Bookzinga

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Bookzinga

Contenido Capítulo 1 ............................................................................................................................................ 6 Capítulo 2 .......................................................................................................................................... 12 Capítulo 3 .......................................................................................................................................... 23 Capítulo 4 .......................................................................................................................................... 32 Capítulo 5 .......................................................................................................................................... 38 Capítulo 6 .......................................................................................................................................... 47 Capítulo 7 .......................................................................................................................................... 56 Capítulo 8 .......................................................................................................................................... 67 Capítulo 9 .......................................................................................................................................... 74 Capítulo 10 ........................................................................................................................................ 94 Capítulo 11 ...................................................................................................................................... 106 Capítulo 12 ...................................................................................................................................... 117 Capítulo 13 ...................................................................................................................................... 129 Capítulo 14 ...................................................................................................................................... 140 Capítulo 15 ...................................................................................................................................... 151 Capítulo 16 ...................................................................................................................................... 164 Capítulo 17 ...................................................................................................................................... 175 Capítulo 18 ...................................................................................................................................... 185 Capítulo 19 ...................................................................................................................................... 195 Capítulo 20 ...................................................................................................................................... 206 Capítulo 21 ...................................................................................................................................... 221 Capítulo 22 ...................................................................................................................................... 233 Capítulo 23 ...................................................................................................................................... 238 Capítulo 24 ...................................................................................................................................... 240

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Bookzinga Capítulo 25 ...................................................................................................................................... 256 Capítulo 26 ...................................................................................................................................... 265 Epílogo ............................................................................................................................................. 272 Acerca de la Autora ......................................................................................................................... 287 Agradecimientos ............................................................................................................................. 288

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Sinopsis

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ax Tate de 24 años es un idiota. De verdad. Es un tatuado chico de rock pesado con mala actitud para acompañar.

Pero él tiene sus razones. Su madre murió cuando tenía siete años, dejando un hueco en su corazón lleno con culpas a pesar de que no entiende por qué. Lo que si sabe es que su padre y él se quedaron solos y con más problemas de los que pueden contar. A medida que Pax crecía, trató de ser el chico que su padre siempre quiso; el chico dorado perfecto, pero no funcionó. Su padre no pudo superar su dolor lo suficiente como para notarlo y Pax no podía continuar con la imposible fachada perfecta. Así que se alejó mucho, mucho más de todo ello. Ahora, usa drogas y mujeres para hacer frente al horrible, negro vacío con el que no quiere lidiar. Si se pretende que el vacío no existe, entonces no está, ¿verdad? Error. Y nunca es más evidente que cuando se encuentra con Mila. La dulce y exuberante Mila Hill es el aire fresco a su ceño endurecido, la belleza de su horrible corazón. Él no sabe cómo no hacerle daño, pero rápidamente se da cuenta de que será mejor resolverlo porque la necesita para respirar.

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Bookzinga Cuando los recuerdos de la muerte de su madre resurgen de donde los ha reprimido durante tanto tiempo, Mila está ahí para atraparlo cuando la culpa empieza a tener sentido. Mila es la única... la único que puede salvarlo de su atribulado corazón roto, de sus problemas, del vacío. Pero solo si él puede dejar de ser un imbécil lo suficiente como para permitirlo. Lo sabe. Y está trabajando en ello. ¿Pero será eso suficiente para hacerla quedarse?

*Nota* If You Stay contiene temas maduros, como uso de drogas y situaciones sexuales. Está dirigido a un público maduro. 5

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Capítulo 1 Traducido por Dai

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Corregido por Jo 6

ax.

No puedo estar seguro de que la chica dijera mi nombre. Su voz es ahogada, incomprensible y difícil de entender, sobre todo porque mi pene está en su boca. Hundiéndome contra el asiento de cuero negro de mi coche, empujo la cabeza de la chica más abajo, sin palabras, instándola a enterrar más de mí en su garganta. —No hables —digo—. Sólo chupa. Cierro los ojos y escucho. Puedo escuchar la saliva acumulándose en su boca y deslizándose fuera por las comisuras. Su mejilla hace un sonido suave cuando roza mi cremallera abierta. Ella gime periódicamente, aunque no lo entiendo. Ella no está obteniendo nada de esto. Mi mano está en su cabeza, empujando, empujando. Guiando sus movimientos y su velocidad. Agarro el pelo en la base de su cuello, enrollándolo en mis dedos, tirando de él, soltándolo y volviendo a tirar. Ella gime de nuevo.

Bookzinga Todavía no sé por qué. Todavía no me importa. Estoy drogado como la mierda. Y no sé su nombre. Todo es una niebla, excepto este momento. Puedo desconectar los sonidos del lago Michigan rompiendo a nuestra derecha, y los sonidos de los coches en la carretera a pocos kilómetros de distancia. Puedo bloquear las luces brillantes de la ciudad. Desconecto el crepitante silencio y el pensamiento ocasional de que alguien pueda pasar por aquí y vernos. Nadie está aquí en la playa, no a las 11:00 pm. No es que me importe, de todos modos. En este momento, en todo lo que estoy concentrado es en esta mamada. Ya sé que no estoy listo para correrme, pero no se lo digo porque tampoco quiero que se detenga. La dejo continuar por unos minutos más antes de empujarla. —Toma un descanso —digo mientras me acomodo de nuevo en mi asiento. No me molesto en alejarme, sólo suspiro alto y largo mientras me relajo con la brisa. La chica vuelve su atención al espejo retrovisor, tratando de arreglar su cara agitada. —Espera —indico—. Espera un minuto. Me mira con confusión, su lápiz de labios corrido. Sonrío. —Sé que quieres un poco de esto —le digo, cogiendo un frasquito del bolsillo de mi chaqueta. Tiro unas piedritas de coca sobre un pequeño espejo en mi consola y los aplasto con una navaja de afeitar, arrastrando el polvo en dos líneas rectas. Le ofrezco la pajilla y ahora ella es la que sonríe con su torcida boca de payaso. Ella inhala su línea, tose, luego vuelve a inhalar.

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Bookzinga Acomodándose de nuevo en su asiento, inclina su rostro hacia el techo del auto mientras se permite que la droga surta efecto. Sus ojos están vacíos mientras empuja la pajilla hacia mí y yo dudo sólo por un segundo. He aspirado mucho hoy y más de lo que acostumbro. De todo. Pero por alguna razón, la necesidad de desaparecer en la negrura es fuerte hoy, más fuerte que de costumbre. Y es en días como este que aspiro cosas fuertes. Agarro la pajilla e inhalo mi línea, respirando el polvo que nunca deja de llevarme. Aún cuando no puedo contar con nada más, siempre puedo contar con esto. La quemadura familiar inmediatamente adormece mi garganta. El vacío se extiende por todo el resto de mi cuerpo, embotando mis sentidos, acelerando mi corazón. Puedo sentir la sangre latiendo a través de él, duro y fuerte, llevando oxígeno a mis dedos entumecidos. Amo malditamente a esta mierda. Me encanta la forma en que embota todo, excepto mi atención. Me encanta la forma en que aumenta mi conciencia mientras convierte a todo lo demás en negrura e indiferencia. Aquí es donde me siento cómodo. Aquí, a la deriva en esta nada, en esta oscuridad. La coca hace que sea fácil existir en el vacío. Paso los dedos a través de las huellas del polvo restante y los deslizo a lo largo de la piel de mi erección antes de agarrar a la chica por la parte posterior de su cuello. Empujo su cabeza hacia abajo y abre la boca de buena gana. Esto, definitivamente, no es en contra de su voluntad. Ella quiere estar aquí. Sobre todo ahora que he alimentado su hábito. Sobre todo ahora que ella puede lamer su hábito de mi polla. Si gime, ahora lo creeré porque también está obteniendo algo de ello.

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Bookzinga —Termina —digo. Le acaricio la espalda mientras se mueve y no puedo sentir mis dedos. Su cabeza sube y baja por unos minutos más y luego, sin previo aviso, me corro en su boca. Sus ojos se abren y empieza a apartarse cuando mi eyaculación se filtra por los bordes de sus labios, pero la agarró rápido por la parte de atrás de su cuello hasta que mi polla deja de palpitar. —Traga —digo educadamente. Sus ojos en blanco se agrandan, pero traga obedientemente. Yo sonrío. Ella se atraganta, pero no escupe. —Gracias —digo, todavía cortés. Y entonces me inclino por delante de ella y empujo la puerta del lado del pasajero, abriéndola. Cruje mientras se abre ampliamente, evidencia de que la parte trasera de los coches se hacía de hierro en 1968. Saco mi billetera y le entrego un billete de veinte manoseado. —Consíguete algo para comer —digo—. Eres demasiado delgada. Ella tiene la pinta de las típicas niñas que consumen cocaína. Luce demasiado delgada. Ese es el punto débil. Es bueno para irse a la deriva en el olvido, pero hace de tu apetito un infierno. Si no te obligas a comer, podrás consumirte y empezar a lucir como mierda. Esta chica no luce como una mierda. Todavía. No es fea. Pero tampoco es bonita. Ella, sobretodo, luce empedernida. Cabello castaño claro, ojos azul claro. Cuerpo soso y delgado como un palo. Puedo llevarla o dejarla. Y la voy a dejar. Ella me mira mientras se limpia la boca. —Mi auto está en la ciudad. ¿No me llevarás de regreso, al menos?

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Bookzinga La miro y observo cómo hay tres de ella que se borronean hasta ser una, luego de nuevo tres, antes de sacudir la borrosidad de mi cabeza y tratar de volver a concentrarme. No. Todavía hay tres de ella. —No puedo —digo, dejando caer mi cabeza fuertemente contra el reposacabezas—. Estoy demasiado jodido como para conducir. No es tan lejos, de todos modos. No es mi culpa que uses zapatos de stripper de doce centímetros. Sólo tienes que sacártelos. Hará más fácil caminar. —Eres un maldito idiota, Pax Tate —escupe con rabia—, ¿lo sabes? Ella agarra su bolso del suelo y cierra la puerta de mi coche con un golpe tan fuerte como puede. Mi coche, Danger, tiembla por sus esfuerzos. Sí, le puse nombre a mi coche. Un Dodge Charger de 1968 en perfecto estado merece un nombre. Y no, no me importa que esta pequeña perra vulgar crea que soy un idiota. Soy un imbécil. No voy a negarlo. Como para probar ese punto, no puedo ni siquiera pensar en su nombre en este momento, a pesar de que sólo me tomó un segundo recordar el nombre de mi coche. Podría recordar a la chica en la mañana, o no. Eso no me importa en este momento. Ella volverá. Siempre lo hace. Tengo lo que quiere. Me quito la chaqueta y la pongo en el asiento, volviendo a cerrar la cremallera de mis pantalones cuando la veo alejarse a zancadas. Luego abro mi propia puerta, colgando una bota negra sobre el umbral de la puerta, dejando que la brisa fresca susurre sobre mi cuerpo sonrojado y sobrecalentado. El paisaje arriba y abajo de la costa es irregular, ondulante y salvaje. Es tan grande que me hace sentir pequeño. La noche está completamente negra y casi no hay estrellas. Es la clase de noche donde un hombre sólo puede desaparecer en la oscuridad. Mi tipo de noche.

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Bookzinga Apoyo la cabeza contra el asiento y dejo que el coche de vueltas a mi alrededor. Se siente como si el asiento fuera el ancla que me sostiene al suelo. Sin ella, yo podría ir a la deriva en el espacio y nadie me volvería a ver. No es una mala idea. Pero el coche está girando demasiado rápido. Incluso en este estado, sé que es demasiado rápido. Aunque no me voy a preocupar por ello. Yo simplemente saco mi frasco y tomo algo para frenar las cosas. Mi frasco es como la galera de un mago. Tiene un poco de todo. Todo lo que necesito, rápido o lento, blanco o azul, cápsula, píldora o coca. Lo tengo. Trago la píldora con un trago de whisky. Ni siquiera siento la quemadura, ya que se desliza por mi garganta. Considero por un minuto la velocidad a la que las cosas están cambiando y borroneándose a mi alrededor. Decido que debo tomar otra pastilla, tal vez dos. Las pongo en mi boca y tomo otro trago de Jack antes de tirar la botella sobre el suelo del lado del pasajero. Me doy cuenta de que no sé si puse el corcho o no. Entonces me doy cuenta de que no me importa. La niebla inducida por drogas empaña mi visión, todo el negro y el gris se arremolinan juntos, y cierro los ojos contra ello. Todavía me siento como si estuviera en movimiento, como si el coche estuviera dando vueltas y vueltas. La noche me traga y soy impulsado a la oscuridad, muy por encima de las nubes y por el cielo nocturno, navegando a través de las estrellas, más allá de la luna. Extendiendo la mano, la toco con el dedo. Me río. O creo que me río. Es difícil decir en este punto. No sé lo que es real o lo que no. Y esa es la forma en que me gusta.

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Capítulo 2 Traducido por Dai Corregido por Nony_mo

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e encanta la noche. Me encanta todo sobre ella.

Me encanta cómo la oscuridad esconde cosas que no quiero ver, pero al mismo tiempo expone cosas que no vería a la luz del día. Me encantan las estrellas, la luna y la humedad aterciopelada contra mi piel. Me encanta como el Lago Michigan se vuelve negro en la oscuridad y brilla como cristales de ónix a la luz de la luna. Siempre se siente un poco peligroso. Tal vez también por eso me gusta. Agarro mi cámara mientras camino por la suave y húmeda arena de la playa. La brisa siempre es fresca aquí, pero es sólo porque el aire es frío al soplar desde el lago. El agua siempre está fría, verano o invierno, como si Dios vertiera un gran vaso de agua helada en él. Me envuelvo con más fuerza en mi suéter antes de volver a mirar a través de la lente. La luna está llena esta noche y cuelga justo en el borde del horizonte, exactamente donde el agua se encuentra con el cielo. Tiene un tinte rojizo, algo que no vemos muy a menudo. Los marineros la llaman Luna de Sangre y puedo

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Bookzinga ver por qué. Es etérea y hermosa; inolvidable, en realidad. Es por eso que estoy aquí esta noche. Empiezo a tomar imágenes: arrodillada, de pie, y luego de rodillas otra vez. Cuando una gran voluta de niebla flota parcialmente en frente de la luna, jadeo. Nunca he visto una imagen más perfecta. Haría una imagen increíble. Y la copia impresa y enmarcada también quedaría bien. De cualquier forma funciona para mí debido a que tengo clientes para ambas. Tomo por lo menos un centenar de fotografías antes de por fin estar satisfecha con la luz, la luminosidad y el ángulo. Al meter mi cámara en su funda tomo una bocanada del aire fresco y vigorizante del lago y disfruto de mi caminata de regreso a lo largo de la playa. Me encanta la forma en que mis pies descalzos se hunden en la arena gruesa y plateada, y tengo cuidado de no tropezar con astilladas piezas de madera a la deriva. Es una buena noche para dejar vagar a mis pensamientos. El aire está tan quieto y el silencio es enorme. Incluso las gaviotas se fueron a dormir, así que no hay nadie aquí que me moleste. Soledad completa y perfecta. Cuando la briza aparta el cabello de mi cara, pienso distraídamente en mi lista de tareas pendientes en mi estudio y lo que tengo que pedir mañana cuando reabastezca mis suministros. También me pregunto si recordé cerrar mi casa, a pesar de que no sería un gran problema si no lo hice. En una gran ciudad, tendría que tener más cuidado con eso, y sin duda tendría más cuidado al caminar sola por la noche. Pero aquí en Angel Bay, estoy tan segura como se puede. Tenemos una tasa de criminalidad que encaja con la de Mayberry en 1950. La mayoría de los delitos que vemos es cruzar la calle imprudentemente durante la temporada alta de turismo. Al pasar por encima de una duna, hacia el aparcamiento donde dejé mi coche, me sorprende encontrar un auto negro y muy reluciente frente al lago. No estuvo aquí cuando llegué más temprano.

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Bookzinga Suspiro. Mi soledad se ha interrumpido. Pero, sinceramente, no importa. De todos modos, me voy. Vuelvo a ponerme los zapatos, camino por el pavimento hacia mi coche, pero mientras lo hago me doy cuenta de que la puerta del otro coche está completamente abierta. Puedo escuchar el repiqueteo desde aquí. Aparentemente, las llaves todavía están en el encendido. Eso es extraño y me detengo, mirando al coche solo. No estoy segura, porque está oscuro y estoy sola. Pero el insistente zumbido repiqueteante de la puerta abierta del coche me atrae. Sólo puedo esperar que el dueño no sea un asesino de masas. Hundo mis dedos alrededor del teléfono celular en mi bolsillo, como si en realidad pudiera protegerme del peligro. Independientemente de lo ridículo de ese pensamiento, mantengo el teléfono firmemente en la palma de mi mano. Al acercarme más, veo una maltratada bota negra colgando por el umbral de la puerta del coche. No se mueve. Normalmente, no pensaría nada de eso. Creería que el dueño de esa bota está dormido. Sin embargo, algo parece estar mal aquí. Algo tangible y de mal agüero parece flotar alrededor como una nube. No mucha gente puede dormir con ese molesto zumbido procedente de la puerta abierta. Me acerco sigilosamente al auto y miro al interior, cubriendo mi boca con mi mano cuando lo hago. Hay un abrumador hedor a vómito e inmediatamente veo el motivo. El hombre en el asiento del conductor se ha desmayado en un gran charco de vómito rojo anaranjado. Su boca está flácida, abierta y restos de vómito se extienden desde su mentón hasta su pecho. Me estremezco. Definitivamente no es el mejor momento de este tipo. Está muy, muy quieto, pero sé que está respirando porque está haciendo extraños gorgoteos. Los pequeños bufidos vibran a través del cartílago de su nariz, amortiguados por el vómito burbujeando alrededor de su boca. Eso no puede ser bueno.

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Bookzinga Tengo arcadas por el olor y sacudo su hombro. Su cabeza cuelga libremente hacia su pecho. Vuelvo a sacudirlo, pero él no se despierta, su cabeza se sacude de lado a lado sin fuerzas, como una muñeca con el cuello roto. Mierda. Mi pánico aumenta, mi corazón zumbando como un colibrí atrapado dentro de mi caja torácica. No estoy segura sobre qué hacer. Podría haberse desmayado por beber demasiado. De hecho, veo una botella de whisky en el piso que podría dar fe de ello. Pero hay algo mal. Algo que no puedo descubrir, pero mi instinto me está gritando ahora. Así que hago lo primero que se me ocurre. Saco mi teléfono y llamo al 911. Responden al segundo ring y preguntan cuál es mi emergencia. Me quedo mirando al chico. —No estoy segura —le digo con incertidumbre—. Pero mi nombre es Mila Hill y estoy en el estacionamiento de la playa Goose. Hay un tipo aquí, se desmayó en su coche. No puedo despertarlo. Creo que algo anda mal con él. —¿Está respirando? —pregunta con calma la mujer en el teléfono. Vuelvo a comprobarlo y luego le digo que sí—. Eso es bueno —me dice—. ¿Te sientes cómoda esperando allí hasta que llegue la ayuda? —Sí —le digo—. Voy a esperar con él. Saber que la ayuda está en camino me calma. Me alejo un par de pasos y miro al hombre inconsciente. Todavía no se mueve, excepto por el lento e irregular subir y bajar de su pecho. Trago con fuerza mientras echo un vistazo al resto de él. Tiene tatuajes en sus bíceps tonificados y una cicatriz en forma de X en la base de su pulgar. Lo sé porque ahora su brazo está colgando fuera del coche. El vómito baja por su antebrazo y gotea sobre el pavimento. Me estremezco y regreso hacia él, levantando su mano, colocándola sobre su estómago.

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Bookzinga Su estómago es duro y plano. Y está cubierto de vómito. Si no estuviera sobre ese vómito, sería atractivo. Eso es seguro, incluso en la oscuridad. Parece estar en sus veinte-tantos, cerca de los treinta años. Está usando jeans negros, una camiseta negra y su cabello es color rubio amarronado. Tiene barba de un día y me encuentro deseando realmente que abra los ojos. —Despierta —le digo. No lo conozco, pero definitivamente quiero que esté bien. Ya he visto a amigos desmayarse por haber bebido. Esto no es eso. Esto es mucho peor. El extraño gorgoteo proveniente de su nariz es prueba de ello. Vuelvo a echar un vistazo a su coche. Lo he visto por la ciudad, pero no lo conozco. Nunca antes me he tropezado con él... hasta ahora. Y esta no es una gran primera impresión. Estoy tratando de despertarlo de nuevo cuando escucho la voz enojada de una mujer. —Pax, tú, maldito idiota. No voy a caminar a la ciudad, por lo que tú me llevarás. Joder, en serio. Me sobresalto, luego me enderezo para encontrarme cara a cara con la dueña de las palabras menos-que-agradables. Ella está tan sorprendida como yo. La he visto antes. Es una mujer demasiado ruda que está todo el día en el bar de la calle Main. Ya que mi tienda está a sólo unas cuadras de distancia, la he visto caminar alrededor. En este momento, está usando una mini falda muy apretada y una camisa que es de corte tan bajo que prácticamente se puede ver su ombligo. Está cubierta con tatuajes viejos y descoloridos y su maquillaje está corrido. Con clase. —¿Quién demonios eres tú? —exige mientras va pisando fuerte hasta el coche. Su cabello castaño está alborotado y enredado. Luce molesta. Y entonces empieza a gritar cuando ve al hombre en el coche—. ¡Pax! —grita, mientras corre hacia él—. Oh, Dios mío. Despierta. ¡Despierta! No debería haberte dejado. Mierda, mierda.

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Bookzinga —¿Qué le pasa? —le pregunto rápidamente—. Llamé al 911 porque no podía despertarlo. Ella aparta su cara de la de él. —¿Llamaste a la policía? —espeta—. ¿Por qué hiciste eso? Estoy incrédula. Claramente, su forma de pensar es muy diferente a la mía. Sus prioridades definitivamente están en un lugar diferente. —Porque él necesita ayuda —le digo—, obviamente. Una ambulancia está en camino. Ella empieza a mirarme de nuevo, pero el hombre en el coche, Pax, comienza a gorgotear otra vez. Y luego, abruptamente, se detiene. Está quieto, con la barbilla enterrada en su pecho que ya no se mueve. La mujer y yo nos miramos. —¡No está respirando! —chilla mientras lo agarra—. ¡Pax! ¡Despierta! Ahora lo estaba sacudiendo tan fuerte que sus dientes repiqueteaban. Agarro su brazo. —Eso no va a ayudar —le digo con urgencia. Mierda. Ella tiene razón, él no está respirando. Mi mente está zumbando mientras trato de averiguar qué hacer y, antes de que pueda decidir un plan de acción, mi cuerpo se mueve con mente propia. Aparto a la mujer del camino y tiro del brazo de Pax con todas mis fuerzas. Él sólo sale parcialmente del coche, colgando mitad adentro, mitad afuera. Se cae, con la cabeza casi rozando el concreto. Sus piernas están firmemente enredadas bajo el volante y ahora los dos estamos cubiertos de su vómito maloliente. —Ayúdame —le ladro a la mujer inmóvil. Ella sale de su histeria y, entre las dos, arrastramos al hombre fuera del coche y lo dejamos en el pavimento de arena. Me arrodillo junto a él y siento los latidos de su corazón.

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Bookzinga Late, pero es débil y lento. Y ya que no está respirando, sé que no durará mucho tiempo. Mierda. Trato de recordar los detalles de RCP1, fallo y luego simplemente hago lo mejor que puedo. Aprieto su nariz tapándola, inclino su cabeza hacia atrás y respiro en su boca. Sabe a cenizas, Jack Daniels y vómito. Lucho contra el impulso de atragantarme, fracaso y tengo arcadas vacías a un lado. Luego pongo firme los hombros y le doy un par más de respiraciones. Tengo arcadas de nuevo mientras hago una pausa y escucho su pecho. Nada. Todavía no respira. —Haz algo —sisea la mujer. La ignoro y vuelvo a respirar en la boca de Pax. Y otra vez. Y otra vez. Nada. ¿Qué diablos haré ahora? Estoy más que repugnada por el sabor en su boca. Sólo estoy centrada en tratar de mantener a sus pulmones llenos de oxígeno, tratando de hacer que respire por sí mismo. Pero no está funcionando. Él no está respirando. Estoy desesperada y al borde de la histeria, cuando le doy dos últimas respiraciones inútiles. Y entonces tengo que lanzarme a un lado cuando se ahoga, luego tose y al final vomita como una fuente géiser de vómito naranja. Rápidamente lo empujo de lado para que no se ahogue.

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RCP: Reanimación cardiopulmonar.

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Bookzinga En este punto, los dos estamos completamente cubiertos en su vómito. No es agradable, pero por lo menos ahora está respirando. Es irregular y lento, pero está respirando. Sus ojos todavía están cerrados, pero ahora puedo verlos moviéndose rápido detrás de sus párpados. Y entonces empieza a convulsionar. Oh, mi Dios. No sé qué hacer. —¿Qué hacemos? —le grito a la chica detrás de mí. Ni siquiera la miro, sólo estoy concentrada en la espuma naranja procedente de la boca de este chico. Salía como olas, hacia afuera y hacia arriba, empapando su nariz y manchándolo todo mientras se sacudía. Un poco de ello voló lejos de él como motas naranjas a la tierra y a mi suéter. Agarro su brazo y lo mantengo bajo. Es fuerte, incluso en este estado, y necesito de todo mi peso para mantenerlo inmóvil. Prácticamente estoy acostada sobre su pecho, su brazo doblado debajo de mí. Después de un momento, sus convulsiones se detienen y él está flácido. Pero todavía está respirando. Puedo oír el traqueteo de su pecho. Parece que cada bocanada de aire que toma es un esfuerzo. Estoy a punto de llorar, simplemente por no saber qué hacer, cuando veo las luces rojas y azules intermitentes contra su coche. Exhalo un suspiro de alivio. La ayuda ha llegado. Gracias a Dios. —Corre y tráelos aquí —le digo a la chica. Me giro, sólo para encontrar que ha desaparecido. ¿Qué demonios? Miro en la oscuridad y la veo huyendo, hacia arriba y sobre la duna de arena más cercana. Al parecer, ella no quiero estar aquí cuando lleguen las autoridades. Interesante.

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Bookzinga A los paramédicos sólo les toma un minuto más o menos saltar de su ambulancia y empezar a administrarle ayuda al hombre boca abajo frente a mí. No estoy segura sobre qué hacer, así que retrocedo en la periferia y espero sin fuerzas. Observo mientras empujan un tubo respiratorio por su garganta. Y luego veo como le hacen compresiones torácicas, lo que sólo puede significar una cosa. Su corazón se detuvo. Al darme cuenta, el mío se siente como si también se detuviera. No sé por qué. Ni siquiera lo conozco. Pero ser arrojada a esta intensa situación me hace sentir conectada a él. Es una idea estúpida, pero no puedo dejar de sentirla. A pesar de que la única cosa que realmente sé sobre él es su nombre. Pax. Puedo oír el sonido repugnante de sus huesos resquebrajándose y cediendo mientras los paramédicos empujan con fuerza contra su pecho, tratando de forzar a su corazón a volver a latir. Me hace temblar y aparto la mirada, tratando de desconectarme. Es en este momento, mientras mis ojos están fuertemente cerrados, un policía se me acerca y me hace algunas preguntas. ¿Lo conozco? ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Cómo lo encontré? ¿Estaba solo? ¿Sabescuántotiempoestuvoaquí?¿Sabesquétomó?¿Sabescuántobebió? El monólogo del policía se amontona y respondo lo mejor que puedo. En el momento en que termina, los técnicos de emergencias médicas están cargando a Pax en la ambulancia. Corren hacia el frente y saltan adentro, sus neumáticos chillando mientras se tambalean desde el estacionamiento hacia la carretera que conduce a la ciudad. Su sirena y sus luces están encendidas.

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Bookzinga Eso tiene que ser una cosa buena. Eso significa que él todavía está vivo. ¿Cierto? Estoy congelada en el lugar y temblorosa mientras miro al coche, cuando veo a la policía revisarlo. Él pone algunos elementos en bolsas de plástico y niega con la cabeza. —No sé por qué me molesto. Su papá lo sacará, igual que lo hizo la última vez. El policía está murmurando y no estoy segura de si está hablándome a mí o a sí mismo. Así que le pregunto. Él sonríe tristemente. —A cualquiera de nosotros, supongo. La situación es frustrante. Aquí hay un muchacho que podría tener el mundo a sus pies, pero él parece estar empeñado en joderse a sí mismo. Perdone mi lenguaje, señorita. Pero él necesita aterrizar en la cárcel o en rehabilitación, con el fin de enderezarse. Pero viene de dinero y su padre es un abogado y pez gordo en Chicago, por lo que siempre se sale con un pase. Una de estas veces, sin embargo, alguien se lo va a llevar en una bolsa para cadáveres. Tiene suerte de que lo encontraras a tiempo esta noche u hoy habría sido el día. Suerte. Recuerdo la espuma naranja que surgió de su boca mientras Pax había convulsionado en el rugoso pavimento delante de mí y no estoy tan segura de que haría uso de esa palabra. Sea lo que sea, suerte no parece serlo. Estoy agitada ahora cuando me dirijo a mi coche y me dejo caer sobre el asiento. Estoy cubierta de vómito y mi boca sabe como un cenicero del bar de más mala fama del mundo. Agarro una botella de agua y trago de ella, moviéndola por el interior de mi boca y luego escupiéndola al suelo. ¿Qué demonios pasó? Vine a conseguir algunas fotos de la hermosa y tranquila luna llena y terminé salvando la vida de alguien.

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Bookzinga A menos que él muera. Y en ese caso, entonces creo que terminé haciendo nada de nada... excepto adquirir un sabor horrible del vómito de otra persona en mi boca y ver imágenes que estoy segura me perseguirán en mis sueños por un tiempo. Tomo otro trago tembloroso de agua y giro la llave en el encendido. Espero que no se muera. De verdad.

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Capítulo 3 Traducido por carmen170796 Corregido por Nony_mo

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iento la luz amenazando con filtrarse en mis parpados cerrados, así que los aprieto con más fuerza. Aun no estoy listo para despertar. Jódete, mundo. Puedes esperar.

Rehusándome tercamente a abrir mis ojos, trato de alcanzar mi vial, el cual debería estar al lado de mí en la mesilla de noche junto con un paquete de cigarrillos, un encendedor y una hoja de afeitar. Mis dedos tantean torpemente, pero la mesilla de noche no está donde debería. Murmurando en voz baja, decido que si mi puta ama de llaves sigue moviendo mi mierda, voy a despedirla. Pero mientras mi consciencia vuelve, pedazo por pedazo, me doy cuenta que tampoco yo estoy donde debería. La cama debajo de mí es dura y pequeña y se arruga como plástico cuando me muevo ¿Qué carajo? Abro mis ojos para encontrar que estoy en lo que parece ser un cuarto de hospital. Tengo una intravenosa pegada a mi mano y estoy usando una fina bata

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Bookzinga de hospital. Hay una manta doblada a mis pies y hay barandillas de plástico en la cama Qué. Carajo. Miro alrededor rápidamente y encuentro que estoy solo. Las paredes están desnudas y blancas, excepto por una pizarra que tiene garabateado Tu enfermera hoy es Susan a lo largo de ella y un reloj está marcando el tiempo. Tic, tic, tic. El sonido es irritante. Sus manecillas negras me indican que son las 3:07. ¿Cuánto tiempo he estado aquí? Veo una bolsa plástica con mi nombre escrito en ella con marcador negro apoyada en una silla cercada y mis botas están en el piso debajo de la silla. Eso es todo. Estoy solo en un cuarto de hospital y no recuerdo cómo llegué aquí. Es confuso. Me concentro, tratando de permanecer calmado mientras intento recordar el último lugar donde estuve. Un recuerdo arremolinado y nublado emerge; un estrépito, una noche de luna. Arena. Estrellas. La playa. Estaba en la playa con la puta del bar, Jill. Ella siempre está dispuesta a hacer cualquier cosa por unas jaladas de coca. Y dado que estaba de humor para una mamada, la llamé. No recuerdo mucho más, sin embargo. Tengo unos vagos recuerdos de Jill alejándose. Creo que estaba gritando. Y eso es todo. Ahora estoy aquí. Jjjoooodddeerrr. Gruño. Mientras lo hago, una enfermera entra por la puerta en una bata azul descolorida, usando una expresión cansada y un estetoscopio alrededor de su

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Bookzinga cuello. Ella deber ser Susan. Y los ojos de Susan brillan por un momento cuando me ve consciente. —Sr. Tate —dice con interés—. Está despierto. —Y usted es una genio. —Suspiro cansado, descansando mi cabeza sobre las almohadas. Debería tener vergüenza de ser un cretino con ella pero no lo hago. Tiro de mi vía intravenosa. La cinta jala el pelo en mi brazo —¿Puedes quitarme esta cosa? Pica. Los cansados ojos de Susan ahora albergan diversión, una idea que me enoja. —¿Encuentras algo divertido? —digo bruscamente. Ella sacude su cabeza, rodando sus ojos. —Nop. No hay nada divertido en un niño de veinticuatro años que trata de suicidarse. Encuentro interesante que te quejaras de la picazón de la intravenosa que te está alimentando, pero que no te importase mucho la picazón en tu nariz cuando tuviste una sobredosis. Me la quedo mirando tan duramente como puedo, aunque es difícil causar impacto cuando estoy usando una bata transparente de hospital que se amarra en la espalda. —No traté de suicidarme —gruño—. Al diablos con eso. Si quisiera matarme, lo habría hecho hace mucho tiempo. Solos los cobardes se matan. No soy un puto cobarde. ¿Quién eres tú para juzgarme? No me conoces. Estoy cabreado ahora, por su cara crítica y sus ideas equivocadas. ¿Una perra en una raída bata de algodón haciendo 15 dólares la hora en serio cree que puede decirme qué es qué? —Por favor no me insulte, Sr. Tate —dice la maliciosa enfermera amablemente mientras presiona un botón en mi máquina intravenosa—. Estoy aquí para ayudar. No lo estoy juzgando. En realidad he visto cosas peores. Llamaré al doctor y le diré que está despierto. Mientras tanto, su padre le dejó algo.

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Bookzinga Ella se acerca a la pequeña cómoda de madera contrachapada que está frente a la cama y saca un pedazo de papel doblado, trayéndomelo. Cuando me lo pasa y sus dedos ásperos rozan los míos, sus ojos cambian de enojo a simpatía. Ningún sentimiento es bienvenido. Agarro el papel, arrugándolo en mi mano. —¿Cuánto tiempo he estado aquí? —pregunto. Estoy más calmado ahora, más cortés. Ella tiene razón. Está aquí para ayudar, o al menos, le han pagado para que cuide de mí. Es probable que sea mejor que no la moleste. El destino de mis medicamentos para el dolor descansa en sus manos. La enfermera mira la pizarra blanca. —Parece que cuatro días. —¿Cuatro días? —Estoy pasmado—. ¿Estuve inconsciente por cuatro días? ¿Qué demonios? Ella se me queda mirando, una severa expresión fijándose sobre sus poco atractivos rasgos. —Estaba realmente en mal estado, Sr. Tate. Muy mal. Se debería considerar afortunado. Su corazón se detuvo dos veces y tuvieron que practicarle resucitación cardiopulmonar. Ha sido fuertemente sedado para permitir que su sistema volviese a la normalidad después de todo el estrés de la sobredosis. Podrá notar algo de dolor traqueal y algo de dolor muscular en su caja torácica. Le pusieron un tubo respiratorio y se le fracturaron varias costillas durante los intentos de resucitación cardiopulmonar. Me la quedo mirando en silencio. —¿Morí? Ella asiente. —Aparentemente. Pero no está muerto ahora. Se le dio un regalo, Sr. Tate. Debería pensar en eso. Llamaré a su doctor.

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Bookzinga Se da la vuelta y se va, sus zapatillas de tenis blancas rechinando en el piso. Estoy completamente aturdido. Maldita sea, morí. Y ahora que me lo dijo, mis costillas sí duelen. De verdad, mierda. Gimo mientras el dolor se dispara por mi torso. Y después recuerdo la nota arrugada en mi mano. La miro, la letra en negrita y garabateada. Pax, Casi no pude ayudarte esta vez. Es mi último favor. La siguiente vez que la cagues, irás a la cárcel. Cálmate. Si necesitas ayuda, pídela. Creo que deberías mudarte a Chicago, así puedes estar más cerca a mí. Te ayudaré de cualquier manera que pueda. Solo porque tengas dinero, no significa que no necesites apoyo moral. No puedes hacerlo solo. Piénsalo. Y no te metas en problemas. -Papá Lucho contra la urgencia de reírme porque sé que lastimaría mis magulladas costillas. Joder, lo que sea. La idea de que mi papá piense que él puede ofrecerme apoyo moral es demasiado gracioso para tomarlo en serio. Ni siquiera creo que él tenga emociones, ya no más. No desde que mamá murió. Se llevó el lado humano de Paul Tate con ella. Tiro la nota al tacho de basura, pero rebota contra el borde y aterriza en el suelo. Mierda. Considero la idea de tratar de pararme y recogerla, pero decido lo opuesto. Estoy demasiado adolorido y no es tan importante. El servicio puede recogerla más tarde.

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Bookzinga Sin embargo, antes de que pueda pensarlo más, la punta de un zapato aparece a lado de ella. Mi mirada se levanta y encuentra a una chica parada ahí. Ella me está mirando con unos claros ojos verdes y está sosteniendo un jarrón de flores. Y está buenísima. Mi barriga inmediatamente se tensa en respuesta. Mierda. Ella es pequeña, con largo cabello negro cayendo sobre un hombro y ojos verdes rodeados de abundantes pestañas negras. Su piel es brillante y radiante. ¿Y por qué estoy notando su piel cuando tiene semejante par de tetas? Lucho por apartar mis ojos de sus grandes y firmes pechos y concentrarme en su cara. Ella sonríe, una grande y blanca sonrisa. Una maravillosa sonrisa. —Hola —dice suavemente—. No sabía que estarías despierto. Hay una dulce familiaridad en su voz, como si me conociera. Estoy confundido. ¿Cuán jodido había estado? ¿Conozco a esta chica? Mis instintos dicen no. Ella no es el tipo de chica que suelo frecuentar. Usualmente mantengo alrededor a las necesitadas, las que están dispuestas a hacer lo que sea que yo quiera, solo porque puedo darles lo que necesitan. Esta chica no es una de ella. Eso es obviamente claro. Ella huele a luz solar y cosas sanas. Es extraño para mí. Y fascinante. Ladeo mi cabeza. —Lo siento. ¿Te conozco? La hermosa chica se sonroja ahora, un suave tono rosa que se extiende por la delicada curva de su cuello. Inmediatamente tengo la urgencia de pasar mis dedos por el color, aunque no sé por qué. —No —responde y parece avergonzada—. Sé que esto probablemente sea raro. Pero soy la que te encontró en la playa. Vine el otro día para asegurarme que estuvieras bien. Y después quería traerte unas flores porque tu cuarto parecía un poco vacío. Soy artista, así que amo el color. Y ahora parezco una acosadora, ¿verdad?

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Bookzinga Ella está divagando. Y es lindo. Sonrío. Mientras lo hago, me siento como el Gran Lobo Malo y ella es la pequeña Caperucita Roja. Qué dientes más grandes tengo. Sonrío más, especialmente cuando me doy cuenta que incluso está usando una blusa roja oscura. Y se ajusta a sus perfectas tetas. —Está bien —le digo—. Me gustan las acosadoras. Su cabeza se levanta y sus ojos encuentran los míos, su mirada sorprendida. Tengo que reírme de nuevo. Algo acerca de ella parece tan inocente. Ella estaría verdaderamente sorprendida si pudiera oír mis pensamientos sobre su buenísimo cuerpo. —Gracias por las flores —le digo, riéndome—. Son bonitas. Tienes razón. El cuarto definitivamente necesita algo de color. Puedes colocarlas ahí si quieres. Le señalo la cómoda vacía. Ella se mueve en esa dirección, deteniéndose para recoger la nota arrugada de mi padre. —¿Es basura? —pregunta inocentemente. Asiento y la tira en la papelera. —Gracias —le digo—. Justo donde pertenece. Ella parece desconcertada, pero no cuestiona mis palabras. En cambio, coloca las flores sobre la cómoda, después se sienta en la silla que está al lado mío. Y me mira fijamente. Le devuelvo la mirada. —¿Qué? —le pregunto—. ¿Por qué me estás mirando así? Ella sonríe. —Solo estoy feliz de ver tus ojos abiertos. Sé que va a sonar estúpido, pero estabas muy mal en Goose Beach. Y no puedo sacar esas imágenes de mi cabeza. Entonces, es lindo verte despierto y perfectamente bien. Tendré con que remplazar esas horribles imágenes ahora.

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Bookzinga Bueno, la idea de que esté perfectamente bien es debatible. Pero estoy un poco desconcertado. Ella parece genuinamente preocupada, verdaderamente afligida. Y ni siquiera me conoce, entonces ¿por qué le importaría? Así que le pregunto eso. Y ella es la que está desconcertada ahora. —¿Por qué no lo estaría? —pregunta, y después tira de su labio con sus dientes. Mi barriga se aprieta de nuevo mientras alcanzo a ver su lengua rosada—. Cualquiera estaría preocupado. Y era la primera vez que intentaba respiración cardiopulmonar. Ni siquiera sé si lo hice correctamente. Y era la primera vez que veía a alguien con sobredosis. No estaba segura de lo que sucediendo cuando te encontré. Pero no parecía que solo estuvieses borracho. Me alegra haber llamado a la ambulancia. Me la quedo mirando ahora. —¿Tú llamaste a la ambulancia? —Interesante. Me pregunto ¿qué diablos le pasó a Jill? Ella probablemente me dejó para morir, la maldita puta. Supongo que recibes lo que pagas. Unas jaladas de coca no compraban mucho. Hermosa Chica asiente. —Sí, lo hice. La chica con la que estabas no estaba muy feliz por eso. Pero pensé que lo necesitabas. Y resultó que si lo hacías. Ah, entonces Jill estaba ahí. —¿Había una chica conmigo? —levanto una ceja, investigando que pasó con Jill. Hermosa Chica sacude su cabeza. —No al principio. Ella vino mientras estaba tratando de decidir qué hacer. Estaba enojada contigo por algo… hasta que vio en qué condición estabas. Y después se puso histérica. Se fue cuando los paramédicos llegaron. Eso parece correcto.

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Bookzinga —Bueno, gracias por llamar a la ayuda —le digo lentamente, mirándola, captándola—. Soy Pax, por cierto. Ella sonríe. —Lo sé. Acosadora, ¿recuerdas? Le sonrío. —Bueno, me tienes en desventaja. Porque no te conozco. Y esa es una maldita pena. Ella extiende su mano y la tomo. La suya es pequeña y suave, casi frágil. —Mi nombre es Mila Hill. Es muy agradable conocerte. Y es cierto. 31

Sé que debería decirle que corra lejos, lejos de mí, pero por supuesto no lo hago. Ella es como un rayo de sol en este deprimente cuarto de hospital y yo la absorbo. Tiene energía buena y saludable y me gusta cómo se siente hablar con ella. Es como respirar aire puro. Yo podré ser el Gran Lobo Malo, pero incluso los lobos deben respirar.

Bookzinga

Capítulo 4 Traducido por Jo Corregido por Nony_mo

M

iro fijamente al hombre en la cama, a este tatuado y duro hombre.

Pax Tate es hermosamente sexy en una manera muy masculina. No hay un gramo de grasa en él, es muscular y fuerte. Puedo ver eso desde aquí. Tiene un aire de fortaleza, como si nada fuera demasiado para que lo manejara, a pesar de que su reciente sobredosis contradice esa idea. Siento que hay cierta tristeza en él, probablemente porque sus ojos apuntan a algo que no conozco todavía, cosas problemáticas. Su cuerpo es duro, su rostro es duro, sus ojos son duros. Como piedra. Y aún así, estoy atraída inexplicablemente hacia él. No puedo explicarlo. No es lógico. Tal vez es la mirada vulnerable escondida en sus brillantes ojos avellana; los ojos que casi parecen cálidos, pero contienen demasiado dolor pasado para permitir eso, así que parecen duros en su lugar. Tal vez es la actitud temeraria que resuma de él. O tal vez es la saturada mirada en su rostro, a expresión que

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Bookzinga me dice que él está simplemente esperando que le muestre que estoy sólo aquí porque quiero algo de él, lo que no es verdad, y parte de mí quiere probarlo. No sé por qué estoy aquí realmente, de hecho. No tengo una buena razón. Me estiro y tomo su mano con la mía, justo en el punto donde su pulgar forma una V con su dedo índice. Hay una cicatriz dentada en la forma de una X y recuerdo haberla visto la otra noche. —¿Cómo ocurrió esto? —pregunto curiosamente a Pax, mientras la toqueteo. Es claramente vieja, pero es aparente de un corte realmente profundo. La cicatriz no se ha desvanecido mucho, pero los bordes tienen ese aspecto borroso que las cicatrices viejas obtienen. Se ve despreocupado mientras se encoge de hombros. —No lo sé —me dice casualmente—. No recuerdo haberla obtenido. Hay un montón de cosas en la vida que no recuerdo. Es todo parte de eso, supongo. —¿Todo parte de qué? —pregunto. Siento que me está provocando, desafiándome. Pero ¿desafiarme a qué? Casi parece que fui invitada a jugar un juego, pero las reglas no van a ser explicadas. —Parte de lo que pasa cuando jodes tu vida —me dice, su voz dura ahora, fría. Siento la necesidad de temblar por ella, pero no lo hago. En su lugar, simplemente alejo mi mano de la suya. Sus ojos encuentran los míos. Él nota mi retirada. —¿Por qué crees que jodiste tu vida? Tengo que hacerme decir la palabra. Se siente tan extranjera en mi boca porque no es algo que yo diga normalmente. Pax sonríe con suficiencia, casi como si supiera eso, como si sonara tan fuera de lugar en mis labios que es graciosa. Lucho con la necesidad de fruncir el ceño. —No lo creo —responde cansadamente Pax—. Lo sé. —Se recuesta atrás en la almohada de su cama de hospital, haciendo un gesto de dolor levemente mientras se mueve, su rostro determinado al intentar no mostrar el dolor.

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Bookzinga Recuerdo el sonido que sus costillas habían hecho en la playa cuando los paramédicos lo estaban salvando y hago una mueca también. Tiene que dolerle. —¿Cuántas costillas se rompieron? —preguntó—. Nunca olvidaré el sonido. Pax me mira ahora, sorprendido. —¿Lo viste? Asiento. —No sé por qué me quedé. No sabía qué hacer, así que sólo me paré allí. Los observé sacarte y luego cargarte a la ambulancia. Y entonces me quité la camiseta y el sweater antes de manejar a casa… porque vomitaste todo sobre mí y olía como algo muerto. Manejé a casa en sujetador. Pax se ríe entre dientes ahora, entretenido por esto. Mientras se ríe, sus ojos se entibian; brillan con algo más que el hastiado aburrimiento que parece normalmente vivir allí. Por alguna razón, eso hace que mi estómago revolotee. Tal vez hay calidez allá adentro después de todo. O tal vez sólo está entretenido. —Suena como que te debo un sweater, entonces —dice, su labio torciéndose. Noto como no se disculpa por vomitar sobre mí, pero entonces, por alguna razón eso no me sorprende. Pax Tate no parece ser alguien que se disculpe. Es mi turno de encogerme de hombros. —No importa. Tengo más. Pretendo ser indiferente, a pesar de que en realidad, eso es la última cosa que soy. Soy una planeadora, lo que es contrario a mi lado artístico. Cuidadosamente planeo las cosas, planeo mi vida. Sin embargo, ciertamente no planeé este desvío. Nunca habría imaginado que estaría sentada en esta habitación de hospital con un extraño. Mis pensamientos deben estar mostrándose en mi rostro, porque Pax lo nota. Aparentemente, no pasa mucho por alto. —No te gustan mucho los hospitales, ¿verdad? —pregunta suavemente.

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Bookzinga El tono agradable en su voz parece extranjero y familiar para él, como si pudiera fácilmente cambiar en una nota de tiempo de apático a genuino. La idea de que lo agité a sentir algo golpea un acorde profundamente bajo en mí y sacudo mi cabeza. —No. Mis padres murieron hace unos años. Nunca veré los hospitales igual. Pax está interesado ahora e inclina su cabeza de nuevo, examinándome. No puedo evitar notar su fuerte mandíbula y la manera en que su frente se arruga cuando piensa. Su atractivo natural combinado con su rebelde y peligrosa actitud lo hace sexy de una forma retuerce entrañas. —¿Murieron al mismo tiempo? Él realiza esta extraña pregunta, en lugar de ofrecer sus condolencias como la gente normal lo hace. Encuentro su honestidad refrescante, así que asiento. —Sí. Murieron en un accidente automovilístico. Fue una mañana neblinosa y estaban manejando en una carretera de doble pista a lo largo de la costa. Un semirremolque viró dentro de su carril y los golpeó. Murieron en la escena. No sé por qué le acabo de contar eso. No me gusta hablar sobre ello, pero normalmente no tengo que hacerlo. Nuestra comunidad es bastante pequeña y cualquiera que vivió aquí durante ese tiempo sabe sobre eso. —Si murieron en la escena, ¿por qué tienes una aversión con los hospitales? — pregunta Pax, su mirada pensativa. Y todavía genuinamente interesado. Pienso de vuelta a esa mañana, como yo estaba en una clase de Humanidades en la universidad. Estaba cansada y con la visión borrosa por la falta de sueño la noche anterior. El Decano mismo había venido a la clase y me llevó al pasillo. Su rostro estaba torcido y extraño mientras me decía que hubo un accidente. No sé nada específico, había dicho. Pero deberías ir. Así que lo hice. Me apresuré al hospital y cuando llegué, de alguna manera supe mientras caminaba por las puertas que algo estaba muy, muy mal. Nadie encontraría mi mirada, ni los doctores ni las enfermeras en los pasillos y ni mi

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Bookzinga vieja vecina Matilda, que de alguna manera se las había arreglado para ganarme al hospital. Sin ninguna palabra me había llevado a una habitación vacía; una capilla, creo, donde silenciosamente me dijo que no encontraría a mis padres allí, que habían sido llevados a la morgue. Había sido tan práctica. Y entonces me había atrapado cuando había colapsado al suelo. Todavía recuerdo mis dedos soltando el asa de cuero de mi cartera, y cómo había golpeado el suelo, derramando todos sus contenidos a la alfombra azul. Mi brillo labial había rodado a los pies de Matilda y ella lo había recogido y me lo había pasado, su rostro blanco y tranquilo. Ahora trago. Y entonces me doy cuenta de que acababa de decir todo esto en voz alta. Pax me está observando intensamente, la expresión en su atractivo rostro es ilegible mientras procesa los detalles del día más doloroso de mi vida. —Lo siento —dice en voz baja—. Eso debió haber sido horrible para ti. No quería desenterrar viejos recuerdos. Sus palabras son simples, su voz no lo es. Él es una persona compleja, lo que parece ser todo lo que puedo descifrar. Es difícil de leer, pero su complicada y aparentemente contradictoria naturaleza es intrigante. Siento una punzada en mi vientre mientras le devuelvo la mirada, mientras el dorado en sus ojos parece arremolinarse en verde. —Fue hace mucho tiempo —respondí simplemente—. Lo puse a dormir. —¿Lo hiciste? —responde, su ceja alzada—. Debes ser talentosa. A veces el pasado no quiere dormir. —Eso es cierto —admití—. Tienes razón. A veces, en los momentos menos oportunos, el pasado está insomne, vivo y bien. Él asiente como si entendiera y me pregunto si realmente lo hace. Pero no dice nada más y lo dejo pasar.

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Bookzinga De hecho, me pongo de pie, recogiendo mi cartera de otro piso de hospital. —He tomado bastante de tu tiempo —le digo cortésmente—. Muchas gracias por seguirme la corriente y dejarme ver que te está yendo bien. Vas a estar bien, Pax. No sé si estoy intentando convencerlo a él o a mí. Él se ve como si no estuviera seguro tampoco, pero sonríe y sostiene su mano hacia afuera. Es esbelta y fuerte y la tomo. Él la sacude, como si fuéramos hombres de negocios. —Fue agradable conocerte, Mila. Gracias por salvar mi vida. Su voz es ronca. Trago y miro fijamente sus ojos y no puedo decir si realmente eso es lo que quiere decir. De alguna manera, parece como si no quisiera realmente salvación. Pero sonrío de todas maneras, me giro y me alejo. Cuando estoy a mitad de camino por el pasillo, me volteo y echo un vistazo de nuevo a su habitación. Él todavía me está observando, sus ojos intensos y fieros. Trago con fuerza y me giro, poniendo un pie delante del otro. Antes de darme cuenta, estoy en mi auto. Y todavía no sé qué demonios ocurrió.

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Bookzinga

Capítulo 5 Traducido por Lorenaa Corregido por Nony_mo

U

na semana en el hospital es una jodida semana demasiado larga. Eso es seguro.

