ayudarnos más que nadie! —No quiero meterme en eso. —Mi situación con Dimitri la molestaba mucho. Eso lo hacía a dos de nosotras. Lissa giró hacia el centro médico. Parecía majestuoso y como un castillo por fuera, pero almacenaba una facilidad tan estéril y moderna como cualquier

—¿Así cómo? —demandó, acercándose unos cuantos pasos a ella. —Esa mirada reprobadora y enojada que tienes cuando no consigues lo que quieres. —¡No tengo esa mirada!

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hospital—. Mira, necesito entrar. Y no me mires así.

—La tienes ahora mismo. —Ella se alejó de él, moviéndose hacia la puerta del centro—. Si quieres la historia completa, podemos‖hablar‖después,‖pero‖no‖tengo‖tiempo…‖y, sinceramente... no tengo ganas de contarlo. Esa mirada enojada —y ella tenía razón, él la tenía— se desvaneció un poco. Casi nerviosamente, él dijo: —De acuerdo. Después entonces. Y Lissa... —¿Hmm? —Me alegro de que estés bien. Lo que hiciste anoche... bueno, fue realmente impresionante. Lissa lo miró durante varios pesados segundos, su frecuencia cardiaca aumentando ligeramente mientras una brisa ligera alborotaba su cabello oscuro. —No pude haberlo hecho sin tu ayuda —dijo ella por fin. Después de eso, se giró y entró, y yo volví a mi propia cabeza por completo. E, igual que antes, estaba perpleja. Lissa estaría ocupada el resto del día, y quedarme parada y gritar en la oficina de los guardianes realmente no me ayudaría a sacar a Dimitri. Bueno, supuse que en todo caso podría molestarlos tanto que ellos me meterían en la cárcel deseché ese plan, temiendo que lo único que conseguiría con eso sería más papeleo. ¿Qué podía hacer? Nada. Necesitaba verlo otra vez, pero no sabía cómo. Odiaba no tener un plan. El encuentro de Lissa con Dimitri no había sido lo bastante largo para mí, y de todos modos,

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también. Entonces Dimitri y yo estaríamos justos. Inmediatamente

sentí que era importante mirarlo a través de mis ojos, no los de ella. Y…‖ oh,‖ esa‖ tristeza...‖ esa‖ mirada‖ de‖ completa‖ desesperanza.‖ No‖ podía soportarlo. Quería sujetarlo, decirle que todo estaría bien. Quería decirle que lo perdonaba y que todo sería como antes. Podíamos estar juntos, de la manera que lo habíamos planeado... Ese pensamiento trajo lágrimas a mis ojos, y me quedé sola con la frustración y la inactividad, volví a mi cuarto y me desahogué sobre la cama. Sola, finalmente podía soltar el llanto que había estado conteniendo desde la noche pasada. Ni siquiera sabía completamente por lo que estaba llorando. El trauma y la sangre del día anterior. Mi propio corazón roto. El dolor de Dimitri. Las crueles circunstancias que habían arruinado nuestras vidas. En serio, había muchas opciones. Permanecí en el cuarto una buena parte del día, perdida en mi propio dolor e inquietud. Una y otra vez, reproduje la reunión de Lissa con Dimitri, lo que él había dicho y cómo parecía. Perdí la noción del tiempo, y sólo tomó un golpe en la puerta para sacarme de mis propias sofocantes emociones. Apresuradamente froté con un brazo mis ojos, y abrí la puerta para encontrar a Adrian parado ahí fuera. —Hola —dije,‖ un‖poco‖sorprendida‖por‖ su‖ presencia…‖ por‖ no‖ mencionar culpable, considerando que yo había estado deprimida al parecer ahora no tenía otra opción—. ¿Quieres... quieres entrar? —Desearía poder, pequeña dhampir. —Parecía estar apurado, no era como si viniera a tener una charla de novios—. Pero esto sólo es una visita relámpago para entregarte una invitación.

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por otro chico. No estaba lista para enfrentarme a Adrian aún, pero

—¿Invitación? —pregunté. Mi mente todavía estaba con Dimitri. Dimitri, Dimitri, Dimitri.

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—Una invitación a una fiesta.

Traducida por Virtxu y Clo Corregido por Haushiinka

—¿E

stás loco? —Pregunté.

Me dio la misma mirada sin palabras, siempre lo hacía cuando formulaba esa pregunta. Suspiré y lo intenté de nuevo. —¿Una fiesta? Eso es ofensivo, incluso para ti. ¡Acaban de morir personas! Guardianes. Priscilla Voda. —Por no hablar de la gente que acababa de regresar de entre los muertos. Probablemente sería mejor dejar esa parte fuera—. Este no es el momento de deteriorarse y apestar a cerveza. Esperaba que Adrian dijera que siempre era un buen momento para apestar a cerveza, pero él seguía estando serio. —En realidad, tipo de barriles. A lo mejor la palabra ‚fiesta‛ no es el término correcto. Es un... —Frunció el ceño, buscando las palabras—. Un evento especial. Uno para la élite. —Todas las fiestas reales son para los de la élite —señalé. —Sí, pero no todos los reales está invitados a esta. Estos son... bueno, la élite de la élite.

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es por la gente que murió por lo que va a haber una fiesta. No es del

Eso realmente no estaba ayudando. —Adrian… —No, escucha. —Hizo ese familiar gesto suyo que indicaba frustración, pasarse la mano por el pelo—. No es tanto una fiesta como una ceremonia. Una antigua, antigua tradición de... No sé. Rumania, creo. La llaman la Vigilia Mortal. Pero es una manera de honrar a los muertos, un secreto que ha sido difundido a través de las más antiguas líneas de sangre. Los flashbacks de una sociedad secreta destructiva en St. Vladimir volvieron a mí. —Esto no es algo sobre Mana, ¿verdad? —No, te lo juro. Por favor, Rose. No estoy en todo eso tampoco, pero mi madre me hace ir, y me gustaría mucho que estuvieras allí conmigo. ‚Élite‛ y ‚línea de sangre‛ fueron las palabras de advertencia para mí. —¿Habrá otros dhampirs allí? —No. —Luego añadió rápidamente—: Pero hice arreglos para que algunas personas que apruebas estén allí. Esto lo hará mejor para ambas. —¿Lissa? —Supuse. Si alguna vez hubo una línea de sangre estimada, era la suya.

muy parecida a la tuya. Eso me hizo sonreír. También despertó mi interés. Quería hablar con ella más sobre lo que había sucedido durante su visita a Dimitri, y sabía que me había estado evitando por ello. Si yendo a

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—Sí. Me encontré con ella en el centro médico. Su reacción fue

algún tonto ritual real o lo que fuera esto, podía hacerme estar con ella, pues mucho mejor. —¿Quién más? —Gente que te gusta. —Muy bien. Sé misterioso. Iré a tu reunión de culto. Eso me valió una sonrisa de regreso. —Apenas un culto, pequeña dhampir. Realmente es una manera de pagar los últimos respetos a las personas que murieron en esa lucha. —Extendió la mano y la pasó por mi mejilla—. Y me alegro... Dios, estoy tan contento de que no fueras una de ellos. No sabes.... —Su voz se atrapó, la sonrisa petulante tembló por un momento antes de estabilizarse de nuevo—. No sabes lo preocupado que estaba. Cada minuto que pasaba, cada minuto que no sabía lo que te había sucedido... era una agonía. E incluso después de oír que estabas bien, me mantuve preguntando a todos en el centro médico lo que sabían. Si te habían visto pelear, si te habían herido... Sentí un nudo en la garganta. No había podido ver a Adrian cuando había regresado, pero le había enviado un mensaje, por lo menos. Me apretó la mano y traté de hacer una broma de algo que realmente no tenía ninguna gracia. —¿Qué te dijeron? ¿Que era una chica mala?

estuviste en la batalla. Se corrió la voz hacia la tía Tatiana también acerca de lo que hiciste, e incluso ella se quedó impresionada. Whoa. Eso fue una sorpresa. Empecé a preguntar más, pero sus siguientes palabras me cortaron.

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—Sí, en realidad. No podían dejar de hablar de lo increíble que

—También oí que estabas gritando a todo el mundo que querías conocer detalles sobre Belikov. Y que estuviste golpeando las puertas de los guardianes esta mañana. Aparté la vista. —Oh. Sí. Yo...‖Mira,‖lo‖siento,‖pero‖tuve‖que… —Hey, hey. —Su voz era fuerte y seria—. No te disculpes. Lo entiendo. Levanté la vista hacia él. —¿En serio? —Mira, no es como si yo no esperara esto si él regresaba. Lo miré vacilante, estudiando su expresión seria. —Lo sé. Recuerdo lo que dijiste antes.... Él asintió con la cabeza, luego me dio otra sonrisa compungida. —Por supuesto, yo en realidad no esperaba que nada de esto funcionara. Lissa trató de explicarme la magia que había usado... Pero, buen Dios. No creo que pudiera hacer algo como lo que ella hizo. —¿Lo crees? —Le pregunté—. ¿Crees que ya no sea un Strigoi? —Sí. Lissa dijo que no lo es, y yo le creo. Y lo vi desde una distancia fuera del sol. Pero no estoy seguro de que sea una buena idea que trates de verlo.

sonar acusatoria, considerando la forma en que mi corazón estaba todo enredado sobre Dimitri. —Por supuesto que son los celos —dijo Adrian con indiferencia—. ¿Qué esperabas? El antiguo amor de tu vida vuelve, de entre los muertos, por si fuera poco. Eso no es algo que me entusiasme realmente. Pero no te culpo por sentirte confundida.

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—Eso son tus celos hablando. —No tenía ningún derecho a

—Ya‖te‖dije‖antes… —Lo sé, lo sé. —Adrian no parecía especialmente molesto. De hecho, había un tono sorprendentemente paciente en su voz—. Sé que dijiste que su vuelta no afectaría a las cosas entre nosotros. Pero decir una cosa antes de que suceda, y que luego en realidad esa cosa suceda son dos cosas diferentes. —¿Qué quieres decir? —Pregunté, confundida. —Te quiero, Rose. —Me apretó la mano más fuertemente—. Siempre te he querido. Quiero estar contigo. Me gustaría ser como los otros chicos y decir que también quiero cuidar de ti, pero... bien. Cuando esto se venga abajo, probablemente serás tú la que tenga que cuidar de mí. Me reí muy a mi pesar. —Hay días en que creo que tú eres el mayor peligro para ti mismo que cualquier otro. Hueles como a cigarrillos, sabes. —Hey, yo nunca, nunca dije que fuera perfecto. Y te equivocas. Tú eres probablemente la cosa más peligrosa en mi vida. —Adrian… —Espera. —Con la otra mano apretó sus dedos sobre mis labios—. Sólo escucha. Sería estúpido por mi parte pensar que el que que, me gusta que quieras verlo? No, por supuesto que no. Eso es instinto. Pero hay más, lo sabes. Creo que es un dhampir de nuevo. Absolutamente. Pero... —¿Pero, qué? —Las palabras de Adrian habían despertado mi curiosidad más que nunca.

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tu antiguo novio regrese no va a tener ningún efecto sobre ti. ¿Así

—Pero sólo porque él no sea un Strigoi no quiere decir que esto haya desaparecido enteramente de él. Espera. —Adrian pudo ver a mi apertura de la boca por la indignación—. No estoy diciendo que sea malo o que tenga los medios para ser malo ni nada de eso. Pero lo que pasó... fue enorme. Épico. En realidad no sé mucho sobre el proceso de cambio. ¿Qué efecto tuvo ese tipo de vida en él? ¿Hay partes violentas de él que de pronto podrían salir? Eso es por lo que estoy preocupado, Rose. Te conozco. Sé que no vas a ser capaz de ayudarte a ti misma. Tendrás que verlo y hablar con él. Pero, ¿es seguro? Eso es lo que nadie sabe. No sabemos nada de esto. No sabemos si es peligroso. Christian había dicho lo mismo a Lissa. Examiné atentamente a Adrian. Sonaba como una excusa conveniente para mantenernos a mí y a Dimitri apartados. Sin embargo, vi la verdad en sus profundos ojos verdes. Lo decía en serio. Estaba nervioso por lo que Dimitri pudiera hacer. Adrian también había sido honesto acerca de estar celoso, lo cual tenía que admirar. No me había ordenado que no viera a Dimitri o intentado dirigir mi comportamiento. Me gustó eso también. Extendí mi mano y entrelacé mis dedos con los de Adrian. —No es peligroso. Está... triste. Triste por lo que ha hecho. La culpa lo está matando.

si de pronto me diera cuenta que había estado matando brutalmente a gente durante los últimos cuatro meses. —Adrian me atrajo hacia él y besó la parte superior de mi cabeza—. Y por el bien de todos, sí, incluso el suyo, realmente espero que sea exactamente de la manera en que era. Ten cuidado, ¿vale?

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—Puedo imaginármelo. Probablemente yo no me lo perdonaría

—Lo haré —dije, besándole la mejilla—. En la medida en que pueda. Él sonrió y me soltó. —Eso es lo mejor que puedo esperar. Por ahora, tengo que regresar con mis padres por un rato. Volveré a por ti a las cuatro, ¿de acuerdo? —Muy bien. ¿Hay algo que deba llevar a esa fiesta secreta? —Ropa de vestir linda estaría bien. Se me ocurrió algo. —Si esto es para la gente de élite y de prestigio, ¿cómo va a conseguir entrar una dhampir humilde como yo? —Con esto. — Adrián buscó una bolsa que había dejado al entrar. Me la entregó. Con curiosidad abrí la bolsa, y quedé asombrada con lo que vi. Era una máscara, una que apenas cubría la mitad superior de la cara alrededor de los ojos. Estaba complicadamente trabajada con hojas doradas y verdes, y flores enjoyadas. —¿Una máscara? —Exclamé—. ¿Tenemos que usar máscaras en esa cosa? ¿Qué es esto, Halloween?

No nos pusimos en realidad las máscaras hasta que llegamos a la Vigilia Mortal. Como parte de la naturaleza secreta de todo esto, Adrian dijo que no quería llamar la atención de cualquiera sobre nosotros mismos al ir a ella. Así que caminamos a través de los terrenos de la Corte vestidos —llevaba el mismo vestido que había llevado a la cena con sus padres— pero nadie nos hizo más caso del

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Me guiñó un ojo. —Nos vemos a las cuatro.

que nos solían hacer cuando estábamos juntos. Además, ya era tarde, y la mayoría de la Corte se preparaba para acostarse. Nuestro destino me sorprendió. Era uno de los edificios en los que vivían los trabajadores no reales de la Corte, el cual estaba muy cerca del de Mia. Bueno, yo suponía que el último lugar donde buscarías una fiesta real sería en la casa de un plebeyo. Excepto que no era en cualquiera de los apartamentos en su interior. Una vez que entramos en el vestíbulo del edificio, Adrian me indicó que debíamos ponernos nuestras máscaras. Luego me llevó a lo que parecía ser un armario de conserje. No fue así. En su lugar, se abrió la puerta a una escalera que descendía hacia la oscuridad. No podía ver el fondo, eso me puso en alerta máxima. Instintivamente quería saber cada detalle de la situación en la que me encontraba. Adrian se mostró tranquilo y confiado mientras se dirigía hacia abajo, así que lo tomé como que esto no me conducía a algún altar de sacrificios. Odiaba admitirlo, pero la curiosidad sobre esta cosa de la Vigilia Mortal alejaba temporalmente mi mente de Dimitri. Adrian y yo finalmente llegamos a otra puerta, y ésta tenía dos guardias. Ambos hombres eran Moroi, ambos enmascarados como Adrian y yo. Sus posturas eran rígidas y defensivas. No dijeron nada, sino que simplemente nos miraron expectantes. Adrian dijo unas palabras que sonaban como rumanas, y un momento después, entráramos. —¿Clave secreta? —Murmuré a Adrian mientras pasábamos. —Contraseñas, en realidad. Una para ti y otra para mí. Todos los huéspedes tienen una única para ellos.

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uno de los hombres abrió la puerta e hizo un gesto para que

Entramos en un estrecho túnel iluminado por antorchas empotradas en las paredes. Sus llamas se agitaban como sombras fantásticas cuando pasábamos. De lejos, nos llegó el murmullo de la conversación. Sonaba sorprendentemente normal, como cualquier conversación que se oía en una fiesta. Con base a la descripción de Adrian, yo casi esperaba oír cánticos o tambores. Negué con la cabeza. —Lo sabía. Mantienen una mazmorra medieval en la Corte. Me sorprende que no haya cadenas en las paredes. —¿Asustada? —Se burló Adrian, y afianzó su agarre de mi mano. —¿De esto? No lo creo. Es decir, en la Escala de Rose Hathaway del‖Miedo,‖esto‖es‖apenas‖un‖uno… Salimos de la sala antes de que pudiera terminar. Una sala amplia con techos abovedados se extendía ante nosotros, algo que dejó atónito a mi espacialmente deficiente cerebro mientras trataba de recordar lo profundo que habíamos bajado. Candelabros de hierro forjado con velas encendidas colgaban del techo, proyectando la misma luz fantasmal que las antorchas. Las paredes eran de piedra, pero de una muy ingeniosa y bonita piedra: gris con manchas rojizas, pulida en piezas redondas y lisas. Alguien había querido mantener el sentimiento de mazmorra del Viejo Mundo, línea de pensamiento real. Unas cincuenta personas o más se arremolinaban alrededor de la habitación, formando algunos grupos. Al igual que Adrian y yo, llevaban máscaras y ropa medio formal. Todas las máscaras eran diferentes. Algunas tenían una temática floral, como la mía,

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pero aún así dándole al lugar un aspecto elegante. Era una típica

mientras que otras estaban decoradas con animales. Algunas simplemente tenían remolinos o diseños geométricos. A pesar de que las máscaras sólo cubrían la mitad de los rostros de los huéspedes, la iluminación incompleta hacía un gran trabajo oscureciendo cualquier otra característica de identificación. Les examiné cuidadosamente, con la esperanza que podría elegir los detalles con los que conseguiría distinguir a alguien. Adrian y yo dejamos la entrada y fuimos hacia una esquina. Cuando mi punto de vista de la zona se amplió, pude ver un pozo de fuego grande en el centro de la habitación, incrustado en el suelo de piedra. No había fuego ardiendo en él, pero todo el mundo se mantenía alejado. Por un momento, tuve un desorientador flash de déjà vu, volviendo atrás a mi tiempo en Siberia. Había estado en un tipo de ceremonia conmemorativa allí también —aunque no había máscaras o contraseñas— y todos se habían sentado alrededor de una fogata al aire libre. Había sido en honor a Dimitri, con todos los que lo habían amado sentados y contando historias acerca de él. Traté de echarle un mejor vistazo al fuego, pero Adrian tenía la intención de mantenernos detrás de la mayor parte de la multitud. —No llames la atención sobre ti misma —advirtió. —Sólo estaba mirando. —Sí, pero cualquiera que te mirara demasiado se daría cuenta

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de que eres la persona más baja de aquí. Sería bastante obvio que eres un dhampir. Esta es la élite más antigua, ¿recuerdas? Le fruncí el ceño tanto como pude a través de la máscara. — ¿Pero pensé que habías dicho que habías hecho arreglos para que yo estuviera aquí? —Gemí cuando él no respondió—. ¿El término ‚haber‖

hecho‖

arreglos‛

significa

simplemente

meterme

furtivamente? Si es así, esos tipos eran una especie de seguridad de mierda. Adrian se burló. —Oye, hemos dicho las contraseñas correctas. Eso‖es‖ todo‖lo‖que‖piden.‖Robé…‖ eh, las tomé prestadas de la lista de mi madre. —¿Tu madre es una de las personas que ayudó a organizar esto? —Así es. Su rama de la familia Tarus ha estado en lo más profundo de este grupo desde hace siglos. Al parecer, hubo una ceremonia muy grande aquí tras el ataque a la escuela. Giré todo esto en mi mente, tratando de decidir cómo me sentía. Odiaba cuando las personas se obsesionaban con el status y las apariencias, sin embargo, era difícil culparlos por querer honrar a aquellos que habían sido asesinados, en particular cuando la mayoría de ellos habían sido dhampirs. El ataque Strigoi a St. Vladimir era un recuerdo que me perseguiría por siempre. Antes de que pudiera reflexionar mucho más, me barrió una sensación familiar. —Lissa está aquí —dije, mirando alrededor. Podía sentirla cerca pero no la detecté de inmediato en el mar de máscaras y sombras—. Allí.

tonos rosados y una máscara blanca y dorada con cisnes en ella. A través de nuestra conexión, la sentí buscando a alguien a quien conociera. Impulsivamente comencé a caminar hacia ella, pero Adrian me frenó, diciéndome que esperara mientras él la rescataba. —¿Qué es todo esto? —preguntó cuando llegó hasta mí.

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Se puso de pie apartándose de los otros, llevando un vestido en

—Me imaginé que sabrías —le dije. —Son todos asuntos ultra secretos de la realeza. —Demasiado ultra secreto para mí —dijo ella. —Obtuve mi invitación de la reina. Me dijo que era parte de mi herencia y que lo mantuviera para mí, y entonces vino Adrian y dijo que tenía que venir por tu bien. —¿Tatiana te invitó directamente? —exclamé. Quizás no debería haberme sorprendido. Lissa difícilmente habría necesitado escabullirse dentro como lo hice yo. Me imaginé que alguien se habría asegurado que tuviera una invitación, pero había asumido que todo había sido obra de Adrian. Miré alrededor con inquietud— . ¿Está aquí Tatiana? —Probablemente —dijo Adrian, con la voz molestamente casual. Como de costumbre, la presencia de su tía no tenía el mismo impacto en él que en el resto de nosotros—. Oh, hey. Allí está Christian. Con la máscara de fuego. No supe cómo divisó Adrian a Christian, aparte de la no-tansutil-máscara metáfora. Con su estatura y cabello oscuro, Christian se mezclaba fácilmente con los otros Moroi a su alrededor y había incluso estado charlando con una chica que estaba cerca, lo que parecía no típico de él. —Él de ninguna manera consiguió una invitación legítima —dije. Si algún Ozera hubiera sido considerado hubiera sido uno de ellos. —No lo hizo, —estuvo de acuerdo Adrian, haciéndole un pequeño gesto a Christian para que se nos uniera—. Yo le di una de las contraseñas que robé de mamá. Le dirigí a Adrian una mirada asustada. —¿Cuántas robaste?

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lo suficientemente especial como para conseguirla, Christian no

—Las suficientes para... —Pongamos atención. El vozarrón de un hombre resonó a través de la sala, frenando tanto las palabras de Adrian como los pasos de Christian. Con una mueca, Christian regresó a donde había estado parado, separado de nosotros ahora, al otro lado de la sala. Parecía que no tendría la oportunidad de preguntarle a Lissa de Dimitri después de todo. Sin ninguna directiva, los otros en la sala comenzaron a formar un círculo alrededor de la hoguera. La sala no era lo suficientemente grande como para que hiciéramos un único círculo, entonces aun así fui capaz de permanecer por detrás de otros Moroi mientras observaba el espectáculo. Lissa se paró junto a mí, pero su atención estaba clavada al otro lado de nosotros, en Christian. Estaba decepcionada de que no hubiera podido unirse a nosotros. —Esta noche venimos a honrar a los espíritus de aquellos que murieron luchando contra la gran maldad que nos ha plagado por tanto tiempo. —Este era el mismo hombre que nos había llamado la atención. La máscara negra que llevaba brillaba con remolinos plateados. No era nadie a quien yo reconociera. Probablemente era seguro asumir que se trataba de alguien de una importante línea de sangre que por casualidad tenía una buena voz para reunir a las personas. Adrian lo confirmó.

maestro de ceremonias. Anthony parecía más un líder religioso que un maestro de ceremonias en este momento, pero no quise responder y atraer la atención de alguien. —Esta noche los honramos —continuó Anthony.

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—Ése es Anthony Badica. Ellos siempre lo reclutan como

Me sobresalté cuando casi todo el mundo a nuestro alrededor repitió esas palabras. Lissa y yo intercambiamos miradas sorprendidas. Aparentemente, había una secuencia de acciones de las que no nos habían hablado. —Sus vidas nos fueron arrebatadas demasiado pronto — continuó Anthony. —Esta noche los honramos. Está bien, esta secuencia podría no ser tan difícil de seguir después de todo. Anthony siguió hablando de lo terrible que era la tragedia, y nosotros repetimos la misma respuesta. La idea completa de esta Vigila Mortal todavía me parecía extraña, pero la tristeza de Lissa se filtró a través del vínculo y comenzó a afectarme también. Priscilla siempre había sido buena con ella, y cortés conmigo. Grant puede haber sido el guardián de Lissa por poco tiempo, pero la había protegido y ayudado. De hecho, si no hubiera sido por el trabajo de Grant con Lissa, Dimitri todavía podría ser un Strigoi. Por lo tanto, poco a poco, la gravedad de todo esto comenzó a golpearme, y aun cuando pensara que había mejores maneras de llevar luto, apreciaba el reconocimiento que los muertos estaban recibiendo. Después de algunos estribillos más, Anthony hizo un gesto para brillante se adelantó con una antorcha. Adrian se movió junto a mí. —Mi querida madre —murmuró. Bastante seguro. Ahora que la había señalado, pude distinguir con claridad los rasgos de Daniella. Ella echó la antorcha en la hoguera, y la encendió como el Cuatro de Julio. Alguien debe haber rociado la madera ya sea con gasolina o vodka ruso. Quizás ambos.

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que alguien se adelantara. Una mujer con máscara esmeralda

No es de extrañar que los otros invitados hayan mantenido la distancia. Daniella se mezcló en la muchedumbre, y otra mujer se acercó sosteniendo una bandeja con copas doradas. Caminando alrededor del círculo, le entregó una copa a cada persona. Cuando se agotaron, apareció otra mujer con una bandeja. Mientras eran distribuidas las copas, Anthony explicó: —Ahora brindaremos y beberemos por los muertos, para que sus espíritus sigan adelante y encuentren la paz. Me moví incómoda. La gente hablaba de espíritus sin descanso y los muertos encontrando la paz sin saber realmente lo que significaba. Ser una Shadow-Kissed venía con la capacidad de ver a los muertos sin descanso, y me había tomado mucho tiempo hacerme del control para no verlos. Ellos estaban siempre a mi alrededor; tuve que trabajar mucho para mantenerlos bloqueados. Me preguntaba qué sería lo que vería ahora si permitía que bajaran los muros. ¿Estarían los fantasmas de aquellos asesinados en la noche del ataque de Dimitri cerniéndose a nuestro alrededor? Adrian olfateó su copa tan pronto como la obtuvo y frunció el ceño. Por un momento sentí pánico, hasta que también olfateé la mía. —Vino, gracias a Dios —le susurré—. Por tu cara, pensé que era sangre. —Recordé lo mucho que odiaba la sangre que no venía directamente de la fuente.

Cuando todos tuvieron su vino, Anthony levantó con ambas manos la copa por encima de su cabeza. Con el fuego detrás de él, le dio un casi siniestro aspecto de otro mundo. —Brindamos por Priscilla Voda —dijo. —Brindamos por Priscilla Voda —repitió todo el mundo.

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—No —regresó el murmuro. —Sólo una cosecha mala.

Él bajó la copa y tomó un sorbo. Lo mismo hicieron todos los demás, a excepción de Adrian. Él se engulló la mitad de la suya, mala cosecha o no. Anthony levantó la copa por encima de su cabeza nuevamente. —Brindamos por James Wilket. Mientras repetíamos las palabras, me di cuenta que James Wilket era uno de los guardianes de Priscilla. Este loco grupo de la realeza realmente estaba mostrando respeto a los dhampirs. Pasamos por los otros guardianes, uno por uno, pero mantuve mis sorbos pequeños, queriendo mantener la cabeza fría esta noche. Estaba bastante segura que, para el final de la lista de nombres, Adrian estaba fingiendo sus sorbos, porque se lo había terminado. Cuando Anthony terminó de nombrar a todos los que habían muerto, sostuvo su copa en alto de nuevo y se acercó al resplandeciente fuego, el que había empezado a hacer la pequeña sala incómodamente caliente. La parte trasera de mi vestido estaba humedeciéndose con sudor. —A todos los que se perdieron por el gran mal, honramos sus espíritus y esperamos que sigan adelante en paz hacia el otro mundo. —Luego descargó el resto del vino en las llamas. Toda esta charla de espíritus permaneciendo en el mundo allá de Christian que dominaban la religión Moroi. Me hizo preguntar qué tan antigua era esta ceremonia en realidad. Una vez más, tuve el impulso de dejar caer mis barreras y ver si algo de esto en realidad había atraído a los fantasmas hacia nosotros, pero temía lo que pudiera encontrar. Además, pronto me distraje cuando el resto del círculo comenzó también a verter sus vinos dentro del

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ciertamente no iba junto con las creencias convencionales del más

fuego. Uno por uno, yendo en sentido horario, cada persona se acercó. Todo estaba en silencio mientras pasaba esto, salvo por el chisporroteo en la hoguera y movimiento de leños. Todo el mundo miraba respetuosamente. Cuando llegó mi turno, luché duro para no temblar. No me había olvidado que Adrian me había colado aquí dentro. Moroi humildes no eran admitidos, menos los dhampirs. ¿Qué harían? ¿Declararían el espacio violado? ¿Me acosarían? ¿Me lanzarían al fuego? Mis temores resultaron infundados. Nadie dijo o hizo nada inusual mientras derramaba mi vino, y un momento después, Adrian se adelantaba para su turno. Me fusioné de regreso junto a Lissa. Cuando el círculo completo había terminado, fuimos conducidos en un minuto de silencio por los difuntos. Habiendo presenciado el secuestro de Lissa y el rescate posterior, tenía mucha muerte para considerar. Ninguna cantidad de silencio les haría justicia alguna vez. Otra señal tácita pareció pasar a través de la sala. El círculo se dispersó, y se levantó la tensión. La gente volvió a caer en pequeños grupos de charla, al igual que en cualquier otra fiesta, aunque sí vi lágrimas en los rostros de algunos.

Adrian se volvió hacia una mesa que misteriosamente había sido organizada durante la ceremonia. Puesta contra la pared del fondo y colmada con fruta, queso, y más vino. Naturalmente, él se sirvió un vaso. —No todos están llorando por ella —dijo.

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—A mucha gente debe haberle gustado Priscilla —observé.

—Encuentro difícil creer que estén llorando por los dhampirs — señalé. —Nadie aquí ni siquiera los conocía. —No es verdad —dijo. Lissa captó rápido lo que quería decir. —La mayoría de las personas que fueron al rescate deben haber sido guardianes asignados a los Moroi. No todos pudieron ser guardianes de la Corte. Ella tenía razón, me di cuenta. Habíamos tenido demasiadas personas con nosotros en el depósito. Muchos de estos Moroi habían indudablemente perdido guardianes a los que eran cercanos. A pesar del desprecio que a menudo tenía por esta clase de miembros de la realeza, sabía que algunos probablemente habían formado amistades legítimas y apego con sus guardaespaldas. —Esta es una fiesta poco convincente —dijo de pronto una voz. Nos volvimos y vimos que Christian por fin había podido llegar hasta nosotros—. No podría decir si se suponía que estábamos teniendo un funeral o convocando al diablo. Era una especie de intento-a-medias de ambos. —Ya basta —dije, sorprendiéndome a mí misma—. Esas personas murieron por ti anoche. Lo que sea que es esto, sigue siendo por respeto a ellos.

A mi lado, había sentido a Lissa encenderse por dentro cuando lo vio. Los horrores de su calvario los habían acercado, y recordé la ternura que habían compartido en el viaje de regreso. Ella le ofreció una cálida mirada y obtuvo una sonrisa tentativa a cambio. Tal vez

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El rostro de Christian se volvió serio. —Tienes razón.

podría salir algo bueno de todo lo que había ocurrido. Quizás serían capaces de resolver sus problemas. O tal vez no. Adrian esbozó una sonrisa. —Hey. Me alegra que hayas podido venir. Por un momento, pensé que le estaba hablando a Christian. Luego miré y vi que una chica con una máscara de pavo real se nos había unido. Con la mezcla de personas y máscaras, no me había dado cuenta que ella estaba parada cerca de nosotros a propósito. La miré atentamente, viendo sólo ojos azules y rizos dorados antes de por fin reconocerla. Mia. —¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté. Ella sonrió. —Adrian me consiguió una contraseña. —Adrian al parecer obtuvo contraseñas para la mitad de la fiesta. Él pareció muy satisfecho con sí mismo. —¿Ves? —dijo, sonriéndome. —Te dije que haría que esto valga la pena tu tiempo. La pandilla entera está aquí. Casi. —Esto es lo más extraño que alguna vez haya visto —dijo Mia, mirando alrededor—. No veo por qué tiene que ser un secreto que por el funeral en grupo? Adrian se encogió de hombros. —Ya te dije, esta es una ceremonia antigua. Es una reliquia de la Madre Patria, y estas personas piensan que es importante. Por lo que sé, solía ser mucho más elaborada. Esta es la versión modernizada.

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los que fueron asesinados eran héroes. ¿Por qué no pueden esperar

Se me ocurrió entonces que Lissa no había dicho ni una sola palabra desde que habíamos notado que Christian había llegado con Mia. Me abrí al vínculo, sintiendo una inundación de celos y resentimiento. Yo todavía mantenía que Mia era una de las últimas personas con las que Christian se involucraría. (Está bien, para mí era difícil imaginarlo con alguien. Que se hubiera juntado con Lissa había sido monumental). Sin embargo Lissa no podía ver eso. Todo lo que ella veía era a él continuamente frecuentando otras chicas. Mientras nuestra conversación continuaba, la actitud de Lissa se volvió más fría, y las miradas amigables que él le había estado dirigiendo comenzaron a desvanecerse. —¿Entonces es cierto? —preguntó Mia, ignorando el drama en torno a ella. —¿Dimitri‖en‖serio‖est{… de vuelta? Lissa y yo intercambiamos miradas. —Sí —dije con firmeza. — Él es un dhampir, pero nadie lo cree aun. Porque son idiotas. —Acaba de suceder, pequeña dhampir. —El tono de Adrian fue amable, aunque el tema claramente también lo incomodaba—. No puedes esperar que todo el mundo se embarque en esto de inmediato. —Pero son idiotas —dijo Lissa ferozmente—. Cualquiera que hable con él puede decir que no es un Strigoi. Los estoy presionando para que lo dejen salir de la celda para que la gente pueda en

Me gustaría que presionara un poco más fuerte para poder verlo, pero este no era el momento para hablar de eso. Mirando la sala, me preguntaba si algunas personas tendrían problemas en aceptar a Dimitri debido a su rol en las muertes de sus seres

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realidad verlo por sí misma.

queridos. Él no había tenido el control de sí mismo, pero eso no era suficiente para revivir a los muertos. Todavía incómoda alrededor de Christian, Lissa se estaba inquietando. Ella también quería marcharse y averiguar sobre Dimitri. —¿Cuánto tiempo tenemos que quedarnos aquí? Hay algo más que... —¿Quién diablos eres tú? Nuestro pequeño grupo se volvió en bloque y encontró a Anthony parado junto a nosotros. Considerando que la mayoría de nosotros estábamos aquí ilegalmente, él podría haberle estado hablando a cualquiera. Pero, basada en el lugar donde estaba fija su mirada, no había duda de a quién se refería.

