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Créditos Moderación Aciditax

Traducción Aciditax

Lena Holoway

Didy

Pilar

GaraziF

Recopilación Pilar

Sofiaa:x

Itzi

val_mar

Pilar

Vericity

Revisión Final

Diseño

Aciditax

francatemartu

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Ale_GE

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Corrección

Índice Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6

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Sobre la autora

Sinopsis Traducida por Aciditax Corregida por Pilar

S

aul sabe que cruzó la línea cuando reclamó un compromiso sorpresa con Grace. Pero su negación histérica, y la forma en que ella lo ha evitado desde entonces, ha hecho las cosas incómodas, pero todo se puede resolver.

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El fin de semana largo por el Día de Australia en la casa de playa de su familia es el momento perfecto para mostrar a todos que son amigos, no que hay un corazón roto entre ellos. Pero, ¿puede un compromiso falso volverse real cambiando sus vidas completamente?

1 Traducido por Aciditax Corregido por Itzi

—V

ete. —Grace Nguyen intentó empujar la puerta cerrándola, pero su bastidor de metro y medio no combinaba para nada con la tabla de surf de dos metros presionando desde el otro lado. Sus pies apenas descalzos se deslizaron sobre el suelo de madera vieja. Saul Wharton se dejó entrar en su casa. Entonces, cortésmente, cerró la puerta detrás de él. —Te odio. —Ella lo fulminó con la mirada. —No siento demasiado cariño por ti en este momento, tampoco. —Él caminó por el pasillo hasta la soleada cocina moderna—. ¿Café? Bien. —Se sirvió una taza.

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Se sentó bruscamente en el brazo de un sofá de cuero. No era que él fuera amenazador o que ella le tuviera miedo. Era solo que él abrumaba a una persona. Lo había visto suceder una y otra vez. Lo que Saul quería, lo conseguía. Estudió su espalda con resentimiento mientras se paraba en las puertas francesas y miró hacia el patio con su verde y frondoso árbol de jacaranda.

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Ella se cruzó de brazos, pero se retiró poco a poco, mientras paseaba alrededor del banco de la isla y entraba en el área del casual recibidor.

Estaba de pie con las piernas separadas, balanceado, listo incluso en reposo para entrar en acción. Una mano estaba enganchada en el bolsillo de sus jeans. La tela desteñida tensaba a través de su trasero y muslos musculosos. Sintiéndose culpable, ella apartó la mirada. Como estudiante de medicina, había visto la suficiente anatomía masculina para que un paquete atractivo no tuviera el mismo efecto que unas limaduras de hierro ante un imán. Además, estaba enfadada con él. No tenía derecho a inmiscuirse en su vida o hacerla lucir ridícula. —¿Por qué estás aquí? Él giró hacia ella. Con su cabello rubio iluminado por el sol, tú esperarías que tuviera ojos azules. Pero los ojos de Saul eran de un rico café oscuro. Habían atraído a más de una mujer a la insensatez. Justo ahora, sin embargo, sus ojos se cruzaron. Un ceño estropeaba su frente y dibujaba sus cejas juntas. —Me has hecho el chico malo de la película. —¿Yo? —chilló ella, y se detuvo para tomar un aliento tranquilizador. La ira no era tan impresionante cuando su voz se volvió aguda—. Tú eres el que clamó que estábamos comprometidos. Una ceja se levantó y su boca se torció en irónica observación.

—Carrie puede cuidar de sí misma —dijo el amado primo de Carrie.

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—Y no me digas que estabas salvándome. Yo no te pedí que jugaras con Galahad. —Toda la furia herida de hace dos meses subió hacia arriba, como en carne viva como siempre—. No creo que siquiera lo hicieras por mí. Estabas preocupado por Carrie. No querías que mis sentimientos o yo le arruinaran su día.

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La enfurecía.

El hecho de que él tenía razón solo molestó más a Grace. Carrie era su hermanastra, un año mayor, alta y rubia ceniza, una amistosa princesa socialite que incursionó en las relaciones públicas. Ella compartía un rasgo familiar con Saul; lo que quería, lo conseguía. En diciembre pasado, había querido a Ryan Holland. Grace apartó un mechón de cabello negro de sus ojos. Usualmente lo llevaba enrollado apretadamente en un moño, un estilo severo que esperaba que la hiciera parecer mayor y más profesional, más digna de ser encargada de la salud de otras personas. La vida como una estudiante de medicina era frenética. Ella no necesitaba perder el tiempo asegurándoles a los pacientes que no, ella no era la hija adolescente de un visitante, y sí, ella estaba calificada para su tratamiento. El cansancio pesaba en sus músculos. El horario de una estudiante de medicina era largo. Había trabajado durante la Navidad y Año Nuevo. Otras personas tenían familias y ella quería evitar a la suya. Ahora, con el Día de Australia, un feriado público que caía lunes, su supervisor había insistido en que tomara el viernes también. Ella había ganado un fin de semana de cuatro días, dijo él. Planeaba usarlo para dormir. Ella hizo una mueca. Sí, era ella. Una verdadera chica fiestera. No es de extrañar que Ryan hubiera preferido a Carrie. Cortó el pensamiento.

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Ella se estremeció. Toda la noche había sido una pesadilla. Había llegado tarde al décimo aniversario de bodas de su madre y padrastro. Ella no le había dicho a nadie que un paciente había muerto o que llegaba tarde a causa del tiempo que había pasado

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—Lo creas o no, pensaba que te estaba ayudando —dijo Saul—. Te veías... indefensa.

con la familia del niño. Había estado sintiéndose vulnerable sin embargo. Había sido la mejor sorpresa ver a Ryan por la habitación. Era un arquitecto recién titulado, recién llegado a Perth. Lo había conocido en una cafetería local, cayendo en la conversación porque, bueno, porque se veía bien. Ella lo había invitado a una de las fiestas de Carrie para que él conociera gente nueva. Tenía una manera de hablar tranquila y una amistad fácil, que le ayudó a vencer su timidez. Entonces ella apenas lo había visto hace un par de meses. Sus guardias habían cambiado y ellos no chocaban contra el otro en la cafetería. Al otro lado del patio atestado de la casa en el río de sus padres, ella sonrió cuando lo vio. Pero había hecho su deber primero. Encontró a su madre, le dio un abrazo y un beso y un pequeño regalo. Abrazó a Stuart, su padrastro, quien hizo a su mamá feliz. —Allí estás. —Carrie se había abalanzado sobre ella mientras sus padres fueron reclamados por otros invitados. La música pasó a un nivel superior. A través de los ocultos altavoces llegaron algunas viejas favoritas que sus padres disfrutaron y que todo el mundo podía tararear o bailar. Ryan se puso al lado de Carrie.

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—No vamos a hacer el anuncio aún. —Carrie bajó su voz, pero la alegría burbujeaba a través de ella—. Es un secreto total hasta que papá y Kylie hayan brindado, pero... Ryan y yo estamos comprometidos.

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—Hola. —Sonrió Grace. Él era realmente agradable. Sería celestial relajarse con un buen hombre como Ryan y dejar que las tensiones del día simplemente flotaran río abajo.

Grace no pudo perdonarse haberse estremecido. Claro, había estado cansada. No fue una excusa para una auto-traición. Nadie necesitaba saber que ella había tejido sus sueños alrededor, su estómago se revolvió, del novio de Carrie. En el universo girante, un brazo fuerte se deslizó alrededor de su cintura. Ella levantó la vista y vio a Saul a ciegas. El vigilante y poderoso Saul que había sido como un hermano mayor para Carrie. Pero estaba al lado de Grace ahora, sosteniéndola en sus brazos. Ella se apoyó en su fuerza, incapaz de confiar en sí misma. Había preocupación en sus ojos y se sentía protegida. Por una vez, a pesar de todo, se sentía como si ella pertenecía al clan fuerte y sociable Wharton. —Ahora, eso es una coincidencia. —Saul arrastró las palabras—. Gracie y yo estamos comprometidos, también. —¿Qué? —Pero ella apenas oyó la exclamación de Ryan. Sus ojos estaban sobre Saul, aturdida. Buscó su expresión y al final cayó el golpe. El suelo bajo sus pies se abrió con agonizante vergüenza. La expresión del rostro de Saul era de lástima. Ella se arrancó de sus brazos. —No estamos comprometidos. —Su voz salió hacia fuera. Las cabezas giraron—. No hay manera de que jamás pudiéramos estarlo.

