movimientos sociales e iniciativas de ciudadanía inclusiva en un contexto de crisis sistémica Manuel Basagoiti Rodríguez Paloma Bru Martín. sociólogos

En este artículo queremos acercarnos de forma sucinta a la relación entre los nuevos movimientos sociales y su vinculación con la defensa de los derechos de las personas en situación de mayor vulnerabilidad y/o exclusión social. Para ello partimos de una breve fotografía sobre la situación actual y sobre los problemas que afectan especialmente a estos colectivos, tradicionalmente olvidados e invisibilizados. Posteriormente hablaremos sobre la evolución de los movimientos sociales en las últimas décadas y prestando especial atención a los últimos seis años, periodo marcado por la grave crisis socioeconómica, que ya se expresa en términos de crisis sistémica.

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n 1999, el Informe del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) sobre Desarrollo Humano señalaba: “Los Mercados laborales cambiantes están generando inseguridad a las personas en sus trabajos y vidas. La erosión del Estado del Bienestar elimina las Redes de Seguridad. La Crisis financiera es ahora crisis social”1 . Desde esta y otras Instituciones internacionales se alertaba sobre el grave desajuste existente en el modelo de desarrollo económico mundial, que lejos de generar riqueza en condiciones de igualdad, lo ha hecho remarcando aún más los desequilibrios ya existentes entre países y entre poblaciones. Parece que crecimiento económico no ha sido necesariamente equivalente a mejora de la calidad de vida para toda la población.

aquel no sólo como espacio físico sino como lugar de arraigo cultural y de oportunidades y los recursos como bienes materiales, sociales y políticos (derechos). Detrás de todo ello hay intereses y motivaciones, aspectos estructurales y relacionales que implican igualdad o desigualdad. Los que poseen estos bienes y estas oportunidades quieren decidir quién de los demás merece los trabajos, los derechos, los recursos, etc. Así, se visibilizan las relaciones de dominación de una parte de la sociedad sobre otra, de unos grupos sobre otros, legitimándose una desigualdad5 que acrecienta la distancia y la polarización social entre ricos y pobres, entre mundo desarrollado y subdesarrollado, entre hombres y mujeres, incluidos y excluidos.

1. Contexto mundial

2. Contexto español

1.1. La población urbana en un contexto de riesgo y crisis Esta polarización trae como consecuencia la perseverancia e incluso aumento de las tasas de pobreza existentes. Autores como Ulrich Beck2 nos sitúan en una sociedad del riesgo, donde la población pierde la seguridad sobre la estabilidad de sus ingresos e interioriza sentimientos de fuerte vulnerabilidad ante la falta de bienes materiales, la posibilidad de perder lo poco que se tiene y la falta de poder político para cambiar esta situación. Algunos de estos riesgos son de corte social y económico, como la desigualdad en el crecimiento económico, el aumento de la dependencia en las relaciones comerciales entre países, la precarización del empleo y el aumento de la desigualdad en los salarios, el crecimiento de las tensiones sociales, de las migraciones y los procesos de urbanización, la disminución de la producción agrícola, etc. no sólo amplían las tasas de desempleo y de pobreza existentes sino que refuerzan el grado de desencanto de la población hacia el sistema y hacia los partidos políticos, en los que cada vez cree menos como solucionadores de sus problemas y garantizadores del Bienestar. En este contexto, las ciudades, según el sociólogo Zygmunt Bauman3, en las que vive ya más de la mitad el género humano (y con previsión de que sea el 70% en el 2050), se convierten en “vertederos para los problemas creados y no resueltos en el espacio global”. “La industria moderna ha producido gente superflua, inútil, sin capacidades laborales susceptibles de ser explotadas provechosamente4”. Toda esta población se concentra en las ciudades dando lugar a la aparición de nuevos problemas sociales: segmentación social, segregación, subempleo, malas condiciones de vivienda, violencia e inseguridad… La población autóctona no quiere `sostener´ a esta nueva población, que al unirse a la población en exclusión ya existente, se convierten en una fotografía perfecta de las desigualdades globales. Así, en los ámbitos urbanos más que en cualquier otro entorno se visibiliza la lucha por la legitimidad sobre el territorio y sobre los recursos, entendido

En España, la perseverancia de estas desigualdades sociales se refleja en una continuidad de los niveles de pobreza existentes en la época de bonanza (hasta 2007) y en su incremento exponencial desde la llegada de crisis. Así, según el último informe FOESSA alcanzamos en la actualidad un porcentaje del 21,8% de la población por debajo del umbral de la pobreza y han aumentado en millón y medio los hogares con todos sus miembros activos en paro en tan sólo cinco años. España se ha convertido en el país de la eurozona donde más han crecido las desigualdades sociales, según la OCDE6. Como apunta el Consejo Económico y Social, en un informe del 2013 sobre distribución de la renta en España7, una de las características de la desigualdad en nuestro país viene determinada por la multiplicación por siete de la distancia entre ricos y pobres entre 2007 y 2012. Se preguntan si estamos ante una crisis o esto adquiere tintes de mutación social y si es así, ¿cómo vamos a gestionarla?. La crisis además está teniendo repercusiones graves en los colectivos en situación de exclusión. No solo afecta en lo que respecta al aumento del desempleo, la precariedad y la falta de oportunidades, sino que además se está acentuando una fuerte desconfianza hacia el sistema; el modelo de integración (Estado del Bienestar) en el que nos encontramos se resquebraja por momentos. El contexto global en el que nació, el de una democracia plural en tensión permanente con un mercado competitivo y desregulado, ha terminado por mostrar sus fuertes contradicciones, institucionalizando los métodos del mercado en las formas de proceder del estado y de la clase política. Los tres factores que conforman este modelo de integración social: Derechos políticos (participación efectiva en la toma de decisiones), Derechos económicos y sociales (Protección del estatuto del trabajo poniendo límites a su mercantilización) y Lazos sociales (familia) y comunitarios (vecindad, etnia, religión...) como sostén de todo lo anterior, se ven secuestrados por lógicas de recortes, privatización y represión que los hacen incapaces de garantizar el bienestar social al conjunto de la población.