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Él me estaba hablando a mí.

Traducido por AndreaN Corregido por Virtxu

—¡T

ú no eres una Moroi! —Continúo él. No estaba

gritando,

pero

definitivamente

obtuvimos la atención de la gente parada

cerca de nosotros. —Eres Rose Hathaway, ¿verdad? ¿Cómo se atreven tú y tu impura sangre a invadir la santidad de nuestro…? —Eso es suficiente —dijo repentinamente una voz suave—. Yo me encargo desde aquí. Incluso con su rostro cubierto, no había confusión con esa voz. Tatiana apareció desde detrás del tipo, usando una máscara de flores plateadas y un vestido gris de manga larga. Probablemente la ella se había mezclado con todos los demás. Todo el salón estaba silencioso ahora. Daniella Ivashkov se escurrió desde detrás de Tatiana, sus ojos se ampliaron detrás de su máscara cuando me reconoció. —Adrian…‖—empezó.

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vi antes en la multitud y ni siquiera me di cuenta. Hasta que habló,

Pero Tatiana estaba apoderándose de la situación. —Ven conmigo. No había dudas de que la orden era para mí, y de que yo obedecería. Ella se dio la vuelta y caminó ligeramente hacia la entrada del cuarto. Me apresuré detrás de ella, como lo hicieron Adrian y Daniella. Tan pronto como estuvimos fuera en el vestíbulo con antorchas, Daniella se volteó hacia Adrian. —¿En qué estabas pensando? Sabes que no me importa que traigas a Rose a ciertos eventos,‖pero‖esto‖fue…‖ —Inapropiado —dijo Tatiana secamente—. Aunque tal vez sea conveniente que un dhampir vea lo mucho que los sacrificios de su gente son respetados. Eso nos sorprendió a todos, y estuvimos un momento en silencio. Daniella se recuperó primero. —Sí, pero la tradición afirma que… Tatiana la interrumpió de nuevo. —Estoy muy al corriente de la tradición. Es una mala brecha de la etiqueta, pero que Rosemarie esté aquí ciertamente no arruina nuestras intenciones. Perder a Priscilla…‖ —Tatiana no sollozó, exactamente, pero perdió un poco de su compostura habitual. No pensé que alguien como ella tuviera perdiera a Lissa? No tan controlada. —Perder a Priscilla es algo que sentiré por mucho, mucho tiempo —dijo finalmente Tatiana. Sus ojos penetrantes estaban en mí—. Y espero que tú realmente entiendas cuánto te necesitamos y valoramos a ti y a los otros guardianes. Sé que algunas veces tu

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una mejor amiga, pero Priscilla lo había sido. ¿Cómo actuaría yo si

carrera se siente subestimada. No es así. Aquellos que murieron, han dejado un vacío en nuestras filas, uno que nos deja incluso más indefensos, como estoy segura que tú debes saber. Asentí, todavía sorprendida de que Tatiana no me estuviera gritando para que me fuera. —Es una gran pérdida —dije—. Y hace la situación peor porque sus números son lo que nos perjudican la mitad‖ del‖ tiempo…‖ especialmente‖ cuando‖ los‖ Strigoi‖ forman‖ grandes grupos. No siempre podemos igualar eso. Tatiana asintió, pareciendo placenteramente sorprendida de que estuviéramos de acuerdo en algo. Éramos dos. —Sabía que entenderías.‖ Sin‖ embargo…‖ —Se giró hacia Adrian—, no deberían haber hecho esto. Algunas líneas de propiedad necesitan ser mantenidas. Adrian fue sorpresivamente dócil. —Lo siento, Tía Tatiana. Sólo pensé que era algo que Rose debería ver. —Guardarás esto para ti misma, ¿verdad? —Preguntó Daniella, volteándose de nuevo hacia mí—. Muchos de los invitados son muy, muy conservadores. No quisieran que esto saliera a la luz. ¿Que se encontraron a la luz del fuego y jugaron a disfrazarse? Sí, podía verlos queriendo que eso quedara como un secreto.

—Bien —dijo Tatiana—. Ahora, probablemente deberían irse antes‖de‖que…‖¿ese‖es‖Christian‖Ozera?‖—Sus ojos habían estado a la deriva por el acaudalado salón. —Sí —dijimos Adrian y yo.

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—No le diré a nadie —les aseguré.

—Él no obtuvo una invitación —exclamó Daniella—. ¿Eso también es tu culpa? —No es tanto mi culpa como mi ingenio —dijo Adrian. —Dudo que alguien lo sepa, siempre y cuando se comporte — dijo Tatiana con un suspiro—. Y estoy segura de que él tomara cualquier oportunidad que pueda para hablar con Vasilisa. —Oh —dije, sin pensar—. Esa no es Lissa. —En realidad, Lissa le había dado la espalda a Christian y estaba hablando con alguien más mientras echaba miradas ansiosas a la puerta y a mí. —¿Quién es? —Preguntó Tatiana. Mierda. —Es, um, Mia Rinaldi. Ella es una amiga nuestra de St. Vladimir. —Casi consideré mentir y darle un nombre de la realeza. Algunas familias son tan grandes que era imposible tener el rastro de todo el mundo. —Rinaldi. —Tatiana frunció el ceño—. Creo que conozco a un sirviente

con

ese

nombre.

—En

realidad

estaba

bastante

impresionada de que conociera a la gente que trabajaba para ella. De nuevo, mi opinión acerca de ella cambió. —¿Un sirviente? —Preguntó Daniella, dándole a su hijo una mirada de advertencia.

—No. Si hubiera tenido más tiempo, probablemente podría haber traído a Eddie. Demonios, tal vez incluso a Jailbait. Daniella se veía escandalizada. —¿Acabas de decir Jailbait *?

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—¿Hay alguien más del que debería saber?

—Es sólo una broma —dije precipitadamente, no queriendo hacer peor esta situación. Tenía miedo de lo que Adrian podría responder—. Es como algunas veces llamamos a nuestra amiga Jill Mastrano. Ni Tatiana ni Daniella parecían pensar que eso era una broma en absoluto. —Bueno, nadie parece darse cuenta de que ellos no pertenecen —dijo Daniella, asintiendo hacia Christian y Mia—. Aunque los chismes aquí no durarán en correr salvajemente gracias a cómo Rose ha interrumpido este evento. —Lo siento —dije, sintiéndome mal de que tal vez la haya metido en problemas. —No se puede hacer nada por ahora —dijo Tatiana con cansancio—. Deberías irte ahora para que así todo el mundo piense que fuiste severamente castigada. Adrian, tú ven con nosotras y asegúrate de que tus otros ‚invitados‛ no llamen la atención. Y no hagas algo como esto de nuevo. —No lo haré —dijo, casi convincentemente. Los tres empezaron a voltearse, dejándome demasiado confundida, pero Tatiana hizo una pausa y miró hacia atrás. — Equivocado o no, no olvides lo que viste aquí. Realmente

Asentí, con un rubor de orgullo corriendo a través de mí por su agradecimiento. Luego, ella y los otros regresaron al cuarto. Los vi nostálgicamente, odiando que todo el mundo ahí pensara que desgraciadamente había sido echada a patadas. Considerando que pudo haber sido mucho peor para mí, decidí contar mis

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necesitamos a los guardianes.

bendiciones. Me quité la máscara, ya no teniendo nada más que ocultar, e hice el viaje de vuelta hacia arriba y hacia fuera. No había llegado muy lejos cuando alguien se paró en frente de mí. Era una señal de mi preocupación el hecho de que casi salté tres metros en el aire. —Mikhail —exclamé—. Me pegaste un susto de muerte. ¿Qué estás haciendo aquí? —En realidad, te estaba buscando. —Tenía una mirada ansiosa y nerviosa—. Fui a tu edificio antes, pero no estabas ahí. —Sí, estaba en la Mascarada de los Condenados. Me miró en blanco. —Olvídalo, ¿qué hay de nuevo? —Creo que tal vez tengamos una oportunidad. —¿Una oportunidad de qué? —Te escuché tratando de ver a Dimitri hoy. Ah, sí. El tema del que definitivamente quería pensar más. —Sí. ‚Tratar‛ es bastante optimista. Él no quiere verme, sin importar el ejército de guardianes bloqueándome.

alrededor como si fuera un animal asustado. —Es por eso que vine a encontrarte. —Ok, realmente no estoy siguiendo nada de esto. —También estaba empezando a tener dolor de cabeza por el vino.

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Mikhail se cambió de lugar incómodamente, mirando a su

Mikhail tomó un profundo aliento y exhaló. —Creo que puedo meterte a escondidas para que lo veas. Esperé por un momento, preguntándome si había una frase clave viniendo o si tal vez esto era una ilusión nacida de mis heridas emociones. Nop. El rostro de Mikhail era mortalmente serio, y aunque todavía no lo conocía muy bien, había comprendido lo suficiente para darme cuenta de que él realmente no iba bromeando por ahí. —¿Cómo? —pregunté—.‖Lo‖intenté‖y… Mikhail me hizo una seña para que lo siguiera. —Vamos y te explicaré. No tenemos mucho tiempo. No iba a desperdiciar esta oportunidad, y me apresuré detrás de él. —¿Ha pasado algo? —Pregunté, una vez que alcancé su largo paso—.‖ ¿Ha…‖ ha‖ preguntado‖ por‖ mí? —Era más de lo que me atrevía a esperanzarme. Mikhail usó la palabra a escondidas, pero en realidad no apoyaba esa idea de todos modos. —Han aligerado su guardia —explicó Mikhail. —¿En serio? ¿Cuántos? —Había cerca de una docena allá abajo cuando Lissa lo visitó, incluyendo su propia escolta. Si ellos habían vuelto en sí y se habían dado cuenta de que sólo necesitaban a un tipo o dos para vigilar a Dimitri, entonces eso era un buen presagio

—Está abajo como con cinco más. —Oh. —No es genial. Pero no es horrible—. ¿Pero supongo que incluso eso significa que están un poco más cerca de creer que él es seguro ahora?

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para que todo el mundo pensara que él ya no era un Strigoi.

Mikhail se encogió de hombros, manteniendo sus ojos en el camino en frente de nosotros. Había estado lloviendo durante la Vigilia Mortal, y el aire, aunque seguía húmedo, se había enfriado un poco. —Algunos guardianes lo creen. Pero se necesita un decreto real de la Corte para declarar oficialmente lo que es. Casi me estrello contra un alto. —¿Declarar lo que es? — exclamé—. ¡Él no es un qué! Es una persona. Un dhampir como nosotros. —Lo sé, pero está fuera de nuestras manos. —Es verdad. Lo siento —refunfuñé. No tenía sentido gritarle al mensajero—. Bueno, espero que se bajen de sus culos y lleguen a una decisión pronto. El silencio que siguió habló legiones. Le di a Mikhail una mirada aguda. —¿Qué? ¿Qué no me estás diciendo? —demandé. Se encogió de hombros. —El rumor es que hay otra cosa importante que la Corte está debatiendo ahora, algo que tiene prioridad. Eso me enfureció también. ¿Qué cosa en el mundo podría tener prioridad sobre Dimitri? Calma, Rose. Mantén la calma. Concéntrate. enterrada, pero a menudo explotaba en momentos de estrés. ¿Y esto? Sí, este era un momento bastante estresante. Me desplacé al tema original. Alcanzamos el edificio de explotación, y subí los escalones de dos en dos. —Incluso si aligeraron los guardianes de Dimitri, de

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No dejes que la oscuridad haga esto peor. Siempre peleé para mantenerla

todos modos no me dejarán pasar. Los que están ahí sabrán que ordenaron que me alejara. —Un amigo mío está cubriendo el cambio del frente ahora. No tenemos mucho tiempo, pero él les dirá a los guardianes en el área de espera que tú fuiste autorizada a bajar. Mikhail estaba a punto de abrir la puerta, y yo lo detuve, poniendo mi mano en su brazo. —¿Por qué estás haciendo esto por mí? La Corte Moroi podría no pensar que Dimitri es gran cosa, pero los guardianes lo hacen. Podrías meterte en grandes problemas. Él me miro, de nuevo con esa pequeña sonrisa amarga. — ¿Tienes que preguntar? Pensé en eso. —No —dije suavemente. —Cuando‖ perdí‖ a‖ Sonya…‖ —Mikhail cerró sus ojos por un latido, y cuando los abrió, parecían estar mirando en el pasado—. Cuando la perdí, no quería seguir viviendo. Ella era una buena persona…‖en‖serio.‖Se‖convirtió‖en‖Strigoi‖por‖desesperación.‖No‖vio‖ otra manera de salvarse a sí misma del espíritu. Daría lo que sea, lo que sea, por una oportunidad de ayudarla, de arreglar las cosas entre nosotros. No sé si eso alguna vez será posible para nosotros, pero es posible para ti ahora. No puedo dejar que pierdas esto. Con eso, nos dejó entrar y, suficientemente cierto, había otros a los guardianes de la prisión que Dimitri tenía un visitante. El amigo de Mikhail se veía increíblemente nervioso acerca de todo, lo que era comprensible. De todos modos, él estaba dispuesto a ayudar. Era increíble, pensé, lo que los amigos harían los unos por los otros. El último par de semanas eran pruebas innegables de eso.

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guardianes en deber. Justo como Mikhail había dicho, el tipo les dijo

Justo como en la visita de Lissa, dos guardianes aparecieron para escoltarme hacia abajo. Los reconocí de cuando había estado en su cabeza, y ellos parecían sorprendidos de verme. Si ellos escucharon a Dimitri diciendo rotundamente que no quería que lo visitara, entonces mi presencia sería realmente impactante. Pero por lo que ellos saben, alguien con poder había autorizado que yo esté aquí, así que no hicieron preguntas. Mikhail nos guió mientras nos abríamos paso hacia abajo, y sentí mis latidos y respiración crecer rápidamente. Dimitri. Estaba a punto de ver a Dimitri. ¿Qué le diría? ¿Qué haría? Era casi demasiado para comprender. Tenía que abofetearme mentalmente para concentrarme, o sino iba a caer en un shock estupefacto. Cuando alcanzamos el pasillo que contenía las celdas, vi a dos guardianes parados en frente de la celda de Dimitri, uno al final, y otros dos por la entrada por la que pasamos. Me detuve, intranquila por el pensamiento de otros escuchándome hablar con Dimitri. No quería una audiencia como la que Lissa había tenido, pero con el énfasis en seguridad aquí, podría no tener opción. —¿Puedo tener un poco de privacidad? —pregunté. Uno de mis escoltas sacudió la cabeza. —Ordenes oficiales. Dos guardianes tienen que estar parados en la celda todo el tiempo.

también. Déjanos ir. El resto puede esperar en la puerta. Le centelleé una mirada agradecida a Mikhail. Podía manejar tenerlo

cerca.

Los

otros,

decidiendo

que

estaríamos

lo

suficientemente seguros, se movieron discretamente al final del pasillo. No era una privacidad total y completa, pero no escucharían todo.

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—Ella es una guardiana —señaló Mikhail suavemente—. Y yo

Mi corazón se sentía listo para estallar en mi pecho mientras Mikhail y yo caminábamos hacia la celda de Dimitri y lo enfrentábamos. Él estaba sentado casi como había estado cuando Lissa llegó: en la cama, acurrucado en sí mismo, con la espalda hacia nosotros. Las palabras se atoraron en mi garganta. Los pensamientos coherentes huyeron de mi mente. Era como si hubiera olvidado totalmente la razón por la que vine. —Dimitri —dije. Al menos, eso fue lo que intenté decir. Balbuceé un poco, así que los sonidos que salieron de mi boca eran inentendibles. Fue aparentemente suficiente, pensé, porque la espalda de Dimitri repentinamente se puso rígida. Él no se dio la vuelta. —Dimitri —repetí, más claramente esta vez—.‖Soy…‖yo. No había necesidad de que dijera nada más. Él sabía desde el primer intento de decir su

nombre quién era. Tenía

el

presentimiento de que él habría conocido mi voz en cualquier situación. Probablemente conocía el sonido de mis latidos y mi respiración. Tanto así, que creo que dejé de respirar mientras esperaba

por

su

respuesta.

Cuando

llegó,

fue

un

poco

decepcionante.

—¿No, qué? —pregunté—. ¿Como, no, no soy yo? El exhaló con frustración, un sonido casi, pero no del todo, como el que solía hacer cuando yo hacía algo particularmente ridículo en nuestros entrenamientos.

382

—No.

—No, como en‖ ‚no quiero verte‛. —Su voz era espesa con sentimiento—. No se supone que te dejaran entrar. —Sí. Bueno, yo más o menos encontré la manera. —Por supuesto que lo hiciste. Él todavía no me encaraba, lo cual era agonizante. Miré a Mikhail, quién me dio un asentimiento de coraje. Supongo que debería estar contenta de que al menos Dimitri estuviera hablando conmigo. —Tenía que verte. Tenía que saber si estabas bien. —Estoy seguro de que Lissa ya te lo informó. —Tenía que verlo por mí misma. —Bueno, ahora lo ves. —Todo lo que veo es tu espalda. Era enloquecedor, aunque cada palabra que obtenía de él era un regalo. Sentí que habían pasado mil años desde que escuché su voz por última vez. Como antes, me pregunté cómo pude haber confundido al Dimitri de Siberia con éste. Su voz había sido idéntica en ambos lugares, el mismo tono y acento, aunque como un Strigoi, sus palabras siempre habían dejado un escalofrió en el aire. Esta era envolviéndome, no importa las cosas terribles que estuviera diciendo. —No te quiero aquí —dijo Dimitri categóricamente—. No quiero verte.

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cálida. Melosa y aterciopelada y toda clase de cosas maravillosas

Me tomé un momento para evaluar la estrategia. Dimitri todavía tenía ese sentimiento deprimido y sin esperanza a su alrededor. Lissa se había acercado con bondad y compasión. Ella había pasado a través de sus defensas, aunque mucho de eso era porque él la consideraba su salvadora. Yo podría intentar una táctica similar. Yo podría ser gentil y apoyarlo y llenarlo de amor, todo eso era cierto. Lo amo. Quiero ayudarlo tan terriblemente. Aunque no estaba segura de que ese método en particular pudiera funcionar para mí. Rose Hathaway no siempre era conocida por su suave enfoque. Lo hice, sin embargo, jugando en su sentido de obligación. —No puedes ignorarme —dije, intentando mantener mi volumen fuera de alcance para los otros guardianes—. Me lo debes. Yo te salvé. Unos pocos momentos de silencio pasaron. —Lissa me salvó — dijo él cuidadosamente. La ira quemaba dentro de mi pecho, justo como lo hizo cuando vi a Lissa visitándolo. ¿Cómo podía sostenerla a ella en tan alta estima pero no a mí? —¿Cómo crees que ella llegó a ese punto? —demandé—. ¿Cómo crees que ella aprendió cómo salvarte? ¿Tienes idea de lo que nosotras, de lo que yo, tuve que hacer para conseguir esa Créeme, ni siquiera te has acercado a ver una locura. Tú me conoces. Sabes lo que soy capaz de hacer. Y rompí mi propio record esta vez. Tu. Me. Lo. Debes. Fue duro, pero necesitaba una reacción de él. Alguna clase de emoción. Y la obtuve. Él se dio la vuelta, con los ojos destellantes y

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información? ¿Crees que el que yo haya ido a Siberia era una locura?

el poder crepitando a través de su cuerpo. Como siempre, sus movimientos eran feroces y elegantes. Igualmente, su voz era una mezcla de emociones: furia, frustración, y preocupación. —Entonces lo mejor que puedo hacer es… Se congeló. Los ojos marrones que habían estado reducidos con irritación,

repentinamente‖ estaban‖ extendidos‖ con…‖ ¿Qué?‖

¿Asombro? ¿Admiración? ¿O tal vez ese sentimiento aturdido que yo sigo teniendo cuando lo veo? Porque, repentinamente, estaba bastante segura de que él estaba experimentando lo mismo que yo había sentido antes. Él me vio una cantidad de veces en Siberia. Me vio justamente la otra noche en la bodega.‖ Pero‖ ahora…‖ ahora‖ él me estaba viendo verdaderamente con sus propios ojos. Ahora que él ya no era un Strigoi, todo su mundo era diferente. Su perspectiva y sentimientos eran diferentes. Incluso su alma era diferente. Era como uno de esos momentos cuando la gente habla acerca de sus vidas parpadeando delante de sus ojos. Porque, mientras nos mirábamos el uno al otro, cada parte de nuestra relación se reprodujo en mi ojo interno. Recordé cuán fuerte e invencible él había sido la primera vez que nos conocimos, cuando vino a traer a Lissa y a mí de regreso a las faldas de la sociedad Moroi. Recordé la gentileza de su toque cuando vendaba sus brazos después de que la hija de Victor, Natalie, me hubiera atacado. Más que nada, recordé la noche en que habíamos estado juntos en la cabaña, justo antes de que los Strigoi lo tomaran. Un año. Nos conocíamos sólo de un año, pero vivimos toda una vida en ese tiempo.

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mis sangrientas y maltratadas manos. Lo recordé cargándome en

Y él también estaba recordando eso, lo sabía, mientras él me estudiaba. Su mirada era completamente poderosa, tomando todas mis características y llenándose con ellas. Confusamente, intenté recordar cómo me veía hoy. Todavía estaba usando el vestido de la reunión secreta y sabía que me veía bien en él. Mis ojos probablemente estaban inyectados en sangre por llorar anteriormente, y sólo tuve tiempo de cepillar rápidamente mi cabello antes de irme con Adrian. De alguna manera, dudaba que algo de eso importara. La manera‖ en‖ que‖Dimitri‖ me‖ estaba‖ mirando…‖ confirmó‖ todo‖ lo‖ que‖ sospechaba. Los sentimientos que tenía por mí antes de que se convirtiera —los sentimientos que se habían retorcido mientras era un Strigoi— todavía estaban ahí. Tenían que estar. Tal vez Lissa era su salvadora. Tal vez el resto de la Corte piensa que es una diosa. Yo sabía, justo entonces, que no importa qué tan arruinada pareciera o cuán en blanco intentara él mantener su rostro, yo era una diosa para él. Tragó y vigorosamente adquirió control sobre sí mismo, justo como siempre lo hacía. Algunas cosas nunca cambian. —Entonces lo mejor que puedo hacer —continuó calmadamente—, es alejarme de ti. Esa es la mejor manera de pagarte la deuda. Fue difícil para mí controlarme y mantener alguna especie de estaba indignada. —¡Tú ofreciste pagarle a Lissa quedándote a su lado para siempre! —A‖ ella‖ no‖ le‖ hice‖ las‖ cosas…‖ —Aparto los ojos un momento, de nuevo luchando por control, y luego encontró los míos una vez más—. A ella no le hice las cosas que te hice a ti.

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conversación lógica. Estaba tan atemorizada como él. También

—¡No eras tú! No me importa. —Mi temperamento estaba empezando a quemar de nuevo. —¿Cuántos? —exclamó él—. ¿Cuántos guardianes murieron anoche por culpa de lo que hice? —Creo…‖ creo‖ que‖ seis‖ o‖ siete.‖ —Duras pérdidas. Sentí un pequeño dolor en mi pecho, recordando los nombres que leí en esa habitación del sótano. —Seis o siete —repitió Dimitri categóricamente, con angustia en su voz—. Muertos en una noche. Por mi culpa. —¡No actuaste solo! Y te dije que tú no eras tú. No te podías controlar.‖No‖me‖importa… —¡A mí sí me importa! —Gritó él, su voz resonando a través del pasillo. Los guardianes en cada extremo se desplazaron pero no se acercaron. Cuando Dimitri habló de nuevo, mantuvo su voz más baja, pero todavía estaba temblando con emociones salvajes—. A mí me importa. Eso es lo que tú no entiendes. No puedes entenderlo. No puedes entender cómo es saber lo que hice. Todo ese tiempo siendo‖ un‖ Strigoi…‖ es‖ como‖ un‖ sueño‖ ahora,‖ pero‖ es‖ uno‖ que‖ recuerdo claramente. No puede haber perdón para mí, ¿Y qué pasa contigo? Recuerdo casi todo. Todo lo que hice. Todo lo que quería hacer.

antes de que todo pasara, dijiste que podíamos estar juntos. Que podríamos‖conseguir‖ser‖asignados‖cerca‖del‖uno‖y‖el‖otro‖y… —Roza —me interrumpió, el apodo perforó en mi corazón. Creo que se le escapó, no queriendo completamente llamarme así. Había una sonrisa torcida en sus labios, una sin humor—.

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—No vas a hacerlo ahora —declaré—.‖Así‖que‖olvídalo.‖Antes…‖

¿Realmente crees que van a dejarme ser un guardián de nuevo? ¡Sería un milagro si me dejan vivo! —No es verdad. Una vez que se den cuenta de que cambiaste y de que en realidad eres tu viejo tú…‖todo‖ser{‖como‖era‖antes. Él sacudió su cabeza tristemente. —Eres‖ optimista…‖ crees‖ que‖ puedes hacer que todo pase. Oh, Rose. Es una de las cosas más maravillosas acerca de ti. También es una de las cosas más exasperantes de ti. —Yo creía que tú podías regresar de ser un Strigoi —señalé—. Tal vez mi creencia en lo imposible no es tan descabellada después de todo. Esta conversación era tan grave, tan desgarradora y, sin embargo, todavía seguía recordándome algunas de las viejas sesiones de práctica. Él intentaba convencerme de algunos puntos serios, y yo me oponía con la lógica de Rose. Usualmente me ganaría una mezcla de sorpresa y exasperación. Tenía el sentimiento de que esta era la misma situación, sólo que un poco diferente, él tenía esa misma actitud ahora. Pero esto no era una sesión de práctica. Él no sonreiría y rodaría sus ojos. Esto era serio. Esto era de vida y muerte. —Estoy agradecido por lo que hiciste —dijo formalmente, característica que compartíamos, ambos siempre trabajábamos para mantenernos bajo control. Él siempre había sido mejor que yo en eso—. Sí te debo. Y es una deuda que no puedo pagar. Como dije, lo mejor que puedo hacer es mantenerme fuera de tu vida. —Si eres parte de la vida de Lissa, entonces no puedes evitarme.

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todavía luchando por dominar sus sentimientos. Era otra

—La‖ gente‖ puede‖ estar‖ alrededor‖ de‖ los‖ dem{s‖ sin…‖ sin‖ ser‖ algo más que eso —dijo firmemente. Eso era completamente algo que Dimitri diría. La lógica peleando con los sentimientos. Y ahí fue cuando lo perdí. Como dije, él siempre es mejor en mantener el control. ¿Yo? No tanto. Me lancé a mí misma a través de los barrotes, tan rápido que incluso Mikhail se estremeció. —¡Pero te amo! —susurré—. Y sé que tú también me amas. ¿Realmente crees que puedes pasar el resto de tu vida ignorando que estás a mi alrededor? La parte problemática era que por mucho tiempo, en la Academia, Dimitri había estado convencido de que podía hacer exactamente eso. Y él había estado preparado para pasar su vida no actuando por sus sentimientos hacia mí. —Me amas —repetí—. Sé que lo haces. —Estiré mi brazo a través de los barrotes. Era un largo camino para tocarlo, pero mis dedos lo buscaron desesperadamente, como si ellos repentinamente pudieran crecer y ser capaces de hacer contacto. Eso era todo lo que necesitaba. Un toque de él para saber si todavía le importaba, un toque‖para‖sentir‖la‖calidez‖de‖su‖piel‖y…. —¿No es verdad...? —Dijo Dimitri calladamente—, ¿...que estás

Mi brazo cayó. —¿Do…‖dónde escuchaste eso? —Las cosas se escuchan por ahí —dijo, haciéndose eco de Mikhail.

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involucrada con Adrian Ivashkov?

—Ciertamente lo hacen —murmuré. —¿Lo estás? —Preguntó más demandantemente. Dudé antes de responder. Si le decía la verdad, él tendría más fundamentos para validar su punto acerca de nosotros estando separados. Era imposible para mí mentirle, también. —Sí,‖pero… —Bien. —No estoy segura de cómo esperaba que reaccionara. ¿Celoso? ¿Sorprendido? En vez de eso, mientras él se inclinaba contra la pared, parecía... aliviado—. Adrian es una mejor persona de lo que él mismo se da crédito. Él será bueno para ti. —Pero… —Ahí es donde está tu futuro, Rose. —Un poco de la actitud apática y sin esperanza estaba regresando—. No entiendes lo que es regresar a través de lo que hice, regresar de ser un Strigoi. Lo cambió todo. No es sólo que lo que te hice es imperdonable. Todos mis‖ sentimientos…‖ mis‖ sentimientos‖ por‖ ti…‖ cambiaron.‖ No‖ me‖ siento de la manera en que solía hacerlo. Podré ser un dhampir de nuevo,‖pero‖después‖de‖lo‖que‖pasé…‖bueno,‖me‖asusta.‖Alteró‖mi‖ alma. No puedo amar a nadie ahora. No puedo, no, te amo. Ya no hay nada más entre tú y yo.

después de la manera en que me miró antes. —¡No! ¡Eso no es verdad! Te amo y tú… —¡Guardias! —Gritó Dimitri, su voz fue tan alta que era una sorpresa que todo el edificio no temblara—. Sáquenla de aquí. ¡Sáquenla de aquí!

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Mi sangre se volvió fría. Me rehusé a creer sus palabras, no

Con impresionantes reflejos guardianes, los guardias estuvieron abajo en la celda en un parpadeo. Como un prisionero, Dimitri no estaba en posición de hacer pedidos, pero las autoridades aquí ciertamente no iban a fomentar una situación que podría crear una conmoción. Ellos empezaron a llevarnos a Mikhail y a mí hacia fuera, pero yo me resistí. —No,‖espera… —No pelees —murmuró Mikhail en mi oído—. Nuestro tiempo está corriendo, y no podías haber logrado nada más hoy de todos modos. Quería protestar, pero las palabras se atoraron en mis labios. Dejé que los guardianes me dirigieran hacia fuera, pero no antes de que le diera a Dimitri una última y prolongada mirada. Él tenía una perfecta mirada en blanco de guardián en su rostro, pero la manera penetrante en que me observó me hizo estar segura de que había mucho pasando dentro de él. El amigo de Mikhail todavía estaba en deber arriba, lo cual nos dejó escaparnos sin obtener, demasiados, problemas de más. Tan pronto como estuvimos afuera, llegué a una parada y pateé uno de los escalones furiosamente. —¡Maldita sea! —grité. Una pareja de Moroi a través del patio miradas asombradas. —Cálmate —dijo Mikhail—. Esta fue la primera vez que lo ves desde el cambio. Hay tantos milagros que puedes esperar de inmediato. Él vendrá.

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—probablemente llegando a casa de alguna fiesta tardía— me dio

—No estoy segura —refunfuñé. Suspirando, miré el cielo. Pequeños fragmentos de nubes se movían perezosamente, pero los vi vagamente—. No lo conoces como yo lo hago. Porque, mientras parte de mí pensaba que mucho de lo que había dicho Dimitri era de hecho una reacción al shock de volver a ser sí mismo, también estaba otra parte de mí que dudaba. Conocía a Dimitri. Conocía su sentido del honor, sus firmes creencias acerca de lo que es correcto e incorrecto. Él se sostenía por esas creencias.

Él vivió su vida por ellas. Si él verdadera, verdaderamente, creyera que la cosa correcta por hacer era evitarme y dejar que cualquier relación entre nosotros se desvaneciera, bueno…‖ había‖ una buena probabilidad de que él pudiera actuar muy bien de acuerdo a esa idea, sin importar el amor entre nosotros. Como recordé antes, él ciertamente había mostrado mucha resistencia en St. Vladimir. El‖ resto…‖ la‖ parte‖acerca‖ de‖que‖ él‖ ya‖ no me ama o que no es capaz‖de‖amar‖a‖nadie…‖bueno,‖ese‖sería‖ un‖problema‖diferente‖si‖ fuera verdad. Christian y Adrian se habían preocupado de que quedara una parte de Strigoi en él, pero sus miedos habían sido acerca de violencia y matanza. Nadie habría adivinado esto: que vivir como un Strigoi había endurecido su corazón, matando

Matando cualquier oportunidad de que él me ame a mí. Y estaba bastante segura de que, si ese fuera el caso, entonces una parte de mí moriría también.

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cualquier oportunidad de que él pudiera amar de nuevo.

[*] Jailbait: Es un apodo que se le da a Jill, pero la palabra ‘Jailbait’‖en‖inglés, se refiere a una atractiva mujer menor que atrae sexualmente a un hombre mayor, es por esto que la madre de

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Adrian se escandaliza al escuchar el apodo.

Traducido por Evelin Corregido por Selene

N

o había mucho que Mikhail y yo pudiéramos decirnos después de eso. No quería que él se metiera en problemas por lo que había hecho y dejé que

saliéramos del edificio de los guardianes en silencio. Cuando estuvimos fuera, pude ver que el cielo se tornaba de color púrpura en el este. El sol estaba apenas saliendo, señalando el centro de nuestra noche. Brevemente me deslicé en la mente de Lissa, y me di cuenta que la Vigilia Mortal finalmente había acabado y ella estaba de regreso a su habitación, preocupándose por mí y todavía molesta porque Christian había aparecido con Mia. Seguí el ejemplo de Lissa, preguntándome si dormir podría aliviar la agonía que Dimitri había dejado en mi corazón. su ayuda y por el riesgo que había tomado. Él se limitó a asentir, como si no tuviera nada que agradecerle. Era exactamente lo que él hubiera querido que yo hiciera por él si nuestros papeles se hubieran invertido y la Sra. Karp hubiera sido la única en la cárcel. Sentía un pesado sueño en mi cama, pero mis sueños eran tormentosos. Una y otra vez, seguía pensando en Dimitri

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Probablemente no lo haría. Sin embargo, le agradecí a Mikhail por

diciéndome que no podía amarme más. Eso me martillaba, rompiendo mi corazón en pedacitos. En un momento dado, se convirtió más que un golpeante sueño. Y oí un golpe real. Alguien estaba tocando la puerta, y lentamente salí con dificultad de mis horribles sueños. Con la mirada cansada, fui a la puerta y encontré a Adrian. La escena era casi un reflejo de anoche, cuando él había venido para invitarme a la Vigilia Mortal. Sólo que, esta vez, su cara era mucho más severa. Por un segundo, pensé que él había escuchado sobre mi visita a Dimitri. O que tal vez se había metido en muchos más problemas de los que nos imaginábamos por dejar escabullirse a la mitad de sus amigos a un funeral secreto. —Adrian… esto‖ es‖ temprano‖ para‖ ti… —Le di una mirada al reloj, descubriendo que en realidad me había quedado dormida. —No es para nada temprano —él confirmó, todavía con su rostro serio—. Un montón de cosas están ocurriendo. Tuve que venir para contarte las noticias antes de que las escucharas en cualquier otro lugar. —¿Qué noticias? —El veredicto del Concejo. Finalmente pasaron la gran resolución que han estado debatiendo. La resolución por la que tú

—Espera. ¿Lo han hecho? —Recordé lo que Mikhail había dicho, que una cuestión misteriosa había mantenido al Consejo ocupado. Si todo estaba terminado, entonces podrían pasar a evaluar algo más, por ejemplo, declarar a Dimitri un dhampir de nuevo—. Esa es una gran noticia. —Y si en realidad esto estaba relacionado a cuando Tatiana me había hecho venir para describir

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viniste.

mis

habilidades...

entonces,

¿verdaderamente

había

una

oportunidad para que ser nombrada como la guardiana de Lissa? ¿Podría la reina estar de acuerdo? Ella parecía muy amigable anoche. Adrian me miró con algo que yo nunca había visto en él: Compasión. —No tienes idea, ¿verdad? —¿No tengo idea de qué? —Rose… —Él suavemente apoyó una mano en mi hombro—. El Concejo acaba de aprobar un decreto bajando la edad para ser guardián a dieciséis. Los Dhampirs se graduarán cuando sean estudiantes de segundo año, y luego saldrán para sus asignaciones. —¿Qué? —Seguramente yo había oído mal. —Tú sabes lo aterrorizados que han estado sobre la protección y el no tener suficientes guardianes, ¿verdad? —él suspiró—. Esta fue su solución para aumentarlos en número. —¡Pero son demasiado jóvenes! —Lloriqueé—. ¿Cómo alguien puede pensar que con dieciséis años ellos están listos para salir y pelear?

