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La traducción de este libro es un proyecto del Foro Purple Rose. No es ni pretende ser o sustituir al original y no tiene ninguna relación con la editorial oficial. Ningún colaborador —Traductor, Corrector, Recopilador— ha recibido retribución material por su trabajo. Ningún miembro de este foro es remunerado por estas producciones y se prohíbe estrictamente a todo usuario del foro el uso de dichas producciones con fines lucrativos. Purple Rose anima a los lectores que quieran disfrutar de esta traducción a adquirir el libro original y confía, basándose en experiencias anteriores, en que no se restarán ventas al autor, sino que aumentará el disfrute de los lectores que hayan comprado el libro. Purple Rose realiza estas traducciones porque determinados libros no salen en español y quiere incentivar a los lectores a leer libros que las editoriales no han publicado. Aun así, impulsa a dichos lectores a adquirir los libros una vez que las editoriales los han publicado. En ningún momento se intenta entorpecer el trabajo de la editorial, sino que el trabajo se realiza de fans a fans, pura y exclusivamente por amor a la lectura.

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Alexiacullen Eli25

Eli25

Cezzii

Alexiacullen

bazzinga

Omakehell

Elizzen

Sibila (Wen)

SparkledMoster

RBK

Rihano

Jhosel

Edgli XD

Marchhe.

Helen1

Kensha

Kirara7

Catleo

wam11

Isane33

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Escorpio

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Eli25

Helen1

Alexiacullen

Isane33

Anto D

Klarlissa

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Eli25

Klarlissa

Mir

QueenDelC

Manu-ma

Ruth m.

Gorelia

Bazzinga

Rose_Vampire

SWEET NEMESIS

Francatemartu

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or un momento, una rostro destelló ante mis ojos —la cara más horrorosa que hubiera visto jamás. Sin importar cuán duro intentara olvidar lo que había ocurrido, le veía en todas partes a las que iba. Era Loki —el malvado dios al que había ayudado a dejar en libertad contra mi voluntad. Debería haber sabido que mis primera cita oficial con Logan Quinn estaba destinada a terminar en desastre. Si hubieras tenido una pelea de espadas, o una emboscada por Coeschadores, habría estado más preparada. Pero ¿ser arrestada medio absorbida en el garito de la tienda de café? No lo había visto venir. He sido acusada de ayudar a propósito a los Cosechadores para liberar a Loki de su prisión —y la persona que dirige los cargos contra mi es Linus Quinn, el padre de Logan. La peor parte es que la gran mayoría en Mythos piensan que soy culpable. Si voy a salir de este caos viva, tendré que hacerlo yo misma...

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Traducido por Omakehell Coregido por manu―ma engo una confesión que hacer. Logan Quinn me echó una vistazo. ―¿De veras, Gitana? ¿Y qué es? Cambié mi peso a otro pie. ―La verdad es que no me gusta el café. El Espartano me miró fijamente un momento antes de que sus labios se curvaran en una sonrisa burlona. ―Probablemente deberías haberlo mencionado antes. Sí, probablemente debería haberlo hecho ya que estábamos en una cafetería. Un mostrador muy grande con montones de cómodas sillas de cuero, mesas de hierro forjado, pinturas de dioses y diosas en las paredes, una vitrina llena de bollos de arándanos, tartas de limón y frambuesas y decadentes pasteles de queso y chocolate. El Kaldi’s Coffee Emporium se veía como el típico café para reunirse, excepto que todas las cosas eran de primera calidad y súper costosas; desde la lujosa máquina de café expreso que silbaba hasta el delicioso aroma del ridículamente caro del café oscuro que flotaba en el aire. Por otra parte, ese tipo de lujo era la norma en las tiendas exclusivas de Cypres Mountain, en Carolina del Norte. Los chicos de la Academia Mythos no aceptaban nada menos que lo mejor, y Kaldi’s era uno de los lugares más populares para pasar el rato y hacerse ver cuando los estudiantes tenían

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tiempo libre, como teníamos ahora. Las clases de la tarde y las actividades habían sido canceladas para que todos los chicos pudieran acudir a una gran asamblea en el anfiteatro de la academia más tarde. No estaba segura de qué iba a tratar la asamblea. Probablemente más de las insistentes aseveraciones de los profesores de que nosotros, los chicos guerreros prodigio, estábamos tan a salvo en la academia como podíamos estarlo incluso aunque el malvado dios Loki estuviera libre. Por un momento, un rostro destelló ante mis ojos ―la cara más horrenda que hubiera visto jamás. Un lado tan perfecto, con su cabello dorado, un penetrante ojo azul y rasgos suaves. El otro lado completamente destrozado, con sus mechones de cabello negro, el ojo rojo ardiendo y la piel derretida. Loki ―el malvado dios que había dejado en libertad en contra de mi voluntad. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Gracias a mi magia psicométrica, nunca olvidaba nada de lo que veía, pero la imagen del doble rostro de Loki estaba grabada en mis recuerdos. No importaba lo que estuviera haciendo o con quién estuviera, no importaba lo fuerte que intentara olvidar lo que había sucedido, veía la imagen del malvado dios nórdico en todos los lugares a los que iba. Brillando en las ventanas de mi aula, resplandeciendo en la superficie brillante del escritorio de mi dormitorio, titilando en el espejo, como un demonio posado sobre mi hombro. Me estremecí de nuevo. Había tomado toda la fuerza que tenía para no gritar cuando cepillé mi cabello esta mañana y de repente había visto a Loki sonriéndome en el espejo de mi cuarto de baño, el lado perfecto de su cara levantado en una sonrisa, y el lado destruido vuelto hacia abajo en una sonrisa terrible y retorcida… ―¿Gitana? ―preguntó Logan en voz baja―, ¿estás todavía aquí conmigo?

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Aparté todos los pensamientos de Loki y me obligué a sonreírle al Espartano incluso aunque no quería nada más que envolverme en mis brazos y acurrucarme como una pelota en el rincón. ―Lo sé, lo sé ―refunfuñé―, debería haberte dicho que en realidad no me gusta tomar café. Sólo que no quería que nada estropeara nuestra primera cita, y cuando sugeriste café… ―Estuviste de acuerdo con ello ―terminó Logan. Me encogí de hombros. Tal vez fuera porque estaba pensando en Loki y su cara dividida, pero cuando miraba a Logan, recordaba una vez más lo diferente que éramos. En pocas palabras, Logan Quinn era precioso con su pelo espeso de color negro y sus intensos ojos azul hielo. Sus vaqueros de diseño, el jersey azul, y la chaquete de cuero sólo destacaban lo fuerte y musculoso que su cuerpo era. Junto a él, yo desvanecía más o menos a un segundo plano. Lo más interesante sobre mi pelo castaño y ondulado era cómo de encrespado estaba hoy. Mis ojos, los cuales tenían una sombra inusual violeta, podrían haber hecho que me dieras una segunda mirada, pero la única cosa especial sobre mí era el collar que llevaba. Seis filamentos plateados se envolvían alrededor de mi garganta antes de que sus puntas de diamantes puntiagudas formaran un copo de nieve en el centro del diseño. Un regalo de Navidad de Logan, uno que casi siempre llevaba, incluso aunque no combinara con mi suéter gris claro, mi chaqueta a cuadros púrpura y unos vaqueros para nada de diseño y zapatillas de deportes. Y no era solo que nuestra apariencia y ropa eran diferentes. Logan era un fiero guerrero Espartano, el mejor luchador de la academia. Yo todavía estaba intentando comprender como empuñar una espada, incluso aunque era la Campeona de Nike, la chica elegida por la Diosa Griega de la Victoria para ayudarla a luchar contra Loki y Cosechadores del Caos aquí en el reino de los mortales. En algo había fallado muy miserablemente hasta ahora, ya

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que Loki era libre y estaba decidido a sumir el mundo en una Segunda Guerra del Caos. ―¿Sabes qué, Gitana? ―dijo Logan una vez más interrumpiendo mis pensamientos negativos―. Nada podría arruinar esta cita. Pregúntame por qué. ―¿Por qué? Colgó su brazo alrededor de mi hombro y sonrió. ―Porque estoy en esto contigo. Y de repente todo estaba bien, y podía respirar de nuevo. Eso es el porqué estaba loca por el Espartano. Logan podía pasar de divertido y coqueto a terco e irritante, pero luego se iba y decía cosas como

esas. ¿Era extraño que tuviera un tipo de gran flechazo hacia él? De

acuerdo,

bien,

así

que

quizás

había

comenzado

como

un

enamoramiento hace unos meses, pero teniendo en cuenta todo por lo que habíamos pasado, mis sentimientos hacia el lindo guerrero Espartano se habían profundizado rápidamente en algo más: amor. Al menos eso es lo que pensaba que era, eso es lo que sentía ―ese cálido, suave y efervescente sentimiento que llenaba mi corazón cada vez que el Espartano me sonreía, cada vez que me tomaba el pelo o trataba de hacerme olvidar mis preocupaciones o al menos durante un rato. Como ahora. Suspiré y puse mi cabeza sobre su hombro. Logan me abrazó hacia su pecho. No dijo nada, no lo necesitaba. Sólo estar cerca de él era suficiente para mí, después de todos esos meses en los que habíamos pasado dando vuelta uno alrededor del otro. ―¿Están listos para ordenar? ―preguntó el camarero.

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Nos acercamos al mostrador. El Espartano pidió un expreso triple ya que le encantaba el torrente de cafeína, mientras que yo pedí un té caliente con miel de granada. Logan comenzó a sacar su billetera del pantalón, pero me adelanté y le tendí al camarero un billete de veinte dólares. ―Yo invito ―dije―. Después de todo, soy la que sugirió el café en primer lugar en el camino de regreso en otoño. Logan asintió. ―Lo hiciste. De acuerdo, Gitana. Tú invitas; esta vez. La siguiente ronda es mía. Cogimos nuestras bebidas y nos acercamos a una mesa en el rincón de la cafetería cercana a una chimenea de piedra. Puesto que a los estudiantes les habían dado la tarde libre, no éramos los únicos chicos de Mythos que habían decidido venir a Kaldi’s y conseguir algo para comer y beber antes de que la asamblea comenzara en una hora más o menos. Vi a varios estudiantes que conocía, incluyendo a Kenzie Tanaka. El amigo Espartano de Logan, que estaba aquí en su propia cita con Talia Pizarro, la bonita Amazona de mi clase de gimnasia. Los saludé con la mano y Kenzie me guiñó un ojo antes de volver su atención hacia Talia. ―¿Qué está haciendo él aquí con ella? ―insinuó una voz burlona hacia mí. Miré hacia mi derecha para ver a Helena Praxton mirándome. Helena era una despampanante Amazona con cabello y ojos de color caramelo. Desde la muerte de Jasmine Ashton en otoño, Helena se había establecido como la reina de las chicas nuevas de diecisiete años de los estudiantes de segundo año de Mythos. Se sentaba en una mesa cercana con dos de sus amigas Amazonas, todas vistiendo vaqueros caros, botas de tacón de aguja, y camisas ceñidas y ajustadas; tenían el pelo perfecto, las joyas, bolsos y maquillajes a juego.

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—Pensaba que los niveles de Logan estaban un poco más altos que eso. Supongo que estaba equivocada. Por otra parte, los chicos harán cualquier cosa ―con quien sea― para conseguir algo. La voz de Helena fue baja, pero la cruel sonrisa en su rostro me dijo que quería que yo escuchara cada palabra. Nunca le había hecho nada a Helena, excepto defender a otra chica a quien había estado tomando el pelo, pero eso había sido suficiente para ponerme en la lista negra de la Amazona. Ahora, cada vez que me veía, Helena sacaba su forma de ser maleducada para mí. Por más que lo intentaba, no parecía nunca poder obtener lo mejor de la Amazona, ni si quiera soñar con contestarle para conseguir que se callara. Helena murmuró algo más a sus amigas y todas comenzaron a reírse disimuladamente. Mi mano se tensó alrededor de mi taza de té. No era la primera vez que deseaba poder tener la rapidez de una Amazona de modo que pudiera darle a Helena un porrazo en la cabeza con mi taza. Pero ella solo la atraparía y la lanzaría hacia mí antes de que pudiera parpadear. ―Ignóralas ―dijo Logan en voz baja―. Sólo están celosas de que estés aquí conmigo. Puse mis ojos en blanco. ―Sí. Tú y tu ego. La sonrisa de Logan se amplió y no pude evitar reírme. No importaba lo mal que las cosas se volvieran, el Espartano siempre me hacía reír. Otra cosa más que añadir al sentimiento cálido y efervescente en mi pecho. Nos sentamos en silencio, escuchando los murmullos de los otros chicos y los gorjeos de las máquinas del café expreso. Después de todas las batallas a las que habíamos sobrevivido recientemente, era bonito estar sentada con Logan sin preocupaciones sobre que iba a suceder luego, qué nuevas crisis surgirían, o qué Cosechadores podrían estar acechándonos, haciéndose pasar como estudiantes, profesores o incluso personal de la cafetería.

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Pero después de unos cuantos minutos, la realidad de la situación me golpeó. Estaba en una cita con Logan el fenómeno Quinn, uno de los chicos más guapos en la Academia Mythos ―y no tenía ni idea de qué decirle. ―Así que… ¿sobre qué habla la gente en las citas? Logan levantó la mirada de su expreso. ―¿Qué quieres decir? Me moví en mi asiento. ―Quiero decir que tienes mucha más experiencia en esto que yo. De hecho, Logan tenía la reputación de ser un casanova que iba de una chica de la academia a otra. ¿Yo? Había tenido exactamente un novio para un gran total de tres semanas antes de conocer a Logan. Así que ir a una cita era todavía una especie de nueva experiencia para mí. Además, el Espartano tenía ese encanto natural y fácil que hacía que le gustara a todo el mundo ―chicas y chicos por igual. ¿Yo? Era tan encantadora como un calcetín mojado. ―Quiero decir, sé de qué hablamos en la academia todo el tiempo. Ya sabes, el entrenamiento de armas, dónde podría estar oculto Loki, cuando vendría a matarnos a todos, como se supone que le detendremos. En realidad, eso último era más bien cómo supuestamente iba a matar al dios del mal. Sí, yo matar a un real, viviente, caminante y hablador dios. Y no cualquier dios, sino Loki, que era la encarnación del mal más o menos. Pero esa era la aparentemente misión imposible que Nike me había dado la última vez que la había visto un par de semanas atrás ―algo que no había compartido con Logan o cualquiera de mis amigos. Matar a un dios. No tenía ni idea de cómo esperaba Nike que hiciera eso. No tenía ni idea de cómo alguien podía hacer eso, especialmente yo, Gwen Frost, esa Gitana rara que tocaba objetos y veía cosas. Logan seguía mirándome, y me encontré abriendo la boca una vez más.

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―Quiero decir, supongo que podríamos hablar de cómo últimamente estoy mejorando al usar las armas, aunque dudo que pueda llegar a estar en tu liga. O podríamos hablar de Nyx, y lo totalmente linda que es. O Daphne y su magia curativa. O Carson y cómo está obsesionado con el concierto de invierno de la banda en la que está tocando... Balbuceos. Finalmente tenía una cita real con Logan, y yo estaba balbuceando como una muñeca de cuerda a la que alguien le había dado demasiada cuerda. Logan se acercó y puso su mano sobre la mía, la cual estaba todavía envuelta alrededor de mi taza. ―Relájate, Gitana. Relájate. Lo estás haciendo muy bien. No tenemos que hablar de nada si no quieres. Estoy feliz de estar aquí contigo en tranquilidad, especialmente con todo lo que ha estado sucediendo en las últimas semanas. ¿Sabes? Sus dedos se sentía calientes y firmes contra los míos, pero más que eso, sentí la calidez en el corazón de Logan ―y todos sus sentimientos. Su fuerza, su valentía, su determinación para luchar contra los Cosechadores y para protegerme sin importar lo que pasase. Todas esas imágenes, todos esos sentimientos centellearon a través de mi mente, alejando las dudas que sentía por mí, por Logan, y por todo lo que estaba pasando en estos momentos. Mi magia psicométrica me permite saber, ver y sentir la historia de cualquier objeto que toque, y lo mismo ocurre cuando se trata de otras personas. Más de una vez, mi mano había rozado la de otra persona, y me había dado cuenta de que lo que decían no coincidía con lo que sentían. Eso era lo que había pasado con mi primer novio. Él me dio un beso, y me di cuenta de que realmente estaba pensando en otra chica en su lugar. Pero no tenía que preocuparme por nada de eso con Logan. Conocía todos los secretos del Espartano, y a su vez él sabía los míos. Bueno, a excepción

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del asunto de Se-supone-que-Gwen-mate-al-dios-Loki. Todavía no estaba segura de cómo planear eso exactamente, y no iba a hacerlo. Hoy no. Ya habría tiempo suficiente para preocuparme y obsesionarme acerca de eso más adelante. En este momento, solo quería disfrutar de mi cita con Logan. ―¿Cómo es que siempre sabes exactamente qué hacer y decir para hacerme sentir mejor? ―dije. Logan sonrió. ―Es sólo otra pequeña parte del instinto asesino de los Espartanos. Puedo matar a las damas tan bien como mato Cosechadores. Rodé los ojos y me incliné para darle un puñetazo en el hombro ―y logré derribar su café y el té. El líquido cayó por toda la mesa, la mayor parte se derramó por el lateral a lo largo y en el regazo de Logan. El Espartano se levantó de un salto, pero él no tenía la rapidez de las Amazonas, así que no pudo evitar mojarse. ―Lo siento ―dije, poniéndome de pie también―. ¡Lo siento mucho! Cogí el soporte de plata de la mesa, con la intención de extraer algunas servilletas, pero en cambio, terminé tirándolo al suelo también. El sujetaservilletas repiqueteó por el suelo. En el momento en que se deslizó hasta detenerse y el ruido se hubo desvanecido, toda la gente en la tienda había detenido sus conversaciones y trabajo y se volvían para mirarnos. La vergüenza hizo que mis mejillas ardieran, mientras que Logan parecía como si hubieran vertido agua sobre él. ―Lo siento ―murmuré de nuevo. ―Está bien ―dijo él, con las manos a los costados para evitar tocar sus ahora pegajosas ropas―. Voy a ir a limpiarme. Se dirigió hacia el baño. Suspiré, cogí unas servilletas del contenedor, y comencé a limpiar el desastre que había hecho.

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Después de unos segundos, la mayoría de la gente volvió a sus conversaciones ―excepto Helena y sus amigas. Estaban demasiado ocupadas riéndose de mí para hablar. Bajé mi cabeza, ignorándolas, y limpié el líquido lo más rápido que pude antes de limpiar mis manos. Tiré todas las servilletas usadas en un contenedor de basura cercano y entonces me senté y me dejé caer tan bajo como pude en mi silla. Hasta ahora, esta cita no había sido exactamente un gran éxito ―o incluso sólo el momento divertido que quería que fuera. Una vez más, había estropeado todo sin siquiera intentarlo. A veces pensaba que era mi especialidad en la vida. Estaba melancólica y tan ocupada que no presté ninguna atención cuando la puerta de la cafetería se abrió y tres hombres entraron en tropel al interior. Una vez más, toda la conversación se detuvo y sentí una oleada de emoción colectiva de todos en la tienda: el miedo. ―El Protectorado ―escuché el susurro de Helena. ¿El Protectorado? ¿Qué era eso? ¿Quiénes eran esas personas? Yo nunca había oído hablar de ellos antes, pero pareció como si me conocieran porque los hombres caminaron hacia mí, con los ojos fijos en mi cara. Me tensé, luego me erguí en el asiento, preguntándome quiénes eran los hombres y lo que querían. ¿Podrían ser Cosechadores que venían a atacar a los estudiantes en la tienda? Había querido estar a solas con Logan, así que había dejado a Vic, mi espada parlante, en mi dormitorio. Estúpida de mí, al no llevar el arma conmigo, a pesar de que solo íbamos a beber café. Debería haber sabido que ahora nada era simple en Mythos ―ni siquiera mi primera cita con Logan. Mis ojos recorrieron las mesas cercanas, en busca de algo que pudiera utilizar como arma, pero las únicas cosas al alcance de mi mano eran las dos tazas vacías y el sujeta- servilletas. Envolví mi mano alrededor del sujeta-

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servilletas y lo puse en mi regazo, debajo de la mesa y fuera de la vista de los hombres. Esta no sería la primera vez que me habían atacado los Cosechadores. Si estos hombres decidían hacer lo mismo, bueno, lucharía todo lo fuerte y feroz que pudiera. Además, un buen grito, y Logan vendría corriendo del cuarto de baño. No tenía ninguna duda de que el Espartano podría defenderse contra esos hombres ―y algunos más. Uno de los hombres se adelantó y miró hacia mí. Era bastante guapo, con el pelo rubio y los ojos azul pálido, pero su boca estaba fija en un gesto firme, como si constantemente encontrara defectos en todo y todos a su alrededor. Me miró y me observó un momento antes de que mi mirada se trasladara a los dos hombres que le flanqueaban. Uno de ellos era alto y delgado, mientras que el otro era bajo, con un cuerpo que parecía gordo, pero era realmente todo músculo duro. Lo más extraño era que todos los hombres tenían oscuras túnicas grises sobre la ropa de invierno. Las túnicas me recordaron a las batas negras que siempre llevaban los Cosechadores, aunque los hombres no lucían las horribles máscaras de goma de Loki así como los Cosechadores. En su lugar, un símbolo estaba cosido en sus ropas con hilo blanco, situado en el lado izquierdo de sus cuellos, cerca de la garganta, una mano que sostenía una balanza equilibrada. Había visto ese símbolo antes. Estaba tallado en el techo de la prisión en la parte inferior del edificio de matemáticas y ciencias en la escuela, y también había estado en el centro de la puerta Garm que Vivian Holler había usado para liberar a Loki. Mi inquietud pasó a otro nivel. Nada bueno se asociaba jamás con esa imagen, por lo que a mí se refería. ―¿Así que eres ella? ―dijo el primer hombre―. La nueva Campeona de Nike. No es exactamente lo que esperaba.

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Su voz fue suave, lisa y culta, pero había una evidente autoridad en sus palabras, como si estuviera acostumbrado a ser obedecido sin importar lo que pasara. ―¿Quién eres tú? ―espeté, con mis dedos apretando el servilletero endeble―. ¿Qué quieres? ―Y no tienes ni siquiera el sentido común de saber cuando estás en problemas ―murmuró el hombre, como si no hubiese dicho ni una sola palabra. Solté un bufido. Oh, sabía que estaba en problemas. Yo estaba casi

siempre en problemas estos días. La única pregunta era cómo de grave sería esta vez ―y si de alguna manera podría salir viva de ello una vez más. El hombre seguía mirándome con sus ojos fríos y juzgadores. Levanté la barbilla en señal de desafío. Pasara lo que pasara, lo que estos hombres quisieran de mí, de lo que trataran de hacerme, no le iba a mostrar cómo de confundida y asustada estaba. Los Cosechadores prosperaban en ese tipo de cosas. No creía que estos hombres fuesen Cosechadores, ya que nadie en la tienda estaba gritando o tratando de escapar de ellos, pero no estaban aquí para nada bueno. Podía sentir la hostilidad que emanaba de ellos en oleadas, especialmente del líder. El hombre inclinó la cabeza hacia un lado. ―Me pregunto qué vio ella en ti.―Después de un momento, se encogió de hombros―. No importa. No va a cambiar nada. ―¿Cambiar qué? ―pregunté―. ¿Quién es usted? ¿Qué está haciendo aquí? ¿Qué es lo que quiere de mí? Y ¿por qué lleva esas ropas ridículas? La ira hizo que se le enrojeciesen las mejillas al líder. El hombre bajito, musculoso ahogó una risa. El líder se volvió para fulminarlo con la mirada, y el otro hombre apretó los labios, aunque podía ver su pecho temblando, como si estuviera tratando de tragarse el resto de la diversión. El tercer hombre

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parecía aburrido, como si se tratase de un encargo que estuviese ansioso por acabar de una vez. Bueno, esto se estaba volviendo cada vez más extraño. Estaba mirando más allá de los hombres, preguntándome qué le estaba tomando a Logan tanto tiempo, cuando el líder dio un paso más cerca de mí, con los ojos brillantes de cólera. ―Gwendolyn Cassandra Frost ―dijo en voz alta y retumbante―. Estás bajo arresto.

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Traducido por Eli25, Alexiacullen y AntoD Corregido por Mir

i boca cayó abierta. —¿Yo? ¿Bajo arresto? ¿Por qué? ―Crímenes contra el Panteón —dijo el hombre en un tono frío y críptico. —¿Crímenes? ¿Qué crímenes? ¿De qué está hablando? Se inclinó para que su rostro estuviera al nivel del mío. —Liberar a Loki, para comenzar, chica tonta. ¿Realmente pensabas que ibas a escaparte de esto? ¿Que no habría ninguna consecuencia? Mi boca se abrió un poco más. —Pero yo no le liberé... —Levántenla —ladró el líder, cortando mis protestas—. Ya hemos perdido suficiente tiempo aquí. Los otros dos hombres caminaron a su alrededor y se dirigieron hacia mí. Me levanté de golpe de mi silla y me lancé hacia atrás para quedar de pie contra la chimenea, justo a la izquierda de donde las llamas crepitaban en la rejilla. Las piedras se sentían calientes contra mi espalda a través de mis ropas. Normalmente, la sensación habría sido una agradable, pero ahora mismo me decía que no tenía a dónde ir —y que no tenía esperanza de escapar. Miré más allá de los hombres a los otros estudiantes de Mythos, mis ojos yendo de una cara a otra, esperando que al menos uno de ellos viniera a

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rescatarme, o que al menos se pusiera de pie y preguntara qué estaba pasando. Pero los otros chicos parecían tan pasmados como yo me sentía, e incluso Kenzie y Talia, a quienes contaba entre mis amigos, permanecieron congelados en sus asientos. Quien quiera que fueran los hombres, los estudiantes parecían saber sobre ellos —y no se atrevían a interferir con ellos y lo que sea que fueran hacerme. Todos excepto Helena, por supuesto. La Amazona sacó el teléfono móvil de su bolso y pensé que llamaría a alguien para pedir ayuda. Pero en su lugar, levantó su teléfono y nos sacó algunas fotografías

a mí y a los

hombres. Entonces se inclinó sobre la pequeña pantalla, enviando las fotos tan rápido como sus dedos podían escribir el texto. La sonrisita en su bonito rostro me decía que obviamente estaba disfrutando esto, sea lo que fuera que exactamente fuera esto. Desesperada, levanté un servilletero, preguntándome si de alguna manera podía distraer a los hombres con él lo suficiente para pasarles y salir corriendo de la tienda. De alguna manera no pensaba que funcionaría, especialmente desde que conseguía vistazos de las espadas atadas a sus cinturas debajo de los inflados pliegues de sus capas. —¿Qué vas hacer con eso? —preguntó uno de los hombres bajito. Sus palabras estaban coloreadas por un acento Ruso—. No es muy práctico, en lo que a armas concierne. Deberías haber traído tu espada contigo. He oído que es una buena espada.

¿Vic? ¿Él sabía de Vic? ¿Cómo? —Vamos, Sergei —dijo el líder en un tono impaciente—. Sigamos con esto. —En un momento, Linus —replicó Sergei, el hombre bajito—. No hay que usar el miedo y confundir a la chica más de lo que has hecho. Se supone que somos civilizados sobre estas cosas, ¿recuerdas? Sergei me guiñó un ojo. Sus ojos avellana eran ladinos y casi alegres en su

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cara bronceada. —Bien, estoy de acuerdo con Linus —dijo el tercer hombre delgado—. Tenemos un horario que mantener. —Bah —dijo Sergei, ondeando su mano—. Deberíamos ser capaces de hacer nuestros propios horarios, ¿no crees, Inari? Inari encogió sus delgados hombros. —Vamos a donde nos dicen, como siempre lo hacemos. —Sergei —dijo Linus, con una clara advertencia en su voz. Él suspiró. —Muy bien. Sergei caminó hacia delante y levantó su mano, alcanzándome. Tensé mi agarre en el servilletero y me alejé bastante de él, retrocediendo hacia la esquina. No iba a ir a ninguna parte con esos hombres sin una pelea… —¿Papá? ¿Qué estás haciendo aquí? —llamó una voz familiar. Logan cerró la puerta del cuarto de baño detrás de él y se movió para quedarse cerca de Linus, el líder. —¿Sergei? ¿Inari? —preguntó Logan, haciéndose eco de los nombres de los hombres—. ¿Qué está pasando? El Espartano parecía sorprendido de ver a los tres hombres, pero a diferencia de las otras personas en la tienda, no parecía asustado por ellos. Así y todo, Logan no se asustaba de nada. Ni de los merodeadores de Nemea, ni de los asesinos Cosechadores, ni siquiera de mi magia y el hecho de que había matado a otro hombre con ella. Nada nunca agitaba al Espartano, ni siquiera la repentina aparición de los tres hombres misteriosos llevando espeluznantes capas. Logan obviamente conocía a los hombres y sabía exactamente quiénes

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eran, pero eso no me tranquilizaba. Para nada. En todo caso, solo aumentaba mi tensión, especialmente ya que él había llamado a uno de ellos

papá. Y los hombres conocían a Logan también, lo suficiente para saludarle. Sergei le dio un cordial golpe en la espalda, mientras que Inari respetuosamente asintió con su cabeza. Linus asintió su cabeza también, aunque su postura aún era rígida y su cara permanecía fría. En todo caso, podía sentir su disgusto por mí aumentando, mientras miraba una y otra vez entre el Espartano y yo. —¿Logan? —pregunté—. ¿Quiénes son estos hombres? —Sergei Sokolov, Inari Sato y mi padre, Linus Quinn. Un enfermizo sentimiento llenó mi estómago. ¿Por qué, oh por qué, no podía haber sido Sergei el padre de Logan en su lugar? Él al menos parecía algo amistoso. Linus, no tanto. Para nada, de hecho. —¿Y qué quieren de mí? —pregunté—. ¿Por qué están aquí para arrestarme? Logan frunció el ceño. —Son miembros del Protectorado, el cual es básicamente la fuerza policial del mundo mitológico. Pero ¿por qué querrían arrestarte? Debe haber algún error. —No hay error —dijo Linus—. A menos que haya otra chica sobre la que yo no sepa que ayudó a escapar a Loki. Los jadeos de sorpresa ondearon a través de la cafetería y todos me miraron. Después de unos pocos segundos, las miradas sorprendidas cambiaron a miradas horrorizadas que rápidamente se fundieron en miradas severas, acusatorias y enfadadas. Ahora, todos los chicos habían sacado sus teléfonos y estaban haciéndome fotos y mandándolas por texto tan rápido como podían. Las noticias estarían en la academia en minutos.

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Sergei caminó a un lado y gesticuló con su mano. No le había notado antes, pero un chico de mi edad había seguido a los tres hombres dentro de la tienda. Parecía una versión más joven, más alta y más esbelta de Sergei, con los mismos ojos avellana, pelo marrón oscuro y piel bronceada. —Alexei, mi chico, vigílala —dijo Sergei. Alexei se movió para quedarse de pie cerca de mí. No llevaba capa como los hombres, pero podía decir por la manera cómoda y confiada en la que se movía que era un luchador, genio guerrero como yo. Quizás un Romano, quizás un Vikingo, quizás otra cosa. No tenía manera de saberlo y este no era exactamente el momento adecuado para preguntar. —¿Alexei Sokolov? —preguntó Logan, más confusión trepaba en su voz. Alexei ladeó su cabeza hacia el Espartano, pero él nunca apartó sus ojos de mí. —Hola, Logan. —Tenía el mismo acento ruso que su padre. Logan miró a Alexei, luego a Sergei y a Inari en sus capas grises. Finalmente, giró hacia Linus. —¿Qué está pasando, papá? ¿Por qué estás aquí? ¿Y por qué estás arrestando a Gwen? Linus puso su brazo alrededor de los hombros de su hijo. —Porque es mi trabajo como cabeza del Protectorado. Ya lo sabes. Logan agitó su cabeza. —Es tu trabajo proteger a los miembros del Panteón, perseguir a los Cosechadores y ponerles en prisión donde pertenecen; no aparecer de la nada y acosar a mi amiga sin motivo. El rostro de Linus se tensó hasta que pareció tan duro como la piedra detrás de mí.

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—Esta… esta chica no es amiga tuya —dijo escupiendo las palabras—. Ella es el motivo de que Loki esté libre y va a ser juzgada y castigada por eso —por todo eso.

¿Juzgada? ¿Castigada? ¿Yo? Cada una de las palabras que dijo hicieron que mi miedo y mi espanto crecieran mucho más. A pesar del calor del fuego, me sentía fría y entumecida. Oh sí, estaba en serios problemas, solo que esta vez no era porque los Cosechadores quisieran matarme —era el Protectorado, un grupo del que nunca había escuchado hasta hacía cinco minutos. —Espósala y vámonos —dijo Linus—. Continuaremos esta discusión más tarde, Logan y podrás decirme exactamente lo que estabas haciendo aquí con esta… chica. Inari se echó hacia atrás su capa, metió la mano en el bolsillo de su pantalón y se acercó con un par de esposas de plata. Las extendió pero mantuve mi cuerpo aplastado contra la pared de la chimenea, deseando poder presionarme contra la piedra y salir al otro lado. No siempre tenía que tocar algo para conseguir sacar una vibración, especialmente si el objeto tenía un montón de sentimientos fuertes y recuerdos adheridos. Las esposas de Inari radiaban miedo, rabia y desesperación —todo retorcido y anudado como hilos de púas invisibles apuñalándome. No quería esas esposas cerca de mí, mucho menos tocando mi piel y forzándome a ver, sentir y experimentar todo lo que habían pasado las personas que las habían usado. Ningún recuerdo, ningún sentimiento, sería bueno. No con todas esas feas emociones que ya emanaban del metal. Me estremecí y dejé caer mi mirada. Me ponía enferma tan solo mirarlas. —No —dijo Logan notando mi reacción. Él sabía lo que sucedería si me ponían las esposas—. Sin esposas. Gwen no se las merece. No se merece nada de esto. Están cometiendo un gran error. —No hay ningún error —dijo Linus, con su voz más dura—. Excepto que

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parece tener la misma debilidad tonta por las mujeres Frost que tenía tu tío. La ira manchó las mejillas de Logan. Me había dicho una vez que su padre no se llevaba bien con su tío, Nickamedes, el jefe bibliotecario de la academia, pero parecía como si hubiera más mala sangre entre ellos de lo que Logan había soltado —y que de alguna manera involucraba a mi madre, Grace Frost. —Sin esposas, papá —repitió Logan. Su cuerpo se tensó, sus manos se apretaron en puños y miró a Inari como si estuviera pensando en derribar al otro hombre para sacarle las esposas. —Está bien, Logan —dije. No quería que tuviera problemas. —No, no está bien. Nada sobre esto está bien. Linus abrió su boca, probablemente para mandar a Inari a ponerme las esposas de cualquier manera, pero la ira que todavía ardía en la cara de Logan le hizo reconsiderarlo. Miró hacia su hijo y luego volvió a mirarme. —Bien —espetó—. Sin esposas. Asumo que no serás tan tonta como para intentar escapar. Sacudí mi cabeza. No, no era tan tonta. Sabía que no había manera de que pudiera alejarme de ellos. Quizás si hubiera tenido la fortaleza de las Valquirias o la velocidad de las Amazonas, podría haber tenido opción, pero no la tenía con sólo mi magia psicométrica. —Bien, entonces vamos —dijo Linus. Y con esas palabras, los tres miembros del Protectorado me hicieron alejar de la chimenea y me forzaron a marcharme de la cafetería.

*** Linus y Logan caminaban delante de mí, mientras yo era flanqueada por los otros tres lados por Sergei, Inari y Alexei. Juntos, los seis abandonamos

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Kaldi. Tan pronto como la puerta se cerró detrás de Inari, pude escuchar el shis,

shis, shis, nítido de las sillas siendo empujadas acompañadas con los pum, pum, pum de pasos. Miré por encima de mi hombro. Todo el mundo en el interior de la tienda tenía sus rostros y teléfonos presionados contra las ventanas, intentando ver lo que iba a suceder después. Podía haberles dicho que no iba a ser algo bueno. Me estremecí de nuevo, pero esta vez no del todo de miedo. Era mediados de enero y el aire era extremadamente frío. Duros copos de nieve soplaban en el feroz viento invernal, golpeando contra nuestros cuerpos y por encima el cielo estaba oscuro y gris, como si todo el azul hubiera sido succionado, incluso aunque no eran todavía las cuatro. —Ah —dijo Sergei con una voz cariñosa, girando su cara hacia el viento aullante—. Me recuerda a Rusia en invierno. Salimos por la acera. El café Kaldi estaba localizado en la calle principal que recorría Cypress Mountain y más y más gente asomaba sus cabezas para mirarnos mientras pasábamos. El lujoso suburbio y todas las tiendas de alta gama estaban ahí para suplir las necesidades de todo el mundo de la Academia Mythos, así que todos los dueños de los negocios y trabajadores conocían la marca cuando se trataba del mundo mitológico. La mayoría eran ex alumnos de Mythos, que habían decidido establecerse cerca de la academia. Las únicas personas que no se dieron cuenta de lo que estaba pasando eran los pocos turistas que habían desafiado el frío para ir a comprar. Miraban fuera de la ventana hacia mí durante un momento antes de volver a sus compras compulsivas. —Estás cometiendo un gran error —repitió Logan—. Gwen no liberó a Loki; ella intentó evitar que sucediera. Todos lo hicimos. —¿Todos? Con eso, asumo que quieres decir tú y tu nuevo grupo de amigos —dijo Linus—. Algo más que necesitamos discutir. Pensaba que

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finalmente estabas recuperando el control y aprendiendo cómo ser un luchador de verdad, pero parece que te has metido incluso en más problemas de lo habitual. Empezando con esta chica. No me importaba si era el padre de Logan y aparentemente alguien con gran peso dentro del Panteón. La manera en la que seguía diciendo esta

chica como si yo fuera lo peor de lo peor, crispaba hasta el último de mis nervios. —Tengo un nombre —espeté—. Es Gwen, Gwen Frost. Obviamente lo sabe ya que lo anunció a toda la cafetería. Linus me miró por encima de su hombro. —No me pongas a prueba, chica. Mis manos se cerraron en puños, pero no había nada que pudiera hacer sobre sus frías palabras —o el hecho de que parecía odiarme a primera vista. Así no era exactamente como yo hubiera imaginado que las cosas marcharían si alguna vez conocía al padre de Logan. Aun así, tomé una respiración, intentando empujar mi ira y mi miedo más allá para conseguir llegar al fondo de las cosas. —Bueno, ¿al menos puede decirme a dónde vamos? —pregunté. —Ya lo verás —dijo en un tono enigmático—. No está lejos. Alcanzamos la última tienda del final de la calle. Había pensado que el Protectorado me empujaría dentro de un SUV negro, ya que así es como las cosas siempre suceden en las películas, pero en cambio Linus cruzó la calle y los otros miembros del Protectorado me forzaron a seguirle. Así que estaban llevándome de vuelta a la academia. Bien. Al menos tenía amigos allí, gente como la profesora Metis. Ella sabría lo que estaba pasando y encontraría como hacer que el Protectorado se diera cuenta de que todo esto era solo un gran malentendido. Que no había liberado a Loki a propósito, que yo había hecho todo lo posible para mantener al malvado dios encerrado, aunque

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había fracasado completamente. La puerta principal de hierro negro de la academia estaba abierta, ya que a los estudiantes les habían dado la tarde libre. Nadie levantó la mirada cuando pasamos por las dos esfinges de piedra encaramadas en las dos paredes de unos tres metros de alto a cada lado de la puerta —excepto yo. Como todas las estatuas en la academia, las esfinges siempre parecían estar vigilándome con sus abiertos ojos sin párpados, como si estuvieran esperando a que yo hiciera alguna estupidez, para cobrar vida, liberarse de sus caparazones de piedra, saltar hacia abajo y rasgarme en pedazos. Ya no me asustaba tanto por las estatuas como solía hacerlo, pero sus feroces expresiones aún me hacían detener y mirarlas cuando atravesaba las puertas. Pero hoy, las cabezas de las esfinges estaban inclinadas y sus ojos fijos en sus pies, casi como si tuvieran miedo de levantar la mirada mientras los miembros del Protectorado marchaban conmigo y las pasaban. Extraño. Incluso para Mythos. Si había una cosa con la que siempre podía contar, era que las estatuas estarían mirándome. Ahora no lo hacían, casi se sentía como un par de amigos dándome la espalda con deliberado desdén. —Sigue avanzando —dijo Inari. Desvié la mirada de las esfinges y avancé. Mientras caminábamos, Logan continuó discutiendo con su padre, mientras que Sergei e Inari permanecían en silencio. Alexei estaba a mi derecha y seguía mirándome; la curiosidad brillaba en sus ojos color avellana. Una vez más, me pregunté qué clase de guerrero era. No obtuve la misma sensación de “puedo matarte con un palo de goma” de él como lo hice de Logan, pero puedo decir que era peligroso, así como lo era el Espartano. Serpenteamos a lo largo del camino de adoquines color gris ceniza, que entrecruzaba el campus, eventualmente pasando por mi habitación, el Salón Estigia. Miré arriba, hacia la torre donde estaba mi habitación. Me

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preguntaba si el Protectorado sabía sobre Nyx, la cachorra Fenrir a la cual estaba cuidando. La preocupación apretó mi estómago. Si se enteraba sobre Nyx, probablemente la alejarían de mí. La mayoría de los miembros del Panteón no confiaban en criaturas como los lobos Fenrir porque los Cosechadores esclavizaban, envenenaban y entrenaban a muchos de ellos para matar guerreros. Pero se lo prometí a Nott, la madre de Nyx, que me ocuparía de la cachorra de lobo y eso era exactamente lo que iba a hacer. No les hablaría a Linus y a los otros sobre Nyx, sin importar lo que me hicieran. Mi madre había sido una detective de la policía, por lo que sabía todo sobre que te leyeran tus derechos, mantener la boca cerrada y pedir un abogado. Claro, el Protectorado había dicho que yo estaba bajo arresto, que iba a ser sometida a juicio, pero no tenía ilusiones de que significara lo mismo en Mythos que en el habitual mundo mortal. De hecho, estaba dispuesta a apostar que esto iba a ser peor, mucho peor. Normalmente, habría disfrutado la caminata a través del campus, pero las colinas verdes que conformaban los exuberantes jardines parecían estar desiertas, añadiendo a la atmósfera fatalidad y pesimismo. Miré mi reloj de plata. Casi las cuatro, lo que significaba que era hora de la misteriosa asamblea. La mayoría de los estudiantes probablemente estarían ya reunidos en el exterior del anfiteatro. Bueno, al menos nadie merodeaba para ser testigo de mi vergonzosa caminata, incluso si Helena y los otros estudiantes en la cafetería ya les habían enviado mensajes a todos sus amigos con los jugosos detalles. Yo había pensado que subiríamos la colina hacía el patio principal, así el Protectorado me haría marchar hacia el edificio de Ciencias y Matemática y luego hacia la prisión de la academia, ubicada allí. Pero en su lugar, viramos a la izquierda, hacia otro camino, dirigiéndonos hacia el anfiteatro que estaba al fondo de la colina al lado de la Biblioteca de Antigüedades. Fruncí el ceño. ¿Por qué iríamos hacía allí? Sin duda no iban hacerme presenciar

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una estúpida asamblea antes de encerrarme. Por otra parte, quizás esto sólo era otra parte de mi inminente castigo. Nos detuvimos en el borde del camino, donde se abría hacia el anfiteatro. A diferencia de los otros edificios de color gris oscuro, el anfiteatro a cielo abierto estaba hecho de piedra blanca y contenía un arco iris de colores — azul cielo, rosa perla y lila suave. Esos matices y más, brillaban en toda la estructura, como si miles de Valquirias hubieran disparado sus chispas de magia y estas, de alguna manera, se hubieran filtrado dentro de la piedra. El anfiteatro estaba hecho de una serie de largos, planos y poco profundos escalones que habían sido apilados uno encima del otro. Los escalones, que también servían como asientos, formaban un enorme semicírculo mientras subían en espiral por la colina, todos ellos de cara a un escenario que había sido construido en el fondo del anfiteatro. Cuatro columnas se alzaban sobre el escenario, pero mi mirada se desvió hacia la cima de las columnas, donde las quimeras de piedra se agazapaban en globos redondos. En lugar de estar apuntando a la muchedumbre como era usual, las cabezas de las quimeras estaban bajas, mirando hacia sus garras curvadas, igual que las esfinges. Mi inquietud subió a otro nivel. Desvié la mirada lejos de las quimeras y me fijé en el anfiteatro. Estudiantes, profesores y miembros del personal ya se habían reunido en los escalones de piedra, todos envueltos en gruesos abrigos y guantes. Su aliento humeaba en el afilado aire invernal y hasta parecía que una espesa niebla había cubierto toda la zona. Sin importar cuanto frío hiciera, todas las asambleas tenían lugar aquí fuera, en lugar del gimnasio cálido y más cómodo. No estaba segura de por qué. Las Potencias probablemente pensaban que el anfiteatro era más oficial o algo así. A pesar del hecho de que estábamos en el borde del área, murmullos preocupados llegaban hasta mí, mientras los estudiantes se preguntaban qué estaba sucediendo. —¿De qué crees que se trata la asamblea?

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—Quizás el Panteón se las arregló para encarcelar a Loki de nuevo. —Quizás no. Tal vez los Cosechadores están en camino ahora mismo para matarnos a todos. Y una y otra vez los rumores seguían, saltando de una boca y un teléfono a otro. Murmullos, susurros, chirridos y pitidos flotaban a través del aire, creando una extraña sinfonía de sonidos. Vi a Daphne Cruz, mi mejor amiga y a Carson Callahan, su novio, el friki de la banda, sentados en las gradas en la mitad de la colina. Ellos tenían sus cabezas juntas, mirando a algo en el teléfono de Daphne —probablemente mi arresto en la cafetería, a juzgar por la expresión sorprendida del rostro de la Valquiria y las chispas rosas de magia que estaban saliendo disparadas de la yema de sus dedos como rayos. Daphne siempre desprendía más magia cuando estaba sorprendida, preocupada o molesta. Yo estaba dispuesta a apostar que se sentía de todas esas formas ahora —y también yo. Había pensado que nos quedaríamos en el borde del anfiteatro hasta que la asamblea terminara pero, en su lugar, Linus señaló con su cabeza a Sergei e Inari quienes dieron un paso más cerca de mí. El temor se disparó en mi estómago y se elevó hasta mi garganta amenazando con ahogarme desde adentro. Logan notó los movimientos de los hombres y dejó de discutir con su padre lo suficiente para darse la vuelta. Alexei se paró frente al Espartano, alzando sus manos. —No quiero luchar contigo, Logan —dijo Alexei—. Pero sabes que lo haré. Logan me miró, el pánico destellando en sus ojos azules. Aparentemente, él sabía que es lo que estaba por ocurrir —y no era nada bueno. —Papá —dijo—. Gwen no ha hecho nada malo. Tienes que creerme. No hagas esto. Por favor.

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Linus miró a su hijo con su rostro inexpresivo. Luego, se alejó de Logan. —Asegúrense de que permanezca quieta y callada a través de esto —dijo Linus—. No quiero ninguna interrupción. Inari y Sergei me sujetaron los brazos y me arrastraron hacia delante, en dirección a las escaleras que conducían al escenario. Y de repente me di cuenta de que la misteriosa asamblea se trataba de… mí y mis supuestos crímenes contra el Panteón.

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Traducido por sibila Corregido por Eli25

nari y Sergei marcharon conmigo a través del anfiteatro, subiendo las escaleras y en el escenario con Linus siguiéndonos detrás. Las botas de los tres hombres daban fuertes golpes contra las tablas de madera, y los sonidos apagados casi parecían cantar para mí. Doom,

doom, doom… Nos detuvimos en el centro del escenario, y me quedé mirando a todos los que conformaban la academia Mythos —estudiantes, profesores, miembros del personal. Miré a Daphne, que tenía sus manos sobre su boca con horror. Carson tenía una expresión similar al asombro en su rostro. Oliver Héctor, Morgan McDougal, Savannah Warren. Mi mirada pasó de una cara familiar a otra. Todos los chicos de mi clase de segundo año estaban aquí, junto con los que aparentemente habían corrido desde la cafetería hasta la asamblea. Kenzie Tanaka, Talia Pizarro, Helena Paxton y sus medio-amigas. Ellas debían haber corrido desde la biblioteca, luego se apresuraron bajando la colina para que pudieran tener los últimos asientos restantes en la parte superior del anfiteatro. —¡Estos tipos tienen túnicas del Protectorado! —Hey, ¿no es Gwen Frost? ¿Esa rara chica Gitana? —¿Qué está haciendo en el escenario? ¿Qué está pasando? ¿Por qué la están vigilando así? Más murmullos y preguntas recorrieron la multitud, más fuerte y

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agudo que antes, pero les cerré el paso en mi cabeza y seguí explorando los rostros. Finalmente, vi a la profesora Aurora Metis de pie a la izquierda del escenario, junto con Nickamedes, el entrenador Ajax, y Raven. Los cuatro que componían el consejo de seguridad de la academia y se encargaban de mantener a los estudiantes seguros en Mythos. Pensé que me incluía también, pero no parecía que era el caso —por lo menos ya no. Me quedé mirando a Metis, preguntándome si había sabido que esto iba a pasar, si había tratado de detenerlo. La preocupación llenaba sus ojos verdes detrás de las gafas plateadas. Su rostro estaba apretado por la tensión, y los tendones de su cuello destacaban sobre su piel bronceada, como cuerdas de arco a punto de romperse. A su lado, Nickamedes fruncía el ceño. Sus cejas negras fruncidas juntas en cavilación. Ajax tenía sus brazos cruzados sobre su grande y corpulento pecho. Sólo Raven parecía despreocupada, dejando escapar un bostezo y jugueteando con su pelo blanco, como si estuviera aburrida de todo el espectáculo. —Quédate tranquila hasta que esto termine, y será mucho más fácil para ti —murmuró Linus para mí. Lo fulminé con la mirada, pero ya estaba caminando hacia un podio cubierto, con un micrófono que se había fijado en el centro del escenario. Se quedó allí, esperando a que la gente se calmara, antes de inclinarse hacia adelante y hablar por el micrófono. —Hola —dijo él, su voz como un trueno lanzado desde el fondo hasta la parte superior del anfiteatro—. Mi nombre el Linus Quinn. Algunos de ustedes me conocen como el jefe del Protectorado, el grupo encargado de perseguir a los Cosechadores del caos. También estoy en la junta de directores de la academia. Así que Linus era uno de las Potencias que estaban en Mythos. Sabía que había gente que vigilaba la academia, un grupo de personas

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responsables de que las cosas funcionaran, algunos de la junta que se encargaban de las normas, el reglamento, e incluso los menús emperifollados del almuerzo. Siempre me había referido a ellos en tono de broma como las Potencias. Ahora tenía la sensación de que iba a darme cuenta de lo apropiado que era mi apodo para ellos. —Sé

que

todos

hemos

tenido

un

montón

de

preguntas

y

preocupaciones desde que Loki se escapó hace unas semanas —continuó Linus—. Tengan la seguridad de que el Protectorado ha estado investigando el incidente y haciendo todo lo posible para localizar a Loki y a sus Cosechadores antes de que alguien salga herido, al igual que sus compañeros quienes fueron asesinados recientemente en el Coliseo Crius. Imágenes inundaron mi mente con sus palabras. Cosechadores asaltando el Coliseo, sus espadas curvas intermitentes, sus túnicas negras ondeando como nubes de muerte. Chicos luchando, corriendo y tratando de escapar. Chicos gritando mientras los Cosechadores los embestían con sus armas. Un Cosechador hundiendo su espada en el pecho de Carson. La sangre, mucha sangre salpicando por todas partes, como lágrimas escarlatas lloviendo sobre todo a la vista... Linus se aclaró la garganta, sacándome de mis horribles recuerdos. —Algunas graves acusaciones han salido a la luz de lo que pasó la noche en que Loki fue liberado —dijo—. Por eso, yo y los demás miembros del Protectorado estamos aquí. Para llegar al fondo de estas acusaciones, determinar lo que realmente sucedió y en consecuencia sancionar a los involucrados. De alguna manera, supe lo que iba a decir a continuación. —Parece que un estudiante de la academia Mythos en realidad ayudó a escapar a Loki de Helheim, el reino de la prisión donde los otros dioses lo atraparon hace siglos. —Linus hizo una pausa, luego se inclinó aún

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más cerca del micrófono—. Esa estudiante es Gwendolyn Frost, la chica que ven en el escenario delante de ustedes. Sí, eso fue más o menos lo que me esperaba; y así fue la reacción de la multitud. Impresionados jadeos recorrieron el anfiteatro, y al igual que en Kaldi la emoción se convirtió en horror, y luego ira. Parecía como si todo el mundo contuviera el aliento, y entonces los murmullos de sorpresa estallaron en un rugido ensordecedor. En cuestión de segundos, todos estaban de pie gritando por mi sangre. Una ola de rabia y odio colectivo surgió de la multitud, golpeando en mi estómago como una espada al rojo vivo. Cada grito enojado, cada grito enfurecido, cada palabra amarga retorcían la cuchilla invisible mucho más profundo, lo que me daba ganas de vomitar por el dolor fantasma. Prácticamente todo el mundo en Mythos había perdido a alguien por los Cosechadores —una madre, una hermana, un amigo cercano— por lo que la reacción era comprensible. No quería nada más que cerrar los ojos, dejar caer mi cabeza, y gimotear al sentir todo el rabioso odio dirigido a mí, pero me obligué a ponerme de pie en alto y mirar hacia la gente gritándome maldiciones. —¡Silencio! ¡Silencio! —rugió Linus en el micrófono. Le llevó varios minutos para que la multitud se calmara y finalmente todo el mundo tomara asiento de nuevo. Pero todos se quedaron mirándome, la ira ardiendo en sus ojos. La emoción fantasma se mantuvo punzante en mi estómago una y otra vez, hasta que tuve que apretar los dientes para no gritar de la sensación. —En este momento, tenemos más preguntas que respuestas —dijo Linus—. Con ese fin, hemos arrestado a la señorita Frost y se llevará a cabo un juicio y una investigación completa sobre sus acciones. Mientras tanto, vamos a continuar con la búsqueda de Loki y sus Cosechadores

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para que podamos encargarnos de ellos en consecuencia. Tengan la seguridad de que llegaremos al fondo de esto, y Loki será encarcelado una vez más. Linus torció la boca y miró a Metis, que levantó la barbilla en desafío. —Mientras tanto, de acuerdo con los estatutos de la academia, la señorita Frost se mantendrá en Mythos hasta que sea absuelta o condenada por los muchos cargos en su contra. Una seria de duros Boo-boo-boos estallaron entre sus palabras, y tuvo que dejar de hablar una vez más. Linus miró a Metis otra vez, como si todo esto fuera culpa de ella, y me diera una pista de lo que había sucedido. La profesora debería haber descubierto lo que estaba pasando y se las había arreglado para mantenerme aquí en la academia en lugar de ser llevada y arrojada en una prisión del Protectorado. Yo podría haberle dicho que no se molestara. Todo el mundo me odiaba ahora a causa de lo que ellos pensaban que había hecho —y tal vez no se equivocaban al hacerlo. Después de todo, yo era la que había encontrado la daga Helheim, el último sello que quedaba de la prisión de Loki. Pero en lugar de mantener segura la daga, prácticamente se la había entregado a Vivian Holler, la chica Cosechadora que era Campeona de Loki, y ella había estado demasiado feliz de usar el arma y mi sangre para liberar finalmente al dios del mal. Claro, Vivian me había engañado, pero el hecho duro y frío era que debido a mis acciones Loki estaba ahí afuera en alguna parte, conspirando con los Cosechadores acerca de como derrocar al Panteón, sobre como derrotar a Nike y sumir al mundo en la oscuridad eterna. Tal vez todo el mundo tenía derecho a culparme. Tal vez todo el mundo tenía derecho a odiarme.

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Finalmente, después de varios minutos, la multitud se calmó de nuevo. —La señorita Frost no ha sido declarada culpable de nada, pero para que se sienta segura, he arreglado para ella estar bajo estrecha supervisión mientras está en espera de juicio —dijo Linus—. Tengan la seguridad de que un miembro del Protectorado acompañará a la señorita Frost donde quiera que vaya. Con el fin de mantener las cosas lo más discretas posibles, hemos asignado a un estudiante de tercer año de la academia de Londres para ayudar a vigilar a la Señorita Frost mientras ésta realiza su rutina diaria. Linus miró a Alexei, que estaba de pie en la parte inferior de los escalones que conducían al escenario, pero él no podía señalarlo. Así que por eso estaba Alexei aquí. Para vigilarme. —Este asunto se resolverá en unos días —continuó Linus—. Hasta entonces, sepan que los miembros del Protectorado están aquí en el campus para mantenerlos a salvo. Eso es todo. Unos corteses aplausos sonaron a sus palabras, pero todo el mundo se mantenía mirándome, shock, dolor, miedo y odio en sus ojos —tanto odio. Una vez más, su ira colectiva se estrelló contra mí, y ya no pude guardar silencio por más tiempo. —¡Yo no he hecho anda malo!—grité—. ¡Fue Vivian! ¡Fue Vivian Holler! ¡Ella es la Campeona de Loki! ¡Ella lo liberó, no yo! ¡Tienen que creerme! —Sácala de aquí— susurró Linus—. ¡Ahora! Inari y Sergei fácilmente me levantaron de mis pies y me llevaron hasta el borde del escenario, pero yo seguí gritando todo el tiempo. —¡Yo no he hecho nada malo! ¡No he hecho nada malo! —Mis gritos se hicieron eco a través del anfiteatro y luego sacudieron hacia el

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firmamento y hacia cielos en sí mismos, pero a nadie le importaba, y nadie salió en mi defensa o rescate —ni siquiera la diosa que me había elegido para ser su Campeona en primer lugar.

*** Inari y Sergei me empujaron fuera del escenario, fuera del anfiteatro, y por la colina hasta el patio principal. Los estudiantes salieron en desbandada detrás de nosotros, todo el mundo hablando, gritando y tomando fotos con sus teléfonos. Con el tiempo, mis gritos se calmaron, y todo lo que pude hacer fue entrecerrar los ojos contra las luces de los destellos. Inari y Sergei todavía me llevaban, así que mis pies no estaban ni siquiera cerca de tocar el suelo. Sabía que no debía tratar de luchar. No sabía qué clase de guerreros eran estos dos hombres, pero fácilmente eran más fuertes que yo. Cinco edificios formaban el patio principal de Mythos —la Biblioteca de Antigüedades, el gimnasio, el comedor, el edificio de Historia-Inglés, y Matemáticas-Ciencias. Inari y Sergei se dirigieron hacia el edificio de Matemáticas-Ciencias. Así que me llevaban a la prisión de la academia después de todo. Los dos hombres se apresuraron al interior de la estructura y luego fuimos abajo, abajo, abajo, pasando por una serie de puertas cerradas y otras medidas de seguridad hasta que llegamos a la planta baja a gran profundidad. Los hombres finalmente me pusieron de nuevo sobre mis pies, y me aparté de ellos, frotándome los miembros superiores, donde ellos los habían sostenido con tanta fuerza. Nos pusimos de pie en un pasillo lleno de sombras delante de una puerta que estaba hecha de la misma piedra gris oscura del resto del edificio. Barras de hierro atravesaban la puerta, y dos esfinges habían sido talladas en la superficie. Una vez más las esfinges se quedaron mirando sus pies en lugar de girar su cabeza y mirarme.

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Nunca pensé que echaría de menos las miradas espeluznantes de todas las estatuas y esculturas, pero estaba empezando a hacerlo. De alguna manera, se había convertido en parte de mi rutina diaria, y lamenté su ausencia, sobre todo porque parecía que no podían soportar verme ahora. Quizás me odiaban también, al igual que todos los demás. La amargura me llenó, ardiendo como ácido en mi pecho. Sergei sacó una llave maestra de uno de los bolsillos de su capa, mientras Inari mantenía sus ojos en mí. Por favor. Como si tuviera la más mínima posibilidad de escapar de ellos. Sergei dio un paso adelante, puso la llave en la cerradura y la giró. A pesar de que sabía que iba a venir un chirrido estridente aún hice una mueca de dolor. Sergei abrió la pesada puerta e hizo señas para que pasara a través. Como si tuviera elección. Pasé junto a él y me detuve en el umbral, mirando hacia la prisión. La enorme sala circular tenía forma de cúpula, al igual que la Biblioteca de Antigüedades. Celdas de vidrios se apilaban hasta tres pisos de altura para formar las paredes, mientras que una mano que sostenía una balanza en equilibrio estaba tallada en la piedra del techo —el mismo símbolo que estaba bordado en el cuello de la túnica del Protectorado. Una mesa de piedra con un par de sillas se encontraba en medio de la sala, justo debajo de la mano y la balanza tallada. Ahí es donde Ashton Preston había estado sentado cada vez que había venido hasta aquí para usar mi psicometría para mirar en su mente, para clasificar a través de sus recuerdos para poder decirle a Metis y los otros lo que los amigos Cosechadores de Preston estaban planeando. Otra cosa en que había fallado, ya que yo era la que estaba en la cárcel ahora. Un susurro sonó, y miré a un escritorio junto a la puerta. No estaba segura de como lo había conseguido, pero Raven nos había alcanzado para llegar aquí. Se sentó en su lugar habitual, hojeando una de las

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revistas de chismes de celebridades que siempre parecía estar leyendo. Raven era una mujer mayor, incluso más vieja que mi abuela Frost. Su cabello era tan blanco como podría ser a juego con el vestido largo y suelto que siempre llevaba, mientras que las arrugas surcaban su rostro, pareciendo tan profundas y oscuras como el maquillaje negro que los jugadores de fútbol aplicaban través de sus rasgos. Más arrugas y manchas marrones de la edad cubrían sus manos y brazos, así como cicatrices antiguas y descoloridas. Raven se echó hacia atrás en su silla y apoyó las botas de combate negras sobre el escritorio. Sus ojos negros se encontraron con los míos por un momento antes volver a su revista. Estar de guardia en la prisión de la academia era uno de los muchos trabajos ocasionales que Raven tenía en Mythos. Bueno, al menos ella me miró, aunque solo fueron durante unos pocos segundos. Eso me hizo sentir un poco mejor, aunque todas las estatuas me estaban ignorando. —Vamos —dijo Sergei—. Ve a sentarte. Caminé a través del suelo, con los guerreros siguiéndome detrás. Empecé a caer en mi asiento habitual, pero Sergei me tocó el brazo. —No en este lado —dijo—. Debes sentarte en el otro lado. Ahí es donde Preston se había sentado, donde asumí que todos los presos se sentaban mientras eran interrogados. Una pequeña parte de mí todavía tenía la esperanza de que esto fuera sólo un gran malentendido, un gigantesco error que de alguna manera podría ser corregido. Esa esperanza inmediatamente se secó y se rompió como una frágil rosa muerta, a pesar de que fría preocupación, miedo y pavor que floreció en su lugar. Hice lo que me pidió, caminé y me deslicé en el asiento al otro lado de la mesa —al lado de las cadenas. Gruesas cadenas de metal estaban encima de la mesa, junto a un par de esposas y cadenas que

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descansaban en el suelo, por lo que las manos del preso y sus piernas se podrían asegurar todo al mismo tiempo. Sergei alcanzó las cadenas de la parte superior de la mesa, y me echó hacia atrás en la silla, la tosca piedra presionando en mi columna vertebral. Preston había sido la última persona que usó esas cadenas, y sabía lo que vería y sentiría si se deslizaban sobre mi piel —el odio sin fin del Cosechador. Sentí bastante de esa emoción en el anfiteatro. Y no quería sentir más. —No me las pongan —susurré—. Por favor. Sergei me miró, sorprendido por mi bajo y ronco, por favor. Pero dejó las cadenas. Mantuve mis manos lejos del metal y me aseguré que ninguna parte de mi piel desnuda estuviera tocando la mesa de piedra o la silla. Había sido bastante malo entrar en la mente de Preston y clasificar a través de sus horribles recuerdos de toda la gente que había herido, torturado y asesinado. No quería tener un destello del Cosechador mirándome a través de la mesa también. Simplemente no podría manejarlo —no ahora. Sergei se acercó caminando a Inari, que estaba hablando con Raven en voz baja. Me pregunté qué era lo que iba a pasar ahora. ¿El juicio comenzaría de inmediato? ¿Me darían la oportunidad de defenderme? ¿Cómo iba a salir de este lío? ¿Cómo iba a convencer al Protectorado que no había liberado a Loki a propósito? ¿Que Vivian me había engañado al igual que tenía a todos los demás? Esas preguntas y cien más daban vueltas alrededor de mi mente, pero no tenía respuesta —ni una sola. No tuve que esperar mucho tiempo, preocupada, y asombrada. Cinco minutos después, la puerta de la prisión se abrió de nuevo con un chirrido, y Linus entró, seguido por Alexei, la profesora Metis, Nickamedes y el entrenador Ajax. El entrenador se volvió, extendió las manos y detuvo a alguien más

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que entraba por la puerta detrás de él. —Lo siento, Logan. Esto es lo más lejos que tú y tus amigos pueden venir. No te preocupes. No llevará mucho tiempo. Detrás de Ajax vi a Logan de pie en el pasillo. Algunas chispas de color rosa de magia crepitaban en el aire junto a él, diciéndome que Daphne y probablemente Carson estaban allí también. El Espartano se puso de puntillas y miró por encima del hombre de Ajax hacia mí. —¡Chica Gitana! —¡Estoy bien! —grité con voz temblorosa—. ¡Estoy bien! Logan, Daphne y Carson todos empezaron a hablar al mismo tiempo, me gritaron que las cosas iban a estar bien, pero Ajax no les hizo caso y cerró la puerta, cortando sus protestas. Por un momento, todo quedó en silencio. Entonces Linus negó con la cabeza y se volvió hacia Nickamedes. —Tenía la esperanza de que enviándolo a la escuela aquí podría mantenerlo fuera de los problemas. Pero al parecer, eso no ha sucedido. Nickamedes se tensó ante sus palabras. El bibliotecario era el tío de Logan por parte de su familia materna. De hecho, Nickamedes parecía una versión más vieja, más seria de Logan con el pelo negro y los ojos azules. Linus se quedó mirándolo fijamente. —Larenta estaría muy decepcionada por no haber protegido a Logan mejor de lo que podías. La ira brilló en los ojos del bibliotecario, con las manos apretadas en puños, dio un paso amenazador hacia adelante, como si quisiera golpear

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a Linus. Yo conocía ese sentimiento. —No te atrevas a meter a Larenta en esto —espeto Nickamedes—. Todavía no entiendo lo que mi hermana vio en ti, pomposo, arrogante... —Basta. —Metis dio un paso adelante y puso su mano sobre el hombro de Nickamedes—. Ya es suficiente. De los dos. Discutir entre nosotros no va a solucionar nada. —No, no lo hará —coincidió Linus—. Me alegra ver que todavía tienes la cabeza sobre los hombros, Aurora. Metis hizo una mueca, pero asintió con la cabeza aceptando el débil cumplido. Sin embargo, a menos que perdiera mi conjetura, a ella no le gustaba Linus más de lo que a Nickamedes. Me pregunté por qué, que había pasado entre ellos, y si tenía algo que ver con mi madre. —Pero sigo diciendo que estás cometiendo un error enorme —dijo Metis—. Gwen no está trabajando con los Cosechadores, y ciertamente no liberó a Loki a propósito. —Sí, es la parte de ese propósito lo que me preocupa más—murmuró Linus—. Eso es por lo que estoy aquí, para llegar al fondo de esto. Él comenzó a caminar hacia mí, pero Metis se plantó delante de él. —Desfilas dentro de mi oficina esta mañana sin avisar que ibas a venir al campus; luego, me dices que estás aquí para detener y poner a uno de nuestros estudiantes a juicio por conspirar con los Cosechadores —dijo ella, con las manos en las caderas—. No me dices quien es el estudiante, pero nos dejas a mí y a los otros descubrirlo en la asamblea junto a los demás. —¿Y?—preguntó—. Todas esas cosas están dentro de mi derecho como cabeza del Protectorado. Ya lo sabes, Aurora. Y en cuanto a por qué no te dije quién era el estudiante, ha llegado a mi conocimiento que tienes bastante... aprecio a la señorita Frost. No quería que hicieras algo

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estúpido como advertirla y darle la oportunidad de escapar de la justicia. Metis estaba completamente rígida y tensa, y le llevó un momento aflojar su mandíbula. —Así

que

quiero

respuestas

—espetó—.

