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1. Dios, Autor de los Escritos Bíblicos: ¿En qué forma? Millones de cristianos hoy día asumen primariamente la suposición literal de que la Biblia fue escrita por Dios. Surge, entonces una pregunta, ¿Cómo entender la autoría divina de la Biblia? Hay que clarificar primero que, Dios es en verdad el autor de “toda” la Biblia. Quién suponga lo contrario, no sólo yerra... ¡aberra! El problema estriba, no obstante, en la forma de entender esa autoría de Dios.

Dios ¿en qué sentido es autor? La expresión “Dios autor de la Biblia” no quiere decir que la Biblia haya caído del cielo milagrosamente. Fiel a su providencia ordinaria de conducir al hombre, ha escrito la Biblia sirviéndose de los hombres cDerechos omo insde truAutor mentos “que fueron impulsados por el Espíritu Santo para hablar de parte de Dios” (2Pe 1,21). Dos autores trabajan simultáneamente: Dios como autor principal y el escritor humano como autor instrumental. Dios se sirvió de un Moisés o de un Mateo como el pintor se sirve del pincel para producir un cuadro o como el músico que pulsa las cuerdas del arpa para ejecutar una melodía (A. Viñas)

Hoy tenemos muy definido el concepto de autor. Quien escribe un libro, lo proclama suyo a través del “copy right” (Derecho de propiedad). ¿Ocurre igual en la Biblia? ¡De ningún modo!. En ella jamás figura el copy right de Dios, por no haber escrito él cuanto se lee en sus textos. ¿Cómo explicar, pues, que por una parte Dios sea autor de los libros y por otra no se le haya de asignar nada de lo escrito en ellos? Para despejar esta incógnita, se impone esclarecer uno de los conceptos más usuales entre quienes buscan en verdad saber lo que la Biblia “quiere decir”. Tal concepto recibe el nombre de “inspiración”. ¿Quién no ha oído, en efecto, decir, que los escritos bíblicos están inspirados por Dios?

Antes de seguir a delante con el tema, mira el video que a continuación te presento. Así el contenido que leerás a continuación te resultará más fácil de comprender y no enredarte: INSPIRACIÓN BÍBLICA Si el link no te abrió directamente, copia y pega en tu navegador la siguiente dirección: https://www.youtube.com/watch?v=KkpbcKQQn b0

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1.1. El Problema de la Inspiración Bíblica ¿Qué se ha de entender por inspiración? Es ésta una palabra de la que todos nos servimos en el lenguaje vulgar. Con ella connotamos las ideas, afectos y sentimientos que nos infunde cuanto cautiva nuestra atención. Así, por ejemplo, si alguien contempla a una madre acariciando a su niño, no es difícil oírle exclamar: ¡cuanta ternura me “inspira”! Y la miseria, ¿no “inspira” compasión? Abreviando, nuestra vida se “inspira” en lo que acontece a diario. Idéntico criterio puede aplicarse a lo hablado o a lo escrito. ¿Cómo no recordar, al respecto, que los antiguos latinos asignaban a las “musas” la “inspiración” de poetas y literatos? Incluso nosotros, tras escuchar una sugestiva disertación, solemos comentar: ¡qué discurso tan inspirador! Pues bien, también los libros bíblicos fueron escritos bajo el impulso de una singular “inspiración”. Esta, ¿de dónde fluía? Nada menos que del propio Dios. Ello equivale a afirmar que, sin esa fuente de “inspiración” divina, no se habría redactado ningún texto bíblico. Exactamente igual que un poeta –tal pensaban los antiguos- era incapaz de versificar si las “musas” le negaban su “inspiración. ¿Significaba esto que las “musas” escribieran las poesías? ¡En absoluto! La redacción incumbía al poeta. Las “musas” le ofrecían una singular luminosidad conocida como “inspiración”. Sin tal luz, nadie podía ejercer de poeta. Siendo así, lógico es suponer que los escritores humanos no habrían escrito ni un solo renglón a menos que Dios antes les iluminara con la luz de su “inspiración”. Ahora, en un caso así, ¿de quién es el copy right? La respuesta no admite réplica: de quien redacta la obra. Sería, en efecto, absurdo asignar a las musas el derecho de propiedad. Tan absurdo como otorgárselo a Dios. A partir de esto, la dificultad surge a la hora de precisar qué inspira Dios: ¿palabras?, ¿ideas?, ¿sugerencias?.... ¿qué? Tal es la pregunta que los cristianos en más de veinte siglos no nos cesamos de hacer. No es extraño suponer, que muchos cristianos todavía piensan que Dios fue dictando una a una cuantas palabras integran la Biblia. Tal sugerencia jamás se vio cuestionada en la antigüedad. No obstante esta visión tan simplista hoy sólo viene suscrita por quien se ancla en el medioevo. No en vano hace ya mucho tiempo que la teología católica limita a las solas ideas esa “inspiración” de Dios. A su juicio, la divinidad las habría ido metiendo en la mente del escritor, el cual las expondría con las palabras más acordes con su idiosincrasia y cultura.

