Huertos de ocio, huertos urbanos la historia continúa Rita Monfort arquitecta
Cuando se habla de huertos de ocio o huertos urbanos, nos enfrentamos a algo que va más allá de una superficie acotada de tierra cultivada. Esta “intrusión” de la huerta en la ciudad, responde a una serie de situaciones sociales y necesidades y voluntades humanas, convertido actualmente en un fenómeno social. Sin embargo, aunque ahora sea visto como novedoso, llevan décadas existiendo sin llamar la atención y mucho más tiempo de historia propia. Es indiscutible que los huertos urbanos subsisten gracias al interés de actuación y participación de los ciudadanos, incluso creando redes de actividades relacionadas con la agricultura. Y, aunque por norma general los huertos urbanos se relacionan con movimientos vecinales o actuaciones ciudadanas, en el caso de Madrid aún es más evidente en comparación con el de otras ciudades.
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uando se habla de huertos de ocio o huertos urbanos (dependiendo de su situación geográfica) nos enfrentamos a algo que va más allá de una superficie acotada de tierra cultivada. Esta “intrusión” de la huerta en la ciudad, ahora visto como novedoso aun llevando décadas existiendo sin llamar la atención y mucho más tiempo de historia propia, responde a una serie de situaciones sociales, necesidades y voluntades humanas, convertido actualmente en un fenómeno social. “En la dimensión social son espacios de participación, en los que se desarrollan sentimientos de apropiación y responsabilidad. Contribuyen a la educación ambiental y aumentan la seguridad alimentaria. Contribuyen al desarrollo local por sus aportes a la formación y en menor medida a la creación de empresas sociales.1” Los huertos urbanos empezaron por necesidad. En la ciudad industrial del s.XIX y principios del XX, surgieron como una actividad indispensable para la supervivencia, como apoyo a la economía familiar de unos ciudadanos que se habían trasladado a la ciudad desde el campo para trabajar en la industria y se encontraban con que con ese sueldo no podían vivir. Curiosamente se encontró la solución implantando la agricultura (algo en lo que muchos de ellos habían dejado de trabajar para ir a la urbe) en el interior de la ciudad, en forma de huertos ocupando terrenos que quedaban entre los edificios. En la primera mitad del s.XX los huertos urbanos volvieron para solucionar la falta de acceso a alimentos durante las guerras y más tarde para minorar las deficiencias que habían dejado éstas, siendo los mismos gobiernos los que los organizaban. Y no es hasta los años 70 cuando se relacionan con una forma de vida, con la autogestión, la integración social, educación ambiental y el desarrollo local. En España la historia de los huertos urbanos es ligeramente distinta; por un lado porque la misma historia de España ha llevado un camino diferente al del resto de Europa y los periodos de guerras no coincidían y, por otro lado, porque se da la característica que muchas de las ciudades españolas estaban rodeadas de huertas o de campos, entre ellas Madrid, y no tuvieron el problema tan grave de acceso al alimento que tuvieron las ciudades de otros países. Sin embargo también aquí fue impulsada la formación de huertos para ayudar a las familias durante la dictadura franquista por medio del Instituto Nacional de Colonización. Fueron llamados “huertos familiares”. “Según un folleto informativo editado por el INC en 1945, los «huertos familiares» se situarían en una parcela que mediante el pago de una cuota anual llegaría a ser propiedad del campesino. El cuidado del huerto se debe realizar en las horas libres de los miembros de la familia, sin desatender sus ocupaciones habituales. Para ello, los cultivos deben ser variados (verduras, hortalizas, frutas, piensos y forrajes) y estar distribuidos a lo largo del