¿Quién

hizo

estás

acusaciones contra Gwen? ¿Por qué? ¿Qué pruebas tienen? —Vas a encontrar todo eso lo suficientemente pronto —dijo Linus—. Ahora, si no te importa, me gustaría explicar las cosas a la chica para que no nos cause problemas para mientras tanto. Metis abrió la boca como si fuera a seguir discutiendo, pero después de un momento, apretó los labios y se apartó. No había nada que pudiera hacer o decir que lo llevara a cambiar de opinión. Lo sabía tan bien como ella. Linus se dirigió hacia la mesa, seguido por los otros. Raven se mantuvo en su escritorio junto a la puerta, sin dejar de leer, de vez en cuando, mirando en nuestra dirección, al parecer preguntándose si el drama aquí sería tan bueno como lo era su revista. Linus se sentó frente a mí. Sergei, Inari, y Alexei se colocaron detrás de él, mientras que Metis, Nickamedes y Ajax en tropel se detuvieron a mi derecha en mi lado de la mesa. Linus sacó un par de gafas de lectura de un bolsillo de su camisa. Se las puso, y luego metió las manos en los pliegues de su capa gris. Esta vez, sacó un pedazo de pergamino blanco, que se desenrolló y extendió sobre la mesa, entre nosotros. —Gwendolyn Cassandra Frost —dijo leyendo el pergamino—. Por la presente se le acusa de crímenes contra el Panteón, incluyendo, pero no limitado a, conspirar con otros Cosechadores del Caos para matar a sus compañeros de estudios en el Coliseo Crius, el robo de artefactos del Coliseo, fuga de la academia con la Daga Helheim, y lo más grave de todo, usar la daga para liberar a Loki de Helheim. ¿Cómo se declara a

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estas acusaciones? Por un momento simplemente no pude hablar. Era como si estuviera recibiendo el puñetazo de una Valquiria en el estómago, y todo el aire hubiera sido expulsado de los pulmones. Mi boca se abría y cerraba, se abrió y cerró de nuevo, pero las palabras no salieron. No podía pronunciar ni una sola loca sílaba. Yo no había hecho ninguna de esas terribles cosas —ni una sola de ellas. Claro, había estado en el Coliseo, pero solo porque había estado tratando de completar una tarea para Metis de la clase de historia de la mitología. Todo lo demás que había seguido había sido lo que había hecho Vivian Holler, otra estudiante de segundo año de Mythos. La Gitana que era Campeona de Loki. La chica que había asesinado a mi madre. No sabía dónde estaba Vivian ahora mismo, desde que se había escapado con Loki la noche en que lo había liberado, pero casi podía oír su risa. De alguna manera, se las había arreglado para convencer al Protectorado de que yo era la culpable de todo lo que había hecho ella: todas las mentiras que había contado, toda la gente que había herido, todos los chicos que había matado. Sabía que Vivian era una buena actriz, pero esto estaba por encima y más allá incluso de ella. Bravo, Viv.

Otra actuación magistral. Empecé a contarle todo a Linus sobre Vivian, pero Metis me ganó la mano. —Estos cargos son un completo disparate —dijo—. Gwen no es una Cosechadora. Nosotros tres la conocemos, junto con Raven, y usted lo haría también, si pasara más tiempo con ella. Si incluso se hubiera molestado en solicitar antes de decidir llevar a cabo esa pantalla ridícula en el anfiteatro. —Nickamedes, y Ajax asintieron con la cabeza, en concuerdo con Metis. En su escritorio, Raven agitó la mano, al parecer de acuerdo también, aunque siguió en la lectura de su revista.

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—Y el Protectorado decidirá por sí mismo lo que la chica es y no es, y que ha hecho o no —dijo Linus en su voz fría y tranquila, lo que me enfureció más y más con cada palabra que decía—. Obviamente ustedes tres no pueden ser objetivos en lo que a ella concierne. Y tampoco puede serlo mi hijo. Nadie respondió, aunque yo casi podía ver la tensión y la ira colgando como una nube de tormenta sobre la mesa, haciendo todo oscuro y feo. —No he hecho nada malo —dije, por fin encontrando mi voz. Nickamedes se adelantó y puso su mano sobre mi hombro. —No le digas nada más, Gwendolyn. Ni una palabra más. Lo que Linus no menciona es que cualquier cosa que digas ahora puede ser usado en el juicio. Y créeme cuando te digo que va a utilizar tus propias palabras en tu contra. Es algo en lo que sobresale. Linus fulminó con la mirada a Nickamedes, pero decidí seguir el consejo del bibliotecario y mantener la boca cerrada. No quería meterme en más problemas de los que ya tenía. Linus enrolló el pergamino, se quitó las gafas y me miró de nuevo. —Esto es lo que sucederá después. Cada vez que hay acusaciones tan graves dirigidas contra alguien, el Protectorado es llamado, y se lleva a cabo una investigación. Vamos a hablar con todos los que conoces y todo lo que sepan sobre los cargos en tu contra. Amigos, familia, compañeros de clase, profesores, todos. ¿Todo el mundo? ¿Iba a hablar con todo el mundo que me conociera? Bueno, sería una lista muy corta claro, tenía algunos amigos, pero la mayoría de los chicos de Mythos me conocían como Gwen Frost, esa chica Gitana extraña que tocaba y veía cosas, y podía encontrar artículos perdidos por el precio correcto. No iba a ganar exactamente ningún concurso de popularidad, y menos ahora, después de la asamblea. Sin embargo, tal vez no sería tan malo.

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—Las pruebas se recogerán, y se te preguntará acerca de los hallazgos, junto con tus acciones. Luego, un grupo de miembros del Protectorado tomará una decisión final sobre tu culpabilidad o inocencia —continuó—. Debes saber que los cargos en tu contra son algunos de los más graves que he visto, sobre todo para un estudiante de Mythos. A pesar de tu edad, si se te encuentra culpable el castigo será dado en consecuencia. En el mejor de los casos, serás expulsada de la academia. Vale, así que tal vez iba a ser malo. Después de todo. Aun así, no pude dejar de hacer la pregunta inevitable. —¿Y lo peor? ¿Cuál es el peor castigo si soy culpable? Linus me miró, sus ojos fríos en la cara. —La muerte.

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Traducido por RBK

Corregido por rose_vampire

uerte? ¿Podría ser condenada a muerte por el Protectorado, por el Panteón, por algo que ni siquiera había hecho? —Si se te encuentra culpable de todos los cargos, se te colocará en régimen de aislamiento en una cárcel del Protectorado —dijo Linus—. Y te quedarás allí hasta que seas ejecutada. Por un momento, el mundo se volvió completamente negro, como si estuviera envuelto en la oscuridad, como si yo ya estuviera fría, muerta y sepultada en la tumba. Parpadeé y la luz resplandeció a mi alrededor una vez más. Todo volvió a su lugar, de alguna manera parecía más claro que antes. La dura, inflexible piedra de la silla presionada contra mi espalda. El siniestro brillo de las cadenas y las esposas de metal en la parte superior de la mesa. El débil olor a humedad que siempre llenaba la cárcel. Todo eso y más asaltaron mis sentidos, golpeando en mi cerebro uno tras otro, aunque todo se esfumó rápidamente ahogado por el rápido pum-pum-pum de mi corazón. No quería nada más que saltar de la silla, correr a la puerta de la prisión, darle un tirón para abrirla y correr y correr y correr hasta que mis piernas se doblaran y mis pulmones explotaran por el esfuerzo. Pero no podía hacer eso, no sin hacerlo todo mucho peor. Así que me obligué a quedarme quieta y sólo respirar —dentro y fuera, dentro y fuera— justo como mi madre me había enseñado, justo como ella siempre me decía que hiciera cada vez que tenía miedo, estaba molesta o preocupada. En este momento, estaba más

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cerca de entrar en pánico —vale, aterrorizada—, pero me obligué a seguir respirando. El pánico pasó lentamente, a pesar de que la preocupación y el miedo todavía corroían mi corazón como ratas royendo un bloque de queso. Finalmente miré a los demás. Metis tenía una enfermiza y triste expresión en su rostro, mientras que la ira hacia a las mejillas de Nickamedes arder. Ajax simplemente parecía furioso con sus hombros rígidos y los puños cerrados, su piel color ónice brillante debajo de las luces. Incluso Sergei, Inari y Alexei estaban dándome miradas simpáticas en este punto. Sólo Linus se mantuvo en calma y sin emociones, sin mostrar sus verdaderos sentimientos en su pálida cara. —Yo no hice nada malo —dije de nuevo en un tono más débil—. No he hecho nada malo. —Eso aún está por decidir —dijo Linus—. Ten la seguridad que se llevará a cabo una investigación a fondo y que recibirás un juicio justo y equilibrado. —Sí —dije, el sarcasmo arrastrándose de nuevo en mi voz—. Porque arrastrarme hasta el escenario del anfiteatro y dar a conocer mis supuestos delitos a toda la maldita academia es algo justo y equilibrado. La mano de Nickamedes se tensó sobre mi hombro, recordándome que debería mantener la boca cerrada, pero el miedo, el shock y el pánico se fueron rápidamente, dejando nada más que ira. Abracé la ira, recogí todos y cada uno de sus trozos y dejé que la emoción chisporroteara alrededor de mi corazón hasta que quemase todo lo demás. Mientras estuviese enfadada, no podía pensar en la gravedad de la situación o lo cerca que estaba de perder todo lo que se había convertido en importante para mí en estos últimos meses en Mythos —incluyendo mi vida. Los ojos de Linus se estrecharon por mis palabras, pero mantuvo el rostro suave. —Aunque yo personalmente estoy en contra de ello, las reglas de la

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academia establecen que puedes permanecer en Mythos y continuar con tus clases y otras actividades escolares hasta que la investigación y el juicio sean completados y se haya alcanzado una decisión con respecto a su culpabilidad o inocencia. Parte de la opresión en mi pecho se alivió. Al menos estaría todavía en la academia con Logan, Daphne, y los demás, sin mencionar a Metis, Ajax y Nickamedes. Juntos, encontraríamos una manera de sacarme de esto. Sabía que lo haríamos. Habíamos sobrevivido a todo lo que los Cosechadores nos habían lanzado hasta ahora. Sobreviviríamos a esto. —Pero tus movimientos están restringidos a la escuela y serán supervisados y vigilados todo el tiempo —continuó Linus—. A fin de minimizar la invasión y la distracción de los otros estudiantes, Alexei se encargará de ti durante el día. Él te acompañará dondequiera que vayas en los terrenos de la academia —tus clases, el comedor, la biblioteca, a todas partes. Así que no sólo iba a ser investigada y llevada a juicio, también iba a tener una sombra personal. En realidad, imaginé que sería más como un espía, reportando todos mis movimientos al Protectorado, metiéndome en más problemas si masticaba chicle en clase o acortaba camino a través de la hierba en el patio en lugar de caminar por los senderos de piedra. Magnífico. Simplemente Magnífico. —No interferirás con Alexei en ningún modo y cualquier intento de escapar te hará quedarte aquí en la prisión de la Academia durante la investigación y el juicio —dijo Linus—. ¿Entiendes, Señorita Frost? —Oh, sí. Entiendo perfectamente —murmuré. Alexei me miró. Mantuvo el rostro inexpresivo, pero veía la curiosidad en sus ojos. Me pregunté por qué había sido elegido como mi guardaespaldas. Lo más probable es que fuera por ser hijo de Sergei. Me preguntaba si estar en el Protectorado era algo de familia, como ser policía, bombero, médico en

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las familias ordinarias. Tendría que preguntarle a Logan. Tendría que preguntarle al Espartano sobre un montón de cosas —y por qué su padre parecía odiarme cuando antes de hoy ni siquiera lo conocía. —Inari y Sergei se turnarán para vigilar tu dormitorio por la noche — continuó Linus—. Sólo en caso de que haya algo de verdad en la ridícula idea de Metis sobre que los Cosechadores van detrás de ti. Miré a la profesora. Las dos sabíamos por qué los Cosechadores estaban detrás de mí. Porque yo era la Campeona de Nike —y supuestamente tenía que buscar alguna manera de matar a Loki. Sin embargo, parecía que Metis no le había dicho nada a Linus. Me pregunté qué más no le había dicho. —Ya hemos puesto en marcha nuestra investigación y el juicio empezará el viernes, dos días empezando desde hoy —dijo Linus—. Metis te acompañará aquí después de tu clase de historia de la mitología. Mientras tanto, te sugiero que reflexiones sobre tus acciones de estos últimos meses y te prepares para tener en cuenta todo lo que has hecho desde que llegaste a Mythos. Eso es todo… por ahora. Linus se puso de pie, dio media vuelta y salió de la prisión, su túnica gris ondeando detrás de él. Sergei e Inari asintieron con la cabeza antes de que les siguiéramos. Sin embargo, Alexei se quedó detrás. Al principio, me pregunté por qué, pero luego me di cuenta de que la guardia debía de estar empezando ya. Maravilloso. Me senté en la silla de piedra, preguntándome si mis piernas funcionarían si trataba de ponerme de pie. Hacía poco más de una hora, había estado tomando café con Logan, y mi mayor preocupación había sido como iría nuestra primera cita. Ahora, mi mundo se había puesto patas arriba de nuevo. —¿Gwen? —preguntó Metis—. ¿Estás bien? —Claro —dije—. Bien y tranquila para una chica que está a punto de ser sometida a juicio por su vida.

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—No te preocupes, Gwen —dijo Ajax con su profunda y retumbante voz—. Vamos a resolver esto. Nada te va a pasar nada. Empecé a decirle que era demasiado tarde para eso, que todo el mundo en Mythos me odiaba, pero me quedé callada. En su lugar, me centré en la única persona que no había estado en la cárcel con los demás, la única persona que necesitaba ver. —¿Qué pasa con mi abuela? —pregunté—. ¿Dónde está? ¿Sabe algo de esto? Metis asintió. —Sí. La llamé tan pronto como la asamblea terminó. Debería estar esperando en tu dormitorio ahora. Asentí. La abuela Frost sabría qué hacer. Siempre sabía qué hacer. —Vamos —dijo Nickamedes—.

Salgamos de aquí, de regreso a tu

habitación. Me puse de pie y caminé hacia la puerta de la prisión. Raven me dio otra breve mirada mientras nos íbamos, pero enseguida volvió a su revista. Dudaba que le importara de un modo u otro lo que me había pasado. Ajax abrió la puerta y salimos al pasillo. Daphne y Carson estaban fuera, pero no había ni rastro de Logan, su padre, o los otros miembros del Protectorado. Metis, Nickamedes y Ajax comenzaron a hablar en voz baja, así que me acerqué a mis amigos. —Gwen —dijo Daphne—. ¿Estás bien? La Valquiria me abrazó, haciendo que todo mi cuerpo crujiera con su gran fuerza. —Estoy bien —dije—. Por ahora. ¿Dónde está Logan?

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Daphne negó con la cabeza, la cola de caballo rubia moviéndose de lado a lado. —Siguió a su padre para tratar de hablar con él sobre... cosas. —Sí. Cosas. —¿Es verdad? —preguntó Carson, con sus grandes y anchos ojos marrones detrás de sus gafas negras—. ¿Van a enviarte a juicio por lo que pasó con Vivian y Loki? —Es cierto. Les dije a mis amigos todo lo que Linus había dicho —excepto que en caso de ser culpable el castigo era la muerte. No quería preocuparles más de lo que ya estaban. Además, Metis y los otros habían dicho que iban a arreglar todo esto. Tenía que creer en ello. Tenía que hacerlo. De lo contrario, me habría vuelto loca en el acto, y Vivian, Loki y el resto de los Cosechadores habrían ganado. Cuando terminé, Carson hizo un gesto con la cabeza. —¿Quién es ese? Me volví y me di cuenta de que Alexei estaba de pie detrás de mí. Ni siquiera le había oído moverse. —Oh, este es Alexei. Mi… guardia. —Alexei Sokolov —dijo Daphne con voz fría—. Te recuerdo. Estábamos muy reñidos el año pasado en el campeonato de tiro con arco de primavera, en Nueva York. Por primera vez, un indicio de una sonrisa, se alzó en sus labios. —Y me machacaste en la ronda final. —Lo hice —dijo Daphne—. Sé que tienes órdenes del Protectorado, pero si le pones una mano encima a Gwen o intentas hacerle daño, voy a romperte

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los dedos de tal manera que nunca serás capaz de coger un arma. O nada. —¡Daphne! —siseé, sorprendida ante la amenaza de violencia en su voz engañosamente dulce. —¿Qué? —dijo—. Sólo estoy diciéndole en qué se mete. Las chispas de magia salieron disparadas de sus dedos, como si fueran a marcar su promesa brutal. Todas las Valquirias despedían destellos y brotes de magia que estaban atados a sus personalidades y auras. Siempre pensé que era irónico que el aura de Daphne fuera de color rosa princesa, dada su volatilidad y su rapidez para enfadarse. —No te preocupes, Gwen —replicó Alexei—. Sé todo acerca de ti y tus amigos, entre ellos el temperamento de la Valquiria. —¿Y cómo es eso? Porque nunca te he visto, ni he oído hablar de ti antes de hoy. —Tengo mis fuentes. Algo brilló en sus ojos, algo que se parecía mucho al anhelo, pero un segundo después, su rostro estaba blanco e inexpresivo una vez más. Raro. No tenía ni idea de cómo Alexei podía saber nada de mí, pero parecía como si estuviera pegada a él, me gustara o no. —¿Crees que Vivian está detrás de esto? —preguntó Carson, pasándose una mano por el pelo castaño. Me encogí de hombros. —No lo sé. La última vez que vi a Vivian, estaba volando en ese roc 1 Negro con Loki atado detrás. Pero no juraría que no quisiese meterme en problemas, sobre todo desde que Preston no tuvo éxito en matarme en la puerta Garm.

1Roc

: Aves de rapiña gigantescas, a menudo blancas, pertenecientes a la mitología persa, capaces de levantar a un elegante con sus garras.

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Me estremecí de nuevo, pensando en todas las cosas horribles que habían sucedido esa noche. Vivian me cortó la palma con la Daga Helheim y utilizó mi sangre para liberar a Loki, el malvado dios, diciéndole a Preston que me matara y el Cosechador me apuñaló en el pecho con la Daga. Entonces toqué a Preston con mi psicometría, para sacarle toda la magia, toda la vida, de su cuerpo y meterlo al mío para que pudiese curarme. Matando al chico mayor con mi don Gitano, la magia que Nike me había dado a mí y a mi familia. —Gwen —dijo Metis, acercándose a mi lado, con su teléfono en la mano—. Tu abuela me mandó un mensaje. Te está esperando. Aparté de mi cabeza todos esos pensamientos. —Gracias, profesora. Voy a verla ahora mismo. Metis asintió y me apartó de los demás. —No quiero que te preocupes por nada de esto. Nickamedes, Ajax, y yo nos haremos cargo de todo. Nos aseguraremos de que Linus y el resto del Protectorado sigan las reglas. Te protegeremos. ¿De acuerdo? La emoción obstruyó mi garganta por lo que se me hizo difícil hablar, así que sólo asentí con la cabeza en su lugar. Metis y mi madre habían sido mejores amigas cuando estudiaron en Mythos, así que sabía que me estaba diciendo la verdad. Sólo me pregunté cuanto le costaría sacarme de este lío —si es que podía.

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Traducido por Jhosel Corregido por Gorelia

rometí llamar a Daphne después y me dijo que ella y Carson estarían entrenando con armas en el gimnasio por la mañana justo como acostumbraban. Me despedí de mis amigos y seguí a Metis escaleras arriba y fuera del edificio de matemáticas-ciencias. Estaba incluso más frío ahora de lo que había estado durante la asamblea y el patio principal estaba desierto. Ahora, los otros estudiantes estarían paseando en el comedor, la biblioteca, o en sus dormitorios para hablar sobre lo que había pasado. La profesora caminó conmigo a través del campus, con Alexei arrastrándose detrás. No habló con nosotras. De hecho, no hizo ningún sonido. Sus ropas no crujían, sus botas no golpeaban sobre el empedrado, su respiración ni siquiera hacía vapor en el frío, como la mía. Escalofriante. Finalmente alcanzamos el Salón Estigia y nos detuvimos fuera del dormitorio. —Sólo trata de relajarte y pon esto fuera de tu mente como mejor puedas, ¿de acuerdo, Gwen? —dijo Metis—. Debes saber que Nickamedes, Ajax y yo estamos trabajando tan duro como podemos para conseguir que retiren los cargos. Asentí. —Lo intentaré. Gracias. Y quiero decir, que lo siento por todo esto. Nunca pensé… nunca pensé que algo así pasaría. —Mi garganta se apretó una vez más y eso fue todo lo que pude decir. —Lo sé y no es culpa tuya, nada de esto, no importa lo que Protectorado

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piense. Recuérdalo. Metis apretó mi brazo, giró y se dirigió de regreso al patio principal. Alexei se fue también, siguiéndola, pero no estaba sola. Inari estaba fuera del dormitorio, apoyado contra un árbol justo al lado de la ventana de mi habitación. Él todavía vestía su túnica gris y eso, junto con su cabello egro y ojos oscuros, lo hacían parecer como solo otra sombra que ha estado salpicando en el paisaje. Parecía que el Protectorado no estaba bromeando cuando vino para mantener un ojo en mí las veinticuatro horas del día. Usé mi tarjeta de identificación de estudiantes para entrar al dormitorio y caminé escaleras arriba al tercer piso donde estaba mi dormitorio, atrapada en una torreta apartada del resto del edificio. Para mi sorpresa, una mujer mayor estaba sobre sus rodillas fuera de la puerta de mi habitación, un trapo en la mano y un cubo de agua enjabonada en el suelo junto a ella. —¿Abuela? —pregunté—. ¿Qué estás haciendo? Geraldine Frost levantó la mirada hacia mí con sus ojos violetas que eran del mismo color que los míos. Ella debía de haber venido directo aquí de su tarde de lecturas porque todavía estaba usando lo que ella llamaba su “atuendo gitano” —una blusa de seda blanca, pantalones negros y zapatos negros suaves en las puntas que se curvaban hacia arriba. Bufandas coloridas estaban envueltas alrededor de su cuerpo y las monedas de plata en los extremos de los flecos tintineaban junto a cada movimiento que hacía. Normalmente usaba un pañuelo como una especie de diadema, pero hoy su cabello gris estaba suelto alrededor de su cara arrugada. La abuela era una Gitana al igual que yo, que significa que tenía un don justo como yo. En el caso de la abuela, podía ver el futuro. Ella hacía dinero extra diciéndole a las personas su fortuna, fuera de su casa en las cercanías de Asheville, al igual que yo utilizaba mi psicometría para encontrar cosas que habían estado perdidas, olvidadas o robadas.

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Ya no más, me di cuenta con un sobresalto. Teniendo en cuenta lo que había pasado en el anfiteatro, nadie en el campus siquiera me contrataría para encontrar cosas perdidas de nuevo. Eso no debería importarme, pero lo hacía. Claro, rastrear un móvil perdido y brazaletes robados no era el trabajo más emocionante o glamoroso, pero era mío, era parte de mi magia, era parte de mi ser, bueno, yo. Ahora, era otra cosa que el Protectorado había alejado por acusarme en frente de la academia entera. Me pregunté que más tendría que sacrificar antes que esto terminara —y si en verdad terminaría costándome la vida. Empujé esos pensamientos problemáticos lejos y me acerqué a ella. —¿Abuela? ¿Qué está pasando? ¿Por qué estás fregando mi puerta con ese trapo…? —Mi voz se apagó mientras me daba cuenta del porqué.

HOMICIDA. ASESINA. PERRA COSECHADORA. Esas palabras y otras, aún más desagradables, habían sido pintadas con aerosol sobre la puerta y las paredes circundantes con pintura brillante — pintura rojo Cosechador. —Lo siento, calabaza —dijo la Abuela Frost, lanzando el trapo dentro del cubo y poniéndose de pie—. Esperaba poder limpiarlo antes de que lo vieras. No te preocupes. Sólo pintaron las paredes. No consiguieron entrar en tu habitación. Lo comprobé. Miré a la puerta y las paredes. Podía sentir la ira radiando de las feas, horribles palabras al igual como la había sentido desplazarse por la multitud en el anfiteatro. Sabía que si me inclinaba hacia delante y recorría mis dedos sobre la pintura, la emoción se intensificaría y sentiría lo que los otros chicos sentían cuando escribieron esas palabras —todo el odio hacia mí. De repente, esto era demasiado. Mi desastrosa cita con Logan. El Protectorado arrestándome, anunciando los cargos a todo el mundo. Linus diciéndome que la pena por mis supuestos crímenes era la muerte. Era

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simplemente demasiado. Calientes, ardientes lágrimas rodaron por mis mejillas incluso cuando traté de contener los sollozos que sacudían mi cuerpo de la cabeza a los pies. Los brazos de la abuela se cerraron a mi alrededor y comenzó a mecerme adelante y atrás. —Sshh. Sshh. Está bien, calabaza. Estoy aquí. Todo va a estar bien. Me sostuve en ella mucho más fuerte y solo lloré, lloré y lloré. Dejándolo salir: mis preocupaciones, mis miedos, mi furia. Lentamente, los sollozos que sacudían mi cuerpo cedieron a un flujo constante de lágrimas silenciosas y luego incluso esas se secaron. Limpié la última de las lágrimas fuera de mi enrojecido rostro, dando un paso lejos de la abuela y miré a la arruinada puerta, tratando de ignorar el dolor del hueco en mi pecho. —Supongo que Metis te dijo lo que pasó —murmuré. La abuela asintió. —Lo hizo. Suspirando, abrí la puerta y entramos dentro. Una cama, un escritorio, algunas estanterías, una televisión, una pequeña nevera. Mi habitación parecía como cualquier otra, pero había agregado mi toque personal, como posters de la Mujer Maravilla, Karma Girl y The Killers que abarcaban toda la pared y la foto enmarcada de mi madre que estaba sobre mi escritorio, junto a una réplica de la estatua de Nike. Miré a la estatua, preguntándome si la Diosa abriría los ojos y me daría un guiño como a veces hacía, dejándome saber que todo iba a estar bien. Pero la figura permaneció inmóvil en su sitio. Suspiré. Parecía que Nike no estaba muy feliz conmigo justo ahora tampoco. Al menos ella no estaba inclinando la cabeza y apartándome la mirada como todas las estatuas hicieron antes. Pero alguien estaba feliz de verme —Nyx.

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La cachorra de lobo Fenrir había estado dormitando en una cesta de mimbre en la esquina, pero se puso de pie al sonido de la puerta al abrirse. Nyx sólo había nacido hacía un par de semanas, así que todavía era pequeña, sólo unas cuantas libras, para mi era la cosa más linda con su pelaje gris oscuro y ojos violetas. Ella saltó fuera de su canasta, se abalanzó sobre mis zapatillas, y comenzó a gruñir y a jugar al tira y afloja con uno de mis zapatos. Cogí a la cachorra y la abracé a mi pecho. Nyx gruñó juguetonamente de nuevo, dándome su aliento lleno de olor rancio, pero no me importó. La loba lamió mi mejilla y sentí su felicidad de que finalmente estuviera de regreso así podría jugar con ella. En la pared junto a mis posters, un ojo púrpura se abrió para mirarme. —Bueno, ya era hora de que regresaras —dijo una voz en un genial acento inglés—. ¿Dónde has estado toda la tarde, Gwen? Me acerqué y miré al ojo. En realidad, no era sólo un ojo a lo que estaba mirando, sino el medio rostro de un hombre, completo con una nariz, una boca, e incluso una oreja. El rostro estaba incrustado en la empuñadura de una espada de plata que colgaba en una vaina de cuero negro en la pared. Vic, mi espada parlante, el arma que me fue dada por Nike. Vic había estado alrededor un largo, largo tiempo, y tenía mucha actitud, especialmente

cuando

empezaba

a

decirle

a

la

gente

como

de

excepcionalmente asombroso era. Algunas veces, la espada bocazas me ponía de los nervios, pero justo ahora, sólo quería abrazarlo muy fuerte, de la misma forma que estaba con Nyx. Levanté la cachorra loba y le dio a Vic una lamida en su mejilla de metal justo como me hizo a mí. —¡Uhg! Repugnante. Alguien necesita un mentolado para el aliento, bola de pelusa —gruñó Vic, pero no pudo evitar la sonrisa en su medio rostro y tampoco yo.

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Nyx soltó otro gruñido feliz y lo lamió de nuevo. Vic gruño algo más, pero entonces vio a mi Abuela Frost de pie detrás de mí, y su ojo se abrió. —¿Geraldine? —Vic. La espada giró su mirada de regreso a mí. —¿Qué está pasando? ¿Por qué ambas tienen esa sombría expresión en sus rostros? Puse a Nyx en el suelo para que pudiera dar vueltas y dejarse caer en mi cama. —Es una larga historia. —Bueno, creo que a uno de nosotros le gustaría escuchar —dijo la Abuela Frost, sentándose en la silla de mi escritorio—. Dime todo lo que ocurrió y todo lo que el Protectorado te dijo. —¿El Protectorado? —dijo Vic—. ¿Qué están haciendo esos malditos tontos? —Aparentemente, decidiendo entre si vivo o muero —murmuré. Les dije lo que había pasado en el café, el anfiteatro y la prisión de la academia. Después de que terminara, ambos estaban callados, aunque el ojo de Vic estaba entrecerrado mientras pensaba. Su ojo estaba de un tono extraño, no bastante púrpura, pero no bastante gris tampoco —más como el color del crepúsculo, ese hermoso tono que suaviza el cielo justo antes de caer la noche. Aunque no había nada suave sobre la mirada de la espada justo ahí. La furia en su ojo lo hizo centellear tan brillante como una estrella. —Malditos idiotas —gruñó Vic de nuevo—. Algunas veces, no creo que los miembros del Protectorado puedan encontrar el hoyo en sus… —Vic —dijo la abuela en tono de advertencia—. Es suficiente de ese tipo

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de lenguaje. La espada la fulminó con la mirada un poco, pero siguió justo con las quejas del Protectorado, a pesar que en su mayoría lo hizo en voz baja. —¿Que voy a hacer? —le pregunté—. ¿De verdad piensas que me encontrarán culpable? ¿Que me pondrán en prisión… me ejecutarán? —Me había forzado en susurrar las últimas palabras. La abuela sacudió su cabeza. —No lo sé, calabaza. Sólo me pregunto quién hizo esas acusaciones contra ti en primer lugar. Si sabemos eso, creo que sabremos lo que realmente está pasando. Me puse de pie y comencé a caminar de un lado de mi habitación al otro. —Tiene que ser un complot de los Cosechadores. ¿Pero por qué? ¿Para hacer que todo el mundo en Mythos me odie? ¿Para conseguir expulsarme? Ninguna de esas cosas me apartará de pelear con los Cosechadores y ser la Campeona de Nike… ¿lo harían? —Por supuesto que no —espetó Vic—. La Diosa eligió a tu familia para darle su magia. Ella te eligió para ser su Campeona, Gwen. Tú —no a alguien más. No hay nada que el Protectorado pueda hacer sobre nada de eso. Ni una sangrienta cosa. Pensé en la forma fría que Linus Quinn me había mirado. No estaba segura sobre eso, pero no le dije a la espada mis temores. Si lo hacía, Vic sólo diría algo sobre como convencería al padre de Logan de quitar los cargos —mientras su punta estaba apuntando al corazón de Linus. Vic era más bien sanguinario de esa manera. Una de sus cosas favoritas para hacer era hablar sobre todos los Cosechadores qué íbamos a matar. Normalmente, trataba de ignorar las diatribas de Vic sobre Cosechadores lo mejor que podía, pero esa noche pensé en el único Cosechador con el que en verdad quería acabar —Vivian Holler. Una vez más, parpadeé de regreso

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a la noche en el bosque cuando Vivian había subido sobre su Roc negro, una enorme ave mitológica, y había volado lejos con Loki montando detrás de él. Me pregunté dónde estaba Vivian justo ahora. De acuerdo con Metis, el Panteón no había oído ni un susurro de dónde había ido Vivian. Algo más que me frustraba. ¿De qué servía ser Campeón, si ni siquiera podía vengar el asesinato de mi propia madre? Me detuve de pasear, empujé la cortina hacia atrás y busqué la imagen fuera de una de las ventanas. Mis ojos exploraron el césped de abajo y me llevó muchos segundos antes de ubicar la figura delgada de Inari. Él estaba de espaldas contra uno de los árboles y parecía como solo otra sombra oscura en la noche. Si no supiera que estaba allí, no lo habría notado del todo. La abuela Frost se levantó y miró por la ventana también. —¿Es uno de los guardias del Protectorado? —Sí, su nombre es Inari Sato. Ella asintió. —Un ninja. He escuchado de él. Se supone que es uno de los mejores guerreros del Panteón y uno de los líderes del Protectorado. —Sí, él y el padre de Logan al parecer —espeté y dejé la cortina caer de regreso en su lugar—. Hay otros que estarán vigilándome también. Un tipo ruso llamado Sergei Sokolov y su hijo, Alexei. Él es un estudiante de tercer año de la academia de Londres. Logan actuó como si lo conociera y Daphne lo conoció en alguna competición de tiro con arco. La abuela no dijo nada, pero escuchó el miedo y frustración en mi voz. Ella me alcanzó y suavemente tomó mi mano en las suyas. Como siempre, al calor de su amor se apoderó de mí tan pronto como su piel tocó la mía. Me concentré en esa sensación, dejando ahogar todo lo demás, todas las cosas malas que habían pasado hoy y todas las malas que podrían venir mañana. —No te preocupes, calabaza —dijo en una voz distante—. Todo, todo

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saldrá bien al final. Ya verás. Sus ojos estaban vacíos y vidriosos, como si estuviera mirando algo que sólo ella podía ver. Estaba teniendo una de sus visiones psíquicas y sentí esa fuerza agitar el aire a su alrededor —algo viejo, paciente, conocedor y vigilante. Me quedé donde estaba, quieta y en silencio y sostuve su mano. —Las cosas serán difíciles por un tiempo, pero eventualmente mejorarán —murmuró—. Ya verás. Esa fuerza se apretó alrededor de nosotras durante un momento, casi como brazos acercándonos para un abrazo reconfortante, antes de que abruptamente se desvaneciera por completo. La abuela parpadeó, sus ojos se aclararon y era ella misma una vez más. Nyx saltó arriba, golpeando las monedas de plata colgadas de sus bufandas y la abuela rió y se agachó para acariciar a la cachorra lobo. No dijo nada sobre lo que había visto y no pregunté. Era difícil para la abuela tener visiones fiables sobre la familia o los amigos, en primer lugar, porque sus sentimientos por alguien podrían influir en lo que veía. Así que rara vez me hablaba de las visiones que había recibido de mi futuro, alegando que no quería que yo tomara decisiones importantes basada en algo que podría o no suceder. Entiendo que la abuela quisiera que tomara mi propio camino en la vida, pero a veces una pequeña pista acerca de todas las cosas malas, malas que estaban en el horizonte, habría estado bien. La abuela caminó hacia mi escritorio y recogió un tarro de metal con forma de una galleta gigante de chispas de chocolate. —¿Qué tal algo de comer? —preguntó—. Sólo había terminado algunas galletas de avena con pasas para ti cuando llamó Metis. La Abuela Frost adoraba cocinar y siempre estaba haciendo algo dulce y delicioso para mí, para llevar de regreso a la academia y compartir con mis amigos.

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—También me detuve y te conseguí un emparedado —agregó. Señaló una bolsa de papel blanco sobre mi escritorio y supe que estaba hablando de Pork Pit, uno de mis restaurantes favoritos. Pero no me sentía como para comer nada esta noche, ni siquiera galletas. Aun así, me obligué a sonreírle. —Tal vez después. La abuela se quedó conmigo el resto de la noche, mientras llamé a Daphne y la informé. También llamé a Logan, pero él no contestó su teléfono. Probablemente todavía estaba discutiendo con su padre, así que le dejé un mensaje en el buzón de voz, diciendo que me iba a la cama y que lo vería mañana por la mañana en el entrenamiento de armas. Finalmente, justo antes del toque de queda a las diez, la abuela se puso de pie y dijo que sería mejor irse antes de que los dormitorios se bloquearan para la noche. Yo estaba en el suelo jugando con Nyx y recogí a la cachorra en mis brazos una vez más y me puse de pie. Una lágrima se filtró por la esquina de mi ojo por lo que tenía que hacer ahora. —Creo que deberías llevarte a Nyx a casa contigo —dije con voz triste—. No quiero que el Protectorado la encuentre aquí y se la lleven lejos. —Sí, por favor envía la bola de pelusa lejos —dijo Vic en un tono sarcástico—. Todo ese pelaje es terrible para mis alergias. ¡Terrible, te digo! La espada estornudó para probar su punto, pero pude ver el brillo de una lágrima en su ojo. A su propia manera, él amaba a Nyx tanto como yo. La Abuela asintió. —Eso probablemente sea lo mejor, calabaza. Hay mucho que hacer en estos momentos. Mejor no desaprovechar las oportunidades. Le pasé a Nyx a la Abuela Frost. Ella metió a la cachorra de lobo Fenrir dentro de su abrigo así Nyx podría estar caliente en la caminata a través del

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campus hasta su coche. Acaricié a Nyx por última vez, susurrando que iría a verla tan pronto como pudiera. Abracé a la abuela en un apretón y se fueron. Mi habitación parecía tan silenciosa, tan quieta, tan terriblemente vacía, sin ellas, en espacial sin Nyx saltando de rincón a rincón, olfateando, gruñendo y explorando la habitación como si no hubiera estado viviendo aquí toda su corta vida. Nunca había notado como de triste y sofocante podía parecer el silencio hasta ahora. Me sequé unas cuantas lágrimas más y me puse a prepararme para la cama. Tomando una ducha, poniéndome mi pijama, poniendo mis libros juntos para mis clases del día siguiente. Nada muy difícil, pero para el momento que terminé, estaba exhausta. Me arrastré dentro de la cama y me acurruqué debajo de mi cómodo edredón de cuados púrpuras y grises. Normalmente, habría dejado a Vic en su lugar en la pared, pero esa noche, puse la espada y su vaina en la parte superior de la cama, justo junto a mí. Acababa de perder a Nyx —no quería perderlo también a él. —No te preocupes, Gwen —dijo Vic—. Descubrirás quién está detrás de todo esto y cuando lo hagas, estaré justo allí para ayudarte a tratar con la escoria de Cosechador. ¡Los cortaremos en sangrientas tiras! ¡Usaremos sus entrañas para ligas! Haremos… Y una a una repasó cada fantasía un poco más sangrienta y más violenta que la anterior. A pesar de la situación, no pude evitar sonreír. Demasiadas cosas habían cambiado en mi vida desde que vine a Mythos, pero Vic era una de las constantes. Siempre podía contar con la espada para ser exactamente quién y qué era. Algo que me consoló esa noche más que nunca. —Buenas noches, Vic —dije cuando finalmente terminó—. Hablaremos más por la mañana. —Buenas noches, Gwen.

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La espada bostezó, su mitad de mandíbula apareciendo en la oscuridad. Sus ojos se cerraron y unos minutos más tarde comenzó a roncar. Me acerqué y apoyé la mano en la parte superior de la espada y no la solté, ni siquiera cuando finalmente fui a la deriva y me dormí.

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Traducido por alexiacullen Corregido por Bazzinga

ara mi sorpresa caí en un sueño oscuro, sin sueños hasta que mi alarma me despertó sobresaltada a la mañana siguiente. Me preparé para el día y me asomé por la ventana hacia el césped, pero Inari no estaba a la vista. Supongo que el ninja había acabado el turno de la noche y era el momento para que otra persona más se hiciera cargo del horrible deber de vigilarme. Bueno, tenía cosas que hacer, y no iba a esperar a que el Protectorado apareciera. No tuve que hacerlo. Cuando abrí la puerta de mi habitación, me encontré a Alexei esperando fuera en el pasillo. El guerrero ruso estaba apoyado contra la pared, con sus brazos cruzados sobre su esbelto y musculoso pecho. Una mochila negra yacía sobre sus pies, y pude ver la empuñadura de dos espadas sobresaliendo de la parte superior. —Así que tienes que seguirme todo el día. ¡Yuupiiii! —Me quejé, pasándome por encima de la cabeza y sobre mi pecho mi bandolera gris. Alexei no dijo nada, pero su boca se curvó en algo que casi se parecía a una sonrisa. Bueno, al menos a alguien le hacía gracia mi sufrimiento. Cerré la puerta detrás de mí, pasé muy cerca de Alexei y me dirigí a bajar las escaleras. Caminó justo detrás de mí, tan cerca como mi propia sombra. Una vez más, no hizo ningún ruido mientras caminaba, ni siquiera un simple sonido, incluso ni cuando cruzó el escalón chirriante en la parte inferior de las escaleras. Su silencio escalofriante y vigilante me hacía sentir como si hubiera un fantasma persiguiéndome. La única diferencia era que ahora yo podía ver a Alexei cuando me daba la vuelta.

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Di el último paso en los escalones, bajé a un pasillo y miré delante de la puerta de los dormitorios. La mañana estaba helada, y la hierba congelada brillaba como miles de diminutos puñales de plata, extendiéndose tan lejos como alcanzaba la vista. El sol apenas se había levantado, pero los débiles rayos ya le habían dado a la helada un tinte de color carmesí sangriento. ¿Cuál era el viejo dicho? Algo sobre que el cielo rojo por la mañana es un peligro. Sí, tenía la sensación de que iba a ser ese tipo de día. Metí las manos en los bolsillos de mi abrigo y saqué los guantes de color gris oscuro, bufanda y gorro, todos con dibujos de copos de nieve plateados brillantes. Cuando estuve toda abrigada, salí fuera, metí las manos en los bolsillos del abrigo y subí por uno de los caminos empedrados que terminarían en la colina del patio principal. Como era tan temprano, Alexei y yo éramos los únicos fuera. Caminamos en silencio durante unos dos minutos antes de que echara un vistazo sobre mi hombro a Alexei. —Así que, ¿cuál es tu ocupación? —pregunté. —¿Mi ocupación? Me encogí de hombros. —Tu involucración. Ya sabes, de dónde eres, qué tipo de guerrero eres, por qué el Protectorado asignaría a un chico de mi edad para escoltarme. Alexei me estudió, no podía decidirse sobre si era o no algún tipo de truco para conseguir de él información súper-secreta del Protectorado. Si hubiese querido hacer eso, todo lo que tendría que haber hecho es tocarlo. A diferencia de mí, Alexei no llevaba guantes. Sus manos colgaban desnudas en su costado, en vez de estar metidas dentro de los bolsillos del abrigo como deberían haber estado en una mañana tan fría. Quizás el frío no le molestaba. Algunos de los chicos de Mythos tenían magia que les hacía inmune a temperaturas extremas.

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A pesar de que tiempo atrás había decidido no usar mi magia para sacar los secretos a la gente a menos que fuera absolutamente necesario, no podía evitar mirar sus manos y preguntarme si podría quitarme los guantes, tocarlo, y proyectarlo con mi psicometría antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Probablemente no sin la velocidad de una Amazona. Sin embargo, la tentación de intentarlo era muy fuerte. Quería saber lo que Alexei, y más importante, lo que el Protectorado sabían sobre mí. Especialmente quería saber lo que conocían sobre mi toque mágico —y si se habían dado cuenta de que había matado a Preston con este. Me estremecí, pero no era por el frescor en el aire. El rostro de un chico llenaba mi mente. Una vez, había sido un rostro hermoso, pero ahora se retorcía de dolor, y sus ojos azules estaban fríos, muertos y vacíos —todo por mi culpa. Metis y la Abuela Frost siempre me habían dicho que mi magia seguiría creciendo, por lo que sería capaz de hacer otras cosas con ella además de solo tocar los objetos y ver los recuerdos, pero nunca pensé que en verdad podía matar a alguien con ella. Pero eso era lo que le había hecho a Preston. Había utilizado mi psicometría para matarlo, así yo podría vivir. Eso ya era bastante malo, pero la peor parte era que sabía que podía hacer lo mismo otra vez —a cualquiera, en cualquier momento. Podía sentir la magia, el poder, el conocimiento dentro de mí, un susurro oscuro que rechinaba todo el tiempo al ritmo de mi corazón. Úsame, úsame, úsame. —Soy de San Petersburgo, Rusia —dijo finalmente Alexei. Después de todo, debió haber decidido que mis preguntas eran inofensivas—. Sin embargo, asistí a la academia de Londres ya que es donde mi padre pasa la mayor parte de su tiempo con el Protectorado estos días. Soy un guerrero Bogatyr y no tengo tu edad. Tengo dieciocho, soy un estudiante de tercer año. Rodé mis ojos. Sí, sí. Sabía que todas las academias del mundo entero tenían la misma estructura; con estudiantes de primer año que tenían dieciséis años y así todo el camino hasta sexto que tenían alrededor de los

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veintiuno. Segundo año, tercer año, no era una gran diferencia. —Estoy aquí para vigilarte porque mi padre es un miembro superior del Protectorado, y estoy intentando también ser un miembro algún día. Y también porque estoy… familiarizado con algunos de tus compañeros de clase. Alcé una ceja. —¿Familiarizado cómo? ¿Y qué es un Bogatyr? —Ahora vamos a tu entrenamiento con armas, ¿cierto? —Asentí—. Ya verás. Y eso fue todo lo que dijo. No explicó nada más sobre sí mismo, quién era, o por qué estaba aquí. De acuerdo, de acuerdo, así que quería ser algo oscuro, taciturno y misterioso al cual su acento ruso definitivamente le ayudaba. Lo que sea. Hicimos el resto del camino al gimnasio en silencio. Empujé las puertas dobles que conducían a la sala principal y me dirigí a las gradas en el otro lado, pero Alexei se detuvo un momento para mirar alrededor. No ví qué era tan interesante. Las banderas brillantes colgando del techo, las gradas de madera pulidas sobresaliendo de las paredes, las gruesas colchonetas cubriendo el suelo. El gimnasio se parecía como a cualquier otro —excepto por el estante de metal con armas. Desde que Mythos era una escuela para los descendientes de antiguos guerreros, la clase de gimnasia era un poco más ardua que sólo dar vueltas y disparar al arco. Aquí, la gimnasia verdaderamente era entrenamientos de armas, donde el Entrenador Ajax y el resto de su equipo nos instruyen con todo, desde espadas a bastones y de dagas a arcos. Todas esas armas y más estaban alineadas en filas ordenadas, con sus puntos fuertes brillando bajo las luces, a la espera de que los estudiantes vinieran y las tomaran. Por supuesto, yo no había tenido toda una vida de entrenamiento en

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armas como habían tenido los otros chicos, lo cual era el por qué andaba penosamente al gimnasio cada mañana antes de que las clases regulares comenzaran, para tener algo de entrenamiento extra con Logan, Kenzie y Oliver. Desde que Loki había escapado, Daphne y Carson también habían empezado a venir. Todos queríamos estar listos —para lo que fuera. Todo el mundo menos Oliver ya estaba en el gimnasio, y Logan, Kenzie y Carson estaban sobre la estantería de las armas preguntándose con que íbamos a practicar hoy. Puse mi bandolera en una de las colchonetas y me dejé caer en las gradas al lado de Daphne. Incluso aunque habíamos venido aquí para sudar, la Valquiria se veía tan guapa como siempre con sus pantalones de diseñador para yoga color rosa a conjunto con la parte superior. Su cabello rubio estaba recogido en una elegante cola de caballo, y la cantidad justa de maquillaje sobresaltaba sus oscuros ojos y el bonito color ambarino de su piel. —Veo que has traído a tu sombra contigo —cotilleó Daphne, mirando a Alexei vagar y poner su propia mochila sobre una colchoneta al lado de la mía. —Sé buena —dije—. No es culpa suya que esté pegado a mí. Al menos no creo que lo sea. Bufó, pero no dijo nada más. Los chicos decidieron los equipos y pasaron las armas. Logan vaciló, luego le dio un bastón a Alexei, quien lo levantó en sus manos con una gracia natural y familiar. —¿Qué es un guerrero Bogatyr? —pregunté a Logan cuando me tendió mi propio bastón—. Eso es lo que Alexei dijo que era. Ambos miramos a Alexei trabajar con su bastón. Había calentado un poco y ahora estaba girando el arma dando vueltas y vueltas, moviéndola de una mano a otra mientras ejecutaba una serie de movimientos complicados. No parecía tener la súper-fuerza de un Vikingo, pero había algo sobre la manera en que se movía, fluyendo de una posición de ataque al siguiente,

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que me decía que era tan peligroso como cualquier otro en Mythos. El bastón seguía moviéndose cada vez más rápido en sus manos, hasta que no fue nada más que un borrón girando por el aire a su alrededor. Si no lo hubiera conocido mejor, habría pensado de él como alguna clase de bailarín —se movía con esa forma fluida, con gracia. —Los Bogatyrs son unos antiguos guerreros rusos —dijo Logan—. Son parecidos a los Romanos en que son excepcionalmente rápidos, pero la manera en la que se mueven… no es como nada que haya visto antes. —¿Quieres decir en la forma en que se ve como si estuviera bailando en lugar de luchando? Logan asintió. —He escuchado decir al Entrenador Ajax que una batalla es casi como un baile para ellos, y cuanto más tiempo dura la lucha, más fuerte se preparan porque se entrenan para mantenerse siempre moviéndose, para seguir atacando siempre. Tienen una resistencia increíble. La mayoría de ellos también utilizan dos armas a la vez, una en cada mano, como dos espadas o dos dagas. No estoy seguro de qué otros poderes tienen, pero los Bogatyr son uno de los guerreros más fieros en el Panteón, a la altura de los Espartanos. Además de sus virtudes guerreras y habilidades inherentes, todos los chicos en Mythos tenían también otros poderes, una magia añadida, por decirlo así, todo desde unos sentidos mejorados como la habilidad de curar a otros, ser capaces de llamar nubes de tormenta y controlar el clima. En Mythos, qué tipo de guerrero eras, qué tipo de arma utilizabas, y qué tipo de magia tenías eran sólo símbolos de estatus, junto a los coches caros de los chicos, las ropas de diseño y los aparatos electrónicos caros. Mirábamos a Alexei trabajar con el bastón. Carson, quien también utilizaba un bastón, parecía especialmente encantado con él. El friki de la banda se apoyó en su propia arma, con la cara arrugada concentrado mientras intentaba seguir los complicados y rápidos movimientos de Alexei.

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Kenzie, estaba al lado de Carson, también mirando a Alexei. A mi lado, Logan tomó una respiración y la dejó escapar. Lo miré, preguntándome que había en su mente. —Siento lo de ayer —dijo finalmente—. Y todo lo que sucedió. Todavía no puedo creer que mi padre esté haciéndote esto; que crea que de alguna manera ayudaste a los Cosechadores. Intenté hablar con él anoche, pero no me escuchaba. Nunca me escucha —en nada. La amargura llenaba la voz de Logan y sus ojos estaban oscuros y enfadados. Estiré la mano y pasé los dedos por él. Las emociones del Espartano se apoderaron de mí, de la forma que siempre hacía, pero cuando sostuve su mano, parpadeos y destellos de otras cosas comenzaron a inundar mi mente cosas que no había visto antes —recuerdos de su padre a través de los años. La mayoría de las imágenes eran iguales; Logan desplomado sobre una mesa mientras su padre caminaba de un lugar a otro delante de él, con su rostro severo, hablando con una voz afilada. Haz esto. No hagas esto. ¿Por

qué no conseguiste mejores notas? ¿Por qué siempre tu habitación es un desastre? ¿Por qué no te enderezas y actúas como un guerrero de verdad, como un Espartano de verdad? Tu madre y tu hermana estarían decepcionadas de ti. Las imágenes y los fragmentos de la conversación destellaban una detrás de otra, cada vez más rápidas hasta que todo lo que pude ver, sentir y escuchar era a Linus sermoneando a su hijo una y otra vez, cada severa palabra hiriendo más que la anterior. Y también experimenté las emociones de Logan —toda su ira, frustración y dolor por la decepción en sí mismo que mi estómago se retorció con nudos cada vez más fuertes. —Está bien —dije, agitando mi cabeza para alejar los sentimientos y los recuerdos—. No tienes ningún control sobre lo que hace tu padre o lo que piensa de mí. Esto es lo que hace el Protectorado, ¿cierto? ¿Investigar las

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denuncias sobre quienes son los Cosechadores? Logan asintió. —Además de otras cosas. —No te preocupes, ¿vale? Saldremos de esto, como hacemos siempre. Me envolvió con sus brazos y me acercó a él. Respiré, disfrutando del calor de su tacto, del calor de su cuerpo cerca del mío, del constante boom-boom-

boom de su corazón bajo mis dedos. No sabía que iba a suceder de un día para otro, de un minuto al otro, pero en realidad, estábamos juntos ahora y estaba decidida a disfrutarlo mientras pudiera. Si había algo que la lucha con los Cosechadores me había enseñado, era apreciar los buenos momentos mucho más —porque nunca sabías cuando ellos y la gente que amabas podían ser alejados de ti. —Siempre que ustedes dos tortolitos estén listos —gritó Daphne, girando su propio bastón, con las chispas rosas de magia crepitando en el aire a su alrededor—. No sé los demás, pero yo me siento como para golpear a alguien hoy —fuertemente. Carson hizo una mueca. —Simplemente no rompas mis gafas ¿de acuerdo? Daphne se acercó y lo besó. —¿Haría yo algo así? —Bueno, no romperías mis gafas —dijo—. Pero definitivamente romperías las de un Cosechador. —Y ese es el por qué me quieres a mí y a mi propia ferocidad de Valquiria —ronroneó Daphne. Carson sonrió y la devolvió el beso. Kenzie rió. Logan y yo nos separamos. Una puerta en el otro extremo del pasillo se

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abrió, y Oliver Hector entró corriendo. El Espartano se apresuró para cruzar las colchonetas y colocó su bolsa en el suelo como todos los demás. El Espartano se giró y sonrió. —Hola chicos, siento llegar tarde… La voz de Oliver se cortó en el momento en que localizó a Alexei. Había pensado que el Espartano estaría sorprendido por la llegada de Alexei, pero fue más como si Oliver hubiera visto un fantasma. Todo el color de su rostro desapareció, y sus ojos verdes se abrieron, como si no pudiera creer lo que estaba viendo. —¿Alexei? ¿Qué estás haciendo aquí? —dijo Oliver. La cabeza de Alexei voló ante el sonido de la voz del Espartano. Perdió su concentración y el bastón que había estado girando con gracia se deslizó por sus dedos y rodó por la colchoneta. —¡Oliver! No sabía si estarías aquí esta mañana o no. —Alexei se acercó a donde estaba Oliver conmigo y Logan—. Te busqué ayer en la asamblea pero no te localicé entre la multitud. Es bueno verte de nuevo. —No te vi tampoco allí —titubeó Oliver—. Es bueno verte también. Y eso fue todo lo que dijeron. Los cuatro nos quedamos ahí en silencio, con Daphne, Carson y Kenzie mirando. Finalmente, me aclaré la garganta. —Alexei ha sido asignado por el Protectorado para… vigilarme mientras investigan los cargos contra mí. El rostro de Oliver se tensó y miró a Alexei. En lugar de devolverle la mirada, algo de tristeza cruzó por el rostro del Bogatyr antes de que fuera capaz de ocultarlo. —Iré a trabajar con la Valquiria y el Celta —dijo Alexei con una voz rígida. Se giró y se alejó.

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—Les ayudaré a empezar —dijo Logan y fue detrás de él. Alcé mis cejas a Oliver, esperando a que se explicara. Suspiró y se pasó una mano por su pelo rubio arenoso. Me miró, como si esperara que dejara las cosas en paz. Por favor. Me conocía mejor que eso. Crucé mis brazos sobre mi pecho y esperé a que empezara. —Escúpelo, Espartano —dije—. Porque es obvio que hoy no es la primera vez que Alexei y tú se han encontrado. Oliver suspiró de nuevo. —Alexei es el chico sobre el que te hablé. Con el que me estuve escribiendo. —¿Con el que te encontraste en las vacaciones de invierno? Asintió. —Oh. Oh. Oliver era gay, durante mucho tiempo, había estado enamorado de Kenzie, que era su mejor amigo y heterosexual. Pero Oliver me dijo que se había encontrado con alguien esas vacaciones, alguien que pensaba que podía ser un novio potencial. Nunca pensé que esa persona sería Alexei. Oliver me miró, con sus ojos escrutando los mío. —Me había escrito con Alexei unas cuantas veces desde las vacaciones, pero no me dijo que iba a venir a Mythos. No me dijo nada de esto. Si lo hubiese hecho, te habría advertido. Ya sabes eso, Gwen. Sabía eso. El Espartano era uno de mis amigos, y me lo habría contado si supiera que algo malo iba a sucederme, justo como yo a él. Bueno, esperaba que esto explicara el por qué Alexei había dicho que estaba familiarizado conmigo y mis amigos —probablemente Oliver le había hablado de mí, de Logan y los demás. Parte de mí no podía dejar de estar un poco molesta por eso. Mi magia me

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permitía conocer los secretos de otras personas —no me gustaba cuando la gente conocía los míos. Además, Oliver había sido mi amigo primero, antes de que hubiera conocido a Alexei. Debería estar tomando mi lado en esto y prometiendo no tener nada más que hacer con Alexei —nunca. Y sabía que haría eso, si se lo pedía. Pero entonces Oliver miró al guerrero ruso y vi el anhelo en su rostro. Era obvio que Oliver estaba enamorado de Alexei. Sabía lo difícil que había sido para él ver a Kenzie empezar a salir con Talia, y no quería que Oliver perdiera la oportunidad de encontrar la felicidad por mi culpa. Suspiré. A veces, ser un amigo significa amordazar tus celos de perra mezquina del interior y esta era una de esas veces. —Bueno, tengo que decirte que tienes buen gusto —dije arrastrando las palabras—. En verdad es muy lindo, si te gustan los guerreros oscuros y melancólicos. Y ese acento ruso es retorcidamente genial. Porque, casi pensaría en tener una cita con él, si no fuera por Logan y toda esa cosa molesta de esperar el juicio de Gwen. Y si él no estuviera más interesado en ti que en mí. Oliver puso sus ojos en blanco. —¿Alguna vez te he dicho que ser tu amigo es imposible, Gitana? —Sólo una o dos veces, Espartano. Ahora ve ahí y deja que el Bogatyr sepa que ustedes dos están bien. Mientras que esté aquí en Mythos, podrías llegar a conocerlo mejor. Todavía podría volverse un sapo, o bien podría ser tu príncipe azul. Sólo hay una manera de averiguarlo. Oliver me dedicó una sonrisa en agradecimiento y se acercó a los otros. Él y Alexei se alejaron de los demás, y los dos guerreros comenzaron a hablar. Oliver dijo algo y una pequeña sonrisa se formó del rostro de Alexei. Por primera vez me di cuenta de que algo bueno podía salir de toda esta horrible situación. En este punto, toda pequeña esperanza era lo único que tenía.

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Traducido por Eli25 Corregido por QueenDelC

is amigos y yo entrenamos en el gimnasio durante el resto del tiempo de entrenamiento antes de volver a nuestros dormitorios para ducharnos y cambiarnos. Treinta minutos después de eso, estaba sentada con Logan en el comedor. Normalmente, comía con Daphne y Carson, pero los dos se habían ido a alguna reunión sobre el concierto de invierno de la banda, y desde que nuestra cita había sido interrumpida ayer, Logan había sugerido que comiéramos juntos el desayuno. Bueno, nosotros y Alexei. Él había desaparecido para ducharse y cambiarse justo como el resto de nosotros, pero otra vez estaba esperando fuera de mi dormitorio cuando abrí la puerta. Ahora, estaba de pie a pocos pasos de distancia con su bolsa negra a sus pies y su espalda contra la pared. Alexei parado cerca de uno de los muchos trajes de armaduras en el comedor, pareciendo igual de sólido, quieto, e imponente como la figura de metal. Una gran pintura al óleo de algún gran festín mitológico colgaba en la pared sobre su cabeza. Con sus pinturas, trajes de armaduras, y mesas cubiertas con finos manteles blancos, delicada porcelana china, y brillante vajilla, el comedor era mucho más lujoso que la cafetería de tu típica escuela. De hecho, parecía más como un restaurante elegante que un lugar dónde los estudiantes comían diariamente. Añadidod a la ilusión, había un jardín interior al aire libre que estaba en medio de la enorme sala. Olivos, naranjos, y almendros crecían al aire, mientras las vides serpenteaban alrededor, y sobre todas las ramas, antes de zambullirse en la negra tierra. También se podían ver

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estatuas en el jardín, dioses de comida y buena cosecha mayoritariamente, como Dionisio y Demeter. Las estatuas estaban escondidas aquí y allí entre los árboles y las retorcidas vides, aunque sus caras miraban a los estudiantes cuando comían. Desafortunadamente, la comida era incluso más sofisticada que la decoración. Langosta, costilla de ternera, y caracoles estaban entre los platos diarios en la línea del almuerzo, todo los cuales adoraban los chicos de la academia. Puaj. Incluso cuando había comida más normal, como hamburguesas con queso, pizza y lasaña, los cocineros de Mythos se las rebuscaban para usar ingredientes exóticos y añadir salsas extrañas para servirlas con ellas, lo cual arruinaba completamente los platos. Al menos para mí. No tenía mucho apetito así que sólo picoteé mi ensalada de frutas de ambrosía salpicada con aderezo de lima con miel, moviendo las moras y los kiwis de un lado del tazón al otro, a pesar de que era uno de mis platos favoritos en el menú del desayuno. Mientras tanto, Logan engullía una pila de panceta y su segundo omelet2 griego cubierto con espinacas y espesas tiras de queso feta. Suspiré, dejando mi tenedor a un lado, y apartando el tazón. —¿Quieres que te consiga algo más, chica Gitana? —preguntó Logan—. Los cocineros montaron un puesto de batidos esta mañana. No quería un batido, pero él estaba intentando hacerme sentir mejor, así que me forcé a sonreír. —Seguro, eso sería genial. Quizás mango, ¿si lo tienen? Logan sonrió. —Volveré en un minuto. El Espartano agarró su plato ahora vacío, probablemente para conseguir

2Omelet:

Tortilla de huevo.

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otra omelet mientras esperaba a que los cocineros hicieran mi batido. Alexei le observó irse, pero no se movió de su lugar al lado de la pared. No había conseguido nada para sí mismo, nada más que una botella de agua o una barrita de gramola. Me preguntaba si no cenar con el enemigo era algún tipo de protocolo del Protectorado. Le miré, luego gesticulé a la mesa. —Puedes sentarte con nosotros, sabes. No voy a morderte. Alexei me dio una mirada fría. —Los miembros del Protectorado, incluso esos quienes están en entrenamiento como yo, tomamos nuestras responsabilidades muy en serio. No comemos con la gente a la que supuestamente estamos cuidando. Aparentemente, había tenido razón sobre lo del protocolo. Bien por mí. —No soy algún tipo de criminal —murmuré—. No hice nada malo. —No, sólo dejaste escapar a Loki de su prisión y condenaste al mundo entero. ¿No es eso cierto, Gwen? Levanté la mirada para encontrar a Helena Pastón de pie al otro lado de la mesa —y no estaba sola. Sus amigas Amazonas estaban de pie a su otro lado, junto con varios chicos. El enfado llenaba todos sus rostros, y la emoción salía de ellos en olas calientes y furiosas. Empujé mi silla hacia atrás y me puse de pie. Helena sacudió su cabeza, y sus amigos formaron un círculo a mi alrededor, atrapándome entre ellos y la mesa. La conversación a nuestro alrededor murió, cuando los otros chicos en el comedor dejaron de comer y se giraron para mirarnos. —¿Estás disfrutando de tu desayuno, Gwen? —preguntó Helena en una voz dulce—. Parece como que apenas has comido algo. Quizás tu conciencia finalmente te está molestando. Debería. No dije nada. No tenía caso. Helena me odiaba, y no creería ni una

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palabra de lo que dijera de todas formas. Pero mi silencio sólo la hizo enfadar más. Caminó hacia delante, entrecerrando sus ojos. —No puedo creer que entraras aquí esta mañana como si todo estuviera bien, como si todos no supiéramos lo que hiciste, y la Cosechadora traidora que eres. Los chicos que me rodeaban murmuraron en acuerdo con ella. Mi mirada fue de un rostro al siguiente, pero todo lo que vi fue enfado —enfado y nada de misericordia. No era psíquica, no como lo era la Abuela Frost, pero sabía lo que ocurriría ahora. Los otros chicos no podían sacar su rabia y frustración sobre los Cosechadores que habían asesinado a sus seres queridos, así que iban atacar a lo mejor que le siguiera —yo. —No hice lo que el Protectorado dice que hice —repliqué—. No hice nada malo. ¿Cuántas veces tendría que decir esas palabras antes de que la gente me creyera? Podría gritarlas durante horas, y no habría una diferencia. No después de la asamblea. Y especialmente no ahora mismo. Helena arqueó una ceja. —¿De verdad? Porque recuerdo haberte visto en el Coliseo Crius el día que los otros estudiantes fueron asesinados. Mi amiga, Samantha Diego, fue una de las chicas que murieron. Dime, Gwen, ¿fuiste tú quien la apuñaló por la espalda? ¿O uno de tus amigos Cosechadores? Más murmullos en acuerdo llenaron el aire, incluso más feos y duros que antes, y los estudiantes a mi alrededor aumentaron. Por primera vez, noté que muchos de ellos tenían sus armas en las manos, espadas y dagas mayoritariamente. Eso era lo suficientemente malo, pero lo que hizo que mi corazón temblara de miedo fue la manera en la que los otros chicos estaban apretando las empuñaduras y pasando sus dedos a lo largo de las afiladas cuchillas, como si estuvieran pensando en usarlas.