Poco a poco me desenredo de mis almohadas y me siento sobre el borde de la cama. Me estremezco un poco cuando el movimiento molesta a una de mis costillas rotas e intento tomar respiraciones profundas, así no duele. La compresión del pecho de los paramédicos hizo un número en mi caja torácica. Sé que ellos estaban intentando salvarme la vida, pero mierda. ¿Tenían que romperme cuatro costillas? Cabrones. Mientras espero a que el dolor se asiente y mis ojos se acostumbren a la luz del día, miro por la ventana hacia el gran lago que se ve delante de mí. El lago Michigan es enorme, basto y gris, y mi casa estilo loft se alza por encima de él sobre el borde de la orilla. Cada habitación frente al lago tiene ventanas del suelo al techo así que tengo una buena vista sin importar donde esté. Y nunca me preocupo sobre quién estará andando por la playa de abajo y me

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Bookzinga pueda ver desnudo caminando por mi casa. Es mi playa privada. Si alguien la traspasa, se merece ver mis pelotas. Alcanzo el frasco de mi mesita de noche, estremeciéndome otra vez. Recorro mi pulgar sobre el anillo metálico de la tapa, distraídamente dejo a mi mente vagar mientras intento aclarar la niebla del sueño de mi cabeza. Y luego me doy por vencido y dejo caer una pequeña pastilla blanca sobre mi mano, algo que me ayude en este proceso porque estoy demasiado impaciente para esperar. Estoy dejando de lado las otras cosas por un tiempo, sin embargo. Sin importar lo que mi padre piense, no necesito tomarlas. No soy un jodido adicto. Y ya que no es divertido tener un lavado de estómago y que te golpeen las costillas, creo que me abstendré de esa actividad popular durante un tiempo. Bajo la pastilla con un trago de agua de la mesita de noche, ignorado el hecho de que me gustaría que fuera una cerveza. Son solo las 11:00 a.m. y decidí que no voy a beber hasta las 5:00 p.m. durante un día cualquiera y no voy a ir con la mierda esa de “son las 5:00 p.m. en algún sitio.” No soy un puto maricón. A pesar de la opinión popular, puedo contenerme cuando quiero. Bajándome de la cama, me estiro tan cuidadosamente como puedo y hago mi camino al baño, dando un paso bajo la ducha. Mi ducha es una de las cosas favoritas de esta casa, es una gran extensión de azulejos, completamente instalados en piedra y tiene cuatro cabezales de ducha que te golpean por todas las direcciones. Fue hecha a medida para adaptarse a mi altura porque odio agacharme para limpiarme. Hay espacio para hacer una fiesta aquí, si quisiera. Y he tenido muchas fiestas en esta ducha con un grupo de mujeres dispuestas. La memoria de esos pechos desnudos y húmedos y esos largos muslos todos apretados en esta ducha me pone duro instantáneamente y me froto el jabón por las manos antes de tomar las cosas con mis propias manos. Mientras lo hago, la cara de Mila aparece en mi cabeza. Es de repente e inesperado pero me centro en ella, en su suave voz y sus tetas llenas mientras

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Bookzinga me ocupo del asunto. Cierro los ojos y finjo que mi mano es la suya. Me imagino su suave piel deslizándose contra la mía. Me imagino girándola contra la pared húmeda de la ducha y jodiéndola hasta que ella grite mi nombre, todo mientras sus piernas están rodeándome la cintura. No toma mucho tiempo para que termine. Con un suspiro satisfecho, me lavo y agarro una toalla gruesa para secarme suavemente. Y todavía estoy pensado en Mila Hill. ¿Qué mierda? Por una parte, supongo que es normal. Ella me salvó la vida, después de todo. Y por mi vida, que no puedo recordar si le di las gracias. Normalmente, no daría una mierda, pero hay algo en ella que me hace pensar en cosas en las que normalmente no pensaría. Algo suave y dulce, algo real y genuino. Y ahora estoy actuando como un jodido maricón. Agarro un par de pantalones y una camiseta y me los pongo. Voy a poner esto a descansar ahora mismo. Simplemente preguntaré por ahí y averiguaré donde trabaja, le agradeceré y volveré a mi vida. Ella definitivamente no es el tipo de persona por el que invertiría mi tiempo. No hay manera de que mi estilo de vida y mi personalidad le agraden, no a largo plazo. Y no estoy en la cuestión de cambiar por alguien más. Cuando agarro la llave de mi coche, pienso en ella otra vez, en como la camiseta roja oscura que llevaba el otro día estaba tan tensamente apretada sobre sus pechos grandes y firmes. Me hace preguntarme cómo se verían desnudos. Sus pezones son probablemente rosas y apuntan al cielo. Mi polla está dura otra vez. Joder.

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Bookzinga —¿Por qué me estás poniendo esto tan difícil? —le demando a mi hermana. Madison mira hacia arriba desde donde está sentada en una pequeña mesa de mi tienda, mirando mi última impresión en blanco y negro del lago. Su cabello rubio cae sobre su delgado hombro, su cuerpo esta curvado sobre la silla. Yo obtuve el cabello oscuro de nuestra madre, mientras que Madison heredó el de nuestro padre. Es más alta que yo, como una modelo. Alta, delgada y preciosa. Yo soy la pequeña y de cabello oscuro. La bebé de la familia. Solo que ahora, ella y yo somos la familia. La familia Hill, es una fiesta para dos. Ahora mismo, Maddy parece sorprendida por mi pregunta. —¿Por qué? Porque nunca me habías mencionado a un chico, desde hace como… dos años. Quizás incluso más. Ese es el por qué. Despierta mi interés. Ruedo mis ojos, y me limpio las manos en mi delantal, esparciendo la pintura negra y gris sobre mis caderas. Estoy pintando la luna llena y el paisaje de la otra noche, y parece que debiese ser interpretado por distintos tonos de negro. Un paisaje oscuro, una noche peligrosa. Solo espero que pueda hacerle justicia sobre la lona. —Por supuesto que voy a mencionar si salvo la vida de un chico —le digo de manera casual—. Cualquiera lo haría. Eso no significa nada. —¿No lo hace? —Maddy arquea una de sus perfectas cejas depiladas con cera, su mirada se pega a la mía. Sacudo la cabeza. —No, no lo hace. Un chico con sobredosis. Le di primeros auxilios y llame a la ambulancia. Fin. Maddy sonríe de esa manera que hace cuando significa que ella solo está empezando. —Sí, pero tú recalcado varias veces cuan guapo es. Cuan peligro. Cuan fascinante. Me parece que eso no significa Fin. Y por ambas cosas, porque me preocupa y me interesa. Este chico con sobredosis. De drogas. Que encontraste

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Bookzinga convulsionando en su coche. No es exactamente lo que considerarías material para una relación. Maddy se para ahí, con su rostro severo y estricto. Ruedo mis ojos. —Mila, estoy hablado en serio —insiste, perturbada por que no le esté prestando suficiente atención—. No lo he conocido personalmente, a pesar de que lo he visto en el restaurante algunas veces. Por lo que he escuchado, él ni siquiera trabaja. Es un bebe de fideicomiso; un mocoso malcriado que no tiene responsabilidades. Aparentemente, es un desastre. Un verdadero chico malo. Te comería para desayunar. Y esto ha ido demasiado lejos. —Maddy, déjalo ir. —Suspiro—. De verdad. Solo fue una situación interesante y te lo conté. No voy a cometer el mismo error otra vez, confía en mí. No si voy a ganar una charla sin fundamento. Tú misma has dicho que nunca lo has conocido. Además, no lo considero como material para una relación. Probablemente no lo volveré a ver, así que puedes apagar tus instintos de mamá osa. Ahora, ¿volvemos al tema del restaurante? ¿Qué está mal? Madison se pone seria ahora y coloca la carpeta a un lado, desplegando las piernas de debajo de ella. Sus profundos ojos azueles están turbados y eso llama mi atención. Ella ha estado llevando el restaurante de nuestros padres desde que murieron y si está preocupada, yo debería estarlo también. —¿Qué está mal? —le pregunto otra vez. Estoy nerviosa porque Maddy nunca se muestra preocupada. Como la hermana mayor de nuestra relación, ella siempre lo esconde. Siempre. Ella suspira, su voz es fina y suave, antes de girarse hacia mí. —Quizás calculé mal los riesgos que involucraban hacer estas renovaciones. La miro, confundida. —Dijiste que el presupuesto estaba bien, que estaría pagado para primavera y que prácticamente se pagaría él mismo porque aumentaría el negocio.

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Bookzinga Ella asiente, preocupada. —Sé lo que dije. Y eso era lo que pensaba. Pero no anticipé que el negocio podía caer tanto este otoño. No lo veo levantándose en el invierno, debido a que nunca pasa. Será temporada turística antes de que veamos que el negocio da suficientes ingresos para pagar el préstamo. Y ahora estoy asustada. —¿Qué significa eso? ¿Está The Hill en problemas? Ese pensamiento me hace entrar en pánico. Nuestros padres empezaron su pequeño restaurante italiano cuando se casaron y se convirtió en un sello de Angel Bay. Situado directamente en la playa, es un sitio popular entre turistas y locales en verano. Después de que nuestros padres murieran, mi hermana volvió a casa para llevarlo. Ya que ella tenía un título en negocios, parecía lógico. El arreglo me permite llevar mi pequeña tienda de arte, donde vendo utensilios de arte y mis propias pinturas e impresiones. Es una situación de ganar-ganar. Como copropietaria de The Hill, tengo una parte de los beneficios cada mes, mientras aún sigo haciendo mis propias cosas. Pero aparentemente, las cosas no están tan bien. —No te asustes —me instruye Maddy con calma—. No se trata del fin del mundo ni nada. Solo vamos a tener que apretarnos el cinturón este invierno en el restaurante. Si pudieses tomar algunos turnos, eso sería de ayuda realmente. De ese modo, podríamos reducir personal. Asiento. —Por supuesto, lo que sea que ayude. —Madison y yo, ambas, servimos mesas para nuestros padres en el instituto y cuando veníamos en verano durante la universidad. No es la gran cosa. Puedo hacerlo con los ojos cerrados. —Quizás también debamos bajarnos el sueldo durante un tiempo —añade Madison lentamente, con su rostro serio mientras observa mi reacción. No dudo, simplemente asiento otra vez.

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Bookzinga —Está bien —le digo—. Puedo sobrevivir de lo que hago aquí. Miro alrededor de mi tienda, hacia las pinturas exhibidas en las paredes debajo de los focos y las impresiones colgadas con pequeños cables de acero desde el techo. Es un área chic con luces modernas, hay caballetes, artículos de arte en las estanterías, todo perfectamente arreglado. Es una tienda pequeña moderna, exactamente como la había querido, y lo hace bien durante el invierno. Lo hace excelentemente bien durante el verano cuando hay turistas. Asiento otra vez. —Estaré bien —confirmo—. ¿Y tú? Ella asiente. —Síp, estaré bien. Ya que no tengo resta. Estaré bien. Cuando ella estuvo de acuerdo en llevar el negocio de nuestros padres, le dije que podía vivir en su casa. Yo tengo un apartamento encima de mi tienda, de todos modos, así que parecía lo correcto por hacer. A pesar de que en los primeros meses después de que mamá y papá muriesen, pasé mucho tiempo con ella en su casa. Hacer eso lo hacía menos real, como si ellos fueran a entrar por la puerta en cualquier momento. ¡Sorpresa! Estuvimos fuera durante un tiempo. Pero hemos vuelto. Por supuesto eso nunca pasó y eventualmente volví a mi pequeño apartamento. Amo a mi hermana, pero no vivimos muy bien juntas. Soy una loca de la limpieza y ella es un tornado esperando a pasar. —Gracias por estar tan calmada con esto —dice Maddy, su boca torciéndose en una sonrisa apreciativa—. Como dije, esto no es el final del mundo. The Hill volverá a estar bien, y para el verano, volveremos a ver nuestras inversiones. Pero hasta entonces, considera ceñir tu cinturón. Ruedo mis ojos. —No uso cinturones. Pero vale. Está súper apretado. Sin compras de desparrame para mí. Madison asiente, satisfecha, y agarra mi carpeta otra vez.

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Bookzinga —Me gusta este —me dice—. Quiero comprarlo. Me inclino sobre su hombro, mirando el cielo gris nublado y la luna llena. Puedo ver perfectamente la ondulación del brillo del agua que contrasta con el negro y blanco. Es perfecto. Sonrío. —Este es hermoso. Es de la otra noche. Lo encuadraré para ti y puedes recogerlo la próxima vez que vengas. Me sonríe. —O podrías traerlo cuando vengas a tu turno mañana por la noche en The Hill. La miro. —¿Qué? —Dijiste que no te importaría. Puedes hacer tu turno mañana. Eso nos ayudaría un montón. Entonces quizás podamos ir a tomar unas bebidas después del trabajo. Ha pasado mucho tiempo desde que no hemos quemado las telarañas. Necesitamos desestresarnos. No tengo tiempo de discutir sobre esta corta noticia o recordarle a mi hermana que rara vez bebo, porque la pequeña campanilla de arriba de mi puerta suena, señalando que tengo un cliente. Miro a Maddy rápidamente antes de pegar una sonrisa a mi cara y girarme. Y luego me congelo. Pax Tate se pasea por mi puerta con unos pantalones vaqueros que parecen hechos para él y una bolsa de compra en sus manos. Sus ojos brillan con malicia mientras sonríe en señal de saludo, una lenta sonrisa que curva su boca y arruga la comisura de sus ojos. En el curso de un día, había olvidado como de devastadoramente sexy es de verdad. Mis rodillas se doblan. Madison se gira para mirarme con sorpresa porque ¿cuántas son las probabilidades de que Pax aparezca aquí? Particularmente justo después de decir que probablemente no volvería a verlo otra vez.

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Bookzinga —Hola ahí, Caperucita Roja —dice Pax de forma cansina, dejando sus bolsas en el mostrador delante de mí—. Te debo un suéter.

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Bookzinga

Capítulo 6 Traducido por Norita_30 Corregido por Nanis

—¿

Caperucita Roja? —Mila arquea la ceja hacia mí, el susurro de una sonrisa atraviesa sus labios, asiento.

—Por alguna razón así es como pienso de ti —admito—. Estabas paseando por la playa, sola y llegaste cuando más te necesitaba. Mis ojos se pegaron a su rostro, sé que hay alguien más en la habitación, pero para mí, solo estamos Mila y yo. Me mira con incertidumbre. —Eso debe hacerte el lobo feroz —remarca. Comienzo a reír. —Ya vas entendiendo —le digo. Su mirada permanece asegurada con la mía, sus ojos claros y oscuros, mi estómago se retuerce al ver claramente su expresión limpia y clara. No hay neblina en sus ojos inducida por droga como en mis compañías usuales, es refrescante y aterrador, no estoy muy seguro de cómo interactuar con ella, pero desde que me levante esta mañana, ansiando su compañía, supe que tenía que buscarla, así que aquí estoy.

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Bookzinga —¿Esto es para mí? —Mila mira hacia la bolsa de compras y yo asiento. Escarba dentro con singular interés y su rostro se ilumina cuando ve todos los suéteres. —Son todos rojos —dice riendo—. Cada uno de ellos. Sentí un leve tirón en mi labio. —Claro que lo son, tengo que mantenerte en el personaje de alguna manera ¿no?, no sabía que estilo era de tu gusto así que te compre un montón de ellos, quiero que estés completamente abastecida la próxima vez que vengas a salvarme. Ella visiblemente se sobresalta y me mira fijamente, sus movimientos se congelan y sus dedos inertes cuelgan a sus lados. No pude dejar de notar su figura de reloj de arena, está absolutamente proporcionada para volver loco a un hombre, sus grandes tetas, pequeña cintura, su cadera atractiva, mi entrepierna comenzó a apretarse. Joder, rápidamente comencé a pensar en cachorros muertos, monjas y carne de puerco, parece que haciendo uso de ese truco, mi polla se va abajo, por ahora. Mila aún está mirándome fija e intensamente. —¿Necesitas ser salvado? —pregunta en voz baja. El aire entre nosotros prácticamente crepita de energía mientras nos miramos uno al otro. Sus ojos son inexplicablemente profundos, el tipo de ojos que pueden hacer que un hombre se pierda a sí mismo permanentemente. Me encuentro momentáneamente aturdido intentando encontrar las palabras para responderle cuando otra persona en la habitación aclara su garganta. Un escape. Gracias a Dios. Me giro agradecido para encontrar a una rubia que había visto antes pero no recuerdo dónde. Parece que espera una presentación pero Mila no le está dando una. Sostengo mi mano arriba

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Bookzinga —Hola —saludo—. Soy Pax Tate. Sacude mi mano firmemente, tal vez un poco demasiado firme. —Madison Hill —contesta—. La hermana de Mila. Oh, entonces su rígido apretón de manos cobra sentido, la hermana mayor está cuidando a la hermana menor, intentando proteger a Mila del lobo feroz, no puedo culparla. Madison está mirándome fijamente con sus ojos azules que no son en nada parecidos a los de su hermana menor, de hecho nada en ella se parece a Mila, excepto tal vez por la forma de su nariz, es alta y rubia mientras Mila es pequeña y morena, Mila es sexy aunque adivino que por alguna razón no lo sabe. Mila está ahora muy quieta, dejando a su hermana hablar, está claro que suele dejar que su hermana se haga cargo. —Así que, ¿te sientes mejor? Madison arquea una ceja, su pregunta es una manera poco sutil de decirme que sabe que estaba bajo efectos de droga la otra noche. Así que piensa que soy un imbécil que no es bueno para su hermana, lo puedo ver en sus glaciales ojos azules, la cosa es que no entiende que aunque lo soy, no me importa una mierda lo que piensa, no me conoce y me molesta enormemente cuando la gente me juzga sin saber de qué carajo están hablando. —Lo estoy, gracias —le contesto y sonrió amablemente. No cederé ante ella, está loca si cree eso—. Tu hermana fue un salvavidas. Literalmente. Madison no sabe cómo responder, puedo ver que quiere decir más pero realmente no hay manera de que lo haga sin verse completamente grosera. Está enojada por lo que se da vuelta y besa a Mila en la mejilla. —Tengo que volver al The Hill, te veré mañana, ¿está bien? —Mira fijamente hacia su hermana como si le advirtiera en silencio que se mantenga lejos de mí. Después desvía la mirada hacia mí—. Fue… un placer conocerte.

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Bookzinga Y entonces comienza a caminar hacia afuera, sus elegantes botas resonando por la baldosa, las campanas encima de la puerta suenan y entonces ella se ha ido. Miro a Mila. —No creo que le guste mucho a tu hermana. Es una afirmación, no una pregunta y aunque puedo oír la ambivalencia en mi voz es obvio que no me importa. Mila sonríe. —Bueno, estoy agradecida de que no estés preocupado por eso. Me encojo de hombros. —Estoy acostumbrado. Mila me estudia detenidamente. —¿Por qué estás aquí en realidad? —pregunta—. No necesitaba que me trajeras un suéter. O seis. —Ríe entre dientes—. Obviamente estaré poniéndome suéteres rojos para Navidad, así que muchas gracias. Hace una pausa y me mira, su rostro es muy delicado, no me había dado cuenta de lo delicada que es, no puedo imaginarla intentando jalarme fuera del auto, debo pesar unos cuarenta y cinco kilos más que ella. —¿Entonces? —Levanta una ceja y me doy cuenta que no he respondido a su pregunta, en realidad no sé qué decir exactamente así que decido decirle solo la verdad. Es un concepto novedoso para mí. —No puedo recordar si te agradecí por lo que hiciste —le digo—. Y no puedo sacarte de mi cabeza. Su respiración se congela en sus labios, puedo oír cómo toma aire sorprendida y no estoy seguro de si eso es bueno o no. ¿La verdad la asusto? O, ¿ha pensado también en mí? La miro y por un momento estamos perdidos en el momento. Ella comienza a morder su labio y sus ojos verdes son líquidos. Gira su rostro ligeramente por

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Bookzinga lo que la curva de su mejilla se ve atrapada por la luz del sol que entra por la ventana. Estamos congelados hasta que ella rompe el hechizo. —¿Has estado pensando en mí? —murmura—. ¿Por qué? —No lo sé —respondo honestamente—. Tal vez siento que te lo debo. —No lo haces —responde con rapidez, su voz sonando con seguridad—. No me debes nada, estoy agradecida de que estaba ahí para ayudar pero fue pura coincidencia y cualquiera pudo haber hecho lo mismo. Sus manos se mueven a su alrededor con nerviosismo mientras revuelve los papeles del mostrador. Sacudo mi cabeza y sonrío. —No todos habrían hecho eso —le digo—. No, en absoluto. Ella ahora titubea, probablemente recordando esa noche y cómo vomite encima de ella, finalmente sonríe también. —Está bien, bien, no todos te habrían dado respiración boca a boca, tal vez sí me debes algo. ¿Qué harás al respecto? Sus palabras atrevidas parecen haberla sorprendido tanto como lo hicieron conmigo, por lo que luce sorprendida tan pronto como las deja salir de su boca, en realidad, no está ni cerca de estar sorprendida de cómo lo estoy yo. ¿Está coqueteando? ¿Conmigo? Oh, que dientes tan grandes tengo. Una vez más me siento como el lobo y le sonrío, prendiendo mi encanto, lo tengo y raramente me preocupo lo suficiente para usarlo, estoy desconcertado de por qué lo estoy usando ahora, pero lo hago porque su coquetería fue como una invitación. —Hmm —respondo, sonriendo con mi mejor sonrisa coqueta—. ¿Qué te gustaría? ¿Una pinta de sangre? Comienza a reír musicalmente nerviosa, después sacude la cabeza. —No, me rendí con eso de beber sangre hace tiempo, desarrolle alergia.

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Bookzinga Oleadas de calor me atravesaron antes de que pudiera evitarlo, tenía sentido del humor, amo eso en una mujer, sonrío de nuevo. —Está bien, está anotado, nada de sangre para ti, lo tengo, claramente eres una artista que se caracteriza por poner un lago en su trabajo, pues sucede que tengo una de las mejores vistas en la bahía del ángel desde mi playa, es privada y tranquila, nadie te molestará, así que puedes usarla cuando gustes. ¿Qué dices a eso? No sé porque le acabo de ofrecer eso, hay completo silencio y puedo sentir mi corazón acelerado mientras espero que me responda. ¿Por qué me importa lo que diga? Pero espero sosteniendo mi respiración hasta que habla. —Eso es absolutamente una oferta —dice finalmente mientras su mirada aún sostiene la mía, pareciera que hemos estado haciendo mucho eso de mirarnos hoy—. ¿Vives solo? Odiaría molestar a alguien. Estoy más aliviado por su respuesta de lo que me gustaría admitir, estoy entretenido. Ella es la pesca. —Eres muy directa —respondí con mi labio moviéndose de nuevo—. La mayoría de las chicas tratan ser más sutiles cuando preguntan si tengo novia, pero la respuesta es no, no estoy casado ni tengo novia, no estarás molestando a nadie. Se sonrojo ahora, un rosa apenas visible se esparció en sus mejillas bajando a su pecho, me gusta, se ve suave, muy femenino. Una vez más peleo con la urgencia de estirar mi brazo y trazar el delicado color con mi pulgar. ¿Qué está mal conmigo? Aprieto mi mano y la meto en mi bolsillo en su lugar. —Hmm —responde—. Es una pena desperdiciar una vista, apuesto que ver el amanecer es asombroso, algo como eso debería compartirse. Río fuerte y ruidosamente, ella acaba de entrar completamente en esto y estoy completamente seguro de que no quería hacerlo.

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Bookzinga —No tienes que andarte por las ramas sobre eso Mila, si quieres estar ahí al amanecer solo empaca una bolsa una noche antes y ven. Nadie podría dejar pasar mi tono sugestivo. Ella tampoco lo hizo, sus mejillas se sonrojaron nuevamente de un rojo brillante. —Eso no es a lo que me refiero —balbucea, está avergonzada y me gusta. —¿No? —pregunto, mi ceja aún levantada—. Porque por supuesto puedo organizar una fiesta de pijamas. —Estoy segura —dice irónicamente—. Pero no, aunque, gracias por la invitación. —Está riendo ahora, su rubor desaparece—. En verdad, gracias por la oferta de tu playa, pero puedo pintar un lago de memoria, pero siempre es bueno realmente estar ahí para echar una mirada, una vista nueva seria genial, los artistas somos personas muy visuales. El aire se me escapo en un zumbido por alguna razón y no siquiera sé por qué, tal vez es el hecho de ella quedándose por la noche o tal vez el sonido de su voz, parece que tiene un efecto profundo en mí. Camino hacia ella y luce insegura, pero no se aleja. —Los hombres somos visuales también —dije suavemente, mis ojos inmóviles en los de ella—. Así que entiendo, pero hay algo que me molesta, algo que me deja en desventaja y de verdad que no me gusta sentirme en desventaja. —¿Qué es eso? —pregunta sin alejar sus ojos de mí. —Has visto lo peor de mí, tal vez deberías ver lo mejor. Mis palabras quedaron colgadas entre nosotros, pesadas y cargadas y ni siquiera sé qué demonios estoy haciendo. —¿Cuándo estás en tu mejor momento? —pregunta con vacilación, puedo ver por la mirada en su rostro que está duramente intentando no sentirse intimidada, estoy impresionado, es como un gatito frente a un león. —En la cama.

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Bookzinga Mi respuesta es simple y sus ojos disparan chispas en respuesta. —Eres un poco arrogante, ¿verdad? —exige con sus manos en su esbelta y salpicada de pintura cadera—. Un simple: Gracias por salvar mi vida hubiera sido suficiente, no necesito que me lleves a la cama para mostrarme tu gratitud. Hago una pausa un minuto antes de intentar calmar las plumas agitadas. —Tranquila —le digo tranquilamente—. Lo siento, es un hábito, estaba bromeando, algunas veces tengo un sentido del humor inapropiado, gracias por la otra noche, lo siento, no lo dije antes. Frunció sus labios y luego suspiro. —Está bien —contesta—. Y lo dijiste en el hospital, no tenías que venir aquí y decirlo de nuevo, aunque me he estado preguntando… —Su voz se fue apagando, es su turno de mirarme ahora y su mirada me contempla, la miro de regreso con determinación. —¿Qué? —provoco—. ¿Qué es lo que te has estado preguntando? —¿Por qué lo hiciste? —pregunta suavemente—. ¿Por qué harías eso? Parece que tienes una vida maravillosa. Estoy sorprendido de nuevo, esta chica es muy directa y no titubea en decir lo que piensa, además piensa que intente matarme a propósito ¿Qué demonios? Por otro lado su actitud directa es refrescante, tengo el presentimiento de que no juega, pero por otro lado eso es molesto como el infierno porque algunas veces me gusta perderme en juegos, así no tengo que dar ninguna respuesta verdadera, pero tengo el presentimiento de que Mila no tolera las mentiras. —Fue un accidente. —Me encojo de hombros—. No estaba teniendo cuidado, no pasará de nuevo. Sigue mirando y peleo con la urgencia de protegerme, parece que está mirando en mi interior, intentando desmenuzarme y examinarme, no me gusta eso.

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Bookzinga —¿De verdad? —pregunta sonando dudosa e insegura—. Espero que no, si estas mintiendo, espero que consigas ayuda, tal vez no estaré ahí la próxima vez para salvarte. Se gira en sus talones y comienza a caminar hacia el cuarto de atrás, solo así, Mila la artista con la sonrisa asombrosa, sale de mi vida. Estaba sorprendido de lo mucho que no me gustaba ese sentimiento.

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Bookzinga

Capítulo 7 Traducido por carmen170796 Corregido por Nanis

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stoy soñando de nuevo.

Mientras camino por el pasadizo de una iglesia con el sol de la mañana entrando oblicuamente por la ventana, sé que estoy soñando. Lo sé porque he visitado este lugar miles de veces desde que mis padres murieron. Siempre es el mismo sueño. Nada cambia. Por eso, sé que no podré despertar hasta que termine. Suspiro y bajo la mirada. Estoy usando el mismo vestido negro que usé en su funeral. Es a la medida, pero aun así es fluido; sombrío, pero femenino. Es lo que uso cada vez que tengo este sueño, un eterno recuerdo de ese horrible día. Con un pie calzado con una sandalia negra frente al otro, camino sin hacer ruido por el pasadizo. No tengo control de mis pies. Se están moviendo espontáneamente. No podría parar si quisiera. Mi pie derecho se posa en la alfombra, luego el izquierdo. Después el derecho. Impulsándome hacia adelante. Antes de que lo sepa, estoy parada frente a dos ataúdes, bañados en luz solar, en la parte delantera de la iglesia. Uno es blanco y brillante, uno es negro y reluciente.

Bookzinga Bien y mal. Cuando empecé a tener este sueño por primera vez, pensé que significaba que uno de mis padres había sido malo, en el fondo, y que nunca lo había sabido. Le doy mucha importancia a los sueños. Sé que significan cosas importantes. Así que esta idea, de que uno de mis padres pudo ser un alma oscura atormentada, me preocupó por bastante tiempo. Pero después me di cuenta que había entendido mal. Porque aun cuando este sueño sucede en el día de su funeral, mis padres no están aquí. Ellos fueron incinerados. Nunca estuvieron en ataúdes en la parte delantera de una iglesia. Este sueño no es sobre ellos. Es sobre las dudas que se formaron en mí el día que murieron, las dudas acerca del valor de la vida misma. La vida parece sin sentido si todo es por nada, si todo termina en un accidente de carro, dejando atrás solo tristeza. Es la única razón por la cual crecí tan insistente en ser artista. Quería crear belleza para anular lo feo. Ying y Yang. Oscuridad y luz. Bien y mal. Mi yo consciente ya no se preocupa por esto. Pero mi subconsciente tiene problemas. Y claramente todavía no los ha resuelto, por eso la recurrencia de este confuso sueño. Y para ser honesta, todavía no lo he entendido completamente Lo que puedo ver hasta ahora es que la vida consiste de bien y mal, negro y blanco. Y todo lo que está en medio es una lucha por dominar al otro. La vida es una lucha. Y odio que todo termine en nada. Ese día, en el que simplemente ya no estás aquí. No más sonrisas, no más lágrimas, no más nada. Poof.

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Bookzinga Luces fuera. Suspiro y paso mi dedo por el ataúd negro. El que contiene la maldad. Es hermoso, incluso tanto como es malo. Pero mientras mis brazos se mueven, noto algo diferente. Algo que nunca antes ha estado ahí. Tengo una cicatriz en zigzag en mi mano, justo donde mi dedo índice se une con mi pulgar. Una X igual que la de Pax. Me asusto y me le quedo mirando, notando que es antigua y gruesa, igual que la de él. En la luz solar, parece más siniestra de algún modo, aunque no puedo imaginar por qué. Es solo una cicatriz. Cientos de cosas puedan haberla causado. ¿Pero por qué está en mí? Volteó mi mano a la luz, rotándola en el sol, iluminando como es tan familiar en mí como lo es en él, como si la hubiera tenido por años. Como si estuviera a gusto en mí, como si me estuviera marcando algo. La X marca el lugar. No tengo idea de qué significa. Pero algo en mi subconsciente quiero que lo piense, eso es verdad. Hay algo que tengo que meditar, algo que resolver. Pero no sé qué. Sacudo mi cabeza mientras camino al ataúd blanco. Lo que sí sé es que tengo acabar con esto para poder despertar. Así que, cuidadosamente abro la tapa del ataúd bueno, exponiendo un millón de brillantes rayos de sol. Que salen disparados del ataúd y emergen con la luz entrando desde la ventana. Los rayos son radiantes, destellantes y resplandecientes. Me paro en ellos, bañándome en calor y bien, absorbiendo la luz. Y cuando me despierte, sé que sentiré ese resplandor energizante por algún tiempo. Es la manera de mi subconsciente de alentarme. Es como lidié con el dolor después de que mis padres murieran. Es como lidio con cualquier tipo de duda ahora. Y a juzgar por la cicatriz en mi mano, estoy suponiendo que la aparición de Pax en mi vida le ha dado a mi subconsciente una pausa. Él es lo que ha desencadenado este sueño una vez más. Si bien no puedo entender mucho de

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Bookzinga este sueño, al menos ese hecho puede significar solo una cosa. Estoy más interesada en Pax de lo que me gustaría admitir. Con un suspiro, ruedo fuera de la cama y camino sin hacer ruido por el corredor en mi pijama. No hay forma de que vuelva a dormir ahora. Enojada conmigo misma por permitir a un hombre extraño dentro de mi cabeza, golpeo todo a mi alrededor mientras me muevo por la cocina. No alivia mi enojo, pero sí sirve para despertarme. Afortunadamente, mi día pasa rápidamente. Después de cuatro tazas de café fuerte, me aventuro dentro de la tienda y hablo con clientes amigables. Cuando el negocio aminora, trabajo en una nueva pintura…. Algo brillante y alegre. Como siempre, una buena pieza de arte me saca de mi mal humor. Estoy tarareando mientras me escapo de la tienda para agarrar un sándwich para almorzar. Mientras me detengo para cerrar con llave la puerta, noto el auto negro de Pax estacionado en la calle a dieciocho metros de mi tienda. Mi cabeza se levanta de un golpe y me le quedo mirando, mis dedos se congelan. Él no está dentro. No sé si estoy aliviada o no. —¿Buscando a alguien? La voz de Pax viene de detrás de mí. Tienes que estar bromeando. Es demasiada coincidencia. Lentamente volteo para encontrarme frente a frente con el hombre que ha invadido mis pensamientos. Pax sonríe, una lenta sonrisa baja-bragas. —¿Me está acosando, Srta. Hill? —Él levanta una ceja. Mi corazón late fuertemente. —¿Qué? —digo ahogándome—. Esta es mi tienda. Pax se encoge de hombros. —Y ese es mi auto. Lo estabas mirando como si estuvieses esperando que saliera de él.

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Bookzinga Soy culpable de eso. No puedo decir una palabra en mi defensa. En cambio, me le quedo mirando como idiota. —¿Qué estás haciendo en el centro? —logro decir finalmente, cambiando de tema. —No cocino —explica—. Estoy yendo por comida. El bar al final de la calle hace buenas hamburguesas. —Oh —respondo quedamente—. También es a donde estoy yendo. Él levanta una ceja de nuevo. —No al bar —agrego rápidamente—. Voy al deli, a lado del bar. Pax sonríe de nuevo. —¿Tú sola? ¿No has oído que están pasando cosas malas en Angel Bay? Hace un rato, un pendejo sufrió una sobredosis en la playa. Aparentemente, están permitiendo todo tipo de estúpidos hoy en día. Probablemente no es seguro que camines sola. Tengo que sonreír ahora, ante su audacia. —¿Oh, en serio? Wow. Eso suena mal. ¿Estúpidos corriendo sueltos por nuestras calles? Supongo que ahora nunca sabré cuándo me voy a tropezar con uno. —Eso es muy cierto —responde suavemente, sus ojos dorados clavados en los míos. Dios mío. El hombre tiene ojos hermosos. Tan profundos y cálidos. Como caramelo derretido. Trago—. ¿A esta hora almuerzas todos los días? —pregunta finalmente, rompiendo la silenciosa mirada. —Si salgo —respondo—. ¿Estás planeando volverme a acosar? Todavía estamos parados en medio de la acera, pero a Pax parece no importarle. En cambio, sonríe.

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Bookzinga —Tal vez —responde, antes de extender su brazo como un caballero—. Dado que estoy aquí y tú estás aquí y ambos estamos yendo en la misma dirección… te acompañare hoy. Mantendrá a los lobos a raya. Levanto la mirada hacia él y deslizo mis dedos en la curva de su codo cubierto de cuero. —¿Pensé que eras el lobo más malo de todos? Él sonríe de nuevo, con malicia. Ilumina sus ojos con un brillo. —Eso probablemente es cierto —admite—. ¿Tienes miedo? —Debería —le digo. Pero no lo estoy. Él me acompaña a la puerta del deli y se aparta de mí. Siento la ausencia de su calor inmediatamente. —Que tengas un buen día, Milla Hill. —Desaparece dentro del bar y me doy cuenta de que estoy parada sola afuera. Sacudo mi cabeza y suspiro, entrando para ordenar mi sándwich. No tengo idea de qué acaba de pasar, pero Pax Tate está metido fijamente en mi cabeza ahora. Y tengo el presentimiento de que no se va ir a ningún lado. Mi estómago se agita y me doy cuenta que me gusta esa idea.

Acompaño a Mila al deli toda la semana. No tengo idea de por qué. Todo lo que sé es que… me siento atraído hacia ella.

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Bookzinga Ella es todo lo que yo no soy y me fascina demasiado. Y me fascina que no me haya dicho que la deje en paz. Parece tan extasiada por la situación como yo. Entonces todos los días, a las 11 a.m., ruedo fuera de la cama y me ducho, después me dirijo al centro. Estaciono en el mismo lugar y espero hasta que sale. Todos los días, se burla de mí por acosarla. Todos los días, le digo que ella es la acosadora, porque está escogiendo caminar por mi auto. Sin importar el hecho, de que estoy estacionado exactamente frente a su tienda ahora. Ella se ríe y se sonroja y me mira a los ojos y juro por Dios, que no tengo idea de qué estoy haciendo. Pero sigo haciéndolo. Y a ella parece gustarle. Ayer, mencionó que se iba a tomar un día libre, en caso de que necesitara saberlo para mi “calendario de acoso”. Amo una chica con sentido del humor. Y tengo que admitir, que hoy se siente un poco vacío porque sé que no la veré. Ella me dio algo por qué levantarme, algo qué anhelar. Pero no hoy. Me levanto temprano esta mañana de un sueño agitado, provocado por mis propias sacudidas y vueltas. Siempre he sido un poco insomne y de hecho, es por eso que empecé a tomar pastillas en primer lugar, años atrás. Me di cuenta en ese entonces de cuán fácil era, muy fácil, tragar una pastilla y deslizarme a la inconsciencia. Tuve un terapista cuando mi mamá murió, y aun cuando no puedo recordar su cara, puedo recordar que me recetó las pastillas para dormir. Ayudaba a mantener alejadas las pesadillas. Todo lo que recuerdo ahora sobre las pesadillas es que eran horribles. Lo suficiente malas que solía escabullirme y dormir en la puerta del cuarto de mi papá. Él despertaba en la mañana y me encontraba tumbado en el piso. Y yo despertaban sin recordar mis sueños.

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Bookzinga Mi terapista le dijo a mi padre que era la forma de mi mente de protegerse del trauma emocional. Bueno, mi mente ha hecho un buen trabajo. Hasta ahora, no puedo recordar los eventos que rodean la muerte de mi mamá. Mi teléfono suena en la mesita de noche. Lo tomo para encontrar un mensaje de mi padre. Necesitas venir a firmar tus papeles. Mierda. ¿Ya es hora? Arrojo el teléfono de regreso a la mesita de noche, donde se desliza por la madera, llegando a chocar contra la pared. Cada trimestre, tengo que firmar papeles para mi fideicomiso, dado que es alimentado por el negocio familiar de mi mamá. Técnicamente soy el único heredero de sus acciones. Es un dolor en el culo, pero es un mal necesario. Estoy de camino a la ducha cuando mi timbre suena y me detengo. No estoy esperando a nadie. Será mejor que no sea alguien tratando de venderme una religión o podría meterles sus dientes por sus gargantas de un golpe. Porque a la mierda con eso. Mirando a la puerta desde mi ventana, veo a Jill, la puta del bar en mi porche, cambiando nerviosamente el peso de su cuerpo de su pie izquierdo al derecho. Suspiro. Realmente no estoy de humor para verla, pero abro mi puerta de todas formas. Supongo que siento pena por la desesperada expresión en su cara. Prácticamente viene siempre que no tiene dinero para comprarle a su traficante. Una mamada por un poco de coca. Ese es nuestro acuerdo. Y fue su idea. ¿Quién soy yo para dejar pasar eso? Jill sonríe cuando la puerta se abre, revelando dientes grisáceos. Es una señal de que ha estado consumiendo mierda más fuerte, como metanfetaminas. Me estremezco. Ni siquiera yo tocaría esa mierda. Es el diablo, o eso me han dicho. Una sola vez e incluso el usuario más fuerte se vuelve adicto. No necesito eso.

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Bookzinga —¿Estás de humor para una mamada? —pregunta con una sonrisa, sus dedos agitados mientras tamborilean su pierna. Está inquieta y nerviosa, una clara señal de que ha pasado un rato desde la última vez que consumió y lo ansía demasiado. —No en realidad —le digo honestamente—. Acabo de despertar. Y para ser honesto, mi polla está un poco enojada de que me dejaras solo para morirme en la playa. Un extraño tuvo que llamar por ayuda. Tú saliste corriendo como una cobarde. Jill parece apenada. —Pax —lloriquea—. No quise hacerlo. Pero no puedo ir a la cárcel, ¿sabes? Tengo dos niños. Soy madre soltera. No puedo estar en la cárcel. Está desesperada ahora, lloriqueando aún más fuerte y me le quedo mirando sorprendido. Horrorizado, de hecho. —¿Tienes dos niños? Después de todo este tiempo, un par de años, no sabía eso. Nunca ha dicho nada, nunca los mencionó ni una sola vez. Ella asiente. —Síp. Una niña y un niño. De cinco y siete años. Todo lo que siento ahora es repulsión y sacudo la cabeza. —¿Entonces qué carajos estás haciendo en esta mierda, Jill ? ¿Y frecuentando el bar día y noche? Una cosa es joder tu propia vida, pero es totalmente diferente cuando estás jodiendo la vida de alguien más. Tienes que poner en orden tu mierda. Empiezo a cerrar la puerta en su cara pero se lanza hacia dentro, aferrándose a mí. Llorando. Gimiendo. Aterrada. Agarro sus muñecas y las sostengo para evitar que me rasguñe.

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Bookzinga —Por favor Pax. Lo necesito. Me detendré. Lo prometo. Pero lo necesito una vez más. Solo una vez más. Y luego iré a buscar ayudar. Lo prometo. Las lágrimas bajan por su cara en líneas negras por su maquillaje. La luz solar expone las arrugas en su cara, las arrugas que la noche esconde por ella. En la luz del día, luce demacrada y usada. Porque es exactamente lo que es ella. Suspiro de nuevo. —Bien. Tengo un poco. No voy a consumir por un tiempo. Puedes coger lo que me queda, probablemente solo una raya. Y después debes buscar ayuda. Poner en orden tu mierda. Ella está temblando ahora, su respiración atrapada en su garganta mientras espera que la lleve a la cocaína. Es todo en lo que puede concentrase ahora, así que me callo y ahorro saliva con el sermón. La conduzco a la mesa de la cocina, y corto en pedazos la pequeña roca que me queda. La junto en una línea y observo mientras ella la inhala en dos caladas. Se desploma en la silla y deja que haga efecto y cuando se voltea hacia mí, está visiblemente más calmada. —¿Listo para esa mamada? Me está mirando, expectante, familiar. Y por un segundo, la idea de una mamada sí hace que mi ingle reaccione automáticamente, moviéndose contra la forzada entrepierna de mis jeans. Pero sacudo mi cabeza. —No estoy de humor, Jill. Me doy la vuelta y camino en silencio por la piedra con mis pies desnudos, hacia la sala. Ella agarra mi brazo. —No me la puedes dar por nada, Pax. No me siento bien con eso. Además, me siento mal por dejarte la otra noche. Solo déjame compensarte. Por favor. Una mujer está rogando por chupar mi polla. Oh, qué ironía. Y es particularmente irónico que no lo quiera. Mi mente ha estado consumida por Mila Hill últimamente. La idea de esta puta del bar me da un poco de asco ahora.

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Bookzinga Sacudo mi cabeza. Pero Jill también sacude su cabeza, y ahora está apoyándose contra mí, pasando sus manos por la piel desnuda de mi pecho, bajando sus dedos por mi pretina y bajando la cremallera de mis jeans. Se inclina y pasa su lengua por mi tetilla y es ahí cuando me tiene bajo su control. Estoy instantáneamente cachondo. Inhalo un poco mientras ella pasa sus dedos por arriba y abajo de mi polla, fuera de mi ropa interior. Mierda. Maldigo a mi testosterona. —Bien. —Suspiro. Como si conseguir una mamada fuera una miseria. Me bajo las pantalones y ella se pone de rodilla frente a mí, tomándome completamente en su boca. Mientras me pierdo en el momento, en el placer de sus labios aspirando mi polla, deslizándose, moviendo, succionando. Me quedo mirando el lago. Mientras la cabeza de Jill sube y baja, observo la corriente y las olas, uno que otro velero. Observo cómo vuelan las gaviotas, observo el sol. Después la cara de Mila se forma espontáneamente de nuevo en mi mente. La suya es tan diferente a la cara endurecida de Jill como puede ser; fresca e inocente. Me concentro en ella, después imagino sus grandes tetas con pezones rosados que apuntan al sol. Me hace venirme más rápido de lo normal. Gimo y salgo a chorros en la boca de Jill y ni siquiera me molesto en ver. En mi cabeza, es la boca de Mila. Son las manos de Mila las que están tocando mis bolas, apretándolas ligeramente mientas me vengo. Y cuando abro mis ojos, estoy horrorizado de ver la cara de Mila. De verdad. Mirándome desde el tramo de playa debajo de mi casa. Ella puede ver perfectamente dentro de mi casa, y puede ver perfectamente que Jill está agachada frente a mí chupando mi polla. Y luce tan horrorizada como me siento.

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Capítulo 8 Traducido por Lorenaa Corregido por Jo

O

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h, dios mío.

Me siento como si un tren de descarga me hubiese golpeado justo en el pecho, sacándome todo el aire del cuerpo. No sé por qué. No poseo a Pax, en lo más mínimo. Pero él ha estado viniendo a verme todos los días así que me siento como si hubiese atracción mutua aquí. Quiero decir, él conduce hasta el centro de la ciudad, solo para acompañarme durante una cuadra todos los días. Francamente, es en todo en lo que puedo pensar. Él incluso invade mis sueños. Pero claramente, estaba equivocada. Mi fascinación con él no es recíproca. Él está consiguiendo una mamada de la chica que lo dejo en la playa. No puedo ni pensar. Mi mente está girando en un torbellino de ira y dolor. Acabo de recoger mis suministros, doblo mi caballete y giro hacia mi coche. Pienso que quizás escucho su voz detrás de mí, llamándome, pero no me giro. Empiezo a correr, y cuando alcanzo mi coche, tiro mis cosas dentro y me voy corriendo. Tomo la oportunidad de mirar por el retrovisor y él no está allí.

Bookzinga Exhalo. No sé si estoy defraudada o no. Una parte enferma de mí tiene una clase de deseo de que él se preocupara lo suficiente como para seguirme. Pero no lo hizo. Entonces a él no le importo. Siento como que tengo ganas de llorar. Y es ridículo. Pero luego lloro de todos modos. Lloro por el final de algo que no ha tenido ni la oportunidad para empezar. Y luego lloro porque me siento incluso más estúpida por tener esos pensamientos estúpidos. Soy una idiota. Conduzco hacia mi tienda y me siento un rato dentro del coche. Me reorganizo y finalmente entro. Le doy la vuelta al cartel de Abierto. Y luego hago lo que siempre hago cuando estoy feliz o triste o aburrida o bueno, cualquier cosa. Pinto. Con trazos firmes, pinto el sol colgando sobre la orilla del lago de la casa de Pax. Pinto el agua gris entrecortada y luego convierto al sol negro, permitiendo a la pintura caer sobre el agua. Es una escena oscura y encaja perfectamente con cómo me siento. Atormentada, negra, enfadada. Todas esas palabras se pueden usar para describir a ambos, la escena y mi humor. La campanilla de la puerta de la tienda suena y yo suspiro. Normalmente no espero que los clientes no entren, pero hoy como que me gustaría estar sola. Me giro, con el pincel aun en mi mano, preparada para sonreír al cliente. Pero es Pax. La sonrisa muere en mis labios y me congelo. Está recién duchado, puedo decirlo. Su pelo esta húmedo y puedo oler la esencia del jabón cuando se aproxima. Su rostro está oh-tan-serio y yo aprieto la mandíbula. Este tipo acaba de recibir una mamada. No tiene derecho de venir aquí y hablarme. ¿Entonces porque estoy tan feliz de que haya venido?

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Bookzinga Es un desafío a la lógica. —Siento que tuvieses que ver eso —dice Pax en voz baja, renunciando al saludo—. Por favor, Mila. Realmente lo siento. Aprieto los dientes y vuelvo a mi pintura, manchado el sol sobre el cielo gris. —Lo que tú hagas es tu problema —le digo cortante—. No el mío. Pax suspira y lo puedo oír desde aquí, incluso aunque está parado a varios pasos lejos de mí. —Podría decirte que eso no es lo que parecía, pero sería una mentira. Era exactamente lo que parecía. Podría explicártelo, pero no lo entenderías. —¿Entonces porque estás aquí? —susurro, confusa. Si él no quiere explicarse, entonces ¿cuál es el punto? No lo miro, en vez de eso solo miro el movimiento del pincel. Noto que mi mano está templando. Y luego lo siento detrás de mí. Sus manos se cierran alrededor de la mía, sujetándola. Sus manos son calientes y grandes. Y debería apartarme, pero no lo hago. Su calor está todo a mí alrededor y yo quiero ser absorbida por él. —No sé porque estoy aquí —admite suavemente, y su voz esta tan cerca de mi cuello—. Porque no puedo parar de pensar en ti, supongo. Y porque no podré sacarme esa expresión de horror de tu rostro de la cabeza. Siento haberla puesto ahí. Solo sé que ella no significa nada para mí. Ella fue persistente y yo no dije que no. Era un hábito. Lo siento. Mi corazón martillea fuerte en mi pecho. No sé qué decir. Sé que debería decirle que se alejara de mí, pero mi corazón es un traidor y lo quiere a él aquí. Mi corazón debe de tener problemas. Pero yo no puedo decir eso. —Ni si quiera me conoces —le digo en vez, girándome finalmente para verlo, apartado mi mano cuando lo hago. Lo miro hacia sus ojos avellana y encuentro una expresión que no había visto aún. Inquietud—. ¿Por qué te disculparías con alguien a quien apenas conoces? No me debes nada.

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Bookzinga Se encoge de hombros y su movimiento despierta su aroma masculino. Lo inhalo y lucho con la urgencia de cerrar los ojos para poder disfrutar mejor el olor. —No lo sé. Todo lo que sé es que desde que te conocí. He querido conocerte. Por eso he estado viniendo a la ciudad para verte esta semana. Algo en ti me hace pensar que puedo ser mejor, incluso hasta mantener mi mierda a raya. No me he sentido así en mucho tiempo. Me siento como que te debo algo. Infierno. Sus palabras hacen eco en mí y trago fuerte. Su tono era dudoso, suave. Y eso derrite mi corazón. No puedo evitarlo. A veces, hay una mirada rota en su rostro. Y en lo más profundo, solo quiero arreglarlo. —¿Por qué? —pregunto, con mi mirada bloqueada firmemente en sus ojos. Él sacude su cabeza. —No lo sé. Solo parece tan bueno, tan sano. Me lleva a ti. No puedo explicarlo. Me río ahora, totalmente divertida. Apunto hacia mi pintura. —¿Esto te parece bueno y sano? Ambos estudiamos el lienzo enfadado negro y gris. Parece como algo que alguien en una sala de psiquiatría podría haber pintado. Pax por fin sonríe. —Bueno, entonces, Roja, parece que tienes un lado oscuro. Pero la diferencia entre tú y yo es que tú lo canalizas de una forma sana. Yo no. Lo miro, intentando decidir qué decir, cuan honestar ser. Pero este momento parece ser bueno para la honestidad, así que no dudo. —No sé si es por todo lo sano por lo que me siento atraída por ti —admito finalmente—. Nunca me he sentido atraída por un chico malo antes. Él está tan cerca de mí que su proximidad es un poco intoxicante. Me siento casi más mareada cuando levanto la mirada hacia él, esperando por su respuesta. También parece como si pudiese sentir el peligro emanando de él… está cargado, eléctrico, fascinante.

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Bookzinga Pax piensa en ello durante un momento, con su mandíbula cubierta por la barba de un día. —Bueno nunca he querido ser bueno antes, así que supongo que es la primera vez para ambos. Nos miramos a los ojos por lo que parece ser para siempre. No sé si debería confiar en él, pero parece tan sincero. Sé que quiero creer en él, incluso si es un sentimiento estúpido. No sé qué decir, y aparentemente él tampoco. Sin una palabra, él agacha la cabeza y sus labios se encuentran con los míos. Es tan inesperado como asombroso. Sus labios son suaves y saben a menta. Se ha ido el sabor a cenicero y vomito. Se ha ido el hombre cojo de la otra noche, el que convulsionaba sobre el pavimento. En su lugar hay alguien vibrante y vivo, alguien que huele delicioso y es devastadoramente sexy. Alguien que es malo para mí. Su lengua se adentra suavemente en mi boca y yo lucho con la urgencia de no suspirar en ella. Sus manos sujetan mi espalda y no sé cómo llegaron allí, pero me inclino entre su abrazo, apretando su cintura. Me deleito en la forma en que sus dedos amasan mi piel, con la firme presión que ejerce contra mí, con su dura rigidez presionando contra mis caderas. Es vertiginoso. Cuando finalmente necesito respirar, él se aparta. Estoy sacudida por el beso, por su ausencia sobre mí. Por la idea de que lo disfrute demasiado. Levanto la mirada hacia él. Él baja la mirada hacia mí. Él está esperando por una reacción pero no sé qué hacer. El beso fue perfecto. Pax es sexy como el infierno. Pero él es tan diferente a mí. Y acaba de recibir

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Bookzinga una mamada de alguien más. La visión horrible de esa chica de rodillas delante de Pax aparece en mi cabeza y me estremezco. Él definitivamente puede herirme si le doy la oportunidad. Ya he tenido demasiado dolor en mi vida. No necesito más. —No creo que esto sea una buena idea —digo de mala gana. Y las palabras son tan difíciles de decir. La luz calidad de sus ojos disminuye en los ojos de Pax cuando mira hacia mí y yo veo la decepción en ellos, el rechazo, antes de que se oscurezcan en una expresión fría que me da ganas de llorar. —Lamento que te sientas de esa manera —dice con calma—. Porque yo creo que es una muy buena idea. La mejor que he tenido en mucho, mucho tiempo. Él se gira y se aleja, saliendo de mi tienda. Alejándose de mí. Sin ninguna otra palabra. Observo sus amplios hombros mientras él se aleja, fuera de mi vista. Entones me hundo hasta las rodillas en el medio de la tienda. Mis manos están temblando y mi cabeza está girando. ¿Qué acabo de hacer? ¿Estoy loca? Conozco a alguien que me hace sentir algo en más de dos años desde que mis padres murieron, ¿y yo soy demasiado cobarde de mierda para hacer algo? Soy patética. Alcanzo mi teléfono y llamo a mi hermana. Hablo antes de que ella tenga la oportunidad de hacerlo. —Estoy lista para una bebida esta noche.