Mi boca se abrió, todo se congeló a mí alrededor. Testificaste que lo eran…‖No.‖Eso‖no‖podía‖ser‖posible.‖ Adrian suavemente me dio un codazo en el brazo, tratando de sacudirme de mi estupor.

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—Bueno —Adrian dijo—, porque tú testificaste que lo eran.

—Vamos, ellos todavía están finalizando. Se hizo el anuncio en una sesión abierta y algunas‖personas‖est{n… un poco disgustadas. —Sí, me imagino. —Él no tenía que decírmelo dos veces. Yo inmediatamente comencé a salir, luego me di cuenta de que estaba en pijama. Rápidamente me cambié y cepillé mi cabello, a penas era capaz de creer lo que él acababa de decir. Mi preparación sólo tomó cinco minutos y luego salimos por la puerta. Adrian no era excesivamente atlético, pero mantuvo un ritmo bastante bueno cuando nos dirigimos hacía el salón del Concejo. —¿Cómo pasó esto? —Pregunté—. ¿No querr{s‖ decir‖que… lo que yo dije jugó un papel importante? —Hubiera querido que mis palabras fueran una exigencia, pero ellas salieron con más que una nota de súplica. Él encendió un cigarrillo sin parar de caminar, y no me molesté en llamarle la atención por eso. —Al parecer ha sido un tema candente por un buen tiempo. La votación fue muy cerrada. Las personas que presionaron por la resolución sabían que necesitarían demasiadas evidencias para ganar. Tú fuiste su gran premio: una adolescente dhampir asesinando Strigois a diestra y siniestra, mucho antes de la graduación. —No es mucho tiempo —murmuré, mientras mi furia se

El hecho que, sin saberlo, había sido usada para apoyar este decreto, me hacía sentir enferma del estómago. Había sido una tonta, pensando que todos ellos habían ignorado mi infracción de las reglas y simplemente me habían hecho desfilar para alabarme. Me habían usado. Tatiana me había usado.

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encendía. ¿Dieciséis? ¿Estaban hablando en serio? Eso era ridículo.

Cuando llegamos, el salón del Concejo estaba tan caótico como Adrian me había dado a entender. Es cierto que yo no había pasado mucho tiempo en esta clase de reuniones, pero estaba muy segura que las personas paradas en grupos gritándose los unos a los otros no era algo normal. El Heraldo del Concejo gritaba con voz ronca, pero no podía traer el orden en la multitud. El único punto en calma era Tatiana misma, sentada pacientemente en su asiento en el centro de la mesa, justo con la etiqueta dictada para el Concejo. Ella parecía muy satisfecha de sí misma. El resto de sus colegas habían pedido todo el sentido de propiedad y estaban parados como la audiencia, discutiendo entre sí o con cualquiera que estuviera dispuesto para comenzar una pelea. Yo miré con asombro, sin saber qué hacer en todo este desorden. —¿Quién votó por qué? —Pregunté. Adrian estudió los miembros del Concejo y los marcó con sus dedos. —Szelsky, Ozera, Badica, Dashkov, Conta y Drozdov. Estuvieron en contra. —¿Ozera? —pregunté sorprendida. No conocía muy bien a la princesa Evette, pero ella siempre había parecido muy rígida y desagradable. Ahora sentía un poco de respeto por ella. Adrian asintió hacia donde Tasha estaba furiosamente brazos frenéticamente. —Evette fue persuadida por algunos de los miembros de su familia. Eso me hizo reír también, pero sólo por un momento. Era bueno que Tasha y Christian estaban siendo reconocidos entre sus clanes

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dirigiéndose a un grupo de personas, sus ojos brillaban y agitaba los

de nuevo, pero el resto de nuestro problema estaba todavía vivo y coleando. Yo podría deducir el resto de los nombres. —Así‖que… el príncipe Ivashkov votó a favor —dije. Adrian se encogió de hombros a modo de disculpa por su familia—. Lazar, Zeklos, Tarus y Voda. —Que la familia Voda votara a favor de una protección adicional no era del todo una sorpresa, considerando la masacre reciente de uno de sus miembros. Priscilla ni siquiera estaba en su tumba todavía y el nuevo príncipe Voda, Alexander, parecía claramente sin saber qué hacer con su repentino ascenso. Le di a Adrian una aguda mirada. —Eso es sólo cinco de seis. Oh. —La comprensión emergió—. Mierda. Desempate Real. El sistema de votación Moroi había sido establecido con doce miembros, uno de cada familia y también cualquiera que fuera rey o reina. Es cierto que eso normalmente significaba que un grupo recibe dos votos, ya que el monarca raramente vota contra su propia familia. Eso era algo lógico. No obstante, el sistema debería de haber tenido trece votos,‖ previniendo‖ los‖ empates.‖ Excepto… por un problema reciente que se había desarrollado. No había más Dragomirs en el Concejo, eso significaba que los empates podrían ocurrir. En este raro evento, la ley Moroi dictaba que el voto del monarca tenía un peso adicional. Yo había oído que eso siempre mucho que se pueda hacer al respecto. Los empates en el Concejo no significarían nada hasta que se establezcan, y ya que los monarcas eran elegidos, muchos tenían fe de que ellos actuarían pensando en los mejores intereses de los Moroi.

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había sido controversial y, sin embargo, al mismo tiempo no hay

—Tatiana fue la sexta —dije—. Y con su voto se decidió. —Miré alrededor, vi un poco de rabia en los rostros de los procedentes de las

familias

que

habían

votado

en

contra

del

decreto.

Aparentemente, no todo el mundo creía que Tatiana había actuado cuidando los intereses de los Moroi. La presencia de Lissa me llamó a través del vínculo, así que su llegada unos pocos minutos después no me sorprendió. Las noticias se habían esparcido rápido, sin embargo ella no conocía los finos detalles. Adrian y yo la saludamos. Ella estaba tan asombrada como nosotros. —¿Cómo pudieron hacer eso? —Ella preguntó. —Porque tienen demasiado miedo a que alguien los haga aprender a defenderse por ellos mismos. El grupo de Tasha se esta haciendo más ruidoso. Lissa sacudió la cabeza. —No, no es sólo eso. Quiero decir, ¿por qué estaban en sesión? Deberíamos estar de luto después de lo que pasó el otro día, en público. Toda la Corte, no sólo una secreta parte de ella. ¡Uno de los miembros del Concejo incluso murió! ¿No podrían esperar a que pasara el funeral? —En su mente, yo podía ver las imágenes de esa espantosa noche, en donde Priscilla había muerto ante los ojos de Lissa.

había unido a nosotros. Lissa se alejó de él unos pocos pasos, todavía molesta por lo de Mia—. Y en realidad, es el momento perfecto. Las personas que querían esto tenían que saltar por su oportunidad. Cada vez que hay una gran lucha Strigoi, todo el mundo entra en pánico. El miedo hace que muchas personas se embarquen en esto. Y si alguno de los miembros del Concejo estaba

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—Pero era fácilmente reemplazable —dijo una voz. Christian se

indeciso antes, la batalla probablemente los empujó para que tomaran una decisión. Ese era un pensamiento bastante razonable por parte de Christian, y Lissa estaba impresionada, a pesar de sus atribulados sentimientos por él en este momento. El Heraldo del Concejo finalmente se las arregló para hacer que su voz se oyera por encima de los gritos de la audiencia. Me pregunté si el grupo se habría calmado si Tatiana hubiera comenzado a gritarles que se callaran. Pero no. Eso estaba probablemente por debajo de su dignidad. Ella se encontraba todavía sentada calmadamente, como si nada inusual estuviera pasando. No obstante, sólo tomó unos instantes para que todo el mundo se calmara y tomaran asientos. Mis amigos y yo tomamos los primeros asientos que pudimos encontrar. Con la paz y la tranquilidad lograda por fin, el cansado Heraldo le cedió la palabra a la reina. Sonriéndole con gran elocuencia a la asamblea, ella se dirigió a ellos con su voz más imperiosa. —Nos gustaría agradecer a todos los que vinieron‖hoy‖y‖expresaron‖sus… opiniones. Sé que algunos todavía no están seguros de esta decisión, pero la ley Moroi ha sido seguida aquí, las leyes que han estado vigentes durante siglos. Pronto tendremos otra sesión para escuchar lo que ustedes tienen gesto vacío. Las personas podían hablar todo lo que quisieran; ella no los escucharía—. Esta decisión, este veredicto, beneficiará a los Moroi. Nuestros guardianes están listos. —Ella dirigió un condescendiente asentimiento hacia los guardianes ceremoniales que estaban parados a lo largo de las paredes de la habitación. Ellos lucían los típicos rostros neutros, pero yo suponía que, como yo,

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que decir en una manera más ordenada. —Algo me dijo que era un

ellos probablemente querían golpear a la mitad del Concejo—. Son tan excelentes, de hecho, que entrenan a sus estudiantes para estar listos para defendernos a una temprana edad. Todos nosotros estaremos a salvo de tragedias como la que ocurrió recientemente. Ella bajó la cabeza un momento, en lo que debió ser una muestra de duelo. Yo recordé la noche anterior, cuando se le había hecho un nudo en la garganta por lo ocurrido con Priscilla. ¿Había sido una actuación? ¿La muerte de su mejor amiga era una manera conveniente para que Tatiana impulsara que lo tenía en su agenda? Seguramente… seguramente, ella no era tan fría. La reina levantó la cabeza y continúo—. Y, además, estamos contentos de escucharlos registrar sus opiniones, aunque, por nuestras propias leyes, este asunto ya está establecido. Las futuras sesiones tendrán que esperar hasta después de que un adecuado período de duelo haya pasado por lo que desafortunadamente ocurrió. Su tono de voz y el lenguaje corporal daba a entender que ese era el final de la discusión. Entonces, una impertinente voz de repente rompió el silencio de la habitación. Mi voz. —Bueno, me gustaría registrar mi opinión ahora. Dentro de mi cabeza, Lissa estaba gritando: ¡Siéntate, siéntate! Concejo. Me detuve a una distancia respetuosa, una que los dejaría notarme pero que no les permitiría a los guardianes atacarme. Y, oh, ellos me habían notado. El Heraldo se puso de un rojo brillante ante mi infracción de la regla. —¡Está fuera de la línea y en violación del protocolo del Concejo! Siéntese ahora mismo antes de que sea retirada. —Él miro

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Pero, yo ya estaba sobre mis pies, moviéndome hacía la mesa del

a los guardianes, como si esperara que vinieran a la carga en ese momento. Ninguno de ellos se movió. No me vieron como una amenaza, o quizá se estaban preguntando qué era lo que yo iba a hacer. Y yo me estaba preguntando lo mismo. Con un pequeño y delicado gesto con la mano, Tatiana le ordenó al Heraldo que retrocediera. —Me atrevería a decir que hoy ha habido tantas violaciones al protocolo, que un incidente más no hará una diferencia. Ella me miró con una sonrisa amable, una que al parecer tenía la intención de hacernos ver como amigas. —Además, La Guardiana Hathaway es uno de nuestros activos más valiosos. Siempre me interesa lo que ella tiene que decir. ¿Hablaba en serio? Era tiempo de descubrirlo. Así que dirigí mis palabras al Concejo. —Esto que acaba de pasar es total y absolutamente descabellado. —Consideré que era una gran hazaña por mi parte que no usara malas palabras existentes, porque había tenido algunos adjetivos en mi mente que eran mucho más apropiados. ¿Quién dijo que yo no entendía la etiqueta del Concejo?— ¿Cómo alguien puede sentarse y pensar que está bien enviar chicos de dieciséis años a arriesgar sus vidas?

es como si estuviéramos enviando niños de diez años. —Dos años es demasiado. —Pensé por un momento en cuando yo había tenido dieciséis. ¿Qué había ocurrido en esos dos años? Había escapado con Lissa, había visto a mis amigos morir, había viajado‖alrededor‖del‖mundo,‖y‖me‖había‖enamorado…— Se puede vivir toda una vida en dos años. Y si quieren que sigamos en las

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—Sólo son dos años de diferencia —dijo el príncipe Tarus—. No

primeras líneas —que es lo que estamos dispuestos hacer cuando nos graduamos— entonces ustedes nos deben esos dos años. Esta vez miré a la audiencia. Las reacciones eran variadas. Algunas claramente de acuerdo conmigo, asintiendo a lo largo del salón. Algunos parecían como si nada en el mundo pudiera cambiar su manera de pensar sobre el decreto. Otros encontraron mi mirada…‖ ¿Había‖influido‖en‖ellos?‖¿Estaban‖inseguros?‖¿Se‖habían‖ avergonzado de su propio egoísmo? Ellos podrían ser la clave. —Créanme, me encantaría ver a su gente disfrutar de su juventud. —Este era Nathan Ivashkov hablando—. Pero, en este momento, esa no es una opción que tengamos. Los Strigoi nos están acorralando. Estamos perdiendo todos los días muchos Moroi y guardianes. Sacar más luchadores pararía esto y, en realidad, sólo estamos dejando que esas habilidades Dhampir se desperdicien por esperar un par de años. Este plan protegerá a las dos razas. —¡Eso matará mi raza más rápido! —dije. Dándome cuenta de que podría empezar a gritar si perdía el control, tomé un profundo respiro antes de continuar—. Ellos no estarán listos. No tendrán todo el entrenamiento que necesitan. Y allí era donde Tatiana hacía su obra maestra. —Sí, pero, por tu propia confesión, fuiste ciertamente preparada a temprana edad. Mataste antes de que tuvieras dieciocho a más Strigoi que los que

La miré fijamente y entrecerré mis ojos. —Yo —dije con frialdad— tuve un excelente instructor. Uno que actualmente tienen bajo llave. Si quieren hablar acerca de habilidades que se desperdician, entonces busquen dentro de su propia prisión.

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algunos guardianes han matado en toda su vida.

Hubo una leve conmoción en la audiencia y el rostro ‚somos amigas‛ de Tatiana se volvió frío. —Ese no es un asunto que nos ocupa hoy. En cambio, incrementar nuestra protección sí lo es. Creo que tú incluso has comentado en el pasado que las filas de los guardianes carecen en números. —Mis propias palabras me llevaron de regreso a la noche anterior—. Las filas necesitan ser llenadas. Tú y muchos de tus compañeros han probado que son capaces de defendernos. —¡Nosotros éramos excepciones! —Eso era egoísta, pero era la verdad—. No todos los novatos han alcanzado ese nivel. Un peligroso destello apareció en sus ojos y su voz de nuevo salió como la seda. —Bueno, entonces, tal vez necesitan una formación más excelente. Tal vez deberíamos enviarte a St. Vladimir o a alguna otra academia y así puedes mejorar la educación de tus jóvenes colegas. Tengo entendido de que tu próxima asignación será administrativa y permanente aquí en la Corte. Si tú quieres ayudar a que este decreto sea exitoso, podríamos cambiar esa asignación y hacerte una instructora. Eso podría acelerar tu regreso a la asignación como guardaespaldas. Le di una peligrosa sonrisa. —No lo hagas —le advertí—. Nunca trates de amenazarme, sobornarme o chantajearme. No te gustarán las consecuencias. —Eso podría haber ido demasiado lejos. miradas. Algunas de sus expresiones fueron de disgusto, como si no pudieran esperar nada mejor de mí. Reconocí a unos pocos de esos Moroi. Ellos eran los que yo había oído hablar de mi relación con Adrian y en cómo la reina la odiaba. También supuse un número de miembros de la realeza que estuvieron anoche en la ceremonia y que también estaban hoy. Ellos habían visto a Tatiana sacarme de la

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Las personas en la audiencia se sorprendieron e intercambiaron

ceremonia, y sin duda pensaban que mi arrebato y mi falta de respeto hoy era un tipo de venganza. Los

Moroi

no

fueron

los

únicos

que

reaccionaron.

Independientemente de si compartían mis opiniones o no, unos pocos guardianes dieron un paso adelante, me aseguré de permanecer exactamente donde estaba, y la falta de miedo de Tatiana los hizo mantener en su lugar. —Nos estamos cansando de esta conversación —Tatiana dijo, cambiando al trato que normalmente nos dábamos—. Tú puedes hablar más, y hacerlo en la forma apropiada, cuando nosotros tengamos nuestra próxima reunión y abramos el uso de la palabra para los comentarios. Por ahora, te guste o no, esta resolución ha sido aprobada. Es la ley. ¡Ella te está dejando escapar! La voz de Lissa estaba de vuelta en mi cabeza. ¡Retírate de esto antes de que hagas algo que te meta en un problema real! ¡Discute más tarde! Era irónico, porque había estado a punto de estallar y dejar que mi rabia saliera por completo. Las palabras de Lissa me detuvieron, pero no por su contenido. Era por Lissa. Cuando Adrian y yo antes habíamos hablado de los resultados, yo había notado una pieza defectuosa.

—¿Ahora es abogada, señorita Hathaway? —La reina estaba divertida, y su disminución hacia mi título de guardiana había sido una falta de respeto—. Si se está refiriendo a que el voto del Monarca carga más peso que los otros en el Concejo, entonces le podemos asegurar que es una ley Moroi que ha sido usaba por siglos en estas situaciones. —Ella miró a sus compañeros miembros

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—No fue una votación justa —declaré—. No era legal.

del Concejo, ninguno hizo una protesta. Incluso aquellos que votaron en contra no podían encontrar fallas en su punto. —Si, pero todo el Concejo no votó —dije—. Han tenido un lugar vacío en el Concejo por los últimos años, pero ya no. —Me di vuelta y señalé hacía donde mis amigos estaban sentados—. Vassilisa Dragomir ahora tiene dieciocho años y puede ocupar el lugar de su familia. —En todo este caos, su cumpleaños había sido pasado por alto, incluso por mí. Los ojos en la habitación se dirigieron hacia Lissa, algo que a ella no le gustaba. Sin embargo, Lissa estaba acostumbrada a estar en el ojo público. Ella sabía qué se esperaba de alguien de la realeza, sabía cómo debía verse y comportarse. Así que, en lugar de encogerse, se levantó y miró hacia adelante con frescura y con un toque real que decía que podría caminar a esa mesa y exigir su derecho de nacimiento. Ya fuera sólo por la magnifica actitud o quizá por un poco del carisma del espíritu, era casi imposible apartar la mirada de ella. Su belleza tenía la luminosa calidad como de costumbre y alrededor de la sala, muchos de los rostros tenían el mismo temor hacia ella que yo había observado alrededor de la Corte. La transformación de Dimitri era todavía un enigma, pero aquellos que creían que era una realidad la miraban como a alguna especie de santo. Ella había comenzado a ser demasiado grande ante misteriosos poderes y ahora la supuesta habilidad para restaurar Strigois. Orgullosa, volví a mirar a Tatiana. —¿No son los dieciocho la edad legal para votar? Jaque mate, perra.

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los ojos de mucha gente, tanto con el nombre de su familia, los

—Sí —ella dijo alegremente—. Si los Dragomirs tuvieran un quórum. No diría que mi sensacional victoria se rompió a este punto, pero ciertamente perdió un poco de brillo. —¿Un qué? —Un quórum. Por ley, para que una familia Moroi tenga derecho a votar en el Concejo, tienen que ser una familia. Ella no lo es. Ella es la única. Miré con incredulidad. —¿Qué? ¿Estás diciendo que ella necesita tener un niño para poder votar? Tatiana hizo una mueca. —Ahora no, por supuesto. Algún día, estoy segura. Para que una familia pueda votar, deben tener al menos dos miembros, y uno de ellos debe ser mayor de dieciocho años. Es la ley Moroi, de nuevo, una ley que ha estado en los libros por siglos. Unas cuantas personas cruzaron miradas de confusión y sorpresa. Esta claramente no era una ley con la que estuvieran familiarizados. Por supuesto, esta situación —una línea real reducida a una sola persona— no era que hubiera ocurrido en la historia reciente, no había ni siquiera pasado algo parecido. —Es verdad —dijo Ariana Szelsky a regañadientes—. Lo he

Está bien, así fue como mi sensacional victoria se destrozó. La familia Szelsky era una en las que yo confiaba, y Ariana era la hermana mayor del chico que mi mamá protegía. Ariana era una especie de aficionada por los libros, y parecía como si hubiera votado en contra del cambio de edad para los guardianes, parecía

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leído.

poco probable que ella ofreciera ese tipo de evidencia si no fuera verdad. Sin más municiones, recurrí a los viejos recursos. —Esa —le dije a Tatiana— es la ley más jodida que he escuchado. Eso lo hizo. La audiencia rompió en charla conmocionada y Tatiana renunció a cualquier pretensión de amistad que estaba mostrando. Le ganó al Heraldo antes de que él pudiera dar una orden. —¡Sáquenla! Gritó Tatiana, incluso con el ruido que estaba creciendo, su voz sonó claramente a través de la habitación—. ¡No vamos a tolerar este tipo de comportamiento vulgar! En un abrir y cerrar de ojos, los guardianes llegaron a mí. Honestamente, con la frecuencia con la que había sido arrastrada de varios lugares últimamente, había casi algo de familiaridad al respecto. No peleé con los guardianes mientras me dirigían a la puerta, pero tampoco los dejé sacarme sin unas palabras de despedida. —¡Podrías cambiar la ley del quórum si quisieras, perra santurrona! —Grité—¡Estás torciendo la ley porque eres egoísta y tienes miedo! Estás cometiendo el peor error de tu vida. ¡Te

No sé si alguien escuchó mi acalorado discurso porque, para entonces, el salón estaba de vuelta al caos en que había estado cuando yo entré. Los guardianes, tres de ellos, no me dejaron ir hasta que estuvimos fuera. Una vez me soltaron, permanecimos allí torpemente por un momento.

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arrepentirás! ¡Espera y veras... desearás nunca haberlo hecho!

—¿Y ahora qué? —pregunté. Traté de sacar la ira de mi voz. Todavía estaba furiosa y exaltada, pero no era la culpa de estos chicos—. ¿Van a encerrarme? —Viendo que si me llevaban de regreso con Dimitri, sería casi un premio. —Sólo dijeron que te sacáramos —uno de los guardianes dijo. —Nadie dijo qué hacer después de eso. Otro guardián, viejo y canoso pero todavía aguerrido, me dio una mirada irónica. —Te dejaría salir mientras puedas, antes de que ellos tengan la oportunidad de castigarte. —No es que no te vayan a encontrar si en realidad lo quieren — añadió el primer guardián. Con eso, los tres se dirigieron de regreso al interior, dejándome confundida y molesta. Mi cuerpo estaba todavía acelerado para una pelea y yo estaba llena de la frustración que siempre he experimentado cada vez que me enfrento con una situación en la que me siento impotente. Todo lo que grité para nada. No había logrado nada. —¿Rose? Desvié mis agitadas emociones y miré hacia el edificio. El guardián más viejo no había entrado y estaba todavía parado en la Por si te sirve de algo —él me dijo—, creo que estuviste fantástica. No tenía muchas ganas de sonreír, pero mis labios me traicionaron. —Gracias —dije. Bueno, tal vez había logrado algo.

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puerta. Su cara era estoica, pero creo que vi un brillo en sus ojos. —

Traducido por Evelin, Darkheaven, *!!!BellJolie!!!*, Cowdiem y elamela Corregido por Vanille

N

o tomé el consejo de los chicos y salí con ímpetu de allí, aunque tampoco me senté en frente de la entrada. Permanecí mucho tiempo cerca de un grupo de

árboles de cerezo, imaginando que sólo sería una manera de gastar mi tiempo antes de que la asamblea terminara y las personas se dispersaran por las puertas. Después de que varios minutos pasaron y nada ocurrió, me deslicé a la mente de Lissa y descubrí cosas que todavía seguían agitadas. A pesar de que Tatiana declaraba por segunda vez que la sesión estaba terminada, la gente todavía seguía parada y discutiendo en grupos. Tasha estaba parada en uno de esos grupos con Lissa y Adrian, haciendo uno de los apasionados discursos para los que era tan buena. Tasha podría no ser tan fría y calculadora como Tatiana sentido del sistema y reconocía cuando las oportunidades llegaban. Ella estaba en contra del decreto de la disminución de edad y estaba de acuerdo con enseñarles a los Moroi a pelear. Ninguno de esos dos argumentos consiguió llegar muy lejos, así que saltó a la mejor cosa: Lissa.

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cuando hacía sus movimientos políticos, pero tenía un agudo

—¿Por qué estamos discutiendo sobre la mejor forma de matar Strigois cuando podemos salvarlos? —Tasha puso un brazo alrededor de Lissa y el otro alrededor de Adrian, atrayéndolos hacia adelante. Lissa todavía parecía estar serena y confiada, pero Adrian parecía listo para escapar si le daban la oportunidad—. Vasilisa, a quien, a propósito, se le niega tener voz propia aquí, gracias a una ley arcaica, ha demostrado que los Strigoi pueden ser traídos de regreso. —Eso no ha sido probado —exclamó un hombre en la multitud. —¿Estás bromeando? —preguntó una mujer al lado de él—. Mi hermana estaba con el grupo que lo trajo acá. Ella dice que él es definitivamente un Dhampir. ¡Él incluso estuvo en el sol! Tasha asintió en señal de aprobación a la mujer. —Yo también estuve allí. Y ahora tenemos dos usuarios del espíritu capaces de hacer esto por otros Strigoi. Por mucho que respetara a Tasha, yo no estaba del todo con ella en esto. La cantidad de poder (sin mencionar el esfuerzo que era necesario para estacar) que Lissa había requerido con Dimitri había sido asombroso. Incluso temporalmente había afectado el vinculo. Eso no significaba que no pudiera hacerlo de nuevo. Tampoco significaba que ella no quisiera hacerlo de nuevo. Era lo para ayudar a otros. Pero yo sabía que entre más poder usara un usuario del espíritu, más rápido viajaría al camino de la locura. Y‖ Adrian…‖ bueno, él era casi insignificante aquí. Incluso si quisiera ir a estacar Strigois, no tenía el tipo de poder sanador que se necesitaba para restaurar a uno, al menos no por ahora. No era raro que un Moroi utilizara sus elementos en diferentes maneras.

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suficientemente compasiva como para echarse a la línea de fuego

Algunos eran usuarios de fuego, como Christian y tenían un control excepcional con las llamas. Otros podían sólo usar la magia, por ejemplo, para calentar el aire de una habitación. De igual manera, Lissa y Adrian tenían sus fortalezas con el espíritu. Para Adrian, su mayor triunfo fue curar una fractura, y Lissa todavía no podía meterse en los sueños, no importaba cuánto practicara. Así que, en realidad, Tasha sólo tenía un usuario del espíritu capaz de salvar Strigois, y ese usuario difícilmente podría transformar legiones de esos monstruos. Tasha parecía reconocerlo un poco. —El Concejo no debería perder el tiempo con viejas leyes —ella continuó—. Necesitamos intensificar nuestros recursos en encontrar más usuarios y reclutarlos para ayudar a salvar Strigoi. —Ella fijó su mirada en alguien que estaba en la multitud. —Martin, ¿no fue tu hermano convertido en contra de su voluntad? Con el trabajo suficiente, podríamos traerlo de regreso. Vivo. Igual a como lo conociste. De lo contrario, él sólo va conseguir ser estacado cuando los guardianes lo encuentren, y por supuesto, él matará a muchos inocentes por el camino. Sí, Tasha era buena, ella podría pintar una buena imagen y casi hacer a Martin llorar. Pero, en realidad, no había mencionado la parte de las personas que se convertían en Strigoi por voluntad cómo se sentía con la idea de un ejército para salvar Strigois, pero ella reconocía que esto era parte de otros planes que Tasha tenía, incluyendo uno para conseguir los derechos de voto para Lissa. Tasha exageró las habilidades y el carácter de Lissa, mofándose de lo que claramente era una ley obsoleta que nunca podría haber

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propia. Lissa todavía estaba parada con ella, yo no estaba segura en

sido prevista en esta situación. Tasha además puntualizó en un Concejo de doce familias que enviarían un mensaje a de unidad a los Strigoi. Yo no quería oír más. Dejaría a Tasha ejercer su política y hablaría con Lissa después. Yo todavía estaba agitada por lo que había ocurrido cuando le grité al Concejo que ya no soportaba ver esa habitación. Dejé su mente y regresé a la mía, dando un pequeño grito cuando vi una cara justo delante de la mía. —¡Ambrose! Uno de los dhampirs más atractivos del planeta (después de Dimitri, por supuesto) me estaba mirando con una brillante sonrisa de estrella de cine. —Estabas demasiado quieta, pensé que estabas tratando de ser una dríada. Parpadeé. —¿Una qué? Él hizo un gesto hacia los árboles de cereza. —Espíritus de la naturaleza. Hermosas mujeres que se convierten en una con los árboles.

es bueno volverte a ver. Ambrose era una rareza en nuestra cultura: un hombre dhampir que no había tomado los votos para hacerse guardián, ni había corrido a esconderse entre los humanos. Las mujeres dhampir normalmente no optaban por hacerse guardianas, sólo con el fin de centrarse en tener familias. Era por eso que éramos tan extrañas.

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—No estoy segura de si eso sea un cumplido o no —dije—. Pero

Pero, ¿un hombre? Para la mayoría de las personas, ellos no tenían excusa. En lugar de esconderse por la vergüenza, Ambrose había elegido quedarse y simplemente trabajar para los Moroi de otra manera. Él era esencialmente un sirviente, de la alta clase, que servía tragos en las fiestas de elite y les daba masajes a las mujeres reales. También, si los rumores eran ciertos, servía a Tatiana en forma física. Eso era tan espeluznante, sin embargo, rápidamente ese pensamiento dejó mi mente. —También me alegra verte —me dijo—. Pero, si no estás en comunión con la naturaleza, ¿qué estás haciendo? —Es una larga historia. Acabo de ser echada de una reunión del Concejo. Él parecía impresionado. —¿Literalmente echada? —Arrastrada, supongo. Me sorprende que no te haya visto por allí —murmuré—. Por supuesto, he estado un poco, umm, distraído esta última semana. —Eso me han dicho —él dijo, dándome una mirada simpática— . Aunque, en realidad he estado afuera. Acabo de volver ayer por la noche.

La mirada inocente de su rostro me dijo que no había escuchado hablar de lo del decreto todavía. —¿Qué estás haciendo ahora? —él preguntó—. Esto no se ve como un castigo. ¿Terminaste tu sentencia?

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—Justo a tiempo para la diversión —murmuré.

—Algo así. Estoy en una especie de espera por alguien en este momento. Iba a pasar el rato en mi habitación. —Bueno, si estás matando el tiempo, ¿por qué no vienes a ver a la tía Rhonda? —¿Rhonda? —Fruncí el ceño—. No te ofendas, pero tu tía en realidad no me impresionó con sus habilidades la última vez. —No tomaste ninguno —dijo él alegremente—. Pero ella ha estado preguntando por ti. Y Vasilisa. Por lo tanto, si estás dando vueltas... Dudé. Tenía razón, no tenía nada mejor que hacer en este momento. Me quedé atrapada en opciones, tanto con Dimitri y las resoluciones del Consejo de idiotas. Sin embargo, Rhonda (su tía Moroi adivinadora de la fortuna) no era alguien que realmente quería volver a ver. A pesar de mis palabras simplistas, la verdad era que, en retrospectiva, algunas de las predicciones de Rhonda se habían hecho realidad. Simplemente, no me había gustado que lo fueran. —Muy bien —dije, tratando de parecer aburrida—. Que sea rápido. Volvió a sonreír, como si pudiera ver a través de mi astucia, y me llevó afuera a un edificio en el que había estado en otra ocasión. frecuentados por la Realeza Moroi. Lissa y yo habíamos hecho nuestras uñas una vez ahí, y mientras Ambrose y yo terminamos nuestro camino a través de la guarida de Rhonda, sentí una punzada extraña dentro de mí. Manicura y pedicura... parecían las cosas más triviales del mundo. Pero ese día, habían sido

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En donde se encontraba un salón de belleza y spa de lujo

maravillosas. Lissa y yo nos habíamos reímos y estado más cerca... justo antes de que la escuela fuera atacada y todo se viniera abajo... Rhonda decía la fortuna en un cuarto en la parte de atrás que estaba lejos del spa. A pesar de la sensación mala, ella hizo un negocio muy rápido e incluso tenía su propia recepcionista. O, bueno, solía tenerla. Esta vez, la mesa estaba vacía, y Ambrose me llevó directamente a través de la habitación hacia Rhonda. Era exactamente la misma que antes, era como estar dentro de un corazón. Todo era rojo: el papel tapiz, la decoración, y los cojines que cubrían el suelo. Rhonda se sentó en el suelo, comiendo una taza de yogurt, algo que parecía terriblemente común para alguien que supuestamente ejercía poderes místicos. El pelo rizado negro en cascada sobre sus hombros, hacia que los aros de oro brillaran en sus oídos. —Rose Hathaway —dijo ella alegremente, poniendo el yogurt a un lado—. Qué sorpresa más agradable. —¿No me ha visto venir? —pregunté secamente. Sus labios temblaban con diversión. —Ese no es mi poder. —Perdón por interrumpir tu cena —dijo Ambrose, cruzando de atrapar. —No me lo imagino —dijo—. Estoy impresionada de que pudiste venir. ¿Qué puedo hacer por ti hoy, Rose? Me encogí de hombros y me senté junto a Ambrose. —No lo sé. Estoy aquí sólo porque Ambrose me habló de usted.