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En mí. El pánico pulsó a través de mi cuerpo, pero me obligué a permanecer tranquila. Miré pasando el círculo de estudiantes, pero no vi a Logan. Escaneé el resto del comedor, pero no pude ver a ninguno de mis otros amigos tampoco. Me llevó unos pocos segundos darme cuenta de que todos los cocineros de repente, misteriosamente, habían desaparecido también. De hecho, no vi a ningún adulto sirviendo las tortitas y los waffles en los puestos de comida más cercanos a mi mesa, ni profesores comiendo su propio desayuno, ni los miembros del personal agarrando una taza de café antes de dirigirse fuera para hacer sus tareas matutinas. Incluso más malo era el hecho de que todas las estatuas en el jardín habían bajado sus cabezas y estaban mirando las vides retorcidas alrededor de sus pies, como si no quisieran ver lo que estaba ocurriendo. Desesperada ahora, miré a Alexei. Su trabajo era vigilarme. Esperaba que significara protegerme, también, porque esto no iba a terminar bien — para mí. Alexei se apartó de la pared. La esperanza de que él agarrara sus dos espadas fuera de su mochila y viniera en mi defensa chisporroteó en mi pecho, pero todo lo que hizo fue quedarse allí. No hizo ningún movimiento para romper la turba que me había rodeado. Me pregunté si Linus había ordenado a Alexei dejar a los otros chicos hacer lo que quisieran conmigo. Eso sería una manera para castigarme —para ser ejecutada. Me preguntaba si Alexei pararía después de que los chicos me hubieran golpeado o si en realidad les dejaría matarme aquí en el comedor. Una imagen de mi cuerpo muerto, roto tumbado en el suelo saltó en mi mente, mi sangre escurriendo sobre el mármol, el riachuelo escarlata empapando el negro suelo en el jardín y alimentando las retorcidas vides allí... Sacudí mi cabeza, desapareciendo la imagen. Eso no iba a ocurrir. No iba a dejar que ocurriera. Podría no ser una luchadora habilidosa como los otros estudiantes, pero me defendería como mejor pudiera, incluso si sabía que no

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ganaría al final. No contra tantos otros chicos. Lástima que hubiera puesto a Vic y mi mochila debajo de la mesa cuando Logan y yo nos habíamos sentado al principio. Sólo podía ver la correa de la bolsa por debajo del mantel blanco en el lado más alejado de la silla que estaba cerca de mí. Mi corazón se hundió. Sabía que no sería capaz de conseguir la espada a tiempo, pero aún tenía que intentarlo. Era todo lo que podía hacer. Di un paso atrás para poder ir alrededor de la silla, pero choqué con un tipo de pie detrás de mí. Me giré alrededor, y el chico de último año blandió una espada hacia mí y sonrió. Intenté moverme a mi izquierda para alejarme de él, y una de las Amazonas me detuvo. Volví a cambiar a mi derecha, y allí estaba Helena, sujetando una daga. —¿Realmente creíste que saldrías de esto? —dijo Helena bruscamente—. Asesinar a nuestros amigos en el Coliseo. Dejar libre a Loki. Todo eso es culpa tuya, Gwen. Tuya. La gente está muerta, nuestros amigos y familias están muertos por lo que has hecho. Bueno, yo digo que consigamos nuestra venganza en ti, justo aquí, ahora mismo. El círculo de chicos murmuró en acuerdo y se acercaron más cerca de mí. Una vez más, miré a Alexei, pero estaba de pie en la misma posición que antes, sus brazos aún colgaban a sus lados, su cara completamente en blanco. No tendría ayuda de él. Parecía que iba a depender de mí el salvarme —o morir en el intento. Helena dio otro paso amenazante hacia mí, la daga destellando en su mano, y yo levanté la mano para agarrar mi tenedor de la mesa. No daba mucho como arma, pero con suerte podría sorprenderla con él, empujarla, y liberarme de la turba antes de que todos ellos se apilaran sobre mí... —Déjenla en paz —gruñó una voz grave. Logan se hizo camino a empujones a través de los chicos hasta que estuvo de pie a mi lado. El Espartano estaba sujetando un plato con otra omelet en

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él, junto con un alto vaso helado que contenía mi batido de mango. La vista del brillante líquido naranja hizo que mi estómago se retorciera mucho más. —Apártate, Quinn —dijo bruscamente Helena—. Esto es entre nosotros y Gwen. Helena y el chico con la espada caminaron otra vez, y Logan se movió para escudarme de ellos —todos ellos. Sus ojos azules se estrecharon, y sus manos se tensaron alrededor del plato y el vaso. —Sugiero que te vayas ahora —dijo Logan en un tono peligroso—. Antes de que te muestre lo mortales que pueden ser los Espartanos. Todos se congelaron. Todos los chicos de Mythos sabían de los Espartanos y sus instintos asesinos, como podía tomar cualquier arma —o cualquier cosa— y automáticamente saber cómo matar a la gente con ello. Ese es el porqué Logan raramente llevaba un arma. No la necesitaba, ya que podía agarrar lo que fuera que estuviera a mano y luchar con ello. Sólo estaba sujetando un plato y un vaso, pero bien podría estar blandiendo dos espadas. Helena aspiró una bocanada de aire. Durante un momento, pensé que arremetería hacia delante e intentaría apuñalarme con la daga, pero lentamente la metió de vuelta en el bolso que colgaba de su brazo. El tipo con la espada descendió su arma también. Alexei también se movió hacia atrás, cruzando los brazos sobre su pecho, y asumiendo su posición contra la pared una vez más. —Esto no ha terminado, Gwen —escupió Helena—. Si el Protectorado no te hace pagar lo que has hecho, entonces nosotros lo haremos. Hazte un favor, y deja Mythos mientras aún puedas. O haznos uno a todos nosotros y quédate aquí para que podamos hacernos cargo de ti. Nosotros ganamos, de cualquier manera. La Amazona me sonrió, luego se giró y se alejó hacia su mesa a unos pocos pasos de distancia. Uno por uno, sus amigos la siguieron, y los otros chicos también se dirigieron de vuelta a sus asientos. Aun así, sólo los

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silenciosos susurros llenaron el salón, y todos siguieron mirándome, preguntándose lo que yo haría ahora. —Vamos. Salgamos de aquí —dijo Logan, dejando los platos. Me mordí el labio, y saqué mi mochila de debajo de la mesa. El Espartano tomó mi mano, y nos dirigimos a las puertas. Para mi sorpresa, en lugar de seguirme por detrás como normalmente hacía, Alexei iba al paso con nosotros y me flanqueaba al otro lado. Justo antes de que saliéramos, algo golpeó mi espalda. Me congelé, preguntándome si alguien me había disparado una flecha, pero no dolía lo suficiente para eso. Un segundo después, la cosa en mi espalda se deslizó y repiqueteó en el suelo, y me di cuenta de lo que había ocurrido —alguien me había lanzado su plato de comida. Miré sobre mi hombro al revoltijo. Varios trozos de la omelet de Logan estaban pegados en la parte de atrás de mi sudadera gris, esparcidos a través de mi espalda como el dibujo en la puerta de mi dormitorio, mientras el plato se había roto en docenas de trozos. Llevé la mano hacia mi espalda y sentí unos pedazos de queso pegados en mi pelo. Puaj. —Blanco. —La voz de Helena cantó alta y clara, y comenzó a reír. Enfado, frustración, y vergüenza hicieron que mis mejillas ardieran, pero no le di a Helena la satisfacción de girarme y mirarla. Eso sólo habría hecho reír más alto a la Amazona y la haría mucho más determinada a torturarme. En su lugar, me enderecé y caminé fuera del comedor, la cruel risa de los otros estudiantes sonando en mis oídos y se añadió a la miseria que ya estaba en mi corazón.

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Traducido por Marchhe. Corregido por Ruth m.

i día no fue mejor después de eso. Después de regresar a mi habitación para ducharme y volver a cambiarme, me fui a mis clases de la mañana. Me senté en mi asiento habitual y traté de concentrarme en todas las lecturas y tareas asignadas, pero siempre era consciente de Alexei, que estaba de pie en la esquina de la habitación, mirándome. En realidad, él tenía que estar en la esquina, ya que los otros estudiantes apartaron sus escritorios del mío tan pronto como entré en el aula. La primera vez que pasó, pensé que tal vez nos estábamos separando en grupos de estudio, así que deslicé mi escritorio como el resto de estudiantes hasta que el Vikingo de delante mío se dio la vuelta y me fulminó con la mirada. —Mantente donde estás, Cosechadora

—siseó mientras agarraba un

escritorio con cada mano, lo levantó y los llevó a través de la habitación. Segundos después, estaba sentada sola en mitad del suelo, con todo el mundo en una línea en el lado opuesto de la habitación. Lo peor era que me estaban observando con los ojos llenos de odio, incluyendo a la Sra. Melete, mi profesor de Literatura Inglesa. Lo mismo pasó en las demás clases. Los escritorios se apartaban, me sentía sola, todo el mundo me miraba. En la comida, corrí hacia el comedor, agarré un refresco y algo caliente, un panini a la parrilla de jamón y queso suizo de la línea de la comida, y corrí de regreso a mi dormitorio antes de que alguien pudiera venir detrás

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de mí otra vez. Entonces, Alexei siguió mi rastro, fácilmente mantuvo el ritmo de mis rápidos pasos. Una vez más, no cogió nada para comer. Estaba empezando a preguntarme si vivía sólo del aire, silencio y miradas fijas. Subí las escaleras hasta mi cuarto e iba a sacar mi llave para entrar cuando me di cuenta de que alguien había marcado la puerta y las paredes de nuevo. La Abuela Frost había quitado lo peor del grafiti la pasada noche, pero alguien había venido por aquí y escribió sobre la palabra Cosechadora pintada de rojo de nuevo.

HOMICIDA. ASESINA. ZORRA COSECHADORA. Se me hizo un nudo en el estómago y las lágrimas picaron en mis ojos, pero pestañeé de nuevo como llevaba haciendo toda la mañana. Alexei estaba a mi lado, mirando fijamente la puerta, su expresión tan en blanco como siempre. —Aquí —murmuré, empujando la bolsa con el panini en su mano—. Deberías comer esto. Yo no lo quiero. Fui a mi habitación y cerré la puerta tras de mí, dejando a Alexei en el pasillo. Me quedé allí en medio de la torrecilla, sólo respirando, dentro y fuera, dentro y fuera, dentro y fuera. No iba a llorar. No iba a llorar. No iba a dar a Helena, a sus amigos, y a todos los demás esa satisfacción aunque no hubiera nadie alrededor para ver cómo me rompía. Los altibajos de mis emociones eran de malestar y miedo a la tristeza, y de melancolía a indignación y enfado. Una vez más, me aferré a la ira, recordando cada insulto, cada maldición, cada mirada asesina, y me imaginé amontonándolos como ladrillos alrededor de mi corazón para bloquear el dolor. Me llevó varios minutos, pero finalmente me sentí lo suficientemente calmada como para estar lista para el resto del día. Lo primero que hice fue cambiar los libros de mis clases de la mañana por los que necesitaría esta tarde. No me hizo sentir mejor, pero al menos me mantuvo ocupada durante

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unos minutos. Los ojos de Vic se abrieron de golpe mientras le sacaba de mi mochila y lo ponía en mi escritorio. —No te preocupes, Gwen. Todo irá bien. Ya verás. No eres la primera estudiante a la que acusan falsamente de convertirse en una Cosechadora. Una vez que el Protectorado limpien todos tus cargos, las cosas volverán a la normalidad. Pensé en la rabia y el asco que había visto hoy en todos los ojos de mis compañeros de clase, así como en las caras de mis profesores y todos los demás. Negué con la cabeza. —No creo que las cosas vuelvan a ser lo que fueron. La forma en la que todo el mundo me miró hoy... como si fuera un error que querían aplastar con sus zapatos... el odio absoluto en sus ojos... La emoción había obstruido mi garganta y se me hacía difícil hablar, pero una vez más, me las arreglé para contener las lágrimas. —Y pude sentir todo eso, ya sabes. Con mi magia. Podía sentir exactamente cuánto me desprecia todo el mundo. Era como una espada apuñalándome en el corazón una y otra vez. Me dolió más que cualquier otra cosa que haya sentido antes, incluso cuando Preston me apuñaló. Me froté justo donde estaba mi corazón. A pesar del hecho de que Metis había utilizado su magia curativa en mí, tenía una delgada cicatriz en mi pecho por el ataque de Preston. Otra cicatriz de corte a través de la palma de mi mano derecha donde Vivian me había cortado con la daga Helheim. Metis dijo que a veces los artefactos tan poderosos como la daga hacen heridas o cicatrices que no sanaban o desaparecían por mucha magia que utilizaras en ellas. Hoy me sentí como si tuviera otra cicatriz que iba a lo largo de ellas, sólo que ésta estaba en el interior, donde nadie podría verlas

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―excepto yo. —¿Gwen? —preguntó Vic. —Y solo empeorará a lo largo del día —continué en un tono aburrido—. Era como si cuanto más me mirase la gente, más me odiaran. Así que no, no creo que las cosas vuelvan a la normalidad. No sé si sabré qué es normal nunca más. Vic me dio una mirada de simpatía, pero no trató de calmar mis preocupaciones de nuevo. Era una espada, después de todo, algo hecho para la batalla. Vic sabía tan bien como yo que al final del día alguien tendría que intervenir y luchar contra los Cosechadores. Y en este momento, ese alguien era yo —aún si esta batalla sólo había sido contra el miedo de mis compañeros de clase, la frustración y la ira. Mi mirada se posó en las fotos de mi madre apoyadas en mi escritorio. Una mostraba a mi madre cuando tenía mi edad, con sus brazos alrededor de la espalda de Metis, cuando ambas habían sido estudiantes de Mythos. La otra era una foto más reciente, que había sido tomada poco antes de su muerte el año pasado. Tomé esa foto, me senté en mi cama, y saqué la imagen del marco. Mientras recorría con mis manos la superficie pulida y brillante, las imágenes de mi madre inundaron mi mente, junto con mi amor por ella, y todo el amor que ella había tenido para mí también.

Los ojos violetas son ojos sonrientes, susurró la voz de mi madre en mi mente. Era algo que siempre había dicho en tono de broma, ya que ella tenía los mismos ojos con colores extraños que la abuela y que yo. Me concentré en su voz, repitiendo sus palabras una y otra vez, hasta que lo único que podía oír era el amor y la risa en su tono, hasta que lo único que podía ver era la luz de sus ojos y la suave e intencionada curva de su sonrisa. Me concentré en esas imágenes y sentimientos, tirando de ellos y dejando que llenaran mi mente, mi cuerpo, mi corazón, dejando que limpiaran toda la rabia que había sentido surgir hacia mis compañeros. Las imágenes de mi

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madre y el amor que había tenido por mí, me hicieron sentir un poco mejor y me dieron la fuerza para afrontar el resto del día. Me senté en mi cama sosteniendo su imagen hasta que llegó el momento de mi siguiente clase.

*** Escondí mi cabeza y traté de pasar el resto del día sin llamar la atención pero, por supuesto, las clases de la tarde pasaron incluso más lentas que las de la mañana. Incluso Metis, la Profesora de Historia Mitológica, que normalmente era una de mis favoritas, fue tortuosamente larga. Al menos en esa, no tenía que sentarme sola. Carson mantuvo su escritorio en frente del mío donde estaba, y el friki de la banda le devolvió la mirada a todos los chicos que me miraban, casi como si estuviera protegiéndome de sus miradas acusadoras. Me habría inclinado hacia delante y lo hubiera abrazado si eso no hiciera enfadar más a los otros chicos de lo que ya estaban, porque estaban dando la cara por mí. Finalmente terminó el sexto período, y regresé andando penosamente a mi dormitorio. Normalmente, me hubiera escapado de la escuela para ir a ver a la Abuela Frost, pero el Protectorado me había dicho que me quedase. Dudaba que Alexei dejara que me alejase diez pies fuera de los muros de la academia de todos modos, desde que se tomaba su tarea de guardia tan en serio. Además, el Protectorado había puesto probablemente algo de magia abracadabra en las esfinges de la verja sólo para estar doblemente seguros de que me quedaría precisamente donde querían que estuviera. Además, la abuela me vigilaría y demandaría saber lo que estaba mal, y no tenía ganas de hablar de ello. Todo lo que quería hacer era olvidar que el día de hoy había sucedido alguna vez, aunque sabía que nunca lo haría. Me quedé en mi habitación por un tiempo, leyendo comics. Pero las páginas brillantes y coloridas no lograban animarme como de costumbre. Realmente no podía concentrarme en las historias, de todos modos no hoy, así que cogí

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mis cosas y me dirigí a la Biblioteca de Antigüedades. Una vez más, Alexei estaba esperando fuera, y le llamó la atención en cuanto abrí la puerta. Había estado callado todo el día, apenas me hablaba. Daphne tenía razón. Era como una sombra —una muy oscura, peligrosa y melancólica sombra. Me pregunté qué haría si intentase tomarme un descanso. Probablemente me perseguiría, me atraparía y me llevaría a rastras a la prisión de la academia. No tenía falsas esperanzas pensando que podía correr más rápido o vencer al guerrero Bogatyr. Había visto a Alexei haciendo ejercicio en el gimnasio esta mañana, así que sabía lo resistente y fuerte que era. Probablemente había pasado por un montón de entrenamiento súper especial del Protectorado para hacerlo aún más difícil de vencer de lo que él, naturalmente, ya era. —Me voy a la biblioteca —le dije—. Trabajo ahí un par de tardes a la semana, es como una especie de trabajo después de la escuela. Alexei se encogió de hombros, como si no fuera de su interés lo que hacía o dejaba de hacer. Puse los ojos en blanco, cerré la puerta, y bajé las escaleras. Caminé hasta la biblioteca con Alexei detrás de mí, siguiéndome. Ahora pasaban de las cuatro, y los estudiantes se movían una y otra vez a través del campus, yendo desde el pasillo principal, hacia sus dormitorios y viceversa, después de la escuela, iban a cualquier reunión de clubes, deportes, o actividades en las que estuvieran involucrados. Vi a Carson corriendo hacia el gimnasio, páginas y páginas de partituras apretadas entre sus manos como si se dirigiese a la práctica de la banda. Carson era un Celta, un bardo guerrero, lo que significaba que tenía un talento innato para la música. Podía tocar prácticamente cualquier instrumento que cogiese, y era uno de los líderes de la banda. Desde que había vuelto de las vacaciones, había estado hablando sin parar sobre todos los preparativos que el grupo estaba haciendo para su concierto anual de invierno, algo que se llevaría a cabo el sábado en el Auditorio Aoide en Asheville.

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Carson me saludó, y yo le saludé de vuelta —y entonces me di cuenta de que no debería haberlo hecho. El movimiento sólo atrajo más la atención de los chicos que estaban en el pasillo. —Traidora. —Asesina. —Zorra cosechadora. Esas fueron algunas de las cosas más agradables que los otros estudiantes murmuraban mientras caminaba junto a ellos. Si Alexei escuchó algo de lo que dijeron la banda de Griegos, no dio indicación. Estaba empezando a preguntarme si alguna vez hizo alguna otra cosa que no fuera mirar fijamente a otras personas. Aparte de la suave sonrisa que le había dado a Oliver esta mañana, su expresión no había cambiado a lo largo del día. O tal vez era porque yo era el enemigo público número uno en Mythos. Me apresuré para ir a la biblioteca, y me di cuenta de que no todos los chicos se conformaban con sólo maldecirme. Un par de chicos se alejaron de su grupo de amigos y comenzaron a seguirme a través del pasillo. —¿Dónde vas, chica Cosechadora? —dijo uno de los chicos, desafiante—. ¿Tienes que matar a alguno más de nuestros amigos? ¿Vas a repasar a algunos niños más con tu espada? La ira se apoderó de mí por esas palabras, y mis pasos se ralentizaron. Por un momento, pensé en girarme y enfrentar a los chicos, pero no había razón para hacerlo. Ellos conseguirían lo que querían de mí, y nada de lo que dijera podría hacerles cambiar de opinión. Además, por el rabillo del ojo, vi a otro chico moviéndose hacia mi izquierda, flaqueándome. No quería repetir lo que había pasado en el comedor esta mañana —especialmente si Logan no estaba alrededor mío para ayudarme. Aceleré el paso, y los chicos que me seguían lo hicieron también, sus carcajadas y sus gritos se hacían más y más fuertes mientras más rápido

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andaba. Acababa de llegar a las escaleras de la biblioteca cuando un chico me lanzó su refresco. Me dio tiempo a saltar hacia atrás antes de que pudiera golpearme, pero el líquido que seguía dentro se había esparcido por todos mis pantalones. Estaba tan sorprendida que me quedé allí, con la mirada fija en mis pantalones empapados. Por supuesto, los chicos que habían estado siguiéndome consideraron que era la cosa más divertida que habían visto nunca. Un segundo después, otra lata de refresco vino en mi dirección. Me las arreglé para evitarla también, y navegó por el aire y golpeó a una de las estatuas de los grifos que estaban colocadas a cada lado de las escaleras de la biblioteca. Cabezas de águilas; cuerpos de león; alas escondidas a sus lados; picos afilados; largas y curvadas garras que brillaban en el débil sol del invierno. Los grifos eran algunas de las estatuas de aspecto más feroz en Mythos. Durante meses, había encontrado que todas las estatuas eran siniestras y espeluznantes con sus ojos que todo-lo-ven, pero los grifos me hacían perder los papeles especialmente, incluso parecía que siempre me miraban a mí, más que cualquiera de las otras estatuas, incluso más que las esfinges. Pero desde que me enteré de que mi madre había escondido la Daga Helheim en un compartimento secreto en la base de una de las estatuas, comencé a admirar los grifos y pensar en ellos como protectores de la academia — incluyéndome. Así que mientras que tal vez merecía ser rociada con un refresco, la estatua no lo merecía. En lugar de apresurarme a subir los escalones antes de que me dieran un coscorrón en la cabeza con otra lata, me acerqué a la estatua del grifo, cogí un paquete de pañuelos de mi mochila, y comencé a limpiar el líquido pegajoso y naranja de la piedra gris oscuro. —Siento todo esto —murmuré—. Es a mí a quien realmente buscan, no a ti. Por lo que pasó con la daga. Debido a que la chica Cosechadora la usó para liberar a Loki. El grifo no me dirigió la palabra, pero casi parecía como si sus ojos se

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estrecharan en sus pensamientos. Bien, protector o no, todavía era un poco espeluznante. Me las arreglé para quitar lo último del refresco. Miré por encima del hombro a los chicos, quienes me seguían mirando. Uno de ellos tenía otra lata, ésta sin abrir, él negó con saña. Sonrió a sus amigos, entonces empezó a caminar hacia mí, mantuvo la lata enfrente de él. Suspiré. Sabía lo que venía a continuación, Gwen es rociada en la cara. Pensé en ir al interior del edificio, pero probablemente el chico sólo tenía que seguir y tirar el refresco en cuanto me tuviera lo suficientemente cerca. No cabía duda de que pasaría cuando estuviera en medio de la biblioteca y entre todos los preciosos libros de Nickamedes. Me pesaba conseguir una charla del bibliotecario sobre estar empapada ahí fuera, en las escaleras. Decidí dejarme empapar. Nickamedes y yo estábamos en mejores condiciones en estos días, pero no quería darle una razón para estar molesto conmigo. Que sus libros tuvieran refresco lo haría, aunque no fuera culpa mía. Oh, sabía que no se enfadaría conmigo, dadas las circunstancias, pero un libro en ruinas era todavía un libro en ruinas. Mi día apestaba. No había necesidad de hacer el suyo tan malo como el mío. Pero eso no significaba que fuera a rendirme sin luchar. Sabía que no debía sacar a Vic de mi bolsa. Si lo hacía, los chicos sacarían sus propias armas y las cosas serían aún peores de lo que habían sido en el comedor. Así que, en cambio, metí la mano en mi mochila, mis dedos apretando alrededor de mi propio refresco, el que había cogido durante el almuerzo y no me había bebido aún. Si me empapaba, también yo se lo haría el chico que venía hacia mí. El chico llegó a la parte inferior de las escaleras de la biblioteca. Sonrió a sus amigos, se volvió, y luego se dirigió hacia mí... Un gruñido bajo desgarró el aire. El chico se detuvo. Movió su cabeza a la izquierda, luego a la derecha,

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mientras trataba de averiguar de dónde había salido el sonido. Después de un segundo, se encogió de hombros como si sólo fuera su imaginación y empezó a subir por las escaleras de nuevo. Una vez más, sonó un gruñido alto. El chico dio un paso atrás, repentinamente desconcertado. El gruñido continuó y continuó, como un tren retumbando cada vez un poco más fuerte y un poco más cerca con cada segundo que pasaba. Sus amigos también miraron a su alrededor, confundidos por lo que estaba sucediendo. Yo era la única que se percató de que los ojos del grifo se habían reducido hasta convertirse en rendijas, y que su mirada enfadada estaba fija en el tipo delante de mí. El tipo me miró y yo, casualmente, crucé los brazos sobre el pecho y me apoyé contra la estatua. Me miró y le fulminé con la mirada vuelta. —No vale la pena —murmuró finalmente a sus amigos—. Vamos a salir de aquí. Me estoy congelando el culo. Gruñendo, los chicos se fueron en dirección contraria por el pasillo. Me quedé en mi pose de chica dura hasta que lo perdí de vista, entonces suspiré y me dejé caer contra el grifo. —Gracias por eso —susurré. Un lado de la boca del grifo se curvó hacia arriba, casi como si estuviera sonriendo. Le di una palmadita en la cabeza y luego me giré para ir dentro de la biblioteca. Alexei, que había estado observando detrás a través de todo esto, finalmente se adelantó. Me dio una mirada extraña, como si no pudiera creer que estuviera hablando con una estatua, pero en ese momento, no me importaba lo que pensara de mí. —Puedes quedarte ahí de pie en el frío, si quieres, pero yo voy dentro de la biblioteca donde hace calor —dije, alejándome.

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Llegué a las puertas que llevaban a la biblioteca y miré por encima de mi hombro. Alexei me seguía, aunque estaba caminando exactamente por el centro de la escalera, dando a las estatuas de los grifos miradas sospechosas y tan lejos como le era posible. Por primera vez, hoy, una sonrisa tiró de mis labios. Tal vez había algo más que decir acerca de las espeluznantes estatuas, después de todo.

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Traducido por Alexiacullen y Eli25 Corregido por Mir

ntré al edificio, bajé por un pasillo y pasé a través de las puertas dobles abiertas hacia el salón principal de la Biblioteca de Antigüedades. Con sus siete plantas, la biblioteca era el edificio más grande del campus y simplemente tenía lo más grande y lo mejor en todo —los balcones más amplios, las torres más altas y las estatuas más realistas. Y el interior era tan impresionante como el exterior. La habitación principal tenía la forma de una enorme cúpula que permitía a la gente del primer piso mirar hacia arriba a cada uno de los diferentes niveles de la biblioteca. Supuestamente, el techo curvado ofrecía increíbles frescos de imágenes de grandes batallas mitológicas, adornadas con capas de oro, plata y joyas brillantes. Pero nunca había subido hasta el nivel superior para mirar y todo lo que podía ver desde el suelo de la planta baja eran sombras. Quizás era mejor de esa manera, porque las estatuas de los dioses ya estaban mirándome realmente. La segunda planta de la biblioteca tenía un balcón que presumía estatuas de mármol blanco de todos los dioses y diosas de todas las culturas del mundo. Deidades egipcias como Ra y Anubis. Dioses nórdicos como Odin y Thor. Imágenes de nativos americanos como El Coyote Tramposo y el Conejo. El único dios que no estaba representado en el panteón circular era Loki y había un lugar vacío donde debería haber estado su estatua. Después de ver al malvado dios en persona, estaba agradecida de que no hubiera una estatua suya ahí o en cualquier otro lugar del campus. Aterrorizaba mis sueños ya lo suficiente; su único ojo rojo quemando los

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míos. Ya tenía que vivir con el nauseabundo conocimiento de que le había fallado a todos. No necesitaba levantar la mirada y ver el rostro retorcido de Loki sonriéndome, otro recuerdo del terror que había desatado, la muerte y la destrucción que él y los Cosechadores del Caos estaban planeando. En lugar de ir por el pasillo principal hacia la recepción, me dirigí de nuevo hacia las estanterías. Alexei me seguía, tan silencioso como una sombra. Continué hasta que llegué a un lugar familiar y remoto, entonces levanté la mirada. La estatua de Nike estaba justo sobre mí. La Diosa Griega de la Victoria se veía de la misma forma que siempre lo hacía. Una toga envolvía su cuerpo, los rizos del pelo cayendo sobre sus delgados hombros, las alas asomaban por encima de su espalda y una corona de laureles descansaba sobre su cabeza. Cada vez que entraba a la biblioteca, me tomaba un momento para ir allí y hablar con la diosa. Parecía que era lo correcto. —Bueno, aquí estoy de nuevo con un problema —murmuré—. Pero estoy segura de que ya lo sabes todo. Siempre pareces saberlo todo. ¿Quieres darme alguna idea de cómo puedo salir de esto? ¿Sin ser ejecutada? Pero por supuesto, no me respondió. Como los otros dioses, Nike sólo se aparecía a los mortales en sus propios términos, y yo no era diferente, a pesar del hecho de que era su Campeona. Ella era bastante misteriosa, e irritante —de esa forma. Por otra parte, probablemente la diosa estaba ocupada tratando de arreglar el lío que había hecho al no detener a Vivian de liberar a Loki. Nike me había dicho que se avecinaba una guerra, una para la que todos necesitábamos prepararnos, incluyendo los dioses. ¿Pero cómo podía ayudarla a ganar una guerra cuando estaba en peligro de perderlo todo? —De cualquier forma, voy a ir a trabajar ahora. Pero si quieres dejarte caer por la recepción más tarde, bueno… estaré allí, como siempre —le dije a la estatua—. Sólo no permitas que Nickamedes te vea. Probablemente te

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diría que las togas no están permitidas en la biblioteca o cosas absurdas como esa. Ya sabes cómo es. Los labios de la estatua se curvaron en una sonrisa ante mis palabras. Fue un gesto pequeño, pero me hizo sentir un poco mejor, como si Nike supiera exactamente lo que estaba pasando y no se hubiera olvidado de mí. Como si estuviera atenta de mí. Como si supiera que al final todo iba a estar bien. Alexei me lanzó una mirada cautelosa, obviamente pensando que tenía un caso grave de locura y que estaba como una cabra por hablar con otra estatua, pero le ignoré y me dirigí hacia la parte principal de la biblioteca. Tan pronto como salí de las estanterías, todos los ojos se volvieron hacia mí y los estudiantes sentados en las mesas de estudio pusieron sus cabezas juntas y comenzaron a susurrar. Cuadré los hombros, levanté la barbilla y fingí que ni si quiera los veía, mucho menos me daba cuenta de que estaban hablando y escribiéndose mensajes sobre mí. —No puedo creer que mostrara su cara por aquí. —¿En qué está pensando? —¿No sabe que todo el mundo la odia? Solté un bufido ante ese último comentario. Oh, sí. Sabía exactamente cuánto me despreciaban todos, ya que lo habían dejado bastante claro durante todo el día. Di un paso detrás del mostrador que dividía la biblioteca en dos y deslicé mi mochila abajo, a su sitio habitual. Me giré hacia Alexei y señalé un taburete en el otro extremo del mostrador. —Puedes sentarte ahí —dije—. Será más cómodo que estar parado a mi alrededor mientras trabajo. En lugar de avanzar hacia el taburete, cruzó los brazos sobre su pecho y tomó un lugar junto a la puerta que conducía al complejo de cristal donde los

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bibliotecarios tenían sus oficinas. Sin duda, una obstinada sombra silenciosa. Oh, bueno, lo intenté. Saqué a Alexei de mi mente mientras me desplomaba sobre mi propio taburete. Unos cuantos segundos después, una puerta detrás de mí se abrió con un chirrido y Nickamedes salió del complejo de oficinas. El bibliotecario me miró y luego dio un respingo, como si estuviera sorprendido de verme. —¿Gwendolyn? ¿Qué estás haciendo aquí? —Bajó la mirada y comprobó su

reloj—. Ni si quiera son las cinco. Llegas temprano. Nunca llegas

temprano. Me mordí la lengua para no disparar una crítica maliciosa. No siempre me presentaba a tiempo en mis turnos de biblioteca. Bien, de acuerdo, casi siempre llegaba tarde, pero sólo porque me escabullía de la escuela para ir a ver a la abuela Frost. Llegaba aquí finalmente. Pero aparentemente, mi llegada a tiempo fue más un impacto del que me había dado cuenta porque siguió hablando de eso. —Ni una sola vez, en todos los meses que has estado trabajando aquí has llegado temprano. A tiempo, de vez en cuando. Tarde, en exceso. Pero nunca, nunca temprano. —Los ojos de Nickamedes se entrecerraron—. ¿Qué estás tramando? Mi mandíbula se apretó. Incluso cuando hacía lo correcto, aún me molestaba. A veces pensaba que el bibliotecario y yo estábamos destinados a estar en desacuerdo. —Pensé que podías necesitar algo de ayuda extra hoy —dije entre dientes apretados—. Pero si no me quieres aquí, puedo irme y volver más tarde. Mucho más tarde, como normalmente hago. Quizás llegaré tan tarde que no vendré hasta mañana. El bibliotecario frunció el ceño. —Bueno, si hoy quieres venir antes, supongo que habrá algo que hacer

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por las veces que has llegado tarde en el pasado. Pero sólo una. Llevo un registro, ¿sabes? Por supuesto que lo llevaba. Nickamedes era un tipo loco obsesionado con el control. A pesar del hecho de que había otros bibliotecarios, Nickamedes casi siempre estaba aquí trabajando. Me preguntaba si alguna vez se había tomado un día libre. Lo dudaba. Alguien podría dejar un libro en el lugar equivocado si él no estaba allí para vigilarlo todo. Su tono era tan sarcástico como el mío, pero después de un momento sus rasgos se suavizaron un poco. —Y si algunos de los estudiantes tiene algún problema en particular esta tarde, ven y búscame inmediatamente. ¿Lo has entendido? Asentí. Sabía exactamente de qué problemas estaba hablando —todos los que ahora tenían conmigo. —Y tú. —Se dirigió a Alexei con una mirada severa—. Tu trabajo es

proteger a Gwendolyn, no sólo mirarla como un halcón. Te sugiero que hagas eso, más que estar de pie como una piedra como lo has estado haciendo. El Protectorado no es el único con ojos y oídos alrededor del campus. Alexei se sonrojó un poco. —Sólo estoy haciendo lo que el Protectorado me ha dicho que haga. Nickamedes arqueó una ceja negra. —¿En serio? Porque pensaba que el Protectorado tenía la incumbencia de proteger a los estudiantes aquí, evitando que sean heridos, maltratados y acosados por sus compañeros. Así que el bibliotecario había escuchado cómo los otros chicos me habían estado tratando. No había sorpresa en eso. Habría que estar ciego para no ver la ira hirviendo en los ojos de todos cada vez que me miraban. Sin embargo, la preocupación de Nickamedes me llegó. El bibliotecario y yo no

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siempre nos llevábamos bien, pero sabía que se preocupaba por mí a su manera. —Está bien —dije—. Puedo pelear mis propias batallas. Eso es lo que hace un Campeón, ¿verdad? Nickamedes me miró. Después de un momento, asintió. —Eso puedes hacerlo, Gwendolyn. Pero a veces no viene mal que alguien esté vigilando tu espalda. Alguien a quien realmente le importe. Le dio otra mirada acusatoria a Alexei y luego volvió a entrar en el complejo de oficinas. Ardientes lágrimas pinchaban mis ojos en lo que parecía ser hoy la centésima vez. Ahora, incluso Nickamedes estaba siendo bueno conmigo, lo que me decía exactamente en la cantidad de problemas en los que estaba. Me preguntaba qué pasaría mañana durante mi proceso y qué deliberaría el Protectorado en última instancia. ¿Estarían de acuerdo en que había sido engañada por Vivian? ¿O pensarían que la había ayudado? ¿Qué había liberado a Loki a propósito? No sabía las respuestas a mis preguntas y sabía que preocupándome me volvería loca. Bueno más loca. Así que me conecté a uno de los ordenadores de la biblioteca y decidí empezar a trabajar y no pensar en el Protectorado, Vivian o Loki. Cuando miré hacia las mesas de los estudiantes enfrente de la recepción, me di cuenta de que todos estaban mirándome otra vez. Miré de una cara a otra y todos se encontraron con mi mirada con una ira dura, plana y brillante en sus ojos y radiando de sus cuerpos. Suspiré. Iba a ser una noche muy, muy larga.

*** Pasé la siguiente hora sentada detrás del mostrador —sola. Nadie vino

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para averiguar dónde estaba archivado un libro. Nadie me pidió ubicar material de referencia. Nadie necesitó ninguna ayuda en absoluto. En su lugar, los otros estudiantes se sentaron y me miraron, susurrándose mutuamente. De cierta forma, era peor de lo que había sido en el desayuno, ya que la biblioteca era uno de los lugares donde los chicos venían para Pasar el Rato y Ser Vistos. Había tantos estudiantes aquí como en el comedor esta mañana, y conmigo sentada detrás del mostrador, era casi como si estuviera expuesta para que todos me mirasen. Más de unos pocos chicos caminaron hacia el mostrador y me murmuraron maldiciones por lo bajo. Algunos eran más atrevidos y hablaban lo bastante alto para que todas las mesas de estudio lo oyeran. Aparentemente, se había convertido en algún tipo de juego porque después de que los chicos me pasaran, volvían a sus asientos, felicitándose y golpeando los puños con sus amigos, antes de que todos terminaran en ataques de risa. Mis mejillas ardían, pero les ignoré lo mejor que pude. Detrás de mí, Alexei estaba de pie contra la pared, su cara sin ninguna expresión como siempre. Podía superar al entrenador Ajax en una competencia en el departamento de lo estoico. Ya que nadie iba a venir al mostrador a pedirme ayuda, decidí archivar libros. De esa manera, no sería presa fácil y los otros chicos realmente tendrían que levantarse y hacer un esfuerzo para mirarme. Así que agarré uno de los carritos de metal y lo empujé de vuelta hacia las estanterías. Las ruedas chirriaban todo el tiempo, pero no me importó. Todo lo que quería ahora mismo era alejarme de los otros chicos y su enfado. Al menos durante unos pocos minutos. Pero no había escapatoria de Alexei. Él me siguió a las estanterías y se quedó justo detrás de mí, como siempre. —Mierda —murmuré—. ¿Nunca te tomas un descanso?

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Alexei arqueó una ceja, pero no dijo nada. Por supuesto que no lo hizo. Yo era una peligrosa Cosechadora criminal. Su trabajo era vigilarme, no hablarme. Ignoré a Alexei tanto como pude mientras empujaba el carrito a través de las estanterías. En realidad no me importaba colocar los libros en las estanterías porque me daba una oportunidad para mirar todos los artefactos en exposición. La Biblioteca de Antigüedades estaba llena de… bueno, antigüedades. Armaduras, armas, joyería, ropas y más cosas que los dioses, diosas, guerreros y criaturas mitológicas habían usado durante los siglos que habían estado batallando unos contra otros. Había cientos de cajas de cristal de pie dentro de la biblioteca, cada una de las cuales contenía algo diferente. Como un par de guantes con las puntas en garras que había sido usado por Bastet, la diosa gata egipcia. O una moneda de oro que había venido de un tesoro de Andvari, un enano en la mitología nórdica. Cuando llegué por primera vez a Mythos, pensé que todos los artefactos y las placas y tarjetas que hablaban sobre sus historias, usuarios y supuesta magia eran aburridos, pero ahora pensaba que eran algo de lo más interesante en el campus. Además, esta noche, leer sobre otros guerreros y sus posesiones me daba una escapatoria muy necesaria de mis propios problemas. Sólo me llevó veinte minutos colocar en las estanterías todos los libros, pero me quedé en las estanterías durante dos horas, deambulando de un estante, una hilera o una caja expuesta, a la siguiente. Alexei siguió detrás de mí todo el tiempo. Lo bueno de que fuera tan silencioso era que no se quejó cuando finalmente aparqué el carrito vacío en una isla cerca del complejo de oficinas, me senté en el suelo y levanté mis rodillas hacia mi pecho. Me quedé así durante mucho tiempo, mirando al espacio y preocupándome por el Protectorado y lo que el resto de las Potencias planeaban hacerme mañana durante mi juicio…

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Un afilado bang me sacó de mis pensamientos. Un segundo después, una voz voló a la deriva hacia mí —una voz alta y enfadada. —Esto es inaceptable, Nickamedes. Completamente inaceptable. Miré a Alexei. Él había oído los ruidos también porque se había girado en la dirección del sonido y estaba mirando a través de un hueco en el estante hacia algo. Me puse de pie y me apuré para estar a su lado. Nickamedes estaba de pie en el lado de atrás del complejo de oficinas de cristal, lejos de los estudiantes y las mesas de estudio —junto con Linus Quinn. Los dos hombres tenían sus brazos cruzados sobre el pecho, mirándose mutuamente. —No, Linus —dijo bruscamente Nickamedes—. Lo que es inaceptable es la manera que estás persiguiendo a Gwendolyn por algo que no ha hecho. Leíste mi informe. Y el de Aurora, el de Ajax e incluso el de Raven. Sabes lo que ocurrió esa noche y cómo Loki fue liberado realmente. Pero aun así, aquí estás, poniendo a una chica inocente en un juicio. Alexei señaló el final más lejano del estante, diciéndome en silencio que deberíamos alejarnos de los adultos. Yo sacudí mi cabeza y me quedé donde estaba. Sí, quizás estaba mal, pero iba a escuchar esta conversación totalmente. Quizás si sabía por qué Linus me tenía tanta aversión, pudiera averiguar una manera para arreglar las cosas —o al menos conseguir que dejara de ser tan frío hacia mí. El rostro de Linus se endureció. —Oh sí. He leído los informes sobre Gwen Frost. Esa chica no ha sido más que problemas desde que llegó a Mythos. Escapándose del campus, usando su magia para sacarle dinero a los otros estudiantes, reclamando que es algún tipo de Campeona. Y ahora, cuando en efecto vengo a la academia para conducir una investigación apropiada por sus acciones, la encuentro saliendo con mi hijo. Mi hijo, Nickamedes. Tu sobrino. Al que debes protección. ¿O has olvidado esa promesa?

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Nickamedes se puso rígido. —Logan no necesita protección de Gwendolyn. Los dos son... amigos. —Amigos. —Linus soltó una amarga risa—. ¿Cómo fueron amigos Grace Frost y tú? Un músculo se retorció en la mandíbula del bibliotecario, pero no respondió. Hacía un par de semanas, Nickamedes me había dicho que había conocido a mi madre cuando acudían a la academia y que los dos habían sido una vez pareja —de enamorados. Pero con los años, mi madre se había cansado de ser la Campeona de Nike así que dejó Mythos y todo lo que representaba detrás, cuando finalmente se graduó de la academia — incluyendo a Nickamedes. —Es porque es la hija de Grace, ¿verdad? —dijo Linus—. Esa es la razón por la que estás protegiendo a la chica en lugar de haberla expulsado como deberías haberlo hecho hace meses. —Él sacudió su cabeza—. Veo que te tiene abrazado alrededor de su dedo meñique como lo hizo Grace. Nickamedes descruzó sus brazos. Sus manos descendieron a sus costados y sus dedos lentamente se cerraron en puños. —Nunca te gustó Grace porque fue elegida Campeona y tú no. Y no solo cualquier Campeona, sino la Campeona de Nike, la mejor de los mejores. Siempre estuviste celoso de ella por eso —y porque no quiso unirse al Protectorado después de la graduación como tú. Sabías que sería un buen golpe de gracia conseguir que la Campeona de Nike entrara en el Protectorado y querías usarla para promover tu propia carrera. Grace siempre fue mejor que tú y estabas resentido por eso. Nunca comprendí la obsesiva necesidad que tenías de competir con ella en clase, en el gimnasio y en todo lo demás. —Y yo nunca comprendí por qué siempre saltabas en su defensa —dijo bruscamente Linus en respuesta—. Somos Espartanos, Nickamedes. Somos lo mejor de lo mejor. Y aun así, alguien más fue elegido para ser la

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Campeona de Nike en lugar de uno de nosotros. Eso no tiene ningún sentido. No lo tuvo entonces y seguramente no lo tiene ahora. Logan debería ser un Campeón, Campeón de Nike, no esta… esta chica tonta. Por lo que veo, es incluso peor que su madre y Grace no tenía material de Campeona. Nike debería habernos hecho a todos un favor y cortar las ataduras con la familia Frost hace años. Pensaba que quizás finalmente habría terminado cuando Grace fue asesinada por los Cosechadores. Yo ciertamente había esperado eso de alguna manera. La rabia rugió en mi corazón, secando todo lo demás. Era suficiente. ¡Eso

era suficiente! Una cosa era hablar sarcásticamente y culparme por los errores que había cometido. No merecía nada menos por mi épico fracaso de mantener a Loki apresado. Pero mi madre no estaba. Muerta. Asesinada. Ella no podía defenderse, y no iba a quedarme allí y escuchar a alguien hablar mal de ella cuando había muerto sirviendo a Nike, cuando había muerto intentando protegernos a todos. Con las manos apretadas, salí de los estantes. Alexei intentó agarrar mi hombro, pero me escabullí de su mano y corrí hacia delante. Nickamedes y Linus giraron ante el ruido del roce de mis deportivas en el suelo de mármol. Caminé justo hacia el cabeza del Protectorado y puse mis manos en mis caderas. —No te atrevas a hablar de mi madre así. Ella era una buena persona e hizo todo lo que pudo para luchar contra los Cosechadores. Fue la única que escondió la Daga Helheim de ellos. Ella es la razón de que ellos no la encontraran y la usaran para liberar a Loki hace años. Así que no te atrevas a culparla de nada. Ni una cosa. —Tú eres la que encontró la daga que tu madre escondió tan cuidadosamente —dijo Linus en una voz suave y acusatoria—. Y ahora, Loki está libre y los Cosechadores están sobre la raya para declarar una segunda Guerra del Caos. Si tu madre hubiera sido inteligente, si hubiera sido una

verdadera Campeona, hubiera destruido la daga cuando tuvo la

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oportunidad. O al menos asegurarse que tú nunca la encontraras. No podía discutir con su lógica, ya que los mismos pensamientos habían cruzado mi mente más de una vez. Pero estaba diciendo que mi madre era algún tipo de villano, como yo, cuando Vivian era la culpable de todo lo que había ocurrido —incluyendo la muerte de mi madre. ¿Dónde había estado Linus cuando Vivian me había secuestrado? ¿Dónde había estado el Protectorado cuando había usado mi sangre para liberar a Loki? ¿Cuándo había asesinado a Nott? ¿Por qué no habían venido al rescate entonces? ¿Por qué no la habían detenido? Abrí mi boca para decirle exactamente lo que pensaba de él y su estúpido Protectorado cuando una voz baja habló detrás de mí. —Suficiente, papá. Es suficiente. Me giré y Logan salió de entre los estantes.

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Traducido por kensha Corregido por Eli25

ogan caminó y se detuvo junto a mí. Linus frunció el ceño al ver a su hijo parado tan cerca de mí, como si pudiera infectar a Logan con mi imprudencia por estar solo junto a mí. El Espartano resplandeció devuelta hacia su padre. —Creo que Logan tiene razón —gritó una suave voz femenina—. Ha habido suficiente argumento —por parte de todos. Para mi sorpresa, apareció una mujer detrás de Logan —que era lo suficientemente hermosa para ser una diosa. Tenía un largo cabello color miel, brillantes ojos verdes y piel de bronce impecable. Llevaba un simple traje pantalón negro, pero de alguna manera el tejido parecía verse real, como si se tratara de la más fina seda envuelta alrededor de su figura alta y esbelta. Un collar de oro situado alrededor de su cuello. Cuatro pequeñas, piedras preciosas habían sido fijadas alrededor de la cadena, y el tenue destello de los alternados rubíes y esmeraldas solo se añadía a la elegancia de mujer. El rostro de Nickamedes se endureció a su vista. —Agrona. Ella inclinó la cabeza hacia él. —Nickamedes. Yo miré hacia Logan, mis cejas levantadas, y finalmente se dio cuenta de que no sabía quién era. —Esta es Agrona Quinn. Mi madrastra. Agrona, esta es Gwen Frost.

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Mi boca se abrió, pero no salieron las palabras. Sabía que la madre de Logan había sido asesinada por los Cosechadores cuando él tenía cinco años, pero nunca había mencionado que su padre se había vuelto a casar. Vacilé, me preguntaba si ella me odiaba tanto como su marido. Finalmente, asentí hacia ella. —Hola. Es un placer conocerla. En vez de mirarme ceñuda, me devolvió la sonrisa, su rostro cálido y acogedor. —Es agradable conocerte finalmente, Gwen. He escuchado mucho sobre ti. Nickamedes ladró una carcajada. —Apuesto a que sí. Puesto que eres la mano derecha de Linus en el Protectorado y de la Junta de la Academia. Fruncí el ceño. —¿En el Protectorado? Entonces eso significa… Agrona me miró fijamente. —Voy a estar entre los miembros del Protectorado escuchando tu caso mañana. Su sonrisa se volvió más una mueca, como si no le gustase la idea de estar en mi juicio más que yo. De alguna manera, la expresión decepcionada solo la hacía parecer aún más radiante —y Nickamedes frunció el ceño más. Linus caminó hacia su esposa y besó su mejilla. —Ahí estás, querida. Me preguntaba cuando ibas a llegar. Agrona sonrió hacia su marido. —El conductor me dejó hace veinte minutos. Dijiste que viniera a la

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biblioteca, así que vine directamente aquí con la esperanza de alcanzarte. Me encontré con Logan que venía y me dijo que es posible que estuvieras de regreso aquí. Toda la cara de Linus se suavizó cuando la miró. Era obvio que amaba a Agrona, y la expresión casi lo hizo parecer humano. Entonces, advirtió que los miraba, y sus labios se fruncieron y el brillo de sus ojos se apagó. Casi. Giró hacia Logan. —Sólo estaba hablando con tu tío sobre ti. Tal vea, tú, Agrona, y yo podamos salir a cenar esta noche. Tenemos mucho que discutir. Logan miró fijamente a su padre, luego a Argona, y finalmente a mí. —Está bien —dije sin querer causar más problemas entre Logan y su padre—. Adelante. El Espartano negó con su cabeza. —Creo que pasaré. Prefiero quedarme aquí con Gwen. Sus palabras calentaron mi corazón, aún cuando causaron que el rostro de su padre se helara mucho más por eso. Pero Linus contuvo su temperamento. —Desayuno en la mañana, entonces —dijo en voz tensa—. Y eso no es una petición. Logan miró a su padre, ambos erizándose con ira. Agrona caminó entre ellos y pasó su brazo por Linus. —Desayuno, entonces —dijo en voz suave, tratando de suavizar la situación, algo que probablemente tenía que hacer mucho entre ellos—. Será maravilloso ponerse al día contigo, Logan. El Espartano intentó sonreír, pero no podía manejarlo exactamente. —Y contigo también, Agrona.

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Linus miró a su hijo otro momento antes de volver a Nickamedes. —Nuestra conversación anterior no ha terminado. No te olvides lo que dije mientras tanto. Odiaría tener que repetirlo. —¿Cómo podría hacerlo cuando esas perlas de sabiduría siempre parecen caer de tus labios? —replicó Nickamedes en voz maliciosa. La ira brilló en los ojos de Linus, pero Agrona se aferró a su brazo y lo mantuvo a su lado. —Es posible que seas el cabeza del Protectorado, pero yo estoy a cargo de la biblioteca —dijo Nickamedes—. Y creo que es hora de que te vayas. Gwendolyn necesita volver al trabajo, y yo también. Linus se puso rígido, entonces se volvió sobre sus talones y salió por la parte trasera del complejo de oficinas y hacia la parte delantera de la biblioteca. Agrona dio a todos una sonrisa de disculpa. Sus ojos se quedaron en mí durante un momento antes de volverse y correr detrás de su marido. —Por fin —murmuró Nickamedes. El bibliotecario se paró ahí, sus rasgos contraídos con ira, antes de que me mirara. —Tengo que salir y hacer algunos recados, Gwendolyn. Regresaré en el momento de cerrar la biblioteca. Hazme un favor y trata de no destruir nada mientras estoy fuera, ¿por favor? Ni siquiera esperó a que le contestara antes de entrar en el complejo de oficinas, golpeando la puerta tan fuerte detrás de él que el vidrio se estremeció. Nickamedes agarró algunos libros y otros artículos de su escritorio, luego salió de su oficina y empujó la puerta que daba a la parte delantera de la biblioteca. Eso me dejó de pies con Logan, y por supuesto Alexei, que se cernía al fondo como de costumbre. —¿Que fue todo eso? —pregunté a Logan.

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El Espartano suspiró. —Es una larga historia. Vamos. Vamos a buscar algo para beber, y te lo contaré todo.

*** Logan se acercó al carrito de café de Raven y nos compró un par de refrescos fríos, mientras yo me quedaba en las estanterías. El Espartano regresó y me entregó una Ginger ale3. También pasó uno a Alexei. Para mi sorpresa, el otro chico tomó el refresco. Por otra parte, era Logan quien se lo había dado, no yo, el mal, la malvada chica Cosechadora. Logan miró hacia Alexei, que una vez más había permanecido muy tranquilo por todas las conversaciones y confrontaciones. —Alexei, puedes darnos un poco de espacio, ¿por favor? Alexei me miró, entonces asintió. Se movió a unos veinte metros, bebiendo su refresco y pretendiendo estar interesado en dos espadas que estaban albergadas en una de las cajas de cristal. O quizás lo estaba realmente interesado en las espadas. Era difícil decirlo con él. Logan y yo nos sentamos en el suelo en el mismo lugar donde había estado antes. Bebíamos nuestros refrescos, Logan tragó, mientras yo solo bebía de la mía. Tenía aún menos apetito ahora que antes. Un minutó después, el Espartano estrujó la lata en el puño y la dejó. —Lamento lo de mi padre —dijo finalmente—. Como te he dicho antes, él y Nickamedes no se llevan bien. —¿Por qué no? Logan suspiró.

Ginger Ale es una bebida refrescante, sin alcohol, de origen inglés fabricada con jengibre, limón, agua y azúcar. 3

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—Por lo que le sucedió a mi madre y a mi hermana. Mi padre estaba en asuntos del Protectorado, alguna reunión especial a la que fue llamado en el último minuto. Nickamedes lo culpa por no estar en casa cuando atacaron los Cosechadores. Piensa que si mi padre hubiera estado allí, entonces mi madre y mi hermana aún podrían estar vivas. —Contuvo el aliento—. Y mi padre me culpa por no protegerlas de los Cosechadores, por no estar de pie y luchar contra ellos. Así que cuando estamos todos juntos, mi padre y Nickamedes discuten sobre cada pequeña cosa. Soy llamado a arbitrar, y eventualmente me hacen tomar partido y elegir entre ellos. Luego mi padre me dice cuan decepcionado esta de mí, como no vivo de acuerdo a mi

potencial pleno como Espartano, y término estando enfadado con él. Pronto, estamos gritándonos el uno al otro. Alguna familia feliz, ¿huh? —Lo siento —dije—. Siento mucho que tengas que pasar por eso con tu padre y Nickamedes. No deben ponerte en medio de esa manera. Pero sin duda, tu padre debe darse cuenta de que no podías haber hecho nada por tu madre y tu hermana. Que sacrificaron sus vidas para salvar la tuya. Además, sólo tenías cinco años cuando sucedió. No había nada que pudieras haber hecho para detener a los Cosechadores. Las imagines destellaron en mi mente. La madre de Logan gritándole que corriera mientras ella y su hermana mayor ascendían para luchar contra los Cosechadores. Él escondido en su armario, empuñando una pequeña espada, cuando los gritos espeluznantes y los chillidos rasgaban a través del aire. Y finalmente, Logan parado sobre los cuerpos ensangrentados de su madre y su hermana, llorando porque no había sido capaz de protegerlas, porque no había podido salvarlas. Y sentí todas las emociones del Espartano desde ese terrible día —todo su miedo e ira y vergüenza y odio de sí mismo. El Espartano pensaba que había sido un inútil porque se había ocultado de los Cosechadores, como su madre le había dicho. Era un secreto que había guardado para sí mismo durante años, uno que finalmente me había mostrado hacía unas pocas semanas. Logan no lo quería saber, pero yo sabía que sus acciones de ese día lo hicieron la persona que era —que lo habían

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conducido a ser el mejor guerrero de la academia. Logan sacudió su cabeza. —De acuerdo con mi padre, un guerrero Espartano real se habría mantenido firme y habría peleado ese día —no importaba si sabía que iba a morir. Durante meses, Logan me había dicho que no me gustaría si sabía la verdad sobre quien era realmente, y sus sentimientos acerca de lo que había sucedido con su familia era lo que nos había mantenido separados. Por supuesto, eso no era verdad. No podía haber estado más orgullosa de él —o amarlo más. Pero de repente, sus temores tuvieron sentido. Porque todos esos años, su padre le había hecho sentirse como que debería haber muerto ese día también, en vez de sentirse gratificado de que su hijo estaba todavía vivo. —Lo siento —dije otra vez—. Tu padre no debía haberte dicho eso. No debería haberte echo sentir así. Nunca. Debería haber estado feliz de que sobrevivieras. Logan se encogió de hombros. Nos sentamos en silencio durante unos minutos. —¿Qué tal Agrona? —pregunté—. ¿Qué tal es como madrastra? Se iluminó un poco. —Eso es algo más que complicado. Es realmente agradable, y obviamente mi padre la ama. Es la única persona que lo hace parecer cerca de un humano —o feliz. —Pero… —Pero Nickamedes nunca la ha querido, y no me dirá por qué —dijo Logan—. Creo que tiene algo que ver con el hecho de que Agrona y mi padre se casaron apenas un año después de que asesinaron a mi madre y a mi hermana. Creo que Nickamedes lo siente como demasiado pronto para que

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mi padre haya superado la muerte —o vuelto a casarse por lo menos. —Bueno, no puedes culpar a Nickamedes por sentirse de esa manera, ¿verdad? —pregunté—. Tu madre era su hermana. Había perdido demasiado ese día. Y a su sobrina. —Lo sé, y eso es lo que lo hace tan frustrante. Nadie se recupera completamente, y nadie está completamente equivocado. Todo el mundo está en su propio bando, y ninguno de nosotros está en el mismo. A veces deseo tener una familia diferente —murmuró. —Sólo debes agradecer el tener una familia —dije—. Que estén aquí contigo y no desaparecidos. Logan me miró, y supe que podía ver el dolor en mi rostro. Habría negociado casi cualquier cosa por un día más con mi madre o la oportunidad de pasar más tiempo con mi padre, Tyr. Él murió cuando tenía dos años, por lo que ni siquiera lo recordaba. Mi Abuela Frost me amaba, y yo la amaba, pero no evitó que perdiera a mi madre o deseara haber conocido a mi padre por lo menos un poco. Él dejó escapar un suspiro. —Tienes razón, chica Gitana. Es sólo… que me vuelven loco, ¿ya sabes? Especialmente mi padre. Siempre piensa que tiene razón sobre todo. —Lo sé, pero para eso es una familia, ¿verdad? ¿Para hacerte enloquecer? Logan se rió, y algo de la tensión se drenó fuera de su cuerpo. Se puso de pie, luego tendió sus manos. Las agarré y me levantó. —¿Sabes lo que me gusta de ti, chica Gitana? Mi aliento se quedó atrapado en mi garganta, pero hice mi voz ligera y burlona. —Hmm. Esa es difícil. ¿Mi atrevido sentido de la moda? ¿Mi personalidad chispeante? ¿Mis ingeniosas bromas?

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—No —dijo, mirándome a los ojos—. La forma en que siempre puedes hacerme reír, no importa cuán mal se pongan las cosas. Antes de que pudiera responder, el Espartano se apretó a mi alrededor y bajó sus labios a los míos. Por un momento, estuve perdida —completamente, totalmente perdida. La sensación de los labios de Logan sobre los míos, el círculo fuerte de sus brazos a mi alrededor, la forma en que olía, su altura, su apremiante cuerpo largo y delgado que se apretaba contra el mío, la calidez de sus sentimientos como un torrente en mi propio cuerpo. Todo en el Espartano sobrecargaba mis sentidos, formando una suave nube, que me hacía sentir como si pudiera flotar, como si pudiera subir como la espuma atravesando el aire, como si pudiera hacer absolutamente cualquier cosa, incluso tocar las estrellas… El agudo deliberado chirrido de los zapatos en el suelo me hizo darme cuenta de que teníamos audiencia. —¡Logan! —silbé, echándome para atrás—. ¡Alexei nos está mirando fijamente! El Espartano miró sobre su hombro hacia el otro guerrero, que estaba fingiendo que no había visto que los dos estábamos totalmente perdidos. Logan sonrió de oreja a oreja. —Que mire —susurró y me besó otra vez.

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Traducido por Catleo Corregido por Rose_vampire

ogan y yo pasamos unos pocos pero muy divertidos minutos en las estanterías antes de que Alexei empezara a aclararse la garganta. El Espartano se contuvo y pasó su brazo alrededor de mi cintura, aunque sus ojos azules destellaron con una carcajada. —Creo que Alexei se está impacientando —dijo Logan—. Eso, o simplemente está celoso porque no está aquí con alguien. Pensé en cómo Alexei había mirado a Oliver en el gimnasio esta mañana. —Quizá. De todas formas, tengo que volver al trabajo, ¿recuerdas? —¿Alguien te ha dicho alguna vez que hacer novillos es más divertido que trabajar? Esta vez, reí yo. —Nunca. Pero para eso es que te tengo, Espartano. Para decirme esas cosas. Me puse de puntillas, me incliné hacia delante y besé a Logan en la nariz. Él dejó salir un gruñido juguetón, pero me escabullí antes de que pudiera envolver sus brazos a mi alrededor de nuevo. En este momento, eran las ocho pasadas y la mayoría de los chicos habían abandonado la biblioteca. Supongo que desde que no estaba en el mostrador para que me fulminaran con la mirada, habían decidido volver a sus residencias para la noche. Bien, eso era un pequeño favor, aunque sabía que las cosas no mejorarían mañana. Quizá incluso empeorarían, al mismo

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tiempo que más y más chicos irían encontrando el coraje para molestarme, con Helena Paxton, sin duda, liderando la carga. Sin embargo, no había nada que pudiera hacer sobre eso esta noche, por lo que intenté sacarlo de mi mente. Había pensado que Logan se irían también, pero el Espartano caminó entre las estanterías y se plantó en un banco tras el mostrador. Le di una mirada interrogante. —Yo me quedo aquí y te acompañaré a tu residencia esta noche. —Su cara se oscureció—. Sólo en caso de que más idiotas decidan que quieren tomarlo por sus propias manos en lo que a ti te concierne. También, pedí refuerzos. Deberían llegar en cualquier minuto. —¿Refuerzos? —pregunté—. ¿Qué refuerzos…? El sonido de zapatos sonando con fuerza contra el suelo de mármol llamó mi atención. Un minuto después, Daphne caminó con largos pasos adentrándose en la biblioteca, seguida por Oliver. Daphne desfiló hacia el centro del pasillo, su enorme monedero de Dooney & Bourke en una mano y su móvil pegado en la oreja. Ambos, el monedero y el teléfono, eran rosa y conjuntaba con el resto de su ropa. La Valquiria era la única persona que conocía que podía ir de un sólo color, de la cabeza a los pies, y que le quedara bien. Yo luciría como un montón de algodón de azúcar, si intentara llevar tanto rosa al mismo tiempo. —Sí…sí…ajá. Me alegro de que estés teniendo una buena práctica. De acuerdo, nosotros ahora estamos en la biblioteca, así que me tengo que ir. Hablamos después. Adiós, cariño. —Daphne colgó y deslizó el móvil en el monedero—. Perdón por eso. Carson está en una práctica de la banda y no puede venir. —¿Tú y Oliver son los refuerzos de Logan? Chicos, ¿han andando todo el trayecto hasta aquí solo para que volviera a mi residencia? —pregunté—. No tendrían que haberlo hecho.

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Daphne me dio una mirada afilada. —¿Bromeas? ¿Después de la forma en que Helena y sus sirvientes te rodearon en el comedor esta mañana? Uno de nosotros va a estar contigo de ahora en adelante, vayas a donde vayas, Gwen. Sólo hubiera deseado estar ahí esta mañana para abofetear a Helena para hacerla retroceder. No le había mencionado nada del incidente del desayuno a Daphne, no queriendo preocuparla, pero Logan debió decírselo, a ella y al resto de nuestros amigos. —No tenían que hacerlo —protesté, no quería arrastrarles ni a ella ni a nadie en medio de mis problemas con los otros chicos—. Además, ¿no está Alexei para eso? ¿Servicio de guardia? La Valquiria cruzó los brazos sobre el pecho y echó un vistazo a Alexei, que estaba tras de mí en su posición usual una vez más. —Aparentemente, no está muy sumergido en su trabajo, desde que casi deja que te linchen esta mañana. Sin ofender, Bogatyr. —Ningún problema —contestó Alexei tranquilamente. —Lo que sea —dijo Daphne—. Todos estamos de acuerdo, así que no sirve de nada que discutas con nosotros, Gwen. No sirve en absoluto. La Valquiria se sentó en la mesa de estudio más cercana al mostrador. Chispas rosadas destellaron y centellearon en el aire alrededor suyo, diciéndome simplemente cómo de exasperada estaba por mi culpa. Miré a Logan y a Oliver, que tenían ambos una mirada determinada en sus caras, y podía asegurar que nada de lo que dijera les haría cambiar de parecer. Adoraba que se preocuparan, pero me hacía sentir culpable que tuvieran incluso que defenderme en primer lugar. Ser mi amigo no debería ser tan difícil —o tan peligroso. —Gracias, chicos —dije, pestañeando para aguantar las lágrimas de nuevo—. Aprecio que se queden por mí. Sé que ser mi amigo no siempre es

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fácil. Especialmente justo ahora. Oliver se encogió de hombros. —No seríamos realmente amigos si nos rajamos a la primera señal de problemas, ahora, ¿no? Le sonreí y entonces me mantuve ocupada alineando los carritos detrás del mostrador para que ni él ni los demás notasen que estaba limpiándome las lágrimas de las esquinas de mis ojos. Logan se hizo a un lado para hablar con Daphne sobre el concierto de la banda. Carson no era el único que estaba incluido en el evento. El Espartano, junto con Oliver y Kenzie, eran guardias de honor que habían sido asignados para cuidar de los miembros de la banda, desde que el concierto se daría en el Auditorio Aoide y no aquí en el campus. Aparentemente, hacer el concierto en el auditorio era una tradición anual en Mythos, una que las Potencias estaban determinadas a mantener, a pesar del hecho de que Loki estaba libre. Supongo que ellos y el Protectorado querían enviar un mensaje a todo el mundo, —estudiantes y Cosechadores— de que el Panteón no estaba asustado y de que no iban a agacharse y esconderse de la guerra que se acercaba. Oliver se inclinó hacia mí. Alexei nos miró a ambos desde donde estaba apoyado contra la pared del complejo de oficinas. —Logan nos dijo lo que pasó esta mañana —dijo Oliver en voz baja para que solo yo lo oyera—. Siento que Alexei no te ayudara. Me pareció muy genial cuando le conocí en las vacaciones de invierno. Pero ahora que sé que sólo se quedó ahí mientras tpu tenías que enfrentar a todos los demás chicos… Un anhelo triste hizo que bajara los hombros, con la misma expresión miserable que Alexei tenía en la cara. Sabía que si se lo pedía, Oliver ignoraría a Alexei y pretendería que nunca se conocieron. Pero Oliver estuvo allí por mí cuando le necesité, y quería que mi amigo estuviera contento,

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incluso si eso implicaba a Alexei. —Ve —dije, dándole al Espartano un empujoncito—. Ve a hablar con él. El problema en el que estoy no tiene nada que ver con ustedes dos. Si te gusta, eso es lo que importa. Sólo espero que él sea suficientemente bueno contigo. Porque si te hace daño, Protectorado o no, voy a patear totalmente su trasero. —Hice una pausa—. O quizá Daphne y Logan me ayuden a patear su trasero. No estoy segura de que pueda hacerlo por mí misma. Sea como sea, su culo va a ser definitivamente pateado. Oliver me dio una sonrisa. —¿Alguna vez te dije lo buena amiga que eres? Le sonreí de vuelta. —Bueno, esta cosa de buena amiga no va a durar mucho. Así que mejor ve allí y habla con él antes de que cambie de idea. Oliver me sonrío aún más. Enderezó los hombros y se encaminó hacia Alexei. Ambos empezaron a hablar en voz baja, y era como si Alexei de repente hubiera cambiado y se hubiera convertido en una persona completamente diferente. Él era tan serio cuando me miraba, tan distante, tan reservado, pero con Oliver, el calor llenaba su cara, sus ojos se arrugaban en las esquinas mientras sonreía, y todo su cuerpo se relajaba. Hizo que mi ánimo se relajara un poco al verlos a ambos juntos. Mientras estuve atrás en las estanterías, Nickamedes había rellenado un carrito más de libros que necesitaban ser colocados en sus estantes. Puesto que todos los demás estaban ocupados hablando, agarré el carrito. Justo cuando empecé a hacerlo rodar alrededor del mostrador oí un sonoro bostezo. Miré hacia abajo y noté a Vic mirándome desde fuera de la mochila. —¿Al fin te despiertas de tu última siesta? —pregunté. La espada pestañeó. —Bueno, no es como que tenga otra cosa que hacer, ya sabes. No hasta

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que nos encuentres más Cosechadores para matar. Soñaba con Lucretia y con cómo planeo rajarla en dos la próxima vez que la vea. Lucretia era la espada de Vivian, la cual hablaba igual que Vic. Por lo que hube recolectado, Vic y Lucretia eran viejos enemigos, desde que Lucretia había ido pasando a través de los Campeones de Loki año tras año, justo como Vic había ido pasando de mano en mano desde uno de los antecesores Frost al siguiente. Las espadas eran tan sólo otra cosa más en la que Vivian y yo nos parecíamos, junto con el hecho de que ambas compartíamos el don gitano otorgado por nuestros respectivos dioses. Mientras a mí me habían dado la psicometría o el toque mágico, Vivian tenía lo que ella llamaba como magia del caos, aunque realmente era más como telepatía. Sea como fuere, el poder de la chica Cosechadora le permitía hacer que la gente viera y oyera cosas que no estaban realmente ahí. Algunas veces, pensaba que Vivian y yo éramos cara y cruz en una misma moneda —muy parecidas en algunas cosas y tan diferentes en otras. —No tengo ni idea de dónde están Vivian y Lucretia —dije a la espada—. Sabes que si tuviera la más ligera idea de dónde se esconden, estaría por allí cargando contra ellas. —Lo sé, lo sé —refunfuñó Vic—. Y más pena da que no lo sepas. Porque sería feliz haciéndolas pedazo por ti. Su media boca se dobló en un silencioso puchero, como si justo hubiera perdido posiciones en su negocio favorito. Suspiré. Sabía que si no hacía algo para animarle, Vic estaría en uno de sus humores por el resto de la noche. Y las personas creen que los adolescentes son temperamentales. Por favor. Deberían pasar algo de tiempo con Vic. —¿Quieres dar una vuelta? —pregunté. Vic puso su ojo en blanco. —Bueno, me haría polvo si paso otra hora en lo alto del sangriento mostrador o dando otra cabezadita. Incluso yo no puedo dormir tanto

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tiempo. Agarré la espada, la saqué fuera de su funda y la dejé en lo alto del carrito de metal para que viera a dónde íbamos. Después, empujé el carrito de vuelta a las estanterías y empecé a poner en los estantes el resto de libros. Vic mantuvo una conversación constante mientras yo trabajaba, hablando y hablando y hablando sobre las cosas horribles que le iba a hacer a Lucretia la próxima vez que las dos espadas se cruzaran en una pelea. Cada poco tiempo yo añadía un ajá o un por supuesto que lo harías o incluso un ¿de

verdad? Pero Vic no necesitaba que siguiera la conversación. A veces, pensaba que la espada podría estar hablando por siempre —con o sin audiencia. Finalmente, coloqué en la estantería el último libro, di la vuelta con el carrito, y me dirigí hacia el mostrador. La biblioteca cerraba en diez minutos, y estaba más que preparada para agarrar la mochila y volver a mi habitación para la noche. Conduje el carrito por un pasillo hasta un cruce de estanterías. Un movimiento me llamó la atención, y giré la cabeza a tiempo para ver a alguien agacharse tras una librería a varios metros de distancia. Me congelé, preguntándome si había sido mi imaginación, si quizá mis ojos me estaban engañando. Entrecerré los ojos y miré por un hueco del estante. Suficientemente segura, un segundo después, vi a alguien moverse entre las filas de delante y hacia mi derecha. La figura estaba de espaldas a mí, por lo que no pude averiguar quién era debido también a las sombras que ocultaban esta parte de la biblioteca. Suspiré. Una de las razones por la que la biblioteca era tan popular era porque los chicos amaban escabullirse entre las estanterías y enrollarse con sus últimos noviazgos —y no estaba hablando de sólo besitos como Logan y yo habíamos hecho. Oh, no. Muchos de los estudiantes de Mythos pensaban

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que "ir hasta el final" en la biblioteca era algo súper genial para hacer. Lo que sea. Siempre lo odié porque cada vez que Nickamedes me hacía limpiar aquí atrás encontraba cosas asquerosas, incluidos condones usados. Puaj. Sin duda la misteriosa forma era uno de los niños prodigio guerreros que acababa de hacerlo con su actual cariño. O quizá era uno de mis compañeros de clase que quería molestarme una última vez esta noche. Amontonar libros para que se cayeran y me asustaran cuando estaba trabajando hasta tarde, era otro de los juego que algunos estudiantes amaban practicar. Y teniendo en cuenta lo sucedido en el comedor, no me extrañaría que después de lo de Helena alguien más estuviera acechándome, esperando para saltar sobre mí y golpearme fuertemente con algo, como querían esta mañana —o peor. Precavida

ahora,

empujé

el

carrito

hacia

delante,

moviéndome

paralelamente a la figura de entre las sombras. Aparentemente, había suavizado todo ese chirrido de las ruedas porque apenas hacían ruido mientras rodaba el carrito por el suelo. Acababa justo de caminar por otro cruce, intentando alcanzar a la figura, cuando vi el borde de una toga negra girar con violencia por una esquina de una estantería seis metros más adelante. Me congelé de nuevo, mis nudillos crujieron a la vez que mis manos agarraron con fuerza el manillar del carrito. Encuentros o no, bromas o no, los estudiantes de Mythos no llevaban togas negras —los Cosechadores del Caos, sí. Con el corazón golpeando con fuerza, agarré a Vic, que estaba en la parte superior del carrito, y me apresuré tras la figura. —¿Qué estás haciendo? —me preguntó la espada con la voz suavemente amortiguada debido a que su boca estaba tapada por mi mano—. ¿Por qué dejas el carro allí detrás? También tienes que llevarle al mostrador. —Cállate, Vic —murmuré—. Creo que hay alguien más en la biblioteca.