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Capítulo 9 Traducido por mel94_ y Vannia Corregido por Nanis 74

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ue le den.

Mi cabeza está dando vueltas mientras camino inexpresivamente de su tienda hasta mi coche. No puedo creer lo que acaba de pasar, en realidad. Le muestro mi verdadero yo por primera vez a alguien y ella me pisoteó. No sé quién está más loco si ella por rechazarme o yo por mostrarme a mí mismo por ahí para que ella me rechazase. Pero como sea, que le jodan. Meto con fuerza las llaves en la ignición y subo el volumen. Rock duro vibra en mi pecho mientras el bajo retumba y salgo con ímpetu del estacionamiento hacia la carretera de Chicago. Ya que estoy de mal humor de todos modos, bien podría terminar con esto. La carretera se extiende frente a mí y la fuerte música me calma mientras conduzco. Me pierdo en ella, en realidad. Me permito adormecerme, para absorber los pensamientos negativos. Estoy a punto de alcanzar mi pequeño frasco, colocado de forma segura en mi chaqueta, pero no lo hago. Me dije a mí

Bookzinga mismo que no lo haría por un tiempo, y no lo haré. No soy débil. Y no soy un cobarde. Mientras los kilómetros son absorbidos por el espejo retrovisor, las golondrinas hacen su camino en el horizonte del cielo poco a poco hasta que por fin estoy cruzando el puente de Chicago y el de Skyway. Cuando llego a la oficina del centro de mi padre, he conseguido poner mi agitación a distancia, para mantener la imagen del rostro de Mila lejos de mi mente. Debido a su mierda. Tengo ganas de golpear una pared, pero no lo hago. En cambio, me dirijo hacia el piso dieciocho y la recepcionista de mi padre le hace saber que estoy aquí. Me acomodo en su sala de estar, tomando una pastilla de menta de un bol y haciéndola estallar en mi boca. Mis ojos están cerrados cuando mi padre aparece finalmente veinte minutos después. —Pax, quita los pies de los muebles. Su voz está cansada y abro los ojos. Parece mayor desde la última vez que lo vi. Su cabello oscuro está empezando a tener gris en las raíces, y tiene líneas alrededor de sus ojos. Y su boca. Su traje azul marino parece colgar un poco sobre él, como si hubiera perdido peso y no hubiera tenido a tiempo su ropa arreglada. Lo miro, sorprendido por la idea de que mi padre se está haciendo viejo. Y luego quito los pies de la mesa de delante de mí. —Lo siento —murmuro. Mi padre asiente y me lleva a su gran oficina. Me siento en una silla frente a él y espero hasta que desliza unos cuantos papeles de la mesa hacia mí. Ni siquiera quiero leerlos, simplemente firmo con mi nombre. Confío en él.

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Bookzinga —Siempre hay que leer todo lo que firmas con tu nombre en él —me advierte por lo que parece ser la centésima vez con respecto al tema. Y por enésima vez, respondo de la misma manera. —Sí, cuando es un extraño. Pero eres mi padre. Y sé que no me vas a joder. Papá suspira de nuevo. —¿Puedes al menos tratar de ver tu lenguaje? Es lo respetuoso de hacer. —Lo siento —murmuro de nuevo. Por el amor de Cristo. Actúa como si yo fuera un niño. Pero eso es parte de nuestro problema. Nuestra relación siempre será congelada en su cabeza al tiempo de cuando yo era niño y él era un adulto. No parecer entender que ahora los dos somos adultos. —Alexander Holdings tuvo un excelente trimestre —mi padre remarca, tomando de nuevo los papeles y mezclándolos—. Así que tus ingresos han aumentado esta vez ¿De verdad puede ser que consideres invertir? Tienes veinticuatro años. Es hora de hacer crecer tu cartera. Y tal vez de que te intereses en la compañía familiar. Tu abuelo me ha contactado, queriendo saber cómo contactar contigo. Es un hombre mayor, Pax. No estará por mucho más tiempo. Él quiere que la compañía esté en buenas manos. Fijo la mirada en él, luchando contra el impulso de morder mi labio. —No quiero tener nada que ver con el negocio —le digo a mi padre—. No estoy de acuerdo con lo que representan. En lo que a mí respecta, voy a contratar un nuevo director ejecutivo para llevar el lugar después de que él finalmente se vaya. Y en cuanto a mi abuelo, es su culpa si está solo. Básicamente me repudió cuando nos alejamos. Él tiene la culpa. Los ojos de mi padre se ponen vidriosos y se vuelve a mirar por la ventana. —Pax, tu abuelo no fue el mismo después de que tu madre murió. Ninguno de nosotros lo somos. No puedes colocarte en su contra. Cuando nos mudamos, sentía que te estaba perdiendo también, y tú fuiste la última conexión que él tenía con tu madre. Desde que tu abuela murió hace mucho tiempo, tú y Susana

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Bookzinga eran todo lo que él tenía. Cuando la perdió, entonces sintió como si lo hubiera perdido todo. —Sin embargo, él no tenía que perderme —escupo furioso—. Su carácter de mierda es lo que le llevó a perderme. Eligió estar enojado y cortó el contacto. Yo era sólo un niño. Ni siquiera elegí mudarme. Tú lo hiciste. Y él me alejó. Así que, en lo que a mí respecta, puede pudrirse. Mi padre me mira, su mirada es pensativa mientras sus dedos tiemblan frente a él. Por último, suspira y asiente. —Creo que puedo entender tus sentimientos. Tu abuelo es un hombre formidable. Y terco. Solía hacer que tu madre se tirara el cabello a veces. Y ahora, con los ojos vidriosos sabía que sus pensamientos eran de la pérdida de mi mamá. Si alguna vez hubo alguien que no olvidó su muerte, fue sin duda mi padre. —Papá te ves como si no estuvieras comiendo bien —le digo, sacándolo de sus pensamiento y trayéndolo al presente de nuevo conmigo. No se ve feliz por eso tampoco. Prefiere vivir en un mundo hecho de recuerdos. Sacude la cabeza, alejando mi preocupación. —Estoy bien, Pax. Sólo hice hincapié en algunos casos profundos que estoy manejando ¿Cómo te va? ¿Estás arreglando las cosas? —¿Quieres decir si todavía estoy consumiendo? —Lo miro con dureza. Quiero decir, joder. Si tienes una pregunta, sólo pregunta. No te andes por las ramas. Papá asiente, cansado de nuevo. —Está bien. Sí. ¿Sigues consumiendo? —Él hace la pregunta vacilante, como si las palabras tuvieran un sabor amargo en su boca. Y realmente no quiere saber la respuesta, puedo decir. Él cree que soy un adicto de mierda que no puede dejar de fumar.

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Bookzinga —No, no he consumido —le digo, poniendo los ojos en blanco—. Dije que no lo iba a hacer y no lo estoy. No es la mierda dura, de todos modos. No soy un adicto, papá. En serio. Lo uso porque me gusta. No porque tenga que hacerlo. Mi padre me mira con su mejor mirada de abogado enfurecido. —Eso puede ser así—me dice—. Pero con el tiempo, cuando una persona sigue consumiendo, se convierte en adicta. Te estás empujando a ello. —Lo que sea, papá. —Suspiro, empujándome lejos de su mesa y me pongo de pie—. Ha sido bueno verte. Nos vemos el próximo trimestre. Salgo, lejos de su mirada de desaprobación y de dudas. Lo que no entiende es si constantemente espera lo peor de alguien, probablemente eso es lo que va a obtener. Tendría que haber aprendido a estas alturas. Lo he demostrado una y otra vez. Me dirijo hacia el Skyway cuando decido tomar un desvío rápido, a un bar de mala muerte que conozco. He tenido que parar allí varias veces después de las visitas con el viejo. El camarero me conoce y me saluda cuando entro. Nunca puedo recordar su nombre. ¿Dave? ¿Dan? Camino a través del sórdido cuarto, mirando alrededor a los asientos de vinil partido y paredes oscuras. Este lugar no ha cambiado. Todavía tienen un agujero en la parte posterior del revestimiento de madera de la mesa de billar donde alguien la golpeó y todavía huele a orina y grasa vieja. No es lo que llamaríamos lujo, pero es perfecto para beber para quitarse el mal humor. Asiento hacia el camarero. —Quiero un Jack. El camarero asiente y llena un vaso con el líquido dorado oscuro, deslizándolo hacia mí. Chapotea un poco en la barra, pero esa no es la cuestión. La limpieza no es exactamente su prioridad. Se puede decir por su manchada camisa y grasiento cabello. Pero eso no me molesta. El whisky es el mismo, independientemente de la higiene personal del camarero.

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Bookzinga Antes de que pueda tratar de hablar conmigo, se distrae con otro cliente, un viejo verde claramente borracho. Observo con interés mientras el camarero lo interrumpe, a continuación, se da por vencido y le echa otro trago. —Eh, grandullón. Soy Amber. Miro a la mujer de gran pecho que acaba de deslizarse hasta mí. Tiene escrito puta por todo su cuerpo, sus pantalones vaqueros muy ajustados que muestran demasiado y el maquillaje chillón que lleva puesto. Sus tetas prácticamente revientan la parte de arriba porque se puso tres tallas más pequeñas. Levanto una ceja y tomo un trago del whisky. —¿Grandullón? 1940 te llama. Quieren su frase de vuelta. Amber echa la cabeza rubia hacia atrás y se ríe como si fuera la cosa más divertida que jamás ha escuchado. —Soy de lowa. Supongo que todavía hablan de esa manera. —Encantador. —Llamo de nuevo al camarero para el resto de mi bebida y trago otra vez. Miro a Amber—. ¿Quieres uno? Me imagino que es lo correcto que hacer, aunque no estoy de humor para tener compañía. Asiente. —Me encantaría. —Levanta la vista hacia el camarero—. Dan, ¿se puede que sean dos? Dan el camarero. Tengo que recordar eso. Pero estoy seguro de que no lo haré. Amber desliza su mano por mi muslo. —Gracias por el trago. Pero si no quieres que te llame grandullón, dime tu nombre. La miro, por la forma en que sus ojos están dilatados, lleva un poco más encima.

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Bookzinga —¿Yo? Me examina por un momento, antes de reír. Es una risa cachonda. Una falsa. Casi me estremezco, pero no. No sé qué me pasa. Se trata de una mujer fácil para tomarla. Si quisiera me la llevaría, que es así, pero realmente no quiero. No sé qué me pasa. Mila Hill está en mi cabeza, sana y dulce. Pero voy a estar jodido si la dejo invadir mi vida cuando ni siquiera me quiere en primer lugar. Lo llamo de nuevo para un nuevo vaso y le hago una seña para uno más. Lo llamo para otro de nuevo. Una reconfortante sensación de calma se apodera de mí, el entumecimiento familiar que tanto me gusta. Cuando todo lo demás falla, la oscuridad prevalece. Casi me río de mi profundo pensamiento, pero en cambio, llego a más y agarro el grueso muslo de Amber, disfrutando de la carnosa sensación de su pierna entre mis dedos. Si esta me quiere, me tendrá. Y luego hago lo que siempre hago. Bloqueo el pensamiento lógico con las drogas o con las mujeres. En este caso, una puta barata y Jack Daniels. —Ven conmigo —le susurro al oído. Amber sonríe y asiente sabiendo lo que viene ahora. Se aferra a mi mano y elegimos nuestro sitio pasando la sucia barra y yendo por el pasillo de vuelta hasta llegar al baño de mujeres. El cuarto de baño es exactamente lo que pensé que sería, repugnante. Una sola bombilla cuelga del techo de color amarillo, lanzando una dudosa luz por la pequeña habitación. Hay pruebas evidentes de vómito en los lados de la taza del baño, los azulejos están asquerosos y las paredes se ven como si no hubieran sido lavados desde 1969. Pero no importa. Cierro la puerta detrás de nosotros y hago girar a Amber. Ella me busca y se lo permito, deslizando mi mano por su muslo, bajo su camisa y agarro su enorme teta. La aprieto duramente y ella gime. Aprieto más duro y gime de nuevo.

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Bookzinga Quiero poner los ojos en este estúpido juego. Sé lo que va a pasar porque he jugado miles de veces antes. Ella va a fingir que disfruta de todo lo que hago, y yo fingiré que no sé qué es falso. Pero, ¿a quién carajo le importa? Un coño, coño es. Agarro un condón de mi cartera y lo rasgo con los dientes, pero hay un problema. No estoy duro. —Chúpamela —le digo a Amber. Y luego sonrío encantadoramente. Ella me devuelve la sonrisa e inmediatamente cae de rodillas en el sucio suelo, meneando la cabeza. No pasa mucho tiempo antes de que esté lo suficientemente dura para utilizar un condón, a pesar de mí mismo. Me deslizo hacia delante, Amber ayuda poniéndose de pie y se gira lejos de mí. Luego la penetro por detrás, sin preámbulos, sin juegos previos. A ella no pareció importarle. Ella gime como si mi pene fuera el mejor que jamás haya tenido. Cierro los ojos y me vienen a la cabeza todas las escenas eróticas que he visto, todas las tetas, culos y masturbaciones y escenas de ducha. Pero algo está apagado. El olor es pútrido aquí, estoy cansado, enojado. Las cosas no vienen fácilmente esta noche y sé que un orgasmo no será fácil, sobre todo con el alcohol afectando mi polla. Así que me imagino a Mila. Y enseguida, siento un chorro de calor. Me imagino su pequeña cintura, sus exuberantes caderas. Sus carnosos labios. Sus suaves tetas. Su olor femenino, limpio y floral. Inmediatamente inunda mi vida y ya estoy de vuelta en el juego. Mientras imagino a Mila, golpeo duramente a Amber y oigo su frente golpeando contra la pared de azulejos sucios. Ella lo permite, ya que, como yo, no siente que merezca algo más que esto… esta mierda en un sucio baño de un sucio bar. Es patético por ambas partes.

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Bookzinga Me imagino a Mila otra vez, y luego, por alguna razón, deja de funcionar. Sé que no se siente bien. Amber no es Mila. E incluso pensando en Mila mientras estoy en este patético lugar con esta patética chica, siento un centenar de niveles diferentes. Saco mi pene abruptamente y Amber se vuelve a mirarme con confusión en su rostro. Su maquillaje de ojos se corre por el sudor. De hecho, puedo oler el sudor desde aquí, lucho contra las ganas de temblar. —No eres tú, soy yo —le digo—. El alcohol afecta mi polla. Es una mentira, pero no me importa. Ella asiente conocedora, ya que se encuentra con este problema todo el tiempo. Acaricia mi hombro con simpatía, como si me importara una mierda lo que piensa de mí. Pero sonrío en agradecimiento por su comprensión. Lanzo el preservativo a la basura y salgo. Mientras lo hago, le doy un billete de veinte a Dan. —Para cubrir sus bebidas el resto de la noche —le digo. Dan sonríe. —Por supuesto, ¡hasta la próxima! Asiento y camino hacia el estacionamiento, hasta Danger. Mi coche es familiar y cómodo y me siento más tranquilo ahora que estoy en él. Es mucho mejor que el aire lleno de humo de un bar. Y entonces me voy a casa con las ventanas abiertas y la música a todo volumen. La carretera es larga y negra, ya que vuela por debajo de mi coche, pero estoy en casa antes de saberlo. Antes de que esté preparado, en realidad. Estoy en casa y me enfrento a la oscura casa, y por primera vez, tengo la sensación de que no quiero entrar, simplemente porque está vacía. Vivir solo es genial, pero a veces es tan jodidamente solitario.

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Bookzinga Me quedo quieto por un momento, con las manos colgando a los lados, antes de regresar a mi coche. Todavía tengo que quemar mi agitación, supongo. No sé por qué me dirijo a Bear’s Den, el pequeño bar de la ciudad. Sé que Jill probablemente esté allí junto a sus otras putas y guarras amigas, y si quiero pasar tiempo con ellas, las llamaré. No quiero que cuelguen sobre mí cuando no estoy de humor. Definitivamente no estoy de humor para eso esta noche. Sólo quiero caminar, y colocarme en el asiento de un bar, estar cerca de la gente, sin tener que interactuar con ellos ¿Es mucho pedir? No estoy de humor para las putas guarras. Dejo mi coche en una plaza del estacionamiento y cierro la puerta, respirando profundamente el aire nocturno mientras camino al interior. Es el último aliento limpio antes de cruzar, una vez más, el umbral de humo de la barra. Entro y miro a través de la nube de humo que flota por toda la habitación en penumbra. Los lugareños se sientan y charlan, mientras otros juegan al billar o a los dardos en la parte posterior. Conozco sus rostros, pero no sus nombres. No soy mucho de socializar. Como era de esperar, Jill está aquí. La veo situada en la parte posterior, sentada en el borde de una mesa, con medio culo desnudo fuera metido en la cara de algún pobre sapo. Eso por tu promesa de conseguir ayuda. A decir verdad, ahora que sé que tiene niños en casa, todo lo que siento es repugnancia por ella ¡Qué desperdicio de oxígeno! Se da cuenta de que la miro y se le ilumina la cara muy maquillada, prácticamente salta de la mesa para llegar a mí. Pero niego con la cabeza, pronunciando la palabra “No”. Ella me mira sorprendida, dolida, cuando se detiene en seco. Le doy la espalda y me muevo a la barra. Mientras estoy sentado en el taburete, puedo ver desde mi periferia que ha vuelto a sentarse en la mesa. Puedo sentir su mirada herida, pero no la miro. Creo que mi tiempo con ella se ha terminado. Alguien más puede ser su proveedor, y contribuir a su desperdiciada vida.

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Bookzinga Sé el nombre del barman aquí, porque lo lleva en su gafete. Supongo que eso hace más fácil recordarlo para los borrachos. O para la gente a la que realmente no le importa una mierda. Como yo. —Hola, Mickey —lo saludo—. Dame un Jack. Doble, solo. Mickey asiente con la cabeza, un tipo huraño que parece como si hubiera visto mejores días y más de su cuota de peleas de bar. Tiene una cicatriz desde la oreja hasta la barbilla. Nunca le he preguntado cómo se la hizo, y él nunca se ha ofrecido a decirlo. —¿Cómo has estado, Tate? —pregunta cuando coloca el whiskey frente a mí. Levanto el vaso, vaciándolo de un trago y poniéndolo de nuevo abajo de un golpe. —Mejor ahora —le digo—. Tomaré otro. De hecho, continúa trayéndolos esta noche. Asiente, sirviendo otro y luego se dirige al fondo para atender a alguien más. Tomo un sorbo pequeño de mi vaso y lo dejo, cerrando los ojos. Se siente bien estar rodeado de gente, pero todavía estoy perdido en ellos. Nadie se acercará a mí aparte de Jill y ya la dejé fuera de servicio. Estoy solo aquí, pero es menos solitario que estar en casa. Risitas femeninas invaden mis oídos y mis ojos se abren de golpe. Porque conozco esa risa. Me doy la vuelta para encontrar a Mila y a su hermana tambaleándose desde el pasillo que conduce al baño. Parece que se están apoyando la una en la otra y pongo los ojos en blanco. Tienes que estar de broma. ¿Me la encuentro incluso aquí? Este es el último lugar en el que hubiera esperado encontrarla. Ella y su hermana se ven tan fuera de lugar en este agujero como es posible. Mila levanta la vista y se detiene, su risita muere en sus labios cuando me reconoce. Sus ojos se abren de par en par y parece como si quisiera venir a mí, posiblemente para decir algo. Pero su hermana la jala del brazo, y aunque Mila me mira sobre su hombro, permite que Madison la aleje. Estoy muy seguro de

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Bookzinga que Madison la aleja de mí a propósito y aprieto la mandíbula. Mila es adulta. Puede tomar sus propias decisiones. No es que sus decisiones siempre sean sabias. Me doy cuenta de esto muy rápidamente cuando ella y Madison se unen a un par de chicos lugareños que juegan dardos. Los dardos no son el problema, los chicos sí. Pongo nuevamente los ojos en blanco. ¿Qué demonios cree Mila que está haciendo? Cualquiera de esos tipos se la comería para el desayuno. Probablemente cree que está a salvo porque probablemente los ha conocido toda su vida. Pero ambos son unas víboras. Los he visto con un millón de mujeres en este bar, a ninguna de ellas dos veces. Suspiro y vacío mi vaso, haciendo señas para pedir otro. No es mi problema. Ella lo dejó claro cuando dijo que yo no era una buena idea. Así que se joda. Me giro de nuevo cuando veo a uno de ellos envolver su manaza alrededor de su delgada cintura y la acerca hacia sí, supuestamente le está mostrando cómo lanzar correctamente el dardo. Me dan ganas de vomitar así que mejor les doy la espalda. Hago todo lo que puedo por ignorarlos. Inicio una pequeña charla con Mickey. Veo ESPN en el televisor elevado, cierro los ojos y escucho la conversación a mi alrededor. Y aunque sé que sería mucho más fácil simplemente levantarme e irme, algo en mí quiere que me quede. Algo en mí cree que tengo que quedarme. No puedo explicarlo. Y entonces me doy cuenta de la razón en una repentina oleada de claridad. Me quedo porque creo que ella me necesitará.

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Bookzinga Mierda, ¿qué clase de idiota soy? Golpeo mi vaso al dejarlo sobre la mesa y arrojo unos billetes a la barra. Me dirijo al baño para orinar antes de irme, pero luego me iré de aquí. Ella ha dejado claro qué es lo que quiere. Y no es a mí. Cuando regreso, Madison se encuentra en la puerta del bar con uno de los chicos. Está inclinada hacia él, riendo en su oído. Claramente está muy borracha. Sacudo la cabeza y lucho contra la urgencia de decir algo. Sólo hay una cosa cuando una puta de bar se va con un hombre al azar. Las putas de bar saben exactamente lo que están haciendo. Les dan algo para conseguir algo a cambio, ya sea drogas o bebidas o incluso solamente atención. Es una decisión a conciencia. Pero Madison no es una puta de bar y ese imbécil se está aprovechando de ella. Pero no es mi deber interferir. Hasta que veo a Mila agarrar su bolso y tambalearse hacia la puerta. El tipo con el que está la sigue despacio y ella se gira para agarrarse de él, inestable. Se ríe, la mano de él le roza el perfecto trasero mientras ella se estabiliza. La sangre me hierve. Y ya que voy de camino a la puerta, no puedo hacer nada más que ir detrás ellos, algo que hace que la sangre se me caliente aún más. Al diablo. Ellos se tambalean hacia afuera y yo incluso sostengo la puerta cuando la chaqueta de Mila se atora en la manija. Su mirada se encuentra con la mía y la suya está un poco borrosa y fuera de foco. No está en condición para elegir a un compañero de cama. Mi estómago se contrae, pero mantengo la boca cerrada. Ha tomado su decisión. Ha tomado su decisión. Ha tomado su decisión. Me repito en la cabeza, como si eso hiciera más fácil tragar la pastilla. No lo hace. Todavía me enoja. Doy un paso afuera y camino hacia mi coche. Escucho sus voces detrás de mí, perdiéndose en la distancia. Mila está riendo, miro en su dirección. Están de pie junto al que debe ser el coche del tipo porque

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Bookzinga él abrió la puerta del lado del pasajero, pero Mila está tratando de despedirse de él. ¿Qué demonios? Hago una pausa y observo. Mila está arrastrando las palabras ahora, pero definitivamente está tratando de despedirse del tipo. Y dar las buenas noches. Una sensación de satisfacción brota dentro de mí antes de que pueda detenerla. Hasta que el tipo sonríe como una piraña y empuja a Mila contra el carro, donde se echa sobre ella y le mete la lengua hasta la garganta. Sus manos están por todas partes y ella lo empuja, luchando. —No —grita ella. Veo una explosión roja y cierro el espacio entre nosotros en tres zancadas. 87

Tiro del tipo para quitárselo de encima y lo azoto contra el piso. Antes de que pueda pensar o respirar, piso su mano cuando él intenta agarrarme de la pierna. Sus huesos crujen y aúlla de dolor, agarrándose la mano fracturada contra su pecho. Mila jadea, sus ojos están abiertos de par en par, mientras se apiña contra el coche. Mientras mi atención está sobre ella, el tipo patea mi pierna, dándole a mi rodilla. Joder. Pero no lo siento con toda la adrenalina bombeando a través de mí. Él patea de nuevo, pero esta vez, lo veo venir y me muevo. Sólo le da al aire. —Que te den —masculla él—. Maldito cabrón. Esto no es de tu incumbencia. Me rompiste la maldita mano, hombre. Está luchando por levantarse ahora y pongo mi bota sobre su pecho. —No —le digo, mientras él intenta agarrarse de mí—. Tienes suerte de que eso sea todo lo que te rompí. La próxima vez que una mujer te diga que no, detén la mierda que estés haciendo. Ahora ve a casa y vete a dormir. Y no te vuelvas a acercar a Mila. Si lo haces, te arrancaré la polla y haré que te la tragues.

Bookzinga El tipo ebrio levanta la vista hacia mí. —¿Cuál es tu maldito problema? Tú no sabes lo que ella quiere. Me vuelvo hacia Mila, mi pie todavía está firmemente plantado sobre el pecho del tipo. —¿Mila, quieres ver a este tipo de nuevo? Ella niega con la cabeza. —No. —Ahí tienes —le digo calmadamente, removiendo mi pie—. Lárgate de aquí. —Vete a la mierda —murmura mientras lucha por ponerse de pie—. No necesito esto. Tú también vete a la mierda, puta. Es entonces cuando lo golpeo. Duro. A un costado de su cabeza. Se cae como un saco de piedras. Mila jadea y yo sacudo la cabeza, inclinándome para asegurarme de que todavía respira. Lo hace, así que me vuelvo hacia Mila. —Vamos. Te llevaré a tu casa. —¿Por qué hiciste eso? —susurra, sus ojos están congelados sobre el imbécil inconsciente en el pavimento—. Jared no quería hacerme daño. Sólo estaba bebido. Lo conozco desde hace mucho tiempo. La quedo mirando mientras me acerco a su lado. —No tienes ni idea de lo que quería hacer. Confía en mí. No era bueno. La tomo del brazo y le llevo a mi carro, abro la puerta para meterla en el asiento del pasajero antes de ponerle el cinturón de seguridad. Mientras me siento en el asiento del conductor, Mila hurga en su bolso. Me mira.

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Bookzinga —Oh-oh —dice en voz baja—. No puedo encontrar mis llaves. Mi apartamento está cerrado. ¿Puedes llevarme con Maddy? Sus palabras se arrastran seriamente para este punto. Suena más como si dijera: Siento bien mi quilla. Mi parte está cerrada. ¿Puedes llevarme al Man’s’? Sacudo la cabeza. —Realmente estás jodida —le digo—. Probablemente vas a enfermarte pronto. Y no creo que tu hermana vaya a casa. Te llevaré a la mía. Sus ojos se ensanchan y niega con la cabeza. —Pax, no. No es buena idea. No confío en mí estando tú cerca. —Sus palabras son completamente incomprensibles, por supuesto, pero puedo distinguirlas. Me sobresalto y la miro. —¿No puedes confiar en ti estando yo cerca? Niega con la cabeza patéticamente, luego la apoya sobre el frío vidrio de la ventana. —No. No puedo dejar que rompas mi corazón. No me queda mucho de él. Mi estómago se contrae de nuevo, algo que parece hacer mucho cuando estoy cerca de ella. Meto la llave en la ignición. —No te preocupes —le digo—. No voy a romper tu corazón esta noche. Puedes dormir en mi cama. Yo me quedaré en el sofá. Asiente, su rostro está plantado firmemente contra la ventana y sé que no estará mucho tiempo en el mundo consciente. Y tengo razón. Para cuando llegamos a mi casa unos cinco minutos más tarde, se ha desmayado en el asiento. Me le quedo mirando por un minuto, su brillante cabello oscuro, sus jeans ajustados, sus grandes pechos, que apenas puedo ver a través de la abertura de su chaqueta. Sus labios se abren con cada pequeña respiración que exhala en su estado inconsciente. Lo va a lamentar mañana. Si no hubiera sido tan estúpida, sentiría lástima por ella.

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Bookzinga La saco del coche y la llevo a la casa, tratando de ignorar la forma suave en que se funde en mi cuerpo, y la manera en que su cabeza descansa sobre mi hombro. No puede pesar más que unos cuarenta y cinco kilos. La dejo en mi cama, quitándole las botas y tapándola. Arrastro mi bote de basura junto a ella, sólo por si acaso, y luego me siento en una silla y la observo por un rato. No tengo idea de si va a despertar y va a estar enferma o si definitivamente estará inconsciente toda la noche. Permanece quieta y en silencio, con un leve ronquido de vez en cuando. No puedo evitar sonreír sólo un poco ante eso. Supongo que estaría avergonzada si supiera que está roncando, incluso aunque en realidad es malditamente lindo. Suspiro. Estoy jodidamente cansado y podría fácilmente dormir aquí en esta silla, pero sé que si ella despierta y me encuentra aquí, podría sobresaltarse, particularmente en la oscuridad. Así que me dirijo escaleras abajo y encuentro que una vez más, simplemente no estoy listo para dormir. Estoy caliente ahora, de toda la mierda en el bar y del hecho de que Mila está en mi cama en este mismo momento. Sola. Y yo estoy aquí abajo. Solo. Y mi mano me duele. Maldita A. Agarro una bolsita de hielo para mi mano y una botella de whiskey de mi garaje y me dirijo afuera a la playa detrás de mi casa. Me dejo caer en una silla, miro las estrellas y escucho el rítmico choque de las olas. Tomo un sorbo de fuego líquido. Siento el calor todo el camino hasta mi estómago y tomo otro trago. Me quedo dormido tarareando una canción de la que no conozco la letra o de dónde vino. El último pensamiento consciente que tengo es que la noche es muy, muy negra. Minutos, o días, o años pasan antes de que algo me despierte. El tiempo se aglutina.

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Bookzinga —Pax —murmura la suave voz, introduciéndose en mi sueño. Y por un minuto, sólo un escaso minuto, parece como si pudiera ser mi madre. En la borrosidad del sueño, la voz tiene el mismo timbre suave que el de ella. Pero no puede ser. Ni siquiera en el sueño. Es sólo la ilusión que viene de ese grisáceo estado medio despierto. No es mi madre. Sé eso antes incluso de abrir mis ojos. Pero me sorprendo, cuando lo hago, de encontrar a Mila de pie frente a mí. Parce insegura, pero se ve jodidamente hermosa a la luz de la mañana. Radiante, de hecho. No parece tener resaca en absoluto. Su cabello oscuro está suelto y ondeando, y la briza de la mañana lleva su olor hacia mí. Lo inhalo y la observo. —¿Qué haces aquí? —pregunto adormilado. Entrecierro los ojos ante la luz, luego me froto la frente. Cuando lo hago, me estremezco porque mi maldita mano duele. Y entonces me doy cuenta de que debí haberme quedado dormido aquí. El aire nocturno hizo que mi garganta se pusiera rasposa, así que me la aclaro, luego la aclaro de nuevo—. ¿Te sientes bien? Miro hacia abajo y encuentro que la botella de whiskey está junto a mí sobre la playa, su contenido se ha derramado sobre la arena. Creo. Ciertamente espero no haberla bebido entera. Si lo hice, lo voy a lamentar después, justo como Mila. Mila se ve aún más insegura ahora. —Yo… eh. —Cambia su peso de un pie a otro nerviosamente. La miro y enarco una ceja—. Me siento bien. En su mayoría. Mi boca está seca y me duele la cabeza. Yo no, uhm. No recuerdo exactamente lo que pasó anoche. Pero medio recuerdo que golpeaste a Jared y me trajiste aquí. Y creo que podrías tener rota la mano. Le doy una ojeada. —Sí, eso pasó. ¿Tienes de hábito emborracharte en la boca del lobo e ir a casa con imbéciles? Me sale un poco más duro de lo que quería y Mila se estremece.

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Bookzinga —No —responde rápidamente—. De hecho, usualmente no bebo mucho para nada, a menos que sea vino en la cena. Maddy ha estado molestando con que salga con ella y deje volar los engranes y después de ayer, sentí como si lo necesitara. Me le quedé mirando con interés ahora, mi labio se contrae. —Creo que te refieres a las telarañas. ¿Y qué de ayer? ¿Te refieres a cuándo me rechazaste? El color inunda sus mejillas y mira hacia la arena. —Sí. —Si eso fue estresante para ti, entonces, ¿alguna vez pensaste que tal vez cometiste un error? ¿Que tal vez no debiste haberme rechazado? ¿Y que tal vez debiste darle a esto una oportunidad? Fijo los ojos en ella, tratando de forzarla a encontrarse con mi mirada. —Bueno —incito—. ¿Lo hiciste? Ella levanta la barbilla, sus ojos verdes brillan. —Eso es todo en lo que he pensado desde que dejaste la tienda ayer —admite—. Todo en lo que puedo pensar eres tú. Incluso cuando estuve con Madison y Jared anoche. Y luego cuando tú estuviste ahí en el bar, fue todo lo que pude hacer para evitar correr y saltar en tu regazo. Alzo la cabeza. —¿Por qué no lo hiciste? Creo que eso me habría gustado. Ella se ruboriza de nuevo, sus mejillas y su cuello se enrojecen graciosamente. —Creo que podría ser considerado socialmente inapropiado —responde con ironía—. Gracias por venir a mi rescate anoche. Supongo que estamos a mano ahora. Yo te salvé, luego tú me salvaste. —Hace una pausa y mira el suelo antes de volver a mirarme—. Y he estado pensando en ti. Probablemente no sea inteligente o algo bueno para mí, pero es todo lo que parezco hacer

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Bookzinga últimamente. Pienso en ti. ¿Todavía está tu disculpa de ayer sobre la mesa? Porque si lo está, entonces creo que tal vez tengas razón. Tal vez esto merece tomar el riesgo. Juguetea con sus manos nerviosamente. Levanto una ceja, deliberadamente obtuso. —¿Esto? ¿Puedes ser más específica? No responde. Sólo se agacha sin titubear y me besa rotundamente en la boca. Los labios con los que fantaseé anoche están sobre los míos, su lengua en mi boca. Sé que tengo sabor a whiskey y a cigarro, pero no me importa y parece que a ella tampoco. Ella sabe a cielo. Finalmente, se aparta y puedo ver que está levemente sin aliento. 93

—Entonces, ¿eso fue un sí? —pregunta vacilantemente. Sacudo la cabeza con desconcierto y le sonrío. Tenerla aquí así es tan jodidamente asombroso. Y sorprendente. Mi pecho se hincha tanto con la asombrosa sensación que no puedo creer mis siguientes palabras. —Eso es un sí —le digo—. Mi disculpa sigue sobre la mesa. Pero creo que probablemente te deba otra.

Bookzinga

Capítulo 10 Traducido por otravaga Corregido por LadyPandora

M

e quedo mirando a Pax.

A pesar de que es guapísimo, luce severo, como si hubiese tenido una noche infernal. Ahora lleva barba de dos días y la misma ropa de ayer. Sus ojos están enrojecidos, como si no hubiera dormido mucho. O hubiera bebido demasiado. O tal vez hasta hizo demasiado de otra cosa. Entrecierro los ojos. —¿De qué tienes que disculparte ahora? —pregunto vacilante. No estoy segura de si quiero saberlo. Y él parece no estar seguro de querer decírmelo. Retrocedo unos pasos. No puede ser peor que recibir una mamada de Jill, ¿o sí? Él sostiene su mano en alto. —Espera, Mila. Sólo escucha. Me mira. Le devuelvo la mirada.

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Bookzinga Él suspira. Yo espero. —¿Sí? —pregunto y hasta yo puedo oír el temblor en mi voz. Trago saliva. Él agacha la cabeza y luego me devuelve la mirada. —Creo que podríamos sacar algo bueno de aquí y no quiero arruinarlo por iniciarlo con mentiras. Ahora estoy confundida. ¿Mentiras? ¿Ya me ha mentido? Como si pudiera oír mis pensamientos, Pax niega con la cabeza. —No te he mentido todavía —explica—. Pero si no te digo lo que hice anoche, entonces no entenderás qué tipo de persona soy. Y esa sería la mentira más grande de todas. —¿Qué clase de persona eres? —susurro—. ¿Anoche intentaste algo conmigo? —La brisa de la mañana me sopla el cabello contra el rostro y con impaciencia, lo meto detrás de mis orejas. Necesito oír esto, aunque no sea agradable. Pax ahora está indeciso, inseguro. La expresión de su rostro deja caer un gran peso de hierro en mi corazón, porque sé que lo sea que quiere decirme no es bueno. Tal vez venir aquí fue una mala idea. Debería haberlo sabido. Quiero retroceder, pero me resisto a la tentación y planto los pies firmemente en la arena. Pax atrapa mi mirada y levanta la barbilla, suspirando pesadamente. —Soy el tipo de persona que se enoja y luego va y hace mierdas estúpidas para tratar de bloquear la ira. O el dolor. No lidio con las cosas de una manera saludable. Lidio con ellas de una manera de mierda, como las drogas o las mujeres. O el whisky. Anoche, elegí el whisky y una mujer. Aunque la mujer no eras tú. No traté de aprovecharme de ti. Él me mira fijamente y mi respiración queda atrapada en mi garganta. Y en cierto modo me siento como si me diera una patada en el estómago. ¿Me torturé durante todo el día de ayer y él se había acostado con alguien más?

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Bookzinga ¿Cuando ni siquiera me deseaba lo suficiente como para intentar algo conmigo cuando había estado en su cama anoche? Estoy aturdida, así que hago la única cosa que cualquier mujer que se precie puede hacer en esta situación. Me marcho. —Me voy de aquí —murmuro. Un pie delante del otro, me retiro por la playa, con mis pies hundiéndose en la arena. Mi corazón también se siente como que se hunde, más y más con cada paso y me concentro en el suelo por delante de mí, tratando de ignorar el dolor punzante proveniente de mi corazón. Sé que es ilógico estar enojada porque él no hubiese tratado de aprovecharse de mí. Pero dadas las circunstancias, es un poco doloroso. Y no habría sido una violación, porque yo lo deseo. Y por eso, todo el asunto es tan hiriente. —¡Mila, espera! —grita Pax por detrás de mí. Oigo sus pasos y me detengo cuando me agarra del brazo—. Por favor, espera. Tengo que explicarte algo. Y luego, si todavía quieres hacerlo, puedes irte. Me giro lentamente, mirando su rostro. El suyo está tan ansioso, su boca fuertemente apretada. Asiento. —Puedo irme ahora mismo si quisiera. No necesito tu permiso. Pero escucharé lo que tengas que decir. Sus labios se retuercen, casi como si encontrara divertido mi pequeño espectáculo de independencia. Yo no le veo la gracia. Aprieto mis labios, mis manos en mis caderas mientras espero. Parece que Pax, otra vez, está tratando de no reírse. —Bueno, obviamente puedes irte ahora mismo. Pero tendrías que caminar, a menos que quieras esperar hasta que te lleve. Tu auto todavía está en el bar. Siento mi rostro caer. Tanto para dar la batalla. Estoy a su merced en estos momentos.

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Bookzinga Él me mira, todo rastro de diversión se ha ido de su rostro. —Necesito que sepas algo —dice pacientemente—. ¿Puedes regresar y sentarte? Le echo un vistazo a las sillas de playa donde aparentemente él había pasado la noche y asiento de nuevo, secamente, siguiéndole de regreso. Me acomodo en una y en lugar de sentarse en la que está a mi lado, se sienta en la mía, al lado de mis piernas. Yo espero. Pasa un momento antes de que comience. —Nunca he hablado de esto con nadie, así que es difícil saber por dónde empezar —me dice con una sonrisa irónica—. Ten paciencia conmigo, ¿de acuerdo? Asiento una vez más, en silencio, mientras espero a que termine de escupirlo. —Estoy jodido —dice sin rodeos y no puedo evitar sonreír un poco. —Bueno, esa es una manera de empezar —le digo. Él también sonríe un poco, pero es una sonrisa triste y mi corazón tiene una pequeña punzada de dolor. —Lo sé. Pero quiero ser totalmente honesto contigo. Estoy seriamente jodido. Nunca he tenido una relación real. Todo con lo que alguna vez he lidiado es con putas de bar, perdón por la expresión, y no sé muy bien cómo estar en una relación real con una mujer normal. Ayer, cuando me dijiste que lo nuestro no era una buena idea, me dolió. No tomo bien el rechazo. Y luego tuve que conducir hasta Chicago para algunos negocios con mi padre y en general, fue un día de mierda. Me detuve en un pequeño bar en la ciudad y terminé teniendo sexo con una mujer ahí. Porque eso es lo que hago. Bloqueo cualquier tipo de dolor o enojo que sienta con drogas o mujeres. Él hace una pausa y estoy entumecida mientras lo miro fijamente. —¿Ni siquiera la conoces? —susurro. Pax niega con la cabeza.

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Bookzinga —No. Ni siquiera la conozco. Pero lo extraño es que no me atreví a terminar. Todo lo que podía ver en mi cabeza era a ti. Y de repente, el pequeño y sórdido bar se cerró sobre mí y no podía salir de allí lo suficientemente rápido. Pensé en ti en todo el viaje a casa. Y después, cuando te vi en la Guarida del Oso, casi no podía respirar. Pero estabas ahí con otra persona y ya habías dicho que no me querías. »Mila, cuando ese tipo te tenía contra su auto, vi la luz roja. Por primera vez en mucho tiempo, me preocupé por algo aparte de mí mismo. No me importaba si me querías o no, pero no podía dejar que ese sujeto te hiciera daño. Eso me dice mucho sobre mí mismo. Y sobre ti. Me dice que eres buena para mí, que tratar de estar contigo es algo digno de mi tiempo y que vale la pena cualquier tipo de espera que eso pueda implicar, hasta que estés lista para también estar conmigo. Ahora hace una pausa, con los ojos congelados en mi rostro. Está esperando… por una reacción, por una respuesta, por otro posible rechazo. Mi corazón está latiendo congeladamente, como si el entumecimiento de mis emociones se hubiera extendido a mi pecho. De nuevo puedo ver al pequeño niño roto en sus ojos, el que grita que ha sido herido y, una vez más, anhelo arreglarlo. Arreglarlo a él. A pesar de que acabara de tener sexo con alguien en algún sucio bar. Mierda. Acaba de tener sexo con alguien en algún sucio bar. Trago con fuerza ese desagradable hecho y lo miro. Lo que hizo podría haber sido feo, pero él es absolutamente hermoso en este momento, con su fragilidad brillando en sus ojos. Mis tripas se retuercen. Contra mis más profundos recelos, de alguna manera le creo. Creo que eso no significó nada para él. No sé si eso me hace tan retorcida como él o qué. Todo esto es una locura y no sé qué decir. Todo lo que sé es lo que siento. Quiero aprovechar la oportunidad. Mi corazón se siente como si pudiera dejar de latir si no lo hago.

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Bookzinga —¿Al menos usaste protección? —pregunto vacilante—. Con la chica, quiero decir. Pax asiente. —Por supuesto. —Probablemente estoy loca. Ni siquiera estamos saliendo y ya me has engañado. Pero tengo ésta loca atracción por ti —le digo—. Cuando no estoy contigo, estoy pensando en ti. Nunca antes me he sentido atraída así por alguien. Tiene que significar algo, ¿no? Así que, tal vez deberíamos ver hacia dónde va esto. Pero necesito tu palabra de que no estarás con nadie más mientras estés conmigo. No puedo tolerar eso. Vas a tener que encontrar alguna otra manera de lidiar con tus problemas. Tengo mucho miedo, Pax. Tienes problemas con los que no sé qué hacer. Pax me mira, sus ojos color avellana más dorados que verdes a la luz de la mañana. Él asiente lentamente. —Haré un gran esfuerzo por no hacerte daño —dice él—. Estoy jodido. Así que no puedo prometer que no lo haré. Pero te prometo que lo intentaré. —Está bien —le susurro—. Pero inténtalo con fuerza. Pax se ríe, bajo y ronco y mi vientre pincha con calidez ante el sonido. —Y yo no te engañé. No estábamos juntos. Me rechazaste, ¿recuerdas? Él agacha la cabeza y me besa de nuevo. Esta vez, es un beso con promesas. De lo que vendrá, de las cosas que podrían ser. Me llena de esperanza y me doy cuenta con un sobresalto de que esta es la primera vez que me he sentido verdaderamente esperanzada en bastante tiempo. Es un gran sentimiento y por un segundo, creo que podría no estar loca después de todo, porque se siente bien. Cuando Pax se aleja, se aferra a mí, mirándome y veo calidez en sus ojos. Así que realmente había calidez allí el otro día. Yo no había estado imaginándolo.

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Bookzinga —Lo recuerdo —digo—. Pero fue porque yo estaba tratando de escuchar a mi cabeza, no a mi corazón. Mi cabeza suele ser la más inteligente de los dos. Por una vez, sin embargo, voy a hacer lo loco. Pax sonríe. —He hecho lo loco más veces de las que puedo contar, por lo general en mi perjuicio. Confía en mí, sé lo que es loco, y esto no lo es. Esto es… simplemente natural. Un hombre y una mujer que se sienten atraídos el uno por el otro cuando lógicamente no deberían estarlo porque son opuestos. Pero los opuestos siempre se atraen, ya sabes, así que tiene completo sentido. Él dice esto seriamente, como si fuese un experto y me río. —Está bien, Dr. Phil. Simplemente pretendamos que tiene completo sentido y luego solo partamos desde ahí. —Aunque, ¿desde dónde exactamente vamos a partir? ¿Cómo vamos a pasar por una verdadera relación? —pregunta con ironía—. Porque yo realmente no lo sé. Veo que no lo hace. Parece perdido y ni siquiera está tratando de ocultarlo. Eso me parece refrescante, así que no me burlo de él. En su lugar, simplemente digo: —Bueno, empezamos con una primera cita. Luego una segunda y una tercera. Tomaremos las cosas con calma. No voy a saltar a tu cama esta noche, Pax. Hablaba en serio cuando dije que tengo miedo de confiar en que no romperás mi corazón. Voy a necesitar un poco de tiempo para que puedas demostrar que no lo harás. —Estoy bien con eso —me dice, con diversión en su voz—. Creo que la espera valdrá la pena. Sonrío, entonces me apoyo en su brazo y vemos el lago, la forma en que el espumoso borde se desliza hacia la playa y luego retrocede. El sol brilla en la superficie como un millón de prismas de luz y lo miro a los ojos.

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Bookzinga —Apuesto a que esto es lo más temprano que has estado levantado desde hace tiempo. Él se ríe. —Tal vez. Sin embargo, no estoy admitiendo nada. Te diré que necesito una ducha. Desesperadamente. Así que voy a llevarte hasta tu auto y luego me daré una. ¿Cuándo puedo volver a verte? ¿Cuándo puede volver a verme? La forma en que dice la pregunta provoca que mi corazón pinche un poco de nuevo. Parece tan vulnerable y sensible, como él. Como si en alguna parte, en el fondo, detrás de su rudo aspecto exterior, fuera frágil. Pero no lo digo porque estoy segura de que él no apreciaría ser descrito con esa palabra en particular. En cambio, respondo:

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—Tengo que trabajar un turno en The Hill, el restaurante de mi familia. Mi hermana lo maneja. Estoy ayudando durante los meses lentos de invierno. Pero si quieres pasar por allá al final de mi turno, podemos tener nuestra primera cita. ¿Te gusta la comida italiana? Pax sonríe. —Me encanta. Y es una cita. Me lleva hacia su auto y luego me besa otra vez, inclinándome contra la fría puerta de metal mientras envuelve su lengua con la mía hasta que me siento débil con su cercanía. Pero finalmente me alejo como un ser humano racional y lo veo caminar hacia su lado. No puedo dejar de notar la forma en que los músculos de su espalda se flexionan cuando se mueve. Suspiro. Es guapísimo, defectuoso y sexy. Y no tengo ni idea de en qué me estoy metiendo.

•••

Bookzinga En realidad, había olvidado lo agotador que es servir mesas. Sólo he estado aquí durante cinco horas y se sienten como un millón. Me detengo cansada en la puerta de la cocina para frotar mi tobillo después de golpeármelo en la pata de una mesa. —¿Cansada ya? —pregunta Maddy con una sonrisa cuando pasa. Se detiene junto a mí, con una bandeja de comida en sus manos—. No te preocupes. La noche está a punto de terminar. Pongo los ojos en blanco. —Aunque las ampollas durarán toda la semana. Oh, las cosas que hago por ti, hermana mayor. Ella se ríe y entrega su comida mientras está todavía humeante, equilibrando la bandeja cargada expertamente. A pesar de que hoy ha estado aquí casi tanto tiempo como yo, ella todavía se ve impecable. Su rubia cola de caballo todavía está alta, su maquillaje sigue estando perfecto. No se ve ni un por un minuto como si tuviera resaca. No sé cómo lo hace. Es muy molesto. Me hundo en una silla para descansar las piernas cansadas. —¿Está ocupado este asiento? Incluso antes de mirar, mi corazón sabe que la ronca voz pertenece a Pax. Me giro y encuentro a Pax detrás de mí, recién duchado y vestido con pantalones y una camisa de botones. Sagrado Infierno. Se ve increíble. No había estado esperando que se arreglara y al instante me siento en clara desventaja. Estoy sucia y huelo a ajo. ¿Por qué no puedo verme perfecta en todo momento como Madison? —Hola —digo en voz baja—. Te arreglaste muy bien. Él sonríe, luminoso y brillante. —Gracias. ¿Llego temprano?

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Bookzinga —Sólo un poco. ¿Por qué no vienes a sentarte en el bar y tomas una copa mientras termino? Él asiente y lo llevo a la barra, presentándole a nuestro camarero de cabello de león. El espeso cabello negro de Tony se levanta en un graciosísimo enredo por toda su cabeza. —Pax, este es Tony. Ha estado con nosotros desde hace años, desde la época en que mis padres aún estaban vivos. Tony, este es Pax. ¿Puedes hacerle compañía mientras termino mi turno? Tony, un verdadero italiano de unos cuarenta años de edad, parece interesado en esa aventura. Al alejarme, oigo como comienza a interrogar a Pax. Me doy la vuelta. —Lo siento —le grito a Pax—. No tardaré mucho. Pax pone los ojos en blanco con cordialidad y regresa su atención a la inquisición de Tony. Me giro de nuevo, sólo para chocar directamente con Maddy. —¿Qué estás haciendo, hermanita? —pregunta con severidad—. ¿Qué está haciendo él aquí? La miro. Ella tiene su más severa expresión de hermana mayor y yo suspiro. —Él está aquí para una cita. Anoche salvó mi trasero. Y si quisieras venir conmigo mientras me cambio de ropa, podremos hablar de ello. —Oh, apuesta a que lo haré. Madison llama a otra camarera para que vigile las cosas en el comedor y seguidamente me acompaña por el largo pasillo trasero a su despacho, donde había guardado mi bolso. Cuando me quito la camisa del restaurante con ajo y me pongo desodorante, Maddy comienza a dispararme preguntas. Con cada palabra que sale de su boca, simpatizo más con Pax, quien sé que está respondiendo tantas preguntas como éstas en la otra sala.

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Bookzinga Mientras me pongo una suave y blanca camisa de mangas largas y pantalones vaqueros y rocío perfume sobre mi cuello, miro a mi hermana. —Mira. Sé que estás preocupada por mí. Y honestamente no sé si debería estar tomando esta oportunidad con Pax. Pero lo que sí sé es que me hace sentir cosas que nunca antes había sentido. Él me hace sentir viva y con esperanza de que la vida realmente puede resultar sorprendente, si solo me esfuerzo lo suficiente. Y anoche, me salvó del tonto borracho de Jared. Así que, por favor. Solo dame un poco de espacio para tratar de resolver esto y ver a dónde va. Es solo una maldita cita. No vamos a fugarnos ni nada. Madison suspira, alto y largo. —Creo que estás loca. El tipo tiene un problema de drogas. Entre muchos otros problemas, probablemente. No creo que debieras darle la hora y mucho menos un par de horas para una cita. La miro ferozmente. —Maddy, no deberías juzgar a alguien que ni siquiera conoces. No creo que en realidad tenga un problema de drogas. Creo que las usa y, por supuesto, espero que se detenga. Él cometió un error la otra noche al usar demasiadas. Y de nuevo, espero que se detenga y que no vuelva a suceder. Pero hay algo en él que parece tan real y genuino, no puedo evitar querer conocerlo mejor. Tiene que haber algo bueno en él. Me salvó anoche. Y no tenía por qué hacerlo. Fijo la mirada en ella y Maddy suspira profundamente una vez más, mientras rasguea con nerviosismo sus uñas rojas en su escritorio. —Hay algo que debo recordarte, algo que nuestra madre siempre decía. No se puede cambiar a una persona, Mila. Nunca. Una persona siempre va a ser lo que es. Así que no te metas en esto pensando que puedes cambiar a Pax y que sus buenas cualidades superarán las malas. Las cosas no funcionan así. Ni siquiera lo conoces. Me quedo callada mientras me cepillo el cabello y lo recojo en una baja cola de caballo.