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La Institución familiar ha sido el sostén del modelo de protección social, junto con la transformación de la relación salarial (haciendo el empleo más estable, más protegido y regulado y con una remuneración por encima del umbral de subsistencia) y el desarrollo de sistemas de protección social (encargadas de cubrir necesidades básicas), sin embargo el aumento vertiginoso del desempleo y su alta precarización y el aumento de las personas condenadas a la asistencia institucionalizada abocan a cada vez más población a la vulnerabilidad y a la exclusión social. Ante esta nueva realidad, se generaliza una respuesta social y política de doble cara: una estigmatizadora y exclusógena, que culpabiliza a la población de su nueva situación y donde el abordaje político que se hace de esta crisis muestran cómo los cauces democráticos de toma de decisiones (políticas, económicas y sociales) están muy alejados de las personas y mucho más de aquellas a las que el sistema ha expulsado; y otra fundamental, integradora y solidaria, cada vez en mayor extensión y desarrollo, que hasta ahora poco más supone que un lavado de cara a las desigualdades, pero sin embargo es central para la dignificación y el resurgimiento de las luchas sociales en los últimos años. Siguiendo planteamientos de Robert Castel8, se configura un nuevo escenario marcado por el conflicto social en el que las antiguas minorías en exclusión están cada vez más marginadas y las mayorías satisfechas, antiguas clases medias, decrecen en cuantía para engrosar y engordar el espacio social de la vulnerabilidad y la precariedad. En lo alto de la pirámide, se consolida la minoría de las élites políticas y económicas. Este conflicto viene marcado por diferentes elementos: el de la lucha política, social y cultural. Política porque asistimos a la extensión de planteamientos de participación activa desde la base social basados en la construcción de formas de democracia participativa, alejadas de la representación de los partidos políticos y que denuncian de forma incesante la conexión corrupta entre clase política y élites económicas. Social, puesto que estas formas de participación implican el surgimiento de nuevas redes cooperativas y de lucha social, la recreación de las ya existentes y la extensión de las mismas hacia y desde diferentes ámbitos locales. Finalmente, asistimos a una lucha cultural puesto que detrás de estas formas de organización de la participación se profundiza en debates que desmontan las mentiras del “Dios Mercado”, que ahondan en la recuperación de valores de cooperación y solidaridad, que plantean alternativas sostenibles desde lo local a la sociedad de consumo de masas, etc. Con estos nuevos planteamientos parecen cuestionarse en cierta medida las antiguas formas de organización social en torno a las Asociaciones y el Tercer Sector. Desde principios de este siglo, con el estallido de los movimientos de luchas globales (alterglobalización), se viene planteando cuál es el papel que las entidades sociales han estado ocu-

pando dentro del sistema tanto de relaciones humanas (sistemas de comunicación) como de relaciones de bienes y servicios (sistemas de producción, intercambio, distribución y consumo). El Tercer Sector surgió como un espacio alternativo a la lógica del Estado y del Mercado, lógicas que con el derrumbe del Estado del Bienestar se manifiestan incapaces de cubrir las crecientes necesidades sociales que con la globalización se convierten en necesidades transnacionales. Las nuevas necesidades sociales son de carácter complejo y necesitan soluciones complejas que no se encuentran en la mera satisfacción de la capacidad de consumo ni en la ocultación de las “desviaciones” sociales y/o políticas (problemas sociales vinculados a la desigualad, la pobreza y la exclusión). Este Tercer Sector, desarrollado fundamentalmente desde principios de los años ´90 del siglo XX hasta el comienzo de la actual crisis, momento a partir del cual esta sufriendo su desmantelamiento de la mano de los recortes sociales, ha sido la escuela de muchos de los planteamientos de economía social alternativa, de democracias participativas, de trabajo en redes, de gestión de servicios públicos ajustados a las necesidades locales, etc. que posteriormente han ido cristalizando y extendiéndose de la mano de los nuevos movimientos ciudadanos. Sin embargo, muchas voces han criticado su papel, no sin razón, por someterse a las lógicas subvencionadoras del Estado, sin apenas postura crítica ni planteamientos políticos organizados, cayendo en la misma lógica mercantil de la competitividad entre entidades por los recursos y, lo que es peor, por los territorios y por la población más vulnerable. En este sentido, las lógicas de asistencialismo de muchas administraciones, tristemente extendidas a muchas de estas entidades, confinan a las personas beneficiarias de estos proyectos a procesos de estigmatización y cronificación de sus situaciones de exclusión social. Todo ello ha limitado de forma muy importante la consolidación de un sector con claras potencialidades de incidencia política y social. En este marco complejo y contradictorio, los Movimientos Sociales buscan el reconocimiento de un espacio donde la lógica de las relaciones no sea la de la competencia (mercado) ni la de la sumisión a un poder establecido (Estado). Se trabaja desde diferentes ámbitos en la consecución de modelos más participativos y horizontales de acción sociopolítica. Por el momento, la brecha entre las alternativas cada vez más extendidas que se van construyendo en lo local, y que dan respuesta a la satisfacción de necesidades sociales a sectores específicos de población, y la posibilidad de que una alternativa al modelo cultural vigente tome forma es aún muy grande, pero el camino parece haberse iniciado. Los peligros que hay que evitar y que nos impone la globalización del neoliberalismo son muy claros: acercarnos demasiado a las lógicas del Estado puede llevarnos al clientelis-

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mo, acercarnos demasiado a las del mercado puede llevarnos a la reproducción de formas de explotación y marginación como las que actualmente conocemos. Parece fundamental para ello, tener presente la experiencia del Tercer Sector No Lucrativo (Sociedad Civil) y reconstruirlo desde planteamientos de mayor independencia y autonomía y seguir profundizando en el refuerzo de los Movimientos Sociales como elementos primordiales para la Cohesión Social y la Transformación Política.