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con gracia su musculoso cuerpo al sentarse—. Pero Rose no es fácil

—Ella no cree que su última lectura fuera muy buena —dijo. —¡Oye! —Le lancé una mirada regañándolo—. Eso no es exactamente lo que dije. La última vez, Lissa y Dimitri habían estado conmigo. —Las cartas del tarot de Rhonda habían mostrado a Lissa con la corona, poder y luz, no era una sorpresa. Rhonda había dicho que Dimitri perdería lo que más valoraba y lo que tenía: su alma. ¿Y yo? Rhonda me había dicho que mataría a los no-muertos. Me burlé porque sabía que tenía toda una vida con Strigoi delante de mí para matar.‖ Ahora‖ me‖ preguntaba‖ si‖ ‚los‖ no‖ muertos‛‖ significa‖ la‖ parte‖ Strigoi de Dimitri. Incluso si no hubiera llevado una estaca, ciertamente desempeñé en eso un papel importante. —¿Tal vez otra lectura te ayudaría a darle otro sentido? — ofreció. Mi mente se estaba preparando para otra broma psíquica, por lo que fue tan sorprendente que mi boca dijo: —Ese es el problema. El otro tenía sentido. Tengo miedo... Tenía miedo, de que otra cosa me mostrarán las cartas. —Las cartas no hacen el futuro —dijo suavemente—. Si algo está destinado a ser, será, sin importar si lo ves aquí. Y aun así... el habría ningún punto en la vida. —De nuevo aquí —dije con ligereza—, ese es el tipo de respuesta vaga de una gitana que yo esperaba. —Roma —me corrigió—. No es de gitanos. —A pesar de lo mordaz, ella todavía parecía estar de buen humor. Las actitudes

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futuro siempre está cambiando. Si no tuviéramos opciones, no

tolerantes deben de haber funcionado en su familia—. ¿Quieres las cartas o no? ¿Yo? Ella tenía razón en una cosa: el futuro se desarrollaría con o sin verlo en las cartas. E incluso si las cartas me lo mostraran, probablemente no lo entendería hasta después. —De acuerdo —dije—. Sólo por complacerla. Quiero decir, la última vez fue probablemente una conjetura afortunada. Rhonda rodó sus ojos, pero no dijo nada cuando comenzó a mezclar sus cartas de tarot. Lo hizo con tal precisión que las cartas parecían incapaces de desplazarse. Cuando finalmente se detuvo, me entregó el paquete para cortar. Lo hice, y ella las unió de nuevo. —Sacaré tres cartas antes —dijo—. Tenemos tiempo para ver más si quieres. ¿Cinco, tal vez? —Cuanto más haya, es más probable que pueda llegar a conocer más. —Si crees en ellas, entonces no debería ser un problema. —Muy bien, entonces. Cinco. Ella se puso seria cuando dio vuelta a las cartas, sus ojos giradas. No lo tomé como una buena señal. La ultima vez, había aprendido‖que,‖aparentemente,‖había‖cartas‖felices…‖bueno,‖no‖tan‖ felices. La primera era una del dos de copas, mostrando un hombre y una mujer justos en un campo hermoso lleno de flores mientras que el sol brillaba sobre ellos.

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cuidadosamente estudiándolas. Dos de las cartas habían salido

Naturalmente, estaba girada. —Las copas están unidas a las emociones —Rhonda explicó—. El dos de copas muestra la unión, el amor perfecto y floreciente de emociones gozosas. Pero como esta invertida... —¿Sabes qué? —interrumpí—. Creo que entiendo a lo que apunta eso. Puedes saltarte esa. Tengo una buena idea de lo que significa. —Podríamos perfectamente ser Dimitri y yo en esa carta, la‖ copa‖ vacía‖ y‖ llena‖ de‖ dolor…‖ no‖ quería‖ escuchar‖ a‖ Rhonda‖ analizar lo que ya estaba destrozando mi corazón la verdad. Así que ella se dirigió a la siguiente carta: la reina de espadas, también invertida. —Cartas como esta se refieren a personas específicas —Rhonda me dijo. La reina de espadas se veía muy arrogante, con el cabello castaño y la túnica plateada—. La reina de espadas es inteligente. Ella es próspera en conocimiento, puede burlar a sus enemigos, y es ambiciosa. Suspiré. —Pero‖invertida… —Invertida —dijo Rhonda—, todos los rasgos son invertidos. Ella‖aún‖es‖inteligente,‖aún‖tratando‖de‖seguir‖su‖camino…‖pero‖lo‖ hostilidad y decepción ahí. Diría que tienes un enemigo. —Sí —dije, echándole un ojo a la corona—. Creo que se quién es. Es sólo que yo la llamo perra mojigata. Rhonda no comentó y se dirigió a la siguiente. Estaba en su correcta posición, pero casi deseé que no lo estuviera. Tenía un

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está haciendo a través de formas deshonestas. Hay mucha

montón de espadas enterradas en la tierra y una mujer atada a una de ellas con los ojos vendados. El ocho de espadas. —Oh, vamos —exclamé—. ¿Qué pasa conmigo y las espadas? Me diste una tan deprimente como ésta la última vez. Había mostrado a una mujer llorando en frente de un muro de espadas. —Esa fue el nueve de espadas —ella estuvo de acuerdo—. Siempre puede ser peor. —He tenido un tiempo complicado creyendo en eso. Ella tomó el resto del mazo y finalmente sacó una carta. El diez de espadas. —Podrías haber sacado esta—. Mostraba a un chico muerto recostado en la tierra con un montón de espadas pasando a través de él. —Punto comprendido —dije. Ambrose se rió detrás de mí—. ¿Qué significa el nueve? —El nueve está atrapado. Incapaz de salir de una situación. También significa una calumnia o acusación. Convocar al coraje para escapar de algo. —Miré de vuelta a la reina, pensando en las cosas que dije en la habitación del Concejo. Esas definitivamente contarían como acusaciones. Y, ¿estar atrapada? Bueno, siempre

Suspiré. —Bien, ¿cuál es la siguiente? —Era la que mejor se veía en el grupo, el seis de espadas. Tenía un grupo de personas en un bote, remando en el agua bañada por la luna. —Un viaje —ella dijo.

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existía la posibilidad‖de‖una‖vida‖de‖trabajo‖de‖escritorio…

—Justo estuve de viaje. En unos cuantos. —La miré sospechosamente—. Amiga, esto no es, como, alguna clase de viaje espiritual, ¿cierto? —Ambrose rió de nuevo. —Rose, desearía que te leyeran el tarot todos los días. Rhonda lo ignoró. —Si fuera de copas, quizás. Pero las espadas son tangibles. Acción. Una verdad, de salir y sobre un viaje. ¿A dónde diablos iba a ir? ¿Eso significaría que iba a viajar a la Academia como Tatiana había sugerido? ¿O era posible que, a pesar de todos mis quebrantamientos de reglas y de llamar a su eminencia real por nombres, fuera a recibir una asignación después de todo? ¿Uno lejos de la corte? —Puedes estar buscando algo, puede ser un viaje físico combinado con uno espiritual. —Ella dijo, lo cual sonaba totalmente como una forma de cubrir su trasero—.‖Esta‖última…‖—Sus cejas se entretejieron formando un cejo fruncido ante la quinta carta—. Ésta está vedada para mí. La miré. —El paje de copas. Parece bastante obvia. Es un paje con, um, copas.

cómo se conectan. Esta no está clara. —La única cosa que no está claro es si es un chico o una chica. —La persona en la carta se veía joven pero tenía el cabello y el rostro andrógino que hacía que su género fuera imposible de identificar.

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—Usualmente,‖tengo‖una‖visión‖clara…‖las‖cartas‖me‖hablan en

Las calzas azules y la túnica no ayudaban, sin embargo el campo soleado en el fondo se veía prometedor. —Puede ser cualquiera de los dos —dijo Rhonda—. Es el más bajo en el rango de las cartas que representa a personas en cada pinta: rey, reina, caballero y el paje. Quien quiera que sea el paje, es alguien confiable y creativo. Optimista. Puede referirse a alguien que vaya en el viaje contigo, o quizá la razón de tu viaje. Cualquier optimismo o fe que hubiera tenido en las cartas desapareció con eso. Dado que ella sólo había dicho solo unos cientos de cosas que podía significar, no lo consideré autoritario. Usualmente, ella notaría mi escepticismo, pero su atención estaba aún en la carta mientras fruncía el cejo. —Pero‖no‖puedo‖sólo‖decir…‖hay‖una‖nube‖alrededor‖de esto. ¿Por qué? No tiene sentido. Algo sobre su confusión mandó un escalofrío por mi columna. Siempre me dije a mí misma que esto era una farsa, pero si ella había‖estado‖adivinando‖todo…‖bueno,‖¿no‖podría‖haber‖adivinado‖ algo sobre el paje de copas? Ella no lo estaba representando un acto muy convincente si esta carta la estaba haciendo cuestionarse a sí misma. El pensamiento de que quizás había alguna fuerza mística ahí afuera bloqueándola calmó un poco mi actitud cínica.

—Lo siento. Eso es todo lo que puedo decirte. ¿Ayudó el resto? Escaneé las cartas. Un corazón destrozado. Un enemigo. Acusaciones. Estar atrapada. Viaje. —Algunas de ellas me dicen cosas que ya sé. El resto de deja más preguntas.

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Con un suspiro, ella miró hacia arriba al fin.

Sonrió astutamente. —Así es como suele ser. Le di las gracias por la lectura, secretamente alegre de que no tenía que pagar por eso. Ambrose me llevó afuera, y traté de sacudirme la atmosfera de fortuna de Rhonda que había dejado en mí. Tenía suficientes problemas en mi vida sin dejar que un puñado de estúpidas cartas me molestaran. —¿Vas a estar bien? —me preguntó cuando finalmente salimos. El sol estaba subiendo más. La Corte Real estaría yendo a la cama pronto, terminando lo que había sido un día turbulento—. Yo... No te habría traído si hubiera sabido cuánto te alteraría. —No, no —le dije—. No son las cartas. No exactamente. Hay un montón de otras cosas que pasan... una sobre la que probablemente deberías saber. No había querido mencionar el decreto cuando habíamos corrido por primera vez hacia el otro, pero como un dhampir, tenía el derecho de escuchar sobre lo que había sucedido. Su rostro estaba inmóvil mientras aún hablaba, salvo por sus ojos marrones oscuro, los cuales crecieron de par en par mientras la historia avanzaba. —Hay algunos errores —dijo al fin—. No harían eso. No harían

—Sí, bueno, yo tampoco creía eso, pero al parecer estaban suficientemente serios sobre eso para echarme afuera cuando yo, eh, cuestioné eso. —Apenas puedo‖ imaginarme‖ tu‖ ‚cuestionamiento‛.‖ Todo‖ esto‖ hará que más dhampirs dejen de pertenecer a los guardianes... a

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eso a los dieciséis años.

menos, por supuesto, que hagan a esos jóvenes ser más susceptibles para el lavado de cerebro. —Una clase de delicada área para ti, ¿eh? —pregunté. Después de todo, también era un guardián desertor. Sacudió su cabeza. —Permanecer en esta sociedad era casi imposible para mí. Si alguno de esos chicos decide desertar, no tendrán los poderosos amigos que hice. Serán marginados. Eso es todo lo que esto hará. Matar a adolescentes o aislarlos de su propia gente. Me pregunté qué amigos poderosos había hecho, pero este no era el momento para aprender la historia de su vida. —Bueno, a esa perra real no parece importarle. La pensativa mirada distraída de sus ojos de repente se afiló. —No la llames así —advirtió con una mirada—. Esto no es su culpa. Vaya. Un indicio de sorpresa. Casi nunca había al visto sexy, carismático Ambrose ser algo menos amistoso. —¡Por supuesto que es su culpa! Es la gobernante suprema de los Moroi, ¿recuerdas?

—El Consejo votó también. No ella sola. —Sí, pero votó a favor de este decreto. Balanceó la votación. —Debe haber habido una razón. No la conoces como yo. No querría este tipo de cosas.

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Su ceño se profundizó.

Empecé a preguntarle si estaba loco, pero me detuve cuando me acordé de su relación con la reina. Los rumores románticos me hicieron sentirme mareada, pero si eran verdad, supuse que él podría tener una preocupación legítima para con ella. También decidí que era probablemente mejor que no la conociera como él lo hacía. Las marcas de mordidas en su cuello sin duda indicaban algún tipo de actividad íntima. —Lo que sea que está pasando entre ustedes es su asunto —le dije con calma—, pero ella lo utiliza para engañarte al hacerte pensar que es alguien que no es. Me lo hizo a mí también, y caí. Todo es una estafa. —No lo creo —dijo él, todavía con cara de piedra—. Como reina, te pone en todo tipo de situaciones difíciles. Tiene que haber más, ella pondrá cambiar el decreto, estoy seguro de ello. —Como reina —dije, imitando su tono—, debe tener la capacidad de... Mis palabras cayeron mientras una voz habló en mi cabeza. Lissa. Rose, vas a querer ver esto. Pero tienes que prometerme que no causaras ningún problema. Lissa indicó la ubicación para mí, junto con un sentimiento de urgencia.

—¿Estás bien? —Yo... sí. Lissa me necesita. —Suspiré—. Mira, no quiero que peleemos, ¿de acuerdo? Obviamente cada uno tiene puntos de vistas diferentes de la situación... Pero creo que ambos estamos de acuerdo sobre que el punto clave es el mismo.

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La mirada dura de Ambrose pasó a una de preocupación.

—¿Que los niños no deben ser enviados a morir? Sí, podemos estar de acuerdo en eso. Nos sonreímos provisionalmente el uno al otro, y la rabia entre nosotros se perdió. —Voy a hablar con ella, Rose. Voy a averiguar la verdadera historia y hacer que lo sepas, ¿de acuerdo? —Está bien. —Me costó mucho creer que alguien realmente podría tener un corazón a corazón con Tatiana, pero de nuevo, podría haber más de la relación de ellos de lo que me daba cuenta—. Gracias. Fue bueno verte. —A ti también. Ahora ve... ve a ver a Lissa. No necesité apresurarme. Junto con el sentido de urgencia, Lissa había pasado otro mensaje a través del enlace que envió a mis

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pies volando: Se trataba de Dimitri.

Traducido por Sheilita Belikov, CyeLy DiviNNa y Virtxu. Corregido por Andrea

N

o necesitaba el vínculo para encontrar a Lissa. La multitud me advirtió dónde estaban ella y Dimitri. Mi

primer

pensamiento

fue

que

estaba

ocurriendo algún tipo de apedreamiento o acoso medieval. Entonces me di cuenta de que la gente estaba alrededor viendo algo. Me abrí paso a través de ellos, haciendo caso omiso de las miradas maliciosas que me echaban, hasta pararme en la primera fila de espectadores. Lo que encontré me hizo detenerme. Lissa y Dimitri estaban sentados uno al lado de otro en un banco mientras tres Moroi y, joder, Hans estaba sentado frente a ellos.

Los

guardianes

estaban

esparcidos

a

su

alrededor,

aparentemente tensos y listos entrar en acción si las cosas salían mal. Antes de incluso escuchar una palabra, yo ya sabía exactamente lo investigación para determinar lo que Dimitri era exactamente. En la mayoría de los casos, este sería un lugar extraño para una investigación formal. Era, irónicamente, uno de los patios donde Eddie y yo habíamos trabajado, el que estaba a la sombra de la estatua de la joven reina. La iglesia de la Corte se encontraba cerca.

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que estaba pasando. Se trataba de un interrogatorio, una

Esta zona de césped no era precisamente suelo sagrado, pero estaba lo bastante cerca de la iglesia como para que la gente pudiera correr a la misma en caso de emergencia. Los crucifijos no dañaban a los Strigoi, pero estos no podían entrar en una iglesia, mezquita, o cualquier otro lugar sagrado. Entre eso y el sol de la mañana, este era probablemente el lugar y el momento más seguro en el que los funcionarios podrían reunirse para interrogar a Dimitri. Reconocí a uno de los interrogadores Moroi, Reece Tarus. Estaba relacionado con Adrian por parte de su madre, pero también había hablado a favor del decreto de edad. Así que sentí una antipatía instantánea hacia él, particularmente teniendo en cuenta el tono altanero que usaba hacia Dimitri. —¿Encuentras el sol cegador? —preguntó Reece. Tenía un portapapeles delante de él y descendía verificando una lista. —No —dijo Dimitri, con voz suave y controlada. Prestaba total atención a sus interlocutores. No tenía ni idea de que yo estaba allí, y en cierto modo me gustó que así fuera. Sólo quería verlo por un momento y admirar sus características. —¿Y si miras fijamente al sol?

supiera lo que significaba, pero me di cuenta del destello repentino en sus ojos. La pregunta era estúpida, y creo que Dimitri, tal vez, sólo tal vez, quiso reírse. Con su destreza habitual, mantuvo su compostura. —Cualquiera podría quedarse ciego mirando el sol el tiempo suficiente —respondió—. Pasaría por lo que nadie aquí haría.

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Dimitri vaciló, y no estoy segura de que nadie más lo notará o

A Reece no pareció gustarle la respuesta, pero no había ningún error en su lógica. Apretó los labios y pasó a la siguiente pregunta. —¿Te quema la piel? —Por el momento no. Lissa miró a la multitud y me vio. Ella no podía sentirme de la manera en que yo podía a través de nuestro vínculo, pero a veces parecía que ella tenía una extraña sensación cuando estaba allí. Creo que ella sentía mi aura si estaba lo bastante cerca, puesto que todos los usuarios del espíritu afirmaban que el campo de luz alrededor de las Shadow-Kissed era muy distinta. Ella me sonrió levemente antes de volver al interrogatorio. Dimitri, siempre atento, notó su pequeño movimiento. Echó un vistazo para ver lo que la había distraído, me vio, y vaciló un poco en la siguiente pregunta de Reece, que fue: —¿Has notado si ocasionalmente tus ojos se vuelven rojos? —Yo...— Dimitri se me quedó viendo unos instantes y luego volvió su cabeza hacia Reece—. No he estado cerca de muchos espejos. Pero creo que mis guardias lo habrían notado, y ninguno de ellos ha dicho nada. Cerca de allí, uno de los guardianes hizo un pequeño ruido. habría querido burlarse del ridículo interrogatorio. No podía recordar su nombre, pero cuando había estado en la Corte hace mucho tiempo, él y Dimitri habían charlado y reído un poco cuando estuvieron juntos. Si un viejo amigo estaba empezando a creer que Dimitri era un Dhampir de nuevo, entonces eso tenía que ser una buena señal.

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Apenas logró mantener una cara seria, pero creo que él también

El Moroi junto a Reece miró alrededor, tratando de averiguar de donde había venido el ruido, pero no descubrió nada. El interrogatorio continuó, esta vez tenía que ver con el hecho de si Dimitri entraría a la iglesia si se lo pedían. —Puedo ir ahora mismo —les dijo—. Iré a los servicios de mañana si quieren. —Sin duda Reece tomó nota, preguntándose si podría traer al sacerdote para mojar a Dimitri en agua bendita. —Todo esto es una distracción —dijo una voz familiar en mi oído—. Humo y espejos. Eso es lo que dice la tía Tasha. —Ahora Christian estaba a mi lado. —Es necesario —murmuré—. Tienen que ver que él ya no es Strigoi. —Sí, pero recién han firmado la ley de la edad. La reina dio la autorización para proceder con esto tan pronto como fuiste expulsada de la sesión del Consejo porque es sensacional y hará que la gente preste atención a algo nuevo. Fue la forma en la que finalmente se despejó la sala. ‚¡Hey,‖ve‖a‖ver‖el‖show!‛ Casi podía oír a Tasha decir eso, palabra por palabra. De todos modos, había algo de verdad en ello. Me sentía en conflicto. Dimitri quería ser libre. Yo lo quería como él solía ser. Sin embargo, no me gustaba que Tatiana hiciera esto por su propio beneficio político y posiblemente la cosa más monumental que sucedería en nuestra historia. Tenía que ser tratada como tal. El destino de Dimitri no debía ser un show para distraer a todos de una ley injusta. Ahora Reece estaba pidiéndoles tanto a Lissa como a Dimitri que describieran exactamente lo que habían experimentado la noche de la redada. Tenía la sensación de que era algo que habían relatado

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no porque realmente se preocupara por lo que era correcto. Esta era

mucho. Aunque Dimitri había sido una imagen de compostura sin amenaza hasta el momento, todavía sentía esa sensación gris en él, la culpa y el tormento que él sentía por lo que había hecho como un Strigoi. Sin embargo, cuando se volvió para escuchar a Lissa dar su versión de la historia, su rostro se iluminó con asombro. Admiración. Culto. Los celos relampaguearon a través de mí. Sus sentimientos no eran románticos, pero no importaba. Lo que importaba era que él me había rechazado, pero la miraba a ella como la cosa más grande del mundo. Él me había dicho que nunca hablará con él de nuevo y jurado que haría cualquier cosa por ella. Una vez más sentí esa sensación petulante de ser tratada injustamente. Me negué a creer que él no podía amarme más. No era posible, no después de todo lo que él y yo habíamos pasado juntos. No después de todo lo que habíamos sentido el uno por el otro. —Ellos de verdad parecen cercanos —señaló Christian, con una nota sospechosa en su voz. No tuve tiempo de decirle que sus preocupaciones eran infundadas porque quería escuchar lo que Dimitri tenía que decir. Para los demás fue difícil comprender la historia de su cambio, en gran parte porque el espíritu era todavía muy incomprendido. Reece siguió hasta donde pudo y luego el interrogatorio se lo

Hans, siempre práctico, no tuvo necesidad de un interrogatorio extenso. Era un hombre de acción, no de palabras. Agarrando una estaca en su mano, le pidió a Dimitri que la tocará. Los guardianes se pusieron tensos, probablemente en el caso de que Dimitri tratara de agarrar la estaca y se armara un alboroto.

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entregó a Hans.

En su lugar, Dimitri tranquilamente extendió su mano y tocó la parte superior de la estaca por unos momentos. Todos contuvieron el aliento esperando que gritara de dolor ya que los Strigoi no podían tocar la plata encantada. En su lugar, Dimitri parecía aburrido. Luego sorprendió a todos. Retirando su mano, y tendiendo la parte inferior de su musculoso antebrazo hacia Hans. Como el día era soleado, Dimitri usaba una camiseta corta, dejando parte de su piel al descubierto. —Córtame con ella —le dijo a Hans. Hans arqueó una ceja. —Cortarte con esto te lastimará sin importar lo que eres. —Sería insoportable si fuera un Strigoi —señaló Dimitri. Su rostro era duro y decidido. Era el Dimitri que había visto en batalla, el Dimitri que nunca se echaba atrás. —Hazlo. No me lo pongas fácil. Hans no reaccionó al momento. Era evidente que se trataba de un curso de acción inesperado. Finalmente la determinación cruzó por su rostro, y tomó una decisión, pasando la punta de la estaca contra la piel de Dimitri. Como Dimitri pidió, Hans no se contuvo. no estaban acostumbrados a ver sangre (a menos que la bebieran), jadearon ante la violencia. Como uno, todos se inclinaron hacia delante. La cara de Dimitri demostró que definitivamente sentía dolor, pero la plata encantada en un Strigoi no sólo le lastimaba, también quemaba. Yo había herido a un montón de Strigoi con estacas y los

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Clavó la punta profundamente, y la sangre brotó. Varios Moroi, que

oí gritar en agonía. Dimitri hizo una mueca y se mordió el labio mientras la sangre fluía sobre por su brazo. Lo juro, había un nuevo orgullo en sus ojos ante su habilidad de mantenerse fuerte por eso. Cuando se hizo evidente que no comenzaría a agitarse violentamente, Lissa lo alcanzó. Sentí sus intenciones: quería sanarlo. —Espera —dijo Hans—. Un Strigoi se curaría de esto en cuestión de minutos. Tuve que darle la razón a Hans. Había hecho dos pruebas en una. Dimitri le lanzó una mirada de agradecimiento, y Hans le dio un pequeño asentimiento en contestación. Hans le creía, me di cuenta. Cualesquiera que fueran sus defectos, Hans realmente pensaba que Dimitri era un Dhampir de nuevo. Por eso lo amaría por siempre, no importaba cuánto trabajo me hiciera hacer. Por lo tanto, todos nos quedamos allí observando al pobre Dimitri sangrar. Era en cierto modo era realmente morboso, pero la prueba funcionó. Era obvio para todos que la herida no iba a curarse. Finalmente a Lissa se le dio permiso para que le sanara, y eso provocó una mayor reacción entre la multitud. Murmullos de asombro me rodeaban, y los rostros de las personas parecían embelesados en adoración a una diosa.

—¿Alguien tiene alguna pregunta para agregar a las nuestras? Nadie hablaba. Todos estaban estupefactos por el espectáculo delante de ellos. Bueno, alguien tenía que dar un paso al frente. Literalmente.

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Reece miró a la multitud.

—Yo la tengo —dije, avanzando hacia ellos. No, Rose, rogó Lissa. Dimitri puso una mirada igualmente de disgusto. En realidad, también lo hizo casi todo el mundo sentado cerca de él. Cuando la mirada de Reece cayó sobre mí, tuve la sensación de que me estaba viendo en la sala del Consejo de nuevo, llamando a Tatiana una perra mojigata. Puse mis manos en mis caderas, sin importarme lo que ellos pensaran. Esta era mi oportunidad para forzar a Dimitri a reconocerme. —Cuando solías ser Strigoi —empecé a decir, dejando claro que yo creía que era en el pasado—, estaban muy bien comunicados contigo. Sabías el paradero de un montón de Strigoi en Rusia y los EE.UU. ¿verdad? Dimitri me miró con cuidado, tratando de averiguar a dónde iba. —Sí. —¿Todavía lo sabes? Lissa frunció el ceño. Ella pensó que iba a implicar inadvertidamente que Dimitri seguía en contacto con otros Strigoi. —Sí —dijo—. Siempre y cuando ninguno de ellos se haya movido —en esta ocasión, la respuesta fue más rápida. No estaba nos llevaría a algún lugar útil. —¿Compartirías esa información con los guardianes? —le pregunté—. ¿Nos podrías decir a todos los escondites Strigois para que vayamos en contra de ellos?

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segura si había adivinado mi táctica o si él confiaba en que mi lógica

Eso tuvo una reacción. Proactivamente, la búsqueda de Strigois era tan debatido como los demás temas dando vueltas en este momento, con opiniones fuertes en todos los sentidos. Oía las opiniones reiteradamente detrás de mí en la multitud, algunas personas estaban diciendo que yo estaba sugiriendo un suicidio, mientras que otros reconocían que teníamos una herramienta valiosa. Los ojos de Dimitri se iluminaron. No era la mirada de adoración que a menudo le daba a Lissa, pero no me importaba. Era similar a las que usábamos cuando nos compenetrábamos, esos momentos donde nos entendíamos tan bien, que ni siquiera teníamos la necesidad de vocalizar lo que estábamos pensando. Esa conexión brillaba entre nosotros, al igual que su aprobación y gratitud. —Sí —contestó con la voz fuerte y sonora—. Les puedo decir todo lo que sé acerca de los planes de los Strigoi y su localización. Puedo‖enfrentarlos‖con‖ustedes…‖o‖quedarme‖atr{s,‖lo‖que‖ustedes‖ quieran. Hans se inclinó hacia delante en su silla, con una expresión ansiosa. Eso podría ser muy valioso—más puntos para Hans. Estaba del lado de pelear con los Strigoi antes que llegaran a nosotros. Reece se sonrojó, o tal vez no era más que el efecto del sol. En estaban exponiendo a la incomodidad. —Un momento —exclamó Reece por encima del ruido cada vez más alto. —Eso nunca ha sido una táctica, estamos de acuerdo. Además, siempre podría estar mintiendo…

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sus esfuerzos para ver si Dimitri se quemaba en la luz, los Moroi se

Sus protestas fueron aisladas por un grito femenino. Un niño pequeño Moroi, de no más de seis años, había salido de repente de entre la multitud y corría hacia nosotros. Era su madre quien había gritado. Me moví para detenerlo, agarrando su brazo. No tenía miedo de que Dimitri le hiciera daño, sólo que la madre del niño tendría un ataque al corazón. Ella se acercó, con cara de agradecimiento. —Tengo algunas preguntas —dijo el muchacho, obviamente tratando de ser valiente, con un hilo de voz. Su madre llegó por él, pero yo levanté la mano. —Espera un segundo —le sonreí—. ¿Qué quieres preguntar? Adelante —detrás de él, el miedo iluminaba el rostro de su madre, que echó una mirada inquieta hacia Dimitri—. No voy a dejar que nada le pase — le susurré, aunque ella no tenía manera de saber si yo podría cumplir eso. No obstante, ella se quedó donde estaba. Reece puso los ojos. —Esto‖es‖ridic… —Si usted es Strigoi —el muchacho interrumpió en voz alta—, entonces ¿por qué no tiene cuernos? Mi amigo Jeffrey dijo que los Strigoi tienen cuernos. Los ojos de Dimitri no cayeron sobre el niño, pero si en mí por un momento. Una vez más, esa chispa de conocimiento se disparó hacia el muchacho y respondió: —Los Strigoi no tienen cuernos. E incluso si lo hicieran, no importaría, porque no soy Strigoi. —Los Strigoi tienen los ojos rojos —expliqué—. ¿Será que sus ojos se vean rojos? El muchacho se inclinó hacia delante. —No. Son marrones.

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entre nosotros. Luego, con la cara suave y grave, Dimitri se volvió

—¿Qué más sabes de Strigois? —le pregunté. —Ellos

tienen

colmillos

como

nosotros

—respondió

el

muchacho. —¿Tienes colmillos? —le pregunté a Dimitri con voz cantarina. Tuve la sensación de que ya era territorio cubierto, pero adquirió una nueva sensación cuando se le preguntó desde la perspectiva de un niño. Dimitri sonrió, una sonrisa plena y maravillosa que me agarró con la guardia baja. Ese tipo de sonrisas eran tan raras en él. Incluso cuando estaba feliz o divertido, por lo general sólo daba media sonrisa. Está era auténtica, mostrando todos sus dientes, que eran tan planos como los de cualquier humano o Dhampir. Sin colmillos. El muchacho parecía impresionado. —Muy bien, Jonathan — dijo su madre con ansiedad—. Lo hiciste. Ahora vámonos. —Los Strigoi son súper fuertes —continuó Jonathan, que, posiblemente, aspiraba a ser un futuro abogado—. Nada puede hacerles daño —no me molesté en corregirlo, por temor a que él quisiera

estaquear

el

corazón

de

Dimitri.

De

hecho,

fue

sorprendente que Reece no hubiera solicitado eso. Jonathan miró a Dimitri con una mirada penetrante—. ¿Es súper fuerte? ¿Puede ser

—Por supuesto que puedo —respondió Dimitri—. Soy fuerte, pero todavía hay todo tipo de cosas que pueden hacerme daño. Y luego, comencé a ser Rose Hathaway, y dije algo que realmente no debería decir al niño. —Puedes darle de puñetazos y averiguarlo.

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herido?

La madre de Jonathan volvió a gritar, pero él era un pequeño bastardo rápido, eludiendo su alcance. Corrió hasta Dimitri antes de que nadie pudiera detenerlo —bueno, pude haberlo hecho yo— y golpeó con su pequeño puño contra la rodilla de Dimitri. Luego, con los mismos reflejos que le permitían esquivar los ataques enemigos, Dimitri inmediatamente gesticuló cayendo hacia atrás, como si Jonathan le hubiera derribado. Agarrando la rodilla, Dimitri gimió como si tuviera en un terrible dolor. Varias personas se echaron a reír, y para entonces, uno de los guardianes agarró a Jonathan y lo devolvió a su madre casi histérica. Mientras era arrastrado, Jonathan miró por encima del hombro a Dimitri. —No parece muy fuerte para mí. No creo que él sea un Strigoi. Esto provocó más risas, y el tercer interrogador Moroi, que había estado tranquilo, resopló y se levantó de su asiento. —He visto todo lo que necesito. No creo que él deba estar sin vigilancia, pero no es ningún Strigoi. Denle un verdadero lugar para quedarse y sólo mantengan guardias cerca de él hasta que tomemos una decisión. Reece saltó. —Pero…

—No perdamos más tiempo. Hace calor, y quiero ir a la cama. No digo que entiendo lo que pasó, pero esto es el menor de nuestros problemas en este momento, no con la mitad del Consejo queriendo romper las otras cabezas por el decreto de edad media. En todo caso, lo que hemos visto hoy es una buena cosa, milagrosa, incluso.

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El otro le despidió con la mano.

Podría alterar la manera en que hemos vivido. Voy a informar a Su Majestad. Y así, el grupo comenzó a dispersarse, con la sorpresa patente sobre algunas de sus caras. Ellos también estaban empezando a darse cuenta de que si lo que había sucedido a Dimitri era real, entonces todo lo que habían conocido sobre Strigois estaba a punto de cambiar. Los guardianes se quedaron con Dimitri, por supuesto, cuando él y Lissa se levantaron. De inmediato me dirigí hacia ellos, deseosa de tomar el sol con nuestra victoria. Cuando fue derribado por el golpe del pequeño Jonathan, Dimitri me había dado una pequeña sonrisa, y mi corazón había saltado. Supe entonces que yo había tenido razón. Todavía sentía algo por mí. Pero ahora, en un abrir y cerrar de ojos, esa relación se había ido. Al verme caminando hacia ellos, la cara de Dimitri se volvió fría y cautelosa de nuevo. Rose, dijo Lissa a través del vínculo. Vete ahora. Déjalo en paz. —Por el infierno que lo haré —le dije, tanto respondiendo en voz alta como dirigiéndome a él—. Yo sólo ayudé en su caso. —Estábamos haciéndolo bien sin ti —dijo Dimitri rígido. —¿Ah, sí? —no podía creer lo que estaba escuchando—. Parecías muy agradecido hace un par de minutos cuando se me ocurrió la idea de que nos ayudaras en contra de los Strigoi.

quiero verla. —¡Tienes que hacerlo! —exclamé. Algunas de las personas que salían se detuvieron para ver lo que estaba pasando—. No me puedes pasar por alto. —Haga que se vaya —gruñó Dimitri.

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Dimitri volvió a Lissa. Su voz era baja, pero lo escuché. —No

¡ROSE! Lissa gritó en mi cabeza, aturdiéndome. Sus penetrantes ojos jade se me quedaron mirando. ¿Quieres ayudarle o no? ¡Quedarte ahí y gritarle va a hacerle que esté aún más molesto! ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres que la gente vea eso? ¿Que le vean enfadado y gritándote de vuelta sólo para que tú no te sientas invisible? Necesitan verlo calmado. Tienen que verlo... normal. Es verdad, sólo ayudabas. Pero si no te vas fuera ahora mismo, podrías arruinarlo todo. Me quedé mirándolos horrorizada, mi corazón latía con fuerza. Sus palabras habían ocupado toda mi mente, pero Lissa también pudo haberse acercado a mí y habérmelo dicho en voz alta. Mi temperamento se disparó aún más. Yo quería despotricar contra ellos, pero la verdad de sus palabras penetró a través de mi ira. Hacer una escena no ayudaría a Dimitri. ¿Era justo que me estuvieran despidiendo? ¿Era justo que los dos se pusieran de acuerdo e ignorasen lo que había hecho? No. Pero no iba a dejar que mi orgullo herido arruinara lo que había conseguido. La gente tenía que aceptar Dimitri. Les dirigí a los dos una mirada que dejaba mis sentimientos claros y luego me alejé. Los sentimientos de Lissa inmediatamente cambiaron a la simpatía en el vínculo, pero los bloqueé. No quería escucharlos.