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Un adolescente riendo, un primo de Wharton, le dijo después que Saul y su drama habían eclipsado definitivamente el anuncio de Carrie.

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Y aunque no corrió, nadie la había detenido en su determinada salida.

—Todo el mundo piensa que nos separamos y yo te he echado de la familia —dijo Saul ahora. Bajó la voz hasta que acarició su piel como una caricia—. Nunca pensé que fueras una cobarde, Grace. Tampoco ella. Pero se había enfrentado a la verdad esa noche y todos los días desde entonces. No solo no estaba comprometida, ella no estaba enamorada, nunca había estado enamorada, y no podía soportar la amable y significante intrusión de su familia. Había sido una estudiante de solo sobresalientes y era una dedicada doctora, pero ser mujer parecía haberla eludido. Cuando Carrie coqueteó y engañó, Grace se retiró para centrarse en sus propios objetivos: la educación, la independencia y la ambición profesional. Desde la escuela secundaria se había esforzado por convertirse en un GP. Ahora estaba casi allí, y no era suficiente. Ella quería ser el centro del mundo de alguien, y quería darles ese mismo regalo. Quería construir una vida con un hombre que se riera con ella en los momentos buenos y la abrazara en los malos. —La familia te extrañó en Navidad y Año Nuevo —dijo Saul. El clan Wharton se reunía en Eagle Bay todas las vacaciones de verano. Habían estado yendo allí durante años, antes de que se pusiera de moda. Cuando su madre se casó con Stuart, ella se unió a ellos. Se había acostumbrado a la ociosidad del perezoso verano, un breve descanso en su determinado horario de estudio.

—No son excusas. —Su temperamento se encendió—. No soy Carrie — dijo groseramente—. No revoloteo alrededor como una mariposa haciendo un trabajo inútil. Tengo responsabilidades.

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—Sí, tu madre repitió tus excusas.

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—Estaba ocupada en el trabajo —dijo—. La Navidad y Año Nuevo son las horas pico para el Departamento de Emergencia.

El desprecio en los ojos de Saul la detuvo. Ella bajó la mirada, avergonzada. Carrie no había sido más que amable con ella. Su bondad había sido de la descuidada variedad, pero había sido genuina. No había hecho nada para justificar este ataque contra ella. Nada excepto... —Carrie no robó tu preciado Ryan —dijo Saul—. Él se enamoró de ella. —Lo sé. —Grace cayó del brazo del sofá de cuero y se acurrucó en su asiento. No necesitaba que Saul le dijera que no era adorable. —Tenías que hacerle frente en algún momento. —Se sentó a su lado en el sofá. —¿Por qué te importa? Estiró sus largas piernas delante de él. —Como he dicho, todo el mundo piensa que te he alejado. Si vienes a Eagle Bay conmigo este fin de semana, verán que no hay tensión entre nosotros. Vas a hacer a tu abuela y a tu mamá felices. Ambas se preocupan por ti. Su culpa tiñó su sospecha. —¿Por qué se preocupan por mí? —Todo trabajo y nada de juegos te hacen una Gracie adicta al trabajo. —Él tiró de su cabello.

Él se echó a reír.

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—Planeé quedarme aquí y... lavar la ropa.

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Ella lo alejó.

—La ropa puede esperar. ¿Qué hay de bueno en un largo fin de semana si lo utilizas para ser sensible? —Hablas como un conquistador. —Nunca he sido así. Pero ella ignoró su repentina seriedad. Frunció el ceño, recordando su suposición de que tenía el fin de semana largo libre. ¿Cómo había sabido que ella aún estaría en casa esta mañana? —Tú empaca tus maletas y te recogeré mañana por la mañana temprano. Volaremos los dos a la bahía. —Saul, ¿por qué estás asumiendo que tengo el fin de semana entero sin trabajar? —Porque he comprobado con tu supervisor. Sus ojos se abrieron ante su descaro. —No lo hiciste. —¡Por supuesto que lo hice! La abuela está donando un ala entera a ese hospital, en memoria de papá. Lo menos que pueden hacer es decirme tu horario. Ella rebotó desde el sofá. Se llevó las manos a las caderas. Los pantalones de yoga viejos que llevaba se habían deslizado hacia abajo. Ella airadamente se los subió.

—Ooh. —Tomó un cojín y lo lanzó hacia él. Había pasado años probándose, y no como la hijastra de Stuart Wharton. Había

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Exasperante, se relajó en una sonrisa, sosteniendo sus manos en un inocente e incomprendido gesto de buena voluntad.

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—Tú arrogante, manipulador... No solo pediste mi horario, ¿verdad? Te aseguraste de que tuviera todo el fin de semana libre.

trabajado por todo lo que había hecho. Pero con Saul lanzando su peso alrededor del hospital, todos la miraban de manera diferente. —No es tan malo, Grace. —Puso el cojín a un lado y se levantó—. La familia te quiere en la bahía, y luces como si necesitaras unas vacaciones. Ven a celebrar el Día de Australia con nosotros. Te recogeré mañana a las seis. Ella echaba humo en silencio. —Y los dos demostraremos a todos que somos los mejores amigos — continuó implacablemente—. Empaca tu traje de baño. —No surfearé contigo. —Entonces puedes sentarte en la playa y admirar mi estilo. —Un dedo tocó su nariz. Ella estuvo a punto de hacerse bizca y retirarse.

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Él sonrió y salió de la casa.

2 Traducido por Lena Holoway Corregido por Sofiaa:x

—M

ejores amigos. Ja. —Grace acechaba a través de la vieja casa, resistiendo la tentación de ver a Saul alejarse. Un momento después, oyó el rugido del motor. La aceleración tenía todas las marcas de su estilo; control natural—. Pero no yo. Él no necesita pensar que esto es sobre él. Ella se había unido a la familia en la bahía por el bien de su mamá y su abuela, su abuelastra era una persona encantadora. No quería que se preocuparan por ella. Era exasperante que todos se preocuparan de que Saul la hubiera lastimado. Ninguno de ellos pensaba que podía ser al revés.

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La primera vez que había visitado Eagle Bay, había estado fuera de su profundidad. Después de que su padre muriera, su mamá y ella habían estado solas por cuatro años. Ser repentinamente empujada dentro del ruidoso caos del clan Wharton la había dejado perpleja, y como siempre, cuando se sentía insegura, se retiraba.

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—Saul el Invencible. —Pero eso no era justo. Sabía que él era genuinamente amable, a pesar de que lo escondía a la mayoría de las personas fuera de la familia. Por eso, a los que amaba, él haría lo que sea… incluso persuadir y chantajear emocionalmente a una poco atractiva adicta al trabajo como ella en vacaciones con él.

Saul la había rescatado, la había salvado de establecer una dinámica en la familia donde ella habría sido la pobre pequeña extranjera. Oh, aún se sentía así a veces, pero sabía que los Wharton la consideraban una de los suyos ahora. En aquel verano hace mucho tiempo, cuando ella había sido una quinceañera delgada y él había sido el glamoroso hombre mayor, todo de veintiuno, él había organizado un juego sin reglas de polo acuático en el que había sido arrastrada a pesar de su timidez. Luego empujó a todos a la casa de su abuela por helado y para el final de la tarde, de alguna manera, ella encajaba. Tranquila, sí, pero aceptada. Habría superado su enamoramiento mucho más rápido si él no hubiera sido amable. Él le habría preguntado después de sus estudios y le contaría un poco sobre lo que sea de lo último en tecnología o industria emergente en la que estaba invirtiendo. Disputarían de manera amistosa sobre política y filosofía. Pero ella siempre había estado consciente de que él estaba fuera de su liga: rico, exitoso, hermoso y sexy. —Suficiente. —Bloqueó la puerta delantera.

—Amigos —soltó un bufido. Ella le enseñaría a ser amigos. Caminó por el pasillo hacia su habitación y estudió su armario. Sin inspiración allí. Apagado. Sensible. Lo opuesto de provocativo.

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No bajaría a la bahía y jugaría a ser la pobre niña pequeña desechada por Saul.

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Estaba cuidando la casa de sus padrinos. Ellos eran actores, como su papá lo había sido. Cuando su último espectáculo había demostrado un gran éxito, se habían ido de gira, dejándola a cargo de la linda casa convenientemente cerca del hospital.