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Bookzinga —No, no lo hago —digo finalmente cuando me doy la vuelta para mirarla—. Pero tú tampoco. Voy a llegar a conocerlo porque soy una adulta y es mi decisión. Ahora, por favor, ¿podemos dejar esto? Nos sostenemos la mirada, yo en sus ojos azules y ella en mis ojos verdes. Finalmente, ella suspira y mira hacia otro lado. Sonrío ante su concesión. —Gracias —digo mientras me inclino para besarla en la mejilla—. Sólo se amable con él, ¿de acuerdo? No te estoy pidiendo que sean los mejores amigos. Maddy me frunce el ceño, pero no le hago caso mientras me apresuro a la barra para salvar a Pax de Tony. Al acercarme, veo que no parece necesitar ser salvado. Tony está riéndose de algo que dijo Pax y Pax parece estar perfectamente a gusto. Me relajo. Eso es hasta que Pax se gira en su asiento y me sonríe. Tiene un hoyuelo en la barbilla que de alguna manera no noté antes y sus ojos dorados son brillantes. El mundo se inclina sobre su eje y mi corazón golpea en una loca cadencia contra mi caja torácica. Probablemente esto sobrepasa mi entendimiento, pero por el momento, no me importa.

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Bookzinga

Capítulo 11 Traducido por Maru Belikov Corregido por Samylinda

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unca había visto algo más hermoso a como luce Mila caminando hacia mí a través del comedor. No es sólo porque es preciosa. Es porque está caminando hacia mí. Para estar conmigo. Incluso si sólo es por esta noche o por ahora. Trago y sonrío hacia ella. Ella sonríe de regreso y todo parece estar bien con el mundo, un extraño e inusual sentimiento para mí. Cuando Mila está a medio camino, Tony dice en voz baja: —No lastimes a esa chica o te las verás conmigo. Miro hacia él y tiene una áspera, rígida expresión en su rostro, muy diferente del simpático barman que era hace unos segundos. Pero lo entiendo. Él está protegiendo a Mila y tengo que respetar eso. Asiento. —Trataré de no hacerlo. Tony asiente de regreso mientras limpia un vaso.

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Bookzinga —Has eso. Mila se desliza cerca de mí, rompiendo la repentina tensión. —Hola —murmura ella y coloca su fina mano sobre mi hombro. Peleo contra la urgencia de levantarla con la mía y besarla. Es una extraña inclinación para mí. Pero ella parece atraer cosas extrañas en mí. —Hola —respondo—. ¿Estás lista para nuestra cita? Ella sonríe otra vez. —Absolutamente. Por qué no pedimos nuestras ordenes de comida antes que la cocina cierre y luego abrimos una botella de vino. Te mostraré la mejor mesa de la casa. Ella toma mi mano y me guía a través del tranquilo comedor hacia una mesa incluso más tranquila para dos cerca de las ventanas. Toda la parte posterior del restaurante da al lago, que es fácilmente visible a través de las ventanas. A la izquierda, veo un patio estilo italiano, el cual debo asumir es usado para cenar en los meses de verano. Ahora está muy frío para comer afuera. —¿Estará bien esto, Monsieur? —pregunta Mila con una sonrisa y acento exagerado. Sonrío de regreso. —¿Francés? Pensé que esto era algún tipo de conjunto italiano de lujo. Ella se ríe, extendiéndome un menú mientras me siento. Huelo algo de su perfume mientras se mueve e inhalo. Huele como el cielo, justo como sabe su boca. —No estamos apuntando a ser de lujo. Estamos apuntando a ser un auténtico lugar italiano. Sólo hicimos un montón de renovaciones el verano pasado para mejorar el ambiente y hacerte sentir como si estuvieras en Italia. Miro alrededor a las paredes ásperas de estuco, el arte italiano, el encanto rústico. Sí, parece como si estuviéramos sentados en un restaurante del viejo mundo. Así que le digo eso y ella brilla. Aparentemente, esa es exactamente la apariencia que estaban buscando.

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Bookzinga —Pediré la lasaña —le digo—. ¿Es buena aquí? Ella me da una mirada. —Todo es bueno aquí. Asegúrate de decirles a todos tus amigos. Me río. —No tengo tantos. Pero de todas maneras trataré de hacerle propaganda a tu restaurante. ¿Cómo te sientes sobre el tipo de multitud ruda? Ella me da una mirada seca y se aleja, presumiblemente para pedir nuestra comida. Está de vuelta en un minuto con una botella de vino y se sienta en la silla al frente de mí. Las luces de las velas parpadeando sobre nuestra mesa trazan una suave luz en su rostro. —¿Vino? —pregunta mientras me sirve una copa de vino rojo. Asiento, lo que es bueno porque ella ya me está sirviendo. —Gracias —le digo—. ¿Es una noche hermosa, no es así? Miro afuera de las ventanas, hacia el lago que está calmado y oscuro en la noche. Mila sigue mi mirada. —Amo el lago —me dice ella en voz baja—. Sé que a la mayoría de los que viven aquí también, pero realmente me encanta. Es tan reconfortante. Siempre es el mismo sin importar que más cambie en mi vida. Tengo que mirarla, porque me siento exactamente de la misma manera. Es una de las razones por las que elegí vivir aquí, pegado en el mismo borde de él. El lago simboliza continuidad para mí. Y es reconfortante. Mila me mira, su mirada es reflexiva. Noto como sus ojos son la sombra más suave de verde, casi como el jade. —Háblame de ti —me pide suavemente mientras toma un trago de su vino. Sus dedos casi acariciando la copa de vino y encuentro que estoy celoso por ello. También noto que lleva un anillo con una piedra de un rojo profundo sobre su dedo medio que es del mismo color que el vino. Tomo un respiro.

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Bookzinga —Bueno, mi nombre es Pax Alexander Tate. Ahora sabes donde vivo, pero probablemente no sabes que crecí en Connecticut y nos mudamos a Chicago cuando tenía siete. Mi padre todavía está ahí. Es un abogado en el centro de la ciudad. Pero me mude aquí hace unos cuantos años atrás. Amo el lago, igual que tú. Amo la paz, la tranquilidad y la soledad. No soy la persona más sociable, y sabía que las personas de ciudades con lagos estás acostumbradas a dejar a los demás en paz. Los locales saben que a veces las personas vienen aquí exactamente por esa misma razón, para estar solos, lejos del ruido de la ciudad. Ése es el por qué decidí mudarme a Angel Bay. Mila sonríe de modo alentador, como si supiera cuán difícil es para mí hablar sobre mí. Y honestamente, no sé por qué es. Lo que estoy haciendo ahora mismo es simplemente recitar los hechos. No es como si me estuviera metiendo en algo profundamente personal. —¿Qué sobre tú mamá —pregunta curiosamente—. ¿Están tus padres divorciados? ¿Es por eso que te mudaste a Chicago? Y ahora estamos en territorio profundo. Inhalo otra vez y me doy cuenta que mi mano esta apretada contra mi muslo. Relajo mis dedos. Esto sólo es una conversación. No es gran cosa. —Mi mamá murió hace años. Cuando tenía siete. Mi papá y yo nos mudamos a Chicago para alejarnos de los recuerdos. Mila se congela, sus hermosos ojos verdes pegados a los míos. —Yo… yo… no sabía eso —dice finalmente tartamudeando—. Realmente lo siento. No dijiste nada antes en el hospital cuando te conté sobre mis padres. La miro. —Lo sé. Usualmente no hablo al respecto. —¿Estaba enferma? —pregunta Mila—. ¿Tuviste la oportunidad de despedirte? Creo que eso fue lo peor sobre la muerte de mis padres. No tuve la oportunidad de despedirme. Fue tan repentino. Tan sorprendente. El shock fue lo peor.

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Bookzinga Trato de pensar en antes cuando mi mamá murió, y como siempre, me quedo en blanco. La única cosa que veo cuando trato de pensar sobre ello es un montón de blancura vaga. Ningún recuerdo. —¿Alguna vez recuerdas cosas por colores? —le pregunto superficialmente—. Verás, porque yo era joven, y aparentemente bloqueé todos los recuerdos de la muerte de mi madre. También murió repentinamente, en un accidente de auto, como tus padres. Pero no puedo recordar nada sobre ello. Cuando lo pienso, todo lo que veo es blancura, casi como una pantalla en blanco. Mila parece sorprendida. —También hago eso —susurra—. Asocio colores con casi todo, creo que es porque soy artista. Pinto para vivir, así que naturalmente veo las cosas en pinturas. Aunque, no sé cómo explicártelo. Sonrió. —Nadie sabe cómo explicarme —le digo secamente. —Entonces, eras un niño pequeño cuando murió tu madre —Mila dice lentamente—. Ése debió haber sido horrible para ti. Con razón bloqueaste los recuerdos. ¿Cómo lo manejó tu padre? ¿Tienes alguna otra familia? Normalmente, rechazaría a alguien que estuviera indagando sobre mi vida personal. Pero sé que Mila no lo hace con mala intención. Creo que ella sólo está tratando de entenderme, para ver que me hace tan jodido. Casi me rio, porque pienso, que eso es bastante imposible de hacer. —Era un niño pequeño —confirmo—. Y creo que probablemente fue horrible. Pero como dije, no tengo casi recuerdos de ello. No recuerdo mucho hasta que cumplí nueve o algo así. Mi antiguo terapeuta, el que tenía cuando era niño, decía que era la manera en que mi cerebro se protegía del trauma. Mi papá tampoco lo manejó bien. Es una de las razones por la que nos mudamos lejos. Él nunca ha sido el mismo. Mi mamá tomó una pequeña pieza de él cuando murió. Y no. No tengo otra familia aparte de él. Mi abuelo, el padre de mi madre, aún está vivo. Pero estaba bastante molesto cuando nos mudamos y dejó de hablar

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Bookzinga conmigo. Dirige una compañía petrolera, que es como me gano la vida. Heredé las acciones de mi madre. Y sólo así, he compartido más con Mila de lo que he compartido con alguien en mucho tiempo. Supongo que realmente no me había dado cuenta de cuán solitario me había vuelto hasta este momento. Es bastante triste. Nunca he tenido un uso para cualquier otra persona. Hasta ahora. Observo a Mila. —Entonces, ahora conoces la historia de mi vida. ¿Qué sobre ti? Sé que tus padres murieron. ¿Qué más hay sobre ti? Me estiro por la botella de vino y lleno nuestras copas otra vez. Tengo el presentimiento que ambos lo necesitaremos para el momento que la noche termine. Miro alrededor y encuentro que el restaurante está casi vacío, excepto por el ruido en la cocina. —Bueno, todavía estoy fascinada por el hecho de que tenemos más en común de lo que pensaba —admite Mila, sus mejillas sonrojadas por el vino. —Sí, pertenecemos a un club exclusivo. —Pongo los ojos en blanco—. Sabemos cómo es perder a un padre a una edad temprana. Que afortunados somos. —Tú eras mucho más joven que yo —me dice seriamente—. Estaba crecida y en la universidad. No puedo imaginar que le haría eso a un niño pequeño, crecer sin su mamá. ¿Estaba tu abuela viva por un tiempo al menos? ¿Tuviste algún tipo de influencia femenina? Sacudo mi cabeza. —No. Mi abuela murió antes de que yo naciera. Y no, no tuve ningún tipo de influencia femenina, aparte de las maestras mientras crecía. Y allí mismo, con un suspiro, Mila se refirió a algo que yo nunca había pensado. ¿El hecho de que no tuviera madre (u otra presencia femenina) me había afectado más que lo que sabía? ¿Es por eso que no me relaciono bien con las mujeres?

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Bookzinga Por la mirada en la cara de Mila, creo que ella se está preguntando la misma cosa. Pero no dice nada. Sin embargo hay un poco de compasión en sus ojos y odio eso. —No sientas lástima por mí —le digo—. Hay millones de personas que han pasado por la muerte de su madre. También te pasó a ti, no soy tan único. Todos pasamos por ello de la mejor manera que podemos. Ella se me queda mirando otra vez, su rostro pensativo. —¿Así que no le das importancia en absoluto a que crecieras sin una madre? Pongo mis ojos en blanco. —¿Estás tratando de averiguar algún tipo de razón para que me haya convertido en un idiota? La razón es… soy un idiota. Hay algunas cosas en la vida que no puedo explicar. Punto. Los idiotas son idiotas. Los arcoíris son lindos. Los gatitos son tiernos. Las películas para chicas son tristes. Es la manera en cómo son las cosas, sin explicaciones. Y ahora ella pone los ojos en blanco. —Las cosas son como son, pero todo tiene una razón. Los gatitos son tiernos porque son una pequeña cosita llena de pelos con cara dócil. Los arcoíris son lindos porque tienen cada color en el mundo y están hechos de luz refractada. Las películas de chicas son tristes porque a veces las chicas sólo necesitan una buena llorada. Y los idiotas son siempre idiotas por una razón. Se me queda mirando otra vez, sus ojos llenos de determinación, y puedo ver que ella realmente quiere descifrarme para saber que me hace un idiota. De repente me siento desnudo bajo su mirada. Pero como salvado por la campana, nuestra comida es traída en el momento preciso, y casi suspiro de alivio. Su hermana Madison coloca nuestros platos enfrente de nosotros. Lasaña para mí, pasta para Mila. Una cesta de pan entre nosotros. —Debes dejar todo listo —nos dice, pero está mirando hacia Mila, no a mí—. Si pudieras colocar los platos en la cocina y cerrarla cuando termines, sería estupendo. Todos se irán pronto. ¿Todo bien aquí?

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Bookzinga Ella levanta una ceja a su hermana y sé que lo que realmente le está preguntando a Mila es: ¿Estás bien aquí con él? Peleo con la necesidad de mirarla. Fue ella quien dejo a su hermana pequeña sola y borracha con un idiota anoche. No yo. Mila asiente y sonríe. —Estamos bien, Maddy. Te veo mañana. Madison asiente y se va sin mirarme otra vez. Miro a Mila. —Tú hermana es una perra fría —señalo delicadamente. Mila lanza su cabeza hacia atrás y se ríe. —¿Por qué no me dices cómo te sientes realmente, Pax? —Se ríe otra vez, y entonces agrega—. Maddy sólo es protectora. Ella es todo lo que tengo ahora y se toma ese rol bastante en serio. Alzo una ceja. —No lo fue anoche cuando te dejo sola con Jared el idiota. Mila sacude la cabeza. —Se siente terrible sobre eso. Tampoco maneja muy bien el licor y cometió un error. Sacudo la cabeza, pero lo dejo pasar mientras comemos nuestra comida. —Esto está muy bueno —le digo—. Con razón este lugar está desbordado en temporada de turistas. Ella sonríe. —Gracias. Era el sueño de mis padres. Y Madison lo mantiene vivo por ellos. Continuamos comiendo bajo la luz de las velas, el silencio sorprendentemente cómodo. Nunca antes he estado con alguien donde no sintiera la necesidad de llenar el incómodo silencio. Con Mila, nada parece incómodo. Ella tiene un aire relajado que me calma.

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Bookzinga Cuando terminamos, llevamos nuestros platos a la cocina y Mila se gira hacia mí, su fina mano sobre mi pecho. Miro hacia ella con sorpresa. —Todavía no estoy lista para decir buenas noches —me dice suavemente—. ¿Te gustaría ir a caminar por la playa? Asiento. —Por supuesto. Sin embargo busquemos nuestras chaquetas. La ayudo a ponerse la suya y luego la sigo afuera, por el sendero gastado que conduce al agua. Mila toma mi mano mientras caminamos y la sostiene, se siente realmente íntimo. —Solía jugar aquí en la playa cuando era niña —me dice mientras mira alrededor de la congelada hierba silvestre y agua gris—. Maddy y yo solíamos correr a lo largo de este tramo de arena mientras nuestros padres trabajaban en el restaurante. Fue una estupenda infancia. ¿Dónde jugabas tú? Pienso sobre eso mientras la guio alrededor de una pieza de madera flotante. —Realmente no recuerdo —le digo—. Tengo unos pocos recuerdos de la finca de mi abuelo. Creo que mi madre me llevaba allí de vez en cuando. Y recuerdo unas navidades. Pero nada más que eso. Ella me mira otra vez con compasión, pero no dice nada. Tengo el sentimiento de que sabe que no me gustaría. —¿Crees que haya un Dios? —pregunta ella, cambiando de tema. Y parece tan de la nada. Me quedo mirándola. —¿Qué clase de pregunta es esa? Es tan casual. Sonrío y continuamos caminando y siento la humedad de la arena mojada impregnando mis zapatos de vestir. Desearía haberme puesto mis botas, pero habrían lucido fuera de lugar. Mila suspira.

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Bookzinga —No lo sé. No es realmente casual. Sólo me lo pregunto de vez en cuando. ¿Tú no? No lo había pensado realmente hasta que mis padres murieron, pero ahora pasa por mi mente a veces. No puedo evitarlo. Y estábamos hablando sobre otras cosas profundas esta noche, así que pensé en preguntar. Estoy intentando conocerte. Ella sonríe y aprieta mi mano y mi corazón se suaviza un poco. Hay algo sobre esta chica. Sé que ella podría preguntar cualquier cosa, y yo probablemente la respondería. —No lo sé —le digo—. No sé nada sobre Dios. Estoy seguro que está allí en algún lugar. Ahí afuera. Probablemente mirando abajo a todos nosotros y preguntándose porque estamos tan jodidos. Y si está ahí, estoy seguro que se olvidó de mí hace mucho tiempo. El aliento de Mila queda atrapado en su garganta, puedo escuchar. Y se detiene, girándose hacia mí, su mano sobre mi brazo. Ella me mira, sus ojos llenos de algo que no puedo identificar. —¿Por qué dices algo así? —pregunta ella en voz baja. Sacudo mi cabeza. —No lo sé. Hay algo que falta en mí, Mila. Simplemente no está ahí y no estoy seguro si alguna vez lo hubo. Y estoy bastante seguro que Dios no se involucra con alguien así. Por alguna razón, hay un nudo en mi garganta y no tengo ni idea de porqué. Trago y miro hacia abajo a la delicada, hermosa chica en la playa al frente de mí. Alguien más habría corrido. Pero no ella. Sus pies están plantados y sus ojos están abiertos. Ella se estira y toca mi pecho, luego mi rostro. —Estás equivocado —me dice suavemente—. Sobre todo. No te ves de la manera en que yo te veo. Pero si lo hicieras, sabrías que no hay nada que falte en ti en absoluto. Creo que siempre has usado las drogas para bloquear las preguntas que tienes sobre ti mismo, o dudas o miedo. No estoy segura cuales son todas tus razones. Pero sé que hay cosas con las que nunca has lidiado o

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Bookzinga pensado al respecto, y es probablemente por eso que ahora sientes un vacío. Pero una vez que descubras que es con lo que necesitas lidiar, te sentirás completo otra vez. No más agujeros, no más vacío. Eso es lo que pienso. Mis ojos arden mientras miro abajo hacia esta increíblemente perceptiva mujer. Tengo demasiada mierda en la que nunca me he molestado en pensar. De hecho, me salí de mi camino para evitar pensar sobre ello. Y quizá eso fue lo que más contribuyó a mí detrimento, no hacer mierdas locas, como pensaba. —Creo que me conoces mejor de lo que deberías —le digo bruscamente. Ella sonríe su delicada sonrisa. —No te conozco tan bien como me gustaría —responde ella, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello—. Pero voy a remediar eso. Y luego me besa. Mientras lo hace, todo parece estar bien en el mundo, como siempre lo hace cuando ella está en mis brazos. Es como sostener un rayo de sol. La beso hasta que no podemos respirar y cuando finalmente nos apartamos, tomamos un respiro y nos besamos otra vez. Las estrellas parpadean sobre nuestras cabezas, el lago está silencioso y calmado a nuestra izquierda y por primera vez en el tiempo que puedo recordar, siento que estoy en casa.

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Bookzinga

Capítulo 12 Traducido por Jo Corregido por Samylinda

M

e despierto queriendo coca por primera vez en una semana.

No sé por qué, porque anoche fue jodidamente asombrosa. Mila y yo caminamos a lo largo de la playa hasta que estuvimos exhaustos. Sostuvimos nuestras manos y nos besamos, luego nos tomamos las manos un poco más. La llevé a su auto, donde nos besamos de nuevo. Pero no la invité a mi lugar y ella no me invitó al suyo. Esto es demasiado bueno para arruinar. Aún un idiota como yo sabe eso. Si ella quiere tomarlo con calma, eso es exactamente lo que voy a hacer. No voy a apurarla. Tengo una mano por una razón y no estoy asustado de usarla. Sólo pensar en la palabra usar me hace recordar mi anhelo, en el que quiero que mi nariz queme y el atontamiento esparciéndose a través de mí. Pero es sólo hábito. Porque por primera vez desde que puedo recordar, no quiero estar atontado. Mila me hace querer sentir cosas… con ella y por ella. Me hace querer ser una mejor persona simplemente para poder estar alrededor de ella. Así que, lanzo mis frazadas atrás y hago una cosa impetuosa.

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Bookzinga Quito la tapa de mi vial y arrojo toda píldora del interior dentro de mi inodoro, tirando la cadena. Mientras las observo girar, me abruma un momento de pánico. ¿Qué mierda estoy haciendo? Casi meto mi mano dentro del agua del inodoro para sacarlas. Pero entonces el rostro de Mila aparece en mi cabeza y estoy calmado de nuevo. Estoy haciendo lo correcto. Eso es lo que estoy haciendo. Y puedo hacer esto. No soy una marica. Bajo a la cocina y encuentro mis píldoras de repuesto en el congelador, y las lanzo en el triturador de basura, encendiéndolo. Lo escucho, destrozando las pastillas, destrozando mi escape de la realidad. Hasta me deshago de mis píldoras para dormir. Cualquier cosa que pueda ser una muleta para mí, la arrojo. Excepto las tres botellas de whiskey que tengo en la cocina. Estoy intentando cambiar la página, no me he vuelto jodidamente loco. Mi teléfono celular suena y veo el nombre de Mila prendiéndose. Sonrío y lo contesto. —Hola, nena. Hay silencio por un segundo, como si el afecto la atrapara fuera de guardia, pero escucho la sonrisa en su voz cuando finalmente responde. —Hola. Sólo llamaba para decir buenos días. Y agradecerte por anoche. Fue realmente agradable. Lo pasé fantástico. ¿Qué estás haciendo ahora? ¿Te desperté? Rio. —No. No me despertaste. No creerías lo que estoy haciendo, de hecho. Pausa. Entonces ella ríe.

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Bookzinga —Bueno, ¿vas a decirme u honestamente quieres que adivine? —Quería que adivinaras —le dije—. Pero si quieres carecer de creatividad, entonces puedo sólo decirte. Estoy cambiando de página. No te aburriré con los detalles, pero creo que notarás un cambio alrededor de aquí. Otra pausa. Finalmente ella responde: —¿Pax, a qué te refieres, con cambiar de página? ¿De qué tipo de cambios estás hablando? Porque si es algo significativo, no quiero que lo hagas porque crees que quiero que lo hagas. Eso nunca funcionará. Los cambios sólo ocurren si tú quieres que ocurran. Me rio en voz baja. —Eres algo sabia para una cosa tan pequeña —le digo—. Pero sí quiero hacer este cambio. Estuviste aquí la noche anterior. He usado drogas para cubrir emociones antes, para bloquearlas. Sólo una marica hace eso. Puedo manejar lo que sea que la vida me quiera lanzar. No necesito una muleta. —Bien, uno, no soy mucho más joven que tú. Tengo veintitrés. Y dos, estoy realmente feliz por ti Pax. Esto es asombroso. Y te ayudaré en lo que sea que necesites. Si quieres, puedo recomendar un psicólogo. Usé uno luego de que mis padres murieran. Fue realmente bueno ayudándome a lidiar con la pena. Pero estoy segura de que él puede ayudarte con alejar esto también. —Que se joda eso —le digo automáticamente—. Lo siento. No quería sonar grosero. Sólo quiero decir que no soy un adicto. No necesito ayuda alejando el hábito. Realmente no. Pero gracias por el ofrecimiento. Pausa. Larga pausa. —Bien —responde finalmente Mila—. Puedo respetar eso. Pero déjame saber si puedo hacer cualquier cosa para ayudar. Puedo escuchar si quieres hablar, o

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Bookzinga intentar mantenerte ocupado, o lo que sea que necesites. Por mientras, ¿te gustaría tener otra cita esta noche? Tengo algo en mente. —Oh, ¿en serio? —pregunto, levantando mi ceja aún a pesar de que ella no puede verla—. ¿Y en qué estás pensando? —Bueno, involucra mi tienda y pintura. Ya que estamos llegando a conocernos, pensé que tal vez te gustaría ver lo que me gusta hacer. Estoy intrigado ahora, así que le digo eso y luego acepto encontrarla en su tienda a las 7:00. Se supone que lleve comida para llevar. Sonrío mientras me dirijo a la ducha. Si es esto lo que es estar en una relación, creo que puedo manejarlo.

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Dicen que no desees que tu vida pase, pero eso es exactamente lo que hago toda la tarde mientras espero que sean las 7:00 pm. Luego de que cierro la tienda a las 6:00, me apuro a mi departamento y me ducho, vistiéndome en un par de jeans que se ajustan bien y un suave suéter rojo, un regalo de él. Este suéter en particular tiene un escote profundo y no uso una camiseta debajo. Puedo ver la curva de mis pechos mientras me miro en el espejo y un sonrojo se esparce por mis mejillas. —Dios, eres ridícula —me digo mientras me doy un toque de perfume—. Eres una adulta, él es un adulto. Puedes vestirte sensual si quieres. Eso no te hace una puta. Y ahora estoy hablando sola. Genial.

Bookzinga A las 7:00, me dirijo de vuelta a las escaleras, pretendiendo estar tranquila mientras espero a Pax en mi tienda. Está justo a tiempo, gracias a Dios. Lo observo caminar en la vereda y honestamente quita mi aliento. Esta noche, está frescamente bañado de nuevo y usando jeans y una camiseta negra que se ajusta a su pecho debajo de su abrigo. Su esbelta cintura me hace anhelar envolver mis brazos alrededor de ésta, así que arrastro mi mirada a su rostro. Él me guiña. Mi corazón revolotea mientras abro la puerta y lo dejo entrar. —Hola —digo suavemente. Él trae consigo el frío aire de invierno y su limpio aroma. Respiro profundamente, luego me estiro para besarlo en la mejilla. —Hola —responde—. ¿Es eso todo lo que tienes para mí? —Él sonríe. Sacudo mi cabeza, rodando mis ojos. —Por ahora. Se paciente. —Oh, soy muy paciente —me dice—. Confía en mí. Se detiene en el medio de mi tienda y mira alrededor. Él es tan grande, pero se las arregla para no verse fuera de lugar en la mitad de todo el delicado amoblado, caballetes y pintura. —Así que, ¿cuál es el plan? ¿Qué haremos? —Bueno, primero, voy a tomar tu abrigo. Y entonces tienes dos opciones. Puedo o enseñarte a pintar y puedes pintar conmigo, o yo te pintaré a ti. Puedes ser mi modelo. De cualquier manera, puede ser divertido. Pax me mira perdido en pensamientos, pareciendo pensar realmente en esto. —Bueno, no soy muy artista —dice finalmente—. Ni siquiera sé si podrías enseñarme, para ser honesto. Sólo no estoy inclinado artísticamente. —Creo que podría enseñarte —le digo con suficiencia—. Pero si te sentirías más cómodo, estaría feliz de pintarte y podemos charlar mientras lo hago.

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Bookzinga —Nunca he sido pintado antes —anuncia—. ¿Puedo elegir el escenario y posar y eso? Estoy sorprendida de que le importara. Pero asiento. —Por supuesto. Esto es sólo por entretención. Lo haré como quieras. Él sonríe. —¡Genial! Me gustaría estar desnudo. Estoy sorprendida mientras lo miro fijamente, pero mientras veo el brillo en sus ojos, sé que he caminado directamente a esto. —¡Eso era una trampa! —Ruedo mis ojos—. Me tendiste una trampa. Él se encoje de hombros y se ve muy orgulloso de sí mismo. —Lamento que no tengas ingenio callejero —dice él, y puedo decir que no lo lamenta para nada—. Pero ya aceptaste. Así que, supongo que me estarás pintando desnudo. —Él entrecierra sus ojos—. ¿Por qué? ¿Acaso te molesta? ¿Estás preocupada de no ser capaz de controlarte mientras observas mi sensualidad? Él mueve sus cejas ahora y yo rio tontamente. —Oh, intentaré duro arreglármelas —le digo. Pero honestamente, puede que sea una proeza. No puedo creer que me haya metido en esto. Trago un gran aliento y miro alrededor, intentando calmar mis temblorosos nervios. —Mejor llevamos esto a mi estudio en la parte trasera. No creo que quieras estar desnudo en frente de las ventanas. O tal vez sí, rarito exhibicionista. Río, recordando que tiene paredes enteras de vidrios en su casa lo que no lo detiene de caminar alrededor desnudo. Luego recuerdo observarlo obtener una mamada a través de una de esas ventanas y me formaliza. Mis mejillas se sonrojan y Pax me mira.

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Bookzinga —¿Qué está mal? ¿Acaso el hecho de que soy un raro te molesta? —Todavía está bromeando y no tiene idea de que tengo una foto de él y Jill firmemente implantada en mi cabeza. Sacudo mi cabeza, intentando sacudir la imagen lejos. —Por supuesto que no —bromeo de vuelta—. Me gusta. Giro en mis talones en su expresión sorprendida y dirijo el camino a mi estudio privado. Mientras entro, inhalo el olor familiar… a pintura al óleo, acrílica y pisos de madera. Me giro a Pax. —Doy lecciones privadas aquí y aquí es donde hago mi propio trabajo. Él mira alrededor apreciativamente. —Es perfecto. Te puedo ver aquí adentro, trabajando. —Apunta una pintura colgada en la pared, una de una mujer con su cabeza agachada. Es levemente abstracta y no puedes ver los detalles del rostro de la mujer. Nadie sabría que es mi hermana, y su cabeza está gacha porque está llorando en el funeral de mis padres. Ese momento en particular se gravó en mi corazón y supe que tenía que pintarlo. La pintura cuelga aquí adentro, en mi estudio privado, porque es demasiado personal para ser vendida. —¿Es esa Madison? —pregunta con curiosidad Pax. Lo miro con sorpresa. —¿Cómo podrías posiblemente saber eso? —pregunto—. Es tan vaga. Camina para examinarla. —Bueno, puedo ver que los rasgos son delicados, como los de ella. Su cabello es rubio y solo hay algo atrapante y personal en ella. Me imaginé que debería ser Madison. Es hermosa. —Gracias —murmuro. Él pasa su dedo por el borde de debajo del marco de la pintura, todavía examinándola. —Está llorando, ¿no? —medita. Yo asiento. —Sí.

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Bookzinga Se gira hacia mí. —Has sido herida en la vida, Mila. Sé eso. Y te juro, por todo lo que es sagrado para mí, que intentaré no herirte también. Lo miro fijamente mientras saco un delantal. —¿Por todo lo que consideras sagrado? —Estoy intentando bromear ahora, para sacarnos de esta conversación seria. No estoy en el humor para lo profundo ahora—. ¿Qué exactamente consideras sagrado? ¿Jack Daniels? —río, y él finalmente ríe también, permitiéndome llevar esta conversación a otro lugar. Estoy silenciosamente agradecida. —Te haré saber, Señorita Pantalones Inteligentes, que Jack me ha hecho pasar por momentos difíciles. Y gracias a Dios, no estoy dejándolo también. Así que, sí. Tal vez Jack Daniels es sagrado para mí. —Él me sonríe con arrogancia, retándome a decir algo. Así que levanto una ceja. —Puedes dejarlo caer ahora. Su mandíbula prácticamente se cae en su lugar. —¿Dejarlo caer? Su sorpresa me hace reír. —Oye, tú eres el que quería una pintura desnudo, rarito. Para hacer eso, vas a tener que dejar caer tus pantalones. Pax recupera su compostura y sonríe encantadoramente. —Bueno, si crees que puedes controlarte. Desabrocha sus jeans y los deja caer a sus tobillos. Sale de ellos, luego le sigue su ropa interior. Lucho con las ganas de mirar. Él sonríe. —Oh, sabes que quieres —bromea, mientras se quita su camiseta—. Adelante. Mira. Vas a tener que hacerlo eventualmente de todas maneras. Trago con fuerza mientras miro su pecho. Tiene un tatuaje en cada pectoral, y uno en cada bíceps. Noto que también tiene palabras en su lado derecho. Todo

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Bookzinga eso está perfectamente lucido por su asombrosamente cuerpo esculpido. Santo infierno. Lucho por no mirar debajo de su cintura. No quiero darle la satisfacción justo ahora y él está definitivamente esperando. Sonrío. —En buen momento, señor Tate. ¿Por qué no va hacia allá y se para debajo de la luz? Hago gestos hacia el frente de mi estudio, a una segura y respetable distancia de mi caballete. Él camina desnudo con confianza hacia su lugar. Inhalo. Su parte trasera está tan esculpida y perfecta como su frente. ¿Cómo es eso posible? —¿Cómo me quieres? —pregunta y se para enfrentándome, sus manos colgando a sus lados. Qué pregunta más cargada. No puedo evitar mirar debajo de su cintura ahora y estoy suficientemente impresionada, volviendo mis ojos arriba para encontrar que me está mirando entretenido. Mis mejillas inmediatamente se sonrojan, calientes y rápido. —Um. ¿Por qué no te giras un poco y miras a la distancia? —Tú deseo es mi orden —pronuncia lentamente, girándose. Los músculos de su espalda ondean y observo las palabras en su lado. Son marcadas y negras, garabateadas a lo largo de su caja torácica. La leo en voz alta. —“Avanza sosegadamente contra el sonido y apuro”. Lo miro fijamente con incredulidad. —¿No es ese del poema Desiderata? Él asiente y estoy sorprendida. Debe notarse porque él ríe. —¿Qué? ¿Crees que soy analfabeto? Él levanta una ceja y yo río. —No. Es sólo que no es como pienso en ti. Sosegado. O calmado. ¿No es la siguiente línea algo sobre la paz?

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Bookzinga Él asiente. —Es, “Y recuerda que paz hay en el silencio”. Casi me lo tinté también, pero decidí no hacerlo. Es suficiente que lo sepa. Pax significa paz en latín, sabes. Así que encaja. Saco el lienzo y comienzo a pintar su silueta, decidiendo hacerlo un abstracto, como la pintura de Madison. —Supongo que no sabía eso. Es interesante. Y tu tatuaje es hermoso. Sólo no me lo imagino como algo que tú elegirías. Dice un montón acerca de ti. Pax me mira perdido en pensamientos. —¿Por qué? ¿Porque es profundo? Soy profundo. A veces. Sin embargo la mayoría del tiempo, sólo estoy intentando bloquear la realidad. Te daré eso. Pero hay paz en eso, sabes. Lo miro, luego pinto la línea de su trasero y muslo. —Tal vez. Pero esa no es paz verdadera. Es un falso sentimiento de paz, obtenida por olvido y negación. Eso no es real. Levanto la mirada y él parece estar considerando eso. —Puede que tengas razón —dice en voz baja—. Pero aún es una paz, no obstante. Es mejor que nada. —Creo que pones la barra muy baja —le digo—. Necesitas apuntar más alto. Pinto el borde de su pectoral, luego fluyo abajo a su costilla. —Lo he hecho —dice seriamente—. Contigo. Levanto la mirada dentro de sus ojos y la intensa mirada que encuentro allí me da escalofríos. Sus ojos avellana brillan y no puedo pensar bien. —De todas formas —pronuncia lentamente con una sonrisa, aligerando el ambiente de nuevo—. Creo que estás manejando esto mucho mejor de lo que esperaba. Ser expuesto en toda esta sensualidad es usualmente desarmador, pero eres una fría clienta, Mila. Propongo que elevemos la apuesta.

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Bookzinga Lo miro dudando, mi mano congelada sobre el lienzo. —Estoy casi asustada de preguntar —le digo—. ¿Qué quieres hacer ahora? Él me examina mientras se para alto y orgulloso en su desnudez. —Quiero que estés desnuda mientras me pintas. Es lo menos que puedes hacer para ponerme más cómodo. Soy un caso perdido por acá. Hago una toma doble y mi mandíbula cae abierta. Es lo más lejos que he visto alguna vez de un caso perdido justo ahora. Él está orgulloso de su desnudez. Aún arrogante. Ríe por mi expresión. —¿Eres una gallina, pequeña Roja? Mi corazón martillea tan fuerte que prácticamente puedo escucharlo. Él me mira fijamente, un reto en sus ojos y en contra de mi mejor juicio, bajo mi pincel y desabrocho mis jeans. —Bien —le digo—. Si crees que puedes manejarlo, pintaré desnuda. Aún a pesar de que esto no es el comportamiento normal de una segunda cita. Pero tienes que mantenerte concentrado en permanecer quieto. Ni una sola parte de ti puede moverse. ¿Puedes hacer eso? Él me observa con pura fascinación mientras mis jeans caen al suelo y salgo de ellos, pateándolos a un lado. Mi ropa interior de encaje negro le sigue, y luego mi suéter y sostén. Él actúa impávido, como si no le importara en lo más leve, pero el movimiento bajo su cintura revela la verdad. Sonrío con suficiencia. —¿Puedes manejarlo? —preguntó con descaro—. Porque te estás moviendo. Su labio tiembla. —Oh, Roja. Si quieres aumentar el calor, tienes que ser cuidadosa con no quemarte con el fuego. Y mientras miro sus ojos avellana, a las llamas doradas allí, tengo el nítido sentimiento de que podría quemarme mucho, mucho.

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Capítulo 13 Traducido por Norita_30 Corregido por LadyPandora

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i pene está más duro de lo que ha estado en mucho tiempo y sé que Mila puede verlo. No puedo dejar de mirarla, es tan jodidamente hermosa.

Me mira fijamente desde el caballete y puedo ver la curva de su pecho, es blanca, cremosa y suave, y me muero por cruzar la habitación a zancadas y acariciarlo, meter uno de sus pezones en mi boca y sentirlo arder hasta hacerse duro como una piedra. Con cada movimiento de su brazo puedo ver la curva de su cadera, lo largo de sus piernas, las cuales tienen el largo perfecto para atraparse alrededor de mi cadera. Mi entrepierna se alarga aún más. Cachorros muertos, monjas, pescado, me imagino estas cosas, pero no funciona, maldición. Mi polla se sacude. Mila sonríe.

Bookzinga —No me quemarás —me dice confidencialmente mientras su mano se mueve cerca de su lienzo—. Lo prometiste. Trago saliva. —Prometí intentarlo. —Le recuerdo—. Pero no soy tan perfecto como tú. Vuelve a sonreír, con los ojos concentrados intencionadamente en lo que está pintando, solo puedo ver la silueta de su lado y su delgado brazo moviéndose y me esfuerzo por ver más. —No soy perfecta —dice—. De hecho, estoy lejos de serlo. Pongo los ojos en blanco y cambio mi peso, es sorprendentemente difícil quedarme en un mismo sitio. —Como que dudo eso. 130

Me mira consternada. —Tienes que quedarte quieto —me reprende—.Te necesito en una misma posición. —¿Qué posición podría ser? —pregunto intentando no reír—. ¿Misionero? ¿Estilo perrito? ¿Deberíamos revisar una copia del Kama Sutra que hay en la librería? —No hace falta —dice mientras da unos pasos alrededor de su caballete y camina hacia mí, absolutamente hermosa en su desnudez—. Tengo uno en mi mesita de noche. Sostengo la respiración y la miro fijamente, ella comienza a reír disfrutando de mi estado de sorpresa. —Solo bromeaba —dice mientras se acerca deteniéndose frente a mí y mueve mi brazo. Su toque, aunque solo es en mi brazo, convierte mi piel en fuego. Se inclina hacia adelante y su pecho toca ligeramente el mío, caliente y suave. Mi polla

Bookzinga esta dura como una piedra y dirigida al techo y peleo con la urgencia de tomarla y enterrar mi lengua en su garganta. —Qué curioso —digo con ironía. Y entonces se me ocurre una idea. Una malvada idea—. He cambiado de parecer —digo mientras ella está de pie tan cerca que puedo sentir el calor de su cuerpo desnudo. Sus pezones son exactamente como pensé que serían, rosas y firmes. Me quejo en silencio. Esta chica es más ardiente de lo que ninguna tiene derecho a serlo. —¿Oh? —pregunta inocentemente mientras acomoda mi otro brazo y yo asiento. —Sí, quiero pintar ahora. Parece sorprendida. —¿Quieres hacerlo? Pensé que habías dicho que no eras un artista. Yo sonrió, con una sonrisa de oreja a oreja. Ella camina directamente hacia algo de nuevo y estoy disfrutándolo. —Bueno, creo que tal vez lo sea… Si tengo el lienzo correcto. Ella sigue desconcertada y rompo mi posición tomando su mano y llevándola de regreso a su caballete, al pequeño sitio donde están sus pinturas. Me sigue mirando con confusión y una ceja elevada como si esperara mis explicaciones. Le miro a los ojos fijamente, lo cual es increíblemente difícil de hacer puesto que el resto de su cuerpo está desnudo. Me merezco una medalla por mostrar tanto control. —Sé que quieres ir despacio y lo respeto, prometo detenerme al momento en que tú lo digas, ¿de acuerdo? Parece desconcertada y lucho contra la urgencia de mirar sus pechos de nuevo. —Lo prometo. —Le aseguro—. Tengo una idea para algo divertido, pero implica tocarte, ¿hay algún problema con eso?

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Bookzinga Ahora parece hasta más desconcertada, pero sacude la cabeza, confía en mí, no sé cómo ni por qué, pero lo hace. Ese conocimiento aprieta mis entrañas duramente. —No —dice tranquilamente—. No tengo ningún problema. Sonrió y eso hace que los músculos de mi estómago se relajen. —Bien, voy a necesitar que te quedes quieta, un artista necesita concentrarse. Mila pone los ojos en blanco y se queda quieta, con las manos cayendo a los lados de sus caderas perfectas. Trago con dificultad. Mi polla esta tan malditamente dura que podría romper un cristal. Alcanzándola, saco una gota de pintura roja con mis dedos. Y entonces, sin vacilación, toco su pecho, deslizando el color carmín a través de su piel. Parece como si un ave de color rojo estuviera volando en V a través de su pecho. Con el contacto deja escapar un jadeo y sus ojos vuelan hacia los míos. —Pintura con dedos. —Se las arregla para decir—. Interesante, hice esto en la guardería. —Oh, pero no así —respondo lleno de confianza mientras deslizo mis dedos por su suave figura hacia su cadera—. Te lo garantizo. Por su expresión parece que se ha tragado la lengua mientras trazo el contorno su trasero y después deslizo mis dedos hacia sus largas piernas, me inclino en mi propia rodilla y beso su espalda. Ella inhala temblorosamente, puedo oírlo y sonrío. Me estiro y esta vez elijo pintura negra, trazando el color en círculos por su espalda hasta los hombros y bajando. No tengo una imagen o palabra en particular, solo deslizo cada color a través de su perfecta piel, disfrutando la fricción de mi piel contra la suya, no puedo evitar sino desear que se presione contra mí.

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Bookzinga Extiendo los brazos alrededor de ella y la atraigo, mis palmas aplanan su delgado vientre mientras presiono mis labios contra su lisa espalda y entierro mi cara en la parte de arriba de su suave y redondeado trasero, su esencia femenina llena mi nariz y tomo una respiración profunda haciéndola humedecerse. —Pax —murmura. —¿Quieres que pare? —pregunto tranquilamente y todo mi interior está rezando para que diga que no. —No —responde y respiro de nuevo—. Me gustan tus manos en mí. Su voz es tranquila y suave, cierro los ojos. Mientras deslizo mis manos alrededor de su cadera puedo sentir su pulso en las yemas de mis dedos, lanzo una mirada alrededor y encuentro mis manos en su abdomen. —Acabo de dejar huella en ti —digo riéndome suavemente—. Ahora eres mía. Y es cierto, ahora es mía, tal vez aún no lo sabe, pero es la verdad. Traga fuerte. Puedo escuchar su húmeda lengua en su boca y deseo que sea mía. Se gira y sus ojos se encuentran con los míos, arrastro mis dedos hasta su cuello, sosteniendo su mentón mientras atrapo sus labios con los míos. Despacio. Dolorosamente despacio. Sus labios son cálidos y suaves y ella los mueve duramente contra los míos, girándose hasta quedar presionada contra mí, desnuda y flexible. Y es cuando obtengo mi deseo, su lengua se desliza dentro de mi boca, calmada e indulgente. Se funde conmigo y presiono mis palmas contra su espalda, empujándola a mi pecho, sosteniéndola suavemente. Gime y mi polla se presiona contra ella, dura y caliente. Joder.

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Bookzinga No había contado con esto, voy a necesitar una ducha muy fría, pero no ha terminado. No aún. La tengo aquí, desnuda, frente a mí, no puedo dejar pasar esta oportunidad, quiero que se dé cuenta de que también me desea. Deslizo mis manos abajo, abajo… hasta que alcanzan la suavidad de su entrepierna y la acaricio, apenas tocándola hasta que sus ojos se cierran. Su respiración es rápida y suave y eso me hace sonreír. —¿Te gusta esto? —pregunto tranquilamente—. ¿Mi forma de arte? Ella asiente. —Eres… muy creativo. —Sus palabras son un susurro. Me rio entre dientes y entonces muevo la mano entre sus piernas, hacia su núcleo. Ella gime mientras separo sus piernas y la toco, mientras hago círculos alrededor de su parte más sensible. Vuelve a inclinarse contra mí, dejando que la sostenga mientras la acaricio. Levanto la cabeza y me meto su pezón rosado en la boca, chupándolo suavemente y a continuación deslizándolo hacia fuera, sabe tan dulce como creí que lo haría. Masajeo su suave piel inhalando su esencia y su calor, todo mientras los dedos de mi otra mano no se detienen. Gime y casi es mi perdición, nunca he querido nada tanto como enterrarme en ella ahora mismo, trago con fuerza, no puedo, pero puedo hacer que ella lo desee y cuando finalmente suceda será tan jodidamente explosivo. Inclino su espalda y sigo el contorno de su cuello con mis labios y vuelvo a besarla, duro y profundamente mientras aumento la velocidad de mis dedos. Ahora está tan jodidamente mojada y mis dedos se mueven con fluidez, haciendo fricción, llevándola al borde. Ella gimotea. —Te deseo. —Respira contra mis labios—. Por favor… te deseo. Trago saliva tan duro como puedo, dispuesto a no ceder.

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Bookzinga —Déjate llevar —le digo—. Ahora mismo, quiero que te vengas en mis dedos, Mila. Sus ojos se abren y me mira fijamente, sus ojos llenos de naturalidad, como si nadie se lo hubiera dicho antes y es cuando me doy cuenta de que es verdad, jadeo y bajo mi cabeza besándola nuevamente, su lengua suave contra la mía, y deslizo mis dedos dentro y fuera, más rápido, más fuerte y entonces gimotea, arqueándose contra mí, explotando. Sostengo mi aliento mientras la siento temblar, se viene con todas sus fuerzas y es jodidamente sexi. Esta húmeda y temblorosa y la sostengo frente a mí, envolviéndola en mis brazos hasta que finalmente abre los ojos. Ambos estamos cubiertos de pintura y cuando se aleja lentamente sus mejillas están sonrojadas y parece avergonzada. Sonrió. —¿Disfrutaste mi proyecto de arte? Yo creo que fue una obra maestra. Pone los ojos en blanco y sonríe ligeramente, mientras recoge del suelo los utensilios que usamos. Observo su trasero, ya que en esa postura lo enmarca perfectamente frente a mí. —¿Por qué no me follaste cuando te lo pedí? El sonido de esa palabra viniendo de su pequeña y dulce boca devuelve la vida a mi polla y se da cuenta. Arquea ambas cejas. Yo sonrío. —Porque aún no estás lista, pero lo estarás y cuando eso pase enloquecerás. —No tengo ninguna duda —contesta suavemente mientras recoge la bata abandonada en el suelo—. Pero no fue justo, tú no obtuviste nada a cambio, me siento mal. La miro con incredulidad. ¿En serio? Este pequeño episodio va a animar mi ducha de cada mañana de ahora a la eternidad.

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Bookzinga —Confía en mí —le digo—. Saqué algo de esto. No te preocupes. Me mira dudosa. —Lo encuentro difícil de creer, pero tenemos un gran problema. ¿Dónde va uno en una cita después de algo así? Me encojo de hombros. —No lo sé, tú eres la experta en las conductas de citas normales. Sonríe y se sonroja. —Esa no fue una conducta de una cita normal —me dice—. Fue extraordinario, solo para que lo sepas. Sonrío mientras recoge su ropa y se gira hacia mí —Creo que ahora necesitamos darnos un baño. Vuelvo a sonreír y ella se sonroja de nuevo. —Separados —agrega rápidamente—. O no seré capaz de confiar en mí. Me río y la sigo mientras camina por el estudio. Una vez más, mis ojos están concentrados en su perfecto trasero. —Obviamente —digo—. Has demostrado que no eres de fiar pensando claramente en estas situaciones. Se gira y pone los ojos en blanco. —Oh, claro, eso fue totalmente culpa mía. Me río entre dientes. —Tú fuiste la que sugirió que yo pintara. —Le recuerdo y comienza a reírse, así que decido que su risa es mi nuevo sonido favorito en el mundo. —Cierto —reconoce—. Pero eso no era exactamente lo que tenía en mente. — Me mira traviesamente—. Fue mejor.

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Después de darnos un baño, tengo que admitirle a Mila que me he olvidado de traer la comida china. —Lo siento —digo sonriendo—. No soy de fiar en que pueda pensar en más de una cosa a la vez. Y estaba concentrándome en llegar a tiempo. Sonríe y alcanza el teléfono. —No pasa nada —dice—. Los tengo en marcado rápido. Después de que llega la comida, le enseño como usar los palillos chinos y me río de sus intentos. Al final termina comiendo con un tenedor y su labio haciendo pucheros. —Lo dominaré —jura—. Algún día. Sonrío, comemos y después me comenta el ver una película para mujeres, honestamente no tengo idea de cómo pasó, excepto que estoy llegando a darme cuenta que es excepcionalmente duro decirle que no. La película no termina hasta pasada la media noche y estamos acurrucados juntos en el sofá, cálidos y cómodos. —No quiero levantarme —dice mientras pasan los créditos—. Quiero quedarme justo aquí contigo ¿Podemos dormir así esta noche? Sus ojos se amplían, como si estuviese pidiéndome el favor más grande del mundo. Mis brazos están a su alrededor y ella está apoyada en mi pecho, con su delgada espalda contra mí. Le sonrío. —Duérmete, Roja, estaré justo aquí por la mañana.

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Bookzinga Sonríe, cierra los ojos, se acurruca contra mí y me duermo más satisfecho de lo que he estado en toda mi vida. Y entonces sueño. Nuevamente, sueño con mi madre e incluso en mi sueño estoy preguntándome qué demonios es esto, no pienso intencionadamente en mi madre, ya que simplemente es muy doloroso. Pero aquí estoy, soñando con ella de nuevo y no puedo obligarme para despertar. Estoy en algún sitio oscuro y tengo miedo, no sé por qué, no puedo ver nada, pero puedo escuchar la voz de mamá, está rogando. Y escucho mi nombre. Intento abrir los ojos para despertarme y así poner fin al sonido de su voz, pero no puedo. Y en lo más profundo siento una sensación intensa de terror, aunque no sé por qué. —¡Él no! —grita y sé que es su voz porque nunca olvidaré ese sonido—. ¡Él no! Y entonces veo sus brazos estrechándome, alcanzándome. Estoy aferrado a ella incluso aunque no puedo ver nada. Todo está negro y estoy más aterrado de lo que nunca lo he estado en mi vida, estoy llorando y ella también, hasta que de repente sus brazos son los de Mila. Abro los ojos y puedo ver de nuevo. Mila está cubierta de luz, en cientos de rayos de sol y está sonriéndome. —Pax —murmura—. Estoy aquí, está bien, todo va a ir bien. Entonces mis ojos se abren, estoy despierto y encuentro que Mila está aquí y es real, murmurándome esas palabras. —No pasa nada —canturrea hacia mí, alejando el cabello de mi frente y me doy cuenta de que estoy empapado en sudor—. Todo está bien. La miro y la ternura en su rostro retuerce mi interior. Acabo de soñar que mi madre se convierte en Mila. Estoy muy jodido, y en serio.

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Bookzinga —Nena —le digo cuando finalmente puedo hablar, cuando mi interior deja de retorcerse lo suficiente como para permitirme formar las palabras—. Creo que ahora sí voy a anotarme el nombre de tu terapeuta.