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Este último enfoque engarza mejor con la modernidad. Mas ello no impide que sea también cuestionado. Y cada vez con mayor rotundez. La razón es muy obvia: los libros bíblicos contienen un mensaje hecho no sólo de ideas, sino de vivencias. Y cuanto incide en la vida no puede arroparlo sólo la idea. En realidad, ésta carece de fuerza para activar vivencias. Pues bien, al brindárnoslas Dios en la Biblia, si impone situar en un plano distinto su “inspiración”. Tal es uno de los más acuciantes cometidos de la hermenéutica bíblica (ciencia que busca la forma más apropiada de interpretar los textos sagrados). 5

1.2. ¿Qué inspira Realmente Dios? Hoy los estudios bíblicos están dando pasos agigantados. Y ello se debe, no a que los teólogos sean más inteligentes, sino a que disponen de mayor información. No en vano la arqueología (estudia los vestigios de las culturas antiguas), la paleontología (estudia los vestigios de los de los organismos) y la paleografía (estudia los vestigios de las escrituras antiguas) sirven de gran ayuda para robar secretos a la Biblia. Ello quizá justifique la convicción de que todo lo escrito en los libros fue antes vivido por la colectividad. En otras palabras, los escritores sagrados se limitaron a consignar en sus obras cuanto antes viviera el pueblo. La historia atestigua, en efecto, que éste invirtió siglos en vivir su experiencia de fe, antes de que se le ocurriera redactar un solo libro. Tal constatación, que hoy nadie impugna, ha dado un drástico viraje a la forma de entender la “inspiración”. Se supone de hecho que ésta comenzó adentrándose en la vida de la colectividad, cuya fe canalizaba por completo su andadura. Así pues, cuanto ocurría en el pueblo, venía interpretado sin más como don divino (sí era para bien) o como acción demoníaca (sí era para mal). Mas como la vida sólo es que se asignara a Dios cuanto iba enriqueciendo su historia. Ello justifica que hoy, al definir la “inspiración” bíblica, se tienda a situarla en tres planos complementarios:  Inspiración a vivir: Sería el impulso que Dios no cesó de infundir a su pueblo para que se comportara de acuerdo con sus deseos. Y así entendió él su historia, tanto personal como colectiva. Tenía claro que nada sucedía, dentro o fuera de los individuos, sin el previo beneplácito de la divinidad. Ejemplo: ¡Abraham! Su vida entera quedó convertida, a juicio del pueblo, en “oráculo

divino”. Tanto que en cuanto hizo aquel patriarca siempre se quiso ver la voluntad de Dios.  Inspiración a hablar: Hubo, en la historia bíblica, infinidad de personas que no escribieron ni una sola palabra. Mas su vida entera se entendió como expresión del designio de Dios. Y así, cuanto tales personas decían, se aceptaba como proveniente de Dios. Ejemplo: ¡Elías! Este profeta nada escribió. Mas ello no impidió que toda su predicación se supusiera impulsada por la divinidad.  Inspiración a escribir: Tampoco faltaron ciertos individuos que, recogiendo el flujo de lo vivido (v.g. Abraham) y de lo proclamado (v.g. Elías), redactaran una serie de libros. Y en ellos vertieron las vivencias de una colectividad que todos sabían apadrinada por Dios. Ejemplo: ¡Isaías! Nos legó una obra genial, en la que plasmó la inquietud religiosa del pueblo, decantada a luz de su propia vivencia de fe. 