¿Provocativo? Sus cejas se elevaron. ¿Realmente estaba pensando en provocar a Saul? Tal vez era posible. Sabía cómo a él le gustaba que se vieran sus novias. Su papá había sido un actor por el amor del cielo. ¿Seguramente ella podía fingir la sofisticación genial de las otras mujeres? El sentido común hizo un agarre de ella, pero cerró la puerta del armario. Toda mujer tenía el derecho de ser salvaje en un punto de su vida. La manera en la que Grace repentinamente lo veía, ella hacía tiempo caducó. La próxima vez que un hombre la viera, su mirada no saltaría a otra mujer. Iba a ser toda una mujer: curveada, atrevida y lista para la diversión. Saul no se dio cuenta cuando su cerebro se detuvo. Él no se habría dado cuenta si un tanque hubiera tronado sobre su auto deportivo estacionado en la calle. Grace estaba usando un par de shorts que redefinieron el concepto de indecencia. Abrazaban su trasero y mostraban un indicio de glúteo curvado cuando se detuvo a recoger su bolso de fin de semana. —Espera, dame eso. —Lo tomó de ella. Pero todo lo que obtuvo fue una mirada directo hacia abajo, a la camiseta ajustada que estaba usando, mayormente desabrochada. Se había atado los extremos de la misma para exponer un torso desnudo y un lindo ombligo. No que le importaran los ombligos. El sujetador de Grace era de encaje rojo.

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Se encontró inclinándose más cerca, inhalando una tentativa esencia femenina de limón y lavanda, picante incitación. Abruptamente se dio cuenta solo que tan estúpido se debía ver, y se acercó al camino para guardar su bolso en el auto. Sostuvo la puerta del pasajero para ella y su mirada se enganchó en sus

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—Gracias. —Ella sonrió y se volteó para cerrar la casa.

piernas desnudas. Usualmente salía con mujeres altas, pero las piernas de Grace lo tenían repensando esa decisión. Eran suaves y tonificados, piernas de corredora. —Debes ejercitarte. —En el gimnasio. Pero también me gusta correr cuando el trabajo lo permite. Uhm. Puedes cerrar la puerta. —Su sonrisa lo sacudió a moverse. Se dio una rápida verificación mientras caminaba alrededor hacia el asiento del conductor y se deslizaba dentro. Esta era Grace. La chica a la que había salvado de la vergüenza en la fiesta de aniversario de sus padres. Es verdad, su intervención solo había abierto una nueva avenida de vergüenza, pero sus intenciones eran buenas. No les haría a ninguno de los dos ningún favor si él repentinamente comenzaba a notar que tan bien ella se veía. Esta semana estaba a punto de convencerle a la familia que Grace y él habían seguido adelante. Eran amigos otra vez. Sin rencores. Era importante, no solo porque odiaba presentarse como el bastardo en los encuentros familiares, sino porque genuinamente quería seguir adelante con su vida. El sentimiento se había materializado en la víspera de Año Nuevo. —Si demostramos a todos que somos amigos, la familia se olvidará de nuestro supuesto compromiso roto y podremos seguir adelante. —¿Seguir adelante?

—¿Estás comprometido? —chilló.

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—Sí. Quiero ser capaz de presentar a mi prometida a la familia sin preocuparlos sobre tu corazón roto.

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Podía sentir a Grace mirándolo, a pesar de que mantuvo su mirada en la carretera.

—No. Pero es mi objetivo. —Entonces… ¿Qué…? ¿Dónde…? ¿Quién es ella? —No la he conocido aún. Al menos creo que no lo hice. Hubo un largo silencio en el cuál él se maldijo por compartir sus planes privados con Grace, bueno, él no sabía que estaba pensando ella. Ella respondió: —Entiendo que estés pensando en casarte, pero ahora solo tienes que encontrar a la mujer de tus sueños. El matiz de sarcasmo lo molestó, pero estaba agradecido por su rápida comprensión. Grace siempre había sido inteligente. Movió sus manos en el volante, tratando de averiguar lo que quería decir y si quería compartir sus motivaciones con ella. —Pasé la víspera de Año Nuevo solo —dijo. —Inusual. —Mmh. Me senté en el balcón de mi apartamento en Cottesloe. Podía escuchar a los juerguistas en la calle. Borrachos, riendo, felices. Jóvenes. —No eres tan viejo, Saul.

—Soy lo suficientemente viejo que he hecho todo lo que un niño sueña. Construir una fortuna. Salir con modelos. Arriesgar mi cuello en aventuras estúpidas.

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—Ahora suenas viejo. —La risa entonó en su voz—. Me acuerdo de ti diciéndome que una persona no se siente realmente vivo hasta que

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Él encogió un hombro.

lo arriesga todo. Estabas pensando hacer paracaidismo si no recuerdo mal. —Estaba corriendo asustado —dijo—. Riesgos físicos son una cosa. Riesgos emocionales toman todo un diferente tipo de coraje. Su llegada al aeropuerto le dio la oportunidad de evitar la elaboración sobre el punto. Grace esperó dentro mientras corría a través de la comprobación previa al vuelo. Cuando entró en la sala a recogerla, se encontró con dos hombres que hablaban con ella, y admirándola descaradamente como la hermosa y sexy mujer que era. La ola de posesividad que corrió a través de él se intensificó cuando Grace lo vio y comenzó a avanzar instintivamente. Los otros hombres retrocedieron, reconociendo su reclamación. —Estúpidos shorts. —Ella tiró hacia abajo los restos de la nada como si tal vez se estiraran para cubrir sus suaves muslos. —No pensé que se veían como tu estilo.

***

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Probablemente porque él había sonado demasiado feliz. Le gustaba Grace cuando se veía normal. Casual, amigable y acogedor eran normales para Grace. El verla como una diosa del sexo era inquietante. Cada instinto masculino clamaba por responder el desafío que ella tan ingenuamente presentaba. En su lugar, la dejó subir en el avión por su cuenta; sin mano de ayuda, sin toque persistente. Está bien, así que se quedó allí y dejó que su mirada permaneciera en su lindo trasero. Era un chico. Eso estaba permitido.

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Ella lo fulminó con la mirada.

Grace resopló un pequeño aliento de alivio avergonzado. No tenía que saber cómo manejar el interés de dos hombres en la sala. Al menos Saul no la veía como si él estuviera desnudándola mentalmente. Hipó una risa. Por el contrario, la manera en la que sus ojos sobresalían en la casa, a él le habría gustado envolverla en un caftán de gran tamaño. Actuar como una mujer sexualmente confiada, en lugar de una tímida adicta al trabajo, era una dura actuación. Y un esfuerzo inútil. Ella ya no sentía la necesidad de resistir la manipulación bien intencionada de Saul. ¿Cómo podía culpar a un chico por querer lo mejor para su familia? Además, su admisión de que quería una esposa la había sacudido. Saul era un completo adulto. Si ella hubiera querido jugar juegos, llegaba muy tarde. —¿Por qué les dijiste a todos que estábamos comprometidos? Los auriculares ahogaron la emoción de sus voces y la reemplazaron con precisión electrónica. En algunas maneras, eso haría toda esta conversación más fácil.

Los incendios forestales fueron terribles. Eran gigantes monstruos devoradores. Afortunadamente, a pesar de que un par aún ardía, las autoridades dijeron que estaban contenidos.

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Él ajustó los controles. Debajo de ellos, la esquina sur oeste de Australia se estiró. Había parches quemados, zonas ennegrecidas donde los devastadores incendios forestales del verano habían asolado.

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—Vi el momento cuando notaste a Ryan en la fiesta. Habías estado pareciendo determinadamente alegre a pesar de las sombras bajo tus ojos, y repentinamente te veías genuinamente feliz. Luego me di cuenta que estabas mirando al novio de Carrie.

Las emociones pueden ser igual de destructivas. Saul la miró, pero los lentes de sol ocultaron su expresión. —Estaba de pie cerca de ti cuando oí a Carrie decir que ella y Ryan estaban comprometidos. Habías estado sonriéndole a él con sueños en tus ojos. Parecía cruel dejarte sola y devastada. Ella se estremeció ante su visión y la imagen de vulnerabilidad que dibujó. —Carrie y Ryan no notaron tus sentimientos —dijo—. E incluso si lo hicieron, tu rechazo de nuestro “compromiso” distrajo a todos. —Supongo que tenías buena intención. Él sonrió. —Suena difícil de creer. —No, digo, gracias. Y jugaré contigo, demostrar a todos que somos amigos. Él quitó una mano de los controles del pequeño avión y tocó su rodilla. La apretó ligeramente.