Daniella Ivashkov. El sudor empezaba a difuminar su maquillaje perfectamente aplicado, haciéndome pensar que también había estado aquí por un rato mirando el espectáculo de Dimitri. Parecía tener a un par de amigos con ella, pero mantuvieron su distancia y charlaron entre sí cuando se detuvo delante de mí. Tragué mi enojo,

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Apenas hube alcanzado los terrenos de la iglesia me topé con

recordándome que ella no había hecho nada para que me enfadara. Forcé una sonrisa. —Hola, Señora Ivashkov. —Daniella—dijo amablemente—. Sin títulos. —Lo siento. Todavía es una cosa extraña. Asintió con la cabeza hacia donde Dimitri y Lissa salían con sus guardias. —Te vi ahí, justo ahora. Ayudaste a su causa, creo yo. Pobre Reece estaba bastante nervioso. Recordé que Reece estaba relacionado con ella. —Oh... Lo siento.‖No‖quería‖decir…‖ —No te disculpes. Reece es mi tío, pero en este caso, creo en lo que Vasilisa y el Sr. Belikov están diciendo. A pesar de lo furiosa que me había puesto Dimitri, mi instinto resintió‖el‖abandono‖de‖su‖título‖de‖‚guardi{n‛.‖Sin‖embargo,‖pude‖ perdonarla, teniendo en cuenta su actitud. —¿Usted... usted cree que Lissa le sanó? ¿Que los Strigoi se pueden restaurar? —Me di cuenta de que había mucha gente que lo creía. La multitud había demostrado mucho, y Lissa aún estaba construyendo un grupo de admiradores devotos. De alguna manera, mi línea de pensamiento siempre tendía a asumir que todos los se volvió irónica. —Mi hijo es un usuario de espíritu. Al aceptar eso, he tenido que aceptar un montón de cosas que no creía que fueran posibles. —Supongo que sí —admití.

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miembros de la realeza estaban en mi contra. La sonrisa de Daniella

Más allá de ella, me di cuenta de un hombre Moroi que estaba de pie cerca de algunos árboles. Sus ojos de vez en cuando nos miraban, y yo hubiera jurado que lo había visto antes. Las siguientes palabras de Daniella dirigieron mi atención hacia ella. —Hablando de Adrian... te estaba buscando antes. Ahora es una pequeña noticia, pero algunos de los familiares de Nathan van a celebrar un coctail dentro de una hora, y Adrian quería que fueras con él. Otra fiesta. ¿Eso era todo lo que había en la Corte? Las masacres, los milagros. . . no importaban. Todo era motivo de fiesta, pensé con amargura. Probablemente estaba con Ambrose y Rhonda cuando Adrian, salió a buscarme. Era interesante. Al transmitirme la invitación, Daniella también decía que quería que fuera. Por desgracia, me costaba mucho abrirme a eso. La familia de Nathan significaba Ivashkovs, y ellos no serían muy amigables. —¿La reina estará allí? —Le pregunté con recelo. —No, ella tiene otros compromisos. —¿Está segura? ¿Sin visitas sin previo aviso? Ella se echó a reír. —No, estoy segura de ello. Los rumores dicen que poneros a las dos en la misma habitación juntas. . . no es

Sólo podía imaginar las historias que circulan sobre mi actuación en el Consejo, en particular desde que el padre de Adrian había estado allí para presenciarlo. —No, no después de ese fallo. Lo que ella hizo... —La ira que había sentido antes empezó a brillar de nuevo—. Eso es imperdonable.

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muy buena idea.

Ese tipo raro del árbol aún estaba esperando. ¿Por qué? Daniella no confirmó ni negó mi declaración, y me pregunté que postura mantenía ella sobre el asunto. —Ella aún te tiene bastante cariño. Me burlé. —Me cuesta creer eso. —Por lo general, las personas que‖ te‖ gritaban‖ en‖ público‖ no‖ tenían‖ demasiado‖ ‚cariño‛‖ por‖ ti,‖ e‖ incluso la fría compostura de Tatiana se había agrietado cerca del final de nuestra disputa. —Es cierto. Esto caerá en el olvido, e incluso podrías tener una oportunidad para que puedas ser asignada a Vasilisa. —No puedes hablar en serio, —exclamé. Debería haberlo sabido mejor. Daniella Ivashkov no parece de las del tipo que bromea, pero creía que había cruzado la línea con Tatiana. —Después de todo lo que ha pasado, no quieren perder a los buenos guardianes. Además, ella no quiere que haya enemistad entre vosotras. —¿Sí? ¡Bueno, no quiero su soborno! Si ella piensa que por poner a Dimitri ahí fuera y darme un trabajo real va a cambiar mi

Me detuve abruptamente. Mi voz había sido lo suficientemente fuerte para que ahora los amigos cercanos de Daniella me estuvieran mirando. Y realmente no quería decir los nombres que pensaba que Tatiana merecía frente a Daniella. —Lo siento —le dije. Traté de civilizarme—. Dile a Adrian que voy a ir a la fiesta... Pero ¿realmente quieres que vaya? ¿Después del

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opinión,‖est{‖equivocada.‖Ella‖es‖una‖mentirosa,‖instiga…‖

estrépito de la ceremonia de la otra noche? ¿Y después de, bueno, de las otras cosas que he hecho? Ella negó con la cabeza. —Lo que sucedió en la ceremonia es tan fallo de Adrian, como tuyo. Ya está hecho, y Tatiana lo dejó pasar. Esta fiesta es mucho más alegre, y si él te quiere allí, yo quiero que él sea feliz. —Voy a ducharme y a cambiarme ahora y me reuniré con él en vuestro lugar en una hora. Ella tuvo el suficiente tacto para ignorar mi arrebato de antes. —Maravilloso. Sé que él estará feliz de escuchar eso. Me negué a decirle que yo estaba realmente feliz con la idea de hacer alarde de mí delante de algunos Ivashkovs con la esperanza de que esto llegara a Tatiana. Ya que no creía ni por un instante que ella hubiera aceptado lo que estaba pasando entre Adrian y yo, y que me iba a permitir algún arrebato más. Y la verdad, quería verle. Recientemente no habíamos tenido mucho tiempo para hablar. Después de que Daniella y sus amigos se fueran, me imaginé que era el momento de llegar al fondo de las cosas. Me dirigí directamente hacia el Moroi que había estado al acecho, con las manos en mis caderas.

Era sólo unos años mayor que yo y no parecía en absoluto amedrentado por mi actitud de chica dura. Me dio una sonrisa torcida, y otra vez consideré donde podría haberle visto. —Tengo un mensaje para ti —dijo—. Y algunos regalos.

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—Está bien —exigí—. ¿Quién eres y qué quieres?

Me entregó una bolsa de tela. Miré dentro y encontré un ordenador portátil, algunos cables, y varios trozos de papel. Le miré fijamente con incredulidad. —¿Qué es esto? —Algo que necesitas para moverte…‖y‖no‖dejes‖que‖nadie‖m{s‖ lo sepa. En la nota se te explica todo. —¡No juegues conmigo a una película de espías! No voy a hacer nada‖hasta‖que… Su rostro hizo clic. Lo había visto a mi vuelta a San Vladimir, en la‖época‖de‖mi‖graduación…‖siempre‖flotando en el fondo. Gemí de pronto‖ al‖ comprender‖ el‖ car{cter‖ del‖ secreto…‖ y‖ la‖ actitud‖

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arrogante. —Trabajas para Abe.

Traducido por Clo y Rania Belikov Corregido por Haushiinka

E

l hombre sonrió. —Haces sonar eso como algo malo. Hice una mueca y volví la vista hacia el tecno-bolso

con nuevo agradecimiento. —¿Qué está pasando?

—Soy el mensajero. Sólo hago los mandados para el Sr. Manssur. —¿Es esa una bonita manera de decir que espías para él? ¿Descubres los secretos sucios de las personas para que él pueda usarlo contra la gente y seguir jugando sus juegos? —Abe parecía saber todo de todo el mundo, en especial política de la realeza. ¿De qué otra manera podría lograrlo sin tener ojos y oídos en todas partes? Digamos, ¿en la Corte? Por todo lo que sabía, él tenía mi

—Espionaje es una palabra ruda. —Noté que el tipo no lo negó—. Además, él paga bien. Y es un buen jefe. —Se giró de mí, trabajo hecho, pero dio una última advertencia—. Como dije, tiene plazo de vencimiento. Lee la nota tan pronto como puedas.

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habitación cableada con micrófonos.

Tenía casi decidido lanzársela al tipo. Me estaba acostumbrando a la idea de ser la hija de Abe, pero eso no significaba que quisiera ser atada a algún loco proyecto suyo. Un bolso de equipo de computación parecía premonitorio. Sin embargo, lo acarreé de regreso a mi suite y vacié el contenido sobre la cama. Había unas cuantas hojas de papel, la de arriba era una carta de presentación escrita a máquina. Rose, Espero que Tad haya sido capaz de hacerte llegar esto de manera oportuna. Y espero que no hayas sido demasiado mala con él. Estoy haciendo esto en nombre de alguien que quiere hablar contigo de un asunto urgente. Sin embargo, es una conversación que nadie más debe oír. La laptop y modem satelital en este bolso te permitirán tener una conversación privada, siempre y cuando estés en un lugar privado. He incluido instrucciones paso-a-paso sobre cómo configurarla. Tu reunión tendrá lugar a las 7 A.M. No había nombre en la parte inferior, pero no necesitaba uno. Dejé la carta y me quedé mirando el revoltijo de cables. Las ‚siete‛ estaban a menos de una hora de tiempo. —Oh, vamos, anciano —exclamé.

tenían directivas muy básicas que no necesitaban del conocimiento de un ingeniero de computación. El único problema era que había un montón de ellos, detallando dónde iba cada cable, con qué contraseña acceder, cómo configurar el modem, y así sucesivamente. Por un momento, consideré ignorarlo todo. A pesar de eso, cuando

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Para crédito de Abe, los documentos de acompañamiento

alguien como Abe usaba la palabra ‚urgente‛, me hacía pensar que tal vez no debería ser apresurada en mi rechazo. Por lo tanto, preparándome para acrobacias técnicas, me puse a seguir sus instrucciones. Tomó casi todo el tiempo que tenía, pero logré conectar el modem y la cámara y acceder al programa de seguridad que me permitiría la video-conferencia con el contacto misterioso de Abe. Terminé con unos pocos minutos de sobra y esperé que llegara el momento, mirando una ventana negra en la mitad de la pantalla, preguntándome en qué me había metido. A las siete en punto, la ventana vino a la vida, y un familiar, aunque inesperado, rostro apareció. —¿Sydney? —pregunté con sorpresa. El video tenía la misma, ligeramente brusca percepción que la mayoría de los alimentadores de Internet tenían, pero sin embargo, el rostro de mi (en cierto modo) amiga Sydney Sage me devolvía la sonrisa. La suya era una sonrisa de humor seco, pero eso era típico de ella. —Buenas días —dijo, ahogando un bostezo. Por el estado de su rubio cabello hasta la barbilla, era probable que hubiera acabado de salir de la cama. Incluso con la pobre resolución, el tatuaje de lirio dorado brillaba en su mejilla. Todos los alquimistas tenían el mismo Moroi y longevidad al portador. Además tenía un poco de coacción mezclada para evitar que la sociedad secreta de alquimistas revele cualquier cosa que no deberían sobre vampiros. —Noche —dije—. No buen día.

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tatuaje. Consistía de tinta y sangre Moroi, impartiendo buena salud

—Podemos discutir tu jodido y profano horario en algún otro momento —dijo ella—. No es por eso por lo que estoy aquí. —¿Por qué estás aquí? —pregunté, aún asombrada de verla. Los Alquimistas hacían su trabajo casi a regañadientes, y aunque yo le agradaba a Sydney más que la mayoría de los Morois ó dhampirs, ella no era de la clase que hace llamadas (o videos) sociales—. Espera…no‖puedes‖estar‖en‖Rusia.‖No‖si‖es‖de‖mañana…‖ —Intenté recordar el cambio horario. Sí, para los humanos allí, el sol habría caído o estaría por hacerlo justo ahora. —Estoy de regreso en mi país natal —dijo con simulacros de grandeza—. Tengo un nuevo cargo en Nueva Orleáns. —Whoa, lindo. —Sydney había odiado ser asignada a Rusia, pero mi impresión había sido que ella estaba atrapada allí hasta terminar sus prácticas de alquimista—. ¿Cómo lo lograste? Su pequeña sonrisa se convirtió en una expresión de malestar. —Oh, bien. Abe, mmm, un poco me hizo un favor. Él hizo que ocurriera. —¿Hiciste un trato con él? —Sydney realmente debe haber odiado Rusia. Y la influencia de Abe debe de haber sido realmente profunda si pudo afectar una organización humana—. ¿Qué le diste a cambio? ¿Tu alma? —Hacerle una broma como esa a alguien tan ella pensaba que los Morois y dhampirs comían almas, así que tal vez mi comentario no estaba demasiado fuera de lugar. —Ese es el tema —dijo—. Fue un arreglo del tipo ‚te dejaré saber cuándo necesite un favor en el futuro‛. —Tonta —dije.

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religioso como ella no fue muy apropiado. Por supuesto, creo que

—Hey —espetó. —No tengo que estar haciendo esto. En realidad te estoy haciendo un favor a ti al hablar contigo. —¿Por qué estás hablando conmigo exactamente? —Quería interrogarla más acerca del pacto indefinido con el diablo, pero me imaginé que me desconectaría. Suspiró y se sacó algunos cabellos del rostro. —Necesito preguntarte‖algo.‖Y‖juro‖que‖no‖te‖delataré… sólo necesito saber la verdad para no desperdiciar nuestro tiempo en algo. —Est{‖ bien…‖ —Por favor que no me pregunte acerca de Victor, rogué. —¿Has irrumpido en algún lugar últimamente? Maldita sea. Mantuve mi cara perfectamente neutral. —¿A qué te refieres? —A los alquimistas les han robado algunos registros recientemente —explicó. Ella era todo negocios-serios ahora—. Y todo el mundo se está volviendo loco intentando averiguar quién lo hizo, y por qué. Mentalmente, di un suspiro de alivio. Está bien. No era acerca de Tarasov. Gracias a Dios que había un crimen por el que no fui culpada. Luego, el significado completo de sus palabras me golpeó.

—Espera. Ustedes chicos fueron robados, ¿y soy yo de quien sospechan? Pensé que estaba fuera de tu lista de criaturas malvadas. —Ningún dhampir está fuera de mi lista de criaturas malvadas —dijo. La media sonrisa de ella había regresado, pero no podía decir si estaba bromeando o no. Se desvaneció rápidamente, mostrando lo

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Miré furiosamente.

importante que era esto para ella—. Y, créeme, si alguien pudiera entrar en nuestros registros, serías tú. No es fácil. Prácticamente imposible. —Mm, ¿gracias? —No estaba segura de si debería sentirme alagada o no. —Por supuesto —continuó despectivamente—, sólo robaron registros en papel, lo que fue estúpido. De todo se hace una copia de seguridad digital en estos días, así que no estoy segura por qué hurguetearon archivos de dinosaurio. Podría darle un montón de razones por las que alguien haría eso, pero descubrir el por qué yo era el sospechoso número uno era más importante. —Eso es estúpido. ¿Por qué piensas que yo lo haría? —A causa de lo que fue robado. Fue información acerca de un Moroi llamado Eric Dragomir. —Yo... ¿qué? —Es amigo tuyo, ¿no? Su hija, quiero decir. —Si…‖ —Estaba casi sin palabras. Casi—. ¿Ustedes tienen archivos de Moroi? —Tenemos archivos de todo —dijo orgullosamente—. Pero y‖ estar‖ interesado‖ en‖ Dragomir… bien, tu nombre me vino a la cabeza. —No lo hice yo. Hago muchas cosas, pero no ésta. Ni siquiera sabía que tenían esa clase de registros. Sydney me miró con recelo.

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cuando intenté pensar en quién podría cometer un crimen como éste

—¡Es la verdad! —Como dije antes —me dijo—, no te delataré. En serio. Simplemente quiero saberlo para hacer que la gente deje de perder el tiempo en ciertas pistas. —Su petulancia sobria—. Y, bien, si tu sí lo‖hiciste… necesito mantener la atención fuera de ti. Se lo prometí a Abe. —Lo que sea que se necesite para que me creas, ¡yo no lo hice! Pero ahora yo quiero saber quién lo hizo. ¿Qué robaron? ¿Todo acerca de él? Ella se mordió el labio. Deberle a Abe un favor podría significar ir tras las espaldas de su propia gente, pero aparentemente tenía límites en lo mucho que traicionaba. —¡Vamos! Si tienen copias de seguridad digitales, tienes que saber lo que fue tomado. Ésta es Lissa de la que estamos hablando. —Me vino una idea—. ¿Podrías mandarme copias? —No —dijo con rapidez—. Absolutamente no. —Entonces‖ por‖ favor…‖ ¡sólo‖ un‖ indicio‖ de‖ lo‖ que‖ estaban‖ buscando! Lissa es mi mejor amiga. No puedo dejar que nada le ocurra. Me preparé totalmente para el rechazo. Sydney no parecía muy

—En su mayoría, material biológico —dijo por último. —Algo de su historia y de las observaciones que él había hecho. —Observ... —Lo dejé pasar, decidiendo que realmente no quería saber más de lo que necesitaba acerca de los alquimistas espiándonos—. ¿Algo más?

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amigable. ¿Tenía amigos? ¿Podía entender lo que yo sentía?

—Registros

financieros.

—Ella

frunció

el

ceño—.

Particularmente de algunos grandes depósitos que él hizo a una cuenta bancaria en Las Vegas. Depósitos que se salieron del camino para encubrir. —¿Las‖Vegas?‖Estuve‖justo‖allí…‖—No es que fuera relevante. —Lo sé —dijo—. Miré algunas cintas de seguridad de tu aventura en Witching Tour. El hecho de que hayas huido de esa manera es en parte por lo que sospeché de ti. Parecía en el rol. — Vaciló—. El‖chico‖contigo… el‖Moroi‖alto‖de‖cabello‖oscuro…‖¿es‖ese‖ tu novio? —Ehh, sí. Le tomó mucho tiempo y gran esfuerzo impartir la próxima aseveración. —Es lindo. —¿Para una malvada criatura de la noche? —Por supuesto. —Ella dudó de nuevo—. ¿Es verdad que ustedes chicos fueron allí para fugarse? —¿Qué? ¡No! ¿Estas historias también los alcanzaron a ustedes? —Sacudí la cabeza, casi riendo de lo ridículo que era todo esto, pero sabiendo que necesitaba volver a los hechos—. Entonces, ¿Eric tenía una cuenta en Las Vegas dentro de la cual estaba moviendo dinero?

—¿Qué mujer? —Nadie... bueno, nadie a quien podamos rastrear. Fue catalogada como ‚Desconocida‛. —Original —murmuré—. ¿Por qué estaría haciendo eso él?

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—No era suya. Era de una mujer.

—Eso no lo sabemos. O no nos importa en realidad. Sólo queremos saber quién irrumpió y robó nuestras cosas. —Lo único que sé al respecto es que no fui yo. —Viendo su escudriñante mirada, levanté las manos—. ¡Vamos! Si quisiera saber de él, simplemente le preguntaría a Lissa. O robaría nuestros propios registros. Pasaron varios momentos de silencio. —Está bien. Te creo —dijo. —¿En serio? —¿Quieres que no te crea? —No, convencerte fue simplemente más fácil de lo que pensé. Ella suspiró. —Quiero saber más acerca de estos registros —dije con fiereza. —Quiero saber quién es la Desconocida. Si me pudieras conseguir otros archivos... Sydney negó con la cabeza. —Nop. Aquí es donde te corto. Tú ya sabes demasiado. Abe quiere que te mantenga fuera de problemas, y he hecho eso. He hecho mi parte. —No creo que Abe vaya a dejarte ir tan fácilmente. No si hiciste

Ella no reconoció eso, pero la mirada en sus ojos castaños me hizo pensar que estaba de acuerdo. —Buenas noche, Rose. Mañana. Lo que sea. —Espera, yo...

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un trato indefinido.

La pantalla quedó negra. —Maldita sea —gruñí, cerrando la laptop con más fuerza de lo que debería haberlo hecho. Cada parte de esa conversación había sido un shock, comenzando por Sydney y terminando con alguien robando los registros alquimistas del padre de Lissa. ¿Por qué alguien se preocuparía por un hombre muerto? ¿Y por qué robar los registros en absoluto? ¿Para aprender algo? ¿O para intentar esconder información? Si eso último fuera cierto, entonces Sydney tenía razón en cuanto había sido un esfuerzo fallido. Reproduje todo en mi cabeza mientras me preparaba para dormir, mirando fijamente mi reflejo al cepillarme los dientes. ¿Por qué, por qué, por qué? ¿Por qué hacerlo? ¿Y quién? No necesitaba ninguna intriga más en mi vida, pero cualquier cosa que involucrara a Lissa tenía que ser tratada con seriedad. Por desgracia, pronto se hizo claro que no averiguaría nada esta noche, y me quedé dormida con todas esas preguntas girando en mi cabeza. Me desperté la mañana siguiente sintiéndome un poco menos abrumada, pero aun así corta de respuestas. Me debatí entre decirle o no a Lissa acerca de lo que había descubierto, y finalmente decidí que debería hacerlo. Si alguien estaba reuniendo información de su padre, ella tenía el derecho de saber y, además, esto no era lo mismo

Un pensamiento me dejó perpleja a la mitad del refregado de shampoo en mi cabello. Había estado demasiado cansada y sorprendida para hilvanar juntas las piezas anoche. El tipo en el Witching Hour había dicho que el papá de Lissa estaba mucho por allí. Ahora los registros de Sydney informaban que él había hecho

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que rumores acerca de su...

grandes depósitos en una cuenta bancaria en Las Vegas. ¿Coincidencia? Tal vez. Pero a medida que el tiempo pasaba, estaba comenzando a no creer más en coincidencias. Una vez presentable, salí hacia el lado de Lissa de la Corte, pero no llegué muy lejos. Adrian me estaba esperando en el hall de entrada de mi edificio, desplomado en un sillón. —Es temprano para ti, ¿no? —Me burlé, deteniéndome frente a él. Esperaba una sonrisa a cambio, pero Adrian no parecía particularmente alegre esta mañana. De hecho, parecía en cierto modo desalineado. Su cabello carecía de su cuidadoso estilo, y su vestimenta, inusualmente elegante para este momento del día, estaba arrugada. El olor de cigarrillos aromáticos colgaba a su alrededor. —Es fácil estar temprano cuando no dormiste mucho — respondió. —Estuve despierto casi toda la noche esperando a alguien. —Esperando a... —Oh, Dios. La fiesta. Me había olvidado por completo de la fiesta a la que su madre me había invitado. Abe y Sydney me habían distraído—. Adrian, lo lamento tanto. Él se encogió de hombros y no me tocó cuando me senté en el sorprenderme. Me estoy empezando a dar cuenta que me he estado engañando a mí mismo. —No, no. Estaba por ir, pero después no creerás lo que...

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brazo de su sillón. —Lo que sea. Probablemente ya no debería

—Guárdatelo. Por favor. —Su voz era cansada, sus ojos inyectados en sangre—. No es necesario. Mi madre me dijo que te vio en el interrogatorio de Dimitri. Fruncí el ceño. —Pero esa no es la razón por la que me perdí la fiesta. Está este tipo... —Ése no es el punto, Rose. El punto es que te las arreglaste para hacerte tiempo para eso, y una visita a su celda, si lo que escuché es cierto. Sin embargo, no pudiste molestarte en aparecer en lo que habías dicho que harías conmigo, o incluso mandar un mensaje. Eso era todo lo que tenías que hacer: decir que no podías ir. Te esperé más de una hora en la casa de mis padres antes de darme por vencido. Empecé a decir que podría haber intentado contactarme pero, honestamente, ¿por qué debería haberlo hecho? No era su responsabilidad. Fui yo la que le había dicho a Daniella que me reuniría con él allí. Fue mi culpa por no presentarme. —Adrian, lo lamento. —Estreché su mano, pero él no devolvió el agarre—. En realidad, lo digo en serio, pero... —No —interrumpió de nuevo—. Siempre, desde que Dimitri regresó… no, tacha eso. Siempre desde que te obsesionaste con cambiarlo, me has estado desgarrando. No importa lo que pase Quería‖creer‖lo‖que‖me‖dijiste.‖Pensé‖que‖estabas‖lista… pero no lo estabas. Las protestas subieron a mis labios, pero una vez más, las detuve. Él tenía razón. Le había dicho que le daría, a salir con él, una oportunidad justa. Incluso había caído en el confortable papel de su novia,‖y‖aun‖así,‖todo‖el‖tiempo… todo el tiempo, una parte de mi

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entre nosotros, nunca te has entregado realmente a nuestra relación.

había estado presa de Dimitri. Yo también lo había sabido, pero había seguido viviendo vidas separadas. Una extraña escena retrospectiva a mi tiempo con Mason me vino a la cabeza. Había llevado la misma doble vida con él, y él había muerto por ello. Era un enredo. No conocía mi propio corazón. —Lo siento —dije de nuevo—. Realmente quiero que tengamos algo…‖ —Incluso para mí, las palabras me sonaban muy poco convincentes. Adrian me dio una sonrisa conocedora. —No lo creo. Ni tampoco tú. —Se puso de pie y se pasó una mano por el pelo, no es que sirviera para algo—. Si en realidad quieres estar conmigo, entonces tienes que decirlo en serio esta vez. Odiaba verlo tan sombrío. Especialmente odiaba ser yo la causa. Lo seguí hasta la puerta. —Adrian, espera. Hablemos más. —No ahora, pequeña dhampir. Necesito dormir un poco. Simplemente no puedo manejar el jugar este juego ahora. Podría haber ido tras él. Podría haberlo tirado al suelo. Pero no habría‖ valido‖ la‖ pena… porque no tenía respuestas para darle. Él había tenido razón en todo, y hasta que pudiera aclarar mi propia mente confundida, no tenía derecho de forzar una charla. Además, considerando el estado en el que se encontraba, dudaba que cualquier conversación más pudiera ser productiva.

próximas palabras. —Antes de marcharte, y entiendo por qué tienes que hacerlo, hay algo que tengo que preguntarte. Algo que no es sobre nosotros. Es algo que afecta a Lissa.

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Sin embargo, cuando él comenzó a salir, no pude evitar mis

Esto lo hizo detenerse al fin. —Siempre es un favor — Suspirando como harto, me miró por encima del hombro—. Que sea rápido. —Alguien irrumpió en los registros de los alquimistas y robaron información sobre el papá de Lissa. Algunas historias eran sobre su vida ordinaria, pero había algunos documentos acerca de él sobre unos depósitos en una cuenta secreta en el banco en Las Vegas. La cuenta bancaria es de una mujer. Adrian esperó unos momentos. —¿Y? —Y estoy tratando de averiguar por qué alguien haría eso. No quiero a nadie husmeando a su familia. ¿Tienes alguna idea de lo que su papá habría estado haciendo? —Ya has oído el hombre en el casino. Su padre pasaba mucho tiempo ahí. Tal vez él tenía deudas de juego y pagaba la cuenta a un usurero. —La familia de Lissa siempre ha tenido dinero —señalé—. No podría haber adquirido tantas deudas. Y ¿por qué alguien se preocuparía tanto como para robar esa información? Adrian levantó las manos. —No lo sé. Eso es todo lo que yo sé, al menos hasta ahora por la embargo, no puedo realmente imaginar nada que pueda ser una amenaza para Lissa. Asentí con la cabeza, decepcionada. —Muy bien. Gracias. Él siguió su camino, y lo vi marcharse. Lissa vivía cerca de él, pero yo no quería que él pensara que yo le seguía. Cuando él ya

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mañana. No tengo capacidad intelectual para la intriga. Sin

estaba lo suficientemente lejos, salí y comencé a dirigirme hacia la misma dirección. El leve sonido de las campanas hizo que me sobresaltara. Vacilé por un momento, ya no estaba segura de a dónde ir. Yo quería hablar con Lissa y decirle lo que Sydney me había dicho. De todas formas, Lissa estaba sola; era la oportunidad perfecta. Y, sin embargo... las campanas. Era domingo por la mañana. La misa estaba a punto de comenzar en la iglesia de la Corte. Yo tenía el presentimiento sobre algo, y pesar de todo lo que había pasado, incluso con Adrian, tenía que ver si yo tenía razón. Así que corrí hacia la iglesia, dirigiéndome en dirección opuesta al edificio de Lissa. Las puertas estaban cerradas cuando llegué a mi destino, pero otros recién llegados estaban tratando de deslizarse silenciosamente y yo entré con ellos, haciendo una pausa para orientarme. Nubes de incienso flotaba en el aire, y a mis ojos les tomó un momento ajustarse de la luz del sol a la de las velas. En comparación con esta iglesia la capilla de St. Vladimir, se veía muy pequeña, y estaba llena de muchísimos personas más de lo que estaba acostumbrada a ver en misa. La mayoría de los asientos estaban llenos. Pero no todos ellos.

en uno de los bancos traseros. Claro que unos cuantos guardianes estaban sentados cerca de él, pero eso era todo. Incluso en una iglesia llena de tanta gente, nadie más estaba en esa banca. Reece le había preguntado a Dimitri si podría entrar dentro de la iglesia el día de ayer, y Dimitri había dado un paso más lejos, diciendo que incluso asistiría a los servicios dominicales.

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Mi presentimiento había sido correcto. Dimitri estaba sentado

El sacerdote ya había comenzado hablar, así que me acerqué al banco de Dimitri tan silenciosamente como pude. El silencio no me importaba, sin embargo, porque aun así atraje tanta a atención por parte de las personas más cercanas, que se sorprendieron al verme sentada al lado del Strigoi convertido en dhampir. Los ojos me miraban silenciosos y estallaron varias conversaciones. Los guardianes habían dejado algún espacio cercano a Dimitri, y cuando me senté a su lado, su cara mostraba que él estaba a su vez sorprendido y no sorprendido por verme. —No —dijo en voz baja—. No empieces... no aquí. —Ni lo sueñes, camarada —murmuré nuevamente—. Sólo vine por el bienestar de mi alma, eso es todo. No necesitaba decirme una palabra para transmitirme que dudaba de yo estaba aquí por cualquier motivo santo. Sin embargo, me quedé tranquila en todo el servicio. Incluso yo respetaba algunos límites. Después de varios minutos, la tensión en el cuerpo de Dimitri se alivió un poco. Estaba muy cauteloso cuando me senté junto a él, pero finalmente entendió que yo tendría buena conducta. Su atención se desvió fuera de mí y se centró en el canto y la oración, y yo hice todo lo posible para mirarlosin ser tan obvia. Dimitri solía ir a la capilla de la escuela porque eso le traía paz.

la necesidad de venir a pensar en su vida y buscar el perdón por sus pecados. Viéndolo ahora, me di cuenta que era más cierto que nunca.

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Él siempre había dicho que, a pesar de matar el mal, aun sentía

Su expresión era exquisita. Estaba tan acostumbrada a verlo ocultar sus emociones que fue un poco sorprendente verle tener un ejército de ellas en su rostro. Estaba absorto en las palabras del sacerdote, su hermoso rostro completamente concentrado. Y me di cuenta de que estaba asimilando todo lo que el sacerdote estaba diciendo acerca del pecado personal. Dimitri recordaba todas las cosas horribles que había hecho como un Strigoi. Se miraba la desesperación en su cara, tú pensarías que el mismo Dimitri era responsable por todos los pecados del mundo de los que el sacerdote habló. Por un momento, me pareció ver en el rostro de la esperanza de Dimitri también, sólo una chispa de la misma mezclada con su culpa y tristeza. No, lo entendía. No era Esperanza. La esperanza implica que piensas que tienes una oportunidad de algo. Lo que vi en Dimitri era un anhelo. Nostalgia. Dimitri deseaba que, al estar aquí, en este lugar santo, escuchando los mensajes transmitidos, él podría encontrar la redención por lo que había hecho. Sin embargo... al mismo tiempo, estaba claro que no creía que eso fuera posible. Él lo quería, pero nunca podría tenerla, así que estaba muy afectado. Mirarlo así me hacía daño. Yo no sabía cómo reaccionar ante este tipo tan triste de actitud. Él pensaba que no había esperanzas

Yo también nunca hubiera imaginado estando nuevamente en una iglesia, pero cuando el resto de la multitud se puso de pie para tomar la comunión, me encontré diciéndole a Dimitri: —¿No crees que si Dios supuestamente puede perdonarte, es un poco egoísta no perdonarte a ti mismo?

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para él. ¿Yo? Yo no podría imaginar un mundo sin esperanza.

—¿Desde hace cuánto estabas planeando usar esa línea conmigo? —preguntó. —De hecho, se me acaba de ocurrir. Bastante bien, ¿verdad? Apuesto a que pensabas que no estaba prestando atención. —Tú no lo hacías. Nunca lo haces. Me estabas mirando. Interesante. Para saber que yo lo estaba observando, ¿Dimitri tenía que estar mirándome para verme mirándolo a él? Eso sobresaltó mi mente. —No has respondido a mi pregunta. Mantuvo la mirada en la fila de la comunión mientras preparaba su respuesta. —Es irrelevante. No tengo que perdonarme, incluso si Dios lo hace. Y no estoy seguro que él lo hará. —Aquel sacerdote acaba de decir que sólo lo hace Dios. Dijo que Dios perdona todo. ¿Estás llamando mentiroso al sacerdote? Eso es un sacrilegio. Dimitri se quejó. Nunca pensé que sentiría alegría por atormentarlo, pero aquella mirada frustrada en su rostro no era a causa de su dolor personal. Era debido a que yo fui una impertinente. Yo había visto esa expresión un centenar de veces en

—Rose, eres el único ser que hace sacrilegios. Tuerces la fe de esta gente para tus propios propósitos. Nunca has creído en nada de esto. Y aún no lo haces. —Yo creo que los muertos pueden volver a la vida —dije seriamente—. La prueba de ello está sentada a mi lado. Si eso es

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él, y su familiaridad me encendía, tan loco como sonaba.

verdad, entonces creo que perdonarte a ti mismo no está a menos de un salto. Su mirada se endureció, y si él estaba orando justo en ese momento, sé que aceleraría el proceso de la comunión para poder salir lejos de aquí y lejos de mí. Los dos sabíamos que había que esperar a que los servicios de esta iglesia se terminaran. Si él saliera corriendo, le haría ver como un Strigoi. —Tú no sabes de lo que estás hablando —dijo. —¿Que no lo sé? —susurré, inclinándome más cerca. Lo hice para conducir mi punto de vista a casa, pero lo hice (al menos para mí,) para darme una mejor vista de la luz que brillaba en su cabello y de cuánto había adelgazado su cuerpo, Alguien aparentemente había decidido que él podría afeitarse, y su cara se veía lisa, limpia, maravillosa, con sus líneas perfectas. —Sé exactamente de lo que estoy hablando —continúe, tratando de ignorar que su presencia me afectaba—. Sé que has pasado por muchas cosas. Yo sé que hiciste cosas terribles... las vi. Pero es el pasado. Estabas fuera de control. No es como si lo fueras hacer nuevamente. Una mirada extraña, embrujada, cruzó su rostro. —¿Cómo lo sabes?