Como ya se ha dicho, el aumento de las desigualdades sociales han mostrado las claras insuficiencias del modelo liberal (de mercado) para posibilitar la integración de la mayoría de la población y las dificultades del modelo redistributivo o del Bienestar para desarrollarse adecuadamente en un sistema controlado por las élites económicas. Ante esto, parte de la sociedad mira hacia una tercera opción: la solidaria. Su argumento es que la solución está en fortalecer los vínculos de solidaridad entre las comunidades, que pueden desplegar proyectos de todo tipo apartándose de las lógicas del lucro (Mercado) y del poder (Estado). Desde este modelo se plantea revertir las desigualdades mediante acciones dirigidas a colectivos tradicionalmente excluidos: mujeres, gitanos, personas sin hogar, personas con enfermedad mental, discapacitados, drogodependientes, inmigrantes no regularizados, etc. desarrollando propuestas de integración de estos colectivos, proyectos locales de desarrollo, etc. Este modelo cobra sentido en la medida que estas acciones posibilitan de forma real el avance de estos colectivos, regiones… hacia cotas de mayor autonomía y ejercicio de la ciudadanía plena. De no ser así, tendrán el efecto contrario, ya que reproducirán las distinciones y fronteras simbólicas que estuvieron en el origen de tales desigualdades, cronificando las situaciones de pobreza y marginación y reforzando su estigmatización social. La participación de la iniciativa ciudadana debe servir para lograr que la redistribución de recursos tenga mayor alcance y llegue a todos los sectores, definir los contenidos de las propias políticas desde la participación social, denunciar la mala redistribución de los recursos y las situaciones de desigualda. Las soluciones pasan por tender puentes entre los tres modelos, el modelo de mercado, el redistributivo y el solidario, no por soluciones unilaterales que nieguen las otras. Algunas iniciativas civiles no llegan a constituirse como alternativas plenas pero sí sirven para desvelar las contradicciones de los diferentes modelos y la posibilidad de generar bienestar desde otras lógicas: la economía social y solidaria (el comercio justo, las redes de trueque, los huertos urbanos, las cooperativas de consumo y producción agrícola y

ganadera, la banca ética), los procesos de democracia participativa (procesos de desarrollo comunitario, presupuestos participativos, consejos de barrio, …), la lucha por el territorio (movimientos indigenistas, de autodeterminación, movimiento sin tierra, movimiento okupa, movimiento vecinal…), las luchas culturales (feminismo, luchas por la diversidad, centros sociales, cultura libre…), etc. El influjo de muchos de estos movimientos sociales de resistencia y protesta ha permitido y permite que muchas desigualdades se transformen incidiendo en cambios políticos y sensibilizando sobre la posibilidad de otras políticas y economías posibles. A vista de pájaro y sin pretender hacer un análisis exhaustivo y pormenorizado de los distintos tipos de Movimientos Sociales en el contexto español, podemos distinguir cuatro grandes etapas en su desarrollo, que abarca tanto el ámbito del Tercer Sector9 como el de las iniciativas alternativas o altermundistas (otro mundo es posible): 1. Década los años 70 del siglo XX Marcada por un contexto político totalitario y la fuerte activación de los movimientos sociales, especialmente el Movimiento Vecinal o sindical en la consecución de los derechos para los trabajadores, Partidos de Izquierda en la lucha antifranquista y el nacimiento del Movimiento Feminista en la lucha por la igualación de derechos entre hombres y mujeres. 2. Década de los 80 (siglo XX) Asistimos en estos años a una decapitación o descabezamiento de algunos movimientos por cooptación hacia partidos políticos y como consecuencia a una importante despolitización de aquellos. Fuera de nuestro país destaca la fundación del Movimiento Sin tierra en Brasil en la lucha contra el monopolio sobre la propiedad de la tierra. 3. Década de los 90 (siglo XX) Este período se caracteriza por la aparición de las ONG´S de Cooperación al Desarrollo y de las organizaciones de Voluntariado, lo que va dando forma al llamado Tercer Sector Social, extendiéndose procesos de colaboración y participación instituidos. Desde un plano más reivindicativo se consolida el Movimiento Okupa contra la propiedad privada como forma de riqueza y el Movimiento Antimaastrich contra la Europa de los mercados. En conjunto se produce una cierta sectorialización y fragmentación de los procesos de participación, desde la reivindicación y desde la gestión social. 4. Período 2000-2007 (siglo XXI) En los primeros años del siglo XXI asistimos a una diversificación importante de las formas de participación social, así como a una repolitización de la acción colectiva. A partir

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3. Los movimientos sociales en la lucha contra la vulnerabilidad y la exclusión social

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de la entrada en la Unión Europea en la etapa anterior y la llegada de la moneda única se ponen en marcha movimientos contra la Europa del Capital, la Globalización y la Guerra que propugnan la idea de que Otro Mundo y otra Europa son Posibles. Estos Movimientos alterglobalizadores, destapan los mecanismos de dominación que hay detrás del sistema capitalista. Los Movimientos Ecologistas y de Defensa de los Derechos Humanos tienen especial presencia en la visibilización de las consecuencias de la sobreexplotación del ecosistema y de la vulneración de derechos humanos. 5. Desde el 2007 en adelante Con la llegada de la crisis a nuestro país, muchas de las respuestas anteriores inician un proceso de transversalización desde lógicas nuevas, el impulso de las movilizaciones desde la base en defensa de lo público y en la construcción de alternativas al sistema desde lo local (basados en el Decrecimiento y en la vuelta a la comunidad): ecoaldeas, cooperativas integrales, huertos urbanos. Todos estos movimientos surgen en el contexto de diferentes tipos de crisis que se han ido sucediendo a lo largo de todo el período democrático; crisis urbana, económica, social o ecológica dan lugar a diferentes estrategias de alianzas entre Administraciones, organizaciones sociales, sectores informales activos y bases sociales10. Actualmente podríamos estar ante una crisis de corte más global, civilizatoria o sistémica. Si etapas anteriores se caracterizaron por la dignificación de la clase obrera (años 70), el ascenso de las clases medias (a partir de lo 80) o el aumento de las distancias sociales a partir de los 90-00, a partir de entonces podemos hablar de la consecución de la ruptura del pacto social y la disolución de las clases medias en nuevas clases vulnerables y empobrecidas.