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Quería acurrucarse y llorar. Siempre la buena amiga, nunca la novia. Pero entonces, el compromiso entre Saul y ella nunca había sido real. Justo como ella vistiéndose así no era real. Podía pretender ser sexy, pero carecía de verdadera confianza en sí misma que hacía deslumbrante a la mujer ordinaria. Saber que era amada hacía a una mujer brillar. Grace quería esa felicidad, esa certeza interna de saber que pertenecía a algún lugar, con alguien.

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—Gracias, Grace.

—Era el mirarte con Ryan lo que hacía darme cuenta lo que me estaba perdiendo —dijo Saul abruptamente—. Me poseía. Quiero una mujer que me mire con sueños en sus ojos, no signos de dólares o lujuria. —Sacudió sus hombros, como un perro sacudiéndose agua de encima—. Bueno, la lujuria está definitivamente bien. Pero quiero más. —Lo encontrarás —dijo ella. Él era demasiado buen chico, debajo de todo el glamour de la belleza y éxito, para quedarse en la repisa una vez que decidiera casarse. Su tranquila protección haría a cualquier mujer sentirse apreciada. Nunca sería de ella. Por toda la ficción de su corto compromiso, ella y Saul eran de mundos distintos. Un triste, salvaje anhelo envió un estremecimiento de frío sobre su piel. Cruzó los brazos con fuerzas, abrazándose. —Durante un tiempo, no creía que existiera. El matrimonio de mis padres era una zona de guerra. Ella asintió. Aunque sus padres se habían divorciado hace un par de décadas, los Wharton todavía hablaban de los destructivos fuegos artificiales de ese matrimonio. Ella decidió igualar honestidad por honestidad. —Nunca amé a Ryan. Solo pensaba que él era… bueno. La clase de chico con el que podría construir una vida. —Yo no soy bueno. —No —sonrió—. Pero tienes otras cualidades.

Él movió la palanca de mando y el avión se tambaleó. Ella se echó a reír.

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—Puedes volar.

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—Oh, ¿sí?

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—Está bien, quizás no muy bien, pero no se lo diré a nadie.

3 Traducido por Didy Corregido por val_mar

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ue un viaje corto, como lo eran los viajes por el campo, desde el aeropuerto a Eagle Bay. Por lo general, los Wharton dejaban un auto comunitario en el aeropuerto para que la familia lo utilice para llegar a la costa. Los chicos que apenas habían conseguido sus licencias eran básicamente felices de transportar el auto atrás y hacia adelante. Otras veces, alguien que había hecho bajar, recogería volantes del aeropuerto. Aun así, Grace no había esperado a Ryan en su encuentro. A juzgar por su mala cara, tampoco Saul. —¿Dónde está Carrie? Ryan bajó la cabeza. —Está durmiendo. —Gracias por conducir para reunirte con nosotros —dijo Grace.

—Por aquí. —Pero en lugar de dirigir el camino, Ryan se puso a caminar con Grace—. ¿Cómo has estado? Pensé que te vería en Navidad.

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—¿Dónde está tu auto? —preguntó Saul. Un oscilar de las bolsas que llevaba sugirió que se movieran.

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—No hay problema. —Le sonrió. Tenía una sonrisa encantadora, tranquila y auténtica.

—Tuve que trabajar. Navidad es un tiempo muy ocupado en el hospital, y otra gente tiene familias, niños. Me ofrecí para trabajar durante las vacaciones. —Siempre piensas en los demás. Los anchos hombros de Saul temblaron. Tosió, un mudo y mordaz sonido de incredulidad. Bueno, sus motivos no eran tan desinteresados. Ella se había estado escondiendo. Pero sí había considerado las necesidades de otras personas. Llegaron al auto de Ryan y mientras Saul terminaba de poner las bolsas en el maletero, Ryan abrió la puerta para ella. —Grace se sentará en la parte de atrás conmigo —dijo Saul. Ella lo miró mientras él cerraba el maletero. Tenía la boca apretada con desagrado y la mirada que le daba a Ryan estaba inclinada entre desafiante y crítica. —Si Carrie estuviera aquí, podría sentarse en la parte delantera contigo.

Pero la actitud de Saul la hirió. Obviamente él había recogido las mismas indicaciones de tensión en la relación de Carrie y Ryan que

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Las emociones Grace se balancearon. Había estado preparada para sentir algunas emociones fuertes al ver a Ryan. Decepción, tal vez. Como mínimo, la vergüenza de haber pensado que podría estar interesado en ella. En cambio, se había sentido relajada y sin presiones. Reunirse con Ryan de nuevo fue simplemente como una reunión de amigos.

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Carrie.

ella tenía. Sin embargo, ¿no pudo haber pensado que haría nada para intensificar la tensión? Como si ella lo fuera a hacer. ¡Como si pudiera! Nunca había habido competencia para Carrie. Buscó la manija de la puerta de atrás, consiguió abrirla y se deslizó dentro. Para su sorpresa, Saul se deslizó a continuación, y tuvo que empujar los pies del asiento. Su cuerpo grande hizo a la parte posterior del auto compacto de Ryan parecer sofocantemente pequeño. Levantó un brazo y lo extendió a lo largo de la parte posterior del asiento. Era un gesto invasor de espacio de hombre reclamando que la molestó, porque no lo decía en serio. Solo estaba dando un mensaje de Ryan. —¿Cómo estás, Ryan? —Ella miró a Saul. Saul le sostuvo la mirada y desplazó su brazo. Ahora, su mano tocaba su cuello. Él movió su pulgar con movimientos seductores. Habría extendido la mano y agarrado su muñeca para detenerlo, pero atrapó a Ryan mirando por el espejo retrovisor. —No estoy tan ocupado como tú, pero si lo suficiente. Tengo un nuevo proyecto de remodelación.

Ryan se aclaró la garganta. —En realidad, ellos están bien. Una pareja de mediana edad que acaba de casarse. Están uniendo sus hogares.

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—La amabilidad está sobrevalorada —dijo Saul. Ecos de su conversación en el avión resonaron. Su pulgar acarició la suave piel detrás de la oreja.

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—Eso va a ser difícil —respondió al azar a Ryan. Su piel estaba demasiado sensible, iluminando las respuestas a través de su cuerpo al contacto de Saul—. ¿Los clientes son agradables?

—Una nueva relación y un proyecto de remodelación. Son valientes. —Grace se preguntó si sonó tan vano como sospechaba. Piensa en el trato con los pacientes, se decía. La charla casual mantiene en funcionamiento a la sociedad. Sin embargo, la conversación vaciló y se hundió, asesinada por la falta de voluntad de los hombres para hablarse mutuamente. En el silencio, Saul dejó de acariciarla, pero su cálida mano seguía curvándose alrededor de la esfera de su hombro tenía su propia distracción. Con cada aliento que tomaba, el ligero desplazamiento de su cuerpo contra su brazo la hipnotizaba. Era íntimo, éste estar juntos en silencio. Podía oír y sentir su respiración junto a su lado. Si giraba, ella podría poner la mano en el pecho y medir el ritmo constante de su corazón. Enlazó sus manos en su regazo. —Vas a tener que dirigirme a tu casa, Saul —dijo Ryan mientras conducía en Eagle Bay. Las direcciones de Saul eran simples y claras. El camino corto se amplió en el claro alrededor de la moderna casa. Ryan apagó el motor.

—Um, pensé que estaría llevando a Grace a la casa de sus padres.

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Ella salió a toda prisa y aspiró el aire fresco del océano. Su nariz se arrugó. La brisa de la mañana llegó desde el este, no del océano, y llevaba el olor a humo. No le gustaba el recordatorio de la temporada de incendios forestales. Había visto otro fuego contenido mientras Saul rodeaba y aterrizaba el avión. Los camiones de bomberos se veían diminutos frente a la inmensidad de la tierra ennegrecida y las llamas rojas.

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—Gracias. —Saul retiró su brazo alrededor de Grace y salió del auto.