Tal

vez

escondido en mí. —¡Entonces necesitas derrotarlo para seguir adelante con tu vida! Y no sólo a través de tu promesa caballerosa de proteger a Lissa. Necesitas volver a vivir. Necesitas abrirte a la gente que te quiere. Un Strigoi no haría eso. Así es como te vas a salvar.

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el monstruo no se había ido. Tal vez todavía hay algo del Strigoi

—No puedo permitir que la gente me ame —gruñó—. Soy incapaz de amar a nadie. —¡Tal vez deberías probar en lugar de sentir lástima por ti mismo! —No es tan fácil. —De…‖—Yo apenas me detuve de jurar en una iglesia—. ¡Nada de lo que hemos hecho ha sido fácil! Nuestra vida antes... antes del ataque no fue fácil, ¡y lo conseguimos! Podemos hacer esto también. Podemos hacerlo juntos. No importa si tú no pones tu fe en este lugar. No me importa. Lo que importa es que tú tengas fe en nosotros. —No hay nosotros. Ya te he dicho. —Y tú sabes que no soy una oyente muy buena. Estábamos manteniendo nuestra voz baja, pero creo que nuestro lenguaje corporal indicaba claramente un argumento. Los otros practicantes estaban demasiado distraídos para notarlo, pero los guardianes de Dimitri nos miraban cuidadosamente. Una vez más, recordé lo que Lissa y Mikhail habían dicho tanto. Si Dimitri si enfadaba en público, no le haría ningún favor. El problema era que aún tenía cosas que decirle que no lo enfadarían.

realmente lo mejor para nosotros que estemos separados. —Es gracioso, porque yo podría haber jurado que una vez dijiste destinados a estar juntos.

que

estábamos

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—Me gustaría que no hubieras venido aquí —dijo al fin—. Es

—Quiero que te alejes de mí —dijo, ignorando mi comentario—. Yo no quiero que sigas tratando de traer de vuelta los sentimientos que ya se han ido. Eso es pasado. Nada de eso va a suceder de nuevo. Nunca más. Es mejor para nosotros si actuamos como extraños. Es lo mejor para ti. El amor, los sentimientos de compasión que él había movido en mi interior se volvieron furia. —Sí, y tú vas a decirme lo que puedo o no puedo hacer —gruñí tan bajo como pude—. ¡Entonces por lo menos ten el coraje de decírmelo a la cara! Él se dio la vuelta tan rápido, que podría haber sido como un Strigoi. Su rostro estaba lleno de... ¿qué? No era la depresión de antes. Tampoco era ira, aunque había un poco de ella. Era más bien... una mezcla de desesperación, frustración, y quizás incluso miedo. Subrayando todo esto estaba el dolor, como si él sufría una terrible y exquisita agonía. —Yo no quiero que estés aquí —dijo con los ojos llameantes. Las palabras me hirieron, pero algo que mencionó me emocionó sobre todo, al igual que su agitación anterior por mi impertinente comentario. Esta no era mirada la fría y calculadora de un Strigoi. Este no era el hombre derrotado en la celda. Este era antiguo instructor, mi amante, que atacaba todo en la vida con pasión e mantengas alejada de mí. —Pero tú no vas a hacerme daño. Lo sé. —Ya te he lastimado. ¿Por qué no puedes entender eso? ¿Cuántas veces tengo que decirlo?

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intensidad—. ¿Cuántas veces tengo que decirlo? Es necesario que te

—Tú me dijiste... Tú me dijiste antes de irme que me amabas. — Mi voz tembló—. ¿Cómo puedes dejarlo ir? —¡Porque es demasiado tarde! ¡Y es más fácil que recordar lo que te hice! Su control se rompió, haciendo eco de su voz a través de la parte posterior de la iglesia. El sacerdote y los que aún tomaban la comunión no se dieron cuenta, pero había llamado la atención de los que estaban en parte posteriores de la iglesia. Algunos guardianes se pusieron rígidos y, otra vez, tuve que repetirme la advertencia a mí misma. No importa lo furioso que estuviera Dimitri, no importa cuán traicionada me sentía y lejos de él... no podía arriesgarme a que otros pensaran que era peligroso. Dimitri difícilmente parecía que fuera a ir a por el cuello de alguien, pero estaba claramente molesto, y uno podría confundir la frustración y el dolor por algo más siniestro. Me alejé de él, tratando de calmar sus emociones. Cuando lo volví a mirar, él estaba con los ojos cerrados, el poder y la electricidad aún quemaba entre nosotros. Dimitri podía pasar por alto todo lo que quisiera, pero esa conexión, que llamaba profundamente a nuestras almas, aún estaba envolverlo en mis brazos y apretarlo contra mí, para asegurarle que podíamos hacer esto juntos. Sin darme cuenta, me acerqué a él, necesitaba tocarlo.

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ahí. Yo quería tocarlo, no sólo rozar su pierna, sino todo. Yo quería

Él se levantó como si fuera una serpiente, y todos sus guardianes salieron disparados hacia adelante, preparados por lo que podría hacer. Pero él no hizo nada. Nada, salvo mirarme con una mirada que hizo que mi sangre se congelara. Como si yo fuera algo raro y malo. —Rose. Por favor detente. Por favor, mantente alejada. Estaba trabajando duro para mantener la calma. Me alejé, ahora ya enojada y frustrado tanto como él. Tenía la sensación de si me quedaba, nosotros terminaríamos. Sólo es un matiz, murmuré: —Esto no ha terminado. No perderé la confianza en ti. —He renunciado a ti. —Dijo de nuevo, con voz suave—. El amor se desvanece. El mío lo ha hecho. Lo miré con incredulidad. Durante todo este tiempo, nunca antes lo había dicho de esa forma. Sus protestas habían sido siempre sobre hacer lo mejor, sobre los remordimientos que sentía por haber sido un monstruo o cómo se le habían marcado para amar. He renunciado a ti. El amor se desvanece. El mío lo ha hecho. Me eché para atrás, con esas palabras punzado en mí tan fuerte

Algo cambió en su rostro, como si él sabía cuánto me había herido. Yo no me quedé para verlo. En su lugar, me abrí camino por el pasillo y salí corriendo por la puerta de atrás, sintiendo que, si me quedaba un poco más, todos en la iglesia me verían llorar.

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como si me hubiera abofeteado.

Traducido por Steffanie Mirella Corregido por cYeLy DiviNNa

N

o quise ver a nadie más después de eso. Volví a mi cuarto tan rápido como pude, apenas notando los obstáculos y las personas en mi camino. Una y otra vez las palabras de Dimitri se repetían en mi cabeza: “el amor se desvanece. El mío lo hizo”. De alguna manera esa fue la peor cosa que pudo haber dicho. No me malentiendan: el resto tampoco fue fácil. El que me dijera que me va a evitar y que va a ignorar la relación que tuvimos antes también me hizo sentir horrible. Aun así, con todo eso, sin importar lo mucho que dolía, aún existía la pequeña esperanza de que hubiera alguna chispa de amor entres nosotros. De que él aun me amaba.

Eso era algo completamente diferente. Significaba que lo que teníamos morirá, se volverá cada vez más débil hasta que se derrumbara y quedara a la deriva como hojas secas llevadas por el viento. El sólo pensarlo causaba dolor en mi pecho y estómago, me enrosqué en la cama, rodeándome con los brazos como si eso pudiera aminorar el dolor. No podía aceptar lo que había dicho. No podía aceptar que de alguna forma, luego de esta odisea, su amor por mí hubiera desaparecido. Quería quedarme en mi cuarto por el resto del día, enroscada en la oscuridad de mis sábanas. Olvidé la conversación de Sydney y mi

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Pero... el amor se desvanece.

preocupación sobre el padre de Lissa. Incluso solté a la mismísima Lissa. Ella tenía algunos encargos que hacer hoy, pero cada cierto tiempo, un mensaje me llegaba a través de nuestra conexión: ¿Vienes? Cuando no la contacté, empezó a preocuparse. Repentinamente tuve miedo de que ella —o alguien más— pudiera venir a mi habitación buscándome. Así que decidí irme. No tenía un verdadero destino en mente; sólo tenía que seguir moviéndome. Caminé por la cancha, explorando lugares que nunca antes había visto. Esto tenía más estatuas y fuentes de lo que me había imaginado. Aunque su belleza pasaba desapercibida para mí. Cuando volví a mi habitación horas después, estaba exhausta por tanto caminar. Oh, bueno, al menos logré evitar tener que hablar con alguien. ¿O no? Ya era tarde, pasaba de la hora en que usualmente me voy a dormir, cuando alguien tocó mi puerta. Dudé en contestar. ¿Quién vendría tan tarde? ¿Quería la distracción que me proporcionaría o prefería mantener mi soledad? No tenía idea de quién pudiera ser, a excepción de que estaba segura que no era Lissa. Dios. Por lo que sabía, podía ser Hans, reclamando una explicación de por qué no me había aparecido para mi trabajo. Luego de mucha meditación (y de que seguían tocando persistentemente), decidí abrir. Era Adrian.

No exactamente un fantasma. Créeme, reconozco los fantasmas cuando los veo. —Yo…‖ yo‖ no‖ esperaba‖ verte‖ después‖ de‖ esta‖ mañana… Entró y se sentó en mi cama, y estaba contenta de ver que se había limpiado después de la charla que tuvimos. Llevaba puesta ropa limpia, y su cabello había vuelto a su usual perfección. Aun logré sentir el residual olor a clavo (algo similar a la marihuana),

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—Pequeña dhampir —dijo con una pequeña y cansada sonrisa—. Luces como si hubieras visto un fantasma.

pero con todo lo que lo había hecho pasar, tenía derecho a sus vicios. —Síp, bueno, yo tampoco pensaba pasar —admitió—,‖ pero…‖ verás…‖hiciste‖que‖pensara‖sobre‖algo. Me senté a su lado, manteniendo una distancia saludable. — ¿Nosotros? —No. Lissa. —Oh —acusé a Dimitri de ser egoísta, pero aquí estaba yo, asumiendo que el amor por mí era lo único que pudo haber traído a Adrian. Sus ojos se volvieron especulativos. —Sigo pensando en lo que me dijiste, sobre su padre. Y tenías razón sobre las apuestas. Él tendría el dinero para poder pagar cualquier deuda. No tendría por qué tenerlo en secreto. Así que le pregunté a mi madre. —¿Qué? —pregunté—.‖No‖se‖supone‖que‖nadie‖sepa… —Sí, Sí. Me imaginé que tu información sería de máxima seguridad. No te preocupes. Le dije que cuando estuvimos en Las Vegas, escuchamos a algunas personas hablando al respecto, respecto al padre de Lissa haciendo depósitos secretos.

—Lo mismo que yo. Bueno, en realidad, primero me regañó. Dijo que Eric Dragomir era un buen hombre y que no debería andar esparciendo rumores sobre los muertos. Dijo que tal vez era adicto a las apuestas, y que si era así, las personas no deberían enfocarse en eso cuando él hizo tantas cosas magnificas. Después de la vigilia, creo que tiene miedo que provoque más escenas públicas. —Tiene razón. Sobre Eric —dije. Tal vez alguien había robado esos archivos como parte de una sucia campaña. Aunque, francamente, el esparcir rumores sobre los muertos no tenía sentido, pero quizás alguien quería ensuciar la reputación Dragomir y ¿deshacerse de cualquier oportunidad de que Lissa cambiara la ley

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—¿Qué dijo ella?

del voto? Le iba a decir eso a Adrian cuando me interrumpió con algo aun más impactante. —Y entonces mi padre nos escuchó, y dijo: ‚Probablemente mantenía una amante. Tienes razón—era un buen sujeto. Pero le gustaba‖ coquetear.‖ Y‖ le‖ gustaban‖ las‖ damas‛.‖ —Adrian rodó los ojos—. Esa es una cita: ‚Le‖ gustaban‖ las‖ damas‛.‖ Mi‖ padre‖ es‖ un‖ idiota. Él suena como si tuviera el doble de su edad. Apreté el brazo de Adrian sin darme cuenta. —¿Qué dijo luego de eso? Adrian encogió los hombros pero dejó mi mano donde estaba. —Nada. Mi madre se molestó y le dijo lo mismo que me había dicho, que era cruel esparcir historias que nadie podía probar. —¿Crees que sea cierto? ¿Crees que el padre de Lissa tenía una amante? ¿Era eso por lo que estaba pagando? —¿Honestamente? No lo sé, pequeña dhampir. Mi padre es del tipo que salta sobre cualquier rumor que pueda encontrar. O crea uno. Digo, sabemos que al padre de Lissa le gustaban las fiestas. Es fácil saltar a ciertas conclusiones desde ahí. Él probablemente tenía algún sucio secreto. Diablos, todos los tenemos. Tal vez el que robo esos archivos sólo quería explotar eso. Le dije sobre mi teoría de que fuera usado contra Lissa. —O — dije, reconsiderando—, tal vez alguien que la apoya lo tomó. Para que no saliera a la luz.

Él comenzó a levantarse, y lo traje de vuelta. —Adrian,‖espera…‖ yo…‖ —tragué—, quería disculparme. Por la manera en que te he estado‖tratando,‖lo‖que‖he‖estado‖haciendo…‖no‖es‖justo‖para‖ti.‖Lo‖ lamento. Él miró a un lado, lejos de mí, con sus ojos enfocados en el piso. —No puedes cambiar lo que sientes.

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Adrian asintió. —De cualquier manera, no creo que Lissa se encuentre en peligro mortal.

—La‖ cosa‖ es…‖ que‖ no‖ sé‖ lo‖ que‖ siento. Y eso suena estúpido, pero es la verdad. Me importa Dimitri. Fue estúpido de mi parte pensar que no me afectaría que él‖volviese.‖Pero‖me‖di‖cuenta…‖— “el amor se desvanece. El mío ya lo hizo”— me di cuenta que lo nuestro terminó. No digo que sea algo fácil de superar. Tomará algo de tiempo, y nos mentiría a ambos si dijera que no es así. —Eso tiene sentido —dijo Adrian. —¿En serio? Me miró, con una hebra de entretenimiento en sus ojos. —Sí, pequeña dhampir. Algunas veces tiene sentido lo que dices. Continúa. —Yo…‖ bien,‖ como‖ dije…‖ voy‖ a‖ sanar.‖ Pero‖ sí me‖ importas…‖ incluso creo que te amo un poquito —eso consiguió una sonrisa—. Quiero intentarlo de nuevo. Realmente quiero. Me gusta tenerte en mi vida, pero ya antes he saltado demasiado pronto. No tienes razón alguna para quererme después de la manera en que te he tratado, pero si quieres que volvamos a estar juntos, entonces yo también lo quiero. Me estudió por largo rato, y dejé de respirar. No quise decir eso: Él tiene todo el derecho de terminar lo que hay entre nosotros… y aun así, el pensar que pueda hacerlo me aterroriza.

Me moví más cerca de Adrian en la cama y presioné mi cabeza contra su pecho. —Podemos hacer que esto funcione. Sé que podemos. Si arruino las cosas otra vez, puedes irte. —Si tan sólo fuera tan fácil —rió—. Te olvidas que tengo una personalidad adictiva. Soy adicto a ti. De alguna manera, pienso que tú podrías hacerme todo tipo de cosas malas, y aun así regresaría a ti. Sólo quiero que todo entre nosotros sea sincero, ¿de acuerdo?

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Al fin, me jaló contra él y se acostó en la cama. —Rose, tengo todo tipo de razones para quererte. No he sido capaz de mantenerme lejos de ti desde que te vi en el albergue de Ski.

Dime lo que estás sintiendo. Si sientes algo por Dimitri que te confunde, dímelo. Lo arreglaremos juntos. Quería decirle que, pese a mis sentimientos, no tenía nada de qué preocuparse respecto a Dimitri, porque Dimitri ya me había rechazado varias veces. Podría perseguir a Dimitri todo lo que yo quisiera, y no serviría de nada. El amor se desvanece. Esas palabras ardían, y no podía soportar darle voz a ese dolor. Pero mientras Adrian me sostenía y yo pensaba sobre lo comprensivo que era respecto a todo esto, alguna parte herida de mí también reconoció que lo opuesto también era verdad: El amor crece. Lo intentaría con él. Realmente lo intentaría. Suspiré. —No se supone que seas tan sabio. Debes ser superficial‖e‖irrazonable‖y…‖y… Me dio un beso en la frente. —¿Y? —Mmmmmm... ridículo. —Ridículo,‖puedo‖serlo.‖También‖las‖otras‖cosas…‖pero sólo en ocasiones especiales.

Lo jalé con fuerza hacia mí, besando su boca con una fuerza que incluso a él lo tomó por sorpresa. Si algo he aprendido sobre la vida y el amor, es que eran cosas tenues que podían acabar en cualquier segundo. La precaución era lo esencial, pero no a costa de desperdiciar tu vida. Hoy decidí que no la iba a desperdiciar. Mis manos ya se encontraban quitándole la camisa a Adrian antes de terminar ese pensamiento. Él no lo cuestionó ni dudó en empezar a quitarme la ropa. Puede que él tenga momentos profundos‖ y‖ comprensivos,‖ pero‖ seguía‖ siendo…‖ pues,‖ Adrian.‖

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Estábamos entrelazados, cada vez más cerca, y levanté un poco la cabeza para estudiarlo, lo altos pómulos y el cabello artísticamente alborotado lo hacían tan apuesto. Recuerdo las palabras de su madre, que sin importar lo que deseásemos, él y yo eventualmente tendríamos que tomar distintos caminos. Tal vez así es como iba a ser mi vida. Siempre perdería a los hombres que amo.

Adrian vivía su vida en el ahora, haciendo las cosas que deseaba sin pensárselo dos veces. Y me había deseado por mucho tiempo. También era muy bueno en este tipo de cosas, razón por la cual mi ropa terminó en el piso antes que la de él. Sus labios eran calientes y entusiastas contra mi garganta, pero era cuidadoso en nunca dejar que sus colmillos rozaran mi piel. Yo era un poco menos gentil, sorprendiéndome a mí misma cuando enterré mis uñas en la piel desnuda de su espalda. Sus labios se movieron más abajo, trazando la línea de mi clavícula mientras me quitaba hábilmente el sujetador con una mano. Estaba un poco asombrada por la reacción de mi cuerpo mientras ambos peleábamos por quitarle los jeans al otro primero. Me había convencido a mí misma que nunca más querría sexo luego de Dimitri, pero, ¿pero en este instante? Oh, yo quería tenerlo. Tal vez era una reacción psicológica al rechazo de Dimitri. Tal vez se trataba de un impulso por vivir el momento. Tal vez era amor por Adrian. O tal vez era sólo lujuria.

—¿Qué eres, Rose Hathaway? ¿Eres real? Eres un sueño dentro de un sueño. Temo que el tocarte me despierte y tú desaparezcas. — Reconocí un poco del trance poético en el que él cae a veces, los momentos que me hacen preguntarme si estaría comenzando a sufrir un poco de la locura inducida por el espíritu. —Tómame y averígualo —dije, acercándolo a mí. Él no volvió a dudar. La última pieza de su ropa cayó, y todo mi cuerpo se calentó al sentir su piel y la manera en que sus manos se

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Lo que fuera, me dejaba impotente bajo sus manos y boca, las cuales parecían tener la intención de explorar cada parte de mí. La única vez que se detuvo fue cuando finalmente toda mi ropa había desaparecido y yacía desnuda ahí con él. Casi estaba desnudo, pero yo aún no había llegado a sus bóxers. (Eran de seda porque, honestamente, ¿que más usaría Adrian?). Él tomó mi rostro entre sus manos, sus ojos llenos de intensidad y deseo, y un poco de maravilla.

deslizaban sobre mí. Mis necesidades físicas estaban rápidamente pisoteando cualquier lógica y razón. No había pensamientos, sólo nosotros, y la fiera urgencia que nos acercaba. Tenía una ardiente necesidad‖y‖deseo‖y‖sensación‖y… —Oh, mierda. Salió como en una especie de murmuro, ya que nos estábamos besando, nuestros labios buscando los del otro con entusiasmo. Con reflejos de guardián, apenas pude hacerme a un lado, justo cuando nuestros labios empezaban a juntarse. El perder la sensación de él contra mí me impactó, aún más que a él. Estaba atontado, simplemente mirando fijamente con asombro mientras me alejaba de él hasta que finalmente logre sentarme en la cama. —¿Qué…‖qué‖sucede?‖¿Cambiaste‖de‖parecer? —Primero condón?

necesitamos

protección

—dije.

¿Tienes

algún

Era un punto justo. Mi sincronización apestaba. Aun así, era mejor que recordarlo después. Pese al deseo desenfrenado de mi cuerpo —que seguía ahí, créanme— repentinamente tuve una alarmante, y vívida imagen de Karolina la hermana de Dimitri. La conocí en Siberia, y ella tenía un bebé de seis meses. El bebé era adorable, como suelen ser los bebés pero, por Dios, era demasiado trabajo. Karolina tenía un empleo de mesera, y tan pronto como regresaba a casa, su atención se dirigía al bebé. Cuando estaba en el trabajo, la madre de Dimitri se encargaba de él. Y el bebé siempre necesitaba algo: comida, que lo cambiaran, que lo salvaran de ahogarse con cosas pequeñas. Su hermana, Sonya, estaba a punto de tener un bebé, y por cómo había dejado las cosas con su hermana menor, Viktoria, no me sorprendería enterarme que también estuviera embarazada dentro de poco. Grandes cambios en la vida, por pequeñas y descuidadas acciones.

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El proceso duró por unos cuantos segundos y luego suspiró. — Rose, sólo tu escogerías este momento para recordar eso.

Así que estaba bastante segura que no quería un bebe en mi vida justo ahora, no siendo tan joven. Con Dimitri no había preocupación, gracias a la infertilidad dhampir. ¿Con Adrian? Era un problema, al igual que el hecho de que, mientras que las enfermedades eran raras entre nuestras especies, no era la primera chica‖con‖la‖que‖Adrian‖había‖estado.‖O‖la‖segunda.‖O‖tercera… —¿Entonces, tienes alguno? —pregunté impaciente. Sólo porque estaba en modo responsable, eso no significaba que deseaba menos el sexo. —Sí —dijo Adrian, sentándose también—. En mi habitación. Nos miramos el uno al otro. Su habitación estaba muy lejos, en la sección Moroi del Campus. Él se deslizo más cerca, colocando su brazo alrededor mío y succionando mi oreja. —Las probabilidades de que algo malo pase son muy bajas. Cerré los ojos e incliné la cabeza hacia atrás hasta dar con él. Tomó mis caderas en sus manos y acarició mi piel. —¿Qué eres, un doctor? —pregunté.

Abrí los ojos y me alejé para poder verlo directamente. Él tenía razón. Yo deseaba esto. Esto era malo, muy malo. Y una parte de mí —que era básicamente la mayor parte de mí— que se quemaba con la lujuria, estaba tratando de ganar. ¿Las probabilidades eran bajas, cierto? ¿Acaso no había personas que siempre trataban de quedar embarazadas y no podían? Mi deseo tenía un buen argumento, así que fue una sorpresa cuando mi lógica ganó. —Yo no puedo arriesgarme —dije. Ahora Adrian me estudió y, al final, asintió. —De acuerdo. Será en otra ocasión. Esta noche seremos... responsables. —¿Eso es todo lo que dirás?

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Él se rió suavemente, con su boca besando cierto lugar tras mi oreja. —No. Sólo alguien dispuesto a arriesgarse. Puedes decirme que no quieres esto.

El frunció el ceño. —¿Qué mas podría decir? Tú dijiste no. —Pero‖tú…‖pudiste usar la compulsión. Ahora el realmente estaba asombrado. —¿Quieres que la use? —No. Claro que no. Sólo‖ se‖ me‖ ocurrió‖ que…‖ bueno,‖ que‖ podrías hacerlo. Adrian tomó mi rostro entre sus manos. —Rose, hago trampa con las cartas, le compro licor a menores. Pero nunca, jamás, te forzaría‖a‖hacer‖algo‖que‖no‖quieres.‖Ciertamente‖no‖esto… Sus palabras se cortaron porque me presionó contra él y comencé a besarlo nuevamente. La sorpresa debió haber evitado que hiciera algo de inmediato, pero pronto él me alejó con lo que parecía ser una gran reluctancia. —Pequeña dhampir —dijo secamente—, si quieres responsable, esta no es una buena manera de serlo.

ser

—No tenemos que dejar pasar esto. Y podemos ser responsables. —Todas‖esas‖historias‖son…

—Rose…‖ —dijo inseguro, pese a que pude ver la añoranza en su rostro. El beber sangre no era como el sexo, pero era una añoranza que todos los vampiros tenían, y el hacerlo mientras se está excitado, según había escuchado, era una experiencia asombrosa. También era tabú y rara vez se hacía, según decía la gente. Ese era el inicio de la definición de ‚puta de sangre‛: dhampirs que daban su sangre durante el sexo. La mera idea que un dhampir diera su sangre era una desgracia, pero ya antes lo había hecho: con Lissa, cuando necesitaba comida, y con Dimitri cuando era Strigoi. Y había sido glorioso.

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Él se paró en seco cuando quité mi cabello del camino y le ofrecí mi cuello. Logré voltearme ligeramente para poder ver sus ojos, pero no dije nada. No tuve que hacerlo. La invitación era obvia.

Él trató de nuevo, esta vez su voz era más segura. —¿Rose, sabes lo que me estás pidiendo? —Sí —dije firmemente. Gentilmente recorrí un dedo por sus labios y luego lo introduje para tocar sus colmillos. Le lancé sus propias palabras—. Puedes decirme que no deseas esto. Él sí quería esto. En un instante, su boca estaba en mi cuello y sus colmillos estaban penetrando mi piel. Grité ante el dolor repentino, un sonido que se suavizó hasta ser un gemido cuando las endorfinas que venían con cada mordida de vampiro fluyeron dentro de mí. Una dicha exquisita me consumió. Él me jaló fuertemente contra él mientras bebía, casi sobre su regazo, presionando mi espalda contra su pecho. Yo estaba distantemente consciente de sus manos sobre mi cuerpo, de sus labios en mi cuello. Más que todo, de lo que estaba consiente era que me ahogaba en pura y exquisita dulzura. La droga perfecta. Cuando se alejó, fue como perder una parte de mí misma. Como estar incompleta. Confundida, y necesitándolo de regreso, traté de alcanzarlo. Gentilmente, él alejo mi mano, sonriendo mientras lamía sus labios. —Con cuidado, pequeña dhampir. Tardé más de lo que debía. Tú probablemente podrías tener alas y volar justo ahora. En realidad, no sonaba como una mala idea. Sin embargo, en unos cuantos instantes más, la intensa y loca parte de la sensación se desvaneció, y volví a mí misma. Aún me sentía de maravilla y Mi razonamiento lentamente volvió a mí, permitiendo (más o menos) que pensamientos coherentes penetraran la feliz niebla. Cuando Adrian estuvo convencido que estaba lo suficientemente sobria, se relajó y se acostó en la cama. Me le uní al siguiente momento, enroscándome a su lado. Él parecía tan contento como yo.

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mareada; las endorfinas habían alimentado el deseo de mi cuerpo.

—Eso —dijo—, fue el mejor no-sexo que jamás he tenido. Mi única respuesta fue una sonrisa adormilada. Era tarde, y mientras más bajaba de la nube de las endorfinas, más adormitada me sentía. Una pequeña parte de mí dijo que, pese a que yo quise esto y que me importaba Adrian, todo había estado mal. No lo había hecho por las razones correctas, en vez de eso me había dejado llevar por mi angustia y confusión. El resto de mí decidió que eso no era cierto, la molesta voz pronto se desvaneció por lo exhausta que estaba. Caí dormida contra Adrian, y conseguí la mejor noche de sueño que había tenido en un largo tiempo.

No estaba completamente sorprendida de haber podido salir de la cama, bañarme, vestirme, e incluso secarme el cabello con la secadora sin que Adrian despertase. En el pasado, mis amigos y yo habíamos pasado cada mañana tratando de sacarlo de la cama. Con resaca o sobrio, él dormía profundamente. Pasé más tiempo con mi cabello de lo que lo había hecho por algún tiempo. La marca de la mordida de vampiro estaba fresca en mi cuello, así que use el cabello suelto, cuidando de estilizarlo a manera que el largo cabello ondulado colgara espesamente sobre el quedaría camuflado, me pregunté qué haría después. En una hora más o menos, el Concilio escucharía los argumentos de las diferentes partes, con variadas ideas sobre el nuevo decreto de la edad, la lucha Moroi, y el voto Dragomir. Considerando que me dejaran entrar, no tenía la intención de perderme los debates en el actualmente tema más candente en nuestro mundo.

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lado donde se encontraba la mordida. Satisfecha que el moretón

Aún no quería despertar a Adrian. Estaba enredado en mis sábanas y durmiendo pacíficamente. Si lo despertaba, me vería obligada a quedarme con él hasta que estuviera listo. A través de nuestro enlace, sentí a Lissa sentada sola en una cafetería. Quería verla y desayunar, así que decidí que Adrian se podía cuidarse solo. Le dejé una nota donde estaba, ya que la puerta se cerraría con llave una vez que saliera, y dibujé un montón de X y O´s. Aunque cuando estaba a medio camino del café, sentí algo que arruinó mi plan del desayuno. Christian se había sentado con Lissa. —Vaya, Vaya —murmuré. Con todo lo que había estado sucediendo, no le había prestado atención a la vida personal de Lissa. Después de lo ocurrido en la guarida, no estaba completamente sorprendida de verlos juntos, pese a que sus sentimientos me decían que no había habido una reconciliación rom{ntica…‖ todavía.‖ Esta‖ era‖ un‖ difícil‖ intento de ser amigos, una oportunidad de superar los constantes celos y desconfianza. Lejos de intervenir en el trabajo del amor, conocía otro lugar cerca del edificio de los guardianes que también tenía café y donas. Eso serviría, si es que nadie ahí recordaba que, técnicamente, seguía a prueba y había creado una escena en la sala real. Las probabilidades de eso no eran buenas.

cielo con un mal presentimiento. La lluvia no le ayudaría en nada a mi estado de ánimo. Cuando llegué al café, descubrí que no tenía nada de qué preocuparme respecto a que alguien me pusiera atención. Había un objetivo mejor: Dimitri. Él había salido con su guardia personal, y pese a que estaba feliz de que tuviera algo de libertad, la actitud de que él todavía

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Aun así decidí intentarlo y, dirigiéndome hacia allá, miraba el

necesitaba que lo vigilaran de cerca, me molestaba. Al menos hoy no había una multitud gigante. Las personas que entraban en busca de su desayuno no podían evitar quedársele mirando, pero pocos permanecían haciéndolo. Esta vez, él tenía cinco guardias, lo que era una reducción significativa. Esa era una buena señal. Él se sentaba solo en una silla, con un café y una dona glaseada a medio comer. Estaba leyendo una novela que yo podía apostar que era del oeste. Nadie se sentaba con él. Su guardia simplemente mantenía un aro de protección, un par cerca de las paredes, uno en la entrada, y dos en las mesas cercanas. La seguridad parecía sin sentido. Dimitri estaba completamente metido en su libro, ignorante de los guardias o los ocasiónales espectadores, o simplemente estaba dando un buen show de que no le importaba. Parecía bastante inofensivo, pero las palabras de Adrian regresaron a mí. ¿Había quedado algo de Strigoi en él? ¿Alguna parte oscura? El mismo Dimitri clamaba que aún llevaba la parte que siempre le impidió amar verdaderamente a alguien. Él y yo siempre hemos podido sentir cuando el otro está cerca. En un cuarto lleno de gente, siempre podía encontrarlo. Y, pese a su interés en el libro, alzó la mirada cuando caminé hacia el mostrador del café. Nuestras miradas se encontraron por un milisegundo. Su rostro‖no‖tenía‖ninguna‖expresión…‖y‖aun‖así,‖tenía‖la‖sensación‖que‖

Por mí, comprendí asombrada. Pese a todo, a nuestra pelea en la iglesia…‖ él‖ aun‖ pensaba‖ que‖ lo‖ perseguiría‖ y‖ le‖ haría‖ una‖ súplica‖ por nuestro amor. ¿Por qué? ¿Esperaba que yo fuera tan irracional? ¿O era posible… era posible que él quisiera que me le acercara? Bueno, por la razón que sea, decidí que no lo haría. Ya me ha herido suficientes veces. Me dijo que me alejara, y si eso era parte de

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estaba esperando por algo.

algún elaborado plan para jugar con mis sentimientos, no iba a jugar. Le di una mirada altiva y me di la vuelta rápidamente mientras caminaba hacia el mostrador. Ordené un té chai y pastel de chocolate. Luego de un momento de considerarlo, ordené un segundo pastel de chocolate. Tenía el presentimiento que iba a ser uno de esos días. Mi plan era comer fuera, pero cuando miré a la ventana, pude levemente ver las marcas de gotas de lluvia golpeando los paneles. Demonios. Brevemente consideré enfrentar los elementos e ir a algún otro lugar con mi comida, pero decidí que no iba a dejar que Dimitri me sacara asustada de aquí. Vigilando una mesa lejos de él, me dirigí a ella, haciendo lo posible por no mirarlo o siquiera reconocer el hecho que estaba ahí. —Hey, Rose. ¿Iras al Concilio hoy? Me detuve. Uno de los guardianes de Dimitri había hablado, dándome una sonrisa amistosa igual que él. No podía recordar el nombre del tipo, pero parecía buena persona cada vez que nos encontrábamos de casualidad. No quise ser maleducada, así que, reluctantemente, contesté, incluso cuando eso significó permanecer cerca de Dimitri. —Síp —dije, asegurándome que mi atención estuviera enfocada

—¿Te dejarán entrar? —preguntó otro de los guardias. Él también estaba sonriendo. Por un instante pensé que se estaban burlando de mi último‖sobresalto.‖Pero‖no…‖no‖era‖eso.‖Sus‖rostros‖ mostraban aprobación.

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únicamente en el guardián—. Sólo tomaré algo de comer antes.