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1.3. La Inspiración Bíblica Hecha Historia. Se resume en un pequeño cuadro este proceso. Recordando que la inspiración parte del principio mismo de la vida, vida que se interpreta en sus tres momentos: pasado, presente y futuro:

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2. Los Autores Humanos Todo creyente contempla la Biblia como el rico manantial del que fluye el agua capaz de aliviar su sed a nivel de existencia. No obstante, quien se adentra en su lectura tarda poco en comprobar que numerosos pasajes contienen mucha paja y poco grano, mientras otros ofrecen unos planteamientos que provocan sorpresa e incluso perplejidad. ¿Qué decir? Todo ello es cierto. Pues bien ¿cómo puede ser así si su último responsable es nada menos que Dios? En los escritos bíblicos abundan las imprecisiones. No importa, muchas manos han intervenido para configurarla, y esas manos, no siempre gozaron de la pulcritud, finura y elegancia de los más exquisitos literatos de la historia. Además son estas imprecisiones y fallas, las que muestran la poquedad de las personas a quienes Dios encomienda su redacción. Pero no se puede negar que en su conjunto es una presentación armónica. Sólo el conjunto acredita la genialidad de su ARQUITECTO-DIOS.

UNA OBRA DE AUTORES HUMANOS: Hubo un tiempo en que se tenía una idea demasiado esquemática de la psicología de los inspirados. Se los imaginaba como intelectuales en su mesa de trabajo, investidos del influjo divino en el momento preciso de la composición del libro y abandonados a sí mismos una vez realizada su tarea. Ahora bien, los prólogos de san Lucas, de 2Mac, de Sir 12,10-12 nos muestran que la realidad era muy distinta. Cuando un autor sagrado comienza a escribir, posee ya todo un bagaje de experiencias y conocimientos. No por ello hay que creer que la providencia no haya influido en estas adquisiciones, puesto que la redacción del libro inspirado dependerá de ellas. Pero sería muy difícil detectar el juego infinito y sutil de la gracia en la vida del autor.

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El autor humano es un verdadero escritor. La elección de Dios lo destinó a ser transmisor de la revelación poniéndola pro escrito, y él puso todas sus cualidades humanas al servicio de eso que llamamos “escribir un libro”. Dios concurrió con esas cualidades, sin anularlas ni imponerse, y por eso los que llaman al escritor humano instrumento de Dios añaden que es un instrumento muy singular (¡no es una pluma de escribir!), puesto que está dotado de razón, de voluntad, de libertad. El Concilio Vaticano II lo llama autor; es autor literario, portavoz de Dios, pone por escrito la Palabra divina. La inspiración bíblica es personal; pero todos sabemos que un escritor no es un ser completamente aislado; menos aún en el pueblo de Israel y entre los primeros cristianos: el escritor bíblico vive en una comunidad que posee una fe religiosa, un culto, un lenguaje (quizá ya adaptado a la propia fe), una historia, etc.

Tal vez es la misma comunidad quien le pide que escriba, y ciertamente él escribe para esa comunidad: un canto para la liturgia, una serie de normas morales o litúrgicas, la historia de las hazañas de Dios a favor de los suyos, etc. Una comunidad viva, como era, por ejemplo, la Iglesia primitiva, parece que en un momento dado como que exige que su fe se ponga por escrito; esto lo hace un autor determinado (cuyo nombre puede haberse conservado o perdido) que vive en ese ambiente social y religioso; en este sentido puede hablarse de la comunidad como causa moral de un libro.