Se dio la vuelta y vio que Saul había extraído ambas bolsas del maletero. —Grace se queda conmigo —dijo—. Tú y Carrie son compañía suficiente para sus padres. —Pero… —Las llaves del auto de Ryan se traquetearon mientras su brazo se sacudía—. Es su casa. Grace, tu mamá te está esperando. Ella se encontró con la mirada determinada de Saul. La había puesto en una situación imposible. Si se quedaba con él, la familia podría pensar que había algo entre ellos. Si insistía en ir con Ryan... tenía la sensación de que Saul no se lo permitiría. Parecía muy decidido a proteger a Carrie. Todas las sensaciones encantadoras de estremecimiento que su tacto había despertado se congelaron. —Mamá y Stuart están bajando la playa. Estoy segura de que los veré un montón. Pero Saul tiene razón. Tiene mucho espacio y de esta manera tú y Carrie tendrán algo de privacidad. Dile a mamá que pasaré por allí tan pronto como haya desempacado. Saul tomó las dos bolsas y se dirigió hacia la casa. —Nos vemos, Ryan. —Gracias por traerme. —Ella vaciló, decidió entonces la discreción. Siguió a Saul a la casa. —Adiós.

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—Realmente no tienes que proteger a Carrie de mí —le dijo a Saul mientras que le abría la puerta principal—. No me interpondría entre ellos, incluso si pudiera.

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Grava salpicaba mientras Ryan se iba.

Un gruñido irrespetuoso fue su única respuesta. Puso sus bolsas en el suelo y se volvió hacia el panel de control situado en la pared junto a la puerta. Un momento después, las persianas de las ventanas comenzaron a rodar hacia arriba. El estruendo impidió continuar la conversación. Recordó cuando Saul construyó la casa. La tierra era un regalo de su padre, fraccionada de la parcela del tío Greg frente al mar. Saul se había puesto en contacto con un arquitecto y pidió que la diseñaran para funcionar como casa de vacaciones. Eso significaba toldos de seguridad, pero también pisos de concreto pulido para el sentido práctico y muebles construidos a medida y comodidades. La planta fue igualmente modesta y después de que se uniera a Saul en la apertura de las puertas y ventanas para ventilar la casa, tomó su bolsa a la mayor de las dos habitaciones de huéspedes. Su reflejo en un espejo la tomó por sorpresa. Había olvidado su nueva ropa provocativa. Hizo una mueca. No es que su madre fuera una mojigata. Kylie estaría contento de verla entrar en el espíritu navideño. La idea de una travesura hizo a su reflejo sonreír. Hablando del espíritu de la fiesta... Abrió la cremallera de su bolso dominguero.

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—Malditas campanas de incendio. —Saul derramó el vaso de agua en la camisa. Limpió la mancha, la mayor parte de su atención puesta en Grace que se había deslizado por una puerta lateral, evitándolo.

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***

También se había cambiado la camisa y los shorts por un vestido. ¡Qué vestido! El minúsculo dobladillo rivalizaba con sus shorts por indecencia y los tirantes que lo sostenían eran una incitación a la lujuria. Un tirón a sus ataduras, y apostaría que la cautelosa Grace los había atado doblemente, así que tal vez haría falta más de un tirón, y el vestido entero caería. Sonrió. No había forma de que Grace hubiera tenido este vestido escondido en su armario. El estampado de la tela era una versión ampliada de la bandera australiana. Este vestido había sido comprado principalmente para este fin de semana. Lo que le hizo preguntarse si había comprado sus shorts y camiseta especialmente, también. Eso lo hizo preguntarse qué más escondía en su bolso. Le gustaba la idea de que después de su visita de ayer, había ido a comprar ropa nueva. ¿O la había comprado para Ryan? Esa linda ropa coqueta que decía: Sí, soy mujer. ¿Qué vas a hacer al respecto? Esa ropa, su actitud, lo que le daba ganas de mostrarle cómo trataba a una mujer, su mujer. Él maldijo y fue a cambiarse la camiseta mojada. Tenía que pedir prestado un auto y hacer la compra de la casa.

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—Somos amigos, mamá. Es por eso que me voy a quedar con él. — Cruzó los dedos detrás de su espalda—. Queremos mostrar a todos que no hay corazón roto entre nosotros. Saul estaba bromeando acerca de nuestro compromiso.

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Grace se balanceó con tristeza en el asiento hamaca enganchado a una viga en el porche de la casa de su madre y de Stuart. Se había quedado para almorzar, agradecida por escapar más tiempo de Saul, y despidiendo la sugerencia de su madre de llamar para invitarlo.

Carrie y Ryan habían visto tanto interés en esa noticia. —Parece una cosa extraña para bromear —dijo Stuart. Grace sonrió a su padrastro. —Bueno, Saul es extraño. Su madre se rió, sonando aliviada. —Estoy contenta de que te trajo hasta aquí para que puedas unirte a nosotros. Trabajas demasiado. —Vale la pena —dijo Grace. Sin embargo, durante el almuerzo la conversación había derivado a los planes para la boda de Carrie y Ryan. Stuart tenía el dinero y Carrie la tendencia a convertirlo en un circo social. Que Ryan no compartiera su entusiasmo era discretamente evidente. Grace se había alegrado de escapar a la terraza y sentarse a ver la vista. El océano era hermoso. El viento había cambiado de dirección y ahora soplaba el agua, fresca y fría. —Te ves pacífica —dijo Ryan desde la puerta.

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—Y al parecer cuando se va de vacaciones, olvida el sentido común. —Saul apareció por la esquina de la casa—. Olvidaste tu llave.

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—Estoy de vacaciones. —Mantuvo su sonrisa bajo llave, educada pero no más. Estaba empezando a pensar que Saul tenía razón. La amistad entre ella y Ryan no era posible, no cuando no estaba satisfecho plenamente con su compromiso. No podía ser una confidente para sus problemas. Carrie era su hermanastra. Había lazos de familia, lealtad y amor que no rompería.

Se sonrojó. No se había olvidado. Deliberadamente, había escapado de la casa y el brillo de sus ojos oscuros, dijo que lo sabía. —Afortunadamente mi casero es del tipo comprensivo —dijo. —No lo creo. —Él extendió una llave—. Considérala tu primer y única advertencia. —Su mirada parpadeó a Ryan y luego a ella otra vez—. Voy a visitar a la abuela. ¿Vienes? —Sí. —Enderezó sus piernas. Su invitación obviamente excluía a Ryan—. Nos vemos más tarde. —Sí. Más tarde. La mano de Saul agarró la suya y la condujo por el camino privado. Era lo suficientemente amplio como para que dos personas pudieran caminar a la par, o para que la abuela condujera su carrito de golf.

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Dejaron solo a Ryan de pie en la terraza.

4 Traducido por GaraziF Corregido por Ale_GE

—Y

o lo haré. —Saúl tomó el cubo de arena mojada de Grace y le dio vuelta en la parte superior de la torre del castillo de arena que estaban construyendo.

—Yo podría haber llegado. No soy tan baja —se quejó. —Llevas bragas rojas —dijo en voz baja. Ella abrió la boca y tiró de la falda diminuta. —No es que me queje, ya sabes. —Él disfrutó de la mirada de confusión. Le gustaba caliente y nerviosa. Le gustaba cómo su mirada atrapó la suya y su mano se congeló un segundo en esa falda ridículamente corta—. Pero hay niños aquí.

—Nunca pensé que construiría un castillo de arena. —Grace echó un vistazo a su vestido, que gracias a su movimiento se había

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A continuación, un niño gritó.

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Los hijos de amigos, familiares y vecinos. La abuela tuvo una jornada de puertas abiertas. Pero por un momento todo se desvaneció al fondo mientras la conciencia sensual de Grace los encerraba en su propio mundo. Su cuerpo se tensó cuando sus labios se abrieron en una mueca natural que modelos de revistas trataban infructuosamente de emular, toda llena de invitación y anhelo.

bajado por sus muslos, pero a costa de un bajo provocador escote. Ella se subió el cuello. —Debería saber esperar lo inesperado de Abue. —Y añadió otro cubo de arena ante la aprobación de los niños ocupados. A él le gustaba ocuparse de los pequeños, aunque ahora estaba deseando una playa vacía y tiempo para explorar ese momento con Grace. —Creo que voy a supervisar —dijo ella. —Aguafiestas. Ella se sentó a la sombra de una sombrilla y un niño de tres años inmediatamente se le apareció. Grace puso su brazo alrededor de él. La escena le sacudió el corazón a Saúl. Él quería que su hijo tuviera que tener una confianza profunda en el alma de que era amado y querido. Se arrodilló allí, con medio cubo medio lleno de arena, mirando a Grace sonreír al chico y alisar los rizos oscuros que se ponían contra la curva de su pecho. Sus entrañas se apretaron.