—Esa es una excelente pregunta —admití. Le di una mordida a mi pastel—. Pero creo que debería intentarlo. También trataré comportarme. El primer guardia rió. —En verdad espero que no. Ese grupo merece toda la angustia que les puedas dar sobre esa estúpida ley de la edad —los otros guardianes asintieron —¿Qué ley de la edad? —preguntó Dimitri. Reluctantemente, miré hacia él. Como siempre, me dejó sin aliento. Detente, Rose, me regañé a mí misma. Estás molesta con él, ¿recuerdas? Y ahora escogiste a Adrian. —El decreto donde la realeza piensa que el enviar a dhampirs de dieciséis años a luchar contra los Strigois es lo mismo que enviar dhampirs de dieciocho años —dije, y tomé otra mordida. La cabeza de Dimitri se levantó tan rápido que casi me ahogué con el mordisco. —¿Cuales de dieciséis están peleando contra los Strigoi? —sus guardianes se tensaron pero no hicieron nada más. Me tomó un momento tragar el pedazo de pastel. Cuando finalmente pude hablar, casi tenía miedo de hacerlo. —Ese es el decreto. Los Dhampirs se gradúan cuando tienen dieciséis ahora. —¿Cuándo sucedió esto? —demando.

Uno de ellos se encogió de hombros. Tenía la impresión de que realmente creían que Dimitri era un Dhampir, pero que no estaban listos para ponerse conversadores con él. Su único contacto fuera de ellos sería Lissa y sus interrogadores.

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—Hace poco. ¿Nadie te dijo? —volteé a ver a los otros guardias.

—No —las cejas de Dimitri se fruncieron mientras meditaba las nuevas noticias. Comí mi pastel en silencio, esperando que eso lo hiciera hablar más. Funcionó. —Es una locura —dijo—. Dejando lo moral de lado, ellos no están listos a tan corta edad. Es un suicidio. —Lo sé. Tasha realmente dio un buen argumento en contra, y yo también. Dimitri me dio una mirada de sospecha ante esa última parte, particularmente cuando un par de guardianes sonrió. —¿Fue un voto cerrado? —preguntó. Preguntó en modo de interrogación, en la seria y enfocada manera que lo había definido cuando era guardián. Era mucho mejor que la depresión, decidí. También era mejor que él diciéndome que me aleje. —Mucho. Si Lissa hubiera podido votar, no la hubieran aprobado. —Ah —dijo él, jugando con la orilla de su taza de café—. El quórum. —¿Sabes de eso? —pregunté sorprendida.

—Eso escuché. —¿Qué está tratando de hacer la oposición? ¿Tratando de cambiar la opinión del Concilio o que le devuelvan a Lissa el voto Dragomir? —Ambos. Y otras cosas.

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—Es una vieja Ley Moroi.

Él negó con la cabeza, colocando un mechón de cabello tras su oreja. —No pueden hacer eso. Necesitan escoger una causa y enviar todo su peso tras ella. Lissa es la opción más inteligente. El Concilio necesita de vuelta a los Dragomir, y he visto la manera en que las personas la miran cuando ella me presta atención —sólo el más leve hilo de amargura que llevaban sus palabras me indicó cómo se sentía respecto a eso. Luego estaba de vuelta a los negocios—. No sería difícil obtener el apoyo para eso, si no dividen sus esfuerzos. Comencé con mi segundo pastel, olvidando mi anterior resolución de ignorarlo. No quería distraerlo del tema. Era la única cosa que le había regresado el viejo fuego a sus ojos, la única cosa en la que parecía verdaderamente interesado, bueno, aparte de jurarle devoción de por vida a Lissa y decirme que me quedara fuera de su vida. Me gustaba este Dimitri. Era el mismo Dimitri de hace tiempo, el que era fiero y estaba dispuesto a arriesgar su vida por lo que era correcto. Casi deseé que volviera a ser el molesto y distante Dimitri, el que me dijo que me alejara. Verlo ahora traía demasiados recuerdos, sin mencionar la atracción que pensé había aplastado. Ahora, con toda esa pasión sobre él, lucía más sexy que nunca. Él usaba esa misma intensidad cuando peleamos juntos. Incluso cuando teníamos sexo. Así era como se suponía que Dimitri debería de ser: Poderoso y al mando. sólo hacía que el corazón me doliera mucho más. Lo había perdido. Si Dimitri sabía lo que yo sentía, no lo mostró. Me miró de frente y, como siempre, el poder de su mirada me envolvió. —¿La próxima vez que veas a Tasha, le dirías que venga a verme? Necesitamos hablar sobre esto.

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Estaba agradecida, y‖aun‖así…‖viéndolo‖de‖la‖manera‖en‖que‖lo‖amé,

—¿Así que Tasha puede ser tu amiga pero no yo? —las filosas palabras salieron de mi boca antes que pudiera detenerlas. Me sonrojé, avergonzada por haberlo dicho frente a los otros guardianes. Aparentemente, Dimitri tampoco quería una audiencia. Miró al que primero se había dirigido a mí. —¿Hay forma de que pudiéramos tener algo de privacidad? Sus guardias intercambiaron miradas, y entonces, casi como un solo ser, ellos retrocedieron. No era una gran distancia, y aún mantenían un aro alrededor de Dimitri. Sin embargo, era lo suficiente para que nadie escuchara nuestra conversación. Dimitri se volvió hacia mí. Me senté. —Tasha y tú tienen situaciones completamente diferentes. Ella puede estar a salvo en mi vida. Tú no. —Y aun así —dije mientras quitaba molesta un mechón de mi cabello—, aparentemente está bien que esté en tu vida cuando es conveniente, digamos, como, haciendo mandados, o pasando mensajes. —No parece que realmente me necesites en tu vida —él asintió secamente, inclinando su cabeza ligeramente hacia mi hombro. Me tomó un momento entender qué había sucedido. Al mover mi cabello, expuse mi cuello, y la mordida. Traté de no sonrojarme avergonzada. Coloqué el cabello nuevamente en su lugar. —No es asunto tuyo —siseé, esperando que no hubieran visto los otros guardianes. —Exactamente —sonó triunfante—. Porque necesitas vivir tu propia vida, lejos de mí.

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nuevamente, sabiendo que no tenía nada de qué sentirme

—Oh, por Dios —exclamé—.‖Dejarías‖la‖mier… Mis ojos se quitaron de su rostro porque repentinamente un ejército descendió sobre nosotros. De acuerdo, no era exactamente un ejército, pero bien pudo haberlo sido. Un minuto sólo éramos Dimitri, yo y los guardias, y, repentinamente, el lugar estaba nadando en guardias. Y no de cualquier tipo. Ellos usaban el uniforme blanco-y-negro que los guardianes usualmente utilizaban en ocasiones, pero un pequeño botón

rojo

los

marcaba

como

guardianes

específicamente

relacionados a la seguridad de la reina. Al menos había como veinte de ellos. Eran letales y asesinos, lo mejor de lo mejor. A través de la historia, asesinos que habían atacados a los monarcas se habían encontrado rápidamente vencidos por la guardia real. Ellos eran la muerte andante, y nos estaban rodeando. Tanto Dimitri como yo nos pusimos de pie, inseguros respecto a lo que estaba sucediendo, pero seguros de que era con nosotros, su mesa y sillas estaban entre nosotros, pero aun así nos colocamos en la posición estándar de pelea cuando estábamos rodeados por enemigos: espalda-a-espalda. La guardia de Dimitri llevaba ropa ordinaria y lucían un poco impresionados al ver a sus superiores, pero con la eficiencia de los guardianes, la escolta de Dimitri rápidamente se unió a la guardia a Dimitri, pero en esta situación, era un poco difícil. —Tienes que venir con nosotros ahora —dijo uno de los guardias de la reina—. Si te resistes, te llevaremos a la fuerza. —Déjenlo en paz —grité, mirando de un rostro al otro. Esa ira oscura explotó dentro de mí. ¿Cómo podrían seguir sin creer? ¿Por qué

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de la reina. No había más chistes o sonrisas. Quería lanzarme frente

seguían persiguiéndolo?— ¡Él ahora no ha hecho nada! ¿Por qué no pueden aceptar que ahora es un dhampir? El hombre que hablo arqueó una ceja. —No estaba hablando de él. —¿Est{n…‖ est{n‖ aquí‖ por‖ mí? —pregunté. Traté de pensar en algún nuevo espectáculo que pudiera haber causado últimamente. Consideré la loca idea de que la reina se hubiese enterado que yo había pasado la noche con Adrian, y estaba más que molesta por ello. Aunque eso difícilmente era razón suficiente para enviar a la guardia‖ del‖ palacio‖ a‖ buscarme….‖ ¿o‖ no?‖ ¿Había‖ ido‖ demasiado‖ lejos? —¿Por qué? —demandó Dimitri. Ese alto y maravillo cuerpo, que podía ser tan sensual a veces, estaba lleno de tensión y amenaza ahora. El hombre mantuvo su mirada sobre mí, ignorando a Dimitri. —No me obligues a repetirlo, ven con nosotros pacíficamente, o te obligaremos —las esposas que traía en sus manos brillaban. Mis ojos se agrandaron —¡Esto es una locura! No iré a ningún lado‖hasta‖que‖me‖digan‖cómo‖diablos‖esto… Ese fue el momento en que, al parecer, ellos decidieron que no iba a irme pacíficamente. Dos de los guardias reales se lanzaron bando, mis instintos se activaron. No entendía nada de lo que estaba sucediendo aquí, a excepción del hecho que me iban a llevar como algún tipo de amo del crimen. A uno de los guardias le tiré la silla en la que me había estado sentada y le lancé un puñetazo a otro. Fue un extraño lanzamiento, empeorado por el hecho que el guardián era más alto que yo. Esa diferencia en estatura me permitió esquivar

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contra mí, y aun cuando técnicamente trabajábamos en el mismo

el siguiente intento por agarrarme y cuando pateé fuerte sus piernas, un pequeño gruñido me dejó saber que había acertado. Escuché unos cuantos grititos esparcidos. Los que trabajaban en el café se escondieron detrás del mostrador, como si esperaran que sacáramos armas automáticas. Los otros que habían estado comiendo el desayuno rápidamente se levantaron de sus mesas, botando los platos y la comida. Ellos corrieron hacia las salidas, las cuales seguían bloqueadas por más guardias. Eso provocó más gritos, aun cuando las salidas estaban bloqueadas para mí. Mientras tanto, otros guardianes se estaban uniendo a la pelea. Aunque logré dar unos buenos golpes, sabía que los números de ellos eran sobrecogedores. Un guardián tomó mi brazo y comenzó a tratar de ponerme las esposas. Se detuvo cuando otro par de manos me tomó por el otro lado y me jaló. Dimitri. —No la toques —gruñó. Había una nota en su voz que me hubiera asustado de haber sido dirigida a mí. Me empujó tras él. Colocando su cuerpo protectoramente frente al mío y dejándome contra una mesa. Los guardianes se lanzaron contra nosotros de todas las direcciones, y Dimitri empezó a hacerse cargo de ellos con la misma gracia mortal asesinó a ninguno de los que pelearon con él, pero se aseguró que quedaran fuera de acción. Si alguien pensó que sus ordalías como Strigoi o el ser encarcelado habían disminuido su habilidad de combate, estaba terriblemente equivocado. Dimitri era una fuerza de la naturaleza logrando manejar a los que nos atacaban y detenerme cada vez que traté de unirme a la pelea. Puede que los guardianes

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que había hecho que una vez la gente lo llamase “Dios”. Él no

de‖ la‖ reina‖ sean‖ lo‖ mejor‖ de‖ lo‖ mejor,‖ pero‖ Dimitri…‖ bueno,‖ mi‖ antiguo amante e instructor estaba en una categoría completamente diferente. Sus habilidades de combate estaban más allá que las de los demás, y estaba usando para defenderme. —Quédate atrás —me ordenó—. Ellos no te pondrán una mano encima. Al principio estaba sobrecogida por lo protector que era, incluso si odiaba no ser parte de la pelea. El verlo luchar nuevamente era fascinante. Hacía que luciera hermoso y letal al mismo tiempo. Él era el ejército de un solo hombre, el tipo de guerrero que protegía a sus seres queridos e instigaba‖terror‖en‖sus‖enemigos… Y fue entonces que una horrible revelación me golpeó. —¡Alto! —grite repentinamente—. ¡Iré con ustedes! ¡Iré con ustedes! Nadie me escuchó al principio, estaban demasiado envueltos en la pelea. Los guardianes seguían tratando de pasar a Dimitri, pero él parecía presentirlos, y empujaría hacia ellos sillas o cualquier cosa que pudiera tomar, mientras lograba seguir golpeando con puños y patadas a los que se le enfrentaban directamente. ¿Quién lo sabría? Tal vez él realmente podía encargarse de un ejército por sí mismo.

Tomé el brazo de Dimitri. —Detente —repetí—. Ya no pelees más. —Rose… —¡Detente!

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Pero no podía dejar que lo hiciera.

Estaba bastante segura que nunca antes en mi vida había gritado tan alto una palabra. Resonó por todo el lugar. Por lo que sabía, resonó por todo el campus. Exactamente no logró que se detuvieran, pero muchos de los guardias fueron más despacio. Unos cuantos de los que trabajaban en el café sacaron un poco las cabezas sobre los mostradores para vernos. Dimitri seguía en movimiento, aún listo para encargarse de todos, y yo prácticamente me había lanzado hacia él para que me notara. —Detente —esta vez, mi voz era un susurro. Un intranquilo silencio había caído sobre todos—. Ya no luches contra ellos. Iré. —No. No dejaré que te lleven. —Tienes que —le rogué. Él estaba respirando fuertemente, cada parte de él tensa y lista para atacar. Nuestras miradas se encontraron, y un millón de mensajes parecieron fluir entre nosotros mientras la vieja electricidad crujía en el aire. Sólo esperé que reviviera el mensaje correcto. Uno de los guardianes tentativamente dio un paso adelante, teniendo que rodear el cuerpo inconsciente de su colega, y la tensión de Dimitri se rompió. Comenzó a bloquear al guardián y a entre las mías la mano de Dimitri y manteniendo mi mirada fija en la suya. Su piel era cálida y se sentía, tan, pero tan bien tocando la mía. —Por favor. No más.

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defenderme nuevamente, pero yo me coloqué entre ellos, tomando

Vi en ese instante que el finalmente comprendió lo que estaba tratando de decirle. La gente aún le temía. Nadie sabía lo que él era. Lissa había dicho que el hecho que se comportara normal y calmadamente ayudaría a aliviar los temores. ¿Pero, esto? ¿Él luchando contra un ejército de guardianes? Eso no le iba a ganar puntos por buena conducta. Por lo que sabía, ya era demasiado tarde después de esto, pero tenía que intentar controlar los daños. No podía dejar que lo volvieran a encerrar, no por culpa mía. Mientras me miraba, parecía enviarme un mensaje: que aun seguiría peleando por mí, que pelearía hasta colapsar para evitar que me llevaran. Negué con la cabeza y le apreté la mano como señal de despedida. Sus dedos eran justo como los recordaba, largos y elegantes, con callos creados por los años de entrenamiento. Lo solté y me di la vuelta para enfrentar al tipo que había hablado en un principio. Asumí que era un tipo de líder. Sostuve mis manos hacia delante y lentamente caminé. —Iré tranquilamente.‖ Pero‖ por‖ favor…‖ no‖ vuelvan‖ a‖ encerrarlo.‖ Él‖ sólo pensó…‖sólo pensó que estaba en problemas. La cosa era, que cuando las esposas se cerraron en mis muñecas, yo comencé a pensar que estaba en problemas. Mientas los guardianes se ayudaban mutuamente a levantarse, el líder tomó un de hacer desde que entro. Tragué, esperando escuchar el nombre de Victor. —Rose Hathaway, estas bajo arresto por alta traición.

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aliento profundo e hizo la proclamación que había estado tratando

No era exactamente lo que me esperaba. Esperando que mi sumisión me hiciera ganar algunos puntos, pregunté: —¿Qué tipo de alta traición?

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—El asesinato de su real majestad, La Reina Tatiana.

Traducido por Dark Haven, cowdiem, cYeLy DiviNNa, elamela y *¡¡¡BellJolie!!!* Corregido por cYeLy DiviNNa

T

al vez alguien tenía un negro sentido del humor, porque terminé en la celda ahora desocupada por Dimitri. Había llegado en silencio después de que el

guardián estableció los cargos ante mí. De hecho, había entrado en estado de coma porque había demasiado de lo que había dicho que era imposible de procesar. Ni siquiera podía realmente entender la parte que me involucraba. No podía sentir indignación por mí o por la acusación, porque me quedé atrapada en la parte de que Tatiana estaba muerta. No sólo muerta. Fue Asesinada. ¿Asesinada?

era uno de los lugares más seguros del mundo, y Tatiana en particular siempre estaba vigilada, por el mismo grupo que había caído sobre Dimitri y yo con rapidez. A menos que ella dejara la Corte —y estaba bastante segura de que ella no lo hizo—, ningún Strigoi podría haberla matado. Con las constantes amenazas que enfrentamos, el asesinato entre los dhampirs y Morois era casi

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¿Cómo había sucedido? ¿Cómo había pasado aquí? Esta Corte

inaudito. Claro, sucedió. Era inevitable en cualquier sociedad, pero la manera en que la nuestra era cazada, rara vez tenía tiempo para volverse el uno contra el otro (gritar en las reuniones del Consejo quedaba a un lado). Eso era parte de por qué Victor había sido condenado. Sus crímenes fueron las cosas más malas que se podrían haber hecho. Hasta ahora. Una vez que llegué más allá de la idea imposible de que Tatiana estaba muerta, era capaz de hacer la verdadera pregunta: ¿Por qué yo? ¿Por qué se me acusa? No era abogada, pero estaba bastante segura de que llamar a alguien ‚puta mojigata‛ no es evidencia en un juicio. Traté de obtener más detalles del guardia de la puerta de mi celda, pero se mantuvo con cara dura y silenciosa. Después de dejar mi voz ronca de tanto gritar, me dejé caer sobre la cama y fui a la mente de Lissa, donde estaba segura de que conseguiría obtener más información. Lissa estaba frenética, tratando de obtener respuestas de cualquier persona que podía. Christian seguía con ella, y ellos estaban en el interior del hall de entrada de uno de los edificios administrativos, el cual estaba llenó de una intensa actividad.

asustados de esta nueva inestabilidad de gobierno y otros con la esperanza de sacar provecho de ella. Lissa y Christian se pusieron en medio de todo esto, como hojas arrastradas en la furia de una tormenta. Mientras Lissa era ahora técnicamente un adulto, había estado siempre bajo el ala de una persona mayor en la Corte, por lo general

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Dhampirs y Moroi corrían por igual en todas partes, algunos

Priscilla Voda, y en ocasiones incluso Tatiana. Ninguna de las dos estaba disponible ahora, por razones obvias. Aunque muchos miembros de la realeza la respetaban, Lissa no tenía ninguna fuente real a quien recurrir. Viendo su agitación, Christian le apretó la mano. —Tía Tasha sabrá lo que está pasando —dijo él—. Se va a aparecer tarde o temprano. Sabes que ella no permitiría que algo le suceda a Rose. Lissa sabía que había un poco de incertidumbre en esa declaración, pero no lo mencionó. Tasha podría no querer que nada me pasara, pero desde luego no era todopoderosa. —¡Lissa! La voz de Adrian causó que tanto Lissa como Christian se dieran la vuelta. Adrian acababa de entrar, junto con su madre. Adrian parecía que había ido, literalmente, directamente desde mi dormitorio hasta ahí. Llevaba la ropa de ayer, un poco arrugada, y su pelo no tenía ninguna de sus cuidados habituales. En comparación, Daniella se veía pulida y elaborada, la imagen perfecta de una mujer de negocios que no había perdido su feminidad. ¡Por fin! Había gente que podría tener respuestas. Lissa se

—Gracias a Dios —dijo Lissa—. Nadie nos dirá lo que ha pasado... salvo que la reina ha muerto y Rose está encerrada. —Lissa miró a la cara de Daniella, suplicante—. Dime que ha habido algún tipo de error. Daniella palmeó el hombro de Lissa y le dio una mirada tan reconfortante como pudo, dadas las circunstancias. —Me temo que

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precipitó hacia ellos con gratitud.

no. Tatiana fue asesinada ayer por la noche, y Rose es su principal sospechosa. —¡Pero ella nunca hubiera hecho eso! —exclamó Lissa. Christian se unió a ella en su furia justiciera. —El grito de ella en el Consejo ese día no es suficiente para condenarla por asesinato —ah, Christian y yo teníamos la misma línea de razonamiento. Era casi de miedo—. Ni está fallando la Guardia de la Muerte. —Tienes razón. No es suficiente —coincidió Daniella—. Pero no la hace lucir bien tampoco. Y, al parecer, tienen otras pruebas que dicen que demuestra su culpabilidad. —¿Qué tipo de pruebas? —Lissa demandaba. Daniella se puso apenada. —No lo sé. Eso sigue siendo parte de la investigación. Tendrán una audiencia para presentar las pruebas y preguntar su paradero, los posibles motivos... ese tipo de cosas — miró a su alrededor a la gente corriendo por ahí—. Si incluso llegan tan lejos. Este tipo de cosas... no han sucedido en décadas. El Consejo controla absolutamente todo hasta que un nuevo monarca sea elegido, pero todavía va a ser un caos. La gente tiene miedo. No me sorprendería si el Consejo va bajo la ley marcial. Christian se giró hacia Lissa, con la esperanza en su rostro. —

Lissa frunció el ceño. —No. Creo que estaba en su habitación. La última vez que la vi fue anteayer. Daniella no se veía contenta respecto a eso. —Eso no va a ayudar. Si ella estaba sola, entonces ellas no tienen coartada. —Ella no estaba sola.

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¿Viste a Rose anoche? ¿Estaba contigo?

Tres pares de ojos se giraron en la dirección de Adrian. Era la primera vez que él había hablado desde la primera llamada de Lissa. Lissa ni se había centrado en él tampoco, lo cual significaba que yo tampoco. Ella sólo había observado su apariencia superficial cuando él había llegado, pero ahora ella podía ver los pequeños detalles. Cuando ella sintonizó el aura de él, vio el dorado usual de un usuario de espíritu, pero ese y los otros colores estaban enturbiados y teñidos de oscuridad. Había un parpadeo ahí también, una advertencia de que la inestabilidad del espíritu estaba ganando. Esto había llegado demasiado rápido a él como para que reaccionara, pero sospeché que él atacaría los cigarrillos y el alcohol tan pronto como tuviera un momento libre. Era como Adrian le hacía frente a este tipo de cosas. —¿Qué estás diciendo? —Daniella preguntó bruscamente. Adrian se encogió de hombros. —Ella no estaba sola. Yo estuve con ella toda la noche. Lissa y Christian habían hecho un buen trabajo manteniendo expresiones neutras, pero el rostro de Daniella registró el shock que cualquier padre hubiera tenido luego de escuchar sobre la vida sexual de su hijo. Adrian notó su reacción también. —Ahórratelo —él advirtió—.‖ Tu‖ moral,‖ tus‖ opiniones…‖ nada‖ corriendo y gritando como si Victor Dashkov debería seguramente venir a la Corte para matarlos a todos. Adrian negó con la cabeza y se giró hacia su madre—. Yo estaba con Rose. Eso prueba que ella no lo hizo. Lidiaremos con tu desaprobación materna respecto a mi vida sentimental luego.

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importa justo ahora —él gesticulo hacia el grupo de gente histérica

—¡Eso no es lo que me preocupa! Si ellos de verdad tienen pruebas de peso y tú te mezclas en esto, podrías estar bajo sospecha también. —La compostura con la que Daniella había entrado estaba comenzando a quebrarse. —Ella era mi tía —exclamó Adrian incrédulo—. ¿Por qué maldita razón Rose y yo la mataríamos? —Porque ella desaprobaba su relación. Y porque Rose estaba enojada por la regla de la edad —esto vino de Christian. Lissa lo miró enojada, pero él meramente se encogió de hombros—. ¿Qué? Sólo estoy exponiendo lo obvio. Alguien más lo haría si yo no lo hubiera hecho. Y todos escuchamos las historias, la gente ha estado creando cosas que son extremas, incluso para Rose —un comentario fuerte de hecho. —¿Cuándo? —Preguntó Daniella, aferrando la maga de Adrian—. ¿Cuándo estuviste con Rose? ¿Cuándo llegaste ahí? —No lo sé. No lo recuerdo —dijo él. Ella apretó aún más fuerte. —¡Adrian! Tómatelo en serio. Esto va a hacer una gran diferencia en como las cosas progresen. Si llegaste ahí antes de que Tatiana fuera asesinada, entonces no estar{s‖involucrado.‖Si‖estuviste‖con‖Rose‖después… —Entonces ella tiene una coartada —él interrumpió—, y no hay

—Espero que eso sea verdad —murmuró Daniella. Sus ojos ya no parecían estar enfocados en mis amigos. Las ruedas en su cabeza estaban girando, sus pensamientos saltando hacia adelante mientras trataba de pensar cómo proteger mejor a su hijo. Yo había sido un caso desafortunado para ella—. Aún vamos a tener que conseguirte

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ningún problema.

un abogado. Hablaré con Damon. Tengo que encontrarlo antes de la audiencia de esta noche. Y Rufus va a tener que saber de esto también. Demonios. —Adrian arqueó una ceja ante eso. Tuve la impresión de que Lady Ivashkov no maldecía muy seguido—. Necesitamos averiguar a qué hora estabas ahí. Adrian aún llevaba encima su angustia como un manto, y se veía como si pudiera desmayarse si no conseguía nicotina o alcohol pronto. Odiaba verlo así, particularmente debido a mí. Había fuerza dentro de él, sin dudarlo, pero su naturaleza —los incompletos efectos del espíritu—, hacía que enfrentar esto fuera tan difícil. Sin embargo, a través de su agitación, él se las arregló para encontrar un recuerdo para ayudar a su histérica madre. —Había alguien en el vestíbulo del edificio cuando entré… un conserje o algo, creo. Nadie en el escritorio principal, sin embargo — la mayoría de los edificios usualmente mantiene algún miembro del personal ahí para emergencias o servicios de conserjería. El rostro de Daniella se iluminó. —Eso es. Eso es lo que necesitaremos. Damon averiguará el momento en que estuviste ahí, de modo que te dejemos libre y limpio de esto. —¿De modo que pueda defenderme si las cosas se ponen feas? —Por supuesto —ella respondió rápidamente.

—¿Qué hay con ella? Adrian aun se veía listo para desmoronarse, pero había seriedad y fuego en sus ojos verdes. —Si tú descubres que la Tía Tatiana fue asesinada antes de que yo llegara ahí, y Rose será lanzada a los lobos sola, ¿Damon será su abogado?

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—¿Qué hay de Rose?

Su madre se tambaleó. —Oh,‖ bueno,‖ cariño…‖ Damon‖ no‖ hace‖ ese‖tipo‖de‖cosas‖realmente… —Él lo hará si tú se lo pides —dijo Adrian con severidad. —Adrian —ella dijo con cansancio—, no sé de qué me estás hablando. Dicen que las pruebas en su contra son malas. Si nuestra familia‖muestra‖apoyo…‖ —¡No es como si estuviéramos apoyando un asesinato! Conociste a Rose. Te gustaba. ¿Puedes mirarme a los ojos y decir que está bien para ella ir con sólo una media defensa sobre ella? ¿Puedes? Daniella palideció, y juro que en realidad se encogió. No creo que ella estuviera acostumbrada a una resolución tan feroz de parte de su hijo diablo —el diablo con poder—, del cual había que cuidarse. Y aunque sus palabras eran perfectamente sanas, no era una especie de locura, pero la desesperación en su voz y su actitud demostraba que estaba un poco asustado. Ya sea que fuera causado por el espíritu o simplemente por su propia emoción, no podía decirlo. —Yo... voy a hablar con Damon —dijo Daniella al final. Ella había tenido que tragar

un par de veces antes de decir

Adrian dejó escapar una respiración profunda y algo de furia se fue con él. —Gracias. Ella se escabulló entre la multitud, dejando solo a Adrian con Christian y Lissa. Ellos sólo parecían un poco menos aturdidos que Daniella.

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efectivamente las palabras.

—¿Tarus Damon? —Lissa adivinó. Adrian asintió con la cabeza. —¿Quién es ese? —preguntó Christian. —El primo de mi mamá —dijo Adrian—. El abogado de la familia. Un tiburón de verdad. Un tipo de mala calidad también, pero él puede conseguir todo lo que quiera. —Eso es algo, supongo —reflexionó Christian—. ¿Pero es lo suficientemente bueno para luchar contra esta evidencia, o como se llame? —No lo sé. Realmente no lo sé —Adrian buscó distraídamente en el bolsillo, el lugar habitual de sus cigarrillos, pero no tenía ninguno. Suspiró—. Yo no sé qué clase de pruebas son, o incluso cómo murió la tía Tatiana. Todo lo que escuché fue que la encontraron muerta esta mañana. Lissa y Christian intercambiaron muecas. Christian se encogió de hombros, y Lissa se volvió a Adrian, asumiendo el papel de mensajero. —Una estaca —dijo Lissa—. La encontraron en la cama con una estaca de plata a través de su corazón. Adrian no dijo nada, y su expresión no cambió realmente. Lissa mantuvo toda esta charla sobre la inocencia, la evidencia y Tatiana había sido la tía-abuela de Adrian. Él no había aprobado algunas de sus decisiones y hacía un montón de chistes sobre ella a sus espaldas, pero ella seguía siendo su familia, alguien que había conocido toda su vida. Tenía que sentir el dolor de su muerte en la cima de todo lo demás. Incluso sentí un poco de conflicto. Yo la odiaba por lo que me había hecho, pero nunca había deseado su

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abogados, y cómo todo el mundo tenía por alto el hecho de que

muerte. No pude dejar de recordar que ella había hablado de vez en cuando conmigo como si yo fuera una persona real. Tal vez había fingido, pero yo estaba bastante segura de que había sido sincera la noche en que se había pasado por la casa de los Ivashkovs. Ella había estado cansada y pensativa, en su mayoría sólo preocupada por llevar la paz a su pueblo. Lissa vio irse Adrian, con simpatía y dolor fluyendo a través de ella. Christian tocó suavemente su brazo. —Vamos —dijo—. Hemos encontrado lo que necesitábamos saber. Sólo estamos en el camino. Sintiéndose desesperada, Lissa le permitió llevarla al exterior, esquivando multitudes en pánico. La naranja de un sol bajo dio a cada hoja y árbol dorado, una sensación de calor. Había habido un montón de gente cuando volvimos del almacén con Dimitri, pero no era nada comparado con esto. La gente estaba zumbando con miedo, corriendo para pasar la noticia. Algunos ya estaban de luto, vestidos de negro, con lágrimas en sus rostros. Me pregunté cuánto de eso era real. Incluso en medio de la tragedia y el crimen, los miembros de la realeza estaban luchando por el poder. Y cada vez que oía mi nombre, el enojo de Lissa crecía más y más. La ira también, del tipo que se sentía como el humo negro en nuestro vínculo y que a menudo la hacía arremeter contra alguien.

—¡No puedo creer esto! —exclamó ella con Christian. Me di cuenta, aunque ella no, que estaba tomando a toda prisa a un lugar donde no había personas—. ¿Cómo puede alguien pensar eso acerca de Rose? Ella saldrá. Tiene que ser así.

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Era la maldición del espíritu.

—Lo sé, lo sé —él dijo. Él conocía los signos del espíritu, era demasiado peligroso y estaba tratando de calmarla. Habían llegado a un área pequeña, cubierta de hierba a la sombra de un avellano grande y se instalaron en el suelo—. Sabemos que ella no lo hizo. Eso es todo lo que hay que hacer. Vamos a probarlo. Ella no puede ser castigada por algo que no hizo. —No conoces a este grupo —se quejó Lissa—. Si alguien puede hacer algo para sacarla, pueden hacer todo tipo de cosas posibles — con sólo la más débil sensibilización, atraje un poco de esa oscuridad en mí, tratando de calmar el terreno Por desgracia, sólo me enfureció. Christian se echó a reír. —Te olvidas que crecí en torno al grupo. Fui a la escuela con los niños de este grupo. Yo los conozco, pero no estemos entrando en pánico hasta saber más, ¿de acuerdo? Lissa exhaló, sintiéndose mucho mejor. Yo iba a tomar mucha oscuridad si no era cuidadosa. Ella le dio una pequeña sonrisa provisional a Christian. —No te recuerdo siendo razonable antes. —Es porque cada uno tiene diferentes definiciones de ‚razonable‛. A mí simplemente me han entendido mal, eso es todo

—Creo que te han malentendido mucho —se rió. Sus ojos tenían su mirada, y la sonrisa en su rostro se transformaba en algo más cálido y suave. —Bueno, espero que esto no sea un mal entendido. Sino te golpearé.

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—su voz era alta.

Inclinándose, llevó sus labios a los suyos. Lissa respondió sin vacilación ni pensando en absoluto, perdiéndose en la dulzura del beso. Por desgracia, fui arrastrada con eso. Cuando se apartaron, Lissa sintió el ritmo de su corazón aumentar y sus mejillas sonrojadas. —¿Qué

definición

tiene

eso

exactamente?

—preguntó,

reviviendo como se había sentido su boca. —Significa‖‚lo‖siento‛‖—dijo. Miró

lejos

y

nerviosamente

arrancó

algunas

hierbas.

Finalmente, con un suspiro, miró de nuevo hacia arriba. — Christian... ¿Hubo alguna vez... hubo alguna vez algo entre Jill tú? ¿O Mia? La miro fijamente, sorprendido. —¿Qué? ¿Cómo podías pensar eso? —Pasaste tanto tiempo con ellas. —Sólo hay una persona que siempre he querido —dijo. La firmeza de su mirada, en esos ojos de azul cristal, no dejaba ninguna pregunta en cuanto a quién era esa persona. —Nadie más se ha acercado alguna vez. A pesar de todo,

—Christian,‖lo‖siento‖tanto‖por‖eso… —No‖tienes‖que… —Yo… —Maldición —dijo—.‖¿Me‖dejaras‖terminar‖una‖fra…?

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incluso‖con‖Avery…

—No —Interrumpió Lissa. Y se inclinó y lo besó, un duro y poderoso beso que quemó a través de su cuerpo, uno que le dijo que no había nadie más en el mundo para ella tampoco. Bueno, al parecer, Tasha había tenido razón: era la única que podía unirlos de nuevo. Apenas había esperado que mi arresto desempeñara un papel. Me aparté de su cabeza para darles algo de intimidad y salvarme de observarlos acariciarse. No les envidié su momento. No había nada tampoco que pudiera hacerse por mí en este momento, y se merecían su reunión. Su único curso de acción era esperar más información, y en realidad, su método de pasar el tiempo era mucho más saludable que cualquiera que Adrian probablemente estaba probando. Me tumbé en la cama y miré fijamente el techo. No había nada pero el liso metal y los colores neutros que me rodeaban. Me volví loca. No tenía nada que ver, nada que leer. Me sentí como un animal atrapado en una jaula. La habitación parecía cada vez más pequeña. Todo lo que podía hacer era repetir lo que había aprendido a través de Lissa, analizando cada palabra de lo que había sido dicho. Tenía preguntas sobre todo, por supuesto, pero la única cosa que me impresionó fue Daniella citando una audiencia. Necesitaba saber

Tuve mi respuesta, horas después. Había caído en una especie de bruma adormecedora entonces y casi no reconocí a Mikhail de pie delante de la puerta de mi celda. Salté de mi cama hacia los barrotes y vi que estaba abriendo la puerta. La esperanza surgió a través de mí.