año, de modo que su cuidado no interfiera con los momentos de cosecha de las grandes propiedades locales y alivie el paro estacional, procurando una mayor estabilidad social. El INC destaca una serie de ventajas que denomina de carácter sanitario (mayor variedad de alimentos), social («despertar la idea de propiedad en el mayor número posible de españoles»), económico (ahorro en el transporte) y nacional (descenso de la mortalidad infantil y servir como escuela de regadío para futuras colonizaciones). Además recuerda a los empresarios agrícolas que de este modo los campesinos rendirán más en el trabajo.2” Concretamente Madrid siempre ha estado en contacto con el mundo agrícola, pero es a partir de los años 80 cuando se retoman estos huertos vinculados a la ciudad: “Madrid, por su situación junto al río Manzanares, ha sido durante siglos una fértil vega cubierta antaño de pequeños huertos productores de azafrán, garbanzos, habas, melones, pepinos y frutales varios. Se tiene constancia de huertas y olivares en la puerta de Guadalajara – junto a la actual calle Mayor - , en la calle de Segovia, en Leganitos, en la Florida… un carácter que se perdió al llegar el siglo XX y la modernidad. La ciudad creció y sepultó las antiguas huertas. Hasta los años 80, en que surgió un movimiento de vuelta a otro modo de vida. Nacieron las escuelas-taller de Quinta de los Molinos, del Capricho, los huertos de San Fermín, en Usera, o los de la calle Miguel Hernández, en Vallecas. Algunos se asientan sobre lugares singulares, como el Retiro o Jardín Botánico; otros los promovieron colectivos profesionales como los taxistas en el aeropuerto de Barajas, o jubilados en Valdebernardo, junto a las vías del tren. El resto, son fruto del trabajo y el esfuerzo de vecinos de diferentes barrios: Lavapiés, Adelfas, El Pilar, Almenara, Hortaleza… o por organizaciones como Cruz Roja, que cuenta con uno en la azotea de su sede de la calle Pozas.”3 Hoy en día este tipo de huertos se consideran un pasatiempo, de ahí el nombre de “huertos de ocio”. Un hobbie que cada vez tiene más adeptos en los habitantes de las ciudades, hasta el punto de que ya no existen sólo en cota 0, sino que las personas que no tienen acceso a un terreno lo organizan en la azotea del edificio, en la terraza de la vivienda, o, incluso en el interior soleado a base de macetas. Un hobbie relacionado con el ocio, la naturaleza, el interés por alimentos de calidad, la recuperación de una cultura agrícola, y la educación medioambiental para los más pequeños. Son la contraposición a la ciudad, al estrés, al fast food… son una especie de señuelo de la sostenibilidad y de la salud. Se asocian a la calidad de vida, al contacto con la naturaleza, a tomar alimentos de calidad… quizá por ello tengan tanto éxito y llamen tanto la atención, principalmente en grandes ciudades.
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Ya han dejado de ser producto de la necesidad, al menos en la mayoría de los casos. Ahora son un fenómeno que afecta a personas de todas las edades y clases sociales: desde jóvenes con sus carreras y sus trabajos, pero preocupados por saber lo que comen y de donde viene, que buscan pasar un tiempo cerca de la naturaleza o que quieren enseñarles a sus hijos el proceso agrícola, hasta jubilados que trabajaron en el campo antes de trasladarse a la ciudad y ahora que tienen tiempo quieren retomarlo. Para unos y para otros un huerto de ocio tiene el tamaño perfecto para poder llevarlo a cabo. Una huerta de mayor dimensión sería inviable, para unos por falta de tiempo y para otros por falta de fuerzas, de esta manera el huerto se convierte en el espacio perfecto para que cada uno lleve a cabo su anhelo. Por todo ello los huertos de ocio se convierten en algo más que un simple pasatiempo: • Por un lado afectan a todos los ciudadanos como sociedad, no sólo a los que los cultivan, sino también a los que los ven desde fuera: cambiando características culturales de manera indirecta, haciendo más conscientes a todo el mundo de los orígenes de los alimentos (a los huertos de ocio se les asocia con agricultura ecológica), de los cambios de estación, de la importancia de los productos de temporada y recordando y revitalizando la cultura agrícola, pasando los conocimientos de una generación a otra. Ahora que la agricultura como trabajo cada vez tiene menor acogida en las nuevas generaciones, el hecho de que de alguna manera se preserve el modo de trabajar la tierra y el conocimiento adquirido a través del tiempo y se transmita de una forma natural es de gran