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Una forma de aterrizar todo lo visto y leído hasta ahora es revisar tu propia experiencia de cercanía o distanciamiento de la Palabra de Dios. De dejar en evidencia y constancia lo que creías antes de estos temas y lo que ahora sabes al respecto, destacando (en tu cuaderno de notas o cuaderno espiritual) en qué te beneficia espiritualmente este nuevo conocimiento adquirido y de qué forma va trasformar tu relación, vínculo y acercamiento Dios a través de su Palabra. La experiencia contada por otras personas te podrá ayudar a fortalecer la presencia de la Palabra de Dios en tu vida como alimento indispensable para el crecimiento espiritual que se transformará en nuevas actitudes de vida apegadas al amor y la misericordia de Dios. Experiencia 1: Consejos para leer la Biblia. Majo Solís. No he querido colocar la experiencia de expertos biblistas que narren desde cocimientos teóricos cómo, cuándo o dónde leer la Biblia. Sino a personas como tú, que están probando, quizá por primera vez, el perderle el miedo (respeto) a la Biblia y entrar en sus páginas y sentir la vivencia de Dios que a ti también te habla, te mueve, te inspira, te llama, te reclama, te enamora y te convierte. Experiencia 2: Cómo leer la Biblia. Mi experiencia y consejos. Vale Chavero Advertencia: Las dos experiencias que se presentan en los videos, son de jóvenes cristianas, más no católicas. Quizás notaras pequeñas diferencias en la manera de expresarse sobre la Biblia. Me hubiese gustado como editor de este curso colocar ejemplos y vivencias de jóvenes católicos que se aventuran a lanzarse a las redes a comentar sus experiencias, sus aprendizajes, sus testimonios de vida con y desde la palabra de Dios. Sin embargo no encontré ningún video luego de horas y hora de navegar por internet. Ojo, no estoy diciendo que no los haya, lo que si estoy diciendo es que no son fáciles de encontrar puesto que en las redes sociales principales: YouTube, Facebook, Twitter, Instagram, entre otras, está inundada por los hermanos de otras creencias religiosas. Hay videos formativos dirigidos por especialistas, pero de esos tú sólo los buscarás si lo estimas conveniente. Yo no los quise colocar en este apartado del Tema 3 porque la idea es que sientas en lo profundo del corazón que la Biblia no es para especialistas, para teólogos o gente sumamente preparada académicamente, sino también para personas que llevan una vida agitada como el

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resto pero, que busca su ratito para ese encuentro delicioso, nutritivo, enriquecedor y amoroso con Cristo Jesús, con el Padre y el Espíritu Santo a través de las páginas cada día más desvencijadas de la Biblia. La mejor Biblia es aquella cuyas páginas están desgastadas por las manos que constantemente hojean sus folios, subrayan los versos que llaman la atención e incluso hacen pequeñas notas personales en las esquinas limpias que tiene cada página. Un llamado: El hacer este Curso de Biblia no es para “tener más conocimientos” de la Biblia, sino para que te atrevas a tener nuevas vivencias con la Palabra de Dios. Hoy tenemos la facilidad de la tecnología que en un pequeño dispositivo de bolsillo tenemos: teléfono, correo, cámara de fotografía y cámara de video; además contamos con aplicaciones para hacer documentos, tomar apuntes, hacer notas de voz, etcétera. Mi deseo es que algún día me tropiece por las redes con alguno de ustedes, quienes tomaron este Curso “On line” de Biblia y tenga su propio Canal de YouTube en donde anime desde su experiencia a otras a alimentarse de la Palabra de Dios contenida en cada página de la Biblia: desde “El principio” hasta el Amén. O un bloguero(a) que comparta “tips” de Lectura de la Sagrada Escritura basados en su propia experiencia. Las posibilidades son infinitas como la creatividad y la imaginación de cada uno. Observación final de este Tema: Lo que dice Vale Chavero sobre el Apocalipsis no es así tajante, no es que no lo leas de plano. Sino que busques la ayuda, ahora sí de una persona, con cierta instrucción que te ayude a comprender “el lenguaje profético” con el que fue escrito este Libro, que no tiene nada de tenebroso, ni tampoco algo a lo que hayas de tener miedo. Recuerda siempre que Dios es Dios de Amor y no de temor. Si los enlaces a los videos de arriba no abren recurre a este recuadro en donde están las direcciones web de los dos videos. Es cuestión de copiar la dirección y pegarla en tu navegador y a disfrutar de la simpatía de estas youtubers de la Biblia: 1. https://www.youtube.com/watch?v=gPYiYFHhSnI 2. https://www.youtube.com/watch?v=y3bZmy9-8LU

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