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más sobre eso.

—¿Qué está pasando? —le pregunté—. ¿Me están dejando ir? —Me temo que no —dijo. Su punto fue demostrado cuando, después de abrir la puerta, rápidamente puso en mis manos unas esposas. No luché contra eso—. Estoy aquí para llevarte a tu audiencia. Al entrar al pasillo, vi a otros guardianes reunidos. Mi propio detalle de seguridad. Un reflejo del de Dimitri. Adorable. Mikhail y yo caminamos juntos y, gracias a Dios, habló durante el camino en lugar de mantener ese espantoso silencio que parecía ser un tratamiento común para los prisioneros. —¿Qué es la audiencia exactamente?¿ Un juicio? —No, no. Es demasiado pronto para un juicio. Una audiencia decide si vas a juicio. —Eso suena un poco a una pérdida de tiempo —señalé. Surgimos desde el edificio de los guardianes, ese aire fresco y húmedo era la cosa más dulce que nunca había probado. —Es una gran pérdida de tiempo si vas a un juicio directamente, y ellos se hubieran dado cuenta de que no era un caso para una audiencia. En la audiencia, exponen todas las pruebas que tienen, y un juez o, bien, alguien que actúe como juez, decidirá si debe hacerse un juicio. El juicio lo hace oficial. Ahí es donde pasan

—¿Por qué les tomó tanto tiempo para la audiencia? ¿Por qué me hicieron esperar en la celda todo el día? Se echó a reír, pero no porque él pensara que fuera divertido. — Esto fue rápido, Rose. Muy rápido. Puede tomar días o semanas

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el veredicto e informan la condena.

para obtener una audiencia, y si te hacen ir a juicio, te quedarás encerrada hasta entonces. Tragué saliva. —¿Van a actuar con rapidez al respecto? —No lo sé. Ningún monarca ha sido asesinado en casi un centenar de años. La gente está preocupada, y el Consejo desea establecer el orden. —Ellos ya están haciendo grandes planes para el funeral de la reina, ‚un‖espect{culo‖gigante‛‖que‖va‖a‖distraer‖a‖todo‖el‖mundo.‖ Tu audiencia es también un intento de establecer el orden. —¿Qué? ¿Cómo? —Cuanto antes se condene al asesino, todo el mundo se sentirá más seguro. Ellos piensan que este caso en tu contra es tan sólido que quieren precipitar la aprobación. Ellos quieren que sea culpable. Quieren encerrar a su asesino y que se haga justicia, para que todos puedan dormir tranquilos cuando el nuevo rey o reina sea elegido. —Pero‖yo‖no…‖—dejé ir mi negación. No tenía sentido. Delante de nosotros, se asomaba el edificio de la Corte. Se parecía a la primera vez que había estado ahí para el juicio de Victor, pero eso había sido por temor de los recuerdos que provocaban en mí. Ahora... ahora estaba mi propio futuro en la Moroi esperanzado y observado, esperaban que fuera una villana que podría utilizarlos de manera segura por siempre. Tragué, le di una mirada nerviosa a Mikhail. —¿Piensas que... piensas que me manden a juicio? Él no respondió. Uno de los guardias mantuvo la puerta abierta para nosotros.

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línea. Y, al parecer, no sólo mi propio futuro en el mundo de los

—¿Mikhail? —insistí—. ¿Realmente me llevarán a juicio por un asesinato? —Sí —dijo con simpatía—. Estoy bastante seguro de que lo

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harán.

Traducido por Caty, Clo y Rania Corregido por Ellie

E

ntrar a la Corte fue una de las experiencias más surrealistas de mi vida, y no sólo porque yo era la que estaba siendo acusada aquí. Todo seguía recordándome

el juicio de Victor, y la idea de que yo estaba ahora en su lugar era casi demasiado extraña para comprenderla. Entrar a un salón con una tropa de guardianes hace que la gente se quede mirándote —y, créanme, había mucha gente aquí—, así que naturalmente no me escondí ni actué avergonzada. Entré con confianza, con mi cabeza en alto. De nuevo, tuve ese extraño recuerdo de Victor. Él también había entrado aquí desafiantemente, y yo había quedado indignada al ver que alguien que había cometido sus crímenes pudiera comportarse de esa manera.

En la plataforma al frente del salón, estaba sentada una mujer que no reconocí. Entre los Moroi, un juez era usualmente un abogado que había sido escogido para la posición de acuerdo a los propósitos de la audiencia, o lo que fuera. El juicio en sí mismo —al menos uno tan

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¿Estaban todas estas personas pensando lo mismo de mí?

grande como el de Victor— había sido presidido por la reina. Ella había sido la que había decidido el veredicto final. Aquí, los miembros del concejo serían quienes decidirían si yo siquiera llegaría a ese punto. El juicio lo hacía oficial. Allí era donde ellos decidían el veredicto y el castigo. Mi escolta me llevó al asiento del frente del salón, más allá de la barra que separaba los jugadores centrales de la audiencia, y me señaló un lugar junto a un Moroi de mediana edad en un traje de diseñador muy formal y muy negro. El traje gritaba: ‚siento mucho que la reina esté muerta y voy a lucir a la moda mientras demuestro mi pena‛. Su cabello era un rubio pálido, entrelazado con las primeras apariciones de plateado. De algún modo, lo hacía ver bien. Yo presumí que este era Damon Tarus, mi abogado, pero él no me dijo una sola palabra. Mikhail estaba sentado a mi lado, también, y estaba agradecida de que lo hubieran escogido para ser el que literalmente estuviera a mi lado. Mirando hacia atrás, vi a Daniella y a Nathan Ivashkov sentados con otros importantes miembros de la realeza y sus familias. Adrian escogió no unirse a ellos. Él estaba sentado atrás, con Lissa, Christian y Eddie. Todas sus caras estaban llenas de angustia.

aún pudiera patear traseros, llamó la atención del salón y yo me giré para verla de nuevo. El concejo estaba entrando, y ella los anunció uno por uno. Dos secciones de asientos habían sido arregladas para ellos, dos filas de seis con un decimotercero de pie tras ellos. Por su puesto, sólo once de los puestos estaban ocupados, y yo traté de no hacer mala cara. Lissa debería haber estado sentada allí.

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La jueza, una anciana Moroi de cabello gris que se veía como si

Cuando el concejo estuvo acomodado, la jueza se enfrentó al resto de nosotros y habló con una voz que recorrió el salón. —Esta audiencia ha comenzado, en ella determinaremos si existe la suficiente evidencia para... Una conmoción en la puerta la interrumpió, y la audiencia estiraba sus cuellos, esforzándose por ver qué estaba pasando. —¿De qué se trata este disturbio? —Demandó la jueza. Uno de los guardianes tenía la puerta parcialmente abierta y estaba inclinado hacia afuera, aparentemente hablando con quien fuera que estuviera en el pasillo. Él entró de nuevo al salón. —El abogado de la acusada esta aquí, su señoría. La juez nos miró a Damon y a mí y de nuevo al guardia con el ceño fruncido. —Ella ya tiene un abogado. El guardián se veía cómicamente confundido. Si hubiera habido un Strigoi allí afuera, él hubiera sabido que hacer. Esta bizarra interrupción del protocolo estaba más allá de sus habilidades. La juez suspiró. —Bien. Envía a quien quiera que esté allí afuera aquí y comencemos con esto.

—Oh, querido señor —dije en voz alta. No tuve que regañarme a mí misma por hablar cuando no me correspondía,

porque

un

murmullo

de

conversación

llenó

inmediatamente el salón. Mi teoría era que la mitad estaban sorprendidos porque conocían a Abe y su reputación. La otra mitad estaba probablemente anonadada por su apariencia.

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Abe entró.

Él usaba un traje de cachemira, considerablemente más claro que el fúnebre negro de Damon. Debajo de éste, llevaba una camisa de vestir de un blanco tan deslumbrante que parecía brillar, particularmente junto a la llamativa corbata carmesí que usaba. Otros puntos de rojo estaban regados por su atuendo, un pañuelo en su bolsillo, mancuernas de rubíes. Naturalmente, todo estaba perfectamente confeccionado y era tan caro como el atuendo de Damon. Pero Abe no parecía estar de duelo. Él ni siquiera se veía como si viniera a un juicio. Era más como si lo hubiéramos interrumpido camino a una fiesta. Y, por supuesto, llevaba sus acostumbrados aritos de oro en las orejas y su delineada barba negra. La jueza silenció el salón con un movimiento de la mano mientras él se acercaba a ella. —Ibrahim Manzur —dijo ella, sacudiendo su cabeza. Había tanta sorpresa como desaprobación en su voz—. Esto es... inesperado. Abe la saludó con una elegante reverencia. —Es adorable verte de nuevo, Paula. No has envejecido un sólo día. —No estamos en un club campestre, Señor Manzur —le informó ella—. Y mientras estemos aquí, usted se dirigirá a mí por el

—Oh. Claro. —Él le guiñó un ojo—. Mis disculpas. Su señoría. Dándose la vuelta, miró alrededor hasta posar sus ojos sobre mí. —Aquí estás. Siento mucho haberme tardado. Comencemos. Damon se paró. —¿Qué es esto? ¿Quién es usted? Yo soy su abogado.

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título apropiado.

Abe sacudió su cabeza. —Debe tratarse de un error. Me tomó un buen tiempo viajar hasta aquí, así que puedo entender por qué decidieron asignarte un abogado comunitario para reemplazarme. —¡Abogado comunitario! —La cara de Damon se puso roja de indignación—. Soy uno de los más renombrados abogados de los Moroi americanos. —Renombrado. Comunitario. —Abe se encogió de hombros y se inclinó hacia atrás—. No pienso juzgarte. Disculpa el doble significado. —Sr. Manzur —interrumpió la jueza—, ¿es usted abogado? —Soy muchas cosas, Paula, su señoría. Además, ¿importa? Ella solamente necesita alguien que hable a su favor. —Y ella ya tiene a alguien —exclamó Damon—. Yo. —Ya no —dijo Abe, su comportamiento aún bastante placentero. Él nunca dejó de sonreír, pero yo creí ver ese peligroso brillo en sus ojos que asustaba a tantos de sus enemigos. Él era el retrato de la calma, mientras Damon parecía a punto de tener un ataque. —Su señoría... —¡Suficiente! —Ella dijo con esa voz que resonaba por toda la marrones sobre mí—. ¿Quién quieres que hable por ti? —Yo... —Mi boca cayó abierta debido a lo abrupto del cambio de la atención sobre mí. Yo había estado observando el drama entre los dos hombres como un partido de tenis, y ahora la pelota me había golpeado en la cabeza.

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habitación—. Dejen que la chica escoja. —Ella concentró sus ojos

—Rose... Sorprendida, me giré ligeramente. Daniella Ivashkov se había acercado a la fila detrás de mí. —Rose —susurró ella de nuevo—, no tienes idea de quién es ese hombre Manzur. Oh, ¿no? —Tú no vas a querer verte involucrada con él. Damon es el mejor. El no es fácil de vencer. Ella se movió de nuevo hacia su asiento, y yo miré los rostros de mis potenciales abogados. Yo comprendía lo que quería decirme Daniella. Adrian le había pedido buscar a Damon por mí, y entonces ella había convencido a Damon de hacerlo. Rechazarlo sería un insulto para ella, y considerando que ella era una de las pocas Moroi de la realeza que había sido amable conmigo respecto a Adrian, de verdad no quería ganarme su desconfianza. Además, si esto era algún tipo de conspiración de la realeza, tener uno de ellos de mi lado probablemente era mi mejor oportunidad de salir libre. Y aún así... aquí estaba Abe, mirándome con esa astuta sonrisa suya. Él era realmente bueno obteniendo lo que quería, pero mucho de eso era gracias a la fuerza de su presencia y su reputación. Si realmente había alguna evidencia absurda en contra mía, la actitud

Por supuesto, él también era astuto. La serpiente. Él podía hacer que lo imposible ocurriera; él había conseguido mover muchas influencias para ayudarme. De cualquier manera, eso no cambiaba el hecho de que no fuera un abogado. Por otra parte, él era mi padre.

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de Abe no sería suficiente para hacerla desaparecer.

Él era mi padre, y aunque apenas y nos conocíamos el uno al otro, había recorrido medio mundo para venir aquí y presentarse con su traje gris a defenderme. ¿Se trataba de amor paternal echado a perder? ¿Podría ser realmente un buen abogado? Al final del día, ¿era realmente cierto que la sangre es más espesa que el agua? No lo sabía. De hecho no me gustaba ese refrán. A lo mejor funcionaba para los humanos, pero no tenía sentido para los vampiros. De cualquier modo, Abe estaba mirándome intensamente con sus ojos café casi idénticos a los míos. Confía en mí, parecía decir. ¿Pero, podía hacerlo? Yo hubiera confiado en mi madre si ella hubiera estado aquí, y yo sabía que ella confiaba en Abe. Suspiré y lo señalé. —Me quedo con él. —En un tono más bajo, añadí—: No me decepciones, Zmey. La sonrisa de Abe creció aún más mientras las sorprendidas exclamaciones de la audiencia llenaban el espacio, y Damon protestaba, indignado. Daniella podía haberlo persuadido para que me ayudara al principio, pero ahora este caso era cuestión de orgullo para él. Su reputación acababa de ser manchada por mi decisión de despedirlo. Pero yo había tomado una decisión, y la exasperada juez no escucharía más quejas al respecto. Ella despidió a Damon, y Abe se acomodó en su puesto. La juez comenzó con el discurso de apertura ella hablaba, me incliné hacia Abe. —¿En qué me has metido? —le susurré. —¿Yo? ¿En qué te has metido tu misma? ¿No podría simplemente haber tenido que sacarte de una estación de policía por beber siendo menor de edad, como la mayoría de los padres?

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estándar, explicando por qué estábamos aquí, etc., etc., etc. Mientras

Estaba empezando a comprender por qué la gente se irritaba cuando yo hacía bromas en situaciones peligrosas. —¡Mi puto peligro está en juego! ¡Ellos van a enviarme a juicio y a encerrarme! Todo rastro de humor o alegría se desvaneció de su cara. Su expresión se tornó dura, letalmente seria. Un escalofrío recorrió mi espalda. —Eso —dijo él con una voz baja y plana—, es algo que te juro que nunca, nunca va a pasar. La juez regresó su atención a nosotros y a la abogada fiscal, una mujer llamada Iris Kane. No era un apellido real, pero ella se veía bastante dura. A lo mejor simplemente se trataba de una característica de los abogados. Antes de que la evidencia contra mí fuera mostrada, el asesinato de la reina fue descrito en todos su horribles detalles. Cómo había sido encontrada esta mañana en su cama, con una estaca de plata atravesando su corazón y una profunda mirada de horror y sorpresa en su cara. La sangre había estado en todas partes: en su traje de noche, es las sábanas, en su piel... Las fotos fueron mostradas a la audiencia, generando una variedad de reacciones. Gemidos de sorpresa. Más miedo y pánico. Y algunos... algunas personas situación, pero creo que muchos lloraron porque realmente amaban o les gustaba Tatiana. Ella había sido fría y rígida algunas veces, pero la mayor parte del tiempo, su reinado había sido justo y pacífico. Después de las fotos, ellos me llamaron. La audiencia no se llevaba a cabo como un juicio normal. No había un intercambio

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lloraron. Algunas de esas lágrimas eran sin duda por la terrible

formal de abogados mientras cuestionaban a los testigos. Ellos simplemente se quedaban allí y se turnaban para hacer preguntas mientras la juez mantenía el orden. —Señorita Hathaway —comenzó Iris, pasando por alto mi título—. ¿A qué hora regresó ayer a su cuarto? —No sé la hora exacta... —Me enfoqué en ella y en Abe, no en el océano de caras al frente—. En algún momento al rededor de las 5 A.M., creo. Tal vez a las 6. —¿Había alguien con usted? —No, bueno... sí. Después. —Oh, Dios. Aquí vamos—. Um, Adrian Ivashkov me visitó. —¿A qué hora llegó él? —preguntó Abe. —Tampoco estoy segura. Unas horas después de que regresé, supongo. Abe le dirigió su encantadora sonrisa a Iris, quien estaba buscando entre algunos papeles. —El asesinato de la reina ha sido bastante precisamente reducido a algún momento entre las siete y las ocho. Rose no estaba sola, por supuesto, necesitaríamos que el Sr. Ivashkov testifique dicho encuentro. Mis ojos se dirigieron brevemente a la audiencia. Daniella se Mirando más allá, logré ver que Adrian parecía extrañamente calmado. De verdad esperaba que no estuviera borracho. Iris levantó una hoja de papel con una expresión triunfante. —Tenemos una declaración firmada por un conserje que dice que el Sr. Ivashkov llegó al edificio de la defendida aproximadamente a las nueve y veinte.

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veía pálida. Esta era su pesadilla: Adrian estaba involucrado.

—Eso es bastante especifico —dijo Abe. Él sonaba entretenido, como si ella hubiera dicho algo lindo—. ¿Tiene algún miembro del staff de la recepción que pueda confirmarlo? —No —dijo Iris fríamente—. Pero esto es suficiente. El conserje lo recuerda porque estaba a punto de tomar su descanso. La señorita Hathaway estaba sola cuando el asesinato fue cometido. Ella no tiene coartada. —Bien —dijo Abe—. Al menos de acuerdo a algunos ‚hechos‛‖ cuestionables. Pero no se dijo más sobre la hora. La evidencia fue admitida en los registros oficiales, y yo respiré profundamente. No me había gustado esa línea de interrogatorio, pero esto había sido previsto, basado en las conversaciones que había escuchado más temprano, vía Lissa. No tener coartada no era algo bueno, pero yo compartía la opinión de Abe. Lo que tenían hasta el momento no parecía lo suficientemente fuerte para enviarme a juicio. Además, ellos no me habían preguntado nada más sobre Adrian, lo que lo dejaba fuera de esto. —Siguiente exhibición —dijo Iris. Tenía una mueca triunfal en su cara. Ella sabía que el argumento de la hora era complicado, pero lo que fuera que viniera a continuación, era oro para ella.

Dios me ayude, ella tenía una estaca de plata en un contenedor de plástico transparente. Esta brillaba gracias a la iluminación incandescente, excepto por su punta. Esta estaba oscura. Con sangre.

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Pero de hecho era plata. Una estaca de plata.

—Esta es la estaca usada para matar la reina —declaró Iris—. La estaca de la Señorita Hathaway. Abe de verdad se rió. —Oh, por favor. Los guardianes cambian de estacas todo el tiempo. Ellos tienen un enorme suministro idéntico. Iris lo ignoró y me miro a mí. —¿Donde está tu estaca en este momento? Fruncí el ceño. —En mi habitación. Ella se giró y miró hacia la multitud. —¿Guardián Stone? Un alto dhampir con un bigote en forma de arbusto se puso de pie entre la audiencia. —¿Sí? —Usted llevó a cabo la búsqueda en el cuarto y las pertenencias de la Señorita Hathaway, ¿correcto? Yo gemí indignada. —Ustedes buscaron en... Una afilada mirada de Abe me silenció. —Correcto —dijo el guardián. —¿Y encontró usted alguna estaca de plata? —Preguntó Iris.

Ella nos miró de nuevo, aún confiada, pero Abe parecía encontrar esta nueva información aún más ridícula que la última. —Eso no prueba nada. Ella podría haber perdido la estaca sin darse cuenta.

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—No.

—¿Perdida en el pecho de la reina? —Señora Kane —advirtió la jueza. —Mis disculpas, su señoría. —Dijo Iris suavemente. Ella se dirigió hacia mí. —Señorita Hathaway, ¿Hay algo especial acerca de su estaca? ¿Algo que pudiera distinguirla de las demás? —S... sí. —¿Puede describir eso? Yo tragué. Tenía un mal presentimiento sobre esto. —Tiene un patrón grabado cerca de la punta. Un tipo de diseño geométrico. — Los guardianes hacían grabados como ese en ocasiones. Yo había encontrado esta estaca en Siberia y me había quedado con ella. Bueno, de hecho, Dimitri me la había enviado después de sacarla de su propio pecho. Iris caminó hacia el consejo y levantó el contenedor para que cada uno de ellos la examinara. Regresando hacia mí, ella me dio mi turno. —¿Es este su patrón? ¿Su estaca? Me quedé mirándola. De hecho lo era. Mi boca se abrió, podía hablarme directamente, pero enviaba muchos mensajes con esa mirada. El más grande de ellos era que fuera cuidadosa, astuta. ¿Que haría una persona resbalosa como Abe? —Es... se ve similar al diseño de la mía —dije al final—. Pero no podría estar segura de que se trate de la misma.

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preparada para decir, sí, pero entonces miré a Abe. Claramente él no

La sonrisa de Abe me dijo que había respondido correctamente. —Por supuesto que no puedes —dijo Iris, como si no hubiera esperado nada mejor. Ella entregó el contenedor a uno de los ayudantes de la corte—. Pero ahora que el Consejo ha visto que el diseño encaja con la descripción y es casi como su estaca, me gustaría señalar que los exámenes han revelado —ella sostuvo en alto más papeles, con la victoria plasmada en su cara—, que sus huellas digitales están en ella. Ahí estaba. El gran marcador. La ‚gran evidencia‛. —¿Alguna otra huella? —Preguntó la jueza. —No, su señoría. Sólo las suyas. —Eso no significa nada —dijo Abe encogiéndose de hombros. Tenía el presentimiento de que si me ponía de pie y de repente confesaba que yo la había asesinado, él diría de cualquier forma que se trataba de evidencia dudosa—. Alguien roba su estaca y usa guantes. Sus huellas estarían sobre ella porque es suya. —Esto se está poniendo complicado, ¿no cree? —preguntó Iris. —La evidencia está llena de agujeros —protestó él—. Eso es lo complicado. ¿Como podría ella haber entrado a la habitación de la reina? ¿Como podría haber esquivado los guardias?

mejor exploradas durante un juicio, pero considerando la extensa experiencia de la Señorita Hathaway entrando y escapándose de lugares, junto a otras incontables faltas disciplinarias que tiene su expediente, no dudo que ella hubiera encontrado cualquier número de formas para entrar.

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—Bueno —respondió Iris—, esas son preguntas que podrían ser

—Usted no tiene pruebas —dijo Abe—. Sólo tiene teorías. —No las necesitamos —dijo Iris—. No en este punto. Tenemos más que suficiente para enviarla a juicio, ¿verdad?, Quiero decir, ni siquiera hemos llegado a la parte en que innumerables testigos escucharon a la Señorita Hathaway decirle a la reina que iba a arrepentirse de establecer la reciente ley de los guardianes. Puedo buscar la transcripción si lo desea, eso sin mencionar los ‚expresivos‛ comentarios que la Señorita Hathaway hizo en público. Un recuerdo regresó a mí, de estar fuera con Daniella mientras despotricaba, con otros mirándome, acerca de cómo la reina no me podía comprar con una misión. No fue una buena decisión de mi parte. Tampoco lo fue el que hubiese irrumpido en la Vigilia Mortal y me hubiese quejado sobre si valía la pena proteger a la Reina cuando Lisa fue capturada. Le había dado a Iris mucho material. —Oh, sí —continuó Iris—. También tenemos datos sobre la reina declarando su extrema desaprobación respecto a la relación entre la señorita Hathaway y Adrian Ivashkov, sobre todo cuando ambos se fugaron. —Abrí la boca en ese momento, pero Abe me hizo callar—. Hay innumerables registros de Su Majestad y la señorita Hathaway discutiendo en público. ¿Le gustaría que trajese esos documentos también, o ya podemos someterla a votación para

Esto fue dirigido al juez. Yo no tenía formación jurídica, pero las evidencias eran bastante irrefutables. Me habían dicho que definitivamente había razones de sobra para considerarme sospechosa de asesinato, excepto por...

525

llevarla a juicio?

—¿Su Señoría? —pregunté. Creo que ella estaba a punto de dar su declaración—. ¿Puedo decir algo? La jueza pensó en ello un momento y entonces se encogió de hombros. —No veo ninguna razón para no hacerlo. Estamos recogiendo todas las pruebas que haya. Oh, mi declaración improvisada no estaba en absoluto en los planes de Abe. Caminó hacia el estrado a zancadas, con la esperanza de poder detenerme con sus sabios consejos, pero no fue lo suficientemente rápido. —Está bien —dije, esperando sonar razonable y no perder los estribos—. Ha establecido un montón de cosas sospechosas aquí. Puedo verlo. —Abe me miró dolido. No era una expresión que hubiera visto antes en él. No perdía el control de la situación muy a menudo—. Pero ahí está el asunto. Es demasiado sospechoso. Si yo fuera a asesinar a alguien, no sería tan estúpida. ¿Cree usted que dejaría mi propia estaca clavada en su pecho? ¿Cree que no me pondría guantes? Vamos. Eso es insultante. Si soy tan astuta como usted afirma que dice mi récord, entonces ¿por qué lo haría de esta manera? Quiero decir, ¿en serio? Si lo hiciera, lo haría mucho mejor. Usted ni siquiera me tendría como sospechosa. Todo esto es realmente una especie de insulto a mi inteligencia. —Rose... —comenzó Abe, con una nota peligrosa en su tono.

—Todas estas evidencias que usted tiene son tan dolorosamente obvias. Diablos, quienquiera que lo haya armado podría haber pintado una flecha dirigida directamente hacia mí, y alguien ha preparado todo esto, pero ustedes son demasiado estúpidos para siquiera considerarlo. —El volumen de mi voz iba en aumento, y

526

Seguí adelante.

cuando fui conciente de ello, lo reduje de nuevo a niveles normales—. Quieren una respuesta fácil. Una respuesta rápida. Y sobre todo quieren a alguien sin conexiones, sin una familia poderosa que la proteja... —Vacilé allí, insegura de cómo clasificar a Abe—. Porque así es como es siempre. Así fue como se hizo con esa ley de la edad. Nadie fue capaz de defender a los Dhampirs ya que este maldito sistema no lo permite. Entonces me di cuenta de que me había desviado un poco del tema y estaba haciéndome parecer más culpable al criticar la ley sobre la edad. Volví a centrar el tema en mi persona. —Um, de todas maneras, Señora Jueza... Lo que estoy tratando de decir es que estas pruebas no son suficientes para acusarme o enviarme a juicio. Yo no planearía un asesinato de una forma tan mala. —Gracias, señorita Hathaway —dijo la jueza—. Eso fue mucha... información. Puede tomar asiento, mientras se desarrolla la votación del Consejo. Abe y yo regresamos a nuestros asientos. —¿En qué diablos estabas pensando? —me susurró. —Estaba contando las cosas tal y como son. Me estaba

—Yo no iría tan lejos. Tú no eres abogada. Le miré de reojo. —Tampoco tú, viejo. El juez pidió al Consejo votar si consideraban que había pruebas suficientes para ser una sospechosa viable y mandarme a juicio. Ellos lo hicieron. Once manos se levantaron. De esa forma,

527

defendiendo.

todo se había terminado. A través de nuestro vínculo, sentí a Lissa alarmada. Mientras Abe y yo nos levantábamos para marcharnos, miré hacia el público y éste ya empezaba a disolverse y a hablar sobre lo que luego pasaría. Sus ojos de color verde claros estaban muy abiertos y tenía el rostro inusualmente pálido. A su lado, Adrian también me miraba angustiado, pero en el modo en que me miró, pude ver el amor y la intensa determinación. Y en la parte posterior, detrás de ellos dos... Dimitri. Yo no sabía siquiera que él estaba aquí. Sus ojos estaban puestos también en mí, oscuros y sin fin. Sólo que yo no podía leer lo que estaba sintiendo. Su rostro no delataba nada, pero había algo en sus ojos... algo intenso e intimidatorio. La imagen de él listo para derribar a ese grupo de guardianes pasó por mi mente, y algo me dijo que, si se lo pedía, él lo haría de nuevo. Él lucharía por todo el camino hasta llegar a mí a través de la sala y haría todo lo que estuviese a su alcance para salvarme de aquí. Un roce en mi mano distrajo mi atención de él. Abe y yo habíamos comenzado a salir, pero el pasillo delante nuestro estaba

Lo que sentía contra mi mano era un pedazo pequeño de papel metido entre mis dedos. Mirando más allá, vi que Ambrose estaba sentado junto al pasillo, mirando hacia el frente. Quería preguntarle qué pasaba, pero un instinto me mantuvo en silencio. En vista de que la fila aún no se movía, me apresuré a abrir el papel,

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lleno de gente, por lo que nos detuvimos.

manteniéndolo fuera de la vista de Abe. El papel era pequeño, escrito con una elegante letra cursiva casi imposible de leer.

Rose, Si estás leyendo esto, es que algo terrible ha sucedido. Es probable que me odies, y no te culpo. Sólo puedo pedirte que confíes en que lo hice con el decreto de la edad, era lo mejor para tu gente si se compara con lo que otros habían planeado. Hay algunos Moroi que quieren obligar a que todos los Dhampirs estén a su servicio, lo quieran o no, mediante el uso de la compulsión. El decreto de edad ha disminuido esa fracción. Sin embargo, me dirijo a ti con un decreto que debes corregir, y es un secreto que debes compartir con la menor cantidad de gente posible. Vasilisa necesita su puesto en el Consejo, y lo puede hacer. Ella no es la última Dragomir. Hay otro con vida, el hijo ilegítimo de Eric Dragomir. No sé nada más, pero si puedes encontrar a este hijo o hija, le darás a Vasilisa el poder que se merece. No importan tus defectos ni tu peligroso temperamento, eres la única que creo, que siento, que puede asumir esta misión. No pierdas el tiempo en el cumplimiento de la misma. Tatiana Ivashkov

Me quedé mirando el pedazo de papel, su mensaje quemaba en mi mente. Ella no era la última Dragomir. Había otros con vida. Si Eso lo cambiaría todo. Tendría un voto en el Consejo. Ya no estaría sola. Si era verdad. Si es que esta era realmente una carta de Tatiana. Cualquier persona podría firmar en su nombre en una hoja de papel.

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esto era cierto, si Lissa tenía un medio hermano o media hermana...

Esto no lo convertía en una realidad. Aún así, me estremecí, turbada por la idea de recibir una carta de una mujer muerta. Si se me permitiese ver los fantasmas que nos rodeaban, ¿Tatiana estaría allí, inquieta y vengativa? Yo no me atrevía a bajar mis paredes para mirar. Todavía no. Tenía que haber otras respuestas. Ambrose no me había dado la nota. Tenía que preguntarle... excepto que la gente se movía por el pasillo otra vez. Un guardián me dio un codazo al pasar de largo. ―¿Qué‖ es‖ eso?‖ —me preguntó Abe, siempre alerta y sospechoso. Me apresuré a doblar la nota. —No es nada. Su mirada me dijo que no me creía en absoluto. Me pregunté si debería decirle. Es un secreto que debes compartir con la menor cantidad posible de personas. Si él estaba incluido en ese grupo, este no era el lugar apropiado. Traté de distraer su atención de esto y sacudir la mirada estupefacta que debía de tener ahora en mi cara. Esta nota había sido un gran problema, pero no tan grande como el que yo tenía ahora mismo. —Me dijiste que no iría a juicio —le dije a Abe. Mi irritación anterior regresó—. Te di una gran oportunidad.

conseguido que salieras bien. La actitud despreocupada de Abe ante todo el asunto me enfureció aún más. —¿Quieres decir que desde el principio sabías que esta audiencia era una causa perdida?

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—No fue una gran oportunidad. Tarus tampoco hubiera

Era lo que Mikhail había dicho también. Qué bueno es tener tanta fe por parte de todos. —Esta audiencia no era importante —dijo Abe esquivamente—. Lo importante es lo que va a ocurrir a continuación. —¿Y qué es exactamente? Él me dio nuevamente una oscura y astuta mirada. —Nada de lo que debas preocuparte por el momento. Uno de los guardianes puso su mano sobre mi brazo, diciéndome que tenía que retirarme. Me resistí a su agarre y me incliné hacia Abe. —¡Diablos, no lo sé! Es de mi vida de lo que estamos hablando —Exclamé. Sabía lo que vendría después. Estar en prisión hasta el día del juicio. Y más prisión si me condenaran. —¡Esto es serio! ¡No quiero ir a juicio! No quiero pasar el resto de mi vida en un lugar como Tarasov. El guardia tiró de mí más fuerte, y nos empujó hacia delante. Abe me dio una mirada penetrante que hizo congelar mi sangre. —No vas a ir a juicio. No va a ir a la cárcel —susurró sin que los

Negué con la cabeza, confundida por tantas cosas y sin saber qué hacer. ―Viejo, aún tienes tus límites.

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guardias le escucharan—. No lo permitiré. ¿Lo entiendes?

Su sonrisa volvió. —Te sorprenderías. Además, ni siquiera envían a los traidores de la realeza a la cárcel, Rose. Todo el mundo lo sabe. Me burlé. —¿Estás loco? Por supuesto que sí. ¿Qué otra cosa crees que hacen con los traidores? ¿Decretar su libertad y luego les dicen que no lo vuelvan a hacer? —No —dijo Abe, justo antes de darse la vuelta—. Ellos ejecutan

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a los traidores.

Escritora norteamericana, Richelle Mead es una conocida autora de fantasía urbana, con libros publicados para adultos pero también en una vertiente mucho más juvenil. Licenciada en arte, religiones comparadas y enseñanza, Mead se dedica actualmente a escribir de manera exclusiva. Sus

libros

más

conocidos

en

España

se

corresponden a los creados para jóvenes adultos, entre los que destaca la serie de Vampire Academy.

Saga Vampire Academy: 1. - Vampire Academy 2. - Frostbite 3. - Shadow Kiss

5. - Spirit Bound 6.- Last Sacrifice (7 de Diciembre 2010)

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4. - Blood Promise

Asesinato. Amor. Celos. Y el último sacrificio. Ahora, con Rose a juicio por su vida y Lissa en primera línea para el trono real, nada volverá a ser lo mismo entre ellas.

534

Esta historia continua con…

Traducido, corregido y diseñado En el foro:

www.purplerose1.com

¡TE ESPERAMOS!

535

“Purple Rose”

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>flochi >♥♥Clooooooo♥♥. >Gry >*!!!BellJolie!!!*. >lizeth. Page 3 of 535. Richelle Mead - 05 - Deuda de espíritu.pdf. Richelle Mead - 05 - Deuda de espíritu.pdf.

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