4. Hacia un nuevo modelo Las respuestas ciudadanas actuales surgen del desencanto y la falta de expectativas, lo que provoca formas de actuar que combinan la resistencia, la reivindicación y la democracia directa, pero también exploran mecanismos de actuación altersistémicos, que profundicen en la autogestión y en modelos de solidaridad basados en intercambios de reciprocidad, lo que se ha dado en llamar Neocomunitarismo. Estos modelos de participación tienen un carácter más transversal e integral, buscando una conexión entre sectores y territorios, que reestructure las redes sociales desde la alianza, perdida en décadas anteriores, entre los Sectores Informales Activos y las Bases Sociales concienciadas. En este nuevo marco, las organizaciones sociales buscan adaptar sus estrategias de actuación e intervención a espacios de participación más abiertos, de base y horizontales. Podríamos denominar a estos nuevos movimientos como Movimientos Glocales, que combinan de forma efectiva la reflexión simultánea sobre lo local y lo global y generan formas de actuación diversas desde lo local pero también generando redes de alianzas transterritoriales.

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Desde estos nuevos movimientos se destapa cómo la desregulación del mercado, la globalización de la economía financiera, el aumento de los beneficios de las grandes multinacionales o el acercamiento de los Estados a los sectores económicos privilegiados, traen como consecuencia el aumento de la pobreza y las desigualdades, la reducción de los mecanismos de compensación social y territorial, el refuerzo de la impunidad creando redes de corrupción y de beneficio de las élites, etcétera. Asistimos por tanto a un nuevo tipo de Movimiento Social, basado en un modelo de red social descentralizada, idónea para la construcción de espacios o grupos de trabajo independientes. El 15M, ejemplo más evidente de este nuevo modelo de movimiento desde su arranque en Mayo de 2011, visualizó estrategias organizativas basadas en dos pilares fundamentales: la toma de decisiones asamblearia y horizontal y la independencia de los diferentes grupos de trabajo y comisiones que se iban creando. La complejidad de la realidad social, acrecentada por el avance de la crisis social y unido a la aparición de este nuevo espacio participativo, abierto, flexible, relacional, visible en el espacio público, no partidista, alternativo y esperanzador, hizo emerger en muy pocas semanas iniciativas de grupos abiertos de análisis, reflexión y propuesta que atrajeron los intereses de múltiples sectores sociales (educativo, sanitario, económico, político, social, etc.) y de grupos de edad, género, etcétera. En este sentido, el 15M ha contribuido a crear multitud de nuevos espacios de participación y militancia política, favoreciendo su desarrollo expansivo y reticular. La adhesión a él de colectivos y personas tan diversas ha llevado a muchos a pensar en la oportunidad de un nuevo eje nucleador de todas las movilizaciones sociales, una especie de movimiento de movimientos. La capacidad de extensión del escenario de debate político a las calles y el impacto mediático del mismo, están siendo elementos claves en la creciente toma de conciencia colectiva sobre los problemas que nos afectan, sobre la injusticia social, sobre el expolio disfrazado de crisis. Desde planteamientos libertarios se defiende un modelo de organización basado en el poder colectivo o lo que es lo mismo, el poder sin dirigentes. Esta es una de las claves éticas de este movimiento y una de sus grandes fortalezas, sin embargo ello implica una paradoja, lo mismo que da sentido a la existencia del movimiento es lo que justifica su disolución en múltiples iniciativas más o menos interconectadas e independientes. Otra de las aportaciones importantes del 15M ha sido la visibilización y extensión de causas preexistentes al mismo movimiento, como la lucha contra los desahucios de la Plataforma de Afectados/as por las Hipotecas, o la lucha contra la privatización del canal de Isabel II de la Plataforma contra la Privatización del Agua. El apoyo del movimiento y la territorialización de dichas causas a través de las asambleas sirve para reimpulsar

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determinadas reivindicaciones e incidir para que sean tomadas en cuenta en la agenda judicial y política. Una tercera aportación, y una de las más visibles con el paso de los años, ha sido generar redes dentro de la Red. La apertura de este espacio de participación ha puesto en contacto a personas con inquietudes y planteamientos similares y ha permitido que en torno a los diferentes grupos se abran debates sobre alternativas a la cultura del mercado y del capital, lo que muchos llaman la Economía de los Bienes Comunes. Estas propuestas de Neocomunitarismo basadas en planteamientos relacionados con el Decrecimiento y con la recuperación de formas de vida cooperativas, entroncan con las principales potencialidades que la Economía Social ha desarrollado a lo largo de las dos últimas décadas y a su vez apuntan a solucionar algunas de sus debilidades, apostando por una gestión más autónoma e independiente respecto a las instituciones públicas. En el caso de estas prácticas, se empiezan a extender en barrios y municipios dando lugar con el tiempo a un mapa de iniciativas autónomas en torno a formas de financiación, producción, consumo y distribución cooperativas. Así, Cooperativas de producción y consumo ecológicas (huertos urbanos, Bancos del tiempo, redes de trueque, iniciativas para el decrecimiento), proyectos sociales colaborativos (Escuelas agrícolas, Trabajo cooperativo, redes de proyectos), formas y plataformas de financiación alternativas (Fondos comunes, Redes de financiación cooperativa y solidaria, monedas sociales), redes de comunicación y distribución (editoriales solidarias, software libre, periodismo ciudadano, bibliotecas populares…) parecen irse extendiendo en diferentes entornos locales, dibujando un esbozo de sistema -al margen del sistema- que permite profundizar en debates de gran calado sobre cuáles son los pasos a dar para consolidar una alternativa cultural y económica al Mercado. Una de estas iniciativas, las Cooperativas Integrales, surgidas hace tres años en Barcelona, funcionan como nexo de unión y coherencia entre muchas de ellas. Esta diversificación de experiencias, muchas al calor del 15M y otras no, tiene una gestión de enorme complejidad que en la mayoría de los casos exige nuevos núcleos organizativos dentro y a la vez en paralelo al propio movimiento. De lo que no cabe duda es de que las formas de protesta en España se han incrementado y diversificado enormemente en los dos últimos años. Según la delegación del Gobierno de Madrid en el primer cuatrimestre de 2013 se han registrado 1.628 manifestaciones en la ciudad, duplicando la cifra del mismo período del 201211. Como apunta un artículo de El País del 30 de Marzo de 201312, una parte de España protesta todos los días y el 91% de los españoles piensa que hay motivo para ello, según las encuestas. Cuando hace un año los sindicatos CCOO y UGT trataron de canalizar parte de la indignación general y promover una cumbre social, se encontraron con