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Sin embargo, la espada no me escuchó. —Pues claro que hay alguien en la biblioteca. Tus amigos están aquí, ¿lo recuerdas? —Sí —respondí—. Pero ninguno de ellos lleva una toga negra. El ojo purpúreo de Vic se amplió y sentí su boca curvarse en una sonrisa bajo mi palma. —Sangrientos Cosechadores —dijo con placer evidente—. ¡Vamos a matarlos a todos! Resistí las ganas de decirle que se callara de nuevo y corrí hacia delante. Estábamos en la parte trasera de la biblioteca, detrás del cristal del complejo de oficina y una vez más se oían susurros delante. Desaceleré llegando al final de una de las estanterías y eché un vistazo en la esquina. Oliver y Alexei estaban a diez metros, casi en el mismo sitio donde Nickamedes y Linus habían discutido antes. Había pensado que quizá ambos se habían escabullido aquí atrás para enrollarse, pero entonces noté que se estaban mirando el uno al otro. ¿Ya estaban teniendo problemas? —Debes distanciarte de Gwen —dijo Alexei—. Por lo que oigo, las cosas no van a ir bien para ella mañana. Por lo menos, será expulsada de la academia. No tengo que decirte el castigo máximo que tienen los condenados por ser Cosechadores. Oliver se mordió el labio. Aparentemente, sabía que el Protectorado me ejecutaría, si me condenaban culpable. Me preguntaba si los demás también lo sabían. Probablemente. Mis amigos habían crecido en el mundo mitológico. Sabían mucho mejor que yo cuales eran las reglas —y las consecuencias si las rompías. —Por favor —dijo Alexei tendiendo la mano—. ¿No podemos hacer que las cosas vuelvan a ser como en vacaciones? Por un momento, el rostro de Oliver se suavizó con los recuerdos. Sus ojos

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se llenaron de anhelo, y miró la mano de Alexei, queriendo claramente tomarla. Pero lentamente sacudió la cabeza. —Gwen es mi amiga —dijo Oliver—. Y no voy a abandonarla simplemente porque esté en problemas, especialmente cuando ella no ha hecho las cosas por las cuales el Protectorado la acusa. Casi muere intentando encontrar la Daga Helheim e intentando ponerla a salvo de los Cosechadores. Deberías haberla visto esa noche que la encontramos en el bosque en la puerta Garm. Estaba devastada por todo lo que había ocurrido. Alexei suspiró y lentamente bajó la mano. —Quizá lo estuviera, pero eso no será suficiente para salvarla. No del Protectorado. Será declarada culpable, ella y todo el mundo que se ponga de su lado. Los dos chicos se quedaron ahí, balanceándose sobre sus pies y sin mirarse a los ojos el uno al otro. La culpa retorció mi corazón. Oliver por fin tenía una oportunidad de ser feliz, y la estaba rechazando por mi culpa. No sé si yo hubiera hecho lo mismo si nuestras posiciones se intercambiaran. Si Logan hubiese estado frente a mí, suplicándome de esa forma. Oliver era de lejos más buen amigo que yo… Una vez más, visualicé en un parpadeo un movimiento en las estanterías. Mi cabeza giró en esa dirección, y agarré con más fuerza a Vic. —Vamos —susurré—. Muéstrate. Un segundo después, un Cosechador apareció. El Cosechador llevaba una toga negra con la capucha puesta, guantes de cuero negro y una llamativa máscara atada con una goma —una que se parecía a la parte de la cara de Loki fundida. La misma perversa, derretida y arruinada cara que veo cada vez que cierro los ojos. De alguna forma la máscara lucía incluso más horrible en el Cosechador, quizá porque sabía que había una persona de verdad tras ella, alguien que prometió servir a Loki,

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alguien que felizmente hacía todas las cosas terribles que el demoníaco dios ordenaba que hicieran los Cosechadores. Como mentir a sus amigos. Sacrificar personas. Matar guerreros. Asesinar chicos como yo. Todavía, me forcé a mí misma a mirar hacia el Cosechador para ver si era capaz de conseguir alguna pista sobre quién estaba realmente tras la horrible máscara de goma. A pesar de los pliegues hinchados de la toga, la figura parecía esbelta, pero aún podía ser tanto un hombre como una mujer, mayor o joven. Aunque no pensaba que fuese Vivian Holler. Vivian era de mi tamaño, y este Cosechador era unos cuantos centímetros más alto que yo. Además, ella no tenía ninguna razón para esconder su identidad tras una máscara ya que todo el mundo sabía que era la Campeona de Loki. —Cosechador —gruñó Vic en voz baja—. Vamos a matarle, Gwen. Asentí hacia la espada y me dirigí hacia delante cuando vi otra figura moviéndose entre las estanterías. Paré y pestañeé, preguntándome si mis ojos me engañaban —pero no lo hacían. Porque esa figura llevaba también una toga negra —y no estaba sola. Dos figuras más se movieron con lentitud entre las estanterías de detrás, después unos cuantos más, tantos que perdí la cuenta. Se me heló la sangre ante la horrible vista. Cosechadores —los Cosechadores de alguna forma consiguieron entrar en la Biblioteca de Antigüedades. Y estaban a punto de matar a Oliver y a Alexei.

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Traducido por Isane33 Corregido por Gorelia

l primer Cosechador que había visto levantó un puño y los demás se detuvieron. El líder hizo una señal con la mano y los demás poco a poco comenzaron a separarse, formando un semicírculo alrededor de Oliver y Alexei. Los dos chicos habían empezado a discutir de nuevo, por lo que ni se dieron cuenta de los Cosechadores acercándose sigilosamente a ellos. Mi cabeza giró hacia la izquierda, mientras buscaba a Logan y a Daphne, pero no vi a mis amigos. Los Cosechadores habían… ¿ya habrían llegado a? ¿Ya los mataron? El terrible pensamiento me hizo querer gritar, pero me obligué a respirar y concentrarme en lo que tenía que hacer ahora —salvar a Oliver y a Alexei. Di media vuelta y corrí más profundamente en las estanterías. —¿A dónde vas? —exigió Vic—. ¿Por qué estás huyendo? ¡Los Cosechadores están atrás! —¡Lo sé! —le susurré a la espada—. ¡Confía en mí! Corrí de vuelta a donde había dejado el carrito de metal, lo agarré con la mano libre, me di la vuelta y regresé por la dirección que había venido, empujando el carrito delante de mí. Cuando llegué al cruce, viré a la derecha, luego giré a la izquierda tres estanterías arriba. Un Cosechador, un hombre por su tamaño, estaba en el otro extremo del pasillo. Una espada curva brillaba en su mano y la giró hacia atrás y adelante varias veces mientras se preparaba para saltar de su escondite y atacar a Oliver y a Alexei. Apuré el paso, obligándome a correr más rápido.

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El Cosechador debió haber oído el sonido de mis pasos golpeando contra el suelo de mármol o tal vez el débil crac-crac-crac de las ruedas del carrito porque su cabeza se giró a mi dirección —pero era demasiado tarde. Choqué el carrito contra el Cosechador tan fuerte como pude. Maldijo y se tambaleó hacia atrás. Trató de recuperar el equilibrio, pero se tropezó con sus pies y se despatarró hasta detenerse en medio del espacio abierto —justo en frente de Oliver y Alexei. Los chicos se quedaron mirando al Cosechador, luego a mí, con expresiones sorprendidas. —Cosechadores —grité—. ¡Cosechadores en la biblioteca! Como si mis palabras los hubieran convocado mágicamente, de repente los Cosechadores nos rodearon, saliendo de las estanterías, como un enjambre de abejas asesinas. Figuras vestidas de negro se precipitaron aquí, allá y en todas partes. Delante de mí, el Cosechador que había golpeado con el carrito empezó a levantarse, así que choqué el carrito de metal contra él de nuevo. Volvió a caer al suelo. El carrito no lastimó al Cosechador, no realmente —pero Vic lo hizo. Empujé el carro fuera del camino, di un paso hacia adelante y saqué la espada, luego la bajé hacia el centro del pecho de Cosechador. La sangre salpicó por todas partes, su reciente olor húmedo y metálico escocía en mi nariz. El hombre gritó una vez y luego se quedó inmóvil. Tal vez debería haberme sentido mal por apuñalarlo cuando estaba en el suelo, pero no lo hice porque sabía que él me habría hecho lo mismo si hubiera tenido la oportunidad. Me di la vuelta. Oliver y Alexei estaban espalda contra espalda, con los puños arriba y listos, mientras los Cosechadores se acercaban más y más a ellos. —Oh, mira —dijo uno de los Cosechadores, en voz baja y gutural—. Dos pequeños guerreros sin una espada con ellos. Esto va a ser divertido.

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El Cosechador que había hablado era el líder, el que yo había notado primero. Un hombre, a juzgar por la voz profunda, aunque algo en su tono parecía un poco… raro. Como si estuviera fingiendo su voz más baja de lo que era por alguna razón. El jefe rió y todos los demás se unieron, los sonidos de risas entre dientes llenos de malicia astuta y mortal. Mi corazón se hundió porque me di cuenta que el Cosechador tenía razón. No importa que tan valiente o experto fueran, sin armas, Oliver y Alexei serían un blanco fácil, ya que todos los Cosechadores llevaban espadas largas y curvas. Claro, Oliver era un Espartano y realmente no necesitaba un arma para luchar, pero no podía esquivar a todos esos Cosechadores y a todas sus espadas —no por mucho tiempo. Miré a mi alrededor, preguntándome cómo podía salvarlos y un destello de cristal me llamó la atención. Mi mirada se clavó en la caja del artefacto que Alexei había estado mirando antes —el que tenía dos espadas en él. Un Cosechador se separó del círculo alrededor de Oliver y Alexei y corrió hacia mí. Esperé a que la figura estuviera al alcance, luego giré a su alrededor y corrí hacia la caja del artefacto. Patiné hasta detenerme en frente de la caja. Algo brilló en el terciopelo negro junto a las espadas y me di cuenta de que era el papel de plata en la tarjeta que identificaba las armas. Las Espadas de Ruslan. Eso fue todo lo que leí antes de levantar en alto a Vic, luego giré la cabeza y bajé la espada lo más fuerte que pude. El cristal se hizo añicos con un rugido y sentí los pedazos pasar volando por los aires, hiriendo mis manos y brazos, pero no me importó. El dolor era pequeño en comparación con lo que les sucedería a Oliver y a Alexei si no les ayudaba. Las dos espadas estaban cruzadas una sobre la otra y revestidas en una funda doble de cuero gris, por lo que fui capaz de agarrar todo con una mano…

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Las imágenes inundaron mi mente tan pronto como toqué la vaina. No estaba sorprendida de que mi psicometría empezara a tener efecto, pero la intensidad de los recuerdos y sentimientos relacionados con la vaina y la espada me dejaron sin aliento. En un instante, la biblioteca se había ido y yo estaba de pie en medio de una ventisca feroz, congelada hasta los huesos, los gritos resonando en mis oídos mientras una lucha rugía a mi alrededor. Presa del pánico, giré de un lado a otro, tratando de empujar los recuerdos. No tenía tiempo para esto, no cuando Oliver y Alexei estaban en peligro y un Cosechador estaba corriendo detrás de mí. Pero cuanto más rápido giraba, más se enfocaba la escena, como si estuviera ampliándola con una cámara. Mi mirada se clavó en un hombre en el seno de la batalla. Me llevó un momento darme cuenta de que estaba luchando con dos espadas, probablemente las dos espadas que tenía en la mano en estos momentos. Pero había algo familiar en él, algo acerca de la forma en que se movía, como si estuviera bailando con sus enemigos en vez de luchar contra ellos… —Gwen —oí decir a Vic, aunque la voz de la espada parecía distante y lejana—. ¡El Cosechador viene a por ti! ¡Espabila! ¡Ahora mismo! Sacudí la cabeza y las imágenes y recuerdos se desvanecieron, aunque mis dientes castañeteaban todavía por el frío y parecía como si mi aliento se helara en el aire. Pero, ¿cómo era posible? Hacía calor en la biblioteca… —¡Gwen! —gritó Vic nuevo. Por instinto, me escabullí a la derecha.

¡CLANC! El Cosechador que había esquivado antes bajó su espada donde yo había estado parada un segundo antes. Su arma se atascó en la base de madera de la caja del artefacto y maldijo, tratando de liberarla. ¿Qué pasaba con la gente siempre intentando matarme en la biblioteca? Nickamedes realmente

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necesitaba poner carteles de advertencia. “Peligro: Trabajar aquí puede ser peligroso para su salud”. Ya que mis manos estaban llenas con Vic y las otras espadas, di una patada y logré darle al Cosechador en la rodilla. Algo se rompió bajo mi zapatilla de deporte y él aulló de dolor cuando su pierna se dobló y cayó al suelo. —¡Esa es mi chica! —gritó Vic—. ¡Patéalo de nuevo! Así que le di otra patada, golpeando mi zapatilla en la máscara de goma del Cosechador tan fuerte como pude. Él gimió y se apartó de mí, tratando de meterse debajo de la caja del artefacto para que no pudiera darle una patada por tercera vez. Pero yo ya me estaba alejando y corriendo hacia el círculo de los Cosechadores. Los otros Cosechadores estaban tan concentrados en Oliver y Alexei que no se dieron cuenta que había regresado a la lucha. Puse mi hombro hacia abajo y salí disparada hacia el más cercano a mí, empujando al Cosechador fuera del camino y rompiendo el círculo. —¡Oliver! ¡Alexei! ¡Armas! —grité y empujé la funda en las manos de Alexei. Alexei suavemente sacó una de las espadas antes de ofrecerle la otra a Oliver, quien negó con la cabeza. —Toma la segunda espada. ¡Dame la funda en su lugar! —gritó Oliver. Alexei le tendió el cuero. Oliver sacó la doble funda, dejando a Alexei blandir las dos espadas. Oliver levantó la funda vacía en la mano y luego realmente sonrió. No sabía por qué o qué pensó Oliver que podría hacer con un pedazo de cuero… El Espartano esquivó un golpe de un Cosechador y luego se dio la vuelta así que estuvo detrás de su atacante. En un instante, Oliver había envuelto las correas de la funda alrededor de la garganta del Cosechador como una

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especie de tornillo de banco de cuero. Oliver retorció las piezas de cuero y el cuello del Cosechador se quebró con un audible crac.

Oh. Así que eso es lo que iba a hacer con él. Debería haber sabido que tenía algo en mente, que su instinto asesino Espartano lo incitaría a hacer algo inteligente y letal. Oliver me notó mirándolo con los ojos muy abiertos. Me sonrió y se acercó a luchar con el próximo Cosechador. Y así, la batalla cambió. Los Cosechadores, que habían estado riendo y avanzando poco a poco, se detuvieron en seco y Oliver y Alexei presionaron su ventaja. Los dos cargaron contra el círculo de Cosechadores, las espadas gemelas de Alexei destellaban como un fuego de plata debajo de las luces de la biblioteca, mientras que Oliver envolvía los extremos de la funda alrededor del cuello de otro Cosechador. En un segundo, habían matado a dos Cosechadores. En otro, dos más habían caído al suelo. Pero todavía había un montón de Cosechadores que faltaban. Uno vino por mí y apreté las manos en Vic y salí a su encuentro.

Zas-zas-zas. El Cosechador blandió su espada contra mí una y otra vez, pero me centré en sus manos y pies, era capaz de anticipar sus movimientos y defenderme de ellos. Entonces, me lancé al ataque, golpeando a Vic en arcos feroces y líneas de apuñalamiento. En mi quinto pase, me las arreglé para cortar con la hoja el hombro del Cosechador. Él gritó y seguí ese movimiento hasta pasar a Vic por su corazón. El Cosechador cayó al suelo, todavía gritando…

¡Crac! Un puño se estrelló contra mi mandíbula y me di cuenta que un Cosechador se había deslizado por mi lado ciego. Me tambaleé hacia atrás. Mis zapatillas resbalaron en un charco de sangre y caí al duro suelo de mármol.

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El Cosechador se rió y levantó su espada. Aturdida, levanté a Vic, poniendo la espada entre nosotros, a pesar de que sabía que no tenía la fuerza para desviar el golpe que iba a venir… Una flecha dorada floreció como una flor en el centro del pecho del Cosechador y cayó al suelo. Miré detrás de mí y vi a Daphne parada sobre una de las mesas de estudio de este lado de la biblioteca, su arco ónix en la mano. El arco de Sigyn, el que había conseguido en el Coliseo Crius, el que seguía reapareciendo en su dormitorio, sin importar cuántas veces le diera el arma a la profesora Metis. Una nube de humo dorado apareció y la valkiria alcanzó el carcaj a juego de ónix atado a su espalda y sacó otra flecha dorada para reemplazar la que recién había disparado. Un momento más tarde, Logan estaba a mi lado. El Espartano me tendió la mano y me ayudó a levantarme. Logan estaba bien, Logan y Daphne estaban bien. El alivio rugió a través de mí. —Chica Gitana, te dejo sola durante unos minutos y ¿qué sucede? Los Cosechadores invaden la biblioteca —dijo él, sus ojos de hielo casi brillando con anticipación. Logan me sonrió y se metió en la pelea. Pronto, estaba junto a Oliver y Alexei, los tres moviéndose en un paso casi perfecto entre ellos mientras se enfrentaban a los Cosechadores, mientras Daphne interceptaba a los demás con su arco y flechas. En cuestión de segundos, mis amigos habían matado a dos Cosechadores más y estaban rodeando a los demás. Me di la vuelta, lista para pelear con el próximo Cosechador, cuando noté a uno de ellos deslizándose en las estanterías. No simplemente cualquier Cosechador, sino el líder alto y delgado. Fruncí el ceño. La lucha estaba aquí. Entonces, ¿por qué uno de los Cosechadores estaría retirándose? Nunca se retiraban. Su propósito en la vida era matar a los guerreros — no huir. Mis ojos se estrecharon. A menos que tal vez matarnos no fuera la

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única razón por la que estaban en la biblioteca.

Hay muchos artefactos aquí que él quiere, muchas cosas poderosas y personas aquí que él necesita para finalmente derrotarnos, la voz de Nike susurró en mi mente. Tenía perfecto sentido. Los artefactos en la Biblioteca de Antigüedades tenían mucho poder y Nike me había dicho que había cosas aquí que a Loki le encantaría tener en sus manos, cosas que podría ayudarlo a él y a los Cosechadores a finalmente derrotar al Panteón. ¿Y si… si la lucha era sólo una distracción? ¿Una forma para los Cosechadores de ocultar porqué realmente habían venido aquí esta noche? Iba a averiguarlo. Apreté mis manos en Vic, pasé junto a otro Cosechador moribundo al que Daphne acababa de dispararle en el cuello con una flecha y corrí como un rayo hacia las estanterías. —¡Chica Gitana! —gritó Logan—. ¡Espera! Pero no quería esperar. Quería obtener respuestas y todo lo que tenía que hacer para conseguirlas era atrapar al Cosechador.

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Traducido por Escorpio Corregido por Bazzinga

orrí de regreso a las estanterías, mi cabeza girando de un lado a otro mientras intentaba averiguar en que dirección se había ido el Cosechador o que podría hacer después. Llegué a un cruce y me detuve, respiraba con dificultad e intenté tranquilizar el rápido latido-latido-latido de mi corazón así podría escuchar a donde se había ido el líder. Por una vez, Vic estaba callado, y me obligué a tomar aire con tranquilidad. Incliné mi cabeza hacia un lado, después al otro, deseando tener los mejorados sentidos que muchos de los estudiantes de Mythos tenían. Pero no los tenía. Todo lo que tenía eran mis instintos, así que me dirigí a la derecha, hacia la parte delantera de la biblioteca. Los Cosechadores habían llegado por la parte trasera, así que lo que sea que quisieran no estaba a ese lado en realidad. De lo contrario ya se hubieran marchado con eso. Tenía sentido, ¿verdad? No sabía como sonaba mi razonamiento, pero decidí seguir mis instintos. Me moví a través de las estanterías tan rápido como pude, deteniéndome al final de cada estantería, cada pasillo, cada cruce, para mirar y escuchar. Sin embargo, el Cosechador me llevaba demasiada ventaja, y no vi ninguna pista de movimiento en ningún lugar. Finalmente, cuando estaba a punto de darme por vencida y regresar con los otros, oí el distintivo sonido de tin-tin del vidrio contra el suelo. Me detuve. El sonido se repitió y giré en esa dirección. Me apresuré hacia adelante, todavía deteniéndome para mirar en cada estante. Sólo porque pensara que el Cosechador podría estar detrás de algo

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no quería decir que no pudiera ser una trampa, y el líder podría estar escondido en un rincón oscuro, listo para quitarme la cabeza con su espada. Los Cosechadores estaban llenos de trucos como ese. Vivian lo había estado. No creo que el Cosechador que perseguía fuera Vivian, pero ella me había engañado antes, y no iba a permitir que pasara de nuevo. Finalmente, vi al Cosechador a través de los estantes. Subí a la estantería que estaba más cerca de él y miré alrededor. El Cosechador se detuvo frente a una vitrina que se encontraba delante de una estantería con algunos libros viejos y rotos. Ya había roto el cristal en la parte superior de la vitrina y estaba usando una espada para golpear los últimos fragmentos de en medio. Algo blanco voló fuera de la caja, y cayó al suelo, junto con el cristal, pero el Cosechador no pareció darse cuenta, y no podía decir lo que era desde aquí. Tal vez una tarjeta de identificación de algún tipo. El líder alcanzó algo hermoso dentro de la vitrina, era una caja rectangular que estaba descansando en un soporte amplio, de terciopelo negro. La caja estaba hecha de algo suave, una piedra de aspecto lechoso, y una serie de joyas estaban puestas en la superficie brillante, incluyendo un topacio, una joya turquesa, y un rubí rojo sangre, haciendo juego con unas esquirlas enjoyadas. El Cosechador arrojó a un lado la base, tomó la caja y la sostuvo en alto con una mano, admirando la forma en que las joyas captaban la luz y se reflejaban de vuelta, antes de deslizar la caja en uno de los bolsillos de su capa. Metió la mano en la vitrina de nuevo y sacó un anillo de topacio, un brazalete de esmeraldas y un collar que incluía un gran rubí en forma de corazón rodeado de otros más pequeños. Los artículos desaparecieron en sus bolsillos también. Avancé, decidida a detener al Cosechador —y mis zapatillas chirriaron sobre el suelo. Me quedé quieta, esperando que el sonido no se hubiera

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escuchado, pero por supuesto que lo había hecho. El Cosechador se dio la vuelta, pero no parecía tan sorprendido de verme allí parada. En cambio, me dio la impresión de que estaba sonriendo debajo de esa horrible máscara de Loki. Un poco de rojo fuego brilló vívidamente en las profundidades de los ojos del líder —el color rojo de los Cosechadores que había llegado a odiar más que a cualquier otra cosa. —¡Quédate donde estás! —ordené—. ¡Estás rodeado! Era mentira, pero levanté mi espada y caminé hacia el Cosechador como si la pelea hubiera terminado, y Logan y mis amigos estuvieran realmente aquí para ayudarme. El Cosechador bufó, sin llegar a creer mi mentira ni por un segundo. Apreté mis manos sobre Vic, esperando que el malvado guerrero se abalanzara contra mí, pero en lugar de eso hizo algo completamente inesperado —se dio la vuelta y se echó a correr. —¿Qué estás esperando? —demandó Vic—. ¡Atrapa a ese sangriento Cosechador para que pueda cortarlo en tiras! Tomé aire y lo perseguí. El Cosechador zumbó por el pasillo en el que estábamos, luego empezó a zigzaguear por las estanterías. Rompió a la derecha y luego a la izquierda por un cruce, luego a la derecha, derecha, derecha y finalmente a la izquierda de nuevo. Me quedé atrás con cada paso hasta que a duras penas pude mantener a la vista al otro guerrero. —¡Rápido, Gwen! —gritó Vic—. ¡Lo estás perdiendo! Cómo si no pudiera ver eso por mí misma. Tomé otra respiración y me hice correr mucho más rápido, di la vuelta a la esquina —sólo para darme cuenta de que el Cosechador había desaparecido. Mis pasos se hicieron más lentos, después se detuvieron, miré a la izquierda luego a la derecha buscando al Cosechador, pero todo lo que veía eran libros y más libros junto a algunas mesas de estudio y vitrinas. La frustración me llenó, pero seguí escaneando el área. Nada —

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absolutamente nada. Empezaba a bajar por otro pasillo cuando una brisa fresca me besó el rostro. Mis ojos se estrecharon. La Biblioteca tenía un clima controlado para proteger todos los libros y artefactos. No debería haber brisa —a menos que alguien hubiera abierto una ventana o una puerta. Seguí los remolinos de aire, rodeé otra estantería, y me encontré en una de las entradas laterales de la biblioteca. La puerta estaba abierta. Así que por ahí era donde él había salido. Agarrando a Vic con más fuerza, atravesé la puerta fácilmente y miré hacia afuera. La noche envolvía el patio superior, las sombras habían manchado todo de color negro como la tinta. Había caído un poco de nieve mientras estaba en la biblioteca, las manchas blancas destacaban como estanques plateados en la oscuridad. El balcón que rodeaba el edificio estaba vació, así que podía ver el patio principal. Salí y me acerqué a la pared del balcón. Me quedé mirando la oscuridad, explorando el patio, esperando obtener un vistazo del Cosechador corriendo por la nieve espolvoreada en la grama, pero era demasiado tarde. El Cosechador se había ido —y también los artefactos que había robado.

*** Disgustada conmigo misma por no atrapar al Cosechador, me apresuré a regresar al interior de la biblioteca, asegurándome de cerrar la puerta lateral detrás de mí. No tenía duda de que mis amigos se habían encargado ya de los otros Cosechadores, así que volví sobre mis pasos hasta la vitrina del artefacto que el líder había roto. Quería saber exactamente lo que había estado dentro de ella y cómo esos artefactos podrían usarse contra el Panteón. El Cosechador había despedazado la parte superior de la vitrina, y los

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trozos de cristal y madera estaban esparcidos por el suelo. Algunos libros habían caído sobre una plataforma lo que añadía confusión, por lo que me llevó unos minutos buscar a través de todo eso y encontrar el documento de identificación que estaba dentro de la vitrina. Para mi sorpresa, era sólo una tarjeta, a pesar de que había visto como el Cosechador había tomado todos los artículos.

La Caja del Recuerdo de Apate. Esa caja de joyas se rumoreaba que había pertenecido a Apate, la Diosa Griega del engaño. Apate era conocida por su amor a las joyas y coleccionaba tantas que los otros dioses estaban celosos de sus galas. Para mantener sus posesiones seguras, Apate encantó la caja para que si alguien que no fuera ella la abriera, la caja parecería vacía, en lugar de estar llena de objetos de valor, como realmente estaba... Bien, entonces la caja tenía una especie de encanto mágico en ella, algún tipo de ilusión que mantenía lo que sea que hubiera adentro, seguro. Fruncí el ceño. Según la tarjeta, la caja no parecía tener ningún grandioso poder mágico, ni mencionaba la joyería en absoluto. Entonces, ¿por qué un Cosechador se arriesgaría a venir a la biblioteca para robarlas? Claro, todas esas joyas eran sin duda inestimables, pero Loki había recompensado a sus seguidores con oro, plata y más, cómo los otros dioses hacían con sus partidarios en el Panteón. Los Cosechadores tenían dinero, tanto como todos los demás tenían en el mundo mitológico. Entonces, ¿por qué tomarse la molestia por más gemas? ¿Por qué no fue por algunas de las espadas de la biblioteca? ¿O la armadura? ¿Algo con magia y un poder más obvio? —¿Una caja? —preguntó Vic, expresando mis pensamientos—. ¿El Cosechador tomó una sangrienta caja? ¿Por qué? ¡Ni si quiera es un arma! Mi cabeza empezó a doler por todas las preguntas que se agolpaban en mi mente, pero aunque lo intentara, no podía entender por qué era tan especial la caja o la joyería. Tenía que haber algo aquí que me estaba perdiendo porque los Cosechadores nunca hacían nada sin un propósito, sin un objetivo final en mente.

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—¡Gwen! —La voz de Daphne se deslizó por la biblioteca hasta mí—. ¿Dónde estás? ¿Estás bien? —¡Por aquí! —grité—. ¡Estoy bien! ¡No te muevas! ¡Voy hacía ti! Aún preocupada, eché un vistazo hacia la vitrina destrozada antes de regresar con los otros.

*** Logan, Daphne, Oliver, y Alexei estaban detrás de la biblioteca, acurrucados en un nudo apretado en medio de los cuerpos muertos de los Cosechadores. La Valquiria me miró primero, y chispas rosas de princesa brotaron de sus dedos como fuegos artificiales, diciéndome lo contenta que estaba de verme. —¡Ahí estás! —dijo Daphne dándome un abrazo apretado—. ¿Por qué saliste corriendo así? ¡Estábamos preocupados por ti! —Lo sé. Lo siento, pero ustedes le estaban ganando a los otros, y no quería dejar que el último Cosechador escapara. Les hablé a los otros acerca de ver al Cosechador escapar, y como lo perseguí en las estanterías, sólo para verlo robando artefactos. —¿Qué artefactos? —preguntó Oliver. Me encogí de hombros. —Eso es lo extraño. Fue sólo una caja y algunas joyas. Ni siquiera parecían tener mucha de la magia que se les atribuía, de acuerdo a la tarjeta de identificación. No sé por qué harían tantos problemas para entrar aquí sólo por tomar esas cosas. ¿Por qué no tomaron algunas de las armas en su lugar? ¿Cosas más poderosas? ¿O al menos más útiles en una batalla? —Los Cosechadores no tienen que tener sentido común —dijo Logan con voz oscura.

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Hice un gesto a los cuerpos que yacían en el suelo con sangre. Mis amigos les habían quitado las máscaras, revelando los ojos vidriosos y opacos de los Cosechadores y sus rostros llenos de dolor. El grupo estaba casi divido a partes iguales de hombres y mujeres, todos adultos. —¿Y qué hay de los Cosechadores? ¿Alguien sabe quiénes son? ¿O la manera en que podrían haber conseguido entrar al campus y en la biblioteca sin levantar ningún tipo de alarma? Logan sacudió la cabeza. —No reconozco a ninguno de ellos. ¿Y tú Alexie? Él también sacudió la cabeza. —No. Ninguno de ellos me parece familiar. —Tal vez Gwen pueda averiguar algo con su magia —dijo Oliver, mirándome—. Ya sabes, como hiciste en la casa de tu Abuela. Hice una mueca. Oliver estaba hablando de cómo había usado mi destello mágico en el hombre que había estado con Preston y Vivian cuando habían atacado a la Abuela Frost hacía un par de semanas —el hombre que había muerto en lugar de mi abuela. No me había gustado tocar a ese hombre muerto, y ciertamente no quería hacer lo mismo con un grupo de Cosechadores muertos, pero Oliver tenía razón. Tal vez mi psicometría me daría un poco de información acerca de los Cosechadores y por qué querían los artefactos. —¿Chica Gitana? —inquirió Logan. Suspiré. —No me gusta pero lo haré. De uno en uno, fui de Cosechador en Cosechador, quitándoles los guantes

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ensangrentados, tocando sus manos, y viendo que vibraciones salían de ellos. Pero todos los recuerdos y las emociones de los hombres y las mujeres habían empezado a desvanecerse, y las únicas imágenes que vi eran las de los Cosechadores pelando contra mis amigos y a continuación, los destellos cegadores de dolor que sentían antes de que murieran a causa de sus heridas. Terminé con el último Cosechador, sacudí mi cabeza, y me puse en pie. —No hay nada. Sólo unos cuantos recuerdos de la pelea. Todo lo demás ya se ha ido. Oliver puso su brazo sobre mi hombro. —Bueno, estoy contento de que lo hiciéramos bien. Alexei y yo hubiéramos estado en un mundo de dolor, si no te las hubieras arreglado para conseguir esas espadas y la vaina para nosotros, Gwen. Le di un ligero codazo en las costillas. —Hubieras hecho lo mismo por mí. Oliver sonrió. —Quizá. Le di un codazo más duro. —Definitivamente. Nos quedamos allí contemplando los cuerpos. Logan tomó aire. —Bien, supongo que será mejor que llame a mi padre y le diga lo que ha pasado. A Metis y Ajax también... —¿Gewndolyn? —una voz familiar me llamó—. ¿Dónde estás? ¿Por qué no estás en el mostrador?

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Me había olvidado de Nickamedes quién había salido a hacer unos recados, pero ahora estaba de regreso —y la biblioteca era un desastre una vez más. Los libros y los vidrios rotos estaban esparcidos en el suelo, sin hablar de los Cosechadores muertos tirados en medio del desorden como muñecas que alguien olvidó guardar. Hice una mueca. Esto no iba a ser agradable. —¿Gwendolyn? —llamó de nuevo. Pero no había forma de esconderse de él, así que le grité: —¡Por aquí! Unos segundos más tarde, Nickamedes dobló la esquina del complejo de oficinas. —¿Qué estás haciendo aquí atrás? Estoy listo para cerrar la biblioteca durante la noche... El bibliotecario levantó la vista del libro que había estado leyendo, y detuvo sus pasos. Sus cejas se alzaron en su rostro y sus ojos se abrieron mientras miraba a toda la sangre y los cuerpos en el suelo. Su boca cayó abierta, y una chispa familiar de ira comenzó a arder en su mirada azul. Me miró. Me estremecí de nuevo. Sabía lo que venía ahora. —Puedo explicarlo... Nickamedes levantó la mano, cortándome. —Ni siquiera quiero escucharlo. —Pero... Lo intenté de nuevo pero Nickamedes sacudió la cabeza, con los hombros caídos. —No, Gwendolyn —dijo con tono resignado—. Es culpa mía. Debí haberlo sabido cuando te dejé sola en la biblioteca. Las cosas siempre parecen...

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romperse cuando lo hago. Bueno, eso era una manera de decirlo. Por al menos no me gritaba... Nickamedes se irguió en toda su estatura. —Me alegro de que todos estén bien, pero Cosechadores o no, mi biblioteca está una vez más en un estado de desorden total... La voz del bibliotecario era un poco más fuerte y un poco más aguda con cada palabra pero me quedé allí y escuché su discurso en silencio. Pensé que le debía mucho a Nickamedes por arruinar la biblioteca por segunda vez en menos de un año.

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Traducido por Cezzi ƸӜƷ Corregido por QueenDelC

ickamedes me sermoneó durante unos cinco minutos antes de que finalmente se calmara lo suficiente como para llamar a Metis, Ajax, Raven y Linus. Sabía que tenía que decirle a Linus lo que había sucedido, pero no haría nada para cambiar la baja opinión del hombre sobre mí —especialmente desde que Logan había estado involucrado. Linus pensaba que yo era una mala influencia para el Espartano, y parte de mí comenzaba a preguntarse si tenía razón. Yo era una Campeona, lo que significaba que era un blanco para los Cosechadores. Eso ya era bastante malo, pero el hecho de que fuera Campeona de Nike,era lo que me ponía en el número uno en la lista de “Personas A Quienes Matar” de los Cosechadores. Mientras Logan estuviera conmigo, siempre estaría en peligro —y también mis amigos. Amaba a Logan, y a también a mis amigos, pero a veces no podía evitar preguntarme si todos estarían mejor sin mí. Carson casi había muerto en el Coliseo Crius hacía unas semanas, y sólo era cuestión de tiempo antes de que alguien saliera lastimado —o peor. Pero también sabía que no podía ser una Campeona sin ellos. Simplemente no podía. Eran mis rocas, mis amigos, mi familia ahora. Sin su amor y apoyo, habría muerto hacía mucho tiempo. Pero no sabía qué hacer para proteger a mis amigos, excepto matar a Loki. Algo de lo que aún no tenía ni idea de cómo hacerlo. Esos eran los pensamientos oscuros, culpables que se arremolinaban a través de mi mente mientras mis amigos y yo estábamos sentados en las

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mesas de estudio en la parte posterior de la biblioteca. Ya había agarrado mi mochila de debajo del mostrador, limpiado de sangre de Vic, y puesto de nuevo en su vaina de cuero. No sabía que, en todo caso, sabía el Protectorado acerca de la espada hablante, pero tenía la sensación de que sería mejor si él estaba fuera de vista. Además, Vic estaba encantado en tomar una siesta ahora que la pelea había terminado. —Fue una buena noche de trabajo —dijo Vic con voz satisfecha, antes de soltar un bostezo—. Hubiera sido mejor si hubiéramos conseguido al último de los Cosechadores, pero vas bien Gwen. La próxima vez los tendremos a todos… Sus ojos se cerraron, y un minuto después, estaba roncando. Acababa de deslizar a Vic en mi mochila cuando Metis, Ajax y Raven llegaron, junto con hombres y mujeres vestidos de negro y empujando camillas metálicas. Por primera vez, me di cuenta de que los hombres y mujeres tenían el mismo emblema cosido en sus cuellos con hilo blanco — debía ser una especie de marca del Protectorado porque el mismo símbolo también estaba estampado en las bolsas negras que habían traído con ellos. Me senté junto a Logan y observé a Ajax, Nickmades y Raven monitorear a los trabajadores, quienes limpiaban el desorden y cargan los cuerpos de los Cosechadores sobre las camillas para llevarlos al edificio de ciencias y matemáticas, donde estaba la morgue de la academia. Los cuerpos fueron retirados rápidamente, pero mi mirada se detuvo en toda la sangre en el suelo. Me estremecí. Una vez más, no podía dejar de pensar que podría haber sido nuestra sangre salpicada por todos lados —la sangre de mis amigos, mi sangre. Ese pensamiento me hizo sentir enferma. La profesora Metis, se acercó a la mesa y puso su mano sobre mi brazo. —¿Estás bien, Gwen?

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Asentí con la cabeza. —Estoy bien. Y lo estaba —físicamente, al menos. Sólo había conseguido unos golpes y moretones durante la lucha, junto con algunos cortes por haber aplastado el estuche que contenía las espadas Ruslan. De hecho, todos habíamos salido más o menos bien de la batalla. Oliver tenía una profunda herida en su bíceps izquierdo, Alexei tenía un corte en la mejilla derecha, y Logan tenía varios raspones y golpes en manos y brazos, pero Metis y Daphne usaron su magia para curarnos a todos. Una vez hecho eso, Alexei tomó un trapo de uno de los trabajadores y comenzó a limpiar la sangre de las espadas. Oliver y Logan se agruparon junto a él, examinando las armas, con Daphne replicando que no eran tan geniales como su arco. Mientras mis amigos hablaban, me senté inmóvil y en silencio y cómo cargaban los cuerpos, con Metis de pie junto a mí. —¿Está mal que me esté acostumbrando a esto? —pregunté finalmente. Ella me dio una sonrisa triste. —No sé si es malo, pero es triste —definitivamente triste. Observamos a los trabajadores unos minutos antes de que Metis moviera de repente la cabeza. —Dijiste que los Cosechadores se habían llevado algunos artefactos. Muéstrame dónde, y cuáles. La dirigí hacia las estanterías y le mostré la vitrina rota, los libros caídos, y los cristales rotos. Logan nos siguió, al igual que Alexei. Al parecer, había vuelto a la vigilarme ahora que la lucha había terminado. Metis estudió el desastre durante un minuto antes de volverse hacia mí. —¿Gwen? Estaba preguntando lo mismo que Oliver —si podría usar mi magia para

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ver si podría obtener alguna vibración de algo. Asentí con la cabeza, me agaché sobre mis rodillas, y envolví la mano alrededor de una pieza de madera rota. Mi psicometría empezó a hacer efecto, y la imagen del Cosechador golpeando una espada contra la caja y astillando la madera llenó mi mente, junto con el sonido de los cristales rompiéndose. Me concentré, tocando otras piezas de madera y vidrio, pero todos los recuerdos eran iguales. Después de un minuto, me puse en pie. —¿Algo? —preguntó Metis. Negué con la cabeza. —Nada importante, justo como con los cuerpos que toqué antes. Todo lo que vi fue al Cosechador rompiendo la caja. Metis tomó la tarjeta de identificación y la leyó, como yo había hecho anteriormente. Luego miró hacia la caja vacía. —No lo entiendo —murmuró—. ¿Por qué los Cosechadores tomarían algo así? ¿Por qué pasar por todos esos problemas cuando hay cosas mucho más valiosas aquí? —Lo sé —dije—. La caja y las joyas son hermosas, pero no me parece que tengan algún poder real en absoluto. —O tal vez, todo esto sea un truco inteligente para quitar al Protectorado de su camino —dijo una voz grave. Me volví para ver a Linus caminar en grandes zancadas por el pasillo, seguido por Inari y Sergei. Agrona también estaba con ellos, caminado detrás de los otros. Los miembros del Protectorado se detuvieron, formando una sola fila en el pasillo. Suspiré. Aquí íbamos de nuevo. Linus me dirigió una mirada fría. —Una vez más, parece que está justo en medio de un ataque de

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Cosechadores, señorita Frost. Esa es una mala costumbre suya. ¿Le importaría decirme que pasó? Miré a Metis, quien asintió. Respiré y le conté todo —que vi de los Cosechadores acercarse sigilosamente a Alexei y a Oliver, que les advertí del ataque, la batalla, después perseguí al Cosechador, que me di cuenta de que el malvado guerrero estaba robando artefactos, y finalmente cómo había escapado el Cosechador. Cuando terminé, Linus centró su mirada helada en Alexei. —Se supone que no ibas a dejar que la señorita Frost estuviera fuera de tu vista. —Le gritó al chico—. Entonces, ¿por qué estaba sola en las estanterías, supuestamente acomodando libros? Un rubor se extendió en las mejillas de Alexei, y abrió la boca pero lo corté. —Porque tenía trabajo que hacer y estaba cansada de que me estuviera vigilando como un maldito halcón, así que le dije que iba al baño y le di esquinazo —mentí—. Probablemente estaba preguntando a Oliver dónde estaba cuando los Cosechadores atacaron. Las cejas de Alexis se juntaron con sorpresa, pero el rostro de Linus estaba más helado que antes. —Fuiste elegido para esta tarea porque eres uno de los jóvenes guerreros más prometedores en el Panteón —espetó Linus—. Sin embargo, ni siquiera terminaste el día sin ser burlado por esta chica. Tal vez había estado juntándome mucho tiempo con Vic, pero no podía dejar de hablar. —Bueno, soy bastante inteligente en ese sentido —dije en tono sarcástico. Una vena saltó de la sien de Linus, y casi podía oírle rechinar los dientes. —Incluso los guerreros más dedicados pueden tener un lapsus

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momentáneo —dijo Inari—. Le pasa al mejor de nosotros. —Denle a mi chico un descanso —intervino Sergei con una voz mucho más fuerte y defensiva que Inari—. Todo salió bien al final, ¿no? Linus volvió su mirada hacia el otro hombre. —Si por “bien” te refieres a que los Cosechadores de alguna manera irrumpieron en la Biblioteca de Antigüedades sin levantar ningún tipo de alarma, atacando a los estudiantes, y el robo de artefactos, entonces sí. Supongo que todo salió “bien”. Sergei dejó escapar una bocanada de aire, pero no dijo nada más. Inari le puso una mano en el hombro, en silencio señalando a su amigo que lo tomara con calma. Agrona estaba de pie junto a ellos, aún callada, a pesar de sus hermosas facciones estaba concentrada mientras pensaba, y seguía jugando con su collar, frotando la cadena de oro entre sus dedos. Linus dirigió su mirada hacia mí. —O tal vez esto era parte de su plan desde el principio para desviar las sospechas de usted, señorita Frost. Alejarse de Alexei y luego levantar una supuesta alarma sobre el ataque de los Cosechadores. Tal vez la razón por la que no levantaron ninguna alarma fue porque usted los dejó entrar en la biblioteca. Tal vez la razón de que el último Cosechador se fuera con los artefactos fue porque ese fue su plan desde el principio. —¿Mi plan? —dije, mi voz tan fría y enfadada como la suya—. Mi plan sólo era sobrevivir y ayudar a mis amigos a que hicieran lo mismo. Nada más. A pesar de lo que usted piense, no soy una mente maestra Cosechadora criminal. Estoy tratando de detenerlos. Linus resopló. —Oh, lo dudo, dada la evidencia reunida que hemos recolectado. Sus palabras hicieron que mi estómago se retorciera de preocupación, pero me obligué a mantener la calma y no dejar mostrar mi miedo. Logan se

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acercó a mí y tomó mi mano con la suya. Tan pronto como sus dedos tocaron los míos, su cálida preocupación se apoderó de mí, barriendo todo lo demás. Le dirigí una sonrisa de agradecimiento. La mirada de Linus se desvió hacia nuestras manos entrelazadas durante un momento antes de suspirar. —Está bien. Vamos a reunir a todos y revisaremos esto de nuevo. Tú también, Logan. Quiero escuchar lo que viste también. Ven conmigo. Linus se dio la vuelta, su capa gris ondeando a su alrededor mientras caminaba por el pasillo. Sergei, Alexei y Metis le siguieron. Logan me miró con duda en sus ojos. —Está bien —dije—. Ve. Logan asintió, y corrió detrás de los otros. Dejándome a solas con Agrona en frente de la caja rota. Ella jugueteó con su collar de oro por un momento, antes de finalmente suspirar y dejar que se deslizara entre sus dedos. —Lo siento por mi esposo —dijo ella con voz suave—. Está bajo mucha presión ahora que Loki está libre. Además, él y Logan tienen una… relación difícil. Siempre la han tenido. Ella sonrió, y me sentí impresionada una vez más por lo hermosa que era. Me pregunté qué había visto en un hombre como Linus, que parecía tan cínico y frío con todo el mundo a su alrededor. —Pero realmente quiere a Logan —agregó Agrona—. Yo estaba descansando cuando Linus recibió la llamada sobre el ataque, y dejó todo para venir aquí. Apenas lo alcancé antes de que se fuera. Asentí con la cabeza. Tal vez Linus realmente se preocupaba por Logan, pero pensé que tenía una extraña manera de demostrarlo —o más bien de no demostrarlo. O simplemente no le gustaba por todas las cosas hirientes que había dicho sobre mi madre —y sobre mí. Agrona me dio otra sonrisa triste y fue a reunirse con los otros.

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Miré los restos del artefacto destrozado, preguntándome una vez más por qué el Cosechador tomaría como recuerdo la caja en lugar de algo más poderoso, algo que pudiera ser utilizado para herir a otra persona. Me agaché entre el cristal brillante. Mi mirada se posó en algo que sobresalía debajo de la estantería, y me di cuenta que era el soporte de terciopelo en el que había estado acomodada la caja. Recordé haber visto al Cosechador tocar el soporte, aunque el guerrero llevaba guantes en ese momento. Aun así, tal vez, podría usar mi psicometría para ver por qué el Cosechador había querido tanto la caja. Me incliné hacia adelante y extendí mi mano hacia el soporte... Algo se movió a mi izquierda. Mis ojos se movieron en esa dirección, y me di cuenta que Inari me observaba desde las sombras, desde el otro lado del pasillo. Pensé que se había retirado con los otros, pero aparentemente no. Ni siquiera lo había oído deslizarse detrás de mí. Había un par de estudiantes Ninjas en Mythos, así que sabía que el ser sigiloso era una de las habilidades de las que se enorgullecían —ser capaces de deslizarse detrás de las líneas enemigas sin ser detectados y matar Cosechadores antes de que supieran qué los golpeó. Daphne también me había dicho que los Ninjas tenían algún tipo de poder, una especie de magia, que les permitía entrar en cualquier edificio, sin importar lo mucho que estuviese protegido. Su capacidad era algo así como la invisibilidad, pero en lugar de desvanecerse en la nada, de alguna manera los Ninjas se mezclaban en las sombras y el ambiente para que otras personas miraran por encima de ellos sin realmente verlos. Justo como el ataque en la biblioteca esta noche. Recordé la manera en que los Cosechadores se habían movido tan silenciosamente a través de las estanterías, especialmente el líder. A pesar de ser guerreros entrenados, ni Oliver ni Alexei habían notado a los Cosechadores acercándose más y más cerca de ellos. Por otra parte, los dos chicos habían tenido una discusión muy intensa en ese momento. Aun así, no pude evitar notar que Inari tenía el mismo cuerpo esbelto que el líder de

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los Cosechadores. No creo en las coincidencias —ya no. Y tener Cosechadores del Caos atacando la Biblioteca de Antigüedades el día después de que el Protectorado había llegado parecía demasiado conveniente. Vivian Holler había parecido la más callada, linda, y tímida chica en Mythos, pero había resultado ser la Campeona de Loki. Así que no sería demasiado descabellado pensar que uno de los miembros del Protectorado fuese realmente un Cosechador disfrazado. Dejé caer mi mano a un lado. Si Inari era un Cosechador, no quería darle ninguna pista de que sospechaba de él —o que pensaba que podía conseguir alguna vibración aquí. En lugar de eso, utilicé un trozo de madera para deslizar el terciopelo más por debajo de la estantería. Volvería más tarde y tocaría el soporte y las estanterías de alrededor para ver lo que mi psicometría me rebelaba. También hice un gran espectáculo sacudiendo mis manos del polvo, incorporándome sobre mis pies. Inari seguía mirándome, su rostro inexpresivo, como si fuera una estatua mirándome desde un segundo piso. Después de unos segundos, se puso a caminar detrás de mí y me siguió hacia la parte principal de la biblioteca. Al parecer, Linus decidió preguntarle a Logan primero, porque estaba de pie a un lado de su hijo, con Agrona rondando cerca. Por la expresión tensa en el rostro de Logan, supe que habían estado hablado de mí. Metis estaba hablando con Sergei, Nickmedes, Daphne y Oliver. Ella saludó a Inari, y el Ninja se movió para unírseles. No vi a Raven por ningún lado. Debió haberse ido con los trabajadores y con los cuerpos. Eso me dejaba sola —hasta que Alexei se acerco a mí. Pensé que iba a quedarse mirándome en silencio como lo había hecho todo el día, pero en cambio, extendió la mano y tocó mi brazo. Alexei vaciló.

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—Quería darte las gracias… por salvar mi vida esta noche.

Y la de

Oliver. Si no nos hubieras avisado cuando lo hiciste… —No fue nada. —Eso no fue nada —protestó—. Mi primera asignación del Protectorado, y me dejé… distraer por Oliver cuando se suponía que debería esta vigilándote. Le fallé al Protectorado, y le fallé a mi padre. —Tu padre parece estar bien con la manera en la que te las arreglaste — dije—. Además, todo el mundo comete errores. Créeme. He hecho unos muy grandes recientemente. Ya sabes, ser engañanda para enncontrar la Daga Helheim, verme obligada a liberar a Loki, condenando al mundo entero. Hice una mueca. Traté de hacer mi voz ligera, pero hasta yo podía oír la oscuridad de mis palabras. Ellos no eran algo con lo que se bromeara. Especialmente ahora. —Sí, pero entraste en medio de la pelea —dijo Alexei—. Y te aseguraste de que Oliver y yo tuviéramos las armas necesarias para defendernos. —Habrías hecho lo mismo por mí, por cualquier guerrero. Él negó con la cabeza. —No estoy seguro de eso. Mis órdenes eran vigilarte —y nada más. —¿Es por eso no hiciste nada en el comedor esta mañana? ¿Y cuando esos chicos me arrojaron sus refrescos afuera de la biblioteca? ¿Debido a que Linus te dijo que no interfirieras? Él asintió con la cabeza. —¿Y ahora? Se encogió de hombros. —Ahora, no sé qué pensar. Sergei hizo un gesto a su hijo, y Alexei caminó hacia él. Bueno, no era

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exactamente una disculpa por quedarse de brazos cruzados mientras me amenazaban, pero era un comienzo. Por ahora, me quedaría con lo que podía conseguir. Porque tenía la sensación de que las cosas se iban a poner mucho peor antes de mejorar —si alguna vez lo hacían.

*** Finalmente, una hora después, todos habían dado sus declaraciones al Protectorado, y fuimos libres de abandonar la biblioteca. —Vaya directamente a su dormitorio, señorita Frost. —Me advirtió Linus—. Alexei, asegúrate de que llegue. Alexei asintió con la cabeza, el alivio en su rostro al hecho de que le estaban dando una segunda oportunidad para vigilarme. —Yo también me voy —dijo Logan. Linus abrió la boca para discutir, pero vio la dureza en la mandíbula de Logan. —Está bien. Te veré en el desayuno por la mañana, como habíamos planeado. No llegues tarde. Logan suspiró, pero asintió con la cabeza a su padre. Me despedí de Daphne y Oliver, luego salí de la biblioteca con Logan y Alexei. El frío había aumentado mientras estábamos en el interior, y la nieve había cubierto el suelo desde que me había parado en el balcón buscando al Cosechador. Me estremecí y envolví mi bufanda gris un poco más apretada alrededor de mi cuello para ayudar a mantener el frío fuera. Eran casi las diez, y todos los estudiantes ya estaban a salvo y cómodos en sus habitaciones para pasar la noche. Los tres llegamos al Salón Estigia sin ver a nadie más. Nos detuvimos en la parte inferior de la escalera y Logan se volvió a Alexei. —¿Puedes darnos unos minutos a solas, por favor? —preguntó el

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Espartano. Pensé que Alexei diría que no, debido a lo que le había dicho Linus en la biblioteca, pero el Bogatyr asintió con la cabeza y se movió para quedar de pie debajo de unos árboles que rodeaban la residencia de estudiantes. Logan me miró fijamente, sus ojos azules de alguna manera brillando, a pesar de las sombras que nos rodeaban. —¿Cómo lo llevas, chica Gitana? —preguntó con una voz suave. —Oh, ya sabes. Otro día, otra noche, otra batalla a muerte con los Cosechadores en la biblioteca —bromeé—. Es el especial de la Academia Mythos. Logan sonrió un poco, pero ambos podíamos escuchar lo huecas que sonaban mis palabras. —¿Por qué crees que el Cosechador tomó esa caja? —preguntó—. Sé que dijiste que no recibiste ningún destello del soporte con tu magia. Negué con la cabeza. —No, nada útil. Sólo al Cosechador rompiendo el cristal y tomando los artefactos. Regresaré mañana y volveré a intentarlo, en caso de que no haya visto algo. Logan asintió con la cabeza, y nos quedamos en silencio durante unos segundos. —Siento lo de mi padre—dijo. —Está bien. Sólo está haciendo su trabajo. Prefiero que esté aquí y preocupado por ti que no tenerlo cerca, ¿tú no? Logan negó con la cabeza. —Tal vez. Pero preferiría que no le hable mal a mi novia cada vez que puede. Empezó a hablarte mal de nuevo esta noche en la biblioteca antes de que Agrona lo distrajera para cambiar de tema.

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Mi aliento se quedó en mi garganta al escuchar la palabra que Logan acababa de decir. —¿Novia? —susurré. Logan me dio una sonrisa torcida. —Bueno, sí. Eso es lo que somos ahora, ¿no? ¿Juntos? ¿Como una pareja real? A pesar de todas las cosas horribles que habían sucedido durante los últimos días, la felicidad estalló en mi corazón como fuegos artificiales pintando de colores el cielo y explotando en cientos de colores. Si hubiera tenido la magia de una Valquiria, las chispas hubieran salido de mis dedos, como rayos. Por un momento, todo era brillante, hermoso y perfecto — simplemente perfecto. Entonces, Logan frunció el ceño, como si otro pensamiento se le acabara de ocurrir. —A menos que te cueles en las estanterías y te besuquees con cualquier chico que te salve la vida un par de veces. Rodé mis ojos y lo golpeé ligeramente en el hombro. —Ahí vas de nuevo, arruinando el momento. El Espartano se echo a reír y me atrajo hacia sus brazos. El calor de su cuerpo se apodero de mí, ahuyentando el frío y despertando todos los sentimientos que tenía por él —sentimientos que me hicieron desear que Alexei no estuviera a pocos metros de distancia. —Me alegro que estés bien —dije en voz baja, mirándolo. —Tú también. —Cuando vi a los Cosechadores en la biblioteca, estaba tan preocupada de que quizá te hubieran matado y a Daphne… —Mi garganta se cerró, y no pude sacar las palabras para decirle lo asustada que había estado de

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perderle. —Pero salí de otra batalla y también tú, chica Gitana —dijo con una voz suave—. No importa lo que pase, siempre voy a regresar a ti. —¿Lo prometes? —pregunté con voz temblorosa. Los ojos de Logan brillaron con determinación glacial. —Lo prometo. Se inclinó hacia delante, apoyando su frente contra la mía. Me puse de puntillas y lo besé una vez, delicadamente, antes de poner mi cabeza en su pecho. Los brazos de Logan me cubrieron alrededor de la espalda, y me acercó aún más cerca. Y nos quedamos así, juntos, sosteniéndonos en la fría oscuridad tanto tiempo como pudimos.

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Traducido por Bazzinga Corregido por Ruth m.

o había pensado que fuera posible, pero el día siguiente fue aún peor que el anterior. Se corrió la voz sobre el ataque de los Cosechador en la biblioteca, como siempre sucedía, y solo hizo que los estudiantes se enfadaran más conmigo. Aparentemente, todos creyeron que yo lo había planeado todo, precisamente como Linus había creído. Duras murmuraciones y comentarios sarcásticos me seguían a donde quiera que fuera. —¿Dónde está tu traje negro, Cosechadora? —¿Traerás a más de tus amigos al campus para atacarnos? —¿Por qué no te pierdes solamente, perra asesina? Me había acostumbrado a ser ignorada por los otros chicos, pero ahora era el centro de atención en Mythos. Todo el mundo me observaba constantemente y cada vez que metía la mano en mi bolso por un bolígrafo o un trozo de papel, los otros estudiantes, e incluso algunos de mis profesores, se tensaban, como si fuera a sacar a Vic de su vaina y a matarlos a todos. Algunos de mis compañeros de clase, como Helena Paxton, probablemente buscaban que hiciera eso, así podrían arremeter contra mí con sus propias armas. Mantuve mi rostro en blanco y no respondí a las amenazas e insultos, aunque las palabras y acusaciones dolían como dagas invisibles cortando una capa de piel a la vez, dejando mi cuerpo expuesto, y doliéndome de la cabeza a los pies.

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Pero mis amigos mantuvieron su promesa de cuidarme la espalda. Daphne y Carson me acompañaron de una clase a otra por la mañana, mientras, los tres nos sentábamos con Logan y Oliver durante el almuerzo. Otros chicos miraban a mis amigos, pero nadie quería echárselos encima, especialmente a Logan. Alexei también estaba ahí, mirando y siguiéndome todo el día. No hablaba mucho, pero de vez en cuando asentía con la cabeza. Parecía haberse vuelto menos frío conmigo. Pero mis amigos no podían estar conmigo en mis clases, y todos los demás estudiantes empujaron sus escritorios lejos del mío una vez más. Finalmente, llegó la hora de gimnasia. Ayer había permanecido en el borde de las alfombras durante todo el período, mirando al resto luchar. Hoy me preguntaba si sería aún más humillante —o peligroso. Había pensado que alguno de los estudiantes quizá decidiera venir detrás mí con sus armas, pero, para mi sorpresa, algunas personas se pusieron de pie por mí. —Hoy entrenaré con Gwen —anunció Morgan McDougall en voz alta antes de que el entrenador Ajax pudiera asignarnos compañeros al azar, como a veces hacía. La Valquiria hizo girar un bastón en sus manos, chispas verdes de magia disparándose de sus dedos. —Yo también —intervino Talia Pizarro. La Amazona se paró junto a Morgan, cortando el aire con su espada. Las chicas estaban lanzando una advertencia a los demás, y les dediqué sonrisas de agradecimiento. Morgan me hizo un guiño con sus cálidos ojos color avellana. —¡Eh! —dijo—, nosotras, las zorras de la escuela, debemos mantenernos juntas, ¿cierto? Sabía que Morgan quería decir la palabra zorra como una clase de broma interna entre nosotras, y mi sonrisa se ensanchó un poco.

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—Será mejor que lo creas. Carson también se puso de mi parte en Historia de la Mitología, dejando su escritorio justo frente al mío y sonriéndome antes de enterrar su nariz en una pila de partituras y quedándose de esa forma hasta que Metis comenzó la clase. Carson estaba obviamente estresado por el concierto de invierno de mañana, así que lo dejé solo. Además, tenía otras cosas en mente que hacer —mi juicio inminente, por ejemplo. Con los otros estudiantes burlándose de mí y el ataque de los Cosechadores, no había tenido la oportunidad de pensar demasiado sobre el juicio, pero Linus había dicho que empezaría hoy después de clases. Durante todo el día, había estado echándole vistazos a los relojes en las paredes, comprobando las horas y los minutos que pasaban, hasta que lo estuve haciendo todo el tiempo. La última campana del día sonó, señalando el final de Historia de la Mitología. Me senté en mi lugar y esperé hasta que los otros estudiantes se fueran antes de ponerme en pie. Una vez más, mantuve mi rostro tranquilo, pero mis movimientos eran lentos y rígidos, y sentí como si hubiera un par de manos en lo profundo de mi pecho, atando mis entrañas en nudos más y más fuertes. Alexei se mantuvo en una esquina, mirándome, al igual que lo había hecho todo el día. Metis guardó sus papeles en su maletín y se volvió para enfrentarme. —Es la hora —dijo—. Por favor, sígueme. Asentí sin saber qué más hacer, sin saber qué más podría hacer sin abrir mi boca e insistir una vez más en que el Protectorado se equivocaba, que no era una Cosechadora. Me colgué la mochila por encima de mi hombro. Se sentía ligera, casi vacía sin Vic dentro. Había devuelto la espada a mi habitación después de mi clase de gimnasia. No quería que diera su opinión cuando no necesitaba ni que dijera algo malo en mi juicio y se arriesgara a que el Protectorado lo

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alejara de mí. Naturalmente, Vic se había quejado por ser dejado atrás. —¿Gwen? —preguntó Metis—. ¿Estás bien? —Claro —dije—. Simplemente genial. Vamos a terminar con esto. Seguí a Metis fuera del aula hasta el final del pasillo y luego afuera. Alexei se arrastró detrás de mí, y Sergei e Inari estaban esperando al final de los escalones del edificio de Historia e Inglés, supuse que para evitar que huyera. Los dos hombres se acoplaron a mi paso, uno a cada lado, con Metis a la cabeza y Alexei en la retaguardia. Cruzamos el patio en silencio, aunque las miradas y murmullos se alzaban en nuestro camino. Daphne, Carson, Logan y Oliver estaban también fuera, en el patio, justo frente al edificio de Ciencias y Matemática. Mis amigos me miraron fijamente con rostros llenos de preocupación. A ellos no se les permitía asistir a mi juicio, así que ese era el único apoyo que podrían darme. Miré a mis amigos y sonreí como si todo fuera a ir bien, pero no me detuve a hablar con ellos. Si lo hacía, no sabía si sería capaz de salir de esto. Me arrastré escaleras arriba hacia el edificio de Ciencias y Matemáticas y fui dentro con los demás. Luego fuimos abajo, abajo y abajo con Metis introduciendo los códigos en los teclados y recitando algunas palabrejas mágicas cuando era necesario. Muy pronto, sin embargo, estábamos en el nivel más bajo frente a la puerta que conducía a la prisión de la academia. Miré las esfinges talladas en piedra, pero una vez más las criaturas miraban a sus pies en vez de a mí. Metis utilizó su llave maestra para abrir la puerta, y sentí la mano de Sergei en mi brazo durante un momento, guiándome gentilmente hacia adelante. Tragué y di un paso a través de la puerta hacia el otro lado. La prisión se veía igual que siempre —el escritorio de Raven en la esquina, celdas de vidrio apiladas una sobre la otra, balanzas talladas a

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mano en el techo abovedado. Pero había dos cosas nuevas. Una mesa de interrogación de piedra estaba en el mismo lugar que antes, directamente frente a la escultura, aunque era dos veces más grande que la mesa en la cual siempre se sentaba Preston. Pero lo que realmente captó mi atención fue una segunda mesa, que había sido colocada en el lado opuesto. Juntas, las dos mesas creaban una figura en forma de "T", con la segunda mesa formando la parte de arriba de la letra. En la segunda mesa también se había fijado un estrado de piedra, elevándose a varios pies del suelo, y siete sillas estaban detrás de ella. Ahí es donde mi jurado se sentará, pensé con amargura. Mirando hacia abajo y juzgándome desde arriba. Una mano tocó mi hombro, y un débil y familiar tintineo sonó. Me giré, y la Abuela Frost estaba allí. Vestía un traje de pantalón negro con sus habituales zapatos negros, y llevaba atado al cuello un pañuelo violeta y otro en su cabello. Las monedas de plata en los extremos brillaban a la luz. —¡Abuela! —dije y la abracé fuertemente. Ella alisó mi cabello. —No te preocupes, calabaza. Estoy aquí contigo. Vamos a poner a raya a estos patanes. —Y yo también —interrumpió otra voz. Dejé ir a mi abuela para ver a Nickamedes de pie detrás de ella. —No lo entiendo. El bibliotecario se irguió en toda su estatura. —Estoy aquí para representarte en tu defensa y comprobar que tus derechos no sean violados. —¿Harías eso por mí? ¿A pesar de que la otra noche destruyera la biblioteca de nuevo? Hizo una pequeña mueca, pero sus ojos permanecieron amables en su

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rostro. —Aun así. —Si han terminado con los cumplidos —dijo Linus Quinn, caminando por la prisión junto con Agrona, Ajax y Raven—, comencemos. La puerta se cerró, dejándonos a todos en la prisión. El sonido parecía hacer eco a través de toda la cámara una, otra, y otra vez hasta que la fuerza de éste sacudió mis dientes. Me tragué mi creciente temor y seguí a Nickamedes a la mesa de interrogatorios. Tomé asiento en el medio, con el bibliotecario a mi derecha y la Abuela Frost a mi izquierda. La abuela tomó mi mano entre las suyas, pero la calidez de sus dedos y la sensación de su amor no fueron suficientes para ahuyentar el frío que se había metido en mis huesos y el temor que se despertó en mi corazón. Alexei se movió para estar detrás de mí y a mi derecha. Los otros subieron los escalones hacia el estrado y ocuparon sus asientos detrás de la mesa. Linus se sentó en el medio, con Agrona, Inari, Sergei, Raven, Metis y el entrenador Ajax tomando las otras sillas. Metis me dio una sonrisa alentadora, pero sabía que las probabilidades estaban en mi contra. Había siete personas en el jurado, lo que quería decir que necesitaba al menos cuatro votos para obtener la mayoría. Metis y Ajax estarían de mi lado, pero dudaba que alguno de los demás lo estuviera, excepto, quizás, Raven. Miré a la anciana, y ella me devolvió la mirada. Por un instante, sus rasgos titilaron como si no fuera su propio rostro, como si hubiera otra persona al acecho bajo las arrugas y manchas. Eso mismo había sucedido pocas semanas atrás en el Coliseo Crius. Parpadeé y Raven era solamente Raven de nuevo. Extraño, pero nuevamente algo en ella era raro, incluyendo el hecho de que ya parecía aburrida. Bueno, no me importaba si estaba aburrida o si se dormía durante todo el maldito juicio, siempre y cuando se pusiera del lado de Metis y Ajax al final.