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Capítulo 14 Traducido por mel94_ Corregido por Bielkitha Ivashkov

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e despierto, mirando el retrato que Mila me había hecho. Lo terminó un par de días después de que lo comenzara, lo trajo a mi casa y lo colgó al lado de mi cama. Es increíble, pero es un poco demasiado personal como para colgarlo en la sala de estar. Aunque en resumen sea un cuadro abstracto, todavía se puede decir que estoy desnudo. Las curvas de mis músculos están contorneados con colores bronces y dorados. Mis tatuajes son borrones de color, más conceptual que real. Tengo los ojos cerrados y la cabeza inclinada como si estuviera pensando. Es increíble y estoy conmovido como el infierno de que en realidad, lo terminara para mí. Nadie ha hecho algo así por mí antes. Lo estudio, preguntándome que es lo que mi Yo Pintado está pensando. El Yo Real está pensando que tiene hambre. Saco mis piernas de la cama y me dirijo a la cocina para tomar un trozo de pizza fría para el desayuno. Mila y yo la habíamos ordenado ayer por la noche después de nuestra tercera cita “oficial.” Esta vez, nosotros habíamos visto una película aquí en mi casa, y esta vez, la película fue mi elección. No fue una

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Bookzinga película para chicas. Fue completamente de disparos y gore 2. Un hombre de cine. Mila lo vio como un soldado, golpeándose el pecho y fingiendo rascarse sus pelotas imaginarias. Estoy riendo al recordarlo cuando mi teléfono suena. Mi boca está llena de pizza, pero contesto de todas maneras porque veo el nombre de Mila. —Hey —dice ella y suena un poco sin aliento. Inmediatamente me la imagino como respira en mi oído, con las piernas envueltas alrededor de mis caderas. Mierda, ahora estoy duro como el infierno. —Hey —le respondo, ajustando mi erección—. Buenos días. Sonrío al teléfono porque no puedo evitarlo. Esta chica me hace sonreír como un idiota. —Sólo llamaba para recordarte la cita del terapeuta esta mañana —me dice—. Pensé que la olvidarías. O que cambiarías de opinión. Pausa. ¡Joder! Ella tiene razón. No quiero ir. Pero estoy dispuesto a ir por dos razones. 1) Quiero dejar de soñar con mi madre porque estoy enloqueciendo como la mierda. Y 2) Creo que ayudará a Mila a que le guste. Sé que está luchando con la idea de salir conmigo. Piensa que voy a lastimar su corazón. Para ser completamente honesto, tengo miedo de que accidentalmente lo haga. Así que iré a la terapia. Puedo hacer esto. No soy un marica. —Lo que sea —le digo, rodando mis ojos—. Oh, mujer de poca fe. No lo he olvidado. Me he duchado y todo. Ella se ríe. —¿En serio? Eso quiere decir que, ¿no estás de pie frente a la ventana con el cabello revuelto? Y, ¿comiendo un trozo de pizza? Gore: El cine gore es un tipo de película de terror y de cine de explotación que se centra en lo visceral y la violencia gráfica. 2

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Bookzinga Sorprendido, miro hacia abajo y encuentro a Mila de pie en mi camino. Ella sostiene una bolsa blanca y sonríe. —Te he traído donuts —dice ella al teléfono—. Ven a abrir la puerta. Niego con la cabeza, pero, sinceramente, estoy feliz de que ella esté aquí. Jodidamente estático, en realidad. Me había decepcionado al ver que no quería dormir acurrucada en el sofá conmigo anoche. Tenía miedo de no confiar en si misma y no moverse demasiado rápido. Esto podría hacerme un marica, pero ella, ha sido en lo primero que he pensado en cada mañana de esta semana cuando me desperté. Y es lo último en lo que pienso cuando me voy a dormir. No es que yo nunca lo admitiría a nadie. Trato de romperme el cuello mientras me apresuro a la puerta y la abro. Antes de que Mila siquiera pueda decir una palabra, la atraigo y la beso duro, estampándola contra mi pecho. Oigo el crujido de una bolsa de papel como se aplasta entre nosotros. Sus brazos suben y se envuelven a mí alrededor, tirando de mí más cerca. Ella huele a flores y vainilla. Y a invierno. —Te extrañé —murmura contra mi cuello. Ella está helada al aire libre y tiro de ella al interior. —Sólo te vi anoche —le recuerdo mordisqueando su labio. Ella sonríe contra mí y agrego—: Pero también te extrañé. Realmente lo hice. Y eso me asusta como la mierda. Pero, por supuesto, no digo eso. En su lugar, simplemente tiro de ella a la cocina donde comemos donuts aplastados, en los taburetes altos de la barra del desayuno. Miro a Mila. —Creo que todavía tienen el mismo sabor —Se encoge de hombros—, a pesar de estar aplastados.

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Bookzinga Levanta una ceja y le da un mordisco a su enorme donut de chocolate. Ella se lame el dedo, lo que hace que mi estómago se apriete. —¿A qué hora era mi cita? —le pregunto, mirando su lengua y mirando el reloj. —Es en treinta minutos —me dice—. Dr. Nate Tyler. Está en la ciudad. Te envié un mensaje con la dirección. Asiento. —Aún lo tengo. No te preocupes. Voy a la ducha y luego me voy de aquí. Me mira. —Realmente sólo quería decirte buena suerte. Y que me siento orgullosa de ti por hacer esto. Sé que no te gusta hablar de cosas personales. —Tienes razón, hermana —murmuro mientras giro sobre mi taburete. Le doy un beso en la mejilla—. Tengo que empezar a moverme si no quiero llegar tarde ¿Quieres venir conmigo? Sonríe maliciosamente. —Lo haría. Si sólo fueran dos meses más en nuestra relación —Se encoge de hombros—. Pero como es… no. Levanto una ceja. —Así que, ¿puedes pintarme desnudo frente a ti, pero no puedes ducharte conmigo? Ella me acaricia ligeramente el brazo, rodando los ojos. —Ahora lo estás consiguiendo. Sonrío. —Bien. Sólo estoy tratando de conseguir todas las reglas de las citas. Es algo complicado. Confuso, realmente. Mila sonríe, ampliamente y hermosa.

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Bookzinga —No es tan difícil. Todavía me gusta mirar, incluso si no estoy preparada para tocar todavía. Pero las buenas cosas vienen a aquellos que esperan, señor. Sacudo la cabeza y voy hacia mi dormitorio. —Eso espero. —Hago un llamado sobre mi hombro—. Mi mano se está cansando. Todavía puedo oír su risa mientras voy a la ducha y dejó caer a plomo el agua sobre mí. Sólo bromeaba en parte. Mi mano se está cansando. Pero eso no me impide usarla.

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—Cuéntame sobre tu consumo de drogas. —Me instruye el Dr. Tyler. Está usando una monótona tranquilidad que pienso que todos los psiquiatras usan. El método que dice: Si hablo despacio y en silencio lo suficiente, seguiré a los psicópatas a la bahía. Cambio mi peso de una cadera a otra en la horrible silla a cuadros azul. Él médico es mayor, con canas en las raíces y lleva gafas de lectura a pesar de no estar leyendo. Suspiro. Realmente no quiero estar aquí. Me siento como un insecto bajo el microscopio y el revestimiento de madera oscura del estudio del médico parece estar acercándose a mí. —Mi consumo de drogas no es el problema —le digo—. Los sueños que estoy teniendo son mi problema. Estoy jodido. Lo siento —corrijo rápidamente—. Son confusos. El Dr. Tyler sonríe un poco mientras hace algún tipo de nota en su bloc. —¿Por qué crees que tus sueños son confusos? —pregunta, con sus oscuros ojos mira mi reacción—. ¿Alguna vez has soñado con ellos antes? Niego con la cabeza.

Bookzinga —Son sobre mi madre. Y no he soñado con ella desde que era pequeño. Como adulto, hago un esfuerzo consciente de no pensar en ello. Lo admito, trato de evitar las cosas dolorosas. Asiente mientras toma más notas. —Eso no es inusual —me dice—. La evasión es parte de la naturaleza humana. Pero cuéntame más acerca de estos sueños. Así que lo hago. Le explico que mi madre está suplicando. Y como estoy asustado pero no puedo ver y de como ella, en mis sueños, se convierte en Mila. El doctor me estudia de nuevo. —Parece que de alguna manera estás asociando a Mila con tu madre. ¿Fue tu madre como Mila, de alguna manera? Pienso en eso. Y a pesar de que ha sido un largo tiempo desde que la he visto, todavía recuerdo la sonrisa de mi madre. —Mi madre tenía una bonita sonrisa —le digo—. Era muy cálida, como Mila. Tal vez eso es todo. Más garabatos de médico —¿Algo más? —No lo sé —musito—. Mila parece elegante y suave. Creo que mi madre fue de la misma manera. Mi madre, en realidad, era una bailarina de ballet, antes de retirarse cuando nací. Mila es una artista… así que ambas son del tipo artístico. Más garabatos. —¿Era tu madre muy acogedora contigo? ¿Te amaba incondicionalmente? Fijo la mirada en él. —Sólo tenía pocos años cuando murió. Pero supongo que sí, que ese era el caso. —¿Es Mila muy acogedora contigo? —me pregunta el Dr. Tyler en voz baja, su pluma se detiene. Miro hacia él. Él podría haber dado con algo.

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Bookzinga —Sí —le digo—. Por alguna razón, ella ha sido muy paciente conmigo. —Al igual que tu madre —dice el doctor puntualmente. —Sí —estoy de acuerdo, mi corazón late por una razón que no entiendo. Mis manos están sudorosas también. Las limpio en mis vaqueros. —No vas a renunciar al consumo de drogas, ¿verdad? Sonrío y niego con la cabeza. —Las personas consumen drogas por muchas razones diferentes —dice el Dr. Tyler—. Me gustaría saber el tuyo. Trato de ocultar mi enfado. Quiero llegar a la raíz del problema, no cavar en algo inútil. Pero hago todo lo posible por complacerlo. —Comencé a tomar pastillas para dormir cuando era pequeño, después de que mi madre muriera. Mi terapeuta las prescribía, porque no podía dormir sin pesadillas. A medida que pasaban los años, me di cuenta de que me gustaba poder tomarlas y escapar de la realidad. Comencé a consumir distintos tipos de drogas. Nunca lo he dejado, hasta hace poco. El Dr. Tyler deja de hacer garabatos y me mira. —¿Has dejado de consumirlas? ¿Por qué? Asiento. —Me deshice de todo lo que tenía la semana pasada. No quiero no sentir nada en estos momentos. Como le estoy diciendo a todo el mundo, no soy un adicto. Esto no es gran cosa. Él deja su pluma y me estudia. —¿No consideras que consumir drogas, es un gran problema? Exhalo y juego con mis manos.

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Bookzinga —Por supuesto que no es legal y tampoco saludable. Pero lo que quise decir es que nunca he sido un adicto. Apenas las he anhelado desde que las tiré por el desagüe. El doctor asiente. —Algunas personas tienen personalidades más adictivas que otras. Debe ser más difícil para ti llegar a ser físicamente adicto a las drogas que otros. Eso está a tu favor. Pero me gustaría hablar acerca de por qué has tomado drogas durante tanto tiempo si no has sido adicto a ellas y, acabas de decirme que no es saludable. Entonces, ¿por qué causar este tipo de cosas en tu cuerpo si podrías haberte detenido en cualquier momento? Fijo la mirada en el suelo, a mis pies, a la alfombra. —No lo sé. Porque anhelaba el olvido, supongo. Porque es más fácil hacer desaparecer la realidad que enfrentarme a ella. Mi realidad cuando era niño no era la mejor. Mi madre estaba muerta y mi padre también pudo haberlo estado porque claramente se alejó cuando mi madre murió. El doctor asiente. —Parece que estás un poco enojado por la forma en que manejó las cosas. Pienso en eso. —Por supuesto que estoy enfadado. Tenía un niño pequeño del que ocuparse y no sólo me descuidó sino que paso cada hora del día en el trabajo, me alejó y me movió a través del país para vivir en un lugar en el que no conocía a nadie. Necesitaba normalidad, tenía que estar rodeado de gente que me conociera y me quería. Pero en cambio, no tuve nada. —Así que, ¿usaste drogas para hacerle frente? —Supongo —le respondo—. A pesar de que suena como una excusa. El Dr. Tyler mira hacia arriba. —No es una excusa. Cada uno tiene sus motivos, ¿ese es el tuyo?

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Bookzinga —Supongo —admito, y la sensación de admitir es enorme. No sé por qué. Pero hay algo de liberación al decirlo en voz alta—, que usé drogas para lidiar con el vacío que siento. ¿Eso me hace un marica, después de todo? El Dr. Tyler parece interesado. —¿Te ayudó? ¿Te llenó el vacío? Miro mis manos. —Sí. —Cuando las drogas se fueron, ¿volvió el vacío? —Sí —le respondo en voz baja. —¿El vacío sigue ahí? —El doctor parece ahora muy interesado, sus oscuros ojos mirándome. Miro hacia otro lado, a la pared, el reloj. —Sí —le respondo con sinceridad. Está tranquilo ahora, el único ruido es el que viene de la pluma del Dr. Tyler en la página. Tengo ganas alcanzarlo y tomarla, para partirla en dos. Pero, obviamente, no lo hago. Eso sería una locura y no tengo ninguna razón. Y no sé de dónde viene mi repentina ira. Doblo mis dedos sobre mi rodilla. —No te gusta hablar de ti, ¿verdad? —El Dr. Tyler observa sin levantar la cabeza. —No, no lo creo. —¿Entonces por qué estás aquí? Pienso en eso, tratando de llegar a una adecuada respuesta. —Porque Mila me preguntó. Y estoy cansado de los confusos sueños. El doctor me mira, sus ojos son amables.

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Bookzinga —¿Qué es exactamente lo que más te molesta de los sueños? Debe ser importante para conseguir que vinieras a verme. Mi pie rebota hacia arriba y abajo con nervios. —No lo sé. Creo que es porque mi mamá parece querer algo y no soy capaz de dar con ello y me parece importante. Y debido a que ella se convierte en Mila. Y eso me asusta. El doctor sonríe. —No me preocuparía por ese aspecto. Mucha gente asocia a otros en sus sueños, y eso no quiere decir nada significativo, al menos respecto a esa persona. La mayoría de las veces es símbolo de algo completamente distinto. Es una suposición inicial, pero si tuviera que adivinar, diría que tu madre se convierte en Mila porque tienes un profundo miedo a que Mila te vaya a dejar como tu madre lo hizo. Esa suposición me choca y me quedo sin aliento. Es una gran suposición y una que no había supuesto. —Mi madre no me dejó —me las arreglo para contestar—. Ella murió. Hay una diferencia. —Sí, la hay. Pero para un niño de siete años que ha tenido que abandonar todo lo que sabe, no hay mucha diferencia. Y fue en ese momento, cuando tenías siete años, que esa idea se formó. En tu cabeza, ella te dejó. Y era perfectamente normal sentirse enojado por eso. Es una de las fases normales de un duelo, en realidad. Pero desde que lo bloqueaste, no te ocupaste de ello, nunca has pasado con éxito las demás etapas. Debes de estar estancado en la fase de ira. —¡Joder! —exhalo. —De hecho —responde el doctor—. Tenemos algo de trabajo por delante. Él garabatea un poco más y salgo de la habitación donde parecía que había conseguido cada vez más y más calor. Entonces, gracias a Dios, mi hora ha terminado.

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Bookzinga A la salida, el doctor garabatea algo en un papelito y me lo da. —Es para Xanax —dice—. Si tienes la necesidad de consumir algo de nuevo, para bloquear el estrés o la ira, obtén esto en su lugar. Le doy una dura mirada. —Se lo dije. No necesito esto —Me empiezo a dar la vuelta cuando levanta su mano. —Toma —insiste—. Por si acaso. Ruedo los ojos. —Lo que sea. —Lo arrugo y lo meto en mi bolsillo—. Nos vemos la semana que viene. 150

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Capítulo 15 Traducido por Teffe_17 Corregido por Bielkitha Ivashkov

¿P

or qué en el mundo, tenía que comprometerme a ayudar con el almuerzo temprano en The Hill? Por un lado, no hay un almuerzo temprano, no durante esta época del año. Y por el otro, debería haber sabido que Maddy sólo quería tenerme aquí para sermonearme. —No me gusta —me dice ahora, refiriéndose a Pax. Y a verme con Pax anoche—, él no es bueno para ti. Va a romper tu corazón y dejarte con las piezas para que las pongas de nuevo juntas. La miro fijamente. —Ya hemos pasado por esto. Tu opinión ha sido considerada. ¿Algo más? —Me paro frente a su escritorio con las manos en las caderas y, con lo que esperaba, fuera una expresión desafiante en el rostro. Madison frunce sus labios, luego niega con la cabeza. —No. —Bien. Voy a ir a terminar mis trabajos secundarios y me iré de aquí por el resto del día.

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Bookzinga —¿Puedes volver y ayudar esta noche? Niego con la cabeza. —No. Tú no me programaste y tengo planes. Ella me fulmina con la mirada. —¿Con nuestro residente traficante de drogas? Yo la fulmino de regreso. —Él no es un traficante de drogas y no es asunto tuyo. —Tú eres mi hermana, así que es asunto mío —me dice irritablemente. No me preocupo en contestarle, solo me dirijo al comedor. Tony está silbando en el bar y yo canto con él, encaramándome en un taburete de la barra. 152

Sonrío a su canción sin melodía. —Tony, siempre estas feliz. ¿Por qué es eso? Me mira mientras rebana limas. —¿Por qué no habría de estarlo? Tengo todo lo que necesito y una pequeña mujer bonita en casa. Mi vida es buena. Asiento con la cabeza. —Buen punto. Son las cosas simples de la vida las que son mejores, ¿no? Él asiente con la cabeza y me examina, el cuchillo se detiene a mitad de un corte. —¿Por qué la cara larga, mi bella? ¿Tengo que romper las piernas de alguien? Mi mirada vuela hacia la de él y se está riendo. —¿Estás hablando de Pax? —pregunto—. ¿Maddy ha estado intentando tenerte de su parte? Tony se pone serio.

Bookzinga —Estoy de tu lado. Y de su lado. Voy a romper las piernas de cualquiera que te de un mal rato, y punto. Cualquiera de ustedes. No importa si es este muchacho o alguien más. Yo lo miro y parece serio. Me lo imagino grande, rudo, Tony balanceando un bate y me estremezco. —¿Qué piensas acerca de “este muchacho”? Hablaste con él la otra noche. ¿Cómo te pareció? Tony parece considerarlo a medida que se apoya en sus brazos fornidos contra la barra. —Es difícil de decir. Parecía agradable, cortés. Respetuoso. Eso dice algo ahí. Al menos sus pantalones no están colgando alrededor de su trasero, al igual que algunos vándalos de su edad. Pero tiene equipaje. Aunque, tú sabes eso ya. Siempre te sentiste atraída a las cosas que necesitaban arreglarse. ¿Recuerdas ese perro viejo callejero que trajiste cuando eras pequeña? —Él mira hacia mí y luego, sin un latido añade—: Ah, y por cierto, el muchacho está aquí. —¿Qué? —Mi cabeza se levanta bruscamente y me vuelvo para encontrar a Pax caminando por la puerta del restaurante. No tengo ni idea de cómo sabía que yo estaba aquí. Tony sonríe, tarara y sigue limpiando la barra de madera brillante, mientras me dirijo hacia Pax. —Hola —le digo mientras me paro delante de él. Miro fijamente su cara, tratando de evaluar su estado de ánimo. ¿La cita con el terapeuta saldría bien? No estoy segura si debo preguntar. —Hola —él responde, y luego sonríe. Parece cansado, pero está bien definitivamente. —¿Has venido a almorzar? —pregunto. Él niega con la cabeza. —No. Vine por ti. —¿Por mí? —Mi pregunta sale como un chillido y Pax sonríe.

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Bookzinga —Sí, por ti. Quiero salir de la ciudad por un rato, para despejar mi mente. ¿Vienes? Lo miré, sus ojos color avellana. Él parece preocupado y cansado. —¿Quieres compañía? —Si eres tú. Si soy yo. Mi corazón se sacude. Asiento con la cabeza, sabiendo que ahora yo estaría de acuerdo con cualquier cosa. —¿Qué tienes en mente? —pregunto, sabiendo que en realidad no importa. Él mira fijamente hacia mí. —El lago todavía no ha empezado a congelarse. Estaba pensando que podíamos llevar a mi bote una última vez antes de que lo tenga listo para el invierno. Estoy asintiendo antes de que realmente lo piense y me dirijo a la puerta. Pax tira de mi codo. —Quizás quieras ponerte un abrigo. Él se está riendo ahora y tengo que reír también. Soy una idiota. Afuera hace frío y aún más frío en el agua. Me dirijo hacia la parte de atrás y agarro mi abrigo, ignorando las insinuaciones de Maddy sobre la parte de mi trabajo. Cuando regreso al lado de Pax, me sujeto de su brazo. No puedo dejar de notar que mis dedos encajan perfectamente en el interior del hueco de su codo. Dejo mi coche en The Hill, y viajo con Pax hasta el muelle. —El olor a vómito se ha limpiado muy bien —observo, mientras huelo el interior. Huele como a cuero y ambientador de coche de pino. Pax niega con la cabeza. —Sí, una buena limpieza detallada. Nunca voy a dejarlo pasar, ¿verdad?

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Bookzinga —Probablemente no —le respondo con aire ausente, mientras miro por la ventana el desenfoque invernal de los árboles pasando a medida que dejamos The Hill detrás de nosotros. Sólo toma unos minutos para conducir hasta el muelle y el malecón se ve muy solo en esta época del año. La mayoría de los botes ya han sido sacados de sus resbalones para el invierno. Casi parece abandonado aquí. Pax da la vuelta hacia el maletero de su coche y después de cavar alrededor de un minuto, saca un abrigo azul chillón. —Va a hacer frío en el agua —me dice sin necesidad—. Así que ¿por qué no te envuelves en esto? Me ayuda a ponérmelo y cuando parezco lo suficiente como el abominable hombre de la nieve, nos dirigimos hacia la lancha grande. Mientras me ayuda a subir a bordo, deduzco que debía haber costado miles y miles de dólares, pero no le digo nada. Elijo sentarme en el piso, fuera del viento, y él pone en marcha el motor. Los estruendos cortan a través del silencio y rápidamente estamos pasando fuera de la bahía. En poco tiempo, la cara de Pax es de color rojo por el viento. Ha sido un invierno suave hasta ahora, pero aun así aquí es gélido. El agua hace al mordaz viento absolutamente frío. —Será mejor no ir demasiado lejos —le grito a él—. Vas a morir de frío. Él rueda los ojos y sigue dirigiéndose más allá de las enormes solitarias boyas que marcan el canal dentro de la bahía. Cuando estamos en aguas abiertas, él finalmente reduce el motor y el silencio parece enorme. Él cae sobre el piso a mi lado. —Tienes razón —dice, inclinándose hacia mí—. Está jodidamente frío. Me río cuando él mete sus manos en mis bolsillos, tratando de absorber parte de mi calor.

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Bookzinga —Estamos locos por estar hoy aquí —le digo—. Vamos a congelarnos. Él sonríe. —Estoy loco por muchas cosas, pero no esto. El resto de mi cuerpo puede estar frío, pero mi corazón se calienta con sus palabras. Y entonces me siento como una Savia. Una Savia fría. Me acurruco junto a él, disfrutando de la forma en que parecemos ser las dos únicas personas en el mundo por aquí, mientras nos sacudimos con la corriente. El aire frío pica mis pulmones, pero de todos modos tomo una respiración profunda, tratando de disfrutar de la vivacidad. —¿Vienes aquí a menudo? —pregunto. Pax asiente. 156

—Vengo cuando quiero escapar del mundo. Aquí nadie me puede encontrar, aunque no es como si mucha gente me venga a buscar. Me río y me apoyo contra él, y él envuelve su brazo alrededor de mis hombros. —Debí haber traído un poco de chocolate caliente de The Hill —gimo, tratando de calentar mis dedos rojos—. Creo que podría perder una mano o los dedos de mis pies. Pax rueda los ojos. —Un poco melodramático, ¿no crees? —Habla por ti. Necesito mis dedos de los pies —Me aprieto en su brazo con más fuerza, luego miro hacia él. —¿Cómo estuvo tu cita hoy? ¿Estás contento de haber ido? Él se queda quieto y con la mandíbula apretada. Lo miro y trato de decidir cómo manejar esta delicada situación. Él todavía no ha dicho nada, así que le pregunto: —¿Vas a regresar?

Bookzinga Pax suspira. —No lo sé. No veo el punto, la verdad. Él parece enfocado en mi uso de drogas y yo sólo quiero averiguar mis sueños. Es bastante sorprendente soñar con tu madre muerta todo el tiempo. —Quizás él piensa que las dos cosas están conectadas —sugiero, tratando de mantener mi voz ligera, pero en realidad, me estoy muriendo por saber lo que el médico podría haber dicho. Lo dudo —responde Pax—. La única correlación que parecía sacar era entre tú y mi mamá. Esto me sorprende y lo miro fijamente. —¿Qué? ¿Él me comparó con tu mamá? Por alguna razón, esto me horrorizaba. Ser comparada con su mamá no es exactamente como quiero que me vea. Él niega con la cabeza. —Yo no sé lo que está pensando. Él tiene algunas ideas locas. —Pero tus sueños no comenzaron hasta que me conociste, ¿verdad? —le pregunto poco a poco y sabía la respuesta antes de que él asintiera. —Sí. Pero eso no quiere decir nada. —Está bien. —Mi voz es tranquila, aquí en el barco, enterrada bajo el borde de la fibra de vidrio. Él me aprieta firmemente. —No te preocupes por eso. Yo soy el que está jodido, no tú. Confía en mí, no pienso en ti como mi madre, si es eso lo que te preocupa. Sonrío un poco, aliviada y él se ríe, mirando mi cara. —¿Eso es lo que te preocupaba? Estoy jodido. Pero no tan jodido.

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Bookzinga Me relajo y me hundo contra él y froto mis manos para calentarlas. Podemos observar nuestra respiración, los hilos blancos flotando mientras hablamos. Por lo menos durante una hora, charlamos sobre nada; viejas mascotas, la escuela secundaria y la familia. Él ríe porque yo fui una porrista por un tiempo. Y entonces yo me rio porque es dueño de todas las películas de Star Wars. —¿Qué? —exige imperiosamente—. Son buenas películas. Me rio y trato de fingir que mis pies no son bloques de hielo y que no puedo oír su teléfono. Que había estado zumbando cada pocos minutos durante al menos una hora. Él lo había mirado una vez, luego lo metió en el bolsillo y no lo ha mirado desde entonces. —¿Tienes que contestar eso? —le pregunto, ya que zumba de nuevo—. Quienquiera que sea realmente quiere hablar contigo. Él niega con la cabeza, claramente molesto. —No. No es nadie del que deba preocuparme. Me muero de curiosidad, pero no lo presiono. Él claramente no quiere hablar de ello. Pero me doy cuenta, por primera vez, que cuando se pone así, tan secreto y cerrado, alejado, me pone nerviosa. ¿De qué otros aspectos de su vida, no sé yo? Creo que me quedé callada porque después de un tiempo, Pax empuja mi pie. —¿Por qué estás tan callada? ¿Estás enojada? Tengo muchas ganas de decir que no, pretender que no estoy nerviosa, pero no quiero mentir. Nada bueno puede salir de las mentiras y la cubierta estaba en contra de nosotros ya. —Me pone nerviosa cuando siento como si estuvieras ocultando algo —le digo tímidamente—. No quiero pensar cosas malas de ti, pero cuando no sé lo que estás pensando...

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Bookzinga —¿Entonces automáticamente asumes lo peor? —Me interrumpe, entrecerrando los ojos—. Tú asumes automáticamente que estoy tratando de ocultar algo si yo no quiero hablar de ello. Eso es un poco crítico, ¿no es así? Él está enojado ahora, puedo decirlo, porque está apretando la mandíbula. Es un hábito que me he dado cuenta que tiene cuando está enojado. Veo el músculo de su mejilla saltar y yo trago. —No estoy tratando ser crítica —le digo suavemente—. Es sólo que empezamos con el pie izquierdo y he estado tratando de ganar terreno aquí con la cosa de la confianza, y lo siento. Estoy un poco nerviosa. Estoy fuera de mi elemento. Abruptamente quita su brazo de mis hombros y se levanta. Se balancea el bote y yo me aferro del lado. —Si no quieres estar conmigo —dice con frialdad—. Solo dilo. Si no puedes confiar en mí lo suficiente, solo dilo ahora. Estoy tratando de cambiar por ti. Pero no quiero perder el tiempo en esto si no puedes superar mi pasado. Estoy congelada, no por el viento frío mordaz, pero sí por sus palabras, por su cara de enojo. Él parece estar listo para descartarme, como si yo no fuera lo suficientemente digna de incluso una conversación. Es suficiente para sacar el aire justo fuera de mí. —¿Puedes tirar esto, así como así? —Estoy incrédula—. Yo no he dicho que no puedo confiar en ti. Pero tu teléfono ha estado sonando durante una hora y está claro que no quieres tratar con él y que no quieres que yo sepa lo que es. Tu "pasado" no está muy lejano, así que tienes que entender que este un poco nerviosa. Y no deberías cambiar por mí. Deberías estar cambiando por ti. Pax mira fijamente hacia mí y sus ojos son fríos ahora, como lo eran cuando lo conocí. Todos los rastros de calor se han ido y me estremezco, odiando la mirada en su cara y odiando esta conversación. No sé cómo fue cuesta abajo tan rápido. —No te enojes —le digo—. Sólo estoy tratando de hablar de esto contigo. Esto es lo que la gente hace en una relación.

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Bookzinga —¿La gente se atacan unos a otros? —pregunta con voz elevada—. Porque eso es lo que siento que estás haciendo. No sabes quién me está enviando mensajes, así que estás insegura. Y de repente, tu inseguridad es mi problema. Pax está muy enojado. Está flexionando sus manos con tanta fuerza que sus nudillos están blancos. Yo trago y trato de averiguar cómo calmar la situación. Odio los conflictos, pero odio aún más que él haya comprendido mal. —Yo no te ataque —empiezo—. Solo tenía curiosidad acerca de quién estaba tratando de comunicarse contigo. Él levanta una ceja enojado. —¿En serio? Si fueras tan curiosa, entonces ¿por qué no sólo pediste ver mi teléfono? Estoy asombrada y tropiezo alrededor, buscando algo que decir mientras que el viento azota mi pelo alrededor de la cara. —Porque en una relación que se basa en la confianza, la gente no pide ver el teléfono del otro. —Sin embargo, tu realmente quieres ver el mío, ¿no? —Él me desafía, sus ojos estaban clavados en mí—. Porque no confías en mí. Él cava en su bolsillo y saca su teléfono, girando la pantalla hacia mí. Hay cincuenta y siete mensajes de texto sin leer. —Aquí tienes. Mira a tu gusto. —Mierda —respiro—. ¿Has visto cuántos son? Y todos son de un número. —¿Quién es? —pregunto con vacilación, temerosa de que él vaya a gritar de nuevo. Él niega con la cabeza.

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Bookzinga —Es Jill. Le dije que no voy a volver a verla y que no me voy a abastecer su hábito. Pero por estos mensajes, parece que ella está desesperada y está rogando por ello. —Pero no tienes nada que darle, ¿no? —pregunté lentamente. Él me dijo que lo había dejado todo. Me miró con severidad. —Yo no te mentí —dijo abruptamente—. Te dije que lo deje, y lo deje. —¿Has vuelto a verla desde que tuviste esa conversación con ella? —pregunté lentamente. Simplemente no parece normal que una persona que había sido rechazada sea tan persistente. A menos que estuviera loca—. ¿Está loca? Él niega con la cabeza. —No, ella no está loca. Es sólo es una adicta desesperada que necesita ayuda. Debería haberla cortado hace mucho tiempo, pero yo era demasiado gilipollas para que me importara. Y no. No la he visto. Mientras hablaba, su teléfono se ilumina de nuevo, con un nuevo mensaje. Cincuenta y ocho. Él rueda los ojos y yo le veo con incertidumbre. —¿No deberías al menos contestarle? —No. No haría ningún bien. Está desesperada. Ella no está pensando lógicamente, por lo que no importaría lo que diga. La he visto actuar así. Ella se pone histérica y no hay razonamiento con ella. Al diablo con esto. Yo no voy a permitir que esta problemática zorra estúpida cause problemas entre nosotros. Levanta la mano y yo me estremezco. Él se congela, mientras el dolor se borra de su cara. —¿Qué diablos? ¿Creías que te iba a golpear? —pregunta con su voz vacilante y furiosa a la vez—. ¿De verdad crees que alguna vez te haría daño, Mila? Él me mira fijamente, esperando una respuesta, pero no sabía qué decir. Dudo que cualquier cosa que diga pudiera ayudar, así que sólo lo miro sin fuerzas.

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Bookzinga Él niega con la cabeza. —Solo iba a deshacerme de esto. Mierda, Mila. Él lanza su teléfono en el lago. Lo veo hundirse en las profundidades gélidas y luego me vuelvo hacia él. —Pax, yo… —No. —Chasquea con frialdad, volviendo la espalda a mí para tomar el volante—. Solo no lo hagas. No puedo hablar contigo ahora mismo. Prende el motor y acelera. La fuerza de ello me arroja de nuevo en la pared lateral y la agarro con las manos heladas. Está molesto y yo sé que no hay razonamiento con él. Tiene que enfriarse. Fuimos con velocidad hacia la orilla y después de cada oleaje que pasamos, aterrizamos con fuerza sobre la superficie del agua. Mis huesos estaban chirriantes. Y a medida que aceleramos a lo largo, me pongo cada vez más enojada. —¿Qué te hace pensar que tienes el derecho de estar enojado conmigo? —grito por encima del viento—. Tenía curiosidad, eso es todo. Tengo derecho a sentir curiosidad, Pax. Él no contesta. Su mano sólo empuja el acelerador aún más y vamos más rápido. Aprieto los dientes. —¿Quieres ir más despacio? —exijo—. Nos vas a matar a los dos. No hay respuesta. No reduce la velocidad. Aprieto los dientes de nuevo, pero antes de que pueda decir nada, llegamos a otra ola enorme. Y esta vez, antes de que pueda pensar o moverme, caemos con fuerza.

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Bookzinga Sólo que en lugar de permanecer en el interior del barco, soy tirada sobre el borde derecho, justo en las gélidas aguas agitadas del Lago Michigan.

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Bookzinga

Capítulo 16 Traducido SOS por ƸӜƷYossƸӜƷ Corregido por Curitiba

—¡

Maldición!

Apenas tengo tiempo de reaccionar antes de que Mila desaparezca, por el borde hacia el agua congelada. Apago el motor y giro, revisando la superficie del agua agitada. —¡Mila! —grito mientras me apresuro hacia el borde—. ¡Mila! Se ha ido. No puedo verla. El agua gris se agita y gira, creando espumosas crestas de olas que bañan el lado de la embarcación. No hay ninguna señal de Mila entre las profundidades. Mierda. Sin pensarlo más, me zambullo detrás de ella. El choque del agua saca el aire de mí y me revuelvo, tratando de buscarla tientas y tratando de guardar aire en mis pulmones. Nunca he sentido un frío tan increíble y penetrante hasta los huesos en toda mi vida. Cada célula de mi cuerpo, cada parte de autoconservación, está tratando de obligarme a salir del agua helada. Pero tengo que encontrarla.

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Bookzinga Me sumerjo más abajo y en realidad mi cuerpo se adormece. No lo siento ya. Muevo mis brazos a ciegas frente a mí, desesperado por algún rastro de ella. Esto no puede estar pasando. Mila no puede ahogarse aquí, no en el lago que tanto ama, no por mi culpa. Obligo a mis párpados a estar abiertos y el frío asalta el tejido sensible de mis ojos, pero tengo que ver. Aunque el agua es tan turbia en su estado glacial que sinceramente no puedo ver nada en absoluto. Sigo sumergiéndome hasta que mis manos tocan algo duro en el agua. Lo agarro, mis dedos entumecidos se aferran a algo carnoso. Mila. El abrigo está lleno y la arrastra hacia abajo y no puede patear a la superficie. Parece estar luchando para elevarse. La impulso conmigo y salimos a la superficie. Le retiro el cabello de su cara. Ella toma aire y me agarra por instinto, tratando de salir del agua. —Cálmate —le digo rápidamente, llevándonos hacia el bote—. Cálmate o nos ahogaras a los dos. La empujo hacia arriba y sobre el lado del bote, y luego me impulso después de ella. Los dos colapsamos en un montón. Ella está en un charco de agua helada en el suelo de la embarcación, sus dientes castañeando y sus labios azules. —¿En qué demonios estabas pensando? —le suelto—. ¿Estás loca? ¿Por qué no te estabas sujetando? Le quito el pesado abrigo de cuerpo entero porque está empapado y luego miro alrededor del bote para ver si hay algo para envolverla, pero no hay. —Maldición —susurro—. No tengo nada para mantenerte caliente. —Su cabello mojado está levantando en mechones y colgando por la espalda y froto sus brazos—. Tenemos que volver a la orilla. Quédate aquí junto al borde. Ella se aferra a un lado, por debajo del borde donde está parcialmente protegido del viento.

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Bookzinga —Lo si-i-iento —murmura—. Debí sostenerme más fu-u-uerte. Pero tú no de-eebiste ir mane-e-ejando tan rápido. —Lo sé —le digo sin fuerzas—. Lo siento, Mila. Fue mi culpa. Vamos a llegar a la costa y secarte. —Enciendo el bote y lo dirijo hacia la orilla, yendo tan rápido como puedo. El viento pasa a través de mi camisa mojada y sin mentira, forman carámbanos en el dobladillo. Para el momento en que estaciono en mi puesto mis dedos son de color púrpura y me pongo a temblar casi sin control. Tan pronto atraco estoy sosteniendo a Mila para que salga del bote con dedos entumecidos. Ella está tambaleándose tanto que puedo decir que sus extremidades están adormecidas, también. Así que sólo la recojo, pensando que la puedo llevar más rápido de lo que ella puede caminar. —Pu-u-uedo ca-a-aminar —dice. Niego con la cabeza. —Yo camino más rápido. Sus dedos agarrando mis hombros son como hielo y sacudo la cabeza. —Probablemente vas a contraer neumonía —le digo, abro el auto y la pongo en el asiento. Por primera vez, deseo que mi carro fuese uno nuevo en vez de uno clásico. Uno de esos modernos con calentadores de asiento. Meto a tientas la llave en el contacto con dedos fríos y temblorosos y llegamos a mi casa en tan sólo unos minutos. Mi culpa me hace ir más rápido sobre el hielo de lo que normalmente debería. El auto está apenas en la calzada antes de que golpee el botón de la cochera de manera que no tengo que buscar a tientas con la cerradura de la puerta. Estoy fuera del auto y junto a ella en cuestión de segundos, sacándola y llevándola a través del garaje hacia la casa. —Tus labios todavía están azules —le digo—. Vamos a darte una ducha caliente. —Tú también necesitas u-u-una —me dice con su quijada temblando. No puedo decir si sólo está muerta de frío o está en una especie de shock. No la suelto. Sólo la llevo directo al piso de arriba, a mi cuarto de baño. La dejó en la tapa del

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Bookzinga inodoro y abro el agua, volviendo a ayudarla a desprenderse de sus ropas cubiertas de hielo. Apenas todavía puedo sentir mis dedos. Están tan fríos que casi se siente caliente contra su piel congelada. —Mila. Lo siento. Perdí los estribos y se puso todo rojo y sé que no debería haber estado conduciendo así. Lo siento. Ella asiente. —Está bien. E-e-estábamos molestos. Se aca-a-abo ahora. Está bien. Le saco la camisa sin decir una palabra, y luego ayudo a desenganchar su sujetador. No está inválida, pero sé lo difícil que es mover los dedos, congelados como están, así que sé que los de ella están iguales. La ayudo a ponerse de pie y tiro de sus jeans mojados, luego su ropa interior, luego la llevo hacia la ducha. —Entra —le ordeno, mientras me quito mi propia ropa y entro en el vapor detrás de ella. Está bajo el agua ahora, sosteniendo el pelo hacia atrás mientras el agua caliente acalora de nuevo en sus huesos. —Oh Dios mío —dice en un suspiro—. Esto se siente tan bien. Duele, también, pero… Oh. Dios. Mío. Sus ojos están cerrados, pero el color está regresando a sus labios. Doy un suspiro de alivio y me deslizo a su lado, debajo de la boquilla a su izquierda. Ella tiene razón. El agua caliente es más asombrosa de lo que nunca parecía antes. —Mierda, ese lago estaba frío —murmuro mientras las cascadas de agua caen sobre mí. Sintiendo de nuevo mis dedos de los pies en miles de agujas dolorosas—. Maldición, los pies me duelen. Mila gime en acuerdo a mi lado y, sinceramente, sólo nos quedamos bajo el agua durante unos diez minutos, con los ojos cerrados y sin hablar, simplemente disfrutando de la calidez. Cuando la niebla se dispersa y ya no estoy temblando, me dirijo a ella. Está desnuda, mojada y maravillosa, pero no me importa en el momento. Todo lo que me importa es una cosa.

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Bookzinga —Pensaste que te iba a golpear —digo simplemente. Parece culpable mientras se voltea hacia mí, su piel de un rosa saludable ahora. —No —protesta calladamente—. Sólo fue un reflejo. Sólo reaccioné. —¿Entonces no pensaste que te iba a golpear? —Alcé una ceja—. Porque te estremeciste. —Ella deja caer la cabeza. —No sé qué pensé. Doy un suspiro por su honestidad y me desinflo al mismo tiempo. Extendiendo la mano, subo su barbilla con los dedos. —No importa cuán molesto esté, nunca te golpearía. ¿Entiendes? —La miro a los ojos—. Nunca. Ella traga y me mira y sus ojos son tan amplios y verdes. 168

—Lo siento —me dice—. No sé por qué pensé eso. Y hay algo en sus ojos que me da que pensar. —¿Tu papá golpeaba a tu mamá? La pregunta cuelga allí entre nosotros y me mira. Y asiente lentamente. —No frecuentemente. Pero algunas veces. Lo vi unas pocas veces. La abofeteaba, ella lo abofeteaba a él. Tenían una relación muy pasional. —Mierda —murmuro en asombro, antes de atraerla hacia mí—. Mila, incluso una sola vez es demasiado. Nunca te golpearía. Necesito que creas eso. Ella siente silenciosamente, y veo que está llorando. Y no sé si está llorando acerca de su mamá y papá o si está llorando por nuestra pelea en el bote. La empujo más fuerte contra mi pecho, dejando caer mis labios en su frente. Ella está aprisionada contra mí, húmeda y firme. Deslizo mis manos alrededor de su espalda, sujetándola con fuerza. —Mila, nunca te lastimaría. No así.

Bookzinga Ella asiente con la cabeza y me alcanza y así como así, estamos absorbiéndonos el uno al otro, como si nos necesitáramos el uno al otro para respirar. Su lengua se hunde en mi boca y mis manos están por todas partes en su cuerpo, deslizándose hacia arriba y abajo sin problemas en la humedad de su espalda, y hacia abajo sobre sus caderas. Sorbo sus labios en mi boca, tirando de ellos con los dientes. Ella gime dentro de mí y lo inhalo, disfrutando del sonido. La desesperación se cierne pesadamente alrededor de nosotros, una necesidad devorante. La giro, sujetándola a la pared de la ducha, presionándola mientras me sumerjo en su boca una vez más. Puedo probar a esta chica para siempre y todavía no tener suficiente. Alza sus piernas y la engancha alrededor de mis caderas. Mis manos se deslizan por sus muslos para acariciar su trasero, su increíblemente perfecto trasero, y ella se menea sobre mí, empujándonos cada vez más cerca. Mi polla se estampa contra ella y sé que la siente. Dura. Mojada. Cálida. —Te quiero esta noche —me dice en el oído. Sus dientes mordisqueando mi oreja—. Por favor, Pax. Gimo y me alejo, mirándola. —¿Pensé que querías esperar? Ella da una sonrisa entrañable y perversa. —Al diablo eso —dice—. Te quiero ahora. La estrecho de nuevo contra mí y tomo su boca, y sus labios son malditamente suaves contra los míos. Mis dedos se deslizan dentro de ella y gime en mi boca, jadeando suavemente. Ella sabe como el sol.

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Bookzinga —Eres jodidamente hermosa —digo en tono áspero contra su garganta mientras dejo un rastro de besos hasta sus pechos—. Tan hermosa. Deslizo su pecho dentro de mi boca, chupándolo suavemente. Ella tira de mí, me agarra, golpeando con las manos las losas de la ducha. Su aliento sale en jadeos ahora, puedo oírlo, irregular y crudo. Me muevo al otro pecho y chupo allí, jugando con ella, disfrutando de ella. Su piel está húmeda y suave, y cuando abre los ojos para mirarme, su mirada está fuera de foco y salvaje. Me desea. Esa noción es casi incomprensible para mí. Me desea justo como yo la deseo a ella. Gimo y entierro mi cara en su cuello. Su mano está en mi polla y palpita en con su toque, caliente y pesada. La deseo como nunca he querido nada. Gimo y ella sonríe mientras desliza su mano hacia arriba y abajo en toda mi longitud. —Eres tan grande —murmura suavemente. Vaya, qué grandes dientes que tengo. Soy de nuevo el lobo mientras me cierno sobre ella, empujo su espalda contra los azulejos. Ella es inocente y hermosa. Y yo.... no lo soy. No la merezco. Trago fuertemente. —¿Me deseas? —le pregunto, mis labios sólo a un centímetro por encima de ella. Asiente con la cabeza, con los ojos fuertemente cerrados mientras pasa sus manos por mi espalda y hacia abajo a mis caderas. —Entonces abre tus ojos y dilo —le ordeno entrecortadamente—. Di mi nombre. Sus ojos revolotean abriéndose y ve los míos. —Te deseo —murmura—. Pax.

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Bookzinga Mi lengua se retuerce alrededor de ella, húmeda y caliente. Puede que no la mereciera, pero ella me desea de todos modos. Mi estómago se tuerce. —Dilo de nuevo —le digo suavemente. Me mira con sus ojos verdes bien abiertos. —Pax —suspira—. Te deseo. —Maldición —murmuro y me aparto de ella por un momento, para llegar a la puerta y tirar de la billetera de mis pantalones en el suelo. Busco a tientas el condón y luego estoy de vuelta en el agua, tirando de ella contra mí. Y luego me deslizo dentro de ella. Luz explota detrás de mis párpados porque ella se siente jodidamente bien. Tan húmeda, tan estrecha. Podría morir aquí ahora mismo y nunca arrepentirme de nada. Mila jadea mientras me impulso dentro de ella, y entonces agarra mi espalda, tirando de mí hacia ella. —Te sientes tan bien —gime en mi oído. Y el calor aprieta mi pecho. Gimo y trato de centrarme en cualquier cosa que me impida venirme enseguida, pero sé que es inútil. Sus tetas se estrellan contra mí, húmedas y suaves, y cada vez que me deslizo en su contra, la fricción me lleva mucho más cerca del borde. Ella me atrae más y en este momento, sé que es toda la luz y lo bueno en el mundo. Me deslizo dentro y fuera, el calor entre nuestros cuerpos mojados me conduce a la locura. —Voy a acabar —digo rudamente contra su cuello mojado. Abre sus ojos y me mira. —Entonces vente —dice simplemente.

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Bookzinga Y luego entierra su lengua en mi boca y no puedo detenerme. Mi polla pulsa dentro de ella y ella se aprieta a mí alrededor. Respiro entrecortadamente mientras la mantengo en la pared, y después de lo que parece como una hora, los dos nos deslizamos hacia el suelo. Está en mis brazos y el agua está golpeando entre nosotros. Ni siquiera puedo hablar. Sólo la mantengo en mi regazo, la acuno contra mí, y el momento parece enorme. Nos sentamos de esta forma durante más tiempo, hasta que el agua comienza a ponerse fría. Mila alza su cabeza. —Eso fue increíble —murmura. Se aleja un poco y acaricia el lado de mi cara. Me apoyo en su mano y cierro los ojos—. Eres hermoso —añade. Mi estómago se aprieta. —No soy hermoso —respondo—. Estoy muy lejos de ello. —Lo eres —insiste—. Sólo tienes que creer en mi palabra. Niego con la cabeza, pero no la suelto y ella se inclina de nuevo contra mi pecho. —El agua se está enfriando —dice adormilada. Sus piernas están entrelazadas con las mías mientras su cuerpo cubre el mío. Ella no parece preocuparse por el agua, pero ambos hemos tenido más que justa parte de agua fría durante el día. A regañadientes, me incorporo y la levanto. La llevo fuera de la ducha y le pongo una toalla antes de dirigimos a mi habitación y encontrarle una camisa para que ponga. La coloco por la cabeza y la miro. —Quédate conmigo esta noche —le insto. Estás cansada, estoy cansado y hace frío afuera. Sólo quédate aquí. Ella me sonríe. —Ese era el plan hace rato —responde con picardía—. Tengo mi bolso de dormir en mi carro en The Hill. La miro.

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Bookzinga —Te refieres… tú ibas a… ¿esta noche? Se ríe. —Escúpelo, Pax. No es tan difícil de adivinar. Si, estaba lista esta noche. Tengo que reír y negar con la cabeza. —¿Te gusta mantenerme adivinando? —le pregunto mientras le arrastro hasta la cama y hacia mi regazo. Ella asiente con la cabeza, sus ojos verdes resplandeciente. —Mantiene las cosas interesantes, ¿no es así? Bajo mis labios a los suyos, silenciando cualquier otra cosa que piensa que va a decir. Cubriendo su cuerpo con el mío, la empujo con suavidad a la cama y arrastro mis labios por su cuello, luego por los brazos y manos. Beso sus manos y luego miro hacia las ventanas. —Hay una tormenta invernal que sopla en todo el lago —le digo, y ella se vuelve para verlo conmigo. —Es bueno que no estemos allá afuera todavía —señala mientras vemos las nubes negras construirse y enrollarse a través del agua. Relámpagos iluminan la oscuridad y parece que el aire está cargado con el poder de la tormenta. Se ríe y tira de mí hacia ella, su lengua en mi boca de nuevo. Decido que es donde su lengua siempre pertenece. Mis manos se deslizan a su trasero, con lo que su pierna está alrededor de mi cadera. —Es allí a donde tu pierna pertenece —le digo firmemente. Ella sonríe contra mis labios. —Eso puede hacer que caminar sea difícil —responde, mientras arrastra sus dedos por mi espalda. —Nos las arreglaremos —gruño y deslizo mis dedos dentro de ella. Ella gime y se arquea contra mi mano, mientras el trueno rasga el exterior. Y entonces

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Bookzinga nuestra conversación muere mientras una tormenta propia retumba en mi dormitorio.

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Bookzinga

Capítulo 17 Traducido SOS por Lalaemk y LizC Corregido por Curitiba

L

a última cosa en la que pienso antes de cruzar el umbral nebuloso hacia el sueño, es que los brazos de Pax son tan fuertes y cálidos. Y seguros.

Nunca voy a olvidar lo que se sintió cuando él se zambulló en el lago tras de mí y me llevó a la seguridad. El estúpido abrigo me estaba transportando hacia abajo y no me lo podía quitar. Probablemente él salvó mi vida. Es irónico que sea tan imprudente con su propia vida, pero parece tan protector con la mía. Me acurruco más cerca de él, contra la fuerza de su pecho. Mi cara está presionada contra su corazón, que late con fuerza contra mi oído. Es ese zumbido con cadencia que me tranquiliza a dormir. Y entonces sueño. Miro hacia abajo y encuentro que la luz solar me está bañando, brillando sobre mi piel. Estoy en la iglesia otra vez. Pero esta vez es diferente.

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Bookzinga En lugar del vestido negro que usé en el funeral de mis padres, estoy usando uno blanco. Uno simple de algodón que básicamente es transparente. Y mi padre está sentado en la parte delantera de la iglesia, en vez de los ataúdes. Y en lugar de la luz del sol brillante, él está sentado en las sombras. Mi pulso se acelera porque esta es la primera vez que cualquiera de mis padres ha aparecido en un sueño. Es tan bueno ver la cara de mi padre. Me apresuro por el pasillo hacia él, pero mis pies sólo se mueven a una velocidad. Es muy frustrante porque quiero correr y ellos no quieren cooperar. Pero eventualmente lo alcanzo. Me paro frente a él y simplemente lo miro. Está usando su camisa de franela verde favorita y un pantalón vaquero azul que está roto, el que siempre solía usar para trabajar en el patio. Él sonríe. —Hola, peanut3. —Hola, papá —digo a duras penas. Tengo un nudo en la garganta que parece que no puedo tragar—. Es tan bueno verte. Él sonríe con la misma sonrisa que he visto un millón de veces en los últimos años y extiende sus brazos. Me hundo en ellos y él huele igual, como Old Spice 4 y mentas. Inhalo y lloro, y lo abrazo fuertemente. Pero después de unos minutos, él se aleja. Lo miro, a las manos grandes que me han sostenido una y mil veces, que han bañado a mi perro y empujaron mi bicicleta y golpearon a mi madre. Trago y lo miro a los ojos. —Papá, ¿por qué golpeaste a mamá? Él parece sorprendido y levanta las manos, con las palmas hacia el cielo.