importancia. Esto hace también que se dé una coexistencia vecinal entre personas que, a priori, no tienen nada en común. Además los huertos, como cualquier zona verde existente en la ciudad, colaboran a hacer espacios más sostenibles. • Por otro lado también atañe al contexto en el que se encuentra, transformando de una manera sutil el paisaje en el que se sitúa. La agricultura tiene una estructura muy definida y característica, creando líneas paralelas y rectas de forma natural, adaptándose al terreno y teniendo como único objetivo ser lo más eficiente y productivo posible con el espacio del que se dispone. Este rasgo hace que el paisaje que crea la agricultura sea reconocible a simple vista, diferenciándolo de un jardín o de un espacio natural. A esto se le añade que los huertos de ocio tienen una superficie reducida comparada con las parcelas de huerta o campos de frutales o cereales, y que cada “agricultor” cultiva lo que desea, tanto en producto como en cantidad (incluidas plantas ornamentales), y, lo más probable es que no coincida con el huerto de al lado, creando dentro de la estructura ordenada característica de la huerta, una anarquía de colores y formas respetando, siempre, las líneas rectas. De esta manera dependiendo de donde se encuentre situado el huerto ocurren dos tipos de cambios de paisaje:
o En la ciudad (huerto urbano), dentro del paisaje urbano: introduce la estructura agrícola en la estructura urbana, ya sea sustituyendo a un solar (con lo que la transformación es aún más evidente) o a una zona verde. La estructura de la ciudad se encuentra desvirtuada por la estructura agrícola, cuando, en un principio, son polos opuestos. En caso de estar situados en un jardín o parque, se produce un espacio excesivamente ordenado (los huertos) dentro de una copia artificial de lo natural donde se crean incluso topografías cuando no las hay (el jardín). o Fuera de la ciudad (huertos periurbanos o, en general, de ocio), dentro del paisaje agrícola: dicho paisaje está muy definido por parcelas de características iguales o parecidas (dimensión, cultivo…). Con la introducción de huertos urbanos se da el caso de reducción de la escala típica por división de parcelas de un terreno mayor para convertirlas en huertos de ocio, o la transformación de uno de esos terrenos al completo en huerto de ocio, quedando alterada su característica principal que es el orden (mismo producto en todo el terreno, estructura interior precisa: cuadrícula o paralelas) para dejar paso a un sistema confuso de cultivo (diferentes productos en la misma parcela: planta ornamental, vegetales, árboles frutales… y estructura anárquica: no sigue un orden concreto, o se mezclan muchas estructuras donde antes sólo había una). Aunque en general los huertos urbanos se relacionan con movimientos vecinales o actuaciones ciudadanas, en el caso de Madrid aún es más evidente en comparación con el caso de otras ciudades, como Barcelona. Es indiscutible que en todos los casos los huertos urbanos subsisten gracias al interés de actuación y participación de los ciudadanos, incluso se ha creado una red de actividades más allá de los meros huertos, como pueden ser cursos relacionados con agricultura, redes de huertos en terrazas o balcones, mercados de productos ecológicos… En Barcelona, sin embargo, ha sido la administración la encargada de crear esta estructura de huertos urbanos, procurando su existencia en todos los distritos. Esto se percibe en una estética general que se repite en la mayoría de los huertos, una estética que se podría llamar de marca incluso: instalaciones, cartelería, indicaciones, materiales… Ayudada por el orden en el que están situados los huertos, terrenos divididos en parcelas de unos 30m2 cada una, realizadas con líneas paralelas, ocupando un solar claramente delimitado por una acera o una medianera. Los huertos situados en el Parque Güell serían la excepción a este orden tan urbano, debido a que ya existían antes de que la administración crease la red de huertos en la ciudad: perteneciendo en el pasado al guarda del Parque Güell, fueron los propios vecinos los que se hicieron cargo de estos huertos evitando de esta manera, e irónicamente, que la administración los destruyese.