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Pero incluso si lo hiciera, aún necesitaría al menos que un miembro más del jurado votara por mí, y no sabía quién podría ser. Por supuesto, Linus no, quien ya había dejado bien claros sus sentimientos por mí. Dudaba que Agrona votara contra su esposo, así que me quedaban Inari y Sergei. Los miré, y ambos me miraron de vuelta con expresiones suaves, sin decirme nada sobre lo que podrían pensar o qué habían descubierto sobre mí mientras habían estado en el campus. Cuando todos estuvieron sentados, Linus tomó un pequeño martillo y lo golpeó contra la mesa. —Ahora venimos al orden. Todos se calmaron, y tomé aire, mi juicio estaba a punto de comenzar.

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Traducido por Elizzen Corregido por Mir

inus mezcló algunos papeles encima de la mesa, mientras los demás hacían lo mismo. Todo el mundo excepto Raven, quien parecía estar leyendo otra de sus revistas de cotilleo sobre celebridades. Por lo menos, me pareció ver una portada viva y brillante escondida en uno de los montones de papeles que tenía delante de ella. Me vio mirándola y se encogió levemente de hombros. Era bueno saber que estaba tomándose esto tan seriamente. Mientras el Protectorado se preparaba para empezar, yo miraba fijamente el techo abovedado. Tal vez era un truco de la luz, pero la mano que sostenía el par de balanzas parecía particularmente prominente hoy, casi como si estuviera esforzándose por perforar la piedra encima de mi cabeza. Mientras observaba, un suave crujido llenó mis oídos y las balanzas comenzaron a inclinarse hacia un lado, como si ya hubiera sido declarada culpable. De hecho, parecía que las balanzas estuvieran bajando más y más, casi como si fueran a manar fuera del techo y estrellarse en mi cabeza, aplastándome donde estaba sentada… Parpadeé y una vez más la escultura era solo una escultura, y las balanzas estaban perfectamente equilibradas. A veces, mi Don Gitano me hacía ver cosas que no estaban realmente allí, como las fotos que siempre parecían cobrar vida en mis libros de historia de la mitología, pero esas balanzas inclinándose habían sido espeluznantes, incluso para Mythos. Me estremecí y aparté los ojos del techo. O tal vez estaba excepcionalmente alterada por lo que estaba en juego en este momento —mi vida.

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Finalmente, todos los documentos estuvieron organizados y todos los ojos se volvieron hacia mí. La Abuela Frost apretó su agarre en mi mano, haciéndome saber que estaba allí para mí sin importar nada más. Suavemente apreté sus dedos. Linus golpeó el martillo una vez más. —Vamos a empezar —dijo—. Saquen la cesta.

¿Cesta? ¿Qué cesta? Raven se puso de pie, bajó por los escalones del estrado y se dirigió a una de las celdas. Marcó un código y el cristal se apartó con un silbido. La anciana entró en la celda, se agachó y recogió una pequeña cesta de mimbre que no había notado antes. Se dio la vuelta y llevó la cesta hacia la mesa de piedra donde yo estaba sentada. Raven miró a Linus por encima del hombro, quien asintió con la cabeza para que siguiera adelante. La anciana quitó la tapa de la canasta, metió la mano dentro y sacó una serpiente. Dejé escapar un grito y me tambaleé en mi silla. —Tranquila, Gwendolyn —dijo Nickamedes en voz baja—. Esto es solo parte del proceso. No te preocupes. No tienes nada que temer. —Ahora —dijo Linus—. Encadenen a la chica a la mesa. —¿Encadenarme? —pregunté—. ¿Por qué? Él ignoró mi pregunta. —Ajax, si me haces el favor. El entrenador Ajax agarró algo de debajo de la mesa. Se puso de pie y me di cuenta de que estaba sosteniendo un juego de esposas unidas a una larga cadena. Ajax se acercó a la mesa de interrogatorios y puso las esposas y la cadena en la parte superior de la misma. El severo clink-clink-clank del metal repiqueteando entre sí me hizo hacer una mueca de dolor.

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—Extiende tus manos, Gwen —dijo el entrenador—. Por favor. Me mordí el labio y miré a la abuela y a Nickamedes. Ambos asintieron, indicando que tenía que hacer esto. De mala gana le tendí las manos y Ajax colocó las esposas alrededor de mis muñecas, después las aseguró igual que la cadena al anillo de piedra en la parte superior de la mesa. Tomé aire y esperé a que mi psicometría estallara y me mostrara los horribles recuerdos de todos los que habían llevado las esposas antes que yo —pero no pasó nada. Obtuve una idea de las esposas cuando fueron hechas y de Ajax manejándolas con un sentimiento de pesar, pero eso era todo. Ningún otro recuerdo ni ningún otro sentimiento, estaban asociados con ellas o las cadenas. Mi aliento siseó con alivio. —Me aseguré de que fueran completamente nuevas —dijo Ajax en voz baja—. Y no las que usamos con Preston. Asentí con la cabeza, agradecida por su amabilidad. Había estado en la cabeza de Preston un montón de veces, pero no tenía ganas de sentir lo que él había sentido cuando había sido encadenado a la mesa de interrogatorios, para experimentar toda su rabia y odio hacia mí. Linus hizo un gesto hacia Raven, que dio un paso adelante con la serpiente. Antes de que pudiera abrir la boca para preguntar qué estaba haciendo, la anciana soltó a la criatura y la serpiente hundió sus colmillos en mi muñeca derecha. —¡Ay! —grité—. ¡Me ha mordido! Aparté mis manos tan lejos de la serpiente como podía y me quedé mirando mi muñeca. Dos gotas de sangre se escurrieron de las marcas de pinchazos y salpicaron la mesa, pero la piedra absorbió el líquido carmesí como una esponja. Esperaba que las heridas empezaran a palpitar, pero para mi sorpresa la mordedura no dolía tanto. En cambio, se sentía más... incómoda, como un par de agujas de intravenosa que se hubieran deslizado en mi piel. También estaba consciente de una fría sensación fluyendo a

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través de mi cuerpo, como si una especie de medicina acabara de ser inyectada en mis venas. Raven puso la serpiente en la mesa justo en frente de mí. Por un momento, pensé que iba a morderme otra vez, pero la criatura no me hizo caso, como si pensara que su trabajo estaba hecho. No lo había notado antes, pero había un pequeño círculo tallado en la piedra. La serpiente se instaló en la ranura como si estuviera familiarizada con ella, como si perteneciera allí. Su cuerpo se enrolló una y otra vez hasta que su cabeza finalmente se posó encima de la mesa —a unos centímetros de mis dedos. —Ese es un áspid4 Maat —dijo Linus—. Nombrada así por la diosa egipcia de la verdad. Con los años, el Panteón ha descubierto que el veneno del áspid tiene una propiedad inusual. Actúa como una especie de suero de la verdad y anima a la gente a contestar con sinceridad —o a sufrir las consecuencias. Bueno, supongo que eso explicaba la fría sensación que continuaba extendiéndose a través de mi cuerpo. —¿Consecuencias? —pregunté—. ¿Qué consecuencias? —Si dices la verdad, el veneno es inofensivo y tu cuerpo lo eliminará en pocas horas —dijo Linus. —¿Y si no dices la verdad? —Cada vez que digas una mentira, el veneno se calienta un poco más en tus venas, como fuego líquido, hasta que se siente como ser quemado vivo desde adentro hacia afuera —respondió—. Por lo que he visto, es muy doloroso. Así que iban a torturarme para sacarme la verdad. Una prueba de fuego, ciertamente. Genial. Simplemente genial. —Los propios áspides también tienen una capacidad inusual —continuó 4Áspid

Maat: Especie de víbora que se puede encontrar en Europa.

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Linus—. Pueden sentir si alguien está diciendo la verdad y actuar en consecuencia. —¿Qué quieres decir con eso? —pregunté. —Cuando alguien dice la verdad, la víbora no les hará ningún daño — dijo—. Pero cuando alguien miente, el áspid se pone bastante inquieto. Cuanto más mienta una persona, más agitado se vuelve el áspid, hasta que ataca a la persona que está mintiendo. Esa segunda mordida actúa como un disparador inmediato para el veneno que ya está en tus venas. La muerte es a menudo considerada como una bendición. Aquellos lo suficientemente afortunados —o desafortunados— como para sobrevivir a una segunda mordedura de un áspid Maat a menudo desearían no haberlo hecho. —¿Y por qué es eso? —No podía dejar de hacer la pregunta. —Los efectos secundarios son bastante brutales e incluyen todo desde una parálisis permanente hasta miembros podridos —dijo Linus—. Los efectos varían de persona a persona. Nadie sabe exactamente por qué, salvo que irónicamente en general el castigo se ajusta al crimen. Por ejemplo, si un Cosechador es sorprendido robando artefactos y miente acerca de ello, la mordedura del áspid por lo general hará que se le pudran o caigan uno o dos dedos. A veces, toda la mano o el brazo del Cosechador. Como he dicho, la mayoría de los Cosechadores que sobreviven a esa segunda picadura le gustaría no haberlo hecho —o simplemente haber dicho la verdad desde el principio. Miré a la serpiente. Había estado cara a cara con merodeadores de Nemea, lobos Fenrir, e incluso un roc Negro y el áspid Maat parecía una inofensiva serpiente de jardín en comparación con el enorme tamaño de las otras criaturas mitológicas. De hecho, las brillantes escamas azules y negras la hacían parecer muy delicada y bonita, casi como un brazalete enjoyado que podías llevar alrededor de tu muñeca. La criatura parpadeó adormilada, sus ojos del mismo azul profundo e intenso como sus escamas. Su lengua negra salía de su boca, saboreando el aire. Me preguntaba si podía sentir mi

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miedo. Probablemente la emoción estaba irradiando de mí como lo hacía la ira de los otros estudiantes los últimos días. —Siempre y cuando diga la verdad, todo irá bien, señorita Frost — continuó Linus—. Tenga en cuenta que si nos miente será bajo su propio riesgo. Sí, había captado ese mensaje alto y claro. Tragué saliva y miré a la Abuela Frost, quien dio unas palmaditas en mi hombro. —Está bien calabaza —dijo ella—. Esa diminuta serpiente no puede hacerte daño porque eres inocente. Pronto, estos tontos también se darán cuenta. Linus arqueó sus cejas a mi abuela, quien le dio una serena sonrisa a cambio. Él barajó un poco más unos papeles en la mesa antes de mirarme de nuevo. —Ahora —dijo—. La primera acusación contra usted es que asesinó a otra estudiante. Jasmine Ashton, una Valquiria de segundo año. Según los cargos, Jasmine se enteró de que

había robado un artefacto llamado el

Cuenco de las Lágrimas de la Biblioteca de Antigüedades en otoño. Ella estaba tratando de impedirle sacrificar a otra estudiante, Morgan McDougall, en nombre de Loki, y la mató por eso. ¿Es eso correcto?

Eso es correcto... correcto... correcto... Sus palabras resonaron en mi cabeza una y otra vez. Era casi como si estuviera hablando un idioma extranjero porque me llevó unos segundos procesar las palabras. Para darme cuenta de lo que estaba diciendo —y de lo que me estaba acusando en realidad. Negué con la cabeza. —No —de ninguna manera. No he hecho ninguna de esas cosas. Eso no es lo que pasó —en absoluto. Jasmine es quien robó el Cuenco de las Lágrimas, no yo. Yo fui la que se dio cuenta de que estaba planeando sacrificar a

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Morgan. Fui yo quien la detuvo y no al revés. —¿Y por qué Jasmine iba a querer matar a Morgan? —Esta vez, fue Inari el que habló—. Según nuestros informes, las dos Valquirias eran amigas — mejores amigas. —Debido a que Jasmine se enteró de que Morgan estaba saliendo con Samson Sorensen, el novio de Jasmine —dije—. Y porque Jasmine era una Cosechadora y eso es lo que hacen los Cosechadores. Ustedes deberían saberlo mejor que nadie. —Mantenga los comentarios editoriales para sí misma, señorita Frost — dijo Linus—. No somos nosotros los que estamos siendo juzgados —es usted. Haría bien en tener eso en cuenta. Cerré mis labios para no decirle lo que realmente pensaba de él, del Protectorado y de este estúpido juicio. —¿Pero no niega que mató a Jasmine empujando una lanza en su pecho? —preguntó Agrona. Dudé. No fui yo la que en realidad había matado a Jasmine —había sido Logan. El Espartano me había salvado esa noche, primero matando al merodeador de Nemea, una criatura grande, negra, parecida a una pantera, que Jasmine había azuzado en mi contra y después matando a la malvada Valquiria. No quería meterle en problemas, especialmente no con su padre, diciéndole al Protectorado lo que había sucedido realmente. No quería que Logan fuera arrastrado hasta aquí y tuviera que enfrentarse a la misma clase de tortura en la que yo estaba —pero tampoco quería morir por la picadura de la serpiente. El áspid Maat levantó la cabeza, y su lengua salió fuera de su boca otra vez, casi como si estuviera a punto de comprobar la veracidad de mis palabras. No podía mentir, no con la serpiente a una pulgada de mi mano y el frío veneno corriendo por mis venas esperando para encenderse.

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Desesperada, miré alrededor de la prisión, como si las celdas vacías de vidrio me dieran una idea de cómo salir de este lío, pero por supuesto no lo hicieron. Tampoco lo hizo mirar a la Abuela Frost, a Nickamedes o a la escultura de la mano y las balanzas. Por último, mi mirada cayó en las esposas y cadenas, lo que me hizo pensar en Preston. Solía gritar y luchar cada vez que venía a la prisión para mirar en su mente con mi magia. Vivian me había dicho que lo que había disgustado tanto a Preston era saber que no había nada que pudiera hacer para ocultarme la verdad. El áspid y su veneno podrían ser mortales, pero a pesar de todo su poder, la serpiente no tenía mi don Gitano, mi magia psicométrica. Todo lo que tenía eran mis palabras —sólo palabras y ninguno de los recuerdos ni los sentimientos detrás de ellas. Una idea me vino a la mente, una manera de la que pudiera salir de esto —y al menos mantener algunos de mis secretos para mí. —Responda a la pregunta, señorita Frost —dijo Linus. No, no podía mentir —pero tal vez no tenía que hacerlo. —Luché con Jasmine —dije, escogiendo las palabras con cuidado y dejando de lado la pregunta—. Tenía que hacerlo o ella me habría matado en su lugar. Y también a Morgan. El áspid puso su cabeza hacia abajo, aparentemente satisfecho con mi respuesta. Está bien, bueno eso me decía algo acerca de las reglas del juego. Mentir completamente era un no, pero omitir ciertos hechos estaba bien. Magia. A pesar de que se suponía que era a prueba de tontos, siempre parecía que había al menos un resquicio legal por el que podías moverte y tenía toda la intención de explotarlo. —Pero ¿por qué destruyó el Cuenco de Lágrimas? —preguntó Sergei—. Era un artefacto de valor incalculable, uno de los Trece Artefactos utilizados durante la batalla final de la inicial Guerra del Caos. Era insustituible, aun así lo rompió como si no fuera nada más que un plato cualquiera.

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—Lo rompí porque Jasmine estaba pateando mi culo y de alguna manera el cuenco estaba alimentando su poder —dije—. Pensé que si lo rompía, podría parar cualquier magia que ella hubiera empezado —y lo hizo. Los miembros del Protectorado me miraron fijamente, la duda e incredulidad llenando sus rostros. Linus, Sergei e Inari, se quedaron mirando el áspid, obviamente esperando a que se lanzase hacia adelante y hundiera sus colmillos en mí otra vez, pero pasó un minuto, después otro y la serpiente se quedó quieta sobre la mesa. —Vamos a seguir adelante —dijo Linus finalmente. Dejé escapar un suspiro. La primera ronda de la inquisición había terminado. Era hora de la segunda ronda.

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Traducido por SparkledMonster Corregido por Eli25

inus barajó algunos papeles más sobre la mesa, y los otros hicieron lo mismo. —Deja constancia de que, hasta ahora, la señorita Frost ha admitido matar a otro estudiante y destruir un artefacto importante—dijo Linus. Agrona asintió, y noté que había un pequeño dispositivo en la mesa junto a ella —algo que se veía como un grabador de voz digital. Así que tenía de ser una trascripción oficial de mi proceso. Fantástico. —Estás mezclando todo —protesté—. Sólo hice eso para defenderme a mí y a mis amigos. —No hablarás a menos que se te hable o se te haga una pregunta, señorita Frost —dijo Linus. Abrí mi boca de nuevo, pero Nickamedes puso una mano en mi brazo y movió su cabeza en advertencia. Por lo tanto mantuve mis labios cerrados. —Movámonos a la siguiente infracción en el historial de la señorita Frost— dijo Linus—. Una serie de eventos que ocurrieron en la estación de ski Powder durante la estancia del Carnaval anual de Invierno. La señorita Frost está acusada de causar una avalancha que amenazó a los estudiantes, facultad, y miembros del staff de la academia y del centro en sí, y causó una masiva cantidad de daño a la propiedad; dejando un lobo Fenrir correr libremente en los jardines del complejo; hiriendo a dos guerreros Espartanos, Oliver Héctor y Logan Quinn; y atacar a Preston Ashton, hermano de Jasmine Ashton, a quién ella ya admitió matar. Señorita Frost, ¿tiene algo que decir sobre estos cargos?

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—Inocente —tiré. Aparentemente, mi sarcasmo divirtió al entrenador Ajax, quien dejó salir una débil risita. Después de un momento, Linus dirigió su atención a mí nuevamente. —¿Así que niega causar la avalancha en el Carnaval?— preguntó. —Claro que lo niego, porque no es verdad— dije en tono exasperado—. Preston es quien causó la avalancha. Él quería venganza por la muerte de Jasmine, y quería hacerme pagar por matar... El áspid tembló en la mesa, su lengua chasqueó fuera de su boca de nuevo, recordándome que tenía que ser muy cuidadosa. Tal vez había encontrado una manera para evadir la magia del áspid, pero una palabra equivocada, un desliz de la lengua, y estaría muerta. Aspiré profundo. —Él quería hacerme pagar por lo que le pasó a su hermana. Entonces, Preston fingió que le gustaba esperando que me quedara sola y así matarme. Casi lo logró, durante una fiesta en el café Solsticio. —¿Y qué evitó que la matara esa noche?— preguntó Linus. Lo miré. —Su hijo. Logan salió justo cuando me iba a ir con Preston. Logan es la razón por la cual no me fui con Preston esa noche. Linus no dijo nada a eso. Pausó durante un segundo antes de aclararse la garganta y continuar. —Pero atacó a Preston luego —dijo él—. En una zona del centro de ski que estaba en construcción. Los Espartanos, Oliver Hector y Logan Quinn, fueron heridos en la batalla. Dígame, señorita Frost, ¿por qué se dirigió a esa área para empezar? ¿Por qué iría por su cuenta a ese lugar desierto si pensaba que un Cosechador intentaba matarla?

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—Porque pensé por error que Oliver era el Cosechador en vez de Preston —dije—. Huí de Oliver subiendo las escaleras del hotel, y quería alejarme de él. Pero estaba en pánico así que bajé por las escaleras de emergencia y me encontré con el sitio en construcción por accidente. Linus levantó una ceja. —Se refiere a que, ¿Oliver fue a por usted porque saqueó su habitación, correcto? Apreté los dientes. —Sí, busqué en su habitación porque quería saber si era o no el Cosechador. Que de hecho, no lo era. —Aparentemente, cree que las reglas comunes sobre cosas como entrar a la fuerza no se aplican a usted, señorita Frost. De hecho, parece hacer sus propios juicios sobre todo tipo de cosas —dijo Linus—. Incluyendo un lobo Fenir en el centro de ski. Nuestros informes muestran que dejó al lobo escapar, primero durante la avalancha y luego durante la pelea en el sitio en construcción, en vez de avisar a sus profesores de su presencia para permitirles lidiar apropiadamente con la criatura, ¿es eso correcto? —El lobo no era malo, no como lo era Preston —dije—. Así que sí, la dejé ir. Y ella no era sólo una criatura. Su nombre era Nott, y era mi amiga. Linus, Agrona, Inari y Sergei anotaron algo en los papeles frente a ellos. Metis y Ajax sólo se quedaron ahí, quietos, silenciosos y sin moverse. Raven discretamente cambió la página de su revista de cotilleo. —Ahora, volvamos a la pelea —dijo Linus—. Usted dice que Preston fue quien disparó a Oliver con una ballesta. ¿Está segura de que no fue usted quien apretó del gatillo, señorita Frost? —Sí —dije bruscamente—. No le disparé a Oliver. No causé la avalancha. No hice nada más que defenderme a mí y a mis amigos de Preston. —¿Y cómo hizo eso exactamente? —Esta vez, Inari hizo la pregunta—. De

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acuerdo a la información que hemos descubierto, su madre, Grace Frost, y su abuela, Geraldine Frost, le escondieron su relación con el mundo mitológico. A mi lado, la Abuela Frost se puso rígida. Abrí mi boca para responder, pero ella puso su mano en mi hombro. —Déjame, calabaza. La Abuela Frost se levantó y miró a Linus y a los otros miembros del protectorado. —Hicimos eso para que nuestra pequeña niña no creciera siempre estando asustada de los Cosechadores y merodeadores de Nemea y cosas así. Ustedes crían a sus hijos de la manera en que ven que les conviene, arruinándolos con la ropa cara, los coches y las joyas. Bueno, nosotras queríamos darle una vida normal, por el mayor tiempo posible, así que sí, le escondimos nuestra relación, como lo llaman, con el mundo mitológico. Pensé que era una buena decisión, y sé que lo es ahora. Mi Gwen es una chica buena, fuerte y no podría estar más orgullosa de ella o amarla más. — Ella encuadró sus hombros y levantó la barbilla, retando a los miembros del Protectorado a desafiarla de nuevo, pero ninguno lo hizo. —Pero la pregunta persiste —dijo Inari después de que mi abuela finalmente tomara asiento—. Estuvo usando las armas sólo unos meses antes de ir al centro de ski. Así que, ¿cómo logró vencer a un Vikingo como Preston quien había estado entrenando toda su vida para una pelea así? Me quedé ahí y pensé y pensé, pero no podía encontrar una manera de evitar esa pregunta. Finalmente, suspiré. —Usé mi psicometría en Logan. Es así como pude derrotar a Preston. —¿Usó su magia en otro estudiante?— La voz de Linus lanzó un raspado peligroso—. ¿En mi hijo? —Era la única manera de la que podía derrotar a Preston —dije—. Logan

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sabía que lo haría. Él me dejó usar mi magia en él, me dejó usar mi psicometría para aprovechar sus recuerdos, sus habilidades para pelear. Una vez hice eso, fui capaz de usar sus habilidades como si fueran mías. Así es como derroté a Preston, porque los recuerdos de Logan me hicieron casi tan buena luchadora como él. —Los estudiantes no deben usar su magia en otros —dijo Agrona, jugando con su collar—. Ni siquiera en situaciones extremas como esa. Va en contra el libre albedrío de los estudiantes, por lo que todos aquí luchamos tan duro por proteger. —Metis y Nick habían dicho más o menos lo mismo antes, pero las palabras parecían extrañas saliendo de la boca de Agrona, casi como si ella no las creyera. O tal vez era porque su voz no era tan alta como la de su esposo y no parecía lo suficientemente ansiosa de convencerme. —Bueno, era eso o dejar que Preston me cortara la cabeza con su espada —dije—. Y pasa que me gusta mi cabeza justo donde está, muchas gracias. Ajax dejó salir otra risa. Esta vez, Linus ni siquiera se molestó en mirarle. En cambio, la cabeza del Protectorado le dio una fiera mirada. —Llévenos a la pelea, exactamente qué pasó, señorita Frost. Paso a paso. Y asegúrese de incluir todo —especialmente lo que le hizo a mi hijo con su magia. Suspiré de nuevo, preguntándome si las preguntas y acusaciones terminarían algún día.

*** Y así fue sucesivamente. De alguna manera, el Protectorado había descubierto todo lo que había hecho desde que llegué a Mythos. Todas las veces que había llegado tarde a mi turno en la biblioteca, todos las cosas perdidas y robadas que había encontrado para los chicos usando mi psicometría, todos los comentarios maliciosos que había hecho sobre otros

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estudiantes. Y parecía que habían ido a su manera para enfocarse en las cosas malas, todas las reglas que había roto y todos los errores que había cometido, a propósito o por accidente. Parecía que llevaban bastante tiempo haciéndolo, especialmente

Linus.

Si

los

otros

no

hubieran

estado

cerca,

él

probablemente se habría reído alegremente cada vez que confesaba algo, especialmente cuando se trataba de todas las veces que me había deslizado por las esfinges en mi camino para ir a ver a la Abuela Frost. Aparentemente, me había escapado del Campus más de cincuenta veces desde que estaba en Mythos. —Hasta ahora la peor infracción de esa regla en particular jamás recordada en los anuales de la historia académica —dijo Linus en un tono casi celebrando, haciendo otra marca en sus papeles. Me dejé caer en la mesa un poco más. —Y ahora llegamos a los cargos que están en el corazón de este proceso— dijo finalmente—. Las acusaciones de que la señorita Frost conspiró a voluntad con los Cosechadores del Caos para asesinar a estudiantes y a miembros del equipo en el Coliseo Crius, robar artefactos del coliseo, recuperar la daga Helheim, y usar la daga para liberar a Loki del reino prisión donde los otros dioses lo pusieron. Negué con mi cabeza. —No, eso no es para nada lo que pasó. Nada de eso es verdad. Ni una palabra. —Eso veremos —dijo Linus. Nickamedes se puso de pie. El bibliotecario había estado callado mientras me preguntaban, aunque había estado tomando muchísimas notas. Me preguntaba si este era el punto donde finalmente se lanzaría al ataque y, de hecho, ya sabes, me defendería.

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—Hasta ahora —dijo Nickamedes—, has ofrecido una interpretación bastante diferente de los eventos que han acontecido, dado que Metis, Ajax, Raven y yo estábamos ahí para presenciar algunas de las cosas de las que has acusado a Gwendolyn. Pero no has ofrecido una pizca de pistas que acrediten que las cosas pasaron de la manera en que las propones —ni una sola pizca. A menos que tengas esa pista, no veo ninguna razón para que este absurdo juicio continúe. Linus le dio una delgada sonrisa a su antiguo cuñado. —Por qué, pensé que nunca preguntarías, Nickamedes. Tenemos, de hecho, una perspectiva diferente de la situación, especialmente de lo que sucedió en el Coliseo Crius y todo después de eso. Tenemos una testigo que aclama haber estado presente en todos los eventos en cuestión, la persona que ha hecho las acusaciones contra la señorita Frost en primer lugar. Ella ha sido muy convincente en su testimonio hasta ahora, y es por eso que los cargos fueron puestos contra la señorita Frost inicialmente. —¿Qué testigo? —preguntó Nickamedes en un tono reservado. —¿Por qué no la dejamos entrar, y puedes verlo por ti mismo? Linus asintió hacia Agrona, quien se puso de pie, caminó fuera del estrado y se dirigió a la entrada. Agrona tiró de la puerta, que se abrió lentamente con otro fuerte chirrido. —Puedes entrar ahora —gritó Agrona. Algo susurró en el pasillo, y un segundo después, la última persona que quería ver en el mundo entró en la prisión: Vivian Holler. Una gitana, como yo. La Campeona de Loki. Y la Cosechadora que mató a mi madre.

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Traducido por rihano Corregido por Rose_vampire

o solo estaba —aturdida. Absolutamente atónita de que Vivian estuviera de vuelta en la academia después de todo lo que había hecho. Engañándome en la búsqueda de la Daga Helheim, secuestrándome, cortando mi palma con la daga, usando el arma y mi sangre para liberar a Loki. La ira estalló en mí, bloqueando todo lo demás. El juicio, el Protectorado, las preguntas sin fin. Todo lo que sabía era de la rabia pulsando a través de mis venas —la misma candente rabia que sentía cada vez que pensaba en Vivian y cómo la otra chica había asesinado a mi madre —y se había reído de eso. Vivian entró en la cárcel, flanqueada por dos hombres y una mujer usando trajes negros. Me levanté de un salto de la silla y comencé a cargar hacia la otra chica, pero me había olvidado de las esposas y las cadenas. Me lancé hacia ella y casi me sacó los hombros de sus órbitas cuando me detuvo la cadena en seco. Miré a mis grilletes. Así fue como Preston se había sentido, pensé con amargura. El Cosechador había querido matarme más que cualquier otra cosa, lo cual era exactamente lo que yo quería hacerle a Vivian en estos momentos. La Cosechadora se acercó y me dio una sonrisa socarrona, satisfecha, y supe que había reaccionado exactamente como ella quería que reaccionara. —Temperamento, temperamento —dijo Vivian con tono burlón—. ¿Ven? Les dije que era violenta.

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—Cuando se trata de ti, violenta ni siquiera comienza a cubrirlo —gruñí. Todo el mundo me miró y tuve que luchar para conseguir poner mi ira bajo control. Aquí estaba yo encadenada y Vivian había entrado directa en la cárcel de la academia como si tuviera todo el derecho a estar todavía en Mythos. —Mucho tiempo sin verte, Gwen —dijo. —Cállate, perra Cosechadora —gruñí de nuevo. Linus golpeó su mazo sobre la mesa. —¡Basta! Es suficiente, para las dos. Lo miré. —¿Qué está haciendo ella aquí? ¿Por qué no la ha detenido y puesto en un juicio por todo lo que ha hecho? —Ese es el problema —dijo él con voz pensativa. —Vivian vino a nosotros hace unas semanas, justo después de que Loki escapó, y ha estado bajo custodia del Protectorado desde entonces. Nos contó una historia muy interesante sobre lo que pasó esa noche y su parte en ella. En pocas palabras, la señorita Holler afirma que es realmente la Campeona de Nike y que usted es la que sirve a Loki, señorita Frost.

*** Por

un

momento,

el

mundo

se

volvió

negro.

Completamente,

absolutamente negro. Sólo había —nada. Ni la cárcel, ni el Protectorado, ni juicio. Sólo oscuridad. Todo el aire salió de mis pulmones, mi corazón se detuvo y toda la sangre se congeló en mi cuerpo. Luego, un segundo pasó y otro, hasta que por fin regresé a la realidad. —¿Ella dice que es la Campeona de Nike? —susurré—. ¿Por qué dijo eso?

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Vivian me sonrió de nuevo. —Porque es la verdad, Gwen. Tú sabes que es verdad. Soy la Campeona de Nike, y tú eres la Campeona de Loki, no al revés, como has estado diciendo todo este tiempo. ¿De verdad crees que te saldrías con la tuya? La verdad siempre sale a flote, ya sabes. El bien siempre triunfa sobre el mal. Una vez más, la rabia llenó mi cuerpo, eso de que ella viniera aquí y dijera algo tan absurdo. ¿Era yo la única que podía oír el sarcasmo en su voz? ¿El ácido goteando de sus palabras? ¿Era la única que podía ver el cálculo y la mentira en sus ojos? Sin duda, el Protectorado no sería tan tonto como para en realidad creerla. Mi mirada fue de una cara a otra, pero para mi sorpresa y horror, todos parecían estar comprando su historia. Agrona, Inari, Sergei, Linus todos asintieron ante sus palabras, como si tuvieran perfecto sentido, como si fuera perfectamente lógico que ella fuera la Campeona de Nike en lugar de mí. Pero había una persona que estaba indignada como yo lo estaba. —¿Ella es tu testigo? —preguntó Nickamedes con voz áspera—. ¿Tú a sabiendas dejaste que una Cosechadora del Caos, dejaste que la Campeona

de Loki, regresara a los terrenos de la academia? ¿Por qué harías algo tan estúpido? ¿Tan arriesgado? ¿Tan tonto? Linus miró por debajo de su nariz al bibliotecario. —Como dije antes, la señorita Holler cuenta una historia muy convincente. De todos los que estamos aquí, sólo ella y la señorita Frost estaban en realidad en la puerta de Garm cuando Loki fue liberado. Ellas son las únicas que saben lo que realmente sucedió esa noche. —Entonces átala aquí con la serpiente, y vamos a ver cuánto tiempo dura —le espeté—. Porque cada palabra que sale de su boca es una mentira. El áspid levantó la cabeza de nuevo ante el sonido de mi voz, mirándome

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con sus ojos azules brillantes. Por un momento, me pareció ver un destello de comprensión en su mirada, pero la serpiente puso la cabeza hacia abajo de nuevo antes de que pudiera estar segura. Desde el cuidado de Nott y Nyx, sabía que las criaturas mitológicas eran bastante inteligentes. Me pregunté si el áspid era así también, si sería capaz de ver a través de las mentiras de Vivian cuando el Protectorado parecía tan decidido a no hacerlo. Linus asintió. —Eso es precisamente lo que vamos a hacer, señorita Frost. Los guardias que flanqueaban a Vivian la condujeron hacia adelante y se dispusieron alrededor de la mesa, con uno de ellos parado en cada esquina, y Alexei pasó adelante para ocupar el cuarto lugar. Pronto, ella estaba sentada frente a mí, encadenada al igual que yo, el mordisco de la serpiente en su muñeca rezumando sangre. Miré a la otra gitana. Pelo castaño rizado, ojos dorados, cara bonita, cuerpo delgado, fuerte. Tan parecida a mí y sin embargo tan diferente. Puesto que, ya sabes, yo no era la mano derecha del mal supremo. Vivian me sonrió otra vez, y vi esa chispa roja de Cosechador en el fondo de sus ojos. ¿Cómo no podían verla los otros? ¿Eran ciegos? ¿O simplemente tan convencidos de que yo era culpable que estaban dispuestos a creer cualquier cosa que les había dicho Vivian? Pero lo peor fue que la Cosechadora se había burlado de mí otra vez, y yo ni siquiera lo había visto venir. Tan pronto como el Protectorado me había detenido, debería haber sabido que ella estaba involucrada. Ahora, aquí estaba yo, veneno en mis venas y a una palabra equivocada de ser envenenada hasta la muerte, mientras ella bailaba como si no hubiera hecho nada malo. Como si no me hubiera engañado para encontrar la Daga Helheim, usado para liberar a Loki, y matar a Nott mientras ella estaba en esto.

Nott. Mi corazón se estremeció de dolor al pensar en el lobo Fenrir y cómo

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había luchado tan ferozmente para protegerme en la puerta de Garm, cómo había intentado salvarme, a pesar de que había estado muriéndose lentamente por el veneno de los Cosechadores todo el tiempo. Vivian no iba a salirse con la suya, me prometí. No iba a salirse con la suya con los asesinatos de Nott y mi madre. De alguna manera, iba a hacerle pagar por esas cosas —más de lo que jamás había soñado. Así que me obligué a dejar de lado mi enfado y a pensar. La Cosechadora tenía que tener algún tipo de plan, además de conseguir echarme de la academia o ejecutada por el Protectorado. Claro, estaría encantada con uno de ellos, sobre todo la segunda opción, pero conocía a Vivian lo suficiente como para darme cuenta de que siempre estaba pensando por adelantado, siempre planeando su próximo movimiento. Pero tratando como podía, no podía entender que conseguiría ella realmente con mi juicio —o cómo esto se vinculaba con el ataque de los Cosechadores en la biblioteca y los artefactos que habían sido robados. Los dos tenían que estar conectados, pero no podía entender cómo. Una vez que Vivian fue encadenada, Linus reanudó el juicio. Al menos tenía la misma expresión fría en su rostro cuando la miraba a ella que siempre me había mostrado a mí. —Ahora, señorita Holler, ya que tenía tantas ganas de venir aquí hoy y contar su versión de la historia, ¿por qué no lo hace? —Por supuesto —dijo Vivian con voz suave, como si fuera la víctima en todo esto—. Todo comenzó en el Coliseo Crius. Yo estaba allí, terminando mi tarea de historia de la mitología cuando los Cosechadores atacaron… Me senté ahí y escuché mientras Vivian contaba la historia más ridícula que jamás había escuchado. Retorció todo, culpándome por todas las cosas que ella había hecho. Incluso afirmó que Lucrecia era el arma que Nike le había regalado y dijo que Vic me había sido dada por Loki mismo. —Yo sabía que Gwen estaba diciéndole a la gente que era la Campeona de

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Nike, pero sólo pensé que lo hacía porque era nueva en Mythos y quería impresionar a los otros chicos —dijo Vivian en una voz suave, dulce e inocente que me hizo rechinar mis dientes—. No me di cuenta que todo era parte de su plan para desacreditarme hasta que usó la daga Helheim para liberar a Loki. Quería tirarme por encima de la mesa y estrangular a la otra chica, pero no podía alcanzarla debido a las esposas y cadenas. Así que miré al áspid Maat, esperando que atacara y mordiera a la Cosechadora una y otra vez por todas las mentiras que estaba contando —pero no fue así. Sin importar lo que dijo Vivian, sin importar cuán indignante mentira dijera, el veneno en sus venas no se calentaba lentamente y la asaba de adentro hacia afuera como se suponía que debía ser, y la serpiente no arremetió contra ella. En cambio, el áspid se deslizó fuera de la ranura de la mesa y enroscó la cola alrededor de la muñeca derecha de Vivian, y su cabeza alrededor de la mía hasta que se extendió entre nosotras como una cuerda enjoyada uniéndonos. Escalofriante. Me tensé, esperando que los recuerdos de la serpiente inundaran mi mente, pero la único vibración que obtuve de la criatura fue una de curiosidad, como si realmente estuviera escuchando y sopesando sus palabras. Vivian dejó de contar su historia, y vi el miedo en sus ojos de que la serpiente la mordiera una segunda vez y desencadenara el veneno. Pero rápidamente ocultó la expresión y siguió hablando. No estaba omitiendo hechos o esquivando las preguntas que yo tenía acerca de la muerte de Jasmine. La Cosechadora estaba mintiendo descaradamente, pero el áspid no parecía darse cuenta. Debió haber encontrado la forma de superar la magia de la serpiente, me di cuenta. Alguna forma de contar mentiras enormes, nada menos, horribles sin que esta la mordiera como se suponía que haría. Otra maldita laguna como Vic diría.

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Así que hice caso omiso de sus palabras y me concentré en Vivian misma. Si pudiera averiguar cómo estaba engañando a la serpiente, tal vez podría detenerla. Estudié a la otra chica, pero Vivian se veía igual que yo recordaba, y no había nada de especial en el suéter de cachemira negro y pantalones vaqueros de diseño que llevaba puesto. La única joya que llevaba era un anillo de oro en su mano derecha. Miré la banda. En realidad era bastante simple, en comparación con algunas de las joyas de gran tamaño que los otros chicos tenían. En lugar de diamantes, el anillo lucía dos caras pequeñas, una vuelta a la izquierda y llorando, la otra vuelta a la derecha y riendo. Vivian una vez me había dicho que era el anillo de Janus, en honor al dios romano de los comienzos y los finales que tenía dos caras, una mirando hacia atrás al pasado y otra mirando hacia el futuro. Las dos caras también simbolizaban la lealtad secreta de Vivian hacia Loki. Cuanto más miraba el anillo, más los rostros parecían moverse y cambiar, hasta que ambos se volvieron y me sonrieron horriblemente, las chispas de rubí de sus ojos brillando color rojo de Cosechador... Espera un segundo. ¿Chispas rubíes? No recordaba que hubiera cualquier gema en el anillo antes. Saqué todos los recuerdos que tenía del anillo. Caras espeluznantes, sí. Rubíes, no. Ni diamantes, ni esmeraldas, ni joyas de cualquier tipo. Fruncí el ceño. Entonces, ¿por qué habría gemas en este ahora? Tal vez era el destello rojo de los rubíes, pero pensé en la caja que el Cosechador había robado de la biblioteca —la que había pertenecido a Apate. El Cosechador había levantado la caja, y las joyas en la superficie habían brillado, junto con trozos más pequeños de piedras preciosas —al igual que las chispas en el anillo de Vivian. Mis ojos se estrecharon. Así que por eso había querido el Cosechador la caja. Apate era la diosa griega del engaño, por lo que tenía sentido que su

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caja y todas las joyas en esta tendrían algún tipo de magia, algún tipo de poder que estaba dejando a Vivian mentirle al áspid Maat sin ser mordida. Abrí la boca para gritar mi teoría, cuando otro pensamiento se me ocurrió. De acuerdo con lo que Linus había dicho, Vivian había estado bajo custodia del Protectorado durante semanas. Incluso si ellos realmente creían que era la Campeona de Nike, no había manera de que la hubieran dejado fuera de su vista, ni siquiera durante un minuto, lo que significaba que no podía haber estado en la biblioteca anoche con los otros Cosechadores. No, alguien más debió haber robado la caja y la dio las esquirlas de rubí a Vivian, para que ella pudiera llevar a cabo todas sus mentiras elaboradas hoy. Vivian tenía que estar trabajando con alguien, probablemente un miembro del Protectorado —alguien que estaba seguramente en esta misma habitación. Linus, Inari, Sergei, Agrona. Mi mirada pasó de un rostro a otro, pero todos estaban mirando a Vivian, escuchando su historia, y garabateando notas. Nada fuera de lo común allí, y ninguno de ellos hizo nada remotamente incriminatorio, como dar a la Cosechadora un guiño. Lo mismo sucedió con Alexei y los otros guardias. Sólo estaban haciendo su trabajo y haciendo guardia. La frustración y la ira se apoderaron de mí una vez más, pero no había nada que pudiera hacer, sino quedarme quieta y mantener la boca cerrada. Dudaba que el Protectorado creyera que uno de los suyos estaba trabajando con Vivian, y mi acusación sólo pondría sobre aviso al Cosechador de que yo estaba sobre él o ella. Entonces, ¿cómo iba a salir de esta situación? Porque, Cosechador o no, si suficientes miembros del jurado le creían a Vivian, esto iba a ocasionar que me eliminaran —de forma permanente. —Y he estado huyendo desde que Loki fue liberado —dijo Vivian, terminando su historia ridícula—. Injustamente acusada de ser su Campeona cuando he estado al servicio de Nike en todo este tiempo. Tuve suerte de que ser capaz de hacer llegar un mensaje al Protectorado, a todos ustedes, para poder venir aquí hoy y finalmente limpiar mi nombre.

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—No podrías limpiar tu nombre ni con un cubo de lejía —espeté. Vivian sólo me dio una mirada triste, herida, como si no pudiera creer que yo diría algo tan hiriente. Su acto de pobre y miserable sólo me puso mucho más disgustada. El áspid reforzó su control en torno a mi muñeca, casi como si estuviera de acuerdo con mi ira. Miré a la pequeña serpiente enjoyada. En realidad era la única criatura imparcial aquí. Por lo menos, lo que habría sido si Vivian no hubiera encontrado una forma de engañarla. Estúpidas lagunas mágicas…

Lagunas mágicas… lagunas mágicas… Las palabras rebotaban en mi mente. Claro, Vivian había utilizado la magia de las joyas para engañar a la cobra, pero no era la única aquí con poder. Tal vez había una manera de que pudiera demostrar mi inocencia —y la culpabilidad de Vivian de una vez por todas. Linus miró a Vivian, luego a mí. —Ambas cuentan una historia convincente. Pero lo que me parece más interesante es que el áspid no ha atacado a ninguna de las dos, pero obviamente una de ustedes tiene que estar mintiendo. Por lo menos, ambas no pueden ser la Campeona de Nike. Los ojos de todos se centraron en el áspid sobre la mesa. La criatura echó fuera su lengua, casi como si se diera cuenta de que todos estábamos mirándola, pero no hizo ademán de morder a ninguna de nosotras. —Deberías salir adelante y confesar, Gwen —dijo Vivian—. Hacer las cosas más fáciles para ti. Ella me sonrió. La miré de nuevo. —Y así concluye el interrogatorio —dijo Linus—. Tengan la seguridad de que revisaremos cuidadosamente todo lo que ambas dijeron hoy…

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Empezó a hablar de cómo exactamente el Protectorado tomaría su decisión. Todo era muy bla, bla, bla, así que no le hice caso. Era obvio que el Protectorado no quería creerme, pero yo no creía que ellos se hubieran tragado de todo corazón la historia de Vivian tampoco. Pude ver la duda incluso en el rostro de Linus acerca de lo que ella les había dicho. Pero yo estaba decidida a demostrarles a todos lo mentirosa que Vivian era en realidad. La profesora Metis me había dicho una vez que había algo más en mi psicometría que simplemente tocar objetos y ver las cosas. Ese era el aspecto mental de mi poder, pero Metis había dicho que había un componente físico en mi magia también. Que podía tocar a la gente y realmente influir en ellos, hacerles ver lo que quería que vieran, sentir lo que quería que sintieran. Lo había hecho una vez antes con Nott, cuando me mostró sus recuerdos de mi Abuela Frost. Esos recuerdos y mi amor por mi abuela habían convencido al lobo de ir a protegerla cuando Vivian y Preston había estado en camino para matarla. Ahora, me estaba preguntando si podría hacer lo mismo con la serpiente. Mi mirada cayó en el áspid Maat, la cual estaba envuelta todavía alrededor de mi muñeca. Me preguntaba que haría la criatura si le mostraba lo que había sucedido realmente —si le mostraba la verdad acerca de Vivian. No me hacía ilusiones de que sería declarada inocente por el Protectorado. Por lo menos, yo había roto las reglas lo suficiente para ser expulsada de la academia. En el peor de los casos, sería declarada culpable de conspirar con los Cosechadores, llevada a la cárcel, y finalmente ejecutada. Algo que era una posibilidad real con uno de los miembros del Protectorado siendo probablemente un Cosechador encubierto. O bien la serpiente volviéndose, mordiéndome de nuevo, y activando el veneno en mis venas que me mataría, o el Protectorado me encontraría culpable y me cortaría la cabeza más tarde. De cualquier manera, Vivian ganaría.

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Usar mi magia en el áspid era el único movimiento que me quedaba en este juego extraño y retorcido, al que Vivian me había arrastrado, por lo que me concentré en todos los recuerdos que tenía de ella, tanto de sí misma y de cuando se había estado escondiendo detrás de una máscara de goma como la Cosechadora. Llamé a todas las imágenes que tenía de aquella noche en la puerta de Garm, cuando Vivian había liberado a Loki y luego apuñalado a Nott. La rabia pulsaba a través de mí, junto con los recuerdos, pero me obligué a mantenerme fría, calmada y mantener mis emociones bajo control. Por último, cuando tenía todas las imágenes, todos los recuerdos, todos los sentimientos, firmemente fijados en mi mente, me concentré en el áspid envuelto alrededor de mi muñeca, en la sensación suave y lisa de su piel de terciopelo fresca contra la mía. Entonces, empujé los recuerdos hacia la criatura, usando mi psicometría para mostrárselos al áspid —todos y cada uno. Sentí al áspid tensarse, mientras los recuerdos invadían su mente, las imágenes y los sonidos y sentimientos que no eran suyos. No fue tan fácil como había sido con Nott, probablemente debido a que el lobo había confiado en mí y esta criatura no lo hacía. Era más difícil mostrar las imágenes a la cobra, más difícil de lo que había pensado que sería, y pronto estaba sudando por el esfuerzo. Podía sentir al áspid retrocediendo, tratando de empujarme fuera de su mente, pero me quedé hasta que llegué a la imagen final que tenía de Vivian —su viaje hacia el cielo de medianoche sobre un roc negro con Loki atado en un arnés detrás de ella. Yo impotente para detenerlos, la sangre de mi vida drenándose de donde Preston me había apuñalado con la Daga Helheim.

Vamos, le dije a la serpiente. Yo soy la que dice la verdad, no ella. Las dos lo sabemos. Así que haz tu trabajo, y muérdela… muérdela ya… ¡muérdela ahora mismo! El áspid se lanzó hacia la Cosechadora.

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Vivian debió haber sentido el cambio en la criatura porque apartó la mano en el último segundo posible, y la cobra sólo terminó mordiendo el aire vacío. Todo el mundo se quedó helado. Pero la serpiente no había terminado. Se lanzó hacia ella una y otra vez, ahora en un frenesí, como si quisiera nada más que matarla. Yo conocía el sentimiento, porque era mío —uno que le había mostrado al áspid también. Vivian se puso de pie y tiró de sus esposas. No debeían haber sido reforzadas mágicamente, porque fue capaz de utilizar su fuerza de Valquiria para romper los eslabones de metal, junto con la cadena que la encadenaba a la mesa. Vivian tropezó lejos de la mesa, asegurándose de que estaba fuera del alcance del áspid retorciéndose, antes de apuntar su dedo hacia mí. —¡Es Gwen! ¡Le ha hecho algo al áspid con su magia! ¡Sé que ella lo ha hecho! —gritó Vivian. Esta vez, yo le sonreí a la Cosechadora. —¿Por qué dirías eso? ¿Debido a que el áspid finalmente acertó y se dio cuenta de lo mentirosa que eres? Intentó morderte, Vivian. A ti… no a mí. Al menos alguien aquí por fin ha visto a través de tus mentiras. La mirada de Vivian se desvió hacia el estrado, como si estuviera buscando a alguien allí por instrucciones o incluso, posiblemente, ayuda, como si alguien fuera un Cosechador como ella. Mis ojos se estrecharon, y seguí su mirada, pero no sabría decir exactamente a quién estaba mirando. Sergei, Inari, Agrona, Linus. Podría haber sido cualquiera de ellos. No creía que el padre de Logan fuera un Cosechador, pero no había creído que Vivian fuera la Campeona de Loki, tampoco. Si había una cosa que había aprendido desde que llegué a Mythos, era que las apariencias podían ser muy, muy engañosas, especialmente cuando llegaba el momento de decidir en quién confiar y en quién no. Al parecer, la cobra se dio cuenta de que Vivian estaba fuera de alcance,

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ya que dejó de azotarse. En cambio, la serpiente decidió darse vuelta sobre sí misma una y otra vez alrededor de mi muñeca antes de poner su cabeza sobre la mesa. Su lengua negra chasqueó contra mi piel, y un sentido de comprensión me llenó. El áspid sabía la verdad de lo que había sucedido. Yo sólo esperaba que esta muestra convenciera al Protectorado, también. —¿Viste eso, Linus? —dijo Nickamedes, levantándose de un salto—. Claramente, el áspid sabe quién es culpable y quién no lo es. Exijo que sueltes a Gwendolyn y retires todos los cargos contra ella de inmediato. —El juicio ha terminado, Nickamedes —respondió Linus, mirando a la serpiente—. Pero no hemos empezado nuestras deliberaciones todavía. Las acciones del áspid son poco concluyentes en este caso. Nosotros decidiremos quién está diciendo la verdad —la señorita Frost o la señorita Holler— y actuaremos en consecuencia. Linus golpeó su mazo por última vez en la mesa, y todos se pusieron de pie. Nickamedes se acercó a Linus y comenzó a discutir con él, mientras que los otros miembros del Protectorado miraban, junto con la Abuela Frost y Metis. Raven se acercó, desenroscando cuidadosamente la serpiente de mi muñeca, y colocándola de nuevo en la cesta de mimbre, mientras que Ajax se adelantaba y me desencadenaba. Me levanté, y los dos se alejaron hacia la celda de la que Raven había sacado la canasta con anterioridad. Eso me dejó parada al otro lado de la mesa de Vivian. Aunque no quería nada más que atacarla, sabía que ni siquiera tendría la oportunidad de llegar a ella antes de que Alexei o uno de los guardias que vigilaban me arrastrara de vuelta. Así que me decidí por mirarla en su lugar. —Voy a matarte —le dije con voz fría que sólo Vivian podía oír—. Tal vez no hoy, quizá no mañana, pero pronto, algún día. Por mi madre y por Nott y por todos los demás que has lastimado en tu miserable vida. Vivian sonrió, completamente despreocupada por mi amenaza, aunque

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esa chispa roja de Cosechadora todavía brillaba en sus ojos de color topacio. —Oh, me imagino que vas a intentarlo, Gwen. Pero gané antes en la puerta de Garm, y voy a ganar de nuevo esta vez. Ya lo verás. Y para el momento que averigües cuál es mi plan, será demasiado tarde para ti y todos los que amas. Con esas ominosas palabras, Vivian salió de la cárcel de la academia, flanqueada por sus tres guardias, y lo único que podía hacer era estar allí y ver que se escapaba de nuevo.

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Traducido por Edgli Corregido por Gorelia

espués de que los guardias se llevaran a Vivian a partes desconocidas, la Abuela Frost se acercó y me abrazó fuertemente. —¿Estás bien, calabaza? —susurró—. Sé lo feo que fue verla de nuevo. Si hubiera tenido idea alguna de que estaría aquí… La voz de la abuela se desvaneció y pude decir que tenía los mismos pensamientos oscuros que yo —el mundo sería un mejor lugar sin Vivian. —Estoy bien —dije—. Al menos alcancé a alguien. Mientras los otros discutían todavía, le conté sobre empujar mis pensamientos hacia la víbora y como había sido capaz de mostrarle como era Vivian realmente. —Sílo desearía poder hacer lo mismo con Linus —dije—. Podría si lo tocara. La abuela sacudió su cabeza —No vale el riesgo, calabaza. Vivian los tiene tan envueltos que dudo que te crea. Probablemente sólo pensará que tienes su magia telepática. Me pregunté si esa era la verdadera diferencia entre mi magia y la de Vivian —que ella podía arrastrar su camino en la mente de las personas y hacerlos ver cosas que no estaban realmente allí sin poner una sola mano encima de ellos. Hasta ahora, solo había usado mi poder para hacer que Nott y la víbora vieran mis recuerdos, cosas que habían sucedido realmente y había tenido que tocarlos para hacerlo. Otra forma en la que Vivian y yo

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éramos inquietantemente similares pero aun así diferentes. Solté un suspiro frustrado porque sabía que la Abuela Frost tenía razón. En este punto, el Protectorado pensaría lo que quisieran sobre mí y no había nada que pudiera hacer por cambiar su opinión hacia un lado o el otro. Pero podía hacer algo sobre Vivian. La chica Cosechadora me había dicho que estaba tramando algo y estaba dispuesta a apostar que tenía mucho que ver con el ataque a la biblioteca de la noche pasada. Lo que sea que Vivian y el otro Cosechador estuvieran planeando, no se saldrían con la suya. Sólo porque estaba en un juicio por mi vida no quería decir que me detendría de luchar contra ellos. Ya habían tomado mucho de mí. No tomarían nada más y no herirían a nadie más que amara. Ahora, necesitaba encontrar una manera de detener a Vivian y a los Cosechadores —antes de que fuera muy tarde.

*** El Protectorado se tomaría el fin de semana para decidir mi destino, lo que quería decir que podía quedarme en el campus hasta la tarde del lunes, cuando tomaran su decisión final sobre mí —y Vivian. Me preguntaba si me encontraban culpable, eso significaría que Vivian sería encontrada inocente y se le permitiría regresar a Mythos, ¿sería eso lo que en realidad quería? ¿Era sobre eso de lo que trataban todas sus falsas acusaciones? No, pensé. Era muy sencillo. Vivian no se habría arriesgado a contactar con el Protectorado para poder regresar a la escuela. Tenía que estar tras algo más grande, algo que heriría al

Panteón mucho más que

desacreditarme como la Campeona de Nike. Seguro, me imaginaba que estaría encantada si el Protectorado decidía sentenciarme a muerte, pero no podía sacudirme este sentimiento persistente de que había algo más sucediendo.

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—¿En qué piensas, Gwendolyn? —preguntó Nickamedes, empaquetando sus papeles—. Has estado horriblemente callada. Me encogí de hombros. —Sólo analizando todo lo que ha pasado. Todo lo que Vivian ha dicho. —No te preocupes por ella —replicó Nickamedes—. A pesar de mis sentimientos hacia Linus, no puedo creer que sea lo suficientemente tonto para creerle. Serás liberada de todos los cargos y podrás quedarte aquí en Mythos donde perteneces. Confía en mí. Asentí, aunque no creía realmente en eso. Ya que mi juicio había terminado, todos a excepción de Raven habían dejado la prisión y me habían llevado por las muchas escaleras hacia el piso del edificio de Matemática y Ciencias. Agrona, Inari y Sergei se detuvieron ante la puerta que daba hacia afuera y empezaron a hablar entre ellos, pero Linus me hizo una seña para que me detuviera. —No olvide señorita Frost —dijo, dándome la misma mirada rígida de siempre—, que su juicio puede haber terminado, pero aún está bajo arresto, así que se aplican las mismas reglas. Está restringida al campus durante el fin de semana y será vigilada todo el tiempo. Fruncí el ceño. —Pero el concierto de la banda de invierno es mañana. Tenía planes para ir. Uno de mis amigos está en la banda… —Olvídelo, señorita Frost —interrumpió—. No va al concierto. Si fuera usted, tomaría este fin de semana para pensar sobre todas las cosas que ha hecho. Tal vez incluso considerar confesar y abandonarse a la piedad del Protectorado. Ese tipo de gestos pueden mitigar su castigo —de alguna manera. Así que él ya había decidido que era culpable.

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—Pero no hice nada malo —dije de nuevo. En vez de contestarme, Linus me miró otro segundo, luego se dio la vuelta y marchó hacia los otros miembros del Protectorado. —No te preocupes, Gwen —dijo Metis, caminando para pararse a mi lado—. Todo estará bien. La víbora arremetió contra Vivian, no contra ti. El Protectorado tiene que tener eso en consideración. Sacudí la cabeza. —No, no lo tiene —dije en una voz tan baja que solo ella podía oírme—. No con Linus odiándome así. Y especialmente no desde que uno de ellos es probablemente un Cosechador. Metis frunció el ceño. —¿Qué quieres decir? Le conté sobre haber visto las chispas rubíes en el anillo de Vivian y como pensaba que eran parte de la caja de Apate. También le conté como Vivian había mirado a uno de los miembros del Protectorado después de que la víbora hubiera tratado de morderla. —Uno de ellos tiene que estar ayudándola —dije—. Es lo único que tiene sentido. La boca de Metis se frunció. —Se lo contaré a Nickamedes y Ajax. Preguntaremos por ahí disimuladamente y veremos quien estaba cuando los Cosechadores atacaron. Si uno de ellos es un Cosechador, descubriremos quien es —y trataremos con él o ella. Puedes contar con eso. Asentí, agradecida de que me hubiera creído, que no pensara que estaba loca, que era culpable o que estaba tras algo malo como Linus habría pensado. Me dirigí hacia afuera, junto con la Abuela Frost, Metis, Ajax,

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Nickamedes y por supuesto, Alexei, quien estaba de vuelta como mi sombra. El juicio no había tardado tanto como pensaba porque el crepúsculo ya había caído sobre el campus, dándole a todo una tonalidad lavanda. Mis amigos esperaban por mí en el patio, Daphne, Carson, Oliver y Logan. Habían estado acurrucados en los escalones del edificio y se pusieron de pie cuando me vieron. La Abuela Frost los vio también. —Tengo que hablar con Metis —dijo—. ¿Estarás bien esta noche, calabaza? —Estaré bien —dije—. Quiero hablar con mis amigos sobre lo que pasó y necesito advertirles sobre Vivian. Asintió. —Bueno, llámame si me necesitas. Día o noche. Te amo y no te preocupes. Todo se resolverá de la manera en que debe. Ya verás. Durante un momento esa mirada vidriosa y distante llenó sus ojos y esa fuerza antigua e invisible destiló de ella, como si estuviera teniendo un vistazo del futuro —mi futuro. Luego, su mirada se aclaró y la fuerza se desvaneció, volada por un viento frío. Aun así, sus palabras me hicieron sentir un poco mejor. Abracé a la Abuela Frost, luego la vi caminar a través del patio con Metis, Ajax y Nickamedes, todos ellos con sus cabezas juntas, hablando suavemente. Parecía como si yo no fuera la única tratando de encontrar un plan. Pero era la Campeona de Nike. Era la que se suponía que debía proteger a todos de los Cosechadores y era la que se suponía que debía matar a Loki. Amaba a mi abuela y sabía que los otros adultos me cuidaban también, pero también me di cuenta de que no podía dejar caer en sus hombros la responsabilidad de sacarme de este desastre. No, ser una Campeona significaba que debía luchar mis propias batallas y estaba determinada a ganar esta lucha contra Vivian.

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Todos mis amigos vinieron y me abrazaron por turnos. Oliver, Carson, Daphne y finalmente Logan, quien me sostuvo cerca y no me dejó ir. —¿Cómo estuvo? —preguntó, sus ojos azules buscando los míos. —Horrible —dije—. Pero lo peor fue que Vivian estaba allí. —¡¿Qué?! —dijo Daphne, su voz se elevó a casi un grito y chispas rosadas explotaron en el aire a su alrededor—. ¿Qué estaba haciendo en tu juicio? —Culpándome de todo lo que ha hecho —dije. No éramos los únicos en el patio y el grito de Daphne hizo que los otros se giraran a mirarnos. Miré a los otros estudiantes, una vez más sintiendo su ira cubrirme, pero esta vez, también me pregunté cuál de ellos podría ser un Cosechador —y estar haciendo un complot contra nosotros. Vivian no había sido la única estudiante Cosechadora en Mythos y no tenía ni idea de cuantos otros chicos tenía espiándonos a mí y mis amigos. Sí, tal vez estaba siendo paranoica, pero no quería hablar sobre mi juicio aquí a la intemperie donde cualquiera podría acercarse y escuchar. —Vengan —les dije a mis amigos—. Salgamos del frío y les contaré todo.

*** Terminamos apretujándonos en mi habitación. Una vez más, Alexei me había seguido a través del campus. Se detuvo en el pasillo fuera de mi cuarto y se inclinó contra la pared como de costumbre. Su rostro liso, pero sus hombros se tambalearon solo un poco y pude decir que estaba tan cansado como yo. Me paré en la puerta. —¿Te gustaría entrar? Sacudió la cabeza. —No creo que sea una buena idea.

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Asentí. Sabía que estaba aún renuente por la charla que le había dado Linus anoche y no podía juzgarlo por no querer meterse con el lado malo del líder del Protectorado. Aun así, sentía que le debía algo. El Bogatyr había luchado lado a lado con mis amigos en la biblioteca y nos había ayudado a sobrevivir. No era un mal hombre, sólo metido en una extraña situación. Si las cosas hubieran sido diferentes, incluso podríamos haber sido amigos. —Bueno, si cambias de opinión, simplemente abre la puerta y entra — dije. Una sonrisa titubeó a través del rostro de Alexei, pero rápidamente se desvaneció. —Estaré más que bien aquí afuera. Asentí, entré en mi habitación y cerré la puerta tras de mí. Los otros ya se habían acomodado. Daphne y Carson estaban sentados con las piernas cruzadas en el suelo, mientras Oliver se encorvaba en la silla del escritorio. Vic estaba colgado en su vaina en la pared sobre la cabeza de Oliver y el ojo de la espada se abrió mientras caminaba a través de la habitación hacia él. —Bueno, ya era hora de que volvieras —dijo Vic—. ¿Sabes lo sangrientamente aburrido que es estar atascado aquí preguntándome qué sucede? Ni siquiera tengo a la bola de pelos para que me haga compañía esta tarde. Mi mirada fue hacia la canasta vacía de Nyx y un sordo dolor llenó mi pecho. —La extraño también —le dije a la espada—. Y extrañé tenerte conmigo hoy. Le di a Vic una palmada en la cabeza, lo cual pareció apaciguarlo. Luego, me desplomé en la cama al lado de Logan. —Sabes, esta es la primera vez que estoy en tu habitación. Me gusta,

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aunque no pensé que tendríamos una audiencia cuando estuviéramos aquí —me susurró el Espartano. Rodé mis ojos, pero no pude evitar la sonrisa que estiró mi rostro. Solo Logan podía sacar un chiste y hacerme sentir mejor en un momento como este. —Está bien, Gwen —dijo Daphne, cruzando sus brazos sobre su pecho —. Nos has tenido esperando suficiente. Escúpelo. Les conté todo lo que había pasado en la prisión de la academia, desde las preguntas del Protectorado hasta el áspid Maat y Vivian aclamando que ella era la verdadera Campeona de Nike. Oliver soltó un leve resoplido cuando terminé. —Vivian es incluso más diabólica de lo que pensé. —Ni que lo digas —le dije—. No quedan dudas de que estaba en el club de teatro. Es de verdad muy buena actriz. Fue tan convincente que incluso yo pude haberle creído, si no supiera lo que de verdad ocurrió. Y no pude hacer nada para detenerla. No en ese momento, de cualquier forma. —Uh-oh —murmuró Daphne—. Conozco esa mirada. ¿Qué estas tramando, Gwen? —¿Qué te hace pensar que estoy tramando algo? La Valquiria resolló. —Estás respirando, ¿verdad? Miré a mi amiga. Carson subió sus gafas por su nariz. —Daphne tiene un punto, Gwen. Tiendes a… tomar los problemas en tus propias manos, especialmente cuando tiene que ver con Cosechadores. Giré la mirada hacia el friki de la banda, quien parpadeó y ladeó la cabeza.

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—Vamos, chica Gitana —dijo Logan—. Podrías decirnos lo que piensas. Somos tus amigos. Estamos aquí porque queremos ayudarte. —El chico tiene razón —se metió Vic—. Ayudarte, matar Cosechadores, en realidad es lo mismo. Los miré —Daphne, Carson, Oliver, Vic y finalmente Logan. Cuando había empezado a venir a Mythos en el otoño, no tenía un solo amigo —ni uno. Ahora, los tenía a ellos y me defendían una y otra vez, incluso cuando todo lo que hacía era ponerlos en peligro. Pero podía ver la determinación en sus rostros y supe que no se irían hasta que les dijera todo. Lagrimas calientes de amor y gratitud picaban en mis ojos y me llevó un par de segundos parpadearlas fuera. —Está bien —dije, soltando el aliento—. Así que tal vez estoy pensando en descubrir lo que Vivian y los Cosechadores están planeando en realidad, pero hay un problema —no sé cómo hacerlo. Supuestamente, el Protectorado tiene a Vivian bajo custodia en algún lado, al menos hasta que decidan que hacer con nosotras. Así que no es como si pudiera ir e interrogarla —y ella no me diría la verdad de cualquier forma. Incluso si pudiera descubrir dónde está, el Cosechador dentro del Protectorado me detendría antes de llegar a ella. —¡¿Qué?! —gritó Daphne—. ¿Qué quieres decir con que hay un Cosechador dentro del Protectorado? Ahí es cuando les conté sobre mis sospechas sobre las esquirlas rubíes en el anillo de Vivian y como pensaba que uno de los miembros del Protectorado tenía que estar trabajando con ella. —¿Quién piensas que es? —preguntó Logan. Me encogí de hombros. —Tal vez Inari. El líder Cosechador tiene el mismo tipo de contextura esbelta que él. Pero quien sabe. Vivian encontró una manera de engañarme,

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así que este Cosechador pudo haberlo hecho también. Inari, Sergei, Agrona, Linus. Puede ser cualquiera de ellos. Me miró. —Mi padre no es un Cosechador y no creo que ninguno de los otros lo sea tampoco. He conocido a Inari y a Sergei durante años. Ayudaron a entrenarme. Y Agrona es mi madrastra. Vacilé, no quería creerlo tampoco, pero Vivian no podía haber planeado todo esto por sí sola y la había visto mirar a alguien en el estrado durante el juicio. —No quiero creer que es tu padre —dije finalmente—. Pero todos sabemos que cualquier cosa es posible cuando tiene que ver con Cosechadores. Logan siguió mirándome, su rostro lleno de dolor, pero no podía decir nada más. Nadie habló durante un minuto. Finalmente, Oliver se aclaró la garganta. —Pero tienes algo en mente —dijo—. Una manera de descubrir lo que está tramando Vivian. Me encogí de hombros de nuevo. —Voy a ir de nuevo a la biblioteca mañana a ver si puedo sacar más vibraciones de cualquier cosa que un Cosechador pudiera haber tocado cuando robaron la caja de Apate. Quería hacerlo hoy, pero no tuve oportunidad por el juicio. Mañana será mejor de cualquier forma porque es sábado, así que no tengo clases y la mayoría de los demás chicos estarán en el concierto de la banda. Será probablemente una pérdida de tiempo, pero al menos me detendrá de estar todo el día sentada en mi cuarto preocupándome. —¿No te dejarán ir al concierto? —preguntó Carson, sus hombros cayendo.