3

Peanut: Se traduce como maní, pero como es un apodo que le da su papá, se decidió dejarlo en inglés.

4

Old Spice: Marca de perfume y desodorante masculino.

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Bookzinga —No lo sé —dice en voz baja—. Porque no soy perfecto. Tu madre y yo debimos haber buscado un poco de ayuda con nuestro matrimonio. Nos amábamos, pero no era sano estar juntos. Lamento que hayas visto eso. —¿Cómo puedes amar a alguien, y lastimarlo? —pregunto, y mientras lo hago, siento las lágrimas correr por mi cara. Papá extiende una larga mano y las limpia. —Esa es una parodia de la vida —me dice en voz baja—. A veces le hacemos daño a aquellos que más amamos. —Pero nunca se debe hacer daño a alguien de esa manera —le digo—. Tener ese tipo de temperamento es ser un cobarde. Papá me mira. —Entonces, tal vez era un cobarde. Pero todavía era una buena persona que resultaba tener un mal carácter. Te amo, peanut. Me siento clavada en el suelo y luego entumecida mientras la realización me inunda. De alguna manera, por alguna razón, las piezas encajan en mi mente y de repente sé lo que estos estúpidos sueños han estado tratando de decirme todo el tiempo... con los ataúdes negros y blancos, la luz del sol y las sombras. La vida no es blanca y negra. Las personas no son buenas o malas. Me he centrado tanto en el sentido de la vida después de lo de mis padres que me olvidé de ese hecho, porque en el fondo, aunque no me lo reconocía a mí misma, la relación volátil de mis padres fue muy dura para mí. Y supongo que los juzgaba. Verdaderamente, sin embargo, la vida es una mezcla de bien y mal, de varios tonos de grises y blancos y negros. Creo que siempre he tenido miedo de entrar en una relación con alguien porque temía que iba a terminar en el mismo tipo de relación que mis padres o que cometería un error. Pero la vida es todo acerca de los errores. Trago fuerte y miro a mi papá.

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Bookzinga —Te amo, papi. —Él asiente, con los ojos llenos de bondad y amor—. Te extraño. —Lo sé —responde. Y a pesar de que está quieto, comienza a desvanecerse, hasta que ya no está aquí y estoy sola. Pero no estoy sola. Puedo sentir la presencia de Pax, incluso aunque no pueda verlo. Me doy la vuelta y él no está ahí. Y entonces me despierto. Estoy mirando a sus ojos. —¿Estás bien? —susurra—. Estabas soñando. Sus brazos se aprietan alrededor de mí. —Acabo de tener el sueño más extraño —le susurro—. Soñé con mi papá por primera vez desde que murió. Le pregunté por qué había golpeado a mi mamá y básicamente me dijo que estaba viciado. Pero seguía siendo una buena persona. Él y mi mamá debieron haber recibido ayuda, pero nunca lo hicieron. Pax me mira, sus ojos dorados cálidos en el cuarto oscuro. —Tienes razón —dice finalmente—. Una persona puede ser defectuosa, pero todavía puede ser una buena persona, o tener un buen corazón, por lo menos. ¿De dónde viene esto? ¿Porque te pregunté acerca de tus padres más temprano? Me encojo de hombros. —No lo sé. Quizás. He tenido un extraño sueño recurrente desde que murió, y creo que esto ha sido siempre una de las cosas que mi subconsciente ha estado tratando de decirme. Luché después de su muerte, los extrañé mucho, pero los he resentido a causa de su relación. Se amaban el uno al otro, como distracción, casi, pero no era sano que estuvieran juntos. No se comunicaban bien. Pax me mira fijamente. —¿Tu papá alguna vez te golpeó? Niego con la cabeza inmediatamente.

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Bookzinga —No. Unos pequeños golpes cuando era una niña, pero ¿un golpe real? No. Eran buenos padres. Su problema era que siempre se empujaban más allá de sus límites cuando las cosas se intensificaban más allá de su control. Pax ya está sacudiendo la cabeza. —Nunca nada está fuera de tu control —argumenta—. No está en esa situación. Tenías razón, sin embargo. Tus padres debieron haber recibido ayuda. Lamento que no lo hicieran. Cierro los ojos y me acurruco contra él. —Creo que mi sueño era un mensaje para mí, de alguna manera. Que todo va a estar bien, y que debo confiar en mi instinto. Mi instinto me dice que está bien estar contigo. Tú y yo no somos mis padres y nuestra relación no será la misma que la suya. Nadie es perfecto y tú tienes problemas para hacer frente, pero vamos a salir de ello, Pax. Se sobresalta, puedo sentirlo. Está rígido contra mí. —¿Crees que tu sueño era un mensaje de tu padre de que está bien estar conmigo? Me encojo de hombros otra vez. —No lo sé. Tal vez. Niega con la cabeza. —De ninguna manera. No es que no crea en ese tipo de cosas, pero no hay manera de que tu padre te daría su bendición para que te involucraras conmigo. No hay manera en el infierno. Soñaste lo que querías creer que iba a decirte. Estás tratando de dar sentido a las cosas. Despertamos tus recuerdos esta noche, así que es normal. Sin embargo, me niego a dejar que me influencie. —Vamos a tener que estar de acuerdo o en desacuerdo. Pero por ahora, vamos a volver a dormir.

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Bookzinga Y así lo hacemos. Pax intensifica su agarre sobre mí y me quedo dormida en sus brazos. Cuando me despierto, todavía está durmiendo a mi lado. Sus brazos están todavía bien envueltos alrededor de mí. No creo que nos hayamos movido en absoluto. Parpadeo por la luz solar que se vierte a través de las ventanas. Estoy tan cómoda que no me quería levantar y cerrar las persianas. Pero si no lo hago, nunca voy a volver a dormir. Y no estoy lista para comenzar el día. Quiero quedarme en la cama con Pax un poco más. Con mucho cuidado me salgo de los brazos de Pax y me arrastro fuera de la cama, caminando hacia las ventanas. Encuentro las cuerdas que tiran de las cortinas para cerrarlas y empiezo a tirar. Cuando lo hago, miro hacia abajo en el césped detrás de la casa y me congelo. Una sensación helada se extiende desde la base de mi columna vertebral hasta llegar a mi cuello mientras rebota de terror a través de mi caja torácica. Hay alguien tumbado en el césped, en el frío y el viento. Miro más de cerca, a la pierna pálida, con tacón alto y puntiagudo y el pelo castaño desvaído. Jill. ¿Qué demonios? Mi mano cae de las persianas y me tapo la boca con ella. Jill no se está moviendo y su cuerpo está tumbado en un ángulo antinatural. Su cara está girada al lado contrario de mí, hacia el lago, pero ella está demasiado quieta. El viento mueve su pelo sobre su cara, pero es la única cosa en movimiento. —¡Pax! —grito, corriendo a sacudirlo—. Despierta. ¡Despierta! Jill está en tu jardín.

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Bookzinga Se levanta aturdido, tratando de despejar su cabeza lo suficiente para entender lo que estoy diciendo. La realización finalmente cruza su rostro y se lanza desde la cama, y los dos corremos al jardín trasero. Pax corre hasta Jill sin ninguna vacilación, pero tengo que admitir que estoy indecisa. El terror parece congelarme en el lugar. No sé exactamente lo que está mal con ella, pero sé que no es nada bueno. Pax se arrodilla y la examina, pero rápidamente me mira y la expresión de su rostro es grave. Tengo que obligarme a caminar hacia él. —¿Puedes llamar a la policía? —pregunta él en voz baja. Miro hacia abajo y los ojos de Jill están abiertos. Están desvanecidos y sin pestañear, y sé que ella está muerta. Retrocedo, con las manos sobre la boca, horrorizada total y absolutamente. Quiero gritar, pero no lo hago. Hay vómito en su camisa y barbilla. En algún momento, había corrido abajo de su brazo y en la mano. Está congelado allí ahora, de un color anaranjado-óxido. Me atraganto y doy la vuelta. Pax se levanta y envuelve sus brazos alrededor de mí. —Vamos a llamar a la policía —dice suavemente—. No mires más. No hace falta. —¡No podemos dejarla aquí! —le digo—. Hace frío. ¿Cuánto tiempo crees que ha pasado aquí? ¿Desde ayer por la noche? ¿Crees que te estaba enviando mensajes de texto desde aquí? Lo miro con los ojos desorbitados y él agarra mi codo. —Mila, ella no siente el frío. Tenemos que llamar a la policía. Y no tengo ni idea de si estaba aquí cuando me estaba enviando mensajes de texto. No digo lo que sé que ambos estamos pensando. Si él le hubiera contestado, esto podría haber sido evitado. No lo miro a los ojos porque no quiero que vea mis pensamientos.

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Bookzinga —¿Tuvo una sobredosis? —pregunto en silencio mientras caminamos inexpresivamente hacia la casa. Pax niega con la cabeza mientras subimos las escaleras hasta la cocina. —No lo sé, pero de seguro parece a eso. —Me mira—. ¿Puedes hacer un poco de café mientras llamo? Asiento y me pongo a buscar los suministros de café. De alguna manera se siente bien hacer esta cosa mundana, dejar que mis manos trabajen automáticamente mientras mido el café y vierto el agua en la cesta. El aroma llena mi nariz y me quedo ahí de pie, con las manos aferradas al gabinete, cuando Pax aparece detrás de mí. —Están en camino. Olvidé poner tu ropa en la secadora anoche, pero creo que tengo un par de sudaderas que puedes tomar prestadas. Asiento y lo sigo hasta arriba, donde encuentra las sudaderas y me la entrega. —Son demasiado grandes, pero hay un cordón. ¿Estás bien? Él me mira y me siento en la cama, con voz temblorosa. —Pax, ese podrías haber sido tú. Podrías haber sido tú. Soy débil y no sé qué más decir. Eso es lo único que se me ocurre. Pudo haber sido él. Si no me hubiera encontrado con él esa noche en la playa, habría sido. Ver a Jill de esa forma sólo me convenció, como una estaca en el corazón. Pax se deja caer en la cama a mi lado y me obliga a mirarlo. —Pero no fui yo. Y no voy a hacer eso nunca más, por lo que nunca voy a ser yo. Su mirada es determinada y fuerte, y siento que mis pulmones tiemblan cuando arrastro un suspiro. —Necesito que me lo prometas. —Te lo prometo. —Sus palabras son firmes. Y yo asiento. —Está bien.

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Bookzinga —¿Está bien? —Levanta la ceja. Asiento con la cabeza. —Está bien. Se inclina y me besa en la frente. Tengo ganas de colapsar contra su pecho, pero no lo hago. En su lugar m e pongo las sudaderas y volvemos a la sala a esperar a la policía. No tardaron mucho en llegar. Buscar un cuerpo en nuestra pequeña ciudad no es algo que sucede todos los días. Pax responde a un millón de preguntas, y luego me preguntan algunas también. ¿Estaba yo con Pax anoche? ¿Habíamos visto a Jill antes en la noche? Y así sucesivamente. Respondemos a todas sus preguntas y luego Pax le dice a uno de ellos que él sabe que ella tiene dos hijos, pero no sabe su dirección o incluso quién se ocupa de ellos cuando está fuera. Esa parte me sorprende y me hace sentir terriblemente triste. —Supongo que no sabía mucho acerca de ella —admite Pax. Se ve cansado. No realmente triste, sino muy cansado. Agarra su taza de café cuando los oficiales toman notas y hacen aún más preguntas. Me siento congelada cuando me acurruco en el sofá y espero a que esto se acabe. A través de la ventana, puedo ver el paramédico rodando una camilla hacia el cuerpo de Jill y cargándola, envolviéndola en una bolsa de color negro. La finalidad de eso choca contra mí. Así de sencillo, ella se ha ido de la vista. Me siento tan vacía y triste, como si en un segundo, todo acerca de esta mujer se extinguió, sin respeto ni fanfarria. Ni siquiera la conozco, así que no tengo idea de por qué me está afectando profundamente. Sólo que sé que podría haber sido Pax. Y una parte de mí, en el fondo, está aterrorizada ahora. Insegura.

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Bookzinga No tengo ni idea si puedo manejar esto. ¿Y si el próximo cuerpo que me encuentre es el de Pax? ¿Y si subestima su capacidad para mantenerse limpio? No estoy segura si soy lo suficientemente fuerte como para averiguarlo. Siento a Pax mirándome, como si pudiera oír mis inquietantes pensamientos. Levanto la vista para encontrar sus ojos inciertos y suaves, y él levanta las cejas como preguntando: ¿estás bien? Asiento. Sí, lo estoy. Y sonrío un poco para probarlo. Pero no sé si estoy bien en absoluto. Así que mi sonrisa era una mentira. Cierro los ojos. 184

Bookzinga

Capítulo 18 Traducido por Nanami27 Corregido por Samylinda

—E

so debe haber sido horrible para ti —dice el Dr. Teyler en voz baja mientras una vez más toma notas en su estúpido bloc de notas—. Encontrar a Jill así, en tu propio patio. Eso marcaría a cualquiera. Él hace una pausa y me mira. Ya he estado aquí por treinta minutos y para ser honesto, no sé por qué vine. Excepto que no sé qué hacer con todo lo que está pasando con mi vida. Me siento un poco como que estoy caminando torpemente, como si hubiera perdido el control. Era una cosa acerca de la droga. Siempre me hacía sentir como si estuviera bajo control… incluso cuando no lo estaba. —Claro que fue horrible —respondo—. Había una persona muerta en mi casa. Fue sorprendente. El Dr. Teyler me mira fijamente. —Había una persona muerta en tu casa, con quien habías estado involucrado sexualmente. Ella intentó contactarte antes de morir. Tienes más que un interés

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Bookzinga pasajero en esto, Pax. Necesitas tratar con lo que estés sintiendo sobre ello. ¿Puedes decirme lo que sientes? —Estoy molesto, en realidad —lo fulmino con la mirada—. ¿Por qué tenía que venir a mi casa bajo una sobredosis? ¿Fue para demostrar algo? Le dije que habíamos terminado, no es que alguna vez hubiera un nosotros. Cumplimos un propósito para ambos. Eso es todo. Ni siquiera sabía su apellido. El Dr. Teyler me mira pensativo y siento como si él estuviera tratando de buscar dentro de mí. —¿De verdad estás enojado porque murió en tu casa? —responde finalmente— . ¿O estás enojado de que no estuviste allí con ella? ¿O por ella cuando intentó pedirte ayuda? ¿Sabes lo que sus textos decían? ¿O arrojaste tu teléfono antes de leerlos? Ahora estoy molesto, principalmente porque tiene razón. Me he preguntado sobre esas mismas cosas. —¿Estás tratando de decir que esto es mi culpa porque no respondí sus textos? La chica era una psicópata. Era una adicta que necesitaba ayuda. Le dije que buscara ayuda, pero eligió no hacerlo. El doctor sostiene su mano en alto. —Claro que no estoy diciendo que fuera tu culpa —dice con dulzura—. No lo fue. Era responsable por sus propias acciones. Sólo me estaba preguntando si, ¿fuiste capaz de leer alguno de sus mensajes? Podría proporcionarte algún tipo de explicación, de manera que seas capaz de llegar a un cierre. Supongo que estás sintiendo un poco de culpa y quizás incluso la tentación de usar drogas. Quiero ayudarte a tratar con eso. Sacudo la cabeza. —No necesito un cierre. Alguien que conozco murió. No la amaba. Leí un par de sus mensajes. Quería drogas y sonaba desesperada. No tengo idea de dónde encontró las drogas con las que tuvo la sobredosis. La única culpa que siento está basada en el hecho de que no corté con ella hace mucho tiempo. Contribuí a su estado de ánimo dándole drogas durante los últimos dos años. Es algo de lo

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Bookzinga que soy responsable. Me siento mal porque no fuera capaz de dejarlo, pero eso es todo. Y no he sentido la urgencia de usar. Lejos de eso, en realidad. Estoy cansado de hablar sobre esto ahora. ¿Podemos regresar a mis problemas? —En un momento —responde el Dr. Tyler—. Estoy curioso sobre Mila. ¿Cómo le ha afectado esto a ella? Hago una pausa y siento mi corazón acelerarse. Cada día de esta semana desde el incidente, mientras me he estado refiriendo a ello, he sentido pánico cuando imaginaba la mirada en el rostro de Mila esa mañana. Era una mirada como si de alguna manera pensara que era culpa mía, que yo podría terminar como Jill. Y como si no estuviera preparada para nada de eso. Trago y mi garganta está tan seca que puedo oírlo. —Mila es un soldado —respondo—. Ella se quedó mientras los policías hicieron sus preguntas y estaba preocupada por los niños de Jill. Tiene un corazón blando. —Así que, ¿ella no sacó los paralelismos entre tú y Jill? —El doctor suena dudoso. Tengo la súbita urgencia de darle un puñetazo en la cara. —Claro que lo hizo. Me dijo que podría haber sido yo. Y luego le prometí que nunca lo sería. —¿Y ella aceptó esa respuesta? —La pluma del Dr. Teyler hace una pausa. Hago una pausa, también. —No lo sé. Parecía que sí. Pero ha estado callada esta semana, reservada. No sé si está procesándolo o qué. —¿Te asusta que ella pudiera no ser capaz de regresar a dónde estaban antes de que esto sucediera? Más que nada en el mundo. Pero no digo eso. En su lugar, simplemente digo—: Sí.

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Bookzinga El doctor mira a su papel y garabatos. Algún día, me gustaría ver exactamente lo que está escribiendo. —Me gustaría cambiar de tema ahora —le digo firmemente. He terminado de hablar sobre Mila. Agudizo mi mirada y observo al doctor fijamente. Suspira y asiente. —Está bien. Vamos a cambiar de tema. ¿Has tenido más sueños? Asiento. —Sí. Varias veces esta semana. Siguen siendo iguales. Estoy en una habitación oscura y no puedo ver muy bien. Pero puedo escuchar a mi mamá. Suena como que está suplicándome. Parece que no puedo llegar más allá de ese punto en el sueño. Es frustrante, porque siento que hay más por ver. El doctor me estudia, sus dedos alrededor de su pluma sobre su regazo. —Algunas veces, la mente de una persona se protege de la mejor manera que puede. Lo hace mediante la construcción de barreras y suprimiendo memorias. Si tuviera que suponer, diría que este sueño es una memoria. Y tu mente no quiere que recuerdes el resto de ello porque será muy doloroso. Lo miro. —¿Crees que estoy soñando algo que realmente pasó? Él asiente. —Estoy suponiendo que es cierto. Podría estar equivocado. Pero la única manera de descubrirlo, es dejar que tu sueño acabe. Sacudo la cabeza, frustrado. —No lo hará. Sólo llega hasta ese punto, donde estoy en el lugar oscuro y puedo escuchar a mi madre. Y entonces despierto. Por lo general, en un sudor frío. El doctor asiente. —Hay otra manera, si estás abierto a ella.

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Bookzinga Espero, no muy seguro de si quiero saber. —¿Alguna vez has sido hipnotizado? —pregunta el doctor y me burlo. —Mierda, no. No. No voy a ser hipnotizado. ¿Qué tipo de práctica charlatana estás ejecutando? Comienzo a ponerme de pie, pero el médico levanta la mano. —Espera, Pax. La hipnoterapia es una herramienta muy válida y útil a nuestra disposición. No es charlatanería. Simplemente es guiado bajo técnica de relajación que permite al paciente enfocarse intensamente en algo, bloqueando todo lo demás. La mayoría de los psiquiatras están capacitados en su uso y, de hecho, es una especialidad mía. Si realmente quieres saber sobre qué estás soñando, ésta es la mejor manera de averiguarlo. Eso despoja las barreras que tu mente ha puesto en marcha, permitiéndote ver lo que estás tratando de ocultar de ti mismo. Mierda. Justo tenía que decirlo de esa manera, ¿no? Porque tiene que saber que estoy muriendo por saber lo que mi mente está tratando de ocultar. Me instalo de nuevo en mi asiento. —¿Cuánto tomará? —pregunto con incertidumbre. —No es que consuma mucho tiempo —me tranquiliza—. Y creo que podría ser bueno para ti. Me mira, esperando. Finalmente, suspiro. —Bien —murmuro—. Lo haré. Pero es mejor que no me engañe para ladrar como un perro o algo. No quiero hacerlo hoy, pero lo haré pronto. El Dr. Tyler sonríe. —Eso sólo sucede en las películas —me dice—. Y podemos hacer en cualquier momento que quieras. Lo planearé para la próxima vez, a menos que me digas lo contrario.

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Bookzinga Él garabatea un poco más en su bloc de notas. —¿Has llenado la receta de Xanax? —pregunta, mirando hacia mí. Sacudo la cabeza. —No. Te dije que no la necesitaba. —Bien por ti —el doctor me elogia—. Tienes una gran fortaleza. Es alentador. Parece que realmente quieres cambiar las cosas para mejor. Asiento por primera vez hoy, me siento bien por algo que he hecho. El doctor charlatán tiene razón. Realmente estoy cambiando las cosas para mejor. Podría irme mal en ello, pero al menos lo intento.

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Es divertido cómo los días se mezclan entre sí cuando no estás prestando atención. Han sido semanas desde que Jill murió. Semanas desde los recelos y las dudas deslizándose. Semanas en las que Pax no me ha dado nada en absoluto por lo que dudar de él. Ha sido perfecto. Sorprendentemente, increíblemente perfecto. Tan perfecto, de hecho, que seguía esperando que otro zapato caiga 5. Y hasta ahora, no lo ha hecho. Me pongo en la acera de mis padres, o supongo que debería decir la de Madison, ya que ella vive aquí ahora. Pero para ser honesta, ésta siempre será la casa de mis padres. Creo que Madison en realidad se siente de la misma manera y no la culparía si quisiera venderla en algún momento y conseguir una nueva casa propia.

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Que otro zapato caiga: Es una frase que se refiere a esperar un evento que se espera que suceda.

Bookzinga Tiro de las llaves fuera del encendido y hago mi camino hacia la acera cubierta de hielo en la puerta. Maddy abre la puerta antes de que siquiera tenga oportunidad de tocar. —Me alegra que estés aquí —me dice, sin siquiera decir hola—. Prueba esto. Ella mete una taza caliente en mi mano y la huelo mientras entro a la casa, golpeando la nieve de mis botas en el umbral de la puerta. —¿Chocolate caliente? Asiente. —El mejor chocolate caliente que alguna vez has tenido —dice con confianza—. Chocolate caliente italiano espeso. Estoy probándolo para el restaurante. Es literalmente tan espeso que la cuchara se pondría de pie en él. Tomo un sorbo del espeso y cremoso chocolate que se desliza por mi garganta como postre. —Santo cielo, es bueno —le digo—. Tienes un ganador. Ella intenta agarrarlo de nuevo, pero lo aparto. —Nunca en tu vida. Rueda los ojos. —Bien. ¿Ahora qué era lo que querías buscar hoy? Me olvidé. Me quito el abrigo. —Sólo quería navegar a través del cajón de recuerdos de mi mamá. Me estoy sintiendo un poco sentimental y los extraño. Así que pensé en mirar a través de las baratijas. Madison me mira con simpatía. —Sé cómo te sientes. Yo estaba así la semana pasada. Los extraño tanto. Sus ojos se tornan llorosos, pero se lajea, hacia la cocina. Madison no es una llorona. Agita su mano.

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Bookzinga —Sabes dónde encontrarlo. Estaré en la cocina. Me deja sola y rozo con las manos el pasillo a la habitación de nuestros padres. A pesar de que es el dormitorio principal, Maddy no se atrevía a vaciarlo y dormir allí. Se mantenía en su vieja habitación, conservando la de papá y mamá exactamente como estaba. Cuando entro, está tan tranquilo que parece casi reverente. Si cierro mis ojos, trato de fingir que puedo oler el perfume de mamá persistiendo aquí. Pero claro que no puedo. Ellos murieron varios años atrás. Su aroma es cosa del pasado. Pero sus memorias no. Me deslizo para abrir el primer cajón de la cómoda y tiro de ella, llevándola hacia la cama. Cuando me siento en la colcha florida, puedo recordar tantas tardes después de la escuela pasadas aquí con ella, sentada en la cama mientras se preparaba para trabajar en The Hill. Se había sentado en su vanidad y rizado su cabello, rociado perfume y hablado conmigo sobre mi día. Dios, la extrañaba. Paso a través de las imágenes de su cajón primero. Están en pilas desordenadas, sostenidas juntas con una vieja banda de goma. Las blancas y negras de su juventud, descoloridas de las mías. Mi foto favorita está aquí, la de mi papá y yo sosteniendo un pez enorme que había pescado en el lago Michigan en un perfecto día de verano. Tenía ocho años y tenía un bigote de chocolate y él estaba usando su sombrero de pesca. Sonrío al recordar. Ese fue un día realmente bueno. Mamá y Maddy se habían sentado en la playa porque eran delicadas con el pescado y el cebo. Papá me había pegado en el hombro y habíamos pescado por horas. Me había sentido tan importante porque tenía un estómago fuerte y podía sentir su compañía. La pongo de nuevo en la pila y vuelvo a colocar la goma gastada.

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Bookzinga Paso mis dedos por las viejas cartas de amor de mi padre a ella, e incluso las cartas viejas de mi abuela. Mi madre conservaba todo y era sentimental en el corazón. En momentos como éste, estoy tan agradecida por ello. Cuando muevo el cajón, escucho rodar un sonido. Siento alrededor y encuentro un anillo en la esquina. Es una banda amplia hecha de rosas de color oro y en el interior, “El amor nunca falla” está inscrito. Mi pecho se aprieta. Recuerdo este anillo. Era el anillo de boda original de mamá. Ella tuvo que dejar de usarlo después de que tuvo a Maddy porque se volvió demasiado pequeño. Y luego papá le había conseguido un diamante de fantasía y ella comenzó a usar ése en su lugar. Pero ahora, sosteniendo este simple anillo en mi mano, me siento alentada de alguna manera. El amor nunca falla. Qué fuerte sentimiento. Sólo sostener el frío metal en mi mano me hace sentir bien, conectada a mis padres de alguna manera. Lo deslizo en el dedo anular de mi mano derecha. Es un ajuste perfecto. Vuelvo a deslizar el cajón en el vestidor y encuentro a Maddy en la cocina. —¿Te importa si conservo esto? —le pregunto, sosteniendo mi mano—. Es el anillo de bodas original de mamá. Maddy sacude la cabeza. —Por supuesto que no. Me diste su diamante. Es lo justo. —Me sonríe ahora con su mejor sonrisa de hermana mayor y no puedo evitar darle un abrazo. —Te amo, lo sabes —le digo mientras nos instalamos en las sillas de su cocina, con los codos apoyados en la mesa—. Mamá y papá estarían realmente orgullosos de ti. Ella me sonríe de nuevo y sorbe su chocolate. —Gracias. Ellos estarían orgullosos de ti también. Siempre lo estuvieron. Me apoyo en ella e intento robar su taza y ella golpea mi mano. —¿Cuántos de esos has tomado, de todos modos? —demando en broma—. Seguramente puedes dejarme una taza.

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Bookzinga —Ya lo hice —responde—. Y probablemente he tenido suficiente. Pero, ¿alguna vez realmente se tiene demasiado chocolate? —Agita energéticamente las cejas y se ríe, y charlamos por lo que parece una eternidad. Después de que hablamos sobre The Hill, Tony, mi tienda, el nuevo carro de Madison y el perro que está pensando en conseguir, se vuelve hacía mí y parece pensativa. —¿Cómo estás las cosas con Pax? Ruedo los ojos. —Como si te importara. —Lo hago —insiste—. Todavía estoy preocupada, pero estoy menos preocupada ahora de lo que estaba antes. Él parece hacerte feliz. Y realmente quiero que seas feliz, hermanita. Envuelve su delgado brazo alrededor de mi hombro y aprieta. La huelo. —¿Te pusiste desodorante hoy? Porque hueles un poco. Nos reímos y ella me golpea, y todo se siente bien en el mundo. Nos sentamos en la cocina y hablamos hasta el anochecer.

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Bookzinga

Capítulo 19 Traducido por Maru Belikov Corregido por Samylinda

M

i teléfono vibra. Mientras lo levanto, noto que son las 7:05 p.m. Mierda. Se supone que me encontraría con Pax a las 7:00. El tiempo se me pasó volando. Ciertamente, cuando leo el texto y es de él.

Oye, Señorita tardanza. ¿No teníamos una cita esta noche? Yo seriamente odio llegar tarde. Como, demasiado. Siempre he sido de esa manera. Así que presiono responder, lo envío y me coloco mi abrigo mientras corro hacia la puerta. —Voy tarde, Maddy. Me tengo que ir, adiós. Puedo escucharla riéndose mientras cierro la puerta detrás de mí. Me estaciono en la entrada de Pax diez minutos después, y estoy galopando hacia la puerta cuando él asoma su cabeza por la puerta y se ríe. —Luces como un frágil caballo, Roja. Cálmate antes de que te caigas y rompas algo.

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Bookzinga Subo por los escalones y lo beso, mis labios fríos presionándose contra sus labios cálidos. Luce sexy como el demonio, como lo hace cualquier otro día, en sus pantalones que se ajustan perfectamente a su trasero y la camiseta negra que abraza su pecho. Me inclino hacia él, empapada en su calidez. Huele como almizcle, a madera y absolutamente masculino. Lo inhalo y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello. —Siento llegar tarde —le digo mientras lo beso cerca de la oreja—. Créeme, no hay ningún lugar que prefiera estar que aquí. —¿En serio? —Él alza una ceja—. Entonces estamos de acuerdo. Porque no hay ningún lugar en el que prefiera que estés tampoco. Pongo mis ojos en blanco a su cursilería mientras caminamos a través de su recibidor. Pero entonces lo empujo contra la pared y lo beso otra vez, simplemente porque quiero. Me arrastra hacia él y permanezco allí, en la comodidad de sus brazos. Santo cielo. No hay realmente lugar en que el prefiera estar que aquí. Finalmente, suspiro. —Entonces, era tú turno para planear nuestra cita esta noche. ¿Qué vamos a hacer? ¿Quieres ordenar comida? Él sacude la cabeza. —Tengo antojo por calabacín frito. Así que pensé en que podemos intentar hacerlo. Me le quedo mirando. —¿Pensaste en intentar hacer calabacín frito? Um. Debí mencionar que mi familia es dueña de un restaurante, pero que yo realmente no cocino. Mucho. ¿Y quién en el mundo tiene antojo por calabacín? Pax se ríe y me arrastra por las escalones.

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Bookzinga —Mi ama de llaves solía hacerlos cuando estaba creciendo. Me encantaba. Así que hoy busqué la receta en línea. Fui a la tienda de víveres y todo. ¿Qué es lo peor que puede pasar? —Ahora lo has hecho —murmuro mientras me quito el abrigo—. Nunca debiste hacer esa pregunta. Diez minutos después, ambos estamos mirando inseguros a la receta y al sartén con aceite en la estufa. Todo en la cocina de Pax es reluciente y nuevo. Él claramente nunca la usado y no sabe cómo. Y yo no soy mejor. —No estoy segura sobre esto —le digo mientras el aceite chisporrotea y salta por todos lados. Él observa por un minuto. —Creo que el aceite está muy caliente —decide él y baja la flama solo un poco. Rodamos las rebanadas de calabacín en la mezcla de harina y lo dejamos caer en el sartén y chisporrotea. Nos miramos el uno al otro. —Luce bien —se encoge—. Creo que lo hicimos bien. Se gira hacia mí. —Ahora, ¿en dónde estábamos en el recibidor? Se estira por mí, empujándome contra la barra de granito. Sonrío. —Te das cuenta, por supuesto, ¿qué luces realmente fuera de lugar en la cocina? Levanto una ceja. Y él sonríe. —¿Pensaba que las mujeres querían hombres que fueran capaces de cocinar? —Si es así, estoy probablemente de mala suerte —le digo mientras presiono mis labios con los suyos. Él se ríe, haciendo retumbar su pecho, me alza sentándome sobre la barra. Automáticamente envuelvo mis piernas a su alrededor.

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Bookzinga —Es a dónde mis piernas pertenecen, ¿cierto? —le recuerdo, y él asiente. —Estás aprendiendo. —Oh, soy una buena aprendiz —le digo con una sonrisa mientras se me ocurre una idea—. ¿Quieres ver? Trazo mis dedos bajo el botón de sus pantalones y lo abro con un fluido movimiento. —Impresionante —dice él, alzando una ceja burlonamente—. ¿Pero ahora que vas a hacer? Creo que ya sabes usar eso. —Quizá —respondo—. Pero no tengo dominio en todo. Y todo buen estudiante necesita un profesor. Él se me queda mirando mientras me deslizo de la barra y bajo sus pantalones, y luego su ropa interior. Entonces caigo sobre mis rodillas enfrente de él. Sus ojos se abren como platos. —Tú vas a… —Sus voz se apaga mientras lo tomo en mi mano, deslizando mis dedos por su longitud. Su pene se sacude a la vida, instantáneamente duro como una roca. Sonrío. Miro arriba hacia él. —Estoy segura de que entiendo el mecanismo, pero todos tienen preferencias, ¿no estás de acuerdo? —Él asiente sin palabras, sus ojos fijos en los míos mientras lo agarro firmemente en mi mano—. Así que quiero que me digas exactamente cómo te gusta el sexo oral. Él está inmóvil, sus manos débiles sobre mis hombros. —Bueno, deberías empezar por repetir esa pregunta, pero en lugar de decir sexo oral, dices, “dime exactamente cómo quieres que chupe tu pene”. No, espera, di polla. Porque esa palabra viniendo de tus labios sería jodidamente caliente.

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Bookzinga Sonrío a la entusiasmada expresión en su rostro. Amo como él es todo grande y tatuado, pero puedo excitarlo y dejarlo sin palabras con sólo una pequeña palabra. Y decir esa pequeña sucia palabra está excitándome a mí también francamente. —Okey, jugaré. Dime, Pax. ¿Cómo quieres que chupe tu polla? Él se pone rígido en más de un sentido. Consiguió estar más duro en mi mano, aunque no sabía que eso fuera posible. —¿El gato te comió la lengua? —me burlo, mientras inclino mi cabeza y paso mi lengua a lo largo de su erección—. No tiene la mía. Él tiembla mientras paso mi lengua alrededor de la punta, luego lamo la parte posterior, luego arriba, como si estuviera lamiendo una paleta. —Eres una jodida arpía —murmura—. Sabes lo que estás haciendo. —Lo hago. Pero dime lo que realmente te gusta —le recuerdo, mientras lo acaricio con mis dedos otra vez—. Quiero saber. Él traga y cierra sus ojos, inclinándose hacia atrás contra la barra, sus manos agarrando el borde. Él empuja más profundo en mi boca. —Okey, Roja. Me gusta cuando lo tomas todo en tu boca. Quiero que lo tomes todo hasta la garganta. Si puedes manejarlo. Él dice la última parte como un desafío. Quiero sonreír, pero no lo hago. Él continúa hablando, su voz ronca. —Mientras me chupas, quiero que me aprietes las pelotas, sólo un poco. Dales un tirón. Suavemente. Empuja tus dedos contra mí justo detrás de mí escroto y hala. Ligeramente, no muy fuerte. Él tiembla otra vez cuando hago como dice. Tiro de sus pelotas hacia mi boca, solo ligeramente. Muevo lentamente mis labios a lo largo de su erección, metiendo toda la cosa en mi boca. Siento como si estuviera prácticamente rozando la parte trasera de mi

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Bookzinga garganta, pero no me dan arcadas. Sólo me concentro en evitar que mis dientes lo arañen mientras lo deslizo dentro y fuera. —Mierda —se queja, agarrando la mesada de piedra—. Mierda. Me aseguro de que mis labios formen una buena aspiración y continúo chupando, deslizando, moviendo. Aprieto sus pelotas y tiro de ellas y la respiración de Pax se acelera más y más. Y luego con sus pelotas ahuecadas en mi mano, las chupo. Él se tensa completamente, sus nudillos volviéndose blancos. —Maldición. Sonrío ahora mientras las lamo, luego las chupo, luego lamo. Luego empujo su polla de regreso a mi boca, hasta el final. Dentro, fuera, mojado. Aumento mi velocidad y él finalmente me aleja por mis hombros. —Estoy por correrme —me dice entrecortadamente—. Y lo quiero hacer dentro de ti. Me quito la ropa y él me acomoda en cuatro, deslizándose dentro de mí por detrás. Me llena, la tensa fricción haciéndolo caliente. Él me penetra más mientras se inclina sobre mí, presionando sus labios en mi oído. —Dime que te folle duro —susurra. —Fóllame duro —digo obedientemente y mi voz es forzada. Es difícil formar un pensamiento, mucho menos palabras mientras él está haciendo lo que está haciendo. Mientras se desliza dentro y fuera, se estira y rodea mi frente, haciendo círculos alrededor de mi parte más sensible. Luego presiona su mano contra mi estómago mientras se clava profundamente dentro de mí. Grito y me besa entre los omoplatos.

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Bookzinga —Dime otra vez —dice él, con sus labios todavía contra mi espalda. —Fóllame duro. —Siento que estoy gritando más ahora que me está montando por detrás, su mano ahuecándome por debajo, conduciéndome a otra distracción—. ¡Pax! Oh dios mío. Estoy gimiendo ahora, pero él me está empujando hacia un orgasmo que va a ser alucinante. Puedo sentirlo construyéndose y sus músculos flexionándose contra mí mientras se mueve. —Córrete dentro de mí —le digo—. Quiero sentir que te corres. Él se mueve más rápido y justo mientras estoy gimiendo por mi orgasmo, él también se estremece. Agarra mi culo y se sostiene ahí, temblando mientras termina. Y entonces caigo al suelo y él gentilmente cae encima de mí, mientras todavía sostiene su peso. Él besa el lado de mi cuello, respirando pesadamente. —Eso fue jodidamente caliente. Tú eres jodidamente caliente. Sonrío. —Gracias. Tú tampoco estuviste mal. Él se ríe, y mientras lo hace, miro alrededor y noto el humo. —¿Qué demonios? —Me muevo debajo de Pax y me siento—. ¡Santo infierno! Hay humo ondulando hacia el techo. Salto a mis pies, desnuda, corriendo hacia la estufa. En ése mismo instante, los detectores de humo suenan. Pax corre para aplacarlos y yo coloco una tapa sobre el humeante sartén con calabacín quemado, apagando el fuego. Él corre de regreso y nos le quedamos mirando. Y luego él se ríe. —Bueno, dijimos que era jodidamente caliente. Aparentemente, prendimos fuego a mi cocina. Me rió.

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Bookzinga —Eso quizá haya sido nuestra falta de habilidad para cocinar. Ahora toda la casa huele a quemado, entonces camino alrededor esparciendo ambientador mientras Pax raspa el desastre quemado en el triturador de comida, corriendo agua sobre el sartén. —Creo que éste es el final de mi carrera como chef —anuncia mientras envuelvo mis brazos alrededor de él por detrás. —Eso está bien —le digo—. Creo que ya hay un Chef Desnudo por ahí. Ellos no necesitan otro. Se da la vuelta y me observa. —Siempre necesito que tú estés desnuda —me dice mientras pasa sus manos por mis costados antes de tomar mis labios y empujarme hacia él. Me besa, ligero y suave. —Mereces un premio. Me aparto un poco. —¿Un premio? Él asiente. —Síp. Por ser tan buena aprendiz. Me rio. —¿Qué tienes en mente? —Te va a gustar. Dame un minuto. Él sonríe y se aleja, dejándome en la cocina sola. Y desnuda. Éste es un interesante giro de los eventos, decido mientras acomodo las pocas cosas que dejamos afuera. Mientras lo hago, dejo mi mente volar. Pienso sobre cuán feliz estoy por estar tomando la píldora ahora y que las pruebas de ETS de Pax dieron negativas. Es agradable no tener que usar condón. Y luego, mientras me dirijo a enjuagar el cuchillo de pelar, noto la cuenta de hospital sobre la

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Bookzinga mesada. La miro detenidamente, y noto que es de la noche que Pax tuvo la sobredosis que es exactamente hace dos meses. Estoy atónita. No me había dado cuenta de que ha pasado tanto tiempo. Dos meses completos. ¿Quién hubiera pensado que duraríamos tanto? Pero Pax está de regreso antes de que pueda sobre analizarlo. Él toma mi mano, guiándome arriba al baño de invitados. —¿Por qué estamos aquí? —pregunto mientras camino dentro. —Porque mi baño no tiene bañera —explica él—. Y después de esa actuación, mereces un baño caliente. No tengo baño de burbujas, pero usé algo de tu jabón líquido de arriba. ¿Está bien? Asiento mientras observo el vapor, de la bañera. Está llena con burbujas y hay una toalla doblada cerca de ella. Dos velas encendidas. No puedo ni siquiera creer que él pensó en esto. —Gracias —le digo, mientras me giro para abrazarlo—. Esto es muy dulce. —Solo es un baño —murmura él mientras continúo apretándolo—. No es gran cosa. Pero lo es. Nadie jamás ha preparado un baño para mí, excepto por mí madre, cuando era pequeña. —Es la cosa más dulce jamás —le digo mientras me meto—. Créeme. Me instalo contra el respaldo de la bañera y cierro mis ojos. —Te dejaré para que te remojes un poco —me dice Pax antes de salir del baño. Me relajo, inhalando la esencia de lavanda mientras disfruto el agua caliente. Cada tensión en mis músculos desaparece mientras me remojo. Y me deleito ante el pensamiento de que mi novio grande, y malo me preparó un baño de burbujas.

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Bookzinga Justo cuando mis dedos están empezando a arrugarse, él camina a través de la puerta otra vez. Ahora tiene ropa interior puesta, pero su pecho todavía está desnudo. —Hola —dice él mientras se inclina detrás de mí sobre sus rodillas, estirándose y pasando sus dedos a lo largo de mis hombros—. ¿Cómo estuvo el baño? Se inclina y besa el lado de mí cuello y me apoyo en él. —Fue increíble —respondo—. Gracias. Es justo lo que necesitaba. —¿Quieres saber algo? —susurra en mi oído—. Eres la cosa más hermosa que jamás haya visto. Y te amo. Me quedo inmóvil, mi corazón martillando. Puedo literalmente escuchar el pulso palpitando detrás de mis orejas. Me doy vuelta en el agua, con las manos mojadas sujetando la suya en el borde de la bañera. —¿Acabas de decir lo que creo que dijiste? Él asiente. Y por una vez, no hay una pizca de diversión en su rostro. Está completamente serio. —Te amo. Amo que seas tan dulce e inocente y amable con las personas, pero aun así eres una zorra en la cama. Amo como me miras. Amo tu sonrisa. Amo todo de ti. Estoy complemente inmóvil mientras lo miro en shock. Esto es grande. Enorme. He sabido desde hace un par de semanas que lo amo, pero no quería asustarlo al decírselo. Pero él lo dijo primero. Esta noche. Es totalmente impresionante. E inesperado. —¿No vas a decir algo? —pregunta él y en realidad luce nervioso, como si pensara que podría rechazarlo. Me da punzadas al corazón. —También te amo —le digo rápidamente—. Lo he hecho por semanas.

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Bookzinga Salto fuera de la bañera, el agua chorreando por el piso mientras me lanzo a sus brazos. La velocidad lo lanza al suelo y quedo encima de él mojándolo. —Te amo —le digo otra vez. —Puedo ver eso. —Se ríe, besándome—. Simples palabras hubieran sido suficientes. No necesitabas aplastarme con ello. Me rio. —Cállate y bésame. Y así hace.

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Bookzinga

Capítulo 20 Traducido por ƸӜƷYossƸӜƷ y Teffe_17 Corregido por Curitiba

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é que estoy siendo un maricón en este momento.

Pero mientras miro a Mila, a la hermosa chica en frente de mí, no puedo sino saber que nunca amaré a nada como la amo a ella. Es verdad. Lo desconcertante es que ella me ama. Eso es alucinante... esta hermosa chica me quiere. Continúo esperando que lo joda de alguna manera. Pero no lo hecho todavía y ella sigue aquí. Me besa ahora, sus labios mojados por su baño y la inhalo, mis manos corriendo por encima de su espalda desnuda. —Estas como una pasa arrugada —le digo, riendo. Sujeto la toalla y ella se sale de la bañera. Envuelvo sus hombros, luego tomo otra para secarla. —Eres demasiado bueno conmigo —anuncia. —No es posible —respondo. Dios. Soy un maricón.

Bookzinga Ella sube a ponerse una de mis camisetas y enciendo la chimenea. Nos acurrucamos en el sofá en frente del fuego y hablamos al menos por una hora, viendo el lago ondular debajo de la luna plateada. —Esta ha sido la cita perfecta —murmura, medio enroscada en mi regazo—. Incluso aunque casi hayamos incendiado tu casa. Me río. —Gracias a Dios que tengo seguro. Su risa es interrumpida por un gran bostezo. Lleva su mano sobre su boca, avergonzada. —¡Lo siento! Me agotaste esta noche, supongo. ¿Estás listo para ir a la cama? Asiento con la cabeza y apago el fuego y la sigo al piso de arriba. Me maravilla el hecho de que parece tan cómodo con ella aquí. Hace que se sienta un hogar. Y por alguna razón, eso me aterra y no sé por qué. Así que hago lo que siempre hago cuando algo me molesta. Lo sacudo y lo bloqueo. Me acurruco detrás de Mila y envuelvo mis brazos alrededor de ella. Me duermo con mi cara enterrada en su pelo. Pero luego sueño. Maldición. A pesar de que sueño, sé que estoy soñando. Pero no puedo obligarme a despertar. Ha sido lo mismo desde hace meses. Es un lugar pequeño y sofocante. Hay apenas poca luz, pero escucho a mi mamá. —Por favor. Por favor. Por favor —suplica. —¿Esta suplicándome a mí? No lo sé y me mata.

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Bookzinga Trato de llamarla, pero mis labios están congelados. Estoy demasiado asustado para hacerlo. ¿Por qué estoy asustado? ¿Qué creo que pasará si hago algún sonido? No se eso, tampoco. Está suplicando de nuevo. Escucho mi nombre. Y luego me levanto, buscando aire. —Pax. —Mila está sacudiéndome. Mila era la que decía mi nombre. Me despertó del sueño. Me siento, tratando de que mi maldito corazón deje de latir tan rápido, tomando respiraciones profundas. ¿Qué demonios? —Estás empapado —dice suavemente, empujando mi pelo de la frente con su mano fría—. ¿El mismo sueño? Asiento. —No sé qué demonios… Acaricia mi espalda y me atrae hacia abajo para acostarme al lado de ella. Enreda sus dedos con los míos, luego lleva los míos a sus labios. Ella besa la cicatriz en mi mano, luego la mete de nuevo junto a mi pecho. —Necesitamos saber qué es esto —me dice suavemente. —Lo sé —respondo—. Pero no lo descubriremos esta noche. Duérmete de nuevo, cariño. Siento haberte despertado. —No te sientas mal —dice suavemente—. Sólo odio verte alterado. Se acurruca contra mi espalda, acariciando mi brazo. Pero no pasa mucho tiempo hasta que sus dedos caen lánguidamente contra mí y su respiración se vuelve suave y uniforme. Está dormida.

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Bookzinga Disfruto de su calidez contra mí y trato de dormir. Cuento ovejas. Recito letras de canciones en mi cabeza. Miro la luna. Nada funciona. —Maldición —murmuro. Me salgo de la cama lo más cuidadoso que puedo para no despertar a Mila. La miro y no se ha movido. Sus labios están un poco abiertos mientras respira y sonrío antes de alejarme sin ruido. La casa está en silencio mientras bajo a la cocina. No sé qué demonios está mal conmigo. Tal vez es la manera que tiene mi cuerpo de retirarse de las drogas. Pero eso no puede ser. No he utilizado nada más que whisky en dos meses. Whisky. Ahora, esa es una idea. Si lo necesito, es ahora. Cojo una botella de la alacena y un vaso. Entonces decido renunciar al vaso. Llevo la botella conmigo hasta el sofá, donde me derrumbo pesadamente y veo el agua que se mueve bajo la luna de la ventana. Tomo un trago de Jack. Luego dos. Luego, tres. Antes de que me dé cuenta, la mitad de la botella se ha ido. Y finalmente estoy dormido. Cierro mis ojos. Cuando me despierto, es de mañana y la sala está llena de luz. Mila está sentada a mis pies, luciendo fresca y perfecta. Ella ya se ha vestido y su cabello está peinado hacia atrás recogido con una banda. Está sosteniendo una taza de café y otra se encuentra en la otomana frente a nosotros. —Te traje café —dice. Mira la media botella de whisky—. Pensé que quizás lo necesitarías. Aprieto los ojos para bloquear la luz. —Gracias —murmuro—. No podía dormir. Pensé que el whisky podría ayudar. —Estoy segura que tu cabeza te agradecerá hoy —responde secamente. Gruño en respuesta y me pongo un cojín en la cabeza.

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Bookzinga —¿Qué dice el Dr. Tyler de tus sueños? —responde seriamente—. Debe tener una opinión. —Me quedo en silencio, tratando de forzar a mi cabeza a que deje de doler. No funciona. En realidad, se siente como si fuera a partir en dos. —Quiere hipnotizarme —admito finalmente, lanzando el cojín a mis pies—. El cree que mi mente me está protegiendo de algo que no puedo recordar. Dijo que la hipnosis me ayudaría a recordar y así puedo lidiar con ello. Mila me mira pensativamente. Y luego, en vez de enloquecer como temía que lo haría, ella asiente. —Creo que es una buena idea. Deberías hacerlo. ¿Puedo ir contigo? La miro, asombrado. —¿Quisieras hacerlo? Ella sacude la cabeza. —Por supuesto. No quiero que pases por eso solo. Si algo te duele lo suficiente como para hacer desear que lo olvides, quiero ayudarte a pasar por ello. Vamos a alejar esos sueños, Pax. Mi corazón literalmente se desborda de amor por esta chica. Y no me importa si eso me convierte en un maricón o no.

Pax no ha dicho nada desde que me recogió en la tienda. Hoy es el día en que lo hipnotizarán y sé que no está contento con ello. Está manejando ahora con la mandíbula apretada y la expresión cautelosa. Me estiro y agarro su mano, doblando mis dedos alrededor de ella. —¿Estás bien? —pregunto en voz baja. Me mira.

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Bookzinga —Lo siento. Sé que no es divertido estar a mí alrededor últimamente. —No has estado durmiendo —señalé—. Eso es suficiente para poner a cualquier persona de mal humor. Pero quería decir, ¿estás bien ahora mismo... ya que estamos de camino a ver al Dr. Tyler? ¿Seguro que no te importa si voy? No sé por qué estoy nerviosa por eso. Supongo que estoy un poco preocupada de que por eso esté molesto porque le pedí ir con él. No quiero entrometerme o meter la nariz en cosas que no son asunto mío. Pero siento que Pax es asunto mío. Y me está matando que algo le atormente tanto. Sólo quiero llegar a averiguar que es para que podamos arreglarlo. Pax me mira de nuevo. —Por supuesto que está bien si vienes. Simplemente no sé decirte que esperar. Durante las últimas dos visitas, el Dr. Tyler me ha puesto parcialmente hipnotizado para aclimatarme a la hipnosis, pero no va a ser lo mismo hoy. Voy a estar completamente hipnotizado y al parecer no voy a ser consciente de mi entorno real. Si funciona, estaré totalmente inmerso en mis recuerdos. Así que por favor dime después si él me pide que haga cualquier cosa ridícula, como actuar como un pato o algo así. Me rio y sacudo la cabeza. —Estoy bastante segura de que el doctor Tyler no va a hacer eso. No sé si el hombre ha reído, incluso desde 1985. Pax sonríe finalmente y doy un suspiro de alivio. —Probablemente tengas razón, —concuerda mientras se estaciona en la acera—. No creo que él reconocería una broma incluso si le da un puñetazo en la cara. Salimos y caminamos hacia el edificio a través de la nieve. Al parecer, además de no tener sentido del humor, al Dr. Tyler tampoco le gusta barrer la nieve en su entrada. Aunque, hoy está a tiempo y se reúne con nosotros usando su chaqueta de tweed estándar café claro.

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Bookzinga —Es bueno verte, Mila —me dice mientras sacude mi mano—. Ha pasado mucho tiempo. ¿Has estado bien? Sonrío y asiento. —He estado bien. Gracias por preguntar. —Y Pax —dice el doctor, volviéndose hacia Pax—. ¿Cómo te sientes hoy? —Frustrado —admite Pax, apretando su mandíbula—. No he estado durmiendo. —Bueno, vamos a ver si podemos arreglar eso para ti —dice el médico tranquilizadoramente mientras abre sus notas—. ¿Tengo su permiso para grabar esta sesión, en caso de que desee revisarla más tarde? Pax asiente. 212

—Sí. Eso está bien. Dr. Tyler sonríe. —Genial. Bueno, como ya comentamos la semana pasada, Mila no puede estar en la habitación con nosotros, ya que podría ser una distracción. Ella puede sentarse en la sala del lado y ver el monitor de televisión ahí. ¿De acuerdo? Pax asiente de nuevo y me inclino en mis puntillas para besarle la mejilla. —Va a estar bien —le digo con firmeza, apretándole la mano. Él sonríe para ocultar su nerviosismo. —Gracias, Roja. Sólo recuerda de ver por la charlatanería. —El Dr. Tyler pretende no escuchar eso mientras me conduce fuera de la habitación y me instala en la habitación de al lado. Tomo un sorbo de la botella de agua en frente de mí y veo a Pax y al Dr.Tyler en la TV, mientras se acomodan en sus sillas. Pax se extiende ampliamente en su forma normal, y el médico se sienta con las piernas cruzadas, su bloc de notas en equilibrio sobre su rodilla. —Pax, ¿estás listo?