una dificultad extraordinaria: había más de 150 organizaciones de las que colgaban un número superior a los 950 grupos, asociaciones o plataformas. Unas admitían jerarquías, otras eran asamblearias, pero se comunicaban entre sí, eran transversales. Y la cifra ha seguido creciendo. Sindicatos y ONG´S tradicionales se han visto desbordados y relegados de sus espacios representativos por esta nueva realidad. Desde la Marea Blanca se plantean la creación de sus propios sindicatos para médicos y enfermeros, desde los núcleos más críticos del Tercer Sector se reconoce la falta de reflejos y capacidad reivindicativa durante años, lo que se ha destapado con los nuevos movimientos. Pequeños grupos como Juventud Sin Futuro o V de vivienda han encendido la llama que dio lugar al 15M. A partir de ahí, las organizaciones del Tercer Sector también han sufrido las consecuencias de la crisis, cerrando proyectos y abriendo ERE´S y buscando adaptarse a las nuevas circunstancias. Estos Nuevos Movimientos Sociales, como el 15M, constituyen prácticas sociales emancipatorias. Como tales constituyen nuevos marcos o estructuras de posibilidades de acción, caracterizados por aspectos como: a) Ámbito social-relacional • La recuperación del uso de los espacios públicos desde la propia acampada sol, extendido a diferentes plazas, calles, parques, etc. da lugar a la cristalización de nuevas redes relacionales informales en los barrios, redes que se hacen visibles desde un inicio e invitan a la conexión y participación. • Hace uso de lógicas libertarias, que defienden la horizontalidad en la toma de decisiones y de planteamientos provenientes de otros Movimientos como el Okupa (ocupación hotel Madrid, ocupación de casas vacías para la apertura de centros sociales en barrios…), lo que genera vínculos de solidaridad y compromiso muy fuertes entre los que permanecen activos. • A diferencia de movimientos de décadas anteriores, hace uso de un modelo comunicacional basado en las TIC´S (redes sociales, listas de correo, dispositivos móviles…) que permite hacer emerger y dar mayor presencia en las reivindicaciones a sectores poco activos pero simpatizantes con el movimiento y sus causas. Así, este sector de población al estar altamente informado tiene la capacidad de unirse a la lucha en cualquier momento. De igual modo, estos canales permiten que las personas activas y/o militantes puedan mantenerse informados sobre las diferentes iniciativas que van tomando forma, lo que facilita la coordinación. b) Ámbito económico • Se plantea un funcionamiento basado en la autosuficiencia económica, bien a través de la creación de mecanismos de captación de recursos materiales y económicos, como

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la financiación por suscripción, donaciones anónimas, préstamo de materiales para acciones, etcétera. • En determinadas prácticas sociales y en niveles de muy alto compromiso, se puede llegar incluso a la cesión de parte del sueldo o a plantear una insumisión fiscal y ceder esos fondos al sistema que se esta construyendo. Las iniciativas de producción o consumo cooperativo puestas en marcha (huertos urbanos, cooperativas de consumo, bancos del tiempo, redes de trueque, etc.) cubren parte de las necesidades del grupo. Es el caso de las Cooperativas integrales. c) Ámbito político • La práctica política se basa en dos pilares fundamentales: la toma de decisiones asamblearia y unos estilos reivindicativos basados en la no violencia y en la creatividad social, revirtiendo las lógicas participativas instituidas. Es el caso de las manifestaciones festivas, marchas, mareas, escarches…. 4.1. Bases y elementos instituyentes del nuevo modelo Estas pautas estructurales y organizativas polinizan todas las iniciativas que surgen dentro del movimiento. Estas iniciativas muchas veces constituyen en sí mismas nuevas prácticas sociales (caso de las cooperativas integrales) que sientan a su vez las bases para diferentes tipos de acciones. Algunas de estas bases son: 1. De construcción de conocimiento colectivo socialmente útil Sin duda el 15M se ha convertido en una auténtica escuela de democracia y universidad popular para muchas de las personas que participan en él, hasta tal punto que ponen en cuestión las prácticas académicas de las instituciones educativas y las informativas de los grandes medios de comunicación. Estas dinámicas de análisis, debate y reflexión sobre la realidad social implican la profundización en análisis críticos sobre el sistema en el que estamos inmersos, para a partir de ahí plantear alternativas, reivindicaciones, acciones, etc. y son la base fundamental de la toma de conciencia colectiva en torno a la necesidad y continuidad de la lucha y de la consolidación de prácticas de contradominación económica, política y simbólica. 2. De información libre y comunicación multidireccional Se ponen en marcha alternativas comunicativas aprovechando las redes sociales y nuevos soportes de opinión que dan voz a los movimientos y a las nuevas iniciativas. Estos soportes juegan un papel fundamental en el sostenimiento de la propia red y en la visibilización de discursos contradominantes. Las estrategias comunicativas por tanto tienen un papel clave en hacer llegar otro mensaje a la población, pero fundamentalmente en asentar nuevos debates y consolidar un nuevo conocimiento alternativo y colectivo hacia el interior del propio movimiento.

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Por último, la diversidad, en ocasiones dispersión, y complejidad de las iniciativas, prácticas y redes que conforman el movimiento necesitan poner en el centro de la organización un sistema de comunicación eficaz, multidireccional y horizontal que permita conectarlas, lo que conlleva la dedicación de grandes recursos de tiempo y humanos a dicha tarea. 3. De reciprocidad y apoyo mutuo La descentralización territorial del movimiento cristaliza en diferentes iniciativas que abordan los problemas más locales y cotidianos de la gente: la falta de alimento, de ropa, de ingresos, etc. genera prácticas solidarias basadas en intercambios igualitarios y de reciprocidad. Así, vemos ampliarse el mapa de iniciativas de comedores populares, bancos del tiempo, redes de trueque y comercio justo, redes de huertos urbanos, cooperativas de consumo, producción agrícola y ganadera, de financiación alternativa de proyectos, etc. ampliando así las bases para una economía alternativa y una participación solidaria desde los barrios y pueblos. 4. De reivindicación y defensa de derechos La gestión que los gobiernos están haciendo de la crisis la ha terminado convirtiendo en un expolio a la ciudadanía. La mercantilización de los poderes públicos y la cesión del poder a las élites financieras marcan la pauta de las políticas públicas a llevar a cabo. El objetivo no es que la mayoría de la población se vea lo menos afectada posible por la crisis, generando empleo, reforzando la protección social, manteniendo vivos los pilares fundamentales del Estado del Bienestar, o lo que es lo mismo actuando como estado garantista del acceso de los ciudadanos al ejercicio de sus derechos fundamentales y creando los canales necesarios para la satisfacción de necesidades de la población. El objetivo es el mantenimiento del propio sistema capitalista que asegure el refuerzo del poder de las élites económicas, y para ello, como apunta Harvey13 la estrategia es la de darle la vuelta al modelo redistributivo, el dinero debe fluir de las clases trabajadoras hacia las clases privilegiadas fomentando un proceso de acumulación por desposesión, arrebatándoles a los trabajadores lo poco que tenían y abocándoles a lo que llamamos pobreza sobrevenida. En este contexto, los frentes de lucha y reivindicación se multiplican exponencialmente, siempre siguiendo tres líneas fundamentales: a) La defensa del Estado del Bienestar y de lo público, como garantía de defensa de los derechos sociales. Aquí destaca la extensión de las diferentes mareas ciudadanas: Marea Verde (educación), blanca (sanidad), naranja (servicios sociales), negra (funcionarios públicos), roja (parados), amarilla (justicia)