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Sacudí la cabeza. —No, aún estoy restringida al campus hasta que el Protectorado tome su decisión. Lamento no poder estar allí, pero sé que todos ustedes harán un gran trabajo. Especialmente tú, Carson. El friki de la banda se sonrojó un poco, pero me sonrió. Nos sentamos allí a hablar durante otra hora, soltando ideas sobre lo que podría estar planeando verdaderamente Vivian pero ninguno de nosotros tenía ni idea de cuál podría ser su plan. No dije nada más sobre cual miembro del Protectorado podría estar ayudándola y nadie más lo sacó tampoco. No después de ver la reacción de Logan. Finalmente, el toque de queda de las diez en punto rodó a nuestro alrededor y mis amigos tuvieron que irse para volver a sus propios dormitorios por la noche. —Sean cuidadosos, ¿vale, chicos? —dije—. No estaría tan segura de que los Cosechadores no tratarán de destrozar el concierto de mañana.

O que Vivian tratará de herir a alguno de ustedes para llegar a mí. Ese era el pensamiento más oscuro y siniestro que llenaba mi mente, pero no les hablé a los otros mi miedo. —No te preocupes, chica Gitana —dijo Logan—. Oliver, Kenzie y yo estamos sirviendo como guardia honoraria para proteger a todos los de la banda. Mi padre y los otros miembros del Protectorado estarán allí también, junto con Metis, Ajax y Nickamedes. Si alguno de los Cosechadores se atreve a mostrar sus caras en el salón del concierto, nos haremos cargo de ellos. No dije que un Cosechador podría estar allí ya, escondido entre los otros miembros del Protectorado. Sabía que el Espartano no quería creer que una de las personas en que confiaba era en realidad un Cosechador y no quería molestarlo más de lo que ya lo había hecho. Además, seguramente un Cosechador no podía hacer mucho daño con todos los demás en guardia. Es lo que me dije a mí misma, incluso si en realidad no lo creía.

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Logan me dio un beso de despedida y se fue con los otros. Alexei se fue con ellos, diciéndome que Sergei estaría montando guardia fuera de mi dormitorio esta noche. Fui a mi ventana, abrí las cortinas y observé a mis amigos desaparecer en la oscuridad. Aun así, a pesar de sus palabras tranquilizadoras, no podía sacudirme el presentimiento de que algo estaba seriamente mal —y que los Cosechadores golpearían más pronto que tarde.

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Traducido por wam11, jameiii y duchessofkirkcaldy Corregido por Bazzinga

e di una ducha y me metí en la cama, decidida a dormir un poco, pero la noche fue cualquier cosa menos tranquila. Las imágenes aparecían en mis sueños, todo lo que había visto, oído y sentido en los últimos días. Gracias a mi psicometría, casi siempre estaba descargando información en mi mente, incluso si todo lo que hice fue tocar un libro de la biblioteca, venía un flashback de cómo un estudiante se aburría haciendo su tarea. Durante el día era capaz de ignorar esas cosas, pero a veces por la noche todas las señales, sonidos y emociones brotan en mi mente, una detrás de otra, más y más rápido, incluso si mi subconsciente luchaba para darles sentido. Esta noche fue una de esas. Los Cosechadores acercándose sigilosamente a Oliver y a Alexei en la biblioteca. El líder levantando la caja de Apate, el destello perverso de los rubíes tiñendo todo de un granate oscuro, incluso los libros de la biblioteca. Vivian dando grandes zancadas en la prisión de la academia. Las dos esquirlas de rubí de su anillo Janus guiñándome como un mal de ojo. Y finalmente, la áspid Maat enroscada alrededor de mi muñeca, sus escamas rojas en lugar de azul. La serpiente chasqueando la lengua contra mi muñeca, sus ojos brillando con un fuego rojo Cosechador antes de lanzarse hacia delante y clavarme sus colmillos, envenenándome, matándome. Me desperté con un grito en mi garganta, la muñeca me escocía como si el áspid me hubiese mordido realmente. La sensación era tan vívida, tan real que encendí la luz y examiné mi brazo, pero mi piel estaba lisa e intacta.

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Incluso las dos marcas punzantes que había conseguido anteriormente en la cárcel se habían desvanecido. —¿Gwen? —murmuró Vic, dejando escapar un fuerte bostezo desde su lugar en la pared—. ¿Algo está mal? ¿Por qué has encendido la luz? —No es nada Vic —dije—. Sólo un mal sueño. Vuelve a dormir. —Está bien —murmuró la espada de nuevo—. Sólo hazme saber cuando necesites que me despierte y mate algunos Cosechadores... Su voz se apagó y segundos después estaba roncando de nuevo. El sonido suave y familiar cortó hasta lo último de mi pánico y mis sueños llenos de confusión. Dejé escapar un suspiro, apagué la luz y me recosté en la cama. Pero no importaba lo mucho que lo intentara, no pude volver a dormir.

*** Al día siguiente, justo antes del almuerzo, me paré en el estacionamiento detrás del gimnasio, diciendo adiós a mis amigos. El concierto de invierno no era hasta finales de la tarde, pero los miembros de la banda y las otras personas involucradas estaban tomando algunos autobuses y yendo a la sala de conciertos temprano, junto con una fuerte custodia. Desde que Vivian había liberado a Loki había pensado que las cosas cambiarían en Mythos —que habría más reglas, más guardias, más seguridad. Y todas esas cosas habían sido añadidas al campus — discretamente. Las Potencias no querían a todos en pánico. No, querían hacer sentir a los alumnos de Mythos que estaban tan seguros como lo habían estado antes de que Loki escapara, incluso si todos sabíamos que era una ilusión. Es por eso que el concierto de bandas de invierno aún seguía en pie —porque las Potencias no querían ser vistas como si cedieran a los Cosechadores y añadieran temor a otra Guerra del Caos que se avecinaba. Entendía lo que las Potencias estaban tratando de hacer, y me alegré de

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que mis amigos estuvieran protegidos, pero no podía dejar de tener un mal, mal presentimiento acerca de esto. No podía ver el futuro, no como mi Abuela Frost, pero algo de la situación me hacía sentir mal, como si estuviésemos jugando justo en las manos de los Cosechadores, a pesar de que el concierto había sido planeado hacía meses y estaba siendo apoyado en la ciudad. —Llámame si ves algo sospechoso —le dije a Daphne por tercera vez en unos minutos. Se había ofrecido como voluntaria para arreglar las cosas del concierto, por eso estaba en el autobús con todos los demás. Daphne rodó sus ojos. —No te preocupes, Gwen. Hay muchos guardias con nosotros no hay forma de que los Cosechadores se atrevan a atacar, incluso si uno de ellos es un miembro del Protectorado. Empecé a señalar que nadie había pensado que los Cosechadores entrarían en la biblioteca, pero mantuve la boca cerrada. Se suponía que era un día de diversión, una manera de olvidar a los Cosechadores, al menos durante

unas

horas,

y

no

quería

arruinarlo

con

mis

sospechas,

especialmente no por Carson, que ya estaba bastante nervioso sobre la presentación. La cara del friki de la banda tenía un decidido tinte verdoso, y podía oír el gorgoteo de su estómago. —Mátalos, Carson —dije. Trato de sonreírme pero se agarró el estómago en su lugar. —¿Estás segura de que vas a estar bien aquí sola, chica Gitana? — preguntó Logan. —Estaré bien —dije—. Además, Alexei estará aquí conmigo. Señalé con el pulgar, sobre mi hombro al otro guerrero, que estaba hablando con Oliver, Kenzie y Talia. Alexei había estado esperando fuera de

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mi habitación hoy como de costumbre, y había llegado al gimnasio conmigo, a pesar de que había entrado a mi lado esta vez, en lugar de unos pasos por detrás. Tal vez le estaba cayendo bien. Solté un bufido. De ninguna manera. La única persona a la que no estaba cayendo bien era a Linus. Se puso de pie al lado de uno de los autobuses junto con Agrona, Ignari y Sergei. Los miembros del Protectorado iban con los estudiantes para, así, protegerlos junto con Metis, Nickamedes y el entrenador Ajax. Todos eran parte de la guardia para el concierto. Me preguntaba cuál de ellos sería realmente un Cosechador. ¿Sería Sergei, con su gran sonrisa y risa ruidosa? ¿El tranquilo Inari de la voz suave que siempre desaparecía en el fondo? ¿La bella Agrona? ¿O incluso el mismo Linus? Mi mirada se posó en cada uno de sus rostros, pero todos estaban actuando normal. Cuando caminé por aquí por primera vez, Metis me llevó aparte y me dijo que ella, Ajax y Nickamedes no habían podido averiguar nada concreto de quién había estado allí durante el ataque de la biblioteca. Metis había prometido seguir indagando en busca de respuestas, pero tenía la sensación de que era demasiado tarde. Linus me vio mirándolo fijamente, y el hecho de que Logan estaba a mi lado. Su boca se frunció en una fina línea. —Ignóralo —me dijo Logan, dándose cuenta de que me estaba mirando—. O simplemente estate contenta de no tener que pasar la tarde con él. Probablemente va a estar mirando por encima de mi hombro todo el tiempo, diciéndome como debo hacer las cosas, como lo haría un verdadero Espartano. Su voz era burlona, pero el dolor brilló en sus ojos de hielo. Incluso ahora, después de todo lo que había pasado, era obvio que Logan todavía quería el amor y la aprobación de su padre —y lo más importante, su comprensión por no luchar junto a su hermana y su madre cuando los Cosechadores las habían atacado.

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—¿Las cosas no están mejor entre ustedes dos? —pregunté Logan negó con la cabeza. —No, pero no quiero hablar de él ahora. Sólo ten cuidado hoy, ¿de acuerdo? Podría ser justo cuando los Cosechadores intentaran algo, mientras no estamos —o los otros chicos. —No te preocupes —dije—. Puedo aguantar contra unos cuantos Cosechadores o ser molestada por chicas malas como Helena Paxton. Él me dedicó una sonrisa torcida. —Tú puedes, chica Gitana. Tú puedes. Nos besamos, y entonces todos subieron a los autobuses. Me quedé en el estacionamiento y saludé cuando los motores se pusieron en marcha, y los conductores dirigieron los autobuses hacia la puerta de este lado de la academia. Alexei se acercó a mi lado, con su mochila colgando de su hombro. —No te preocupes. —Alexei hizo eco de mis palabras con Logan cuando el último de los autobuses había desaparecido—.Tus amigos estarán bien. Mi padre y los otros miembros del Protectorado cuidarán de ellos. Asentí con la cabeza, aunque realmente no le creía. Con todo su entrenamiento del Protectorado, con toda su habilidad y magia como Bogatyr, Alexei no había estado allí la noche en que Loki había escapado. No había mirado al Dios a los ojos, y no había sentido la maldad que rodeaba a Loki, el deseo ardiente de matar a cada uno de los miembros del Panteón. Alexei no se daba cuenta simplemente de que no estábamos a salvo, ya no — ni en la Academia Mythos. Pero había una manera en la que podía asegurarme de que mis amigos estaban tan protegidos como pudiera —al saber en lo que Vivian y los otros Cosechadores planeaba. —Vamos —le dije a Alexei—. Espero que tengas tus zapatos de caminar porque tengo cosas que hacer hoy.

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*** Los fines de semana, los chicos de Mythos pasaban la mayor parte del tiempo durmiendo hasta tarde, o saliendo de sus dormitorios hacia las tiendas en Cypress Mountain. Hoy, los estudiantes se estaban preparando para ir al concierto de la banda en unas pocas horas, por lo que el patio principal estaba desierto mientras me dirigía hacia la Biblioteca de Antigüedades. Para mi sorpresa, Alexei caminaba a mi lado otra vez. No dejaba de mirarme, como si tuviese algo en mente. —¿Algo que decir? —pregunté finalmente. Él no me contestó en unos segundos. —Oliver me dijo lo que le dijiste sobre mí… sobre cómo lo que estaba pasando contigo no tenía nada que ver con él y lo que siento por él. Quería darte las gracias por ello. —Sé lo que es estar totalmente enamorado de alguien —dije—. Quiero que Oliver sea feliz, y si tú le haces feliz, eso es suficiente para mí. Aunque si al final acabas haciéndole daño, te haré desear no haberlo hecho, seas del Protectorado o no. ¿Entendido? Asintió con la cabeza. —Entiendo. Llegamos a las escaleras de la biblioteca y me paré a mirar a los dos grifos. Quizás fuera mi imaginación, pero las estatuas parecían… preocupadas. Sus ojos se estrecharon, su ceño se frunció como si estuviesen preocupadas por algo. Quizás podían sentir la tensión en el aire. Era como si casi pudiese ver las nubes de tormenta que se avecinaban por encima. Sólo que no quería saber cuándo caería el primer rayo —o quien sería abrasado por él. Me estremecí, aparté la mirada de las estatuas, y seguí caminando. Todos los estudiantes eran animados a asistir al concierto de la banda,

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bueno, excepto yo. Pero habían unas pocas personas que habían decidido no ir, por cualquier razón, y por eso estaba la biblioteca abierta hoy. Además, los alumnos de Mythos siempre tenían deberes que hacer, con concierto o sin él. Vi a un par de alumnos sentándose en las mesas de estudio cerca de la caja, incluyendo a Morgan McDougall. Saludé con la mano a la Valquiria, quién me devolvió el saludo antes de volverse al libro que había estado leyendo. Pero en lugar de sentarme con ella o en alguna de las otras mesas, me dirigí a las estanterías. —¿Qué estás haciendo? —preguntó Alexei—. ¿A dónde vas? No tienes tu mochila contigo así que se que no tienes ningún libro con el que hacer tus deberes. —Eso es porque no estoy aquí para hacer mis deberes —dije—. Más bien como un crédito extra. Alexei frunció el ceño al oír mis crípticas palabras, pero se puso a caminar a mi lado. Fui más y más profundo en las estanterías hasta que finalmente llegué al lugar donde el Cosechador había roto la caja que guardaba las joyas y la caja Apate. Todos los cristales habían sido limpiados, aunque la caja aún estaba ahí —al menos lo que quedaba de ella. El Cosechador había roto la madera de la parte superior, pero las patas y la base estaban intactas. Supuse que Nickamedes no había tenido tiempo de arreglar o cambiar la caja todavía. De cualquier manera, me alegré de que todavía estuviese allí. Inspiré, subí las mangas de mi sudadera con capucha púrpura, alargué la mano, y toqué la caja con las dos manos. Los recuerdos y las imágenes inundaron mi mente. Tuve la sensación de que la caja había estado en ese lugar en particular durante mucho, mucho tiempo, décadas incluso, y vi los flashbacks de los alumnos que la habían tocado, apoyado, mirado los objetos de dentro, e incluso a los que habían

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decidido hacerlo justo al lado o en la parte superior de cristal y madera.

Ugh, me hubiera gustado no ver esas imágenes en particular. Y entonces, por fin, estaba el último recuerdo asociado a la caja —el Cosechador levantando la empuñadura de su espada, rompiendo el cristal, alcanzando el interior y robando la caja y las joyas. Me centré en esa última imagen, concentrada en ella, y me enfoqué en ella. Luego, rebobiné la imagen y la reproduje una y otra vez, tratando de obtener toda la información que pude de ella, deseando que hubiera algo que omití la primera vez, alguna pista que pasé por alto. Sabía que los Cosechadores habían querido la caja y sus joyas por Vivian, así ella podría engañar al áspid Maat haciéndole pensar que estaba diciendo la verdad. Ahora, quería saber para qué más podrían haber usado los objetos —y que miembro del Protectorado sería realmente un Cosechador. Nada —no vi ni sentí nada. Bueno, nada fuera de lo ordinario. Sólo al Cosechador rompiendo la caja y tomando los objetos dentro de ella. Nada que ya no supiera, y nada que me hubiera ayudado a averiguar cuál era el plan definitivo de Vivian. Abrí mis ojos y moví mis dedos de aquí para allá alrededor de la caja, tocando cada centímetro, pero no conseguí ninguna otra proyección. Ninguna memoria, ninguna vibración, nada. —¿Qué estás haciendo? —preguntó Alexei. —Usando mi psicometría —dije—. Pero no me está diciendo nada ahora. No todavía, al menos. Estaba decepcionada, pero no estaba lista para admitir mi derrota aún. Ya que la caja no me estaba dando ninguna vibración, me expandí y busqué en el resto del pasillo. Me agaché sobre mis manos y rodillas y moví mis dedos sobre el suelo de mármol alrededor del área entera. Una vez más, tuve la sensación de todos los estudiantes que habían caminado por este lugar,

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sus zapatos golpeando y raspando contra el suelo, pero nada que tuviera que ver con Cosechadores. Desesperándome, me agaché más sobre mi estómago y miré debajo de la estantería detrás de la caja. Algo largo y negro estaba yaciendo allí. Entrecerré mis ojos, tratando de distinguir qué era, y luego me di cuenta que era el soporte de terciopelo negro en el que había estado la caja. El que tiré debajo de la plataforma cuando me di cuenta que Inari estaba mirándome. Tomé el soporte y lo saqué de debajo de la plataforma. Luego, me senté en el suelo y recorrí mis manos sobre toda la suave superficie, ahora polvorienta. Nada —una vez más, no vi ni sentí nada importante. Sólo el Cosechador levantando el soporte y tomando la joyería. Disgustada, puse el soporte dentro de la caja, luego volví al suelo y miré bajo el estante otra vez. Pero no había nada más allí, excepto por un par de lapiceros olvidados y un montón de polvo que hizo mi nariz picar. Suspiré, pero todavía no estaba lista para rendirme, así que me deslicé a través del suelo al estante al otro lado del pasillo y miré debajo de él también. Más lapiceros y polvo, junto con seco pedazo de goma de mascar. Puaj. Estaba empezando a girarme para volver cuando noté un pequeño y blanco trozo de papel tirado en el suelo, entre las sombras. Mis ojos se estrecharon, metí mis hombros debajo de la caja y me estiré lo más lejos que pude. Me llevó un par de segundos, pero me las arreglé para enganchar el papel y sacarlo hasta la luz. —¿Qué es eso? —dijo Alexei—. ¿Encontraste algo? —Quizás —murmuré, poniéndome de pie.

La Caja del Recuerdo de Apate. Esa caja de joyas se rumoreaba que había pertenecido a Apate, la Diosa Griega del engaño. Apate era conocida por su

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amor a las joyas y coleccionaba tantas que los otros dioses estaban celosos de sus galas. Para mantener sus posesiones seguras, Apate encantó la caja

Recuerdo de las joyas de Apate. Además de su evidente belleza, cada pieza en la colección de las joyas de Apate se rumorea están teñidas por el poder engañoso de la Diosa. De hecho, cada piedra individual en las piezas supuestamente tiene una propiedad mágica diferente. Por ejemplo, las esmeraldas se cree que tienen efecto hipnótico, mientras que el topacio puede causar alucinaciones. Sin embargo, los rubíes se piensa que son los más poderosos y tienen una variedad de magia unida a ellos, todo desde dejar que la gente engañe a los demás hasta incluso superar la mente de alguien y obligarle a él o ella a actuar contra su propia voluntad… Así que tenía razón acerca de la caja y como Vivian había utilizado las esquirlas de rubí en ella para engañar al áspid Maat. Pero el conocimiento no me hizo sentir mejor, en todo caso sólo hizo crecer mi preocupación. Porque la única joya que Vivian había estado usando era su anillo de Jano. Entonces, ¿qué pasó con la caja y el resto de las joyas? ¿Cuáles eran los planes de los Cosechadores para usar las gemas? —¿Qué es eso? —preguntó Alexei otra vez—. ¿Has encontrado algo? Dudé. Una cosa era tener al otro guerrero siguiéndome a todos lados — otra era confiar en él. Alexei parecía un buen tipo, y a Oliver le gustaba. Por otra parte, me gustaba Preston Ashton y mira lo bien que eso había resultado. Oh, no creía que Alexei fuera un Cosechador. Vivian no lo había mirado en busca de ayuda durante el juicio, y no había recibido ninguna vibración extraña en los últimos días. Además, él no había actuado como un Cosechador hubiera actuado. No había tratado de adularme y ser mi amigo, en anticipación de apuñalarme por la espalda después. Pero he sido engañada antes, y todavía existía una pequeña posibilidad de que fuera uno

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de los chicos malos. Una forma de averiguarlo. —Dame tu mano —dije. —¿Qué? ¿Por qué? —Si quieres saber lo que estoy haciendo, dame tu mano —repetí. Alexei me miró, la sospecha en sus ojos color avellana. Por un momento, pensé que no iba a hacerlo, que en realidad podría ser un Cosechador después de todo, pero finalmente me tendió su mano. Enredé mis dedos alrededor de los suyos y cerré los ojos. Las imágenes inmediatamente llenaron mi mente, destellando una destrás de la otra, como una película casera corriendo a alta velocidad. Vi a Alexei creciendo con los años, en la escuela, en la casa, incluso en el gimnasio aprendiendo a luchar. Lo vi luchando contra Cosechadores, una espada en cada mano, y sentí que tan suaves sus movimientos eran mientras fluía de una posición de ataque a la siguiente. Luchar en realidad era un baile complicado para los Bogatyr, una serie de pasos que hay que dominar antes de lanzar ese final y fatal golpe. Incluso vi la chispa en el mismo centro de su ser —una chispa dorado pálido llena de orgullo y honor. Todo el tiempo busqué a través de los recurdos, en busca de algún indicio de que pudiera ser un Cosechador. Pero no sentí nada así, la determinación de Alexei de convertirse en el mejor guerrero que pudiera ser y seguir los pasos de su padre en el Protectorado. Eran los mismos sentimientos que Logan tenía sobre esas cosas. Finalmente, una imagen de Oliver me vino a la mente, y sentí lo mismo que Alexei cada vez que veía al Espartano —esa cálida, suave, efervescente sensación que parecía hacer que todo lo demás valiera la pena. Esa emoción especial que hizo la chispa dorada de su alma más brillante.

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Abrí mis ojos y solté su mano. Él no era un Cosechador, pero había aprendido algo nuevo acerca del guerrero Ruso —lo mucho que se preocupaba por Oliver. —¿De qué iba todo eso? —dijo Alexei, con más sospechas llenando su rostro—. ¿Acabas de usar tu magia en mí? —Sí, y pasaste —dije—. Ahora mira esto. Le mostré a Alexei la identificación, luego le hablé sobre las esquirlas de rubí que había visto en el anillo de Vivian. Leyó la información y frunció el ceño. —Pero Vivian ha estado bajo custodia en el Protectorado durante semanas —dijo, haciendo eco de mis sospechas—. Antes de que alguna de estas cosas fuera robada. No hay manera que ella pudiera ser uno de los Cosechadores que irrumpieron en la biblioteca. Está siendo vigilada de cerca, y hasta donde sé, la única persona con la que ha tenido algún contacto han sido altos miembros del Protectorado. —¿Quién? —pregunté—. ¿Con quién exactamente ha estado en contacto Vivian? Alexei se encogió de hombros. —Todos los miembros del Protectorado que están aquí para su juicio. Linus, Inari, Agrona, mi padre. ¿Por qué preguntas?

Porque significa que uno de ellos es un Cosechador. La única manera en la que Vivian podría haber conseguido poner sus manos en las esquirlas de rubí era por el Cosechador que había robado la caja para dárselas a ella. Casi podía ver las ruedas girando en la mente de Alexei mientras pensaba en todo, pero no le dije mis sospechas. No sabía si iba a creerme, especialmente porque su padre era una de las personas que había visto a Vivian —una de las personas que podría ser un Cosechador. Deslicé la tarjeta en el bolsillo de mi pantalón. No sabía si era suficiente

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para probar la culpabilidad de Vivian, pero era un comienzo. Energizada por mi descubrimiento, continúe mi búsqueda. Me acerqué de nuevo a la caja, pero no tuve ninguna vibración nueva de él así que me moví a la librería, recorriendo mis manos arriba y abajo en los estantes, sólo la sensación de los estudiantes tomando volúmenes de ella. La misma cosa pasó con los libros. Eran libros de referencia después de todo, y nadie tenía ningún apego emocional hacia ellos, más que necesitar la información dentro para finalizar su tarea. Estaba a punto de dejar de mirar, cuando mis dedos rozaron contra un libro directamente sobre la caja de artefactos, y una imagen de la mano enguantada del Cosechador tocándolo vino a mi mente. Me congelé, preguntándome si habría imaginado esa imagen, pero pasé mis dedos otra vez sobre el libro, y el mismo recuerdo me vino a la cabeza. Me concentré en la imagen, profundizando en la memoria, y repitiéndola una y otra vez. No había nada particularmente siniestro acerca del Cosechador tomando el libro, pero sentí que había algo más en la imagen, algo que me estaba perdiendo, así que me quede allí y mantuve mi concentración, centrándome en cada pequeña cosa que mi magia podía mostrarme. Tardé unos segundos en darme cuenta que el Cosechador había tocado la estantería primero —antes de incluso haber mirado la caja de artefactos. Recorrí mis dedos sobre otros libros. Las imágenes, los recuerdos, eran los mismas. El Cosechador parado aquí y yendo de libro en libro, los dedos enguantados del guerreros rozando cada volumen, tratando de encontrar el que buscaba. Fruncí el ceño. ¿Por qué el Cosechador rebuscaba entre los libros? ¿Por qué no ir por la caja y la joyería primero? A menos que las gemas no fueran las únicas cosas que el Cosechador había tomado —y robarlas no era ni de cerca tan importante como encontrar el libro indicado.

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Toqué todos los libros otra vez, uno tras otro, concentrándome más en las imágenes y yendo más profundo en los recuerdos. Una vez más, vi al Cosechador rebuscando entre los volúmenes hasta que el guerrero encontró el que estaban buscando. El Cosechador deslizó el libro en el bolsillo de su capa, ocultándolo de la vista. Fue solo entonces cuando miró la caja y empezó a romper el vidrio para llegar a los artefactos en su interior… Dejé ir a los recuerdos, abrí mis ojos y examiné los libros. Ahora que sabía que uno faltaba, era fácil para mí ver el pequeño espacio en el estante. Incliné mi cabeza a un lado y leí los títulos de los otros, esperando que me dieran alguna pista sobre el libro que el Cosechador había tomado y por qué.

La Fusión de los Cuerpos, La Fusión de las Mentes. Intercambio de Almas. Transformaciones Notables. Transformaciones Notables... Mi mirada se enganchó en ese título, y me encontré a mí misma mirando las letras de color plata como si significaran algo más. Transformaciones... Esa palabra se mantenía haciendo eco en mi mente. Había oído a alguien decir algo sobre la transformación no hacía mucho tiempo, un recuerdo surgió de la oscuridad de mi mente, uno de la noche que Loki había escapado.

Rápido… llévalo al roc antes de que el cuerno suene nuevamente. Esta todavía débil, y no podemos dejar que lo capturen. No ahora. No antes de que esté listo para la transformación. Un Cosechador había dicho eso cuando Vivian y los otros habían estado cargando a Loki en el roc para así poder escapar con el Dios del mal. Me pregunté entonces sobre que había estado hablando el Cosechador. Todavía no lo sabía, pero estaba decidida a averiguarlo. Porque tenía la sensación de que mi vida —y la vida de mis amigos— dependía de ello.

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Traducido por Helen1 Corregido por QueenDelC

ejé caer mi mano de los libros, entonces nos dirigimos fuera de las estanterías y hacia el centro de la biblioteca. —¿Ahora

qué

estás

haciendo?

—preguntó

Alexei,

una

nota

de

exasperación arrastrándose en su voz. —Investigando. Di la vuelta al mostrador, metí mi contraseña en uno de los ordenadores de la biblioteca y empecé a buscar en el catálogo. Gracias a Nickamedes y su obsesiva necesidad de organizar y etiquetar cada cosa en la biblioteca, fui capaz de encontrar un archivo de todos los libros que supuestamente estaban en el estante sobre la arruinada caja del artefacto. —No, no, no —dije, haciendo clic en el ratón y desplazándome por la lista—. No, no, no, ¡ahí! Morgan McDougall y los otros chicos en las mesas de estudio me miraron ya que, ya sabes, estaba murmurando para mí misma, pero no me importaba porque finalmente vi un título que no estaba en el estante con los demás. Grandes Transformaciones A Través De Los Siglos Y Cómo Se

Lograron. Bueno, ese era en definitiva un título bastante largo y pretencioso, pero realmente no me decía nada —como de lo que realmente se trataba el libro. Hice clic unas cuantas veces más buscando información adicional sobre el libro, pero todo lo que había entrado en el catálogo era el número de llamadas y otros pocos detalles menores y palabras clave.

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Detrás de mí, Alexei suspiró y se apoyó sobre el complejo de oficinas de vidrio. Por las miradas que me estaba dando, sabía que estaba pensado que me había ido por las paredes, pero lo ignoré y continué mi búsqueda. Estaba en lo cierto. Podía sentirlo en mis huesos. Seguí haciendo clic, pero no pude encontrar más información sobre el libro. Así que fui a una pantalla diferente para ver si había otra copia en la biblioteca. Había tantos chicos que utilizaban algunos de los libros de referencia que Nickamedes tenía varias copias de muchos de los títulos. Pero por supuesto que no había otra copia de Grandes Transformaciones, porque eso habría sido demasiado fácil. Eché humo durante unos segundos antes de poner a un lado mi frustración y volver al trabajo. Seguí mirando y haciendo clic en los archivos. Al parecer, el libro era único en su clase, porque no sólo no podía encontrar otra copia en la Biblioteca de Antigüedades, sino que no pude encontrar otra copia en ningún lugar. Ni en alguna de las bibliotecas de las otras Academias Mythos en los Estados Unidos ni en ninguna de las que se encuentran en el extranjero. Pensaba que no había nada más que pudiera hacer cuando me di cuenta de una pestaña que decía Libros Relacionados. Hice clic en eso. Una vez más, no había mucho allí para ayudarme. Aun así, hice clic, escaneé, y me desplacé a través de todas las páginas con la remota posibilidad de que encontraría algo. Y finalmente lo hice —Grandes Transformaciones A Través De Los Siglos

Y Cómo Se Lograron: Volumen II. Era el título de uno de los Libros Relacionados, uno que sonaba como una nueva versión actualizada del libro que estaba buscando. Hice clic en ese enlace, esperando que la biblioteca pudiera tener una copia. No hubo suerte. No había un ejemplar en la Biblioteca de Antigüedades, pero seguí buscando —y finalmente encontré uno en el Coliseo Crius.

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La emoción brotó en mi pecho. Me desconecté del equipo, miré el reloj en la pared —y mi corazón se hundió. Poco después de la una. Los autobuses que iban desde Cypress Mountain hacia la ciudad sólo funcionaban medio día los sábados en invierno, lo que significaba que ya había perdido el último autobús. Entonces, ¿cómo iba a ir de la academia, bajar por la montaña, y llegar al coliseo? Bueno, podía caminar, pero tomaría mucho tiempo —y no tenía esa clase de tiempo. No para detener lo que sea que Vivian y a los otros Cosechadores ya habían puesto en marcha. No, necesitaba un coche. Si Oliver estuviera aquí, sólo habría tenido que pedirle que me llevara en su SUV, pero estaba en la sala de conciertos con Logan y el resto de mis amigos. Podría llamar a mi Abuela Frost para que viniera a recogerme, pero probablemente estaba ocupada con sus clientes. Además, no sabía cuánto tiempo le llevaría llegar por mí, y necesitaba llegar al coliseo lo más pronto posible. Pero esas eran mis únicas opciones. No era como que pudiera pedirle a un chico al azar en la biblioteca que dejara lo que estaba haciendo y me diera un paseo. Se reiría en mi cara —o peor, pondría su arma sobre mí. Aun así, estaba lo suficientemente desesperada como para considerarlo, y miré primero a un estudiante, y luego otro, tratando de encontrar a alguien que pudiera ser compasivo —o al menos que no me odiara al instante. Noté una chispa verde de magia por la esquina de mi ojo, y miré hacia la izquierda. Un poco más de chispas se dispararon al aire mientras Morgan McDougall daba vuelta a la página del libro que estaba leyendo. Morgan no era mi enemiga, pero tampoco era mi amiga. Sin embargo, me había ayudado en el pasado, y me había defendido en clase de gimnasia ayer. Salté de mi silla, di la vuelta al mostrador y me acerqué a Morgan. La Valquiria levantó la vista del libro. —¿Tienes coche? —pregunté—. Por favor, por favor, por favor, dime que tienes coche.

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—Por supuesto, tengo coche. —Los ojos color avellana de Morgan se estrecharon con desconfianza, pero podía oír el interés en su voz. Quería saber lo que me traía entre manos—. ¿Por qué lo preguntas? Le sonreí. —¿Te gustaría ir a un pequeño viaje de campo?

*** —No —dijo Alexei—. De ninguna manera. ¿Perdiste la cabeza? —¿No estabas escuchando durante el juicio? —dije—. Porque si lo hubieras hecho, sabrías que la respuesta a esa pregunta casi siempre es “sí”. Alexei y yo estábamos de pie junto a la puerta principal de la academia justo debajo de las dos esfinges encaramadas en la pared. Después de que le había dicho a Morgan lo que quería y ella accediera a ayudarme, había salido corriendo de la biblioteca, ido a mi habitación y tomado un par de cosas que pensé que pudiera necesitar —como Vic. Le había dicho a la espada lo que había descubierto en la biblioteca, y su ojo morado se había iluminado. —¡Excelente! —Había dicho Vic—. Ahora que estás en la pista de la chica Cosechadora, terminemos con el negocio de finalmente matarla. —Así es. Después de que agarré mis cosas, corrí hasta la puerta principal para esperar que Morgan sacara su vehículo del terreno donde lo había estacionado en Cypress Mountain. El único problema era que Alexei había venido conmigo. Me había seguido desde mi dormitorio todo el camino hasta la puerta. Ahora, estaba de pie frente a mí, con una expresión sombría en su rostro. —No puedes salir de la escuela, Gwen —dijo—. El Protectorado me dio

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instrucciones estrictas. Se supone que debo asegurar tu estancia en la academia… sin importar lo que pase. —Puedes intentarlo —dije en voz baja—. No quiero pelear contigo, Alexei, pero lo haré si tengo que hacerlo. Él se burló de eso. —¿De verdad crees que puedes vencerme, Gwen? He estado entrenando durante años. Y no un entrenamiento de guerrero normal —sino un entrenamiento del Protectorado. El más físico, intenso entrenamiento de combate por el que un guerrero puede pasar. Te he visto luchar en el gimnasio. No estás mal, pero no eres tan buena como yo. Los dos lo sabemos. Yo lo sabía, pero eso no me impidió bajar mi bolso, sacar a Vic fuera de su vaina, y sostener la espada en posición de ataque. La mirada de Alexei bajó a su mochila, que estaba en el suelo a sus pies. Las empuñaduras de dos espadas sobresalían de la parte superior, como de costumbre, pero no alcanzó las armas —aún. —Sé que eres mejor que yo —dije—. Más fuerte, más resistente, con más experiencia como guerrero, pero aun así trataré de hacer mi mejor esfuerzo. Porque esto se trata de detener a Vivian, de detener a los Ccosechadores y lo que sea que tengan planeado. Esto se trata de salvar a la gente, Alexei. Eso es lo que se supone que los guerreros tienen que hacer —es lo que se supone que nosotros debemos hacer. Alexei miró mi espada, y Vic miró de vuelta a él. —Fuera de nuestro camino, Bogatyr —espetó Vic—. Gwen es la Campeona legítima de Nike, y tú lo sabes. Si ella dice que esto es importante, entonces es importante. Deberías estar ayudándola —no pararte ahí como un tonto preocupándote por las estúpidas reglas. Confía en Vic para hacer que seguir las reglas suene como la cosa más tonta en el mundo. Sin embargo, la espada tenía un punto. Bueno, otro

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además de la punta afilada al final de su hoja. A veces en Mythos, había que romper las reglas para proteger a las personas que te importaban. Sólo esperaba poder convencer a Alexei de eso. —Por favor, Alexei —dije—. Esto es importante. Sé que lo es. Vivian y el resto de los Cosechadores tienen algo planeado —algo malo. Pero puedo detenerlos. Sólo tengo que averiguar qué hay dentro de ese libro que el Cosechador robó. Por qué el Cosechador lo tomó primero, incluso antes de arrebatar las joyas. Tan pronto como lo sepa, llamaré a Metis, y tú puedes llamar a Sergei. Entonces me rendiré pacíficamente. Después de eso, bueno, estoy segura que Linus me arrojará en la prisión de la academia — probablemente para siempre—, y nunca tendrás que volver a verme. Al menos, no hasta mi ejecución. Sonreí a mi mala broma, pero Alexei se limitó a mirarme. Se me quedó mirando un largo, largo tiempo. Por último, su mirada volvió a Vic, y apreté los dedos alrededor de la espada. Si Alexei venía hacia mí, sólo tendría una oportunidad. A pesar de lo que había dicho antes, no iba a pelear con él. Él tenía razón. No iba a ganar. En lugar de eso, lo empujaría y luego esperaría que pudiera correr lo suficientemente rápido como para pasar por la puerta y que Morgan llevara su coche alrededor antes de que él me alcanzara. Aunque no estaba muy optimista acerca de mis posibilidades. Había visto pelear a Alexei en el gimnasio y luego contra los Cosechadores en la biblioteca, así que sabía exactamente lo rápido y mortal que era. Aun así, tenía que intentarlo. Justo cuando pensaba que iba a atacarme después de todo, el Bogatyr suspiró. —Muy bien. Vamos a ir al coliseo y ver si podemos encontrar el libro. Pero si no podemos o resulta ser un callejón sin salida, nos venimos directamente de vuelta. ¿Entiendes? Asentí.

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—Gracias, Alexei. Gruñó, pero no dijo nada más. —Vámonos —dije, deslizando de nuevo Vic en su vaina—. Porque no creo que tengamos tiempo que perder.

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Traducido por Eli25 y Alexiacullen Corregido por Ruth m.

n pitido sonó, y un Aston Martin rojo se detuvo en la calle fuera de la puerta. Morgan bajó su ventanilla y nos saludó. Alexei caminó hacia la puerta y se deslizó a través de la barras de hierro, pero yo paré y miré a las esfinges. Aún estaban mirando a sus pies y negándose a mirarme, pero las caras de las esfinges tenían el ceño fruncido, y sentí el mismo tipo de tensión y vigilancia recelosa en ellas que la que tuve con los grifos de la biblioteca. Sabían que algo estaba pasando, justo como yo. Esperaba poder averiguar lo que estaba pasando a tiempo para detenerlo —y a Vivian— por el bien. —¡Vamos, Gwen! —gritó Morgan—. Esta es tu brillante idea, así que ¡vamos! Me deslicé a través de un hueco en las barras, corriendo a través de la calle, y deslizándome en el asiento del pasajero. Alexei ya había llegado al asiento trasero. Tan pronto como cerré la puerta, Morgan pisó el acelerador, pasando zumbando lejos del bordillo más rápido de lo que era seguro, y tirándome hacia atrás contra el asiento. —¿Este es tu coche? —pregunté. —¿Qué? —dijo ella, un borde en su voz—. ¿Las chicas no pueden tener coches deportivos patea culos? —Por supuesto que las chicas pueden tener coches deportivos patea culos—dije—. Sólo que no sabía que tú lo tenías.

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—¿Qué tipo de coche pensabas que tenía? —No lo sé —murmuré, abrochando mi cinturón de seguridad y agarrando el manillar de la puerta—. Algo... más lento. Morgan se rió.

*** A pesar de la necesidad de la Valquiria por la velocidad, llegamos al Coliseo Crius de una pieza. Mientras Morgan aparcaba su coche, Alexei y yo nos dirigimos al interior del museo. Y enormes y circulares salas servían como centro del coliseo, con pasillos y áreas de exhibición ramificándose del espacio principal. Pilares elevados creados a partir del blanco mármol daban al museo la sensación de un gran y antiguo coliseo, mientras trozos dorados, plateados y bronceados brillaban en las paredes antes de extenderse hacia arriba para cubrir el techo. Joyería, cerámica, ropas, armas y armaduras llenaban el área de exhibición, todo protegido y preservado por cajas de artefactos similares a esas en la Biblioteca de Antigüedades. Los visitantes giraban a través del coliseo, mirando los artefactos y echando un vistazo a través de las caras réplicas que estaban a la venta en la tienda de regalos, mientras el equipo del coliseo, todos vestidos con largas y blancas togas, ayudaban a la gente con lo que fuera que necesitaran. Todo era perfectamente normal, pero cuanto más miraba alrededor, más el coliseo y todo en él comenzaba a cambiar. Las débiles sombras se oscurecían hasta que parecían delgados dedos huesudos gateando a lo largo del suelo y las paredes. Los gritos hacían eco en mi cabeza, y el hedor a cobre de la sangre me provocó arcadas. De repente, los Cosechadores pululaban por todas partes, sus espadas destellando en un siniestro plata cuando las arqueaban hacia arriba y luego embestían en las espaldas de los estudiantes aterrados, quienes estaban intentando alejarse de ellos.

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—¿Gwen, pasa algo? —preguntó Alexei. Sacudí mi cabeza, y el fantasma de la visión, los sonidos, y los olores desaparecieron de vuelta a la parte de inferior de mi mente con el resto de los horribles recuerdos que prefería olvidar. —Solamente recordaba la última vez que estuve aquí. —¿Durante el ataque de los Cosechadores? Asentí. Alexei no dijo nada más, pero me dio una mirada simpática. Sabía todas las cosas horribles que habían ocurrido aquí tan bien como yo —y todas las cosas horribles que mis amigos y yo habíamos hecho para sobrevivir ese día. —Vamos —dije, mi voz severa y cruda con la emoción—. Necesitamos averiguar dónde está el libro. El libro de las Grandes Transformaciones no estaba enumerado en ninguno de los panfletos de la exhibición, así que preguntamos a uno de los miembros del equipo, y él nos dijo que buscáramos en la biblioteca en la parte de atrás del coliseo. Morgan nos alcanzó, y los tres nos dirigimos en esa dirección. Los sábados, el coliseo estaba repleto de gente yendo de sala en sala y de caja en caja, observando todos los tesoros del mundo mitológico. Todos parecían estar completamente enfocados en lo que estaban haciendo, pero un temblor barrió a través de mí al mismo tiempo. Me sentía como si con girar mi cabeza lo bastante rápidamente, y me diera cuenta de que todos me estaban mirando, aunque nadie me pusiera atención realmente. Alivié mi mano dentro de mi mochila y envolví los dedos en la empuñadura de Vic. La sensación del suave metal contra mi palma me hizo tensar más, como si pudiera sacar la espada y comenzar a luchar en cualquier segundo. —¿Qué pasa? —preguntó Morgan, notando que agarraba la espada. Me hice apartar la mano de Vic.

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—No estoy segura. Tengo una mala sensación sobre esto. Algo no está bien. Encontremos el libro, veamos lo que dice, y salgamos de aquí. Finalmente alcanzamos la biblioteca y entramos. Era mucho, mucho más pequeña que la Biblioteca de Antigüedades, pero aún era impresionante. La biblioteca estaba hecha del mismo mármol blanco que el resto del coliseo, y el tejado era un gran tragaluz, haciendo que la sala entera brillara, soleada, y cálida incluso en medio del invierno. Estanterías del suelo al techo tomaban dos de las paredes, mientras que una tercera estaba llena con viejos y amarillentos mapas que escribían la crónica de las grandes batallas mitológicas y campañas a través de los siglos. Normalmente, me habría detenido aquí, yendo de estantería en estantería y de mapa en mapa hasta que hubiera visto todo, pero no había tiempo. Puse mi mochila en una de las mesas, luego miré al panfleto de papel que el miembro del equipo me había dado. —De acuerdo con esto, el libro están en la sección G. Nos llevó unos pocos minutos encontrar la estantería apropiada y unos pocos más aún encontrar el libro actual, pero ahí estaba, situado en la estantería

correcta

dónde

se

suponía

que

debía

estar:

Grandes

Transformaciones A Través de las Épocas y Cómo Fueron Conseguidas: Volumen II. En lugar de alcanzar el libro inmediatamente, fruncí el ceño. —¿Qué pasa? —dijo Alexei en un tono impaciente. Él había dejado su mochila también y estaba apoyado contra la mesa. —Esto se siente demasiado fácil—dije. Morgan bufó. —¿Crees que toda esa búsqueda que hiciste en la Biblioteca de Antigüedades, salir a hurtadillas del campus, y pedirme que te trajera hasta aquí fue fácil? Creo que necesitas una nueva definición de la palabra, Gwen.

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La ignoré. Alexei, Morgan, y yo éramos los únicos en esta parte del coliseo, y la conversación y la charla de los otros visitantes hacía tiempo hacía decaído. No oía ni un susurro de movimiento, pero aún miré hacia la puerta, medio esperando ver a un grupo de Cosechadores corriendo dentro, las espadas fuera, listos para ensartarnos. Esperé y esperé —pero nada ocurrió. Finalmente, me giré hacia la estantería, mirando el libro y las palabras en el lomo —Grandes

Transformaciones A Través de las Épocas y Cómo Fueron Conseguidas: Volumen II. Morgan bufó otra vez y agarró el libro fuera de la estantería, causando que chispas verdes de magia salieran disparadas de sus dedos. Succioné una respiración, pero otra vez no ocurrió nada. —¿Ves? —dijo ella—. Sólo es un libro. Estás totalmente paranoica. Ahora, ¿por favor, podemos seguir con esto? —Estoy de acuerdo con la Valquiria—dijo Alexei—. Todo parece normal aquí. Así que usa tu magia en el libro, y vayámonos. —Bien —murmuré—. Pero si las cosas van mal, y comienzo a gritar como una loca, no digan que no les avisé. Alexei y Morgan se miraron mutuamente antes de que sujetara el libro hacia mí. Solté una respiración, lo tomé de ella, y esperé a que las imágenes y los sentimientos entraran en mi mente para que pudiera aprender todos los secretos que el libro podía contener.

*** Los recuerdos fluyeron en mi cerebro, y conseguí destellos de todas las personas quienes habían mirado y tocado, y leído el libro durante los años. Nada inusual allí. La decepción me llenó, y durante un momento pensé que esas serían las únicas imágenes pegadas al libro —pero estaba equivocada.

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Arrebatos de conversaciones y palabras susurradas cayeron a través de mi mente, una tras otra.

“Algo difícil, transferir un alma a otro cuerpo...” “Tienes que asegurarte que el huésped sea excepcionalmente fuerte...” “Una vez el alma sea transferida, dominará al otro hasta que no haya dejado nada del sujeto original o alma...” Las voces eran todas frías, clínicas, e indiferentes, como si estuvieran hablando sobre ratas experimentales de laboratorio en lugar de seres humanos. Me estremecí por las palabras y sus horribles implicaciones, pero tensé mi agarre en el libro y seguí profundizando más en los recuerdos, buscando algo que pudiera decirme qué era tan importante sobre este libro para que los Cosechadores se arriesgasen a entrar en la Biblioteca de Antigüedades para robar el volumen original. El rostro de Vivian me vino a la mente. Inmediatamente me aferré a la imagen, enfocando las formas y permitiéndome encajarla en mi memoria. Vivian estaba en la biblioteca del Coliseo. Miraba alrededor, con su mirada dorada de una esquina de la habitación a la otra, como si estuviera esperando problemas. Las luces de la biblioteca eran tenues y las estrellas brillaban a través del techo de cristal en lugar del sol. La Cosechadora debió haber irrumpido en el Coliseo anoche. Al final, cuando estuvo segura de que nadie iba a venir a investigar, Vivian giró su cabeza y se dio cuenta de que había alguien más en la biblioteca —alguien que llevaba una toga negra. La capucha estaba levantada y la persona estaba de espaldas a Vivian por lo que no podía ver quién era. Sin embargo, de alguna manera, sabía que era el Cosechador que había perseguido en la biblioteca, incluso si todo lo que podía percibir era un par de guantes negros sosteniendo un libro —el mismo libro de Las Grandes

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Transformaciones que yo estaba sujetando ahora mismo. —No está bien —dijo el Cosechador, con su voz viéndose más alta que la que tenía antes cuando tomó el libro cerrado y se lo tendió a Vivian—. Lo

que necesitamos no está aquí. El Panteón debe haber decidido que la información era demasiado peligrosa y la eliminó de esta edición. —¿Estás seguro? —preguntó Vivian, agarrando el libro y hojeando las páginas—. Los otros estaban seguros con que eso estaba en el libro correcto. El Cosechador agitó su cabeza.

—Algo de la información está aquí, pero no toda. Necesitamos la lista de joyas y el ritual entero de principio a fin en orden para transferir el alma de Loki al cuerpo que tenemos en mente. Créeme cuando te digo que no hay espacio para errores o confusiones de cualquier tipo. Sólo tenemos una oportunidad para esto y tenemos que estar seguros de que marcha sobre ruedas, o nuestros años de espera y vigilancia no serán nada, y nuestro señor estará en una forma incluso peor de la que ya está. Después de todo tenemos que conseguir el libro original. —¿Y dónde debería estar? —preguntó Vivian. —En la Biblioteca de Antigüedades —dijo el Cosechador. Vivian parpadeó, aparentemente sorprendida por la información. Después de un momento, agitó la cabeza.

—No hay forma de que seas capaz de entrar en los terrenos, mucho menos en la biblioteca. No ahora, con toda la seguridad extra que han añadido al recinto. —Siempre supimos que era una posibilidad que pudiéramos necesitar el libro original, y habíamos planeado en consecuencia a eso. Aquí es donde tú entras —dijo el Cosechador—. Vas a regresar al colegio. Vivian puso en blanco sus ojos.

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—¿Tengo que hacerlo? Ya he perdido el tiempo suficiente en esa estúpida academia. —Oh, creo que esta vez te va a gustar mucho más estar alrededor especialmente porque te dará la oportunidad de hacer la vida imposible a tu buena amiga, Gwen Frost. A la vez que pasemos, el Protectorado decidirá ejecutarla y hacer su trabajo por ti. Todo lo que tendrás que hacer es sentarte de nuevo y verla sufrir. Una sonrisa se estrechó a través del rostro de Vivian, y un poco del rojo Cosechador brilló para vivir en las profundidades de sus ojos dorados.

—Bien, ¿por qué no dijiste eso en primer lugar? —Vamos —dijo el Cosechador, moviéndose hacia la puerta, de espaldas todavía a Vivian—. Salgamos de aquí antes de que alguien nos encuentre. La imagen de la biblioteca comenzó a desdibujarse y borrarse, y supe que este recuerdo particular estaba llegando a su fin. Aun así, me aferré al libro, intentando ver cada última cosa que podía —incluyendo la identidad verdadera del Cosechador.

Vamos, pensé, gírate y muéstrate. Mi corazón se hundió cuando el Cosechador se acercó a la entrada de la biblioteca. Un segundo más y el malvado guerrero desaparecería —y de esa forma cualquier oportunidad que tenía de descubrir quién era el Cosechador. Vivian puso el libro de las Grandes Transformaciones de vuelta a la estantería, pero tenía prisa y no lo empujó lo suficiente hacia atrás. El libro cayó al suelo. El sonido estalló como un trueno en la biblioteca. Vivan hizo una mueva, se inclinó y levantó el libro. El Cosechador se dio la vuelta y me di cuenta de que la persona no era un hombre después de todo. No estaba llevando una máscara, y finalmente vi su cara —su hermosa y familiar cara. Sus ojos verdes se estrecharon y

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miraron hacia Vivan.

—¡Quieta! —siseó Agrona Quinn a la chica—. ¿Quieres que los guardias nos escuchen? Estaba sorprendida de que el resto del recuerdo se deslizara alejándose incluso aunque todavía pudiera escuchar a Agrona murmurando a Vivan. Después de un momento, incluso eso se desvaneció. Tomé una respiración temblorosa, abrí mis ojos y bajé la mirada hacia el libro. La tapa de cuero parecía quemar mis dedos, pero sabía que eso solo era mi impresión por lo que había descubierto. ¿La madrastra de Logan era de verdad una Cosechadora del Caos? No quería creerlo. Parecía tan tranquila, tan amable, tan buena con el Espartano, ayudando a Logan a suavizar las cosas con Linus en cualquier momento en el que estuvieran discutiendo. Logan estaría herido cuando se enterara de que ella les había estado mintiendo a él y a su padre todo este tiempo. Luego, se me ocurrió otro pensamiento. Quizás —tal vez, Vivan había manipulado el libro, plantando algunos recuerdos falsos en él, justo como había hecho antes cuando estuvo intentando evitar que averiguara que era la Campeona de Loki. La telepatía de Vivian la permitía hacer este tipo de cosas, hacer a la gente ver y sentir cosas que realmente no estaban allí — incluso conmigo. Por primera vez, realmente esperaba que la Cosechadora estuviera jugando conmigo otra vez. Contacté con mi psicometría, regresando a las imágenes y los recuerdos, pero vi exactamente lo mismo que antes. Vivian y Agrona hablando sobre el libro y buscando un cuerpo nuevo para Loki. Los recuerdos eran todos nítidos y claros, y no daban la sensación de que hubieran sido manipulados de alguna manera. Antes, cuando toqué el anillo Janus de Vivian, había plantado imágenes falsas, que se habían sentido como si hubiera algo ligeramente fuera de todos los recuerdos asociados con el anillo. Pero no

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conseguía ese tipo de vibración del libro —no del todo. No, los recuerdos que se le atribuían eran auténticos. Había estado preparada para ver el rostro de Inari, o de Sergei, o incluso de Linus. Después de todo, había pensado que el Cosechador era un hombre, por el tono de voz que había escuchado en la biblioteca, pero Agrona debió haber encontrado alguna manera de disfrazar su voz. ¿Aunque cómo? ¿Cómo pudo hacer eso…? Y ahí es cuando recordé su collar de oro, con el que la había visto juguetear más de una vez —el que estaba incrustado con dos rubíes y dos esmeraldas.

… se cree que las esmeraldas tienen un efecto hipnótico, mientras que el topacio puede causar alucinaciones. Aun así, se cree que los rubíes son los más poderosos y tienen una variedad de magia adherida a ellos, todo, desde dejar que la gente engañe a los otros para incluso abrumar la mente de las personas y convencerle a él o a ella de actuar en contra de su propia voluntad… Eso es lo que la carta había dicho sobre las joyas de Apate, y estaba dispuesta a apostar que el cambio en sus voces sería más fácil de hacer con ellas. Fruncí el ceño. Pero había visto a Agrona llevando su collar antes de que las joyas hubieran sido robadas. ¿Había más joyas ahí fuera con propiedades mágicas? No lo sabía, pero eso ahora no era verdaderamente importante. Porque el hecho era que Agrona Quinn era una Cosechadora —lo cual significaba que Logan y el resto de mis amigos estaban en un gran, gran problema. —¿Y bien? —dijo Alexei—. ¿Qué viste? —Sí, Gwen —metió baza Morgan—. Suéltalo. Agité mi cabeza.

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—Nada bueno. Creo… creo que el Cosechador está planeando algún tipo de ritual, alguna forma de que puedan transferir el alma de Loki o lo que sea dentro de un cuerpo nuevo. ¿Es eso siquiera posible? El rostro de Alexei se ensombreció ante mis palabras. —He escuchado historias de ese tipo a mi padre y a otros miembros del Protectorado, pero eso es todo lo que pensé que eran —historias. Lo mismo hizo mi padre. El hecho de que Loki esté herido y débil por su encarcelamiento es todo lo que nos da una oportunidad de derrotarle a él y a los Cosechadores. Si lo que dices es verdad, y eso es lo que están planeando los Cosechadores, si se las arreglan para encontrar un cuerpo nuevo para él… —Se apagó su voz—. Entonces Loki será devuelto a su fuerza al completo —y nadie será capaz de detenerle. Ni si quiera los mismos dioses. —En otras palabras —dijo Morgan—, estaremos bien jodidos. —No sabes ni la mitad de eso —contesté. Les dije todo lo que había visto y oído, incluyendo el hecho de que Agrona era realmente una Cosechadora. Los ojos de Alexei se abrieron ante la noticia, pero luego frunció las cejas pensando en ello. —Agrona tiene acceso a Vivian —dijo finalmente—. De hecho, estaba asignada a vigilar a Vivian la mayor parte del tiempo. Habría sido fácil para ella deslizar a Vivian algunas de las joyas de Apate para ponerlas en su anillo. —Tenemos que advertir a Metis y a los otros —dije—. Ahora mismo, antes de quesea demasiado tarde… —Gitana, no vas a advertir a nadie sobre nada —gritó una voz familiar y sarcástica. Alexei, Morgan y yo nos congelamos y miramos hacia la puerta. Una figura estaba de pie ahí, bloqueando la salida. Llevaba una túnica negra,

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aunque la capucha estaba bajada y su rostro era visible. Esta vez no se molestó en ocultar su identidad verdadera con una máscara de goma de Loki. No la necesitaba más. Vivian Holler me sonrió.

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Traducido por Omakehell Corregido por Eli25

a chica Cosechadora entró en la biblioteca. Inmediatamente le pasé el libro a Alexei, y me lancé hacia delante, alcancé mi mochila y saqué a Vic de su empuñadura. Vivian también tenía una espada en la mano, con un rostro de mujer incrustada en la empuñadura, y los saltones ojos rojos se abrieron de golpe y nos miraron a mí y a Vic. —Lucretia —gruñó Vic. —Así que nos volvamos a encontrar, Vic —contestó la otra espada en voz baja, femenina—. Pero no lo harás a través de esta lucha. —¡Te voy a callar para siempre esta vez, pedazo psicótico de acero! — cantó Vic. Vivian chasqueó la lengua. —Calma, calma, pequeña hoja. Parece que tu espada es tan sanguinaria como la mía, Gwen. Será un arma muy apropiada para uno de mis amigos Cosechadores cuando te la quite de tus manos frías y muertas. —Sigue soñando —gruñí—. Sé lo que estás haciendo, y voy a detenerte, Vivian. A ti y a Agrona y a todos los que estén involucrados. Ella frunció el ceño. —¿Cómo te enteraste de que Agrona. . .? —Ella miró el libro en la mano de Alexei—. El libro. Me olvidé de usar mi magia en el libro y eliminar los recuerdos para que no pudieses verlos con tu estúpida psicometría.

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—Bueno, has estado un poco ocupada, matando a gente, enmascarando tus crímenes y todo eso —dije—. Es difícil hacer un seguimiento de todo. Vivian se encogió de hombros. —¿Cómo escapaste del Protectorado? ¿Y por qué estás aquí ahora? ¿No deberías

estar

ayudando

a

tus

amigos

Cosechadores

con

la

transformación? ¿Preparándote para poner el alma de Loki en uno de tus secuaces? —Salí del Protectorado porque maté a las tres personas que se encontraban protegiéndome —dijo Vivian—. Nunca lo vieron venir. Alexei silbó con ira. Vivian sonrió y le lanzó un guiño descarado. —No te preocupes, Bogatyr —dijo—. No tengo tiempo para echar de menos a tus valiosos amigos del Protectorado. —Entonces, me sonrió de nuevo—. En cuanto a tu pregunta, sí, ayudaré con el ritual. Pero, ¿quién dice que estamos usando a un Cosechador para la transformación? La miré. De alguna manera, no creía que mintiese —no se trataba de eso. No, su tono de voz era demasiado presumido. Pero si no iba a utilizar a un Cosechador para el ritual, ¿entonces quién? No podía imaginar a nadie que estuviese dispuesto a dejar que su alma fuese devorada por Loki. —Al parecer, no puedes acoplar el alma de un dios en cualquier cuerpo viejo —dijo Vivian—. Yo me ofrecí, pero Agrona ya tenía a alguien más en mente. ¿Sabes? El nuevo cuerpo tiene que ser lo suficientemente fuerte como para pasar el ritual y contener el alma, y por supuesto que sólo quería lo mejor de lo mejor para Loki. Alguien que fuese fuerte, inteligente, astuto, y uno de los más feroces guerreros de su generación. Ella me sonrió. Sabía exactamente de quién estaba hablando. —Logan —susurré—. Vas a poner el alma de Loki en el cuerpo de Logan.

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Todo dentro de mí se —congeló. Mi sangre, mi aliento, mi corazón. Todo frío, sordo, inmóvil y pesado, como si hubiera estado encerrada en una tumba de hielo. Después de unos pocos segundos, el choque se desvaneció, pero el frío permanecía, junto con el temor —con un miedo terrible por Logan. —Correcto de nuevo, Gwen —se burló Vivian—. En realidad no eres tan tonta como pareces. Es una lástima que en realidad no vayas a estar allí para ver a tu novio pasar la transformación. Me han dicho que es

extremadamente doloroso. —¿Qué quieres decir? —murmuré a través de mis labios entumecidos. La Cosechadora levantó la cabeza del libro. —No creerás que nos dejamos el libro atrás por accidente, ¿verdad? Agrona sabía que la habías visto cambiar las joyas de Apate, y pensó que podrías darte cuenta de que no era todo lo que había tomado de la biblioteca. Así que dejó el libro aquí y puso una salvaguarda en él por si venías a husmear. Tan pronto como entraste por la puerta principal, nuestro hombre en el Coliseo me llamó. Y aquí estás, aquí, donde nadie va oirá gritar ni a ti ni a tus amigos. Nunca puedes dejar las cosas como están, Gwen. Aunque tengo que decir que es bastante conveniente como tu falta de sentido común te conduce a mis trampas una y otra vez. Así que venir aquí había sido otra parte de su plan, una manera de alejarme de la academia para que Vivian pudiese matarme. Miré a Alexei, pero el Bogatyr estaba mirando a la chica Cosechadora, con los ojos entrecerrados,

la

mandíbula

apretada

y

con

sus

manos

vacías

apretándolas hasta formar puños. Sin duda estaba pensando en los guardias del Protectorado que había matado y cómo le gustaría hacerle lo mismo a ella. Eché un vistazo a Morgan. La Valquiria metió la mano en su bolsillo y sacó una daga, que bajó discretamente hacia su costado. Morgan asintió con la cabeza, diciéndome que estaba lista para pelear.

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Mi mano se tensó en torno a la empuñadura de Vic. —Créeme cuando te digo que esta será la última vez que caigo en una de tus trampas, porque no vas a salir de aquí viva. Vivian dejó escapar una risa feliz. —Oh, por favor. Como si alguna vez hubiese perdido un combate cuerpo a cuerpo. E incluso si por algún milagro sucediese y me derrotases, sería demasiado tarde para salvar a tu precioso novio. Te dije que te iba a quitar todo lo que amabas, Gwen. Creo que Logan será un buen comienzo, ¿no? La ira estalló en mi corazón, explotando como una bomba, y quemando el frío el miedo que me había paralizado. Dejé escapar un grito feroz y cargué contra Vivian. El movimiento sorprendió a la chica Cosechadora, que retrocedió unos cuantos pasos. —¡Ahora! —gritó ella. Más Cosechadores irrumpieron en la sala, con espadas y listos para matar. Debían haber estado esperando fuera a su señal, pero no me importó. En ese momento, sólo tenía ojos para Vivian. Me lancé hacia la chica Cosechadora, levantando a Vic en alto, y bajé la espada tan fuerte y rápido como pude.

¡CLANG! Chispas rojas y púrpuras silbaron en el aire mientras Vivian levantaba a Lucretia, deteniendo a Vic de dividirle en dos el cráneo. Presioné hacia adelante, tratando de romper su defensa, pero no pude hacerlo. Vivian no sólo era una Gitana, sino que era una Valquiria, lo que significaba que era mucho, mucho más fuerte que yo. Recordé exactamente cuánto más fuerte un segundo más tarde, cuando apretó los nudillos y me dio un puñetazo en el estómago. Las estrellas brillaron ante mis ojos, o tal vez eso sólo fuese el rojo de las chispas mágicas que salían de los dedos de Vivian. Realmente no podía

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hablar. La fuerza del golpe me hizo retroceder y evacuó el aire de mis pulmones, pero estaba tan furiosa que tomé aire de nuevo y me lancé de nuevo hacia delante. Nunca había querido matar a Vivian tanto como lo deseaba en ese preciso momento. Nunca había necesitado hacerle tanto daño como ahora mismo. La chica Cosechadora ya había asesinado a mi madre y a Nott. Atacó a la Abuela Frost, y ahora, iba a ayudar a convertir en Logan… en… No podía siquiera empezar a imaginar lo que significase el tener el alma de Loki en su cuerpo, y que le haría al Espartano. Cómo sería destruir todo lo que le hacia a Logan, bueno, ser Logan. Pero eso no iba a suceder, me prometí. Porque iba a salvar a Logan, e iba a parar a los Cosechadores —comenzando con cortar la cabeza de Vivian y separarla de sus hombros.

¡Clash—Clash—clang! Luchamos hacia un lado y el otro de la librería, girando sobre mesas y sillas, rasgando mapas, y pisoteando libros en nuestra furia por matarnos unos a otros. De vez en cuando, conseguía una imagen de Morgan y Alexei por el rabillo del ojo. La Valquiria sostenía su mirada en mí. Ella ya había usado la daga de bolsillo para derribar a un Cosechador. Morgan cogió la espada del guerrero que acababa de matar y atacó a la Cosechadora que estaba luchando contra Alexei, haciendo retroceder al guerrero malvado. Alexei, que había estado usando el libro de Grandes Transformaciones como una especie de escudo contra los golpes viciosos del Cosechador, lo dejó caer. Agarró las dos espadas de su mochila y volvió a la batalla hacia un Cosechador que estaba trepando por el otro lado. Me hubiera gustado ayudar, pero ya estaba lo suficientemente ocupada con Vivian. A pesar de mi ira, la Valquiria tenía razón cuando había dicho que era la mejor luchadora. La sorpresa de mi ataque inicial ya se había extinguido, y continuó la ofensiva, balanceando a Lucretia un poco más

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cerca de mi garganta con cada pasada individual que hacía. —¡Vamos, Gwen! —gritó Vic debajo de mi palma—. ¡Córtale las cintas! ¡Hazlas pedazos! —¡Lo estoy intentando! —grité de nuevo. Apreté el paso, aumentando el ritmo de mis ataques, tratando de sorprender a Vivian de nuevo. Eso no sucedió, pero si que pasó algo casi tan bueno —se tropezó con uno de los libros que habían caído al suelo y se tambaleó hacia atrás contra una estantería. Alexei hundió las espadas a través del estómago de un Cosechador, mientras que Morgan tiró una daga al pecho del último. Me miró, asintió con la cabeza y los dos vinieron a mi lado. Juntos, con las armas levantadas, avanzamos sobre Vivian. —¿Qué vas a hacer ahora que todos tus amigos están muertos? —le dije imitando la burla de su voz, deteniéndome frente a ella. Vivian miró a izquierda y derecha, pero Alexei y Morgan se desplegaron, cortándole las vías de escape. —Y ahora, creo que es el momento para que obtengas por fin lo que te mereces— gruñí—. Por mi madre y Nott y todos los demás que has herido. —Lo siento, Gwen —dijo Vivian, sonriendo de nuevo—. Tal vez algún día aprendas que no me puedes vencer —y que el Caos va a ganar siempre. Corrí hacia delante, pero mientras corría, ya sabía que iba a ser demasiado tarde, —demasiado tarde de nuevo. Vivian dejó escapar un silbido ensordecedor, y el techo de cristal por encima de mi cabeza se hizo añicos. Me tiré a un lado y puse mis brazos sobre la cabeza, tratando de salir del área de los cristales y protegerme de las esquirlas lo mejor que pude. A

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mi lado, Alexei y Morgan hicieron lo mismo. Una sombra ocultó el sol, y un roc Negro se estrelló abajo, creando un enorme agujero en el techo. El pájaro era enorme. Sus alas eran de un negro pulido y brillante, aunque podía ver los puntos destacados carmesí enlazados a través de sus gruesas plumas, así como esas ascuas rojo Cosechador que ardían en lo mas profundo de sus ojos negros. El roc Negro me lanzó un picotazo, y su afilado pico chasqueó como la punta de una espada a punto de atravesarme. Grité y rodé debajo de una mesa lejos de él. El pico del roc se estrelló contra una de las patas de la mesa, haciéndola añicos como si fuera una cerilla y causando que la parte superior de madera se inclinase hacia un lado. Vivian corrió hacia el roc y se arrojó hacia el arnés de cuero en la grupa del pájaro. —¡Vuela, vuela, vuela! — gritó. El roc extendió sus alas y despegó. Se puso en el centro de la biblioteca, como si estuviera teniendo problemas para despegar del todo, batiendo las alas negras y rasgando aún más libros de los estantes. Hasta los pesados volúmenes ondeaban arriba y abajo en el aire como copos de nieve. Me moví fuera de debajo de la mesa, me puse de pie y me precipité hacia delante, pero ya era demasiado tarde. El pájaro dejó escapar una serie de duros graznidos caw—caw. Batió de nuevo sus alas, y salió disparado por el techo destrozado. Estiré el cuello para arriba, pero no había nada que pudiera hacer para detener el pájaro. Así, por la segunda vez en mi vida, vi a Vivian y a su roc Negro salir disparados hacia el cielo.