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Esquemas de las diferentes posibilidades que se están dando en el cambio de paisaje, tanto urbano como agrícola, con la introducción de los huertos de ocio. Autora: Rita Monfort
En Madrid, por contra, no existe este orden tan claro ni esta estética repetitiva que podemos ver en Barcelona, y se acerca más a la estética rural de la pequeña huerta acompañada de elementos reciclados tan propios de este tipo de cultivo. Posiblemente sea así por el hecho de que en este caso, siempre hayan sido los ciudadanos los que hayan tomando la iniciativa para crear este tipo de huertos. Así como el mundo del campo está unido al reciclaje y todo material se intenta aprovechar para lo que pueda servir (desde formar parte de la valla a ser utilizado como regadera), de esta manera también en Madrid ha perseverado esta estética del reciclaje y cada huerto tiene su propia estética que nada tiene que ver con los del resto salvo su similitud con la huerta de siempre. Ayudada esta
vez por la falta de lindes tan evidentes como ocurre en otras ciudades y rellenando espacios muchas veces en el borde urbano de la ciudad, el cual no se sabe donde empieza y donde acaba. Se podría decir incluso, más unido a la estética del campo que a la urbana, algo que no ocurre en todos las ciudades. A pesar de estas diferencias, en los dos casos, se integra la estructura de la huerta en el interior de la estructura urbana aconteciendo los cambios de paisaje de los que se hablaba anteriormente de una forma u otra, acordes con la historia de incursión en la ciudad.
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En el caso de Madrid es en los años 80 cuando se plantea el legalizar el uso de los llamados “huertos metropolitanos” y crear una normativa al respecto después de realizar un estudio sobre el estado en el que se encuentran y sus características: “El 64% de la superficie total ocupada y el 57% de los hortelanos se encuentran en el término municipal de Madrid. El 33% de la superficie y el 35% de los hortelanos se encuentra en el Este. (. . . ) Casi en su totalidad ocupan terrenos sin autorización del propietario, en general el Estado (márgenes de ríos y redes de infraestructuras, cañadas reales, suelos residuales sin propietario aparente, etc). Comunidad de Madrid, 1983 […] Los huertos son principalmente de subsistencia, aunque también se da la venta de excedentes en algunos casos. Los cultivan en general hombres mayores de 45 años, parados o jubilados. Se comparte el cultivo con otros usos como reciclaje o cría de ganado (gallinas, conejos, cerdos e incluso corderos). Si en la Europa rica los huertos urbanos son el recreo para el obrero y empleado socialdemócrata sin serios problemas económicos, en Madrid los huertos son el sustento ante la escasez. Ballesteros, 1984”4 En los años 90, con el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid de 1997 y su reclasificación del suelo son eliminados muchos de los huertos urbanos que se habían tenido en cuenta en la ordenación anterior. A partir de ahí los huertos urbanos poco a poco van perdiendo su importancia, posiblemente no sólo porque la administración los elimine de los planes, sino también porque los ciudadanos carecían de interés por mantenerlos. Se llega de esta manera a una época en la que en Madrid, y en general en España, los huertos urbanos y periurbanos no son necesarios para ayudar a la economía familiar (al menos en la medida en lo que eran antes) y aún no se ven como una forma de ocio, estando aún muy ligados a la población más pobre y al chabolismo. Es en esta última década cuando los “huertos de ocio” toman su notoriedad realmente como “ocio”, poco a poco, como uno de los frutos que ha dado la novedad de la “sostenibilidad”. Una vuelta a los orígenes, los concepto de agricultura ecológica y productos de kilómetro 0, la posibilidad del contacto con la naturaleza, el enseñar a los más pequeños como crecen las plantas y de donde proceden los alimentos, el placer de poder comer los frutos que se han cultivado unido a la carencia de sabor o sabor distorsionado que tienen la mayoría de productos que se adquieren en supermercados… todo esto ha hecho que se vuelva deseable (incluso un lujo) el tener un huerto urbano propio y el poseer un terreno en la ciudad donde poder cultivar. Llegó un momento en el que la gente los vio como