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El juego de cricket de playa para los niños mayores de esa edad, y adultos, terminó por la tarde. Él y Grace se quedaron para una barbacoa. Se dio cuenta de su sonrojo en alguna ocasión cuando un pariente particularmente falto de tacto les preguntó si estudiaron juntos, la pareja de antes ocupada que ni siquiera pudo ponerse de acuerdo sobre si habían estado comprometidos. Pero a pesar de que en la vida familiar había chismes, no parecía

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—Más. —Un imperativo agudo infantil le recordó su castillo medio construido.

haber una aceptación general de que las cosas estaban bien ahora. Él y Grace eran amigos de nuevo. —No, en serio, tía JayJay. No puedo comer nada más. No debería comer una segunda rebanada de pastel de queso. —Grace trató de evitar más alimentos. La tía JayJay escribía libros de cocina y siempre estaba en busca de conejillos de indias. —Tuve terceras partes —dijo Saúl con aire de suficiencia. —Cerdito. —Grace le clavó el codo en las costillas. En medio de una charla divertida y amable, la fiesta terminó. Él ayudó con la limpieza y se fue a buscar a Grace a la cocina. —Pensé que estabas llena. —Oops. —Ella miró las trufas de chocolate que estaba comiendo y levantó la vista con aire de culpabilidad—. Estas están buenas. Prueba una. Apretó el chocolate en la boca de él y sus labios se abrieron instintivamente. El chocolate era dulce, pero lo que explotó en su vientre era la sensación de su dedo y el pulgar en su boca. Sus ojos se abrieron, como si ella misma se hubiera sorprendido con la acción impulsiva. Antes de que pudiera arrebatarle su mano, él le agarró la muñeca. Mordió el chocolate, mirándola todo el tiempo, tragó saliva y dijo: —Migas.

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—¿Tengo las migas de chocolate? —Él se limpió la boca con el dedo.

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—¿Qué? —Parecía aturdida.

—Oh. —Ella tuvo una idea. Su dedo se arrastró a lo largo de su labio superior, describiendo su forma—. Solo aquí y aquí. —Ella presionó su dedo en el centro del labio inferior antes de levantar el dedo a la boca y chupar el chocolate. —Fue tan condenadamente sexy —gruñó. Al instante, ella se apartó, haciendo un gran asunto de cubrir el plato de trufas y meter en la nevera. Tenía la cara enrojecida. Ella se olvidó por completo de no agacharse otra vez, y estaba dotándolo con un destello de sus bragas rojas. —Creo que debería irme. Probablemente la cocina de la abuela no era el lugar para seducir a una mujer, o dejarse seducir por ella. Especialmente no con Grace, que era especial. Tampoco dijo nada cuando empezaron a andar a lo largo de la playa. Saúl se metió las manos en los bolsillos de sus shorts. Él había entrado a su casa con otras mujeres. No muchas. Eagle Bay era para la familia. Algunas casualmente recibían invitaciones. Pero ninguna de las otras mujeres había generado la confusa mezcla de familiaridad e incertidumbre, deseo e incredulidad que Grace estaba causando en él.

La posesiva respuesta de Saúl a la conciencia del hombre más joven de Grace le sorprendió. No había planeado en insistir en que

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Ryan se había dado cuenta de que era una mujer.

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Ella era su primera vez. Se había sentido protector con ella desde su primer encuentro, cuando ella había sido una chica guapa, tímida y cuidada con los bulliciosos Wharto. Ahora ella era toda una doctora y una mujer, una mujer atractiva, sexy.

se quedara con él en su casa. Sin embargo, no habría habido forma de que pudiera soportar que se fuera con el novio de su hermana conduciendo. Ella dijo que no se preocupaba por Ryan. ¿Qué era lo que había dicho? Algo sobre el deseo de un buen hombre. —La playa es mágica. —Grace paró y miró hacia el mar. La clara luna se reflejaba en las olas rompiendo suavemente—. Próxima parada, África. —Sería un largo baño. —Me engancharía en una ballena o tal vez en una de esas tortugas gigantes. No estaba de humor para la fantasía. —Grace. —¿Sí? —Oh, demonios. —Él dejo de lado el sentido común, pensar bien las cosas y cualquier intento de regular sus caóticas emociones, y se acercó a ella. Ella era más baja que él, pero la arena no estaba nivelada y él la llevo hasta una loma, dejando sus bocas casi niveladas. —¿Hay algún problema? —preguntó ella, respirando con dificultad por su cercanía.

La luz de la luna mostró su expresión. Sorpresa. Confusión. Decisión repentina. Tocó su rostro y él se quedó quieto por la lenta caricia.

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—No si me besas.

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Él movió sus manos de su cintura hacia su cadera.

Ella cambió ligeramente, poniéndose de puntas de pie, y junto sus bocas. Él olvidó respirar. La boca de ella era suave, cálida y dulce. Tierna. Lentamente él tomó el control del beso. Abrió sus labios, lamió y chupó el labio inferior, luego deslizó su lengua en su boca. Ella gimió y giró sus manos entre sus cabellos. Él amplió su postura y la dejo entre sus muslos. Ella se inclinaba hacia adelante ahora y él sostenía la mayor parte de su peso. Su falda se subió y él acarició la plenitud de su trasero, amasándolo y disfrutando la forma en la que ella se retorcía en respuesta, frotándose contra él. Ella chupó su lengua y sus caderas se sacudieron en un instinto imparable, pero era un error. Precariamente balanceados como estaban, la acción lo hizo tambalearse. Él podría haber mantenido el equilibrio, si la hubiera soltado. Sin embargo, se dejó caer hacia atrás y ella cayó con él en el refugio de las dunas.

El mundo explotó a su alrededor y la playa se iluminó.

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—Nunca he estado mejor. —Él tiró de su vestido, perdió la paciencia y rompió una tira. Un pecho perfecto y pequeño se escapó. Él la levantó, la posicionó con una codicia egoísta y chupó un pezón endurecido.

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—¿Estás bien? —preguntó ella roncamente. Sus manos podrían haber estado buscando lastimaduras, pero ese pequeño arqueamiento de sus caderas, ese estremecimiento que recorrió todo su cuerpo, eso era puro placer.

Grace gritó y se alejó. Tomó su vestido y lo sostuvo en su lugar. Detrás de ella, los fuegos artificiales iluminaron el cielo. —Fuegos artificiales. —Él cerró sus ojos por un momento con frustración. Era bastante obvio que se había desvanecido el humor, pero su cuerpo seguía en la zona. Exhaló profundamente, tratando de relajar sus músculos listos para la acción—. Malditos niños. Con el riesgo de los incendios forestales, los fuegos artificiales estaban prohibidos, pero algunos idiotas siempre encontraban algunos… y los disparaban. —Cualquiera pudo vernos —susurró Grace. Él decidió que le molestaba el horror en su voz. Hubiera sido vergonzoso, pero no el fin del mundo. —Estamos en las sombras de la duna. Ella se puso de pie torpemente ya que una mano seguía sosteniendo su vestido. —Eso fue un error. No debería haberte besado. No deberías habérmelo pedido. Más fuegos artificiales explotaron. Ella debió haber visto su expresión seria. —¿Estás muy enojado?

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Ella lo miró dubitativamente, luego se dirigió hacia adelante y completaron el camino a casa en silencio.

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—¿Enojado? —Él tomó el codo de ella y comenzó a alejarlos. Caminando rápidamente, esta vez—. Como dijiste, esta fue mi idea. No hay razón para enojarme, ¿o sí?

En igual silencio, se separaron en la puerta y fueron a sus camas solitarias.

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Saul le frunció el ceño al techo. Esperaba que Grace hubiera disfrutado una ducha de agua fría, porque seguramente él no la había disfrutado.

5 Traducido por Pilar Corregido por Vericity

G

race se despertó temprano pero se quedó acostada oyendo los pequeños sonidos de Saul moviéndose por la casa. Solo cuando lo oyó irse, se levantó y preparó su propio desayuno. Gracias a Dios él era un surfista y el atractivo de las olas nunca fallaba. Ella no sabía cómo enfrentarlo esta mañana. La noche anterior no había tenido vergüenza. Era como si cada fantasía, incluso las prohibidas, se hubiera hecho realidad, y las persiguió como una mujer salvaje. La atracción que se cocía a fuego lento entre ella y Saul había explotado y había estado sobre él.