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b) La lucha contra la vulneración de los derechos de las personas más vulnerables y las actuaciones policiales represivas hacia ellos. En esta línea, en los últimos años se han desarrollado iniciativas como las Oficinas de Derechos Sociales, el Ferrocarril Clandestino, la Asociación Sin papeles o las brigadas de Observación de Derechos Humanos que apoyan jurídica y socialmente a personas inmigrantes sin papeles, visibilizan la criminalización del inmigrante o la existencia y funcionamiento de los CIES (Centros de Internamiento de Extranjeros). c) La denuncia y acción directa ante las diferentes formas que adquiere este expolio a la sociedad (desahucios, despidos masivos, recortes, cierres de servicios públicos…) 5. De autogestión Finalmente, un espacio clave de la evolución del movimiento es la búsqueda de alternativas al sistema vigente, desde planteamientos éticos en el ámbito social, cultural, económico y político. Estas alternativas se asientan sobre formas diferentes de autogestión que se van aprendiendo a través del intercambio y van mejorando con su propia evolución y desarrollo. En este sentido destacan experiencias de autogestión cultural, como la Red de Centros Sociales Ocupados que se extiende en diferentes distritos y barrios, de autogestión comunicacional, visible en el manejo de las redes sociales libres, a través de las cuáles se interconectan los diferentes grupos, de autogestión económica, buscando formas de financiación solidaria al margen de los bancos y de las administraciones públicas y de autogestión política, consolidada a través de la extensión de las asambleas temáticas y territoriales.

5. La participación de los colectivos en situación de riesgo de exclusión social Nos encontramos con que muchas de las reivindicaciones e iniciativas actuales no recogen las de estos grupos más desfavorecidos. Siendo un drama social sin precedentes la situación de las familias afectadas por los desahucios, no podemos olvidar la de muchas familias que siguen viviendo en chabolas o en barrios marginales desde hace décadas. La crisis generaliza muchos dramas sociales y destapa las nuevas situaciones de vulnerabilidad y pobreza a la que se ve abocada cada vez más gente. El hecho de que muchas de estas personas pertenezcan a las clases trabajadoras y clases medias hace que tengan mucho más eco mediático y que crezca en muchas de ellas un sentimiento de vergüenza respecto a su nueva situación. Pero también, en paralelo a esta pobreza vergonzante y a la mayor concienciación social que todo ello fomenta, siguen siendo olvidados los que siempre lo han sido, los sectores más excluidos, que con la llegada de la crisis sólo ven empeorar su situación.

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La integración de estos colectivos es hoy más difícil que nunca. Por un lado, como afirma Joaquín García Roca14, las personas `intervenidas´ han sido etiquetadas desde la carencia en relación al colectivo de pertenencia, su origen, su relación con el organismo interventor, etc., simplificando y generalizando sus problemas y sus potencialidades y las metodologías que les apoyarían en sus procesos de integración. Esta institucionalización y burocratización de la pobreza, alejada durante años de la visión que los propios excluidos tenían de sí mismos y de sus vidas, ha invisibilizado su identidad sociocultural, su diversidad, y su existencia como sujetos con capacidades y en proceso continuo de cambio. Por otro lado, el desmantelamiento de los Servicios Sociales, cierre de centros de inmigrantes, de atención a personas drogodependientes, cierre de proyectos de integración sociolaboral, recortes en Sanidad, en programas de lucha contra la exclusión, la falta de empleo para unos sectores de población que se convierte en la imposibilidad del mismo para las personas más desfavorecidas, el discurso de culpabilización social hacia las personas desempleadas, la precarización de los programas de garantía de ingresos, la represión institucionalizada ante las diferentes formas de contestación social, la consolidación de los privilegios de las élites políticas y económicas a costa de la drástica reducción del gasto público y social, etc. dibujan un panorama en el que los colectivos excluidos han sido borrados del mapa. Por eso consideramos que es en este terreno, donde muchas entidades de Acción Social han desarrollado gran experiencia en las últimas décadas, renovando los paradigmas de intervención y adaptándose a los nuevos espacios de participación, donde el Tercer Sector podría hacer una labor fundamental, impulsando procesos de participación y empoderamiento ciudadano para hacer emerger desde la base la voz de los más desfavorecidos. La lucha social y la organización colectiva constituyen una forma clave de dignificación y quizá el único camino de encontrar salidas a un sistema que no integra sino que expulsa. Pero, ¿cómo vincular a todos estos individuos y familias que peor lo pasan en un frente común para la lucha?. Actualmente se plantea una paradoja; desde los movimientos sociales y muchas organizaciones ciudadanas se ha luchado contra las intervenciones asistencialistas hacia estas personas, por considerar que dar ropa o comida a quien lo necesita sin desarrollar otro tipo de procesos de crecimiento favorecía la cronificación de la pobreza y la sumisión social, sin embargo, cuando la demanda desborda las parroquias, las asociaciones, los barrios,…¿qué hacer?. La extensión de la respuesta ciudadana a la vulneración continuada de los derechos sociales a la que asistimos, también tiene efectos concienciadores en las personas más