algo a lo que querían dedicar su tiempo libre, no por necesidad de subsistencia, ni por tener un apoyo económico, simplemente por el placer de hacerlo. Actualmente en Madrid existen escuelas-taller, asociaciones, huertos vecinales… Pero también durante esta última etapa han habido problemas con la aceptación de estos huertos, ya que se creaban en un estado ajeno a la legalidad, por lo que algunos de ellos han sido desalojados, como el huerto urbano impulsado por el colectivo “Esta es una plaza” en la calle de Doctor Fourquet en Lavapiés en 2009.5 Un indicador de la presencia de un hito en la sociedad es la cantidad de actividades que surgen en relación con él. En este momento en Madrid existe la Red de Huertos Urbanos de Madrid que se define como “La Red de Huertos Urbanos de Madrid es una iniciativa impulsada por diferentes colectivos que se dedican a la agricultura en los espacios urbanos, en la ciudad de Madrid. La creación de la Red surge como respuesta a las necesidades de las huertas urbanas de recibir apoyo mutuo y compartir conocimientos, experiencias, insumos, etc.”6 Formando parte de ella los siguientes huertos: Ciudades Comestibles, Esto es una plaza, FRAVM, Sabia Bruta, Grama, Huerta de Cantarranas, Solar de Antonio Grillo, Kybele, El huerto del Retiro, El tablao de la compostura, IES Barajas, Tabacalera, Revuelta en la huerta, El huerto ambulante y Huerto Aliseda.7 Esta red realiza reuniones periódicas, creando actividades y encuentros relacionados con los huertos urbanos. Además de la red, ya se han creado exposiciones, se organizan cursos y surge el tema de los huertos en encuentros y en congresos. No se puede asegurar lo que ocurrirá en un futuro con este tipo de huertos en Madrid, puede que vuelvan a desaparecer (haciendo cíclica su historia) o puede que queden integrados en la ciudad como un elemento más de la vida urbana. Lo que sí que se puede asegurar es que en la actualidad ya forman parte de la normalidad ciudadana v
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Notas 1. Moran Alonso, N.: Huertos urbanos en tres ciudades europeas: Londres, Berlín, Madrid (2008-2009) 2. Moran Alonso, N.: Huertos urbanos en tres ciudades europeas: Londres, Berlín, Madrid (2008-2009) 3. Medialdea, S.: Madrid ya tiene más de 30 huertos urbanos. ABC Madrid (2012) 4. Moran Alonso, N.: Huertos urbanos en tres ciudades europeas: Londres, Berlín, Madrid (2008-2009) 5. En este caso, como consecuencia de la presión vecinal, el Ayuntamiento cedió finalmente el solar para su uso, hasta que éste se construyese. 6. Página web de la Red de Huertos Urbanos de Madrid ( redhuertosurbanosmadrid.wordpress.com ) 7. Dato obtenido de la página web de la Red de Huertos Urbanos de Madrid (septiembre 2013)
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Bibliografía • Moran Alonso, N.: Huertos urbanos en tres ciudades europeas: Londres, Berlín, Madrid (2008-2009) Madrid. Biblioteca Ciudades para un Futuro más Sostenible, Boletín CF+S nº47/48, Ed.: Instituto Juan de Herrera. • Monfort Salvador, R.: El aporte a la sostenibilidad de los huertos urbanos. Volumen II de “Actes del III Congrés d’Estudis de l’Horta Nord” (2011) Ed: Universitat Politécnica de Valencia. • Medialdea, S.: Madrid ya tiene más de 30 huertos urbanos. ABC Madrid (11/10/2012) • Red de Huertos Urbanos de Madrid (www.redhuertosurbanosmadrid.wordpress.com) • Federación regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (www.aavvmadrid.org)
semillas en la ciudad experiencias y perspectivas de la agricultura urbana y periurbana en madrid
Marian Simón Rojo Nerea Morán Alonso arquitectas urbanistas
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