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Llenó un tazón con cereales, añadió yogurt con una cuchara por encima y rebanadas de banana. Estaba pegajoso, pero hizo malabares con el tazón y una taza de café mientras abría la puerta hacia el patio. El rincón resguardado tenía una mesa y bancos de piedra que parecían sacados de la bahía. Las margaritas de la costa enmarcaban el pavimento. Hubiera sido perfecto, excepto por el persistente olor de humo de incendios forestales en el aire y sus pensamientos.

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Él también había estado sobre ella, pero, entonces, tenía sus razones. Para sí, aprendió que las playas iluminadas con la luz de la luna eran tan excitantes como traicioneras. Animaban fantasías de romances que eran francamente peligrosos.

—Buen día, Grace. —Ryan. Buen día. El prometido de su hermanastra hizo una pausa incómoda, luego salió del camino que unía las casas para sentarse con ella en la mesa. —Vi que Saul fue a surfear. Trataba de decir que había decidido visitarla cuando estaba sola. Incómodo. Alejó su tazón vacío. —¿Quieres café? Él sacudió su cabeza. —Tú y Saul... —Es demasiado temprano para hablar de relaciones firmemente.

—dijo

—¿Demasiado temprano… o demasiado tarde? —Su boca se retorció y estiró su mano para tocar la de ella a través de la mesa—. Grace, somos amigos. Cuando conocí a Carrie, ella era tan diferente. Su frivolidad me llamó la atención. Ella es glamorosa. —Carrie también es amable y leal. —Trató de alejar su mano, y se sorprendió cuando él se la apretó más fuerte. El humo parecía espesar el aire, eso o la tensión. Lo miró. —Cometí un error.

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Saul surfeaba por lo menos dos veces a la semana. Por eso compró su apartamento cerca de la costa. No pensaba en el surf como meditación, pero tenía el mismo efecto. Surfeando las olas, vivía en

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***

el presente. Tomaba las mejores decisiones del negocio mientras surfeaba. Después de su noche inquieta, apenas esperó que amaneciera para ponerse el traje de neopreno y correr hacia la playa. Si los fuegos artificiales no se hubieran entrometido, Grace y él habrían hecho el amor. Hubiera cambiado todo entre ellos. Ninguno de los dos estaba para tener sexo recreativo… así que, ¿de dónde había salido ese estallido de pasión? Ella había estado tan caliente como él, y él estaba ardiendo. Nunca sintió nada tan intenso como la necesidad de tenerla. Se cayó de su tabla. Automáticamente la tomó, luego se sentó en ella para pensar. Las olas lo acercaban lentamente hacia la costa. Un hombre podía ser lógico, incluso con las emociones. En diciembre, había dicho impulsivamente que Grace era su prometida. Había sido amable, sin importar lo que ella creía. Luego, en la noche de Año Nuevo, se quedó solo y llegó a la trascendental resolución de que este año encontraría una compañera de vida. Una esposa. Entonces, la noche anterior, besó a Grace en la playa como si estuviera hambriento de ella. Incluso un estúpido podía unir los puntos. —Estoy enamorado. Una gaviota nadando cerca lo ignoró.

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Enamorado. Por eso no podía dejar que Grace lo ignorara, no podía dejarla hablar con Ryan, el Sr. Agradable. Por eso se había entrometido en su historial médico y prácticamente la había secuestrado.

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Se dirigió hacia la costa.

Caminó por la playa con su tabla de surfear bajo el brazo y agua corriendo por su cuerpo. Se detuvo en la parte superior del camino, mirando la mesa en su patio. Ryan estaba sentado frente a Grace, sosteniendo su mano, y diciendo: —Cometí un error. Saul dejó la tabla de surfear en el piso y el suave sonido llamó su atención. Dos rostros sorprendidos lo miraron boquiabiertos. —No cometas un error mucho más grande ahora —le advirtió a Ryan duramente. El hombre más joven soltó la mano de Grace instantáneamente. —Yo… em…—La miró, pero ella estaba muy ocupada recogiendo su tazón y su taza. Sin su apoyo, se calló miserablemente—. Tengo que irme. —Sí, tienes que hacerlo —dijo Saul sombríamente. Abrió la puerta para Grace. Ella entró, tratando cuidadosamente de no tocarlo, y lavó sus platos en el lavabo. Él se recostó contra la mesada de la cocina. —Estás goteando.

—Pensaste que él era el hombre de tus sueños. Ella sonrió ligera, tristemente.

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—Ryan nunca me tuvo.

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—Por eso el piso es de concreto. Sobrevivirá. —Una pausa—. Él te quiere de vuelta.

—No. Estaba sola. Quería creer que podía ser importante para alguien. —Grace…—Se acercó, pero ella lo evadió, poniendo la mesada entre ellos. —Sabes que tan peligrosa es la soledad —dijo ella—. Debes haberlo visto la noche anterior. La forma en la que te respondí. —Se sonrojó pero lo miró a los ojos—. Patética por tener tantas ansias. Me tomó por sorpresa. Él se congeló. —¿Estás diciendo que me usaste ayer? No puedo creerlo. No éramos cuerpos anónimos en la playa. Me respondiste. —Lo sé. Eres hermoso y estaba enamorada de ti cuando éramos niños. —¿Qué? —Lo escondí. —Se encogió con un solo hombro—. Una playa iluminada con la luz de la luna y romántica, mi héroe de la adolescencia.

El estómago de él era un nudo apretado y frío.

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—Lo siento, Saul. Me estoy disculpando porque eres un buen amigo. Quizás arrogante. —Su intento de risa falló. Bajó la vista, hacia la camiseta y shorts amarillos y verdes que estaba usando—. Me hiciste enojar mucho cuando me diste órdenes en el hospital, luego usaste la culpa emocional para traerme aquí. Salí y compré un nuevo vestuario para demostrarte a ti y a todo el mundo que no era la única patética en nuestro supuesto compromiso roto. Hasta pensé que podía hacerte quererme como una mujer. Supongo.

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—No lo hagas. No te burles de lo que tenemos.

—¿Así me ves? ¿Tan arrogante y manipulador que puedes jugar conmigo como si no tuviera emociones? —¡No! —Saul. —El grito vino antes que los pasos. Alex, uno de los adolescentes, entró—. Tu teléfono no funciona. Quieren que vayas al centro SES. Hay un nuevo incendio forestal. El tío Stuart te está esperando. —En diez minutos —dijo Saul. Tenía que deshacerse del traje de neopreno que estaba frio y mojado contra su piel. O quizás esa era la sorpresa. Grace no lo amaba. Demonios, sonó como si ni siquiera le gustara él. —También iré. —Ella lo siguió por el pasillo—. Primeros auxilios. Habrá muchas lesiones por el humo. ¿Puedo tomar una camiseta? Él encontró una de las suyas más pequeñas, dejada allí después de Navidad, y se la tiró. —Saul.

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—Vístete —dijo, y comenzó a bajar el cierre del traje de neopreno.

6 Traducido por Aciditax Corregido por GaraziF

E

l centro SES fue su caos organizado de costumbre. Personas, que Grace no había visto en meses la saludaron alegremente y le preguntaron acerca de sus estudios de medicina. Tazas de té y sándwiches estaban disponibles. El oficial de la ambulancia de St. Johns aceptó su oferta de ayuda. Había trabajado con él antes, incluso tomó cursos con él, y él sabía que ella estaba acreditada para asistir. Se limpiaron los ojos enrojecidos por el humo y vestían quemaduras leves. El incendio forestal había surgido aparentemente de la nada. —Fuegos artificiales —gruñó más de un hombre. Llevaban sus overoles naranja y botas pesadas y aceptaron a Saul como uno de los suyos. Él había estado trabajando como voluntario durante años. La jefa del SES era Ashanto Tanya y ella corrió un barco fuerte. Saul fue enviado al sector Road West.

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Su pecho estaba herido, y ella no creía que la tensión fuera por el humo en el aire. Había herido a Saul y no había querido, no había pensado que podía.

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Grace y Saul habían sido conducidos al centro con su padrastro, y su presencia les había impedido hablar eficazmente.