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desfavorecidas. Esto, unido a la necesidad de una identidad individual y colectiva que dignifique, hace emerger algunas iniciativas que desde la base y protagonizadas por colectivos en exclusión, plantean la necesidad de una respuesta social desde lo local que reconstruya de alguna manera los derechos perdidos. Para que estas experiencias tengan continuidad en el tiempo, es necesario incidir en la ruptura de las asimetrías. El efecto que en la mayoría de la población tienen unas políticas públicas cada vez más inexistentes y la posibilidad real del desempleo y de la pobreza para muchas personas hoy día, dibuja espacios de acercamiento y proximidad entre las personas más excluidas y los nuevos pobres, entre los beneficiarios de los programas sociales y los técnicos que trabajaban en dichos programas, entre diferentes colectivos y entidades sociales con la población menos organizada, entre los diferentes conocimientos, más académicos o más vivenciales, etc. Estamos ante el momento idóneo para integrar a las personas más desfavorecidas en procesos de participación activa, de búsqueda de soluciones colectivas. Podemos observar algunos casos en los que esta población decide dar un paso en la lucha por sus derechos y en la reivindicación de mayores oportunidades. Estas iniciativas, aún minoritarias, tienen relación en algunos casos con una respuesta a los recortes sociales y en otros con la necesidad de buscar salidas dignas a situaciones de marginalidad prolongadas en el tiempo. En el primer caso, iniciativas como la Asociación Garaldea, el Centro Magerit o el Centro Al Abrigo, en Madrid, conllevan una alianza entre profesionales y beneficiarios de servicios públicos (Centro de rehabilitación de drogodependientes, Centro de discapacitados y centro de Día para personas sin hogar, respectivamente) para impedir el cierre de estos servicios. Los casos de Garaldea y Magerit suponen la ocupación y la búsqueda de formulas de autogestión de los Centros para mantenerlos abiertos, al margen del sistema. El caso del Centro al Abrigo logra mantener abierto el centro desde la reivindicación y la lucha social con presupuesto público. La diferencia entre las tres iniciativas es que las dos primeras abren un debate sobre la posibilidad de construir iniciativas de servicios sociales autogestionadas, garantizando los derechos que el estado vulnera y la tercera incide en la defensa de lo público y en la responsabilidad del Estado de mantener estos servicios. En el segundo caso nos encontraríamos con sectores de población que viven en barrios de especial vulnerabilidad y en algunos casos marginales. Nos referimos a la población de barrios como la Cañada Real, el Gallinero, Puerta de Hierro, San Gregorio, etc. y especialmente a los sectores más desfavorecidos, población gitana e inmigrante. En la Cañada Real podemos ver como en los últimos años, diferentes entidades sociales han incidido en la promoción de procesos de participación comunitaria, que permiten ir

cohesionando el tejido social existente, consolidar identidades comunitarias, haciendo emerger líderes vecinales desde las redes informales, creando asociaciones y planteando propuestas de mejora de su propio entorno local. Otro caso que merece la pena mencionar es el de las personas afectadas por los desahucios, constituidos en la Plataforma de Afectados/as por la Hipoteca. El perfil de sus miembros difiere algo de los anteriores; en este caso no se trata de personas en situación de exclusión severa o asistida, sino de trabajadores/as, españoles y extranjeros, que se ven afectados por el desempleo prolongado. Su imposibilidad de seguir pagando las hipotecas que les concedieron los bancos tiene como única solución por parte de estos, el inicio del procedimiento de embargo a través del desahucio de sus casas y quedándose con su vivienda. El número de personas afectadas va creciendo y su perfil cambiando, así, la prolongación de la situación de pobreza para unos les acerca cada vez más al borde la exclusión, por la carencia total de ingresos, la pérdida de las redes de apoyo o incluso el paso a situaciones de calle y para otros, la pobreza sobrevenida les hace descender varios peldaños en su nivel social acercándoles a espacios de vulnerabilidad que no conocían. La puerta de entrada a la exclusión se ha abierto y cada vez entran más personas por ella. En este contexto, se organizan para hacer visible lo inhumano de este proceso, que afecta en muchos casos a personas mayores solas, dependientes, madres con niños, etc. y hacen propuestas a los bancos y al gobierno para que la deuda quede saldada con la apropiación de la vivienda por parte del banco (dación en pago) y para que el estado plantee una solución habitacional para las personas desahuciadas. Entre tanto, la plataforma lucha para impedir todos los desahucios posibles (más de 650 hasta la fecha), realojar a algunas familias y darles apoyo jurídico y psicológico. Por último, se están organizando en diferentes distritos y barrios asambleas de personas en paro y redes de entidades que se organizan y movilizan para exigir a los poderes públicos un rescate a la ciudadanía (red por la dignidad de los barrios y pueblos, Asambleas de parados/as…). En todos los casos comentados podemos destacar un aspecto en común, el impulso de la participación directa de las personas desfavorecidas en sus propios procesos de cambio y lucha sociales. Para hacerlo posible es necesario el desarrollo de procesos de toma de conciencia individual y colectiva sobre los problemas que les afectan, procesos que en el caso de los colectivos de mayor exclusión necesitan del apoyo de los profesionales y/o entidades que trabajen con ellos. Haciendo suyo el popular refrán “de la necesidad virtud”, muchos de estos profesionales y voluntariados de las organizaciones del Tercer Sector, que han sufrido un descenso en la escala social por la precarización laboral o la pérdida de empleo fruto de los