Bookzinga Pax asiente con la cabeza mientras mira fijamente a la luz roja de la grabadora y es como si estuviera mirando fijamente a mis ojos. Puedo ver la angustia en su rostro, a pesar de que está tratando de ocultarlo. Realmente me gustaría poder sentarme a su lado, para sostener su mano, para consolarlo de alguna manera, pero es imposible. Así que me siento en mi propia silla y los veo, retorciendo mis manos juntas. —Lo que voy a hacer es guiarte a través algunas imágenes mentales mediante comandos verbales y repetición, al igual que hemos hecho en las últimos dos ocasiones. Nada va a ser diferente, sólo vamos a ir un poco más lejos hoy. Necesito que te relajes y respirares profundamente. ¿Puedes hacer eso? Me doy cuenta de que el Dr. Tyler ha cambiado su voz. Es aún más suave ahora, profunda y lenta. Decido que ya ha iniciado el proceso. Pax asiente. —Me siento cómodo. —Apoya la cabeza contra el respaldo de su asiento y ajusta sus piernas. —Bien. Ahora quiero que cierres los ojos y respires profundamente. Respira hondo, exhala. Deja que el aire se precipite sobre tu lengua y pase tus labios como si estuvieras respirando a través de una caña hueca. Adentro, afuera. Respiraciones profundas. Piense en un momento en el que estabas despierto demasiado tarde y estabas muy cansado. Estás así de cansado ahora, de hecho. Tus ojos están pesados, tan pesados y lo único que quieres hacer es dormir. La voz del doctor es suave y tranquila e incluso yo me siento con sueño. Estoy sorprendida. —Quiero que tomes algunas respiraciones más profundas y estás cansado, muy cansado. —Hace una pausa y mira a Pax—. ¿Estás cansado? Pax asiente. —Sí. —Bien. Ahora, quiero que pienses en ese lugar, ese lugar en que sigues soñando. Está oscuro ahí. Quiero que te acuerdes cómo llegaste allí. Como lo

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Bookzinga recuerdas, recita tus recordaciones en voz alta para que yo pueda escucharlas. ¿Estás ahí ahora? Veo Pax y encuentro que él esta tan relajado que su mandíbula está floja. Sus ojos están cerrados, pero puedo verlos moverse detrás de sus párpados. Desearía poder ver lo que sea que él está viendo. —Estoy caminando por un pasillo. Su voz es tan pomposa y abrupta que me sobresalta. Monótono. Ya no suena como él más. Lo observo con interés morboso mientras continúa hablando. —Hay rayos de sol en el suelo. Puedo ver pedazos de polvo en espiral en la luz. —Eso es bueno —asegura el Dr. Tyler—. Lo estás haciendo muy bien. ¿Qué más ves? —Estoy pasando por encima de un juguete volcado del camión con troncos en la parte posterior. Casi tropiezo con una alfombra, pero no lo hago. Hay cuadros en la pared. Esta es mi casa. —Bien. ¿Es bueno estar de vuelta a casa? —pregunta Dr. Tyler. Estoy completamente fascinada por este proceso. Nunca he experimentado algo así en toda mi vida. Es increíble. —No. Hay un ruido. Algo aterrador. —Pax suena casi como un niño mientras habla. Agarra los brazos de la silla, sus dedos clavándose en la tela azul. El Dr. Tyler le responde calmadamente: —Está bien, Pax. Nada puede hacerte daño. Estás a salvo aquí. Escucha con atención. ¿Sabes lo que te está asustando? Pax pausa y parece estar escuchando. —Mi madre está llorando. Nunca la he oído llorar antes, así que me da miedo. Estoy corriendo ahora, todo el camino hasta el final del pasillo a su dormitorio. Pero la puerta está cerrada.

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Bookzinga Dr. Tyler toma notas y luego mira hacia arriba. Se ve tan fascinado como yo. —¿Puedes abrir la puerta, Pax? Recuerda, nada puede lastimarte ahora. —Está bien. —Pax parece nervioso—. Estoy abriendo la puerta. Se sobresalta ahora, y su rostro se vuelve blanco mientras él se estremece. —¿Qué es lo que ves, Pax? —le pregunta el Dr. Tyler rápidamente. —Mi mamá está sentada en la cama y su camisa está rasgada. Su nariz sangrando, y la sangre salpicaba sobre su camisa. Hay un hombre a su lado, y él está sosteniendo una pistola presionada a su lado. Él tiene los dientes amarillos. El doctor está quieto. —¿Lo ves? —Sí —contesta Pax en su monótono extraño—. Mi mamá está gritándome que corra. Y que está diciendo: “No él, no él”. Pero el hombre me agarra. Él está sosteniendo mi brazo tan fuerte que no puedo sentir mi mano ya. No me puedo mover. No puedo correr. —¿El hombre habla contigo? —pregunta lentamente. —Sí —contesta Pax—. Sólo dijo: “Mira aquí, muchacho. ¿Puedes hacer que tu mamá se comporte? ¿Puedes ayudarla a ser una buena chica? Pax guarda silencio por un minuto. Incluso su pie, que estaba golpeando contra la silla, se ha puesto quieto. Él traga. —Quiero decirle que ya es una buena chica —dice Pax—. Pero sé que el hombre es un hombre malo, así que no lo hago. Mi madre sigue llorando y tiene rayas negras en la cara. Debe ser su rímel, pienso. Y estoy sorprendida de que Pax haya visto algo como esto. ¿Quién es el hombre que está con su madre? Tiene los dientes amarillos.

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Bookzinga —¿Que está diciendo tu madre? —pregunta el doctor. Incluso su voz tranquila parecía muy fuerte en la habitación ahora mismo. Se podría escuchar un alfiler caer. Desde que estoy completamente congelada, mi habitación es aún más tranquila. Creo que incluso puedo escuchar mis propios latidos. —Ella está diciendo: “Déjalo en paz. Por favor. Haré lo que sea. Sólo no le hagas daño.” Pero el hombre es feo y huele su aliento. Sólo dijo: “¿Lo que sea? Entonces, ¿te vas a comportar ahora?” Mi corazón late con fuerza, con tanta fuerza que casi duele. ¿Qué es lo que el hombre quiere que haga la madre de Pax ? Ya casi no quiero saber y siento un gran sentimiento temor construyéndose en mi pecho. —Mi mamá asiente y ella dice: “Pero por favor, deja que mi hijo se vaya. No quiero que él vea.” Ella está triste, pero el hombre se está riendo y tira de mi brazo y me empuja hacia el armario de mi madre. Me arrodillo, pero todavía puedo ver a través de las tablillas inclinadas. Oh, dios no. Me dan ganas de gritarle al niño pequeño de Pax que mire hacia otro lado, para que no vea lo que va a suceder, pero obviamente eso es imposible. Cualquier cosa que él vea a continuación va dejarle una cicatriz para siempre. Mis manos tiemblan mientras espero. El Dr. Tyler traga con fuerza y puedo oírlo. Su boca está seca. Probablemente esté reacio a escuchar esto, también. —¿Qué es lo que el hombre hace? ¿Puedes verlo, Pax? Pax asiente lentamente, sin soltar la silla. —El hombre está desabrochando sus pantalones y se caen al suelo. Él tiene un tatuaje en su cadera. Es una serpiente negra, enroscada. Dice, No camines sobre mí. Él está sosteniendo el arma en la cabeza de mi madre ahora. Él dice: "Hazlo. O voy a matar a tu hijo mientras miras”. Santo infierno. Oh Dios mío.

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Bookzinga Por favor, Dios, no. Estoy completamente llena de temor ahora, y mi sangre se ha convertido en hielo. Quiero correr hacia Pax, para consolarlo, para detener la progresión de los acontecimientos, pero sé que no puedo. Porque hasta que él recuerda, no podemos ayudarle. Me agarro de los brazos de mi silla mientras él continúa, una sensación de malestar en el estómago y lágrimas goteando sobre mi camisa. —¿Qué sucede ahora, Pax? —pregunta el doctor en voz baja—. Por favor, recuerda que estás a salvo ahora. El hombre no puede hacerte daño. —La espalda del hombre está hacia mí y no puedo ver a mi mamá muy bien, pero sé que todavía está allí. Puedo ver su movimiento. Su cabeza se mueve hacia arriba y hacia abajo. Arriba, luego hacia abajo. Ella está llorando todavía y puedo ver sus hombros temblar. El hombre acaba de abofetearla con fuerza. Él sólo dijo: "Deja de llorar, maldita perra. ¡Una mamada nunca mató a nadie!”. Lágrimas están cayendo por mi cara ahora. No puedo creer que Pax vio esto. Debe haber estado aterrorizado. Hace que mi corazón se rompa y quiero arreglarlo para él. Pero, ¿cómo puede alguien realmente arreglado después de haber visto algo como eso? —Nadie ha lastimado a mi mamá antes y quiero ayudarla. Pero tengo miedo. Soy el único en casa, sin embargo. Mi padre sigue trabajando y sé que él querría que fuera valiente. Soy su hombrecito y tengo que cuidar de la casa cuando él no está. Así que me levanto y salgo corriendo del armario. Salto al hombre con la pistola, y se da vuelta justo cuando agarro su mano. La pistola es fría y metálica. La siento en mis dedos y luego hay un ruido tan fuerte que mis oídos zumban. Mi mamá cae sobre la cama y hay una gran cantidad de sangre. Estoy completamente congelada. Oh mis Dios. Oh mis Dios. ¿Había Pax tirado del gatillo?

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Bookzinga Oh. Mi. Dios. —El hombre grita: “¿Qué carajo hiciste?” Y él me sacude. Entonces grita más: "¡Has matado a tu madre!" Mi mamá no se mueve y sus ojos están abiertos, mirándome fijamente. Pero ella no me está viendo. El hombre tiene razón. Yo maté a mi madre. Mis ojos están muy abiertos y quiero lanzarme a su habitación y sostener a Pax. Tiene los ojos llorosos y una lágrima finalmente rompe fila y resbala por su mejilla. Quiero ir a él y el Dr. Tyler debe saberlo, porque se da vuelta y mira a la cámara, a mí. —Tenemos que saber —dice en voz baja. Con calma. Él está hablando para mí. Mierda. Me posiciono en el borde de la silla, mi puño apretado a mi boca mientras continúan. —¿Que sucede a continuación, Pax? —pregunta—. Recuerda, estás a salvo. Él no puede lastimarte ahora. —Estoy llorando y el hombre me da una bofetada. Él está gritando otra vez: "Maldito muchacho. Esto no debería haber pasado. Maldito niñito mocoso. No voy a ir a la cárcel por esto. De ninguna manera. Y sólo hay una manera de asegurarme de que eso no suceda”. Él me agarra por el cuello y me empuja hacia la cama al lado de mi mamá. Miro hacia abajo y su sangre está en mi camisa. Agarro su mano y la sostengo. El hombre me está diciendo que cierre los ojos. El arma hace un sonido de clic. Cierro los ojos con más fuerza. Pero no pasa nada. Ahora me doy cuenta de que estoy conteniendo la respiración. Esto no puede estar pasando. Esto no puede haber pasado. Es demasiado grotesco, demasiado irreal. No es de extrañar el porqué Pax está dañado. Ni una. Jodida. Duda. Estoy entumecida mientras el doctor le pregunta a Pax qué sucede después. —El hombre me dice que él no puede matar a un niño. Dice que él no puede hacerlo. Me toma de la mano y la sostiene apretada hacia abajo. La aprieta

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Bookzinga demasiado, pero no lloro más. Saca un gran cuchillo de su pantalón y me corta la mano con ella. Él hace una X. Entonces él sumerge el cuchillo en la sangre y traza sobre el corte de nuevo y dice: "Jura por la sangre de tu madre, que nunca dirás como luzco. Esta X es para recordarte que te he marcado. Siempre puedo encontrarte, en cualquier momento y en cualquier lugar. Si alguna vez le dices a alguien sobre mí, te voy a matar igual que tu madre. —Entonces él dice: "Tú eres el que la mató. Ellos te llevaran lejos, ya sabes. Y los hombres malos en la cárcel hacen cosas malas a los niños pequeños que matan a sus madres. Te harán daño una y otra vez, todos los días.” Pax tenía lágrimas corriendo por su rostro, como el niño de siete años que actualmente se encuentra en su memoria. Estoy literalmente dolorida. Miro al doctor y puedo probar mis propias lágrimas. —Por favor —le ruego—. Sáquelo de esto. Sé que el doctor no puede oírme. Pero no puedo dejar de mendigar de todos modos. Por Pax. Por el niño que no tiene que ver esto más. El doctor asiente, por fin. Debe de haber decidido lo mismo. —Pax, estás a salvo. Cuando te diga que despiertes, te vas a despertar. Y recordarás todo lo que me has dicho hoy. ¿Entiendes? Pax asiente. —Despierta. Pax abre los ojos y encuentran los míos a través de la pantalla del televisor. Los suyos están llenos de un terror que nunca he visto antes, y espero por Dios que nunca lo vuelva a ver. Salto de mi asiento e irrumpo en su habitación, dejándome caer de rodillas a su lado, acariciando su espalda, agarrando sus hombros, sosteniéndolo firmemente. El hombre con los dientes amarillos lo marcó en más de una manera. Él no tenía que tallar su mano para hacerlo. Su corazón estará marcado para siempre. Sinceramente, no veo cómo Pax podrá superar nada de eso jamás.

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Bookzinga El pensamiento me hace llorar. —¿Estás bien? —le susurro, lo que le obliga a mirarme. Es una pregunta estúpida, de verdad. Por supuesto que no está bien. Me mira. —No lo sé —dice con sinceridad—. Simplemente no lo sé.

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Bookzinga

Capítulo 21 Traducido por Aria25 Corregido por LadyPandora 221

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stoy entumecido. Completamente congelado mientras miro al médico escribiendo otra receta de Xanax y entregándosela a Mila. Ella promete que la rellenará en caso de que yo la necesite. Él le dice que no debería estar solo y ella está de acuerdo. No me dejará, dice. No puedo imaginar por qué no, no después de lo que ha escuchado hoy. Siempre le he dicho que estoy jodido. Pero esto… esto es jodido. El médico se pasó una hora más hablando conmigo después de que despertara, pero no puedo recordar nada de lo que dijo. Fueron todo palabras, balbuceos y ruidos. Estática. No importa. No hay nada que él pueda decir que ayude. Tiene que saberlo. Mila agarra mi codo. —¿Listo? Asiento y caminamos silenciosamente hacia el coche. Mis pies se sienten de madera. —¿Quieres que conduzca yo? —pregunta mientras me mira.

Bookzinga —Estoy bien —le digo mientras abro la puerta automáticamente. Estoy en piloto automático. Me muevo, pero no siento. Mila se desliza dentro y me mira otra vez. No sé a qué está esperando. Cierro la puerta. Me ato el cinturón y me quedo quieto por un segundo, mirando la nieve frente a nosotros. Todo parece ser un borrón para mí. Borrones de movimientos, borrones de formas. Colores que se mezclan los unos con los otros. Nada tiene sentido. —Pax —susurra Mila. Puedo sentir sus ojos en mí, esperando algo. ¿Qué coño está esperando? Pero no pregunto. Ella se inclina y me abraza, envolviendo sus brazos alrededor de mis hombros y enterrando su rostro en mi cuello. No siento su calor. Estoy demasiado entumecido. —Todo irá bien —susurra finalmente mientras se aleja. Está secándose las lágrimas y me pregunto por qué yo no estoy llorando. Soy yo quien debería estarlo, pero mis emociones parecen haberse ido. No puedo sentir nada. Cuando arranco el coche y conduzco, el silencio se asienta entre Mila y yo. Mantengo mis ojos en la carretera, incapaz de enfocarme o concentrarme. Me siento entumecido, tan entumecido como me sentí después de sumergirme en al lago detrás de Mila. Mi corazón es como un bloque de hielo; congelado, suspendido. —Pax —murmura, mirándome. Puedo sentir su mirada, su suave expresión. Sin embargo, no quiero verla, así que no miro. No lo merezco. No merezco su bondad. —Deberíamos hablar de esto. —Su voz es suave, pero insistente. Pone su mano en mi pierna. Sus dedos están fríos. Normalmente la agarraría, la sostendría, la pondría en la mía para calentarla. Ahora no. No merezco tocarla con las mismas manos que mataron a mi madre. Así que mantengo la mía apretada al volante y miro mi cicatriz. Es irregular y profunda, los bordes blancos. Te he marcado.

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Bookzinga En mi cabeza recuerdo al hombre con los dientes amarillos trazando la sangre de mi madre en el corte. La sangre de mi madre está literalmente en mis manos. Está arraigada en mi piel para siempre. Te he marcado. Trago saliva. —Maté a mi madre. No hay nada más que decir. En mis sueños sigo pensando que ella estaba rogándome que hiciera algo. Pero no. Estuvo rogando por mí. Por mi vida. Parece como si todo estuviera cerrándose sobre mí y de repente me siento increíblemente caliente. Respiro profundamente, aspirando aire. El blanco de la nieve y el cielo parecen estar girando alrededor de mí y no puedo ver bien. Detengo el coche, abro la ventana y miro fijamente en la distancia mientras intento poner las cosas bajo control; los latidos de mi corazón, mi respiración, mis pensamientos. Mila está callada. Puedo decir que no sabe qué hacer. —Pax —intenta decir—. Hay mucho para decir. Sabes que no fue culpa tuya. Él era el que tenía el arma, el que estaba forzando el acto violento contra tu madre. No fuiste tú. Te amo. Haré lo que sea que necesites que haga. Sólo dilo. Podemos salir de esto. Sus palabras se desvanecen y miro al silencioso día de invierno. No puedo creer que el mundo siga justo igual que esta mañana, como si nada hubiera pasado. Los cuervos están encaramados en un árbol cercano y pudo escucharlos graznar. Brevemente me pregunto por qué no han volado al sur, pero realmente no me importa una mierda. La nieve se amontona al otro lado de la carretera y por el camino, veo un quitanieves que viene lentamente, sus luces amarillas parpadeando en el aguanieve. La gente está abrigada en la acera, apoyándose en el frío invierno. Todo es frío. El día, el viento, el nudo en mi garganta. Trago fuerte, pero no baja.

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Bookzinga Niego con la cabeza y arranco el coche otra vez, conduciendo a mi casa. La carretera pasa por detrás de nosotros como un borrón. Después de que mis neumáticos crujan en la nieve de mi camino de entrada, me giro hacia Mila. —Hoy no voy a ser una buena compañía. Creo que probablemente deba estar solo. Ella ya está negando con la cabeza. —Nunca en la vida. No te molestaré, Pax. Pero el médico ha dicho que no debes estar solo. Así que haz lo que quieras. Piensa sobre las cosas, procésalo como quieras, pero yo me quedo. Sólo voy a ir al pueblo y conseguir llenar tu receta y volver enseguida. Asiento bruscamente y entro en la casa. No miro atrás, aunque puedo sentir a Mila mirándome. Me quedo en medio de mi sala de estar, sin fuerzas. No sé qué hacer. No sé cómo procesar esto. ¿Cómo podría siquiera alguien procesar esto? Y entonces, de repente, pienso en mi padre y una furia roja viva pasa a través de mí, superando el entumecimiento. Él lo sabía. Lo ha sabido todos estos años y no me lo dijo. Me permitió suprimir los recuerdos. Él tenía que saber lo que me haría a mí. Pero todo tiene sentido ahora. No era de extrañar que se hubiera quedado en el trabajo hasta tan tarde después de que mamá muriera. No quería verme. ¿Cómo podría haberme mirado a la cara sabiendo que yo había matado a su esposa? O incluso si no se hubiera dado cuenta de la parte que jugué, por lo menos él sabe que no la salvé. Pero incluso así. Yo era un niño. Mis pensamientos lógicos me dicen que Mila tiene razón. No fue culpa mía. Pero yo era el que estuvo allí. Fue mi mano la que

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Bookzinga disparó el arma del hombre. Y fue mi padre el que me permitió ocultarlo todos estos años. Marco su número en el teléfono de casa, pero por supuesto, él no lo coge. Le dejo un mensaje de voz. —Sé lo qué le pasó a mamá —digo glacialmente—. Llámame. Cuelgo y lanzo mi teléfono contra la pared. Se rompe en pedazos. Supongo que si quiere llamar, tendrá que llamar a mi móvil. Me inunda el odio hacia mí mismo, arremolinándose con la rabia que siento por mi padre. De repente, estoy consumido por tanta emoción que no sé qué hacer con todo eso. Es abrumador. Y duele tanto que jode. Me dirijo a la cocina y agarro una botella de whisky. Echo un vistazo a la despensa y veo que tengo dos más. Gracias a Dios que lo reabastecí el otro día. Me tomo un par de copas y luego unas pocas más. Afortunadamente, la familiar niebla desciende pronto sobre mí, el silencioso entumecimiento que tanto me gusta. Pero no es suficiente. El dolor todavía está ahí. Qué le den. Subo las escaleras de dos en dos y me cambio a unos pantalones de chándal, una sudadera y zapatillas de correr. Sin otro pensamiento, corro a toda velocidad por la parte trasera de la casa, corriendo por el camino hacia la playa. La arena está compacta y congelada en duras hondas que hieren la planta de mis pies. Pero no me importa. Me lo merezco. Corro a un ritmo rápido, aspirando el aire frío que quema mis pulmones. Pero no me importa. Me lo merezco.

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Bookzinga El lago gira y rompe contra la costa de mi derecha mientras mis pies golpean furiosamente en la rígida playa. El viento que sopla desde el agua es frío y húmedo y lo aspiro, inhalándolo a mi entumecido cuerpo. Salpicaduras de agua helada golpean mi cara y gotean por mi camisa, congelándose ahí. Miro a la distancia, sin darme cuenta de que la playa desaparece bajo mis pies. Ni siquiera sé lo lejos que voy, hasta que al final ya no puedo respirar. Mis jodidos pulmones duelen tanto y todavía hay un jodido nudo en mi garganta, alojado tan apretado que ninguna cantidad de tragar o correr o de respirar fuertemente va a moverlo. —¡Jooodeeeeeerrr! Me giro y grito al lago, lo más alto que puedo. La vibración rasga mis cuerdas vocales, hiriéndolas en el frío. Pero no me importa. Joder, me lo merezco. Grito una y otra vez, hasta que mi voz se hace ronca. Y luego me dejo caer en la playa, apoyándome contra una pieza grande de madera flotante. Estoy débil y agotado. Mi frente está de alguna forma sudada, aunque haga frío. El viento frío sopla contra ella, dándome escalofríos. Pero no me importa. Joder, me lo merezco. Merezco tener neumonía y morir aquí fuera, en el frío. Ahora miro con la expresión en blanco al lago, intentando desconectar pensamientos racionales o lógicos, o recuerdos o emociones. Ni siquiera sé cuánto tiempo he estado aquí o cuánto tiempo pasa antes de ver a alguien venir hacia la playa. Veo un destello de un abrigo rojo y largo. Mila. Apenas puedo ver el cuello de su jersey rojo de cuello de tortuga sobresaliendo de su pesado abrigo. Camina penosamente a lo largo de la playa, su delgada forma doblada contra el viento. Puedo saber cuándo me ve porque su paso se acelera y sólo le toma un minuto más alcanzarme.

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Bookzinga —Pax —grita—. Oh, Dios mío. Gracias a Dios. ¿En qué estás pensando? Hace frío aquí fuera. Vas a coger una pulmonía. Le miro. Es la sensación más rara, pero simplemente no me importa nada. No me importa si cojo neumonía. No me molestaría en absoluto. Ella se inclina y agarra mi mano, poniéndome de pie. —Vamos —me dice—. Vamos a volver a casa. Ni siquiera tienes puesto un abrigo. Y no me importa. Pero no le digo eso a Mila. Sólo dejo que me guie a casa, por las escaleras y a la cocina. —Estás congelado —dice, volviéndose hacia mí. Su rostro está afligido cuando se quita el abrigo y lo arroja sobre una silla—. Voy a darte un baño caliente. Tienes que calentarte. Desaparece por el pasillo y yo me quedo sin fuerzas en el lugar. Nada importa. Ya no. Ahora sé qué era el vacío que estaba siempre en mí. Era esto. Ese horrible conocimiento. Aunque mi mente estaba ocultándolo, profundo, en un sitio escondido, lo sabía. Es por lo que siempre me había sentido vacío, por lo que siempre daba la bienvenida al olvido. Sólo que ahora, el vacío no está vacío. Está lleno de dolor abrumador y culpa. Y no sé qué hacer con eso. Me siento como si estuviera hundiéndome. Mila vuelve y parece sorprendida de que no me haya movido. Me mira inciertamente, sus ojos verdes líquidos. Sin embargo, no dice nada. Sólo agarra mi mano y me lleva al baño. Me quita la ropa y la tira a una pila en el suelo. —Entra —me instruye firmemente—. Tu piel está roja. Obedientemente doy un paso dentro de la bañera, aunque no me haya dado un baño desde que era pequeño. El agua caliente envía mil agujas hormigueando

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Bookzinga por mis extremidades, pero no me importa. Me instalo en la bañera y cierro los ojos, bloqueándolo todo. —Pax —empieza Mila. Pero luego cambia de opinión—. No importa. Después te revisaré. Tengo tu receta, pero ya que has bebido tanto whisky, no creo que debas tomarlo. No digo nada. Cuando abro los ojos un momento después, ella se ha ido. Los cierro otra vez. El problema es que cuando mis ojos están cerrados, veo su rostro. El de mi madre. Sus ojos están completamente abiertos y mirándome. Muerta. Yo le hice eso. Fui yo. El hombre no iba a matarla, yo golpeé su dedo en el gatillo. Todo fue culpa mía. El dolor rasga a través de mí y me tambaleo sobre mis pies, golpeando la pared de azulejos. Ni siquiera siento ese dolor, el dolor en mi pecho lo eclipsa. Agarro una toalla y me seco, poniéndome la ropa interior. Tengo que hacer algo. No puedo vivir así.

Mientras Pax está bañándose, pongo un poco de agua para el té. Mientras lo hago, su teléfono móvil suena en el mostrador. Lo miro y veo el nombre de Paul Tate. Lo alcanzo vacilante. ¿Debería contestar? Mi instinto me dice que sí. —¿Hola? —Todavía estoy insegura.

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Bookzinga —Hola —responde un sorprendido Paul Tate—. ¿Pax está disponible? Soy su padre. —Un momento —le digo. Quiero decir mucho más, pero no lo hago. Sólo subo las escaleras al cuarto de baño y abro la puerta, sólo para encontrar la habitación vacía. La bañera todavía está llena de agua, pero Pax no está. Infiernos. —Él no está donde pensaba que estaba —le digo a su padre—. Tendré que encontrarle. Empiezo a andar por el pasillo, pero Paul me interrumpe. —Espera —dice—. ¿Cómo está? He recibido un mensaje de voz suyo. Ha dicho que ha recordado lo que le pasó a su madre. El dolor arrasa a través de mí. Este hombre escondió estas cosas de Pax durante años. Él tenía que haber sabido que iba a salir a la superficie en algún momento. ¿No le importaba eso? ¿No le importaba lo que le estaba haciendo a Pax durante todo el tiempo? —¿Cómo cree que está? —pregunto fríamente—. Nada bien. Nadie lo manejaría bien. Hay un fuerte suspiro en el otro extremo. —Siempre he temido este día —admite Paul y suena distante y triste—. Nunca he sabido qué hacer, cómo prevenirlo. —No puede prevenirlo —digo incrédulamente—. Pax vio algo trágico y devastador. Tenía que haber lidiado con ello hace años con la ayuda de un terapeuta. Permitirle suprimirlo fue imperdonable. Lo siento. No le conozco y siento juzgarle, pero lo conozco a él. Y no se merecía esto. Nada de esto. Hay un largo silencio. Finalmente Paul habla otra vez. —No lo entiendes. Después de que Susanna muriera, Pax se negó a hablarme. Sí que contraté a un terapeuta y Pax se negó a hablar con él. Tenía pesadillas, pero

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Bookzinga nunca las describía o me contaba sobre qué iban. No podía ayudarle porque él no me dejaba. —No hablaba porque el hombre que mató a tu esposa amenazó a Pax. Le dijo que le cazaría y le mataría, que si hablaba de eso con alguien, Pax iría a la cárcel por matar a su propia madre. Como puede imaginar, no lo está llevando muy bien. Para nada. —¿Crees que debería ir? —Paul suena vacilante. Estoy consternada y conmocionada. Si fuera yo y Pax fuera mi hijo, estaría aquí inmediatamente. No preguntaría, no tomaría un no por respuesta. Pero Paul Tate está vacilando. No puedo creerlo. —Haz lo que sea que sienta que tenga que hacer —le digo con enfado antes de colgarle. Sé que no he hecho la primera mejor impresión con el padre de Pax, pero no me importa. ¿Cómo puede ser tan egoísta? Mientras pongo mis pensamientos en orden, oigo un ruido de golpes, fuerte y frecuente. Pum. Pum. Pum. Agudizo mis oídos y sigo el sonido. Viene de abajo en el sótano. Curiosa, doy pasos ligeramente por la escalera de madera y encuentro a Pax en su ropa interior, golpeando un saco de boxeo que cuelga de una viga del techo. Ni siquiera sabía que estaba aquí abajo. Pero entonces, nunca he tenido una razón para estar antes aquí abajo. Él está sudoroso y sus músculos se abultan y flexionan mientras golpea repetidamente a la bolsa. Una y otra vez, con toda su fuerza. Ni siquiera se da cuenta de que estoy aquí observándole. Está concentrado únicamente en lo que tiene delante. Pum.

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Bookzinga Pum. Pum. Mi corazón se siente destrozado y aspiro mi aliento. No sé qué hacer. No sé cómo ayudarle. Voy de puntillas hacia las escaleras y me deslizo hasta el suelo, sentándome contra la pared. Todavía puedo oírle, golpeando. Una, otra y otra vez. Tengo miedo de que se haga daño a sí mismo, o se desgarre los músculos. Pero sé que no parará, ni siquiera si se lo pido. Me siento durante más o menos otra hora, mis codos en mis rodillas, mi rostro en mis manos. Y entonces el golpeteo se detiene finalmente. Hay silencio y luego pasos en las escaleras. Miro hacia arriba justo cuando Pax aparece. Mira hacia abajo, hacia mí, entonces se arrodilla y me coge en brazos. Está sudoroso, pero no me importa. Apoyo mi rostro contra su pecho. Sin palabras, me lleva arriba y al dormitorio donde se despoja de su ropa interior y me alcanza. Estoy sorprendida, pero me doblo entre sus brazos. Si está es la forma en que necesita ser confortado, entonces que así sea. Haría lo que fuera para quitar el dolor de su rostro. Sus labios se aplastan contra los míos, fuerte. Le devuelvo el beso, pero rápidamente me doy cuenta de que esto no va a ser nuestro sexo normal. Esto es duro y primitivo. Angustiado. Me inclina sobre la cama y se desliza dentro de mí desde atrás sin juego previo. Me estremezco un poco, pero no pasa mucho tiempo hasta que estoy mojada. Él se desliza dentro y fuera; fuerte, duro, rápido. Agarra mi culo y golpea más duro. Mis manos agarran el edredón de la cama y lo miro. Pax no está realmente aquí conmigo. Este no es él. Éste es sólo él intentando bloquearlo todo. Sé eso, incluso aunque no me lo diga.

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Bookzinga No pasa mucho tiempo antes de que se estremezca contra mí; esforzándose, empujando. Cae conmigo a la cama y cuando le miro, por sólo un segundo, es Pax otra vez. Sus ojos están abiertos y amplios. —Lo siento —me dice suavemente, abrazándome—. Lo siento mucho. Lo siento. No sé a quién le está pidiendo perdón realmente, a mí o a incluso su madre. Sólo no lo sé. Pero no me importa. Acaricio su espalda mientras tiembla hasta que finalmente se queda quieto. Está ahí durante mucho tiempo antes de que salga de la cama y cierre la puerta del dormitorio detrás de él. No le sigo. Sé que quiere estar solo. Y por más que quiera, no sé cómo ayudarle. 232

Bookzinga

Capítulo 22 Traducido por otravaga Corregido por Jo

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as horas se convierten en días. No sé cuántos y me importa un carajo. Todo lo que sé es que no puedo apagar las emociones y no puedo dejar de ver los recuerdos que están en mi cabeza ahora.

Mi padre trata de llamar, pero no hablo con él. Mila contesta y voltea hacia mí, pero aparto la mirada. No quiero saber de él. Que se joda. El Dr. Tyler intenta llamar. Pero tampoco voy a hablar con él. Mila pregunta, luego se aleja, hablando en voz baja con el médico. Pero eso tampoco me importa un carajo. Pueden decir lo que quieran. Y Mila. Joder. Mi estómago se aprieta ante la idea de Mila. También estoy causándole dolor. Porque ahora mismo no puedo ser la persona que ella necesita que sea. No puedo conducir de nuevo al doctor y sentarme con ella mientras hablamos de mis sentimientos. En su lugar, soy un imbécil. Porque eso es lo que soy. Eso es lo

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Bookzinga que hago mejor. Por un tiempo, traté de fingir que no lo era, pero mi verdadero yo se está mostrando ahora. Soy un jodido cretino. Sin embargo, nada de lo que he hecho hasta ahora ha hecho que se vaya. No quiero hablar, camino de un lugar a otro en vez de dormir, bebo malditamente demasiado e incluso la follé con rabia. Ella no se fue. Sólo me miró, tan comprensiva y suave, y dijo que quería ayudarme de cualquier forma que pudiera. ¿Qué carajos? Mi estómago se aprieta. Tan enojado como estoy con la vida, no quiero hacerle daño. Me volteo hacia ella ahora, a donde está acurrucada en el sofá leyendo. —Mila, realmente deberías irte —le digo abruptamente—. No soy buena compañía. Creo que sería mejor que volvieras a tu casa mientras me ocupo de esto. Me mira, herida. Y mi estómago se aprieta de nuevo. Sé que tengo que hacer esto. Sólo voy a hacerle daño a la larga de todos modos. Bien podría hacerlo de una sola vez. Una ruptura limpia. Ella empieza a protestar, pero la interrumpo. —Está bien que me dejes. Ya he atravesado lo peor de esto. Tienes una vida a la que volver, un trabajo. Tu hermana te necesita. Por favor. Necesito tiempo a solas. Puedes llamarme esta noche. Ella luce insegura y me duele el corazón. Joder, cómo odio esto. Pero esto es lo que merezco. No me merezco a alguien como ella. Ella se pone de pie, estirándose para tocar mi rostro. Cierro los ojos por un momento, pero luego me armo de valor y los abro de nuevo. La miro fijamente y retiro su mano. Eso la hiere, puedo verlo.

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Bookzinga Es lo mejor. Ella finalmente asiente. —Está bien. Si eso es lo que necesitas —dice con incertidumbre—. Pero llámame si necesitas algo. Y regresaré esta noche después de cerrar mi tienda y reportarme con mi hermana. Asiento. Me alejo antes de que la detenga de irse. Escucho su auto saliendo del camino de acceso y lanzo mi vaso de agua contra la pared. Se rompe y lo reemplazo con una botella de Jack. Esto es lo que merezco. Mi pecho se siente como que me está aplastando y lucho por tragar. Hay tanto con lo que lidiar. No sé por dónde empezar. Que se joda. 235

Agarro la botella de Xanax de la encimera y me dirijo hacia el sofá con mi whisky. Me dejo caer en un montón y hago estallar la parte superior del frasco de píldoras, tomando varias y tragándolas con el Jack. Bebo el resto de la botella. Cierro los ojos y por una vez, no hay nada allí excepto oscuridad. Doy un suspiro de alivio y finalmente duermo. Cuando me despierto, es de mañana. Sé eso porque la luz solar matutina se cuela por las ventanas. Hago una mueca de dolor y me incorporo, frotándome las sienes. Dormí toda la noche. Sin pesadillas, sin pensamientos de mi madre. Sonrío, mis labios estirándose tensamente. De repente, está claro. No puedo manejar los problemas por mi cuenta. Necesito a mi viejo amigo, Jack. Y a mi nuevo amigo, Xanax. La X marca el lugar.

Bookzinga Agarro el teléfono y lo miro. Tres llamadas perdidas, tres mensajes de voz y doce mensajes de texto, todos de Mila. ¿Estás bien? Pax, contesta el teléfono. Por favor contesta el teléfono. Estoy preocupada por ti, Pax. Esto no es justo. Contesta el teléfono. Casi todos dicen lo mismo. Presiono en uno para responder. No te preocupes. Estoy bien. Después de conseguir una nueva botella de whisky de la cocina, lanzo más pastillas en mi boca, tres de ellas. Luego añado dos más. No pasa mucho tiempo antes de que la oscuridad vuelva. Le doy la bienvenida con los brazos abiertos. Le canto, la arrullo. La acuno en mis brazos. Le hago lo que jodidamente me dé la gana de hacerle porque es la oscuridad, la más oscura de las noches, y no le importa. Si estoy solo en la oscuridad, nada importa. No puedo hacerle daño a nadie más que a mí mismo y malditamente me lo merezco. Cierro los ojos y dejo que la oscuridad me acune. Puede follarme para lo que me importa.

No puedo pensar con claridad. Accidentalmente no le cobré a un cliente en la tienda. Así que después de eso, me di por vencida y volteé mi señal a “Cerrado”. Me siento junto a la ventana de mi tienda, mirando a la gente feliz caminando por la acera. No saben lo bueno que tienen. Sus vidas son tan fáciles.

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Bookzinga Trato de pasarle de nuevo un mensaje de texto a Pax, pero al igual que los cuatro días anteriores, no hay ninguna respuesta. He conducido hasta allá, he tocado su puerta, lo he llamado, incluso le dije palabrotas a su correo de voz. Sin respuesta. Sólo una. No te preocupes. Estoy bien. Él no está bien. Y a nadie parece importarle excepto a mí. He pensado en llamar a la policía para que ellos vieran cómo estaba, pero dudo que lo hicieran. Él no está haciendo nada ilegal, ¿y qué pueden hacer? No es ilegal emborracharte hasta un estado de estupor. Y la única cosa que tiene en la casa, que yo sepa, es la prescripción de Xanax. Me pregunto una vez más sobre la prudencia de prescribirle eso a Pax. Cuando le había preguntado al Dr. Tyler al respecto, él explicó que le había prescrito eso porque Pax no es un adicto. —Él no es adicto a ninguna sustancia. —Había dicho el doctor—. Simplemente no ha formado mecanismos de afrontamiento apropiados para el estrés. Si él siente que no puede afrontarlo, prefiero que se tome un Xanax en el corto plazo mientras estamos trabajando en estos problemas en lugar de buscar drogas ilegales. Además, tú estarás ahí con él. Todo va a estar bien, Mila. Pero ya no estoy ahí. Y las cosas no están bien. Veo una imagen de los ojos abiertos y muertos de Jill, y me estremezco. Ese podría haber sido Pax. Y estoy aterrada de que si alguien no hace algo, ese será Pax. Con dedos temblorosos, tomo el teléfono y hago lo único que se me ocurre hacer. Llamo a su padre.

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Bookzinga

Capítulo 23 Traducido por otravaga Corregido por Jo

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stoy cayendo, cayendo, cayendo. Está negro y oscuro y no puedo ver, no puedo pensar, no puedo sentir. Pero así es como me gusta. Si no puedo sentir, entonces nada duele. Así que lo mantengo de esa forma.

Si me despierto, bebo de nuevo para dormir con un chupito de Xanax. No pasa mucho tiempo antes de que esté en la negrura de nuevo, yendo a la deriva sin sentido, durmiendo sin pesadillas. Sólo oscuridad. Suspiro. Aquí es donde pertenezco, donde la oscuridad es atemporal. Sin dolor. La luz es dolorosa. La luz es donde veo su rostro y sé cómo le fallé. Permaneceré lejos de la luz. Para siempre. No vale la pena.

Bookzinga Empiezo a cerrar los ojos, pero me doy cuenta que ya se están cerrados, por lo que sonrío. Aquí es donde pertenezco.

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Bookzinga

Capítulo 24 Traducido por Nanami27 y Lizzie Corregido por Bielkitha Ivashkov

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bro mis ojos legañosos, intentando ubicarme. Miro a mí alrededor en la habitación. Estoy en la sala de estar y parece que estoy usando la misma ropa que he estado usando por un tiempo. ¿Qué me despertó? Está oscuro afuera, así que no fue el sol.

Busco mi whisky, pero encuentro que la botella está vacía. Mierda. Eso significa que se me acabó. Tendré que hacer un viaje a la ciudad. Y entonces escucho lo que me despertó. Golpes en la puerta. Mi corazón da una punzada. Sé que probablemente es Mila. Ha estado aquí cientos de veces esta semana, intentando hacerme abrir la puerta, pero nunca me levanto del sofá para hacerlo. No necesita verme de esta manera. No merece estar aquí así. El golpe se vuelve más fuerte, muy fuerte. Mierda. Está enojada ahora. Estoy impresionado con la fuerza que está usando en esa puerta.

Bookzinga Y entonces, hay un fuerte crujido y algo se rompe. ¿Qué carajo? Me pongo de pie y la sala gira. No he estado sobre mis pies en un par de días. Me estabilizo y vuelvo a abrir los ojos. Cuando lo hago, encuentro a mi padre de pie frente a mí. Está limpio y afeitado, y vestido con vaqueros. —¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunto—. ¿Acabas de romper mi jodida puerta? La mandíbula de mi padre se aprieta. —Eso es lo que sucede cuando no respondes en una semana. Tu novia me llamó porque estaba preocupada. Entra a la ducha. Vamos a hablar. Lo fulmino con la mirada. 241

—Vete a la mierda. El tiempo para hablar fue hace años. De hecho, has tenido cualquier número de posibilidades a lo largo de los años para hablar. Pero no lo hiciste. Y ahora no quiero hablar. Terminemos con esto. Intento empujar más allá de él, caminar a través de la cocina, pero me agarra del brazo. Su agarre es fuerte y decidido. —Toma una ducha —dice lenta y deliberadamente—. Hueles a mierda. Ponte ropa limpia y regresa aquí. Vamos a hablar. Ahora. Hoy. Lo miro y él me devuelve la mirada. No está retrocediendo. Y huelo a mierda. Finalmente, aparto la mirada. —Lo que sea. Necesito una ducha. Dejo la sala sin mirar atrás. Entro en mi ducha y dejo correr el agua sobre mí, mientras mi jodida cabeza late. No puedo recordar si bebí algo de agua esta semana para nada. En realidad no recuerdo mucho sobre esta semana en absoluto. Cada vez que despertaba, simplemente tomaba más pastillas y bebía más whisky.

Bookzinga Me lavo, me afeito y me visto. Entonces me dirijo a la cocina, donde cojo dos botellas de agua. Incluso después de eso, mi boca todavía está seca, así que debo estar bastante deshidratado. Llevo otra botella de agua conmigo hacia la sala de estar, donde mi padre me está esperando. Él ha limpiado el lugar mientras esperaba, ha recogido las botellas vacías de whisky en el suelo. Está sentando en una silla ahora. Me mira cuando entro. Está triste y sombrío, y encuentro que de repente no quiero tener esta conversación. —Al diablo con esto —le digo a mi papá—. No hemos hablado sobre esto en años. No veo la razón para hablar el respecto ahora. El daño está hecho. Mi padre me mira. —El daño ha sido hecho. —Está de acuerdo—. Pero no hay razón para hacerlo peor. Vamos a hablar. Me siento y tomo un trago de agua. —Bien. ¿Por qué no me forzaste a hablar sobre lo que pasó? Si vamos a hablar, también podíamos ir al grano. Mi padre me mira, luego su mirada cae al suelo. —Porque fue más fácil de esa manera. Te llevé a un terapeuta y no querías hablar. Intenté hacerte hablar sobre ello por mí mismo, te negaste. Y luego decidí que quizás realmente no quería saber qué pasó. Si te había marcado tan mal, entonces no estaba seguro de que pudiera lidiar con ello tampoco. Así que dejé de intentar. Y luego el terapeuta me dijo que pensó que en realidad habías suprimido los recuerdos, por lo que parecía ser mejor. Tomo otro trago. Mi lengua se siente gruesa por la deshidratación. —¿Alguna vez lo atraparon?

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Bookzinga Me estremezo cuando mi padre niega con la cabeza. —No. No tenían una descripción para seguir adelante. Ninguno de los vecinos vio nada, no vieron a nadie entrar o salir. La policía no tenía nada con qué trabajar. Mierda. Sin embargo, otra razón para sentirse culpable. Podía haberles dado una descripción. —¿Qué pasó ese día? —pregunta mi papá—. Necesito saber. Había un arma en tus manos. Y tenías ese corte. Pero la policía no pudo determinar qué pasó, excepto que tu madre no fue violada sexualmente. Tenía las células epiteliales en su boca, sin rastro de semen. No había ninguna coincidencia con la muestra de ADN en la base de datos de la policía. Sé que esto es duro para pensar o hablar. ¿Pero qué viste? Cierro mis ojos, apretándolos con fuerza antes de abrirlos de nuevo. Mi papá todavía está mirándome, todavía esperando por respuestas. —Escuché a mamá llorando. Encontré al tipo en tu habitación con un arma al lado de mamá. El tipo la forzó a darle una mamada. Intenté ayudar, pero cuando lo hice, choqué contra el arma y se disparó. Ella está muerta porque intenté ayudar. Si no lo hubiera hecho, todavía estaría aquí hoy. Mi padre se atraganta un poco e intento tragar el trozo de mierda que sigue formándose en mi garganta. Él me mira. —¿Realmente crees que la habría dejado con vida? —dice papá finalmente—. Piensa en ello, Pax. Ella sabía lo que parecía, Si él te dijo que no la habría matado, estaba mintiendo. —Él me dejó con vida —le digo sin fuerzas—. Quizás la habría dejado a ella, también. Mi papá niega con la cabeza, con las mejillas sonrojadas. —No. No lo habría hecho. Probablemente no podía llevarse a matar a un niño a sangre fría y se sintió lo suficientemente confiado de haberte asustado hasta

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Bookzinga silenciarte. Tu mamá nunca tuvo una oportunidad, Pax. No había nada que pudieras haber hecho al respecto. Él se aleja ahora, mirando por la ventana. —Pero hay algo que puedes hacer ahora. Ahora que recuerdas, ven conmigo. Vamos a volar Connecticut ahora mismo y sentarnos con el detective quién llevó el caso. Puedes darle la descripción. ¿Cómo se veía el tipo, de todos modos? Siento un escalofrío correr a través de mí mientras me imagino la cara burlándose del tipo. —Él era delgado, con una cola de caballo gris y dientes amarillos. Realmente amarillos. Estaba usando una camisa a rayas azul. Mi padre se congela. —Sé de quién estás hablando. Era nuestro cartero. Nunca olvidaría esa cola de caballo gris o aquellos dientes horribles. Pax, ve a empacar una bolsa. Vamos a Connecticut. —¿El cartero? —Estoy incrédulo—. No recuerdo al cartero en absoluto. —No lo harías, ¿verdad? —responde mi papá—. Tenías solo siete. Solía burlarme de tu madre de que él encontraría razones tontas para traer el correo a la puerta en lugar de dejarlo en el buzón. Solía bromear con ella de que él tenía una cosa por ella. Nos reíamos de ello. Pensamos que era un poco extraño y solitario. No tenía idea… La voz de papá se ahoga y mira hacia otro lado por un minuto, y se recompone antes de mirarme de nuevo. —Recoge tus cosas, Pax. Ese enfermo bastardo merece pagar. La idea de que pudiera encontrar un poco de redención me estimula, salgo del sofá y voy a empacar un bolso. Mientras estoy metiendo mi cepillo de dientes en mi caso durante la noche, veo un anillo reposando en el mostrador. Lo

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Bookzinga recojo. Mila debe haberlo dejado. El anillo de boda de su madre. Lo deslizo en mi dedo meñique y termino de empacar. En mi prisa, dejo mi celular en la casa y no me doy cuenta hasta que estamos acelerando hacia Chicago. —No te preocupes —dice mi papá—. Si necesitas un teléfono, puedes usar el mío. No vamos a estar fuera por tanto tiempo de todos modos. Quizás un par de días. Esto es fabuloso, Pax. Ese maldito tipo finalmente recibirá lo que merece. Todo lo que necesitarán hacer es comparar su ADN. Esto es grandioso. Mi papá está más animado ahora de lo que nunca lo había visto. Hay vida en sus ojos. Lo miro. —Papá, ¿por qué pensaste que podría ser mejor si nunca recordaba? ¿Qué quisiste decir? ¿Lo mejor para mí? ¿O lo mejor para ti? Mi papá me mira con una mirada sobria antes de volver sus ojos a la carretera. —Quizás para ambos. Sabía que los recuerdos te habían roto Y después de que encontrara los residuos de pólvora en tus manos, no pensé que quisiera saber qué pasó. No podía siquiera imaginar, pero no estaba en un buen lugar. Y si descubría que tenías que ver en su muerte, incluso accidentalmente, no sabía si podría superarlo. —Pero era un niño —me ahogo—. Estaba tratando de ayudarla. —Sí —dice mi papá, nivelando la mirada hacia mí—. Lo eras. Me alegra que te dieras cuenta de eso. Pero yo estaba en mal estado entonces. El dolor le hace eso a una persona. Y entonces le hice frente de la única manera que conocía. Me lancé a trabajar. Y cuando eso no detuvo el dolor, lo que hice fue empacar y nos mudamos al otro lado del país. —¿Eso detuvo el dolor? —le pregunto. Me mira. —No.

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Bookzinga Miro hacia abajo, a mis manos y me quedo mirando el anillo en mi dedo. Me lo quito, haciéndolo rodar y rodar en mis manos. En el interior hay palabras inscritas. Miro más cerca para leerlas. El amor nunca falla. Trago saliva. Algunas veces, el amor falla. Ciertamente he demostrado eso. Les he fallado a todos. Le fallé a mi madre. Le fallé a mi padre cuando reprimí las memorias y no pude decirle a nadie cómo se veía el asesino. Y ciertamente le fallé a Mila. Sé que he arrancado su corazón y dudo que pueda alguna vez ponerlo de regreso de nuevo. Cierro mis ojos para calmar el escozor en los mismos. Tomo una siesta en el aeropuerto hasta que nuestro avión despega, entonces tomo una siesta en el avión. Pienso en intentar llamar a Mila, pero decido que sería mejor que no. Nuestra conversación no es una para ser hecha por teléfono. Necesitaré verla, cara a cara. Mientras tanto, tengo algo importante que hacer. Cuando aterrizamos en Hartford, nos registramos en un hotel. Nuestra cena en el restaurante del hotel es bastante silenciosa. Miro a mi padre haciendo remolinos con su whisky en su vaso ausentemente durante mucho tiempo antes de que finalmente hable. —No fue tu culpa tampoco, papá. Él me mira. —¿No? Pax, nosotros bromeábamos sobre ese tipo. El maldito cartero. Pensé que él era una broma. Pero se llevó a mi esposa. O bien podría haberla tenido. Alguna broma. Supongo que él se rió al último. La amarga agonía en el rostro de mi padre es aparente y tan enojada como yo con él, no puedo evitar sentirme terrible por él al mismo tiempo. No puedo imaginar cómo debe sentirse. —Papá —intento de nuevo. Pero él interrumpe.

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Bookzinga —Pax, no entiendes. No puedes imaginar cuántas veces en los últimos años me he preguntado… ¿qué si hubiera salido del trabajo temprano ese día? ¿Qué si no me hubiera detenido por gasolina? ¿Qué si me hubiera detenido en una luz roja menos? Si alguna de esas cosas hubiera pasado, quizás podría haberlo impedido. La constante de no saber era terrible. Pero ahora, el saber que el maldito cartero tomó su vida… mi culpa es diez mil veces peor de lo que nunca fue. Porque si lo hubiera tomando en serio, si hubiera reconocido el jodido pervertido que era, tu madre estaría con vida hoy. Ese es un hecho indiscutible. Trago el resto de mi agua antes de responder. —Papá, mamá tampoco debió de haberse dado cuenta de cuán jodido estaba. Dijiste que ambos bromeaban al respecto. Eso significa que él lo ocultó muy bien. No puedes sentir culpa por la enfermedad mental de alguien más. No hay manera que pudieras haberlo sabido. Puedo decir que mi padre no me cree, sin embargo, y terminamos nuestra comida en silencio. Para ser honesto, creo que ambos somos felices de estar solos con nuestros pensamientos. Después de una noche sin dormir mucho, vamos a la estación de policía como primera cosa en la mañana. El detective está más que feliz de saber de nosotros. —Este caso me ha perseguido por años —admite, con la boca apretada—. Nunca había visto nada igual. Nunca lo he olvidado, o la visión de tu pequeño rostro. Tus ojos estaban tan grandes y tristes. Habías visto lo inimaginable. Me alegra ver que has crecido tan bien. Tan bien. Huh. Eso es discutible. Él toma mi declaración oficial y nos asegura que perseguirán una orden para recoger pruebas de ADN de nuestro cartero viejo tan pronto como puedan obtener un nombre de los registros de la oficina de correos. Siento una sensación de intensa satisfacción mientras caminamos por las escaleras de la estación y hacia fuera en el vigoroso aire fresco. La justicia podría finalmente servir. Mi mamá finalmente podría ser reivindicada. Ha tomado solamente diecisiete años.