¿Qué había estado tratando de hacer? ¿Demostrándole a él y a sí misma que no era importante? Las horas pasaron. La gravedad de las lesiones aumentó y el viento del este no dejaba de soplar. Era violento y potencialmente letal, llevando el fuego en saltos enormes que se reían de las líneas de contención de los trabajadores de SES. Las casas se han perdido y se han quemado vivas. Su padrastro entró con la inhalación de humo. Nada demasiado peligroso, pero no había manera de que pudiera volver a salir. Ella telefoneó a su madre y tuvo que venir y llevarlo a casa. Él fue, protestando. Saul permaneció en el sector Road West. Grace tomó un descanso de cinco minutos y estudió la última historia. El fuego era peligroso allí. La Jefa Ashanto estaba hablando de llevar los equipos. El mensaje de radio silenció el centro. —Camión volcado. Fuego... Road West... —¡Saul! Se apoderó del brazo de su compañero, el oficial de la ambulancia de St. Johns, manteniendo su posición vertical, la cual le impedía correr.

—Estás demasiado involucrada emocionalmente.

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La Jefa Ashanto despachó órdenes. Ella se negó a dejar que Grace acompañara al equipo de rescate.

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—Espera —dijo con dureza.

El otro oficial de primeros auxilios se fue, dejando a Grace atendiendo lesiones en piloto automático. Todo su ser se esforzó por escuchar las noticias a través de la radio. Era el peor momento para que la cobertura de telefonía móvil fallara. Una de las torres debe haber sido dañada por el incendio forestal. Alguna gente se rió del patriotismo mostrado en el Día de Australia y se preguntaban cómo era la fiesta celebrada. Mientras Grace esperaba angustiosamente noticias de Saul, ella podría haberles dicho que el Día de Australia era acerca de la comunidad apoyándose entre sí. Compañerismo significaba algo más que un deporte y amigos de la escuela. Se trataba de estar allí el uno al otro. Ella compartió su terror por Saul con todo el mundo esperando en el centro de SES noticias de sus amigos y familiares. Y ella aplaudió y gritó con ellos cuando las noticias llegaron. —No hay víctimas mortales —informó el equipo de rescate en la radio crepitante—. Repito. Todo el mundo está vivo.

Saul saltó desde el asiento del conductor del sobreviviente camión de bomberos.

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En una de las ironías de la naturaleza, el viento volvió a la vida, y propiamente, la brisa marina occidental mientras la expedición de rescate volvía. Las ambulancias se reunieron con ellos para llevar a los más gravemente heridos al hospital. Los autos esperaron para transportar a aquellos que podían caminar.

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Las malas noticias eran huesos rotos y quemaduras. Un helicóptero no pudo aterrizar en medio del infierno, pero el equipo de rescate y la tripulación sobreviviente del camión transportaban a todos los demás.

Grace corrió y lo abrazó. Estaba llorando demasiado para decir algo coherente. Se quedaron allí durante unos minutos sin decir nada, solo abrazados fuertemente. Luego ella se secó los ojos con el uniforme sucio y le dio un puñetazo. —Nunca, nunca vuelvas a hacer eso. —¿Hacer qué? —Ni siquiera pretendió retroceder en su golpe. Su pulgar siguió las lágrimas a lo largo de su mejilla. —Hacerme pensar que te había perdido. Esta vez su abrazo casi le quebró las costillas. Olía a humo y sudor y a ella no le importaba. No le importaba estar empapada de lágrimas. Ella lo besó como si fuera la vida misma, y él le devolvió el beso.

*** Una hora más tarde Saul había terminado su celebración de sesiones informativas y Grace había entregado a otros dos oficiales de primeros auxilios. El fuego no estaba bajo control, pero agradecían que el cambio en la dirección del viento se estuviera haciendo allí. Grace tenía las llaves del auto de su padrastro. Saul las tomó de ella y abrió la puerta del pasajero.

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—Te amo. —Él cerró la puerta del auto y se dirigió hacia el lado del conductor. Su amplia mirada de ojos se enganchó en él mientras llegaba—. Estoy sudoroso y maloliente y necesito una ducha de la peor manera. No es así como pensé en decirle a una mujer que la amo. Pero sí, Grace. Te amo. —Ya que ella parecía incapaz de dar una respuesta, él arrancó el auto, bordeó la zona de estacionamiento llena de gente y se dirigió a su casa. Su respuesta

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Ella era tímida con él. Sus ojos enrojecidos evitaban mirar en su dirección. Le tomó la barbilla.

podría esperar, porque sabía cómo se sentía. Lo había admitido con su abrazo desesperado y lágrimas. Llegaron a su casa antes de decir cualquier cosa, y luego su voz era demasiado tranquila, casi desprendida. —Ya estás listo para sentar cabeza. Tú mismo lo dijiste. Quieres matrimonio e hijos y todo. Crees que soy la sensible clase de mujer que… Él la interrumpió con un beso. —No, Grace, me enamoré de ti, y luego tuve que averiguar qué significaba ese extraño sentimiento. Ella se apartó de él, saliendo del auto y se dirigió con él a la puerta de atrás. Él la abrió y se inclinó para desatarse las botas. Las pateó y salió de los monos quemados. Su camiseta de algodón y shorts se aferraban a él. —¿Estar enamorada significa estar asustada y eufórica y no ser capaz de imaginarme sonriendo sin ti? Ella lo miró con unos ojos que se lo comían. —Sí. Y también significa querer darte romance, pero a sabiendas de que estar contigo, aquí, ahora, en realidad es poco romántico y mucho más importante. Su sonrisa encantadora apareció.

Grace sintió los músculos de su espalda de nuevo mientras él la levantaba. Ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura.

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—Real y para siempre.

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—Es real entre nosotros, ¿no?

—¿Dónde vamos? ¿Cama? —Después. —Él la besó profundamente—. Ducha primero. —Mmmhmm. —Su boca hizo lo imposible para autocontrolarse. Le encantaba el sabor de él—. ¿Dije que te amo? —No. —Él se mordió el labio inferior—. Pensé que te haría gritarlo. Ella se estremeció ante la amenaza sensual. En el baño, la dejó deslizarse por su cuerpo, y luego dio un paso atrás para quitarse la camisa y los shorts. Buscó con su propia ropa, más preocupada por lo que él estaba revelando. Él estaba ya excitado y sonreído mientras veía como ella lucía. —Te deseo. Desnudos, se metieron en la ducha. El agua golpeaba contra ellos, deslizándose en su beso y sobre su piel. —Deja que te frote rápidamente —dijo. El jabón se deslizó sobre él, trazando un patrón que quería seguir con las manos y la boca. La vio mirarlo, y arrojó el jabón. —Ven aquí.

Solo su brazo la sostenía mientras su mano libre la llevaba al orgasmo.

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—Por favor, por favor, por favor.

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El agua debió estar al vapor. Dondequiera que él la tocaba la hacía gritar de sensibilidad. Su boca era un tormento y promesa.

—Eres hermosa. —Él cerró de golpe el agua mientras jadeaba en busca de aire. —Saul. —Sus ojos se abrieron en señal de protesta. —Condón. Cama. —Los monosílabos y el rubor en sus pómulos proclamaban su excitación. Mantuvo sus manos lejos de él—. ¡No! No me toques. De lo contrario, habrá terminado demasiado pronto. Te deseo tanto. Él la llevó a su habitación y la dejó caer sobre la cama, siguiéndola hacia abajo para un beso duro antes de desenrollar el condón. Un momento después estaba en su interior. Todo su cuerpo se arqueó en el éxtasis del ritmo que él estableció. Cuando se vinieron, juntos, nunca nada se había sentido tan bien. Nada lo haría. —Te amo. —Sí. —Él sonrió, arrogante, machista, magnífico, y suyo—. Escuché tu grito.

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Fin

Sobre la autora

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Jenny Schwartz es una autora en el oeste australiano. Su anuario de la secundaria predecía que ella sería una escritora, algo sobre siempre tener su nariz en un libro. Cuando no está viviendo las expectativas de otros, ella disfruta de días vagos en los suburbios y de cocinar una colección de recetas salvavidas.

Traducido, corregido, revisado y diseñado en…

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Realizado sin fines de lucro para promover la lectura. Apoyemos a los autores y editoriales comprando el original.

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Disclaimer

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Capítulo 5. Capítulo 6. Sobre la autora. Page 3 of 55. Jenny Schwartz - Mistaken Engagement.pdf. Jenny Schwartz - Mistaken Engagement.pdf. Open. Extract.

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