*** Miré hacia el agujero en el techo, como si pudiera hacer que Vivian y su roc volviesen, como si pudiera llegar arriba, agarrar al pájaro, y

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arrastrarlo hacia abajo a los dos a la biblioteca. Si sólo desease lo suficiente y lo esperase lo suficiente... Pero se habían ido, y todos los deseos del mundo no los traerían de vuelta. Pero tenía una buena idea de hacia dónde iban. Por Logan. Si es Agrona no había llegado a él ya. Casi grité al imaginar la idea de que Logan se fuese, que la Cosechadora ya hubiese usado su magia sobre él, que ya hubiesen forzado el alma de Loki en su cuerpo, pero aparté esos horribles pensamientos y me obligué a respirar —sólo respirar. Sólo respirar. Dentro y fuera, dentro y fuera, dentro y fuera, hasta que sentí que estaba en control de mí misma otra vez y no iba a perderme totalmente. Alexei se recuperó más rápido que yo. Se puso de pie, puso sus espadas hacia abajo, sacó su teléfono móvil fuera de sus pantalones vaqueros, y llamó a alguien. Como yo, llamé a Logan. Sin respuesta. Intenté de nuevo con el Espartano, pero la llamada fue directa a su buzón de voz. Y por tercera vez el mismo resultado. Lo intenté con Oliver, luego con Kenzie, Daphne y Carson. Nadie respondió y sabía que era porque no podían. Los Cosechadores ya les habían puesto su plan en marcha con ellos. Me preguntaba si mis amigos habían sido capturados — o si Agrona o cualquiera que estuviera trabajando para ella les había matado ya.

No. No podía pensar cosas así. No podía. Todavía había tiempo. Tenía que haber tiempo para salvarles —o para salvar a Logan. —Nadie responde a los teléfonos —le dije a Alexei—. ¿Y tú? Agitó su cabeza. —No, nadie. Lo he intentado con mi padre, Inari, y Linus, pero ninguno de ellos contestan. Morgan frunció el ceño.

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—¿Crees que los Cosechadores están en el Auditorio? —Sí —dije—. Tienen que estar ahí porque es donde está Logan y le necesitan para el ritual. Vamos. Tenemos que llegar al auditorio. —¿Y hacer qué? —dijo Alexei—. Nadie responde porque lo más probable es que los Cosechadores ya hayan capturado a todo el mundo. Incluso quizás les hayan matado. Lo que necesitamos hacer es llamar a los refuerzos. —No. Eso nos tomará demasiado tiempo y lo sabes —espeté, con mi voz elevándose más y más alta con cada simple palabra—. No sé lo que podemos hacer, pero tenemos que intentarlo. No podemos permitir que los Cosechadores hagan esto a Logan mientas estamos aquí y esperemos a que más miembros del Protectorado lleguen. No podemos permitirles poner el alma de Loki en su cuerpo. Sencillamente no podemos. En este punto, había alzado mis manos y las estaba moviendo hacia Vic y Alexei como si estuviera atacando al Bogatyr. Así es como estaba de enfadada e histérica. —Tranquilo chicos, tranquilos —dijo Morgan interviniendo entre nosotros—. Se están olvidando de una cosa. —¿Qué es? —dijo Alexei bruscamente. Ella levantó su mano, las llaves de su coche colgando de su dedo índice y chispas verdes de magia brillando en el aire a su alrededor. —Que soy la única con coche. Vosotros dos van a donde yo voy. La Valquiria me miró. —Y digo que vamos al auditorio y patearemos el culo a algunos Cosechadores. —Para mí suena como un plan. Morgan se giró hacia Alexei.

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—¿Así que vienes con nosotras o vas a permitir que las chicas tengan toda la diversión? Después de un momento asintió. —Voy contigo; con ustedes dos. —Bien —dije—. Entonces vamos. No tenemos ni un momento libre.

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Traducido por Kirara7 Corregido por Eli25

organ, Alexi y yo cogimos nuestras cosas y corrimos hacia la biblioteca pasando al personal del museo que corrían por el pasillo para ver por qué las alarmas estaban sonando. Si, prácticamente destrocé otra biblioteca, pero no había tiempo para detenernos y explicarlo. No ahora, no cuando Logan y mis amigos estaban en peligro. Llegamos al coche de Morgan, Alexei nuevamente se metió en el asiento trasero, mientras yo me deslizaba en el delantero. Morgan arrancó el motor y salimos del estacionamiento, tirándome hacia atrás por segunda vez. Recosté a Vic en mi regazo y saqué el teléfono del bolsillo de mis vaqueros. En lugar llamar a mis amigos, llamé a alguien más, ella contestó al segundo tono. —¿Calabaza? —preguntó la Abuela Frost—. ¿Dónde estás? ¿Qué está pasando? Algo malo sucedió puedo sentirlo. Le conté todo lo que había sucedido y cuáles eran los verdaderos planes de los Cosechadores con Logan. —No puedo conseguir que alguien me conteste —dije—. Ni Logan, ni Daphne, nadie estamos en camino al auditorio ahora mismo. —Les veré allí, calabaza —dijo la abuela—. Y llevaré mi espada. — Colgamos y tuve que sujetarme a la puerta para evitar golpearme cuando Morgan tomó una curva demasiado rápido para mi gusto, la Valquiria me vio mirando el velocímetro

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—¿Qué? —dijo Morgan—. Tenemos que ir rápido. —No nos mates antes de llegar a la sala de conciertos, ¿vale? —Oh, sí —resopló ella—. Odiaría arrebatarle la oportunidad a los Cosechadores de terminar con nosotros. Espero que tengas algún tipo de plan, Gwen. —Trabajo en eso —murmuré—. Trabajo muy duro en eso. Pero no tenía ningún plan, no tenía ni idea de que encontraríamos una vez llegáramos al auditorio o en qué estado estarían mis amigos —si es que seguían con vida.

No, me dije a mí misma otra vez. No. Mis amigos estaban vivos, tenían que estarlo. No podía pensar en ellos estando heridos, no podía pensar en que estuvieran muertos o me perdería en la culpa, el dolor, y el miedo. El auditorio Aoide estaba a sólo cinco minutos del Coliseo Crius pero pareció que tardamos más en llegar. Finalmente estuvo a la vista, el auditorio me recordaba a una enorme tienda de un circo —un edificio circular con un techo en punta, largas y suaves líneas habían sido grabadas en la piedra de color café claro dándole ese efecto. Morgan condujo alrededor del auditorio, y yo miré el autobús de Mythos en el estacionamiento —junto con dos hombres en la entrada principal. Ellos no usaban capas negras pero tampoco eran miembros del personal de Mythos. El coche de Morgan era el único retumbando por las calles y el hombre miró al vehículo con una fría y plana mirada. —¿Quieres que me detenga? —dijo Morgan. —No —dije —. Sigue y estaciona en la esquina de la cuadra, no me gusta cómo nos miran esos tipos. Ella hizo como le dije, fue así como los tres salimos del coche y nos

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paramos en la acera. —¿Ahora qué? —preguntó Morgan —. ¿En realidad tienes un plan? ¿O simplemente vamos a llegar y esperar que pase lo mejor? Hice una mueca, eso era exactamente lo que tenía en mente. —¿Alguien tiene una mejor idea? Alexei y Morgan se miraron el uno al otro, después de unos segundos ambos negaron con la cabeza. —De acuerdo —dije—. Entrar al castillo será. —Al menos necesitamos más armas —dijo Alexei—. Porque esos Cosechadores no van a simplemente dejarnos entrar. —Lo sé pero no tenemos tiempo para conseguir más armas —dije—. Tenemos que hacer lo mejor con lo que tenemos. —Tal vez no —dijo Morgan. Fue a la aparte de atrás del coche y tocó un botón en sus llaves, abriendo el maletero. Alexei alzó sus cejas pero yo simplemente alcé los hombros. No tenía ni idea lo que la Valquiria haría. Morgan abrió el maletero, suspiró y luego se movió para que Alexei, Vic y yo pudiéramos ver lo que estaba dentro. Armas —docenas y docenas de armas. Varias espadas, cuatro hachas, tres escudos un arco y dos aljabas llenas de flechas, una bolsa de plástico llena de shakken incluso un cinturón de cuero lleno de dagas, todas plateadas, brillantes y listas para usar. Era como ver el maletero de un asesino en serie. —Bien, Valquiria —dijo Vic —. Muy bien. Alexei asintió con aprobación, pero todo lo que yo podía hacer era mirar las armas y sus brillantes bordes puntiagudos. —¿Por qué te ves tan sorprendida? No creíste que la daga era la única arma que tenía, ¿o sí?—dijo Morgan—. Cielos Gwen, no has aprendido

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mucho de los chicos de Mythos. —Aparentemente no, ¿En realidad conduces con esas cosas en tu maletero? ¿Todo el tiempo? —Un leve sonrojo apareció en las mejillas de la Valquiria y unas cuantas chispas verdes salieron de sus dedos, las sombras oscurecieron sus ojos color avellana. —Desde que Jasmine me convirtió en una marioneta zombi, he estado almacenando armas. Las tengo en muchos lugares, en mi coche, en mi dormitorio, en mi bolso incluso escondí unas pocas en el salón de clase de Metis y otras en el campus. Tener armas alrededor me hace sentir… mejor Toqué su hombro. —Entiendo lo de las armas y lo demás. Morgan se calmó y los tres nos llenamos de armas. Alexei tomó una hacha y la deslizó en su cinturón, también sacó un sable de su mochila y lo puso en su espalda, a pesar de llevar dos espadas en sus manos; yo no estaba segura, pero las armas y las vainas se parecían muchísimo a las que le había dado aquella noche en la Biblioteca de Antigüedades. Morgan ató una aljaba llena de flechas en su espalda y el arco lo colgó en su hombro; yo metí unas pocas dagas dentro de mi sudadera y en los bolsillos de mis vaqueros, luego aseguré la vaina de Vic alrededor de mi cintura ya que tenía la espada en mis manos. La Valquiria cerró el maletero y aseguró el coche. Luego nos dirigimos hacia el auditorio. Un parque llenaba la mayoría de la cuadra a través del auditorio, saltamos de árbol en árbol antes de arrastrarnos bajo unos espesos arbustos de acebo. Los arbustos servían como una especie de pared, por lo que fuimos capaces de escondernos detrás de ellos hasta que estuvimos justo al otro lado de la entrada del auditorio. Me asomé por un hueco dentro de los arbustos, los dos hombres que habíamos visto antes aún estaban haciendo guardia en las puertas. Usaban abrigos negros, aunque podía ver el brillo de las espadas bajo la tela.

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—¿Conoces a esos tipos? —le pregunte a Alexei. Él sacudió su cabeza. —Nunca los había visto antes. No son miembros del Protectorado. —Tampoco los había visto en la academia —dijo Morgan. —Entonces

son

Cosechadores

—dije—.

Lo

que

significa

que

probablemente ya han tomado a los demás como rehenes. Agrona debe estar dentro supervisando todo. Vivian debe estar allí también. —¿Bueno, que estás esperando? —Su ojo brillando, anticipando la batalla que vendría—. ¡Vayamos hacia ellos y matemos a los que sean suficientemente tontos como para meterse en mi camino! Apreté mis manos sobre Vic, tratando de apagar el sonido de su voz. La espada entrecerró su ojo, pero se quedó en silencio. Nos agachamos detrás de los arbustos y observamos a los dos hombres, me pregunté como los pasaríamos sin que ningún de ellos enviara una señal y alertara a los demás Cosechadores de que estábamos aquí. El elemento sorpresa era la única ventaja que teníamos y no quería perderlo. Alexei abrió su boca para decir algo cuando mi móvil vibró, lo saqué de mi bolsillo y contesté. —¿Calabaza? —La voz de la Abuela Frost llenó mis oídos—. Estoy en el auditorio. ¿Dónde estás tú? Le dije que estábamos en el parque vigilando la entrada y un minuto después estuvo detrás de los arbustos con nosotros. Usaba un abrigo largo pero noté que llevaba su espada pegada a su cintura bajo la tela gris, como los Cosechadores. La abuela me abrazó y luego tocó mi mejilla con su mano, el calor de su amor me llenó junto con su apoyo y supe que haría lo que fuera para ayudarme a salvar a mis amigos, a todos. —Creemos que los Cosechadores están dentro preparándose para el ritual de trasformación —le dije en voz baja.

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—No puedo creer que quieran meter el alma de Loki dentro del cuerpo de ese chico —murmuró la abuela—. Eso es pura maldad, incluso para los Cosechadores. —Ellos no harán eso porque los detendremos —me hice sonar más valiente y confiada de lo que me sentía—. Pero primero tenemos que averiguar como pasar a los guardias y entrar. Logan y los demás probablemente están en el pasillo principal. Los labios de la abuela se curvaron en una pequeña sonrisa —Eso déjamelo a mi calabaza. Se levantó y me guiñó un ojo para después caminar hacia el final del parque. —¡Abuela! —susurré—¡Abuela! Alexei puso una mano en mi hombro. —Vamos —dijo él—. Ella está haciendo su parte. Hagamos la nuestra, podemos llegar por el punto ciego de los Cosechadores mientras ella los distrae. Con el estomago revuelto asentí y lo seguí. Morgan, Alexei y yo dejamos nuestro escondite. Volvimos al parque más abajo de la cuadra, fuera de la línea de visión de los Cosechadores y luego trotamos sobre el auditorio. Unos cuantos coches estaban estacionados en la calle, así que fuimos capaces de movernos de vehículo a vehículo hasta que terminamos acurrucados detrás del coche más cercano de donde los Cosechadores montaban guardia. Morgan sacó una flecha de la aljaba de su espalda y la acomodó en su arco. Alexei sopesó las espadas en sus manos, mientras yo apreté mi agarre en Vic. No sabía exactamente qué era lo que la abuela tenía en mente, pero estábamos preparados en caso de que las cosas salieran mal.

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La abuela apareció al otro lado de la calle y caminó hacia los Cosechadores a paso lento, que no se parecía nada a su paso normal, un paso ligero. Se encorvó y arrastró los pies como si fuera mucho mayor de lo que realmente era. El sol reflejaba las hebras plateadas haciéndolo ver de un color más parecido a la sal que a la pimienta. No sé cómo lo logró, pero de un momento a otro cambió su imagen de mujer vibrante a una anciana decrépita, de alguna forma me recordaba a Raven, aunque no podía imaginar a Raven alguna vez joven. Los Cosechadores se volvieron de inmediato ante el tintineo de las monedas que estaban en la punta de las bufandas pero se relajaron cuando vieron que sólo era una mujer. La abuela levantó su cabeza a medida que se acercaba a los hombres. —¿Lindo día, no? —dijo en una voz animada. Los Cosechadores asintieron, la abuela mantuvo su paso lento hasta que llegó en medio de los dos hombres y fingió tropezarse por una grieta en la acera. Cayó al suelo, el tintineo se hizo más fuerte que antes ya que las bufandas ondearon. —¡Oh! —gritó ella, meciéndose hacia adelante y hacia atrás en el hormigón—. ¡Oh, mi cadera! Los Cosechadores se miraron el uno al otro y a mi abuela que seguía gimiendo y apretando el lado derecho de su cadera, finalmente uno de ellos dio un paso hacia ella y puso una mano en su hombro. —¡Vamos anciana! —gruñó él —. Sólo fue una pequeña caída, no puede estar tan mal. La abuela rodó, sacó la espada de debajo de su abrigo y apuñaló al Cosechador en el pecho con ella. Él gruñó y cayó encima de ella. —¡Ahora Morgan! ¡Ahora! —siseé. La Valquiria se levantó detrás del coche y echó hacia atrás la cuerda del

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arco, un minuto después el otro Cosechador cayó gracias a la flecha que Morgan había puesto en su espalda. Los tres nos apresuramos hacia los Cosechadores. Alexei me ayudó a quitar al hombre fuera de la abuela y a levantarla. La Abuela Frost se sacudió el polvo y miró hacia abajo, a los dos hombres muertos. —Nadie nunca sospecha que una anciana sea peligrosa —dijo girando su espada—. Pondré a estos dos fuera de vista en caso de que hayan más acechando por aquí. Ustedes tres vayan a dentro y sean cuidadosos. No sabes lo que encontrarás una vez llegues allí, calabaza. Por un momento, una mirada en blanco llenó sus ojos violetas y supe que hablaba de Logan, y como tal vez era muy tarde para salvarlo. Sentí nudos de preocupación en mi estómago pero aparté el horrible miedo. En su lugar, abracé fuerte a la Abuela Frost, luego me volví y seguí a Alexei y a Morgan al auditorio.

*** Entramos con facilidad y nos encontramos en un corredor largo y ancho. La mayoría de las luces estaban apagadas, dado que el auditorio no estaba oficialmente abierto aún para el concierto, y las sombras se alargaban tan lejos como podía ver, absorbiendo todo. Incluso parada solamente en la entrada podía sentir que había algo muy, pero muy malo allí. Los tres nos quedamos juntos, en una formación suelta mientras corríamos por el pasillo. Alexei estaba al frente, conmigo en el medio y Morgan en la retaguardia, todos buscando la mínima señal que indicara problemas o peligro. Fuimos de un pasillo a otro pero no vimos ningún Cosechador —no vimos a nadie. Ningún miembro del personal barriendo, ningún miembro de Mythos tomando agua de una de las fuentes, ningún miembro del Protectorado patrullando el auditorio. El silencio me

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preocupaba mucho más. Finalmente llegamos a una esquina y miramos alrededor. Dos Cosechadores estaban parados en frente de una serie de puertas que llevaban a la sala de concierto principal. A diferencia de los hombres de afuera, estos tenían túnicas y sus espadas en las manos. Mi corazón se hundió. No seríamos capaces de sorprenderlos como a los otros guardias. Retrocedimos y nos acurrucamos en el pasillo debatiendo que haríamos. —Los Cosechadores deben estar ya en la cámara principal —susurró Alexei—. No seremos capaces de pasar a esos guardias sin hacer ruido, incluso si Morgan derribara a uno de ellos con una flecha el otro podía avisarle a los demás que estamos aquí. Morgan tocó el arco con sus dedos haciendo que las chispas verdes salieran. —Tal vez no tengamos que ir a través de ellos, tal vez podamos ir alrededor de ellos. —¿Qué quieres decir? —pregunté. —Hay otra entrada para la sala de conciertos, un pasadizo que pasa por debajo de todo el área. —¿Cómo sabes eso? —preguntó Alexei. —Porque me aburrí demasiado en el concierto del año anterior, así que decidí salir y explorarlo con Samson. Le pagamos a uno de los chicos de sonido 300 dólares para que nos dejara entrar al cuarto de control y al pasadizo. Rodé mis ojos. —Así que se escaparon para encontrar un lugar donde besarse. Morgan me dio una sonrisa triste. —Te lo dije antes Gwen, a veces ser fácil en el colegio es útil, sólo desearía

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que Samson... Se mordió los labios pero la tristeza llenó sus ojos, y más chispas de magia aparecieron alrededor suyo. Sabía que quería decir —que desearía que Samson estuviera aquí, que todavía estuviera vivo, pero Vivian lo había matado en el Coliseo Crius. A pesar de que Samson había sido el novio de Jasmine, Morgan de verdad lo había amado. Puse mi mano en su brazo diciéndole que lo entendía. Su boca se apretó y tomó un poco más fuerte su arco. —Vamos —susurró ella—. Por aquí. Morgan dio marcha atrás y nos llevó hacia otro pasillo y luego otro haciendo círculos alrededor de la sala de conciertos. Unas cuantas veces tuvimos que parar, tomar otra ruta o incluso ocultarnos en las sombras y esperar que los Cosechadores pasaran. Un grupo de dos hombres patrullaban el perímetro del salón de conciertos, todos armados con móviles y teléfonos. No me hubiera gustado nada más que luchar contra ellos pero sabía que si hacíamos eso, una señal de alarma se alzaría y perderíamos cualquier oportunidad de salvar a mis amigos. Finalmente llegamos a la puerta que decía CENTRO DE CONTROL — SOLO PERSONAL AUTORIZADO. La puerta estaba cerrada pero Morgan rápidamente usó su fuerza de Valquiria para abrirla. Hice una mueca ante el ruido que hizo pero no había nada que pudiera hacer. Nos deslizamos a través de la puerta abierta y cerramos la puerta detrás de nosotros. Varias sillas rodeaban el gran panel de control, mientras una serie de monitores estaban colgados en la pared de arriba. Los alambres serpenteaban en varias direcciones en el suelo, una variedad de cajas e interruptores sobresalían de otras paredes. Además de conciertos, el Auditorio Aoide organizaba todo tipo de eventos desde musicales hasta deportivos. —Vamos —susurró Morgan—. Por aquí.

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La Valquiria nos guió de una habitación a otra puerta más alejada esta decía ACCESO AL PASADIZO—SÓLO PERSONAL AUTORIZADO. Morgan giró la perilla, no estaba asegurada entonces abrió la puerta y pasamos a través de ella. Subimos por una escalera que nos llevaba al pasadizo que rodeaba la sala de conciertos. Las luces, los telones y las bolsas con peso estaban amarradas a rieles de metal negro, junto con una serie de elaboradas poleas y palancas, cada una de 60 metros más o menos, más escaleras llevaban hacia abajo, a otras aéreas. Estábamos en la parte de atrás del salón de conciertos, pero no podía ver a las personas que estaban abajo. Alexei apuntó en una dirección y los tres nos arrastramos por el pasadizo a esa parte del auditorio. Finalmente nos detuvimos justo encima del escenario y nos agachamos, mirando por encima de los rieles de metal. La imagen que vi hizo que mi corazón se apretara con miedo. Porque la sala de conciertos estaba llena de Cosechadores —y mis amigos estaban atrapados en medio de ellos.

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Traducido por Escorpio Corregido por Eli25

l enorme escenario ocupaba la mayor parte de este lado de la sala de conciertos. Las sillas en las que los miembros de la banda debían haber estado sentados habían sido empujadas hacia atrás, con todos los estudiantes apretados en una bola en el centro del suelo de madera brillante. Los Cosechadores los rodeaban por todas partes y cada uno blandía una espada larga y curva. Los chicos miraban a los Cosechadores con miedo, y pude ver el brillo plateado de las lágrimas en sus rostros, incluso desde arriba en el pasadizo. Daphne, Carson, Oliver, y Kenzie estaban en el escenario con el resto de los miembros de la banda. Carson tenía su brazo alrededor de Daphne, manteniéndola cerca, mientras que Oliver y Kenzie estaban sentados espalda con espalda, mirando a los Cosechadores con ojos vigilantes, como si estuvieran esperando una oportunidad para atacar. Parte de la presión en mi pecho disminuyó. Ellos estaban bien —por ahora. Sin embargo, cuando miré hacia abajo a los Cosechadores, algo en ellos me preocupaba. Aún más de lo habitual. Finalmente me di cuenta de que era —los Cosechadores no llevaban las máscaras de goma de Loki. Los malvados guerreros tenían sus túnicas negras puestas como de costumbre, pero sus rostros estaban descubiertos. —Los Cosechadores van a matarlos —susurré—. Ese es el porqué no están usando las máscaras. No necesitan esconder sus identidades porqué no planean dejar a nadie vivo.

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A mi lado, Alexei asintió, con el rostro silenciosamente sombrío estando de acuerdo conmigo. Seguí explorando el escenario. Los adultos habían sido separados de los chicos, y habían sido dejados a la izquierda en frente de un conjunto de escaleras que conducían al piso del auditorio. Los adultos también estaban sentados en el escenario, con las manos atadas frente a ellos con lo que parecía terciopelo rojo. Las cortinas, pensé al ver las tiras desperdigadas de tela que colgaban en ese lado del escenario. Los Cosechadores debían haber cortado las cortinas del escenario para usarlas como cuerdas. Mi mirada pasó de un rostro a otro. Metis, Nickamedes, Ajax, Inari, Sergei. Todos estaban atados y mirando a los Cosechadores. Varios guardias los rodeaban, y me di cuenta de que una pila de armas estaba situada a un lado. Los Cosechadores ya los habían desarmado. Cortes, sangre, y moretones estropeaban las facciones de los adultos, especialmente las de Ajax, con cuya sangre e hinchazón parecía haber sido usado como saco de boxeo, pero todos parecían estar más o menos en una sola pieza. Sin embargo, no podía decirse lo mismo de todos. Varias personas, en su mayoría adultos, estaban del lado derecho del escenario, lejos de todos los demás. Todos estaban acostados y tendidos el uno sobre el otro en ángulos poco habituales y tardé unos segundos en entender por qué, era porque todos estaban muertos. La sangre brotaba bajo sus cuerpos y goteaba de ese lado del escenario. Plop, plop, plop. A pesar de que estaba alto, me parecía oír cada gota carmesí golpear el suelo. Puse mi mano sobre mi boca y me tragué un grito. Pero lo que me preocupaba más que nada era Logan. El Espartano había sido separado de los otros, y estaba de rodillas en el centro del escenario en frente de los otros chicos. Estaba de espaldas a mí y con la cabeza gacha, así que no podía ver su

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rostro. Algo dorado brilló alrededor de su rostro, pero no sabría decir lo que era desde aquí. Pero la peor parte era que Logan estaba inmóvil, a pesar del hecho de que no estaba atado o siendo vigilado como los demás. Algo rectangular yacía en el escenario a unos metros de él. Me llevó un momento darme cuenta de que se trataba de un libro, probablemente el volumen de

Grandes Transformaciones—y estaba abierto como si alguien hubiera estado leyéndolo. Mi corazón se retorció de dolor, miedo y pavor. Los Cosechadores ya habían empezado el ritual de transformación. De lo contrario Logan estaría luchando y tratando de liberar a todos los demás. Y finalmente, mi mirada se dirigió a Linus, que también había sido separado de los demás. Estaba sentado en el escenario a unos metros de Logan, con las manos atadas y una expresión de horror en su rostro mientras miraba primero a su hijo y luego a Agrona. La

Cosechadora

se

alzaba

sobre

su

marido,

con

una

espada

ensangrentada en su mano. Todos los otros Cosechadores estaban mirándola, y era evidente que los malvados guerreros estaban recibiendo órdenes de ella. —Nunca vas a salirte con la tuya —viajó la voz de Linus hasta el pasillo. Agrona miró a su marido por encima del hombro. —Oh, pero ya lo hice querido. Tú y los miembros de tu precioso Protectorado están bien atados, y tengo el completo control de la situación — y más importante aún, a tu hijo. Sus palabras hicieron que un escalofrió me recorriera la espalda, pero Logan se quedó donde estaba, con la cabeza inclinada y todavía inmóvil. Su difícil pose rígida me recordó cómo se había visto Morgan cuando Jasmine había utilizado el Cuenco de las Lágrimas para controlarla. Eché un vistazo a la Valquiria, y el conjunto rígido de su boca me dijo que estaba pensando lo mismo.

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—No pasará mucho tiempo antes de que tu hijo esté listo para el siguiente paso de la transformación —dijo Agrona—. Matará a todos en este escenario como sacrificio de sangre para Loki. Los estudiantes jadearon y gimieron, y algunos empezaron a llorar de nuevo. Metis y los demás adultos estaban horrorizados por igual, a pesar de que trataron de mantener el rostro sereno para no asustar a los chicos más de lo que ya estaban. Sin embargo, podía sentir el miedo despegando de los chicos y de los adultos en olas heladas, incluso desde aquí arriba. Agrona cortó el aire con la espada, causando que algunos chicos gritaran. Ella rió con deleite, y me di cuenta de que tenía un anillo de rubí en la mano. La joya coincidía con las otras que llevaba alrededor del cuello. Recordé haber pensado lo bonito que era su collar la primera vez que la había visto. Debería haber sabido que había algo más de lo que se veía, especialmente después de que las joyas de Apate fueron robadas de la biblioteca. Pero lo extraño era que todas las joyas que llevaba, rubíes y esmeraldas por igual, parecía estar brillando —brillando con el rojo fuego de los Cosechadores. Pensé en la tarjeta de identificación que encontré en la biblioteca, la que aún tenía en el bolsillo de mi pantalón, la que hablaba de las joyas. Cualquier poder que tuvieran, era evidente que Agrona estaba aprovechando esa magia. Me pregunté si así estaba controlando a Logan, si era por eso que no se estaba defendiendo. —Un par de minutos más, y Logan será completamente nuestro —justo como había estado destinado desde siempre —dijo Agrona con una voz satisfecha. Linus frunció el ceño. —¿Qué quieres decir?

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En lugar de responderle, Agrona miró a Nickamedes. —Tenías razón para sospechar de mí todos estos años. Este momento ha estado planeado desde siempre. De hecho todo comenzó cuando Logan era un niño, cuando dirigí un equipo de Cosechadores para capturarlo. Por supuesto, las cosas no salieron como las habíamos planeado, pero no importa. Conseguí lo que quería al final. Siempre lo hago. Nickamedes contuvo el aliento, y yo también. Sabía lo que Agrona estaba diciendo así como él lo hacía —que ella había estado detrás del ataque de los Cosechadores a la familia de Logan durante todos estos años. Que ella había asesinado a su madre y a su hermana mayor. El rostro de Linus palideció. —¿Tú… tú mataste a mi esposa y a mi hija? ¿Larenta y Larissa? ¿Por qué? ¿Con qué propósito? Agrona lo miró. —Porque incluso entonces, sabíamos que Loki necesitaría un nuevo cuerpo después de haber sido atrapado en Helheim por tanto tiempo. Entonces empezamos a buscar al candidato perfecto, sabiendo que nos llevaría años encontrar el correcto. ¿Y quién mejor que un Espartano? Son los más feroces, los más valientes, los mejores guerreros. Sabíamos que si combinábamos el instinto asesino natural de un Espartano con el alma y el poder de Loki, nuestro señor sería imparable. Pero ninguno de los Espartanos estaba del todo bien —hasta que nació Logan. La mirada de Agrona cayó al rubí en su mano y me di cuenta que tenía la forma de un gran corazón —igual que el rubí principal en el collar de Apate. Agrona debía haber tomado el rubí de su posición original y lo había amoldado a ese anillo. Ella miró por encima del hombro a Logan, pero él no se movió todavía. Se volvió hacia Linus. —Nuestro objetivo ese día era capturar al chico y matar a todos los demás

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en la casa, incluyéndote —dijo—. Pero por supuesto, fuiste llamado por unos asuntos del Protectorado, el niño nos vio venir y le advirtió a su madre y a su hermana. Tu encantadora esposa les gritó a los niños que se escondieran, pero ya habíamos cortado la fuga de tu hija. Era demasiado tarde para ellas y ellas lo sabían, pero pelearon con nosotros y nos mantuvieron de espaldas mientras le gritaban al niño que corriera, lo que hizo. Después de que matamos a las mujeres, realizamos una búsqueda de arriba a abajo en la casa, pero no pudimos encontrarlo. Durante todo este tiempo, Logan se había sentido tan horriblemente culpable por no haber luchado junto a su madre y hermana. Pero si lo hubiera hecho, hubiera sido capturado por los Cosechadores. Y quién sabe lo que habrían hecho con él —golpearlo, torturarlo, tal vez incluso le hubieran lavado el cerebro para convertirlo en uno de ellos. Habría estado tan perdido como su madre y su hermana. Los terribles pensamientos me dieron ganas de vomitar, pero me obligué a concentrarse en lo que estaba pasando abajo, así como tratar de pensar en una manera de salvar a todos. —Ya que no pudimos encontrar al chico ese día, tuvimos que hacer un nuevo plan —continúo Agrona. —Así que te casaste con Linus para mantener un ojo en Logan —dijo Nickamedes con voz disgustada—. Siempre pensé que le habías hecho algo a Linus para conseguir que se casara contigo tan rápidamente después de que mi hermana murió, lo embrujaste de alguna manera. —Tienes razón— Agrona extendió la mano y tocó una de las piedras preciosas en su collar de oro—. No es necesario tener Grandes Artefactos como el Cuenco de las Lágrimas para doblegar a la gente a tu voluntad. Algunos pedazos de poder aquí y allá son más que suficientes para empujar sutilmente la gente en la dirección correcta, si sabes lo que estás haciendo — y ciertamente hacerlo cuando llegue la magia. Hace algunos años, descubrí un par de pendientes de rubí y esmeralda que pertenecieron a Apate. Había que reajustar las gemas para que nadie las reconociera, y utilicé su poder

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para infiltrarme en el Protectorado y convencer a mi querido, dulce Linus, de que era lo que necesitaba después de que hubiera matado a su esposa. —Así que todo nuestro matrimonio, todo lo que hemos pasado, todas las batallas que hemos luchado contra los Cosechadores... ¿Todo era una mentira? —preguntó Linus. Ella se inclinó y lo miró a los ojos. —Cada segundo. El rostro de Linus era frío y sereno, pero la rabia y el dolor brillaron en su mirada. Ella se río de su furia. —No puedo decirte cuantas veces he querido ver esa mirada en tu rostro, Linus. Porque es más maravilloso de lo que había pensado… Una puerta se abrió de golpe. Todos los Cosechadores se tensaron y se dieron la vuelta, pero se relajaron cuando se dieron cuenta de que era Vivian. La chica Cosechadora subió las escaleras, subió al escenario y se apresuró hacia Agrona. —¿Qué te tomó tanto tiempo? ¿Tuviste cuidado con las cosas del coliseo?— preguntó Agrona. Vivian sacudió la cabeza. —No exactamente. Mi roc resultó herido atravesando algunos vidrios, y Gwen… escapó. Un segundo Agrona estaba mirando a Vivian. Al siguiente había abofeteado a la chica en el rostro tan fuerte como pudo. El crack del golpe resonó en la sala de concierto. Parpadeé. Ni siquiera la había visto levantar la mano hacia Vivian.

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Agrona tenía que ser una Amazona para moverse tan rápido. —¡Chica estúpida! —rugió Agrona—. ¿Es que tengo que hacer todo? Vivian se tambaleó hacia atrás, apretando su mejilla roja, sus ojos dorados brillaron con sorpresa… e ira. —No fue culpa mía. Gwen tenía al Bogatyr con ella y a una Valquiria también. Mataron a los otros. Yo apenas escapé en mi roc. Agrona alzó la mano para darle otra bofetada, pero Vivian sostuvo a Lucrecia, poniendo la espada entre las dos. —Puedes ser responsable de los Cosechadores pero yo soy la Campeona de Loki —susurró Vivian—. Sería conveniente que lo recordaras, a menos que te guste ver exactamente de lo que soy capaz. Agrona la miró fijamente. Después de un momento, bajó la mano a su lado. —Dime que pasó. —Gwen encontró el libro en el Coliseo y utilizó su psicometría para ver — dijo Vivian—. Sabe que eres un Cosechador y lo que estamos planeando hacer con su novio Espartano. A menos que me equivoqué, la Campeona de Nike está aquí en este momento, conspirando para salvarlo a él y al resto de sus amigos. Agrona inmediatamente se dio la vuelta, mirando hacia la sala vacía de conciertos, su mirada iba de una fila de asesinos a la otra. Alexei, Morgan y yo nos congelamos, casi sin atrevernos a respirar por temor a que pudiéramos revelarle nuestra posición. Después de un minuto, Agrona se volvió hacia Vivian. —¿Estás segura de que ella está aquí?— preguntó. Vivian asintió. —Por desgracia. Gwen es molestamente persistente.

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Agrona se paseaba de un lado a otro en el escenario. Pensando. Entonces, se detuvo, y otra sonrisa cruel curvó su cara. —Bueno, si la Campeona de Nike está aquí, vamos a invitarla a la fiesta, ¿de acuerdo? Apretó su agarre sobre la espada y se dirigió hacia el lugar donde los adultos estaban sentados. Miró primero a Ajax, después a Metis, y finalmente a Nickamedes. Ella sacudió su cabeza hacia el bibliotecario. —Levántenlo. Dos Cosechadores se adelantaron, agarraron los brazos de Nickamedes, lo pusieron de pie y lo arrastraron hasta el centro del escenario, no muy lejos de Logan. Nickamedes comenzó a luchar, pero Agrona puso su espada contra su garganta. Nickamedes siseó, y la sangre corrió por su cuello. —¡Gwen Frost! —gritó Agrona con voz de trueno—. ¡Muéstrate! ¡O el bibliotecario muere!

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Traducido por AntoD Corregido por Bazzinga

odos en la sala de conciertos se congelaron una vez más. Los estudiantes,

los

miembros

del

Protectorado,

incluso

los

Cosechadores. Solté la respiración que venía aguantando y me puse de pie. No podía dejar que Agrona matara a Nickamedes. Simplemente no podía. Sin importar lo mucho que nos atacáramos el uno al otro, el bibliotecario y yo, nos habíamos convertido en amigos en el último par de meses —más o menos. Además, mi madre había amado una vez a Nickamedes, y él sentía lo mismo por ella. Mamá habría tratado de salvarlo, si hubiera estado aquí, y sabía que yo tenía que hacer lo mismo —aunque estuviera directamente hacia una trampa. —¡Gwen! ¿Qué estás haciendo? —siseó Morgan, agarrando mi brazo. —Estoy dándoles lo que quieren —le susurré en respuesta—. Voy a bajar allí. —Es una locura —dijo ella—. ¿Cómo sabes que no te matarán tan pronto como te vean? —Porque a los Cosechadores les gusta hacerte sufrir tanto como sea posible antes de asesinarte —dije—. Saldrá bien. Ya verás. Los mantendré ocupados y distraídos todo el tiempo que pueda. Metí la mano dentro del bolsillo de mis vaqueros y le pasé mi teléfono móvil. —Llama a mi Abuela Frost y cuéntale lo que está sucediendo. Tú y Alexei

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necesitan irse de aquí y reunirse con ella. ¿Crees que puedas conducirlos hasta esa puerta por donde Vivian entró? ¿Esa que está junto al escenario donde Metis y los otros miembros del Protectorado están? Morgan bajó la mirada. Después de un momento, asintió. —Sí, conozco un camino hacía allí. Pero, ¿qué bien hará eso? —Porque todos los Cosechadores van a estar concentrados en mí —dije—. Eso les dará a ti, a Alexei y a mi abuela una oportunidad de colarse por las puertas, subir al escenario y liberar a Metis y a los otros antes de que los Cosechadores se den cuenta de lo que está sucediendo. Es la mejor oportunidad que tenemos para salvar a todos. Lo sabes tan bien como yo. Además, esto es lo que hacen los Campeones, ¿verdad? ¿Sacrificarse por un bien mayor? Ni siquiera traté de sonreír por mi mal chiste. En su lugar, dejé salir otro suspiro. —Sólo estén preparados, ¿de acuerdo? Morgan asintió. Comencé a irme, pero Alexei se plantó frente a mí. —Lamento alguna vez haber dudado de ti —dijo él. —Lo sé —dije en voz baja. Toqué su brazo, luego agarré a Vic un poco más fuerte, y bajamos a encontrarnos con los Cosechadores.

*** Regresé por el camino por el cual habíamos venido, andando todo el camino alrededor de los pasadizos, escaleras abajo, a través del cuarto de control, retrocediendo por los pasillos hasta que alcancé la entrada principal. Capté la atención de los dos Cosechadores estacionados allí tan pronto como me vieron, pero no trataron de detenerme mientras pasaba

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junto a ellos. Me tensé, medio esperando que embistieran sus espadas en mi espalda, pero no lo hicieron. —Aquí vamos —murmuré, empujando una de las puertas. —No te preocupes, Gwen —dijo Vic—. Estoy justo aquí contigo. Atravesaremos esta batalla justo como lo hicimos con las demás. No puedes perder conmigo a tu lado. La espada bravucona ayudó a calmar mis nervios. Asentí, incapaz de hablar. Las puertas conducían fuera hacia la grada superior de los asientos que rodeaban la sala de conciertos, y era un largo, lento y agonizante camino hacia la hilera inferior y luego a través del suelo. Mi corazón se aceleraba con cada paso, pero me forcé a continuar respirando —adentro y afuera, adentro y afuera, adentro y afuera. Me detuve a unos cincuenta pies del frente del escenario. Mi mirada fija en Metis y el profesor sacudiendo la cabeza. —No, Gwen —dijo ella—. ¡No! ¡Pega la vuelta y corre! Mientras todavía puedas… Un Cosechador dio un paso adelante y la golpeó en el rostro. Algunos de los estudiantes gritaron. Comencé a avanzar, determinada a ayudar a Metis antes de que el Cosechador pudiera golpearla de nuevo... —¡Detente! —gruñó Agrona. Me paralicé sobre mis pasos y la miré. Ella presionó su espada un poco más profundo en el cuello de Nickamedes, convirtiendo el hilo de sangre en un flujo constante. El bibliotecario se estremeció, pero esa fue su única reacción. —Si tratas de escapar, Gitana —dijo Agrona—, acabaré con el bibliotecario y luego haré lo mismo con Metis. Tú decisión.

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Me enderecé. —No voy a huir. —Bien —dijo Agrona—. Entonces sube aquí con el resto de nosotros. Me dirigí hacia el lado izquierdo del escenario, manteniendo mis pasos lentos y firmes, como si supiera que estaba marchando hacia mi propio funeral. En realidad, lo estaba haciendo, pero quería darles a Morgan y a Alexei tanto tiempo como pudiera para que encontraran a la Abuela Frost y se pusieran en posición. Subí las escaleras hasta el escenario. Metis se había forzado a sí misma en una posición sentada. La sangre bajaba goteando desde la esquina de su boca donde el Cosechador la había golpeado. La profesora me miró, sus ojos verdes llenos de preocupación y miedo, pero no me dijo que corriera otra vez. Ambas sabíamos que no había un punto en eso —no ahora. Así que me alejé de ella y me dirigí al centro del escenario, mis zapatillas chirriando contra el suelo de madera. Miré a los estudiantes acurrucados juntos. Daphne, Carson, Oliver y Kenzie, todos me miraron, tan preocupados y molestos como Metis. Daphne siguió sacudiendo su cabeza hacia el centro del escenario, como si estuviera tratando de decirme algo, pero no pude descubrir que era. Y todavía no podía ver el rostro de Logan, sólo su cabeza inclinada. Él no había movido ni un solo músculo en todo este tiempo. Agrona levantó una mano cuando estaba a unos quince pies de distancia. —Eso es lo suficientemente cerca, Gitana. Me detuve donde estaba, mirándola. —Estoy aquí. Tienes lo que quieres. Así que deja ir a Nickamedes. Ahora mismo. Pensé que no lo haría, pero Agrona bajó la espada del cuello del bibliotecario y se alejó de él. Vivian cruzó sus brazos sobre su pecho y me

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sonrió. —Eres tan idiota, Gwen —dijo la chica Cosechadora—. Porque ahora, vamos a matarte a ti y a tus amigos. —Lo sé —respondí—. Sólo pensé que sería divertido ver desde un poco más cerca a Agrona abofetearte ésta vez. Ya sabes, hace un par de semanas, pensé que eras la única a cargo de todo. Pero sólo eres otra pequeña subordinada Cosechadora, ¿verdad, Viv? Tú no das las órdenes. Tú las acatas. La furia enrojeció las mejillas de la chica Cosechadora, y sus nudillos pasaron al blanco alrededor de la empuñadura de Lucretia. Vivian comenzó a avanzar, pero Agrona levantó su espada deteniendo a Vivian. —Déjame matarla ahora —gruñó Vivian—. Así podemos terminar con esto de una vez. Agrona sacudió la cabeza. —Has tenido tu oportunidad dos veces, y has fallado miserablemente en ambas. Además, necesitamos un sacrificio de sangre para el siguiente paso del ritual, y creo que Gwen lo hará muy bien. Sabes cuánto poder tiene la sangre de un Campeón, especialmente el Campeón de Nike. Eso hará la transferencia del alma de Loki mucho más fácil. Me tensé, preparada para contrarrestar cualquier ataque que hiciera contra mí. Pero en lugar de levantar su espada y tratar de matarme, se dirigió hacia Logan. Todavía no podía ver la cara del Espartano, pero seguramente él sabía que yo estaba aquí, que estaba tratando de salvarlo. Una chispa de movimiento captó mi atención. Giré mi cabeza y me di cuenta que Daphne estaba desprendiendo más y más chispas rosas de magia. La Valquiria tenía una mirada afligida en su lindo rostro. —¡Corre! —articuló ella con la boca hacia mí. Pero no podía correr. Tenía que salvar a Logan. Tenía que salvarlos a

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todos, y eso significaba conseguirles a Morgan, a Alexei y a la Abuela Frost todo el tiempo que pudiera. Seguramente, ellos estaban casi en posición ahora. Lo único que tenía que hacer era aguantar otro minuto, o dos. —Logan —dijo Agrona con una dulce voz—. Hazme un favor. Toma esta espada, y mata a Gwen con ella, por favor. Mi cabeza giró bruscamente con sus palabras. ¿Logan? ¿Matarme? Él nunca, nunca haría eso. No me importaba el tipo de escalofriante ritual que Agrona y los otros Cosechadores habían realizado. No me importaba que tipo de control mental zombi le hubieran inducido. Conocía al Espartano. Lo amaba y él me amaba a mí. Él nunca me lastimaría, nunca. La mano de Logan se sacudió, y agarró el arma de Agrona. La preocupación surgió en mí, pero me mantuve donde estaba. —Vamos, ahora —susurró Agrona—. Eso es, buen chico. El Espartano lentamente se puso de pie, todavía de espaldas a mí. Agrona se alejó de él, y noté que las joyas que llevaba brillaban, incluso más ahora. Pude sentir una fuerza emanando de las gemas, la misma fuerza maligna que había sentido cuando Loki me había mirado con sus ojos rojo fuego. Mi terror incrementó mucho más, especialmente cuando Logan comenzó a girar la espada en su mano, tomándole cariño al arma de la forma en que se lo había visto hacer muchas veces antes, en la clase de gimnasia. Después de unos segundos, él bajó la espada a su lado, ajustando su control sobre ella. —Adelante —le ordenó Agrona—. Ella está justo detrás de ti. Mátala, ahora. El Espartano se detuvo, luego lentamente se giró a mirarme. Solté un grito de horror. Los ojos de Logan eran completamente, absolutamente rojo de Cosechador.

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Traducido por Isane33 y Klarissa Corregido por QueenDelC

ogan? —susurré—. ¿Logan? Agrona dejó escapar una risa de satisfacción. —Él no puede oírte, Gitana. No puede oír nada salvo lo que le digo, gracias a estas preciosas joyas que ambos estamos usando. —¿De qué estás hablando…? Por primera vez, me di cuenta de que Logan llevaba un collar, igual que el que Agrona usaba. En realidad, era más una gargantilla. Rubíes, esmeraldas y topacios brillaban en torno a una gruesa banda de oro que rodeaba el cuello del Espartano. Una vez más, pensé en la tarjeta de identificación que había encontrado en la biblioteca, la que describía la magia unida a las joyas de Apate. Me había preguntado lo que los Cosechadores iban a hacer con las otras gemas —ahora, lo sabía. Las habían necesitado para el ritual de transformación, junto con el libro. —No —susurré otra vez—. No. Miré a Logan, quien me miraba con sus ojos carmesíes. Por un momento, recordé aquella noche en el bosque cuando Loki había sido liberado. Era casi como si estuviera mirando a la cara del dios malvado de nuevo. Así de horrible era, así de malo era, ya que los ojos de Logan eran de color rojo Cosechador en lugar de sus normales ojos de color azul gélido. Era como si estuviera mirando a la cara de un desconocido.

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El Espartano dio un paso adelante, luego otro, y otro, haciendo girar una vez más la espada que Agrona le había dado. —Logan, soy yo —dije, suplicándole—. No quieres hacerme daño. Sé que no quieres, en el fondo. Por favor, por favor no hagas esto. Eres un Espartano. Puedes luchar contra cualquiera, puedes vencer a cualquier cosa. Sé que puedes luchar contra lo que sea que te hayan hecho. Por favor, por

favor inténtalo. Por mí. Por nosotros. El Espartano se detuvo. Frunció el ceño y por un momento sus ojos fueron claros y azules de nuevo. —¡Mátala! —ordenó Agrona, las joyas que llevaba brillaron aún más que antes—. ¡Mata a la Gitana! ¡Ahora! El azul en los ojos de Logan se desvaneció, ahogado por el rojo Cosechador de nuevo, y sabía que lo había perdido. Logan soltó un rugido, levantó su espada sobre su cabeza y cargó contra mí.

¡CLANG! Logan trató de matarme con ese primer golpe y me tomó toda la fuerza que tenía evitar que cortara a través de mi defensa y cortara mi cabeza de mis hombros. —Logan —dije de nuevo—. ¡Alto! ¡Soy yo! ¡Tu chica Gitana! Retrocedió y alzó la espada para otro ataque. No tuve más remedio que defenderme, aunque terminé tomando el contraataque, porque no quería hacer daño al Espartano. Sin embargo, Logan tenía otras ideas. Nuestras espadas se bloquearon y nos balanceamos hacia atrás y adelante por un momento. Entonces, el Espartano sonrió y me dio un puñetazo en la cara. El dolor explotó en mi mandíbula. Tropecé, pero Logan vino tras de mí. Golpeó con su espada en la mía, quitando a Vic de mi agarre. Le di un codazo al Espartano en el estómago tan fuerte como pude, haciéndolo

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retroceder. Luego, me lancé tras la espada, apenas logrando agarrar a Vic antes de que saliera fuera del escenario. —Ponte a luchar, Gwen —me espetó Vic mientras me tambaleaba hasta levantarme—. Te va a matar si no luchas. —No —insistí en tono obstinado—. Es Logan. No me hará daño. Nunca me haría daño. —Ese no es Logan en estos momentos —dijo Vic, la tristeza llenaba su ojo morado—. Y no se detendrá hasta que uno de ustedes este muerto. Hazle al Espartano un favor, Gwen. Ponle fin a su sufrimiento. Conoces a Logan. Sabes que preferiría estar muerto a dejar que esto le suceda, que ser transformado en una nueva versión de Loki. Los Campeones tienen que hacer sacrificios, Gwen. Y este es el tuyo. Quería discutir con la espada un poco más, pero no pude porque Logan cargó contra mí de nuevo. Esquivé su ataque, luego arremetí con Vic, obligando al Espartano a retroceder. Yo estaba en la parte frontal del escenario y por el rabillo de mi ojo, vi una de las puertas sobre el nivel del piso abrirse lentamente. Morgan y Alexei se movieron con cuidado hacia el interior, seguidos de la Abuela Frost. Se arrastraron hasta detrás del Cosechador que estaba de pie en la parte superior de la escalera. Sabía que tenía que darle a mis amigos todo el tiempo que pudiera, así que me lancé hacia Logan.

¡Clash-clash-clang! Nuestras armas se cruzaban y cruzaban y se cruzaban otra vez, cada uno de nosotros tratando de conseguir la ventaja. Me las arreglé para sorprender a Logan y patearlo en la rodilla, y el Espartano se tambaleó lejos de mí. Me arriesgué a dar otra mirada a la izquierda, justo a tiempo para ver a la Abuela Frost embestir su espada en la espalda del Cosechador, y a Morgan y a Alexei salir por delante de ella y hacia los Cosechadores custodiando a los miembros del Protectorado.

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Chillidos y gritos sorprendidos resonaron. Las cabezas de Agrona y Vivian giraron bruscamente y se dieron cuenta de que estaban en peligro de perder el control de la situación. —¡Mata a la gitana, Logan! —gritó Agrona—. ¡Mátalos a todos!

*** Después de eso, fue un caos total en el escenario, con todos luchando contra todos. Morgan logró liberar a Ajax y a Metis, mientras que la Abuela Frost protegía su espalda, y Alexei trabajaba para soltar a Sergei e Inari. Nickamedes estrelló su hombro en el Cosechador más cercano a él, enviando al hombre a estrellarse contra Vivian y Agrona. Daphne, Carson, Oliver y Kenzie se levantaron, atacando a los guardias que los rodeaban, y Linus hizo lo mismo. Pero Logan no parecía darse cuenta de la batalla alrededor de nosotros — tenía órdenes de matarme y estaba decidido a cumplirlas a toda costa. Sólo habíamos estado luchando durante dos minutos antes de que supiera que iba a perder. Logan Quinn era el mejor guerrero de la Academia Mythos, el mejor guerrero de su generación. A pesar de que el Espartano me había estado entrenando los últimos meses, yo estaba muy lejos de su liga y dudaba que alguna vez lo estuviera. Era todo lo que podía hacer para evitar que me cortara en pedacitos. Desesperada, evoqué todos los recuerdos que tenía de Logan, todos los recuerdos que había absorbido la primera vez que había besado al Espartano. Me concentré en esos sentimientos e imágenes, y luego hice algo que había jurado no hacer nunca —usé las habilidades del Espartano, sus trucos y técnicas de lucha contra él. Lo hizo más lento, pero no lo detuvo —y sabía que nada aparte de la muerte lo haría.

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A los tres minutos estaba casi sin aliento, y mi corazón latía tan fuerte como podía sin salirse de mi pecho. Y sin embargo, no podía romper las defensas de Logan. Pero no iba a darme por vencida. Tenía que haber otra manera de conseguir que el Espartano volviera a ser él mismo —que volviera a mí. Un destello de rojo Cosechador llamó mi atención y noté a Agrona luchando con Nickamedes. Lo empujó hacia atrás y Vivian le arrojó una espada a ella antes de volverse para luchar contra Sergei. Agrona cogió el arma y la hizo girar hacia Nickamedes. El movimiento hizo que las gemas en su collar y anillo brillaran con una luz siniestra. De pronto, tuve una idea de cómo podría salvar a Logan. La próxima vez que el Espartano vino hacia mí, lo empujé y luego giré y corrí a través de la lucha hacia Agrona. La Cosechadora derribó a Nickamedes y levantó su espada en alto, lista para bajarla sobre su cuello. Bajé mi hombro y la derribé, llevándola hasta el suelo. Me caí encima de Agrona, y su cabeza golpeó contra el escenario, mareándola. Eso me dio suficiente tiempo para estirarme y tirar de la cadena de oro de su cuello. Los rubíes y esmeraldas alumbraron tan brillantes como las estrellas, pero tiré del collar hacia abajo sobre el escenario, levanté a Vic, y lo rompí con su empuñadura todas y cada una de las piedras.

¡Crack! ¡Crack! ¡Crack! ¡Crack! Las gemas se fragmentaron en docenas de pedazos. Uno menos, queda uno. Agrona empezó a arremeter contra mí con su espada, pero Nickamedes golpeó el arma lejos de ella. —¡Sostén su brazo hacia abajo! —grité. El bibliotecario asintió con la cabeza, dándose cuenta de lo que tenía en

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mente. Él se aferró a la Cosechadora, sujetando su brazo derecho sobre el escenario. Morgan se había recuperado de su estado zombi cuando había destruido el Cuenco de Lágrimas, y esperaba que lo mismo ocurriera con Logan. Es por eso que arranqué y destruí las joyas de Agrona que llevaba. Ahora, todo lo que tenía que hacer era deshacerme de la última. Levanté a Vic de nuevo y llevé la espada hacia abajo tan fuerte como pude.

¡CRACK! Agrona gritó cuando aplasté el anillo y su mano junto con él. El rubí Apate podría tener una gran cantidad de poder, pero también lo tenía Vic, desde que era el arma de una Campeona, mi arma, que me había dado la misma Nike. La empuñadura de la espada rompió el rubí en forma de corazón como si estuviera hecho de cristal. Una furiosa luz roja llenó toda la sala de conciertos en el segundo en el que la empuñadura de Vic tocó la joya, cegando mis ojos y haciendo que varios estudiantes y hasta algunos de los Cosechadores gritaran. Después de unos segundos, la áspera luz se desvaneció, y miré a Logan, esperando verlo sacudirse su confusión. En cambio, la mirada de Espartano se posó sobre mí, y se dirigió en mi dirección una vez más —sus ojos aún con ese inquietante y escalofriante rojo Cosechador. —¡Tonta! —gruñó Agrona—. Ha ido demasiado lejos en el ritual, y todavía lleva puesto un collar repleto de joyas de Apate. No serás capaz de conseguir quitárselo con tu estúpida espada. Nada va a traerlo de vuelta ahora. Nada. Va a seguir yendo contra ti hasta que uno de ustedes esté muerto.

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Me puse de pie y alcé a Vic justo a tiempo para evitar que Logan me matara. Déjà vu. De un lado al otro, luchamos a través del escenario, mientras le rogaba y suplicaba que luchara, que volviera a sí mismo, para que recordara quién era yo, cómo nos sentíamos el uno por el otro, y todo por lo que habíamos pasado. Pero nada de lo que dije funcionó. No pude llegar hasta el Espartano, y él siguió llegando y yendo y yendo hacia mí, siempre al ataque. Mi fuerza casi había desaparecido, y todo lo que podía hacer era levantar a Vic para luchar contra él. En un minuto, la espada de Logan se deslizaría a través de mis defensas, y me mataría. Una vez que eso sucediera, estaría perdido para siempre —si no estaba ya. No podía dejar que eso sucediera, pero no sabía cómo detenerlo tampoco. Incluso mientras luchaba con Logan, traté de pensar en una manera de llegar a él. Pero romper las joyas no había funcionado, y estaba sin ideas. —¡Vas a tener que utilizar tu magia en él, Gwen! —gritó Vic por encima del rugido de la batalla—. ¡Vas a tener que utilizar tu toque mágico en él. ¡Vas a tener que matarlo de la misma manera que lo hiciste con Preston! La idea era tan horrible que me quedé inmóvil, justo en medio del escenario. Eso fue todo lo que Logan necesitó para darme un golpe en el estómago. Me tambaleé hacia atrás, y una vez más el Espartano dio su persecución. No se detendría hasta que estuviera muerta. Su instinto asesino no aceptaría otra cosa. Redoblé mis esfuerzos, luchando mejor de lo que había hecho en toda mi vida, esperando que al menos pudiera desarmar al Espartano, pero Logan igualaba mis movimientos, movimiento tras movimiento. Por supuesto que lo hacía. Había sido él quien me enseñó a luchar en el primer lugar. —¡Usa tu magia, Gwen! —me gritó Vic de nuevo—. ¡Ahora! ¡Antes de que sea demasiado tarde!

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No quería usar mi toque mágico en Logan. No quería tirar la vida fuera de su cuerpo de la manera que tuve que hacerlo con Preston. Apenas había sido capaz de hacérselo al Cosechador, y sólo porque había sido la única forma de curar la herida mortal que Preston me había dado. No, no podía matar a Logan con mi magia —no sería capaz de vivir conmigo misma si lo hiciera. Pero tenía que hacer algo. Porque una vez que acabara conmigo, Logan atacaría a los adultos e incluso a los otros chicos hasta que todos los demás estuvieran muertos —o lo estuviera él. Me las arreglé para obligar a Logan a ir hacia un grupo de sillas en la parte posterior del escenario. El Espartano maldijo, su voz era más grave y dura de lo normal, y luchó para desenredarse del metal. Pero en vez de ir a matarlo, me quedé allí, mi mirada desesperada se desplazaba alrededor, tratando de pensar en alguna manera en la que pudiera salvarlo —y a mí también. En el caos de la lucha, el escenario había sido destruido. Las sillas habían sido volteadas, instrumentos caídos, y otros escombros esparcidos por el suelo de madera, pero no vi nada útil. Nada que me diera alguna idea de cómo llegar a Logan… Algo parpadeó en el suelo a unos metros de mí, y me di cuenta de que era un brazalete que una de las chicas había estado usando. Tal vez fueron los zafiros relucientes de diseño o la forma en la que la cadena se había enroscado en un círculo perfecto en el suelo, pero el brazalete me recordó al áspid Maat que había estado envuelto alrededor de mi muñeca durante mi juicio. Vivian había conseguido engañar a la serpiente con los fragmentos del rubí de Apate de su anillo, pero había usado mi magia para demostrarle al áspid lo que realmente había ocurrido.

Mi psicometría, pensé. Por supuesto. No podía llegar hasta Logan con palabras, pero tal vez todavía había una

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forma de salvar al Espartano después de todo… Logan finalmente se liberó de las sillas y corrió hacia mí, escupiendo maldiciones de sus labios como si fuera ácido. Sus ojos eran aún más rojos que antes, y sabía que sólo tenía una oportunidad para hacer esto —una oportunidad de llevarlo a recordar quién era antes de que se perdiera para mí —para siempre. Todo lo que tenía que hacer era tocar al Espartano. Es más fácil decirlo que hacerlo. Ni siquiera había logrado golpear a Logan con mi espada en todo el tiempo que habíamos estado luchando, y mucho menos acercarme lo suficiente como para tocarlo con la mano desnuda. Pero eso es lo que necesitaba —tiempo para tocar al Espartano, para que mi magia trabajara, tiempo para dejar que mi poder se deslizara en él. Pero Logan no iba a quedarse quieto y dejar que eso sucediera. No, sólo había una manera en la que esto funcionaría Tenía que dejar que el Espartano se acercara a mí. Tenía que dejar que me hiciera daño. No sabía si mi loco plan iba a funcionar, pero era la única oportunidad que Logan me había dejado. Así que respiré y lentamente enfundé a Vic en la vaina de mi cintura. Entonces, sostuve mis brazos completamente abiertos, una invitación abierta al Espartano para que hiciera lo peor. Logan se detuvo, obviamente pensando que era alguna clase de truco. —Gwen, ¿qué estás haciendo? —gritó Vic—. ¡Te matará dónde estás parada! —Lo sé —dije con voz sombría—. Pero tiene que ser así, Vic. Ya lo verás. Después de unos segundos, cuando no hice ningún movimiento para atacarlo o defenderme, Logan dejó escapar un fuerte, salvaje y furioso grito y cargó contra mí. Esperé hasta que estuvo dentro de mi alcance y luego estiré mi mano derecha y me moví hacia un lado, tratando de esquivarlo

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todo lo que pude, hasta que mis dedos se acercaron a él. Sentí a su espada deslizarse por mi mano derecha y seguir adelante. Entonces, con un final, feroz grito de batalla, Logan golpeó su espada contra mi pecho.

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Traducido por Edgli xD Corregido por Ruth m.

l dolor de la espada ensartándome fue —fue devastador. Ola tras ola de roja y caliente agonía surgiendo a través de mi cuerpo, una justo después de la otra. Por un momento, mi visión se volvió completamente negra. Tenía que luchar por enfocarme en lo que

intentaba

hacer,

pero

lentamente

me

alcé

y

envolví mis ensangrentados dedos alrededor de la mano de Logan, la cual estaba envuelta alrededor de la empuñadura de su espada —la espada que estaba aún en mi pecho. El Espartano frunció el ceño e intentó alejar su mano, pero apreté mi agarre incluso aunque eso empujaba la espada en mi pecho y hacía que todo doliera mucho más. A través de mi creciente neblina de dolor, llamé a todos los recuerdos que tenía de Logan. Todas las veces que me había sonreído. Todas las veces que me había molestado. Todas las veces que me había mirado con sus helados y brillantes ojos. Todas las veces que me había besado, sostenido cerca y susurrado que todo estaría bien, incluso si ambos sabíamos que no era verdad. Me enfoqué en aquellas imágenes y todos los sentimientos que venían con ellas. Todo el anhelo que sentía por Logan cuando había tenido mi enamoramiento por él la primera vez, todas las veces que me había hecho reír y finalmente ese cálido, suave y efervescente sentimiento que llenaba mi corazón cada vez que me sonreía. Luego, le enseñé las imágenes.

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Era duro —tan condenadamente duro. Mucho más difícil de lo que había sido con Nott, e incluso la víbora. No sabía si era porque la mente de Logan era más compleja que las suyas o si era por el ritual que Agrona había hecho con él, el collar enjoyado en su cuello y toda la magia que latía en sus venas en este momento. Pero podía casi ver esa pared en su mente —una pared roja como los Cosechadores que evitaba que llegara a él. Pero no me rendiría, incluso aunque podía sentir la sangre manando de la herida en mi pecho y mi fuerza y magia desvaneciéndose con cada segundo que pasaba. En cambio, me enfoqué en todos mis recuerdos de Logan, metiéndolos con un gran puño en mi mente y luego empecé a martillear esa condenada pared roja que nos separaba.

Déjame entrar, déjame entrar, déjame entrar… Empecé a cantar las palabras en mi mente, acompasándolas con los golpes de mi puño de recuerdos, incluso mientras mi corazón empezaba a detenerse y a tartamudear.

Déjame entrar, déjame entrar, déjame entrar… No supe cuánto tiempo estuvimos allí, encadenados juntos, la espada de Logan en mi pecho y mis dedos hincadas en su mano, pero lentamente, pequeñitas, pequeñitas fisuras empezaron a formarse en la pared de su mente. Mi fuerza estaba casi ida, yo casi estaba ida, así que golpeé la pared más fuerte antes de que fuera muy tarde —para nosotros.

Déjame entrar… Déjame Entrar… DEJAME ENTRAR… Más y más fisuras aparecieron, zigzagueando a través de toda la pared, reuní los últimos remanentes de mi fuerza y magia y golpeé la pared una última vez, poniendo todo lo que tenía en el golpe. La pared se resquebrajó, disolviéndose en la nada y repentinamente estaba en la cabeza de Logan, profundamente más dentro de él de lo que había estado antes, tan profundo que podía ver ese destello azul hielo en el

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centro de su ser.

Recuerda, susurré en mi mente hacia él, incluso mientras me imaginaba sosteniendo esa hermosa chispa azul en mi mano. Mira. Siente. Recuerda

quién eres en realidad. Y luego sacudí mis recuerdos hacia él —hasta el último. Logan jadeó y se tambaleó hacia atrás, empujando la espada en mi pecho. Grité con dolor, pero de alguna manera me las arreglé para mantener mis ensangrentados dedos en su mano. Una vez más, vertí todos mis recuerdos de él dentro de su mente, justo de la misma manera en que me había apuñalado, rápidamente, brutalmente, efectivamente.

Recuerda… recuerda… ¡RECUERDA! Canté las palabras en mi mente una y otra vez, martilleándolas en la mente de Logan de la misma manera en que había atacado a la pared roja. Justo cuando pensaba que no podía mantener mis dedos un segundo más, sentí que algo se resquebrajaba en su mente, como un vaso que había sido lanzado al suelo y se había destruido en cien pedazos. Todo se… fragmentó. Repentinamente, Logan era él mismo de nuevo y pude sentir su creciente confusión y horror ante lo que había hecho, lo que me había hecho —a mí. Lo último de mi fuerza me dejó y parpadeé, dándome cuenta de que había perdido mi agarre en Logan y que estaba de pie en el escenario en medio de la batalla. Sacó la espada de mi pecho y más, más sangre brotó de la herida. Miré al Espartano, casi temiendo lo que había visto cuando miré su rostro. —¿Chica gitana? —preguntó Logan. Su voz era insegura y confusa, pero era su voz de nuevo. Su rostro aún se veía vagamente en blanco, como si no estuviera seguro de dónde estaba o qué había pasado, pero podía decir que era Logan y nadie más. Sólo Logan

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—únicamente Logan. Y luego, estaba lo más importante —el hecho de que sus ojos eran azules de nuevo en vez de ese horrible rojo Cosechador. Sonreí, pensando que era una de las más hermosas visiones que había visto alguna vez —y que sería lo último que vería. El dolor explotó en mi pecho, incluso más grande que antes. Traté de abrir mi boca para decir su nombre, pero nada salió, ni siquiera un gemido de dolor. Mis piernas se tambalearon y tuve un último pensamiento antes de que todo se oscureciera. Logan Quinn me había matado.