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Bookzinga —¿Dónde está enterrada? —le pregunto a mi padre a medida que subimos al auto. Él me mira. —Vamos a parar y conseguir algunas flores, y te mostraré. Así que hacemos exactamente eso. Nos detenemos y conseguimos dos docenas de rosas cada uno y nos dirigimos a un hermoso y silencioso cementerio. Está alineado con los árboles y el hielo cuelga de sus ramas, brillando en el sol de invierno. Es sereno. Decido que si debo ser enterrado, bien podría estar aquí en este lugar tranquilo. Al caminar entre las tumbas, me siento como si hubiera estado aquí antes y sé que lo he hecho. Tengo visiones fugaces de su funeral, el ataúd siendo bajado al suelo. Recuerdo el intenso sentimiento de tristeza que había sentido al verla. Trago saliva. Delante de nosotros, veo una estatua de un ángel y lo reconozco. Yace en una losa, llorando en sus manos y sé que se sienta junto a la tumba de mi madre. Lo recuerdo. —Tu abuelo trajo la estatua —dice mi padre, asintiendo con la cabeza hacia ella. —Parece apropiado —le respondo. Y lo hace. La lápida de mi madre se sienta junto al ángel de mármol blanco. Es brillante y luminosa. Me dirijo a mi papá. —Alguien ha estado cuidando de ella. Él asiente con la cabeza. —Por supuesto. Le pago a alguien. Por supuesto. Miro hacia abajo.

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Bookzinga Susana Alexander Tate Amada esposa y madre Caminó en la belleza, Duerme en paz. El frío viento sopla suavemente contra mi cara y una vez más, un nudo se forma en mi garganta. Me inunda la culpa de que no he estado aquí para visitarla en años. Me arrodillo para colocar mis flores por su nombre y por primera vez en todo el tiempo que puedo recordar, me siento una lágrima corriendo por mi mejilla. Me la limpio. —¿Crees que lo está? ¿En paz? Mi padre me mira. —Hijo, tú eras la paz de tu madre. Tú le trajiste tanta paz y alegría desde la primera vez que ella te sostuvo, que sabía que tenía que nombrarte Pax. Tu madre te amaba más que a nada en el mundo. A ella le habría encantado dar su vida cien veces más para mantenerte a salvo. Hagas lo que hagas, simplemente vive una buena vida para ella. Tenía tantas esperanzas para ti. Pero cuando todo se reduce a eso, lo único que querría es que seas feliz. Las lágrimas fluyen libremente y ahora mi padre envuelve sus brazos alrededor de mí. Y solo así dos hombres adultos están de pie abrazándose delante de una solitaria lápida mortuoria. Pasan unos pocos minutos antes de que él se aleje y vea que él también está llorando. —También te amo, Pax. Espero que sepas eso. Asiento con la cabeza, con demasiado nudo en la garganta para hablar. Me siento como si alguien hubiera torcido mis tripas en sus manos y metido todo de nuevo en mi garganta en los lugares equivocados. Me duele todo. Pero, por primera vez, el dolor está bien. El dolor se siente normal, como si fuera del tipo que debe sentirse. No se siente como el dolor avergonzado que sentí cuando era niño, cuando no pude salvar a mi mamá.

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Bookzinga El viejo vacío en mi corazón se ha ido. Se ha reemplazado con una especie de tranquila aceptación. Mi vida es lo que es. Mi madre murió con una muerte violenta y lo vi pasar. Tengo que superarlo y seguir adelante. Es lo que ella querría que yo haga. De pie aquí, delante de su tumba en este tranquilo lugar, ahora sé que no podría haberla salvado. Yo tenía siete años. Mi padre tenía razón. El intruso podría haberla matado de todos modos. Era su plan desde el principio o no habría incluso traído el arma. Conducimos de nuevo al aeropuerto en silencio. Finalmente, mi padre habla. —Debes llamar a Mila. Ha estado muy preocupada por ti. Lo miro con sorpresa. —¿Ella te dijo eso? Él asiente con la cabeza. —Ella es la razón por la que llegué a tu casa, ¿recuerdas? Ella me llamó o yo no me hubiera sabido que las cosas estaban tan mal. Te ama, Pax. Y si hay algo que deberías rescatar de todo esto es que necesitas vivir el día. El mañana no está prometido para ti. —Yo no la merezco —le digo con sinceridad—. He sido un imbécil. Lo único que he hecho es hacerle daño. Mi padre me mira dubitativo. —Si eso fuera cierto, entonces no te amaría tanto. Está esperando por ti. Te lo ha comprobado un centenar de veces y me ha hecho un millón de preguntas de las que no sé la respuesta. Solo tú. Necesitas responderlas para ella. —¿Por ejemplo? —Como por ejemplo, ¿vas a volver? ¿Vas a estar bien? ¿Cómo manejaras las cosas ahora? Cosas de las que no hablas, así que no lo sé. Vas a tener que

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Bookzinga conseguir un poco de ayuda para saber cómo tratar con las cosas incómodas. No puedes seguir enterrando las cosas en las drogas y el whisky. Lo sabes. Asiento con la cabeza. Y es doloroso porque es verdad. —Me he jodido —le digo simplemente. —Sí —está de acuerdo mi padre—. ¿Pero no lo hemos hecho todos? No respondo. Me deslizo lejos en mis pensamientos y continúo girando el anillo de Mila en mi dedo. A medida que hacemos nuestro camino a través del aeropuerto, mi padre se vuelve hacia mí. —Voy a decirle a tu abuelo que te acuerdas. Es una de las razones por las que dejó de hablar con nosotros. No estuvo de acuerdo conmigo, no obligándote a pensar en ello, porque quería encontrar al asesino de tu madre. Cuando me negué a tratar de obligarte, él no se atrevía a ir junto con las mentiras que te dije, que tu madre murió en un accidente de auto. Su ausencia no es culpa suya, es mía. La culpa recae sobre mis hombros. Y lo siento. Asiento con la cabeza. Para ser honesto, me preocuparé de eso más tarde. Es lo último que me preocupa en estos momentos. Hay una sola cara en mi mente y es hermosa y suave y tiene ojos grandes y verdes. Nuestro avión aterriza en Chicago y mi padre me lleva a casa. —Espero que las cosas mejoren para nosotros ahora, Pax —me dice en mi camino y me doy cuenta de que es sincero. Asiento con la cabeza. —Yo también lo espero —le respondo. Me parece que lo digo en serio. Tomará un tiempo, estoy seguro. No podemos arreglar años de daño a nuestra relación en un minuto. Pero al menos es un comienzo. Si seguimos en ello, tal vez algún día vamos a estar bien otra vez. Él se echa atrás y lo veo hasta que ya no puedo ver sus luces rojas antes dejarme caer en Danger y acelerar hacia la ciudad. Solo puedo pensar en una sola cosa. Ella.

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Bookzinga Irrumpo la puerta de su tienda y ella me mira con sorpresa desde el mostrador. Está sola y parece estar estudiando un portafolio. Mientras camino y ella me reconoce, en sus primeros saltos de expresión. En alegría. Pero rápidamente se pone a la defensiva y siento el aguijón de eso en todo el camino hasta el centro de mi corazón. Yo le hice eso. La enseñé a estar cautelosa y a la defensiva alrededor de mí, porque yo podría aplastarla. Ese conocimiento me mata. Doy zancadas a través de la tienda, sin detenerme, sin dudar. Paso alrededor del mostrador y la aplasto hacía mi fuerza. —Por favor —le digo—. Por favor, perdóname. Siento mucho haberte hecho daño. Siento haber sido un idiota y que eso te excluyera. No sabía cómo manejar las cosas sin ser autodestructivo. La autodestrucción es lo único que he conocido. En el fondo, es lo que sentí que merecía. Hago una pausa y miro hacia abajo. Ella está mirándome con sus maravillosos y claros ojos, y mis tripas se aprietan. —Dame otra oportunidad —le pido con urgencia—. Haré cualquier cosa que quieras que haga si me dices que podemos empezar de nuevo. Yo sé que no lo merezco, pero te lo pido de todos modos. Sinceramente, no sé si puedo respirar sin ti. Por favor. Te amo, Mila. Por favor, dime que podemos solucionarlo. La miro a los ojos y ella parece dudosa y siento un momento de pánico. —No quiero volver a empezar —dice lentamente—. Me gusta lo que teníamos. No quiero volver a empezarlo. Te amo, Pax. Pero no sé si puedo manejarlo si me dejas así de nuevo. Me negaste el paso y no te pude ayudar. Eso no es lo que la gente hace cuando ama a alguien. Me arrancaste el corazón y lo pisoteaste. —Lo sé. —Estoy de acuerdo—. Lo sé. No tienes idea de cuánto lo siento. No soy tan bueno en las relaciones. No he tenido ninguna práctica. Pero si te quedas conmigo, si te quedas... te prometo que nunca te dejaré de nuevo. Yo nunca te excluiré de nuevo. Voy a hacerlo funcionar y voy a arreglar lo que está roto. Te lo prometo.

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Bookzinga —Quiero creerte —dice lentamente, con los ojos todavía congelados en los míos—. Pero estoy muy asustada, Pax. Me has asustado. Mucho. ¿Cómo sé que no me vas a dejar fuera así de nuevo? ¿Cómo sé que la próxima cosa difícil que nos encontremos no te enviará a otra caída y te encontraré en el patio trasero, como encontramos a Jill? Hace una pausa, sus ojos suplicantes, deseando que yo diga algo, queriendo que sostenga que está equivocada. Pero yo no sé si lo está. Así que no puedo decir nada. —Los dos bebés de Jill están necesitando crianza ahora, Pax. Sus vidas han sido destrozadas. No sé si puedo confiar en que no me hagas eso. No he dormido en días y cuando me duermo, tengo horribles pesadillas. Soy un desastre, Pax. Y no quiero pasar por esto otra vez. No creo que pueda. Sus palabras me aterrorizan y me saco el anillo, sosteniéndolo con una mano temblorosa. —El amor nunca falla, Mila. Eso es lo que tus padres creían. Y gracias a ti, es lo que creo ahora, también. Te pegaste a mi lado y me amaste cuando no lo merecía. Todo lo que quiero es una oportunidad para demostrar que puedo ser digno de ella. Tus padres eran una especie de mierda a su manera, como yo, y nunca recibieron la ayuda que necesitaban. Pero yo lo haré. Te lo prometo. Trabajaré en ello. Voy a aprender cómo hacer frente a las cosas dolorosas y nunca te dejaré de nuevo. Solo dime que te quedarás conmigo. La miro fijamente, esperando, conteniendo la respiración. —Por favor —le susurro. Por último, finalmente, toma el anillo de mi mano y se apoya en las puntas de los pies, apretando sus labios contra los míos, siempre tan suavemente. —Te amo tanto —susurra—. Te amo tanto. Pero no puedo. No en este momento. La empuñadura de un tornillo aplasta mi corazón al mirarla, la cara que es tan hermosa y delicada, a la mujer que me ha visto en mis peores momentos, pero

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Bookzinga sigue de pie frente a mí hoy sin juicio o burla. Mi pecho se tensa y mis ojos queman. Me siento completamente vacío. —Lo sé —le digo, sinceramente—. Entiendo. Y lo hago. Es una verdad tan cruda y honesta que duele. Pero no le he dado una razón para quedarse, así que no hay manera de que ella debería hacerlo. Solo hay una cosa que puedo hacer... darle una. Trago saliva, deseando que el nudo en mi garganta se disipe. —Te voy a dar una razón —le digo, mi voz ronca—. Te lo prometo. Si me das la oportunidad, te voy a dar una razón para estar conmigo. Ella me besa otra vez y lucho contra el impulso de aspirar, de aplastarla contra mi pecho y nunca dejarla ir, para obligarla a quedarse. —Cuento con eso —murmura Mila mientras se aleja—. Solo necesito un poco de tiempo Pax, el tiempo para que puedas demostrar que eres serio acerca de esto, acerca de hacerlo funcionar. Eso es todo lo que necesito. Sé que esto es tan duro para ella como lo es para mí y odio que yo le haya hecho esto. Odio que yo hubiera puesto este dolor en su rostro. Asiento con la cabeza lentamente y el movimiento parece doloroso. —Puedes tener todo el tiempo que necesites, Mila. Voy a esperar para siempre si tengo que hacerlo. Una lágrima resbala por su mejilla y ella mira hacia otro lado. Mis tripas se sienten como un bloque de cemento mientras uso mi pulgar para limpiar su lágrima, a continuación, tiro de su barbilla. La beso en la mejilla. —Te amo —murmuro en su oído. Y entonces reúno cada gramo de mi fuerza, porque eso es lo que toma alejarme de ella.

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Capítulo 25 Traducido por flochi Corregido por LadyPandora

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as noches parecen mucho más largas ahora, muy oscuras y frías. Me doy la vuelta en la cama otra vez, subiendo mi edredón hasta la barbilla, intentando forzar a mi mente a alejar los pensamientos de Pax. Como si eso fuera a pasar. Mi corazón se aprieta ante el recuerdo de lo que Pax ha pasado.

Desde que se alejó de mí la semana pasada, desde que vi el rechazo extenderse por su cara, el dolor y la angustia, he repetido ese momento una y otra vez en mi mente. Lamentándolo, dándome golpes para superarlo. Pero no hay nada más que podría haber hecho. Él tiene que saber que cada acción tiene su consecuencia. Y aunque dice que va a cambiar, que se da cuenta de que necesita cambiar, estoy bastante segura de que necesita una razón para cambiar de veras. Si vuelvo con él como si no me hubiera lastimado, no tendrá una muy buena razón. Salvo por aquella donde toda tu vida ha empezado a girar en torno a él, idiota, me digo. Pax tiene cada razón existente en el mundo para cambiar, razones que

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Bookzinga ni siquiera me incluyen. Si simplemente fuera lo bastante fuerte como para verlo. Contra mi mejor juicio, tomo el teléfono. Ha pasado una semana desde que lo he visto o he hablado con él. Mi corazón sólo quiere escucharlo, saber que se encuentra bien. Quizás entonces pueda dormir. Estoy pensando en ti. Espero que estés bien. Envío el mensaje y espero con el teléfono en mis dedos. No hay respuesta. Aunque probablemente me lo merezca. Flaqueo en mi convicción. Maddy está de acuerdo en que yo no tenía otra opción más que enviarlo lejos cuando vino a mi tienda. Pero una parte de mí, una parte cada vez más insistente, lo pone en duda. Lo quiero. Lo quiero más que nada. ¿Y no es parte del amor quedarse junto a él en las buenas y en las malas? El amor nunca falla. Trago saliva. Pero bien pensado, a veces el amor tiene que ponerse guantes de boxeo y ser fuerte para sobrevivir. A veces, tienes que hacer lo más difícil, dejar que alguien crezca por sí mismo. Me quedo dormida con lágrimas en mi mejilla y el teléfono en las manos. Cuando despierto, hay un mensaje esperándome. También estoy pensando en ti. Y lo estoy logrando. Sus palabras hacen que florezca mi corazón. Y de alguna manera, hacen que me sea más fácil levantarme y enfrentarme al día.

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Bookzinga —Creo que estás perdiendo peso —anuncia Maddy, en tanto entra pavoneándose a mi tienda con sus nuevas botas y una cajita de comida para llevar. Alzo la mirada desde donde estoy enmarcando un cuadro del cielo nocturno y pongo mis ojos en blanco. —Primero, ¿pensé que dijiste que teníamos que ajustar el cinturón este verano? —pregunto con mi ceja levantada mientras miro enfáticamente sus botas. Parece avergonzada. —Es cierto. Pero las cosas se están reanimando ahora que la primavera está acercándose. —Febrero no es primavera —le digo con sarcasmo. Ella pone sus ojos en blanco. —Un mero tecnicismo. Estamos a finales de febrero. Casi primavera. Ahora que las personas no están recluidas, el negocio se está recuperando. Pero te estás desviando. No has estado comiendo bien. Apuesto a que perdiste unos cinco kilos y no tienes que perder peso, Delgada. Diría algo, pero no tendría cómo probarlo. Tiene razón. He perdido peso y ni siquiera tendría que perderlo. —¿Me trajiste algo de comer? —pregunto en cambio. Asiente, dejando caer la cajita sin contemplaciones sobre mi pintura. —Queso a la plancha y un plato de minestrone. Tony dice que te lo comas todo y tendrás postre. También dice que se te están poniendo las piernas de pollo. Sacudo la cabeza y no puedo evitar sonreír. Tony nos ama en su propia manera gruñona. No me sorprendería que haya sido idea suya que Maddy me trajera la comida. —Vi el coche de Pax aparcado en frente de la oficina del Dr. Tyler —menciona Maddy a la vez que se acurruca en un elegante sillón rojo—. Ha estado ahí mucho últimamente. ¿Has hablado con él?

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Bookzinga Mastico un bocado de mi sándwich y lo trago con fuerza para conseguir que baje. —No. No en un mes. ¿Ha estado en The Hill? Maddy sacude la cabeza. —No. Y tampoco he visto su coche en el bar. Más o menos ha estado fuera de la vista, salvo cuando está con el Dr. Tyler. Ella me mira fijamente. La ignoro. —¿Bueno? —demanda finalmente, su mirada azul en la mía—. Está respetando tu espacio y está esforzándose en seguir adelante. ¿No crees que ya sea hora de que tomes la iniciativa para hablar con él? 259

Casi tiro mi sándwich. —¿Quién eres y que has hecho con mi hermana? —exijo—. No te gusta Pax. Nunca te gustó Pax. Me has dicho cientos de veces que no vale mi tiempo, que nunca será material para novio. Estoy más que sorprendida. Maddy tiene la gracia de parecer avergonzada. —No lo sé —admite—. No puedo explicar por qué me siento diferente. Sólo lo hago. Mis entrañas me están diciendo que se me merece una segunda oportunidad. Creo que realmente lo está intentando, Mi. Para ser honesta, no sólo no he visto su coche en el bar, sino cuando estuve allí el otro día tomando algo, le pregunté a Mickey si lo había visto. Y no. Me mira fijamente otra vez, con fuerza y durante un largo rato. Suspiro. —Madison, sólo porque no ha estado en Bear’s Den no quiere decir que no haya pasado a beber. O hacer cosas peores. Por todo lo que sabemos, está escondido en su casa con whisky y drogas. No sabemos lo que está haciendo. Hay un silencio mientras Maddy se remueve nerviosa.

Bookzinga —Tú no sabes lo que está haciendo —dice al final tímidamente—. Porque no has hablado con él. Pero yo sí. Esta vez dejo caer mi sándwich, justo en la sopa. —¿Qué? —pregunto, mientras mi estómago se desploma hasta mis pies—. ¿Mentiste? Dijiste que nunca has hablado con él. Por alguna extraña razón, mis dedos tiemblen mientras espero su respuesta, mientras mi corazón late fuertemente contra mi caja torácica. Ahora Madison parece indecisa. —No mentí. Dije que él no había estado en The Hill. Y no lo estuvo. Pero me llamó hace un par de semanas. Al parecer, ha tenido un ojo puesto en ti y notó que has estado tomando un montón de mis turnos y quiso ayudar. —¿Él, qué? —pregunto forzadamente, intentando envolver mi mente alrededor de este nuevo giro de acontecimientos. ¿Mi gélida hermana ha estado hablando con Pax a mis espaldas? —Quería ayudar —repite—. Me dijo que sabe cuánto significa The Hill para nosotras ya que fue el sueño de nuestros padres y quería asegurarse de que no lo perdiéramos. Pagó nuestro préstamo de renovación y luego envió a uno de sus propios asesores de negocios para hablar conmigo. Nos sentamos y escribimos un plan de negocios actualizado y ahora The Hill está de nuevo en la pista. Parece que necesitaba hacer unos cuantos cambios y así lo hice. Y también, al parecer, necesitaba hacer unos cuantos cambios en mi vida personal, también, como no juzgar a alguien que ni siquiera conozco. No conocía a Pax. No tenía derecho a decirte que permanecieras lejos de él. Estoy sorprendida más allá de las palabras. Siento como si algo se estuviera asentando en mi pecho, pesando sobre mis pulmones mientras miro con fijeza a mi hermana. No puedo respirar. Agarro mi agua y toma un sorbo, luego otro. —¿Pax hizo eso? —Consigo graznar al final. Maddy asiente.

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Bookzinga —Pero juré mantener el secreto. No quiere que sepas lo que hizo. Estaba muy convencido de que cuando finalmente le dieras otra oportunidad, será porque se lo gane por sus propios méritos, no por esto. —¿Sabes cómo le va? —susurro—. ¿Está bien? Madison asiente. —Fui a su casa para encontrarme con su asesor. Él y yo hablamos por un rato. Su principal preocupación fuiste tú. Quiso asegurarse de que estabas bien. Se siente como un idiota por lastimarte y tiene miedo de nunca poder redimirse por eso. Pero por otro lado, está bien. Parece saludable y ha estado viendo al Dr. Tyler dos veces a la semana. Incluso dijo que él y su padre están solucionando las cosas. Creo que son unos pasos enormes, Mi. Y lo eran. Realmente ella no tenía ni idea. No estuvo ahí para ver la mirada en la cara de Pax cuando descubrió que su padre le había ocultado todo durante años. La traición desgarradora que vivió en sus ojos. Yo, realmente, no estaba segura de que alguna vez fuera capaz de perdonar a su padre. —No sé lo que se supone que tengo que hacer —admito finalmente en un susurro, desplomándome en el sillón con mi hermana. Envuelve un delgado brazo a mi alrededor. —¿Lo amas? —me pregunta, mirándome a los ojos. Sin dudarlo, asiento. —¿Él vale la pena y el esfuerzo? Su cara es grave y sombría a la vez que aparto el cabello de mis ojos. Asiento nuevamente. —Pax vale lo que haga falta. Madison sonríe. —Pensé que dirías eso. Mi consejo entonces, hermanita, es que vayas a hablar con él. Se está esforzando. Admiro eso. Tengo que respetarlo. Y sé que te ama.

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Bookzinga Me quedo inmóvil. Completamente inmóvil. Prácticamente puedo sentir mi corazón latiendo en mis oídos. —¿Qué estás esperando? —me pregunta Maddy suavemente, empujándome en el hombro—. Ve. Y así hago.

•••

El viaje hasta la casa de Pax nunca antes me ha tomado tanto tiempo. Pero aun así, me siento en mi auto un par de minutos después de detenerlo. Danger está estacionado delante de mí, así que sé que está en casa. Estoy repleta tanto de anticipación sin aliento como de absoluta ansiedad mientras chapoteo por la nieve fangosa hasta su puerta. ¿Y si ya no me quiere? ¿Y si me llevó demasiado tiempo llegar a este punto? ¿Y si es muy tarde? Respiro hondo unas cuantas veces mientras me quedo en el porche delantero de Pax. Inhalo, exhalo. Repito. Toco el timbre, luego golpeo. De repente me siento abrumada por la necesidad de ver su cara, de verlo saludable y fuerte. Quiero ver sus ojos sin dolor. Mi estómago se aprieta una y otra vez mientras espero. Parece una eternidad y cuando finalmente la puerta se abre, estoy sin aliento. Por primera vez en un mes, Pax está frente a mí, llenando el quicio de la puerta. Está tan hermoso en vaqueros y una camiseta negra. Nadie puede llevar lo informal como él. Mis rodillas se sienten débiles.

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Bookzinga Sus ojos se agrandan cuando me ve, pero luego su expresión se suaviza. Ahora está relajado, amistoso. Pero cauteloso. Claramente cauteloso. —Hola, Roja —dice tranquilamente, observando mi cara. Esperando que yo diga algo. Soy yo quien vino a verlo, después de todo. Trago saliva. Tengo que contenerme de lanzarme a sus brazos. —Hola. —Oh, Dios mío. ¿Quiero decir miles de cosas y todo lo que digo es hola? Estoy loca—. ¿Puedo entrar? —agrego rápidamente. Pax sonríe y señala con su brazo. —Claro. Cuando quieras. Lo sabes. ¿Puedo ir a por algo de beber? ¿Un agua, tal vez? ¿Por qué está siendo tan formal? Mi corazón duele un poco. ¿Esperé mucho tiempo? ¿Él ha seguido adelante? El pensamiento prácticamente me paraliza, pero consigo declinar el agua y lo sigo a la sala de estar. Miro alrededor cuando me siento. No ha cambiado su casa ni un poco. Es amplia y luminosa, un moderno loft, perfectamente aseado y limpio. Una parte profunda en mí está aliviada. Si no ha cambiado su casa, quizás no ha cambiado sus sentimientos por mí. Incluso yo sé que ese pensamiento es irracional. Pero creo que me estoy agarrando a un clavo ardiendo. —¿Cómo estás? —pregunto, mirándolo—. ¿Estás bien? Tamborilea sus largos dedos contra su muslo revestido en tela vaquera. Todavía está resolviéndolo. Eso es evidente. Puedo ver el músculo duro a través de la tela. Trago saliva. Sonríe. —Lo estoy haciendo realmente bien. Aunque, no mentiré. Ha sido durísimo entenderlo todo. Pero me ha dado perspectiva. Y este mes pasado, me he aislado y centrado en las cosas que necesito cambiar. Quería asegurarme de darte una razón para estar conmigo.

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Bookzinga Hace una pausa. Y mi corazón se detiene cuando me mira. Sus ojos dorados son tan cálidos y vibrantes. ¿Cómo alguna vez pude haber pensado que eran fríos? —He estado pensando mucho, Mila. Y tenías razón en alejarme un mes. Realmente la tuviste. He pasado mucho tiempo preocupándome por haberla jodido completamente contigo, que nunca me perdonaras. O que te había lastimado tanto que nunca querrías volver a mirarme. —Empiezo a interrumpirlo, pero alza una mano—. Por favor. Déjame terminar. He pensado en lo que te diría cientos de veces. Estoy tan contento de tener la oportunidad de decirlo. —Cierro la boca y asiento. Sonríe suavemente—. Mila, ya he dicho antes esto, pero eres lo más hermoso que he visto. Eres hermosa por dentro y por fuera. No merezco haberte conocido. No te merezco de ninguna manera. Pero hay algo que quiero más que estar contigo. Despertar a tu lado durante el resto de mi vida. Estoy tan agradecido de que me hayas aguantado tanto tiempo como lo estuviste. Y todo lo que quiero saber ahora es qué puedo hacer para que me aguantes de nuevo. Dilo y lo haré. Lo que sea. Espera, sus ojos pegados a los míos y me siento abrumada por la emoción, completamente muda. —¿No he esperado mucho tiempo? —Consigo decir finalmente. Pax parece sorprendido. —¿Qué quieres decir? —pregunta desconcertado—. Claro que no. Dije que te esperaría por siempre. Lo dije en serio. Las lágrimas corren por mis mejillas a la vez que me lanzo a sus brazos. Nos abrazamos mutuamente y entierro mi cara contra su pecho. Huele de la misma manera, como a aire libre y fresco. Lo inhalo y luego inclina mi barbilla, sus labios encontrándose con los míos. Mientras me pierdo en su beso, sé que nunca quiero estar en algún lugar más que aquí, envuelta en los brazos de Pax. Es donde pertenezco.

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Bookzinga

Capítulo 26 Traducido por Lizzie Corregido por Curitiba

M

ila duerme acurrucada en mi regazo. Hemos estado así en el sofá todo el día y ahora en la noche. Su cabeza está apoyada en mi pecho, y es por lo mismo que con extrema precaución tomo el teléfono, con cuidado de no agitarla y despertarla.

Hablando en voz baja, ordeno una enorme cantidad de comida china para llevar. Mirando hacia abajo a Mila, rápidamente agrego postre en nuestra orden. Ella necesita comer. Ha perdido peso. Las curvas que solían encajar perfectamente en mis manos se han vuelto demasiado delgadas. Al colgar el teléfono, me siento culpable por eso. Ella está bajo estrés por mi culpa. Despejo el cabello de su frente, mirando sus labios abultarse con cada respiración. Es un rasgo de ella que es lindo como el infierno. Parece tan inocente, como una niña. Elige este momento para abrir los ojos. Ellos se ensanchan a medida que se da cuenta de que estoy despierto. —Hola —murmura, sentándose. Mantengo mis brazos alrededor de ella. —Hola —le digo con una sonrisa—. ¿Has dormido bien?

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Bookzinga Asiente con la cabeza con aire de culpabilidad, como si estuviera avergonzada de dormir todo el día. —Necesitabas el sueño —le digo—. No has estado cuidando de ti misma. Ella se ve avergonzada. —Tenía problemas para dormir —responde defensivamente. —Lo sé —le digo en voz baja—. Yo también los tenía. Pero vamos a dormir mejor, lo prometo. Ella me mira. —¿Tus pesadillas se han ido? —Sorprendentemente, sí —le respondo—. En su mayor parte. He tenido un par desde que fui hipnotizado, pero no muchas. A pesar de que ha sido doloroso, recordar todo eso realmente fue catártico. Una vez que empecé a hablar de ello y a procesarlo, he sido capaz de poner un poco de mis problemas en la cama. —Tienes que ser un suertudo —me dice, tomando mis palabras de hace mucho tiempo—. A veces los problemas no quieren dormir. Sonrío. —Tienes razón. A veces los problemas son unos insomnes del infierno. Pero los míos se comportan por ahora. Esperemos que siga siendo así. —Estoy segura de que lo harán —contesta Mila con confianza—. Porque eres un suertudo. Los vas a azotar en forma. Se acurruca en mi cuello y tiro de ella aún más. —No creo que alguna vez te vaya a dejar salir de mi regazo —le digo—. Así que espero que te sientas cómoda. Se ríe. —Dices eso ahora, hasta que tus piernas se duerman.

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Bookzinga —Deja que yo me preocupe por eso —le digo—. Pesas dos kilos ahora. Y, por cierto, tenemos comida en camino. Te vas a comer todo. Se ríe de nuevo. —Deja que yo me preocupe por eso. Pero después de que el repartidor llega y Mila sale de mi regazo, al final acaba comiéndose todo lo que le pongo en el plato. Trato de hacer que tome un segundo pero se niega. Lo dejo pasar. Voy a tener todo el tiempo del mundo ahora para darle de comer. —Tengo algo para ti —le digo mientras ponemos nuestros platos en el lavavajillas. Ella se endereza. —¿Ah, sí? No necesito nada, sin embargo. Ahora tengo todo lo que necesito. Y con eso, se refiere a mí. Mi corazón se hincha. —Ahora tengo todo lo que necesito, también —le aseguro—. Y nunca irás a ninguna parte que es por lo que voy a darte esto. Ella me mira con curiosidad y la llevo a la segunda planta, colocándola frente a una puerta cerrada. —¿Me estás dando un dormitorio de invitados? —Arquea una ceja mientras se vuelve para mirarme—. ¿No quieres dormir conmigo nunca más? —Sólo abre la puerta, sexy descarada. Sonríe y gira la perilla, empujando para abrirla. Y entonces jadea. Transformé la recamara en un estudio para ella. Una pared entera de ventanas dan al lago, inundando la habitación con la luz. Dos caballetes, estantes llenos de todas las fuentes de arte posible que pueda necesitar, zona de estar e incluso tiene tragaluces instalados para las noches cuando la luna está arriba. Mila se congela. —¿No vas a decir nada? —pregunto—. ¿Te comieron la lengua los ratones?

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Bookzinga Ella sonríe lentamente, con picardía. —Pensé que ya habíamos establecido que el gato definitivamente no tiene mi lengua. Los recuerdos de la noche en el piso de mi cocina revuelven mi ingle y rápidamente pienso en otras cosas. Cachorros muertos, monjas, pescado frío. Una vez que mi ingle está bajo control, tiro de su mano, llevándola de estantería a estantería. —Quería que tuvieras todo lo necesario para pintar aquí —le digo—. ¿Olvidé algo? Ella gira alrededor, mirándolo todo. —Esto es increíble —respira—. No olvidaste de nada. Pero debes haber estado trabajando en esto durante un tiempo. ¿Qué si...? ¿Qué si no hubiéramos arreglado las cosas? La rodeo con mis brazos desde atrás. —Esa no era una opción —le respondo—. Nunca fue una opción. El amor nunca falla, Mila. Y yo nunca voy a fallar de nuevo. Esa es una promesa. La tiro la vuelta para que me esté mirando con sus preciosos ojos verdes. —Mila, ese día en tu tienda casi me aplastó. Cuando me dijiste que no, yo no sabía si iba a sobrevivir, pero sabía que tenía que hacerlo. Sabía que tenía que cambiar, por mí y por ti. Y creo que lo he hecho. Todavía estoy trabajando en eso... va a ser un proceso. Pero estoy dispuesto a hacerlo funcionar. Para siempre, si eso es lo que se necesita. Así que... voy a pedírtelo otra vez, nena. Quédate conmigo. Quédate conmigo aquí en mi casa. Son sólo cinco minutos en auto a la tienda cuando está abierta. Y puedes utilizar este estudio para tu arte. Me comprometo a tratar de no roncar. Y bajar el asiento del inodoro. La mayoría del tiempo, de todos modos. Quédate conmigo. Por favor. No quiero volver a estar lejos de ti otra vez. Mila me mira, con los ojos brillando.

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Bookzinga —Con una condición. Siento el aliento congelarse en mis labios. —Nómbrala. —Pintarte desnudo a la hora que quiera. Una risa retumba en mi pecho y la agarro, aplastando mis labios en los suyos. —En cualquier momento —murmuro contra su boca—. Puedes hacerme lo que sea en absoluto, en realidad. Desnudo o de otra manera. Ella se ríe y la levanto. Sus piernas se envuelven alrededor de mi cintura... justo donde deben estar mientras pasa sus dedos por mi cabello. —Sí —me dice sin aliento—. Sí. Me quedaré contigo. Nos caemos al suelo, agarrándonos el uno al otro, respirando el uno dentro del otro, la lengua de Mila se desliza en mi boca, su aliento dulce y cálido. Sus manos me agarran, tirando de mí más y más cerca. Sus piernas se envuelven alrededor de mí y gimo mientras me acaricia. Entonces mis labios están en su cuello, su clavícula, sus pechos. Después de unos pocos candentes minutos, empuja mi cara hacia arriba con la de ella. Con la frente apoyada en la mía, susurra: —Te amo. Sonrío contra sus labios. —Lo sé. Rápidamente ruedo con ella en mis brazos y permanezco inmóvil sobre ella antes de deslizar mi mano entre sus piernas. Está jadeando en un minuto y llamando mi nombre en dos. Sonrío de nuevo y mientras me tira hacia ella, la penetro lenta y dulcemente. Me quejo del puro y bruto placer del mismo.

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Bookzinga La cantidad de amor en esta habitación es increíble, es espeso y casi tangible. Es alucinante para mí. Nunca he hecho el amor con otra mujer antes. Siempre he follado en su forma más primitiva. Nunca fue así... tan dolorosamente dulce. Hasta ahora. Con cada golpe que doy, el calor se hincha en mi pecho hasta que siento que no lo puedo contener. Agarro a Mila contra mí suavemente, sin querer soltarla ni por un momento. Y cuando por fin estoy latiendo en ella, la envuelvo en mis brazos y nos quedamos enredados juntos por lo que parece una eternidad, pegajosos y húmedos. —Fue perfecto —me dice adormilada, sus dedos jugando con la míos. —Tú eres perfecta —le respondo, cerrando los ojos. Ni siquiera me preocupo por el hecho de que es una mariconada para decir. Es la verdad. Mila se acurruca a mi lado y apoya la cabeza en mi pecho. Con el tiempo el ritmo de su respiración crece mientras se desliza hacia el sueño y yo mismo me sitúo en el borde de la deriva. Mi último pensamiento consciente es que Mila hizo lo que había prometido. Ahuyentó mis pesadillas. Es gracias a ella que hasta fui a ver al Dr. Tyler. Si no lo hubiera hecho, nunca me hubiera acordado de lo que le pasó a mi madre. Y si no me hubiera acordado de eso, nunca me hubiera fijado el agujero en mi corazón. Nunca hubiera estado completo. Mila lo hizo. Nunca se lo diré porque ella acabaría por agitar la mano y decirme que yo soy el que fija las cosas, el que hace que funcionen. Ella nunca tiene suficiente crédito. Así que voy a tener que amarla cada día de su vida como un agradecimiento. Es suficiente con que yo sepa la verdad. Y nunca voy a ocultarme de la verdad de nuevo. Ya no puede hacerme daño.

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Epílogo Traducido por Aria25 Corregido por Jo

L

a carta que sostengo en mis manos es vieja y amarillenta y preciosa. Lágrimas emborronan mi visión mientras la leo y lentamente las limpio, con cuidado de no manchar mi maquillaje. La dejo a un lado y miro a mi hermana.

—Han pasado muchas cosas este año —digo suavemente. Maddy asiente. —Sí. —Está de acuerdo con una risa—. ¿Quién habría pensado que realmente llegaría a querer a Pax? Pongo los ojos en blanco. —¿Cómo podrías no hacerlo? Él es asombroso. Ha hecho todo lo que prometió que haría. Y lo hizo. Fiel a su palabra, Pax continuó viendo al Dr. Tyler. Se esforzó tanto en cambiar la forma en que manejaba las cosas y se comunicaba que no podía estar más orgullosa de él, y nuestra relación no podía ser más saludable o

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Bookzinga completa. Él es hermoso, por dentro y por fuera. Ha dejado completamente el whisky y las drogas. Lo único que toca ahora es el vino en las cenas, conmigo. —No puedo creer que dejara el Jack Daniels —dice Madison irónicamente, negando con la cabeza—. Eso me dejó sin aliento. Especialmente cuando todas esas cosas legales estaban pasando con el asesino de su madre. Era muy estresante. Pero él nunca parpadeó siquiera. No la fastidió ni una vez. Tengo que decir, que estoy impresionada con él, hermana. De verdad. Asentí ausentemente, pensando en lo difícil que “esas cosas legales” habían sido para Pax. Leroy Ellison es el nombre del cartero que violó a Susanna Tate. Las pruebas de ADN lo demostraron con un 99,900% de precisión y Pax lo identificó en una rueda de sospechosos, además de describir el tatuaje de una serpiente en la cadera de Leroy. Leroy está en la cárcel ahora, esperando al juicio. Los abogados de la familia Tate no esperan que el juicio dure mucho tiempo, ya que las pruebas son concluyentes. —Y luego, que apareciera su abuelo y tratara de hacer las paces… Pax tenía mucha presión por todas las direcciones. Estaba segura de que cometería un desliz. Pero no lo hizo —dice Madison, mirándome. Tengo que admitir, yo también había estado un poco nerviosa. Cuando apareció William Alexander en la casa del lago de Pax y quiso hablar, pensé que le iba a explotar en la cara. Pero él y Pax dieron un paseo y hablaron las cosas. Y en el transcurso del año pasado, mientras la cabeza de Pax se volvía más clara y menos nublada por su pasado herido, había decidido interesarse por la compañía de la familia. Algún día se hará cargo de ella cuando su abuelo muera. Mientras tanto, trabaja desde una oficina en casa en el lago. Está aprendiendo el negocio y se ha encontrado con su abuelo varias veces. En una de esas reuniones, su abuelo le dio una vieja caja con cartas, escritas por su madre para Pax, empezando el día que nació.

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Bookzinga Maddy asiente hacia la carta a mi lado. —¿Qué pasa con esa carta, de todas formas? —Aparentemente —explico—, cuando Paul se llevó a Pax a Chicago, dejó unas cuantas cosas de Susanna en su antigua casa. Simplemente no se atrevió a tirarlas. El abuelo de Pax las revisó por él y mientras lo hacía, encontró una caja de cartas en el armario de Susanna. »Supongo, que cuando estaba embarazada, se puso emocional y hormonal y decidió empezar a escribir cartas a Pax para ocasiones especiales en su vida, en caso de que algo le pasara a ella. Paul dijo que le tomaba al pelo sobre eso, pero ella lo hizo de todas formas. Resultó que su previsión fue una buena idea. —Oh Dios mío —suspira Maddy—. Eso me pone la piel de gallina. Es increíble. Asiento. —Lo sé. William las guardó para Pax durante todos estos años. —¿Por qué quería Pax que te trajeras esa esta mañana? —pregunta Maddy con curiosidad. Le doy la vuelta y la sostengo para que ella lo vea. Obviamente no la había mirado cuando me la había traído. El sobre está etiquetado, Para Pax el día de su boda. El día de su boda es hoy. Los ojos de Maddy se amplían. —Oh, wow. ¿Qué dice? Mis dedos tiemblan mientras leo la elegante caligrafía una vez más, esta vez en voz alta para Madison. Lucho por no llorar, porque las palabras son simplemente demasiado hermosas. A mi precioso hijo,

274

Bookzinga Viéndote ahora, mientras gateas por mi jardín recogiendo orugas, no puedo imaginar el día en que estés crecido, cuando serás un hombre. No puedo imaginar el día en que tus pequeñas y regordetas manos crezcan en grandes y delgadas como las de tu padre. Y que algún día serás lo suficientemente grande para encontrar a una mujer a la que ames. Pero sé que ese día llegará, porque los días como esos siempre llegan. Serás grande y fuerte y hermoso y tu esposa tendrá suerte de tenerte. Y tú tendrás suerte de tenerla a ella, también. Porque cualquiera que capture tu corazón será hermosa y asombrosa, también. Os complementaréis el uno al otro en todos los sentidos. Ese es mi deseo para ti. Si estás leyendo esto, entonces no estoy ahí contigo. Pero quiero que sepas que mi corazón está ahí. Mi amor está ahí. Mi amor siempre vivirá contigo. Y cuando sostengas a tus hijos y tus nietos, mi amor pasará a través de ti a ellos, porque el amor no tiene fin. Sigue y sigue y sigue. Mi precioso hijo, te amo. Espero que tu vida de casado esté llena de maravillas y risas y amor. Te mereces todo eso y más. Por favor tienes que saber que estoy muy orgullosa del hombre en que te has convertido. Sé eso incluso ahora, incluso mientras todavía eres un niño. Lo sé por el potencial que veo ya en tus ojos. Pax, no estés molesto porque me haya ido. Creo en el cielo, en un lugar maravilloso lleno de perdón y amor, y por eso, sé que te veré otra vez algún día. Hasta ese día, que tu esposa te mantenga feliz y seguro y amado. Con todo mi amor, Para siempre, Tu madre Mis lágrimas caen al frágil papel y las limpio. No puedo arruinar esta carta. Tiene que ser guardada y a salvo, para que nuestros hijos puedan leerla algún día. El amor nunca falla.

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Bookzinga Este es un sentimiento que se ha convertido en una promesa para Pax y para mí. De hecho, está grabado en nuestros anillos de boda que vamos a intercambiar hoy. Y en esta, la más perfecta de las cartas, su madre ha hecho eco de este pensamiento. Su madre, la mujer que dio su vida para proteger su hijo porque le amaba tanto. Y yo lo hago, también. Reconozco esa verdad mientras guardo la carta y ajusto mi velo en el espejo. Quiero a Pax más que la vida misma. Como su madre, le protegería con mi vida. Donde sea que esté Susanna Tate, espero que sepa eso. —¿Estás bien? —pregunta Madison en voz baja mientras limpio la pequeña mancha bajo mi ojo. Asiento. —Estoy bien. Simplemente es hermoso. Espero estar a la altura de sus expectativas de mí. Madison sonríe y ajusta mi vestido. —Por supuesto que lo estarás. Eres asombrosa, justo como ella dijo que lo serías. El calor brota en mi interior mientras abrazo a mi hermana, Tony asoma su cabeza por la puerta. Está usando un esmoquin… para llevarme al altar en lugar de mi padre. —¿Estás lista? —pregunta mientras me extiende su codo. Asiento y Madison se arrodilla para recoger mi larga y blanca cola. Por supuesto que estoy lista. Nunca he estado más lista. Mientras nos posicionamos en la parte trasera de la iglesia, la iglesia que he visto tantas veces en mis sueños, estoy llena de esperanza y alegría sin límites. Esta iglesia que acogió el funeral de mis padres también está acogiendo mi boda, ilustrando una vez más que la vida está llena de todos los tipos de malo y

276

Bookzinga bueno. Pax y yo hemos pasado a través de todo y continuaremos pasando a través de ello, porque así es como funciona la vida. Miro a Pax y de repente, estoy llena de paz. Como su madre antes que yo, él es mi paz ahora. Sus ojos se encuentran con los míos y sonríe, hermoso y radiante al sol de la mañana mientras me espera al frente. Es tan guapo, tan alto y fuerte, que me quita el aliento. Cojo aire. La música empieza. Cada paso que doy me lleva más cerca de él. Y cuando finalmente llego ahí, sus dedos se entrelazan con los míos. 277

Miro a sus ojos, ansiosa por ser suya. Repito mis votos después del pastor y termino con un, “Te querré todos los días de mi vida”. Y sé que lo haré. Porque el amor verdadero nunca falla. Nunca muere. Sólo sigue y sigue y sigue. Para siempre.

Fin

Bookzinga

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Capítulo “Hot” Extra de Traducción SOS por Dai Corregido por Jo

L

os ojos de Pax son mi perdición. Siempre lo han sido y supongo que siempre lo serán. Son tan cálidos ahora mismo, más cálidos de lo que los he visto y mis piernas tiemblan cuando su mano roza la parte superior de mi muslo.

Él levanta una ceja, volviendo su mirada hacia la carretera. —Hmm. Pareces estar un poco preocupada, señorita Hill. ¿Hay alguna razón para eso? Y, por supuesto, su mano aún está moviéndose mientras habla. Sus dedos ahora me han encontrado, empujando mis bragas a un lado, penetrándome y llenándome. Me empujo en su mano. —No es nada en particular. —Me las arreglo para responder con voz entrecortada—. No realmente. Pax se ríe y luego, abruptamente, retira su mano, deslizando el dedo índice en su boca, lamiéndolo para limpiarlo. —Sabes tan dulce como te ves —me dice, antes de apartarse de la carretera hacia un estacionamiento vacío al lado de la playa.

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Bookzinga Aparca el auto y abre la puerta. Estoy desconcertada por un corto momento, hasta que abre mi puerta y me jala hacia fuera, tirándome hacia sus brazos. Estamos rodeados de inmediato por la noche, por el romper de las olas, por la luz de las estrellas en lo alto. La noche se siente casi peligrosa, como la noche que nos conocimos. Antes de darme cuenta, está caminando por la arena y yo estoy colgando de sus brazos. Paso los dedos a lo largo de su tenso bíceps. —Puedo caminar, ya sabes —le digo. —Y yo te puedo llevar —responde de nuevo—. De esta manera, puedo manosear tu culo. Me guiña un ojo y mi corazón se acelera. A él ni siquiera le falta el aliento. Delante de nosotros, elevándose en la oscuridad, se encuentra un edificio a oscuras, donde está el puesto del salvavidas y los baños en esta playa. No hay nadie allí ahora y Pax se dirige inmediatamente hacia una cornisa baja que se estira a lo largo del exterior. Él me sienta en ella y me empuja hacia atrás hasta que estoy tumbada delante de él. Se quita los pantalones sin preámbulos, y luego mi camisa. El aire de la noche me pone inmediatamente la piel de gallina. —Tengo que probar más de ti —gruñe Pax mientras se quita la camisa y luego se presiona contra mí, devorando un lado de mi cuello. Su calidez es deliciosa— . Te he deseado durante todo el día. —Alguien podría vernos —jadeo, mientras siento sus músculos tensos flexionados dentro de mí—. Alguien podría estar aquí. Pax se detiene. Está totalmente silencioso, excepto por el sonido del agua y tintineo solitario de una campana en una boya flotando cerca. Sonríe. —Lo dudo. No hay nadie aquí excepto nosotros.

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Bookzinga Eso es probablemente cierto. Es casi medianoche y no es exactamente la temporada principal de playa. Pax levanta mi muslo, apoyándolo sobre su hombro y su cabeza se inclina mientras desliza los labios a lo largo de la parte interior de mi pierna. —Hueles a vainilla —murmura, sus labios rozando mi piel. Lame mi muslo—. Casi sabes a ella, también. Mi corazón late con fuerza un millón de veces por hora mientras su lengua traza un sendero hasta la unión de mis muslos. Me estoy humedeciendo más por el momento y se siente escandaloso estar haciendo esto al aire libre donde las estrellas titilan arriba de nosotros y no hay nada que impida que nos vean. Pero no me importa. Enrosco los dedos en el cabello de Pax y guío su boca hacia donde yo quiero que esté. Él se queja en el mismo momento en que yo grito de crudo placer. —Mierda. —Respiro. Ni siquiera puedo pensar con claridad mientras sigue avanzando, mientras sus manos y su lengua se presionan contra mí, acariciándome. Me siento como si pudiera morir de ello. —Sabes tan bien —murmura, sus labios todavía en mí—. ¿Te gusta tanto como a mí? —Dios, sí —le respondo, mis dedos temblando mientras los deslizo por su cabello—. Pero yo quiero más de ti. Agarro sus hombros y tiro de él hacia mí... y él viene de buena gana. —¿Qué quieres? —pregunta con malicia, sus ojos castaños brillando con maldad—. Cuéntame. Miro fijamente sus ojos. —A ti —susurro—. Te quiero a ti.

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Bookzinga Él sonríe y luego me besa, hundiendo su lengua en mi boca. Puedo saborearme a mí misma en ella. Siento su dureza entre mis piernas y empujo contra él. —Por favor —agrego. Él se está moviendo contra mí, desabrochando sus jeans, pero luego hace una pausa. —Tienes que decirme lo que quieres que haga —dice con vehemencia, con la mirada como fuego líquido ámbar—. Cuéntame. Sé exactamente lo que él quiere oír. Me acerco a él, pasando mis dedos a lo largo de su dura longitud, disfrutando de la forma en que contiene el aliento cuando lo toco. Se pone aún más duro bajo mi tacto. Lo miro a los ojos. —Fóllame —le digo—. Fóllame, Pax. Sus ojos están nublados por el deseo ahora, fuera de foco. Antes de darme cuenta, él se está desliza dentro de mí, duro y caliente. Empuje por empuje, nos erigimos hacia el clímax. Él es tan hermoso. Absorbo toda expresión que pasa por su rostro, memorizándolo. Y entonces... risa. Viniendo desde alguna corta distancia de la playa. Nos congelamos, completamente inmóviles, mientras escuchamos. Alguien está hablando, teniendo una conversación, probablemente sólo a treinta o cuarenta metros. Una mujer y un hombre hablan y ríen, y yo miro a los ojos de Pax. —Alguien está aquí —susurro, mientras él permanece sobre mí. Está profundamente dentro de mí, congelado, y a pesar de que debería permanecer quieta, no puedo evitar empujar mis caderas para encontrarme con las de él. Me mira con sorpresa, luego sonríe en la noche.

282

Bookzinga —Entonces

tendrás

que

estar

en

silencio

283

.

Bookzinga Yo inhalo con fuerza mientras se sumerge en mí fuerte, más fuerte. Podemos escuchar a la pareja en la playa, acercándose más y más a nosotros, y a pesar de que están envueltos en la oscuridad, sabemos que podríamos ser descubiertos en cualquier momento. Es desconcertante. Y excitante. Me agarro a Pax, acercándolo tanto como es posible. Lo miro a sus magníficos ojos, hasta que los cierra, hasta que gime y se presiona contra mí, estremeciéndose con su liberación. Lo sostengo hacia mí, disfrutando la sensación de su corazón latiendo contra el mío, absorbiendo su calor y su fuerza. Lo mantengo allí hasta que la pareja que se acerca a nosotros está literalmente a metros, doblando la esquina del edificio del salvavidas. Nos paramos apresurados, poniéndonos nuestra ropa interior mientras corremos por la playa. Veo la mirada de asombro en el rostro de la chica al pasar y no puedo dejar de reír mientras Pax agarra mi mano y tira de mí hacia su coche. Colapsamos dentro de él, riendo como locos mientras nos ponemos el resto de la ropa. —Eres sexy como el infierno —me dice Pax mientras se abrocha el pantalón y se pone a Danger en marcha. —Tú también eres algo sexy. Él levanta una ceja. —¿Algo? Me río y me apoyo contra su costado mientras conduce, disfrutando cómo se siente su cuerpo contra el mío. Mientras nos dirigimos hacia la casa de Pax, sólo hay una cosa en mi mente: ¿qué más vamos a hacer cuando lleguemos a su casa... o, más concretamente, a su cama?

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Bookzinga

Siguiente Libro La historia de Madison 286

Septiembre 2013 En Inglés

Bookzinga

Acerca de la Autora

C

ourtney Cole es una novelista que comería mitología de desayuno si pudiera.

Tiene un grado en Negocios, pero eso era hasta que descubrió que la América empresarial no está ni cerca de ser tan divertida como vivir en mundos ficticios. Courtney vive en un silencioso suburbio, cerca del Lago Michigan, con su Príncipe Encantador de la vida real, sus malhumorados niños (hay una pequeña posibilidad de que hayan obtenido el malhumor de su madre) y un pequeño zoológico doméstico. Descubre más acerca de Courtney y sus libros en: www.courtneycolewrites.com

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Agradecimientos ƸӜƷYossƸӜƷ

ƸӜƷYossƸӜƷ

flochi

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Lorenaa

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Jo

curitiba

Jo

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Cover your mouth if you please. If you cough or if you sneeze,. Cover your mouth if you please. Page 3 of 4. If You Cough.pdf. If You Cough.pdf. Open. Extract.

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