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recortes, experimentan una relación de mayor horizontalidad con las personas en riesgo o situación de exclusión social con las que venían trabajando. De ese modo, han pasado de la empatía (actitud de “ponerse en el lugar del otro” de una manera intencional e intelectualmente consciente) a la identificación social (“estar en el mismo lugar que el otro, compartir condiciones vitales similares, experimentar la vulnerabilidad e interiorizar la posibilidad de la exclusión social”). Esta experiencia vivenciada y compartida es la condición de partida para generar contextos de igualdad, horizontalidad, respeto mutuo y confianza que permiten la emergencia de procesos de participación, intercambio y construcción de un conocimiento socialmente útil y políticamente transformador. Otras ideas fuerza que impulsan estas experiencias son: el empoderamiento de los que más dificultades tienen para expresar sus demandas y propuestas, la consolidación de grupos de pares, el uso de un mismo lenguaje para comunicarnos y entendernos, la implicación y el compromiso más allá de las relaciones laborales y/o profesionales, la habilitación de espacios de encuentro y relación, el tiempo… porque son procesos largos de cambio y hay que dedicarles tiempo, la incorporación de la diversidad y la apertura a nuevos saberes, conocimientos y propuestas y perder el miedo y mantener la esperanza de que las cosas pueden ser -y construirse- de otra manera. En definitiva, la solidaridad es lo que hace sólida a la sociedad, y esta argamasa está permitiendo que renazca la cohesión social, desde abajo, y se refuerce en los momentos más duros, dando lugar a estas y muchas otras experiencias que albergan la esperanza de que los seres humanos no se mueven únicamente por intereses egoístas sino por motivaciones fraternales y altruistas... Las iniciativas aquí mencionadas pueden considerarse como una “punta de lanza” de los múltiples caminos que se están abriendo -en lo local, desde la cercanía y la proximidadhacia una Ciudadanía Inclusiva, entendida como la re-conquista y el ejercicio activo de derechos -y deberes - civiles, políticos y sociales, y fundamentada en valores de participación, cooperación y autogestión de la vida. v 

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Notas 1. PNUD (1999): Informe sobre desarrollo humano 1999: La mundialización con rostro humano 2. Beck, U. (2002): La Sociedad del Riesgo: Hacia una nueva modernidad. Ed. Paidós. 3. Bauman, Z.:”Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias”. Edit. Paidós. Barcelona. 2007. 4. Entendemos el término provecho como aquello que permite obtener el máximo beneficio con el mínimo coste, lo que hace eliminar todos aquellos sistemas productivos que no ayuden a este objetivo y con ellos a todas las personas que los utilizaban o utilizan. 5. El Antropólogo Luis Reigadas distingue el concepto de apropiación legítima (el trabajo permite apropiarse de recursos de forma legítima) e ilegítima (apropiarse de recursos y bienes a través de actividades irregulares), como el mecanismo que los colectivos dominantes utilizan para de la legitimación social de la desigualdad. 6. Crisis squeezes income and puts pressure on inequality and poverty. New Results from the OECD Income Distribution Database. 2013. 7. Informe sobre distribución de la renta en España: desigualdad, cambios estructurales y ciclos. Consejo Económico y Social. Febrero de 2013 8. Castel, R. (1997): Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, Paidós, Buenos Aires. 9. Según Gregorio Rodríguez Cabrero el término de Tercer Sector se refiere al ámbito o espacio de actuación del voluntariado, las ONG´s y/o las instituciones SIN ANIMO DE LUCRO (SAL); sin embargo, este autor prefiere hablar de “Organizaciones Sociales del Tercer Sector” y en su análisis reflexiona sobre estos actores tan diversos (fundaciones, sindicatos, etc.) y sus relaciones con las instituciones públicas y privadas (empresas, etc.). Desde su punto de vista, el Tercer Sector surge a partir del excedente de las empresas y del Estado, que liberan fuerza de trabajo y recursos hacia el sector de los servicios en general y el de los Servicios Sociales en particular (ver estas tesis en la obra de Rifjkin “El fin del empleo”. En España, este Sector No Lucrativo se gesta y se consolida a partir de la década de los 90 del siglo XX. 10. Alguacil, J. y Denche, C.: “Otros movimientos sociales para otro modelo participativo y otra democracia” en Los Movimientos Sociales Hoy, Revista Documentación Social Nº 90.Madrid 1993. 11. Agencia EFE. 13.05.2013: http://www.20minutos.es/noticia/1812418/0/madrid/manifestaciones-hasta-mayo/el-doble-que-2012/ 12. Artículo EL PAÍS, 30/03/2013. “1.100 maneras de protestar en España”. http://politica.elpais.com/ politica/2013/03/30/actualidad/1364669519_850037.html 13. Harvey, D.: (2007): Breve historia del neoliberalismo, editorial Akal. 14. García Roca, J.: la revancha del sujeto, en Revista Documentación Social nº 145.

Bibliografia • Alguacil, J. y Denche, C. (1993): “Otros movimientos sociales para otro modelo participativo y otra democracia” en Los Movimientos Sociales Hoy, Revista Documentación Social Nº 90.Madrid • Bauman, Z. (2007): Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. Edit. Paidós. Barcelona. • Beck, U. (2002): La Sociedad del Riesgo: Hacia una nueva modernidad. Ed. Paidós. • Castel, R. (1997): Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, Paidós, Buenos Aires. • Consejo Económico y Social (2013): Informe sobre distribución de la renta en España: desigualdad, cambios estructurales y ciclos. • Fundación FOESSA (2013): Análisis y Perspectivas 2013: Desigualdad y Derechos Sociales. • García Roca, J. (2007): “la revancha del sujeto”, en Re-pensar la intervención social, Revista Documentación Social nº 145.Madrid

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• Harvey, D.: (2007): Breve historia del neoliberalismo, editorial Akal. • OCDE (2013): Crisis squeezes income and puts pressure on inequality and poverty. New Results from the OECD Income Distribution Database. • PNUD (1999): Informe sobre desarrollo humano 1999: La mundialización con rostro humano • Reigadas, L. (2008): La Apropiación: destejiendo las redes de desigualdad. Editorial Anthropos • Rodríguez Cabrero, G.(2004): “Situación actual y perspectivas de desarrollo de las organizaciones voluntarias de Acción Social en el Estado del Bienestar” en Migración e integración Social, Revista Documentación Social, nº 132. Madrid

el mito de la participación Carlos Sánchez Casas arquitecto

Otras fuentes • Artículo de El Mundo del 15-05-2012 “Unidos por el malestar” • Agencia EFE. 13.05.2013: http://www.20minutos.es/noticia/1812418/0/madrid/manifestaciones-hastamayo/el-doble-que-2012/ • Artículo EL PAÍS, 30/03/2013. “1.100 maneras de protestar en España”. http://politica.elpais.com/politica/2013/03/30/actualidad/1364669519_850037.html • Observatorio de la Exclusión y los Procesos de Inclusión Social en la Comunidad de Madrid. http:// observatorioinclusion.wordpress.com/

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