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Traducido por SparkledMonster Corregido por ManuM

e desperté con un sobresalto. Mis ojos abriéndose de golpe, y me encontré mirando a una de las más asombrosas imágenes que había visto ―un elaborado fresco que resplandecía con oro, plata y joyas brillantes. Estaba a cientos de pies por encima, extendiéndose por todo el techo abovedado, pero de alguna manera podía verlo claramente como si estuviera justo encima de mí. Mostraba la imagen de una gran guerra mitológica. No había sorpresas ahí. Esto era la academia Mythos, después de todo. Pero lo extraño era que yo estaba en el fresco —y también estaban todos mis amigos. Logan, Daphne, Carson, Oliver, hasta Alexei, todos sosteniendo armas y peleando como yo. También había otras personas, gente que no conocía, criaturas que solamente había visto en las páginas de mi libro de Historia de la Mitología, pero tuve el sentimiento de que eran de alguna manera importantes. Que eso era importante. Mi mirada se centró a la derecha, luego a la izquierda, arriba, luego abajo, hasta que vi el fresco completo… Parpadeé, y la imagen se había ido, envuelto por las sombras una vez más. Me senté y me di cuenta de que estaba tirada en el suelo de mármol de la Biblioteca de Antigüedades, justo en frente de la caja registradora. Miré hacia abajo. Estaba usando la misma ropa que tenía en el auditorio, pero mi capucha y sudadera estaban lisas y no desgarrada y ensangrentadas como deberían estar después de que Logan me apuñalara. —Hola, Gwendolyn ―llamó una suave y familiar voz. Levanté mi cabeza, y ahí estaba ella ―Nike, la diosa griega de la victoria.

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La diosa se veía tan hermosa como siempre. Un blanco vestido tipo toga se envolvía a su esbelto y fuerte cuerpo, mientras suaves alas con plumas se arqueaban en su espalda. Una corona de laureles plateados descansaba sobre su cabello color bronce, pero eran sus ojos lo que más me fascinaba ―ojos que eran una mezcla de violeta y gris, plateado y lavanda, y todas las otras suaves sombras del crepúsculo. Me puse de pie, sólo un poco sorprendida cuando no sentí dolor. Presioné mi mano contra mi pecho, pero todo lo que sentí fue una delgada línea rozando mi corazón, en vez de la profunda y mortal herida que me había hecho Logan. Miré a la diosa y suspiré. —¿Así que estoy muerta esta vez? —pregunté—. ¿Es por eso que no puedo sentir la herida de la puñalada en mi pecho? ¿Estás aquí para llevarme a los Prados Elysianos o al Valhalla o algún lugar donde los guerreros van cuando mueren en batalla? Nike me dio una triste sonrisa. —Cerca, pero no. Tus amigos están trabajando bastante duro en este momento para salvar tu vida. Concéntrate y lo verás. Me concentré y sentí un calor suave fluyendo a través de mi cuerpo. Miré hacia abajo y noté que un familiar y rosado-dorado brillo cubría mi pecho, centrado sobre mi corazón.

Vamos, ¡Gwen! Pensé que oí a Daphne gritar, aunque su voz se escuchaba desvanecida y muy lejos. ¡Absórbelo! ¡No te atrevas a morirte sobre mí! —Daphne intenta sanarme —susurré. Nike asintió. —Y tu profesora Metis también. La diosa caminó y se sentó en la caja registradora. No, eso no era correcto. Ella no parecía caminar o si quiera deslizarse, solo flotar, como si hubiera alguna fuerza alrededor de ella propulsando sus movimientos con facilidad y

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precisa gracia. Aún, viéndola sentada en el mostrador y moviendo sus piernas de adelante hacia atrás como una niña, me hizo sonreír. —Sabes, Nickamedes te regañaría si te viera sentada en el mostrador. Lo hice una vez, y me gritó durante cinco minutos. Nike me sonrió de vuelta. —No se lo diré si tú no lo haces. Palmeó el espacio junto a ella; caminé y salté sobre él, mis movimientos mucho menos agraciados y con menos esfuerzo que los de ella. Sentada al lado de la diosa me hizo consciente del poder que salía de ella en ondas continuas. Ese frío, hermoso, terrible poder que hacía a la diosa quien y lo que era —la victoria misma. Nos sentamos ahí en silencio durante varios minutos, aunque yo seguía mirando furtivamente a la diosa. —¿Yo… yo salvé a Logan? —pregunté finalmente, incapaz de seguir soportando el silencio. Nike asintió. —Sí, rompiste el hechizo que los Cosechadores habían puesto sobre el Espartano. Ahora es él mismo nuevamente. Físicamente, debería estar bien en unos días. —¿Y de otras maneras? Se encogió los hombros. —Es algo muy extremo, forzar un alma dentro de otro cuerpo, especialmente una tan sucia y podrida como la de Loki. El dios mismo tal vez no estuvo en el auditorio, pero el Espartano aún seguía conectado a Loki. No hay duda de que vio y sintió cosas que no deseaba

―cosas

horribles. Tendrá que hacerse cargo de eso. Además, el chico te hirió. Tendrá más culpa y dolor sobre eso que cualquier otra cosa.

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―Pero Logan no quería hacerlo ―protesté―. No quería herirme. Simplemente no era… él mismo. Nike asintió. —Imagino que logrará ver eso, con el tiempo. La manera en que pausó antes de decir las últimas dos palabras me hizo estremecer. ¿Con el tiempo? ¿Qué significaba eso? El calor en mi pecho se atenuó, y me arropé con mis brazos para evitar el escalofrío que sentí deslizándose en mi espalda. ―Entonces, ¿qué pasa ahora? ―pregunté―. ¿Los Cosechadores van a intentar transformar a alguien más? Ella negó con la cabeza. ―El ritual puede ser intentado solo una vez en una persona, y Logan era el mejor candidato que los Cosechadores tenían ―el único candidato, en realidad. Los Cosechadores sabían que sólo tenían una oportunidad con él, es por eso que tuvieron a su madrastra cuidándolo todos estos años. Además, han usado casi todas las joyas de Apate de la Biblioteca, y no quedan suficientes como para intentar el ritual de nuevo. Así que no tienes que preocuparte por eso. Loki está atrapado en su propio y arruinado cuerpo ―por ahora. La manera en que dijo eso también me causó escalofríos, pero me concentré en otras preguntas de las cuales quería respuesta. —¿Por qué Loki no estaba ahí, hoy? ¿En el auditorio? —Los Cosechadores no querían arriesgarse a sacarlo de su escondite si había una posibilidad de que el ritual fallara, o que tú encontraras una manera de salvar a tus amigos —dijo Nike—. Estoy orgullosa de ti, Gwendolyn. Salvaste muchas vidas hoy, y evitaste que Loki ganara más poder. Lo hiciste bien, mi Campeona. Pensé en los cuerpos muertos que habían sido apilados en el escenario, y

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todos los otros que habían sido heridos o asesinados durante la batalla. No sabía que me merecía el elogio de Nike, pero por lo menos había salvado a Logan. Aún, sabía que la diosa no habría venido a mí sin una razón. —Entonces,

¿qué

pasa

después?

—pregunté—.

¿Qué

harán

los

Cosechadores ahora que el ritual de transformación ha fallado? Nike miró a través de la Biblioteca, sus ojos distantes y muy lejanos. En ese momento, me recordó a la Abuela Frost, teniendo una de sus visiones del futuro. —Desde que Loki sigue atrapado en su propio cuerpo, él y los Cosechadores se moverán a la siguiente parte de su plan ―dijo―. Irán en busca de objetos que creen que los ayudarán a ganar la guerra que se acerca. Armas, armaduras, y otros artefactos con una variedad de magia. Algunos con obvio poder, y algunos sin él. Necesitamos evitar que eso pase, Gwendolyn. —La diosa dirigió su mirada a mí una vez más―. Necesitas evitar que eso pase. Me imaginé mucho desde la detención de los Cosechadores de hacer el mal, a las cosas malas que eran algo convertido en un evento común en mi vida. Sólo esperaba que estuviera dispuesta a cumplir el objetivo de nuevo. —Bien —dije—. Así que dime qué artefactos quieres que encuentre y dónde están. Ella agitó su cabeza. —Sabes que no puedo decirte eso. Solamente puedo guiarte. Sí, sí, no se supone que los dioses se entrometan en asuntos mortales, pero eso no los detiene al conseguir que sus Campeones lo hagan por ellos. Suspiré de nuevo. Supuse que ella diría algo así, pero oye, nada se pierde con intentarlo. —Sabes, realmente necesitamos encontrar una manera de evitar que me digas sólo ciertas cosas. Hay una escapatoria para todo cuando se trata de

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magia. ¿Por qué no en esto? Porque, honestamente, hubiera adorado un mapa o una lista o una imagen o cualquier cosa que tuvieras en mente… Mi voz se apagó. Espera un segundo. Había visto una fotografía ―el fresco en el techo― el que tenía a todas las personas, armas y criaturas en él. El que siempre se envolvía en sombras, el que nunca había sido capaz de ver antes. Miré a la diosa, pero ella simplemente sonrió, su rostro calmado y sereno. Estúpidas escapatorias mágicas. Realmente estaba empezando a odiarlos. Aún así, persistí. —Bien, bien, lo entiendo. O por lo menos, creo que lo hago. Pero en caso de que lo olvidaras, no hice un gran trabajo protegiendo la Daga Helheim ―dije―. No quiero encontrar los artefactos sólo para dejar que los Cosechadores me los quiten como Vivian lo hizo con la daga. ―Eso es siempre un riesgo —respondió Nike―. Y no es solo cosa de encontrar y proteger artefactos. Es asegurarse que lleguen a las manos correctas también. De esa manera es más importante, y no que los Cosechadores encuentran los artefactos primero. Armas y armaduras pueden tener poder, pueden tener magia, pero al final, es todo lo que son ―armas y armaduras. Es la gente y las criaturas que las empuñan y sus intenciones las que realmente importan. Es su libre albedrío lo que hace la última diferencia. Suspiré. Ahí iba ella hablando en acertijos sobre el libre albedrío nuevamente, algo que Metis siempre hablaba en clases de Historia Mitológica. Tenía libre albedrío, tomaba mis propias decisiones, eso era lo que los Cosechadores querían quitarnos para esclavizarnos. Lo tenía. Realmente lo entendí. Lección aprendida. Aún, toda la conversación sobre artefactos y gente me hacía pensar sobre mis amigos y las cosas que habían escogido en el Coliseo Cirus hacía unas semanas.

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—¿Es por eso que Daphne tiene el Arco de Sigyn? —pregunté—. Y, ¿Por qué Carson tiene el Cuerno de Roland? Intentaron devolvérselos a Metis, pero siguen reapareciendo en sus dormitorios. El Arco se ve bastante sencillo, pero Carson no tiene ni idea de lo qué hacer el Cuerno. Lo ha tocado y tocado, y no ha pasado gran cosa, excepto que le diera un dolor de cabeza a Loki esa noche en la puerta de Garm. —El Celta sabrá qué hacer con el Cuerno cuando sea su tiempo, y también lo sabrá la Valquiria con el Arco ―dijo Nike―. Justo como tú sabrás que hacer con los artefactos que encuentras, a quién dárselos y cuándo. —Y, ¿qué hay de Loki? —pregunté—. Asumo que aún debo encontrar alguna manera de matarlo. ¿Hay un artefacto para eso también? Dije mis palabras como un chiste, pero Nike sólo me miró, su mirada de crepúsculo calmada y seria. ―Eso es ―susurré―. Hay un artefacto que puede de hecho matar a Loki. ¿Qué? ¿Qué es? ¿Dónde está? ¿Cómo puedo usarlo para matarlo? Por favor, tienes que decirme… Nike arqueó sus cejas e inclinó su cabeza hacia arriba. Seguí su mirada y noté que podía ver el fresco de nuevo. Un brillo plateado captó mi mirada, centrada en la imagen de ―bueno, yo. Con una mano, estaba sosteniendo a Vic, pero había algo en mi otra mano, algo plateado, algo que se veía como una flecha, o tal vez una pequeña lanza. Pestañeé, y las sombras cubrieron el techo una vez más. —Pero, ¿qué es? Tienes que decirme qué es… Nike sostuvo su mano en alto, interrumpiéndome, inclinó su cabeza a un lado, como si estuviera escuchando algo. No escuché nada, pero la diosa se deslizó fuera del mostrador y se giró de manera que estaba en frente de mí. —Ahora, es tiempo de irme —dijo—. Para que vuelvas con tus amigos. ¿No puedes sentirlo? Han hecho un excelente trabajo de curación en ti.

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Presioné mi mano en mi pecho. Esa delgada línea aún cortaba sobre mi corazón, pero noté que ya no sentía frío. Miré hacia abajo y vi que todo mi cuerpo estaba brillando con el mismo cálido y rosado color de la magia de Daphne, mezclada con el matiz dorado del poder sanador de Metis. —Así que, ¿lo lograré después de todo? Nike sonrió. —No hay duda de eso, Gwendolyn. El auto-sacrificio es algo bastante poderoso, especialmente si lo haces bajo tu propio libre albedrío. Recuerda eso. La diosa se inclinó y besó mi mejilla, como era su costumbre cuando sea que se despedía de mí. Como siempre, una ola de poder atacó sobre mí, mucho más fuerte que antes, tan frío y fiero que hizo que mi aliento se congelara en el aire entre nosotras. —Adiós, Gwendolyn —dijo Nike, alejándose, su cuerpo desvaneciéndose en brillante luz plateada—. Sé buena y valiente hasta que nos volvamos a ver. Sostuve mi mano en alto, intentando mantenerla a mi vista, pero la luz era tan intensa, que tuve que girarme lejos del brillo. Cuando miré de nuevo, el brillo plateado se había ido; y también la diosa.

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Traducido por Kirara7 Corregido por ManuM

is ojos se abrieron de nuevo. Por un momento pensé que aún estaba soñando, aún en ese extraño mundo no-del-todo-mundo con Nike. Pero el techo no era como el de una cúpula, y yo no estaba mirando al misterioso fresco dentro de la Biblioteca de Antigüedades; no, el techo aquí estaba cubierto de una vieja pintura blanca y me di cuenta que estaba en mi habitación en la casa de la Abuela Frost. Algo picó mi nariz y estornudé. Un segundo después una lengua caliente lamió mi mejilla. Abrí mis ojos para ver a Nyx parada a mi lado. El cachorro de lobo soltó un ladrido feliz y lamió nuevamente mi mejilla, su cola golpeaba mis costillas. Y Nyx no era la única aquí, una lluvia de chispas rosa cayó sobre mí y un rostro familiar se acercó al mío. ―¡Gwen! ―chilló Daphne―. ¡Estás despierta! La Valquiria se acercó, me levantó y me abrazó fuerte, lastimando mi espalda como siempre. Nyx gruñó y trató de meterse entre nosotras. —Ya era maldita hora. —Otra voz intervino. Miré hacia Vic que estaba apoyado en mi mesa de noche, su voz puede que hubiera sonado dura pero su ojo estaba brillante y sonriendo. —¿Qué quieres decir? —murmuré, mi boca estaba seca como el papel.

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Daphne se alejó y soltó su agarre. —Él quiere decir que has estado inconsciente desde hace más de un día. —Te dije que despertaría esta tarde, ¿no es cierto? —La Abuela Frost entró rápidamente a la habitación, las monedas en su bufanda tintineaban en una dulce y suave sinfonía. Se sentó al otro lado de la cama y alisó mi cabello enmarañado. —¿Cómo te sientes, calabaza? —Bien —dije—. Con un poco de sed y preguntándome qué sucedió, pero del resto, bien. Asintió. ―Bien. Te traeré agua y les diré a los otros que despertaste. Nyx se sentó en mi regazo para que pudiera acariciarla. Carson fue el siguiente en venir a mi habitación, junto con Oliver y el entrenador Ajax. Metis y Nickamades también entraron en la habitación. Uno después del otro, todos me dijeron lo felices que estaban de que estuviera bien pero algo parecía —raro. Ninguno de ellos me miró a los ojos durante más de un segundo y me pregunté por qué. —¿Qué pasó después de que… hice lo que hice? ―pregunté cuando había terminado de beber el agua que la Abuela Frost me trajo. Daphne resopló. ―¿Te refieres a cuando dejaste que Logan te apuñalara en el pecho como una completa idiota? Carson hizo una mueca. —Daphne… —¿Qué? —espetó, chispas mágicas crepitaron en el aire a su alrededor―. Nosotros estábamos allí, todo la vimos hacerlo, y todos vimos a Logan

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atravesarla con la espada como si ella fuera un enemigo que el necesitaba matar. Metis puso una mano en el hombro de la volátil Valquiria. Después de un momento Daphne suspiró. —Bien —suspiró la Valquiria—. Tú le dices el resto. Metis asintió. —Gracias a Morgana, Alexei y Geraldine, Ajax y yo fuimos liberados junto con Sergei e Inari. Mientras luchábamos contra los Cosechadores, Daphne y Carson sacaron a los estudiantes del escenario con Oliver y Kenzie protegiéndolos. Eventualmente los miembros del Protectorado tomaron el control de la batalla. Matamos varios Cosechadores y logramos capturar muchos más. Podía escuchar la decepción en su voz, y estaba muy segura de que sabía que diría a continuación. ―Lastimosamente no fuimos capaces de capturar a Agrona y a Vivian ―dijo Metis confirmando mis sospechas. Suspiré. —¿Qué pasó? —Las perseguimos hasta afuera pero las dos se subieron al roc de Vivian y aunque estaba mal herido aun así pudo llevárselas volando ―dijo Metis―. No sabemos dónde están ahora, pero miembros del Panteón las están buscando. ―Y las encontraremos ―dijo Ajax―. Tarde o temprano las encontraremos y pagarán por lo que han hecho. Todo el mundo asintió sombríamente. Después de eso, el estado de ánimo se relajó un poco y los demás tomaron turnos para decirme lo que había sucedido mientras estuve inconsciente.

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Cómo Metis y Daphne usaron su magia para sanarme en el escenario, rodeando a los Cosechadores, llevando a los estudiantes de regreso a la academia, anunciando lo que había sucedido en el auditorio. —Lamento haber arruinado el concierto ―le dije a Carson. Él se encogió de hombros. —Está bien Gwen. No fue culpa tuya. Nada de esto fue culpa tuya. Su voz era amable pero nuevamente no me miraba a los ojos y no entendía por qué. Mis amigos entraban y salían de mi habitación pero no había señal de la persona que más quería ver ―Logan. Asumí que debía estar de vuelta en la academia o tal vez que ya venía en camino, ahora que estaba despierta. Pero lo más extraño era que nadie dijo nada sobre el Espartano ―ni una sola palabra― incluso aunque debían saber que me moría por verlo y saber que estaba bien. ―¿Dónde está Logan? ―pregunté finalmente dándome cuenta que nadie lo mencionaría si yo no lo hacía. Nyx se había dormido a mi lado y Vic también estaba roncando en la mesa de noche. Sólo Metis y Nickamedes estaban en mi habitación en ese momento. Los dos intercambiaron una penetrante mirada. —Logan se fue, Gwen —dijo Metis en voz baja—. Lo siento. Un puño frío y lleno de miedo apretó mi corazón. —¿Se fue? ¿Qué quieres decir con que se fue? ¿No está… no está muerto? ¿O sí? Mi voz se volvió un susurro áspero, apenas podía decir las horribles palabras. Nickamedes negó con la cabeza.

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—No, físicamente está bien, volvió en sí mismo cuando usaste tu toque mágico en él, y no parece tener ningún efecto secundario por el ritual. Y por supuesto no tuvo ni un rasguño por la pelea. —¿Entonces por qué no está aquí? —pregunté—. ¿Qué está mal? ¿Qué es lo que no me están diciendo? Metis y Nickamedes intercambiaron otra mirada, y mi miedo y terror se incrementó. —Tienes que entender que Logan pasó por algo muy, pero muy traumático —dijo Metis, sus suaves ojos verdes finalmente miraron a los míos—. Estábamos ayudando a los miembros de la banda con el montaje cuando Agrona le pidió a Logan que la siguiera a un lado del escenario. Ella usó su velocidad de Amazona para colocar el collar dorado alrededor de su cuello antes de que alguno de nosotros se diera cuenta de lo que había sucedido. Logan inmediatamente… cambió. Incluso mientras intentábamos ayudarlo, más y más Cosechadores seguían apareciendo en la sala de conciertos, y habíamos perdido la pelea antes de siquiera haberla empezado. —Metis se detuvo—. Pero no fue sólo lo que le hicieron los Cosechadores a Logan lo que lo lastimó, fue lo que te hizo a ti. —Pero él no quería herirme —dije—. No realmente. Él hizo lo que hizo porque Agrona lo estaba controlando con las joyas de Apate. Ella fue la que lo volvió como un Cosechador e intentó matarme. Saben eso, ¿verdad? No está en la prisión de la academia, ¿verdad? Porque él no pertenece allí. —No, Logan no está en la prisión de la academia —dijo Metis—. Todo lo que dijiste es verdad, todos lo sabemos y Logan también, pero eso no lo hace más fácil para él. —¿Qué estás diciendo? —pregunté—. ¿Qué no me están diciendo? Metis y Nickamedes se miraron a los ojos una tercera vez antes de que el bibliotecario volviera su triste mirada hacia mi frenética mirada.

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―Estamos diciendo que Logan se fue ―dijo Nickamedes en una voz suave—. Dejó la Academia Mythos definitivamente.

*** Yo estaba —entumecida. Ni enfadada, ni alterada, solo ― entumecida. De todas las cosas que pudieron haber pasado, de todas las razones por las cuales Logan no estaba aquí, nunca esperé esto. ¿Él se fue? ¿Por qué? ¿Por qué haría eso? ¿No entiendo por qué? Mi boca se abrió, pero ninguna palabra salió. Lo intenté y lo intenté pero no podía sacar las palabras. Nickamedes sacó un sobre blanco del bolsillo de su pantalón. Podía ver el dolor y la lástima en sus ojos, sus ojos color hielo que eran como los de Logan. —Toma —dijo con su voz gentil—. Tal vez esto te ayude a entender las cosas. Lo siento, Gwendolyn. De verdad lo siento. Nickamades puso la carta en la esquina de la cama y se fue de mi habitación. Metis me dio un apretón en mi hombro para después seguirlo y cerrar la puerta tras ella. Me senté allí, durante un largo, largo tiempo, quieta y congelada, sólo viendo el sobre como si fuera el áspid Maat, lista para morderme si me movía un centímetro. Nyx dormía a mi lado en la cama sus patas moviéndose en su sueño, pero por primera vez la presencia del cachorro no me calmó. Ni tampoco los balbuceos de ensueño de Vic sobre matar Cosechadores. ¿Logan se fue? ¿Qué significaba eso? ¿Su padre lo hizo irse por alguna razón? ¿Y por qué el Espartano no me dijo él mismo lo que estaba sucediendo? ¿Por qué al menos no venía y se despedía de mí? Finalmente, con mis manos frías y temblando, abrí el sobre y saqué la carta. Respiré, abrí la hoja de papel y empecé a leer.

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Querida Gitana, Siento mucho pero mucho lo que sucedió, lo que te hice. Nunca quise lastimarte, y nunca pensé ni en un millón de años que lo haría. Ahora, entiendo cómo te sentiste cuándo mataste a Preston con tu magia, cuán sorprendida y horrorizada estabas por eso. Cuan asustada tenías que estar de hacerle de nuevo eso a alguien ― a mí. Tú hiciste lo que hiciste para sobrevivir ― pero yo no tengo esa excusa. Te apuñalé porque estaba bajo el hechizo de un Cosechador, pero aun así no puedo creer que hiciera eso. Y la peor parte es que sabía que eras tú. Podía verte claramente todo el tiempo. Podía escucharte suplicándome, rogándome que me detuviera. Y yo quería… de verdad quería detenerme. Quería luchar contra la cosa horrible dentro de mí, contra la magia con la cual me infectaron, pero no fui suficientemente fuerte. Antes, no fui lo suficientemente fuerte para salvar a mi madre y a mi hermana. Esta vez no fui lo suficientemente fuerte para detenerme a mí mismo de lastimarte. Es por eso que debo irme. Metis y Nickamedes dicen que estoy bien, que Loki y los Cosechadores no me tienen bajo su control, pero no puedo arriesgarme. No puedo arriesgarme a lastimarte otra vez. Así que estoy dejando Mythos, me voy a un lugar lejos, muy lejos. Espero que puedas perdonarme algún día. Por favor no intentes buscarme

Con amor, Logan.

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Las palabras dolían pero esa no era la peor parte porque apenas toqué la carta, mi psicometría hizo efecto y sentí todo lo que Logan sintió cuando escribió la carta ―todo su miedo, rabia, vergüenza y odio por sí mismo. Con cada palabra que escribió el Espartano repetía la pelea una y otra vez en su cabeza. Todo lo que le había dicho, todas las veces que me atacó y finalmente él apuñalándome. Una y otra vez él recordó haber atravesado la espada en mi pecho y sentí todo lo que sintió durante la batalla. Cómo quería dejar de luchar. Cuántas veces intentó soltar la espada o atravesarse él mismo ―incluso si la cosa dentro de él lo lastimaba por ello. Loki. A través de los recuerdos de Logan, vi que el Espartano tenía ―ese par de ojos, uno de un azul hermoso y el otro de un horrible rojo Cosechador. Esos ojos se asomaban en cada esquina de él, invadiendo su cuerpo, mente y corazón. De alguna forma a través de su conexión el malvado dios había lastimado a Logan, torturándolo de adentro hacia a fuera. El dolor había sido más de lo que Logan podía soportar, más de lo que cualquiera podría soportar. Con el simple recuerdo de eso quise llorar. Loki había tomado el control y Logan no había podido evitar apuñalarme, aunque silenciosamente se había gritado así mismo y al dios malvado para que se detuviera. Pero más que nada, sentí el más profundo y oscuro miedo de Logan ―que tal vez el aún estuviera conectado a Loki. Que el dios malvado pudiera buscarlo y tomara el control de él en cualquier momento. Que Loki pudiera hacerlo herirme de nuevo. —Oh Espartano —susurré en la oscuridad―. ¿No sabes que ya te perdoné por todo? Pero mis palabras susurradas no me trajeron a Logan de vuelta —y no

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sabía si algo podría hacerlo. Me acurruqué en la cama al lado de Nyx que aún seguía durmiendo, las lágrimas caían de mi rostro y mojaban la carta de Logan lentamente manchando sus palabras. Apreté el papel en mi pecho como un escudo como si de alguna forma pudiera protegerme, incluso si mi corazón estaba rompiéndose en pequeños y más pequeños pedazos todo el tiempo.

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Traducido por Helen1 Corregido por ManuM

n corazón roto no era una herida mortal, al menos no a los ojos de las Potencias, y la tarde siguiente, estaba de vuelta en la Academia Mythos. Y una vez más, estaba de pie en el anfiteatro delante de todos los otros estudiantes, profesores y miembros del personal. Sólo que esta vez, estaban oyendo la verdad sobre mí, Vivian, y todo lo demás. —. . . Por lo que el Protectorado ha retirado todos los cargos en contra de la señorita Frost —dijo Linus—. Queremos ofrecer nuestras más sentidas disculpas a ella y la felicitamos por su valentía durante su incidente en el Auditorio Aoide. La señorita Frost, junto con el señor Sokolov y la señorita McDougall, salvaron no sólo a sus compañeros, sino a los miembros del personal y profesores, así como a mí y a varios otros miembros del Protectorado. . . Miré a mi derecha a Morgan y Alexei, que también estaban de pie en el escenario del anfiteatro. Morgan me guiñó un ojo, mientras que Alexei se limitó a asentir. —. . . Y por lo que todos tenemos con ellos una deuda de gratitud — concluyó Linus finalmente. Por un momento, todo el mundo se quedó en silencio. Algunos de los estudiantes comenzaron a aplaudir cortésmente, pero Daphne decidió tomar el asunto en sus propias manos. La Valquiria se puso de pie, se llevó los dedos a la boca y dejó escapar un silbido agudo.

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―¡Sí, Gwen! ―gritó la Valkyria―. ¡Whoo! Después de eso, los aplausos se pusieron un poco más fuertes y más entusiastas, sobre todo porque Daphne se dio la vuelta y miró a todos los chicos a su alrededor. Sin embargo, unas pocas personas no se molestaron en aplaudir, como Helena Paxton. Ella estaba a mitad de camino por las escaleras del anfiteatro, pero todavía podía verla rodando sus ojos y susurrando a sus medio-amigas. Sin duda, la Amazona estaba molesta de no tener otra oportunidad de patear mi culo como había querido en el comedor. Linus se alejó del podio y se volvió hacia mí. —¿Hay algo que quiera decir, señorita Frost? Vacilé. No sabía qué decir. Apenas sabía qué pensar en estos momentos. Cuarenta y ocho horas antes, había estado luchando por mi vida en el escenario del auditorio. Ahora, aquí estaba de nuevo en la academia, como si fuera solo otro lunes. Pero, sobre todo, todavía estaba tratando de llegar a un acuerdo con el hecho de que Logan se había ido, que había dejado la academia, que me había dejado. Sabía que el Espartano tenía sus razones ―lo había visto y sentido por mí misma― pero deseé que al menos se hubiera despedido en persona. Entonces, podría haberle dicho que estaba bien, que no lo culpaba de lo ocurrido, que lo había visto luchar duro y valiente contra Loki. Que nadie habría podido resistir al dios maligno ―ni siquiera un Espartano. —¿Señorita Frost? —preguntó Linus de nuevo. El simple pensamiento de Logan hizo temblar mi corazón de dolor y nostalgia, pero contuve el aliento y empujé a un lado esos sentimientos. El Espartano no estaba aquí, pero si todos los demás. —Sí —le contesté—. Hay algo que quiero decir. Me acerqué al micrófono. En este punto, los aplausos se apagaron, a pesar del entusiasmo de Daphne, la multitud estaba en silencio una vez más. Mi

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mirada pasó de una cara a otra, pero esta vez, los ojos de los otros estudiantes no destellaron ira contra mí. Al menos, no tanto. En su lugar, miraban curiosos, preocupados y temerosos, pero decididos también. Conocía esos sentimientos porque reflejaban los míos. —Sé que todos han perdido a alguien a causa de los Cosechadores ― dije―. Y yo también. Ellos asesinaron a mi madre. Han asesinado a sus madres y padres, hermanos y hermanas. Han matado a sus tías y tíos, primos y amigos. Se han llevado a muchas personas lejos de nosotros ―muchas personas que amamos. Pensé en Logan, y tuve que aclararme la garganta antes de que pudiera continuar. —Ahora que Loki está libre, todos sabemos que hay otra Guerra del Caos avecinándose. Pero vamos a seguir luchando. Vamos a seguir adelante, vamos a ir tras los Cosechadores. Es para lo que todos aquí en Mythos hemos estado entrenando. Así que podemos aprender cómo proteger a las personas que amamos. Mientras hacemos eso, mientras entrenemos y luchemos y creamos el uno en los otros, ¿entonces saben qué? Podemos ganar. Vamos a ganar. Porque simplemente no hay otra opción. Di un paso atrás. Daphne gritó y se puso de pie otra vez, junto con Carson, Oliver, Kenzie, y Talia. Incluso Savannah Warren, la ex-novia de Logan, se unió a mis amigos. Pero para mi sorpresa, no eran las únicas personas que lo hicieron. Uno a uno, los otros chicos se pusieron de pie y comenzaron a aplaudir —esta vez de verdad. Y sentí una emoción que emanaba de todos ellos, de todos los chicos, de todos los profesores, todos los miembros del personal —esperanza. Esperanza de que las cosas eventualmente mejoraran. Esperanza de que podríamos derrotar a los Cosechadores. Esperanza de poder finalmente triunfar sobre Loki. Me quedé allí de pie y dejé que esa elevada emoción se arrastrara sobre

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mí. Extendí la mano y la envolví a mi alrededor como un traje de armadura, dejando que se vertiera en todos los lugares oscuros dentro de mí y hacerlos un poco más ligeros, sólo un poco más brillantes —al menos por este momento. No compensaba el que Logan se hubiera ido, pero ayudó ―me ayudó mucho.

*** Los miembros del Protectorado me escoltaron fuera del escenario, y terminamos en el mostrador en la Biblioteca de Antigüedades. Había llegado el momento para trabajar mi turno, como de costumbre, a pesar de todo lo que había sucedido ―la muerte, la destrucción, la angustia. Sí, otro lunes en la Academia Mythos. Inari y Sergei se despidieron de mí y me desearon lo mejor; hice lo mismo. Sí, me arrestaron y me pusieron a prueba, pero solo habían estado haciendo su trabajo. Me alegré de que supieran que estaba de su lado ―ahora que todos estábamos en el mismo bando. —Vamos a esperarte en el coche, Linus ―dijo Sergei mientras él e Inari salían de la biblioteca. Linus asintió. El líder del Protectorado se giró y me miró fijamente, pero por una vez, su rostro era neutral. —Gracias por salvar a mi hijo —dijo finalmente—. La juzgué muy mal, señorita Frost. Y a muchas otras personas. Tristeza y angustia parecida a la mía brillaban en sus ojos, y sabía que él estaba pensando en Agrona y cómo ella le había engañado. Por primera vez, sentí lástima por Linus. Claro, Logan podría haberse ido, pero al menos sabía que se preocupaba por mí. Linus no tenía ni siquiera ese pequeño consuelo.

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Asentí con la cabeza, aceptando su disculpa. —¿Cómo. . . cómo está Logan? ¿Está bien? ¿Dónde está? ¿Alguna vez volverá a la academia? —Las preguntas cayeron de mis labios. Metis me había dicho que Linus y Logan habían tenido una larga conversación, mucho después de la batalla en el auditorio. Metis no había sabido todos los detalles, pero dijo que padre e hijo habían solucionado algunos de sus problemas, tratando de empezar a deshacer todo el daño que había causado Agrona en ellos —y el que se habían hecho a sí mismos también. ―No te preocupes. Logan está seguro y. . . y tan bien como se puede esperar en estos momentos. Él está. . . preocupado por lo sucedido, como estoy seguro que te das cuenta ―dijo Linus―. Logan me pidió un poco de tiempo fuera de la academia. Un tiempo para que realmente nos lleguemos a conocer después de todos estos años. Voy en camino a reunirme con él en estos momentos. Estoy entregando algunos de mis deberes del Protectorado a Sergei e Inari hasta que Logan esté. . . bien de nuevo. Pero no te preocupes. Por más tiempo que tome, estaré al lado de mi hijo, cuidando de él. Asentí. Me alegraba que Logan y su padre fueran a pasar algún tiempo juntos. Me habría gustado también ser parte de los planes del Espartano. Linus vaciló. —Logan me pidió que no te dijera dónde está. Él también quiere que te pida que no utilices tu psicometría en mí o en cualquier otra persona para tratar de encontrarlo. Mi mirada cayó al mostrador. Yo estaba de pie a un lado, y Linus al otro, pero su mano estaba solo a unos cuantos centímetros de la mía en la parte superior de la madera suave. Quería extender la mano, agarrar la mano de Linus, y saber exactamente dónde estaba Logan. Sería fácil ―tan malditamente fácil— y la tentación de hacerlo era muy fuerte.

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Pero me prometí a mí misma que no usaría mi don Gitano ―así que no iba a sacar secretos de la gente solo porque podía. Si hiciera eso, no sería mejor que Vivian, quien usaba su magia de telepatía para engañar a la gente, cavar en sus cabezas y hacer un lío con sus emociones solo porque le divertía. No, lo último que quería era ser como esa Cosechadora, incluso si eso significaba no saber dónde estaba Logan. Aún así, enrollé mis manos en puños y di un paso atrás del mostrador, así no estaría tentada. —Él necesita un poco de espacio ahora mismo, señorita Frost, y espero que se lo dé —dijo Linus, al ver mis movimientos—. Él se preocupa mucho por usted, sin embargo. No lo dude. Asentí de nuevo, parpadeando para contener las lágrimas en mis ojos. Todo lo que Linus había dicho era verdad ―Logan necesitaba un poco de tiempo y espacio para sí mismo. Era egoísta de mi parte quererlo aquí conmigo cuando él era el que estaba sufriendo mucho en este momento, pero aún así, quería ver al Espartano. Quería abrazarlo y decirle que todo iba a estar bien. Quería consolarlo en la forma en que me había consolado tantas veces antes. La tentación de usar mi magia para localizar el Espartano se levantó en mí, y mi mirada se dirigió a la mano de Linus de nuevo. Después de un momento, me obligué a dar otro paso atrás, poniendo aún más espacio entre nosotros. Linus se irguió en toda su estatura. —Y tenemos un asunto más que atender antes de que me vaya, señorita Frost. Teniendo en cuenta lo que pasó en el auditorio, los demás miembros del Protectorado y yo estamos de acuerdo en que usted es de hecho un objetivo de Vivian, Agrona, y los otros Cosechadores. Hemos decidido asignar un guardia personal para ayudarle a lidiar con cualquier. . . amenaza que pudiera llegar a usted aquí en la academia. ―No necesito a un guardia ―le dije con voz apagada―. Los Cosechadores

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ni siquiera iban detrás de mí esta vez. En realidad no. Querían a Logan. Yo era sólo daños colaterales. —Bueno, piensa en mí como un amigo entonces ―dijo una voz suave. Mi cabeza giró bruscamente y Alexei estaba allí, su mochila a sus pies, apoyado en la pared de vidrios del complejo de oficinas como de costumbre. Una vez más, no le había oído entrar detrás de mí. Linus se aclaró la garganta. —Si está bien para usted, señorita Frost, Alexei ha decidido permanecer en la Academia Mythos. Para asistir a sus clases de tercer año, también va a vigilar y ayudar de cualquier manera que usted necesite, cuándo y cómo usted lo necesite. Con la plena autoridad del Protectorado detrás de él. El Bogatyr me dio una sonrisa tímida, la cual le devolví. No lo había visto mucho desde la lucha en el auditorio, pero me alegré de que se quedara en la academia. Alexei tenía razón. Había llegado a pensar en él como un amigo, Morgan también, y sabía que iba a necesitar a todos los amigos y aliados que pudiera en los próximos días. —Adiós, señorita Frost —dijo Linus, mirándome fijamente—. Hasta que nos volvamos a encontrar. Asentí con la cabeza. —En realidad, antes de irse, ¿puedo pedirle que haga algo por mí? —¿Y qué sería eso? Metí la mano en el bolsillo del pantalón y saqué un sobre púrpura pequeño. —Esto es para Logan. Es una carta diciéndole que entiendo. . . y que lo perdono ―por todo. Anoche, después de haber terminado de llorar en mi habitación, agarré una pluma y un pedazo de papel, y había escrito todo lo que estaba

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sintiendo. Derramé mi corazón en la carta, pidiéndole a Logan que volviera a la academia ―que volviera a mí. No sé si leerla haría una diferencia en el Espartano, pero quería que la tuviera de todas maneras. Linus tomó el sobre, con cuidado de no dejar que sus dedos rozaran los míos. ―Me aseguraré de que lo reciba. ―Gracias ― susurré. Asintió con la cabeza y salió de la biblioteca. Una vez que él se hubo ido, me volví a Alexei. —Así que eres mi guardaespaldas, ¿no? — pregunté. Él asintió con la cabeza. —Lo soy. Por lo que he visto estos últimos días, tengo un trabajo duro. ¿Las cosas siempre son así de peligrosas a tu alrededor? Arqueé una ceja. —Alexei, si no te conociera, pensaría que en realidad estabas haciendo una broma. Su sonrisa se ensanchó. —Sólo una pequeña. Alexei se inclinó y rebuscó en su mochila. —Además, tengo que devolver esto a Nickamedes. He tenido la intención de devolverlos desde el ataque de los Cosechadores en la biblioteca. Se enderezó, y me di cuenta de que estaba sosteniendo armas, dos espadas enfundadas en una sola funda. Las espadas eran bastante planas, con una ligera curva en las hojas, un símbolo había sido grabado en cada una de las hojas, un hombre que sostenía dos espadas que se cruzan sobre el pecho. No había prestado mucha atención a las armas que Alexei había

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estado utilizando los últimos días, pero las reconocí ahora. ―Las Espadas de Ruslan ―susurré. Alexei me dio una mirada extraña. ―¿Cómo sabes eso? ―Había una tarjeta de identificación en el estuche del artefacto donde las espadas estaban —dije—.Lo vi la noche que las tomé. No le hablé sobre de los recuerdos que había visto cuando toqué las espadas y la vaina. La tormenta de nieve, la batalla, y el hombre que se movía de la misma manera elegante en que Alexei lo hacía. —Ruslan era un gran guerrero ruso ―dijo Alexei, admirando las espadas—. Un Bogatyr, como yo. Ha sido un honor llevar sus armas. Una extraña sospecha llenó mi mente, y mi mirada se amplió hasta la parte superior de la cúpula. Por un momento, las sombras que camuflaban el fresco se aligeraron, y vi dos destellos de plata formando una X ―como dos espadas cruzadas una sobre la otra.

Y no es solo una cuestión de encontrar y proteger los artefactos. Es asegurarte de que lleguen a las manos correctas también. Las palabras de Nike resonaron en mi mente. —Creo que debes conservar las espadas —dije. Alexei negó con la cabeza. —No, no podría hacer eso. Son artefactos importantes, piezas de la historia. Se les debe poner de nuevo en la exhibición aquí para que todos lo vean. Arqueé una ceja. —En caso de que no lo hayas notado, la biblioteca está llena de artefactos. No creo que a nadie le importe si utilizas las espadas por tu cuenta. Hablaré

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con Nickamedes. Él lo entenderá. Además, eso va a ser un estuche menos al que le quite el polvo. Alexei vaciló y miró a las armas de nuevo. —Si realmente crees que Nickamedes me dejaría usar las armas. . . —No te preocupes. Lo hará. Al menos lo haría después de hablar con él. No le había hablado al bibliotecario sobre la nueva misión que había recibido de Nike, pero lo haría. Él entendería que las espadas pertenecían a Alexei, lo mismo que Metis y los otros. Alexei admiró las armas un momento más antes de que las guardara junto a la vaina en su bolsa de deporte. Se enderezó, y le sonreí. ―Me alegro de que te vayas a quedar ―dije―. Por mí, y por Oliver también. Un rubor inundó las mejillas de Alexei, pero se apoyó contra la pared y cruzó los brazos sobre el pecho. Y se quedó allí, a mi lado, hasta el momento del cierre.

*** Más tarde esa noche en mi dormitorio, leí la carta de Logan de nuevo, alisándola en la parte superior de mi cama. Algunas de las palabras estaban manchadas gracias a mis lágrimas, y la página estaba más arrugada donde la había leído mucho. —¿Cuántas veces vas a repasar esa maldita cosa? ―dijo Vic―. Las palabras no van a cambiar porque las leas una docena de veces. ¿Y puedes por favor sacarme de encima la bola de pelos? Su baba gotea continuamente sobre mí. Desde que había sido absuelta de todos los cargos, Nyx había regresado a

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la academia conmigo esta mañana con el permiso del Protectorado. Desde que Linus me había dado un perdón completo, me imaginé que no haría ningún daño incluir a Nyx en la oferta también. Linus había murmurado unas pocas palabras acerca de las reglas y procedimientos, y que Esta chica

va a ser mi muerte, pero al final, había acordado dejar a Nyx quedarse conmigo. Había apoyado a Vic en mi cama, y Nyx había decidido que la espada era un excelente juguete para masticar. El cachorro de lobo había estado royendo la empuñadura de Vic, bien, en realidad su cabeza por los últimos diez minutos. Sin embargo, a pesar de las palabras cruzadas de la espada, sabía que él disfrutaba de la atención llena de baba, sobre todo cuando Nyx enrolló su cola a su alrededor y decidió ir a dormir en mi cama un minuto después. ―No lo sé ―dije, finalmente respondiendo a su pregunta―. Supongo que la seguiré leyendo con la esperanza de que va a tener sentido. Que voy a entender por qué Logan creyó que tenía que irse. Quiero decir, sé por qué ―por lo que Loki le hizo y lo que Logan me hizo. Pero eso no lo hace más fácil. —Él no quería hacerte daño —dijo Vic—. Va a tomar un poco de tiempo antes de que el chico confíe en sí mismo otra vez, no solo contigo, sino con todos los demás que les importa. No es necesariamente algo malo que se haya ido por un tiempo. Los rituales son un asunto sucio, y el proceso de transformación es una de las cosas más brutales que cualquiera puede experimentar. Había un tono extraño en la voz de Vic, y miré a la espada. —Suenas como si tuvieras algún tipo de experiencia personal con transformaciones. Para mi sorpresa, la espada se sonrojó. Al menos, pensé que lo hizo. Su mejilla parecía arder en plata más brillante por un momento antes de que

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dejara caer su mirada de la mía. ―Bueno, he visto un montón de cosas en los últimos años, Gwen ―dijo la espada entre dientes. Se detuvo un momento antes de aclararse la garganta―. Pero volviendo a mi punto original. Logan necesita un poco de tiempo para recuperarse de lo que los Cosechadores le hicieron. ―Lo sé, pero igual me duele. Vic seguía hablando, tratando de animarme diciéndome lo bien que había luchado en el auditorio y cómo íbamos a encontrar a Vivian, Lucretia, y Agrona y cortarlos en tiras tan pronto como fuera posible. Dejé que sus palabras violentas y alegres se arrastraran sobre mí e hice los sonidos apropiados cuando era necesario, pero mi corazón no estaba en ello. Cuando por fin terminó, me di una ducha y me puse el pijama. Cuando terminé, Vic y Nyx estaban dormidos, acurrucados en el medio de mi cama. Entre los ronquidos, la espada murmuraba sobre matar Cosechadores mientras Nyx dejaba escapar pequeños suspiros satisfechos, como si estuvieran compartiendo sus sueños. Me paré frente al espejo, cepillando mi cabello mojado. El movimiento hizo que mi pijama resbalara a un lado, revelando una delgada línea blanca en el pecho por debajo del borde de mi camiseta. Tenía otra cicatriz ahora, una que pasaba sobre el corazón y la cicatriz que tenía dónde Preston Ashton me había apuñalado. Metis y Daphne habían curado la herida con su magia, pero quedaba todavía una marca, probablemente debido a que Logan había estado conectado a Loki en ese momento. También tenía otra línea delgada en mi palma derecha. Me toqué la cicatriz en el pecho, y pensé en Logan. Me pregunté dónde estaba y qué estaba haciendo en estos momentos. Cómo se sentía. Esperaba que él estuviera bien, que estuviera cada vez mejor, que ya estuviera pensando en regresar a la academia ―a mí.

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Terminé con mi pelo, puse el cepillo en mi escritorio, justo al lado de mi collar de copo de nieve. Mis dedos tocaron las hebras de plata, y mis recuerdos de la lucha en el auditorio llenaron mi mente. Había tenido el collar durante la batalla, y una vez más, había absorbido todas mis emociones ―todo mi dolor. Parecía que era todo lo que me quedaba, ahora que Logan se había ido, el dolor era todo lo que sentía. Pero quise decir lo que había dicho en el anfiteatro hoy ―sobre seguir adelante y luchar hasta el final. Es por eso que había empezado el mapa. Pensaba en ello como una especie de mapa del tesoro ―aunque las Xs marcadas eran artefactos en vez de botines de piratas. Me senté en mi silla y miré varias hojas de papel que había pegadas con cinta adhesiva y las extendí por todo mi escritorio. A pesar de mi amor por los cómics y novelas gráficas, no tenía ningún talento cuando se trataba de arte. No podía pintar, no podía dibujar, no podía esculpir. Aun así, agarré un lápiz del cajón de mi escritorio, y me puse a dibujar el fresco del techo de la Biblioteca de Antigüedades ―el que mostraba a mis amigos, a mí, y los artefactos que tenía que encontrar. Logan podría haberse ido, pero todavía había Cosechadores con quienes luchar. Era una Campeona, y Nike me había dado una misión, una que estaba decidida a terminar, no importaba cuánto tiempo me tomara o lo peligroso que resultara ser. Además, tenía que hacer algo más que sentarme en mi habitación y meditar. El único problema era que no era mucho un mapa. Oh, podía ver claramente el fresco en mi mente, gracias a mi psicometría. Simplemente no tenía las habilidades para dibujar tan bien. Aun así, hice lo mejor que pude, y el mapa fue llegando lentamente. Tal vez le diría a Oliver que me ayudara. Él tenía un poco de talento para esto. Miré a la pequeña réplica de la estatua de Nike en mi escritorio.

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―Espero que no estés calificando mis habilidades de dibujo, porque sin duda suspendería. La estatua no hizo nada, pero no esperaba realmente que lo hiciera. Mi mirada regresó al dibujo. Acababa de empezar esta noche, así que hasta el momento sólo había llenado el centro del fresco. Bueno, vale, solamente había esbozado una persona ―Logan. Había estado pensando mucho en el Espartano por lo que me había parecido lógico empezar con él. Mi dibujo era poco más que una figura de líneas, pero había tratado de capturar la ferocidad de Logan, su valentía. No es demasiado difícil de hacer, cuando se encontraba en el medio de la pelea. Me hubiera gustado que estuviera aquí para haber podido mostrarle el dibujo. Sólo podía imaginarlo mirando el dibujo y decir algo como, Gitana, ¿no sabes que soy

mucho más guapo que eso? Entonce me sonreiría, sus ojos de hielo brillando en su rostro, y ambos nos reiríamos. Pero Logan no estaba aquí, y no parecía que iba a volver pronto. Suspiré. No sólo extrañaba terriblemente al Espartano, sino el hecho era que yo podría haber usado su ayuda con esto. Tal vez él habría reconocido los objetos que tenía en la mano. Tal vez hubiera sabido cuáles de los objetos que los otros sostenían eran artefactos y cuáles eran sólo armas regulares. Tal vez habría sido capaz de hablarme sobre el objeto que tenía yo en el dibujo ―esa flecha de plata fina, o una lanza, o lo que fuera―, que podría ser capaz de matar a Loki. ―¿Cómo se supone que voy a darle estas cosas a Logan o al resto de mis amigos cuando ni siquiera sé donde están los artefactos o él? ―murmuré y miré a Nike. Esta vez, los ojos de la estatua se abrieron de golpe. Me congelé, y mi aliento se quedó en mi garganta. Dije las palabras por

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dolor y frustración, nunca pensando que ella respondería, pero la diosa me miró, luego al dibujo, con sus ojos del color del crepúsculo. Bajó la cabeza una vez antes de que sus ojos se cerraran, y la estatua era una estatua de nuevo. Dejé escapar un suspiro y me recosté en la silla. Miré la estatua durante unos minutos, pero Nike no volvió a aparecer. Sin embargo, el asentimiento de aprobación de la diosa me hizo sentir mejor, como si estuviera por lo menos en el camino correcto. Nike me había dicho que encontrara los objetos y se los diera a las personas correctas ―incluido Logan. Eso significaba que vería el Espartano de nuevo. Y cuando lo viera, no lo dejaría ir. Lo haría volver a la academia conmigo, no importaba lo que tomara. Cuanto más miraba el dibujo, más segura me sentía de las cosas. De alguna manera, sabía que cuando encontrara esos artefactos misteriosos, iba a encontrar a Logan también. Después de eso, bueno, no sabía lo que iba a pasar, sólo que quería volver a verlo lo antes posible. ―Prepárate, Espartano ―susurré―. Porque te veré pronto. Cogí mi lápiz y comencé a dibujar de nuevo.

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Querido espartano, No tienes nada por lo que pedir disculpas ― por nada en absoluto. No era culpa tuya que los Cosechadores realizaran toda esa maligna y extraña magia en ti. Que ellos te hubieran marcado secretamente durante años. Y, sobre todo, no es culpa tuya que los Cosechadores mataran a tu madre y a tu hermana para tratar de llegar a ti. Te conozco, Espartano. Sé que crees que si hubieras sido más valiente o más fuerte o más inteligente, nada de esto habría ocurrido. Que tu madre y tu hermana todavía estarían vivas. Que las cosas no habrían sido tan malas con tu padre todos estos años. Que no me habrías lastimado. Pero no te atrevas a culparte por nada de eso ―ni un poco. Lo que los Cosechadores te hicieron fue horrible ―tan horrible que hace que mi corazón duela al pensar en ello. Vi todo tan pronto como toqué la carta que me enviaste. Sé cómo luchaste contra la magia. Cómo luchaste contra Loki. Cómo incluso trataste de volver tu espada contra ti mismo para no hacerme daño. Nadie podría haber sido más valiente o más fuerte, o luchado más de lo que tú hiciste ―nadie. Entiendo por qué te fuiste, pero me duele igual.

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Te echo de menos, Espartano. Echo de menos tu risa, tu sonrisa, incluso cuando te burlas de mí. Pero, sobre todo, echo de menos cómo me das esperanza de que en realidad vayamos a ganar esta terrible guerra después de todo. Tenía miedo de lo que podría hacerte con mi toque mágico. Ahora, tienes miedo de lo que podrías hacerme con tus habilidades de lucha ―especialmente si todavía de alguna manera estás conectado con Loki. Bueno, yo digo que es hora de que los dos dejemos de tener miedo. Los Cosechadores siempre van a estar tramando contra nosotros. Siempre van a tratar de hacernos daño, matarnos. Pero mientras nos mantengamos unidos, podremos manejar cualquier cosa que lancen contra nosotros. Pero si dejamos que ellos nos mantengan alejados ahora, entonces ya habrán ganado la mitad de la batalla. Eres el increíble Logan Quinn. El mejor luchador en la Academia Mythos. El tipo que puede quitarme el aliento simplemente con unas sonrisa. Así que deja de sentir lástima por ti mismo y vuelve a la lucha. Los Espartanos nunca se dan por vencidos. Eso lo aprendí del mejor de ellos, porque lo aprendí de ti. Me prometiste que siempre estarías allí para mí. Voy a aferrarme a ti con eso, Espartano. Vuelve a Mythos. Vuelve a mí. Por favor ―porque no puedo hacer esto sin ti. Con amor, Gwen

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Y aquí vamos de nuevo. Justo cuando parece que mi vida en la Academia Mythos no puede volverse más peligrosa, los Cosechadores del Caos se las arreglan para demostrarme que me equivoco. Es sólo otra típica noche en la Biblioteca de Antiguedades, cuando un Cosechador intenta envenenarme. Las buenas noticias son, que aún estoy con vida y luchando. Las malas, es que los los cosechadores envenenaron a alguien más. Como la Campeona de Nije, todos esperan que lidere la pelea contra los Cosechadoras, incluso cuando estoy aún dolida por lo que sucedió con el guerrero Espartano, Logan Quinn. Tengo que conseguir rápido el antídoto, de lo contrario una persona inocente morirá. Pero la única cura conocida, se encuentra en unas espeluznantes ruinas; y los cosechadores están esperando por mi…

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Traducido por RBK Corregido por ManuM

e verdad crees que el artefacto está aquí? Me encogí de hombros. —No lo sé. Daphne Cruz, mi mejor amiga, se detuvo en medio del cuarto, se puso las manos en las caderas, y me miró. Chispas color rosa princesa salían de los dedos de la Valquiria, avisándome de que no estaba muy contenta conmigo en esos momentos. Daphne siempre emitía más magia cuando estaba enfadada, molesta ―o exasperada como en este caso. ―Bueno si no lo sabes, entonces, ¿qué estamos haciendo aquí? ―preguntó.

Aquí significaba el Coliseo Crius, un museo en las afueras de Asheville, Carolina del Norte. El Coliseo se dedicaba a exposiciones de todo lo mitológico y exhibiciones de armaduras, armas, joyas y ropa que los dioses, diosas y las criaturas y guerreros quienes les sirvieron, habían usado y utilizado durante siglos. La mayoría de las personas que visitaban el Coliseo pensaban que era un interesante recuerdo de la mitología antigua, con sus habitaciones que ilustraban la Griega, Nórdica, Rusa, Romana, Japonesa, y todas las demás culturas del mundo. Lo que no sabían era que todo era real.

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Todo el mundo mitológico estaba obligado a participar en la lucha que se había trasladado a los tiempos modernos, y que dependía de jóvenes genios guerrero como yo y Daphne de aseguramos de que los chicos buenos del Panteón ganaran. Eso es. Yo. Gwen Frost, la Gitana que toca y ve cosas, era oficialmente responsable de salvar el mundo. Algo que no había estado haciendo muy bien hasta ahora, dado que los Cosechadores del Caos me habían pateado el culo más veces de las que podía recordar. Pero no importaba cuantas cosas terribles pasaran, yo seguía luchando. Era la única cosa que podía hacer. Hoy, estaba en el Coliseo en busca de una red que supuestamente perteneció a Ran, la diosa Nórdica de las tormentas. Encontrar poderosos artefactos mitológicos y mantenerlos a salvo de los Cosechadores era la última misión que Nike, la diosa Griega de la victoria, me había dado. Miré el folleto que había cogido de un estante metálico de la entrada. —Vamos. Según esto, la red se encuentra en una de las habitaciones de la parte de atrás. —Por supuesto que está en la parte de atrás —masculló Daphne, se puso a caminar junto a mí. Era un domingo por la tarde a finales de Enero, justo antes de la hora de cierre. Debido al amargo frío del invierno y la nieve constante de fuera, éramos las únicas en el Coliseo, además de algunos miembros del personal que llevaban togas blancas y estaban haciendo el inventario en la tienda de regalos. Nadie del personal nos miró más de una vez, a pesar de la chispas de magia que Daphne seguía emitiendo. Los estudiantes como nosotros de la Academia Mythos entraban al coliseo toda el tiempo para ver las exposiciones y recopilar información para informes, ensayos, y tareas de otras asignaturas. La mayoría de los miembros del personal eran ex alumnos de Mythos, así que sabían todo sobre el mundo mitológico y las

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Valquirias, los Espartanos, las Amazonas, y otros guerreros que habitaban en él. Caminamos a través de la sala principal del Coliseo, que estaba llena de artefactos en cajas de vidrio. El metal de las espadas y lanzas brillaban con una condenada luz opaca, mientras que las joyas de los anillos y collares brillaban como malvados ojos pestañeando y siguiendo todos mis movimientos. Las sedas vaporosas flotaban en el aire como fantasmas, como si estuvieran a punto de romperse los alambres que lo sostenían, atravesar el cristal y atacar. Pero lo más extraño era que las paredes, el techo, e incluso las columnas de mármol blanco parecían deslizarse más cerca cuanto más me adentraba en el coliseo, como si todos estuvieran moviéndose lentamente hacia mí, preparándose para una abatida y aplastarme en su frío brazo de piedra. Me estremecí y aceleré mis pasos. Deslumbrantes ojos. Fantasmales cortinas. Paredes corredizas. Mi don Gitano estaba actuando de nuevo. La mayoría de las veces, tenía que tocar algo para que mi psicometría me hiciera saber, ver y sentir la historia de un objeto. Pero a veces, no tenía que tocarlo para conseguir una vibración, sobre todo si había una gran cantidad de emociones atribuidas a él. Había un montón de artefactos con un montón buenos, malos y malditos recuerdos radiando de ellos, así que no era de extrañar que estuviera viendo cosas que no estaban realmente allí. O tal vez mi malestar se debía a que había estado en el Coliseo dos veces antes ―y las dos visitas habían terminado conmigo luchando contra los Cosechadores por mi vida. ―Caray, Gwen ―masculló Daphne de nuevo―. Más despacio. No es una carrera. Me mordí el labio y me obligué a caminar a un ritmo más normal. Salimos de la sala principal y nos metimos en un pasillo. —Es todo el camino por la parte de atrás ―dije, señalando hacia

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adelante―. En una habitación contigua a la biblioteca. Daphne suspiró, y otra lluvia de chispas de color rosa salió de sus dedos. —Mira —dije―. Sé que estás cansada de ir tras los artefactos, pero la red que vi en la Web del Coliseo se parecía a la de mi dibujo. Así que pensé que podíamos venir y echar un vistazo. Además, no es como si tuviésemos cualquier otra cosa importante que hacer. —Oh no —dijo—. No como si no quisiera pasar la tarde con mi novio ni nada. —Le pregunté a Carson si quería venir también ―dije, refiriéndome a su novio, Carson Callahan―. Pero tenía esa reunión con la banda acerca de la reprogramación del concierto de invierno que los Cosechadores arruinaron. Daphne soltó un bufido. ―Arruinaron es un eufemismo, ¿no te parece? Hice una mueca. Tenía razón. Arruinaron ni siquiera se acercaba a describir el horror en el que el concierto se había convertido. Los Cosechadores habían planeado matar a todo el mundo en el Auditorio Aoide como un sacrificio de sangre a su líder, el dios nórdico Loki. Había evitado su malvado plan, pero me había costado ―más de lo que quería recordar. —Bueno, al menos Gwen decidió buscar este artefacto durante el día ―intervino una voz con un acento ruso―. En vez de arrastrarme a la Biblioteca de Antigüedades en medio de la noche como lo hizo la semana pasada. Miré a mi izquierda a Alexei Sokolov, el guerrero Bogatyr que ahora era mi guardaespaldas. —Sólo estás gruñón porque Oliver no ha podido venir con nosotros —dije. Alexei sonrió, y sus ojos color avellana se suavizaron ante la idea de Oliver Héctor, el Espartano con el que estaba saliendo.

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—Tal vez. ―Y tú estás gruñona porque Logan no está aquí ―soltó Daphne de nuevo. Sus palabras me sorprendieron y me tropecé con mis propios pies, mientras mi corazón se retorcía en el pecho. Daphne me agarró del brazo y tiró de mí en posición vertical con su gran fuerza de Valquiria. Hizo una mueca ante la miserable expresión de mi cara. —Lo siento, Gwen. No quise decir eso... Levanté mi mano, interrumpiéndola. —No, está bien. Estoy gruñona por Logan. Otro eufemismo. Logan Quinn era el hombre que amaba ―aquel cuya ausencia me lastimaba cada día más. —¿Gwen? —preguntó Alexei. Salí de mis oscuros pensamientos. —Estoy bien. Vamos a ver si la red está aquí. Este lugar está empezando a ponerme los pelos de punta. —¿Sólo empezando? —murmuró Daphne. Corrimos hasta el final del pasillo y a la última sala de exhibición en esta parte del Coliseo. Según el letrero de la pared, esta zona estaba dedicada a los dioses y diosas del mar, el cielo, y todas las tormentas que asolaron entre ellos. Pasé de una vitrina a otra, mirando los artefactos, que iban desde tablones astillados de desafortunado barco en el que el guerrero griego Odiseo había salido de su casa hasta una par de tridentes que supuestamente habían pertenecido a Poseidón, el dios griego de los mares. Finalmente, vi una placa de bronce que decía: RED DE PESCA DE RAN, y me acerqué a esa vitrina. Una red hecha de algo que parecían algas color gris claro estaba

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protegida por el cristal. A decir verdad, no era tan impresionante. Las algas estaban retorcidas y anudadas y se veía tan delgada, raída y quebradiza en lugares que probablemente se desmoronarían en polvo si siquiera respiraba en ella. Pero había aprendido por las malas que las primeras apariencias eran engañosas, especialmente en el mundo mitológico, así que escaneé el resto de la información de la placa.

Se cree que esta red pertenecía a Ran, la diosa Nórdica de las tormentas, y se rumora que estaba entre su equipo de pesca favorito. A pesar de su aspecto frágil, la red es muy fuerte y puede contener mucho más de lo debería, dado su tamaño relativamente pequeño. Se cree que las algas trenzadas entre sí tienen la inusual propiedad de hacer todo lo que está dentro de ella parezca mucho más ligera que su peso real. . . La placa pasó a hablar sobre algunas de las criaturas mitológicas que supuestamente había atrapado y domado Ran con la red, pero leí por encima el resto de las palabras. En su lugar, me incliné aún más cerca del vidrio, estudiando la red. Gracias a mi psicometría, nunca olvidaba nada de lo que veía, así que fui capaz de llamar los recuerdos del dibujo que había hecho hacía unas semanas ―el que contaba con todos los artefactos que tenía que encontrar para Nike. Comparé la red con la del dibujo. Eran iguales. —¡Aquí está! —grité. Daphne y Alexei se acercaron a mi lado. Ambos miraron hacia abajo a la red. —¿Qué crees que hace? —preguntó Daphne, con sus ojos negro entrecerrados pensativamente. Me encogí de hombros. —No tengo ni idea, aparte de lo que la placa dice algo acerca de que es más fuerte de lo que parece. Pero Nike me la mostró, así que debe ser

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importante. —¿Y ahora qué? —preguntó Alexei. Me encogí de hombros otra vez. —Lo de siempre. Voy a llamar a Metis, y ella y Nickamedes pueden venir por la red... Un destello plata me llamó la atención, e instintivamente salté hacia atrás. La espada de un Cosechador falló en cortarme la cabeza por una pulgada. En un segundo, Alexei, Daphne y yo estábamos solos en la sala de exposición. Y al siguiente, seis Cosechadores habían aparecido, vestidos con túnicas negras y retorcidas máscaras de Loki y todos llevaban espadas curvas. —¡Cosechadores! ―grité, aunque mis amigos ya los habían visto. El Cosechador junto a mí levantó su espada de nuevo, y yo me volví y arremetí con el pie, dándole patadas en el estómago. El Cosechador se tambaleó hacia atrás, dándome la oportunidad de agarrar mi arma ―la espada metida en la vaina de cuero negra que estaba atada a mi cintura. Levanté la hoja en posición de ataque, y un ojo en la empuñadura se abrió de golpe. En vez de ser de metal plano, en la empuñadura de mi espada estaba incrustada la mitad de la cara de un hombre, con una nariz, una oreja, y una boca que podía sentir curvándose en una sonrisa bajo mi palma ante la perspectiva de la batalla por venir. —¡Cosechadores! —dijo Vic, mi espada parlante, con oscuro gusto―. ¡Vamos a matarlos a todos! A mi lado, Daphne cogió el arco de ónice que colgaba de su hombro y rápidamente puso una flecha de oro en las cuerdas delgadas, mientras que Alexei sacó dos espadas a juego de la vaina de piel gris atada a su espalda.

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Al igual que todos los chicos de Mythos, llevábamos armas a casi todas partes a las que íbamos, especialmente ahora que Loki estaba suelto. Apreté mis manos contra Vic y empecé la batalla.

Clash, clash, clang. Levantaba mi espada hacia el Cosechador una y otra vez, sin piedad, abriéndome camino a través de su defensa hasta que fui capaz de enterrar mi arma en su pecho. ―¡Esa es mi chica! ―cantó Vic cuando tiré de él libre del cuerpo desplomado del Cosechador―. ¡A por el próximo! Me volví hacia el próximo Cosechador que vino a mí...

¡Golpe! Una flecha dorada zumbó a mi lado y se enterró en el pecho del Cosechador, y quién también cayó al suelo de mármol. Mi cabeza giró bruscamente. —De nada —gritó Daphne. Levanté a Vic y le hice la venia con la espada. La Valquiria sonrió antes de levantar su arco para que le sirviera como una especie de escudo para defenderse de otro Cosechador. Daphne dio un paso adelante y golpeó al Cosechador en la cara, con su fuerza de Valquiria arrojándolo contra la pared. Sabía que ella iba a estar bien, así que fui hacia donde estaba Alexei peleando contra dos Cosechadores. Las espadas del Bogatyr brillaban a través del aire como vetas de fuego de plata, mientras bailaba de un lado a otro, atacando primero a un Cosechador, luego al otro. —¡Tomen la red! ―gritó uno de los Cosechadores. El último Cosechador rompió la vitrina, apartó los cristales rotos, y agarró la red gris. Arrojó las algas encima de su hombro y corrió hacia la puerta abierta.

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—¡Ve! —dijo Alexei, rebanando el pecho del primer Cosechador y luego el del otro, lo que les hizo gritar de dolor—. ¡Puedo manejar a estos dos! Corrí tras el último Cosechador. Se volvió para ver qué tan cerca estaba de él y se estrelló contra otra vitrina. Se tropezó y cayó al duro suelo, deslizándose hasta detenerse justo en la esquina de la puerta. —¡Atrápalo, Gwen! —gritó Vic. Salté sobre la vitrina destrozada y levanté la espada, lista para hundirla en el Cosechador. Y fue entonces cuando me lanzó la red.

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Es autora de Bestseller en el New York Times, merodeando las calles de su imaginación buscando su siguiente idea de fantasía. Jennifer escribió la serie fantástica para urbanos adultos Elemental Assassin para Pocket. Los libres en esta serie son: Spider’s Bite, Web of Lies, Venom, Tangled Threads, y Spider’s Revenge, entre otros. Thread de Deathead, es una novela, fue lanzada el 31 de Enero del 2012, Py a Thread, el sexto libro, fue publicado el 28 de Febrero del 2012, mientras que Window’s Web, el séptimo libre provisionalmente será lanzado el 21 de Agosto del 2012.

También, Haints ando Hobwebs: An Elemantal Assadin Short Story, será lanzado en The Mammoth Book od Ghost Romance para ser publicado en Octubre del 2012.

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Jennifer también escribe la serie de fantasía para jóvenes adultos Mythos Academy para Kensington.

Los libros en la serie son: Touch of Frost y Kiss of Frost. Dark Frost, el tercer libro, fue publicado el 29 de Mayo de 2012, mientras que Crimson Frost, el cuarto libro, tentativamente será lanzado el 13 de Enero del 2013. First Frost, una precuela de la serie, se puede descargar. Halloween Frost, una historia corta, está disponible en Entangled Antología.Jennifer también es autora de series de romance paranormal del Bigtime. Los libros en las series con temas de súper heroínas son: Karma Girl, Hot Mama y Jinx. A Karma Girl Christmas, una historia corta, también está disponible.

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